LIBRO - La Felicidad
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Descripción: Psicología positiva...
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LA FELICIDAD
Daniel Martínez Fernando Ivanovic-Zuvic Wencesalao Unanue
La Felicidad Evidencias y experiencias para cambiar nuestro mundo Ediciones de la Sociedad de Neurología Psiquiatría y Neurocirugía www.sonepsyn.cl
Coordinadora Editorial : Verónica Neumann Diseño de portada : Claudia Missana Diagramación : Gráfica LOM Inscripción ISBN : 978-956-7545-07-0 Primera Edición Prohibida la reproducción total o parcial, sin autorización. Impreso en LOM Santiago de Chile, octubre de 2013
Queremos agradecer a todas las personas e instituciones que con su apoyo y compromiso han hecho posible la realización de este libro. Nuestra gratitud a: Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía; World Psychiatric Association; Instituto del Bienestar y Red Compartiendo Felicidades, Instituto de la Felicidad Coca-Cola; Universidad Católica de Chile; Universidad de Chile, Universidad Adolfo Ibáñez y Laboratorio Saval. Un especial agradecimiento para Verónica Neumann por todo su esfuerzo y cariño en concretar este sueño.
A aquellas personas que con su amor me han ayudado a ser feliz. A mis padres, Ketty y Sergio, quienes me dieron la oportunidad de ser feliz. A mi compañera Jacqueline, que me hace feliz todos los días. Y a Camila, Daniella y Pablo, nuestros hijos que se merecen un mundo mejor. Daniel Martínez
A Danisa Fernando Ivanovic-Zuvic
A José Ignacio y María Angélica. La vida no podría haberme dado mejores padres. Wenceslao Unanue
INDICE Prólogo Dr. Pedro Ruiz, Presidente Asociación Mundial de Psiquiatría; WPA
Prólogo Dasho Karma Tshiteem, Ministro Secretario de la Comisión Nacional de Felicidad; Gobierno Real de Bután.
Introducción ¿Porqué felicidad? Daniel Martínez, Fernando Ivanovic- Zuvic, Wencesalao Unanue
CAPITULOS 1.
Bases científicas y neurobiologías de la felicidad Marcela Bitrán y Atilio Rigotti .................................................................................................................................................37
2.
Epidemiología del bienestar subjetivo en Chile Juan Carlos Oyanedel, Magdalena Browne, Camila Mella y Cristián Ayala ...............................................53
3.
Midiendo el bienestar subjetivo Juan Carlos Oyanedel, María Ángeles Bilbao y Camila Mella .............................................................................73
4.
La felicidad en serio: La psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar Nuria Pedrals y Mónica López ................................................................................................................................................91
5.
Miradas del bienestar y felicidad en Chile desde la salud mental ...............................................................117 Mirada I Daniel Martínez y Lorena Zamora ....................................................................................................................................119 Mirada II Juan Maass ......................................................................................................................................................................................126
6.
Psicopatología y felicidad Fernando Ivanovic-Zuvic .......................................................................................................................................................137
7.
Felicidad en la infancia Matías Irarrázaval ........................................................................................................................................................................149
8.
Herramientas para el bienestar en la pareja y la familia Mónica López y María Inés Pesqueira ............................................................................................................................171
9.
Felicidad y vida cotidiana Pauline Heine, Tatiana Vogel y Moreyba Santana ...................................................................................................185
10. Mindfulness y bien-estar Simón Guendelman y Bruno Solari .................................................................................................................................203 11. Habilidades para la vida y biodanza Sima Nisis de Rezepka y Sergio Rivera ..........................................................................................................................217 12. ¿Qué es ser felíz? : Reflexiones desde la filosofía Cristóbal Holzapfel .....................................................................................................................................................................233 13. Experiencias de participación ciudadana en el bienestar y la felicidad ...................................................245 Experiencia I Juan Luis Walker ..........................................................................................................................................................................247 Experiencia II Paulina Silva ...................................................................................................................................................................................253 14. Sentido de vida, espiritualidad y felicidad Pedro Alberto Arellano ............................................................................................................................................................257 15. El bien es el mal que no se hace Manfred Max-Neef .....................................................................................................................................................................267 16. La educación positiva: Un nuevo paradigma Alejandro Adler ............................................................................................................................................................................277 17. Felicidad, bienestar y desempeño organizacional Wenceslao Unanue, Pamela Maercovich, Cristián Weldt y Enrique Olguín ...........................................295 18. Políticas públicas para una sociedad que promueve el bienestar y la felicidad Wenceslao Unanue, Daniel Martínez y Jeannette von Wolfersdorff ..........................................................321 19. Fortalecimiento de capacidades para desarrollar el bienestar subjetivo desde las políticas públicas Pablo González ............................................................................................................................................................................355 20. Declaración Felicidad en Chile ...........................................................................................................................................365
Editores Daniel Martínez Médico psiquiatra de la Universidad de Chile. Director del Instituto del Bienestar y Presidente del Directorio de la Fundación para el Bienestar y la Felicidad en Chile, organizaciones que buscan instalar la reflexión, el debate y la incorporación del tema del Bienestar y la Felicidad en las Políticas Públicas y en la formación académica. Miembro de la Agrupación Mundial Action for Happiness, del “Proyecto Felicidad” del Aconcagua Summit y co organizador de los “Diálogos por la Felicidad “Que podemos hacer hoy para ser más felices en Chile” y de los Encuentros de Relaciones Saludables y Felicidad. Integrante del Programa de Auto cuidado de Conductas Adictivas de Estudiantes Universitarios (PADEU-UC) y del Centro de Estudio de Adicciones (CEDA) de la Pontificia Universidad Católica de Chile desde el año 2005. Actual director de psiquiatría de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía – SONEPSYN- cargo que también desempeño entre los años 2008 al 2010 . Fernando Ivanovic-Zuvic Médico psiquiatra y Bachiller en Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile con estudios de post título en la Unidad de Neuropsiquiatría en el Maudsley Hospital, Londres, Inglaterra. Posee los grados académicos de Profesor Asociado, Facultad de Medicina, Universidad de Chile y de Profesor Asociado, Escuela de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Sus cargos académicos actuales incluyen Jefatura de Post Grado y Jefe de la Unidad de Trastornos Bipolares de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, Facultad de Medicina, U. de Chile. Se ha desempeñado en varias oportunidades como director de psiquiatría de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía – SONEPSYN- y es su actual Presidente. Es editor de la Revista Trastornos del Ánimo. Autor de los libros: Psicopatología y tratamiento. Santiago, Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile, 2001. Psicosis Epilépticas. Santiago, Ediciones Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, 2003. Psicopatología en la Epilepsia. Santiago, Mediterráneo, 2010. Wenceslao Unanue Economista y psicólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Doctor en psicología económica y felicidad en la Universidad de Sussex, Reino Unido. Actualmente cumple La Felicidad 9
roles tanto a nivel nacional como internacional. En Chile, es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, Vicepresidente del directorio de la Fundación para el Bienestar y la Felicidad, Director del Instituto del Bienestar y asesor de numerosas organizaciones tanto públicas como privadas. Internacionalmente, es Representante País para IAREP - International Association for Research in Economic Psychology - , miembro de The British Psychological Association y de Action for Happiness, Fellow de The Higher Education Academy e investigador de la Universidad de Sussex. Además, se encuentra colaborando junto al Gobierno de Bután y las Naciones Unidas en la construcción del Nuevo Paradigma de Desarrollo basado en Felicidad y el Bienestar.
Prologuistas Karma Tshiteem Secretario de la Comisión Gross National Happiness (GNH) del Gobierno Real de Buthan, cargo conocido como Ministro de la Felicidad de Buthan. Desde este rol público es responsable de desarrollar los programas de gobierno que promueven el desarrollo de la Felicidad Nacional Bruta (GNH). Actualmente, además es miembro del Directorio de la Fundación Kidu creada para dar apoyo a sectores vulnerables de la sociedad butanesa y es Presidente de la Druk Green Power Corporation. Es MBA en la Universidad de Canberra, Australia. Pedro Ruiz Médico psiquiatra. Presidente de la World Psychiatric Association – WPA - por el período 2011 – 2014. Profesor y Subjefe Ejecutivo del Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta de la Universidad de Miami; Estados Unidos. Ha sido Presidente de la “American Psychiatric Association” – APA- (2006-2007) , Presidente “American College of Psychiatrists” (2000-2001) y Presidente “American Board of Psychiatry and Neurology” (2002-2003).
Autores Alejandro Adler Candidato a doctor en psicología positiva de la Universidad de Pennsylvania. Licenciado en psicología y en economía. Miembro del grupo de los 50 expertos convocados por la ONU para desarrollar una propuesta de cambio del paradigma de desarrollo del mundo. Sus investigaciones se centran en Bienestar, Educación y Políticas Públicas, trabajando actualmente con los gobiernos de Australia, Bután y China para incorporar la psicología positiva en los planes de estudios de las escuelas de estos países y mediar el impacto de estas intervenciones en el bienestar de la juventud. 10
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Attilio Rigotti Médico especialista en Medicina Interna con doctorado en Biología Celular y Molecular, entrenamiento de post-grado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Profesor titular en el Departamento de Nutrición, Diabetes y Metabolismo y Director del Centro de Nutrición Molecular y Enfermedades Crónicas de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica de Chile. Bruno Solari Psicólogo, Magíster en Psicología e Instructor de Mindfulness, formado por Fernando de Torrijos. Consultor de la carrera de Psicología en la Universidad Adolfo Ibáñez, siendo responsable de la incorporación de Mindfulness en el modelo de gestión de carrera. Realiza Talleres de Reducción del Estrés Basado en Atención Plena (REBAP/MBSR) y cuenta con más de 15 años de práctica de meditación budista. Camila Mella Socióloga de la Universidad de Chile. Investigadora, Programa de Estudios Cuantitativos y Opinión Pública, Facultad de Administración y Economía, Universidad de Santiago. Diplomada en Estadística Aplicada y en Investigación en Ciencias Biológicas y de la Salud (INTA. Universidad de Chile). Christian Weldt Ingeniero civil industrial de la Universidad de Concepción. Magíster coaching organizacional , Universidad de Sidney. Director de la empresa Espacio VE. Docente de Coaching y Psicología Positiva en Universidad de Concepción, Universidad Adolfo Ibáñez e Instituto Chileno de Psicología Positiva. Cristóbal Holzapfel Doctor en Filosofía de la Universidad de Friburgo en Brisgovia. Profesor titular de la Universidad de Chile, Presidente del Consejo de Evaluación de la U. de Chile. Ha sido integrante del Consejo Superior de FONDECYT y ha realizado varias estadías de investigación en distintos países europeos. Es autor de 12 libros, los últimos de los cuales han sido: De cara al límite (2012), A la búsqueda del sentido (2005), Crítica de la razón lúdica (2003). Cristián Ayala Ingeniero Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Encargado de estudios cuantitativos de DESUC de la Escuela de Sociología de la PUC. Enrique Antonio Olguín Diplomado en Psicología Positiva. Miembro de la empresa Espacio VE y colaborador del Instituto del Bienestar. Consultor y coach certificado en bienestar y crecimiento en el trabajo. Jeannette von Wolfersdorff Ingeniero comercial. Presidente de Fundación Contexto Ciudadano. Presidente de Fundación Proyecto B. Consejera de Chile Transparente y de la iniciativa Transparentemos. La Felicidad 11
Juan Maass Médico psiquiatra de la Universidad de Chile .Jefe del Servicio de Psiquiatría y Salud mental del Hospital Clínico Félix Bulnes. Past Presidente y miembro del Directorio de la de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, SONEPSYN. MBA en instituciones de salud del Instituto de políticas públicas de la Universidad Andrés Bello y diplomado en salud mental Universidad .de Chile; Jefe del programa docente de psiquiatría USACH en el Hospital Félix Bulnes. Autor de diversas publicaciones en revistas nacionales y extranjeras. Juan Luis Walker Psicólogo clínico de la Universidad de Chile y Académico del Magíster en Desarrollo Organizacional y Gestión Estratégica de Personas de la Universidad Diego Portales. Fundador y Director Ejecutivo del Proyecto Centro de Desarrollo de la Inteligencia Colectiva (CDIC), que ha llevado a cabo la iniciativa “Diálogos Creativos por La Felicidad en Chile”. Juan Carlos Oyanedel Sociólogo. Director, Programa de Estudios Cuantitativos y Opinión Pública, Facultad de Administración y Economía, Universidad de Santiago. Doctor en Derecho (Criminología y Política Criminal), King’s College London. Máster en Educación y Ciencias Sociales (U. Autónoma de Barcelona). Ha sido director del Centro de Estudios Cuantitativos y profesor del Departamento de Matemáticas de la Universidad Andrés Bello e investigador visitante en Birkbeck College, Universidad de Londres; el Instituto Max Planck de Derecho Penal Internacional y del Instituto Internacional de Sociología del Derecho, Oñati, País Vasco. Lorena Zamora Psicóloga clínica y organizacional de la Universidad Nacional Andrés Bello con Postítulo de especialización en psicodiagnóstico en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Directora de Instituto del Bienestar y de la Red Compartiendo Felicidades. Magdalena Browne Periodista y socióloga de la Universidad Católica de Chile. Master en Media & Communication, London School of Economics. Actual Directora del DESUC de la Escuela de Sociología de la PUC. Es profesora de la Universidad Católica y de los magíster de comunicación estratégica de la Universidad Adolfo Ibáñez. Ex gerente general de la consultora en comunicaciones TIRONI Asociados. Manfred Max-Neef Economista en el campo del desarrollo internacional y economía ecológica. Enseñó en la Universidad de Berkeley en los 60 y fue Rector de la Universidad Austral de Chile (1994-2002). Trabajó en varios organismos de la ONU. Recibió el Premio Nobel Alternativo en 1983, Doctorados honoris causa de Jordania, Colombia, Argentina y Estados Unidos y Galardón Universitario al Honor más Elevado de Japón. Es miembro del Club de Roma, del World Future Council y de la Academia Europea de Ciencias y Artes. 12
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Actualmente es director del Instituto de Economía de la Universidad Austral de Chile. Sus libros más importantes, traducidos a varios idiomas, son: “Economía Descalza”, “Desarrollo a Escala Humana” y “Economics Unmasked”. Marcela Bitran Bioquímica con doctorado en Farmacología en la Universidad de Toronto y entrenamiento de post-doctorado en el Instituto de Investigación de Cerebro y Mente de la Universidad de Sidney. Profesora Asociado en el Centro de Educación Médica de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica de Chile. Sus intereses son el estudio de estrategias de aprendizaje y la promoción de la educación basados en el desarrollo de fortalezas y de la psicología positiva. María Ángeles Bilbao Psicóloga clínica de la Universidad de Chile. Doctora en Psicología, Universidad del País Vasco, España. Especialista en Promoción de la Salud (School of Public Health, the Ohio State University, EE.UU.). Sus líneas de investigación abordan el estudio del Bienestar Subjetivo y su desarrollo en distintas poblaciones y contextos, como el escolar y los programas de intervención social. María Inés Pesqueira Psicóloga clínica de la Universidad de Chile. Especialista en psicoterapia breve y coach estratégico. Fundadora de Centro MIP. Directora del Programa de Postítulo en Terapia Breve, del Programa Coaching Estratégico y del Programa Formación de Supervisores Clínicos en Centro MIP. Directora Clínica del Programa de Atención al Empleado (EAS). Matías Irarrázaval Médico Psiquiatra de la Universidad de Chile. Psiquiatra especializado en niños y adolescentes. Magíster en Salud Pública, Universidad de Harvard. Profesor Adjunto, Departamento de Psiquiatría Norte de la Universidad de Chile. Mónica López Psicóloga clínica de la Universidad de Santiago de Chile, con post título en terapia sistémica de familias y parejas. Diplomada en Psicología Positiva y miembro de Action for Happiness y de la Asociación Internacional de Psicología Positiva. Directora de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica y Directora del Instituto del Bienestar. Moreyba Santana Psicóloga de nacionalidad española formada en Risoterapia, Danza Movimiento Terapia, Animación Sociocultural y Mediación Familiar. Miembro de Instituto del Bienestar. Ha desarrollado su labor en el campo de la psicología comunitaria, en ámbitos de participación social, desarrollo personal y sensibilización para la igualdad de oportunidades. Nuria Pedrals Psicóloga de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con post-titulo en terapia sistémica y con acreditación en psicometría basada en MTBI en USA. Diplomada en Administración de Recursos Humanos y en Psicología Positiva y tiene formación en este último campo en Pennsylvania College of Liberal and Professional Studies de USA. Directora del Curso de Extensión “¿Cómo ser más felices?: Bases científicas y prácticas para promover la felicidad y el bienestar personal” en la Universidad Católica. La Felicidad 13
Pablo González Ingeniero comercial y licenciado en economía. Ph.D. en Economía y M. Phil., University of Cambridge. M.A. en Economía y Ciencias Sociales, de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Investigador asociado del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile e investigador adjunto del Centro de Economía Aplicada y Centro de Sistemas Públicos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Coordinador del informe sobre desarrollo humano en Chile 2012 (PNUD), “Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo”. Pamela Maercovich Psicóloga positiva y Life Coach. Master of Science in Coaching Psychology, University of Sydney. Psicóloga clínica y organizacional, Diplomada en Psicología Junguiana, Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de la International Positive Psychology Association (IPPA). Posee formación en Psicología Positiva aplicada, Mindfulness y Acceptance and Commitment Training (ACT). Pauline Heine Psicóloga clínica de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Master en Salud y Psicopatología del Adolescente y del Adulto Joven, Université de Poitiers, Francia. Alumna del Doctorado Internacional en Psicoterapia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad de Chile y Universidad de Heidelberg. Miembro del Instituto del Bienestar. Paulina Silva Actriz de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Diplomada en Psicología Positiva y con post grado Responsabilidad Social (UAH) y en Marketing Estratégico (PUC). Se desarrolla actualmente en el trabajo del bienestar y la felicidad en las organizaciones y la comunidad. Pedro Alberto Arellano Arquitecto. Fundador y director ejecutivo de Fundación Desafío de Humanidad. Fundador y Presidente del directorio de Comunidad Organizaciones Solidarias. Fundador y director de Corporación Aconcagua Summit. Fundador y director de la Revista Desafio. Creador de los Encuentros en Lo Alto. Fundador de Fundación San Francisco de la Paz. Sima Nisis De Rezepka Directora de la Escuela de Biodanza de Israel. Académica de hebreo y biblia de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Presidente de la Corporación Cultural Chile Todos y Club Zonta Santiago. Creadora y Directora del Diplomado “Habilidades para la Vida” de Universidad Central. Simón Guendelman Médico psiquiatra de la Universidad de Chile. Psicoterapeuta e Instructor de Mindfulness autorizado por Shambhala Internacional, con formación adicional en el Center for Mindfulness de la U. de California San Diego (UCSD). Realiza talleres sobre Mindfulness y aplicaciones clínicas, combinando las perspectivas de la psicología budista, enfoques de la psicoterapia relacional y evidencias neurobiológicas de la meditación. Ha participado en investigaciones sobre aplicaciones de Mindfulness en médicos y profesionales de la salud, y actualmente desarrolla investigación sobre correlatos neurofisiológicos en meditantes expertos. 14
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Sergio Rivera Ingeniero Civil de la Universidad de Chile. Profesor Didacta Biodanza SRT y Co-Director Escuela de Biodanza El Canelo. Creador y Director del Diplomado “Habilidades para la Vida” de la Universidad Central. Master Practitioner PNL y Coach NL. Tatiana Vogel Químico Farmacéutico, investigadora clínica en Chile y Latinoamérica. Diplomada en Psicología Positiva del Instituto Chileno de Psicología Positiva y Máster en PNL del Instituto Chileno de Programación Neuro-lingüística. Miembro de la “International Positive Psichology Association” – IPPA- y del Instituto del Bienestar.
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PRÓLOGO Pedro Ruiz M.D Presidente World Psychiatric Association WPA Al conceptualizar este libro editado por Daniel Martínez, Fernando Ivanovic y Wenceslao Unanue, donde nos invitan a reflexionar seriamente sobre “La Felicidad”, en el marco de “Evidencias y experiencias para cambiar nuestro mundo”, resalta inmediatamente el contenido humana que el libro nos entrega, en especial al realzar la mirada de la felicidad desde sus aspectos psicológicos y desde la salud mental. La mirada interdisciplinaria y su tono cercano, nos invita a aproximarnos desde la evidencia científica, pero también desde la experiencia humana. La conceptualización del “bienestar” y la “felicidad” que se presenta este libro, nos permite hacernos la pregunta por nuestra salud mental individual, grupal y planetaria. Desde el individuo, la familia y la comunidad, surgen necesidades y respuestas en la búsqueda de la felicidad, que requieren un marco valórico y una integración multicultural. Es necesario en esta búsqueda incorporar las diferentes miradas aportadas por cada género, por lo habitantes urbanos y rurales, por la ciencia, la historia, la filosofía y la cultura, y por lo humano y lo espiritual. Todas estas miradas son absolutamente necesarias para comprender integralmente la búsqueda de la felicidad y el bienestar humano desde una mirada colectiva, que permita expresar la diversidad de las personas y de las formas de ser feliz. Mientras estos conceptos delineados en el libro pueden parecer fáciles de comprender desde las elecciones individuales y cotidianas, se hacen más difíciles de mirar desde las necesidades de la sociedad y desde las políticas públicas. En este marco, un aporte de este texto es entregarnos evidencias, experiencias y herramientas no sólo para la búsqueda de la felicidad individual, sino que además para el desarrollo de un bienestar colectivo mirado desde un nuevo paradigma de desarrollo fundado desde lo esencialmente humano. En este libro, encontramos a profesionales de diferentes especialidades lo que enriquece la reflexión sobre el tema. Podemos encontrar desde la realidad de la “Epidemiología de la Felicidad en Chile y el Mundo” y las “Bases neurocientíficas”, hasta la “Psicología positiva” y la “Salud Mental”. Evidencias desde el bienestar y la felicidad desde la “Educación”, el “Trabajo” y “Las Políticas Públicas”, hasta reflexiones desde la “Vida cotidiana y la “Espiritualidad”. Todas estas miradas, desde la evidencia y la experiencia, nos proponen un debate de la de “Felicidad en Serio”. La Felicidad 17
Este libro tiene mucho que ofrecerle a Chile, a Latinoamérica y al mundo. Se integran las preguntas esenciales sobre el sentido de la vida y las evidencias científicas sobre el bienestar y la felicidad, donde la salud mental siempre está presente. Desde esta mirada de “interdisciplinariedad”, nace una oportunidad única para visualizar los problemas de la salud y de la salud mental, desde un punto de vista psicosocial, multiétnico, y multicultural. Definitivamente los invito a leer este libro y a reflexionar humana y profesionalmente, desde el paradigma del bienestar y la felicidad.
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PRÓLOGO Dasho Karma Tshiteem Ministro Secretario Comisión de Felicidad Nacional, Gobierno Real de Bután La filosofía y la visión de desarrollo de Bután se basa en una simple premisa, que nos dice que lo que quiere la gente en la vida, es ser feliz. A nivel individual, esto pudiera ser una declaración obvia, sin embargo, a nivel gubernamental es un asunto completamente distinto. A medida que compartimos nuestra visión de desarrollo de la Felicidad Nacional Bruta (GNH), a nivel internacional descubrimos que el desarrollo que conocemos hoy no está ayudando realmente a que la gente alcance este objetivo final. Cuando en Bután hablamos de felicidad, hablamos del bienestar y más. Y cuando hablamos acerca de la búsqueda de la felicidad como un objetivo de desarrollo, no estamos hablando acerca de que el Estado intente dirigir cada aspecto de nuestras vidas en base a una noción preconcebida de lo que eso pudiera ser. Más bien, hablamos simplemente de que el Estado cree condiciones que le permitan a la gente las máximas oportunidades para obtener lo mejor de sus valiosas vidas. La felicidad a nivel individual es una responsabilidad personal, sin embargo, la responsabilidad de los gobiernos es crear situaciones y condiciones que ayuden a las personas a encontrar su felicidad a través de políticas y programas. En tanto que la felicidad es deseable como un fin en sí mismo, investigaciones más recientes en el tema demuestran que la felicidad produce muchos beneficios en diferentes ámbitos de la vida de las personas. La gente feliz a menudo es más saludable, vive más tiempo y disfruta una mejor calidad de vida. Las personas felices usan sus fortalezas, habilidades y capacidades más óptimamente y funcionan a un nivel mucho más alto, contribuyendo de esta manera a su propio bienestar, como también al de otros y de la sociedad. Las personas felices tienen más posibilidades de ser compasivos y por lo tanto contribuyen a la esencia ética de la sociedad de muchas formas beneficiosas. La gente feliz es menos proclive a tener depresión, es menos probable que experimenten ansiedad, estrés o ira y, aun si la experimentan, ellos tienden a manejarlo mejor y a recuperarse más rápidamente. Como resultado, la gente feliz se involucra en menos actos de violencia o en conductas antisociales. Ellos disfrutan de relaciones más sólidas y duraderas, contribuyendo así a construir capital social. Tomando todos estos antecedentes, la gente feliz contribuye con la sociedad en términos económicos, psicológicos, sociales, valóricos y espirituales. La Felicidad 19
Por lo tanto, el desafío es encontrar formas y medios para que los gobiernos apoyen y promuevan la felicidad en sus habitantes. Esto a su vez requiere que creemos estructuras de desarrollo más holísticas de lo que son en la actualidad, ya que la gente se preocupa de muchos más aspectos del desarrollo de lo que los gobiernos se involucran. Sólo una estructura de gobierno que considere todas estas necesidades será capaz de tomar decisiones que puedan conducir al tipo de resultados de desarrollo que necesitamos. Este es un hecho simple, pero claro; nuestras elecciones están totalmente influenciadas por las estructuras y las prioridades que definimos. A este respecto, la exposición tardía de Bután al mundo exterior, nuestra pequeña población y el posterior inicio de la modernización, demostró ser finalmente una ventaja. Pudimos aprender de la experiencia, tanto buena como mala, de aquellos que nos precedieron. Nuestro Cuarto Rey, en su liderazgo se dio cuenta de que el crecimiento económico descontrolado no conduciría a los resultados de desarrollo a los que aspirábamos y que aunque era importante este crecimiento económico, era sólo uno de los medios para lograr los objetivos mayores de la Felicidad Nacional Bruta (Gross National Happiness: GNH). Esto se reforzó aún más el año 2008, cuando Su Majestad, el actual Rey, estableció la Comisión Nacional de Felicidad Bruta y le encomendó hacer operativo el GNH. Esto llevó a la creación y a la adopción del Índice GNH, base sobre la cual se realizarían estudios cada 2 o 3 años para medir el progreso en la búsqueda de la Felicidad de los habitantes de Bután. El índice GNH, desarrollado por el Centro de estudios de Bután y el Centro gubernamental de investigación del GNH, es esencialmente una medición multidimensional que está ligada a un conjunto de herramientas de políticas y control, que buscan que este indicador tenga aplicaciones prácticas. El Índice GNH, nos muestra un resumen del desempeño del país a través de 9 dominios o dimensiones del GNH (bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, diversidad cultural, resiliencia ecológica, estándar de vida, salud, educación y buen gobierno). El Índice GNH tiene el propósito de orientar a la gente y a la nación hacia el desarrollo de la felicidad, principalmente mejorando las condiciones que están bajas en los 9 dominios. Más información acerca del Índice GNH, las herramientas relacionadas, los métodos de estudio y los resultados, se pueden encontrar en www. grossnationalhappiness.com. La Guía del Índice GNH señala “En el Índice GNH, a diferencia de ciertos conceptos actuales de felicidad de la literatura occidental, la felicidad en sí misma es considerada multidimensionalmente, es decir, no sólo está definida por el bienestar subjetivo, y no sólo está enfocada por la felicidad que comienza y termina en uno mismo y que se preocupa por uno mismo. La búsqueda de la felicidad es entendida colectivamente, aunque se puede experimentar profundamente de manera personal”. Los 9 dominios o dimensiones no sólo conforman la estructura de desarrollo del gobierno, sino que también son una reflexión de aquellas áreas centrales que son imperativas para la felicidad de la gente de Bután. Entre otros, el Índice GNH incluye dominios innovadores tales 20
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como bienestar psicológico y uso del tiempo, además de dominios menos comunes tales como vitalidad de la comunidad, resiliencia ecológica y diversidad cultural. Creemos que si los resultados del desarrollo son consistentes con el aumento en los niveles del bienestar y la felicidad, estos aspectos merecen mucha más atención de los que reciben hoy. Si no se consideran estas dimensiones, sobre cierto nivel y umbral, el progreso en términos de mayor ingreso y consumo, se desviará del bienestar y la felicidad, y comenzará a actuar en su contra. Debemos reconocer que estos elementos son simplemente críticos en posibilitar la felicidad humana y que las acciones o inacciones de los gobiernos, no son neutras en estas dimensiones. De hecho estos son los dominios donde los efectos negativos de las consecuencias no buscadas, se sienten más, por ejemplo, desarrollando ciudades con centros poblacionales con una ascendente soledad o con aumentos de la riqueza con crecientes inequidades. Tales resultados del desarrollo, no sólo no son deseables, sino que además no son sustentables. Por otro lado, ¿Hay en realidad espacio para la intervención del gobierno en la búsqueda de este objetivo? La literatura reciente en este campo indica que existen tremendas oportunidades de intervenir a través de políticas públicas. Por ejemplo, a la gente se le puede habilitar de capacidades que aumenten su resiliencia para enfrentar las vicisitudes de la vida, a través por ejemplo del entrenamiento en la meditación y la conciencia plena. En este sentido, como parte de una iniciativa llamada “Educando para la GNH”, la meditación se ha introducido en todas las escuelas de Bután, de manera que a los niños se les enseña esta útil habilidad para su vida. El uso equilibrado del tiempo es otra clave importante para lograr una vida feliz y el gobierno puede apoyar esto, a través de políticas de equilibrio de vida/ trabajo, de planificación urbana para reducir el tiempo de traslados, etc. Desde la perspectiva de la GNH el tiempo es vida, no dinero y una clave sencilla para evaluar la posibilidad de ser feliz es hacer el ejercicio honesto de preguntarse a sí mismo, cuánto es lo que realmente a uno le importa el tiempo y cuánto tiempo le dedica a las cosas significativas. La vida es valiosa y corta, y uno debe equilibrar el uso de su recurso más escaso, si verdaderamente aspira a encontrarle el sentido y la alegría a la vida. Claramente estamos en las etapas iniciales de nuestro esfuerzo de usar mediciones y herramientas más precisas para guiar nuestro desarrollo hacia la GNH, sin embargo creemos que nuestro desarrollo va en la dirección correcta. Y, por supuesto, Bután enfrenta numerosos desafíos para su desarrollo, pero como lo señaló David Korten, lo que hace que los esfuerzos de Bhutan y sus indicadores sean diferentes es que “se basan completamente en resultados de la vida real, sin la distorsión de reducirlos a una métrica financiera.” Aceptamos que, como todo en la vida, los dominios y en especial los indicadores/variables en los que se apoyan estos dominios, cambiarán en el tiempo reflejando las aspiraciones de las nuevas generaciones, aunque el objetivo general de la felicidad permanezca sin cambio. A este respecto, Su Majestad el Rey, dijo que para él “La GNH se refiere al desarrollo con La Felicidad 21
valores”. Creo que la profunda sabiduría detrás de esta declaración, es que la filosofía y la visión que subyacen en la GNH es un conjunto de valores fundacionales y atemporales, mucho de ellos universales, que reflejan en qué está hoy la sociedad butanesa y que debe seguir siendo, aún después de cien o mil años. Por lo tanto, la real clave para la GNH será transmitir estos valores de generación en generación. Hacer esto en forma exitosa, será el verdadero desafío. Probablemente no existe un mejor momento en la historia de la humanidad para llevar el desarrollo hacia una ruta diferente, y ojalá más feliz, simplemente porque ahora nosotros sabemos desde la experiencia, a dónde nos lleva la solo preocupación por el crecimiento económico. Sin embargo, aunque existe una gran oportunidad en nuestros países para conducir el desarrollo en otra dirección, persiste el hecho que los aspectos del desarrollo que no han estado en la agenda del desarrollo convencional sufren aún de la falta de investigación, y del acuerdo pleno de conceptos y teorías. Una señal alentadora es el creciente interés en este campo, de los gobiernos nacionales y de las universidades, de los centros de estudios y de las comunidades locales. Este libro es una contribución muy necesaria para este esfuerzo, destacando una mirada desde la salud mental, que está ligada y contribuye a las diferentes dimensiones de nuestra propuesta de desarrollo. Este libro puede ser un recurso maravilloso para todos los que trabajamos para hacer del mundo, un lugar mejor y más feliz. Tashi Delek!
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Introducción
Daniel Martínez Aldunate, Fernando Ivanovic-Zuvic, Wenceslao Unanue Manríquez
INTRODUCCIÓN Daniel Martínez Aldunate, Fernando Ivanovic-Zuvic, Wenceslao Unanue Manríquez La felicidad ha preocupado al hombre desde los inicios de su historia, más aún desde que toma conciencia de su ser. Los procesos históricos nos repletan de episodios y citas donde se nos aparece la proclama de la felicidad. La revolución francesa declara que el objetivo de la sociedad es obtener la felicidad para los ciudadanos y la declaración de independencia de EEUU dice que “todo hombre tiene el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Más aún nos sorprende escuchar en Chile a Luis Emilio Recabarren, cuando dice “Luchamos aguas arriba contra toda una corriente poderosa que pretende detener la marcha que hemos emprendido en busca de la felicidad humana…. Buscamos la felicidad de todos, incluso de los mismos que ofician de verdugos contra nosotros…Tan poco, pero tan poco que costaría vivir felices, aún en el estado actual de la civilización” (1). Pareciera que la felicidad traspasara las barreras ideológicas y filosóficas, y llegará hasta el cielo, como lo señalara el psiquiatra Sergio Peña y Lillo en su adelantado libro “El temor y la Felicidad” (2), donde nos habla de la felicidad, desde la espiritualidad y el sentido de vida . Bertrand Russell, en su libro “La conquista de la felicidad”, nos plantea desde una dimensión sociológica histórica los factores que pueden hacer al hombre infeliz, destacando la envidia, la competencia por los bienes materiales, el aburrimiento, la excitación desmedida, la fatiga corporal, el sentimiento de pecado, el miedo a la opinión pública y, desde una mirada más psicopatología, nos habla de la manía persecutoria como un factor de infelicidad. Desde la otra vereda, identifica como factores que promueven la felicidad, el entusiasmo, el cariño, la familia, el trabajo, el vivir con intereses no solo personales y el esfuerzo (3). Hoy, la felicidad es percibida para algunos como la suma de momentos de alegría o placer (emociones) y para otros como un estado (sentimiento) de plenitud, equilibro o armonía, llegando en ocasiones a entrecruzarse con propuestas de derechos civiles o con sentimientos religiosos, como la salvación y la felicidad divina. La felicidad se expresa por un lado como algo personal e individual, pero también con un significado social, político, cultural y comercial. Se puede ser feliz ante situaciones adversas, pero también se puede ser infeliz en situaciones de éxito y de logros. De este modo, sentirse feliz es una vivencia La Felicidad 23
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muy íntima e individual. Aún más, las personas tenemos un tono temperamental en nuestra personalidad determinado genéticamente (4), que nos permite desde que nacemos con mayor facilidad o dificultad, acercarnos al bienestar y la felicidad. Hay personas para las cuales ser feliz es más difícil y se trasforma en un desafío. También la felicidad puede ser apreciada desde el horizonte de la muerte. La muerte coloca un fin a la vida, planteando la pregunta del sentido de ser feliz ante este fin. Surge así la perspectiva espiritual que pretende encontrar en la vida terrenal un pasaje a un mundo celestial, donde el bienestar y la felicidad son eternos. El sentido de la vida y la felicidad desde esta forma de comprender el mundo, pueden reencontrarse después de la muerte, pues la pretensión de la eternidad, asegura una vida feliz. La felicidad dialécticamente contiene a su contrario, la infelicidad, que se le cruza gatunamente para dificultarle su andar. Para muchas personas la felicidad se trasforma en un sueño o en un derecho imposible, al cual no debemos dejar de aspirar. Desde esta mirada, es interesante recordar a Odo Marquard en su libro Felicidad en la Infelicidad, cuando nos dice “Lo humanamente posible no es la perfecta felicidad, sino la imperfecta felicidad, la Felicidad en la Infelicidad…La pregunta por la felicidad se torna irreal si se le separa de la pregunta por la infelicidad, porque para los hombres no existe la felicidad sin sombras” (5). Si el ser humano y la sociedad son imperfectos, hay que pensar en la búsqueda de la felicidad desde esa realidad, es decir, no hay que construir la felicidad desde el paraíso ni del infierno, solo desde la tierra. Desde esta mirada es importante integrar la felicidad y la infelicidad, el bienestar y el malestar, la salud mental y los trastornos psiquiátricos, ya que solo integrando las diferentes realidades podremos hacernos cargo realmente de la pregunta por la felicidad del ser humano en cuerpo, mente y alma. Hablar de felicidad, es una oportunidad para visibilizar y dignificar la salud mental de las personas y los grupos humanos. Numerosos estudios señalan que la felicidad está relacionada con la salud mental y la psicopatología. Las personas optimistas y aquellas con menores alteraciones psicopatológicas poseen hábitos que promueven el cuidado de su salud y la motivación. Poseen una mayor red de apoyo social y están mejor preparados para enfrentar adversidades (6). Son portadores de mayor autoestima (7), menores índices de depresión (8), bajos índices de emociones negativas (9), altos índice de satisfacción con la vida (10), buena salud y mejor calidad de vida (11). En conclusión la salud mental nos ayuda a ser más felices, y las personas felices, tienen una mejor salud mental Considerando esta realidad, queremos compartir con ustedes en esta introducción, un primer espacio de reflexión para discutir este concepto, pues existen muchos acercamientos desde las diferentes evidencias, experiencias y visiones de mundo.
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a. El concepto de felicidad: lecciones de una nueva ciencia No es extraño observar que el concepto felicidad, al menos para el común de las personas, sea constantemente asociado a una búsqueda hedonista e individualista de placer y alegría, donde la experiencia de este sería un fin en sí mismo. Sin embargo, el verdadero significado y alcance de este potente constructo psicológico dista tremendamente de la concepción popular que observamos día a día. La felicidad va mucho más allá de la mera búsqueda del placer a corto plazo, y por lo tanto, se hace imprescindible profundizar en los diferentes elementos detrás de este estado humano de florecimiento que, para esperanza de muchos, podría ayudarnos a cambiar el mundo. Dada la complejidad para conceptualizar y definir el término felicidad, la ciencia ha optado por hablar de bienestar subjetivo (BSu), siendo la tendencia imperante por décadas en la literatura psicológica. En términos simples, el BSu correspondería a un sentido de bienestar con nuestra vida, tanto en términos de sentimientos como de pensamientos (12). Para Ed Diener, uno de los mayores referentes en esta materia, el BSu es un constructo multidimensional que incorpora diferentes, pero inter-relacionados aspectos de la experiencia humana (13). En este sentido, incluiría el cómo la persona se siente (elementos afectivos), pero también el cómo esta persona evalúa su vida (elementos cognitivos). Por lo tanto, el BSu combinaría tres factores claves: una elevada presencia de estados afectivos positivos (orgullo, alegría, placer, disfrute, regocijo, etc.); una relativa ausencia de estados afectivos negativos (miedo, rabia, rencor, etc.) y la satisfacción con nuestra vida en términos globales, pero también en áreas específicas (matrimonio, trabajo, hijos, educación, libertad, etc.). En resumen, una persona feliz seria aquella con un alto nivel de Bsu, que piensa que su vida va bien, y que además experimenta sentimientos acorde con estos pensamientos. Sin embargo, en la actualidad ha surgido suficiente evidencia para demostrar que el BSu (normalmente entendido como bienestar hedónico), no proveería toda la información necesaria respecto de lo que significa e implica ser feliz. Un paradigma alternativo al paradigma hedónico es el conocido como eudaimónico. El paradigma eudaimónico fue propuesto originalmente por Aristóteles (14), quien habría planteado que vivir una vida de contemplación y virtud, en concordancia con la propia naturaleza humana, debería ser el camino óptimo para el bienestar y a la felicidad (15). Para el filósofo griego, por lo tanto, el florecimiento humano debería ser visto como el objetivo último de la existencia, y no sólo como un medio para conseguir un fin. Desde este punto de vista, Aristóteles fue contrario a la idea de perseguir el placer por el placer mismo, sugiriendo que el resultado de acciones eudaimónicas deberían llevar a encontrar el placer hedónico (16). Para Aristóteles, la felicidad humana es la consagración de la Ética. La felicidad se nos presenta como la plenitud que todos deseamos y, por lo tanto, como un “logro”. Estamos La Felicidad 25
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llamados a la felicidad. La ética supone que el hombre actúa en la búsqueda de un bien. Sin embargo, son muchos los bienes a los que el hombre aspira alcanzar, pero no todos poseen la misma jerarquía, algunos son más elevados que otros. Al bien más elevado, al que no podemos convertir en medio para alcanzar otro bien, es el bien final o supremo, al que identificó con la felicidad (14). La felicidad desde el paradigma eudaimónico apunta a un tipo de vivencia que incluye la proyección, la trascendencia del ser humano, su integridad y mismidad a lo largo del tiempo. Es decir, un temple vital de enorme magnitud que atraviesa los límites de aquello que nos hace transitoriamente estar contentos o conformes y nos da un peso óntico que abarca todo nuestro ser. Ser feliz apunta además al futuro de la vida o a una expectativa a realizar. La felicidad se instala y pretende perdurar en el tiempo como un estado permanente. Afecta a zonas profundas del hombre no como el placer instantáneo superficial, sino que compromete a la persona un su totalidad. Se puede señalar que la felicidad como tono vital también posee carencias y momentos de dolor, ya que puede verse afectada frente a situaciones extremas de la vida, como enfermedades, catástrofes y pérdidas relevantes de seres queridos. A pesar de eso, desde esta felicidad profunda, es más fácil hacer un proceso de florecimiento postraumático. Esta felicidad no es pasiva, sino un compromiso activo frente a los acontecimientos. Aunque la vida es una permanente innovación, es en la mismidad de la vida, donde la felicidad permanece. Por lo tanto, para los defensores del paradigma eudaimónico, el bienestar sería un proceso dinámico con miras a una vida de involucramiento en actividades percibidas como significativas e internamente re-compensantes (17). En resumen, el modelo hedónico de felicidad habría enfatizado la importancia del sentirse bien, mientras que el modelo eudaimónico habría entendido el bienestar y la felicidad en términos de un funcionamiento humano óptimo en múltiples dominios de nuestra vida. Desde este punto de vista, la nueva ciencia de la felicidad ha concordado en que el verdadero bienestar debiera integrar ambos enfoques (18,19), por lo que diversos investigadores se han abocado a la tarea de explorar un modelo que incorpore ambos paradigmas, especialmente en lo que se refiere a crecimiento personal, sentido de vida, propósito, autonomía, auto-realización, atención plena, auto-aceptación, autenticidad, congruencia en valores y conexión social (20,21,22, 23). Por otro lado, para Martin Seligman, fundador de la Psicología Positiva, el BSu debería incluir además la ausencia de enfermedades mentales tales como la ansiedad, el estrés y la depresión (24). De lo contrario, difícilmente se podría experimentar BSu (al menos en el corto plazo). Sin embargo, y generando una completa revolución en la psicología clínica a nivel mundial, Seligman ha planteado que la ausencia de estos elementos negativos de la experiencia humana no garantizan la felicidad y el florecimiento de los individuos. Esto, debido a que la ausencia de enfermedad no es sinónimo de presencia de sentimientos 26
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y experiencias positivas (25). Por lo tanto, para la Psicología Positiva un estado de BSu debiese incorporar además, la presencia de elementos tales como un fuerte sentido de vida; relaciones saludables con nosotros mismos y con otros; un importante sentido de logro; la experiencia del flujo (o absorción en las actividades que realizo) y; la búsqueda del auto-desarrollo (24). A este modelo propuesto por Martin Seligman se le ha llamado el modelo PERMA (18) por sus siglas en inglés: emociones positivas (P); involucramiento o flujo (E); relaciones positivas (R); sentido de vida (M) y; logro (A). Por lo tanto, el BSu, y la felicidad, irían más allá de la mera ausencia de enfermedades mentales, considerando un espectro más amplio de constructos que hoy entrarían en el emergente concepto de florecimiento humano (18, 25). En una línea parecida a la de Seligman, Ryff and Keyes (19) han sugerido 6 componentes fundamentales del bienestar psicológico: auto-aceptación; relaciones positivas con otros; autonomía; logros; propósito en la vida y desarrollo personal. Siguiendo la misma línea de pensamiento, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (26) ha definido al BSu como un estado de salud mental donde existiría una evaluación positiva de la propia vida y donde las personas presentarían estados afectivos coherentes con esta evaluación. Sin embargo, y dando un paso gigantesco en la comprensión del bienestar, recientemente ha incorporado la dimensión del sentido de vida a la experiencia de la felicidad humana. Cabe destacar que los modelos de bienestar y felicidad presentados anteriormente son modelos basados, fundamental y originalmente, en tradiciones occidentales. Sin embargo, tradiciones orientales han sido también de gran ayuda a la hora de explorar y entender la felicidad humana. Por ejemplo, Bután, apoyado fuertemente por Sabina Alkire de la Universidad de Oxford, ha planteado que el BSu debiera comprender 3 dimensiones (27). En primer lugar, la práctica de la meditación o atención plena (mindfulness), junto a la consideración de las consecuencias de nuestras propias acciones en el bienestar de toda especie sobre la tierra. En segundo término, un balance emocional como producto de la inteligencia emocional y del cultivar emociones positivas, tales como generosidad, empatía y compasión. Finalmente, la tercera dimensión sería la evaluación positiva de nuestra vida en diferentes dominios de esta. A pesar de las posibles diferencias entre los modelos occidentales y orientales, la investigación cross-cultural ha mostrado que la felicidad y el bienestar no se entiende sin el vínculo con otros. En este sentido, uno de los principales determinantes de la felicidad serían las relaciones humanas, a través de la cercanía afectiva con nuestras familias, amigos, comunidades, u otros(as) que nos importen (28,29). Por lo tanto, la búsqueda de la felicidad individual no podría entenderse como una búsqueda individualista, sino que muy por el contrario, sería una búsqueda con otros y para otros. Además, pensando en La Felicidad 27
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el futuro de la humanidad y del planeta, surge el concepto fundamental que nos plantea que la felicidad del ser humano, no puede ser la infelicidad de otros seres humanos ni de otros seres vivos, ni la infelicidad de la naturaleza y del planeta. Este concepto de felicidad global del Ecosistema, releva la necesidad de buscar modelos de desarrollo que incorporen sistémicamente a los seres vivos, siempre en su relación armónica con los otros y con la naturaleza. Solo si pensamos nuestro bienestar y felicidad con otros, podremos construir un modelo de desarrollo sustentable en el tiempo.
b. La felicidad: el camino hacia un nuevo paradigma de desarrollo Nuestro actual modelo de desarrollo, basado fundamentalmente en la maximización del Producto Interno Bruto (PIB) y del consumo, ha acarreado innumerables beneficios a la humanidad. Sin embargo, a pesar de que en las últimas décadas el mundo ha experimentado los mayores avances tecnológicos de su historia, y con ello un in-imaginado progreso económico, los habitantes de la tierra nos estamos viendo enfrentados al menos a cinco grandes dilemas que han puesto en tensión el futuro de la humanidad (30). Primero, nuestra crisis medioambiental. El calentamiento global, la disminución de la diversidad ecológica y la degradación de nuestro ecosistema se han convertido en los desafíos más importantes del presente siglo (31). Además, como planeta estamos consumiendo nuestros recursos naturales un 35% más rápido de lo que pueden renovarse, lo que en pocos años podría llevarnos a una crisis energética y ecológica irreversible (32). Segundo, los elevados niveles de pobreza mundial están afectando gravemente la legitimidad de nuestro modelo de desarrollo. Si bien es cierto que la pobreza extrema ha caído desde 52% (1981) hasta 22% (2008), desde el 2008 hasta la fecha no se han seguido observando disminuciones significativas. Actualmente, según el Banco Mundial (33), cohabitan en la Tierra más de 1.300 millones de personas en extrema pobreza (que viven con menos de 1US$ al día). En Chile la cifra de pobres alcanza a aproximadamente 2.5 millones de habitantes. Tercero, los vergonzosos niveles de desigualdad. Al año 2013 (34), el 20% más rico de la población mundial consumía el 86% de sus recursos, mientras que el 20% más pobre sólo el 1.3%. El 20% de los más ricos utilizaban el 58% de toda la energía del planeta, mientras que el 20% más pobre menos del 4%. El 20% más rico producía el 63% de los gases con efecto invernadero, mientras que el 20% más pobre generaba sólo el 2%. El 20% más rico consumía el 84% de todo el papel y poseía el 87% de los vehículos, mientras que el 20% más pobre usaba menos del 1% de ambos. Además, a nivel país, Chile es uno de los ejemplos más preocupantes de desigualdades económicas (35): ostentando el índice más alto dentro de toda la OCDE y uno de los más grandes en el mundo. Diversos defensores del modelo económico imperante han planteado que las desigualdades serían inherentes a la condición 28
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humana y, por lo tanto, deberíamos aprender a vivir con ellas. Sin embargo, investigaciones en altruismo han demostrado lo equivocado de tales argumentos (36). Además, ha quedado demostrado que el peligro de las desigualdades no sólo radican en la injusticia social que conlleva, sino que además llevaría a múltiples e indeseables problemas sociales que estarían poniendo en riesgo la sana convivencia y el futuro de nuestras democracias. Sólo a modo de ejemplo, Wilkinson & Pickett (37) han encontrado en sus estudios que a medida que la desigualdad aumenta, también lo hacen la mortalidad infantil, los homicidios, el número de prisioneros en las cárceles, el embarazo adolescente, la obesidad y las enfermedades mentales. Además, la desigualdad haría caer la confianza, el bienestar infantil y las tasas de innovación. Cuarto, los graves problemas de gobernabilidad, junto a las consiguientes revoluciones civiles que hemos observado durante el último tiempo en diversas naciones del globo (Egipto, Siria, etc.), estarían poniendo en serio riesgo la estabilidad democrática de nuestro sistema de convivencia a nivel mundial. Por último, las demandas por un mayor progreso material que hemos visto durante las últimas décadas, habrían puesto una enorme presión sobre la salud física y mental de la población. El crecimiento económico acelerado de muchos países, como Chile, ha llevado a que las “tensiones del modelo social” se traduzcan en la aparición de síntomas psiquiátricos y psicosomáticos. Los individuos en estos escenarios deben ofrecer “soluciones biográficas a contradicciones sistémicas” con un claro costo en su salud mental (38). Hoy en día podemos observar aumentos sin precedentes en las tasas de obesidad, estrés, depresión, suicidios, alcoholismo, drogadicción, ansiedad, y automedicación a nivel mundial. Chile, por ejemplo, según la OCDE (35), es la segunda nación que más ha aumentado sus tasas de suicidio (55%) en los últimos 15 años, siendo superado sólo por Corea del Sur. Además, nuestras tasas de depresión y obesidad no están lejos de las de países más enfermos del planeta. Para las Naciones Unidas, gran parte de estos dilemas modernos tendrían su origen en la forma en que hemos venido entendiendo y midiendo el “progreso”. Esto, debido a que hemos estado conviviendo con un sistema económico donde su estandarte ha sido por años el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que el ser humano ha pasado a segundo plano. Como consecuencia, hemos visto un desmedido afán por promover un crecimiento económico ilimitado en un planeta que como ya sabemos, posee recursos finitos. Afortunadamente, en la actualidad existe un consenso internacional respecto de la necesidad de un Nuevo Paradigma de Desarrollo (NPD). Hoy en día, un modelo basado exclusivamente en el crecimiento económico y el consumo se ha hecho insostenible. En este sentido, han surgido voces de prestigiados científicos mundiales (incluidos varios Nobel de Economía) que nos han demostrado que si bien es cierto que el crecimiento económico nos pueden mejorar diversos indicadores de progreso material, esto no se ha traducido en La Felicidad 29
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un progreso real de la calidad de vida de las naciones. Por lo tanto, lo que necesitaríamos sería un paradigma alternativo de desarrollo, donde la búsqueda de la riqueza material se subordine a un modelo de sociedad sustentable, y donde el ser humano y toda forma de vida en la tierra estén al centro de este. La pregunta clave seria, entonces, ¿cómo deberíamos concebir este nuevo modelo de desarrollo? ¿Cuál debería ser el objetivo central a perseguir por las sociedades modernas y por las políticas públicas? Para Bután, la ONU y diversas otras organizaciones internacionales, la respuesta es clara: la felicidad.
Sí, la felicidad! La felicidad seria el indicador que mejor puede reflejar la calidad de vida de los individuos y el verdadero progreso de una nación. Además se ha descubierto que la felicidad puede ser parte de la solución a los cinco graves dilemas que el mundo está enfrentando hoy en día. Por ejemplo, más de 30 años de investigación científica han demostrado que la felicidad tiene notables implicancias en la calidad de vida de la población y de sus habitantes. A nivel individual, las personas más felices poseen menores niveles de ansiedad, estrés y depresión; sus sistemas inmunológico y cardiovascular están más protegidos; son menos propensos a la obesidad y a las adicciones y; viven más años (39). Además, a nivel organizacional, las personas más felices son más productivas, cooperativas y creativas, lo que debería aportar a un mayor y mejor progreso social para ir en ayuda de los más pobres. Finalmente, a nivel social y planetario, las personas más felices protegen más el medioambiente, ayudan de mejor forma a mantener la paz social, y luchan con más fuerza por reducir las inequidades y la pobreza. Por lo tanto, potenciar la felicidad tanto de las personas como de los países se ha transformado en un imperativo ético y moral para las personas, los gobiernos y las políticas públicas. Un mundo más feliz podría ayudar a disminuir la actual crisis medio-ambiental, la pobreza, las inequidades, las adicciones, las enfermedades mentales y los riesgos de inestabilidad democrática. El desafío, por lo tanto, es cómo implementar este Nuevo Paradigma de Desarrollo. Paradigma que debiera tener como objetivo central promover la felicidad de la humanidad y el bienestar de toda forma de vida sobre la tierra, lo que solo puede ocurrir a partir de nuestra preocupación y ocupación por nuestra salud mental individual y colectiva. A esta tarea gigantesca se ha venido abocando desde hace decenas de años el Reino de Bután. De hecho, su rey ya en los años 70 declaraba al mundo que para ellos era más importante la Felicidad Interna Bruta (FIB) que el Producto Interno Bruto. A partir de esa declaración, Bután se ha abocado a evaluar y a potenciar su FIB, incluyendo indicadores de bienestar psicológico, distribución del tiempo, vitalidad comunitaria, diversidad cultural y sustentabilidad, como medidas de progreso social. 30
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Siguiendo las recomendaciones y el ejemplo del modelo Butanés, en el año 2011, en un hecho histórico, la Asamblea General de las Naciones Unidas y el pleno de sus miembros –incluido Chile– hizo un llamado formal a la construcción e implementación de este nuevo paradigma de desarrollo basado en la felicidad (40). Con esta declaración quedaría establecido que la felicidad debería ser el objetivo central de los estados y de las políticas públicas. Para la ONU el desafío es cómo incorporar nuevas medidas de bienestar que reflejen un verdadero avance en el progreso de las personas y los pueblos. Medidas que debieran reflejar la calidad de vida de nuestra generación y de las venideras, y por lo tanto, generar los incentivos suficientes para vivir en una sociedad más equilibrada, próspera y sustentable. De aquí surge la idea de promover un Nuevo Paradigma de Desarrollo basado en la felicidad, el bienestar y el florecimiento humano. A partir de esta resolución del 2011, y a petición de ONU, Bután ha comenzado a liderar el proceso para la implementación de este Nuevo Paradigma de Desarrollo. Para ello, ha convocado a un grupo de trabajo de líderes mundiales –economistas, cientistas sociales, expertos en salud mental, altos representantes de la sociedad civil, del mundo político y espiritual– con el objeto de abordar la tarea de generar las recomendaciones necesarias para implementar este nuevo modelo. Este paradigma debe incluir y medir, al menos cuatro dimensiones complementarias: felicidad y bienestar; uso eficiente de recursos; sustentabilidad ambiental y justicia y equidad. Juntas, estas cuatro dimensiones ayudarán a orientar las políticas globales hacia una sociedad más feliz, pero también más sustentable. Este Nuevo Paradigma de Desarrollo buscará, por lo tanto, maximizar la felicidad humana y el bienestar de toda forma de vida sobre la tierra, aspirando a satisfacer nuestras necesidades físicas/materiales, emocionales, espirituales (sentido) y relacionales de la mejor forma posible. Sólo de esta manera nuestro nuevo modelo de desarrollo podrá ayudar a revertir el calentamiento global, a proteger nuestro ecosistema, a disminuir la pobreza y las desigualdades, y a mejorar la salud mental de la población, llevándonos a un estado de florecimiento pleno. Probablemente lo que están proponiendo Bután y la ONU ha sido uno de los cambios más radicales que el mundo ha experimentado en pos de su florecimiento, y de la disminución de las injusticias, la miseria y del sufrimiento humano en toda su historia. Sin embargo, a pesar de que parezca lejano, la evidencia muestra que el cambio es completamente posible. Jamás la humanidad antes había contado con la abundancia material, ni con el avanzado conocimiento tecnológico que tenemos en la actualidad. Sólo debemos cambiar el foco y comenzar la búsqueda de una felicidad sustentable. Para finalizar esta introducción, queremos comentarles que este libro nace de la necesidad de compartir con ustedes estas evidencias y reflexiones. Hoy es necesario que todos nos La Felicidad 31
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informemos y nos ocupemos del tipo de desarrollo que queremos tener en el mundo. Para lograr este objetivo, hemos invitado a escribir a profesionales de diferentes áreas sobre el tema del bienestar y la felicidad, cada uno desde su mirada y su experiencia. No esperamos que el libro tenga una solo ruta, como tampoco suponemos que todos encontrarán la felicidad por los mismos caminos. La integración respetuosa de la diversidad nos hace bien, por lo que los invitamos a mirar con apertura crítica los diferentes matices que aparecerán en estas páginas. Esperamos entonces que estos contenidos aporten a su reflexión intelectual y a su desarrollo profesional, pero sobre todo que sirva para su vida personal y su entorno afectivo. Sólo nos queda para empezar este desafío de bienestar y felicidad, dejarles una pregunta abierta: ¿cuánto será suficiente para ser feliz?
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CAPÍTULO 1
Bases científicas y neurobiológicas de la felicidad
Marcela Bitran y Attilio Rigotti
Capítulo 1 BASES CIENTÍFICAS Y NEUROBIOLÓGICAS DE LA FELICIDAD Marcela Bitran y Attilio Rigotti
Introducción Durante las dos últimas décadas, el bienestar subjetivo y la felicidad se han constituido en un tema de gran interés para la ciencia. Equipos interdisciplinarios de neurobiólogos, psicólogos y biólogos moleculares trabajan conjuntamente para identificar las bases biológicas de las emociones y de estados más globales como la afectividad, el optimismo y la empatía. El crecimiento exponencial de esta disciplina, bautizada como neurociencia afectiva, ha sido posible gracias al desarrollo de modernas técnicas de imágenes y trazado neuronal que permiten ‘ver’ en tiempo real la actividad de regiones específicas del cerebro en respuesta a distintos estados emocionales y afectivos. Los objetivos de estos estudios son identificar los correlatos biológicos del bienestar subjetivo y la felicidad, explicar las diferencias individuales en afectividad y regulación emocional e identificar las anomalías asociadas a enfermedades que comprometen el bienestar de las personas y su vida emocional. Las evidencias científicas indican que en el cerebro del ser humano existen núcleos y circuitos neuronales cuya actividad subyace a nuestros estados afectivos y cuyo deterioro se asocia a trastornos del ánimo y el bienestar. Gracias a estas redes neuronales podemos experimentar emociones como la ternura, la empatía, el temor y la pena. El sistema límbico, por ejemplo, está constituido por varios núcleos y circuitos subcorticales y nos permite asignar valor emocional a los estímulos externos. Este sistema es fundamental para organizar nuestra conducta, para decidir si acercarnos o alejarnos de un estímulo, y evaluar el balance riesgo/beneficio que hagamos de la situación. En esta evaluación, juega un rol fundamental la corteza prefrontal (CPF), que hasta hace poco se creía participaba exclusivamente en procesos racionales superiores y que en la actualidad se ha demostrado juega un rol preponderante en la regulación de los estados emocionales. En este capítulo intentaremos resumir el ‘estado del arte’ del conocimiento científico que aborda el estudio de las bases biológicas de las emociones y la afectividad. Reflexionaremos también sobre la importancia de la plasticidad cerebral como una posibilidad de cultivar nuestro bienestar individual mediante actividades intencionadas. Finalmente, abordaremos el tema de la biología del bienestar intersubjetivo, revisando las evidencias científicas que apoyan la idea que gran parte de nuestro bienestar depende de nuestra sincronización biológica con las demás personas que nos rodean. Capítulo 1 - La Felicidad 39
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La importancia de las emociones en el bienestar humano “No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta” - Vincent Van Gogh. Tanto las emociones positivas como las negativas son indispensables para nuestra supervivencia como seres biológicos, y el balance adecuado entre ellas es fundamental para un funcionamiento óptimo del ser humano. La teoría de la evolución ha considerado por mucho tiempo las emociones negativas como un dispositivo adaptativo fundamental que ha permitido al hombre sobrevivir frente a diferentes tipos de amenazas y condiciones de riesgo. En contraste, este no ha sido el caso de las emociones positivas, las cuales no habían ocupado hasta hace poco tiempo un lugar importante en el análisis evolutivo. Sin embargo, el surgimiento de la afectividad mental positiva está lejos de constituir un contrasentido biológico. Mientras las emociones negativas (ej., rabia, temor, rechazo y pena) generaron respuestas específicas y focalizadas que permitieron la sobrevida de nuestra especie frente a diferentes tipos de amenazas, la aparición y la persistencia de vías neurales asociadas a las emociones positivas (ej., amor, esperanza, alegría, perdón, compasión, fe, asombro y gratitud) cumplieron un rol clave durante el desarrollo más reciente de nuestro cerebro al permitir ampliar el repertorio de pensamientos y conductas posibles de las especies superiores y dar pie a conductas caracterizadas por la cooperación y la creatividad. Una gran variedad de estudios realizados por la psicóloga Barbara Fredrickson de la Universidad de Carolina del Norte y otros grupos académicos de EE.UU. y Europa han demostrado experimentalmente que las emociones positivas promueven el desarrollo de una amplia variedad de recursos cognitivos, afectivos, físicos y sociales (1-6); todo lo cual se traduce -entre otras cosas- en mejor tolerancia a condiciones estresantes, aumento de nuestra tolerancia a los extraños y expansión de nuestra creatividad (7,8). Por ejemplo, un experimento randomizado controlado de meditación compasiva demostró que las personas que aprenden a generar sentimientos de compasión y amor mediante esta práctica meditativa construyen más recursos psicosociales, tales como mayor atención plena, propósito en la vida, apoyo social y presentan una disminución en síntomas de enfermedades (9). Este tipo de evidencia es consistente con la teoría de la ampliación y construcción (Broaden and Build Theory) que propuso Fredrickson como posible explicación para el origen evolutivo de las emociones positivas (4). Esta teoría plantea que las emociones positivas amplían el repertorio de pensamientos y acciones de un individuo. Esta mentalidad ampliada -derivada de las emociones positivas- promueve ideas y actividades novedosas y creativas y nuevos vínculos sociales, que a su vez generan más medios personales que van desde los recursos físicos e intelectuales hasta recursos sociales y psicológicos. De esta forma, según Fredrickson, las emociones positivas habrían sido seleccionadas a lo largo de la evolución porque determinaron una ventaja adaptativa que aumentó la sobrevida de nuestros ancestros (4). 40
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Consistente con la teoría de Fredrickson, George Vaillant, profesor de la Universidad de Harvard y director del estudio longitudinal más largo acerca de calidad de vida, va más allá al proponer que la sobrevivencia de nuestros ancestros en la sabana africana hace algunos millones de años atrás, no habría sido posible sin la selección natural de emociones prosociales (7,8). Estas emociones -postula Vaillant- serían la fuente de la espiritualidad humana y la clave para el progreso cultural evolutivo de nuestra especie (7,8). Desde un punto de vista fisiológico, a diferencia de las emociones negativas que activan el sistema nervioso simpático responsable de la respuesta ‘fight or fly’, las emociones positivas activan el sistema parasimpático. De esta forma, emociones como la alegría, compasión, cercanía, confianza y perdón disminuyen la presión sanguínea, la frecuencia cardíaca y respiratoria y la tensión muscular (10,11), todos estos efectos derivados de una mayor activación parasimpática. Por otra parte, tanto las emociones positivas como la conectividad social se asocian a una mayor actividad del nervio vago, un regulador clave de la actividad del corazón (12). De hecho, estudios realizados con adultos jóvenes sugieren que la inducción de emociones positivas puede proteger frente al impacto cardiovascular del estrés, al facilitar la recuperación de la activación fisiológica causada por estímulos estresantes (13). En conclusión, las emociones positivas son determinantes fundamentales de nuestro bienestar fisiológico, psicológico y social. Ellas tienen un valor adaptativo crucial para nuestra especie y su cultivo intencionado puede promover el florecimiento de personas y organizaciones, al generar espirales ascendentes de positividad (4,13).
Las emociones, un asunto de neuronas ¿Dónde, en qué parte de nuestro ser se originan las emociones? La alegría o la pena ¿son un asuntos del corazón o de la mente? ¿Qué tiene que ver nuestro cerebro con todo esto? O, aún más, ¿qué rol juega nuestro sistema nervioso en el origen y consecuencias de las emociones? La distinción entre mente y cerebro ha sido y será motivo de innumerables ensayos y debates, aunque el análisis de este tema se encuentra fuera del propósito de este capítulo. Para efectos de esta exposición, entenderemos que las actividades cognitivas y emocionales, o la experiencia de conciencia, son una propiedad emergente de la actividad de circuitos neuronales distribuidos espacialmente en el cerebro y que funcionan simultáneamente (14). Las emociones y los pensamientos tienen su origen en la actividad del sistema nervioso; son -por decirlo en forma simple- un ‘asunto de neuronas’. Ciertamente, esto no quiere decir que no participe el resto del cuerpo. De hecho, el cerebro no puede disociarse del cuerpo en que reside; por el contrario, cuerpo y cerebro funcionan en una relación dinámica, a través de la inervación sensorial y motora que llevan la información desde el medio externo y de La Felicidad 41
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nuestro propio cuerpo hacia el cerebro –a través de los receptores exo y propioceptivos- y transforman esta información en acciones con las que incidimos en el medio circundante. En los últimas décadas, la neurociencia afectiva ha intentado identificar los circuitos y procesos cerebrales que subyacen a nuestro emocionar. Aunque no ha sido posible localizar las experiencias subjetivas de felicidad o desdicha a un solo lugar específico en el cerebro, la evidencia sugiere que ciertos circuitos neuronales se activan selectivamente en respuesta a determinadas experiencias emocionales. Así, se han identificado núcleos subcorticales cuyas neuronas forman redes que se activan cuando experimentamos placer y emociones positivas, involucrando preferentemente el núcleo accumbens y el área tegmental ventral (15). Por otra parte, las emociones negativas -particularmente el miedo- se asocian preferentemente a la activación de la amígdala cerebral, una pequeña estructura en la base del cerebro cuya tarea principal es detectar las señales de peligro. La amígdala recibe información sensorial a través del tálamo y forma parte de un circuito que incluye, entre otros núcleos al hipocampo (15). En experimentos de resonancia magnética funcional, el neurobiólogo Richard Davidson y colaboradores han demostrado que existen diferencias individuales notables en la reactividad de la amígdala, siendo más difícil para algunas personas ‘apagarla’ una vez que la señal de peligro ha desaparecido (16). Esta capacidad de recuperación tiene consecuencias para el bienestar global pues las personas que tienen dificultades en regular la activación de la amígdala presentan crónicamente niveles elevados de cortisol, asociado a situaciones de estrés sostenido (17).
El placer, un caso especial Antes del boom de la investigación sobre la neurobiología de las emociones humanas, la neurociencia del placer y las conductas motivadas había ocupado el interés de diversos equipos científicos. Estos estudios, realizados principalmente en animales de experimentación, han permitido identificar una red neuronal dentro del cerebro llamada circuito de la recompensa o del placer (15,18). Se ha postulado que una parte de este circuito -o algo similar a éste- participaría en lo que conocemos como el bienestar hedónico humano (18). Desde el punto de vista evolutivo, la capacidad de sentir placer es ciertamente una característica adaptativa, que está presente en diversas especies animales más allá del ser humano. Además de la comida, el sexo es uno de los más potentes placeres requeridos para la sobrevivencia e involucra los mismos circuitos cerebrales que se activan frente a la ingesta de un alimento apetitoso. Según plantea Berridge y Kringelbach en una excelente revisión sobre la neurobiología del placer y el bienestar (18), aún el placer más simple es mucho más que una sensación aislada; sino que requiere la participación de otros sistemas cerebrales 42
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especializados, capaces -por así decirlo- de pintar un ‘halo hedónico’ a la sensación; es decir, de hacer que ‘gustemos’ de la experiencia sensorial. Muchos otros estímulos son capaces de activar este sistema neuronal, entre ellos algunas drogas adictivas que -se ha sugeridoactúan secuestrando este circuito cerebral que evolucionó para mediar los efectos hedónicos de los refuerzos naturales, como la comida y el sexo (19). El circuito del placer (o la recompensa) está conformado por una red de puntos hedónicos (ubicados debajo la corteza cerebral), de los cuales el núcleo accumbens es uno de los principales componentes. La activación neuroquímica de estos puntos hedónicos crea un espiral cerebral de intenso placer cuando se encuentra con los estímulos apropiados que generan estos estados de máximo placer sensorial. Además de este circuito, la experiencia de placer -plantean Berridge & Kringelbach (18)estaría codificada en la actividad neuronal de otros sitios en el cerebro anterior, que incluyen la amígdala y la corteza prefrontal (especialmente en las regiones frontorbital, cingulada anterior e insular). Así, el placer -generado de la actividad del circuito básico de la recompensa- pondría en movimiento nuevos circuitos que estarían a cargo de la cognición (recuerdos) y el aprendizaje, que acompañan a la experiencia placentera. Estos hallazgos permiten subrayar el hecho que aun la experiencia placentera más simple está compuesta de un set complejo de procesos psicológicos (ej., desear, gustar, aprender), cada uno de los cuales posee una base biológica propia (18). Los circuitos de codificación del placer parecen tener un rol en la anhedonia –incapacidad de sentir placer–,un síntoma característico de algunas enfermedades como la depresión y la esquizofrenia. Aunque inicialmente se pensaba que los estímulos hedónicos eran incapaces de activar los circuitos subcorticales asociados al placer en estos pacientes, la evidencia reciente señala que la anhedonia se relaciona más bien con deficiencias en la actividad de las cortezas frontorbital, cingulada anterior e insular, que contribuyen a la codificación del placer. Es decir, aunque estos pacientes retienen la capacidad de experimentar algunos placeres básicos, no se activan los mecanismos cognitivos que asignan valor hedónico a estas experiencias (18).
Neurotransmisores y placer La dopamina ha sido considerada por excelencia el neurotransmisor del placer. Esta conclusión deriva de innumerables estudios realizados con técnicas de microdiálisis cerebral que han reportado liberación de dopamina del núcleo accumbens cuando animales experimentales están en presencia de un estímulo hedónico como una comida (20). Sin embargo, la interpretación de estos resultados -en cuanto al rol real de la dopamina en la experiencia de placer- ha sido discutida. Evidencia reciente sugiere que –más que generar placer– este neurotransmisor facilitaría la valoración psicológica o la experiencia La Felicidad 43
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placentera, fortaleciendo la motivación y la consolidación de estas memorias (18). Otras sustancias químicas involucradas en la activación de los circuitos del placer incluyen a las endorfinas y la anandamida, equivalentes endógenos de drogas como la morfina y los tetrahidrocanabinoles, respectivamente (15,18). No sería sorprendente que en los próximos años se descubra que muchos otros neurotransmisores y moduladores participen en la generación y codificación de las experiencias hedónicas. Por otro lado, sabemos que un rasgo distintivo de los seres humanos es la experiencia de placeres de orden superior, que incluyen el logro personal, intelectual, artístico, musical, altruista y trascendente. Aunque la neurociencia de los placeres superiores tiene un desarrollo muy incipiente, estas experiencias parecen resultar de una actividad cerebral que se superpone y resuena con los centros de placer más básicos. Así, el cerebro aparentemente utiliza algunos de los mecanismos de generación de sensaciones hedónicas para los placeres de orden superior (15, 18).
Afectividad positiva y bienestar psicológico Los hallazgos reportados por Richard Davidson indican que la afectividad positiva y el bienestar psicológico están relacionados con la actividad eléctrica de la corteza prefrontal (21,22), región que hasta hace poco se asociaba exclusivamente con funciones relacionales y ejecutivas. Las personas con mayor actividad de la corteza prefrontal izquierda (responsable de conductas de acercamiento y sensibilidad al esfuerzo positivo) reportan mayor felicidad y reaccionan más positivamente frente a estímulos externos. Lo contrario ocurre con quienes registran mayor actividad en la corteza prefrontal derecha (responsable de la manifestación de conductas evitativas, ansiedad, miedo y angustia). Esta diferencia de actividad en ambos lados de esta región se denomina asimetría funcional de la actividad de la corteza prefrontal. En términos simples, la corteza prefrontal actúa como un regulador de la conducta, que integra la actividad de núcleos subcorticales relacionados con la percepción de emociones y otras zonas de la corteza cerebral, y realiza una estimación del balance entre riesgo versus oportunidad de las situaciones con carga emocional. El cociente entre la actividad eléctrica basal de la corteza prefrontal izquierda y la derecha es una característica fisiológica relativamente estable para cada individuo y representaría la disposición heredada genéticamente a experimentar un mayor o menor grado de bienestar (afectividad positiva) basal y una mayor o menor apertura frente a la exposición a nuevas experiencias. Los estudios realizados por Davidson y colaboradores con más de 150 individuos indican que el cociente puede variar en un rango de 30 veces de un individuo a otro. Interesantes experimentos recientes sugieren que sería posible aumentar este cociente, -y junto a ello la afectividad positiva basal- mediante la práctica de actividades de resignificación cognitiva (23) y de mindfulness (24).
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Neuroplasticidad: la propiedad que nos hace libres Un hallazgo revolucionario de las investigaciones neurocientíficas de los últimos años es la constatación que el cerebro adulto es plástico, es decir, que su actividad y estructura puede cambiar en función de las experiencias que vivamos (25-28). Este concepto ha desafiado el dogma tradicional de la neurociencia que concebía al cerebro como un órgano estático y resistente a remodelación. Actualmente, existe amplia evidencia científica que indica que vivencias o intervenciones específicas pueden cambiar la conectividad sináptica, la densidad del árbol dendrítico de las células nerviosas y la conductividad neuronal (29). Un hallazgo extraordinario en el área de la neuroplasticidad fue el descubrimiento de neurogénesis en el cerebro adulto. Este fenómeno se documentó en el giro dentado –una región del hipocampo relacionada con la memoria– como consecuencia de la práctica de ejercicio físico regular y de la exposición a ambientes enriquecidos que generaron nuevas neuronas en animales de experimentación (28). Esto ha sido demostrado recientemente en seres humanos por un grupo de psiquiatras y neurocientíficos de la Universidad de Washington en Saint Louis, EE.UU. Ellos reportaron que los niños criados en un contexto de afectividad positiva tienen un hipocampo más grande que el resto de los niños, cuando son estudiados al ingreso a la escuela (29). Según Davidson, los circuitos relacionados con la conducta social y emocional parecen particularmente sensibles a la experiencia y las vivencias tempranas, y posiblemente determinan nuestra vulnerabilidad o resiliencia individual (30). En lo que respecta al bienestar, se ha establecido científicamente que intervenciones que van desde la práctica del ejercicio físico moderado (31), la terapia cognitiva que permite resignificar las emociones negativas (32) y hasta intervenciones derivadas de prácticas contemplativas (33-35) inducen plasticidad y promueven el bienestar subjetivo y las conductas prosociales. Sin embargo, es fundamental indicar que la neuroplasticidad es una propiedad del cerebro que funciona para ambos sentidos. Así, se ha demostrado que el cerebro de niños sometidos a estrés crónico también cambia, modificándose las conexiones neuronales del hipocampo, la corteza prefrontal y la amígdala (36,37). Más aun, se ha probado que la neurogénesis es inhibida por estresores físicos y sociales crónicos (38).
Impacto neurofisiológico el bienestar
de
intervenciones
que
promueven
Grandes esfuerzos de investigación han estado dirigidos a intentar modificar la emocionalidad de las personas de modo de incrementar su afectividad positiva. De hecho, trabajos recientes sugieren que es posible modificar la emocionalidad, la afectividad y los procesos biológicos que subyacen a ellas. Las evidencias más sólidas provienen de estudios La Felicidad 45
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que incluyen actividades intencionadas que involucran el entrenamiento de la atención plena, conocida como mindfulness (33-35,39-41), y la resignificación de las experiencias emocionales negativas (32,39). El estudio neurofisiológico de prácticas contemplativas como la atención plena y ‘loving kindness meditation’ ha mostrado resultados promisorios en la identificación de los mecanismos neurales por los cuales esta práctica ejerce sus efectos favorables y la demostración de la plasticidad de los circuitos cerebrales que subyacen en funciones mentales complejas. Varios trabajos realizados en individuos con vasta experiencia en este tipo de meditación se han correlacionado con cambios en la fisiología y estructura del cerebro, incluyendo un aumento en el flujo sanguíneo y el espesor de la corteza cerebral (40,41). Además de promover un aumento en la sensación de bienestar subjetivo, estas prácticas pueden modificar la asimetría funcional de nuestra corteza prefrontal, aumentando la actividad del lado izquierdo de esta región cerebral, la cual es responsable de las emociones positivas y las conductas de acercamiento, como consecuencia de la neuroplasticidad (24,42).
La neurociencia afectiva: los otros como fuente de nuestra emocionalidad Aunque es un hecho evidente que nuestro bienestar y emocionalidad depende fuertemente de nuestras interacciones y relaciones con los demás, sólo recientemente contamos con evidencias científicas para entender algunas de las bases y consecuencias biológicas de nuestras interacciones afectivas con otras personas. El análisis de este tema excede el propósito de este capítulo, sin embargo, por el impacto que nos parece tendrá para el entendimiento integral del desarrollo bienestar humano, mencionaremos a continuación algunos estudios relevantes. En un trabajo clásico publicado en la revista Science en 2003, Naomi Eisenberger reportó que la exclusión social produce en el cerebro una experiencia de dolor indistinguible del dolor físico (43). Mediante técnicas de resonancia magnética funcional, se observó que, al ser excluidos de un juego, se activaban las vías neuronales asociadas al dolor físico (corteza cingulada anterior y corteza prefrontal ventromedial) en los cerebros de los participantes. De este estudio se acuñó el término dolor social, y en la década transcurrida desde la publicación de este trabajo, ha habido un gran desarrollo de este campo de la neurociencia afectiva. Existe otra línea de estudios que han demostrado que los cerebros de las personas que comparten simultáneamente experiencias emocionales (como ver juntos una película) 46
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sincronizan su actividad eléctrica (44). El poder compartir con el otro la experiencia subjetiva, de manera literal, permitiría explicar el contagio emocional y la capacidad de entender la experiencia de los demás, ambas funciones indispensables para mantener los lazos sociales básicos. Desde la perspectiva del bienestar, los futuros avances de la neurociencia intersubjetiva serán muy importantes pues sabemos que la conectividad con los demás en uno de los factores de protección más importantes para la salud y longevidad (45).
