Libro La Mansion Del Pajaro Serpiente

March 25, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Pnóloqo a Mansi n del P jaro Serpiente es Ia primera obra literacon la que, como narrador, se dio a conocer Virgilio Rodríguez Macal, cuando obtuvo, en 1942, el premio Farrar & Reinhart de Ia famosa editorial newyorquina de ese mismo nombre. Premio consagrador que Io lanzó, a sus 26 años de edad, a Ia primera fila de nuestros cuentistas, al reconocer

I

Lria

justamente las cualidades de originalidad temática y de estilo poético que estos relatos forma de fábula- tienen, a[ -en hacer personajes principales, en medio de la selva tropical del norte guatemalteco, a numerosos animales de los que viven en

ella permanentemente en dura lucha contra enemigos y por conseguir su propia subsistencia. Por su estilo, estos relatos nos llevan a situarlos dentro de la corriente Iiteraria criollista, aún en voga entre nosotros, durante esos años anteriores a la Revolución del 44, como un remanente de las características literarias de Ia generación anterior (llamada de los años treinta) en Ia que predominaba una tendencia a la exaltación a Ia naturalezat a la tierra, a Ia vida rural y sobre todo a Ios valores de Ia vida y costumbres del indígena. Además de una provechosa utilización de los relatos orales y, especialmente, en este caso, por el evidente empeño de Rodríguez Macal, de hacer alusiones a la mitología indígena como aparece en el Popol-Vuh-tal en sus constantes invocaciones a yIascomo puede apreciarse dos parejas de los dioses mayas creadores y formadores: Zacol, Bitol, Alom y Cajolom. EI título mismo del libro, que es igual al del último relato que figura en é1, o sea la Mansi n del P jaro Serpiente, también es de procedencia mitológica al referirse al quetzal, pues alude al nombre de la Serpiente Emplumada, o sea a Quetzalcoatl, semidiós legendario de los nahoas, Kukulc n de los mayas o Cucumatz de los quichés. La presencia de Io maya mitológico, en estos relatos, es notoria como un recurso literario, para dar mayor verosimilitud al hecho de haber

lugar puesto, el autor, como narrador de los mismos -en nos quien suyo- a un indígena cakchiquel, Pedro Culán, relata, así, mezclados con los mitos o envuelto en fantasía popular, Ios recuerdos de las experiencias reales vividas pol' Rodríguez Macal en sus numerosas incursiones por Ias selvas tropicáles nuestras, en Ias que aprendió los secretos de la vida animal y a conocer y nombrar todas las especies vegetales, que le sirvieron de señal para orientarse y poder salir vivo de Ia maraña selvática. Selva virgen en Ia que hasta algunos viejos chicleros se han extraviado y donde, también, algunos aventureros imprudentes/ que se han internado sin un buen guía, han perdido la vida. - Es indudable que sólo con un Eran conocimiento de la La Mansi n del P jaro obra como una selva se puede escribir Serpiente, y como la que escribió, años después, titulada E/ Mundo del lt4isterioVerde; ya que, en ambas, no sólo sorprende el realismo con que la plasma, sino que, sobre todo, Ia forma minuciosa de recrear los animales que Ia habitan con sus costumbres y reacciones/ que sólo los cazadores o los zoólogos conocen y que él nos presenta con tal fidelidad que impactan como algo que estamos viendo con nuestros propios ojos. Por otra parte, es muy originaly corresponde al bilingüismo regioespañol nal, el juego de la duplicación de los nombres -en vegetación, Ia y de los animales y en cakchiquel- tanto de como de todo lo que figura en ese entorno al que muy pocos tienen acceso, por los peligros que encierra y representa la dificultad de los medios de comunicación para adentrarse en el mismo. La selva fue Ia gigantesca escuela donde, uno por uno, Virgilio Rodríguez aprendió no sólo los nombres de los animales, sino que además los de los ríos, lagos, montañas, etc., que, de cuando en cuando, señala para que se pueda identificar el Iugar del suceso relatado. Uno de los mayores aciertos de Rodríguez Macal, en este Iibro, considerado como su obra más característica -para algunos Ia mejor- es la de humanizar de tal manera a los animales de sus historias, que los dota de un tierno sentimentaIismo y de una capacidad moral que los IIeva a ejecutar actos de valor y a asumir actitudes heroicas, de manera que, lo que los animales hacen por instinto, Io convierte el autor en un

Ir,, lr,, \{,lunt,rrr¡. ( r,rr cllo, llcva el recurso de Ia fábula más .rll,r ,1,, l,r ,.rrrr¡,1,'r,r¡r,rr irl.rrl rle hacer hablar a los animales en rrr.r l,r.{ lu{'n.r ,rncr rft)1,1, l)ar¿l convertirlos en Ios protagonistas , 1,, 1.r,, r .rrr,r,l,r., lrislori.rs s¿cadas de sus propias vivencias de ,r\, rtrr,.r() rr, ,rrrs,rlllt', Cnamorado de Ia selva petenera, en Ia ,lr¡,..,,.rntr.r rr,, rrrrilti¡tles veces; lo mismo que en Ias de Ias r, i,l',1r.,, rk, lz,rlr,rl y AIta Yerapaz, donde vivió temporadas l, r',, , l,',.,k' rrirro y itulr cualldo volvía a Cuatemala, mientras '¡r,. , I r r, lr. r1,, r,'¡ r t'l cxlr.tnjero, ya que su padre era destacado diplorr,rtrr r,, o Iricn r u.utdo residió en el país, antes de dedicarse, ,r ,rr \ ('.,, ,rl st'r.vicio diplomático. l.t l\l,tttsi n tlt:l P jaro Serpiente es una bella lección , , , , l, ,r,t( ,t ( I(' ¡rrotección a los animales y su ambiente /, sobre t, rr L,, rl,' irirr,tlrl.td humana, de antirracismo, de rechazo a la rrr¡rr'.t,r rlisr rilrinación al indígena y de Ia rrecesidad de tomar r (,r, r(,rrr i,r rlel respeto a su dignidad y costumbres; como ,1, 1.r r(,r (.n su carta preliminar diciembre de 1939 -Chile, poética que firma rt,,, lr.r rk'l origirral)- y en Ia introducción ,, r¡. l'r.rlr«r Culárr, en Ia que confiesa lraber olvidado todas 1 , . ,, rr,rlirl,rr.les sufridas en sus incursiones por esos peligrosos ¡ li.rr.rl(,.,, ¡r.rra sentir intensamente que: Ya s lo queda la urgent t.t tlt't'olvc:t'a la selva! Regreso que hace en este Iibro, bajo l.r lrrirrr.r rlel cazador indígena, pára poder nombrar las cosas t,rrrrlritin cn cakchiquel. I I rixito de esta obra, Iuego de obtenido el premio, Ie aseiiur( ) nur)rerosos Iectores y marcó su destino de narrador ¡de t.rl rr,rrrcra! que Rodríguez Macal, después de escribir Sangre t ( lt¡tttl.ila, en 1942, se lanza ya a escribir novelas también ,1. r'stilo criollista: Carazamba (1950), Jinay (1951), Negrura (l'),ll). En ese mismo año 1958, revive dieciséis ,u)()\ c.l éxito de este libro de fábulas de-pasados animales salvajes, ,rl cst rilrir: El hlundo del lt|isterioVerde, también ambientado cn l'r'lrir-l y Las Verapaces, sólo que/ en dicha obra, puestas en L,,t,r rlc un narrador indígena kekchíy, por Io tanto, con los rronrlrros en kekchi en vez de en cakchiquel. Su última novela, ,r¡,,rrct ida en 1963, un año antes de su muerte, Íue Cuayac n. I I primer cuento de La N4ansi n del P jaro Serpiente ,'l nr.Ís largo del Iibro- es la historia del lrijo de una pareja-y de rrzr rlt's, al que llaman llzul y el que, por ser excepcionalmente ¡

