Libro Quien Soy Yo

January 22, 2017 | Author: eskaravajo | Category: N/A
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Quien soy yo...

Description

C.G. Jung, S. Freud, D. Chopra, C. Naranjo, L. Greene, J. Lilly, E. Erikson, R. Dass, A. Lowen, K. Homey y otros

¿QUIEN SOY YO? Tipos psicológicos y autorrealización Edición a cargo de R obert Frager

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editorial L/airós Numancia, 117-121 08029 Barcelona

Título original: WHO AM I? Traducción: Femando Mora y David González Raga Diseño portada: Ana y Agustín Pániker © 1994 by Robert Frager © de la edición en castellano: 1994 by Editorial Kairós, S.A. Primera edición: Febrero 1995 Segunda edición: Diciembre 1999 Tercera edición: Julio 2005 ISBN: 84-7245-328-6 Dep. Legal: B-28.084/2005 Fotocomposición: Beluga & Mleka. Córcega, 267. 08008 Barcelona Impresión y encuadernación: índice. Fluviá, 81-87. 08019 Barcelona

Todos Jos derechos reservados. N o está perm itida la reproducción total ni parcial de este libro, ni la recopilación en un sistem a inform ático, ni la transm isión por m edios electrónicos, m ecánicos, p o r fotocopias, por registro o por otros m étodos, salvo de breves extractos a efectos de reseña, sin la autorización previa y por escrito del editor o el propietario del copyright.

A mi esposa Ayhan, cuyo amoroso apoyo ha resultado esen­ cial tanto para este proyecto como para toda mi vida.

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AGRADECIMIENTOS La elaboración de este libro ha sido un largo e intrincado proceso que no hubiera sido posible de no haber contado con el apoyo y el aliento de muchas personas. En primer lugar, quisiera agradecer a mi editora de Tarcher, Connie Zweig, su apoyo creativo y su infatigable perseveran­ cia con vistas a mejorar el estilo del libro, en general, y mi propio estilo, en particular. Su ayuda ha resultado inestimable para elevar el nivel de mi trabajo. También debo expresar mi más profundo agradecimiento a Helen Palmer -la primera persona que me sugirió la idea de este libro-, cuyo texto original y útiles sugerencias se han re­ velado como una excelente contribución al capítulo sobre el eneagrama. También estoy profundamente agradecido a Jim Shere, Angeles Arrien y Stuart Heller por su creatividad, capa­ cidad de trabajo y paciencia y por su contribución especial a esta obra escribiendo capítulos originales para ella. Asimismo, me hallo en deuda con todos aquellos amigos y colegas -como Jeremy Taylor, Belinda Brent, Stuart Heller y muchos otros- que me han sugerido fuentes bibliográficas, ar­ tículos y autores que sintonizan con el contenido de este volu­ men y que han compartido conmigo su entusiasmo por la tipo­ logía. Doy las gracias también a Danielle Light, que me ayudó a realizar un curso sobre tipologías de la personalidad, y a to­ dos aquellos que participaron en él, tanto estudiantes como co­ laboradores. También estoy en deuda con Linda Loos y Jean 9

Agradecimientos

Harbin, que me alentaron con sus comentarios y trabajaron de­ nodadamente conmigo en la revisión de diversos capítulos es­ pecialmente difíciles. Por último, estoy profundamente agradecido a los miem­ bros de mi familia porque gracias a ellos he podido dedicar el tiempo necesario -más del que cualquiera de nosotros hubiera deseado- para que este trabajo viera finalmente la luz.

INTRODUCCIÓN ALGUNAS REFLEXIONES PERSONALES Los sistemas tipológicos me han interesado desde hace mu­ chos años aunque, en realidad, nunca he llegado a comulgar plenamente con ninguno de ellos. Yo creo en todos los siste­ mas psicológicos y cada uno de ellos me parece valioso pero nunca he sido un «verdadero creyente» de ningún sistema con­ creto. He estudiado con cierto detenimiento los diferentes sis­ temas que presento en este libro y también he tratado de clasi­ ficarme a mí mismo y a los demás en función de ellos, lo cual, en ciertas ocasiones, me ha proporcionado intuiciones (insights) sorprendentemente reveladoras y útiles, aunque en otras, no obstante, el resultado ha sido oscuro y más bien con­ fuso. En cualquier caso, estoy plenamente convencido de que cada uno de estos sistemas puede ser potencialmente benefi­ cioso para algunas personas. La mayor parte de quienes escriben sobre las distintas tipo­ logías de la personalidad suelen ser firmes defensores de un determinado sistema. Espero que el abordaje ecléctico de to­ dos los sistemas tipológicos que presentamos aquí contribuya a ofrecer una visión equilibrada e imparcial de las principales tipologías existentes. Recuerdo que hace ya algunos años visité al renombrado astrólogo Dañe Rudhyar. Rudhyar me miró detenidamente y luego comentó que no cabía la menor duda de que yo tenía 11

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muchos rasgos de Cáncer. Entonces pensé: «¡Este hombre será el decano de la astrología americana pero, en esta ocasión, se ha equivocado completamente!» Yo contesté que Cáncer no tenía mucho peso en mi carta natal. Mi sol y mi ascendente están en Géminis y siempre me había considerado como una personalidad fuertemente «geminiana». Rudhyar entonces me preguntó por mi fecha de nacimiento y, cuando le respondí que había nacido el veinte de junio me dijo: «Usted ha nacido en la cúspide de Cáncer ya que, en esas fechas, el universo entero gira en tomo a Cáncer. De modo que, en muchos sentidos, se halla mucho más influido por Cáncer que por Géminis». Este comentario provocó en mí una pequeña crisis de iden­ tidad astrológica. Hasta aquel momento había buscado el signo de Géminis en la sección astrológica de los periódicos pero ahora debía considerar la posibilidad de tener en cuenta un nuevo conjunto de pautas de personalidad. Esta anécdota ilustra claramente las ventajas y los inconve­ nientes de cualquier sistema tipológico. El estudio del propio «tipo humano» suele proporcionar intuiciones (insights) reales y poderosas pero la identificación excesiva con un determina­ do tipo puede alejamos del posible significado de otras cate­ gorías y de sus características. Yo creo que todos los distintos tipos de los que nos hablan los diversos sistemas tipológicos describen aspectos diferentes de cada uno de nosotros. Así pues, aunque ciertos tipos parez­ can acomodarse mejor a nosotros que otros, cada uno de ellos tiene algo que enseñarnos sobre nosotros mismos. A fin de cuentas, nada humano nos es ajeno y podemos reconocer algo nuestro en todas y cada una de las personas con quienes nos encontramos. Cuando tuvimos las primeras noticias sobre el eneagrama, Charles Tart, un buen amigo y un renombrado psicólogo, me introdujo en él. Tart había sido clasificado como un «siete» y estaba seguro de que yo también lo era. Aunque Charles y yo

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teníamos una formación y un estilo de vida relativamente dife­ rentes, la descripción eneagramática del «siete» parecía cua­ dramos bastante bien a los dos y también ilustraba otras seme­ janzas importantes. El tipo siete es optimista, disfruta de los placeres, goza de la vida, es algo narcisista, suele estar preo­ cupado con planes, fantasías e ideas y se dedica a realizar ac­ tividades muy diversas. Después de reconsiderar la descrip­ ción del «siete» nos dimos cuenta de los muchos intereses que compartíamos como, por ejemplo, la mentalidad especulativa, la fantasía, nuestra afición juvenil por la ciencia ficción, los juegos y el sentido del humor. La descripción eneagramática echó así luz sobre algunas de las pautas fundamentales que compartíamos sin saberlo anteriormente. Desde el momento en que fundé el Institute of Transperso­ nal Psychology en 1975, casi todos los estudiantes que han pa­ sado por él han recibido una o más clases sobre el eneagrama. Una y otra vez he podido ser testigo del uso y del abuso de este poderoso sistema tipológico. Muchos estudiantes han utilizado el eneagrama para au­ mentar su autoconocimiento y también los hay que han encon­ trado en él una poderosa herramienta para el trabajo psicoterapéutico. Sin embargo, otros han hecho de él una nueva forma de estereotiparse a sí mismos y a los demás. Estos últimos di­ cen cosas tales como «yo tengo una casa desordenada porque soy un “nueve”» o «eres tan crítico porque eres un “uno”». Pero de este modo, en lugar de ayudarles a comprenderse a sí mismos y a los demás con más profundidad, la tipología eneagramática termina convirtiéndose en un proceso de etiquetado que pone fin a la búsqueda e impide que nuestra comprensión se profundice. Estos estudiantes confunden los términos y con­ sideran que las descripciones de ciertas pautas de conducta son la causa de ese comportamiento. Ciertamente, una buena descripción tipológica puede seña­ lar el comportamiento más probable para un determinado tipo humano, pero nuestra tipología no determina, en modo alguno, nuestra conducta. Los miembros de un determinado tipo pue­ 13

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den compartir una configuración constitucional o psicológica similar que les haga más proclives a cierto tipo de conducta. Pero por más completa y minuciosa que sea la descripción de un determinado tipo, éste nunca será la causa de la conducta. Por decirlo en pocas palabras, un nivel no es más que un nivel, no es ni una causa ni una explicación. A pesar de la evidente relevancia del cuerpo en todo lo que hacemos, la psicología ha solido ignorar los tipos corporales y su correlato psicológico. Hace ya unos años, cuando acababa de graduarme en psicología, el sistema tipológico corporal de Sheldon despertó mi interés. En la medida en que observaba a los demás y a mí mismo podía ver a los tres tipos corporales de Sheldon moviéndose a mi alrededor. Los ectomorfos eran flacos intelectuales, los mesomorfos eran atléticos y musculo­ sos y los endomorfos parecían flácidos sacos de patatas. No obstante, el sistema de Sheldon no parecía funcionar perfecta­ mente porque, una vez que ingresé en la escuela de graduados, todos mis compañeros eran inteligentes y estaban orientados hacia el intelecto pero no todos eran ectomorfos sino que tam­ bién había entre ellos muchos intelectuales atléticos y muchos eruditos gordos. Al estudiar a Sheldon yo estaba confuso con respecto a mi propio tipo. Cuando era más joven me sentía como un rechon­ cho endomorfo; sin embargo, en la medida en que comencé a hacer deporte y a realizar otro tipo de actividades físicas, mi cuerpo y mi estilo de vida comenzaron a asemejarse más y más al tipo mesomorfo atlético. La tipología de Sheldon se centra fundamentalmente en la estructura corporal y suele ig­ norar los aspectos relacionados con la función; no obstante, es­ tructura y función están estrechamente relacionadas. En la medida en que he reflexionado sobre mis propios cambios -desde la época en la que mi actividad física era muy limitada hasta aquellos otros períodos de intenso entrenamien­ to físico- he llegado a la conclusión de que tanto Sheldon como el resto de los teóricos de la tipología tienden a ignorar los efectos de la experiencia y del entorno. Mientras estudiaba 14 1

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disponía de poco tiempo para el deporte, con lo cual me desli­ zaba muy fácilmente hacia una existencia sedentaria, ya que la presión de los estudios me obligaba a pasar la mayor parte del tiempo sentado detrás de una mesa. No es de extrañar, pues, que en aquella época yo pareciera y me sintiera como un endomorfo. Sin embargo, durante los años en que estuve practi­ cando aikido en Japón, el entrenamiento en artes marciales se convirtió en el aspecto más importante de mi vida. El nivel de entrenamiento de aikido en Japón era extraordinariamente duro, la mayor parte de mis amigos también estaban compro­ metidos con el aikido y el ejercicio físico intenso me rodeaba por doquier. Como resultado perdí casi diez kilos inmediata­ mente y comencé a parecerme y a sentirme como un mesomorfo. Después de pasar dos años en Japón dedicado al estudio y a la investigación en psicología y a la práctica diaria del aiki­ do regresé a Harvard. Entonces me sorprendió gratamente dar­ me cuenta de que estaba contemplando el mundo a través de los ojos de un mesomorfo. Nunca antes lo había visto así pero ahora paseaba por el campus de Harvard y me daba cuenta cla­ ramente de que casi todos los estudiantes estaban tan identifi­ cados con su mente que eran prácticamente inconscientes de su cuerpo y apenas prestaban atención al mundo que les rode­ aba. La mayor parte de los estudiantes y de los profesores se hallaban tan absortos en su intelecto que trataban a sus cuerpos como meros apéndices cuya única utilidad era la de transpor­ tar sus cabezas. También me di cuenta de que me relacionaba con las personas de manera diferente y por vez primera me descubrí valorando a los mesomorfos y relacionándome estre­ chamente con ellos. Una vez ahí seguí con el aikido y también continué dedi­ cándome a la actividad intelectual. Pero la práctica del aikido en los Estados Unidos no es tan intensa y tan estricta a nivel fí­ sico como en Japón. Sólo unos pocos de quienes nos habíamos entrenado en artes marciales en Japón siguieron perseverando con la misma intensidad. Estos son, en mi opinión, los verda15

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deros mesomorfos, un tipo humano cuya constitución y carácter exige ese nivel de actividad física. Mientras estuve dando clases seguí manteniéndome plenamente activo pero una vez fundé el Institute of Transpersonal Psychology, el trabajo administrativo absorbió tanto mi tiempo y energía que mi entrenamiento físico se resintió. Entonces me di cuenta de que estaba cayendo nuevamente en las antiguas y confortables pautas endomórficas. Si mi constitución no hubiera tenido un fuerte componente endomórfico básico quizás hubiera seguido luchando con esa tendencia durante toda mi vida. Muchos miembros de mi familia son gruesos endomorfos que han seguido todo tipo de dietas y de regímenes alimenticios y en aquel tiempo yo pude, al menos, perder casi diez kilos. Es posible que, bajo ciertas circunstancias, seamos capa­ ces de trascender nuestra tipología constitucional pero, una vez que ese entorno de apoyo desaparece, recuperamos nuevamente nuestras viejas pautas. Cada sistema tiene sus propias ventajas y sus propios inconvenientes. Al igual que ocurre con unas buenas gafas, un determinado sistema tipológico puede ayudarnos a enfocar más claramente determinados aspectos, pero todo aquello que permanece fuera del foco de atención de ese sistema resulta difuso, cuando no invisible. Como ocurre con cualquier otra herramienta, un sistema tipológico puede resultar excelente para determinadas tareas y completamente inadecuado para otras. Hoy en día, después de haber estudiado muchos sistemas tipológicos, creo que para comprender las ventajas y las limitaciones de cada uno de ellos debemos tener en cuenta los tipos de personalidad propios de los fundadores de cada uno de los sistemas. En este sentido, por ejemplo, es muy probable que un teórico cuya orientación fundamental sea básicamente intelectual desarrolle una tipología mental. Sheldon, por ejemplo, que tenía una fuerte orientación corporal, desarrolló una tipo­ logía física. Cuando conocí el sistema tipológico junguiano me sentí muy impactado por la dimensión intuición/sensación. Un cuestionario tipológico que me pasaron al respecto decía que 16

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estaba armonizado en la dimensión introversión/extraversión y en la de pensamiento/sentimiento pero puntuaba muy alto en la escala de la intuición y casi nada en la de la sensación. Esto tenía mucho sentido para mí ya que me proporcionaba una explicación al hecho de que en la escuela me gustaran tan­ to las teorías abstractas (como la geometría, por ejemplo), y tan poco el álgebra, que exigía prestar atención a los pequeños detalles como el cálculo aritmético, por ejemplo. También me explicaba el motivo por el cual nunca conseguía equilibrar mi talonario de cheques a menos que hiciera un esfuerzo especial. No se trataba de que no pudiera prestar atención a los peque­ ños detalles sino que la mayor parte del tiempo simplemente no lo hacía. Jung denominó «función inferior» a la función menos desa­ rrollada. Desde esta perspectiva negativa, la función inferior es la parte más primitiva e inconsciente de nuestro psiquismo. En nuestro trabajo de crecimiento interno es importante recordar que todos tenemos una parte primitiva, que todos tenemos los pies de barro y que hasta la persona más inteligente, por ejem­ plo, puede tener los sentimientos muy poco desarrollados y el más sensible de los artistas puede tener grandes dificultades para pensar lógicamente. Si llegamos a identificar nuestra fun­ ción inferior sabremos qué es lo que debemos desarrollar y qué es lo que debemos fortalecer. Cuando nos comprometemos a llevar a cabo actividades que implican a nuestra función inferior tendemos a sobrevaloramos y a caer en la inflación. Un pequeño vistazo al mundo interno, por ejemplo -algo muy familiar y cómodo para un in­ trovertido- puede llegar a desequilibrar por completo a un extravertido (así, los extravertidos que comienzan a meditar sue­ len sobrevalorar excesivamente la importancia y profundidad de sus recién descubiertas experiencias místicas). En los sueños, la función inferior suele estar representada por la imagen oscura de una figura salvaje, bárbara o exótica. En un tipo inclinado hacia el pensamiento, por ejemplo, puede aparecer como una persona primitiva con sentimientos relati­ 17

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vamente poco desarrollados (que no superan en mucho al nivel de un animal y la intuición puede también funcionar en un ni­ vel igualmente primitivo). Un introvertido intuitivo, por su parte, puede disfrutar de su función inferior, la sensación, con la misma intensidad que lo hace un gato desperezándose al sol. Jung dijo que el trabajo con nuestra función inferior consti­ tuye una de las principales tareas del proceso de individuación, de nuestro crecimiento personal. Si ignoramos nuestra función inferior terminaremos frustrados y aburridos de todo; si simple­ mente la eludimos, funcionaremos en un nivel primitivo o ine­ ficaz. Para desarrollar nuestra función inferior Jung recomendó comprometerse en algún tipo de actividad artística, como la es­ critura o la pintura por ejemplo. Como intuitivo muy desarro­ llado, él mismo eligió la escultura, una forma sumamente efi­ caz de desarrollar su función inferior, la sensación.

LA TIPOLOGÍA Y LA BÚSQUEDA DEL A UTOCONOCIMIENTO A lo largo de los tiempos el ser humano se ha formulado repetidas veces la pregunta «¿quién soy yo?» y las tradiciones espirituales de muchas culturas han tratado de responder a ella recurriendo a esos mapas del psiquismo que se conocen con el nombre de tipologías. Esos antiguos sistemas tipológicos reve­ lan pautas universales entre los seres humanos y también evi­ dencian las singularidades que nos diferencian. Muchas de las grandes mentes de la historia han quedado fascinadas con el motivo y la naturaleza de nuestras diferen­ cias. En el siglo m antes de JC, un discípulo de Aristóteles lla­ mado Teofrasto dijo: «¿Por qué, estando toda Grecia bajo el mismo sol y siendo todos los griegos personas instruidas, te­ nemos personalidades tan diferentes?» Teofrasto definió treinta tipos de personalidad, cada uno de los cuales se organizaba en tomo a un rasgo dominante y cen­ tral, como la avaricia, por ejemplo. Según Teofrasto, ese rasgo 18

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central se manifiesta en todos los aspectos de la vida de una persona. Hoy en día ponemos seriamente en duda la exactitud de cualquier definición de un individuo sobre la base de un rasgo tal como la avaricia. Pero quizás el rasgo central predo­ minante sea un síntoma importante de una pauta compleja de personalidad más profunda y más compleja. En cierto modo, hoy en día seguimos utilizando el enfoque de los rasgos en los distintos sistemas tipológicos. En el caso del eneagrama, cada uno de los nueve tipos eneagramáticos se caracteriza por un rasgo sobresaliente concreto. El «cinco», por ejemplo, ha sido llamado también mezquino, por su ten­ dencia a ahorrar tiempo, energía, información y también dine­ ro. Aunque ello supone una simplificación y un estereotipo, la manera más sencilla de comprender y utilizar un sistema tipo­ lógico consiste en asignar una etiqueta clara y rotunda a cada tipo de personalidad. Los cuatro humores hipocráticos En el siglo v antes de JC, antes incluso de Teofrasto, Hipó­ crates, el padre de la medicina moderna, formuló una aproxi­ mación científica a la personalidad basada en la teoría griega de los cuatro elementos. La mayor parte de los filósofos grie­ gos creían que todo en la naturaleza está compuesto de cuatro elementos fundamentales: aire, tierra, fuego y agua. En el cuerpo humano, cada elemento está asociado a un humor, o fluido corporal, distinto: sangre, flema, bilis negra y bilis ama­ rilla. Según Hipócrates, la salud, la enfermedad y el tipo de personalidad de cada persona dependen del equilibrio relativo entre los distintos humores. Hipócrates describió cuatro temperamentos determinados por predominio de cada uno de los cuatro humores. El aire está ligado a la sangre y al temperamento sanguíneo u optimista. La tierra está ligada a la bilis negra (o «atra bilis»), y a la per­ sonalidad melancólica o deprimida. El fuego está asociado a la 19

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bilis amarilla («cólera» o adrenalina) y al temperamento colé­ rico o volátil fácilmente irritable. El agua, por último, está aso­ ciada a la flema blanca (linfa), a los fluidos mucosos y al tem­ peramento flemático, tranquilo o indolente. Durante los últimos dos mil años los médicos, los filósofos, los educadores y los psicólogos han utilizado el modelo cua­ ternario de Hipócrates. Rudolph Steiner, el filósofo y educador austríaco fundador de la escuela Waldorf, desarrolló una apli­ cación moderna y sofisticada de este modelo. Steiner enseñó a los maestros a reconocer estos cuatro temperamentos en sus alumnos y proporcionó una guía detallada con respecto a las diferentes necesidades educativas y emocionales de cada tipo de niño. En el capítulo 15, Roy Wilkinson, un profesor de Waldorf que ha utilizado este sistema en el ámbito escolar du­ rante cerca de treinta años, nos presenta la aproximación steineriana a los cuatro temperamentos. Los temperamentos ayurvédicos La creencia de que todas las cosas de la naturaleza están compuestas de ciertos elementos fundamentales es común a muchas civilizaciones. Antes del desarrollo de la química y de la física modernas, los primeros científicos y filósofos trataron de ordenar el universo en función de una serie de principios universales fundamentales. Además de los cuatro elementos griegos, los filósofos hindúes postularon la existencia de un quinto elemento, un elemento todavía más insubstancial y su­ til que el aire. Los médicos ayurvédicos hindúes desarrollaron tres tipos constitucionales corpomentales basados en las distintas combi­ naciones entre estos elementos. Así, vata está compuesto de aire y éter, pitia de fuego y agua y kapha de tierra y agua. El tipo vata es activo, entusiasta y rápido; el tipo pitia es intenso, emprendedor y articulado; y el tipo kapha es fuerte, seguro y tolerante. 20

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El término ayurveda procede de dos raíces, ayus (vida) y veda (conocimiento o «ciencia»). Así pues, el ayurveda, que significa algo así como la «ciencia de la vida», tiene cerca de cinco mil años de antigüedad. Para cada tipo existe una dieta, un estilo de vida y también remedios naturales especiales des­ tinados a armonizar y equilibrar el sistema. En el capítulo 23 el renombrado médico y escritor Deepak Chopra describe la ti­ pología ayurvédica de la personalidad. La tipología china de los cinco elementos Los filósofos y los médicos chinos trabajaron sobre una te­ oría diferente compuesta de cinco elementos: tierra, agua, fue­ go, madera y metal. Desde este punto de vista, cada persona es un microcosmos caracterizado por estos cinco elementos. El tipo metal es controlado, frío y tranquilo; el tipo fuego es res­ plandeciente e intenso; el tipo madera es asertivo, expansivo y determinado; el tipo tierra es paciente, nutriente y relacionan­ te; el tipo agua, por último, concibe, concentra y conserva. En el capítulo 24, Beinfield y Komgold, dos de los principales practicantes norteamericanos de la medicina china, articulan los cinco elementos de la tipología china en cinco arquetipos de la personalidad: pionero, hechicero, pacifista, alquimista y filósofo. Las tipologías del autoconocimiento Todos los sistemas tipológicos recogidos en este libro han surgido del deseo de cartografiar la naturaleza humana, de pe­ netrar en los oscuros recovecos del psiquismo. Algunas tipolo­ gías proceden de la tradición psicoterapéutica iniciada por Freud y sus sucesores. Las tipologías mentales, relaciónales y corporales han surgido de la moderna investigación psicológi­ ca y sociológica. Otros sistemas son verdaderas psicologías 21

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populares aparecidas siglos antes del nacimiento de la moder­ na psicología y constituyen enfoques sobre la naturaleza hu­ mana que han demostrado su utilidad a lo largo de los siglos. Estas psicologías populares se han desarrollado en multitud de culturas, entre las cuales cabe destacar la griega, la hindú, la china y la nativa americana. Cada uno de los distintos sistemas tipológicos de la perso­ nalidad que presentamos en este libro nos ofrece una contribu­ ción singular al autoconocimiento. Cada uno de ellos se ocupa de ciertas relaciones -no siempre evidentes- entre el cuerpo, la mente y las emociones. Hay quienes, por ejemplo, subrayan la importancia de las relaciones afectivas mientras que otros ha­ cen un especial hincapié en las conclusiones intelectuales. La mayor parte de nosotros consideramos inconscientemente que los demás funcionan del mismo modo en que lo hacemos no­ sotros y a menudo nos resulta sorprendente que respondan de manera diferente. La tipología, pues, nos enseña que hay im­ portantes diferencias sistemáticas entre los individuos. Todos queremos comprendemos a nosotros mismos y a los demás con más claridad. Es por ello por lo que solemos que­ damos fascinados ante la promesa de las diversas tradiciones tipológicas. Cada sistema nos proporciona una imagen distinta que arroja luz sobre los diferentes tipos de funcionamiento del ser humano y nos capacita para percibir a los demás desde una perspectiva más adecuada que la que nos proporciona nuestro propio punto de vista. William Sheldon señala que el gran detective de ficción Sherlock Holmes es, en muchos sentidos, el paradigma del ectomorfo perfectamente intelectual. Conan Doyle nos presenta a un Holmes delgado e intenso que no se sentía afectado por las emociones y las pasiones que afligen a la mayor parte de la humanidad. El personaje de Holmes parece ser puro intelecto, alguien fríamente racional y lógico, capaz de concentrarse, de realizar un intenso esfuerzo intelectual y de llevar a cabo ex­ traordinarios análisis deductivos. No obstante, uno de los defectos del retrato que nos ofrece 22

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sir Arthur Conan Doyle sobre Holmes tiene que ver con su abuso del tabaco y del opio. Según Doyle, Holmes era capaz de fumarse un paquete de fuerte tabaco de pipa en una sola no­ che. Pero, según Sheldon, fue el mismo carácter endomorfo de Conan Doyle, que fumaba de continuo, el que le llevó a con­ cebir a Holmes como un fumador empedernido. Sin embargo, en la vida real esos excesos hubieran tenido efectos devastado­ res sobre el organismo de un ectomorfo enjuto y sensible. Este ejemplo constituye un excelente recordatorio de que si quere­ mos trabajar adecuadamente con los tipos humanos debemos conocer nuestro propio tipo y sus debilidades. Un buen sistema tipológico nos ayuda a descubrir nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Si carecemos de la adecuada comprensión personal es muy probable que sólo advirtamos nuestra propia fortaleza en los demás y que los juzguemos muy severamente si reflejan nuestras debilidades. El tipo junguiano sensación, por ejemplo, tiende a valorar exclusivamen­ te a quienes demuestren dominar los hechos y los detalles. Los delgados intuitivos valoran a quienes pueden sintetizar com­ plejas informaciones en una nueva totalidad y tienden simultá­ neamente a desdeñar a aquellos otros a quienes «los árboles les impiden ver el bosque». Los tipos sentimiento responden a quienes tienen una fuerte sensación de los valores humanos y de los ideales elevados. Los tipos pensamiento, por su parte, valoran a las personas claras, lógicas e inteligentes y tienden a devaluar a quienes son bondadosos pero no muy brillantes. Un sistema tipológico útil también nos ayuda a clarificar nuestra percepción de los demás centrando nuestra atención en las pautas y los rasgos distintivos propios de ciertos tipos de persona. Si soy consciente de la constitución muscular mesomórfica de un amigo, por ejemplo, podré comprender y antici­ par sus preferencias por la acción antes que la planificación y la reflexión. Yo puedo creer que la acción sin planificación es una pérdida de tiempo pero comprenderé la predisposición de mi amigo mesomorfo a «mover las cosas» más que sentarse a pensar en ellas. 23

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SINGULARIDAD CONTRA UNIVERSALIDAD Mientras estaba escribiendo este libro iba tomando con­ ciencia de diversos puntos ligados a los diferentes tipos de per­ sonalidad y a las diferencias existentes entre cada uno de ellos. Me he dado cuenta, por ejemplo, de que la mayor parte de quienes escriben sobre la naturaleza humana tienden a centrar su atención en las similitudes que nos acercan o en las dife­ rencias que nos separan. Pero lo cierto es que ninguno de estos dos enfoques extremos resulta especialmente útil. Creer que todos somos iguales nos lleva a ignorar las evi­ dentes diferencias de edad, sexo o temperamento. Creer que todos somos únicos supone, por el contrario, darse por venci­ do en el intento de llegar a articular una teoría general sobre la conducta humana. La mayor parte de las teorías psicológicas tienden a ignorar las diferencias existentes entre los tipos y a centrarse en los principios universales que rigen el comportamiento humano. No obstante, si realmente existen diferencias fundamentales entre los seres humanos, la búsqueda de elementos universales está condenada a conducimos a generalidades relativamente triviales o a distorsionar seriamente amplios segmentos de la población. La mayor parte de los sistemas tipológicos, por ejemplo, han sido elaborados por hombres y tienden, en con­ secuencia, a describir la conducta masculina y a ignorar las di­ ferencias fundamentales existentes entre la psicología masculi­ na y la psicología femenina. Además, las modernas teorías sobre la personalidad han sido desarrolladas por profesionales instruidos, blancos y de clase media, lo cual suele conducir a dejar de lado los estilos de comportamiento y de conducta co­ munes a otros grupos culturales, étnicos y socioeconómicos. No obstante, los paladines de casi todos los diferentes sistemas de personalidad sostienen haber desarrollado una psicología de aplicación universal. Desde cierto punto de vista todos somos iguales y desde 24

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otro, en cambio, todos somos únicos. Todos compartimos la misma estructura fisiológica fundamental, todos disponemos del mismo tipo de equipamiento sensorial y todos atravesamos los mismos hitos existenciales del nacimiento y de la muerte. Cada uno de nosotros, sin embargo, tiene una historia perso­ nal, una constelación familiar y una experiencia vital diferen­ te. Por más útil, pues, que pueda resultar para la comprensión y el trabajo con la gente, todo sistema tipológico fracasará cuando intente dar cuenta de un determinado individuo, ya que cada individuo constituye una combinación única de inconta­ bles y muy variables factores. Entre estos dos enfoques extremos, sin embargo, todos no­ sotros podemos ser clasificados dentro de diferentes grupos o tipos humanos. Algunos de esos grupos son evidentes, como la edad, el sexo y la nacionalidad. Los niños comparten también ciertas características importantes y lo mismo ocurre con los hombres, las mujeres, los norteamericanos, los japoneses, los introvertidos, los virgo y los mesomorfos. La psicología del futuro puede incluir distintas tipologías de personalidad, utili­ zando cada una de ellas para objetivos diferentes. Podríamos, por ejemplo, utilizar un sistema tipológico del estilo de apren­ dizaje para decidir cómo enseñar matemáticas a un niño, una tipología basada en el temperamento para descubrir cómo mo­ tivar o disciplinar a ese mismo niño y un sistema tipológico relacional para ayudarle a establecer relaciones con sus amigos.

TIPOLOGÍAS Y RELACIONES Además de comprendemos a nosotros mismos, todos noso­ tros queremos conocer a los demás y establecer buenas rela­ ciones con ellos. Una aproximación tipológica adecuada puede ayudamos a desarrollar nuestra tolerancia y nuestro respeto por las diferencias individuales. De ese modo podemos llegar a apreciar mejor las aptitudes de los demás. Trabajar con cual­ quiera de los sistemas que presentamos en este libro puede 25

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ayudamos a reconocer la existencia de diferencias fundamen­ tales en la forma de experimentar la vida y, por consiguiente, en los diferentes caminos que podemos emprender. No pode­ mos seguir creyendo ingenuamente que la mente de los demás funciona igual que la nuestra, que procesen los datos que re­ ciben de la misma forma en que lo hacemos nosotros, que ra­ zonen igual que nosotros y que valoren lo que nosotros valo­ ramos. Comprender el tipo humano de otra persona es comprender sus puntos fuertes y puntos débiles, lo cual nos ayudará indis­ cutiblemente a trabajar de manera más eficaz con ellos. En el ámbito laboral, por ejemplo, un buen ajuste entre la tarea a re­ alizar y la constitución física de quien debe realizar ese traba­ jo puede aumentar la productividad y la satisfacción, mientras que un mal ajuste entre esos dos elementos puede, por el con­ trario, provocar estrés, fatiga y un bajo rendimiento. A veces, esperamos demasiado de personas que no comparten nuestras aptitudes o nuestros intereses en una determinada área. Las preferencias determinadas por nuestro tipo pueden, en ocasio­ nes, carecer de toda importancia mientras que en otras, en cambio, pueden resultar cruciales, a menudo cuando menos lo esperábamos. El tipo sensación, por ejemplo, muestra una predisposición especial para la contabilidad y para actividades similares que requieran prestar atención a los pequeños detalles, una tarea que sin duda puede resultar espantosa para un intuitivo. Una investigadora médica intuitiva, por ejemplo, que tenía que pa­ sar muchas horas al día ocupándose de examinar cuidadosa­ mente especímenes bajo un microscopio, terminó fatigada e irritada crónicamente sin que existiera causa física alguna. La tensión necesaria para mantener constantemente activa su fun­ ción inferior había terminado extenuándola. En cierto modo, los tipos de personalidad son como los modelos de automóviles. Muchas de las diferencias existentes entre los coches, como el color o la forma, por ejemplo, son relativamente superficiales (de hecho, no es infrecuente que 26

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detrás de colores y formas completamente diferentes se escon­ da el mismo motor). Hay coches que gastan muy poco y hay otros que desarro­ llan una gran velocidad punta, aunque estas diferencias no ten­ gan mucha importancia para la conducción cotidiana que nos acerca a nuestro puesto de trabajo o nos lleva al supermercado. Hay otras ocasiones, sin embargo, en que estas diferencias sí que tienen importancia. Un vehículo con tracción en las cuatro ruedas se desplazará mucho más fácilmente sobre una carrete­ ra de montaña que podría dañar a un coche de carreras perfec­ tamente puesto a punto. Un coche con un motor potente y una fuerte suspensión puede arrastrar a un pesado remolque, un es­ fuerzo que podría quemar el motor de un vehículo concebido fundamentalmente para economizar combustible. Cuando compramos un coche debemos comparar sus prestaciones con el uso que pretendamos darle. Del mismo modo, las teorías ti­ pológicas pueden ayudamos a conocer las aptitudes y las limi­ taciones de los demás, para qué tipo de tareas han sido «cons­ truidas» y los posibles daños que podrían acompañar a un uso indebido. Es m ás sencillo comprender a aquellas personas cuyo tipo humano sea el mismo que el nuestro. También es más proba­ ble que nos sintamos más comprendidos por ellos porque tien­ den a v e r las cosas del mismo modo que nosotros y suelen arribar a conclusiones similares. Los mesomorfos tienden a va­ lorar la actividad; el tipo pensamiento, por su parte, estará más de acuerdo en la importancia de la lógica y de la organización racional; los tipos sensación coincidirán en la importancia de prestar atención a los detalles y los tipos «siete» del eneagra­ ma, por último, es muy probable que estén de acuerdo con los peligros y el atractivo del poder y de la autoridad. También podemos sentimos fascinados por quienes funcio­ nan de manera diferente confirmando así el viejo dicho de que los opuestos se atraen. Pero las personas que pertenecen a ti­ pos humanos muy diferentes al nuestro suelen ser difíciles de comprender y de predecir. En la mayor parte de los casos es 27

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muy probable que asuman una postura diametralmente opues­ ta a la nuestra y estas dificultades de comprensión pueden ter­ minar generando una gran tensión. Desafortunadamente, sin embargo, la atracción sin comprensión dificulta a largo plazo las relaciones, como lo demuestra la elevada tasa de divorcios de nuestro país. El peor tipo de relación tiene lugar cuando el otro estilo ti­ pológico es considerado inferior. Alguien, por ejemplo, que funciona desde el sentimiento y la intuición puede ser conside­ rado como un incompetente por un tipo pensante en lugar de ser estimado como alguien que puede aportar nuevas habilida­ des y una visión alternativa para la toma de decisiones. El ma­ rido de una pareja que solicitó asistencia terapéutica, por ejem­ plo, se quejaba de que su esposa era desordenada y desorganizada y, lo que es peor, ilógica. La mujer, por su par­ te, aseguraba que su esposo era rígido y supercrítico. Cada uno de ellos acusaba al otro de actuar de mala fe porque cada uno juzgaba la conducta del otro de acuerdo a los valores de su propio tipo humano. Después de diez horas de terapia con un analista junguiano tomaron conciencia de las características propias del tipo humano del otro y aprendieron a reconocer y a afirmar también sus puntos fuertes. A partir de aquel mo­ mento su relación comenzó a mejorar. Otra ventaja derivada es que el conocimiento de los tipos puede mejorar nuestra comprensión de las relaciones que sos­ tenemos con la sociedad en la que vivimos. Nuestra sociedad valora más ciertos tipos que otros. El pensamiento, por ejem­ plo, es más valorado que el sentimiento; estamos en una socie­ dad extravertida que no suele tener en cuenta las necesidades de soledad y silencio de los introvertidos y así llegamos inclu­ so a tener que oír hilo musical en los ascensores; la mayor par­ te de las iglesias y de las escuelas son prisiones para los mesomorfos (que necesitan de un aprendizaje activo y suelen tener grandes dificultades para permanecer sentados largo tiempo). A lo largo de los siglos, el cristianismo ha tendido a favorecer al ectomorfo ascético e intelectual y ha desdeñado, 28

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en cambio, a los endomorfos sensoriales y a los mesomorfos activos. Si la sociedad en la que vivimos no valora nuestra forma de funcionar en el mundo, la confianza en nuestras propias apti­ tudes puede verse disminuida. De hecho, estas aptitudes pue­ den no llegar a desarrollarse plenamente a consecuencia de nuestras propias dudas y también a causa de que la sociedad puede proporcionar pocas oportunidades para ejercer nuestros particulares talentos. Esto también pudo haber sucedido a pequeña escala en el seno de nuestra familia cuando éramos pequeños. Si nuestros padres hubieran valorado y comprendido nuestro tipo, proba­ blemente sentiríamos que nuestras aptitudes y nuestros intere­ ses realmente merecían la pena. Si, por otra parte, sentimos que nuestros padres no valoraron nuestro carácter y nuestras preferencias y querían que fuéramos «más físicos» o «más in­ telectuales», por ejemplo, nuestra propia autoconfianza pudo verse seriamente dañada. Tratar de cambiar el tipo de persona­ lidad de un niño puede ser como tratar de que un zurdo sea diestro, una presión que puede inhibir seriamente el desarrollo de cualquier aptitud natural. La hija de cierta familia me dijo que sus padres se habían enojado muchísimo cuando ella había tenido dificultades con la aritmética y materias similares en la escuela. Los padres y su hermano menor eran del tipo sensación y ella era una intui­ tiva cuya función inferior era la sensación. El padre era inge­ niero y el hermano menor terminó siendo contable. Ella nunca pudo satisfacer sus pautas de orden y atención a los detalles y finalmente tuvo que solicitar ayuda terapéutica. Otro ejemplo nos lo proporciona una muchacha introverti­ da que era del tipo sentimiento que creció en el seno de una fa­ milia de extravertidos. Su familia la ridiculizaba constante­ mente por su afición a la lectura y le insistían continuamente en que participara más activamente en los asuntos de la escue­ la. Cuando fue adulta trató de dedicarse a los negocios y a las ventas pero no tuvo mucho éxito. Fantaseaba con licenciarse 29

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en literatura inglesa o en llegar a ser una profesional del servi­ cio a los demás pero no hacía nada al respecto. A causa de su carácter básico, sus decisiones habían sido invalidadas hacía mucho tiempo y desconocía literalmente lo que era bueno para ella. En ambos ejemplos, la comprensión de la tipología las ayu­ dó a reconocer sus propios puntos fuertes y a aceptar las pre­ disposiciones de su propio carácter, lo cual las capacitó para ir más allá del doloroso callejón sin salida psicológico creado en su infancia al no haber sido reconocido ni apreciado su tipo psicológico.

