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Julio Juli o Césa C ésarr M elon elo n Pirro P irro Nicolás Quiroga (editores)
El peronismo bonaerense: partido y prácticas políticas, 1946-1955
Ediciones Suárez
© 2006, Ediciones Suárez Roca 4091. Mar del Plata. Argentina Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723 ISBN-10: 987-1314-01-9 ISBN-13: 978-687-1314-01-0 Impreso en la Argentina Reservados todos los derechos. El contenido de esta publicación no puede ser reproducido, ni en todo ni en parte, ni transmitido ni recuperado por ningún sistema de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sin el permiso previo del autor.
Índice Introducción Julio César Melon Pirro - Nicolás Quiroga. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Formación y crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951 Oscar H. Aelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Socialismo y peronismo en la Provincia de Buenos Aires: discurso y práctica legislativa durante el gobierno de Mercante, 1948-1952 María Liliana Da Orden. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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El proceso formativo y la consolidación del peronismo en Bahía Blanca (1945-1952) José Marcilese . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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El Partido Peronista en Mar del Plata: articulación horizontal y articulación vertical, 1945-1955 Nicolás Quiroga. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Génesis y consolidación del Partido Peronista en Tandil. (19461955) Valeria Bruschi - Paola Gallo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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FORJA en la conformación del Peronismo Delia María García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Dispersión laborista, cohesión ‘renovadora’ y reducción a la unidad en los orígenes del Partido Peronista en Avellaneda, 1945-1948 Martín O. Castro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Introducción
Julio César Melon Pirro Nicolás Quiroga
Juli o Cés ar Me lon Pirr o dirig e el gru po de inve stig ació n “Mo vim ien tos sociales y sistemas políticos en la Argentina moderna”. Nicolás Quiroga pertenece a dicho grupo.
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Melon - Quiroga – Introducción
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sta compilación ha sido concebida con el propósito de presentar parte de lo realizado por el equipo al que pertenecemos en los últimos dos años.
El grupo de investigación “Movimientos sociales y sistemas políticos en la Argentina moderna” se constituyó a comienzos de 1992 en la Universidad Nacional de Mar de l Plata con el objetivo de realizar un análisis sistemático de la historia política argentina desde la sanción de la ley Sáenz Peña. Los primeros años de trabajo implicaron el desarrollo de sucesivos proyectos que se concentraron sobre el período comprendido entre 1912 y 1943 y que, bajo la dirección de Fernando Devoto, alcanzaron importantes resultados. A partir del año 2002 sus miembros orientaron la mayor parte de las investigaciones al estudio del peronismo. De modo consecuente con sus antecedentes, el grupo organizó encuentros académicos que le permitieron confrontar los resultados de su investigación referenciándolos en la crítica de destacados estudiosos del país y del extranjero, mientras que sus miem bros comenzaron a publicar algunos avances en revistas especializadas. Pronto se fue haciendo evidente la conveniencia de reunir los trabajos más emparentados de la especialidad en un volumen que diera cuenta del tema desde una perspectiva más abarcativa y, a la vez, internamente diferenciada. Es por eso que junto a algunos de nuestros trabajos han sido seleccionados otros que, en íntima relación temá tica, participaron de un diálogo fecundo en atención a la necesidad de generar conocimiento nue vo sobre el período del llamado peronismo clásico en la provincia de Buenos Aires. El peronismo bonaerense… es el cuarto libro de u na serie de ediciones institucionales del mismo grupo de investigación, y, en esta oportunidad, ha sido casi totalmente financiado con fondos de un subsidio otorgado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.1 La propuesta no sólo intenta dar a conocer parte de la producción académica de este equipo en un formato de comunicación accesible, sino aportar a un debate cada vez más insistente en torno a perspectivas de análisis alrededor del primer peronismo. En efecto, en las últimas décadas una variedad de estudios relacionados con el tema que nos ocupa ha surgido
desde distintos centros de producción académica2 . La propuesta apunta, pues, a seguir empujando esa frontera y hacerlo además en un ámbito tan significativo como el de la Provincia de Buenos Aires. “Peronismo” y “bonaerense” remiten, vale recordarlo, a importancia sustantiva en la política nacional. Es conocida la gravitación que ha tenido y tiene la provincia de Buenos Aires en la vida política argentina desde los primeros intentos de conformación del Estado. Constituída en objeto de disputas por parte de las élites de los distintos sectores políticos que aspiraban a gravitar en el poder nacional una vez que éste se había consolidado, los gobiernos centrales buscaron desde entonces ejercer su control sobre un distrito decisivo para la conquista y el mantenimiento del poder. Recordemos que cuando Yrigoyen accedió a la Presidencia decretó inmediatamente la intervención de la provincia con el fin de quebrar un baluarte conservador que, en los años de restricción democrática de la década del treinta, constituyó una base de apoyo a la vez que un desafío a los gobiernos de la Concordancia. Mucho después sería el ascendente Coronel Perón, al ub icar a un hombre cercano como Bram uglia en el cargo de Interventor Nacional de la provincia, quien reconociera dicha importancia, aún antes de que los sucesos de octubre de l ‘45 terminaran de subrayar el pe so social y político del distrito a través de la movilización de vastos sectores de los distritos que conformaban el Gran Buenos Aires. Du rante los primeros años, el gobierno central reconoció al gobernador bonaerense Domingo Mercante, como el “más fiel colaborador” de Perón. La posterior expulsión de M ercante del seno partidario y el enjuiciamiento de buena parte de su equipo gobernante vol vie ron a pon er en evid enc ia los inte res es que el cont rol del esp acio de poder bonaerense ponía en juego. Los años de endurecim iento del peronismo en el poder, por fin, tuvieron una expresión memorable en la administración del gobernador Aloé y habrían implicado no sólo la recuperación de la injerencia del poder central sobre la Provincia, sino cambios su stantivos en la dirigencia y en la organización partidaria en una medida que repercutió sobre el peronismo en su conjunto y, a la vez, sobre la vida política nacional.
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Título del proyecto: La Provincia de Buenos Aires en el primer peronismo: Estado, política y administración (1946-55). PICT 02 Subsidio 12.615.
Como ejemplos pueden citarse aquí los números dedicados al peronismo de las revistas Entrepasados (número 22, principios de 2002, dossier “Nuevos enfoques sobre peronismo”); la compilación de los artículos sobre el tema publicados por la revista Estudios Interdisciplinarios de América Latina y El Caribe (REIN, R anaan y SITMAN, Rosalie (comps.): El primer peronismo. De regreso a los comienzos . Editorial Lumiere, Buenos Aires, 2005); El núm ero dedicado de la revista Prohistoria (número monográfico 9, “La trayectoria de la cultura política peronista, 19432003”, 2006); y las distintas jornadas sobre peronismo organizadas en los últimos años en universidades como la UTDT, la UNM dP y la Universidad Nacional 3 de febrero. Por otro lado, distintas reediciones, nuevos trabajos, y tesis publicadas en formato libro completan un panorama que escapa a los límites de la producción académica.
El peronismo bonaerense
Melon - Quiroga – Introducción
Este es el contexto sobre el que proponemos proyectar aquellos interrogantes o nuevas respuestas a interrogantes “clásicos” implícitos en las transformaciones conceptuales y m etodológicas del trabajo historiográfico. Entre todas ellas nos gustaría subrayar cinco aproximaciones temáticas: a) el estudio sobre las políticas estatales, sobre las dirigencias del estado y sus relaciones con otras dirigencias, y sobre las racionalidades burocráticas y sus relaciones con el espacio político y social3 ; b) el estudio sobre las variedades regionales del peronismo, a partir de caracterizaciones menos impresionistas, y és tas má s co nte xtu aliz ada s en proc eso s m ejor cono cido s4 ; c) la s pe squ isa s sobre la propaganda peronista, a partir de distintos medios de comunicación y di stin tas age ncia s es tat ale s, pa rae sta tale s o pa rtid aria s5 ; d) la s inv est igac iones sobre el partido político peronista, y las que tratan sobre las élites partidarias del período6 ; y e) los estudios sobre género y sobre familia.7 Todas estas áreas de investigación pretenden ampliar el territorio temático y/o el conceptual y, se lo propongan o no, en ese mismo movimiento, discuten posicionamientos o zócalos de proposiciones canónicas.
puede ser pensado con esas características: sobre las expresiones clásicas (Walter Little), acerca del partido peronista (esto es, que nunca fue un “verdadero” partido político), los recientes trabajos plantean cuestionarios ligados a distintas formulaciones provenientes de la teoría política (Angelo Panebianco especialmente), remarcando los aspectos organizacionales para cortar las preceptivas con las que se abordaron los mism os procesos históricos en el pasado. No es la definición de partido político, parecieran decir estos nuevos acercamientos, sino la palabra “verdadero” en el dictum de Little lo que debe refutarse: sea cual fuese la “cara” del partido político a analizar, la función del mismo a subrayar, las proposiciones finalistas deben desalojarse. En cierta medida tanto los debates más actuales en algunas áreas sensibles de la teoría política al estudio del partido político como, por otro lado y en otro sentido, la larga trayectoria posterior del partido peronista y sus ya varias “mutaciones”, animan la viabilidad de miradas m enos ideologizadas para el tratamiento de la evolución de la vida partidaria en el pe ronismo.8
El aspecto que nos interesa en este volumen, el desarrollo partidario y su s im plic anc ias p ara l as p ráct icas polí tica s de l pe roni smo en s u co njun to, 3
Entre otros: BERROTARÁN, Patricia: Del plan a la planificación. El estado durante la época peronista, Editorial Imago Mundi, Buenos Aires, 2003; BERRO TARÁN, Patricia; JÁUREGUI, Aníbal y ROUGIER, Marcelo. Sueños de bienestar en la Nueva Argentina. Estado y políticas públicas durante el peronismo 1946-1955 , Editorial Imago Mundi, Buenos Aires, 2004; GIRBALBLACHA, Noemí: Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista (1946-1955). Universidad Nacional de Quilmes, 2004; BALLENT, Anahí: Las huellas de la política. Vivienda, Ciudad y peronismo en Buenos Aires, 1943-1955 , Universidad Nacional de Quilmes, 2005; PHILP, Marta. En nombre de Córdoba. Sabattinistas y peronistas: estrategias políticas en la construcción del estado . Ferreira Editor, Córdoba, 1998; ABOY, Rosa: Viviendas para el pueblo . Espacio urbano y sociabilidad en el barrio Los Perales, 1946-1955 , FCE, Buenos Aires, 2005. 4
MACOR, D arío y TCACH, César: La invención del peronismo en el interior del país , Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2003; KINDGARD, Adriana: Alianzas y enfrentamientos en los orígenes del peronismo jujeño: estructura de poder; partidos políticos , Jujuy, 2001; MACKINNON, Moira: Los años formativos del p artido Peronista (1946-1950), Buenos Aires:Instituto Di Tella-Siglo XXI, 2002 ; PANELLA, Claudio (comp.): El gobierno de Domingo A. Mercante en Buenos Aires (1946-1952). Un caso de peronismo provincial , La Plata, 2005. 5
CANE-CARRASCO, James: Shattering the Ink Mirror: State, Ideology and the Transformation of the Press in Peronist Argentina, 1943-1951 , Tesis de doctorado, University of California, Berkeley, 2000; GENÉ, Marcela: Un mundo feliz. Imágenes de los trabajadores durante el primer peronismo . FCE, Buenos Aires, 2005; LOBATO, M irta (ed.): Cuando las mujeres reinaban . Belleza, virtud y poder en la Argentina del siglo XX , Biblos, Buenos Aires, 2005. 6
MACKINNON, Moira: Los años formativos… ; GARCÍA SEBASTIANI, Marcela: Los anti- peronistas en la Argentina peronista. Radicales y socialistas en la política argentina entre 1943 y 1951 , Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2005; SPINELLI, María Stela: Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la «revolución libertadora». Biblos, Buenos Aires, 2005. 7
Entre otros, RAMACIOTTI, Karina y VALOBRA, Adriana (comps.): Generando al peronismo. Estudios de cultura, política y género (1946-1955) , Proyecto Editorial, Buenos Aires, 2004.
El desplazamiento de las claves de lectura no se ha llevado consigo buena parte de otras discusiones sustanciales para entender al peronismo. Tan to si nos r efe rim os a cli ent elis mo cu anto s i trat am os sob re fac cion alis mo, el debate continúa intenso y notoriamente diversificado, aunque, claro está, remite cada vez menos al lenguaje de las pasiones que ocasionalmente permeaba el trabajo de los historiadores. Por otro lado, a medida que conocemos más sobre las actividades de los niveles celulares partidarios, la relación entre la dinámica partidaria y los conflictos sociales plantea un panorama más abigarrado y complejo. Todo esto contribuye a abonar una percepción sobre el fenómeno peronista que, a fuerza de relevar diversos escenarios “locales”, anima a reconsiderar cuestionarios más generales y a abandonar presupuestos políticos carentes de suficiente verificación empírica. En los estudios de historia política, y en particular en las investigaciones sobre partidos políticos, lo local ha tenido distintas tradiciones. Una definición de lo local como posición, como expresión relacional de actores sociales y ambientes, nos predispone a remarcar y suspender dos ideas generales en torno a aquella. Por un lado, la que tiende a homologar lo local con la instancia, donde no aparecería sino como la forma es pacio temporal en la que se desarrollan los conflictos por el poder o por el control de la incertidumbre. La localización del conflicto es entonces la consigna para pensar a lo local como escenario de fuerzas en tensión, y no como parte integrante de un cuerpo, con determinadas funciones específicas; o bien 8
Por ejemplo LEVITSKY, Steven: La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista, 1983-1999 , Siglo XXI-Editora Iberoamericana, Buenos Aires, 2005.
El peronismo bonaerense
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como sustancia, como plano con características determinadas, a veces asociadas a valoraciones implícitas (donde, por ejemplo, lo “bajo” es bueno y lo “alt o” n o). Per o po r ot ro l ado exis te l a ha bili tac ión d e c once bir lo lo cal como un modo, como una forma que pretende escapar de la singularidad y multiplicarse. A través de dicho modo o forma se busca ordenar e l espacio imaginario de la totalidad, considerando la expansión del poder celular, de donde lo pequeño reverbera en análisis de otra escala pero también pretende o puede mutar radicalmente, abandonar el territorio de la provincianía, traspasar la frontera del pago, u niversalizarse. Y ese des lizamiento paradójico es lo que hace de lo local relacional: no relacional con tesis finalistas, con aporías sobre la organización societal o la representación política, sino con la sustancia y la forma del conflicto. ¿Habrá que insistir aquí sobre el horizonte inacabado de la lucha política? La noción de conflicto no describe un suceso, una coyuntura temporalmente delimitada, sino el modo en que son pensadas coyunturas de distinta naturaleza.
partidarias nacionales y más altas del orden provincial buscaron reducir el margen de incertidumbre en el interior del partido, el disenso se derrama sobre las inanes actividades de la vida social (reuniones, agasajos, publicaciones “culturales”, etc.). Tanto en una u otra circunstancia y expresión, la participación política operó bajo el runrún del conflicto, aún cuando los resultados de la fricción política en muchos casos lograran consolidar las instituciones.
El juego incesante entre dinámicas partidarias en ám bitos locales y prácticas políticas puede rastrearse en los textos que presentamos en este libro. Oscar Aelo lo hace a través de una perspectiva anclada en la provincia, donde lo local presenta una modalidad en la que las agencias partidarias nacionales (Consejo Superior) son “accesibles”. Para Aelo, siguiendo a Mackinnon, el partido provincial consolidó su posición –a través de mecanismos no analizados previamente– en el concierto de peronismos provinciales. Los trabajos de Marcilese, Castro, Bruschi y Gallo y Quiroga, articulados en torno a peronismos en ámbitos municipales, no sólo nos describen las especificidades de los desarrollos partidarios en Bahía Blanca, Avellaneda, Tandil y Mar del Plata, sino que, conjuntamente, arrojan luz sobre las relaciones entre los poderes centrales y las agencias locales en el partido. No sólo resulta, entonces, destacable la hete rogeneidad inscripta en un escenario de conflictos por organizar un partido político y a la vez imponer una serie de dem andas de orden grupal, sino también las interferencias provocadas por el juego de articulaciones políticas en los diseños partidarios que el peronismo provincial ensayó. Una mirada menos condescendiente con sede en la comparación entre la gobernación de Mercante y la de Aloé en la provincia tiende a ubicar estos textos respondiendo a cuestionarios menos personalistas: cómo circularon las demandas locales en espacios abiertos o cerrados durante el peronismo clásico en la provincia de Buenos Aires. Cuando los mecanismos representativos de elección de autoridades partidarias lo permitieron, las expresiones locales de participación política “salieron” a saturar la grilla a través del reclamo y la adhesión; cuando las órdenes desde las agencias
Otros trabajos se articulan con la temática de la constitución y características del peronismo bonaerense desde lugares de elaboración específicos. El texto de García pasa a integrar la escasa literatura académica existente sobre el grupo FORJA y nos presenta otra mirada sobre el ámbito local marplatense en lo que respecta a la formación del partido político, dado que FORJA Mar de l Plata tuvo especial protagonismo en su organización. El trabajo de María Liliana Da Orden, por su parte, indaga en torno a las estrategias del único diputado socialista en el país. Las prácticas del por entonces diputado provincial Teodoro Bronzini nos permiten acercarnos a los vari ados regi stro s de part icip ació n en el parl ame nto y a las form as de interacción en uno de los ámbitos regios del partido político. Da Orden estudia la actividad política de un “francotirador” y su política de alianzas y perfiles del enemigo político, en una línea que impulsó fuerteme nte Marcela García Sebastiani, y que se relaciona con una temática abordada en nu estros tres libros precedentes y con otros avances más recientes.
Formación y crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951
Oscar H. Aelo
El autor pertenece al grupo de investigación “Movimientos sociales y sistemas políticos en la Argentina moderna”. Departamento de H istoria, Facultad de Humanidades, UNMdP.
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Aelo - Formación y crisis de una elite dirigente
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Introducción
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esde su particular óptica, el general Perón afirmaba e n 1946 que “el comandante político puede hoy dirigirse directamente a las masas, eliminando a los intermediarios”. Los analistas posteriores del fenómeno “populista” parecen haber avalado la idea del lazo directo que uniría a las clases populares con el líder carismático;1 así, los estudios sobre el principal ejemplo de m ovimiento populista en Latinoamérica han indagado consistentemente las características sociales y las actitudes predominantes en la clase obrera –núcleo esencial de los sectores populares– en los orígenes del peronismo, debatiendo en torno a la “m anipulación” de la elite nacional, la participación organizativa de los cuadros sindicales o la “espontaneidad” de la movilización popular. 2 Este marco general ha dejado poco espacio para observar un componente esencial de toda organización política: un segmento de dirigentes intermedios, capaces tanto de promover los apoyos populares a la cúpula dirigente como de gobernar distintas áreas del Estado. Sin embargo, actores políticos de esta naturaleza se tornan inmediatamente evidentes cuando se observa la conformación política del peronismo en ámbitos político-administrativos acotados, como los constituidos por los estados provinciales; los trabajos que desde esta perspectiva se han hecho presentes en la última década han mostrado eficazmente que los nexos organizativos de aquel movimiento político no se agotaban en la relación entre Perón y las masas. 3
1
Según R. Rein, parece que los estudiosos “han mordido el anzuelo de la retórica populista sobre el lazo directo e inmediato que aparentemente existía entre el líder carismático y las masas”. REIN, Raanan: Peronismo, populismo y política. Argentina 1943-1955 , Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1998, p. 14. 2
Pueden verse: GERM ANI, Gino: “Clases populares y democracia representativa en América Latina”, Desarrollo Económico , vol. II, Núm. 2, 1962, pp. 23-43. MURMIS, Miguel y PORTANTIERO, Juan Carlos: Estudios sobre los orígenes del peronismo , Siglo XXI, Buenos Aires, 1972. TORRE, Juan Carlos: La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo , Sudamericana, Buenos Aires, 1990. También JAMES, Daniel: “17 y 18 de octubre: el peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina”, Desarrollo Económico , vol. 27, núm. 107, 1987, pp. 445-461. 3
Los trabajos más importantes se han concentrado sobre las provincias de Córdoba y Santa Fe. Pueden verse: TCACH, César: Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba, 1943- 1955 , Sudamericana, Buenos Aires, 1991. MACOR, Darío e IGLESIAS, Eduardo: El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los orígenes del peronismo santafesino , Centro de Publicaciones, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1997.
En este trabajo se obs ervará el proceso de formación y consolidación de la elite dirigente peronista en la provincia de Buenos Aires entre 1947 y 1950, ofreciéndose algunas conjeturas sobre su virtual eclipse en 1951. El argumento que aquí se desarrolla sostiene la efectiva constitución de un cuerpo de dirigentes políticos intermedios, quienes al ocupar los más importantes cargos públicos y partidarios parecen haber demostrado capacidades o habilidades suficientes para representar a los afiliados peronistas en la escena política. A su vez, la información relevada nos permitirá sugerir una hipótesis alternativa acerca de la configuración real del Partido Peronista, que no avala la idea corriente de “maquinaria burocrática” sin vida interna. El enfoque que preside este trabajo, centrado en el análisis de un “caso” provincial, pretende evadir dos preconceptos simétricamente erróneos que suelen encontrarse en estudios sim ilares: la suposición que lo “local” es autosuficiente y sólo se explica a sí mismo, o la creencia que el caso meramente “refleja” procesos cuya explicación reside en otro nivel. Por el contrario, aquí se intenta considerar al espacio provincial bonaerense como un “territorio de producción de lo político”,4 cuyos acontecimientos fueron parte inescindible del proceso político “nacional” y por lo mismo contribuyeron a delinear sus características más relevantes. 1. Los orígenes de una elite dirigente
En las elecciones generales de 1946, los partidos que sostuvieron la candidatura presidencial de Juan Perón entraron a la liza formando una coalición de hecho. Las fuerzas principales que, aunque de reciente formación, tuvieron presencia prácticamente en todo el territorio nacional, fueron el Partido Laborista y la Unión Cívica Radical (Junta Renovadora); sin embargo, el frente peronista fue integrado por otras fuerzas, cuyo diverso grado de inserción parece haber dependido de las particularidades de la política en los distritos provinciales5 . En la provincia de Buenos Aires, además de los partidos nombrados, fueron partícipes de la coalición peronista la Alianza Libertadora Nacionalista y un denom inado Partido Independiente. Tod os e llos res pald aba n lo s m ism os cand idat os a la pre side ncia y vi cep res i-
4 5
Esta idea es de MACO R, Darío e IGLESIAS, Eduardo: El peronismo antes ..., p. 12.
Puede verse un listado de las distintas agrupaciones políticas que formaron tanto la coalición “peronista” como su opositora “Unión Democrática”, y los candidatos que sostuvieron en cada provincia, en LUNA, Félix: El 45 , Sudamericana, Buenos Aires, 1971, pp. 491-503.
El peronismo bonaerense
dencia (Perón y J. Hortensio Q uijano), y también la fórmula a la gobernación (Domingo Mercante y Juan Machado). Para los niveles legislativos de cargos en disputa –nacionales y provinciales–, presentaban listas de candidatos propias (con la excepción del P. Laborista y el P. Independiente, que presentaron listas conjuntas) formadas por 28 postulantes a la Cámara de Diputados de la Nación, y 126 a la Legislatura provincial. La escasa organicidad con que las fuerzas peronistas conformaron originariamente sus cuadros dirigentes ha conducido a los analistas a sospechar la fuerte inclusión entre ellos de elementos provenientes del conservadurismo. Así, Roberto Azaretto asegura que “en la provincia de Buenos Aires... toda la dirigencia [conservadora] de segunda línea engrosará al peronismo”;6 y, más enfáticamente, Ignacio Llorente ha propuesto la existencia de una “alianza conservadora-laborista” en la provincia, afirmando que “en las zonas periféricas el laborismo se armó sobre la base del viejo Partido Conservador”.7 De acuerdo a estas opiniones, la impronta conservadora habría resultado decisiva en la configuración del peronismo bonaerense, al incorporar un nutrido elenco de dirigentes partidarios –los sempiternos “caudillos” conservadores– en las filas peronistas. Un interrogante elemental sería determinar quiénes fueron tales caudillos. Para ello, conviene establecer cuáles eran sus á mbitos de actuación política. El conocido dirigente conservador bonaerense Emilio Hardoy señala las pautas de la organización interna del partido: los caudillos mantenían el Partido Conservador y juntaban los votos para una élite intelectual que residía en Buenos Aires, desde donde dirigía la agrupación y acaparaba las bancas en el Congreso, dejando los cargos en la Legislatura provincial para los dirigentes de las secciones electorales . 8 Con el propósito de obtener una imagen menos impresionista de aquel estamento de dirigentes conservadores, hemos registrado los nombres de todas las personas que representaron al Partido Conservador en la
6
AZARETTO, Roberto: Historia de las Fuerzas C onservadoras , CEAL, Buenos Aires, 1983, p. 119.
7
LLORENTE, Ignacio: “Alianzas políticas en el surgimiento del peronismo: el caso de la provincia de Buenos Aires”, Desarrollo Económico , vol. 17, núm. 65, abril-junio 1977, pp. 84-85. 8
HARDOY, Emilio: Qué son los conservadores en la Argentina , Sudamericana, Buenos Aires, 1983, p. 17 (las cursivas son mías).
Aelo - Formación y crisis de una elite dirigente
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Legislatura provincial entre 1918 y 1943. El numeroso conjunto (363 individuos) constituye una muestra más que representativa de aquellos “dirigentes de las secciones electorales” que, según se estima, habrían abandonado su partido para incorporarse al peronismo. Sin embargo, el cotejo sistemático de sus nombres con los de los candidatos peronistas (laboristas/independientes, radicales renovadores o aliancistas) a la Legislatura provincial en 1946 ofrece un resultado significativamente negativo: ninguno de estos 359 candidatos peronistas hubo de representar previamente al Partido Conservador.9 A su vez, el análisis de los 84 candidatos peronistas al Congreso Nacional muestra la misma pauta, con mínimos matices10 . De este modo, la injerencia de los caudillos conservadores en la formación originaria de la dirigencia peronista en la provincia de Buenos Aires no alcanzó el grado de importancia que habitualmente se le asigna11 . En rigor, otros orígenes políticos tuvieron un peso superior en la configuración inicial de los cuadros dirigentes peronistas; muy particularmente, los hombres que provenían del radicalismo, cuyo principal –aunque no único– cauce de integración fue la Junta Renovadora.12 Entre sus propulsores pueden hallarse algunos avezados cuadros radicales, en su m ayoría apartados de las filas de la UCR desde comienzos de la década de 1930;13 sin embargo, una notable proporción de sus dirigentes eran personas sin antecedentes públicos de mínima relevancia. Lo mism o cabe anotar para los integrantes de otra agrupación de origen radical y fuertemente enfrentada a la conducción
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Las listas a la Legislatura provincial se conformaban con 84 candidatos a diputados y 42 a senadores. Laboristas y renovadores presentaron listas completas; la ALN no presentó listas de candidatos en todas las secciones; por ello sus candidatos sumaron 107, en lugar de 126. 10
El único dirigente conservador que formó parte de la lista laborista/independiente al Congreso Nacional fue el muy conocido José Emilio Visca. Se ha afirmado reiteradamente que otros 5 dirigentes “independientes” que formaron parte de la lista conjunta con el laborismo en este nivel eran también “conservadores”: se trata de H éctor Cámpora, Héctor Sustaita Seeber, Carlos de Iturraspe, Mario Sorgentini y Guillermo Klix. Que sepamos, nadie ha demostrado taxativamente tal filiación. Asimismo, Cámpora fue candidato (en la misma elección de 1946) a diputado provincial por la Junta Renovadora, ocupando el segundo lugar en la boleta de la segunda sección electoral detrás del veterano dirigente radical Almerindo Di Bernardo, quien, al parecer, ignoraba que C ámpora tuviera esos antecedentes políticos... 11
Hemos expuesto in extenso los datos que avalan este argumento en nuestro artículo “¿Continuidad o ruptura? La clase política bonaerense en los orígenes del peronismo”, Anuario del IEHS , Núm. 1 7, Tandil, 2002, pp. 347-369. 12 También en el laborismo se integraron personas provenientes de la UCR, al punto que el vice gobe rnado r ele cto ( Juan B. M acha do) era u n vet eran o rad ical “yri goye nista ”. 13
A título de ejemplo, pueden mencionarse a Eugenio Saint Beat, Cayetano Nastasia o David Giacobone, de activa participación en la UCR en la década de 1 920. Al igual que en otros casos registrados por nosotros, la nula actividad política de la mayoría de estas personas en los años treinta no parece congruente con el supuesto origen “alvearista” del radicalismo renovador.
El peronismo bonaerense
“alvearista” –FORJA– cuyo importante aporte en diversos niveles de la administración provincial de Mercante14 , constituye una prueba más de la inserción en el peronismo de hombres sin antecedentes de práctica gubernamental, pero con indudables vocaciones políticas acaso frustradas por largos años de fraudes y violencias. No parece infundado qu e la activación de estas vocaciones hallara en la emergencia de un liderazgo “nacional y popular” el cauce apropiado para canalizarlas. Sin embargo, no exageraremos la “espontaneidad” de los nuevos dirigentes. Permítaseme u na breve digresión. Una pauta tradicional de la política bonaerense al ser intervenida la provincia –o al cambiar de signo el gobierno provincial– era reemplazar a los intendentes m unicipales por un “comisionado” designado desde La Plata; la finalidad político-electoral de tales designaciones era obvia. Cua ndo, con posterioridad a la Revolución de Juni o de 1943 , com enz ó a ges tar se la posi bili dad de un nue vo pro yec to político encabezado por el coronel Perón, su piedra de toque fue la designación de Juan A. Bramuglia como Interventor Federal en la provincia de Buenos Aires. Las acciones del interventor se enfilaron a obtener el concurso de dirigentes radicales disidentes con la conducción nacional o provincial del partido,15 y a la vez, dotar de “cuadros” políticos de menor nivel al emergente proyecto. En este punto, Bramuglia (y sus sucesores en la intervención provincial) utilizaron convenientemente el recurso tradicional: la designación de “comisionados municipales” resultó el instrumento idóneo con el cual potenciar la actividad política de los dirigentes incorporados al “peronismo”.16 En definitiva, la utilización de este cargo como “canal” de reclutamiento de dirigentes adquirió una inusitada relevancia: más del 20%
14 Arturo Jauretche fue Presidente del Banco Provincia, en tanto que los M inisterios de Hacienda y Edu caci ón est uvie ron a ca rgo de l os ex- forj istas M igu el Lóp ez Fra ncés y Juli o Cés ar Ava nza, p or citar sólo a personas con cargos importantes.
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de los comisionados designados en el año 1945 fueron candidatos por las fuerzas peronistas en las elecciones de 1946, 1948 y 1950. 17 La constitución originaria del peronismo bonaerense no comprueb a la incorporación de dirigentes conservadores en puestos relevantes en cantidad o calidad suficientes como para permitir afirmar la influencia de tales personas en la adopción de tintes ideológicos o prácticas políticas denegadoras de la democracia, o en algún otro sentido. La extendida presencia de hombres provenientes del r adicalismo, en especial por la vía de la Junta Renovadora como de la ex Forja, sugiere una obvia correlación en ese sentido, tomando en cuenta el rechazo de ambas hacia el viejo Partido Conservador. Sin embargo, la nota distintiva del peronismo en la provincia fue la emergencia de una nu eva “camada” de dirigentes, sin ningún –o con muy escasos– antecedentes políticos previos. El análisis del proceso de conformación de la dirigencia peronista provincial muestra como su aspecto más notable un drástico recambio de personal, que claramente indica la incorporación de “gente nueva” en las estructuras de dirección políticopartidarias. En este sentido, la observación de los antecedentes del “grupo parlamentario” del peronismo provincial, tras la elección de 1946, constituye una demostración palmaria: de los 70 legisladores electos (51 laboristas y 19 renovadores) apenas uno de cada agrupación contaba con experiencia en los cuerpos colegiados.18 2. La consolidación de una dirigencia política: internas y candidatos partidarios, 1947-1948
La victoria de las coligadas fuerzas peronistas en 1946 no facilitó en principio el apaciguamiento de sus fricciones, sino que pareció am plificarlas. Antes aún de finalizar el recuento de votos en la provincia, Perón hacía un llamado a la unidad de las fuerzas que habían colaborado en su victoria: “la causa de la revolución necesita que se unan todos los que han colaborado en
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Así fueron m inistros de su gabinete los conocidos dirigentes radicales Ramón del Río (firmante de la famosa “declaración de Avellaneda”) y Ricardo R iguera, entre otros. Un estudio sobre la actuación de Bramuglia en la provincia: REIN, Raanan: “Preparando el camino para el peronismo: Juan A. Bramuglia como Interventor Federal en la Provincia de Buenos Aires”, Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y de l Caribe ; núm. 67, Dec. 1999, Amsterdam, pp. 35-55. 16
Esa acción no fue ignorada por los partidos opositores: “Para cumplir el plan de propaganda electoral a cargo de los comisionados municipales, los presupuestos respectivos se han elevado en forma desproporcionada. Se ha organizado, así, una m áquina electoral de singular eficacia para el candidato que contaba con el apoyo oficial”. Nota del apoderado del Partido Demócrata Nacional (José Verzura) a la Junta E scrutadora Nacional, en La Nación, 4/3/1946.
17
Fueron 279 los comisionados designados entre el 12 de enero de 1945 (fecha en que Bramuglia asume como Interventor provincial) y el 31 de enero de 1946. En la elección de 1946, quienes fueron candidatos se insertaron predominantemente en las filas de la Junta Renovadora. Un ejemplo emblemático lo provee Román Subiza: com isionado en San Nicolás, candidato a diputado nacional por la UCR (JR) y, a posteriori, Ministro de Asuntos Políticos en el gabinete de Perón. 18
Se trata de José María Palmeiro, laborista, quien había actuado en el Congreso Nacional entre 1932 y 1936 representando al Partido Socialista; y de Pedro Agotegaray (renovador), legislador provincial por la UCR entre 1926 y 1930. A ellos habría que agregar al nombrado Machado, diputado provincial por la UCR en el período 1918-1921.
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esta magnífica obra”.19 Pocos días después, en un documento firmado conjuntamente por Teisaire y Leloir, entre otros dirigentes, se afirmaba: concitamos al pueblo a propiciar la unidad radical-laborista, en una conjunción partidaria, que con una s ola doctrina se dedique, para bien de la Patria, a estruct urar el partido de gobierno con cuyo decidido apoyo pueda cumplir la definitiva emancipación políticosocial y económica de la Nación Argentina. 20 El marco de disputas entre las fuerzas peronistas, y acaso al interior de cada una de ellas, intentó ser resuelto por el presidente electo con su famosa proclama del 23 de mayo, donde el coronel Perón, como “jefe supremo del m ovimiento”, declaraba caducas las autoridades partidarias y las conminaba a la formación del Partido Único de la Revolución. Según el m ás conspicuo de los defensores del Partido Laborista, ella “produjo un efecto de profundo desagrado y de lógica indignación en todos los hombres de responsabilidad del laborismo y en la masa partidaria”21 . De acuerdo a esta interpretación de los hechos, a partir de entonces sólo habría “defecciones” y ac uer dos e spu rios ent re “ ma los p art idar ios” y los hom bre s del radi cali sm o renovador. Sin embargo, no fue esta la única forma en que los protagonistas observaron los acontecimientos. Constituida la Junta Nacional del Partido Único, hacia mediados de juni o fu e d esi gnad a l a Ju nta Ejec uti va Pro vinc ial; a s u fren te se enc ontr aba Roberto Cursack, presidente de la Cámara de Diputados de la provincia,22 quien condujo las negociaciones -finalmente frustradas- con los dirigentes laboristas para la unificación partidaria. Al mismo tiempo, los representantes de los partidos formadores de la coalición peronista en las cámaras de la provincia comenzaron a propiciar la formación de bloques únicos, con el mismo propósito de encuadramiento en el nuevo partido, y, también, bajo
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un agudo sentido del pragmatismo político: en este sentido, cabe preguntarse si era realista que los partidos formadores de la coalición peronista se mantuvieran separados, y acaso enfrentados, en el ámbito legislativo provincial23 . Teniendo en cuenta esta dificultad, entonces, la mayoría de los legisladores provinciales peronistas unificó las representaciones del laborismo y d el radi cali sm o r enov ador , co nst itu yen do “blo que s p ero nist as” , ta nto en Senadores como en Diputados;24 al mismo tiempo, los bloques legislativos pasaron a ser el principal componente dirigente del novel Partido Único de la Revolución25 . Es posible que en buena medida esto haya sido consecuencia de la “santificación” otorgada a los legisladores electos (como “representantes del pueblo”) en la orden de Perón;26 pero, también, nos parece que el trabajo en común en las cámaras provinciales fue un ámbito propicio para que personas que apenas se conocían (o no se conocían) pudieran evaluar sus capacidades recíprocas y comenzar a discernir, entre ellos, a quiénes mostraban las mejores aptitudes para la ímproba tarea que tenían por delante: constituir un partido. Desde luego, no finalizaron allí los conflictos. Como ha mostrado Moira Mackinnon, la búsqueda de una dirección orgánica en el peronismo estuvo plagada de alianzas y enfrentamientos de diversas características entre
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Debe recordarse aquí que, en las Cámaras bonaerenses, el radicalismo tradicional era la primera minoría –en tanto los legisladores peronistas no se unificasen–. Si ello podría provocar problemas a la administración provincial estaría por verse; lo urgente, sin embargo, era la elección de senadores nacionales (tarea que correspondía a los legisladores): no parecía imposible que el radicalismo hiciera valer su relativa mayoría numérica si laboristas y renovadores seguían separados. Aunque se había acordado apoyar a un candidato de cada partido para los cargos en cuestión, el problema era que los laboristas pretendían llevar al Senado de la Nación al ex interventor federal en la provincia, Arturo Sáinz Kelly, a quien los renovadores se negaban rotundamente a votar. En breve, se conoció la “orden” de Perón. Ella apuró la definición laborista, que se avino a cambiar de candidato. La Asamblea Legislativa, finalmente reunida el 21 de junio, eligió como senadores al Dr. Alfredo Busquet, por la Junta Renovadora, y al m ayo r (r.) Alfre do A rriet a, po r el la bori smo . Véas e Cám ara d e Dip utad os de la Pr ovin cia de Buenos Aires: Diario de Sesiones (en adelante, DSCDPBA) , Taller de Impresiones Oficiales, La Plata, 1946, Tomo I, pp. 562-568. 24
19
La Nación, 05/04/1946.
20
La Nación, 08/04/1946.
21
GAY, Luis: El Partido Laborista en la Argentina , Biblos, Buenos Aires, 1999, p. 115.
22 La Junta Ejecutiva de la P BA estaba constituida por el nombrado como presidente, Héctor Cámpora como vice, César Bressa y Adolfo Orosco como secretarios, Alfredo Busquet como tesorero, Guillermo Lasciar como protesorero y Manuel Torres, secretario de actas. Representaban a los distintos segmentos del m ovimiento peronista: Cursack y Lasciar, laboristas; Busquet y Bressa, renovadores; Cámpora, independiente; Orosco y Torres, sindicalistas.
El bloque peronista del Senado provincial tuvo estas autoridades: Saúl Pardo (presidente), José F. Werner (vicepresidente), Aurelio Rita (secretario) y Edmundo Vampa (tesorero). En Diputados fueron: José Palmeiro (presidente), Jorge Simini (vicepresidente), Daniel Ferrer Burgueño y Eduardo Firpo (secretarios). Tanto Pardo (mayor del Ejército) como el ya citado Palmeiro pertenecieron al laborismo. 25
La Junta Provincial del Partido Único estableció juntas seccionales para la organización partidaria, que estuvieron a cargo de los legisladores electos de cada sección. Véase CUR SACK, Roberto Enrique: Ideario social y político del Partido Único de la Revolución Nacional. Su organización en la Provincia de Buenos Aires , Buenos Aires, 1947, pp. 35 y siguientes. 26
En su proclama, el presidente electo ordenaba: “[...] Como Jefe, encargo en la fecha a los camaradas legisladores...la organización de todas las fuerzas peronistas como Partido Ú nico de la Revolución Nacional”. Citado en TORRE, Juan C.: La vieja guardia sindical ..., p. 227.
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sus dirigentes, al punto que el prácticamente nonato Partido Único avanzó sin rumbo y cu lminó en un abierto fracaso. La reconstitución partidaria, entre fines de 1946 y principios de 1947, ahora como Partido Peronista, intentaría desde su máxim o organismo –el Consejo Superior– dotar al nuevo partido de una mecánica orgánica, trabajando para ello en lo que sería su principal objetivo: la convocatoria a un Congreso Constituyente partidario, con delegados electos por los afiliados peronistas.27 En el arduo proceso de organización unificada del Partido Peronista se destacan entonces, por su importancia intrínseca, las elecciones internas llevadas a cabo el 21 de setiembre de 1947, caracterizadas en el espacio bonaerense por una inmensa movilización partidaria, cuyos componentes pluralistas y participativos probablemente no tuvieron parangón con lo sucedido en el conjunto de las provincias argentinas.28 En la elección interna, los afiliados peronistas debían elegir a los delegados al Congreso Constituyente del partido (que se realizó el 1º de diciembre de 1947), cuyo número era igu al al de los electores presidenciales29 ; en el caso bonaerense, se trató de 88 delegados. Pero simultáneamente, el formato organizativo de la elección en Buenos Aires presentó u na radical novedad, que avanzaba hacia una estructura representativa de la conducción partidaria. En efecto, los peronistas bonaerenses elegían también las autoridades de 120 Consejos Directivos locales, es decir que en cada uno de los municipios en que se dividía administrativamente la provincia emergería una conducción política electa por los afiliados30 . Las situaciones locales no fueron homogéneas; así, los electores debieron optar por concurrir a votar una lista única, o bien a elegir entre varios candidatos. De todos modos, la
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concurrencia fue imponente: en total participaron más de cien mil personas.31 En ese verdadero “test”, las personas que actuaban entonces como dirigentes políticos del peronismo debieron validar –o revalidar, según el caso– su condición ante la masa afiliada. Para una evaluación en conjunto de este proceso de recomposición dirigencial se partirá de establecer los antecedentes previos de aquellos dirigentes que se postulaban a la Presidencia de los Consejos Directivos Locales. Hem os contabilizado la presencia de 230 individuos que presentaron su candidatura; de ellos, localizamos los orígenes políticos de 110 candidatos. De estas personas, 83 fueron electos o candidatos a legislador en 1946 (43 por el laborismo, 38 por la Junta Renovadora y 2 por la Alianza Libertadora Nacionalista), 19 actuaron como comisionados municipales y 2 como electores presidenciales. Adicionalmente, determinamos que otros 3 individuos provenían de FORJA, 1 del Partido Independiente y 2 de una fracción disidente de la UCR.32 En la organización del Partido Peronista, como todo debería hacer suponer, eran los hombres provenientes del laborismo y de la Junta Renovadora quienes principalmente componían sus cuadros intermedios. La mayoritaria presencia de laboristas indica evidentemente que los dirigentes de es e partido decidieron razonadamente incorporarse al Peronista. Por otra parte, la heterogeneidad política de las personas que se integraron al peronismo e s visible, pero no tan importante como habitualmente se supone; la información recopilada sugiere la menguada contribución de aliancistas, radicales disidentes y simpatizantes conservadores, aunque subestima la participación de forjistas. Asimismo, los dirigentes reclutados desde la administración política provincial –los comisionados– mostraron ser un elemen to importante en la configuración de la dirigencia peronista. De este modo, hacia finales de 1947 el peronismo bonaerense mostraba una primigenia pauta organizativa, consistente en estructurar
27
MACK INNON, Moira: “Sobre los orígenes del Partido Peronista. Notas introductorias”. En: ANSALDI, Waldo et.al .: Representaciones inconclusas. Las clases, los actores y los discursos de la memoria, 1912-1946 , Biblos, Buenos Aires, 1995, pp. 223-253. 28
El diario platense El Argentino observó: “El comentario que unánimemente ha podido recogerse [...] es que pocas veces se ha registrado en la Provincia y, sin duda, cabe hacer extensivo el concepto al resto del país, un clima de entusiasmo tan vivo y fervoroso en comicios que se relacionan exclusivamente con el funcionamiento de una agrupación política”; 21/9/1947. 29
La elección interna peronista se desarrolló en la Capital Federal y en todas las provincias, excepto Corrientes y San Juan. V éase Democracia, 22/09/1947. 30
La provincia contaba en la época con 112 mu nicipios; el de La Plata estaba dividido en 9 secciones, cada una de las cuales elegía su propio Consejo local; los 111 restantes elegían uno cada uno.
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Con los incompletos datos electorales que suministra La Nación, 23-24/9/47 hemos computado 109.000 votantes. Según el diario La Capital, de Mar del Plata (3/10/47), los mismos ascendieron a 147.000. 32
Las fuentes consultadas han sido las siguientes: La Nación, 23 y 24/09/1947, y El Argentino 22 y 23/09/1947 (participantes en la interna peronista); LUNA, Félix: El 45 ..., (candidatos a diputados nacionales); La Nación, 15/02/1946 (candidatos a legisladores provinciales); Ministerio del Interior, Las Fuerzas Armadas restituyen el imperio de la soberanía popular , Buenos Aires, 1946, Tomo II (diputados nacionales electos y electores presidenciales); DSCDPBA, 19181946, y Senado de la Provincia de Buenos Aires. Diario de Sesiones (en adelante, SENPBA), Taller de Impresiones O ficiales, La Plata, 1918-1946 (legisladores provinciales); Registro Oficial de la Provincia de la Provincia de Buenos Aires, Tall er de Imp resio nes O ficia les, L a Pl ata, 1 945, 1946 y 1947 (com isionados municipales, funcionarios provinciales).
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conducciones políticas representativas en el escalón siguiente al de los organismos de base (las denom inadas “unidades básicas”). El paso sucesivo debería consistir en la elección de una dirección provincial, en tanto la Carta Orgánica del Partido Peronista, sancionada en el Congreso antes mencionado, así lo establecía. En lo inmediato este paso no se dio, y la conducción provincial del partido quedó en manos de un “interventor” designado por el Consejo Superior: el diputado nacional por Capital Federal Bernardino Garaguso. Sin embargo, una de las facetas esenciales en la vida de todo partido –la designación de sus candidatos a cargos públicos– fue realizada por los peronistas a través de los canales de su todavía embrionaria estructura orgánica. Así, los electos delegados bonaerenses al Congreso Constituyente del Partido Peronista se reunieron el 25 de enero de 1948 en La Plata, con la finalidad de confeccionar las listas de postulantes partidarios para las elecciones generales, programadas para el mes de marzo. De este modo, una convención de dirigentes partidarios eligió a aquellos dirigentes que representarían al Partido en las elecciones generales. Desde luego, los motivos por los cuales algunas personas obtuvieron su postulación, en detrimento de otras, no podemos conocerlos.33 Con todo, intentaremos observar si existió alguna lógica interna, analizando las nóminas de candidatos peronistas. Dirijamos la atención, en primer lugar, a la lista de diputados al Congreso Nacional, formada por 16 postulantes. La primera comprobación debe señalar lo siguiente: 11 de los candidatos participaron en las previas elecciones internas del partido, habiendo logrado todos (salvo uno) la presidencia del Consejo Directivo local en sus respectivos municipios. Cabe indicar además que, entre estos 11 postulantes, cuatro renuevan sus mandatos (esto es, habían sido elegidos diputados nacionales en 1946), mientras que 3 ascienden de legisladores provinciales a diputados nacionales. Por añadidura, otros 2 integrantes de la lista, aunque no participaron en la interna partidaria, poseían antecedentes suficientes: 1 asciende de diputado provincial a diputado nacional, en tanto el restante había sido candidato a aquel cargo en 1946 y venía desempeñándose como secretario del Senado provincial. De este modo, la mayoría de los postulantes al Congreso Nacional pareció mostrar que las candidaturas a cargos importantes dentro del peronismo se basaban en las capacidades o habilidades que las personas tenían para actuar como dirigentes. Adicionalmente, se puede señalar que las candidaturas en este nivel indican un
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puntilloso intento por conservar el equilibrio entre las principales fuerzas formadoras de la coalición peronista originaria: de once personas de las que se cuenta con datos de su pertenencia partidaria previa, 6 eran laboristas y 5 de la UCR (JR). La convención partidaria provincial eligió también los candidatos peronistas a la Legislatura provincial.34 Sobre un total de 63 candidatos, 28 de ellos (esto es, el 44%) participaron en la interna del partido, entre los cuales, a su vez, 6 venían actuando com o legisladores, en tanto que otros 7 habían sido candidatos al cuerpo en 1946; de las personas que no participaron en la interna, 4 eran legisladores provinciales, 8 habían sido candidatos en 1946, 7 más tenían actuación previa como comisionados municipales, y 1 era hasta entonces director del Banco Provincia; de 15 individuos no tenemos referencias. Igual que en el caso de los candidatos al cargo de diputado nacional, parece evidente que la participación, o mejor, la victoria, en la interna partidaria aparece como la indicación o el dato relevante a tener en cuenta a la hora de confeccionar una lista de candidatos, a tal punto que cinco legisladores laboristas fueron derrotados en la interna, y no consiguieron ser candidatos en las elecciones generales. De acuerdo a los resultados de la elección del 14 de marzo de 1948, el peronismo consiguió 41 de las 63 bancas en disputa. Un análisis detenido de estos legisladores electos permitirá, suponemos, apreciar la fuerte racionalidad política que presidió la articulación de los cuadros dirigentes peronistas de la provincia de Buenos Aires. En la ocasión, resultaron electos 13 senadores y 28 diputados provinciales por ese partido. La “ruptura” en el personal político fue una de las características que el peronismo e mergente trajo consigo; el ascenso a los principales cargos públicos de personas sin experiencia en las funciones gubernativas fue la nota predominante en 1946. Por contraste, lo acontecido tras las elecciones que estam os analizando podría interpretarse como una suerte de “continuidad en la ruptura”: de los 41 legisladores electos en 1948, entonces, se aprecia que 10 de ellos acreditan experiencia en el cargo, renovando de este m odo su mandato (seis provenían del laborismo y cuatro de la Junta Renovadora); por su parte, 7 habían sido candidatos a la legislatura en 1946 (5 por la JR, 2 laboristas), en tanto 7 registraban actuación como comisionados municipales. Si a estas personas se adicionan otros 10 dirigentes que provienen directamente de la interna partidaria, parece suficientemente claro que la renovación del cuerpo parlamentario provincial, en lo que al peronismo concierne, tuvo una
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Como señaló M. Duverger, estos motivos se debaten en la “cocina” de los partidos, donde sólo ingresan sus dirigentes, quienes, además, nunca han sido proclives a expresarlos públicamente. Véase DUVERGER, Maurice: Os partidos políticos , Zahar, Rio de Janeiro, 1970.
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Adicionalmente, aprobó también las nóminas de candidatos a intendentes y concejales.
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mínima dosis de aleatoriedad. Se trata de personas que, o bien m uestran una cierta pericia en actividades gubernativas (en este caso, quienes venían actuando como legisladores o comisionados municipales), o bien exhiben una continuada actividad militante, ciertamente desde 1946 e n adelante.35 Es posible extraer una conclusión provisoria de lo analizado hasta aquí; el primer intento de construir una organización partidaria representati va, p lena me nte logr ado en e l niv el m uni cipa l, fu e ac omp aña do po r cri ter ios (implícitos) de selección de candidatos a cargos públicos provinciales y nacionales que privilegiaban bien la validación otorgada por la mas a afiliada, bien la adquisición de experiencia gubernamental. Am bas situaciones parecen mostrar la gradual conformación de una elite dirigente en el peronismo bonaerense. 3. La cristalización de un “equipo dirigente”: legisladores y cargos partidarios, 1949-1950.
Diversos autores han sugerido que las elecciones internas de 1947 fueron las únicas efectivizadas por el Partido Peronista36 . Sin embargo, el caso bonaerense no se ajusta a esa pauta, tal como veremos a continuación. Hacia finales de 1949, la intervención partidaria convocó a elecciones internas en todos los distritos de la provincia, en los cuales los miembros del partido elegirían conducciones locales y delegados al Congreso Provincial. Los comicios se realizaron el 18 de diciembre, en todos los municipios -con excepción de uno. 37 Nuevamente, los peronistas tuvieron la oportunidad de optar, dependiendo de la situación local, entre votar por una lista única o elegir entre varias. Nuevamente, también, la participación popular resultó impactante: alrededor de doscientos mil afiliados concurrieron, según estimaciones de los observadores.38
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Las nóm inas de candidatos y legisladores electos, tanto a la Legislatura cuanto al Congreso Nacional, pueden consultarse en nuestro artículo: “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires. Peronistas y radicales en las elecciones de 1948”, Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe , vol. 13, núm. 2, julio-dic. 2002, pp. 89-114. 36
Entre otros, LITTLE, Walter: “Party and State in Peronist Argentina, 1945-1955”, Hispanic American Historical Review , vol. 53, núm. 4, november 1973, pp. 644-662. 37
La elección se suspendió en Morón, ante el “estado de efervescencia” que mostraron los partidarios de las dos listas que allí se enfrentaban. Véase El Día, 17/12/1949. 38
El D ía, 19/12/1949.
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Tal com o ocu rrie ra en la prim era ele cció n int erna , los per onis tas renovaban 120 Consejos Directivos locales. Las carencias en la información suministrada por la prensa de la época nos impiden afirmar con precisión en cuáles de ellos hubo listas ú nicas, y en cuáles no. Pero una vía aproximada, para evaluar si se trató de elecciones “com petitivas”, consiste en observar en cuántos distritos la presidencia del Consejo Directivo cambió de manos. Hemos determinado la conducción emergente de 113 situaciones locales39 ; en 63 de ellas la elección recayó en una persona distinta de quien la ostentaba en 1947. Por su parte, en 50 distritos la presidencia partidaria permaneció inmodificada. ¿Indicaría este último hecho que la “democracia interna” era una mera fachada? Dicho en otros términos, podría preguntarse si, para una parte más o menos variable de los dirigentes peronistas, la elección interna habríase mostrado como el escenario propicio para la retención de prácticas políticas “tradicionales”: la de los “hombres fuertes” en sus respectivos distritos, quienes, merced a los favores y pequeñas habilidades de las habitualmente denominadas relaciones clientelares, sustentan su base local de poder político, verdadera plataforma para aspiraciones superiores. Desde luego, esta fue una posibilidad muy real, y caben pocas dudas que en diversos lugares así aconteció. En particular, algunos dirigentes peronistas parecen haber desarrollado una singular habilidad para articular listas únicas, y presidir de ese modo el Consejo local en las dos elecciones internas40 . Con todo, no fue esa la situación más común; la compete ncia entre dirigentes por obtener la conducción partidaria parecen revelarla, tanto los 63 Consejos locales que modificaron su presidencia, como el hecho de que, de aquellos 50 que hemos visto permanecieron en las mismas manos, al menos en 12 de ellos hubo má s de una lista compitiendo.41 Pero interesa destacar otros aspectos de estas elecciones internas dentro del peronismo, además del obvio: su existencia. Por un lado, podría reflexionarse acerca de lo que en ellas podían hallar las “m asas” peronistas: 39 No hemos podido localizar los resultados de tres distritos (Las Heras, San Nicolás y San Vice nte) ; en dos distr itos las e lecc ione s fu eron im pug nad as ( Gra l. Pu eyrre dón y Q uilm es); un distrito estaba sin definición (Cnel. Rosales). A ellos debe sumarse Morón, por las razones expuestas. La información fue recogida en El Día, 17 al 19/12/1949; El Argentino, 20 al 23/12/1949; La Nación, 21 y 22/12/1949. 40
Los casos ejemplares serían H éctor Cámpora (S. Andrés de Giles), Alfredo Arrieta (Junín), Julio Lescano Gorordo (S. Antonio de Areco), José Ladaga Rosito (Chacabuco), Jorge Sim ini (Trenque Lauquen) y José Luis Passerini (Carlos Casares). Llamativamente los cuatro últimos provenían de la UCR. 41
En este caso se cuentan: V. López, C. Areco, Lobos, Chascomús, Gral. Paz, Monte, Rauch, B. Blanca, y las secciones 2ª, 7ª, 8ª y 9ª de La Plata.
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dirigentes y militantes expresando sus puntos de vista, su defensa de una acción de gobierno “revolucionaria” en las calles y plazas de toda la provincia, galvanizando –probablemente– un definido sentido de identidad con el partido o movimiento en el poder. A su manera, los observadores destacaban la notable movilización que las elecciones internas en el peronismo acarreaban: Una «interna» es ahora tan movida y brava como una de candidatos a una representación comunal o legislativa. El mismo despliegue de fuerzas, el mism o alzar de tribunas, la misma pasión. En este terreno debemos declarar que nunca la democracia ha sido, en una «interna», más abierta y de jue go p úbl ico que hoy. 42 Por añadidura, cabría abrir un paréntesis en torno a las nociones del “verticalismo”, señalando que la notable participación popular en las tareas internas del Partido Peronista no fueron el resultado de alguna sugerencia ven ida de sde l as alt ura s del po der : ni el Con sejo S upe rior pa rtid ario , ni Peró n mismo, tuvieron injerencia en las tareas del comicio, lo cual conduce a observar la acción de los dirigentes intermedios del peronismo, organizando, persuadiendo, convocando a las bases de cada distrito para que participen de la vida interna del partido. Avanzando en este sentido, destaquemos otro aspecto emergente de la interna peronista. Trátese de dirigentes embarcados en una, en ocasiones feroz, competencia, o trátese de los campeones de la lista única, ambas situaciones exhortan a considerar su corolario relevante: la constitución en el peronismo bonaerense de una elite dirigente. Detengámonos, en primera instancia, en las personas que fueron electas como presidentes de los Consejos Directivos locales, y observemos cuáles eran sus antecedentes políticos: 30 estaban actuando como legisladores provinciales, 29 como intendentes y 9 como legisladores nacionales; de los dirigentes sin cargo público en la ocasión, 14 habían actuado como comisionados y 7 fueron candidatos a la Legislatura, en tanto que otros 6 sólo registran actividad partidaria –como Presidentes del Consejo Local–; de 18 personas no
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hallamos referencias. En esta relación nos limitamos a mostrar el antecedente más cercano al momento da la elección interna, dado que, como ya podría presuponerse, entre los distintos cargos existen superposiciones. En definitiva, lo que aparece con claridad es que aquellas personas que conducían los destinos del peronismo a nivel local estaban mostrando, a su vez, aptitudes o habilidades para representar al peronismo en elecciones generales.44 Con todo, no parece desdeñable considerar que, si bien se torna notoria la persistencia de un conjunto de personas en obtener varios cargos, las puertas del partido no parecen haber estado cerradas para los nu evos militantes. En este sentido, que el 16% de los presidentes45 no registraran antecedentes públicos parece estar indicando que la activa militancia en la vida interna de la agrupación podía ser convalidada por la afiliación partidaria, elevando al individuo al rango de dirigente. Renovadas las conducciones locales, y electos los delegados, el Congreso Provincial del peronismo se realizó el 30 de diciembre de 1949. 112 congresistas, provenientes de casi todos los distritos aprobaron tanto la plataforma que el peronismo defendería en las próximas elecciones de marzo de 1950 como los candidatos a la Legislatura provincial. Sin embargo, la resolución más importante adoptada en la oportunidad consistió en la elección de una dirección orgánica en el peronismo bonaerense. De este modo, en el principal distrito electoral de la Argentina, la conducción política del peronismo ya no estaría a cargo de interventores designados por el Consejo Superior, sino por un conjunto de dirigentes electos por el cuerpo orgánico del Partido. Las personas designadas para tal responsabilidad demuestran, acaso decisivamente, lo que reiteradamente hemos afirmado: la efectiva consolidación de un elenco político en el peronismo provincial, formado por hombres qu e podían exhibir una activa participación políticopartidaria: la constitución del Consejo Peronista Provincial revela que, a juicio de aquellas personas, la performance en las internas partidarias y la actuación en cargos legislativos provinciales o nacionales eran elementos decisivos a la
43
Las fuentes empleadas fueron: El Argentino, 20-23/12/1949, El Día 19/12/1949, La Nación 21-22/12/1949 (interna peronista). DSCDPBA, 1946-1948 y SENPBA, 1946-1948 (legisladores provinciales).La Nación,16/3/1948 (intendentes). Las Fuerzas Armadas ..., (diputados nacionales 1946). La Nación, 04/03/1948 (diputados nacionales). La Nación, 15/02/1946 y 13/03/1948 (candidatos a la Legislatura). Registro Oficial . .., 1945-1948 (comisionados municipales). La Nación, 23 y 24/09/1947, El Argentino, 22 y 23/09/1947 (interna peronista 1947). 44
Una pauta enteramente similar se encuentra entre las 119 personas que resultaron electas como delegados al Congreso Provincial partidario. La nómina se encuentra en El Día, 28/12/1949. 42
La Capital, 10/12/1949.
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Y el 24% de los delegados electos.
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hora de elegir sus conducciones.46 Obsérvese la nómina de sus integrantes (entre paréntesis, el cargo público que la persona tenía, y a continuación el distrito en que ejercía la presidencia del Consejo Directivo local):
partido político que en pocos años de la iniciación de la revolución [...] va logrando así, en forma metódica y responsable, un equipo dirigente identificado con el ideal de la revolución.48
Consejo Peronista Provincial, 1949 Presidente : Mario Goizueta (Diputado provincial, La Plata, 1ª). Secretario General : Mauricio Scatamacchia (Senador Nacional, San Isidro). Secretario de Actas : Raúl Pedrera (Diputado provincial, 4 de Junio). Tesorero : Oscar Bidegain (Diputado Nacional, Azul). Vocales : Héctor Cám pora (Diputado Nacional, S. A. Giles); Eduardo Carvajal (Senador provincial, Juárez); Jorge Simini (Diputado provincial, Tre nqu e L auq uen ); R afae l Pa scu al R oble s (S ena dor prov inci al, 25 d e Mayo –delegado–); Rodolfo Arce (Diputado provincial, Necochea); José Passerini (Senador provincial, Carlos Casares); Carlos Seeber (Diputado Nacional, Vicente López); Roberto Cursack (Diputado nacional, Lobería); Eduardo Forteza (Diputado nacional, Bahía B lanca); Federico Cepparro (Diputado provincial, Lomas de Zamora); Gilberto Manzano (s/cargo público, Avellaneda)47 .
La conformación del Consejo Peronista en la provincia de Buenos Aires significó, en opinión de sus protagonistas, el colofón de u n intrincado proceso de organización partidaria iniciado en 1946, donde la acción desplegada por sus integrantes en la realización de elecciones internas, congresos o asambleas partidarias y consolidación de direcciones distritales coadyuvó a perfilar los lineamientos de una nu eva y transformadora fuerza política, Y hoy pue de exh ibir la prov inci a d e Bue nos Aire s, ante la consideración de propios y extraños, este cuadro de un
Este “equipo dirigente” estaba mayoritaria –pero no totalmente– formado por dirigentes cercanos al gobernador Mercante49 , lo cual, ciertamente, no es de extrañar, en tanto este hombre parecía estar en la “línea directa” de sucesión al presidente Perón (era, en palabras de Eva, “el corazón de Perón”) y mostraba una popularidad que sólo se empañaba ante la del general presidente. Como se señaló más arriba, en este Congreso se aprobaron las candidaturas que el peronismo presentaría en las próximas elecciones provinciales. Si se rememora que, en las previas elecciones de 1948, el 44% de los candidatos había participado en la interna partidaria de 1947, ahora los dirigentes encargados de confeccionar la lista consideraron como criterio crucial esa circunstancia: de los 63 candidatos que el C ongreso aprobó, 48 de ellos habían participado en la interna de 1949. En otros términos, para 1950 el 76% de los candidatos peronistas podían presentar, como respaldo, la revalidación de su condición de dirigentes por la afiliación partidaria. El 12 de marzo de 1950 se realizaron elecciones para el ejecutivo provincial,50 y de renovación de la Legislatura provincial y de los Concejos Deliberantes; todos los cargos tendrían una duración de dos años, dado que en las siguientes elecciones generales (previstas en principio para 1952), se renovarían la totalidad de los cargos públicos, en base a las nu evas disposiciones de la Constitución Nacional de 1949, y las leyes electorales que las reglamentarían.51 Tras los comicios generales, fueron electos 38 legisladores por esa fuerza; precisemos sus antecedentes: 13 de ellos renovaron su
48
El Día, 31/12/1949 (palabras del interventor saliente Bernardino Garaguso).