fuerte y diferente de los otros, al tener las características de los raros pizotes Ilamados "anda solo", que prefieren separarse del grupo e internarse en la selva, Ilegó a mostrarse y sentirse superior a todos y abandonar el grupo, para meterse en aventuias de Ias que a veces salió triunfante y otras maltrecho. AI impulso instintivo, se unió a una compañera, a la que, después, abandonó para seguir su destino de cazador solitario, hasta enfrentarse con el perro de Pedro Culán, al que mata, y por Io que, a la vez, Culán lo mata de un tiro. La moraleja áél relato'está en mostrar que el engreimiento Ileva a confiar demasiado en sí mismo y a no ser precavido ante los peligros que aparentan ser pequeños. El segundo cuento se desarrolla en Ia parte de las selvas húmedas de Ias márgenes del río Sarstún y tiene como protagonista a lboy, el armado, y su hembra. Animales que son caii invulnerables, por la duracoraza que les cubre casi todo su cuerpo y dentro de Ia cual se repliegan ante una agresión. Su preferencia por alimentarse de las serpientes los hace enfrentarse a: Ia cascabel, la coral, Ia mazacuata y la saltadora, aunque rehuyen a la barba amarilla. Esto nos Ileva a enterarnos de las distintas formas de ataque y costumbres de estos reptiles, y nos hace presenciar Ia batalla entre una coral y una cascabel, que es vencida y tragada por aquélla, mientras los astutos armados sólo esperan/ para matar a Ia vencedora, y juntas, comerse a las dos. También nos hace testigos de la singular lucha entre otra coral y una tarántula, Ia que, pese a su [equeñe z,lamala. Finalmente, el hombre es el que mata al .rii inuencible armado. Esta fábula nos Ileva a darnos cuenta que como dice el refrán: más vale ma a que {uerza y a que no hay enemigo pequeño, como advierte el mismo autor al referirse a Ia victoria de la tarántula. En el tercer relato, Rodríguez Macal describe con evidente repulsión a la comadreja, a la que pinta como un bandido y un asesino que caza a los más variados animales como serpientes, venados, etc. y la que no se detiene ni frente a los negros de un poblado, a Ia orilla del río Sarstún, a Ios que noche a noche roba una gallina de su gallinero, hasta que, pese a su astucia para salir bien librada/ una vez, en su ansiedad por robar una gallina puesta como señuelo, cae presa en una

lr,ull¡r,r, rftrnde, sin poder comerse a la gallina por -protegida tn¡lla- tiene que escuchar las furiosas quejas e insultos rlr, lodos los animales que fueron víctimas suyas. EI hombre, ,rl fin,rl, lil mata, con Io que se evidencia la moraleja de que, lx)r lislo que uno se crea, antes de actuar ciegamente hay que ollscrvar bien las circunstancias que nos rodean, para no caer lonl¡rlente en una trampa como cayó Ia comadreja. Alau el tepeizcuinte y su pareja son los protagonistas de la ( [¡,rrl,r lristoria, en Ia que estos bellos y pacíficos animalitos, (¡r(] sc alimentan de plátanos, son atacados y perseguidos por Ios olros animales, de cuyos ataques se Iibran sólo por una gran lr,rlrilidad para esconderse o por echarse al agua. Precisamente, r,s l«r que hace Alau perseguido por Ia hembra del gato de nrrrnlc, para luego huir de Ain, el lagarto, Io que aprovecha el ,rul«rr para describirnos la forma en que los lagartos son cazados x rr ol hombre. Después, hace que el tepeizcu inte se encuentre ¡ r,n r.l río cerca de Ia playael manati que muy -yaIo entera de cómo fue lacon lonversador creación de los animales y l,r irsignación de sus alimentos, hecha por los dioses creadores y firrmadores (tal como aparece en el Popol-Vuh). EI manatí l,rrn[-¡ién le hace ver que todo en la naturaleza es luchar por l,t vida y que sólo la crueldad y ambición del hombre lo hace rlcrribar innecesariamente los árboles, matar a Ios animales sin tcner hambre y Io que es peor y pocos animales hacen: matar r1 sus semejantes. Es en este relato en donde está más claro el rnensaje ecológico y Ia denuncia sobre Ia terrible destrucción t¡ue hace el hombre. El último relato, La Mansi n del P jaro Serpiente, yavimos que se refiere a Cug, el quetzal, cuyo habitat y costumbres son descritas muy poéticamente por el autor, a la par de Ias ut't,t

de Coj , el león, Quej, el venado, Batz, el mono, Coy, el mico, y otros animales y plantas de esas regiones. Una de las ¿lnécdotas que se refiere a Ias travesuras del miquito, la utiliza para poner un rasgo de heroísmo y amor paterno en el mono y contar la muerte accidental del león. Con el relato del monito cngreído que se sale del grupo y llega a una parte de la Sierra de las Minas, Rodríguez Macal juega a inventar Ia causa por la que a esta montaña, la llaman Monta a del Mico. Luego, lrace Ilegar a Coy hasta las riberas del lago de lzabal, donde

casi agoniza por el calor, para penosamente iniciar su camino de-regreso al grupo tras robarle el rifle a un cazador, con el que quiso mostrarse todopoderoso ante los otros monos, perá el qr", pot no saber hacerlo funcionar, disparó acciden-