CATEGORIZAR: UN HABITO HUMANO FUNDAMENTAL En multitud de culturas y de épocas, desde la filosofía grie­ ga a la medicina china, pasando por el sistema hindú de las castas y la moderna psicología occidental, podemos encontrar­ nos con descripciones de los tipos humanos. Suele creerse que la personalidad varía con la cultura y con la clase social. Hoy en día, sin embargo, tendemos a pensar que hablar de diferen­ cias individuales es «antidemocrático». Pero parecemos haber olvidado que la Constitución no dice que todos seamos iguales sino que todos somos iguales ante la ley. A fin de cuentas, igualdad no es lo mismo que uniformidad. Pero nuestra bús­ queda de la igualdad de derechos y de oportunidades puede llevamos a ignorar nuestra singularidad individual. Como con­ secuencia de esto, la clasificación tipológica goza de mala re­ putación en ciertos círculos y -aunque sea de modo incons­ ciente- puede ser juzgada como algo políticamente incorrecto. Solemos clasificar a las personas en función de una serie de estereotipos, como la edad, el sexo, la inteligencia (inteligente, promedio o estúpido), la raza y la nacionalidad. El término «estereotipo» significa originalmente una plancha de impre­ sión de una pieza que ha sido sacada con un molde. Hoy en 30

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día, sin embargo, un «estereotipo» es una idea fija e inmutable, una pauta mental carente de individualidad. Los estereotipos constituyen uno de los grandes peligros de la tipificación, y tienen lugar cuando ignoramos la individualidad y tratamos a todas las personas de una determinada categoría como si hu­ bieran sido estampadas con el mismo molde. Solemos juzgar a los demás en función de estereotipos de aspecto (bien parecido, normal o feo) y en función del estado psicológico (normal, neurótico o loco). Una de las principales categorizaciones que solemos hacer sobre los demás es la de distinguir entre aquellos que nos gustan y aquellos que nos de­ sagradan («buen chico» frente a «mal chico» o «amigo en quien se puede confiar» frente a «enemigo desleal»). Es difícil no categorizar ya que nuestras mentes tienden a organizar la diversidad de la experiencia en unas pocas cate­ gorías. Así, a menos que estemos profundamente interesados en un determinado tema, la mayor parte de nosotros agrupa­ mos diferentes experiencias bajo una sola etiqueta. Gran parte de los norteamericanos, por ejemplo, piensan en la nieve con una sola categoría pero los esquiadores pueden diferenciarla en nieve primaveral, nieve en polvo y muchas otras variedades mientras que los esquimales, que están mucho más interesados en la nieve que los esquiadores, tienen literalmente decenas de palabras para referirse a los diferentes tipos de nieve. La categorización es una tendencia humana fundamental aunque, sin embargo, no está exenta de problemas, ya que, cuando creamos una categoría y le adscribimos ciertos rasgos, corremos el riesgo de caer en el estereotipo (que todos los culturistas son tontos y que todos los latinos son machos, por ejemplo). Pero estos estereotipos, sin embargo, terminan dis­ torsionando nuestra percepción y nuestra comprensión de los demás. Moshe Feldenkrais, el brillante observador de la conducta humana y fundador del método que lleva su nombre, insistía en que toda generalización es una distorsión. Feldenkrais era un experto en el movimiento humano que trabajó con un am31

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plio rango de personas, desde dotados atletas profesionales y músicos que querían mejorar sus habilidades hasta paralíticos que se desplazaban en silla de ruedas a consecuencia de algu­ na enfermedad o accidente grave. Feldenkrais odiaba las etiquetas y las generalizaciones e in­ tentaba considerar a cada individuo como un caso único, sin prejuicios ni etiquetas previas. El mismo Feldenkrais dijo que cuando estaba trabajando con alguien trataba incluso de no pensar en frases completas porque, a su juicio, la misma es­ tructura del lenguaje interfería con el logro de una compren­ sión íntima de las cualidades y el funcionamiento singular pro­ pio de aquella persona concreta. En cierta ocasión, Feldenkrais puso el ilustrativo ejemplo de dos pacientes que habían sido citados para someterse a una intervención quirúrgica el mismo día a la misma hora pero cuyo historial médico fue intercambiado por error. Así, a quien tenía problemas con el hígado se le extirpó la vesícula biliar y se operó del hígado al que tenía problemas con la vesícula. Según Feldenkrais, éste es un claro ejemplo del peligro de funcionar en base a etiquetas y categorías y de no darnos cuenta de lo que realmente tenemos delante de nuestros ojos. Si los cirujanos se hubieran ocupado simplemente de mirar hu­ bieran advertido que los órganos que iban a extirpar se halla­ ban en buen estado de salud pero, en lugar de eso, confiaron más en las etiquetas que en los cuerpos reales que tenían fren­ te a sí. En otra ocasión, un joven le preguntó si su sistema podría ayudar a las embarazadas en el parto y él puso diversos ejem­ plos dramáticos de partos fáciles y rápidos de varias mujeres con las que había trabajado. Entonces, el joven le preguntó cuáles eran las técnicas que resultaban más eficaces para las «embarazadas» y Feldenkrais respondió: «¡No sea estúpido! ¡No existe tal cosa como una mujer embarazada!» Luego se hizo un largo silencio que reflejaba perfectamente el estupor general ante la exclamación de Feldenkrais. Nadie sabía qué decir.

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Al cabo de un rato Feldenkrais prosiguió: «Una chica de catorce años que tenga su primer bebé no tiene nada que ver con una mujer de treinta y cinco que esté a punto de dar a luz a su cuarto hijo y lo que yo haría con cada una de ellas es, por supuesto, completamente diferente». Entonces comprendimos una vez más cuán fácil podemos quedamos atrapados en los niveles y las categorías. Al disponer del término «mujer emba­ razada» tendemos a igualar a todos los miembros de esa cate­ goría y a ignorar sus diferencias. Los sistemas tipológicos que presentamos en este libro nos proporcionan interesantes aclaraciones sobre la naturaleza hu­ mana, lo cual puede contribuir a aumentar nuestra comprensión sobre nosotros mismos y sobre quienes nos rodean. No obstan­ te, si nos olvidamos de que el mapa no es el territorio y presta­ mos más atención al sistema que a la persona que tratamos de describir, nuestra comprensión puede terminar oscureciéndose.

TIPOS DE TIPOLOGÍAS Las tipologías más sencillas se basan en dicotomías comu­ nes: masculino y femenino, luz y oscuridad, bien y mal. La más antigua y compleja de todas ellas es la astrología, con doce tipos mayores, cada uno de los cuales puede ser modula­ do por una gran diversidad de factores. La mayor parte de los sistemas de personalidad, sin embargo, se limitan a cuatro o cinco tipos fundamentales. ¿Quizás ése sea el mayor grado de complejidad que los seres humanos podemos recordar para categorizar a los demás? ¿Quién podría utilizar un sistema que exigiera recurrir a veinte o treinta tipos diferentes? Lo cierto es que muy pocos podríamos recordar esas distintas y complejas categorías y aplicarlas eficazmente a la comprensión y el tra­ bajo con los demás. Para la mayor parte de nosotros basta con un sistema de tres o cuatro categorías básicas para ver y res­ ponder a los demás con cierto discernimiento sin que la com­ plejidad del sistema nos aturda. 33

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Introducción Tipologías binarias Hay tipologías de la personalidad relativamente simples que utilizan dos categorías. La más frecuente de todas las cla­ sificaciones binarias es la que diferencia entre tipos «masculi­ nos» y tipos «femeninos», una diferencia, referida a las defini­ ciones tradicionales de roles de género en las diferentes culturas, que hoy en día consideramos como un simple estere­ otipo que termina menospreciando a la mujer. Los chinos distinguen entre el yin y el yang, que son consi­ derados como los principios femenino y masculino y suelen traducirse como «receptivo» y «expresivo». El yin y el yang significan literalmente las laderas umbría y soleada de las montañas y, en ese sentido, no pueden ser considerados como algo estrictamente separado porque, en la medida en que el sol atraviesa el cielo, la ladera soleada por la mañana queda en­ sombrecida al atardecer. De este modo, los aspectos luminosos y sombríos se entremezclan y se alternan, yang se convierte en yin y yin deviene yang. Según la filosofía china, el yang y el yin son también la pri­ mera diferenciación del universo. Al principio sólo existía el Tao, una totalidad indiferenciada que constituye la unidad de todas las cosas. De esa totalidad brotaron el yin y el yang que terminaron dando lugar al surgimiento de toda la infinita va­ riedad del mundo. La distinción hindú entre purusha (el espíritu) y prakriti (naturaleza), también está relacionada con la distinción entre masculino y femenino. Purusha es el principio masculino, la conciencia pura o el espíritu trascendental. Prakriti, por su par­ te, es el principio femenino, la procreación, lo que da naci­ miento a todas las formas manifiestas en la naturaleza. Este es el fundamento primordial que da lugar al surgimiento de todo el universo. Es interesante advertir que, en la filosofía hindú, el principio masculino es esencialmente pasivo y observador mientras que el principio femenino, por su parte, es activo y creador. 34

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Los seres humanos solemos pensar en términos de pares de opuestos enfrentados. Es por ello que las clasificaciones bipo­ lares han sido tan populares a lo largo de la historia. Algunos de estos pares son los siguientes: optimista-pesimista activo-pasivo ordenado-desordenado preciso-difuso orgulloso-humilde celestial-terrestre sagrado-profano verbal-visual lógico-intuitivo pragmático-idealista objetivo-subjetivo tipo A-tipo B introvertido-extravertido

día-noche sol-luna caliente- frío seco-húmedo feliz-triste cabeza-corazón compasivo-inflexible nacido una vez-nacido dos veces dirigido desde dentro-dirigido desde fuera cerebro derecho-cerebro izquierdo pensamiento-sentimiento

En los últimos años, la distinción entre cerebro derecho y cerebro izquierdo se ha convertido en algo muy popular. Hay quienes han intentado clasificar todas las conductas humanas según estas dos categorías. En el capítulo 9, Springer y Deutsch nos presentan los últimos descubrimientos realizados en tomo al tema del distinto funcionamiento interhemisférico. En mi opinión, la distinción existente entre pensamiento y sentimiento resulta particularmente útil. El pensamiento y el sentimiento constituyen, junto a la sensación y la intuición, dos de los conceptos fundamentales de la tipología cuaternaria de Jung. Mucho antes de Jung, sin embargo, los filósofos y los observadores de la naturaleza humana habían distinguido ya entre el tipo pensamiento y el tipo sentimiento. Muy ligados a esta diferencia se encuentran los pares objetivo-subjetivo, compasivo-inflexible y cabeza-corazón. Hace ya varios años, una de mis alumnas asistió a una con35

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ferencia dada por un renombrado filósofo de la religión. Al día siguiente de la charla estaba muy preocupada porque le había desagradado mucho la clasificación de estados místicos que había presentado el conferenciante ya que el filósofo había ubicado a la gnosis, o conocimiento místico, en el escalón su­ perior del desarrollo místico y al amor en segundo lugar. Al fi­ nalizar la conferencia había tratado de hablar de este tema con él pero se sintió abrumada por el aluvión de razones con las cuales el conferenciante justificó haber colocado al conoci­ miento en primer lugar. Después de escucharla exclamé sin pensarlo: ¿pero qué es lo que esperabas de un profesional de la filosofía? Obviamente, para él el conocimiento es un estado superior. Después de todo, ha dedicado toda su vida al desa­ rrollo del intelecto. ¡Un filósofo necesariamente tiene que co­ locar al conocimiento en la cúspide de la actividad humana! En mi opinión, es posible clasificar las distintas tradiciones místicas del mundo entero en función de la diferencia existen­ te entre el pensamiento y el sentimiento y llegar a la conclu­ sión de que probablemente existan tradiciones de la cabeza y tradiciones del corazón. Desde el momento en que establecí esta distinción la he advertido reiteradas veces. En cualquier caso, la mayor parte de las tradiciones místicas tienen portavo­ ces de ambos tipos. Los grandes poetas místicos, por ejemplo, son sumamente elocuentes con respecto a la importancia del amor y de la apertura del corazón a Dios. Para ellos, Dios es Amor. Los grandes filósofos del espíritu, por su parte, no de­ jan de insistir en la importancia del conocimiento. Para ellos, Dios es la Verdad. Esta distinción entre el pensamiento y el sentimiento se ha­ lla también en la raíz de muchos de nuestros problemas políti­ cos. Quienes protestan y acuden a manifestaciones insisten en que nuestro gobierno se mueve según a ideales democráticos y valores humanos, y suelen expresar argumentos fuertemente emocionales con respecto al sufrimiento humano. Los funcio­ narios gubernamentales encargados de tomar decisiones políti­ cas, por su parte, operan desde la perspectiva del pensamiento 36

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y suelen asumir una valoración y una lógica impersonales ba­ sadas en consideraciones tales como los análisis de los factores de riesgo y las valoraciones de costes y beneficios. Desafortu­ nadamente, sin embargo, la postura de los primeros no es sig­ nificativa para los segundos, quienes tienden a juzgarlos como excéntricos e irracionales. Los primeros, por su parte, acusan a los funcionarios del gobierno de indiferencia, de falta de cuida­ do y de falta de respeto por los demás. Los liberales contestata­ rios serían mucho más eficaces si trataran de formular sus ar­ gumentos en términos racionales y lógicos que los funcionarios del gobierno pudieran escuchar y comprender. El continuo con­ flicto y la falta de comunicación existente entre estos dos gru­ pos ha sido hasta el momento, en nuestra opinión, una discre­ pancia basada en diferencias fundamentalmente tipológicas. Tipologías ternarias Hay muchos sistemas clásicos temarios. Platón distinguía tres funciones primarias en los seres humanos, la razón, el sen­ timiento y la voluntad (y para referirse a esta última utilizaba el término griego thymos, que significa literalmente brioso, como cuando hablamos de un caballo con brío). Platón decía que utilizamos nuestra voluntad para obligamos a hacer lo que nuestra razón determina pero nuestro sentimiento evita. La vo­ luntad es un aliado fundamental de la razón, porque la razón no puede vencer sobre el sentimiento sin el concurso de la vo­ luntad. Según la función predominante, esta triple distinción produce tres tipos diferentes de personas. George I. Gurdjieff, el maestro esotérico que introdujo por vez primera el eneagrama en Occidente, trabajaba sobre este modelo platónico. El decía que existen tres tipos de personas, la física, la emocional y la intelectual, y también afirmaba que hay tres caminos espirituales fundamentales -diseñados para cada uno de estos tres tipos- el camino del faquir, el camino del monje y el camino del yogui. 37

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El camino del faquir es un camino dirigido a las personas orientadas físicamente, con una voluntad fuerte, y supone una disciplina física extaordinariamente rigurosa e incluso, en oca­ siones, hasta tortuosa. Ciertos faquires, por ejemplo, pueden mantener una determinada postura física durante meses o in­ cluso años y, gracias a este tipo de disciplina física, terminan desarrollando una voluntad de hierro. El camino del monje es el camino de la devoción y de la fe, y el trabajo a realizar es, en este caso, fundamentalmente emo­ cional. Es el camino de quienes tienen una naturaleza fuerte­ mente emocional y se basan en el sentimiento. Es muy proba­ ble que éste sea el más común de los caminos espirituales de las tradiciones religiosas de todo el mundo. De este modo, el monje aprende a desarrollar un amor intenso y profundo hacia Dios que termina impregnando todos sus pensamientos y todas sus acciones. El camino del yogui, por último, es el camino de la mente y está diseñado para las personas que tienden hacia el funcio­ namiento mental. El yogui aprende a meditar, a controlar la mente y a desarrollar una gran capacidad de concentración. La experiencia resultante de los profundos estados de conciencia meditativos propios de este camino termina transformando la mente del yogui. Gurdjieff no tomaba estos términos en su sentido literal. Existen, por ejemplo, escuelas devocionales de yoga cuyos practicantes siguen lo que Gurdjieff denominaba el camino del monje y hay también monjes zen, entregados fundamental­ mente a la meditación, que siguen el camino del yogui. Gurdjieff también señalaba que el desarrollo de una sola de es­ tas facetas puede terminar conduciendo a una vía muerta. Un monje, por ejemplo, que tenga una gran devoción pero que carez­ ca de discernimiento, puede terminar convirtiéndose en un «santo estúpido»; un faquir que haya desarrollado la voluntad pero que adolezca de comprensión no sabrá dónde aplicar la voluntad que tanto ha desarrollado, y un yogui con una mente controlada pue­ de terminar convirtiéndose en una persona débil e indiferente. 38

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Gurdjieff también habló de la existencia de un cuarto cami­ no, un camino que trasciende las diferencias individuales. Se­ gún él, los caminos tradicionales del faquir, el monje y el yo­ gui implican una renuncia al mundo y una entrega de todo el tiempo y la energía a una práctica intensa e unilateral. El cuar­ to camino es un camino que permanece en el mundo y que tra­ ta de aprovechar todas las experiencias de la vida cotidiana para el desarrollo de uno mismo. El trabajo del cuarto camino supone, pues, un desarrollo equilibrado en las tres funciones, cuerpo, corazón y cabeza. En este trabajo resulta fundamental la presencia de un maestro porque cada estudiante progresa de manera diferente según su temperamento individual. Gurdjieff indicó que la tradición mística sufí es el modelo más desarro­ llado de una tradición del cuarto camino ya que, desde hace mil años, los sufíes han estado «viviendo en este mundo pero sin ser de él». También podemos encontrar la misma distinción ternaria en el capítulo 13, en donde William Sheldon nos presenta su ti­ pología corporal que diferencia entre los endomorfos, los ecto­ morfos y los mesomorfos. La voluntad y la actividad física son el núcleo fundamental del mesomorfo. El endomorfo se orien­ ta hacia las emociones y presta atención a los sentimientos y sensaciones agradables y placenteras. El ectomorfo, por últi­ mo, prefiere la vida del intelecto y obra según el pensamiento y la razón. En el capítulo 10, Sandra Seagal y David Home presentan un moderno similar al anterior que se basa en los principios mental, emocional y físico en la dinámica humana y que se han aplicado en una diversidad de situaciones, desde la esfera individual hasta los sistemas de adiestramiento en el seno de grandes empresas. Los tres temperamentos de los que nos habla la medicina ayurvédica también están relacionados con la tipología de Sheldon y con el resto de las tipologías ternarias. El tipo vata (aire-éter) es imaginativo, sensible y rápido, y se corresponde estrechamente con el ectomorfo; el tipo pitta (fuego-agua) es 39

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intenso, fuerte y determinado, muy parecido al mesomorfo; el tipo kapha (fuego-agua), por último, es sólido, estable y tran­ quilo, y se parece mucho al endomorfo. Karen Homey también utiliza una clasificación temaría. En el capítulo 3, Homey distingue tres tendencias humanas funda­ mentales, dirigirse hacia los demás, alejarse de ellos y oponer­ se a los demás, y aunque ésta sea una simplificación excesiva, bien podríamos decir que es probable que el mesomorfo tien­ da a oponerse, que el endomorfo tienda a acercarse a los de­ más y que el ectomorfo tienda a alejarse de ellos. Otro sistema tipológico clásico temario nos lo proporciona la filosofía hindú, que considera que todas las cosas están compuestas de tres gunas o cualidades fundamentales, tamas, rajas y sattva. Tamas es la inercia, la tendencia básica a per­ manecer igual, rajas es la estimulación, el impulso básico a actuar, y sattva es la pureza o iluminación. Estas tres tenden­ cias se manifiestan en muchas áreas diferentes. Los alimentos «tamásicos», por ejemplo, son tan fuertes que nos dejan llenos, somnolientos e incapaces de movemos. Hay alimentos estimu­ lantes y «rajásicos» que nos dejan tan nerviosos y excitados que difícilmente podemos permanecer sentados y mucho me­ nos permanecer en calma y relajados. Los alimentos «sáttvicos», por último, nos dejan una sensación de tranquilidad y calma. Hay personas que tienen estilos de vida altamente «ta­ másicos» (es decir, pasivo, tipo saco de patatas), otros son «ra­ jásicos» y siempre parecen estar al límite o en movimiento y otros «sáttvicos», cuyo estilo de vida es calmado o tranquilo. Un aspecto interesante del sistema de los gunas es que en­ tre rajas y tamas existe una relación dialéctica que idealmente se resuelve en sattva. Esto se opone a la mayor parte de los sistemas tipológicos en los que cada tipo supone un equilibrio entre cualidades positivas y negativas. La filosofía hindú abo­ ga claramente por la superioridad física, psicológica y espiri­ tual de sattva. Los fundadores de la programación neurolingüística (PNL), un moderno sistema psicológico, también han desarrollado una 40

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tipología ternaria. Ellos consideran el funcionamiento humano según los cinco sentidos porque, después de todo, ésos son los canales a través de los cuales experimentamos el mundo. Sin embargo, según la PNL, los sentidos fundamentales son la vis­ ta, el oído y el tacto (en el que también incluyen la cenestesia, que abarca la conciencia de los estímulos tanto internos como externos). En la mayor parte de las personas predomina naturalmente una determinada modalidad sensorial que suele reflejarse en el tipo de lenguaje que utiliza. Un tipo en el que predomine la modalidad sensorial, por ejemplo, tenderá a utilizar expresiones del tipo «demuéstramelo» o «ya veo lo que quieres decir», uno auditivo dirá probablemente «dímelo» o «te escucho» mientras que una persona más cenestésica puede decir «déjamelo pro­ bar» o «sentir» o «siento que lo que dices es correcto». Estas diferencias en la preferencia de un canal sensorial so­ bre otro pueden suscitar interesantes problemas de relación. Veamos el caso, por ejemplo, de un hombre cenestésico y una mujer visual que se sientan juntos. Él, para favorecer la rela­ ción, tenderá a acercarse, mientras que ella -y por el mismo motivo- tenderá a alejarse para verle mejor. Ambos buscan lo mismo, es decir, establecer un mejor contacto con el otro, pero desafortunadamente la estrategia que emplea cada uno de ellos parece tener un efecto opuesto sobre el otro. Este ejemplo constituye una ilustrativa demostración de la forma en que las diferencias existentes entre los diferentes tipos humanos puede beneficiar o dificultar extraordinariamente nuestras relaciones. Tipologías cuaternarias Uno de los sistemas cuaternarios más ampliamente utiliza­ dos es la tipología hipocrática de los cuatro elementos y de los cuatro temperamentos. La astrología también se ha basado desde hace siglos en una tipología basada en los cuatro ele­ mentos. En su capítulo sobre la astrología de las relaciones 41

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(capítulo 19), Liz Greene señala la forma en que los cuatro elementos nos proporcionan una importante dimensión psico­ lógica para comprender la astrología y para comprender tam­ bién las relaciones. Greene relaciona los cuatro elementos con los tipos de Jung. La tierra está relacionada con la sensación, el agua con el sentimiento, el fuego con la intuición y el aire con el pensamiento. El sistema de Jung que habla de pensamiento, sentimiento, sensación e intuición constituye el más conocido de los siste­ mas cuaternarios. Jung postulaba dos dimensiones para su ti­ pología, el juicio y la percepción. El pensamiento y el senti­ miento son formas de establecer juicios y decisiones. La sensación y la intuición, por su parte, son formas de acumular información. Hay muchos otros sistemas cuaternarios que utilizan el mismo enfoque identificando dos dimensiones fundamentales con dos categorías en cada uno de ellos, lo cual puede resu­ mirse en una tabla de 2x2. Juicio Pensamiento

Sentimiento

Sensación

Percepción Intuición

El sistema de Jung constituye el fundamento del Indicador de Tipo de Meyers-Briggs, la medida de personalidad más am­ pliamente utilizada en todo el mundo. El MBPI añade a las cuatro funciones típicas de Jung dos nuevos tipos, la percep­

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ción y el juicio. La percepción significa permanecer abierto y receptivo a nuevos datos y nuevos desarrollos; el juicio, por su parte, se refiere a silenciar la percepción y lleg a r a una deci­ sión con la información de que se disponga. El modelo de Meyers-Briggs ha sido utilizado con gran éxito en el mundo em­ presarial y educativo y también en el ámbito de la psicología. El modelo de estilo interpersonal que nos presenta John Corbett en el capítulo 11 se basa en el sistema del estilo social de Wilson, un sistema muy utilizado en el mundo empresarial. Las dos dimensiones fundamentales de este sistema son la do­ minancia y la sociabilidad. Una persona que puntúe muy alto en la primera dimensión es calificada como «dominante» mien­ tras que quien puntúa muy bajo es llamado «sumiso». El que puntúa alto en sociabilidad, por su parte, es llamado «sociable» y el que puntúa bajo «reservado». El líder directivo, también llamado «guía», es dominante y reservado; el líder colaborador, o tipo expresivo, es dominante y sociable: el tipo deliberativo también conocido como analítico, es reservado y complaciente y el consejero o amable es sociable y complaciente. El hecho de tomar conciencia del estilo de nuestros emplea­ dos puede facilitar la comunicación y ayudamos, de ese modo, a establecer un equipo de trabajo más eficaz. Dominancia

Reservado

Complaciente

Dominante

Deliberativo

Directivo

Consejero

Colaborador

Sociabilidad Sociable

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Tipologías de cinco elementos Las teorías chinas y las tibetanas no hablan de cuatro ele­ mentos sino de cinco. El primero de ellos habla de la tierra, del agua, del fuego, del metal y de la madera; el sistema tibetano, por su parte, habla de la tierra, del agua, del fuego, del aire y del éter. El entrenamiento y el desarrollo interno pueden permitimos entrar en el dominio del espacio, de la libertad y la flexibilidad y facilitar así el acceso inmediato a todos los elementos. En el capítulo 12 Blake y Mouton nos presentan una tipo­ logía del liderazgo. Este sistema comparte la misma estructura bidimensional de muchos sistemas cuaternarios. Las dos di­ mensiones subyacentes se refieren a la preocupación por los demás y a la preocupación por la producción. El directivo «de equipo» puntúa alto en ambas dimensiones, el «autoritario» lo hace alto en dirección y bajo en el factor humano, el «empo­ brecido» es bajo en ambas y el «club de campo» demuestra un elevado interés por la gente y bajo en producción. El quinto tipo -el directivo «a mitad de camino»- cae exactamente en medio de ambas dimensiones y es moderado con respecto a la gente y también con respecto a la productividad. Este último Producción

Poco Interés

Mucho Interés

Dirección

Dirección

Mucho Interés

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Los antiguos filósofos griegos creían que somos lo que pa­ recemos. Desde su punto de vista, quien se asemejase a un de­ terminado animal tenía la personalidad de aquel animal. Así pues, si el aspecto de una persona era el de un zorro, se supo­ nía que debía de tratarse de alguien astuto e inteligente. Son muchos los filósofos y psicólogos que, a lo largo de los tiempos, han dado por sentado que las pautas de la personali­ dad están ligadas a ciertas características físicas, como la es­ tructura del cuerpo, los rasgos faciales e, incluso, la forma del esqueleto. La siguiente cita de Julio César, de Shakespeare, refleja claramente esta creencia popular: Rodéame de hombres gruesos, de hombres de cara lustrosa y tales que, de noche, duerman bien. He allí a Casio, con su figura extenuada y hambrienta. ¡Piensa demasiado! ¡Semejantes hombres son peligrosos! Aunque la psicología occidental tienda a ignorarlo, el cuer­ po constituye un elemento fundamental de nuestra vida. En la medida en que desarrollemos una visión más comprehensiva del ser humano comenzaremos a admitir que toda experiencia humana está encamada (sentimiento, pensamiento, relación y acción). Así pues, no sólo debemos prestar más atención al cuerpo sino que también debemos desarrollar una visión más holística que subraye la unidad funcional existente entre el cuerpo y la mente. La tradición occidental ha hecho hincapié en la dicotomía entre el cuerpo y la mente. Nuestro mismo lenguaje, por ejem205

Tipologías corporales

pío, tiende a separar a la «mente» del «cuerpo». De hecho, es extraordinariamente difícil hacerlo de otro modo y, si intenta­ mos soslayar esta separación artificial, nos veremos obligados a utilizar términos tan poco manejables como «cuerpo-mente». La separación entre el cuerpo y la mente está ligada a un con­ junto de deficiencias propias de nuestra cultura, entre las cua­ les cabe destacar la desvalorización del cuerpo, la falta de con­ ciencia de nuestro funcionamiento corporal y el sentimiento de culpa que suele acompañar a una sexualidad natural. Las diferencias fundamentales existentes entre la estructura física y la estructura energética constituyen el punto de partida de las diferenciaciones tipológicas que presentamos en esta sección. No obstante, estas teorías no tratan de separar al cuer­ po de la mente sino que, por el contrario, todas ellas reconocen la compleja unidad interactiva existente entre el cuerpo, la mente y la experiencia. Desde este punto de vista, las diferen­ cias existentes entre las distintas estructuras corporales están ligadas a diferencias en los demás niveles de funcionamiento, incluida la dinámica de la personalidad. El psicólogo y médico norteamericano William Sheldon fue uno de los pioneros en la investigación científica de la es­ tructura corporal. Sheldon enseñó e investigó en las universi­ dades de Chicago, Harvard, Columbia y Oregón, y su principal interés consistió en llegar a establecer la relación existente en­ tre el cuerpo y el temperamento. Para ello, Sheldon y su equi­ po analizaron unas cuatro mil fotografías y llegaron a estable­ cer tres grandes ejes de variabilidad: endom orfism o, mesomorfismo y ectomorfismo. Los endomorfos son blandos, redondeados y tienden a engordar; los mesomorfos son mus­ culosos, robustos y fuertes; los ectomorfos, por último, tienen cuerpos frágiles y delicados, torsos enjutos y brazos y piernas delgados. Para clasificar a los individuos en cada una de las dimen­ siones, Sheldon desarrolló una escala de siete puntos. Según esta escala, un 7-1-1, por ejemplo, es un endormorfo extremo; un 1-7-1 es un mesomorfo arquetípico y un 1-1-7 es un ecto206

Introducción

morfo puro. En la mayor parte de las personas, sin embargo, estas tres dimensiones se hallan mucho más equilibradas. Shel­ don también concluyó que los 4-4-4 son individuos plenamen­ te armonizados en las tres dimensiones. El sistema de Sheldon proporciona una respuesta al proble­ ma de la generalización excesiva de la tipología. Así, en lugar de intentar reducir a la población de todo el mundo a unas pocas categorías, Sheldon estableció científicamente los prototipos ex­ tremos y también la variabilidad real dentro de una gran mues­ tra de población. De este modo desarrolló una distribución esta­ dística en la que cada tipo corporal puede ser definido con gran precisión ya que estas tres escalas de siete puntos terminan ge­ nerando trescientos cuarenta y tres tipos corporales diferentes. Sheldon también relacionó el tipo corporal y la personali­ dad. El endomorfo es sociable, relajado, cómodo, generoso y tranquilo; el mesomorfo ama la acción y es independiente, asertivo, físicamente activo, ambicioso e insensible; mientras que el ectomorfo, por último, es reservado, excitable, tenso, sensible, rápido y mentalmente activo. Estos tres tipos tienen mucho en común con el antiguo sis­ tema hipocrático de los temperamentos basado en los humores. Así, el endormorfo se parece mucho al flemático, el mesomor­ fo al colérico y el ectomorfo presenta muchas semejanzas con el melancólico. Wilhelm Reich es el padre de la psicología de orientación corporal. Reich fue un miembro del círculo íntimo de Freud que se interesó por el papel que desempeñaba el cuerpo en la psicoterapia. Reich rechazaba la división cartesiana entre el cuerpo y la mente y consideraba a las defensas psicológicas y a la coraza física como una sola totalidad. A partir de ese pun­ to, Reich comenzó a prestar atención a las posturas y los mo­ vimientos de sus pacientes y más tarde utilizó la manipulación directa sobre la musculatura crónicamente tensa para liberar la tensión física. Alexander Lowen, cofundador del análisis bioenergético, fue alumno de Reich. Lowen quería desarrollar una psicología 207

Tipologías corporales

corporal-mental equilibrada y, al igual que Reich, centró su foco de atención en el trabajo corporal. En el capítulo 14, Lo­ wen subraya los cinco grandes tipos de estructura caracterial propuestos por el análisis bioenergético. Cada uno de los tipos define la forma en la que el individuo maneja sus necesidades de amor, intimidad y placer. Cada uno tiene unas posturas físi­ cas determinadas y unas pautas concretas para manejar la energía que fluye a través del cuerpo. El carácter esquizoide tiende a evitar la intimidad; el ca­ rácter oral puede establecer relaciones próximas pero sólo so­ bre una base infantil ligada a la necesidad de calor y de apoyo; el carácter psicopático sólo puede relacionarse con quienes le necesiten; el carácter masoquista únicamente puede establecer relaciones íntimas basadas en la sumisión; y el carácter rígido, por último, establece relaciones muy estrechas pero, a pesar de parecer próximo y comprometido, en realidad, permanece dis­ tante. El capítulo 15 nos presenta una versión del enfoque de Rudolf Steiner sobre el análisis del temperamento infantil. Su au­ tor, Roy Wilkinson, es un profesor inglés del sistema Waldorf, con el que lleva trabajando desde hace ya muchos años. Rudolf Steiner fue un conocido filósofo y educador, un pio­ nero en la aplicación los cuatro temperamentos hipocráticos al trabajo con los niños en las escuelas Waldorf, de las que fue fundador. Las escuelas Waldorf, cuyo objetivo es la enseñanza integral del niño, se hallan muy difundidas por toda Europa y el mundo anglosajón. Sus profesores son entrenados para utili­ zar el sistema de los cuatro temperamentos y, de ese modo, comprender mejor a sus alumnos para motivarles y discipli­ narles más adecuadamente y para mejorar las relaciones inter­ personales en el aula. El tipo sanguíneo está relacionado con el «humor rojo», o sangre; el melancólico con el «humor negro», o bilis, el fle­ mático con el «humor blanco», o linfa, y los fluidos mucosos, y el colérico con el «humor amarillo», o adrenalina. Desde este punto de vista, el tipo sanguíneo es optimista, extraverti208

Introducción

do, móvil y volátil; el melancólico es pesimista, inflexible, or­ gulloso y depresivo; el flemático es tranquilo, bondadoso, amable y distante, y el colérico, por último, es decidido, enér­ gico, impulsivo y voluble.

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13. TRES TIPOS PSICOCORPORALES: ENDOMORFO, MESOMORFO Y ECTOMORFO William Sheldon La tradición popular afirma que las personas gruesas suelen ser generosas y tienen buen humor, que las personas flacas tienden a ser rígidas, que las personas de baja estatura suelen ser agresivas y que los individuos de gran fortaleza física tien­ den a ser reservados y algo ingenuos. Sin embargo, a pesar de que la tradición es, en ocasiones, muy sabia, a veces también puede resultar un tanto estúpida ya que, con frecuencia, no acierta a distinguir entre el conocimiento acumulado a lo largo de generaciones y la mera superstición ignorante. En lo que respecta al psiquismo y al temperamento, podemos afirmar que las conclusiones de muchos estudiosos concienzudos se han visto sesgadas generalmente por los estereotipos de la ca­ lle y por el dogmatismo de algunos frenólogos de salón. Pero si hacemos caso omiso a este tipo de opiniones y nos dedica­ mos, por el contrario, a investigar cuál es el criterio de los eru­ ditos, los escritores y los artistas, nos encontraremos con la afirmación recurrente de que la morfología individual condi­ ciona determinados rasgos tipológicos del temperamento.

Tres tipos psicocorporales

Los estudiosos agrupan los temperamentos y las caracterís­ ticas psicológicas en tipos. Quizás Hipócrates no fuera el pri­ mero en sistematizar las observaciones respecto a la interde­ pendencia entre personalidad y morfología, pero no cabe la menor duda de que concibió un esquema que ha ejercido una influencia notable desde la antigüedad, reapareciendo bajo for­ mas diferentes a lo largo del tiempo y a través de multitud de generaciones. Los escritores y los artistas, por su parte, han es­ tablecido sus consideraciones tipológicas basándose más en las suposiciones que en la lógica o la estadística. Pero, si bien sus personajes se hallan sujetos a reglas poco definidas, podemos estar seguros, sin embargo, de que nunca elegirán un cuerpo delgado y enjuto para albergar el temperamento de un Falstaff, por ejemplo, y de que jamás describirán el rostro de un Mr. Scrooge diciendo que es sonrosado y regordete como una manzana.

EL ENDOMORFO Si se nos permite una cierta licencia poética, podríamos de­ finir este primer componente dinámico de la personalidad como el deseo explícito de incorporar al entorno, haciendo que la substancia de éste se integre y forme parte de la propia subs­ tancia de la persona. En su aspecto menos sublimado, se trata del impulso irrefrenable de ingerir y asimilar todo tipo de ali­ mentos que, posteriormente, se convertirán en la carne del yo. La personalidad en la que predomina el componente viscerotónico permanece, por lo general, muy ligada a la tierra. Viscerotonía significa terrenalidad y es por ello que las personas en quienes predomina este tipo manifiestan un estado de ánimo se­ reno, apacible y estable, muy semejante a las cualidades de los humores propios del suelo nutriente. En un contexto cultural elevado, estas personas tienden a irradiar calidez, estabilidad y -si su componente cerebrotónico es bajo- una cordialidad in­ discriminada. En otro tipo de contextos inferiores, sin embargo, 211

Tipologías corporales

suelen ser groseros, glotones y posesivos. Pero, en cualquier circunstancia, los viscerotónicos saben lo que quieren y las co­ sas que desean suelen ser, por lo general, bastante tangibles. Los deseos del viscerotónico giran en tomo a la comida, el bienestar y la tranquilidad somática y mental que acompaña a un perfecto proceso digestivo, cuando el riego sanguíneo se re­ tira del cerebro y de la periferia del cuerpo y se ocupa de irri­ gar las visceras digestivas. Para los viscerotónicos cultos, la hora de la comida es el momento más importante de la joma­ da y su principal foco de atención se centra en las cuestiones alimenticias. El alma tiene su asiento en un sentido del gusto bien desarrollado. El viscerotónico siente un enorme interés por la cuisine y puede alcanzar el paraíso con sólo imaginar un suculento banquete. Este tipo de personas muestra, asimismo, cierta inclinación a trasladar a su vida adulta el interés infantil por las heces y las funciones excretoras, ya que el viscerotóni­ co gusta de todo aquello que tenga que ver con la actividad di­ gestiva, incluyendo la peristalsis de la defecación. En niveles culturales inferiores, el viscerotónico simple­ mente puede terminar transformándose en un glotón. Tal vez se convierta en alguien insaciable y vea entonces aumentar su peso hasta la obesidad si la ingestión de comida es excesiva, aunque también puede sustraerse a esta tendencia si es capaz de mantener una dieta estricta o un programa inflexible de tra­ bajo y ejercicio. El campesino rechoncho que podemos ver en tantas partes del mundo manifiesta un elevado componente viscerotónico. Por su parte, la gran mayoría de las personali­ dades gruesas y tripudas que tanto abundan en la vida urbana y política de los Estados Unidos es muy posible que sea el re­ sultado de una estirpe que ha tenido que vivir durante muchas generaciones con una dieta limitada y bajo condiciones adver­ sas. De este modo, los viscerotónicos, al encontrarse frente al generoso botín de un continente poco explotado todavía, no pueden mantener su equilibrio alimenticio y ven aumentar paulatinamente el tamaño de sus vientres hasta terminar con­ virtiéndose en personas gruesas de prominentes barrigas. 212

Tres tipos psicocorporales

La persona viscerotónica manifiesta un índice bajo de aten­ ción y permanece más relajada de lo normal. Da la impresión de ser un individuo lento pero, a pesar de que sus reacciones conscientes puedan parecer apáticas cuando se las compara con la velocidad y agilidad del cerebrotónico, la orientación básica de su conciencia es mucho más segura y, en determina­ dos aspectos, más precisa que la de aquél. Los viscerotónicos permanecen en contacto con la realidad concreta ya que siem­ pre están seguros de saber dónde se encuentran en relación a su trabajo, su matrimonio, su estatus social y sus gustos y aversiones fundamentales. Esta actitud de la personalidad vis­ cerotónica no suele cambiar ni súbita ni fácilmente. Por otra parte, los viscerotónicos y los somatotónicos poseen un senti­ do de la orientación espacial más adecuado que el de los cerebrotónicos. Los viscerotónicos son personas muy proclives a desarro­ llar hábitos de conducta. El exceso de sueño y la ingestión in­ discriminada de alimentos, por ejemplo, pueden llegar a con­ vertirse en una costumbre inveterada y, del mismo modo, si alguna vez ingieren algún tipo de drogas -en especial de tipo sedante- corren el grave peligro de caer en la drogodependencia. La dependencia del tabaco también resulta muy común en las personas viscerotónicas que, con frecuencia, tienden a uti­ lizar esta substancia como una especie de agente regulador del peso, siendo capaces de modular, de este modo, un hábito gra­ cias al concurso de una disciplina interna (propia del cerebrotónico). Las personas viscerotónicas también gustan del alco­ hol y, generalmente, son buenos conocedores de los distintos combinados alcohólicos aunque rara vez, sin embargo, llegan a emborracharse. Sir Arthur Conan Doyle describió al inmortal Sherlock Holmes como un fumador empedernido capaz de consumir un paquete entero de fuerte tabaco de pipa en una sola noche. Sin embargo, este producto de la fértil imaginación de Conan Doy­ le era también un cerebrotónico ectomorfo que, en muchos as­ pectos, carecía de un claro componente viscerotónico. Pero el 213

Tipologías corporales

hecho de que el mismo Doyle tuviera un alto grado de viscerotonía, que le llevaba, por cierto, a consumir grandes dosis de tabaco, supone que -como ocurre con tantos otros héroes de ficción- el Holmes de Doyle manifieste un carácter ideal poco consistente psicológicamente hablando. En mi opinión, Hol­ mes era, por una parte, el mismo Doyle y, por la otra, lo que éste soñaba llegar a ser. Los viscerotónicos y los somatotónicos sueñan con llegar a ser también cerebrotónicos, del mismo modo que todos, en definitiva, soñamos con llegar a ser aque­ llo que no somos. Viscerotonía significa realismo. El paraíso del viscerotóni­ co consiste en un entorno «tangible» formado por cosas bellas que posean buen sabor, buen aroma, buena presencia, buen so­ nido y que, en suma, le proporcionen bienestar. El viscerotóni­ co aspira a arraigarse, a establecerse adecuadamente hasta lle­ gar a sentir que el calor y el alimento procedente de la tierra se entremezclan con su propio ser. La viscerotonía constituye, pues, una organización motivacional dominada por el vientre y por las funciones anabólicas. El deseo fundamental del viscerotónico gira en tomo al hecho de ser capaz de asimilar la tierra y de fundirse con ella. Visce­ rotonía quiere decir calidez, terrenalidad y, en general, buena voluntad indiscriminada. El predominio del componente viscerotónico es causa de que la persona reaccione por lo general de manera lenta, pero también implica una comprensión clara de la realidad -espe­ cialmente de la realidad social- y una orientación espacial y personal suficientemente estable. Viscerotonía, en suma, signi­ fica sentido práctico de la vida.

