¿La media naranja?
Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
Créditos
Créditos 305.4 C7449m
Concurso Voces, Imágenes y Testimonios (4˚ : 2009 : San José) ¿La media naranja?: vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja. -1 ed.- San José, CR.: Voces Nuestras, 2009. 190 p: 22 x 28 cm. ISBN: 978-9968-787-06-2 1. Mujeres - Biografías - Costa Rica. 2. Mujeres Concursos. 3. Mujeres - Relatos Personales. I. Título.
Publicación Auspiciada por: Evangelischer Entwicklungsdienst (EED) Alemana; Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), Centro de Comunicación Voces Nuestras Compilación y Edición: Lilliana León Zúñiga, Centro de comunicación Voces Nuestras Revisión Filológica: Rosario Alonso Diseño Gráfico e Impresión: Roxana Marín S. Tel.: 8392-6650 / 2273-7517
[email protected] Se permite la reproducción total o parcial de este documento siempre y cuando se mencione la fuente y la autoría de los testimonios y fotografías. Agradecemos si nos envían una copia de lo realizado con ellos al Centro de Comunicación Voces Nuestras. San José, Costa Rica, mayo 2009. 2
IV Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios 2008
Contenido
Contenido Contenido Presentación................................................................
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Introducción................................................................
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Ganadoras testimonios: Escritos y derecho a grabación para radio................
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Título: Completa y feliz Autora: Ani Brenes Herrera........................................................
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Título: Después de ella Autora: Susana Aguilar Zumbado...........................................
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Título: En el vaivén de la vida: mi media naranja Autora: Gladys Trigueros Umaña............................................
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Título: Yo soy una naranja completa Autora: Maria José Díaz.............................................................
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Título: Y me echaron macuá Autora: Marjorie Segura Rodríguez........................................
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Título: El ángel Autora: Elba Iris Ulate Rojas......................................................
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Título: También sola puedo tomar el poder Autora: Juana Bautista Huete...................................................
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Contenido
Título: Mi gran esfuerzo Autora: Martha Elizondo Sáenz...............................................
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Título: Señorita: para que vea que la tengo siempre presente Autora: Patricia González..........................................................
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Título: Del odio al amor sólo hay un paso Autora: Maritza Ruiz Espinoza.................................................
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Ganadoras testimonios: Fotografía....................................................................
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Título: Desde muy pequeños debemos aprender a compartir Autora: Denia Azucena..............................................................
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Título: Atardecer juntas Autora: Paulina Torres................................................................
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Título: Nunca es tarde para compartir nuestro quehacer 91 Autora: Raquel Marín.................................................................
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Título: El símbolo de mi otra mitad Autora: Maritza Ruiz Espinoza.................................................
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Ganadoras testimonios: Escritos derecho a publicación..................................
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Título: It eez love ma petite chatte Autora: Patricia Urrutia Pérez..................................................
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Título: En busca de mi media naranja Autora: Karina Castro Varela....................................................
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Contenido
Título: Las mujeres también podemos salir adelante Autora: Reyna Jirón.....................................................................
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Título: Un amor imposible Autora: Bárbara Mónica Porras Quesada..............................
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Título: El patio de los naranjos Autora: Ana Rocío González Urrutia.......................................
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Título: Las emes de mi vida Autora: Haydeé Alvarado Campos..........................................
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Título: Los sufrimientos de una joven madre soltera Autora: Brígida Díaz.....................................................................
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Ganadoras testimonios: Pintura.......................................................................... 135 Título: Volcán Pareja Autora: María Angélica Sittler Stuck........................................ 137 Título: Transe: Sueño y realidad Autora: Ana Isabel Navarro Hernández.................................. 138 Ganadoras testimonios: Poesía...........................................................................
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Título: Una montaña sin nombre Autora: Norma Ramos López....................................................
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Título: La puerta Autora: Carla Ramírez Brunetti................................................. 144 Título: Cotejo de sirena Autora: Orieta María Fuentes Vargas......................................
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Contenido
Título: Despacio Autora: Ani Brenes Herrera........................................................
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Título: Con la ausencia de mi mitad Autora: Marianella Castro Cortés............................................
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Título: Más allá de Venus Autora: Susana Aguilar Zumbado..........................................
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Título: Mi pescador Autora: Marjorie Segura Rodríguez......................................... 151 Título: El tran del Pont d” Arve Autora: Gloria Carrión................................................................
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Ganadora testimonio: Dibujo........................................................................... 155 Título: Esperanza Autora: Migdalia Maradiaga..................................................... 157
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Título: Libertad Autora: Carla Ramos...................................................................
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Reseña de los auspiciadores......................................
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Perfil del concurso....................................................................... Jurado calificador......................................................................... Agradecimientos y coordinadoras........................................
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Auspiciadores: EED SIMAS INAMU Voces Nuestras
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IV Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios 2008
Presentación
Presentación Presentación Mujeres guardianas de las familias VECO MA (VREDESEILANDEN) como organización no gubernamental internacional (belga) siempre ha creído en el valor agregado y la gran fortaleza del Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios, a beneficio de la emancipación de las mujeres y grupos marginados en Centroamérica. No porque creemos que es un fin en sí mismo, sino porque es una valiosa herramienta de empoderamiento donde las y los participantes aprenden a creer en sus fuerzas internas y se animan a expresarse en voz alta. El tema del 2008 es sumamente interesante inclusive a nivel mundial. Desde el enfoque intercultural podemos afirmar que este tema es importante en todas partes del mundo porque, mujeres -y en menor medida hombres- tienen dificultades para exigir, aun para sí mismas, al menos la mitad de los derechos, privilegios, ventajas, placeres… de la humanidad entera. Siendo “chela” o “blanca” en Centroamérica aprendí la expresión “media naranja” como la mitad de una pareja, con el chiste incluido de que muchas veces la naranja se convierte en un limón amargo, refiriéndose a las relaciones de parejas quebradas, divorcios, adulterios, etc. O sea, no siempre la “media naranja” genera dulzuras merecidas, sino cargas amargas extras. Pensemos no más en la doble o triple carga
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Presentación
de trabajo que tienen las mujeres en sus hogares, sus trabajos y en su entorno social. En abril de este año, la periodista belga Liesbeth Walckiers escribió en una revista llamada “El Reportero” sobre la violencia domestica, se refería a ella como una verdadera canasta de limones: “… es una plaga nacional, no solamente en Nicaragua, sino en toda Centroamérica. Existe una amplia red de más de setenta organizaciones locales que trabajan en el tema y se está intentando llevar el asunto a la opinión pública, entre otros, con una campaña televisiva…” . En sociedades machistas como aún existen en Centroamérica, se debe también trabajar con los hombres para lograr un cambio de mentalidad. De hecho, para ellos es casi evidente, cierto, que el maltrato físico a las mujeres forma parte de una relación, 55 de cada 100 mujeres en el ámbito familiar son víctimas de violencia. Es prioritario reflexionar y hacer entender que una unión conyugal no otorga al hombre el derecho exclusivo sobre su compañera de vida. “… así que comienzo a pensar en otra característica de la vida de las mujeres en Nicaragua, desde donde escribo este prólogo. Nicaragua, es el país con la mayor tasa de natalidad del continente: 3.4 nacidos por cada mujer en la ciudad y 4.5 en el campo. El índice de embarazos juveniles es altísimo. El veinte por ciento de las mujeres embarazadas no ha cumplido los diecisiete años. Una familia relativamente joven, no es ninguna excepción: los padres, cuatro niños, un nieto, y otra hija, de un matrimonio anterior, también embarazadas. La abuela cuida el más pequeño, mientras la joven mamá a duras penas asiste a clases. Existen otros índices que aún faltan por mejorar, como es el índice de mortalidad materna: en Nicaragua, por ejemplo, es muy alto, mueren 130 mujeres por cada 100 mil nacidos, 8
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Presentación
mientras que en Costa Rica el índice de mortalidad materna es el más bajo de Centroamérica, mueren 25 mujeres por cada 100 mil nacidos” ( 1 ). Lo positivo es que existe un gran número de pequeñas y grandes organizaciones de mujeres que están trabajando, agrupadas alrededor de temas específicos: los derechos sociales de las mujeres, trabajadoras de la maquila, la violencia doméstica, la autodeterminación sexual, la problemática socioeconómica de las mujeres del campo, para nombrar sólo algunos. “Somos mujeres completas, no naranjas a medias, somos seres capaces de ver en el sol y en el mar nuestro futuro“. Con estas palabras termina el testimonio de Isabela. Todos los testimonios ganadores están llenos de mucho optimismo y de esperanza en el futuro. En ellos, las mujeres jóvenes, adultas, de distinta escolaridad nos cuentan que han logrado superar los traumas, obstáculos de todo tipo y baja autoestima, que marcaron las vidas de muchas de ellas. ¿Cuál ha sido la clave de este gran logro? No ha sido una sola clave, han sido muchos aspectos que parecen sencillos, pero son determinantes en sus vidas. Ellas mismas mencionan el estar organizadas, haber recibido capacitación, información, conocer sus derechos como mujeres y defenderlos, sentirse capaces de su desempeño, sentirse valoradas por su comunidad, familia y sobre todo el valorarse ellas mismas. Luego, haber entendido que la sociedad machista es injusta, inequitativa, excluyente y cruel, que no podemos resignarnos a solo ser parte de ella, sino que tenemos que luchar por cambiarla. El testimonio de Ana termina diciendo: “A través de mi vida hoy soy capaz de entender que es necesario que muchas jóve1
Nicaragua, Revista el Reportero, reportaje de Liesbeth Walckiers.
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Presentación
nes se capaciten, asistan a los diferentes espacios donde sientan que pueden desarrollarse. Si no se les permite eso, siempre los varones creerán que nosotras somos de su propiedad, siempre nos van hacer creer que ellos son nuestra otra mitad y eso no es así, las mujeres tenemos que luchar por nosotras mismas, decir no a la violencia, apoyar a otras mujeres, entender a las jóvenes y unirnos, solas no podemos...” . Qué más decir… ¡Excelente aprendizaje! Esperamos desde VECO MA que estos hechos y estos testimonios nos hagan reflexionar, sensibilizarnos, y sobre todo, actuar de forma que cambiemos algo de manera estructural para que mejore la vida y la situación de las mujeres marginadas. El simple hecho de haber participado en el concurso sabemos que ya libera algo de la carga sentimental de las mujeres en cuestión. Les apoyamos con todo nuestro corazón para que sigan en este camino largo, pero seguro, de emancipación de la humanidad.
Sandra Galbusera
Representante Regional VECO MA (VREDESEILADEN MIDDEN AMERIKA)
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Introducción
Introducción Introducción En esta IV edición ustedes encontrarán diversas historias de cómo viven o han vivido sus relaciones de pareja las mujeres. El tema llevaba una pregunta muy sutil con un firme propósito de cuestionar. ¿La media naranja?. ¿Somos las mujeres la otra mitad?. Algunas de las historias reflexionaron al respecto y llegan a conclusiones muy interesantes de empoderamiento y estima. Otras mujeres contaron sus historias desde la perspectiva de sus vivencias aún marcadas profundamente por el esquema patriarcal. El jurado calificador quiso tomar en cuenta estas historias que reflejan como aún continuamos las mujeres asumiendo roles de discriminación y sumisión a pesar de tener claro en nuestros discursos que eso no puede ser. Esta realidad no la podemos negar y es por esto que en este libro se visibilizan. Todas las mujeres nos podemos identificar un poquito con todas las historias porque en algún momento de nuestras vidas hemos pasado por alguna de las situaciones que nos comparten las mujeres en sus historias. Es importante que nos podamos ver en este espejo también, para reafirmar y confirmar lo que quisiéramos Ser o no Ser. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Introducción
Asi viven las mujeres este concurso • Derechos, poder y sanación: ganancia asegurada • Reconocimiento y valoración de la sociedad es lo más apreciado “Poder escribir y contar mi historia me ayudó a valorar más mi vida, a mi esposo, a mi familia, acercarme más a mi pareja” . Marjorie Segura. “Me sirvió de catarsis pues ese episodio aún dolía” . Maritza Rojas. “Para mí fue parte de mi proceso de sanación y como dice mi psicóloga, yo misma utilizo mis propias técnicas de manejo de las emociones y el escribir o dialogar es una que me ayuda mucho. Cuando terminé mi testimonio me sentí realmente aliviada a pesar de lo duro que fue reconocer paso a paso lo que había ocurrido” . Patricia González.
Con el Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios las mujeres reconocen que han ganado más de lo que pudieron imaginar. No sólo se trata de ganar el derecho a la publicación o a la grabación, es ganar un derecho casi dormido o casi perdido, como bien lo dice Marta Elizondo de Pérez Zeledón: “Me di cuenta que si podía expresarme” .
En el 2008 participaron 85 mujeres de Centroamérica, 28 trabajos llegaron de Nicaragua. Poco a poco vemos con alegría 12
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Introducción
cómo se suman al Concurso organizaciones de mujeres y de comunicación del resto de los países de Centroamérica. Este año, además del Concurso hemos realizado una evaluación con mujeres que han participado en los concursos realizados desde el año 2000. En esta evaluación hemos confirmado que las mujeres tienen pocos espacios para participar y muchas de ellas están deseando aprovechar las oportunidades que se les presentan porque… “En la medida en que más decimos las cosas menos duelen, más fácil es vernos como humanas sin reprocharnos tanto” . Patricia González. “Me eleva el concepto de mi autoestima, porque a pesar de mi edad, puedo escribir y concursar” . Gladys Trigueros. “Puedo apoyar a otras personas tanto mujeres como hombres en sus propios procesos de sanación y de relaciones de pareja. El aprendizaje que adquirí con mi experiencia, espero pueda ser tomado en cuenta por algunas personas, sobretodo como medida de prevención para no cometer mis errores ni los del hombre al que me refiero en el testimonio” . Patricia González.
Participar en el Concurso ha significado para las mujeres saber que tienen muchas historias que contar, corazones que aliviar y capacidades que valorar; participar en cualquiera de las modalidades es ir más allá de las prohibiciones…
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Introducción
“Escribo bien y me ayuda a pulir mi redacción y ortografía, ha aliviado mi alma; he sido valiente, a pesar de siempre creerme débil” . Ana Patricia Urrutia. “Pude hacer un balance de las cosas o circunstancias que viví… pude decir situaciones que tenía como “prohibidas” ante los ojos de la sociedad” . Gladys Trigueros. “Me desahogué, realmente necesitaba contarlo a alguien más. Espero sea una herramienta preventiva para que otras mujeres no caigan en situaciones como la mía. El no hablar con otras personas, el dejarnos llevar por la ansiedad puede llevarnos a cometer grandes errores” . Patricia González.
En el Concurso el poder de la expresión y la palabra tiene un gran sentido en tanto y cuanto las mujeres a través de sus testimonios han logrado ejercer su derecho a la expresión plena y conciente del poder de la palabra. “Poder contar, exponer y dejar huella de la historia de las mujeres que son un ejemplo para nuestro país” . (La Partera del Pueblo y Eva la Zapatera). Olinda Guillen. “La libertad, el crecimiento personal y social” . Patricia González. “Realizarme, hoy me siento importante dentro del núcleo familiar” . Olinda Guillen.
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Introducción
Y nos preguntamos si las mujeres experimentaron cambios importantes en sus vidas y sus familias después de participar, hayan ganado o no. “Claro que sí hubo cambios, aumentó la confianza en mí misma. Y en muchas mujeres más que se atrevieron a expresar sus miedos, angustias, y sobre todo a creer que nosotras valemos, solo hay que buscar incansablemente los medios para aportar al desarrollo de pueblos y naciones” . Xinia Ma Bolaños. “Con el simple hecho de saber que será publicado, me siento orgullosa. Me siento más conciente de mis capacidades, valores y potencialidades” . Patricia González. “El concurso de Voces Nuestras, ya en sí provoca cambios. Nos anima, a perder el miedo a la escritura, a expresarnos dibujando nuestro propio mundo con palabras. Ya ha provocado cambios positivos en mi vida. Perder los miedos, sentirme segura de mí misma y seguir adelante con optimismo, para enfrentar nuevos retos y adquirir experiencia para lograr mi sueño. Escribir mi propio libro” . Marianela Castro.
El Concurso también ha facilitado la oportunidad del encuentro con otras mujeres tanto en las promociones que se hacen en las comunidades del Concurso, como en los Festivales donde grupos de mujeres artesanas, artistas, se relacionan con las ganadoras del Concurso, promoviendo la identificación con las diversas experiencias que tenemos las mujeres.
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“Que todas tenemos lindas historias, que somos fuertes, que hay mucha capacidad creadora en nosotras, que no estamos solas y que hay muchas mujeres valientes con una vida difícil” . Patricia Urrutia. ”me siento que formo parte de una gran familia y que muchas personas forman parte de mi” . Marlene Mora. “Que mis males no son nada que mi sexo es “el fuerte” y más orgullosa me siento de ser mujer” . Patricia Urrutia.
Para Voces Nuestras conocer su impresión sobre este libro y los cambios que pueda que provoque en su vida, después de leerlo, es de mucha importancia, le agradecemos si nos escribe contándonos de qué manera estas historias de vida se identifican con la suya. Gracias por esta complicidad
Lilliana León Zúñiga
Coordinadora Ejecutiva Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios
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Ganadoras Testimonios:
Escritos y derecho a grabación para radio
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Completa y Feliz
Completa y feliz Ani Brenes Herrera
San Ramón de Tres Ríos, Costa Rica
“Naranja dulce limón partido dame un besito que yo te pido. Si fueran falsos mis juramentos en poco tiempo me olvidarás…”
(Canción popular de la infancia)
¿A quién se le ocurrió la idea de decir que somos la media naranja de alguien? Las mujeres que hemos tenido experiencias de pareja, sin importar que fueran placenteras o desastrosas, sabemos lo difícil que resulta asumir, por más poético y metafórico que se nos presente, el papel de media naranja cuando a lo mejor, en el camino, nuestro par resulta ser la mitad de un limón ácido, media mandarina o un pedazo de naranja agria, de esas tan buenas para abrir el apetito. Y aunque nos resultara un limón dulce, jamás podríamos empatarnos con él, ni siquiera en el plano científico. Seguiría siendo un acoplamiento desigual, una mala “conjugación”. Y es que en ocasiones somos exprimidas totalmente mientras nuestra “media naranja” rueda hacia otro árbol en su búsqueda sin sentido. Pero no crean que siempre he pensado así. Yo también caí en la trampa de creerme incompleta y esperar ilusionada a ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Completa y feliz
aquel caballero andante, al príncipe azul que llenaría todos mis vacíos y sin el cual mi vida no tendría ningún sentido. Y en mis juegos de niña, además de la canción de la naranja dulce cantaba el “arroz con leche”, pensando que si sabía coser, si sabía bordar, si sabía abrir la puerta para ir a jugar, (entre otras cosas) sería la escogida y viviríamos felices para siempre. Y ni qué decir de la “pájara pinta”, que me hacía arrodillarme a los pies de mi amante, levantarme constante, darle una mano, darle la otra y darle un besito sobre la boca, aunque me diera vergüenza. De esta manera creí cumplir mi sueño, al conocer a aquel hombre atractivo, galante y elocuente que también había cantado las canciones de la infancia, solo que con otra letra que yo no conocía. Y se acabaron los juegos y las canciones. También se acabó la ilusión, la ternura, el respeto, por lo que pasamos a ser los protagonistas de una historia de horror que estuvo a punto de terminar con mi vida y no precisamente en el sentido literal. -Pero ¿por qué se separaron? -Preguntaba la gente. Era una pareja tan linda, ¡parecían quererse tanto! -Esta semana hay un Retiro Espiritual para matrimoniosanunciaba aquella amiga tan cercana a la iglesia. Si querés les busco un campito. -Yo te puedo recomendar una sicóloga muy entendida en esas cosas- decía otra, tratando de mantener las apariencias, a sabiendas de que su media naranja, desde hacía mucho tiempo, andaba buscando otras frutas. Pero todos los intentos por empatar mitades totalmente distintas, con buena o mala intención, fueron en vano. Ahí no cabía la paciencia, la tolerancia y las buenas costumbres de 20
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Ani Brenes Herrera
una sociedad mentirosa que insistía en que “el matrimonio es la base de la sociedad” y que las mujeres éramos las encargadas de no permitir que se nos derrumbara. Y mucho menos los conceptos religiosos absurdos y ridículos que me hacían sentir culpable de todo lo que me sucedía. O aquella otra idea tan entronizada en mi corazón de que entre más sufriera, más agradable iba a ser a los ojos de Dios, más cerca estaba de alcanzar el Reino de los Cielos. Y para cerrar con broche de oro, en mis pesadillas resonaban las palabras que a alguien se le ocurrió incluir al final de las ceremonias matrimoniales, cuando en medio de la emoción, las lágrimas y los aplausos se escuchaba un “hasta que la muerte los separe”, que para algunos no es más que una clara incitación al asesinato y no aclara la muerte de quién. Creí inocentemente que entre más les ocultara a mis hijos lo que sucedía, menos problemas iban a tener en el futuro. Quería mantenerles la falsa imagen del papá perfecto, aunque eso me costara la dignidad y la vida. ¡Qué equivocada estaba! Los niños sabían la verdad sobre la procedencia de los moretones y las fracturas aun cuando tratara de disimularlos con maquillaje y mentiras piadosas. Estaban convencidos de que no eran producto de un abrazo, ni de un juego, ni de un pequeño accidente, de esos que me ocurrían con tanta frecuencia por ser tan distraída, según aseguraba su papá. Pero estaban acostumbrados a callar y a llorar a escondidas, siguiendo el ejemplo de mamá. Ellos sabían por qué él llegaba tan tarde, de las falsas giras de trabajo y de las llamadas equivocadas. Y me visitó la enfermedad, la depresión, los intentos de suicidio, la desesperanza, el abandono. Y Dios estuvo allí, pero no para juzgarme ni condenarme, ni siquiera para confirmar aquellas creencias equivocadas que arrastraba acerca de su ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Completa y feliz
Amor. Se presentó en formas diferentes para llenarme de fuerza y esperanza, para decirme que me amaba y para sacarme adelante en medio de la más absoluta oscuridad. Me habló al oído y al corazón para convencerme de que de sus manos creadoras nunca salió nada incompleto, no hizo nunca medio animal, ni media persona, ni media naranja. Que se había tomado el tiempo necesario para compartir su perfección con cada uno de nosotros, conmigo, con su amada criatura. Lo escuché, le creí, me dejé llenar de su sabiduría infinita y tomé una decisión que cambió mi vida para siempre. Recobré la salud, la paz, la alegría, la libertad, mi otra parte. Y de nuevo volví a ser yo, la mujer perfecta y maravillosa que un día salió de las manos de Dios. Y como una muestra más de que mis decisiones habían sido acertadas, se cruzó en mi camino el de otra de sus creaciones, un ser completo y maravilloso con el que hoy comparto mi vida y cuyo color favorito, es curiosamente el naranja. Soy una fruta entera, fresca y jugosa, a pesar de los años y las experiencias. Disfruto de la magia de un amor verdadero que me hidrata continuamente y participo en el mismo proceso, sin agotarme. También jugamos como niños y nos reímos al cantar las viejas canciones de la infancia. En nuestro patio florecen los limones dulces, las mandarinas, los limones ácidos y las naranjas agrias. De vez en cuando enredan sus ramas y se abrazan, pero cada uno permanece tal y como fue creado. ¿Ahora entienden por qué digo que no creo en el mito de la media naranja?
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Después de ella
Después de ella Susana Aguilar Zumbado San José, Costa Rica
A mis 11 años vivía en Ciudad Colón, una zona rural al oeste de San José. Estaba en sexto grado de la escuela cuando por primera vez me visitaron las cosquillas del amor. Tenía una compañerita llamada Yennifer; cada vez que la veía la adrenalina viajaba por mi cuerpo, una felicidad me seducía cuando jugábamos, cuando trabajábamos juntas en clase o cuando compartíamos galletas. Nunca había sentido esa sensación, me encontraba eufórica cuando estaba con ella, cómo me gustaba. Todo surgía a partir de esta niña, la felicidad, las risas, la emoción… pero también la confusión. Hasta aquí todo tiene un matiz bello, pero pequeño detalle… yo era niña y Yennifer también. Mi familia era católica practicante y conservadora, por tanto me pintaron la imagen de que el único amor válido y permitido era entre un hombre y una mujer, entonces he ahí mi confusión, ¿que me sucedía? ¿por qué me gustaba Yennifer? Eso no era posible, porque estaba mal y era pecado. A final de año a Yennifer se le ocurrió tener novio, David. Comencé a sentirme triste, molesta, yo quería el lugar de David, yo quería ser su novia, pero dos niñas no podían ser novias, ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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así que el año terminó. Al salir de la escuela no volví a ver a Yennifer, solo conservo en mi memoria las emociones de mi primer enamoramiento. Mi adolescencia fue una etapa traumática. Había un enfrentamiento dentro de mí, me gustaban las mujeres y no me provocaba ningún malestar esa sensación, pero lo que trataba de trasmitirme mi familia en la fe católica decía todo lo contrario, la homosexualidad es antinatural y pecado, pase directo al infierno. Entonces surgió la culpa, el miedo y la negación. Todo me hizo pensar que estaba en pecado y tenía que cambiar, porque si no me iría al infierno… con todo y mis muñecas porque con ellas practiqué mis primeros besos. En el colegio, me enamoré un par de veces, pero claro… secretamente, porque el miedo de un “castigo divino” era terrible. Además, la discriminación por orientación sexual observada y las posturas católicas incrementaron mis miedos. Mi colegio era urbano, ahí empecé a tener una mayor apertura, sin embargo fue un contexto bastante violento y con gran discriminación, allí escuché por primera vez la palabra tortillera, todos y todas murmuraban de una compañera que era lesbiana y le gritaban tortillera. Con los años fui agregando muchas otras palabras despectivas a mi léxico, torta, tortilla, machona, machorra, tractor… pero hoy reivindiqué su significado y me apropié de ellas, dándoles un significado diferente y las uso con mis amigas sin connotaciones negativas. Cuando entré a la Universidad tenía 17 años, allí empecé a ver otra realidad, me deshice por completo del catolicismo patriarcal, salvaje y controlador. Me fui sintiendo más clara, más libre, más dueña de mí, pero con muchas interrogantes aún. Me sentía la única lesbiana en el mundo, entonces me decidí a buscar información y me encontré con un gru24
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Susana Aguilar Zumbado
po lésbico bisexual llamado Tertulia entre Mujeres, empecé a ir; durante algún tiempo no me atrevía a hablar, al inicio de cada reunión, todas nos presentábamos, y mientras algunas decían: buenas noches soy Karen, lesbiana… yo sentía un pánico de la palabra lesbiana, no lograba ni pronunciarla, y solo alcanzaba a decir: hola… (tartamudeo y respiración intensa) soy Susana. A los 22 años me fui de la casa, tenía un trabajo de medio tiempo en una biblioteca y me alcanzaba para los gastos básicos. Con mi familia me sentía presa, aun no les había contado que era lesbiana, pero me encontraba a las órdenes familiares y eso no me gustaba. En este grupo de mujeres diversas aprendí que el lesbianismo no es pecado, ni enfermedad, ni ningún otro mal, sino una expresión más de amor. Crecí como humana. Amplié mi cajón de conocimientos con respecto a la diversidad sexual y tuve más herramientas para enfrentar la discriminación por orientación sexual. Pero claro, esto es sólo la antesala a un amor lésbico, ahora viene la “mejor parte” vivir el erotismo y el enamorarse en carne propia, coquetear y de pronto encontrarse cara a cara con una mujer que te gusta, es un flujo de tonos rojos y palpitaciones. Con tu nulo conocimiento de cómo se vive un amor lésbico, no queda más que comenzar a experimentar, dejarse sentir, dejar fluir las sensaciones. Recuerdo la primera vez que me encontré con una mujer entre pasiones y desnudas, no tenía la más mínima idea de qué hacer, solo fue dejarme fluir por mi erotismo lésbico, recuerdo que ella tenía un poco más de experiencia, entre mi temor y su intenso deseo el amanecer se hizo presente.