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Goizueta era, sin duda, la “mano derecha” de Mercante. Pero ni Cámpora ni Simini, por ejemplo, eran “mercantistas”, si este término significaba algo. 46 Lo cual indicaría que también en el peronismo, fuerza tan “espontánea” e “inorgánica”, tenía lugar la “ley de bronce de la oligarquía” señalada por MICHELS, R obert: Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la demo cracia moderna, Amorrortu, Buenos Aires, 1969, 2 vols. 47
El Día, 31/12/1949 (Consejo peronista). La Nación 21-22/12/1949, El Argentino 2023/12/1949 (elección interna); DSCDPBA, 1946, 1948 (legisladores provinciales, senador nacional); LUNA, Félix: El 45 . .. y La N ación 04/03/1948 (diputados nacionales).
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Los candidatos peronistas fueron el m ismo M ercante, acompañado por José Passerini. Estas postulaciones mostraban, quizá simbólicamente, el equilibrio entre las fuerzas originarias del peronismo: laborista el candidato a gobernador, radical renovador el vicegobernador. 51
No se efectuaron, como hubiera correspondido, elecciones de diputados nacionales, en virtud que la Disposición Transitoria 6ª de la Constitución de 1949 prorrogó los mandatos –de quienes culminaban en 1950– hasta 1952. Véase La Constitución Nacional de 1949 , Rodolfo Alonso Editor, Buenos Aires, 1974, p. 73.
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mandato,52 3 fueron candidatos en 1948,53 1 en 1946,54 5 habían sido electos intendentes en 1948,55 3 registraban un paso como comisionados municipales,56 y 8 provenían de la interna partidaria57 (de 5 personas no tenemos datos). Hemos simplificado al grado máximo e l currículum de los legisladores peronistas electos, evitando la reiteración de cargos. En el conjunto, nos parece una suposición razonable que aquellas personas sobre las que no tenemos datos hubieran sido integrantes de las listas victoriosas en la interna peronista, en sus respectivos distritos. En los años que transcurren entre 1947 y 1950 el peronismo bonaerense conformó, entonces, un real y muy exitoso partido político “de masas”, participativo y representativo, al mismo tiempo que un “equipo dirigente” de envergadura provincial en cuyo núcleo se encontraban las personas que lo representaban en los cuerpos colegiados. En franco contraste con las interpretaciones del “verticalismo”, las dos elecciones consecutivas para elegir la conducción partidaria en cada uno de los 112 distritos de la provincia indican la intensa actividad de militantes, dirigentes y candidatos a dirigentes en las labores internas de la agrupación. Con todo, no deseamos extremar las posibilidades “democráticas”: ciertamente, los peronistas “de base” no pudieron elegir directamente su conducción política en la provincia. Los motivos pueden ser varios, pero es evidente que en la complicada tarea de dotar al peronismo de una dirección orgánica, sus dirigentes priorizaron elecciones de tipo indirecto, tanto en lo relativo a la ges tión partidaria, como para elegir candidatos a las elecciones generales. De alguna manera, esto parece haber imposibilitado (estuviera o no en las intenciones de aquellas personas) la conformación de “corrientes” internas extendidas por todo el territorio provincial. Ello, sin embargo, no invalida la comprobación principal: no puede seguir pensándose al Partido Peronista como una maquinaria burocrática o, peor aún, como una agencia estatal, sino como una verdadera organización política autónoma con respecto al Estado. 52
Pedro Agotegaray, Héctor Bosco, Pablo Ferrari, Cándido García, Rufino Herce, José Ladaga Rosito, Justo Mouzo, Migu el Natiello, Francisco Parera, Hipólito Pugliese, Pedro Rivas, Jorge Simini y Angel Siri. Sólo M ouzo y Parera no participaron de la interna. 53
Darío Alessandro, Eduardo Cuilci y Alberto D avid. (Cuilci no participó en la interna).
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Pedro Poracchia, quien provenía de la ALN.
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Pero cabría preguntarse: ¿fue el “caso” bonaerense una anomalía en la estructura interna del peronismo? ¿Se trató solamente de una excepción? En el Congreso del Partido Peronista realizado en diciembre de 1949, el señor Garaguso, refiriéndose a las recientes elecciones internas, señaló que: este hecho es auspicioso, porque lógicamente es el paso inicial en toda la República, para que todos los distritos electorales elijan sus propias autoridades por el voto directo de sus afiliados, y así paulatinamente, esperemos los peronistas, que se irá perfeccionando la organización partidaria, se irán seleccionando a los hombres que merezcan el honor de ser dirigentes de su partido, y de poder representarlo en los cuerpos colegiados nacionales, provinciales y municipales.58 La posibilidad que los peronistas hubieran intentado, o al menos planteado como alternativa, “perfeccionar” la organización partidaria no suele ser siquiera pensada, en tanto el preconcepto general (subyacente en diversas interpretaciones) tiende a observar la acción política del peronismo en su primera época, como una tentativa por imponer crecientemente un “plan” autoritario o totalitario previamente diseñado. Pero si intentamos observar las acciones políticas de aquellos tiempos no como la plasmación inevitable de un modelo político existente en una mentalidad militar deseosa de regimentar a la ciudadanía, sino como un conjunto de alternativas y posibilidades que los actores –por acción u omisión– contribuyeron a perfilar, las respuestas no pueden ser categóricas. En este se ntido, la argumentación del interventor bonaerense citada previamente no parece haber sido mera retórica partidaria. Pocos meses después, en mayo de 1950, el peronismo de Córdoba realizó elecciones internas, cuyas formas organizativas guardan semejanza con las bonaerenses: las au toridades distritales (departamentales, sería el término apropiado en aquella provincia) del Partido Peronista cordobés fueron electas por sus afiliados, aunque no alcanzaron a formar su propia dirección política provincial, que quedó en manos del interventor partidario.59 Pese a esta limitación, el acontecimiento parece indicar que, efectivamente, lo ocurrido en Buenos Aires podría haber sido “el paso inicial”
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Felipe Iannone, Juan B. M arenzi, Miguel Navarro, Felipe Rotelli y Galiano Zazzali M onteverde. Tod os to ma ron p arte en la inter na. 56
Jorge Falcone, Fernando Ottavis y Luis Paccusse, quienes participaron en la interna.
58
El Día, 31/12/1949.
59
Véase TCACH, César: Sabattinismo y peronismo ..., pp. 163-164.
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H éctor Altube, Eugenio Alvarez Santos, José Campano, Cesáreo Lozano, Armando Santaniello, César Póffer, Francisco Quindimil y Miguel Rubio.
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en un camino tendiente a construir un partido representativo a escala nacional. 4. Un brusco anticlímax
El 11 de noviembre de 1951 se realizaron elecciones generales para renovar los cargos públicos en todos los niveles de la administración política argentina. En un clima de creciente violencia, precedido por el conato de “golpe” de finales de setiembre y la declaración del “estado de guerra interno”, la campaña electoral se desarrolló en condiciones decididamente anormales, con fuertes limitaciones en la actividad proselitista de los partidos opositores.60 En adición, las modificaciones en la legislación política permitían avizorar una fuerte tendencia hacia la “unanimidad”: la “ley de partidos políticos”, cuyo propósito explícito era impedir cualquier tipo de “coalición” (pensada, probablemente, para evitar una de los partidos opositores), y la ley que establecía el régimen electoral nacional, en la que, junt o a disp osic ione s de ca ráct er m ode rniz ador ( com o la ele cció n dire cta d el presidente y de los senadores) se hizo presente un sistema de elección uninominal por circunscripciones para los diputados nacionales; sistema que pretendía reducir, hasta su práctica eliminación, la representación en el Congreso de las fuerzas opositoras.61 Este cambio de tendencia se vio, en el escenario bonaerense, rápidamente convalidado durante 1951; la sanción de una ley de partidos políticos, inusual copia de la ley nacional, y la abrupta modificación del sistema electoral que abandonaba el tradicional (con más de 80 años de vigencia) de representación proporcional, por otro (bastante complicado, por cierto) de mayoría y minoría, cuya tendencia era limitar la representación opositora en la Le gislatura provincial.62 Pero el aumento en la rigidez del sistema político no parecía afectar tan sólo a los partidos rivales. Los ominosos signos de un correlativo endurecimiento al interior del Partido Peronista habían comenzado unos
60
Puede verse LUN A, Félix: Perón y su tiempo. II. La comunidad organizada 1950-1952. Buenos Aires: Sudamericana, 1985. 61
El texto de la Ley 13.645 (de partidos políticos), puede verse en Anales de Legislación Argentina, La Ley, Buenos Aires, 1950, Tomo IX-A, pp. 344-345. El de la Ley 14.032 (régimen electoral nacional), en Anales ..., 1952, Tomo XI-A, pp. 106-123. 62
Se trata de las leyes provinciales núm. 5.644 (partidos políticos) y núm. 5.656 (ley electoral), ambas en: Provincia de Buenos Aires: Leyes promulgadas. Años 1946-1953 , Taller de Impresiones Oficiales, La Plata, 1954, pp. 6-7 y pp. 24-39, respectivamente.
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meses antes. Hacia m ediados de mayo de 1951, el Consejo Superior dispuso el reemplazo de la totalidad de los interventores partidarios que e staban en funciones. Quienes dejaban el cargo eran dirigentes –sino de prestigio, al menos con cierta envergadura propia– que ocupaban al mismo tiempo una banca en el Congreso de la Nación; en contraposición, quienes pasaban a conducir los destinos partidarios provinciales eran individuos “ignotos”, aunque esto debe entenderse e n el sentido de que no habían representado hasta allí al peronismo en los cuerpos colegiados.63 Apenas un mes despu és, el 14 de junio, el Consejo Superior informó en un breve comunicado que habían caducado los mandatos del Congreso y de l C onse jo D irec tivo Prov inci al d el p ero nism o bo nae ren se, al c onsi der ar que Del estudio de las directivas generales para el cu mplimiento del plan político, surge la necesidad de que exista un criterio uniforme en todo el territorio de la República. Como consecuencia de ello, todos y cada uno de los distritos deben ajustar la orientación y procedimientos generales de toda actividad a una sola dirección.64 Aunque se aprobaba todo lo actuado por los dirigentes del peronismo provincial, a quienes se daban "las gracias por los servicios prestados”, la remoción de los m iembros del Consejo Directivo provincial no puede interpretarse sino como una imposición del máximo organismo de conducción partidaria.65 Los declarados objetivos de “uniformar” la actividad pública del partido parecen haber sido los principales parámetros con los cuales el interventor designado se abocó a cumplir lo que entendía era su
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Es evidente que los interventores designados eran conocidos por quienes los designan. Ignoramos sus posibles antecedentes (quizá como funcionarios del Estado), pero es indudable que no h abían sido candidatos del peronismo a cargos públicos electivos. Los nombres de estas personas, en El D ía, 12/05/1951. 64 65
El Día, 15/06/1951.
La prensa peronista sugirió que tal resolución surgió de una “reunión” entre el CSPP y el Consejo Directivo provincial. Aún en el caso que ella hubiera ocurrido, es difícil pensar que la caducidad de los mandatos fue tomada de comú n acuerdo. Véase Democracia, 15/06/1951.
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misión en el cargo.66 Como una consecuencia lógica de esta tendencia, las autoridades partidarias electas en los 120 Consejos Directivos locales presentaron sus renuncias, y esos cargos fueron cubiertos por “delegados interventores”, designados por el responsable de l Partido a nivel provincial. El efecto final de las sucesivas caducidades de las direcciones partidarias electas por los afiliados fue la designación de los candidatos peronistas a los cargos públicos por el Consejo Superior. A la manera de las “fumatas” papales, durante el mes de octubre el alto organismo fue nombrando a todos los aspirantes peronistas: gobernador y vice, diputados y sen ador es naci onal es, legi slad ore s pro vinc iale s, tal vez inte nde nte s y concejales. La posibilidad de que el ascenso de arribistas a cargos públicos hubiera sido avalada por el Consejo Superior parece demostrarla la integración de la Legislatura bonaerense como consecuencia del resultado electoral: accedieron a ese cuerpo 89 legisladores peronistas de los cuales sólo 14 habían actuado previamente en el cuerpo, siendo elegidos entre 1946 y 1950; 4 habían participado en las internas partidarias (2 en 1947, 2 en 1949), y 2 personas más fungieron como comisionados municipales. Pero 69 individuos (esto es, el 77%) no registraban antecedentes políticos de notoriedad. La distancia entre esta situación y aquellas vistas para las elecciones generales de 1948 y 1950 e s sideral.67 Con todos estos elementos actuando, el autoritarismo de la –sugerida– concepción peronista del ejercicio del poder político hizo su rauda entrada en escena durante 1951, afectando no sólo a los opositores sino a sus propios partidarios. ¿Dónde pueden hallarse las razones de este drástico cambio de dirección? En la literatura sobre el tema predominan las hipótesis que vinculan el acrecentamiento de la rigidez en el sistema político con la terminación de los años de bonanza de la inme diata posguerra, o bien con una fase recesiva de la economía argentina perceptible sobre todo en el bienio 1950-1952, o incluso con políticas económicas del régimen más
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favorables a las clases propietarias. No obstante, nada de ello parece indicado para explicar el giro “verticalista” en la conducción del Partido Peronista. Sobre esta cuestión, Georg Eickhoff ha planteado que el simbólico “renunciamiento de Evita” cerró un ciclo histórico iniciado el 17 de O ctubre: el de la movilización del pueblo peronista. En su opinión, ese programado acontecimiento tenía una finalidad precisa al interior del partido: se trataba de disciplinar las discordias intestinas entre los dirigentes peronistas al momento de confeccionar las listas de candidatos. “El ejemplo de Evita estaba destinado a facilitar muchos pequeños renunciamientos en todo el país”. 69 Si ella había declinado el alto cargo de la vicepresidencia, todos los dirigentes menores deberían aceptar los candidatos designados “desde arriba”, deponiendo sus intereses personales. Parecen caber pocas dudas que los efectos del “renunciamiento” de Eva Perón al interior del partido funcionaron directamente en el sentido de disciplinar y acallar las voces discordantes que pudieran emerger entre los dirigentes peronistas. Pero no se ha reparado, quizás, en que si para tal efecto fue necesario semejante acto, lo fue porque todavía en 1951 el Partido Peronista no era esa fuerza monolítica que sólo se movía a la voz de mando del líder. Adicionalmente, la sola necesidad de “disciplinar” cuerpos dirigentes quizá no demasiado afectos a la disciplina no resulta suficiente para explicar el repentino cambio de rumbo. En este sentido, una posibilidad complementaria sería que la tendencia verticalista descendente del Consejo Superior –y tal vez, del propio Perón– intentaba evitar la consolidación de elencos dirigentes con peso propio, capaces de discernir, si no en acto, en el mediano plazo, cursos de acción no necesariamente concordantes con las orientaciones de la cúpula nacional.70 Una observación detenida de los acontecimientos en la provincia de Buenos Aires pe rmitiría proponer una hipótesis alternativa: que el “ocaso” del equipo dirigente, organizador y consolidador del Partido Peronista, haya sido 68
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Así, el interventor en la provincia de Buenos Aires, Dr. Eduardo Scandone, fijó normas para que los consejos de distrito organizaran actos públicos; exigiendo previa autorización, consideraba que “los actos deberán ajustarse a uniformidad que tienda a hacer de los m ismos verd ader as tr ibun as do ctrin aria s”. La Capi tal, 2 7/06 /195 1. 67 Corresponde precisar que 14 de estos legisladores electos eran mujeres, quienes obviamente no podían tener antecedentes públicos. De todos modos, y aun restándolas a ellas, el 62% de los hombres electos ingresaban por primera vez al escenario provincial. Las nóminas, en DSCDPBA (1952), Tomo I, pp. 4-7; y SENPBA (1952), Tomo I, pp. 3-4.
Por ejemplo, HALPERIN DONGHI, Tulio: Argentina en el callejón, Ariel, Buenos Aires, 1995. WALDMANN, Peter: El peronismo 1943-1955 , Hyspamérica, Buenos Aires, 1986. S. Baily ha sintetizado expresivamente la última opción: “Perón abandona a la nación de los trabajadores”; BAILY, Samuel: Movimiento obrero, nacionalismo y po lítica en la Argentina , Hyspamérica, Buenos Aires, 1985, p. 145. 69
EICKHOFF, Georg: “El 17 de Octubre al revés: la desmovilización del pueblo peronista por medio del renunciamiento de Eva Perón”, Desarrollo Económico , vol. 36, Núm. 142, juliosetiembre 1996, p. 656. 70
De alguna manera, esto fue entrevisto por Perón: “no som os partidarios de que los hom bres se enquisten en sus puestos, porque queremos que las fuerzas nuevas, jóvenes, que vienen de abajo, que han de sucedernos a nosotros, sean los hombres que se están haciendo a las armas de la lucha política y a las armas del gobierno”. La Nación, 04/10/1951.
El peronismo bonaerense
provocado por un doble movimiento. Por un lado, “desde arriba”, el abrupto desplazamiento –todavía no dilucidado– del coronel Mercante, quien en su “caída” habría arrastrado a un conjunto de dirigentes que, fuera cierto o no, se pensaban integrantes del “círculo íntimo” del gobernador.71 Pero a esta imposición desde las alturas se hubo de sumar un movimiento “desde abajo”: una reconfiguración de la dirigencia política donde, junto a los nuevos hombres y mujeres que ascienden a los principales cargos públicos, se integran personas de larga trayectoria pero relegadas a niveles menores de la actividad política, o imposibilitadas de elevarse en su “carrera” hacia puestos de mayor relevancia.72 En una palabra: una elite rival de aquella que ahora colapsaba, quienes habrían impulsado, o simplemente se habrían beneficiado, de los lineamientos más autoritarios del Consejo Superior para pasar a comandar, bajo los austeros preceptos de la “lealtad”, los destinos partidarios.73 La historia del Partido Peronista y de su elite dirigente en la provincia de Buenos Aires parece te ner, en el crucial año de la reelección de Pe rón, un “nuevo comienzo”. Las características verticalistas de la organización partidaria se hicieron presentes de hecho en 1951 y serían sancionadas formalmente al año siguiente, con las Directivas del Consejo Superior que alteraban drásticamente el organigrama de la autoridad interna: cada nivel de
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dirección era designado por el nivel superior, desde el máximo organismo hasta la última unidad básica.74 Las elecciones internas se olvidaban, y en su lugar sólo quedaban el “encuadramiento” y la difusión y cumplimiento de las “directivas”. Es muy probable que esta nueva historia –que aún queda por investigar– con su secuela de burocratismo, adoctrinamiento y rigidez haya impresionado a tal punto a los contemporáneos, que la historia previa de movilización y participación haya quedado opacada. En cualquier caso, los desarrollos previos a este opaco final existieron realmente; y ha sido el propósito principal de este trabajo mostrarlos. El proceso de emergencia, formación, consolidación y declive de la elite dirigente del peronismo bonaerense parece , en definitiva, una parábola del peronismo en su totalidad: de la m ovilización al “quietismo”, de la efervescencia a la rutinización, de la incorporación de dirigentes capaces a la exaltación de los obsecuentes, del intento de constituir un partido representativo al aparato monolítico. Quedan por descubrir las razones –y en ello quizá estriba la permanente atracción del peronismo para los historiadores– de tal sinuosa trayectoria.
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El hijo de Mercante asegura que el apartamiento de su padre fue ocasionado por una “orden” de Eva Perón, vinculada a su reelección como gobernador. Véase MERCANTE, Domingo A.: Mercante: El corazón de Perón , de la Flor, Buenos Aires, 1995. Otro autor señaló que la caída de Mercante estuvo relacionada con su accionar en la Asamblea Constituyente, al sancionar el controvertido Artículo 40 contra los deseos de Perón. Véase MARTÍNEZ, Pedro Santos: La nueva Argentina, 1946-1955 , Astrea, Buenos Aires, 1979, Tomo 1. En un libro reciente, Moira Mackinnon muestra la quizá excesiva acumulación de poder al interior del Partido Peronista por parte de Mercante, en particular, y del peronismo bonaerense en general. Pensamos que esta perspectiva abre posibilidades explicativas del desplazamiento del gobernador más adecuadas que las enemistades personales. Véase MA CKINNON, Moira: Los años formativos del Partido Pero- nista, Siglo XXI/Instituto Di Tella, Buenos Aires, 2002. 72
Así, por ejemplo, en la reconstituída dirigencia se encuentran legisladores provinciales “enquistados” en sus cargos desde 1946 (como A ngel Siri, José Ladaga Rosito o Jorge Simini), al lado de dirigentes desplazados hacia 1947-48, como Enrique Pizzorno, junto a políticos de actuación local (como José Stupiello -concejal en 1948-, o Rolando Bereilh –militante de origen forjista–). A su vez, otros hombres que sin duda han participado en el peronismo desde la primera hora, ascendieron de la mano del interventor partidario: son los casos de José Griolli, Clodomiro Bellelli, Arturo de Elías o Norberto Lisazo –entre otros–, quienes fueron designados “delegados interventores” en los Consejos Directivos locales en 1951. 73
En todos los partidos parece haber dirigentes que avizoran los cam bios de tendencia con cierta anticipación. Los peronistas no se quedaban atrás: en los días previos a la caducidad del Consejo Directivo Provincial, el Consejo Superior fue visitado por distintos contingentes de dirigentes partidarios de varias secciones electorales con el propósito de “testimoniar” su lealtad a Perón, su esposa y el alto organismo partidario, “puenteando” -si se puede decir así- toda referencia a la dirección provincial. Véase La Capital, 03/06/1951.
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No hem os hallado las Directivas Generales del Consejo Superior que sancionan estas reformas; pero el texto denominado Unidades Básicas (Directivas complementarias del Consejo Superior). Buenos Aires, diciembre 1952, las presuponen. Provee además el nuevo esquema organizativo del Partido Peronista, que sería sancionado como nueva carta orgánica recién en 1954.
Socialismo y peronismo en la Provincia de B uenos Aires: discurso y práctica legislativa durante el gobierno de M ercante, 1948-1952
María Liliana Da Orden
Pertenece al grupo de investigación “Movimientos sociales y sistemas políticos en la Argentina moderna”. Departamento de H istoria, Facultad de Humanidades, UNMdP.
[email protected]
Da Orden – Socialismo y peronismo en la provincia de...
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a llegada del peronismo al poder con las elecciones de febrero de 1946 marcó una situación verdaderamente traumática para el Partido Socialista en la Argentina. Por primera vez en más de tres décadas el socialismo no se vería representado en ninguno de los cuerpos colegiados que integraban el gobierno. Ello sin duda influyó en el discurso agudamente crítico que caracterizó al partido desde el comienzo mismo de la nueva gestión, al punto que su actuación se ha considerado clave en la configuración de los tópicos que alimentaron el antiperonismo durante y con posterioridad a la caída del régimen.1 Más allá de algunas discrepancias internas, lo cierto es que para la línea mayoritaria del Comité Ejecutivo del Partido representada, entre otros, por Américo Ghioldi, la figura más activa en tal sentido, el gobierno no hacía más que continuar la tendencia nazifascista de la revolución del 43. Aunque es cierto que el cierre de La Vanguardia –1947– o la prisión de dirigentes a medida que avanzaba la peronización daban pie a tal posición, la crítica monolítica e intransigente se inició todavía antes de que Perón asumiera la Presidencia. El hecho de que constituyeran parte de la oposición que había sido “ma sacrada” en el ‘46,2 o en otros términos, se vieran totalmente privados del acceso a la cuota de poder que hasta el momento habían obtenido, sin duda acentuó el tono ideológico y “sectario” de su actuación partidaria.3 Ahora bien, los esfuerzos por recuperar el terreno perdido en la esfera electoral sólo lograron dar frutos en la Provincia de Buenos Aires, cuando, en las elecciones de 1948, Teodoro Bronzini se consagró Diputado por la quinta sección electoral. En realidad, los votos que le habían valido el triunfo provenían básicamente de la ciudad de Mar del Plata donde los socialistas 1
ALTAMIRANO, Juan Carlos: Bajo el signo de las masas , 1943-1973 , Buenos Aires, Planeta, 2002; GARCÍA SEBASTIANI, Marcela: Los antiperonistas en la Argentina peronista. Radicales y socialistas en la política argentina entre 1943 y 1951 , Buenos Aires, Prometeo, 2005; “El Partido Socialista en la Argentina peronista: oposición y crisis de representació n política (1946-1951)” en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe , vol. 13, núm. 12, jul.-dic., 2002; y “The other side of Peronist Argentina: radicals and socialists in the political opposition to Perón (1946-1955)” en Jour nal of Lati n Am erica n Stu dies , 2003, v. 35, núm. 2. En su tesis de Doctorado Spinelli traza una la tipología de los partidos antiperonistas que incluye a los radicalizados, optimistas y tolerantes, señalando que entre los primeros se hallaban los socialistas desde el momento de la llegada de Perón al poder. SPINELLI, María Estela: Los vencedores venci- dos. El antiperonismo y la “Revolución Libertadora, 1955-1958, Buenos Aires, Biblos, 2005. 2 LUNA, Félix Perón y su tiempo. I La Argentina era una fiesta 1946-1949 . Buenos Aires, Sudamericana, 1984, pp. 259-264. 3
Desde la perspectiva organizacional que propone Panebianco, ese sería una de las consecuencias de la pérdida de representación parlamentaria en el caso de partidos como el Socialista. PANEBIANCO , Ángelo: Modelos de partido. Organización y poder en los partidos políticos. Madrid, Alianza, 1995, pp. 406-408.
habían tenido su época de gloria en los años veinte.4 Pese a la declinación sufrida en los treinta y cuarenta en el plano local en virtud del fraude que imperaba en la provincia, ese pasado y la militancia redoblada habían hecho posible el incremento de votos frente a la últim a elección y el mantenimiento de posiciones que llevó a la renovación del mandato –aunque no al aum ento de representación– en 1951.5 De este modo, quien había sido tres veces Intendente de la ciudad turística durante el tercer decenio del siglo, varias vec es Di put ado pr ovin cial y ta mb ién Co nven cion al Con sti tuy ente dura nte l a reforma de 1934, pasó a ocupar una banca en la Cámara Baja bonaerense durante buena parte del período peronista (1948-1954). Fuera de los espacios de poder local, fue ésta la única representación que el Partido Socialista logró en cuerpos colegiados de gobierno durante el mism o período. De ahí que nos parezca interesante, en más de un aspecto, considerar las características de dicha actuación. El análisis del discurso y las prácticas de este Diputado no sólo permitirá visualizar en qué medida trasladó a la Cámara la posición del partido que representaba, así como considerar las relaciones que mantuvo con los dirigentes políticos de distinta extracción durante la gestión del gobernador Mercante, sino que también hará algún aporte al conocimiento de las modalidades de funcionamiento de una de las ramas del poder legislativo provincial durante la época peronista. Si bien es cierto qu e la actuación política del ámbito parlamentario aparece mediada por las normas constitucionales y reglamentarias que la rigen, también lo es que puede considerarse como una de las cajas de resonancia del clima de una época, como ha dem ostrado Halperin Donghi con una mirada renovada sobre el período.6 De hecho, el acto de violencia en que derivó el tratamiento de algunos casos de corrupción en la Cámara de Senadores en los años treinta constituye tal vez el ejemplo más extremo. Por lo demás el presidencialismo que caracterizaba desde un principio a la Constitución de 1853, fue acentuándose con la práctica de gobierno al punto
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DA ORDEN, M aría Liliana. "¿Prácticas tradicionales en un partido moderno? Socialismo y poder local, Mar del Plata 1916-1930" en DEVO TO, Fernando y FERRARI, Marcela (comps.) La construcción de las democracias rioplatenses: proyectos institucionales y prácticas políticas, 1900-1930, Edit. Biblos -Universidad Nacional de Mar del Plata, Buenos Aires, 1994, pp. 229246. 5
El Partido Socialista había obtenido 8.757 votos en la 5ª Sección electoral, el 9,9% de ese sector del distrito provincial, cifra que llegó a 13715 sufragios en las elecciones de 1951 –6,4% de la misma sección–. El aumento de votos en un 57% se debía en parte a la incorporación de las mujeres al padrón, aunque no guardaba relación con el total de votantes –que en dicha sección se elevó en un 142% con respecto a 1948–. Provincia de Buenos Aires. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados (DSCD), 1948-49 T. 1 y DSCD, 1951-52 T. 1. 6
HALPERÍN DONGH I, Tulio: La República Imposible. Buenos Aires, Ariel, 2004.
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de llegar a establecerse un verdadero bloqueo del juego político partidario durante la primera presidencia de Yrigoyen –esto sin tener en cuenta la clausura del Congreso que determinara en su m omento Figueroa Alcorta–. Aunque queda mucho por conocer acerca de la actuación del Congreso Nacional, lo cierto es que las críticas de los contemporáneos –segu ramente no ajenas a los intereses de la oposición de la que se tratara–, habían apuntado el progresivo deterioro y la parálisis en que había ido cayendo la actividad parlamentaria desde la apertura electoral de 1912. Un deterioro que iba de la mano del desprestigio que adquiriera la dirigencia política por esos años y que sin duda se acentuó durante los gobiernos de la Concordancia.7
empresas extranjeras como la “California”–, el ámbito de la provincia de Buenos Aires habría dado lugar a una actu ación diferente, habida cuenta de la distancia que supuso la gestión de Mercante frente al gobierno nacional.10 A pesar de la mayoría oficialista que también en este ámbito regía en la Cámara Baja ¿cómo se dese mpeñó el Diputado del partido opositor que más reciamente atacó al peronismo desde fuera de los órganos de gobierno? Que en principio se viera imposibilitado de conformar un bloque no le habría dejado margen más que para una actuación radicalmente opositora, sin embargo ¿hasta qué punto la práctica concreta y la re lación con los pares de otras extracciones, en especial del oficialismo, el permitió dar cuenta de la distancia aludida o, antes bien, ratificó la posición de la cúpula socialista? En principio, como él mismo señalara, Bronzini se inició “sin éxito” en la Cámara de Diputados. Con m otivo de la designación de las comisiones permanentes, el socialista planteó su disconformidad por integrar tan sólo una –la Comisión de Legislación del Trabajo– de las trece que la componían. En la base de su planteo se hallaba una noción de la democracia sustentada no sólo en el número –de los 84 Diputados, 53 eran peronistas y 30 radicales–, sino también en el derecho de todas las minorías a tener representación. Una visión pluralista acorde con el principio de proporcionalidad que su partido apoyaba y con la que obviamente discrepaban tanto los oficialistas como, con otros argumentos, el resto de la oposición. Por lo demás, la defensa de tal distribución por parte de los peronistas no sólo hacía referencia al derecho de la mayoría a ejercer el gobierno sino tam bién al de la única minoría cuantitativamente significativa a controlarlo. No obstante, que además de dos radicales, uno de los representantes peronistas “a título personal” apoyara la postulación de Bronzini para la Comisión de Pres upuesto parecía adelantar el signo no del todo negativo de la futura relación con sus pares.11
En el caso de las presidencias peronistas, se ha analizado la renovación social que supuso su com posición en el primer año de funcionamiento, como también, con m enor detalle, la importante labor del Congreso Nacional que habría caracterizado los primeros años de gestión a diferencia de la unanimidad que posteriormente se impuso desde el Poder Ejecutivo a través de los Diputados adictos.8 Como era de esperar, desde la perspectiva de los dirigentes socialistas que se vieron privados de ocupar tan siquiera una banca, los matices y diferenciaciones fueron desde un principio inexistentes. Así, desde el momento mismo de la apertura de las sesiones, la actuación de los Diputados y Senadores peronistas estuvo signada por el “incondicionalismo” y la “ignorancia”. 9 Ahora bien, sin entrar en una cuestión que aún m erecería indagarse –durante el segundo período de gobierno los diputados peronistas parecieron no mantener la total conformidad con el ejecutivo que s e les atribuye a juzgar por la renuencia a aceptar medidas que implicaban el ingreso al país de 7
Para el caso de la primera presidencia de Yrigoyen, uno de los primeros trabajos específicos sobre la rama legislativa en relación con el poder ejecutivo fue realizado por MUSTAPIC, Ana María: "Conflictos institucionales durante el primer gobierno radical, 1916-1923" en Desarrollo Económico, Vol. 24, 1 984, núm . 101 , pp. 8 5-10 8. Pa ra pe ríod os p oste riore s ref eren cias a l tem a desde el ángulo del partido Radical en PERSELLO, Victoria: El partido Radical. Gobierno y oposición, 1916-1943 , Bs. As., Siglo XXI eds. Argentina, 2004 y, en un sentido más global, el estudio preliminar que Tulio HALPERÍN DONGHI realiza en La República Imposible... ya citado, entre otros. Puntualmente la actuación de los diputados y senadores socialistas en los años treinta en: PALACIOS, Alfredo: Petróleo, monopolios y latifundio. Buenos Aires, Kraft, 1957; REPETTO, Nicolás: Mi paso por la política . Buenos Aires, Santiago Rueda, 1979, vol. 2.
La tensión surgió, sin embargo, cuando el debate derivó en planteos políticos más estrechos en el punto en que el socialista, manteniendo la legitimidad de sus votos, cuestionó veladamente la de los peronistas. La discusión que siguió a tales manifestaciones remató en el discurso del
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LUNA, Félix Perón… T. 1, pp. 287-319. También CIRIA, Alberto: Política y cultura popular: la Argentina peronista. Buenos Aires, Ed. de la Flor, 1983; ROM ERO, Luis Alberto: Breve Historia Contemporánea de la Argentina . Buenos Aires FCE, 1994, p. 157. Desde una perspectiva sociológica el clásico análisis de CANTÓN, Darío: El parlamento argentino en épocas de cambio . Buenos Aires, Ed. del Instituto, 1966.
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La Vanguardia , 8 de octubre de 1946; GHIOLDI, A. “Dos fechas” [1946] cits. en GHIOLDI, Américo. Historia crítica de la revolución del 43. Programa constructivo para el mañana. Buenos Aires, 1950, pp. 84-85.
Las prácticas políticas y la conformación del partido peronista en la provincia de Buenos Aires constituyen indicios de tal diferenciación según dem uestran para distintos ámbitos de poder las investigaciones de Oscar Aelo, y Nicolás Quiroga incluidas en esta compilación. En análogo sentido las apreciaciones de LUNA, Félix: Perón y su tiempo.II. La com unidad organizada 1950- 1952. Buenos Aires, Sudamericana, 1985, p. 319. El diputado peronista era Saúl O. Ratti. DSCD, 1948-49, T. 1, pp. 159-60. En el período iniciado en 1951 la mayoría oficialista se mantuvo –52 de los 84 diputados– y se incorporó a la oposición un Diputado conservador –Ibáñez Bustos– por la cuarta sección electoral.
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Diputado Orsi, de anterior m ilitancia forjista, que señalando la trayectoria del Partido Socialista imputó a “las conocidas “hormiguitas prácticas” de la política Argentina” el haber tomado “posesión de cuarenta y dos bancas que así, de yapa, les entregaba el justismo para satisfacer su apetencia, en el Congreso Nacional y algunas bancas en este Recinto”, para concluir “hemos de señalar siempre el pecado original de los diputados socialistas después de 1930”. El representante peronista había tocado quizá el pu nto más delicado de la actuación de ese partido en el período precedente, una posición que le había costado más de una crítica interna y dos escisiones.12 Finalmente, el peronista dejó sentada su admiración y respeto por la trayectoria del diputado en cuestión al paso que, en forma harto irónica, hacía notar entre sus argumentos que “sabemos que se necesita mucha hidalguía y mucha hombría de bien para sostener en estos momentos el pensamiento de un partido caduco.”13 Semejantes expresiones no hacían más que acentuar la viol enc ia de u n deb ate q ue se c erró s in hac er lu gar a la r esp ues ta de Br onzi ni. Las derivaciones políticas de la discusión no eran ajenas al clima de enfrentamiento vigente fuera del recinto y parecían dar cuenta del tono que caracterizaría la relación con el oficialismo y las dificultades que tendría el diputado socialista para su desempeño. Ahora bien, antes de avanzar con el tema nos detendremos brevemente en las características y modalidad de funcionamiento de la Cámara. 14 Como señalaba tanto la Constitución provincial de 1934, en ese entonces vigente, como la reformada en 1949, además de la función legislativa que compartía con la Cámara de Se nadores, cabía a esta rama del poder el control del ejecutivo y, en ciertos casos, también del judicial. Como indican los constitucionalistas, lo que unifica estas funciones es la deliberación, al punto que se ha designado al legislativo como el poder deliberante por naturaleza. De ahí que la reglamentación interna contemplara en detalle todas las normas que regirían las prácticas discursivas. De hecho, cerca de la mitad de los dos centenares de artículos de su reglamento estaban referidos al uso de la palabra, al orden que debía seguirse y a los tiempos y formalidades que debían emplear los diputados para resguardar “el decoro y el
prestigio” debidos. Las disposiciones vigentes desde 1938, seguramente retomadas de otras anteriores, fueron apenas reformadas en 1949. Aludían a valores y formas de representación del poder que tendían a resguardar la racionalidad en el debate, mediatizando todo tipo de actuación que podía afectar la convivencia –además del cuidado del lenguaje utilizado, los diputados por ejemplo no podían hacer referencias personales y debían dirigirse bien al Presidente, bien al conjunto de la Cámara–.15 Se fijaba así todo un ritual que, más allá de la distancia entre normas y prácticas, tendía a favorecer la deliberación aunque no podía ocultar las debilidades de un poder que a lo largo del tiem po se había visto cada vez m ás limitado por los avances del ejecutivo. Las prácticas de los diputados, entonces, además de la presentación de proyectos de ley y su tratam iento, suponían otras de distinto tipo entre las que se destacaba e l pedido de informes al Poder Ejecutivo y el tratamiento del presupuesto anual presentado por éste.16 A ello se agregaban mociones de diversa índole que evidenciaban las posibilidades de expresión y contralor que podía ejercer la oposición frente a la mayoría oficialista o bien, en la media que se distanciaban, de ésta con respecto a alguno de los demás poderes. En todos los casos, como señalamos, el procedimiento a seguir implicaba el uso de la palabra que puede seguirse a través de lo que en el Diario de Sesiones se designa como discusión.17
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Entre otros, referencias al tema puede hallarse en: SANGUINETI, Horacio: Los socialistas independientes . Buenos Aires, CEAL, 1987, vol. 2; TORTTI, M aría Cristina: Estrategia del Partido Socialista. Reformismo p olítico y reformismo sindical . Buenos Aires, CEAL, 1989. 13 14
DSCD, 1948-49, T.1, pp.163-164.
Un análisis detallado de este tema fue realizado por Oscar AELO en “El peronismo en la Legislatura de Buenos Aires. Prácticas y concepciones políticas, 1946-1950” ponencia presentada en las V Jornadas de Investigadores del Departamento de Historia , UNMDP, Mar del Plata, septiembre de 2004.
Ten ien do en cue nta el ant ece den te que sign ara su prim era intervención, ¿hasta qué punto el D iputado socialista pudo desarrollar esta labor en la Cám ara? Una primera aproximación pone en evidencia no sólo la intensa actividad que caracterizaba a éste, como a otros parlamentarios de
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Esta caracterización se ha hecho sobre la base del R eglamento aprobado por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires en 1949 y las aclaraciones del miembro informante y los dipu tad os par tici pant es en el deb ate sobr e los cam bios reali zad os con resp ecto al Reglamento de 1938, vigente hasta entonces. DSCD, 1949-50, T. I, pp. 314-329. 16
Max Weber había señalado que eran éstas las principales atribuciones de los parlamentos “pasivos” –limitados a la posibilidad del veto-, ya que no participaban en la elección del gobierno, como era el caso argentino. Hacia 1918, el sociólogo alemán daba cuenta de la crisis en que habían entrado los parlamentos europeos y aún el norteamericano –de naturaleza diferente– a raíz del desafío que había supuesto la emergencia de la dem ocracia de masas. La relación problemática entre parlamento y democracia m asiva que señala este autor constituye un punto ciertamente sugerente para el caso que nos ocupa. WEBER, Max Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva . México, F.C.E., 1984 [1922] pp. 1095-1117. 17
Es claro que, además de las actividades propias de las com isiones, buena parte del desarrollo de las sesiones plenarias había sido previamente discutido y acordado, bien en el seno de cada bloque, bien entre los distintos bloques. De este modo, los Diarios de Sesiones permiten tan sólo inferir los distintos posicionamientos, a la manera de una puesta en escena donde en buena medida se desempeñaban roles previamente asignados.
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la misma orientación,18 sino también, creemos, el espacio abierto a una oposición que carecía de la fuerza del núm ero.
pedidos de subsidios–, y que incluía no sólo a los peronistas sino también, aunque en menor medida, a los radicales.20 Aunque lo anterior nada nos dice acerca del tenor de las intervenciones de Bronzini, desde el punto de vista forma l esta tendencia se ve ratificada por la extensión que ocupan sus discursos en el Diario de Sesiones. Entre otras menciones, así se lo deja ver el Ministro de Hacienda durante la discusión de un presupuesto cuando desliza
Cuadro 1 . Discusiones en las que intervienen el diputado socialista y los presidentes de bloque en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires (número).19
P. Socialista Pte. bloque Pte. bloque radical T. Bronzini peronista J. Simini L. Vera (‘48) /O. Alende (‘51) 1948-49 125 135 143 1951-52 33 63 47 Nota: Las diferencias entre uno y otro lapso se deben, entre otros motivos, a las sesiones de prórroga realizadas entre fines de 1948 y principos de 1949. Fuente: DSCD, 1948-49 T. 6 y DSCD, 1951-52 T. 2.
Aprovecho para decir al señor Diputado Bronzini que él, que tiene una vieja experiencia parlamentaria, […] conoce y [… ] ha sufr ido incl uso las trap ison das de g obie rnos que , de ninguna manera, lo hubieran escuchado, como lo hemos escuchado nosotros dos horas… 21
Período
Con la cautela que merece un análisis de este tipo, el cuadro 1 muestra que al me nos desde el punto de vista cuantitativo las discusiones en las que intervino el diputado socialista en los años que consideramos pueden asimilarse a las de un verdadero jefe de bloque. En efecto, si se lo compara con los presidentes de los dos bloques que componían la Cámara, el número de sus intervenciones no se distanciaba demasiado, sobre todo si tenemos en cuenta que las del único diputado por el Partido Demócrata que llegó al recinto en 1951 representaban menos de la mitad de las de su par socialista. Semejante presencia resulta más llamativa todavía si consideramos que el 40% de los diputados se había mantenido en silencio o había tenido entre una y cinco intervenciones de esa índole a lo largo de las sesiones de 1948, situación que alcanzaba a más de la mitad de los miembros –56%– en 1951. Una actuación deliberativa por cierto limitada que tan sólo se veía atenuada en unos pocos casos por la presentación de proyectos de ley –generalmente
A juzgar por estos indicios, la acción opositora del socialismo no pareció tener mayores obstáculos para su desempeño en el recinto, sobre todo si consideramos los mecanismos reglamentarios de que podían hacer uso tanto los diputados peronistas como el Presidente –obviamente del mismo partido– para interrumpir o cerrar el debate.22 Así, si el reconocimiento de los partidos opositores –en este caso a través de la participación en las deliberaciones– constituye una de las condiciones para el funcionamiento del sistema democrático, esa era al menos formalmente la realidad que se presentaba en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires en el período considerado. Al menos de esta manera circunscripta, se propone aquí una distancia con respecto al discurso que la cúpula del socialismo mantenía 20 Ejemplo elocuente de lo que señalamos lo constituyen los diputados Cayetano Nastasia (PP) y H écto r Fi noch iett o ( UC R), amb os e lecto s en 194 8 y reel ecto s pa ra el p erío do sigu iente . Su desempeño en los años considerados se redujo a la instancia de las votaciones o, en el ú ltimo caso, a la suscripción de algunos de los proyectos de ley presentados por su bloque. DSCD, 1948-49 T. 6 y 1951-52, T. 2. Situación que revela hasta qué punto antes que la capacidad para el ejercicio de la función, los compromisos que involucraban a ambos partidos hacían del acceso a la Cám ara una suerte de botín dentro de la carrera política –los incentivos selectivos de toda organización de este tipo que menciona Panebianco–. 21
18 Un análisis de la actuación parlamentaria de los socialistas en el ám bito nacional hasta 1930 puede verse en WALTER, Richard: The Socialist Party of Argentina (1890-1930) , Austin, University of Texas Press, 1977. 19
Para este análisis tomamos el primer año de cada período en que Bronzini actuó en la Cámara -1948 y 1951-, que corresponden a etapas bien diferentes del gobierno de M ercante.
DSCD , 1949-50, T. 2, p 2665. También la polémica respuesta del diputado peronista Proia ante una queja por la prolongación de un debate que a juicio de Bronzini no merecía la hora y media que había insumido: “No se si el sr. Diputado se olvida que en muchas oportunidades, debates sin importancia fueron promovidos por él y extendidos a un plazo mucho mayor, por su absoluta mediación,[...]”. DSCD, 1951-52, T. 2, p. 995. 22
Tal vez no sea demasiado ocioso recordar que el Presidente de la Cámara de Diputados era elegido entre los diputados del bloque m ayoritario y sus atribuciones le perm itían, entre otros aspectos, orientar el debate o cerrarlo si la discusión derivaba por canales no favorables para el oficialismo.
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en el plano nacional. Por lo demás, a través del uso de la palabra Bronzini afirmaba la presencia de su partido y con ello de una identidad que, al carecer de otra vía de expresión análoga, corría serios riesgos de desaparecer del espectro político partidario. De hecho, la prensa socialista, no dejaba de reivindicar la oposición ejemplar que representaba frente al régimen.23
frente a una dimensión clave de la política peronista, en ninguno de los casos se trataba de propuestas que debieran involucrar a ambas cámaras como era el caso de los proyectos de ley.24 La debilidad de su representación hacía más efectiva la adopción de una estrategia que pusiera en evidencia las restricciones a éste y otros derechos a través de los planteos que se hacían los bloques mayoritarios. Así por ejemplo, la posición del socialismo es deslizada cuando el peronista Mouzo mociona para que la Cámara destaque la actuación social y cu ltu ral de la C GT. Fre nte a la prop ues ta s eña la B ronz ini,
Ahora bien, ¿cuál era el contenido de estas actuaciones? En principio debemos tener en cuen ta que se trata de dos períodos legislativos bastante diferentes. Si a pesar de la crisis económica que se avizoraba, todavía en 1948 el gobierno de Mercante no había visto seriamente afectadas sus posibilidades de gestión, muy otras serían las circunstancias en 1951. La proximidad de las elecciones, sumada a la peronización del poder, había derivado en una creciente polarización política. En el caso de la provincia, esta situación atravesaba incluso al partido oficialista a través del cuestionamiento de la figura del propio gobernador y de su entorno, lo cual agregaba otro elemento de tensión a la vida política bonaerense. Estas circunstancias afectaron el desempeño de Bronzini y la relación con el resto de sus pares. Te nie ndo en cue nta el con tex to cam bia nte y los tóp icos en que insistía el Partido Socialista para invalidar al peronismo, nos detendremos en los aspectos referidos al ejercicio de las libertades individuales, tan caras a un partido que asumía com o propia la más pura tradición liberal del país, y al funcionamiento del sistema de poderes a través de la figura de la interpelación a los ministros. Relacionada con ésta, también abordaremos la discusión en torno a la aprobación del presupuesto. Mecanismos éstos que ponían en evidencia las posibilidades de control que tenía la rama legislativa y el poder mismo del que disponía. Curiosamente las primeras, esto es las libertades individuales, no fueron objeto de las iniciativas de este diputado más que en tres ocasiones en los años que consideramos. Se trataba de cuestiones referidas a la libertad de trabajo y agremiación: una minuta de comunicación con relación a la Ley de Residencia que también formaba parte de la agenda de la oposición en el Congreso Nacional, un proyecto de resolución para la creación de una comisión que investigara, entre otros temas, la clausura de la Casa del Pueblo en Mar del Plata, la actuación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, así como la situación de la CGT y, por último, un proyecto del mismo tenor para que se procurara la libertad de obreros detenidos. Aunque traducían los argumentos del partido que asu mía la representación de la clase trabajadora
en nuestra patria el movimiento de nuestros trabajadores no es libre. No hay, evidentemente, libertad sindical… [respondiendo al diputado oficialista subraya] No es una leyenda, ni tampoco es leyenda la falta de libertad de prensa en los términos que quiere la Constitución, ni la falta de libertad radiotelefónica, en la forma que también lo quiere la Constitución...25 Las intervenciones que siguieron provocaron el llamado al orden del Presidente, quien a pesar del contenido de su discurso devolvió la palabra al diputado socialista, solicitando que no se lo interrumpiera. Un comportamiento, que al menos en la forma, mantenía en el seno de la Legislatura libertades que su partido veía suprimidas en otros ámbitos. El mismo procedimiento le permitía a Bronzini insistir en argumentos como los indicados y traer a colación otros ejem plos. Así, a una minuta del radical Tomero por la prisión de un sindicalista se sumó la de tención de un vendedor de periódicos acusado de distribuir La Vanguardia. El hecho, que sin duda atentaba contra las libertades individuales, de modo indirecto también arrojaba luz sobre el carácter que había asumido la oposición del partido. En efecto, si es cierto que dicha detención, así como el cierre del principal órgano socialista por la Municipalidad de Buenos Aires afectaban el clima de convivencia democrática, también lo es que con el reconocimiento de que “como los sres. Diputados saben, [la publicación] aparece
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23 Ante el cierre de La Vanguardia en 1947, esa función la cumplió primero El S ocialista y más adelante la publicación periódica Nuevas Bases .
Las minutas de comunicación, posteriormente asimiladas a los proyectos de declaración, se referían a manifestaciones y/o actuaciones que sólo afectaban a la Cámara de Diputados, los proyectos de resolución eran disposiciones imperativas del mismo carácter. DSCD 1948-49, T. 1, p 261 y T2 p. 745; DSCD 1951-52, T. 2 pp. 858 y 869-71. 25
DSCD, 1948-49, T. 2 pp. 1422-23.
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clandestinamente” 26 , se ponía en evidencia una permisividad que relativiza el carácter totalitario que a esta altura de los hechos le adjudicaban las autoridades partidarias al gobierno. Por la repercusión que podían tener fuera del recinto, tales declaraciones parecen más bien destinadas a subrayar el lugar de mártir ideológico que se adjudicaba el partido frente al régimen, único que –a juzgar por la estrategia seguida–, los resultados electorales le habrían permitido asumir, pese a las voces e n contrario que se alzaban en el interior de la más alta dirigencia.27
contabilidad y al monto preciso de la deuda con el mencionado banco, fueron muy puntuales y precisas,
Tal es hec hos, sin em bar go, no par ecía n est ar en el cen tro de las preocupaciones del legislador socialista. Como era de esperar por su trayectoria, el mayor interés se centraba en la afirmación de la Legislatura frente a la administración provincial y, de modo inseparable, en el control y balance de los distintos poderes. Aspectos que además interesaban al funcionamiento democrático, no sólo en relación con los poderes de la provincia, sino también con aquellos con los que se hallaba en relación directa -hacia “abajo” con los municipios y ha cia “arriba” con el Gobierno Nacional-.28 Además de la tradicional postura socialista y de la actualidad cobrada en un presente donde se daba por sentado el peligro en que se encontraba el funcionamiento del sistema republicano y federal, en la solidez de sus argumentaciones puede verse claramente la experiencia de Bronzini en los asuntos de gobierno municipal y provincial. Con respecto al primer punto, el control del Poder Ejecutivo y la administración, destacan los pedidos de informes, una figura que aparece en el texto constitucional y ante la que el socialismo se manifiesta especialmente activo. En dos oportunidades durante las sesiones de 1948 los Ministros concurrieron al recinto –ninguno lo hizo a lo largo de 1951–. La primera de ellas correspondió al Ministro de Hacienda, Miguel López Francés, ante la solicitud que hiciera Bronzini a poco de ocupar su banca. Las cuestiones que motivaban su presencia e staban referidas a la deuda provincial y al papel que desempeñaba en tal se ntido el Banco Provincia, recientemente estatizado por el gobierno bonaerense. Las interpelaciones del diputado referidas a la
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La minuta era del diputado radical Esteban Tomero. DSCD, 1948-49, T. 4 pp. 3406 y ss.
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Al respecto Julio V. González, integrante del Com ité Ejecutivo, había presentado en 1950 una alternativa estratégica frente al peronismo que fue contrarrestada por Américo Ghioldi con una tradicional defensa de la democrática liberal. GARCÍA SEBASTIANI, M. “El Partido Socialista…“; LUNA, Félix: Perón… T. II, pp. 130-132. 28
Los seis proyectos de ley que presentara en 1948 y 1951 estaban referidos directa o indirectamente a los municipios o a la descentralización del poder.
se trata [aseguraba] de poner a los sres. Diputados desde el comienzo de las tareas de la Honorable Cámara, en condiciones de actuar con eficacia en todo lo relacionado con la Administración [...] no tenemos [...] otro propósito que el poner al desnudo todas las interioridades de la Adm inistración. Entre otros aspectos, el tema planteado buscaba fortalecer a la Legislatura –se cuestionó por ejemplo la ilegalidad incurrida con la autorización de gastos por simple Acuerdo de Ministros, un tema que, como ver em os , s erí a re cur rent e–. Est o no obs tan te, al i gua l qu e e n e l ca so de las libertades individuales, la argumentación fue utilizada por Bronzini para elevar sus críticas a la instancia de poder m ás elevada, hoy, la administración pública, recurre al impuesto sin medida –la provincial y la nacional–... ¡tiene la comercialización de las cosechas y el monopolio del comercio de exportación e importación! ¿por qué va a recurrir con preferencia a los empréstitos, si tiene, los miles de m illones de pesos por esas vías, que los gobiernos anteriores no tenían, y los que ingresan a las c ajas de jubilación? Más allá de la problemática apuntada, en el juego político el diálogo directo y extenso con el ministro le confirió al diputado socialista un protagonismo que incomodó a los radicales, al fin y al cabo uno de sus tradicionales adversarios. En efecto, a su término el jefe de ese bloque, Diputado Vera, se vió en la necesidad de dejar sentado que las cuestiones planteadas habían sido repetidas en los últimos dos años por la oposición sin encontrar la respuesta que en ese momento brindaba el ministro. No sin ironía indicaba, “Y de paso, le respondo también al sr. Diputado Bronzini para que vea que él, con toda su buena voluntad, con toda su capacidad y eficiencia, no ha sido un precursor, ni un Cristóbal Colón en el Recinto
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(Risas).”29 Y es que, más allá de algunos acercamientos, la actitud del socialista –que en cada una de sus intervenciones buscaba diferenciarse subrayando la mesura y serenidad que caracterizaba su discurso–, no dejó de despertar análogas críticas que reflejaban los enfrentamientos de un pasado no lejano que en algunos casos había tenido los mismos protagonistas. Independientemente del clima y del presente político renovado en el que ver tía sus cons ide rac ione s, el per fil raci onal ista y no poca s vece s pur ita no adoptado por la dirigencia que integraba Bronzini –de “pastor evangelista” fue tildado por uno de los integrantes del oficialismo–, le había valido cuestionamientos análogos desde sus primeras intervenciones en la lucha política y la actividad legislativa. La posición en buena medida sectaria que asumió el partido en el nu evo contexto sin duda contribuyó a acentuar dicha tendencia. Con todo, este legislador no dejó de lado ninguna ocasión para hacer sentir su voz en el recinto. El tratamiento del presupuesto de Obras Públicas fue el tema que dio origen al segundo pedido de informes al Ejecutivo, esta vez por ini cia tiv a del sec tor radi cal. El min ist ro de la cart era , Hé ctor Mercante, fue quien acudió a la Cámara a solicitud del diputado Alende, miembro de la comisión que trataba el tema por la minoría. Siguiendo la misma línea, el representante socialista, no perdió oportunidad de intervenir ejerciendo una crítica que apuntaba a la improvisación con que se habían trazado los planes de obras públicas. Y ello no sólo por la falta de oportunidad que la carencia de mano de obra y de materiales evidenciaba, sino también por la falta de personal capacitado para implementarlos. Al preguntar si la adm inistración tenía técnicos suficientes para desarrollar los planes, el diputado señalaba quizá una de las mayores debilidades de un estado provincial que, como el nacional, se había expandido en forma muy acelerada.30 Más allá de argumentaciones que merecerían un tratamiento específico en orden al análisis de la gestión de gobierno, com o en la anterior oportunidad Bronzini no dejó de subrayar el “vuelo de la discusión y la altura y efic ien cia con que res pond ió el Min istr o”, así com o el ton o de una deliberación que había hecho “honor a la Cám ara”.
de una legislatura provincial que podía haber visto negativamente afectado el carácter de sus deliberaciones habida cuenta de la menor repercusión pública que tenían sus debates. ¿Era ésta una de las dimensiones que diferenciaba a Mercante, más interesado que Perón en legitimar su gobierno a través de las vías tradicionales de la democracia liberal? Por lo demás, ¿hasta qué punto el diagnóstico de la cúpula socialista había podido revisar un discurso que se hallaba mediatizado por la polarización nazismo-democracia que lo había movilizado, junto con otros sectores, desde mediados de los años treinta? Lo cierto es que la marginación a que había sido arrojado por el resultado de las elecciones, y la presencia de una dirigencia renovada incluso en términos generacionales, debieron afectar la percepción que esta dirigencia tenía del gobierno nacional y de otras instancias de poder, al punto de impedirle tan siquiera considerar aquellos lineamientos que podían tener algún punto en común con su programa. 31 Esto no obstante, a través de un tratamiento exhaustivo de las cuestiones económico-financieras en el ámbito de la cámara bonaerense, Bronzini dedicó toda su atención al control de la gestión de Mercante. La discusión del presupuesto para el año 1950 constituye un buen ejemplo.32 El proyecto en parte registraba un salto cualitativo con respecto a los anteriores tanto por la cuantía del mismo como por el aumento de la burocracia administrativa, de ahí que contara con la presencia de los seis ministros que componían el Gabinete. Una mu estra evidente del interés del Ejecutivo, no ya en una aprobación que la mayoría oficialista aseguraba –46 de los 67 diputados presentes pertenecían a ese sector, m ás de los dos tercios requeridos para la aprobación del presupuesto–, sino en una defensa que ya a esta altura tal vez se viera necesitada de más de un respaldo político. En efecto, además de la búsqueda de consenso, por ese entonces comenzaban a hacerse patentes las fisuras que atravesaban al peronismo provincial habida cuenta de las tensiones que afectaban la relación del gobierno con el Ejecutivo Nacional.
Tal es inte rven cion es sup one n enton ces un a lect ura bi en dife ren te de la que el Comité Ejecutivo del partido hacía de la actuación del Congreso Nacional, acusado por su “chatura” desde el comienzo de las sesiones. El contraste no deja de llamar la atención por cuanto, en este caso, se trataba
Para la oposición, pocas eran las posibilidades efectivas de ejercer presión desde esa llave maestra que suponía el presupuesto para una ge stión que hacía de la inversión pública y el gasto social una de sus principales banderas. Políticamente, sin embargo, no dejaba de ser redituable propiciar
31
29
DSCD, 1948-49, T. 1, pp. 358, 367, 368 y 371.
30
DSCD, 1948-49, T. 4, pp. 1098-1117.
La nacionalización de los ferrocarriles, por citar tal vez uno de los ejemplos m enos ríspidos, había sido defendida en los años treinta por el Senador Alfredo Palacios sobre la base de estudios realizados por el Ingeniero Emilio Dickmann. PALACIOS, Alfredo: Petróleo, monopolios … 32
Otro ejemplo significativo fue la participación en la discusión del reglamento del Banco Provincia y en todos los temas vinculados con la entidad. DSCD, 1948-49, T. 5 pp. 2210-1299.
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un debate que exponía públicamente las fallas del gobierno a la vez que ofrecía una tribuna -hacia adentro y hacia fuera de los partidos políticosdonde los dirigentes podían destacarse. El diputado socialista utilizó como pocos la oportunidad que brindaba el debate, tanto en la discusión en general como en el tratam iento en particular. En principio, fue el único que deliberó con todos los ministros presentes en la cámara inmediatamente después que los representantes por la mayoría y la minoría de la comisión específica hubieran planteado sus argumentos. Por lo dem ás la extensión de su exposición también establecía una diferencia. Sólo en el tratamiento del proyecto en general su discurso ocupa cerca de 1.700 líneas en el Diario de Sesiones, frente a las 526 del peronista G ovetto que habló por la mayoría de la Comisión de Presupuesto y las 1.300 con que el radical Vera hizo lo propio por la disidencia. Su parlamento, que excedía largamente el tiempo reglamentario, mereció así las cu atro prórrogas que le fueron concedidas a pedido de uno de los diputados radicales –Romáriz Elizalde– al que se sumó también el de uno de los peronistas –Aranguren–, ambos con destacada actuación en el debate.
Su información ampliamente detallada, le permite señalar la incongruencia existente entre los datos financieros del Banco Provincia y los del M inisterio de Hacienda, así como la carencia de inventarios y memorias en distintas reparticiones. La falta de tiempo para el análisis de la propuesta que señala una y otra vez, junto con la mencionada falta de información, eran otros aspectos de una crítica que subrayaba la pugna existente entre la administración –en este caso la Contaduría General– y la cámara.34
Luego de más de ocho horas de discusión –la sesión culminó a las dos de la madrugada–, com o el propio López Francés sintetiza, La verdad es que se han hecho muy pocas referencias al tema del Presupuesto, que es lo que debem os analizar, y las pocas coinciden siempre en dos puntos fundamentales: el Poder Ejecutivo crea cargos y el Poder Ejecutivo aumenta los gastos. Es la experiencia tradicional por parte de la oposición y por parte del Poder Ejecutivo, que debe contestar a esas objeciones. Unos y otros somos cancheros [sic] en esas dos preocupaciones fundamentales.33 Aunque se trataba de cuestiones no menores para un Estado que crecía aceleradamente, con ello se aludía al trasfondo político que a la postre animaba el debate. En ese contexto, Bronzini se muestra especialmente atento a la legalidad y la forma. De ahí que el eje de su argumentación se centrara en los Acuerdos de Ministros y los decretos a que daban lugar, procedimientos que a su entender falseaban –incrementándolos– los gastos aprobados por la Legislatura, una atribución que le competía exclusivamente .
33
DSCD, 1949-50, T 4 p. 2.677.
Sin entrar en el detalle de la exposición, la actuación de este diputado se singularizaba por la minuciosa documentación en que basaba su discurso, de ahí podemos presum ir el interés de los radicales en prorrogarlo. De hecho, aunque c oincidentes en el fondo de las críticas, por los diferentes tópicos que abordan –el socialista se detiene en los aspectos económicofinancieros mencionados mientras que los radicales se ocupan con preferencia del personal administrativo y los subsidios otorgados– podría conjeturarse que existía entre ambos sectores cierto acuerdo previo en los puntos a considerar. Por lo demás dicha actuación no fue obstaculizada por el oficialismo, antes bien mereció el apoyo del Ministro de Hacienda que en la atención que le brindaba –la primera de las prórrogas fue concedida a pe dido de este funcionario– reconocía en Bronzini a un opositor que debía ser escuchado. ¿Canalizaba de este modo e l gobierno de Mercante las críticas a su gobierno? Si los radicales en esta instancia, veían en el socialista un “socio” en la oposición ¿podría decirse que la figura de este diputado actuaba como una suerte de pivote sobre el que se apoyaba el oficialismo –que buscaba legitimarse– y también el radicalismo que así reforzaba su argumentación? La insistencia de Bronzini por intervenir en todas y cada una de las cuestiones, su diligencia en informarse, el trabajo constante que lo caracterizaba, lo mostraban con una personalidad a tener en cuenta por todos lo sectores, sobre todo cuando su actuación y la de su partido, no representaban una verd ade ra c omp et enci a en la p uja por el p ode r. Como ya indicáramos en la estrategia opositora del socialista, la referencia al gobierno de la Nación era ineludible aunque ello implicara, como en el caso del presupuesto que nos ocupa, un reconocimiento a la
34
El Poder Ejecutivo había hecho aprobar una ley por la que se restringía la información que podía brindar la administración a los diputados y senadores, ley que había sido objeto de repetidas críticas por parte del diputado socialista. Y es que, a diferencia de épocas anteriores, para obtener los datos que necesitaban en su trabajo los legisladores debían dirigirse a los ministros, con las limitaciones que ello suponía. Aunque este no parece ajustarse al caso –o al menos habría que indagarlo-, quizá no sea inadecuado considerar que mediante las limitaciones a la publicidad administrativa los estados racionales y burocratizados, como señalara Weber, buscan concentrar su poder frente a cualquier control impuesto desde fuera, incluidos los parlamentos. WEBER, M.: Economía …, pp. 1095-1103.