ialmente matando a Batz, su padre. Coy termina preso por el hombre y sirviendo de hazmerreír de todos. Esta historia Ileva a reflexionar sobre casos reales, en los que un joven engreído puede, sin serlo, creerse superior a otros porque tieñe un arma y, con ella, ocasionar una tragedia' Además de que el sobeibio engreído, con sus alardes, sólo Iogra el ,"-.hrro de su grupo y se convierte en motivo de burlas de quienes los observan. Muchas otras son las enseñanzas que estas fábulas van dejando al lector cuidadoso. Una muestra es este espigar sobre ios relatos de La Mansi n del P iaro Serpiente, que intenta dar una idea de los valores literarios de esta obra que, pese al paso del tiempo y de las modas, se mantiene vigente pues, más allá de Ias características de la Iiteratura criollista, tiene singulares valores poéticos que se añaden a Ios didácticos y moiales y a su lección ecológica que se anticipó a las campañas de hoy día, al hacernos apreciar y admirar.las selvas

guatemaltecas y la variada fauna que vive entre Ia belleza áe su fértil verdbr que, Iamentablemente, día a día va siendo más y más invadido por el hombre que lo condena, asi a desaparecer sobre todo por Ia inmoderada tala de sus árboles de maderas preciosas codiciadas y depredadas por los traficantes ilegales. También en estos relatos se llega a admirar y desear apiender más palabras del poético idioma cakchiquel de nuestro patrimonio cultural- que, junto a las otras -parte lenguas y dialectos mayenses, son un medio para comunicarnos, comprendernos e integrarnos mejor como nación, en este territorio que es patria común de todos. Luz

M ndez de laVega

l¡lrnoducción il ll

I . lu'r,,r r,r' \( )r) l)dra mis lrijos! Que Ias lean primerar l rl. r r ,n \tt ¡rt itnefa mente.

i

)u,. \ u,'l',,,,u1 ,r lcerlas más tarde y que traten de comprender

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r,,r'r r r'¡llcndiendo

Io que yo escribí con toda sencillez

rlt'nti vida. li,,lr',, r rrcr){«r sino lo que me contó Pedro Culán, el viejo r ,rrl.,r ,L',trrilltales y visiones en nuestro mundo tropical,

, ,, l.¡ rn,rr,ul,r

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ltello y tan complejo. Que se agraden, que se r,,, lunrlr¡r,rr .rl estilo repetidor y sencillo de Pedro Culán, el , r ,rrL,r ,,rl.t hic1uel, que fue también de nuestros primeros y , nr,'1, I.r¡l

,.r,l.r,l,.ros ¡ladr€s. Que se acostumbren a conocer los noml,¡, . ,1,' l,rs t osas y de los seres que los rodean y que han de r,,, 1,,.¡¡1,,.. 1,¡¡ cse mundo en que han de vivir, pensar y morir. , ,,¡, l,,,lt.s¡rrecie aquel que desprecie a los indios y que no ri rr, rL,, orrvivir con ellos, huyendo asíde Ia Cran verdad. ( )r,' ,.('l )(lr que el nombre de 7rx significa pizote, así como , I , l. 1 //, ¡laloma. Que vean lo que no son capaces de ver .',¡rr,.llrrs ()jos que se ciegan ante Ia amalgama misteriosa de l.r',,'1r,,r... Que sepan que Ia vida es una inmensa selva donde .,l,unrl.ur Sochoj,la cascabel; Rchab-Quih, el coral; Cux la , ( ,r ll.l( Irc ja y también lxoquejla venada y la paloma espumuy... ( )r(. no «rlviden nunca que un "anda solo", ur"t ltzul, nace enrrr'(,r(l.r rnil y es el que sabe alejarse para siempre del plano ,l, l.r virla de los pizotes vulgares.." Que r-ro olviden que ni ,r,¡uicr'.r Lamy , el manatí, pudo saber toda la verdad... Que tr,rtt'rr rle esquivar a Balam, el poderoso de las selvas... Que ¡r,, rrlviden la estéril carrera de Quej, el Cran señor de los r rr.r l)( )S.." Que aprendan de la felicidad de lboy, el armado, en rn,,rlio rJe su vida durísima... Que oculten su huella para que I ¡, d perro, no los descubra... Que se rían de las grarrdezas ,1,.( oy, el mico... Que no olviden que en la selva de la vida lr,r1, ,¡lgr¡"'-, que acecha en cada matorral... Que sepan que t,ur solo en la soledad se oye el dulce canto de Chajalcigu n, ,'l l lr r, rrd¿barr¿nca...

el quetzal' indiferente de Cug' Oue no olviden el vuelo de sus plumaies tornasoles l;;tmbra dt;d" miserias sobie las en la luz nunca comprenoe q'" se perfila, porque

tü;i

"ita en q'"ástán r5t el c-azado"-tl:.1: 'iltJH: tedro culán' " ¡En fin!"' a": :-"^?ñ,r. fu":l.t: q'" a" i, selva y

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o; ; rr: :::L:;:'s:hijos lffi ;';; iljlilT :''iTox [i: hiios' T

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a los

de mis

;ffi¿,jJlo"ubu"lot

mu Y aun

de mis Padres'

Virgitio Rodr guez Macal diciembre de 1939 Santiago de Chile'

,t st.lva vertió sobre mí el enorme coco de sus secretos... Mt¡r hos resbalaron y cayeron/ pero muchos fueron tragados, ,tl ¡s¡ rrllirkrs... I os r¡ue asíentraron en mi ser pronto germinaron al pie de nri r r¡r,rzón y pronto lo cubrieron totalmente con un matapalo ,r¡lolri.rnte de deseos... Luego nacieron los grandes bejucos r¡ttt. rlcbían aprisionar mi alma a sus entrañas eternamente... llrr«¡ue, así es Ia selva... ¡Aquél que de ella sale no puede nun( (r arrancarse los mozotes de su recuerdo! Muy pronto se van cayendo las visiones de lo terrible que lxislc en ella; ¡muy pronto fue olvidada Ia telaraña de zan-

!

L

r r¡rkrsl

Muy pronto fue olvidado el aguacero de sudor que el sol lillr.r por los árboles. Muy pronto se olvidó la tarántula peluda que adorna los olrjctos como broche del infierno... Y¿r no va quedando sino el recuerdo de su música que revit'nta por los cielos en la marimba de sus pájaros, en el repi(lucteo dulce, monótono de sus chiquirines y sus chicharras... Ya se olvidó el vaho pestilente de los suampos, para recordar t,rn sólo el aroma de los Iirios tristes que crecen en su orilla, o cl de Ia flor del zuquinai, o el incienso incomparable de Ia lit,rra húmeda, Ilorosa y fecunda. ¡Ya se olvidó el roce del quemante chichicaste, pero aún l)crsiste Ia dulce caricia de la orquídea blanca! ¡Ya se olvidó el obsesionante sobresalto del cuerpo de las víboras, pero aún persiste la visión de fuego del venado! Ya se olvidó todo Io que es cruel, lo que es martirio aplaslante... ¡Ya sólo queda Ia urgencia de volver a la selva!