Conclusión En este capítulo hemos intentado sintetizar los hallazgos científicos más importantes que abordan el estudio de las bases biológicas de las emociones y la afectividad. La neurociencia ha demostrado que los seres humanos poseemos un cerebro maravilloso y plástico; equipado con circuitos que nos dotan de una vida emocional que nos permite orientarnos en el mundo, relacionarnos con otros seres humanos y aprender y practicar nuevas estrategias para aumentar nuestro bienestar y el de los demás. La evidencia disponible ofrece una enorme oportunidad y permite vislumbrar nuevas perspectivas para la educación de la positividad y el bienestar de las generaciones futuras.
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CAPÍTULO 2
Epidemiología del bienestar subjetivo en chile
Juan Carlos Oyanedel, Magdalena Browne, Camila Mella y Cristián Ayala
Capítulo 2 EPIDEMIOLOGÍA DEL BIENESTAR SUBJETIVO EN CHILE Juan Carlos Oyanedel, Magdalena Browne, Camila Mella y Cristián Ayala
1. Introducción: ¿qué es el bienestar? En los últimos años, el interés por medir e incorporar el llamado bienestar subjetivo en las políticas públicas ha crecido en forma significativa, tanto a escala global como nacional. En efecto, ha tomado vigor la actividad académica orientada a investigar el tema desde hace al menos dos décadas (1). A nivel mundial, la presentación ante la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas del Informe Mundial de la Felicidad (2012), y la publicación por parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) del Índice de Mejor Vida (Better life index) –que incorporan la dimensión de satisfacción de las personas –son sólo dos muestras de cómo el bienestar subjetivo podría tener un efecto performativo en la medida que un mayor número de políticas públicas asuman este enfoque. Asimismo en Chile, se observan hitos relevantes, tales como la publicación del último Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dedicado al tema, y la inclusión de preguntas sobre la temática en la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), realizada por Ministerio de Desarrollo Social (2011). Recurrentemente, el concepto de bienestar subjetivo se asocia al de felicidad. En este sentido, no deja de ser paradójico que la reflexión sobre la felicidad se encuentre en la raíz del pensamiento social. No obstante, es durante un periodo relativamente reciente cuando el bienestar subjetivo se incorpora a la investigación sistemática de las Ciencias Sociales. La discusión y la pertinencia del bienestar subjetivo ha emergido como propia de sociedades post materialistas –en el sentido de concepto utilizado por Inglehart (2)–, ante la evidencia empírica que, en países de desarrollo medio y alto, el aumento de los ingresos económicos no se traduce en un incremento en la misma proporción del nivel de bienestar subjetivo de las personas; o bien, el mayor desarrollo económico trae consigo nuevas problemáticas. Por ejemplo, los movimientos sociales de los últimos años tanto en Chile, América Latina, Estados Unidos, o Europa, se asocian a la noción de “malestar” a pesar de ser, países catalogados como de ingreso medio o alto. La paradoja anterior fue definida por Easterlin (3) al dar cuenta del caso de Estados Unidos de mediados del siglo XX. En cualquier época, los individuos más ricos se declaran más felices que los individuos pobres, pero una sociedad que se torna más rica, no necesariamente se Capítulo 2 - La Felicidad 55
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hace más feliz en la misma magnitud o proporcionalidad. Una de las razones que explicaría dicha paradoja remite al ejercicio de comparación constante que las personas hacen respecto a otros, lo que se conoce como desigualdad relativa: así, mientras más alto se perciban en la escala social, más felices son. Incluso, si todos suben de posición social, el estatus permanece invariable. Una segunda razón, remite a que factores sociales (como la inseguridad, la desconfianza en las instituciones, entre otras), han contrarrestado los beneficios asociados a ingresos más altos. El fenómeno anterior implica revisar la relación entre felicidad y crecimiento económico. Si bien, es posible que el aumento del ingreso –sea del Producto Interno Bruto (PIB) o del PIB per cápita– se asocie a incrementos en los niveles de bienestar objetivo, su efecto se modera pasado ciertos umbrales de ingresos (4). También estos estados de desarrollo se enfrentan a nuevas problemáticas propias de la riqueza, como los problemas psicológicos, la pérdida del sentido de comunidad, el declive de la confianza en las instituciones, la falta de cohesión social, entre otros. En este sentido, es posible sostener que la dimensión subjetiva requiere ser incorporada para entender entornos y dinámicas sociales más complejas (5).
2. Cuando lo subjetivo es el objetivo En sus inicios, e incluso actualmente, los estudios sobre el bienestar han sido criticados debido a su subjetividad, no obstante, es justamente allí donde radica su valor. De hecho, cuando se determina el bienestar subjetivo a través del grado de satisfacción, se mide la percepción que las personas tienen respecto a su propia vida, por lo que su análisis no remite sólo a su situación material, sino que también, a la forma en que se vinculan con otros, a sus expectativas de vida, y a sus logros. De esta forma, se complementa la definición tradicional del bienestar “objetivo” de las personas y de las sociedades (medido, principalmente, como disponibilidad de ingresos), permitiendo humanizar las políticas de desarrollo, haciéndolas más inclusivas. Disciplinas como la psicología, la sociología, la economía, la medicina, entre otras, han mostrado que el bienestar –a pesar de ser una experiencia subjetiva– puede ser objetivamente medido. En efecto, preguntarle a las personas si están satisfechas con sus vidas entrega importante información, pues difiere sistemáticamente entre sociedades y a través del tiempo. Las razones de dichas brechas son identificables y modificables, por ejemplo, por la forma en que las políticas públicas son diseñadas e implementadas. En este sentido, es razonable pensar tanto en políticas orientadas a conseguir incrementar la satisfacción vital de la población, como en aumentar sus ingresos o la dotación de servicios públicos. En esta dirección apuntan los Objetivos de Desarrollo del Milenio que la Organización de las Naciones Unidas ha fijado para el año 2015. Ahora bien, cabe señalar que la medición del bienestar subjetivo, principalmente remite a consignar las declaraciones (reportes auto-evaluativos) que las personas realizan sobre 56
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sus propias vidas, a través de encuestas estadísticamente representativas de la población. Al respecto, la literatura registra distintos tipos de constructos a través de los cuales el bienestar subjetivo es operacionalizado, constatando al menos tres dimensiones: 1) la evaluativa global de carácter cognitivo (satisfacción con la vida en campos específicos), 2) la experiencial (estados emocionales recientes), y 3) la eudaimónica que considera el sentido y los propósitos en la vida (6). Para algunos investigadores, los indicadores evaluativos cognitivos, por sí solos, no son suficientes. Durante el último tiempo –sobre todo desde la Psicología– ha aumentado la investigación de reportes emocionales, incluso en el plano experiencial (7). Por su parte, en la corriente eudaimónica, es posible inscribir a Diener con la creación de su escala de 1 a 7 que mide el grado de acuerdo respecto a un conjunto de aseveraciones, y a Seligman desde la psicología positiva con el índice PERMA. Ciertamente, una línea de investigación ideal supone la integración de esta triple perspectiva, no obstante, los estudios comparativos a nivel internacional se centran en la primera de las dimensiones (evaluativa cognitiva). En este ámbito, la escala de Cantril (Overall Life Satisfaction, cuya puntuación va entre 0 y10 puntos) es una de las más reconocidas. Siendo utilizada en la Encuesta Mundial de Valores, por el PNUD, y en la Encuesta Social Europea (8). Según el Reporte Mundial de la Felicidad (8), existen diferencias nacionales y regionales en los niveles declarados de satisfacción con la vida. Al respecto, destacan las diferencias entre los países industriales y los mayormente rurales (África Subsahariana y África). Así, mientras en Europa los mayores porcentajes de respuesta se aprecian entre los 7 y 8 puntos (44%); en Asia lo hacen en torno a los 5 puntos (35,1%). Asimismo, la desviación estándar de los promedios de la escala es de aproximadamente 2 puntos para los países de América Latina y el Caribe, siendo de las más altas junto a Europa del Este, Medio Oriente, y África Subsahariana. El mismo reporte, además señala que los países cuyos habitantes declaran mayor satisfacción con la vida (considerando el promedio de las puntuaciones obtenidas en la escala de Cantril) son Dinamarca, Finlandia, Noruega, y los Países Bajos (con promedios cercanos a 8 puntos). Para América Latina, los que presentan mayores promedios son Costa Rica, Venezuela y Panamá (con puntuaciones superiores a 7 puntos), seguidos por Colombia, Argentina y Chile (con puntuaciones que oscilan entre 6 y 7 puntos). La literatura señala que el bienestar subjetivo corresponde al grado con que una persona juzga favorablemente la calidad global de su propia vida como un todo (9). De este modo, este indicador no pretende imponer una definición sobre qué es la felicidad de las personas encuestadas. Por el contrario, intenta obtener una declaración propia e individualmente establecida. Al respecto, Veenhoven (9) señala que el bienestar corresponde a un estado duradero, no pasajero, capaz de trascender estados emocionales instantáneos. De esta La Felicidad 57
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manera, se asume que es “algo” que una persona piensa y siente, por lo que puede medirse a través de la declaración que se realiza sobre ella (auto reportes evaluativos), pudiendo ser asida mediante entrevistas, encuestas, y otros instrumentos aplicados a la población general. A partir de lo anterior, es posible afirmar que los indicadores utilizados en la medición de la satisfacción con la vida (o satisfacción vital) son válidos, en cuanto arrojan medidas consistentes en el tiempo (confiabilidad), correlacionadas con aplicaciones en otros contextos, de entrevistas u otros instrumentos (validez). En este sentido, entregan resultados relativamente estables en el corto plazo, lo cual ha permitido indagar en las variables asociadas al bienestar subjetivo, tales como género, edad, salud, vínculos sociales, y trabajo (10).
3. Hacia la epidemiología del bienestar subjetivo en Chile En el último tiempo, Chile se ha inscrito entre los países que han incorporado en las estadísticas oficiales la medición del bienestar subjetivo. En efecto, por primera vez, en su aplicación 2011, la encuesta Casen incorporó la escala de Cantril modificada (ajustada a escala 1 a 10), preguntando: “Considerando todas las cosas, ¿cuán satisfecho está usted con su vida en este momento? En una escala de 1 a 10, donde 1 significa que usted está completamente insatisfecho y 10 significa que está completamente satisfecho. ¿Dónde se ubica usted?”. Esto constituye un primer esfuerzo en la exploración de las declaraciones de bienestar subjetivo de la población chilena. La encuesta cuenta con una muestra compleja de 78.385 casos, los cuales permiten estimar estadísticas con alta confiabilidad1. Por consiguiente, desde esa perspectiva, es posible considerar a la Encuesta Casen 2011 como una línea base, que permitirá observar la evolución de este indicador a través del tiempo. Específicamente, a continuación se presenta el análisis descriptivo de este indicador a nivel general, y de acuerdo a distintas variables que la literatura especializada sobre bienestar subjetivo han identificado como relevantes. A la vez, dicho análisis es complementado –cuando es pertinente– con estudios del área que han utilizado, además de Cantril, otros indicadores de bienestar subjetivo con muestras, aunque representativas, de menor tamaño que la encuesta Casen, tales como la del PNUD (5) y del Instituto de la Felicidad Coca-Cola (11).
1 Responden los mayores de 15 años presentes al momento de la realización de la entrevista. Utiliza la escala de Cantril, modificada entre 1 y 10, como en la Encuesta Mundial de Valores. 58
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a) Distribución general Los datos arrojados por Casen 2011 dan cuenta de un panorama general del bienestar subjetivo en Chile, ya observado en estudios anteriores. A nivel nacional, se registra un promedio de 7,2 de satisfacción con la vida. Asimismo, la mayoría de los encuestados reporta un grado importante de satisfacción global con la vida, considerando que el 67% se sitúa en una nota 7 o más, dentro de una escala de 1 a 10 puntos. De hecho, tal como se observa en el gráfico 1, se muestra una curva que concentra a casi un tercio de la muestra (31%) en el polo superior (suma notas 9 y 10). Si bien la Encuesta Casen no evalúa la satisfacción con la vida en relación a campos específicos, otros estudios como el Informe de Desarrollo Humano, la Encuesta Nacional Bicentenario (realizada por la Pontificia Universidad Católica & Adimark), La Encuesta Internacional de Bienestar Subjetivo Infantil (realizada por la Universidad Andrés Bello junto a la Universidad del Desarrollo), y el Barómetro de la Felicidad (realizado por el Instituto de la Felicidad Coca-Cola y la Pontificia Universidad Católica), dan cuenta que la satisfacción declarada es mayor, cuando es referida a ámbitos de la familia (hijos, padres, pareja), que con respecto a otras dimensiones como la ocupación, la salud o el tiempo de entretenimiento. Dichas diferencias permiten sostener que las personas son capaces de evaluar o emitir un juicio sobre su vida, discriminando diferentes aspectos o dimensiones. Al mismo tiempo, este juicio global, no necesariamente va acompañado de estados emocionales permanentemente positivos; en efecto, estados emocionales negativos (como rabia o cansancio) pueden ir acompañados de un balance o juicio global más favorable (5). Por consiguiente, este juicio evaluativo sobre la vida en su conjunto, no es unívoco, sino puede estar matizado por ámbitos o momentos de insatisfacción.
Nº1 Satisfacción global para el total de la muestra (porcentaje, escala de 1 a 10) completamente satisfecho
20,8
9
9,7
8
16,3
7
16,2
6
12,4
5
14,8
4
4,7
3
2,2
2
1,3
completamente insatisfecho
1,6 0,05
,0
10,0
15,0
20,0
25,0 La Felicidad 59
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Asimismo, es posible distinguir que el promedio de la escala de satisfacción vital difiere entre las regiones del país, mostrando las puntuaciones más altas, las regiones de Aysén (7,7) y Magallanes (8,0); y las más bajas, las regiones del Maule (6,8) y la Araucanía (6,7). Al respecto, cabe señalar que las primeras corresponden a regiones extremas, cuyos habitantes tienen un fuerte sentido de comunidad y autonomía (así lo demostraron las movilizaciones sociales del 2011 y 2012 en dichas zonas). Por su parte, las segundas, corresponden a regiones que registran los mayores niveles de pobreza y de segregación urbana en sus capitales.
Nº 2 Satisfacción global según región del país (promedio, escala de 1 a 10) 8,5 8,0
8,0 7,5 7,0
7,5 7,2 7,3
7,7 7,4 7,4
7,2 7,3 7,2 6,8 6,9
7,1 7,0
7,2
6,7
6,5 6,0
En términos residenciales, el Gráfico 3 registra que el promedio de satisfacción vital es significativamente mayor en zonas urbanas que rurales. Sin embargo, no es posible determinar si estas diferencias se explican a partir variables socioeconómicas, territoriales o demográficas a este nivel de análisis.
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Nº3 Satisfacción global según zona geográfica (promedio, escala de 1 a 10) 8,5 8,0 7,5
7,2
7,2 6,9
7,0 6,5 6,0 Urbana
Rural
Total
Por otra parte, según la edad, se observa que el segmento más joven (menores de 30 años), reporta mayores niveles de satisfacción con la vida respecto a los rangos etarios intermedios y superiores. En mediciones realizadas en otros países, se ha observado que la relación con la edad tiende adoptar una forma de “U” (12), donde los extremos declaran mayor satisfacción. De hecho, tomando los datos de Casen 2011, significativamente el mayor nivel de satisfacción se reporta entre los más jóvenes (de 18 a 39 años), seguido por el de los mayores de 75 años.
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Nº4 Satisfacción global según rango etario (promedio, escala de 1 a 10) 8,5 8,0 7,5
7,4 7,2
7,0
7,0
7,0
7,0
7,1
40-49 años
50-59 años
60-74 años
75 o más años
6,5 6,0 18-29 años
30-39 años
Según sexo, los niveles de satisfacción con la vida también difieren, tanto a nivel general como en todos los tramos etarios. Se observa que las mujeres (con un promedio de satisfacción vital de 7,1) declaran niveles significativamente inferiores que los hombres (con un promedio de 7,3), tal como se reporta en otros estudios en este campo (12). Asimismo, se observa que los hombres se declaran más satisfechos con su vida que las mujeres en todos los rangos etarios, con excepción de los mayores de 75 años. En efecto, cada sexo posee curvas de promedios de satisfacción vital diferentes: mientras la de los hombres tiende a la baja hacia la tercera edad (alcanza el promedio 7,0 entre los mayores de 75 años, siendo el más bajo de todo el ciclo vital masculino), la de las mujeres termina en alza y en forma de “U” (pues las adultas mayores equiparan el promedio de las mujeres jóvenes -7,2 luego de sufrir un descenso en los tramos intermedios). Estas diferencias a lo largo del ciclo vital probablemente están asociadas a brechas relacionadas con la integración social, por ejemplo, ingresos, escolaridad e integración al mercado del trabajo.
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Nº5 Satisfacción global según sexo y rango etario (promedio, escala de 1 a 10) Hombre
Mujer
8,5 8,0 7,5 7,0
7,5 7,2 7,2
7,1
7,3
7,1
7,1
7,0
6,9
6,9
40-49 años
50-59 años
60-74 años
6,5
7,2
7,0
6,0 18-29 años
30-39 años
75 o más años
b) Bienestar subjetivo y vinculación personal y social La literatura señala que los chilenos declaran mayores niveles de satisfacción con su vida en relación a aspectos vinculados a su círculo íntimo, tales como la familia, la pareja, y las amistades. En efecto, la investigación internacional ha mostrado en general, que tener pareja estable se relaciona positivamente con las declaraciones de felicidad y bienestar subjetivo general, luego de ser controlada por efectos demográficos (4). Lo anterior, se fundamenta no sólo en el apoyo afectivo que generaría “estar con otro”, sino también, en consideraciones materiales, como por ejemplo, aumento del ingreso del hogar, en el caso que ambos miembros de la pareja trabajen, entre otros elementos. Al observar los datos de la Encuesta Casen 2011, en el Gráfico 6 se aprecia que las personas con pareja estable y que cuentan con un vínculo legal declaran mayores niveles de satisfacción (promedio de 7,4), que las personas que no conviven con pareja (promedio de 7,1). Pese a ello, se observa que personas con pareja “de hecho” reportan niveles de satisfacción inferiores (promedio de 6,9). Lo anterior, puede estar relacionado con factores económicos, ya que la proporción de uniones “de hecho”, en términos relativos, es menor en los sectores de mayores ingresos, por lo cual no es posible extraer inferencias concluyentes de esta situación. Sin embargo, tanto literatura especializada como otros estudios nacionales (11), dan cuenta que las personas que tienen más vínculos y apoyos sociales (percepción de confianza), tienden a reportar mayores niveles de satisfacción.
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Nº6 Satisfacción global según tipo de relación de pareja (promedio, escala de 1 a 10) 8,5 8,0 7,5
7,4 7,1 6,9
7,0 6,5 6,0 Con unión legal
Unión de hecho
La Encuesta Casen, también, permite observar las diferencias de satisfacción vital para un tipo particular de vínculo, a saber: “terceros no directos”, tales como la participación en agrupaciones o colectivos, los cuales se refieren a la asociatividad desde la perspectiva del capital social. En este sentido, se observa que quienes sostienen participar, en al menos una organización, se declaran más satisfechos con su vida (promedio de 7,3), que aquéllos que afirman no participar en ninguna (promedio de 7,1).
Nº7 Satisfacción global según participación en alguna organización o grupo organizado (promedio, escala de 1 a 10) 8,5 8,0 7,5
7,3 7,1
7,0 6,5 6,0 Sí
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No
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Ahora bien, entre quienes participan en alguna organización, quienes declaran mayores niveles de satisfacción son aquéllos que asisten a un grupo de voluntariado (promedio de 7,8), agrupaciones juveniles o de estudiantes, y clubes deportivos o recreativos (ambos con promedios de 7,6). Asimismo, destaca que las personas que afirman ser parte de grupos de identidad cultural, manifiestan menores niveles de satisfacción con la vida (promedio de 6,9), que aquéllos que no participan en ningún grupo u organización (promedio de 7,1). Pese a lo anterior, aún se debe determinar si estas variables pueden estar afectadas por otros factores como el nivel socioeconómico, la edad, entre otros. En efecto, según datos de la misma Encuesta Casen 2011, el 25% de la población participa en alguna de estas instancias, de las cuales, el 48,4% tiene entre 31 a 59 años.
Nº8 Satisfacción global según tipo de organización en que participa (promedio, escala de 1 a 10) grupos de voluntariado
7,8
agrupaciones juveniles o de estudiantes
7,6
club deportivo o recreativo
7,6
agrupaciones artísticas
7,5
organización religiosa o iglesia
7,4
agrupación ideológica o corporativa
7,3
agrupaciones de adulto mayor
7,3
grupos de autoayuda en salud
7,2
agrupaciones de mujeres
7,1
juntas de vecinos u otra org. territorial
7,0
grupos de identidad cultural
6,9
no participa en ninguna org. o grupo
7,1 6,06
,5
7,07
,5
8,08
,5
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c) Satisfacción con la vida y aspectos socioeconómicos La literatura especializada sobre bienestar subjetivo ha analizado ampliamente la relación entre el campo económico y el bienestar subjetivo, enfocándose principalmente en conocer el efecto del ingreso en las declaraciones de satisfacción. De hecho, se ha debatido intensamente al respecto (5), determinándose que la relación no es lineal, y que superados ciertos niveles de ingresos (sea a nivel país o individual) su efecto se modera. No obstante, en países en vías de desarrollo como Chile, donde además se presentan altos niveles de desigualdad social, el factor económico cobra una mayor importancia. El Gráfico 9 registra diferencias estadísticamente significativas en los niveles de satisfacción vital reportados en cada grupo socioeconómico. En efecto, si se considera el quintil de ingreso autónomo familiar2, se observa un promedio de 8,0 para el quintil V (de mayor ingreso) y uno de 6,5 para el quintil I (de menor ingreso). Asimismo, es posible sostener que la curva que forman los promedios de satisfacción vital declarada según quintil, corresponden a una línea ascendente, por tanto, la satisfacción con la vida tiende a aumentar a medida que se asciende de quintil de ingreso.
Nº9 Satisfacción global según quintil de ingreso autónomo familiar (promedio, escala de 1 a 10) 8,5 8,0
8,0 7,4
7,5
7,2
7,0 6,5
6,8 6,5
6,0
ii
ii
ii
iv
v
2 El ingreso autónomo, también llamado ingreso primario, se define como todos los pagos que recibe el hogar como resultado de la posesión de factores productivos. Incluye sueldos y salarios, ganancias del trabajo independiente, la auto-provisión de bienes producidos por el hogar, rentas, intereses, pensiones y jubilaciones. 66
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La relevancia del aspecto económico no sólo se debe entender como el ingreso en sí mismo, sino que como una posición socioeconómica, esto es, una situación a partir de la cual se acceden a ciertas condiciones y oportunidades en ámbitos como trabajo, educación y apoyo social, entre otros posibles elementos. Al respecto, el Informe de Desarrollo Humano 2012 de PNUD (5), reporta no sólo diferencias significativas en los reportes de satisfacción para personas de diversos niveles sociales, sino que también en la forma cómo es entendida la felicidad. Así, por ejemplo, mientras para los niveles socioeconómicos C3 y D, la felicidad se asocia a la noción de “tranquilidad económica” (por ejemplo: no endeudarse); el nivel ABC1 la vincula a la “autorrealización del proyecto de vida” (por ejemplo: satisfacer la vocación profesional). En este sentido, se podría argumentar que esta “percepción” puede estar afectada por las condiciones objetivas de ingreso y por la estructura de costos, pero también, por aspectos subjetivos como las expectativas materiales que cada persona tiene respecto a su propia vida. En el campo económico, la condición laboral también aparece como una variable relevante para entender la satisfacción con la vida. Según la Encuesta Casen 2011, las personas que desempeñan alguna actividad laboral (“ocupado”)3 declaran mayores niveles de satisfacción que aquéllas que se encuentran sin trabajo (“desocupado” o “inactivo”)4. En efecto, el nivel de satisfacción declarado de las personas ocupadas alcanza un promedio de 7,3, mientras que el de las inactivas es de 7,1 y siendo el más bajo el de las personas desocupadas, que alcanza sólo un 6,5. Efectivamente la investigación internacional ha dado cuenta que la inserción laboral adquiere relevancia no sólo por ser una fuente de ingresos o estatus social, sino que, también, por constituirse como un espacio que posibilita establecer vínculos sociales. Tal como observan Diener y Seligman (5), las actividades del trabajo remunerado pueden además proveer momentos de entretención, estructurar el día, proveer contactos y vinculaciones sociales, constituyéndose como un medio para lograr reconocimiento y una fuente de involucramiento. El trabajo puede ser un desafío y dar sentido.
3 La condición de “ocupado” responde a las personas de 12 años o más que durante la semana pasada (a la medición), al menos durante una hora, realizaron alguna actividad remunerada (en dinero o especies), sean estos formales, informales, u ocasionales; excluyendo los quehaceres del hogar. Asimismo, se incluyen a las personas que estuvieron ausentes temporalmente por licencia, enfermedad, huelga, etc. 4 La condición de “desocupado” responde a las personas de 12 años o más que durante la semana (a la medición) no tenían empleo remunerado ni trabajo por cuenta propia. Asimismo, se incluyen a quienes han buscado trabajo en las últimas cuatro semanas. Por su parte, la condición de “inactivo” responde a las personas de 12 años o más que durante la semana pasada (a la medición) no tenían empleo remunerado ni trabajo por cuenta propia, ni buscaron trabajo. La Felicidad 67
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Nº10 Satisfacción global según condición de actividad (promedio, escala de 1 a 10) 8,5 8,0 7,5
7,3
7,1
7,0 6,5 6,5 6,0
d) Salud y calidad de vida La salud y calidad de vida, en general, corresponden a un campo de análisis habitual en los estudios de bienestar subjetivo, especialmente en aquéllos asociados a población adulta mayor. En efecto, las condiciones o situaciones de impedimento físico no sólo operarían como una limitante material desde la perspectiva de la satisfacción individual, sino que también, desde la autopercepción de logro. De hecho, la evaluación de la calidad de vida representa el impacto que la percepción del propio estado de salud y de las condiciones de vida, tienen sobre la percepción del bienestar (13). En relación a lo anterior, la Encuesta Casen 2011 consulta sobre las condiciones y el estado de salud. Tomando sólo la condición de salud reportada por los entrevistados, el Gráfico 11 indica que aquellas personas que padecen algún tipo de dificultad de salud prolongada en el tiempo reportan menores niveles de satisfacción vital (con promedios entre 5,3 y 6,9) que las personas que no poseen alguna dificultad (con promedio de 7,2). Al respecto, destaca que las personas que padecen dificultades psiquiátricas, mentales o intelectuales, son quienes reportan menores niveles de satisfacción con la vida, con promedios de 5,8 y 5,9, respectivamente.
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Nº11 Satisfacción global según dificultad de salud (promedio, escala de 1 a 10, considerando sólo la primera mención de un total de tres) 7,2 6,9 6,6 6,4 6,3 5,9 5,8 5,05
,5
6,06
,5
7,07
,5
8,08
,5
Ahora bien, otras investigaciones han profundizado en entender la salud no sólo como presencia o ausencia de enfermedades, sino que también en la percepción que las personas tienen de su propio estado de salud (14). En este sentido, es relevante considerar que pueden existir otros elementos que atenúen los efectos de la salud física en la satisfacción con la vida, tales como: vivir con seres queridos, tener acceso a servicios de salud de buena calidad, contar con apoyo médico oportuno, entre otros. De esta manera, es posible sostener que la satisfacción con la vida reportada por los encuestados está relacionada con la autopercepción de salud y con el nivel de estrés declarado que estos poseen (11). Esto resulta crucial a la hora de analizar la relación entre bienestar y salud mental, en tanto es posible identificar nexos claros entre la autopercepción de salud y la satisfacción vital. Uno de los desafíos del análisis del bienestar, es encontrar una vinculación más directa con la salud mental, lo que permitiría promover políticas enfocadas al bienestar que a la vez traigan consigo mejoras en los niveles de salud mental de la población.
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4. Conclusiones Se ha presentado un panorama general de la epidemiología del bienestar subjetivo en Chile, lo que constituye un insumo de carácter descriptivo tanto para la opinión pública, como para la investigación científica. En el caso de Chile, tanto la discusión política como la investigación respecto al bienestar subjetivo son relativamente escasas. En este sentido, un importante avance en ambas direcciones lo constituye la inclusión de un ítem de la materia en la Encuesta Casen del año 2011. A través de la incorporación de la escala de Cantril modificada (entre 1 y 10 puntos), se generó una línea base representativa a nivel nacional. El análisis descriptivo realizado a la escala de bienestar subjetivo incorporada en la Encuesta Casen 2011, permite señalar: 1) La satisfacción con la vida es desigual, pues se aprecian diferencias estadísticamente significativas en los niveles reportados según sexo, región y zona de residencia, nivel socioeconómico, situación ocupacional y condición de salud. 2) Las diferencias reportadas en la satisfacción con la vida invitan a la profundización de la investigación en la materia, con el objeto de indagar sus causas y consecuencias (tanto a nivel general como personal). Siendo Chile un país en vías de desarrollo, pero con altos niveles de desigualdad socioeconómica, requiere humanizar las políticas públicas para enfrentar los problemas propios de sus condiciones socio-históricas. En este sentido, la perspectiva del bienestar subjetivo entrega luces claras sobre algunas orientaciones útiles para avanzar en el diseño e implementación de políticas más inclusivas. En efecto, considerar las declaraciones de satisfacción vital de la ciudadanía, invita a mirar al Estado no sólo como un sistema de provisión de bienes y servicios, sino que como un agente que incorpora la opinión de sus ciudadanos como parte inseparable de su actividad.
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CAPÍTULO 3
Midiendo el bienestar subjetivo: aspectos conceptuales y metodológicos Juan Carlos Oyanedel, María Ángeles Bilbao y Camila Mella
Capítulo 3 MIDIENDO EL BIENESTAR SUBJETIVO: ASPECTOS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICOS Juan Carlos Oyanedel, María Ángeles Bilbao y Camila Mella
1. Introducción El bienestar es un concepto que a los diseñadores de políticas públicas les interesa. En efecto, desde el paradigma del desarrollo, la perspectiva del bienestar subjetivo entrega algunas orientaciones útiles para avanzar en políticas sociales más inclusivas. Considerar los niveles de bienestar de la ciudadanía, invita a mirar al Estado no sólo como un sistema de provisión de bienes y servicios, sino como un agente que incorpora la opinión de sus ciudadanos como parte inseparable de su actividad, es decir, como un representante más fidedigno de la voluntad general. De este modo, el paradigma del bienestar permitiría aportar en la construcción de sociedades más humanas, democráticas, y con mayores niveles de cohesión social. Desde esta perspectiva, la definición y medición del bienestar pasa a ser un punto crítico en la medida que participa del diseño e implementación de políticas públicas. Sin embargo, el bienestar parece un concepto difícil de definir o, más bien, parece no tener una definición única ni unívoca. En efecto, el bienestar se asocia a términos tales como calidad de vida, satisfacción con la vida y felicidad, entre otros. Sin embargo, ¿qué es y cómo definimos y medimos el bienestar?
2. Enfoques teóricos del bienestar El concepto de bienestar es uno de los principales campos de debate en relación a estos nuevos modelos de desarrollo, de hecho múltiples conceptos (tales como bienestar social, calidad de vida, y últimamente, bienestar subjetivo y felicidad), integran un abanico bastante diverso de dimensiones del bienestar. Como señala Villatoro (1), en términos de desarrollo histórico, los debates sobre el bienestar se remontan incluso a la Grecia clásica, donde Aristóteles señalaba la distinción entre bienes externos, corporales y psíquicos, señalando que los tres tipos de bienes deben estar presentes para la existencia del bienestar. Los bienes externos y corporales son una base para el desarrollo de los bienes psíquicos, que son los que finalmente llevan al hombre a alcanzar
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Midiendo el bienestar subjetivo: aspectos conceptuales y metodológicos
la perfección por medio de la razón. Este enfoque conocido como eudaimónico, es uno de los que ha sido tomado como base por las políticas públicas, dada su capacidad de priorizar la medición de elementos objetivos (bienes externos y corporales). En contrapartida, está el denominado bienestar hedónico, donde la base del bienestar está en la experiencia de placer y satisfacción vivida por los individuos, es decir, en su propia percepción de felicidad. No obstante, la dificultad de desarrollar indicadores de medición de dicho concepto que permitieran la comparación interpersonal, facilitó el desarrollo de un modelo de bienestar de tipo objetivizante.
Dimensiones del bienestar
Bienestar
Bienestar “objetivo”
Satisfacción de necesidades (Política social)
Calidad de vida
Funcionalidad (Salud)
Bienestar subjetivo
Evaluación subjetiva del bienestar (Psicología)
2.1 El bienestar objetivo Visto desde la perspectiva aristotélica, el bienestar objetivo remite, primordialmente a los bienes externos, es decir, a las condiciones materiales ligadas a las necesidades. En este sentido, indicadores como el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita o la disponibilidad de ciertos servicios sociales (conocidos usualmente como “condiciones de vida” o “necesidades”, sean estas básicas o de nivel superior), serían el reflejo de la necesidad que tienen los sujetos de avanzar hacia el desarrollo de bienes de más alta jerarquía. En efecto, su interpretación más usual es que a medida que aumenta el PIB, y mejora la calidad de la educación, el estado nutricional y de salud de la población, también lo hace la capacidad de consumo de bienes y servicios, y por tanto, el bienestar de las personas y el desarrollo de las sociedades. No obstante, los resultados de los procesos de desarrollo basados en este tipo de bienestar, han generado nuevas preguntas respecto a la capacidad del mismo de promover de forma aislada, un adecuado desarrollo de las personas y las sociedades. La desigualdad y el aumento de las enfermedades mentales en las sociedades avanzadas parecen indicar que no es suficiente.
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2.2 La calidad de vida El concepto de calidad de vida se asocia a la definición de salud y a la noción de funcionalidad, asociándose a los “bienes del cuerpo”, desde una lógica aristotélica. En 1948, la Organización Mundial de la Salud definió a la salud como el completo bienestar físico, mental, y social, y no sólo como la ausencia de enfermedad. Dicho término evolucionó, reafirmando que el cuidado de la salud no sólo se vincula a lo físico, sino también al bienestar general que permite que las personas mejoren sus condiciones de vida. De esta manera, existe consenso que la calidad de vida remite a dos significados principales: por un lado, a la presencia de condiciones necesarias para una buena vida y por otro lado, a la práctica del buen vivir, en todos los ámbitos a saber: el físico, el material, el social, el productivo, el emocional, y el cívico (2). De ahí, que la calidad de vida no debe evaluarse ni extrapolarse de una persona a otra.
2.3 Bienestar subjetivo Por otro lado, el bienestar subjetivo, como señala Veenhoven, remite al “balance global que las personas hacen de sus oportunidades vitales –recursos sociales y personales, aptitudes individuales–, del curso de los acontecimientos a los que se enfrentan –privación u opulencia, soledad o compañía– y de la experiencia emocional derivada de ello”(3). En efecto, Diener lo vincula con la noción, más general de calidad de vida, para luego dividirlo en dos componentes principales, a saber: el componente afectivo (ligado a emociones tanto positivas como negativas) y el componente cognitivo-evaluativo (ligado a satisfacción con la vida) (4). En la evaluación que puede hacer el individuo sobre su experiencia vital, se combinan elementos emocionales y cognitivos. Estos, sin embargo, pueden ser estudiados separadamente, proporcionando información significativa en la investigación del bienestar.
Dimensiones del bienestar subjetivo Balance emocional Bienestar Subjetivo
Satisfacción con la vida
Una primera dimensión del bienestar subjetivo se vincula con componentes afectivos o emociones, los que pueden ser tanto positivos (amor, alegría, etc.), como negativos (ira, tristeza, preocupación, etc.). En rigor, las emociones corresponden a reacciones de corto plazo, ligadas a eventos específicos (5). Por consiguiente, el bienestar subjetivo se relaciona La Felicidad 77
Midiendo el bienestar subjetivo: aspectos conceptuales y metodológicos
con la noción de felicidad –que si bien, no ha sido única ni unívocamente definida –enfatiza la manifestación frecuente de emociones positivas en ausencia relativa de emociones negativas. Investigaciones recientes han demostrado que existen niveles basales de felicidad, los que explicarían casi el 50% de la varianza (6), y que reflejarían factores personales, altamente hereditarios (7). Una segunda dimensión del bienestar se vincula con la satisfacción con la vida, la cual se define como el grado en que una persona evalúa positivamente el conjunto de su vida, incluyendo tanto la evaluación de la propia vida como de su contexto social. De este modo, el concepto remite a la capacidad de los individuos de evaluar su vida en una escala que permita distinguir, tanto satisfacción como insatisfacción. A diferencia del componente afectivo-emocional, la satisfacción con la vida puede comprenderse como un estado mental, que está ligado a actitudes y es relativamente estable a través del tiempo (8). Lo anterior, radica en que la mayoría de la información que es utilizada para realizar la evaluación de satisfacción, parece ser accesible de manera cronológica; en otras palabras, dichos juicios están basados, no solamente en la evaluación del momento, sino que incluye toda la información disponible a través del tiempo, permitiendo elaborar comparaciones. A partir de lo anterior, es posible sostener que el bienestar subjetivo no considera posible la existencia de un sujeto aislado de su entorno, cuya satisfacción o felicidad se produzcan al margen del contexto social en que se inserta. Por consiguiente, el bienestar subjetivo también posee una dimensión social, la cual se vincula con las bases intersubjetivas de las creencias positivas sobre el yo, el mundo, y los otros (9). Desde esta perspectiva, la relación entre bienestar subjetivo y salud mental, no consiste sólo en la ausencia de síntomas de ansiedad, depresión o en la relación entre las emociones positivas o negativas. Por ende, más allá que sea condición un balance favorable hacia los afectos positivos, también implica que la persona se respete y valore a sí misma (autoestima), que tenga relaciones positivas con otros, que perciba apoyo social satisfactorio, que crea que controla su ambiente, y que atribuye un sentido positivo a su vida y a su desarrollo personal (10). La literatura sobre bienestar subjetivo ha mostrado que los atributos de la felicidad (componente afectivo-emocional) y de la satisfacción con la vida (componente cognitivo), se asocian entre sí y varían en diferentes contextos culturales. En efecto, ambos hacen referencia a un sentimiento emocional básico sobre la evaluación global de la calidad de vida, que considera desde un ámbito afectivo, cuánto le gusta a una persona la vida que lleva (13). Sin embargo, cabe señalar que los aspectos cognitivos, también están relacionados con los sesgos cognitivos positivos que tienen las personas, los cuales favorecen la mantención de un estilo optimista de apreciación de la vida, el llamado “sesgo del optimismo vital” (11). 78
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2.4 PERMA y Florecimiento Existe una última aproximación al fenómeno del bienestar denominado PERMA (por sus siglas en inglés). Esta aproximación, formulada por Martin Seligman (12), propone que el bienestar se constituye de 5 elementos: a) Emociones positivas (Positive emotions), que se relaciona con lo que los individuos sienten y con una “vida placentera”; b) Involucramiento (Engagement) que apunta a la capacidad de involucrarse de forma completa en una actividad, perdiendo incluso la noción del tiempo y que permite tener una “vida involucrada”; c) Relaciones positivas con otros (Relationships) que apuntan a la capacidad de tener relaciones saludables y con sentido con otras personas, permitiendo tener una “vida conectada”; d) Sentido (Meaning), que apunta a la capacidad de tener un sentido en la vida, es decir un proyecto más grande que nosotros mismos, permitiendo tener una “vida con sentido” y finalmente; e) Logro (Accomplishment), que apunta a la capacidad de cumplir metas y desafíos. Seligman propone que el desarrollo de estas cinco capacidades permitirá a los individuos alcanzar el bienestar y desarrollar sus máximas potencialidades, lo que denomina “florecimiento”.
3. Midiendo bienestar subjetivo Existen múltiples formas de entender el bienestar, que van desde los elementos objetivos a los subjetivos. La literatura nos entrega un amplio catálogo de instrumentos para la medición del bienestar subjetivo. A continuación presentaremos algunos ejemplos de instrumentos utilizados para la medición de dimensiones emocionales y de satisfacción con la vida, y un set de referencias (Anexos) para facilitar la profundización en aquellos lectores que requieran contenidos más especializados.
3.1 Emociones i) Escala de Felicidad Subjetiva (Subjective Happiness Scale) Creada por Lyubomirsky & Lepper en 1999 (13), corresponde a una medida general de felicidad subjetiva, que evalúa una categoría situacional (molar) de bienestar como fenómeno psicológico. Esta escala considera la percepción de felicidad de quien responde, asumiendo que –a pesar de que existen múltiples motivos para ser feliz– las personas tienen una idea general sobre qué es ser feliz, siendo capaces de distinguir si son felices o no. Gracias a su validación en distintas poblaciones, ha sido incluida en la Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey) y la Encuesta Social Europea (European Social Survey). La escala se compone de cuatro ítems, con respuestas tipo Likert (de 7 categorías), cuya corrección se realiza mediante la sumatoria de los puntajes obtenidos. Así, puntuaciones sobre 23 puntos indican “alta felicidad”; y puntuaciones bajo 15 puntos, “baja felicidad”. De La Felicidad 79
Midiendo el bienestar subjetivo: aspectos conceptuales y metodológicos
esta manera, la escala se compone de las siguientes aseveraciones: Aseveración
No muy feliz 1
2
Muy feliz
3
4
5
3
4
5
4
5
6
7
1. En general, me considero
Aseveración
Más feliz 1
2
Menos feliz 6
7
2. En comparación con la mayoría de mis iguales, me considero
Aseveración
Nada en absoluto 1
2
3
Mucho 6
7
3. Algunas personas son muy felices en general: disfrutan de la vida independientemente de lo que suceda, sacan el máximo provecho de todo. ¿Hasta qué punto se ve usted a sí mismo como estas personas?
Aseveración
Mucho 1
2
3
Nada en absoluto 4
5
6
7
4. Por término general, algunas personas no son muy felices. Aunque no se encuentran deprimidas, nunca parecen estar tan felices como podrían. ¿Hasta qué punto se ve a sí mismo como estas personas?
Para el caso de Chile, la Escala de Felicidad Subjetiva fue validad en 2011 para población general, adolescentes y universitarios (15). Las características psicométricas de las mediciones hablan de una adecuada consistencia interna con un valor de Alfa de Cronbach de 0.78; y un solo factor que explica entre un 59.92 y 72.12% de la varianza. ii) Inventario de Felicidad de Oxford (Oxford Happiness Inventory) Creado por Argyle, Martin y Crossland, en 1989 (15), mide los aspectos motivacionalesconductuales (tendencia a socializar, capacidad de gozar de las gratificaciones), afectivos (buen estado de ánimo, calma), cognitivos (optimismo, visión positiva del yo y del futuro) y fisiológicos (capacidad para dormir bien, vitalidad, apetito normal), de la felicidad. Esta escala es una inversión de los ítems de depresión de Beck, más la suma de ítems específicos sobre felicidad. Se puede obtener una medida global de felicidad al sumar 80
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los 29 ítems, así como 6 dimensiones, las que no muestran un buen funcionamiento en castellano (16). La puntuación es de tipo Likert de 1 a 4, con frases acordes a lo expuesto en el ítem correspondiente. La puntuación de esta escala correlaciona r = .57 con una escala de satisfacción con la vida de Diener, y r = -.52 con la escala de depresión BDI (18). La escala se compone de las siguientes aseveraciones: t No me gusta demasiado mi forma de ser t Me interesan mucho los demás t Me da la impresión de que la vida es muy satisfactoria t Siento mucho cariño por casi todo el mundo t Pocas veces me siento descansado cuando me levanto por la mañana t No soy demasiado optimista con respecto al futuro t Normalmente, casi todo me parece divertido t Siempre me comprometo y me involucro t La vida está bien t No creo que el mundo sea un lugar agradable t Río mucho t Estoy bastante satisfecho con mi vida t No me considero atractivo t Considero que existe una brecha entre lo que querría hacer y lo que he hecho t Soy muy feliz t Encuentro belleza en algunas cosas t Siempre produzco cierto efecto y contribuyo a la alegría en los demás t Encuentro tiempo para todo lo que quiero hacer t Me da la impresión de que, con frecuencia, no controlo demasiado mi vida t Me siento capaz de enfrentarme a cualquier cosa t Me siento muy despierto mentalmente t A menudo me siento alegre y eufórico La Felicidad 81
Midiendo el bienestar subjetivo: aspectos conceptuales y metodológicos
t No me resulta fácil tomar decisiones t Siento que mi vida no tiene un sentido ni un propósito determinados t Me da la impresión de que tengo mucha energía t Suelo influir de forma positiva en los acontecimientos t No suelo divertirme con los demás t No me siento demasiado sano t No tengo recuerdos demasiado felices del pasado iii) Escala de Afectividad Positiva y Negativa (Positive and Negative Affect SchedulePANAS) Creada por Watson, Clark & Tellegen en 1988 (18), mide la afectividad o estado de ánimo, es decir, el nivel de bienestar o malestar subjetivo en un lapso de tiempo determinado. La escala originalmente incluía 27 ítems con dos sub escalas (afectividad positiva y afectividad negativa), que evaluaban una activación disposicional de estas emociones. La subescala de afectividad positiva incluyó 12 ítems, mientras que la de afectividad negativa 15 ítems. La escala busca que las personas respondan cuán a menudo en las últimas semanas, han experimentado cada una de las emociones, con una respuesta tipo Likert de 5 puntos que va desde “muy poco o nada” a “mucho o casi todo el tiempo”. De este modo, es posible obtener una medida de la balanza afectiva, al restar el puntaje de la subescala de afectividad negativa al de la afectividad positiva, obteniéndose una estimación representativa del aspecto afectivo o felicidad del sujeto. Esta escala ha sido trabajada por distintos autores y está validada en su versión al castellano (19). La más utilizada tiene 20 preguntas, 10 de cada emoción, validadas para distintos países de habla hispana, incluyendo Chile (16). Además, existen versiones para niños como el PANAS-C (20), la cual utiliza 20 ítems y tiene un buen funcionamiento psicométrico y de discriminación de casos con sintomatología de depresión y ansiedad. De esta manera, la escala validada en Chile se compone de las siguientes emociones: t Interés t Tensión t Animación t Disgusto 82
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t Energía t Culpa t Susto t Enojo t Entusiasmo t Orgullo t Irritación t Disposición t Vergüenza t Inspiración t Nerviosismo t Decisión t Atención t Intranquilidad t Actividad t Temor
3.2 Componente cognitivo i) Escala de la mejor vida posible (Cantril Self-Anchoring Striving Scale) Creada por Cantril en 1965 (21), mide la percepción que tiene la persona de su vida actual. En efecto, la escala pregunta: “Imagine una escalera de 10 escalones como la que le voy a mostrar, donde el 0 es la parte más baja y 10 es la parte más alta. Supongamos que la parte más alta de la escalera representa la mejor vida posible para usted y la parte más baja de la escalera la peor vida posible para usted, ¿en qué peldaño de la escalera siente que se encuentra actualmente?” – Rango: 0-10. – Uso: Informe de Desarrollo Humano Chile, 2012 – Validada en Español La Felicidad 83
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ii) Escala de Satisfacción con la Vida- Cantril En base a la escala original desarrollada por Cantril, este instrumento mide la percepción que tiene la persona respecto a la satisfacción con su vida actual. En efecto, la escala pregunta: “¿Cuán satisfecho está usted con su vida en este momento? Por favor use esta tarjeta en que 0 significa que usted está “completamente insatisfecho” y 10 significa que usted está “completamente satisfecho” – Rango: 0-10 – Uso: World Values Survey, European Social Survey. – Validada en español Debido a su simplicidad, ha sido ampliamente utilizada en estudios tales como la Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey), la Encuesta Social Europea (European Social Survey). Asimismo, su versión modificada (con puntajes que van de 1 a 10 puntos), fue incluida en la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del año 2011, y por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en la elaboración del Informe de Desarrollo Humano 2012. iii) Escala de Satisfacción con la vida (Satisfaction With Life Scale) Creada por Diener et al., en 1985 (22), la escala intenta aprehender la evaluación que la persona realiza sobre su vida, sopesando lo positivo y negativo, para llegar a un juicio general. Según Diener, las investigaciones sobre satisfacción con la vida se deben centrar en los juicios subjetivos generales, en lugar de considerar la satisfacción en ámbitos específicos. Por tanto, es necesario y pertinente preguntarle a la persona por una evaluación global sobre su vida. Cabe señalar, que la Escala de Satisfacción con la Vida ha sido validada en distintos idiomas, incluido el español. Las características psicométricas, en todos los casos, muestran una alta consistencia interna obteniendo valores Alpha de Cronbach que oscilan entre 0.79 y 0.89. Asimismo, la validez de constructo ofrece una solución monofactorial que explica alrededor del 66% de la varianza de la escala (23). La escala se compone de 5 aseveraciones, con respuesta tipo Likert de 7 puntos, donde 1 significa “completamente en desacuerdo” y 7 “completamente de acuerdo”:
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Aseveración
1
2
3
4
5
6
7
1. En muchos aspectos, mi vida se acerca a mi ideal 2. Mis condiciones de vida son excelentes 3. Estoy satisfecho con mi vida 4. Hasta el momento, he obtenido las cosas que quiero en mi vida. 5. Si pudiera vivir mi vida de nuevo, no cambiaría casi nada
iv) PERMA El segundo Barómetro de la felicidad Coca-Cola Chile (24) incorporó en su informe 2012 una aproximación a la medición de PERMA en el país. Como se señaló, PERMA posee 5 dimensiones, las que a través de su desarrollo conjunto permitirían a las personas “florecer”. La medición de PERMA en Chile se realizó por medio de una combinación de escalas e ítems simples. Para una dimensión se utilizó la escala de satisfacción con la vida de Diener reseñada anteriormente y para las cuatro restantes se utilizaron medidas mono-ítem en formato Likert de 5 categorías, desde “muy en desacuerdo” a “muy de acuerdo”.
Elemento del bienestar
Ítem
(P) Emociones positivas
Escala de satisfacción con la vida de Diener (5 ítems)
(E) Involucramiento
“El trabajo que realizo me encanta y es una de las cosas más importantes de mi vida”
(R) Relaciones positivas
“Existen personas con las que mantengo relaciones cercanas, positivas y significativas”
(M) Significado
“Pertenezco, sirvo o contribuyo a grupos, instituciones o causas que le dan sentido a mi vida”
(A) Logro
“Habitualmente alcanzo las metas y los resultados que me propongo”
Las características psicométricas del instrumento no fueron reportadas públicamente por los autores. No obstante, dada la difusión que esta propuesta sobre el bienestar posee a nivel mundial, resulta relevante conocer sus componentes y analizar los resultados que empiezan a aparecer con PERMA.
4. Conclusiones El bienestar subjetivo es una de las múltiples dimensiones del bienestar, que a pesar del poco tiempo que lleva como foco de investigaciones, tiene una considerable producción científica. No obstante, la multiplicidad de dimensiones y variantes que presenta el tema del bienestar La Felicidad 85
Midiendo el bienestar subjetivo: aspectos conceptuales y metodológicos
subjetivo, limita su capacidad para convertirse en un concepto de fácil uso para los tomadores de decisiones. En este sentido, la decisión tomada por diversos actores (PNUD, Ministerio de Desarrollo Social) de incorporar indicadores de bienestar subjetivo en encuestas de escala nacional, facilita la adopción de indicadores simples para la medición de dimensiones del bienestar (como la escala de satisfacción con la vida – Cantril modificada) por parte de los investigadores nacionales. Este es un desafío que la comunidad académica debe asumir si tenemos como norte, no sólo evaluar la equivalencia de escalas con pretensiones metodológicas, sino también indagar sobre las causas y efectos que el bienestar posee sobre el desarrollo integral y las políticas públicas. De las escalas utilizadas actualmente, son justamente las escalas de satisfacción con la vida (Cantril–Diener) las que a nuestro juicio poseen una mayor capacidad de servir como “líneas base” para la evaluación de intervenciones en esta materia, dada su simplicidad y su robustez psicométrica. Finalmente, es necesario destacar la inexistencia hasta la fecha de estudios longitudinales referidos a temas de bienestar en el país, lo que presenta nuevos desafíos a la hora de identificar las causas y los efectos del bienestar subjetivo.
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ANEXOS 1. Listado de instrumentos para evaluar bienestar Nombre escala
Autores
BISUMED Bienestar Subjetivo de los Médicos
Horwitz et al., 2010
PWS
Ryff y Keyes, 1995
Flourishing Scale
Diener et al., 2009
SPANE
Diener et al., 2009
HPMood Homeostatic Protected Mood
Lai y Cummins, 2012
Australian Unity Wellbeing Index
Cummins et al., 2002
Students’ Life Satisfaction Scale SLSS
Huebner, 1991
Multidimensional Students’ Life Satisfaction Scale MSLSS
Huebner, 1994
Perceived Life Satisfaction Scale PLSS
Adelman et al., 1989
health-related quality of life HRQOL
Langeveld et al, 1996
Cantril scale
Cantril, 1965
Quality of Student Life Questionnaire
Pretty et al., 2002
Life satisfaction Index
Grossman y Rowalt, 1995
Life Satisfaction Checklist LISAT
Fugl-Meyer et al., 1991
Comprehensive Quality of Life Scale (Comqol)
Cummins, 1991
Questions on Life Satisfaction (FLZM)
Henrich y Herschbach, 2000
Escala de felicidad subjetiva
Lyubomirsky y Lepper, 1999
Memorial University of Newfoundland Scale of Happiness (MUNSH)
Moyano et al., 2011
PWI Personal well-being index
Cummins y Lau, 2004
Brief Multidimensional Students’ Life Satisfaction Scale BMSLSS
Seligson, Huebner y Valois, 2003
Satisfaction With Life Scale
Diener, Emmons, Larsen y Griffin ,1985
World Health Organization Quality of Life (WHOQOL-BREF)
Power , Bullinger y Harper, 1999
Life Satisfaction Index LSI-A
Neugarte, Havighurst y Tobin, 1961
La Felicidad 89
2. Instrumentos validados en Chile y sus propiedades psicométricas Nombre escala BISUMED Bienestar Subjetivo de los Médicos Escala de felicidad subjetiva
90
Características Psicométricas Cronbach: 0,9 Cronbach: 0,78
Autores Horwitz et al., 2010 Vera-Villaroel et al., 2011
MUNSH
Cronbach: 0,9
Moyano et al., 2011
PWI Personal well-being index
Cronbach: 0,8
Casas et al., 2012
Brief Multidimensional Students’ Life Satisfaction Scale BMSLSS
Cronbach: 0,736
Casas et al., 2012
Satisfaction With Life Scale
Cronbach: 0,87
Moyano y Ramos, 2007
World Health Organization Quality of Life (WHOQOLBREF)
Cronbach: 0,88
Espinoza et al., 2011
Life Satisfaction Index LSI-A
Cronbach:0,8
Zegers et al., 2009
La Felicidad
CAPÍTULO 4
La felicidad en serio: la psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar Nuria Pedrals y Mónica López
Capítulo 4 LA FELICIDAD EN SERIO: LA PSICOLOGÍA POSITIVA COMO UN CAMINO PARA TRABAJAR ACTIVAMENTE EL BIENESTAR
Nuria Pedrals y Mónica López
La psicología, aquella ciencia que estudia nuestro comportamiento y naturaleza, por años ha enfocado sus esfuerzos en comprender los desórdenes mentales, las razones del sufrimiento humano, los problemas en las relaciones interpersonales, el mal rendimiento, las patologías. Este énfasis tiene algunas razones históricas, otras éticas, e incluso biológicas, como veremos más adelante. Por citar un ejemplo, se puede mencionar el Comprehensive Textbook of Psychiatry del año 2004, con más de medio millón de líneas de texto, dedicaba 100-600 líneas para temas como la vergüenza, la culpa, la rabia y el odio, miles de líneas para la depresión y la ansiedad, pero solamente cinco líneas dedicadas a la esperanza, una línea a la dicha y ninguna línea a la fe, la compasión, el perdón y el amor… Ante este desbalance, durante los últimos años, la psicología positiva surge como un nuevo movimiento dentro de la disciplina, tomando como objeto de estudio los componentes de la felicidad y sus determinantes, así como una preocupación rigurosa respecto a cómo medirla. Todo esto con el fin de determinar el rol de la voluntad y de las actividades conscientes en mejorar la calidad de vida y el bienestar subjetivo. De este modo, ser feliz vuelve a ser un objeto legítimo del estudio científico. Así, la finalidad de la psicología positiva es investigar con rigor científico los aspectos que permiten a las personas florecer, aquellas experiencias y eventos que dan valor y dotan de sentido a la existencia. Martin Seligman se considera uno de los grandes catalizadores del movimiento en la actualidad. Se suele citar la fundación de ésta área de conocimiento en 1998, cuando Seligman fue nombrado presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA) y desplazándose en contra de su historia académica anterior como experto en “desesperanza” o “resignación aprendida”, plantea que la psicología está en deuda, pues ha descuidado el estudio y la aplicación de lo que vale la pena vivir en la vida. El tiempo ha llegado para que la psicología vuelva al equilibrio y también se enfoque en lo que está bien en la personas incluyendo la felicidad, el bienestar y las fortalezas. Es así como en su discurso señala que “la Psicología Positiva se basa en el supuesto que la gente quiere algo más que poner fin a sus sufrimientos. La gente quiere llevar una vida con satisfacción y sentido, cultivar lo mejor de ellos mismos y mejorar sus experiencias personales, familiares, de trabajo y en la comunidad… Tenemos la oportunidad de crear una ciencia y una profesión Capítulo 4 - La Felicidad 93
La felicidad en serio: la psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar
que no sólo cure daños psicológicos, sino que también desarrolle fortalezas para permitir a las personas lograr lo mejor de ellas mismas en la vida…”. A consecuencia de este gesto, se creó un movimiento estos últimos 13 años, donde los psicólogos comenzaron a investigar el funcionamiento óptimo de las personas. El primer gran hito de esta fructífera historia fue la publicación en Junio del año 2000 de un número especial de la revista American Psychologist sobre felicidad, excelencia y funcionamiento humano óptimo. Desde ese entonces se han movilizado cientos de psicólogos y se han otorgado grandes sumas de dinero para investigación en esta área. Han surgido revistas prestigiosas especializadas en estas materias y se han publicado libros de extensa difusión. Las definiciones de felicidad y de bienestar han sido objeto de reflexión desde el comienzo de la humanidad, es por eso que Petersen señala que la psicología positiva tiene una corta historia con un largo pasado. Por este motivo, quisiéramos detenernos a mirar su historia y valorar los aportes de la psicología positiva. Asimismo, buscaremos estructurar con suficiencia el concepto de bienestar, describiremos el impacto de las emociones positivas y se contestarán preguntas fundamentales como por ejemplo, de qué depende que seamos más felices y para qué sirve ser más feliz. En este sentido, la buena noticia que nos entrega la psicología positiva es que existe la posibilidad de tener mayor bienestar y ser más feliz. Necesitamos cambiar la mirada y colocar el foco en descubrir nuestras fortalezas, ser disciplinados en ponernos como meta cotidiana ejercitar aquellas conductas que mencionaremos y que los científicos han descubierto nos hacen bien, independiente de nuestra historia, de nuestros fracasos o problemas. Por último, se verán algunas técnicas y ejercicios que han probado ser muy útiles para el aumento de la felicidad o bienestar subjetivo, con lo que es posible visualizar mejor la práctica concreta de la psicología positiva. Esperamos con este capítulo entusiasmar a profesionales y personas no especialistas a adentrarse en el mundo de la psicología positiva. Creemos firmemente que este movimiento seguirá creciendo e iluminando a los individuos y a la sociedad, lo cual nos ayudará a ser más felices y a construir un mayor bienestar para todos.
Algo de historia Una revisión sintética por los principales textos de la cultura occidental revela la continua preocupación de la humanidad por la felicidad. Los griegos, por ejemplo, tenían una particular forma de entender la felicidad. La palabra exacta era eudaimonía (ενδαιμονία), la cual más allá del placer de los sentidos, consideraba el desarrollo y el florecimiento espiritual de la persona. Ya Platón centraría buena parte de su discusión 94
La Felicidad
Nuria Pedrals y Mónica López
ética en la felicidad o eudaimonía. Declara en el Menón “¿no ocurre, en suma, que todo lo que el alma emprende o sobrelleva bajo la conducción de la prudencia lleva finalmente a la felicidad?”(1). Aristóteles (2), estudiante aventajado de Platón, fundamenta su ética de la virtud alrededor de la eudaimonía y se preguntaba cuál era el mayor bien para los seres humanos. Para Aristóteles la virtud de cualquier cosa está en relación a su función. Así, la virtud de un cuchillo será cortar bien, la virtud de un caballo será transportar bien a su jinete y la de un músico será cantar o tocar bien un instrumento. Si el ser humano es un ser racional, entonces la felicidad del ser humano será una actividad del alma de acuerdo con la razón. Es así como identifica la vida política y la filosófica como las mejores vidas para los seres humanos. Pero bien reconoce Aristóteles que no será una sola acción, sino que “en una vida completa, pues una golondrina no hace verano, y tampoco un solo día; así, ni un solo día ni un lapso breve hacen a nadie feliz y dichoso” (2). Los pensadores cristianos perseveraron en esta reflexión. Entre ellos, San Agustín planteó que “no existe, en realidad, razón alguna para filosofar más que esta: lograr el hombre su felicidad” (3), y Santo Tomás de Aquino, quien pese a su fuerte inclinación teológica creyó que “la felicidad no es algún don enviado inmediatamente por Dios, sino que adviene al hombre a causa de la virtud” (4). Es claro, entonces, que nuestra cultura está imbuida por esta búsqueda de la felicidad y, ante esta realidad resulta inevitable la pregunta ¿por qué la psicología dejó en un segundo plano el estudio de la felicidad? Según Gable y Haidt (5), hay tres razones que explican esta actitud de la psicología, especialmente, durante el siglo XX. Primero, existe una razón ética, ya que la psicología de la enfermedad se preocupa de aliviar el sufrimiento ajeno. La compasión por el prójimo lleva al ser humano a priorizar a quienes sufren por sobre quienes tienen una vida y una salud mental privilegiada. Este sentimiento de urgencia y compasión han determinado gran parte de los esfuerzos científicos al estudio de las patologías. Una segunda razón que justifica la tendencia a enfocarse en los aspectos patológicos, está vinculada al momento histórico en que surgen los desarrollos principales de la disciplina. Como ya han indicado Seligman y Csikszentmihalyi (6), antes de 1945 la psicología tenía como propósito curar las enfermedades mentales, hacer la vida de las personas más productiva y valiosa, e identificar y nutrir los grandes talentos. La Segunda Guerra Mundial trajo consigo una redistribución tanto de los patrimonios como de las preocupaciones de los psicólogos. Millares de psicólogos se volcaron hacia el tratamiento y la cura de los veteranos de la guerra y sus familias. Además, se crearon fondos estatales y privados especiales para financiar la investigación sobre la patología y el trauma. Esto provocó que las principales corrientes dedicaran su tiempo a curar las enfermedades, dejando los otros dos objetivos a la deriva. Una tercera razón, de corte estructural y biológico, explica el foco de los psicólogos en la enfermedad. En su artículo “Bad is Stronger than Good” (7), Baumeister, Bratslavsky, La Felicidad 95
La felicidad en serio: la psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar
Finkenauer y Vohs argumentan que el ser humano es más propenso a percibir las interacciones, la información y los eventos negativos, que los positivos, por razones evolutivas. El hombre en su persistente lucha por adaptarse a los diferentes ambientes naturales, saca provecho de una consciencia superior de las amenazas o potenciales peligros externos. Por tanto, la negatividad sería un principio general en la interpretación de los fenómenos psicológicos que estimulan la mente humana. Si bien el argumento ético, el histórico y el biológico condicionan en cierta medida la práctica de la psicología hacia la atención en las patologías, eso no quiere decir que exista una ley inviolable para seguir en la misma senda teórica. El movimiento de la psicología positiva intenta retomar un camino que guíe a los seres humanos hacia buscar su completo desarrollo, su bienestar y felicidad. Se podría establecer que el problema inicial que articula este nuevo paradigma es la pregunta por la posibilidad de estudiar la felicidad con rigor científico. Compartiendo esta idea, Martin Seligman junto a un grupo importante de colegas, sentían que el paradigma de curar enfermedades como único objetivo de la psicología era poco satisfactorio. De esta manera, se intenta revalorizar preocupaciones desatendidas por los psicólogos de su tiempo, principalmente, las emociones positivas, las fortalezas personales y el funcionamiento mental óptimo. Usando un término cuyo origen está en Maslow1, Seligman construye todo un campo intelectual en el que se suplementan las preocupaciones tradicionales de la psicología, pero a diferencia de la psicología humanista de Maslow, la psicología positiva nunca abandona la pretensión de encontrar validez científica para sus proposiciones. Es decir, un nuevo enfoque, pero con los métodos clásicos de validez. Así, para Seligman, la salud mental no es solo la ausencia de un desorden o patología, sino el desarrollo de una vida significativa. En sus palabras: “curar los negativos no produce necesariamente los positivos” (8). Así es como la psicología positiva no existe solo para quienes están enfermos; es un estudio que interpela a cualquiera que desee mejorar la vida personal y comunitaria. En este sentido, mientras los psicólogos han tratado las debilidades de sus pacientes como la fuente de la salud mental, la psicología positiva propone centrarse en las fortalezas. Es posible plantear que la psicología positiva viene a complementar el campo de la psicología tradicional, pues sugiere nuevas formas de construir recursos para la felicidad de las personas y no solo reparar los daños provocados por desórdenes y eventos traumáticos. También este enfoque ratifica la importancia de dotar de sentido la vida de las personas, de enfrentar el futuro con esperanza, optimismo y autoeficacia. Bajo estos presupuestos es posible decir que hoy se ha configurado un paradigma psicológico cada vez más coherente, que permite a los profesionales, líderes y miembros de las distintas comunidades estudiar la felicidad en serio.
1
Específicamente en el libro Motivation and Personality (1954).
96
La Felicidad
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En su libro Authentic Happiness (9), Seligman reconoce tres formas en las que podemos estudiar la felicidad. Una primera forma sería viendo el impacto de las emociones positivas, tales como el placer, la alegría y la comodidad, las cuales configuran la felicidad hedónica. Una segunda forma de estudiar la felicidad estaría vinculada al compromiso. En términos de Aristóteles, sería el modelo de felicidad que sigue una persona virtuosa, que educa sus pasiones para desarrollarse en todo ámbito de la vida, incluso actuando en contra de sus placeres inmediatos. En la psicología positiva este tipo de felicidad origina lo que se denomina la teoría del flujo, creada por Csikszentmihalyi (10), que en términos amplios se refiere al estado de intensa absorción en el que entran las personas cuando realizan actividades relacionadas con sus fortalezas. Una tercera forma en la que se podría conceptualizar la felicidad es el sentido. Mientras que las primeras dos formas de felicidad están vinculadas a la soledad del individuo, el sentido exige la presencia del resto de los seres humanos. La vida es dotada de sentido al entregar nuestro placer y nuestro compromiso al servicio de los demás. Así. Seligman (8) refiere que “la vida con sentido consiste en sentir pertenencia a algo más allá de sí mismo y la humanidad ha creado instituciones positivas que promueven la práctica y expresión de este sentido”. Estos tres conceptos en conjunto figuran la comprensión de la felicidad para la psicología positiva. Y, aunque Seligman (11) haya ampliado su teoría de la felicidad hacia una teoría del bienestar, las bases originales aún conservan su vitalidad para aportar un concepto rico y complejo de felicidad que comprenda tanto las emociones positivas, el compromiso y el sentido. Para completar el concepto de bienestar agrega, las relaciones interpersonales positivas y los logros, colocándose metas posibles y medibles. Así es como surge el modelo P.E.R.M.A. (Positive Emotions, Engagement, Relationships, Meaning and Purpose, and Accomplishments) Este modelo se constituye como un índice en el que las circunstancias habilitantes en la vida de una persona devienen en un indicador de su bienestar. El modelo P.E.R.M.A. ha sido adoptado globalmente para medir el bienestar de la población. Considerando esto, el concepto que manejaremos en este capítulo está constituido sobre la base del trabajo de Seligman. La felicidad es un estado subjetivo caracterizado por una condición emocional y un enfoque positivo que genera energía, compromiso, bienestar general y satisfacción, además, sentido de la vida y que se revela en el pensamiento, el ánimo y la conducta de dicha persona. Este concepto coincide con la salud mental positiva definida por la Declaración de la Organización Mundial de la Salud, 2004, como “…Un estado de bienestar en el cual un individuo hace realidad sus talentos personales, puede afrontar la vicisitudes normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de contribuir a su comunidad.” Una vez definido lo que la psicología positiva entiende por felicidad corresponde preguntarse si los efectos de la felicidad son capaces de ser medidos. Las ciencias necesitan datos para su investigación, por lo que se requiere esta reflexión metodológica. En esta línea, un aporte La Felicidad 97
La felicidad en serio: la psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar
de la psicología positiva es su rigor científico y la instalación de la medición como parte de su metodología. Estas mediciones de felicidad se han basado generalmente en reportes individuales a través de cuestionarios autoadministrados, aunque en algunos estudios se han asociado a entrevistas por encuestadores, observaciones de conductas por terceros y correlatos fisiológicos. Dentro de diferentes escalas, algunas de ellas determinan una evaluación global basada en la aplicación breve de un sola pregunta, mientras que otras –por ejemplo la medición del bienestar subjetivo– determinan diferentes componentes de tipo afectivo y cognitivo, calificando los encuestados su nivel de afecto positivo y negativo y de calidad y satisfacción con la vida en general, en un periodo de tiempo particular. Dado que pueden existir discrepancias entre la felicidad personal derivada del estado efectivo versus la satisfacción en la vida, se han desarrollado otras escalas que evalúan más específica y globalmente el sentido subjetivo de felicidad. En los últimos años, la medición del bienestar subjetivo y la felicidad ha comenzado a tener un papel central –más allá de un interés académico– como una mejor forma de evaluar el progreso de las sociedades, superando los indicadores económicos como medida del desarrollo, sino más bien transitando desde la mirada del producto interno bruto a una que considere la felicidad interna bruta de cada país.
Determinantes de la Felicidad ¿De qué depende que seamos más felices? , o que reportemos un mayor nivel de bienestar subjetivo? Cuando se aborda esta temática comienzan preguntas que han acompañado a la humanidad desde siempre: ¿la felicidad es duradera,?, ¿todos podemos llegar a ser más felices?, entre otras. El grupo de investigación de la Universidad de Stanford, liderados por Sonya Lyubomirsky el año 2007, luego de recopilar investigaciones realizadas con gemelos univitelinos (con el mismo componente genético), dan grandes pasos en la construcción de un modelo que empieza a dar respuestas. Así, encontraron que un 50% de las diferencias entre los niveles de felicidad de las personas depende de su “valor de referencia” determinado genéticamente. Este valor tiene su origen en los familiares biológicos directos y es un potencial para la felicidad, a la que se retorna a pesar de haber pasado por grandes dificultades. Otra definición de este modelo comprensivo nos plantea que solo el 10% de las discrepancias en los niveles de felicidad se explican por las distintas circunstancias de la vida. Es decir, que las personas provengan de diferentes niveles socioeconómicos, estén sanas o enfermas, hayan alcanzado distintos niveles educacionales, sean más agraciados físicamente, solo incidiría en sus niveles de felicidad en un 10%. Variables como la riqueza y 98
La Felicidad
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la belleza generalmente se sobrevaloran, pero más bien tienen una influencia a corto plazo y limitada para alcanzar la felicidad. El aceptar que las circunstancias de la vida no son la clave nos entrega mucha esperanza para mejorar nuestros niveles de felicidad. ¿Porque los cambios en las circunstancias tienen esa baja participación en los niveles de felicidad? básicamente por la adaptación hedónica. Las personas se adaptan con rapidez a los cambios, por eso circunstancias que pueden ofrecer momentos de gran felicidad al poco andar ya no producen la alegría inicial, por ejemplo un aumento de sueldo, vacaciones, comprar algo, cambiar de casa, etc. Al parecer cuando estamos en la nueva situación simultáneamente cambian nuestras expectativas y en caso que el cambio haya sido positivo, aumentan y si el cambio ha sido negativo, recuperamos el nivel basal de felicidad en un tiempo razonable. Así, la adaptación hedónica permite volver al valor de felicidad referencial. Según los estudios de Lyubomirsky, el 40 % restante descansa en nuestro comportamiento y en los diálogos internos respecto a lo que nos sucede. Los pensamientos tienen una gran importancia en nuestro nivel de felicidad, pues ellos determinan como interpretamos la realidad que vivimos y los juicios que nos hacemos. Una fuente de bienestar justamente tiene que ver con conocer y aprender a reconocer lo que nos decimos frente a nuestras alegrías, pero sobre todo frente a las dificultades que enfrentamos. Muchos de estos pensamientos están teñidos por nuestros miedos y eso obstaculiza fuertemente nuestro bienestar subjetivo. Eso es lo que se denomina la rumiación, fuerte factor de infelicidad que consiste en dar muchas veces vuelta a las cosas y a sus consecuencias. Las personas que lo hacen se obsesionan con las posibilidades: ¿y si pasa esto que voy hacer?; ¿por qué no ocurrió lo que quería?; ¿cómo pasó esto?, entre otras preguntas. Es decir, el ser humano tiene la posibilidad de incidir sobre una parte importante de los factores de su felicidad (40%). Estos datos parecen aún más auspiciosos si se toman en consideración las últimas investigaciones sobre la plasticidad del cerebro, tema que será abordado en otro capítulo. En palabras de Lyubomirsky, la felicidad no consiste en cambiar nuestra constitución genética o nuestras circunstancias, sino a través de lo que hacemos en nuestra vida cotidiana y en nuestra manera de pensar. Esto resulta particularmente esperanzador pues es cuestión de examinar con atención lo que hacen y lo que piensan habitualmente las personas más felices y de acuerdo a esto, instalar nuevas rutinas y hábitos que promuevan nuestro bienestar y el de las personas que nos rodean.
¿Qué hacen las personas que reportan mayores niveles de felicidad ? Como señala Lyubomirsky (12) en su libro La Ciencia de la Felicidad, “las personas que reportan mayores niveles de felicidad dedican tiempo a su familia y a sus amigos, a fortalecer esas relaciones y a disfrutar de ellas. Estas personas se sienten cómodas expresando gratitud por La Felicidad 99
La felicidad en serio: la psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar
todo lo que tienen. A menudo son las primeras en ofrecer ayuda a sus compañeros de trabajo y a las personas que no conocen”. Son amables y generosos. Las personas que reportan sentirse contentas con sus vidas evitan compararse con los demás, este hábito puede resultar muy dañino, pues aumenta la sensación de vulnerabilidad y amenaza, lo que genera inseguridad. Las personas que tienen buenos niveles de bienestar subjetivo no se comparan con otros, sino que usan su propio estándar interno para juzgarse a sí mismos. No se puede ser envidioso y feliz al mismo tiempo. Las personas felices tienen lo que se denomina un estilo atribucional optimista, es decir, visualizan su futuro con esperanza pues ven los problemas como algo transitorio, modificable a través del esfuerzo, acotado a un área de su vida y logran identificar diversos factores externos (además de los internos) que influyen en lo que sucede, entregándoles mayor control y posibilidades de aprendizaje de los momentos difíciles, para así hacerlo mejor en una nueva ocasión. Tienen conciencia y se disciplinan en vivir el presente y no viven secuestrados por lo que ocurrió en el pasado ni por temores respecto al futuro. Se hacen el espacio para saborear los placeres simples de la vida. Instalan el hábito del ejercicio físico en sus vidas y reconocen el bienestar que eso les produce. Además, están profundamente comprometidos con metas y propósitos en sus vidas, ya sean de orden público o privado. Cuando enfrentan dificultades y tragedias se centran en superar el problema, concentran sus esfuerzos en hacer algo con la situación, desarrollan estrategias y planes de acción, además de buscar consejos. Si se trata de problemas o crisis donde es poco lo que pueden hacer, se distraen, practican ejercicio, salen a caminar y buscan apoyo emocional en personas cercanas, no sufren solos y se abren a la posibilidad de ser ayudados, reconocen su sufrimiento y pueden hablar de él. El aumentar el nivel de felicidad requiere disciplina y esfuerzo, se deben introducir hábitos que ayudarán a aumentar el nivel de bienestar subjetivo. Por ejemplo, una de las rutinas fáciles de realizar es aprender a dar las gracias por las cosas buenas que suceden durante el día. Tal Ben Shahar en su libro Ganar Felicidad (13) explica como tener una libreta donde anotar diariamente las pequeñas cosas buenas del día influye en su bienestar subjetivo. Quisiéramos sugerir el compartir este ejercicio en familia, pues aún cuando otros miembros de la familia no tengan la costumbre, igual estarán interesados en saber si lo que se anota en aquel registro cotidiano los incluye a ellos. Eso permite cambiar el foco de las dinámicas donde en lugar de compartir las dificultades del día, exclusivamente se agrega lo bueno, las anécdotas y los momentos gratificantes. La gratitud, que trataremos más abajo con mayor detalle, ayuda a conectarnos mejor con los demás, e inhibe las comparaciones envidiosas. Es incompatible con emociones 100
La Felicidad
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negativas y, de hecho, puede reducir sentimientos como la rabia o la amargura. En términos sencillos, la gratitud es una apreciación por un don recibido. Quien muestra gratitud manifiesta públicamente un bien en su vida. Quien se siente agradecido reconoce que las causas de su bienestar se localizan en el exterior de su propio ego. Además, implica una aceptación y regocijo en las cosas que se poseen, en lugar de apuntar siempre a un bien nuevo. La psicología positiva comprende la gratitud desde el punto de vista de su óptimo funcionamiento con respecto al bienestar y satisfacción con la vida (14). La gratitud está íntimamente conectada con la felicidad desde el punto de vista de la actividad social. Esto debido a que la gratitud refuerza los lazos sociales y reproduce ciertos recursos para afrontar problemas comunitarios. No es extraño que haya sido admirada por mucho tiempo como parte de las reglas habituales de urbanidad. Se ha intentado explicar que la gratitud depende del reconocimiento de cierta expectativa de reciprocidad entre los participantes de la interacción, pero el foco de la gratitud depende mucho menos de una consciencia respecto a la actividad misma que a la demostración de las emociones apropiadas para representar el agradecimiento y, por tanto, la gratitud permanece el mismo tiempo que duren las emociones especificadas (15). La gratitud, en este sentido, funciona de apoyo social, lo que deriva en efectos que respaldan el tratamiento y la prevención de la depresión y la ansiedad (16). También puede cumplir ciertas funciones motivantes para las personas, así como servir de fundamento para sus juicios y evaluaciones sobre el resto de las personas (17). Se ha llegado a sostener, quizá de forma algo radical, que la gratitud podría constituir en su reflexión una de las esferas generales de la actividad amorosa.“La gratitud es una forma de amor, es una consecuencia de un vínculo ya hecho, pero prepara las condiciones para la formación de nuevos vínculos afectivos” (18). Incluso, el estudio de la gratitud ha creado relaciones interdisciplinarias entre la sociología y la psicología, por ejemplo, Emmons y Shelton (19), revelan cómo el estudio científico de la gratitud por parte de la disciplina psicológica abre caminos hacia la intervención de otras ciencias sociales en investigaciones similares. Con todos estos beneficios vale la pena instalar el hábito de la gratitud en la vida diaria. Como hemos planteado con anterioridad, el desarrollo voluntario de conductas y el disciplinar nuestros pensamientos en forma consciente para no ser secuestrados por pensamientos catastróficos o miedos irracionales, tienen un efecto importante en el aumento del bienestar subjetivo. Es relevante este punto, pues significa la necesidad de tomar conciencia cuales son nuestros hábitos y sobre todo cuales son los miedos que nos impiden alcanzar mejores niveles de bienestar. El miedo, la ansiedad y la envidia son factores que atentan gravemente contra la felicidad cotidiana, pues más que vivir y disfrutar el presente con todo lo que nos entrega, nos priva y restringe al estar destinando demasiado tiempo a imaginar escenarios amenazantes. Es esencial cambiar esto para poder avanzar y ser más feliz.
