Libro 'El Zumbido y El Moscardón. Volumen II' de Javier Darío Restrepo
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN Consultorio de ética periodística Los mejores casos, Vol. II
Colección Nuevo Periodismo
Los mejores casos, Vol. II
Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia Restrepo, Javier Darío, 1932 El zumbido y el moscardón : consultorio de ética periodística. vol. II / Javier Darío Restrepo. -- Cartagena : Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano ; Medellín : Tragaluz Editores, 2016. p. – (Colección nuevo periodismo)
ISBN 978-958-8845-64-7 1. Ética periodística 2. Periodismo I. Título II. Serie
CDD: 174.907 ed. 23
CO-BoBN– a979335
El zumbido y el moscardón. Consultorio de ética periodística. Los mejores casos, vol. ii Javier Darío Restrepo Prólogo de Gumersindo Lafuente ©Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, 2016 © Javier Darío Restrepo, 2016 ISBN: 978-958-8845-64-7 Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano Director General Jaime Abello Banfi Director Ejecutivo Ricardo Corredor Cure Director de Programas José Luis Novoa Directora Administrativa y Financiera Ana Teresa Hernández Director de Estrategia Digital y Contenidos Carlos Serrano Selección y edición de las consultas Hernán Restrepo y Carlos Serrano Edición y diseño Tragaluz Editores Diseño de portada Paola Nirta Impresión Publicaciones VID Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra sin consentimiento escrito del editor. Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano Centro, calle San Juan de Dios # 3- 121, Cartagena, Colombia www.fnpi.org
Este libro es parte del programa Ética Segura, desarrollado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano -FNPIen alianza con SURA, y que busca abrir espacios de reflexión y debate acerca de los cambiantes desafíos éticos que enfrentan los periodistas en un contexto de profundas transformaciones de la práctica, el negocio y la función social del periodismo. SURA cree en el periodismo ético, responsable e independiente, que contribuye a construir una sociedad mejor informada, más incluyente y democrática. Por eso, es aliado de la FNPI en el reconocimiento y la promoción de buenas prácticas que permitan, desde la ética, fortalecer un oficio vital para el desarrollo de nuestra sociedad.
Contenido
Prólogo, Ética para tiempos convulsos....................................... 9 Periodismo, ética e internet.......................................................... 11 Quince años de respuestas............................................................ 23 150 Casos del Consultorio Ético.................................................. 29 • Los fundamentos de la ética periodística............................31 • Principios y valores elementales del periodismo................39 • El compromiso con la verdad..............................................56 • Estudiar periodismo ...........................................................64 • Redacción y ortografía en el periodismo............................70 • Las ruedas de prensa..........................................................74 • Informar en épocas electorales..........................................80 • Informar sobre guerra y paz...............................................86 • Informar sobre suicidios.....................................................94 • Informar sobre niñez..........................................................98 • Informar sobre discriminación ...........................................103 • Manejo de las fuentes........................................................112 • Relación con las audiencias................................................120 • La libertad de prensa y la libertad de expresión.................129 • Compatibilidad del periodismo . ........................................148 • Relación con el medio ........................................................154 • Periodismo y publicidad . ...................................................164 • La autorregulación .............................................................168 • La censura...........................................................................178 • Lidiar con amenazas . .........................................................183
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Fotoperiodismo...................................................................193 El humor gráfico y la caricatura . ........................................221 El periodismo de espectáculos o entretenimiento ............230 El periodismo de salud . .....................................................239 Periodismo de opinión........................................................248 El periodismo en catástrofes y terrorismo..........................257 Fenómenos extraterrestres.................................................272 Ética en la era digital...........................................................274
EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Prólogo
Ética para tiempos convulsos Po r Gumersindo Lafuente
En estos tiempos inciertos en los que cada día a los periodistas nos preguntan por la supervivencia de nuestro oficio; en este mundo veloz en el que muchas veces ni nosotros mismos sabemos qué responder; en este ecosistema atropellado en el que la fuerza de la tecnología ha cambiado los cimientos en los que se asentaba nuestro trabajo, es más necesario que nunca amarrarse fuerte al rigor, la credibilidad, el servicio público y la ética. Ese puñado de ideas básicas sin las cuales el periodismo no sería tal. Vivimos sumergidos en un barullo terminológico que intenta confundir todo el rato comunicación, publicidad y marketing con periodismo. Las “fuerzas del mal” de la política y la economía están aprovechando la debilidad del modelo de los medios, acosados por la pujanza de internet y las redes, para colar en su portería los goles que durante tantos años los periodistas estábamos acostumbrados a detener. Los ejecutivos, agobiados por las pérdidas y equivocados pensando que las recetas que valen para vender autos o ropa también sirven para las noticias, no dejan de cometer errores. Su falta de criterio se está convirtiendo en una de las grandes amenazas. Los periodistas, muchas veces presionados por la obtención de tráfico rápido y fácil, otras por pereza o falta de talento, corremos el riesgo de tirar el prestigio del oficio por la ventana y que quede irremediablemente hecho añicos sobre el suelo. La gente, el público, los antes pasivos lectores, auditan hoy de forma permanente y activa nuestro trabajo. Es el control social de
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la información. Los periodistas, acostumbrados a vivir protegidos en una especie de oligopolio de la intermediación, tenemos que compartir ahora ese espacio con millones de personas que disponen de las mismas herramientas que nosotros para hacerse oír. Acostumbrados a vivir transiciones de medios escritos a audiovisuales sin grandes traumas, no estábamos preparados para la gran disrupción que supone internet. Como dice el maestro Restrepo, “internet se convierte en un desafío ético porque es un poder. Se revelaron como poder la escritura, los libros, los periódicos, la radio y la televisión. Internet los supera como poder”. Poder y desafío ético. Dos ingredientes que en realidad no deberían sorprender a cualquier buen periodista. Siempre hemos estado rodeados de ambos. Y no podemos echarle la culpa a la tecnología de nuestros males. Somos nosotros, con nuestro talento, trabajo y compromiso, con un sentido de rebeldía cotidiana y con la ética como arma suprema del oficio, los que estamos llamados a reivindicar su utilidad y su relevancia en este nuevo escenario lleno de trampas e incertidumbres. Por eso este libro que nace gracias al Consultorio Ético de la FNPI, en el que Javier Darío Restrepo nos regala su excelencia, y compañeros de varios países nos aportan sus inquietudes, es tan importante. Justo ahora, en tiempos convulsos, es cuando más necesitamos saber dónde y cómo debe estar el periodismo.
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Periodismo, ética e internet Po r Javier Darío Restrepo
Dos historias paralelas
Hubo un tiempo en que los humanos no sabían leer ni escribir y en que solo usaban la voz y los gestos para comunicarse entre sí. En las ruinas de Pompeya se encontraron testimonios del tiempo en que ese analfabetismo de la especie comenzó a ceder. Fue en unos recibos del comisario Jucundus donde los investigadores pudieron concluir que siete de cada trece ciudadanos sabían escribir y solo tres entre trece tenían el hábito de la escritura. Además, la de la escritura era una ocupación de esclavos, porque el romano cultivado tenía una memoria auditiva. Estos datos del siglo i de la era cristiana vienen a cuento como referencia para emprender un recorrido por la evolución que han tenido las tecnologías de las comunicaciones, paralela al desarrollo de la conciencia ética de sus usuarios. Puesto que en aquellas remotas épocas la escritura (esa elemental tecnología de la comunicación) no se miraba como un mecanismo de poder, no merecía consideración ética alguna. Hay que insistir en el dato: leer y escribir eran asuntos de esclavos. El ciudadano poderoso tenía esclavos que escribían por él y leían para él. Este medio de comunicación comenzó a revelar su importancia en las universidades, donde hacia finales del siglo xiii, los estudiantes se habían acostumbrado a copiar las clases que dictaban sus profesores. Hay miniaturas de la época que muestran al estudiantado escuchando y copiando. Se decía que los profesores dictaban para la pluma o para el cálamo (en referencia a la pluma de ave) o para la caña recortada que servían para escribir.