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gestión provincial. De ahí que con la m ención al encuentro de Ministros de Hacienda realizado en 1948, el elogio al desempeño de López Francés en realidad busca subrayar el “despilfarro del dinero público aplicado en la construcción de obras que no sean necesariamente de interés general” que menciona el ministro, así como su “protesta por la afirmación que acaba de hacer el señor Presidente de la República” acerca de las riquezas de una provincia que podía realizar préstamos a la Nación. A juicio de Bronzini “Estas palabras […] honran al señor Ministro de H acienda como así también a todo el pueblo de la provincia de Buenos Aires” y obviamente refuerzan la posición del Socialismo.
Y es que , com o men cion am os, la into lera ncia crec ient e no sól o impactaba en las relaciones entre la oposición y el oficialismo, sino que traía a primer plano el aislamiento en que se encontraba Mercante. De este modo, si el fallido atentado contra el Presidente y su esposa en 1948 concitó el repudio de todos los sectores, el de 1951, denunciado en el mes de junio –tiempo antes de que se descubriera la conspiración de Menéndez–, ya no presentó posibilidad de acuerdo.37 Los diputados opositores, incluido Bronzini, descartaron la veracidad de un hecho que concebían generado desde el Gob ierno Nacional gracias al control ejercido sobre los medios de comunicación. La distancia de las autoridades provinciales es subrayada por el socialista,
Por el mayor sesgo político que suponía, el tratamiento de la compatibilidad de ciertos empleos con el desempeño de cargos municipales -una situación en la que se encontraban los trabajadores de las empresas estatizadas que ingresaban a los cuerpos deliberativos-, había merecido una crítica más acusada. Aquí al cuestionamiento de la política económica se sumaba la del entero régimen establecido, el capitalismo de Estado, [...], para desgracia nuestra se está cumpliendo también en nuestro país... lo que se está haciendo no es socialización sino simplemente oficialización, significa en alguna medida, la destrucción de la República, hasta la abolición de la autonomía provincial, como ya se ha producido, [...], y desde luego la supresión de las autonomías municipales.35 Aún con alegatos que buscaban defender a los municipios frente al poder provincial, un debate cuya legitimidad difícilmente pueda ser puesta en duda habida cuenta de los antecedentes de este diputado,36 se trataba de hacer del Gobierno Nacional el blanco de todas las críticas. Como en el caso anterior, con ello se ponía de manifiesto la distancia que lo separaba de la administración provincial, también avasallada por aquél. Una distinción que se hará por demás evidente durante las sesiones de 1951.
35 36
DSCD 1948-49, T. 1, pp. 833.
DA ORDEN, María Liliana: “Los socialistas en el poder. Higienismo, consumo y cultura popular: continuidad y cambio en las Intendencias de Mar del Plata, 1920-1929" en Anuario del IHES , núm. 6, T andil, pp. 267-282.
Yo t eng o la opin ión, [... ], d e qu e t odo est o re spon de a un plan y que es precisamente dentro de este plan [...] que está muriendo la República. ¿Qué es, ya señor Presidente, de la provincia de Buenos Aires, uno de cuyos poderes constituye la Honorable Legislatura? Yo tengo la seguridad más completa de que, este Estado, que es el primer Estado argentino, está bajo el im perio de la intervención federal. 8 3 Las interrupciones del oficialismo, avaladas por el Presidente cerrando el debate, muestran un grado de conflictividad que volverá a surgir durante el tratamiento de la Ley de los Partidos Políticos, en la mism a sesión. Dado que la misma, así como la reforma del sistema e lectoral que iba a ser tratada a corto plazo, desempeñaba un papel central en orden al funcionamiento del sistema, el contexto en el que fue tratada llevó la discusión al plano más inmediato de la política a pesar de los esfuerzos realizados por el miembro informante por la mayoría, Diputado Parera, que realizó en ambos casos una rigurosa y pormenorizada fundamentación jurídica. Las implicancias de las reformas para la oposición –-entre otros aspectos, los tres años qu e como mínimo debía esperar un partido para su reconocimiento impedían la formación de nuevas coaliciones para la próxima elección–, condujeron el debate a la instancia que me ncionamos. En este caso, las consideraciones del diputado socialista no carecen de interés,
37
Ante la votación de repudio propuesta po r la bancada peronista, a su turno, los radicales, el diputado socialista y el conservador se retiraron del recinto dejando que el oficialismo aprobara la declaración con su propia mayoría. 38
DSCD, 1951-52, T. 1 p. 430.
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“El sr. Diputado Parera le hizo a la causa de la democracia el favor de valorizar al partido político [...] el partido político es fundamental, [...], pero la tragedia para los partidos y para la democracia Argentina, es que están confrontados en oposición fundamental, y enfrentados, por eso mismo en términos antagónicos [y más adelante agrega] Creo que si algo hay que rectificar en los conceptos políticos argentinos, aparte de otras consideraciones, es la incapacidad argentina para la convivencia institucional y política. Somos en ese sentido un pueblo atrasado.”39 El diagnóstico habría de cobrar en el futuro cada vez más visos de realidad, aunque el Partido Socialista, con repercusiones no menores, no lo visu aliz ara com o un prob lem a prop io, 40 exc epc ión hec ha de aqu ello s que presentaron disidencias internas, finalmente rechazadas o derivadas en la expulsión.41 Por otra parte, resulta clara para Bronzini la situación no del todo cómoda que atravesaba el pe ronismo. Entre otros aspectos el papel asignado a los partidos femeninos –eximidos de los tres años que la nueva ley im ponía para el reconocimiento de los restantes y en los que con razón el peronismo centraba esperanzas de triunfo–, daba cuenta de los intentos por salvar la situación. Pero tal vez lo más relevante de su discurso, que también en este caso coincide con el radical, es la insistencia en la difícil situación en que se hallaba el peronismo provincial,
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de superar estados políticos que gravitan de modo definitivo sobre el territorio Nacional [y más adelante agrega] los mismos peronistas [...] van a ser desplazados en el plano político, de acuerdo con la opinión del Presidente de la República, porque ustedes van a term inar [...] como fuerzas de gravitación, como ha terminado el señor Gobernador de la Provincia. 42 No cabe duda, entonces que el dirigente socialista estaba en condiciones de apreciar las diferencias existentes en el interior del peronismo. Diferencias que hicieron eclosión hacia 1951 pero que podrían rastrearse desde antes en la cám ara. Como señalara con argumentos análogos a los que iba a utilizar tres años más tarde, con motivo del fallido atentado de 1948 Bronzini ya indicaba, Yo advi ert o, sr. Pre sid ent e, una dife ren cia de ton o y de matices. Yo acredito a la provincia de Buenos Aires una vent aja y una sup erio rida d sob re la esf era naci onal de la República. [...] Es aquí en la provincia de Buenos Aires donde se advierte un dominio mayor de la situación y donde los hombres representativos han demostrado su capacidad también mayor de comprensión y de serenidad. Yo llam o a los sre s. Dip uta dos y [ ...] a t odo s lo s h omb res públicos y políticos de la Provincia, para que aunemos volu nta des y e sfu erzo s p ara que aqu í, e n e l p rim er Est ado argentino, se dé el altísimo ejemplo que necesita nuestro país, para estimular las buenas acciones y para conducir a la serenidad de los espíritus.43
Quizá el Sr. Gobernador de la Provincia de Buenos Aires piense con nosotros aunque, desgraciadamente, el primer magistrado [...] no está en estos mom entos en condiciones
39
DSCD, pp. 467-468.
40
Habría que tener en cuenta aquí que en esos m omentos entre los políticos que m antenían conversaciones con oficiales del Ejército como Lonardi y Menéndez para procurar la caída del gobierno, se hallaba Américo Ghioldi, mostrando un comportamiento que se distanciaba por cierto de la línea histórica del Partido. POTASH, Robert: El Ejército y la política en la A rgentina 1945-1962. De Perón a Frondizi. Buenos Aires, Sudamericana, 1981, pp. 179-183. 41
Como indicamos, en 1950 Julio V. González había planteado en el congreso del PS. la necesidad de un profundo giro que implicaba el alejamiento de las críticas básicamente políticas que se le hacían al peronismo. Enrique Dickmann por su parte, aceptó un acercamiento al régimen al entrevistarse con Perón a comienzos de 1952, hecho que finalmente le valió la expulsión del partido con la sola oposición de Alfredo Palacios. En una situación análoga se iba a ver Dardo Cúneo, otro antiguo dirigente socialista.
Una apreciación que, hasta donde sabemos, no se tradujo en acciones que a su vez diferenciaran a las autoridades del socialismo bonaerense de los m áximos dirigentes partidarios. Por otra parte, aun cuando finalmente oficialismo nunca se dividió en las votaciones, diversos indicios permitían observar los matices existentes en su interior. Si en 1948, ello se vio en la abstención de uno de los 42
DSCD, 1951-52, T. 1, p. 469 y 483.
43
DSCD 1948-49, T. 4, pp. 2.311.
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diputados peronistas cuando se votó el tratamiento sobre tablas propuesto por el socialista sobre la detención de un obrero, por razones distintas también fue evidente durante el debate en torno al reglamento del Banco Provincia.44
existente en el interior del peronismo bonaerense frente al avance de las máximas autoridades del partido en el orden nacional.48 El análisis del discurso político y de las prácticas que caracterizaron la relación de Bronzini con los diputados peronistas y también con los radicales –históricamente aliados no “naturales”–, mue stran un clima político que si bien tendía a la polarización se mostraba bastante menos sim plificado, autoritario y violento, que el que pretendía poner en evidencia el Partido Socialista. Como el propio diputado opositor reconoce, el diálogo, no exento de humor, entre los contrarios podía actuar como “válvula de escape” durante los debates. De hecho, la práctica parlamentaria, el trato personal que suponía, generaba vínculos que si bien no se traducían directamente en las decisiones de la Cámara –una situación que por lo demás no era nueva para los diputados de ese partido–, mostraban cierto acercamiento entre los opositores.49
Vem os así que , ade má s de la est rat egia polí tica que para una representación unipersonal podía suponer un discurso de abierta oposición al Gobierno Nacional, no puede descartarse que a poco de iniciado en su banca el dirigente socialista hubiera reconocido diferencias que las máxim as autoridades de su partido no se mostraron proclives a tener en cuenta. Con el tiempo, la convivencia en las comisiones, los encuentros previos a las sesiones plenarias de la Cámara y aún estas mism as, así como las reuniones a las que fue convocado por los ministros junto con otros diputados, habrían sin duda generado un tipo de relación que le permitieron a este diputado aludir a la falta de unanimidad entre los miembros del oficialismo,45 y mencionar incluso cierta afinidad de éstos con su postura.46 Es así que durante la votación de la cues tión de privilegio planteada por Bronzini frente a declaraciones de Simini que instaban a su bloque a no concurrir a la Cámara hasta que la fórmula pres idencial fuera aceptada por el Presidente y su esposa, la posición contraria triunfó por apenas u n voto, dado el retiro de once de los diputados peronistas,47 una situación que ya había tenido antecedentes en ese año y que ponía de manifiesto la dura lucha
44
El incidente se produjo entre Bronzini y el diputado peronista Nelbone. Los oficialistas Simini, López y M artínez manifestaron su desaprobación y solicitaron la eliminación de las expresiones agraviantes para el socialista del Diario de Sesiones. DSCD, 1948-49, T. 4, pp. 2245-2249. Sobre la abstención del Diputado peronista Saúl Ratti, DSCD, 1948-49, T. 5, p. 3.405.
Para un Partido que, como el Socialista, había quedado por primera vez ele cto ralm ent e exc luid o de los ám bit os en los que part icip ara dur ante más de tres décadas, el único espacio de poder colegiado al que tenía acceso antes que como un “lugar” de gobierno, debía verse como un foro donde difundir sus ideas. Es claro que por el perfil del político marplatense, acostumbrado a desarrollar sus ideas en la prensa partidaria que dirigía desde su ciudad al ám bito regional, fogueado en la lucha política local y provincial, resulta difícil medir hasta qué punto se trataba tan sólo de una estrategia partidaria. De todos modos Bronzini aprovechó muy bien todas las ocasiones que su banca le brindaba para evitar que la identidad de su partido se desdibujara en el espectro político bonaerense y aún fuera de éste. Ahora bien, desde este ángulo, el ejercicio de la vida parlamentaria muestra también una convivencia partidaria, que si bien no carecía de tensiones, no ponía en cuestión la vigencia de una cultura política que estaba
45
En una de las discusiones sobre el aumento de presupuesto de la Cámara de Senadores, ante una alusión de Bronzini el presidente del bloque peronista pide las iniciales del diputado disidente. DSCD, 1950-51 T. 1 pp. 231 y ss. 46
Durante el tratamiento del aumento de cargos de maestros propuesto por el Poder Ejecutivo, una llamada de atención del presidente del bloque lo llevó a declarar, “Yo se que el sr. Diputado [se trataba de Bertrán con quien mantenía un diálogo] opina lo mismo que yo (Risas) Pero no siempre tiene el valor de confesarlo, porque tiene a su lado al censor máximo del sector de la mayoría, el sr. Diputado Simini.” DSCD, 1950-51,T 1., p. 535. Otras manifestaciones sobre la relación de Bronzini con los diputados peronistas y los miembros del Gabinete pueden verse en DSCD, 1949-50, T. 4 p. 2645-47. 47
Seguramente con la intención de poner en evidencia el hecho, el diputado radical Tomás Ide pidió que se informara el resultado de la votación: 26 por la afirmativa –a favor de la moción de Bronzini– y 27 por la negativa, un total de 53 votos –el Presidente no votaba salvo en caso de empate–. Los diputados presentes en la sesión eran 65 como se deduce de la lista publicada en el Diario de Sesiones, de los cuales 25 eran radicales y uno socialista, lo que confirma el retiro de los peronistas al que nos referimos. DSCD 1951-52 T. 2, p. 1.065 y 1.071-75.
48
Los casos aludidos se referían a propuestas realizadas por el Diputado Jorge Simini, jefe del bloque. La primera proponía el tratamiento sobre tablas del m encionado atentado fallido, que recibió la aprobación por “más de dos tercios de votos”, aunque se hallaban en el recinto sólo los peronistas, que, obviamente, en la declaración final votaron por unanimidad –no se indica el número de los presentes–. En otra de las ocasiones -una moción sobre tablas para repudiar la acción antiargentina en el exterior por parte de “exiliados voluntarios”– la votación, en este caso nominal, pone en evidencia el retiro de cuatro diputados. DSCD 1951-52, T. 1, p. 437 y 533. 49
Pueden verse al respecto los comentarios de López, un diputado peronista que permanentemente interrumpía al socialista, al referirse a una actuación en comisión en la cual ambos habían participado. DSCD, 1948-49 T. 4, p. 2.249. También las reuniones convocadas por los miembros del Gabinete con diputados de distinta extracción. DSCD, 1949-50, T. 4 p. 2.650.
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lejos de cuestionar el funcionamiento del sistema democrático, al menos durante la gestión de Mercante. Esto se traducía en las m últiples intervenciones del diputado socialista, los pedidos de informes a los ministros del Poder Ejecutivo, la aplicación de normas reglamentarias que, si en ocasiones fueron utilizadas para acallar su posición, tuvieron una implementación laxa gracias al acuerdo con el oficialismo. Como es propio de todo cuerpo colegiado, para el dirigente socialista pronto debió hacerse visible la heterogénea composición de los bloques. Como indican algunas pistas, esto fue claro en el caso del peronismo y la gestión de Mercante, que Bronzini destacaba frente al Gobierno Nacional. Más allá del recurso político que esto implicara, cabe preguntar cuales fueron las razones que impidieron un reconocimiento análogo por parte de la dirigencia socialista que introdujera al menos una brecha en su discurso monolítico. Se percibe así cierta “dualidad” –a la que no era ajena el diputado provincial– entre la práctica desarrollada en la legislatura bonaerense y la acción del Partido Socialista en el ámbito nacional, donde no cabía la menor duda acerca del signo de un régim en al que se asimilaba con el “totalitarismo criollo” que imperaba desde junio de 1943. De ahí que a la acción parlamentaria propiamente dicha, donde Bronzini realizaba contribuciones que más allá de su eficacia permitían que la confrontación dejara lugar al reconocimiento y el intercambio, se superpusiera tenazmente el discurso acérrimamente opositor al Gobierno N acional.
de la cúpula socialista. No obstante, como en otros momentos de la trayectoria de este partido y probablemente por sus características organizati vas , esa líne a no fue la que se imp uso aun en un dir ige nte que , com o Bronzini, había podido experimentar durante el gobierno de Mercante una realidad por cierto diferente.50
¿Hasta qué punto esta postura limitó las posibilidades de maniobra del socialismo frente al peronismo, al menos en el ámbito provincial? Aunque los límites de est e trabajo no pueden más que dejar planteado este interrogante, lo cierto es que la participación en la banca de la diputación provincial dio un cauce de expresión al socialismo que pudo haber m atizado así la crítica virulenta que venía desarrollando en otros ámbitos. Claro que el apasionamiento que caracterizaba a la política Argentina a la vuelta de los años cincuenta, según la alusión del propio Bronzini, había ganado hacía tiempo al Partido Socialista a pesar de la pretendida racionalidad de su discurso. La falta de representación parlamentaria debió incidir, entre otros aspectos, en una posición tan duramente enfrentada con el peronismo. Y es que, desde el punto de vista organizativo, ello implicaba la oclusión de mecanismos de distribución del poder y por lo tanto de beneficios esenciales al interior de la vida partidaria, a la vez que una fuerte limitación para la convivencia y el diálogo con otros dirigentes políticos. A la luz de la actuación que acabamos de analizar, esta posibilidad hubiera, tal vez diversificado su discurso y permitido llevar a un t erreno más realista las pretensiones políticas
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No sin amargura el hijo de Enrique Dickmann recordaba el frustrado viaje que hiciera a Mar del Plata con el intento de lograr el apoyo de Bronzini a la actuación de su padre frente al peronismo. Entrevista a Emilio Dickmann, Proyecto Historia Oral, Instituto Di Tella. Por lo demás, en 1956 el dirigente socialista, junto con otros políticos, formó parte de la Junta Consultiva Provincial de la Intervención que designara el gobierno de la Revolución Libertadora.
El proceso formativo y la consolidación del peronismo en Bahía Blanca (1945-1952)
José Marcilese
El presente trabajo se realizó gracias a u na beca de posgrado tipo II otorgada por el CONICET, en el marco del PGI dependiente de la Secretaria General de Ciencia y Tecnología de la UNS, La cuestión de la cultura política desde Bahía Blanca en el siglo XX: actores sociales, representaciones e identidades, bajo la dirección de la Dra. Mabel Cernadas de Bulnes.
Marcilese – El proceso formativo y la consolidación...
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n la última década, las investigaciones referidas a la génesis y consolidación del peronismo en los ámbitos provinciales y regionales se han multiplicado, iniciando un proceso de renovación en los estudios sobre el tema. Esta nuevas aproximaciones historiográficas han abordado la cuestión a través de claves interpretativas diferentes. Procurando formas de explicar y entender al peronismo en ambientes que, a mediados de la década de 1940, no respondían a un modelo urbana e industrial, como el que había servido de base a las investigaciones iniciales1 . El propósito del presente trabajo es estudiar el proceso formativo del peronismo bahiense y su posterior consolidación como fuerza dominante, así como también la dinámica interna que se genera en torno al movimiento durante la etapa 1945-1952. Con ese objetivo realizaremos inicialmente una breve reconstrucción del marco socio económico y del ambiente político existente en Bahía Blanca al promediar la década de 1940. Luego nos acercaremos al funcionamiento del la agrupación a partir del estudio de sus facciones2 internas y de las relaciones que entre éstas se establecen. Asimismo reflexionaremos sobre su dinámica como fuerza partidaria y los vínculos que se construyen con los niveles superiores del partido, así como también con el movimiento obrero local. Consideramos que en el ám bito bahiense es posible distinguir en el proceso de génesis del peronismo la continuidad de actores políticos tradicionales, tanto del conservadorismo como del radicalismo, como la aparición de nuevas figuras, vinculadas esencialmente a los cuadros de conducción sindicales. Estos no responden a la clasificación de "vieja guardia sindical" 3 , sino que por el contrario se componen de dirigentes gremiales surgidos durante la gestión de Juan Perón al frente de la Secretaría de Trabajo y P revi sión . Pensamos que es necesario analizar el proceso de captación de políticos practicado por el peronismo, debido a que las características de estos
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Acerca de la evolución de la h istoriografía sobre peronismo recomendamos consultar MACOR, Darío y TCAC H, César (eds.): La invención del peronismo en el interior del país , UNL, Santa Fe, 2003, pp. 5-31. 2
"Factions have interests that push them to work together for the good of the party, but at the same time they have interests in distinuishing themselves for electoral purposes". MORGENSTERN , Scott: "Organized factions and disorganized parties. Electoral incentives in Uruguay", Party Politics , Londres, vol. 7, núm. 2, 2001, p. 235. 3 Esta idea aparece en TORRE, Juan Carlos: La vieja guardia sindical y Perón , Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1990. El autor caracteriza con esa denominación a la dirigencia sindical previa a 1943.
dirigentes marcaran indudablemente las prácticas políticas futuras de la agrupación. Por otra parte, esta primera aproximación nos permitirá establecer algunas consideración iniciales acerca de si la irrupción del nuevo movimiento produjo una renovación en la clase política local o simplemente fue una mera vía de continuidad para dirigentes de líneas partidarias tradicionales. Cronológicamente en este trabajo consideramos la evolución del peronismo bahiense solo hasta 1952, debido a que la renovación del gobierno provincial ocurrida ese año generó una coyuntura política diferente que alteró profundamente el panorama político local e inició una etapa diferenciada que, entendemos, merece ser abordada en manera específica. Desde el punto de vista del análisis organizacional del peronismo bahiense, concordamos con una de las propuestas teóricas de Angelo Panebianco, por la cual "para analizar la organización de un partido, es preciso investigar antes que nada su estructura de poder. Es decir, cómo se halla distribuido el poder en la organización, cómo se reproduce y cómo y con qué consecuencias se modifican las relaciones de poder"4 . A partir de esta premisa, intentaremos analizar los procesos que rodearon a la formación del movimiento en el ámbito de Bahía Blanca. El contexto socioeconómico de B ahía Blanca al promediar la década del ‘40
Buena parte de los estudios tradicionales acerca del surgimiento y consolidación del peronismo, abordan el tema a partir del temprano vínculo que se constituyó entre Juan Perón y los sectores obreros, luego de que el primero iniciara su gestión al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Si bien presentan enfoques y claves interpretativas diversas, en su conjunto estas aproximaciones consideran que el triunfo electoral alcanzado por el militar en los comicios presidenciales del 24 de febrero de 1946, fue consecuencia del apoyo electoral brindado por los sectores trabajadores, favorecidos por las leyes y beneficios sociales establecidos a partir de 1944. Estas aproximaciones fueron construidas a partir del contexto socioeconómico de la Capital Federal y su cinturón industrial inmediato, caracterizado por la presencia de un importante número de trabajadores fabriles empleados en las industrias que allí se constituyeron durante la
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PANEBIANCO, Angelo: Modelos de partidos. Organización y poder en los partidos políticos , Alianza, Madrid, 1993, p. 61.
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década previa. Pero la pregunta que surge es ¿qué vigencia tienen estas perspectivas de análisis en ámbitos urbanos del interior del país?, muchos de los cuales presentaban realidades propias, pero unidas por un componente común: la limitada industrialización. Es por ello que consideramos necesario analizar el perfil económico y social de Bahía Blanca, con el fin de poder determinar si es factible aplicar allí los razonamientos que explican los orígenes del peronismo en las zonas industrializadas o si por el contrario es preciso generar nuevas aproximaciones interpretativas que contemplen las singularidades propias de este medio. Con este objetivo, reconstruiremos el panorama socioeconómico de la ciudad en la dé cada previa a la aparición del peronismo, temática sobre la cual sólo hemos encontrado investigaciones parciales e inconexas.
Mientras que, en los distritos del primer cinturón urbano de Buenos A ires, el número de obreros industriales creció significativamente, como podemos apreciar en el siguiente cuadro.
La realidad del sudoeste bonaerense al prom ediar el siglo XX no era ajena al “modelo agroexportador” que regía la economía argentina de la época. La particular situación geográfica de su asentamiento, a la que se sumó el impulso de las corrientes inmigratorias y la extensión de las actividades primarias, especialmente la ganadería –que constituyó la base de la economía regional–, hicieron que la población experimentase u n rápido crecimiento, alcanzando los 122059 habitantes según el censo de 1947. Por estas condiciones se perfiló y llegó a ocupar el lugar de cabecera de una vasta zona de influencia, a la que proveía de servicios comerciales, financieros y logísticos. En tanto que por los diversos puertos bahienses fluía hacía los mercados internacionales la producción de un amplio hinterland , que abarcaba el sudoeste bonaerense y los t erritorios de La Pampa, Río Negro y N e uq ué n5 . Sin embargo, esta intensa actividad comercial unida al proceso de sustitución de importaciones acaecido en la Argentina luego de la crisis económica de 1929, no impulsó la generación de una industria local que proveyese a la amplia zona de influencia inmediata. Indudablemente la cercanía de Buenos Aires, a la que estaba unida por un eficiente y rápido sistema ferroviario, afectó la competitividad y por ende las posibilidades de expansión de las empresas locales. De esta forma, si comparamos las cifras presentes en los censos industriales de 1935 y 1946, se puede observar que la ciudad de Bahía Blanca se dio un incremento muy limitado de la m ano de obra empleada en el sector industrial, en especial si consideramos el aumento demográfico proporcional que sufrió la ciudad en ese lapso de diez años.
5 De los diversos puertos existentes el de Ingeniero White, aledaño a la ciudad, era la principal vía de sal ida de las mat eria s prim as prod ucid as en la regi ón y trans port adas a travé s de los diversos ramales ferroviarios.
Cuadro 1: Cantidad de obreros industriales, 1935 y 1947 Partido
Avellaneda Quilmes
censo de 1935 censo de 1946 Variación
36.237
71.593
97%
7.787
24.279
311%
Lomas de Zamora
6.079
10.738
76%
San Martín
3.457
22.463
649%
Bahía Blanca
5.281
6.881
30%
Fuente: censos industriales de 1935 y 1946.6
Te nien do en cue nta la cant idad de indi vidu os aboc ado s a labo res exclusivamente industriales en relación al total de la población bahiense, podemos sostener que la ciudad presentaba un índice muy inferior al de los núcleos urbanos del Gran Buenos Aires7 , como consecuencia de un exiguo incremento cuantitativo de los grupos de obreros industriales en el período 1935-1946. En realidad, el perfil económico de B ahía Blanca al promediar el siglo XX era el de una ciudad proveedora de bienes y servicios para una amplio hinterland agrícolo-ganadero. Este perfil de ciudad mercantil se percibe claramente en el censo comercial realizado en 1954, en el cual Bahía Blanca detentaba por el caudal de ventas y en especial por el número de empleados y obr eros ocu pad os un luga r de rel eva ncia en el ma rco prov incia l. La proporción entre las población total de la ciudad y el número de personas empleadas indica que la actividad comercial brindaba empleo a un núm ero
6
Censo Industrial de 1935, Ministerio de Hacienda, Buenos Aires, 1938. Censo Industrial de 1946, Ministerio de Asuntos Técnicos, Buenos Aires, 1952. 7
En los principales municipios bonaerenses se daban los siguientes porcentajes de obreros industriales (entre paréntesis aparece consignada la cantidad de habitantes): La Plata (302.073 hab.) 9,2%; Avellaneda (273.839 hab.) 26,14%; General San Martín (269.514 hab.) 8,4%; Cuatro de Junio (244.473 hab.) 9,2%; Vicente López (149.958 hab.) 9,9%; Lomas de Zamora (127.880 hab.) 8,3%; General Pueyrredón (123.811 hab.) 5,2%; Quilmes (123.132 hab.) 18,2%; Bahía Blanca (122.059 hab.) 5,6%; Morón (110.344 hab.) 12,1%. Los valores corresponden al cruce de datos del Censo Industrial de 1946 y del Censo de población de 1947.
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mayor de trabajadores que los establecimientos industriales, como podemos apreciar en el siguiente cuadro:
obrero en la etapa formativa del peronismo local, pero sí para situarlo en torno a la acciones emprendidas por los sindicatos relacionados con el comercio y el complejo ferroportuario.
Cuadro 2: Número de establecimientos comerciales y personal empleado en 1954.
Esta reorientación de la perspectiva de abordaje al estudio de los orígenes del peronismo en un contexto local, puede complementarse con la propuesta construida por Darío Macor sobre un entorno similar al bahiense, el santafesino, cuando recomienda orientar el ángulo de la investigación hacia "...una dimensión específicamente política" y no ya económico social.10 De esta conjunción, resulta un enfoque que si bien no pierde de vista el rol de los sindicatos no industriales, considera el papel ejercido por actores y partidos tradicionales en la génesis y consolidación del peronismo de Bahía Blanca. Para ello consideramos necesario reconstruir el panorama político local de la década precedente a la llegada de Perón a la presidencia, como una instancia de reflexión que nos permita luego comprender el rol que tuvieron las tradiciones, prácticas y agrupaciones políticas preexistentes en el nuevo movimiento.
Partido
Nº de establecimientos
Avellaneda Gral. Pueyrredón Bahía Blanca La Plata Gral. San Martín Tres Arroyos Lomas de Zamora Vicente López Lanús Tandil Fuente: Censo de Comercio 1954.8
8.292 5.979 3.389 8.599 8.292 1.387 4.121 4.662 7.913 1.510
Cantidad de personal E mp le ado s 4.386 5.533 4.567 4.521 1.698 1.505 1.488 1.407 1.374 1.311
O bre ro s 6.184 2.201 2.691 2.244 1.028 290 567 793 1.136 525
Las consideraciones acerca del perfil de ciudad obtenidas por intermedio de las estadísticas pertenecientes a diferentes censos, pue den ser corroborados por medio de los editoriales y crónicas aparecidas en la prensa local, que en su mayoría presentaban una reflexión común: el de considerar el desarrollo industrial bahiense como un proyecto latente, dado la posición estratégica de la ciudad y los recursos disponibles en la zona circundante, que se concretaría en un futuro cercano.9 Creemos que e sta aproximación al perfil productivo y económico de la ciudad resulta necesaria, debido a que posibilitará obtener una mirada sobre los sectores asalariados, que conformaron el sector que principalmente apoyó el ascenso político de Juan Perón. Entendemos que la ausencia de un proceso industrializador similar al experimentado en el cinturón industrial de Buenos Aires, no es razón suficiente para subestimar el papel del movimiento
El marco político bahiense en la década previa a la aparición del peronismo
La producción historiográfica dedicada a analizar la vida política bahiense precedente al surgimiento del peronismo es fragmentaria e incompleta, por lo que consideramos necesario realizar algunas observaciones sobre dicho período. La cuidad de Bahía Blanca se había caracterizado por ser "un centro urbano que desde fines del siglo anterior (S. XIX) era un baluarte del radicalismo" 11 . Esta fuerza era la que predominó electoralmente a lo largo de la década de 1920, secundada por e l conservadorismo y en menor grado por el Partido Socialista. En lo que respecta a su dinámica interna, el Partido Radical bahiense fue una fuerza política propensa a la confrontación interna, tanto por razones programáticas como de ambiciones personales. Estas discrepancias internas no siempre se solucionaban, sino que como ocurrió en
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Censo de Comercio 1954. Buenos Aires, Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, 1959.
Sobre el tema de la industria de Bahía Blanca ver: “La industria en el Partido de Bahía Blanca”La Nueva Provincia , 21 de octubre de 1945, p.2; “Las posibilidades industriales de Bahía Blanca”,El Atlántico , 13 de mayo de 1944; “Bahía Blanca: futuro emporio industrial” El Atlántico , suplemento Día de la Industria, 2 de septiembre de 1944. “A pesar de su gran progreso industrial Bahía Blanca espera aún su propia industria, la que determina su producción”, El Atlántico , suplemento especial, 1 de enero de 1945.
MACOR, Darío: El peronismo antes del peronismo , UNL, Santa Fe, 1997, pp. 48-49. E n este punto Macor retoma las consideraciones realizadas en TCACH. César: Sabatinismo y Peronismo. Partidos políticos en Có rdoba 1943-1955 , Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991, pp. 81-82. 11
Sobre el radicalismo bahiense CERNADAS DE BULNES, Mabel N., “Evolución política”; “Educación y cultura regional” y “Política e instituciones”, en Félix Weinberg (D ir) Historia del sudoeste bonaerense , Plus Ultra, Buenos Aires, 1988, pp. 99 a 149 y 275 a 296. CERNA DAS DE BULNES, Mabel N., “El radicalismo en la vida política bahiense” en Plenario. Cien años del comité radical de Bahía Blanca , núm. 1, Bahía Blanca, diciembre de 1993, pp. 27 a 35.
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1928 permitieron que un dirigente conservador ocupara la intendencia municipal, al triunfar sobre un radicalismo dividido en cuatro facciones irreconciliables.
época.13 Los miembros de esta agrupación alcanzarían luego un lugar preponderante en la estructura del peronismo bonaerense, llegando a ocupar puestos clave durante la gestión de Domingo Mercante14 .
El período iniciado por el golpe militar de 1930 afectó notablemente al radicalismo local, aunque no terminó con su inclinación al enfrentamiento interno. A pesar de esta tendencia la UCR obtuvo un amplio triunfo en los comicios provinciales del 5 de abril de 1931, los cuales fueron anulados en octubre del mismo año, iniciándose así una proscripción política que duraría tres años. En ese lapso llegó a ocupar el ejecutivo municipal un dirigente socialista, Agustín de Arrieta, quien recibió el aporte de gran parte del electorado radical, imposibilitado de votar a sus propios candidatos. Este triunfo nos revela, a pesar del a poyo extrapartidario recibido, la existencia de un Partido Socialista organizado y electoralmente sólido al promediar la década de 1930.
A pesar de la apertura de la filial forjista el grueso de la dirigencia radical se mantuvo dentro de la estructura tradicional del partido y reconocía como figura preponderante al doctor Ramón del Río. Este dirigente, de orientación yrigoyenista, recibía el apoyo de los sectores populares del radicalismo bahiense, merced a lo cual en las elecciones internas de enero de 1946 se impuso por aproximadamente 1.400 votos contra poco más de 400 de la facción unionista. Podemos concluir afirmando que el panorama político local en la etapa previa a la conformación del peronismo, se caracterizaba por un claro predominio del la UCR, y dentro de dicha fuerza predominaban los sectores encolumnados tras los ideales del radicalismo renovador y en m enor medida la tendencia forjista.
El radicalismo se reincorporó a la lucha electoral e n noviembre de 1935 obteniendo un nue vo triunfo, al alcanzar en el orden m unicipal 6.983 sufragios contra 4.715 del Partido Demócrata Nacional y 4.618 del socialismo. El acto electoral “se desarrollo con normalidad sin denuncias de ningún tipo ni escenas de violencia”12 y demostró con que el caudal de vot ante s del r adic alis mo a un p erm ane cía in tact o. Po co de spu és la lleg ada d e Roberto Ortiz a la presidencia pareció culminar con las prácticas fraudulentas imperantes, en especial durante las elecciones legislativas del 3 de marzo de 1940 donde la UCR nuevamente obt uvo un amplio triunfo sobre los partidos Demócrata Nacional y Socialista, alcanzando los 10.940 votos contra 5.836 y 1.39 0 r esp ect ivam ente . E sta s c ifra s corr obo ran una vez má s la ten den cia política dominante en Bahía Blanca, que triunfaba con autoridad cuando se respetaban los principios de la Ley Sáenz Peña. Posteriormente, a mediados del año 1943, se constituyó la filial local de FORJA a partir de la iniciativa de un grupo de jóvenes profesionales que habían tomado contacto con Gabriel del Mazo y Arturo Jauretche durante su paso por la Universidad Nacional de La Plata. Luego de su graduación retornaron a la ciudad, establecieron un local de reuniones y comenzaron a publicar a nivel local un periódico con proyección provincial, en donde se reunían artículos referidos a la coyuntura política, social y económica de la
El movimiento obrero de Bahía Blanca frente al peronismo
Durante la década anterior al inicio de la carrera política de Juan Perón, el movimiento obrero bahiense, sobre cuyo accionar no existe ninguna investigación sistemática, había sido víctima de persecuciones y arbitrariedades por parte de las autoridades gubernamentales, lo que dificultó su desempeño. En los años previos al surgimiento del peronismo las principales entidades gremiales presentes en Bahía Blanca eran las que agrupaban a los empleados de come rcio, cuya constitución data de 1901, y las de los obreros ferroviarios, cuyo origen se rem ontaba según las diferentes seccionales locales a la década de 192015 . Estas eran las únicas asociaciones de trabajadores que contaban con sedes propias, las cuales en ocasiones oficiaban de lugar de reunión para otros gremios. Al igual que en otros puntos del país la dirección gremial de los sindicatos bahienses estaba 13
El periódico se tituló FORJA y presentó el subtítulo Núcleo Bahía Blanca “patria, pan y poder al pueblo”. Se publicaron siete números entre el 9 de julio de 1943 y febrero de 1945. 14
Sobre este tema ver MARCILESE, José: “Rupturas y Continuidades en torno a la conformación de la dirigencia peronista bahiense: el caso de FORJA”, Actas del V Encuentro Nacional de historia Oral "Investigación, Metodología y Prácticas ” (edición digital) Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2001. 15 12
CERNADAS DE BULNES, M abel N.: “Participación y autonomía en la vida política”, en Cien Años del Periodismo, Bahía Blanca , La Nueva Provincia, 1998. p. 33.
En Bahía Blanca el principal gremio ferroviario era la Unión Ferroviaria, la cual se organizaba en tres seccionales principales, Ingeniero White, Bahía Blanca Sud y Noroeste. La Fraternidad por su parte estaba presente en M aldonado e Ing. White.
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mayoritariamente en m anos de sindicalistas, algunos de ellos de extracción socialista, y en menor medida de com unistas. Estos últimos tenían un fuerte arraigo en los sindicatos de trabajadores metalúrgicos y de la construcción, aunque en elecciones generales su caudal electoral era limitado.
Sociedad de Obreros y Empleados Servicios Eléctricos y Gas (15 de agosto), Sindicato Obrero Mosaísta y A nexo (25 de agosto), la Sociedad de Cigarreros Minoristas y Afines (21 de agosto), el Sindicato de Estibadores (16 de septiembre), el Gremio de Obreros de la Construcción (existía previamente y s e r eor gani zó el 17 de sep tiem bre ), el Sind icat o de Ob rer os Mol iner os y Anexos (19 de septiembre), el Sindicato Unión de Obreros Textiles (3 de octubre). Al año siguiente se constituyó el Sindicato de Em pleados Municipales (13 de agosto), que reunía a más de 600 trabajadores pertenecientes a la administración local. De esta manera, se sindicalizaron un importante número de trabajadores bahienses que anteriormente no estaban organizados y s e c onfo rmó un gru po d e di rige nte s ob rero s, c are nte s d e u na expe rie ncia gremial previa.
En esa coyuntura se dio la creación de la su bdelegación local de la Secretaria de Trabajo y Previsión el 17 de ab ril de 1944, iniciándose de esa manera un contacto m ás directo y fluido entre los trabajadores locales y la institución regida a nivel nacional por el Coronel Perón. La posición de dicha repartición respecto de la actividad sindical favoreció la conformación de nuevos entes gremiales, al mismo tiempo que colaboró con la tarea de las entidades existentes, mediante su labor de arbitraje en la resolución de conflictos laborales o en la gestión de las personerías gremiales exigidas por el gobierno. Los sindicatos favorecidos por esta labor durante el primer año de funcionamiento de la filial bahiense fueron numerosos, entre mayo y octubre de 1944 los sindicatos de gráficos, panaderos, molineros, mosaístas, sastres y de la construcción obtuvieron con la intervención directa del delegado local de Trabajo y Previsión, la redacción de nuevos pliegos que mejoraban sus condiciones laborales. En tanto que, en 1945, fueron beneficiados los gremios de estibadores y de mozos y empleados de hoteles. Esta evolución del gremialismo bahiense, de cuyo seno saldrán luego buena parte de la dirigencia peronista local, está directamente ligada con la gestión de Perón al frente a la Secretaria de Trabajo y Previsión, desde donde se impulsó la formación de nuevos sindicatos y la agremiación de los sectores trabajadores. Es de destacar que en esta etapa el estado “ por primer vez estimuló y convocó la participación de los trabajadores a través de sus dirigentes sindicales en la elaboración de legislación laboral y social”16 . Esta afinidad de la dirigencia sindical con la obra emprendida por Perón se relaciona con lo que Juan Carlos Torre denominó como una “ identificación política directa” con la figura del militar, quien rescató a los sectores obreros de la marginalidad política en que se encontraban17 . La política favorable a los sectores obreros impulsada por Perón desde el gobierno repercutió en Bahía Blanca de diferentes m aneras, tanto en la colaboración con los gremios existentes como así tam bién en la formación de nuevas entidades sindicales. En 1944 se formaron la Asociación del personal de Establecimientos Sanitarios de Bahía Blanca (6 de julio), la
Entre las nuevas entidades gremiales en Bahía Blanca se destacó por su labor la Sociedad de Obreros y Empleados Servicios Eléctricos y Gas de Bahía Blanca, constituida el 15 de agosto de 1944 "de conformidad a sugerencias del Secretario de Trabajo y Previsión coronel Juan Domingo Perón y con el objeto de dejar constituido un gremio que nos cobije", tal como se expresaba en su acta constitutiva18 . Si bien este gremio era por su masa de afiliados uno de los menos numerosos de la ciudad, desde un primer momento apoyó decididamente el proyecto político de Perón. Entre sus conductores se destacó Eduardo Julio Forteza, un dirigente que luego será fundamental en la gestación y consolidación del peronismo bahiense. Su experiencia política previa se relacionaba, según el testimonio de diversos entrevistados consultados, con el conservadorismo, donde había ocupado un papel secundario dentro de la estructura partidaria19 . La primera demostración significativa de apoyo centrada en la figura del coronel Juan Perón y de su labor al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión realizada en Bahía Blanca, tuvo lugar el 21 de julio de 1945 en el principal estadio deportivo de la ciudad. El evento fue organizado por la Sociedad de Obreros y Empleados Servicios Eléctricos y Gas de Bahía Blanca y cont ó con la pa rtic ipac ión de d ifer ent es en tida des o bre ras l ocal es. E l obje to del mismo fue apoyar a la tarea realizada desde la repartición oficial y al mismo tiempo repudiar la solicitada publicada por las "fuerzas vivas" en algunos diarios locales en oposición a dicha gestión. El acto contó como orador central a Eduardo Forteza, aunque también participaron otros 18
16 17
PONT, Elena Susana: Partido Laborista: Estado y sindicatos, Buenos Aires, CEAL, 1984, p. 33.
TORRE, Juan Carlos: “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”, en Desarrollo Económico, v.28, núm. 112 (enero-marzo 1989), pp. 525-548.
Bodas de Oro, 1944 -15 de agosto- 1994 , Bahía Blanca, Sindicato de Luz y Fuerza, 1994, pp.610. 19
Archivo de la Memoria-UNS (AMUNS), entrevista núm. 141 a Lindor Burgos, concejal peronista durante la etapa 1954-1955.
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dirigentes locales, uno de los cuales sostuvo lo siguiente respecto de las intenciones del sindicalismo bahiense
Empleados de Comercio, pese a que su presidente Emilio Sevillano se había manifestado meses antes e n términos elogiosos acerca de la labor realizada por la Subsecretaría de Trabajo y Previsión, en especial con motivo de la promulgación el 3 de diciembre de 1944 de la Ley de Jubilaciones para los m e rc an ti le s23 .
por eso aspiramos a organizarnos sólidamente, obtener nuestra personería legal para poder proclamar con el imperio de la ley las conquistas obtenidas y a obtener por medio de la legislación obrera; he aquí compañeras y compañeros nuestro anhelo; he aquí porque venimos a testimoniar nuestra adhesión al Cnel. Perón...20 Estos conceptos se reiteraron en las consideraciones vertidas por los restantes oradores, en primer término la aceptación de las directivas emanadas desde la Secretaria que planteaban que era preciso tramitar la personería jurídica para que un gremio fuese aceptado como legal según lo dispuesto por el decreto 23.852 de asociaciones profesionales. En segundo término, el reconocimiento de las me joras obtenidas y a obtener en el futuro, para lo cual era necesario apoyar la labor realizada por Perón desde el gobierno. En el acto de adhesión intervinieron trece entidades gremiales bahienses, algunas de ellas recientemente fundadas y otras con cierta antigüedad en el medio local. Sin embargo no estaban presentes algunos sindicatos fundamentales como "...la Asociación de Empleados de Comercio y las sec cion ales de la Uni ón Fer rovia ria y la Fra tern idad , que son los organismos obreros más viejos, fuertes y representativos de nuestra ciudad"21 y qu e n um éric am ent e e ran los má s s igni ficat ivos .22 Esto muestra la heterogeneidad de posiciones existente dentro del movimiento obrero local, pero no respecto de la gestión de Perón al frente de la Secretaria de Trabajo y Previsión, considerada por la mayoría de los gremios como positiva, sino acerca de sus as piraciones políticas personales. Un ejemplo de ello, lo constituye la ausencia de dirigentes de gremio de 20
La Gaceta , 22 de julio de 1945, p. 4.
21
Nuevos Tiempos , 6 de abril de 1946, p. 2.
A pesar de que e n el plano discursivo ninguno de los disertantes que intervinieron en el acto planteó la posible candidatura presidencial del Secretario de Trabajo y Previsión, esta opción fue considerada ya que "al nombrar los oradores al coronel Perón, muchos de los asistentes victoreaban su nombre como futuro presidente"24 . Estas observaciones unidas a las que afirmaban el alto nivel de asistencia y entusiasmo del evento, realizadas por un vespertino de clara tendencia radical como es el caso de Democracia, denotaron el nivel de organización alcanzado en la concreción de la reunión por quienes meses después conformarían el núcleo del Partido Laborista local. Esto nos permite suponer que la candidatura de Perón era una alternativa considerada en Bahía Blanca a comienzos de 1945, donde ya contaba con un alto apoyo en los sectores obreros, aunque como propuesta no estuviese presente en el discurso de sus dirigentes sindicales. Este apoyo también se manifestaba a través de la adhesión que recibía su gestión al frente de la Subsecretaría de Trabajo y Previsión, por parte de actores gremiales y medios de prensa locales como el diario La Gaceta que impulsaban fervientemente el reconocimiento de su labor. Estos hechos nos permiten suponer que el proceso formativo del movimiento peronista bahiense, a través de adhesiones al desempeño del Coronel Perón y a l r eco noci mie nto de sus apti tud es, se rem onta a l os prim ero s m ese s d e 1945 y, por lo tanto, para las jornadas del 17 y el 18 de octubre presentaba ya cie rta ma dure z. Per o no por ell o pode mo s deja r de otor garl e a la manifestación ocurrida en Bahía Blanca durante el día 18, un lugar central para el movimiento en el orden local, en especial si consideramos el papel de esos eventos en la formación de su imaginario político-partidario. La mayoría de los principales dirigentes gremiales que estaban vinc ula dos al proy ect o polí tico de Pe rón se enc ont raba n en Bue nos Air es, ciudad a la que habían sido convocados previamente -lo cual afianza las dudas respecto a la espontaneidad que tuvo la movilización ocurrida en la Capital Federal.
22
Si bien en Censo Comercial de 1954 indicaba un total de 7.000 empleados, el número de adherentes a la Asociación de Empleados de Comercio era de 3.000 trabajadores según afirma La Nueva Provincia en su nota una editorial del 1 de diciembre de 1945. En tanto que la cifra de ferroviarios afiliados según afirmaba La Nueva Provincia en su nota del 1 de mayo de 1939, entre la Unión Ferroviaria y La Fraternidad rondaba los 4000 asociados, de los cuales solo unos 800 correspondían a la segunda agrupación según lo relatado por Roberto Sgalla, dirigente socialista y de La Fr atern idad , AM UNS , entr evis ta nú m. 3 4.
23 24
Ver La Gaceta , 21 de marzo de 1945, p. 2.
“Realizose en el salón de los deportes, esta mañana, el acto en adhesión al gobierno y en repudio al m anifiesto de las fuerzas vivas”, Democracia , 22 de julio de 1945, p. 1.
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En el ámbito local el hecho recibió una fuerte cobertura por parte de los medios gráficos, entre las cuales podemos destacar las expresiones vertidas por el matutino pro peronista La Gaceta , que publicó entre sus editoriales la siguiente consideraciones: El hombre que desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, se ha impuesto a la consideración y el reconocimiento de sus conciudadanos, poniendo bases sólidas e inconmovibles a una obra que ya no podrá ser destruida, constituye para el pueblo laborioso la seguridad de que esa tarea que va en busca del ideal de una vida mejor y más digna, continuará siempre adelante, afirmándose en conquistas hermosas y definitivas en los seis años de un gobierno constitucional del Coronel Perón 25 . A juzgar por estas consideraciones la llegada de Perón a la presidencia era, para un sector de la prensa local, la vía imprescindible para consolidar y acr ece nta r los logr os alca nzad os en ma ter ia soc ial. De est a form a el proyecto presidencial del Coronel Perón por primero ve z dejaba de ser una mera insinuación, para comenzar a convertirse en un proyecto concreto en el discurso de algunos dirigentes gremiales bahienses. En Bahía Blanca la huelga se evidenció en el paro y movilización de los sindicatos de servicios públicos, especialmente a los obreros de las compañías de electricidad, gas y teléfonos y se inició poco después del mediodía del 18 de octubre. Luego se adhirieron al paro general los empleados municipales y los trabajadores ferroviarios pertenecientes a la Seccional Bahía Blanca Noroeste, formada mayormente por empleados pertenecientes a los talleres. La jornada de huelga fue acompañado de una movilización que recorrió las calles céntricas de la ciudad portando carteles alusivos a la figura de Perón y a su obra al frente de la Subsecretaría de Trabajo y Previsión. Hacia fines del mes de octubre la candidatura del militar era un hecho. Este apoyo sindical se canalizaría en los siguientes meses a través del por entonces recientemente creado Partido Laborista.
Marcilese – El proceso formativo y la consolidación... La formación del Partido Laborista en Bahía Blanca
La fundación del Partido Laborista en el orden nacional y la elección de una mesa directiva provisional tuvo lugar el 24 de octubre de 1945, en tanto que el 11 de noviembre se conformó al comité directivo y se redactó la carta orgánica y la plataforma electoral. La esencia de la agrupación era netamente sindical lo que se reflejaba con claridad en la integración de su cúpula directiva, encabezada por el telefónico Luis Gay y el sindicalista de la carne Cipriano Reyes. En Bahía Blanca una reunión de gremios locales formó una junta local provisoria el 20 de noviembre. Su primera acción fue abrir e l registro de afiliados a partir del 3 de diciembre, a cuyo efecto inauguró el prime r local partidario en la zona céntrica de la ciudad. Su propaganda se canalizó a través de las páginas del matutino La Gaceta , que redobló el apoyo a la candidatura de Perón luego de las movilizaciones masivas de octubre. Bajo los lemas “Por una nueva Conciencia Argentina. Por los hombres que hacen la Grandeza Nacional. Por un poco de felicidad para los trabajadores. Perón será Presidente de la República”26 , el laborismo local inició su campaña política. En el orden local la relación del laborismo con los sectores obreros locales originó una fuerte crisis interna dentro de los principales sindicatos: los gremios ferroviarios y la Asociación de Empleados de Comercio. En el caso de los primeros su adhesión a la figura de Perón fue dispar, mientras e l asociación de maquinistas La Fraternidad fuertement e ligado al socialismo se mantuvo contrario a Perón, la U nión Ferroviaria se alineó tras la propuesta del peronismo. En Bahía Blanca este último gremio estaba dividido en numerosas seccionales, las cuales paulatinamente se inclinaron por la nueva fuerza. En primer término lo hizo la seccional más nume rosa, Noroeste, sede de los talleres de mantenimiento y reparaciones que reu nían a más de 2000 trabajadores. En tanto que la adhesión de las seccional Sud fue menos decidida en un primer momento, al estar compuestas mayormente por personal administrativo y jerárquico. Similar reacción tuvo la seccional Ing. White cuyo personal estaba abocado sustancialmente a las tareas de a bordo en los trenes, sobre los cuales tenía una importante influencia los fraternales . En el caso de La Fraternidad esta mantuvo desde el primer momento una postura hostil respecto del peronismo, posiblemente debido a la mayor inserción del socialismo en sus filas. Esta posición no afectó sensiblemente
25
“Perón candidato presidencial de los trabajadores del país”, La Gaceta , 11 de octubre de 1945, p. 3.
26
La Gaceta , 4 de diciembre de 1945, p. 1.
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al resultado de los comicios ya que los fraternales conformaban un gremio numéricamente limitado debido a que comprendía solo al personal de conducción. Es por ello que en Ingeniero White, residencia de numerosos maquinistas, el caudal de votos socialistas fue superior al del resto de la ciudad.
dentro de las normas constitucionales y sin prestarse a las concepciones demagógicas de quienes hacen su falsa política sobre la buena fe de la masa trabajadora”, según rezaba su proclama fundacional28 . Su núcleo lo componían los sindicatos de la construcción y de m etalúrgicos, de ascendiente comunista y enfrentados con la política obrera de Perón29 .
En la Asociación de Empleados de Comercio la situación fue diferente, al ser este un gremio centralizado en una única comisión directiva. El acercamiento de Perón fue un proceso lento por el cual el militar intento atraer a los mercantiles empleando como nexo a la figura de Borlenghi y otorgándole numerosos be neficios sociales y jubilatorios. La filial local de los empleados de comercio era conducida al promediar 1945 por una comisión de tendencia socialista que incluía algunos dirigentes comunistas. Esta orientación fue el origen del enfrenamiento de la filial Bahía Blanca de Empleados de Comercio con las autoridades de la Confederación que conducida por Borlenghi había manifestado en el acto de la CGT del 12 de juli o de 1945 su apo yo a P eró n. Sim ult áne ame nte se inic ió en el sen o d el mismo gremio una confrontación entre quienes consideraban imperativo apoyar a Perón y los grupos que si bien aceptaban como positiva la labor de la Secretaria de Trabajo y Previsión, rechazaban la actividad proselitista. Este proceso se extendió hasta enero de 1946, momento en el cual la línea peronista logró cambiar mediante una asam blea de delegados, la decisión de la Comisión Directiva de la Asociación de Em pleados de Comercio local de expulsar a Borlenghi de la Confederación. A partir de ese momento el principal gremio de la ciudad se inclinó definitivamente hacía el nuevo movimiento, en detrimento de la postura e sgrimida por dirigentes socialistas o comunistas, que se alejaron de la entidad. De esta m anera para comienzos de 1946 las principales agrupaciones sindicales locales, ferroviarios y mercantiles, estaban siendo rápidamente cooptadas por el peronismo. En tanto que los restantes gremios, menos numerosos y organizados, muchos de ellos fundados durante la gestión de Perón al frente de la Secretaria de Trabajo y Previsión, se habían constituido en dos agrupaciones sindicales enfrentadas.27 Por un lado en la Unión Obrera Local (UOL), que enrolaba los sindicatos “libres e independientes dispuestos a luchar por la reivindicaciones propias de la clase proletaria, encuadrados
Por otro lado, La Confederación Sindical Obrera (CSO) nucleaba fundamentalmente a los gremios instituidos durante la gestión de Pe rón al frente de la Secretaria de Trabajo y Previsión, conducidos por dirigentes sin experiencia previa en asuntos sindicales. A diferencia de lo que ocurría con los trabajadores que lideraban las comisiones en los gremios de servicios (empleados de come rcio, ferroviarios, etc), los dirigentes reunidos en la CSO en su mayoría no poseían antecedentes gremiales y su única práctica en la materia se había desarrollado bajo el clima propicio vigente desde 1944. Esto explica el hecho que e stos sindicatos hayan sido las protagonistas de todos los actos de reconocimiento y apoyo tributados en honor del militar y su tarea en pro de los sectores trabajadores. Sin embargo en su estatuto la CSO defendía su independencia de cualquier fuerza partidaria, respetando la tradición apolítica del sindicalismo tradicional30 . La entidad fue encabezada por Agustín Miguel del Sindicato de M unicipales, que también era candidato a diputado provincial por el Partido Laborista, y por Américo De Luca de la Sociedad de Cigarreros Minoristas y Afines. Sobre la base de los 16 gremios reunidos en la CSO se constituyó el 1 de abril de 1946 la filial local de la CGT, siendo su primer secretario Américo De Luca. De esta forma se e stablecía en la ciudad una dependencia de la entidad obrera nacional. Las autoridades centrales de la confederación dispusieron que se realizara una asamblea para elegir el resto de la comisión local de la CGT. El acto tu vo lugar los primeros días del mes de junio de ese mismo año y participaron representantes de casi la totalidad de los gremios bahienses. Pese a las disímiles posiciones esgrimidas respecto de la figura de Perón, los grupos obreros mayoritariamente apoyaron su candidatura. El nexo existente entre los sectores trabajadores bahienses y el Partido Laborista se puso de manifiesto en la distribución espacial de sus votantes. Esta
28 27 "Ni de una ni de otra entidad, forman parte la Asociación de Empleados de C omercio y las seccionales de la Unión Ferroviaria y La Fraternidad que son los organismos obreros más viejos, fuertes y representativos de nuestra ciudad" Nuevos Tiempos , 6 de marzo de 1946, p.2 Tanto los empleados de comercio como los gremios ferroviarios se mantuvieron al margen de estas entidades y su accionar estaba directamente ligado a una conducción centralizada en Buenos Aires. Nuevos Tiempos , 6 de marzo de 1946, p. 2.
El Atlántico , 19 de febrero de 1946.
29
La Unión Obrera Local estaba formada por 9 sindicatos: Construcción, Metalúrgicos, Mozos, Cámara Sindical de Cocineros Pastelero, Carne y subproductos, Carpinteros, Salineros de N. Levalle, Sociedad de Artes Gráficas. 30
El Atlántico , 26 de febrero de 1946.
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agrupación se impuso en casi la totalidad de las mesas, incluso en la zona céntrica de la ciudad, pero alcanzó una proporción mayor en las barriadas del conurbano que presentaban los niveles más altos de población asalariada. En poblaciones lindantes con el casco urbano tal com o Villa Rosas o Cuatreros (actualmente General Cerri) el laborismo alcanzó sus mejores resultados. En la primera, con un elevado núme ro de habitantes relacionadas con el trabajo portuario y ferroviario, llegó al 65-70% de los votos. En el segundo lugar, sede de la principal fábrica textil y del Frigorífico Sansinena, los resultados fueron aún más favorables, ya que obtuvo aproximadamente el 80% de los sufragios. En otros vecindarios relacionados con la actividad fabril como es el caso del Barrio Noroeste, Villa M itre y el Barrio San Martín la proporción de votos laboristas rondó el 60%, mientras que el núcleo ferroviario del Maldonado superó esa proporción. La situación en el puerto de Ingeniero W hite poblado por numerosos obreros portuarios y ferroviarios también fue favorable para el Partido Laborista, aunque en este caso los socialistas y comunistas, fuerzas que tradicionalmente habían representado a los se ctores trabajadores, mejoraron su actuación. Pero igualmente la agrupación presidida a nivel nacional por Luis Gay duplicó a los sufragios de am bas fuerzas, lo cual ejemplifica el grado de inserción alcanzado en los obreros whitenses, en su m ayoría estibadores o ferroviarios. La conformación de la dirigencia política peronista bahiense , continuidades y rupturas con las tradiciones políticas preexistentes.
Con el fin de concretar una exploración ordenada de las alternativas y sing ula rida des que rode aron al proc eso form ativ o del pero nism o loca l, evaluamos en primer término las particularidades del movimiento obrero en la ciudad y su relación con la formación del Laborismo bahiense, para ahora adentrarnos en los aportes provenientes de los partidos tradicionales. El peronismo, entendido como un movimiento sociopolítico complejo y no solo como un partido político, presentó una naturaleza heterogénea en la conformación de sus cuadros políticos, en donde convergieron dirigentes de un amplio espectro ideológico. En el caso bahiense, fue la UCR la agrupación que proveyó la mayor cantidad de dirigentes, cuya participación fue esencial para la consolidación local del nuevo movimiento, por dos aspectos principales:
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a) por la incorporación de dirigentes experimentados o bien de elementos jóvenes pero intelectualmente preparados a los cuadros de conducción del peronismo. b) el ingreso de algunos de sus dirigentes más populares al nuevo movimiento, que conjuntamente con los efectos de las políticas sociales desarrolladas por Perón desde la Secretaria de Trabajo y Previsión, colaboraron en la captación, por parte del nuevo movimiento, de votantes de extracción radical. El proceso de acercamiento de parte de la dirigencia radical bahiense al peronismo se inició luego del golpe militar de junio de 1943. Esta contribución tuvo lugar durante la intervención de Atilio Bramuglia en la provincia de Buenos Aires31 , que tuvo a Ramón Del Río como ministro de gobierno, quien solicitó la colaboración de los forjistas José Aralda, Miguel López Francés, junto a Roberto Volpe y Justo Mouzo, en puesto provinciales de cierta jerarquía. Esta actuación en la esfera provincial fue sumamente breve y terminó con el alejamiento del Ministro, que incluso llegó a ocupar el cargo de interventor provincial por espacio de unas semanas. La m isma se caracterizó por brindarles a un grupo de jóvenes dirigentes la oportunidad de participar políticamente luego de años de fraudes y prácticas políticas corruptas. La incorporación de militantes de la UCR como funcionarios del régimen revolucionario tuvo en el medio local una recepción dispar. El socialismo desde su diario Nuevos Tiempos los fustigó asiduamente calificándolos como colaboracionistas de un gobierno que consideraban directamente como fascista, o bien como radicales peronizados. 32 Cuantitativamente, un importante número de dirigentes radicales optaron por incorporarse a la nueva agrupación, como lo evidencia el hecho que cinco de los diez candidatos a concejales en primer término de la UCR en los comicios de abril de 1942, se incorporaron al peronismo en diversas funciones. En lo que respecta al Partido Demócrata Nacional, este contribuyó al peronismo con miembros de los niveles inferiores de su estructura
31
La intervención de Atilio Bramuglia en la Provincia de buenos Aires se extendió entre 12 d e enero y el 19 de septiembre de 1945. Sobre este proceso recomendamos la lectura de REIN, Raanan: "Preparando el camino para el peronismo. Juan A. Bramuglia como interventor Federal de la Provincia de Buenos Aires", European Review of Latin American and Caribbean Studies , núm. 67, december 1999. 32
Nuevos Tiempos, 14 de septiembre de 1945 y 1 de enero de 1946.
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partidaria, fundamentalmente referentes o "punteros" lo que favoreció el proceso de consolidación del peronismo en numerosos barrios de Bahía Blanca. La relevancia de este aporte no es menor ya que pudo implicar el traslado de una serie de prácticas políticas hacia el movimiento que se estaba consolidando, conjuntamente con el conocimiento de la dinámica electoral de cada barriada. Este proceso no se percibe con claridad en la prensa ni el los escasos registros partidarios, pero sí se puede apreciar a través de los testimonio orales de vecinos, simpatizantes y dirigentes, que coinciden en afirmar que varios de los referentes que el peronismo presentó en los suburbios locales habían colaborado previamente con el conservadorismo33 . En lo que al socialismo respecta, el aporte fue menor y se compuso sólo de algunos sindicalistas de segundo orden.
inestabilidad institucional en el gobierno comunal y la confrontación de algunas facciones locales con las autoridades partidarias de la ciudad y la provincia.