La Felicidad 101
La felicidad en serio: la psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar
¿Para qué sirve ser más feliz? Sonja Lyubomirsky, Ed Diener y Laura King (20) han documentado que ser más felices no solo permite sentirse bien sino que también produce beneficios importantes. Es así que comparando con las personas que manifiestan un menor nivel de bienestar subjetivo, las personas más felices son más sociables, generosas, creativas, tienen un mejor rendimiento laboral y académico, son más resilientes, tienen un mejor modo de resolver sus dificultades, son más solidarias y optimizan el funcionamiento de sus equipos, son mejores lideres y tienen mejores relaciones interpersonales. Incluso, las personas más felices son más sanas físicamente y más longevas. Un ejemplo notable es la investigación que dirigió el sociólogo Ruut Veenhoven (21), en la que se reconocen distintos niveles de longevidad con respecto al nivel de felicidad. El estudio muestra casos en que la expectativa de vida aumenta hasta en 10 años en las personas más satisfechas con sus vidas. Algo que resultan muy importante a considerar, es que según distintos estudios, las personas más felices les va mejor en la vida en general, es decir la felicidad sería un agente causal del éxito y del funcionamiento óptimo de una persona o de una comunidad (20).
La importancia de instalar las emociones positivas Conocer el trabajo de Barbara Fredickson y su modelo Broaden-and-build theory publicado en el 2001 y explicado magistralmente en su libro Positivity (22), nos permite comprender la importancia de promover las emociones positivas especialmente en los lugares donde queremos que las personas lleguen a su máximo potencial. Para educar, trabajar y llegar a ser la mejor versión de nosotros, se requiere favorecer ambientes cargados con emociones positivas. Existe evidencia científica que avala que las emociones negativas básicas como el miedo, la rabia y el desprecio han permitido al hombre sobrevivir a los peligros, pues permiten responder rápidamente a la amenaza. Sin embargo, en ambientes donde no hay peligros inminentes, utilizar estas emociones como forma de corregir o educar a un individuo, estrechan el repertorio de posibilidades conductuales, y hace que las personas se tornen predecibles restringiendo su rendimiento y disminuyendo su bienestar personal. En la teoría de la ampliación y construcción (broaden-and-build theory), las emociones positivas (alegría, orgullo, interés, comprensión, empatía, cariño, entusiasmo, amor, entre otras) tienen la habilidad de ampliar los repertorios mentales de las personas, hecho que incide en la construcción de mayores recursos sociales, psicológicos y físicos en los individuos (23). Mientras que los repertorios mentales de las personas ante los estímulos negativos, en especial aquellos que ponen en peligro su integridad física, deben estrecharse para resolver problemas momentáneos con la mayor rapidez posible, los estímulos positivos 102
La Felicidad
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ocurren en su mayoría en contextos de normalidad y seguridad, en los que las personas pueden permitirse ampliar sus horizontes mentales y, por tanto, tener un repertorio de pensamientos y acciones más amplio. Esto sucede pues, los recursos desarrollados como efectos de las emociones positivas duran más que las emociones mismas que los gestaron. Esta teoría es coherente con el efecto que estas emociones tienen sobre las motivaciones de las personas, quienes bajo su efecto tienden a ser más creativos, inteligentes, flexibles, colaboradores, entusiastas, sanos físicamente y tener una mayor capacidad para resolver problemas complejos. En términos evolutivos, las emociones negativas tendrían efectos adaptativos a corto plazo, por ejemplo, impedirían que los miembros de una comunidad consumieran algún producto natural que fuese venenoso. Las positivas, en cambio, tendrían efectos adaptativos a largo plazo, tales como un buen funcionamiento psicológico, buenas relaciones interpersonales, éxito académico y profesional, formación de relaciones duraderas funcionales, como el matrimonio o la familia. Es decir, las emociones positivas son un factor catalizador del potencial humano, a la vez que son un factor protector contra dificultades mayores. Por tanto, la teoría describe los efectos de las emociones positivas en términos de la ampliación de los repertorios mentales y las acciones vinculadas a ellos, y la construcción de recursos personales de larga duración. Estos recursos median entre el individuo y su satisfacción con la vida. Esto rompería lo que se ha llamado el “molino hedónico”, es decir, aquella incansable búsqueda de las personas por obtener emociones positivas de sus experiencias, porque las antiguas acciones se han vuelto inefectivas. Dado que los recursos construidos a través de las emociones positivas duran más que ellas, ya no dependen de la experiencia concreta que los originó y pueden ser utilizados por las personas para obtener una satisfacción duradera y plena. Se han hecho intentos de combinar la psicología positiva, específicamente la broadenand-build theory, con modelos dinámicos no lineales. Por ejemplo, Fredrickson y Losada (24), lograron un modelo matemático que permitió predecir con bastante confiabilidad la posibilidad de que un individuo florezca o languidezca. Esto confluye en la posibilidad de una descripción a través de principios matemáticos generales sobre la relación entre los afectos positivos y el florecimiento humano. La pregunta que intentaron responder en su investigación fue cuánta positividad se requiere para favorecer el florecimiento humano, dado como mencionamos anteriormente, que lo malo predomina sobre lo bueno. Lo que descubrieron fue que la razón positividad – negatividad, que se requiere para que exista un punto de inflexión en las relaciones, es la ocurrencia de tres emociones positivas, por una negativa. Es así como han establecido que las personas, las parejas, las familias y los equipos, requieren comunicarse desde una emoción positiva al menos tres veces más que desde una emoción negativa para favorecer el florecimiento, promover el funcionamiento óptimo y el bienestar subjetivo. La Felicidad 103
La felicidad en serio: la psicología positiva como un camino para trabajar activamente el bienestar
Esta proporción donde se instala el hábito de vincularse desde las emociones positivas tres veces más que las negativas, permite que la persona expanda su repertorio de escucha, se abra a la posibilidad de recibir, aprender y flexibilizar posiciones, permitiendo una conexión empática que promueve sentimientos profundos de colaboración y contacto genuino, lo cual tiene un fuerte correlato biológico. Tiene que ser tres veces más al menos, pues eso permite sobrellevar el poder de las emociones negativas. En su teoría, Fredickson habla que las emociones positivas tienen la posibilidad de deshacer el daño eventual que las emociones negativas han generado. Aún así, coloca mucho hincapié en que las emociones negativas tienen una misión, por eso la proporción para florecer las incluye, ya que estas tienen un rol importante en corregir, alinear y conectarse desde lo verdadero. Expresar lo que nos resulta difícil, el enojo, nuestros miedos, los errores, el desacuerdo es parte del proceso de hacer florecer la relación y a nosotros mismos, de aprender y valorar lo que sí tenemos y hemos logrado construir, sintiendo orgullo de nuestro crecimiento. Fredickson utiliza la imagen de un bote donde el mástil de la vela es tres veces más alto que la quilla. El mástil son las emociones positivas, que permite avanzar en nuestra vida, pero la quilla, que corresponde a las emociones negativas, coloca los aspectos a superar y corregir a la vista de las personas para que se hagan conscientes de la necesidad de enfrentarlos y desarrollar la mejor versión de uno mismo. Una de los aspectos que enfatiza Fredickson es que las personas se dan pocas oportunidades para saborear el presente e instalar las emociones positivas, pues la mayor parte del tiempo están rumiando el pasado o angustiándose por el futuro. Pierden lo único que es real y posible de disfrutar que es la situación presente. Este énfasis en el presente hace que una de las actividades que promueven los psicólogos positivos como factor para incrementar el bienestar subjetivo es la técnica de Atencion Plena (Mindfullnes).
La atención plena como promotora del bienestar subjetivo El mindfulness, traducido al castellano como “atención” o “consciencia plena” es utilizado como estrategia para lograr incrementar el bienestar subjetivo. Su práctica involucra concentrar la atención en el momento presente y los estudios científicos señalan que tiene un impacto significativo en mejorar el estrés, aumentar las capacidades cognitivas y la salud física. Se han desarrollado instrumentos de medición que permiten identificar el nivel de atención con el cual el participante está sumido en este estado (25), identificando en ellos un incremento en el bienestar general, además de una mejor capacidad de autoregulación. Es así cómo entre aquellas personas que practican frecuentemente estrategias para lograr mindfulness, se reconoce una mayor armonía entre sus estados emocionales explícitos y los estados emocionales no conscientes. 104
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Las intervenciones basadas en el mindfulness reflejan resultados benéficos en términos de satisfacción con la vida, compromiso en las actividades diarias y capacidad para enfrentar eventos adversos. Además, se ha probado con altos índices de seguridad y validez que cambiar el foco de atención desde la cotidianeidad sumida en la razón instrumental, hacia una experiencia que se concentre en el presente, concluye en la atenuación de síntomas y problemas clínicos, especialmente el estrés (26). El mindfulness puede ser aprendido y ayuda a modelar el carácter al producir felicidad y bienestar. Hace ya bastantes años terapeutas están experimentando con la influencia del mindfulness en la clínica (27; 28). Entre las principales técnicas para lograr mindfulness en las personas se encuentra la meditación, es decir, un método sistemático de concentrar la atención en los procesos perceptivos de la consciencia. Las técnicas de meditación generan mindfulness a través de prácticas de concentración en las que el individuo ve reflejados sus pensamientos, emociones y sensaciones corporales en la medida que van apareciendo. Al contrario de la experiencia consciente normal, en la meditación se suspende el juicio sobre el valor de aquellas experiencias. Las experiencias son aceptadas por el individuo sin asignarles un predicado moral, ni buenas ni malas. El reto de la meditación es no centrarse en una percepción particular, sino permitir su flujo.
El potencial se alcanza construyendo desde las fortalezas más que superando debilidades La psicología positiva ha revelado la importancia de un tema que ha estado desde el comienzo de la disciplina, ¿cuáles son tus fortalezas? Una pregunta sencilla pero que muchas veces encontramos sorprendentemente difícil de contestar. Claramente sería más fácil responder ¿cuáles son tus debilidades? Desde nuestra primera infancia vamos recabando información sobre las actividades para las que no somos buenos. La familia, el colegio, nuestros hermanos y amigos lo van señalando espontáneamente. Otras veces se nos da a conocer en una situación de evaluación formal. Así, se llega a la adultez careciendo del suficiente vocabulario para expresar nuestras fortalezas, lo que tiene como consecuencia la dificultad de conocerlas y obviamente de ponerlas en práctica. Se tiene cierto pudor además para hablar sobre el tema. De esta manera, las fortalezas fueron excluidas de los estudios científicos al menos hasta hace diez años cuando comenzó el interés de abordarlas nuevamente como tema. El enfoque de las fortalezas estudia lo que está bien en las personas. Las fortalezas son una capacidad preexistente para actuar, sentir y pensar que otorga autenticidad, entusiasmo y energía, permitiendo el desarrollo y el funcionamiento óptimo. Tenemos éxito en superar nuestras debilidades solo si hacemos crecer nuestras fortalezas. Es por esta razón que desarrollar nuestras fortalezas es lo que requiere menos esfuerzo, pero al mismo tiempo es lo que hace la gran diferencia en lograr el potencial particular de las personas. La Felicidad 105
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Las fortalezas son parte de nuestra cultura y se remonta a los filósofos griegos. Aristóteles en la Ética a Nicómaco (2) reflexionó en torno a qué constituía la buena vida, y como se señaló en párrafos anteriores, esto estaría directamente relacionado con comprometerse con las virtudes y fortalezas. De hecho, en este importante texto se planteó que para tener una buena vida debemos exigirnos en ser congruentes con lo mejor de nosotros mismos, o en palabras desde la psicología positiva, con la mejor versión del sí mismo. En esta misma línea, Seligman y Petersen en el año 2004 (29) decidieron comenzar una investigación de gran envergadura donde se preguntaron exactamente qué virtudes y fortalezas eran reconocidas como tales en las distintas culturas del mundo. Su pretensión última era agrupar aquellas virtudes que eran comunes a todas las culturas pues esas corresponderían a la esencia del hombre, es decir aquellas que permitirían llevar esta vida buena vinculada, componente relevante del bienestar subjetivo. De esta manera, despliegan un conjunto de investigadores para recuperar textos que hablan de las virtudes de cada cultura y llegan a encontrar cuáles son las universalmente reconocidas, además de un conjunto de fortalezas asociadas al desarrollo de tales virtudes. La importancia de este estudio, según los propios investigadores, es lograr constituir un vocabulario común para investigadores y terapeutas clínicos, con el fin de que la práctica de la psicología positiva alcance al gran público. El criterio para reconocer una virtud es, de hecho, bastante sencillo. Sacando provecho de la tradición ética aristotélica, los autores reconocen una virtud porque es un rasgo de la personalidad valioso por sí mismo, y no en referencia a otra característica. Así, por ejemplo, ser un corredor veloz puede ser valorado en un cartero porque hace más entregas en una menor cantidad de tiempo y, por tanto, la compañía de correos invierte mejor su dinero en contratarlo a él que a otro cartero más lento. Sin embargo, su rapidez para hacer entregas no es valorada en sí misma, sino en referencia a las ganancias que puede obtener la compañía de correos. A diferencia de su rapidez, la honestidad del cartero, en cambio, puede que no tenga ningún beneficio especial en la productividad final de la compañía, sin embargo, se aplaude y ensalza esta característica e, incluso, es posible que sea escogido un cartero honesto por sobre uno veloz, dado que la honestidad es una virtud, es decir, es valiosa en sí misma. De esta manera, los autores enlistan seis virtudes generalmente aceptadas en todas las culturas: la sabiduría, el coraje, la humanidad, la justicia, la temperancia, y la trascendencia. Cada una de estas virtudes abstractas se encarna en un grupo de fortalezas concretas que integran en mayor o menor grado a cada persona. Cuando un individuo utiliza una fortaleza que ha incorporado a su carácter, las actividades en las que se ocupa resultan más fáciles y satisfactorias. Concentrarse en las fortalezas incrementa la capacidad de los individuos para cumplir sus metas. El conjunto de fortalezas de un individuo dan al carácter un estilo propio e indisociable de su personalidad, a este estilo se lo ha llamado metafóricamente la firma (signature) del individuo. Para utilizar las 106
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fortalezas personales se requiere que sean conocidas para poder desplegarlas en contextos prácticos. Parte importante de la psicología positiva se ha preocupado de elaborar métodos e instrumentos que permitan la medición de las fortalezas de cada persona. Un cuestionario disponible para todo público se encuentra en la página www.viacharacter.org, cuya finalidad es sacar a la luz lo mejor de cada uno. La utilización de este cuestionario ha permitido a los investigadores concluir ciertas afirmaciones relevantes para la psicología positiva. Se ha comprobado que el uso de las fortalezas singulares de cada uno (signature strengths) aumenta la felicidad y disminuye la depresión en un rango de 6 meses (30); también, se ha encontrado una fuerte vinculación entre el bienestar y el uso de las fortalezas singulares (31); además, se encontró una influencia curativa de ciertas fortalezas como la esperanza o el liderazgo en el tratamiento en contra de la depresión (32); entre otras. Utilizar y practicar las fortalezas permite mantenerse en un estado energizado positivo, genera entusiasmo y rápido aprendizaje. Las personas lo describen como “sentirse auténticas”. El flujo es una de las experiencias que mejor describe cuando se están utilizando las fortalezas. Como gran parte de los términos de la psicología positiva, el término de flujo es de reciente aparición en la literatura especializada, aunque fue primero recibido en el marco de la psicología humanista. El flujo remite a una experiencia particular de la felicidad en su sentido de compromiso o eudaimonia. Es aquel estado de intensa absorción en el que se encuentra quien ejerce una actividad que le permite a la persona ocupar sus fortalezas (33). Así, se relaciona con la teoría de las virtudes y fortalezas esbozada más arriba, puesto que se está en el flujo cuando la actividad que se realiza es percibida por la persona como valiosa en sí misma, es decir, sin relación a su producto final o factor extrínseco alguno. Cuando se está en flujo, el individuo opera con sus capacidades al máximo y, por tanto, los estímulos orgánicos cotidianos reducen su efecto en la consciencia, no se siente hambre, frío o aburrimiento, y apenas uno se da cuenta del paso del tiempo. Las características subjetivas del flujo, según Nakamura & Csikszentmihalyi (33) son las siguientes: t Concentración intensa y centrada en lo que uno hace en el momento presente t Conjunción de la acción y la consciencia (awareness) de la acción t Pérdida de la auto-consciencia reflexiva t El sentimiento de que se pueden controlar las propias acciones, es decir, el sentimiento que uno sabe cómo lidiar con una situación porque se anticipa a los eventos próximos con facilidad. t Distorsión de la experiencia temporal, específicamente, la sensación de que el tiempo pasa más rápido de lo normal. t Experiencia de la actividad como intrínsecamente gratificante, tanto que muchas veces La Felicidad 107
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el resultado final es sólo una excusa para la realización total del proceso en cuestión. La teoría del flujo comprende que dicha experiencia depende de un balance entre los retos que presenta una actividad y las habilidades que el agente tenga para realizarla (34). En un primer momento, Csikszentmihalyi establecía que el balance era suficiente para lograr el flujo. Así, si los retos excedían las habilidades de la persona, la actividad producía ansiedad; en cambio, si las habilidades de la persona excedían los retos puestos por la actividad, esta era desestimada por aburrimiento. Csikszentmihalyi (35) a su vez refiere que para que se origine el flujo, es necesario que tanto las habilidades como los retos sean altos. Las investigaciones del flujo han traspasado las puras descripciones fenomenológicas. Csikszentmihalyi (10), describe la posibilidad de articular una personalidad autotélica, es decir, que escoge las cosas por su valor en sí mismas y no en referencia a otros bienes. Aunque el flujo dependa en buena medida de que los retos y las habilidades sean altas, en las mediciones de LeFevre (36), se encontró un grupo del 40% de trabajadores que, a diferencia de los demás, se encontraban motivados en situaciones de retos fáciles y habilidades básicas. Este tipo de personalidad tendría una relación privilegiada con el flujo, ya que podría tanto entrar en él como permanecer a voluntad todo el tiempo que le sea necesario. Las personalidades autotélicas que están frecuentemente en flujo tienen la tendencia a estar en estados positivos en general y sienten que sus vidas tienen más propósito y sentido (37). Según Csikszentmihalyi y LeFevre (38), tener el rasgo de la personalidad autotélica podría ser un factor fundamental a la hora de encontrar satisfacción en el trabajo. De esta manera, la teoría del flujo ha interesado también a investigadores fuera de la esfera misma de la psicología positiva, como es el caso de la psicología de la auto-determinación (39). La medición del flujo ha encontrado resistencias semejantes a la medición de otras experiencias subjetivas de las que depende la psicología positiva. Sin embargo, además de cuestionarios y entrevistas, se ha desarrollado una herramienta especial para la medición del flujo denominada “método de muestreo de experiencia” (Experience Sampling Method), en el que se les pide a los participantes que se detengan durante el transcurso de sus tareas cotidianas para tomar notas sobre su experiencia concreta en tiempos determinados (40). De este test se obtiene una imagen representativa de la vida mental cotidiana. El método de muestreo obligó en buena medida a transformar la teoría original del flujo. Desde un modelo que describía tres estados, es decir, ansiedad, aburrimiento y flujo, se pasó a un modelo más complejo en el que se distinguen 8 canales experienciales diferentes. En el modelo actual, el flujo emerge cuando los retos y las habilidades percibidas por la persona están sobre sus niveles promedio.
Practicar la psicología positiva Un primer paso para lograr los objetivos de la psicología positiva en la vida personal y social es plantearnos las siguientes preguntas: ¿Qué nos hace realmente felices? y ¿cómo podríamos 108
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hacer más felices a otros? En esta línea es que queremos compartir algunos ejercicios y guías terapéuticas que han funcionado bien y pueden aportarnos en este camino:
Ejercicio 1 La visita de agradecimiento Cuando sentimos gratitud nos beneficiamos del recuerdo agradable de un acontecimiento positivo en nuestras vidas. Cuando mostramos agradecimiento, fortalecemos nuestras relaciones, aunque a veces damos gracias sin realmente enfatizar el significado de ese acto y, por tanto, acaba convirtiéndose en una mera formalidad sin sentido. Es por esto que el siguiente ejercicio ayuda a reconocer al otro, y a valorar y desarrollar activamente la gratitud. Cierre los ojos. Recuerde el rostro de alguien que esté vivo y años atrás dijo o hizo algo que cambió positivamente su vida, alguien al cual nunca le haya dado las gracias como es debido, alguien con quien podría encontrarse la semana que viene si quisiera. Escriba luego una carta a ella o él (300 palabras mínimo) y entréguela en persona (11).
Ejercicio 2 Lo que salió bien… Este ejercicio puede subir el ánimo, ayudar a apreciar más la vida, prevenir los sentimientos depresivos y aumentar el optimismo. Cuando las personas experimentan adversidades, pueden sentirse demasiado abrumadas para apreciar las cosas buenas de la vida, por ello los programas de intervención aportan si establecen como objetivo ayudar a las personas a reconocer, recordar y celebrar los aspectos positivos de su vida (41). Un ejercicio que ayuda a este objetivo es el siguiente: antes de dormir escribe al menos 3 cosas que salieron bien en el día, al lado del hecho positivo que describiste, responde a la pregunta ¿por qué se ha producido? Por ejemplo, “logré correr 6 km por primera vez, porque me he esforzado entrenando” o “hoy estaba particularmente animada, porque me gusta despertar con un día asoleado” (11).
Ejercicio 3 La mejor versión de ti mismo Las personas alcanzan su mejor estado cuando las instituciones (familias, escuelas, negocios, comunidades) son más positivas. Como consecuencia, las relaciones interpersonales son enriquecedoras y los rasgos individuales como las fortalezas de carácter, los valores, intereses y talentos se orientan hacia lo positivo. Las experiencias subjetivas que vivimos se vuelven hacia esta línea, haciéndonos sentir felicidad, plenitud y flujo. De ahí que sea importante La Felicidad 109
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pensar de vez en cuando en la mejor versión de uno mismo, especialmente en situaciones donde se sepa que las adversidades superan las ventajas y, así, rememorar y tener presentes las virtudes de nuestro carácter. El buen funcionamiento en la vida es el resultado de la combinación de 4 dominios: fortalezas, valores, intereses y talentos (41), por ende, poder conocerlos y estar conscientes de lo importante que es vivir acorde a ellos, buscando dar lo mejor de ti mismo, es gratificante y enriquecedor. Escribe cuál sería entonces la mejor versión de ti mismo, piensa en qué deberías hacer o mantenerte haciendo para desarrollar estos 4 dominios de forma óptima.
Ejercicio 4 Conocer y desarrollar tus fortalezas principales. Conectar a los pacientes con sus fortalezas en vez de intentar corregir solo sus debilidades, da resultados que permanecen en el largo plazo y que aumentan la motivación y el rapport en la terapia (41). El conocer qué haces bien y dedicar tiempo a ello, aumenta tu sensación de eficacia, autoestima, motivación, sentido, entrega, flujo y logro. Además te aporta en tus relaciones con otros, ayudándote a aceptarte a ti mismo y a relacionarte de forma más saludable. Christopher Peterson y Martin Seligman (29) diseñaron el Cuestionario VIA de 24 fortalezas personales, que ya lo han respondido más de 1 millón de personas de 200 países distintos. En la página de la Universidad de Pensilvania pueden hacer el Cuestionario de 240 preguntas y obtener resultados de inmediato: www.authentichappiness.org Utilizar las fortalezas de un modo diferente incrementa tu bienestar y el desarrollo de las mismas de modo más amplio en la vida cotidiana. Los resultados de la investigación muestran que el conocer y desarrollar tus fortalezas de formas distintas, reducen la depresión y aumentan el nivel de felicidad percibido, incluso después de 6 meses desde que las personas parten realizando este ejercicio (41). A continuación, les mostramos las 24 fortalezas en cuestión: Curiosidad, interés por el mundo
Valentía
Ciudadanía, lealtad, trabajo en equipo
Auto-control, auto-regulación
Amor por el conocimiento y el aprendizaje
Perseverancia y diligencia
Sentido de la justicia, equidad
Apreciación de la belleza y la excelencia
Juicio, pensamiento crítico, mentalidad abierta
Integridad, honestidad, autenticidad
Liderazgo
Gratitud
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Ingenio, originalidad, inteligencia práctica
Vitalidad y pasión por las cosas
Capacidad de perdonar, misericordia
Esperanza, optimismo, proyección a futuro
Perspectiva
Capacidad de amar y ser amado
Modestia, humildad
Sentido del humor
Simpatía, amabilidad, generosidad
Inteligencia emocional, personal y social
Prudencia, discreción, cautela
Espiritualidad, fe, sentido religioso
Hacia una psicoterapia positiva La psicología positiva puede ser un aporte en la promoción, prevención e intervención de las personas, dado que se aproxima considerando tanto sus cualidades como sus dificultades. Los objetivos de la terapia no son mover a las personas de -5 a 0 (psicología tradicional, sino más bien de -5 a +2 o más allá. No sólo se busca aliviar los problemas, sino ayudar a las personas con o sin problemas a llevar una vida plena. La salud psicológica, tal como lo hemos planteado hasta ahora, implica experimentar más sentimientos positivos que negativos, sentir satisfacción con la vida, identificar y usar los talentos y fortalezas, participar en actividades enriquecedoras, tener relaciones positivas, contribuir a la comunidad, tener significado y propósito, y estar sano y seguro. Es de considerar también que la ausencia de problemas no es sinónimo de salud psicológica, podemos tener dificultades e incluso sintomatología, pero al mismo tiempo mantener un buen funcionamiento, sentir una alta satisfacción con la vida y estar conectados con el uso activo de nuestras fortalezas. En este sentido, una tarea clave en la terapia es identificar los recursos del cliente y fomentar su uso, no sólo para resolver los problemas, sino también para lograr una vida sana y próspera. Este enfoque equilibrado lleva a un buen rapport con el psicólogo, aumentando la confianza de sus clientes (41). Así, el Dr. Tayyab Rashid creó la psicoterapia positiva (PPT) para pacientes deprimidos que buscaron tratamiento en la Universidad de Pensilvania (42). Al igual que otras psicoterapias, el efecto se maximiza si se da en contextos de calidez, entendimiento, empatía, confianza y sinceridad básicos. En esta modalidad de terapia, se evalúan primero los síntomas depresivos y niveles de bienestar, para luego analizar cómo los síntomas depresivos vienen por falta de bienestar (emoción positiva, entrega, relaciones positivas, sentido y logro). Seligman ha descrito la visión general de las 14 sesiones de psicoterapia positiva que se recomiendan efectivas dentro del manual de tratamiento que creó junto a Rashid. A continuación, reproducimos el foco de ellas y algunas de las tareas a trabajar:
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Sesión
Idea de base
Tarea
1ª
La ausencia o falta de recursos positivos (emociones positivas, fortalezas personales y sentido) pueden provocar y mantener la depresión y generar sentimientos de vacío.
El paciente escribe en una página (300 palabras aproximadamente) una presentación positiva, donde relate lo mejor de él y cómo usa sus mejores fortalezas personales.
2ª
Identificar fortalezas en base a su Cuestionario VIA. presentación positiva y hablar de situaciones en que esas fortalezas le han sido de ayuda en su pasado.
3ª
Nos centramos en situaciones concretas Desde ahora hasta el fin de la terapia: diario de en que las fortalezas fomentan el placer, la gratitud en que cada noche se escribe 3 cosas entrega y el sentido. buenas que le pasaron en el día.
4ª
Hablar del rol que los recuerdos buenos y Escribir sobre la ira y la amargura que siente y como malos tienen en mantener la depresión. alimentan su depresión.
5ª
Introducir el perdón para disminuir la Carta de perdón donde escribe ofensa, lo que sintió ira y amargura, e incluso lograr algunas y su perdón hacia ello si corresponde, no se entrega emociones positivas respecto a las necesariamente. situaciones.
6ª
Trabajo de gratitud
7ª
Se revisa importancia de cultivar emociones positivas con diario de gratitud y uso de fortalezas.
8ª
Analizamos diferencias entre quienes se Revisar formas de aumentar satisfacción personal e contentan rápido con lo suficientemente idear plan bueno y quienes buscan siempre la perfección y la ambición, que finalmente promueve la insatisfacción.
9ª
Optimismo y esperanza, estilos explicativos. Piensa en 3 puertas que se cerraron y 3 puertas que Temas negativos son transitorios, específicos se abrieron con ellas. y con factores externos modificables.
10ª
Identificar fortalezas de la pareja
11ª
Identificar fortalezas de sus familiares y com- Pedir a la familia que haga cuestionario VIA y luego prender de dónde surgieron las propias. hacer árbol que incluya todas las fortalezas de la familia.
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Escribir y entregar carta de gratitud a alguien a quien no se le ha agradecido debidamente algo.
Plantear formas de reaccionar activa y constructivamente a los eventos positivos que le cuentan. Conversar con su pareja para hablar de sus fortalezas y las de ella o él.
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12ª
Se introduce el saborear como técnica para Planificar actividades placenteras y llevarlas de acueraumentar la intensidad y la duración de la do el plan. Se entregan técnicas de saboreamiento emoción positiva. especificas (meditación, escribir, fotografiar, conversar de lo ocurrido)
13ª
Regalar su tiempo
14ª
Se debate la vida plena que integra placer, entrega y sentido. Considerando además logros y relaciones (P.E.R.M.A.).
Regalar tiempo haciendo algo que exija de su tiempo, no el que le sobra. Poner en esta actividad a practicar sus fortalezas personales.
Conclusiones A lo largo de este capítulo se han delineado un grupo de elementos que posibilitan el estudio y desarrollo de la felicidad. Si bien recupera un impulso histórico previo, la práctica y la teoría de la psicología positiva ha permitido a la disciplina entrar en terrenos inexplorados por los paradigmas psicológicos anteriores. Durante la última década, la psicología positiva ha desarrollado una aproximación científico experimental al estudio de los aspectos positivos de las personas, buscando comprender las causas y las consecuencias del bienestar personal en sí mismo, sin considerarlo como simple ausencia de estados mentales patológicos. La voluntad personal, tanto expresada a nivel mental, emocional y conductual, tiene un papel muy importante para el logro del bienestar subjetivo y felicidad. La aplicación de principios y prácticas basadas en la psicología positiva generan mayor bienestar y satisfacción con la vida. Además permiten alcanzar un mayor rendimiento y potencial de desarrollo personal y colectivo, con impacto a nivel individual, familiar, institucional y social. A partir de estos antecedentes, hemos presentado algunas líneas metodológicas y prácticas, con el fin de compartir el trabajo que propone la psicología positiva en el desarrollo de las fortalezas y en la búsqueda de una mejor salud mental. Creemos que este camino puede ayudarnos a todos a ser más felices, aumentar nuestro bienestar y crecimiento personal, aportando con ello a que más allá de lo individual, lo positivo amplíe su alcance a nuestras parejas, familia, amigos, compañeros de trabajo y comunidad en general. Creemos que la felicidad plena se alcanza solo en la medida en que se comparte con otros y que la psicología positiva nos está enriqueciendo día a día con nuevas formas para ir construyendo bases firmes para hacer un mundo mejor. La invitación está abierta a todos. La Felicidad 113
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CAPÍTULO 5
Miradas del bienestar y felicidad en chile desde la salud mental
Daniel Martínez Aldunate y Lorena Zamora Araya
Capítulo 5 MIRADAS DEL BIENESTAR Y FELICIDAD EN CHILE DESDE LA SALUD MENTAL I Mirada
Daniel Martínez Aldunate y Lorena Zamora Araya “He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz” Jorge Luis Borges Qué significativo puede ser detenerse en algún momento de la vida para enfrentar una encrucijada, tomar una decisión o mirar alrededor, y preguntarse ¿he sido feliz? Más revelador aún puede ser escuchar el eco apesadumbrado de la respuesta, si esta repite “no lo he sido”. Las personas anhelamos bienestar y felicidad en nuestras vidas y en la de nuestros seres queridos, queremos que la vida nos resulte y que la mirada hacia atrás nos permita disfrutar y recordar emocionalmente un cúmulo de buenos momentos que resuman nuestra historia.
Salud mental: la otra cara del malestar social El reciente Informe del Programa de las Naciones Unidades para el Desarrollo (PNUD) de agosto del año 2012, sobre “Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo” (1), plantea que Chile hoy está llamado a rediscutir los fines del desarrollo desde la subjetividad y la intersubjetividad de las personas, es decir, desde la manera en que éstas piensan, sienten y desde la evaluación que hacen de sus vidas y de la sociedad en que viven. Pensar en el bienestar, la felicidad y la subjetividad, nos obliga a preguntarnos por nuestra salud mental individual y colectiva. Este informe refiere que en general, los/as chilenos/as están satisfechos con sus vidas, pero presentan malestar con la sociedad y con sus instituciones (1), lo que es coincidente con la mirada crítica de muchos grupos de “indignados” en el mundo. Además nos confirma que no sólo las capacidades materiales (necesidades básicas y de salud) están mal distribuidas, sino también las no materiales y subjetivas (vínculos y proyecto de vida) (1), es decir, la inequidad también se expresa en la felicidad y en la salud mental de las personas. El crecimiento económico acelerado de muchos países, como Chile, ha llevado a que las “tensiones del modelo social” se traduzcan en la aparición de síntomas psiquiátricos y psicosomáticos (2). Los individuos en estos escenarios deben ofrecer “soluciones biográficas a contradicciones sistémicas” con un claro costo en su salud mental. “La experiencia chilena de desasosiego ha venido acompañada por la instalación de un lenguaje del malestar que parece encontrar en la gramática de la “salud mental” una forma privilegiada de expresión: ya sea bajo la forma de indicadores epidemiológicos alterados (ansiedad, depresión, suicidio, etc.), en la demanda creciente de atención en salud mental (psiquiátrica y/o psicoterapéutica) o en el aumento acelerado de licencias médicas por causas psiquiátricas Capítulo 5 - La Felicidad 119
Miradas del bienestar y felicidad en chile desde la salud mental
(3). A partir de esta realidad es que los problemas psicológicos se convirtieron desde el año 2008 en Chile en la primera causa de incapacidad transitoria entre los beneficiarios del sistema público de salud (3). Paralelamente en las ISAPRES, desde el año 2008, los trastornos mentales representaban el 20,4% de las licencias médicas, siendo así el grupo patológico con mayor peso relativo (4). De este modo, uno de cada tres días no trabajados por razones de salud se debe a problemas mentales. Pensar hoy en el bienestar y la felicidad del futuro de Chile, nos lleva irrenunciablemente a relevar la importancia de la salud mental como eje del desarrollo.
¿Qué es la salud mental? La salud mental es mucho más que la ausencia de trastornos psiquiátricos o de patologías. Desde la OMS, se considera la salud mental como un “un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. La perspectiva positiva concibe la salud mental como el estado de funcionamiento óptimo de la persona y, por tanto, define que hay que promover las cualidades del ser humano y facilitar su máximo desarrollo potencial” (5). En otras palabras la salud mental necesita la consideración de las emociones, la promoción de las potencialidades y las capacidades, la intersubjetividad de los vínculos y las relaciones interpersonales y, la calidad de los ambientes humanos en los cuales nos desarrollamos. La importancia de esta mirada comprensiva de la salud mental positiva, nos permite entender lo esencial que es para poder lograr el bienestar y la felicidad individual y colectiva. Es así, que “la investigación muestra que indicadores de salud mental positiva, tales como satisfacción con la vida, ánimo positivo y bienestar psicológico, se asocian a múltiples y diversas variables de felicidad y calidad de vida, tales como: sentimiento de amistad, confianza hacia terceros, vecinos o la policía; menor mortalidad y niveles más bajos de presión arterial; mayor resistencia al estrés y menor declinación intelectual en la edad madura” (6). En otras palabras, si tenemos una mala salud mental, podemos no solo presentar trastornos como el stress, la depresión o las crisis de angustia, sino que también podemos tener relaciones sociales, familiares y laborales deficitarias, una mala evolución en las enfermedades físicas, mayores consecuencias por conductas de riesgo asociadas al uso del alcohol y otras drogas, y menos expectativas y calidad de vida. De este modo, es posible que algunas personas no tengan síntomas de una enfermedad psiquiátrica, pero aún así posean una deficitaria salud mental. A su vez, existen personas que teniendo una enfermedad psiquiátrica severa, pueden gozar de un buen nivel de salud mental y ser felices, si su enfermedad es bien tratada.
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Daniel Martínez Aldunate y Lorena Zamora Araya
Cómo es la salud mental de los chileno/as Diversos estudios nos hablan de problemas significativos de salud mental en la población chilena y de un modelo de sociedad de consumo que niega y externaliza las necesidades emocionales de las personas. Cuán común es ver en la consulta de salud mental y en la vida cotidiana, como las personas desconocen las emociones que presentan, no sabiendo cómo manejarlas ni cómo convivir con las emociones de otros. Pareciera que nos hace falta urgentemente una “alfabetización emocional y relacional”, que nos enseñe a vivir y compartir los afectos, y las emociones positivas y negativas. Hemos recibido tanta información y capacitación para aprender habilidades técnicas y profesionales, y tan pocas herramientas para cimentar una salud mental cálida y humana. Hoy cuándo necesitamos “humanizar la globalización”, es necesario realzar la importancia de la salud mental y la felicidad en lo macro de las políticas públicas y en lo cotidiano de la convivencia familiar. El “II Estudio de carga de enfermedad y carga atribuible” del MINSAL/PUC del año 2008 (7), nos muestra que las condiciones neuro psiquiátricas son la principal causa de pérdida de años de vida saludables en la población chilena (AVISA), siendo responsables del 23, 2% del total de años saludables perdidos, debido principalmente a trastornos afectivos y a problemas con el alcohol y las drogas. Por otro lado, de acuerdo a la “2a Encuesta Nacional de Salud en Chile” del MINSAL/PUC del 2009-2010 (8), el 17, 2 % de las personas ha presentado síntomas depresivos el último año, siendo esto más frecuente a menor nivel educacional. Menos de la mitad de aquéllos que presentan un trastorno prevalente (46,9%), recibieron cualquier tipo de atención de salud en los últimos seis meses, en tanto que solamente 38,5% recibió algún tipo de atención de salud mental. Aún es más preocupante saber que de acuerdo a las estadísticas de la OCDE del 2011, la tasa de suicidio en Chile ha aumentado en un 55% entre 1995-2009, siendo el país donde más ha aumentado el suicidio, después de Corea del Sur, falleciendo más de 1.500 personas al año por suicidio (9). ¡Si querer morir es la máxima expresión del malestar frente a la vida y la sociedad!, tenemos que hacernos la pregunta:¿qué nos estará ocurriendo como sociedad? Al mirar la población infanto juvenil en Chile, tenemos recientemente los primeros resultados publicados del estudio de Vicente et al (10), que nos muestra preocupantemente que más de un tercio de la población infanto juvenil (38,3%) presenta algún trastorno psiquiátrico en un período de 12 meses y un 22, 5 % presenta este trastorno con un impedimento severo. En general, la presencia de estos trastornos se asocia a disfunción familiar y antecedentes de psicopatología en la familia, es decir, a un mundo adulto enfermo que hemos estado construyendo. No enfrentar las necesidades y las brechas de prevención y tratamiento de salud mental, tiene graves implicancias para el desarrollo humano del país. La pobreza, el malestar social, la baja de logros educacionales, son consecuencias posibles derivadas de no prevenir La Felicidad 121
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ni tratar las enfermedades mentales. Las enfermedades no tratadas pueden producir un funcionamiento familiar deteriorado, aumento del consumo y las consecuencias del uso de drogas, creciente número de embarazos de adolescentes, violencia intrafamiliar y social. Los trastornos psiquiátricos también tienen un impacto negativo en la calidad de vida, aumentando los índices de mortalidad (11). En conclusión, no promover la salud mental, ni prevenir y tratar los problemas de salud mental, se traduce en malestar subjetivo individual y colectivo. ¡Sin salud mental no hay buena salud! Se requiere una buena salud mental para tener bienestar y felicidad. A pesar de estos antecedentes, la salud mental sigue relegada al ámbito sanitario, donde se terminan medicalizando muchos problemas psicosociales y las tensiones con el modelo de desarrollo. En la Atención Primaria, donde se espera que se “resuelvan” la mayor cantidad de casos, se vive a diario que los profesionales consideran injustificadas una alta proporción de consultas, que trascienden las competencias del equipo, siendo estos casos etiquetados como “trastornos de la personalidad” o problemas “psicosociales” (3). Un país que busque el desarrollo no puede seguir desconociendo que uno de cada tres chilenos /as sufre algún trastorno mental durante su vida, siendo los más afectados los grupos más vulnerables de nuestra sociedad y aquellos con menor nivel educacional (11).
¿Por qué trabajar la salud mental, el bienestar y la felicidad? Es necesario priorizar el trabajo en salud mental, porque no hacerse cargo de esta realidad genera pérdidas económicas, humanas y valóricas, que imposibilitan un desarrollo integral y sustentable en el tiempo. Una estimación conservadora de los costos de los trastornos mentales oscila entre un 3 a 4% el PIB de los países desarrollados. Se estima que en Chile solo el consumo de drogas ilícitas y alcohol genera un costo equivalente a un 1,03% del PIB (11). Además si consideramos la interrelación entre salud mental y física, los costos se hacen difíciles de dimensionar. Por ejemplo, la depresión, aumenta el uso y costo de los servicios generales de salud, y las personas con depresión triplican su riesgo de morir de una enfermedad cardiaca y tienen mayores impedimentos para el auto cuidado y la adherencia a tratamientos de enfermedades médicas crónicas. En el caso de personas que sufren de diabetes, el tener además un diagnóstico de depresión aumenta en 4,5 veces los costos de salud (12). Un aspecto importante de la necesidad de invertir en salud mental es que hay evidencias claras de que existen intervenciones efectivas y eficientes. En una revisión reciente (13), investigadores de la London School of Economics demostraron que para 15 intervenciones de salud mental seleccionadas basadas en la evidencia, los retornos económicos pueden 122
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ser incluso de hasta 80 veces lo invertido. Estos beneficios se distribuyen en otros sectores además del de salud, y la mayoría se realizan en plazos cortos (menos de 5 años), con una rápida recuperación de los costos. Finalmente, existe evidencia de una correlación directa entre felicidad y salud mental. Una revisión de más de 160 estudios llevada a cabo por Ed Diener y un equipo de la Gallup Organization de Princeton, en New Jersey, ha permitido demostrar de forma “clara” que la felicidad aumenta la esperanza de vida y mejora la salud física y mental (14), produciendo: t Niveles más elevados y sostenidos de bienestar, lo que se traduce en más experiencias de alegría, satisfacción, gratitud y sentimientos amorosos positivos. La felicidad nos permite estar más en pareja y vivir en comunidad. t Más autoconfianza, optimismo y autoestima para enfrentar dificultades y desafíos. t Mejores relaciones interpersonales, que nos permiten ser personas más sociables y empáticas, que pueden construir vínculos significativos y gratificantes que se mantienen en el tiempo. La felicidad nos permite recibir más ayuda cuando la necesitamos. t Mejor salud mental. Los sentimientos positivos multiplican las conexiones neuronales del cerebro, lo que nos permite recuperarnos más rápida y profundamente de la pena y la tristeza. La felicidad nos da una mayor capacidad y rapidez para recuperar la felicidad y bienestar. t Un sistema inmunológico más potente, que nos cuida físicamente. Mayor longevidad y calidad de vida. t Mayor energía y creatividad para construir nuestros sueños. Mayor productividad y flexibilidad en nuestras capacidades para estudiar y trabajar. t Mayor posibilidad de tener un desarrollo pleno e integral. Si nos preocupáramos de nuestra salud mental individualmente y colectivamente como sociedad, y tomáramos el malestar trasformador de la sociedad para resignificar los proyectos de vida personales y colectivos hacia el bienestar, tal vez diríamos con Rainer Maria Rilke: “Quizá, todos los dragones de nuestra vida, no son sino princesas que esperan vernos felices y valientes”.
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Referencias bibliográficas 1. Programa para el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (PNUD). “Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo. Santiago de Chile: Salesianos Impresores Sociedad Anónima; Agosto 2012. 2. Almeida-Filho N. “Becoming modern after all these years: social change and mental health in Latin America”. Culture, Medicine and Psychiatry. 1998; volume 22. 3. Roberto Aceituno M., Gonzalo Miranda H. y Álvaro Jiménez M.”Experiencias del desasosiego: salud mental y malestar en Chile”. Revista Anales de la Universidad de Chile, julio del 2012. 4. Miranda Hiriart, G., Alvarado, S., Kaufman J. “Duración de las licencias médicas FONASA por trastornos mentales y del comportamiento”. Revista Médica de Chile. 2012; (140): 209-215. 5. Organización Mundial de la Salud. “Promoción de la Salud Mental: conceptos, evidencia emergente y práctica”. Informe compendiado del departamento de Salud Mental y abuso de sustancias de la OMS con la Fundación Victorian para la Promoción de la Salud (Vichealth) y la Universidad de Melbourne. Ginebra; 2004. 6. Canadian Institute for Health Information.”Improving the Health of Canadians: Exploring Positive Mental Health”. Ottawa; 2009. 7. Ministerio de Salud de Chile y Departamento de Salud Pública de Universidad Católica de Chile. “Estudio de carga de enfermedad y carga atribuible en Chile”. Julio 2008. 8. Ministerio de Salud, Universidad Católica y Observatorio Social Universidad Alberto Hurtado. “Encuesta Nacional de Salud ENS Chile 2009-2010”. 2011. 9. Rojas, I., “Plan Nacional de Prevención del Suicidio”, en Jornada Suicidio en Chile. Perspectivas Actuales, Santiago de Chile, Pontificia Universidad Católica, 2008. 10. Vicente, B., Saldivia S., De la Barra F., Mellipán R., Valdivia M., Kohn R. “Salud mental infanto – juvenil en Chile y brechas de atención sanitarias”. Rev Med Chile. 2012; (140): 447-457. 11. “Estrategia Nacional de Salud Mental: Un Salto Adelante Propuesta para una Construcción Colectiva”, Documento de Trabajo de Subsecretaria de Salud Pública, Departamento de Salud Mental de MINSAL, Mayo 2011. 12. Valdés C., Errázuriz P. “Salud Mental en Chile: El Pariente Pobre del Sistema de Salud”. Instituto de Políticas Públicas Universidad Diego Portales, Agosto 2012; Número 11.
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13. Department of Health of London. “DH, Mental Health Promotion and Prevention: The Economic Case”. M. Knapp, D. McDaid, and M. Parsonage, Editors. January 2011. 14. “Health and Well-Being”. Applied Psychology: 2011 Mar; 3(1):1-43).
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Sobre felicidad, salud mental y economía: La felicidad como atributo positivo ligada a la cultura, en nuestro país -de ancestro indio y cristiano (culpa redentora)- genera menos adhesión que los atributos tristeza y desolación (1). Esta visión pesimista y paradojal que ha impedido por siglos, el uso regular de este bien psicológico, la felicidad, se ha debilitado parcialmente en el mundo global y hoy reaparece como un derecho ciudadano que entusiasma a jóvenes e intelectuales (2,3) A pesar de esto, los psiquiatras aún vemos predominar en nuestras viñetas clínicas de hospital y consulta pública, dolor y sufrimiento, donde los factores desencadenantes culturales, sociales y económicos, juegan un papel crucial. La amplia difusión entre los sectores poblacionales vulnerables (grupos de riesgo) de dependencias crónicas a sustancias, es un buen ejemplo de cómo la enfermedad es más consecuencia que destino (4). Como respuesta estatal y cultural, en el Chile actual se han acentuado los modelos pragmáticos que medicalizan e institucionalizan síntomas y molestias que con frecuencia son la cara visible de la desesperanza psicosocial y escasamente la expresión nosológica de trastornos psiquiátricos (5). Un punto relevante en el Chile moderno es haber construido una política pública para una gran reforma garantista de salud, cuyo propósito ha sido buscar la equidad pública y privada. Aunque el Modelo ha logrado avances en muchos campos somáticos, como la salud mentaly especialmente la “depresión”, parece haber cedido rumbo, dando sustento a un programa específico para el tratamiento médico de la depresión y de alguna forma -la promoción de la infelicidad-. ¿O no es acaso ese el riesgo? (6). Amartya Sen1, Premio Nobel de Economía 1998, es uno de los exponentes más lúcidos del pensamiento económico contemporáneo, comprometido en demostrar y sostener que el desarrollo se mide, sobre todo, desde las libertades y los derechos humanos, y no solo a partir del producto interno bruto (PBI). Afirma Amartya Sen que la felicidad es la combinación de bienes materiales y relacionales (7).
1 Sus teorías se inscriben en el campo de la «elección social», donde pone en cuestión el utilitarismo dominante y propone integrar «bienes» como la libertad y la justicia en el cálculo del desarrollo. Para reformar la economía, Amartya Sen propone una verdadera revolución filosófica. Tiene un nombre: «capability», capacidad o capacitación de cada cual para convertir sus derechos en libertad real. 126
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El Plan Nacional de Salud Mental (2000) del Ministerio de Salud de Chile (8) presenta un buen ejemplo de definición operacional que “calza” con lo enunciado previamente2. Esta definición surgida desde la Salud Mental, es coincidente con Amartya Sen, en cuanto al logro de metas comunes relacionales (promoviendo bienestar subjetivo, bien común y justicia) y logros materiales (uso de potencialidades para manejo racional del medio). Estas definiciones modernas y actuales acentúan lo relacional intersubjetivo y lo colectivo por sobre lo subjetivo y lo individual. El desarrollo óptimo de las capacidades se lograría en esta dirección de plenitud. Amartya Sen parece profundizar la definición de felicidad cuando afirma: “Sin inteligencia crítica y sin pensamiento libre y creativo, las libertades y los derechos no se reconocen en nuestras sociedades, simplemente porque las personas no alcanzan a ver los derechos y las libertades como bienes valiosos, no luchan por ellos y los canjean sin problemas por alguna mercancía”. En nuestro medio, Armando Roa (9) nos ha dejado en su obra una interesante definición de Salud Mental que a nuestro juicio es también muy coincidente con el de felicidad de Amartya Sen, en cuanto acentúa el concepto de “necesidad de intimidad y libre albedrío del pensar”, como elementos centrales de la plenitud humana.
Aportes de la psiquiatría ¿Podemos aportar los psiquiatras a este debate si el pensamiento psiquiátrico moderno se construye frecuentemente en contra de la enfermedad mental, más que en busca de la salud mental y menos de la felicidad? Dicho de otra forma ¿si la pragmática Psiquiatría actual, integrada a la medicina global y sus virtudes, reconoce poco o nada conceptos como Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria, será posible incorporar la felicidad dentro de sus intereses? No deja de llamar la atención que el primer acercamiento sistemático y moderno al tema de la calidad de vida en una revista médica, se realiza recién en Annals of Internal Medicine en 1966, muchos siglos después del Juramento Hipocrático donde se dejó establecido un concepto integral y ético de la medicina que incluye bienestar, calidad de vida y por extensión, la felicidad. Sorprende que la psiquiatría luego de esta declaración de principios, no estuviera en la avanzada de los estudios de calidad de vida, posiblemente por la inercia que provocaba que los instrumentos de medición desarrollados escapaban a sus
2 “Se entiende la salud mental como la capacidad de las personas y de los grupos para interactuar entre sí y con el medio ambiente, de modo de promover el bienestar subjetivo, el desarrollo y uso óptimo de las potencialidades psicológicas, cognitivas, afectivas, relacionales, el logro de las metas individuales y colectivas, en concordancia con la justicia y el bien común”. La Felicidad 127
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competencias, mucho más orientados a la medicina somática. Para Sartorius (10), idealmente un plan o un programa de salud mental basado en la evidencia, debería disponer de un conjunto de instrumentos de medidas que le permitan reducir errores en la identificación y el diagnóstico de las enfermedades mentales, controlar el proceso de tratamiento y facilitar la valoración del impacto que la enfermedad tiene sobre los pacientes, sobre sus familiares y comunidades, y sobre todo el sistema sanitario. En su opinión “el desarrollo de este arsenal de instrumentos ha sido desigual y si nos decidimos a utilizar el potencial completo del concepto de calidad de vida, nos aguardan numerosos retos metodológicos y prácticos”. Pero aún no abordamos la felicidad en psiquiatría. ¿Desde cuándo la psiquiatría se ha interesado en este concepto que pudiera parecer filosófico y alejado de retos metodológicos y prácticos? Freud (11) en su afán de cuantificar plantea que pensar es un acto experimental con cantidades pequeñas de energía. Se pregunta: ¿Y cuanta energía se requiere entonces para ser feliz? ¿Se requiere más energía que en un momento no feliz? Juan J. López Ibor (12) criticando el concepto de salud de la carta fundamental de la OMS (completo bienestar físico, psíquico y social), propone otros dos bienestares adicionales: el bienestar cultural y espiritual. ¿No es acaso también ese un buen concepto de felicidad? Capponi (13), en una reciente entrevista refiere que “la fuente de la felicidad viene de cuatro áreas. Una son las relaciones íntimas; la otra, las relaciones en el trabajo; también están las relaciones que tienes con la sociedad, y la última son los placeres o diversiones”. Considera que “los chilenos nos hemos entusiasmado mucho con esta última alternativa, que es una felicidad que nos dan los placeres hedonistas, vivir confortablemente, estar sin problemas y poder resolver los temas prácticos de la vida. El problema es que esta es una felicidad a corto plazo, porque existe lo que se llama la adaptación hedonista, o sea que los placeres sensoriales con el tiempo terminan aburriendo”. Parte de la solución estaría en “invertir más en felicidad de largo plazo”
Normalidad, felicidad y patología mental El concepto de normalidad en salud mental alude en esencia a un ideal (como el concepto de la OMS) o a una Curva de Gauss, donde los extremos son anormales, o a una visión cultural, donde predomina la conducta habitual de esa población. Por otro lado la más actual definición de felicidad que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua es: 1. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. 2. Satisfacción, gusto, contento. 3. Suerte feliz. Sin embargo, la RAE ha enmendado esta definición recientemente y en el avance de la vigésima tercera edición, aparece las siguientes definiciones: 1. Estado de grata satisfacción espiritual y física. 2. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que 128
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contribuyen a hacer feliz. 3. Ausencia de inconvenientes o tropiezos. Se ha producido por lo tanto en la primera acepción una migración del concepto de felicidad puramente material, basada en la posesión de un bien, a un concepto mixto, formado por una satisfacción espiritual y física. Normalidad y Felicidad no necesariamente son coincidentes, y son fenómenos sumamente dinámicos. De hecho la felicidad tendría también existencia y expresión en la frondosa psicopatología de varias enfermedades mentales, como en el éxtasis maníaco. ¿Puede un psicótico ser feliz....o un limítrofe, un orgánico o un neurótico? Estamos hablando de poblaciones humanas reconocidas como enfermas, y a pesar de eso… ¿pueden ser felices? ¿Y qué porcentaje de personas son anormales en la población? ¿Son estadísticamente normales los felices?, ¿Solo las personas llamadas normales pueden ser felices?, ¿Existe el diagnóstico de “feliz” en la Salud Mental? ¿En el CIE-10 o en el DSM-5 se puede encontrar un diagnóstico semejante? Como se ha mencionado el paciente Maníaco, en su éxtasis psicopatológico sería el hombre feliz por antonomasia. Se describe su estado como de exaltación vivencial y humor elevado, clásicamente eufórico, con disminución del pudor y pérdida de la inhibición, pudiendo llegar a actitudes de seducción y contactos sexuales excesivos; aceleración del pensamiento (numerosos pensamientos pasan por la mente de la persona sin que esta pueda detenerlos); dificultad para concentrarse y fácil distracción; trastornos del curso del pensamiento (digresiones múltiples), pérdida del hilo de la conversación; fuga de ideas y muchos otros síntomas como excesiva confianza en sí mismo; disminución de la necesidad de dormir sin que la persona sienta la fatiga asociada a esa falta de reposo. Sentimiento altruista, ganas de ayudar a los demás, híper empatía; hipersensibilidad afectiva y sensorial, y labilidad emocional, pudiendo pasar de la risa a las lágrimas con mucha facilidad. Por lo pronto decimos que la excepcional sensación de euforia y felicidad de este cuadro, está fuera de la curva de gauss y se aparta de la cultura; tampoco es un ideal para su familia, su entorno y la sociedad. Concluimos que se trata de una enfermedad, a pesar del éxtasis y el placer vivenciados. Es aquí cuando los psiquiatras intervenimos y es frecuente que los pacientes maniacos conocedores de lo que viene, nos soliciten que a través de la intervención farmacológica no les quitemos ese atributo preciado que es el resplandor del éxtasis y la felicidad. ¿Y los adictos a sustancias estimulantes no son acaso buscadores de emociones exaltadas y felicidades recurrentes, “psiconautas” que no miden recursos para estimular los mecanismos del placer mediados por el núcleo accumbens y el sistema límbico ¿Y qué nos piden estos pacientes? Usualmente nada. Prefieren vivir su vida de éxtasis y dolor hasta que los mecanismos neurofisiológicos y sociales que sustentan su felicidad química se deterioran. Solo en el barro de la desesperación y el síndrome de abstinencia, a veces suelen pedir ayuda. Se trata en ese momento de enfermos mentales que en busca de la felicidad química, han deteriorado su salud mental. La Felicidad 129
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Un paciente neurótico habitualmente siente que podría ser feliz y busca estar tranquilo, en armonía, sin tristeza ni desgano, sin inquietud y sin miedos, no parando de pensar. El neurótico en su ansiedad solicita con frecuencia al clínico psico-fármacos y más escasamente psicoterapia a fin de obtener el bienestar deseado. Bienestar que puede encontrar brevemente, ya que duda y solicita ser re diagnosticado por nuevos síntomas, visitando a otros especialistas para asegurar su sanidad. Volvemos a encontrar signos de fragilización de su salud mental, en quienes perfectamente pueden coexistir con momentos felices. Un paciente psicótico nos dice: “Cuando estoy bien, me siento feliz. Y si estoy bien no están esas ideas obsesivas (ideas delirantes)… de la infidelidad de Jessenia (su esposa). Ahí me siento feliz”. Sonríe y juega con sus sobrinos. El paciente tiende a no solicitar ayuda. La familia es la que se esfuerza durante las crisis, y lo trae a controles. Muchos fármacos forman parte de su tratamiento. Un proceso de rehabilitación integral y el apoyo social contribuyan a su bienestar. ¡Lo vemos feliz! Pareciera que la felicidad es posible aún en enfermedades graves y deteriorantes. Un paciente limítrofe señala: “Cuando niño yo era feliz,… ahora tengo dudas, veo la felicidad diferente, a veces soy feliz y en otras ocasiones infeliz. Lo veo así, cuesta ser feliz”. Este tipo de pacientes se nos apegan o nos rechazan. Buscan aclarar su confusa biografía y no escatiman esfuerzos con mayor o menor sentido de realidad, para obtener exámenes, fármacos o terapias. Decepcionados de si y del mundo, atesoran momentos de felicidad, como su infancia, idealizando momentos de su historia. Formas aberrantes de felicidad que dan cuenta de la psicopatología subyacente. Nos dice un joven lesionado en un accidente de tránsito con un TEC secuelar: “Cuando me enfermé vi la felicidad de otra manera. Me gustaría que el mundo cambie y tenga bienestar. Necesito tener trabajo y polola. Hoy sería feliz con menos”. La psicopatología traumática acá irrumpió en la continuidad biográfica y hoy la felicidad más preciada, sería la rehabilitación psicosocial y la integración. “Ya estoy muerta en esta vida, ya no tuve felicidad”, nos dice lacónicamente una paciente depresiva, como perdiendo toda esperanza de encontrar alguna opción futura. No nos pide nada. En Chile hemos desarrollado un programa particular para estos pacientes, que comentaremos más adelante. En síntesis, la práctica clínica nos permite observar que la felicidad subjetiva es posible en las más variadas patologías mentales, incluso las más graves y complejas, siendo una excepción la depresión endógena. Es relevante ver que lo que se nos solicita y hacemos como profesionales de salud mental, raramente promueve la salud y el bienestar, enfocándose principalmente en una lucha “contra” la enfermedad. Una alianza fuerte de continuidad de cuidados entre los profesionales de salud mental y los ciudadanos, sin dudas favorecería este ideal (14).
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Políticas de Bienestar y Salud Mental El mensaje de la OMS es muy sencillo y aclaratorio: “la salud mental es fundamental para el bienestar general de las personas, de las sociedades y de los países, y es preciso abordarla en todo el mundo desde una nueva perspectiva” (15). La Asamblea General de las Naciones Unidas ha incorporado esta definición desde el año 2001, cuando celebró el décimo aniversario de la aprobación de los Principios para la protección de los enfermos mentales y para el mejoramiento de la atención de la salud mental. En esta declaración de principios se establece que no habrá discriminación por motivo de enfermedad mental y que toda persona que padezca una enfermedad mental tendrá derecho a vivir y a trabajar, en la medida de lo posible, en la comunidad. Además establece que todo paciente tendrá derecho a ser tratado en un ambiente lo menos limitador posible y a recibir el tratamiento menos restrictivo y perturbador posible. Hoy, a partir de la difusión del concepto económico de “Felicidad Nacional Bruta“, introducido en el reinado de Bután, la vinculación entre economía, y felicidad tomó estatus público. Preguntamos, si no es apropiado que la Salud Mental sea parte relevante de este nuevo paradigma. Si bien en el mundo universitario y académico internacional (Easterlin3, Kahneman4, Zamagni5, Bruni, Porta, Frey y Stutzer) desde hace tiempo el tema está profundizándose y se lo incluye como uno de los puntos fundamentales para la reformulación de nuevos paradigmas económicos, el mundo de la salud mental pudiera volver a quedar desfasado de conceptos cruciales que promueven “por sí mismos” la salud mental y el bienestar. La búsqueda de nuevos modelos incluye definitivamente, no solo paradigmas económicos y filosóficos, sino una mirada médico antropológica y psicológico social del hombre. Veamos por ejemplo lo que ocurre en Europa cuando Luigino Bruni6, economista de Milán propone la “ética económica, como un bien de primera necesidad”, por lo que solicita a los
3 La paradoja de Easterlin es un concepto clave en la economía de la felicidad. Se trata de un postulado del economista Richard Easterlin, publicado en un artículo de 1974 con el título “Does Economic Growth Improve the Human Lot? Some Empirical Evidence”. En lo que respecta a las políticas gubernamentales, esta teoría sugiere que, una vez que las necesidades básicas están cubiertas, las medidas políticas deberían centrarse en aumentar la satisfacción de los individuos, actuando sobre la Felicidad Interna Bruta y no en el crecimiento económico, medido por el Producto Interno Bruto. 4 La Teoría Prospectiva (Prospect Theory) fue desarrollada en 1979 por los psicólogos Daniel Kahneman (Premio Nobel de Economía en el 2002) y Amos Tversk. Esta teoría nos permite describir cómo las personas toman sus decisiones en situaciones donde tienen que decidir entre alternativas que involucran riesgo, por ej: decisiones financieras. Partiendo de evidencia empírica, la teoría describe cómo los individuos evalúan las potenciales pérdidas y ganancias. 5 Zamagni, señala que el antídoto al actual modelo consumista no es la disminución económica, sino más bien la economía civil, que es un modelo de pensamiento italiano que fue dominante en Europa hasta la mitad de los años setecientos Este modelo considera que mientras la economía civil tiene como finalidad el bien común, la economía política se encamina al bien total. Así el mercado no va demonizado, va humanizado. 6 El juramento de Bruni para las profesiones económicas debería comprender por lo menos los siguientes puntos: a) No usaré nunca en mi beneficio la mayoría de las informaciones a las que tendré acceso. b) Consideraré el mercado como un conjunto de oportunidades para crecer juntos, y no como ámbito de lucha. c) No trataré nunca a los trabajadores sólo como un costo, como un capital, un recurso, al igual que los demás costos, capitales y recursos de la economía. Los trabajadores son ante todo personas. La Felicidad 131
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economistas realizar un juramento similar al Hipocrático de las profesiones médicas. Se abre así un puente promisorio entre economía, ética y salud mental. La experiencia de Bután es muy interesante en ese sentido y considera cuatro Pilares fundamentales para que una sociedad se pueda desarrollar con bienestar y felicidad: t Desarrollo sustentable t Valores culturales t Conservación del medio ambiente t Un buen gobierno Todos estos pilares se incluyen de una u otra forma en nuestra conceptualización de la salud mental. Si se parte de esta visión de la sociedad, dos podrían ser los aspectos necesarios a considerar: t En primer lugar, delimitar claramente cuál es el objetivo, esto es, ¿Qué se entiende por felicidad? t En segundo lugar, mostrar ¿Cuáles son los instrumentos más adecuados para medirla? En este sentido, la visión cambia drásticamente, ya que lo que antes se consideraba como objetivos pasan a ser instrumentos, contemplando además aspectos de índole cualitativo que antes no se tenían en cuenta (7,16). Por ejemplo, conseguir un determinado crecimiento económico pasa a ser un instrumento, no un fin como venía haciendo hasta ahora. Además, en el análisis de los factores que estimulan ese crecimiento hay que contemplar aspectos éticos (16), ya que ahora no es suficiente que la economía crezca a una determinada tasa, sino que debe hacerlo éticamente fomentando, entre otros aspectos, el bienestar y la felicidad. Por eso hoy, ya resultan insuficientes los estudios que contemplan solo el comportamiento del capital físico o la tecnología, sino que hay que considerar además: t Si son contaminantes t Si mejoran la calidad de vida presente y futura t Si promueven la integración social Del mismo modo, si se crece como consecuencia de una mayor productividad y consumo, hay que evitar caer en un materialismo indeseable, donde no se considere la justicia social ni el cuidado ambiental. Pero no solo economistas salen tras esta cruzada. Los expertos en leyes internacionales, como R La Porta (17) permiten tener una comprensión de lo que hay 132
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que reparar en el mundo macro, para que el bienestar pueda lograr penetrar en sectores donde antes no lo hizo7. Por muchos años los economistas han afirmado que los individuos buscan maximizar la riqueza para maximizar su utilidad (satisfacción), porque si somos más ricos, somos más felices. Hay constataciones empíricas que indican que, después de cierto umbral, el aumento de la riqueza no lleva a mayor bienestar. ¿Por qué? Porque se empieza a perder la capacidad de transformar los bienes en bienestar, en felicidad humana (18,19). Es necesario reconocer que el bienestar y la felicidad, es la combinación de bienes materiales y bienes relacionales. Las “relaciones” debieran un puente de plata entre las finanzas y el consumo. Esta idea en la actualidad es de gran interés de los economistas, no sólo de los economistas sociales, sino también de los clásicos, como a su vez de los profesionales de la salud mental. Hoy “el otro” como persona y las relaciones genuinas son un bien escaso. La sociedad utilitarista cambia los bienes relacionales por bienes de consumo que descuidan la relación con el medio ambiente, los derechos humanos y los más vulnerables (9). El programa AUGE-GES de Depresión en Chile es una muestra de la praxis de una Política pública de salud mental y sin duda un esfuerzo colosal, que requeriría una re-ingeniería institucional (19) en su diseño a fin de reorientar su potencia. ¿Si su diseño no incluye sólo depresiones genuinas o endógenas y se amplía a innumerables “patologías menores”, por qué no fortalecer de mejor manera la promoción y el trabajo intersectorial?; ¿Por qué no rebautizarle como Programa Auge-Ges de Promoción del Bienestar y la Felicidad?
7 Este autor y colaboradores, examina las normas legales que abarcan la protección de los accionistas de las empresas y de los acreedores, el origen de estas normas, y la calidad de su ejecución en 49 países. Los resultados muestran que los países donde se aplica el derecho común tienen generalmente las más fuertes protecciones, y los países donde impera el derecho civil latino, las protecciones legales son más débiles para los inversores. Los alemanes y países de tradición civil jurídica escandinava están situados en el centro. También demuestran que la concentración de la propiedad de las acciones de las grandes empresas públicas se relaciona negativamente con la protección de los inversores, en consonancia con la hipótesis de que los pequeños y diversificados accionistas son poco importantes en los países que no protegen sus derechos. La Felicidad 133
Miradas del bienestar y felicidad en chile desde la salud mental
Parafraseando a Calvo8, terminamos señalando que ocuparse de la felicidad en salud mental, al igual que en economía, psicología, educación, leyes, antropología, arte y muchas otras disciplinas es ocuparse de las relaciones. La felicidad, bien común, o es de todos o no es posible. Por otro lado como dice Daniel Cohen, célebre economista francés, que resume las ideas de Bruno Frey (20) “por encima de las instituciones que sostienen la existencia social de todos nosotros, no se puede escapar a una reflexión sobre la mejor manera de vivir individualmente el juego social, sobre todo en periodos críticos. Bruno Frey ha recogido el desafío, no sin valentía, de dar lecciones de vida que se perciben como lecciones de prudencia. Siempre hay un punto de ironía a la hora de explicar cómo hacerlo en ese terreno, pero ciertamente merecen citarse, aunque solo sea para iluminar los esfuerzos que hay que hacer para resistirse a las corrientes a menudo inversas de la vida social. Éstos son sus diez consejos (más que mandamientos)”. 1. No se preocupe por no ser un genio, porque los genios no son más felices que los demás 2. Gane dinero, pero sin convertirlo en una enfermedad 3. Envejezca con gracia 4. No se compare con los otros en materia de belleza 5. “Crea” en alguna cosa 6. Ayude a los demás 7. Controle sus envidias 8. Conserve a sus amigos 9. Viva en pareja 10. Acepte lo que es y gestione racionalmente sus debilidades
8 Calvo, Cristina: especialista en economía del comportamiento, docente del Programa Amartya Sen de la UBA y ex coordinadora nacional de Cáritas (Argentina).
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CAPÍTULO 6
Psicopatología y felicidad
Fernando Ivanovic-Zuvic
Capítulo 6 PSICOPATOLOGÍA Y FELICIDAD
Fernando Ivanovic-Zuvic
El hombre en la actualidad se caracteriza por ser un miembro de una estructura social compleja. ¿Pero de qué modo la sociedad reconoce la felicidad no solo en el individuo sino en el grupo social? El concepto de bienestar intenta resolver esta inquietud, pues el bienestar es posible de ser medido y evaluado con parámetros incluso objetivos. Las encuestas en el día de hoy, nos señalan nuestro grado de bienestar en un momento dado. Puede ser medido para diseñar una determinada política pública, se pueden comparar las políticas de salud en diversos grupos humanos, países, continentes, etc. El bienestar ha sido homologado a los bienes que se poseen, o se dispone de ellos. Si la felicidad consistía en la búsqueda de un bien superior según Aristóteles (1), integrando un aspecto de actividad, realización y proyección, esto es difícil de ser medido, puesto que la felicidad posee un alto grado de subjetividad. Sin embargo, el bienestar si es posible de ser medido pues reemplaza la subjetividad de la felicidad mediante un conjunto de condiciones objetivas. El bienestar deja de ser un parámetro personal como lo es la felicidad, se simplifican los términos pues se refiere a logros alcanzados en un país o en cualquier comunidad con parámetros objetivos. El supuesto consiste en que si se dan las condiciones de bienestar, consecuentemente es posible la felicidad. Sin embargo, se puede ser infeliz aun cuando se den condiciones de bienestar que para la mayoría de los ciudadanos son adecuadas. La felicidad por lo tanto requiere de algo más que el bienestar. Este último al parecer la favorece, pero la felicidad posee características más profundas que llegan al ser mismo del hombre en su dimensión plenamente humana. Sin embargo, para los investigadores de la salud el concepto de bienestar es útil, pues contiene parámetros que permiten favorecer la felicidad en los individuos. De hecho, en la actualidad la forma de medir la felicidad se basa en conceptos tales como bienestar y calidad de vida. Una definición de calidad de vida, la caracteriza como el grado de bienestar general que alcanza una persona tanto en lo físico, mental y social. Se incluyen aspectos tales como síntomas, disfunción física, funcionamiento social y satisfacción general. Su empleo en la Capítulo 6 - La Felicidad 139
Psicopatología y felicidad
salud física está ampliamente difundido. En estas enfermedades la presencia de síntomas provoca que el paciente este incapacitado para efectuar las labores cotidianas en el trabajo, estudios, etc. A modo de ejemplo, un estado febril significará que el sujeto empeore su calidad de vida aunque sea en forma transitoria. Si el problema se hace permanente como en el caso de una parálisis muscular secundaria a un accidente vascular encefálico, originará un estado de pérdida permanente de las capacidades físicas, lo que lo llevará a un empeoramiento de la calidad de vida, no solo por los síntomas clínicos sino también por las consecuencias ambientales y familiares que se originan a partir de esta realidad. La propia definición de salud, concepto estrechamente relacionado con el de calidad de vida, incorpora términos que van más allá de los impedimentos físicos o enfermedades somáticas tradicionales. La proporcionada por la Organización Mundial de la Salud señala que: “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social. No consiste solamente en la ausencia de enfermedad o dolencia”. Esta definición de salud incorpora un concepto valorativo que se acerca a las definiciones de calidad de vida, pues la salud no es entendida solo como la ausencia de un proceso patológico, sino además se debe mantener un estado de bienestar mental. De hecho, la salud mental se define como el estado de bienestar que permite a los individuos realizar sus habilidades, afrontar el estrés normal de la vida, trabajar de manera productiva, y hacer una contribución significativa a su comunidad junto a la capacidad de realizarse intelectual y emocionalmente. Una enfermedad mental provoca una alteración que afecta a las cogniciones, emociones y comportamiento que lleva a una incapacidad individual y social. La discapacidad que acompaña a una enfermedad mental limita la vida personal, muchas veces en forma permanente. Las patologías mentales tendrán consecuencias en diversas condiciones de vida que incluyen, menores ingresos, problemas de habitación, bajo nivel de ocupación, menor educación, carencia de apoyo social, exclusión, discriminación social y mayor morbilidad somática (2). Para comprender el concepto de calidad de vida, algunos la consideran como el resultado de un proceso continuo de adaptación, mediante el cual el individuo debe conciliar sus necesidades con lo que le proporcionan su entorno. Este es un proceso dinámico, pues estas exigencias cambian a lo largo del tiempo, con variaciones en los niveles de satisfacción, al modificarse los valores y preferencias del entorno social. Para medir la calidad de vida en personas con enfermedades específicas mentales se deben incorporar los hechos particulares de estas enfermedades, tales como los efectos del ambiente en su génesis, la estigmatización que sufre el paciente y las distorsiones propias del mismo cuadro psiquiátrico que se desea evaluar.
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Sin embargo, algunos autores señalan que el concepto de calidad de vida es ambiguo y difícil de ser medido tanto clínicamente como por test psicométricos. Estos proponen utilizar más bien el concepto de satisfacción, como el más apropiado (3). En una muestra danesa el 84.6 % de las personas que señalaron no haber estado felices durante los últimos cuatro meses poseían historia de enfermedad mental (4). Las personas diagnosticadas como portadores de desordenes mentales mostraron menor felicidad que aquellos sin estas patologías. En algunos estudios se encuentra que mientras más severa es la enfermedad, menores probabilidades de experimentar felicidad. La cronicidad y mayor comorbilidad se asocia a menores niveles de felicidad. En estos pacientes, la aparición de momentos de felicidad se correlacionó con una mayor probabilidad de recuperación de la patología. En este estudio se muestra que los factores psicológicos influyen en mayor forma sobre los sentimientos de felicidad en la población con desórdenes mentales, en relación a los que no los poseen. Personas con patologías mentales poseen una mayor sensibilidad a los problemas psicológicos que puede modificar sus estados de ánimo. Aquellos con menores alteraciones mentales, con mejor autoestima, menos síntomas y con mejores relaciones interpersonales, tienden a presentar mayores momentos de felicidad. El nivel de felicidad impresiona ser menor en las personas con desórdenes mentales, pero las condiciones para llegar a ser felices son semejantes para aquellos con y sin patologías mentales. Estas apreciaciones son válidas para sujetos que poseen alteraciones mentales en general, pero las formas más severas de los trastornos tales como esquizofrenia u otras psicosis mayores no fueron incorporadas en este estudio, por lo que su situación podría ser diferente (4). Los sujetos con trastornos mentales tienden a valorar su estado general en estrecha relación con las vivencias subjetivas determinadas por el proceso patológico mismo. Esquizofrénicos perciben la realidad influidos por su peculiar forma de vivenciarse a sí mismos y a los otros, como resultado de los delirios. Los pacientes crónicos pueden valorar en forma satisfactoria su nivel de calidad de vida al estar institucionalizados, lo que en ocasiones no concuerda con las valoraciones efectuadas por la comunidad o desde un observador externo. Es decir, la felicidad puede no ser completamente valorada por sujetos con trastornos mentales, debido a las distorsiones cognitivas y afectivas propias de la enfermedad. Se plantea que la reinserción social plena del sujeto poseedor de una patología mental es el logro óptimo en la rehabilitación. Sin embargo, en oportunidades se observa que en algunos, especialmente aquellos con patologías crónicas y deteriorantes, esta ambición no es factible, ya que por la naturaleza misma de la patología el paciente no está preparado para asumir los roles que la sociedad le exige a un individuo común, lo que debe ser ponderado en forma realista en cada caso en particular. De este modo, el abandonar una institución que lo ha acogido y volver a su hogar, le provoca incertidumbre e infelicidad. De ahí la necesidad de encontrar un justo equilibrio entre los requerimientos de la sociedad, la La Felicidad 141
Psicopatología y felicidad
familia y del paciente en particular, equilibrio a menudo inestable y que es tensionado tanto por la patología misma como por las reglas y demandas sociales que se establecen en un determinado grupo humano. Un aspecto que se ha planteado acerca de las consideraciones psicopatológicas y la felicidad es el estilo atribucional y la personalidad como predictor de la felicidad. Es decir, cuales son las características de personalidad de los sujetos propensos a ser felices. Diversos estudios señalan que existen factores favorecedores en la aparición de psicopatología como en el caso de la personalidad esquizoide y el surgimiento posterior de los trastornos esquizofrénicos o el tipus melancólicus proclive a experimentar cuadros depresivos, que se caracterizan por su marcado orden y apego a las normas, y dependencia hacia los otros. Por el contrario, el tipus maníaco se caracteriza por tener una escasa tendencia al orden y poseer una amplia gama de intereses que manifiestan inconstantemente. Estas personas son propensas a experimentar una enfermedad bipolar (5).