EL MESOMORFO El segundo componente que consideramos a continuación es el elemento «movimiento». La somatotonía se caracteriza por el deseo de una acción decidida y -cuando es admitida ple214

i

Tres tipos psicocorporales

namente en la conciencia- por la determinación de someter el entorno a la propia voluntad. Los somatotónicos triunfadores suelen ser conquistadores natos capaces de someter montañas, océanos, selvas, bestias salvajes, chinos y otros pueblos menos somatotónicos o menos integrados. El paraíso del somatotónico radica, pues, en la constante superación de todo tipo de di­ ficultades, mientras que la inactividad, por el contrario, se con­ vierte para él en una especie de infierno. El somatotónico, por tanto, gusta de la vida activa y sabe dar lo mejor de sí cuando debe enfrentarse a dificultades físi­ cas ya que, en tales condiciones, despliega toda su potenciali­ dad energética. Asimismo, debidamente adiestrado, es capaz de soportar grandes esfuerzos durante un período prolongado de tiempo sin ingerir alimento alguno pero comiendo abun­ dantemente cada vez que se presenta la ocasión. Los somatotónicos se sienten descansados por la mañana, les gusta saltar de la cama, darse una ducha, hacer ruido y sa­ ludar al sol. Por lo general, se sienten súbitamente soñolientos o cansados a su hora habitual de acostarse, resultándoles en­ tonces muy fácil conciliar un sueño profundo. Las personas somatotónicas tienden a carecer de una gran comprensión introspectiva ya que, dado que su función princi­ pal es la acción, son como un arma cargada que se limita sim­ plemente a apuntar hacia el objetivo y disparar. La somatotonía se caracteriza por una fuerte expresividad muscular. Es fácil identificar este componente cuando vemos a los bebés pateando y revolviéndose enérgicamente en su cuna. Los niños somatotónicos lloran con insistencia y cuan­ do se les alza en brazos suelen lanzar poderosas y reiteradas patadas. En niños más mayores, la somatotonía tiene que ver con los juegos duros y dinámicos, con la asertividad, la combatividad y otras cualidades similares. A medida que el niño va crecien­ do, estas distintas manifestaciones somatotónicas van siendo sublimadas y «socializadas», dando lugar entonces a una per­ sonalidad socialmente aceptable que conduce al desarrollo de 215

Tipologías corporales

la cualidad del liderazgo, o perdurando, en el caso contrario, en niveles no sublimados que se han tomado incorregibles. Las personas somatotónicas que se hallan libres de interfe­ rencias cerebrotónicas son singularmente abiertas y sinceras. (El rostro abierto es el marchamo del somatotónico, mientras que el rostro amigable es el pasaporte del viscerotónico y el rostro del cerebrotónico, en cambio, carece de pasaporte, ya que su enjuta anatomía suele inspirar la desconfianza de los demás.) Somatotonía también significa susceptibilidad al hábito. Si la regulación uniforme de su conducta habitual pública puede resultar sorprendente, no lo es menos el modo en que se orga­ nizan sus procesos mentales. Los somatotónicos que presentan un predominio del componente viscerotónico piensan de un modo ordenado, se atienen a patrones rutinarios, cambian rara­ mente su punto de vista o sus actitudes internas y, en definiti­ va, sienten inclinación a vestir el mismo ropaje mental a lo lar­ go de toda su vida. Pero, en cambio, cuando el elemento que predomina es la cerebrotonía, se sienten predispuestos a autojustificarse y tratar de racionalizarlo todo. Somatotonía quiere decir expresión dinámica del soma y, por consiguiente, este componente se halla en estrecha rela­ ción con los instintos y con la fortaleza física, la necesidad re­ lativamente escasa de sueño, los hábitos alimenticios irregula­ res, la elevada presión sanguínea, el riesgo de apoplejía y un cuerpo juvenil y atlético que tiende a hacerse más sólido y pe­ sado a medida que avanza la vida. El somatotónico, por últi­ mo, necesita del ejercicio y le agrada la vida activa.

EL ECTOMORFO El tercer componente -el elemento de restricción, inhibi­ ción y atención- se caracteriza por el hecho de que las funcio­ nes viscerotónicas y las somatotónicas se hallan supeditadas al cerebro frontal para poder mantener, de este modo, un foco 216

Tres tipos psicocorporales

atencional más próximo y más sensible. El rasgo cardinal de la cerebrotonía es, pues, una hipertensión atencional cuyo funda­ mento físico parece ser el relativo control sobre aquellas partes de uno mismo que están expuestas a los demás. El cerebrotónico permanece siempre tenso, incapaz de rela­ jarse periféricamente pero, aunque suele ser consciente de esta tensión interior, no se siente necesariamente molesto por ella. Los cerebrotónicos suelen ser tildados de personas nerviosas o neuróticas cuando, en realidad, actúan de un modo que para ellos resulta completamente natural. Y, de la misma manera, los viscerotónicos también suelen ser calificados de ser perso­ nas lentas y glotonas cuando -según ellos mismos- están com­ portándose normalmente. El cerebrotónico gasta gran cantidad de «energía nerviosa» y siempre se halla al borde del «ataque de nervios». Necesita dormir más que el resto de los tipos. Su promedio metabólico basal es, por lo general, muy elevado y manifiesta, por ese mismo motivo, una tendencia crónica a fatigarse en las rutinas cotidianas de la vida. Así pues, la fatiga, las pautas de sueño irregulares, la dificultad para levantarse, la necesidad exagera­ da de calorías y la sensación crónica de tensión interna consti­ tuyen indicadores claros de la personalidad propia del cerebrotónico. Este tipo de individuos suelen tener un sueño muy ligero, con una ensoñación constante y muy próxima al umbral de la conciencia, ya que el cerebro frontal no renuncia al con­ trol ni siquiera durante el sueño. Por otro lado, el proceso de entrada en el sueño -al igual que cualquier otro proceso de re­ lajación- suele ser, en su caso, invariablemente lento. La característica fundamental del cerebrotónico es su gran capacidad atencional. Las otras dos funciones principales -la función somática y la visceral- se hallan supeditadas, subordi­ nadas, sometidas a control y desempeñan un papel meramente secundario. El cerebrotónico se alimenta y se ejercita para prestar atención, el viscerotónico atiende y se entrena para co­ mer, mientras que el somatotónico se alimenta y presta aten­ ción como una forma de ejercicio. 217

Tipologías corporales

El paraíso y la libertad del temperamento cerebrotónico no radica en la comida o la bebida ni tampoco en la amistad o las relaciones sentimentales duraderas, y tampoco le satisface el poder social ni las aventuras físicas, sino que su principal inte­ rés estriba, por el contrario, en llegar a intensificar su concien­ cia mediante la inhibición de todo aquello que tanto suele agradar a las personalidades típicamente viscerotónicas o so­ matotónicas.

14. ESTRUCTURA CORPORAL Y TIPO BIOENERGÉTICO Alexander Lowen Saber que el cuerpo es la persona y que, por consiguiente, su forma y sus movimientos revelan la personalidad y encie­ rran la historia de la persona, ayuda al terapeuta bioenergético para hacer un diagnóstico tentativo de la estructura que define la forma habitual de ser de un individuo. Según la teoría del análisis bioenergético, existen cinco grandes tipos de estructura caracterial: esquizoide, oral, narcisista, masoquista y rígido. Estos tipos están determinados por la organización libidinal y por el desarrollo del ego tal y como se manifiesta en el cuerpo. Esbocemos, a continuación, sus rasgos más sobresalientes: 1. La estructura caracterial esquizoide se caracteriza por la tendencia a dividir y a disociar. El pensamiento está separado del sentimiento, lo cual se manifiesta, a nivel corporal, por una falta de conexión entre la cabeza y el cuerpo. En muchos de estos individuos el cuello es alargado y la cabeza está inclina­ da hacia delante. El entrenamiento facilita el reconocimiento de esta división. Esta disociación entre la cabeza y el resto del cuerpo significa que la persona no se siente conectada con su cuerpo, lo cual, en casos extremos, puede terminar conducien­ 219

Tipologías corporales

do a un fenómeno de despersonalización. En la personalidad esquizoide también puede observarse una división entre las mitades superior e inferior del cuerpo que se manifiesta en una fuerte contracción en la cintura o en una falta de proporción y de armonía entre las dos mitades del cuerpo. La personalidad esquizoide también se caracteriza por un miedo a la disgrega­ ción que impide su relajación y que se contarresta con la nece­ sidad de sostener el propio self mediante la tensión muscular en todas las articulaciones. 2. La estructura de carácter oral es una consecuencia de la privación del alimento y del apoyo en la temprana infancia y está relacionada con el miedo al abandono, un miedo que re­ sulta evidente en la delgadez, en la falta de apoyo en las pier­ nas y los pies, y en una musculatura muy poco desarrollada. El carácter oral es proclive a la dependencia, por más que intente negarla a través de una especie de autonomía artificial. El ca­ rácter oral se sujeta al self mediante una fuerte tensión en la musculatura de los hombros y de las piernas para evitar una caída que representaría su sensación de soledad y abandono. 3. La estructura caracterial narcisista es compleja. Su ori­ gen se asienta en una temprana relación infantil en la que el niño fue seducido por un familiar que le hizo sentirse especial pero en la que también se sintió manipulado. Pero esa seduc­ ción tenía connotaciones sexuales (no siempre manifiestas) y, en consecuencia, el niño niega el sentimiento como una forma de eludir el peligro del incesto. En el caso de ser especial, el niño desarrolla una sensación de superioridad y grandiosidad pero, para ello, el narcisista debe mantener su self por encima de los demás, lo que se refleja como un desarrollo despropor­ cionado de la parte superior del cuerpo y una correlativa debi­ lidad en la parte inferior. Esta estructura caracterial mantiene el predominio de su self tensando fuertemente la musculatura de las piernas y de la espalda. 4. La estructura de carácter masoquista se desarrolla en un niño adecuadamente alimentado en la infancia pero que tam­ bién se vio forzado a someterse a sus padres. El masoquista se 220

Estructura corporal y tipo bioenergético

mantiene alejado de sus sentimientos mediante una tensión muscular que impide la expresión, sobre todo en los extremos superior e inferior del cuerpo. Las actitudes masoquistas suelen estar asociadas con el entrenamiento del control de los esfínte­ res, la necesidad de retener y el miedo a soltar. A nivel corpo­ ral, el masoquista es fuerte y muscularmente muy desarrollado, y su tensión fundamental se refleja en los músculos flexores, lo que supone un colapso de la postura corporal erecta. 5. La estructura caracterial rígida (narcisista-fálica en el hombre e histérica en la mujer) se caracteriza por una postura exageradamente erguida que va acompañada de una actitud psicológica altiva. Sin embargo, esta postura se sostiene me­ diante una tensión en la musculatura de la espalda que denota una actitud de rigidez y de represión que se originó en expe­ riencias tempranas de humillación a manos del progenitor de sexo opuesto acontecidas en el período edípico -precisamente cuando el niño experimentaba un interés sexual en ese padre. Hay que decir también que los tipos caracteriales no son ni puros ni individuales. La mayor parte de las personas presentan una combinación de tendencias y pertenecen a dos o más tipos. Por otra parte, ningún individuo puede ser plenamente com­ prendido en función de los criterios de tipo caracterial porque éste no es más que el entramado de un cuadro clínico. Pero, al igual que ocurre con un rompecabezas, uno comienza colocan­ do las piezas de los extremos y poco a poco va situando el res­ to. De este modo, la imagen va apareciendo en la medida en que la persona establece contacto con el cuerpo y, a través de él, también llega a establecer contacto con la vida. Poco a poco, pues, las distintas piezas del rompecabezas van situándose en su lugar correcto y, poco antes de terminarlo, aparece, con inu­ sitada claridad, el cuadro completo ante los ojos del paciente y del terapeuta. Cada noción, no importa cómo se alcance, cons­ tituye una de las piezas del rompecabezas. La visión clara del cuadro hace que la estructura caracterial se convierta, para el paciente, en una realidad objetiva y tam­ bién le permite disociarse de ella. En este momento tiene lugar 221

Tipologías corporales

un cambio fundamental en la personalidad, pero este cambio no es más que la culminación de una serie de pequeños cam­ bios menores que han ido aconteciendo a lo largo de las per­ cepciones desarrolladas en el curso de la terapia. Cada uno de estos cambios también va ligado a un aumento del nivel energé­ tico de la persona, de su vitalidad y de su sensación de placer.

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15. RUDOLF STEINER Y EL TEMPERAMENTO INFANTIL: COLÉRICO, MELANCÓLICO, SANGUÍNEO Y FLEMÁTICO Roy Wilkinson Lo que hoy en día llamamos temperamento fue conocido, en la Grecia clásica, como los cuatro humores, un tema de gran trascendencia para la ciencia médica. No obstate, este conoci­ miento parece haber caído en el olvido hasta que el doctor Stei­ ner llamó la atención sobre su importancia en la educación. El temperamento no tiene nada que ver con el carácter ni con la moral sino que es, en sí mismo, una cualidad funda­ mental, una substancia, podríamos decir, aunque no se trate de una substancia material. De este modo, una persona hará las cosas o reaccionará de cierto modo en función de su tempera­ mento, sin importar su educación, sus normas o su conoci­ miento. Existen cuatro temperamentos diferentes, ligados a los cua­ tro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Éstos son los tempe­ ramentos conocidos como melancólico, flemático, sanguíneo y colérico, respectivamente. 223

Tipologías corporales

La palabra jolera es el término griego con el que se signifi­ ca a la bilis y la persona colérica es activa, energética y quiere las cosas bien hechas. Es una persona que se enoja, qué grita y que se muestra malhumorada, como ocurre cuando la bilis nos inunda. Es como un volcán que entra en erupción y expulsa fuera de sí el fuego que la abrasa internamente. El sanguíneo tiene las mejillas sonrosadas, una complexión viva que denota una buena circulación sanguínea y su natura­ leza es parecida a la de una burbuja de aire. El flemático está ligado al elemento agua y es un tipo me­ tódico y plácido. Sin embargo, al igual que ocurre con el océ­ ano, si se excita puede llegar a ser extraordinariamente activo. El melancólico es alguien en quien predomina la bilis ne­ gra, lo cual no se refiere a una substancia real determinada sino a la cualidad que caracteriza a una persona con estados de ánimo oscuros ligados particularmente a la tierra. Podríamos representar a los cuatro temperamentos descri­ tos con el siguiente diagrama: Sanguíneo

-► Flemático

C olérico

Melancólico

El colérico y el flemático son opuestos, y lo mismo ocurre con el sanguíneo y el melancólico. Por otra parte, cada uno de los temperamentos tiene vestigios de sus vecinos pero no del temperamento opuesto. Pero debemos subrayar que no siempre resulta fácil reco­ nocer los temperamentos y que el profesor no debería sacar conclusiones prematuras basándose en una observación mera­ 224

Rudolf Steiner y el temperamento infantil

mente superficial. Todos los niños, por ejemplo, son jóvenes y, en consecuencia, su vitalidad podría ser interpretada errónea­ mente como un signo de que todos son sanguíneos. Lo cierto, sin embargo, es que existen diferencias sutiles y que, en nues­ tra civilización, resulta cada vez más difícil reconocer lo esen­ cial. Los niños, por ejemplo, pueden ser calificados como san­ guíneos cuando simplemente son nerviosos o puede darse el caso de que los problemas familiares le conviertan en alguien irritable o travieso y esto podrá llevarnos a diagnosticarle (equivocadamente) como colérico. Por otra parte, la aparente melancolía puede ser el resultado de una sobredosis de televi­ sión y la apatía, por último, el fruto de una sobredosis de im­ presiones sensoriales que puede interpretarse equivocadamen­ te como flema. En cualquier caso, nuestro interés por el temperamento in­ fantil no consiste tanto en conocer a los niños para poder ma­ nipularlos mejor sino para contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a armonizar su naturaleza. En una persona com­ pleta, equilibrada y bien integrada, las cuatro características están adecuadamente armonizadas pero, cuando éste no es el caso, ésta se convierte en una de las tareas fundamentales de la educación. Lo siguiente es un pequeño manual para el estudio de los temperamentos que también va acompañado de una serie de sugerencias para el trabajo en el contexto de la escuela. En general, cuando trabajamos individualmente con los ni­ ños nos basamos en el principio homeopático de que lo similar cura lo similar. Así pues, para trabajar con el sanguíneo, uno debe ser vital, bullicioso con el colérico, triste con el melancó­ lico e indiferente con el flemático. Es evidente que las descripciones que ofrecemos a conti­ nuación se apoyan en consideraciones generales y que no to­ das las características se adecúan a todos los individuos. Por último, la educación adecuada puede provocar modificaciones que, por otra parte, también pueden servir para los adultos. 225

Tipologías corporales

COLÉRICO Este tipo resulta casi inconfundible. Es físicamente bajo, rechoncho, de cuello grueso y tan erguido que da la impresión de ser más alto de lo que en realidad es. Suele tener una com­ plexión gruesa, fuerte mandíbula y ojos inquietos. Siempre está de pie, haciencio una cosa u otra, y le parece que perma­ necer sentado es algo antinatural. Pero, aunque no deje de mo­ verse, sus pies permanecen firmemente arraigados sobre el suelo. Cuando está sentado, su cabeza está inclinada hacia de­ lante y suele mantener los pies separados. Cuando camina, sus talones parecen clavarse, como si pu­ dieran pulverizar el suelo que pisa. Uno tiene la sensación de que conserva algo de las travesuras y los caprichos del bebé que fue y de que la sangre corre intensamente por sus venas. Sus gestos son cortos, enérgicos, resueltos y seguros. Habla en voz alta, enfática y deliberadamente, y es una per­ sona directa. Siente que debe ser el líder en cada actividad que emprende, ya que considera que sólo él tiene la energía, la vo­ luntad y la comprensión necesarias. Cualquier circunstancia se convierte en una oportunidad para ejercitar su ego. Es una per­ sona rebosante de actividad -tanto interna como externa-, in­ quieta e impaciente con los estúpidos, es decir, con aquéllos cuya opinión difiere de la suya. Apenas piensa en algo trata de llevarlo a cabo inmediatamente, sin darse tiempo para pensar­ lo con más detenimiento. Siente que las cuestiones cotidianas no merecen la pena y se impone tareas complejas que lleva a cabo con decisión. Pero sus proyectos no son siempre inteligentes y pueden ter­ minar irritándole, aunque es muy proclive a culpar a los demás por cualquier error. Es un buen organizador, pero no tiene pa­ ciencia con los detalles, de modo que suele iniciar los trabajos y dejar que los demás los terminen. También tiene la sensación de que puede hacer diez cosas al mismo tiempo y el orden no es su punto fuerte.

Rudolf Steiner y el temperamento infantil

No admite las críticas con facilidad y es difícil que acepte estar equivocado aunque, más tarde, pueda reconocerlo y co­ rregir la situación. Se relaciona bien con los demás si desempeña el papel de líder. Se siente indispensable y, en la medida en que así le con­ sideren, puede ser amable y hasta magnánimo y generoso. Tiene los hábitos propios de este temperamento: divertir a los demás, hacer las cosas sin pensarlas, tener objetivos fijos, hacer las cosas ruidosamente y mostrando poco respeto por los demás. Duerme bien, se despierta pronto y le interesan las ac­ tividades prácticas, como la construcción y la ingeniería, por ejemplo. Viste a su antojo y disfruta con las comidas fuertes. Los dibujos y las pinturas de los niños coléricos suelen ca­ racterizarse por las situaciones dramáticas. Puede dibujar, por ejemplo, un volcán o un precipicio por el que él mismo as­ ciende o desciende. Suelen tender hacia aquellas profesiones que les ofrezcan la oportunidad de ejercer el mando como, por ejemplo, militares, arquitectos, cirujanos, abogados y ejecutivos. La persona colérica puede observar lo que le interesa y ol­ vidarlo a continuación. No suele tener mucha memoria. Suele ser un buen jugador y probablemente sea un buen corredor que practique el ejercicio físico agotador que requiera de una gran fortaleza. Entre los aspectos negativos de este carácter cabe destacar su tendencia dominante, la intolerancia, el despotismo, la obs­ tinación e, incluso, la ceguera a tener en cuenta las consecuen­ cias de sus acciones y los enojos sin motivo con los demás. Un caso extremo puede ser la insistencia patológica en seguir un determinado curso de acción. El tratamiento del niño colérico debe apuntar a ofrecerle la oportunidad de utilizar adecuadamente las características pro­ pias de su temperamento. En este sentido, hay que tener en cuenta que el niño colérico debe tener la posibilidad 7de reali­ zar una intensa actividad física, cuando ello sea necesario y posible. El colérico siente que debe conquistar el mundo y, por 227

Tipologías corporales

ello, la oposición, la competencia y la rivalidad son desafíos que alimentan su alma. Las palabras mágicas son: «¡Tú puedes hacerlo!» Con este tipo, los castigos no sirven de mucho y resulta más apropiado utilizar el humor. Si el profesor puede dramati­ zar un acto colérico, por ejemplo, es muy probable que el niño vea el lado divertido del asunto y lo relacione consigo mismo. Si el niño pilla una rabieta, el profesor debe permanecer impa­ sible y volver a hablar sobre el tema al día siguiente. Un pro­ fesor sensible advertirá los signos de impaciencia y, antes de que la tensión aumente, deberá encontrar una forma de liberar­ la (pidiéndole, por ejemplo, que borre la pizarra o que abra la ventana). El niño colérico necesita un héroe. Debe pensar que el pro­ fesor lo sabe todo y lo puede hacer todo. En este sentido, el maestro debe subrayar su superioridad. El niño necesita barre­ ras para superar y comprender, de ese modo, que la vida no es sencilla. También conviene hablar detenidamente con él en ciertas ocasiones, especialmente si se ha portado mal. En tal caso, el profesor puede, por ejemplo, preguntarle: «¿Qué debe­ rías hacer?», con lo cual el ego del niño se siente tenido en consideración y puede sensibilizarse y sentir que la decisión realmente está en sus manos. Las situaciones muy dinámicas, en las que el profesor se llega a sentir implicado, son un verdadero alimento para el co­ lérico. En la escuela suele tener una relación especial con la divi­ sión y con las sumas y sus instrumentos musicales preferidos son los de percusión. En el caso de que le guste otro tipo de instrumentos su predisposición tenderá a la ejecución de solos. Si el castigo es necesario, no deberá ser inmediato ya que, mientras esté enojado, es inútil pedirle que sea razonable. Por consiguiente, sus acciones deberán ser reconsideradas poste­ riormente en un ambiente tranquilo.

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Rudolf Steiner y el temperamento infantil

SANGUÍNEO Los niños sanguíneos suelen ser muy habladores, esbeltos, delgados y armoniosos. Su cuerpo está bien proporcionado y es flexible y hermoso; sus manos son elegantes y bien forma­ das, su rostro es resplandeciente e inteligente, con la piel son­ rosada y los rasgos regulares. El niño sanguíneo se siente afor­ tunado en su cuerpo y para él el sol está siempre resplandeciendo. No suele pasear sino que cuando camina lo hace para des­ plazarse de un sitio a otro. Sus pasos casi son saltos y tiende a apoyar tan sólo los dedos de los pies, aunque también puede pisar el suelo con firmeza si así lo desea. Su sistema respirato­ rio y rítmico están bien desarrollados. Sus ojos son vivaces, danzarines y expresivos, y suelen brillar con excitación. Sus gestos son rápidos y variados, y tiene la peculiaridad de sen­ tarse o acostarse en todo tipo de sorprendentes posturas que no parecen incomodarle lo más mínimo. Habla con elocuencia y utiliza, en ocasiones, un lenguaje florido e indirecto. Es muy hablador y da todo tipo de infor­ mación aunque su conocimiento sobre el tema pueda ser su­ perficial e incluso inexacto. Su mente es como una mariposa que va de impresión en impresión. Todo le atrae y le gustan las novedades aunque su interés es inconstante. Es atento y amable y, por consiguiente, un buen compañero. Cuando se hace daño, puede gritar hasta desgañitarse, pero pronto se le pasa, ya que no puede perma­ necer enojado durante mucho tiempo. Le gusta el cambio, pue­ de prometer la luna y olvidarse en seguida. Es una persona imaginativa y llena de ideas sobre todas las cosas. Es un opti­ mista incurable que vive de los sueños y proyectos que le sus­ cita la experiencia inmediata. Se da cuenta de todo pero apenas si recuerda nada. Es difícil hablar de hábitos en un sanguíneo. Su principal hábito es el de no tener hábitos. Cambia, se adapta y vive en el 229

Tipologías corporales

momento y en la situación inmediata. Es muy probable que duerma con facilidad y que se despierte muy temprano. Come frugalmente, prefiere la comida muy elaborada y le gusta la fruta. Muestra un gran interés por todo lo nuevo, una nueva casa, nuevos amigos, un nuevo profesor. También es muy pro­ bable que le guste la poesía, el teatro y el juego. Prefiere la ropa vistosa y viste a la moda, incluso cuando se trata de uni­ formes. Un niño sanguíneo, por ejemplo, estará orgulloso de su corbata nueva. Es fácil reconocer a los sanguíneos por sus dibujos y pintu­ ras. Si, por ejemplo, dibuja una escena de montaña, detallará minuciosamente numerosas cumbres y, si pinta un paisaje, lo llenará de pájaros y de animales. Para ello suele utilizar colo­ res brillantes que combina armónicamente. Es muy probable que los sanguíneos elijan profesiones en las que deban tratar con las personas, como actores, artistas, vendedores o trabajadores sociales. En cualquiera de los casos, son personas flexibles, que pueden adaptarse a casi cualquier tipo de trabajo y abandonarlo si no les conviene. En su aspecto negativo, sin embargo, los sanguíneos viven de impresiones fugaces que no suelen digerir ni revivir, impre­ siones que, por tanto, no se convierten en experiencia. Conti­ nuamente están sujetos a cambios de humor, son impacientes, dejan las cosas a medio hacer, olvidan las promesas y no asu­ men sus responsabilidades. Son personas superficiales y poco fiables, una característica que, en caso extremo, puede condu­ cirles a la locura. El tratamiento adecuado para este tipo de niños consiste en darle muchas cosas para atraer su inquieta atención y luego di­ rigírsela hacia algo importante. Su temperamento es proclive a prestar atención a cuestiones secundarias pero el profesor debe intentar fomentar su interés por lo esencial recordándoselo de continuo mediante imágenes claras. En cualquier caso, la ver­ dadera clave del tratamiento de este tipo de niño consiste en llegar a establecer una relación personal con él. Aunque el san­ guíneo muestre un interés fugaz por las cosas, los objetos y las 230

Rudolf Steiner y el temperamento infantil

personas, no obstante puede desarrollar un interés estable en las relaciones. De este modo, el contacto con las personas pue­ de despertar su interés por las cosas. No le gusta que le intimi­ den sino que quiere hacer las cosas por amor. Le agrada dar placer y le gusta hacer las cosas como un favor personal. Su frase mágica es: «Hazlo por mí». Si existe la menor duda so­ bre su capacidad para llevar a cabo una tarea, estará ansioso por mostrar lo que puede hacer. En la escuela muestra una habilidad especial por la multi­ plicación y los instrumentos de viento son sus favoritos. Es un ser social al que le gusta participar y, en este sentido, tocar con toda la orquesta. Si es necesaria alguna admonición bastará con una palabra amable, ya que se da cuenta rápidamente lo que se le quiere decir y advierte en seguida las consecuencias de sus acciones.

FLEMÁTICO El flemático es una persona agradable, robusta, enérgica y tal vez algo enfermiza. Camina plácida y tranquilamente, con una despreocupación que algunos califican de dejadez. No gesticula y se toma el tiempo necesario para hacer o explicar las cosas, lo cual, sin embargo, no significa que sea perezoso. Si algo le interesa puede llegar a ser asombrosamente activo. La flema es el elemento acuático y el agua suele ser tranquila pero también implacable. En este sentido, cuando un flemático está realmente excitado, lo mejor será que sus vecinos se refu­ gien en un lugar seguro hasta que pase el temporal. No hay fuego en su expresión y contempla sosegadamente el mundo con cierta objetividad. Habla con un tono tranquilo y mesurado que puede resultar melancólico, pero dice lo que tie­ ne que decir de modo claro, conciso y lógico. Su información suele ser exacta y fiable. El flemático vive mucho en su interior pero, a diferencia del melancólico, que está mucho más preocupado consigo mis­

Tipologías corporales

mo con exclusión del resto del mundo, el flemático permanece imperturbable frente a lo que ocurre a su alrededor. Normal­ mente está tranquilo y sereno y mantiene una actitud general hacia el mundo que parece decir «dejadme solo». Ello no sig­ nifica, sin embargo, que no sea amable sino que, por el contra­ rio, es afable, atento y servicial, aunque, eso sí, reservado. El flemático suele ser una persona de buen humor, tranqui­ la, sociable -en el caso de que alguien rompa el hielo por ély algo soñadora, aunque no, por ello, extravagante. Necesita tiempo para tomar una decisión pero, una vez tomada, suele ser sensible. No reflexiona rápidamente y tiene dificultades para responder con espontaneidad. Puede ser una compañía aburrida pero sus excelentes cualidades le hacen fácilmente soportable. Es sincero, fiel, confiable, honrado, ordenado y consciente. Una de sus cualidades más positivas es su incapa­ cidad para dejar cualquier trabajo sin terminar o mal termina­ do. Le gusta la rutina, el trabajo ordenado y hacer una sola cosa cada vez. No cambia de ideas ni de trabajo con facilidad y, en consecuencia, quien quiera algo de él debería pedírselo claramente. Es perseverante hasta la obstinación y se le puede considerar anticuado en su forma de vestir porque antepone su propia comodidad a la ropa de moda. No es un líder nato pero sobresale en aquellas situaciones en las que se requiere una cuidadosa planificación. Es difícil persuadirle pero no rechaza la franqueza. Es una persona que puede estar sin hacer nada. El flemático es consi­ derado con los demás y, por ello, su enojo no se expresará como agresividad sino como resentimiento. Es tímido, vive en su propio mundo y agradece que los demás se preocupen por él. El flemático es una criatura de hábitos y que mantiene sus hábitos. Le gustan los horarios definidos y la vida regular, las comidas a horas fijas y puede comer de todo. Realmente no pueda decir que no a una buena comida. No tiene aficiones de­ finidas, tal vez pasear tranquilamente con el perro, la escultu­ ra, la lectura y una siesta. Su tranquilidad y su sosiego le pro­ porcionan la posibilidad de adquirir sabiduría.

Rudolf Steiner y el temperamento infantil

El niño flemático es el más fácil de educar. Comer, digerir y dormir son sus principales preocupaciones y, una vez satis­ fechas esas necesidades, se siente feliz. En sus dibujos y pin­ turas se manifiesta una cierta delicadeza pero pueden parecer algo inconclusas y probablemente no muy interesantes aunque los colores estén armoniosamente combinados. Si pinta un pai­ saje montañoso, probablemente se trate de una gran colina. Además, posiblemente requiera de un modelo o de alguna idea que copiar. Suele ser una persona poco consciente de sus habi­ lidades artísticas y sólo las emprende cuando lo considera como un trabajo. Los flemáticos son proclives a desempeñar trabajos subor­ dinados que requieren una cierta responsabilidad. Su interés primordial, en este sentido, se dirige hacia aquellas profesio­ nes que tienen que ver con la organización y la administración, como la enseñanza, la investigación, la delincación y la arqui­ tectura. El aspecto más negativo de su carácter es una falta de inte­ rés que, en casos extremos, puede conducir a la estupidez. Como ocurre con el resto de los temperamentos, el trata­ miento más adecuado para el niño flemático consiste en apo­ yarse en su propia naturaleza. En este sentido, uno debe ha­ blarle tranquilamente de cosas indiferentes tratando de despertar su interés por los demás. Este tipo de niño suele te­ ner muchos compañeros, así que resulta fácil despertar su inte­ rés a través de ellos. Debe despertársele a una hora razonable y lavarse con agua fría. Probablemente duerma mucho, por lo tanto es adecuado despertarle temprano y darle trabajo que ha­ cer. Tampoco debe abrigársele mucho ni permitirle comer en demasía, especialmente féculas, que son un alimento inade­ cuado para él. Suele mantener relaciones estrechas con las personas con quienes se relaciona. El contacto personal le resulta necesario para despertar su actividad aunque necesita que le digan qué es lo que tiene que hacer. Las palabras mágicas son: «¡Adelante con ello!» aunque, en este caso, como en todo lo que tiene que 233

Tipologías corporales

ver con él, hay algo de magia. Un aplauso o un golpe en el pu­ pitre despiertan súbitamente su interés. En ese momento se despabila y puede transmitírsele algún mensaje. Suele ser un niño influenciable y que obedece, aun a regañadientes, las ór­ denes que se la dan. En la escuela mantiene una relación especial con la aritméti­ ca, particularmente con la suma, y su instrumento musical pre­ dilecto es el piano, disfrutando también con el canto coral. Para ponerle en movimiento es necesario hacerle consciente del pre­ sente y, si es preciso castigarle, debe ser de manera inmediata.

MELANCÓLICO El melancólico da una impresión de pesadez aunque no ne­ cesariamente es grande y huesudo. Su actitud es taciturna y mueve las extremidades con dificultad. Su complexión es lán­ guida, sus ojos suelen expresar tristeza, sus gestos son pesados y muestran una tendencia a la resignación. El melancólico ca­ mina deslizándose, pensativo, y da la impresión _como, en re­ alidad, sucede_ de estar un poco distante del mundo. Habla lentamenmte y pensando en lo que dice, pero no siempre dice lo que piensa. Es como si sólo expresara la mitad de su pensa­ miento. Parece como si estuviera abrumado por el peso de su cuerpo. El melancólico es un individuo tranquilo, introspectivo y replegado sobre sí, dando vueltas mentalmente a lo que ha vis­ to y oído, especialmente en el caso de que haya sentido daña­ do su amor propio. Es tan egoísta que cree que sus experien­ cias son especiales y que sólo le suceden a él. Es, por tanto, bueno para él, leer o escuchar historias -en particular, biogra­ fías de grandes personajes- que le demuestren que su expe­ riencia no tiene nada de excepcional. Nunca olvida los insultos ni las injurias, aunque no hayan sido intencionales o hayan sido el simple fruto de su imaginación. Siempre imagina lo peor y tiene un miedo mórbido a morir de alguna terrible en­ 234

Rudolf Steiner y el temperamento infantil

fermedad. Suele ser triste, taciturno y vive en el pasado. Está tan lleno de sí mismo que no puede escuchar lo que dicen los demás ni tampoco puede colocarse en su punto de vista. Se siente fácilmente conmovido por lo que los demás dicen de él y, a su vez, les hiere con facilidad. Se asombra de que le acu­ sen de ser egoísta, no comprende que pueda estar equivocado y no tolera el sarcasmo ni las bromas. Por una parte, quiere que el mundo esté a su servicio y puede llegar a ser verdade­ ramente despótico mientras que, por la otra, si alguien despier­ ta su simpatía, puede ser muy servicial y sacrificarse por los demás. En tal caso puede llegar a identificarse fácilmente con el sufrimiento de los demás. Cuando está enojado puede convertirse en una persona cruel. Es muy autocompasivo y cualquier malestar o incomo­ didad corporal puede llegar a trastornarle por completo. No hace amigos con facilidad y con frecuencia tiene un amigo especial que suele ser su víctima. Le gustaría participar en la diversión de los demás pero no suele sentirse capacitado para ello y prefiere permanecer como espectador. Es amante de los lugares oscuros y silenciosos y es un lector voraz, dis­ frutando de la lectura, especialmente con poca luz. Los niños melancólicos son aquéllos que se sientan a leer en las ramas de los árboles. En el aula, el niño melancólico puede fácilmente pasar de­ sapercibido pero, si se le pide que participe, suele responder perfectamente. Al melancólico le gustan los dulces y no comerá si en la comida se adivina todavía la forma del animal del que proce­ de. Suele sufrir de estreñimiento y le aterra el agua fría. Suele preferir la ropa de color gris. Es aficionado a leer, pintar, re­ solver crucigramas, rompecabezas y solitarios, y también po­ dríamos agregar que le encanta pensar y estudiar. Es una per­ sona cordial y es feliz disfrutando amablemente de la contemplación. El melancólico es un intelectual y todo lo enriquece con su propio pensamiento. Es poco observador pero recuerda lo que 235

Tipologías corporales

ve y tiene muy buena memoria para las cosas que tienen que ver con él. La naturaleza del niño melancólico se revela en sus dibujos y en sus pinturas, y se pierde en los detalles. Le gusta pintar con colores intensos y no se olvida de ningún detalle, aun cuando utilice la acuarela. Es frecuente encontrar individuos melancólicos en profe­ siones tales como doctores, párrocos, jardineros, enfermeras y artistas. Un aspecto negativo del melancólico es su incapacidad para tener en cuenta el mundo externo y para mostrar su grati­ tud. En los casos extremos su mundo interno puede llegar a ser abrumador y conducirle a la depresión aguda, la locura o, in­ cluso, el intento de suicidio. El tratamiento más adecuado para este tipo consiste en una combinación de simpatía y firmeza. Sus rasgos tristes deben ser dramatizados. El niño necesita alimentar su alma y le gus­ ta participar en el sufrimiento de los demás. Los cuentos con final triste son uno de sus alimentos preferidos. No hay que «consolar» al melancólico y resulta inútil in­ tentar animarle ó distraerle con comentarios optimistas como «las cosas pronto mejorarán». Ve el lado oscuro y triste de la vida y considera frívolo cualquier intento de animarle. El me­ lancólico es feliz cuando se siente miserable y, por tanto, de­ bemos permitirle ser feliz (o miserable). Un melancólico responderá con cordialidad si se le muestra algo o si se le pregunta sobre algo sobre lo que pueda expresar su opinión. Hay que llamar su atención para que se dé cuenta del mundo externo. Hay que explicarle con claridad las conse­ cuencias de sus acciones, especialmente en el caso de que afecten a los demás y les causen sufrimiento. El niño melan­ cólico encontrará cien razones para justificar sus acciones y es por ello que el educador debe estar dispuesto a cortar su re­ tahila de justificaciones con un rotundo «sí» o con un contun­ dente «no». Si se encuentra con dificultades, utilizará la in­ trospección para superarlas. 236

Rudolf Steiner y el temperamento infantil

El melancólico es feliz si puede hacer algo por los demás, sobre todo si se le pide de tal modo que sienta que se está sa­ crificando a sí mismo, lo cual también le ayuda a superar su egoísmo. Si el educador es una persona que ha sufrido mucho en la vida y ha sido maltratado por el destino, el alumno me­ lancólico tendrá con él una relación más profunda. También debemos prestar atención a la salud, ya que este tipo de niño necesita calor -tanto externo como interno-, salud y movimiento corporal. El niño melancólico, por último, tiene una buena relación con la aritmética, especialmente con la substracción, y sus ins­ trumentos musicales preferidos son los de cuerda, mostrando también, en tal caso, una predisposición especial hacia la in­ terpretación en solitario.