El peronismo bahiense entre la cohesión y la ruptura
La coalición de fuerzas políticas que se aglutinaron alrededor de la figura de Perón, no mantuvieron esta cohesión luego del triunfo del 24 de febrero. Rápidamente el frente de agrupaciones que apoyaron su candidatura, conformado en las postrimerías de 1945, comenzó a desmoronarse a medida que lo intereses y voluntades, tanto personales como faccionales, comenzaban a primar sobre los fines políticos comunes. En realidad una vez cumplido el objetivo que los convocó en torno a un fin común, la llegada de Perón a la primera magistratura, era poco probable que ese conglomerado heterogéneo de dirigentes políticos y sindicalistas –de extracción radical, conservadora y s ocia list a– p udi era man ten ers e u nido s. El n uev o m anda tari o ad virt ió e sta situación y dispuso la unificación a nivel nacional, de todas las fuerzas que apoyaron su candidatura en un único frente: el Partido Único de la R e vo lu c ió n34 .
Como mencionamos previamente la heterogénea conformación de los cuadros de conducción del peronismo local, en lo que respecta a sus orígenes y posiciones políticas, era un escollo para una unión exenta de complicaciones y explica la aparición de importantes diferencias internas. Durante la etapa evaluada los enfrentamientos internos presentaron motivaciones diversas: razones de tipo ideológico (laborismo-radicalismo renovador), de autoridad (autoridades provinciales vs. locales), de orden personal (conflictos internos dentro del radicalismo renovador y el laborismo) y de clase (enfrentamientos entre líderes sindicales y profesionales universitarios). Esta diversidad y multiplicidad de conflictos propició una coyuntura adversa para un proceso de unificación ordenado y rápido35 . Las diversas agrupaciones frente a los comicios internos
Las autoridades partidarias provinciales decidieron convocar a elecciones internas para el 21 de septiembre de 1947, la importancia del llamado residía en que por primera vez el peronismo afrontaría un proceso democrático interno, donde las diversas facciones internas medirían fuerzas. En Bahía Blanca se conformaron cuatro agrupaciones: Agrupación Peronistas Plan Quinquenal de trabajadores manuales e intelectuales : estaba encabezada por el dirigente radical de la línea renovadora Roberto Volpe, sus candidatos provenían de la UCR Junt a R eno vado ra, incl uía algu nos refe ren tes sind ical es. Agrupación Revolucionaria Peronista: en sus filas se nucleaban los representantes del forjismo conjuntamente con sectores sindicales representados por la Agrupación de Empleados de Comercio Peronistas y el Sindicato de obreros de la carne. Contaba con el apoyo del legislador laborista Juan Fernández y de los cuadros de origen forjista vinculados al gobierno provincial de Domingo Mercante, entre los cuales se destacaba Miguel López Francés.
Esta medida careció de la efectividad necesaria y en el período que se extiende entre mediados de 1946 y el 21 de septiembre de 1947 el peronismo bahiense sufrió un profundo proceso de atomización, que tuvo como componentes las varias líneas internas enfrentadas, una fuerte
33
Sobre este tema recomendamos la consulta de los testimonios de vecinos bahienses, recogidos por el Archivo de la Memoria-UNS durante el año 2004, qu e ponen en evidencia el pasaje de "punteros" conservadores a las filas del peronismo. Al respecto aconsejamos también la entrevista AMUNS N° 141 a Lindor Burgos, concejal peronista durante la etapa 1954-1955. 34
Esta decisión fue comunicada a la población mediante un proclama radial el 23 de mayo de 1946, luego de tres meses de continuos y desgastantes enfrentamientos entre laboristas y radicales renovadores, que se profundizarían luego del pedido de unificación.
35
Sobre este tema recomendamos consultar MACKINNON, Moira: Los años formativos del Partido Peronista, Buenos Aires, Siglo Veintiuno de Argentina Editores, Buenos Aires, 2002.
El peronismo bonaerense Centro Cívico Peronista “24 de F ebrero” : su principal referente era el senador provincial de origen laborista y sindicalista de la electricidad Eduardo Forteza y entre sus candidatos se encontraban nume rosos sindicalistas de las empresas de servicios como el gremio de Luz y Fuerza o de Aguas Corrientes y de sindicato de petroleros. Ateneo Obrero Peronista: Esta agrupación estaba compuesta exclusi vam ent e por di rige nte s obr ero s, su refe ren te a ni vel le gis lati vo era e l diputado provincial por la UCR Junta Renovadora Justo Mouzo. Su principal referente local era el sindicalista metalúrgico José Panciroli, quien ocupaba el secretariado local de la CGT.
Luego de terminado el período de afiliación en junio de 1947, iniciaron una intensa actividad proselitista. La misma consistió en la realización de actos públicos y la apertura de numeroso locales partidarios en la totalidad de los barrios de la ciudad. El proceso electoral y los comicios se realizaron con la mayor normalidad, sin producirse enfrentamientos ni actos de violencia. Los candidatos encabezaban los actos en las diversas barriadas de la ciudad, donde eran homenajeados por sus adherentes, quienes mediante la organización de estos agasajos reafirmaban su lealtad y compromiso político. En el día previo a la elección retiró sus candidatos la lista del Ateneo Obrero Peronista, lo que favoreció las posibilidades de la línea interna encabezada por el senador Eduardo Forteza, al ser ella la que presentaba un perfil similar a la lista retirada, es decir un alto porcentaje de candidatos de origen obrero. Si bien las agrupaciones encabezada por Avanza y Volpe contaban con dirigentes sindicales estos no llegaban ni por su núm ero ni por su grado de responsabilidad en sus respectivos gremios, a la representación dirigida por Forteza. Este último se veía favorecido por su origen trabajador, lo que mejoraba sus posibilidades frente al electorado peronista que tenía una fuerte presencia en las clases trabajadoras. Finalmente el resultado de los comicios dejó al Centro Cívico Peronista “24 de febrero” como agrupación vencedora. Esta lista se impuso ampliamente sobre las restantes alcanzando 2.181 votos sobre los 1.425 obtenidos por la fracción de la Agrupación Revolucionaria Peronista (Julio César Avanza) y 194 de la Agrupación Peronistas Plan Quinquenal de trabajadores manuales e intelectuales (Roberto Volpe). La diferencia alcanzada por la lista vencedora reafirma lo expuesto previamente y pone de manifiesto el peso electoral de los grupos sindicales dentro del peronismo
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local por sobre el caudal de votos alcanzado por las agrupaciones políticas de raigambre radical, tanto forjistas como renovadoras. Los comicios municipales como consolidación del peronismo local.
A pesar que los comicios internos establecieron qué sector del peronismo detentaría la conducción partidaria en los diversos municipios bonarenses, no determinaron quiénes serían los candidatos a ocupar la intendencia y las bancas del Concejo Deliberante, así como tampoco las bancas legislativas nacionales y provinciales que debían renovarse a fines de 1948. Lógicamente, la facción vencedora detentaría un grado de injerencia mayor al mome nto de conformar las listas de candidatos, ya que en la interna también se elegían delegados a la convención partidaria provincial que en sucesivas reuniones determinaría las candidaturas, aunque seguramente en la decisión final influía la opinión del gobernador y de la Junta Partidaria Provincial, ya que dentro de la reglame ntación partidaria no se contemplaba la elección directa de los candidatos por parte de los afiliados36 . Finalmente fue elegido Julio C. Avanza como candidato a senador provincial, Eduardo Forteza como aspirante a diputado nacional y por último Rafael Laplaza como postulante a intendente municipal, quedando la conformación de la lista de concejales en manos de la Junta Organizadora local, que la elevo luego para su aprobación a la C onvención Provincial que se efectuó el 25 de enero de 1948. Las candidaturas de Forteza y Avanza pueden justificarse por el hecho que ambos eran las figuras centrales de las dos facciones principales, pero no ocurre lo mismo con la determinación por parte del gobierno provincial de que Rafael Laplaza fuese el candidato a ocupar la intendencia. Este joven abogado de origen radical, que había ocupado previamente el cargo de comisionado y secretario del municipio, no era una figura importante dentro del peronismo bahiense y las razones de su elección pueden aclararse por intermedio de una nota e ditorial de La Nueva Provincia:
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Respecto de la dinámica del peronismo bonaerense recomendamos la lectura del texto de Oscar AELO en este volum en, y AELO, Oscar, y QUIROGA, Nicolás: "Modelos en conflicto. Estatutos y prácticas partidarias en el peronismo bonaerense, 1947-1955, ponencia presentada en las III Jornadas Nacionales Espacio, Memoria e Identidad, UNR, septiembre de 2004.
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en el deseo de las altas autoridades de encabezar las listas municipales más que con figuras efectistas desde el punto de vist a de su cond ició n ese ncia lme nte obre ra, con ciu dada nos que, aunque no de amplia militancia partidaria, estuviesen identificados con la revolución y constituyesen, sobre todo, una garantía de capacidad técnica para la función administrativa37 . Estas consideraciones vertidas por el má s tradicional de los matutinos locales expone la voluntad del gobernador bonaerense por encontrar figuras respetadas y con antecedentes en la función pública, como candidatos para asumir las primeras magistraturas m unicipales. La combinación de reconocimiento social con experiencia era nece saria para el alto m andatario provincial debido a que mejoraría el futuro electoral de los candidatos38 . El peronismo contaba, al menos en Bahía Blanca, con escasos candidatos que reunieran estos atributos y los que reunían estas características provenían en su mayoría del forjismo, fracción opositora a la línea de Forteza, la cual aglutinaba principalmente a los sectores de e xtracción sindical. La conformación de la nómina de candidatos a concejales se realizó en Bahía Blanca y dentro de las lista los gremialistas locales obtuvieron un lugar preponderante.39 El origen sindical de la mayoría de los candidatos revela cómo incluso la línea de Avanza, de origen radical forjista, optó al momento de nombrar sus candidatos por aquellos que representaran a estructuras sindicales. Esto pone de manifiesto la inserción que los representantes obreros habían logrado para entonces en la totalidad de las líneas internas del peronismo bahiense. La labor proselitista se inició el 16 de febrero con un acto en la localidad portuaria de Ingeniero White, que sólo fue el comienzo de una sucesión de eventos similares en los diversos barrios de la ciudad. En ellos hablaban los diferentes candidatos conjuntamente con algún dirigente
37
La Nueva Provincia , 3 de marzo de 1948, p. 2.
38
Respecto de las causas de la elección de Rafael Laplaza, un dirigente sostuvo: “Si pero Laplaza no tenía militancia, Laplaza lo designaron como una persona destacada como fue Bergé Vila por ejemplo, gente de.... propia en la ciudad, y bueno en el peronismo quisimos llevar una persona conocida, pero nunca actuó políticamente...”, AMUNS, entrevista realizada a José Aralda, concejal e intendente bahiense por el peronismo entre 1949 y 1950. 39
Por la línea del Centro 24 de febrero (Forteza) fueron designados entre otros los sindicalistas Andrés Flores, Juan Montagnini, Adolfo Ferrari y los dirigentes de extracción conservadora Juan Ipucha e Ismael Bevilaqua. En tanto que por la Agrupación Revolucionaria Peronista (Avanza) se candidatearon los sindicalistas Dámaso Larraburu, Aquiles Franco, Angel Marcos y Roberto Maccarini en las primeras posiciones.
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representativo del sector donde se realizaba el evento, independientemente de la facción partidaria a la cual pertenecieran, lo que muestra el grado de cohesión y cooperación alcanzado frente a la inminencia de los comicios. En ambas instancias electorales, la elección se realizó en forma desdoblada, el peronismo obtuvo un claro triunfo, como podemos apreciar en el siguiente cuadro que incluye los resultados de las elecciones presidenciales de 1946. Cuadro 3: Resultados electorales de 1946, 1947 y 1948. Partido político
Elección 24/02/46 (presidencial) 10.629 5.788 168 1.353 779 710 Sin datos 77%
Elección 07/03/48 (legislativas) 10.783 4.519 968 558 529 287 59%
Elección 14/03/48 (Legislativas) 10.460 3.973 1.646 1.091 475 332 Sin datos
Partido Peronista UCR Alianza Nacionalista Partido Socialista Partido Demócrata Partido Comunista En blanco o impugnados Porcentaje de asistencia Fuente: Elaboración propia en base a resultados definitivos de las elecciones de 1946, 1947 y 1948. Los resultados alcanzados por el Partido Peronista reafirmaron su condición de fuerza hegemónica, al alcanzar cifras similares a las obtenidas dos años antes. Sin embargo en lo comicios legislativos se produjo un importante descenso en el porcentaje de ciudadanos que asistieron a sufragar en relación al total de los padrones, con una disminución del 77 al 59% . Por su parte, el peronismo mantuvo los valores alcanzados en las elecciones anteriores y si bien su predominio se percibió en todas los sectores de la ciudad, se acentuó en las barriadas alejadas de la zona céntrica. En el orden local el peronismo obtuvo un amplia mayoría en la composición del Concejo Deliberante con un total de 11 concejales frente a 5 del radicalismo y a 2 del socialismo. Sin embargo este claro predominio electoral no se reflejó en un proceso de consolidación interna del peronismo bahiense, el cual siguió funcionando como una fuerza sumam ente dividida y enfrentada. Esa realidad si bien no se condecía con el discurso peronista del momento que sostenía
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la disciplina partidaria como un principio rector para el movimiento, se pu so de manifiesto en diversas situaciones, tales como el funcionamiento de la bancada peronista en el Concejo Deliberante y la organización de actos de homenaje a los legisladores locales.
se presentaron por separado. Esto afectó sus posibilidades y atomizó su capital electoral, favoreciendo así la continuidad del diputado Forteza al frente del Partido Peronista local.
El Partido Peronista en Bahía Blanca y su conflictivo proceso de constitución
La falta de cohesión siguió siendo el hilo conductor que atravesaba al movimiento luego de el triunfo en los comicios locales. Poco tiempo después de su llegada a la intendencia, Rafael Laplaza se vio obligado a renunciar por discrepancias con el cuerpo de concejales y fue su stituido por el primer edil, José Aralda. Esta situación no culminó con la conflictividad dentro del peronismo, sino que por el contrario inició una nuevo proceso de reordenamiento de fuerzas que finalizó con las internas de 1949. A pesar que existía una Junta Partidaria local legítimamente conformada luego de los comicios de septiembre de 1947, ésta no lograba el acatamiento de las diferentes facciones. En ese contexto el interventor provincial del Partido dispuso un llamado a elecciones internas para el 18 de diciembre de 1949, iniciándose así una nueva carrera electoral por alcanzar la conducción partidaria del peronismo bahiense, que estaba en m anos del diputado nacional Eduardo Forteza. En aquella oportunidad se conformaron cinco líneas internas, dos más que las que participaron en el comicio del 21 de septiembre de 1947, lo que indica que lejos de atenuarse las divergencias intestinas el peronismo bahiense, estas se acentuaron. Sin embargo, pese a los cambios experimentados en el interior de las facciones enfrentadas, nuevamente se impuso por un amplio margen la lista que se había ganado las internas de 1947. El resultado de los comicios dio como ganadora a la lista azul, que llevaba como presidente del partido a Eduardo Forteza, que obtuvo 2143 votos sobre 1.199 de la lista roja (Alvarez Santos), 867 de la blanca (Larraburu-Aralda), 376 de la amarilla (Fernández) y 262 de la verde (Gianotti). En esta ocasión el número de afiliados que concurrió a votar superó am pliamente al de 1947, aunque la lista triunfadora mantuvo los valores alcanzados dos años antes. D e esta manera, Forteza mantuvo su caudal de votos en tanto que las demás listas se repartieron el resto de los sufragios. También en preciso destacar que tres de las listas que se presentaron en esta ocasión(B, D y E) estaban encabezadas por dirigentes de la desaparecida Agrupación Revolucionaria Peronista, formada por radicales renovadores y forjistas, que en esta instancia
El protagonismo adquirido por este legislador se mantuvo debido a que no se realizaron nuevo comicios internos, que pudiesen alterar el orden de fuerzas local alcanzado en 1949. Inicialmente siguió como autoridad partidaria elegida legalmente y luego cuando el partido es nuevamente intervenido fue designado por las autoridades provinciales como interventor local. La situación no varió hasta fines de 1954 cuando comenzaron los movimientos políticos para determinar las candidaturas para los comicios municipales del año entrante. En ese momento las autoridades provinciales desestimaron las candidaturas impulsadas por Eduardo Forteza y designaron a Santiago Berge Vila, un militante peronista que provenía del radicalismo renovador, como candidato a intendente. Tal designación provocó la renuncia de Forteza al cargo de interventor local del Partido Peronista y su sustitución por otro dirigente de extracción radical, Italo Avale40 . Consideraciones finales
El predominio electoral que mantuvo en ambas elecciones internas la facción liderada por Forteza frente a los grupos de extracción forjista ligados a la gestión Mercante, pone de m anifiesto no solo un mejor manejo preelectoral por parte del vencedor sino también la existencia de una cierta independencia por parte de cada distrito partidario de intereses e imposiciones provenientes del Consejo Partidario Provincial o incluso del propio gobernador 41 . De otra manera, difícilmente un sector que tenía como referentes directos a dos de los ministros del gabinete provincial, hubiera podido ser derrotada en los comicios internos correspondientes a su distrito de origen. En la determinación de las candidaturas correspondientes a Bahía Blanca, la Junta Partidaria Provincial también respetó, en 1949, los resultados de la interna. Fue así que como candidatos a diputados provinciales fueron elegidos Idelfonso Galíndez (por la facción de Forteza) y Eugenio Álvarez Santos (por el núcleo de origen forjista). En el caso de la determinación de
40
Este proceso fue paralelo con la llegada del dirigentes de extracción radical Alejandro Leloir a la conducción del Consejo Superior del Partido Peronista. 41
En relación a este tema ver el artículo de Oscar AELO en este volumen.
El peronismo bonaerense
Marcilese – El proceso formativo y la consolidación...
las candidaturas locales, intendente y concejales, la opinión que primó fue la del diputado Forteza, quien determinó entre su entorno quien ocuparía esos cargos. Nuevamente aquí se aprecia que pese a que no había una elección directa de los candidatos, sino que ésta se realizaba en el seno de la convención partidaria, se respetaban los resultados de las internas al dirimirse las candidaturas. De ese modo, los candidatos peronistas para el nuevo concejo provenían únicamente del sector fortecista.
proyección local o regional con las autoridades partidarias provinciales era fundamental para el desarrollo de sus carreras políticas, también lo era la construcción de una estructura que le respondiera en su zona o localidad de influencia. Esta oficiaba como un elemento legitimador de la autoridad del dirigente en cuestión y le permitía afrontar los procesos electorales internos, al mismo tiempo que limitaba la aparición de posibles competidores entre las segundas líneas de la dirigencia partidaria. La factibilidad de consolidar una red local de militantes y simpatizantes estaba directamente relacionada con el acceso de los dirigentes a otorgar incentivos de diversos tipos y para ello el control sobre la estructura local del partido se mostraba como la vía más eficiente, por sobre los contactos con otros niveles partidarios superiores.
Posteriormente al ser intervenida la conducción del Partido Peronista bonaerense, en junio de 1951, fue e legido como delegado para Bahía Blanca el propio Forteza. Para ese entonces la posición del gobernador Mercante comenzaba a debilitarse y su relación y la del conjunto de funcionarios que lo acompañaron en su gestión, con la conducción provincial y nacional del Partido Peronista, se deterioró rápidamente. Esta nueva coyuntura se hizo evidente, a partir de mediados de 1951, cuando fueron apartados del Consejo Superior del Partido Mario Goizueta y Bernardino Garaguso, figuras íntimamente ligadas al mandatario bonaerense.42 Finalmente, la ruptura se afianzó a partir de la asunción del mayor Carlos Aloé como gobernador de Buenos Aires, luego de lo cual un importante número de funcionarios ligados al mercantismo fueron expulsados del Partido Peronista, conjuntamente con el ex primer mandatario bonaerense. 43 Este hecho selló el destino de la facción del peronismo bahiense liderada por los ex ministros Miguel López Francés y Julio C. Avanza, a quienes se inició sendos procesos judiciales que los llevarían luego a la cárcel. Los restantes miembros de extracción forjista local que se vincularon a la administración provincial, no fueron perseguidos, pero quedaron relegados de la actuación política. Esta situación afianzó la posición del diputado Eduardo Forteza, quien a partir de ese momento se erigió como el principal referente del peronismo bahiense. Por último, los distintos resultados que se desprenden de este estudio, permiten sostener que a pesar que la relación de los dirigentes de 42
La situación se hizo más compleja aun cuando en agosto de ese año un grupo de legisladores peronistas, liderados por el presidente de la Cám ara Baja diputado Jorge Simini, se negaron a concurrir a las sesiones hasta tanto no fuera proclamada la fórmula Perón - Eva Perón, para poco tiempo después renunciar a sus bancas Esta situación fue advertida solo por el diario La Nación, mediante una crónica publicada el 1 de septiembre de 1951, donde se informó de la renuncia de 27 legisladores, entre senadores y diputados, que adujeron "falta de garantías para ejercer con tranquilidad sus funciones. El vocero de este grupo, por entonces presidente de la cámara de diputados, Jorge Simini, sería uno de los pocos legisladores provinciales que renovaría su banca en los comicios de noviembre de 1951. 43
Esta ruptura si bien ha sido sostenida en varios trabajos no ha sido abordada aun en forma específica.
El Partido Peronista en Mar del Plata: articulación horizontal y articulación vertical, 1945-1955
Nicolás Quiroga
Este trabajo ha sido publicado en el Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Em ilio Ravignani", número 26, 2º semestre de 2004, pp. 75110.
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Quiroga – El partido peronista en Mar del Plata... Introducción
E
l presente artículo tiene como objetivo presentar algunas conclusiones alcanzadas en torno al análisis de la e volución del Partido Peronista (PP) en Mar del Plata, entre 1945 y 1955. La premisa que lo guía sostiene que el tratamiento del problema debe tomar distancia de una óptica que suponga la excepcionalidad del peronismo marplatense, y de otra que proponga la ejemplariedad del caso.1 La propuesta es, entonces, la de establecer los diferentes momentos en la organización del PP local (PP masculino, específicamente2 ), haciendo hincapié en sus aspectos configuracionales3 .
1
Otras investigaciones sobre peronismo en el ámbito bonaerense son: LLORENTE, Ignacio: "Alianzas políticas en el surgimiento del peronismo: el caso de la provincia de Buenos Aires" en Desarrollo Económico , vol. 17, núm. 65, abril-junio 1977; AELO , Oscar: “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires: peronistas y radicales en las elecciones de 1948”, Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el C aribe , vol. 13, núm. 2, julio-diciembre 2002; del mismo autor: “Formación y crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951”, ponencia presentada en VII Jornadas de Historia Política... , y “¿Continuidad o ruptura? La clase política bonaerense en los orígenes del peronismo”, ponencia presentada en las VI jornadas de historia política , Mar del Plata, 2000; MARC ILESE, José: “El movimiento obrero en los orígenes del peronismo bahiense”, ponencia presentada en las II Jornadas Interdisciplinarias del Sudoeste Bonaerense , Bahía Blanca, 2003; del mismo autor “Conflictos, prácticas políticas y organización partidaria en el peronismo de Bahía Blanca (1949-1950)”, ponencia presentada en el Duodécimo Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, La Plata, 2003; PANELLA, Claudio: “Origen y des arro llo de l Part ido J ustic ialis ta de La Pl ata” e n KLA PPE NBA CH, Ferna ndo: Reseña histórica del Partido Justicialista de La Plata, 1945-1955 , La Plata, 1996, pp. 12-199; GAYOL, Sandra; MELON, Julio César. y ROIG, M.: "Peronismo en Tandil: ¿Perpetuación conservadora, desprendimiento radical o génesis sindical? 1943-1948" en Anuario del IEHS , núm. 3, Tandil, 1988. Una puesta en conjunto de tales trabajos es materia pendiente; en su lugar hemos preferido referir a cada uno de ellos cuando consideramos que existe un problema en comú n. 2 Debido a ciertos límites en m ateria de fuentes no hemos podido dedicarle atención a dos temas sustanciales como son el Partido Peronista Femenino, y u n análisis robusto de la extracción social de los referentes del PP local. La documentación consultada es absolutamente superficial respecto al primero de estos puntos, y apenas más amplia en cuanto a indicaciones sobre el segundo. 3
Las fuentes relevadas fueron: D iario La Capital (LC), junio de 1945-octubre de 1955, D iario El Trabajo , 1946, 1948, 1950, 1951 (m eses electorales), Diario La Nación , 1946, 1948, 1950, 1951, 1954 (m eses preelectorales, resultados electorales definitivos e información sobre las convenciones y congresos para elección de candidatos); Periódico El Puerto , 1945-1950; Libros de recortes del Diario La Prensa , 1945-1951, Archivo “Roberto Barilli”; Boletín Municipal , 19461956 (12 por año, incluye actas del Concejo Deliberante); Diario de Sesiones del Concejo Deliberante , 1949-1950; Actas del Centro Laborista Pro-Unidad , 1946-1947; Acta de Constitución de la Unidad Básica de Rivadavia 3048, 1949; Diario de sesiones de la Cámara de Dipu tados de la Provincia de Buenos Aires , 1949-1951, La Plata: Taller de Impresiones Oficiales; Varios ejemplares de periódicos Tesón, El Progreso , La Gaceta , Patria , 17 de Octubre ; Revista Malvinas ; LOMBARDO, Jorge R.: Cuadernos Municipales: El clima político, 1948-1955 , Mar del Plata, edición del autor, 1999; además de entrevistas orales.
La sincronía entre los procesos históricos de escala provincial y nacional y los de escala local no excluye un enfoque que se detenga en los problemas propios del espacio comunal, a los que se debió enfrentar el Partido Peronista. Nuestra acercamiento, por lo tanto, supone que en el marco del peronismo provincial, el análisis del desarrollo del PP marplatense nos permite reflexionar sobre las tensiones estructurales de la organización partidaria, en especial aquellas que son resultados de los intentos por consolidar y unificar a la institución (con centro en las agencias supralocales), y la s p ráct icas polí tica s lo cale s q ue pug naro n po r im pone r t ant o de man das sociales, cuanto posiciones estratégicas de los referentes políticos del lugar. Esta dialéctica del poder fue también el motor de las transformaciones del Partido Peronista provincial, en tanto debió sostenerla en favor de la movilización y debió restringirla en beneficio de la “unidad” partidaria.4 En un intento por trascender los límites impuestos desde aproximaciones, por lo demás pertinentes, qu e tienden a considerar la dinámica local de los partidos políticos a partir de análisis electorales para evaluar grados de correspondencia entre distritos administrativos concéntricos o bien establecer correlaciones con variables sociológicas,5 nos interesa especialmente establecer que para el estudio de los partidos políticos en comunidades locales hemos tomado como m arco de referencia dos conceptos relacionados como son articulación horizontal y articulación vertical . 6 Para Grabowska y Szawiel, las actividades de las agencias locales implican dos tipos de tensión: una horizontal, que refiere a la adaptación del partido a la comunidad, y otra vert ica l, que señ ala la inte rac ción de la sub -un idad con la tot alid ad de las instituciones partidarias, en especial con aquellas más inmediatas en la estructura burocrática del partido madre (mother party ) . También Hans Geser ha insistido en la pertinencia de un enfoque que remarque la bifrontalidad
4
Movilización y “unidad” no son nociones contrapuestas. Con el primer término pretendemos remarcar las actividades de distinto tenor que cimentan la vida partidaria; con el segundo, la necesaria articulación de tales actividades, en beneficio de la institución por encima de los intereses sectoriales y particulares. 5
Dos ejemplos paradigmáticos en esa línea: CROTTY, William: “Party Efforts and Its Impact on the Vote” en The American Political Science Review , vol. 65, núm. 2, 1971, pp. 439-450; FRENDREIS, John P., GIBSON, James, y VERTZ, Laura: “Th e Electoral Relevance of Local Party Organizations” en The American Political Science Review , vol. 84, núm. 1, 1990, pp. 225-235. Más cercano al tema que nos ocupa: LLORENTE, I.: “Alianzas políticas en el surgimiento del peronismo...” 6
GRABOWSKA, Miroslawa y SZAWIEL, Tadeusz: “Introduction” en Political Parties in Local Communities , Varsovia: Institute of Political Studies, 2000. (Original en polaco. Agradezco a la autora que nos haya facilitado una versión resumida en inglés.)
El peronismo bonaerense
Quiroga – El partido peronista en Mar del Plata...
de los partidos locales7 , en tanto sub-unidades del partido nacional y actores políticos comunales. Para dicho investigador, esas dos líneas de abordaje trazan un mapa teórico que ha estado quebrado, escindido, en las últimas décadas, debido a que la línea vertical es genuinamente parte de la teoría política, mientras que la horizontal ha sido indagada por la sociología. En un intento por reconstruir un espacio ampliado de análisis, Heser arriesga algunas propiedades del partido local hacia uno y otro eje de coordenadas; las que merecen exponerse aquí de manera suscinta, a modo de marco general.
Para Heser, las relaciones ambivalentes entre las s ecciones locales y la organización partidaria en la que se inscriben se fundan en los roles conflictivos asignados a las primeras: por un lado, concebidas por el partido nacional como agencias ejecutivas (executive agencies ) , y tratadas como unidades administrativas subordinadas, las agencias locales poseen las funciones de implementar los programas partidarios y sostener las actividades de campaña para las elecciones supralocales. En este rol, dominado por relaciones “de arriba hacia abajo”, las agencias locales no reflejan las necesidades comunales sino las estrategias del partido madre para “m ostrarse” en la localidad y hacerse de recursos para movilizar y persuadir. Por otro lado, las secciones locales funcionan en tanto agencias de articulación (articulative agencies), ocupadas en dar voz e influencia a los adherentes y clientelas del partido local en instancias más altas. Este rol, a diferencia del primero, está dominado por relaciones “de abajo hacia arriba”, y permite un grado de autonomía a partir del cu al no sólo se expresan en las sub-unidades las demandas locales, sino también se procuran programas y recursos propios. Desde el punto de vista de los partidos locales en tanto actores de los sistemas políticos comunales, el autor s ostiene a) una fuerte analogía entre la dinámica de las sub-unidades y las asociaciones voluntarias, y b) que así como los partidos nacionales no escapan a las condiciones socio-políticas del país como un todo, las agencias locales “reflejan” las estructuras comu nales en su configuración. Lamentablemente sólo se detiene en dos variables básicas de este “reflejo”: tamaño de la población y estratificación social. Influenciado por los estudios electorales de los sesenta y setenta para Estados Unidos, su aproximación al flanco sociológico de su propuesta para el estudio de los partidos locales es restrictiva. (Como puede observarse en nuestro resumen, una serie de elementos que el autor considera partes del análisis propio de la teoría política, están tam bién ligados a cuestiones sociológicas.) Sin embargo, nos parece que la hipótesis de la homologación entre la dinámica de las asociaciones voluntarias y la de los partidos locales, contiene, en germen, una perspectiva capaz de dar cuenta de la interacción entre un diverso espectro de tensiones que soporta el espacio comunal.
Con respecto a las funciones de las sub-unidades en la organización partidaria nacional, Heser hace hincapié en: a) en tanto “sem illero”, permiten generar una considerable reserva de experimentados a dherentes, potenciales candidatos a ocupar puestos partidarios o públicos; b) forman parte esencial de mecanismos de adoctrinamiento o “aprendizaje colectivo” ( collective learning ) , y son, además, un canal óptimo de información “hacia arriba” en especial en partidos altamente centralizados, lo cual puede permitir a los adherentes locales un tipo particular de negociación (informal) para articular sus demandas frente a personal de más alto nivel decisorio; c) son un ámbito regio para la promoción de incentivos colectivos y socialización; d) sobre ellas el partido nacional delega una considerable cantidad de tareas no financiadas y rea liza das por acti vis tas vol unt ario s; e) aún cua ndo su inci den cia en la elaboración de las plataformas partidarias es mínima, maximizan la penetración social e influencia del partido nacional, adaptando los programas a las sutiles condiciones sociales y a la cultura política del ámbito local; y f) al proveer acceso y oportunidades menos restrictivamente que los niveles superiores del partido, canalizan un espectro más am plio de grupos sociales, heterogéneos en cuanto a su origen social, nivel de educación, género y edad. Consecuentemente las demandas y orientaciones ideológicas son también diversas. Para el autor este último punto si bien introduce nuevas diferenciaciones y conflictos de lealtades en el interior de la organización nacional, permitiría reducir el nivel de conflictividad al emplazar nuevas arenas de resolución en el espacio local.
7 La categoría se refiere exclusivamente a aquellas instituciones que son sub-unidades de partidos políticos nacionales (aún si su organización puede ser hom ologable con las de las asociaciones volu ntar ias) , per o el a utor subr aya l a am bigü edad del t érm ino h acie ndo men ción tam bién a su relación con el espacio, en tanto dichas instituciones aún en los casos donde sus hinterlands no coinciden con los límites adm inistrativos del m unicipio tienen asignado un determinado campo de operaciones por “proximidad espacial”. GESER, Hans: “The Local Party as an Object of Interdisciplinary Comparative Study: Some Steps Tow ard a Theoretical Integration” en SAIZ, Martin y GESER, Hans: Local Parties in Organizational and Political Perspective , Westview, Boulder, Co., 1999.
El peronismo bonaerense Partido Peronista
Recientes aproximaciones al estudio del Partido Peronista nos permiten definir con mayor precisión los problemas que revisaremos8 . Curiosamente, un análisis de escala local como el que nos proponemos aquí, debe mucho al desbroce que tales investigaciones realizaron en torno a la organización partidaria del peronismo entre 1946-1955. La ausencia de un verdadero partido político –argumento sostenido por Little–, o la inexistencia absoluta del mismo –maldición de Luna–, son proposiciones que necesariamente debieron reevaluarse para que un aporte de escala local obtenga visos de legitimidad. Nuestra propuesta se inscribe, entonces, en los intersticios de un entramado conceptual en formación. La historicidad del Partido Peronista, su evolución, institucionalización, rutinización, etc.9 , pueden abordarse desde el espacio local precisamente porque algunas de las investigaciones citadas han concebido para la escala micro un campo de diferenciación cualitativa, una “ventana” al proceso de construcción del PP con características específicas. ¿Obedece, este hiato de lo local, a las fallas de un proceso de organización burocrática, interrumpido en 1955, o a su naturaleza “democrática” original? El espesor de la pregunta ha sido entrevisto por algunos investigadores –aún cuando ofrezcan diferentes respuestas–, a la hora de analizar el rol de las unidades básicas en su doble carácter articulador. Tcach, por ejemplo, sostiene que la e xplicación de algunos “espacios de libertad y pluralismo en el marco de un partido fuertemente centralizado y verticalista”
Quiroga – El partido peronista en Mar del Plata...
debe considerar el carácter articulador del estado con los niveles celulares de la sociedad. La persistencia de estos espacios en algunos departamentos de Córdoba hacia 1953 lo llevan a distinguir entre zonas altamente politizadas y zona s de baja inte nsid ad (int eri or de la pro vinc ia), y a sup one r que la autonomía de las unidades básicas estaba ligada a “la naturaleza de los grupos sociales que se aspiraba a incluir”.10 Como veremos más adelante, es posible aceptar la hipótesis del autor sobre la relación entre la autonom ía relativa de las básicas y el origen social de sus integrantes pero sólo cuando la organización formal de tales instituciones haya estado estrechamente ligada al territorio (afiliación por domicilio), y no a afinidades ideológicas (libre afiliación). Debemos sin embargo considerar ya mismo esa incipiente definición que liga unidades básicas y pluralismo: para Tcach, algunas básicas pueden ser pensadas como “m ini ciudades” –en el que instituciones como bibliotecas, dispensarios, escuelas, farmacias, salas de entretenimientos, entre otras, estaban contenidas y promovidas. En las consideraciones de Tcach, aún si esas modalidades libérrimas en el interior de un partido “centralizado y vert ica list a” obe dec iero n a tácti cas el ect oral es te rrit oria les, la art icu laci ón con el espacio social de las básicas modificaba su articulación vertical con los niveles superiores de organización partidaria: en los últimos años del período peronista, siempre según Tcach, las unidades básicas “dejan de tener una función meramente coyuntural o secundaria. Autonomía funcional y dependencia estructural con respecto al Estado eran, en definitiva, funciones de la “integración simbólica” de los trabajadores y sectores populares, prerrequisito para la expansión del peronismo en la sociedad y el Estado”. Sólo que las causas de estos procesos están relacionadas con variables sociológicas tales como urbano/rural, capital/interior.11 MacKinnon, por su parte, avanza sobre el mismo punto:
8
Algunos de los trabajos consultados son: LITTLE, Walter: “Party and State in Peronist Argentina, 1945-1955”. Hispanic Am erican Historical Review , vol. 53, núm. 4, noviembre de 1973, pp. 644-662; CIRIA, Alberto: Política y cultura popular: la Argentina peronista, 1946-155 , Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 1983; LEVITSKY, Steven: “An «O rganised Disorganisation»: Informal Organisation and the Persistence of Local Party Structures in Argentine Peronism” en Jou rna l of Lati n A mer ican Stud ies , núm. 33, 2001, pp. 29-65; LUNA, Félix: Perón y su tiempo , Buenos Aires: Sudamericana, 1984, 3 tomos; MACKINNON, Moira: Los años formativos del Partido Peronista (1946-1950) , Buenos Aires:Instituto Di Tella-Siglo XXI, 2002; TCACH , César: Sabattinismo y Peronismo. Partidos políticos en Córdoba, 1943-1955 , Buenos Aires:Sudamericana, 1991; PROL, Mercedes: “Peronismo y prácticas políticas. Sur de Santa Fe, 1945” en Estudios Sociales , núm. 21, 2do semestre 2001, pp. 107-127; y de la misma autora: “Peronismo, dirigencias, participación y movilización política. Sur de Santa Fe 1945-1948”, mimeo, 2000. 9
Hemos reparado en el enfoque organizacional de Angelo Panebianco para pensar estas cuestiones ( Modelos de p artido. Organizació n y po der en los p artidos políticos , Madrid:Alianza, 1990). Hay que tener en cuenta, sin embargo, para el concepto de institucionalización la pertinente propuesta de S. Levitsky, acerca de diferenciar “infusión de valores” y “rutinización” (de comportamientos). En su artículo, el autor considera al PP como relativamente infundido de valores e informalmente rutinizado. Ver “Institutionalization and Peronism. Th e Concept, the Case and the Case for Unpacking the Concept” en Party Politics , vol. 4, núm. 1, 1998, pp. 7792.
Así, sus dirigentes se van alejando de las bases [hacia 1950], perdiendo la expresividad que tenían, volviéndose solamente un órgano de gestión de poder. De todos modos, cuanto más se baja desde la cúpula, el partido
10 11
TCACH, C.: Sabattinismo y peronismo..., p. 205.
Así, el estudio del partido político vuelve sobre algunos debates clásicos sobre peronismo (G. Germani). Puede observarse este mismo desplazamiento en algunos planteos de LLORENTE, Ignacio: "Alianzas políticas...” (en especial en la definición tácita de “movilización”); y en la compulsa de dos artículos de LITTLE: “Party and State...” y “Electoral Aspects of Peronism, 1946-1954” en Jou rnal of Inte ram eric an Stu dies and Wo rld Affa irs , vol. 15, núm. 3, 1973, pp. 267-284.
El peronismo bonaerense
retiene mayores grados de expresividad, sigue siendo un partido popular. Visto en perspectiva, es posible afirmar que, de allí en más, será en los niveles locales, tanto de la organización partidaria como de los organismos sindicales, donde quedará arraigada y seguirá vigente la movilización peronista12 Si, tal como sostiene Mackinnon, las instancias locales “preservan” la expresividad del movimiento, no podemos sino preguntarnos ¿cómo sucede?, ¿de qué m anera dichos ámbitos son capaces de funcionar tanto para los grupos promotores de cierta “expresividad” de raíz local, como para aquellos que encarnan tendencias centralizantes? Creemos que no puede concebirse en términos de “nichos” esos espacios: una fractura entre el nivel local y los niveles supralocales significaría, en efecto, la “hibernación” del “polo democrático”, luego de sucesivas derrotas en las coaliciones dominantes; cuando, de acuerdo a lo que plantearemos más abajo, desde 1951 en adelante, es posible suponer la m áxima articulación entre los distintos niveles partidarios. El Partido Peronista marplatense 13
El PP local tuvo dos marcas de origen: por un lado, surgir como nueva fuerza política en un ám bito en el que e l Partido Socialista, hasta 1951, sostuvo un mínimo de poder de convocatoria,14 y en el que el anarquismo y en me nor me dida el com uni sm o, has ta fine s de 1947 , ofre ció una
Quiroga – El partido peronista en Mar del Plata...
resistencia notable en los lugares de trabajo.15 Por otro lado, debió actuar en una ciudad que a pesar de estar modificándose velozmente persistía en el imaginario político provincial como un centro vacacional aristocrático.16 En efecto, desde mediados de los años treinta Mar del Plata modificó no sólo su orientación turística (al constituirse como un centro vacacional al que podían aspirar los sectores populares), sino también su estructura productiva. En lo que hace al mercado de trabajo, esos cambios fueron notables y diversos barrios fueron surgiendo, por ese entonces, con un marcado perfil obrero (en su mayoría migrantes de la provincia de Buenos Aires), entre los que se destacó la zona del puerto (barrio Las Avenidas). Sin embargo, la villa turística era objeto de atención por parte de los diarios nacionales casi exclusivamente a raíz de sus instituciones m ás visibles (mercado inmobiliario y casino, por ejemplo).17 La imagen de una ciudad rica en recursos (vinculados a los rubros turismo e impuestos) podía desprenderse de sus aristas m ás excluyentes (la villa de la élite porteña, las notas s ociales del verano, frecuentes en algunos diarios nacionales) sólo en la percepción de los políticos locales, los que efectivamente podían advertir el carácter populoso de la ciudad, y sus nacientes contradicciones sociales. Por otro lado, la intención de los locales de poner a Mar del Plata a la cabeza de la 5ta sección electoral debido a que duplicaba el número de votantes de distritos como Tandil o Necochea, no se condecía con la distribución de esos votos: la transformación, anunciada insistentemente por los referentes del PP local, de un m ojón “gorila” de la provincia a un nuevo bastión peronista en la soñada “comunidad organizada” fue rotundamente desmentida por la vigencia del partido Socialista local18 .
15
PASTORIZA, Elisa: Los trabajadores de Mar del Plata en vísperas del peronismo , Buenos Aires: CEAL, 1993. 16
12
MACKINNON, Los años formativos... , pp. 190-191.
13
Usamos el término “Partido Peronista” para hacer referencia a las distintas denominaciones partidarias que tuvo el peronismo; aún cuando el nombre date de enero de 1 947. Por otro lado, utilizamos “Mar del Plata” y “partido General Pueyrredón” como sinónimos, aunque ciertamente no lo sean. Finalmente, “distrito” hace referencia a cada una de las 112 unidades en las que estuvo dividida adm inistrativamente la provincia. Las llamadas secciones electorales fueron ocho (la sección “Capital” correspondía al distrito La Plata, mientras que el resto contenía vari os di strit os y f uero n num erad as de l 1 al 7). P ara l a ley e lecto ral ( 5109 ) y su s mo difi cacio nes (5173, 5175 esta última establecía el voto directo para intendente–) véase Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires , La Plata: T aller de Impresiones Oficiales, 1946-1947. 14
En especial en las elecciones municipales y de diputados provinciales. En 1948 la campaña del PS local le permitió al socialismo provincial tener a su único diputado (T. Bronzini). En 1951 obtuvo aproximadamente un 20% de los votos en la elección para diputado provincial, y un 25% para intendente.
Para una visión de conjunto del desarrollo urbano de la ciudad en este período, ver PASTORIZA, E. y DA ORD EN, María Liliana: “La formación de una ciudad moderna. Grupos sociales y ám bitos culturales” en A.A.V.V.: Mar del Plata, una historia urbana , Buenos Aires: Fundación Banco de Boston, 1991, pp. 165-207, y PASTORIZA, Los trabajadores... 17
En la 12º sesión ordinaria de la Cám ara de Diputados de la provincia, del 3 de Agosto de 1949, puede seguirse la dificultad de la comisión designada para evaluar la pertinencia de un subsidio para Mar del Plata (terna integrada por T. Bronzini, D. Mac Cormick y M . Martínez), la que empeñándose en remarcar los problemas estructurales que afectaban a la población estable, se enfrentaba a una retahíla de bromas y lugares comunes de otros diputados acerca del casino, las playas, etc. Diario de Sesiones de la Cámara de D iputados de la Provincia de Buenos Aires , 19491950, La Plata: Taller de Impresiones Oficiales. 18
De los doce municipios en los que triunfó la UCR en 1948 (comicios municipales), 5 pertenecían a la 5ta sección; y de 9 mu nicipios en los que el peronismo obtuvo menos del 45% de los votos, 7 pertenecían a la misma. El problema electoral de dicha sección continuó en 1950: 7 de 13, 1 de 1, respectivamente. Según Palabra Peronista, de las elecciones de 1951 surgieron 9 comunas radicales (5 pertenecían a la 5ta sección). En 1954 fueron 8 las comunas radicales (continúa...)
El peronismo bonaerense
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Ambiguo en su naturaleza, ese hecho exponía tanto los méritos de la militancia peronista, como su imprecisa consolidación como fuerza mayoritaria.
miembros y, de este modo, «se carga» de valores”21 ; por lo que no debe entreverse en nuestras consideraciones ninguna de las variantes teleológicas que soporta dicho concepto.
El PP local, aún considerando los problemas remarcados, tuvo u na importancia definitiva en tres aspectos ligados a la política marplatense: a) enraizamiento en la sociedad civil, especialmente a partir de su inserción en el espacio público y sus gestiones de gobierno; b) durante el período 19471950, fuerte influencia en la estabilidad del sistema político en general, y del movimiento peronista en particular; y c) decisiva legitimidad electoral, ven cien do e n to das las ele ccio nes ent re 1 948 y 19 54. C on t odo, el P P lo cal puede ser considerado “periférico” en la dinámica partidaria provincial, puesto que su personal político en muy pocos casos logró obtener candidaturas más allá los límites del distrito. Mientras los dirigentes locales se empeñaron en remarcar la elocuente esta dística de los cambios urbanos y los guarismos electorales, la dirigencia provincial pareció hacer caso omiso a sus reclamos, y operar con otros criterios: a) una percepción tradicional de Mar del Plata y b) una e valuación, certera, sobre la (in)estabilidad del PP local, en lo que respecta a las fricciones entre las distintas líneas internas. Para analizar dicha inestabilidad –argumento esgrimido en diferentes oportunidades por el Consejo Provincial del PP, fundado menos en la “conflictividad interna” del m ovimiento peronista que en la tensión irresuelta entre las líneas partidarias– debemos enfocar en detalle la organización del partido. Tres son los períodos en los que podemos dividir su evolución: a) 1945-1947, b) 1948-1950, c) 1951-1955. 19 Dichos períodos fueron concebidos teniendo presente aspectos relevantes de la organización como son: 1) competencia electoral, 2) relaciones con el ambiente, 3) estructura organizacional, y 4) relaciones con los niveles superiores.20 Remarcamos, además, que la u tilización de un término como “evolución” hace referencia al proceso de institucionalización de una organización determinada, por el que “se convierte ella misma en un «fin» para un amplio sector de sus
Competencia electoral y relaciones con el ambiente
La competencia electoral del PP local ha tenido características uniformes a lo largo de los tres períodos señalados. Virtualmente estructurado por un tiempo de cam pañas electorales (febrero de 1946, marzo de 1947 fallida, septiembre de 1947 internas, marzo de 1948, diciembre de 1948 constituyentes, diciembre de 1949 internas, marzo de 1950 elecciones municipales anuladas en el distrito, noviembre de 1951 y abril de 1954), el peronismo desarrolló una continua actividad proselitista, desde todas sus instituciones intra o extrapartidarias: sindicalismo, gobierno, dirección local, unidades básicas, ateneos, juntas vecinales, etc. Excepto en los comicios celebrados en 1946, el PP triunfó en todas las elecciones en las que participó; mientras que en las internas realizadas (1947, 1949) se presentaron cinco y tres listas respectivamente. La presencia permanente del partido en todas las arenas políticas de la localidad modificó, en pocos años, no sólo las prácticas de los partidos opositores (tanto las internas como las orientadas al electorado22 ), sino también los horizontes de la cultura política, hasta el momento modelada por los partidos tradicionales y el sindicalismo prescindente. El peronismo alteró el ritmo de la aldea, promoviendo un programa en el que voto y un espacio institucional politizado articulaban demandas de distinta naturaleza y esc ala con un pro yect o polít ico de car áct er naci ona l. Por prim era vez las prácticas políticas –el voto entre ellas– ofrecían la posibilidad de traducir diferentes reclamos a un lenguaje que –previamente m onopolizado por un sistema político excluyente– adquiría una vitalidad no prevista por la oposición. En efecto, las tensiones que emergen de la lectura de la prensa local no hacen sino condensar la “torsión” que, paulatinamente, las
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(...continuacion) (4 de la 5ta sección). Las “eternas” comunas radicales, entonces, durante el período fueron: Coronel Dorrego, Ayacucho y Rauch (las últimas dos de la 5ta sección). Palabra Peronista , 11/06/1954. 19
Se trata, por supuesto, de una distinción operativa que intenta reconocer algunas características predominantes en cada una de las etapas organizativas. 20
Los puntos 1 y 2 se detienen en la denominada articulació n horizontal (partido-sociedad), y los últimos dos en la articulación vertical (nivel local-niveles supralocales del partido).
21 22
PANEBIANCO, Angelo: Modelos de partido..., pp. 115-116.
Ciertos indicios de modificaciones en las pautas de reclutamiento del partido Socialista fueron señalados por GARCÍA SEBASTIANI, Marcela: “El Partido Socialista en la Argentina peronista: oposición y crisis de representación política (1946-1951)” en Estudios Interdisciplinarios d e América Latina y el Caribe , vol. 13, núm. 2, julio-diciembre 2002. Tanto la UCR como el PS, frente a la explosión de unidades básicas y “conferencias” en todos los barrios de la ciudad, replicaron organizando actividades e inaugurando algunos comités por distintas zonas (en tiempos de campaña).
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expresiones heterogéneas del peronismo local le imprimen al andamiaje “cívico”y “republicano” del sistema democrático. En este sentido, las relaciones del PP local con su ambiente presentan a un partido influyente, policlasista, y con personal político también diverso en cuanto a su origen social. Su fuerte relación con el estado –J. J. Pereda, primer intendente peronista de Mar del Plata, alcanzó el tercer pu esto en la interna de 1947, y luego de casi dos años de gestión, venció en las internas de 1949– revela, además, que de su estabilidad (en los dos primeros períodos) dependió la del sistema político en su conjunto –las internas de 1949 fueron impugnadas, la comuna intervenida a principios de 1950, y las elecciones de ese m ismo año suspendidas para cargos municipales–. Luego de 1951, los cambios en su organización (que más adelante detallamos) rediseñaron sus funciones específicas y renovaron su plantel político, modificando el rol protagónico que mantuvo por más de cu atro años. La complejidad de las variaciones que el peronismo imprimió sobre algunas de las instituciones –poniendo en entredicho su naturaleza– recorre toda la década estudiada. Esa suerte de “obligatoriedad” en la toma de posición política desafió los límites legaliformes que, durante décadas, las “fuerzas vivas” de la ciudad se habían empeñado en consensuar. Algunas de tales instituciones deben mencionarse aquí, aunque de manera sucinta.
“aceitando” los canales de información y ejecución entre los poderes provinciales y nacionales y los de la localidad. Algunos de estos hombres no residían en la ciudad25 , lo cual sumado al carácter de su investidura, en tanto agentes del gobierno provincial, los exponía inmediatamente a una debilidad política: al elegir a sus aliados para mantener o encausar a la comuna dentro de los planes del gobierno provincial, definían también como adversarios a grupos que adherían fervientemente a los principios revolucionarios del ’43 y, m ás tard e, e n la ma yorí a de los cas os, a Pe rón. Tan to los com isio nad os com o los del ega dos loca les de la DL STP , hacia 1946, ocuparán un lugar central en la organización del peronismo. Verticalmente porque las relaciones de los com isionados con las gestiones de Bramuglia y Mercante fueron consistentes26 , y horizontalmente porque los recursos burocráticos, legales y económicos de los que dispusieron, extendían sus áreas de control partidario, y a la inversa: los grupos del partido intentarán, a partir del 24 de febrero de 1946, “intervenir” sobre las distintas gestiones de gobierno mu nicipal, haciendo las veces de contralores del poder provincial y del “espíritu” del gobierno peronista a nivel nacional. Desde las elecciones nacionales y provinciales de 1946, hasta las elecciones municipales de 1948, pasando por el “test” de principios de 1947, las especulaciones sobre la suerte de los poderes locales fueron, para el peronismo, fuente de suma atención. La transición de g obiernos interventores a gobiernos surgidos a través del voto popular fue haciéndose más y más problemática a medida que la organización del peronismo también dejaba entrever sus conflictos a nivel local. En marzo de 1947, en una entrevista concedida a un diario marplatense, J. B. M achado –a la sazón, vicegobernador de la provincia– no pudo desatar la ligadura entre el naciente “problema de la dirigencia” peronista y la concurrencia a elecciones municipales, denunciada por la oposición como causa de la suspensión de los comicios previamente dispuestos para fines de ese mes.27 La creciente complejidad coyuntural convirtió a los comisionados en “embragues” de una normalización compleja
Comisionados
Los cambios que sobrevinieron en algunas áreas clave de la estructura socio-económica de la ciudad (expansión turística, construcción, migraciones internas, industria pesquera, entre los más importantes) no tuvieron correlato en su organización política: desde principios de 1940 una seguidilla de interventores (“comisionados municipales”) gobernará la ciudad hasta las elecciones para intendente y concejales en 1948. Pero a partir de 1943, 23 luego del golpe de Estado, los interventores –junto con los funcionarios a cargo de la Delegación Local de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (DLSTP)24 – pasarán a jugar un rol importante en la transición política,
23
Desde junio de 1943 hasta abril de 1948 se sucedieron 15 comisionados. La mayoría de ellos permaneció en el cargo por breves períodos. Teodolindo Linares perduró catorce meses, diez Cornelio Viera, y siete José María Carbusiero. Juan B. Machado gobernó desde noviembre de 1945 hasta febrero de 1946. 24
Hasta mediados de 1945 en las fuentes consultadas figura como Subsecretaría de Trabajo y Previsión. A partir de allí, como Delegación Local de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social.
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Aún si “está vigente la ley 2727 del 17 de octubre de 1900 que estatuye que para ser comisionado se requiere residencia en el partido o lugar...”. “Texto del despacho de la C. de Legislación con sugerencias para la reforma de la ley orgánica de las m unicipalidades” en Diario de Sesiones del Concejo Deliberante. Apéndice , Mar del Plata, agosto de 1949. (Redactado por Oscar García Durán.) 26 27
Ver AELO, O.: “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires...”.
Dice el periodista que entrevistó a Machado: “Como dato ilustrativo nos cita, a nuestro requerimiento, el caso de Mar del Plata. Allí había dentro mismo del peronismo cuatro fracciones distintas. Si las elecciones se hubieran realizado, fatalmente ese distrito hu biera sido derrotado por los socialistas”, Diario El Progreso , Mar del Plata, 9 de Marzo de 1947.
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(partido y estado).28 Por otro lado, su participación en el juego de las alianzas políticas no dependía necesariamente de la permanencia en el cargo: algunos de estos hombres formarán parte de una extensa cartera de personal político, a la que las agencias partidarias supralocales recurrirán cada vez que los problemas en el interior del P P marplatense revoquen la legitimidad de las formas de selección de candidatos vigente. Los comisionados litigaron en otros dos frentes: la cu estión gremial y lo s re que rim ient os d e la opos ició n al “co ntin uis mo ”. D esd e pr inci pios de 1946 la Federación Gremial Laborista (FGL)29 comenzó a ejercer presión a nivel de los lugares de trabajo para quebrar la hegemonía de las diferentes dirigencias (en especial, la de los sindicatos de la anarquista U nión Obrera Local [UOL]). Las organizaciones obreras opositoras a la federación laborista, quienes ya mantenían negociaciones con la DLSTP, se vieron ante una disyuntiva definitiva, aún cuando a nivel de la fábrica poseyeran un fuerte control: advertidas del éxito de las demandas de la FGL para que la delegación local de la Secretaría de Trabajo intercediera en su favor,30 y para que desde el poder político se limitara el accionar de las organizaciones obreras anarquistas, tanto la UOL como el comunista Sindicato Obrero de la Construcción (SOC), intentarán conformar un frente comú n, a la par de denunciar el avance de la central laborista ante las autoridades locales, provinciales y nacionales (reuniones y memoriales a Machado, a Mercante, a la DLSTP).31 Ninguna de esos intentos dio resultados satisfactorios. Acorde con el viraje estratégico del PC a nivel nacional, en octubre de 1947, el SOC
pasaba a integrar la CGT local;32 mientras que la UOL, habiendo perdido parte de sus afiliados debido a la decisión tomada en julio de 1946 de resistir los descuentos para la jubilación, pasaba a la clandestinidad en diciembre de 1947, a causa de la clausura de la Casa del Pueblo , sede de sus sindicatos. Ante la dificultosa inserción de los grupos peronistas en los ámbitos donde operaban organizaciones obreras opositoras, las gestiones de actores extrasindicales tuvieron particular importancia.33 El segundo problema que afectó a los interventores, más impreciso en sus formulaciones, puede leerse en la prensa diaria. Es posible pensar que los cuestionamientos que giraban en torno a las “necesidades de la ciudad” fueron consolidándose como argumentos de fuerza entre quienes no apoyaron las distintas intervenciones. La retórica que insistió en remarcar la dimensión local de las gestiones, argumentando el “deber ser” administrativo antes que político de los comisionados, fue una de las pocas herramientas con las que contó la oposición política al régimen militar y a los gobiernos nacional y provincial peronistas. Un marcado localismo principista, que se articuló correctamente con los argumentos constitucionalistas y “cívicos” con los que dicha oposición acabó definiéndose, durante la campaña electoral para las elecciones generales del 24 de febrero de 1946, entre los simpatizantes de la Unión Democrática.34
32
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Hipótesis ya sugerida en GAYOL, S.; MELON , J. y ROIG, M.: "Peronismo en Tandil...”. Sobre el caso Tandil puede consultarse el artículo de LIONETTI, Lucía: “La apropiación del espacio simbólico: el caso de los rituales públicos peronistas en Tandil (1946-1955)” en BIANCHI, Susana y SPINELLI, María Estela: Actores, ideas y proyectos políticos en la Argentina contemporánea , Tandil:IEHS, 1997, pp. 179-213, aunque su enfoque considera exclusivamente como actor político al estado peronista, y no al partido; y DICÓSIMO, Daniel: “El sindicalis mo en los primeros gobiernos peronistas. Burocratización y representación en la seccional Tandil de la Unión Obrera M etalúrgica, 1946-1955” en Anuario IEHS , núm. 8, Tandil, 1993. 29 La FGL funcionó en la sede de la Federación del Partido Laborista local. En Marzo de 1946 abrió el registro de inscripciones y unos días después eligió representantes. 30 En un acto de la FGL se reclama la renuncia d el delegado de la DLSTP, LC, 20/01/1946. El socialismo desde las páginas de El Trabajo dirá que los “laburistas” piden esa renuncia porque la DLSTP “no les sirve como oficina de propaganda”; El Trabajo , 22/01/1946. 31
Una aproximación más detallada a los conflictos gremiales del período puede leerse en PASTORIZA, E.: “Militancia sindical y mem oria. Trabajadores de la construcción y proyectos gremiales comunistas en los inicios del peronismo. Mar del Plata 1936-1948”, ponencia presentada en VII Jornadas de Historia Política....
En el mismo mes, el Partido Laborista disidente local (C. Reyes) apoyó los reclamos de la UOL; LC, 14/10/1947. En la asamblea del SOC en la que se votó el ingreso a la CGT tuvieron una participación destacada algunos elementos provenientes del forjismo. La hipótesis del viraje del PC a nivel nacional –sugerida por Pastoriza– debe ser atendida junta a otra que subraye las estrategias “oportunistas” de algunos dirigentes locales. Los movimientos posteriores del SOC , ya e n la CGT , par ecen confi rma r un a es cisió n de l gr upo com unis ta, con Hé ctor De Los Reye s a la cabeza, quien finalmente fue expulsado del PC. Con respecto a esta última hipótesis, ver GAYOL, S.; MELON, J. y ROIG, M .: "Peronismo en Tandil...”. 33
Un ejemplo sobresaliente de ello fue la doble intervención de Benito Agulleiro, quien se desempeño como comisionado e interventor de la DSLTP a principios de 1947. La valencia de este operador político fue destacada por el diario La Capital , al indicar que Agulleiro fue secretario ayudante de Mercante en el Ministerio de Guerra, y lo siguió al Departamento Nacional de Trabajo. También lo hizo ocupando la secretaría de la intervención de la Unión Ferroviaria. Luego de ser Secretario de la Dirección General de Acción Social Directa de la Secretaría de Trabajo, y Secretario de la Unión O breros Municipales, fue Director General de Delegaciones Regionales de la Secretaría de Trabajo y Previsión; LC, 09/03/1947. 34
Esto puede percibirse aún más en el periódico El Puerto , debido a la recurrencia de temas específicamente ligados a la zona de competencia del mismo. Leída desde la hipótesis que sugerimos en el cuerpo de este trabajo, no resulta tan notable la “distancia” entre las editoriales en tiempos de elecciones (febrero de 1946) de su director, José Lanzilotta, cargadas de “civismo” y u n no tan v elad o a poyo a la Unió n D emo cráti ca, y las n otas que refie ren a l a re alid ad l ocal . Para el tema del discurso de “prescindencia” en Tandil, durante el mismo período, ver GAYOL, S.; MELON, J. y ROIG, M.: "Peronismo en Tandil...”.