Pedro Cul n

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so[o

I CUnNPO nació,

lix, el pizote (anda solo)

su madre se sintió muy feliz. La joven madrecita no había tenido hijos, y eso que habían ya pasado dos inviernos desde que se apartó de su familia, en el bosque de Ia Poza Redonda, para seguir al ser que el destino puso ante S

Desde entonces, ha-

bía procurado ser una esposa modelo, y su ñor v dueño estamuy agradecido uy felices habían

I

do Ios dos durante

su primer verano Am-bularon solitarios por los parajes más hermosos. Atra-vesaron una gran selva, de árboles 21

apenas si lograba filtrarse :T: tan altos y tupidos que el sol cristal v'erde"' Todo estaba silenctoso' a través de un "no't" las ramas' 99n'"1 can.tar de v el rumor del aireciiio *Lii"nao i¿" que se escuchaba cal I adamente' h;'di;;;;;i;; " el lugar que ella guiso'quedar13 Tan hermoro "otánl*'án se puso inmediatamente para siempr" y, pu'J'duit" gutto'?l u bur.ut una casa cómoda' aquí y allá' llegaro-n^los Pronto la encontrf'ol' riut*uando tronco estaba d.r';';'"'; " ñip,tu ui"¡u ceiba' cuyo.altísimo Él.di ri gió l os ojos hac i a .ta l menle cubierto |ái" J i"' i' t o" se agitaron cuanlo alto v sus hermo'á' nigot"t bianquecinos el, ambiente' rodo debió ;".,i;U':b';;;; J;; ñ'?i' "*ptoró a.la compañera pidiendo oarecerle ,in nou"ili foiqu"'*i'ó la hermósa red verde del '.u aorobación. nquáüt;;t"*pi'ba de qu iebracajetes morados'

;,lffi

ifi ,ü;;;;;;r;;;6

blancos Y rojizos"' "'",ü,Iá

casa!

para su í1"áá1"ir, tener esa hermosa escala y comenzó a subir calmaEntonces et se acercó al tronco donde encontrar seguro au*"Át". Había más de mil lugares y siempre con el olfato alerta' apoyo, así que iba ojo avisor con calma' lo hizo con Eran Pero a pesar de q'"iÜ' trepanáo a las pri§os del suelo' Llegó y pronto ;il;i'y

rapidez un Srosor de muchas veces meras ramas a" l"p,'q'" tJnru'n su propio cuerpo' r :r..-^^L-^^ sus .rrn.le c brazt ",,. grandes \::?t' En la horqueta donde se bifurcaba.n arriba no era conveniente uat obt"iuáti¿n' Ln ," i",*.Zf y se encontró nuevamente entre subir. Atravesó la horqueta donde subiera' ái Á-r"o"f ., al lado opuesto de cuando sintió que la red Había descendido algunos pasos lado gran ttento se escurrió a un se hundía bajo sus pies'.Con [a con separar bián a las ramas' comenzó a

v.

afianzándose

,l.ub"^

las hojas y los quiebracajetes'

agujero, aplicó,inmediacuando hubo hecho un pequeno detenimiento gtraron g'un tu*-Jnt" J poder de su olfa'to"Con Nada' Entonces nuntos' ventanas de su n-ariz por los cuatro las

se moviero"

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i.

'J;i;;v,

t""*l J" átitfuttión' Sin esperar

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)rrro.rl cxterior para que ella subiera; y en Io que tarda

,rr, (,(,) ('r) ( (lcr al suelo, ella estaba a su lado.

lrrrt.., rcr orrieron la mansión, que se Ies figuraba un palaoIrscurá estaba, pero pronto descorrieron Ia verde t,, r' r,rrr.r rk.l rnatapaloyentró Ia claridad a borbotones... ¡Qué I' nrri,.,.r! I ll¿ estaba feliz. Se acariciaron largamente. ¿Quiérr l,,,l,r.r r r¡nstruido aquel palacio? ¿Quién sería el que hizo r rr.r lr,u,rvilla en Ia solidísima pared de la gran ceiba? ¡Algo ,

r,, .\llo

,,l

r ur.r.. t'sl.rltan las paredes, como ahumadas y agrietadas!...

l'r,,1 ,.r1,1,.¡llt'nte

,

fue Víbora del Cielo, que se Ianza sobre la

l,.r, n l,r ri¡roca de las grandes lluvias y los grandes

ruidos. llrr,r,r quien fuese, él y ella habían encontrado lo que l,i¡ ,.r1),u): un lugar seguro donde poder ser felices y donde , l,, r,r tr.rrrrluilamente Ia llegada de los herederos. I rr r .rr l,rrl, fueron nruy felices. La comida era fácil, aunque ,¡ ) ,r¡,,, srrstallciosa porque la carne era muy escasa. Nada 'l, , ll.r sr.clrcontraba, con gran desagrado del macho. Aella lurrlrr.rr l«'repugnaba Ia abstinencia forzada pero/ temerosa , l, r ,'r,,r. olrligada al abandono de su Iinda casita, se corrsolaba r rrrr,'rrrlr¡ ¡nucho de Io que era posible encontrar... lrr r,rrnbio, se hartaban de cushin" EIIa, con sus agudos ,lr,,r¡¡,'.-, r¡uitaba la fibra de cierre de la vaina, y cuando apar, , ¡.nr los trocitos relucientes Ios comían ambos acurrucados rrrr,r lrr,nlc al otro, con el azafale de blanco mar-rjar entre sus , ¡ rl, r', I .rrtrbién comían cuslr, que estaba rojo y maduro y muy ,i, llr¡s{o de Quej, el venado, que [o comía con su hembra ,1,,, nronlcntos antes que ellos. Además, tenían muy cerca un ,,,,,r,,,r1 y, aunque Ios frutitos estaban del todo amarillos, , ll,r l.s t'ncontraba exquisitos Quej, el venado I lrr rlí.r estaba él a una I r, ,r , ¡ l1 'q¡¡q¿da frente a Ia rrr.rt,r rk' su casa. Se hallaba ¡ r, rrr l¡r Io t rirnodamente en el piso ,1,.1 ,r)lrricro que el sol calentaba

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, ,,n ..rrs llcclritas perpendiculares,

,lr',.rrrrk)so con la lengua la lrermor ¡,r,,1 1 ,r[ti y plata de su dorso,

ésta se fue el resto del cuerpo'

le juíivienda espaciosísima' El olfato encontró cierta ";;;á por entonces"' ¿Podría ser raba que nadie [a habitaba tanta dicha? Se

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, i¡,ur, |

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sintió un ruido en Ia mismísima k' su morada.