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SEXTA PARTE: LOS TIPOS ENEAGRAMÁTICOS

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Desde el mismo momento en que apareció el primer libro sobre el eneagrama en la década de los 80 su popularidad no ha dejado de crecer. El concepto de eneagrama como una he­ rramienta de autoconocimiento y crecimiento interno fue dado a conocer públicamente por vez primera a comienzos de este siglo por el enigmático maestro esotérico George I. Gurdjieff. Gurdjieff (1870-1949) afirmaba haber aprendido el eneagrama de una secreta «escuela de sabiduría» sufí de Afganistán y lo comparaba con la «piedra filosofal», capaz de transformar el plomo en oro. Según él, se trataba de una herramienta tan im­ portante que había sido mantenida en secreto hasta aquel mo­ mento y es por ese mismo motivo que no había rastro de ella en la literatura oculta o sufí. El término eneagrama procede del griego enneas, que significa «nueve» y del término gramma, que significa «punto», y es casi seguro que fue acuñado por el mismo Gurdjieff, que era grecoarmenio. Fue Oscar Ichazo quien primero aplicó el eneagrama a la personalidad. Oscar Ichazo es otro enigmático maestro espiri­ tual un tanto reticente también a hablar de la procedencia de sus teorías. Ichazo creció en Bolivia y Perú y, cuando tenía diecinueve años, comenzó su entrenamiento intensivo en un grupo de estudio esotérico de Buenos Aires que se ocupaba, entre otras cosas, del estudio de la obra de Gurdjieff. Ichazo afirmaba que había descubierto la tipología eneagramática de la personalidad en una revelación mística en la que llegó a ex­ perimentar internamente cada uno de los distintos puntos del eneagrama. Uno de los primeros alumnos de Ichazo fue Claudio Na­ ranjo, un psiquiatra chileno que luego se instaló en los Estados 241

Los tipos eneagramáticos

Unidos y estuvo estrechamente ligado al Instituto Esalen (el famoso centro de crecimiento personal) y al movimiento del potencial humano en general. Ichazo le dijo a Naranjo que aceptaría un grupo de alumnos norteamericanos para seguir un programa de formación intensiva. En 1970, cuarenta y cinco norteamericanos, la mayor parte de los cuales estaban vincula­ dos a Esalen, fueron invitados por Claudio Naranjo a empren­ der un programa de adiestramiento de diez meses con Ichazo en Arica, Chile. Después de los primeros seis meses, cinco de los integrantes del grupo original (entre los cuales se hallaba el mismo Naranjo), abandonaron el entrenamiento, que concluyó formalmente en abril de 1971, fecha en la que el grupo termi­ nó regresando a los Estados Unidos. Más tarde, Ichazo invitó al grupo a seguir trabajando y co­ laborando con él en la apertura de una escuela en Nueva York. El primer grupo de trabajo con Ichazo en Nueva York comen­ zó en octubre de 1971 con cuarenta y cuatro de los participan­ tes del grupo de Chile. Ellos fueron los fundadores del Institu­ to Arica y pusieron en práctica un programa nacional de enseñanza que, tras varios años de rápido crecimiento, terminó quedando relativamente inactivo. Naranjo regresó a su hogar, en Berkeley, y fundó su propia organización, SAT (Seekers After Truth), una de cuyas herra­ mientas fundamentales de trabajo era la tipología eneagramáti­ ca que había aprendido de Ichazo, sazonada con su propio co­ nocimiento psiquiátrico dando lugar, de este modo, a una sofisticada descripción psicológica de cada uno de los nueve tipos. La mayor parte de los discípulos de Naranjo se han de­ dicado a enseñar y a escribir sobre el eneagrama. John Lilly y Joseph Hart fueron dos de los miembros del grupo original de norteamericanos que trabajaron con Ichazo. En el capítulo 16, Lilly y Hart nos presentan la versión de Ichazo del eneagrama de la personalidad. Ichazo definía a cada tipo eneagramático en función de la fijación al ego (un térmi­ no similar al rasgo capital de Gurdjieff). Ichazo también espe­ cificó las «trampas» (o formas habituales de actuar), las «ide­ 242

Introducción a s » ( u objetivos positivos), las «pasiones» (o sistemas de su­ pervivencia emocional) y los «valores» (o sentimientos esen­ ciales que contrarrestan las pasIbnesyj^opoF g^a3a~ im b de los tipos. Ichazo subrayaba la necesidad de armonizar la cabeza, el corazón y el vientre acentuando también la necesidad de co­ menzar a trabajar con el vientre, al que Gurdjieff denominaba el centro del movimiento. Como decía Ichazo, es ahí donde conocemos y experimentamos directamente la vida y, para po­ der llegar a hacerlo, tenemos que trabajar duro para poder sa­ car a la conciencia de nuestra cabeza. Tres de los tipos eneagramáticos -8, 9 y 1- se orientan ha­ cia el centro del vientre. Estos tipos están relacionados con el tipo hostil de Homey (el que se oponeaJosdemásV tienen que ver con el poder y la jüsticia y tienen relativamente poco acce­ so a las sensaciones de miedo y ansiedad. Los tipos 2, 3 y 4, por"su parte, han desarrollado mucho el centro del corazón, se parecen a quienes se acercan a los demás en la tipología de Homey, están fundamentalmente implicados con las relaciones y_syelerLser~comumcativos, alegres y armoniosos. Los tipos 5, 6 y 7. por último, están orientados hacia la cabeza, tienen que ver con quienes se alejan de los demas, según la tipología de Homey, y tienden a ocultar sus sentimientos detrás de una fa­ chada de objetividad,. En el capítulo 17, Naranjo relaciona el sistema del eneagra­ ma con sus raíces gurdjievas y con la moderna teoría psicoanalítica. Naranjo también sugiere una serie de denominaciones diferentes para cada uno de los tipos. Los nombres de sus tipos se adecúan tanto al rasgo sobresaliente de otras estructuras ca­ racteriales como a sus operaciones cognitivas más habituales. Helen Palmer, la más conocida de las escritoras sobre el eneagrama, es consejera, maestra de intuición y una gran estu­ diosa de la obra de Gurdjieff. Lleva unos quince años estu­ diando y enseñando el eneagrama, y ha desarrollado un pro­ grama nacional de entrenam iento del eneagram a para terapeutas y otros profesionales. En el capítulo 18 -escrito es-

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Los tipos eneagramáticos

pecialmente para este libro- Palmer discute el papel que de­ sempeña la ubicación de la atención en cada uno de los tipos eneagramáticos. El hecho de que cada uno de los tipos preste atención a diferentes aspectos del mundo que nos rodea supo­ ne que cada uno de ellos vive prácticamente en una realidad diferente. Al igual que ocurre con la astrología, el eneagrama consti­ tuye un mapa de la conciencia que nos proporciona pistas para responder a la eterna pregunta ¿Quién soy yo? Es importante, por último, recordar que, cuando estudiamos un mapa, no de­ bemos confundirlo con el territorio.

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16. EL ENEAGRAMA DE LA PERSONALIDAD DE ARICA John C. Lilly y Joseph E. Hart Cuando nace un niño es pura esencia, un ser natural, instin­ tivo y amoroso, en un cosmos ordenado que forma una unidad con todos los hombres y con Dios. Éste es el estado perfecto de inocencia. Sin embargo, el niño debe crecer y, entre los cua­ tro y los seis años, bajo la influencia del medio, los padres y la sociedad, el niño comienza a desarrollar una personalidad para poder sobrevivir, el ego. La conciencia de la alegría y la armo­ nía de su esencia comienza a palidecer hasta que sólo tiene conciencia de su ego, en lucha por sobrevivir en un mundo amenazante. Esta falta de conciencia de la esencia conduce a la desdicha que muchos consideran parte integrante de la con­ dición del hombre en este mundo. Pero si el ego, con sus cons­ tantes miedos, pudiera ser eliminado, el hombre podría regre­ sar a su estado original de ser esencial, con el añadido de todo el conocimiento que la experiencia le ha dado en el curso de la vida. Este conocimiento y esta experiencia enriquecerán la esencia, que puede funcionar en plena armonía con el cosmos y es, de ahí en adelante, la de un hombre «iluminado». El ego afecta a la totalidad del hombre, a sus pensamientos, a sus emociones y a sus movimientos corporales y su energía, 245

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Los tipos eneagramáticos

representados por tres centros: el centro intelectual, situado en la cabeza; el centro emocional, situado en la región del cora­ zón, y el centro instintivo-motor, situado unos cuatro dedos por debajo del ombligo. En consecuencia, uno de los primeros pasos que hay que dar para alcanzar la iluminación consiste en romper el sometimien­ to del ego al centro del pensamiento, dado que cuando el hom­ bre está identificado con su ego se percibe a sí mismo, a los de­ más y al mundo únicamente en función de la estructura de su ego. El ego quiere que la mente controle el centro emocional y el centro instintivo-motor, de modo que es necesario aprender a pensar con todo el cuerpo mediante el uso de las mentaciones. Para romper el sometimiento al intelecto es necesario com­ prender la estructura del ego personal. Cada ego tiene una pau­ ta definida de pensamiento, una fijación. Existen nueve fija­ ciones básicas que se muestran habitualmente bajo la figura del eneagrama, un recurso de enseñanza procedente de la tra­ dición sufí que después desarrolló Ichazo. Lejos de tratarse de Indolencia

Mezquindad

Melancolía

El eneagrama de la personalidad de Arica

un símbolo arbitrario, el eneagrama presenta una serie de rela­ ciones dinámicas interiores y exteriores -muy cuidadosamente elaboradas- entre cada uno de sus puntos y la totalidad. El eneagrama es un tema de constante meditación y estudio. Las relaciones que presenta son tan complejas y ricas que sería im­ posible explicarlas en el curso de un breve artículo. Para superar el sentimiento de desdicha y de vacío, el ego debe buscar algo que colme el hueco creado por su propia fi­ jación: Indolencia: Esta persona busca el amor fuera de sí y no hace esfuerzo alguno por encontrar su esencia y, con ella, la paz. Popularmente se le conoce con el nombre familiar de Ego-In. Resentimiento: Siempre enojada consigo misma y con los demás por no ser perfectos. Ego-Resent. Halago: Necesita una audiencia que la apruebe. Muchos animadores pertenecen a este grupo. Ego-Hal. Vanidad: Lucha por obtener títulos, posiciones de im­ portancia y poder sobre los demás. Ego-Va. Melancolía: Nunca se encuentra a gusto con la situación presente y siempre aspira a un futuro feliz. Ego-Melan. Mezquindad: Desea el anonimato y contempla la vida desde bastidores. Ego-Mez. Cobardía: Necesita un líder fuerte a quien seguir, al­ guien que pueda protegerlo. Ego-Cob. Planificación: Siempre planea qué hacer y qué debe su­ ceder; siempre desilusionada con los resultados. EgoPlan. 247

Los tipos eneagramáticos

Venganza: La sensación de injusticia le hace ser autodestructiva y también destructiva con respecto a los de­ más. Ego-Ven. El ego lleva a cada persona a su propia trampa de fijación o falso sustituto de la experiencia de la propia esencia. Buscador

Cada fijación tiene su propia «trampa», un modo habitual de actuar que emana del ego. La persona que cae en la «tram­ pa» ligada a su fijación seguirá repitiendo una y otra vez la misma acción moviéndose en círculo cerrado hasta que se dé cuenta de que no está yendo a ninguna parte. En ese momento estará en condiciones de que la «idea» le haga atravesar la puerta de la trampa y la lleve a reencontrarse con su esencia. Ego-In buscador: Siempre busca la solución a sus pro­ blemas fuera de sí, yendo de gura en guru. 248

El eneagrama de la personalidad de Arica

Ego-Resent perfección: Aunque exige la perfección de sí, también se la exige a los demás. Siempre se odia a sí mismo por no ser perfecto y siempre está desilusionado de los demás. Ego-Va eficacia: Tiene escasa paciencia con la inefica­ cia de los demás y lucha contra esta dependencia para li­ berarse de la aprobación y de la desaprobación social. Ego-Melan autenticidad: Para esta persona la verdadera pareja siempre está a la vuelta de la esquina, dentro de un minuto, de un día o de un año. Con semejante com­ pañero se sentirá realizado y, por lo tanto, será auténti­ co. Ego-Mez observador: Esta persona contempla la vida desde un escondrijo porque está aterrorizada ante la po­ sibilidad de participar directamente en ella. Ego-Cob seguridad: Esta persona vive atemorizada, para ella la vida es siempre amenazante y, por ello, bus­ ca algo o a alguien que le proteja del posible desastre. Tratará de amasar una sólida fortuna o se convertirá en el devoto seguidor de un líder fuerte. Ego-Plan idealismo: Se dedica a manipular el presente para que el futuro resulte perfecto y se cumplan sus ide­ ales. Pero cuando el futuro se convierte en presente se siente desilusionado y debe comenzar a trabajar nueva­ mente en busca de nuevos ideales. Ego-Ven justicia: Esta persona tiene conciencia de que vive en un mundo muy injusto y es muy sensible a las acciones y los pensamientos desleales que se dirigen contra él. Su respuesta inmediata es la venganza.

Los tipos eneagramáticos

Cuando reconoce que las «trampas» son fuentes de desdi­ cha que no llevan a ninguna parte, la persona está preparada y en condiciones para aceptar la «idea» más adecuada para ella. Estas «ideas» no son sino facetas particulares de la esencia eterna que puede llevar al ser humano a experimentar su ser esencial y, de ese modo, conquistar la paz y la felicidad inter­ na. La experimentación de estas ideas depende de la baraka, la energía divina, que debe impregnar totalmente a la persona. La inmersión en la baraka se lleva a cabo mediante la meditación, la respiración, los cánticos y otros ejercicios. Amor santo

Ego-In amor santo: El buscador busca a alguien que le ame de verdad para poder sentirse digno de amor. La experiencia del «amor santo» revela que su esencia es puro amor. Es, pues, a la vez, amante y amable. 250

El eneagrama de la personalidad de Arica

Ego-Resent perfección santa: El buscador de la perfec­ ción experimenta desde fuera que su esencia es perfecta. Puede apaciguarse. Ego-Hal libertad santa: La experiencia de la esencia li­ bera al hombre de la dependencia de la aprobación de los demás y le conduce a la libertad de vivir según las leyes cósmicas. Ego-Va esperanza santa: El buscador de eficacia, al des­ cansar en su esencia, descubre que todas las cosas fun­ cionan y seguirán funcionando con un máximo de efica­ cia siguiendo las leyes cósmicas. El funcionamiento continuo del cosmos no depende exclusivamente de sus esfuerzos y, haga lo que haga, siempre alberga una es­ peranza para el futuro. Ego-Melan originalidad santa: Una vez que se da cuen­ ta de que su esencia surge del ser perfecto, sabe que él es «verdaderamente verdadero» ahora, y no en futuro más o menos cercano. Ego-Mez omnisciencia santa: El observador, que acu­ mula un conocimiento sobre la vida observándola entre bastidores, sólo se compromete con ella cuando experi­ menta su esencia. Entonces, y sólo entonces, tiene pleno conocimiento de la vida. Ego-Cob fe santa: Al que busque seguridad, su esencia le mostrará que nada externo puede llegar a dañarle, ni siquiera la muerte física, y se convierte verdaderamente en su esencia. Ego-Plan trabajo santo: Para el planificador idealista del futuro, su esencia le proporcionará la posibilidad de vivir y trabajar plena y felizmente en el momento presente. 251

Los tipos eneagramáticos

Ego-Ven verdad santa: Una vez que el buscador de jus­ ticia advierte que su esencia sigue verdaderamente las leyes cósmicas, que son cabalmente verdaderas y justas, se sentirá satisfecho y en paz. La ruptura de la identificación del ego con las emociones o el centro situado en el corazón sigue en gran medida la misma pauta de cobrar conciencia de la propia pasión predominante y de contrarrestrarla mediante la virtud correspondiente. Las pasiones son los sistemas de supervivencia emocionales del ego. Una persona con una determinada fijación reaccionará, por lo general, ante la vida de un modo habitual. En un momen­ to u otro sentirá todas las pasiones, pero la pasión que predomi­ ne será la que determine el tono emocional de su personalidad. Ego-In pereza: El ego indolente se mostrará muy pere­ zoso en la búsqueda de su esencia aunque puede ser hiperactivo para descubrir la forma de evitar el trabajo que requiere su búsqueda. Ego-Resent enojo: El ego mantendrá a la persona en re­ sentido enojo por no ser perfecta y por no serlo tampo­ co quienes le rodean. Ego-Hal orgullo: El ego halago depende de la aproba­ ción y el aplauso de los demás y trabaja duro para obte­ nerlos. La constante aprobación y halago de los demás produce el ego orgullo. Ego-Va engaño: A quien pretenda ser conocido por sus logros, por sus posiciones de influencia y por su eficacia le resulta difícil admitir cualquier cosa que pueda dañar su imagen pública, por lo que a menudo debe recurrir al engaño para proteger su ego. Ego-Melan envidia: La persona que cuenta con un ego

El eneagrama de la personalidad de Arica

melancolía, en la esperanza de encontrar una pareja o una situación perfecta en la que pueda sentirse verdade­ ramente legítima y realizada, tiende a sentir que la ma­ yor parte de los demás lo han logrado y, por supuesto, experimenta envidia ante su aparente felicidad. Ego-Mez avaricia: Al ego-mez le resulta indispensable el anonimato y la seguridad para poder observar el mun­ do con seguridad desde la trinchera de su escondrijo. No sólo se muestra ávido de contar con los medios para po­ der defender su escondrijo sino que también ansia acu­ mular conocimientos sobre lo que ocurre en la vida para poder sentirse vivo. Ego-Cob miedo: Todos tenemos un miedo instintivo de las situaciones peligrosas con el objeto de salvaguardar nues­ tra existencia física. Sin ese miedo no duraríamos gran cosa. Pero, para el ego cobardía, toda la vida resulta ame­ nazante. Los enemigos le rodean y siempre debe estar alerta y buscar a alguien más fuerte que le proteja. Aunque este miedo constante es penoso, resulta, sin embargo, fa­ miliar y seguro. Vivir sin él le convertiría en alguien de­ masiado vulnerable a cualquier ataque inesperado. Ego-Plan glotonería: El ego-plan siente que si un poco de algo es placentero una cantidad ilimitada produciría placeres inauditos. Esta proyección del gozo presente a un futuro éxtasis mediante una acumulación cada vez mayor de lo mismo es una reacción emocional recurren­ te ante lo bueno que siempre aboca a una incómoda sen­ sación de saciedad y malestar físico. Ego-Ven exceso: La persona que busca la justicia y la verdad suele exagerar su venganza dada la indignación moral que experimenta ante la injusticia. Pero, del mis­ mo modo que puede exagerar su venganza contra quien 253

Los tipos eneagramáticos

cree que lo ha ofendido, también puede castigarse aún más a sí mismo cuando cree haber cometido una injusti­ cia. Con frecuencia se daña físicamente. Para contrarrestar las pasiones del ego, que impiden la captación de la propia esencia, la persona debe recurrir a cier­ tos ejercicios especiales que le permitan experimentar las vir­ tudes opuestas o los sentimientos esenciales. Los medios prácticos utilizados son la meditación sobre las virtudes o el uso de los mudras o posiciones de las manos tal como se las ve representadas en las figuras del Buda o los bodhisattvas. Se hace abundante uso de los «ejercicios de reduc­ ción del ego», que deliberadamente tratan de despertar las pa­ siones para que las personas tomen conciencia de sus puntos débiles. Estos ejercicios se preparan cuidadosamente y sólo se proponen cuando la persona se halla realmente en condiciones de desarrollarlos. P ereza

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El eneagrama de la personalidad de Arica

Acción

Ego-In: La virtud es una acción realizada con el objeto de experimentar la propia esencia, superando así la pereza. Ego-Resent: Cuando uno sabe que su esencia es perfec­ ta -como lo es la de todos los demás- la serenidad su­ pera al enojo. Ego-Hal: La humildad es la manera evidente de superar el orgullo. Se trata de que uno se dé cuenta de que po­ see la misma esencia perfecta que los demás, de que no es único. Ego-Va: La veracidad contribuye a que uno se dé cuen­ ta de que es lo que es. No tiene, por tanto, que utilizar el engaño para mantener una imagen externa importante.

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Los tipos eneagramáticos

Ego-Melan: La felicidad en el momento presente, o ecuanimidad, contribuye a superar la envidia que produ­ ce la felicidad de los demás. Ego-Mez: La desidentificación con respecto al refugio seguro y a la necesidad de saberlo todo libra a la perso­ na de su avaricia y de su lucha por proteger su anoni­ mato. Ego-Cob: La valentía puede reemplazar al miedo. Nada ni nadie puede dañar la propia esencia, sólo uno tiene la opción de fortalecer el ego o de experimentar la esencia. Ego-Plan: La sobriedad enseña que la felicidad se alcan­ za paso a paso y que no puede lograrse de una vez por todas utilizando medidas extremas y ansiosas. Ego-Ven: El exceso de venganza respecto a los demás y a uno mismo puede reemplazarse gracias a la inocencia infantil. «¿Por qué habría de querer lastimar a nadie y por qué alguien habría de querer lastimarme a mí?» Para Ichazo, a menos que el hombre aprenda a vivir en su centro motor y ponga fin a la identificación del ego con la mente, su desarrollo evolutivo se verá interrumpido a la edad de diez años. El hombre que viva en su centro motor conocerá su unidad con todos los demás hombres, verá desaparecer su individualismo y, con él, los conflictos y la búsqueda de sí que están conduciendo a la destrucción de la cultura y del planeta. La humanidad debe transformarse en una totalidad orgánica o en una familia que viva en armonía con el cosmos.

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1

17. LAS RAÍCES DEL ENEAGRAMA Claudio Naranjo La principal distinción en este cuerpo de la psicología que quisiera subrayar es la existente entre lo que Gurdjieff denomi­ naba «esencia» lo que llamaba «personalidad», la distinción en­ tre el yo real y el yo condicionado con el que normalmente nos identificamos. Donde Gurdjieff habla de personalidad, Ichazo habla de ego, más en consonancia con el uso que se le da recien­ temente a este término (viaje del ego, muerte del ego, trascen­ dencia del ego) que con el significado que tiene en la actual psi­ cología del ego. Esta distinción es similar a la propuesta por Winnicot entre el «self real» y el «falso self», aunque ciertamen­ te puede resultar un tanto equívoco hablar de esencia, de alma, de yo real o de atman, como si el referente de todos estos térmi­ nos fuera algo fijo e identificable. Por ello es por lo que, más que hablar de la esencia como de una cosa, deberíamos pensar en ella como un proceso, una carencia de ego, una forma libre y sin obs­ curecer del funcionamiento de la totalidad humana integrada. Aunque «ego» sea la palabra que más he utilizado cuando presentaba estas ideas a comienzos de los setenta, espero haber utilizado al menos tan a menudo la palabra «carácter», a la que considero como un equivalente apropiado del mismo concepto y que, sin embargo, no tiene el inconveniente de confundirla con el significado del «ego» en el moderno psicoanálisis. 257

Los tipos eneagramáticos

La palabra «carácter», derivada del griego charaxo, signifi­ ca grabar y se refiere a lo que permanece constante en una per­ sona, a lo que está grabado, a los condicionamientos conductuales, emocionales y cognitivos. Uno de los méritos de la psicología contemporánea ha sido el de ilustrar el proceso de deterioro de la conciencia como consecuencia de la frustración emocional temprana que tiene lugar en el contexto familiar. Como respuesta al sufrimiento y la ansiedad, el individuo afronta aquellas situaciones que perciba como amenazantes con respuestas similares, respuestas que terminan fijándose y convirtiéndose, como decía Freud, en una compulsión a la re­ petición. Este proceso, sin embargo, entraña una pérdida de contacto con la experiencia (una disminución de la conciencia) que implica, al mismo tiempo, una automatización mediante la cual la persona se convierte, de algún modo, en un autómata, más que en un agente libre de su vida. Junto a esa reducción de la conciencia y a esa automatiza­ ción que tiene lugar como respuesta al dolor temprano, la es­ tructura del ego se polariza entre el deseo exagerado y el odio, sentimientos que, junto al oscurecimiento de la conciencia, han sido señalados por la doctrina budista como los tres vene­ nos que enturbian la existencia en el samsara, es decir, las tres raíces de la conciencia egoica. La teoría de la neurosis implícita en la visión protoanalítica [eneagrama] es congruente con los enfoques freudiano y reichiano que consideran a la neurosis como la consecuencia de una restricción del instinto y también con el concepto de la sa­ lud como autorregulación que géneralmente comparten los psi­ cólogos humanistas desde Rogers y Perls. Aunque la teoría del instinto ha dejado de estar de moda en los círculos psicoanalíticos desde la aparición de la etología, la teoría psicológica ac­ tual reconoce la omnipresencia de tres objetivos fundamenta­ les en la concienciahumMa^ia-supeixiveñcíareT^lacerl ' las 4©laciones.. A diferencia de las religiones tradicionales, que equiparan implícitamente lo instintivo con la esfera de las pasiones, la vi­ 258

Las raíces del eneagrama

sión de la mente que presentamos aquí concibe a la salud como un estado de instinto libre o liberado, una concepción que puede equipararse adecuadamente al concepto contempo­ ráneo de autorregulación. Así pues, desde este punto de vista el verdadero enemigo en la Guerra Sagrada del Cuarto Cami­ no contra el falso self (o self inferior) no es el animal interno sino el reino de los impulsos apasionados que contamina, re­ prime y sustituye al instinto, y también -y más decisivamentelos aspectos cognitivos del ego, las «fijaciones» que, a su vez, sostienen las pasiones. Permítanme ahora decir algo sobre el eneagrama, una figu­ ra geométrica que Gurdjieff introdujo en Occidente y que las escuelas esotéricas posteriores a él y a Ichazo consideran como una pauta que encama leyes universales discemibles a modo de proceso. 9

Figura I 259

Los tipos eneagramáticos

El triángulo inscrito en el círculo alude a una trinidad uni­ versal que impregna toda existencia en forma de una fuerza «activa», una fuerza «pasiva» y una fuerza «neutra», mientras que los puntos que circundan el enegrama (a excepción del 3 y el 6, llamados «puntos de shock») representan una pauta sep­ tenaria de los ciclos naturales. Según se dice, la «Ley del Tres» se aplica al principio divino mientras que la «Ley del Siete» se aplica a la creación. Los puntos de shock «invisi­ bles» constituyen un vínculo entre los reinos del ser y del de­ venir, una influencia de un nivel superior a aquél en el que se desarrolla un determinado proceso, El examen del eneagrama de las pasiones que presentamos en la figura II muestra que tres de esos plintos ocupan una po­ sición más central que el resto. El simbolismo del eneagrama -según el cual los diferentes puntos corresponden a grados e, intervalos en la escala musical- muestra que la pereza psicoes-) piritual, ubicada en la parte superior, constituye la más funda-/ mental, el Do, como si dijéramos, de las pasiones. Desde este punto de vista, la inercia psicológica, la pereza, constituye un reflejo de la teoría del aprendizaje (que conside­ ra a la neurosis como condicionamiento), mientras que los otros dos puntos del triángulo interno, por su parte, resumen la teoría freudiana de la neurosis (como expresión de la ansiedad infan­ til) y la teoría existencial (según la cual el fundamento de la pa­ tología radica en la falta de autenticidad y en la «mala fe»). El hecho de que estos tres estados mentales estén ubicados en los ángulos del triángulo de las pasiones supone que éstas son las piedras de toque de todo el edificio emocional y que todos los estados intermedios pueden ser explicados como el fruto de la interacción, en distinta proporción, existente entre ellos. Desde este punto de vista, la ira, por ejemplo, es un hí­ brido entre la inercia psicológica y el engaño, como lo es tam­ bién el orgullo, aunque con una distinta predominancia de la pereza y de la vanidad, respectivamente. Las conexiones existentes erfte estos tres puntos -que con­ figuran los tres lados de un triángulo- constituyen relaciones 260

Las raíces del eneagrama

psicodinámicas. En este sentido, bien podríamos decir que cada uno de ellos es el fundamento del siguiente en la secuen­ cia determinada por las flechas. Así pues, si comenzamos a leer esta secuencia psicodinámica por la parte superior, podemos decir que una falta de la sen­ sación de ser, implícita en la «robotización» de la pereza, priva al individuó de un fundamento desde el que actuar y termina abocando al miedo. Pero, por más que lo temamos, debemos ac­ tuar en el mundo y así, en lugar de ser quienes somos, nos ve­ mos urgidos a resolver esta contradicción actuando desde un yo falso. Entonces erigimos una máscara entre nosotros mismos y el mundo, nos identificamos con ella y aparece el orgullo. Sin embargo, en la medida en que nos identificamos con nuestra máscara, nos olvidamos de quiénes somos realmente y, de ese modo, perpetuamos el oscurecimiento óntico que, a su vez, ali­ menta el miedo, generando, de ese modo, un círculo vicioso. P ereza

9

2 Soberbia

V anidad

5 A varicia

4 E nvidia

Figura II 261

Los tipos eneagramáticos

Si el lector presta atención al eneagrama de las pasiones ad­ vertirá que siete de ellas no difieren de los siete pecados capi­ tales (de caput, cabeza) gregorianos y que los otros dos -a los puntos de shock (que, según la tradición, son invisibles)- son precisamente las piedras angulares del sistema no menciona­ das por la tradición cristiana. En mi opinión, la presente concepción del centro emocional inferior o, dicho en otras palabras, el eneagrama de las pasio­ nes, nos proporciona una visión más comprensiva de la neuro­ sis que la que podemos encontrar en aquellas teorías que pro­ ponen que toda psicopatología (sin importar el estilo de neurosis de que se trate) se asienta en una de estas actitudes. Del mismo modo que Freud elaboró una interpretación de la vida y de las relaciones humanas centrada en el miedo y que los existencialistas han subrayado la importancia de ser-paralos-otros y la falta de autenticidad, Karen Homey ha recalcado -como lo hacen los autores cristianos- que el principal defec­ to psicológico es el orgullo. Melane Klein, por su parte, ha se­ ñalado el papel fundamental de la envidia y Fairbain y Guntrip, por último, han hecho hincapié en el fenómeno esquizoide relacionado con el punto 5. Quizás fuera más adecuado decir -como lo hace el protoanálisis- que todos los puntos de vista son aplicables a cada uno de nosotros pero que cada una de estas interpretaciones se ajusta más a una determinada situación o a la estructura carac­ terial de un determinado individuo. Así pues, desde esta pers­ pectiva, el diagnóstico de la pasión principal puede constituir una interpretación central cuya importancia y potencial trans­ formador sólo es comparable al del ego cognitivo, o fijación, el principal representante de «Satán» (según la terminología de Ichazo) en el psiquismo. Pero más que caracterizar a las pasiones, sólo querría, en este artículo, subrayar que debemos sintonizamos a nosotros mismos con el significado original de los términos tradiciona­ les, considerando, por ejemplo que la «ira» es una «oposición» más interna y fundamental que la irritación excesiva; que la 262

Las raíces del eneagrama

«lujuria» no es tanto una propensión hacia el sexo o el placer como una pasión por el exceso o el apasionamiento excesivo; que la «gula» no debería ser entendida en un sentido estricto como un apetito desmedido por la comida, sino en un sentido más amplio, como una tendencia hedonista y un ansia insacia­ ble; que la «avaricia», por su parte, puede referirse o no a la acumulación de dinero y debería, más bien, designar el apego voraz y temeroso generalizado. Del mismo modo, deberíamos considerar también la renuncia alternativa a la identificación exclusiva con la lujuria, la gula, la envidia y otras emociones.

263

18. TIPO SAGRADO: LAS NUEVE PERSONALIDADES DEL ENEAGRAMA Helen Palmer El eneagrama es un antiguo sistema de desarrollo del ser humano que se basa en nueve tipos de personalidad y en la forma en que actúan entre sí. Cada uno de los tipos está defi­ nido por un tema mental y emocional. Los tipos correlacionan bien con las distintas teorías de la personalidad al uso pero no se ocupan tanto de describir rasgos patológicos como personas normales y aquellas otras cuyo funcionamiento está por enci­ ma de lo normal. Ninguno de los tipos es mejor que el resto, cada uno es adecuado pero todos ellos difieren radicalmente en su punto de vista. El estudio externo del sistema ilustra lo que piensan y sien­ ten los nueve tipos, cómo se relacionan entre sí y la mejor for­ ma de fomentar su crecimiento y desarrollo. Este nivel propor­ ciona nociones fundamentales sobre nosotros mismos y sobre nuestras relaciones. Pero el principal poder del eneagrama re­ side en que aclara la forma en que cada uno de los tipos se ha­ lla ligado a ciertos aspectos de la esencia del ser humano. Nuestra esencia es el elemento permanente del ser. La con264

Tipo sagrado: las nueve personalidades d el eneagram a

ciencia de la esenciatambién se ha llamado conciencia superior o realización espiritual.1 El estudio interno del sistema se ocupa del vínculo existen­ te entre la personalidad y la conciencia superior. El trabajo consiste en transformar la energía invertida en los hábitos emocionales y mentales ordinarios en capacidades como la empatia, la omnisciencia y el amor. En realidad, los aspectos superiores del tipo son cualidades espirituales que pertenecen al reino de lo divino y que, por tanto, no deben confundirse con las habilidades, el aprendizaje creativo y los rasgos psico­ lógicos que caracterizan a un buen funcionamiento. A fin de cuentas, la lucidez mental y la generosidad emocional que ma­ nifiestan las personas psicológicamente maduras no son, es­ trictamente hablando, cualidades espirituales. Estos recursos del espíritu no pertenecen al mismo orden que los rasgos psicológicos y, por lo tanto, no pueden ser apre­ hendidos mediante el análisis y la emoción, y sólo aparecen cuando la conciencia ha trascendido las fronteras del pensa­ miento y del sentimiento. Existe, por supuesto, una tendencia natural a confundir los aspectos de la esencia con el funciona­ miento psicológico maduro porque, para describir las diversas actividades de la esencia, nos vemos obligados a recurrir a pa­ labras que se refieren a acontecimientos ordinarios. El Abhidhamma, la obra clásica de la psicología budista, es otro antiguo sistema que establece relaciones entre el tipo hu­ mano y el dominio espiritual. Los rasgos adscritos a los tres ti­ pos budistas se corresponden fielmente con los tres puntos del triángulo interno del eneagrama. El tipo Codicia, al igual que el «tres» del eneagrama, está motivado por el deseo (deseo de más dinero, de más fama, de más placer, etcétera). El tipo Odio, al igual que el «seis» del eneagrama, considera la vida como una batalla. El tipo Ilusión, por último, como el «nueve» del eneagrama, trata de funcionar sin prestar atención. Según el budismo, estas tres visiones engañosas se contrarrestan cul­ tivando sus tendencias opuestas, la desidentificación, la com­ pasión y la atención. 265

Los tipos eneagramáticos

LAS PASIONES DE LA TRADICIÓN SAGRADA A partir de 1984 se han escrito varios libros sobre el siste­ ma que describe las nueve personalidades del eneagrama con un lenguaje adaptado al pensamiento psicológico occidental. Estos textos se ocupan de describir los distintos tipos en fun­ ción de sus hábitos mentales y emocionales y la forma en que suelen expresarse. Un enfoque más clásico del eneagrama, sin embargo, considera que cada uno de los tipos constituye una fijación de la atención en una de las pasiones emocionales re­ currentes de la tradición sagrada. Desde este punto de vista, la pasión es el eje central de la personalidad en tomo al cual se organizan los pensamientos, los sentimientos y la conducta propios de un determinado tipo. A diferencia de las emocio­ nes, que cambian constantemente, las pasiones, en cambio, constituyen el eje fundamental de una distorsión perceptiva sistemática, el núcleo de una visión distorsionada de la vida. Tradicionalmente se habla de siete pasiones que, sumadas a las dos tendencias «genéricas» que comparten todos los tipos, hacen un total de nueve. Cada pasión es una versión distorsio­ nada -o «caída»- de un aspecto de la esencia del ser humano. El trabajo psicológico consiste en disolver y eliminar esa dis­ torsión. El trabajo espiritual, por su parte, consiste en transfor­ mar la energía contenida en la pasión y recuperar, de ese modo, su expresión divina original. Las siete pasiones son am­ pliamente conocidas como los siete «pecados» capitales de la cristiandad. Gurdjieff, el transmisor del eneagrama en Occi­ dente, creía que el «rasgo fundamental» de la personalidad se asentaba en estos vicios.2 Según él: Son los mismos motivos los que siempre movilizan el Rasgo Fundamental. Es como si el piso de una bolera estuviera in­ clinado y esa inclinación impidiera que la bola se desplazara en línea recta. El Rasgo Capital, que siempre nos hace salir por la tangente, se deriva de uno o varios de los siete pecados mortales, pero fundamentalmente del amor propio y de la va-

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama nidad. Para descubrirlo es necesario ser más consciente, y este descubrimiento, a su vez, supone un aumento de conciencia.3

George Ivanovich Gurdjieff (1872-1949) fue un maestro espiritual de enorme magnetismo personal que vivió y enseñó durante un período en el que las ideas freudianas sobre el in­ consciente apenas si circulaban. Gurdjieff dijo que había estu­ diado el eneagrama de fuentes sufíes y fue el introductor en Occidente del diagrama de la estrella de nueve puntas, inclu­ yendo la pauta de flujo interno que relaciona de un modo con­ creto cada uno de esos puntos. Es por ello por lo que el eneagrama ha terminado convirtiéndose en el emblema de su trabajo.4 Aunque, en su aspecto negativo, las pasiones constituyen vicios u oscurecimientos de la mente, no obstante, también re­ presentan una fuente primordial de energía para la liberación espiritual. Las pasiones son, por así decirlo, la materia prima, el compost, las cualidades de la naturaleza humana que pueden transformarse y convertirse en aspectos de la divinidad, o esencia. Debemos señalar que el eneagrama sólo hace mención a las nueve facetas del ser superior que pueden experimentar­ se transformando las energías emocionales negativas. La ale­ gría, por ejemplo, no aparece en el eneagrama, como tampoco lo hacen ciertos estados internos como el vacío o la beatitud, por ejemplo. Así pues, desde el punto de vista del desarrollo humano, la pasión constituye el eje de la personalidad, el agente clave de la transformación que conduce desde la con­ ciencia ordinaria hasta la conciencia superior. Richard Rohr, un sacerdote católico que ha escrito sobre el eneagrama dice: «La yuxtaposición de las pasiones con sus al­ ternativas positivas ha sido un tema relevante en la historia de la espiritualidad cristiana. Geoffrey Chaucer (circa 13401400), el gran poeta inglés anterior a Shakespeare, nos ofrece, en “El cuento de Parson” (de Los cuentos de Canterbury) una lista especialmente interesante. Chaucer escribe desde la cre­ encia de que cada pecado capital puede ser contrarrestado por 267

Los tipos eneagramáticos

su antídoto, una virtud, que constituye el remedio concreto para curar cada uno de los «pecados». Su visión resulta, en este sentido, muy similar a la que nos proporciona el eneagra­ ma, porque los pares de «pecados» y «virtudes» correspon­ dientes son prácticamente idénticos. Así pues, la humildad constituye el antídoto de la soberbia, el verdadero amor a Dios cura la envidia, el remedio de la ira es la paciencia, la pereza (indolencia) se supera con la fortaleza, la avaricia con la com­ pasión, la gula con la sobriedad y la moderación, y la lascivia (lujuria) con la castidad.5 Continuando con el concepto de pasión como un agente po­ tencial de liberación, el poeta Dante utiliza, para referirse a las siete áreas del Purgatorio, los mismos términos que se usan ac­ tualmente en los estudios sobre el eneagrama. El purgatorio puede ser considerado como una «estación provisional» entre la vida terrenal y el reino de los cielos, un «lugar» en el que los pecados son expiados y el alma se prepara para la beatitud o ser permanente. Dante (1265-1321) La Divina Cwwc/w-Purgatorio Uno Dos Tres Cuatro Cinco Seis Siete Ocho Nueve

Ira Orgullo Envidia Avaricia Gula Lujuria Pereza

Oscar Ichazo (1970) Entrenamiento Arica

Mansedumbre Ira Orgullo Humildad Engaño Caridad Envidia Pobreza Avaricia Miedo Abstinencia Gula Exceso Castidad Celo Pereza

Serenidad Humildad Veracidad Ecuanimidad Desapego Coraje Sobriedad Inocencia Acción

Hemos ubicado, en esta tabla, la nomenclatura de las pa­ siones y de sus opuestos superiores utilizada por Dante en la sección dedicada al pugatorio de La Divina Comedia6junto al 268

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

trabajo de Oscar Ichazo, fundador de la escuela Arica y cono­ cido también por haber utilizado la estrella de siete puntas de Gurdjieff cargada con los pecados capitales del cristianismo. Los tipos «genéricos» del engaño y el miedo son descritos en el pugatorio de Dante como estados de conciencia, e Ichazo los ubicó en el eneagrama para completar los nueve puntos.7

LAS PASIONES TRADICIONALES E N E L ENEGRAMA DE GURDJIEFF SEGÚN ICHAZO El engaño y el miedo aparecen en lo que Gurdjieff llamaba «puntos de shock», o puntos de anclaje, del triángulo interno del eneagrama. Éstos son los puntos que regulan el aporte de energía procedente de los reinos de la esencia -o de la graciaa las dimensiones materiales de la vida.8 Según la tradición sa­ grada, todos nosotros estamos sumidos en la falsa creencia de que nuestra personalidad es nuestro verdadero self y este ale­ jamiento de nuestra naturaleza espiritual es la verdadera causa del miedo. El engaño es la identificación que nos lleva a confundir nuestra personalidad con el self auténtico. Pero la identifica­ ción es un mecanismo psicológico necesario para la formación de la personalidad. Todos nosotros nos identificamos con las características propias de nuestro tipo y, a través de esta iden­ tificación, estamos engañosamente convencidos de que nuestra personalidad es nuestra verdadera naturaleza.9 Quienes se identifican con el rol y con la imagen como el rasgo fundamental de su vida psicológica se hallan ubicados en el punto «tres» del eneagrama. La historia de sus vidas ilus­ tra el autoengaño que supone asumir una falsa persona para conseguir la aprobación y el amor de los demás. Sus observa­ ciones nos recuerdan que, cuando nos identificamos con las características propias de nuestro tipo, terminamos olvidándo­ nos de nuestra verdadera naturaleza espiritual.