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A partir del período en el que Machado fue comisionado, la prensa local comienza a publicar con frecuencia noticias acerca de asociaciones vec inal es y com isio nes con prop ósit os esp ecíf icos (junt as, agr upa cion es, sociedades de fomento). Estos grupos se consolidarán en los siguientes años, pasando de formas poco institucionalizadas, a organizaciones con injerencia más allá de los fundamentos e specíficos que les dieron origen: a principios de 1947, algunas de ellas conformarán la Unión Vecinal, con intenciones de participar en la elección prevista para Marzo de ese año.35 Su participación en la vida política obliga al interventor de turno, hacia septiembre de 1947, mientras el gobierno bonaerense (Mercante-Machado) proponía la organización de juntas vecinales consultivas en los 112 distritos de la provincia, a insistir en los límites legaliformes de sus actividades.36 Algunas de esas agrupaciones servirán como “trampolín” para determinados hom bres del Partido Peronista37 , y en general, podríamos suponerlas un elemento dinámico en la política local durante el período del que nos ocupamos en este trabajo. El comisionado Morgante, por ejemplo, mantuvo un sólido vínc ulo con ella s. Ant e las crít ica s prov eni ent es esp ecia lme nte de gru pos peronistas (en plena campaña para las elecciones internas de 1947), la Junta Consultiva de Vecinos publicó su apoyo (“voto unánime”) en favor del citado interventor.38
Con un amplio espectro de fines y estrategias, las asociaciones –y aquí nos referimos no sólo a las barriales– van a continuar sus actividades de forma consistente más allá del período que nos ocupa. De alguna manera, esta persistencia en el escenario político de formas de participación política y soci abil idad n o trad icio nale s, su rgid as en la c iud ad en la dé cada d el ‘20 , nos indica que la complejidad de este tipo de instituciones, contenedoras tanto de requisitorias inmediatas como de representaciones identitarias de diversa índole (barriales, de clase social, de profesión, partidarias, etc.) no deben pensarse como alternativas a un escenario de fuerte presencia estatal y con prácticas electorales vigentes: al menos en la ciudad de Mar del Plata su coexistencia está verificada.39 Esta coexistencia, además, dista mucho de subsumir a las agrupaciones al control de los partidos políticos. En algunos casos las formas que dichas agrupaciones adoptaron para alcanzar sus objetivos las pone en diálogo con partidos y gobierno (por ejemplo, solicitando subsidios o exenciones impositivas al Concejo Deliberante), pero en otras las enfrenta: durante 1948, el propio Concejo D eliberante discutirá el otorgamiento de personería jurídica a tres agrupaciones, con la presión de “la barra” compuesta de los integrantes de aquellas. El diarioLa Capital , por su parte, aplaudirá la intención del Concejo de negar la legitimidad a las agrupaciones, dada su “proliferación”. A inicios de la década de 1950, con el tinte de un lustro de peronismo local y con un nuevo período de intervención comunal, el fomentismo tenía ya sus propios congresos.40 En los comunicados de algunas de tales instituciones podemos entrever la distancia que media entre las juntas vecinales de los años ‘20 y las del período peronista:
Jun tas vec ina les
35
LC, 21/01/1947. Supuestamente, La Unión Vecinal pretendía llevar como candidato a intendente a un ex-comisionado (Cornelio Viera). 36
En la columna “Cocktail del día” del día 28/08/1947, el cronista del diario La Capital (Agustín Rodríguez, conservador y dos veces comisionado m unicipal interino, 1942 y 1943) sugiere que la idea de las Juntas Consultivas corresponde a Machado, qu ien hizo de M ar del Plata la “perla del ensayo de las Juntas”. 37
En clave de denuncia expone esta idea la solicitada de la Cooperativa Popular de Panificación Limitada (conformada para producir un pan m ás barato), acusando a su ex-presidente Juan Simón (un reconocido dirigente peronista en el período) de “recostarse en la cooperativa para fines políticos”, LC, 01/07/1947. 38
La Junta Consultiva de Vecinos precisamente, la institución asesora de los comisionados promovida desde la gobernación Mercante-Machado ya funcionaba en Mar del Plata. Durante la intervención Morgante (junio-octubre de 1947) estaba integrada por hombres de las siguientes instituciones: Sociedad de Fomento del Barrio Nueva Pompeya, Asociación de Fomento del Puerto de Mar del Plata, Sociedad de Fomento del Pueblo Peralta Ramos – Sector Oeste, Comisión Vecinal Pro-Desagües Pluviales, Asociación Argentina Agrícola Cultural “Domingo Faustino Sarmiento”, Junta Vecinal Villa Primera, Unión Propietarios Hoteles, Unión Ferroviaria, Sociedad de Fomento Barrio San Juan, Asociación de Fomento La Perla, Asociación de Fomento San José N orte, Sociedad de Fomento Barrio Don Bosco, Diario La Capital. Centro de Almaceneros Minoristas y Anexos, Sociedad de Fomento Punta Mogotes, Asociación de (continúa...)
38
(...continuacion) Fomento Barrio San José y Cooperadora Escuela núm. 19. En dicha Junta hubo, al menos, tres integrantes con participación reconocida en la interna peronista: Santiago Cotado, Joaquín Ruiz y Lo renz o Vi ti. L os dos prim ero s se rán conc ejal es d e la líne a de J. J. Pere da. Boletín Municipal , núm. 116. Las instituciones mencionadas no son las únicas relevadas. 39
Para el caso de Tolosa ver JUMAR, Fernando: Tolosa: asociaciones vecinales, lugares de memoria y generaciones, 1871-1995 , La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1997. Para revisar la tesis fuerte del asociacionismo como “nidos de democracia” consultar los artículos de ROMERO , Luis Alberto y GUTIÉRREZ, Leandro: Sectores populares, cultura y política , Buenos Aires, 1995. Una propuesta que revisa las relaciones entre el estado peronista y el fomentismo en otra clave –a partir del concepto de “sociedad política” sostenido por P. Chatterjee– en ACH A, Omar: “La formación de una sociedad política durante el primer peronismo”, ponencia presentada en X Jorn ada s Int eres cue las y Dep arta men tos de H istor ia . 40
El denominado “Acuerdo Intervecinal” surgió a mediados de 1950. Su constitución fue festejada por el diario La Capital , y sus posteriores intervenciones atendidas por el conjunto de las fuerzas peronistas (el Acuerdo Intervecinal adhirió a la candidatura de Perón e insistió en el diálogo con todos los niveles gubernamentales, haciendo hincapié en las cuestiones ligadas a la vivie nda obre ra). En d iciem bre d e 19 50 c eleb ró su 2º co ngre so; L C, 1 3/12 /195 0.
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Su lucha lejos de ser política está encauzada por el logro de la casita propia y el mejoramiento integral de su zona de influencia y que si lleva el nombre del excelentísimo señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, es por propia determinación y porque son hombres de trabajo que con su propio esfuerzo realizan el sueño de la casita propia, dando vida a nu evos y flo rec ient es bar rios ma rpla ten ses y po rqu e quieren honrar al hombre que día a día pone el hombro, al presidente de la República general Juan Perón y a su señora esposa Doña María Eva Duarte de Perón. 41 Gobierno municipal (Poder Ejecutivo) y Concejos Deliberantes
Ya señ alam os la imp orta ncia que tuv o el gob iern o mu nici pal –en especial el período 1948-1950, en el que Pereda se desempeño como intendente– en la evolución del PP local: el ejemplo de la trayectoria política de Pereda no es sino una de s us manifestaciones más visibles. Pues, si bien el empleo público y los s ubsidios a personas o instituciones habían formado parte de los recursos explotados por los comisionados como incentivos materiales de la acción política, fue a partir de las gestiones de los intendentes electos que prácticas partidarias y políticas municipales definieron una relación con efectos que impactaron directamente sobre la estabilidad del sistema político. En el transcurso de la década fueron elegidos tres intendentes peronistas: el m encionado Pereda (1948), Olegario Olázar (1951) y José M. Cavallo (1954); sus posiciones con respecto al partido, de alguna manera, nos indican los cambios en la articulación vertical. Así, mientras la candidatura de J. J. Pereda (renovador) es el resultado de un acuerdo entre los grupos fuertes del PP local, a los efectos de dejar atrás la victoria de Carlos Aronna42 en las internas de 1947; y como tal, fue duramente cuestionada por otros implicados como la CGT y un sector disidente del forjismo (el delegado al Congreso Constituyente, Rolando Bereilh, vota a favor de la lista incompleta
41 Comunicado de Prensa de la entidad vecinal “Barrio Obrero Domingo A. Mercante” anunciando el cambio de nombre y comisión directiva (anteriormente se denominaba “Villa Vict oria ”). S u z ona de in flue ncia estab a de lim itad a p or l a Av . Ju an B. Just o y calle s 15 4 y 160 ; LC, 25/09/1949 (cita literal). El tinte oficialista de la cita, sin em bargo, puede ser considerado un síntoma de una “politización” de las estrategias institucionales, antes que una “peronización” de tales instituciones. 42
Dirigente renovador, director de la Caja Municipal de Previsión Social de la Capital Federal desde Julio de 1946. A nivel provincial sus referentes inmediatos fueron Arturo Sáinz Kelly y Enrique Coronas.
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de candidatos a concejales y a consejeros escolares propuesta allí, pero lo hace contra de la candidatura de Pereda). Por e l contrario, su victoria en las elecciones internas de 1949 no se basó en la debilidad de su línea interna, sino en sus ya afianzadas operaciones a nivel de estado y partido. El bienio 1949-1950 fue momento clave en la conformación de un cam po de acción política en el que las trayectorias partidarias y las victorias en elecciones municipales se condensaron en un núcleo de dirigentes; y nos permite hipotetizar sobre el diseño de un cursus honorum, ciertamente más informal que formal, que capitaliza la escala local, horizontal y verticalmente.43 En Mar del Plata esto devino en un a crisis institucional, esto es, en la intervención al partido y a la municipalidad; pero aún con este resultado, la articulación partido-estado no perdió gravedad. La candidatura de Olegario Olázar –quien se desempeñaba como gerente de la suc ursal local del Banco Hipotecario Nacional– fue anunciada por el interventor del PP local, con poco más de un mes de anticipación con respecto a los comicios de noviemb re de 1951. La designación del Consejo Superior del Partido Peronista (CSPP) de los candidatos a intendente y concejales vio la luz en un momento en el que por medio de la prensa no podemos advertir la existencia de fricciones internas. En efecto, los dirigentes peronistas se esforzaron por publicar colectivamente dichos sobre la “unidad”, o en avalar decisiones que el interventor local comunicaba a los diarios, mientras que en la coordinación de los actos de campaña la CGT fue el actor preponderante. Los roles que las reparticiones supralocales imponían al PP local, en aras de la “unidad” partidaria, esto es, adoctrinamiento y campañas electorales, fueron reforzados por el contexto de los dos últimos años (algunos puntos del mismo: intervención comunal, suspensión de los comicios de 1950, campaña de reelección, enfermedad de Evita, publicación de La razón de mi vida , Segundo Plan Quinquenal). De este modo, la aparición en escena de hombres nuevos puede pensarse en consonancia con transformaciones partidarias de más largo aliento, en especial las que paulatinamente van m odificando la relación partido–estado, en favor de éste
43
Ver AELO, O.: “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires...” Hay que subrayar que en marzo de 1947, en pleno período del PURN, algunas líneas internas anunciaron candidatos a cargos partidarios y a cargos públicos, y en ningún caso se superponían. Una vez desplazada la opción por elecciones internas de candidatos a cargos públicos, la “vía municipal” no excluyó estrategias de lucha por posiciones en espacios supralocales, pero sólo informalmente se mantuvo vigen te.
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último: la ya permanente intervención partidaria,44 las nuevas canteras de candidatos (personal de estado, no sólo para el cargo de intendente sino también como evangelizadores y críticos: promoción del Segundo Plan Quinquenal y divulgación del libro de Eva Perón), y los cambios a nivel provincial tanto en el partido como en el estado. 45
Por último, la candidatura de J. Cavallo, anunciada desde el Consejo Superior del PP, se enmarcó en u n contexto claramente centralizado, en el cual las actividades de las unidades básicas no alcanzan a registrarse en los diarios locales.47 Cavallo, que de acuerdo al diario La Capital mereció “la confianza y la simpatía de los círculos sindicales a los que se halla estrechamente vinculado”, se desempeño com o abogado del ministerio de Trabajo y P revi sió n, l ueg o co mo sec ret ario de los Tri bun ales de T raba jo e n M ar d el Plata, y finalmente fue juez de la misma zona.48 El hecho de que haya tenido que “presentarse” al PP local, tal como lo señala el diario La Capital , nos indica el escaso grado de injerencia de la rama masculina del PP tanto en lo que respecta a la “cara” electoral del partido, cuanto a la representatividad de los sectores sociales ligados a ella49 .
A diferencia del período de J. J. Pereda, durante la intendencia de O . Olázar el Concejo Deliberante (CD) no representó un problema para la “unidad” partidaria o para la articulación con los distintos actores de la sociedad civil. Mientras que en el primer período, los concejales peronistas se vieron atenazados por dos frentes de pugnas: una oposición numéricamente potenciada (7 concejales peronistas contra 6 socialistas y 1 radical), y una interna entre “capellistas” (4) y “peredistas” (3),46 en el segundo período una mayoría absoluta (8 peronistas contra 3 socialistas y 1 radical) –fruto de la reforma de la ley electoral provincial–, y una máxima estabilidad de las tensiones internas, permitió a los ediles peronistas presentar un discurso monolítico y de ánimo excluyente. Sin embargo, los problemas económicos limitaron notoriamente el impulso voluntarista con el que los concejales pretendieron diseñar una comuna peronista, y lo que es m ás importante a los fines de este artículo, no hubo ya posibilidad de obtener fuertes ventajas de las funciones de concejal, que repercutieran sobre la organización del partido. En efecto, las fricciones entre los miembros del bloque durante el primero período, si bien "condujeron" a la intervención de 1950, también permitieron hacer de esta arena un enclave articulador de distintos grupos políticos. A diferencia del segundo período, el frente dividido del peronismo supo disputar la explotación de distintos recursos estatales, y de ese modo dialogar con los diferentes grupos locales en disputa. La monolítica imagen que se desprende de la segunda bancada peronista, aún si logró imponer muchos de sus objetivos, fue socavada por el avance de las políticas centralizantes a nivel partidario, sobre las que volveremos más adelante.
44
Incurrimos aquí en u n anacronismo. Nos parece válido considerar que, a partir de m ediados de los años ’50, ya hubo indicios de una intervención permanente (de mayor o m enor grado) en la estructura del PP, desde las agencias centrales, aún si para los actores implicados, persistiera la posibilidad de próximas elecciones internas. 45
Ver AELO, O.: “Formación y crisis de una elite dirigente...”
46 Francisco Capelli –importante miembro de FORJA– en noviembre de 1948 será designado subsecretario de previsión del m inisterio de Hacienda. Fue también asesor de la Policía Federal (durante la gestión Marsillach) y funcionario del Banco Central (Leloir). Mantuvo una estrecha amistad con Miguel López Francés. Fue expulsado del PP en 1953 (junto con J. J. Pereda y Carlos Aronna, entre otros).
Organización partidaria
Creemos que existen elementos suficientes para pensar que, en buena medida, la exitosa articulación horizontal del PP local obedeció tanto a las características de su estructura organizativa como a las formas concretas que adoptaron sus prácticas políticas. Estas dos cuestiones, vinculadas con la articulación vertical , deben ser expuestas aquí necesariamente de manera resumida pero sistemática. Durante el período 1945-1947 (que comienza con una miríada de grupos partidarios de la candidatura de Perón a la presidencia de la Nación, y q ue fina liza con los prim eros cand idat os a in ten den te y co nce jale s, y u na primera Junta de Organización del PP local, elegida por voto directo de los
47
Un aspecto sobre el que no nos detenemos aquí, pero de singular importancia. La articulación del PP y el espacio público fue contundente. Curiosamente, durante los primeros años, cuando la prensa independiente local mantenía sus simpatías con la Unión Democrática, los distintos grupos autoorganizados del peronismo abarrotaron las redacciones de los diarios de comunicados, gacetillas, telegramas, etc., contribuyendo a modificar el temario de la agenda política; mientras que en los últimos años del régimen, con todos los diarios independientes alineados, la barrera entre la actividad y la publicidad nuevamente se impuso para las iniciativas no reguladas por las direcciones de la rama masculina o la CGT en el PP. 48
LC, 27/02/1954. El ámbito judicial es u na esfera olvidada en los estudios sobre el partido político y sus relaciones con el estado. Algunos cargos clave (interventor, secretario político) fueron ocu pados con el personal ligado a la administración de justicia. Aún así, no sugerimos aquí que dichas relaciones, si fueron importantes, opaquen el claro avance de la CGT, en detrimento del ala “política” (rama masculina) del movimiento peronista en esos años. 49
Puede un considerarse un síntoma temprano de los intentos por organizar al PP local resaltando su carácter administrativo las “vacaciones” que la intervención partidaria fijó para la institución a fines de 1952 (un mes); LC, 30/12/1952.
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afiliados), la estructura del partido en ciernes tiene dos características sobresalientes: un impulso mayúscu lo y espontáneo de grupos políticos de diferente naturaleza (Partido Laborista, FORJA, UCR(JR), ALN, independientes, grupos de obreros, etc.), y distintas baterías de directivas provenientes, en principio, de la efímera Junta Ejecutiva Nacional del PURN (mayo de 1946-enero de 1947), y luego del Consejo Superior del Partido Peronista. Dos de los puntos más problemáticos emergieron tempranamente: la aprobación de los niveles partidarios superiores, y el control de la afiliación (“inscripción partidaria”)50 . Algunos grupos provenientes de la UCR(JR) intentaron, aún después de la creación del PURN, m antener un cierto grado de autonomía, aunque ésta sólo haya sido nominal; pero en lo que respecta al Partido Laborista, los sectores que lo integraron (forjistas, renovadores, y los grupos de obreros agrupados en lo que más tarde se denominó Federación Gremial Laborista) aprobaron rápidamente las sucesivas modificaciones en la estructura del PP. La lucha por encabezar dichos cambios, sin embargo, exponía la diversidad de intereses que impregnaban la arena política. Los comisionados mu nicipales, los delegados locales de la Secretaría de Trabajo y Previsión e incluso las juntas vecinales, por otro lado, comenzaron a participar de las batallas internas. Como ya mencionamos, cada uno de los grupos en vías de consolidación reclamaba su derecho a intervenir en las políticas estatales, aún cuando las elecciones m unicipales no se hubieran realizado. Pero más allá de los combates por “conquistar” la jefa tur a del Par tido Lab oris ta (ent re los forjis tas -en- el-P arti do-L abo rist a y laboristas), las de los distintos grupos surgidos de la interna de la UCR(JR), y má s tar de la s de lo s for jista s ent re s í, las l uch as por coor dina r la ins crip ción al PURN con vistas a una próxima elección en marzo de 1947 en la que se elegirían candidatos y autoridades del partido local presentaban con mayor nitidez el doble rostro de los problemas de la “unidad” del peronismo, en tanto revelaban la existencia de posiciones disímiles y encontradas, que parecían alejar cada vez más el momento en el que el PP ofreciera una constitución monolítica ante la sociedad civil, a la vez que hacían evidente el carácter abierto, pleno de oportunidades, de las estructuras nacientes51 . La causa de esta ambigüedad productiva de “problemas/ oportunidades” hay
que buscarla en la base de la organización partidaria, en los llamados “centros cívicos”, más tarde unidades básicas. Antes del PURN, durante, e incluso luego de pasar a llamarse Pa rtido Peronista, las normas para la creación de los centros cívicos consolidaron el pulso que “desde abajo” le imponía al partido su carácter heterogéneo y dinámico. (En la Carta Orgánica , aprobada a fines de 1947, las condiciones fueron apenas más estrictas, pero la distancia entre la norma y la práctica nos obliga a poner entre paréntesis la importancia del estatuto.) Así, frente a una segunda instancia de empadronamiento, a pocos meses de las internas de septiem bre de 1947, los centros cívicos conservaban gran parte de su aut onomía: surgidos por iniciativa de vecinos o por la de las distintas líneas internas, cada uno de ellos llevaba su propio padrón (que en determinadas ocasiones el PP provincial reclamaba para la confección del padrón general) y decidía su propia es trategia política. La relación entre las sub-unidades y las afinidades ideológicas de sus afiliados fue, por entonces, estrecha. Las denuncias de fraude, efectuadas por los perdedores de la interna de 1947, se apoyaron principalmente en este punto: La Capital sostuvo que el número de afiliados superaba los 5.000 hombres, mientras que los vota nte s sum aron ap roxim ada me nte 2.9 00. La legi tim idad de la s auto rida des del partido local fue, como resultado, endeble y largamente negociada. Sobrevino la primera intervención del partido local, y junto con ella, las declaraciones de “unidad” por parte de la mayoría de sus dirigentes más reconocidos. Este es el comienzo de los “movimientos brownianos” que año tras año sacudieron la estabilidad del PP local. Por un lado, un partido ganador, multitudinario, dinámico, integrado por “mil y una” unidades básicas52 , con amplios márgenes de negociación y con diversas líneas internas consolidadas. Y por el otro, una sub-unidad local conminada por las oficinas centrales a concretar una estructura verticalmente sólida. El Consejo Provincial del partido probó diferentes procedimientos para lograrla, entre los que se destaca la apelación a instituciones “externas” a las desarrolladas por los militantes locales (designación de interventores, inscriptores, apoderados, etc., reclutados entre los ex-comisionados municipales, diputados y funcionarios públicos provinciales u operadores con trato directo con estos últimos). De esta fricción entre la necesidad de articular un partido en pleno proceso de conformación y las múltiples expresiones particularistas, y del reconocimiento de los actores de la validez de am bas perspectivas, los efectos
50
Uno de los indicadores más importantes a la hora de evaluar las dificultades organizativas del PP en los espacios locales es el número de veces que el CSPP o el Consejo Provincial convocaron a los afiliados a reinscribirse o reempadronarse. Desde 1946 h asta 1955 fueron siete: 1946 (PURN), 1947 (internas), 1949 (internas), enero de 1951 (¿probables internas?), 1953, 1954 y 19 55 ( conv ocat oria trun ca d ebid o al golp e de esta do). 51
Un detalle pormenorizado de las pugnas partidarias durante el prim er período en GARCÍA, Delia: “El forjismo en la conformación del m ovimiento peronista. El caso de Mar del Plata”, ponencia presentada en VII Jornadas de Historia Política...
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“Mil y un centros” es el número que le enrostra el entonces diputado provincial A. Mignone a un ex-comisionado municipal nombrado integrante de la Junta Inscriptora Local por la Junta Ejecutiva del PURN provincial (presidente Roberto Cursack), contraponiendo la legitimidad de orden local (que Mignone argumenta poseer) a la supralocal. LC, 02/01/1947. Sobre el número de los centros cívicos registrados en la prensa local ver mapa 1.
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más duraderos serán dos: por un lado, la permanencia de este tipo particular de organización (unidades básicas con autonomía en lo que hace a su conformación, elección directa de autoridades locales e indirecta de candidatos53 ), con sus implicancias (interferencias entre las autoridades locales electas y los candidatos, cuando no pertenecieron a la misma línea interna); y por el otro, la existencia de canales alternativos de legitimidad, en especial para aquellos referentes políticos vinculados a dirigentes provinciales y/o naci onal es. Las con sec uen cias de e sto últ imo , au nqu e n o de rive n en un escenario en el que la conformación de un e quipo dirigente quedara anulada, impactaron negativamente en el delineamiento de un prototípico cursus honorum , capaz de limitar y coordinar los distintos intereses grupales y personales. El resultado de la interna de 1947 presentó todos estos obstáculos: resultó ganador de las mismas C arlos F. M. Aronna, pero el candidato a intendente fue Juan José Pereda, mientras que los candidatos a concejales se repartieron entre el grupo de Pereda y el de Francisco Capelli. Los vínculos que Capelli mantuvo con parte del equipo de gobierno provincial tuvieron, en ese m omento y en las internas de 1949, un pe so considerable. De allí en más, hasta la intervención de la comuna en 1950, ni la dirección del partido, ni el primer gobierno peronista en la ciudad de Mar del Plata tuvieron la legitimidad y el consenso necesarios para constituirse en únicos representantes de los niveles superiores del peronismo.
presentaba una política mucho m ás prolija en cuanto a directivas, en especial en materia de afiliación abierta por tercera vez para las internas de 1949, y con respecto a las autorizaciones de unidades básicas y agrupaciones (a estas últimas no se les permitió utilizar el término “peronista” en su denominación). La intervención partidaria controló el movimiento local y comenzó a promover un rol específico para las unidades básicas: el de adoctrinar y divulgar la fe peronista; pero no intervino en su organización de modo directo. En los intersticios de la norma, los diferentes actores negociaron tanto entre asociaciones (juntas vecinales, ateneos, etc.) y unidades básicas, como entre distintas unidades básicas (ver mapa 2). De ese m odo, el período previo a las internas de 1949 fue intenso en alianzas, elecciones internas en unidades básicas, posicionamientos públicos y pugnas entre los dos grupos principales que se enfrentaban a diario: capellistas y peredistas. Aunque la interna local fue impugnada por las dos listas perdedoras, es posible considerar a esta coyuntura como el momento más importante en la articulación de legitimidades. Así, el elenco político surgido de tres elecciones (1946, marzo de 1948 y diciembre de 1948), elegido por vía indirecta, poseía también un poder distrital suficiente para que, de forma general, en la provincia de Buenos Aires, la selección de candidatos no m inara el espacio partidario local54 . De todas maneras, esta consideración apunta a subrayar la conflictividad en un momento que pensamos de transición, antes que una supuesta autonomía absoluta de los es pacios locales: el caso marplatense, en el que las fricciones entre las distintas líneas internas derivó en la suspensión de los comicios municipales, no parece ser sino una de las posibles alternati vas par a so ste ner una “uni dad” bajo un d ise ño p arti dar io qu e av alab a ta nto la legitimidad con base local como la propia de los órganos supralocales de decisión. La convención partidaria provincial, que en 1949 eligió a Mario Goizueta como presidente, tuvo a su cargo la selección de candidatos, y al menos en los dos casos que conocemos con detalle (Mar del Plata y Bahía Blanca), la misma estrategia de las líneas más fuertes en cada una de estas localidades (“Peredismo” y “Fortecismo”, respectivamente), que consistió en imponer sus hombres en todas las candidaturas a concejal, tuvo resultados o pu es to s55 . Durante el tercer período (1951-1955) la organización cambió rotundamente. La explicación de este giro en la política interna continúa en discusión. Sin duda, procesos concurrentes en el sistem a de partidos y en la
El período siguiente (1948-1950) fue una coyuntura clave en la transformación de la estructura organizativa y, consecuentemente, en la articulación entre el nivel local y los supralocales del partido. El triunfo en las elecciones municipales de 1948 permitió que el peronismo controlara una de las canteras más importantes en materia de recursos, y como ya lo anticipáramos, la “cara” de gobierno del partido se consolidó rápidamente como un espacio transformador de la dinámica interna aún si las posiciones de fuerza en el CD estuvieron más equilibradas que lo que la voluntad ejecutiva del peronismo requería. Por otro lado, al m ultiplicarse las relaciones con la sociedad, el número de actores de la arena política también fue en aumento. Las unidades básicas, las agrupaciones políticas y gremiales peronistas, la Junta de Intervención, las redes personales, las agrupaciones femeninas y las juntas vecinales fueron actores que, tanto si se lo propusieran como si no, contribuyeron a cristalizar un polo local con diversas funciones e intereses en pugna. Por su parte, el Consejo Provincial del partido
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Las listas de candidatos para las elecciones municipales surgieron de congresos partidarios en enero de 1948 y en enero de 1950; mientras que para las elecciones de 1951 y 1954 fueron anunciadas por el CSPP (octubre de 1951 y febrero de 1954).
AELO, O.: “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires...”; y “Formación y crisis de una elite dirigente...”. 55
Ver MARCILESE, J.: “Conflictos, prácticas políticas...”
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organización interna del Partido Peronista deben ser mencionados aquí para poder relacionar el foco local y los macroniveles de actividad política. En primer lugar, la reforma constitucional, la serie ininterrumpida de victorias electorales, las modificaciones a las leyes electorales nacional y provincial (abandonando la representación proporcional; lo que en la escena com unal significó que en 1951 los Concejos De liberantes pasaran a ser dominios del partido ganador), y un clima de época signado por una alta polarización entre peronistas y opositores, sin duda alteraron las funciones del partido político. Es probable que el encuadramiento reclamado insistentemente por los poderes centrales del Partido Peronista se haya transformado en una meta inmediata a principios de 1950, en función de las fricciones con la oposición pero también en relación con la lógica estatal, que en la provincia de Buenos Aires, había derivado en intervenciones, incluso en casos que, como el de Mar del Plata, desalojaba gobiernos peronistas. La “unidad” partidaria puede haberse convertido, de ese modo, en un imperativo capaz de justificar el trastrocamiento de las reglas de juego internas. Y aunque éstas no pueden explicarse exclusivamente por las trasformaciones del sistema de partidos, la “retirada” de septiembre de 1955 (retorno a la representación proporcional, elecciones internas para autoridades y candidatos, levantamiento de algunas sanciones disciplinarias y reempadronamiento56 ) bien puede ser otro proceso a considerar, junto con el de 1950-1951, a la hora de evaluar la incidencia de acontecimientos externos al partido. Otras hipótesis tienden a explicar esto o bien por cambios en la coalición dominante del partido57 , o bien para el caso de la provincia de Bu enos Aires, por el recam bio de personal político a partir de la “caída” de Domingo Mercante58 .
potencia, parte de la serie de años impares de elecciones internas), reveló su carácter sistemático. Tal como lo expresó A. Teisaire en 1953, la provincia de Buenos Aires era una de las pocas en las que los afiliados al partido no habían elegido autoridades de forma directa. De acuerdo a La Capital 59 , Teisaire dio a conocer cifras de afiliados e instituciones del partido e informó sobre los pormenores de la coyuntura: de los 4.398.526 de electores del padrón nacional, 2.247.536 eran afiliados al peronismo (800.350 en la provincia de Buenos Aires). A los efectos de adoctrinar a ese número de afiliados se conformaron 4.208 organismos, integrados por 158.066 dirigentes, “surgidos del voto directo de los afiliados”60 . El total de unidades básicas en todo el país era de 3.168 (402 en Cór doba, 394 en Santa Fe, 271 en Capital Federal, y 465 en Buenos Aires aunque estas no estaban designadas por elecciones internas). Asimismo, 768 Ateneos Peronistas conformaban la red de la Escuela Superior Peronista en todo el territorio nacional. La noticia hacía referencia, además, a un aspecto vinculado a la afiliación: se consideraban los antecedentes políticos de cada afiliado a partir de abril de 1947 . Este dato es doblemente importante: por un lado, reclamaba la fecha de fundación del Partido Peronista tres meses después de su nominación, y excluía un período en el que, en el caso de la provincia de Buenos Aires, incluyó candidaturas a cargos partidarios y públicos, aunque sobre el final ambas instancias electorales se cancelaron. Pero, por otro lado, el recurso a los currícula de los afiliados era funcional al tipo de organización que comenzó a plasmarse en ese período: al ser interrogado por la posibilidad de que los afiliados eligiera en forma directa a los candidatos a cargos públicos, Teisaire respondió:
Las modificaciones más importantes que impactaron en el PP local fueron dos: por un lado el proceso de selección de candidatos prescindía de convenciones o congresos en los que las listas fueran convalidadas (esto sucedió en 1951 y más nítidamente en 1954). En 1951 esto significó un revés a la organización local que mantenía sus elementos dinámicos (ver mapa 3). Sin embargo, años más tarde, lo que para los contemporáneos bien pudo haber sido interpretado como medidas transitorias (1951 fue, en
No es prudente la elección directa, siendo más eficaz la selección de propuestas de los organismos partidarios. Hasta el propio afiliado puede proponerse, como ha ocurrido muchas veces. Luego, se ve si realmente existen antecedentes como para justificar la designación. La depuración es método muy bueno.61
59 56
Medidas anunciadas por Alejandro Leloir los primeros días de septiembre de 1955. Con respecto al último reempadronamiento del período, las consignas sostenían que a partir del 5 de septiembre, y por 30 días, los afiliados debían concurrir a su unidad básica respectiva y reinscribirse –debía tomarse nota de su antigüedad como afiliado. La reforma de la Carta Orgánica quedó supeditada a esta primer paso. LC, 03/09/1955. 57
MACKINNON, M.: Los años formativos del Partido Peronista..., Capítulo VI.
58
AELO, O.: “Formación y crisis de una elite dirigente...”
LC, 18/11/1953, y Democracia , 18/11/1953.
60
Teisaire da por sentado en la nota que sólo en pocas provincias no se realizaron elecciones internas (Santa Cruz, Tierra del Fuego previstas para el 29 de diciembre, y Buenos Aires). En 1953, La Capital informó sobre la segunda ronda de elecciones internas en Capital Federal (divida en 29 circunscripciones), en la que se eligieron 5 secretarios para cada una de las 265 unidades básicas del distrito (administrativo, organización, información, disciplina y finanzas). En la primera ronda (25 de noviembre) se habrían elegido 8 secretarios; LC, 07/12/1953. 61
LC, 18/11/1953.
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No podemos afirmar cuáles fueron los mecanismos del “m étodo”, pero Teisaire sostuvo que, para elegir el ca ndidato a diputado por la sección electoral, “cada consejo elevará una terna, que luego se rá analizada en última instancia por el Consejo Superior”62 . Una hipótesis provisoria debería considerar esta última cita, de la máxima figura partidaria hacia 1953, con una importancia relativa en lo que respecta a candidaturas de orden provincial o nacional –debido a que el conocimiento de las carreras políticas de los potenciales candidatos es mucho más “visible” para los contemporáneos que para nosotros–, pero con una importancia sustancialmente mayor para las candidaturas de nivel local, sobre las que sí podrían tener incidencia los legajos personales. Finalmente, asumiendo que la nueva organización del nivel local hizo posible la relación entre las unidades básicas y un territorio delimitado, es posible sugerir como segunda hipótesis, una que suponga un mayor grado de eficacia en la estructura partidaria para con su ambiente. En este sentido, las funciones de control (“cuidar” las conquistas peronistas63 ) y pr ose liti sm o so bre la s ocie dad civi l so n m ás p rec isas y re gul adas .
del territorio local64 . El intento de reorganización, a costa de “licuar” el poder de movilización y la m ultiplicidad de actividades propias de las básicas hasta ese momento65 , logró disminuir la incertidumbre en materia de empadronamientos, dado que la afiliación debía realizarse de acue rdo al domicilio del interesado/a. El “éxito” de esta medida puede leerse en los permanentes avisos públicos de las distintas unidades básicas sobre la llegada de partidas de libretas de afiliación (carnet que comenzó, por entonces, a tener la importancia que la leyenda negra del peronismo le atribuye). Por otro lado, tanto la estructura de las comisiones directivas de las básicas y el Consejo Local, cuanto las funciones asignadas a dichas instituciones acentuaron la distancia entre este período y los previos. A partir de 1953 dejan de existir las comisiones directivas piramidales (presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, vocales), dando paso a un consejo de secretarías (administrativa, organización, disciplina, información y finanzas), las que actuaban de forma paralela: las reuniones eras convocadas por una secretaría del Consejo Local, a las que debían concurrir sólo aquellos con la misma función en las unidades básicas. Asimismo, las actividades a las que se abocaron las nuevas autoridades fueron casi exclusivamente dos: adoctrinamiento y “vigilancia”. Desde 1952 en adelante, el lugar privilegiado en la prensa que el PP local supo ocupar con comunicados, solicitadas, advertencias, e innumerables actos, pasó a enumerar u na prolongada agenda de conferencias sobre temas como el segundo plan quinquenal o comentarios al libro de Evita. Y la militancia se limitó, brevemente, a conformar las llamadas “brigadas peronistas” contra el agio (las integraban los hombres asignados a los consejos de las unidades básicas, y se constituyeron como una suerte de informantes de la policía económica). En su mayoría, el elenco político de este período son hombres “nuevos”, sin participación “visible” en los períodos previos. En 1954, nuevas directivas fortalecieron la organización planificada el año anterior: en lugar de 12 básicas, el distrito pasó a tener sólo 4, ya para
En la provincia tanto el Consejo Provincial como los consejos locales estaban intervenidos (incluso algunas unidades básicas). Si ésa fuese la única particularidad del período, la dinámica del PP local no se habría m odificado: Mar del Plata tuvo, entre 1947 y 1955, solamente una Junta de O rganización elegida por los afiliados (1947), y su desem peño fue breve y poco efectivo. Los cambios, sin embargo, al diseñar un nuevo mapa de unidades básicas para cada distrito bonaerense, alteraban la ecuación entre “problemas/ oportunidades”, corroían el espacio hasta ese momento posicionalmente flexible de las básicas . En el caso ma rplatense eso significó la desaparición de todas las básicas existentes, y la inauguración de 12 oficiales que se distribuían toda la ciudad (ver mapa 4). Ya no sólo no era posible fundar nuevas básicas, sino que, además, las sub-unidades perdían su potencial de reclutamiento por afinidades, y pasaban a administrar una porción delimitada
62
Otra referencia en LC, 08/02/1954.
63
Los discursos de campaña de los distintos candidatos peronistas a intendente indican en alguna medida el carácter excluyente de las prácticas políticas hacia fines d el período investigado. Un ejemplo d e esto fueron las expresiones de José Antonio Cavallo, intendente electo en las elecciones de 1954, no advertidas en nuestro relevamiento para el escenario de 1948 o 1950: “He pensado que antes de constituirme en intendente de General Pueyrredón, tengo una labor previa que realizar. [...] Me convertiré, si me permiten la figura, en un auténtico apóstol del peronismo [...] y sostener a todo viento, y en cualquier cita, aquella verdad tan hermosa de nuestro jefe, que ha dicho que «para un peronista nada hay mejor que otro peronista»”; LC, 04/03/1954.
64 65
LC, 31/05/1953, entre otras referencias.
Hay que señalar que algunas de las unidades básicas designadas no poseyeron sede física sino hasta unos pocos m eses antes de las elecciones de 1954. Para ese entonces algunas de estas básicas sólo pudieron inscribirse como “locales” dependientes de unidades básicas autorizadas, debido a los cambios organizativos.
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entonces trazadas sobre el m apa de los circuitos electorales (ver mapa 5). La ciudad y los barrios, finalmente, se difuminaron66 .
Mercante), y explotando cada coyuntura (consideradas todas decisivas) a partir del escaso “control de la incertidumbre”68 que las agencias supralocales pudieron ejercer, en especial durante el primer lustro del período que nos ocupa. Utilizamos la ecuación “problemas/oportunidades” para rem arcar que dichos actores consideraban necesarias tanto la “unidad” del partido, como la viabilidad de sus demandas específicas. Y debido a ello –y no a su naturaleza “autónoma” o, desde otra perspectiva, “inexperta”– acataron las directivas superiores, toda vez que intentaban resolver los conflictos internos. El denominado problema de la “democracia interna”69 debe ser contemplado desde esta perspectiva: las herramientas que el sistema político tradicional brindaba para la organización interna no fueron sino parte del bagaje procedimental del PP, y como tales tam bién estuvieron sujetas a revisión por parte de los grupos que se dese nvolvieron fundamentalmente en el espacio lo ca l70 . El enfoque que sostenemos en este artículo tiene como premisa fundamental no extrapolar los resultados de la investigación, ni presuponer uniformidad allí donde una serie de investigaciones previas ha entrevisto una alta diversidad regional. Sin embargo, debido a que no existe amplia difusión de estudios sobre los partidos a nivel local, la especificidad de la perspectiva aún debe ser discutida. Así, creemos que la periodización ensayada contempla no sólo los cambios en el diseño del Partido Peronista nacional y provincial, a partir de las modificaciones impuestas al espacio local, sino
Conclusión
En uno de sus artículos, S. Levitsky subraya el carácter informal del Partido Peronista: Rather then employ Panebianco's distinction between 'mass-bureaucratic' and 'electoral-professional' parties, then, it is perhaps more accurate to describe the PJ as an informal mass party. It is a mass party in that it maintains a powerful base-level infrastructure, extensive linkages to wor kin g and low er clas s soc iet y, and a larg e me mb ers hip and activist base. It is informal in that Peronist sub-units organise themselves, lack a standard organisational structure, and are generally not integrated into (or subject to the discipline of) the party's central bureaucracy.67 Hemos intentado hacer hincapié, precisamente, en los espacios de informalidad institucional como resultado de la interacción entre los diversos actores locales vinculados al peronismo (partidaria o extrapartidamente), y en ese sentido acordamos con lo expuesto por Levistky. Sin embargo, hay que señalar que, para algunos actores en general y para los grupos intrapartidarios en particular, la falta de integración o de sujeción disciplinaria a la burocracia central del partido, fueron efectos del juego político antes que posiciones ideológicas que guiaron su intervención en la arena política. En su mayoría, las líneas internas partidarias (más o menos definidas) y los dirigentes políticos al trazar sus estrategias personales, concibieron su relación con el partido y con e l ambiente bajo el tinglado carismático (Perón, Evita,
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LC, 02/10/1954. Una hipótesis a considerar podría sugerirnos vías informales de participación política, desplazamientos en los ámbitos de interacción. Sin embargo, a través de las fuentes periodísticas consultadas no podemos evaluarla. No nos es posible rastrear las distintas líneas partidarias, sin embargo, no podemos afirmar que hacia fines del período ya no existieran diferencias internas: gracias al mismo comunicado que dio a conocer los cambios organizativos a los que hacemos referencia, nos enteramos que las básicas 11 y 12 estaban intervenidas… 67
LEVITSKY, S.: “An « Organised Disorganisation»...” El artículo está centrado en el período posterior a 1955, pero hace una breve referencia al decenio del que nos ocupamos.
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La idea es de Panebianco. MacKinnon ha realizado un excelente estudio del período 19461950, concibiendo una tensión entre el “polo carismático” y el “polo democrático” en el PP. Sin embargo, en la escala local, el problema de la “unidad” y los derivados de las formas de selección de candidatos son centrales, y como tales no encajan en ninguno de esos polos: los trascienden. Aún si en efecto, luego de 1950, el centralismo del PP resulta evidente, las modalidades institucionales “democráticas” no dejaron de ser evaluadas por los actores. La pasividad del último período, contrastante con la vitalidad del primero, debe analizarse menos como resultado de su inexistencia, y más como efecto del rol qu e el PP bonaerense concibió para el espacio local, y las cara cterís ticas que prete ndió –y en gran med ida l ogró —im pone rle. 69
Dicha noción presupone que los mismos procedimientos de sistemas políticos democráticos pueden ser una versión micro, igual de finalista, aplicable a la organización partidaria (aún si el relevamiento empírico no indica dicha correlación). En su lugar, hem os preferido utilizar el término “selección de candidatos”. Ver RAHAT, Gideon y HAZAN, Reuven Y.: “Candidate Selection Methods. An Analytical Framework” en Party Politics , vol. 7, núm. 3, 2001, pp. 297322. 70
Un ejemplo de lo que sugerimos puede leerse en las múltiples fracturas del forjismo, previas a las internas de 1947. Sus procedimientos de selección de candidatos fueron mucho más “democráticos” (así lo sostuvieron, apoyados en una tradición previa al peronismo) que el resto de los otros grupos: dos delegados por centro cívico para una asamblea donde se elegían los candidatos por voto nominal; sin embargo, ninguna de las líneas a partir de allí disidentes consideró legítima la elección de los “hombres de Capelli”. (El argumento del “peronista de la primera hora” sirvió, de todos modos, tanto a los que permanecieron como a los cismáticos.)
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Quiroga – El partido peronista en Mar del Plata...
también la autonomía y funcionalidad relativa del peronismo marplatense, y su s m árge nes borr osos en c uan to a l a div ers idad de a ctor es q ue i nte rvin ieron en su configuración. El proceso de centralización y la “debilidad” del PP local, desde nuestro punto de vista, obedece menos a características ahistóricas del Partido Peronista, que a variaciones temporales en el espacio provincial de las tensiones entre la integración vertical y la integración horizontal , truncadas en su desarrollo histórico por el golpe militar de 1955.
Mapas 1, 2, 3, 4, y 5 : Representación no escalar de la distribución de las unidades básicas en Mar del Plata. 1946, 1949, 1951, 1953 y 1954.71
Mapa 1
Referencias: “A” = calle Los Andes; “B” = calle Luro; “C”= Calle Juan B. Jus to; x = Uni dad Bás ica.
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La zona grisada en los m apas define, de forma aproximada, la mancha urbana (territorio de la ciudad ocupado). Se incluyen en estos gráficos aquellas sedes con dom icilio y aquellas que hacen referencia a un barrio de la ciudad en su nombre. Cuando dos o más sedes remiten a un mismo barrio y ninguna posee domicilio hemos preferido sólo incluir una de ellas. Por otro lado, no incluimos los denominados “locales” debido a que aquellos de los que tenemos datos sólo tienen vigencia en tiempos electorales, y tal vez fueron domicilios particulares de consulta . Las dificultades para obtener inmu ebles propios o alquilarlos discute seriamente la inauguración de decenas de locales al unísono –anunciada por algunas de las líneas internas. Lamentablemente, la opción por su exclusión no considera que algunos de dichos locales (los m enos) tuvieron como referentes principales a reconocidos dirigentes.
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Mapas 2 y 3
Mapas 4 y 5
Referencias: “A” = calle Los Andes; “B” = calle Luro; “C”= Calle Juan B. Jus to; x = Uni dad Bás ica ; o = Agr upa ción , Pe ña o Sec ret aría .
Referencias: “A” = calle Los Andes; “B” = calle Luro; “C”= Calle Juan B. Jus to; 1, 2 , 3, 4.. etc .: = áre as asig nada s a cada unid ad b ásic a.
Génesis y consolidación del Partido Peronista en Tandil (1946-1955)
Valeria Bruschi Paola Gallo
Val eria Bru sch i y Paol a G allo son mie mb ros del Prog ram a " Act ore s e Idea s en la Argentina contemporánea", IEHS-UNCPBA.
Bruschi - Gallo – Génesis y consolidación del Partido Peronista en Tandil... Introducción
M
ucho se ha escrito acerca del hiato que significó el peronismo en la historia política nacional, respecto de las prácticas y los actores que hicieron irrupción en la escena pública y de las características que asumiría este fenómeno. Si el tema de los orígenes del peronismo ha dado lugar a una vasta historiografía, de un tiempo reciente a esta parte ha ocupado un lugar creciente el análisis de su organización en tanto partido político1 . Desde las aproximaciones tradicionales, el partido peronista suele ser vist o e n té rmi nos de a gen cia bur ocrá tica des tac ando el p ape l de l m ism o en tanto instrumento de cooptación sujeto a las directivas de un liderazgo indiscutido como sería el del Gral. Perón. Tales visiones suelen preguntarse sobre la posibilidad de hablar de la existencia de un partido político peronista. Los estudios de Aelo y Quiroga discuten la pertinencia de generalizar esta versión a la experiencia de la provincia de Buenos Aires en general, y de los distritos que la componen en particular2 . Los análisis de estos autores demostrarían la existencia, en tanto partido, del peronismo bonaerense y nos remiten a las peculiaridades de los casos locales a efectos de dilucidar el cuándo y el cómo de la construcción de esta organización política. Así, Quiroga destaca, para el caso de Mar del Plata, la conformación de un partido político peronista con cierto grado de autonomía respecto del supuesto modelo nacional. Este trabajo pretende indagar sobre el surgimiento del partido peronista en la ciudad de Tandil y su conformación entre los años 1946 y 1955. Toma como punto de partida el estudio realizado por Julio Melon, Sandra Gayol y Mabel Roig –“Peronismo en Tandil: ¿perpetuación conservadora, desprendimiento radical o génesis sindical? 1943-1948” –, recuperando sus interrogantes y haciéndolos extensivos a todo el primer peronismo3 .
1
Ver en ese aspecto: LUNA, Félix: Perón y su tiempo , Sudamericana, Buenos Aires, 1984; MACKINNON, Moira: Los años formativos del partido Peronista (1946-1950) , Instituto Di Tella Siglo XXI, 2002; TCACH, César: Sabattinismo y Peronismo. Partidos políticos en Córdoba, 1943- 1955 , Sudamericana, Buenos Aires, 1991. 2 3
Ver los trabajos de Oscar AELO y Nicolás QUIROGA en este libro.
MELON , Julio C.; GAYOL, Sandra V. y ROIG, Mabel N.: “Peronismo en Tandil: ¿perpetuación conservadora, desprendimiento radical o génesis sindical? 1943-1948”, Anuario IEHS, Núm . 3, Tan dil, 1 988.
En el mismo, los autores plantean la e xcepcionalidad de los orígenes del peronismo en Tandil. La misma radicaría en un claro predominio ‘renovador’ que, asentado en la figura de un caudillo radical, le aseguró al naciente peronismo los primeros éxitos en las contiendas electorales. En lo que ellos distinguen como una primera etapa (1946-1949), se habrían acuñado las características esenciales de la nu eva opción política: de la mano de “caudillos” renovadores se habrían puesto en práctica habituales modalidades de acumulación de capital social y electoral. Esta etapa –que culminaría con la desaparición de esta figura, en 1948, y la crisis de suc esión que la misma habría causado dentro de su grupo–, fue sucedida por una segunda, caracterizada por el ascenso del sector “laborista”; ascenso que habría contado con el apoyo del “ahora consolidado y u nificado movimiento obrero”, dando lugar así, a la e stabilidad organizativa del partido y al mayor protagonismo de actores recientemente incorporados a la escena política. Partiendo de las sugerencias qu e plantea el mencionado trabajo, y a la luz de las nuevas perspectivas de análisis, nos proponemos ampliar la mirada acerca de los orígenes del peronismo en Tandil tratando de responder a los siguientes interrogantes: ¿en qué medida puede hablarse de la excepcionalidad de los orígenes del peronismo en Tandil?; y en relación con esto, ¿de que forma se vincula esta ‘excepcionalidad’ con la conformación y organización del Partido Peronista local? Nos centraremos, así, en el análisis de las características que asumen estos procesos, el rol desempeñado en ellos por la U CR-JR y el movimiento obrero y en las prácticas políticas que a las que habrían dado lugar. De todas maneras, y más allá de las especificidades, estos procesos no pueden aislarse de los fenómenos que se desarrollaban en los planos provincial y nacional, planos en los cuales tam bién se procuraba organizar, en tanto partido político al movimiento encabezado por el Gral. Perón. Para lo cual es menester indagar respecto de la articulación entre las distintas instancias organizativas. Guía este trabajo la hipótesis de que en la construcción y consolidación del partido peronista tandilense no habrían desempeñado un papel obstaculizador las tensiones producidas por la desaparición de su primer referente, el caudillo renovador Juan Adolfo Figueroa. Por el contrario, la temprana desaparición de esta figura habría dado lugar a un proceso de acercamientos, negociaciones y complementariedades entre las diferentes líneas internas. Proceso que, creemos, contribuyó fuertemente a la consolidación del partido como opción electoral en el plano local. En un proceso terciado por diversas dificultades y tensiones que nunca dejaron de manifestarse, éstas recién llevarían a un punto de inflexión
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hacia el año 1951; mome nto en el cual los acontecimientos a nivel provincial y na cion al s e de jaron sen tir de form a in elu dibl e e n e l ám bito loca l.
encontraban nucleados en la Unión O brera Local, que, de preponderancia comunista y sindicalista, habría optado por una cautelosa oposición frente al naciente peronismo, al menos claramente definida hasta fines de 1947, momento a partir del cual es posible ver los inicios de un proceso de acercamiento e integración.6
Los orígenes del peronismo y la conform ación del partido peronista en Tan dil
Hacia mediados de la década de 1940 la ciudad de Tandil experimentaba una fase de crecimiento poblacional y urbanización, producto de la intensificación del proceso de industrialización y de la llegada de m igrantes tanto de su zona rural com o de ciudades y pueblos aledaños al partido. Este aumento poblacional no sólo significó el incremento porcentual de los sectores trabajadores sino también el de las clases medias, reflejado en un auge de la actividad comercial4 . En este contexto, el peronismo se constituyó e n una ciudad que no parecía tener espacio para él. Este reducido espacio era consecuencia de la marcada oposición que durante los primeros años ejercerían los partidos tradicionales, la prensa y el movimiento obrero. Los partidos tradicionales no demorarían en definir al movimiento político encabezado por el general Perón como una versión autóctona del fascismo europeo, visión compartida por la prensa local. Prensa que se consideraba a sí misma com o portavoz de la clase media, y sería opositora al peronismo hasta el golpe de Estado de septiembre de 19555 . Mientras tanto, gran parte de los gremios locales se 4 Ver al respecto los siguientes trabajos. AMADASI, Enrique: Estructura y dinámica de la población, evolución económica y empleo en el partido de Tandil , Colección Estudios Regionales, Tand il, UNC PBA , 19 81. DICO SIM O, Dani el: “Lide razg o s indic al y cond icio nes de t raba jo en la industria metalúrgica argentina durante la ‘Revolución Libertadora’ en BIANCHI, Susana y SPINELLI, Estela (comp.) Actores, ideas y proyectos políticos en la Argentina contemporánea, Tand il, IEHS, 1997, pp. 99-121. MONDRAGON, Silvina: Una discusión en torno a la modernidad. Diarios y lectores de Tandil en los años ’60 , Tesis de Licenciatura, FCH, UNCPBA, julio de 2003.
Si bien los estudios primigenios respecto del peronismo señalan la abrumadora preeminencia del laborismo en tanto condensador del electorado, en contraposición al muy deslucido papel que habrían jugado las otras fuerzas que contribuyeron a su ascenso y consolidación, en los orígenes del peronismo en Tandil esa relación se invertía, manifestándose una clara supremacía del aporte del radicalismo renovador representado en los liderazgos de Juan A. Figueroa y Gustavo Villaverde en desmedro de la vert ien te labo rist a lo cal. Si bien la conformación de las distintas listas nos permite identificar la diversidad de las posiciones y las candidaturas en pugna y discernir las diferentes alternativas en la búsqueda por consolidar las respectivas posiciones en los sucesivos comicios –generales e internos– dista de permitirnos argüir generalizaciones respecto del posicionamiento político sostenido por estos hombres y/o grupos antes de 1943. La pronta definición en tanto “laboristas” o “renovadores” no es contradictoria per se con que los “nuevos” referentes peronistas tuvieran una previa participación política, ya fuera en el campo del radicalismo como del conservadurismo. En este aspecto, es evidente la necesidad de contar con un mayor número de análisis locales y/o regionales acerca de los orígenes del peronismo –bien se podrían indagar las bases sociales y políticas del Laborismo en las ciudades del interior de la Provincia de Buenos Aires–, ya que nos permitiría ampliar la mirada y ponderar la “excepcionalidad” del caso tandilense. Al menos esto es lo que parece elucidarse de los estudios preliminares realizados al respecto en el Partido de San Carlos de Bolívar
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Para el período que nos ocupa, el cam po periodístico de la ciudad encontraba sus principales exponentes en los siguientes medios: los diarios Nueva Era y El Eco de Tandil y el Semanario La Revista. El vespertino Nueva Era –fundado en 1908 por José Antonio Cabral, dirigente distinguido del radicalismo local y masón reconocido–, si bien había nacido como diario faccioso, para la década del cuarenta había incorporado intelectuales extrapartidarios, entre ellos representantes reconocidos de la izquierda intelectual del momento. El matutino El Eco de Tandil , fundado en 1882, hacia los años cuarenta era dirigido por Juan Manuel Calvo, también de extracción radical. Aunque colocado más a la izquierda en el espectro político que Nueva Era , el Eco de Tandil era continuador de la tradición periodística inaugurada por el primero. Ambos medios se definían a sí mismos como defensores y formadores en los valores democráticos. La Revista , voz del catolicismo local –fundada en 1923– era dirigida por el cura párroco Luis J. Actis, desde 1943. Según Ricardo Passolini, puede señalarse la existencia de un ‘pedagogismo social’ en esta prensa. Pedagogismo que, para el caso de los dos primeros medios, estaba sustentado en la noción de ‘educar al soberano’, mientras que para el último, estaríamos hablando de un pedagogismo de (continúa...)
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(...continuacion) otro tipo: aquel que tiende a asegurar la dependencia y la obediencia a través de una permanente sanción moral sobre la vida de la comunidad, y sobre los mínimos actos de sus miembros. Esta breve reseña de los medios periodísticos de la época no puede obviar la presencia d e la prensa peronista, representada en las páginas de Tribuna (medio sobre el cual no se han podido encontrar ejemplares para poder realizar estudios sobre el mismo). 6
En este sentido, creemos que sería necesario revisar la idea de que el m ovimiento obrero local mantuvo una fuerte oposición al peronismo hasta 1949. Idea que es planteada en trabajos como los de LIONETTI, Lucía: “La apropiación del espacio simbólico: los rituales públicos peronistas en Tandil (1946-1955)” en BIANCHI, Susana y SPINELLI, Estela (comp.) Actores, ideas y proyectos políticos..., pp. 179-214 y MELON, Julio; GAYOL, Sandra y ROIG, Mabel: Peronismo en Tandil..., p. 328.
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(pcia. de Buenos Aires). Los mismos revelan que el núcleo primigenio del peronismo en dicha localidad, estaba constituido por desprendimientos de la UCR y del conservadurismo local, quienes ya habían desempeñando cargos públicos como representantes de sus respectivas agrupaciones políticas.7 Pareciera ser que en este caso, el laborismo tampoco cumplió un papel preponderante en la constitución del peronismo. Ahora bien, que el caso tandilense no constituyera la ‘única excepción’ –en relación a que el núcleo motorizador no era laborista– no supone negar las características distintivas del origen del peronismo en Ta ndi l. Du rant e los prim ero s años , el pero nism o giró en tor no al est ilo personalista y fuertemente clientelista de Juan A. Figueroa. Figura central de la tradicional sociedad tandilense8 , su militancia en el partido radical no le habría impedido mantener contactos personales con Perón, incluso antes de que éste asumiera la presidencia. Una vez convocadas las elecciones presidenciales de 1946, Figueroa se convirtió en el referente local del peronismo al asegurarle al mismo sus bases sociales de sustentación. Situación de hegemonía convalidada con su designación como Comisionado en agosto de ese mismo año. Al frente de la comisionatura, Figueroa inició una gestión que mostraba en la administración de algunos sectores municipales su especial acento personalista, tal es el caso del Corralón Municipal que, en manos de Gustavo Villaverde –su segundo y mano derecha– cobró relevancia como ejemplo del tipo de estructura de poder y de relaciones que entablaba con sus adherentes; y también el de la jefatura de la subdelegación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cargo de Edmundo Carbone, tercero en la línea de sucesión. La continuidad entre el manejo de la estructura de poder municipal y la jefatura de las delegaciones nacionales y provinciales evidencian que la instrumentalización del aparato estatal comunal en m anos del figueroísmo fue uno de los elementos centrales que coadyuvarían a la consolidación del partido peronista.
La prensa local permite hacernos un panorama de las tensiones que trasvasaban al peronismo tandilense. En las elecciones internas de 19479 , destinadas a elegir las auoridades partidarias locales y los delegados al Congreso del partido, se presentaron tres listas de candidatos: la primera encabezada por el ya mencionado Figueroa, y otras dos listas que mue stran en su división los efectos de la disolución de las fuerzas políticas que habían llevado al triunfo de Perón en las elecciones presidenciales de 1946. Una de ellas avalada por quien habría sido el primer representante del laborismo en Tan dil –el abo gado Enri que Pizzo rno– que llev aba com o cand idat o a intendente a Agustín Juan Sívori y la otra –autodefinida como laborista– que postulaba para el cargo principal a Catalino Luque. En este contexto se delinean más clarame nte las grandes vertientes que nutrirán el peronismo local: por un lado, el autodenominado sector renovador10 , triunfante en las mencionadas elecciones; y por el otro, el sector pizzornista, que tenía a su referente máximo ocupando una banca en la legislatura provincial desde 1946. La gestión de Figueroa como Com isionado Municipal duró casi un año, debido a que problemas de salud lo obligaron a renunciar, sucediéndole una serie de hombres de su confianza11 hasta la asunción el 1º de mayo de 1948 del primer intendente peronista de T andil, el Dr. Proto Torres Ordoñez, cuya candidatura habría sido proclamada tras el fallecimiento del caudillo y refrendada en las elecciones del 14 de marzo del mismo año12 . De este modo, el éxito del estilo personalista de Figueroa quedó reflejado, no solo en los resultados que arrojaron las elecciones (tanto internas com o generales), sino también en la resolución del conflicto al que habría dado lugar –dentro de su misma línea– el ‘vacío’ de poder generado tras su muerte. La crisis por la que atraviesa el ‘partido’, tras la enfermedad y posterior muerte de Figueroa manifiesta, por una parte, la importancia de los
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Acerca de las características de estas elecciones en particular, y de las mecanismos de participación en general puede verse: AELO, Oscar H. y QUIROGA, Nicolás: “Modelos en conflicto. Estatutos y prácticas partidarias en el peronismo bonaerense, 1947-1955”, III Jornadas Nacionales Espacio, Memoria e Identidad, UNR, septiembre de 2004 10
Nueva Era, 19 de septiembre de 1947, p.2. Referencias a dicha caracterización también han sido relevadas por PEREZ, Daniel en “Los hombres de Perón en Tandil”, Tiempos Tandilenses, año VIII, N°100, p. 6. 11
7
Ver BRUSCH I, Valeria y GALLO, Paola: “Los orígenes del peronismo en B olívar (1943-1948), I Encuentro de Tesistas FCH, UNCPBA, Tandil, 1998. 8
Nieto del Cnel. Benito Machado, Juan Adolfo Figueroa se radicó en Tandil después de concluir sus estudios secundarios en Buenos Aires, ciudad en la qu e había nacido en 1896.
Quienes continuaron al frente de la Municipalidad fueron sucesivamente Juan López Aranguren –designado por el gobierno provincial durante el período de elecciones internas-, Lauro Viana –quien se habría desempeñado como secretario de la comuna- y Luis Collino, del que carecemos de referencias respecto de su inserción en el campo de la política. 12
PEREZ, Daniel, “Los hom bres de Perón en Tandil...”, p. 6.
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vínc ulo s pers onal es en e l pero nism o prim igen io y, por ot ra, la la bilid ad de lo s acuerdos entre los distintos sectores del mismo. La desaparición del caudillo provocó un cisma dentro de su línea. A la hora de establecer quien sería su sucesor en la Comisionatura, la disputa entre Carbone y Villaverde se resolvió con el interinato de este último al frente de la misma. El desplazamiento de Carbone y los fuertes contactos del ahora también diputado provincial Gustavo Villaverde13 con el gobierno de la provincia14 , se vieron reflejados en la designación del ya mencionado Tor res Ord oñe z (p rim ero en la l ista de conc ejal es por la list a ‘ ren ovad ora’ ) como candidato a intendente. Sin embargo, las diferencias dentro de esta línea no culminaron. En las elecciones internas (para cargos partidarios) de 194915 el sector figueroísta se presenta por separado, ya que mientras una de las listas es encabezada por el intendente Proto Torres Ordoñez, una segunda lista estará representada por la dupla Villaverde-Serrano; este último era dirigente de la Unión Ferroviaria y había integrado la lista triunfante en los anteriores comicios internos del partido peronista, siendo electo en 1948 como concejal en primer término ocupando la presidencia del Concejo Deliberante. Los resultados que arrojaron estas elecciones pueden verse en el siguiente cu adro:
El triunfo de Villaverde–Serrano en los com icios internos, termina provocando la renuncia del intendente16 . El enfrentamiento entre los adherentes al intendente y qu ienes respondían a Villaverde, tuvo su punto más álgido a mediados de 1949, cuando Torres O rdoñez plantea la necesidad de crear nuevas tasas para solventar los crecientes gastos del m unicipio. Ante esta iniciativa, los concejales de su propio partido no solo se oponen al proyecto, sino que se reú nen con distintas organizaciones sociales cuestionando la legitimidad del intendente y desautorizándolo públicamente.
Cuadro 1: Resultados de la elección interna de 1949 Lista Azul (Gustavo Villaverde) Blanca (Torres Ordoñez) Rosa (Pizzorno)
Votos 993 333 241
Fuente: Datos publicados en Nueva Era del 19 de diciembre de 1949.
Los detalles que llevaron a tal renuncia muestran la manera en que Vill ave rde fue cons olid ando su pos ición dent ro de la es tru ctu ra part idar ia. Esto es, no solo hay que tener en cue nta aquí su cargo de diputado provincial y sus con tact os con Me rca nte , sino tam bié n el clar o dom inio que ejer cía sobre las instancias estatales locales.17 Si el resultado de las elecciones muestra el amplio triunfo de Gustavo Vill ave rde , tam bién per mit e ind uci r la p osic ión d el s ect or pi zzorn ist a de ntro del peronismo. Según el análisis ya citado de Melon, Gayol y Roig, la renuncia de Tor res O rdoñ ez –y su re em plaz o por Sil veri o Serr ano– p ued e ser int erp ret ada como la crisis terminal del figueroísmo dentro del partido y, por lo tanto, una vari ació n de f uer zas e n su sen o. Es to e s, el asc ens o de l gre mia lism o, as cens o que vinculan a la gradual cooptación del mism o por parte del pizzornismo. Sin embargo, la idea de una crisis terminal del figueroísmo debe ser relativizada, si se tiene presente la aplastante derrota de la lista pizzornista en las elecciones internas de fines de 1949 –tal como lo reflejan los datos publicados más arriba– Dicha situación de debilidad era asumida por el propio Enrique Pizzorno, quien días después de publicadas las dos listas ‘figueroístas’ en la prensa, realiza una citación a los afiliados, a su unidad, para tratar la posición a asumir en las próximas elecciones18 . Respecto de este punto, cabe también preguntarse por la relación establecida por los autores entre crisis del figueroísmo, asce nso del gremialismo dentro del partido y su cooptación por el pizzornismo.