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Después de ella
A mis casi 28 años, soy una lesbiana pública, con matices diversos, activista, feminista; pero no piensen que pública es como decir los teléfonos públicos, pública significa que manifiesto mi amor o mis muestras afectivas donde sea que esté, en el parque, en el restaurante, en la biblioteca, en el bus, en la calle, y si quiero decir que soy lesbiana lo digo sin negarme, ya no digo que tengo novio sabiendo que es novia, ya no utilizo la vieja estrategia de protección de decir que mi novia se llama de acuerdo a su inicial, pero en masculino, ejemplo: si mi novia se llama Diana, ya no digo que se llama David, digo que se llama Diana y punto. No he tenido una media naranja, he tenido 3 naranjas, 3 compañeras de vida y probablemente vendrán otras naranjas más. A estas tres mujeres las he amado, en colores diferentes y he llegado a sentir esa intensidad de no poder negar un te amo cuando está en la punta de la lengua, he sentido el detalle o la particularidad de un te amo mañanero, donde ya no es sólo deseo, sino que predice la construcción, el acompañamiento en las diferencias y en los queridos cansancios cotidianos, y ahí es para mi donde inicia la expresión del amor… en la búsqueda por modificar lo cotidiano y darle a los días la creatividad urgente para vivir. En mi última relación, viví una experiencia maravillosa con mi ex novia, una construcción que tuvimos que abortar por razones muy personales e íntimas, pero siempre pensé que de vivir una ruptura, quería que fuera así, como sucedió, una ruptura sana, dialogada, comprendida y aceptada. Con esta chica tuvimos una relación pública, lo que nos llevó a vernos expuestas a discriminación, miradas feas y otras de admiración; que nos gritaran ofensas en la calle si íbamos de la mano o besándonos, y en más de una ocasión tuvimos que defendernos cuando nos pretendieron sacar de algún lugar. 26
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Susana Aguilar Zumbado
No puedo desligar la represión que he vivido en mis amores lésbicos a causa de la discriminación. De los actos más violentos a los que me he visto expuesta por ser lesbiana está el que trataran de echarme de un apartamento que alquilaba, primero hubo una advertencia de parte de la dueña: “quiero pedirle un favor, no se bese enfrente de la casa con esa muchacha, yo tengo un hijo y esta en un colegio religioso, yo la respeto, pero no quiero que mi hijo vea estas cosas”, yo alegué que no estaba haciendo nada dañino para su hijo, que no me metía en la educación de él, pero que mis muestras afectivas con mi novia no le hacen ningún mal, todo lo contrario, lo que está viendo son muestras de amor y afecto, que lo que ella me solicitaba atentaba contra mi derecho a expresarme libremente, y que era discriminatorio. A los pocos días vino la amenaza directa del dueño, afirmando que yo vivía con alguien y que ese apartamento era para una persona, le expliqué que nadie vivía conmigo y que sólo era visita; el tipo se puso altanero y alzó su voz, insistió en que vivía con alguien. En el fondo, evidentemente lo que le molestaba eran las muestras de cariño con mi novia en frente de su casa. Me dijo que me fuera y que si llevaba a alguien al apartamento me sacaría con la policía, yo le dije que no podía hacer eso, que podría ser la propiedad de él pero yo estaba pagando un alquiler y por tanto se volvía mi casa, y que tenía derecho de recibir las visitas que quisiera y que el resto lo arreglaría mi abogada. Después de este hecho seguí mi vida como siempre, mi novia entraba y salía, y de malas caras no pasó a más, pero si se convirtió en un ambiente muy hostil para vivir en paz. Recuerdo que esa noche de discusión lloré mucho ¡qué molesto es que no te dejen vivir en paz! ¿qué derecho se dan las personas para atropellar la libertad de otras? me preguntaba.
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Después de ella
Es completamente represivo estar expuesta a este tipo de discriminación por orientación sexual, da enojo y frustración, atenta contra la salud mental y física, exijo mi derecho a expresarme libremente, a amar sin ser juzgada, sin ser señalada. Exijo poder amar abiertamente y no sentir a veces como si con cada beso dado estuviera cometiendo un crimen. Mi libertad no la pongo en juego y a pesar de lo violento que se tornan los días al elegir vivir una vida visiblemente lésbica, estoy dispuesta a reclamar y defender mi libertad de expresión.
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En el vaivén de la vida: mi media naranja
En el vaivén de la vida: mi media naranja Gladys Trigueros Umaña
San Jerónimo de Moravia, Costa Rica
¿La media naranja? ¿Será posible, a mi edad, hallar una media naranja? Los caminos son inescrutables y sólo el dedo indicador de los destinos, puede confirmar esta conjetura. La vida, en su vaivén, nos brinda en bandeja de plata, alternativas de éxito o fracaso. Aquellos pasos, hincados en mi juventud, con el deseo, enorme como el tamaño del universo, de hallar el tan afamado príncipe azul que me condujese por las rutas del amor en un solo matrimonio para toda la vida, pertenecerle íntegramente, hasta las fibras más íntimas de mi ser y sin que el flagelo del divorcio empañase mi horizonte, no fue una verdad suprema. Tomada de la mano, con una sortija en el dedo anular, inicié con mi ¿media naranja? un sendero que, por primera vez recorrería, llena de todas aquellas ilusiones, forjadas por mi mente joven: un sólo hombre, un hogar lleno de amor y pequeñines, rodeado de árboles frutales y una chimenea ardiente de pasión. Pero, ¡qué pronto todo aquello se derrumbó como dos columnas de arena entre mis dedos y aquel ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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juramento “de para toda la vida” en la nada quedó! Sus noches y mis noches ya no coincidían, la angustia de tiempos vacíos sin el calor de un pecho amante, de su irresponsabilidad que me desconcertaba, con y sin la compañía de una media naranja que no sabía si realmente era mía. Y, con el dolor en el alma, después de sufrir esa casi eterna soledad, de palpar en mis venas el calor de mi juventud que estallaba en el deseo de sentir el amor del que era mi esposo y tan sólo poder abrazar al aterrador frío que me rodeaba, amar a mis tres hermosos diamantes, fruto de esta unión, contemplar las despensas vacías y mi salario que no se estiraba, decidí enfrentar al mundo: un mundo religioso que me sofocaba y me condenaba por no continuar con el peso enorme de una cruz matrimonial, y mis antecesoras femeninas que me impulsaban a llevar a mis espaldas, la carga de un juramento hecho ante un altar y soportar todo lo que el hombre quisiera, con sus frases “el matrimonio es para toda la vida”, “el hombre es de la calle y la mujer de la casa” y “¿qué va a decir la gente?”. Pues sí, me separé y quebranté el sueño de mi juventud: me divorcié. Si continuaba, convertiría a mis hijas en mártires con la enseñanza de aguantar a maridos irresponsables y a mi hijo, a ser el espejo de su padre. Tuve que luchar contra todos los preceptos religiosos, prejuicios de mis familiares y las críticas acerbas de los demás. En la ruta a seguir, me enfrentaría con otro mito de la sociedad, hombres que esperan de la mujer sola un rato de esparcimiento. Sin embargo, para mí no fue de esa manera. En mi cosmos, apareció ¿mi media naranja? No puedo quejarme. A diferencia del primero, fue más hogareño y cumplidor, se hizo cargo de mis otros hijos. Y he aquí, que yo luchaba contra la creencia general de violación de las niñas por parte de padrastros, más, esto no fue así, él las respetó y crió como si fuesen sus propios retoños. 30
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Gladys Trigueros Umaña
Él llegó en el momento en que mi tierra estaba seca y vino a renovar mis ansias de vivir y me enfrenté a la lucha interna de: ser sólo madre o sólo mujer y me negué a dicha disyuntiva y quise ser las dos cosas. Nos enfrentamos, con nuestro matrimonio civil, al mundo devoto y a la sociedad que nos condenaba al infierno porque estábamos cometiendo pecado de adulterio, pues, aunque él fuese soltero, mi ex esposo aún vivía. Por esta razón, yo podía asistir a la Iglesia pero no comulgar y…sí, por esta circunstancia, yo sufría porque, desde pequeña, tenía la costumbre de hacerlo. Mi cónyuge me decía: “No estamos haciendo nada malo, ya tu matrimonio estaba deshecho”. Al correr de los años, hubo un cambio de actitud en lo religioso hacia ese aspecto, y mi consorte me insistía: ”Negrita, ya puede comulgar, la Iglesia lo permite ahora”, pero, yo no me atrevía. Mi relación con mi segundo marido fue muy linda, sin embargo, él era de corte machista, todo tenía que estar al punto. Llegaba de su trabajo y sólo esperaba que yo le sirviera la comida, no se molestaba en pedírmelo. Tampoco en ayudarme a lavar los trastos y mucho menos a cocinar. Profería que, mientras hubiese una mujer en la casa, cualquiera que fuera, no haría nada de lo que consideraba oficios femeninos. Para eso estábamos nosotras, él realizaría lo que le concerniera como hombre: arreglar patios, goteras, con martillo y demás. Todo lo educativo me correspondía a mí. Se iniciaron así, las desavenencias porque con la mensualidad de mi trabajo fuera del hogar, metía el hombro pues ya había dos perlas más y su paga no daba abasto y yo llegaba a realizar lo que la empleada, cuando la tuve, dejaba de hacer y entre estudios y carreras, mi forma de pensar cambió y decidí que el hombre, también debía colaborar en las tareas domésticas aunque fuera en algo, como lavar los platos, tan siquiera, para poder descansar un poquito yo. Y, como es de imaginarse, se armó la de San Quintín: ”Te cogió tarde, decía ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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mi madre, para educarlo”. Y, en efecto, así fue. No hubo manera de que me acompañase en esta nueva forma que yo pretendía. A pesar de todo su amor, cuando yo enfermé debía preparar mis alimentos en forma diferente a los demás, me cansé de hacer dobles comidas e intenté hacer una sola, no me apoyó, exclamaba: “la enferma es usted y no yo” y prefería dejar en la mesa la comida y se iba. Yo lloraba de la angustia y me sentía sola. No entendía que me amase y no me diese su sostén. En lo sexual, no tuvimos problemas, el amor nos unía en eso, tanto que, tuvimos un hijo a una edad en la cual ya más bien se espera la menopausia pero contra los designios del Señor no se juega y a la edad de cuarenta y ocho años él, y yo de cuarenta y seis y medio, vimos llegar una nueva luz a nuestra familia. A pesar de ser objetos de crítica y tratar de llenarnos de infundados temores de que podría nacer deforme o con alguna deficiencia, ambos nos aferramos como garrapatas de nuestra fe en Jehová y exclamábamos que sería como Él dispusiera. Hubo de todo, felicidades, desavenencias, risas, disgustos. Pero, un día llegó lo infalible: ¡la muerte!, quien sin miramientos se lo llevó. Yo no podía creerlo, él ¡tan sano, la enferma era yo! Fueron meses y años de enorme dolor, de soledad, noches sin consuelo, dando vueltas en la cama como las manecillas del reloj, acostumbrada a pedirle sus consejos, a sentir su amor y, por mis venas, aún galopaban los anhelos de mujer. Más de un consejo me llegaba: la masturbación, decían muchas, eso es lo que necesitas y ¡horror! Pecado es, exclamaba para mí. La angustia me mataba, me aferraba a su recuerdo como clavo ardiente al madero y lloraba, amargamente, como si el mundo se hubiese hundido a mis pies. 32
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Un día, mi madre me abrió los ojos y me dijo:”Hija, déjalo ir, no lo detengas, que descanse en paz; con tu desesperación haces sufrir a los demás, mira a tu hijo menor, le estás haciendo daño, él se aflige al verte así, y a los otros, también. Si los amas, cambia, eres la mujer de tu casa, y eres luchadora, el mundo no se ha acabado, hay que seguir”. Miré al frente y vi lo que me rodeaba: mi hogar, mis hijos. Volví a enfrascarme en las luchas de cada día, en los ideales de la sociedad y me afilié a una agrupación de maestros. En el ir y venir de esa institución, conocí a ¿mi media naranja? ¿Sería posible esto? ¿A mi edad? ¡Vaya! ¿a mi edad: sesenta y dos años? Él: ¡sesenta y seis! Me costó aceptarlo. Al inicio, ni siquiera me había percatado de su presencia, recién regresaba yo, de los Estados Unidos, de recibir un lindo homenaje. Ambos formamos parte de una junta directiva que busca el beneficio de educadores, como decimos, en vacaciones permanentes y en la cual, no se percibe ingresos remunerados. En el vaivén de mociones y actividades, se abrió un crisol de esperanzas para mí. Se acercaba majestuoso el día de la madre, fecha muy apreciada por el ser costarricense y como tal, se organizó brindar el tributo merecido a tantas mujeres representantes y trabajadoras de la entidad. Para iniciar el homenaje, el maestro de ceremonias solicitó a los caballeros escogieran a una dama y desfilaran. Rápidamente, mi compañero me tomó del brazo, eso me llamó la atención porque ni siquiera imaginé quién se atrevería a marchar conmigo. En otra ocasión, me pidió le escuchase, acepté y nos sentamos en el jardín del edificio gremial. Me contó parte de su vida, su soledad de años, su vicio fatal de vaciar su existencia en una botella de licor. Asimismo, le relaté parte de mi historia, mi viudez y mi dolor. De pronto, deslizó una broma y me dijo: ¡Cásate conmigo y unimos nuestras soledades! y yo, con ese tipo de risa juguetona con intención de no creer ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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que lo haría, le contesté: ¡Tendrías que dejar de tomar!. Y su respuesta, llena de brío, no se hizo esperar: Pues ¡lo dejo! Fue su contestación. Desde ese momento, iniciamos, se puede decir una relación de noviazgo aunque yo no estaba segura de mis sentimientos. Además, lo veía más bajito que yo y la verdad, siempre me habían gustado los hombres altos. Tuve que luchar contra este reconcomio. Sus frases atentas, su cortesía y ese don de gentes que posee, me cautivaron. No obstante, había un encuentro de dudas en mí porque mi primera ¿media naranja? aún vivía y al quedar viuda, era, quizá el momento de volver a amarrar los hilos que habían quedado sueltos y estar bien con todo aquello del pasado: retornar a ganar el cielo y a mi familia, revivir el sueño estropeado de mi juventud. Pero… nunca pensé que fuesen sus propios hijos quienes más se opusieran a este nuevo renacer. Así, me vi sumergida en un mar de incertidumbres: si continuaba con esta navegación del imposible regreso y proseguir con una guerra de reproches velados que sumergían a mi familia en el desasosiego y el temor de renovarse lo ya olvidado, sólo tenía un camino: pedir al Creador extenderme la mano para guiarme en este laberinto. Y, la señal no tardó en aparecer como un arco iris en medio de la lluvia incesante de raíces de amargura que, a veces, brotaban de nuevo, al recordar mi frustración matrimonial pero que yo quería negar su existencia. Así, presté mayor atención al hombre que se acercaba a mi vida para darle un nuevo viraje, que yo vislumbraba como una fuente de riqueza espiritual. Entre poesías y relatos, decidimos casarnos. No me angustiaba el hecho de su anterior vicio, sabía que lo superaría, aún en contra de los vaticinios de alguno de sus familiares.
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Se había ganado el cariño de mi familia. Mis cinco hijos, los primeros en aplaudir la idea, nos dieron su bendición y mi madre, ¡ni se diga!, reconoció era lo mejor para mí y nos deseó lo mejor. Fue todo un acontecimiento. Rodeados del cariño de nuestros compañeros, amigos, familiares y aun hasta de aquellos que se enteraban de nuestra boda, mejor dicho, doble, porque fue: civil y religiosa y ésta última como quien dice, respuesta enviada por Dios a mis antiguas tribulaciones de credo que, aún me embargaban, porque hubo un Pastor que deseó bendecirnos también, aún sin haberlo nosotros decidido pues ambos somos de diferentes doctrinas pero esto no nos impedía enlazar nuestros destinos. Iniciamos este nuevo amanecer de un amor en la época dorada de nuestras vidas como dos locos chiquillos, en plena efervescencia de su vida matrimonial. El mito de que los adultos mayores ya han perdido sus capacidades sexuales y sólo sirven para convivir como dos hermanos fue eso, sólo un mito y entre bromas de los amigos y amigas y familiares de “compren la viagra”, etcétera, etcétera, las horas y los días se han ido deslizando con fuertes vínculos y nosotros continuamos viviendo la magia de un lazo primaveral con tintes canosos en el ondular del tiempo. La dulzura de su carácter y la tranquilidad con que toma las cosas y su razonamiento sobre las vicisitudes que se nos han presentado han sido mi fortaleza porque no todo ha sido color de rosa. La sombra funesta de un artículo de un estatuto de la agrupación a la cual ambos pertenecemos, que es, a todas luces, contrario a la libertad de participación, al prohibir a los cónyuges o familiares formar parte de una junta directiva de más de cincuenta personas, cuya labor individual no tiene nada que ver la una con la otra, ya que cada quien ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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es de diferente provincia, no ha opacado todo el resplandor risueño con la que comenzamos nuestra vida marital aunque sí hemos tenido nuestros ratillos de desconcierto al comprobar que no todas las caras de alegría y felicitaciones eran el espejo de la verdad. Al conocer la existencia de ese mandato asociativo, mucho antes de casarnos, empezamos la escalada por su eliminación o reforma. Todo parecía reflejar que el mismo era obsoleto, y máxime, al publicarse en un periódico nacional un reportaje sobre un pronunciamiento dado por uno de los Poderes de la Justicia (el mismo permite que dos empleados de una misma institución puedan casarse y no se obligue a uno de ellos a dejar su trabajo). Con este papel en la mano, nos dijimos, ”lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa” y decidimos defender nuestra causa que es, quizás, la de muchos otros. A pesar de llevar al referido azote a diferentes instancias, algunos y algunas no tuvieron la amplia visión de reconocer que el mismo entorpece el camino de la igualdad y la libertad de una pareja o de familiares para ocupar cargos en una misma institución por lo que rechazaron nuestra propuesta y se nos aplicó lo indicado en el Estatuto y Reglamento de la institución, tres meses después de habernos casado. El “castigo” fue destinado a mi marido, cuyo nombramiento era el más reciente. Para él, en cierto modo, fue nostálgico salir de la Sala de Sesiones cuando el jerarca pidió la abandonase, una vez leído y aprobado el informe de Fiscalía que pedía la inmediata ejecución de la ordenanza. La expresión de él, fue: ” Tranquila, lo único que siento es que es la primera vez que hago algo bueno y se me castiga. Lo malo de este estatuto, si nos casamos se nos pena y si hubiésemos tenido relaciones no legales, también nos hubiesen sancionado por conducta indecorosa”. Con el beso dado en ese recinto, se36
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llamos una vez más, el fuerte lazo que nos une. Él salió pero yo le dije: “No renuncio a mi puesto porque seguiremos en la preservación de nuestros valores” y él asintió. Todo un panorama de lucha en defensa de nuestros derechos nos ha llevado a fortalecer nuestra unión. Un abanico de leyes se extendió a nuestros pies. Noches enteras redactando un Recurso de Amparo que nos permitiese continuar siendo los representantes de nuestras respectivas filiales, con el sano orgullo de luchar por ideales y no por ningún bien material y por la solidaridad con muchos de nuestros compañeros y compañeras de Junta Directiva. Día con día, de la mano, esperando resultados. Uno de ellos fue la restitución de mi esposo en su puesto, por orden superior. Aún, nos falta más, el paso final, el pronunciamiento constitucional para que dicho artículo perezca en el anonimato o continúe siendo estorbo para que otros puedan realizar sus sueños. Mientras tanto, mi media naranja y yo, continuamos en la zozobra de cuál será el futuro de este infeliz asunto. Pero, a su lado, todo parece sencillo. Enlazados, hemos bajado y subido las gradas de la Constitución. Él es mi bastión en las luchas comunales, cuando me siento débil y deseo abandonar el puesto que, actualmente ocupo en la Asociación de Desarrollo, al sentir el poco interés de algunos de sus miembros, me anima: ”No puedes abandonar lo que bien comenzaste, continúa, el pueblo te necesita, sigue adelante“. Me impulsa a escribir, a ocupar cargos en alguna agrupación en la cual puedo desempeñarme, me acompaña al curso de Técnicas Manuales y se echa una risilla y expresa: “¿Quién me iba a decir que a estas alturas yo esté haciendo este tipo de faenas?”Pero, ¡hay que verlo cómo se afana en decorar una vasija! ¡Y, que nadie piense mal de él, ja, ja, por hacer eso!
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Y, en las mañanas, cuando asistimos al grupo de adulto mayor ,el cual yo fundé, se apresura a alistarse para ir a atender a las ”chiquillas” como cariñosamente las llamamos y a entablar coloquio con don Julio, el guitarrista, que, entre conversaciones se deja tocar sus piecitas y alegra el ánimo de la muchachada. Ese espíritu de colaboración de mi media naranjita es el imán de atracción de las personas que nos rodean, no en balde ha servido por años en áreas de Salud de su provincia cartaginesa. Pero, lo mejor de todo: no deja de levantarse cuando aún no ha despertado el día, y la alborada, apenas comienza a asomar su cara por la ventana del cielo. Recibe la frescura del agua fría en su cálido cuerpo y luego, sin tardanza, pone el recipiente para el café y mientras el líquido calienta, se va a la pulpería a conseguir el pan. Pero, antes de marchar, ya ha llegado al cuarto a darme el tierno beso del buen día. Es este mi relojito matutino para indicarme que ya el cafecito está casi listo y debo dejar las sabrosas cobijitas porque, eso sí, a él le gusta que desayunemos juntos. ¿La lavada de platos? Mmm, ni me molesto, le encanta hacerlo y no por eso deja de ser hombre. Claro, algunos defectillos posee o ¿será que soy celosa? Pues si su mirada se detiene aunque sea por un instante, en las cumbres borrascosas de esas chicas exhibicionistas, ¡uy!, ¡me da un coraje! Pero, trata de suavizarme y me explica: ”No es lo que tú piensas, ¡si es a ti a quien quiero!, ¡no dudes nunca de la sinceridad de mi amor por ti! ¡Tú eres mi ángel, mi criatura alada!, ¡mi bebita! Y, entre beso y beso, me convence de estar equivocada. ¿Almas gemelas? Muchas cosas nos unen: el gusto por el campo, el collar de cristales en el río, la melodía del verso y el relato, la profesión ejercida, el servicio en busca del bien de 38
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Gladys Trigueros Umaña
los demás, la pasada soledad, el tinte plateado del tiempo en nuestros cabellos, el amor a nuestros hijos y por si fuera poco, cada uno tiene, una nieta llamada Tamar. Y, en lo demás, no sufro por las comidas, me cuida trayendo especialidades y se esmera en protegerme, tanto en la casa como en la calle y por ésta, vamos como dos jovencitos, tomados de la mano. Más de uno nos dice: ”¿Ya están esperando un hijo?” “¿Ya estás embarazada?” “¡Qué lindo, seremos tíos o tías!” exclaman los compañeros. ¿Se imaginan? ¿A nuestra edad, tener un hijo? ¡No sean locos! exclamamos. Y ¿qué?, expresan, ¿acaso Sara, la esposa de Abraham, no tuvo un hijo a los noventa? ¡Ay, Dios! , ¡qué chocheras dicen! El compromiso, el propósito y la promesa, fundamentados en cuatro pilares: comprensión, tolerancia, fidelidad, amor, constituyen el baluarte que un día pronunció, para demostrarme su afecto y su hombría, de no volver a caer en el malhadado vicio de una botella de licor. Lo ha levantado como bandera y ha sido el reto mayor por lo cual yo admiro su gran valor, su fuerza de voluntad para lograr traspasar las fronteras de esa debilidad arraigada por varios años y me sumerge a mí, en el océano de la correspondencia a esos sentimientos, aflorados en medio de la adversidad y de la lucha por los derechos de igualdad, que nos ha querido coartar la felicidad de marchar juntos en busca del bien por los demás. Y, en el centro de la poesía y del relato, porque a ambos nos gusta la literatura pero, tímidos ante esta apoteósica aventura de publicar nuestros escritos, hemos hallado un mundo de musicalidad para anidar nuestros sentimientos y exclamar ¿a mi edad?, encontrar la ¿media naranja? ¡Toda una novela!, expresó un amigo, ¡escríbela! Sí, la hallé ¡mi media naranja!, doradita por el tiempo y fraguada en el dolor, pero con el jugo de la experiencia, resultado de tanto sinsabor. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Yo soy una naranja completa
Yo soy una naranja completa María José Díaz Nicaragua
Soy Isabela, tengo 23 años de edad, soy estudiante del 5to año de Trabajo Social en la UNAN León, mi historia se inicia en 1990 cuando mi mamá tenia una barriga como de sandía, y así fue cuando un hombre mediano de estatura, delgado, con un bigote y con una sonrisa que iluminaba mi espacio se apareció con un chocolate, ¡todavía recuerdo su sabor!, y con ese chocolate se ganó mi confianza. El se llamaba Rigo, y era gracioso, y a mí me miraba con una ternura que llenaba mi corazón de gozo y a pesar de tener cinco años entendí que su presencia estaría presente el resto de mi vida. En marzo de 1990, la panza de mamá había traído al mundo a una bebé, mi hermanita menor, para ese mismo tiempo, nuestra pequeñísima familia (mamá y yo) se había convertido en un cuarteto: mamá, Rigo, mi bebé hermana y yo. A pesar de que Rigo, no era el papá biológico de mi bebé hermana, él la amó desde que nació como si él mismo fuese su progenitor o algo así. Yo miraba en él al hombre que me arroparía, me inspiraba, al que con sólo una sonrisa me cambiaba el día y mi mamá 40
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María José Díaz
ya no sufría soledad. Al momento de nacer la bebé, mamá y Rigo se casaron y yo me sentí muy alegre; recuerdo ese bello momento. A pesar de que mamá tenía 2 hijas mayores y un hijo mayor, ellas y él no vivían con mamá y esa es otra historia de la cual escribiré en otra ocasión. Y entre cumpleaños, trabajos, navidad, risas, pasó no sé cuanto tiempo. Cuando se es niña no sabes que es el tiempo, mucho menos lo cuentas, pues esa es una tarea de adulta. Una noche mientras mi pequeña hermana y yo dormíamos, escuche gritos, lo que me hizo despertar, vi en la sala a Rigo y a mamá que se gritaban, ofendían, yo me puse a llorar tanto que llamé la atención de ambos, Rigo me abrazo y me dijo que todo estaba bien, que me fuera a dormir, aunque él olía a guaro confié en él y me acosté y seguí escuchando voces ahora más bajo. Ese fue mi primer desvelo, el primero que yo recuerdo, el primero del cual tuve conciencia. Después de esa noche, ya de día escuché a mi mamá hablar con mi abuelita sobre la supuesta infidelidad de Rigo. Una noche la escena del pleito se repitió, sólo que esta vez hubo un nuevo ingrediente más, los golpes, Rigo agarraba a mi mamá y la empujaba, y la guiñaba y le daba contra la pared y los “y” no terminaban, mi mamá se defendía y lo agarraba de la camisa y lo agarraba del pelo y lo tiraba y los “y” no cesaban. Otra vez era de madrugada, sólo que esta vez se despertó en mí un instinto y me dispuse a “ayudar” a mi mamá y meterme en medio de ambos y sólo así Rigo se calmó, cuando me vió a mí llorar. En la mañana Rigo ya no estaba en casa, mi mama lo maldecía y yo me sentía triste, sola y la pequeña hermana sin tener conciencia todavía.