¿Cuál es el tipo de personalidad que es más proclive a ser feliz? Cloninger menciona que atributos tales como la cooperación, trascendencia, responsabilidad y presencia de propósitos vitales son aspectos importantes que cuando están presentes como rasgos de la personalidad, favorecen la felicidad. Estas características están ausentes en aquellos sujetos con alteraciones de la personalidad (6,7). Variables como la presencia de religiosidad, salud mental y salud física se correlacionan en forma positiva con la felicidad, contrariamente a la presencia de ansiedad y depresión, que la impiden. Se ha encontrado que la presencia de felicidad está en correspondencia con una mayor religiosidad entre jóvenes estudiados a través de diversos test psicométricos (8). Otros estudios muestran que la relación entre el bienestar y personalidad es compleja. Se señala que el bienestar no se puede asegurar con la ausencia de psicopatología o de ciertos rasgos de personalidad (9). Un estudio que incluyó 973 pares de gemelos para ponderar la influencia de los factores genéticos en la posibilidad de ser feliz, muestra que el estado de bienestar está relacionado a la personalidad, ya que esta posee una base genética que se constituye como el sustrato o el reservorio genético para alcanzar la felicidad. En este estudio los factores medidos de la personalidad fueron el neuroticismo, extraversión, conciencia de sí mismo y sensación de agrado, los que posen un sustrato genético que favorece la presencia de vivencias de felicidad (10). Los sujetos que experimentan cuadros depresivos prolongados tienden a evaluar en forma negativa la realidad en forma estable y permanente. También la ansiedad es un marcador de tendencias pesimistas. Algunos estudios muestran que sujetos que presentan satisfacción, 142
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ánimo positivo y relativa ausencia de afectos negativos, al ser evaluados en sus experiencias subjetivas de bienestar, son aquellos que presentan un mayor grado de extraversión, junto a un mayor interés en actividades sociales. Estos sujetos extravertidos tienen más posibilidades de encontrar satisfacción y mayor capacidad de goce. Por el contrario, los sujetos con tendencias neuróticas con patologías depresivas y ansiosas relatan y muestran en los test psicométricos un estilo atribucional pesimista con un enjuiciamiento más negativo sobre si mismos y los otros, y por ende con menos satisfacción, bienestar y felicidad. De este modo, la extraversión y la apertura a nuevas experiencias están positivamente correlacionadas con la felicidad (11). Es decir, se puede predecir que un sujeto con tendencias extrovertidas de personalidad tiene mayores posibilidades de experimentar felicidad y además estar más preparado para enfrentar el estrés psicológico. Son más optimistas, tienen mayor capacidad de salir adelante y de generar afectos positivos. Reaccionan frente a situaciones adversas planteando que ellas no son parte de su modo de ser, sino que pueden ser superadas, ya que no se aprecian como permanentes, y son vividas como menos personales y menos negativas. Sin embargo, otros autores señalan que estos estilos atribucionales enmascaran la felicidad más profunda, pues los demasiados optimistas valoran idealizadamente sus vivencias, de manera superficial y no sabia. Algunos autores mencionan que la extroversión no es una situación que siempre se acompaña de felicidad. Mediante extensos meta análisis, el neuroticismo se constituye como un mayor predictor de felicidad y satisfacción. Utilizando el Oxford Happiness Inventory (OHI), se ha encontrado que la estabilidad emocional está más vinculada con la felicidad que la extraversión. Una mejor estabilidad emocional es un buen predictor de índices de felicidad en la gente joven (12). En cuanto a la influencia de factores genéticos, estudios efectuados en adolescentes con alteraciones psicopatológicas muestran que los hombres presentan mejores índices de satisfacción y calidad de vida respecto a las mujeres. Ellas muestran mayores problemas en su mundo íntimo o subjetivo. Ambos se correlacionan negativamente con la presencia de psicopatología, especialmente en las escalas de depresión y ansiedad. Esto también fue estudiado en gemelos adolescentes, los que poseían una tendencia genética a mostrar menores cifras de satisfacción y calidad de vida mientras mayor era la psicopatología, concluyendo que los aspectos psicopatológicos tienden a presentarse en forma similar entre hermanos gemelos. Esto significa que los sujetos poseen una tendencia hereditaria hacia una mayor psicopatología, aun previa a la aparición de estas alteraciones, en aquellos que poseían bajos índices de bienestar. Es decir, bajos índices de bienestar preceden a la aparición de mayor psicopatología. De este modo existe un estrecho vínculo entre psicopatología y bienestar con una base genética, la que debería ser considerada en la prevención de la aparición de mayor psicopatología en adolescentes vulnerables (13). La Felicidad 143
Psicopatología y felicidad
Otro estudio que analiza el sustrato genético del bienestar y la psicopatología incorporó a 1386 pares de mellizos. Se concluyó que ambos aspectos genéticos y ambientales influyen en el bienestar y la psicopatología. La genética daría cuenta entre un 41% a un 50% de la influencia sobre el bienestar individual. A pesar que bajos niveles de psicopatología reflejan una propensión más alta hacia el bienestar, otros factores genéticos independientes también pueden jugar un rol favorable en la salud mental. De este modo, si se heredan factores de riesgo para la aparición de cuadros depresivos o ansiosos, aun así la satisfacción puede ser lograda. La presencia de antecedentes genéticos para enfermedad mental no significa que el sujeto está incapacitado para lograr su bienestar. Además, un bajo riesgo genético para la presencia de psicopatología no asegura el bienestar (14). De este modo, estudios efectuados para evaluar la influencia de los factores genéticos y ambientales para patologías e índices de bienestar, indican que ambos factores concurren en la mantención del bienestar y de la felicidad. Otro estudio con 6576 pares de gemelos en Noruega mostró que los factores comunes genéticos dan cuenta de alrededor del 45 al 80% de la influencia. Los mismos genes serían compartidos por hombres y mujeres (15).
El caso de los trastornos del ánimo Algunas cifras pueden ayudar a comprender la importancia de estas patologías. Según cifras de la OMS del año 2004, 450 millones de personas en el mundo sufren de un trastorno mental o de la conducta. Alrededor de 1 millón de personas se suicidan cada año. 4 de las 6 causas principales de los años vividos con discapacidad por la población general resultan de trastornos neuropsiquiátricos (depresión, trastornos generados por el uso de alcohol, esquizofrenia y trastorno bipolar). Una de cada cuatro familias, tiene por lo menos un miembro afectado por un trastorno mental. Existe una brecha considerable entre las necesidades de atención de los trastornos mentales y los recursos disponibles. En países desarrollados, que cuentan con sistemas de atención bien establecidos, entre el 44% y el 70% de las personas con trastornos mentales no reciben tratamiento. En los países en desarrollo estas cifran son aún mucho más elevadas y llegan casi al 90%. En el caso de la depresión, la carga de la depresión está creciendo, afectando tanto la vida laboral como la social de los individuos. Los estudios sugieren que los costos anuales promedio, incluyendo los médicos, farmacéuticos y por discapacidad, para los trabajadores con depresión llegarían a ser 4,2 veces más altos que los incurridos por un asegurado común. Los individuos afectados por trastornos comórbidos (físicos y mentales) tienen regularmente tasas más bajas de empleo que las personas afectadas por un solo trastorno físico. En diferentes encuestas, aproximadamente un 20% de personas con un trastorno físico y psiquiátrico simultáneo informaron estar empleadas, en contraste con las afectadas 144
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por un solo trastorno físico que presentan cifras mucho mayores (16). En relación a la felicidad y los trastornos del ánimo se pueden efectuar algunas consideraciones. La felicidad es entendida habitualmente en sujetos sin patologías mentales significativas. Cabe la pregunta de si ¿la enfermedad mental afecta la capacidad de experimentar felicidad? La evidencia actual coincide en múltiples estudios, que el grado de bienestar está alterado en sujetos que presentan patologías. De todos modos, cabe señalar que no todos los sujetos reaccionan del mismo modo ante una patología. En estados iniciales de la depresión suele existir un mayor “insight” o conciencia de enfermedad que en estados más avanzados de la enfermedad. En estados más severos, esta capacidad de conciencia de enfermedad se pierde para dar lugar a vivencias subjetivas más intensas con un profundo nihilismo. Con la aparición de delirios y alucinaciones en los denominados cuadros psicóticos, se pierde la conciencia de realidad en forma severa. Pensamos que en todos estos cuadros la capacidad de experimentar felicidad está alterada, con mayores o menores grados de sufrimiento según sea la gravedad, hasta formas de completa pérdida de la capacidad de experimentar placer como sucede en la anhedonia profunda. De este modo, la depresión se constituye en una dificultad real para alcanzar la felicidad, pues las capacidades mismas están alteradas impidiendo dicha posibilidad. El ejemplo más claro lo constituyen las depresiones melancólicas donde existe un compromiso tanto somático como mental, y donde las ideas y los sentimientos vitales expresan la plena incapacidad de experimentar placer, a tal grado que el término felicidad carece de sentido. El caso más patente lo constituye el síndrome de Cottard, donde el paciente siente que su infelicidad será infinita, con ideas de un sufrimiento eterno. Si la depresión queda definida por la imposibilidad de experimentar bienestar y felicidad, la manía puede representar lo contrario. Uno de los síntomas más comunes de la exaltación del ánimo de las personas con manía, es la vivencia de alegría y de felicidad. Los pacientes se sienten con un desbordante júbilo sin que las circunstancias promuevan estas vivencias, que están fuera del contexto situacional. Alegría y tristeza son las dos caras de los trastornos bipolares. Observamos una desconexión entre la biografía del sujeto y el estado transitorio de plena felicidad o tristeza que presenta. No aparecen fundamentos consistentes, dándonos la impresión de estar frente a sentimientos que surgen fuera de un trasfondo coherente y sólido. Los estados depresivos y maníacos interrumpen desconectados con el contexto biográfico del sujeto, donde se carece de la capacidad de comprender estas vivencias como inusuales, apartadas del enjuiciamiento que cada sujeto está realizando en cada uno de sus actos y por lo tanto, no tomando conciencia de las consecuencias tanto para el mismo como para los que lo rodean. De este modo, observamos una felicidad vacía, alejada de un trasfondo vital consistente, que se enjuicia como tal y que se trasunta en conductas coherentes, llenas de productividad y sentido, que forman parte de las experiencias no patológicas de la felicidad. La Felicidad 145
Psicopatología y felicidad
Hoy observamos que en los síntomas que forman parte de un estado de manía, las vivencias de felicidad son menos comunes, pues lo habitual es la aparición de irritabilidad junto al compromiso de los ritmos vitales y de la corporalidad. Los pacientes se muestran hoscos y hostiles, descalificadores de los que lo rodean y/o de la sociedad. El ánimo festivo y alegre propio de los sujetos con episodios maníacos de años atrás, ha dado paso a un individuo que intenta imponer sus ideas con fuerza y agresividad, rompiendo la distancia social hacia los otros, mostrando su enojo, su contrariedad y su escasa tolerancia. De este modo, la irritabilidad adopta un lugar preponderante tanto en los estados de manía, como en las depresiones, pues junto a las ideas de tristeza e infelicidad, el sujeto se muestra irritable dirigiendo esta agresividad hacia sí mismo o hacia otros. Es decir, la irritabilidad es un aspecto de relevancia en las formas de presentación de estas patologías en la actualidad. Sin duda que la psicología y la psiquiatría deben aportar en la generación de condiciones humanas y sociales, donde la felicidad sea posible. El paciente debe superar estos estados patológicos transitorios con los tratamientos integrales y multidimensionales que poseemos en la actualidad. De este modo, se puede manifestar la esperanza y la superación de estas condiciones patológicas, permitiendo que la felicidad sea una alternativa válida para estos seres humanos.
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CAPÍTULO 7
Felicidad en la infancia
Capítulo 7
Matías Irarrázaval Domínguez
FELICIDAD EN LA INFANCIA
Matías Irarrázaval Domínguez
A través de la historia de la humanidad, filósofos e intelectuales han considerado que la obtención de la felicidad es una meta de preciado valor. En palabras de Spinoza: “Todos quieren una felicidad continua y genuina” (1), lo que desde luego comprende también a los niños. Durante la infancia puede ser más difícil identificar la verdadera eudaimonia aristotélica, pero sin duda que los niños buscan la felicidad, mediante formas diversas según su desarrollo evolutivo. Esto incluye desde la necesidad de protección y confianza básica del recién nacido hasta la adquisición de la identidad y búsqueda vocacional del adolescente. La felicidad está tomando una importancia cada vez mayor en el mundo de la investigación científica. En el área de la psiquiatría los estudios sobre la felicidad han aumentado: si en la década de los noventa los estudios sobre depresión superaban a los de felicidad en una relación de 27:1, hoy en día esa relación es de 17:1. La Revista de Estudios sobre la Felicidad (“The Journal of Happiness Studies”) nació en el año 2000, como el primer foro científico internacional para investigadores de diversas disciplinas, con el objetivo de discutir diversas propuestas y estudios sobre el tema. Hoy en día es una revista con impacto medible, y un signo de un interés creciente sobre la felicidad y el bienestar, desde una gran variedad de perspectivas epistemológicas, que van desde la sociología a la economía, desde la filosofía a la psicología, desde la educación a la medicina. A pesar de la gran importancia que se le ha dado al tema de la felicidad, el interés por su estudio en los niños y adolescentes ha sido más bien escaso. Es por cierto contradictorio, si se considera la enorme relevancia que le dan los padres a la felicidad de sus hijos. En un estudio de Ed Diener de más de 10.000 padres, en 48 países diferentes, al preguntarles qué es lo que más deseaban para sus hijos, la mayoría respondieron que sean felices, independiente del nivel socioeconómico y de la cultura familiar (2). Pero la felicidad no es una preocupación exclusiva de los padres. La mayoría de los adolescentes también identifican a la felicidad como la meta más importante de sus vidas, incluso por sobre el dinero, el amor y la salud (3). La escasa atención que se le ha dado a la felicidad durante la infancia es aún más sorprendente si se consideran los múltiples beneficios que genera en esta población. Como se desarrollará en este capítulo, los niños y adolescentes que reportan tener un mayor nivel de felicidad, poseen mejores cifras de bienestar académico, social e interpersonal. Un mayor nivel de Capítulo 7 - La Felicidad 151
Felicidad en la infancia
felicidad también se asocia a una mejor salud, mayor creatividad, mejor productividad y éxito vocacional, mejores relaciones sociales y mayores niveles de resiliencia. Todas características deseables para los niños y las futuras generaciones de adultos. Es particularmente importante desarrollar un conocimiento comprensivo sobre la felicidad infantil, e incentivar la investigación en esta área. El reconocimiento de predictores de la felicidad en la infancia puede mejorar el bienestar y calidad de vida de los niños y también de los adultos. Esto nos lleva a un punto que aunque complejo, es de enorme relevancia para entender la felicidad en la infancia, cual es la definición y caracterización de la felicidad. Otros capítulos de este libro han propuesto definiciones sobre la felicidad, por lo que intentaremos centrarnos en aquellos elementos que son relevantes para su entendimiento en la población infantil.
1. ¿Qué es la felicidad en la infancia? La felicidad es un concepto que posee características multidimensionales, y que difícilmente puede ser comprendido cabalmente desde un sólo punto de vista. Los investigadores han debido utilizar diversos métodos para su análisis, que han permitido evaluar diferencias cualitativas en la expresión de la felicidad. Por ejemplo, la hedonia se refiere al tipo de felicidad asociada con una gratificación inmediata, que generalmente proviene de un placer sensorial. Sus orígenes se remontan a Arístipo de Cirene (IV a.C.) que afirmaba que sólo lo placentero o aquello que produce placer es bueno. En cambio, la eudaimonia corresponde a un tipo de felicidad que se obtiene al vivir una vida virtuosa, y que por lo tanto implica una gratificación retardada. Para Aristóteles la felicidad es el “bien supremo”, el fin al cual están destinadas todas nuestras acciones, y el objetivo de la vida para los seres humanos. El filósofo divide los bienes que podemos obtener en tres clases: los bienes exteriores, bienes del alma y bienes del cuerpo. La hedonia estaría referida a los bienes del cuerpo, mientras que la eudaimonia o felicidad a los bienes del alma. Los bienes del cuerpo serían necesarios aunque insuficientes para ser felices, en cambio la actividad del alma conforme a la virtud es imprescindible para la felicidad (4). Una de las grandes diferencias entre las dos perspectivas es que la eudaumonia se enfoca en los factores que ayudan al proceso del buen vivir, mientras que la hedonia le da más importancia a los resultados de este proceso. En términos psicológicos el enfoque hedónico de la felicidad está incluido en los conceptos de afecto positivo y bienestar, mientras que la eudaumonia se relaciona más bien con la autorealización, autoaceptación, percepción del propósito y del resultado, autodeterminación, confianza en los demás y cooperación. En muchos idiomas se pueden distinguir estas dos concepciones de la felicidad. La diferencia entre algo inmediato, como es el placer, y algo más duradero, como es el gozo o el “estar contento” (en italiano gioa versus felicita). A pesar de que una persona puede estar en un estado muy placentero, que muchas veces se acompaña de un sentimiento grato y vivo 152
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manifestado con una sonrisa, no necesariamente es feliz. De esta forma, parece ser que la felicidad corresponde a un estado más que a una emoción, y como tal, es de naturaleza más permanente en el tiempo. Por otro lado, en algunos idiomas existe una relación entre felicidad y buena suerte (alemán gluck/glucklick feliz/afortunado), lo que refleja algo que pudiera mejorar las cosas más de lo razonable o esperable, especialmente si lo comparamos con la “suerte” de otros. De tal forma que la felicidad puede incluir implícitamente comparaciones con una expectativa determinada o con lo que poseen los demás, hecho relevante para el estudio sociológico y económico de la felicidad, especialmente entre los adolescentes. La felicidad se asocia al bienestar, que a su vez se relaciona con las emociones, aunque es importante reconocer que la felicidad no se reduce a las emociones. El bienestar es la evaluación subjetiva, mediante procesos afectivos y cognitivos, de la propia vida. La psicología positiva incluye en el bienestar, factores cognitivos y afectivos de evaluación subjetiva, así como bajos niveles de emociones negativas. Sin embargo hay dificultades importantes en la comprensión del concepto de bienestar, y en el consenso sobre las dimensiones que debieran incluirse en su estudio. Estas consideraciones son suficientes como para poder bosquejar el terreno semántico de la felicidad, y poder discernir cuáles de estos conceptos son aplicables en la población infantil. La mayoría de los usos que se le da a la felicidad pueden incluirse dentro de tres sentidos anteriormente expuestos: a) el sentimiento placentero o alegría, b) el bienestar, c) la felicidad. El sentir más inmediato y directo de la felicidad incluye la alegría, que es una emoción o sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores como una sonrisa. Este sentir es transitorio y posee una fenomenología particular, que es la forma característica como se siente la alegría, y que está presente en todas las culturas y edades. La sonrisa, como manifestación de la alegría, es uno de los signos precoces de desarrollo psicomotor infantil, apareciendo entre el primer y segundo mes de vida como una sonrisa refleja para luego conformarse como una respuesta distintiva al sentimiento de alegría. Es interesante cómo su presentación en etapas precoces de la vida infantil es un indicador de la enorme satisfacción y motivación que produce la comunicación y las relaciones sociales en el bienestar infantil. Su ausencia o falta de desarrollo puede llevar a un deterioro de la calidad de vida o del bienestar, como ocurre en el autismo, retardo mental o trastornos del lenguaje. Una característica de la alegría es que nace generalmente de un estado que se obtiene, y en el que generalmente no intermedia la cognición. La mayoría de las veces es inexplicable, aunque la persona reconozca estar feliz, y puede ser difícil distinguir su causa. Esta sibilina característica es muy frecuente de observar en los niños, que en edades tempranas no poseen un desarrollo introspectivo suficiente como para poder expresar lo que están sintiendo, por La Felicidad 153
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lo que suelen expresar la alegría sin reconocer su origen. Sin embargo, cuando el niño logra asociar el calor maternal o la saciedad después de comer a este sentimiento placentero, son perfectamente capaces de manifestar su relación, siendo incluso más claros que los adultos. Podríamos resumir que existe un primer estado sensible, inmediato y transitorio de satisfacción, que autores como Thomas Nagel han denominado como el “primer nivel de felicidad” y que se presenta tempranamente en el desarrollo evolutivo del niño (5). Al ser este estado transeúnte y cambiante, su evaluación requiere de múltiples mediciones en el tiempo. Por otro lado, cuando los adultos dicen que están “felices” con sus vidas, no se refieren necesariamente a que están sonrientes todo el día o experimentando permanentemente el sentimiento grato de la alegría. Muchas veces la apreciación de “estar feliz” tiene relación con una reflexión del balance entre lo agradable y lo desagradable, con un equilibrio razonablemente positivo en el tiempo. Esta felicidad no está relacionada necesariamente con la evaluación de un sentir, sino más bien con juicios acerca del balance de los sentimientos en un período de tiempo. Algunos autores han denominado a este estado más reflexivo de la felicidad como un “segundo nivel de felicidad” y muchos investigadores lo incluyen en el concepto de bienestar. El bienestar no resulta exclusivamente del cálculo neto entre los momentos positivos y los negativos, sino que incluye además procesos cognitivos más complejos, como la temporalidad, la permanencia de los objetos y de las emociones, y la capacidad de comparación entre diferentes alternativas. Es por ello que los niños menores de 6-7 años, aunque sin duda pueden ser felices, difícilmente son capaces de enjuiciar este estado permanente y de expresarlo en sus descripciones, por lo que su evaluación requiere de una descripción más bien objetiva y externa al niño. Finalmente, existe un tercer nivel de felicidad, como un concepto más amplio y relacionado con un estilo de vida particular. Aristóteles utiliza el término eudaimonia para referirse a la vida de una persona que es capaz de desarrollar su verdadero potencial, lo que produce como consecuencia la felicidad. A pesar de que esa vida puede incluir muchas experiencias emocionales positivas, esos momentos no están necesariamente incluidos en la definición. Muchos psicólogos contemporáneos definen la felicidad como la eudaimonia aristotélica y se refieren a este estado como un “tercer nivel de felicidad”. Sin embargo, la felicidad asociada a un estilo de vida no es un estado emocional, por lo que no posee un correlato fenomenológico medible en términos psicológicos. Corresponde más bien a la filosofía el estudio de este nivel, que algunos autores han denominado la “verdadera felicidad”. La definición que elijamos para referirnos a la felicidad va a influir importantemente en la forma de evaluarla y en las conclusiones que podamos obtener de su estudio. El primer nivel de felicidad, o la alegría, es medible objetivamente y aplicable a la psicología de la infancia. Se pueden describir regiones del cerebro que estén relacionadas funcionalmente con la alegría y las emociones positivas, así como mecanismos fisiológicos cuantificables 154
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ligados al placer. El reporte subjetivo también es un buen instrumento para describir la felicidad en este primer nivel. Si el niño refiere estar alegre o contento, el fenómeno puede medirse y compararse en el tiempo, lo que permite la generación de correlaciones. Algo similar es aplicable al segundo nivel de felicidad o llamado bienestar. De hecho la mayor parte de los estudios incluidos en este capítulo tienen como objeto de estudio el bienestar infantil. Es por ello que la mayoría de las veces se utiliza indistintamente el término bienestar o satisfacción para referirse a la felicidad, pero considerando que corresponde sólo al segundo nivel. El tercer nivel de felicidad, sin embargo, no es fácilmente medible. Como se explicó anteriormente, su evaluación requiere hacer un juicio acerca de cuál es la vida ideal y qué parte de la propia vida refleja la eudaimonia. Específicamente en los niños parece no ser posible su evaluación directa, por lo que enfocaremos nuestro estudio principalmente en los dos primeros niveles de felicidad.
2. Desarrollo de la felicidad en los niños La compleja diferenciación entre los diversos sentimientos y emociones relacionados con la felicidad comienza tempranamente en la infancia. Mucho antes de que el niño pueda encontrar definiciones para la felicidad, la alegría o las experiencias que lo llevan a ser feliz, aprende a distinguir los diversos cambios e intensidades de los estados mentales. Su desarrollo es modelado mediante la respuesta de otras personas significativas, como la madre, lo que permite diferenciar progresivamente sus estados internos. Durante los primeros dos años de vida, la capacidad materna para regular las emociones del niño va a ser un elemento de enorme relevancia para el desarrollo de la capacidad de autorregulación, que está vinculada al bienestar y la felicidad. Un niño con adecuada autorregulación emocional posee una mejor capacidad de responder frente a los estresores ambientales, disminuyendo el riesgo para desarrollar trastornos ansiosos, de la conducta y del ánimo. En los primeros años de vida confluyen evolutivamente diversos factores genéticos, ambientales y culturales, que van a contribuir en la formación de las diferentes formas que tenemos de vivir y entender la felicidad. La capacidad inicial de sentir la protección, el afecto y el placer en la interacción con el otro, se va a ir desarrollando progresivamente, hasta conseguir la formación del concepto subjetivo del bienestar y en forma asociada, el de felicidad. Es interesante observar que el desarrollo del bienestar subjetivo suele tener elementos comunes en los niños de diversas culturas. En diferentes partes del mundo los niños expresan un rango similar de respuestas de satisfacción y seguridad frente al estímulo táctil, el sonido o el olor de la madre o el cuidador; y los padres usan generalizadamente la misma entonación para inducir esas respuestas. Paul Ekman y otros psicólogos han corroborado la presentación La Felicidad 155
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universal de las emociones básicas, como la alegría, la rabia, el enojo y la tristeza en niños de diversas culturas y países. Al presentarles fotografías con caras sonrientes, los niños son capaces de identificar la alegría, la tristeza y el enojo, independiente del origen y enseñanzas que hayan recibido (6). Estos hallazgos hablan de un desarrollo precoz de la capacidad de sentir e interpretar emociones relacionadas con la alegría y consecuentemente con la felicidad. La incapacidad de interpretar adecuadamente las emociones suele presentarse en patologías como el trastorno de conducta y la personalidad antisocial, que se asocia frecuentemente a niveles inferiores de felicidad. En neurociencias se han utilizado neuroimágenes cerebrales para evaluar los cambios en el flujo sanguíneo y la actividad neuronal de niños mientras experimentan placer, dolor y alegría. Es interesante observar que los niños reaccionan notoriamente al observar las emociones en otras personas. Un niño de dos años es capaz de inferir los pensamientos y emociones de otro y va a mostrar signos de sufrimiento si otra persona sufre dolor, o va a ofrecer ayuda si le causó un daño. Incluso son capaces de activar zonas cerebrales equivalentes a las que ellos utilizarían si estuvieran haciendo la acción observada. Este “sistema de neuronas en espejo”, que refleja la actividad observada de otras personas, está involucrado en la respuesta empática que el niño experimenta al estar en presencia de otras personas que expresan alegría. Los hallazgos anteriormente expuestos muestran la predisposición natural que poseen los niños a la alegría y la felicidad, especialmente en compañía de personas que aseguren su protección y cuidado.
3. El estudio de la felicidad en la infancia En la actualidad no existe un consenso acerca de cuál es la mejor forma de evaluar la felicidad en los niños. La mayoría de los investigadores utilizan múltiples indicadores que están relacionados con la felicidad, dentro de los cuales el bienestar es el más preferido. Sin embargo, el bienestar puede ser estudiado en forma objetiva o subjetiva según la perspectiva que tome el investigador al momento de evaluarlo. La evaluación objetiva de la alegría o bienestar de un niño no estaría determinada por la propia opinión o deseo que tenga el investigador sobre la felicidad. En vez de concentrar el estudio en los estados subjetivos del niño, este enfoque busca examinar la felicidad mediante la conducta y las actividades observables, que son considerados como representantes de la felicidad y que estarían acorde a principios compartidos y valores universales del ser humano. Son ejemplos de la evaluación objetiva, el bienestar, las emociones, el ingreso socioeconómico, la salud, educación y otros. La evaluación objetiva puede ser útil para homogenizar la estimación del bienestar entre diferentes investigadores y lugares de estudio, así como para evitar la variada subjetividad en la vivencia de la felicidad infantil. 156
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Incluso, hay quienes piensan que la evaluación subjetiva de la felicidad infantil podría ser objetivamente errónea, y que profesionales entrenados serían capaces de determinar los niveles de felicidad con más precisión y estabilidad que el mismo niño. Sin embargo, muchos investigadores pueden objetar que los indicadores objetivos se correlacionan sólo levemente con la felicidad, y que el real valor de la felicidad infantil está más bien en la forma individual de experimentarla, que en los indicadores que se utilizan para su evaluación objetiva. Uno de los motivos por los que las variables demográficas y otros factores sociales “objetivos” se correlacionan sólo modestamente con la apreciación subjetiva de la felicidad es que todos ellos corresponden a indicadores relativamente imperfectos de calidad de vida, y que no consideran factores contextuales importantes que moderan las reacciones subjetivas de las personas. Por ejemplo, un niño podría presentar altos indicadores objetivos de felicidad, como educación, ingreso familiar, y salud, y sin embargo ser subjetivamente infeliz. Por otro lado, si consideramos que la evaluación subjetiva de la felicidad es una interacción individual que está necesariamente contextualizada dentro de un sistema externo de valores y principios morales, la investigación del componente subjetivo de la felicidad podría perfectamente darnos luces sobre la dimensión objetiva de la felicidad infantil. Teniendo esto en consideración, parece ser necesario el uso complementario de instrumentos tanto objetivos como subjetivos para la evaluación de la felicidad infantil, pues son complementarios en su información y se retroalimentan entre ellos. Los instrumentos que se utilizan para evaluar la felicidad infantil se pueden dividir en reportes (del niño, padres o profesores), evaluación de experiencias, pruebas de deseabilidad social, medidas implícitas de felicidad y mediciones biológicas. La tabla 1 resume las características, ventajas y limitaciones de los diversos métodos. Las pruebas más utilizadas actualmente en la investigación de la felicidad y bienestar infantil son la “Escala Subjetiva de Felicidad” (7), la “Escala de autoconcepto infantil de Piers-Harris” (8) y el “Cuestionario de Felicidad de Oxford” (9).
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Tabla 1: Métodos de evaluación de la felicidad infantil Tipos
Características y ejemplos Uso de evaluaciones contestadas por el niño, los padres o profesores.
Escalas y cuestionarios
Ventajas y Limitaciones t Muy utilizado para evaluar felicidad en los niños por su fácil comprensión y la posibilidad de múltiples opciones.
Ej. escala de caras (de más triste a más t contento). t Cuestionarios de selección múltiple; Subjective Happiness Scale (Holder 2010); t Piers Harris 2 (Piers 2002); Oxford Happiness Questionnaire (Hills 2002). t Reporte de los padres o profesores.
Medición de experiencias
Pruebas de deseabilidad social
Considera la teoría subjetiva de la felicidad Puede ser realizado por niños desde los 8 años y en forma grupal (con el curso). Los cuestionarios de múltiple elección suelen ser complejos de realizar. Existe buena correlación general entre los reportes de los padres/profesores y los niños (EE.UU.).
Mediante el uso de tecnología, el niño puede t Permite conocer situaciones específicas en las cuales los niños son más o menos felices. enviar señales sobre su nivel de felicidad y t Ej. los escolares son más felices con durante días o semanas. compañía que cuando están solos o Ej. beeper, teléfono, reloj haciendo actividades académicas, y durante Incluye el método de reconstrucción a partir el día que comenzando la mañana o de la información generada. terminando el día. t En ciertas culturas (Europa y Norteamérica) puede haber una tendencia a que el niño responda un autoreporte de forma complaciente o adecuada a la sociedad en t que vive.
Puede presentar un subreporte de comportamientos no deseables culturalmente y sobrereporte de aquellos que son favorecidos por la cultura. Puede ser aún mayor en el autoreporte de niños, comparado con el de adultos.
Ej. visitas a la iglesia, frecuencia de actividad t Pareciera ser mínimo en el reporte de la física, grado de felicidad. felicidad y bienestar.
Medidas implícitas de felicidad
Medidas “ocultas” para el niño, con las que se t Escasos estudios evalúa actitudes. Ej. tiempo de reacción entre dibujos y t Baja correlación test-retest palabras asociadas al dibujo, como dibujo de t Limitado uso en psicología positiva. casa lujosa y palabras felicidad y tristeza. t Alta validez entre reportes
Mediciones biológicas
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Correlatos químicos, fisiológicos o anatómicos utilizados para estudiar el bienestar o la felicidad subjetiva. Ej. cortisol y emociones negativas; actividad prefrontal izquierda y bienestar .
t No debiera ser susceptible de sesgo por respuesta “deseada socialmente”. t Estudios aún en desarrollo t Puede que no exista necesariamente correlación negativa entre los cambios fisiológicos y la felicidad (depresión y felicidad no son necesariamente contrarios).
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Mediante el desarrollo y el uso de los diversos instrumentos, los investigadores han conseguido realizar mediciones válidas y fiables de los componentes más importantes de la felicidad, identificando correlaciones y predictores de la felicidad. El reconocimiento de los factores involucrados en la felicidad infantil es relevante por dos motivos: en primer lugar permite profundizar en el estudio de esas variables y su relación con la felicidad; segundo, el estudio de la asociación causal nos permite crear intervenciones y estrategias dirigidas a mejorar la felicidad en la infancia, cuyo beneficio es de alto impacto tanto para el niño como para el futuro adulto. A continuación presentamos una revisión de estos correlatos y predictores de la felicidad en la infancia.
4. Predictores y factores relacionados con la felicidad en la infancia Durante las últimas décadas se han podido identificar diversas variables que están relacionadas con la felicidad. La mayoría de ellas han sido descritas en adultos, sin embargo también encontramos algunos trabajos en la población infantil. Las variables que se relacionan más importantemente con la felicidad infantil son: género, edad, ingreso económico, educación, apariencia física y salud, temperamento, ambiente familiar, actividades recreativas y espiritualidad.
a.1 Variables sociodemográficas (género, edad, educación, estado civil de los padres, ingreso económico) Diversos estudios han mostrado consistentemente que globalmente las variables sociodemogáficas poseen un efecto débil en la felicidad y el bienestar de niños y adolescentes. Sin embargo, es importante considerar que los estudios sobre felicidad que estudian variables como el género, la edad y el ingreso económico son limitados en la población infantil. En relación al género, se ha demostrado niveles similares de felicidad entre niños y niñas. Esta asociación suele mantenerse en la adultez, a pesar de que existen estudios que benefician tanto a un género como a otro dependiendo de su diseño y de la forma de evaluación. Analizando otras variables sociodemográficas como la edad, podemos observar que la satisfacción de vida aumenta con la edad hasta alrededor de los 70 años, edad en la que comienza a declinar. Lamentablemente este tipo de estudios no suele considerar a la población infantil, lo que limita su generalización. Otros estudios han intentado evaluar las variables familiares con la felicidad infantil. A pesar de la enorme importancia del ambiente familiar en el funcionamiento y desarrollo La Felicidad 159
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infantil, es interesante encontrar que existe escasa evidencia sobre la relación entre el las características familiares y la felicidad o el bienestar infantil. Por ejemplo, en niños entre 9 a 12 años, no se encontró una correlación entre su bienestar y la edad de los padres, y sólo un efecto leve entre la cantidad de hermanos y la felicidad (10). Sin embargo, es probable que en otros grupos etarios, como los preescolares y adolescentes, la significancia sea mayor, ya que son grupos más sensibles a la disponibilidad parental. En relación al estado marital de los padres, los estudios sobre felicidad y satisfacción de vida en los niños no muestran diferencias importantes al considerar exclusivamente esta variable. Sin embargo, sí se ha encontrado diferencias en los niveles de felicidad infantil según el grado de conflictividad en la relación parental, independiente del estado marital. Cuando la relación parental es conflictiva, disminuye la satisfacción, calidad de vida y felicidad de los niños estudiados. Si la relación de los padres se caracteriza por la violencia y los conflictos mantenidos, muchas veces los niños se ven involucrados en situaciones traumáticas, o pueden sentir la necesidad de declarar su preferencia por alguno de los padres, lo que genera una disminución del bienestar y por tanto de la felicidad. Se puede concluir que uno de los factores familiares más relevantes para la felicidad infantil es el nivel de conflictividad parental, que está asociado a la calidad en la relación parento-filial, además de la presencia de un ambiente propicio para el desarrollo infantil.
a.2 Ingreso económico La relación entre el ingreso económico y la felicidad es compleja, por todas las variables que están involucradas en el modelo, como la educación, la salud y la vivienda. Incluso, el ingreso económico y su variación en el tiempo están más bien relacionados con la autoevaluación del nivel de vida que con la misma felicidad. Eso explicaría por qué el ingreso familiar, a pesar de que se asocia positivamente con la felicidad infantil, sólo explica un 2 a 4% de ella, y no constituye un predictor consistente de la felicidad futura medida por los padres o profesores (10). En un estudio de Csikszentmihalyi, cuando los niños fueron categorizados por nivel socioeconómico, el segundo quintil (“clase trabajadora”) mostró el mayor nivel de felicidad entre los cinco grupos, y los quintiles más altos (“clase media” y “clase media alta”) los niveles más bajos. De hecho, el quintil de menor ingreso mostró mayores niveles de felicidad que las clases alta y media alta (11). A nivel macro, este es un fenómeno similar a lo que ocurre en los Estados Unidos de Norteamérica y Europa: a pesar de que han doblado su producto interno bruto desde la Segunda Guerra Mundial, los niveles de felicidad de sus ciudadanos no han aumentado, e incluso han disminuido en algunos lugares (12). Este fenómeno, aunque complejo y difícil de analizar en unas líneas, podría ser explicado en parte por la paradoja del hedonismo (13), según la cual la excesiva búsqueda de felicidad en el placer material o corporal puede finalmente disminuir su nivel. Esta paradoja posee una verdad importante, y es que los momentos más enriquecedores para los niños suelen ser 160
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actividades o relaciones humanas que poseen un valor por sí mismas, y no necesariamente aquellas que producen un placer hedónico. Sin duda que para el niño los juguetes y la comida son placenteros, sin embargo, algunos placeres poseen más valor que otros. Particularmente aquellos bienes que logran una relación vincular o amorosa con otro, como es la relación con los padres o amigos, producen en el niño una satisfacción y felicidad que es mantenida en el tiempo y no se agota tan rápidamente como el placer hedónico. La felicidad en la infancia no radica por tanto en excesivos juguetes o bienes materiales que los niños suelen recibir en respuesta a la carencia del adulto, sino más bien en los bienes que poseen un valor en sí mismo, como el tiempo de compañía o juego con los padres o amigos. De esta forma se comprende que, cubiertas las necesidades básicas, el bienestar infantil no va a estar relacionado linealmente con el ingreso económico, por lo que se hace imprescindible integrar la variable de felicidad en las mediciones del desarrollo infantil.
a.3 Educación Los estudios sobre la felicidad confirman que la educación contribuye importantemente a la felicidad de los niños. Por todos los beneficios que produce (a corto, mediano y largo plazo), y en diferentes niveles (individual, familiar y social), la educación infantil debe ser una prioridad en todos los estados y un derecho infantil fundamental. Sin embargo, es necesario reconocer que una vez que las necesidades básicas de educación están cubiertas, la relación entre educación y felicidad no es directamente lineal. Por ejemplo, una mayor cantidad de horas semanales dedicadas a la educación escolar suele relacionarse con un mejor desempeño escolar. Sin embargo, un exceso en las horas educativas o en el nivel de exigencia puede aplanar o incluso disminuir el rendimiento y la felicidad de los niños. En relación a las capacidades cognitivas globales de los niños y su desempeño escolar, se ha encontrado que la felicidad mejora la creatividad, la flexibilidad y el procesamiento cognitivo infantil. Un análisis extenso de más de cien artículos mostró que existe una mayor creatividad en sujetos con ánimo positivo si se les comparaba con individuos con ánimo neutro (14). Si consideramos que el ánimo positivo promueve un estado de bienestar y facilita la felicidad, podríamos considerar que los niños felices son más creativos y flexibles cognitivamente. Según la Teoría de la Autodeterminación, las personas en general, y los niños en particular, poseen una motivación intrínseca para aprender y desarrollarse. El niño buscaría aprender en forma natural, aunque al mismo tiempo recibe múltiples refuerzos positivos y negativos externos que modulan su motivación hacia el aprendizaje. Un mayor nivel de felicidad mejora el optimismo y la autoconfianza en el niño, cualidades que a su vez se relacionan con la autodeterminación. Se ha observado que los niños felices poseen una mayor capacidad para perseverar en el trabajo, lo que se traduce en un mejor desempeño y a su vez en mayores niveles de optimismo. Mediante este circuito de retroalimentación positiva, los niños con La Felicidad 161
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mejores niveles de felicidad logran un menor ausentismo escolar y una mayor productividad y desempeño en el colegio.
b. Apariencia física y salud Diversos estudios han intentado evaluar la relación entre la felicidad infantil con la apariencia física. Un meta-análisis de más de 25 estudios encontró que las personas con mayor atractivo físico son vistas por los otros como “más sociables, mentalmente sanas, inteligentes y con más habilidades sociales” que aquellas menos atractivas (15). Este sesgo de atribución también puede afectar a los niños. Por ejemplo, se ha observado que profesores de educación básica tienden a sobrevalorar la inteligencia y popularidad de niños con mayor atractivo físico que aquellos que no lo tienen, incluso en condiciones experimentales y controlando por el desempeño del niño (16). Sin embargo, desde el punto de vista del niño, la relación entre el atractivo físico y la felicidad parece ser menos importante. Cuando se evalúa el auto-reporte de niños sobre su apariencia física, prácticamente desaparece la relación entre el atractivo físico con la felicidad. En relación a la salud ocurre algo diferente. Las enfermedades de alto riesgo vital, como el cáncer, VIH/SIDA, hepatitis y malaria, y las de alto compromiso funcional, como la depresión, el abuso de sustancias, las fobias específicas y el trastorno somatomorfo, generalmente producen un importante impacto negativo en la felicidad de los niños y adolescentes. A pesar de ello, esta correlación suele ser baja, probablemente por la rápida adaptación que poseen los niños a la adversidad. Sin embargo, en todos los pacientes infantiles la variable que está altamente correlacionada con la felicidad es la salud subjetiva, es decir, el estado de salud percibido por el niño enfermo. Por ejemplo, un niño con alto grado de neuroticismo, va a estar más vigilante a sus síntomas y probablemente reportará un peor estado de salud y de felicidad que aquel que tiene menores niveles de ansiedad. Muchos de estos conceptos están contenidos en lo que se conoce como “calidad de vida”, que es un indicador de enorme relevancia para la evaluación de las consecuencias de la enfermedad en los niños y sus familias, y que suele incluirse en las mediciones de la felicidad infantil. La relación entre salud y felicidad es bidireccional, es decir, opera en ambos sentidos. Por ejemplo, la salud está relacionada con la felicidad, y a su vez, mayores niveles de felicidad se asocian a una mejor salud y menos conductas de riesgo tanto en niños como en adolescentes. En cuanto a los factores cognitivos que se asocian a una mejor salud, estarían el optimismo y el estilo emocional positivo. Ambos factores son considerados como una faceta de la felicidad, y se asocian positivamente a la salud. Por ejemplo, en individuos más optimistas se ha encontrado una mayor cantidad de células T helper, que están relacionadas con la respuesta inmune del individuo y disminuyen el riesgo de infecciones. Por otro 162
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lado, en personas con estilo emocional positivo la posibilidad de desarrollar un resfrío en contacto con rinovirus es menor que en aquellos que no lo tienen (17). Pero la felicidad no se relaciona únicamente con el estado de salud, sino que incluso con la expectativa de vida. Se ha encontrado que los individuos que poseen un alto nivel de satisfacción de vida, componente importante de la felicidad, tienen 4 a 10 años más de vida que quienes poseen una baja satisfacción de vida (18). La diferencia es relevante, sobre todo considerando que son años extras de vida de buena calidad en términos de salud y felicidad. La resiliencia es un componente de la salud, definido como la capacidad que poseen los niños para sobreponerse exitosamente a pesar de circunstancias adversas. Son características de niños resilientes una alta capacidad cognitiva, emocional, conductual y social, además de elevados niveles de optimismo, espiritualidad y sentido de vida. Los niños con un mayor nivel de resiliencia poseen más emociones positivas, una mayor creatividad y flexibilidad cognitiva, y una mayor cantidad de conductas prosociales que niños menos resilientes. Todos los factores recién mencionados están relacionados con la felicidad, por lo que las intervenciones que promueven la resiliencia en la infancia también mejoran la felicidad de los niños.
c. Personalidad y temperamento En un meta-análisis, Stell y colaboradores encontraron que entre 39-63% de la variación en el bienestar subjetivo puede ser explicado por la personalidad (19). Específicamente, los rasgos más relacionados con la personalidad son el neuroticismo y la extraversión. Cuando se examinan las cinco dimensiones de personalidad adulta (Neuroticismo, Extraversión, Apertura a la experiencia, Amabilidad, Responsabilidad y Afabilidad) se puede encontrar que la extraversión está positivamente relacionada con la felicidad, a diferencia del neuroticismo que posee una relación negativa. Durante la infancia, las dimensiones de la personalidad adulta se relacionan con los rasgos de temperamento, que también han mostrado estar vinculados con la felicidad. La alta extraversión en el niño tiene una clara asociación positiva con la satisfacción de vida, lo que se traduce que niños con mayor sociabilidad y menor timidez tienen mejores niveles de satisfacción y felicidad. Por el contrario, los niños que presentan elevados niveles de emocionalidad negativa, que es el rasgo temperamental que se asocia al neuroticismo adulto, suelen presentar un bajo nivel de felicidad. Estos niños poseen frecuentemente grandes dificultades para tranquilizarse luego de haberse enfrentado a situaciones estresantes o demandantes, lo que a largo plazo influye en la apreciación de las experiencias personales y del mundo en general, que es percibido como un lugar amenazante. Los niños con un rasgo marcado de emocionalidad negativa tienen más riesgo de desarrollar estilos atribucionales negativos que empeoran su bienestar, y que pueden ser antecedentes de trastornos ansiosos y depresivos, rabia excesiva, irritabilidad y dificultad en la regulación emocional.
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Los niños que son más bien optimistas, de pensamiento positivo y honesto, suelen ser más felices. La “paradoja de la actitud” (20) explica que la búsqueda de la felicidad en las cosas que no se poseen suele provocar más infelicidad. En ese sentido, los niños más centrados en el pasado, o con excesivas preocupaciones, suelen presentar menores niveles de felicidad. Los niños con actitudes positivas y centradas en el presente, en cambio, presentan frecuentemente mayores grados de satisfacción y felicidad. Muchas de estas características positivas pueden ser potenciadas por padres y profesores, y son enseñadas en contextos terapéuticos a niños que poseen grandes dificultades para tener actitudes y pensamientos positivos. En resumen, la evidencia sugiere que el temperamento de los niños es un predictor del bienestar y la felicidad. Específicamente, los rasgos de emocionalidad negativa y extraversión se relacionan con la felicidad infantil en la misma dirección que los rasgos de personalidad adultos.
d. Relaciones sociales Las relaciones sociales son uno de los predictores más importantes de la felicidad en la infancia, al igual que en la adultez. Se ha encontrado que los niños más sociables suelen tener un mayor grado de felicidad. Así mismo, las actividades que se caracterizan por relaciones sociales positivas, como son los deportes grupales, las actividades extraprogramáticas con pares, o las acciones prosociales voluntarias, mejoran el sentido social y se relacionan con un mayor nivel de bienestar y felicidad. De esta forma, las relaciones sociales se consideran como un factor importante en la felicidad y el bienestar tanto en niños como en adultos. Algunos economistas clásicos y también psicólogos asumen que en la infancia existiría un egoísmo psicológico, que llevaría a las personas en general, incluido los niños, a motivarse exclusivamente por intereses propios. Hoy en día existe investigación suficiente para apreciar el compromiso que tienen los niños por el bienestar de otros, incluso realizando acciones que requieren sacrificio. La “paradoja del interés propio” fue descrita por Martin para referirse al detrimento en la felicidad que produce la excesiva autopreocupación y búsqueda de sí mismo. Casos extremos de egoísmo como el presente en adolescentes con rasgos narcicistas de personalidad son buenos ejemplos de ello. Es importante, por tanto, permitir en los niños y adolescentes el desarrollo de una introspección periódica que les permita conocer sus intereses y metas, pero que sea lo suficientemente abierta al otro para poder alcanzar un mayor grado de felicidad.
e. Actividades recreativas Las actividades recreativas son positivas para el bienestar físico, e incluso en mayor grado para el bienestar psicológico de los niños. Diversos estudios han demostrado las ventajas de los pasatiempos y la recreación en la satisfacción general, y consecuentemente, en la felicidad 164
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durante la infancia (21). A pesar de que la mayoría de los estudios son observacionales, lo que limita la asociación causal, algunos estudios de diseño experimental han mostrado una mejoría estable del bienestar en quienes participan de actividades recreativas. Incluso, estudios que han evaluado las actividades de recreación en adolescentes de 15 años han permitido pronosticar su bienestar futuro durante la etapa adulta (21). Las actividades de tiempo libre son aquellas que prescinden de obligaciones, como el juego no competitivo, la expresión artística natural y el caminar o escuchar música. Este tipo de ocupaciones benefician la salud general de los niños y mejoran sus niveles de felicidad mediante diversos mecanismos. En primer lugar, permiten la recuperación de energía, después de actividades demandantes, como son las labores académicas en el ambiente escolar. En segundo lugar pueden tener una función catártica al facilitar la utilización de la energía física y psicológica de los niños, como ocurre frecuentemente en deportes, danza y otros tipos de expresiones artísticas. En tercer lugar, las actividades de recreación pueden ofrecer al niño oportunidades para aprender nuevas cosas y desarrollar habilidades, como en el caso del uso de instrumentos musicales o en las actividades al aire libre. Finalmente las actividades de tiempo libre promueven el bienestar infantil y mejoran la felicidad. Diversos estudios han mostrado que las actividades de ocio y los pasatiempos influyen positivamente en el ánimo, lo que está correlacionado con mayores niveles de felicidad. Por ejemplo, universitarios que participan en actividades recreativas reportan tener un mayor grado de felicidad que quienes no lo hacen (22). Existen dos características que influyen en la efectividad de la actividad para el bienestar y la felicidad infantil: la voluntariedad de la actividad y el nivel de acción del pasatiempo. Cuando la actividad es voluntaria, es más probable que produzca un mayor nivel de felicidad, autonomía y auto-confianza que si es mandatoria. Este punto es relevante en el juego infantil, que debe ser más bien dirigido que ceñido al esquema adulto para cumplir con su función de aprendizaje y recreación. Otro factor importante en el efecto de las actividades recreativas sobre la felicidad infantil es su nivel de acción. En los niños, los pasatiempos activos, como los deportes, se correlacionan positivamente con la felicidad; en cambio el sedentarismo y conductas relacionadas, como ver televisión o usar el computador, disminuyen levemente la felicidad en niños y el bienestar en adolescentes. En algunos estudios, quienes utilizaban la televisión excesivamente mostraron una mayor sensación de inseguridad, menor confianza en el resto, mayor ansiedad, y menor participación en actividades sociales que quienes veían menos televisión (23). La actividad física debe recomendarse en todos los niños y adolescentes que posean un nivel aceptable de salud física y mental para mejorar su bienestar y felicidad. Se puede concluir que las actividades de recreación pueden mejorar los niveles de felicidad al proteger de los efectos de experiencias negativas, mediante la distracción, la relajación, el apoyo social, y el desarrollo de competencias. El beneficio mayor se obtiene de las actividades voluntarias más que obligatorias y de aquellas que son activas más que pasivas. La Felicidad 165
Felicidad en la infancia
f. Espiritualidad La espiritualidad no sólo ayuda a proteger a niños y adolescentes de problemas conductuales, sino que además promueve las conductas prosociales y un estilo de vida saludable. También se le ha asociado con un aumento del bienestar, funcionando como una influencia protectora y al mismo tiempo catalítica para un desarrollo positivo. En general, la espiritualidad está asociada a la felicidad durante la infancia en forma más fuerte que en la adultez. Si en los adultos la espiritualidad explica un 4 a 5% de la variación de la felicidad reportada, en los niños este porcentaje aumenta a 26% (24). Es necesario considerar, sin embargo, que los diferentes estudios que existen poseen dificultades metodológicas importantes en la evaluación de la felicidad de los niños y que su definición en este grupo etario puede ser diversa, y muchas veces representativa de un tipo específico de religión. A pesar de ello, existe evidencia suficiente de que la espiritualidad es un componente importante de la felicidad y el bienestar en la infancia. Figura 1: Factores asociados a la felicidad infantil según teoría ecológica y sistemas bio-psicosocial
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*Los tamaños de los factores tienen una relación relativa con el efecto que poseen sobre la felicidad infantil, según la literatura científica. 166
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Conclusiones: Diferencias entre la felicidad infantil y adulta. ¿Son son los niños felices? Existen algunas diferencias entre los factores relacionados con la felicidad adulta y aquellos asociados a la felicidad infantil. En términos generales, la mayoría de los factores que son altamente predictivos de la felicidad en los adultos lo son también para los niños. Por ejemplo, las actividades recreativas, la personalidad y las relaciones sociales, que son factores relevantes en la felicidad adulta también lo son durante la infancia. En cambio, los factores demográficos que influyen débilmente en la felicidad adulta se comportan de igual forma en la niñez. Sin embargo, existen algunos predictores de la felicidad que son más específicos según la edad. Por ejemplo, los factores relacionados con la familia y el colegio son tremendamente relevantes para la felicidad de adolescentes, mientras que no lo son tanto para otras edades. Las mascotas, los pasatiempos y los padres contribuyen importantemente a la felicidad de escolares tempranos, mientras que en la adolescencia los objetos materiales cobran más relevancia, y en mayores de 17 años las relaciones sociales y los logros académicos y sociales son los factores más relacionados con la felicidad. Por otro lado, existen predictores asociados a la felicidad que son específicos de la población infantil. Por ejemplo, en la infancia existen más factores de temperamento que los cinco rasgos de personalidad adulta. Uno de ellos, la actividad, no está incluida habitualmente en la personalidad adulta, y corresponde a un predictor positivo significativo para la felicidad infantil. Es por tanto, de fundamental importancia la consideración de factores específicos de la infancia en el estudio y el entendimiento de la felicidad de los niños. El desarrollo evolutivo va a impactar la forma de experimentar las vivencias y de expresar los sentimientos y estados como el bienestar y la felicidad. Por otro lado, los aspectos culturales y formativos también van a influir en la concepción de la felicidad y en su forma de vivirla. Todos estos condicionantes son importantes al momento de estudiar y analizar la felicidad infantil, especialmente si se va a comparar con los estudios realizados en adultos. Por último, podríamos decir que la investigación actual apoya la creencia generalizada de que los niños son felices. Independiente del origen del reporte, tanto padres, profesores, como los propios niños, concuerdan que la infancia es una época de mucha felicidad, incluso más que durante la adultez. Muchos de estos estudios han encontrado que más del 90% de los niños se autodefinen como “bien felices” o “muy felices”, y la mayoría de los padres y profesores catalogan a los niños por sobre el punto medio de felicidad (13). Junto con estos optimistas hallazgos, se ha encontrado que sólo una minoría de niños se consideran tristes. En estudios de niños canadienses sólo un 3% se consideraron “tristes”, y en otros estudios realizados en países con más adversidades económicas, como India, los niños mostraron incluso mayores niveles de felicidad (13). La Felicidad 167
Felicidad en la infancia
Se hace imprescindible ampliar la investigación de la felicidad a la infancia. Sólo el trabajo multidisciplinario, estandarizado y confiable en la población infantil nos permitirá obtener información de mejor calidad sobre la felicidad y, al mismo tiempo, nos dará una base para realizar intervenciones que puedan mejorar el bienestar y la satisfacción infantil. Los beneficios son enormes, con una alta efectividad y un bajo costo, especialmente si consideramos los efectos a largo plazo que producen las intervenciones tempranas. Existe un consenso general sobre la importancia de potenciar y proteger la felicidad durante la infancia; es de esperar que eso se vea reflejado en programas e intervenciones que promuevan el bienestar y la felicidad en la infancia, y de esa forma, un desarrollo sano y completo del niño.
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CAPÍTULO 8
Herramientas para el bienestaren la pareja y la familia
Mónica López y María Inés Pesqueira
Capítulo 8 HERRAMIENTAS PARA EL BIENESTAR EN LA PAREJA Y LA FAMILIA Mónica López y María Inés Pesqueira
Unirnos en pareja está inscrito en nuestra biología. En general, tendemos a buscar a un otro para procrear y perpetuar la especie, aunque estas elecciones no siempre nos lleven a ser más felices. Estar en pareja también nos aporta al proceso continuo de construcción de nuestra identidad, pues en este espacio comenzamos a descubrir quiénes somos, pudiendo mostrarnos ante el otro, aprender mutuamente y transformarnos. Nunca más volvemos a ser los mismos… La relación de pareja nos ayuda a crecer, a cuestionarnos, a definir qué tipo de vida quiero vivir, cuáles son mis proyectos más importantes, a ser equipo con el otro en decisiones que van desde cómo vamos a criar a los hijos, cómo se organizarán los ingresos económicos o cómo se repartirán las distintas tareas cotidianas para no sobrecargar a ninguno. La cantidad de temas que surgen en una relación de pareja, son realmente una enorme oportunidad de aprendizaje a lo largo de toda la vida en común. Hoy en día, las parejas y familias ya no son las mismas que años atrás. El desarrollo profesional de la mujer se ha propagado, el rol de proveedor único del hombre se ha reducido, así como también la familia extensa, dejando a los padres e hijos más solos en la crianza; por otra parte, cada vez más los jóvenes han ido postergando la decisión de casarse y/o tener hijos. Y todos estos cambios demandan ajustes y adaptaciones a la vida en pareja y familia. Datos actuales muestran que Chile es uno de los países de la OECD que más horas destina al trabajo (1). Diversas exigencias y el estrés de cada día, son aspectos que han ido creciendo y que afectan las relaciones de pareja en ámbitos que van desde la comunicación hasta la sexualidad y los tiempos para compartir. Las personas tendemos a relacionarnos en piloto automático, “arreglando la carga en el camino”, lo que muchas veces tiene un costo emocional muy alto y conlleva al distanciamiento de las parejas, con las consiguientes insatisfacciones e infidelidades emocionales y sexuales, tanto en el mundo real como en el virtual. Hoy se espera de la pareja mucho más que en otros tiempos, esto se manifiesta incluso a nivel sexual, donde debemos ser buenos amantes, intensos en la pasión y el deseo. Sentimos que debemos estar siempre proponiendo cosas nuevas para no caer en la rutina, nos exigimos además ser emocionalmente inteligentes, escuchando, comprendiendo, conteniendo, y reaccionando adecuadamente ante cada dificultad que pueda surgir. Nos exigimos estar de buen humor, ser simpáticos y preocupados por nuestra apariencia física, pues hay que seducir Capítulo 8 - La Felicidad 173
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constantemente al otro. Otro requisito es el respeto de los espacios personales, en ese justo equilibrio entre no invadir, pero estando lo suficientemente cerca como para no perder la intimidad emocional y la confianza. Transitar este camino puede ser un bello desafío, si se deja de lado la presión por cumplir a la perfección con cada una de estas exigencias, y si más bien nos acercamos al otro desde la aceptación, la valoración y la intención de ser cada día mejor juntos como pareja. Por otro lado, no resulta fácil ser padres sin dejar de ser pareja, pues la crianza demanda tiempo y energía, coordinación y diversas exigencias para que el desarrollo de nuestros hijos sea al máximo de su potencial. Así, hoy la crianza se ha vuelto más compleja, los padres se sienten más culpables cuando destinan tanto tiempo al trabajo a expensas del tiempo de familia, les es difícil salir de vacaciones sin los hijos o darse espacios de pareja en general. La culpa lleva muchas veces a intentar compensar de algún modo a los hijos, cuesta decirles no y poner límites. Se les intenta apoyar de todas las formas posibles y dentro de eso, los niños a veces también terminan en una manía de hacer y hacer cosas, incluso estresándose, entre tanta actividad: colegio, tareas, ballet, piano, inglés, psicopedagogo, psicólogo y hasta apoyo con coaches infantiles. Los padres quieren dar lo mejor, que no se aburran ni pierdan oportunidades, que tengan todas las competencias posibles, que estén mejor preparados para la vida de lo que ellos estuvieron, pero en esas exigencias y autoexigencias, a veces nos perdemos un poco. La pareja necesita encontrarse, conectarse a través del diálogo, la mirada y el cariño. Necesita construir una comunicación efectiva en que se manifiesten sus diferencias, donde se puedan construir acuerdos y se enfrenten temas difíciles a través de la negociación. Se aspira a una relación que aprenda a superar sus miedos al quiebre del vínculo, por expresar aquello que nos cuesta del otro. Saber conversar es una competencia que se puede aprender, de modo de poder comunicar qué necesito del otro. Aprender a pedir, ofrecer y discriminar si entiendo lo que se me quiere decir o si el otro realmente entiende lo que quiero transmitir, se hace necesario en la relación de pareja. Sostener lo afectivo, independiente de los desacuerdos que puedan ocurrir y sin olvidar por qué estamos juntos como pareja, es vital para mantener un vínculo saludable. A veces nos detenemos a discutir por detalles y perdemos la distancia necesaria para mirar en perspectiva y diferenciar lo importante de aquello que no lo es. Es usual que cuando estamos en pareja, nos alarmemos y comencemos a preocuparnos cuando los conflictos son evidentes y nos hacen daño. Una vez que hay quiebres, es más difícil enfrentarlos, es por esto que la estrategia que proponemos consiste en prevenir, en fortalecer las relaciones dentro de la familia y en la pareja, para que una vez que vengan los conflictos, tengamos las habilidades para hacerles frente constructivamente. El mundo ha cambiado y con ello, nuevos desafíos van apareciendo. Estar juntos para toda la vida es posible, aunque se requieren diversas habilidades y perseverancia. Es necesario aprender de las crisis, reencantarse y especialmente construir un proyecto en común que 174
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a ambos entregue sentido, sin dejar de lado los anhelos y las posibilidades de desarrollo de cada uno como individuo. Cumple entonces la pareja, un rol de impulsor de los sueños del otro, una plataforma de despegue. La flexibilidad para ir adaptándose a las distintas etapas del ser pareja, mientras se transita en la conformación de los diferentes momentos de una familia, requieren una decisión activa de querer ser pareja y actuar en consecuencia. Es por eso que en este capítulo quisiéramos entregarles una visión sobre cuáles son las “herramientas” que han mostrado ser útiles a la hora de relacionarnos, ayudándonos a incrementar el bienestar en la pareja y en la familia. Estas propuestas están basadas en investigaciones de especialistas de distintas disciplinas que han demostrado la efectividad de estas intervenciones, además de nuestra propia experiencia clínica y docente.
¿Con quién me relaciono hoy, con la pareja que tengo, con la que tenía hace 10 años o con la que espero que sea? Cuando comenzamos a relacionarnos con alguien, nos tomamos un tiempo para conocerlo. Preguntamos, somos curiosos, nos sorprendemos y nos mostramos. Cuando va pasando el tiempo y ese periodo se consolida, a veces nos olvidamos de continuar conociéndonos o asumimos que esto ya es y creemos que era solo una tarea del comienzo. Es importante detenerse y preguntarse quién es esa persona que me acompaña. ¿Lo trato como la persona que conocí, ha cambiado desde hace diez años, quiere cosas distintas, con qué sueña, qué le gusta y qué no le gusta, dónde quiere pasar sus vacaciones? ¿Me estoy relacionando con el que es, con el que era, o con el que me gustaría que fuera? ¿Cómo lo trato y en qué aspectos le exijo? John M. Gottman, un reconocido terapeuta e investigador de las relaciones de pareja, plantea una tarea a la que llama “mapas de amor” (2). Este es un ejercicio en el que le pide a las parejas que conversen acerca de diversos temas. Propone una lista de diferentes preguntas, planteando que son asuntos cotidianos los que olvidamos preguntar, y se los entrega a las parejas para que conversen respondiéndolas. Algunas de esas preguntas son: ¿Dónde prefieres ir de vacaciones? ¿Cuál es tu pariente favorito? ¿Qué regalos te gustan más? ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Cuál es tu peor recuerdo de infancia? ¿Cuál es tu mayor miedo hoy? ¿Qué es importante para ti hoy? A pesar que uno de los objetivos de los mapas de amor es mejorar el conocimiento mutuo, a nuestro parecer, la idea importante que se quiere transmitir no es el contenido de las preguntas, si no el cambio de mirada a la pareja. Esta actividad promueve una actitud abierta a conocerse permanentemente, a borrar la idea de “ya te conozco, ya se todo de ti, eres predecible”, suplantándola por una mirada que busca descubrir al otro, y relacionarse con él desde la curiosidad. Esto lo relacionamos con lo planteado por Esther Perel, terapeuta La Felicidad 175
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de parejas, autora del libro Inteligencia Erótica (3), acerca de la distancia y el erotismo. Señala que en la pareja buscamos por un lado cercanía, estabilidad y compañerismo, pero además, necesitamos novedad, atracción y aventura. Perel plantea que la máxima cercanía ahoga el deseo. Cuando uno cree conocer al otro por completo, es cuando se vuelve predecible y ya no produce interés. Aquí es donde las ideas de Perel y Gottman convergen, acerca de pensar que ya conocemos a nuestra pareja, que ya sabemos completar su “mapa de amor”. Perel plantea que para sostener el amor y el deseo, es necesario acercarnos al otro con curiosidad. Sostiene que integrar deseo y pasión en una pareja duradera es reconciliar dos necesidades fundamentales que a veces son vívidas como opuestas. La necesidad de estabilidad y seguridad puede entrar en conflicto con la necesidad de aventura, misterio y riesgo. Una buena intimidad no garantiza una buena sexualidad, a veces es difícil sentir que la misma persona nos dé novedad y seguridad, que sea familiar y diferente a la vez. Amor y deseo a veces se disocian. Muchas veces escuchamos la frase “lo amo pero no lo deseo”. El amor necesita conocer, tener menor distancia, no ser amenazante ni generar tensión. El deseo necesita tomar distancia, jugar al borde de la inseguridad y la novedad. Cuidar y encargarse de otro es parte del amor pero no del deseo. El deseo necesita algo desconocido, misterioso, que despierte la curiosidad. Este es uno de los focos de tensión que se da en nuestras relaciones y que resulta difícil de resolver, ya que si elegimos un lado, nos distanciamos del otro. Lo que planteamos es la búsqueda de la distancia óptima, vitalizada por la curiosidad y sostenida por la confianza. La confianza es un eje capaz de sostener la interrelación entre el amor y el deseo. La confianza permite acercarnos al otro, logrando una distancia que permite el deseo y la curiosidad. El concepto de confianza ha sido desarrollado desde una mirada interesante por Rafael Echeverría, filósofo chileno autor del libro Ontología del lenguaje, quien sostiene que la confianza es básica para construir relaciones con los demás, sean relaciones de pareja, de trabajo, de negocios, etc. “Esta condición que resulta esencial para nuestra vida y para las posibilidades en ella, resulta de un juicio que hacemos sobre los demás (y que los demás, a su vez, hacen sobre nosotros)” (4). Este juicio considera la sinceridad con que decimos lo que decimos, la competencia para hacerlo y el cumplimiento de nuestra promesa. Se trata de que las personas sean sinceras en el momento de hacer una promesa y que tengan la competencia como para realizar lo que prometieron. Sin embargo, dado que suele existir un tiempo entre el momento de hacer la promesa y el momento de cumplirla, la sinceridad no garantiza el cumplimiento. La confianza se desarrolla y construye en el proceso de ser con uno y ser con los otros. Cuando la confianza se quiebra, a pesar de que lo vivimos como un absoluto, la ruptura puede suceder en distintos ámbitos. En este sentido, es importante identificar en las relaciones los 176
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aspectos fuertes y aprender a sostenerlos, para poder reparar mejor los débiles o frágiles. El diálogo se debe orientar hacia el punto que ha llevado al quiebre y no como un absoluto donde todo se derrumba. Por lo tanto, cuando identificamos el nivel del quiebre (sinceridad, competencia o cumplimiento), la conversación puede tener un foco que resulta útil, ya que no plantea una persona poco confiable, sino un quiebre en el proceso de confiar.
Mirar, usar y ampliar lo bueno La idea de poder mirar lo que ya existe, buscar los espacios en los que sí hemos podido establecer confianza, no solo se refiere al espectro de la confianza en la relación. El elegir mirar, usar y ampliar lo bueno es una propuesta que se aplica a todos los aspectos de las relaciones. De hecho, Gottman comenta que “después de estudiar intensamente matrimonios estables durante 16 años, ahora sé que la clave para reanimar una relación o ponerla a prueba de divorcios, no reside en cómo manejamos las discusiones, sino en cómo se comporta un cónyuge con el otro cuando no están discutiendo” (2). A pesar de lo que puedan decir muchos terapeutas, para que un matrimonio prospere no es necesario que resuelvan sus conflictos. Cuando se elige a un compañero a largo plazo, inevitablemente se elige una serie de problemas insolubles. Los matrimonios prosperan si logran convivir con los problemas que han elegido. Todos los conflictos, por más únicos e irrepetibles que nos parezcan, desde la discusión más rutinaria, hasta la pelea más intensa, pueden clasificarse en dos categorías: los solubles y los insolubles. Los insolubles son el 69%, y el centrarse en ellos puede llevar a una pareja al estancamiento (2). Una idea similar plantean los estudios realizados por investigadores del área organizacional, Zenger y Flokman, autores del libro El líder extraordinario (5). En la búsqueda de dilucidar las características que tiene un líder, señalan una gran variedad de aspectos útiles para aumentar la capacidad de influencia en otros, y sus posibilidades de tener éxito en llegar donde se proponen. Para ser efectivo como líder, se pueden tener distintas características, el punto fundamental es desarrollar las que son buenas en cada uno. Lo más importante que se plantea, es que es más útil mejorar lo bueno, ya que lo negativo no es muy mejorable y es costoso. No llegaremos a ser “los más ordenados” si esa es nuestra debilidad, pero podemos llevarlo al “suficiente” y preocuparnos de potenciar esas otras características positivas, que con un poco de energía crecerán con fuerza y compensarán los aspectos bajos. Se plantea que la persona solo debe esforzarse en mejorar “debilidades fatales”, aquellas que cuando faltan, afectan la relación de manera irreparable. Parece ser más rentable invertir energía en las características que nos hacen brillar, hasta llevarlas a ser excepcionales. En estrecha relación con esto, quisiéramos plantear como “debilidades fatales” de la relación de pareja, lo que Gottman ha descrito como “los 4 jinetes del apocalipsis”, que son comportamientos dañinos en la relación de pareja, que podrían ser similares a las debilidades de los líderes en las organizaciones. Éstos son: la indiferencia, el desprecio (ironía), la defensividad y el criticismo.
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De esta manera, se entiende que es más económico destinar nuestras energías a ampliar lo bueno, ya que nuestras debilidades (y las de nuestras relaciones) son muy difíciles de mejorar, y como ya vimos, no es imprescindible. Ahora, esto no solo es más rentable en términos de economizar energía, sino que también aumenta el nivel de bienestar de los miembros del sistema familiar y de la pareja. Estamos en una sociedad que por inercia busca evidenciar y reparar lo malo de cada uno. Si un niño es bueno en lenguaje, biología y ciencias sociales, pero malo en matemáticas, probablemente recibirá una fuerte ración semanal de lecciones de matemáticas. Mirémonos, en muchas ocasiones le mostramos al otro mucho más lo que le cuesta, que lo que le resulta fácil. Esto cansa y no da los resultados que nos gustarían. Tomar lo que alguien hace bien y hacer que lo haga más, aumentará tanto su efectividad como su bienestar a largo plazo. Tal como plantea Seligman (6), uno de los mayores referentes en psicología positiva, es importante crecer, tomar desafíos que nos hagan sentido y donde nos sintamos capaces. Las personas, parejas y familias crecen y consolidan sus lazos, cuando hacen más de eso que los hacen fluir. Vamos a mirar, usar y ampliar lo bueno en nosotros, en nuestra relación de pareja y en nuestra vida familiar. Esto es simple, pero no es fácil. El mostrar a otro lo “positivo”, el verlo en uno mismo, es una tarea tan difícil como beneficiosa. No estamos acostumbrados a mirar lo bueno, lo recibimos como un “cariñito”, como un premio de consuelo. Pensamos que lo dicen para hacernos sentir bien, pensamos que si lo reconocemos en nosotros estamos siendo auto complacientes y no nos hacemos cargo de reparar nuestras faltas. Esto no es así. Primero, como ya se planteó anteriormente, el estar tan centrados en lo negativo no lo repara y no es una auto-exigencia efectiva. Segundo, porque ese foco hace que perdamos significativas posibilidades de bienestar, que residen en nuestras virtudes y logros, áreas de talento o de “flow”, como lo definiría Csikszentmihalyi (7). Al estudiar los sistemas exitosos, que se llevan bien, disfrutan, y además producen mejores resultados que otros, es evidente que esto se fundamenta en las relaciones entre sus miembros más que en sus características personales. Losada, matemático chileno especialista en equipos de alto desempeño, ha planteado que para que una relación cercana florezca y nos haga sentir bien, se requiere una proporción de 5 eventos positivos por cada 1 negativo, ya que el peso que emocionalmente le damos a este último, suele ser mayor. Con 3 positivos por cada 1 negativo, la relación podría mantenerse bien, pero menos de eso (2 a 1, por ejemplo) puede llevar a la depresión o insatisfacción. Por otra parte, el máximo de esta proporción debiese estar en 11 eventos positivos por cada 1 negativo, si es mayor tampoco serviría, pues la relación se fragiliza entre idealismos y sensaciones de incomodidad. A veces creemos que para mejorar, debemos resaltar en el otro lo que le falta y hace mal, pero en realidad como vemos, es lo contrario (8).