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La Edad Media recibió las tablas de cera y los punzones, el pergamino, la caña, la pluma y el pincel; después vendría de la China el papel y, como invención propia, Europa recibiría la ordenación alfabética de las letras, la planificación de las páginas y los índices temáticos. Anotan los historiadores, sin afán retórico, que coincidieron en la misma época las grandes catedrales góticas y el libro portátil, que reemplazó al libro monumental y profusamente ornamentado. Para entonces, el libro y la escritura se relacionaron con el poder y los conflictos éticos vinculados al medio de comunicación comenzaron a formularse. También entonces se pudo hablar de brecha entre los que tenían acceso a los textos, y podían leerlos en monasterios ricos y universidades que poseían aquellos libros monumentales, y la mayoría de la población, que apenas si sabía de la existencia de los libros o que si los tenía a su alcance, no podía leerlos, circunstancia que reveló el deber de la comunicabilidad que se cumplía con las pinturas que acercaban a la población analfabeta los contenidos de los textos; de ahí surgiría otro deber ético: el de ser fieles a las realidades y a la doctrina, un esbozo de lo que hoy conocemos los periodistas como compromiso con la verdad. Llámese una ética en borrador o esbozo primitivo de la ética periodística, pero evidencia de que esas primitivas y toscas manifestaciones de la técnica de la comunicación traían de la mano los deberes éticos, porque donde aparece una manifestación de poder, surge como su aura el deber ético. En una sugestiva nota de pie de página en su libro El viñedo del texto, Iván Illich menciona como hardware del siglo xii el papel, la vitela o las plumas con punta de fieltro, y como software las notas de pie de página, los subrayados, los índices o los cambios de tipo de letra. Así hace notar este autor la persistencia, a través del tiempo, de unas señales de identificación de la actividad comunicativa. También fue clara en esos remotos comienzos la naturaleza del poder que confería la palabra escrita. De Casiodoro es este texto: “Qué feliz invento. Predicar a los hombres con la mano, abrir sus lenguas con el dedo, otorgar la salvación silenciosa a los mortales y luchar contra el diablo con la pluma y la tinta”. Expresiones claras del sentido de la responsabilidad que produce el poder de
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comunicar. No se estaba inventando una nueva ética, se estaba tomando conciencia de un nuevo poder y de sus obligaciones. Así ocurrió cuando en 1455 Gutenberg y sus asociados abrieron la edad de la imprenta en el mundo occidental. Los chinos se habían adelantado con su libro de siete hojas pegadas una tras otra en 868 y con aquellas planchas de madera grabadas en relieve con las obras de Confucio, publicadas en 953. Con la Biblia de Gutenberg volvió a suceder: ¿cómo responder por los efectos que traería la aplicación de esa nueva tecnología? Fue una percepción ética la que provocó el fenómeno de las biblias encadenadas, porque los productos de la imprenta no podían caer en todas las manos sin daño. En 1631, con la aparición de La Gazette de Teophraste Renaudot, era la primera vez que se imprimían con periodicidad regular las noticias. Renaudot es consciente de la implicación ética del privilegio obtenido del rey y de la aplicación de una técnica nacida dos siglos antes. Por eso escribe en su primer editorial: “A todos aquellos que son como yo, amantes de la verdad”. Era un poder en función de la verdad, como repetirían hasta convertirlo en fórmula sacramental y en lugar trillado todos los directores de periódicos del mundo en sus primeras ediciones. Y lo que fue un instrumento militar, operado desde la torre Eiffel en la Primera Guerra Mundial, en 1922 daría lugar a la aparición del primer radioperiódico en Francia, seguido una semana después por la BBC Noticias. Con estos noticieros nació la preocupación por el poder que significaba la posibilidad de difundir relatos de un hecho mientras se desarrollaba y para un público que así tomaba contacto con acontecimientos cuyo desenlace era desconocido. Desde entonces comenzó la cavilación sobre un fenómeno que había propiciado la tecnología de la radio: el hombre lograba una comunicación que lo liberaba de las ataduras del aquí y del ahora. El espacio y el tiempo cedían su rigor carcelario y se hacía posible conocer lo que sucedía en los lugares más distantes del mundo en el momento mismo en que el hecho ocurría. Y así se renovaban, acentuándose, los viejos conflictos éticos del compromiso con la verdad y de responsabilidad sobre los efectos de esa información instantánea.
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Esos interrogantes se plantearon después de aquellas primeras emisiones de televisión, también desde la torre Eiffel, en 1935 y dos años después de la Exposición Internacional de París. El avance tecnológico multiplica las inquietudes éticas a partir de hechos contundentes: • El público de la televisión supera en poco tiempo al de los periódicos. • Es un medio, el más democrático que el mundo puede permitirse, según la expresión de Boretsky y Yurovsky, dos autores soviéticos. • Es global y no censurada, crea la ilusión de absoluta autenticidad, produce la ilusión de un encuentro individual, genera otra clase de público y produce una absoluta comunicabilidad.
Son las observaciones, algunas ingenuas vistas desde hoy, de los primeros televidentes. Cada una supone la reedición de los primeros postulados éticos como respuesta a una nueva situación. Así, desde aquellos lejanos avances comunicativos con el uso de las letras garrapateadas en pieles curtidas, hasta la comunicación por televisión, la respuesta ética no ha sido inspirada por la técnica sino por el hecho comunicativo, y se ha concentrado en el poder que genera la comunicación, que son los mismos ejes de una ética pensada desde la tecnología digital. He abusado de su paciencia al someterlos al largo recorrido de la evolución paralela de las tecnologías de la comunicación y de la conciencia ética de sus usuarios, porque debía dejar clara una primera afirmación: no se trata de una nueva ética, sino del desarrollo de unos principios que resultan del hecho de comunicar. A medida que la tecnología acerca más al otro y hace más eficaz la comunicación, los deberes se acentúan y amplían su esfera. ¿Cuáles son esos principios y cómo se acentúan en internet?, este es el asunto de nuestra segunda parte. Internet, desafío ético
Internet se convierte en un desafío ético porque es un poder. Se revelaron como poder la escritura, los libros, los periódicos, la radio y la televisión. Internet los supera como poder. 14
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En la Cumbre de Birmingham, el 12 de mayo de 1998, el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, se notaba alarmado. Se había propuesto encontrar medidas de control para el crimen cibernético: “Pueden utilizar computadoras para atracar bancos y extorsionar”, dijo a manera de ejemplo de un poder criminal distinto de lo conocido hasta entonces. Y agregaría casi enseguida: “Ningún país del mundo puede controlarlos por sí solo”. Duraba todavía la reunión cuando los jefes de Estado conocieron la noticia: el satélite de comunicaciones Galaxy IV había interrumpido inesperadamente su operación y en Estados Unidos se habían quedado en espera 40 millones de mensajes. La vulnerabilidad del país más poderoso del mundo se había puesto en evidencia y un nuevo poder hacía su aparición. El gobierno de Estados Unidos lo sentiría en la Cumbre de Túnez en 2005, cuando se buscaban frenos para la pornografía infantil en internet. Allí se concluyó que no había instrumentos legales ni técnicos capaces de frenar el negocio de los mercaderes de la pornografía. El instrumento en sus manos desafiaba las leyes. Y ya se sabe: cuando las leyes se revelan impotentes, queda el recurso de la ética que reta a cada humano a ser legislador de sí mismo. Si en ese momento Estados Unidos parecía a la defensiva, hoy se ve a la ofensiva al utilizar la tecnología digital y su poder como base de la red de espionaje más grande del mundo y de la historia. Lo de menos son los 854.000 espías que la conforman, lo de más es la conciencia que cunde en el planeta de que todos podemos ser espiados y de que nuestros datos personales se han convertido en mercancía, merced al uso de internet. Cuando uno se entera de que Alexei Navalny llegó a constituir un poder político en Moscú con ayuda de un blog; o de que a Eugene Kaspersky se le califica como el hombre más peligroso del mundo porque como asesor de Interpol conoce todos los secretos de la seguridad informática, comienza a entender la magnitud de este poder. Así lo han visto los gobiernos de Estados Unidos y China, que han incorporado las armas cibernéticas como parte de sus arsenales militares. Alguno, aterrorizado, habló de una ciberguerra posible que podría acabar con el planeta.
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Lo cierto es que estamos ante el primer desafío ético planteado por internet, que pone en las manos de los usuarios un poder grande y que los somete a un poder incontrolado. Lo que niños y adultos usan como si se tratara de un divertido juguete es un poder. Lo que los viejos utilizamos como una cómoda máquina de escribir es un poder; y el poder se usa para el bien o para el mal, esa es la cuestión ética. Es un poder distinto de los demás poderes. Lo expresaba así Paul Virilio: “En la guerra totalitaria de ayer dominaba lo cuantitativo: la masa, la potencia de la bomba atómica; pero en la guerra globalitaria de mañana primará lo cualitativo, gracias a la bomba informática”. Parecen piruetas mentales de filósofos cuando uno los oye decir que en internet tienden a desaparecer el espacio y el tiempo. Lo dijimos hace un rato al hablar de la radio, que por primera vez les dio a los hombres la sensación de vencer esas categorías limitantes del espacio y el tiempo. Los teólogos nos asombran al decir que en la nueva existencia después de la muerte desaparecerán el aquí y el ahora, el espacio y el tiempo, que son prisiones, límites de los que el ser humano siempre ha querido escapar. Internet parece tener la llave que abre esos cerrojos cuando provee la instantaneidad. Basta oprimir la tecla para que junto con el letrero “tu mensaje ha sido enviado” las palabras, la fotografía, los planos y diagramas lleguen a uno o a decenas de lugares como si las distancias hubieran desaparecido y los largos tiempos entre el envío y la recepción de un mensaje hubieran dejado de contar. Se cumple el sueño del periodista que al valorar la rapidez de la información dijo: “Slow news, no news”. La noticia es rapidez, es pisarles los talones a los hechos, es estar ahí donde nace la historia y permitirle al lector escuchar sus primeros vagidos. Virilio corrige a McLuhan: el medio no es el mensaje; la velocidad es el mensaje. Interpretando el sentir del periodista de hoy, apunta: “La información es inseparable de su aceleración energética. Una información lenta no es información digna de ese nombre, sino un simple ruido de fondo”. La ética dirá otra cosa. Después de admitir que esa velocidad ha sido buena para salvar vidas porque ha anunciado peligros y
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promovido ayudas oportunas, la señala como dañina cuando promueve el conocimiento incompleto o las decisiones equivocadas cuando obedecen a conocimientos insuficientes; la ética también muestra ese apresuramiento como indigno de los humanos que, por experiencia, saben que el conocimiento tiene el ritmo lento y pausado de las cosas y los pensamientos duraderos. Y como ha sucedido siempre que el hombre comunica, por el medio que sea, ha de dar lo mejor de sí mismo. Así, pues, la velocidad da lugar a conflictos éticos. Leo en el libro de Cebrián, La red, una reflexión tanto más válida cuanto que proviene de un periodista: “La velocidad impone un ritmo a la toma de decisiones cercano a la improvisación, cuando no al atolondramiento”. Consumir tiempo, ese recurso siempre escaso y nunca renovable, para entender, para ser justos o para ser profundos es el resultado de decisiones éticas lúcidas porque inducen otra forma de liberarse de la tiranía del tiempo, que es la que resulta de ponerlo al servicio del otro. Pero el problema ético fundamental de internet aparece en esa reveladora contradicción que ustedes pueden ver en esa imagen común: la del nativo digital en la soledad de su cuarto frente a la pantalla iluminada de su computador cuando hace contacto con toda clase de personas. A veces lo esencial de esa escena se nos ofrece en los aeropuertos, en el vestíbulo del gran hotel, en un sillón o en el suelo, en un rincón o en el centro del restaurante: abstraído, silencioso, distanciado de todo su entorno, con una computadora sobre sus piernas. Es uno de los solitarios de nuestro tiempo. Disponen de una poderosa tecnología para comunicarse pero se aíslan, prescinden de los demás a su alrededor, absortos, sumergidos en su mundo virtual. Anota Cebrián: “Embebido en su mundo virtual, se aparta de las relaciones con los más próximos”. Telefónica y el Financial Times emprendieron una encuesta en 27 países para averiguar la relación de los jóvenes con la tecnología digital y encontraron a un 87 % con cuenta de Facebook, 1 de cada 10 la mantiene activa; el 60 % revisa de modo compulsivo su celular; una tercera parte de los encuestados usa el smartphone en el baño y 3 cuartas partes de ellos se lo llevan a la cama. El 46 % admite
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que lo tiene a la vista cuando cena en casa o con amigos; y las dos quintas partes confiesan que sienten que algo les falta cuando no pueden revisar su celular. El problema ético consiste en que este aislamiento: 1. Excluye la socialización. 2. También excluye el control social sobre su conducta.