13 Nacido en Tandil a fines del siglo XIX, Villaverde militó en el radicalismo y, al igual que Figueroa, se escindió con la Junta Renovadora convirtiéndose –junto con este último- en u no de los primeros influyentes dirigentes del incipiente peronismo. En 1946 alcanza la banca de diputado provincial, ejerciéndola hasta 1950. PEREZ, Daniel, “Los hombres del peronismo...”, p. 6. 14
Nueva Era; 16 de octubre de 1 947; p. 3.
15 Destacadas en la prensa local por el alto grado d e movilización y participación de afiliados. Nueva Era, 19 de diciembre de 1949, p. 3.
16 Como dato llamativo y señal de lo extremo de los vínculos personales estrechados al interior del peronismo, en el diario Nueva Era del 22 de diciembre de 1949 se publica la noticia de que Villa verd e y T orre s Or doñ ez se hab rían r etad o a d uelo . 17
Una análisis provocador acerca del dinamismo partidario, de la trascendencia de las múltiples relaciones, tanto verticales como horizontales, y de la importancia del control del aparato municpal en el proceso de conformación y consolidación del partido peronista puede verse en el artículo de QUIROGA, N icolás en este libro. 18
Nueva Era; 15 de diciembre de 1949; p. 3.
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El análisis de las fuentes evidencia una clara y temprana relación entre los distintos referentes del ‘figueroísmo’ y el movimiento obrero local. Pensemos en la relación entre Villaverde y Serrano con los obreros municipales y ferroviarios y en el hecho de qu e la subdelegación local de la Secretaría de Trabajo y Previsión (STyP) estuvo, desde el principio, bajo la dirección de funcionarios y empleados municipales. Si bien es cierto que la STyP no tuvo demasiada trascendencia, no puede negarse la im portancia de sus funciones en tanto mediadora en los conflictos y cooptadora de adherentes dentro del sector trabajador19 .
conservadurismo, J. D. Buzón. Pizzorno construye su itinerario a partir de las fuertes relaciones establecidas a nivel provincial23 . En 1946 es electo diputado provincial hasta 1948 –ocupando la vicepresidencia de la Cámara– siendo posteriormente electo senador provincial en 1952; cargo que detentó hasta el golpe de 1955.
Son también significativas las continuas referencias al hecho de que los gremios acudían a la intervención y mediación del diputado Villaverde, quien, junto con Mercante, habrían desempeñado un papel fundamental en la conformación de la delegación local de la C.G.T. En noviembre de 1947 delegados de la Unión Obrera Local (UOL) se reúnen con Mercante20 . En 1948, en el acto del 1º de mayo organizado por dicha entidad hicieron uso de la palabra, por primera vez, delegados de la C.G.T. y cerró el acto el concejal Silverio Serrano A mediados de ese año, la prensa anuncia la posibilidad de que una delegación de la C.G.T. se instale en Tandil. Paralelamente, la UOL publica solicitadas agradeciendo las mediaciones de Serrano y Villaverde en sus gestiones ante el gobierno provincial.21 En septiembre se constituye en Tandil la regional de la C.G.T., previa disolución de la UOL.22 Aún así es innegable el ascenso del pizzornismo dentro del partido; lo que no resulta tan e vidente es cuándo se produce dicho ascenso y cuáles son sus bases de sustentación.
Aunque su irrupción en la escena partidaria local podría ser entendida en términos de un antagonismo con el grupo proveniente de la UCR-JR, a lo largo del período no encontramos evidencias de una postura claramente enfrentada al figueroísmo24 . Por el contrario, nos inclinamos a sostener que dicha relación se sustentó en la continua negociación y complementariedad de funciones y tareas en pos de asegurar el predominio del partido en el ámbito local. Si bien es cierto que el peronismo contó con un elemento fundamental de acumulación y movilización, como era la administración del aparato de estado municipal25 , el pizzornismo habría permitido una estabilidad ratificada en la organización y proliferación de unidades básicas y el des arr ollo de nue vos ámb itos de soc iabi lida d polí tica tale s com o los centros femeninos, culturales y estudiantiles26 a través de los cuales intentó ampliar las bases del peronismo local. Empero, no debemos olvidar que Pizzorno nunca detentó, a lo largo del período analizado, cargo electivo alguno en el plano local. Su trayectoria política se construye más bien en el plano provincial, y es a partir del ejercicio
1951- 1955: el afianzamiento del pizzornismo 23
Nacido en Tandil y radicado definitivamente en la ciudad hacia 1938 tras cursar sus est udios de abogacía en Europa, Enrique Pizzorno se presenta en la escena política como el re ferente local del Laborismo, no obstante sus vínc ulo s prof esi onal es con el líde r loca l y dipu tad o prov inci al por el 19
Lo planteado en este sentido, queda de m anifiesto no solo en la prensa local del período, sino también en la entrevista realizada a Daniel Pérez, 26 de agosto de 2005. 20
Nueva Era, 20 de noviembre de 1947; p. 3 .
21
Nueva Era, 12 de junio de 1948; p. 2.
22
Nueva Era, 15 de septiembre de 1948; p. 3.
Este h incapié en su trayectoria política provincial no supone desconocer los fuertes vínculos establecidos por Pizzorno en el ámbito urbano y rural en los inicios de su carrera política a nivel local, lo cual es destacado en la entrevista realizada a su hijo, Enrique Pizzorno, 24 de junio de 2004. 24
Más allá de la confrontación en las elecciones internas, las diferencias entre ambas líneas no alcanzaron el grado de dramatismo que, por ejemplo, hem os observado al interior de la línea figueroísta; máxime si consideramos que cuestiones como éstas no podrían haber pasado desapercibidas para una prensa claramente opositora. 25 Tal como lo deja ver el estudio de Lucía Lionetti sobre los 1° de mayo y los 17 de octubre, el Estado municipal habría tenido una ardua tarea en la reconstrucción y construcción de sentidos y en la ocu paci ón sim bóli ca del espa cio públ ico, logr ando volve rse hege món ico reci én hac ia 1949. 26
Como parte de estas nuevas estrategias, se suma la dirección del diario Tribuna por parte de Pizzorno, diario que se constituyó en el portavoz del partido. Cabe destacar que ha sido imposible rastrear ejemplares de dicha publicación.
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de los sucesivos cargos, que se constituye como referente del peronismo t an di le n se27 . La caída del gobernador Mercante –y el ascenso de V. Aloé– así como la intervención del Partido Peronista en la provincia de Buenos Aires en junio de 1951 es sucedida por su designación como “delegado interventor” del partido local; expresando no sólo un cam bio en la relación de fuerzas dentro del partido sino también en la m isma dinámica partidaria, la cual se tornaría más dependiente de las órdenes provinciales, aunque éstas, claro está, no pudieron ser ajenas a los posicionamientos y reposicionamientos locales: esto es, al desplazamiento de Villaverde y s u grupo. Ahora bien, aunque el pizzornismo supuso el su rgimiento de nuevos ámbitos de participación que coadyuvaron a la consolidación y el crecimiento del partido, no parece razonable realizar una afirmación semejante respecto del surgimiento de una nu eva elite dirigente. Del análisis de los nombres que integraron la lista del peronismo para la contienda electoral de 1951, surge que el 50% de los candidatos ya habían detentado cargos electorales. Bastan como ejemplos los casos de: Anacleto Ijurco, quien habría iniciado su carrera en las filas del laborismo, pasando luego por la línea figueroísta de Torres Ordoñez, y, tras desempeñarse como secretario de la CGT local, asumiría como diputado provincial, luego de las mencionadas elecciones, en representación del pizzornismo. Mariano Bordón, quien provenía de las filas figueroístas, y había detentado cargos partidarios en 1948. Esteban Gutiérrez, quien había participado en las internas de 1948 acompañando a P. Torres Ordoñez. Buenaventura Rafael Álvarez, quien provenía de las filas del pizzornismo al igual que Juan Domingo Ferragini y Alfredo Sierra, y Demetrio Ernesto Quiñones, quien s e inicia en las filas figueroístas para pasar a integrar la lista del laborismo en las elecciones internas de 1947. Muchos de estos nombres volverían a aparecer com o candidatos a concejales por el peronismo para las elecciones de 195428 . Como reflejan estos datos, la permanencia y continuidad de determinados actores, es una evidencia de que la estabilidad del partido encuentra uno de sus fundamentos en la posibilidad no sólo de ocupar distintas posiciones en las instancias de gobierno sino tambien en la capacidad de “adaptarse” al juego de los diferentes lineamientos internos.
La estabilidad y consolidación del partido peronista sería refrendada por los resultados obtenidos en las sucesivas elecciones locales y la participación de representantes locales en las listas a legisladores provinciales.29
27 El rol de mediador de las tensiones internas es destacado en la entrevista realizada a su hijo –Enrique Pizzorno–, quien además recuerda que su padre no residía en la ciudad, debido a las obligaciones que tenía en la provincia. Entrevista realizada a Enrique Pizzorno, 24 de junio de 2004. 28
Nueva Era, 24 de noviembre de 1954, p.1.
Cuadro 2: Elecciones Municipales en Tandil, 1948-1954. Partido
Peronista UCR Demócrata Comunista Socialista
1948
1950
1951
1954
Sufrg. % 5.230 54,9 2.118 22 1.775 19 213 2,2 190 1,9
Sufrg. % 5.966 58 2.718 26 1.118 11 254 2 245 2,3
Sufrg. % 14.753 61 8.601 35,5 532 2,1 136 0,5 177 0,7
Sufrg. % 17.776 62,5 9.242 32,5 1.045 3,6 360 1,2 --------
9.526 100
10.301 100
24.199 100
28.673 100
TOTALES
Fuente: Elaboración propia a partir de datos extraídos sucesivas ediciones del diario Nueva Era.
Los continuos triunfos electorales se vieron acompañados y sostenidos por una lograda y estable relación entre partido, gremios y Estado. El peronismo en Tandil supo ocupar y hegemonizar espacios antes vedados, disputándolos a viejos y tradicionales actores, como la Iglesia católica30 , constituyéndose, así, en un actor de ineludible referencia a pesar de su breve trayectoria. Conclusiones
Nos propusimos aquí realizar un análisis de los orígenes del peronismo y del partido peronista en Tandil. Sin ánimo de detenernos en vieja s con trov ers ias , inte nta rem os pl ant ear a lgu nas c onc lus ione s que sur gen del mismo, de tal manera que permitan complejizar y ampliar las tesis propuestas por otros autores.
29
Desde 1946, hasta 1955, Tandil contó siempre con legisladores a nivel provincial, tanto en la Cámara de Diputados, como en la Cám ara de Senadores. 30
BRUSCHI, Valeria y GALLO, Paola: “La Iglesia sale a la calle. La competencia por la ocupación simbólica del espacio público”, Iglesia, Estado y sociedad civil... , pp. 172-195.
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En primer lugar señalar que las características que asumen los orígenes del peronismo en T andil habrían signado en gran medida el proceso de conformación y consolidación del partido. Esto es, un partido que se constituye sobre la base la utilización de las herramientas del Estado, visible en el hecho de que las mismas pe rsonas detentaban simultáneamente cargos públicos y partidarios. Segundo, que en este proceso habría sido fundamental la estabilidad en el dominio del partido, del grupo figueroísta. Tercero, que este dominio no habría supuesto una aguda confrontación entre las distintas líneas originarias, sino más bien un continuado proceso de negociación y complementación de las mismas, lo cual permitió que la existencia de conflictos no fuera en detrimento del crecimiento del partido. Cuarto, destacábamos aquí el surgimiento de nuevas ámbitos de sociabilización y movilización, haciendo referencia al hecho de que esto no habría supuesto la emergencia de una nu eva elite política. Por el contrario, se hace patente la consolidación de aquellos referentes que, habiendo tenido la mayoría de ellos experiencia política previa, se vuelven tales una vez que adhieren a los postulados de J. D. Perón.
a informantes, que den cuenta de las características de esta experiencia. Aunque las inferencias indirectas nos hablan del compromiso y la participación tanto de hombres com o de mujeres, estas no nos alcanzan para evaluar su magnitud.
Y finalm ent e, que en es te pro ces o habrí a jugad o un papel im port ante las instancias partidarias provincial y nacional. La presencia de estas instancias es revelada por su intervención en tanto árbitros o definidores de las tensiones generadas dentro del partido. Asimismo eran ellas quienes definían qué significaba el Partido Peronista y quiénes eran sus intérpretes. En este sentido puede inferirse que a lo largo de su desarrollo y consolidación, el partido peronista tandilense distó de ser marginal con respecto al ámbito provincial. De ello constituyen claras señales, no solo el hecho de que Tandil contó con representación legislativa a lo largo de todo el período analizado, sino también la constante presencia de funcionarios provinciales en la ciudad y la reali zaci ón del Pr ime r Cong res o Educ ati vo Provi ncia l, reali zado en feb rero d e 1 95 031 . Dos cuestiones antes de finalizar este artículo. Si el hincapié se ha hecho en los referentes partidarios locales, no significa esto que desconozcamos ni la existencia ni la importancia de la movilización de sus bases sociales, y la s te nsio nes a la s qu e es tas podí an da r lug ar32 . Si n o nos hem os r efe rido a ellas es debido a las dificultades para acceder, tanto a fuentes escritas como
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La Revista, Nº 1.606, 3 de marzo de 1950, p. 3.
Una demostración de la capacidad organizativa de las ‘bases’ puede verse en la temprana conformación de los Centro Fem eninos, de los cuales encontramos referencias en la prensa local en el mes de abril de 1947. Así como el recuerdo de antiguos militantes y opositores de la multiplicación de las Unidades Básicas en los distintos barrios de la ciudad.
Una última cuestión se refiere al hecho de que, aunque pongamos el acento en la dinámica partidaria local, no dejamos de reconocer que esta formaba parte de una realidad más amplia que en gran medida la atravesaba y con dicio nab a. No s olam ent e en lo qu e se re fier e a las re laci one s del p arti do con las instancias estatales, sino también a la relación con los otros partidos políticos u esferas de representación social.
FORJA en la conformación del Peronismo
Delia María García
La autora pertenece al grupo de investigación “Movimientos sociales y sistemas políticos en la Argentina moderna”. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades, UNMdP.
García – FORJA en la conformación del Peronismo
Entre nosotros flotaba una ilusión, algo así como un ansia de justicia y pensábamos que FORJA nos ayudaría a alcanzarla… pero fue con el peronismo… 1 Introducción
E
l movimiento social y político decantado a partir de los sucesos del 17 de octubre de 1945 –y que confluyera en la constitución del peronismo– implicó un agitado y vertiginoso proceso de aglutinamiento de fuerzas que reivindicaban orígenes diversos. La condensación de estas fuerzas heterogéneas en torno al liderazgo de Perón promovió la formación de nuevas entidades partidarias tendientes a representar los objetivos e intereses sustentados por el movimiento de masas, en el contexto crucial de una intensa polarización social exacerbada por las expectativas que despertaba la inminencia de las elecciones presidenciales convocadas por el gobierno de facto surgido del golpe del ‘43. Así, al calor de los acontecimientos de octubre, se constituyeron de manera rápida, aunque no menos ardua, dos organizaciones políticas que, en el tránsito hacia las urnas, habrían de fungir como canales principales de aglutinamiento de las fuerzas plurales que precipitaban en el peronismo en formación: el Partido Laborista y la Junta Renovadora de la U.C.R. Al mismo tiem po, algunos sectores independientes y otro s prov eni ent es de agr upa cion es de disí mil mat riz ideo lógi ca, com o FORJA (corriente escindida de la U .C.R.) y la Alianza Libertadora Nacionalista (de cuño conservador), también aportaban matices diferenciales al proceso al sumarse con su respaldo político al triunfo electoral del 24 de febrero de 1946. Participación ésta que, en el marco de los estudios gene rales sobre el tema, ha sido calibrada como de importancia secundaria; aunque algunos autores, en el caso particular de FORJA, hacen especial referencia a la incorporación de sus intelectuales más reconocidos a los elencos del gobierno peronista, en el ámbito nacional como e n los provinciales.2
1 2
Entrevista a Nicanor García, ex militante forjista marplatense, Mar del Plata, 24/08/2000.
Véase LITTLE, W alter, “Partido y Estado en la Argentina peronista, 1945-1955” en Hispanic Historical Review , Vol 53, núm. 4. Traducción: Oscar Aelo (Grupo de Investigación “Movimientos sociales y sistemas políticos en la Argentina moderna. UNMdP); LLORENTE , Ignacio: “Alianzas políticas en el surgimiento del peronismo: el caso de la provincia de Buenos Aires” en Desarrollo Económico núm. 65, V 17, Buenos Aires, abril-junio de 1977; TCACH, César, Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba (1943-1955), Sudamericana, Buenos Aires, 1991; LUNA, Félix: El 45. Crónica de una año decisivo. Sudamericana, Buenos (continúa...)
Precisamente este trabajo se propone abordar, desde el territorio acotado de un estudio de caso en la provincia de Buenos Aires –el Municipio de General Pueyrredón, con Mar del Plata como ciudad cabecera–, el análisis de la acción política desarrollada por una de estas fuerzas partidarias consideradas menores: la agrupación forjista de Mar del Plata, cuya participación resultaría protagónica durante las instancias inaugurales de la constitución del peronismo local. Estudio de caso que cobra justificación por la singularidad histórica que provee un contexto local con propiedades diferenciales que recrean la trama y la operatividad política del escenario nacional y en el cual el forjismo se perfila con m atices propios. Caracterización ésta que –como veremos– también aporta elementos peculiares en la medida que se aparta de la imagen homogénea que, sobre FORJA, han consagrado los ensayos políticos de diverso signo y las escasas producciones historiográficas que han abordado el tema. Según una interpretación generalizada, la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina es definida como una corriente interna escindida de la U.C.R., de carácter doctrinario, constituida por intelectuales –en su mayoría, jóvenes universitarios y profesionales de clase mediatributarios del pensamiento yrigoyenista, de los principios de la Reforma Universitaria de 1918 y de las ideas de la Alianza Popular Revolucionaria Americana. Sin embargo, es ta representación vinculada con una intelectualidad combativa –que, seguramente, trasluce la realidad de FORJA en algunos contextos urbanos de centralidad política– no alcan za a reflejar los matices diferenciales de heterogeneidad social, cultural y de origen político que contiene el forjismo marplatense, en el escenario periférico de una ciudad del
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(...continuacion) Aires, 1971; CIRIA, Alberto: Partidos y poder en la Argentina moderna. (1930-1946) , Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1975; AELO, Oscar: “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires. Peronistas y radicales en las elecciones de 1948” en Estudios Internacionales de A mérica Latina y El Caribe , Vol. 13, núm . 2 julio-diciembre de 2002. Trabajos específicos sobre FORJA, véase SCENNA, Miguel: FORJA. Una aventura argentina.(de Yrigoyen a Perón), Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1983; BUCHRUCKER, Cristian: Nacionalismo y peronismo, Sudamericana, Buenos Aires, 1987. Otros autores aportan visiones globales en las que se hacen manifiestos los lazos entre historia y política, como en el caso de la producción sesentista: HERNAND EZ ARREGUI, Juan J.: La formación de la conciencia nacional, Plus Ultra, Buenos Aires, 1960; PUIGGROS, Rodolfo, Historia crítica de los partidos políticos, Ed. Argumentos, Buenos Aires, 1960; RAMOS, Jorge Abelardo, Revolución y co ntrarrevolución en la Argentina, Plus Ultra, Buenos Aires, 1965. Algunos trabajos biográficos están centrados en las figuras emblemáticas de FORJA: GALASSO, Norberto: Vida de Scalabrini Ortiz, Mar Dulce, Buenos Aires, 1970 y Jauretche. Biografía de un argentino, Homo Sapiens, Buenos Aires, 1997; CHAVEZ, Fermín, Jau retc he. Un a vida al servi cio de la revolución nacional, Grupo editor, Buenos Aires, 1965; ORSI, René, Jau retc he y Scal abr ini O rtiz , Peña Lillo, Buenos Aires, 1985. En otra línea de investigación, véase: MARCILESE, José: “Rupturas y continuidades en la conformación de la dirigencia bahiense: el caso FORJA” V Encuentro Nacional de Historia Oral. UBA: agosto de 2001. Buenos Aires.
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interior bonaerense que presenta una concentración demográfica que la ubica entre los principales centros poblados de la provincia y que, sin haber experimentado aun la im pronta modernizadora de la industrialización viene desarrollando, desde mediados de la década del treinta, un intenso proceso de transformaciones estructurales dinamizadas por la actividad turística.3
elecciones internas del Partido Peronista, –convocadas en la provincia de Buenos Aires para el 21 de setiem bre de 1947– con miras a la unificación y organización de la conducción local y la elección de las autoridades partidarias y de representantes ante el Congreso Constituyente del Partido Peronista provincial. Elecciones internas que, por otra parte, representaban el primer escarceo en las urnas entre las aun no consolidadas fuerzas de las corrientes internas locales; anticipatorias, además, de los desafíos sucesivos que se presentarían en m arzo de 1948, cuando se dirimirían nuevos espacios de poder: las elecciones de diputados nacionales, legisladores provinciales y autoridades municipales. La división y dispersión de la red forjista –prelusión y, al mis mo tiem po, coro lari o de la der rot a en est os com icio s inte rnos – aparece como la consum ación de una crisis identitaria colectiva precipitada por la manifiesta contradicción que se planteaba entre los fines sustentados en la ideología organizativa del F.T.M.I y los procedimientos y decisiones políticas concretas de un sector de sus dirigentes. Desenlace en el que también gravitan las expectativas individuales vinculadas con la posibilidad de acceder a una carrera política, en una coyuntura en la que el envite se da, precisamente, en el seno de una fuerza partidaria en formación.
Tam bié n el itin era rio polí tico de l a ag rup aci ón m arpl ate nse res ult a diverso con respecto a la entidad nacional en cuanto a la cohesión y orientación del accionar colectivo, luego de los sucesos de octubre de 1945. En efecto, mientras en Buenos Aires, en diciembre de 1945, una asamblea metropolitana decidía –sin consultar a las filiales del interior– la disolución de FORJA (ante el éxodo de sus principales dirigentes hacia otras agrupaciones políticas) y dejaba en libertad de acción a los afiliados por considerar que los fines y objetivos para los cuales había sido creada ya se hallaban cumplidos por la definición de un movimiento popular “en condiciones políticas y sociales que son la expresión colectiva de una voluntad nacional de realización”,4 en Mar del Plata, el grupo forjista se mantenía unido y orientaba la acción –sin deserciones– hacia la creación del Partido Laborista local. Luego, se integraría al intento fallido del Partido Único de la Revolución Nacional con la coordinación de centros barriales peronistas nucleados en la Biblioteca “Mariano Moreno” para, finalmente, constituirse como una corriente interna –el Frente de Trabajadores Manuales e Intelectuales (F.T.M.I.)– del recién creado Partido Peronista. Ten ien do en cue nta tal sing ula rida d, en est e t raba jo n os prop one mos reconstruir la trama de los acontecimientos y tensiones que acompañaron la trayectoria del grupo forjista hasta llegar a iluminar la puesta en crisis de su identidad colectiva, en el momento preciso en que se iniciaba una etapa preliminar para el acceso al poder local.5 Esto es, la instancia de
El surgimiento del forjismo en Mar del Plata
FORJA, había surgido en Buenos Aires, el 29 de junio de 1935, en el marco de la crisis que, en el se no de la Unión Cívica Radical, enfrentaba a los sectores intransigentes, de tradición yrigoyenista, con los alvearistas, que detentaban la conducción del partido, en una coyuntura política dominada por el sistema restrictivo y fraudulento que habían instaurado las fuerzas coaligadas en el gobierno de la Concordancia, luego del golpe cívico-militar del 6 de setiembre de 1930 y del breve gobierno del general Uriburu.6
3
El Censo Escolar de 1943 la ubica entre los cuatro principales centros urbanos de la provincia de Buenos Aires: Avellaneda (190.500 hab.), Lanús (184.000 hab.), La Plata (156.000 hab.), Mar del Plata (78.000 hab.). Los datos del Censo Nacional de 1947 precisan que en el partido de General Pueyrredón, sobre un total de 123.911 habitantes, 114.719 están radicados en el casco urbano. IR IGOIN, María: “La población, los habitantes y la trama u rbana (1890-1940) en AAVV: Mar del Plata. Una historia urbana, Fundación Banco de Boston Buenos Aires, 1991.
El levantamiento de la abstención radical, medida impulsada en la Convención Nacional de 1935 por la cúpula alvearista con miras a reinsertar
4
5
5 Debido a la insuficiencia y fragmentación de las fuentes documentales existentes sobre la filial FORJA/Mar del Plata, se privilegió la utilización de fuentes orales. A partir de los testimonios de 15 ex m iembros de la agrupación marplatense, se logró reconstruir un corpus de 107 individuos adherentes (de los cuales 30 eran dirigentes intermedios). La información obtenida fue confrontada con otras evidencias: fuentes periodísticas locales y nacionales de la época, fotografías, publicaciones, volantes y testimonios de otros actores políticos de la época (continúa...)
6
Acta de disolución de FORJA. Asamblea General del 15 de diciembre de 1945, en Buenos Aires.
(...continuacion) provenientes de las filas del socialismo, del radicalismo unionista, de la Junta Renovadora ( U.C.R.), del Partido Laborista y de la Unión Obrera Local. Ver GARCIA, Delia M.: “FORJA en Mar del Plata: una trayectoria. Bases sociales, discursos y prácticas (1940-1945)”. Tesina de Licenciatura en Historia , Facultad de Humanidades, UNMdP, 2004. Sobre la crisis del radicalismo, luego del derrocamiento de Irigoyen, véase, HALPERIN DONGHI, Tulio: La República imposible (1930-1945) , Ariel, Buenos Aires, 2004, pp. 103-122; PERSELLO, Virginia: El Partido Radical. Gobierno y oposición 1916-1943, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004, pp. 176-183.
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a la U.C.R. en la arena electoral, luego de su exclusión debido a los procedimientos viciados del oficialismo que habían culminado con la anulación del triunfo del radicalismo en la provincia de Buenos Aires en las elecciones de abril de 1931, había exacerbado el clima de resistencia que reinaba en las filas intransigentes provocando la reacción de los grupos más radicalizados quienes, ante lo que juzgaban una claudicación de las dirigencias, deciden constituirse en una agrupación contestaria que se autoproclama legítima continuadora del legado doctrinario de Hipólito Yrigoyen.7
activismo político en las diversas comarcas provinciales y, particularmente, en localidades del interior bonaerense: Lincoln, Avellaneda, Rojas, Balcarce, 25 de Mayo, Mercedes, Chivilcoy y Bahía Blanca.
El grupo forjista reivindica la existencia de un cauce histórico abierto por el radicalismo –momentáneamente cegado por las desviaciones partidarias– que debería restaurarse a través de un trabajo de desarrollo de la conciencia ciudadana, especialmente en la juventud; cauce que –en el marco prospectivo de las representaciones elaboradas– debería cuajar y cobrar expresión en un multitudinario movimiento nacional y popular.8 Con estas convicciones, definiendo la estrategia abstencionista y embarcada en lo que considera una batalla ideológica destinada a vigorizar la lucha interna del radicalismo, FORJA inicia una tarea de esclarecimiento ciudadano centrada en el estudio de la realidad nacional,9 apelando a un estilo directo de comunicación (oratoria callejera, conferencias, volantes, publicaciones) y de captación de adherentes a través de u n discurso combativo y m ovilizador. El eje de su ideario asienta en la denuncia de una situación de colonialismo económico, político y cultural imperante en el país, que queda condensada en la consigna que preside el manifiesto de fundación: “Somos una Argentina Colonial: queremos ser una Argentina Libre”. Las ideas forjistas alcanzan una rápida propagación entre los jóvenes, en su mayoría estudiantes provincianos afincados en Buenos Aires y La Plata. Precisamente, a partir de la tarea proselitista desarrollada por ellos en los lugares de origen, comienzan a mu ltiplicarse los nucleamientos forjistas que, aunque constituidos por exiguas bases militantes, desarrollan un intenso 7
Acta de fundación de FORJA, 29 de junio de 1935. en Buenos Aires.
El surgimiento del forjismo en Mar del Plata, a inicios de la década del 40, se encuadra en los términos de una reforma estatutaria sancionada en Buenos Aires, en la Asamblea Extraordinaria del 12 de septiembre de 1940, que respondía al objetivo estratégico de difundir las ideas e impulsar el reclutamiento juvenil y popular, a partir de la creación de agrupaciones de distrito (que operarían a modo de filiales) coordinadas, en cada lugar, por un delegado reconocido por la Junta Nacional de FORJA.10 El nuevo estatuto establecía como únicos requisitos de ingreso, la ciudadanía argentina y una edad mínima de 16 años, y dejaba sin efecto la afiliación previa al radicalismo, condición vigente desde su fundación. En la agrupación central, tal medida había acelerado, en el marco de la primera crisis interna, el alejamiento de reconocidos dirigentes como Luis Dellepiane y Gabriel del Mazo, quienes deciden permanecer dentro del ámbito partidario de la U.C.R., mientras Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz continúan en la agrupación contestaria e inauguran una etapa centrada en la captación e integración de los sectores populares. El escenario político municipal, que enmarca la gestación del forjismo en Mar del Plata, está dominado por las fuerzas conservadoras (nucleadas en el P.D.N.), cuyas prácticas electorales fraudulentas –aún después de la intervención federal en la provincia de Buenos Aires dispuesta por el presidente Ortiz, durante el gobierno de Manuel Fresco– afirman la continuidad del clima político restrictivo y falto de legitimidad iniciado en la década anterior, a partir del golpe militar del 6 de setiembre de 1930. La exclusión y la coacción política ejercidas por los gobiernos conservadores constituían el reverso de una gestión comunal orientada sin cortapisa a impulsar el progreso material de Mar del Plata, como ciudad turística.11 La oposición local está liderada por el Partido Socialista, entidad política de fuerte arraigo en la ciudad y representativa de los grupos sociales
8
Manifiesto “Vocación revolucionaria del radicalismo”, distribuido como volante en la Convención metropolitana y en la Convención Nacional de 1935, reproducido en Cuadernos de FORJA, 1939. núm. 10-12; Argentinidad , publicación de las Organizaciones Juveniles de FORJA. Año I, núm. 1, Buenos Aires, octubre de 1938. 9
Los Cuadernos de FORJA, editados en Buenos Aires entre los años 1936 y 1942, condensan el trabajo de investigación desarrollado por algunos de sus intelectuales –Raúl Scalabrini Ortiz, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Jorge del Río, Amable Gutiérrez Diez- sobre temas que juz gaba n de cisi vos para el in terés naci onal : “ Polít ica britá nica en e l R ío d e la Plata ”, “ Petró leo e imperialismo”, “El escándalo de la electricidad y la investigación de la Cámara de Diputados”, “La coordinación de transportes”, “Conducta argentina ante la crisis de Europa”, “Historia del primer empréstito argentino”, entre otros.
10 11
Estatuto Nacional de FORJA, 12 de septiembre de 1940. Caps. 3º, 5º, 6º y 7º.
Véase PASTORIZA, Elisa: “Mar del Plata en los años 30: entre la regresión política y el progresismo social” en Los caminos de la democracia. Biblos, Buenos Aires, 1998; y Alvarez, Adriana. y Reynoso, Daniel . Política económica en Mar del Plata 1946-1996 Visión desde la vida institucional de la UCIP. UCIP. Mar del Plata. 1999.
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intermedios que habían gobernado el municipio entre 1920 y 1929.12 En esta coyuntura, el socialismo se abroquela en un duro discurso de defensa de la autonomía municipal, de objeción al fraude y al manejo discrecional de las finanzas públicas, a la par que procura afianzar su perfil identitario de partido moderno, alejado de las prácticas clientelares y personalistas, vigentes entre los radicales y conservadores. El radicalismo, la segunda fuerza política que compone la oposición, se debate, al igual que la U.C.R. nacional, en una prolongada crisis interna –cuyos orígenes se rem ontan a la década del 20– en la que distintas facciones se disputan el control del aparato partidario.13 El clima divisionista se hace manifiesto –en el período que nos ocupa– en la pervivencia de dos corrientes internas en confrontación: Lista Blanca (unionistas) y Lista Azul (intransigentes). Casi al mismo tiempo en que se constituía el nucleamiento forjista en Mar del Plata, la línea unionistaalvearista reafirmaba una vez más el control del comité local, en el m arco de unas cuestionadas elecciones internas que atizaban las discordias y los enfrentamientos entre los dos bandos radicales.14
La Plata, había accedido a la presidencia de la Federación Universitaria Argentina. De este modo, la agrupación marplatense inaugura una intensa actividad proselitista que, en el lapso de cinco años, le permitiría consolidar una organización política informal alimentada por redes personales. La extensa red conectiva –construida sobre vínculos de parentesco, amistad o conocimiento– presenta una localización espacial que se dilata desde el centro hacia la periferia de una ciudad que vive un acelerado proceso de transformación demográfica, económica, socio-ocupacional y urbanística. Desde sus inicios, el grupo forjista impulsa una organización autónoma en los nucleamientos de los distintos barrios (Don Bosco, Mataderos, Cincuentenario, Las Avenidas, Nueva Pompeya, Villa Primera y Puerto) que promueve la horizontalidad de vínculos entre militantes y adherentes para la coordinación de acciones colectivas y crea las condiciones para el libre ejercicio del liderazgo en el ámbito barrial. Los enlaces vecinales y gremiales son piezas claves en esta agrupación que, aunque no posee un número extenso de adherentes y simpatizantes en relación con otras fuerzas partidarias de la ciudad, cuenta con un ba gaje organizativo y con miembros fuertemente cohesionados alrededor de experiencias militantes centradas en el adoctrinamiento político. El núcleo céntrico, donde funciona la Biblioteca “Mariano Moreno” –sede formal de toda la red–, oficia de espacio integrador de los militantes que actúan en distintas zonas y, desde allí, punto de conexión directa con FORJA nacional, también fluyen la información y los contenidos ideológicos y normativos que, bajo la forma de periódicos, libros, revistas y volantes, encuentran rápida difusión a través de los canales de comunicación recíproca que operan entre el centro y los barrios. Los sujetos sociales que nutren la red del forjismo local –marplatenses y m igrantes oriundos de zonas rurales y localidades urbanas del interior bonaerense– provienen mayoritariamente de ese universo en eclosión que constituyen los barrios y pertenecen a los denominados sectores populares.16 La juventud es el rasgo compartido por la generalidad de los adherentes: a inicios de la década del ‘40, gran parte de ellos transita una franja etaria que oscila entre los 16 y los 25 años, mientras que los dirigentes se ubican entre
Sin embargo, la filial marplatense de FORJA, surgida cinco años más tarde que en el ámbito nacional, no remitía sus orígenes –como hemos expuesto precedentemente– a esta crisis interna que atraviesa la U.C.R. local ni tampoco sus militantes y adherentes provienen mayoritariamente de las filas del radicalismo. La Junta Nacional de FORJA, de acuerdo con la reforma estatutaria aprobada, designó como delegado del distrito de General Pueyrredón a Francisco José Capelli, un joven abogado marplatense de filiación radical que había militado como estudiante en el núcleo forjista de la Facultad de Derec ho de la Universidad de La Plata, bajo la égida intelectual de Gabriel del Mazo,15 y que luego de liderar la Federación Universitaria.de
12
Sobre el socialismo m arplatense, véase DA ORD EN, M. Liliana ”Los socialistas en el poder. Higienismo, consumo y cultura popular: continuidad y cambio en las intendencias de Mar del Plata.1920-1929.”en Anuario del IEHS , 1991, VI, Tandil; ”¿Prácticas tradicionales en un partido moderno? Socialismo y poder local.Mar del Plata 1916-1929” en DEVOTO, Fernando y FERRARI, M. (comp.) La construcción de las democracias rioplatenses . Biblos, Buenos Aires, 1994. 13
Ver PASTORIZA, Elisa y RODRIGUEZ, Rodolfo:”Un radicalismo perdedor. Las bases sociales de la UCR en el M unicipio de General Pueyrredón, en la década de 1920” en La construcción de…. pp. 247-268. 14 15
La Capital, (en adelante L.C.), Mar del Plata, mayo- julio, 1940.
Acerca de la tarea de difusión ideológica realizada por G.del Mazo sobre la Reforma Universitaria del 18 como instrumento de emancipación nacional y de acercamiento entre intelectuales y obreros, véase la mención de HAYA de la TORRE, Víctor: ”En el X aniversario de la Reforma” en Revista de Filosofía , septiembre-noviembre de 1928, pp. 129-130.y SCENNA, Miguel: FORJA. Una aventura… pp. 123-124.
16 La categoría “sectores populares” se utiliza con la acepción dada por Luis Alberto Romero para el segundo período de constitución de la identidad de los sectores populares, cuya maduración y gén esis u bica e n la eta pa de entre gue rras , en el m arco d e las s ocie dade s barr iale s. Com pue stos por “gentes de oficios y condiciones diferentes –obreros, profesionales, pequeños comerciantes, docentes– conformando una sociedad en la que eran visibles las marcas de la movilidad social”. GUTIERREZ, Leandro y ROMERO, Luis A: Sectores Populares, Cultura y Política . Ed. Sudamericana. Bs. As. 1995.
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los 18 y 25 años. Es probable que esta característica (común a otros nucleamientos del país ya que, desde su creación, FORJA había elegido a la juve ntu d c omo des tina tar ia de la inte rpel ació n y préd ica ciud ada nas ) h aya contribuido, en función de las necesidades psicosociales propias de los individuos jóvenes, 17 a afianzar la fortaleza y densidad de estas redes personales, así como a resaltar el valor de la m ilitancia como un instrumento puesto al servicio de una convicción ideológica que, según su pensamiento, podría permitirles transformar la realidad social y política.
formación de una conciencia nacional y animar un movimiento popular, impulsa a sus miem bros a hacer de cada uno de ellos “una forja” que agrupe a su alrededor el mayor número de adherentes y simpatizantes en los ámbitos de interacción cotidiana: la familia, el barrio, el club, el trabajo o el colegio secundario.20
El perfil ocupacional de los miembros del núcleo marplatense responde al estrato de trabajadores urbanos semicalificados y no calificados (albañiles, medio oficiales albañiles, peones, operarios de la usina, pescadores, quinteros, mozos, ordenanzas, empleados municipales y del casino, transportistas); y de oficios calificados (imprentero, mecánico, sastre, zapatero, letrista). Poseen un nivel de instrucción primaria, a menudo incompleto. A este arco de pertenencia social variada en que se inserta la trama conectiva de FORJA/ Mar del Plata, se suman, además, en el núcleo céntrico –como es de esperarse en una configuración urbana– algunos profesionales, pequeños comerciantes, periodistas y estudiantes. Tanto los adherentes como los dirigentes barriales no tienen filiación partidaria previa, aunque abundan aquellos que manifiestan una fuerte identificación con la figura de Hipólito Yrigoyen o que pertenecen a familias que simpatizan con las ideas socialistas o anarquistas, sin excluir a algunos de origen anarcosindicalista. Para estos jóvenes, el radicalismo de FORJA es una construcción ideológica elaborada en el adoctrinamiento militante a partir de prácticas grupales de lectura, análisis y discusión de los problemas de la realidad argentina y articulada en un campo simbólico, cuyas ideas–imágenes18 designan una identidad política cifrada en una visión negativa del pasado (la “década infame”), en una postura antiimperialista y en la vigencia del ideario yrig oye nist a, e nca rnad o e n u na asp irac ión mo vim ien tist a d e e ma ncip ació n nacional, soberanía popular y justicia social.19 El explícito objetivo de proselitismo político perseguido por la agrupación para fomentar la
17
GRINBERG, León,: Identidad e ideología , Ed. Cargieman, Buenos Aires,1971.
18
Acerca de las representaciones como una apuesta ( enjeu) de las luchas que oponen a los individuos y a los grupos, en los combates individuales y colectivos que se libran en el campo político y simbólico, ver: BOURDIEU, Pierre:”Espacio social y génesis de las clases” en Sociología y cultura , México, Grijalbo, 1990. 19
Sobre el pensamiento yrigoyenista y la influencia del krausismo, véase ROIG, Arturo: Los krausistas argentinos , Cajica, Puebla, 1969.
Un nuevo escenario político
La revolución del 4 de junio de 1943, que derrocó al gobierno conservador de Ramón Castillo, dio lugar a un nuevo escenario político que suscitó –aunque por corto tiempo– esperanzas en torno a la regeneración de las prácticas políticas y el retorno definitivo a la vigencia de comicios libres. El radicalismo aguarda expectante las señales anunciadoras de ese cambio ya que, en libre competencia electoral, podría resultar favorecido dado el carácter de principal fuerza política del país, tal como había quedado probado con el triunfo que había consolidado su predominio en el Congreso durante la breve etapa de depuración electoral em prendida por el presidente Ortiz. En Mar del Plata, el golpe militar motiva distintas reacciones. Mientras los socialistas lo consideran plausible21 , los unionistas del comité de la U.C.R. mantienen un cauteloso silencio; por su parte, los intransigentes (conectados a nivel provincial con los “revisionistas” liderados por Alejandro Leloir, Salvador Cetrá y Ricardo Balbín) aprovechan para impulsar la urgente reconstrucción del partido sobre bases y procedimientos dem ocráticos y con una orientación consecuente con los principios de Alem e Yrigoyen.22 Los forjistas, en cambio, sostienen públicamente una posición “no exenta de
20
“Instrucciones para la Octava Campaña para la Emancipación Nacional”, Junta Nacional de FORJA, 1942. 21
El diario local El Trabajo , de orientación socialista, presenta la noticia en estos términos: “Triunfó el movimiento revolucionario. El mismo sería de carácter democrático y destinado a restituir la legalidad en el país”. En el editorial del día 4 de junio, enumera críticamente las “fallas cívicas y morales” en que había incurrido el gobierno depuesto afirmando que “(…) sólo es posible dejar establecid o que el gobierno de la Nación ha sido avocado a una crisis de la que es el principal responsable”. Por su parte, la Federación Socialista Bonaerense hace público un manifiesto en el que expresa que “(…) los socialistas de la provincia prestarán su apoyo a la Intervención Nacional (…) para desmontar la máquina del fraude y la ilegalidad (… ) y para el estudio de las concesiones de los servicios públicos provinciales y m unicipales (…) confiando en que, en b reve plazo, se autorice el ejercicio pleno de los derechos constitucionales”. E.T., 4 d e juni o de 1943 ; L.C . 30 de junio de 1943. 22
L.C. 12/06/1943.
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esperanzas”, tal como lo ha declarado la Junta Nacional de FORJA, en Buenos Aires.23 La apelación a la juventud de la patria, formulada por el general Pedro Ramírez, constituyó la piedra de toque para los m ilitantes forjistas que, seguidamente, iniciarán una estrategia para trascender las fronteras de la sociabilidad barrial y darse a conocer a la opinión pública como entidad política, a través de la divulgación de sus ideas en la prensa local. Al promediar el año 1943, el semanario “Señales Argentinas” –que, hasta entonces, sólo había alcanzado el carácter de publicación mu ral de reducidos alcances– comienza a salir a la calle con regularidad alimentando, con su estilo mordaz y provocativo, la polémica con los partidos políticos tradicionales de la ciudad. El local de redacción se convierte en ámbito habitual de reunión de militantes y simpatizantes con miras a la organización de nuevos e incipientes gremios en el contexto de una ciudad que, al compás del desarrollo económico, va renovando su trama social y diversificando su estructura ocupacional.
de Diarios, Revistas y Anexos, Obreros y Empleados de la Usina Eléctrica, Sociedad de Empleados del Casino, Sociedad de Empleados y Oficiales Peluqueros, Obreros de Bebidas y Ane xos (Rama Vitivinícola)y un sector de Obreros Municipales y de ferroviarios.
Las primeras organizaciones gremiales marplatenses habían surgido a comienzos del siglo bajo el influjo de activistas provenientes de diferentes corrientes ideológicas, a menudo, antagónicas en cuanto a la forma de abordar el conflicto obrero-patronal. Hacia 1940, continuaba e sta división que debilitaba al movimiento obrero organizado: un conjunto de gremios autónomos de tendencia anarquista, socialista y sindicalista se había nucleado en la Unión Obrera Local, mientras el importante Sindicato de la Construcción, afiliado a la Federación Obrera Na cional de la Construcción y liderado por comunistas, estaba adherido a la C.G.T. nacional.24 Al margen de estas alternativas, la agrupación, a través de “Señales Argentinas” y de la tarea militante en los lugares de trabajo, prioriza la formación de cuadros gremiales, el asesoramiento legal y la canalización de los reclamos de los trabajadores hacia la creación de nuevos sindicatos, a diferencia de otros nucleamientos del país que sólo desplegaban una acción de difusión ideológica y de captación de adherentes en las organizaciones gremiales ya existentes.25 En consecuencia, participan activamente en la organización de gremios como: Obreros y Empleados del Golf, Vendedores
23
De este modo, al influjo de la nueva coyuntura, la red forjista va cambiando su configuración. Los apoyos entrantes provienen ahora, mayoritariamente, del mundo del trabajo y el vínculo interpersonal es construido alrededor de cuestiones laborales concretas. La orientación del grupo local encuentra un importante referente en Rolando Bereilh26 , director de Señales Argentinas , cuando Francisco Capelli –su anclaje principal– debe ausentarse frecuentemente para cumplir funciones en el ámbito de la agrupación nacional; primero, como director del semanario La Víspera , editado por la Junta Nacional de FOR JA, y luego, como Secretario General de la misma, en el período 1944-1945. Estas conexiones políticas con la fuente de poder central continúan am pliándose al incorporarse forjistas de su amistad –Miguel López Francés y José Aralda, de Bahía Blanca– a la gestión de Atilio Bramuglia como Interventor de la provincia de Buenos Aires. Esta situación, aunque refuerza el posicionamiento de la filial marplatense a través de la ubicación de su figura central dentro de la entidad nacional, favorece, en el plano local, la emergencia de un liderazgo alternati vo –el de Rola ndo Ber eilh –, cu yo énfa sis est á p ues to en la órbi ta labo ral y que, además, tiene un fuerte predicamento en el ámbito de los núcleos barriales debido a la activa labor de los enlaces que lo acompañan. Si bien las nuevas condiciones de funcionamiento del grupo dirigente, proclives a la afirmación de este liderazgo alternativo, constituyen una importante fuente de tensiones internas debido al peso individual de algunas personalidades, no lo son menos la heterogeneidad social de sus miembros y los matices ideológicos que van surgiendo y, sobre todo, el énfasis puesto en determinadas posturas por el rumbo a seguir, a la hora de definir el curso de la acción política. Una de estas tensiones se originaba en las expectativas y vaivenes –nunca explicitados abiertamente– de la cúpula dirigente de FORJA-Buenos Aires acerca de un eventual retorno a la U.C.R. para incorporarse, junto con la intransigencia, a la lucha interna e intentar defenestrar a la conducción
L.C. 10/06/1943.
24
Véase, PASTORIZA, Elisa: Los trabajadores de Mar del Plata en vísperas del peronismo , Buenos Aires, C.E.A.L., 1993. 25
Ver, JAURETCHE, Arturo: FORJA y la década infame, Documentos , Peña Lillo ed., Buenos Aires, 1976, p. 13.
26
Rolando Bereilh es periodista (autodidacta), oriundo de Coronel Vidal (Pcia. de Buenos Aires), proviene de una familia num erosa de escasos recursos. Sin militancia previa, se incorpora a FORJA/Mar del Plata identificado con las ideas yrigoyenistas. Entrevista a Ana Bereilh (hermana), Mar del Plata, mayo 2003.
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alvearista.27 Desde su separación de la U.C.R., FORJA había aspirado a constituirse en la fuerza partidaria de sustitución de aquélla; sin embargo, su dirigencia, al cabo de algunos años de activismo ideológico con proyección nacional, parecía haber constatado la brecha insuperable que se cernía frente a su acción política concreta y que había llevado a su dirigente más pertinaz y c om bat ivo a r eco noce r: “(… ) n o h em os lle gad o a lo soci al. La gen te nos comprende y apoya, pero no nos sigue”.28 El reconocimiento de tales límites implicó, en la coyuntura abierta por la revolución de junio, la puesta en marcha de una estrategia que, sin renunciar a sus propias metas y sin desestimar ninguno de los ámbitos posibles de acción (el retorno a la U.C.R. o su continuidad como agrupación independiente; sin excluir la promoción de cuadros técnico-profesionales forjistas para su inserción en los elencos del gobierno militar) les permitiera ser reconocidos como actores políticos de valí a f rent e a los mu chos det rac tore s e xist ent es en la p ropi a U .C.R . y en la mayoría de las otras fuerzas políticas. Finalmente, durante 1944 y principios de 1945, la estrategia de FORJA cuajó en una postura intercesora –entre algunos miembros del gobierno m ilitar y notorias figuras de la intransigencia radical– que quedó acuñada en una fórmula de batalla: “Hay que radicalizar la revolución y revolucionar al radicalismo”. 29 Esta postura de la entidad nacional comienza a gestar en el nucleamiento marplatense reticencias y tensiones soterradas ya que, si bien el universo ideológico al que adscribía había sido reivindicado como tributario del pensamiento y la tradición yrigoyenistas, su conformación no era el resultado de una escisión del radicalismo local sino de un reclutamiento juvenil –de heterogéneo origen político y, mayoritariamente, sin filiación partidaria– que hacía hincapié en un proselitismo centrado en una visión crítica del sistema tradicional de partidos políticos y en una concepción
movimientista que fincaba sus valores e n el campo de lo nacional y popular y t rasc endí a lo s li nde s pa rtid ario s. A contrapelo de tales circunstancias, los nuevos lineamientos comienzan a difundirse en Mar del Plata a través de volantes y del semanario nacional La Víspera . El material proselitista insiste sobre tres cuestiones: a) la reivindicación del origen radical de FORJA y su identificación con el “verdadero” radicalismo; b) la defensa de los principios de la revolución del 4 de junio, como actualización de los postulados sustentados por Hipólito Yrig oye n; y c ) la r eno vada exi gen cia d e sa tis face r las nec esi dade s de l pu ebl o resumidas en la consigna “Patria, Pan y Poder al Pueblo”.30 Esta última premisa, sostenida por FORJA desde 1935, se había reavivado a partir del discurso del coronel Perón, al asumir el cargo de secretario de Trabajo y Previsión, en diciembre de 1943.31
27 Las conclusiones de la Concentración Forjista Provincial, realizada en Mar del Plata, en noviembre de 1943- publicadas en un estilo hermético-permiten avizorar una estrategia de posicionamiento, en una escena política mediata, en la lucha intrapartidaria por el control de la UCR nacional. Periódico FORJA Bahía Blanca, enero de 1944. 28 29
Discurso de A. Jauretche en el aniversario de la fundación de FORJA, 29/06/1942.
El semanario nacional forjista La Víspera analiza los alcances de la consigna: “Radicalizar la revolución no significa entregar el radicalismo a la revolución, ni tampoco a la inversa. Significa luchar porque la revolución, que tiene en sus manos en este momento, la responsabilidad del gobierno, lo ejercite conforme a la única doctrina política de la nacionalidad, necesidad más urgente aún, porque mientras no se opere el proceso de revolución del radicalismo, estará vaca nte la func ión hist órica de éste, en razó n de cuy os pri ncip ios perm anen tes sólo pue de hablarse de intransigencia”. L.V. 03/02/1944. Pág. 1. Véase GARCÍA, Delia María: “La Víspera. El último proyecto político de FORJA”, II Simposio sobre Culturas Políticas y Políticas Culturales en la Argentina del siglo XX y VIII Jornadas de Historia Política, Tandil, 28 y 29 de abril de 2005.
Los militantes forjistas pronto constatan sus limitaciones para captar volu nta des y c onex ione s ent re los alle gado s al radi cali sm o loca l, ya que ni aun los escasos miem bros que acreditan la afiliación registran participación ni trayectoria en la vida partidaria de la U.C.R., siempre agitada por las disputas entre la “Lista Blanca” y la “Lista Azul”. Ahora bien, en este contexto signado por condiciones que difieren de aquellas en que habían desarrollado el adoctrinamiento y la m ovilización iniciales ¿cómo instrum entar la acción grupal para el logro de los fines políticos? La “muchachada” forjista ve en la continuidad de “Señales Argentinas” una ventana abierta a la oportunidad. Los enlaces barriales y gremiales nucleados en torno a Bereilh, que desde el periódico habían estampado un neto rasgo obrerista y de contenido social a la militancia, receptivos al envite político –aunque sin experiencia previa– ponen énfasis en el tercero de los lineamientos tácticos de FORJA, con una percepción ajustada de los reales problemas en juego.32 El año 1945 marca nuevos ejes de tensión para el forjismo de Mar del Plata. El primero de ellos se m anifiesta cuando el gobierno de facto lanza, con el decreto ley del Estatuto Orgánico de los Partidos Políticos, la primera
30
Volantes editados por el núcleo FORJA /Mar del Plata. Años 1944 y 1945.
31
Perón anuncia que “(…) se inicia la Era de la Justicia Social en la Argentina”.
32
En el marco de una teoría sociológica de la acción, Bourdieu señala un aspecto del carácter de la inversión en cualquier campo social que podemos relacionar con estos comportamientos: “Los agentes bien adaptados [en este caso, al juego político] están poseídos por el juego y sin duda tanto más cuanto mejor lo dom inan (...) como los buenos jugadores de tenis, uno se encuentra situado no donde está la pelota sino donde va a caer; uno se coloca e invierte no donde está el beneficio sino donde estará”. BOURD IEU, Pierre: Razones Prácticas . Anagrama, Barcelona. pp. 141-144.
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señal de retorno a la normalización institucional, con miras a la apertura del proceso electoral. La Junta Nacional de FORJA, en esa instancia, redobla la apuesta a favor de su incorporación a la lucha interna de la U.C.R.. En una nota enviada a los nucleamientos del interior comunica que:
las dos corrientes rivales de la U.C.R. local.35 No obstante el escaso predicamento en las filas radicales, Capelli publica una solicitada haciendo conocer la decisión de la Junta Nacional, según la cual “FORJA, que nunca se separó de la U.C.R., y sí sólo de sus luchas internas (...) ha decidido intervenir en la reconstrucción de la U.C.R. en coincidencia con todos los ciudadanos que se mantienen fieles a la doctrina y a la conducta que señaló Yrigoyen”.36 Más tarde, cuando en la caldeada escena nacional, arrecian los hostigamientos contra el gobierno militar por su postura de neutralidad ante el conflicto bélico y por las medidas de corte social impulsadas por Perón, los partidos socialista, comunista y demócrata progresista, junto con el sector unionista de la U.C.R. comienzan a concretar los primeros pasos hacia una “Coordinación Democrática” y a calibrar el apoyo al radical José Tamborini, virt ual ca ndid ato a lian cis ta ant e las el ecc ione s en ci ern es. D esd e una post ura opuesta, los forjistas metropolitanos avizoran, junto con los intransigentes, una esperanza dentro del campo radical, en la figura de Amadeo Sabattini. En esta coyuntura política, Francisco Capelli, en Mar del Plata, se apresura a hacer público un telegrama enviado a Sabattini, con motivo de su s declaraciones contra la “Coordinación Democrática” y el discurso del embajador norteamericano Spruille Braden. El texto es el siguiente:
ha resuelto intervenir directamente en la lucha interna de la U.C.R., por lo que invita a todos sus adherentes y simpatizantes a inscribirse en los Registros que oportunamente serán habilitados para la afiliación política (...) [haciendo] un llamado a la juventud para que inicie una acción intensa destinada evitar el retorno de quienes traicionaron a la Unión Cívica Radical y al Pueblo”. 33 Francisco Capelli vuelve a Mar del Plata e inicia conversaciones con hombres de la intransigencia radical y con otros jóvenes dirigentes que, como Carlos Aronna, pertenecían al unionismo y que en esta hora comienzan a manifestar disidencias con la conducción local. Sin embargo, los mutuos recelos y una concepción diferente de las prácticas políticas coartan la posibilidad de orquestar una estrategia conjunta para retar c on éxito al sector unionista, conducido por Mario Giordano Etchegoyen. Así, mientras los forjistas enfatizaban un trabajo proselitista personal, directo, “cara a cara,” para la movilización de las bases, los radicales se apegan a los mecanismos tradicionales (punteros partidarios en las comarcas barriales y puja interna en el ámbito del comité). Por otra parte, los intransigentes marplatenses seguían manteniendo asiduas conexiones con los dirigentes del Movimiento Revisionista Nacional que habían iniciado una política de acercamiento y colaboración con el nuevo interventor de la provincia de Buenos Aires y que –en opinión de la prensa local– respondía a una “pretendida transacción político-electoral”.34
Al Dr. Sabattini: su palabra precisa, en el preciso instante, ha tenido la virtud de ordenar el caos al que se pretende conducir al radicalismo definiendo el sentido argentino de la intransigencia. El acento nacional de sus declaraciones restablece, en el seno de la U.C.R., la unidad de Patria y Democracia frente a todo lo contingente oficial u opositor que intente divorciarlos. Por fin un eco yrigoyeneano se ha oído en la confusión. Por todos los correligionarios de una larga lucha. Francisco Capelli.37
Ante el anunciado retorno a la normalidad institucional, la dirigencia del comité radical convoca –en medio de un marasmo de críticas– a una asamblea de a filiados para “propender a la unidad partidaria”. Capelli, quien también participa en ella, acompañado por unos pocos forjistas radicales, ve superada su posición por la tradicional polarización de fuerzas nucleadas en
35
33
36
L.C. 04/09/1945.
37
L.C . 09/09/1945.
34
Nota de la Junta Nacional de FORJA, fechada en mayo de 1945, en Buenos Aires. L.C. 20/01/1945.
L.C . 23/08/1945. Adalberto Castro, militante “unionista” de la U.C.R. local al evocar la asamblea señala: “(...) mi crítica a los forjistas no estaba centrada ni en los principios ni en las ideas antiimperialistas y democráticas que yo también compartía, sino en la intención de pretender utilizar el partido, la estructura de la U.C.R. ante las elecciones que ya nos parecían inminentes”. Entrevista a Adalberto Castro, ex concejal de la U.C.R., Mar del Plata. 20/09/2001.
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La maniobra de hacer público el apoyo a Sabattini –en un gesto político ajeno al comportamiento cauteloso de C apelli– conlleva, sin duda, el intento de captar la adhesión del numeroso grupo de radicales que reclama enérgicamente la remoción de las autoridades del comité local y la reorganización partidaria. La “muchachada” forjista, cuyos miembros se muestran cada vez más identificados con las reformas sociales motorizadas desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, no acompaña este “guiño” político, del mismo modo qu e antes había desoído la invitación formulada por la Junta Nacional para afiliarse a la U.C.R.
ejemplo, dirigentes de primera línea del núcleo de La Plata –como Miguel López Francés, René Orsi, Ángel Castellanos, Francisco Suares Iscua y Adolfo Ramos– habían colaborado desde la acción política, durante las jornadas del 17 y 18 de octubre, con los gre mialistas de la Comisión Intersindical de La Plata y Berisso.40 Una vez creado el Partido Laborista, se incorporan a él. Idénticas solicitaciones provienen de los sectores nacionalistas y del radicalismo renovador que, luego del pronunciamiento popular, también inician una etapa de aglutinamiento de fuerzas en torno a nuevas entidades partidarias. Finalmente, las contradicciones y las deserciones precipitan la autodisolución de FORJA, que resuelve –en el marco de una Asamblea General, en la que es tán ausentes los delegados del interior– dejar en libertad de acción a sus afiliados.
Los acontecimientos del 17 de octubre de 1945 encuentran a Capelli en Buenos Aires cumpliendo sus funciones de Secretario General. El mismo día 17, junto con Jauretche, publican una declaración en nombre de la Junta Nacional, fijando su posición ante los sucesos. En ella expresan el “decidido apoyo a las masas trabajadoras que organizan la defensa de las conquistas sociales”, a la vez que reiteran la condena al Comité Nacional que se atribuye la representación de la U.C.R., e instan a las “figuras representativas del radicalismo yrigoyenista” a asumir la conducción partidaria para que ella exprese el pensamiento revolucionario de Yrigoyen “en el que encuentran solución integral las inquietudes actuales del pueblo argentino sintetizadas en: Patria, Pan y Poder al Pueblo”.38 La postura adoptada, si bien saluda el advenimiento de la causa popular, comporta contradicciones. La táctica sugerida por la Junta Nacional debería dirimirse en el seno del propio radicalismo, ya que –señalan– a él corresponde el liderazgo de la fuerza masiva que representa lo nacional y popular. Sin embargo, ese ideario, sostenido por la brega forjista, se está concretando con la emergencia del coronel Perón, como líder popular. De este modo, en la agrupación central, la identidad colectiva de FORJA parece colapsar bajo el peso contradictorio de las lealtades que aú n la ligan con la U.C.R. y de las desconfianzas que se ciernen sobre el nuevo liderazgo personalista.39 Además, el escenario político reciente abre el libre juego de los incentivos individuales que comienzan a actuar como fuerzas centrífugas dentro de los cuadros forjistas. Así, por
38 39
JAURETCHE, Arturo: A. FORJA y . .. pp. 175-176..
Sobre este punto, M. A. Scenna cita el testimonio de Roque R . Aragón, dirigente de FORJABuenos Aires: “Esos tiempos fueron m uy difíciles para nosotros. Se veía venir una revolución popular que expresaba nuestros reclamos y se insinuaban en ella desviaciones que herían nuestros principios intransigentes”. Jauretche, por su parte, refiere que, con Capelli, había realizado incontables viajes a Villa María, para convencer a Sabattini de liderar el m ovimiento popular antes del 17 de octubre. Reitera que el 11 de octubre fue de nuevo a visitarlo, con Capelli, a su casa de Buenos Aires –ya desplazado Perón del gobierno militar– para que tomara el poder; pero que Sabattini se negó. (Entrevista a A. Jauretche y a R, R. Aragón en: SCENNA, Miguel: FORJA. Una aventura… pp. 356, 382 y 387.
En Mar del Plata, la red forjista no da muestras de haber alterado la interacción habitual. Los enlaces en los barrios y las conexiones desarrolladas en los lugares de trabajo y desde “Señales Argentinas” –parientes, amigos, vec inos y com pañe ros de tare as– cont inúa n sus cont act os con pare ja frecuencia e intensidad, movilizados ahora en una abierta adhesión a Pe rón. En ausencia de Capelli, Bereilh se ha consolidado como anclaje de la red y, con él, se han alineado algunos activistas barriales y gremiales –Juan Garivoto, Carlos Alonso, Jorge Vedoya, Miguel Guerrero, Adrián Líbano, Luciano Corsi– quienes, en una acción política conjunta con otros militantes forjistas, deciden el nuevo rumbo a seguir que culmina –sin deserciones– con la fundación del Partido Laborista (P.L.) de Mar del Plata. La inmediata creación de otros centros laboristas desata una abierta competencia entre ellos para arrogarse el carácter de sede central. La cuestión queda zanjada a partir de la formación de la Federación Local Laborista, integrada por delegados de los diferentes “centros cívicos” –algunos, de procedencia forjista; otros, de origen sindicalista– y cuyo Secretario General pasa a ser Rolando Bereilh. La posterior incorporación de Capelli al P. L. de Mar del Plata renueva las tensiones internas en la red de militantes forjistas –ahora, laboristas–, al desencadenar un conflicto entre la Federación Local Laborista y e l ce ntro lab orist a (e x nú cle o for jist a) r esp onsa ble de a que lla afili ació n. E l incidente da pie a Bereilh para enfrentar a Capelli y disputarle abiertam ente el liderazgo de la activa red de apoyos construida durante la etapa de militancia forjista y, de paso, aventar cualquier posible maniobra dirigida a controlar la incipiente estructura organizativa del P.L. Si bien e n el cruce de 40
Véase, ORSI, Reneé: Jaur etc he y Sca labri ni O rtiz , Buenos Aires, Peña Lillo ed., 1985, pp. 144145.