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23

Al instante,

Temblando de rabia regresó al interior de su vivienda. Allí Io encontró ella tres momentos después. No quiso salir en Io r¡ue del día restaba y se lo pasó hecho un ovillo, un mísero yagual, en un rincón abandonado, simulando su figura un solitario nido de araña, de esas que llamamos barba de viejo.

funcionaron' Con sus facultades previsoras

y asomó limpiando el,hocico lentitud se levantó. L, i"ngru colmillos' Con [a cabeza #;;-mo*"nto b'iñu'on [ot largospunta de la nariz... ¡Nada! al exterioita Toc' toc' continuaba con insistencia' No sentía nada y ur "iao a" ¡;;p'la ceiba' Entonces aventuró toc, toc, gritaba r' ot'ltar la cábeza entre el mataPalo^l^"j3: ñ;ñ;?;nao a""''"¿li' sus precaucrones lf .üplnf" del ruido había también tomado é[ tuvo que Entonces ., pc,tahA oculto Uriá ,nu hoja grande' audaz mirada' v aventurar otra un cuerpo regordete y sobre, Entonces vio un áJp"i" t"¡iro el poder de su taladro en habado... Era un th;;J;;;;ii'vuuu hueco"' Toc' toc' tooooc"' i;;;;;;"1 árbol donde sonabaunatamborón de puebro! ¡Ér esd" ocasión' muy cercana' iru, i'.r?is"adísimo"' Además' veía la de probar carne fresca! Ia abundante cola dibuAseguró ,r, putu'iáseras' mientras en que ésta se quedó iaba círculos en el ui'u"' En el momento 'luieta, él se lanzó hacia adelante' y con menos ruido que Con rapide, i'p*iUtu de imaginar se desliza por entre'la el que hace el aire cuando murmura' a ér ve ar cheie muy distraído, enredadera... ¡ya á*ii*"* la Llegó"' Lanzacomo el rayo al parecer'.. N. h;;ído nuJ'' la mandíbula! f " ¡tf"f ''' ¡ie cierra dentellada ""t;; ;i; mortitera se' le obscureojeras tu u,iltudun f rut btan¡,as Cl ac ! "' tastañeteó. tas mandíbul as"' i cie-ron de pl acer ;;;t a una junto rapidísimo Y al mismo tiempo oye un zumbido punta de su oreja' de su faz' la expresión trzl¡rrr nronto cambió la expresión perplejos, en ansiosos se tornaron en d"';;J l;;;;;Ln Iu, fauces, un quiebracajete! rabiosos: ¡tenía "" al cheie que trepaba' que Ciró su vista tan ráá pát" ver brincos' por la llta 11ma o¡ saltaba con ágiles, g'utio'ot con la vista muy nri, t^ ceiba] con""l copete muy,tieso' en él y.muy burlonalelte,,' tiesa, muy firmemente ctavada q'"''u toputu relumbiaba al sol con e[ mismo iMuv verdaa ",u q'" tenía entre los dientes!

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incidente- con el cheje' Desde el día del accidenl"Io estar más tiempo sin cará' Ncl podía cambió el carácter a'" desc-onsolad" f u áf ne. Por otra parte, "uuUL suficiente en ese su paralso' va muchísirno ti"mio' "ii'"*p" "r'; íI'p : l, i ;;'* uv i" i '*",; "'algún 1 1" :=:,:' :"1';.' P:q'".1u haber ;;;r" de que viniera p'itu' vu tomeÁzaban a aguas y ya l* srund", cushines ";;i;;i3á';;t blanco de los mañchas u*u'itt"niu';;; miembro algún f'luUfa ella encontrado en alsuna de sus t"ilu' el gusano' áá iu%*iria de Amall ' que to"m"nz'bu a darse cuenta 'su Ella misma, condiciones para un In"u"'lii'' buenas las todai oaraíso no reunía las paredes instante en oue veía ui"rno largo' na"tá'' tuda del Cielo"' con terror "n Víbo" de su linda casita, pensaba el cuerpo de a seguir desgarrando si volvía en el irlvierno

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't ffl'r'll,'ltnu *rouna marcha Y, con

g"l'';;'"'l'

"c,to

' hacía j:^-^n pol verde, que ha' le eccala verde' lu,escala ^nr descendieron vez última Inup' Los quiebracajetes

alguna' Por

él dispuso la 1.ú*"du' que ella no hizo objeción

nebulosa'

tu ui"¡u tiempo venía *t;;;;J"; renacer'ton para ya'| se habían marchttado

tát

vigor en las

primerasll'u-',u1'r",o. se volvió y disparó 'n1 l9.t]t"t )E Elld "üuyl"¡ot .""'"-,:,1 Lleqaron aI sueto' Ella ventanita de ^x"'.,'., ventantta vio la obscura lc, ;lt;"' miradá hacia

" l:"t;l; mansión, el Mundo Verde' hubi::]:s:lí"":ii:'"'" ella las

'"g"umtnte asl el ámbito p"" rlgl';t;';;;;*""iu1"" Pero como Destino -que ella habría vertido ul"'ü'nduncia' así' ;s" i" selva- no to dispuso se llama el Dios ;; y a sacudir la cabeza en *ou"'l]JrinTu'orejitas u se limitó señal de disgusto' sus pecamin"l:11]lto*enzaron había Y dio principio la larga a su familia' a la cual nas. Él había dispuesileunirse ; P, p a r a r" [1i3 uü unao nuao :: companeros sus con """1' pasaría y .á"

H; ;

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26

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invierno. Tal vez todavía existieran ante Ia Íaz de la familia sus viejos padres, en caso de que no hubieran sido ya Ilamados por Destino para dormir el Invierno eterno. Su familia solía ambular por un bosque al pie de un barran_co profundo que guardaba en su seno un río escurridizo. EI recordaba que allí no hacía tanto calor como en la selva de la vieja lnup y que la vegetación era diferente. Por Io tanto, caminaron en línea recta, subiendo lo que parecía una interrninable pendiente y que no era otra cosa sino el ascenso de la costa a Ia boca costa. Cuando lo consideraban prudente caminaban por las ramas. l'or lo general iban siempre juntos y silenciosos. Pero, otras veces/ andaban por el suelo, Iigeramente separados, buscando alimento. En una de estas ocasiones él logró sorprender a Bay,la taltusa. Bay, la taltusa, había amanecido tonta esa mañana, cosa inmensamente extraña en ella. Salió de una de las innumerables puertas de su vivienda subterránea. La noche anterior había caído una hermosa semilla de lux, especie de bellota, y estaba en Ia puerta misma de su casa, fresca y húmeda de rocío. Subió Bay con sus agilísimos movimientos, rechinándole los diminutos dientecillos. ¡AIIí estaba lux! Se sentó cómodamente sobre Ia colita y recogió a Tux. Comenzó a darle vueltas con las manecitas, y Ios incisivos principiaron a triturar Ia pulpa... ¡Qué tonta puso a Bay, la gula, esa mañana! Cuando Bay quiso tirarse de espaldas al túnel de su vivienda ya era tarde... ¡Clac!... Las mandíbulas de él se cerraron sobre su cuello y su cabeza... ¡CIac! Cuando el último fragmento de Tux rodó por el suelo, Bay rro pudo verlo, ni podría ver ya nada más en lo sucesivo. Bay se comió a Tux y él se comió a Bay. ¡Así Io dispuso Destino aquella mañana bajo la selva! La carne Ie dio nuevo vigor. Pronto se Ie unió ella que no había encontrado más que el nido de Ut,la paloma espumuyt con tres huevecitos que a ella le parecieron tres insignificantes granitos de placer. Siguieron caminando, y poco a poco, Ia vegetación variaba. Las selvas íbanse aclarando en .grandes bosques donde los