Y amplía Graham este concepto de control social necesario para ser moral: “La mayor parte de la educación es el resultado de la socialización. Cuando desaparece esa influencia de la sociedad y el hombre se aísla, fuera de todo control, los deseos más perversos no tienen control alguno. En el mundo de internet ese control no existe”. Lipovetsky se refería a estos solitarios creados por internet como “la segunda ola individualista”. Internet ofrece, pues, esa doble dimensión: o la del aislamiento y autosuficiencia de quien maneja una tecnología vistosa y atractiva que sumerge en un mundo virtual; o la posibilidad de multiplicar contactos, diálogos nuevos y reveladores, el acceso a conocimientos para compartir. Son los dos extremos del dilema ético que ha de resolver cada uno para fortalecer su libertad. Es forzoso concluir, por tanto, que el problema no está en la tecnología, sino en cada persona. El poder de los medios ha cambiado según la amplitud de su radio de acción. Uno fue en los tiempos de juntar letras sobre una piel o un papiro y otro el del humano que se mueve en la galaxia internet. Y a mayor poder, una más exigente responsabilidad. Puesto que esta se mide por la conciencia del poder que uno tiene al alcance de su mano, los de hoy son tiempos de más exigente responsabilidad porque son los de mayor poder en manos de los humanos. A través del tiempo y de las técnicas se han mantenido las mismas preguntas: ¿a quién comunicar? ¿Para qué? Cuando se comunica guiado por esas preguntas, la presión resultante lleva a configurar el acto comunicativo como una respuesta. El periodista siempre está respondiendo; por eso, a mejores respuestas, mayor calidad del periodismo que se hace, e internet provee instrumentos eficaces para responder.
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En las frecuentes consultas que recibo en el Consultorio Ético aparecen como pedidos de auxilio los que echan de menos el respeto por la propiedad intelectual. Se piratean contenidos, fotografías, diseños como si se tratara de bienes mostrencos. Y hay quienes lo justifican como si con la tecnología se hubieran impuesto nuevas normas de comportamiento, laxas hasta la complicidad en materia de justicia y de compromiso con la verdad, que no son justificables, pero sí explicables. En esta galaxia internet se respira un ambiente de libertades nacientes y de hora cero de la historia propio de los colonizadores. El descubrimiento de una tierra nueva tiene una esfera propia cercana a la anarquía porque todavía hay un orden y unas normas por imponer para bien de la naciente comunidad. Es una condición vecina a la anomia porque los acuerdos y normas están por venir. Ese ambiente es, quizás, uno de los atractivos de las películas de vaqueros en las que todo parece por hacer. Internet en muchos aspectos tiene ese aire del salvaje Oeste, donde las cosas y la historia tienden a seguir el rumbo que les imponga el más fuerte. Los materiales que se descubren en la red, las imágenes, la música, las voces, parecen estar ahí a disposición de quien las necesite y las halle primero, como si el hecho de bajar materiales de la red diera el mismo derecho de propiedad que da crearlas e infundirles el soplo irreemplazable del ingenio personal. Me he referido a este conflicto ético puntual porque ofrece unos elementos comunes; por un lado, la relación autor-obra que ha imperado en todos los medios de comunicación; y por el otro, la singularidad de lo digital que impone las aplicaciones éticas de las normas de siempre sobre justicia y compromiso con la verdad. No hay, pues, ni una nueva ética ni un relevo de los valores que demanda el ejercicio de la comunicación. Otro asunto ético de ayer y de hoy. Me refiero al tema de la brecha. Aunque los monumentales libros manuscritos eran propiedad de los pocos que podían costearlos, entonces no se habló de brecha del conocimiento, pero sí comenzaba a sentirse la desigualdad en el acceso a las oportunidades del conocimiento que hoy se mira como un conflicto ético de equidad y de relación con el otro. La idea de la
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sociedad como un inmenso café internet tropieza con la realidad de millones de personas que aún no tienen acceso a esta tecnología, lo que ratifica que en el mundo hay dos clases: la de los info-ricos y la de los info-pobres. Escribe Graham: “Las oportunidades de empleo, de educación, de ocio, de bienestar para los info-ricos aumentan en forma casi exponencial; quienes quedan al margen contemplan cómo aumentan su marginación y alienación. La nueva estructura global del mundo determina a unos como amos y a otros como esclavos”. Son diferentes, y en qué forma, las actitudes éticas de quien se conforma con el medio exclusivo de los info-ricos y la posición inconforme de quien siente que es su deber contribuir al cierre de la brecha que separa a los info-pobres. El rechazo de esa brecha determina actitudes de la misma manera que el repudio militante de la miseria y del hambre, de la violación de los derechos humanos, de los crímenes o de las exclusiones. El buen periodismo, lo sabemos, no lo hacen ni los pasivos ni los resignados. La rebelión contra lo existente y la convicción de que todo lo real debe ser cambiado también cuentan frente a internet y determinan dilemas éticos. Así regresamos al primer problema ético planteado por el poder que el usuario maneja en internet; pero esta vez no lo veremos desde internet, sino desde cada persona. Hay un dilema fundamental que cada uno debe resolver: ¿qué hacer con las propias posibilidades? Todo humano es un ser posible; en cada uno laten, como en las semillas, realidades vitales en potencia que pueden llegar a ser o a no ser, según el apoyo que encuentren, tanto en la persona misma como fuera de ella. En nuestro recorrido inicial encontramos la permanencia de esa respuesta a la vocación por lo posible: el que juntó las primeras letras, el que las copió en papiro, el que las reunió en libros manuscritos, el que multiplicó esos libros con los tipos de imprenta, el que hizo periódicos, emisiones de radio o de televisión hasta llegar a ese solitario frente a la pantalla iluminada, que progresivamente descubre todo el potencial de internet puesto al servicio de su propio potencial humano. Nace allí un grave y fundamental dilema ético, el mismo que enfrentaron cuantos lo precedieron en el acto de comunicar
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valiéndose del poder de un instrumento: ¿para qué ese poder? ¿Para pasar el tiempo? ¿O para derrotarlo? ¿Para acceder solitariamente a la realidad? ¿Para buscar placeres solitarios nuevos? ¿Para dividir a los otros? ¿Para unirlos? ¿Para degradarse como ser humano? ¿O para crecer como personas? Las preguntas se multiplican y cada una nos va revelando nuestro papel de sujetos de una historia. Puesto que la ética es ese impulso interior a la excelencia que nos acompaña desde nuestro nacimiento, es urgente que coincidan esas dos posibilidades: la del instrumento y la de la persona, para hacer de internet una herramienta que potencie nuestra vocación humana hacia la excelencia. A eso se deben todas las preguntas y propuestas sobre el uso de internet. Discurso de Javier Darío Restrepo en la apertura del taller “Ética en la red: reglas para un periodismo útil y sensato”, que condujo Gumersindo Lafuente el 1 y 2 de noviembre de 2013 en Bogotá, Colombia.
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Quince años de respuestas Po r Javier Darío Restrepo
El Consultorio Ético de la FNPI durante estos 15 años ha sido una fuente de sorpresas. De hecho, las preguntas, toda clase de preguntas, tienen un natural elemento de sorpresa, puesto que cada una, sea sobre ética, o sobre química, biología, historia, geografía o sobre cualquier disciplina, expone una zona oscura dentro del conocimiento que debe ser iluminada. Las preguntas de uno suelen ser las de muchos otros, de modo que hallar la respuesta que uno demanda es disipar las oscuridades de muchos. La otra sorpresa ha sido el crecimiento del número de usuarios que hoy siguen el Consultorio desde 22 países. También ha sido sorprendente la variedad de dilemas éticos que plantean las preguntas: por ejemplo, el que planteó el ateo que debió cubrir una visita papal; o la del periodista católico que informó sobre un escándalo de pederastia clerical; también hubo dilema para el redactor político presionado en su medio para que siguiera la línea del partido del director; también le pasó al periodista presionado por los poderosos desde el gobierno, desde la política, o dentro de su medio. Es interminable la lista de esos dilemas. Esa lista crece en cada nueva consulta y nos sumerge en un mar de preguntas y de dilemas. Aun en los casos en que las preguntas parecen repetir el mismo tema, es posible detectar la singularidad de cada caso; tan variado y ancho es el mundo de lo ético.