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Yo soy una naranja completa
Pasó tal vez una semana o quizás menos, cuando mi mamá me llamó y me dijo que Rigo quería hablar conmigo, yo sin saber qué pasaba lo escuché, él me dijo que lo disculpara, que quería volver a la casa con mamá y que mamá solo lo aceptaría si “yo lo disculpaba” y nuevamente me dio un chocolate –como la primera vez– yo no tenía objeción alguna, sobre todo si estaba en juego mi mamá y el chocolate. Como a los dos años de haber empezado esta historia, mamá nuevamente sospechó de la infidelidad de Rigo. Un día, mientras mamá trabajaba (lo hacía casi 10 horas al día) Rigo como leñador que era, solo tenía medio día de trabajo, el otro medio día lo pasaba un rato aquí, otra allá y el otro por allá. Como les decía, un día mientras mamá trabajaba yo vine de la escuela y en la casa no había nadie; bueno, solo estaba mi tía Mariela, que cuando llegué me dijo que estaba bañándose y era cierto; escuché el agua caer y el ruido que normalmente se escucha cuando dos personas se bañan…¿dije dos? así es, escuché a dos personas bañándose, muy silenciosamente. Como quien quiere descubrir algo, me agaché para ver por debajo de la cortina y efectivamente era los pies de mi tía pero…. había un par de pies más, para mí fácil de reconocerlos, pues eran los pies de Rigo. Me asusté tanto que me paralice, quedé muy triste, impotente, pero clara de que debía de guardar silencio para que mamá no sufriera, no llorara, no corriera a Rigo. Meses después explotó la bomba, mi mamá encontró a Rigo en la cama con mi tía. Esa pelea de gritos, golpes, amenazas, fue muy triste, yo llena de rabia, rencor, pero sobre todo más llena de tristeza que otra cosa, nunca más ví igual a mi tía y desde ese momento entendí la palabra “desleal” y a mi tía desde entonces le cambié el nombre; pasó de llamarse “tía” a llamarse simplemente “Mariela”. En la familia siempre existió la duda sobre quién era el padre de la hija de la Mariela, ¿habría sido Rigo? 42
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La escena del chocolate, de la disculpa, del “Rigo quiero hablar con vos”, del irse, del regresar, se repitió gracias a Clara, Juana, Haydee, Francisca, Mariela, Dulce, Azucena, Lupe, Chica, etcétera, etcétera. La escena de pelearse-disculparse y volver, fueron por lo menos cuatro veces al año. Cuando en 1994, mis dos hermanas mayores vinieron a vivir con nosotras (ya éramos 6), las escenas se hicieron más violentas, pues mi hermana Concepción se metía a defender con uñas y dientes a mi mamá. Rigo no se llevaba bien con mi hermana mayor, porque ésta además de defender a mi mamá era no sólo su hija, sino también su mejor amiga, le daba consejos como “agarra valor y déjalo”, “no dejés que te humille”, “no volvás con él”, “decile que no”, “él te pega y eso no es amor”. Era 1995, yo tenía ya 10 años, la pequeña hermana 5, mi hermano mayor 18 –seguía sin vivir con nosotras- mi hermana mayor tenía 15, mi hermana Magdiel tenía 13. Una madrugada desperté y volví a ver la escena de violencia, mi mamá exigiéndole una respuesta, él diciendo que no tenía porqué dar respuesta. Esta pelea CAMBIÓ mi vida, mi conciencia, mi humanidad. El juraba que se iba y no volvería, ella le pedía que no se fuera, el pleito de ambos se extendió hasta la calle y Rigo se fue…y mamá detrás de él llorando, implorando que no se fuera y llorando detrás, mientras ella hacía esto cayó al suelo y las piedras de la calle le chimaron sus rodillas, sus codos, sus manos. Para mamá no había dolor más grande que verlo partir, para mí verla caer y arrastrarse por esas piedras era el dolor más grande que hasta ese momento había experimentado. En ese momento decidí odiarlo, no quererlo más, no protegerlo ya, corrí hacia mamá, la recogí a como pude, intentaba limpiarla, lo único que le pedía era que no llorara más, era de madrugada y yo sólo tenía ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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10 años y recoger a mi mamá del suelo significó el cambio, cuando levanté el rostro, vi a los vecinos viéndonos. A partir de esa escena, a partir de esa madrugada, decidí que eso no me pasaría a mí, decidí que sería yo la que forjaría mi propia historia, en donde podría dormir en paz todas las madrugadas, de no lastimarme, de vivir sin violencia. A los 10 años, me integré al movimiento infantil Luis Alfonso Velásquez Flores (MILAVF) y ese espacio me sirvió para respirar al futuro, escribir mi vida y decidir cómo vivir. A pesar de que no fui capaz de odiar a Rigo pues lo quería como un padre, fui capaz de ver que antes de amar a otras personas uno se debe amar a sí misma. Así que las siguientes peleas entre Rigo y mi mamá, les pedía que no me involucraran, que yo no sería juez de ellos, que disculpar a Rigo, era responsabilidad de mi mamá, no mía y que ya no quería más chocolates. El MILAVF me hizo mucho bien, pues cuando alcancé los 12 años fui a las calles a defender el Código de la Niñez y la Adolescencia, lucha que me llevó a conocer varios países de América Latina, incluida toda Centro América. A esta edad logré conocer mis principales derechos como niña, como ciudadana y logré capacitar a cientos de jóvenes sobre derechos, autoestima, sobre sexualidad, entre otros temas. Cuando cumplí mis 14 años, era una adolescente queriendo cambiar al mundo y quise empezar por mi casa, quise empezar por cambiar lo que estaba mal en mi hogar, me aproveché del orgullo y admiración que mamá sentía por mí para intentar cambiar la actitud nociva de mamá, en el MILAVF yo era una pequeña gran líder, hacía teatro, baile, caravanas, capacitaciones, radio, cabildos infantiles, etc. 44
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María José Díaz
Cuando en la casa o en el barrio algún niño o niña era violentado, era a mí a quien llamaban para ayudarlo; yo por mi parte me tiraba una retahíla en defensa de los y las niñas, solía amenazar a los adultos con denunciarlos y con exagerar para que fueran severamente castigados, increíblemente enfrentar la violencia con el reclamo y uso de mis derechos desde siempre me ha funcionado, mis primos, amigos y yo, ya no éramos violentados, pues ahí estaba yo para defenderlos con mi palabra. Para cuando estaba en 2do año de secundaria, había alcanzado un récord, pues en mi familia la mayoría había llegado al 5to grado de primaria. Mi mamá seguía en esa relación, Rigo seguía siendo un hombre importante en mi vida, pero un hombre que todavía a mí y a mi mamá nos hacía llorar. Creo que fue en esa edad cuando entendí a mi mamá; ambas amábamos a Rigo, claro ella como su esposa y yo como su hija. Ambas empezamos la misma relación al mismo tiempo. Ella con un beso y yo con un chocolate. Ambas nos peleábamos con él, pero también ambas lo disculpábamos al menos 8 veces al año. Rigo era como mi padre, aunque yo sabía que tenía un padre biológico, Rigo me conocía, me mimaba, me regañaba y me protegía, en esa edad entendía el sentimiento de mamá, pero lo que no entendía era ¿Cómo se puede amar a alguien que te lastima una y otra vez?. A pesar de que adoraba a Rigo, decidí promover en mi mamá la valentía de dejar esa relación enfermiza, tomé la decisión porque antes de ser leal con Rigo, debía ser leal con mi mamá y eso significaba ayudarla a que terminara esa relación ya enfermiza.
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Yo soy una naranja completa
Mi hermana mayor se fue a Guatemala con su novio, en la familia se rumoraba que ella se había ido por culpa de Rigo, pues días antes habían discutido tanto a niveles de ofensas fuertes, también yo había sido testigo de eso y también pensé que Rigo era el culpable de que mi hermana se haya ido. Creo que con la partida de mi hermana, mamá cambió de actitud, pues no sólo se le había ido su hija, sino su mejor amiga. Cada vez que ellos peleaban yo luego hablaba con mi mamá y le decía que ella era tan bonita, tan hermosa, tan buena y tan trabajadora que merecía a alguien que no sólo la amara sino también se lo demostrara. Cada vez que se peleaban ella juraba que esa relación ya se iba a acabar. Cuando cumplí mis 16 años ya había trasmitido en mis compañeros, el mensaje de una cultura de paz, pero sólo yo sabía mi mayor reto: mi mamá. A veces ella solía preguntarme: ¿cómo yo sabía tanto? mi respuesta era la misma, el mejor espejo de lucha lo tengo en casa con vos. La gente me preguntaba a quien yo admiraba y yo siempre he contestado “a mi mamá porque es tan valiente y tan buena que todos los días la redescubro”. Trataba de aprovechar cada momento, cada espacio para decirle a ella que en el fondo de su alma tenía la fuerza suficiente para cambiar el resto de su historia. Mi mamá me oía y me decía que parecía una mujer adulta al expresarme de la vida. Cuando mi mamá llegó a los 40 años, entendí que tenía miedos: de quedar sola a los 40, de tener otra relación que terminara en fracaso, de no volver a querer y que no la volvieran a querer. Ya habían pasado 14 años desde que mi mamá y Rigo se casaron y en todos esos años la mayoría de mis recuerdos eran golpes, heridas, ojos morados y gritos. 46
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María José Díaz
Yo había logrado ver mi futuro de otra forma, me veía graduada, viajando, luchando por mis derechos y los de otros, había logrado salir de la situación de riesgo que significa vivir en un barrio en donde en cada esquina había un alcohólico, un transgresor de la ley, una piedra y un grito, pero sobre todo había decidido ser una mujer que no repetiría la historia de su madre, había decidido escribir con mi mano mi historia, había decidido ser responsable de cada decisión, había decidido ser padre y madre de mi futuro. Un día mí madre le dijo a Rigo que ella se había divorciado de él unilateralmente y que se fuera de la casa, yo ya tenía 19 años y Rigo desde entonces jamás volvió a casa. Mi mamá encontró la libertad más apreciada; ser libre de ella misma, ser libre de sus propios miedos y sus propias inseguridades, amarse primero para poder amar sin patologías. Yo pronto cumpliré 23 años y sigo viendo en ella mi inspiración y sigo redescubriéndola día a día. En cuanto a Rigo, lo veo de vez en cuando y sigo teniéndole el mismo amor, pero ahora veo a un hombre que fue víctima de un sistema, víctima de lo que a él le enseñaron que era correcto, estaba siendo víctima y estaba pagando un alto costo: la soledad. En cuanto a mis hermanas todas tenemos como referente a mi mamá y cuando nos pasa algo en nuestras respectivas vidas, partimos de la experiencia de ella y la retomamos como nuestra, sobre todo yo que vi a un hombre y una mujer enamorarse mutuamente, vi a un hombre siendo infiel y golpeando a una mujer durante 16 largos años, vi a una mujer disculpándolo siempre, vi a una mujer renunciando a si misma por un hombre, vi a una mujer mantener sola a un hogar de seis personas, vi a una mujer amando a un hombre más que a sí misma, vi a una mujer llorando y siendo golpeada por un hombre, vi a un hombre impotente y recriminándose ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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a sí mismo, vi a una mujer valiente y decidiendo por no más violencia, vi a una mujer decidiendo a amarse a sí misma y también vi a una niña aprendiendo lo bueno, lo malo y lo feo y retomando los aprendizajes de cada recuerdo, vi a una niña viendo todo esto. Hoy en día mamá se volvió a enamorar, pero ahora, en todo lo que le pasa trata de aprender para no cometer los mismos errores, se volvió a casar, confiada de nuevo, pero esta vez muy alerta con los ojos bien abiertos. Y yo…sigo luchando por tener una Nicaragua más justa, más libre, pero sobre todo más humana. Yo sigo creyendo que es posible tener una relación con alguien que sea capaz de entender que la media naranja no existe, que cada individuo es un ser único y completo, con distintas experiencias, saberes y expectativas con la que nos unimos en el marco de las diferencias que nos hace redescubrirnos cada día. Somos mujeres completas, no naranjas a medias, somos seres capaces de ver en el sol y en el mar nuestro futuro, un futuro que se escribe a como queramos escribirlo, somos hijas de nuestro pasado y madres de nuestro futuro.
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“Y me echaron macuá”
“Y me echaron macuá” Marjorie Segura Rodríguez Abangares, Costa Rica
Como toda mujer también me forjé la idea de mi pareja ideal: debía ser alto, romántico, robusto, con expresivos ojos verdes y aunque en el periodo de estudios universitarios, conocí a uno que reunía las características físicas, el amor y el acercamiento a él fue platónico, pues en la realidad no pasamos de un ¡hola! Y una mirada de desdén de parte de él. Pasaron los años, me nombraron profesora de Español en San Rafael de Guatuso. Yo era una mujer de 22 años, morena, alta, tal vez no tan atractiva, pero con el estandarte de mi juventud en flor, aún no había conocido a esa edad, las delicias del romance, pues mi timidez me hacía apartarme de bailes o lugares concurridos, más bien me escondía con caparazón de tortuga triste y solitaria. Recuerdo que cuando ya se acercaba la fecha de irme al lugar de trabajo asignado, mi hermana mayor me sacó las cejas y me sentenció: “Tenés que buscar novio, ya es tiempo”. Yo no pensaba en eso, me preocupaba sobremanera lo que me había dicho una empleada de ella: “dicen que en Guatuso, los indios Malekus le echan macuá a uno”. Yo no pregunté que era, sólo me imaginaba un ritual en el cual tres indígenas bailaban a mí alrededor y uno de ellos ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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me tiraba una sustancia blancuzca y desde ese momento yo le seguiría, como perro a su dueño. Pasé un mes pensando en la situación anterior y el primer día que llegué a Guatuso, al mirar desde lejos a unos indígenas en el río, disimuladamente aparté mi mirada y la fijé en el horizonte ¡Qué lejos estaba de mi pueblo Abangares! Esa primera semana, ya más tranquila, rodeada de gente buena, acogedora y amable oriunda la mayoría de Nicaragua, estaba en el corredor cuando furtivamente una mirada ojiverde flechó mi corazón asustado y se puede decir que con él jalé siete meses, fue mi primer novio, una relación algo informal, porque aunque me gustaba, tenía miedo de enamorarme, pues éste no gozaba de tener una reputación de responsable y sus pícaros ojos lo delataban como un gran enamorado. Sin embargo, desde el primer día de clases en ese año 1979, en ese lugar indígena alejado del resto del país por las malas vías de comunicación de ese tiempo, conocí a Víctor, un hombre moreno, no muy alto, ancho de cuello, con unos ojos negros, profundos y tristes, de él se decía también que era enamorado, algo aventurero. Era un compañero, profesor de agricultura, que había trabajado en la Suiza de Turrialba, luego en Turrubares, lugares cercanos a la capital, había llegado a Guatuso embaucado por un amigo que le había prometido administrar una finca, luego de su labor educativa, le creó expectativas, pero su amigo no se pudo trasladar y él quedó atrapado en ese pueblo y según sus palabras, por aquella mujer alta, desgarbada, sin saber que yo andaba entusiasmada con el joven de los ojos claros. A los dos días de conocerme me regalaba naranjas, guayabas, manzanas de agua y al descubrir que era golosa y an50
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tojada, planeaba carnes asadas para compartir un rato más conmigo, un rato de palabras dulces, de piropos, de discusiones ilusas. Esas frases bonitas me agradaban, su mirada profunda me envolvía por breves segundos, pero nada más. Un día al percatarse de mi situación e interés por el otro, se enojó consigo mismo y no me volvió a hablar. Entonces lo extrañé, me hacían falta sus palabras, su amistad, pero me dije: yo no le he hecho nada, ¡Qué se le va hacer! A los seis meses rompí mi relación con el pizpireto ojiverde, pues comentarios que iban y venían me hacían ver que no era el hombre adecuado para mí. En aquel momento, él, Víctor Murillo Morales, oriundo de Palmar Norte, hizo gala de coraje y aprovechó la ocasión, me mando a llamar con una alumna de confianza y hablamos, me dijo que no quería que termináramos enojados; me ayudó a sumar notas de mi grupo guía, me llevó a pescar acompañados por don Manuel que era como mi padre y esa noche veraniega de noviembre a sabiendas de que tenían muchos dueños me regaló la luna y las estrellas. Yo, algo reacia, todavía desconfiaba de mis sentimientos, fui entregando mi corazón, lenta, pero merecidamente. Volvimos a laborar a ese lugar en 1980, entonces él llegaba muy alegre a marcar donde mi querida doña Celsa, mi mamá en Guatuso, él aprovechaba para llegar de 7 a 9 p.m. ya que era el momento que funcionaba la vieja planta eléctrica, ahí hablábamos y me deleitaba con melifluas palabras ayudado con las canciones de moda de Camilo Sesto y así entre el susurro de los zancudos y esas grabaciones de románticas melodías se adueñó totalmente de mis sentidos.
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A finales del año, el 20 de diciembre de 1980 nos casamos, la ceremonia se efectuó en mi pueblo de Abangares, él que había sido enamorado, aventurero se había fijado la meta de formalizar un hogar, sus hermanos se asustaron, le decían que había dado un giro de 180°, solo se esmeraba en complacerme y llevar cuanto podía para nuestra casa. Cuando nació Víctor Manuel, nuestro primogénito, se entregó a cuidarlo con esmero: planchaba sus pañales, lo dormía meciéndolo en su hamaca y tomándole todas las fotos posibles, se sentía realizado, lo mismo hizo con Kenneth, nuestro segundo hijo, quien no se le parecía físicamente, pero quien siempre ha sido demasiado apegado a su padre. A los cinco años de trabajar en Guatuso, yo me trasladé a laborar en Abangares, sobre todo por buscar las comodidades de mi Victor, quien contaba ya con un año de vida, entonces Víctor quedó allá y viajó durante ocho años en vagonetas, en buses sin frenos, a pie algunas veces hasta Arenal, luego en una vieja moto, siempre cargado de frutas de la época y especialmente de cariño y afecto para los suyos. Aún guardó el telegrama que le envié en su onomástico el primer año que pasamos separados, que decía así: “Que la distancia no sea un puente, sino un lazo de amor y unión en nuestras vidas”. Víctor no ha sido un santo, con defectos como toda persona, le gustaba salir a tomar y compartir con sus amigos profesores. Yo he sido chichosa. Por esa razón como toda pareja hemos discutido, hemos tenido altibajos, hemos enfrentado obstáculos, no obstante, siempre nos hemos respetado, Dios nos ha dado fortaleza para seguir juntos este caminar. Hace nueve años él se pensionó, ha disfrutado este periodo, pues ha podido ir a pescar en todas las ocasiones que se le presentaron, ha paseado y ha disfrutado de todos los juegos 52
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de voleibol de sus hijos y tres años antes de pensionarme me cocinaba el almuerzo, me recogía en el colegio y me cuidaba para que comiera todo lo que había preparado; hace cinco años me jubilé yo también; en esa época nos quedamos solos, puesto que los dos hijos se marcharon a la universidad. Desde ese momento lo tengo sólo para mí: me lleva donde le pido, fundamentalmente a reuniones o actividades de grupos culturales; entre los dos realizamos las tareas del hogar, caminamos por las mañanas, nos chineamos mutuamente. El es el admirador numero uno de mis escritos e inspiraciones, aunque algunas veces se torna despistado y me piropea el vestido “nuevo” un año después de estrenármelo. Ahora aquí desde la ventana del tiempo lo miro: ha engordado, pierde todo, es refunfuñón y menos tolerante, ya estamos viejos… mas doy gracias infinitas a Dios por habérmelo regalado. Él es quien acompaña a sus hijos de 23 y 26 años hasta que el bus se difumina en la distancia, el que lava sus tenis y prepara el exquisito ceviche. Ellos lo idolatran y lo admiran. Es el que ha pasado 28 años a mi lado, el que pone un cine a todas mis comidas, el que ha aguantado los cambios de carácter de mi temperamento nervioso, que ha aceptado en silencio cuando casi lo ahogo, pues no lo dejaba usar abanico y colocaba una cortina oscura en el cuarto, el que ha soportado el fuerte y tibio olor a zepol de mis males, a él mi “amo” como le digo, no porque sea mi dueño sino mi verdadero “amor”. A él que me prepara con esmero todas las noches el plato de fruta y me vigila para que no deje nada, a éste que dicen que es mal encarado y que seguro sí me echó “macuá” porque debe ser descendiente no de los Malekus, sino de los Bruncas por ser de la Zona Sur y muy acholado, a éste que es mi media naranja le doy las gracias, gracias por aguantarme, gracias por comprenderme y valorarme; eres mi media naranja: algunas veces dulce, otras ácida, pero eres para mi el sabor agridulce que alimenta el alma. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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El ángel
El ángel Elba Iris Ulate Rojas Grecia de Costa Rica
Tras muchos años de árdua labor y criando cuatro hijos con la ayuda de mi Dios, oraba y pedía: “Un ángel por favor... y él me lo envió”. Estando en casa de mi mejor amiga, un 15 de agosto, un gringo que pasó, de mi se enamoró... quince días tenía de haberlo conocido; propuestas razones... y asunto concluido, nos unimos libremente con la bendición de mis hijos. Altibajos, perdones y mucha enseñanza de lo vivido nos unía el día a día. Casi seis años ya de habernos comprometido y luego casados. Era un día luminoso lleno de sol, de brillantes y de alegría... había expectación porque veríamos esa película que nos atraía en cartelera, de pronto contemplo con asombro que sus piernas no responden y su cara se transforma con gestos de incertidumbre y dolor. -¿Qué pasa cariño, que te sucede? No sé pero es mejor que vayamos a casa.54
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Elba Iris Ulate Rojas
Tomamos el bus de regreso a San José, Grecia, sin saber a ciencia cierta si aquello habían sido unos calambres, o que causó tal dolor. Transcurren los días y observo como su sonrisa y alegría se transforman en dolor, angustia y desesperanza; no quería salir con sus amigos y su algarabía se adormeció en un rincón de una mecedora, en donde sus sueños morían. Dónde ir... ¿Qué hacer? ¿Cómo conocer lo que pudiera devolverle la salud y su fe? Tras ponerlo sobre el tapete, decidimos que debíamos viajar a Estados Unidos, y allá si lo verían los médicos, ahí si lo curarían. El dinero, como haríamos... pues venderíamos todo... mis muebles verde oscuro de cenízaro, los adornos bellos y todo lo demás, si vendíamos todo para irnos, nos instalaríamos en Georgia, así iríamos al Hospital de Veteranos y en manos de Dios y de buenos médicos, mi cuchungo recobraría la salud. Fue necesario hacer dos cambios de casa, hasta encontrar la correcta para que mi bebé y su bebé de tan sólo seis meses de edad, se pudieran quedar cuando nos fuéramos. Con solamente lo necesario y unos muebles muy humildes comenzamos los trámites y averiguaciones, llamadas al hospital, etc. Era Abril, los médicos que lo atendían aquí lo medicaron y viajamos a Estados Unidos para que lo internaran en el Hospital de Veteranos. Allá fue recibido por su sobrino y llevado al hospital, y para mi sorpresa, lo tuve de regreso dos días después. OH no... ¡No puede ser! invertimos el dinero en el tiquete y de pronto lo veo. No completó los exámenes en el hospi¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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tal. Pero que pasó, esto no puede estar pasando, y con voz entrecortada dijo: -me sentía solo y nadie me quiso ayudar.Con enojo, confusión y desaliento supe que la ilusión, el anhelo y esperanzas, se habían transformado en impotencia, tristeza y en millas de millas en tierra que se habían tragado su retorno, su dolor y la respuesta. -Quiero regresar, ven conmigo... vamos y así me quedo-, le escuché decir, más de pronto sus palabras no entendibles, su lengua trabada y su sonrisa, se convirtieron en una mueca, en gestos inaudibles, en miradas vacías, y en silencio inherente. Qué pasa, háblame, dime, explícame, nada más salió de su boca que mi nombre audible repetido sin cesar, cada día, cada noche, una y otra vez. Transcurre así el tiempo, médico va, médico viene, su corazón debilitado muestra día a día, que la fuerza de boxeador, de hombre de la marina, de batalla, enmudeció de repente, se apagó su sonrisa, se terminó su andar. Ahora lo baño, lo cambio, me lo echo al hombro y no importa su peso y cuando lo alimento, me lo devuelve en mi cara de regreso. Lo cuido de día, de noche, no duermo, temo que al hacerlo algo suceda, presiento algo. En una silla blanca de plástico, lo jalo para el baño, al sol, a la sala, al dormitorio, a la cocina; ya no sonríe, no come, no sueña, sólo dice mi nombre, sólo queda la huella. -¿Por qué no lo mandas a una de esas casas donde cuidan gente? y así no té cansas-, dijo alguien un día.
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-Oh si, muy bonito-, respondí asombrada, como si se tratara de un animalito, no señor, no sabe todo lo que él me ha dado, su honra, su cariño, a mi nada me ha faltado, desde que él llegó sobra el alimento, la risa, los cuentos, la vida en familia, porque a mis hijos él les transmitió su aliento, nunca lo dejaré solo mientras viva, seré su bordón, su sonrisa, su apoyo; mis hijos lo aman, respetan y admiran, él supo ganarse su bondad. Continúa el tiempo su marcha, y por fin una silla de ruedas, gracias a Dios porque mi columna, ya no resistía la carga. Mi hija le canta, se acuesta a su lado, lo cuida, lo mima y en su inglés escucho lo que él le ha enseñado, le dice, te amo, no temas aquí estoy a tu lado. Un día en especial, mi corazón está sobresaltado, es un día diferente de los muchos que han pasado. Mamita algo pasa, cuchungo está como morado, ¡Santo Dios! Llamemos a la ambulancia, lloro, doy gritos, no se qué hacer, -¿señor qué le ha pasado?-, pregunto. -“No sabemos señora, ayúdenos a sacarlo para llevarlo al hospital porque está muy pesado”.Llegamos a emergencias, de inmediato lo atendieron, mangueras, oxígeno, signos vitales, todo está controlado, pero ha llamado a mi hija la que estudia en San José, me advirtió que lo hiciera, que no importaban exámenes, luego se los reponían; solo quería hablarle aunque él no la escuchara. Ella llegó pronto y los dejé solos, qué le dijo no lo supe. El doctor me pidió que le dejara un número de teléfono, para llamarme por si algo pasaba... Yo solo caminé a mi casa bajo esa lluvia de junio, tenía mis pies empapados y mil preguntas agolpaban en mí ser.
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El ángel
Pasaron las siete, ocho, nueve y diez, ahí estaba esperando no sé que. Sonó el teléfono, lo levanté, para luego saber que mi esposo había muerto. Dejó de existir, se fue al cielo. Se llevó mis respetos, mi amor, mi duelo. Hoy le quiero decir que jamás me arrepentiré de haberle conocido. Le compramos la mejor caja, mi hija me dijo que si no alcanzaba ella me ayudaba. Los últimos cinquitos se gastaron en eso. Quedé sola de nuevo y con serias lesiones en la columna, en mis manos y sin un solo peso. Para terminar de destrozarme, en la Embajada Americana, me dieron veinte certificados de defunción y me dijeron que ya no podía retirar más dinero de la cuenta de mi esposo. Mis fuerzas fallaron y no pude más; en ese lugar, sin querer, lloré a más no poder. Hoy con mi columna seriamente lesionada, estoy en proceso de pedir mi pensión, ¡cómo cuesta!, vendo bisutería y así pago el alquiler, comida, agua etc. Visualizo el día de comprar mis muebles. Así despedí a Don Andy y a su enseñanza, sus historias y el buen compartir con mis hijos, con la gente y la fe en el porvenir, esto fue lo que me motivó a escribir estas líneas.