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Lo que hacemos para otro es lo que nos hace mejor a nosotros mismos Agradecer, perdonar, admirar, mantener una actitud positiva y optimista, ser generoso y respetuoso, no solo beneficia a nuestra pareja, familia o a las personas que nos rodean, sino que también a nosotros mismos, ya que el ejercicio de estas buenas prácticas nos enriquece y nos genera mayor felicidad. El desarrollo de la gratitud, por ejemplo, según Fredrickson (8) nos ayuda a aumentar nuestros recursos internos para afrontar las exigencias de la vida, llevándonos a apreciar lo que tenemos en vez de aquello que nos hace falta. Además, facilita y fortalece nuestras relaciones con otros, incrementando nuestro bienestar, tanto en lo físico como en lo emocional. Múltiples autores han estudiado y propuesto ejercicios para trabajar activamente la gratitud (6, 9, 10, 11,12 ,13), los que creemos tienen un enorme valor. Por ejemplo: escribir cartas a tu pareja y a tus hijos expresándoles agradecimiento y reconocimiento hacia todo lo que valoras de ellos, llevar un diario de gratitud en conjunto, conversar antes de dormir sobre cuáles fueron las mejores cosas de tu día y todo aquello que te hizo sentir agradecido, construir cada semana un listado de agradecimiento hacia los distintos miembros de la familia, entre otras actividades. Estos ejercicios pueden generar una mayor valoración de nuestras experiencias de vida, disminuyendo nuestras emociones negativas e incluso previniendo sentimientos de depresión y envidia, comparaciones odiosas, rumiaciones y frustración por incumplimiento de expectativas. La gratitud nos ayuda a: tratarnos de modo más amable, a relacionarnos visualizando y expresando más bondad, a confiar más en la vida y en quienes nos rodean. Otra experiencia que nos ayuda a crecer en nuestras relaciones es trabajar el perdón hacia otros y hacia nosotros mismos. Guardar rencor es una experiencia que distancia y que daña a quien lo guarda, por eso los beneficios de perdonar suelen ser más para quien practica el perdón que para quien lo recibe, pues a veces esa persona ni siquiera se entera de haberlo recibido (14). Hay muchos mitos en relación al perdón que dificultan esta experiencia. Lyubomirsky (11) plantea que es clave entender que perdonar no significa olvidar ni reconciliarse, no es minimizar o justificar, sino dejar ir la rabia, el rencor, deseo de venganza u otras emociones negativas que nos haya producido el hecho. En una familia, si existe una ofensa o agresión es clave no actuar “como si nada hubiese pasado”. Muchos padres tras una discusión con sus hijos, donde pueden recibir insultos o incluso golpes en una pataleta descontrolada, suelen seguir adelante haciendo otra actividad más agradable para distraerse o recobrar la estabilidad, apenas calmaron la situación o dieron un castigo. Esto transmite a los hijos que el acto de dañar no es grave, La Felicidad 179
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que el herir es fácil de reparar y pueden perpetuar esas conductas con sus hermanos u otras personas. Conversar las situaciones cuando ya la rabia se ha disipado, para facilitar la comprensión de que una ofensa genera una consecuencia emocional, y que es necesario pedir perdón y prevenir que no vuelvan a ocurrir situaciones de ese estilo, puede ayudar a todos los miembros a generar un mejor trato y convivencia. Por otra parte, si dentro de la pareja existen situaciones de dolor acumuladas y sin resolver, son como espinas que se mantienen clavadas y que a lo largo del tiempo pueden ir agrandando la herida. Si bien no es posible cambiar el pasado, sí se puede a través de una conversación sincera y conciliadora, sin actitudes defensivas o con ánimos de culpar o quejarse como objetivo, validar la consecuencia emocional que trajo la situación. Es importante entender que no es lo esencial la exactitud de los hechos o si el otro le da la misma importancia que uno, lo esencial es comprender con empatía que existió una situación que causó dolor, haya sido o no nuestra intención. No todo puede resolverse, pero al menos pueden empezar por reconocerse los errores, pedir perdón y buscar caminos que los ayuden a cuidarse, tolerar o llevar mejor algunas experiencias. También es fundamental el perdón hacia nosotros mismos, pues la vivencia de culpa constante puede generar sensaciones de deuda, desequilibrios en el poder, sumisión o postergación, que interfieren en la relación y que finalmente pueden terminar en un quiebre por el desgaste y tensión que producen estas diferencias. En las relaciones no todo siempre fluye, pero el hecho de salir adelante ante las adversidades, correr riesgos y atreverse a emprender nuevos desafíos, mientras nos apoyamos en el camino para cumplir los sueños compartidos, va dando sentido a la vida que se está construyendo en pareja y familia. Los niños se favorecen de escuchar historias de superación familiar, que les entreguen optimismo, orgullo y fortaleza para enfrentar las dificultades (“como sus padres o abuelos ya lo han hecho”), asimismo la pareja se consolida después de cada lucha en la que han sabido reconocer errores, y donde han crecido en aprendizajes y complicidades. Así, es clave respetar y ayudar a cada miembro de la familia a conectarse con sus sueños. Incluso, contribuir a recordárselos y motivarlos a perseverar para alcanzarlos. Ayudar al otro a florecer como persona, contribuye al florecimiento de la pareja y la familia. Además, nos permite tomar conciencia de cuáles son aquellas cosas que nos ayudan a desarrollar lo mejor de nosotros mismos. En este sentido, uno de los objetivos de estar en pareja es ayudar al otro a vivir sus sueños. Tal como señala Gottman (2), no es necesario entenderlos o estar de acuerdo, sino acompañar, colaborar o al menos conversar sobre ellos, comprendiendo la importancia que esto pueda tener para el otro. Muy a menudo algunos sueños personales quedan postergados, pues suponemos que así puede funcionar mejor la relación, pero con esto va apagándose uno… y también la pareja. La idea es ayudar a cumplir los sueños al otro, sin perder la propia 180
La Felicidad
Mónica López y María Inés Pesqueira
identidad o abandonar los sueños propios. Hay que detenerse a reflexionar profundamente hasta dónde puedo entregar, cuál sería la alternancia en el apoyo a los distintos proyectos para que no se produzcan desequilibrios, cuáles son mis prioridades, qué es lo imprescindible para mi felicidad, cómo complementamos o proyectamos en la vida en común lo que cada uno desea y lo que necesitamos para ser felices, pues no siempre esto coincide. Cuando me relaciono con el otro de individuo a individuo, con un mundo propio, sueños e intereses personales, me transformo en un par, en alguien del cual se puede aprender, alguien a quien admirar, donde yo a pesar de que puedo ser feliz solo, “elijo” estar contigo, pues eso me enriquece y aumenta mi felicidad. Esto es bastante distinto a relacionarse desde la carencia, desde la necesidad del otro para poder ser feliz o sentirse completo, desde el miedo y las dependencias, o girando en función de lo que el otro hace o no hace. Cuando nos dejamos en un segundo plano, con el tiempo nos frustramos y con frecuencia culpamos de nuestra postergación o insatisfacción al otro, por no haber entregado con reciprocidad el mismo cuidado y atención. Debido a esto, es importante hacernos cargo de nosotros mismos y de nuestras elecciones, tener claro quién queremos ser, qué queremos entregar en pareja y qué esperamos que nos aporte la relación. Desde esta perspectiva, donde cada uno tenga un espacio personal para desarrollarse en plenitud, se acrecientan los sentimientos de admiración mutua, lo que a su vez aumenta el interés y deseo de estar cerca del otro. En esta misma línea, Bárbara Fredrickson (8) refiere que una de las actividades que nos puede ayudar a generar emociones positivas e incrementar nuestro bienestar es el aprendizaje de actividades nuevas. Así, cuando dedicamos un tiempo a cultivar nuestro desarrollo personal, podemos “sumar” a la relación, experiencias, aprendizajes y la admiración del otro, quien nos ve motivado y apasionado, iniciando nuevos caminos. Seligman (15), en su último libro sobre florecimiento humano, nos propuso cinco elementos fundamentales para lograr un mayor bienestar en nuestras vidas: desarrollar emociones positivas (como la alegría, la gratitud, el entusiasmo, entre otras), comprometernos con objetivos que nos motiven y nos hagan fluir (lo que Csikszentmihalyi, creador de la teoría del flujo, reconoce como clave para desarrollar al máximo nuestro potencial), cultivar relaciones positivas y saludables con otros, construir una vida que nos dé sentido y sensación de trascendencia en el largo plazo, y alcanzar logros, no solo en aspectos materiales, sino también poder sentirse capaz de salir adelante frente a las dificultades, sentir orgullo de sí mismo, sentir que puedes proponerte un desafío y conseguirlo. Por otra parte, la admiración puede surgir más fácilmente al detenernos a mirar estos aspectos en nuestra pareja o familia. No siempre todos tienen el mismo nivel de desarrollo, pero la existencia o tendencia hacia ellos aporta a sentir que se está en buen camino. Mantener y expresar orgullo y admiración por nuestros padres, hijos y pareja, es una experiencia que contribuye al gusto de estar con el otro, a la sensación de que su cercanía nos enriquece y ayuda a crecer, sintiendo que todos vamos aprendiendo en la relación que construimos juntos. La Felicidad 181
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La felicidad se contagia, por eso es ideal dejar de lado nuestros orgullos, las sensaciones de deudas, los ropajes de poder y jerarquías y el quién lo hace primero. Podemos empezar por nosotros y crear dinámicas más positivas en nuestras relaciones, agradeciendo, avanzando en el perdón, escuchando y retomando los sueños que han quedado postergados, entregando tiempo a ser pareja (distinto al tiempo que dedicamos a ser familia y estar con los hijos), reconociendo las fortalezas y recursos que existen, expresando admiración, confiando más, y amando con más libertad. Es importante tener en cuenta que todas las personas tenemos voluntad, y que por ende escogemos qué y cómo desarrollar estos aspectos que incrementan nuestro bienestar. Por lo tanto, podemos hacernos responsables de nuestras reacciones frente a las diferentes vivencias. Si bien no podemos escoger lo que “nos ocurre”, sí podemos decidir qué hacer con lo que nos ocurre y qué actitud tomar frente a la vida. Ser pareja no consiste únicamente en educar a los hijos, compartir las tareas y hacer el amor. También involucra dimensiones espirituales, que se refieren a crear una vida interior juntos, una cultura de símbolos y rituales, y una apreciación de los papeles y objetivos que los unen. Esto lleva a cada miembro a comprender lo que significa ser parte de esa familia y trabajar por el bienestar común.
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Referencias bibliográficas 1. Indicadores de calidad de vida OECD para Chile. En: http://www.oecdbetterlifeindex. org/countries/chile/#/33444324544. 2. Gottman, J. y Silver, N. (2006). Siete reglas de oro para vivir en pareja. Editorial De Bolsillo. Buenos Aires. 3. Perel, E. (2007). Inteligencia Erótica. Editorial: Temas de Hoy. 4. Echeverría, R. (2003). Ontología del Lenguaje. Juan Carlos Sáez Editor. 5. Zenger, J.; Folkman, J. (2010) El líder extraordinario. Editorial Alfaomega. 6. Seligman, M. (2005). La Auténtica Felicidad. Ediciones B. España. 7. Csikszentmihalyi, M. (1997). Fluir (Flow) Una Psicología De La Felicidad. Editorial Kairos. España. 8. Fredrickson, B. (2009). Positivity. Top notch research reveals. The 3 to 1 ratio that will change your life. Editorial Three Rivers Press. New York. 9. Seligman, M. E. P., Steen, T. A., Park, N. y Peterson, C. (2005). Positive Psychology progress: Empirical validation of interventions. American Psychologist, 60, 410-421. 10. Emmons, R.A. (2007). ¡Gracias! De cómo la gratitud puede hacerte feliz. Ediciones B. España. 11. Lyubomirsky, S. (2008). La ciencia de la felicidad. Editorial Urano. España. 12. Ben Shahar, T. (2008). Ganar Felicidad. Editorial RBA. Barcelona. 13. Moyano, N. C. (2011). Gratitud en la Psicoterapia Cognitiva: elementos para su inclusión. Psicodebate. Psicología, Cultura y Sociedad, Año XI, Nº 11, Vol. 1, pp. 103-117. 14. Bishop, J. & Grunte, M. (2010). Cómo perdonar cuando no sabes cómo hacerlo. Editorial Sirio. España. 15. Seligman, M. (2012). La vida que Florece. Ediciones B. España.
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CAPÍTULO 9
Felicidad y vida cotidiana
Pauline Heine Preisler, Moreyba Santana Rodríguez, Tatiana Vogel Domínguez
Capítulo 9 FELICIDAD Y VIDA COTIDIANA Reflexiones desde los hábitos, el sentido de humor y la capacidad de fluir Pauline Heine Preisler, Moreyba Santana Rodríguez, Tatiana Vogel Domínguez
Es usual escuchar que la felicidad son solo momentos, diminutos flashes de nuestras vidas que se generan casi por arte de magia, donde poco o nada interviene nuestra decisión o nuestra voluntad de ser felices. Sin duda, nadie es indiferente al tema y todos queremos ser felices. Según Aristóteles “la felicidad es la aspiración suprema de todos los seres humanos”. Pero aparentemente se cree que este añorado estado está restringido a ciertas actividades puntuales o circunstancias específicas, que son un paréntesis en nuestra vida cotidiana o un golpe de suerte venido de las manos de los dioses. Es más, etimológicamente felicidad en inglés, Happinnes, tiene su raíz en Happ, que significa azar o suerte, una palabra de origen nórdico que mezcla la buena suerte, el azar y el destino. Sin embargo, cuando vivimos experiencias simples y cotidianas que nos hacen llegar a casa “felices”, con una sensación de que el día ha tenido sentido, con un sentimiento de alegría, paz y tranquilidad por hechos tan sencillos como: practicar nuestro hobby preferido, compartir un proyecto de barrio con una vecina, reírnos junto a nuestros compañeros por situaciones triviales en el trabajo, etc., entendemos que aquella felicidad tan “lejana”, tan dependiente de factores externos, tan esporádica, no solo se mantuvo en el tiempo sino que nosotros mismos tuvimos mucho que ver con generar ese estado tan deseado. Así ocurre en distintos aspectos de la vida cotidiana, como cuando enfrentamos con sentido del humor variadas situaciones tanto en el trabajo como en el hogar, cuando decidimos unirnos a grupos en nuestra comunidad y luchar por alguna causa en común, cuando logramos pequeñas metas en algún deporte que nos gusta, cuando ayudamos a alguien sin esperar nada a cambio o cuando alguien tiene un gesto amoroso o de reconocimiento hacia nosotros. Es así que el día a día está lleno de oportunidades para ser felices y no por un golpe de suerte, sino porque tomamos conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno y tomamos la decisión de ser efectivamente felices.
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Felicidad y vida cotidiana
La felicidad en la vida cotidiana: Hábitos con sentido Pauline Heine Preisler Una de las maneras de concebir la felicidad en oriente es un estado de armonía del individuo consigo mismo, así como con su entorno (1). Desde esta perspectiva, tal como lo señaló el Primer Ministro de Bután (2), la felicidad verdadera y permanente se diferencia de la sensación de placer efímera y pasajera, que podría considerarse más bien como un momento de euforia. De acuerdo a esta idea, la felicidad verdadera se encuentra en estrecha relación con la realización de las propias capacidades, la armonía con la naturaleza y el servicio a los demás (1). Si bien en los capítulos anteriores se ha escrito acerca de las diferentes nociones de felicidad, nos parece importante retomar esta concepción para referirnos a la felicidad en la vida cotidiana. Al respecto, si nos remontamos al origen del término cotidiano, este proviene del latín quotidiānus, de quotidĭe, que significa diariamente. Así, podemos considerar que la felicidad en la vida cotidiana se refiere a la manera en que vivimos el día a día, constituyéndose en un estado interior que determina y a la vez se encuentra determinado por la manera en que miramos el mundo, donde se incluyen nuestras percepciones, pensamientos, sentimientos, acciones, reacciones y formas de relacionarnos con los demás. Así, la felicidad en la vida cotidiana está estrechamente relacionada con la forma en que vivimos habitualmente cada día, cada momento de nuestra vida, desde lo más simple hasta lo más complejo. Si bien existen múltiples determinantes de la felicidad (3), como los factores genéticos y los contextuales, en este apartado nos centraremos en la importancia que poseen las propias actitudes y acciones, especialmente los hábitos, para aumentar el bienestar en la vida cotidiana. Algunas investigaciones (4) señalan que modificar ciertas actitudes y acciones generan efectos positivos de mayor duración en el tiempo que los efectos producidos por los cambios positivos ocurridos en el entorno. De esta forma, los efectos positivos que pueden generarse al iniciar un nuevo proyecto o al adoptar una visión más optimista de la vida, son más duraderos que los efectos de comprar un auto nuevo o de mudarse a una casa más grande en un mejor barrio. Así mismo, los cambios que se realizan en las propias actitudes y acciones cotidianas, pueden promover la apertura a nuevas oportunidades y posibilidades, generando un cambio en las circunstancias (4). De lo anterior se desprende que una de las claves de la felicidad es hacerse responsable de las propias actitudes y acciones, siendo agentes de cambio activos, transformando lo que no nos hace felices y que sí podemos modificar, generando así experiencias que reporten emociones positivas y que aporten sentido a nuestra vida cotidiana. Por el contrario, tener una actitud pasiva o de evitación y esperar que “algo pase” en el futuro o “que los otros cambien” para ser más felices, probablemente no nos reportará mayor bienestar. Entonces, quedarse pasivo frente a las circunstancias que no nos satisfacen, en una actitud de 188
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queja “porque los demás tienen la culpa” o de evitación “para no pensar en el problema”, disminuye nuestra autonomía y libertad, haciéndonos dependientes de los otros. En ese escenario, dejamos de ser protagonistas de nuestra vida y quedamos a la espera de cambios provenientes del exterior para ser felices. Ahora bien, en relación a la vida cotidiana, podemos considerar que la vida se compone de múltiples momentos que van dando forma a cada día y que van construyendo nuestra experiencia de vida. La manera en que vivimos esos momentos del día a día va constituyendo nuestro modo habitual de vivir, lo que se encuentra en directa relación con nuestra experiencia cotidiana de bienestar. La evidencia señala que la modificación de los patrones de pensamiento y la manera de construir los eventos en la vida puede incrementar la felicidad (4). Es por ello que, para poder generar una mayor experiencia de bienestar cotidiano, es necesario producir cambios en nuestras actitudes y acciones poniendo el foco en los hábitos de cada día. Un hábito es un “modo especial de proceder o conducirse, adquirido por repetición de actos iguales o semejantes” (4). En otras palabras, los hábitos constituyen la manera de vivir cada día, por lo que es a través de ellos que vamos dando forma a nuestras vidas y las vamos conduciendo en cierta dirección. Así, al repetir una acción determinada todos los días, la vida se va construyendo de cierta manera y se va delineando una trayectoria, que puede hacernos sentir más o menos felices. Ahora bien, los hábitos no son solamente las acciones cotidianas, como alimentarse sanamente, levantarse a cierta hora para ir a trabajar o comer con la televisión encendida. También se refieren a la manera habitual de pensar, de sentir y de relacionarse. Así, son hábitos las ideas y prejuicios que tenemos acerca de los demás y el modo de relacionarnos con las personas y el medio ambiente. También constituyen hábitos las preocupaciones y los temores frente al futuro, el modo de reaccionar frente a una situación determinada, la manera de resolver los conflictos, el cristal con el que miramos la vida y lo que nos sucede. Es por esto que detenerse a reflexionar acerca de los propios hábitos es un elemento central al momento de evaluar cuán felices somos y qué podemos cambiar para ser más felices en nuestra vida cotidiana. Para poder cambiar un hábito, en primer lugar es necesario detenerse a observar e identificar los propios sentimientos, pensamientos y acciones que se repiten a diario. Para ello, puede ser útil destinar un tiempo a reflexionar acerca de sí mismo y tomar consciencia de cómo se vive cada día: qué sentimos, qué pensamos, de qué manera actuamos y reaccionamos, cómo nos relacionamos con los demás, en qué usamos nuestro tiempo y qué sentido tienen nuestras acciones cotidianas, cuáles son nuestros valores y metas, nuestros sueños y prioridades y si se está actuando acorde a ellos. Detenerse y preguntarse acerca de la manera en que se está viviendo cada día es el primer paso para poder generar un cambio de hábitos, puesto que promueve una actitud activa acerca de la propia vida y una transformación desde las propias posibilidades. En este sentido, estudios recientes han demostrado que los factores que determinan la felicidad son diferentes en cada persona (5) La Felicidad 189
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y que la reflexión acerca de si mismo es una práctica que aumenta los niveles de felicidad (6,7). A partir de este marco comprensivo es útil detenerse cada cierto tiempo a hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué me hace feliz y qué no? ¿Cuáles son mis prioridades? ¿Cuánto tiempo dedico a lo importante y a lo que me hace feliz? ¿Cómo uso mi tiempo libre? ¿Cuál es mi responsabilidad en las circunstancias que estoy viviendo? ¿Qué podría cambiar hoy para sentirme más satisfecho con mi vida? Luego de realizar esta reflexión, un segundo aspecto importante para poder generar un cambio de hábitos en pro de mejorar la satisfacción con la vida cotidiana, es plantearse metas, eligiendo nuevos hábitos para reemplazar los antiguos. En este sentido, una investigación (6) demostró que pensar y escribir acerca de las metas de la vida se relaciona con un aumento en los niveles de bienestar. Sin embargo, las metas deben ser realistas. Así, en primera instancia se pueden desarrollar muchas ideas acerca de lo que se quisiera mejorar en la vida cotidiana para sentirse más feliz, para luego seleccionar las metas más importantes según las propias prioridades y posibilidades de lograrlas, partiendo por la que sea más cercana y fácil de realizar. Por ejemplo, sentarse a la mesa a cenar en familia puede ser un hábito importante si se busca mejorar la comunicación diaria entre sus miembros. Sin embargo, si en casa no se acostumbra a ello y hay hijos de diferentes edades que llegan en horarios distintos, tal vez se puede partir por acordar comer juntos uno o dos días a la semana, en vez de intentar cambiar la rutina de todos de una sola vez, ya que esto probablemente sólo generaría más resistencia y frustración, al no poder lograrlo. Al respecto, es importante considerar (8) que para que sea más factible lograr las metas, estas deben ser específicas, por ejemplo “voy a reciclar mis botellas y diarios” en vez de “me gustaría ayudar a proteger el medio ambiente.” Por otro lado, es fundamental tener en cuenta que para reemplazar un hábito por otro se necesita tiempo y paciencia, considerando que las equivocaciones y los aparentes retrocesos forman parte del cambio, por lo que es importante ser perseverante y seguir practicando el nuevo hábito una y otra vez hasta que logre instaurarse como parte de la vida cotidiana. Uno de los factores que la evidencia ha señalado como influyente en el nivel de bienestar de las personas (9) y que tiene directa relación con la vida cotidiana es el uso del tiempo libre. Al respecto, se puede observar que en Santiago, producto de las extensas jornadas escolares y laborales, sumado a los largos trayectos de traslado, en general queda poco tiempo libre para hacer lo que nos gusta. Por esto mismo, es imprescindible planificar lo que queremos hacer en nuestro tiempo, para sacar mejor partido de él. Muchas veces el tiempo se nos pasa “volando” y sentimos que no hemos hecho nada útil o productivo. Generalmente, esto pasa porque no nos planificamos, no decidimos qué queremos hacer en nuestro tiempo libre y simplemente nos dejamos estar, sintiendo al final del día que hemos “perdido” o se nos ha “escapado” el tiempo. La vida moderna está llena de distracciones que atraen nuestra atención y nos llevan a usar el tiempo en actividades que no necesariamente nos hacen felices, por lo que es importante planificarnos y usar el tiempo libre en lo que realmente 190
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es prioritario, lo que nos gusta y nos hace bien. De esta forma, al elegir cómo usar nuestro tiempo libre de cada día, damos cabida a lo que es relevante para nosotros y sentimos que la vida tiene más sentido. En general, cuando uno elige lo que quiere hacer y lo hace, se siente más autónomo y más feliz. En conclusión, la decisión de romper con un hábito antiguo y la voluntad de poner en práctica formas más satisfactorias de pensar, sentir, actuar y relacionarse en el día a día, puede acercarnos progresivamente a ese estado de armonía con uno mismo y con el entorno, considerado por algunos como la felicidad. Así, al ser agentes activos en el cambio de nuestras acciones y actitudes diarias, damos cabida a lo que es importante y tiene sentido para nosotros. Por ende, una de las formas de aumentar la felicidad en la vida cotidiana es ir reconociendo y cambiando paulatinamente los hábitos que no nos satisfacen por otros que estén acorde a nuestras necesidades y prioridades, acercándonos cada vez más a un estado que refleje lo mejor de nosotros mismos y lo que queremos vivir.
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El Sentido del Humor en la Vida Cotidiana Moreyba Santana Rodríguez Un sentido del humor saludable puede ser una herramienta valiosa de auto cuidado para prevenir problemas de salud mental a lo largo de toda la vida. Cuando somos niños y estamos sanos y crecemos en un ambiente saludable, nos es fácil reír y no necesitamos razones para hacerlo. Pero a medida que crecemos, muchos vamos perdiendo esa capacidad. Un estudio de García Larrauri (10) muestra que los principales obstáculos para tener un buen sentido del humor y reír con frecuencia son, en primer lugar, los provenientes de la sociedad, como una presión social desfavorable hacia el humor y la risa, por temor a ser consideradas personas inmaduras e irresponsables; en segundo lugar, los relacionados con el tipo de personalidad, como inhibiciones personales, exceso de autocontrol, introversión o falta de seguridad y autoestima; y en tercer lugar, los causados por el estrés y/o las preocupaciones excesivas. Hay múltiples definiciones para comprender que es el “sentido del humor”, pero muchas de ellas se centran solo en algún elemento y olvidan el resto. Para Martin (citado en García Larrauri) (10), el humor se ha de entender como una variable multidimensional en la que hay que abordar los siguientes aspectos: t Aspectos cognitivos: procesos mentales que conllevan la percepción, comprensión, creación y apreciación del humor. t Aspectos emocionales: sentimientos de diversión y placer t Aspectos conductuales: expresión facial, risa y postura corporal t Aspectos psicofisiológicos: cambios en patrones cerebrales y secreción de hormonas t Aspectos sociales: contextos sociales donde se produce una situación humorística García Larrauri (10) ha elaborado un modelo que recoge el concepto de sentido del humor en su visión amplia, estableciendo cuatro dimensiones que se encuentran interrelacionadas, se potencian mutuamente y que se pueden poseer en diferente grado: 1. Creación o generación de humor: conjunto de estrategias para percibir relaciones de forma insólita y comunicarlas de modo que provoquen risas o sonrisas en las demás personas. 2. Apreciación del humor y disfrute de la vida: conjunto de estrategias para tomarse la vida en serio pero con “toques de humor”, pensar en positivo, apreciar y disfrutar 192
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del humor generado por las demás personas, reírse de sí mismo y disfrutar de las situaciones cotidianas. 3. Afrontamiento optimista de problemas: conjunto de estrategias para afrontar fracasos, dificultades o contratiempos sin hundirse, manteniendo el optimismo a pesar de las preocupaciones y encontrando salidas con humor ante situaciones negativas. 4. Establecimiento de relaciones positivas: conjunto de estrategias para relacionarse y comunicarse de forma eficaz mediante el humor.
I. Creación de Humor IV. Utilización del Humor
Dimensiones del S.H.
III. Afrontamiento Optimista de Problemas
II. Apreciación de Humor
Beneficios del sentido del humor A nivel físico, se han establecido una serie de efectos positivos que provoca la risa en nuestro organismo: t Constituye un ejercicio muscular. Al reír se movilizan la mayor parte de los músculos del organismo, provocando que el tórax y el abdomen se contraigan a gran velocidad. Esto tiene un efecto tónico y relajante sobre la musculatura. t Es una técnica respiratoria. Al reír se limpian y nivelan las vías respiratorias superiores t Actúa sobre el sistema neurovegetativo combatiendo el estrés t Activa el sistema inmunológico A nivel cognitivo, mantener una actitud positiva y un sentido del humor saludable tiene las siguientes consecuencias: t Favorece la toma de diferentes perspectivas ante los problemas t Se emiten juicios más benévolos con uno mismo y con las demás personas t Activa los recuerdos positivos La Felicidad 193
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t Aumenta la creatividad y la flexibilidad de pensamiento t Fomenta la agilidad en la toma de decisiones t Aumenta la motivación vital A nivel emocional, se describen las siguientes características de las personas con sentido del humor: t Libera la ansiedad t Reduce el estrés t Alivia la tensión acumulada a causa de miedos, preocupaciones y angustias. A nivel social, un sentido del humor saludable causa los siguientes beneficios: t Aumenta la tendencia a ayudar a otras personas, mostrar comportamientos solidarios, generosos y altruistas. t Favorece respuestas de acercamiento en los demás t Facilita el manejo de las situaciones interpersonales difíciles (11)
Cultivar el sentido del humor saludable A veces consideramos que el humor es un “don divino”, que ciertas personas tienen por naturaleza, y que otras sencillamente no lo poseen. Sin embargo, todos hemos sido niños o niñas, y sabemos jugar y compartir la risa y el buen humor. El sentido del humor es una capacidad universal que todas las personas poseemos, y que podemos cultivar y emplear. Para ello, se requiere remover las capas de inhibición y bloqueos mentales que se han ido generando por nosotros mismos, la familia y la sociedad en general. García Larrauri (10) sugiere que para promover el cambio en nuestro sentido del humor es aconsejable comenzar por tener la intención de mejorarlo, tomando conciencia de dónde partimos y mostrando una actitud de apertura hacia el humor. En segundo lugar, nos invita a aprender actuar como una persona que practica el sentido del humor, modificando comportamientos, pensamientos y sentimientos negativos o desadaptados en el día a día. Finalmente, nos propone practicarlo diariamente y de forma continuada, para mantenerlo y disfrutarlo en el tiempo y en lo cotidiano. Hay pequeñas actividades cotidianas que pueden ayudarnos a encender esa “chispa” del sentido del humor que todos tenemos, pero lo más importante es descubrir nuestro propio sentido del humor: ¿Qué me hace reír? ¿Qué es lo que más me divierte? ¿Qué libros, películas, 194
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situaciones y personas estimulan mi lado alegre? ¿Con qué actividades disfruto? ¿Qué cosas nuevas puedo aprender? Este proceso de búsqueda y autodescubrimiento nos ayudará a buscar activamente el humor y el disfrute con las cosas que hacemos habitualmente, ayudándonos a mirar la vida desde una perspectiva más optimista y animándonos a compartirlo con las personas que nos rodean.
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Generando experiencias óptimas en nuestra vida cotidiana: Flujo y Microflujo Tatiana Vogel Domínguez El Flujo o Flow ha sido definido como un estado de experiencia óptima en el cual las personas se involucran en actividades por la implicancia que tiene esa acción en sí misma, más que como un medio para lograr un objetivo (propiedad auto-télica). Las personas cuyas actividades les permiten vivir un estado de flow, se exponen a un alto nivel de uso de sus habilidades y de desafío, creando una experiencia que es enriquecedora y personalmente beneficiosa (12). Todos experimentamos ocasiones en las cuales, en vez de sentirnos dominados por fuerzas externas o por las circunstancias, nos sentimos en control de nuestras acciones, tan absortos en lo que estamos haciendo que perdemos por completo la noción del tiempo; generándonos una sensación de gozo profundo que se atesora y nos genera un modelo de cómo debería ser la vida, a esto se le conoce como “experiencia óptima”. Contrariamente a lo que podríamos pensar, estos “grandes momentos” de nuestras vidas, “la experiencia óptima” no se experimenta en momentos relajados, pasivos o reflexivos. Ya sea que estemos escribiendo, conversando, corriendo, jardineando, pescando o rezando, usualmente, la experiencia óptima ocurre cuando el cuerpo y/o la mente se estiran a sus máximos límites en un esfuerzo voluntario, logrando así algo único y que vale la pena vivirlo. La experiencia óptima depende, entre otras variables, de la habilidad para controlar lo que pasa en la conciencia momento a momento. Cada persona logra este estado en base a su creatividad y esfuerzos individuales. La experiencia óptima ocurre cuando la energía psíquica o atención se focalizan en metas realistas y cuando las habilidades calzan con la oportunidad para la acción. De esta manera, el vivir estados de flujo, hacen que las persona se vayan transformando en seres más integrales, en individuos que se vuelves cada vez más extraordinarios y felices. Mihaly Csikszentmihalyi (12), quien acuñó el término de Flow, define 8 elementos que conforman la Experiencia Óptima y que son los que contribuyen a la felicidad: 1. La actividad debe ser desafiante y requerir del ejercicio de nuestras habilidades. Se requiere un balance entre ambos factores: t Ni demasiado desafiante como para que nos sintamos angustiados o frustrados por estar fuera del alcance de nuestras habilidades, ni muy poco desafiante que nos lleve a perder el interés o a aburrirnos. 196
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2. Estado de Absorción. t Al necesitarse todas nuestras habilidades, la atención se absorbe completamente; se pierde la noción del entorno y de si mismo. t Nos involucramos tanto en lo que hacemos que la actividad se vuelve espontánea, casi automática. Es decir, fluimos. 3. Implica tener Metas Claras. t Desarrollamos un sentido personal fuerte de lo que pretendemos hacer, existiendo un lineamiento interno. Ej.: correr 5 K o terminar un bordado. 4. Existe un Sistema de Retroalimentación. t Existe un mensaje, aunque sea simbólico, que nos retroalimenta para informarnos que estamos cumpliendo nuestra meta. Ej.: Aparecen los primeros brotes de lo que plantamos o terminamos un capítulo de un libro. 5. Concentración focalizada en la actividad: “Desaparecen” los problemas cotidianos. t Al estar absortos en la actividad, se deja de estar pendiente de los aspectos menos placenteros de la vida y de nuestras preocupaciones. En este estado no se le deja espacio a la mente para que ingrese información que no es relevante a la actividad en curso. t Si bien nuestras preocupaciones o problemas no desaparecen realmente y tendremos que enfrentarlos en su momento, el haber estado expuestos a la experiencia óptima, nos permitirá enfrentarlos con mayores recursos cognitivos y creativos, de acuerdo a la teoría de “Ampliación y Construcción” de Bárabara Fredrickson (13); siendo este un sub-producto del proceso de Fluir. 6. Sentido de control. t No hay preocupación por fallar y se tiene la sensación de estar en completo control del mundo. t Estrictamente esta sensación está dada más bien por una posibilidad de control que va permitiendo el desarrollo de habilidades, que por ejercer un control total en si mismo. 7. Pérdida de auto-conciencia. t Es un estado sin ego, en que no hay lugar para sentirse amenazado. t Al dejar de estar preocupado de uno mismo, se tiene una sensación de unidad con el entorno y permite una expansión del concepto de quienes somos, emergiendo una sensación fortalecida de uno mismo luego de la experiencia. 8. Transformación del tiempo. t El tiempo parece transcurrir de manera diferente a lo normal. Es común sentir que “el tiempo se pasó volando”. Las actividades que pueden conducir a un estado de flujo son diversas y dependientes del individuo. Es común encontrar ejemplos de experiencia óptima en las expresiones artísticas La Felicidad 197
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como la interpretación de un instrumento, de un rol teatral o en la creación de una obra plástica. Así mismo, los deportistas son un ejemplo recurrente del fluir y este concepto se entiende cuando se dice que un deportista “está en la zona” al exhibir un rendimiento sobresaliente, cumpliendo así con las condiciones anteriormente descritas. Sin embargo, no se requiere ser un gran artista o un deportista excepcional para experimentar el flujo, la experiencia óptima está al alcance de todos. Es así como el trabajo o la práctica de un hobby son oportunidades riquísimas para experimentar el flujo.
Practicando un Hobby Ya sea que nos guste cocinar, jardinear, practicar un deporte, ser parte de un grupo de lectura o coleccionar postales; la práctica habitual de un hobby nos ayuda a ser más felices. Las personas se involucran en la práctica de un hobby principalmente por el placer que la actividad les confiere, cumpliendo así con la característica autotélica de las actividades conducentes al Flow. Además, se ha reportado que las personas que cultivan hobbies creativos manuales, junto a otras personas, además de sentir los elementos del flujo como abstracción; pérdida del sentido del tiempo y la combinación de un desafío ajustado a las habilidades, generan también un aumento en su propio bienestar, debido a la ganancia relacional que significa ser parte de un grupo que se identifica con la actividad y se provee de compañía, guía y soporte (14).
Microflow En nuestra vida cotidiana, nos vemos enfrentados en múltiples ocasiones a situaciones que son tediosas o aburridas, como puede ser: esperar en la fila de un banco, hacer actividades monótonas, planchar o manejar con mucho tránsito. Este tipo de actividades generalmente se consideran como experiencias desagradables y por ende tienden a dejarnos con un nivel de baja energía producto de las emociones poco placenteras que experimentamos en su ejecución. Si bien, este tipo de actividades no están diseñadas para proveernos de experiencias placenteras, existe la posibilidad que nosotros las transformemos en una actividad más significativa y estimulante, que nos deje la sensación de una experiencia positiva. Esto se logra a través de la incorporación de actividades de microflujo. El microflujo se define como una actividad que contiene al menos uno de los elementos de flujo (descritos anteriormente), que se hace en respuesta al aburrimiento o a la amenaza inminente de este, que se continúa hasta que la fuente del aburrimiento o amenaza concluye (15). 198
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Pauline Heine Preisler, Moreyba Santana Rodríguez, Tatiana Vogel Domínguez
Todos desarrollamos ciertas rutinas para llenar los espacios aburridos del día. Hay quienes garabatean, mastican cosas, tararean o tienen algún otro ritual personal. Todas estas rutinas tienen el propósito de imponer un cierto orden a la consciencia, a través de la ejecución de una acción que siga un patrón. Estos pequeños juegos ayudan a reducir el aburrimiento, pero no agregan mucho valor a una experiencia positiva. Para ello se necesita enfrentar un nivel mayor de desafío y usar un mayor nivel de habilidades. Las opciones para alcanzar estados de microflujo son múltiples y generalmente muy personales. Algunos ejemplos son: - Tratar de recordar todos los elementos de una sala en la que se espera - Intentar adivinar canciones en la radio cuando se maneja - Inventar una historia con todas las personas presentes en una sala de espera - Buscar caminos alternativos para un trayecto cotidiano - Archivar documentos al ritmo de una melodía - Tamborilear con los dedos a un patrón definido - Hacer una coreografía mientras se pasa la aspiradora, etc Tanto para involucrarnos en la práctica habitual de una actividad que nos conduzca a experiencias profundas de flujo o idear diversas actividades de microflujo para hacer nuestro día a día más ameno y entretenido, es claro que se requiere de intención y uso de energía, tanto psíquica como física para llevarlas a cabo. Intención y energía que llevan consigo la promesa de un mayor bienestar y felicidad en nuestras vidas.
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CAPÍTULO 10
y bien-estar
Capítulo 10
Simón Guendelman y Bruno Solari
MINDFULNESS Y BIEN-ESTAR
Simón Guendelman y Bruno Solari
La incorporación de mindfulness en la psiquiatría y psicología occidentales ha generado un auspicioso y generativo intercambio, y su aporte, en términos de investigaciones y aplicaciones, ha permeado de manera transversal a las distintas escuelas psicológicas y psiquiátricas existentes. Mindfulness, como concepto y como práctica, surge en la tradición budista y, pese a no ser privativo de dicha tradición espiritual (no hay que ser budista para cultivar la atención plena), una comprensión profunda de su significado pasa necesariamente por conocer el contexto en el que se originó. El cultivo de mindfulness comparte lugar con otras enseñanzas y prácticas budistas, cuyo objetivo es reconocer y desarrollar el potencial innato de felicidad, sabiduría y compasión de todos los seres humanos. La visualización del aporte que estas disciplinas podrían hacer a nuestra cultura, llevó a Francisco Varela a anunciar que la llegada del budismo a Occidente supondría una revolución comparable con la invención de la imprenta (1). En el contexto de la psicología budista, mindfulness hace referencia a los términos Sati y Sampajanna, ambos provenientes del pali, lengua en que están contenidas las primeras enseñanzas de Buda (2). Sati alude a la capacidad de prestar atención y focalizar la mente en un objeto particular (por ejemplo, en la práctica se focaliza la atención en la respiración); Sampajanna, alude a la capacidad de darse-cuenta o reconocer el estado de la mente en el momento presente (en la práctica, es el darse-cuenta que ocurre cuándo la mente se ha ido del momento presente) (3). Sati es un concepto muy relevante dentro de la tradición budista ya que está incluido en el llamado Noble Óctuple Sendero, en el cual el Buda enuncia el cultivo del correcto estado de atención-darse-cuenta como un medio para el alivio del sufrimiento. En el contexto occidental, la definición más extendida de mindfulness es la formulada por Jon Kabat-Zinn, pionero en la introducción de estas prácticas en ámbitos científicos y académicos. Según él, mindfulness alude a la capacidad de prestar atención a la experiencia del momento presente, con una actitud de aceptación y no juicio. Para este autor, la práctica de mindfulness es el corazón de la meditación budista (4). Mindfulness ha sido traducido al español como “Atención Plena” (2), “Conciencia Plena” (5) y “Presencia Plena/Conciencia Abierta” (1). A la vez, muchos autores prefieren no traducirlo y dejar el término en inglés (2).
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Mindfulness y bien-estar
El año 1979 Jon Kabat-Zinn diseñó un programa de tratamiento para pacientes con estrés y dolor crónico basado en la práctica de mindfulness, Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR). Y si bien se basó en prácticas de meditación budista, utilizó el nombre mindfulness porque supuso que muchas personas se mostrarían reacias a incorporar prácticas budistas a sus vidas, pese a los beneficios que éstas pudieran aportarles. Su objetivo fue enseñar y transmitir estas prácticas independientemente de la religión y tradiciones espirituales en que se originaron, para que muchas personas pudieran beneficiarse (6,7). Jon KabatZinn logró su objetivo con creces: a partir de esa fecha las investigaciones y modelos de tratamiento basados en mindfulness han aumentado en forma exponencial, demostrando empíricamente su efectividad en diversos cuadros clínicos. Podríamos señalar que, en un primer momento las investigaciones se enfocaron en demostrar la efectividad empírica de mindfulness (principalmente en las décadas de los 80 y 90), y posteriormente se ha intentado comprender el concepto en mayor profundidad, lo que ha significado revisitar la tradición budista en la cual se origina (8). Un gran divulgador del pensamiento budista ha sido el Dalai Lama (9), quien señala que “cuanto mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz” (pg. 34). Reforzando esto, el monje vietnamita Tich Nhat Hanh (10) señala que no tenemos que viajar lejos ni hacer costosos retiros, ya que la felicidad y la paz están presentes en cada paso que damos, aquí y ahora. Estas dos referencias, a pesar de su simpleza, aluden a dos ejes centrales del pensamiento budista en torno a la felicidad: la felicidad depende de nuestro estado mental actual y es un inmanente, es decir, ya está contenida como posibilidad en el momento presente. La tradición budista establece una distinción entre experiencia placentera y felicidad. Tal como lo confirman Ekman et al (11), mientras el placer alude a una experiencia positiva derivada de la estimulación sensorial, la felicidad hace mención a un estado de completo florecimiento, realización y manifestación de las cualidades y potencialidades humanas más preciadas. Este estado o capacidad innata, denominado en la psicología budista sukha (alegría o felicidad) puede cultivarse por medio del entrenamiento en la atención plena, balance y regulación emocional y la comprensión correcta de la naturaleza de las cosas. Por tanto, para el budismo es posible cultivar la felicidad mediante el entrenamiento de la mente1, para lo cual se requiere sin duda una disciplina de práctica a partir de la cual podemos experimentar una transformación de nuestra actitud, de toda nuestra perspectiva y enfoque de vida (9). Para el Dalai Lama (9), este camino de transformación comienza por reconocer e identificar los factores que conducen a la felicidad y los que conducen al sufrimiento. Esto implica
1 No entendiendo “mente” simplemente como una capacidad cognitiva o intelecto, sino más bien en el sentido de la palabra tibetana Sem, que incluye intelecto y sentimiento, corazón y cerebro (Dalai Lama, 1999) 206
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una suerte de investigación fenomenológica de nuestra vida cotidiana, ya que su intención es reconocer el impacto que tienen nuestras distintas emociones y experiencias y su capacidad de generar felicidad o sufrimiento. La práctica de mindfulness implica aprender a relacionarse con la propia experiencia, sea cual sea nuestro estado mental. El primer paso en este camino es aprender a reconocer nuestras experiencias, cultivando una mayor atención y apertura hacia ellas, más allá del placer o el dolor que puedan generar. En este sentido, mindfulness permite observar la propia experiencia con mayor precisión y detención, a la vez que relacionarse con ésta desde una actitud de mayor gentileza y aceptación. La práctica de mindfulness juega un papel relevante en el cultivo de la felicidad o bienestar, ya que proporciona la base para desarrollar una atención estable, sin juicio y benevolente hacia nosotros mismos. Según Kornfield (12), “el verdadero fundamento del bienestar es el entrenamiento sistemático de la atención plena” (pg. 111). Mindfulness entonces tiene que ver con la calidad de la conciencia y reflexividad con la que vivimos nuestras vidas. Podemos, como señala Miró (2) vivir en piloto automático o vivir con atención plena. La diferencia está en la forma en la que estamos presentes en nuestra experiencia y vida cotidiana. En el primer caso, si bien estamos físicamente presentes, nuestra mente se encuentra divagando en cualquier cosa, presa de su automatismo habitual, y por tanto, nuestra conducta suele ser automática y reactiva. En el segundo caso, en cambio, estamos presentes en nuestra experiencia con todos nuestros sentidos, la mente está en el presente y la conducta es reflexiva y balanceada. Estar presente, en español, tiene la doble acepción de estar en el momento presente pero también, estar con presencia. Ambas cualidades tienen que ver con la atención plena. A su vez, para Kabat-Zinn (4) la práctica de mindfulness juega un papel central en los cambios que experimentan las personas que asisten al programa MBSR. Según él, los participantes aprenden a reconocer la posibilidad de estabilizar la mente lo suficiente como para adentrarse en estados de profundo relajamiento, lo que restaura sus cuerpos y mentes. Simultáneamente, les resulta más fácil ver con mayor claridad la forma en que están viviendo y, en consecuencia, cómo realizar cambios para mejorar su salud y calidad de vida. De lo anterior se desprende que mindfulness no es una herramienta para controlar los pensamientos, colocar la mente en blanco, entrar en estado de trance o disociación, ni tampoco una técnica de relajación. Alude más bien a desarrollar la capacidad de permitirnos estar donde estamos, con presencia y apertura y, a su vez, aceptar que el mundo sea exactamente tal cual es en cada momento.
Fundamentos de la atención plena/mindfulness Shapiro et al (13) intentando comprender de mejor forma qué es mindfulness, sostienen que esta práctica tendría tres componentes centrales: atención, intención y actitud. La capacidad de prestar atención (atención), la intención (estar presentes) y la actitud (aceptación) se La Felicidad 207
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interrelacionan en cada momento de la práctica. En el contexto del cultivo de la felicidad y el bien-estar, la práctica de mindfulness no se concibe meramente como un entrenamiento atencional, si no como un entrenamiento de la intención y la actitud. En este sentido, si bien es central el cultivo de una atención justa, también es central cultivar una verdadera intención justa (la de liberarse del sufrimiento) y una verdadera actitud justa (aceptación y apreciación). Para Kabat-Zinn (4), en tanto, la práctica de mindfulness se sostiene en estos siete factores: 1. No Juzgar: Con la práctica de mindfulness cultivamos una actitud respetuosa con nuestra experiencia, sin enjuiciarla como buena o mala. Como dice Kornfield (12), “cuando estamos plenamente atentos es como si pudiéramos inclinarnos con respeto ante nuestra experiencia, sin ningún juicio ni expectativa” (pg.109). 2. Paciencia: En este contexto la paciencia es entendida como una forma de sabiduría, porque demuestra que comprendemos y aceptamos el hecho de que las cosas se tengan que desplegar cuando les corresponde o cuando están dadas las condiciones. 3. Mente de principiante: Haciendo alusión a la célebre expresión acuñada por Shunryu Suzuki, cultivamos una actitud de curiosidad, apertura y espaciosidad hacia nuestra experiencia. En el más estricto rigor, la experiencia es siempre nueva. 4. Confianza: La práctica de mindfulness nos permite desarrollar una confianza básica en nosotros mismos y en nuestras emociones, que surge al darnos cuenta de que podemos mantenernos y sostener nuestras experiencias, sean cuales sean éstas. No es una confianza ciega. Siguiendo a Kabat-Zinn (4), “es imposible convertirse en otro. Nuestra única esperanza estriba en ser nosotros mismos con más plenitud” (pg. 63). 5. No esforzarse: En rigor debiera llamarse el esfuerzo justo, ya que, si bien la práctica de mindfulness requiere mucho trabajo y esfuerzo, fundamentalmente consiste en no-hacer y aprender a permanecer con nuestra experiencia en cada momento. 6. Aceptación: Esta actitud suele ser confundida con la resignación, pero en este contexto significa ver las cosas tal como son en el presente. No quiere decir que no podamos cambiarlas o mejorarlas, sino que justo en este momento, las cosas son así (12). Dado lo anterior, permite responder en lugar de reaccionar. 7. Soltar: Es una forma de dejar que las cosas sean como son en cada momento y aceptarlas así. Apunta a soltar la lucha de que las cosas sean de una forma distinta de la que realmente son.
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Investigaciones y evidencias clínicas y neurobiológicas sobre la práctica de mindfulness Durante los últimos años ha habido un creciente interés sobre los efectos de la práctica de mindfulness y las intervenciones basadas en mindfulness en la salud mental y el bien-estar. Esto ha llevado a que distintas universidades a lo largo de EEUU y Europa cuenten con grupos de investigación abocados al estudio del impacto de esta práctica, tanto a un nivel clínico como en un nivel neurobiológico. Dentro del amplio contexto de las investigaciones sobre la práctica de mindfulness, cabe destacar la gran variabilidad que existe tanto en los grupos estudiados (población sana, monjes tibetanos o japoneses, estudios en poblaciones clínicas de distintos tipo); los diseños metodológicos (tipo corte-transversal, estudios prospectivos sin grupo control, y estudios randomizados controlados); y en las mediciones utilizadas (auto-reportes, mediciones psicofisiológicas o distintas técnicas de neuroimagenología). Un aspecto central a entender es la diferencia entre la práctica de mindfulness (como práctica formal) y las intervenciones basadas en mindfulness (IBM). La práctica de mindfulness, como ha sido definida previamente en este artículo, es un tipo particular de meditación, pensada en sus orígenes tradicionales como una herramienta para aliviar el sufrimiento y cultivar el bien-estar, y no como una intervención clínica en sí. Por su parte, las IBM son programas protocolarizados y sistematizados, que usualmente duran 8 semanas, requieren de práctica personal diaria por parte de los participantes y asistencia semanal al taller; si bien la práctica de mindfulness es la intervención central, hay otros tipos de intervenciones (yoga, psico-educación y otros ejercicios de mindfulness aplicado). Estas IBM están diseñadas para trastornos particulares, por lo cual se organizan en torno a una problemática central, así, cuentan con poblaciones específicas de aplicación (14). Los programas de IBM más conocidos son: mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR), reducción de estrés basado en mindfulness, creado por Jon Kabat-Zinn, que fue el programa pionero, a partir del cual se desarrollaron otros, como el mindfulness-Based Cognitive Therapy (MBCT), terapia cognitiva basada en mindfulness, diseñado para prevenir recurrencias en trastornos depresivos; el mindfulness-Based Relapse Prevention (MBRP), intervención basada en mindfulness para la prevención de recurrencias en adicciones; la Dialectical Behavior Therapy (DBT), terapia conductual dialéctica, enfocada en el trastorno de personalidad límite, para reducir conductas suicidas y para-suicidas; la Acceptance and Commitment Therapy (ACT), terapia de aceptación y compromiso, enfoque de psicoterapia individual orientado por la “perspectiva” mindfulness (14).
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Evidencias sobre el efecto de la práctica de mindfulness en poblaciones no-clínicas: Si bien el estudio de las IBM en poblaciones clínicas ha cautivado mayormente la atención de los investigadores, en la actualidad existe una cantidad creciente de estudios en poblaciones de personas sanas. En este contexto, de especial relevancia ha sido la aplicación de IBM en profesionales de la salud, ya sean médicos u otros profesionales del área, debido al importante estrés y burn-out al que están expuestos. Diversos estudios utilizando el programa MBSR, han demostrado efectos positivos en mediciones por auto-reportes, particularmente en síntomas psicológicos como reducción de ansiedad y depresión, y aumento en las escalas de afectos positivos, auto-satisfacción y auto-compasión (15). Estos hallazgos concuerdan con que las IBM serían una buena herramienta para ayudar en el manejo del burn-out y estrés, propio de las profesiones de la salud. Un grupo de investigadores realizó un estudio de meta-análisis que buscaba evaluar el efecto de la práctica de mindfulness en población sana no-clínica. En el análisis incluyeron un total de 39 estudios que cumplían los criterios de selección, incorporando estudios que evaluaron práctica de mindfulness formal (occidentales que practicaban en diversos centros budistas con técnicas tipo mindfulness) y práctica de mindfulness como parte de una IBM, en este caso, el MBSR. A partir de las distintas variables dependientes evaluadas, tomando en cuenta todos los estudios, el tamaño del efecto fue de 0,27, es decir pequeño-moderado, para la práctica de mindfulness en general. Tomando en cuenta solo los estudios de las prácticas formales de mindfulness, el mayor efecto se observó en las variables propias para las escalas de mindfulness (es decir, un aumento en el nivel de mindfulness medido por autoreportes). Por su parte, tomando en cuenta solo los estudios a partir de MBSR, se observó un mayor efecto sobre la variable bien-estar. Estos hallazgos demuestran que, tanto la práctica formal de mindfulness, como la práctica de mindfulness como parte del programa MBSR, tienen efectos bastante similares en distintas variables, siendo evidente que ambos pueden aumentar los niveles de bien-estar en personas sanas (16).
Evidencias sobre el efecto de la práctica de mindfulness en poblaciones clínicas: Como hemos sostenido, las IBM son un grupo heterogéneo de intervenciones, en su mayoría tratamientos sistematizados y manualizados, lo cual ha permitido generar evidencias de mejor calidad a la hora de evaluar su impacto. Numerosos grupos de investigación han estudiado la eficacia de este tipo de tratamientos pudiendo encontrarse en la actualidad una gran variedad de poblaciones clínicas en las cuales se han realizado investigaciones. Por citar algunas en: medicina general (hipertensión arterial, diabetes mellitus), manejo del dolor crónico (fibromialgia, artritis reumatoide, dorsalgias), salud mental (estrés crónico, trastornos de ansiedad, depresión recurrente, trastornos de personalidad, etc.). En términos 210
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generales, se reconoce que las IBM, como el MBSR, pueden ser eficaces como tratamientos complementarios a trastornos médicos y psiquiátricos, particularmente en el manejo de síntomas de estrés, ansiedad y síntomas depresivos. El MBSR está enfocado particularmente en el manejo del estrés y del dolor crónico, siendo sin duda el programa de IBM más estudiado. De los estudios y revisiones publicadas, de Vibe et al publicaron el 2012 la revisión meta-analítica más completa hasta la fecha, involucrando un total de 31 estudios randomizados-controlados con MBSR, sumando un total de 1942 participantes. Incluyendo poblaciones con patología de salud mental leve a moderada y patología somática, encontraron un tamaño del efecto moderado (0,5-0,8 Hedges’ g-value) consistentemente para los indicadores de síntomas de estrés, ansiedad, depresión, bienestar, calidad de vida y escalas de mindfulness (17). Implicando que la práctica de mindfulness, impartida por el MBSR, es efectiva en el alivio sintomático y cultivo del bien-estar en una amplia gama de dolencias médicas y psicológicas de moderada intensidad. En cuanto a las evidencias en torno a las otras IBM, en síntesis, cabe destacar: su efecto en reducción significativa de síntomas ansiosos, en poblaciones con trastornos de ansiedad, y disminución de rumiación (ACT); la disminución en la prevalencia de recaída de episodios depresivos, en pacientes con depresión recurrente (3º o 4ª episodio); disminución de síntomas ansiosos en trastorno bipolar (MBCT); la reducción de conductas suicidas y para- suicidas, irritabilidad e impulsividad en pacientes con trastorno de personalidad límite (DBT); y disminución significativa de síntomas de craving y recaída en pacientes con adicciones (MBRP) (14).
Evidencias sobre el efecto neurobiológico de la práctica de mindfulness en poblaciones no-clínicas: Desde una perspectiva psiquiátrica y neurobiológica, es sabido que el estrés crónico y varios trastornos de la salud mental, pueden afectar la morfología de ciertas regiones cerebrales por mecanismos de neuroplasticidad. Durante los últimos 15 años ha habido un impresionante aumento en el número de publicaciones científicas abocadas al estudio del impacto de la práctica de mindfulness a nivel cerebral. Diversas investigaciones utilizando imagenología cerebral con resonancia magnética estructural, al comparar sujetos occidentales considerados meditantes expertos (más de 10.000 horas acumuladas) con sujetos controles (sanos), encontraron cambios significativos en la sustancia gris de regiones como el hipocampo derecho (aprendizaje y memoria), la ínsula anterior derecha (interocepción y auto-representaciones somáticas), la corteza orbito-frontal (regulación afectiva y regulación de impulsos) y el giro cingulado anterior (procesos cognitivos y emocionales) (18). En concordancia con las funciones que desempeñan estas regiones, numerosos estudios en meditantes expertos o bien meditantes novatos sujetos al programa MBSR, han encontrado cambios particulares en el procesamiento neural de funciones atencionales, de regulación La Felicidad 211
Mindfulness y bien-estar
afectiva y de regulación del self. En cuanto a las funciones atencionales, la evidencia indica que la práctica de mindfulness (en un mediano y largo plazo) aumenta la eficacia de las funciones atencionales, tanto en el rendimiento de las pruebas, como en cambios en la respuesta neural subyacente. Estos cambios son especialmente relevantes en atención sostenida (sati) y en control atencional (sampajanna o monitoreo meta-cognitivo) (19). En cuanto a la regulación afectiva, se ha planteado que la práctica de mindfulness tendría un efecto particular en este procesamiento. A partir del incentivo a experimentar directamente la emoción, sea cual sea ésta y más allá de su contenido narrativo (aumento de actividad en la ínsula y disminución de reactividad de la amígdala), se favorece un tipo de regulación somática-visceral de la experiencia, permitiendo una regulación tipo “botom-up”. Esto se traduce en una mayor tolerancia y regulación afectiva (20). Respecto a la regulación del self, recientes estudios han demostrado que la práctica de mindfulness produciría un cambio en el proceso auto-referencial, pasando de un procesamiento de tipo narrativo, asociado a regiones como la corteza cingulada posterior y la corteza prefrontal medial (self auto-biográfico, centrado en el pasado o fututo, analítico y rumiativo), a un procesamiento experiencial del self, asociado a regiones como la ínsula derecha, cortezas somato-sensoriales y lóbulo parietal derecho (self experiencialcorporalizado, focalizado en el presente, procesamiento viscero-somático) (20).
Conclusiones Mindfulness y una nueva mirada a la salud mental: integrando evidencias clínicas y neurobiológicas para conectar con el potencial innato de felicidad. Para la tradición budista todas las personas tenemos a la base, por naturaleza, un potencial innato de sabiduría, compasión y felicidad. La gran paradoja es que debemos involucrar disciplina, esfuerzo, voluntad y compromiso para acceder a él. Por eso, la psicología budista está compuesta por muchas técnicas y ejercicios concretos (mindfulness, entre otros), concebidos como herramientas para ayudar a recorrer el camino que conduce a actualizar dicho potencial. Ahora bien, cuando una persona se acerca por primera vez a una clase de meditación, pese a la expectativa de encontrar calma y paz, lo más probable es que se encuentre con una gran sorpresa: descubre que su mente está todo el tiempo activa y dispersa, pensando en el pasado, proyectando el futuro o enjuiciando lo que le ocurre actualmente (12). El primer paso consiste entonces, tal como hemos señalado, en tomar conciencia y reconocer nuestra situación actual, cultivando una actitud benevolente y no enjuiciadora hacia ella. En dicho sentido, la práctica de mindfulness puede ser concebida como una práctica transformativa, que al ir desarrollándola va transformando, tanto la relación con nosotros mismos, como con el mundo que nos rodea. Según el budismo, no existimos de manera 212
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separada e independiente unos con otros, sino más bien “intersomos”, en donde todo se interpenetra mutuamente, surgiendo y dejando de existir según causas y condiciones. Este punto alude a la noción de interdependencia o interconexión, central en el budismo, y le otorga la noción de comunidad a la práctica de mindfulness, ya que el desarrollo de mi potencial de sabiduría, compasión y felicidad se manifiesta al conectar de forma más completa, genuina y abierta con todos los demás (8,10). En este sentido, la transformación, paradójicamente consiste en expresar y encarnar este potencial que ya tenemos, por tanto no es necesario convertirse en algo distinto de lo que uno es. Como hemos visto, a nivel neurobiológico la práctica de mindfulness también genera un proceso transformativo: la práctica sostenida de mindfulness (tipo meditantes expertos) se correlacionaría con cambios cerebrales estructurales característicos en áreas de atención, regulación emocional, representaciones viscero-somáticas del self. Otras regiones tendrían mayor conectividad (función), lo que se correlacionaría con un reclutamiento diferencial de ensambles neurales de procesamiento afectivo-cognitivo (19, 20). Tomando en cuenta además las evidencias en reducción de síntomas tanto en poblaciones clínicas como en poblaciones sanas, nos permite plantearnos la siguiente pregunta, si bien de tipo valorativo, ¿acaso la práctica de mindfulness permite una regulación afectiva más saludable? Investigadores en psicología positiva y en el ámbito de la regulación emocional, han sostenido que distintas estrategias de regulación afectiva tienen distintos efectos en el bien-estar subjetivo y en estructuras cerebrales relacionadas. El bien-estar o la felicidad, como hemos mencionado, no es entendida solamente como una satisfacción sensorial personal, sino como un estado de florecimiento, realización y manifestación de las cualidades y potencialidades humanas más preciadas, lo que además repercutirá en el resto de las personas. La psicología y la psiquiatría occidentales han generado desarrollos muy auspiciosos al incorporar mindfulness en diversos tipos de intervenciones. El ámbito de la investigación científica sobre la práctica de mindfulness y las IBM, ofrece en la actualidad un interesante modelo integrado y comprensivo clínico-neurobiológico, lo que permite informar y orientar, ya sea nuevos IBM para patologías específicas, como programas particulares enfocados en el cultivo del bien-estar. A la vez, ha sido relevante que muchos profesionales estén incorporando la práctica de mindfulness en sus propias vidas, lo que se refleja en una comprensión más profunda del fenómeno a investigar. A nivel de práctica formal o de IBM, el acento está puesto en la práctica y el entrenamiento. Por eso se habla de “cultivar” mindfulness, porque su desarrollo implica una pauta de ejercicios que deben realizarse a diario para ayudar a desarrollar una comprensión más profunda y clara de los propios estados mentales (se debe tener la propia experiencia), lo que a la vez genera formas saludables de ser, ya que permiten que emerja nuestra sabiduría y compasión innatas (12). La Felicidad 213
Mindfulness y bien-estar
Las investigaciones en neurobiología de la práctica de mindfulness confirman, de modo inverso a las evidencias en trastornos psiquiátricos, la gran sensibilidad y correspondencia de la interacción mente-cerebro. Es decir, la especificidad que tiene la cualidad de la experiencia (por ejemplo, bien-estar vs depresión) en el impacto morfológico y funcional en áreas críticas del procesamiento de la atención y la afectividad, al menos. Por tanto, la práctica de mindfulness tendría un efecto característico explicable a través de mecanismos de neuroplasticidad (18). La práctica de mindfulness no intenta manipular, suprimir o negar la realidad de la propia experiencia o estado mental, sino todo lo contrario, busca incrementar la capacidad de estar/permanecer con la propia experiencia, sea cual sea ésta. Esto permite familiarizarse e intimar con nuestro mundo psicológico (nuestros pensamientos y emociones), por tanto vamos pudiendo eventualmente soltar cierto sufrimiento innecesario. Desarrollar el bienestar humano, como potencial innato, no quiere decir que busquemos siempre estar bien (o evitemos estar mal), si no que alude a que podamos desarrollar una confianza de que, sea cual sea la experiencia, seremos capaces de permanecer con ella, con aceptación y gentileza. El cultivo de esta confianza básica, nos permitirá darnos cuenta de que efectivamente ya contamos con los recursos para ser felices, porque en estricto rigor, ¡no existe un futuro mejor que este momento! En síntesis, al conjugar en la práctica de mindfulness los tres componentes señalados (atención, intención y actitud), más los siete fundamentos (no juzgar, paciencia, mente de principiante, confianza, no esforzarse, aceptación y soltar), podremos comenzar a reconocer que en cada momento tenemos todo lo que necesitamos para ser felices. De esta manera, ser felices pasa a ser entendido como una elección (del mismo modo, lo contrario: ser infelices también es una elección, no una imposición). En este sentido, junto con desarrollar una fenomenología de la experiencia, el cultivo de mindfulness posibilita el surgimiento de una ética de la responsabilidad, ya que somos nosotros quienes debemos trabajar con nuestra propia experiencia, y de nosotros depende cultivar esta capacidad. Finalmente, creemos que el desarrollo intencional de la confianza básica en nuestras capacidades implica un cambio de perspectiva, que permite apreciar y actualizar en cada momento el potencial innato de felicidad humana.
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CAPÍTULO 11
Habilidades para la vida y biodanza: un proceso integrador de la evolución humana
Sima Nisis de Rezepka y Sergio Rivera Rosa
Capítulo 11 HABILIDADES PARA LA VIDA Y BIODANZA: UN PROCESO INTEGRADOR DE LA EVOLUCIÓN HUMANA
Sima Nisis de Rezepka y Sergio Rivera Rosa “La emoción que constituye la relación social es el amor” Humberto Maturana
“Nuestra supervivencia depende del poder curativo del amor, la intimidad y las relaciones. En el plano físico. En el emocional. En el espiritual. Como personas. Como comunidades. Como país. Como cultura. Tal vez incluso como especie.” Dean Ornish
1. Introducción A partir de nuestro trabajo sobre las habilidades para la vida y la biodanza, hemos intentado responder a la pregunta sobre cómo lograr un proceso integrador de crecimiento que signifique mayor satisfacción, bienestar y felicidad, desde la comprensión de lo humano y desde los nuevos paradigmas de la psicología positiva, la psicología transpersonal y la física moderna. Los conocimientos y las experiencias que presentaremos han sido desarrollados a través de un diplomado llamado “Habilidades para la Vida”, que busca el desarrollo de competencias humanas, tales como: iniciativa, flexibilidad, tolerancia, independencia, persistencia, orientación para la acción, trabajo en equipo, efectividad personal, comunicación, aprender a aprender, expresión de los sentimientos, empatía, y búsqueda del bienestar y la felicidad, etc. Este modelo de aprendizaje corresponde a una metodología teórico-vivencial que permite trabajar la integración del que hemos denominado ‘hombre fragmentado’, para dar paso al ‘hombre cósmico’. Partimos desde la base de aplicar un modelo centrado en la formación, desarrollo y fortalecimiento de competencias denominadas “blandas”, colocando el valor de la persona y el respeto por la vida, como el centro de la existencia humana. El modelo aplicado permite generar un cambio de paradigma, desde el concepto de capacitación y formación humana, dando énfasis a la comprensión e interpretación de hechos y a su aplicación. No se trata de adquirir solo ‘conocimientos’, sino también habilidades que nos confieren un valor distintivo como personas, desde la integración mente-cuerpo-alma. Capítulo 11 - La Felicidad 219
Habilidades para la vida y biodanza: un proceso integrador de la evolución humana
2. Fundamentos Epistemológicos 2.1 Rolando Toro: inconsciente vital y el principio biocéntrico “Bajo el girasol de armonía todos somos uno.” Rolando Toro El concepto de ‘inconsciente vital’ ha sido propuesto por Rolando Toro para referirse a la cognición celular. Es el psiquismo “de los órganos, tejidos y células que obedece a un ‘sentido’ global de autoconservación”, dando origen “a fenómenos de solidaridad celular, creación de tejidos, defensa inmunológica y, en suma, al acontecer exitoso del sistema viviente.” (1) Su manifestación en el escenario de la conciencia cotidiana corresponde fundamentalmente al humor endógeno o bienestar cenestésico (estado global de salud), y se refiere a un estado biológico que proviene del interior del organismo, que pertenece a lo corporal y que se manifiesta en la psiquis. Tiene un carácter global, es decir, abarca toda la existencia y todos sus aspectos. El Principio Biocéntrico –también propuesto por Toro– sostiene que “el Universo está organizado en función de la vida”, situando “el respeto por la vida como centro y punto de partida de todas las disciplinas y comportamientos humanos” (2), restableciendo la noción de la sacralidad de la vida. “El concepto de inconsciente vital permite comprender con profundidad el Principio Biocéntrico como ‘tendencia’ cósmica que genera vida. El inconsciente vital está así en sintonía con la esencia viviente del universo. Cuando esta sintonía se perturba, se inicia la enfermedad. El acto de curación será comprendido, entonces, como un movimiento para recuperar esa sintonía vital.” (1) A estos conceptos se suma el hecho de que la afectividad aparece como uno de los componentes psicológicos esenciales en la vida del ser humano. En el desarrollo de la motricidad, en el nivel de percepción, en la organización de nuestros recuerdos, en el aprendizaje y en el desarrollo del lenguaje, ésta aparece como un elemento determinante. Para Toro la afectividad es la inteligencia biocósmica, de modo que desarrollar la afectividad es trabajar en la raíz nutricia de la vida. En el Modelo Teórico de la Biodanza desarrollado por Toro, la vida se desenvuelve desde el caos hacia estructuras cada vez más integradas. 2.2 Humberto Maturana: biología del amor Humberto Maturana afirma que “los seres humanos somos animales cooperadores dependientes del amor en todas las edades.” Él señala que…”somos el presente de un linaje que surgió definido a través de la conservación de la relación materno-infantil de aceptación mutua en la confianza y en la cercanía corporal, de una manera que se extendió más allá de la edad de la reproducción, en un proceso evolutivo neoténico.” (3) La neotenia implica la expansión de la sensualidad y la ternura como característica de la relación materno-infantil hacia el ámbito adulto. La 220
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sensualidad se asocia con la apertura sensorial y la ternura con la conducta de cuidado en relación con los otros. 2.3 Humberto Maturana y Sima Nisis: formación humana y capacitación De acuerdo a Maturana y Nisis, “la capacitación tiene que ver con la adquisición de habilidades y capacidades de acción en el mundo en que se vive, como recursos operacionales que la persona tiene para realizar lo que quiera vivir.” (3) Por otra parte, la formación humana “consiste en la creación de las condiciones que guían y apoyan al niño o niña en su crecimiento como un ser capaz de vivir en el autorrespeto y respeto por el otro” y cuya…”identidad y confianza no se fundan en la oposición o diferencia con respecto a otros, sino en el respeto por sí mismo, de modo que puede colaborar precisamente porque no temen perderse en la relación.” (3) Entonces, “un niño o niña que crece en respeto por sí mismo puede aprender cualquier cosa, y adquirir cualquier habilidad si lo desea.” (3) 2.4 El Yo-Tú de Martin Buber Martin Buber, plantea que hay dos formas de vivir: en el Yo-Ello y en el Yo-Tu. El Yo –Ello es la dualidad del objeto-sujeto; el yo separado del tu; es la ‘separatidad’ de Erich Fromm y el viejo paradigma del observador como ajeno y diferente de lo observado de la física clásica. Buber nos hace ver que logramos la comunicación en el Yo-Tú, una relación de a dos en la cual hay diálogo y aparece el contacto. De esta manera el Tú es un sujeto igual que el Yo, y no un objeto. Esta relación Yo-Tú nos conecta con el mundo del amor y del encuentro con el otro, de la creación y de la trascendencia donde se manifiesta el espíritu y desaparece el tiempo y el espacio; solo estamos ahí. En un encuentro verdadero con el otro también se encuentra a Dios, porque todas las relaciones conducen hacia Dios. No es posible distinguir entre una verdadera conversación y una oración. Dios es parte de cada encuentro. 2.5 Emmanuel Levinas: la epifanía Emmanuel Levinas afirma que el punto de partida del pensamiento filosófico no ha de ser el conocimiento, sino el reconocimiento del otro, pues a través de los otros me veo a mí mismo. La divinidad de Dios aparece dentro de lo humano, a través del rostro del prójimo, de modo que el vínculo con el otro puede conducirnos al éxtasis (la epifanía). Es en ese instante que Dios se revela: en el encuentro del hombre con el hombre y no en el del hombre con Dios. De esta manera, a través de la mirada y de las caricias, se produce la expansión de la conciencia. “Siguiendo a Buber, Levinas traza un concepto de ética en el cual une lo profano y lo sagrado, lo humano y lo divino. Acercando filosofía y religión desarrolla una nueva ética a un máximo nivel, que no parte de un sujeto autónomo, sino de un yo dependiente del otro.”(4) La Felicidad 221
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2.6 Fritjof Capra: la convergencia de la física moderna y las filosofías orientales Capra ha desarrollado una visión sistémica que concibe al mundo en términos de relaciones donde los distintos sistemas se integran entre sí, no siendo posible reducir sus propiedades a unidades más pequeñas. En vez de concentrarse en ‘ladrillos’ o sustancias básicas, el enfoque sistémico destaca los principios básicos de la organización, aplicándose los mismos principios a los sistemas sociales, tales como una familia, una organización y la comunidad. Los sistemas son intrínsecamente dinámicos, por lo que pensar en sistemas es pensar en procesos, interrelaciones e interacciones, donde el viejo paradigma del control se sustituye por el de la cooperación. Capra sintetiza su pensamiento en seis nuevos paradigmas de la ciencia moderna (5) que nos acercan al pensamiento oriental: t Frente al supuesto de que cualquier sistema complejo era entendible descomponiéndolo en sus partes constituyentes, nos hace ver que la relación entre ellos es más bien sistémica. El universo ya no se comporta mecánicamente compuesto por ladrillos básicos, “sino más bien como una red de relaciones, y que, finalmente, en esta telaraña interconectada, no existen en absoluto partes.” t Ya no podemos pensar en función de estructuras sino de procesos: “Todo lo que vemos son modelos dinámicos que cambian continuamente uno dentro del otro, una continua danza de la energía.” t Siguiendo a Heisenberg, el tercer paradigma nos dice que “nunca podemos hablar de la naturaleza sin, al mismo tiempo, hablar de nosotros mismos.” De este modo estamos frente a un cambio profundo al afirmar que “el proceso de conocer constituye una parte integral de nuestra comprensión de la realidad.” t El cuarto paradigma es aún más revolucionario: si antes construíamos el conocimiento sobre leyes fundamentales, ‘edificando’ sobre éstas el saber, hoy las cosas existen en virtud de sus relaciones mutuas, de modo que ninguna propiedad es fundamental: las propiedades de cualquier parte dependen de las propiedades de las otras partes. t El quinto paradigma es que ya no habría verdades absolutas, sino descripciones aproximadas: todas las teorías y conceptos científicos son limitados y aproximados. t Y, por último, nos señala que la supervivencia de la humanidad sólo será posible “si somos capaces de modificar, de forma radical, los métodos y los valores en que nuestra ciencia y nuestra tecnología están basadas.” 2.7 Ken Wilber Ha sido uno de los autores que ha desarrollado con mayor profundidad los estudios de la conciencia, proponiendo un modelo espectral de ella, formado por distintos niveles que se caracterizan por poseer un concepto de identidad individual propia y fácilmente 222
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reconocible que, partiendo de la identidad suprema o conciencia cósmica va estrechándose progresivamente a través de una serie de gradaciones o bandas diferentes, hasta terminar circunscrita a la sensación de identidad radicalmente limitada propia de la conciencia egoica. 2.8 El octavo hábito: Stephen Covey “El octavo hábito consiste en encontrar su voz e inspirar a los demás para que encuentren la suya.” (6) Encontrar nuestra voz es comprometernos con nuestros talentos y pasión; significa hacer algo significativo con nuestra vida y tomar el camino de la grandeza en vez del de la mediocridad. Covey nos anima a reconocer nuestros talentos y a vivir desarrollándolos. Para ello es necesario que, con disciplina, pasión y conciencia encontremos nuestra visión. 2.9 La auténtica felicidad: Martin Seligman Como pionero de la llamada Psicología Positiva, Seligman propuso que la psicología en lugar de centrase en el estudio y tratamiento de la enfermedad mental, debería ocuparse de entender y desarrollar las fortalezas humanas, que son aquellos aspectos que nos permiten aprender, ser alegres, generosos, serenos, solidarios y optimistas. Afirma que la felicidad puede cultivarse identificando y aplicando nuestras fortalezas personales en los aspectos cruciales de la vida (7). En su último libro ‘La vida que florece’ (8), concibe el bienestar como el resultado de cinco componentes de acuerdo a un modelo denominado PERMA (en inglés), por la primera letra de las palabras que designan estos componentes básicos de la felicidad: t P, por emociones positivas (positive emotions). Son felices quienes viven su vida en emociones positivas que abren posibilidades. t E, por compromiso (engagement). Las personas felices tienen un conjunto de intereses con los que se comprometen y que orientan su actuar. t R, por Relaciones positivas. La felicidad relacional es un aspecto fundamental de la felicidad, de modo que el cultivo y cuidado de las relaciones significativas con otros es fundamental para construir un bienestar. t M, por sentido (meaning). Son felices quienes tienen un sentido de vida claro y definido, distinguiéndose al menos tres niveles de sentido: el individual, el social y el trascendental. t A, por logro (achievement). La felicidad se revela en la acción concreta y en los logros. Según esto, la felicidad se construye día a día, con actividades cotidianas concretas que nos van dejando esa vibración afectiva de un tono positivo. La Felicidad 223
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2.10 Jeffrey Sachs Economista, asesor de las Naciones Unidas, señala que la…”búsqueda implacable de un mayor ingreso está conduciendo a una desigualdad y a una ansiedad sin precedentes, y no a una mayor felicidad y satisfacción en la vida. El progreso económico es importante y puede mejorar marcadamente la calidad de vida, pero sólo si es un objetivo que se persigue junto con otros…. Cuando la gente tiene hambre, carece de las necesidades básicas como agua potable, atención médica y educación, y no tiene un empleo digno, sufre. El desarrollo económico que alivia la pobreza es un paso vital para fomentar la felicidad.” Sin embargo, la búsqueda incesante del progreso económico…”sin tener en cuenta otros objetivos tampoco conduce a la felicidad. En Estados Unidos, el Producto Interno Bruto aumentó marcadamente en los últimos 40 años; no así la felicidad”. Sachs afirma que entramos en la era del “desarrollo sustentable”, lo que significa ocuparse no solo de la economía, sino de la sociedad entera, de la justicia y de la naturaleza. Por otra parte indica que este cuestionamiento cada vez más fuerte al sistema económico se debería –en parte- a que los jóvenes de hoy tienen habilidades y metas que no encajan con las que el mercado necesita. Una de ellas es que el éxito no se mediría solo por los ingresos, sino por la felicidad.
3. Habilidades para la vida En la escuela tradicional nos enseñan una serie de disciplinas relacionadas con las ciencias y humanidades; así, aprendemos una serie de informaciones que acumulamos como datos, entendiéndose eso como ‘saber’, y que no tienen otro objetivo que el de insertarnos en el mundo laboral para ‘ganarnos la vida’. Por otra parte siempre se ha sostenido que la ‘educación’ del niño se le da en el hogar familiar, donde aprendería los conceptos básicos de cómo desenvolverse, comunicarse y relacionarse en el mundo. Hoy hay consenso de que la suma de estas dos educaciones está resultando ser insuficiente y se hace necesario poner énfasis en el fortalecimiento de otras competencias o habilidades, las que han pasado a ser importantes en la vida cotidiana y fundamentales en las relaciones con uno mismo, con los demás y con toda la sociedad o comunidad. Por tales motivos es prioritario hoy, además del saber hacer, el compromiso, la cooperación, el cumplimiento y la afectividad, entendida ésta como una forma de sociabilizar. 3.1 Los pilares de la educación En el informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI de la UNESCO, Jacques Delors señala que “la educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.” (9) 224
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El aprender a conocer supone aprender a aprender para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la vida; el aprender a hacer tiene el fin de adquirir una competencia que capacite al individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Aprender a vivir juntos significa desarrollar la comprensión del otro para realizar proyectos en conjunto y, el aprender a ser es relevante para que aparezca y se exprese nuestra identidad. 3.2 Las diez habilidades para la vida propuestas por la OMS Frente a esto, en el año 1993 la Organización Mundial para la Salud (OMS) desarrolló un programa que promueve la salud entre niños y jóvenes denominado Habilidades para la Vida, entendidas éstas como las aptitudes necesarias para “tener un comportamiento adecuado y positivo que nos permita enfrentar eficazmente las exigencias y retos de la vida diaria.” (10) Las diez habilidades señaladas por la OMS son: - Conocimiento de sí mismo(a) - Comunicación efectiva o asertiva - Toma de decisiones - Pensamiento creativo - Manejo de emociones y sentimientos - Empatía - Relaciones interpersonales - Solución de problemas y conflictos - Pensamiento crítico - Manejo de tensiones y estrés 3.3 Las habilidades para la vida adicionales desarrolladas desde la experiencia A lo largo de la experiencia desarrollada en el diplomado habilidades para la vida, hemos ido sumando otras habilidades que los propios participantes han señalado que les parecen importantes para sentirse valorados como personas, para mejorar su comunicación y creatividad, pudiendo agregar las siguientes: - Orientado a la búsqueda de su felicidad - Curiosidad - Creatividad, originalidad e innovación La Felicidad 225
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- Flexibilidad y fluidez para llegar a lo nuevo - Elaboración para expandir - Independencia - Habilidad para comunicarse afectivamente - Saber escuchar - Capacidad de expresar sus sentimientos - Presistencia - Capacidad de interpretar los sentimientos del otro - Autoestima - Autovaloración - Capacidad para sentir placer, humor - Capacidad para trabajar en equipo - Capacidad para resolver conflictos - Adaptación y flexibilidad - Tolerancia para soportar ideas en conflicto - Capacidad para establecer vínculos - Motivación de logro - Compromiso - Automotivación - Saber esperar - Iniciativa - Optimismo - Orientación para la acción - Confianza en uno mismo 226
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4. Del hombre fragmentado al hombre cósmico Hemos denominado a nuestro modelo ‘del hombre fragmentado al hombre cósmico’, buscando señalar un camino de evolución y desarrollo de la consciencia del hombre. Así como Capra nos indica la urgencia de modificar en forma radical la forma de hacer ciencia, nos parece que la supervivencia de la humanidad solo será posible si somos capaces de modificar de forma radical la forma en que vivimos y nos relacionamos. Así el ‘hombre fragmentado’ se caracterizaría por una serie de ‘cualidades’ -que más bien nos parecen defectos: Insensible, Infeliz y disconforme, Incapaz de amar, Desarmónico, Alienado, Limitado, Agresivo Destructivo, Light, Reprimido, Viviendo en el deber ser, Temeroso, Caótico, Desarraigado, Desvinculado, Condicionado, Robotizadom No comprometido, Inseguro. Por otra parte, las características del hombre cósmico, se integran en los siguientes atributos: Sensible, Feliz, Pleno, Conectado, Tierno, Armónico, Alineado, Ecológico, Valiente Intuitivo, Integrado, Sin límites, Segruro, Comprometido, Capaz de percibir e integrarse a la Totalidad, Capaz de transformar su vida cotidiana en un encuentro poético, Capaz de integrar todos los dominios de la vida humana (no sólo del hacer), Que vive en el querer ser.