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Reflejo de las realidades
Lo apasionante de este ejercicio de más de quince años es que a través de las preguntas se puede conocer la situación de los periodistas de cada país: los de Ecuador, preocupados por las amenazas a su libertad; los venezolanos, abrumados por el riesgo de ceder al miedo y sepultarse en el silencio; en Argentina las preguntas se concentran en las implicaciones de los monopolios de medios; la contaminación ambiental se vuelve conflicto ético para periodistas de Chile; las actitudes ante las amenazas de los narcotraficantes aparecen en las consultas que llegan desde México y, desde todas partes, los periodistas consultan sobre el impacto de lo digital en su ejercicio profesional. Cuando se aproximan las elecciones, este es el tema; y cuando hay crisis económica, el Consultorio se debe orientar para que se le dé prioridad al interés de todos por sobre el de individuos o empresas. El alma común
También sorprende, entre esta variedad de preguntas, la existencia de una base común: hay una conciencia compartida sobre el papel del periodista en la sociedad; sobre la necesidad de independencia y sobre la necesaria distancia frente al poder. En cada caso la pregunta puede ser el reflejo de una situación vivida en nuestros países. Han sido, pues, más de 1500 preguntas y todo indica que seguirán fluyendo, inagotables; un hecho que puede ser leído como síntoma de buena salud profesional. La experiencia de la vida periodística enseña, en efecto, que cuando a un periodista se le acaban las preguntas, ha entrado en estado de decadencia profesional. Lo contrario también es cierto: a más preguntas, mayor vigor profesional. La pregunta contiene avidez de verdad, humildad para reconocer que no se sabe y valentía para buscar la verdad donde se encuentre. Esta es la grata sorpresa que han deparado durante estos quince años las inagotables preguntas de los usuarios del Consultorio. Han sido años que han dejado en evidencia que la ética es algo vivo,
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que siempre se está renovando. Escribía Tomás Eloy Martínez en el prólogo al primer volumen de El zumbido y el moscardón que en el Consultorio “se ha conformado un cuerpo de doctrina vastísimo que se renueva todas las semanas”. La nueva mirada
Vuelvo los ojos atrás para recordar la visión de la ética que teníamos en los talleres de la FNPI y al comenzar este Consultorio. Dependíamos de los códigos y resolvíamos los problemas éticos consultándolos. Así fue hasta que en las discusiones de los talleres o en la investigación para alguna conferencia se perfiló la idea de que debía haber algo más allá del horizonte de los códigos. No se trataba de desconocerlos, pero sí de precisar su papel de brújulas y de ir más allá. Fue el camino para llegar a la idea de que la ética es una vocación con la que nace todo ser humano y que se manifiesta en esa pasión por la excelencia, que es la que inspira ese imperativo de ser mejores y el rechazo a la mediocridad y a la resignación. Fueron ideas que nacieron y crecieron con la lentitud propia del pensamiento y que, gradualmente, llegaron a impulsar esa nueva mirada sobre la naturaleza de lo ético. La reflexión sobre los casos propuestos al Consultorio, la búsqueda de documentación en los autores que, pretenciosos, llamamos asesores fundamentaron esa evolución del pensamiento. Aprendimos, al mismo tiempo, que en ética no se dicen últimas palabras y que esta no es una disciplina del espíritu que pueda verse como acabada e inmodificable; por el contrario (y así lo demuestra el Consultorio), siempre se está renovando porque sigue el ritmo de la historia humana, que todos los días se está reinventando. De esa dinámica de cambio constante son un ejemplo las numerosas consultas sobre el impacto de lo digital en la ética tradicional del periodista: ¿se impondrá una nueva ética?, ¿determinará una nueva manera de hacer periodismo?, ¿la aparición del periodista ciudadano implicará la desaparición del periodista profesional? Estas fueron algunas de las preguntas con que el Consultorio se introdujo en el mundo apasionante de lo digital. Quince
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Un problema de raíz: la identidad profesional
Y entre una y otra consulta, toda esta actividad de reflexión e investigación sobre el oficio ha llegado a la investigación sobre la identidad profesional del periodista. Comentaba José María Poirier, director de la revista Criterio, de Buenos Aires, en la introducción de un libro en que recopila materiales del Consultorio: “Allí la profesión responde a un llamado interior profundo, a una verdadera vocación. Es que hay disciplinas (como el ejercicio de la medicina, el arte, la investigación científica, el sacerdocio o la docencia) que resultan imposibles de abordar si no se les considera desde esa perspectiva superadora de la simple actividad laboral. Se trata de actividades que comprometen a toda la persona y que no se explican desde lo estrictamente económico”. De la lectura del Consultorio resulta claro, según Poirier, que “el periodismo, lejos de todo ejercicio meramente lucrativo o social, es una verdadera pasión: algo que arde en el alma y en la mente de la persona que solo encuentra sosiego en la búsqueda de la verdad y en su comunicación”. Lo que vendrá
Las preguntas han sido más de 1500 y, sin embargo, no se agotan. Los periodistas se convencen, con entusiasmo creciente, sobre el carácter indispensable de su profesión; no importa la tecnología que utilicen, su tarea diaria les propone siempre numerosos y variados interrogantes que harán cada vez más útil este instrumento que deberá adecuarse para responder a estos requerimientos. He propuesto la creación de un grupo de periodistas estudiosos de la ética que, desde los distintos países, constituyan un Consejo Ético continental, responsable del Consultorio. Un grupo así aportará una pluralidad y diversidad de puntos de vista sobre los casos propuestos por los periodistas y enriquecerá las soluciones y propuestas éticas.
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Será el desarrollo natural de una idea que en estos quince años ha servido para la consolidación de la sensibilidad ética de los periodistas y que ha creado un lenguaje común y un vínculo entre los periodistas de 22 países alrededor del deber ser de una profesión indispensable.
Quince
años de respuestas
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Los fundamentos de la ética periodística Consulta 1
¿Qué es ética periodística? ¿Existe en la actualidad? Colombia.
Respuesta Si se mira la ética como el deber ser de las personas o de las profesiones, se ha de reconocer su existencia como un referente necesario para todo el impulso de progreso de los humanos y de sus profesiones. Esta realidad supone que todo ser humano, lo mismo que toda profesión, existe para progresar. Por tanto, necesita la sabiduría para reconocer sus limitaciones y fallas, y el impulso interior para superarlos. A ese impulso se le da el nombre de ética. Ese reconocimiento de limitaciones y errores deja a un lado la idea de lo humano como algo acabado y perfecto y, por tanto, inmodificable; y destaca a los humanos como seres en obra negra y en proceso de construcción. El que desecha la ética, o cree que no necesita cambiar, o que se trata de un asunto sin importancia, se condena al estancamiento y a la mediocridad como ser humano. Quien descubre la ética, en cambio, la identifica como el impulso interior que mueve a los humanos y a las agremiaciones a obtener nuevos logros o a alcanzar metas cada vez más exigentes y a corregir y reparar fallas, debilidades o vacíos. Así, el profesional se mantiene en movimiento constante en busca de nuevos objetivos, mientras las agremiaciones vigilan para que el dinamismo profesional no se detenga.
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Todo lo anterior permite entender la naturaleza de la ética periodística, centrada en los valores del compromiso con la verdad, de la independencia y de la responsabilidad social, que son los altos niveles del mejor periodismo. Documentación Para toda profesión y para su correcto ejercicio deben tenerse en cuenta estas condiciones fundamentales: • Vocación. Entendida como conjunto de aptitudes naturales orientadas al logro de una determinada profesión. • Preparación adecuada. Es decir, conocimientos y adiestramiento debidamente cualificados a nivel superior. • Entrega al trabajo profesional y ejercicio competente de las tareas profesionales. • C onstante perfeccionamiento profesional para saber actualizarse y buscar el mejoramiento en su ejercicio profesional. • Exigencia justa de los frutos del trabajo profesional como la equitativa retribución económica, el derecho a un merecido prestigio profesional. • La ética busca y estimula la formación de criterios y actitudes morales que fomenten el correcto ejercicio profesional, considerado ante todo como servicio a la comunidad. La ética profesional se basa en el acatamiento, libre y responsable, de las normas morales que deben guiar el ejercicio de una actividad cualificada cuyo objetivo es contribuir al bien de la sociedad, al logro de los altos objetivos que conforman el bienestar y al progreso de la sociedad. Alfonso Lopera. Ética del periodismo y la comunicación. Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1990, p. 17.
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Consulta 2
¿Cuáles son los componentes de un código de autorregulación periodística? Colombia.
Respuesta Los códigos de autorregulación tienen en cuenta, inicialmente, una descripción de la entidad o actividad que se va a autorregular y las razones por las que se adoptan las normas autorregulatorias. Tal es el contenido de una introducción o preámbulo del código. En el cuerpo central se reúnen las normas de autorregulación que guiarán el ejercicio profesional. Hay normas técnicas: ortografía de algunos nombres, sintaxis, formas de titular, etc. Y hay normas éticas. Anota Hugo Aznar que esas normas suelen tener distintos énfasis de acuerdo con la institución, medio o grupo de personas que las adoptan. “Es recomendatorio cuando sugiere el comportamiento que sería bueno llevar a cabo. Normativo cuando se indican las conductas que deben seguirse para actuar correctamente. Y, finalmente, prohibitivo cuando se mencionan explícitamente algunas acciones que en ningún caso se deben realizar” (Aznar, 47). En la parte final, los códigos se vuelven prácticos y hablan de su divulgación y de las actividades para inducir su aplicación: foros, talleres, seminarios, cursos, etc. Incluyen calendarios para su actualización periódica, dados los cambios de tecnologías o de circunstancias; otros prevén sanciones o la integración de tribunales, con lo que el código pierde su fisonomía ética y asume una catadura legal. Documentación El estudio mundial de los códigos y consejos de prensa, realizado por la Unesco a finales de los años setenta, ya destacaba la existencia de una serie de principios comunes a la mayoría de ellos: • El énfasis en la integridad, verdad y objetividad de toda forma de recogida y difusión de noticias.
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• Mantener en todo momento un flujo de información libre entre gobierno y ciudadanía. • Procurar la mayor profesionalidad de los periodistas, así como que sus empleadores respeten y protejan su honestidad personal. • Lealtad al propio país, rechazando el uso de la propia condición de periodistas para socavar o dañar su bienestar por motivos económicos o ideológicos o por requerimientos de un país extranjero. • Preservar la confidencialidad de las fuentes cuando esté justificado y se haya producido un acuerdo en tal sentido; dar a conocer las fuentes cuando el receptor lo precise para juzgar personalmente la validez de la información. Hugo Aznar. Comunicación responsable. Ariel Barcelona, 2005, p. 45.
Consulta 3
¿Deberían los códigos de ética periodística ser similares a los códigos judiciales? P a r a g u a y.