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para ceder su helechos, parásitas y trepadoras desaparecían florecitas amarillas' lusar al zacatillo fl,inlláá, t'lpicado'de muerto' de"esas que hoy llamamos flor de [o llevaba en línea recta macho del instinto El maravilloso largo y pesado gues te1i11 hacia su familia. P"t;;i;;ino era en terrenoidesconocidos y evitar' il;;J;uit" ur alimento ul *itrno tiempo, servir ellos de alimento' de altísimo pajonal Una mañana se internaron en un potrero mitisaba la monotonía seco. Lo único qr" i"u uui"" t'undo dÉ un escuálido pico narcla del ambiente era la semiverde figura absolrltamente nada porque er 'Á'i,,;;;';.Ü;;i;;;"en'inlevantar '"' sus crenchas a muchos pies

p"i".íáí

*.nui"rra

sobre sus cuerPos. aquel inmenso desierto y A mediodía no habían cruzado aún dob[emente torturados por ambos avanzaban .án ltu" calor y desolación' yiu r"d' Ñud? t" encontraba en aquella ;i y husmearan ávidamente en

ñbt"

por más que aguzaran el olfato ¡Nada! Momentos á; ,*cá; do"nde el pajonal se añudaba' i,'n exasperantes"' f i* Áo*"ntos, larjái, ínrerminables' agrietadas' fauces sus totbo cálido para mísero, ni bocado ";;;p";raá 'in trepó con gran lrabajo hasta las ramas de sus mísepir,o á"'goTi .n én b,usca de uno de un "tt,, lugar donde el verano se cobija "rplnáru's ros frutos, que no *' S'i" "f el aguacero invernal' durante .."nuipue, "au ,"niit varias veces el.lanceteo de la espina habían varias de indiferente, fogrO .;tt" una ramita donde la siguió al y urrrguolJ;tit;;' óayó al suelo y ella las rojas instante.

negruzca s-alió de su Mordió el primer fruto' Una mancha Ellá sacudió la rama interior al primer;p;"i¿;' ¡hormigas!"' colérica alcanzó v la aventó .on tui.l-u.-nrn uri ,ní hormiga á morderla en la Punta del hocico' de los brincos se Con pequeRos sáltás y grito¡del tamaño su rumbo con un unió a ,u .orprÁ"tá qLJ había seguido escepticismo o mucho menear a" ,, .otu"i'"i"tr" muchá conocimiento. La sed y el hambre Avanzaban muy lenta, muy lentamente' e[ pajonal con sus así lo exigían. pe,á uuun'ubun, perforando cabezas fachas de resignación' 2B

Il.epentinamente él saltó de costado con rapidez increíble y t.lla se quedó quieta, muy quieta, viendo cómo, de milagro, h,rl:íase salvado su dueño de morir... ¡(-lrrrrrrrrr!... Sonó un tableteo seco y rápido en el matorral t,xhausto. Ambos se acercaron con el pelo punta-de-plata de l,t ospalda en forma de I" ¡Entonces la vieron! Chrrrirr... Sot lxl,la víbora cascabel, tenía Ia cabeza levantada y su cuello ,rrqucado caprichosamente... su cuerpo permanecía arrollado ( orno el nido de Ut,la espumuy y por uno de sus Iados salía l,r r ola que batía como chinchín. l.os dos se miraron. Sacaron las lenguas y luego enseñaron l,rs dentaduras. La víbora en respuesta, mosiró tañ,bién su len¡.¡rra bífida, y Io más extraño es que Io hizo sin abrir la boca... l,r.agitaba y la guardaba en su estuche de Ia muerte... Luego v«¡lvía a proyectarla en ansias de orientación. EI y ella se miraron. Con qué placer clavarían sus colmillos ('n ese cuerpo gris-amarillento con adornos negruzcos... pero rro se atrevían. Sabían que el tamaño de la dentadura de su .remiga desmentía su poder. Que socáo7 moriría en Ia bataila, cllos lo sabían... Pero tampoco ignoraban la clase de muerte r¡ue a ellos Ies esperaba en caso de atacar... Si fuera Kan,la mazacuata que aunque estrangula con sus rnúsculos que tienen lafuerza de los brazos de lnup cuando c'l lruracán la agita, él y ella se lanzarían a Ia lucha sin vacirar r)orque allí sí que había probabilidades de salir triunfantes y de comer. Pero en este caso ¡no! ¡Era mejor desdeñar a la "

lorrible Sochoj! Por lo tanto, comenzaron ambos a gruñir sordamente y a t aminar de un lado a otro, simulando a cada instante que iban ,r Ianzarse, pero cuidando siempre de guardar buena dlstancia ('ntre sus cuerpos y Ia terrible soga del cuello de Ia víbora. Esto lr¡ hacían solamente para exas[erarla, para molestarla, para rto alejarse como cobardes. La insultaron de lo Iindo y a cada movimiento que hacían, 'sochojgiraba Ia cabeza sin desviar un instante Ia orientación rle su lengua de Ia cara, del frente de sus enemigos. Consiguieron exasperarla de tal manera que Ia cascabel ñabía subiáo el l,no de sus advertencias en tal forma que parecía ya er Chrrrrr ¡rrolongadísimo como el de cien sochojs furibundas.