269

Los tipos eneagramáticos 9 Mediador Pereza

Avaricia

Envidia D ia g r a m a I

El miedo es la segunda cualidad «genérica» que contribuye a la formación del tipo. La tradición sagrada nos recuerda que los niños nacen con la capacidad potencial de confiar física­ mente en la bondad de los demás y que se repliegan sobre sí mismos cuando esta seguridad es rota por la tensión y el dolor. Quienes se identifican con el miedo como rasgo capital de su vida interna se ubican en el punto «seis» del eneagrama. Sus observaciones nos recuerdan el papel que desempeña la ansiedad en la formación de cualquier tipo. Quienes están en­ cuadrados en el tipo «seis» afirman que el miedo comienza apareciendo en sí mismos y que luego se proyecta hacia el ex­ terior. Según dicen, algo externo les ha producido miedo y eso es lo que determina que escruten el exterior en busca de «la ra­ zón» de su sensación de amenaza interna.

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

La proyección es el principal mecanismo de defensa del tipo «seis» (estilo paranoico) y también desempeña su papel en cualquier tipo de percepción distorsionada de la realidad. To­ dos nosotros compartimos la misma tendencia genérica a mirar hacia fuera para tratar de explicar el motivo por el cual senti­ mos lo que sentimos. Es nuestro propio miedo el que nos hace proyectar y buscar fuera de nosotros el «origen» de nuestro malestar.10 El miedo universal al cambio ilustra perfectamente el factor genérico del miedo en la formación del tipo. Es muy difícil cambiar una determinada conducta -aun cuando nos demos cuenta de ella- y cuando comienza a cambiar tenemos miedo, dudamos y nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos que el problema carece de importancia. La mayor parte de nosotros terminamos olvidándonos. Tememos al cambio porque eso su­ pondría transformar las defensas propias de nuestro tipo.

LOS CENTROS Gurdjieff elaboró su concepto de «Rasgo Capital» -o pa­ sión fundamental del tipo- en base a un modelo extraído de la tradición sagrada. Según este modelo el ser humano es un ser tricerebrado. Estos «tres cerebros» se refieren a los tres tipos de conciencia ordinaria: mental, emocional e instintiva (basa­ da en el cuerpo). Para Gurdjieff el progreso espiritual implica la transformación de la conciencia ordinaria hacia reinos de percepción más sutiles mediante el desarrollo de un centro mental superior y un centro emocional superior. Para Gurdjieff la vida espiritual está gobernada por los cen­ tros de percepción superiores. Su pensamiento es perfectamen­ te compatible con las prácticas meditativas que recomiendan el aquietamiento del pensamiento y de las emociones para que la inteligencia interna o «superior» del corazón y de la mente puedan llegar a abrirse. El estudio profundo del eneagrama su­ pone aquietar la mente, desarrollar el observador interno y 271

Los tipos eneagramáticos

cambiar la ubicación de la atención para activar, de ese modo, los centros superiores de percepción. El diagrama II sugiere una aproximación a la activación de los centros superiores de percepción. La energía habitualmen­ te invertida en la actividad sexual, el bienestar instintivo y el movimiento (orientación) se «acumulan» como una fuerza en el centro abdominal mediante ciertas prácticas meditativas concretas. Cuando las tres energías vitales se consolidan en el centro abdominal, ascienden como una fuerza para activar los centros mental superior y emocional superior. De este modo, la energía que normalmente se expresa a través de los hábitos mentales, emocionales y físicos, se transforma para «desper­ tar» la actividad del centro abdominal y de los centros mental superior y emocional superior. Las principales tradiciones su­ periores han denominado a este centro abdominal de formas diferentes, como centro del vientre, centro del cuerpo, hara, tantien y kath. En mi opinión, si esto es así, si la fuerza ascendente del centro abdominal consolidado es alimentada por tres energías «instintivas» diferentes, aquellas energías son mediadas por los subcentros descritos en la fisiología de la experiencia sa­ grada. Estos subcentros se localizan en determinados lugares físicos del cuerpo y su actividad suele describirse en la fisiolo­ gía de la experiencia sagrada. Estos subcentros se localizan en determinados lugares físicos del cuerpo y sus actividades sue­ len describirla los meditadores como el resultado de la energetización que acompaña a la práctica. Los subcentros principa­ les pueden experimentarse en el perineo, el plexo solar y la base de la columna. El hecho de que los centros «instintivos» basados en el cuerpo de los que habla Gurdjieff estén realmente relacionados con los estadios del crecimiento psicológico que depende de la maduración instintiva es una cuestión que los teóricos del de­ sarrollo todavía no han llegado a resolver.

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

CABEZA

CORAZÓN

VIENTRE

D ia g r a m a II. T ipo S a g ra d o : E l C e n tro d e la C o n c ie n c ia O rd in a ria y d e la C o n c ie n c ia S u p e rio r

El diagrama III muestra la forma en que los nueve tipos sa­ grados pueden superponerse al modelo nuclear de Gurdjieff de los tres tipos de inteligencia ordinaria y de sus correspondien­ tes aspectos superiores. Esta superposición fue desarrollada por Oscar Ichazo, quien también ubicó adecuadamente a las siete pasiones del cristianismo más los dos rasgos generales del engaño y del miedo hasta totalizar nueve. Ichazo completó el modelo gurdjievo de la posible evolu­ ción del ser humano agregando un componente cognitivo a cada una de las pasiones emocionales. Así pues, Ichazo deter­ minó la preocupación mental propia de cada uno de los tipos y también definió su correspondiente modalidad alternativa su­ perior. Luego completó esta visión del modelo eneagramático 273

Los tipos eneagramáticos

asignando cada una de las tres energías vitales o «instintos» de Gurdjieff a un aspecto concreto de la vida práctica, a los que llamó autoconservación, relación sexual y relación social. La autoconservación tiene que ver con la supervivencia co­ tidiana, el aspecto sexual de la vida está ligado a la supervi­ vencia en el tiempo (genética) y el aspecto social a la supervi­ vencia en grupo (rebaño). Queda todavía por determinar si las claves conductuales que Ichazo ha asignado a cada aspecto es­ tán realmente moduladas por los instintos. Tal vez no se trate más que de cuestiones relacionadas con la supervivencia per­ sonal, sexual y social.

LA TRADICIÓN ORAL Al sintetizar el modelo de Gurdjieff con la descripción tra­ dicional de los pecados capitales del Cristianismo, Ichazo for­ muló una teoría occidental de la personalidad. De este modo proporcionó una descripción de los tipos que transmitió en un entrenamiento que tuvo lugar en 1970 en Arica, Chile.11 La preocupación principal del tipo y sus relaciones con las distintas teorías psicológicas fue amplificada por su discípulo, el psiquiatra Claudio Naranjo, uno de los participantes del en­ trenamiento de Arica. Naranjo relacionó los distintos tipos con los diferentes criterios diagnósticos existentes y también demostró la eficacia de un enfoque basado en la enseñanza oral entrevistando a personas adiestradas en la autoobservación que pudieran describir adecuadamente sus propios esta­ dos internos.12 La transmisión oral se basa en las descripciones aportadas por personas capacitadas para observar el funcionamiento de su mundo interno. Los buenos observadores pueden observar mucho más allá de sus conductas superficiales y también pue­ den hablar de los pensamientos, sentimientos y motivos que se esconden detrás de sus acciones. En la tradición oral utiliza­ mos un método de investigación que consiste en propiciar un 274

9 P articipación

C onfianza 5

Fortaleza 6

4 V ergüenza

3 Prestigio

2 A m bición

4 C om petencia

4 E nvidia

3 E ngaño

2 O rgullo

1 Ira

Sugestibilidad 7

\

1 Inadaptación

9 U nión

/ \

Fortaleza 5

A fecto 6

D efensores 7

Supervivencia 8 satisfactoria

/

9 A petito

9 A cción

/ \

9 A m or (Caridad)

D esapego 5

V alor 6

S obriedad 7

Inocencia

O m nisciencia 5

Fe 6

3 V anidad

V erdad 8

T rabajo 7

Posesión

5 A varicia (Codicia)

M iedo 6

G ula 7

E xceso (Lujuria) 8

Diagrama III

2 H alago

1 R esentim iento

4 M elancolía

9 Indolencia (Pereza)

M ezquindad 5

Cobardía 6

Planificación 7

V enganza

Indolencia

4 V alentía

3 Seguridad

1 A nsiedad

4 Ecuanim idad (Equilibrio)

2 H um ildad

1 Serenidad

4 O riginalidad

3 Esperanza

2 Libertad

1 Perfección

Los tipos eneagramáticos

diálogo entre los diferentes tipos. Este diálogo produce ilustra­ tivos ejemplos de primera mano de la forma en que los dife­ rentes tipos de personalidad influyen sobre la toma de decisio­ nes, la vida profesional y el establecimiento de todo tipo de relaciones. Desde hace unos veinte años me dedico a enseñar el eneagrama sosteniendo un diálogo con personas que representan su propio tipo, conmigo misma y con otros que formulan pregun­ tas al respecto. Mi papel es el de moderadora para impedir que la conversación no se desvíe de los objetivos perseguidos y poder identificar así aspectos concretos de cada una de las dis­ tintas personalidades. Esta forma de trabajo se ha revelado su­ mamente fructífera a la hora de definir las características pro­ pias de los nueve tipos y también se ha convertido en un ámbito adecuado para que quienes enfocan la vida desde dife­ rentes puntos de vista aprendan a desarrollar la compasión por los demás. En este sentido, resulta extraordinario, por ejemplo, el nivel de comprensión que se desarrolla entre antiguas pare­ jas a medida en que su diálogo va profundizándose. Con mu­ cha frecuencia he visto que personas que nunca antes habían reconocido la importancia de observarse a sí mismos, se le­ vantaban súbitamente de la silla y comenzaban a aplaudir apa­ sionadamente después de escuchar una conversación sincera. En mi opinión, el diálogo constituye la forma más adecua­ da de enseñanza del eneagrama. Es evidente que se trata de una forma rápida y eficaz de fomentar la comprensión en gran­ des grupos de personas que no siempre son psicológicamente muy sofisticadas. Por otra parte, el hecho de ser capaz de cues­ tionar e interactuar personalmente con los tipos, ayuda a des­ cartar muchas de las falsas ideas que surgen de la simple lec­ tura de las descripciones escritas sobre éstos. Muchas de las personas que se acercan a los talleres de trabajo sobre el eneagrama saben muy poco sobre su propio tipo o sobre el tipo de las personas que les rodean en su vida cotidiana. En este sen­ tido, la posibilidad de ver a diferentes personas pertenecientes al mismo tipo constituye una innegable ventaja porque, de este 276

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

modo, podemos comparar nuestra propia vida con las historias que nos presentan los distintos expositores, identificándonos o no con ellos. Por otra parte, el diálogo sobre los tipos también resulta muy sugestivo, ya que la conversación nunca es la misma y puede tomar direcciones muy interesantes. A lo largo de los años he hablado de temas que van desde la sexualidad hasta los estilos de parentaje pasando por el desarrollo espiritual. De este modo podemos establecer interacciones muy estimulantes entre una determinada persona y sus padres, su esposa, sus hi­ jos, sus jefes, sus empleados y sus amigos. En cualquier caso, la verdadera razón por la cual me agrada el método del diálo­ go consiste en la riqueza de la información que siempre acom­ paña a una buena conversación, ya que el verdadero interés, de hecho, gravita en tomo al descubrimiento del papel desempe­ ñado por el tipo en la vida espiritual del sujeto. En este sentido, el trabajo en grupo ilustra perfectamente la forma en que cada tipo aborda su vida profesional y su vida personal, pero los buenos autoóBservadores siguen siendo una fuente fiable de información cuando se les pregunta sobre sus experiencias con la meditación y la oración. Los entrevistados afirman que la pasión que afecta a su vida externa también di­ ficulta su meditación y su reflexión interna. Si utilizamos el triángulo central del eneagrama como ejemplo, veremos que el tipo Autoengaño (punto «tres») confunde la actividad de me­ ditar con sentirse afectado y conmovido por el silencio, que el tipo Miedo («seis») teme dejar de pensar y que el tipo Indo­ lencia («nueve») tiene dificultades para concentrarse.

UBICACIÓN DE LA ATENCIÓN En mi opinión, cada pasión puede ser descrita recurriendo a la forma habitual en la que estructura la atención. Así, cuando la atención es «atrapada», automáticamente deseamos con en­ vidia, nos infatuamos con orgullo o nos contraemos con avari­

Los tipos eneagramáticos

cia. Por otra parte, la energía estalla súbitamente cuando esta­ mos enojados o nos impulsa a huir cuando tenemos miedo. Por último, la atención queda fijada al objeto que codiciamos o en­ vidiamos, a lo que nos enoja o a lo que deseamos. Existen también ciertas ocasiones en las que el objeto de atención está tan cargado energéticamente que respondemos de manera re­ fleja sin comprender siquiera que nuestras percepciones se han restringido y disorsionado. En mi opinión, es importante que cada tipo pueda describir la ubicación automática de la atención característica de su pa­ sión. El tipo Envidia («cuatro»), por ejemplo, recuerda el ob­ jeto perdido de su amor y anhela emocionalmente nombrando específicamente a una figura ausente y a una forma concreta de reaccionar ante esa figura. Otro de los «tipos emocionales» del eneagrama, el tipo Orgullo («dos»), focaliza su atención en las necesidades de los demás y reconoce emocionalmente «en qué se convierte» cuando ofrece a los demás aquello que dese­ an. Las pasiones no son más que una versión compulsiva de reacciones humanas espontáneas y adecuadas y, en conse­ cuencia, todos podemos identificar la ubicación de la atención que subyace a cada tendencia emocional. Cada uno de noso­ tros tiene un anhelo, como ocurre con el tipo «cuatro» y, del mismo modo, el tipo «dos» no es el único que modifica su forma de presentarse ante los demás para conseguir su reco­ nocimiento. Así pues, cada una de las pasiones constituye el reflejo de una forma de atención que es connatural y familiar a todos nosotros. Mi propio interés por el eneagrama tiene que ver con la ubicación de la atención que subyace a un determinado rango de percepciones, particularmente percepciones emocionales, intuitivas y espirituales. Creo que la ubicación de la atención que subyace a los distintos tipos de personalidad -que por des­ gracia, limitan la percepción a un sector muy limitado de in­ formación- son realmente construcciones personales de las ubicaciones de la atención propias de determinadas prácticas meditativas. La forma más adecuada de explicar esta idea a 278

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

mis alumnos consiste en demostrar la forma en que determina­ das meditaciones transforman los efectos de cada pasión. De hecho, cualquier tipo de práctica interna está basada en deter­ minadas ubicaciones de la atención, y esto es especialmente aplicable en el caso de aquellas prácticas que invocan la con­ dición opuesta de cada una de las pasiones. El eneagrama se basa en el concepto tradicional de que las pasiones pueden convertirse en su condición opuesta o «supe­ rior». Desde este punto de vista, las facetas superiores de cada uno de los tipos constituyen formas reales de la divinidad. De hecho, existe una amplia tecnología de tradiciones sagradas or­ ganizadas para cultivar ciertas cualidades concretas de la esen­ cia, como la humildad, el amor y la fe, opuestos eneagramáti­ cos del orgullo, la indolencia y el miedo. El objetivo de este trabajo consiste en hacemos conscientes de los hábitos carac­ terísticos de cada tipo para que la acción (o la gracia) de la esencia no se vea obstaculizada por las pasiones. La breve descripción y enumeración de las pasiones clave que presentamos a continuación resume las afirmaciones de los miles de personas que han participado hasta el momento en nuestros grupos de trabajo con el eneagrama. Ellos se descri­ bieron públicamente para ayudar a los recién llegados a descu­ brir su propio tipo. Como ocurre con cada maestro, tengo mi propia visión sobre el tema. Obviamente, estoy interesada en explicitar las preocupaciones propias de cada tipo y sigo es­ tando fascinada con las interacciones que tienen lugar entre los distintos participantes. Creo, no obstante, que el tipo constitu­ ye un punto de acceso estratégico a la conciencia superior y por ello estoy menos interesada en las conductas y en los mo­ tivos que ocupan la atención de los participantes que en la ubi­ cación crónica de la atención que organiza su visión del mun­ do. Pero para alcanzar la conciencia superior debemos partir de la conciencia ordinaria que nos resulta familiar. En algún punto hay que comenzar y el más adecuado y ventajoso es la ubicación de la atención. Queremos, pues, saber a qué presta atención cada tipo, describir cómo lo hace e ir transformando 279

Los tipos eneagramáticos

gradualmente esa focalización limitada de la atención hasta llegar a abarcar la amplitud total de la información objetiva.

UNO: PERFECCIONISTA La pasión de la ira se centra en la transgresión de la norma. Lo que está en juego es el compromiso interno hacia la per­ fección. En los casos extremos este tipo se convierte en una personalidad compulsiva. El tipo «uno» busca el amor convirtiéndose en mejor per­ sona y haciendo lo que es correcto. Se mide a sí mismo en fun­ ción de los más elevados criterios en busca de una plataforma ética sobre la que erigir su vida. Su pensamiento gravita en tomo a los «debería» y a los «tendría que» («nuestra relación debe ser intachable», «nuestro trabajo tiene que ser perfecto»). En el mejor de los casos, su compromiso con la bondad cons­ tituye una guía hacia el crecimiento del ser humano. Como maniobra defensiva, el «uno» utiliza la estrategia de encontrar defectos en los demás para sentirse superior a ellos. FOCOS DE ATENCIÓN • Buscar la perfección. E vitar el error y el mal. • C onsciente. Enfatiza el ca rácter ético y m oral. P en sar lo correcto, H acer lo correcto. Ser correcto. • P ensar lo correcto: «D ebo, pu edo y quiero». • H a c e r lo c o r r e c to : S u b r a y a r la s v ir tu d e s p r á c tic a s : Trabajo, sobriedad, honradez y esfuerzo . • Ser correcto: Crítica interna severa. Voz interna enjuiciadora. • E l p eso del trabajo com pulsivo pu ede llegar a bloquear los sentim ientos inaceptables. • La ira surge de las necesidades in satisfech as . N egarse a uno mismo genera resentimiento. N o es consciente de su p r o ­ p ia ira. «Hoy estoy energético». • P reocupado p o r las decisiones. Temor a equivocarse.

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Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama • Este fo co atencional asegura una plataform a ética y m oral p a ra la vida que también pu ede conducir a: • Una sola form a de pen sar correcta. A certado o equivocado , Blanco o negro. Sin m atices intermedios. • U na ex tra o rd in a ria c a p a c id a d c r ític a y una sen sa c ió n intuitiva de lo perfectas que pueden ser las cosas.

DOS: DADOR La pasión del orgullo es una sensación inflacionada de au­ toestima que enmascara una dependencia para conquistar la aprobación de los demás. Cuando la compulsión llega a ser ex­ trema, estamos en presencia de la personalidad histriónica. El tipo «dos» se asegura el amor de los demás convirtién­ dose en alguien indispensable para ellos. Los dadores son be­ neficiosos para la vida de sus semejantes. Apoyan a sus per­ sonas más queridas, son afectuosos con ellos y les gusta ser el poder que se oculta detrás del trono. Para conseguir esto, los dadores desarrollan muchos roles distintos, un rol para el ho­ gar, otro para el jefe y muchos otros para la vida privada. En el mejor de los casos, es altruista y generoso y su maniobra defensiva fundamental consiste en dar para recibir algo a cambio: FOCOS DE ATENCIÓN • Conseguir la aprobación. Se adapta p a ra agradar a los d e­ más. Soslaya sus p ro p ia s necesidades. • Está orgulloso de ser necesitado. Ser central en las vidas de los demás. Ser indispensable. • Sensación de tener muchos yoes diferentes p a ra satisfacer las necesidades de los demás. • Confusión entre los diferentes yoes: «¿Quién soy realmente?». • D if ic u lta d p a r a r e c o n o c e r la s p r o p ia s n e c e s id a d e s . Satisface sus p ro p ia s necesidades ayudando a los demás. 281

Los tipos eneagramáticos • B u sca la lib e rta d y se sien te lim itado cuando tiene que p re sta r apoyo a los dem ás. • M o d if ic a su p r e s e n ta c ió n p a r a p o d e r s a ti s f a c e r la s n ecesidades de los dem ás. E sta fo rm a de p re sta r atención pu ede conducir a: • R elaciones em ocionales em páticas. • A daptarse a los deseos de los dem ás com o una fo rm a de asegurarse su amor.

TRES: EJECUTIVO La pasión del engaño consiste en representar una imagen de éxito ante los ojos de los demás. Si la compulsión es extre­ ma este sujeto se convierte en el perfil perfecto del tipo A. El tipo «tres» logra el amor de los demás mediante el éxito y la imagen. Subraya la importancia de la acción, compartir ac­ tividades con la familia y llevar a cabo trabajo de alto nivel. El tipo «tres» está preocupado por los roles y el estatus profesio­ nal. Quiere ser tenido en cuenta, dirigir a los demás, impresio­ narles y ser visto. El trabajo es su área de interés fundamental y, mientras lo lleva a cabo, pone en suspenso sus propios senti­ mientos. En el mejor de los casos, este foco atencional produce líderes eficaces cuyo mecanismo defensivo consiste en cons­ truirse una imagen para promover el éxito personal. FOCO DE ATENCIÓN • L o gro , produ cto y ejecución. O bjetivos , tareas y resultados. • Com petencia y eficacia. E vitar el fracaso. • L im ita d o a c c e s o a la v id a em o cio n a l; e l c o ra zó n está pu esto en el trabajo. • Pensam iento convergente. Una mente todo terreno fo ca liza ­ da en los resultados y en los objetivos concretos. • «Soy lo que hago». Confusión entre el se lf real y el trabajo o rol desem peñado.

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Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama • Aprende a «fabricar» sentimientos. Construye su imagen y aprende las líneas de conducta a seguir. • Camaleón. Cam bia sus roles y también cam bia la imagen de s í mismo. • E sta form a de p re sta r atención pu ede m axim izar el éxito. También conduce a: • A u to e n g a ñ o . T erm in a r c re y e n d o en la p r o p ia im a g en pública.

CUATRO: ROMÁNTICO TRÁGICO La pasión de la envidia nos recuerda que los demás disfru­ tan de una felicidad que parece ajena a nuestra vida. Si la com­ pulsión es extrema, este tipo se convierte en una personalidad bipolar o deprimida. El romántico anhela el amor platónico y se siente decep­ cionado cuando lo tiene al alcance de la mano. El sentimiento que acompaña a esta situación es: «Estuvimos conectados pero ahora ya no me siento bien. ¿Qué fue lo que sucedió entre no­ sotros? ¿Dónde hemos ido a parar?» Durante toda su vida bus­ ca una relación colmada de atracción, odio y dolor. La pérdida es amortiguada por un elegante estilo de vida, un trato especial y una visión personal única. En el mejor de los casos, la bús­ queda del apasionado profundiza realmente su vida emocional. Los mutables estados de ánimo de su mecanismo defensivo le convierten en alguien demasiado exquisito para la vida coti­ diana. FOCO DE ATENCIÓN • A n h e la lo im p o s ib le , lo qu e e s tá d e m a s ia d o le jo s , lo que resulta difícil de alcanzar. Evita lo ordinario. • Caprichoso, educado, lujo y buen gusto p a ra protegerse de su baja autoestima. • Atraído p o r la m elancolía. El sabor del anhelo. 283

Los tipos eneagramáticos • D e s d e ñ a la v id a c o tid ia n a , la « m o n o to n ía d e lo s sentim ientos ordinarios». • In ten sifica su vid a co tid ia n a a tra v és de la p é r d id a , la fantasía, el arte y el drama. R eyes y reinas de la representa­ ción dram ática. • S u s r e la c io n e s se c a r a c te r iz a n p o r e l tir a y a f lo ja . Q uiere ío que ha perdido y se aleja de ello cuando ya lo ha conseguido. E ste fo co alternante refuerza: • Sentimientos de abandono y pérdida, p ero también conlle­ va: • Sensibilidad, profundidad em ocional y capacidad de apoyar a los dem ás durante las épocas de crisis y sufrimiento.

CINCO: OBSERVADOR La pasión de la avaricia es un ansia de los recursos que fa­ vorecen la supervivencia independiente y privada. Proteger el conocimiento, el dinero, la energía y el tiempo se convierte, para él, en algo psicológicamente importante. Si la convulsión es extrema, este tipo termina conduciendo al comportamiento esquizoide y la conducta de evitación. El tipo «cinco» se desidentifica de las emociones cargadas y se retira a su propia intimidad para establecer contacto con lo que siente. Los encuentros públicos con los demás le agotan y busca el aislamiento para recargarse nuevamente. A menudo se expresa como pensador y estratega. Al «cinco» le gusta pro­ teger sus ambientes de trabajo de posibles interrupciones. Pre­ fiere las relaciones limitadas y las citas concertadas de ante­ mano. En el mejor de los casos, el desapego facilita un análisis claro, y su mecanismo estratégico de defensa psicológica res­ tringe su contacto emocional con los demás. FOCO DE ATENCIÓN • P reocupado p o r la intim idad y el no com promiso. 284

T

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama • Alm acena conocim iento y los prin cipios fundam entales de la supervivencia. E vita el vacío. • Se aprieta el cinturón pa ra mantener la independencia. H a­ cer con menos. • Valora el control em ocional. P refiere los acontecim ientos estructurados. C onocer el program a y el tiempo. • Com partim enta. M antiene separados los distintos ám bitos de su vida. D estina períodos de tiempo p a ra acontecim ientos em ocionalmente cargados. • E l p o d er del conocimiento. Valora los sistem as analíticos y la información especial. • Q uiere descubrir las claves de funcionam iento d el mundo. • Intenta imaginar sentimientos. • A menudo confunde la desidentificación espiritu al con la necesidad de alejarse del sufrimiento emocional. • O bserva la vida desde el punto de vista de un observador externo. Esta form a de p re sta r atención pu ede conducir a: • Sentirse aislado de los acontecim ientos de su p ro p ia vida. • Incapacidad p a ra asum ir un punto de vista desapegado que no se vea afectado p o r el tem or y el deseo.

SEIS: GREGARIO La p a s ió n d e l m ie d o impica una falta de confianza en la au­ toridad y en las situaciones que nos superan. Si la compulsión es extrema, este tipo termina convirtiéndose en una personali­ dad paranoide. El «seis» pone en cuestión el amor de los demás. ¿Para qué creer y luego ser traicionado? La mente duda. ¿Es cierto? ¿Me gustas? ¿Debo quedarme? Los gregarios son leales a las perso­ nas en quienes confían y se dirigen a las personas que les ro­ dean en busca de seguridad. Desconfían de la autoridad y es­ peran sacar partido de la gente en el poder. Bien utilizada, una mente que cuestiona llega a objetivos claros pero, como acti­ tud vital, la duda interna interfiere con el progreso. 285

Los tipos eneagramáticos FOCO DE ATENCIÓN • P ostergación. El pensam iento sustituye a la acción. • O bjetivos elevados, a menudo con una historia de situacio­ nes inconclusas. • M om entos de an siedad relacionados con el éxito porqu e el éxito suele exponer a fu erzas hostiles. • Am nesia sobre el éxtasis y el p la c e r . • P roblem as con la autoridad, ya sea p o r som eterse a ella (conducta fób ica ) com o p o r rebelarse contra la estructura de p o d e r (conducta contrafóbica). • D esconfiar de los m otivos de los dem ás, especialm ente de la autoridad. • Identificarse con las causas perdidas. L íder del p a rtid o de la oposición. • M iedo a reconocer la pro p ia angustia. M iedo a la ira de los demás. • E scepticism o y duda. P arecido a la categoría budista de «mente dubitativa». «Sí, pero...» o «quizás no funcione». • B u sca r en e l en torn o p is ta s p a r a e x p lica r la sen sa ció n interna de am enaza. Esta fo rm a de p re sta r atención pu ed e confirm ar que: • El mundo es un lugar amenazante. Pero también puede llevar a: • R econocer los m otivos y los p ropósitos ocultos que influyen sobre la realidad.

SIETE: EPICÚREO La p a s ió n d e la g u la es un apetito de los placeres de la ex­ periencia mundana. Si la mente se fascina con la vida externa, el trabajo interno se deteriora. A diferencia de lo que ocurre con el concepto habitual de gula, esta pasión sólo se focaliza ocasionalmente en la comida. Si la compulsión es extrema, este tipo se conoce como personalidad narcisista. Los «siete» se sienten merecedores de amor y de atención. 286

Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

Los desengaños rara vez salen a la superficie cuando la mente está abarrotada de planes. Si la opción A fracasa, entonces uti­ lizaré la opción B como apoyo y, si la opción B tampoco fun­ ciona, recurriré a la C. Alentados por una sensación de estima personal, es natural hacer las cosas que nos gustan. ¿Para qué atascarse en las dificultades? Si la vida es demasiado difícil, será que estamos usando un abordaje equivocado. En el mejor de los casos, la dedicación a la aventura contagia su entusias­ mo a los demás. Como maniobra defensiva, el compromiso con el placer constituye una forma de evitar el sufrimiento. FOCO DE ATENCIÓN • E stim u la ció n . C o sa s n u evas e in teresa n tes p a r a h acer. Optimismo. E vitar el sufrimiento. • D ispon er de muchas alternativas. Eludir el com prom iso con • una sola línea de acción. M iedo a las lim itaciones. • R eem plazar los sentim ientos profundos y dolorosos p o r una alternativa placentera. E scape al pla c er mental. H ablar, p la ­ nificar e intelectualizar. • El encanto com o defensa fundam ental. M iedo a quienes es­ tablecen am ables contactos con los demás. E vitar los conflic­ tos. Busca la form a de salir del problem a. • Una form a de p re sta r atención que relaciona y sistem atiza información y que pu ede incluir m ultitud de opciones. Este tipo de atención pu ede conducir a: • E scapar de las dificultades o de los com prom isos lim itado­ res m ediante la racionalización o • L a c a p a c id a d d e e s ta b le c e r re la c io n e s, p a r a le lis m o s y relaciones inusuales. H abilidad pa ra establecer síntesis no li­ neales de información.

OCHO: JEF E La pasión por la lujuria es el impulso acuciante de satisfa287

Los tipos eneagramáticos

cer las necesidades inmediatamente. Si la compulsión es extre­ ma, estamos en presencia del sociópata. Los tipos «ocho» muestran su amor a través de la protec­ ción y del poder. Les agrada la verdad que surge del conflicto. Se encuentran a gusto con la angustia y siempre están dispues­ tos a establecer contacto. Defienden a «los suyos» y establecen un bunker en su trabajo. Los «ocho» gravitan en tomo a los ro­ les de autoridad y control, y establecen las reglas del amor y de la vida profesional. En el mejor de los casos, esta actitud genera líderes que utilizan sabiamente su poder y su actitud defensiva fundamental es la de que la mejor defensa es un buen ataque. FOCO DE ATENCIÓN • C ontrol de las posesion es y del espacio personal. • P reocupado p o r la ju sticia y el poder. E vita la debilidad. • Excesiva presentación del self, dem asiada y dem asiado in­ tensa. • E scaso control de los impulsos. D ificultad p a ra establecer límites. • D ificultad p a ra reconocer la dependencia de las necesida­ des y de las em ociones más delicadas. • Temas fronterizos: aprender la diferencia entre la autode­ fen sa y la agresión. • N egación de otros puntos de vista en fa v o r de la «verdad». Confundir la verdad objetiva con la opinión subjetiva que sir­ ve a sus intereses. • Estilo de atención del tipo «todo o nada» que se p o la riza extraordinariam ente. L as personas parecen ser buenas o m a­ las, guerreros o apocados, sin posib les grados interm edios. E ste tipo de atención pu ede conducir a: • Una negación inconsciente de la debilidad perso n a l o a • P oner sus habilidades al servicio de los demás.

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Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

NUEVE: MEDIADOR La pasión de la pereza es una forma de olvidarse de uno mismo invirtiendo la energía en cuestiones secundarias. La pe­ reza es el deseo de permanecer tranquilo y alejado de los pro­ blemas que sólo ocasionalmente se convierte literalmente en pereza. Si la compulsión es extrema, este tipo se transforma en una personalidad obsesiva o en un agresivo pasivo. Los límites de los «nueve» se funden con los de sus seres queridos. Pueden asumir muchos puntos de vista. Decir «sí» me crea mucha angustia pero ¿para qué decir «no» y pelearme contigo? Los «nueve» pueden abarcar con facilidad las dos fa­ cetas opuestas de una controversia, lo cual puede terminar des­ viándoles de sus propios intereses. «Sí», para ellos, significa «estoy pensando la respuesta» y «tal vez» probablemente sig­ nifique «no». En el mejor de los casos, su tendencia a fundir­ se constituye un verdadero apoyo. Como maniobra defensiva, el hecho de adoptar muchos puntos de vista evita el compro­ miso con cualquiera de ellos. FOCO DE ATENCIÓN • R e e m p la z a r la s n e c e s id a d e s e s e n c ia le s con s u s titu to s secundarios. • Self acomodado a los placeres secundarios. Evita los conflictos. • L a s d e c ic io n e s le co lo ca n en tre la e sp a d a y la p a r e d . ¿Estoy de acuerdo o en desacuerdo? Ver todos los aspectos de la cuestión. D ecid e con fa c ilid a d cuando no hay carga p erso n a l , p o r ejem plo , en las situaciones de urgencia y en las opiniones políticas. • P o s te r g a r e l ca m b io re p itie n d o so lu c io n e s fa m ilia r e s . Actuar rutinariamente. Ritualismo. P arece com o si dispusiera de todo el tiem po del mundo. Puede esperar hasta mañana. • Le resulta difícil introducir cam bios. Le resulta más sencillo darse cuenta de lo que no quieres que de lo que haces.

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Los tipos eneagramáticos • No puede decir que «no». Le resulta difícil distanciarse. También tiene dificultades para asumir un papel de primera línea. • Escasa energía física e ira. Desvía la energía hacia lo tri­ vial. Demora sus respuestas airadas. Agresión pasiva. Enojo significa separación. • Utiliza la obstinación para conseguir lo que quiere. No ha­ cer nada. Esperar. • Sabe utilizar el tiempo a su favor, ya que siempre puede es­ perar más. • P resta atención a los intereses de los dem ás , lo que conduce a: • Dificultad en asumir una postura personal , pero también supone: • La capacidad para reconocer y apoyar lo que resulta esencial para la vida de los demás.

EL TIPO Y LOS ESTADOS SUPERIORES DE CONCIENCIA Debería resultar cómodo pensar que una enseñanza tradi­ cional puede ser trasplantada desde el pasado sin realizar nin­ gún tipo de transformaciones. Pero lo cierto es que no hay nada más alejado de la verdad. En nuestro tiempo nos miramos a nosotros mismos a través de lentes psicológicas, pero esta perspectiva tiene menos de cien años de antigüedad. El eneagrama, con su anclaje psicológico en las antiguas pasiones es­ pirituales, constituye un modelo mucho más maduro del desa­ rrollo humano. Desde la amplia perspectiva que nos ofrece este sistema, resulta fácil comprender que lo que consideramos un «buen funcionamiento» de la personalidad se nos presenta más bien como una compulsión patológica. Occidente carece de una «tecnología eneagramática». ¿Cómo podría ser de otro modo si la perspectiva cambia de ge­ neración en generación y si lo que antaño fuera una afirmación 290

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Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

adecuada queda obsoleto cuando aparece una nueva visión? El modelo eneagramático que Gurdjieff difundiera por primera vez en Occidente se hallaba fundamentado exclusivamente en su enfoque de la conciencia superior. A fin de cuentas, enton­ ces no existía psicología como hoy la conocemos y, por consi­ guiente, su comprensión de los tipos como puntos de acceso a la conciencia superior debía ser necesariamente diferente de la nuestra. Los distintos autores y estudiosos contemporáneos de este sistema han terminado dando una perspectiva personal al tema. Cada uno de ellos tiene una forma diferente de trabajar con los tipos. Hay quienes se han centrado en las intervenciones psi­ cológicas y en las estrategias de tratamiento mientras que otros, como yo misma, estamos más interesados en las distin­ tas formas en las que el tipo puede actuar como un catalizador de la conciencia ordinaria a la conciencia superior. Lo que una vez fuera una enseñanza secreta está pasando rápidamente a la esfera pública. Nos hallamos en un estadio fascinante del estu­ dio del eneagrama y la razón para su súbita popularidad es muy sencilla ya que el eneagrama es un sistema místico ancla­ do en el tipo psicológico, pero que va mucho más allá de los parámetros convencionales. Al tratar de relacionar las preocu­ paciones propias de cada tipo con los aspectos específicos de la conciencia superior, el eneagrama combina el poder de los modelos psicológicos occidentales con los intereses que siem­ pre han preocupado a las tradiciones sagradas.

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SÉPTIMA PARTE: ■>4¡ ■ íI

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TIPOS ASTROLÓGICOS

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La astrología es una disciplina familiar para la mayoría de nosotros, aunque sólo sea a través de esa columna periodística frívola y fascinante en la que Madame tal-y-cual nos advierte que el lunes tendremos un día nefasto. Debido a ello, parece relativamente sencillo menospreciar a la astrología como una mera superchería. A pesar de todo, sin embargo, son muchas las personas que no dejan de echar un vistazo a su signo en la sección astrológica de los periódicos. Es como si la columna astrológica de los periódicos continuara siendo un tema muy popular porque satisface uno de los pasatiempos favoritos de los seres humanos: leer algo sobre sí mismos. Así pues, la astrología ha visto aumentar su popularidad de­ bido al enorme interés que suscita el conocimiento de nuestra propia tipología. En 1940, sólo doscientos periódicos incluían el horóscopo entre sus páginas, mientras que, en la actualidad, son más de mil doscientas publicaciones diarias las que tienen una columna dedicada a la astrología. Además, en el presente hay un mínimo de diez mil astrólogos profesionales y unos ciento veinticinco mil astrólogos aficionados en los Estados Unidos. Se cuenta que Tales de Mileto, un famoso filósofo griego del siglo vi antes de J.C., cayó dentro de un pozo mientras an­ daba observando las estrellas y que, después de ser rescatado por una esclava, ésta le reprendió por prestar excesiva atención al cielo y, en cambio, no fijarse en el suelo que se hallaba de­ bajo de sus pies. Esta parece haber sido una lección importan­ te para Tales de Mileto puesto que, a partir de aquel momento, comenzó a desarrollar su teoría de que todas las cosas proce­ den del agua. No obstante, la moraleja de este relato resulta

Tipos astrológicos

también extraordinariamente apropiada para nuestra época, ya que nos recuerda que, mientras escudriñamos el cielo, debe­ mos mantener los pies firmemente asentados sobre la tierra. La observación del cielo constituye un antiguo pasatiempo humano, tan viejo que hemos olvidado cuándo comenzó. En la medida en que las civilizaciones fueron desarrollándose, las matemáticas y la filosofía terminaron sumándose al acervo de las antiguas artes adivinatorias basadas en la observación de las estrellas, y éste fue el origen de la astrología, una discipli­ na ampliamente difundida entre los antiguos egipcios, babilo­ nios, griegos, hindúes, chinos, mayas y tantos otros pueblos. Existen diferentes aproximaciones a la astrología. Algunas de ellas le otorgan el valor de un oráculo que puede ayudamos a tomar decisiones; otras, en cambio, consideran que la astro­ logía constituye una herramienta de autodescubrimiento y cre­ cimiento individual; otras, por último, creen que se trata de un poderoso lenguaje simbólico sobre el que se fundamenta el vo­ cabulario de la conciencia. Uno de los instrumentos fundamentales de la astrología es la carta natal. La carta natal constituye un mapa del cielo -en realidad, un mapa del sistema solar- en el momento exacto de nuestro nacimiento. La mayor parte de los astrólogos conside­ ra que el horóscopo constituye un mapa del psiquismo indivi­ dual, un modelo de las energías e impulsos que configuran nuestra personalidad. Así pues, nuestro horóscopo ilustra quié­ nes somos en relación con el universo. La astrología incide de lleno en muchos de los temas fun­ damentales de la tipología, ya que subraya nuestra singulari­ dad individual y también hace hincapié en el hecho de que cada uno de nosotros ha nacido en un momento en el que el cosmos se hallaba en un determinado estado. La astrología, por último, también se ocupa de estudiar las similitudes exis­ tentes entre las personas -es decir, los rasgos que compartimos con los demás- y otro tipo de pautas y ritmos cosmológicos concretos (como el signo solar, por ejemplo). Liz Greene, astróloga y analista junguiana, es también au­

Introducción

tora de muchos textos sobre astrología en los que explica la simbología y la práctica de la astrología desde un punto de vis­ ta junguiano. En el capítulo 19, Green nos habla de los cuatro elementos -tierra, agua, fuego y aire- y de su relación con los doce signos del zodiaco. La autora describe cuatro tempera­ mentos básicos -cada uno de los cuales está compuesto, a su vez, de tres subtipos- que dan lugar a los doce signos astroló­ gicos. Greene también señala que un temperamento dado no mantiene una relación determinante con el signo asignado a ese elemento. Cada temperamento tiene sus propias modalida­ des de expresión intelectual y emocional, y favorece asimismo un determinado tipo de relación interpersonal. La astrología china concede más importancia al año de na­ cimiento que al mes. Cada año se halla representado por un animal diferente, desde el tímido y astuto ratón hasta el serio y voluntarioso buey, pasando por el fascinante e imprevisible ti­ gre. Este antiguo sistema es expuesto por Theodora Lau en el capítulo 20. La autora basa su explicación de los doce tipos as­ trológicos chinos en el folklore, los refranes populares, las le­ yendas y la mitología. Cada tipo presenta una orientación par­ ticular de la personalidad y se relaciona de manera diferente con el resto de los signos. La Rueda de la Medicina constituye uno de los símbolos más importantes y poderosos de la mayor parte de las tradicio­ nes nativas americanas. En el capítulo 21, Sun Bear, un chamán chippewa, vidente y jefe indio, y Wabun -su ayudante- nos presentan una aplicación de la Rueda de la Medicina y la cos­ mología nativa americana al campo de la astrología. En este sistema, cada mes está asociado a uno de las cuatro puntos car­ dinales -norte, sur, este y oeste- y también se relaciona con una planta, un animal, un mineral y un color determinados. Hace algunos años se llevó a cabo una investigación astro­ lógica consistente en pasar un test de personalidad a diferentes personas nacidas el mismo día que ciertos personajes famosos preseleccionados. Las conclusiones de este estudio determina­ ron que las similitudes entre los individuos aumentaban en la 297

Tipos astrológicos

misma medida en que disminuían las diferencias entre sus ho­ ras de nacimiento. En otras palabras, las personalidades de los «gemelos de momento» mostraban una afinidad notablemente superior que la de las personas nacidas en el mismo día pero en un momento diferente. La investigación también demostró que la mayor parte de los astrólogos no tienen gran interés en la investigación científica y consideran que la astrología es una especie de religión indiscutible. Del mismo modo, la mayoría de los científicos tampoco muestran el menor interés en la in­ vestigación seria de la astrología, lo cual deja traslucir, por cierto, una actitud muy poco científica de su parte. La astrología es una aproximación rica y compleja al mun­ do de la tipología. De hecho, es el sistema tipológico más po­ pular y ampliamente difundido. En opinión de Cari G. Jung, que la estudió en profundidad, la astrología constituye un mapa práctico y simbólico de la conciencia. En la actualidad, multitud de analistas junguianos siguen utilizando la carta na­ tal de sus pacientes como un elemento fundamental del proce­ so analítico. Es necesario, pues, explorar más detenidamente las posibles ventajas y limitaciones de la astrología.