En memoria de Don Andy
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También sola puedo tomar el poder
También sola puedo tomar el poder Juana Bautista Huete Nicaragua
¡Hola! Soy Ana, Nicaragüense de 54 años de edad. Antes de contarte como fue mi relación de pareja, te voy a comentar un poco de mi adolescencia, para que veas como me fui enredando en esta situación a temprana edad. Cuando yo tenía 13 años mi madre me mandó a Chinandega a trabajar como hija doméstica. Recuerdo que la patrona me maltrató mucho; si no hacía bien las cosas ella me pegaba, nadie sabía eso, pero te aseguro que si se hubiesen enterado, lo verían como algo normal, porque me estaban enseñando a ser mujer. A la edad de 15 años empecé a jalar a escondidas, me enamoré de él, fue tanto el maltrato que recibía por parte de la señora donde vivía, que decidí huir con mi novio a Managua, fue mi primer marido, le tuve una niña. Era 1972, rentábamos un pequeño cuarto en Managua, los dos trabajábamos, él estudiaba, nos llevábamos bien. En diciembre de ese año sucedió un terremoto, el cual desvastó ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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una gran parte de Managua, entre el nervio y el asombro, mi pareja y yo perdimos comunicación. Una señora me dio posada por mientras encontraba a mi marido, yo lo empecé a buscar hasta que nos reencontramos, por medio de un hombre que me conocía y que de paso conocía a mi madre. Para el terremoto yo estaba preñada de mi primera hija, cuando nació, mi madre llegó a traerme para llevarme consigo a la comunidad, como yo era bien mandada, le obedecí y me fui con ella sin decirle nada a mi marido. Mi madre me engañó, me dijo que me iba a ayudar, pero a los ocho días de estar en casa de mi madre, supe que no regresaría donde mi marido por voluntad de ella y como no tenia dinero, no tuve otra opción que aceptar la decisión de mi madre. Al inicio me sentía contenta, todo marchaba bien entre mi madre y yo, pero lo duro vino después, conforme pasaba el tiempo, ella me empezó a agredir física y emocionalmente. Un día le dije a mi mamá que quería trabajar, me permitió pero no en Chinandega, entonces ella me buscó un trabajo en Managua y decidí irme, para que a mi hija no le faltara nada. Yo iba y venía de vez en cuando, hasta que mi hija tenía 4 años, regresé donde mi madre para estar con la niña. Estando en el Tule, yo salía a las celebraciones patronales de la iglesia católica porque cantaba en el coro. Muchos de los varones que iban, me miraban de buen ojo, pero había uno de ellos que bailaba bonito, a mi me gustó. Era un año menor que mi, empecé a jalar y me volví a enamorar de mi segundo marido, a él le tuve cuatro varones y dos mujeres. Me junté con él; al inicio yo trabajaba como ama de casa y le ayudaba al trabajo del campo, sembrar y limpiar los plantillos.
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Juana Bautista Huete
Recuerdo que cuando nos ajuntamos no teníamos nada, ni él ni yo, vivíamos en El Tule, pero después que triunfó la revolución, nosotros nos unimos a una cooperativa; para ese entonces se aprobó el derecho a la propiedad y logramos obtener un terreno en Los Tololos. Yo estaba contentísima porque teníamos tierra para trabajarla, tendríamos más ganancia y podríamos darle mejores cosas a nuestro hijos, pero fue allí donde empezó mi otro martirio, él empezó a cambiar, decía que todo lo que tenía era suyo, en cambio yo le hacia ver que era de toda la familia, en especial de nuestro hijos e hijas. Para producir la tierra con más eficacia y superar nuestra economía, la UNAC llego a capacitar a hombres y mujeres, yo entusiasmada, decidí asistir a los talleres, pero, no sabía lo que me esperaba, lo que tendría que pasar para poder capacitarme. Mi marido empezó a tomar más de lo que acostumbraba, ¡claro!, sentía que ya no me controlaba como antes, él tomaba para agarrar valor e ir a insultarme a donde yo recibía las capacitaciones, me echaba por marido a los técnicos, empezó a desprestigiarme ante sus amigos y la comunidad y como la gente apoya más a los hombres, también me criticaban de vaga; sólo las mujeres que peleábamos con nuestros maridos para asistir a los talleres, sabíamos que las cosas no eran así. El regresaba a la casa borracho, me pegaba delante de nuestros hijos e hijas, empezó a andar con otras mujeres, ya no me tomaba en cuenta para sus negocios, realmente mi vida se convirtió en un infierno, lentamente mis ganas de vivir se iban, no entendía que me sucedía, vivía con mucho dolor de cabeza, triste, nerviosa; yo no dormía tranquila: cuando se
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le antojaba me tomaba para satisfacer su ego de macho… hasta deseé desaparecer. Tanto era su miedo a que yo saliera que un día yo iba a pasear a caballo donde mi familia, él se entero que iba de salida por los vecinos, me esperó en una esquina y me bajó de un golpe, intentó estrangularme frente a la casa de un vecino; por suerte no me mató, pero logró su propósito; no pude ir donde mi familia, porque me dejó moreteada, la cabeza hinchada de golpes. A los tres días logre salir a Villanueva, me fui donde una amiga a quien le conté mi problema. Ella me aconsejó que lo llamara donde el juez, pero yo tenía miedo de tomar esta decisión, con sólo decirlo a otra persona me sentía humillada, volví a la casa y continué aguantándole muuucho tiempo. A la edad de 35 años decidí cancelarme, ése era un pleito que tenia con él desde hace tiempo, hasta en eso me controlaba, pero me decidí cancelarme a escondidas, ya estaba cansada de tener tantos hijos, en mi interior sabía que eso de llenarse de hijos no era bueno, el carajo me insultó diciéndome que yo lo que quería era dejarlo, que yo me revolcaba con otros hombres a su espalda. Además, antes de tener tantos hijos, no sabía que había anticonceptivos y si existían ¿quién nos decía :”planifica”?, si acaso a la iglesia salíamos. Para el año 2000 CIPRES llegó a la comunidad y organizó un colectivo de 30 mujeres, en el 2004 formamos una cooperativa de préstamos, me eligieron como presidenta, para mí fue una gran sorpresa, me llené de sentimientos de alegría y preocupación a la vez, por lo que sabía que estaba asumiendo otras responsabilidad que como mujer nunca creí llegar. Imagínese usted, yo, una mujer apenas letrada, del campo, y ser presidenta. 62
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Asumí el riesgo, sabía que las otras no me eligieron porque sí, pero vaya que mi calvario con mi marido se empeoró. Para que él no se molestara, yo les dije a las compañeras de la cooperativa que nos reuniéramos en mi casa, pero el machista me azareaba delante de las demás. Y cuando las reuniones se hacían en otro lugar, me dejaba ir pero tenía que pagarle con mi cuerpo aunque no tuviera deseos, ganas de hombre. Para el 2005, fue la primera vez que le dije que se fuera, me dejara sola con mis hijos e hijas. El carajo dijo que no, la casa era de él, por un momento sentí que no iba a poder contra él. Pero un día, me llené de coraje y fui a Villanueva a poner la primer demanda. Dijo un montón de mentiras a las autoridades y como eran hombres le creyeron. Yo me sentí muy avergonzada, triste, molesta. Él se burlo de mí, se sintió con más poder sobre mí, yo ya no sabia qué hacer. Un día, una amiga me aconsejó que fuera donde un amigo de ella que es abogado; yo no quería, pero me fuí. Él me mandó donde el capitán de la policía. Este me dijo que las mujeres éramos indecisas, que después de demandar al marido nos echábamos para atrás, por eso no me apoyaba. Una amiga me llevó a la Casa de la Mujer, de Villanueva. Allí me orientaron, pues esta vez quien estaría de juez era una mujer, ¡ah! La demanda que le puse a él, fue para que se fuera de mi casa y me dejara donde vivir, porque se sentía dueño y señor de todo lo que nos había costado a él y a mí. Al fin gané el caso: la jueza le dijo que tenía que desalojar la casa; una parte de la tierra y la casa me quedaron a mi y mis hijos e hijas; a él le quedó un cuarto de manzana de tierra, pues mi deseo no era vengarme, dejándolo sin nada, sólo que me dejara vivir tranquila. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Él se corrompió totalmente, empezó a beber en exceso, ya no me molestaba. A veces, llamaba a mis hijos para que le permitieran entrar, ellos como que me querían convencer y le decían a mis hijas para que ellas hablaran conmigo, pero yo me reuní con ellos y ellas y les plantee que si había aguantado a su padre era porque quería que crecieran con un padre al lado; sin embargo, esto me había costado educación y seguridad física, tanto para ellos como para mí, y que ya no estaba dispuesta a soportar más violencia. Doy gracias a Dios que me dio fuerzas para salir adelante, ahora vivo con mis hij@s, trabajamos la tierra. Mis condiciones económicas son otras, pues acopiamos maíz, trigo, frijoles, hortalizas. Siempre sigo organizada en cooperativa, compramos una casa donde nos reunimos, pero ya no sólo para hablar sobre cómo podemos aumentar nuestra economía, si no, de lo que nos sucede en la familia, nos apoyamos unas a otras. A través de mi vida hoy soy capaz de entender que es necesario que muchas jóvenes se capaciten, asistan a los diferentes espacios donde sientan que pueden desarrollarse. Si no se les permite eso, siempre los varones creerán que nosotras somos de su propiedad, siempre nos van hacer creer que ellos son nuestra otra mitad y eso no es así. Las mujeres tenemos que luchar por nosotras mismas, decir no a la violencia, apoyar a otras mujeres, entender a las jóvenes y unirnos, solas no podemos.
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Mi gran esfuerzo
Mi gran esfuerzo Martha Elizondo Sáenz
Pérez Zeledón, Costa Rica
Fue un domingo en la tarde, del mes de diciembre de 1960 que me conoció mi media naranja. Digo que me conoció porque él estaba en la sala de mi casa, cuando llegué de un paseo, entré a la sala y saludé y me fui a la cocina, no me fijé en él, sabía que había dos personas, pero a ninguno le miré la cara. Él esperaba que yo volviera a la sala ya que me escuchaba hablar con mi familia, de tanto esperar llegó el anochecer, cansados de esperar se regresaron a su casa. En el pueblo donde vivíamos había muy pocas familias, poco a poco se fue aumentando la población. Mi hermana me contó que había llegado una nueva familia al pueblo conformada por el matrimonio y once hijos; seis varones y cinco mujeres. Sin darme cuenta el muchacho que estuvo anteriormente en mi casa era uno de ellos. Al ser poca población la mayoría de los habitantes participaban en el rezo del rosario al Niño Dios en el mes de diciembre, en una de esas visitas conocí a mi media naranja.
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Nos veíamos cada ocho o quince días, nos comunicábamos por medio de papelitos; al tiempo, él puso un negocio de abarrotes. Nos aprovechábamos de los clientes del negocio para mandarnos mensajitos escritos. Así pasó el tiempo hasta el 27 de enero de 1962 que nos unimos en matrimonio. En término de diez años tuvimos ocho hijos cuatro hombres y cuatro mujeres. Nunca utilizamos métodos anticonceptivos artificiales, quería ver la carita de todos los hijos que Dios me quisiera dar. Mi media naranja fue un buen esposo y padre a pesar de ser una familia de 10 personas nunca nos faltó alimento, vestido y techo. Juntos luchamos por atender bien a nuestros bebés. No me arrepiento de haberlos traído al mundo, todos son muy buenos sin vicios y responsables, gracias a Dios y a nuestro esfuerzo dando buen ejemplo. La menor tiene 35 años. Con el pasar del tiempo él empezó a probar el licor y a tomar cerveza; fue tanto que se volvió alcohólico. Casi siempre, todos los fines de semana, se embriagaba y llegaba muchas veces hasta la una o dos de la mañana. Hasta que él llegaba me podía tranquilizar, era tanta la angustia, que me arrodillaba y le pedía a Dios así: ’’Señor Jesús que no venga tomado, Señor, ayúdame por favor que no venga tomado” y era tanta la desesperación que le pedía: Señor Jesús que venga tomado pero que llegue a la casa. Porque del trayecto de la cantina a la casa tenía que pasar puentes sin barandas y calles que con las lluvias ocurrían deslizamientos que daban a un río. Y así pasaron 15 años que mi media naranja sufrió él, sufrí yo y mis hijos. Me hice el propósito de conseguirle medicamentos para sacarlo de ese vicio. Fui a una farmacia y conseguí 66
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unas pastillas que si las tomaba e ingería licor era perjudicial para la salud, si eso sucedía había que llevarlo al hospital inmediatamente porque podía morir. Sin embargo, le di media pastilla a escondidas, él no se dio cuenta que se la había tomado, en su desesperación por la goma ya iba para la cantina, le tuve que advertir que le había dado un medicamento para que dejara de tomar. Él me preguntaba: -“¿qué hago si me siento mal?”- le aconsejé que se tomara primero una cucharadita de licor, diera tiempo unos 10 minutos y se tomara una cucharadita con limonada y diera tiempo, si se sentía mal que se viniera para la casa. Al fin se tomó una copa y no le hizo mal. Me dio miedo darle más el medicamento. En la farmacia las prohibieron por lo peligrosas que eran. Conseguí otro tratamiento de homeopatía que consistía en unos sobrecitos que contenía polvo y se incorporaba al líquido que iba a tomar, y tenía que tomarlo dos años. También tenía que dárselo a escondidas, se le podía dar con licor, café o refresco, no ocasionaba efectos secundarios, pero era demasiado caro, ¿cómo conseguir el dinero? pues con mi esfuerzo de coser ropa a un precio más cómodo, vendía huevos gallinas y pollos. Otro esfuerzo fue también dejar a mi hija mayor cuidando los niños pequeños, me iba a las cinco de la mañana con mis dos hijos mayores a los frijolares que mi esposo cosechaba, una vez que ya habían recogido las cosechas me dedicaba a rejuntar matas que quedaban perdidas y olvidadas en el monte, rollos que mis otros hijos dejaban adrede para que yo las recogiera; también juntaba frijoles que quedaban desgranados en los aporreaderos. Allí mismo aporreaba mis frijoles y mi esposo se asombraba de la cantidad del producto obtenido. Estos frijoles yo los vendía para obtener el dinero para comprar las medicinas; él pensaba que con mi esfuerzo yo suplía solamente algunas necesidades del hogar sin dar¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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se cuenta que el fin principal era sacarlo de ese vicio. De esta forma pude obtener los medicamentos de esos dos años, justamente antes de cumplir los dos años de tratamiento dejó de tomar licor. Él no supo que yo me sacrifiqué para sacarlo de ese vicio. Después de ese tiempo, vivimos momentos muy difíciles, nos dedicamos a obtener mejores oportunidades para nuestros hijos. Nos cambiamos de lugar de residencia, con el fin de que ellos, ya adolescentes, pudieran trabajar y estudiar ya que con el ingreso económico de mi esposo no podíamos ayudarles. Fue una lucha constante, porque yo no quise nunca perderlo, siempre lo amé mucho, nunca le fui infiel, ni él tampoco, no tuvimos ninguna ruptura conyugal a pesar de que hubo momentos que pasamos mal económicamente, estuve no sólo en los quehaceres del hogar sino en trabajos en el campo, la familia junta, trabajos en tomate y hortalizas para que mi esposo las vendiera. Nuevamente nos cambiamos de lugar de vivir ya que nuestras hijas menores debían estudiar, nos trasladamos a un lugar más céntrico con mejores oportunidades, donde ellas trabajaban y estudiaban por la noche y yo les ayudaba teniéndoles comida y ropa lista cuando la necesitaban. En ese tiempo también mi esposo, y a Dios gracias, consiguió trabajo en la Guardia de Asistencia Rural donde trabajó por varios años hasta que llegó a pensionarse. Para en ese entonces, cuatro de mis hijos ya estaban casados; habían formado su hogar. Con el sueldo de mi esposo y el trabajo de mis hijos, pudimos comprar un lote y poco a poco fuimos haciendo la casita que es donde vivo actualmente, luego se casaron tres de 68
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mis hijos, aún queda una hija soltera que trabaja fuera de mi pueblo. Nosotros vivimos 42 años de matrimonio, de ellos 15 años sufridos por el vicio del alcohol y 27 años muy tranquilos. Le dije a mi familia que nunca le dijeran a mi esposo el esfuerzo que hice para que él dejara de tomar. Siempre creí que yo moriría antes que él, y que una vez que yo muriera, se lo contaran; pero el murió primero. Esto fue en el año 2004. Fue un momento inesperado para mi familia y para mí, el 18 de marzo de ese año se internó a las 6am, en el hospital de la localidad para realizarle una operación ambulatoria, pues tenían que extraerle por medio de láser una piedrita que tenía en la vesícula. En diciembre de 2003 le descubrieron esa piedra; no lo operaban porque tenía la vesícula inflamada. De esa fecha a marzo de 2004, no sintió ninguna molestia, por lo que los doctores decidieron operarlo. A las 12 del mediodía fui con una hija a la visita, aún no lo habían operado, él estaba muy optimista, en son de broma que si alguien iba a construir él le vendía la piedra. Por fin lo operaron a las 4pm y fui a la visita a las 6pm, y no me dejaron entrar. Me dijeron que me sentara en una silla o que buscara al médico para que me diera información, pero no lo localicé. Al día siguiente desde las 6am preguntaba vía telefónica sobre su salud y no me daban información. Fue angustioso ya que de la central me dijeron que en el salón donde se encontraba él habían descolgado el teléfono. No fue hasta las 10am que un hijo llamó y le dijeron que ya estaba en el salón y su estado era estable. Me fui a la visita y lo encontré con marca pasos, y con una vía de suero y sangre, pero estaba conciente. Me dijo que desde la mañana deseaba que yo llegara para que le diera agua. Le habían llevado dieta líquida y ahí estaba, nadie le había dado nada. A las 2pm le tomaron la presión estaba en 125/86, él me pedía agua constantemen¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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te. A las 3pm, le dieron una pastilla para bajarle la presión, creo que no la necesitaba, pregunté a la enfermera y me dijo que a él siempre le abrieron el estómago para extraerle la vesícula, pues había tenido una hemorragia interna y me contestó que la tenía muy inflamada. Después de tomar la pastilla tuvo una desesperación tan grande que me decía que le diera agua y paños en la frente; me decía que la pastilla le había caído mal. Se fue poniendo pálido y sudaba constantemente, el sudor era como agua con leche; no le encontraban presión, se quejaba mucho y pidió perdón a Dios y le pidió a la Virgen que lo ayudara. Yo rezaba y le pedía a Dios y a la Virgen, estaban con nosotros, luego me sacaron del salón, observé como corrían, entraban y salían médicos, pusieron un biombo y le hacían maniobras de resucitación pues le dio un paro cardiaco, al momento se vinieron todo el personal, me rodearon y me dijeron que había fallecido. ¡Oh Señor que golpe tan fuerte! Pidió perdón a Dios porque desde que murió hasta que hizo 4 años no había aceptado la voluntad de Dios. Ahora me siento muy recuperada, he aprendido a vivir en la soledad, he participado en grupos de adultos mayores como: aeróbicos, bailes folclóricos, aprendí un curso de bisutería, que me ayudó mucho, mis hijos e hijas me han ayudado y apoyado, yo los quiero mucho, y agradecida con Dios porque aún tengo los 8 vivos, y tengo la oportunidad de conocer a mis nietos y bisnietos. Me he sentido muy bien al hacer este relato, ya que me doy cuenta lo importante que es estar amparada por Dios, y muy contenta porque le di a mi esposo el apoyo que él siempre necesitó. Doy este mensaje a las esposas que tienen su esposo con este vicio, para que no lo abandonen, y con la ayuda de Dios buscarle solución al problema.
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Señorita: para que vea que la tengo siempre presente.
Señorita: para que vea que la tengo siempre presente Patricia González Nicaragua
I Te gustaba y necesitabas saber si te correspondía 7 de noviembre de 2007 ¿Cómo olvidaaaaarlo si está lleno de puros sietes? La noche anterior me llamaste desesperado por saber si me gustabas. Te oías con una ansiedad que nunca me habías mostrado. Tu tono de voz y tu forma de hablar me dieron a entender que en realidad yo sí te gustaba. Claramente dijiste que necesitabas saber si te di “seguimiento sólo por business o si había algo más”. Te pedí que lo habláramos personalmente esa misma noche. Temerosamente me dijiste -“no seas cruel, yo sé por dónde viene la cosa”-. Ahí percibí una vez más tu inseguridad y timidez. Tu grado de ansiedad estaba al borde con apenas tres días que tenía de no llamarte ni contestar tus llamadas. Sabía que si por teléfono te decía la verdad (que al inicio sólo me interesabas como amigo y que fue un par de meses después que me di cuenta de que había algo en vos que me gustaba) lo malinterpretarías.
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Quedamos en vernos en tu casa. Tres veces te expresé que sólo iba para aclarar tu pregunta. Claramente te dije que no iba a dormir con vos y que llegaría para definir “qué onda hay entre vos y yo”.
II El momento Me recibiste caballeroso y alegre, con un tono de confianza e intimidad que nunca me habías expuesto. Me mostraste el libro que leías. Me diste tu nueva tarjeta de presentación con la información del país donde estudiaste, -“por si acaso un día regreso allá, estemos en comunicación y quizá hasta me visites”- dijiste. Me ofreciste unos dulces y resaltaste que tenías colgado en la pared el bolso del evento en el que nos conocimos, siempre afirmando -“señorita, para que vea que la tengo presente”- Yo quería saber si en realidad te gustaba y si querías iniciar un noviazgo. Te lo pregunté y me besaste. -¿Qué significa eso?- Cualquiera interpretaría que es un sí, pero no me gustó lo que vino después.
III La disculpa sin disculpa Yo no me quité la ropa. Fuiste vos quien insistió e insistió e insistió. Debiste ser lo suficiente racional como para darte cuenta de que yo no quería. Pasó un siglo para quitarme la camisa y otro para que me quitaras el pantalón. Era obvio que yo no quería y no supe decir NO porque me cuesta. Era tan rara mi actitud que hasta me preguntaste si era virgen. Te respondí a secas que “sí y no” (porque esa es la verdad, porque no importa si tengo himen o no, sino cómo me siento, cómo me veo a mí misma). No quise decirte la verdad de porqué estaba casi inmóvil, inventé que soy tímida. Con mucha mayor razón debías haber
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Patricia González
intentado que me sintiera cómoda, hacerme sentir deseada por quien soy. Te dije que andaba con mi período, lo cual era cierto y lo constataste, pero ni siquiera por eso pensaste en mí, sólo en vos. En un momento te dije -“creo que sólo querés quitarte las ganas conmigo”- ¿Acaso no era suficiente esa afirmación para que te detuvieras? Estaba paralizada y no te decía NO porque era como la niña de cuatro años a quien le obligaron a hacer el sexo oral. Sé que no es tu culpa lo que me pasó de niña, ni que lo haya recordado hasta ahora y esté en una etapa en mi vida en la que me estoy conciliando con mi sexualidad. Tampoco es tu culpa el no saberlo, porque yo no te lo dije. Pero sí es tu culpa no haberte detenido, no haber notado que yo no quería. Es tu culpa que cuando llegaste al orgasmo me dijiste descaradamente -“tenías razón, me quitaste las ganas”- y te tumbaste a la cama. Ni siquiera me abrazaste. Te dije -“cuidado te dormís”- y fue lo primero que hiciste. ¿A tus 24 años no sabes que para una mujer es importante que la abracen después de un contacto sexual? Cada paso tuyo fue como una bofetada. No me golpeaste ni me gritaste, pero la sutileza con la que actuaste fue peor que un golpe en la cara. Te pedí que me vieras a los ojos y me dijiste que no podías, que ni siquiera a tú ex, a quien amaste y con quien estuviste varios años, la mirabas así. Sé que en parte eso es cierto porque tu forma de hablar, de escribir, de mover las manos y tus ojos esquivos desde que te conocí, ya me lo habían dicho. Y a pesar de todo lo mal que te portaste conmigo me acerqué dulcemente y te dije que confiaras en mí e intentaras verme a los ojos porque necesitaba confiar en vos y hacerte ver que no estuvo bien lo que pasó, pero en vez de mirarme y hablarme, te dormiste.
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Estaba enojadísima. Me vestí y traté de calmarme. Te desperté, te dije que ya me iba. Te levantaste disparado, te vestiste en un segundo y saliste como rayo. Estaba podrida de la cólera. Esperaba que me abrazaras, me dijeras que soy bonita, me agradecieras haber estado con vos o algo así. Me quedé en el cuarto para ver si reaccionabas y te dabas cuenta de lo frío que fuiste. Regresaste, me dijiste un simple -“nos vamos”- y preguntaste si era necesario que me acompañaras a tomar un taxi. ¡Era el colmo! Inmediatamente te dije “es obvio que me tenés que acompañar”. Caminabas cada vez más rápido, delante de mí. Ya no ibas a la par mía ni hablando caballerosamente. En cuanto pasó el primer taxi lo detuviste, te dije que no lo tomaría porque debíamos hablar. Estaba tan arrecha e indignada de haber sido usada como un objeto sexual que sólo te dije -“te dormiste”-. Serio, resumiste que estabas cansado y no querías reclamos, que yo desde el inicio sabía que sólo estarías unos meses en nuestro país y que no buscabas una relación seria. Todo en contraste con la caballerosidad, gentileza e inseguridad de un par de horas atrás, en las que casi llorabas pidiéndome que no fuera cruel por no decirte que me gustabas porque yo sí te gustaba.
IV La estocada Lo que más me dolió es que estaba con mi amigo, con alguien que presume y finge muy bien que no es machista. Con un hombre que trabaja en una ONG, a quien conocí en un evento vinculado con la explotación sexual comercial. ¡Se supone que sos un hombre sensibilizado! La noche del 7 de noviembre me llamaste muy nervioso y más inseguro que la noche anterior. De manera general re74
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conociste que fuiste grosero conmigo. Tus palabras textuales fueron -“conociste un lado de mí que no es bueno, reconozco que fui agresivo”-. Hasta me dijiste que no sabías si me explotaste sexualmente. Concluiste que no, pero que sí actuaste mal. Estaba segura de que no fue explotación porque no hubo transacción comercial, pero sabía que definitivamente algo estuvo mal. En ese momento y durante cinco meses no fue conciente de lo que pasó esa noche: Abusaste sexualmente de mí. Querías disculparte. Me dijiste que desearías estar en Managua para ir a mi casa inmediatamente y pedirme disculpas. Aseguraste que hubieras deseado tener un papel y un lápiz durante tu viaje a Matagalpa para escribir todos los pensamientos que te surgieron en esas 3 largas horas de viaje después de esa noche. Prometiste que escribirías todo y nos veríamos la próxima semana. Que retomarías aquel viaje pendiente que teníamos a Masaya para ver la laguna y conversar con calma, “aunque fuera en bus”, porque tu carro estaba dañado. La llamada me calmó un poco aunque yo no estaba bien. Hablamos por teléfono varias veces, charlas de media hora. Me contabas en confianza de tu trabajo, tus amistades y yo de las mías, pero siempre estaba a la expectativa de nuestro encuentro personal y aclarar lo de esa noche. Siempre pospusiste el encontrarnos. Sé que salí del país, y luego viajaste fuera de la ciudad, pero, el fondo del asunto es que siempre huiste del encuentro personal. De repente se te olvidó todo lo que pasó aquella noche y todo lo que prometiste a la siguiente. Para saber porqué te portaste mal conmigo y esperar que te dieras cuenta de que la mayor culpa es tuya empecé por mis errores. Cansada de esperar el famoso encuentro personal ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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te llamé y dije que quería hablar de esa noche. Reconocí que “andábamos en frecuencias distintas”, yo venía cansada de clases y trabajo mientras vos, de bailar, algo tomado, pero sí estabas en tus cinco sentidos. Reconocí que mi error fue no haber sido más enérgica con el NO. Tampoco te dije directamente cómo me gusta que me acaricien, pero sí te lo mostré. Cuando me dijiste “enséñame tú”, te besé tu pecho y pasé mi lengua suavemente. Recuerdo que eso te gustó y yo esperaba que hicieras lo mismo pero apenas me tocaste. Te quitaste la ropa tan rápido, tan a secas e insistías en quitar la mía, mientras te decía que yo no quería. Mi error fue no decir “no quiero tener sexo con vos”, pero era obvio que yo no quería.