5. Categorías de movimiento Rolando Toro ha propuesto un modelo en el que agrupa distintos aspectos del movimiento corporal, en relación con una visión holística del ser humano. Así, ha clasificado el movimiento humano en varias categorías que consideran no solo los aspectos puramente corporales, sino otros tan variados como “el movimiento intencional controlado, el movimiento espontáneo, los automatismos, la postura, el contacto y la caricia, etc.”, generando una concepción integradora que considera “la actitud existencial, la autoestima, la función del vínculo, etc.” (1) Se destacan entonces los movimientos unidos a la vivencia y a la emoción, movimiento que promueve “la integración afectivo-motora” generando “la auto-organización sistémica y la integración visceral, como también la modificación profunda del argumento de vida.” (1) A partir del trabajo de Toro en Biodanza, las categorías de movimiento se relacionaron con las habilidades para la vida, de modo que parte del trabajo vivencial se basa en el desarrollo de las categorías de movimiento. Las categorías aplicadas durante el aprendizaje de las habilidades para la vida y la biodanza, son las siguientes: t Potencia: es la fuerza del movimiento muscular y la energía disponible. En el ámbito comunicacional es la influencia ejercida sobre situaciones o personas. t Ímpetu vital: es la disposición a la acción, el impulso a realizar nuestros propósitos, el La Felicidad 227
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impulso a vivir, el coraje con que enfrentamos la vida. Se manifiesta en la sonrisa, el entusiasmo, en avanzar y encontrarse con otros. Su contrario es la falta de motivaciones para vivir, lo que puede llevar a la depresión. t Control voluntario o intencional del movimiento: es la capacidad para dirigir los movimientos a través de la voluntad, es decir, realizar movimientos con un propósito. Se relaciona con la fuerza de nuestros actos y su intencionalidad. t Resistencia: se vincula al uso apropiado de la energía, para ser capaces de contrastar fuerzas externas manteniendo la propia posición y la capacidad de defensa contra el estrés existencial, de agentes patógenos, o de personas que pueden ser ‘tóxicas’ para nuestra vida. t Coordinación: es la sintonía y sincronización de todos los movimientos. t Elasticidad: es la capacidad que tienen ciertas estructuras del cuerpo humano, como la piel y los músculos, de deformarse por acción de la fuerza y recuperar la forma original cuando ésta termina. t Extensión: es la capacidad de alargar el movimiento para ampliar el ámbito de acción. t Agilidad: es la condición de ligereza, prontitud y soltura de un movimiento. t Levedad: es el movimiento leve, con poco peso, sin fatiga y delicado. t Flexibilidad: es la capacidad del cuerpo humano de plegarse. t Fluidez: corresponde al movimiento continuo que se desarrolla como ondas en constante transformación y sin detenciones. Frente a un obstáculo se adapta y sigue. t Expresión: el movimiento expresivo se origina en impulsos interiores cargados de emoción. En un nivel más avanzado hay que distinguir entre el movimiento de un individuo aislado y el movimiento con un otro o movimiento vinculante. En este caso intervienen nuevos factores que abarcan la afectividad, la eutonía, el erotismo y la coordinación recíproca, y que requieren una mayor evolución motora, sensibilidad de la percepción, empatía y un nivel de ‘distinción’ que se caracteriza por el feed-back. (1) Por ejemplo, proponemos la coordinación rítmica en pareja como un ejercicio básico para inducir la comunicación con el otro. Las categorías del movimiento utilizadas en la interacción con un otro fueron: t Complementariedad: corresponde al desplazamiento ocupando los espacios vacíos sin chocar contra otras personas.
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t Coordinación con otro: el movimiento coordinado requiere sentir al otro y, en cierto modo, adivinar sus impulsos. t Sincronización rítmica con otro: es la capacidad de danzar al mismo tiempo con otro, para lo cual hay que escuchar la música, seguir el ritmo y, al mismo tiempo, percibir los movimientos del compañero. t Sincronización melódica con otro: aquí en una danza de dos, la melodía despierta impulsos de conexión afectiva. t Reciprocidad: es la capacidad de relacionarse con otro en feed-back. t Eutonía: es el equilibrio del tono muscular y se observa en la capacidad de establecer relaciones basadas en la reciprocidad y no de dominio-sumisión. t Euritmia: es la capacidad de estar en sintonía motora con el grupo.
6. Habilidades para la vida, categorías de movimiento y ejercicios A continuación presentamos un cuadro que resume y relaciona las habilidades para la vida, las categorías de movimiento y los ejercicios que se usaron para desarrollarlas. Figura N° 1 Habilidad
Categoría de Movimiento
Ejercicios Utilizados
- Fluidez para generar muchas ideas. - Adaptación - Flexibilidad para llegar a lo nuevo. - Solución de problemas y conflictos.
- Elasticidad - Fluidez - Extensión - Levedad - Flexibilidad
- Elasticidad integrativa - Danza Yin - Danza con desplazamiento lento. - Danza de fluidez
- Orientación para la acción. - Motivación de logro - Persistencia - Capacidad para tomar decisiones. - Capacidad para resolver conflictos. - Iniciativa - Automotivación - Independencia
- Ímpetu vital - Acometividad - Potencia - Control voluntario - Coordinación - Agilidad - Complementaridad - Sincronicidad - Eurritmia
- Caminar con determinación - Caminar sorteando obstáculos - Danza del caballo - Caminar apasionado - Danza Yang
- Conocimiento de sí mismo - Autovaloración - Autoestima
- Mecimiento - Ímpetu vital - Acometividad - Potencia
- Intimidad - Danzas expresivas
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Habilidades para la vida y biodanza: un proceso integrador de la evolución humana
- Habilidad para establecer y mantener relaciones interpersonales. - Capacidad para establecer vínculos. - Capacidad para expresar nuestros sentimientos. - Interpretar sentimientos del otro. - Empatía
- Eutonía - Fluidez - Extensión - Levedad - Flexibilidad - Complementaridad - Reciprocidad - Euritmia - Coordinación con otro. - Resonancia anímica con la música.
- Ronda de transformaciones - Regalar tus sueños - Regalar una flor - Eutonía de dedo - Juegos de seducción - Ronda de miradas
- Capacidad para actuar de forma creativa. - Compromiso - Creatividad, originalidad e innovación. - Elaboración para expandir - Pensamiento creativo - Flexibilidad para llegar a lo nuevo. - Iniciativa
- Expresión - Agilidad - Control voluntario - Eurritmia
- Danzas expresivas - Danza de Tierra - Danza del Fuego - Danza de Agua - Danza de Aire
- Habilidad para manejar las tensiones y el estrés. - Humor - Curiosidad - Optimismo
- Resistencia - Coordinación
- Danza del ridículo - Juegos - Segmentarios cuello y pecho
- Capacidad para gozar y sentir placer. - Orientación a la búsqueda de la felicidad.
- Sincronización rítmica con otro. - Sincronización melódica con otro. - Fluidez - Extensión
- Segmentario caderas - Danzas euforizantes - Caminar con alegría - Juegos - Acariciamiento de manos y cabellos - Danza placer cenestésico - Fluidez con otro - Eutonía de cuerpos
- Confianza en uno mismo - Capacidad para trabajar en equipo. - Saber esperar
- Sinergismo - Complementaridad - Sincronicidad - Reciprocidad - Resonancia anímica con la música.
- Sintonía rítmica - Ángel guía - Rondas de mecimiento y miradas. - Eutonía de dedo - Péndulo
- Comunicación afectiva, empatía, seducción. - Habilidad para comunicarse en forma efectiva. - Saber escuchar - Tolerancia soportar ideas en conflicto.
- Sinergismo - Coordinación - Control voluntario - Complementaridad - Sincronicidad - Reciprocidad - Coordinación con otro. - Resonancia anímica con la música.
- Caminar pecho abierto - Conexión sutil con el otro - Ronda de miradas - Aeropuerto - Danza de la amistad - Acariciamiento de manos y cabellos. - Subirse al sueño del otro - Sintonía rítmica y melódica
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La Felicidad
Sima Nisis de Rezepka y Sergio Rivera Rosa
7. Aprendizajes de las habilidades para la vida en el trabajo en Biodanza A partir de la evidencia y de nuestra experiencia en el diplomado de habilidades para la vida, hemos corroborado que la Biodanza permite lograr un lenguaje universal que plasma el anhelo de unir a los seres humanos en una emoción fundamental: las relaciones saludables, el bienestar y la felicidad. Aunque existan diversidades culturales, ideológicas, espirituales, afectivas e historias personales, el modelo de trabajo a través de la biodanza y las habilidades para la vida, permite crear emociones y vínculos de mundos sin fronteras y sin prejuicios, que se acercan al bienestar y la felicidad.
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Referencias bibliográficas 1. Toro, R. (2005). Curso para la Formación de Profesores de Biodanza. Internacional Biocentric Foundation. 2005. 2. Toro, R. (2007). Biodanza. Índigo/Cuarto Propio. Santiago, Chile. 3. Maturana, H. y Nisis, S. (2001). Formación Humana y Capacitación. UNICEF-Chile y Dolmen Ediciones S.A. Santiago, Chile. 4. Begrich, A. El encuentro con el otro según la ética de Levinas, Teología y cultura, año 4, vol. 7 (agosto 2007). 5. Capra, F. El Tao de la física. Editorial Sirio. 6. Covey, S. El 8° hábito. De la efectividad a la grandeza (2005). Paidós. 7. Seligman, M. La auténtica felicidad. (2003) Vergara. 8. Seligman M. “Flourish”. Editorial Ediciones B, España; 2011. 9. Delors, J. UNESCO. Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. 10. Organización Panamericana de la Salud. Enfoque de habilidades para la vida para un desarrollo saludable de niños y adolescentes (2001).
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La Felicidad
CAPÍTULO 12
¿Qué es ser feliz?
Cristóbal Holzapfel
Capítulo 12 ¿QUÉ ES SER FELIZ?
Reflexiones desde la Filosofía
Cristóbal Holzapfel
1 “Cuando yo tenía 5 años, mi madre me decía que la felicidad era la clave de la vida. Cuando fui a la escuela, me preguntaron qué quería ser cuando fuera grande. Respondí “FELIZ”. Me dijeron que yo no entendía la pregunta y yo les respondí, que Ustedes no entendían la vida”.1 John Lennon Tal vez estas palabras adscritas a John Lennon expresan en plenitud lo que concierne a la felicidad, aquello que justamente de acuerdo con Aristóteles, todos anhelamos. Sin embargo, en algún sentido la felicidad conlleva siempre algo que pudiera parecer una limitación, pero que en definitiva es una virtud, cual es la de su no-objetivación. Y esta virtud importa ya que vale de veras como un ideal, que siempre permanecerá inalcanzable. De todos modos, diríase, que esto no es sólo exclusivo de la felicidad, sino de todo valor, puesto que lo mismo uno podría decir de la santidad, la belleza, el honor. Todos estos “valores” tienen una impronta imborrablemente platónica, en el sentido de que respecto de ellos sólo cuenta el camino aporético. Con todo, lo relevante que hay en ello es que de todos modos nos aproximamos a cualquiera de esos “valores” que tienen el carácter de ideales. Y aprovechemos inmediatamente aquí de agregar que en relación a los ideales, José Ortega y Gasset nos hace ver en sus Estudios sobre el amor lo siguiente (dirigiéndose en ello galantemente a Victoria Ocampo): “Y así como la presión atmosférica, la temperatura, la sequedad, la luz excitan, irritan nuestras actividades corporales, hay en el paisaje figuras corpóreas o imaginarias cuyo oficio consiste en disparar nuestras actividades espirituales que, a su vez, arrastran en pos el aparato corporal. Esos excitantes psíquicos son los ideales, ni más ni menos”.2 He aquí pues una visión de los ideales que los pone en conexión con la vida misma, como que ésta es empujada por ellos. Continúa el español:
1 http://wwatagatapitusberry.blogspot.com/2011/04/cuando-yo-tenia-5-anos-mi-madre-siempre.html 2 Ortega y Gasset, Estudios sobre el amor, Revista de Occidente, Madrid, 1957, p. 1112. Capítulo 12 - La Felicidad 235
¿Qué es ser feliz?
“Cese, pues, la vaga, untuosa, pseudomística plática de los ideales. Son estos, en resolución, cuanto atrae y excita nuestra actividad espiritual, son resortes biológicos, fulminantes para la explosión de energías. Sin ellos la vida no funciona. Nuestro contorno, que está poblado, no sólo de cosas reales, sino también de rostros extraterrenos y hasta imposibles, contiene un repertorio variadísimo de ellos. Los hay mínimos, humildes, que casi no nos confesamos; los hay gigantescos, de histórico tamaño, que ponen en tensión nuestra existencia entera y a veces la de todo un pueblo y toda una edad” (ib.). Sigamos con Ortega: “Si el nombre de ideales quiere dejarse sólo para estos mayúsculos no hay inconveniente con tal de recordar que lo que tienen de ideales no es lo que tienen de grandes, no es su trascendencia objetiva, sino lo que tienen de común con los más pequeños estímulos del vivir: encantar, atraer, irritar, disparar nuestras potencias. El ideal es un órgano de toda vida encargado de excitarla. Como los antiguos caballeros, la vida, señora, usa espuela. Por esto, la biología de cada ser debe analizar no sólo su cuerpo, sino también describir el inventario de sus ideales. A veces padecemos de una vital decadencia, que no procede de enfermedad en nuestro cuerpo ni en nuestra alma, sino de una mala higiene de ideales” (ib.). Y la felicidad vale también como ideal, como también el bien común, la paz, la justicia o la libertad. Pero, entonces hay que precisar, en cuanto ideal, la felicidad es “resorte biológico”, “espuela de la vida”, es decir, aquello que nos está acicateando, incentivando para seguir adelante, en lo que al final vislumbramos que tal vez habríamos llegado a ser felices. Y toda sociedad necesita de estos valores mencionados, incluyendo ello la felicidad. Es más, sucede que toda sociedad incurre en una insoslayable identificación con significantes, que hoy por hoy vienen dados especialmente por la felicidad. Podría decirse que a raíz de cierta limitación en nuestra educación, que no es capaz de elevarnos suficientemente a lo aquetípico y al ideal, necesitamos constantemente de imágenes, y si acaso en algunos casos somos capaces de “traspasar la caparazón sensorial” (para decirlo así con Hegel) seguimos, en un estadio superior, requiriendo de definiciones, y así también en lo que concierne a la felicidad. En esta perspectiva me parece iluminadora la distinción que hace Chäim Perelman y Olbrechts-Tyteca en el Tratado de argumentación entre noción y definiciones. A partir de lo que se sostiene ahí, diríamos que las nociones conservan cierto resabio platónico, puesto que son las constantes a lo largo de la historia, de las cuales las definiciones procuran dar cuenta. Así, cualquier palabra involucra una noción, y respecto de ella se suscitan múltiples definiciones que entran en competencia. Respecto de lo que sea una silla, diríamos que un consenso es fácilmente alcanzable, pero respecto de qué sea el Estado, la justicia, el arte, el honor, y por cierto también la felicidad, los disensos son manifiestos y se multiplican. En el Tratado en cuestión se agrega que es propio de sociedades democráticas mantener las 236
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Cristóbal Holzapfel
nociones abiertas y que, al contrario, las sociedades autoritarias tienden a dejar cautiva una noción en una sola definición que se presenta como incuestionable.3 Aquí cabe hacer una relación con lo que podemos llamar “pensar negativo”, respecto del cual la “teología negativa” de Dionisio Areopagita, Meister Eckart, Nicolás de Cusa, entre otros, como la “ontología negativa” de Heidegger y Jaspers, constituirían diferentes expresiones. El mentado pensar negativo puede ser extremo y entonces se plantea como “suspensión del juicio”, o moderado, y entonces se plantea como “predisposición al retiro de representaciones, definiciones o teorías” que tenemos de esto o lo otro, incluyendo en ello la felicidad. El pensar negativo es lo que resguarda a la felicidad de caer en cualesquiera objetivación o identificación con algo en particular. Como para dimensionar la relevancia de lo que estamos diciendo, en general se pueden reconocer ciertos rasgos, que pareciera que son inerradicables del concepto de felicidad: por de pronto la paz, la placidez, la realización, el logro. Pero, podemos observar de inmediato que alguien puede eventualmente ser feliz en medio de la euforia, la inquietud, no realizando ni logrando nada. “Las cuatro condiciones esenciales de la dicha son: la vida al aire libre, el amor de una mujer, la ausencia de toda ambición y la creación de un nuevo y bello ideal”. Edgar A. Poe Con todo, igual corresponde agregar que reconocemos algunos distintivos de la felicidad, y que permiten una mínima comprensión de ella. Pues bien, esos son los que aparecen en cualquier diccionario. Por ejemplo, leemos el Diccionario de la RAE que nos ofrece las siguientes tres acepciones: 1.”Estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien”; 2. “Satisfacción, gusto, contento”; 3.”Suerte feliz”.4 Con ello nos damos cuenta inmediatamente que estas acepciones declaran de antemano su insuficiencia. Dejemos de lado la tercera, que no queda para nada clara: “suerte feliz”, aparte de que concurre en el vicio de definir con las mismas palabras lo que debe definirse. ¿”Complacencia en la posesión de un bien”?, “Satisfacción, gusto, contento?” ¿Y qué tal si el esfuerzo, el dolor, el abnegado cumplimiento del deber nos hace felices?
3 Chäim Perelman y Olbrechts-Tyteca, Tratado de la argumentación. 4 Diccionario de la RAE, Vigésima Primera Edición, Madrid: 1992. La Felicidad 237
¿Qué es ser feliz?
Ludwig Feuerbach, el padre del positivismo alemán, vio esto con meridiana claridad, sólo que en relación con el placer, razón por la cual viene a ser un representante del «neoepicureismo”. El sacrificio, incluyendo el autosacrificio, nos puede provocar placer (y, cómo no, esto corresponde a una experiencia indesmentiblemente posible y humana). Antes que en Feuerbach, ya en el pensamiento de Kant se baraja una cuestión de semejante naturaleza.
2 La crítica que emprende Kant a la eudemonología (la doctrina de la felicidad), supone 4 puntos cruciales: 1. Que todo deber es siempre y sin excepción auto-deber, es deber consigo mismo, y aunque sea deber respecto de otro. 2. Que respecto de sí mismo sólo hay deber relativo a la propia perfectibilidad (en buenas cuentas de humanizarnos y civilizarnos cada vez más). 3. Que no se justifica un deber de la felicidad propia, dado que la propensión a ésta vendría dada por naturaleza. “Lo que cada uno inevitablemente ya de por sí quiere, eso no cae bajo el concepto de deber; porque éste es una conminación a un fin que aceptamos no sin desagrado. Hay pues una contradicción en sostener: que se está obligado a procurar su felicidad con todas sus fuerzas”. Kant5 4. Que se justifica tan sólo el deber respecto de la felicidad ajena. “Yo debo sacrificar parte de mi bienestar a otros sin esperanza de recompensa.” “El secreto para hallar la felicidad es el cumplimiento del deber, y éste no se cumple sin trabajo”. Balmes6 Y en lo sustantivo, si bien un acto para que sea propiamente ético tendría que estar regulado por el deber, y no en función de la búsqueda de la felicidad, sin embargo, nuestro concepto que aquí indagamos - la felicidad - es a tal punto insoslayable que el propio Kant reconoce que a fin de cuentas tiene que haber un encuentro entre deber y felicidad. En otras palabras, que el cumplimiento del deber te hace feliz, en lo que el filósofo de Königsberg precisa, que esa felicidad
5 Kant, Metaphysik der Sitten, Berlin: Knaur, s/a, “Tugendlehre”, “Teoría de la virtud” 396/386. En lo sucesivo: MdS (las traducciones de este texto son del autor). /Ed. Cast.: Metafísica de las Costumbres, Madrid: Tecnos, 2005. 6 Este epígrafe y siguientes destacados están tomados de Diccionario de Sabiduría de Tomás Borrás y Federico C. Sainz de Robles, Madrid: Aguilar, 1963. 238
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es nada más que moderada, al modo de cierto sosiego. Ahora bien, ese encuentro pleno entre felicidad y deber es nada más que supuesto; también en este punto Kant aplica su filosofía del “como si”. Se trata de suponer idealmente que ese encuentro es posible y estaría dado sólo en Dios. Y ya que hablamos de Dios, es patente que lo verdaderamente conmovedor del relato cristiano es el sacrificio, con lo que el cristianismo además se inscribe dentro de la más antigua tradición de los rituales sacrificiales de las culturas ancestrales. El propio Dios es sacrificado, la noche que le sigue, y la resurrección como la promesa de un mundo nuevo, de un mundo en el podemos seguir un camino, el camino de salvación, todo ello le da un sentido a la existencia humana: estamos aquí para salvar nuestras almas y prepararnos para el juicio final, procurando dar cumplimiento así a la promesa de la bienaventuranza, de habitar a la diestra del Dios Padre. En ello ya encontramos el íntimo vínculo entre sacrificio y felicidad, y el vínculo kantiano entre deber y felicidad puede leerse en este sentido como una continuación del anterior, aunque sea bajo otro signo: no más el de una ética heteronómica, sino el de una ética autonómica fundada en la humana razón práctica. En definitiva cabe decir que sucede algo muy peculiar con la crítica eudemonológica, por cuanto al iniciarse como crítica a toda ética que plantea como fin último de las acciones humanas la felicidad, sin embargo a fin cuentas esa crítica no logra remover el punto más relevante, a saber, precisamente el de ese fin último. En razón de ello, lo más que se logra con aquella crítica es el reconocimiento entre deber (Pflicht) y felicidad, y recordemos que el único deber respecto de la felicidad es en relación a la felicidad ajena. “La dicha del hombre consiste en observar las reglas y condiciones por las cuales se consigue el bien de todos los hombres”. Tolstoi Hay otra crítica eudemonológica, que resulta muy interesante y que plantea nuevamente un original acercamiento a la felicidad. Ésta es la crítica que emprende el fenomenólogo Eugen Fink. De acuerdo con ella, Fink nos llama la atención de cómo cada cual se encuentra en una cierta loca carrera por alcanzar la felicidad, trayendo ello consigo un permanente sacrificio de cada momento presente, cada instante, en aras de alcanzar la felicidad futura. “Todos bebemos en la fuente de la dicha en un vaso agujereado, que cuando lo acercamos a la boca está ya casi vacío”. Petrarca Y ocurre que la felicidad estaría siempre a nuestro alcance, ya que está en el tiempo libre, propio del juego, el cual tiene a la vez el carácter de un presente, un ahora que se perpetúa. La Felicidad 239
¿Qué es ser feliz?
Este tiempo libre lúdico es al mismo tiempo el “oasis de la felicidad”.7 “¡Qué cosa tan extraña es la felicidad! Nadie sabe por dónde, ni cómo, ni cuándo llega, y llega por caminos invisibles a veces cuando ya no se la aguarda”. Henrik Ibsen Hay pues con Fink una clave de la felicidad en el tiempo, y más precisamente en el tiempo libre, en el disponer de tiempo. Ahora bien, que el juego posibilita el ingreso en el “oasis de la felicidad” no debería considerarse una exclusividad. El juego es uno de los fenómenos existenciales fundamentales que fenomenológicamente analiza Fink. Los otros son muerte, trabajo, dominio y Eros. Pues bien, desde luego a Eros también le correspondería el ingreso en aquel oasis. Es más, aunque trabajo y dominio induzcan patentemente a un tiempo lleno, un tiempo ocupado (Fink estima que algo similar ocurre incluso con Eros), un tiempo en el que prima más el esfuerzo que el goce, y que lleva finalmente a una falta de tiempo, aun así la posibilidad de ingreso en nuestro oasis no les puede estar vedada. Para decirlo simplemente, hay quien es feliz trabajando, dominando, y cómo no, amando. Lo que sostenemos implica a la vez que tampoco la felicidad se vivencia sólo cuando hay disponibilidad de tiempo libre. A lo más, vale ello como una cuestión de acento, de acuerdo a la cual podemos decir que preferentemente la felicidad se realiza en un tiempo libre, y menos en un tiempo ocupado. Estos distintos matices marcan algunas diferencias respecto de la perspectiva de Fink. Respecto de trabajo y dominio conviene destacar además algunas cuestiones que arrojan otras miradas sobre la felicidad. Con apoyo en el fenomenólogo, tengamos presente lo siguiente: 1. Que trabajo y dominio son los fenómenos existenciales fundamentales que llevan el rumbo de la historia. La historia es precisamente de modo taxativo historia del trabajo y del dominio. 2. Que el trabajo está supeditado al dominio, ya que es este último el que por de pronto define quién trabaja y quién no. Los derechos de los trabajadores, los horarios y salarios laborales, y demás, todo ello está determinado por el dominio y quién detenta el poder. 3. Que el trabajo y el dominio dividen la sociedad, en cambio el juego, Eros y la muerte tienden más bien a su unión. 4. La mencionada escisión social está provocada por quienes están marcados sobre todo por el esfuerzo y quienes más bien tienen amplias posibilidades de goce. “El día de la justicia y de la paz, el día que bendecirá la Humanidad futura no está en poder de nadie, pero de nosotros depende apresurarle”. Lamennais
7 Fink, Fenómenos existenciales fundamentales de la existencia humana. Traducción del autor con apoyo de Diego Sanhueza, Miguel Pefaur, Edgar Barkemeyer, Carlos Calvo, Gonzalo Parra, Javiera Canales y Lucas Miranda. Esta traducción se encuentra parcialmente en el sitio web: www.observacionesfilosoficas.net, pág. 166 ss. 240
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Cristóbal Holzapfel
Es visible que los puntos planteados repercuten en la felicidad en una sociedad cualquiera. Y es justamente en esta perspectiva que la felicidad se ha vuelto un tema crucial en cada país, cada ciudad, y en el mundo rural. A todas luces la cuestión es que en una sociedad eminentemente laboral como la actual, el trabajo parece acaparar lo que sea y el sentido de la existencia humana. La sobrecarga laboral, que se da especialmente en las grandes ciudades, crea ciudadanos estresados por el trabajo que son más bien infelices. Probablemente la salida a esta situación no radica únicamente en brindar más tiempo libre, y consiguientemente trabajar menos, sino antes que eso, que el trabajo, y el modo como lo realizamos, pueda también apasionarnos. “Cuando el mundo viva de acuerdo con Tao, los caballos de carrera volverán a tirar de los carros de basura. Cuando el mundo no viva de acuerdo con Tao, la caballería abundará por los campos. No hay maldición más grande que el no estar contento. Ni pecado más grande que el deseo de posesión. Por tanto, el que esté contento con estar contento, siempre estará contento”. Libro de Tao
3 Tanto la impronta heraclítea como la hegeliana de la dialéctica permiten reconocer en los fenómenos la tensión que hay en ellos, y junto con esto como ellos son el resultado (Resultat), lo que emerge a partir de aquella tensión. Tanto si los concebimos como lo que surge desde la lucha de los contrarios, como el resultado del fenómeno que se niega a sí mismo y que le permite superarse y elevarse (Aufhebung) a un nuevo estadio. Ello concierne por cierto a la felicidad. “La felicidad humana siempre surge desde el fondo del sufrimiento –no es la bienaventuranza carente de sufrimiento del dios; está atravesada por el saber de su fragilidad, de su naturaleza fugaz. Nuestra felicidad tiene el color de la tristeza y, en nuestra tristeza, la felicidad finita futura brilla ya como una estrella en la noche. Esta ambivalencia permite aclarar que muchas de nuestras “contradicciones” estén encadenadas y atadas entre sí, que no pueden una sin la otra, que se presuponen recíprocamente. El hombre tiene su posible grandeza sólo en el espacio de su miseria”. Eugen Fink Es más, se justifica agregar que la felicidad es creíble cuando resulta de la infelicidad. Una supuesta felicidad que no conoce la negación o la contrariedad a lo más es una felicidad ingenua, y que probablemente se sostiene en algo ilusorio.
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¿Qué es ser feliz?
“Es felicidad conocer hasta qué grado podemos llegar a ser desgraciados” La Rochefoucauld Con ello rozamos aquí un concepto filosófico fundamental y que ha sido abordado y tematizado, pero tal vez todavía no suficientemente, tanto en la filosofía como en la literatura, cual es el de la carencia. Ya Platón plantea en la Politeia que el futuro gobernante filósofo tiene que ser educado en la carencia. Con un anticipo en Los trabajos y los días de Hesiodo, en las Geórgicas Virgilio dice que Júpiter deliberadamente provoca carestía entre los romanos, para hacer de ellos un pueblo fuerte. Agréguese a ello el ejemplo de estadistas, poetas, científicos, empresarios que han llegado a hacer algo grande, siendo de origen muy humilde. Los contrarios se requieren, la negación es constitutiva de cada experiencia, diríamos que no sólo lo dramático de la existencia humana, sino también el encanto de la vida, está vinculado con esto. eww“En la amargura gustarás la dulzura, y en la guerra, la paz”. Santa Catalina de Siena Por todo lo dicho, no sólo la infelicidad lleva la contracara de la felicidad, sino también a la inversa: “Dichas que se pierden son las desdichas más grandes” Calderón Es probable que en este sentido del tránsito a saber, el de la felicidad a la infelicidad, sea el que más claramente revela el ser de la primera. En ello hay que recordar la sentencia de Esquilo: “sufrir para comprender”. Ello se entiende mejor desde el momento que descubrimos que Eros, el amor, tiene no solamente un nexo íntimo con la belleza, y con razón es definido en El Banquete platónico como el “anhelo de procrear en la belleza”, sino a la vez simplemente con el anhelo de ser feliz. “Si quieres ser feliz enteramente solo, jamás lo conseguirás”. Demóstenes Eros se muestra en toda su radicalidad, cuando después de elevarnos al cénit de la felicidad, al no haber correspondencia, al suscitarse un quiebre y el desplome, deja de interesarle todo. El paisaje que lo deslumbraba, la lluvia que tanto le decía, el viento que le hablaba, todo aquello de pronto ha enmudecido y se está ante un mundo que se ha apagado. Karl
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Cristóbal Holzapfel
Jaspers en su Psicología de las concepciones de mundo destaca cierta cualidad lumínica del amor, que precisamente hace que todo resplandezca.8 Y cuando esto se acaba vivenciamos lo sombrío.
8 Karl Jaspers, Psichologie der Welanschauungen, München: Piper, pág. 123 ss. / Psicología de las concepciones de mundo, Madrid: Gredos, 1967. La Felicidad 243
CAPÍTULO 13
Experiencias de participación ciudadana en el bienstar y la felicidad
Juan Luis Walker Bozzo
Capítulo 13 EXPERIENCIAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL BIENSTAR Y LA FELICIDAD I Experiencia Reflexiones en torno a la aplicación del Open Space en Chile Juan Luis Walker Bozzo
El neologismo “serendipia” proviene de la palabra inglesa “serendipity”, que alude al azar que comparten muchos hallazgos y descubrimientos científicos, tanto en el mundo de las ciencias exactas como en las del comportamiento y los procesos de transformación social. Implica mucha sincronía, coincidencias inesperadas y coordinaciones espontáneas que surgen entre los actores que investigan o trabajan temas comunes con pasión y responsabilidad. La mirada retrospectiva nos ha permitido descubrir con alegría que este fenómeno ha estado ocurriendo en torno a la temática de la felicidad en Chile y en el mundo, emergiendo un nuevo paradigma de desarrollo donde confluyen los aportes de distintas disciplinas y organizaciones, sumándose el respaldo decidido de las Naciones Unidas (1). Este entusiasmo también ha estado presente en Chile, al replicarse los Open Space Technology (OST) (2), lo que nos ha permitido “contagiar” en la reflexión y la acción, a otros ciudadanos. En Junio del año 2010, cuando comenzábamos a soñar este proyecto, nada nos hacía presagiar el increíble espiral y verdadero vendaval de aprendizajes, iniciativas y descubrimientos que surgirían compartidamente en el camino. Particularmente nos sorprende la fuerte consistencia que existe entre los principales resultados del último estudio de desarrollo humano del PNUD en Chile “Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo” (3), y cómo desde el OST, nos aproximamos desde la participación social y la sabiduría colectiva, a este complejo y urgente fenómeno de la felicidad humana. Estos resultados fundamentan retroactiva y sincrónicamente el corazón del proyecto de participación ciudadana y felicidad, que hemos venido trabajando desde este “otro lado del mesón”. Esperamos que su lectura y comprensión, continúe promoviendo la “serendipia” entre todos los que con pasión y responsabilidad quieran aportar al desarrollo de la felicidad en el planeta.
El método: tecnología de espacio abierto El Open Space (OS), como más frecuentemente la gente prefiere llamarlo, es un proceso de diálogo emergente, que invita a todos los participantes de un sistema dado (equipo, Capítulo 13 - La Felicidad 247
Experiencias de participación ciudadana en el bienstar y la felicidad
organización, comunidad) a construir y organizar su propia agenda, en torno a un tema central (o pregunta) que a todos convoca e interesa. Todo ocurre en una gran “plaza de mercado”, abierta y transparente, en la que libremente se negocian los subtemas y se conforman los distintos grupos que los llevarán adelante. Cada una de estas reuniones es luego reportada, publicándose sus principales conclusiones y sugerencias en un panel central especialmente montado. Al final, las acciones sugeridas por cada grupo pueden ser votadas en plenario, y en base a las prioridades allí establecidas, se logra crear una lista concordada de acciones con seguimiento programado. Desde que fuera iniciada por Harrison Owen en 1985, el OS ha sido utilizada más de 100.000 veces en 134 países (4), con grupos que van desde 5 hasta 2.000 personas. Sus usos han sido muy diversos, desde iniciativas estratégicas hasta el desarrollo de programas sociales, desde la resolución de conflictos hasta la administración del cambio y mucho más. Existe además una comunidad mundial de practicantes (5,6), deseosos de apoyar y compartir experiencias y conocimientos para facilitar espacios abiertos y practicar el arte de hacer menos para lograr más. En un taller de espacio abierto, el contenido y el proceso van de la mano. Cuando hablamos del fenómeno de la felicidad, en el acto mismo de conversar y dialogar sobre él, permitimos naturalmente que emerja y se contagie el bienestar y la felicidad en los participantes. La expansión del aquí y el ahora que siempre ocurre cuando participamos de un Open Space, hacen que ese cambio se verifique espontanea y auto organizadamente. En lo que sigue se precisa, cómo es que todo esto ha sido llevado a la práctica.
Nueve diálogos creativos por la felicidad El Centro de Desarrollo de la Inteligencia Colectiva (CDIC) (7), es una agrupación de profesionales que ha organizado nueve “Diálogos Creativos por la Felicidad”. En cada uno de estos nueve encuentros ciudadanos, la pregunta principal ha sido: ¿Qué podemos hacer hoy para ser más felices en Chile? Estos Encuentros han sido sistemáticamente reportados y todos se encuentran publicados en nuestra página web (8). En cada actividad, la metodología básica ha sido el Open Space y la convocatoria ha sido realizada a través de las redes personales y sociales, siendo en cuatro ocasiones coorganizadas por municipalidades y universidades. Para su implementación hemos seguido rigurosamente las recomendaciones derivadas del valioso documento llamado “Diálogo Democrático – un manual para practicantes” del PNUD más la participación de ACDI, IDEA y OEA (9), que someramente se traducen en los siguientes titulares de indicaciones: inclusividad, apropiación compartida, aprendizaje, humanidad y una perspectiva de largo plazo. 248
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Juan Luis Walker Bozzo
Supuestos, requisitos y promesas Para la realización de nuestros Diálogos hemos seguido además los siguientes principios: (a) La felicidad surge naturalmente cuando desarrollamos un sentido de comunidad (o completitud). (b) Para desarrollar un sentido de comunidad es imprescindible dialogar creativamente. (c) Para dialogar creativamente debemos permitir que emerja una sabiduría colectiva o proceso auto organizado de desarrollo. (d) Es necesaria una pregunta de inicio que convoque efectivamente (e) Todos los implicados serán invitados (f ) Todos los que lleguen serán bienvenidos (g) En base a la propia pasión y responsabilidad cada participante podrá proponer tantos temas (o respuestas) que quiera. (h) El grupo total será responsable de co-crear la agenda y definir quienes, dónde y cuándo se tratan, a plena satisfacción. (i) Cada uno será libre de participar en cuantos temas o grupos desea, independientemente de si está o no previamente inscrito en ellos. (j) Se promoverá la polinización cruzada de ideas en base a una libertad real. (k) Al final, igual que en un comienzo, todos vuelven a reunirse en círculo y si lo desean pueden dirigirse desde allí al grupo total. (l) El proceso de conversación será registrado y documentado por los mismos participantes y validado por todos en el círculo de cierre. (m) Los temas de dicho libro de actas podrán ser entonces priorizados por todos los participantes y avanzar juntos a la conformación de distintos grupos de acción. (n) Tanto los grupos de acción como el colectivo total se retroalimentarán continuamente a través de la mantención de un foro abierto virtual o real. (ñ) Colectivamente se concuerda un plan de seguimiento y se pactan nuevos encuentros que permitan reforzar y profundizar el desarrollo buscado y generar un “contagio viral”.
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Experiencias de participación ciudadana en el bienstar y la felicidad
Hallazgos Una rápida síntesis de las sugerencias más destacadas surgidas de los propios participantes en nuestros encuentros, es la siguiente: (a) Desarrollar políticas públicas a favor de la felicidad (b) Crear un Ministerio de la felicidad y/o programas ministeriales (c) Propiciar el surgimiento de representantes, embajadores o promotores de la felicidad. (d) Promover la felicidad en las organizaciones (e) Realizar una campaña nacional que promueve el bienestar, a través de caricias y abrazos. (f ) Construir espacios públicos para la felicidad (g) Facilitar el desarrollo personal y la salud mental (h) Llevar adelante un cambio cultural radical por la felicidad Para ver el detalle completo de las conclusiones de cada uno de los Diálogos, se ruega consultar el reporte final de cada uno de ellos en la fuente antes citada (8).
Hipótesis Terminamos señalando de un modo preliminar nuestras principales hipótesis de trabajo futuro que surgen de nuestra experiencia directa: 1. Junto a los continuos avances del conocimiento científico en torno al tema de la felicidad, que fundamentalmente provienen del ámbito de la psicología positiva y de la salud mental, resulta imprescindible también generar una “inteligencia colectiva” que presente a las autoridades científicas y políticas, la sabiduría que tiene el “ciudadano de a pie” sobre estos temas. 2. La tesis principal aquí es que sólo en espacios de participación activa y de “completitud” (o de comunidad) obtendremos la suficiente inspiración y fuerza para evolucionar “auto organizadamente” hacia una familia, un lugar de trabajo, un país y un mundo más feliz. 3. Esto será posible si convocamos a TODOS los que sientan pasión y responsabilidad para dialogar creativamente sobre el tema, en un ambiente de libertad real que nos permita avanzar desde el caos inicial al orden, sintiendo al final un claro sentido de representación, unión y cohesión. 250
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4. En este sentido, para aumentar el “bienestar subjetivo con la sociedad” más que “conferencias” lo que requerimos son “desconferencias”, donde tanto los ciudadanos, los expertos y las autoridades, puedan equitativa y horizontalmente conversar y descubrir cómo ser más felices en su particular contexto cultural, social y político.
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Referencias bibliográficas 1. Naciones Unidas. Resolución aprobada por la Asamblea General 65/309. La felicidad: hacia un enfoque holístico del desarrollo. Se puede ver en: http://www.un.org/ga/ search/view_doc.asp?symbol=A/RES/65/309&Lang=S 2. Harrison Owen. “Open Space Technology: A User’s Guide” (3rd Edition, Berrett-Koehler, 2008). 3. PNUD Desarrollo Humano en Chile 2012 “Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo”, 2012. Se puede bajar en: http://www.desarrollohumano.cl/ 4. Open Space World Map http://www.openspaceworldmap.org/ 5. Open Space Technology World Community http://openspaceworld.ning.com/ 6. Portal “Open Space Technology” de Michael Herman http://www.openspaceworld.org/ 7. Centro de Desarrollo de la Inteligencia Colectiva (CDIC) http://www.cdic.cl 8. CDIC. Reportes Diálogos Creativos por la Felicidad. Ver y bajar aquí: http://www.cdic.cl/ wordpress/?p=2322 9. B. Pruitt et al. (con la colaboración del PNUD, ACDI, IDEA y OEA). “Diálogo Democrático – Un Manual para Practicantes”, 2008. Se puede bajar en: http://www.undp.org/content/ undp/es/home/librarypage/crisis-prevention-and-recovery/democratic_dialogue_ handbook.html
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Paulina Silva Ferrada
II Experiencia vida comunitaria y mesas barriales
Paulina Silva Ferrada
II Experiencia Vida comunitaria y mesas barriales Paulina Silva Ferrada
La experiencia del servicio público en los sectores más vulnerables, tiene mucho de vocación y voluntariado. Peñalolén es una comuna del sector oriente muy particular, donde conviven e interactúan en los mismos espacios y en actividades conjuntas, personas de diferentes estratos económicos, edades o gustos. Esta tan diversa esta realidad, que es como si Chile entero estuviera representado en una sola comuna. El peñalolino, entre otras cosas, se caracteriza por ser muy participativo, defensor de sus derechos y activo socialmente, con el privilegio de contar aún con los espacios para ello. Quiero compartir en estas líneas el aporte de las mesas barriales al desarrollo del bienestar colectivo, desde mi experiencia profesional en esta comuna. Mi primera reunión de trabajo, con el entonces alcalde de Peñalolén Claudio Orrego, me sorprendió, ya que se encomendó la labor más hermosa que alguien podría haberme solicitado laboralmente, “tú vas a estar a cargo de los afectos y de la alegría de los peñalolinos”. Si bien participé en innumerables eventos y actividades que cumplieron con ese cometido, creo que donde más aprendí y puse en práctica aquello del “afecto y alegría” fue en las mesas barriales. Tuve la suerte de participar durante cuatro años de esta experiencia en forma voluntaria; era el día laboral más largo de la semana y cuando llegaba más tarde a mi casa, sin embargo, era también cuando llegaba más feliz. La creación de las “mesas barriales” fue una iniciativa muy particular de la alcaldicia, cuyo objetivo general fue fortalecer el capital social, y diseñar e implementar un modelo de participación comunal. Las mesas barriales son instancias de participación e intercambio entre los diferentes actores locales organizados y no organizados, que intervienen sobre un mismo radio territorial definido como barrio. Su propósito es definir necesidades, diseñar y ejecutar acciones en común que apunten al aumento de la calidad de vida del barrio. Las mesas se dividen por sectores y cada una convoca a 3 o 4 barrios, donde se reúnen juntas de vecinos, centros de desarrollo, centros de madres, club de adultos mayores y diversas organizaciones de barrio. Aunque están compuestas por hombres y mujeres de diferentes edades y actividades, quienes destacan por su participación activa son los adultos mayores. En las mesas barriales, la municipalidad cumple el rol de facilitar la puesta en marcha de proyectos y de concretizar los sueños de quienes las integran. Se trata respetuosamente La Felicidad 253
II Experiencia vida comunitaria y mesas barriales
que las mesas no se centren en ser solo un espacio de alegatos y demandas, sino más bien una instancia de participación donde convergen iniciativas grupales en pos del bienestar del barrio y sus organizaciones, en definitiva el foco está en el bien común. El criterio para formular preguntas y proyectos, es desde una mirada positiva y mirando al futuro, por ejemplo “cómo encontrar alegría y bienestar en nuestro quehacer como mesa barrial”, en vez de “qué estrategias incorporar para el cumplimiento de objetivos”. Son muchas las experiencias y testimonios que dan cuenta del aporte positivo que genera en sus vidas, el participar en una mesa barrial. Podemos encontrarnos con las “abuelitas” de un club de adulto mayor, cuyos “sueños y obsesiones” son los viajes que logran organizar para entretenerse y seguir disfrutando de la vida. A través de fondos concursables, realizando bingos y desplegando su creatividad, logran generar los fondos necesarios para realizar una o dos veces al año, viajes fuera de Santiago para conocer nuevos mundo. Luego de disfrutar de la naturaleza, la comida, el relajo, la compañía y el buen sentido del humor, vuelven a sus hogares llenos de optimismo, sabiendo que el día ha valido la pena y que hay personas que se interesan por sus vidas. En otros casos, los vecinos de un mismo barrio luchan enconadamente para lograr alarmas comunitarias. Éstas alarmas se trasforman en la primera instancia de reacción de la comunidad para protegerse mutuamente. A través de una serie de códigos transformados en distintos tipos de timbres, se interconectan y protegen los vecinos en una misma cuadra o pasaje previniendo robos o ataques no deseados. La tranquilidad y seguridad que genera el hecho de saber que están en red con otros, produce sin duda un mayor bienestar y sentimiento de protección. Otros vecinos se reúnen con el fin de construir una plaza iluminada, con juegos y árboles que plantan, cuidan y mantienen entre todos. Estas plazas son las que mejor se mantienen, pues son el fruto del trabajo comunitario. Una significativa iniciativa que fue un aporte al desarrollo comunitario, fue la creación de “Encuentros Interbarriales”, que se realizaron durante tres años consecutivos entre las comunidades de “Altas Cumbres, Villa El Almendral y El Torreón” del sector de San Luis de Peñalolén. Tres barrios unidos con un fin común: compartir, hacer participar a la gente y lograr derribar la apatía cotidiana. Estas actividades invitaban a los vecinos y vecinas en familia a acercarse al encuentro comunitario, a través de la música, el teatro, el deporte, talleres de auto cuidado, de reciclaje y muchas otras actividades de bien común. La preparación de estos encuentros durante meses, distribuyéndonos tareas y gestionando los apoyos, nos generaba un inmenso bienestar, al vivir el proceso de ir logrando activar y convocar a los diferentes actores de la comunidad. La felicidad se hacía presente por avanzar en cosas simples pero significativas; nos prestaron 4 mesas y 50 sillas, logramos conseguir medallas, copas o diplomas para premiar los juegos deportivos y un cantante nos confirmo que quería estar. Eran pequeños logros que hacían feliz no solo a quienes estábamos organizando el 254
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Encuentro, sino que también darían momentos de alegría a las 40, 100 o 200 personas que asistirían a esta actividad. El orgullo y la satisfacción que todos sienten de participar en un proyecto en común, está dado por ciertas características propias de nuestra identidad como seres humanos y que solo requerimos despertar para que se hagan presentes ¿Qué cosas producían esta felicidad con la que volvíamos a casa? Cosas muy sencillas y accesibles. Visibilizarnos y escucharnos con atención, respetarnos por la contribución de cada uno, lograr cosas inimaginables por trabajar en equipo, descubrir inquietudes y temas en común, compartir hechos cotidianos y reírnos de nosotros mismos, en definitiva compartir y cultivar relaciones con generosidad. Aquella idea de llegar a una edad avanzada y casi retirarse de la vida, ha quedado ya en el pasado. Estos “adultos mayores” que conforman la mesa barrial nos han demostrado que todavía tienen mucho que dar y recibir. Muchas abuelas, están a cargo de sus nietos y vuelven a jugar el rol de madres con todo lo que ello implica, además de seguir como de dueñas de casa. A pesar de estas responsabilidades se dan el tiempo de pensar en los demás, participando en sus organizaciones especificas (centros de madres, club de adulto mayor u otros) y luego, trabajando por el bienestar colectivo en las mesas barriales. La gran mayoría de estos adultos, coinciden que es el momento de devolverle algo a la vida y de dejar un legado a las nuevas generaciones. Sea cual sea la vida que les toco vivir, se sienten agradecidos y en esta última etapa, quieren contribuir con un pequeño grano de arena para que otros sean felices. Confirmando lo que las investigaciones en comportamientos pro-sociales han mostrado, que el ayudar a otros se traduce en beneficios de bienestar para el propio ayudador, es que a pesar de que estas actividades son muy desgastadoras, el sabor final es que tiene sentido y que cuando damos, es cuando más recibimos.
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CAPÍTULO 14
Sentido de vida, espiritualidad y felicidad
Pedro Alberto Arellano Marín
Capítulo 14 SENTIDO DE VIDA, ESPIRITUALIDAD Y FELICIDAD Una reflexión desde una historia de vida Pedro Alberto Arellano Marín
El hombre sabio, como la persona feliz, no es aquel que tiene su mente atiborrada de información y hace alarde de ello. La verdadera sabiduría consiste en descubrir que la felicidad emerge cuando aceptamos el mundo tal como es, sin pretender acomodarlo como a nosotros nos gustaría que fuera y, desde esa no resistencia, nos entregamos y donamos el talento único, particular y precioso que llevamos. Tu paz interior como tu felicidad dependen, por tanto, de saber que no sacas nada con luchar con lo que finalmente es, que no puedes elegir lo que crees debería ser, pero que sí puedes escoger como quieres vivir lo que tienes y lo que te acontece. Es frente a estas convicciones que me pregunto: ¿Cómo puedo encaminarme a encontrar el sentido de la vida? ¿Es sólo por el esfuerzo personal, o hay que abrirse a una gracia superior que lo despierta, lo revela y lo permite? ¿Qué tiene que ver todo ello con la “felicidad”?
Un camino personal Al iniciar esta reflexión creo bueno señalar que me ubicaré frente a estas preguntas, como un principiante y un buscador incansable. Haré esta reflexión a partir de estos últimos treinta años de caminar a tientas, con los sesenta recién cumplidos y con la gratitud de haber transitado por territorios desconocidos en un camino tan apasionante como aterrador, tan gozoso como inestable, pero tan lleno de sentido como de felicidad. Nunca he dejado de sorprenderme cuando recuerdo que la pregunta sobre el “quién soy”, la inquietud sobre el “sentido de mi vida”, y el “para qué” de lo que hago, hayan recién llegado en forma manifiesta sólo al inicio de los años ochenta, cuando me aproximaba a los treinta años de edad. Digo que me sorprende, pues luego de todo lo recorrido, creo que estas preguntas tan esenciales debieran ser despertadas casi junto al sabor de la leche materna, como junto al trastabilléo de los primeros pasos en la compañía de padres y maestros.
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La explicación que me doy, frente a la ausencia de estas grandes interrogantes en esa primera mitad de mi vida, tienen que ver con la cultura consumista que en ese momento emergía con la irracionalidad de sus ofertas sobredimensionadas y promesas incandescentes. Una época que valorizaba y ordenaba todo a partir del “tener” como del “quehacer”, postergando o ignorando, la mayoría de las veces, la realidad del “ser”, de la esencia de lo humano. Mis primeros cuestionamientos vinieron entonces a partir de la distancia que comencé a sentir entre mi actuar cotidiano y ese sentido de trascendencia inexplicable que latía incansablemente desde dentro. Distancia entre lo que era razonable, medible, tangible... y lo inmanente, lo intangible, lo trascendente. Distancia entre lo que me movilizaba tras mi trabajo profesional y por otra parte lo que me trascendía por mi fe personal, como por mis creencias religiosas. Así se me impuso entonces la pregunta fundamental sobre el “para qué” de todo lo que hago, de lo que vivo, de lo que siento, de lo que realizo. “El drama del mundo cristiano es la fractura entre la fe y la vida” fueron palabras que hasta hoy retumban en mi interior como un golpe de gong. Palabras pronunciadas por Juan Pablo II, que marcaron un nuevo rumbo a mi vida. Constaté que mi forma de vivir terminaría siendo desintegrada si no modificaba ese modo compartimentado y sin conexión entre los diversos mundos que constituían mi cotidianidad. Y no quiero decir con ello que no me conducía en base a valores claros, sino que estaba dividido, fracturado en realidades inconexas, donde mi quehacer y mi propósito de vida no dialogaban ni estaban en comunión. Más de cinco años de una profunda búsqueda de sentido, de coherencia y unidad, fuera del mundo establecido, me permitieron descubrir que era posible crear mi vida a partir de mi propia voz interior, dejándome llevar, al inicio por sólo susurros suaves y más tarde de voces claras y precisas, que me han traído hasta aquí con la satisfacción profunda de estar transitando un camino único, irrepetible y de permanente novedad. Es a partir de estas experiencias tan reveladoras, como de la escucha de cientos y cientos de personas de distintos mundos, que he podido observar nuestra cotidianidad desde otro lugar, y descubrir en ello toda la riqueza que emerge bajo nuestros pies, como toda la pobreza existencial y el vacío de sentido reflejado en esas caras tristes, en esa violencia creciente, en esa sed de sentido que al ser saciadas llena a las personas de ese sufrimiento del alma que ha ido marcando el inicio de este siglo. Qué duda cabe que el referente en lo cotidiano sigue siendo aún el “quehacer”, en torno a la actividad laboral y el “tener” en cuanto a lo material. He ahí la mayor pobreza, el no saber que sólo trasciende el “ser”, que es lo único que nos constituye en esencia. Esto que nos ofrece, si lo leemos bien, un sentido a nuestros actos, una manera de ser en el mundo, un “propósito de vida”, es lo que en el mundo hindú, se llama “Dharma”, aquello único, exclusivo y esencial que nos constituye como personas, y que de ponerlo en acción, nos ayudará a entregar al mundo nuestra propia contribución, experimentando por ello un sentido de plenitud y felicidad profundo. 260
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Desde esta conceptualización, quiero destacar la denominada “Ley del Dharma”, que en sánscrito quiere decir “propósito de vida”, que aparece en el texto “Las siete leyes espirituales” de Deepak Chopra, que dice: “La Ley del Dharma tiene tres componentes. El primero dice que cada uno de nosotros está aquí para descubrir su verdadero yo, para descubrir por su cuenta que el verdadero yo es espiritual y que somos en esencia seres espirituales que han adoptado una forma física para manifestarse. Cada uno de nosotros está aquí para descubrir su yo superior o su yo espiritual. Esa es la primera forma de cumplir la Ley del Dharma. Debemos descubrir por nuestra cuenta que dentro de nosotros hay un dios en embrión que desea nacer para que podamos expresar nuestra divinidad. El segundo componente de la Ley del Dharma dice que todo ser humano tiene un talento único. Cada uno de nosotros tiene un talento (s) tan único en su expresión que no existe otro ser sobre el planeta que tenga ese talento o que lo exprese de esa manera. Eso quiere decir que hay una cosa que podemos hacer, y una manera de hacerlo, que es mejor que la de cualquier otra persona, en este planeta. Cuando estamos desarrollando esa actividad, perdemos la noción del tiempo y nos introduce en un estado de conciencia atemporal. El tercer componente de la Ley del Dharma es el servicio a la humanidad, servir a los demás seres humanos y preguntarse: “¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo puedo ayudar a todas las personas con quienes tengo contacto?” Cuando combinamos la capacidad de expresar nuestro talento único con el servicio a la humanidad, usamos plenamente la Ley del Dharma. Y cuando unimos esto al conocimiento de nuestra propia espiritualidad, el campo de la potencialidad pura, es imposible que no tengamos acceso a la abundancia ilimitada, porque ésa es la verdadera manera de lograr la abundancia”.
Sentido de la vida ¿Cuál es el significado de mi vida?, ¿cómo puedo encontrar un propósito con el cual servir? Probablemente ningún ser humano se ha escapado de esta pregunta en algún momento de su historia, con o sin encontrar respuestas. Las personas de diferentes edades y condiciones reconocen habitualmente haber estado enfrentadas en algún instante, aunque sea breve, a cualquiera de estos cuestionamientos. Son pocos los que pueden decir que han resuelto definitivamente esta pregunta vital. Lo más representativo de la realidad humana y lo que la distingue de otras realidades es justamente esta búsqueda de sentido, esta sensación de desasosiego interno, ese sentimiento de que algo falta, esa constatación de que hay algo más. “Somos seres espirituales en una experiencia humana”, lo dijo Teilhard de Chardin. En todas las tradiciones religiosas se La Felicidad 261
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manifiesta la idea de que hay una esencia espiritual y que el camino del ser humano es despertarla y manifestarla. Esta es la respuesta más concreta a la sensación de sentirnos incompletos. Hoy constatamos por la agitación que se expresa en todos lados y en todos los frentes, que estamos como Humanidad en un tránsito complejo. El paradigma cartesiano que ha secuestrado nuestra cultura occidental, colocando a la razón como una respuesta a todo, no puede enfrentar los cuestionamientos más profundos ni tiene respuestas al vacío y al sin sentido que desgarra nuestras realidades humanas. Por eso, quienes han querido resolver las incógnitas sobre el sentido de la vida desde el paradigma racional han fracasado estrepitosamente, sometiendo al hombre a un vacío tremendo y a un dolor profundo. Muchos propósitos concretos o metas se confunden con el verdadero significado de la vida. Las personas se equivocan de rumbo cuando quieren responder a estas preguntas esenciales, buscando alcanzar éxito en los negocios, las riquezas, el entretenimiento, y tantos otros distractores. Es indudable que existe todo un campo de posibilidades dadoras de sentido. El ser humano encuentra propósito en una diversidad de positivas y enriquecedoras actividades culturales, científicas, artísticas y deportivas. Sin embargo, el auténtico y verdadero sentido, el que responde a las exigencias más hondas e íntimas del ser humano, el sentido que se inspira en la dimensión trascendente de la persona, no se satisface con estas actividades o acciones que, por cierto, pueden ser muy positivas, pero hay que tener presente que son de un orden distinto. Lo trascendente relacionado con el “ser”, no se puede satisfacer desde lo mundano del “tener” y el “hacer”. Algunos consideran que el sentido pareciera tener, más que ver con una intención, un valor o una idea sublime, a la cual se llega a través del cumplimiento de diversas metas. Otros sin embargo, como es mi caso, creemos que el sentido o el “propósito de la vida”, tiene que ver con algo que se va develando con el tiempo, y que permite que el talento único que nos habita en el interior, se puede donar para el bien de otros.
Gracias y Gratitud ¿Cómo no estar agradecido entonces, cuando estos misterios se van develando y la vida personal se encamina hacia una experiencia plena de sentido con acciones de entrega y fecundidad? Gracias y gratitud son finalmente la consecuencia de vivir plenamente en ese misterio. Más allá de demostrar que ser agradecido ayuda a quien lo es, resulta interesante saber cómo durante los últimos años, psicólogos e investigadores han intentado dilucidar los efectos científicos que produce la gratitud en la vida del ser humano. 262
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Es así como Michael McCullough, profesor de psicología de la Universidad de Miami, quien ha estudiado a personas que dan gracias con regularidad, ha señalado lo siguiente: “cuando haces un alto para contar las bendiciones que has recibido, es como secuestrar tu sistema emocional”. Y se refiere a secuestrarlo de un estado de depresión para colocarlo en un buen espacio. Las investigaciones efectuadas por McCullough sostienen que dar gracias es una emoción poderosa que se alimenta a sí misma. Por su parte el doctor Robert A. Emmons, profesor de Psicología de la Universidad de California señala en su libro “Gracias: de cómo la gratitud puede hacerte feliz”, que “es posible que la psicología haya ignorado la gratitud porque a primera vista, parece ser una emoción muy obvia, que carece de complicaciones interesantes: recibimos un regalo de amigos, familia, Dios y entonces nos sentimos gratamente agradecidos. Pero mientras que la emoción, me parecía simplista, incluso a mí, cuando empecé la investigación, no tardé en descubrir que la gratitud es un fenómeno más complejo y profundo, que juega un papel decisivo en la felicidad humana. La gratitud es, literalmente, una de las pocas cosas que pueden cambiar la vida de una persona de forma apreciable”. Quizás por ello es que quienes tenemos la conciencia que vivimos sólo sostenidos por la “Gracia”, como es la experiencia que tengo a consecuencia de este caminar a tientas, o más aún, de quienes -como también es mi caso- hemos vivido una niñez y una adolescencia sin ese fuerte referente de los padres, no podemos sino reconocer que el estar vivos y transitando esta vida feliz, sólo es explicable desde una vida sostenida y conducida desde una “Gracia”, obviamente divina, infinita y misteriosa, consecuencia de lo cual todo se va traduciendo en agradecimiento y en gratitud. Muchos autores señalan por ello que la gratitud es la llave de la felicidad, llave que tiene muchas veces el costo de la incertidumbre, de lo desconocido, pero que si estamos dispuestos a transitarla veremos que esa puerta anhelada se abre de par en par. Porque el ser agradecido, hoy más que nunca, es un acto consciente que requiere voluntad y disciplina. Si somos realistas es sencillo observar que vivimos en una sociedad dirigida al consumo masivo, donde la lluvia de quejas empapa desde la clase política hasta el ambiente laboral y familiar más íntimo. Por ello, parece ser más natural dejarse llevar por el cauce de la crítica y no hacer el esfuerzo de cambiar la mirada hacia el lado luminoso de la vida y agradecer todo eso que se nos regala diariamente. Y es que cuando decidimos ser agradecimos y posar la mirada en los aspectos positivos y favorables de nuestra existencia, es como si todo cambiara de tono. Estar consientes de nuestras bendiciones y expresarlo en forma audible no sólo impacta positivamente a quien recibe esa muestra de gratitud, sino que además a quién la expresa. Adoptar una actitud de gratitud continua, actúa de forma tranquilizadora frente a las vicisitudes de la vida, mejora considerablemente las relaciones, tanto en lo personal como en lo laboral, contribuyendo a ver el entorno de una forma más positiva; mejora el sentimiento La Felicidad 263
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de pertenencia a la comunidad, potencia tus talentos particulares, despierta tu creatividad y te muestra una realidad plena de sentido.
Felicidad es igual a Feliz-si-dad Qué duda cabe que el que da siempre recibe más de lo que ha entregado. Jesús decía que quien se entrega por causa del Reino recibirá “el ciento por uno”. Es la experiencia recogida del Evangelio y es lo que he vivido y he visto vivir a tantos que con los ojos brillosos por lo donado, sienten la alegría profunda del regalo inconmensurable de lo recibido. Qué mejor para describir este sentimiento de retribución que releer la metáfora de los dos mares de Palestina: “En Palestina hay dos mares. El uno es dulce y abunda en peces. Prados, bosques y huertos adornan sus orillas. Los árboles extienden sobre él sus ramas y alargan las raíces sedientas para beber de sus aguas saludables. En sus playas juegan grupos de niños, como jugaban cuando Jesús solía venir por aquí. El amaba este mar. Contemplando su plateada superficie predicó muchas veces sus parábolas, y en un valle cercano dio de comer a cinco mil personas con cinco panes y unos pocos peces. Las cristalinas aguas espumantes de un brazo del Jordán –que llegan a él saltando los cerros– forman este mar que ríe y canta bajo la caricia del sol. Los hombres edifican sus casas cerca de él y los pájaros sus nidos, y todo cuanto vive es dichoso con solo estar a su orilla. El Jordán también desemboca al sur en otro mar. Allí no hay chapoteo de peces, ni susurro de hojas, ni canto de pájaros, ni risa de niños. Los viajeros evitan esa ruta, a menos que la urgencia de sus negocios les obligue a seguirla. Una atmósfera densa pesa sobre las aguas de este mar que ni el hombre, ni la bestia, ni el ave beben nunca. ¿A qué se debe tan enorme diferencia entre dos mares vecinos? No se debe al Jordán, porque tan buena es el agua que vierte en uno, como la que vierte en el otro, tampoco se debe al suelo que le sirve de lecho, ni a las tierras que lo circundan. La diferencia se debe a esto: el mar de Galilea recibe las aguas del Jordán, pero no las retiene, por cada gota que entra, sale una gota. El dar y el recibir se cumplen allí en idéntica medida. En cambio, el otro mar es avaro y atesora celosamente lo que recibe. Nunca es tentado por un impulso generoso. Cada gota que allí cae, allí se queda. Hay dos mares en Palestina. El mar de Galilea que da y vive. El otro –el que no da nada– se llama Mar Muerto.” Finalizo estas reflexiones entonces con la gratitud del que da en gratuidad. Feliz-Si-Dad, es el desglose que he hecho de la palabra que encierra ese anhelado sentimiento. Felicidad que necesariamente emerge de esa actitud de amor incondicional, de donarse en lo propio, en 264
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lo único, en aquello que si no lo entrego me ahoga y si no lo dejo salir me quema. Donarse, es lo que finalmente hace que nuestras vidas tengan un propósito y que todo se cubra de sentido y paz.
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CAPÍTULO 15
El bien es el mal que no se hace
Manfred Max-Neef
Capítulo 15 EL BIEN ES EL MAL QUE NO SE HACE
Sobre crímenes económicos contra la humanidad
Manfred Max-Neef
1. Preámbulo En la segunda mitad del Siglo XIX, el caricaturista, pintor y poeta de historietas satíricas ilustradas, el alemán Wilhelm Busch, terminaba una de sus historietas con una reflexión que desde niño me fascinó por su simplicidad y profundidad: “Das Gute dieser Satz steht fest, ist stets das Böse was man lesst”, que en mal verso traducido por mí, dice: “El Bien, y esta frase es base; es el Mal que no se hace”. Tantos volúmenes filosóficos se han escrito sobre el bien, y aquí, en una sola frase simple y clara quedaba todo contenido. La razón por la cual hago este comentario es que quienes estamos comprometidos con el diseño de un nuevo paradigma económico y de desarrollo, pretendemos – aunque suene petulante – restablecer el Bien después de tanto daño y sufrimiento generado por el modelo económico neoliberal dominante. Pero para construir ese bien, como dice Busch, hay que dejar de hacer el mal. Y el problema es que ese mal que nos afecta es difícil de identificar por no estar tipificado en el lenguaje jurídico ni ser parte del lenguaje cotidiano. Se trata de un mal que por carecer de nombre ha permanecido inmune. El intento de este ensayo es inaugurar el concepto de Crimen Económico, y sugerir el modo de enfrentarlo. Pienso que cumplido los propósitos que aquí se exponen, será más expedito el camino para el ingreso y la eventual consolidación de un nuevo paradigma.
2. Fundamentación De acuerdo a lo planteado por la Corte Penal Internacional, un crimen contra la humanidad es “cualquier acto inhumano que causa graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien lo sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”. Desde mediados del siglo pasado estamos todos familiarizados con el concepto, principalmente relacionado con agresiones realizadas por motivos políticos, ideológicos, raciales, culturales, de género, o religiosos. Los ejemplos abundan, y en nuestro continente Latinoamericano, los ilustran las múltiples dictaduras que se entronizaron en las décadas de los setenta y ochenta en Sudamérica, y décadas antes en Centroamérica, provocando sufrimientos personales y colectivos indescriptiblemente crueles.
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Hoy nos encontramos libres de esos regímenes atroces. Sin embargo, a pesar del dominio de supuestas democracias, constatamos ahora en diversas regiones del mundo nuevas situaciones de enorme sufrimiento social que no encajan en el concepto tradicional de crímenes contra la humanidad, tales como la tortura, las desapariciones de personas, los ataques armados, las persecuciones, las deportaciones y los exilios; sino en procesos que son producto de políticas económicas. En las décadas de los ochenta y noventa, fueron las políticas de ajuste estructural diseñadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que provocaron daños sociales tremendamente graves en América Latina, África, Asia y Europa del Este. Tanto así que después de la crisis asiática (1997–1998), producto de esas políticas, los organismos de Bretton Woods quedaron profundamente desprestigiados. Hoy son las supuestas potencias occidentales y sus periferias que sufren los costos sociales de una crisis financiera sin precedentes desde fines de la década de los veinte, con tasas exorbitantes de desempleo, pérdida de viviendas y ahorros, ruina de millones de personas, quiebra de miles de empresas y sociedades, mega-corrupción, especulación desenfrenada, e inminentes colapsos de economías enteras. Todo lo expuesto justifica plenamente la promoción del concepto de crímenes económicos contra la humanidad. Si bien es cierto que este nuevo tipo de crimen es más difícil de caracterizar que los tradicionales crímenes contra la humanidad, no es menos cierto que resulta imprescindible avanzar en su estudio para alcanzar una tipificación internacional de crímenes de lesa humanidad cometidos por razones o acciones de tipo económico.
3. Características Resulta pertinente señalar algunas connotaciones asociadas a determinadas conductas o políticas de naturaleza económica que puedan ser consideradas como verdaderos crímenes de lesa humanidad. Para ello seguimos en este acápite, con algunos ajustes y agregados, la línea argumental del economista español Juan Torres López (1), en una de sus publicaciones. Las principales son las siguientes: Producen daños directos y también indirectos o colaterales. Hoy día sabemos o podemos saber con toda certeza que hay políticas de ajuste, de austeridad, de privatizaciones, de reformas estructurales, o como queramos llamarlas, o estafas, engaños bancarios y decisiones empresariales, entre otras acciones o conductas, que producen sufrimientos innegables y efectos muy negativos, e incluso perfectamente cuantificables, en la vida, la salud física o mental, o el bienestar de las personas. Producen daños a grandes masas de población. Las personas son víctimas de una estrategia de intervención amplia y a veces global, sobre actividades que las afectan directa o indirectamente. Hoy en día en España mueren más 270
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personas por suicidio que por accidentes de tránsito. Cabe preguntarse honestamente, si esos suicidios son realmente suicidios, o son asesinatos de un sistema económico perverso. Los daños que se producen se pueden conocer de antemano y, a pesar de ello, se llevan a cabo. Por ejemplo, se sabe perfectamente bien que recortes en el mal llamado gasto social (debiera llamarse inversión social) producen efectos que se pueden evaluar con bastante precisión en la mortalidad, en los suicidios, en la expansión de determinadas enfermedades, en la tasa de pobreza, y otros. Los daños forman parte de un balance de efecto muy asimétrico. Las medidas o conductas económicas susceptibles de ser consideradas crímenes contra la humanidad, nunca producen sólo un efecto negativo sobre una parte de la sociedad. Producen también considerables beneficios para ciertos grupos de poder minoritarios. De hecho es la persecución de esos beneficios lo que induce dichas conductas. Siempre dan como resultado una alteración en la distribución de la riqueza a favor de una parte, normalmente ya privilegiada de la sociedad. Las conductas y políticas económicas que producen este tipo de daños son el resultado de presupuestos ideológicos. En contra de lo que se dice, las políticas económicas no las avalan análisis técnicos que aseguren su inexorable conveniencia y prácticamente nunca hay contrastación empírica que asegure su bondad o que justifique la necesidad de aplicarlas. Precisamente porque se busca el efecto de beneficiar a los grupos de poder, se presentan con una retórica de aparente rigor, pero cuyas consecuencias ni pueden ni quedan demostradas “ex ante”. Y de hecho es fácilmente comprobable “ex post” que casi siempre producen efectos muy contrarios a los que se presentan como justificantes de su adopción. Esto significa, por lo tanto, que se trata de conductas basadas en una gran dosis de engaño consciente a la población. Son conductas o decisiones de carácter político y no técnico. Todo lo anterior indica que cuando se producen daños como consecuencia de acciones económicas no son por razones técnicas, como cuando se arregla un aparato o un mecanismo de ingeniería que falla, sino por razones políticas, como resultado de que se imponen a la sociedad unas determinadas decisiones que benefician a unos grupos en perjuicio de otros, a los que se ocasiona graves daños de todo tipo. Son políticas y conductas que se sustentan en una falsificación del lenguaje. Cuando se pregunta ¿quiénes son los responsables de la crisis?, la respuesta más frecuente es: los mercados. La verdad, sin embargo, es que esos supuestos mercados, tienen nombre La Felicidad 271
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y apellido. “Son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditores que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal durante los gobiernos de Clinton y Bush, opositor a ultranza de la regulación de los mercados financieros”(2) Alternativas honestas, dignas e inteligentes son posibles. “Si tuviéramos nociones claras de qué es un crimen económico y si existieran mecanismos para investigarlos y perseguirlos se hubieran podido evitar muchos de los actuales problemas. No es una utopía. Islandia ofrece un ejemplo muy interesante. En vez de rescatar a los banqueros que arruinaron el país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En el año 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como lo están haciendo muchos países, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran” (2). No deja de ser interesante lo poco que se ha divulgado a través de los medios el caso de Islandia. Es entendible, ya que de haber generado contagio sería catastrófico para los grupos de poder.
4. Propuesta Tal como en el pasado se crearon instituciones jurídicas y procedimientos para perseguir y juzgar los crímenes políticos contra la humanidad, es oportuno en el momento actual, crear el concepto de crimen económico contra la humanidad. Es urgente que la noción de crimen económico se integre en el lenguaje ciudadano y se entienda su trascendental importancia para la consolidación de una auténtica democracia. A fin de legitimar el concepto, se hace necesaria la institucionalización que permita reconocerlo, denunciarlo y juzgarlo, cuando y donde ocurra. Para ello propongo la creación de un Tribunal Internacional de Crímenes Económicos contra la Humanidad. Tal tribunal se construirá sobre fundamentos morales, como fue el caso del Tribunal Russell durante la guerra de Vietnam. No podrá, por lo tanto, imponer sanciones, pero sí denunciar, revelar e identificar delincuencias y delincuentes económicos. Al hacerlo podrá facilitar la posibilidad de que, una vez revelado un crimen económico determinado, puedan otros tribunales jurídicos, nacionales o internacionales, asumir el juicio y las sanciones correspondientes. Si hablamos de crimen económico, estamos reconociendo que la economía tal como se la enseña y practica puede dar origen a crímenes que le son propios y, por lo tanto, no atribuibles a otras disciplinas. De ahí que es importante describir, cómo debiera ser una economía en la que las delincuencias que nos preocupan, no sean posibles. Resulta por 272
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lo tanto necesario, proponer un paradigma distinto del actualmente vigente que ha sido responsable de daños tan devastadores. El reconocimiento de un nuevo paradigma debe ser la base, en el que se sustente el tribunal que proponemos. Cabe plantear que por iniciativa del Reino de Bhutan con el apoyo de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se ha creado un grupo transdisciplinario de sesenta expertos internacionales, del cual formo parte, que deberán proponer a la Asamblea un nuevo paradigma económico y de desarrollo para el mundo, hacia fines del 2014. Las bases fundamentales del nuevo paradigma son el bienestar y la felicidad de todos los seres vivientes como propósito final del desarrollo. No siendo posible aquí extendernos en el contenido del proyecto que se está elaborando, sí podemos identificar ciertos principios fundamentales que debieran orientar a una nueva economía. Pero antes de ello conviene aclarar, lo que se debe entender como felicidad en el nuevo paradigma. No se trata de la visión típicamente occidental de la felicidad como un evento efímero de influencia externa. Se trata de la visión budista en que: Primero, la verdadera felicidad es producto de un sentido total de conectividad con nuestro mundo, con la naturaleza, con nuestras comunidades y sus gentes, con nuestra cultura y nuestra herencia espiritual. Segundo, se manifiesta como servicio a los demás, reconociendo que la felicidad no puede existir mientras otros sufren. Tercero, extendiendo nuestra preocupación a otras especies de seres sintientes; por ejemplo, estimulando la agricultura orgánica para evitar la muerte de millones de microorganismos producto de los pesticidas, y declarando ilegal todas las formas crueles de crianza industrial de animales. Dicho lo anterior, proponemos que una nueva economía debiera satisfacer cinco postulados fundamentales y un principio moral irrenunciable. Los postulados son: a) La economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía. b)El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos. c) El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo, y el desarrollo no precisa necesariamente de crecimiento. d) Ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas. e) La economía es un sub-sistema de un sistema mayor y finito, que es la biosfera, y por lo tanto el crecimiento permanente es imposible. El principio moral es: f ) Ningún interés económico puede bajo ninguna circunstancia estar por sobre la reverencia por la vida. La Felicidad 273
El bien es el mal que no se hace
No es difícil percatarse al recorrer los seis principios, que lo que tenemos hoy es, uno por uno, exactamente lo contrario. También es fácil constatar que respetando estos principios, los desastres de que somos testigos no habrían podido ocurrir. Teniendo estos principios como referencia, el tribunal podrá evaluar en cada caso que deba juzgar, y el grado y el tema en que lo denunciado se aparta de ellos.
5. Estructura y funcionamiento Inspirado en la experiencia del Tribunal Russell, nuestro tribunal estará conformado por 25 personajes destacados internacionalmente en distintas disciplinas y que representarán a los cinco continentes. Tendrá sesiones dos veces al año, y según el contenido de las demandas que se hayan presentado, convocará en calidad de jueces a los miembros más capacitados. Establecerá y mantendrá estrechas relaciones con medios de difusión a través de las redes sociales y con instituciones internacionales preocupadas por el desarrollo sostenible y la justicia social, tales como: Right Livelihood Foundation, World Future Council, Club of Rome y otras. De ese modo las conclusiones y sentencias del tribunal, podrán tener la más amplia difusión posible. El tribunal hará llegar igualmente sus planteamientos a los gobiernos correspondientes en cada caso, y, del mismo modo, a otros gobiernos donde se vislumbran casos similares, a fin de que puedan tomar las medidas necesarias oportunamente. El tribunal no tendrá un domicilio fijo, y realizará sus sesiones en distintos lugares del mundo. No obstante contará con una Secretaría que recibirá las denuncias y consultas, y cuyo domicilio y dirección deberán establecerse una vez creado el tribunal. A través de sus relaciones con otras instituciones como las ya indicadas, el tribunal no actuará sólo con fines de denuncia, sino también con fines educacionales. Por ello sus planteamientos deberán llegar a instancias de gobiernos y, sobre todo, a Universidades. Cada sesión del tribunal será dedicada a uno o más casos de crímenes económicos. Para ello, los denunciantes deberán preparar un dossier con todos los antecedentes pertinentes: origen del caso, efectos negativos sobre seres humanos y naturaleza (en lo posible cuantificables), actores involucrados, plena identificación de los responsables del caso (gobierno, empresas o individuos), identificación de grupos opositores y sus argumentos, propuestas –si es el caso– de alternativas. El tribunal presentará y hará público el dossier, de preferencia a través de los propios denunciantes. Invitará a realizar observaciones y argumentos. En sesiones posteriores, abiertas al público y a las redes sociales, el jurado expondrá sus argumentos y sentencia, precisando claramente las culpabilidades de las personas o instituciones involucradas.
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Como se expresa más arriba, todo ello será ampliamente difundido, especialmente en países donde crímenes similares podrían ocurrir o estar ocurriendo. Se intentará que los miembros del tribunal puedan hacer conferencias y seminarios a través del mundo, a fin de crear la conciencia sobre los crímenes económicos contra la humanidad. Con esta nueva conciencia, será posible hacer cambios profundos tanto en las acciones económicas como en su enseñanza.
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Referencias bibliográficas 1. Juan Torres López, “Crímenes económicos contra la humanidad”, 29 Mayo 2013 http:// www.nuevatribuna.es/opinion/juan-torres-lopez/crimenes-economicos-contra-lahumanidad/20130529153853092767.html 2. Lourdes Beneria y Carmen Sarasúa, Diario El País, España, 29 marzo 2013.