Respuesta Un código ético es una enumeración de posibilidades porque la ética se dirige, ante todo, al ser humano posible. Cuando uno examina lo que hay detrás de los códigos, es admirable la robusta fe de la ética en las posibilidades de los seres humanos. Por eso, siempre está exigiendo más y más. Los mejores códigos no prohíben, proponen, y sus propuestas son exigentes porque dan por supuesta la poderosa capacidad de los humanos para hacer reales sus posibilidades. En cambio, en otros códigos abundan las prohibiciones; en algunos, incluso, aparecen sanciones y, por tanto, implican la acción de tribunales que las impongan y que vigilen el rigor de las prohibiciones. Son códigos que se acercan tanto al lenguaje, actuaciones y filosofía de lo legal, que lo ético se desdibuja porque aparece lo impositivo de la ley. El de la ética es un campo donde se manifiesta el esplendor de la
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libertad hasta tal punto que puede afirmarse que no hay ética sin libertad ni libertad ausente de la ética. Ética y libertad se exigen mutuamente, puesto que lo propio de la ética es la construcción de seres humanos libres, que lo son porque están guiados por lo ético. Hay, pues, una contradicción en los términos cuando se habla de tribunales de ética. La ética no admite más tribunales que el de la propia conciencia. Sin embargo, ¿qué hacer en un periódico que ha adoptado un código de ética y que enfrenta actuaciones deliberadamente antiéticas de alguno o algunos de sus periodistas? La primera conclusión es que el código ético es un instrumento demasiado elevado para estos periodistas. Y cuando desaparece la ética como parámetro de la conducta, debe intervenir otro instrumento de inferior calidad: la ley, que es impositiva, que es fuerza externa, imposición desde afuera de la persona, exigencia de un orden que debe ser mantenido por la fuerza si se quiere la defensa de los derechos de todos. En esas condiciones, no se debe hablar de un tribunal ético, sino de tribunales como los que urgen el cumplimiento de la ley con el instrumento de las sanciones. Puede pensarse, además, en un instrumento preventivo: una comisión de estudio de los casos éticos que propongan los periodistas. A la vez que mantendrá el interés de la redacción en las aplicaciones de su código a situaciones concretas, ampliará el conocimiento y la sensibilidad sobre la ética. Este sería el instrumento complementario del código. Documentación Toda profesión entraña un compromiso de servicio a los demás y por consiguiente está sujeta a obligaciones derivadas de lo que los demás esperan de ella. Un código de ética profesional no es, pues, una imposición externa de normas limitadoras de la libertad, sino una clarificación de las normas que regulan y rigen desde dentro una práctica profesional. Y esto vale principalmente para la libertad de los medios, que nunca debe entenderse como una ausencia total de límites. Los códigos no son, pues, una restricción de la
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libertad, sino una manifestación suya y una expresión de los compromisos morales que han de asumir quienes trabajan con un bien y un derecho humano tan esenciales como la comunicación y la información. Con todo lo dicho conviene recalcar que los códigos deontológicos de la comunicación tienen que ser especialmente sensibles en relación con la libertad de expresión. Esta ampara formas muy distintas de entender y practicar la comunicación. Algunos profesionales podrían pensar que los códigos imponen un tipo de periodismo o de comunicación frente a otros posibles, limitando así su libertad de expresión. Ahora bien, en este sentido resulta relevante recordar que cabe hacer distinciones entre las obligaciones de los códigos. Así, el tono prohibitivo casará bien con las obligaciones que han de cumplir todos, sea cual sea su modo de entender el periodismo o la comunicación, verbigracia, la prohibición de alterar datos y declaraciones. En cambio, habría que usar un tono claramente recomendatorio al proponer conductas que sería preferible seguir sin que tuviera que ser necesariamente así para todos, verbigracia, asociarse para la defensa de la profesión. Habría finalmente obligaciones que no podrían aparecer en un código para toda la profesión, verbigracia, promover valores ecológicos. Pudiendo aparecer, en cambio, en el código interno de un medio. En cualquier caso, la mejor garantía para que un código no limite las diferentes formas de entender el periodismo y la comunicación es que en su redacción y aprobación participe el mayor número de profesionales, para que sea fruto del debate y del consenso de todos. Hugo Aznar. Comunicación responsable. Ariel Comunicación, Barcelona, 2005, pp. 60, 61.
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Consulta 4
¿Cuál es la diferencia entre manual y código ético? México.
Respuesta Lo del nombre es lo de menos. A veces se los llama credo de principios éticos, declaración de principios éticos, carta de trabajo, guía ética, derechos y deberes, deontología periodística o, el más común, código de ética. En el fondo se trata de mecanismos pedagógicos, a veces mnemotécnicos, para fijar en la memoria las características esenciales e ideales de la profesión. No importa cómo se los llame, todos representan una ayuda para el periodista porque le responden por qué trabaja, para quién trabaja y cómo se trabaja para ser una excelente persona y un inmejorable profesional. Los mejores códigos son los que se limitan a registrar los conceptos básicos de la ética periodística. Hay códigos que pretenden ser exhaustivos en la enumeración de los posibles problemas éticos y de sus soluciones. El resultado es un extenso y farragoso código de difícil consulta y de apariencia casuística. Otro defecto es la contaminación legal, o sea, la idea de que lo ético es paralelo a lo legal, de modo que así como las leyes se desarrollan en códigos, la ética debe tener su correspondiente formulación en códigos. Si la ética nos convierte en legisladores de nosotros mismos, expresión de Kant, estos instrumentos son una ayuda para esa legislación que mana en el interior de cada uno y que no es impuesta por nadie distinto de uno mismo. Documentación La necesidad de los códigos es evidente. Los códigos de ética tienen un papel preeminente que jugar en cualquier intento de autocontrol. Aunque históricamente un código de ética ha sido un convenio entre iguales, los códigos actuales son más exigentes y tienen que
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estar apoyados sobre la íntegra consideración del servicio a los intereses públicos. Sin los códigos de ética existiría un peligro real para el autocontrol de la prensa, ya que entonces serían los gobiernos y las cámaras quienes ocuparían su vacío legislando a su arbitrio normas, leyes o preceptos que no emanarían de los propios profesionales, destruyendo así su libertad personal y profesional, su iniciativa y su sistema de profesión cerrada. Las actuales leyes de la mayoría de los países dejan un campo abierto para la ocupación de los códigos de ética periodística en beneficio de los objetivos de la sociedad, reconociendo así el esfuerzo particular de dichos códigos, que es a la vez necesario y útil en toda democracia. Por otra parte, el mejor método para el conocimiento de la deontología profesional es, sin duda, el estudio del conjunto de códigos nacionales y supranacionales que contienen y resumen toda la deontología del periodismo. Porfirio Barroso. Códigos deontológicos de los medios de comunicación. Paulinas, Madrid, 1984, pp. 15, 16.
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Principios y valores elementales del periodismo
Consulta 5
¿Cuáles son las cualidades del buen periodista? Panamá.
Respuesta Ha habido intentos para lograr el trazado de ese perfil del buen periodista. Con ayuda de doce fuentes distintas, entre las que conté con seis decálogos y seis conocedores como Ryszard Kapuscinski, Jack Fuller, Adolph Ochs, Edmond Lambeth, Arthur Brisbane y Walter Williams, obtuve este perfil, propuesto en talleres dictados en distintos países de América Latina: • El buen periodista es, ante todo, una buena persona. • El buen periodista tiene el orgullo de su profesión. • El buen periodista tiene sentido de misión en su ejercicio profesional. • El buen periodista es un apasionado por la verdad. • El buen periodista es autocrítico. • El buen periodista elabora conocimiento y lo comparte. • El buen periodista hace periodismo con un objetivo. • El buen periodista tiene sentido del Otro. • El buen periodista es independiente. • El buen periodista mantiene intacta su capacidad de asombro.
Como se ve, cuando se repasa esta lista cuentan más las actitudes que las habilidades técnicas; la prioridad la tiene el ser sobre el hacer, lo que no sucede en todas las profesiones; la singularidad del periodismo está en ese dato: el periodismo es una actitud hacia
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los demás, hacia la sociedad. Por esa razón, porque es más actitud que técnica, es tarea difícil llegar a identificar la calidad periodística. Esta es una aproximación. Documentación Decálogo del buen periodista: • El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un artículo insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo. • Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto y el espacio que necesita dentro de la publicación. • Una foto que sirve solo como ilustración y no añade información no pertenece al periodismo. Las fotos no son un complemento, sino noticias en sí mismas. • Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en que todos deben compartir sus hallazgos y fracasos. • No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro ni dar una sola información de la que no se tenga certeza plena. • Hay que trabajar con los archivos siempre a la mano, verificando cada dato y estableciendo con claridad el sentido de cada palabra que se escribe. • Hay que evitar el riesgo de servir como vehículo a los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero. • Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve o siete. • Encontrar el eje o cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia y pensando en el interés del lector más que en el lucimiento propio. • Hay que recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto
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de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro. Tomás Eloy Martínez."Los titulares de mañana". La Nación, Buenos Aires, 2005.
Consulta 6
¿Cuál es el primer valor ético para el periodista: la justicia, la independencia, la verdad, la responsabilidad? Pe r ú .
Respuesta Todos son importantes y de acuerdo con las circunstancias del ejercicio profesional, cada uno puede ser el más importante. Los nombres, características y aplicaciones de estos valores son partes de una abstracción o esfuerzo de la mente para llegar hasta sus realidades, que escapan al dominio de los sentidos. No se pueden ver ni tocar ni medir, pero están ahí. Para el médico lo primero será el valor de la vida, para el abogado el máximo de los valores es la justicia y para el periodista es su compromiso con la verdad. Esto no quiere decir que pueda descartar como insignificantes la justicia, la responsabilidad o la independencia. Entre estos valores hay una interrelación que determina fenómenos como el que unos no puedan vivir si no están los otros. No puede haber verdad sin justicia ni justicia sin libertad; esta a su vez depende de la verdad, como son inseparables en la llama la luz y el calor. Para el periodista, la verdad parece tener la máxima prioridad y así lo revela el hecho de que en los códigos de ética esta encabeza la lista de los valores; pero ese omnipresente compromiso del periodista con la verdad no se sostiene si no está apoyado por la independencia ni tiene razón de existir si no es una respuesta a la sociedad. Es, pues, un problema teórico del que se ocupan los filósofos. La ética, como saber práctico, mira todos estos valores como necesarios para construir el deber ser del periodista.