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argumentos que acompaña al incidente –recogido por la prensa local–41 se pone de manifiesto una táctica para impedir el ingreso de Capelli al laborismo –motivada sin duda, por factores personales y de rivalidad por el poder– se advierte que también subyacen enfrentadas las dos visiones ideológicas que nutren a las principales corrientes del laborismo en formación. Una, de origen sindical, heterogénea en su filiación ideológica, pero que se expresa en una común retórica de clase arraigada en experiencias de lucha gremial llevada a cabo en las organizaciones obreras tradicionales de la ciudad;42 la otra, heterogénea en su composición social y origen político, aunque identificada con el pensamiento yrigoyenista, y que comparte una trayectoria de militancia movimientista que enfatiza la soberanía nacional y popular y la justicia social. La tensión entre ambas visiones no es un rasgo exclusivo del naciente laborismo local; también lo es de la propia corriente constituida por los forjistas, en la que gravita un marcado perfil trabajador. En efecto, -como analizaremos más adelante- ella se verá sacudida por el peso de ciertas ambigüedades y contradicciones abonadas desde el terreno ideológico y desde la práctica política que, finalmente, terminarán por poner en crisis la identidad colectiva que les confiere cohesión como grupo militante. No obstante, en la coyuntura, ambos grupos –forjistas y sindicalistas– procuran equilibrar los desencuentros esenciales y confluir en unidad en una alianza estratégica para dar, desde el laborismo, el respaldo a la em presa electoral liderada por Perón. Superado el conflicto y modificadas las relaciones de poder dentro de la red forjista, desde una discreta segunda línea, Capelli se esfuerza por evitar la división del grupo, al tiempo que impulsa la formación de cent ros laboristas en los antiguos dominios de FORJA. Alrededor de Bereilh –ahora en funciones claves de organización, prensa y propaganda, dentro de la Federación Laborista– se mueven los militantes más jóvenes quienes, más allá del compromiso ideológico con la propuesta social peronista, tienen fuertes expectativas individuales depositadas en la carrera política. Sin embargo, este acercamiento no significa –todavía– la ruptura con Capelli. En ellos, como en otros forjistas que manifiestan disidencias, parecería obrar aún la norm atividad del vínculo primario que los había integrado al grupo de adscripción ideológica; es decir, el lazo reconocido hacia determinadas personas de la red: parientes, amigos, vecinos o el propio Capelli, dada su condición de antiguo
mentor del grupo. Aunque en esto podríamos ver el valor moral con que están investidos ciertos vínculos, no es menos cierto que la continuidad –o la ruptura– de la red, en este caso, está fuertemente condicionada por los vaiv ene s de un esc ena rio polí tico imp revi sib le.
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Mientras tanto, en el ámbito de la U.C.R. local se encrespan los ánimos alrededor de un cuestionado proceso de depuración y reorganización interna que, debido a los métodos empleados por la facción que detenta el control del comité –tacha de padrones e impedimentos arbitrarios para obstaculizar la incorporación de afiliados pertenecientes al grupo oponente– exacerba las desinteligencias y los enfrentamientos con la conducción partidaria. Esta situación precipita el alejamiento de diversos grupos y genera –particularmente, entre los más jóvenes– un clima proclive a la formación de una nueva agrupación política que pasaría a integrar la coalición peronista. Al igual que en el orden nacional, cuya Junta Renovadora (U.C.R) es liderada por miembros disidentes que proceden del alvearismo, en Mar del Plata, la nueva fuerza política es presidida por dirigentes que vienen de las filas unionistas como Carlos Aronna y Alfredo Biondelli quienes, descontentos con las autoridades partidarias y ante un escenario político abierto a nuevas oportunidades para la empresa electoral, dan inicio a una tarea de aglutinamiento de apoyos diversos y, a través de la creación de una serie de comités denominados Alem-Yrigoyen-Perón, que rivalizan con los laboristas en levantar tribuna en el centro y los barrios, así como en localidades vecinas de la 5º Sección Electoral. Por lo demás, existe en la ciudad otro grupo de apoyo al peronismo: la Alianza Libertadora Nacionalista, cuya incorporación reviste un carácter inorgánico y su aporte resulta numéricamente secundario. El arco opositor a la alianza peronista, aglutinado en la “Unión Democrática”, está compuesto por el radicalismo (Comité Nacional), el Partido Socialista, comunistas y demócratas progresistas. El resultado de las elecciones del 24 de febrero de 1946 en la ciudad señala el triunfo de la U nión Democrática sobre el P.L. – U.C.R. (J. R.) por la diferencia de 996 votos.43 No obstante, el P.L. obtiene una victoria relativa pues suma mayor cantidad de votos que las otras fuerzas partidarias en aquellos cargos electivos en que los integrantes de las alianzas concurren en forma separada; es decir: gobernador, diputados nacionales y senadores y diputados provinciales. Sin embargo, este resultado no permite presagiar el
L.C . 03/01/1946.
Sobre el rol de las experimentadas conducciones sindicales en la constitución del laborismo en el plano nacional, véase, entre otros, TORRE, Juan C arlos: La vieja guardia sindical y Perón , Sudamericana, Buenos Aires, 1990.
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Resultado de las elecciones presidenciales del 24/02/1946 en el distrito de General Pueyrredón: U. Democrática, 10.105 votos; P.L.-UCR(JR), 9.109. PASTORIZA, Elisa Los trabaja- dores de Mar del Plata en vísperas del peronismo , CEAL, Buenos Aires, 1993, p. 75.
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proceso vertiginoso de disgregación que afectaría, luego de las elecciones, a la incipiente fuerza partidaria. Luego de las elecciones, al mismo tiempo que en los espacios nacional y provincial se desencadena una puja por la cobertura de bancas legislativas y cargos de gobierno entre las fuerzas que constituyen la coalición peronista, en la ciudad, se asiste a la proliferación de múltiples conflictos. No sólo entre los dos grupos partidarios sino también e ntre las diversas facciones del laborismo local (ex radicales, ex conservadores y “reyistas”), que intentan el copamiento del poder municipal mediante nombramientos en la administración pública comunal. Situación anárquica a la que tam poco son ajenos los propios comisionados, allegados a las antiguas redes de poder del P.D.N local o a las del vicegobernador electo, Juan B. Machado, radical yrig oye nist a, con u n pasa do de le alta des flu ctu ante s que lo li gan al an tipe rso nalismo, y con una trayectoria de arraigo en la ciudad.44 Finalmente, la pugna por los espacios de poder municipal se traslada al seno de la Federación Laborista, que se convierte en botín de guerra de las distintas facciones de la alianza laborista local.
autorizar los comicios internos como medio para frenar la anarquía reinante; así como la conducta vacilante del comisionado municipal ante las presiones de las distintas facciones laboristas para acceder a cargos y empleos administrativos de la Municipalidad.45 El estrepitoso enfrentamiento culmina con la expulsión de Bereilh y la salida de los forjistas del seno de la Federación Laborista.46 Este hecho resulta determinante para la recom posición interna de las relaciones de poder en la red forjista y para la alternancia del liderazgo en un nuevo contexto político.
El grupo forjista, sin conexiones anteriores con el poder local y sin poseer el respaldo de ninguna entidad partidaria central, ante el anárquico y acelerado proceso que se precipita, luego del triunfo electoral, con la multiplicación de los centros laboristas y la consiguiente incorporación de sus delegados a la Federación Laborista, optan por exigir –como una manera de legitimar la presencia en este espacio de poder político– la validación de los dirigentes, a través de la libre elección de las comisiones directivas de cada uno de los centros que tienen representación en la F.L. Esta postura comporta una divisoria de aguas: sindicalistas y forjistas se enzarzarán en una confrontación sin retorno. Frente al proceso de deflagración interna que afecta al laborismo, el grupo forjista ventila en su periódico “Tesón” las pugnas internas y señala las causas que, en su opinión, extreman la división y ponen en crisis la legitimidad de la conducción partidaria: la falta de representatividad de la dirigencia laborista local y la negativa del Comité Directivo Provincial del P.L. a
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Juan Bautista M achado había ejercido la presidencia del comité de la U.C.R. local en 1914; luego ocupó u na banca en la legislatura provincial representando al distrito. Posteriormente, desempeñó funciones públicas en Mendoza, Entre Ríos y Santa Fe. En noviembre de 1945, fue nombrado Comisionado Municipal de General Pueyrredón por el gobierno de facto, cargo que desempeñó hasta febrero de 1946, en vísperas de las elecciones. Lo sucedió en la comisionatura, el Dr. José M aría Carbusiero, quien había sido Asesor Letrado de la Municipal durante la gestión de Machado. El Puerto , 24 de noviembre de 1945 y 9 de febrero de 1946; L.C. 23 de noviembre de 1945.
El Frente de Trabajadores Manuales e Intelectuales (F.T.M.I.)
Ante la lucha desatada en la coalición peronista entre el P. L. y la U.C.R. (J. R.), Perón declara, en marzo de 1946, la caducidad de las autoridades partidarias de ambas agrupaciones y da lugar a la creación del Partido Único de la Revolución Nacional (P.U.R.N.), en un intento por unificar las heterogéneas fuerzas políticas en un solo partido. Esto constituye el umbral de un nuevo tiempo político. Bajo las recientes condiciones, la red de forjistas marplatenses cambia su configuración interna y su dinámica en pos de alcanzar la meta política perseguida. Sus miembros desactivan transitoriamente las rivalidades y conflictos y priorizan las relaciones de negociación y de cooperación cerrando filas alrededor de Capelli, quien en e sta etapa reúne los recursos organizativos y el a sce ndie nte nec esa rio p ara l ide rar la acci ón co lect iva. E l asc ens o polí tico de Capelli deviene de su conexión con los ex miembros de FORJA Nacional, quienes han pasado a integrar los cuadros técnicos y políticos del nuevo gobierno de la provincia de Buenos Aires.47 Una designación oficial
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Los comicios de 1946 no incluyeron la elección de autoridades municipales. En consecuencia, los municipios de la provincia de Buenos Aires continuaron intervenidos por Comisionados, nombrados ahora por las autoridades provinciales entrantes. La normalización de los poderes locales llegaría recién con la elección municipal del 14 de marzo de 1948. Sobre la gravitación de los com isionados municipales en la conformación de los cuadros políticos locales, véase, AELO, Oscar: “Elites políticas…” 46 47
Tesón 04/06/1946.
Durante la gestión del Coronel Mercante en la provincia de Buenos Aires se formó un gabinete forjista: Julio César Avanza, m inistro de Educación, Miguel López Francés de Hacienda y Eco nom ía; Eug eni o Álva rez Santo s, sub secr etari o de Econ omí a, Gui llerm o Piñe ro, subsecretario de Hacienda; José Cafasso, subsecretario de Cultura; Alejandro Greca, presidente del Consejo de Edu cación y Julio Tavella, director de Turismo; Arturo Jauretche se desempeñó (continúa...)
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contribuye a reforzar esta centralidad como referente político: es nombrado delegado del gobierno nacional para participar en la 29º Conferencia Internacional del Trabajo Trabajo en Montreal, Canadá.48 De este modo, bajo bajo el influjo de un contexto político cambiante, se actualiza –una vez más– una dinámica interna que asegura la continuidad de la red, aunque con una configuración diversa en su punto de anclaje. Al tiempo que desde el gobierno nacional se intenta avanzar hacia la unificación, cada una de las fuerzas que había conformado la coalición electoral peronista procura ganar influencia con estrategias de reagrupamiento y de galvan ización de su identidad originaria. En esta instancia, el grupo forjista (devenido laborista) ingresa al P.U.R.N., agitando una retórica de impugnación a la “vieja política” y, siguiendo las tempranas directivas de la Jun ta Ejec uti va Nac iona l, ub ica en un lug ar de pree min enc ia al sec tor gremial. Se constituye así, como corriente interna partidaria bajo el nombre de “Frente de Trabajadores Trabajadores Manuales e Intelectuales”. Intelectuales”.49 Sin embargo, la raíz del forjismo yrigoyenista aún permanece como un fuerte componente identitario del grupo. La consigna que ahora los aglutina en esta etapa conserva aún innegables reminiscencias de su pasado m ilitante: “Patria, Paz y Pode r al Pue blo ”.Es q ue, e n est a etap a, en la cu al la agr upa ción e mpr end erá una estrategia de dominio sobre un –todavía no definido– entorno partidario, necesita reforzar entre sus adherentes el vínculo ideológico y asegurar la movilización; para ello, apela a la fuerza cohesiva de una comunidad de valo res liga dos a s u pa sad o for jist a. En est a fas e or gan izat iva, la re d pe rso nal
originaria se mantendrá unida, sin deserciones. Sin embargo, cuando llegue el momento de concretar concretar determinados incentivos incentivos selectivos50 y se intente intente alterar el equilibrio existente entre los actores (expresados en la organización y que con fiere n sen tido al rót ulo par tida rio) , la agr upa ción alca nzar á una cúspide de tensión, premonitoria de la ruptura. Contrariamente, las demás corrientes internas del peronismo local se irán constituyendo a lo largo de un alborotado proceso caracterizado por una continua fluencia de apoyos de origen diverso, acompañada simultáneamente por resonantes escisiones y desgranamientos. La ex Junta Renovadora presidida por el Dr. Carlos Aronna, sufrirá, en el primer momento, la deserción de notorios ex punteros radicales. Luego, la agrupación –que pasará a llamarse “Bloque Unión Revolucionaria”– se beneficiará con un aglutinamiento de fuerzas proveniente de la intransigencia radical, del laborismo (de extracción gremial y de procedencia política diversa) y, finalmente de la Alianza Libertadora Nacionalista, nacida del viejo tronco conservador y liderada por el escribano Ordoner R. Redi. 51 Hacia diciembre de 1946, se conforma una tercera agrupación interna, liderada por el Dr. Juan José Pereda (reconocido médico marplatense), que nuclea –en una primera fase– los centros denominados “Unión Radical Laborista”. Los mismos están constituidos por desprendimientos de la Federación Gremial Laborista (de extracción sindical pero de origen político heterogéneo, aunque con preeminencia de elementos radicales y conservadores) y de la Federación Local Laborista. Además, aglutina los centros “Unión Radical Yrigoyenista” (desgranamientos de la ex Junta Reguladora). Finalmente, cuando el precandidato marplatense recibió el
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(...continuacion) como presidente del Banco de la Pcia. de Buenos Aires. Posteriormente Francisco Capelli se desempeñaría como subsecretario de Previsión. El Ingeniero José Manuel M artínez, también marplatense, ocupó el cargo de D irector de Catastro provincial. Entrevista Entrevista al Ingeniero Ulises García Oste, Subsecretario de Asuntos Agrarios en el gobierno de Atilio Mercante, Mar del Plata. 23 de marzo de 2002. 48
El Dr. Capelli participa como miembro de la Comisión de Aplicación de Convenios y Resoluciones laborales. L.C. 17/10/1946. 49 El artículo 4º del Comunicado de la Junta Ejecutiva N acional, del 9 de julio de 1946 decía “(...) Dentro de la organización partidaria [del P.U.R.N.] tendrá preeminencia la expresión gremial de sus afiliados, por encima de las m odalidades que, de perpetuarse, viciarían viciarían su ser con las ya demasiado conocidas tareas de la vieja política. Los trabajadores manuales e intelectuales de la Nación Argentina son y serán los auténticos dirigentes y realizadores del ideario peronista”. Citado por MACKINNON, Moira: Los años formativos del Partido Peronista, Siglo XXI, Argentina, 2002, p. 46. El rótulo del FTMI reedita una de las denominaciones que identifica identifica al aprismo peruano (véase: MELLÁ, Julio: “La lucha revolucionaria contra el imperialismo” en El marxismo en América Latina. Antología, C. núm. 58, Centro Editor de América Latina) El proyecto político del APRA estaba basado en una alianza entre los intelectuales intelectuales –particularmente los universitarios universitarios de clase media– y la “naciente y aun no organizada clase proletaria”. proletaria”. Véase, HAYA de la Torre: “En el X aniversario…” pp. 131-132; El antiimperialismo antiimperialismo y el APRA , Ed. Ercilla, Santiago de Chile,1936, pp. 29 y 65.
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La participación en las agrupaciones políticas como “asociaciones voluntarias” ha sido estudiada desde la perspectiva de la llamada “teoría de los incentivos”, es decir, de los beneficios o de las promesas de futuros beneficios por parte de los líderes. Una primera versión de ella (Peter Lange) enfatiza que los incentivos que toda organización debe asegurar, son, sobre todo, colectivos (identidad, (identidad, solidaridad e ideología). Otra versión (D . Gaxie) afirma que los incentivos incentivos de toda organización son, por el contrario, selectivos y que se distribuyen sólo a algunos partícipes y de forma desigual: status, poder y beneficios materiales. A. Panebianco sostiene sostiene que las organizaciones partidarias partidarias son, a un tiempo, “burocracias” y “asociaciones voluntarias”; por ello se distribuyen tanto incentivos incentivos colectivos como selectivos. El peso de ambos tipos puede llegar a variar de una organización a otra. Ver PANEBIANCO, Angelo: Modelos de Partido , Alianza, Madrid, 1995. 51 Nacionalista, en Mar del Plata, L.C. 12/04/1947 y L.C . 25/08/1947. “La Alianza Libertadora Nacionalista, contaba con un nutrido encuadramiento de universitarios y militantes identificados identificados con esa línea de pensamiento que privilegiaba a la Nación y a la soberanía nacional como categorías fundamentales. Provenían del conservadorismo histórico”. Colaboración escrita del ex dirigente forjista Juan Garivoto Garivoto (3 páginas). Noviembre de 1999.
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apoyo ostensible del vicegobernador J. B. Machado,52 se neutralizan las turbulencias ocasionadas por las maniobras y los juegos de poder entre las facciones de esta corriente interna, y se inicia una etapa de consolidación en torno a los denominados centros o comités “Lista Blanca” y los identificados como “Principios, Patria y Unión” del Partido Peronista.53
Ya co nst itu ido, e n el pla no nac iona l, el Co nse jo Sup erio r del P arti do Peronista, y teniendo en vista la instancia electoral que se avecina para marzo de 1948 (elección de diputados nacionales, legisladores provinciales y, sobre todo, elecciones municipales), resulta de importancia capital para las dirigencias surgidas en esta etapa formativa, la validación de su representatividad a través de los com icios internos. En Mar del Plata, todas las corrientes del peronismo en formación se lanzan a la conquista del terreno partidario.
Otras dos corrientes se irán perfilando en la tumultuosa escena partidaria de un peronismo en proceso de formación: la “Junta Prounidad del Peronismo”, encabezada por el diputado Luis M ignone (P. L.), y el “Frente Popular Peronista”, de Eduardo Oscar Macchi. Ambas agrupaciones están, en mayor medida, conformadas por profesionales, pequeños comerciantes y algu nos em plea dos que pod rían car acte riza rse com o “ind epe ndie nte s”, incorporados a las filas peronistas después del 24 de febrero.54 El F.T.M.I. tiene su base de sustentación en los centros barriales. El contorno suburbano que había nutrido los reductos del forjismo y del laborismo se dilata territorialmente e incorpora, ahora, otros nucleamientos ubicados en las zonas periféricas de la ciudad; en tanto, la Biblioteca “Mariano Moreno” continúa fungiendo como ámbito de coordinación y encuentro de las organizaciones adheridas al F.T.M.I. En e ste contexto, y con una dinámica militante centrada en el ámbito del barrio, trabajadores, estudiantes, pequeños comerciantes, amas de casa y algunas docentes conforman las nuevas agrupaciones, precursoras de las unidades básicas. En ellas, hombres y mujeres –a menudo compartiendo el mismo local de reunión– se inician en el ejercicio de dar contenido social, en el marco del barrio, a su participación política. De este modo, algunos centros se convierten en espacios de sociabilidad en los que se desarrollan, además de las tareas partidarias, actividades vinculadas con la transmisión de nociones escolares y saberes prácticos a los adultos y niños del vecindario: clases de costura, bordado, danzas nativas o alfabetización, a cargo de maestras y de vec inos .55
El FTMI es la primera agrupación del peronismo local que fija su posición tratando de tomar distancia, tempranamente, de las otras líneas internas, ante un panorama partidario convulsionado por la heterogeneidad de las fuerzas aglutinadas, cuya coincidencia ideológica parecería limitarse a la común adhesión al liderazgo de Perón, como eje de un movimiento nacional y popular. El discurso inaugural del.F.T.M.I. –sostenido luego a lo largo de la campaña por las elecciones internas– demarca un campo de lucha con fuerzas antinómicas, situado en el interior del propio Partido Peronista. Por un lado, “el pueblo peronista”, que encarna una verdadera fuerza moral al ser “depositario y custodio de los valores conquistados: justicia social, soberanía económica y política”. Y por el otro, “los enem igos, los profesionales de la política, los oportunistas, los que estaban al acecho y treparon a última hora para arrendar bienes que no les pertenecen”.56 En el fragoroso fragoroso discurso frentista se hace manifiesta una cuestión que ya comienza a desvelar a la dirigencia de esta etapa alu vial: la legitimación de derechos a partir de la acreditación de un origen peronista “de la primera hora” o “de la primera hornada”. Sobre este punto, los ex forjistas remontan su peronismo a la postura sostenida el 4 de junio de 1943, “cuando cayó el régimen que fue verg üen za polít ica, ruin a e conó mic a y tra ició n a la P atr ia”. El 2 4 de febr ero de 1946 vendría a concretar el triunfo de una revolución de profundo sentido regenerador. De este modo: Asistimos a un nuevo despertar político con hombres nuevos, hombres jóvenes que no permitirán jamás que esas generaciones caducas que engañaron al pueblo y delinquieron al Estado, vuelvan a apoderarse otra vez de la Repú blica. El pueblo deberá decidir en los próximos comicios internos si quiere que la dirección del Partido Peronista de Mar del Plata esté en manos de contrarrevolucionarios, profesionales de la política, arteramente metidos en nuestro se no, o si de
52 El D r. Pereda es invitado a dar u na conferencia en la emisora L.S. 11, sobre el “Plan Trienal” y co ncu rre a com paña do p or el viceg ober nado r J.B . Ma cha do. L.C. 19/04/1947. 53
L.C. 02/04/1947; L.C . 19/04/1947; L.C . 09/05/1947 ; L.C. 04/08/1947.
54
Esta información fue relevada en la prensa local: L.C.: marzo a junio de 1947. Algunos de los candidatos que podemos caracterizar como “independientes”, en muchos casos, han tenido vinc ulac ione s co n el P .D.N . 55
Sobre las actividades desarrolladas por los Centros Peronistas del Barrio Don Bosco, Cincuentenario, Puerto, Las Avenidas y Nueva Pompeya, véase, números varios L.C. noviembre1946 – abril 1947.
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L.C. 10/02/1947.
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lo contrario, prefieren a su frente a obreros, profesionales, empleados, con honradez probada y adhesión manifiesta a la causa que hoy moviliza al pueblo entero.57
más efervescente y anarquizado. La negativa del Frente –embarcado en una estrategia ofensiva dirigida a conquistar el territorio electoral– suscita en los otros contendientes reacciones igualmente hostiles que presagian una polarización de las fuerzas.
El eje de la discusión –tal como es definido por el F.T.M.I.– no se encuadra en un planteo de ideología identitaria; tampoco en la diferencia de proyectos políticos y sociales. Se trata de razones remontadas desde el terreno ético. De este modo, los dirigentes de la agrupación –en nombre del “adecentamiento” político y de la temprana adhesión al proyecto social peronista– se arrogan el derecho de representación para ejercer los cargos electivos y partidarios del P. Peronista, en el plano local. Además, e l carácter de “hombres nuevos” en la arena política, es esgrimido como un signo de incorruptibilidad y de respeto ciudadano. Ante el variopinto perfil de los miembros de las otras corrientes, los ex forjistas se atrincheran detrás de un discurso moralizador y –posponiendo viejas rencillas internas– exhiben una militancia común alejada de las contiendas y amañamientos de la política de comité y caracterizan a su s gremialistas (en contraste con los sindicalistas del laborismo local enrolados en las otras líneas) como dirigentes nuevos, insertos en los centros barriales y surgidos de las comisiones internas (en gremios ya consolidados) como delegados de las obras del Casino, Chapadmalal, Canteras o la Usina, o bien, de los sindicatos recién formados. Nuevamente, se nuclean en pos de una meta política desplegando su experiencia y organización. Realizan, en los centros barriales y a través de la radio local, un ciclo de conferencias para la difusión del Plan Q uinquenal a cargo de dirigentes obreros y profesionales; publican en la prensa extensos artículos de carácter político–doctrinario y levantan tribuna en las zonas más apartadas de la ciudad, donde también realizan exhibiciones callejeras callejeras de cine dirigidas a la “divulgación revolucionaria para estimular la cultura del pueblo en el orden político y social”.58
La piedra de toque –anticipatoria de la derrota electoral para el F.T.M.I.– sin embargo, parte de sus propias filas, en ocasión de la Asamblea para la postulación de precandidatos, realizada el 25 de julio. Ante la maniobra de cooptación de un sector dirigente en favor del grupo de profesionales, se produce el retiro del C entro Peronista Don Bosco, junto con la Agrupación Femenina y las Vanguardias Juveniles. Luego, la escisión se extendería a sectores de los centros “Las Avenidas”, “Juan Atilio Bramuglia” y “Ge ner al Gu ido” . El com uni cado de des vinc ula ción de es tos cen tro s barriales del F.T.M.I. expresa:
División de la red forjista y derrota del F.T.M.I.
Al promediar el mes de julio, ante la proximidad de las elecciones internas del 21 de septiembre, las corrientes en pugna –con excepción del F.T.M.I.– inician tratativas de unificación, en un clima partidario cada vez
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Discurso de Capelli en el acto de inauguración de la campaña. L.C. 10/02/1947. L.C. números varios entre los meses de febrero y julio de 1947.
Los móviles que les indujeron a tomar resolución fueron que (...) se propusieron a dedo precandidatos que, en su casi totalidad no representan en absoluto a las fuerzas trabajadoras, objeto principal de la obra de la revolución y para la cual han dado y darán hasta la última gota de sangre cuando las circunstancias lo requieran. Esa masa que desea vers e re pre sen tad a por aut ént icos hom bre s que sab en de sus preocupaciones y de sus necesidades.59 R. Bereilh –quien, junto con otros ex forjistas de Señales Argentinas , se encontraba entre los afectados por la cooptación– promueve, desde el sector de Aronna, la formación de un frente común contra el F .T.M.I., bajo la consigna: “La única disyuntiva: disyuntiva: Peronismo Peronismo o Secta”.60 Carlos Aronna se aviene a la propuesta frentista de Bereilh y pasa a presidir la “Conjunción Peronista”, a la que también ingresa el centro “Pro Unidad” (de origen conservador, ex A. L. Nacionalista) encabezado por el escribano O. Redi. 61 La radio, la prensa local y la tribuna callejera son los ámbitos públicos en los que los ex forjistas –de una y otra facción– ventilan con parejo encarnizamiento las cuestiones personales y los reclamos por los
59
L.C. 29/07/1947.
60
L.C. 31/07/1947.
61
L.C. 01/09/1947.
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cargos y las candidaturas.62 Mientras el F.T.M.I., afirma que “el Partido Peronista debe organizarse con inflexibles criterios de honradez, conducta y capacidad, porque es la única forma en que puedan cumplirse los ideales revolucionarios”, la “Conjunción Peronista” señala que “aquél que pretende seleccionar olvida que carece de autoridad para hacerlo”. Por otra parte, agravan aún más el ambiente político local, las versiones contradictorias que circulan sobre la existencia de apoyos oficiales –provenientes de distintos sectores del gobierno provincial y municipal– destinados a favorecer a uno u otro de los candidatos postulados.63
y Edu ardo Vill ar ocu par án los carg os de conc ejal es, en el prim ero y terc er lugar, respectivamente. Los miembros del grupo liderado por R. Bereilh, accederán a los cargos electivos por el P.P., recién, con el triunfo electoral del 11 de noviembre de 1951: Rolando Bereilh y Luciano Corsi, como diputado y sen ador prov inc iale s res pec tiva me nte ; Juan Gar ivot o y Edu ardo Ved oya como concejales del distrito de General Pue yrredón.
Así, en este clima caldeado, en me dio de llamados a la cordura y a deponer ambiciones y egoísmos personales y de reiteradas afirmaciones de la condición de “revolucionarios sin mácula” y de “peronistas de la primera hora” –por parte de todos los sectores–, se realizan las elecciones internas del P.P. en Mar del Plata. Comicios en los que el F.T.M.I. es derrotado por la “Conjunción Peronista”, encabezada por el Dr. Carlos Aronna. El revés electoral sólo rubricó el proceso de deflagración interna de la agrupación, iniciado con aquella asamblea del 25 de julio para la postulación de precandidaturas partidarias. La fractura y contracción de la red forjista no se agota con la salida del grupo rebelde. Otros m ilitantes, ligados por solidaridades personales y lealtades organizativas, permanecerán en la agrupación sólo hasta la derrota electoral.64 Otro segmento de la red forjista, constituido por militantes que mantienen fuertes vínculos de lealtad hacia el antiguo mentor del grupo continuará a su lado.65 Ellos participarán, posteriormente, en un proyecto político conjunto que los colocará en el Concejo Deliberante, acompañando al Dr. Juan José Pereda, com o Intendente de Gral. Pueyrredón, durante la primera gestión del peronismo en el ámbito municipal, a raíz de las elecciones de marzo de 1948. Arnaldo Bollo
62
Solicitadas en: L.C. 31/07/1947; 06/08/1947; 07/08/1947 y 08/08/1947.
63
L.C. “Comentarios de Política Local” en números varios de septiembre de 1947 y Solicitada de Capelli al Comisionado M unicipal Hernani Morgante 19/09/1947. 64
Luego del retiro de las agrupaciones, en la asamblea de julio de 1947, la lista de precandidatos fue confeccionada nuevamente. La lista final presentada llevó, sobre dieciocho cargos, tres profesionales. Algunos militantes del sector gremial, renunciaron de antemano a conformar la segunda lista; acompañaron al F.T.M.I. hasta su derrota electoral, y luego se retiraron. 65 Panebianco afirma que el sentimiento de deferencia hacia los jefes de una organización política (observado por Michels) se explica porque ciertos líderes representan el signo visible de la identidad organizativa. Desde el punto de vista sociológico, en cambio, podría ser explicado en función del valor moral con que son investidos ciertos vínculos, en este caso, por el respeto con que se connota la relación mentor-discípulo. De hecho, uno de los entrevistados, al referirse a la ruptura de su relación con Capelli, expresó: “Fue la última lección del maestro”.
Reflexiones finales
La crisis interna del F.T.M.I., que culminó con la derrota y la dispersión definitiva de la red forjista originaria, abarcó dos cuestiones centrales que se imbricaban m utuamente. Una, relacionada con la identidad colectiva, giraba en torno a la representación política de los trabajadores y el lugar de preeminencia que les correspondía desde los fines sostenidos por la agrupación. La otra, vinculada con los incentivos selectivos que configuraban la vía del ascenso individual para los miembros del grupo dirigente, puso de manifiesto la gravitación de esos créditos a la hora de su distribución en el interior de la organización; sobre todo, por tratarse de una instancia electoral en la que, debido a la inestabilidad e incertidumbre de los apoy os internos logrados por cada una de las agrupaciones rivales –débilmente aglutinadas–, existía, para determinados miembros que contaban con la propensión, el capital militante y las capacidades necesarias para apostar en el juego político, la posibilidad de obtener en alguna de ellas, incentivos equiparables a los negados por el F.T.M.I.66 En efecto, en el suelo magmático de una fuerza política en formación –como era el naciente movimiento peronista– el acceso a una carrera política significaba, para los dirigentes de cu alquier extracción social, una posibilidad abierta al envite. La reconversión era factible ya que se vivía el momento formativo –con una estructura interna de oportunidades–, y con ella, también se tornaba posible actualizar las expectativas latentes de movilidad y de prestigio social, a través de la política como profesión. En consecuencia, ambas cuestiones –la identidad colectiva y la satisfacción de los incentivos individuales– se implicaron recíprocamente durante el proceso de crisis, desembocando en una doble frustración y provocando la deflagración del FTMI.
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Rolando Bereilh obtiene la representación como D elegado al Congreso General Constituyente del Partido Peronista de la Pcia. de Bs. As. Juan Parra (del Centro Don Bosco), Juan José Carnevali (del Centro Neuquén) y Rafael Marchetti (del Centro Juan Atilio Bramuglia) son incorporados a la nómina de precandidatos partidarios por la “Conjunción Peronista”, presidida por Aronna.
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García – FORJA en la conformación del Peronismo
En el primer caso, la agrupación había sostenido en sus fines una ideología eminentemente trabajadora –afín con los sectores populares qu e convocaba– en la que obreros y profesionales adherían al F.T.M.I., en un mismo pie de igualdad a los efectos de la participación y de la representación en los cargos partidarios y electivos. Ahora bien, llegado el momento de conformar la nómina de precandidatos, la maniobra de cooptación por parte de un sector del forjismo condujo a la sobrerrepresentación de los profesionales en desmedro de los trabajadores, en abierta contradicción con las metas ideológicas de la agrupación. Esto puso en crisis la identidad colectiva; los lazos de solidaridad se debilitaron y se produjo el alejamiento de quienes se consideraban, por derecho propio, protagonistas de un proceso revolucionario. Algunas de las entidades barriales –y las bases que las sustentaban– identificadas con un discurso y una organización que privilegiaban la igualdad, la solidaridad y el cambio político para lograr el bienestar general, ante tales procedimientos, expresarán su rechazo en las urnas. Paralelamente, la cooptación desencadenó la salida de los militantes de base más comprometidos y activos, dado que la medida adoptada coartaba la satisfacción inmediata de sus expectativas individuales cifradas en la carrera política.
generaciones universitarias –predominantemente de clase m edia– el rol de porta voces rectores del movimiento de liberación nacional, los cuales para librar con éxito esa lucha, deberían conformar una alianza con la “naciente clase proletaria”. En consecuencia, en el marco organizativo del FTMI, la decisión tomada por un sector del forjismo de promover a determinados hombres, pertenecientes al grupo de profesionales, en detrimento de la otra fuerza constitutiva –los trabajadores manuales– podría inscribirse en el contexto de una concepción teórica que, al trasmutarse en práctica política, da muestras de un manifiesto escepticismo hacia la propia capacidad de representación de quienes se declaraban protagonistas de un fenómeno de movilización social y política.
El carácter laxo del sistema organizativo del FTMI, la fuerte heterogeneidad social y de procedencia política de sus adhe rentes junto con la pervivencia de dos fracciones internas –que, desde la nueva coyuntura que se había abierto con la revolución de 1943, habían com enzado a rivalizar por el liderazgo sin llegar a la ruptura– configuraron condiciones de inestabilidad interna, zonas de incertidumbre organizativa, a las que la competencia electoral exacerbó al profundizar diferencias ideológicas, de clase y de estilo político. Todos estos aspectos, sin duda, constituyeron variables de fuerte incidencia como para que Capelli, la figura de mayor centralidad política, decidiera que la vía del ascenso (para algunos enlaces grem iales y barriales), configuraría un riesgo potencial para el propio liderazgo y para la promoción de sus hombre s de confianza, específicamente, el grupo de profesionales que lo acompañaba.Sin embargo, aun reconociendo la fuerte incidencia de estos factores coyunturales no podemos dejar de considerar la gravitación de otro aspecto congruente con el pasado político de estos militantes. Esto es, los componentes ideológicos amalgamados (las representaciones mentales construidas acerca del mundo social, la manera de pensar procesos, de evaluarlos o de valorarlos) en una experiencia y una cultura política compartida por quienes, como el mism o Capelli, habían sido enrolados en el forjismo, en el ámbito universitario platense. La formación política común de este grupo abrevaba en el reformismo del 18 y en los postulados del APRA, cuyos mentores adjudicaban a los intelectuales de las jóvenes
Dispersión laborista, cohesión ‘renovadora’ y reducción a la unidad en los orígenes del Partido Peronista en Avellaneda, 1945-1948
Martín O. Castro
El autor es miembro del grupo de investigación “Movimientos sociales y sistemas políticos en la Argentina moderna”.
Castro – Dispersión laborista, cohesión ‘renovadora’ y reducción...
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asta hace unos pocos años el Partido Peronista había recibido una escasa atención en la literatura especializada sobre peronismo. Los pocos estudios sobre el tema interpretaban al Partido Peronista, o bien como un partido “inexistente” frente al liderazgo carismático y autoritario de Perón o bien como una agencia o brazo de la burocracia estatal subordinado a las necesidades del régimen y que asumía previsiblemente características monolíticas y verticalistas. Por el contrario, trabajos recientes se han ocupado de revitalizar los estudios sobre las estructuras partidarias peronistas enfatizando las dimensiones internas del conflicto y los debates generados durante el encuadramiento de los diversos grupos peronistas en un partido político unificado.1 Es nuestra intención continuar en esta senda interpretativa indagando en torno al proceso de constitución del Partido Peronista en Avellaneda, los conflictos de intereses entre los diversos grupos peronistas y la tensión que se percibe entre la ocupación de espacios dentro de la naciente coalición peronista por los grupos locales y las presiones desde el centro a favor de una unificación de las fuerzas peronistas. La discusión sobre el período formativo del Partido Peronista en Avellaneda y de su impacto en la inclusión de nuevos actores sociales en el sistema político local y nac iona l pod ría co nsid era rse a p rim era vist a com o una prob lem átic a sob re la cual sería posible arribar, quizás desaprensivamente, a conclusiones rápidas y, apar ent em ent e, plau sib les . Un pro ces o sign ado por la part icip ació n de sectores amplios de la clase obrera en la conformación del partido peronista a nivel local (evidente capacidad de movilización callejera, creciente influencia “peronista” en los conflictos sindicales) podría llevarnos rápidamente a interpretar la institucionalización de las estructuras partidarias y el control del aparato estatal local (a nivel de la burocracia estatal pero también en el control peronista de las autoridades municipales, intendencia y mayoría en el concejo deliberante) como signos evidentes de la irrupción de cambios profundos y disruptivos en la política local. La participación de representantes obreros en el cuerpo legislativo municipal electo en 1948 contribuiría, por otra parte, a reforzar esta conclusión. Sin embargo, el proceso político que se abre hacia finales de 1945 y tiene una primera conclusión a nivel del sistema político municipal en la constitución de los poderes ejecutivo y legislativo locales en 1948, y a nivel partidario en el triunfo en las elecciones internas de una lista única en 1949, refleja la presencia de nuevos actores políticos y una activa vida partidaria representada por la formación de un universo de
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MACKINNON, Moira: Los años formativos del Partido Peronista (1946-1950) , Buenos Aires, Instituto Di Tella-Siglo XXI, 2002.
facciones que respondían a lógicas diversas, pero también la participación activa en el período constitutivo del “peronismo” a nivel local de actores que fundamentaban esa participación en su “notabilidad” y su pertenencia a instituciones de relevancia local con raíces en el período pre-peronista. Por otra parte, la particular historia política de Avellaneda de la primera década del siglo XX (predominio de partidos y facciones “conservadoras” que sobreviven a los cambios introducidos a nivel nacional y provincial, y se constituyen en buena medida en torno a un fuerte liderazgo de carácter personal, el de Alberto Barceló) constituye un marco de referencia a nivel local que parece teñir parte de las estrategias de los actores políticos del nuevo período y se concretiza en la presencia de ciertas continuidades a nivel de los actores y prácticas políticas que parecen traducir el entramado construido entre la clase política local y la sociedad civil de Avellaneda. En este artículo se indaga en torno a los orígenes del partido ‘peronista’ en Avellaneda desde una perspectiva que prioriza el análisis de los actores que participaron del proceso de constitución de las estructuras partidarias peronistas a partir de un estudio de la formación, interacción y conflicto de los diversos grupos internos en e l período que va de las jornadas de octubre de 1945 a las elecciones internas de 1948. Hemos creído válido, en esta primera aproximación al período formativo del peronismo local, explorar lo que interpretamos como las etapas distintivas de este proceso definidas teniendo en cuenta la participación del peronismo en e l escenario electoral y el impacto de acontecimientos internos y externos sobre el proceso de institucionalización partidaria: una primera etapa entre la movilización obrera de octubre de 1945 y la campaña electoral para las elecciones presidenciales de 1946; una segunda etapa marcada por la formación del Partido Único de la Revolución Nacional y las elecciones internas de 1947, y, finalmente, una tercera e tapa dominada por el proceso de selección de los candidatos peronistas a las elecciones municipales de marzo de 1948 y la intervención del partido en el nivel local. Se intenta, por otra parte, ponderar los márgenes de autonomía con los cuales contaron los actores políticos involucrados en las luchas internas partidarias a nivel local en este período en su relación con instancias provinciales o nacionales de toma de decisión, e indagar en torno a la articulación existente entre la naciente elite partidaria y el universo asociativo de la sociedad local. Es importante señalar aquí que la atención prestada a la constitución de los liderazgos personales y al estudio de las trayectorias de los políticos locales tradicionales o de participación reciente en la arena política, busca reconstruir la inserción de esos políticos locales en redes y configuraciones de carácter recíproco a partir de las cuales aquellos reclutaban apoyo para cuestionar o
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desafiar a los grupos rivales en un contexto marcado por intentos desde el centro de reducción a la unidad partidaria y de estímulos centrífugos expresados en la pluralidad de actores que asumían una identidad “peronista”. 2 Por otra parte, y dado que, con la excepción de algunas referencias a la participación de sectores obreros en las jornadas de octubre de 1945, los estudios sobre los orígenes del peronismo y las etapas formativas del partido peronista han prestado escasa atención a las características propias del proceso en Avellaneda, este artículo intentará cubrir tal análisis incompleto recurriendo por momentos a un enfoque narrativo (sin renunciar a una perspectiva analítica) con la intención de ocuparse de aquellos acontecimientos que permanecen poco conocidos. Finalmente, para el estudio de las tensiones, conflictos y construcción del consenso en el interior de la naciente estructura partidaria hemos recu rrido principalmente al análisis de la prensa local, especialmente a partir del relevamiento de dos diarios locales influyentes en la política de Avellaneda, La Opinión y La Libertad , ambos originados en la década del diez del siglo pasado y con adscripciones partidarias conocidas para los actores políticos locales. En este sentido, como quedará sugerido en las páginas siguientes, se considera a la prensa no sólo como una fuente o registro de los conflictos facciosos y de la constitución de las configuraciones internas partidarias del período formativo del peronismo en Avellaneda, sino también como actores políticos que contribuyeron de alguna manera a dar forma a los sucesos por aquella registrados.3 La protesta de masas, lucha por el poder local y las elecciones presidenciales en Avellaneda.
Se ha señalado la participación de los obreros de Avellaneda en la movilización de masas del 17 y 18 de octubre de 1945 cuando columnas de manifestantes provenientes de frigoríficos e industrias me talúrgicas de la zona se dirigieron al centro de la C apital Federal para reclamar por la liberación de
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Perón. En efecto, el distrito de Avellaneda se había definido tradicionalmente por ser un centro suburbano, separado de la capital federal por el Riachuelo y e se ncia lme nte indu str ial. La r adic ació n d e s alad ero s, d epó sito s de lana s y cueros, graserías, y, posteriormente, frigoríficos junto con el establecimiento de una extendida estructura portuaria en el último tercio del siglo XIX habían dejado su fuerte impronta en el desarrollo de los asentamientos urbanos al sur del Riachuelo, conocidos primero como Barracas al Sur y, desde 1904, como Avellaneda. En las primeras décadas del siglo XX el funcionamiento de cuatro frigoríficos y la radicación de establecimientos industriales (establecimientos textiles, barracas, curtiembres) que no respetaban un corpus determinado de reglamentaciones que regularan la ocupación urbana, dejaron su huella en una traza caracterizada por la fragmentación del ejido urbano y el levantamiento de barrios y villas que seguían los criterios de la especulación inmobiliaria.5 El proceso de expansión industrial se reflejaba, de acuerdo con el Padrón Municipal de 1947, en la radicación de 1309 establecimientos industriales, entre ellos 4 frigoríficos, 2 molinos harineros, industrias metalúrgicas, industrias químicas y 105 curtiembres. Hacia 1940 la población del partido de Avellaneda había experimentado un marcado crecimiento, pasando de los 78.637 habitantes de 1927, a 372.882 en 1931 y a a prox ima dam ent e 400. 000 en 1940 .6 El cre cim ien to pobl acio nal de la zona (Avellaneda, Lanús, etc.) se inserta en el contexto más amplio de la inmigración rural masiva hacia los suburbios del área metropolitana provocada por el crecimiento industrial y la instalación de nuevas industrias en la zona. Específicamente en Avellaneda, sobre un total de 518.000 habitantes en 1947, más de 173.000 habían nacido fu era de la ciudad o la provincia de Buenos Aires.7 La expansión industrial y el escaso control estatal sobre las formas que a sumía la extensión de la traza urbana colocaron a los
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JAM ES, Dan iel: “17 y 18 de Octu bre de 1 945: El p eron ism o, la prote sta de m asas y l a c lase obrera argentina”, en TORRE, Juan C arlos (comp..), El 17 de Octubre de 1945. Buenos Aires, Ariel, 1995. 5
Sobre el papel de los rematadores de tierra (como los hermanos Fiorito) en la venta de lotes en zonas inundables, véase Entrevista a Esteban Habiague, Proyecto de Historia Oral, Instituto Torc uato Di T ella (en a dela nte PHO-ITDT ) , pp. 19-20. 2 Sobre el impacto o influencia de las acciones de personajes situados en puntos estratégicos de la estructura social y política y su vinculación con otros actores y marco estratégico en el que actúan y se sitúan véase el prefacio de Charles Tilly a BLOK, Anton: The Mafia of a Sicilian Village, 1860-1960 . Illinois, Waveland Press, 1988, y GUERRA, François-Xavier, “El renacer de la historia política: razones y propuestas.” en GALLEGO, José Andrés (ed.), New History, Nouvelle histoire. Hacia una nueva historia . Madrid, Actas, 1993, p. 244. 3
Véase DARNTON, Robert: “Introduction” en DARNTON, Robert y ROCHE, Daniel (eds.): Revolution in the Print: The Press in France, 1775-1800 . Berkeley, California, 1989, p. XIII.
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Véase FERNÁNDEZ LARRAÍN, Federico: Historia del Partido de Avellaneda. Reseña y análisis, 1580-1981 , Avellaneda, La Ciudad, 1986. p. 165; FOLINO, Norberto: Barceló, Ruggierito y el populismo oligárquico , Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1983, p. 26. 7
JAMES, Daniel: Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946- 1976 , Buenos Aires, Sudamericana, 1990, p. 21. Aunque no aclarado en el texto de James en estas cifras parece incluirse a Lanús que había conformado un nuevo partido (4 de Junio) en 1944. Véase también GERMANI, Gino: Política y sociedad en una época en transición, Buenos Aires, Piados, 1962.
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trabajadores urbanos frente a los problemas sociales característicos de una rápida urbanización. Dos testimonios de actores locales sirven al propósito de describir rápidamente las condiciones de vida de las villas y barrios y sus necesidades “edilicias”. En junio de 1943, la sociedad de fomento de un barrio “netamente obrero” como Crucecita Este incluía en el listado de acciones consideradas prioritarias por la asociación el ensanchamiento de arroyos, los servicios de aguas corrientes, el levantam iento de las vías férreas, la apertura y pavimentación de calles y la condonación de deudas a los vec inos . Un m es m ás ta rde, l os Ce ntr os Soc ialis tas de A vell aned a ent reg aba n un ‘memorial’ al comisionado en el cual abordaban los problemas que según aquellos debían ser atendidos por las nuevas autoridades municipales, entre los cuales se destacaban la mejora de la asistencia social, la inspección a los establecimientos industriales, las obras de saneamiento urbano y aguas corrientes y la “transitabilidad” de las calles.8 Significativamente, en lo que podía entenderse como una rápida descripción de los mecanismos que sustentaban a las adm inistraciones conservadoras de las décadas anteriores, los centros socialistas también instaban a las autoridades surgidas del movimiento militar de junio de 1943 a terminar con la “...práctica nefasta del favoritismo o del « acomodo», que ta nto imperio tomó en las reparticiones públicas y en las mentes de vecinos ingenuos o equivocados”.9 En efecto, a excepción de un breve período entre 1917 y 1922 en el cual radicales –gracias a la intervención provincial de 1917– y socialistas –gracias a los votos de los concejales conservadores– gobernaron Avellaneda, los conservadores controlaron los resortes de la administración municipal durante los primeros cuarenta años del siglo. Pero no es sólo el control conservador lo que definió a la política local hasta 1943 sino el dominio ejercido por los hermanos Barceló, en especial Alberto, sobre el aparato estatal municipal y las características específicas asumidas por aquél las que dieron forma en Avellaneda a lo que algunos han definido como una variante del “populismo oligárquico” o “conservadurismo popular”. Éste habría consistido en un conjunto de prácticas diversas tales como los intercambios desiguales recíprocos propios de las relaciones patrón-cliente, el fraude, la viol enc ia po lític a y la re pre sión p olic ial a fi n de co opta r a se cto res a mp lios d e
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la población.10 A comienzos de los años veinte, Barceló se había constituido en la cabeza de la escisión conservadora (el denominado Partido Provincial formado en 1923) que competiría exitosamente contra el Partido Conservador y los radicales en la sección tercera (especialmente en Avellaneda y Lomas de Zamora). En e fecto, durante los años veinte el caudillo conservador de Avellaneda se encontraba entre aque llos jefes locales que, gozando de un fuerte arraigo local, preferían construir una relación relativamente armoniosa con los gobiernos provinciales radicales y conservar así e l predominio en el ámbito local.11 De manera directa o indirecta, Barceló controló las riendas del gobierno municipal entre 1922 y 1943. Significativamente, en la primera mitad de la década del treinta, el caudillo local se encontró entre aquellos diputados nacionales conservadores que combinaron la participación en cargos legislativos nacionales con las tareas más pedestres del gobierno municipal o la presidencia de los comités de distrito. Cercano a Marcelo Sánchez Sorondo y a los sectores de tendencia autoritaria, en 1940 procuró sin éxito hacerse de la gobernación de Buenos Aires en elecciones que habían seguido “....el dilema de hierro” de toda la década del treinta: “o fraude o peludismo”.12 Aunque ciertamente no todos hubieran coincidido con Esteban Habiague, periodista e inspector de policía estrechamente conectado con el caudillo local, cuando afirmó que “el crecimiento de Avellaneda se debe todo a los Barceló”, la declinación física y posterior desaparición del jefe local en noviembre de 1946 daría lugar a especulaciones sobre la suerte política del municipio tan estrechamente ligada al liderazgo barcelonista en la primera mitad del siglo.13
10
Véa se FO LINO , Nor bert o: Barceló, Ruggierito y el populismo oligárquico ; DI TELLA, Torcuato: Perón and the Unions: The Early Years , Londres, University of London- Institute of Latin American Studies, 2002, p. 23; DI TELLA, Torcuato: Perón y los sindicatos. El inicio de una relación conflic- tiva , Buenos Aires, Ariel, 2003, p. 102. Un trabajo reciente discute los alcances del fraude y el clientelismo político en el predominio barcelonista y argumenta que el liderazgo de Barceló también se basó en prácticas políticas más “modernas” y en la adopción del “...discurso demagógico propio de las democracias masivas”. Véase FERNÁNDEZ IRUSTA , Pablo: “La Ley Sáenz Peña en un bastión conservador. Avellaneda, 1912-1917.”, ponencia presentada en las Xª Jornadas Interescuelas de Historia , Rosario, 20 al 23 de setiembre de 2005. 11
Véase BÉJAR, María Dolores: El régimen fraudulento. La política en la provincia de B uenos Aires, 1930-1943 , Buenos Aires, Siglo XXI, 2005, p. 41. 12
8 La Libertad (en adelante LL ) , 12/06/1943; véase también El Día (en adelante ED ), 29/01/1946 y La Opinión (en adelante LO ), 06/02/1946. 9
LL , 27/07/1943.
Carta de González Escarrá a R odolfo M oreno, 31/12/1939 citada en BÉJAR, María Dolores: El régimen fraudulento … , p. 179. Sobre la cam paña electoral de Barceló de “tono decididamente populista” de 1940 y la posterior intervención federal a la provincia, véase WALTER, Richard J.: La Provincia de Buen os Aires en la política argentina 1912-1943 , Buenos Aires, Emecé, pp. 225 y ss. 13
Entrevista a Esteban H abiague, PHO-ITDT , pp. 13.
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Cuarenta o más años de hegemonía conservadora había dejado sus huellas no sólo de prácticas clientelares y negociados turbios, sino también en la forma en que diversos actores sociales se articulaban con el aparato estatal municipal. Y en este sentido, los políticos conservadores asumían también los trajes propios de cierta notabilidad local a través de su participación en las asociaciones locales, como se daba, por e jemplo, en los casos de Alberto Barceló (“benefactor” de la Sociedad Popular de Educación y socio del Avellaneda Automóvil Club) o de Héctor de Kémmeter, director del hospital Fiorito durante veinte años, presidente de la Sociedad de Fomento de Villa Kémmeter, del Rotary Club y del Club Regatas de Avellaneda.14 Las vinc ula cion es ent re part idos polí tic os y a soci acio nes loca les, esp ecia lme nte asociaciones étnicas y de fomento, no se agotaban en los notables conservadores y, tanto comisionados como concejales peronistas e intendentes no dejarán de prestar atención a organizaciones locales y juntas vecinales. Pero también se perciben estrechos vínculos entre periodismo y política, y en este sentido, los dos diarios considerados más importantes de Avellaneda (La Opinión y La Libertad , ambos fundados en 1915) estaban estrechamente relacionados con sectores conservadores el primero y con radicales el s eg un do .15 La Opinión había sido fundada por José A. Siciliano, corresponsal de La Nación en Avellaneda, miembro de la Sociedad Popular de Educación y c andi dato a e lec tor de pre side nte y vi cep res iden te en 1 946 por el Part ido Demócrata de la tercera sección electoral. Los Siciliano, que habían combinado política y periodismo por espacio de tres décadas, constituían una “…familia muy estimada en las esferas sociales…” de Lomas de Zamora y Avellaneda y cercana a Barceló. F. Luis Siciliano, hermano de José había fundado el diario La Unión de Lomas de Zamora.16 A comienzos de 1946 el periódico cambió de manos y los hermanos Arturi asumieron la dirección del diario, pese a lo cual La Opinión mantendría su cercanía con el Partido
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H. de Kémmeter había sido concejal conservador en 1923, delegado del partido ante el Comité Central de la provincia y diputado provincial. José Garófalo, del sindicato del vidrio, en representación de la asociación de fomento de Villa Kémmeter, dio uno de los discursos durante el funeral de de Kémmeter. Véase LO , 27/08/1945. Sobre Barceló, véase Anuario La Opinión 1946 , p. 19. 15
La Libertad , se presentaba en sus orígenes (1915) como “diario oficial de la UCR de Avellaneda”. Véase también Entrevista a Habiague, PHO- ITDT , p. 61. La lista de las publicaciones periódicas de Avellaneda a mediados de la década de 1940 es relativamente extensa: El Pueblo, Riachuelo, Tribuna Popular, La voz del Comercio, Nueva Época, Revista Roma. Véa se Anuario La Opinión 1946, p. 16. 16
Anuario La Opinión 1946 , p. 5. F. L. Siciliano, concejal conservador, había sido presidente del concejo deliberante de Lomas de Zamora y diputado provincial entre 1936 y 1940. Pedro J. Molinari, político conservador y candidato a legislador provincial en 1946 era uno de los principales periodistas de La Opinión. Véase LO , 16/02/1946.
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Demócrata Nacional durante la campaña política para las elecciones presidenciales de febrero de 1946. La llegada de nuevos propietarios tampoco fue inconveniente para continuar con una línea editorial similar expresada, por ejemplo, en el apoyo continuo a la acción de los Círculos Católicos de Obreros y en la coincidencia con la forma en que éstos entendían los conflictos gremiales, en especial el rechazo al uso de la huelga como método sistemático (considerado un “recurso violento”) por parte de los sindicatos. De manera significativa, sin embargo, y de manera similar a La Libertad , ambos periódicos iniciarían un paulatino viraje hacia posiciones claramente peronistas hacia finales de la década del cuarenta.17 Sin embargo, todavía a comienzos de 1946, La Opinión , en un intento por posicionarse por encima de los conflictos que tensionaban a la sociedad local, expresaba su desaliento tanto frente a lo que consideraba la fractura de la “relativa armonía” que existía entre empresarios y obreros provocada por los constantes conflictos gremiales introducidos por “elementos peronistas”, como frente a la oposición de los radicales de la provincia de Buenos Aires por permitir el ingreso del Partido Demócrata Nacional en la Unión Democrática y que agitaban las aguas del escenario político de Avellaneda.18 Queda claro a lo largo de los números publicados entre octubre y m arzo de 1946, que en el periódico se reflejan las tensiones que cruzaban a los elementos conservadores en esta e ncrucijada política. Así, mientras cubría el proceso de reorganización de las fuerzas conservadoras a nivel local, no dejaba de señalar sus temores frente al futuro desem peño electoral conservador en las elecciones presidenciales y sugería que el capital político real de los antiguos due ños de la situación política local reaparecería en las futuras elecciones municipales en toda su dimensión: “cabe señalar, en lo tocante al problema conservador local, que Avellaneda constituyó por muchísimos años un baluarte de don Alberto Barceló. Las circunstancias en que el partido se presenta a la elección del 24, no le resultan favorables, pero ese hecho carece de importancia estrictamente local”.19 El ejercicio dialéctico infructuoso que las editoriales de La Opinión intentan acometer no hace más que poner en evidencia la conformación de una nueva realidad electoral en Avellaneda expresada en el predominio político de los núcleos “peronistas” y en la llamativa debacle electoral de las 17
LO , 01/01/1946. Sobre la línea editorial de La Opinión en los años treinta véase Di Tella, Perón y los sindicatos , pp. 104-105. 18 19
LO , 08/01/1946.
LO , 16/02/1946. Similar argumento puede verse en la editorial del 28 de marzo de 1946 publicada con posterioridad a las elecciones.
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fuerzas conservadoras tradicionales. Como sugerente anticipo del resultado electoral, la frenética campaña electoral de 1945 y 1946 estuvo dominada por los intentos de estructuración de los núcleos “peronistas” (principalmente laboristas y radicales renovadores), los conflictos gremiales que también jug aría n u n r ol r ele vant e a nive l n acio nal y e l é xito evid ent e d e l os núc leo s obreros al momento de ganar la calle. En agosto de 1945, en el medio de la ofensiva de la oposición contra el gobierno surgido del movimiento militar de junio de 1943, el Comité de U nidad Sindical de la provincia encabezado por los obreros del vidrio resolvió organizar un acto en la plaza Alsina de Avellaneda en apoyo a la continuidad de la política social del gobierno militar.20 La plaza fue nuevamente el escenario de una concentración obrera el 18 de octubre (organizada por el Comité Sindical y el Sindicato de los obreros del Vidrio), pero esta vez para celebrar la libertad del coronel Perón y la des igna ción de M erca nte com o se cre tari o de Tra bajo y Pr evis ión.21 Dos días antes las calles de Avellaneda habían sido testigos de la movilización de núcleos de obreros de frigoríficos, metalúrgicas y fábricas textiles que habían abandonado sus lugares de trabajo y se habían dirigido hacia Valentín Alsina, siendo dispersados al intentar ingresar a la capital federal.22 Por otra parte, de acuerdo con La Libertad , los frigoríficos y los grandes establecimientos fabriles se habían destacado por ser los principales focos de la movilización obrera de los días 16 y 17 de octubre en Avellaneda.23 Nuevamente en febrero de 1946, aunque desautorizados por las entidades obreras, obreros de empresas metalúrgicas (Siam Di Tella y Tame t) y del frigorífico La Negra estuvieron a la cabeza de los trabajadores que decidieron ir a la huelga para protestar contra la decisión de la Corte Suprema que declaraba inconstitucionales las atribuciones de las delegaciones regionales de la Secretaría de Trabajo para
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aplicar sanciones en las provincias.24 Aunque no es objetivo de este trabajo reconstruir la participación de los sindicatos y de aquellos dirigentes que devendrían partícipes del laborismo en los acontecimientos de octubre de 1945, sí es importante señalar aquí que, el laborismo –pese a contar con dirigentes sindicales de influencia dentro de los nú cleos “peronistas” (Vicente Garófalo, Ángel Yampolsky, Eduardo H. Olmos)–25 no logró superar las luchas internas por el predominio en el distrito y construir una relación privilegiada o de exclusividad con los sindicatos que le perm itiera controlar el proceso de unificación de las fuerzas peronistas. Por otra parte, dos dirigentes obreros de la zona pertenecientes al sindicato del Vidrio, Manuel Pedrera y Vicente Garófalo –posteriormente designado comisionado municipal de Avellaneda– se encontraban entre los miembros del primer cuerpo directivo del Partido Laborista a nivel nacional.26 En este sentido, puede decirse que los núcleos laboristas de Avellaneda no consiguieron articular estructuras políticas duraderas que trasladaran la movilización obrera constatada al nivel de las fábricas y en las calles a organizaciones de base que plasmaran esa capacidad de movilización en un control o predominio sobre la incipiente coalición de fuerzas peronistas. Por otra parte, y aunque nos ocuparemos de ello con más de talle más adelante, es importante señalar aquí que el laborismo de Avellaneda pese a constituirse e n la principal fuerza de la coalición ‘peronista’ en las elecciones presidenciales de febrero de 1946 no conseguiría superar su conflictividad interna y traducir esa superioridad electoral en una competencia exitosa contra los candidatos del radicalismo renovador en las elecciones internas peronistas de 1947.
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La Opinión , con cierto grado de malicia comentaba que: “…la interrupción de las faenas del día alcanzó a gran número de establecimientos… El resultado fue una notoria afluencia de pasajeros en la línea 22 que conduce a Quilmes, pu es los obreros repentinamente desocupados aprovecharon el descanso fortuito para pasar un día en las playas.”, LO , 07/02/1946; ED , 07/02/1946. 20 El acto contó con el apoyo de los sindicatos de petroleros, personal de la fábrica de fósforos, metalúrgicos, obreros de la Lanera Argentina y de los frigoríficos La Negra y La Blanca. Asistieron a la demostración Perón, el interventor federal Bramuglia y Domingo Mercante. LL , 12/08/1946. 21
Además de los dirigentes obreros, estuvieron presentes representantes de los radicales renovadores: Salvador Cetrá, Alejandro Leloir, Alfredo Busquet, Arturo Favaloro, Antonio V. Bianculli, Cesar H. Bressa. Véase LL , 19/10/1945. 22
La Federación Obrera de la Carne, el Sindicato de Obreros metalúrgicos y el Partido Comunista de Avellaneda denunciaron la presencia de “bandas armadas” y “elementos nazifascistas y pistoleros” que obligaban a los obreros a dejar los lugares de trabajo. Véase LL , 17/10/1945. 23
LL , 18/10/1945.
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Angel Yampolsky, participa como representante gremial por el sindicato de “La Negra” en la huelga de los frigoríficos de marzo de 1946. Es electo diputado nacional y preside la Junta Pro Unidad del Peronismo. Eduardo H . Olmos, “destacado vecino de Isla M aciel”, pertenece al Sindicato de Industrias Químicas y Afines y es electo diputado provincial en 1946. Véase Anuario La Opinión 1948 , p. 25 y Anuario La Opinión 1946. 26
Véase TORRE, Juan Carlos: La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo , Buenos Aires, Sudamericana, 1990, p. 153. En junio de 1943 Vicente Garófalo, de larga trayectoria gremial y representante de la Federación Bonaerense de Trabajadores, entregaría en nombre de la Federación un memo rial al Interventor Federal de la Provincia, General Armando Verd agu er en el cual se prom etía el apo yo de toda la clas e obre ra a aqu ellos acto s de la intervención que se dirigieran a contrarrestar la “especulación”, buscar el “abaratamiento de la vida ”, supe rar la “cri sis agrar ia” y la “de soc up ació n d e l os traba jado res agrí cola s”. Véas e LL , 23/06/1943.
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Castro – Dispersión laborista, cohesión ‘renovadora’ y reducción...