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19. EL CARÁCTER Y LOS ELEMENTOS SEGÚN LA ASTROLOGÍA: AIRE, AGUA, TIERRA Y FUEGO

Liz Greene La carta natal es una especie de semilla que contiene la im­ pronta de todos los potenciales que alberga la personalidad madura de un determinado ser humano. En este sentido cons­ tituye una especie de mapa de carreteras en la verdadera acep­ ción del término, y su objeto de estudio no consiste tanto en «superar» la «influencia» de los planetas como en crear un es­ pacio en nuestra propia vida que nos permita expresar todas las cualidades y todos los impulsos contenidos simbólicamen­ te en nuestra carta natal. Sólo entonces podrá establecer con­ tacto el individuo con el plan original que rige el desarrollo de su vida tal y como ha sido «concebido» por el Self, un plan que nos permite inferir, a la postre, que nuestra vida tiene un sentido y sigue un proceso inteligente. Si esta definición de la carta natal nos parece demasiado abstrusa o exagerada, quizás fuera pertinente recordar que, an­ tes de que los grandes almacenes y las columnas periodísticas 299

Tipos astrológicos

se apropiaran de ella, la astrología fue un arte secreto. Gracias a ella, el estudiante lograba acceder a una percepción intuitiva del funcionamiento de la energía de la vida que ningún otro sistema -salvo quizás su equivalente oriental, el / Ching- po­ día ofrecerle. El macrocosmos se refleja en el microcosmos y el hecho de que la astrología también puede utilizarse para ilu­ minar problemas de naturaleza mundana no nos debe llevar a subestimar su profundo significado psicológico. A fin de cuen­ tas, aun en los detalles más insignificantes de nuestra vida po­ demos vislumbrar nuestra verdadera esencia. Desde este punto de vista, resulta evidente que el estudio de la carta natal añade una nueva dimensión a la comprensión del sentido de nuestra vida. Astronómicamente, la carta natal es simplemente un mapa -calculado de un modo tan preciso que, en modo alguno, po­ dría ser desestimado ni por el más quisquilloso de los astróno­ mos- de la ubicación de los distintos planetas sobre el trasfondo del firmamento en el momento exacto del nacimiento del individuo. La rueda de los doce signos del zodiaco constituye un símbolo de la totalidad y representa, de manera sintética, todas las potencialidades de nuestra vida. En este sentido, el zodiaco es muy parecido a la gran mayoría de los símbolos universales de la totalidad como, por ejemplo, el huevo, el uróboros (la serpiente que se muerde la cola) o la cruz griega. Se trata, en definitiva, de un mandala y, como Jung demostra­ ra, los mandalas constituyen una expresión simbólica del po­ tencial de totalidad de la vida y del psiquismo humano; son, al mismo tiempo, símbolos del Self y símbolos de Dios por­ que ambos son, en términos de la percepción del ser humano, idénticos. Sobre el telón de fondo de la rueda del zodiaco (denomina­ do también eclíptica, ya que representa, de hecho, el movi­ miento aparente del Sol a lo largo de la bóveda celeste) se ubi­ can el Sol, la Luna y los ocho planetas conocidos. De este modo, la posición de los planetas en tomo a la rueda zodiacal en el momento del nacimiento del individuo configura la pau­ ^nn

El carácter y los elementos según la astrología

ta de la carta natal que nos proporciona una imagen simbólica formada externamente por la rueda de la totalidad y por la es­ pecial relación interna existente entre sus distintos elementos psicológicos constituyentes. Todas las cartas natales están compuestas por los mismos elementos -los doce signos del zo­ diaco, los ocho planetas, el Sol y la Luna- y, sin embargo, cada carta es diferente porque, en un determinado momento, la disposición de estos factores varía, modificando de este modo el mismo modelo planetario, la relación existente entre los pla­ netas y el horizonte de la misma Tierra. Dicho de otro modo, todos los seres humanos estamos for­ mados con la misma materia prima, los mismos impulsos, las mismas energías, las mismas necesidades y las mismas posi­ bilidades, pero existe una disposición individual única de es­ tas energías. Quienes se dedican al asesoramiento o a la tera­ pia saben que todos los seres humanos albergamos las mismas fuerzas pero que, al mismo tiempo, todos poseemos también una individualidad creativa que transforma esas energías fun­ damentales en la obra de arte única que es la vida de cada ser humano. No obstante, debemos también advertir que esta cre­ ación no puede ser obra exclusiva del ego -ya que el ego no se halla capacitado para llevar a cabo esta empresa- sino del Self y que el Self no puede ser cartografiado por la carta na­ tal. El Self constituye, por así decirlo, la totalidad del zodia­ co. La carta natal no puede sustituir a la decisión individual de participar o no en el quehacer psicológico de expandir nuestra conciencia y, por tanto, de utilizar plenamente aque­ llos potenciales que nos pertenecen desde el mismo momento de nuestro nacimiento ya que, a fin de cuentas, en esta deci­ sión radica el significado más profundo de la libertad del in­ dividuo.

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Tipos astrológicos

EL ELEM ENTO AIRE: EL TIPO PENSAMIENTO El intelecto en cada uno de nosotros es Dios. M

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Si utilizáramos el lenguaje propio de la época en que el ser humano se hallaba más próximo a las imágenes del incons­ ciente, podríamos afirmar que el elemento aire constituye otro modo de referirse a aquello que Jung denominaba la función pensamiento. Desde un punto de vista astrológico, el aire es un elemento positivo y masculino. Los libros de astrología suelen definir los signos de aire -Géminis, Libra y Acuario- como distantes, comunicativos, interesados por el mundo de las ide­ as y proclives a la actividad racional. Son, en resumidas cuen­ tas, signos civilizados. El aire es el único elemento de la rueda del zodiaco que no contiene ningún simbolismo animal. Así, los signos de Géminis y de Acuario están representados por fi­ guras humanas -los Gemelos y el Aguador, respectivamentemientras que Libra, por su parte, está representado por la Ba­ lanza, un objeto inanimado. El aire es, pues, el elemento más característicamente humano y, por consiguiente, también el más alejado de la naturaleza instintiva. No resulta extraño, en­ tonces, que haya sido precisamente la especie humana la que haya desarrollado -o quizás hiperdesarrollado, si tenemos en cuenta los últimos doscientos años- la función pensamiento como su don más preciado. Si bien los tres signos aéreos manifiestan diferentes moda­ lidades de expresión, todos ellos comparten, sin embargo, la necesidad de relacionar las experiencias de la vida con un mar­ co de ideas preconcebido. Este contexto puede ser proporcio­ nado por el exterior, puede haber sido entresacado de los li­ bros, las enseñanzas y las conversaciones con otras personas, o también puede ser el resultado de un laborioso proceso inte­ lectual interior del individuo. En cualquier caso, la existencia de este punto de referencia es sumamente importante, así

El carácter y los elementos según la astrología

como también lo es la tendencia a tratar de descubrir en toda experiencia la pauta lógica subyacente que mejor se adecúa a una estructura mental preconcebida. La principal función del intelecto consiste en establecer di­ ferencias sirviéndose de la lógica del «esto» o «aquello», lo cual explica por qué los signos de aire se hallan asociados a los temperamentos que reciben y categorizan la información, contrastándola y conformando con esos diversos fragmentos un armazón filosófico. El tipo aire -y esto no sólo se aplica a aquellos individuos nacidos bajo un signo de aire, sino a todas aquellas personas en cuya carta natal predomina el elemento aire- se asemeja, tanto en un sentido general como particular, a las cualidades del tipo pensamiento descrito por Jung. El tipo aire cuenta con todas las virtudes del tipo pensamiento junguiano -es decir, mente muy desarrollada, sentido de la justicia, capacidad de juicio impersonal, gusto por la cultura, interés por las estructu­ ras y los sistemas, adhesión inquebrantable a los principios y a la educación- pero, al mismo tiempo, también posee todos los defectos característicos de la «función inferior» de este tipo, que son eufemísticamente expresados por las cualidades típi­ cas que suelen atribuirse a los tres signos regidos por el ele­ mento aire. De este modo, Géminis tiene horror a concretar sus relaciones personales, Libra es conocido por sentarse de­ trás de una verja y evitar los compromisos, y Acuario suele ser distante y frío, y le desagradan las manifestaciones emociona­ les que acompañan a cualquier relación personal. En otras palabras, el tipo aire tiene ciertos problemas con los sentimientos y es muy probable que la preponderancia del elemento aire su la carta natal vaya acompañada de problemas ligados al mundo del intercambio de sentimientos. Tal vez, por ejemplo, no llegue a percatarse de sus problemas conyugales hasta el mismo momento en que su esposa le abandone porque el delicado microscopio de su mente puede clasificarlo, anali­ zarlo y categorizarlo todo menos los sentimientos. Hay muchos acuarianos -tanto mujeres como hombres303

Tipos astrológicos

que se enorgullecen de no llorar jamás porque consideran que este tipo de expresiones emocionales constituye un síntoma de debilidad. Esta cuestionable virtud, no obstante, termina relegando inevitablemente al inconsciente a la subestimada función sentimiento. Si le preguntamos a un geminiano típico qué es lo que siente acerca de algo, con toda probabilidad nos res­ ponderá: «Bien, yo pienso que... » y, cuando le insistimos en que no queremos que nos hable de sus pensamientos sino de sus sentimientos, suele ignorar lo que siente y necesita media hora para averiguarlo, aunque, si se trata de un verdadero Gé­ minis, es muy probable que ni si quiera nos responda porque le habremos parecido demasiado «posesivos» y «exigentes». El Libra típico, por su parte, evita simplemente todo aquello que tiene que ver con las corrientes subterráneas oscuras y profun­ das que subyacen a toda relación porque son «desagradables» y prefiere refugiarse en la torre de marfil de sus ideales ro­ mánticos, preguntándose el motivo por el cual las relaciones jamás son tan razonables como había pensado. Tampoco debe­ mos olvidar, por último, la clásica disculpa con la que el mari­ do acuariano responde a la crítica de su esposa por no haber recibido flores ni cualquier otra muestra de afecto después de cuarenta años de matrimonio: «Ya te dije que te quería cuando nos casamos. ¿Acaso no basta con eso?».

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EL ELEM ENTO AGUA: EL TIPO SENTIM IENTO ¿Dónde está la realidad sino en aquello que más te ha maravillado? H ugo V

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Llegamos ahora al elemento agua y a los signos regidos por este elemento: Cáncer, Escorpio y Piscis. El auténtico tipo agua -y una vez más esto no se refiere estrictamente al indivi­ duo nacido en el momento en que el Sol se halla en un signo de agua, sino a todo aquél en cuya carta predomine este ele304

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El carácter y los elementos según la astrología

mentó- se asemeja mucho a la descripción que diera Jung so­ bre el tipo sentimiento. Nada resulta más importante para los signos de agua que las relaciones personales y los valores hu­ manos ya que, sin ellos, el mundo se toma árido y vacío de toda esperanza y alegría. Para él, todo puede ser sacrificado en aras de las relaciones, y una de sus características más sobre­ salientes es la de provocar una crisis -aun a sus propias ex­ pensas- para suscitar la respuesta emocional de su pareja. Para los signos de agua, el soplo de la vida descansa en el mundo de los sentimientos, desde los más oscuros hasta los más lumi­ nosos. En el ámbito de los sentimientos no existen distinciones ni límites estrictos entre «esto» o «aquello» sino que, por el contrario, todo constituye una faceta diferente de un mismo océano que se halla en constante movimiento y que diluye toda posible diferencia. El único factor diferenciador que ver­ daderamente le importa es el de determinar si un sentimiento es adecuado o no para él, pero no si es «bueno» o «malo». El simbolismo de los signos de agua incluye a tres criaturas de sangre fría: el cangrejo, el escorpión y el pez. En el mundo onírico estas imágenes suelen estar relacionadas con las ener­ gías inconscientes e instintivas que se hallan próximas a las ra­ íces arcaicas naturales del ser humano y muy alejadas, por tan­ to, del mundo del pensamiento y la discriminación racional. Así pues, la mayor parte de las valoraciones que establece el tipo agua sobre la vida tienen lugar a un nivel inconsciente, hasta tal punto que bien podría aplicarse a estos signos aquello de que la mano izquierda ignora lo que hace la derecha. EÍ agua se limita a reaccionar y sus respuestas a las situaciones personales individuales suelen ser adecuadas y oportunas. Así, mientras que el aire está preocupado por ajustar su conducta a un marco de referencia preconcebido, el agua, en cambio, es impredecible y responde a cada situación como si fuera la pri­ mera vez que se presentase. El tipo agua suele estar familiarizado con el lado más oscu­ ro de la naturaleza humana, lo que proporciona a estos signos su reputación de compasivos y empáticos, ya que demuestran 305

Tipos astrológicos

una capacidad innata para percibir los sentimientos ajenos y para valorar las cosas de un modo que, en ocasiones, nos pare­ ce irracional. El tipo agua posee todas las virtudes del tipo sen­ timiento junguiano: sensibilidad hacia el entorno, sutileza, en­ canto, intuición, un profundo sentido de los valores en las relaciones humanas y una capacidad para acercarse a las per­ sonas y comprender instintivamente sus necesidades. Incluso el signo de Escorpio -el más maligno, en apariencia, debido a su fachada de fría crueldad y a su difundida (aunque injustifi­ cada) reputación de ser una persona sexualmente desbordante (aunque quizás fuera más adecuado hablar de una persona emocionalmente desbordante)- es un signo verdaderamente afectivo que esconde un tierno corazón bajo una rígida arma­ dura. Sin embargo, el tipo agua también posee todos los defec­ tos propios del tipo sentimiento que suelen recoger las des­ cripciones clásicas que nos proporciona la astrología tradicional. Cáncer tiende tradicionalmente a la identificación, a la posesión, a la exclusividad y al miedo al futuro; Escorpio es conocido por ser una especie de fanático emocional a quien le complacen los climas turbios, densos y opresivos que trans­ forman cualquier relación en una escena propia de Otelo; y Piscis, por último, es famoso por sus efusiones sentimentales, su escapismo romántico, sus titubeos, su imprecisión, su va­ guedad y su falta de principios.

E L ELEM ENTO TIERRA: EL TIPO SENSACIÓN El problema que supone tratar de mantener siempre los dos pies sobre la tierra radica en que nunca podemos quitarnos los pantalones. J. D. S m i t h El elemento tierra está relacionado con la función sensa­ ción y, puesto que uno de los principales propósitos de esa función es el de determinar la existencia de algo, el tipo tierra

El carácter y los elementos según la astrología

da la impresión de ser una persona accesible y sencilla. Los sentidos nos permiten relacionamos con el mundo de los ob­ jetos y resulta difícil despreciar o reprimir nuestra respuesta a los objetos de la misma manera en que desechamos o repri­ mimos nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nues­ tras intuiciones, especialmente en una época en la que la ma­ yor parte de las ciencias empíricas únicamente parece aceptar aquello que tiene una forma concreta. Se trata, pues, de un tipo fácil de entender por todo el mundo que sólo resulta ex­ traño, tal vez, a las personas también regidas por el elemento tierra. Por lo general, los textos de astrología describen al tipo tie­ rra como práctico, eficaz, dotado de sentido común, sensual, «realista», bien organizado y amante del dinero, la seguridad y la posición social, una descripción que se ajusta perfectamente a los tres signos de tierra: Tauro, Virgo y Capricornio. La fun­ ción sensación es la «función de la realidad». Los signos de tierra destacan en este ámbito porque saben cómo poner orden en el flujo desorganizado de los estímulos que asaltan nuestros sentidos y saben relacionarse individualmente con cada uno de ellos, saboreándolo, aprehendiendo su esencia y pasando, lue­ go, al siguiente. De este modo, el tipo tierra puede construir un cuerpo de hechos que le permite relacionarse eficazmente con todo tipo de situaciones. El tipo tierra presenta todas las virtudes propias del tipo sensación junguiano. Siente que el cuerpo es su hogar y, con frecuencia, se identifica con él. Suele tener buena salud y sabe expresar directamente sus necesidades físicas. Se siente a gus­ to con las cosas y puede manejar el dinero y las responsabili­ dades de un modo tan natural que resulta desorientador para quienes que poseen un temperamento más intuitivo. Tiene el don de materializar sus deseos y esta capacidad para «tomar tierra» alcanza su máximo apogeo cuando se combina con el pensamiento (dando entonces lugar al concienzudo pensador empírico, al investigador y al estadista impecable), o con el sentimiento (produciendo, en tal caso, al hedonista feliz, el 307

Tipos astrológicos

amante, el padre cariñoso y al protector de la naturaleza y de todas las cosas hermosas). El tipo tierra también tiene todos los defectos que pueden acompañar a una sobrevaloración de la sensación combinada con una intuición inferior, defectos que, una vez más, están perfectamente ilustrados por la descripción que nos ofrece la astrología tradicional sobre los signos de tierra. Tauro destaca por su dogmática estrechez mental, por su excesiva posesividad hacia aquello que considera suyo y por su tendencia a re­ ducir las experiencias más sutiles y complejas de la vida a una filosofía del tipo «si no lo veo, no lo creo». Por su parte, es proverbial la tendencia de Virgo «a que los árboles le impidan ver el bosque», una tendencia que le lleva a perderse en multi­ tud de detalles y trivialidades irrelevantes sin llegar a percibir jamás el objeto de sus incesantes afanes ni comprender que hay personas a quienes les agrada tener un poco de caos en sus vidas. Capricornio, por último, tiene una reputación más bien antipática ya que para él el fin justifica los medios, y trata de adecuar su conducta a las expectativas sociales.

EL ELEM ENTO FUEGO: EL TIPO INTUICIÓN L a s p e r c e p c io n e s d e l s e r h u m an o no se en cu en tra n lim ita d a s p o r lo s ó rg a n o s d e la p e r c e p c ió n , p u e s sie m p re p e r c ib im o s m á s d e lo q u e lo s s e n tid o s (p o r m á s p e n e tr a n te s q u e é s to s se a n ) p u e d e n lle g a r a d e s c u b r ir W lLLIAM BLAKE

i Llegamos, por último, al elemento fuego que inicia, de he­ cho, el ciclo zodiacal con Aries. Este elemento es, con toda probabilidad, el que más dificultades presenta cuando tratamos de relacionar sus características tradicionales con el tipo intui­ tivo junguiano. Esto se debe, en parte, a que muchos textos as­ trológicos aceptan a pies juntiñas las afirmaciones tradiciona­ les de que el fuego es «cálido», «sociable», «centrado» y 308

El carácter y los elementos según la astrología

«afortunado», sin cuestionar siquiera la razón de estas asevera­ ciones ni las motivaciones que impulsan a este curioso tempe­ ramento. También existe una considerable confusión con res­ pecto a la definición que Jung nos brinda sobre la función intuición, normalmente asociada a los médiums, las sesiones de espiritismo y otras rarezas por el estilo que más bien debe­ rían encuadrarse dentro de la esfera de los sentimientos. Debido a que la intuición es, fundamentalmente, un proceso inconsciente, resulta extraordinariamente difícil aprehender su naturaleza. La función de la intuición se halla representada en la conciencia por una actitud de expectación, de visión y de penetración... Pero la intuición no constituye simplemente una mera percepción o visión sino que es un proceso activo y cre­ ativo que no sólo recibe pasivamente al objeto sino que tam­ bién participa en su creación.1

June Singer, por su parte, describe la intuición como ...un proceso que extrae la percepción inconscientemente ... de igual modo que... la sensación trata de ajustarse exacta­ mente a la realidad, la intuición trata de descubrir sus posibi­ lidades más insospechadas.2

Si esto resulta demasiado confuso para el lector, todavía lo es más para la mayor parte de los tipos intuitivos, ya que la ciencia y la educación (que no admiten la existencia de este tipo de función) no les ha proporcionado un conocimiento ade­ cuado de la constitución de su propio psiquismo. Poresto sue­ len mostrarse inseguros y desconfiados con respecto a esa fa­ ceta de sí mismos que tienen más desarrollada. Desde un punto de vista paternalista (puesto que no es tomada en serio por quienes no son conscientes de poseerla), la intuición se tolera en las mujeres, pero el hecho es que existen tantos hombres in­ tuitivos como mujeres intuitivas aunque aquéllos suelen sufrir más por esta falta de comprensión. 309

Tipos astrológicos

Los signos de fuego -Aries, Leo y Sagitario- tienen una vi­ talidad y una espontaneidad que, suele ser envidiada -y, en ocasiones, sufrida- por los signos más tranquilos. En lo más profundo de su corazón siguen siendo niños y son propensos a vivir en un mundo fantástico en el que las personas aparecen como caballeros montados sobre blancos corceles, princesas cautivas en la torre de los castillos o amenazantes dragones que desafían a la batalla. El tipo fuego tiene la necesidad de mitologizar sus experiencias y de relacionarlas con un mundo interno que pertenece más al ámbito de los cuentos de hadas que al mundo de la «realidad». A la vista de ello, no resulta sorprendente que los signos de fuego se sientan atraídos por el ambiente del teatro. Con mucha frecuencia, la conducta del tipo regido por el elemento fuego resulta exagerada, pero sería injusto acusarles de tratar de llamar la atención, ya que la exa­ geración, la dramatización y la tendencia a descollar, no tienen tanto que ver con los demás como consigo mismos. Para el tipo fuego, resulta más importante experimentar dramática­ mente la vida que aceptar la aparente monotonía y, a veces, la hostilidad de ese mundo que los tipos más pragmáticos insis­ ten en afirmar como el único real. Como decía Goethe: «Es más sencillo aceptar lo desagradable que lo absurdo». * * * Todos nosotros nos sentimos atraídos inconscientemente por aquello de lo que carecemos y, del mismo modo, cada uno de los cuatro temperamentos se siente irremisiblemente fasci­ nado por su contrario porque esta relación le brinda la posibi­ lidad de profundizar la integración de su personalidad. Por lo general, las relaciones humanas están muy teñidas por el fenó­ meno de la proyección, un problema que se agrava todavía más cuando un individuo trata de cambiar a los demás sin comprender que, en realidad, está tratando de transformarse a sí mismo. Esto, sin embargo, sólo resultará posible cuando el individuo pueda llegar a comprender el verdadero significado 310

El carácter y los elementos según la astrología

de su persistente actitud crítica. Si pudiéramos permanecer so­ bre la cima de nuestra pequeña montaña individual contem­ plando el paisaje y ser conscientes, al mismo tiempo, de que los demás están en otras montañas y contemplan paisajes dife­ rentes, podríamos comprender que sólo accederemos plena­ mente a la riqueza de la vida cuando aprendamos a compartir estas realidades diferentes y sepamos reconocer la importancia de los valores ajenos. Pero, obviamente, esto resultará imposi­ ble mientras sigamos desdeñando, menospreciando y temiendo nuestra propia «inferioridad» interna. El tipo fuego sólo puede convivir y aprender de alguien regido por el elemento tierra cuando acepta las experiencias que le proporcionan los senti­ dos y reconoce plenamente su importancia. El tipo tierra, por su parte, sólo puede aceptar y aprender del tipo fuego cuando sabe encauzar su propio anhelo profundo de libertad y recono­ ce que la visión es tan importante como la forma que en la que se halla contenida. El tipo agua puede valorar y aprender del tipo aire cuando comprende que no todo en la vida puede ser estimado en función de las reacciones emocionales personales. El tipo aire, por último, sólo puede comprender y aprender del tipo agua cuando se percata de sus necesidades emocionales internas y reconoce que las relaciones humanas son experien­ cias tan importantes como las ideas.

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20. LOS DOCE TIPOS ASTROLÓGICOS CHINOS Theodora Lau Confío en que el presente escrito contribuya a conservar la tradición en franco declive del horóscopo chino que, si bien ha perdurado a lo largo de muchísimas generaciones, ha perdido popularidad e incluso está dejando de utilizarse en la China ac­ tual. Este trabajo constituye una recopilación de textos, refra­ nes populares, leyendas y mitología china, y mis propias hipó­ tesis, observaciones e interpretaciones de los modernos adivinos. También espero que pueda aportar al lector nuevas visiones sobre sí mismo y sobre la gente que le rodea, y pueda ayudarle, en consecuencia, a comprender más fácilmente la excentricidad ocasional de un jefe Perro, la mente voluble y caprichosa de un cliente Caballo, los modales despóticos y ex­ pansivos de un amigo Dragón o la naturaleza serena pero es­ céptica de una persona nacida en el año de la Serpiente. Podemos quedar muy sorprendidos, por ejemplo, ante el hecho de que el «manitas» de nuestra comunidad, que es capaz de reparar cualquier cosa, haya nacido en el año del diestro Mono y que el lento, seguro y conservador banquero que me­ rece toda nuestra confianza, pertenezca al signo del Buey. También podemos mostramos más pacientes con esa fastidio­ 312

Los doce tipos astrológicos chinos

sa compañera, que es siempre la primera en quejarse y gritar asustada por la proximidad del lobo, cuando descubrimos que ha nacido en el año de la Oveja. Del mismo modo, también puede resultar muy divertido descubrir que nuestro compañero de oficina, que lleva esas horribles corbatas, haya nacido en el año del vistoso Gallo. Tal vez la comprensión del horóscopo chino pueda ayudar­ nos a comprender por qué nos disgustan ciertas personas mien­ tras que otras, por el contrario, despiertan casi instantánea­ mente nuestra simpatía y descubrir, de este modo, aquellos signos con los que somos más o menos compatibles. Pero no obstante, no debemos olvidar, en ningún caso, que también existen excepciones a esa regla que vienen dictadas por el he­ cho de que no sólo debemos tener en cuenta el signo que rige el momento del nacimiento sino también el signo que gobier­ na ese mes en concreto. Quizás tras leer esto podamos tener la suficiente confianza como para escuchar las sabias palabras de la Serpiente, buscar la amistad de la amable Oveja, comprender los ingeniosos pla­ nes del Mono, divertimos con el siempre juvenil y despreocu­ pado Caballo, confiar en la diplomacia infalible del Conejo, aprovecharnos de la fuerza del indómito Dragón, encontrar nuestro propio camino bromeando junto al crítico Gallo, razo­ nando con el Perro, yendo a la batalla junto al optimista Tigre o pactando con la infatigable Rata. LOS AÑOS DE LOS SIGNOS LUNARES DESDE 1900 AL 2007 Rata Buey Tigre Conejo Dragón Serpiente Caballo Oveja Mono Gallo Perro Jabalí

1900 1901 1902 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909 1910 1911

1912 1913 1914 1915 1916 1917 1918 1919 1920 1921 1922 1923

1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935

1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947

1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959

1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971

1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983

1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995

1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007

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Tipos astrológicos

COMPATIBILIDAD ENTRE LOS SIGNOS Cada uno de los doce signos lunares que compone el ho­ róscopo chino se ubica en un punto de la rueda y la afinidad más estable y duradera tiene lugar entre aquellos signos que forman un triángulo. El primer triángulo se halla formado por los signos más di­ námicos y optimistas: la Rata, el Dragón y el Mono. Se trata de signos orientados hacia el progreso y la acción, signos dies­ tros en manejar todo tipo de asuntos con iniciativa y capacidad de innovación. Son espontáneos en sus acciones, apartan las dudas e incertidumbres de su camino y avanzan con resolu­ ción. Inquietos y enojadizos cuando encuentran obstáculos o se hallan ociosos, son gobernados por la ambición y el dina­ mismo. Son un auténtico crisol de ideas y pueden adaptarse ar­ moniosamente a cualquier ámbito, ya que poseen un modus operandi común que les permite tener en consideración las opiniones de otras personas. El segundo triángulo está constituido por los signos más re­ sueltos y tenaces. El Buey, la Serpiente y el Gallo son lucha­ dores obstinados y obedientes que se esfuerzan por alcanzar y conquistar grandes objetivos por medio de su constancia y de­ terminación inquebrantables. Estos tres signos dependen, en gran medida, de su visión y son propensos a la planificación sistemática y razonada. Son los signos más intelectuales del ci­ clo, confían exclusivamente en su propia capacidad para sope­ sar y valorar los hechos y conceden poco crédito a los rumo­ res. Sienten inclinación a seguir más los dictados de su cabeza que los de su corazón. Lentos y seguros en sus movimientos, les gusta actuar con independencia. Estos signos se atraen en­ tre sí, pudiendo contraer matrimonio y relacionarse con éxito. El tercer triángulo está formado por el Tigre, el Caballo y el Perro, signos que se caracterizan por su afán de servir a la humanidad, promover el entendimiento universal y potenciar las comunicaciones. Se trata de signos hechos para el contacto personal y que, por consiguiente, desarrollan vínculos profun­ 314

Los doce tipos astrológicos chinos

dos con sus semejantes. Se sienten a gusto en la sociedad y son básicamente, honrados, abiertos e idealistas. Aunque a veces se muestran poco ortodoxos, su intención siempre es impeca­ ble. Estos tres signos actúan movidos principalmente por sus impulsos y hacen caso a su conciencia interior. Proporcionan consejo e inspiran a los otros a la acción gracias a su persona­ lidad enérgica y agresiva. Extravertidos, vigorosos y desafian­ tes ante la adversidad y la injusticia, estos signos son extraor­ dinariamente afines. N

S

El cuarto y último triángulo se halla constituido por los sig­ nos orientados emocionalmente como el Conejo, la Cabra y el Jabalí. Estos signos se hallan preocupados fundamentalmente por sus sentidos y por todo aquello que pueden apreciar a tra­ vés de ellos. Son expresivos, intuitivos y elocuentes en el terre­ 315

Tipos astrológicos

no del arte y la estética. Sobresalen en las bellas artes y son más diplomáticos, compasivos y, por lo general, calmados que el resto de los signos lunares. Dependen de los demás para sen­ tirse estimulados y ejercer su liderazgo, pero son muy flexibles ya que se hallan en armonía con las vibraciones del entorno. Estos tres signos se sienten atraídos hacia la belleza y los as­ pectos más sublimes del amor. Ejemplifican las virtudes de la convivencia pacífica con nuestros semejantes. Sin duda, estos tres animales se proporcionarán entre sí una compañía excelen­ te, ya que comparten la misma filosofía básica de la vida.

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21. ASTROLOGÍA TERRESTRE: UN ENFOQUE NATIVO-AMERICANO Sun Bear y Wabun Ojalá que el presente escrito pueda contribuir a que las per­ sonas se relacionen de un modo más adecuado con la Madre Tierra y con el resto de la creación en la que todos nos halla­ mos inmersos. En muchas ocasiones sentimos que estamos desperdiciando una buena parte de la vida y somos presa de un sentimiento de nostalgia que nos impele a aproximamos más a la naturaleza y a la fuerza de los elementos. Esperamos que este trabajo ayude a gran número de personas a encontrar su propio lugar en la Rueda de la Medicina y puedan recobrar, de este modo, aquellos poderes que han perdido. Albergamos la esperanza, pues, de que el descubrimiento de nuestra afinidad con el universo nos ayude a comprender por qué este tipo de re­ lación fue tan apreciado por los pueblos nativos. Sólo cuando seamos capaces de fundimos completamente con todas las co­ sas llegaremos a formar parte verdaderamente de la totalidad. El conocimiento de la Rueda de la Medicina parece muy necesario en la época actual. Sentimos que si la humanidad ha de seguir progresando todos nosotros debemos conocer mejor 317

Tipos astrológicos

nuestro entorno. La única causa de la enfermedad del ser hu­ mano es su alienación del mundo de la naturaleza. Actualmen­ te, numerosas personas tratan de restaurar el equilibrio perdido a través de la vuelta a la naturaleza. La gente retoma a la ali­ mentación y a las curas naturales y también existe un amplio movimiento de regreso a la tierra. Así pues, aun en el seno de nuestra sociedad industrializada sentimos la necesidad de res­ taurar el equilibrio con la naturaleza y, por ello, éste parece un momento muy adecuado para difundir estas enseñanzas sobre la Rueda de la Medicina. Invitamos al lector a que se desprenda de todos sus prejui­ cios y se adentre con nosotros en un mundo mágico donde to­ das las cosas están conectadas con nosotros y nosotros nos ha­ llamos en relación con todas las cosas. Este mundo mágico está formado, en definitiva, por este hermoso y generoso pla­ neta que nos sustenta y por el conjunto de relaciones que man­ tenemos con él. Invitamos al lector a que abra sus ojos, sus oídos, su mente y su corazón para contemplar la magia que siempre ha estado junto a él. Actualmente tendemos a considerar que la Tierra es tan sólo el telón de fondo sobre el que se representan todos los dramas de la humanidad. Consideramos que los minerales, los vegetales y los animales son los servidores del ser humano, ol­ vidando que también pueden ser nuestros maestros y que pue­ den evocar en nosotros ideas y emociones que han permaneci­ do ocultas en el fondo de nuestro corazón durante mucho tiempo. El mes, o la luna, en el que hemos nacido determina nues­ tro lugar de partida en la Rueda de la Medicina y nuestro tó­ tem inicial en los reinos mineral, vegetal y animal. La primera luna del año, denominada la Luna de la Renovación de la Tie­ rra, indica el momento en el que el Padre Sol retoma de su via­ je en el Sur y comienza a propiciar, de nuevo, el desarrollo de la Madre Tierra y de todos sus hijos. Esta luna se inicia en el momento del solsticio de invierno que, por lo general, tiene lu­ gar el veintidós de diciembre. Esta es la primera Luna de Wa318

Astrología terrestre: un enfoque nativo-americano

boose, el Espíritu Guardián del Norte, y es seguida por la Luna del Reposo y la Purificación y por la Luna de los Grandes Vientos. Las lunas del período de Waboose son lunas de des­ canso y purificación que nos permiten contemplar la cosecha del año anterior y preparar la cosecha del año próximo. Después de Waboose vienen las Lunas de Wabun, el Espí­ ritu Guardián del Este. Estas tres lunas inician el crecimiento, cuando el Padre Sol comienza a iluminar a los hijos de la Tie­ rra y a prepararlos para que den sus frutos más preciados. La primera Luna de Wabun es la Luna del Brote de los Árboles, que comienza en el equinoccio de primavera, el veintiuno de marzo. Las otras Lunas de Wabun son la Luna del Retomo de las Ranas y la Luna de la Siembra del Maíz. Estas lunas mar­ can un período de iluminación y sabiduría en el que los hijos de la Tierra se preparan para desarrollarse del modo más ade­ cuado. A continuación vienen las Lunas de Shawnodese, el Espíri­ tu Guardián del Sur. Éstas son las lunas del crecimiento rápi­ do, cuando la Tierra comienza a florecer y a dar los frutos de ese año. La Luna del Sol Poderoso es la primera del ciclo y co­ mienza el veintiuno de junio, en el momento del solsticio de verano, es seguida por la Luna de las Bayas Maduras y la Luna de la Cosecha. Ésta es la estación del crecimiento y la con­ fianza. La confianza es necesaria en este período, ya que el crecimiento es tan rápido que no hay tiempo para detenerse a evaluar el progreso. El otoño es la estación de Mudjekiwis, el Espíritu Guardián del Oeste. La primera Luna de Mudjekiwis es la Luna del Vue­ lo de los Patos, que se inicia el veintitrés de septiembre, el día del equinoccio de otoño. Esta luna es seguida por la Luna de la Brisa Fría y la Luna de las Nieves Duraderas. Estas lunas se­ ñalan una etapa de introspección, un período en el que hay que acopiar la energía suficiente para mirar en el interior y con­ templar el progreso llevado a cabo en las estaciones preceden­ tes. Éste es el momento de prepararse para la estación del re­ poso y de la renovación futura. 319

Tipos astrológicos

Cada luna tiene su tótem -o emblema- particular en los rei­ nos mineral, vegetal y animal, y comparte sus cualidades con las personas que han nacido durante ese período. En base a nuestros tótems iniciales podemos aprender más sobre noso­ tros mismos y también sobre las relaciones que podemos esta­ blecer en la tierra. La gente tiene una deuda de gratitud con su tótem y debe mostrarle el respeto, el cariño y el agradecimien­ to por las lecciones y las energías que contribuyen a la conser­ vación de la vida en nuestra común Madre Tierra. A medida en que nos movemos en tomo a la Rueda debe­ mos esforzamos por aprender todo lo posible sobre los tótems de cualquier punto en el que nos hallemos, lo cual nos pro­ porcionará un mayor conocimiento con respecto a los seres que comparten la Tierra con nosotros. Cuando nos situamos en un lugar de la Rueda que tiene una luna diferente, tenemos la capacidad de adoptar los tótems característicos de esa luna y aprender de ellos, así como de nuestros semejantes. Cuanto mayor sea nuestra sed de conocimiento, mejor preparados es­ taremos para desplazamos alrededor de la Rueda de la Medi­ cina. Sin embargo, cuando leamos acerca de las lunas, debere­ mos recordar que no todas las personas que tienen la misma luna y el mismo tótem comparten las mismas características. Cada uno de nosotros viajamos en tomo a la Rueda a una ve­ locidad diferente. De este modo, cuando nos hallamos en una posición determinada, resulta posible manifestar fases o esta­ dos de ánimo que parecen adecuarse más a otra luna. Esto pue­ de servir para recordamos los puntos por los que ya hemos pa­ sado o para damos indicios de los lugares hacia los que nos dirigimos. El mensaje fundamental de la Rueda de la Medici­ na es que debemos tratar de mantenemos en movimiento cons­ tante en lugar de aferramos a una posición y, de este modo, bloquear nuestras posiblilidades de cambio y de crecimiento.