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Documentación He aquí las formas en las que algunos códigos mencionan el valor de la verdad: • Supremo mandamiento: Alemania. • Piedra fundamental: Dakota, Estados Unidos. • Base de la profesión: Missouri, Estados Unidos. • Primera y principal obligación: España. • Principio rector: Associated Press. • Primer deber: Guyana Inglesa. • Por encima de todo: Oregon, Estados Unidos. • El periodista debe decirla y adorarla: Nigeria. • Compromiso fundamental: Brasil. • Información responsable de los hechos: Chile (Colegio de Periodistas). • Información correcta y pronta: Dinamarca. • Norma irrenunciable: Guatemala. • Preocupación principal: Grecia. • Historias justas, exactas e imparciales: Kenya.
Véase lo que dice el canon del periodismo japonés: “Los periódicos son los primeros redactores de la historia, y la misión de los reporteros se basa en la búsqueda constante de la verdad. La divulgación debe ser exacta y justa, y nunca se debe ver afectada por la convicción personal o diagonal del reportero. El juicio editorial debe ser una expresión honesta de la creencia del escritor, no para conseguir popularidad”. Otra curiosidad: el Código de la Unión de Periodistas Búlgaros dice en su punto cinco que el periodista “no se pone al servicio de los servicios de inteligencia”. Pablo Mendelevich. Ética periodística. Fopea y Fundación Konrad Adenauer, Buenos Aires, 2005, pp. 47, 48.
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Consulta 7
¿A quién le debe su lealtad el periodista? ¿A la empresa que le paga, a su país, a los anunciantes? México.
Respuesta Antes de definir sus lealtades hay que entender la naturaleza del trabajo del periodista. El periodista es, ante todo, un servidor público; esa condición es la que le da dignidad y peso moral a su trabajo, y la que hace del medio de comunicación una empresa diferente. Al prestar el servicio de información, el periodista maneja un bien público: la información. Esta es la materia prima de la empresa periodística que, al contrario de lo que sucede en las otras, no es propiedad del empresario, sino del público. Ese público que ve y oye las noticias es el dueño de la materia prima porque él la hace. Las noticias, en efecto, están hechas con la historia que el público crea a diario. Por tanto, es a él a quien debe dar cuenta el periodista. Es el público quien debe conocer esa historia para seguirla construyendo o para corregirla, si es el caso. Esto ocurre cuando los gobernantes se equivocan o atentan contra el bien público. De ahí el poder y deber fiscalizador de la ciudadanía, que se cumple si dispone de una buena información. La máxima lealtad del periodista se debe, por tanto, al ciudadano. Cuando el gobierno, la empresa periodística o los anunciantes pretenden que el periodista los tenga en cuenta en primer lugar, no solo se equivocan, también usurpan un lugar que no es el suyo. Es al ciudadano a quien el periodista debe su información en primer lugar. Cuando esto sucede, la democracia es sana y fuerte porque se apoya en la ciudadanía. Cuando no es así, aparece la tiranía que reduce al ciudadano a la categoría de súbdito que solo acata, pero no razona ni se informa ni tiene su propio punto de vista.
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Documentación Este planteamiento, que los periodistas prestan un servicio a los ciudadanos, no surgió con facilidad. Hasta los últimos años del siglo xix no comenzaron los editores de prensa a sustituir la ideología política por la independencia editorial. La más famosa declaración de independencia económica se produjo en 1896 cuando un joven editor de Tennessee compró The New York Times. Adolph Ochs estaba convencido de que los neoyorquinos, cansados del sensacionalismo escabroso, recibirían de buen grado un estilo de periodismo más elegante y veraz. Bajo el sencillo titular “Declaración de la empresa”, Ochs dijo: “Su motivo más sincero sería informar con imparcialidad, sin favoritismos ni temores, pese a los partidos, sectas o intereses implicados”. Cuando el Times se convirtió en el periódico más influyente de Nueva York y del mundo, otros siguieron su modelo, relegando los intereses empresariales a un segundo plano con la idea de que anteponer el lector a los intereses económicos y políticos inmediatos era la mejor estrategia económica a largo plazo. Por ejemplo, tras comprar el Washington Post en 1933, Eugene Meyer esbozó un conjunto de principios en los que se declaraba: “En su búsqueda de la verdad, este diario está preparado para sacrificar su fortuna material si es que ello es necesario para el bien público”. Bill Kovach y Tom Rosenstiel. Los elementos del periodismo. Ediciones El País, Editora Aguilar, Bogotá, 1997, pp. 74, 75.
Consulta 8
¿Un periodista debe ser neutral o comprometido con una causa? Colombia.
Respuesta La neutralidad le impone al periodista una posición distante respecto de grupos y partidos. Esa distancia permite el examen crítico
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de las opiniones y la posibilidad de ofrecer a los lectores una información inteligente, desapasionada y creíble. El compromiso parece contradecir lo anterior porque le exige al periodista una información con una clara intención y una definida opción. Según el pensamiento de Ryszard Kapuscinski, “toda información debe ser intencional”. Intencionalidad que se da a veces de modo calculado y, en otras, de modo inconsciente. En cualquier caso, la información comprometida vale por su contribución al bien común. Se puede decir, por tanto, que el del bien de todos es el partido al que le debe apuntar el periodista. A partir de allí, se vuelve militante y comprometido con todo lo que beneficia al bien común. Ese es el partido que lo compromete en causas como la defensa de los derechos humanos, la defensa de las víctimas o la libertad. Por eso, entre las opciones que propone el autor de la consulta, la que más se acerca a lo ideal es la de neutral y comprometido. Neutral para negarles valor de dogma indiscutible a las propuestas de partidos o candidatos, y comprometido con todo lo que signifique servicio al bien común. Documentación Un claro sentido de la flexibilidad ante situaciones en las que los actores violentos hablan siempre acompañados de rumores, de armas de grueso calibre, acompañantes en actitudes desafiantes y dispuestas a todo, amenazas abiertas o veladas contra nosotros o algunos de los nuestros. Es claro que los actores violentos no siempre se encuentran por fuera del Estado y que también aquellos que están dentro pretenden sin más que nos pleguemos a ellos, o bien actuemos en contra de sus oponentes. Así, la flexibilidad significa que la neutralidad no es ni una frontera rígida ni un punto único, y que, antes bien, permite tomar distancias con respecto a la exigencia de extremismos, "el que no está conmigo está contra mí", y aprovechar el tiempo y el espacio a favor del rechazo a las reacciones violentas de cualquier tipo y con cualquier justificación. La fuerza de la flexibilidad está, claramente, en la capacidad para anticiparse a los eventos de la guerra.
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En cualquier caso, es fundamental subrayar que la neutralidad es una acción colectiva que evita cualquier recurso sistemático de la violencia y, más puntualmente dicho, que recusa toda justificación del militarismo, el guerrerismo y la violencia. Carlos Eduardo Maldonado. ¿Es posible la neutralidad? Bioética y conflicto armado. Ediciones El Bosque, Bogotá, 2002, pp. 38, 39.
Consulta 9
¿Dónde se encuentra la esencia del periodismo? Colombia.
Respuesta Cuando se examinan códigos de ética, manuales de estilo y la práctica de los mejores periodistas, se encuentran estos elementos que definen esa esencia: Es un servicio, muy al contrario del lugar común que lo define como un cuarto poder. En cuanto el periodismo se ejerce como un poder, pierde su esencia y se convierte en otro más de los poderes que se disputan el control de la sociedad mediante el uso de la fuerza, del dinero o de las argucias de los políticos. El servicio, por el contrario, convierte al periodismo en respuesta a la parte más noble de los humanos, que es su inteligencia. Además, así se responde a la naturaleza de la profesión que se centra en la palabra, un producto del espíritu humano. Es un servicio público. El periodismo se mueve alrededor de lo público, o sea, del interés de todos. Aunque se trate de empresas privadas, periódicos, estaciones de radio, canales de televisión o la red de internet, su objetivo es lo público. El periodismo no pretende la vocería oficial de nada ni de nadie, pero interpreta el interés público, lo defiende, lo promueve y llega a ser, de hecho y no por ley alguna, la voz de la sociedad. Deriva el periodismo su dignidad e influjo en la sociedad de esa función pública que ejerce.
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El periodismo sirve informando. La información es la expresión específica del servicio que presta el periodismo. Mantiene a la sociedad en contacto con la realidad de su historia diaria; por eso, la actividad cotidiana del periodista tiene que ver con los hechos que conciernen a todos, recreados mediante el manejo de la palabra. El periodismo comienza a deteriorarse cuando se aparta de las categorías del servicio, de lo público y de las tareas de información libre. Documentación “Periodismo es un relato e interpretación de los hechos actuales a la luz de ciertos principios, con el objeto no solo de informar, sino de orientar día a día a las personas que viven en sociedad” (Horacio Hernández Anderson). Al analizar su definición, Hernández resalta aquello que estima lo principal: relato de hechos actuales, ya que la noticia es un elemento de carácter esencial; pero, como dice el profesor Alfonso Ungría, “el simple hecho de dar una noticia, de destacar un suceso y exponerlo a la atención del público, lleva implícito un comentario sobre su importancia y su carácter, aparte de algunas sugerencias expresas que pudieran hacerse en torno a ella, porque la noticia es el cuerpo y el comentario su alma”. Para que podamos hablar de periodismo es necesario y condición básica que el relato o comentario se refiera a sucesos efectivamente ocurridos. Sobre la ficción y el ilimitado campo imaginativo, donde tienen sus raíces otros géneros literarios, no se construye el periodismo. Es decir, el periodismo se funda en la realidad que sucede, en hechos que en la realidad han ocurrido u ocurren. Otra condición del periodismo es que el comentario o relato se dirija al conocimiento de personas indeterminadas, generalmente anónimas. Si yo cuento un acontecimiento a un amigo, incluso si lo hago a través de un medio audiovisual, no estoy haciendo periodismo, sino usando un medio interpersonal. Lo mismo si le escribo una carta muy ágil y con un relato vivo y detallado. Tampoco hago periodismo si guardo esos relatos en un cajón de mi escritorio y los mantengo en secreto.