En Avellaneda dos fueron las fuerzas que asumieron roles relevantes en el proceso de formación del Partido Peronista: el laborismo y los radicales renovadores.27 Aún cuando las elecciones de febrero de 1946 demostrarían que la capacidad de movilización electoral de los radicales renovadores se encontraba por debajo de lo que el Partido Laborista local podía aportar a la coalición “peronista”, aquellos sin embargo se organizaron con rapidez y, a pesar de que en sus inicios su proceso organizativo estuvo dominado por conflictos internos, superados éstos surgiría con nitidez el liderazgo de Antonio V. Bianculli, quien más adelante en el tiempo haría gala de una flexibilidad suficiente para lograr apoyos entre los trabajadores organizados.28 En julio de 1945, aún antes de que se constituyera la Unión Cívica Radical Jun ta R eno vado ra (U CRJ R), u n gru po de diri gen tes prov enie nte s de la U CR de Avellaneda habían decidido fundar las bibliotecas “Hipólito Yrigoyen”, que constituirían posteriormente el núcleo duro de apoyo a las aspiraciones de Bianculli.29 Dos fracciones se disputaron el control de la UCRJR recientemente fundada en Avellaneda: la denominada UCR “Hipólito Yrigoyen” presidida por Bianculli (que mantenía lazos estrechos con la dirigencia provincial y nacional del novel partido)30 y el “Movimiento Radical Yrigoyenista y Revolucionario” organizado en noviembre de 1945 y que respondía a las directivas de Miguel Angel Durruty.31
profesionales y repudiadas por los dirigentes laboristas desde el recientemente fundado Partido Laborista. A comienzos de diciembre de 1945 delegados de 87 de los 112 distritos municipales adheridos a la Junta Re organizadora del radicalismo encabezada en la provincia por Leloir, Cetrá y Reales se reunieron en Avellaneda para considerar “la reorganización partidaria, designar autoridades, darse una carta orgánica y…plataforma electoral”.32 La fracción de Durruty, que afirmaba contar con el apoyo de 18 comités en Avellaneda y de la Ju nta Reo rgan izad ora de Qu ilm es no p udo par tici par en el cónc lave al no contar con las credenciales necesarias. Impedido de tom ar parte en la asamblea del radicalismo renovador, el sector de Durruty, que afirmaba buscar obstaculizar “el retorno de la oligarquía” y “el resurgimiento de prácticas repudiadas”, convocará sus propias elecciones internas en un intento por construir un camino alternativo en el proceso de formación de la coalición peronista.33 Dentro del pequeño mundo del radicalismo renovador, el sector de Bianculli logró afianzar su posición reflejada ésta en la nominación de varios de sus principales dirigentes para cargos electivos provinciales y nacionales.34 Por otra parte, las estrategias de los núcleos radicales reflejaban el interés de las distintas fracciones por controlar el ejecutivo comunal, especialmente ante las promesas de elecciones municipales, como lo demuestra la tem prana candidatura de Durruty a la intendencia lanzada inmediatamente después de las elecciones de febrero.35
El proceso interno de organización en Avellaneda resultó un compendio de las prácticas políticas tradicionales atribuidas a los políticos
Tan to La Opinión como La Libertad , aunque con evidentes matices y desd e posic ione s difer ent es, ap oyar on la cam paña de l a Unió n Dem ocr átic a sin por ello desatender la buena relación siempre buscada con las autoridades
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Gustavo Vignardel, quien había desempeñado funciones de comisionado municipal en Avellaneda, encabezaba a los núcleos “independientes” en Avellaneda y fue candidato a senador provincial por el Partido Independiente de la Tercera Sección electoral. Véase LL , 24/01/1946 y ED , 24/02/1946. 28
Arturo Favaloro, comisionado municipal que contaba con el apoyo del sector de Antonio V. Bianculli, designaría a Victor J. Bianculli secretario durante su breve período como comisionado municipal. Véase LL , 3-2-1946. José Bianculli, del comité Pelagio Luna, fallecido en 1943, fue homenajeado por la UCR-Comité N acional en 1945. Véase LO 1945. En diciembre de 1945 la UCRJR de Avellaneda creó una oficina de informaciones gremiales con el objetivo de registrar “todo el movimiento gremial de la provincia y de la capital federal”. LL , 12/12/1945.
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LL , 03/12/1945. Entre los delegados titulares elegidos por la fracción de Bianculli se encontraban Antonio Víctor Bianculli, José F. Werner, César H. Bressa; Dante Emanuel, Fermo Rudelli, Juan Arrupe, M iguel Rodríguez Vieira. Entre los convencionales provinciales Bianculli, Werner, Cosme Gjivoge, Cesar H. Bressa; y como convencional seccional Dante Emanuel. La lista completa de los candidatos en LL , 05/01/1946. 33
LL , 12/12/1945.
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El 24 de noviembre los principales dirigentes de la UCRJR (Alejandro Leloir, Salvador Cetrá, Alberto H. Reales) estuvieron presentes en un acto organizado en Avellaneda por la línea de Bianculli en una clara demostración de apoyo a esta fracción. Veáse LL , 24/11/1945.
Ambas fracciones volverían a enfrentarse en las elecciones internas peronistas de 1947. La convención de la UCRJR de la 3ra. Sección electoral eligió en 1946 a José F. Werner candidato a senador provincial; Cesar Bressa, candidato a diputado provincial y Antonio V. Bianculli, candidato a diputado nacional. Véase LL , 12/01/1946 y LO , 12/01/1946. Cesar H. Bressa sería electo diputado provincial y en 1947 sería designado miembro de la delegación argentina al Congreso Internacional del T rabajo en Ginebra y secretario de la junta ejecutiva organizadora del Partido Peronista en la provincia de Buenos Aires. En 1948 sería nombrado miembro del directorio del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Véase Anuario La Opinión 1947 y Anuario La Opinión 1948 , pp. 5 y 71.
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Entre éstos se encontraban Antonio V. Bianculli; José F. Werner; Dante Em anuel; Cesar H. Bressa, José R. Biescas; Arturo C. Favaloro. Véase LO , 28/07/1945 La UCRJR a nivel nacional se conformó en noviembre de 1945, véase LUNA, Félix: El 45. Crónicas de un año decisivo , Buenos Aires, Hyspamérica, 1984, pp. 412 y ss. 30
Durruty reivindicaba su pasado en la UCR de Avellaneda y el haberse formado “a la vera de la figura patriarcal del extinto Dr. Manuel Beguiristain…” quien fuera intendente entre 1918 y 1919. Véase LL , 03/12/1945.
LL , 12/03/1946. En mayo de 1946 el ministro de Gobierno bonaerense, Lucas Álvarez Rodríguez prometería reformas a la ley de elecciones municipales y la elección directa de intendentes. Véase ED , 19/05/1946.
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locales expresada en constantes informes positivos sobre las gestiones de los comisionados municipales. Esta posición de los periódicos locales frente a la lucha comicial convierte en dificultosa la tarea de reconstruir los comienzos del Partido Laborista en Avellaneda. Sin embargo, es posible seguir las estrategias de (al menos) sectores de l laborismo local a partir de un análisis de los conflictos generados en el proceso de selección de los comisionados municipales. En este sentido, en la nominación de los comisionados municipales es posible percibir los conflictos producidos en la coalición peronista entre los sectores de mayor peso que la constituían (laboristas y radicales renovadores) dada la relevancia asignada por estos actores al control del ejecutivo comunal y de las riendas de la administración municipal a fin de adquirir posiciones de influencia en el proceso de institucionalización partidaria y teniendo en cuenta unas eventuales elecciones locales. Ciertamente la im portancia asignada al control del aparato municipal no se agotó en el período previo a las elecciones presidenciales y, con posterioridad a éstas, se entrelazaría con las tensiones generadas por el proceso de reducción a la unidad partidaria y por los conflictos internos del laborismo local provocados por la disolución del partido, situación que no dejaría de ser señalada y criticada por la UCR Comité Nacional.36 Entre el golpe militar de 1943 y las elecciones m unicipales de 1948 se sucedieron en el cargo un número de 14 comisionados municipales. Los continuos cambios de comisionados agregaron otro elemento de incertidumbre e inestabilidad política a un escenario caracterizado por los conflictos internos de las fracciones “peronistas”. Entre octubre de 1945 y las elecciones internas del partido de finales de 1947 se constata una paulatina institucionalización de estas fracciones, un intento de penetración territorial de cada una de las diversas agrupaciones expresada en la inauguración de comités o centros barriales, agasajos a políticos o notables barriales e inauguración de redes de bibliotecas “peronistas”. Por otra parte, como ya hem os sugerido se perciben intentos de radicales renovadores y de laboristas por hacerse del control del aparato del estado municipal. Concretamente, se intenta influenciar las designaciones de los comisionados y, una vez en el cargo, se recurre a las modestas herramientas simbólicas y de patronazgo que brindan el rol de comisionado a fin de introducir, consolidar o fortalecer carreras políticas individuales. A estas características responden los conflictos generados en torno a las designaciones de com isionados en los meses previos
a las elecciones de febrero de 1946. En este sentido, la designación en enero de 1946 de Arturo O. Favaloro como comisionado municipal en reemplazo del ingeniero Alejandro A. Barberis37 aparece como un intento de parte de sectores del radicalismo renovador identificados con Bianculli por controlar las riendas del gobierno m unicipal. Favaloro, quien ejercía su profesión de médico en la zona de Piñeyro y formaba parte de la Junta Ejecutiva de la UCR de Avellaneda presidida por Bianculli, formó un gabinete municipal que, sin dejar lugar a las sorpresas, se constituyó principalmente en base a dirigentes provenientes de la fracción de Bianculli.38 Con todo, las bases del gobierno de Favaloro se demostraron endebles, debilidad de nacimiento que se encontraba estrechamente relacionada con los conflictos internos de la coalición ‘peronista’. El laborismo local, que había procurado infructuosamente instalar a alguno de s us dirigentes en el ejecutivo municipal, volvió a la carga en febrero forzando la renuncia de Favaloro y apoyando el nombramiento de Vicente Garófalo, en medio de la campaña política para las elecciones presidenciales.39 El apoyo del Partido Laborista a Garófalo se manifestó claramente a mediados de febrero de 1946 cuando una comisión de agasajos organizó en Villa Industriales una comida de homenaje a Pedrera y a G aróf alo a l a qu e tam bié n asi sti ó el pr esi dent e de l Par tido Lab oris ta, L uis F. Gay.40 Significativamente, Garófalo en su discurso de asunción recuperó las líneas básicas de diferenciación y conflicto entre dirigentes gremiales y políticos que caracterizaban las fracturas de la coalición peronista, revalorizando su “…larga militancia gremial” en contraposición a las tradicionales “torturas políticas” y rechazando el apoyo de los políticos profesionales: “A mi no me interesa el apoyo de los políticos; me interesa fundamentalmente el apoyo del pueblo, que será al fin quien por mi intermedio gobernará la
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Barberis se especializaba en obras de ingeniería civil, ocupación profesional que lo había puesto en contacto con el interventor federal Juan A. Bram uglia y con el ex M inistro del Interior Hortensio Quijano durante las obras de reconstrucción de San Juan. Véase LO , 08/11/1945. 38
Darío Eduardo Drago fue designado Secretario de Gobierno y Hacienda; Víctor José Bianculli, secretario privado, y Dante Emanuel, subsecretario de asistencia pública. Véase LL , 28/07/1945; LL , 10/01/1946, y LL , 22/01/1946. Favaloro había iniciado su carrera médica en el Hospital Fiorito. En la asunción de Favaloro estuvieron presentes varios de los principales dirigentes de la UCRJR, entre ellos Busquet, Leloir y Cetrá, además de los dirigentes locales Bianculli, Werner y Br essa . 39
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Sobre el rol de los comisionados como “embragues” de una normalización compleja que incluía al partido y estado, y su participación en la formación de alianzas políticas locales véase el artículo de Nicolás Quiroga en esta publicación.
Sobre la participación de los dirigentes más im portantes del laborismo local (Angel Yanpolski, Eduardo H. Olmos y José Palmeiro) en las conferencias políticas organizadas en distintas zonas de Avellaneda durante la cam paña electoral, véase LO , 19/02/1946. 40
LL , 18/02/1946. También estuvo presente el dirigente laborista y comisionado de 4 de Junio, Enrique Casanova.
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comuna”. 41 En este sentido, evitó apelar a los “políticos” a la hora de completar los nombramientos de su gabinete, recurriendo en cambio a funcionarios de carrera municipal, nombramientos que por otra parte le acercaban el apoyo del sindicato de municipales recientemente creado. Los periódicos locales no dejaron de observar la elección de estos “…viejos y acreditados funcionarios de la municipalidad…” en la formación del gobierno encabezado por el dirigente gremial del vidrio.42 Garófalo, por otra parte, invertiría buena parte de sus esfuerzos dirigidos a la búsqueda de bases de sustentación para su gobierno en lograr una relación fluida con las asociaciones de fomento y las denom inadas sociedades intermedias. Así, por ejemplo en febrero de 1946 llevaría adelante febriles giras que incluían reuniones con representantes de asociaciones de fomento, entre ellas las de Dock Sud, Unión Propietarios de Dock Sud, Crucecita Este o las visitas a la costa de Sarandí.43 Esta estrategia no se revelaba en sí misma como novedosa y otros comisionados municipales anteriores ya habían recurrido a est a herramienta de búsqueda de consenso local en la cual confluían tanto criterios de gestión administrativa y como de construcción de entramados de redes de apoyo político.44 De estas giras de los comisionados municipales, sin embargo, no se implicaba necesariamente que la relación entre los gobiernos surgidos del movimiento militar de 1943 y las sociedades intermedias o de la sociedad civil hubiera sido siempre fluido como lo dem ostraba la resolución del Tercer Congreso de Sociedades de Avellaneda que resolvía a comienzos de ese mismo febrero discontinuar el diálogo con las autoridades locales y provinciales dado la falta de concretización del programa de infraestructura municipal demandado por los dirigentes asociativos.45 Con todo, pareció existir, especialmente con posterioridad a las elecciones presidenciales de 1946, una activa comunicación entre comisionados municipales (después intendentes), las juntas de vecinos, el gobierno provincial y las sociedades de
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fomentos, que parecieron mantener vasos comunicantes con un “peronismo” que buscaba desde u n comienzo la articulación con el espacio social. Las Juntas consultivas de vecinos y las sociedades de fomento mantendrían contactos constantes con los comisionados, en buena medida con las intenciones previsibles de lograr m ejoras para los barrios y la inclusión de obras de infraestructura básica necesaria en los planes de obra pública, pero también a fin de canalizar apoyo político en beneficio de políticos locales por medio de la organización de “homenajes” o “agasajos”.46 Por otra parte, si las conexiones de buena parte de los nuevos elencos políticos locales surgidos con posterioridad a octubre de 1945 con los trabajadores organizados son indiscutibles (y prueba de ello, como veremos, es la conformación del núcleo de concejales peronistas en 1948), es también cierto que al menos parte de la dirigencia peronista podía preciarse de formar parte de cierta notabilidad local y de su participación en la dirección de asociaciones de fomento, de su inclusión en las comisiones de festejos patronales o de encabezar asociaciones étnicas.47 Así, por ejemplo, en octubre de 1946 el gabinete del comisionado municipal Anibal Villaflor se basaba en el aporte brindado por dos socios de una antigua institución local (Cesar Vicini, secretario de Asistencia Pública, y Luis Roasenda, secretario de Obras Públicas e Industria, miembros ambos de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Roma fundada en 1888), institución que por otra parte era presidida por Genaro Aversa, un industrial de la zona electo concejal peronista en 1948.48 Vin cula cion es en tre po líti cos de la c oali ción p eron ista y a soci acio nes locales también era posible encontrarlas entre los radicales renovadores. Por
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LL , 03/02/1946.
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Véase Anuario La Opinión 1945 . Francisco del Sar, secretario del gremio de municipales, es nombrado Secretario de Gobierno y H acienda cuando asume Garófalo. Véase LO , 03/02/1946. 43
LO , 21/02/1946.
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Véase, por ejemplo, el proyecto del comisionado Antonio J. Llach de repartir subvenciones a las “entidades locales, con personería jurídica” fundamentado en una recaudación municipal que había acusado un apreciable superávit. LL , 03/07/1945 y La Unión , revista de la asociación de fomento de Crucecita Este, Marzo y Abril 1950, números 216 y 217. 45
LO , 05/02/1946.
Véas e, p or ejem plo, la reu nió n d el g ober nado r M erca nte con dire ctivo s d e a soci acio nes de fomento y la concretización de la expropiación de terrenos para ser destinados a plazas, calles y ob ras p úbli cas. LL , 18/12/1947. 47
Véase, por ejemplo, las demostraciones a Garófalo en Wilde Este, Wilde Oeste y Sarandí, en LL , 24/06/1946. La comisión de festejos patronales de 1947 estaría encabezada por José D. Aphalo, quien luego sería designado candidato del peronismo a la intendencia municipal. Véase LL , 01/09/1947. 48
Véase Anuario La Opinión 1946 , p. 125. Roasenda era además presidente de la Sociedad de Bomberos Voluntarios de Avellaneda, Anuario La Opinión 1947 . Genaro Aversa era un pequeño o mediano industrial propietario de dos fábricas instaladas en Villa Marconi. Miembro y delegado del Rotary Club local, sería designado en 1948 secretario del bloque peronista del Concejo Deliberante. Véase Anuario La Opinión 1946 , p. 129, Anuario La Opinión 1947 , y Anuario La Opinión 1948 p. 15.
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caso, José F. Werner, quien sería electo senador provincial en 1946, había asumido la presidencia del Rotary Club local en julio de 1943.49 En este período previo a las elecciones presidenciales, los ejes del conflicto que oponen a renovadores y laboristas pasan por el control del aparato municipal (la selección de los comisionados) considerado un componente crucial de cualquier estrategia que contem plara una posición de predominio en el interior de la coalición peronista y la construcción de una carrera política exitosa a nivel local. Como base de organización partidaria, las dos facciones radicales (que responden a D urruty y Bianculli) apelaron a la penetración territorial en el distrito en base a la fundación de comités y bibliotecas, en tanto que los dirigentes laboristas parecieron contar con el poder de movilización y de control de la calle canalizado por los sindicatos (sindicato del vidrio, frigoríficos, municipales, metalúrgicos) y con la formación de una red de centros laboristas. Existe en la retórica laborista una resistencia a las prácticas políticas de los “políticos profesionales”, aún cuando, como analizaremos, en e l período posterior la contraposición entre laboristas y radicales renovadores no parezca evolucionar hacia un conflicto permanente entre sindicalistas y políticos, y esto como consecuencia en parte de la formación parcialmente exitosa de un entramando organizativo generado a partir de bibliotecas “peronistas” dirigidas por radicales renovadores y organizaciones sindicales. De todas maneras, y más allá de cómo las diferencias entre las agrupaciones peronistas se concretaban en el entram ado organizativo, las elecciones nacionales del 24 de febrero de 1946 significaron el final de una campaña electoral con niveles de conflictividad y violencia política importantes y, en Avellaneda, la demostración del mayor caudal electoral del Partido Laborista local frente a la UCRJR dentro de la coalición peronista: en la elección para diputados nacionales, el Partido Laborista se impuso por 17.868 votos contra 7.017 de la UC R (Comité Nacional) y 5.888 d e la U CR JR .50 La Opinión , vocero de los intereses conservadores locales,
azorado por el resultado electoral y la debacle del PD N vacilaba en dar u na explicación plausible del triunfo de la coalición peronista.51 La reconstrucción del rol jugado por conservadores locales en el triunfo electoral del ‘peronismo’ en Avellaneda queda fuera de los márgenes de este estudio. Sin embargo, es importante señalar que los años formativos del peronismo de Avellaneda coinciden con la crisis del Partido Demócrata Nacional local y, especialmente, con la enfermedad de su tradicional caudillo Alberto Barceló (muere en noviembre de 1946) que traba la reorganización del partido, situación que parece exacerbar la lucha interna y provocar cruces de acusaciones entre las facciones conservadoras de colaboracionismo y traspaso de clientelas electorales hacia el “peronismo”.52 En efecto, en febrero de 1948 y nue vam ent e en vís pera s ele cto rale s, el cons erv ador ism o de Ave llan eda sufrió una nueva crisis provocada por acusaciones cruzadas entre diversas facciones de colaboracionismo con el peronismo que devino en la renuncia de Nicanor Salas Chaves a la presidencia del partido a nivel local: “Cua ndo Barceló cayó enfermo en plena reorganización partidaria [argumentaría Salas Chaves en respuesta a las acusaciones], igual que ahora, en vísperas de elecciones, nuestros adversarios hicieron correr la especie que estaba ‘acomodado’ con Perón, lo que, como es lógico, le restó un enorme contingente de votos entre el electorado netamente conservador, y fue u na de las causas principales del derrumbe de la situación local…”.53 Como analizaremos más abajo, la cercanía del candidato peronista a la intendencia, José D. Aph alo, a ámb itos de la soci abil idad cons erva dor a con tri buir ía a alimentar aún más este juego de suspicacias y rum ores preelectorales.
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(...continuacion) Ediciones CEPES, 1972, pp. 37-56. 49
LL , 02/07/1943. El Dr. José F. W erner había formado parte de la comisión fundadora del Hospital Fiorito. Véase LL , 15/08/1943. 50
Los resultados finales de Avellaneda para la elección presidencial y de gobernador fueron: Perón-Quijano 35.340; Tamborini-Mosca 14.811; Mercante-Machado (Laborista y U.C.R.J.R.) 34.907; Prat-Larralde (U.C.R.), 13.332. LL , 26/03/1946. En Avellaneda votó el 85% del padrón, un total de 52.096 votantes. LO , 25/02/1946 Los 2.381 votos conseguidos por el Partido Comunista en la elección de diputados nacionales parecen sugerir la declinante influencia de los comunistas entre los trabajadores de los frigoríficos. Sobre José Peter, figura carismática del sindicalismo comunista en Avellaneda, la Federación Obrera de la Industria de la Carne (F.O.I.C.) y la declinación de la influencia de aquel en el gremio de la carne frente a la competencia peronista véase las Crónicas Proletarias de PETER, José, DI TELLA, Torcuato: Perón y los sindicatos , pp. 327-344, y PUIGGRÓS, R odolfo: El peronismo: sus causas. Buenos Aires, (continúa...)
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Los conservadores recibieron el exiguo apoyo de 1.176 votantes. LL , 26/03/1946.
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Sobre la participación de jefes políticos locales conservadores en los orígenes del peronismo véas e dos visio nes opu estas (un a, asig nand o un rol imp orta nte a aqu ello s; la segu nda , minimizándolo o negándolo) en LLORENTE, Ignacio: “Alianzas políticas en el surgimiento del peronismo: el caso de la provincia de Buenos Aires”, en MORA Y ARAUJO, Manuel e LLORENTE, Ignacio (comps.): El voto peronista. Ensayos d e sociología electoral argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1980; AELO, Oscar: “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires: peronistas y radicales en las elecciones de 1948”, en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe , vol. 13, múm. 2, Julio-Diciembre 2002. 53
LL , 04/02/1948. Sobre los proyectos de algunos sectores conservadores de “colaborar” con el peronismo en las elecciones de 1948 véase “Tendencia al Colaboracionismo existe en el Partido Demócrata” en LL , 04/01/1948.
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Entre los conflictos internos del laborismo local y los intentos de institucionalización partidaria.
reafirmación de la propia identidad partidaria. Por otra parte, como veremos más adelante, los intentos de unificación de las fracciones ‘peronistas’ significativamente no depararían en el mediano plazo la conformación de ningún liderazgo duradero a nivel local, a juzgar por las consecuencias de las elecciones internas de 1947, la posterior intervención del Partido Peronista local y la entronización de nuevas autoridades partidarias en 1949 (lista única mediante) originada fuera del escenario local y que cerraría el proceso de reducción a la unidad.56 Entre los meses que van de las elecciones presidenciales al comunicado de Perón de mayo las distintas fracciones “peronistas” de Avellaneda jueg an a c apit aliza r el t riun fo el ect oral y a c ons olida r su s pro pias pos icio nes . Los radicales renovadores presentan como símbolo de su capital político las ganancias representadas por el “block irigoyenista” de la tercera sección electoral en la legislatura provincial, en tanto que los laboristas reafirman su carácter mayoritario dentro de la coalición peronista basados en los resultados del 24 de febrero, además de contar con dos dirigentes al frente de las comunas de Lanús y Avellaneda. Por otra parte, se percibe en los radicales renovadores una intención de ampliar su participación en el “mercado electoral” peronista, propósito sugerido por los proyectos de capacitación de cuadros concretados en el “Laboratorio Social”, institución que buscaba ocuparse de la problemática social y de las conexiones con los trabajadores organizados.57 Los radicales renovadores buscan, además, instalar las candidaturas para la intendencia municipal y lanzan la reorganización de las respectivas fracciones.58 El laborismo en control de las riendas de la administración comunal hasta agosto de 1946, va a sufrir las consecuencias
En la primera sección presentamos algunos de los aspectos básicos de la vida política de Avellaneda (las continuidades y rupturas representadas por la herencia conservadora y la participación de los trabajadores organizados en la política partidaria) así como las características asumidas por la coalición peronista entre las jornadas de octubre y las elecciones presidenciales de 1946. De ésta surge la naturaleza creciente de los conflictos que se generan entre laboristas y radicales renovadores en torno a la organización de la embrionaria coalición peronista superpuestos con los intentos por controlar el ejecutivo comunal. Los nuevos tiempos políticos que se abren a partir del triunfo de la coalición peronista en 1946 inciden profundamente sobre el entramado político peronista inclinándolo peligrosamente hacia la disolución a partir de los conflictos desatados. El riesgo cierto de desbande de las fuerzas peronistas lleva a Perón el 23 de m ayo de 1946 a advertir sobre los peligros de la anarquía, las am biciones y los conflictos internos y a buscar la unificación de las fracciones peronistas con la formación del Partido Único de la Revolución Nacional (en adelante PURN).54 La orden de Perón de dar forma a un nuevo partido es obedecida sin mayores resistencias por los radicales renovadores, pero encuentra obstáculos de mayor magnitud entre los laboristas quienes sólo a mediados de junio consentirían la disolución del Partido Laborista y su fusión con las otras fracciones peronistas. Sin embargo, la mayor oposición a este proyecto de unificación provendría de los sectores laboristas de la provincia de Buenos Aires encabezados por Cipriano Reyes quienes en el congreso provincial de julio de 1946 decidirían separarse de la coalición peronista. En Avellaneda los intentos de reducción a la unidad del “peronismo” se vieron particularmente afectados por la oposición de influyentes sectores laboristas que resistían la incorporación al PURN. En efecto, si bien tensiones internas cruzaron las otras fracciones peronistas,55 estas fracciones nolaboristas aceptarían la disolución de sus es tructuras y la unificación con las otras fuerzas peronistas aún cuando en períodos de confusión de los proyectos unificadores aquellas revirtieran hacia intentos acotados de
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Mackinnon, Los años formativos, pp. 39-50.
En los Centros Cívicos “Coronel Perón” se decidió la expulsión de un grupo de afiliados y miembros de la comisión, véase LL , 30/04/1946. Los radicales renovadores continuaron divididos en dos grupos: las facciones encabezadas por Bianculli y Durruty. LL , 25/05/1946.
56
En este sentido, no existe en Avellaneda dirigentes que puedan conformar liderazgos personalistas perdurables como se dan en otras comunas bonaerenses. Véase, por ejemplo el caso de Tandil “Génesis y consolidación del Partido Peronista en Tandil (1946-1955)” en esta publicación. Véase también MELON, Julio C.; GAYOL, Sandra, y RO IG, Mabel: “Peronismo en Tand il: ¿per petu ació n co nser vado ra, desp rend imi ento rad ica l o géne sis sindi cal? 194 3-19 48” , en Anuario IEHS , núm. 3, Tandil, 1988. 57
Entre sus miembros se encontraba Cosme Gjivoje, obrero y representante de la Federación Obrera Marítima qu e integraría la delegación argentina en la Confederación Internacional del Trab ajo en G ineb ra en 19 49. Las m esa di recti va del “L abor atori o Soc ial”C esar e stab a cons titu ida por Cesar Bressa, presidente; Dante Em anuel, vicepresidente; Cosme Gjivoje, secretario, y José F. Werner, tesorero. Véase LL, 3/4/1946. Sobre Gjivoje véase Anuario La Opinión 1949 , p. 71. La “Universidad Obrera” propiciada por el comisionado municipal Garófalo aparece com o la contra-propuesta laborista a esa iniciativa. Véase LL , 14/05/1946. 58
En Dock Sud, la UCRJR de Bianculli promueve su candidatura a la intendencia en un acto en el que asisten “...representantes de la Industria y el Comercio, propietarios, periodistas, empleados y obreros...”. LL , 06/05/1946. El sector de Durruty encara la reorganización con la formación de una Junta Provisoria del Partido Radical Yrigoyenista Revolucionario de Avellaneda, LL , 25/05/1946.
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de sus conflictos internos. Antes de eso, sin embargo, Garófalo, comisionado municipal, intentará consolidar su posición incrementando los vínculos con los empleados m unicipales e intensificando las relaciones con las asociaciones de fomento y sociedades barriales a través de constantes giras asumiendo los ropajes de un político de acción, en afectada contraposición a los políticos tradicionales denostados en la retórica de las fracciones laboristas locales. Este dirigente sindical asume rápidamente una exposición pública que lo contraponía en este aspecto a algunos com isionados de tono gris anteriores, y sus d ecis ione s polít ica s y pres upu est aria s com o com isio nado ( por e jem plo, aumento de sueldo a empleados municipales y reintegro de aquellos exonerados del municipio) sugieren intenciones de construir una base de sustento amplia, extender su pe rmanencia en el cargo y lograr la legitimación del electorado en unas eventuales elecciones posteriores. En este sentido, Garófalo y la dirigencia local del laborismo intenta consolidar posiciones recurriendo a la capacidad de movilización de los sindicatos y a las vinculaciones políticas a nivel provincial y nacional, convergiendo ambas estrategias e n ocasiones como en el acto de homenaje organizado por el Partido Laborista de Avellaneda a Farell y al interventor federal Sainz Kelly en abril de 1946.59
coalición peronista, algunos intentan encontrar una salida al conflicto reconociendo el lugar del radicalismo renovador en el triunfo electoral: “...no podemos desconocer por ello el valioso aporte que importó el caudal político de otras fuerzas peronistas…”.62 El Comité Central del Partido Laborista de Avellaneda, aún cuando reafirma su identificación con Perón y Mercante, se mantiene, sin embargo, en su oposición intransigente cercana a la representada por Cipriano Reyes e impugna las “condiciones” en base a las cuales se “estructuraría el nuevo partido”. Eusebio Rodríguez, por ejemplo, en una reunión en la que se considera la posición del laborismo de Avellaneda –y a la que asiste Reyes–, rechaza una “unidad forzada” que desconoce “...el prestigio y la conducta de los hombres del laborismo”.63
Poco después de la proclama de Perón del 23 de mayo la UC RJR de Avellaneda (liderada por Bianculli), el grupo de los radicales renovadores de Durruty y los Centros Cívicos “Coronel Perón” apoyaron el proceso de unificación partidaria y adhirieron al PURN. 60 El camino de las distintas fracciones laboristas hacia la aceptación de las formas que asumía el proceso de unificación estaría plagado en cambio de conflictos y obstáculos. Algunas fracciones como la de Angel Yanspolsky, dirigente gremial de la carne y diputado nacional, aceptarían inmediatamente la incorporación del Partido Laborista al PURN, rechazarían la posición más radical del sector liderado por Reyes y alertarían a los “descam isados” sobre la existencia de “...hombres que surgieron de nuestras filas, fueron exaltados a las directivas partidarias y hoy con cantos de sirena pretenden disfrazar sus ambición desmedida…”.61 Si bien todas las fracciones coinciden en la importancia de que sea reconocida en la estructura del Partido Único el carácter mayoritario del laborismo en la 59
Organizado conjuntamente por el comité central del Partido Laborista (encabezado por sus autoridades: Antonio Calveiro, presidente; Helios Mutti, secretario y Eusebio Rodríguez, tesorero, y el diputado provincial Eduardo H. Omos) y el Comité de Unidad Sindical (representado por Antonio Calviño), el acto no contó con ninguna representación de los radicales renovadores. LL, 24/07/1946 y Anuario La Opinión 1946 , p. 85. 60
LL , 07/06/1946. La Junta Renovadora de Avellaneda fue disuelta a mediados de junio. Véase LL , 18/06/1946. 61
LL , 02/06/1946.
Las divisiones internas se manifiestan, por otra parte, en la ause ncia de una representación de los centros laboristas de Avellaneda en el Congreso Provincial convocado por el laborismo encabezado por Reyes a finales de juli o, 64 lo cua l no imp ide una dec lara ción del Com ité Cen tra l en el cua l reconoce las “diferencias internas” y expresa su acuerdo con las resoluciones adoptadas.65 Esta oposición a la incorporación a la estructura organizativa del nuevo partido lleva a algunos dirigentes (como el diputado provincial Eduardo H. Olmos) a intentar una reorganización del laborismo de Avellaneda por fuera del Comité Central.66 Las divisiones internas del PL de Avellaneda en relación a la actitud a seguir con respecto al Partido Único claramente inciden sobre la estab ilidad del gobierno municipal el cual, pocos días después del Congreso Provincial del laborismo, acosado por los rumores deberá salir a negar la renuncia de Garófalo.67 En efecto, éste no logra compatibilizar su posición de comisionado municipal (carente de una legitimidad proveniente de las urnas y dependiente por lo tanto de las decisiones del ejecutivo pro vincial) con el rechazo del laborismo local por avenirse a formar parte del PURN y con su participación en el PL a nivel nacional. Así, por ejemplo, pide a los dirigentes laboristas “serenidad” en la toma de decisiones relacionadas con el proceso de unificación, al tiempo que reconoce la importancia de “sostener” los principios del laborismo, reafirma 62
LL , 13/07/1946.
63
LL , 03/07/1946.
64
LL , 23/07/1946.
65
La declaración es firmada por el presidente Calveiro, secretarios generales Eusebio Rodríguez y H elios Mu tti y el se creta rio d e la o rgan izac ión Ferm ín J. Mo a. LL , 26/07/1946. 66 67
Olmos no ingresa al bloque parlamentario que responde a R eyes. Véase LL, 02/08/1946. LL , 29/05/1946.
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su pertenencia al laborismo y se manifiesta a favor de la unidad de las fuerzas peronistas “bajo la bandera del laborismo” que fue “el partido que obtuvo el mayor caudal de votos”.68 Estas contradicciones profundizan la debilidad de origen del gobierno municipal y contribuyen a la caída de un gobierno que no había podido asegurar la unificación de las fracciones ‘peronistas’ de Avellaneda.69 Los sectores renovadores, por el contrario, aprueban la constitución de una Junta Provisoria Pro Unidad y favorecen decididamente la unidad del “peronismo” local y la formación del Partido Único.70 Este proceso parece finalmente encaminarse con la adhesión de sectores importantes de la coalición “peronista” triunfante en febrero de 1946 (sectores del laborismo, la UCRJR y Centros Cívicos) a la constitución del PURN y a las directivas generadas por la Junta Ejecutiva del partido,71 aunque no dejaron de generarse conflictos que atravesaron en ese momento a conglomerados de alianzas coyunturales de centros laboristas y comités que afirmaban constituirse en comisiones pro unidad.72 El escenario local, sin embargo, parece por entonces despejado para la unificación de las diversas fracciones “peronistas” y la aceptación de los cambios estructurales a nivel de la cúpula del partido de enero de 1947 (creación del Consejo Superior y cambio de nombre del partido que, ahora sí, pasa a llamarse oficialmente Partido
Peronista). Una de las principales batallas que tuvieron lugar, tendientes a la formación de la organización, son las primeras elecciones internas que se realizaron el 21 de setiembre de 1947. Como ya hemos señalado arriba, el laborismo de Avellaneda pese a conformar la principal fuerza de la coalición ‘peronista’ a juzgar por las elecciones presidenciales de febrero de 1946 no logró evitar que la conflictividad interna influyera negativamente sobre sus posibilidades de triunfo en las elecciones internas de 1947 en las que únicamente los candidatos del radicalismo renovador presentaron listas. En este sentido, aún cuando un número apreciable de fracciones y alianzas de distintos sectores del PP conformaron listas consensuadas con el fin de presentarse a las internas, sólo dos listas (aquellas encabezadas por los dirigentes radicales renovadores Bianculli y Durruty) concretaron este objetivo. En este período pre-electoral se confirma las dificultades de los laboristas por superar los conflictos que se desatan en su seno, pero también tiene lugar un proceso de formación de alianzas entre dirigentes laboristas, radicales renovadores o independientes que buscan consensuar listas alternativas a las encabezadas por Bianculli y Durruty. Significativamente “la ex fracción laborista incorporada al Partido Laborista” (tal la forma en que la describe La Libertad ) da a conocer en agosto una lista de pre-candidatos encabezada por Vicente Garófalo aunque se ve en la necesidad de publicar un comunicado en el que desmiente versiones que señalaban un posible acercamiento a otros grupos, rechazando cualquier posibilidad de acuerdo con “políticos gastados”.73 La miríada de fracciones y gru pos que se form an no nec esa riam ent e res pet an la divi sori a ent re laboristas y renovadores. En las aproximadamente seis semanas del periodo pre-electoral seis distintos sectores del peronismo de Avellaneda manifiestan la intención de presentarse a las internas: las fracciones de Bianculli y Durruty; la ex fracción laborista de Garófalo; la Agrupación para la Divulgación de la Doctrina Peronista (una amplia alianza formada por “ex laboristas, ex radicales de la Junta Renovadora, ex Centros Cívicos, ex independientes y gremialistas) que apoya una lista encabezada por Cesar H. Bressa; la Unión Peronista de Avellaneda cuyo presidente es Alfredo F. Mercuri y se encuentra conformada por “representantes de los centros peronistas creados con anterioridad al 24 de febrero de 1946” y, finalmente, la Junta local de emergencia del PP, liderada por José Palmeiro, Ernesto
68
LL , 02/08/1946.
69
Con la caída en desgracia de Garófalo, las vinculaciones entre éste y los obreros municipales no logran concretarse en una anunciada huelga general en apoyo a la “revolución social” supuestamente encarnada en la gestión del comisionado m unicipal. LL , 23/08/1946. Garófalo se reintegra a su trabajo en la fábrica de vidrios Papini Hermanos de Piñeyro. LL , 06/09/1946. 70
A finales de agosto se organiza un agasajo al diputado provincial Bressa, al que asiste la plana mayor de la UCRJR local, los diputados nacionales Vicente Laciar y Héctor J. Cámpora, senadores provinciales y Arturo Jauretche, además de “gran cantidad de diputados propugnadores de la formación del Partido Único en la provincia de Buenos Aires”. LL , 29/08/1946. 71
Angel Yampolsky, Cesar H. Bressa, E. H. Olmos, José Palmeiro, mayor Ernesto Villagrán, Gustavo Vignardel, Cosme Gjivoje, Arturo C. Favaloro, Ramón Viesca, están entre los firmantes de esta declaración. La lista completa en LL , 19/09/1946. El Partido Laborista de Avellaneda da a conocer un comu nicado en noviembre de 1 946 rechazando las resoluciones de “las Junta Nacional y Provincial del General Perón” por antiorgánicas, aunque “reafirmando su amplia solidaridad con el gobierno surgido de los comicios de febrero...”. LL , 28/11/1946. Sin embargo, los principales dirigentes del PL ingresan en el nuevo partido. Incluso Helios Mutti, secretario del PL, liderará los “Subcentros Peronistas” que en 1948 apoyarán la gestión del interventor del Partido Peronista, Oscar Ayestarán. Véase Anuario La Opinión 1948 . 72
Ver, por ejemplo, la comisión liderada por A. Tumilasci. LL , 04/12/1946. El 6 de diciembre la Junta Ejecutiva del PUR de la Provincia de Buenos Aires comunica a Antonio V. Bianculli, Miguel A. Durruty, Gustavo Vignardell y Ernesto Villagrán su designación como miembros inscriptos en Avellaneda. LL , 06/12/1946.
73
LL , 09/08/1947.
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Vil lagr án y el dipu tad o prov inci al Edu ardo H. Olm os.74 Sin em bar go, la mayoría de las listas no se presenta a los com icios amparada en el argumento de que los padrones partidarios no se han depurado, luego de fracasar en su intento por conseguir una postergación de las elecciones de parte de la Junta Provincial del PP. Dentro de la fluidez de este escenario electoral, la fracción de Bianculli (además de su establecida red de bibliotecas peronistas “H ipólito Yri goye n”) logr ará art icul ar a cue rdos con sec tor es g rem iale s, e spe cial men te con los obreros de la carne. En este sentido, más allá de la adhesión de núcleos peronistas barriales, la lista de Bianculli recibe el apoyo de obreros de los frigoríficos Anglo, Ciabasa y La Castellana y de la Agrupación Peronista de los obreros de barracas de lana del Mercado Central de frutos. Significativamente, ésta última manifiesta la imposibilidad de presentar una lista propia por “falta de tiempo” decidiendo apoyar a Bianculli por ser la figura “más representativa de las aspiraciones de los obreros”.75 Esta estrategia sumada a la penetración territorial de las bibliotecas y centros en el distrito de Avellaneda contribuyen a dar forma al triunfo electoral en unas elecciones internas que terminan asumiendo la forma de una confrontación entre dirigentes del radicalismo renovador.76
en marzo de 1948.77 Sin embargo, la convención provincial del Partido Peronista, pese a contar con el mismo Bianculli como representante de Avellaneda en el cónclave, consagró una lista de candidatos para las elecciones municipales que ciertamente no contemplaba los intereses de la fracción que había superado exitosamente la prueba de las elecciones internas. En efecto, la convención eligió como candidato a intendente municipal a José D. Aphalo, quien se estaba desempeñando en la presidencia del Mercado General de Haciendas y Bolsa de G anado de Avellaneda desde agosto de 1947 y cuya presencia había crecido asociada a la figura del comisionado municipal Eduardo Sturla.78 El ingeniero Aphalo pertenecía, de acuerdo al diario La Libertad, a “…una familia de honda raigambre...” en Avellaneda, y su madre s e encontraba “…vinculada a caracterizadas familias de Avellaneda y de la capital federal”.79 Esta caracterización de la prensa local y su cerc anía a ám bit os de la so ciab ilida d ‘co nse rvad ora’ (sig nific ativ am ent e Aphalo estuvo presente en el entierro de Barceló rodeado de viejos dirigentes conservadores) sumados a una posición relevante en la sociedad local (presidente de la influyente comisión de fiestas patronales de A vellaneda) lo colocaba a Aphalo en una posición favorable para atraer a sectores del electorado que habían respondido en el pasado a las prácticas políticas de Barceló.80
El proceso de selección de los candidatos peronistas, las elecciones municipales y la intervención del PP.
La definición de las autoridades partidarias peronistas no significó, sin embargo, la sanción del liderazgo de B ianculli o de su estrategia de alianza entre las bibliotecas peronistas y sectores de los obreros de la carne. Con Bianculli electo presidente de la Junta de O rganización del Partido Peronista, esta fracción peronista interpretó que contaba con el cam ino despejado para imponer su candidatura para las elecciones de intendente que tendrían lugar
La elección de los candidatos realizada por la convención significó el ingreso del Partido Peronista de Avellaneda en un nuevo período tumultuoso y un pas o at rás e n el p roce so de est ruc tur ació n par tida ria, d ado q ue l ejos de facilitar la unificación de los diversos grupos puso al partido al borde de la división. Por otra parte, si bien las elecciones internas parecieron consagrar el éxito de una fórmula que combinaba la competencia de los políticos profesionales provenientes de la UCRJR (que contaban con experiencia en cómo afrontar las relaciones político-organizativas) con sectores de los 77
74
Véase LL , 13/08/1947; LL , 09/08/1947; LL , 26/08/1947. José Palmeiro era el director, propietario y fundador de la pu blicación “Riachuelo” (fundada en 1928). Será elegido diputado provincial en 1948 y presidente del bloque peronista de la cámara. Véase Anuario La Opinión 1949 . Ernesto Villagrán, mayor retirado, provenía de los Centros Cívicos “Coronel Perón”. Véase LL , 06/12/1946. 75 LL , 01/09/1947; 18/09/1947. Bianculli también recibe el apoyo de una Agrupación Obrera de Dock Sud. Véase LL , 06/09/1947. 76
5.424 afiliados peronistas votaron por Bianculli, contra los 1.304 que apoyaron la lista de Durruty. Véase LL , 23/09/1947. Las fracciones que no participaron, sin embargo, fiscalizaron el desarrollo de los comicios centralizados en el Teatro Roma. Dirigentes de la lista de Bianculli denunciaron intentos de las listas rivales por impedir que los votantes accedieran al lugar de vota ción . LL , 22/09/1947.
Los subcentros del PP de Avellaneda, agrupaciones gremiales y bibliotecas peronistas habían proclamado la candidatura de Bianculli al menos una semana antes de la decisión de la Convención. Véase LL , 19/01/1948. 78
Abogado, Sturla integraría la lista de candidatos a diputados provinciales por la tercera sección electoral. Había comenzado su carrera dentro de los gobiernos de la revolución de junio como Director General del Ministerio de Gobierno de la Provincia. LL , 26/01/1948; Anuario La Opinión 1947, p. 11. 79 80
LL , 04/01/1948; LL , 13/06/1946.
LL , 15/11/1946. La única participación de Aphalo en la administración comunal había sido, con todo, su puesto como jefe del departamento de obras públicas durante el mandato del radical Manuel Beguiristain entre 1918 y 1919. Véase LL , 04/01/1948; LL , 19/03/1948. De acuerdo con Folino, José Aphalo era “… de ascendencia conservadora y socio del club exclusivo ‘Pueblo Unido’. Véase FOLINO, Norberto: Barceló, Ruggierito… , p. 98.
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trabajadores organizados (que acercaban a los políticos radicales renovadores al liderazgo y a la organización popular),81 la forma de selección de los candidatos empujó a núcleos partidarios al borde de la escisión y exacerbó los conflictos internos.
alianzas con otros distritos y el PP oficial (el interventor Garaguso, el gobernador Mercante y el m ismo Perón) se involucraron en una vorágine de negociaciones contrarreloj para impedir la fractura y el debilitamiento del peronismo frente a las inminentes elecciones. Diversos actores se vieron activamente envueltos en la crisis institucional del PP: el diario La Libertad , ya decididamente mimetizado con el peronismo, saludó la decisión de la convención y de Mercante de “...elevar la puntería en la selección de los hombres que deberán actuar en los 112 municipios...”;85 delegaciones obreras de Avellaneda se movilizaron, visitaron a Bianculli y anunciaron una serie de paros progresivos para protestar contra la decisión de la convención; el peronismo disidente encabezado por Bianculli amenazó con concurrir a los comicios con listas propias, y, finalmente, el interventor del PP provincial dictó la intervención de la Junta local del PP de Avellaneda.86 A finales de enero se reunieron en Avellaneda delegados de núcleos peronistas disidentes de distintos distritos de la provincia y acordaron constituir una nue va agrupación política, analizando la posibilidad de presentar listas alternativas en las elecciones nacionales, provinciales y municipales por fuera del PP. No decididos a quemar todavía las naves afirmaron su “...completa y total solidaridad con el líder del partido, el General Perón...” y argumentaron que “...su disidencia doctrinaria es puramente local, con la orientación política impresa al partido, de s uerte que su responsabilidad queda a cubierto de las acusaciones que la crítica malevolente pudiera ensayarla”.87 Las fracciones peronistas provinciales y locales se dividieron. Dirigentes peronistas distritales no se resolvieron a dejar la estructura partidaria peronista y pasar a la disidencia y negaron su participación en cualquier proyecto divisionista.88 Ciertamente un núcleo de dirigentes locales encuadrados en las “Bibliotecas peronistas Hipólito Yrig oye n” a poyó la r ebe lión de Bia ncu lli, en t ant o qu e ot ros, der rota dos en las internas de setiembre de 1947, intentaron recuperar el terreno perdido y manifestaron su coincidencia con la intervención al PP local y su decisión de
En este sentido, no parece haber aquí objeciones más profundas a, por ejemplo, artículos de la Carta orgánica provincial aprobada referidos a la existencia de un polo organizativo carismático encarnado en la figura de Mercante,82 sino más bien una competencia abierta por el tema de las candidaturas y una confrontación a la decisión de la convención por nominar candidatos que, se argumenta, no figuran en los padrones partidarios locales.83 En efecto, Antonio V. Bianculli presenta su renuncia a la presidencia del PP local argumentando que el proceso de selección de candidaturas constituye. una burla sangrienta para todo el peronismo de Avellaneda que pensaba que los candidatos que el partido sostendría en los próximos comicios del 7 de marzo serían ciudadanos surgidos de sus propias filas y con actuación conocida como ver dade ros so ste ned ore s de los po stu lado s de la Re volu ción del 4 de junio. 84 A partir de ese momento las acciones se precipitaron, los rebeldes reunidos en torno a Bianculli iniciaron un rápido proceso de construcción de
81 Sobre los divesos tipos de “expertise” y el control de las áreas de incertidumbre que definen a los componentes de la primera coalición peronista véase el tratamiento que hace M ackinnon en Los años formativos… , pp. 78-80, siguiento el aparato conceptual de Angelo Panebianco Modelos de Partido. Organizació n y Poder en los Partidos Políticos , Madrid, A lianza Universidad, 1993-. 82 Como sí parece ser el caso de algunos delegados “autonomistas” presentes en la convención, véas e M ACK INN ON, Mo ira: Los años formativos… , pp. 106-107. 83
La convención provincial del PP conformada por 86 congresales presididos por el interventor del partido, Bernardino Garaguso, consagró la siguiente lista de candidatos para las elecciones municipales de Avellaneda: candidato a intendente, Ingeniero José D. Aphalo; candidatos a concejales, Ingeniero Fermo Julio Ru delli, Félix Raúl Páez, Dr. Antonio José Tum ilasci, Miguel Delgado, Manuel A. Bó, Manuel Torres, Rodolfo Agustín Lira, Enrique Fernández, Hermenegildo Torralba, Genaro Aversa, Valentín Sánchez, Cayetano A. Basta, Juan D’Amico, Leopoldo Rafael Castelli, Julio Oscar Barberis, Marcos José Simoniti, José Agapito Filipini y Emilio Arena; candidatos a consejeros escolares, Dr. Roberto Ugarte, Jerónimo Santiago Vill ama estre y Fr ancis co Alca ide, titu lares ; Alons o José Pé rez, Lu ciano H erná iz y Alfre do Val entín , suplentes. LL , 26/01/1948. 84
LL , 27/01/1948.
85
LL , 28/01/1948.
86
Oscar Ayestarán es nombrado interventor del PP de Avellaneda, LL , 28/01/1948; LL , 05/02/1948. 87 88
LL , 31/01/1948.
Tal es el caso del diputado provincial Alberto R. López Claros y de los dirigentes Pascual Santoro –del partido de San Vicente– y José S. Piscerno y Armando Unanué –del partido de 25 de mayo–. Véase La Nación , 28/01/1948; La Razón , 28/01/1948 y LL , 30/01/1948.
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vot ar las list as “ínt egr as” cons agr adas por la c onve nció n.89 Otr os dirig ent es locales influyentes (entre ellos los diputados provinciales José Palmeiro y Eduardo Olmos, el mayor Villagrán, Antonio Tumilasci y Vicente G arófalo) apoyaron la gestión del interventor, resolvieron la unificación de las fuerzas peronistas y ratificaron ritualmente su solidaridad con Perón y Mercante.90 Las divisiones también se dieron a nivel de los sindicatos: alrededor de 300 obreros de la carne de los frigoríficos Anglo, La Negra, La Blanca, Wilson y C.I.A.B.A.S.A. publicaron un manifiesto en apoyo al “auténtico líder del peronismo en Avellaneda don Antonio V. Bianculli”.91 El resto de los principales sindicatos, sin embargo, se alineó con la decisión de la convención provincial y apoyó a los candidatos proclamados por ésta.92 Estos posicionamientos estratégicos de dirigentes políticos y sindicales constituyeron el telón de fondo sobre el cual se proyectaron las intensas negociaciones tendientes a impedir la fractura del partido. El diario La Libertad , que asumío una posición intransigente y apoyó en principio las listas confeccionadas por la convención dado que éstas buscan “...solucionar, de la mejor manera posible, el problema de la unidad partidaria del peronismo local...”, al tiempo que rechazaba los “actos de indisciplina partidaria”, sugerentemente llama la atención sobre la necesidad de revisar “lo actuado para evitar divisiones que pueden demorar la estructuración misma del partido peronista local y restarle probabilidades de éxito en las próximas luchas comiciales de marzo”.93 Significativamente, dirigentes de la carne son tentados con un lugar e n la lista de concejales de Avellaneda en lo que pareciera adivinarse la intención de debilitar la relación de Bianculli con
los gremios de la carne.94 Por otra parte, la lista de los concejales peronistas eventualmente electos en marzo de 1948 mu estra un importante número de sindicalistas que forman parte de ella y la elección de al menos un dirigente cercano al núcleo de Bianculli. En efecto, sería sólo poco antes de las elecciones y después de haberse entrevistado con el mismo Perón en dos ocasiones a fin de destrabar la situación de conflicto en Avellaneda, que Bianculli aceptaría apoyar la lista de concejales definida por el Partido Peronista.95 Como datos significativos de la lista de los concejales peronistas electos el 14 de marzo de 1948 se destacan con claridad la inclusión del doctor Dante Emanuel –quien había sido apoderado de la lista de Bianculli en las internas peronistas, presidente de la comisión de propaganda pro candidatura Bianculli y candidato a secretario general en la lista de Bianculli de 1947–96 así como la elección de al menos cinco sindicalistas entre los candidatos peronistas que llegan al Concejo Deliberante.97 En el medio de toda estas febriles negociaciones que dan como resu ltado la lista proclamada el 19 de febrero en el Teatro Roma, se suceden la apertura de subcentros peronistas como parte de la campaña electoral para las elecciones municipa-
94
Damián López y Ángel Villa, del frigorífico Anglo, declinan la oferta. Véase LL , 30/01/1948.
95
En una entrevista publicada el día de las elecciones el interventor del PP da a conocer el apoyo de Bianculli al partido y argumenta que el “asunto de Bianculli” se ha solucionado con la entrega de padrones y 10.000 boletas solicitadas por el dirigente peronista. Véase LL, 14/03/1948. 89
Véase LL , 05/02/1948 sobre el apoyo de la fracción de D urruty, y LL , 04/02/1948, sobre la posición de Arturo C. Favaloro y Cosme Gjivoge de apoyo a las listas de candidatos elegidas por los convencionales provinciales. 90
LL , 31/01/1948; LL , 13/02/1948.
91
LL , 10/02/1948. El 23 de enero de 1948 se h abía constituido la Unidad Básica Gremial de la Industria Frigorífica con representantes de La Blanca, La Negra, Ciabasa. Véase LL , 23/01/1948. 92
La lista extensa de los dirigentes gremiales que apoya a la convención, entre los cuales se encuentran un diputado provincial (Olmos), futuros concejales y el secretario general de la CGT de Avellaneda, Pablo Roca, es la siguiente: Eduardo H. Olmo s, del Sindicato del personal de Industrias Químicas y Afines; José Longo, de la Asociación Obrera Textil; Juan Rosado, de los ferroviarios; Pablo Ro cca, del Sindicato de la Industria Maderera; Benito Costa y Felipe Lorrido, del Sindicato de Curtidores; Juan I. Caro, del Sindicato Unión Obreros Panaderos (adherido a la CGT); Agustín Giovanelli, de la federación lanera Argentina y Juan Balma, del Sindicato del Personal de industrias químicas y afines. Véase LL , 01/02/1948. 93
LL , 02/02/1948.
96 97
Véase Anuario La Opinión 1947 ; LL , 08/08/1947 y LL , 22/08/1947.
Ingresaron al Concejo Deliberante 6 concejales de la UCR. No consiguieron bancas el Partido Demócrata, el Partido Socialista y el Partido Comunista. A continuación se detalla la lista de los concejales peronistas electos y se adjunta la pertenencia a sindicatos o fracciones de aquellos sobre los cuales hemos podido reunir información: Félix Raúl Páez, Presidente del Concejo Deliberante, dirigente gremial de la industria ferroviaria. Agustín Giovanelli, Presidente del Bloque Peronista, dirigente gremial de la industria de la lana. Genaro Aversa, Secretario del Bloque y Vicepresidente 2 do., industrial. Hermenegildo Torralba, Vice pres iden te 1 ro.. Es crib ano J. M . M utton i, Se creta rio del cuer po. Val entí n Sá nch ez. Enrí que Fernández. Dr. Antonio Tumilasci, ex “independiente”, apoyó la lista de Cesar Bressa en las internas de 1947. Dr. Dante Emanuel, Subsecretario de Asistencia Pública en 1945, apoderado de la lista de Bianculli en 1947. Benito Costa, Asesor gremial del sindicato de curtidores d e Avellaneda. José A. Filippini, dirigente gremial de la industria química, apoya a Palmeiro-Olmos Vill agrá n en las i nterr nas pero nista s. M anue l To rres . Jos é An toni o Lon go, d irige nte d el gr em io textil. Fuentes: LL , 24/10/1945; LL , 05/01/1946; LL , 04/12/1946; LL , 14/09/1947; LL , 08/08/1947; LL , 22/08/1947, LL , 1-9-1948; Anuario La Opinión 1947 , Anuario La Opinión 1948 , pp. 19-20; Anuario La Opinión 1949 .
El peronismo bonaerense
les que culminaría en un abrumador triunfo peronista.98 La forma en que el conflicto se resuelve, las negociaciones contrarreloj para impedir la fractura del partido y la existencia del riesgo m ismo de división del partido inmediatamente después de haber experimentado sus primeras elecciones internas, hablan de una fluidez estructural y de una multiplicidad de demandas que encuentran dificultad en ser canalizadas a través de las estructu ras partidarias nacientes. La participación de Perón en este conflicto parece confirmar la interpretación que Mackinnon propone de su intervención en el proceso de estructuración de la organización partidaria en esta etapa, esto es, el poder carismático no se expresa en una estructura determinada y la intervención directa de Perón se reserva para las situaciones límites e n las que es necesario disuadir o apaciguar a un sector. 99 Si bien supera los márgenes tem porales de este trabajo, es importante finalizar este artículo señalando la forma –si se quiere contradictoria con la vitalidad que las fracciones peronistas habían dem ostrado en el período 1945-1948– que el proceso de unificación de los núcleos peronistas asume luego de casi dos años de intervención del partido. En efecto la característica fragmentación de las fuerzas peronistas en Avellaneda sería sólo superada en las elecciones internas de diciembre de 1949, en las cuales Gilberto Lucas Manzano, “…sin ser un vecino de Avellaneda…” y luego de haber desempeñado el cargo de interventor del partido, sería electo presidente del Consejo del Distrito de Avellaneda del PP en la más contradictoria de las formas si se revisa, como lo hemos intentado hacer en este artículo, los años iniciales de
98
Veáse, por ejemplo, LL , 10/03/1948. En las elecciones municipales los resultados fueron los siguientes: Partido
votos
Partido Peronista UCR S ocialistas Comunistas D em ócratas
27.966 12.915 1.836 1.757 947
Fuente : LL , 15/03/1948. Los diputados peronistas electos por la tercera sección electoral son: José M. Palm eiro , Man uel Raú l Pedr era, Fede rico Capp arro , Edu ardo B. Stu rla, Cesa r E. Aranguren, Saúl Oscar Ratti, Luis López, Manuel B. Murs, Eduardo H. Olmos y Gilberto García, LL , 15/03/1948. 99
MACKINNON, Moira: Los años formativos… , p. 128.
Castro – Dispersión laborista, cohesión ‘renovadora’ y reducción...
la naciente coalición peronista en Avellaneda.100 Esto es, Manzano, que cuenta con el decisivo apoyo del gobernador Mercante, logra forzar la unificación de las díscolas fracciones peronistas locales a partir de la imposición de una “Lista de Unidad” que triunfa en las elecciones internas “…si un solo voto en contra…”, sin “… rivales y sin oposición, ya que no hay fracciones internas que hayan decretado abstenciones o manifestaciones disconformes…”.101 Ciertamente un panorama que difícilmente podía ser previsto a partir de un pasado reciente caracterizado por la fluidez y la conflictividad interna de los diversos núcleos peronistas. Consideraciones finales
En este trabajo hemos intentado analizar el proceso de constitución del Partido Peronista en Avellaneda, haciendo hincapié en los conflictos internos entre los distintos grupos peronistas y su grado de autonomía en relación a las presiones generadas desde el centro a favor de la unificación de las fuerzas peronistas. Se ha señalado no solo los elementos de ruptura en relación con el sistema de partidos existente con anterioridad a la revolución de junio de 1943, sino también la presencia de elementos de continuidad sugeridos en la conformación de los elencos dirigentes en los años formativos de la coalición peronista. En este sentido, se ha sugerido la importancia de la participación activa de nuevos actores locales en el período constitutivo del peronismo y la presencia de actores participantes en el universo de las fracciones peronistas que respetaban criterios de notabilidad claramente emparentados con las prácticas políticas del período conservador. Analizados estos actores como parte de redes locales y de configuraciones de carácter recíproco a partir de las cuales se respondía a los intentos de conformar estrategias tendientes a la construcción del consenso o a la búsqueda de posicionamiento dentro de la organización, hemos señalado las distintas herramientas con las cuales contaban los actores a la hora de construir o consolidar estructuras organizativas (por dentro o por fuera de la estructura
100
En las elecciones internas del partido peronista del 18 de diciembre de 1949 resultan electos miembros del Consejo el diputado provincial E. H. Olmos, vicepresidente; Benito Costa, secretario; diputado provincial Dr. Eduardo B. Sturla, tesorero; como vocales, José Longo, Aníbal Villa flor , Juan Jo sé Gon zále z, Ánge l Osca r Pach eco, Ju an Jos é Caro , Alfre do Cas issa, R omá n Díaz , senador provincial Dr. José F. Werner, D. E. Astengo, Oscar Camiletti y diputado provincial José M. Palm eiro. Como delegados al Congreso provincial son elegidos Gilberto Lucas Manzano, Eduardo H. Olmos y Miguel A. Paladino. Véase Anuario La Opinión 1949 , p. 7. 101
Anuario La Opinión 1949 , p. 7 y. 125.
El peronismo bonaerense
partidaria) que contribuyeran a plasmar situaciones de predominio en la incipiente coalición de fuerzas peronistas. En este sentido, se ha puesto particular acento en la fluidez de la coyuntura política del período y en la capacidad de alianzas generadas desde el radicalismo renovador que posibilita a una de sus facciones construir articulaciones con el mundo gremial y superar exitosamente la prueba de las internas peronistas de 1947. En un distrito industrial como el de Avellaneda, en el que por otra parte se torna evidente el involucramiento de sectores de los t rabajadores organizados tanto en la m ovilización callejera como en la institucionalización de las es tructuras partidarias a nivel local, no dejan de ser llamativas las dificultades de los núcleos laboristas por superar los conflictos internos. Hemos argumentado que esta debilidad estructural del laborismo de Avellaneda, la experiencia político-organizativa de los políticos radicales renovadores expresada en el establecimiento de una red organizativa de bibliotecas y comités que penetran territorialmente el distrito y la capacidad de parte de sus dirigentes para alcanzar alianzas con grupos de obreros organizados, ayudan a explicar el triunfo de una de las facciones de radicales renovadores en las elecciones internas de 1947. Por otra parte, y como ya ha sido señalado para otros casos en la provincia de Buenos Aires, tanto laboristas como radicales renovadores siguieron con atención el proceso de selección de los comisionados municipales e intentaron influenciar los nombramientos y permanencia de aquellos en el cargo a fin de adquirir o consolidar posiciones de influencia en el proceso de institucionalización partidaria con la mirada puesta en unas eventuales elecciones municipales. El control de las riendas de la administración comunal es, de alguna manera, combinado por las distintas fracciones que consiguen hacerse un lugar en el gobierno municipal, con intentos de articulación con las sociedades de fomento y juntas consultivas de vecinos, interpretadas como herramientas de búsqueda de consenso y como herramientas útiles en la construcción de entramados de redes de apoyo político. Por último, creemos importante señalar que los intentos de institucionalización de la embrionaria coalición peronista presentan en el período estudiado un grado decisivo de autonom ía con respecto al centro, autonomía que en ocasiones pone al entramado político peronista al borde de la disolución y hace imperiosa la intervención no solo de esferas de decisión provinciales sino también de aquella sancionada por los atributos brindados por el liderazgo carismático del mismo Perón.