320

Astrología terrestre: un enfoque nativo-americano LUNA

ANIMAL

PLANTA

Dic.22-En.19

Ganso blanco

Abedul

Nutria

Álamo

Fe.19-Mar.20

Renovación de la tierra Descanso y purificación Grandes vientos

Puma

Llantén

H C/3

Mar.21-Ab.19 Fe.19-Mar.20 May.21-Jun.20

Brote de los árboles Halcón rojo Retomo de las ranas Castor Ciervo Siembra del maíz

& P C/5

Jun.21-Jul.22 Jul.23-Ago.22 Ago.23-Sep.22

Sol poderoso Bayas maduras Cosecha

P. Carpintero Esturión Oso pardo

Rosa silvestre Frambuesa Violeta

Sep.23-Oct.23 Oct.24-Nov.21 Nov.22-Dic.21

Vuelo de los patos Brisa helada Nieves duraderas

Cuervo Serpiente Alce

Verbisco Cardo Picea negra

En.20-Feb.18

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NORTE

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FECHAS







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Diente de león Camelia azul Milenrama

La Rueda de la M edicina

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OCTAVA PARTE: LAS TIPOLOGÍAS DE LA PERSONALIDAD EN LAS TRADICIONES ORIENTALES

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Los norteamericanos han experimentado un creciente inte­ rés en las tradiciones orientales. Muchos maestros pertenecien­ tes a este tipo de tradiciones visitan los Estados Unidos y la li­ teratura acerca de la psicología, la medicina y las disciplinas espirituales orientales aumenta sin cesar. Ciertas tradiciones asiáticas son depositarías de teorías y métodos prácticos muy minucuiosos que son capaces de propiciar profundas transfor­ maciones psicológicas y fisiológicas. Estas tradiciones nos proporcionan, en suma, nuevas perspectivas sobre el funciona­ miento y las potencialidades del ser humano, así como nuevas técnicas de curación de la mente y el cuerpo. Las tradiciones orientales más importantes han desarrollado minucuiosos modelos prácticos sobre la naturaleza humana, incluyendo también una sistematización tipológica de la perso­ nalidad. Al igual que su contrapartida occidental, la psicología oriental se deriva de una cuidadosa observación de la expe­ riencia humana y se fundamenta en siglos de observación em­ pírica de la variabilidad física y psicológica existente entre los distintos tipos de individuos. Los modelos orientales tienden a ser holísticos y a incluir recomendaciones acerca de la dieta, el ejercicio y el estilo de vida más adecuados para cada tipo de carácter. Por consi­ guiente, no sólo se ocupan de la dinámica psicológica sino que también prestan atención a las dimensiones físicas, cognitivas, simbólicas y espirituales propias de cada individuo. En el capítulo 22, Ram Dass -antiguo profesor de psicolo­ gía de la Universidad de Harvard, autor notablemente conoci­ do y renombrado maestro espiritual- sugiere que el antiguo modelo de los chakras procedente del Yoga puede proporcio­ 325

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

namos un diagnóstico de la personalidad tan válido como el que nos brindan, por ejemplo, el test de Rorschach o el MMPI. Ram Dass señala que las teorías psicológicas desarrolladas por Freud, Adler, Jung y otros psicólogos occidentales tratan de describir, fundamentalmente, diferentes tipos de personalidad que, en su opinión, mantienen cierta correspondencia con los diferentes chakras. Así, por ejemplo, el segundo chakra está relacionado con la gratificación sensual y el deseo sexual. Por esa misma razón, Ram Dass considera que la psicología freudiana constituye una especie de «psicología del segundo cha­ kra» en la que el papel más importante corresponde a la se­ xualidad. La psicología adleriana, por su parte, es una «psicología del tercer chakra» ya que concede una importancia fundamental al poder. La psicología junguiana constituye una psicología del cuarto chakra. La psicología transpersonal, por último, se ocupa de los tres chakras restantes en términos de los niveles superiores de la conciencia descritos por los tres chakras restantes. Deepak Chopra, médico nacido en India y educado en Oc­ cidente, es autor de varios libros ampliamente difundidos, en­ tre los que se incluye Curación cuántica, considerado como una síntesis clásica entre los principios de la física moderna y la salud holística. En el capítulo 23, Chopra expone la tipolo­ gía de la personalidad según la tradición ayurvédica hindú, una de las tradiciones médicas más antiguas del mundo. Según el sistema ayurvédico, existen tres humores básicos que se hallan compuestos, a su vez, de dos elementos. Así, Vata contiene aire y éter, pitia es una combinación de fuego y agua y kapha consiste en una combinación entre la tierra y el agua. Un aspecto esencial de la tradición ayurvédica consiste en alcanzar el equilibrio entre los diferentes humores en cada in­ dividuo mediante la dieta, las hierbas, el estilo de vida y la comprensión psicológica. Los humores no son estáticos sino que varían en función de la hora del día, las estaciones y otra serie de variables. Aunque el Ayurveda se haya desarrollado como un sistema médico y se ocupe principalmente de la salud

Introducción

física, sin embargo también describe la constitución psicológi­ ca y los estilos emocionales y cognitivos propios de cada tipo. Harriet Beinfield y Efrem Komgold son dos de los prime­ ros occidentales que se licenciaron en acupuntura en Califor­ nia. Ambos autores han elaborado una síntesis entre la antigua teoría china de los cinco elementos y la simbología occiden­ tal, relacionando cada elemento con un arquetipo y una orien­ tación diferente de la personalidad. El arquetipo correspon­ diente al aire es el del Pionero, que trata de permanecer siempre en movimiento. El arquetipo del fuego es el Brujo, que evoca la pasión y la excitación. El arquetipo ligado a la tierra es el Pacificador, que alienta el contacto con los demás. El metal, por su parte, se halla asociado al Alquimista, que busca establecer el orden perfecto. El tipo correspondiente al agua, finalmente, se halla asociado al Filósofo, que es el cre­ ador de nuevas ideas. La tipología de la medicina oriental no es estática sino que constituye un sistema activo que se funda en el principio de que todas las cosas se hallan sometidas a un cambio constante. Una de las consecuencia de este principio es que, indepen­ dientemente de la tipología a la que pertenezcamos, nuestros humores y nuestras energías tienden a desproporcionarse y a desequilibrarse. Según la medicina ayurvédica o la medicina china, por ejemplo, el desequilibrio conduce a la debilidad y a la enfermedad. De este modo, los médicos chinos y ayurvédicos tratan de mantener el equilibrio de sus pacientes mediante la dieta, la acupuntura, las hierbas y las prescripciones concer­ nientes al estilo de vida. Así, por ejemplo, el tipo correspon­ diente a pitta tiende a desequilibrarse en verano porque el ca­ lor de esta estación incrementa su elemento fuego, ya de por sí hiperactivo . En este sentido, un médico ayurvédico recomen­ daría, para este caso, un estilo de vida moderado, advirtiendo al paciente sobre su tendencia a la hiperactividad y también le aconsejaría que se abstuviera de alimentos picantes que, gene­ ralmente, suelen agradarles, pero que también intensifican el humor pitta. 327

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

El modelo de desarrollo interior propuesto por el yoga su­ pone que la práctica adecuada de una disciplina espiritual pro­ mueve también el crecimiento personal, lo cual puede, a su vez, propiciar un cambio en la tipología personal. El yoga uti­ liza diferentes formas de meditación, respiración y ejercicios físicos para tratar de despertar la energía del kundalini, la fuer­ za sutil que duerme en la base de nuestra espina dorsal. Como parte de este proceso, el practicante del yoga debe meditar en las formas, los colores, los sonidos y los animales específicos asociados a cada uno de los chakra. Es entonces cuando la energía de kundalini atraviesa cada uno de los chakras, desper­ tándolos y energetizándolos a su paso hasta alcanzar el sépti­ mo chakra y posibilitar, de este modo, el estado de ilumina­ ción. Por consiguiente, el sistema yóguico nos proporciona, al mismo tiempo, una tipología de la personalidad, un mapa del desarrollo interno que discurre a través de una serie de estados de conciencia y una tecnología que facilita precisamente ese desarrollo.

328

22. LOS SIETE CHAKRAS Y LOS TIPOS DE PERSONALIDAD Ram Dass Cada escuela terapéutica particular se relaciona con un tipo específico de distribución de la energía -o prana- en el siste­ ma. Si reflexionamos, por ejemplo, en términos de los chakras -de los centros de energía del cuerpo (o de los centros que se hallan conectados con el cuerpo)-, podemos enumerar siete chakras denominados muladhara, svadhistana, manipura, anahata, visuddha, ajna y sahashrara. El primero de ellos se halla en la base de la espina dorsal, el segundo debajo del ombligo, el tercero a la altura del ombligo, el cuarto en la zona del cora­ zón, el quinto se halla situado en la garganta, el sexto en el en­ trecejo y el séptimo se encuentra en la coronilla. Estos chakras no poseen necesariamente un correlato fisiológico ya que, se­ gún el sistema hindú, constituyen tan sólo -permitásenos utili­ zar esta expresión- localizaciones psíquicas de la energía. Se­ gún esto, en lugar de pasar un test de Rorschach o un MMPI, podríamos, por ejemplo, levantar una carta (al igual que se hace con la carta astrológica) de los chakras. Cada uno de estos di­ ferentes métodos nos proporciona cierta información. Una car­ ta de los chakras, por ejemplo, nos dirá dónde se ha fijado, lo­ calizado y bloqueado la energía de una determinada persona.

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

La mayoría de los occidentales -de hecho, la mayor parte de los habitantes del planeta- tiene localizada la energía en los tres primeros chakras. De un modo somero, podríamos decir que el primer chakra se halla ligado a la supervivencia y, para ser más exactos, a la supervivencia del individuo como entidad separada. Es como si estuviéramos en una jungla frente a un pedazo de carne y lo único que importara es si te lo vas a ter­ minar llevando tú o yo. Se trata, a fin de cuentas, del modelo darwiniano de una motivación basada en la supervivencia del más apto. Cuando nos hallamos ubicados en ese chakra, la mo­ tivación básica consiste en proteger nuestra individualidad y conservar nuestra identidad como seres separados. Podemos imaginar que el primer chakra es como el mismo corazón de Africa y que, en él, hay un canal, un gran río -denominado sushumna-, que nos conduce hasta el próximo puerto, la Cos­ ta Azul. De este modo, una vez que nuestra seguridad se halla garantizada, estaremos en condiciones de comenzar a buscar la gratificación sensual, el deseo sexual y la reproducción. Es im­ posible que nos ocupemos de la reproducción si estamos con­ tinuamente ocupados en defender nuestra vida pero, apenas sintamos un mínimo de seguridad en este sentido, nos hallare­ mos en condiciones de afrontar el siguiente reto, la reproduc­ ción de la especie. Así pues, el segundo chakra está ligado fun­ damentalmente al nivel de la reproducción, a las acciones y las reacciones sexuales, a la procreación y el sexo. El tercer chakra se parece a Wall Street, Washington o Lon­ dres y está íntimamente relacionado con el poder, el dominio y el control del ego. La mayor parte de nuestros conceptos sobre el mundo tienen que ver con estos tres centros, toda nuestra energía se concentra en ellos y, es por ese motivo que las per­ sonas justificamos nuestra vida en términos de reproducción o gratificación sexual, gratificación sensual y poder o autoridad. Resulta interesante constatar que casi toda la actividad del mundo occidental está al servicio de estas tres energías. Es por ello por lo que, cuando alguien construye una gran industria dinámica, podemos decir: «¡Ajá, fálico!», haciendo referencia 330

Los siete chakras y los tipos de personalidad

al segundo chakra o que, cuando un hombre trata de seducir a una mujer podemos barruntar que se halla interesado en el po­ der y la dominación (haciendo referencia al tercer chakra, ya que la práctica del sexo se halla al servicio del tercer chakra). Hoy en día resulta evidente que Freud es un portavoz y un maestro inigualable de los temas ligados al segundo chakra. Desde el punto de vista del segundo chakra, Freud podía afir­ mar con absoluta sinceridad que la religión no es más que sexo sublimado. Y, si bien su teoría general sobre la libido y su no­ ción de que todo el cuerpo es erógeno es cierta... existen, no obstante, muchos otros puntos en los que incurre en errores flagrantes. No debemos, por tanto, olvidar, que el sistema de Freud se ocupa principalmente del segundo chakra mientras que Adler, por su parte, se centra fundamentalmente en el ter­ cer chakra y Jung lo hace en el cuarto. Debemos también seña­ lar que todavía existe un quinto chakra, un sexto chakra, y un séptimo chakra que se refieren a otro tipo de espacios psíquicos y a otros modos de organizar el universo y de comprender qué es lo que está ocurriendo. Así pues, en la medida en que tenga­ mos «puntos oscuros» relativos al segundo chakra y acudamos a un analista freudiano, él podrá ayudamos a clarificar esos puntos pero nos proporcionará escasa información sobre nues­ tros problemas en el tercer chakra y tampoco dirá gran cosa -como censuraba Jung a Freud- sobre el cuarto chakra. Cuando Jung habla en términos de arquetipos, de incons­ ciente colectivo, etcétera, está refiriéndose al ámbito propio del cuarto chakra, el equivalente a la compasión del Buda. Sin embargo, es evidente que Jung todavía se halla demasiado ata­ do al plano astral y que teme ir más allá de él. Jung llega has­ ta este punto y, una vez ahí, se detiene porque teme lo que po­ dría encontrarse en el próximo paso y que ya no podrá seguir haciendo lo que hacía como Cari G. Jung. Como ya he dicho anteriormente, existen siete chakras o puntos focales y la transición entre el tercero y el cuarto cha­ kra es el comienzo del estado trascendente, el comienzo del es­ tado de la compasión, el punto en el que trascendemos la reía-

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

ción fondo-forma y apreciamos que, más allá de nuestros ro­ pajes azules, negros o blancos, todos somos seres humanos y, lo que es todavía más importante, más allá de nuestra persona­ lidad, de nuestra edad o de nuestro cuerpo, existe un lugar en el que -aunque seguimos viendo a los demás como algo sepa­ rado- experimentamos un claro sentimiento de unidad. Sin embargo, todavía existe otro nivel de conciencia donde esta conciencia unitiva es algo más que un mero conocimiento in­ telectual y se convierte en algo completamente real, un plano en el que la compasión nace del hecho de que lo te está ocu­ rriendo a ti también me está sucediendo a mí, un lugar en el que tú y yo somos un mismo ser, dos manifestaciones diferen­ tes de la misma conciencia. Ése es el ámbito propio del cuarto chakra. En el quinto chakra dejamos de ver tan sólo las manifesta­ ciones externas y nos volvemos hacia el interior -o hacia más adentro, o hacia más arriba, como queramos decirlo- y co­ menzamos a preocupamos por los planos superiores de luz, energía o forma, que representan estados de diferencias y si­ militudes progresivamente más sutiles. Es como si arribáramos a un lugar en el que fuéramos energía o formaciones celula­ res... planos diferentes de organización del universo. El sexto chakra es muy parecido a lo que se denomina el plano causal, que constituye... un lugar en el que ya no seguimos identifica­ dos con nuestra propia perspectiva y podemos disponer de un panorama cósmico que nos permite comenzar a percibir las le­ yes fundamentales del universo operando por doquier. Este ámbito era uno de los principales centros de interés de los egipcios, el ámbito propio de la filosofía... y de las ideas puras de Platón. Se trata del sexto chakra, de lo que llamamos sabi­ duría, la sabiduría de las edades, de las leyes, de estas leyes su­ mamente simples. En términos religiosos también podríamos denominarlo la Divinidad... las primeras formas de pensamien­ to que sirven de fundamento para la manifestación de todo lo demás. En ese dominio nos hallamos en el ámbito de las ideas puras. Así pues, cuando llegamos al nivel del sexto chakra he­

Los siete chakras y los tipos de personalidad

mos dejado atrás el cuerpo burdo, nos hemos desidentificado de él e incluso de nuestra personalidad, lo cual implica un pla­ no mucho más sutil. En este nivel estamos únicamente identi­ ficados con las ideas y todo lo demás no es sino una manifes­ tación externa en planos diferentes de mayor grado de densidad. El séptimo chakra, el chakra superior, es el lugar en el que nos sumergimos plenamente en el océano, en la unidad, en la totalidad. Consideremos, por ejemplo, el proceso cíclico del agua que, surgiendo del mar, forma nubes que, a su vez, dan lugar a las gotas de lluvia que caen nuevamente sobre el océa­ no. El océano está formado por una infinidad de gotas, pero su entidad sigue siendo la de océano, y cada una de las gotas que lo forman no mantiene su individualidad como tal durante mu­ cho tiempo antes de regresar al océano. Pensemos en ello como en un proceso. El séptimo chakra es el océano, allí don­ de todo vuelve a desembocar en el uno, un lugar que se halla más allá incluso de las leyes y de las ideas. Ahora bien, debemos tener en cuenta que, en la medida en que vamos ascendiendo por esta escalera, en cada uno de los diferentes niveles aparecen ciertas características específicas... hay un nuevo modo de recibir y transmutar la energía del uni­ verso. Cada chakra nos permite trabajar con un tipo diferente de energía, en cada uno de ellos nos alimentamos de modo dis­ tinto y podemos trabajar con la luz, con el amor, etcétera, de diferentes modos. De la misma manera, en cada uno de los ni­ veles contemplamos el universo de maneras diferentes y, por consiguiente, nuestras acciones y nuestras reacciones -nues­ tros hábitos intelectuales y nuestras respuestas- son también diferentes. Por otra parte, dado que en cada nivel existe la ten­ dencia a quedamos estancados, debemos esforzamos en ir to­ davía más allá. Es habitual también, por último, que quienes estemos llevando a cabo este trabajo distribuyamos irregular­ mente nuestra energía en los distintos planos o chakras.

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23. TIPOS CORPOMENTALES EN LA MEDICINA AYURVÉDICA: VATA, PITTA Y KAPHA

Deepak Chopra La genética es un elemento fundamental del sistema ayurvédico ya que, a fin de cuentas, el tipo corporal es el resultado de la herencia. Mucho tiempo antes de que apareciera la teoría del ADN, los sabios ayurvédicos comprendieron que los ras­ gos genéticos aparecen en grupos. Así, por ejemplo, la piel y el cabello orientales no suelen ir acompañados de ojos azules sino de ojos marrones; la musculatura compacta no puede sus­ tentarse sobre huesos delgados y ligeros sino que requiere de un soporte óseo lo suficientemente sólido. De este modo, la mente, el cuerpo y la conducta se hallan relacionados de una manera sutil que sólo es posible desentrañar a través del cono­ cimiento de los doshas. Nuestro tipo corporal es el molde que nos configura pero no contiene nuestro destino. El hecho de ser alto o bajo, inde­ ciso o decidido, ansioso o tranquilo, nos incluye en un deter­ minado tipo pero, aun así, existen muchas otras cosas -como nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros recuer­ dos, nuestros talentos, nuestros deseos, etcétera- que no pue­ 334

Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

den ser controladas por nuestro tipo corporal. El conocimiento de nuestro tipo corporal nos capacita para evolucionar hacia un estado ideal de salud. A diferencia de la medicina occiden­ tal, que aspira exclusivamente a alcanzar la salud física y men­ tal, el Ayurveda pretende elevar todos los aspectos de la vida a un nivel superior, ya que las relaciones personales, la satisfac­ ción laboral, el crecimiento espiritual y la armonía social están estrechamente vinculados con el cuerpo y la mente y, por con­ siguiente, si tenemos un conocimiento profundo de la medici­ na, podemos ejercer una influencia sobre ellos.

CARACTERÍSTICAS DEL TIPO VATA (AIRE-ÉTER) • Estructura delgada y ligera • Agilidad • Apetito y digestión irregulares • Sueño ligero e irregular, insomnio • Entusiasmo, vivacidad e imaginación • Excitabilidad, estados de ánimo fluctuantes • Asimila y también olvida rápidamente la nueva infor­ mación • Tendencia a preocuparse • Tendencia al estreñimiento • Se cansa fácilmente, tendencia al agotamiento • La energía física y mental viene a impulsos El tema fundamental de vata es la «mutabilidad». Las per­ sonas vata son impredecibles y mucho menos estereotipadas que los pitta o los kapha, pero su variabilidad, en cambio -en cuanto a forma, tamaño, humor y acción- es también su rasgo más característico. Para una persona vata la energía física y mental procede a borbotones y de modo irregular. Los vata son propensos a 335

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

• Tener hambre a cualquier hora del día o de la noche • Gustar de la excitación y el cambio constante • Acostarse a horas irregulares, saltarse las horas de las comidas y, en general, mantener hábitos irre­ gulares • Digerir bien la comida un día y mal al día siguiente • Estallidos emocionales de corta duración y que se ol­ vidan fácilmente • Andar deprisa Físicamente hablando, los vata son los más delgados de los tres tipos y tienen, por lo general, hombros y/o caderas estre­ chos. Hay algunos vata para los que resulta sumamente difícil -si no imposible- aumentar de peso, y permanecen crónica­ mente por debajo de su peso mientras que otros, en cambio, son agradablemente delgados y flexibles. Aunque su apetito es muy voluble, el vata es el único tipo que puede comer sin au­ mentar su peso. (También hay quienes, sin embargo, fluctúan mucho de peso a lo largo de su vida y pueden ser altos, delga­ dos y flacos durante la adolescencia pero tener un exceso de peso en la mediana edad.) El exceso de vata conduce a la desproporción física y las manos y los pies pueden ser excesivamente grandes -o peque­ ños- en relación al cuerpo; los dientes pueden ser también muy pequeños o muy grandes y protuberantes. El comer en ex­ ceso también es una característica propia del vata. Aunque la mayoría de las personas vata tienen formas corporales agrada­ bles, también pueden tener las piernas arqueadas, los pies tor­ cidos hacia dentro, escoliosis (desviaciones de la columna); desviación del septum y los ojos muy juntos o muy separados. Los huesos pueden ser muy ligeros o, por el contrario, muy largos y pesados. Las articulaciones, los tendones y las venas sobresalen de manera prominente en los cuerpos de muchos vata porque la capa de grasa que se oculta bajo la piel es muy delgada. Las fracturas de articulaciones también son una pecu­ liaridad característica de este tipo. 336

Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

El dosha del vata es el responsable de todos los movimien­ tos corporales. Nuestros músculos se mueven debido a vata, que también controla la respiración, el movimiento del alimen­ to a lo largo del tracto digestivo y los impulsos nerviosos pro­ venientes del cerebro. Su función más importante es la de con­ trolar el sistema nervioso central. Los temblores, los ataques y los espasmos son ejemplos de que el vata ha sido perturbado. Cuando este dosha pierde el equilibrio, aparecen desórdenes nerviosos que pueden abarcar desde la ansiedad y la depresión (no la pesada depresión del kapha sino una especie de depre­ sión sorda que va acompañada de la sensación de estar ex­ hausto) hasta los desórdenes mentales clínicos. Todos los sín­ tomas psicosomáticos pueden ser atribuidos a un desequilibrio de vata. Por consiguiente, el hecho de armonizar el vata suele curar síntomas que desafían cualquier otro tipo de tratamiento. Vata es el responsable de comenzar -que no de finalizarcualquier actividad, y esta característica resulta muy patente cuando se halla desequilibrado, ya que una persona en esa si­ tuación, por ejemplo, puede ir de compras compulsivamente sin llegar a adquirir nada, puede hablar de continuo sin llegar a ninguna conclusión y puede terminar convirtiéndose en un insatisfecho crónico. Se afirma a veces que el tipo vata puede despilfarrar el dinero, la energía y las palabras, pero esto deja de ser cierto en el momento en que recupera el equilibrio, puesto que el dosha vata es el responsable dpi equilibrio del cuerpo. La mayor parte de los vata son propensos a la preocupación y a veces pueden llegar a sufrir de insomnio, una consecuencia manifiesta de la actividad incesante de su pensamiento, y el es­ trés al que está sometido suele conducirle con frecuencia a la ansiedad (temor). El sueño del vata normal es el más corto, seis horas o menos son la tónica, tendiendo a hacerse más bre­ ve a medida que aumenta la edad del sujeto. La persona vata equilibrada muestra una alegría, un entu­ siasmo y una energía contagiosas. Su mente es lúcida y des­ pierta, y su tono interno es eufórico. Los vata son extremada­ 337

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

mente sensibles a los cambios del entorno. Responden rápida­ mente a los estímulos sonoros y táctiles pero les desagradan los ruidos fuertes. Su personalidad suele ser vivaz, vibrante, excitable, impredecible, imaginativa y locuaz. Cuando están equilibrados, su tendencia a la impulsividad les suele conducir fácilmente a hacer esfuerzos que se hallan por encima de sus posibilidades, dando entonces lugar al agotamiento, la fatiga y la depresión crónicas. El vata debe mostrarse muy cauteloso con el descanso, no caer en excesos y tratar de mantener hábitos regulares, medi­ das que pueden parecer poco naturales a muchos vata pero que, suelen terminar resolviendo rápidamente muchos de sus problemas físicos y mentales. Vata también promueve el im­ pulso vital para recuperar el equilibrio.

CARACTERÍSTICAS DEL TIPO PITTA (FUEGO-AGUA) • Estructura mediana • Resistencia y fuerza normales • Mucha hambre y sed, digestión poderosa • Tendencia al enojo y la irritación en las situaciones tensas • Piel rojiza y blanca, frecuentemente pecosa • Aversión al sol y a los climas cálidos • Carácter emprendedor, ama los desafíos • Intelecto agudo • Habla precisa y articuladamente • No puede saltarse las comidas • Rubio, ligeramente castaño o pelirrojo (o de tonos rojizos) El tema básico de pitta es la «intensidad». Cualquier perso­ na de cabello rojo y brillante y con un rostro pecoso tiene mu­ cho que ver con pitta, igual que toda persona que sea ambicio­ sa, inteligente, habladora, decidida, discutidora o celosa. Los

Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

pitta tienen una tendencia natural combativa que no necesaria­ mente tiene que ser explícita. Cuando se halla en equilibrio, pitta es emocionalmente cálido y ardiente, amable y jovial. Los rostros que irradian felicidad son característicos de pitta, y también lo es • Sentir un hambre atroz si la comida se retrasa media hora • Vivir pendiente del reloj (generalmente caro) y tener la sensación de que está perdiendo el tiempo • Despertarse en mitad de la noche sitiendo calor o sed • Tomar la iniciativa en una situación o sentir que debe hacerlo • Caminar con decisión Físicamente hablando, pitta tiene una estatura media y está bien proporcionado. Mantienen su peso sin grandes fluctuacio­ nes y no les resulta difícil perder o ganar unos kilos a volun­ tad. Sus rasgos faciales son bien proporcionados; los ojos tie­ nen un tamaño intermedio y su mirada suele ser penetrante. Las manos y los pies también son normales y lo mismo ocurre con las articulaciones. El cabello pitta es fácilmente reconocible, ya que suele ser suave y liso, de color rojo, rubio o arena, y tiende a encanecer prematuramente. La calvicie, el pelo ralo o una línea del pelo en recesión también suelen ser características propias de pitta. Los pitta suelen mostrar un intelecto agudo y penetrante y tener capacidad de concentración. También tienen una ten­ dencia innata a ser ordenados y a administrar prudentemente su dinero, su energía y su actividad (aunque gastarlo en lujos es una notable excepción porque los pitta gustan de rodearse de objetos hermosos). Tienden a reaccionar visualmente al mundo. Los pitta expresan calor en todas sus facetas. Cuando pier­ den el equilibrio, por ejemplo, este calor se expresa en su ge­ nio, sus manos, sus pies calientes y la sensación de quemazón 339

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

en los ojos, piel, estómago e intestino. Este mismo calor inter­ no les hace poco proclives a exponerse prolongadamente al sol, y ante él se fatigan muy rápidamente y no acometen tra­ bajos físicos demasiado duros. Sus ojos también rechazan la luz brillante. Los pitta también sienten cierta inclinación hacia la ira, que es su emoción negativa característica, una emoción a la que suele abocarles con frecuencia el estrés, y pueden mostrarse irritables e impacientes, exigentes y perfeccionistas, particular­ mente cuando se hallan en una situación tensa. Aunque son ambiciosos y tienen cualidades para el liderazgo, los pitta pue­ den llegar a presentar modales demasiado cortantes, agresivos y ofensivos para los demás. Los pitta hablan de manera precisa y coherente, y suelen ser buenos oradores. Sostienen firmemente sus opiniones y les gusta discutir. Cuando están fuera de equilibrio, su expresión suele ser sarcástica y crítica pero, al igual que ocurre con las personas pertenecientes a los otros doshas, los tipos pitta pre­ sentan dos facetas ya que, cuando se hallan equilibrados, son dulces, alegres, confiados y valientes. Les agradan los retos y los afrontan con decisión pero con una energía física modera­ da. Su resistencia también es moderada y hasta su misma di­ gestión, normalmente poderosa -la base, por otra parte, de su energía- puede verse alterada. Son de esa clase de personas que, a mitad de su vida, pueden llegar a decir: «Solía comer de todo, pero eso ya se acabó».

CARACTERÍSTICAS DEL TIPO KAPHA (TIERRA-AGUA) • Constitución sólida y poderosa; gran energía y resis­ tencia física • Energía estable, movimientos lentos y gráciles • Personalidad tranquila y relajada; poco coléricos • Piel fría, fina, tersa, pálida y, frecuentem ente, 340

Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

grasienta • Lento para asimilar la información nueva, pero con buena memoria retentiva • Sueño pesado y prolongado • Tendencia a la obesidad • Digestión lenta y apetito moderado • Afectivo, tolerante e indulgente • Tendencia a ser posesivo y complaciente El tema fundamental del tipo kapha es la «relajación». El dosha de kapha, el principio estructural de su cuerpo, propor­ ciona estabilidad y firmeza, y le suministra las reservas de energía física y la resistencia que necesita la robusta y pesada estructura de las personas kapha. Según el Ayurveda, los kap­ ha son afortunados porque suelen gozar de una salud inque­ brantable. Su personalidad también muestra una visión del mundo serena, feliz y tranquila. El kapha siente inclinación por • Meditar las cosas durante mucho tiempo antes de to­ mar una decisión • Despertarse lentamente, quedarse en la cama durante mucho tiempo y necesitar café una vez que se ha levan­ tado • Se siente feliz con el estado de las cosas y trata de conservarlo manteniendo una actitud conciliadora • Respeta los sentimientos de las personas por las que siente una verdadera empatia • Busca una gratificación emocional en la comida • Movimientos elásticos, ojos claros y un caminar grácil aun cuando puedan ser gruesos Físicamente hablando, el dosha propio de kapha proporcio­ na fuerza y resistencia natural frente a la enfermedad. Aparte de estar bien formados, los tipos kapha tienden a ser gruesos con hombros y/o caderas anchas. Suelen ser tan proclives a en­ 341

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

gordar que suele decirse que les basta con mirar la comida para aumentar de peso. También tienen dificultades para per­ der el peso extra, y por ello son propensos a la obesidad cuan­ do se hallan en un estado de desequilibrio. No obstante, las personas con una estructura mediana también pueden ser kap­ ha y en los doshas dobles -como por ejemplo vata-kaphapueden incluso llegar a ser delgados. Un rasgo indicador de kapha es la piel suave, fresca, delgada, pálida, y frecuente­ mente grasienta. También son típicos los ojos grandes, tiernos y aconejados («como si estuvieran llenos de leche», dicen los antiguos textos). Cualquier atributo del rostro o del cuerpo que nos sugiera sosiego y estabilidad es un indicio de la preponde­ rancia subyacente del kapha. La presencia de las formas curvi­ líneas y llenas propias de las estatuas del Renacimiento consti­ tuye uno de los rasgos kapha más característicos de las mujeres. El dosha de kapha es lento, y las personas que comen des­ pacio y tienen una digestión lenta suelen pertenecer al tipo lrapha, al igual que quienes hablan despacio y deliberadamen­ te. Son tranquilos y autocontenidos y, por consiguiente, no suelen enojarse y quieren mantener la paz en tomo suyo. Su respuesta natural al mundo viene a través del sabor y el olor. Los kapha suelen atribuir una importancia especial a la ali­ mentación, tienden a confiar en las sensaciones corporales y fundamentalmente son personas terrenales. Los kapha tienen una energía estable. Su capacidad y su re­ sistencia para el trabajo físico excede a la de los otros tipos. Rara vez se sienten afectados por la fatiga física. Los kapha también tienden a almacenar y a guardarlo casi todo: dinero, posesiones, energía, palabras, alimento y grasa (esta última, generalmente, en la parte inferior del cuerpo, es decir, en los muslos y las nalgas). /;v '' k °s kaphft son afectivos, tolerantes, indulgentes y matema! P01 na^ura^eza. No se ven afectados fácilmente por las cris*8 y despiertan seguridad en los demás. Tienden a ser com, placientes aunque, aun el más equilibrado de ellos, vacila

Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

cuando se siente estresado. Sus emociones típicas son la envi­ dia y el apego desmedido. Toda persona que no pueda sopor­ tar el deshacerse de las cosas viejas está expresando un exceso de kapha. Cuando se halla fuera de equilibrio, los kapha se convierten en estúpidos, pesados, soñolientos y perezosos. Los kapha son los que aprenden más despacio de los tres doshas pero, compensatoriamente, tienen buena memoria y, con el tiempo, adquieren un dominio sólido sobre el tema. Ab­ sorben la información nueva lentamente y suelen abordarla de manera sistemática. Por otra parte, cuando se hallan desequili­ brados se vuelven torpes y obstinados. La preocupación fundamental de los kapha gira en tomo al progreso, ya que cualquier situación de estancamiento convier­ te su estabilidad en inercia. Los tipos kapha necesitan estar se­ guros de que no se aferran al pasado, no se identifican con las personas ni con las posesiones y de que no entorpecen el cam­ bio. La comida pesada y fría, la falta de ejercicio, los excesos alimentarios y el trabajo rutinario les desvitaliza, pero la esti­ mulación -aunque no sea natural- saca a la luz su vitalidad.

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24. TIPOS CARACTERIALES EN LA MEDICINA CHINA: PIONERO, HECHICERO, PACIFISTA, ALQUIMISTA Y FILÓSOFO Harriet Beinfield Y Efrem Korngold El presupuesto fundamental de la filosofía china es que las fuerzas que gobiernan los ciclos del cambio en el mundo externo tienen su contrapartida en el cuerpo y la mente de los seres humanos. Cada uno de los distintos niveles de or­ ganización -desde la rotación de los planetas hasta la con­ ducta de nuestros órganos internos- recapitula las pautas na­ turales en todos los niveles de organización. Estas antiguas ideas orientales configuran lo que ciertos pensadores moder­ nos han dado en llamar el «paradigma holográfico», el he­ cho de que la organización de la totalidad (naturaleza) se re­ fleja en todas y cada una de sus partes (vegetales, animales y seres humanos). En el interior del ser humano las mismas fuerzas que orga­ nizan la existencia física, sensorial y perceptiva de nuestro or­ ganismo (soma) inciden en la vida emocional, intelectual y es­ piritual de la persona (psiquismo). Dentro de este contexto, el 344

Tipos caracteriales en la medicina china

modelo de Cinco Fases que presentamos a continuación tiene un área de aplicación muy diferente. Existe una compleja red de relaciones entretejida entre las Cinco Fases y la cultura humana. Los asuntos del estado y la sociedad se han organizado en función de estos principios. Los momentos adecuados para plantar y para cosechar, para avan­ zar y para retroceder en la batalla, para el matrimonio y para la procreación, y también los métodos para conservar la salud se prescribieron siguiendo este sistema. Las Cinco Fases consti­ tuyen, pues, un calendario de los ciclos de cambio -tanto a corto como a largo plazo- en el ser humano, un mapa que per­ mite cartografiar el desarrollo del proceso, una guía que nos permite comprender nuestra propia evolución.

LAS FASES COMO ESTADIOS DE TRANSFORMACIÓN Las Cinco Fases representan estadios de transformación, pautas de expansión y de contracción, de difusión y de decli­ nación. Cada una de las fases posee una energía primordial in­ trínseca, una determinada influencia ontológica que configura los acontecimientos de un modo particular. A lo largo de nues­ tra vida, por ejemplo, los seres humanos atravesamos ciclos vi­ tales similares a la sucesión de las estaciones en la naturaleza, ciclos que comienzan con el nacimiento y finalizan con la muerte, pasando por estadios intermedios de crecimiento, ma­ durez y decadencia. Así pues, dentro del ciclo vital podemos observar el poder propio de cada una de las fases. La Fase de Madera se aplica al nacimiento, a la nueva vida que surge. El recién nacido, que, en principio es tan pequeño y frágil como un brote tierno, moviliza una tremenda cantidad de energía para poder crecer rápidamente. El bebé se mueve de la fase yin de la gestación (correspondiente al agua) a la fase yang del crecimiento (ligada a la madera). El punto culminan­ te de la fase yang -correspondiente al fuego- se alcanza en la 345

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

edad adulta, cuando nos hallamos en la flor de la vida. El pe­ ríodo de la «maduración» (la madurez) se corresponde con la Fase de Tierra. Cuando llegamos a la vejez regresamos al yin y comienza el declive (correspondiente a la Fase de Metal). Por último, en el momento de la muerte regresamos al estadio yin de la disolución -la Fase de Agua-, a la vacuidad de la que habíamos emergido. Del mismo modo que las Cinco Fases sirven para definir las transformaciones a que dan lugar los ciclos vitales, también pueden ayudamos a comprender mejor el proceso de nuestra existencia cotidiana. El despertar se asocia a la madera, el mo­ vimiento hacia el estadio de máxima vigilia se corresponde con el fuego, la somnolencia se relaciona con el metal y el es­ tado de sueño está ligado al agua. La tierra, por su parte, cons­ tituye el punto de reposo y equilibrio entre los movimientos polares, un punto en el que no predomina ninguno de ellos. Así pues, nuestra integridad está basada en la proporción y el ritmo de cada una de las Cinco Fases en nuestro interior, un ritmo que regula el sueño y la vigilia, la actividad y el descan­ so, la excitación y la inhibición.

LAS CINCO FASES DETERM INAN CINCO TIPOS DE PERSONALIDAD Nuestra exposición sobre la Teoría de las Cinco Fases pos­ tula que existen diferentes modos de ser en el mundo, diferen­ tes tipos de inclinaciones y dones que mantienen una estrecha relación con las cinco estaciones y los cinco elementos. Todos nosotros estamos caracterizados por una fuerza organizadora oculta e inefable que nos permite incorporar y expresar la ex­ periencia. En cada uno de nosotros predomina una determinada fase, en tomo a la cual gravitan todas las demás, y que constituye la fuente de la que manan nuestros impulsos más profundos. Esta fase es nuestro tipo, la matriz ontológica primaria que inicia y 346

Tipos caracteriales en la medicina china

rige la formación de nuestra existencia única. Existen cinco ti­ pos diferentes y cada uno de ellos posee un paisaje interno tan distinto como lo es la jungla del desierto y las pálidas hojas marchitas del otoño de las llameantes dalias rojas del verano. Nuestra naturaleza nos resultará evidente si nos esforzamos en comprender cómo estamos «unidos» -cómo se organizan nuestro soma y nuestra psique- y, cuando nos conozcamos a nosotros mismos, podremos actuar en consecuencia. El autoconocimiento es el requisito indispensable para el dominio de uno mismo. Aplicando el lenguaje de la Teoría de las Cinco Fases podremos responder a las cuestiones existenciales sobre nuestra propia identidad (¿Quién soy yo? y ¿Cómo estoy for­ mado?), del sentido de nuestra vida (¿Qué es lo que debo ha­ cer?) y del destino (¿Quién seré? y ¿Cómo puedo hacer lo más adecuado?). El análisis de las Cinco Fases puede informamos acerca de nuestras virtudes y de nuestras flaquezas, ayudándonos a ser más sabios en nuestras decisiones sobre lo que debemos bus­ car y lo que debemos evitar. En suma, el descubrimiento de las raíces arquetípicas de nuestro carácter nos permite tomar con­ ciencia de nuestras actitudes, de nuestras relaciones, de nues­ tros deseos y de nuestros sueños, así como de nuestros recur­ sos curativos, fijaciones emocionales, dudas intelectuales y dilemas espirituales. Aunque la Teoría de las Cinco Fases es antigua, la idea de los «tipos» ligados a las Cinco Fases constituye el intento de injertar una rama psicoespiritual occidental en el tronco del pensamiento médico chino tradicional. Por otra parte, la fusión de los conocimientos tradicionales chinos con las metáforas culturales de Occidente también nos permite ampliar el anti­ guo sistema de las Cinco Fases hasta convertirlo en un mode­ lo fenomenológico que unifica los aspectos físicos, emociona­ les y míticos de la experiencia y la conducta humanas. Así pues, esta versión de las Cinco Fases constituye un intento de establecer un puente de aproximación entre las ideas orientales y occidentales sobre la medicina y los procesos humanos. 347

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

MADERA La madera es tan poderosa y resuelta como el viento, tan flexible como un álamo cimbreándose sobre un cielo resplan­ deciente y despejado. La primavera, una época de renacimien­ to, de súbito crecimiento y de rápida expansión, jalona el sur­ gimiento de esta energía. A lo largo de este período, el movimiento va ascendiendo hasta la superficie y trascendien­ do las limitaciones del invierno. De este modo, a medida que el proceso de la vida vuelve a despertar, se produce un cres­ cendo de excitación. Un día, el bosque parece sombrío y muer­ to y al día siguiente los rayos del sol derraman su cálida luz sobre las ramas que empiezan entonces a cubrirse de nuevos brotes. Este torbellino de actividad despierta sentimientos tu­ multuosos. El cambio es algo que se espera pero no puede ser predicho en modo alguno ya que, al igual que ocurre con el na­ cimiento de un niño, el día y el momento precisos siguen sien­ do un misterio. Sabemos que la primavera está por venir pero ignoramos el momento concreto en que lo hará. Y esta expec­ tativa fomenta la tensión pero también conlleva la promesa de un descanso. El hígado, cuyo qi se halla relacionado con la Fase de la Madera, instiga el movimiento y aguijonea a la mente favore­ ciendo, así, la tensión y la presión necesarias para construir. Del mismo modo que la primavera inicia el ascenso de la sa­ via en los árboles, el hígado estimula a la sangre y al qi. De este modo, reuniendo y liberando sucesivamente a la sangre, el hígado modula la intensidad y la fuerza de todos los movi­ mientos y procesos. El Arquetipo de la Madera: El Pionero La metamorfosis constituye el principio director del Pione­ ro, impulsado por la aventura de adentrarse en lo desconocido, de luchar contra el destino, de batallar deliberadamente contra ^48

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Tipos caracteriales en la medicina china

la adversidad para sojuzgar a la tierra yerma. El pionero es fle­ xible, astuto y ferozmente independiente, obra por cuenta pro­ pia y se esfuerza constantemente en superar sus propias limita­ ciones, trabajando de manera incansable para expandir su visión y su libertad de movimientos en una multitud de for­ mas. Se encuentra inexorablemente atraído a hollar caminos inexplorados, a ascender a las cumbres de las montañas, a adentrarse en el firmamento cuajado de estrellas dentro del tra­ je de un astronauta, a levantar un emporio de la nada o a em­ barcarse en la investigación de campos todavía inexplorados. Es una persona enamorada de lo nuevo, curiosa por todo lo que permanece sin conquistar, siempre dispuesta a innovar, a reformar y a revolucionar. El Pionero se halla predispuesto hacia la acción, supera toda resistencia con el ímpetu y la determinación de un gue­ rrero y, al igual que una locomotora que acumula fuerza y va aumentando de velocidad a medida que desciende sobre la vía, dispone de una energía verdaderamente formidable.