V La espera Mes y medio después estaba harta de que no me dieras la cara. Te escondiste todo el tiempo tras el teléfono y cada vez que yo preguntaba -“¿cuándo nos vamos a ver?”- Respondías -“pronto”- Te dije que quería resolver de una vez por todas lo de esa noche y lo tomaste a juego: -“¿Querés un segundo encuentro? ¿Estás arrepentida de no haberme comido como chocolatito?”- Directa te respondí: -NO-. Lo único que me mantiene a flote después de esa noche es que no hubo penetración. Si hubiera habido penetración y te hubieras portado como lo hiciste me sentiría la peor mujer del mundo”. Desdeñando me dijiste: -“es que para las mujeres no es igual que para los hombres”- y otras cosas como juego. Me convencí de que no darías la cara ni abordarías el tema seriamente mientras no hiciera algo radical. Tenía que ser algo realmente fuerte para que te dieras cuenta que era algo serio y debíamos hablar personalmente. Pensé muy bien todo, traté de recordar qué pasó desde que nos cono-
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cimos. Me sorprendí al descubrir que varias veces en las que yo estaba pensando en vos -como amiga, porque al inicio para mí era solo amistad- daba la casualidad de que vos me llamabas o me escribías en ese mismo instante.
VI La carta esperando sanar y que sanaras Tenía programado un viaje laboral de varias semanas y no quería irme sin desahogarme ni aclarar todo. Decidí escribir una carta con todos los datos que había descubierto. Estaba segura de que “algo” nos acercaba. Me di cuenta de que tu actitud insegura, fría, el no ver a los ojos, el no poder abrazar y ser tan seco para expresar tus sentimientos, era causado por algún hecho. No sé si tiene que ver con tu familia, con lo que me contaste de tu soledad. El asunto es que a pesar de lo mal que me trataste te vi y te sentí como un humano. Me gustabas pero no podía estar con alguien sin resolver lo mal que me trataste. Te soy sincera, estaba dispuesta a hacerte ver tu error, a intentar ayudarte a que sanaras tus heridas del pasado (así como yo estaba y estoy sanando las mías) pero era indispensable que vos hicieras lo mismo por mí. Quizá yo ya no te gustaba y honestamente, eso lo hubiera entendido sin ningún problema. Pero sí era importante para mí aclarar todo, que me pidieras disculpas, intentar apoyarnos mutuamente y mantener nuestra amistad. Te mandé la carta tres días antes de irme. Me llamaste diciendo: -“lo siento señorita pero su estrategia no funcionó”-. No te dije nada pero pensé “claro que funcionó porque ahora sí estás dispuesto a hablar seriamente”, aunque hubiera preferido hacerlo personalmente. Como siempre, te escondiste tras el teléfono.
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Señorita: para que vea que la tengo siempre presente.
Me dijiste que ni siquiera habías leído la carta porque era muy extensa. Simplemente escribí lo que te hubiera dicho en 15 minutos ¿cuán extensa hubiera sido tu carta si hubieras escrito todos tus pensamientos en tu viaje a Matagalpa? Afirmaste que estabas sorprendido por cómo te había detallado varios momentos en los que hablamos o nos vimos, que te parecía obsesiva y que hasta te daba miedo que yo recordara tantas cosas. Te dije que recordé mucho porque me di el tiempo para analizar cómo fueron las cosas, que era un simple ejercicio de memoria y te recomendé que lo hicieras. Comprendía que te diera miedo alguien obsesivo, pero afirmé que no debías tenerme miedo. Yo nunca pensé hacerte daño ni pienso hacerlo (al contrario, quien salió dañada en todo esto fui yo). La carta te la envié porque estaba cansada de esperar el famoso encuentro personal y que debíamos hablar. ¿Cómo te sentirías si hubiera sido yo quien hubiera abusado de vos, si hubieras estado esperando mis disculpas personalmente, la carta explicando por qué me porté mal con vos? ¿Te imaginas cómo estaría mi ansiedad después de esa noche, después de un mes de esa noche esperando tus disculpas de frente por haber abusado de mí? ¿Cómo te sentirías si hubiéramos estado en papeles contrarios? Te comenté que no me gustaba cómo te habías portado últimamente porque me estabas manipulando. Me decías que te gustaba, que te interesaba pero nunca me dabas la cara. Me llamabas a las 11 de la noche y me decías que vos eras “el capitán del barco”, como dándome a entender que vos mandabas. Pero te respondí que “no siempre los capitanes llevan el timón del barco y que cuidado te caías”. Hasta me llamaste un miércoles ¡a la 1 de la mañana! Tu excusa es que 78
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Patricia González
“sólo querías darme un saludo chiquito”. ¿Quién da un saludo chiquito un miércoles a la 1 de la mañana? Ese tipo de saludos sólo se dan a alguien que nos gusta o a quien le tenemos cariño o a quienes queremos manipular, ¿En cuál de esas categorías entro yo? A medida que avanzaba la conversación me reclamaste que en la carta yo te expresaba que seríamos amigos y que sólo quería arreglar todo y no querías reproches míos. Y en eso te dije: “presiento que hay algo en vos que te mantiene ansioso e inseguro, quizá sea lo que me contaste de tu infancia, el vivir en distintos países, siendo nicaragüense pero sin sentirte nica ni de ningún lado. Pero, con tu comportamiento no sé si tu inseguridad te volvió grosero esa noche o si te haces el santito con esa imagen de hombre gentil, caballeroso, educado, no machista pero por dentro sos machista, aprovechador, mujeriego y te gusta manipular a las mujeres. Todavía tengo la duda.
VII La supuesta “trama” En eso explotaste. Te sentiste ofendido y me acusaste de que yo tramé todo desde el inicio. Que pude haberle dicho a mi amiga que no llegara a la primera reunión para que yo te sedujera libremente. ¡Qué cínico sos! Olvidaste que fuiste vos el que salió corriendo del evento para pedir nuestros datos de contacto, que fuiste vos quien escribió primero solicitando la reunión. Olvidaste que le di largas al asunto porque andaba ocupada en otros proyectos y que hasta rechacé un par de invitaciones tuyas a bailar porque estaba muy cansada. Incluso una vez no acepté salir con vos porque ya me había comprometido a rezar el rosario. ¿Qué mujer que quiere seducir a un
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hombre y que supuestamente tiene “planeado” con su amiga que le deje el campo libre para “la cacería” va a rechazar una cita de “su presa” para quedarse a rezar? Era obvio que al inicio no me gustabas ni nada por el estilo. Era sólo amistad, pero vos te aprovechaste. Al final me dijiste -“¿por qué suena a despedida?”-. No te dije lo que pensé y ya confirmé: Suena a despedida porque sos tan cobarde que no me vas a llamar. Estarás esperando a que yo te llame para lavar tu conciencia. Pero no estoy dispuesta a eso, ya tengo suficiente con la mía. Y no me equivoqué. Han pasado cuatro meses desde la última vez que hablamos y no me has llamado. O mejor dicho sí lo hiciste una vez desde un número que no conozco y preguntando por un hombre. Pensé que era número equivocado, pero cuando me dijo -“ahhh, es Patricia”- y yo dije -“Sí, ¿quién habla?”-, el hombre me colgó. Al rato reconocí que fuiste vos.
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Del odio al amor sólo hay un paso
Del odio al amor sólo hay un paso Maritza Ruiz Espinoza Abangares, Costa Rica
Así como suena empieza el encuentro de mi media naranja. ¿Quién pensaría que aquel hombrecito que me miraba con ojos apagados, gestos ácidos, se convertiría en lo más dulce y amado de mi vida. La historia empieza en el colegio de Las Juntas de Abangares en el año 1994, por algún motivo desconocido, yo no le caía nada bien, y en parte, él a mi tampoco. Compartíamos clases académicas y de campo, situación que a él le molestaba mucho, pues en ese entonces era la única mujer que recibía clases de campo, las demás mujeres recibían tareas de hogar. Las expresiones que él usaba era -“¿qué hace una mujer trabajando en el campo con los hombres?”, “Sólo por ser mujer la califican bien”, “agarre un machete de verdad y póngase a trabajar”- Así nos la tiramos por mucho tiempo con una total antipatía y entre trato y trato la situación no cambiaba nos seguíamos viendo como agua y aceite. Pero aquí empieza lo lindo de esta historia vivida, Luis Andrés se hizo amigo de un primo mío que venía de San José, por medio de otro compañero de clases. Un día ellos se ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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ponen de acuerdo para salir y por esas cosas de la vida nos topamos por las bellas calles de Las Juntas. Yo iba con dos primas y al toparnos nos saludamos todos de beso y a mí se me hizo feo no saludarlo a él también, pues para mi gran dicha el beso que le di a Andrés no fue un beso cualquiera, claro está, no era mi intención pero pasó, ese beso rozó la mitad de nuestros labios lo que hizo que todo por dentro cambiara, pues nos dimos cuenta lo dulce que éramos, fue algo impactante que verdaderamente nos flechó a los dos. A mí en lo personal me sorprendió mucho quedando una espinita y preguntándome a mí misma ¿aquí que paso? y cuenta él que de inmediato le entró el amor. Nos empezamos a tratar con una actitud diferente y ya le gustaba, él me miraba lindo, con ojos de enamorado, con una sonrisa agradable y con una voz dulce que yo desconocía. Pero a pesar de que yo ya le gustaba, no se atrevía a decírmelo, menos que fuéramos novios. A mí, por otra parte, me gustaba lucirme y hacerme la interesante, como diciendo a éste lo tengo loco; de hecho así era. Bueno, empezamos a salir como novios y total él nunca me dijo nada pero los besos no paraban, eran tan necesarios, que de no hacerlo nuestros labios se secaban y perdían ese color vivo. Mi madre se oponía, por que ella decía que no era la edad y que después yo no seguía estudiando, pero siempre nos veíamos a escondidas y en una de tantas me agarró mi mamá y me llevé una tanda de esas bravas que aun después de 13 años conservo en mi pierna izquierda esa marca, marca que me la tenía bien merecida por haber desobedecido. Pero yo, adoro esa seña, la llamo la marca del amor.
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Maritza Ruiz Espinoza
Con el tiempo mi madre aceptó y hablo sólo de mi madre, pues mi papá no se metía en nada, él decía que las decisiones las tomaba mi mamá. Bueno, para seguir con mi relato fuimos novios por 6 años y durante ese tiempo me di cuenta que no era sólo mi novio, sino, mas bien un ángel del cielo que Dios me había enviado, para que me amara y me hiciera feliz. Andrés es un tesoro de virtudes inimaginables, que fui descubriendo con los años, en nuestro noviazgo descubrimos cosas hermosas de la vida y sobre todo del amor, de igual manera pasamos situaciones difíciles, que eran más mías que de él, pero él siempre estuvo ahí como mi ángel guardián, enseñándome a seguir adelante y a ver la vida con paciencia y tolerancia, porque lo sorprendente de todo es que somos muy diferentes, yo soy la tormenta y él la calma; yo soy fuego y él agua que la apaga; mientras a mí me da calor a él le da frío; y con estas dos formas de ser tenemos química, matemática y español, tan así que decidimos irnos a estudiar juntos a Cartago. Los dos sacamos la carrera de técnicos dentales. Hoy por hoy, yo no me dedico a eso; en parte, Andrés sí, pues él trabaja en una oficina de desarrollo comunal al igual que yo, de una u otra forma terminamos en lo mismo ¿Quien lo diría? Bueno, un día decidimos casarnos, lo hicimos un 30 de diciembre del 2000 y Andrés cambió. Cambió para ser mejor de lo que ya es; se ha dedicado a respetarme, amarme, desearme y todo lo que se derive del amor verdadero. En nuestros primeros meses por alguna cosa de mi vida no podía lograr estar con él en la intimidad, los mitos, las creencias, actitudes aprendidas me lo impedían. Mi sufrimiento era terrible me daba miedo que Andrés me dejara y que se fijara en otra y muchas veces yo lo hacía por el mismo miedo y no podía comprender por qué no era posible que pasara si era el amor de mi vida quien me estaba amando y que ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Del odio al amor sólo hay un paso
su olor era tan tierno y agradable como el olor de un niño. Luchamos juntos yo con todo el esfuerzo de superarlo y él con su comprensión y paciencia y lo logramos, hoy somos los mejores amantes del mundo. Un día decidimos tener un fruto, el fruto del amor, ella se llama Briana Angel y nació en agosto del 2003, pero el amor era tanto que no habían pasado 4 meses y ya había otro fruto en mi vientre y se llama Mariana Valeria, nació en septiembre del 2004, dos hijas que vinieron a fortalecer más nuestro amor. Y Andrés una vez más demuestra lo maravilloso que es. Como padre es lo máximo; desde niñas ha cuidado de ellas y las ama con todo su corazón. Para seguir describiendo a ese tesoro escondido que yo descubrí, es un buen hijo y el mejor de los yernos. Mi madre lo ama como a un hijo, el hijo que nunca tuvo. Soy una mujer de carácter fuerte y tengo la gran bendición de tener un esposo de carácter suave, Andrés me acepta y me ama tal como soy, es realmente esplendido, siempre me agradece por todo, por la comida, por la ropa que le lavo y le aplancho y vive diciéndome palabras de novios, frases como estas: -“Mi amor, qué linda estas hoy”, ¿dónde está el amor de mi vida?”, “soy tan feliz a tu lado”- y así todo el tiempo. Andrés se esmera por hacerme muy feliz, me ayuda en las tareas del hogar, él me cocina, lava la ropa, atiende a las niñas. Es tan especial que aguanta a esta peleona que a veces busca motivos donde no los hay, y aunque suene extraño uno de los motivos por los que yo peleo es por su paciencia y tranquilidad. Andrés no deja de enseñarme lo positivo y lindo de la vida; lo hace con su forma de ser, pues muchas veces no se manejar una situación y él con su gran paciencia me ayuda y me hace ver el error en que estoy.
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Maritza Ruiz Espinoza
Sólo para ir terminando, yo me preguntaba del porqué de mi carácter tan fuerte, del porqué yo no era como Andrés, esto me lo preguntaba muchas veces y me hacía sentir muy mal pero comprendí que estamos hechos uno para el otro por que cuando él ha necesitado de carácter, fuerza y decisión allí estoy yo. Esto es parte de mi historia en diciembre cumplimos 8 años de casados y de estar juntos 14 años. En resumen somos amor dulce, jugoso y de buen color que aunque a veces un poco acido no deja de ser rico y apetitoso. El beso es la verdadera razon por la que nació este amor, asi descubrí a mi media naranja. Por eso yo digo: -del odio al amor solo hay un paso-.
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Ganadoras Testimonios:
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Desde muy pequeños debemos aprender a compartir
Desde muy pequeños debemos aprender a compartir Denia Azucena Nicaragua
Niños y Niñas trabajando en la escuela, la profesora les motiva a apoyarse mutuamente.
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Atardecer juntas
Atardecer juntas Luz Paulina Torres Mora San José, Costa Rica
Caminar juntas y descansar juntas, es la posibilidad de mirarse desde diversos ángulos cuando una se encuentra en una relación. Es la sensación de sentirse acompañada, en muchos espacios de la cotidianidad, estar cerca. Es hacer confortable y sentir comodidad al estar juntas en un contexto adverso a las relaciones lésbicas. 90
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Nunca es tarde para compartir nuestro quehacer
Nunca es tarde para compartir nuestro quehacer Raquel Marín Nicaragua
Ella le está enseñando a él a lavar. Una pareja de jóvenes comparten sus actividades. Ambos viven en la comunidad.
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El símbolo de mi otra mitad
El símbolo de mi otra mitad Maritza Ruiz Espinoza Abangares, Costa Rica
Mi media naranja es agua viva del río que corre como la sangre que quema mis venas, tan vital como el agua para la vida, como dos manos que se unen para siempre en señal de un verdadero amor.
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El símbolo de mi otra mitad
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Ganadoras Testimonios:
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It eez love ma petite Chatte
It eez love ma petite Chatte Patricia Urrutia Pérez Origen Guatemalteca
Lo conocí en un grupo de apoyo organizado por una psicóloga en la UCR. Cada vez que opinaba, y lo hacía poco, yo decía para mis adentros: “Realmente de la abundancia del corazón habla la boca”. Él sabía que estaba separada de mi esposo, esperando divorciarme, pues mucha problemática común se había ventilado y analizado dentro del grupo. Pasados varios meses me pidió prestado un material impreso que yo había dicho poseer y quedó en venir a casa a recogerlo. Lo atendí en el jardín con una taza de café, pues allí jugaba mi hija menor con unas primas; además, por noviembre, las tardes son muy agradables, el viento es fresco y el cielo se cunde de pericos verde tornasol que alegran a cualquiera con su algarabía. -Me pareces muy interesante.-Pues que sólo sea eso, porque no sabes la edad que tengo.(Le respondí de esta manera ya que nunca imaginé nada ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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con él, no obstante la admiración que en mí ejercía, pero era obvio que le llevaba algunos añitos, más que los dedos de una mano). -Vengo de un planeta donde los números no cuentan.-¿Cuántos me calculas?-Estás en las cuatro décadas y pico.-¡Bingo!Nos pusimos de acuerdo para salir a tomar café y en otra ocasión fuimos al cine. Pasaron los días, volaron las semanas, firmé los papeles que ponían fin al matrimonio que hacía ya muchos años había expirado y del cual rescaté la hermosura (a veces dolorosa y las más de las veces gloriosa) de haber sido y seguir siendo madre de cuatro hijos que adoro. Un buen día, muy teatralmente, me dijo: -Ma chérie, je t’aime, je t’adore.-¡¿Qué?! Pero… ¿qué dices?- (En mi vida nunca había estudiado el idioma francés, no sé ni media palabra). -Ma petite et belle chatte.-¿Qué te pasa?, ¿es un chiste?, ¿me puedes explicar?Él seguía como imitando una vocecita de algún personaje y yo, tan “culta”, no sabía de qué rayos me estaba hablando.
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Patricia Urrutia Pérez
-¿Te gustaría ir al cache -cache?-¿Dónde?, no entiendo nada- dije soltando la carcajada entre desconcierto y sorpresa.Entonces, sonriendo, comenzó a preguntarme si había visto las fábulas del correcaminos, del coyote, del… y como le dije que la televisión no era mi fuerte, ni lo había sido nunca, entre risas empezó a explicarme que había una gatita a quien le cayó en la espalda y cola un tarro de pintura blanca y, entonces, un zorrillo llamado Pierre L’ Amour, confundiéndola, se enamoró locamente de ella y la perseguía sin cuartel, hablándole en francés. ¡Qué carcajadas fueron aquellas! De eso han pasado ya diez años como un suspiro, se han ido volando como un beso pero han quedado impregnados cual huellas digitales en mi alma y, a la vez, me han rejuvenecido como el doble. El sólo recordarlo me hace sonreír; visualizo la escena y lo escucho hablando como Pierre (sobrenombre que de hecho le puse) y a veces le pido que me declare de nuevo su amor en francés. Volví a saber lo que se siente ser chiquilla, espontánea, libre, sin temor de hacer el ridículo; me expreso con él tal cual soy, conversamos de cuanto tema existe sin opinar precisamente igual. No hay rubro prohibido ni secreto escondido. En esta relación he aprendido, enseñado, reído, llorado, bailado, cantado. No negaré que en ocasiones ha mediado algún malentendido, pero jamás gritos, palabras humillantes ni nada que se le parezca. Nos hemos cuidado en la tristeza ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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y la enfermedad, hemos valorado todos los momentos y, lo más importante, ambos hemos renacido, hemos vuelto a la vida. Hay más en esta historia de amor. Decidí vivir en mi casa y seguir con mi profesión de madre y maestra y, ya fuera que el papá se llevara a mi hija pequeña los fines de semana, o quedara con la hermana mayor, o ahora que ya creció, cada sábado preparo un bolso y me voy de fin de semana a su minúsculo apartamento. Él tiene muy buena cuchara, por lo tanto, yo descanso de ese rito culinario, mientras lo acompaño bordando o tejiendo, leyendo, comentando algo, escuchando a Cabral, los Mejía Godoy, Mercedes Sosa, o simplemente oyendo los armoniosos acordes del silencio. La decisión de vivir cada quien en su casa fue mutua. Él conserva su propio espacio, amigos, hábitos y costumbres; yo las mías. Compartimos mucho ya que es bastante lo que tenemos en común, no nos negamos una salidita, algún paseo de varios días de vez en cuando y, por supuesto, la llamada telefónica de las 8 en punto cada noche. Esta forma de convivir es muy bonita porque mantiene viva la ilusión del encuentro, espero el fin de semana como una chiquita la piñata de la amiga. Cuando llega el sábado hallo su casa olorosa a incienso de sándalo o jazmín, en la mesita una flor, en el cuarto una vela y los aromas del orégano y la albahaca, recién cortados del jardín, en su cocina. Él es “búho” (tiene un reloj biológico cuyas mejores horas de concentración son la tarde y la noche), yo soy “alondra” (madrugadora, el día es para estar despierta y la noche para 100
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Patricia Urrutia Pérez
dormir). Él es tranquilo, sereno y más bien sedentario, yo soy eléctrica casi a punto de corto circuito, todo lo hago rápido y necesito moverme. Él decidió desde hace años fumar, yo decidí no aspirar humo. Él me respeta tanto, que cuando estoy en su casa se sale a la puerta cuando prende un cigarro; yo lo respeto tanto que no pretendo que cambie. Somos personas, en apariencia, muy diferentes pero almas entrelazadas como desde todas las dimensiones y todos los tiempos, pendientes siempre el uno del bienestar del otro y, en lo que se puede, haciendo un tira y afloja para acoplarnos. Es tan tierno que a veces me pellizco para constatar que no es mentira, que estoy despierta; tan solícito que descubro que me merezco muchas cosas que antes ni soñé. Cuando ya no esperaba nada romántico en la vida, apareció como descolgado del cielo y se me puso enfrente, sin buscarlo. -Pierre, háblame en francés.-Ma chérie, je t’aime, je t’adore, ma petite et belle chatte ¿desearías ir al cache-cache?-
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En busca de mi media naranja
En busca de mi media naranja Karina Castro Varela
Desamparados, Costa Rica
Conforme uno va creciendo escucha la necesidad de muchas personas de buscar su “media naranja”. Cuando yo era niña me preguntaba si en realidad ese príncipe azul iba a llenarme de felicidad, siendo aquella persona en la cual siempre iba a apoyarme, consentirme, buscar el bien para mí. Pasaron los años, me di cuenta que ese príncipe no existía, especialmente viendo las experiencias de sufrimiento de esas mujeres que convivían a la par mía. Se dice que uno busca un hombre semejante al padre que uno posee… tengo la noción vaga de lo que fue mi padre antes de partir, y es que no me puedo quejar, era el hombre con las cualidades que yo quería que tuviera la pareja a elegir: comprensivo, cariñoso, negociante… sí negociante: me acuerdo el día que me convenció de botar la chupeta al río porque ya “era grande y tenía que vivir otra etapa”, esto pasó cuando tenía dos años aproximadamente. Aunque sea tuve el placer de tenerlo hasta esa edad. Admito que los defectos de él me hicieron mucho daño en la futura búsqueda de mi media naranja, en especial cuando se es irresponsable y se 102
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Karina Castro Varela
olvidan de uno, la autoestima sufre golpes o se desequilibra. Con el pasar del tiempo, entrando al kinder empecé a escuchar el sinónimo de amor con el de buscar la media naranja en la vida de uno. Como cosa de chiquillos me gustaba un niño del cual no me dejaron hablar en la casa ya que no se permitían “novios” en esa ni en ninguna edad. Para esa época, yo vivía con mi abuelita, mi madre y mis hermanos. Vi el ejemplo de mi madre, fue duro ir a trabajar para mantenernos, resentida de la separación nos decía que era falso la existencia de una media naranja: “lo entotorota a uno y uno enamorado no sabe lo que hace”, “uno se estupidiza”, esto me impactó hasta llegar a creerlo. Comencé a ver la experiencia de mujeres alrededor que sufrían con el hombre que eligieron por la violencia física, infidelidades que contaban, la no comprensión y muchas con maltratos emocionales que callaban porque no podían hacer nada a cambio, se veían atadas al hombre porque “no se puede vivir sin ellos”. Al empezar la adolescencia, tuve la necesidad, como toda adolescente de buscar una pareja para así poder vivir las canciones que escuchaba: “tu llegaste a mi vida como un milagro”, “… si ella supiera que aunque no digo nada, sueña mi alma y me confundo en tu mirada”; así imaginaba a un hombre gentil, guapo, con ideales de progresar juntos; pero todo fue una falacia. Mi primer novio, Juan, duró no más de una semana, me conquistó sólo para salir varias veces y “apretarnos”. Con mi madre no se podía hablar de este tema, especialmente porque a ella no le parecía que tuviera novio, ni que pensara en eso; ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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además, yo no le tenía mucha confianza para hablar de lo que me estaba sucediendo. Me dolió mucho cuando Juan me dejó y después comenzó a andar con otra compañera y, no satisfecho con el acto que cometió, comentó a otros muchachos que ya no estábamos juntos, claro no se tardaron en llegar con propuestas. Esta vivencia hizo que en mucho tiempo me olvidara de tener novio, de sentir “amor de pareja”, de darme la oportunidad de conocer más sobre los hombres. Me encerré en el estudio, en grupos que me confortaban y en amistades que de ahí no pasaban o nunca permití que pasaran. Fue un tiempo en el que me dediqué a investigar más sobre otros puntos de mi vida, y con la problemática familiar que tenía (disfunción familiar), no tenía tiempo para amar a alguien. Pasaba solo “vacilando un rato” con los muchachos que se acercaban a mí, justificando mis actos con el dolor que me dejó mi primera relación. Terminando el colegio conocí a otro muchacho, Pablo, con el cual pensé quedar para toda la vida. Su forma de ser era calmada (como la de mi padre), servicial y educado, todos mis amigos me molestaban con él. Por envidia de una supuesta amiga que andaba detrás de él, me di cuenta que no valía la pena seguir con Pablo, ya que creyó las mentiras que ella le dijo sin consultarme. Cuando regresó ya era demasiado tarde, no lo quería; otra vez fallé… en este momento empecé a dudar de que existiera una media naranja. Puse en mí una coraza y me prometí no volver a amar a nadie… de por sí “todos son iguales, lo atontan a uno y después lo dejan”. Seguí estudiando y en algunas ocasiones me
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olvidaba de mi promesa, dando de nuevo oportunidades que volvían a ser falsas ilusiones. No comprendía, cómo yo veía a muchachas de mí edad con novios “felices”, sintiéndose amadas y con una persona que las llenaba totalmente, pensando a veces que ellas no eran dignas de tener novio y yo, “que sí me consideraba digna” no encontraba una persona que me amara. La presión social también me aturdía, me encontraba con personas que me decían -“y nada de novio”- …te va a dejar el tren. No sé si era la presión o el vacío que sentía lo que no me dejaba ser feliz. Llenaba estos espacios en ser coordinadora de grupos juveniles, coordinando danzas, estudiando, trabajando y teniendo amigos a los que veía casi todos los días; en fin, buscaba justificaciones para “no tener tiempo para tonteras”. Con ayuda de una amiga comencé a darme cuenta que en muchas ocasiones me negué a sentir amor de pareja, y tuve el valor de darme la oportunidad de amar y si fallaba en el intento aceptarlo pero con gran felicidad. Me costó mucho creer en un hombre, en especial cuando uno trata de no relacionarse con nadie para no salir herido o para no fallar, ya que el éxito uno lo tiene que dominar en todas las áreas de la vida.