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CAPÍTULO 16
La educación positiva: un nuevo paradigma
Alejandro Adler
Capítulo 16 LA EDUCACIÓN POSITIVA: UN NUEVO PARADIGMA
Alejandro Adler
Introducción La educación transforma al ser humano. A través de la transmisión de conocimientos y habilidades, la educación lo transporta de su estado presente a un estado distinto en el futuro. Por lo tanto, la educación implica el cambio y el crecimiento del individuo en una cierta dirección. La pregunta importante al abordar el tema de la educación es, ¿en qué dirección queremos transformar cognitiva y emotivamente al individuo en su proceso educativo? En otras palabras, ¿cuál es el propósito de la educación, y cuál debe ser su fin? El sentido común, junto a estudios más rigurosos en el campo de la psicología positiva, nos dice que el bienestar integral es una meta fundamental en la vida del ser humano, y podría decirse que la más importante. Sin embargo, independientemente de ideologías y creencias morales, es innegable que nos encontramos en una época en la que el progreso se mide, en gran parte, de acuerdo a la acumulación de dinero y de bienes materiales, desde el éxito individual hasta el nivel del desarrollo nacional. La gran mayoría de los sistemas educativos actuales reflejan esta concepción del progreso en la manera en que preparan a los individuos para el futuro, especialmente durante sus años formativos de niñez y adolescencia. Los sistemas educativos tratan de preparar al estudiante para tener vidas productivas, pero no les proveen de herramientas para tener vidas plenas y sanas, con significado y propósito. La psicología positiva reconoce que la economía es un motor esencial para el funcionamiento de nuestra sociedad y que es necesario preparar al ser humano para que esta economía prospere de manera sustentable e igualitaria. No obstante, la psicología positiva también reconoce que la economía debe de servir al individuo, y no el individuo a la economía. Por consiguiente, la educación debe de proveerle al estudiante el conocimiento y las herramientas para tener una vida productiva y una vida plena. La plenitud no es una amenaza al progreso económico; al contrario, es un complemento que amplifica la productividad del individuo durante su vida y que simultáneamente incrementa su satisfacción y bienestar. Hay amplias investigaciones que nos demuestran que la felicidad contribuye de manera significativa y positiva a la salud física, la creatividad, la productividad, la innovación, y las relaciones sociales (1, 2, 3). Por lo tanto, un sistema educativo que promueva el bienestar del estudiante y de la comunidad, al mismo tiempo que fomenta el progreso más tradicional, Capítulo 16 - La Felicidad 279
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les brindará a sus estudiantes las herramientas para disfrutar de vidas productivas y plenas. Éste es el fundamento de la educación positiva. Es la intersección de la psicología positiva con la educación la que nos presenta una pregunta simple y fundamental: ¿educación para qué? La educación positiva responde a esta pregunta usando décadas de estudios científicos y milenios de contemplación y razón: educación para la plenitud integral que el ser humano innatamente desea, independientemente de su cultura o época. La educación positiva postula empíricamente, tras años de investigación rigurosa acerca de las herramientas de la felicidad, que el bienestar se puede enseñar y aprender. Más aún, la educación positiva propone que, por su valor intrínseco así como por su valor instrumental (beneficios), las herramientas y el conocimiento del bienestar se deben de enseñar.
La psicología positiva y la educación La psicología positiva es el estudio científico de las fortalezas y las virtudes que hacen posible que el ser humano, sus organizaciones, y sus comunidades prosperen. Una de las más fuertes críticas a la psicología positiva viene de la percepción incorrecta que la disciplina solamente estudia las emociones positivas y que su difusión se confunde con la autoayuda. En su libro, El Cómo de la Felicidad, Lyubomirsky (4) claramente expresa el compromiso científico de la psicología positiva.
“En primer lugar, la brújula de la ciencia de la felicidad es la ciencia, y la felicidad -- el aumento de las estrategias que otros psicólogos sociales y yo hemos desarrollado -- son sus elementos claves de apoyo. Mi historia es la de una investigadora científica, no la de un médico, de un coach de la vida, o de un gurú de la autoayuda... La ciencia de la felicidad es diferente a muchos libros de auto-ayuda en la medida que representa una síntesis de lo que los investigadores de la ciencia de la felicidad, incluyéndome, hemos descubierto en nuestras investigaciones empíricas. Cada sugerencia que ofrezco goza del sustento de la investigación científica.” Innegablemente, uno de los objetivos de la psicología positiva es incrementar la felicidad individual, que incluye que las personas tengan emociones positivas con mayor frecuencia y emociones negativas con menor regularidad. Aunque uno de los pilares de la psicología positiva son las emociones positivas, a partir de un sinnúmero de estudios empíricos de las últimas dos décadas, la psicología positiva ha evolucionado y su entendimiento del bienestar y la felicidad se ha refinado. La felicidad ahora ya no se concibe solo como emociones positivas, sino como el disfrutar de un bienestar integral y florecer en múltiples áreas de la vida y de la experiencia humana (5). Ryff (6), uno de los primeros en proponer un entendimiento multidimensional de la felicidad, sugiere un modelo con seis componentes del bienestar (auto-aceptación, relaciones 280
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positivas con los demás, autonomía, dominio del medio ambiente, propósito en la vida, y crecimiento personal). A nivel social, Gallup ha creado el Healthways Well-Being Index, que incluye variables como evaluación de la vida, salud emocional, salud física, hábitos saludables, entorno laboral y accesos básicos (7). La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha creado el Better Life Index, compuesto por 11 temas que se consideran esenciales para la calidad de vida (vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, gobierno, salud, satisfacción con la vida, seguridad, y balance de vida y trabajo). El índice permite a cada país identificar los temas más importantes para nación (8). Análogamente a estos modelos y concentrándose en adultos, Seligman (9) más recientemente sugiere un modelo de cinco componentes para lograr el florecimiento humano, denominado en español PRISMA (emociones positivas, relaciones positivas, involucramiento, significado, y metas alcanzadas). Cabe destacar que cada uno de estos modelos e índices sugieren que el bienestar está compuesto de perfiles a través de múltiples dominios, y no simplemente de un solo número (10). Los individuos, las organizaciones, y los gobiernos pueden decidir qué elementos son los más importantes, ver cómo se comparan unos con otros, e idear formas estratégicas para incrementarlos o disminuirlos. Un elemento que falta en cada uno de estos modelos enfocados en el bienestar del adulto es la etapa previa - el bienestar y el funcionamiento de la juventud. La psicología de la adolescencia y de la niñez se ha centrado principalmente en la psicopatología del desarrollo y en minimizar los efectos negativos de las enfermedades mentales, y poco en el bienestar de los jóvenes y en como fomentarlo. La adolescencia es un período particularmente formativo y que a menudo ha sido ignorado en la psicología contemporánea. El bienestar y el progreso de los jóvenes a menudo se miden, solo a través de su desempeño académico (calificaciones y notas). Al igual que varios componentes son necesarios para definir y entender el bienestar del adulto, Steinberg y Kern (11) sugieren que es necesario un enfoque multifacético para comprender el bienestar del joven durante su niñez y su adolescencia. Con este objetivo, estos autores recientemente han desarrollado un modelo teórico del funcionamiento psicológico positivo de los jóvenes que se compone de cinco factores que reflejan los cinco dominios del PRISMA, caracterizado por el acrónimo PRECO: la perseverancia (ejecución de objetivos hasta alcanzarlos, a pesar de la oposición y retos), las relaciones positivas (relaciones satisfactorias con los demás que brinden un sentimiento de apoyo y amor recíproco), las emociones positivas (alegría, confianza, tranquilidad, entusiasmo, etc.), el compromiso e involucramiento (absorción completa en lo que está haciendo e interés en actividades de la vida), y el optimismo (esperanza y confianza en el futuro). Como se observa en el Gráfico 1, PRECO refleja la estructura de los cinco factores del PRISMA, con dominios de significado y de metas alcanzadas que son más relevantes para La Felicidad 281
La educación positiva: un nuevo paradigma
los adolescentes: el optimismo y la perseverancia, respectivamente (el Gráfico 2 muestra los modelos originales en inglés). El significado y las metas alcanzadas no son dominios del bienestar que hacen mucho sentido para la mayoría de los niños y adolescentes. En cambio, los jóvenes más optimistas muestran un mayor significado en el futuro (11); y la perseverancia, o gravilla (“grit”), es más predictiva del desempeño académico que la inteligencia, tradicionalmente medida utilizando el coeficiente intelectual (CI o IQ) (12). Gráfico 1 Los Dominios Paralelos de PRECO y PRISMA ADOLESCENTE
ADULTO
Perseverancia
Emociones Positivas
Relaciones Positivas
Relaciones Positivas
Emociones Positivas
Involucramiento y Compromiso
Compromiso e Involucramiento
Significado
Optimismo
Metas Alcanzadas
Gráfico 2 ADOLESCENCE
ADULTHOOD
Positive Emotion
Positive Emotion
Engagement
Engagement
Relationships
Relationships
Optimism
Meaning
Perseverance
Accomplishment
(Steinberg, 2012)
La educación positiva Las escuelas tienen un papel fundamental en el establecimiento y el mantenimiento de valores culturales y sociales. Muchos niños y adolescentes pasan la mayoría de su tiempo en ambientes escolares. Cabe destacar que, aunque bien intencionados, los sistemas educativos a menudo establecen un estilo de funcionamiento negativo. Los estudiantes deben sentarse en silencio y comportarse, o enfrentar acciones disciplinarias. Los profesores a menudo gastan tiempo y energía frente a la victimización, la intimidación, las peleas, y las interrupciones de estudiantes, las cuales generan estrés y frustración para los profesores y un ambiente hostil y no propicio para el aprendizaje. Eventualmente, una parte importante de los estudiantes, profesores y administradores se amargan ante el proceso escolar. Un estudio reciente examinó qué palabras utilizan más los adolescentes en los medios de comunicación social como Twitter y Facebook cuando están hablando acerca de sus 282
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escuelas, y las palabras más comunes que se utilizan son “aburrido,” “estúpido,” y “odio” (13). La educación positiva propone un nuevo paradigma y enfatiza las emociones positivas, los rasgos positivos del carácter, el significado y el propósito del estudio, y la motivación personalizada para promover el aprendizaje, con el objetivo de brindarle al estudiante las herramientas para vivir una vida plena, dentro del entorno académico y más allá de él. Este paradigma se basa tanto en una educación para las habilidades tradicionales de logro académico, así como para desarrollar herramientas para el bienestar integral (14). La educación positiva enseña habilidades tradicionales para el éxito, y además nos adiestra en las herramientas que permiten al individuo y a su comunidad prosperar y florecer. La educación positiva propone que el bienestar debe de ser enseñado, por su valor intrínseco y por su valor instrumental. A pesar de que las condiciones externas (por ej., crecimiento económico, acceso a servicios de salud y educación) han mejorado en prácticamente todo el mundo durante los últimos 50 años, la satisfacción general con la vida se ha mantenido esencialmente estable en la mayoría de los países (15). Durante este mismo período, la prevalencia de la depresión ha aumentado a un ritmo alarmante. Algunos estudios afirman que la depresión hoy en día, es cerca de diez veces más frecuente de lo que lo era hace 50 años (16). No solamente se ha incrementado la prevalencia global de la depresión clínica durante las últimas cinco décadas, sino que la edad media de un primer episodio es cada vez más temprano (adolescencia). Hoy en día, uno de cada cinco adolescentes tiene un episodio de depresión clínica antes de terminar la escuela secundaria (17, 18). Estos resultados confirman la necesidad urgente de promover un nuevo paradigma educativo que aborde directamente el bienestar psicológico de los adolescentes. Además de las alarmantes estadísticas adolescentes que demuestran la urgencia de un nuevo paradigma educativo, hay beneficios académicos consecutivos a mejorar la salud psicológica y el bienestar subjetivo de los jóvenes. Concretamente, las personas felices aprenden más y mejor. Las emociones negativas crean una atención restringida y pensamientos pesimistas. En contraste, las emociones positivas promueven un pensamiento creativo y holístico, y una atención amplia (14, 19,20, 21,22, 23, 24, 25, 26, 27). La investigación psicológica nos enseña que el afecto positivo (alegría, confianza, tranquilidad y entusiasmo) y el afecto negativo (tristeza, frustración, estrés, miedo y ansiedad), son factores independientes del estado emocional de una persona en cualquier momento. Los elementos del afecto positivo y del afecto negativo pueden estar presentes simultáneamente (28). Por lo tanto, la presencia del afecto positivo es favorable en momentos educativos y eventos de la vida que requieren creatividad y un pensamiento amplio y holístico, mientras que el afecto negativo es favorable durante los eventos que requieren un pensamiento crítico y analítico. Las emociones negativas ya las generan la mayoría de los ambientes educativos, La Felicidad 283
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sin embargo, son pocos los que generan un afecto positivo. Tener un repertorio entero de emociones disponibles y poder activar esas emociones al enfrentar diferentes problemas y decisiones, es un arte que se puede aprender. Más allá de los beneficios estrictamente académicos de la felicidad, el bienestar es un contribuidor importante de otros aspectos positivos de la vida. La investigación ha demostrado que: t Las personas con mayor satisfacción en su vida gozan de mejor salud física, mayores logros profesionales, mejores relaciones sociales, y mayores contribuciones económicas para su sociedad (1, 2, 3). t Los optimistas presentan una mejor salud física, incluyendo recuperaciones más rápidas después de cirugías, se enferman con menor frecuencia, presentan menor riesgo de mortalidad, y menor incidencia de consumo de tabaco, alcohol, y drogas (29, 30). t Las personas con más emociones positivas presentan mejores relaciones sociales y conductas más saludables (1, 2, 3, 31). t Las personas que sienten más gratitud, experimentan menos síntomas somáticos (32). t El afecto positivo reduce los prejuicios hacia miembros de otros grupos raciales, étnicos, culturales, y religiosos (33). Hasta la fecha, la mayoría de la psicología positiva se ha enfocado en adultos, y pocos estudios han investigado el bienestar de los jóvenes. Sin embargo, algunos estudios sobre la adolescencia han encontrado que: t Una buena autoestima y el predominio de emociones positivas, originan buenos niveles de salud física en los adolescentes y niños (34). t Manteniendo niveles socioeconómicos, calificaciones, y otros factores de vida constantes, los adolescentes felices ganan sustancialmente más dinero que los adolescentes menos felices, 15 años más tarde en la vida (35). t Las relaciones significativas con figuras adultas positivas protegen a los adolescentes de trastornos y conductas de riesgo, tales como la depresión, la pertenencia a pandillas, la delincuencia juvenil, el sexo riesgoso, y el abuso de sustancias (36). t Los adolescentes más perseverantes muestran comportamientos más sanos, mejor desempeño educativo, mayor éxito en el trabajo en el futuro, matrimonios más estables, mejor salud en el presente (menor número de lesiones y hospitalizaciones), y menos problemas de salud, 25 años más tarde (37, 38, 39). 284
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La educación positiva tiene un fundamento empírico que nos reafirma que el bienestar se puede enseñar. Existe un gran número de estudios que nos han mostrado que el bienestar depende en parte de factores genéticos y en parte de habilidades que se puede enseñar y aprender a través de la vida (40). Más allá de lo que la genética le brinda a cada individuo, existe evidencia que la educación positiva incrementa el bienestar y mejora el comportamiento de los estudiantes, aumenta su participación en el aula, les enseña las herramientas para conseguir objetivos que la mayoría de los padres valoran, y también mejora su desempeño académico (14).
Intervenciones positivas en un contexto educativo Hay varios estudios que demuestran el impacto de las intervenciones de la educación positiva. La principal intervención desde este modelo, es el Programa de Resiliencia de Penn (PRP), desarrollado en la Universidad de Pennsylvania. Su plan de estudios y currículum se caracteriza por enseñar a los estudiantes varias habilidades para la vida plena, como el optimismo, la creatividad, la relajación, la toma de decisiones, la asertividad, la resolución de problemas, y la comunicación. A lo largo de las últimas dos décadas, más de 20 estudios con más de 2.000 estudiantes han evaluado el impacto del PRP en comparación con un grupo control (14). Los resultados demuestran que el PRP: 1. Reduce y previene los síntomas de la depresión, la desesperanza, y la ansiedad (41) 2. Funciona con la misma eficacia para jóvenes de diferentes orígenes raciales y étnicos (41) 3. Es más eficaz cuando hay un entrenamiento adecuado de líderes y profesores, y cuando existe supervisión recurrente del progreso del grupo (42) 4. Reduce problemas del comportamiento (14) Una segunda intervención de educación positiva que tiene menos evidencia empírica que el PRP, pero que tiene algunos resultados significativos, es el Curriculum de Psicología Positiva Strath Haven (CPPSH). El objetivo del plan de estudios es permitir a los estudiantes identificar sus fortalezas de carácter y promover que las utilicen más en sus actividades cotidianas, dentro del aula y fuera de ella. Las fortalezas de carácter se identifican utilizando el cuestionario de Valores en Acción (VEA), un inventario de atributos humanos que Peterson y Seligman (43) proponen y que han incorporados los valores de la mayoría de las culturas a través de distintas épocas. Ejemplos de fortalezas de carácter son la creatividad, la perseverancia, el amor, la justicia, y el auto-control. El CPPSH tiene evidencia de aumentar las habilidades sociales de los estudiantes y de además incrementar su participación en la escuela y su disfrute de asistir a ella (14).
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La meditación, la conciencia plena, y el altruismo La meditación es una práctica que tiene sus orígenes en culturas budistas e hinduistas orientales y que ha demostrado sus beneficios a través de los milenios, en conjunto con la conciencia plena (“mindfulness”). La meditación es una práctica firmemente establecida y que innegablemente se puede enseñar y aprender, dentro y fuera de un contexto escolar. Hay instituciones educativas que han integrado la meditación a su currículum formal, y también hay cada vez más instituciones no académicas que ofrecen clases de meditación de diferente tipo. Muchos estudios durante las últimas dos décadas han establecido científicamente la relación que existe entre la meditación, el altruismo, la conciencia plena (“mindfulness”), y el bienestar (44, 45). Por ejemplo, las investigaciones realizadas por Martin Seligman indican que la alegría de llevar a cabo un acto de bondad desinteresada proporciona profunda satisfacción y bienestar (40). En este estudio, a un primer grupo de estudiantes se les dio una cantidad de dinero y se les pidió que salieran a divertirse durante unos días, mientras que a un segundo grupo se les dijo que utilizaran ese dinero para ayudar a los necesitados (ancianos, enfermos, etc.), y a todos se les pidió que escribieran un informe unos días después. El estudio demostró que la satisfacción provocada por una actividad placentera, como salir con amigos, ver una película, o disfrutar de un postre, fue mucho menor y duró menos que el bienestar causado por la realización de actos de bondad. Durante el día que los estudiantes realizaron un acto bondadoso y espontáneo, reportaron que tuvieron un mejor día, que fueron más amables con otros, más apreciados por la gente de su alrededor, y mejores amigos y parejas. La investigación colaborativa entre neurólogos y meditadores budistas ha producido numerosas publicaciones que han establecido con credibilidad científica el vínculo entre la meditación y sus efectos en el equilibrio emocional y otros componentes del bienestar psicológico. En las palabras del neuro científico estadounidense Richard Davidson, “la investigación sobre la meditación demuestra que el cerebro puede ser modificado físicamente de manera que poca gente podía imaginar.” (46). Por ejemplo, al meditar sobre la bondad y la compasión (47), los meditadores más experimentados mostraron un gran incremento en la actividad cerebral de altas frecuencias (ondas gamma) en áreas del cerebro relacionadas con las emociones positivas y con la empatía. Barbara Fredrickson ha mostrado los efectos positivos de aprender a generar emociones positivas a través de la meditación. Trabajó con 140 voluntarios sin experiencia previa en la meditación y asignó al azar a 70 de ellos, la práctica de meditación de 30 minutos al día durante siete semanas. Se compararon los resultados con los otros 70 sujetos que no practicaron ningún tipo de meditación. El resultado fue robusto e impactante. En sus palabras, “Cuando personas sin experiencia con la meditación aprenden a calmar y aquietar su mente y ampliar su capacidad de amor y bondad, hay una transformación desde el interior 286
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del individuo hacia afuera. Ellos [los que meditaron] experimentaron más amor, compromiso, serenidad, alegría y diversión. Y aunque por lo general meditaban solos, experimentaron las cumbres de sus emociones positivas al interactuar con otros. Sus vidas tuvieron un espiral de crecimiento”(48). Experimentos posteriores han reconfirmado que los mecanismos detrás de estos efectos tienen que ver con la activación de conexiones neurológicas y fisiológicas que repercuten en sus cerebros y otras partes del cuerpo (49). La literatura científica indica que las personas egoístas están más centradas en disfrutar del placer hedónico que en el cultivo del bienestar psicológico integral y que, en consecuencia, sólo disfrutan de un bienestar pasajero y fugaz. Por otro lado, las personas que reducen sus tendencias egoístas disfrutan una vida con mayor satisfacción y con mayor paz interior y serenidad (50).
La educación positiva en acción Afortunadamente, la educación positiva se está aplicando cada vez en más lugares, incluyendo salones de clases individuales, escuelas enteras, foros de educación no-formal, y en sistemas educativos a escala nacional. Es fundamental entender que para cosechar y disfrutar de los máximos beneficios de las múltiples intervenciones que existen, es necesario adaptar cada intervención al contexto en el que se está aplicando. Los diseños de las intervenciones son flexibles, y las múltiples intervenciones deben de adaptarse a las diferencias culturales, sociales, y económicas para tener un máximo impacto. Las herramientas para generar bienestar individual y comunitario se han transmitido de una generación a otra durante milenios. Por ejemplo, algunos de los primeros registros escritos sobre meditación provienen de las tradiciones hindús alrededor de 1500 AC (51). Desde entonces, la meditación, así como una variedad de otras prácticas que ahora tienen evidencia científica de ser eficaces, se han enseñado en monasterios, en escuelas, en centros de salud y bienestar, en cárceles, y en otros tipos de organizaciones e instituciones. La educación positiva (utilizando la definición de la intersección de la educación y la psicología positiva) formalmente la fundó Martin Seligman (también padre de la psicología positiva), cuando comenzó a investigar el impacto de diferentes intervenciones a nivel del aula en los Estados Unidos. Cuando se logró suficiente evidencia empírica acerca de qué intervenciones son efectivas y cuáles no en las aulas, se iniciaron las primeras experiencias mundiales en escuelas completas. Las primeras escuelas que implementaron formalmente estas intervenciones (Programa de Resiliencia de Penn, o PRP) son 2 instituciones en Australia: Geelong Grammar School y Saint Peter’s College, Adelaide. Desde entonces, hay escuelas en varios países que están implementando todo tipo de intervenciones positivas e infundiendo sus currículos con psicología positiva. Estos países (por ahora) incluyen a Estados Unidos, Australia, India, Nepal, Canadá, México, Reino Unido, Holanda, China, y Bután (52). La Felicidad 287
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El único país que ha incorporado la educación positiva a escala nacional es el Reino Himalaya de Bután. Desde 1972, este país ha adoptado la felicidad interna bruta (FIB) en vez del producto interno bruto (PIB), como su índice de desarrollo nacional, a partir del cual se implementan las políticas públicas del país. Este modelo de desarrollo de la felicidad interna bruta, también permea el sector de la educación. El lema de la Secretaría de Educación de Bután es, “Educando para la FIB” (“Educating for Gross National Happiness”). El 95% de los estudiantes del país asisten a escuelas públicas, y todas estas han adoptado un currículum complementario al currículum académico tradicional, que incluyen herramientas para la felicidad como la meditación, la resiliencia, la comunicación efectiva, la toma de decisiones, la compasión y empatía, el pensamiento crítico y creativo, y el conocimiento de uno mismo. Así como los estudiantes toman clases de materias tradicionales como matemáticas, literatura, y ciencias, también toman clases de estas herramientas y habilidades para vivir la vida plena. Bután es un microcosmo de lo que significa armar un sistema educativo con una respuesta empíricamente informada y éticamente noble a la pregunta, ¿educación para qué? La educación es un pilar central del desarrollo humano y de la esencia social y valórica de nuestras comunidades. Si queremos una sociedad que habilite a los individuo para desarrollar una vida productiva y plena dentro de comunidades sanas y felices, entonces la educación positiva proporciona una ruta empíricamente fundamentada para alcanzar ese digno objetivo.
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CAPÍTULO 17
Felicidad, bienestar y desempeño organizacional Wenceslao Unanue Manríquez, Pamela Maercovich Valiente, Enrique Olguín Fraser y Christian Weldt Jaque
Capítulo 17 FELICIDAD, BIENESTAR Y DESEMPEÑO ORGANIZACIONAL Wenceslao Unanue Manríquez, Pamela Maercovich Valiente, Enrique Olguín Fraser y Christian Weldt Jaque “Elige un trabajo que amas y nunca tendrás que trabajar un día en tu vida” Confucio
1. Introducción Para la mayoría de las personas en edad activa, el trabajo es uno de los aspectos más relevantes en su calidad de vida. En este sentido, el trabajo puede ser fuente de desarrollo y florecimiento personal, como también de sufrimiento, depresión y miseria. En Chile, anualmente la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), junto a la consultora Visión Humana, realizan el estudio Zoom al Trabajo. En su edición del 2012 (1), la investigación detectó que la satisfacción laboral habría bajado a un 38% respecto del 2008 (53%). Es interesante observar que de acuerdo a los datos de la UAI, se aprecia además una tendencia creciente respecto al nivel de estrés que genera el trabajo en los chilenos. Sólo desde el 2010, se observó un aumento de casi un 17%, lo que se refleja en que seis de cada diez personas declararon sentirse un poco o muy estresados (as). Esta situación de insatisfacción y estrés se podría asociar a trastornos que han comenzado a verse de forma recurrente en contextos laborales, tales como la sintomatología ansiosa y depresiva, la que repercute en la vitalidad, bienestar y calidad de vida fuera del trabajo. Estas afecciones serían producto de ambientes laborales cada vez más dinámicos y competitivos, los que estarían incrementando día a día las presiones físicas y psicológicas sobre sus trabajadores. Por otro lado, según datos del Ministerio de Salud de Chile, más de un quinto de los trabajadores (21%) declaró haberse sentido melancólico, triste o deprimido por un periodo de dos semanas durante los últimos 12 meses, lo que incluso superaría la prevalencia de síntomas depresivos del 17,5% en la población general mayor a 15 años (2). Si se considera que muchas patologías mentales no son reportadas producto de su connotación negativa dentro de los contextos laborales, la realidad de la salud mental en las empresas de nuestro país podría ser incluso peor. En el mundo, la situación de infelicidad laboral no es muy diferente. Por ejemplo, en su famoso libro happiness: lesson from a new science, Richard Layard (3) nos sorprende una Capítulo 17 - La Felicidad 297
Felicidad, bienestar y desempeño organizacional
vez más con sus resultados. Los momentos menos felices del día serían, consistentemente, aquellos que pasamos con nuestros jefes (4). En esta misma línea, la consultora internacional Mercer (5) encuestó a 2.400 británicos pertenecientes a más de 1.000 compañías privadas de diversos sectores productivos. Sorprendentemente, más de la mitad de los participantes en el estudio se declararon “miserables” laboralmente – infelices, depresivos, tristes – y la tercera parte de ellos estaba evaluando renunciar a su trabajo (4). Diversas investigaciones científicas han puesto énfasis en entender estas reacciones adversas al trabajo. Los resultados muestran que uno de los grandes responsables de esta frustración laboral serían nuestras jefaturas (3, 4). En esta línea, gran parte de los líderes actuales no estarían siendo capaces de motivar, de dar sentido y de inspirar a sus colaboradores. Por el contrario, estos “líderes” estarían afectando negativamente el nivel de motivación y salud mental de sus trabajadores. Por lo tanto, ¿qué tan feliz puede ser en su vida un ser humano que pasa más de 10 horas promedio vinculado a organizaciones y a jefes que están deteriorando la calidad de sus vidas? Otro gran responsable de la infelicidad laboral sería el miedo (4). Por ejemplo, estudios recientes del mercado laboral británico muestran una significativa disminución de licencias médicas presentadas por los trabajadores. Al investigar en profundidad los motivos por los cuales estas licencias médicas habrían disminuido, los resultados son alarmantes. La New Economic Foundation habría descubierto que la principal razón que esgrimen los entrevistados no es una mayor satisfacción con sus empleos, ni el gozar de mejor salud. Por el contrario, sería el temor a perder su fuente laboral. Temor que ha venido aparejado con incrementos sustanciales en las tasas de depresión, ansiedad, y estrés. El caso chileno no es muy distinto. Recientemente, la OCDE ha ubicado a nuestro país dentro de las naciones más enfermas mentalmente del planeta (6). Por lo tanto, hoy en día cientos de empresas son motivos de infelicidad para sus trabajadores. Lo anterior deja al descubierto la falta de conocimiento existente acerca del link felicidadproductividad. Por ejemplo, se ha descubierto que los lugares de trabajo que generan mayor felicidad a sus empleados, producen mayores niveles de confianza, menor rotación y ausentismo, mayor creatividad y, por lo tanto, más altos niveles de productividad y de calidad de vida (7). Sin embargo, parecería ser que los “líderes” modernos desconocen esta evidencia, por lo que se habrían olvidado de crear felicidad en sus organizaciones. Lamentablemente al olvidarlo, han perdido transitoriamente la oportunidad de hacer a sus compañías más rentables, pero también de contribuir al bienestar y a la felicidad de sus trabajadores y de la sociedad. Los problemas de salud mental y de infelicidad laboral no sólo representan costos para los trabajadores. Representan además un altísimo costo tanto para los países como para las 298
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organizaciones. Por ejemplo, a nivel del presupuesto público, el mayor gasto por licencias médicas durante los años 2008 y 2009 en Chile estuvo asociado en gran parte a trastornos mentales y del comportamiento, llegando a un 20,7% del gasto total en estos subsidios a nivel nacional, del cual un 59,3% sería producto de episodios depresivos de los trabajadores (8). Por otro lado, los problemas de salud mental de los trabajadores tienen altísimos costos en rotación, ausentismo y productividad para las empresas, generando problemas tales como un menor rendimiento físico y mental, una menor motivación, un aumento en los errores y en las fallas de calidad, un incremento del número de accidentes, y una mayor tendencia a la fatiga y tensiones entre pares. Todo esto en su conjunto, limitaría directamente la capacidad organizacional para lograr resultados superiores de manera sustentable. Datos como los anteriores nos llevan a destacar el rol que las empresas en el mundo deberían cumplir en la construcción de una mejor sociedad. Las organizaciones tienen la gran responsabilidad de crear felicidad en sus trabajadores. Hacerlo no sólo redundará en una mayor productividad (y mayores ganancias) para ellas, sino que permitirá además, mejorar la calidad de vida y aliviar el sufrimiento de miles de seres humanos que destinan más de 10 horas al día (al menos en Chile!) a sus trabajos. Promover la felicidad laboral se ha transformado, por lo tanto, no sólo en un imperativo económico, sino que sobre todo en un imperativo ético (4). Afortunadamente, la infelicidad laboral no es incurable. Es sólo un paradigma de nuestra cultura basado en una forma errónea de entender el mundo. A diferencia nuestra, los escandinavos lo saben bien hace décadas, e incluso tienen un remedio para esta enfermedad: Arbejdsglaede (9). Arbejdsglaede es una palabra nórdica –que no existe en ninguna otra lengua– y cuyo significado es simplemente felicidad en el trabajo. Para los suecos, daneses y noruegos el trabajo puede, y debe, ser sinónimo de motivación y satisfacción laboral. Arbejdsglaede nos llama por lo tanto, a ver a nuestras organizaciones como lugares de disfrute, de realización y de crecimiento personal, donde tanto subordinados como jefes cumplen un rol clave para generarlo. En este sentido, se incentiva a los líderes a crear culturas de confianza, cooperación y felicidad. Es decir, culturas Arbejdsglaede. La cultura Arbejdsglaede ha generado notables impactos en el florecimiento de las sociedades escandinavas. No es casualidad, por lo tanto, que al comparar la felicidad de los distintos países del globo, los escandinavos ocupen siempre los primeros lugares en los rankings (10). El trabajo es uno de los determinantes más importantes de nuestro bienestar, y por lo tanto, culturas que incentiven la satisfacción laboral estarán incentivando no sólo la felicidad de sus empresas, sino que la de toda la sociedad. En este sentido, las investigaciones en felicidad y trabajo han apoyado la intuición que se encuentra detrás de este modelo escandinavo, permitiendo entender los vínculos positivos entre felicidad y desempeño organizacional. Todos estos avances estarían aportando evidencia clave a la La Felicidad 299
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hora de generar soluciones efectivas que vayan en pos de mejorar la calidad de vida al interior de las organizaciones, junto con incrementar el desempeño organizacional de las empresas.
2. Los extraordinarios beneficios de la felicidad en el desempeño organizacional: evidencia científica1 Tal como ha quedado establecido en diferentes capítulos de este libro, la felicidad ha sido por siglos un concepto difícil de definir. Dada esta misma complejidad, la ciencia ha optado por hablar de bienestar subjetivo (BSu), siendo la tendencia imperante hasta hoy en día en la literatura psicológica. En términos simples, el BSu correspondería a un sentido de bienestar con nuestra vida, tanto en términos de sentimientos como de pensamientos (11). Desde esta visión, una persona feliz sería aquella con un alto nivel de Bsu, que piensa que su vida va bien, y que además experimenta sentimientos acorde con estos pensamientos (12), generalmente asociados a emociones placenteras. A este tipo de felicidad se le ha tendido a llamar felicidad hedónica o felicidad subjetiva. Por otro lado, y dada la evidencia de que el BSu no proveería toda la información necesaria respecto de lo que significa e implica ser feliz, ha surgido el concepto de bienestar psicológico (o felicidad eudaimónica), el cual incorporaría elementos tales como el involucramiento, el logro, las relaciones interpersonales, el sentido de vida, la autonomía, la auto-realización, la atención plena, la auto-aceptación, la autenticidad, la congruencia en valores y la conexión social (13, 14, 15). Hoy en día, la nueva ciencia de la felicidad ha concordado en que el verdadero bienestar debiera integrar ambos enfoques, considerando un espectro más amplio de constructos que hoy entrarían en el emergente concepto de florecimiento humano (16, 17).
Bienestar subjetivo y trabajo La investigación reciente ha demostrado que el bienestar subjetivo es altamente beneficioso para los ambientes laborales, incrementando la salud, la persistencia, la lealtad, la productividad, la creatividad, la innovación, la cooperación, la satisfacción laboral y la motivación intrínseca de los trabajadores (7). Por ejemplo, se ha visto que el experimentar emociones positivas reduciría el ausentismo laboral, al mejorar los niveles de salud de los empleados, permitiendo a las organizaciones disminuir sustancialmente los costos asociados con el reemplazo y la capacitación. Por otra parte, se ha planteado que el experimentar emociones positivas aumentaría la persistencia en la consecución de objetivos de largo plazo (18), junto con llevar a los individuos a adentrarse en nuevas y desafiantes actividades (19). Todo esto permitiría a los trabajadores
1 Este apartado está basado fundamentalmente en el trabajo realizado durante décadas por los profesores Ed Diener y Louis Tay (7). 300
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ampliar sus horizontes de posibilidades y experiencias. En esta misma línea, se ha visto que la felicidad mejora las relaciones sociales, lo que incrementaría la cooperación, la confianza y la lealtad entre los trabajadores y sus clientes (7). Por otro lado, el economista Oswald descubrió que las personas más felices serían capaces de producir más (20), mientras que Peterson (21) encontró que trabajadores más felices – con mayores niveles de optimismo y esperanza – tenían mayor probabilidad de ser bien evaluados como supervisores. Por el contrario, los estados de ánimo negativos inducidos por problemas familiares harían decrecer la productividad, lo que pondría de manifiesto la estrecha relación entre las dinámicas familiares y el comportamiento organizacional (22). Los sentimientos positivos también generarían mayores niveles de curiosidad y creatividad, al mismo tiempo que mayor originalidad y flexibilidad cognitiva (22 - 26). Los descubrimientos anteriores han llevado a la ciencia a preguntarse las razones de esta relación positiva entre felicidad y desempeño organizacional. Básicamente, la respuesta radica en que los trabajadores más felices experimentan, en promedio, mejor salud y mayor cantidad y calidad de relaciones sociales positivas (7). Emociones positivas que incrementarían la cooperación y la colaboración con sus clientes tanto internos como externos (27-29), lo que permitiría según Carnevale e Isen (30) llegar a negociaciones exitosas que beneficien a todas las partes involucradas, logrando generar una vinculación óptima entre los trabajadores y el mundo que rodea a la empresa. Por otro lado, se ha descubierto que la satisfacción laboral sería un determinante clave de la felicidad en el trabajo y por ende de la productividad laboral (31, 32). Adicionalmente, se ha descubierto que personas más felices tienden a ganar mayores salarios, incluso después de controlar factores relevantes, tales como el nivel de inteligencia, la carga genética, y el ingreso de los padres (31, 33, 34, 35). Por lo tanto, el famoso mito de que “hay que ganar dinero para ser feliz” parecería estarse derrumbando. Al parecer el vínculo funcionaría en ser sentido inverso: en la medida que se es más feliz, se abren mayores posibilidades de desarrollo y los salarios tienden a aumentar (7). La felicidad además generaría mayor éxito a nivel organizacional, lo que es medido ya sea en términos del valor accionario de la compañía, de las ventas, o de las utilidades de las empresas. Nuevamente, un factor clave en este proceso es la satisfacción de los empleados, su involucramiento, sus deseos de permanencia a la organización, y la lealtad y confianza que se genera con sus clientes internos y externos (36 - 39). Finalmente, las investigaciones han descubierto que personas más felices tenderían a mostrar mayor ciudadanía organizacional. Es decir, tenderían a ayudar a otros aunque no sea parte de su trabajo, a quedarse más tarde si es necesario, a no atentar contra los intereses La Felicidad 301
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de la compañía, etc. Resultados como los anteriores se explican fuertemente por la mayor satisfacción laboral de los empleados más felices, (40-44), situaciones que suelen darse en organizaciones que potencian la felicidad de sus trabajadores.
Bienestar psicológico y trabajo hasta ahora hemos abordado solamente los beneficios del bienestar subjetivo (hedónico) en el desempeño laboral. Sin embargo, se ha descubierto que el bienestar psicológico (eudaimónico) generaría también un impacto crucial en los resultados de las organizaciones. Diversas conceptualizaciones han tratado de abordar los elementos que podrían considerarse parte de este nuevo tipo de bienestar. Dentro de ellos, en la actualidad existe bastante acuerdo en términos de que este constructo psicológico debería abordar, al menos, 5 elementos: autoaceptación, emociones positivas, competencia, crecimiento personal, autonomía y sentido de vida (15).
Bienestar psicológico y motivación intrínseca: el modelo de la teoría de la auto-determinación diversos modelos teóricos permitirían abordar el desafío de cómo aumentar la felicidad de los empleados, y por ende, su desempeño organizacional. Uno de los más exitosos de las últimas décadas ha sido el modelo de la Teoría de la Auto-determinación, basado fundamentalmente en la motivación intrínseca. La Teoría de la Auto-determinación (TAD) es una de las teorías más potentes en felicidad, personalidad humana y motivación existentes en la actualidad (13, 46, 47). Desarrollada por los Investigadores Edward Deci y Richard Ryan de la Universidad de Rochester en Estados Unidos, la TDA (Self-determination Theory, por su nombre en inglés) ha logrado abordar la relación entre felicidad y trabajo fundamentalmente desde el estudio de la motivación intrínseca y el bienestar eudaimónico. La motivación intrínseca sería aquella motivación que se logra cuando determinada actividad es capaz de brindarnos satisfacción por los beneficios de la actividad misma (beneficios intrínsecos) y no por las recompensas externas asociadas a ella. El ejemplo más claro es el juego de los niños más pequeños. Basta sólo recordar las caras de estos niños para darse cuenta que la motivación del juego viene dada por el disfrute en el juego mismo y no por algún beneficio externo esperable. En el mundo adulto existen diversos ejemplos, tales como aquellos padres que cuidan a sus hijos(as) por el sólo hecho del cariño que les tienen, y no por esperar recompensas externas a la actividad. O bien los jugadores de ligas amateur de fútbol. Por el contario, la motivación extrínseca se daría cuando una actividad es producto de la búsqueda de recompensas, las que pueden ser externas (fama, dinero, etc.) o bien internas (por ejemplo, orgullo). La motivación extrínseca se daría además cuando se 302
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busca evitar castigos, los que también pueden ser externos (despidos) o internos (culpa o vergüenza). Decenas de estudios utilizando el marco de la TDA han demostrado que la motivación extrínseca se detiene cuando las recompensas se acaban. Por ejemplo, si las compañías intentan motivar a través de aumentos salariales, la motivación se extinguirá una vez que el efecto inicial deje de ser relevante. Por el contrario, la motivación intrínseca es inherentemente gratificante y puede continuar indefinidamente mientras la actividad sea disfrutada por la persona. Además, la misma TDA ha demostrado que mientras la motivación extrínseca podría disminuir el bienestar humano, la motivación intrínseca sería fuente de satisfacción y felicidad, incrementando las posibilidades de un funcionamiento humano óptimo en diversos ámbitos de la vida. Diversos investigadores han tratado de entender los factores que promueven o impiden la motivación intrínseca. Tal como las plantas necesitan nutrientes para sobrevivir, los seres humanos también los necesitan. Dentro de los nutrientes más importantes para una vida plena, se encontraría el lograr satisfacer tres necesidades psicológicas básicas: las necesidades de autonomía, de competencia y de relaciones. Estas tres necesidades además, serían un componente fundamental de los mencionados elementos del bienestar psicológico o eudaimónico. Sentirnos autónomos sería la capacidad de tomar nuestras propias decisiones, y que estas decisiones sean coherentes con nuestros valores internos más profundos. Sentirnos competentes consistiría en sentirnos capaces de realizar aquello que nos proponemos y/o debemos hacer (logro), además de sentirnos capaces de enfrentar actividades desafiantes y salir exitosos. Sentirnos relacionados consistiría, en satisfacer la necesidad psicológica de cercanía y conexión con aquellos que nos importan. La investigación científica ha demostrado que la satisfacción de las tres necesidades psicológicas básicas mencionadas anteriormente, sería una de las principales fuentes de bienestar eudaimónico, y por lo tanto de motivación intrínseca y de productividad organizacional. Pero así, como existirían ambientes que promueven la motivación intrínseca –a través de generar las condiciones necesarias para la satisfacción de estas tres necesidades– habrían ambientes que promoverían su frustración, o bien, la motivación extrínseca (por ejemplo, a través del control, los castigos y las recompensas materiales). A modo de ejemplo, los objetivos de vida y los valores en nuestras vidas impactan directamente en la satisfacción (frustración) de estas tres necesidades psicológicas, y por lo tanto en nuestra felicidad (infelicidad) y motivación intrínseca (extrínseca). Por un lado, se ha descubierto que cuando la búsqueda de fama, dinero e imagen (valores extrínsecos) se vuelven relativamente más importante que la búsqueda de desarrollo personal, de ayuda a la comunidad o de relaciones humanas (valores intrínsecos), la satisfacción de estas La Felicidad 303
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necesidades psicológicas disminuye, y con ello nuestra felicidad eudaimónica y la calidad de mi desempeño laboral (48-50). De hecho, decenas de artículos científicos publicados en las revistas más prestigiosas del mundo han encontrado que en la medida que las personas se vuelven más materialistas (mayor importancia relativa dada a los objetivos de vida extrínsecos), los seres humanos presentan menor satisfacción con la vida, mayores síntomas depresivos, peores estados afectivos, menor vitalidad, e incluso mayores problemas físicos, llevando a una significativa disminución de la motivación intrínseca y de la productividad laboral. En definitiva, mientras el centrarnos en objetivos de vida intrínsecos puede llevarnos a mayores niveles de felicidad y a mejorar nuestro funcionamiento humano, el centrarnos en lo extrínseco nos hará cada vez más infelices e impedirá que podamos utilizar al máximo nuestras capacidades para desenvolvernos óptimamente en la vida y en las organizaciones. En este sentido, las organizaciones debieran volcar sus esfuerzos a lograr que sean los valores intrínsecos los que primen en los diferentes lugares de trabajo, y no los extrínsecos. Para lograr esto, incentivar la búsqueda de sentido a través del trabajo, y no sólo lo material, se ha vuelto un asunto de extrema importancia. Por lo tanto, las organizaciones deben revisar cuidadosamente los estilos de liderazgo imperantes al interior de ellas. Esto, debido que se ha descubierto que diversos estilos de dirección serían sumamente perjudiciales tanto para la calidad de vida al interior de las compañías, así como también para su productividad (53). Este tipo de estilos de liderazgos serían precisamente aquellos que atentan contra de la satisfacción de las tres necesidades psicológicas básicas, pues se caracterizan por un control excesivo y por la falta de desafíos en los ambientes que dirigen. Asimismo, existen aquellos que atentan contra la confianza y ponen el foco principal en las recompensas materiales. Sin duda debemos aspirar a que todos nuestros trabajadores logren un sueldo digno y justo, pero esto debe ir a la par con lograr construir relaciones de confianza, incentivar la autonomía, y buscar la combinación óptima entre las capacidades y desafíos de nuestros trabajadores. Este es el tipo de liderazgo que necesitan las empresas hoy en día para aumentar la felicidad de sus empleados, y por ende, el desempeño al interior de las mismas. En todos los rubros laborales se puede aspirar a la felicidad, por lo que la gran labor que deben cumplir las empresas hoy en día, debe ser ayudar a sus trabajadores a sentirse autónomos, competentes y a tener relaciones interpersonales basadas en la confianza y en la cooperación. Si las empresas lograsen cumplir con estos principios básicos, los empleadores contarían con trabajadores más felices, y al mismo tiempo más motivados y, por ende, más productivos.
Bienestar psicológico y sentido de vida “La preocupación central del hombre no es sólo ganar placer o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a su propia vida” Víctor Frank 304
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El sentido de vida a través del trabajo es otro de los elementos claves en el bienestar psicológico (o eudaimónico). Sin embargo, a pesar de su reconocida importancia para la calidad de vida y el desempeño laboral, su estudio ha sido un tema relativamente poco explorado por la psicología y el management. Afortunadamente, diferentes líneas de investigación han comenzado a mostrar un interés creciente en las últimas décadas, sobre todo desde la perspectiva teórica de la Psicología Positiva. La literatura existente sobre el sentido de vida en el trabajo es producto de una larga tradición de indagación desde diversas disciplinas –economía, sociología, religión, filosofía, psicología– las cuales han formulado diversos modelos comprensivos y enfoques metodológicos, generándose un abanico de perspectivas que transitan desde nociones centradas en conceptos intra-psíquicos tales como la autenticidad, la auto-eficacia, la autoestima, el propósito de vida, etc., hasta conceptualizaciones que ponen en perspectiva el sentido de pertenencia, la trascendencia y la construcción de significado a nivel cultural e interpersonal (54). Esta multiplicidad de visiones, ha llevado a que diversos autores conceptualicen de forma muy diferente lo que se entendería por sentido de vida en el trabajo. Sin embargo, y a pesar de esta multiplicidad de enfoques, hoy en día existe claridad en los beneficios que el sentido de vida logrado a través del trabajo, tiene para la felicidad humana y para el desempeño laboral. En esta línea, la psicología positiva ha mostrado interés reciente debido a las significativas contribuciones de esta variable (55), demostrándose que quienes cuenten con un propósito y sentido de dirección claro, experimentarían mayor optimismo, mayor auto-realización (56), mayor cantidad de emociones positivas (57), mayor autoestima (58, 59), menores índices de sintomatología depresiva y ansiosa (58), menor ideación suicida y abuso de sustancias (59), y un mejor funcionamiento tanto en la vida personal como organizacional (59). Por el contrario, la ausencia de sentido de vida se ha correlacionado frecuentemente con mayores niveles de distress y patología (61), con un sentimiento de vacío interior o frustración existencial, y con sufrimiento personal (62). Por lo tanto, esta evidencia reafirmaría el impacto positivo del sentido de vida en el bienestar personal, a la vez de representar un factor protector para la salud mental del individuo.
Orígenes teóricos el interés por el sentido es de larga data. Hace ya más de medio siglo, el neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Frankl, sobreviviente del Holocausto, anticipó la relevancia de éste para el bienestar humano (62). Basándose en su experiencia como prisionero en un campo de concentración nazi, planteó que el sentido de vida era clave para soportar el sufrimiento y contar con una fuerza motivacional para la vida. De hecho, Frankl fue el único sobreviviente de su familia en los campos de concentración alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Para él, descubrirle el sentido a su existencia fue clave para superar las atrocidades a las que fue sometido y lograr sobrevivir. A partir de estas experiencias, desarrolló la logoterapia, un modelo psicoterapéutico existencialista que buscaba apoyar la búsqueda de sentido del ser La Felicidad 305
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humano con el objeto de que cada individuo pueda contar con una vida de mayor plenitud. Sus primeros pacientes fueron precisamente aquellos que también lograron sobrevivir a la experiencia traumática de la aberración nazi. La literatura sobre el sentido de vida presenta múltiples conceptualizaciones. Según Pratt y Ashforth, éste sería el resultado de significar algo, es decir, la conexión entre dos variables que pueden tener una naturaleza positiva, negativa o neutral (63). Por ejemplo, una persona puede significar su vida a través de criar hijos sanos y felices, de contribuir a un cambio social, o simplemente de sobrevivir o dejar de estar bajo un estado depresivo. En esta línea, la perspectiva que generalmente ocupa la psicología positiva al hablar del sentido se refiere a un significado plenamente positivo de la propia existencia, tal como aquello que confiere a una vida la noción de ser significativa. Bajo esta misma línea, Seligman (64) plantea que el sentido de vida es el resultado de la conexión entre el individuo y un bien superior. En su teoría sobre la Autentica Felicidad, señala que el sentido consistiría en adherirse a algo mayor a uno, y que mientras mayor sea la entidad a la cual te puedas adherir, mayor sentido encontrarás en tu vida. En su modelo PERMA sobre el florecimiento humano (64), el mismo Seligman especifica que el sentido, y consecuentemente un mayor bienestar, se obtendrían por “pertenecer a y sirviendo a algo mayor que uno mismo” (p.17). Diversos ejemplos de benevolencia, ayuda a la comunidad, la familia, la política, la justicia o a un poder espiritual superior, pueden encontrarse en los escritos del autor y sus colaboradores (65).
El camino hacia una vida significativa: la visión de la psicología positiva En concordancia con lo planteado por el modelo VIA (Virtues in Action)2, existirían virtudes y fortalezas en el carácter humano que permitirían transitar hacia el encuentro del sentido de vida de nuestra propia existencia. Para Peterson y Seligman, los autores del modelo, la virtud clave sería la trascendencia, una de las seis virtudes presentadas para un buen carácter (66). En tal sentido, la pertenencia y el servicio a alguien y/o algo mayor que uno mismo implicaría superar una perspectiva basada en la competencia entre un “yo” y un “tú” (individualista), moviéndonos hacia una conciencia de la interdependencia con los otros. Esta conexión del individuo a una entidad mayor, fue llamada anteriormente por Maslow trascendencia (67), la que en el modelo VIA se encuentra al mismo nivel que virtudes tales como humanidad, sabiduría, coraje, justicia y templanza. La trascendencia, por lo tanto, correspondería a la virtud que contiene las fortalezas de carácter que permitirían forjar conexiones con un universo mayor (66). Sin embargo, lograr la trascendencia implicaría también trabajar la
2 El sistema de clasificación de fortalezas del carácter VIA busca realizar una descripción de un “buen carácter”, basada en virtudes centrales humanas de las que se derivan fortalezas personales (en oposición a descripciones psicopatologías sobre la personalidad como las descritas por el manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM). 306
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fortaleza de carácter llamada amabilidad, caracterizada por el altruismo, la generosidad, la nutrición y el cuidado de otros. Esta fortaleza de carácter estimularía los comportamientos pro-sociales, llevando a ejercer acciones voluntarias que buscarían beneficiar a otras personas, con una atención desinteresada hacia las necesidades de terceros. Se ha comprobado que los beneficios de los comportamientos altruistas no sólo son beneficiosos para quien recibe la ayuda, sino que sobre todo a quien la otorga. A modo de ejemplo, un estudio reciente en más de 136 países logró demostrar que las personas que usan sus recursos financieros para ayudar a otros (gasto pro-social), presentan beneficios emocionales importantes, logrando una significativa mayor felicidad que quienes lo usan sólo en ellos mismos. Descubrimientos como los anteriores sugieren que en el altruismo – a diferencia del individualismo, el egoísmo y la competencia – estarían las bases para una vida plena (68). Cabe destacar finalmente, que el sentido de pertenencia implica un esfuerzo generalizado por contar con una cantidad importante de relaciones interpersonales positivas, significativas y duraderas (69), lo que va en directa relación con lo planteado por la Teoría de la Auto-determinacion.
Sentido de vida en el trabajo Los argumentos esgrimidos con anterioridad llevan a preguntarse entonces, cómo promover la conectividad entre las personas, su sentido de pertenencia, y el deseo de servicio a otros, de manera de lograr encontrarle sentido a nuestra propia existencia. En esta línea, el trabajo – aquel lugar donde las personas pasan gran parte de su vida activa – aparece como una de las áreas más apropiadas. Por esto mismo, Diener y Seligman (69) recomendaron la evaluación de la presencia de sentido de vida y de un trabajo valioso para el individuo, como requisitos mínimos para el bienestar en la sociedad.
Diversos mecanismos se han propuesto para lograr lo anterior En Primer lugar, y tal como se ha planteado anteriormente, Peterson plantea que un elemento clave sería la construcción de sentido de pertenencia (55). Éste, se generaría a través de la identificación social y la conexión del individuo con otros miembros en su contexto laboral, lo cual apelaría a la identidad social, al apego y a la membresía a grupos sociales relevantes. El pertenecer a grupos que representan valores personales y formar parte de un grupo social o laboral deseable, produciría un sentido de identidad compartido, confiriendo un sentido de pertenencia a algo especial (70), siendo particularmente beneficioso cuando los grupos son percibidos como valiosos y distintivos en comparación a otros (71). Este postulado iría en la misma línea de los postulados de la TDA en relación a la satisfacción de la necesidad psicológica de las relaciones humanas, pues las conexiones humanas en el ámbito laboral La Felicidad 307
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son vitales para el bienestar de las personas en su trabajo, promoviendo sentimientos de cercanía interpersonal que contribuirían al sentido de pertenencia y a la unión entre las personas (72). Un segundo mecanismo para lograr encontrar sentido a nuestra existencia sería la trascendencia. Es decir, el subordinarse a algo externo mayor a uno mismo. Por ejemplo, los seguidores de los líderes transformacionales buscan trascenderse a sí mismos a través de subordinarse a las metas compartidas. En este sentido, Weinstein & Ryan (73) han demostrado los beneficios en felicidad que acarrean los actos pro-social. A modo de ejemplo, años atrás se descubrió en una pequeña industria pesquera chilena que las líneas operativas básicas – trabajos rutinarios, repetitivos y de baja complejidad – poseían un alto sentido de vida a través del trabajo, junto a una alta motivación laboral y productividad. Los trabajadores entrevistados reportaban consistentemente un compromiso con su rol de contribuir a otros a través de sus funciones específicas, por ejemplo, esforzándose para que sus clientes pudiesen disfrutar la calidad de sus cenas al no tener que lidiar con las espinas. Estos trabajadores – sueldos bajos y sin mucha proyección laboral – mostraban un esfuerzo significativamente mayor en sus labores diarias, en gran parte debido al sentido y a la perspectiva que colocaban subjetivamente en su trabajo. Este ejemplo concreto alude a la capacidad de las personas de encontrar un sentido a sus trabajos, a través de la conciencia de la contribución de la propia labor en la calidad de vida de otros, trascendiendo la perspectiva del yo y conectándose con un interés por otros. Por lo mismo es que la trascendencia ha sido identificada como uno de los mecanismos fundamentales en la literatura del trabajo con sentido (54). En el caso de la pesquera, sus trabajadores decidieron trascender a través de la preocupación por las familias clientes de la empresa. En resumen, el trabajo sería por lo tanto, una plataforma clave para la interacción entre las personas. Ser parte de esta plataforma permitiría pertenecer a una entidad mayor que podría supeditarse a la búsqueda del bienestar de otros y de la sociedad. De esta forma, el trabajo podría constituirse en un medio para encontrar sentido a nuestra existencia y lograr la tal anhelada felicidad.
Los beneficios de un trabajo con sentido Según investigaciones recientes, quienes cuentan con un trabajo significativo, reportan mayores nivel de bienestar personal (74), perciben a sus trabajos como más importantes, ven un mayor valor en sus labores diarias (75), poseen una satisfacción laboral más elevada (76), un menor nivel de distress, menores conflictos entre el hogar y el trabajo (77), y mayores niveles de motivación laboral, desempeño laboral, ciudadanía organizacional (63, 78) y compromiso laboral saludable (79). 308
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Todo lo anterior, parecería reflejar que la búsqueda de sentido en el trabajo generaría beneficios no sólo para las personas, sino también para sus organizaciones. En esta línea, Morse y Weiss descubrieron que el 80% de los empleados encuestados seguirían trabajando aún cuando no necesitaran el dinero, reportando como motivación fundamental la necesidad de conectarse con la sociedad, mantenerse ocupados y tener un propósito de vida. Por lo tanto, un importante número de ciudadanos desea que su ocupación signifique algo más que simplemente ganar un sueldo digno y suficiente. De hecho, para Víctor Frankl el deseo por el sentido de vida es algo inherente a la naturaleza humana, pues toda naturaleza humana sana poseería un propósito personal y una vocación particular a realizar. Por el contrario, quienes sólo ven el trabajo como un medio para alcanzar poder, prestigio o placer, lo harían por la frustración existencial de su ser, lo cual traería diversas consecuencias negativas a su salud mental, pero también iría en desmedro de sus compañías.
Intervenciones para un trabajo con sentido Diversas intervenciones han sido planteadas en el plano organizacional para lograr un sentido a través del trabajo. Cabe destacar, eso sí, que tales intervenciones sólo pueden llegar a ser efectivas cuando hay un interés legítimo de las organizaciones por satisfacer la voluntad de sentido de sus trabajadores, y no un objetivo instrumental (79). A nivel individual, el alcanzar el sentido a través del trabajo implicaría abrirse hacia un mayor nivel de pertenencia, buscando contribuir a algo mayor a sí mismos, independiente de la naturaleza de su trabajo. Por otro lado, implicaría abandonar los altos niveles de materialismo imperantes en la actualidad, la auto-absorción y los valores centrados en la promoción personal y el individualismo. Todo ello, en definitiva, aludiría a una capacidad individual de toma de perspectiva mayor a las necesidades personales, que pueda involucrar a otros como fines en sí mismos. A nivel organizacional, Dutton y Heaphy (72) señalan que las organizaciones que promueven relaciones constructivas y el sentido de vida de sus trabajadores, incentivan la identificación social a grupos valiosos para las personas, estimulando las conexiones afectivas entre las múltiples relaciones laborales –desde compañeros y clientes internos, hasta clientes externos– humanizando las relaciones al interior de las organizaciones, con el objeto de aumentar la conectividad interpersonal y una mayor conciencia del servicio como medio de aumentar el bienestar de los otros. Procesos como los anteriores deberían ir acompañados de reformulaciones de los sistemas de refuerzos de conductas laborales, con el objeto de promover la colaboración e integración entre individuos, más que la competencia interpersonal y el aislamiento entre los miembros de una organización. A modo de ejemplo, el cambio de los sistemas de refuerzos laborales actuales, basados fundamentalmente en valores como la promoción personal –que refuerzan el logro, poder y bienestar hedonista individual y las relaciones de competencia– La Felicidad 309
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se ha hecho imprescindible. En tal sentido, practicas tales como los bonos y reconocimientos a los mejores trabajadores generan implícitamente perdedores y conducen a la frustración y a emociones negativas (envidia, autocrítica e inadecuación) en las organizaciones. Por lo tanto, estas prácticas debieran ser urgentemente reemplazadas por ambientes y sistemas de recompensas que incentiven la cooperación y el sentido de vida con y para otros. En esta línea, la promoción de prácticas organizacionales que estimulen el valor de las acciones pro-sociales se ha vuelto clave. En un foco más amplio, la estimulación de la trascendencia de las personas en una organización, puede darse a través de una alineación entre los intereses individuales con la misión organizacional. Por ejemplo, las empresas pueden ayudar a generar una visión que permita que el individuo perciba que su compañía es una organización que le facilita el contribuir a un bien mayor a través de su trabajo. Si este proceso logra encajar en la cultura organizacional, se podrá esperar mayores niveles de felicidad, y mejores resultados para la organización y la sociedad (79 - 80). En este sentido, los mecanismos para lograr que las personas encuentren sentido de vida a través de su trabajo, deben también llevarse al plano organizacional. Una organización que, como parte de su cultura incentiva la búsqueda de sentido de vida, estaría llamada a desarrollar mayores relaciones significativas con la comunidad local y sociedad a la que pertenece, proveyendo un servicio que iría más allá de meros fines materialistas y de ganancias monetarias. Esta contribución a un bien mayor pudiera ser incrementada apoyando la búsqueda de la felicidad de las personas que componen la organización, por ejemplo a través de ayudar a que los individuos puedan satisfacer sus necesidades psicológicas de autonomía, competencia y relaciones interpersonales, junto con reconocer el impacto de su labor y la de la empresa en la construcción de una mejor sociedad. Este apoyo organizacional podría prevenir estados perjudiciales de vacío existencial como la alienación laboral, generando organizaciones virtuosas. Con el objeto de evaluar y promover el sentido en el trabajo, se han desarrollado diversos instrumentos psicométricos. Solo a modo de ejemplo, dentro de estos, destaca el Inventario de Trabajo y Sentido (WAMI) de Steger, un modelo multidimensional del trabajo basado en una perspectiva en la cual el trabajo es una forma de hacer sentido y contribuir a un beneficio mayor a si mismo (81). Un segundo instrumento altamente utilizado es el Cuestionario de Vida y Trabajo de la Universidad de Pensilvania (University of Pennsylvania Work-Life Questionnaire) de Wrzesniewski, el cual permite entender las diferentes orientaciones laborales en el trabajo (82). Por lo tanto, las organizaciones cuentan con los elementos necesarios para evaluar y promover el sentido de vida en sus ambientes laborales, y así realizar contribuciones significativas al bienestar de los empleados y de las sociedades. En resumen, y tal como se ha visto a lo largo de este apartado, la felicidad contribuye remarcablemente a mejorar diferentes indicadores de desempeño organizacional. Por lo 310
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tanto, en la medida que los trabajadores logren sentido en su vida a través del trabajo –uno de los componentes clave de la felicidad eudaimónica– su bienestar debiera aumentar, lo que se traduciría en beneficios tanto para las organizaciones como para las sociedades.
3. La felicidad: un elemento clave para la construcción de organizaciones virtuosas La vorágine de cambios sociales, tecnológicos y comunicacionales de los últimos años, ha llevado a las empresas a dirigir sus esfuerzos hacia la innovación y la creatividad, con el principal objetivo de mantener altos niveles de competitividad en los mercados. Para ello, es clave la motivación y el compromiso de sus empleados. Por lo tanto, las organizaciones han debido poner especial atención a sus clientes internos, las personas. En este sentido, la investigación científica reciente ha demostrado que la felicidad puede ser un recurso clave a la hora mejorar la calidad de vida de quienes integran las organizaciones, pero también su desempeño (7). Hoy en día, existen organizaciones que cuentan con trabajadores que viven positivamente su experiencia laboral, logrando ver en el trabajo una fuente de crecimiento y bienestar permanente. Son personas que están altamente sintonizadas y comprometidas con sus empresas, caracterizándose por un rendimiento sobresaliente en distintos ámbitos del quehacer laboral. Estas personas tienden a ser más productivas, creativas y cooperativas, pero al mismo tiempo gozan de mejor salud, influyen constructivamente en sus colegas y pares, presentan menores niveles de renuncia y ausentismo, más lealtad hacia sus clientes y hacia sus jefaturas, y una mayor motivación laboral (7). En definitiva, son individuos más productivos que florecen a través del trabajo, incrementando el bienestar en sus vidas, pero también el de la organización a la que pertenecen. ¿Qué hace distinta a estas personas del resto de los trabajadores? La evidencia científica en desarrollo organizacional de los últimos años ha descubierto que un determinante clave es la capacidad de ser felices. Capacidad que viene dada por un lado por sus propios atributos personales, pero también por los ambientes que se generen en sus organizaciones. La empresa tradicional ha muerto (82). Hoy en día, el reto de las empresas modernas, de las empresas emergentes, es no sólo responder a la inmediatez de los resultados, sino que además, aportar a construir una nueva forma de relación laboral donde el cuidado por el entorno, el medioambiente, la flexibilidad de los desempeños, la creatividad, y las relaciones horizontales de responsabilidades, sean el motor que la impulsa. En este sentido, las empresas virtuosas modernas son empresas emergentes donde el trabajador no sólo encuentra la posibilidad de alcanzar sus metas financieras, sino que también es capaz de ayudar a sus colaboradores a encontrarle sentido al trabajo, a desempeñarse con autonomía, a formar relaciones de largo plazo, y a vivir emociones positivas en el día a día. Son empresas que, por sobre todo, ponen el énfasis en la confianza, la calidad de vida y la felicidad de los trabajadores. La Felicidad 311
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Las empresas exitosas han entendido que los factores del éxito organizacional radican en reducir el “burnout”, el stress y el aburrimiento, enfocándose en permitir y fomentar el involucramiento, el sentido y las experiencias óptimas dentro de ella (83 - 85). Pero sobre todo, son empresas que han entendido que la clave del éxito radica en generar un nuevo paradigma donde el bienestar y la felicidad estén al centro del modelo de negocios. Es así como las empresas virtuosas modernas han logrado cambiar sus estructuras, sus dinámicas diarias, y sus visiones tradicionales del management, incrementando no sólo su éxito comercial, sino que aportado al florecimiento humano.
4. Conclusión Tras comprender la relevancia de la felicidad en el trabajo y los múltiples beneficios presentados por la evidencia sobre su impacto positivo tanto a nivel personal, organizacional y social, pareciera ser que el ser feliz representa una meta inspiradora para guiar las acciones y los esfuerzos orientados a alcanzar nuestro máximo potencial humano en contextos laborales. Los posibles caminos enunciados para este fin radican en parte en la satisfacción en el trabajo de nuestras necesidades psicológicas básicas, pero también en la búsqueda de sentido a través de lo que laboralmente podemos hacer por una mejor sociedad. En la medida de que las organizaciones puedan apoyar este proceso, sin duda estarán yendo en el camino correcto para mejorar su desempeño organizacional, pero por sobre todo estarán aportando enormemente a la felicidad humana y a mejorar la calidad de vida de la sociedad a la que pertenecemos.
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CAPÍTULO 18
Politicas públicas para una sociedad que promueve el bienestar y la felicidad Wenceslao Unanue Manríquez, Daniel Martínez Aldunate y Jeannette von Wolfersdorff
Capítulo 18 POLITICAS PÚBLICAS PARA UNA SOCIEDAD QUE PROMUEVE EL BIENESTAR Y LA FELICIDAD
Wenceslao Unanue Manríquez, Daniel Martínez Aldunate y Jeannette von Wolfersdorff “Si un gobierno no es capaz de crear felicidad para su pueblo, no hay razón de ser para su existencia”. Código Legal de Bután (1)
Al abordar las posibles políticas públicas que pudiesen incrementar la felicidad de los seres humanos, cabe en primer lugar preguntarse por lo apropiado de entregarle un rol activo a los estados en estas materias. Opiniones a favor y en contra se han esgrimido durante siglos. En el primer apartado de este capítulo (I), discutiremos algunas de las posturas más relevantes en este trascendental dilema. A continuación, en los dos apartados siguientes (II y III), abordaremos la visión de diversas disciplinas (economía, psicología, filosofía, desarrollo humano, etc.) que han contribuido al debate de cómo generar las condiciones necesarias que permitan a los seres humanos, a las organizaciones, a los países y al planeta florecer. En el cuarto apartado (IV) nos adentraremos en recomendaciones específicas de políticas públicas que aporten a generar las condiciones necesarias para la felicidad y el florecimiento humano, para entregar en la última sección (V) una visión global de los aspectos más relevantes que debieran tomar en cuenta los estados que busquen mejorar la calidad de vida de la población.
I. ¿Deberían los estados jugar un rol activo en la promoción de la felicidad y el bienestar de sus habitantes? “Glücklich” –en alemán– tiene su origen etimológico en “gelücken” y significa “terminar con un buen resultado”. Este ejemplo permitiría mostrar el carácter transitorio que a menudo se asocia al concepto felicidad. En este sentido, y entendiendo a la felicidad como un estado de ánimo subjetivo y relativo, cabría preguntarse qué rol podría caberle al estado y a las políticas públicas en el abordaje de una dimensión tan “volátil e individual” como sería la subjetividad humana. Frente a este debate, el Primer Reporte de Felicidad Mundial (2) editado por los destacados economistas John Helliwell, Richard Layard y Jefrey Sachs, entrega algunas luces sobre este crucial asunto. En concreto, se plantea que: Capítulo 18 - La Felicidad 323
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1. Los factores que influyen en el estado de felicidad de una persona en el largo plazo son muy similares a los factores que influyen también en los índices de su “satisfacción con la vida”. En otras palabras: las políticas públicas que influyen en el bienestar o en la satisfacción general de la vida de una persona, influyen de forma parecida también en su estado de felicidad. 2. En la evaluación sobre su vida, las personas consideran tanto aspectos hedonísticos (placeres y emociones), como también aspectos eudaimónicos (por ejemplo, la autorealización y el sentido de vida). Ambos aspectos son importantes para lograr tener una vida feliz, tal como Aristóteles lo habría indicado siglos atrás. En otras palabras, la felicidad no es un concepto liviano que considere solamente placeres transitorios, sino que abarca también sentidos profundos e intelectuales. Por lo tanto, la felicidad sería mucho más que solamente la búsqueda de placeres y emociones momentáneas. La búsqueda de la felicidad implicaría caminar hacia el bienestar y el florecimiento humano, donde el altruismo, la justicia, la auto-realización, y el sentido de vida, juegan un rol trascendental. En este sentido, los estados podrían (y deberían!) jugar un papel clave en este proceso. Sin embargo, además de las confusiones semánticas respecto del concepto felicidad, y de los problemas de subjetividad involucrados al intentar adentrarnos en ella, diversos autores ven con escepticismo la posibilidad de entregarle un rol activo al estado en una esfera tan personal de la vida humana y que entra en el terreno de las libertades positivas y negativas. A modo de ejemplo, Karl Marx y Friedrich Engels razonaron lo siguiente: “Si el hombre es formado por las circunstancias, entonces hay que formar las circunstancias humanamente”(3). Su raciocinio suena noble. Sin embargo, el objetivo estatal de formar a sus ciudadanos acordes a su “verdadera naturaleza” se puede prestar para justificar la implementación de gobiernos totalitarios, sean estos del color político que sean. En la historia de la humanidad han existido suficientes ensayos mal logrados de elites racionales que han pretendido formar a toda costa a masas “irracionales”, quienes no sabrían cómo alcanzar su desarrollo, su plena humanidad y su bienestar. Isaiah Berlin (4) lo expresó cristalinamente en su análisis de la libertad positiva (“libertad para”) y negativa (“libertad de”), pues históricamente habrían habido regímenes políticos que han limitado ambos tipos de libertades, olvidándose que una persona puede auto-realizar no solamente porque nadie se lo impide (no-interferencia), sino porque también puede haber aprendido a determinar el curso de su vida de forma autónoma y libre, acorde a su propia naturaleza social y racional. Cabe recordar la novela “Brave New World” de Aldous Huxley (5), donde el Estado era el 324
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encargado de proveer a sus ciudadanos de una droga que les aseguraba estar siempre felices. Este ejemplo –siendo evidentemente exagerado– encarna muy bien el temor frente a un Estado paternalista que se encarga de hacer felices a sus ciudadanos acorde a una receta definida a nivel estatal. Suena atemorizante, y nos hace recordar a Immanuel Kant, pues claramente cada uno podría tener su propio concepto de felicidad, siendo casi imposible que un estado pueda satisfacer todas las distintas visiones humanas. Nadie me puede obligar a ser feliz a su manera. Cada uno tiene el derecho de buscar su felicidad a su modo, siempre y cuando no interfiera con el legítimo derecho del otro a buscarla también (6). Los planteamientos de Kant se basan en la idea que la felicidad sería el resultado de un proceso interno y subjetivo, donde es sólo la persona (el “yo”) quien puede interpretar, valorizar, ponderar y contextualizar las circunstancias externas que influyen en su felicidad, tal como lo planteó también la famosa cita de Arthur Schoppenauer: No son las cosas mismas, sino sólo el cómo las vemos, lo que nos hace felices o infelices (7). Por lo tanto, hoy en día existe relativa claridad respecto de los riesgos de contar con un estado paternalista que intente influir directamente en la felicidad de su pueblo. De este modo, parecería ser que el rol de los estados no estaría es esforzarse en producir ciudadanos felices, sino que más bien en asegurar las condiciones óptimas que permitan que los individuos puedan alcanzar por ellos mismos la tan anhelada felicidad. En ese sentido, y con el objetivo de poder diseñar políticas públicas orientadas a incrementar la felicidad y el bienestar humano, cabría preguntarse por los factores abordables desde el estado que pudiesen influir en nuestra calidad de vida. Según el Reporte de Felicidad Mundial (2), los ingresos económicos – y con ellos el crecimiento económico de un país – ceteris paribus – estarían correlacionados directa y positivamente con los niveles de felicidad de los individuos. Sin embargo, cuando el crecimiento viene de la mano de la desigualdad, y cuando ésta es considerada como injustificada e injusta por la población, los efectos de ambos son tremendamente perjudiciales para la felicidad y calidad de vida de las naciones y de sus habitantes. En este sentido, datos en Chile (8) han demostrado que la desigualdad de ingresos lleva a otro tipo de desigualdad, la desigualdad en el bienestar y la felicidad1. En este escenario,
1 Algunos ejemplos concretos de la desigualdad en el bienestar apuntan a lo siguiente: (a) dos tercios de las personas que se auto-clasifican como de “clase alta” consideran que la sociedad chilena respeta la dignidad y los derechos de las personas; (b) todas las personas que se auto-clasifican en clases socioeconómicas más bajas sienten mayoritariamente una falta de respeto en la sociedad; (c) un 42% de la clase socioeconómica E afirma sentirse frecuentemente sola, contra solo un 14% de la Clase ABC1; (d) un 87% de la clases ABC1 afirman tener su proyecto de vida algo o muy definido, contra sólo un 52% de la clase E; (e) las personas de escasos recursos califican su salud peor que aquellos de mayores recursos, y tienen menos La Felicidad 325
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una sociedad como la chilena, donde la desigualdad es la más alta de la OCDE, no debe asombrarse por las inestabilidades que aparecen cuando se enfrenta una severa crisis o tensiones sociales que ponen en peligro su desarrollo (9). Por otro lado, el Reporte de Felicidad Mundial (2) descubrió también una serie de factores adicionales claves abordables desde las políticas públicas, que podrían influir en el bienestar y la felicidad de las personas y de los países. Dentro de ellos, destacan el mercado laboral, la salud, la educación, la confianza, la corrupción, el altruismo y un medioambiente sustentable. Aunque algunas de las políticas públicas actuales ya abordan parte de las temáticas mencionadas, sin duda no serán suficientes mientras no estén orientados de forma expresa hacia la felicidad y el bienestar de sus ciudadanos. Y menos aún, mientras no incluyan mediciones serias de bienestar objetivo y subjetivo como parte de sus indicadores estándar de progreso económico y social. Adicionalmente, es vital que cualquier política pública que busque fomentar el bienestar y la felicidad de sus habitantes no solamente aborde la dimensión individual de estas variables, sino que además su dimensión colectiva. Esto, dado que la felicidad – como ya indicó Aristóteles 2.397 años atrás – se encuentra en uno mismo, pero también en nuestra relación con los demás. Por lo tanto, cobra valor político trascendental el encontrar la manera de fomentar el sentido colectivo, la confianza y el respeto en la sociedad, junto con la diversidad y el pluralismo. Quizás es este el mayor desafío para la esfera pública, no sólo por tratarse de una tarea compleja, sino además por encontrarse en cierta contraposición con la filosofía política del liberalismo, filosofía que proclama un estado meramente “neutral”. Esta utopía liberal ha sido muy bien abordada por Renato Cristi (10). “La esencia de la utopía liberal, la filosofía pública dominante en la actualidad, está determinada por dos ideas centrales: la autonomía del individuo y la neutralidad del Estado.” Sin embargo, deberíamos preguntarnos si estamos de acuerdo con esta utopía liberal.¿Queremos realmente un estado que se limite al mero hecho de la simple administración del país, al asegurar que se respeten las “reglas del juego”, y a dejar en libertad (negativa) a los ciudadanos tal como lo promueve la filosofía del estado neutral? Nuestra respuesta es claramente no! Si bien es cierto que el Estado no puede hacer feliz a sus ciudadanos directamente, lo que sí es su responsabilidad es asegurar las condiciones mínimas necesarias para que todas las personas de la sociedad tengan la oportunidad de poder desarrollar una vida feliz – cada uno acorde a sus necesidades, capacidades, a su carácter y a su voluntad. En otras palabras, debería ser responsabilidad del estado facilitar el desarrollo de capacidades concretas en
lazos sociales; (f ) mientras que el 90% de ABC1 confirma tomar al menos una semana de vacaciones al año, contra solo un 31% de la clase socioeconómica E. 326
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los ciudadanos, o lo que el Premio Nobel de Economía Amartya Sen ha llamado la libertad para el bienestar (“well-being freedom”). Este concepto considera no solamente la igualdad de oportunidades, sino más bien la igualdad de oportunidades reales. Por ejemplo, no basta que una persona tenga derecho a voto si nunca tuvo acceso a una educación cívica que le explicara la importancia y la responsabilidad de tener ese derecho. No basta vivir en un medioambiente sustentable, si los niños no aprenden cuidarlo y a disfrutarlo. Siguiendo estas ideas, el estado debería facilitar vía políticas públicas, el desarrollo de capacidades hedonísticas (condiciones necesarias para disfrutar la vida), pero también de capacidades eudaimónicas (auto-realización, sentido de vida, altruismo, etc.) con el objeto de incrementar el bienestar y la felicidad de sus habitantes. Este proceso debería ir acompañado de un fomento a la des-centralización y a la tolerancia de la diversidad como condición sine qua non para no caer en las tentaciones de sistemas paternalistas, populistas y/o totalitarios. En suma, el objetivo de las políticas públicas que busquen fomentar la felicidad y el bienestar no están en producir ciudadanos felices, sino que más bien en asegurar un marco regulatorio que contribuya de forma seria al bienestar y a la felicidad de sus ciudadanos. En este sentido, diversas disciplinas académicas han contribuido al debate de cómo generar las condiciones óptimas que permitan a los seres humanos, a las organizaciones, a los países y al planeta florecer y ser felices. En los siguientes apartados discutiremos sus principales planeamientos, para luego adentrarnos en recomendaciones específicas de políticas públicas.