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Eso quiere decir que el periodismo es en esencia público y debe ser orientado de manera masiva, entendiéndose por masa un público relativamente grande, compuesto por personas capaces de sentir o recibir un mensaje y asimilarlo como es debido. No se puede inferir de lo anterior que el periodismo, para que sea tal, necesariamente tenga que llegar a grandes masas, puesto que hay algunos ejemplos de periodismo que sin ser masivo logra captar el interés de grupos más o menos homogéneos en sus convicciones y sentimientos, y que forman segmentos influyentes y apreciables de la opinión pública. Emilio Filippi. Fundamentos del periodismo. Trillas, México, 1997, pp. 12, 13.
Consulta 10
El presidente de Ecuador ha dicho que los diarios de papel solo sirven para madurar aguacates y que es mejor acabarlos porque están acabando con los árboles de la Amazonía. ¿Cómo responder ante estas acusaciones? E c u a d o r.
Respuesta Si se aplicara el criterio del Sr. presidente, Ecuador tendría que prescindir de una de sus industrias más significativas económica y artísticamente, la de la talla de madera para obras de arte, para muebles y para construcción, porque atenta contra los bosques. Conscientes de ese riesgo, los usufructuarios de ese recurso devuelven a la naturaleza lo que han tomado de ella con campañas de reforestación. La expresión presidencial tomada en positivo equivaldría a una invitación para que los periódicos hagan suya una campaña reforestadora en el mundo. Algunos ya lo están haciendo. Además, ese reclamo induce una reflexión positiva sobre el papel social del periodismo. Fuera de ser útil para madurar aguacates y proteger los muebles cuando hay pintores en casa, ¿tienen una utilidad social los periódicos? Y si se da por sentado que tienen esa utilidad, ¿esta es tal que la sociedad no pueda prescindir de estos? 48
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No basta responder que son útiles porque informan, pero ¿esa información es imprescindible? Al llegar a esta pregunta, medios y periodistas están frente a un asunto medular: ¿qué clase de información es la que puede considerarse imprescindible? Es una pregunta útil porque propone el reto de hacer una información imprescindible, que es la que convierte a la profesión y al profesional, a su vez, en elementos tan imprescindibles que dan una razón válida para convertir los árboles en papel. Todos sabemos, por tanto, que hay un periodismo prescindible, por el que no vale la pena sacrificar un árbol, y que hay otro periodismo de tal valor y tan imprescindible que por él vale la pena sacrificar un bosque. Documentación Creo que los periodistas son la médula de la democracia. Son individuos frágiles, aunque muchas veces son muy narcisistas y muy pretenciosos en el plano empírico, pero son actores indispensables de la democracia. Mi idea es simple: cuanta más globalización de la información haya, cuantos más mensajes haya, mayor será el acceso a la información en el mundo y por lo tanto habrá que valorizar más el rol esencial de los mediadores de la información, que son los periodistas. Estos son los únicos que pueden validar la calidad de la información. Dicho de otro modo, no hay nada más demagógico que pensar que la globalización de la información debería conducir a la reducción de la cantidad de periodistas. Es exactamente lo contrario, lo inverso. Cuantos más canales hay, más mensajes hay, y mayor es la necesidad de que haya periodistas para hacer este trabajo esencial, frágil, discutible, pero muy humanista, que consiste en realizar un arbitraje dentro de una cantidad de información para validar aquella que es importante para el público Mi introducción es sencilla y resume en tres frases la exposición que voy a hacer. Asistimos, a principios del siglo xxi, a la victoria de la información, pero esta victoria no es necesariamente una para los periodistas. La paradoja sería que los periodistas sean las víctimas de la victoria de la información globalizada. Para estos y para los seres humanos que fabrican y legitiman la información, esta victoria puede ser engañosa. 150
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A grandes rasgos, el tema es el siguiente: cuidado con la proletarización del medio profesional y cultural de los periodistas en el mundo. Porque simultáneamente puede haber grandes grupos de comunicación, industrias culturales y mundiales muy poderosas con una proletarización del medio periodístico. Esto es así a causa de tres presiones: la presión técnica, que consiste siempre en suprimir a los hombres y reemplazarlos por las herramientas; la presión económica, porque un periodista siempre cuesta más caro que una máquina; y la presión política, porque un periodista siempre piensa peor que una computadora. Entonces, la triple presión (técnica, política y económica) podría llevar mucha más información de la que podrían tener muchos más individuos con muchos menos periodistas. Sin embargo, existe un margen de maniobra. Pienso que la principal legitimidad de los periodistas en el mundo, su principal capital, sigue siendo la confianza del público. Dominique Wolton. "La comunicación de cara a la democracia". Clarín, 2006, Buenos Aires, pp. 15, 16.
Consulta 11
¿Cómo se puede inducir a estudiantes y periodistas a una sana crítica de sus propios trabajos y de los ajenos? México.
Respuesta Si usted al recibir un trabajo hecho por sus alumnos (una crónica, una entrevista, un perfil) convierte dichos trabajos en un material que redistribuye con el objetivo de que cada uno lea, critique y razone, de modo que cada crítica sea explicada y complementada con una propuesta (por ejemplo, esto que está mal podría haberse hecho así), logrará varios objetivos: El esfuerzo de sus alumnos para encontrar los aciertos del trabajo que examinan. Un ejercicio crítico razonado que los obliga a
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encontrar el motivo de sus críticas. Un trabajo creativo para formular propuestas. La comprobación de que todo trabajo puede mejorarse, por tanto: no hay trabajo perfecto. Este mismo ejercicio es el que en una sala de redacción se hace cuando se examina la última emisión o edición. Si esto llega a formar parte de la agenda diaria, los efectos que se pueden esperar son: Mejoría de la calidad. Ver las fallas de un trabajo es dar con la clave para hacerlo mejor. Se adquiere la costumbre de examinar críticamente el trabajo propio y el ajeno; así se supera la reacción adolescente de rechazar la crítica y al crítico como enemigos. Se crea una base, de facto, para trabajar en equipo y para aceptar las críticas sin traumatismos. Como se ve, este ejercicio enseña que el verdadero aprendizaje de un oficio comienza con el hallazgo de los errores y continúa con la voluntad de hallar sus causas y de aplicar los correctivos necesarios para no repetirlos. Documentación El periodismo debe reflejar el drama y la alegría de la vida, los problemas, las obras y los sueños de los hombres, tanto en lo individual como en lo colectivo. Ni siquiera en el último día de su vida, un verdadero periodista puede considerar que llegó a la cumbre de la sabiduría y la destreza. Imagino a uno de esos auténticos reporteros en pleno tránsito de esta a la otra y lamentándose así para sus adentros: “Hoy he descubierto algo importante, pero lástima que ya no tenga tiempo para contarlo”. El periodismo es una actitud, una capacidad, un conjunto de conocimientos y una destreza que no vale declamar, sino probar todos los días. El periodista nunca termina de hacerse. Nuestro perfeccionamiento es brega cotidiana. Hasta el último día de nuestra existencia estaremos transformándonos. En realidad, nada nos acerca más al ridículo que pavonearnos con la idea de que ya lo sabemos todo y que nada ni nadie nos puede enseñar algo nuevo, interesante y útil para hacernos mejores practicantes del oficio.
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El periodista es un ser social activo. Puede decirse que en alguna medida ejerce un liderazgo social. Aun sin proponérselo, influye sobre las circunstancias, los hechos, las conductas políticas, sociales, económicas de su país. El periodismo es esencialmente información. Por tanto, es un instrumento de la comunicación social y, en consecuencia, forma parte de la política. Manuel Buendía. Semillas de periodismo de Ómar Raúl Martínez. Universidad Autónoma Nuevo León, 2010, pp. 175, 176.
Consulta 12
Soy estudiante de Periodismo y me he encontrado con una curiosa reacción: los que se enteran de la profesión que he escogido reaccionan negativamente diciéndome: ¿periodismo? Eso desaparecerá pronto. ¿Es cierto? ¿Desaparecerá el periodismo? Chile.
Respuesta Cuando apareció la radio, con su poder de información instantánea y con su amplísimo cubrimiento, además de ser un servicio gratuito, se temió el final del periodismo escrito: más lento, con una restringida área de cubrimiento y más costoso. Los mismos pronósticos se repitieron con más fuerza al aparecer la televisión; y se ha vuelto a prever el fin de los periódicos con la aparición de la tecnología digital. Esta historia de repeticiones del mismo incumplido pronóstico demuestra que el factor de permanencia de un medio de comunicación no es el aparato ni su tecnología, sino un propósito. Mientras se mantengan la necesidad de obtener información y la voluntad de proveerla con mayor calidad cada vez, lo instrumental será algo secundario y subordinado. El fenómeno que se da, en consecuencia, es que el periodismo toma lo mejor de cada nueva
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tecnología, desecha lo que las nuevas tecnologías han vuelto desechable y continúa prestando su servicio con renovada eficacia. La muerte del telégrafo, de los teletipos, de los linotipos, de las máquinas de escribir, no fue la muerte del periodismo que se valía de ellos como instrumentos. En cambio, la voluntad de informar, y de informar de manera completa, es la que les da a las nuevas tecnologías toda su importancia y razón de ser. Documentación “La confianza es una condición necesaria, aunque no suficiente, para sobrevivir en un contexto competitivo. El miedo, la incertidumbre y las dudas que reinan en los medios tradicionales están sobredimensionados en una industria que tiene una inmensa audiencia, la posibilidad de cobrar por contenidos exclusivos en la web y gran capacidad para generar comunidades”, me dijo el consultor de medios Ken Doctor. La primera sorpresa que arroja una radiografía precisa del sector es que el presente de los diarios no responde a la visión apocalíptica que predomina entre editores y periodistas. De acuerdo con los datos de la World Association of Newspapers and Publishers, hoy se venden más de 500 millones de ejemplares por día en el mundo y la industria genera más de 200.000 millones de dólares al año. ¿No son prematuros, entonces, los certificados de defunción referidos a una actividad con ingresos equivalentes al PIB de un país como Perú y cuyos productos, considerando su readership, son consumidos por el 50 % de los adultos del planeta? Si comparamos los diarios con otros medios, veremos que los primeros se llevan una quinta parte de la inversión publicitaria global dentro de una distribución en la que la televisión sigue sacando la mejor tajada e internet continúa creciendo año tras año. Es en la competencia por el tiempo donde la prensa aparece muy rezagada. De las siete horas que un habitante promedio en un país desarrollado dedica al consumo de medios, solo quince minutos se emplean para la lectura de una versión impresa o digital de un diario. Pero ese cotejo también nos permite concluir que el minuto de los
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diarios es el más valioso. Con un 3 % del tiempo dedicado a los medios, los diarios se llevan el 20 % de la publicidad. América Latina ha generado un fenómeno similar. La industria gana hoy un tercio más de lo que ganaba en el 2008 y su circulación se ha mantenido estable. En 2012, por el cepo publicitario, los diarios argentinos recibieron más de un tercio de una torta local de avisos conformada por 22 millones de pesos. Daniel Dessein. Nuevos desafíos del periodismo. Ariel, Buenos Aires, 2014, pp. 157, 158.