FUEGO El fuego es resplandeciente, evanescente, tembloroso, exci­ tante y globalizador. El verano, la estación en la que los vege­ tales y los animales alcanzan su máximo esplendor, jalona el ascenso del poder del fuego. El verano despierta un sentimien­ to de esplendor y plenitud que nos empuja a llegar al límite de nuestras posibilidades. El sol brillante se eleva hacia su cénit por encima de las magnolias florecientes escoltadas por el zumbido de las abejas. Durante el verano predomina el yang, y la luz, el calor, la actividad y las relaciones alcanzan su máxi­ mo esplendor. Al igual que el verano, el fuego es expansivo, radiante, extravertido y apasionado y, del mismo modo que el sol estimula las corrientes vitales de la tierra, el corazón extrae la substancia viva de la sangre e impregna todo el cuerpo de atención. 349

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

El Arquetipo del Fuego: El Hechicero La fusión es el principio director del Hechicero, quien an­ hela fundir lo mundano con lo extraordinario, y articular las aspiraciones humanas con el propósito divino. Del mismo modo que el fuego del amor une al hombre y la mujer para dar lugar a una nueva vida, el Hechicero se vale de un poder mila­ groso que es capaz de eliminar la separación mediante la fu­ sión de los elementos divergentes. Su excitación y su entusias­ mo proporcionan la temperatura necesaria para que tenga lugar la fusión, y esa tremenda energía catalítica le permite traer al mundo el poder transformador de la luz, del amor y de la con­ ciencia. Encantador y persuasivo, el Hechicero es un vendedor nato, alguien que no vende tanto el producto en sí como la expe­ riencia de poseer un instrumento mágico, un auténtico talis­ mán que capacita para trascender la existencia ordinaria. La magia, sin embargo, no reside en la mercancía sino en el He­ chicero. Así pues, cuando este fantástico vendedor de sueños desaparece y lo que esperábamos que transformara nuestro mundo se convierte en un mero recurso práctico, no nos que­ damos insatisfechos ni frustrados, porque el asombro y la ale­ gría que nos inspira el Hechicero pervive, todavía en nosotros. Su magnetismo personal y su capacidad expresiva le per­ miten transformar a un grupo de individuos en un solo cuerpo. Ya se trate de un equipo, de un coro, de una clase, de un audi­ torio, de una congregación o de un partido político, el Hechi­ cero aúna nuestras visiones y nuestros sentimientos y, gracias a esta unión con las mentes y los corazones de los demás, ha­ cemos real nuestra propia humanidad.

TIERRA La tierra puede ser sólida como una escarpada cordillera, amable como una colina cubierta de hierba, acogedora como 350

Tipos caracteriales en la medicina china

un prado verde, absorbente como un valle que recibe los sedi­ mentos y el agua de los ríos. La tierra atraviesa todas las fron­ teras, las Montañas Rocosas, los Apalaches, los Andes, los Himalaya, los Alpes y el Cáucaso, rodean y aglutinan territorios y pueblos, tribus y naciones. En los abrigos protectores y las grietas del cuerpo de la tierra, las criaturas humanas cincelan terrazas, campos y arrozales y esculpen pantanos, bosques y llanuras. De este modo, la tierra acuna y nutre a la vida que depende de ella. Cuando el verano concluye y se acerca el otoño, se produ­ ce un vacío en el que el tiempo parece detenerse y el esplendor del verano parece suspendido. La última parte del verano jalo­ na la aparición del poder de la tierra, el tiempo de la madurez, cuando todo aquello que ha brotado y crecido durante la pri­ mavera y el verano está en sazón para ser cosechado. Esta li­ beración momentánea del ciclo de nacimiento-crecimiento-decadencia-y-muerte hace que éste sea un tiempo propicio para la paz y la plenitud en el que tomamos conciencia de lo fructí­ fero de nuestro trabajo. El bazo, al igual que el verano hindú, se corresponde con la Fase de la Tierra, ya que, recibiendo y compartiendo sólidos y líquidos, percepciones e ideas, incor­ pora alimento y experiencia a la substancia de nuestro ser. La tierra -el suelo que nos sustenta y el fundamento que nos sitúa en el espacio y el tiempo- proporciona estabilidad. Un árbol será tan robusto como el suelo en el que arraigue. Un arbusto que arraigue en la grava o la arena puede ser arranca­ do fácilmente, mientras que otro que hunda sus raíces en el granito permanece sólidamente arraigado y es casi imposible de arrancar; cuando la tierra es demasiado porosa, la estructu­ ra que nos sostiene se erosiona, mientras que, si es demasiado densa, puede atarnos al lugar e impedimos dar un paso en cualquier otra dirección. La solidez y densidad de la tierra que nos sustenta nos mantiene firmes en la dirección de las metas que deseamos conseguir. Del mismo modo que un giroscopio rotando sobre sí per­ mite que una aeronave siga un curso prescrito, la tierra nos 351

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

ofrece la posibilidad de cambiar de dirección sin perder el equilibrio. La tierra constituye, pues, nuestro centro de grave­ dad, el punto de referencia en tomo al cual giran todos los as­ pectos del carácter y de la estructura, el eje alrededor del cual gravita nuestra personalidad. El Arquetipo de la Tierra: El Pacifista La unificación es el principio rector del Pacifista. Su ca­ pacidad de establecer y mantener las relaciones le permite alimentar y promover la relación con los demás y con el mundo. Su énfasis en lo que compartimos le permite sinteti­ zar lo que está dividido y transformar el antagonismo en unión e interdependencia. El Pacifista valora la serenidad y la estabilidad, sirviendo de mediador en los conflictos gracias a su capacidad para convertir la discordia en armonía. Es un maestro en el arte de la estrategia y la diplomacia, y es capaz de modificar su punto de vista y de comprender lo que resul­ ta esencial para lograr la máxima cooperación con el mínimo sacrificio. Es una persona camaleónica, que puede asumir, e incluso fortalecer, las capacidades de quienes le rodean, ha­ ciendo que las personas se sientan cómodas en un entorno amable y confiado.

M ETAL El metal es tan austero como una árida llanura poco antes de las lluvias invernales, tan afilado como la cima de una mon­ taña que se eleva sobre la bruma penetrando en la clara vacui­ dad del cielo. Esta fase encama el poder de la contención, la separación y la purificación. El otoño es época de marchitamiento y decadencia. Duran­ te el otoño, las hojas caídas se descomponen, regresando al suelo en el que se ocultan los restos de las cosechas. De este 352

Tipos caracteriales en la medicina china

modo, las flores marchitas y los frutos caídos fertilizan el sue­ lo para la cosecha del año venidero. La savia de los árboles se retira hacia el interior y desciende hasta las raíces. Éste es el momento de eliminar todo lo que resulta innecesario y de con­ servar únicamente lo que nos hará falta durante el invierno. Y del mismo modo que los árboles se despojan de su follaje, las criaturas preparan sus madrigueras para la dura hibernación mientras su vitalidad disminuye. Los pulmones -el órgano que corresponde al temperamento propio de esta estación, el órga­ no del metal-, absorben y purifican el qi, enviándolo poste­ riormente hacia abajo para nutrir nuestras raíces con la pura esencia. Los pulmones gobiernan la piel -la frontera exterior del cuerpo humano-, nos protegen de las invasiones externas y salvaguardan nuestros recursos internos. El metal, derivado de la tierra, es una substancia pura ge­ nerada mediante un proceso de reducción. Esta fase se halla li­ gada a la noción alquímica de transformar los metales en oro y representa la transformación de los materiales burdos de la na­ turaleza en pura «esencia». El otoño es una época para la evo­ lución a través de la reducción, una época en la que la materia regresa a su fuente y se dispone para su posterior re-creación. El fruto podrido deja tras de sí las semillas y, de este modo, la materia corrompida proporciona la simiente que se multiplica­ rá la próxima primavera. El otoño trae consigo un sentimiento de recogimiento y de acumulación pero también está acompañado de una sensación de pérdida a medida que la luz comienza a hacerse más tenue y la temperatura del aire disminuye poco a poco. Entonces el yin asciende mientras que el yang mengua. Al igual que la pri­ mavera, el otoño es una estación de cambio pero, mientras que la primera es una estación expansiva de ruptura y difusión, el otoño, por el contrario, es un período de recogimiento y de es­ terilidad en el que se completa el ciclo vital.

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Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

El Arquetipo del Metal: El Alquimista La transmutación es el principio director del Alquimista, que busca la perfección tanto en la forma como en la función. Su discernimiento le permite destilar lo bueno y lo puro de lo grosero y primitivo, y su esfuerzo por extraer el orden del caos crea las situaciones para que los demás puedan llevar a cabo su trabajo con exactitud. Definiendo y purificando, el Alquimista es el guardián de las normas y de las medidas, la fuente de todos los valores éti­ cos y estéticos, el adalid de la virtud, los principios y la belle­ za. Es el maestro de la ceremonia y de la disciplina y, al igual que el abad de un monasterio, nos instruye, serena, desapega­ da e impávidamente, en el significado de la doctrina y el ritual, proporcionando la estructura que capacita a los demás para in­ tegrar la metafísica a la vida mundana.

AGUA El agua es tan subterránea como una corriente bajo tierra, tan oscura y fértil como la matriz, tan duradera como el mar color de jade. El agua alcanza su plenitud en el frío del invier­ no, cuando la energía de los vegetales permanece en sus raíces, cuando los animales engrosan el espesor de su piel, cuando los charcos se hielan. A medida que la energía y la materia se con­ centran, el movimiento se va lentificando. Es un período de aparente inmovilidad y estasis aunque, sin embargo, bajo la superficie tiene lugar una actividad oculta de gestación y ger­ minación que posibilitará la renovación de la próxima prima­ vera. Para que las semillas y los bulbos germinen es necesario el hechizo del letargo gélido. Durante este período de hiberna­ ción la esencia de la vida perdura en su forma más primitiva. El oso que permanece escondido en el fondo de su oscura ca­ verna parece muerto excepto por el suave calor de su lenta e imperceptible respiración. Las reservas acumuladas le permi­ 354

Tipos caracteriales en la medicina china

ten subsistir durante el invierno y descansar hasta que, en las proximidades de la primavera, el hambre le despierta, jalonan­ do así el surgimiento de un nuevo ciclo. El riñón mora dentro de nosotros como el oso en su caverna, escondiendo el germen del ser, la esencia, que nutre y renueva nuestra fuerza vital. Como Dionisos, el dios griego de la naturaleza, el agua re­ presenta la fuerza primordial de la naturaleza humana, el do­ minio del inconsciente colectivo y personal. El agua constitu­ ye el cieno primigenio a partir del cual la forma se materializa como vida y, de este modo, liga al pasado con el futuro y vin­ cula al antepasado con el descendiente, constituyendo así la fuente de nuestra inteligencia heredada. El Arquetipo del Agua: El Filósofo La revelación impulsa al Filósofo en su búsqueda incansa­ ble de la verdad. Él saca a la luz aquello que está oculto, des­ cubre nuevos conocimientos, disipa el misterio y erradica la ignorancia. Su forma de escrutar la vida hasta que el propósito y el significado de sus percepciones se funden para configurar el germen de la comprensión, le asemeja a un viejo buscador de oro que es capaz de oler las pepitas, tamizando la arena de las ideas y de las creencias en un esfuerzo incansable por apre­ hender la naturaleza de la realidad. Al igual que el minero es capaz de remover toneladas de tierra para extraer una sola joya, el Filósofo también aspira tenazmente a alcanzar una verdad que, como el diamante, no sólo es apreciada por su res­ plandor intrínseco sino también por su dureza y porque es un instrumento que permite el desarrollo de la civilización. La cristalización de la esencia de los residuos minerales de los fó­ siles en esta piedra preciosa es un proceso que dura millones de años. El tiempo es el pico y la pala del Filósofo con los que desentierra los huesos de la cultura. El Filósofo aspira a en­ contrar el significado que subyace a los aparentes cambios de orientación de los proyectos del ser humano.

Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

A medida que ofrece su luz al mundo, el Filósofo confía en que el conocimiento estará en conjunción con la sabiduría, el poder y la compasión, consciente de que el destino es la auto­ ridad final. Es capaz de afrontar lo que puede ser y se mantie­ ne crítico frente a lo que es, diferencia la inevitable disparidad entre la realidad aparente y la realidad última y, como custodio de nuestra memoria y de nuestros sueños, articula nuestras as­ piraciones y nuestras metas sin imponemos la forma ni los me­ dios para su realización.

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NOTAS Capítulo 5. Hillman

1. C. G. Jung, P sychological Types. En C ollected W orks , vol. 6, pp. 554-555. 2. Ibid., pp. xiv-xv. 3. Ibid., p. 555. 4. Ibid., p. 494.

Capítulo 9. Springer y Deutsch

1. Sri Aurobindo, citado por J. E. Bogen, «The Other Side of the Brain. VII4: Some Educational Aspects of Hemispheric Specialization», UCLA Educator, 17 (1975), pp. 24-32. 2. R. Orstein, The Psychology o f Consciousness. Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1977. [Hay traducción castellana, con el título La p si­ cología de la conciencia , en Edaf, Madrid, 1993.] 3. R. Ornstein, «The Split and Whole Brain», Human N atu re, 1 (1978), pp. 76-83.

Capítulo 18. Palmer

1. El Webster define la conciencia como la apercepción de que algo es o de que algo está sucediendo o existiendo. Según el sistema del 357

Notas eneagrama, sin embargo, existen diferentes modalidades de concien­ cia que pueden llevamos a damos cuenta de acontecimientos no his­ tóricos y no presentes. Una obra clásica sobre la definición de los es­ tados de conciencia es el libro States o f C onciousness , de Charles Tart (El Cerrito, CA.: Psychological Processes, 1983), publicado ori­ ginalmente en 1975. Otro enfoque de los niveles de conciencia des­ de la perspectiva gurdjieva nos la proporciona también el libro de Charles Tart Waking Up (Boston: Shambhala, 1986) [Hay traducción castellana en Editorial Kairós, con el título El D espertar del «Self», Barcelona, 1989]. 2. El concepto gurdjiévo de Rasgo Principal -o vicio- se basa en la noción de que los aspectos negativos de la personalidad pueden transformarse en sus opuestos superiores. Según Gurdjieff, nuestro Rasgo Principal puede convertirse en nuestra mayor ventaja. 3. C. S. Nott, Journey Trough this World: The Second Journal o f a P upil. Nueva York: Samuel Weiser Inc., 1969; p. 87. Resulta útil destacar la elección de la vanidad por parte de Nott como la fuente genérica de nuestros sesgos personales en conjunción con los siete pecados capitales. Oscar Ichazo, por su parte, colocó a la vanidad en el punto Tres del diagrama y al temor en el punto Seis para globalizar un total de nueve pecados capitales. 4. Las escuelas de la Fundación Gurdjieff siguen activas y es posible co­ nectar con ellas en la mayor parte de las grandes ciudades. 5. Richard Rohr y Andreas Ebert, D iscovering the Enneagram: An Ancient Tool f o r a N ew Spiritual Journey. Nueva York: Crossroad Publications, 1990, p. 25. 6. Paolo Milano, ed. The P ortable D ante. Nueva York: The Viking Press, 1947, sección Purgatorio. 7. John C. Lilly y Joseph Hart, «The Arica Training», en Transper­ sonal P sychologies , Charles Tart, ed. Nueva York: Harper & Row, 1975, reimpreso por Psychological Processes, Inc., 1983 [Hay tra­ ducción castellana en Editorial Paidós, con el título P sic o lo g ía s T ranspersonales , Barcelona, 1994]. 8. Los puntos invisibles de choque «tres» y «seis» tienen que ver con los movimientos internos de energía en el diagrama y también cons­ tituyen un indicador de la relación existente entre el plano de la con­ 'ISR

Notas ciencia ordinaria y el dominio de la esencia o del ser puro. Pero el tema que se discute en este contexto no son los patrones energéticos del diagrama. Para un resumen conciso de estas pautas, véase Kathleen Riordan Speeth, The G urdjieff Work. Los Angeles: Jeremy Tarcher, pp. 21-25. 9. La tradición sagrada considera a la personalidad como un falso sistema egoico surgido de la necesidad de hacer frente a la vida físi­ ca y emocional. Según la tradición sagrada, la «realidad» constituye el espectro completo de conciencia que trasciende las fronteras pri­ vadas del pensamiento, el sentimiento y las sensaciones físicas. Des­ de este punto de vista, el Yo real es mucho más amplio que los atri­ butos aplicables a un determinado tipo. 10. David Shapiro, N eurotique Styles. Nueva York, Londres: Harper Torch, 1965. Véase la sección tercera, Estilo paranoide, pp. 54-107. 11. Lilly y Hart, «The Arica Training», en Transpersonal Psychologies.

12. Claudio Naranjo, MD., Ennea-type Structures: Self-analysis f o r the Seeker. Nevada City: Gateways/IDHHB, 1990. Este libro es un resumen del trabajo original de Naranjo con este sistema.

Capítulo 19. Greene

1. C. G. Jung, P sych ological Types. Londres: Routledge & Kegan Paul, 1971. 2. June Singer, The Boundaries o fth e Soul. Nueva York: Anchor Books, 1973.

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TIPOLOGÍAS RELACIONALES Tipos de relación

Para más información sobre los cuatro tipos de relación: dominante, sumiso, sociable y reservado, puede contactarse con John Corbett en el International Leaming, Inc., P.O. Box 907, Roswell, GA 30077. Estilos de dirección

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PERMISOS Y COPYRIGHTS El capítulo 1 está compuesto de fragmentos extraídos de Las Nuevas Conferencias Introductorias de The Standard Edition o f C om ple­ te P sychologycal Works o f Sigmund Freud (Vol. 23), traducido y editado por James Strachey. Copyright © 1964. Reimpreso con el permiso de Sigmund Freud Copyrights, el Institute of PsychoAnalysis y The Hogarth Press. El capítulo 2 es un extracto procedente de C hiídhood and S ociety , de Erik Erikson. Copyright © 1950 by W. W. Norton, Inc. El capítulo 3 está extraído del libro Our Inner C onflicts , de Karen Homey. Copyright © 1945. El capítulo 4 está formado por fragmentos pertenecientes al libro P sychological T ypes , vol. 6, procedente de C ollected Works de C. G. Jung. Copyright © 1971. Princeton University Press. Reim­ preso con permiso de Princeton University Press. El capítulo 5 está compuesto a base de fragmentos de Egalitarian T ypologies Versus the Perception o f the Uñique de James Hillman. Copyright © 1980 por Eranos Foundation. Reimpreso con permiso de Spring Publications Inc. El capítulo 6 está extraído del libro The G oddess W ithin , de Jennifer Barker Woolger y Roger Woolger. Copyright © 1987, 1989, by Roger Woolger y Jennifer Barker Woolger. Reimpreso con per­ miso de Ballantine Books, una sección de Random House Inc. El capítulo 7 está formado por extractos del libro King, W arrior, M a­ gician, L over , de Robert Moore y Douglas Gillette. Copyright © 1990 by Robert Moore and Douglas Gillette.Reimpreso con per­

Permisos y copyrights miso de HarperCollins Publishers Inc. Publicado en lengua espa­ ñola por Ediciones Paidós Ibérica, S.A. bajo el título La nueva m asculinidad: Rey, G uerrero, M ago y Amante.

El capítulo 8 es un ensayo original escrito por Angeles Arrien espe­ cialmente para este volumen. Copyright © 1993 by Angeles Arrien. Utilizado con permiso de la autora. El capítulo 9 consiste en una serie de fragmentos de Left Brain, R ight B rain , de Sally Springer y George Deutsch. Copyright © 1981, 1985, 1989 by Sally P. Springer y George Deutsch. Reimpreso con permiso de W. H. Freeman & Co. El capítulo 10 es un extracto de An Introduction to Human D yn a ­ m ics , de Sandra Segal y David Home. Copyright © 1986, 1991, by Human Dynamics™ International. Reimpreso con permiso de Human Dynamics International™. El capítulo 11 consiste en una serie de fragmentos de D eliberative, P roductive, C ollaborative, Counseling: Interpersonal S tyles , de John Corbett. Copyright © 1986 by International Leaming, Inc. Reimpreso con permiso de International Leaming, Inc. El capítulo 12 está formado por extractos de The M anagerial G rid ///, de Robert Blake y Jane Mouton. Copyright © 1985. La ilus­ tración de la Rejilla del Liderazgo pertenece a Leadership D ilem m as-G rid Solutions , de Robert Blake y Anne Adams McCanse (anteriormente la Rejilla de Dirección de Anne Blake y Jane Mouton), Houston: Gulf Publishing Company, p. 29. Copyright © 1991 by Scienfic Methods, Inc. Reproducido con permiso de los autores. El capítulo 13 consiste en un extracto de The Varieties o f Tem pera­ mento de W. H. Sheldon. Copyright © 1942 by Harper & Brot­ hers. Reimpreso con permiso de W. H. Sheldon Trust. El capítulo 14 está formado por extractos de «Bionergetic Analysis», perteneciente a C urrent Psychotherapies , 4- edición, editado por R. J. Corsini y D. Wedding. Copyright © 1989 by R. J. Corsini y D. Wedding. Reimpreso con permiso del editor, F. E. Peacock Publishers Inc., Itasca, Illinois. El capítulo 15 consiste en extractos de Tem peraments in Education , de Roy Wilkinson, Copyright © 1977 by Roy Wilkinson. Reim­ 367

Permisos y copyrights preso con permiso de Roy Wilkinson y R. S. C. Publications, 9200 Fair Oaks Blvd., Fair Oaks, CA 95628. El capítulo 16 está formado por fragmentos de «The Arica Training», de John Lilly y Joseph E. Hart, en Transpersonal Psychologies , editado por Charles Tart. Copyright © 1975 by Harper & Row Publishers Inc. Reimpreso con permiso de Charles Tart. El capítulo 17 extá extraído de Ennea-Type Structures, de Claudio Naranjo, M.D, Copyright © 1990 by Claudio Naranjo. Reimpre­ so con permiso de Gateways/IDHHB, Inc., Nevada City, CA. El capítulo 18 es un ensayo original escrito especialmente para este volumen por Helen Palmer. Copyright © 1993 by Helen Palmer. Utilizado con permiso de la autora. El diagrama II procede de Gurdjieff: An Approach to His Ideas , de Michael Waldberg, traducido por Steven Cos. Copyright © Editions Seghers, 1973. Copyright © de la traducción Routledge & Kegan Paul Ltd., 1981. Reimpreso con permiso de Penguin Books Ltd. El diagrama III ha sido tomado de Transpersonal P sychologies , edi­ tado por Charles Tart. Harper & Row, 1975. Reimpreso por Psy­ chological Processes Inc., 1983, Charles Tart. Reimpreso con permiso de Charles Tart. El capítulo 19 consiste en extractos de R elating: An A stro lo g ica l G uide to Living with O thers on a Small P lan et , de Liz Greene. Copyright© 1977 by Liz Greene. Reimpreso con permiso de Sa­ muel Weiser Inc. El capítulo 20 está formado por fragmentos de The Handbook o f Chíne­ se H oroscopes , de Theodora Lau. Copyright© 1988 by Theodora Lau. Reimpreso con permiso de HarperCollins Publishers. El capítulo 21 consiste en extractos de The M edicine W heel , de Sun Bear y Wabun. Copyright© 1980 by Sun Bear y Wabun. Utiliza­ do con permiso del editor, Prentice Hall, una sección de Simón & Schuster, Englewood Cliffs, N.J. El capítulo 22 está formado por extractos procedentes de un artículo de Ram Dass titulado «Baba Ram Dass lecture at the Menninger Foundation», aparecido en The Journal o f Transpersonal P sycho­ lo gy, 1970, nQ2, y 1971, nQ 1. Reimpreso con permiso de The Journal o f Transpersonal Psychology.

Permisos y copyrights El capítulo 23 consiste en extractos de P erfect H ealth , de Deepak Chopra, M.D. Copyright © 1990 by Deepak Chopra. Reimpreso con permiso de Harmony Books, una sección de Crown Publis­ hers, Inc. El capítulo 24 está formado por extractos de Between H eaven and E arth , de Harrie Beinfield y Efrem Komgold. Copyright© 1988 by Harriet Beinfield y Efrem Komgold. Reimpreso con permiso de Ballantine Books, sección de Random House, Inc.

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ACERCA DE LOS AUTORES Angeles Arrien es antropóloga cultural y autora de The T arot Handbook: Signs o f Life y The Four F oíd Way. También es un miem­ bro destacado del Institute of Transpersonal Psychology. Harriet Beinfield fue una de los primeras norteamericanas que estu­ dió en el College of Traditional Acupunture de Inglaterra y que logró su licenciatura en acupuntura en California. Mantiene una consulta privada en San Francisco y es coautora de Beetwen Heaven and Earth: A G uide to Chínese M edicine.

Robert R. Blake es presidente de Scientific Methods, Inc., y ante­

riormente impartió clases de psicología. Es autor (junto a Jane Syrgley Mouton) de una docena de libros, entre los cuales cabe destacar The M anagerial G rid ///; The G rid ® fo r Sales Excellen ce y The N ew G rid f o r Supervisory Effectiveness.

Deepak Chopra ha practicado la endocrinología desde 1971 y fue

director del equipo médico del Memorial Hospital en Stoneham, Massachusetts, Nueva Inglaterra. Es miembro de la Asociación Norteamericana de Medicina y presidente de la Asociación de Medicina Ayurvédica. Es autor de Creating H ealth ; Return o f the R ish i ; Quantum H ealin g ; P erfect H ealth ; U nconditional Life y A geless B ody , Tim eless Mind. John Corbett trabajó para la empresa Xerox durante diez años y después fue director de ventas de Microcard Edition, una sección de Indian Head Corporation. Es fundador del International Learning Inc., una fundación dedicada a la publicación de tests de conducta y la formación empresarial. También es fundador del 370

International Leaming Affiliates, una red de consultores empre­ sariales ampliamente difundida. Georg D eutsch es neurofisiólogo y coautor de L eft B rain, R igth Brain.

Erik Erikson, ganador del premio Pullitzer y del National Book

Award, es una de las figuras más sobresalientes en el campo del psicoanálisis y el desarrollo humano. Entre sus numerosos libros podemos destacar Childhood and Society; D im ensions o f a N ew Id en tity ; G andh i’s Truth ; Identity and the Life C ycle ; Identity: Youth an d C r isis ; In sigh t an d R espon sability\ The Life C ycle C om pleted ; Life H istory and the H istorical M oment y Young M an Luther.

Sigmund Freud es el fundador del psicoanálisis. Entre sus escritos

se incluyen The In terpretaron; o Dream s; Introductory Lectures on P sychoanalysis ; The P sychopatology o fE ve ry d a y L ife , Civilization an d Its D iscontents; N ew Introductory L ectures on P s y ­ choanalysis y la Standard Edition o f the Com plete P sychological Works o f Sigmund Freud (24 vols.) Douglas Gillette es mitólogo, ejerce como consejero y es uno de los

portavoces del movimiento de grupos de hombres. Es autor (jun­ to a Robert Moore) de King, W arrior, M agician, L over y también de The King W ithin ; The W arrior Within y The M agician Within. Liz Greene vive en Londres y es analista junguiana, astróloga y es­ critora. Entre sus libros destacan The Astrology o f F ate ; Relating: An A strological Guide to Living with Others on a Small P lan et ; Saturn: A N ew Look at an O íd D evil y The Júpiter/Saturn Confe rence L ectures (con Steven Arroyo). Joseph E. Hart fue director del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales del Parks College, en la Universidad de San Luis. Fue uno de los cincuenta y cuatro americanos que recibie­ ron entrenamiento en Arica, Chile, con Oscar Ichazo. Posterior­ mente actuó en calidad de maestro y codirector de la Arica School de Nueva York. James Hillman es analista junguiano, conferenciante y un prolífico escritor. Es fundador de Archetypal Psychology, fundamentada en el trabajo de C. G. Jung. Entre sus numerosos libros cabe des­ 371

Acerca de los autores tacar The M yth o f A n alysis ; Suicide and the Soul ; Insearch: Psychology and R eligión ; Re-Visioning o f P sych ology ; TTze D ream and the U nderw orld ; Loose Ends\ Anima: An Anatom y o f a Personified N otion ; H ealing Fiction ; F/re y Pwer P apers (ed.). David Horne ha trabajado durante más de veinticinco años como te­ rapeuta, escritor, director y productor de películas de formación en el campo de la psicología y la terapia educacional. Colabora en Human Dynamics International y también es coautor de An Introduction to Human D ynam ics . Karen Horney practicó el psicoanálisis y fue pionera de la psicolo­ gía femenina y los aspectos sociales y culturales de la personali­ dad. Es autora de The N eurotic P ersonality o f O ur Tim e ; N ew W ays in P sychoanalysis ; Self-Analysis; Our Inner Conflicts; N eu­ rosis and Human G rowth y Feminine P sychology (Harold Kelman, ed.). Cari Gustav Jung es el fundador de la psicología profunda. Entre sus numerosos libros podemos citar The C ollected Works (20 vo­ lúmenes); M odern Man in Search o fth e Soul; Man and H is Symbols y M em ories , D ream s and Reflections. Efrem Korngold fue uno de los primeros norteamericanos que estu­ dió en el College of Traditional Acupuncture de Inglaterra y que completó su licenciatura en California en este mismo campo. Es­ tudió fitoterapia en el Kunming Research Institute de China y en el College of Medicine de Shanghai. Komgold es diplomado y consejero de la junta examinadora de la National Comission for the Certification of Acupuncturists y mantiene abierta consulta privada en San Francisco. Es coautor de B etw een H eaven and Earth: A Guide to Chínese M edicine.

Theodora Lau nació en Shanghai y reside actualmente en el sur de

California. Es autora de The H andbook o f Chínese H oroscopes. John C. Lilly es graduado del Institute of Technology de California,

recibió su doctorado de medicina en la Universidad de Pennsylvania y también estudió psicoanálisis. Ha realizado investigaciones en los campos de la biofísica, la neurofisiología y las relaciones entre los delfines y los seres humanos. Permaneció durante ocho meses en Chile, estudiando con Oscar Ichazo. Entre sus libros se 372

Acerca de los autores incluyen Man and D olphin; The M ind o f the D olphin; Program ming an d M etaprogram m ing in the Human B iocom pu ter; The Center o f the Cyclone; The D eep Self; The Scientist: A N ovel Autobiography y Simulations o fG o d : The Science o fB e lie f Alexander Lowen es cofundador del Análisis Bioenergético y ejer­

ce la práctica psiquiátrica en Nueva York y Connecticut. Pronun­ cia conferencias y organiza talleres de formación en los Estados Unidos y en Europa. Entre sus numerosos libros se incluyen The B etrayal o f the B ody; L ove and O rgasm ; P leasu re, D epression and the B ody; B ioen ergetics y N arcissism : D en ial o f the True S elf

Robert Moore es analista junguiano y profesor de psicología y reli­

gión en The Chicago Theological Seminary. Es autor (junto a Douglas Gillette) de K in g, W arrior, M agician, L over y también de The K ing W ithin; The W arrior Within y The M agician Within. Jane Srygley M outon es vicepresidenta de Scientific Methods, Inc. Es autora (en colaboración con Robert R. Blake) de The M anagerial G rid III; The G rid fo r Sales Excellence y de The N ew G rid fo r Supervisory Effectiveness.

Claudio Naranjo es psiquiatra, psicoanalista, terapeuta gestalt y

estudiante versado en la psicología esotérica y la espiritualidad, incluyendo el budismo, la escuela de Gurdjieff y la escuela Ari­ ca. Entre sus libros destacamos H ow to Be; Techniques o f G estalt Therapy; The One Q uest; The P sychology o f M editation y Ennea-type Structures.

Helen Palmer es maestra y practicante destacada del eneagrama en

Norteamérica. Trabaja en la Facultad de Psicología de la Univer­ sidad John F. Kennedy y dirige talleres y seminarios por todo el país. Dirige, asimismo, el Center for the Investigation and Training of Intuition en Berkeley, California, y es autora de The En­ neagram: Understanding Y ourself and the O thers in Y our Life y The Enneagram in Love and W ork (de próxima aparición).

Ram Dass, conocido anteriormente como Richard Alpert, ha impar­

tido clases en las Universidades de Harvard, Stanford y de Cali­ fornia. En la década de los sesenta fue un pionero en la investi­ gación de la conciencia y las drogas psicodélicas junto a Timothy 373

Acerca de los autores Leary y otros. Estudió yoga en India y sus libros, grabaciones y conferencias han contribuido a la integración de la filosofía espi­ ritual oriental con el pensamiento occidental. Entre sus libros cabe destacar Be Here Now; The Only Dance There Is; Grist fo r the M ili (con Stephen Levine); M iracle o f Love: Stories about Neem Karoli Baba; Journey o f Awakening: A M editator’s Guidebook; Compassion in Action (con Mirabai Bush) y How Can I Help (con Paul Gorman).

Sandra Seagal ha sido profesora, psicóloga escolar y psicoterapeuta. Es fundadora de Human Dynamics International, una firma de Consulting y dirección empresarial. Ha llevado a cabo programas de adiestramiento en los negocios, educación, familia y aproxi­ mación intercultural. Es coautora de An Introduction to Human Dynamics.

William Sheldon fue doctor en medicina y filosofía y trabajó como profesor e investigador científico en las Universidades de Chica­ go, Harvard, Columbia, California y el Colegio de Medicina de Oregón, en Portland. Es autor de The Varieties o f Human Physi­ gue; The Varieties ofTemperament: A Psychology o f Constitutional Differences; The Varieties o f Delinquent Young y Prometheus Revisited.

Sally Springer es profesora adjunta de psicología en la Universidad Estatal de Nueva York, en Stony Brook. Sus investigaciones se centran en pacientes con lesiones cerebrales y en aquéllos otros que han sufrido operaciones de escotomización de los dos hemis­ ferios cerebrales. Es coautora de Left Brain, Rigth Brain. Sun Bear es un chamán chippewa y fundador de la tribu del Oso, que acepta entre sus miembros tanto a nativos americanos como a los que no lo son. Es autor de At Home in the Wilderness; Buffalo Hearts; The Path o f Power (en colaboración con Wabun y Barry Weinstock) y The Medicine Wheel: Earth Astrology (con Wabun). Wabun es colaborador en el trabajo chamánico de Sun Bear. Ha escri­ to para revistas como Life, McCalV s y New York, y es autor de The People Lawyers; The Path of Power (con Sun Bear y Barry Weins­ tock) y The Medicine Wheel: Earth Astrology (con Sun Bear). 'IHA

Acerca de los autores R oy W ilk in so n ha permanecido durante más de cuarenta años en contacto con el trabajo de Rudolf Steiner y cuenta, asimismo, con

más de treinta años de experiencia pedagógica. Es autor de Commonsense Schooling y Temperaments in Education. J e n n ife r B a rk e r W o o lg er es psicoterapeuta y profesora. Ha trabajo con mujeres, adolescentes y niños durante más de veinte años. Es

coautora de The Goddess Within: A Guide to the Eternal Myths That Shape Wornen s Lives. R o b e rt J . W o o lg er, graduado en el Instituto C. G. Jung de Zurich, ejerce como analista junguiano. Ha estudiado psicología y reli­ giones comparadas en las universidades de Londres y Oxford. Es autor de Other L ives , Other Selves y coautor de The Goddess

Within: A Guide to the Eternal Myths That Shape Wornen s Lives.

375

ACERCA DEL EDITOR Robert Frager, Doctor en Medicina, es presidente y cofundador del Institute of Transpersonal Psychology en Palo Alto, California, donde actualmente desempeña la labor de profesor de psicología y jefe del programa de doctorado. Ha impartido clases de psicología en la Universidad de Harvard, en la Uni­ versidad de California (Berkeley) y en la Universidad de Cali­ fornia (Santa Cruz). Ha sido presidente de la Association of Transpersonal Psychology y es coautor de Personality and Personal Growth y editor de Love is the Wine, un libro sobre sufismo. Vive con su esposa y dos de sus cuatro hijos en el norte de California. Es maestro de sufismo y cinturón negro de sexto grado de aikido.

ÍNDICE Introducción .................................................................................................. 11

PRIMERA PARTE: TIPOLOGÍAS PSICOLÓGICAS ........... 55 Introducción .................................................................................................... 57 1. Tipos caracteriales: oral, anal,fálico y genital

por Sigmund Freud ............................................................................. 60 2. Tres modalidades de personalidad: obtener, tomar y hacer por Erik Erikson.............................................................................. ...64 3. Acercarse, alejarse y oponerse a los demás por Karen Homey ............................................................................... 72 SEGUNDA PARTE: TIPOS Y ARQUETIPOS JUNGUIANOS ...................................................................................85 Introducción .................................................................................................... 87 4. Reflexiones sobre los tipos psicológicos por C. G. Jung .............91 5. El lado oscuro de los tipos por James Hillman ...................... 101 6. La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

por Jennifer Barker Woolger y Roger J. Woolger ...................... 108 7. Los cuatro arquetipos masculinos: El Rey, el Guerrero, el Mago y el Amante por Robert Moore y Douglas Gillette 122 8. El Tarot y los tipos de personalidad por Angeles Arrien ..... 134 TERCERA PARTE: TIPOLOGÍAS MENTALES .................. 147 Introducción ............................................................................................... 149 9. Cerebro izquierdo y cerebro derecho

por Sally Springer y Georg Deutsch ............................................. 153

377

Los principios mentales, emocionales y físicos en la dinámica humana por Sandra Seagal y D avid H o m e ..................... 159 10.

CUARTA PARTE: TIPOLOGÍAS DE EMPRESA Y LIDERAZGO ..................... 173 Introducción ..................................................................... 175 11. Cuatro tpos de relación: dominante, sumiso, sociable y reservado por John Corbett .......................................................... 179 12. Cinco estilos directivos: el equilibrio entre la preocupación por las personas y la productividad por Robert R. Blake y Jane Srygley Mouton .................................189 QUINTA PARTE: TIPOLOGÍAS CORPORALES ................203 205 Introducción ................................. 13. Tres tipos psicocorporales: endomorfo, mesomorfo y ectomorfo por William Sheldon....................................................210 14. Estructura corporal y tipo bioenergético por Alexander Lowen ......................................... 219 15. Rudolf Steiner y el temperamento infantil: colérico, melancólico, sanguíneo y flemático por Roy Wilkinson ............. 223 SEXTA PARTE: LOS TIPOS ENEAGRAMÁTICOS 239 Introducción .................................................................... 241 16. El eneagrama de la personalidad Arica por John C. Lilly y Joseph E. Hart................................................... 245 17. Las raíces del eneagrama por Claudio Naranjo ................. 257 18. Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama por Helen Palmer .............................................................................. 264 SÉPTIMA PARTE: TIPOS ASTROLÓGICOS....................... 293 Introducción ....................................................................................... 295 19. El carácter y los elementos en la astrología: tierra, aire, fuego y agua por Liz Greene ...................... 299 20. Los doce tipos astrológicos chinos por Theodora Lau .......... 312 21. Astrología terrestre: un enfoque nativo-americano por Sun Bear y Wabun ................................................................ 317 37R

OCTAVA PARTE: LAS TIPOLOGÍAS DE LA PERSONALIDAD EN LAS TRADICIONES ORIENTALES............................................................................ 323 Introducción .......................................................................................325 22. Los siete chakras y los tipos de personalidad por Ram Dass ....................... 329 23. Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica: vata, pitta y kapha por Deepak Chopra.................................................334 24. Tipos caracteriales en la medicina china: Pionero, Hechicero, Pacifista, Alquimista y Filósofo

por Harriet Beinfield y Efrem Komgold ......................................344 N o ta s....................................................................................................357 Fuentes bibliográficas....................................................................... 361 Permisos y copyrights ................................................................. 366 Acerca de los autores........................................................................ 370 Acerca del Editor ...... 376

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