II. Felicidad y políticas públicas: una visión desde la filosofía y el humanismo En 1865 y 1868, Karl Marx y Friedrich Engels llenaron un cuestionario con confesiones acerca de su personalidad y actividad social que estaba de moda en ese momento. A la pregunta sobre su idea de felicidad, Marx contestó “to fight2” y Engels respondió “Chateau Margeaux 18483” (12). Evidentemente, la felicidad no está en un vino, ni en ningún otro placer o goce de corto plazo. Pero lo interesante de la respuesta de Friedrich Engels – comparada con la de Karl Marx – fue más bien la actitud detrás de ella, evidenciando el humor con el que enfrentaba su vida. A algunas personas les resulta ser felices de forma más fácil que a otros. Esto, debido a su disposición natural y a diversos factores internos (base genética, carácter, edad, etc.) que pueden influir de forma importante sobre la actitud de las personas frente a la vida. Sin embargo, también existen los factores externos como determinantes del bienestar y de la felicidad. La famosa frase de José Ortega y Gasset (13) lo grafica claramente:
2 Pelear. 3 Una clase de vino bastante apreciado. La Felicidad 327
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”Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” Siguiendo esta misma línea, una persona podría tener la disposición natural para ser feliz, pero cuando vive en un medioambiente dañado, o en medio de un gobierno corrupto y poco transparente, podría ser proclive a desarrollar más bien una vida infeliz. Los escritos sobre felicidad (eudaimonia) desarrollados por Aristóteles en su obra “Ética a Nicómaco” son interesantes de considerar al momento de analizar el rol y la importancia de las políticas públicas sobre la felicidad en los seres humanos (14). Un ser humano es aún más feliz – sostenía – mientras más logre desarrollar sus propias virtudes humanas. Es decir, mientras más logre vivir acorde a su propia naturaleza como “ser social” y “ser racional”. Ser feliz no sería, por tanto, una auto-realización automática, sino más bien el resultado de hábitos virtuosos y constantes de una persona como miembro activo de su sociedad. Para el mismo Aristóteles, la calidad de la educación sería fundamental para ello, la cual además sería una responsabilidad política. Incluso, según el mismo filósofo griego, la educación no solamente debería enseñar virtudes, sino también transmitir hábitos virtuosos. Y si a la mayoría de los ciudadanos no les interesan, deberían ser entonces las leyes las que deberían tomar ese rol, buscando siempre el interés de la misma sociedad. Sin embargo, sólo a través de virtudes tampoco se puede vivir feliz – sostenía de forma pragmática Aristóteles – quien siempre llevó una vida acomodada y llena de lujos (sirvientes, buena cocina y equipamientos). Los bienes no llevan a la felicidad – indicó - pero uno tampoco podría alcanzar la felicidad sin ellos. Si la felicidad es el último objetivo del ser humano – seguía pensando – y si esta resulta de una actividad del alma, el que gobierna la sociedad, el político, debiera también estudiar el alma de las personas. Así como un oculista estudia el cuerpo humano entero y no sólo los ojos de los individuos, las políticas públicas, por ende, deberían también considerar el estudio del estado del alma de su sociedad. Por lo tanto, se podría decir que para Aristóteles sólo habría autorrealización y felicidad en el ser humano, si éste aprende a encontrarla, si adquiere hábitos virtuosos, y si es miembro activo de un colectivo humano que viva orientado hacia el cuidado común y hacia el interés de terceros. Y en este proceso, el estado debería jugar un papel trascendental.
III. Felicidad y políticas públicas: una visión desde la economía, la psicología y el desarrollo humano Por siglos, los economistas han estado preocupados de cómo incrementar la felicidad de la población. Sin embargo, también por siglos, se han negado a la posibilidad de que esta variable sea medible, y por lo tanto, un objetivo de políticas públicas. Por lo mismo, la ciencia económica ha decidido enfocarse en calidad de vida, más que en felicidad humana (16). Pero 328
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la pregunta obvia que resulta de estas reflexiones es… ¿cómo se debe medir entonces la “calidad de vida”? La respuesta que hemos escuchado por decenas de años es que la mejor forma de hacerlo, es a través del Producto Interno Bruto (PIB). Los motivos que llevaron a la economía a medir calidad de vida a través del PIB (que en definitiva representa ingresos) se remontan al objetivo fundamental de esta ciencia: maximizar la utilidad de los individuos. Para la disciplina, a mayor ingreso (o mayor PIB per cápita), los individuos podrían aumentar sus capacidades de consumo, lo que los debiera llevar a mayores niveles de utilidad, y por ende, de felicidad. Por lo tanto, la economía ha asumido por años que la felicidad estaría directamente relacionada a la capacidad de obtener bienes. Sin embargo, el razonamiento de la ciencia económica es parcial y erróneo. Afortunadamente, durante los últimos 30 años han surgido voces de prestigiados científicos mundiales (incluidos varios premios noveles en economía) que nos han demostrado lo equivocados que estábamos en la forma de entender el mundo (17). Por un lado, la psicometría y las neurociencias han demostrado que la felicidad sí puede ser válidamente medida. Escáneres y resonancias cerebrales nos han mostrado que hay un lado del cerebro que se “enciende” cuando las personas experimentan felicidad, y que se “apaga” cuando hay sufrimiento (18). Además, la ciencia nos ha demostrado también que si bien es cierto que el crecimiento económico ha ayudado a ciertos países a disminuir la pobreza y a mejorar diversos indicadores económicos, es un grave error asociarlo a calidad vida, y mucho menos a felicidad. Y más grave aún, es asociar felicidad a capacidad de compra. La evidencia científica también muestra que por sobre cierto nivel de riqueza, una vez que las necesidades materiales básicas han sido satisfechas, el mayor ingreso aporta marginalmente cada vez menos al aumento de nuestra felicidad (18 - 19). Incluso se ha demostrado que el excesivo foco puesto en el crecimiento económico habría dañado severamente la calidad de vida de las personas y del planeta, poniendo en grave riesgo la supervivencia de la especie humana, pues el mundo desarrollado habría alcanzado los límites de su crecimiento (20- 23). Por otra parte, se esta observando, sobre todo durante las últimas tres décadas, importantes incrementos en los niveles de materialismo en el mundo (24). Este materialismo (una excesiva búsqueda de recompensas materiales) estaría influyendo en forma importante en el número de enfermedades mentales, al mismo tiempo que habría deteriorado la solidaridad y la cohesión entre los seres humanos y los pueblos (25 - 26). En este sentido, recientes investigaciones (27) han asociado al materialismo con aumentos en los niveles de depresión, ansiedad, estados emocionales negativos, e incluso de enfermedades físicas. Pero además, el materialismo y el exceso de consumo habrían puesto una presión sin precedentes sobre la sustentabilidad del planeta que nos ha llevado a la crisis medioambiental más grande y peligrosa de nuestra historia (28). La Felicidad 329
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Por lo tanto, nuestro modelo actual de desarrollo desconectado de algunos temas y basado fundamentalmente en el consumo y en la riqueza, habría sido responsable de degradar ecosistemas, de acelerar la crisis climática, de disminuir la biodiversidad, de aumentar las inequidades, de generar inseguridades económicas a nivel global, y de incrementar los endeudamientos, las inestabilidades y los conflictos entre diferentes naciones de nuestro planeta (29). Esto, dado que la priorización por lo material y lo externo se habría estado haciendo a expensas de la naturaleza, de las personas, de las comunidades y de la cultura (29). Si llevamos los argumentos anteriores a nuestro país, y miramos los datos del banco Mundial, podemos observar la paradoja de un crecimiento infeliz (16). Chile ha crecido un 120 % en términos reales durante los últimos 15 años (en US$ del año 2000), llegando a tasas envidiadas no sólo por Latinoamérica, sino que por el mundo entero. Sin embargo, de acuerdo a datos recientes de la OCDE (30), nuestro país aparece como el segundo país que más ha aumentado sus tasas de suicidio (55 %), siendo superado sólo por Corea del Sur. Curiosamente, Corea del Sur ha sido catalogada como parte de los llamados “tigres asiáticos” por sus altas de crecimiento económico durante las últimas décadas. Pero Chile no sólo ostenta estos gravísimos indicadores de suicidio, sino que además muestra tasas de depresión y de obesidad infantil muy similares a lo que le ocurre a los países más enfermos del planeta. La reflexión es obvia. El crecimiento económico nos puede llevar a mejorar diversos indicadores de progreso material, pero no necesariamente se relaciona con un progreso real en la calidad de vida y en la felicidad de las personas y de los países. Es notable que esta errónea forma de comprender y contabilizar nuestra felicidad haya sido advertida varios siglos antes. Ya en 1729, el Código Legal del Reino de Bután establecía que “si un gobierno no es capaz de crear felicidad para su pueblo, no habría razón para su existencia (1). Inspirado en este postulado fundamental, el Cuarto Rey de Bután declaraba al mundo en el año 1972 que la Felicidad Interna Bruta (FIB) era más importante que el PIB, desafiando los postulados más básicos del modelo económico neo-liberal. De hecho, la constitución del Reino de Bután (artículo 9) hace un llamado expreso al estado para que a través de sus políticas públicas, genere las condiciones necesarias para maximizar la felicidad de su pueblo (1). A partir de ese preciso discurso del rey en 1972, el pequeño reino enclavado en los Himalayas se adentró en la gigantesca y desafiante tarea de orientar sus políticas públicas hacia la maximización de la felicidad y del bienestar de sus habitantes y de toda forma de vida en su territorio. Esto, debido que para los butaneses, la Felicidad Interna Bruta mediría en una forma más holística que el PIB la calidad de vida de una nación, pues el verdadero desarrollo seria aquel que conjuga tanto el desarrollo material como el desarrollo psicológico y espiritual de sus habitantes. 330
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Para lograr su objetivo, Bután, en conjunto con el apoyo de Sabina Alkire de la Universidad de Oxford, ha creado un Índice de Felicidad Interna Bruta (Gross National Happiness, por su nombre en inglés) utilizando metodologías científicas altamente validadas en la literatura sobre desarrollo. Como resultado de diversas investigaciones lideradas por el Centre for Bhutan Studies y por la Gross National Happiness Commission, se ha descubierto que el verdadero progreso debería ser medido a través de, al menos, 9 dimensiones: bienestar subjetivo; salud; educación; diversidad cultural; uso del tiempo; buen gobierno; vitalidad comunitaria; estándares de vida y; diversidad ecológica. Por lo tanto, estas son las principales dimensiones que el Reino de Bután utiliza para medir la Felicidad Interna Bruta en su país. Como puede verse, a diferencia de Bután, nuestra noción occidental de progreso ha estado ligada por décadas a la maximización del PIB. Sin embargo, este indicador de progreso material dista tremendamente de ser una medida que refleje la verdadera calidad de vida de la población (17), sobre todo si consideramos que al diseñarse nunca fue concebido como una medida de progreso. Es más, fue desarrollado en una época en que el mundo aún no se percataba de los límites planetarios. Hoy en cambio, el calentamiento global y la crisis climática actual han puesto de relieve que la maximización de la producción sin considerar los daños ecológicos y la sustentabilidad del planeta es un objetivo que deja de ser deseable (29, 31). Por lo tanto, el mundo necesita urgentemente un cambio en la forma de mirar y medir su progreso y su calidad de vida, puesto que un sistema que incentiva el consumo y la producción desmesuradamente (como el actual) es incompatible con la sustentabilidad planetaria, pero también con la justicia social y con la felicidad compartida con otros . Afortunadamente, hoy en día existe consenso internacional respecto de la necesidad de un Nuevo Paradigma de Desarrollo (NPD). Es decir, de un paradigma alternativo, donde la búsqueda de la riqueza material se subordine a un modelo de sociedad sustentable, y donde el ser humano y toda forma de vida en la tierra estén al centro de este. La pregunta clave sería, entonces, ¿cómo deberíamos concebir este nuevo modelo de desarrollo? O bien ¿Cuál debería ser el objetivo central del desarrollo que las sociedades modernas y las políticas públicas debieran buscar? Para Bután, la ONU y diversas otras organizaciones internacionales, la respuesta es clara: la felicidad.
¿Por qué la felicidad? Porque como se ha profundizado en detalle en la Introducción a este libro, la ciencia ha descubierto que la felicidad le hace bien a las personas, a las organizaciones, a las naciones y al planeta (32). A nivel individual, la felicidad mejora la salud – física y mental – y aumenta las expectativas de vida. A nivel organizacional, las personas más felices son más productivas, cooperativas y creativas. Y a nivel social y planetario, las personas más felices protegen más el medioambiente, ayudan de mejor forma a mantener la paz social, y luchan con más La Felicidad 331
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fuerza por reducir las inequidades y la pobreza. Por lo tanto, potenciar la felicidad tanto de las personas como de los países se ha transformado en un imperativo ético y moral para las personas, los gobiernos y las políticas públicas. Recientemente, los más prestigiados científicos sociales alrededor del mundo (2, 17, 18) han apoyado fuertemente el argumento anterior, comenzado a plantear que los gobiernos deberían jugar un rol clave en la felicidad humana. En este sentido, la búsqueda de la felicidad de sus habitantes y de sus naciones debería ser el objetivo central de toda política pública. Por lo tanto, a través de generar las condiciones necesarias para el florecimiento humano – potenciando los elementos claves en las instituciones y en las sociedades – los estados podrían ayudar a construir sociedades más felices, y al mismo tiempo, sustentables en el tiempo. De esta manera, el primer gran desafío para lograr el cambio de paradigma pasaría por incorporar medidas de felicidad y bienestar que complementen los tradicionales indicadores económicos y sociales de progreso. Esto, con el objeto de contar con índices que reflejen los verdaderos cambios en la calidad de vida de una nación, y no sólo cambios en los estándares materiales. El contar con estos indicadores, sin duda permitiría generar los incentivos necesarios para mejorar la calidad de vida, tanto de nuestra generación como de las venideras. Siguiendo con esta línea de pensamiento, en un hecho histórico, en Julio del año 2011 Bután fue apoyado por el Pleno de la ONU –incluido Chile– en la adopción de una de las Resoluciones de las Naciones Unidas con más trascendencia de los últimos años: Felicidad: hacia un enfoque holístico del Desarrollo (33). A continuación, el 02 de abril del año 2012, otro evento impulsado por Bután tuvo lugar en la sede central de la ONU en Nueva York. Más de 800 participantes, incluidos la Presidenta de Costa Rica, el Secretario General de las Naciones Unidas, y distinguidos representantes del mundo académico, espiritual y de la sociedad civil, se reunieron para comenzar a dar forma a lo que se conocería como el Nuevo Paradigma de Desarrollo. Paradigma diseñado para promover la felicidad de los seres humanos y el bienestar de toda forma de vida sobre la tierra, enraizado fuertemente en la creencia de una necesidad de un balance saludable y respetuoso entre el capital humano, natural, social y cultural, donde se reconoce que la sustentabilidad ecológica y la distribución justa y eficiente de los recursos, deben ser parte de los pilares fundamentales de este nuevo modelo de mundo que queremos (29). Como resultado de este encuentro, el Reino de Bután fue especialmente encomendado por las Naciones Unidas y diversas otras organizaciones de relevancia mundial para elaborar las bases de este Nuevo Paradigma de Desarrollo basado en la felicidad y el bienestar. A partir de lo anterior, Bután ha invitado a un grupo de destacados profesionales a formar parte de lo que se conocería más tarde como el Grupo de Trabajo de Expertos 332
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Internacionales por un Nuevo Paradigma de Desarrollo (IEWG, por sus siglas en Ingles). El IEWG, en conjunto con un Comité Ejecutivo especialmente diseñado para tales efectos, han recibido la misión de volcar todo su conocimiento y expertiz en la construcción de las bases de este nuevo modelo de desarrollo. El trabajo del IEWG será presentado por primera vez a la Asamblea General de las Naciones Unidas en sus respectivas sesiones de los años 2013 y 2014, donde uno de los objetivos centrales de los reportes será discutir sobre las condiciones que podrían facilitar alcanzar una felicidad sustentable, incluyendo una descripción de las formas correctas y óptimas de medir y contabilizar lo que necesitamos para lograrla. Pero además, se buscará entregar recomendaciones concretas en términos de cómo compatibilizar la gobernabilidad, el uso de recursos, la inversión, las finanzas, el comercio y las políticas regulatorias con el objetivo principal de lograr un mundo más feliz y sustentable. Una vez que se hayan dado a conocer las principales conclusiones del IEWG, los gobiernos del mundo contarán con un listado de recomendaciones y mejores prácticas que podrán ser utilizadas para lograr la felicidad y el florecimiento de sus habitantes y de sus naciones. Probablemente lo que está proponiendo Bután y la ONU ha sido uno de los cambios más radicales que el mundo haya experimentado en pos de su bienestar, y de la disminución de las injusticias, la miseria y el sufrimiento humano en toda su historia. Y a pesar de que parezca lejano, la evidencia muestra que el cambio es completamente posible. Jamás la humanidad ha contado con una mayor abundancia material, ni con el avanzado conocimiento tecnológico con que contamos en la actualidad. Por lo tanto, el camino hacia un mundo mejor está al alcance de nuestras posibilidades. Hoy, la humanidad tiene la posibilidad de torcer su rumbo y navegar hacia un Nuevo Paradigma de Desarrollo que respete los límites del planeta y que incentive la felicidad y bienestar de todos sus habitantes.
IV. Recomendaciones de políticas públicas para promover el bienestar y la felicidad A continuación, y basados en los argumentos anteriores y en la evidencia científica reciente, presentaremos algunas recomendaciones de políticas públicas que aseguren un marco regulatorio que contribuya específicamente a la felicidad de los seres humanos y al bienestar de toda forma de vida sobre la tierra. Sin pretender ser extensiva, las siguientes recomendaciones pretenden contribuir al debate de cómo las políticas públicas podrían colaborar en la construcción de un Nuevo Paradigma de Desarrollo para la humanidad.
a. Medición sistemática de indicadores de felicidad y el bienestar Lo que no se mide, no se hace. Hoy en día nuestra sociedad ha caído en una obsesión desmesurada por medir el PIB, así como también por evaluar el avance en diversos otros indicadores de progreso económico y social (desempleo, inflación, natalidad, criminalidad, La Felicidad 333
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etc.). La simple medición de estas variables por parte de los gobiernos, hace que las autoridades, las personas y las políticas públicas, se interesen por estos temas y le asignen importancia a la búsqueda de su mejoría. Sin embargo, hoy no contamos con mediciones oficiales de felicidad y bienestar, lo que es un impedimento claro en el avance de estas materias. De lograr incluir indicadores de este tipo en las tradicionales “cuentas nacionales”, nos ayudaría a dar un paso gigantesco hacia la mejora de nuestra calidad de vida. El sólo comenzar a medir estas variables haría que los seres humanos comenzáramos a preocuparnos y a hablar de ellas. Y en la medida en que comencemos a hacerlo, la sociedad entera debiera volcarse a la búsqueda de las herramientas claves de bienestar que le permitan florecer. Las naciones modernas tienden a emplear los llamados indicadores objetivos (sociales, económicos, etc.) para asignar recursos y medir el progresos de sus respectivas naciones. Esto, dado que economistas tradicionales y expertos en políticas públicas han asumido por decenas de años que todas las actividades en la sociedad (consumo, producción, externalidades, etc.) pueden ser medidas en términos de costos y beneficios monetarios, lo que permitiría asignar los recursos escasos de manera eficiente en base a los aspectos más deseables a alcanzar por una sociedad. Sin embargo, existen al menos dos graves sesgos tras estos argumentos. Primero, no todas las actividades en el mercado pueden ser medidas (34, 35). Segundo, a pesar de que las tradicionales medidas de progreso efectivamente proveen útil información a los gobiernos, las organizaciones, las comunidades y a los individuos, estos sólo muestran una pequeña parte de lo que es importante para las sociedades (17, 36). Por lo tanto, estos indicadores objetivos deberían ser complementados con medidas que representen de mejor forma el verdadero cambio en la calidad de vida de los seres humanos y de sus naciones (2, 17, 18, 36). Recientemente, académicos y personalidades del más alto nivel han comenzado a plantear la necesidad de complementar estos indicadores tradicionales con medidas de bienestar subjetivo (BSu) y felicidad. La principal ventaja de utilizar estas medidas radicarían precisamente en la naturaleza subjetiva de estas (37). Al preguntarle a las personas por sus estados internos, los individuos serían capaces de reflejar en sus respuestas sus propias historias, personalidades y preferencias, entregando valiosa información respecto de lo que la persona realmente siente o piensa, y no lo que los expertos o gobiernos creen que es lo mejor para ellos (36). Utilizar estas medidas subjetivas permitiría alinear de mejor forma la métrica de los análisis tradicionales de costo-beneficio con medidas que representen de mejor manera los cambios en la calidad de vida de la población (2, 18, 38). Reconocidas instituciones han apoyado los planteamientos anteriores. Por ejemplo, la Comisión Stiglitz ha recomendado a las oficinas de estadísticas de todo el mundo incorporar preguntas que capturen las evaluaciones subjetivas de los individuos, sus experiencias 334
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hedónicas y las prioridades en la vida (17). Adicionalmente, en el año 2011, a través de su resolución A/65/L.86, las Naciones Unidas ha invitado a sus Estados Miembros a “perseguir la elaboración de medidas adicionales que capturen de mejor forma la importancia de la búsqueda de la felicidad y el bienestar en el desarrollo, con miras a orientar óptimamente sus políticas públicas” (33). En Chile, a través del Ministerio de Desarrollo Social, se ha comenzado a medir una de las áreas de la felicidad –la satisfacción con la vida– lo que hace pensar que en el futuro estas mediciones puedan ampliarse a otras áreas del bienestar y el florecimiento humano. Por lo tanto, los gobiernos deberían comenzar urgentemente a realizar la medición sistemática de la felicidad y el bienestar, con el objeto de complementar las medidas tradicionales de progreso económico y social con medidas de bienestar subjetivo. Al hacerlo, las sociedades podrán evaluar de mejor manera su progreso real y no sólo su progreso material (2, 17, 18, 36).
b. Enseñanza y trasmisión de valores. b.1 ¿Es el fomento de valores colectivos un atentado a las libertades individuales? Los diferentes estudios y encuestas sobre felicidad y bienestar confirman la importancia que tienen los vínculos sociales para las personas. Ligado a ello existe un set de valores como la confianza, la solidaridad, el altruismo y el respeto, sin los cuales el tejido social de una sociedad no puede desarrollarse. Promover estos valores colectivos por parte del estado podría no obstante estar en cierto conflicto con la neutralidad valórica que pide la filosofía política liberal. Según ella, el estado no tendría derecho de imponer una cierta manera de vivir la vida, ni de decir lo que está bien o mal en materia de valores. El sentido del Estado sería más bien facilitar y administrar un marco regulatorio que respete a las personas como seres independientes y autónomos, capaces de elegir su propio destino4. A primera vista parecería razonable que la política, el derecho y la economía estén sometidos a una racionalidad formal, valóricamente neutral, pues tal como planteaba Lechner (39) “Nada peor que un poder moralizador que exige no solamente obediencia, sino amor y fe. No obstante, hay que considerar que la comunicación estatal casi siempre conlleva valores,
4 Lo interesante es que – en el hecho - todo el espectro político se apodera del concepto de las libertades, explícito o implícitamente. Las corrientes políticas que prefieren un rol mínimo del Estado en materia económica, sí le exigen al Estado intromisiones no menores en materia valórica también (por ejemplo, acerca de la definición del concepto del matrimonio), y las corrientes políticos más liberales en materia valórica, le exigen al Estado por otra parte una fuerte intromisión en materia económica. La Felicidad 335
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sean expresos o implícitos. En otras palabras, si el estado no comunica valores, comunica la ausencia de valores. Por ejemplo, si las leyes que regulan la solidaridad y la labor social del sector civil en Chile están entrampadas en medio de un mosaico legislativo difícil de entender, implica que el estado chileno comunica implícitamente que no valora (no le importa), el que haya más solidaridad entre sus ciudadanos5. En definitiva, es ilusorio pensar que pueda existir un estado que no se entrometa en el mundo valórico de sus ciudadanos. Cada comunicación o acción estatal, así como cada silencio o mantención de un status quo, conlleva indudablemente una declaración valórica. Por otro lado, los ciudadanos que escuchan, leen o miran las acciones y comunicaciones estatales tampoco son seres objetivos y cien por ciento racionales. Las personas tienen una naturaleza subjetiva con esperanzas, sueños, deseos y miedos. Por ende, todo lo que a nivel ciudadano sea percibido como comunicación o silencio del estado, también será valorizado de forma subjetiva de acuerdo al ser humano que lo interprete. Lo anterior refuerza la idea de la importancia de la necesidad de un mayor debate sobre la importancia de la transmisión de valores ciudadanos desde la esfera pública. Por ejemplo, sobre la ausencia de lo subjetivo en la política chilena, y su impacto en las esferas subjetivas de los ciudadanos, Norbert Lechner (39) indica lo siguiente: “Con la separación de política y fe, de poder y amor, toma cuerpo la autonomía individual. Pero esa promesa de autonomía con que se inicia la modernidad es pronto contradicha por el irresistible avance del mercado y de la burocracia. … El proceso social es pensado exclusivamente desde el punto de vista de la funcionalidad de los elementos para el equilibrio del sistema … Se debilitan entonces el compromiso moral y los lazos afectivos sobre los cuales descansa el orden democrático y finalmente a la ciudadanía, le da lo mismo un régimen u otro. En resumen, el desencanto actual se refiere a la modernización y, en particular, a un estilo gerencial-tecnocrático de hacer política.” Por lo tanto, la creación y mantención de un orden colectivo y valórico es de fundamental importancia, también para el liberalismo, aun cuando en lo formal considere a la sociedad como un conjunto de individuos que se auto-imponen reglas colectivas en su propio beneficio. Para esta filosofía liberal, erróneamente, sólo con un mínimo de sentido colectivo y de confianza se podría crear el ambiente necesario para que los ciudadanos puedan respetar las leyes de forma voluntaria. Sin embargo, Rousseau nos dice (40):
5 En Chile, existen actualmente más de 90 cuerpos legislativos que regulan la labor social de los ciudadanos, entre las distintas leyes de donaciones, artículos de leyes específicos, reglamentos, oficios y circulares – formando así un sistema legislativo casi imposible de entender ni para las organizaciones sociales ni para las empresas o personas naturales que podrían aportar recursos o horas de voluntariado. 336
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“Siempre habrá una diferencia no pequeña entre sujetar una muchedumbre y gobernar una sociedad. Si muchos hombres dispersos se someten sucesivamente a uno solo; por numerosos que sean, solo veo en ellos a un dueño y a sus esclavos, y no a un pueblo y a su gente: será, si así se quiere, una agregación, pero no una asociación; no hay allí ni un bien público ni cuerpo político.” En definitiva, en palabras de Jean Jacques Rousseau, la diferencia entre una sociedad individualista y una sociedad con valores colectivos es la diferencia entre una “agregación” y una “asociación”. Sin embargo, para él la idea del “bien público” podría llegar a concordar con la filosofía republicana del liberalismo mientras se valoriza la sociedad expresamente como algo más que la suma de sus individuos, lo que para Rousseau, sería el resultado de un buen gobierno (40): De suerte que, si el ciudadano no es nada ni puede nada sin el concurso de todos los demás, y si la fuerza adquirida por el todo es igual o superior a la suma de las fuerzas naturales de los individuos, puede decirse que la legislación adquiere el más alto grado de perfección posible. Por lo tanto, el concepto republicano de la libertad requiere de políticas formativas, ante todo en materias de valores morales y cívicos como condición sine qua non. Lo anterior también aplica para el liberalismo más liberal como lo indicaría Michael Sandel (41). Para este pensador, para que los individuos de una sociedad puedan ejercer su libertad, deberían no solamente aceptar reglas colectivas y someterse a la voluntad general, sino deberían también auto-imponerse estas reglas. En otras palabras, el auto-gobierno y la libertad requieren de participación ciudadana y de un alto compromiso cívico (41). Sentir responsabilidad por lo colectivo, requiere la formación constante de un “nosotros”, lo que se construye a nivel valórico. Por lo tanto, luego de la reflexión precedente, existiría bastante claridad que el estado debe jugar un rol clave en la trasmisión de valores. Esto, puesto que el fomento de valores cívicos y principios universales son condición sine qua non para las políticas públicas que pretendan contribuir al bienestar y la felicidad.
b. 2 Los valores necesarios de trasmitir y ensenar Hoy en día las desigualdades sociales y económicas nos están llevando a una de las peores crisis que pudiésemos haber imaginado, y gran parte de la responsabilidad se origina en la pérdida de valores que imperan en nuestra sociedad. Investigaciones recientes has demostrado que los valores impactan profundamente en la felicidad y el bienestar humano (18, 42). Valores como el altruismo, la compasión, la tolerancia, la honestidad, y el respeto al medio al ambiente, entre otros, pueden no sólo incrementar la felicidad humana, sino que ayudar a proteger el futuro del planeta. Sin embargo, cientos de estudios científicos durante los últimos 30 años también han mostrado que nuestra La Felicidad 337
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actual cultura de consumo, nos bombardea diariamente con mensajes que incentivan precisamente valores opuestos, tales como aquellos valores centrados en el consumo, el dinero, el poder, y la competencia (42). Valores materialistas, aquellos que llevan las personas a centrar sus objetivos de vida en alcanzar recompensas materiales y extrínsecas (fama, dinero, imagen, etc.) a expensas de recompensas intrínsecas (auto-desarrollo, involucramiento con la comunidad, relaciones sociales, etc.) hacen decrecer nuestra felicidad, empeoran la salud mental y ponen en riesgo la sustentabilidad del planeta (25 – 28, 43). A mayores niveles de materialismo, se ha visto que aumentan los estados afectivos negativos, los síntomas depresivos, la ansiedad e incluso los problemas físicos, el individualismo y la agresión. Pero también, a mayores niveles de materialismo, los estados afectivos positivos, la satisfacción con la vida y la vitalidad decrecen. Y por último, en la medida que los valores estén centrados en lo material y en el consumo, los individuos tienden a mostrar peores comportamientos y actitudes hacia el medio ambiente. Por lo tanto las inequidades, el hambre y la pobreza no son sólo producto de la falta de recursos como plantea la economía clásica. Son producto también de nuestra falta de empatía con los que sufren, como de nuestra excesiva preocupación por lo material y extrínseco. Basta recordar las palabras de Gandhi quien planteaba decenas de años atrás que “el mundo tiene suficientes recursos para satisfacer todas nuestras necesidades, pero no nuestra avaricia”. Entonces, lo que nuestra sociedad requiere con urgencia es la promoción de valores que pongan en el centro del desarrollo al ser humano y a la naturaleza, y no al consumo y a lo material. Lo que hoy se necesita tanto en Chile como en el mundo es promover la honestidad, el respeto, la solidaridad, el altruismo, la empatía, la tolerancia y la compasión. Todos los valores mencionados anteriormente son indispensables para lograr un mundo mejor. Sin embargo, diversos científicos mundiales (Matthiedu Ricard entre ellos), han estado planteando que en el altruismo y en la empatía, podríamos encontrar la raíz de la solución a la gran mayoría de los problemas humanos (44).
¿Por qué altruismo y empatía? Las personas influyen en el carácter de su sociedad, pero también la sociedad influye en la forma en que las personas viven y piensan. Ello hace recordar nuevamente a Aristóteles, cuyo concepto de felicidad requería que la persona pueda desarrollarse como ser social parte de una sociedad. Hoy sabemos que a través de las neuronas de espejo, aprendemos en el contacto y en el vínculo con otras personas. Podemos sentir la alegría y el dolor de un otro, casi como si fuera nuestra. La capacidad de empatía nos ayuda a ser mejores parejas, padres y a 338
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preocuparnos más por los demás. Por lo mismo, es importante recordar que el altruismo y la empatía también existen entre los animales – y en mayor grado entre los más inteligentes y evolucionados. Por ejemplo, las elefantas amamantan, aman y acarician a las crías ajenas casi como las suyas. Son capaces de llorar y de cuidar a sus enfermos. Los elefantes son felices al jugar, y al cuidar a sus amistades durante décadas. De experimentos con primates se sabe también que a algunos de ellos no solamente les importa su propio bienestar, sino también el del prójimo, por lo que podrían estar dispuestos a sacrificarse por un otro. Así lo confirma el biólogo holandés Frans de Waal quien también sostiene que la moral, la empatía y el altruismo son pilares de la evolución humana (45). En esta lógica, el altruismo se basa en una especie de reciprocidad indirecta: si una persona ayuda a una segunda persona de forma anónima, ésta última podría devolverle la mano a una tercera persona y así sucesivamente, hasta que en algún momento todos reciban una retribución de vuelta como en una cadena de solidaridad. Es la sociedad la que al final se beneficia de un encadenamiento de acciones positivas, inspiradas unas en las otras, y basadas en la confianza al otro. Como consecuencia, el bienestar promedio de la sociedad aumenta por las acciones altruistas de algunos individuos, lo que consecuentemente termina beneficiando a todos. Sin embargo, el altruismo es beneficioso incluso aunque no recibamos nada a cambio. Diversas investigaciones científicas han mostrado que el altruismo beneficia también a aquel que ayuda a otros, independiente de lo que reciba a cambio. Esto, porque la acción altruista estimula nuestra fisiología y nuestros procesos psicológicos internos, llevando a funcionar de mejor forma y a hacernos más felices. Por lo tanto, más allá de una utopía, el altruismo y la empatía deberían ser valores promovidos por todos los estados y la sociedad. Sus beneficios tanto para las personas individualmente que reciben y que dan, para las organizaciones, los países y la sustentabilidad del planeta han sido demostrados científicamente (32). Por lo tanto, el altruismo y la empatía pueden ser una de las claves que nos ayude a solucionar los graves problemas de pobreza, desigualdades y sufrimientos que existe hoy en el mundo. En resumen, las políticas públicas deberían jugar un rol clave en la promoción de estos valores universales
¿Dónde empezar? En primer lugar, en las escuelas! Tal como lo planteara el famoso profesor del London School of Economics, Richard Layard, las escuelas son el lugar natural donde los niños, desde pequeños, comienzan su formación como seres humanos. Por lo tanto, es aquí donde debemos radicar el cambio y empezar a enseñar el valor de la equidad, la justicia, el respeto y la tolerancia. Es ahí donde los niños deben aprender que el héroe no debe ser quien tiene más recursos ni más dinero, sino aquel que ayuda a construir un mundo mejor, disminuyendo las injusticias sociales y protegiendo la tierra. La Felicidad 339
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En segundo lugar, a través de la televisión. Sin duda hoy necesitamos una televisión pública, fuerte e independiente – casi con la autonomía del Banco Central – que no esté sujeta y limitada al rating, sino que esté orientada a inculcar valores que puedan generar un real aporte a mejorar nuestra sociedad. ¿Quién podría querer robar, mentir, matar, destruir el planeta o hacer otro tipo de daño si creció sabiendo que es algo indeseable e inaceptable? ¿Y más aún si cuenta con un modelo de televisión que fomenta día a día valores pro sociales y no valores, como la competencia, la avaricia, la fama, el dinero o la belleza, que tan acostumbrados estamos a observar en las pantallas de la T.V.? Por lo tanto, aquí radica el desafío para una sociedad del futuro: convocar a la sociedad entera, y a sus mejores técnicos, a idear este nuevo modelo educacional en valores, que sea la pieza clave de un Nuevo Paradigma de Desarrollo basado en la felicidad y el bienestar individual y colectivo.
c. La construcción de confianzas El valor de lo colectivo y la construcción de confianzas no sólo influyen de forma significativa sobre la calidad de una democracia – por liberal que sea – sino que también en el nivel de bienestar logrado a través del desarrollo económico y la innovación tecnológica. Esto, ya que tal como lo indica la cita de Adam Ferguson (46), es precisamente la inteligencia colectiva, junto con la memoria colectiva, las que han llevado al ser humano a la prosperidad y al bienestar a través del intercambio y de la especialización: En otras clases de animales, el ser avanza de la infancia a la madurez y adquiere, en el espectro de una sola vida, toda la perfección que puede alcanzar su naturaleza: en el género humano, sin embargo, la especie progresa tanto como el individuo, construyendo cada edad sobre cimientos colocados previamente. Por otro lado, Matt Ridley (47), en su libro “El Optimista Racional” nos entrega argumentos adicionales para comprender el valor de lo colectivo en el desarrollo de la especie humana: “Mientras escribo, hay en mi escritorio dos artefactos que tienen aproximadamente el mismo tamaño y la misma forma: uno es un ratón inalámbrico del ordenador, el otro un hacha de mano de la Edad de Piedra Intermedia, de medio millón de años de antigüedad….Uno es una compleja confección de muchas materias, con un intrincado diseño interno que refleja muchas ramas de conocimientos. El otro es una sola materia que refleja la destreza de un solo individuo...” Ambos han sido “hechos por el hombre”, pero uno fue hecho por una sola persona y el otro por cientos, tal vez millones. A eso me refiero cuando hablo de inteligencia colectiva. No 340
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hay una persona que sepa hacer un ratón (mouse) por sí sola. La persona que lo armó y la fábrica no sabían cómo extraer el petróleo que produjo el plástico del ratón, y viceversa. En algún punto, la inteligencia humana se tornó colectiva y acumulativa de un modo que no ha ocurrido en ningún otro animal.” En este sentido, y tal como Aristóteles lo planteaba, valores cívicos tales como la solidaridad y la confianza deben interpretarse como coeficientes claves en la generación de inteligencia colectiva humana, que es el motor de nuestro progreso social y tecnológico. Sintetizando, se podrá decir que el ser humano ha logrado el desarrollo económico actual gracias a haber desarrollado una inteligencia colectiva. Pero esta clase de inteligencia requiere de un clima de confianza, el que lamentablemente muchas veces tiende a ser dañado por un modelo capitalista extremo que incentiva la competencia y el egoísmo individual (39). Por lo tanto, el estado debería no sólo facilitar el desarrollo económico, sino que también atender a sus efectos secundarios, fundamentalmente fomentando climas de mayor confianza en los distintos niveles de nuestra sociedad. Nuestro modelo capitalista imperante constantemente acarrea efectos colaterales negativos relacionados con el consumo, la competencia, la flexibilidad laboral, la globalización y la despersonalización de las relaciones interhumanas. El mejor contrapeso a estos efectos negativos del mercado, es el “colectivo común”, la asociatividad y la solidaridad entre los ciudadanos, pues tal como lo planteó Norbert Lechner, cuando los miedos son compartidos, el miedo se deja tolerar (39).
d. Regulación de la publicidad infantil Diariamente somos bombardeados por cientos de mensajes publicitarios que tratan de mostrarnos que el dinero, la fama, el poder y la belleza son lo más importante (42), pues nuestra sociedad se ha dado el lujo de convivir con un sistema publicitario (radio, T.V., internet, etc.) que ha trastocado nuestros valores y distorsionado la visión de mundo que queremos. El consumo de lo intrascendente se ha alzado como un mecanismo psicológico compensatorio que, supuestamente, nos ayudaría a suplir los déficits emocionales de nuestras vidas. Y la publicidad se ha encargado de convencernos de que las posesiones materiales y el dinero son el camino hacia la felicidad. Por lo tanto, hemos venido conviviendo por años con un tipo de publicidad poco responsable, centradas solo en las demandas del consumo. No vamos a discutir la importancia de la publicidad para el crecimiento y el desarrollo, que por supuesto la tiene. Sin embargo, lo que hoy en día necesitamos es regularla y convertirla en una publicidad responsable del bienestar individual y colectivo. Coherente con lo anterior, diversos estudios en el mundo coinciden en que la extrema libertad con que cuenta la publicidad comercial habría sido responsable de moldear negativamente nuestros valores, y de afectar la satisfacción con la vida y la salud mental. Pero lo más grave de todo, es que se ha comprobado en Reino Unido y en Estados Unidos que los más afectados La Felicidad 341
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son los más pequeños. Play Stations, Nintendos, relojes de Ben 10, Barbies, y tantos otros productos con contenidos psicológicos y simbólicos, sólo apuntan a crear en los niños un espiral de deseos materiales que tarde o temprano terminarán atacando su bienestar subjetivo. Todo marketing comercial que estimule estos deseos excesivos por las posesiones, aumenta los problemas psicológicos de los niños, y a la larga, su auto estima y capacidad de adaptación. Estos efectos negativos de la publicidad que perjudican a toda la población, afectan sobre todo a aquellas personas que no tienen sus valores formados y que su visión de lo bueno y lo malo están aún en desarrollo. Por lo tanto, este tipo de marketing debe ser definitivamente limitado y controlado en Chile y en el mundo. Los innegables perjuicios mencionados anteriormente han llevado a que Suecia haya decidido prohibir todo tipo de publicidad comercial dirigida hacia menores de 12 años (18). Además, Richard Layard del London School of Economics, ha emprendido una campaña para lograr que las políticas públicas del Reino Unido sigan las enseñanzas de Suecia y protejan a las generaciones más jóvenes. La salud mental tanto de los niños como de los adultos está en riesgo y debe ser resguardada. En Chile hoy tenemos la oportunidad de seguir este camino, ya que las evidencias y las experiencias están dadas. Si fuimos capaces de prohibir el fumar en los lugares públicos y de incorporarlo culturalmente, con mayor razón debemos regular la publicidad hacia menores. Tenemos el deber ético de proteger el desarrollo y formación de los niños, no sólo porque son los más fáciles de manipular, sino que también porque esta manipulación lleva precisamente a los padres a caer en un espiral de gastos y presiones psicológicas insostenibles, lo que refuerza la insatisfacción creciente en la familia y en la sociedad. Años atrás habría parecido imposible plantear estos desafíos en Chile. Hoy en este sentido, las políticas públicas y el estado tienen una responsabilidad y un rol clave que no deben eludir.
e. Caminando hacia una sociedad más justa e igualitaria Vale preguntarse si será posible lograr altos índices de bienestar y felicidad en Chile con los altos y persistentes niveles de desigualdad que poseemos. Varios estudios confirman que es toda la sociedad la que sufre, cuando las percepciones de desigualdades son altas (48 – 50). La riqueza altamente concentrada tiende a corromper el poder del Estado, mientras que la pobreza extrema tiende a crear rebeldía, desconfianza y a veces el incumplimiento de las leyes. Fue ya Jean Jacques Rousseau quien advirtió sobre el impacto negativo de la desigualdad sobre el pacto social de una sociedad (51): Por otra parte, cuantas cosas, todas difíciles de reunir, no supone este gobierno! … luego después mucha igualdad, en los rangos y en las fortunas, pues sin esto no puede subsistir largo tiempo la igualdad en los derechos ni en la autoridad: finalmente, poco o ningún lujo, porque el lujo o es efecto de las riquezas, o las hace necesarias; corrompe a la vez al rico y al pobre, al uno 342
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por la posesión, al otro por la codicia; vende la patria a la molicie y a la vanidad, y priva al estado de todos sus ciudadanos para sujetarlos los unos a los otros. Los altos y persistentes niveles de desigualdad en Chile deberían ser una luz amarilla o roja para el Estado y para la sociedad en su conjunto. La desigualdad incide decisivamente y negativamente sobre el bienestar y la confianza de las personas. Además, la realidad contradice los discursos de la elite política y económica, cuando se habla de igualdad de oportunidades, si la mayoría se siente excluida y con un acceso desigual a los “sistemas funcionales” en el país. En este sentido, se ha planteado que la calidad deficiente de los sistemas funcionales de los países podrían ser más tolerables si todos los ciudadanos, especialmente aquellos que inciden en la elaboración de las políticas públicas (la elite política y económica) estuviesen obligados a utilizarlos como cualquier ciudadano. Lamentablemente, es una verdad ineludible que las personas que usan los sistemas disfuncionales y públicos del país (hospitales, transporte, escuelas, etc.), normalmente no son las personas que deciden las políticas públicas. Por lo tanto, un gran avance seria que todos, absolutamente todos los ciudadanos de un país, tuviesen que utilizar los mismos servicios públicos. Sólo de esta forma los hacedores de políticas sentirían en carne propia los efectos de sus errores y de sus aciertos. Y para esto, es fundamental subrayar la responsabilidad social de todos los ciudadanos con influencia política (sean ciudadanos naturales, corporativos o gremios) en la mantención de un contrato social vigente y sostenible en Chile. Por último, debemos entender que una sociedad no puede ser feliz si la mayoría de sus miembros considera que no vive en un clima de respeto, dignidad e igualdad de derechos (8). Por lo tanto, para lograr impulsar políticas públicas que incidan positivamente en el bienestar y la felicidad de las personas, se requiere de una gran voluntad política, y por ende de una sociedad en la cual todos apoyen y promuevan los cambios necesarios. Aunque las elites del país, no envíen sus hijos a las escuelas y los hospitales públicos, siguen manteniendo una responsabilidad política clave hacia los problemas de los demás, sobre todo, una responsabilidad ética, social y humanitaria. Y que mejor para concluir estas ideas, que el propio Adam Smith en su Riqueza de Las Naciones (52): Los criados, los trabajadores y los operarios de todas las categorías constituyen la mayoría de toda la sociedad política. Y lo que mejora las condiciones de vida de esta mayoría, no puede ser considerado perjudicial para la sociedad. Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz, si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables.
f. Espacios públicos Otra área clave para las políticas públicas que pretendan impulsar la felicidad de la sociedad se encuentra en abordar la creación y la mantención del espacio público. Estos espacios, La Felicidad 343
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mal diseñados o ejecutados, pueden impedir el bienestar y la felicidad de las personas. Bien planificados, por el contario, pueden incentivar de forma positiva hábitos que contribuyan al florecimiento de las sociedades. En este sentido, hay que considerar que el espacio, como circunstancia importante e inevitable para cualquier persona, impacta en distintos niveles de sentimientos y bienestar. Los espacios públicos pueden (i) relajar o activar sentidos, (ii) incentivar a encontrarse o retirarse, y (iii) pueden ser elementos identificadores. Estos tres aspectos están bajo la influencia directa de la planificación urbanística. Planificar el carácter y el funcionamiento de las ciudades, de sus espacios verdes, de sus áreas de vivienda y de comercio, pensar en la seguridad de los barrios, y diseñar la estética y funcionalidad de las plazas y las viviendas sociales, impacta de forma directa en el cómo los habitantes viven, se relacionan, se identifican, y por ende, como se sienten en su vida, es decir, en su felicidad. Por ejemplo, si se crean parques y plazas como pulmones verdes, y se instalan bancas debajo de los árboles, las personas pueden relacionarse y relajarse más fácilmente, especialmente en, medio de la vida vertiginosa de una ciudad. Por el contrario, si no se diseñan espacios para encontrarse, las personas simplemente no se encuentran (53). Sin el diseño de espacios públicos comunes, los vecinos no se ven, conversan menos y desarrollan menos lazos de confianza. En otro ámbito, también existe evidencia sobre el impacto que tiene la vista de una ventana hospitalaria en la recuperación de los pacientes, siendo la mirada hacia un árbol y hacia la naturaleza la que lleva a una recuperación más rápida, y a un uso reducido de analgésicos (54). Al incorporar en sus políticas públicas de forma seria estas consideraciones, el estado no obligaría al paciente hospitalizado a mirar los árboles frente a su ventana, ni a curarse más rápido. Tampoco forzaría a los niños a jugar en la plaza, ni a cualquier persona a sentarse en un banco debajo de un árbol. El estado sólo daría una opción más para que las personas elijan un estilo de vida que fomente su bienestar y su felicidad. El rol del estado y las políticas públicas es fundamental para el buen diseño de ciudades felices que promuevan en bienestar en sus ciudadanos.
g. Salud mental Las palabras que abrieron el primer reporte sobre Desarrollo Humano en Chile en el año 1990 siguen siendo tan válidas como hace más de 20 años atrás: “La verdadera riqueza de una nación está en su gente” (55). Por lo tanto, cuidar a las personas, protegiendo y promoviendo su salud mental, es vital para construir un desarrollo humano sustentable y saludable. Luego de haber realizado un análisis de la salud mental en Chile y su importancia para el bienestar y la felicidad en el capítulo 5, en las siguientes líneas compartiremos una reflexión 344
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sobre propuestas para mejorar la salud mental individual y colectiva, pensado en un modelo de desarrollo que priorice el bienestar y la felicidad de las personas.
g.1 Promover un cambio de paradigma de desarrollo que integre como un objetivo humano fundamental el bienestar, la felicidad y la salud mental Las grandes decisiones políticas, económicas y sociales que se implementen en un país, deben hacerse cargo de la pregunta sobre si estas medidas afectarán positiva o negativamente la salud mental, el bienestar y la felicidad de las personas y de la comunidad. Es necesario validar la importancia de la salud mental y la búsqueda de la felicidad en el desarrollo de las personas y el país, integrándolas en todas las políticas del estado y a lo largo de toda la vida. La reciente propuesta no oficializada “Estrategia Nacional de Salud Mental: un salto adelante” (56), del departamento de Salud Mental del MINSAL, apunta en la línea de la intersectorialidad cuando en su ”Visión” refiere “Al año 2020 y a través de los esfuerzos integrados de los sistemas de salud, de protección social, de trabajo, educación, vivienda, justicia y otros, los chilenos habrán avanzado en la construcción de un país que, desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida de las personas, promueve la salud mental, previene la aparición de enfermedades mentales y garantiza a todos, el acceso a programas sanitarios e intersectoriales de alta calidad, en un marco de respeto a los derechos humanos”. En la misma dirección “La Fundación Victorian para la Salud (VicHealth)” en Australia (57), ha postulado desde comienzos del 2000 que “las acciones exitosas en promoción de la salud mental se forjan del trabajo articulado entre el sector público, el privado y actores no gubernamentales, en lo que respecta a áreas tales como: vivienda, transporte, educación, trabajo, salud, justicia, comunidad, academia, deporte, artes y recreación, entre otros. Desde esta perspectiva las acciones promocionales deben considerar los determinantes sociales y económicos de la salud mental, la participación y apoyo comunitario, en base a una planificación, implementación e inversión integrada, con una mirada a largo plazo”. Por lo tanto, la salud mental debe estar integrada intersectorialmente a las diferentes políticas del país, como por ejemplo en el ámbito educacional y laboral. La educación debe incorporar desde sus inicios en forma trasversal el trabajo teórico y vivencial de salud mental, bienestar y felicidad en los alumnos, sus familias, los docentes y para docentes. Frente a las altas tasas de prevalencias de problemas de salud mental, y la somatización y el acting out de las emociones, se hace necesario hacer un proceso de “alfabetización emocional” desde el nacimiento y la etapa preescolar. Hoy existen suficientes evidencias científicas y estudios de impacto de la importancia de estos temas y de la necesidad de habilitar a las personas con un repertorio de capacidades y herramientas, que le ayuden a cuidar su salud mental y su bienestar. El último informe de Desarrollo Humano del PNUD del 2012 sobre La Felicidad 345
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Bienestar Subjetivo (8), nos reafirma la idea que es fundamental promover el desarrollo de “capacidades” en las personas para que puedan formular y realizar sus proyectos de vida en búsqueda de bienestar. El habilitar estás competencias emocionales, cognitivas, sociales y de sentido de vida, nos permite “florecer”, como nos dice Martín Seligman en su libro “Flourish” (58) es decir, tener la posibilidad de dar nuestros mejores colores y talentos, para “convivir en bienestar”. Además es importante incorporar la variable de salud mental y bienestar en las políticas y prácticas laborales. El trabajo, lugar donde pasamos gran parte de nuestra vida, puede ser un escenario promotor de bienestar o malestar. Si el trabajo es permanentemente estresante, no gratificante, invasivo de la vida y de las necesidades personales, en un clima organizacional hostil con jefaturas desconectadas y centradas solo en los números, se creará un ambiente laboral que generará problemas de salud mental e infelicidad en las personas. Debemos pensar en un trabajo que dignifique a las personas y que sea promotor de bienestar. El futuro requiere que el trabajo no solo se preocupe del bienestar y la felicidad de los trabajadores porque así serán más productivos, sino porque cualquier actividad del ser humano, debe estar orientado a su bienestar individual y colectivo. Un ejemplo de buenos resultados de salud mental desde una intervención comunitaria de carácter intersectorial es el Programa “Communities that Care” (CTC) implementado en Estados Unidos, Holanda, Inglaterra, Escocia, Gales y Australia. “Esta estrategia de prevención contra la violencia se instala en distintos niveles: medios de comunicación, cambios de políticas en las comunidades, cambio en la estructura de administración escolar o prácticas de enseñanza, estrategia de capacitación para padres y estrategia para el desarrollo de destrezas sociales en los individuos”, teniendo resultados efectivos en diferentes variables de salud mental (59, 60).
g.2 Conocer objetiva y subjetivamente la realidad de la salud mental y la felicidad en Chile Es esencial definir una línea base de salud mental, bienestar y felicidad en Chile, midiéndola regularmente e incorporándola como un indicador principal de desarrollo. La propuesta de la nueva Estrategia Nacional de Salud Mental (56), define que es necesario medir periódicamente indicadores de “Enfermedad mental” como de “Salud mental”, a través de un estudio de prevalencia cada 5 a 10 años y a través del desarrollo de un sistema de vigilancia epidemiológico que permita contar con información actualizada de la evolución de la salud mental. Es importante además medir y evaluar cómo las grandes políticas y decisiones del Estado en diferentes ministerios y ámbitos, impactan sobre la salud mental y la felicidad de los ciudadanos.
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g.3 Invertir económicamente en salud mental y bienestar Para buscar un desarrollo humano sustentable que promueva el bienestar y la felicidad de las personas, es necesario aumentar significativamente el gasto en salud mental individual y de la comunidad por parte del estado y los privados. A pesar que las enfermedades neuropsiquiátricas corresponden al 23,2 % de la pérdida de vida de años saludables en el país y que los problemas de salud mental impactan sobre todas las variables del desarrollo, la Salud Mental solo ocupa cerca de un 3 % del presupuesto total de Salud, (61), lo que se agrava más aún, al ver que Chile destina solo un 7,2 % del PIB a Salud (62), lejos del 10 % y más que ocupan países como Dinamarca, Canadá o Suiza, que lideran los ranking de bienestar en el mundo. Cabe destacar que de las 80 patologías que actualmente cubre el AUGE, sólo 4 corresponden al área de salud mental y que las otras patologías psiquiátricas, son cubiertas por las instituciones privadas y el estado muy desigualmente en relación a las llamadas enfermedades de “salud física”. Frente a esta realidad es necesario promulgar urgentemente una ley de paridad y equidad, en la línea de la “Mental Health Parity and Addiction Equity Act”, promulgada en Estados unidos el 2008, cuyo objetivo fue que las enfermedades mentales tuvieran la misma cobertura económica que cualquier enfermedad física (61). La salud física y mental deben tener requerimientos similares de financiamiento y de acceso a los tratamientos, es decir los beneficios de salud mental deben ser equiparables a los tratamientos médicos y quirúrgicos.
g.4 Algunas otras líneas y propuestas de desarrollo desde la salud mental son: t Promover una cultura social y de desarrollo humano centrado en el bien común, la solidaridad y la empatía, que sea integrativa de la diversidad de formas de ser y vivir la individualidad junto a otros. t Fomentar la inclusión social de personas con discapacidad psíquica y educar para evitar la estigmatización de los problemas de salud mental. t Aumentar la inversión en promoción de salud mental y no solo en la prevención y el tratamiento de los trastornos psiquiátricos. Hacer un enfoque de intervención desde lo comunitario y lo colectivo. En Europa, el “Community based mental-health model” (57), ha demostrado en numerosos estudios que, a igualdad de gasto, el modelo comunitario es más eficaz en mejor la calidad de vida y produce una mayor satisfacción en los pacientes y familiares, que la asistencia a un hospital psiquiátrico. t Trabajar con los determinantes psicosociales de la salud y buscar un desarrollo con equidad. La Comisión de determinantes sociales de la Salud (63), creada por la OMS el año 2008, llegó a la conclusión de que es urgente actuar directamente sobre la desigualdad socioeconómica como vía para mejorar la salud en general. Sin salud mental, no hay salud. La Felicidad 347
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t Potenciar una política infanto juvenil de salud mental integrada a educación y al fortalecimiento de la familia y de los grupos sociales. t Empoderar a las personas y a la comunidad como actores principales del auto cuidado, el cuidado de otros y la búsqueda de bienestar y felicidad. t Cambiar los planes y programas de formación de pre- y postgrado y de educación continua de los profesionales de la salud mental para incorporar ampliamente las nuevas evidencias del aporte del bienestar y la felicidad. t Cuidar la salud mental de los equipos que trabajan con la salud mental de otras personas y de las instituciones que se encargan de la salud mental del país. t Acompañar y evaluar los procesos, para que lo que está claramente escrito en el papel, se materialice en la práctica habitual. En resumen, hasta ahora, el único elemento de políticas públicas que aborda directamente aspectos relacionados con la felicidad y el bienestar es la salud pública. Sin embargo, la salud pública tiene, al menos, dos limitaciones (64). Primero, está enfocada en remediar la enfermedad y no en potenciar el funcionamiento psicológico óptimo. Segundo, muchos de los sistemas de salud en el mundo simplemente casi no abordan las enfermedades mentales debido a diversos tabús, ignorancia o falta de recursos. Por lo tanto, es de esperar que las líneas precedentes puedan servir de orientación hacia un sistema de salud pública efectivo que aborde la prevención y tratamiento de enfermedades mentales, así como también la promoción del bienestar subjetivo y el florecimiento psicológico (64).
V. Conclusiones En este capítulo hemos tratado de abordar desde diferentes perspectivas (economía, psicología, filosofía, salud mental, desarrollo humano, etc.) el rol que le compete a los estados en la generación de las condiciones adecuadas para que las personas y los países aumenten su bienestar y su felicidad. Se plantearon diversas líneas de intervención, a partir de las cuales quisiéramos reforzar aquellas que nos parecen en el presente, de mayor relevancia y urgencia. 1. Reconocer la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental (ONU) e introducir a nivel estatal y de forma obligatoria indicadores que midan el bienestar y la felicidad de los individuos, las organizaciones, las naciones y el planeta. 2. Fomentar diversos valores en nuestra sociedad desde las políticas públicas, tales como empatía, altruismo, relaciones de confianza, participación y cohesión social, etc.: a. Promover la incorporación de valores colectivos, como la confianza, el respeto, la solidaridad y el altruismo, como ejes centrales del desarrollo de las políticas públicas. Crear una Ley única de donaciones que facilite la labor social de todas las organizaciones 348
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sociales en Chile. b. Fomentar la participación y la asociatividad ciudadana. c. Incorporar mayores exigencias de transparencia en el gasto fiscal y elaborar un presupuesto ciudadano, entendible para cualquier persona, que coloque en su centro políticas públicas que promuevan el bienestar y la felicidad. d. Reformar el sistema electoral chileno, haciéndolo más inclusivo y representativo. Implementar estándares de transparencia para las organizaciones y los partidos políticos. 3. Instalar el trabajo de las emociones, el bienestar y la felicidad a lo largo de toda la educación. Normar y delimitar la publicidad comercial infantil. 4. Asegurar que la política pública urbanística, los sistemas de transporte y obras públicas incorporen el bienestar de las personas como objetivo primordial del desarrollo. 5. Otorgar prioridad nacional a la salud mental en Chile. Es necesario: a) promover un cambio de paradigma de desarrollo que integre como un objetivo humano fundamental el bienestar, la felicidad y la salud mental; b) conocer objetiva y subjetivamente la realidad de la salud mental y la felicidad en Chile; c) invertir económicamente en salud mental y bienestar; d) empoderar a las personas para que desarrollen sus potencialidades, se cuiden, cuiden a otros y busquen una salud mental integral. 6. Darle prioridad a las políticas públicas que abordan la disminución de la desigualdad y de las injusticias sociales. Es importante promover la dignidad de las personas y la búsqueda de la felicidad con otros. Estamos seguros que en la medida que los estados consideren estas recomendaciones y generen progresivamente las condiciones necesarias para aumentar el bienestar y la felicidad de los seres humanos y del ecosistema, iremos avanzando hacia el verdadero florecimiento humano, aquel que permita construir un mundo feliz, equilibrado y sustentable.
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CAPÍTULO 19
Fortalecimiento de capacidades para desarrollar el bienestar subjetivo desde las políticas públicas
Pablo A. González
Capítulo 19 FORTALECIMIENTO DE CAPACIDADES PARA DESARROLLAR EL BIENESTAR SUBJETIVO DESDE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS Una mirada desde el Informe de bienestar subjetivo del PNUD Pablo A. González La predominancia del enfoque económico tradicional en las políticas públicas se ha traducido en estrategias que privilegian el crecimiento económico como único objetivo. Son muchas las voces que se han levantado a lo largo de la historia para contrarrestar esta premisa, y hoy son un clamor vigoroso. El PNUD fue de los primeros en poner el tema de los fines del desarrollo en la agenda internacional, ofreciendo la perspectiva del desarrollo humano, es decir la expansión de las libertades reales para que las personas puedan llevar adelante los proyectos de vida que razonadamente desean. “El objetivo básico del desarrollo humano es crear un ambiente propicio para que los seres humanos disfruten de una vida prolongada, saludable y creativa. Esta puede parecer una verdad obvia, aunque con frecuencia se olvida debido a la preocupación inmediata de acumular bienes de consumo y riqueza.”(1). El PNUD se unió en estos principios a los que clamaban por un desarrollo sostenible, un desarrollo a escala humana o aquellos que argumentaban por integrar un enfoque sensible al género y a la desigualdad. Hoy se está planteando con fuerza la idea de integrar la felicidad como un fin del desarrollo y como una guía de las políticas públicas. Así lo ha refrendado la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 65/309 del 25 de agosto de 2011: “…la necesidad que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos… invita a los Estados miembros a que emprendan la elaboración de nuevas medidas que reflejen mejor la importancia de la búsqueda de la felicidad y el bienestar en el desarrollo con miras a que guíen sus políticas públicas.” ¿Cómo puede avanzar nuestro país en este sentido? Ese fue uno de los temas centrales del reciente informe sobre el desarrollo humano en Chile (2). El objetivo de este breve capítulo es desarrollar las propuestas de PNUD del informe del año 2012, respecto a cómo avanzar para que las políticas públicas promuevan un mayor bienestar y desarrollo humano.
Integrar bienestar subjetivo y desarrollo humano El informe sobre el desarrollo humano en Chile 2012, “Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo”, propone una mirada más amplia de la subjetividad. La subjetividad es una experiencia y un juicio que un individuo tiene de su propia vida y una experiencia y juicio Capítulo 19 - La Felicidad 357
Fortalecimiento de capacidades para desarrollar el bienestar subjetivo desde las políticas públicas
de la sociedad en que vive. Sobre esta base, sugiere un concepto de “bienestar subjetivo integral”, que se compone de dos dimensiones: el bienestar subjetivo individual y el bienestar subjetivo con la sociedad. El primero es medido a través de los indicadores tradicionalmente usados para este efecto1. El segundo puede evaluarse a través de la satisfacción con las oportunidades que da Chile a sus habitantes para adquirir las capacidades que se detallan más abajo, y la confianza en un conjunto de instituciones claves. Ambos juicios no necesariamente coinciden, y de hecho, según distintas fuentes, en Chile no coinciden. Por ejemplo, la encuesta CEP muestra que el porcentaje de chilenos que se declara felices con sus vidas (una medida de bienestar subjetivo individual) viene aumentando desde mediados de los 90, mientras según la encuesta CERC la confianza en las instituciones (una medida del bienestar subjetivo con la sociedad) viene cayendo desde la misma época (ver gráfico 1). Algo similar se observa en la encuesta mundial de valores que incluye indicadores para ambas dimensiones. Después de aclarar la noción de subjetividad relevante, el PNUD (2) sugiere que no es posible actuar sobre el bienestar subjetivo integral en forma directa sino que debe hacerse a través del fortalecimiento de las capacidades humanas (en inglés “capabilities”, término acuñado por Amartya Sen y Martha Nussbaum). Esto porque, como nos advertía Huxley en su novela Un mundo feliz, no es legítimo moralmente actuar directamente sobre la felicidad suministrando soma a los ciudadanos para que se sientan más felices. Las capacidades son las libertades reales de las personas para desarrollar los proyectos de vida que desean. Son individualmente apropiadas pero socialmente construidas. A partir de una revisión de literatura en filosofía política y ciencias económicas y sociales, PNUD (2) propuso un listado de capacidades para el bienestar subjetivo, que sometió a talleres deliberativos con distintos grupos sociales. De esto emergió un listado de once capacidades, las que posteriormente fueron medidas, junto con los indicadores de bienestar subjetivo, en la encuesta de desarrollo humano 2011. Esto permitió estimar la relación que existe entre el conjunto de capacidades y las distintas medidas de bienestar, confirmándolas a través de las variables que la literatura asocia normalmente con bienestar subjetivo. No es del caso resumir estas estimaciones aquí, basta mencionar que se utilizaron regresiones lineales y “matching de dosis”, las que resultaron bastante consistentes. Las capacidades que están más asociadas con las mediciones de bienestar subjetivo individual son: “tener satisfechas las necesidades físicas y materiales básicas” (ingresos y vivienda), “tener buena salu cativos con los demás”, “ser reconocido y respetado en dignidad y derechos” y “tener un proyecto de vida propio”. Las capacidades más
1 Escala de satisfacción vital, escala de la mejor vida posible, afectos positivos, afectos negativos y balance de afectos. Además se midió una escala de insatisfacción vital y una escala de sufrimiento. 358
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Pablo A. González
asociadas con bienestar subjetivo con la sociedad son “sentirse seguro y libre de amenazas” y “ser reconocido y respetado en dignidad y derechos”. Gráfico 1. Bienestar subjetivo individual y con la sociedad en Chile: trayectorias divergentes Fuente: PNUD (2012).
Evolución de la satisfacción vital y la confianza en instituciones (porcentaje) 90 77
80 70 60
58
61
50 40 30 20
30 22
10
20
0 1995-1996
1998-2001
% de personas muy satisfechas y satisfechas
2011
% de personas que tiene mucha y bastante confianza en instituciones
Esto significa que las capacidades más asociadas con bienestar subjetivo incluyen algunas tradicionalmente atendidas por las políticas públicas, que son las que podríamos llamar “materiales”2, y otras comúnmente desatendidas, como poder tener vínculos significativos o ser respetado en dignidad y derechos. Atender a estas capacidades impone los mayores desafíos si se quiere avanzar hacia estrategias de desarrollo más integrales y con mayores efectos positivos sobre las vidas de las personas.
Políticas públicas para el bienestar subjetivo PNUD (2) propone que las políticas públicas deben actuar a través de incrementar las capacidades humanas y que la sociedad debe deliberar acerca de los fines que considera valiosos y que está dispuesta a promover políticamente. En este sentido, el listado completo de capacidades y el subconjunto que aparece más asociado a los indicadores de bienestar subjetivo aportados por PNUD (2) no aspiran a ser más que un insumo para esa deliberación.
2 La capacidad comprender el mundo no resultó significativa, pero parece actuar como piso para tener dotaciones mínimas de las otras capacidades, especialmente necesidades básicas. La Felicidad 359
Fortalecimiento de capacidades para desarrollar el bienestar subjetivo desde las políticas públicas
Esta propuesta permite combinar el enfoque de bienestar subjetivo con el enfoque de desarrollo humano, una línea en la que parece haberse avanzado a nivel internacional3. ¿Qué consecuencias tendría este nuevo enfoque para las políticas públicas? A este respecto PNUD (2) ofrece dos grandes criterios generales que serían la base de este nuevo paradigma: incorporar la lógica de las capacidades para el bienestar subjetivo en todas las políticas; y políticas que actúen directamente sobre las capacidades claves. El primer criterio ha sido planteado en términos similares en el contexto de las políticas de salud por la Unión Europea, al sugerir que todas las políticas públicas deben considerar su impacto en la salud (3). Si un proceso deliberativo reconoce que existen múltiples dimensiones que son valiosas – no solo salud – entonces todas las políticas públicas debieran considerar su efecto en todas estas dimensiones. Haciendo un paralelo con el enfoque de género, esto significa “transversalizar” las capacidades para el bienestar subjetivo en todas las políticas. ¿Cómo? En primer lugar, estableciendo como criterio adicional para el diseño, implementación y evaluación de todas las políticas el aumento de la dotación de capacidades de los individuos para que puedan formular, perseguir y realizar sus proyectos de vida. Esta es la lógica que se ha implantado en Bután con el concepto de “Felicidad Interna Bruta”, compuesto de nueve dimensiones –que sintetizan las capacidades que en ese país se consideran valiosas– y medido a través de un total de treinta y tres indicadores. Al mismo tiempo, el enfoque presentado por PNUD (2) desplaza la definición de lo que es calidad, que actualmente está complicando el diseño y la implementación de diversas políticas, a la definición de lo que es valioso, y esto no pueden hacerlo los expertos, - por muy preparados que estén,- ni los mercados, - por muy competitivos que sean. Lo que es valioso debe ser deliberado. Esto es válido para lo que debe perseguir una estrategia de desarrollo pero es extensible también a cada política específica. Es decir, cada política no debe pensarse solo a partir de una definición sectorial experta de lo que es calidad (por ejemplo, en educación, nivel de aprendizaje en matemáticas y lenguaje) sino a partir de su contribución a todas las capacidades y funcionamientos definidos como valiosos en el proceso deliberativo. Incluso, en el caso de políticas locales o sectoriales dirigidas a espacios territoriales definidos, sería deseable que, en la medida que los tiempos y costos lo permitan, se realice un proceso deliberativo que incluya a todos los involucrados. Esto para acordar las valoraciones relativas de capacidades y funcionamientos que sean más apropiadas, puesto que estas valoraciones sin duda variarán entre comunidades.
3 Ver, por ejemplo, las palabras introductorias de John Helliwell, coautor del primer informe mundial de felicidad preparado para la Asamblea General de Naciones Unidas (ver primer video del día 18 de marzo en http://www.inegi.org.mx/eventos/2013/ Bienestar_subjetivo/presentacion.aspx), donde refiere a sus conversaciones y acuerdos con Amartya Sen en este sentido). 360
La Felicidad
Pablo A. González
Por otra parte, como lo plantea el propio primer informe mundial de la felicidad: “La ciencia de la felicidad se halla todavía en pañales, y sus implicancias de política son inevitablemente tentativas y fragmentarias por ahora” (4). Lo mismo es válido para el enfoque de las capacidades y el desarrollo humano. Si bien se está investigando mucho sobre los determinantes de las capacidades y del bienestar subjetivo, aún se está en una etapa inicial de acumulación de conocimientos empíricos y elaboración de teorías explicativas. Es por esto que es recomendable implementar políticas con un enfoque más abierto y flexible, donde sea posible la innovación, el aprendizaje y la adaptación. Muchas veces los procedimientos públicos conspiran contra estas características deseables de las políticas. En lugar de la innovación se tiende a privilegiar lo que está probado y puede ser repetido. En general no se contemplan dispositivos de aprendizaje que permitan corregir la marcha, si no que, por el contrario, se implementan diseños relativamente rígidos y se intenta minimizar las desviaciones. Existen por lo mismo pocas posibilidades de adaptación que permitan aprovechar el aprendizaje que se va realizando durante la implementación. Diseños más flexibles, con dispositivos de aprendizaje (por ejemplo, a través de la propia consulta y participación de los involucrados) y posibilidades de adaptación (por ejemplo, a través de decisiones importantes delegadas a los mismos involucrados) pueden producir mejores políticas y más información sobre sus impactos en capacidades y funcionamientos. En último término, lo que importa desde el punto de vista del desarrollo humano es la posibilidad de realizar los proyectos de vida deseados, lo que requiere que las personas cuenten con ciertas capacidades y que las puedan desplegar socialmente. ¿Cómo se produce el aumento de las capacidades? PNUD (2) sostiene que para que las personas se apropien de las capacidades no basta con crear oportunidades y generar incentivos, sino que es necesario que estas oportunidades hagan sentido en los proyectos de vida de las personas. Para ello se requiere pensar el ciclo completo de apropiación de las capacidades y su transformación en el tiempo en funcionamientos concretos. La propuesta de PNUD (2) es considerar, por una parte, los “factores de apropiación”, esto es que las oportunidades abiertas hagan sentido en el proyecto de vida de las personas dadas sus capacidades actuales, y por otra, los “escenarios sociales” para el despliegue futuro de esas oportunidades, es decir que las personas perciban que esas nuevas capacidades les serán útiles, una vez las hayan apropiado, para realizar sus proyectos de vida. Las políticas públicas deben articularse intersectorialmente en torno a los distintos proyectos de vida, con el objetivo de facilitar que las personas dispongan de las capacidades para llevarlos adelante. Las políticas no pueden garantizar que los individuos y grupos van a tener éxito en esta empresa, pero pueden aportar abriendo y nivelando oportunidades, factores de apropiación y escenarios sociales para que las personas puedan realizarlos. Consideremos ahora al segundo criterio, concebir políticas para el desarrollo de ciertas capacidades, especialmente las que no son tomadas en cuenta por las políticas más La Felicidad 361
Fortalecimiento de capacidades para desarrollar el bienestar subjetivo desde las políticas públicas
tradicionales. En efecto, mientras existen políticas bien definidas para educación, salud, vivienda e ingresos, –las capacidades que hemos llamado materiales– las otras capacidades recién están comenzando a considerarse en forma explícita en las políticas. A veces son integradas como parte de la dimensión calidad de las políticas tradicionales y otras son aludidas tan solo como “externalidades”. Estas capacidades no tradicionales tampoco tienen una agencia pública a cargo de su promoción. Este segundo criterio sugiere que no basta con incorporar el efecto de las políticas tradicionales en las capacidades no materiales. Es necesario diseñar nuevas políticas, enfocadas en producir las condiciones sociales para que esas capacidades existan. Por ejemplo, el 59% de los encuestados declaraba sentir que en la sociedad chilena no se respetaba la dignidad y derechos de las personas como ellos (2). Para modificar esta percepción se requieren políticas coordinadas, que actúen en distintos niveles. Esto significa, por un lado, avanzar en las reglas institucionales o incentivos y mecanismos de exigibilidad, por ejemplo, especificar conductas inadmisibles que serán consideradas discriminación y asegurar los medios de verificación y los mecanismos para sancionar y castigar en forma efectiva esas conductas. Y, por otro lado, iniciativas dirigidas a promover una cultura de mayor tolerancia y respeto, como por ejemplo políticas educacionales o de convivencia en espacios comunes con los otros distintos, o políticas comunicacionales que difundan mensajes, conductas o estereotipos positivos o denuncien los comportamientos negativos. Para que esto sea efectivo es necesario colocar la responsabilidad de diseñar y coordinar estas acciones en una agencia pública específica (que puede ser nueva o no), dotarla de las atribuciones para llevarlas adelante y que rinda cuenta al público y a las autoridades de sus avances concretos. Estas propuestas representan un cambio mayor en la forma que se hacen las políticas públicas en Chile. En este momento no hay nada que permita prever que este cambio necesario pueda realizarse. La experiencia internacional nos muestra que sin un liderazgo político perseverante al más alto nivel es difícil vencer las naturales resistencias para abandonar lo habitual, aunque sus limitaciones se vayan haciendo cada vez más evidentes. Pero ese camino no explorado, más que una posibilidad atractiva, es la única forma de hacerse cargo de las encrucijadas del presente sin seguir agravando las heridas de la subjetividad. De responder a los fines de los seres humanos y no de meros robots que ni siquiera existen. De construir un futuro común en que todos podamos reconocernos y sentirnos partícipes. Más que un reto para las burocracias, es un desafío a la política.
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Referencias bibliográficas 1. PNUD (1990) Definición y medición del desarrollo humano (primer informe mundial), Bogotá: Tercer Mundo editores. 2. PNUD (2012) Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo. Informe sobre el desarrollo humano en Chile: Santiago. 3. Leppo, K., y Ollila, E. (2013) Health in All Policies: Seizing Opportunities, implementing policies. Ministry of Social Affairs and Health, Finland: Helsinki. 4. Helliwell, J., R. Layard and J. Sachs (2012) World Happiness Report, New York: The Earth Institute, Columbia University.
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CAPÍTULO 20
“Atreviéndonos a ser felices en un chile más humano”
Capítulo 20 ATREVIÉNDONOS A SER FELICES EN UN CHILE MÁS HUMANO DECLARACIÓN DÍA MUNDIAL DE LA FELICIDAD 20 de MARZO DE 2013 Hoy queremos invitarlos a pensar y a construir un Chile que se atreva a mirar el presente y el futuro desde el bienestar y la felicidad. Compartimos la declaración de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas que aprobó el 19 de julio de 2011 una resolución que reconoce la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental, y que convoca a los estados miembros a promover políticas públicas que incluyan la elaboración de nuevas medidas que reflejen la importancia de la búsqueda de la Felicidad y el Bienestar en sus propuestas de desarrollo. Hoy se hace necesario humanizar la globalización y el crecimiento, construyendo un nuevo paradigma de desarrollo que tenga en su centro el bienestar y la felicidad del ser humano, del ecosistema y de toda forma de vida que habite nuestro planeta. El crecimiento económico, el producto interno bruto y el éxito personal, como ejes actuales del desarrollo son insuficientes. Necesitamos incorporar urgentemente el bienestar subjetivo, los valores y la dignidad de las personas como factores significantes. Nuestro mundo no permite más especulaciones ni colusiones de individualismos, sino que requiere un latir sincronizado de complicidades colectivas, por un bien común y un sentido más humanitario de la vida. Estamos convencidos que hoy, lo más revolucionario que podemos buscar es la felicidad junto a otros.
Los que suscribimos esta declaración creemos: -
En una educación que promueve valores, aprendizajes y habilidades para construir un proyecto de vida individual y colectivo competente, que nos dé sentido, bienestar y felicidad. Hoy podemos responsablemente crear las condiciones para que las nuevas generaciones de niños y jóvenes tengan la oportunidad de crecer y desarrollarse en un mundo sustentable.
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En un trabajo que dignifique a las personas, que les permita desarrollar sus talentos y potencialidades. El crecimiento debe considerar un modelo de desarrollo que permita tener los tiempos necesarios para disfrutar junto a otros.
Capítulo 20 - La Felicidad 367
“Atreviéndonos a ser felices en un chile más humano”
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En una sociedad cuya salud mental individual y colectiva son prioritarias, donde nos preocupamos de nosotros y de los otros, del bienestar subjetivo, la confianza interpersonal y el despertar de las emociones positivas.
A partir de esta declaración, queremos invitar a todas nuestras autoridades actuales y futuras, públicas y privadas, a incorporar en sus decisiones, las preguntas y respuestas que tengan como norte el bienestar y la felicidad de las personas, de su comunidad y de su ecosistema. Hoy existe el sustento necesario de la evidencia científica y de la experiencia comparada que florece en distintas culturas del planeta, para incorporar el bienestar y la felicidad como un nuevo paradigma del desarrollo, medible y evaluable. Hoy 20 de marzo de 2013, fecha en que se celebra por primera vez el Día Mundial de la Felicidad a partir de una propuesta de la ONU, queremos invitarlo: - A pensar en usted, su familia, sus amigos, sus vecinos y su comunidad - A agradecer por todo aquello que tiene y a seguir buscando aquello que necesita - A construir relaciones interpersonales saludables y nutritivas - A mirar a los ojos del presente y del futuro, desde la confianza y el optimismo realista - A cuidar su cuerpo, proteger el ecosistema y reconocer nuestras tradiciones - A reír, llorar y celebrar sin vergüenza - A compartir lo que se tiene y lo que no se tiene, material, emocional y espiritualmente. - A reflexionar sobre el sentido de su vida y sobre el mundo que le estamos entregando a las futuras generaciones.
Queremos invitarlos a ser protagonistas en la construcción de un Chile más humano y feliz
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