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,

fin se marcharon pavoneando sus colas' lrrmccli¡t¿mente todo ouedó en silencio. La víbora bajó la cabeza en poslclon jq¿ de agitarie..ya sólo se escuchaba yü el nnurmullo que hacían ias pielós de él y ella al rozar suavePor

d.;#;;"

."i.

mente el pajonal.

a rastras' .áídu lu tarde lograron salir del potrero' casi entre las piedras Y dieron con Akany,-ui?ro, que brincába i,.j" uát;r" J; i"á,,g.t' Rlií se sintieron felices' Bebieron á ninsuno de los dos les fascinaba Ya bien

rl h.i,i;;;¿;r;;r;;r"" un baño, él comenzó

I .u*inur".on

las patas dentro del agua,

husmeando bajo las piedras. Pronto vio sus esfuerzos coronael cangrejo, no sin.que éste lo

d;;ild; G;;i;;-^np, atenlceara en una patá' Cojeando ligeramente doiorosamente

de alegria' ttego Y rnoviendo los bigotes en su eterno gesto

áoná" .iru d"r.unübu y [e mostró el cutrpo inerte de rap que colgaba de su hocico. matar otros dos' varios Juntos lo comieron y juntos lograron

homentos después. jornadas' llgSaron A[ cabo de muchos días de penas y largas sena[ bosque donde vivía su tribu. Se presentaron ante ella cillamente y, luego qr" Zf lr" reconocido después de mucho otra olfaieo, pasó inm"ediatamente en compañía de ella' a ser pizotes" du l;t t.;;t parejas que formaban aquella familia de todas de rutina la Sus vidas ," nor*lii)uton y adquiiieron h-Y-y,u.t:ul las de los miembro, Juirt grandes'comunidades' oa rhanas o animales. Pasó elliempo y, cuando esta historta nido de paxte Otin.ipio, estaba ella en su casa, un espacioso en el hueco ou rn giun aibol ro¡o llamado Cakchee lamiendo había con infinita t"rnuru'"1'.?-, n"t*oto de los hijos que.ella Visto nacer de cualquier hembra de su raza. No le importaoa más ho haber tenido dos o más alavez,como era la costumbre esperado había Ella Eeneralizada entre l" ;;"" familia' ¡No! ltegado qgt.iinl ir'rr' 'l For mucho tiempo';i;;;;nto' el hiio que Destino' de nr".o Jáf rojo Cakcl-reá, po, voluntad recordaba ansiaba ,u .orrrónl Y, ;;;q," de vez en cuando enredadera verde su linda casita de la leiana lnup, con su y sus quiebracaietes, l"'put"tfu'ahora mucho más hermoso aoí4" nunf' putuao ya dos inviernos largos este su'hogut



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y húmedos, protegida por las recias paredes del árbol rojo que se alzaba majestuoso en Ia sombría montaña, viendo áe frente a Cig.u n, el barranco, con sus grises pañuelos de paxte,

jugueteando al viento. El también contemplaba al pequeñuelo con orgullo, y sus ojos observaban con atención el obscuro color del pelaje, aún tan ralo, de su heredero, así como el tamaño de iu cuerpo regordete que, a pesár de haber pasado Cij, el sol, tan sólo tres veces sobre su cabezadesde que llegara ai mundo, ya c.ra mucho mayor que el de cualquiera de los dieciocho hijos de sus compañeros que nacieron el mismo día. Fue creciendo muy de prisa. Le Ilamaremos ltzul, que es el nombre que Ie dio Pedro Culán, el cazador cakchiquel que me contó ésta y todas las historias. ¿por qué Io llamó así? ño Io sé" ¡Sólo Pedro Culán podría decirlo! Itz.ul, pues, ha de llamarse el hijo de él y ella, que fue el nrás hermoso de cuantos pizotes habían cumplido cuatro /cs, cuatro lunas, en Ia Cran montaña que mira de frente aCigu n, el barranco. Demás está decir que ella volvíase loca de orgullo cuando el jovenzuelo salía por la rama de su vivienda óon s, andar bambolea.nte de gordura y sus cortas patas muy rígidas. y, en verdad, era muy hermoso ltzul, poique las otras madres miraban con envidia su gran talla, su esponjada cola y Ia despreocupació.n y gracia de su andar. Ninguno de los hijos de Ia gran familia había sido tan hermoso como aquel o6scuro vástago de ella. Los machos de la tribu se fijaban con inquietud en el pelaje negro del cachorro y en aquellas tiernas garras que iban creciendo, creciendo en forma alarmante. Cuando él hacía Ia tertulia entre el grupo de adultos, algún pizote anciano le hacía notar las características de su hljo. Entonces él también movía varias veces lacabezade un lado a otro, como tambaleándose, en señal de seria preocupación. Juntos él y ella, en el tibio nido de paxte, observaban en silencio a ltzul, que jugueteaba siempre solitario, que nunca lloraba ni se quejaba y que, cada vez que algún jovenzuelo de su edad se acercaba en busca de retozo, erá alejado inmediatamente con un sordo gruñido. Itzul era diferente a todos. 31

ill

descend\ó ttzul de des,pués, una mañana' busca de la gente que andaba en mezclá-"ni'" y se Cakchee

Atgí,n tiempo

t1i:i:";"':1:t: '"tl"lli;.. de ttzut era poderosísimo' h'ijo' siempre era éste el

e salían en busca d" t;*iJÑre si'emanera y trataba de Éil;#i;ba encontraba' que la hijo los tenía inmensamente aguzarsus recepto';t'"i^ñi' desarrollados' 'u ,. ..r r-..---r.. ol alimento alimentt en que ltzul.buscaba el mañana la que, pues Así de ut' nido del puluron al tado con la famitia, ".,i; ;;;ilr él esen i" t""iri los,cinco huevos que la paloma en "ro,*'i, en el acto comenzó a comer

i:## ;;il,;.

P;'t tl'utv

y el nido de Ut' por allíhacía dos momentos Un macho que había Pfsad.o los h'mb'L' oyó el ruido que hacían en que andaba de ltzul' Se revolvió "nrt"nIdái huevos de Ut o'Jut"* ";l;;"1" llesó' su cabeza gacha "' C""at el acto y se fue vjo mandó rodando' "ilJ5'"id"' chocó contra t'";;;ll;;;;""1o "l vio,a éu hijggglqea* Desde lo alro d"i&;ñ;á, "iru cae'' bajó del 1b:1"''Y3^n" la rapidez de una t'L' t'áíao peque ño ttzu t' porque

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en de{ensa de su

ll T:'I"",T5.' li ;,. an( ""'l'if :*i'lo"X, o '",1:'^ " "' ;:^:;.; .nn con lento andar

u v " ryhojas comenzarutt Las

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*uthot' llegaban lugar del .o*nutul'üui-iá' deiaron de ."r.r,;;;;.;pl"ndo. üs hembras v se olantabun

entre la hojarasca'. , pelo' El madentro de una bola de Los enemigo' p"llubun il'i útr^,aba en el más completo cho gruñía macho "'d#;;;" ln*orir la bola de pelo' El de silencio. por fin ,';';r'J ella' parte p"rt" y salió una ya Ro gruñía. s";"?;ffi i" ia Parte más obscura' un costado que sanlzulset"uunt¿l l-umióse varias,veceshacia el nido de Ut' t"!i' graba y luego t#'"á'ttlá*i se [eel macho hambriento' no La otra p"u" a"'i""p"fttl' el cuello habíasele vantó más' Por un boquete "no'*".bujo con el último gruñido'