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Las mujeres también podemos salir adelante
Las mujeres también podemos salir adelante Reyna Jirón
Chinandega, Nicaragua
Soy Emperatriz tengo 47 años, me atreví a escribir en unas cuantas páginas que describen como fue mi relación de pareja. Antes de continuar, he de confesar que esto de escribir me da nervio, revivo la tristeza, la rabia, la angustia… que viví, pero asumo el reto y por eso me aviento a esta aventura. Era el año setenta y tres, tenía 17 años y con un hijo, ¿cómo llegue a ser madre tan tierna en edad?, no me lo explico. ¿qué sucedió con el padre de mi hijo?, por allí anda, es más, no podría decir que sucedió conmigo, si fue que quedé embarazada de la nada. Solo sé que a esa edad había un muchacho que me pretendía y yo tenía miedo de ser su novia porque ya tenía un hijo. ¡Haa!, recuerdo que ronroneaba mi casa y me hacia ojitos, a mi me gustaba muchísimo, yo le coqueteaba; un día el carajo me ganó el valor, se me rajó y yo entre el miedo y la alegría le dije que sí. Estaba esperando que me lo dijera, porque yo no me le declararía.
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Reyna Jirón, Chinandega
Después de un rato de andar juntos, él me preguntaba que si lo quería y yo le decía que sí. El me propuso convivir como pareja. Al inicio me resistí; en mi mente todavía había un temor oculto de lo que viví con el padre de mi hijo. No se si mi galán me aceptaría con un hijo, pues él me ofrecía sexo. Hablamos sobre la pareja; a mi hijo y a mi nos ofreció las mil maravillas. Un chavalo no le impedía amarme ¿o desearme? Cuando me decidí, me fui para su casa, pero ¡hay mamá! a los seis meses estaba viviendo un martirio: empezaron los primeros conflictos y lo peor del caso es que estaba preñada de nuestra primera hija, el desgraciado me humillaba por el embarazo, la negaba, me maltrataba físicamente, me corría de la casa, descubrí que tenía más mujeres. Yo hice el intento de separarme de él , pero no lo logré porque mi madre me dijo que tenía que aguantarle. No podía, o se resistía a ayudarme. No quisiera juzgarla. ¡Haaa!, todavía llevo conmigo el sentimiento de desesperación y tristeza que sentí al escuchar a mi madre diciéndome: “hija, él te ama, no lo provoques, dale todo lo que te pida y veras que no te va a golpear, si te casaste con un hombre acepta que te arriende.” Yo busqué en varias ocasiones el apoyo de mi madre y mis hermanas, ¡vaya que estaba en un gran problema! Al parecer estaba sentenciada a soportar a mi Gran Rey; no tenia otra opción que regresar a su palacio y fingir que todo estaba bien, pero ¿ante quienes?, si ya todos sabían lo que vivía y nadie me apoyaba. Mis hijos si que sufrieron conmigo. Y cómo huir si yo no manejaba dinero, el carajo llevaba todo a la casa para que yo no saliera, me mantenía vigilada con las vecinas, ellas le daban el reporte de las salidas. Yo me propu-
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se quererlo, llegué a convencerme de que él me quería; empecé a servirlo dos veces mejor de lo que acostumbraba. Un día, el Gran Rey llevó a una mujer a su palacio. Era su prima, yo no la conocía, traté de ser amable con ella. Al inicio nos llevábamos bien, le di mi cama para que durmiera cómodamente, yo dormía en la sala en una tijera que estaba en mal estado, de tal modo que en el cuarto dormían el Gran Rey, mis hijos y ella. Nos llevábamos tan bien, él no me maltrataba, no me exigía tener sexo, caminaba contento, alegre. Me desvivía para que se quedara su prima. Tres semanas después a mi me pega un gran dolor de cabeza y vomito. En la noche, llamé a su prima y al parecer estaba bien dormida que no me contestó. Me levanté a buscar su ayuda y, para mi sorpresa, el Gran Rey estaba despierto haciendo el amor con su supuesta prima. Estaban gozándolo tanto que no se enteraron que me levanté. Se asustaron al verme y a mi me dio un coraje, ¡si que fui demasiado ingenua! La corrí, hice escándalo y el Rey me llevó aparte y me amenazó con matarme si seguía reclamando como una cualquiera, y que los hijos se quedarían con su supuesta prima. Yo callé y me tragué el llanto. Y no solo eso, me exigió que le diera mi cama por el tiempo que fuera necesario, me exigía que le sirviera la comida sin ningún mal gesto. Me tenia tan sumisa, que yo no reaccionaba. Me vuelvo a ir donde mi anciana madre ¿para qué decirles lo que me dijo? imaginen el buen consejo de una señora de 115 años. Claro él era el padre de mis 14 hijos y eso le acreditaba a hacer lo que quisiera con mi vida.
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Reyna Jirón, Chinandega
Todo esto me sucedió por ser tímida, miedosa, por no andar rodando con mis hijos, por no tener apoyo, por no creerme capaz, ¿qué sería de mis hijos si me iba y los dejaba? ¿Esa era la solución? Tuve que decidir. Mi vida sólo era llorar, vivía acomplejada, deseaba morir e intenté matarme; pero cuando me dirigía para el lugar donde me quitaría la vida, escuché la voz de mi hijo pequeño y me regresé desesperada, pero no era él. En lo que me voy de regreso, llegó mi comadre y que me tiro a llorar y llorar; se me fueron las ganas de morir, pero no el dolor. Esta tragedia tuvo su fin un 3 de noviembre de 1996, con el nacimiento de nuestra última hija. Lo recuerdo como si estuviera viviéndolo. Él acostumbraba llegar borracho en la madrugada a golpearme, acusarme de puta, a negar y maldecir a nuestros muchachos; ese día llego a las 3 a.m. en el mismo estado, con la misma actitud que antes mencioné. Yo estaba decidida a no seguir aguantando, a no continuar de esclava, abrí mis ojos y dije hasta aquí, no más. Ese día me dormí profundo; no sentí a que hora llegó a la casa, pero sí sentí cómo me levantó del pelo, me empezó a golpear y yo, en un momento, a como pude, saqué fuerzas desde mi, agarré un garrote que estaba cerca y lo golpeé con toda la fuerza de mi alma. Al verlo caído me asuste, pero en eso se levantó con cara de asustado y me quiere dar, pero ya no me detuvo, no me dejé, él se fue; huyó por un tiempo. Yo me quedé maltratada: un par de horas después empecé a tener dolores de parto, tuve a mi hija, me vi mal, no sangré como en los otros partos. A los seis meses, me vine en hemorragia, era toda la sangre que no había expulsado mi cuerpo. El llegaba a la casa de vez en cuando a querer mandar, pero como yo no lo dejé, le saqué sus maletas a la calle para que se sintiera avergonzado. Se desquitó y tomó las tierras que ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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habíamos trabajado junto a nuestro hijos, vendió el ganado, y derrochó los riales con las otras mujeres; la casa donde vivíamos no, porque mis hijos mayores no se lo permitieron. Empecé a asistir a capacitaciones de género, me enteré que mi única profesión era tener hijos, que yo vivía como las gallinas con la cabeza gacha. Antes no sabía que nosotras las mujeres teníamos derechos, yo le dije alto a la violencia, porque me di cuenta de lo importante que soy, que tengo fuerzas de mujer para salir adelante, si tuve fuerzas para aguantar la violencia, ahora las tengo para decirle sí a la vida, sí a mis sueños. Empecé a hacer cajeta, nacatamales, cosas de horno, para poder ganar dinero y así terminé de criar a mis hijos e hijas. Si que aguanté demasiado, verdaderamente; las mujeres podemos salir adelante, pero hasta que nos damos cuenta que tenemos dignidad y que haya alguien significativo en nuestras vidas para apoyarnos, que crea en nosotras. Que no nos juzguen. Eso es lo que hacen en la comunidad, en la familia; nos mandan a ser sumisas para ganar el cariño del hombre y eso no es así, más bien nos quitan valor, porque el hombre se aprovecha. Ahora que conozco los derechos que nos protegen como mujeres, aconsejo a las jóvenes que viven violencia, les digo qué pueden hacer, pero es difícil que lleguen a decir ¡alto a la violencia!, porque tienen miedo; también entiendo un poco porque los hombres se creen con la autoridad de dominarnos, pero no estoy de acuerdo que sean así, ellos también pueden tener las fuerzas de cambiar, si dejan de ser tercos y empecinarse en creerse los Grandes Reyes de las mujeres.
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Ojalá que las mujeres que vivimos esta situación motiven a sus hijos e hijas a capacitarse en género porque esto les ayudaría. Yo, por mi parte, me siento lista con todos mis fierros de mujer para defenderme, defender los derechos de mis hijas y aconsejar a mis hijos.
ESTOY DISPUESTA A DEFENDER A UNA MUJER QUE VIVE VIOLENCIA.
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¿Un amor imposible?
¿Un amor imposible? Bárbara Mónica Porras Quesada Grecia, Costa Rica
Recuerdo aquellos hermosos años de los 90´s en donde sólo pensaba en estudiar, hacer amigos, salir a divertirme, en fin, todo lo que uno, como adolescente suele hacer. Sin embargo, a los 14 años ya estaba la curiosidad de qué sería un beso. ¡Sí! Un beso que permanecería desde aquel momento hasta por quince años más. A mi padre. como buen protector de su hija menor, no le gustaba nada la idea de que su “bebé” tuviera novio. En repetidas ocasiones me decía que lo primero era el estudio, que esperara a cuando tuviera 18 años y me graduara como bachiller de colegio; pero ¿qué hacer? si mis amigas estaban experimentando aquella ilusión del primer beso, sería yo capaz de esperarme cuatro años para hablar de lo que era un beso. Es así como se inicia mi relato de amor, con aquella dureza de mi padre de no dejarme ser igual a las demás. Qué fuerte fuí en aquel momento en donde los “chiquillos”, por que así los llamábamos, de 14 a16 años andaban rodeando mi casa
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Bárbara Mónica Porras Quesada
para ser más que amigos y entablar una relación. Recuerdo en aquel entonces mi primera declaración de un joven mayor que yo cuatro años, mandándome flores, chocolates, tarjetas, peluches, en fin, todo los detalles que tenía conmigo hasta que un chico de mi clase al que llamaré CF, en el colegio (en ese entonces cursábamos el noveno año) me dijo que fuéramos novios. Quisiera comentarles que en ese entonces él no era tan popular, viajaba en bus como todos los demás, hasta que sus padres le regalaron un carro un año después, y allí si todos las chiquillas andaban detrás de él, pero ya él se fijaba poco en mí por todos los rechazos que yo le hice, aunque seguimos siendo muy buenos amigos. Salíamos a divertirnos con un grupo de amigos que formamos, y siempre había una atracción. Pero allí no acaba… También estaba un muchacho de un distrito de mi cantón que me daba “pelota” pero él nunca dio el primer pasó, de ser más que amigos, por miedo a que lo rechazará, imagínense, yo a mis 15 años rechazando las oportunidades de mi primer beso, hasta que un día en mi colegio organizaron una “tarde juvenil”. Era en una disco de pegue de aquel entonces, ya ahora desaparecida. Los fondos que se recaudaran eran para sufragar gastos del aula que se necesitaba. Todo sucedió hasta que apareció el hombre de mi vida. En aquella tarde juvenil, los muchachos de otros colegios podían entrar a bailar igual que nosotros, solo que pagaban la entrada. Recuerdo que había mucha gente y el ambiente era muy sano, los muchachos no bebían tanto como ahora, les gustaba dejarse llevar por la música y sacar a las chicas a bailar. De pronto, en medio de la pista apareció un joven vestido de pantalón de mezclilla, camiseta blanca y un distinguido abrigo negro y fue allí que me fijé en él, aquellos movimientos tan peculiares en su forma de bailar, aquel ritmo en su cuerpo me hizo estremecer y no apartar la mirada
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de él; ¿Quién era? ¿Cómo se llamaba? ¿Qué hacía? ¿Se fijaría en mí?, son preguntas que me hice durante mucho rato. Luego de un rato apareció un amigo que me invitó a bailar y me fui a la pista a aventurarme, porque yo de baile sabía muy poco, pero aún así me arriesgué y bailaba igual que los demás. Mi amigo lo hacía muy bien y yo intentaba seguirle los pasos; claro tenía que bailar bien para ver si aquel joven se fijaba en mí. Así fue terminando la tarde juvenil y ese día no pasó de miradas. Al siguiente día, en el colegio, una de mis mejores amigas me contó que un muchacho se había fijado en ella en la disco, y que lo vería a la salida de clases en el parque. Así trascurrió el día y llegó la hora de acompañarla, claro, como buena amiga, en la aventura. Nos fuimos al parque y para mi sorpresa el que le gustaba a mi amiga era nada más y nada menos que el mejor amigo del muchacho tan peculiar que me había “flechado” en la disco. Sentía maripositas en mi estómago, hasta que nos acercamos a ellos y le dije a mi amiga que me lo presentara y así fue; inmediatamente a los dos minutos dijo ¡Ya me voy! ¿qué fue eso? ¿será acaso que no le gusté tanto como él a mí?; hasta que su amigo también dijo que se tenía que ir porque iban para un concierto de Ricardo Arjona, ¡que alivio sentí!. Aunque fue muy rápido su nombre no se me olvidó se presentó como Gerson, conocido como motor, si motor. Qué raro, pero así le decían y así se presentó, ahí terminó la tarde y me fui para mi casa pensando en aquel encuentro. A los días, nos veíamos en todo lado, en la piscina, el parque, la disco, los partidos de basketball etc., pero nada; él era tres años mayor que yo, él diecisiete y yo catorce años, se había fijado en una muchacha de su edad de mi colegio, y por eso lo veía muy seguido por allí, mientras tanto yo no perdía la 114
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Bárbara Mónica Porras Quesada
ilusión de que algún día me diera un beso. Así pasaron los días y mi padre se enteró que aquel muchacho que me gustaba, le decían motor, a lo que mi padre respondió: -¡Motor sólo el de la lavadora entra a mi casa!- Ya le habían dicho que me encantaba, y él me decía que siguiera estudiando, que hasta que tuviera 18 años, yo sabía que este muchacho había salido del colegio en sétimo año y no quería estudiar, sólo se mantenía trabajando en restaurantes como salonero, nunca me importó que tuviera vicios y que no estudiara como yo, aunque pensaba en lo que decía mi padre, que la única herencia que le puede dejar uno a los hijos e hijas es el estudio para que se defiendan, pero no me importaba tanto como estar con él. Ya cumpliendo mis quince años, hice una fiesta a lo grande con todo y mariachis, invité a Gerson y a sus amigos a la fiesta, también estaban mis compañeros del aula y mis familiares. Luego de la fiesta había más atracción entre los dos, él terminó con su novia, y empezamos a vernos a escondidas porque en mi casa no le daban la visita. Mi primer beso fue luego de un partido de basketball cien metros antes de llegar a una esquina, que era el lugar donde siempre me acompañaba para llevarme a mi casa ¡qué hermoso y tierno recuerdo de mi primer beso! luego de un tiempo, nos cansamos de estar así, decidimos que era mejor hablar con mi papá para que nos dejara ser amigos y él pudiera ir a mi casa a visitarme. Luego de eso mis papás se dieron cuenta de la persona tan maravillosa que era él y ya lo trataban como un hijo porque lo llevamos a todos los paseos con la familia. Inició una relación muy bonita entre mi familia y él, así que empezó a trabajar con mi papá en el restaurante como salonero, bartender y luego como cajero. Para ese tiempo yo ya había sacado mi bachillerato y me interesaban otras personas que habían estudiado y comprendían lo que era tener ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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un futuro con una profesión; sin embargo, ya para ese entonces estábamos muy unidos. En el año 1999, inicié mis estudios en psicología, viajaba a Palmares a recibir lecciones por las noches, tenía mi carro que me lo había obsequiado mi mamá para facilitarme el viaje. Para ese año me enamoré de un profesor de mi carrera, de profesión médico general; nos llevábamos muy bien, sin embargo, el “fantasma” de la relación con Gerson (motor) estaba presente yo no lo podía olvidar así que decidí volver con él; pero en ese tiempo se fue para los Estados Unidos durante seis meses a trabajar y ganar un dinero, yo me quedé esperándole, eso sí, hablábamos todos los días por teléfono y comprobamos que nos necesitábamos uno al otro. Un día me preguntó que si quería casarme con él y me declaró matrimonio. Yo, en mi casa, imaginaba el anillo de compromiso, así espere durante unos meses más y él regreso en mes de noviembre. A los tres meses quedé embarazada así que no hubo más tiempo para cumplir la propuesta de casarnos y así fue; en el mes de agosto nos casamos. Recuerdo que no teníamos dinero para la luna de miel, así que hicimos el famoso baile del billete para irnos a alguna parte. Terminada la fiesta, al siguiente día, nos fuimos para la playa. ¡Qué lindas las primeras noches de pasar en pareja al lado de la persona que más quieres en ese momento! Así trascurrieron unos meses más y tuvimos a nuestra primera hija Sofía que ahora tiene 7 años y está en segundo grado. Aunque confieso que no estaba preparada para ser mamá, al fin de cuentas nadie lo está, es por naturaleza que se tiene el instinto y les puedo decir que ha sido lo más grande, hermoso y realmente satisfactorio tener una hija como la que tengo, claro siempre teniendo el apoyo de mi esposo quien ha sido un padre en
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Bárbara Mónica Porras Quesada
todo sentido de la palabra, nos hemos fortalecido como familia y cada día nos unimos más. Mi esposo, con el pasar del tiempo, entendió que tener una carrera era importante para darle un ejemplo a sus hijos, así que él inició sus estudios con el apoyo mío. Primero terminó su bachillerato de colegio y actualmente es Ingeniero en Sistemas y hace ocho años labora para una empresa muy consolidada del país y que le ha dado la oportunidad para surgir en su profesión, primero Dios por permitir todo lo que hasta la fecha ha logrado. Han pasado tan sólo quince años, desde la primera vez que estuvimos juntos, quisiera resaltar que el sacrificio ha sido grande, pasamos momentos difíciles como pareja y padres, pero quiero recordar el título de mi testimonio ¿Un amor imposible? Sí, tal vez; pero el resultado ha sido consolidarnos como familia porque en ésta vida no hay nada imposible sólo hay personas que no quieren superar los obstáculos que se colocan en el camino y es en esos momentos cuando tenemos que aferrarnos a Dios como nuestra guía y luz. Confiar en él, porque el poder de su amor nos llevó a esperar nuestro segundo hijo o hija, ahora tengo cuatro meses de embarazo y estamos muy contentos, él nos da las cosas cuando cree que es el momento conveniente, además estamos por construir la casa de nuestro sueños porque a lo largo de este tiempo lo que más nos a costado es lo que más hemos disfrutado. Compartir con ustedes esta relación de pareja que empezó como un amor imposible ha sido un verdadero placer, ya que a través de él quisiera fortalecer a muchas personas con mi testimonio para que entiendan que se debe luchar por las cosas y situaciones que realmente queremos. Gracias, que Dios los bendiga. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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El patio de los naranjos
El patio de los naranjos Ana Rocío González Urrutia Tres Ríos, Costa Rica
Tengo frente a mí un hermoso patio lleno de pequeños árboles cuidadosamente recortados y arreglados. Cierro los ojos y el olor penetrante lo impregna todo, todo… Parece que ha nevado y los copos diminutos desprenden un perfume maravilloso que se entremezcla con el suave ronroneo del agua. Son los exquisitos azahares que adornan el verdor de los naranjos. Estoy en el interior de la Mezquita de Córdoba, de la mano de mi esposo. Casi es como estar en un sueño, porque en este justo momento la línea de lo real parece desdibujarse entre los canales de agua cristalina que tengo a mis pies. Su mano me sujeta firme y cálida, todavía tiene recuerdos estremecedores de tiempos difíciles y se niega un poco a soltarme, aún tengo miedo que la enfermedad nos arrebate de nuevo la alegría. Yo a su lado estoy bien, pero no puedo negar que por un instante pensé que nunca estaría en Córdoba. Nos movemos despacio por el jardín, no tenemos nada que nos obligue a darnos prisa. Al contrario, desearía estirar cada 118
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Ana Rocío González Urrutia
minuto para que fuera más largo. El cielo es de un celeste impecable, como un lienzo gigante que nos invita a dibujar este día. Estamos solos. Todo el universo se concentra en cada respiración y todo el aire tiene perfume a azahar. Después del divorcio estrepitoso de mis padres, del engaño y del dolor que guardó mi corazón por varios años, no estaba segura que casarme o siquiera compartir mi vida con alguien fuera lo mejor. Me sentía absolutamente temerosa y en un absurdo pensaba que terminaría como los matrimonios de los padres de mis amigas, el de mis tías o el de mi propia hermana. Recuerdo el día en que José me pidió matrimonio. Había hecho mucho calor y me dolía la cabeza. Con sus hermosos y profundos ojos negros y con esa voz que canta como el agua sonora de las fuentes en los jardines de los alcázares, me pidió compartir el resto de la vida de su mano. Prometió no soltarme, y yo aturdida (¡después de nueve años de noviazgo!), sólo pude responder que mejor me lo preguntara mañana. La Mezquita de Córdoba es lo más intenso que he conocido. Imagino que tantas plegarias a lo largo de los siglos, continúan vibrando en el aire y se han quedado impregnadas en las columnas de colores, en los arcos que dibujan pasillos infinitos, en los altares construidos después por los cristianos. Entramos en silencio y de inmediato las lágrimas afloran a mis ojos, es demasiado, casi puedo escuchar los susurros de miles y miles de voces, dando gracias, pidiendo favores… Suenan como el agua en el Patio de los Naranjos, huelen a azahares que caen silenciosos frente a las imágenes religiosas formando una gruesa alfombra blanca.
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El patio de los naranjos
Por una de esas coincidencias estrafalarias que se presentan de vez en cuando en la vida, mi madre me enseñó a bailar flamenco desde que tenía tres años, y para mí resultó algo tan interesante, que desde los quince comencé a dar clases. Fue justo en ese año, para el verano de 1991 que lo conocí. Recuerdo que un guitarrista amigo decidió incluir canto flamenco para su recital (cosa rara en un país latinoamericano, menos aquí en Costa Rica), y llevó a mi casa a dos muchachos, hijos de padres españoles. Desde que lo vi llegar, mi corazón lo supo. Allí estaba José: hijo de padre sevillano y madre cordobesa, con hilos de agua andaluza en la garganta. El amor de mi vida, mi media naranja. Lo vi y lo supe. Lo vi y mi corazón se estremeció ante la intensidad. La Mezquita parece crecer para dar espacio a tantas oraciones, da la sensación de un abrazo cálido cuando de verdad necesitas consuelo. Cierro los ojos y trato de imaginar cómo penetraban los rayos del sol por los costados cuando todavía los altares no habían sellado para siempre las puertas, cuando estando dentro la belleza era tan absoluta que mostraba sin adornos la presencia de Dios. Camino en silencio con José. En vez de prender velitas, voy dejando una estela de azahares imaginarios mientras camino. Un azahar para dar gracias por la vida. Se queda suspendido en el aire, flota por un instante y despacio cae a los pies de un altar. Otro azahar para un favor: quiero vivir muchos años con José, alejar el cáncer de mi cuerpo, de mi mente, de mi espíritu... y manos invisibles acarician los blancos pétalos para llevarlos a las alturas. Somos el uno para el otro y hasta hoy, luego de casi ocho años de matrimonio, el amor sigue estando vivo. Siempre lo molesto (porque él no cree en esas cosas), y le digo que 120
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Ana Rocío González Urrutia
ya nos conocíamos en otra vida, y le cuento de mis sueños donde estamos juntos pero somos otros. Reflexiono en las coincidencias, son demasiadas para creer en el azar del destino; hasta me llamo Rocío, un nombre muy andaluz, escogido por mi abuela y... ¡vaya que supo escogerlo! José me mira con ese brillo especial de los enamorados y me dice con dulzura: “¡Qué cosas se te ocurren!” El silencio en la Mezquita me trae muchos recuerdos. De alguna manera es como repasar la vida que has vivido y repensar las cosas. Quizás la prisa de la cotidianeidad nos quita a veces el disfrute de lo que verdaderamente es importante. Estando allí, de la mano de José, no quiero nada excepto revisar todo lo que me rodea, incluyendo lo que siento, para guardar este recuerdo en mi corazón. La sensación del bienestar absoluto, el no necesitar nada. Disfruto este tiempo de silencio. Me siento feliz de haberle permitido compartir su vida con la mía. Nos casamos en diciembre. Una boda muy particular. Una boda flamenca. ¡Faltaba más! Cantada en familia. Compartida con todos aquellos que habían estado en nuestras vidas. Una boda con el olor dulce del azahar, de los recuerdos, de las alegrías. Un momento para disfrutar. Un pastel de chocolate (el favorito de José) recubierto de pasta blanca y adornado con flores perfumadas. Muchas sonrisas y unas cuántas lágrimas de emoción. Salimos de nuevo al Patio de los Naranjos. Por un momento el sol lastima mis ojos mientras trato de acostumbrarme de nuevo a la luz. Otra vez escucho el agua correr en las canaletas por el jardín y regreso a la realidad del día. Son casi las dos, hace un poco de calor y tengo hambre. Atravesamos el patio y decidimos dar una vuelta por la Judería antes de buscar un lugar donde comer. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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El patio de los naranjos
Luego vino Triana, blanca, tan blanca como la flor de los naranjos. Nació el 7 de Noviembre del año pasado y sus manos de papá se afanaron en cuidarla desde las primeras horas, mientras me recuperaba de una cesárea. Me explicó lo que dijo la enfermera de cómo cambiarle el pañal, lo que dijo la enfermera de cómo bañarla y hasta mandó a mi mamá a buscar un cepillo de bebé para peinar el plumón suavecito del pelo negro de Triana y a comprar un jabón para bebé de color azul porque “con ese la bañaron las enfermeras”. Mientras lo observaba mi amor por él se volvía más profundo. Mientras escribo, José arrulla a Triana cantándole una nana flamenca. Las palabras llegan a mí y me estremece su dulzura, como si fuera la primera vez que lo escucho cantar (y ya casi han pasado 17 años). De pronto otra vez estoy en la Mezquita de Córdoba, respirando la calidez de Dios, dando gracias por el regalo de la vida. Todo huele a azahar, la flor pequeña de los naranjos, que es tan dulce, tan perfumada... Escucho el agua en las canaletas del jardín, suena como la voz de José y respiro las notas que se quedan suspendidas. Mi media naranja, mi amor, mi todo. Una flor de azahar como una velita encendida para una plegaria: quiero vivir muchos días contigo y con Triana. Y escucho su canción: “Aaay mi Rocío, paloma blanca”, y enciendo otra velita, otra flor, en el Jardín de los Naranjos.