i,ur*"rt

;t*Ñ;i"vida

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EIIa contempló Ia escena largo rato, como si su cerebro hiciera esfuerzos por dar cabida a lo que veía... Su pequeño llz.ul había dado muerte a un macho adulto frente a frente, cuando los hijos de sus amigas que ienían la misma edad rlel suyo aun córrían a refugiarse bajo sus madres cuando un macho gruñía fuertemente. Y Ios miembros masculinos de Ia gran familia de pizotes cr>ntemplaban con admiración e inquietud Ia hermosa figura r"rcgra que estaba inclinada tranquilamente sobre el nido de {/¡. Las hembras jóvenes que estaban ya para tomar marido, ( omenzaron a rondar cerca del nido, moviendo con coquetería l¡s lindas orejas, en señal de complacencia y sumisión. Una mañana salió ltzulen dirección a Cigu n. Cij comenzaba a brillar en todo su esplendor y Cigu n rlispersábase descorriendo las cortinas de niebla azulina que ocultaban su fondo. Era una mañana gloriosa de boca costa. El rr>cío de la noche brillaba sobre los pétalos de Cojij,la orquídea lrlanca, y sobre las hojas de los quequexques y los bijagües del borde del barranco... Se oía a intervalos el profundo y dulce silbido de Zakcoroguach,la perdiz. El huatalito, donde saltaba la toma en que Ia tribu bebía, saludaba la mañana con dulce lamento de humedad y penumbra por boca de Ia paloma espumuy; y las aguas del río del fondo corrían cantando por Ia garganta de Chajalcigu n, el guardabarranca... Por toda esta belleza, ltzul, que era otro hijo de la soledad, venía alegre, bajando rápidamente por el monte del barranco. Había salido a divertirse, a conocer un poco de su gran Mundo Verde. No le gustaba caminar como el resto de sus congéneres, en grupo y armando gran barullo por Ios árboles. A él Ie gustaba caminar solitario y callado, viendo y sintiendo las cosas antes que nadie, sin compartir sus emociones. Por cllo había salido esa mañana, bajo las protestas de su madre que aún seguía cuidándolo. Venía, pues/ con cautela, cuando sintié la presencia de alguien a su Iado. El declive del barranco era allí muy suave y el ruido salía de entre un grupo de piedras semiocultas en una concavidad del paredón. Itzul caminaba ojo avizor y las ventanas de su puntiaguda nariz no cesaban de moverse. LIegó a las piedras y, al otro lado de ellas, oyó unos grititos penetrantes... ¡Mucho parecíase este

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Cuch evitó el golpe y se paró en una piedra cercana con las alas abiertas y gritando gu4 guz, guzzzz. ¡Verdaderamente parecía que ttzulse estaba riendo! Estaba encantado. Para asustar más a Cuch, se Ie fue acercando en actitud de combate, con el pelo erilado sobre la encorvada espalda y gruñendo ferozmente. Cuch comenzó a retroceder espantado, moviendo las alas como si fuera a volar, con su cabeza gacha y su pico abierto en un guzzz prolongad o. ttzul Eran bastante

color blanquecino... ¡Quién lo diría! Luego, decidió cerrar sus mandíbulas sobre uno de esos cuerpos repugnantes para exasperar a Cuch" Pensando en ello cabeza hacia el nido. adelantó Entonces Cuch se desPrendió de Ia rama cuando su mano armada de macizas

34

'f

quiso dar un golpe culminante y se lanzó al ataque... ¡Allí fue donde el juego se transformó en tragedia!... Cuch se elevó al seguro de una rama/ pero un instante antes vomitó con fuerzahacia ltzul... por suerte, el proyectil pasó a un lado, pero fue suficiente... Al instante sintió ttzulla más espantosa de las torturas en sus largas narices. ¡pobrecito Itzul, que para mayor desgracia tenía el olfato tan fino! Dando un chillido de disgusto, de asco y de pena, se Ianzóbarranco abajo hecho una pelota. Como Akaj, el panal, cuando cae rodando, así bajó ltzul el barranco cuando Cuch vomitó... Pasó por toda Ia extensión de Cigu n, desde Ia superficie hasta el fondo, chocando de árbol en árbol, rodando de monte en monte, de declive en declive, pasando de matorral en matorral, de espinero en espinero y espantando a Ias chachas que comían en el guamilar... ¡pac-paráááá, pac-paráá, pac-parááá, gritaban las chachas cuando ttzulpasaba como pelota asustándolas! Por fin llegó al fondo de Cigu n y se detuvo en Ia arena de la margen del río. Se Ievantó tambaleando y comenzó a lamerse los costados doloridos y a arrancarse con los dientes Ios mozotes que tenía enredados en la pelambre. Luego miró para arriba y le pareció imposible haber rodado de tan álto. N i siquiera se veía el rojo Cakchee de su hogar. En cambio, desde él sí que veía allá abajo, allá a Io lejos, el fondo de Cigu n. Su primer pensamiento fue para Cuch. ¡No volvería a molestar a Cuch en los días de su vida! En el fondo del barranco fue donde comenzó a sentir el ansia de vagar por los grandes montes, Ias grandes selvas... AIIí comenzó a nacerle en el fondo de su ser el deseo de ambular solitario, Iuchar por lo que ansiaba, por Io que comía. En aquel

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aro Itzul lto lctt I¿I apetito ru do a enSuaJ e de Tziqu n el páj VE n drí a de toclo ma pero pe n SO qru e U n bocadi to tie n o no n C u adro compl etamente Con prec AUC ron al ZO a cabeza v u p edras estaban d sp U e stas extra no apareció ante SUS oj OS: AS a E n m edi o de éste v entre en C rcu o/ formando u n n do natu ,IA mas extraños que Itzu hab MU s80 v paj a hal ába nse Ios SETCS un U n par de p C h ones qu e ten an vi sto e n S U temprana vid vez U e nos v rel uci e ntes v en gran p rco amar lento dos ojos peq b la nquec na. Era n basta nte de pl um AS en e C uerpo u n a pel USA Itzul com e n zaro n a ver frente a e OS la figura de

grandes v a Br itar CS pantad ISI mos IA qrue hacer ¿ Ser Ian Ahora bi e n. EI perp l"j o de Itzul no sab Movía a n n ad a bueno S u S estampas no e decí CO mestibl ES S como ti ernos bi gotes SC agr taban SU cabeza en CI rC U o v SUS a a 'a rI e n do Y en verdad m uy pareci da a a rsa er SE estu VI e en e fo n do de S U ser a CA u SA SENSAC IOt'l que estaba si nti endo bla nquecl lla/ q UE C h laban de aqu e AS dos fi 8u AS de pel u SA n d ICU a de U n a manera muy desagr ad a bl e v ?.

neEr a le pasó rU ido sobre él v u na solll br¿t (; U 7l 8u zl \UZ, l-r z.o a SOITI l¡ra CU a ll clo pasó v

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