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Las emes de mi vida
Las emes de mi vida Haydeé Alvarado Campos Heredia Costa Rica
Abrí mi closet, ahí está colgando todavía mi vestido de india, el que usé un día 12 de octubre, creo que tenía como 10 años, me remontó a la escuela, y recordé el último año de ésta, para entonces tenía 12 años; lo triste que fue dejar a mis compañeras y a mi maestra. A esa edad me sentía casi mayor y casi niña. Con esa imagen también recordé a un muchacho casi niño llamado Miguel, a quien conocí en esa época y que me robó el primer beso y el corazón también. Se decía que no era muy buena persona, ya que su familia tenía mala fama y el pobre no se salvó de nacer en ella y de heredar sus hábitos. No me salvé de conocerlo, algo que me ocurría con facilidad, siempre lo equivocado parecía perseguirme. Miguel marcó el rumbo o la imagen negativa que iba a significar mi “primer amor”. Recuerdo que yo me desbordaba en comprarle lo que me pidiera y en sus ojos, color escarcha platinada, yo veía la verdad absoluta; las hadas iban y venían ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Las emes de mi vida
al compás de sus pasos; en fin, mis primeras lágrimas y mis primeros “retortijones” de estómago fueron ocasionados por sus manos, por su sonrisa, por su presencia. Así conocí también la mentira, el ridículo, el abuso de alguien que solo pretendía sacar provecho de mi forma ingenua de “comprar” cariño, pero bueno, también puedo decir que por suerte mi “ángel de la guarda” no me había abandonado y creo que de un zarpazo con sus alas lo alejó de mí. Comenzó el colegio y más asustada que un alma en pena, procuré adaptarme. No fue fácil, hacía poco tiempo que había pasado por experiencias de acoso, de abusos, culpando a mi cuerpo por crecer, por no obedecer mis órdenes, viendo como me convertía en “mujer”. Conocí a otro Miguel. Sus ojos también, claros y expresivos con un tono verduzco, iluminaron mi espacio vital; su presencia llenaba mi habitación terrenal. Decidí anclarlo a mi existencia, lo enredé en mis conflictos no solucionados, lo até a mi oscuridad juvenil, le rogué que me quisiera, lo intenté todo, le pedí tanto y me exigí tanto, que me desgasté. Este síndrome me quedó del anterior “simulacro” de amor, creo yo. El se sintió importante (no saben cuánto). Yo tenía apenas trece años y él quince. Estudiaba en un colegio solo para hombres ¡y había que verlo fumando! Pensé para mi misma que mi suerte no podía ser mejor. El jugaba básquetbol y las “chicas” lo perseguían, yo por supuesto, sentía que no me lo merecía, pero estaba dispuesta a que continuáramos juntos para siempre. Me quería siempre a solas, mis amigos no eran de su simpatía, de todas maneras ellos tampoco lo soportaron; nunca socializamos como pareja, alguna que otra navidad la pa124
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Haydeé Alvarado Campos
samos juntos donde algún familiar mío, luego duraba un tiempo apartado. Yo rezaba y rezaba hasta agotar a todos los santos, lo hacía todo el año para que apareciera para mi cumpleaños, para el día de los enamorados, para el de él y para lo que fuera recé y seguí rezando pero seguro se taparon los oídos porque no siempre me escucharon. También tenía que pedir cada vez que había un baile o alguna actividad del colegio y aparecía una “princesa”, hasta ahí llegaba mi historia, porque como “hombre” la tentación se hacía presente, esto sucedía muy seguido y yo terminaba en mi cuarto llorando como la fuente de la Hispanidad, y rezando más que nunca para que no me abandonara jamás. Le juré amor por toda la eternidad. El ponía las reglas: no salgás, no andés con aquél o con el otro pero, por suerte, mi rebeldía de alguna manera fue mi aliada porque con frecuencia rompí las reglas; por supuesto, haciéndolo enojar. Alguna que otra vez cometí el error de aceptar la proposición de amor de cualquier idiota, pero la idiota era yo, porque me sentía traidora y no merecedora de él. Pero lo bueno es que aunque por egoísmo me funcionaba, él regresaba ¡mi alma se iluminaba! El tiempo pasó. El entró a la universidad y yo celando hasta la silla donde se iba a sentar; le deseé lo mejor y de igual forma seguí a su lado incondicionalmente. Lo que yo hice en ese tiempo por mí, ni lo recuerdo, solo sé que giré a su alrededor junto con mi conflicto familiar, así fue como esculpí el pilar de mi adolescencia. Yo juraba que sin él no respiraba. Mi hogar se estremecía con la enfermedad de mi papá que no se reponía; (enviudó joven), hasta la foto de mi mamá al frente del comedor tenía. Por eso me aferraba más a Miguel y él se enorgullecía de ese amor que nadie era capaz de profesarle. El ejemplo de hombre enamorado el de ese papá, era el que yo tenía como ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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imagen, por lo tanto yo quería uno para mí igual. Según yo, eso sí que era amar (lejos de entender que lo de mi papá era una enfermedad mental). Recuerdo que guardé en una caja de metal todas las colillas de cigarro que Miguel se había fumado en sus visitas a mi casa; también guardé un papel con sangre de una vez que se rompió la nariz (elemento notorio de su físico), un penacho de pelo, tal vez un botón de su camisa, tal vez un hilo, qué sé yo, el asunto era que lo idolatraba en mi tonto e ingenuo corazón. Tal vez me quiso, tal vez no, pero lo que sí recuerdo fue cuando me dijo: “estoy enamorado” y bastó decirlo y verlo casado. Las noches fueron más oscuras y mi abandono fue total, si alguna vez cometí errores en cadena, fue en esa época. Sin embargo le prometí que igual le querría y así como suena eso de idiota ¡así lo esperaría! No podía creer que me dejaría. Yo, que lo apoyé para que continuara arquitectura porque algunas veces flaqueó. Yo, que le regalé algunas herramientas aunque tuve que escarbar hasta el suelo para comprárselas, yo vivía a través de sus poros; pero bueno, sí tengo que reconocer que al menos me agradeció terminar su carrera al pasar el tiempo. Mi mundo se hizo más pequeño y amarrado a él mi autoestima también. Creí merecerlo. Tras todo eso, los “amigos” de ese tiempo no podían comprender, y con toda razón, la dimensión de ese sentimiento; me sentí tan asustada, tan rasgada... Hasta que un día ocurrió lo inimaginable. Conozco a alguien que viene a interrumpir ese tormento: Marvin; y como que todos los duendes se aliaron porque mis sentimientos cam126
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Haydeé Alvarado Campos
biaron. Los días comenzaron a tener de nuevo sentido; aquello parecía magia, porque los besos, las caricias, toda mi piel, solo le habían pertenecido a Miguel. Un día me vi guardando los recuerdos de él, la caja de colillas fue a dar al basurero, las fotos las guardé y también el penacho de cabello. A veces, cuando nos encontrábamos, porque la ruptura tampoco fue total, me insistía en que eso no era creíble ¡la novia incondicional no podía cambiar tanto! Pero, aunque aquello parecía una tragedia, terminó por aceptarlo y creerse todo aquello por lo que me había abandonado, hasta hace poco… cuando firmó su divorcio, creo que este mismo año. Marvin estudiaba Ingeniería civil, aquello parecía la “maldición del albañil,” que me perseguía sin fin, pero esta vez ya no regalé compases ni reglas, solo volví a creerme reina. Marvin y yo duramos cinco años. Esto de jugar a los largos noviazgos por suerte se me fue quitando. Igual le hice vivir algo a lo que él no estaba acostumbrado; le pedí madurez, algo que no le había llegado, también comprensión. Pero entre mi orfandad de madre y mi cariño, terminé por sofocarlo: no pudo con mis desvaríos existenciales; pero de igual forma mi cariño inmenso terminé brindándole. Además, yo era una mujer que pensaba diferente a otras que la “sociedad” ofrecía, tanto que mis suegras, la anterior y la madre de él, lo encomendaban al mejor santo, o lo que fuera, pero que les apartara de mi camino ¡aquella nuera! que los quería, - lo sabían - pero, como que no cumplía con todas las reglas. Tuvo la suerte Marvin de que la liga se reventara por lo más tilinte, aunque a veces con mentiras hacíamos planes futuristas: la casa que nunca iba a llegar, los niños que nunca iban a llorar, todo se acabó, igual mi corazón se resintió.
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Al menos, fue la historia del hombre que me hizo olvidar al anterior. Supe que se graduó, convirtiéndose en un buen ingeniero. Yo me quedé otra vez chiquita, no pertenecía a su cuento; así seguí dando tumbos en mi propio terreno. Después de un tiempo me hizo alarde del gran amor de su vida. También se casaría. Brindé por eso ¡Se lo merecía! Pero…. También el destino le puso al divorcio su firma ¡que ironía! Creyendo que el abandono era mi compinche, comenzó a gustarme y tomándole el gusto a las despedidas continué, mi rumbo, con la imagen de mi papá como ejemplo, un hombre enamorado a destiempo. En el camino me encontré uno que otro “atarantado” que me hizo errar como en el pasado, pero como un buen vicio que me envolvía, tuve la sensación de que todo me lo merecía, y así fui agradeciendo en el fondo las despedidas. Analizando esas relaciones y en lo que ellos se convirtieron, creo que mi ángel todavía no me había abandonado del todo. Pasó el tiempo y resistiéndome a mostrar mis sentimientos resquebrajados, jurándome nunca más dar de mí lo ya dado, conozco un día de tantos a un flaco con anteojos llamado Marco, que me contaba historias de Europa donde había estudiado, y trabajaba en el mismo lugar… nos enredamos. En medio de un torbellino y cargando mi desilusión lo observé, parecía un árbol y, bastante arriesgado, ofreciéndome lo que no le pedí…su corazón, como tal vez antes no lo había mostrado. Resistió mis conflictos, mis berrinches y todo lo que mi mente dejó salir, o sea lo ¡peor! me doblegó sin fuerza, me hizo llorar sin causarme daño, me dio la mano sin apretarla fuer128
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Haydeé Alvarado Campos
te, no hacía falta; creí en él sin que me jurara nada, me dejó correr libre, me dejó gritar sin callarme, los demás no importaban, tampoco mi pasado. Juzgar que todos eran iguales fue por un buen tiempo mi estandarte; incrédula por un tiempo caminé, pero al hacerlo también aprendí otra cosa: No hay media naranja, yo quiero ser naranja entera y que el otro también lo sea, quiero tener mi propio espacio, me lo enseñó la vida, me lo enseñó el tiempo y su carrera. Lo que creí mala suerte con las relaciones anteriores, hoy es una alegría, no por subestimarlos, cada uno ocupó su espacio y creo que lo que yo di fue tan fuerte que no puedo olvidarlo, pero ahora entiendo que lo que me merecía estaba para después, para cuando estuviera lista para valorarlo. Aún con todo lo difícil que es una relación de pareja, sé que el amor se construye, se da cuando te conocen, te aceptan tal como sos. Marco y yo nos casamos. Al principio quise huir porque no estaba acostumbrada a que algo durara tanto y como persistía, me parecía extraño. Por suerte se quedó, insistió, la tormenta resistió. Nos une el arte, historias familiares similares. No queremos tener hijos por decisión unánime; queremos a los animales y nos une una gran amistad como la que tienen los de verdad… los verdaderos amantes. Cerré el closet. Quedó el vestido de india guardado, pero quien cerraba la puerta ya no era la misma, muchos años habían pasado, pero no solo por eso, sino porque aunque algo de esa niña herida ha quedado, la dependencia no es ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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precisamente el lazo que lanzo. Con todos estos recuerdos veo la casualidad de que los hombres que más han dejado huella en mí tienen la letra M en su comienzo, pero no precisamente por esto mi destino quedó a oscuras, ni su aire completamente denso, cada uno a su manera y en su tiempo hicieron de mi la mujer que hoy valientemente enfrenta sus debilidades y pudo escribir este texto.
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Los sufrimientos de una joven madre soltera
Los sufrimientos de una joven madre soltera Brígida Díaz Nicaragua
Mi nombre es: Brigida Ruth Díaz Alvarado, tengo 21 años de edad, vivo en el sector número 3 del municipio de la Sabanas, Departamento de Madriz. Soy madre soltera con un hijo y nicaragüense cien por ciento: habito en la casa de mis padres, con 5 hermanos y una sobrinita. A la edad de 16 años tuve relaciones sexuales con un hombre que me robó la virginidad. Este hombre es el padre de mi hijo; él es un hombre que no merece ser padre, porque cuando empecé a vivir con él; tuve muchos problemas, él me humillaba, poniéndome otras mujeres al frente; al verme que tanto sufría, le pedí ayuda a mi padre, entonces mi padre me aconsejó que lo pusiera en su lugar y lo hice, llamé a la policía para que llegáramos a un acuerdo. Fuimos a la policía y él firmó el acuerdo y me prometió ante la autoridad que iba a darme el valor que se merece una mujer y que se iba a casar conmigo; como yo era menor de edad, también quedó en el acuerdo que mi padre iba a dar ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Los sufrimientos de una joven madre soltera
permiso para que llegara a la casa y mantener una relación como novio, por lo que cuando empecé a tener relaciones con él, ni lo conocía, no éramos novios, yo me metí a vivir con él sin conocerlo; cuando ya teníamos 3 años de andar de novios él se casó en El Salvador con otra mujer. Él trabajaba en ese país y siempre ha trabajado allí. Él siempre que viene de ese país me dice que él es soltero y que no tiene hijos y el único hijo que tiene es mi hijo; pero a través de las investigaciones que yo hice me dijeron que él es casado y que tiene hijos en ese país. No solo personas amigas de él me dijeron eso, sino algunos familiares de él. Cuando él vino de ese país para semana santa del año 2007, él me volvió a convencer y tuvimos nuevamente relaciones sexuales y ese mismo día nos peleamos porque él siempre me quería humillar; decidí llamarlo nuevamente y rompimos ese día nuestras relaciones; el problema es que yo no sabía que quedaba embarazada hasta que tenia 5 meses. Fue mi hermana, la que me echó de ver que quedé embarazada y un día se lo dije a mi madre, y ella me dijo que me hiciera la prueba de embarazo en el centro de salud y salió positiva. Cuando me di cuenta que estaba embarazada no sabía qué hacer, angustiada y desesperada, buscaba la manera de abortar, pero agarré valor y se lo comuniqué a mis padres, ellos al saber esto se pusieron bien enojados conmigo, ya me lo habían advertido, pero yo no les hice caso y fracasé. Durante mi embarazo tuve problemas familiares, tanto por parte de mi familia como la de este hombre. La familia de este hombre me decía que el niño que yo andaba en mi vientre no era de él; que yo era una prostituta, que vivía hasta con los mismos maestros que me daban clase.
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Brígida Díaz
Un día decidí y los llamé al juzgado y les dije que si tenían pruebas que me lo mostraran y ellos dijeron que no tenían ninguna prueba. Al ver que todo era negativo, ellos firmaron un acuerdo y me dejaron en paz. Este hombre también no se daba cuenta que yo quedaba embarazada, hasta que un día yo lo llamé y le dije. Él, al momento, dudó de mí, él me preguntó en qué fecha tuvimos relaciones sexuales, yo le recordé la fecha y dijo que sí era de él. Entonces yo se lo dije: “si usted no cree en su hijo hágale o mándele a hacer la prueba del ADN”, y él no aceptó la propuesta en ese momento. Me prometió que me iba a estar viendo cada dos meses, para ayudarme durante los últimos meses de embarazo; pero no fue así, él vino hasta que yo vine a parir. Estuvo conmigo 4 días que estuve en el hospital, le compró todo al niño hasta el momento de nacer. El niño nació el 24 de enero del 2008 y al día de haber nacido él se fue con el pretexto que iba a perder el trabajo si no se iba luego. Le contesté ¿no será que va a perder a su esposa? y me respondió “¿cuál esposa? la única es usted”, entonces yo le dije: no sea mentiroso yo investigué todo y usted es casado y tiene hijos. Él se enojó conmigo y me dijo que no iba a poner un pie más en mi casa y le dije: “pues no venga que el Ministerio de la familia lo va a llamar para que le dé el apellido al niño”. Hasta el momento él no ha venido y el niño está vivo por la voluntad de Dios y no está inscrito, pero lo tengo citado para cuando él venga a Nicaragua. Estoy luchando por criar a mi hijo con sacrificio, ahora vivo feliz con mi hijo, mis padres y mis hermanos también, con sacrificio estoy estudiando mi carrera.
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Los sufrimientos de una joven madre soltera
Mis padres son de descendencia campesinas; aunque como pobre, estoy criando a mi hijo, con sacrificio. A pesar que mi hijo tiene 3 meses y estoy trabajando, luchando por poder mantenerlo. El consejo que le doy a las jóvenes adolescentes, madres solteras, es que si aman verdaderamente a sus hijos que luchen por criarlos y que si les fue mal por la mañana que no les vaya mal por la noche. Y a las jóvenes adolescentes que se fijen bien con que tipo de hombre van a andar de novios y si se van a casar que conozcan bien cual es su descendencia y si es hombre responsable.
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Ganadoras Testimonios:
Pintura 135
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Volcán Pareja
Volcán Pareja María Angélica Sittler Stuck Origen Guatemalteco
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Volcán Pareja
El volcán y la pareja, se relacionan con los cuatro elementos de la naturaleza: aire, tierra, agua y fuego. El volcán permanece en contacto con el aire. La pareja que se ama respira el mismo oxígeno, que al combinarse, vibra formando una atmósfera lila que los cubre y protege. El volcán está formado por elementos minerales, es de polvo y roca al igual que el hombre y la mujer. Esa tierra interactúa con el agua y la hace apta para la necesaria vida vegetal, tan verde y fresca, como la esperanza que significa en la pareja amante, un estado de ánimo para alcanzar lo que desean. El volcán alberga fuego en su interior; la pareja es capaz de dar luz y calor al universo con su gran amor.
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Transe: Sueño y realidad
Transe: Sueño y realidad Ana Isabel Navarro Hernández Pérez Zeledón, Costa Rica
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Transe: Sueño y Realidad
Luz y oscuridad… Fantasía y realidad Esta pintura representa a una mujer en la oscuridad de su sueño real, en un mundo de estereotipos de la media naranja. Ella ve con tristeza a lo lejos, la silueta de su amado. Un hombre que está en medio de la luz, de la fuerza y de esa energía que llega y llena su alma herida. Él camina entre el agua, o sea entre la vida y la realidad, pero es y seguirá siendo inalcanzable para ella.
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Ganadoras Testimonios:
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Una montaña sin nombre
Una montaña sin nombre Norma Ramos López Nicaragua
UNA MONTAÑA SIN NOMBRE Me miraste fijamente tus ojos te delataban tus labios no querían pronunciar “Te deseo” Estábamos ahí solos con el frío de la montaña el sonido del viento y uno que otro cantar de pájaros Mis manos temblaban tu cuerpo ardía te aproximaste a mi para decir: “Estamos en esta montaña sin nombre”
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La puerta
La puerta Carla Ramírez Brunetti Heredia, Costa Rica
Abrí la puerta de una estancia inhabitada, bebí la boca de una botella de vino, me tomé la misma de un sorbo, me embriagué de ayer. Volví al mar, a la marea plata del mediodía, a mi cama de soltera. Volví a la cadencia, al son que me baila por dentro, me recobré a mí misma. Volví al calor de medianoche, a los mil y un libros matizados por café, y me drogué con aromas, con almíbares lejanos, riéndome, desatada y atrevida, ofreciéndome desnuda y libre, transparente y lujuriosa.
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Carla Ramírez Brunetti
La noche me tatuó el cuerpo, mientras me mecí en la hamaca, y le conté secretos a una constelación. Luego te vi frente a mí, te regalé una verdad a medias, como esas que sabes que a veces te digo, cuando en realidad quisiera pero no me atrevo, y que siempre descubres cuando me acaricias en silencio. Al amanecer salí por esa puerta de la estancia inhabitada, y la dejé entreabierta, para oírme reír mientras duermo, tibia y feliz cobijada en tu aroma.
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Cotejo de sirena
Cotejo de sirena Orieta María Fuentes Vargas San Pedro, Costa Rica
Tres lunas a tus piernas con mis bosques de sombra y humedad De tus ojos -flormandrágoraal espejo de Venus para mirarme Mudar a tu pergamino de amaranto De mi garúa crece lapislázuli Y con tus estruendos revive la belladona que serpentea en mis alas de libélula
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IV Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios 2008
Despacio
Despacio Ani Brenes Herrera
San Ramón de Tres Ríos, Costa Rica
Por lo mucho que te quiero te voy a matar despacio. No quiero que duela mucho, no quiero causarte un daño mayor del que ahora te causo. Voy a clavarte un puñal con muchísimo cuidado. Lo haré en el centro del pecho mientras esté palpitando ese tonto corazón, tan inocente y confiado. No quiero hacerlo de golpe, voy a hacerlo paso a paso y si lo hago de esta forma es sólo porque te amo. Despacito calculado, ya casi voy terminando
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Despacio
y tú no puedes quejarte de que yo te he lastimado. Tampoco podrás decir que he sido un hombre malvado porque aunque sé que te duele, lo estoy haciendo despacio. Un poquito cada día mi puñal va penetrando Te estoy matando a poquitos con muchísimo cuidado te estoy matando despacio por lo mucho que te amo.
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IV Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios 2008
Con la ausencia de mi mitad
Con la ausencia de mi mitad Marianella Castro Cortés Costa Rica
A veces imagino en soledad tus ojos, iluminando mis noches sin estrellas. Escucho el eco de tu aliento susurrando un te amo al corazón y mil te quiero a mi alma. A tus cálidas manos circulando mi Universo convertido en tu mitad, y... hacernos uno llenando de planetas mi piel en un sólo beso. Más esta noche amor mío, tu ausencia me arrastra, al profundo del abismo hasta caer... En la inmensidad del desamor y la nostalgia.
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Mas allá de Venus
Más allá de Venus Susana Aguilar Zumbado San José, Costa Rica
Hacíamos de lo cotidiano una risa constante, de la vida un juego infantil. En los trayectos perdidos sos gemido bordeando mis oídos, tus labios gentiles, perversos, en mis senos. En tu ausencia, sos seductor recuerdo mojando ideologías, pero en mis manos sólo cabe placer y ya no el futuro.
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Mi pescador
Mi pescador Marjorie Segura Rodríguez Abangares, Costa Rica
Pescador del Térraba, de pargos, guapotes, sabaletes. Pescador de amores llegaste a mí a amortiguar mi tímida soledad. Creía en dioses de ojos claros y encontré un moreno de mirar profundo, tus palabras llenaron mi cántaro sediento de miradas y de besos. Te propusiste conquistarme y me regalaste la luna y hasta el viento, mi corazón se fue doblegando y te regalé mi alma con anhelo. No tuve un Tom Cruise o al hombre idealizado, Dios me regaló en cambio un ser de amor, tibio regazo.
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Mi pescador
Cambiaste por mi 180 grados, dejaste de ser aventurero, me entregaste tu vida, tu pasado, nuestros hijos, el fruto: nuestro cielo. Las espinas y piedras del sendero las hemos apartado juntos, en algún momento un dolor grande ha hecho nuestro amor profundo. Yo he compartido contigo tus olvidos, iras, tus dobleces, tú en silencio has aceptado el zepol de mis males, mis reveses. Tú mirada y el dulce de tus besos han colmado mi vida con ternura, si la pasión se va con el tiempo sembraremos el amor ante la duda. Eres de mi vida el agridulce, el gusto que alivia sin sabores el que protege, el que valora, el que cuida, el que soporta del insomnio la fatiga. Además de enseñar amar la tierra en tu vida fiel de hombre bueno, amas la pesca, el mar, el río y me pescaste a mí porque te quiero.
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El tram del Pont d” Arve
El tram del Pont d” Arve Gloria Carrión Nicaragua
Carmela, zapatos rojos y paraguas en mano, se arregla el pelo. Se revisa el maquillaje. Todo está en orden: Ni un brochazo menos. Ni uno más. 12.15 El Tram se anuncia Drrrriiiiiing mientras dibuja un arco sobre la Place Neuve. Como los toboganes de las ferias. ¿Te acordas? Con Juan y la Pía. Sííí, cómo no. Aquel verano. Los geranios explotando. Ay Carmela… (se da tres palmaditas en la cabeza sin que el peinado peligre)
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El tram del Pont d” Arve
Concentrate. Tranquila. Ahí viene el Tram. Ahora sí. Tu mejor sonrisa. Nunca se sabe. (El Tram abre sus puertas con ademán de cansancio y lanza sus viajeros al contorno de la calle) Carmela se pavonea primero, luego ve al piso como si buscara hormigas. No sabe si jugar con el azar o hacerse la ingenua; como quien no quiere la cosa. Talvez hoy, por qué no, es su día de suerte. Nunca se sabe. Talvez hoy, a la salida del Tram que llega del Pont d’Arve, voltee el tipo con sombrero y bufanda que le auguró el horóscopo esta mañana. Nebbia Ginebra, Abril 2008.
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Ganadoras Testimonios:
Dibujo 155
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Esperanza
Esperanza Migdalia Maradiaga Nicaragua
EL dibujo representa a una mujer mirando el futuro, pues ha decidido dejar la tristeza, denunciar al marido porque la sometía. A esta mujer la acompañan la esperanza representada en una mariposa, la vida y el valor de ella. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Libertad
Libertad Carla Ramos Nicaragua
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Reseña de los Auspiciadores
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Perfil del concurso
Perfil delPerfi Concurso l del concurso “Voces, Imágenes y Testimonios”
Proyecto: Concurso de Mujeres Naturaleza del proyecto: El proyecto fue creado para visibilizar públicamente y a través de los medios de comunicación las diversas expresiones artísticas y culturales de las mujeres de todos los oficios, sectores y países de Centroamérica.
Antecedentes: El Concurso de mujeres:“voces, imágenes y testimonios” es un espacio que inició en el año 2002 y desde entonces se han realizado cuatro ediciones. En esas ediciones han participado alrededor de 120 mujeres por certamen. El Concurso se promueve en Costa Rica, sede del Concurso y en todos los países de Centroamérica. En estos años han ganado personas de origen guatemalteco, nicaragüense y de Honduras. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Perfil del concurso
Aunque, hasta el momento la mayor cantidad de ganadoras son costarricenses. La próxima convocatoria se realizará el 1 de julio y será la V edición, nos proponemos una participación de al menos150 mujeres. En cada concurso se ha convocado con un tema diferente. Año
Edición
Tema
2002
I
“Si mi corazón hablara, si mi mente hablara, si mi cuerpo hablara de paz y esperanza”.
2004
II
“Ese origen que no quiero olvidar, mis vivencias, mis sentires”.
2007
III
“Con qué sueñan las mujeres del campo y la ciudad”.
2008
IV
“La media naranja, vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja”.
2009
V
“Mujeres que luchan por su dignidad, por la de otras mujeres y sus comunidades.”
Objetivo General: Generar espacios de expresión cultural y de género, donde se muestre el pensamiento, las experiencias, sentimientos y vivencias de las mujeres centroamericanas en la búsqueda de relaciones más justas y equitativas.
Objetivos Específicos: 1. Desarrollar capacidades metodológicas y técnicas (como elaborar testimonios y fotografías) en las mujeres de base de las organizaciones sociales que favorezcan su partici162
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Perfil del concurso
pación en el concurso, a fin de promover el liderazgo y la participación de nuevos talentos. 2. Facilitar la coordinación entre instituciones públicas, organizaciones, medios y personas alrededor del Concurso de Mujeres, para desarrollar la estrategia en todos sus alcances: capacitación, divulgación, participación. 3. Incidir en la opinión pública a través de los medios de comunicación y desde las organizaciones sociales.
Públicos del Concurso: • Mujeres jóvenes y adultas que representen las diversas culturas y ocupaciones. • Organizaciones sociales, instituciones públicas, agencias de desarrollo y empresas privadas que deseen articular recursos y esfuerzos con el fin de acompañar con capacitaciones a grupos de mujeres de las diferentes comunidades. • Medios de comunicación, ( radio, prensa, TV, Internet).
Modalidades de participación: Las personas interesadas en participar pueden hacerlo en las 5 modalidades con un trabajo en cada uno. O también pueden participar solo en una de las modalidades. • Testimonio escrito personal (Máximo 5 páginas, letra tipo arial 12 en computadora o maquina de escribir).
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Perfil del concurso
• Testimonio colectivo: (Máximo 8 páginas, elaborado por un grupo de mujeres sobre un mismo tema). • Poesía (máximo una página, letra arial 12, en computadora). • Testimonio fotográfico profesional o aficionada (Una foto o máximo tres fotos contando una historia, se agrega un párrafo escrito explicando el porqué de la foto). • Pintura (máximo una pintura puede ser en óleo, agua, acuarela etc. En lienzo. La oportunidad de participar está abierta a cualquier mujer, sin costo alguno. Sólo tienen que enviar sus trabajos con seudónimo y título. En un sobre aparte deben escribir su nombre verdadero, título de la obra, seudónimo, teléfono y dirección para poder localizarla en caso de que resulte ganadora. Todos los trabajos se devuelven a solicitud de la interesada. Las personas ganadoras no pierden el derecho de autoría, ni la propiedad de la obra, por lo que puede presentar su obra en cualquier otro concurso. Las participantes deben enviar una nota autorizando el derecho a publicación con su firma y cédula.
La premiación: En todos los casos el premio es un derecho a publicación y divulgación. Todas las participantes tienen derecho a un libro como agradecimiento a su participación. Las ganadoras por su parte tienen derecho a recibir un libro y el CD de la serie de radio. De todo el total de participaciones se premian los mejores 30 testimonios escritos con el derecho a publicación y de los testimonios escritos ganadores se seleccionan los 10 mejores para adaptarlos a radio. Se premian también 164
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las 10 mejores poesías con el derecho a grabación y publicación y se premian las 10 mejores fotografías con el derecho a publicación en el libro centroamericano. Cada país tiene un jurado calificador el cual valora los trabajos con los criterios ya elaborados por la sede del Concurso, Voces Nuestras en Costa Rica. En Costa Rica se realiza una actividad de premiación en donde se entrega un certificado y se da a conocer a la prensa los trabajos ganadores. Esta actividad la hemos llamado “Festival de la Creatividad y la Expresión” y es una de las actividades donde se visibiliza el Concurso al público en general. A este Festival se invita a las mujeres participantes del Concurso y sus familias, ganadoras o no, también invitamos a grupos de artistas y además participan al menos unos 20 grupos de mujeres de artesanas y productoras, representantes de las instituciones públicas, periodistas de los medios informativos. El Festival se realiza en un lugar donde el público en general tiene acceso a la información del Concurso.
Gestión y organización del Concurso: El Concurso de mujeres se realiza gracias al apoyo de la Agencia de Cooperación Alemana Evangelischer Entwicklungsdienst (EED). Sin embargo, la donación no es suficiente para poder ejecutar en su totalidad el Concurso por lo que se necesita de articular con organizaciones e instituciones para realizar las actividades, especialmente de capacitación y de divulgación. La capacitación se realiza a mujeres de grupos de base a manera de talleres participativos, en los cuales las mujeres comparten sus experiencias de vida y se familiarizan con algunas técnicas de comunicación, tales como la expresión ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Perfil del concurso
oral, la escritura de testimonios y la fotografía. El principal resultado de estos talleres es el mejoramiento de la autoestima de las participantes y su motivación a participar en el Concurso, rompiendo las barreras del miedo y la vergüenza de expresarse y crear. Para desarrollar las actividades del Concurso, en cada país una de las organizaciones seleccionadas y contactadas, asume la coordinación general y promueve la participación de otras organizaciones afines al tema. Cada año se propone un tema y se diseña una sola imagen para toda Centroamérica con la cual se realiza una campaña de convocatoria y posteriormente esta imagen se utiliza para publicar el libro y la serie de radio. Cada país busca su propio financiamiento para la capacitación, para otros premios adicionales, la divulgación del concurso, reproducción de materiales de convocatoria y reproducción de materiales educativos. Voces Nuestras comparte además, la metodología del Concurso con las organizaciones que lo deseen: criterios de selección de ganadoras, perfil del proyecto, el diseño del taller de creatividad y autoestima. Este concurso se divulga a través de diversos medios como la radio, revistas de mujeres, la televisión, afiches, volantes, páginas web, listas electrónicas.
El proyecto tiene anualmente un cronograma de actividades: En síntesis, el Concurso de mujeres es un proceso, que se desarrolla durante todo el año atendiendo diferentes activi-
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dades. He aquí las actividades que se realizarán en la edición de febrero 2009 a julio 2010. 1. Gestión y preparación de materiales para la V convocatoria (Febrero a abril 2009). 2. Convocatoria pública del V Concurso de mujeres en Centroamérica. (1 de julio 2009). 3. Promoción por los medios y capacitación a grupos de mujeres organizadas. (Julio a setiembre 2009). 4. Cierre de la convocatoria (viernes 30 de octubre 2009). 5. Selección de las ganadoras (Noviembre al 31 de enero 2010). 6. Se realiza el “Festival de la Creatividad y la Expresión” (8 de marzo 2010). 7. Publicación del libro y elaboración de una serie de radio (Abril a junio del 2010). 8. Divulgación y distribución de los materiales producidos (A partir de julio 2010).
Considerandos: ”El Concurso ya ha provocado cambios positivos en mi vida. Perder los miedos, sentirme segura de mí misma y seguir adelante con optimismo, para enfrentar nuevos retos y adquirir experiencia para lograr mi sueño. Escribir mi propio libro” . Marianella Castro Cortes, Costa Rica.
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Perfil del concurso
1. El sueño de muchas personas es tener un espacio de expresión, escribir y ver algún día su obra publicada. Este anhelo, de saber que nuestra palabra vale y se reconoce públicamente, coincide plenamente con los objetivos del Concurso de mujeres. Muchas de las ganadoras no tienen recursos económicos para divulgar sus experiencias y expresiones culturales cómo la poesía, la pintura y fotografías. El Concurso les brinda esa oportunidad de ver su obra publicada. “Me eleva el concepto de mi autoestima, porque a pesar de mi edad, puedo escribir y concursar” . Gladys Triguero, Costa Rica. “Escribo bien y me ayuda a pulir mi redacción y ortografía, ha aliviado mi alma; he sido valiente, a pesar de siempre creerme débil” . Ana Patricia Urrutia, Guatemalteca.
2. Con el Concurso se aborda la equidad de género desde un aspecto lúdico, propositivo, artístico. Las mujeres al contar sus historias a través de las diferentes modalidades que ofrece el Concurso mejoran su autoestima y logran compartir sus saberes tanto en las capacitaciones como cuando participan con sus obras. El Concurso promueve el reconocimiento de estos saberes y la participación femenina en los diferentes ámbitos, más allá del hogar. Es así como reconocemos la creación y la expresión de las mujeres como una contribución social. Con esta participación conciente de las mujeres queremos promover cambios en la cultura y en la conciencia colectiva. Los testimonios ganadores son un ejemplo de un nuevo modelo de mujer y de hombre. Son testimonios propositivos que buscan dejar una enseñanza, más allá del conocimiento, 168
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Perfil del concurso
porque se rescata la sabiduría de las mujeres. La sabiduría entendida como el conocimiento aplicado. Los testimonios cuestionan lo tradicional de la cultura. En la cultura se construyen las identidades, tanto masculinas como femeninas, y es ahí donde hay que incidir, para modificar los roles tradicionales y los anti-valores que afectan a las mujeres ( 2 ). “con el simple hecho de saber que será publicado, me siento orgullosa. Me siento más conciente de mis capacidades, valores y potencialidades” . Patricia González, Nicaraguense.
3. El Concurso de mujeres trasciende el restringido o vedado acceso que tienen las mujeres a espacios públicos de expresión, tales como los medios de comunicación y las publicaciones, dando oportunidad a las ganadoras de mostrar sus obras con las producciones (libro y serie de radio) para que los lectores y oyentes valoren sus pensamientos, expresiones culturales, prácticas cotidianas y sus aportes a la sociedad. Con los medios de comunicación se potencia el alcance hacia miles de mujeres y sus familias generando una empatía y reflexión con las historias y las imágenes, desde el interior de cada persona hacia la colectividad. “El concurso de Voces Nuestras, ya en sí provoca cambios. Nos anima, a perder el miedo a la escritura, a expresarnos dibujando nuestro propio mundo con palabras” . Marianella Castro Cortes, Costa Rica.
2
Meoño Rita, Evaluación del concurso Mujeres, Imágenes y Testimonios 2004.
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Perfil del concurso
4. La capacidad de expresión, así como las oportunidades que tienen los grupos sociales y cada persona de que su voz sea tomada en cuenta, son condiciones que están íntimamente relacionadas con el espacio social donde se desenvuelven: “Si una sociedad nos muestra sistemas de comunicación monopolizados, cerrados, determinados por el poder económico, esto implica que son parte de una democracia desigual, cerrada, rígida y polarizada” ( 3 ).
Y al contrario, “si una sociedad cuenta con sistemas de comunicación en los que participan diversos sectores, con sus diferentes propósitos, proyectos y sueños, nos muestra una democracia equitativa, abierta, flexible, con múltiples polos de desarrollo” (idem). Esta es una consideración muy importante que retoma el Concurso, porque en nuestros países, el derecho a la comunicación es un derecho dormido. Decimos que es un derecho dormido, porque nos hemos acostumbrado a creer que tenemos derecho a la libre expresión, pero pocas veces lo ejercemos. Con el Concurso nos planteamos el reto de despertar ese derecho dormido, asumiendo que sin comunicación no hay participación, ni democracia. La complejidad de los cambios y ajustes actuales y venideros requieren de mayor solvencia para que la población participe en la toma de decisiones. Pretendemos que los sectores excluidos, en este caso las mujeres, ejerzan su derecho a la comunicación y a la expresión cultural.
3
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Salazar Sandra, Documento Base de Comunicación para el Desarrollo. Centro de Comunicación Voces Nuestras, 2006.
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Perfil del concurso
“Me di cuenta que podía contar, exponer y dejar huella en la historia, contando las vivencias reales de mujeres que fueron un ejemplo para nuestro país como mi madrina; la partera del pueblo y Eva la Zapatera” . Olinda Guillén, Costa Rica.
5. Los testimonios enviados al Concurso (más de 500 testimonios en 4 ediciones en las modalidades escrita y audio, fotografía, poesía y pintura en cuatro diferentes temas) son un material valioso para la historia que hemos recopilado como fuente primaria de información. Las mujeres han escrito historias reales de mujeres de todas las edades, educación, condición económica lo que enriquece las diversas perspectivas y la visión de mundo y del tema en reflexión que tenemos las mujeres. Por tal razón los testimonios los ponemos en cada edición al servicio de instituciones públicas, bibliotecas públicas, institutos de investigación y medios de comunicación para su divulgación e investigación por que representan una fuente directa de las vivencias, sentimientos y pensamientos de las mujeres de este siglo. Concurso de Mujeres: Voces Imágenes y Testimonios Periodista Lilliana León Zúñiga Directora Ejecutiva del Concurso
[email protected] [email protected] Centro de Comunicación Voces Nuestras WWW.vocesnuestras.org Teléfono: (506)2224-8641 / (506)2283-2105
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Jurado calificador
Jurado Califi cador Jurado Calificador
Por Costa Rica: Arabella Salaverry; Escritora y actriz. Estudió Filología, Literatura Inglesa y Norteamericana y Artes Dramáticas en México, Venezuela, Guatemala y Costa Rica. Amplia experiencia en producción y actuación para radio, cine y televisión. Profesora de actuación y locución, facilitadora en talleres de poesía. Actual presidenta de la Asociación Costarricense de Escritoras, ACE. Integrante del grupo Yolanda Oreamuno de Gestión Cultural.
Julia Ardón; Comunicadora, fotógrafa, activista, empresaria, madre y editora alajuelense. Ha trabajado en publicidad, periodismo, relaciones públicas, producción para televisión y eventos, así como de fotógrafa independiente. Coordina talleres de creatividad para fotografía.
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Jurado calificador
Leda Astorga; Es artista pionera en la visión escultórica de las diversidades corporales en el ser humano. Ha participado en más de 95 exposiciones, con temas y formas con los que la gente se identifica, utilizando en particular el color, la sensualidad, el erotismo y el humor.
Por Nicaragua: Mónica Zalaquett; Periodista. Nicaragüense. Nacida en Chile. Como reportera cubrió las vicisitudes de la guerra y convivió con los campesinos en las mismas zonas del enfrentamiento militar en la década de los ochenta. Directora del Centro de Prevención de la Violencia de Nicaragua. E-mail:
[email protected], organismo sin fines de lucro de carácter educativo sobre la violencia intrafamiliar y los derechos de las mujeres. Ha publicado y comentado artículos relacionados a la violencia de la niñez y las mujeres. En1992 publicó en la editorial Vanguardia su libro “Tu Fantasma, Julián”.
Mercedes Campos; Pedagoga de profesión. Nacida en Chinandega. Una vida dedicada a la Educación Popular. Ha publicado con la Editorial Enlace; “Recopilaciones de Experiencias Comunitarias” en temas como; turismo rural, cultivos de flores, cuenca hidrográfica, entre otros. Actualmente miembro del comité de redacción de la Revista Enlace.
[email protected]
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María Teresa Blandón ; María Teresa Blandón es integrante del Programa Feminista Centroamericano (La Corriente) y de la Iniciativa Centroamericana de Seguimiento a la PAM. Nació en 1961, en Maniguas, un pequeño poblado del norte de Nicaragua. Tiene una Maestría en Género y Desarrollo. Es una destacada líder del movimiento de mujeres nicaragüense.
Carolina Ulmos; Nacida en Managua, Nicaragua. Economista Agrícola con más de 15 años de trabajo en la cooperación al desarrollo con enfoque de género. Se ha especializado en trabajos de desarrollo rural con mujeres campesinas a nivel económico y político. Ha trabajado metodologías de género en el ámbito mixto. Actualmente es la responsable del programa en Nicaragua y coordinadora de género a nivel regional de VECO MA.
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Agradecimientos y coordinadoras
Agradecimientos Agradecimientos
Organizadores en Costa Rica: Lilliana León Zúñiga, Directora Ejecutiva del Concurso Centro de Comunicación Voces Nuestras.
Agradecemos el apoyo de: • Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), Costa Rica. • Instituto de investigación en educación de la universidad de Costa Rica (INIE). • Oficina de la Mujer de la Municipalidad de Abangares. • Oficina de la Mujer de la Municipalidad de Guácimo. • Margarita Segura de la Comisión de Cultura de Abangares. • Marlene Mora de la Cámara de Comercio de Grecia. • Maritza Salgado, periodista. • Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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Agradecimientos y coordinadoras
• En Voces Nuestras agradecemos a: María del Carmen León, Sandra Salazar, Lorena Di Palma, Juan Carlos Morales, Torge Löding, Seidy Salas, Leonardo León, Juan Carlos Cruz, Laura Mc Quiddy y Jonathan Dulisch.
Organizadores en Nicaragua: Vanian Flores Coordinación en Nicaragua Periodista, Sistema de Información Mesoamericano(SIMAS).
Agradecemos el apoyo de: •
Fundación Puntos de Encuentro, Nicaragua.
•
Secretaría de la Mujer de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG).
•
Asociación Para el Desarrollo Local (ASODEL).
•
Vredeseilanden, Mesoamérica VECO MA.
•
La Federación Agropecuaria de Cooperativas de Mujeres Productoras del Campo de Nicaragua, R.L. (FEMUPROCAN).
•
La Federación Nacional de Cooperativas Agropecuarias y Agroindustriales, R.L., (FENACOOP, R.L.).
Y Gracias a las mujeres, todas naranjas completas, jugosas; todas mujeres valientes que han querido compartir sus vivencias con sus parejas, dándonos muchas lecciones de vida y consejos para disfrutar plenamente del amor. Y finalmente un agradecimiento profundo a los auspiciadores y patrocinadores por depositar por IV vez su apoyo y confianza en el Concurso.
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EED
El EED es una obra de las Iglesias evangélicas de Alemania. Con sus contribuciones financieras y cooperantes, así como con becas y asesoría técnica, el EED brinda su apoyo a la labor de cooperación al desarrollo que realizan las Iglesias, las organizaciones cristianas y los organismos privados. El EED participa en la construcción de una sociedad justa. Inicia y fomenta medidas para despertar y fortalecer la concientización y la disposición a luchar por la superación de la miseria, la pobreza, la persecución y a conseguir la paz en el mundo. En nuestras políticas, hasta el día de hoy, con el fin de acercarnos al objetivo de justicia de género, vemos como indispensable ofrecer mayor fomento a las mujeres en el marco del trabajo de cooperación para el desarrollo. Esto se hace por medio de la transversalización de la perspectiva de género. Pan para el Mundo y el Servicio de las Iglesias Evangélicas en Alemania para el desarrollo agregan un elemento adicional al proceso. Con este objeto, hemos adoptado una estrategia conjunta de acción cuyo propósito es cerrar las ¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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EED
brechas entre la teoría y la práctica. Es así como más actores se dedican al trabajo de un mayor fomento de la justicia de género. Por iniciativa de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD), el EED fue fundado en 1999. Es una asociación de utilidad pública y tiene su sede en Bonn. El EED es miembro de la Asociación Ecuménica de las Agencias Protestantes de Cooperación en Europa (APRODEV).
Servicio de las Iglesias Evangélicas en Alemania para el Desarrollo (EED) Ulrich-von-Hassell-Strasse 76 53123 Bonn Alemania Teléfono: +49 (0)228 8101- 0 Fax: +49 (0)228 8101 - 0 correo electrónico:
[email protected]
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SIMAS
SERVICIO DE INFORMACIÓN MESOAMERICANO SOBRE AGRICULTURA SOSTENIBLE (SIMAS). Somos una asociación civil nicaragüense sin fines de lucro, comprometida con la construcción de formas de vida democráticas y sostenibles para el mundo rural. Partimos de que la Agricultura Sostenible ofrece un abanico amplio y flexible de prácticas que promueven la armonía entre los seres humanos y la naturaleza, y puede influir en la reducción de la iniquidad económica y social. Nuestro objetivo es que organizaciones campesinas de hombres y mujeres, grupos indígenas, ONG y redes que impulsan el desarrollo rural sostenible fortalezcan sus capacidades para generar y aprovechar procesos de inclusión social. El público son: redes nacionales de sociedad civil, universidades, redes campesinas, organizaciones de sociedad civil internacionales, organizaciones y familias campesinas.
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SIMAS
Ofrecemos: Acompañamiento en la búsqueda de información especializada en un centro de documentación abierto al público. Circulación e intercambio de información, materiales y conocimientos en nuestra página web. Boletines electrónicos El Guis y la Alforja y el envío postal de la canasta informativa. Producción de materiales impresos, electrónicos, radiofónicos, foros, encuentros, congresos, seminario, concursos y festivales. Brindamos asesoría en comercialización, comunicación, adaptación de materiales a versión popular, manejo de información y creación de centros de información comunitarios y uso de tecnologías de la información y comunicación basados en software libre. Servicio de Información Mesoamericano sobre Agricultura Sostenible (SIMAS) País: Nicaragua Director: Dr. Falguni Guharay Dirección: Costado Oeste Parque el Carmen Bolonia e-mail:
[email protected] correo postal: A - 136 sitio web. www.simas.org.ni Teléfonos: (505) 268-2302
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INAMU
Nuestra Historia: En 1974 se creó en Costa Rica, la oficina de “Programas para la Mujer y la Familia del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes”, como la instancia encargada de coordinar las acciones relativas a la celebración de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer en México (1975). Esta oficina fue creciendo y fortaleciéndose hasta que en 1986 se convirtió en el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia, ente rector de políticas nacionales a favor de las mujeres, con personería jurídica y patrimonio propio; pero todavía adscrito al Ministerio de Cultura. En abril de 1998, la Asamblea Legislativa aprobó la transformación del Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y Familia en el Instituto Nacional de las Mujeres, INAMU, ( Ley de la República N° 7801), entidad autónoma y descentralizada con amplitud de funciones y atribuciones.
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INAMU
Nuestra Misión: Promover y tutelar los derechos humanos de las mujeres, para contribuir a la construcción de una sociedad justa e igualitaria que garantice la equidad de género.
Nuestra Visión: Una institución pública reconocida por su compromiso y excelencia técnica en materia de derechos humanos de las mujeres, activa defensora de la igualdad, la equidad y la diversidad, promotora del empoderamiento de las mujeres, su autonomía y el pleno ejercicio de sus derechos humanos y ciudadanos, que goce de credibilidad, confianza y legitimidad y con una cultura organizacional coherente con los valores institucionales.
Política Nacional para la Igualdad y Equidad de Género “PIEG”. El Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) lideró el proceso de formulación de un instrumento de política pública para la protección de los derechos de las mujeres y el avance de la igualdad y la equidad de género y, con ello, logró cumplir con uno de los fines para los que fue creado. Por primera vez, el país cuenta con un instrumento de esta naturaleza, que condensa los compromisos del Estado costarricense, en los próximos 10 años, a fin de avanzar en la igualdad de oportunidades y derechos entre mujeres y hombres.
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INAMU
La PIEG se sustenta en 6 objetivos estratégicos y de largo plazo, que orientarán el quehacer de las instituciones del Estado durante los próximos 10 años. • El primer objetivo apunta al desafío del cuido como responsabilidad social y la valoración del trabajo doméstico. • El segundo objetivo apunta al desafío del trabajo remunerado de calidad y la generación de ingresos. • El tercer objetivo apunta al desafío de una educación y salud de calidad a favor de la igualdad. • El cuarto objetivo apunta al desafío de la protección efectiva de los derechos de las mujeres, frente a todas las formas de violencia. • El quinto objetivo apunta al desafío del fortalecimiento de la participación política de las mujeres. • El sexto objetivo apunta al desafío del fortalecimiento de la institucionalidad a favor de la igualdad y la equidad de género. • Este séptimo y último objetivo se concibe como requisito imprescindible para el éxito de la política. El fortalecimiento de la institucionalidad de género y mujer, es una condición necesaria para avanzar en los restantes 5 objetivos.
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INAMU
Instituto Nacional de las Mujeres INAMU Dirección oficinas centrales: 100 metros este del Taller Wabe, Granadilla norte, Curridabat, San José, Costa Rica Teléfono: (506) 2527-8400 Fax: (506) 2224-3833
[email protected] www.inamu.go.cr Guanacaste: Teléfono: (506) 2665-4808
[email protected] Golfito: Teléfono: (506) 2775-0869
[email protected] Limón : Teléfono: (506) 2795-4248
[email protected] Puntarenas: Teléfono: (506) 2661-4995
[email protected] En caso de violencia doméstica llame al 911
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IV Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios 2008
Voces Nuestras
El Centro de Comunicación Voces Nuestras desde 1989 fortalece la expresión de las diversas culturas en los medios masivos, principalmente en la radio; y apoya los procesos de comunicación participativa desde las diferentes organizaciones y redes de la sociedad civil en Centroamérica.
Nuestra finalidad es: • Promover a las organizaciones de la sociedad civil, favoreciendo su presencia en los medios de comunicación y su incidencia en la opinión pública, mediante campañas y un servicio de comunicación e información. • Fortalecer a las emisoras y a las personas que producen radio mediante la capacitación, articulación y producciones alternativas, con el objetivo de articular sus acciones con los procesos de desarrollo de las comunidades. • Crear estrategias novedosas, creativas y divulgar producciones radiofónicas e información de actualidad, como aporte a la construcción de identidades personales y co¿La media naranja? Vivencias de las mujeres en sus relaciones de pareja
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lectivas basadas en la equidad y el respeto a la diversidad sociocultural y ambiental.
¿Qué hacemos para lograrlo? Capacitación, consultorías y acompañamiento a procesos regionales. Para fortalecer las capacidades comunicativas en las organizaciones para que puedan incidir en los procesos de desarrollo sostenible de sus comunidades y para ello acompañamos con: • Talleres de diseño participativo de estrategias de comunicación. • Talleres de comunicación e imagen institucional. • Diseño y ejecución de diagnósticos de comunicación. • Talleres de herramientas de comunicación. • Talleres de producción radiofónica. • Talleres de producción gráfica. • Talleres de género, creatividad y comunicación. • Talleres en diferentes formatos de radio. • Talleres de guiones para dramatizados radiofónicos y radionovelas. • Evaluación de programas educativos en la prensa y en la radio. • Diseño y realización de sondeos de imagen institucional. • Sistematización de experiencias de comunicación. 186
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• Diseño y acompañamiento de proyecto de comunicación.
Producción y difusión radiofónica: Para recuperar las diversas culturas y aportar a la construcción de identidades personales y colectivas trabajamos: • La producción y divulgación de radionovelas. • La Radio Dignidad en Internet una radio escuela, abierta a la participación de diversos grupos sociales. www.radiodignidad.org. • Producciones en diversos formatos radiofónicos, cuñas, adaptación literaria, reportajes, documentales, microprogramas, entrevistas etc. • Ejecución de estrategias de comunicación. • Diseño y realización de campañas. • Elaboración de libretos didácticos. • ”Casting” de actores/actrices reconocidos, locutores, música, etc. • Dirección artística. • Locución. • Edición y montaje. • Alquiler del estudio de grabación. El estudio de grabación cuenta con tecnología digital y se entrega el producto final en CD.
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Servicio informativo y de comunicación para la incidencia: Con el fin de divulgar las diversas agendas, experiencias organizativas y productivas de la sociedad civil, trabajamos estrategias creativas, en alianza con diversos procesos que se están desarrollando en Centroamérica. Además, brindamos servicios de: • Producción y divulgación de la Revista noticiosa Voces Nuestras una revista semanal de análisis de la actualidad que se transmite por Radio Actual 960 am y Radio Dignidad por Internet , viernes 10 de la mañana. • Realización anual del Concurso de mujeres: Voces, Imágenes y Testimonios. • Cobertura periodística de conferencias, marchas, congresos, cumbres y seminarios. • Red de corresponsales en Centroamérica. • Elaboración de materiales de divulgación para acompañar el quehacer de las organizaciones e instituciones.
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Asociación Educativa Centro de Comunicación Voces Nuestras. Sandra Salazar Vindas Directora Ejecutiva Dirección: Carretera a Sabanilla, entrada a Barrio Carmiol, 25 metros sur, casa amarilla a mano izquierda. Teléfonos: (506) 2224-8641 / (506) 2283-2105 Fax: (506) 2283-2105 Correo postal 1224-1002 San José, Costa Rica.
[email protected] [email protected] www.vocesnuestras.org
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