Consulta 13
¿Existe violación de los derechos de género en el pago de menores salarios a mujeres con respecto a hombres periodistas? Colombia.
Respuesta Este es un abuso que es tanto más grave si se trata de medios de comunicación. Dado el papel social que cumplen en la sociedad, estos, si son periodísticos, tienen el deber de mantener un nivel ético superior al del promedio de la sociedad, porque son a la vez líderes y educadores de los ciudadanos. En efecto, el liderazgo moral de los medios periodísticos proviene de su tarea informadora, que pone a los periodistas en contacto diario con la conciencia de los ciudadanos cuando les indica qué es lo importante y lo secundario en la historia diaria, exalta a los buenos y previene sobre el daño de los corruptos. Una base de ese liderazgo es la enseñanza y respeto de los derechos humanos. De hecho, la sociedad conoce la práctica de esos derechos en los informes de prensa y protesta contra su violación en las emisiones y ediciones de los medios. Al reclamar, por ejemplo, los derechos de las minorías (indios, negros, homosexuales), los medios destacan la necesidad de respetarlos y de respetar su dignidad.
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Entre esos derechos y reclamos de dignidad se encuentra el de ser tratados como iguales, sin que la raza, el color de la piel o el sexo sean obstáculo. Es, pues, asunto de coherencia con la función de la prensa y con lo que ella transmite el que haya una igualdad de derechos y de condiciones laborales entre hombres y mujeres en una redacción. Documentación Podemos decir que el ser humano tiene dos dignidades: una ontológica, que posee por el solo hecho de ser humano, y otra moral, que es la que nos damos a nosotros mismos con nuestro comportamiento. La dignidad ontológica descansa en el reconocimiento de que cada persona entraña un valor especial que no puede dejarse pasar por alto, así cometa los delitos más graves. En cambio, la dignidad moral está asociada a nuestras acciones particulares; así, una persona se hace indigna si roba, si mata, si miente. Las comunidades han visto que si no se defienden los derechos humanos basados en la dignidad inalienable del ser humano, entonces corremos el riesgo de ser atropellados bajo el menor pretexto. Defender los derechos humanos significa que cada ser encarna la dignidad de todo el género humano, que cada vez que se violentan nuestros derechos en una sola persona, se vulnera la dignidad de toda la humanidad. Una persona puede perder su dignidad moral, pero no la ontológica. Así pues, cada vez que se trata con dignidad a un asesino, aunque este sea el más cruel, en realidad se está respetando el valor de la persona humana en general, incluyendo a sus captores y sus acusadores. Darnos valor como seres humanos nos previene contra los abusos del poder y nos da confianza para transitar por la vida sin miedos ni temores. Los derechos humanos, como lo ha establecido la Asamblea de la ONU, refrendan en general: el derecho a la vida, la libertad, la seguridad personal, la eliminación de la tortura, los tratos crueles o degradantes, igualdad ante la ley y eliminación de todas las formas de discriminación. José Luís Espíndola. Ética ciudadana. Porrúa, México, 2009, pp. 34 y 36.
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El compromiso con la verdad
Consulta 14
¿Qué es la verdad? ¿Qué papel juega en el periodismo? México.
Respuesta Para los periodistas, la palabra verdad significa fidelidad a los hechos sobre los que se informa. Otro es el sentido que le dan a la palabra verdad los filósofos, las religiones o los científicos. Las del periodista son las verdades humildes de los hechos de cada día. Por eso, sus verdades son provisionales, esto es, penúltimas palabras, porque los hechos evolucionan y sobre ellos siempre habrá algo que agregar. El periodista, en consecuencia, es alguien que siempre está en disposición de corregir, agregar o aclarar sus informaciones sobre los hechos. Heráclito proporciona la imagen más oportuna al respecto. La historia de cada día es como un río que fluye de modo que el agua que ves desde el puente pronto es reemplazada por otra. Los hechos dejan de ser los mismos y el periodista debe tener la versatilidad suficiente para reconocer esa calidad variable y de renovación permanente de los hechos que informa. Además, deben ser verdades útiles para la sociedad; deben responder a sus intereses y no solo a su curiosidad. Otro elemento de la verdad del periodista es que debe ser completa. No responde solamente a lo que sucede, también debe explorar el porqué, el para qué, el dónde, el quién, el cómo de los hechos. Es decir, debe ser completa para que constituya un sólido elemento de juicio en el momento de decidir.
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¿Se puede alcanzar? Es obligación del periodista hacer cuanto esté a su alcance para obtener una visión exacta de los hechos. En esto consiste su compromiso con la verdad. Documentación El código de la Unesco es tajante: hay que informar de la manera más objetiva posible. Para esto, el periodista tiene que adherirse formalmente a la realidad objetiva. “La tarea primordial del periodista es la de servir el derecho a una información verídica y auténtica por la adhesión honesta a la realidad objetiva, situando consciente los hechos en su contexto adecuado, manifestando sus relaciones esenciales sin que esto entrañe distorsiones, empleando toda la capacidad creativa del profesional, a fin de que el público reciba un material apropiado que le permita formarse una imagen precisa y coherente del mundo, donde el origen, naturaleza y esencia de los acontecimientos sean comprendidos de la manera más objetiva posible”. La proclamación solemne de la realidad objetiva, como supremo desiderátum del informador, viene a confirmar la primacía que en los códigos de ética periodística se expresa con los términos verdad, objetividad, veracidad y exactitud. La negación de lo que estos términos significan es la manipulación en todas sus formas de la objetividad informativa. El código de la Unesco no ha hecho más que recordar y confirmar lo que constituye el valor ético que da sentido siempre a la profesión informativa: ofrecer al público, en la medida de lo posible, la verdad objetiva que por derecho le pertenece y que el informador sirve como un honroso e inexcusable deber. Niceto Blázquez. Ética y medios de comunicación. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1994, p. 200.
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Consulta 15
¿Es correcto acudir a la actuación y fingir que uno no es periodista cuando la historia tiene que ver con el bien público? México.
Respuesta • En el periodismo de disfraz se percibe un conflicto de identidad profesional. En efecto, si el periodista tiene claro su objetivo profesional, descartará la acción espectacular que lo convierte a él en el centro de atención, porque esa no es la razón de ser de su trabajo; también desecha todo lo que podría hacer menos eficaz el servicio que les debe a los receptores de información; el disfraz es un estorbo para quien quiere y debe ser creído. • El periodismo de disfraz crea la confusión entre la ficción y la realidad. Si el periodista asume una personalidad que no es la suya, marca con eso el comienzo de una ficción y por tanto pone la realidad fuera del alcance del receptor. Así, en el problema de credibilidad consiguiente, parece alejarse de lo que el público espera de todo periodista: una verdad sin falsificaciones que pueda hacer real el derecho de la sociedad a acceder a lo verídico. En el menos malo de los casos, el disfraz conduce a lo real, pero sin garantías de credibilidad para el receptor. • El disfraz para llegar a lo real plantea el problema del fin y de los medios. Puesto que es cierto que el fin no justifica los medios, esta clase de periodismo utiliza el engaño (un medio malo) para llegar a la verdad (un fin bueno) y de paso desecha medios buenos (las técnicas de investigación) para alcanzar un fin que se obtiene integralmente cuando hay hallazgo de la verdad y garantía de credibilidad suficiente para que aquella sea aceptada e influyente. Documentación Algunas personas argumentan que los reporteros nunca deben actuar de manera encubierta y ninguna historia justifica que mientan.
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El que un periodista actúe como si fuera otro conduce a la pérdida de credibilidad y, sin credibilidad, ningún reportero u organización periodística puede servir al público. Otros argumentan que los reporteros tienen una obligación mucho mayor con el público y por tanto no pueden estar en ningún tipo de sensiblería. Si para conseguir una historia que pondrá al descubierto un gran error y que protegerá al público de cualquier perjuicio es necesario valerse de un subterfugio, entonces vale la pena. Quienes están a favor de esta línea de pensamiento señalan que a menudo las organizaciones que se encargan del cumplimiento de la ley recurren a subterfugios para apresar a delincuentes. Un policía puede actuar como un narcotraficante, un ladrón o incluso como un asesino para poner en prisión a quienes transgreden la justicia. Según sus puntos de vista, la obligación de los periodistas de que el público conozca lo que ocurre es tan importante como la que tiene la policía de proteger la vida y las propiedades de los ciudadanos. Por tanto, afirman, es correcto que un reportero actúe de manera encubierta para realizar una investigación periodística. Charles Green. Reporteros encubiertos. Pulso del Periodismo, Universidad de Florida.
Consulta 16
¿Es ético que un periodista mienta para obtener información? México.
Respuesta Los códigos de ética hablan de “no utilizar métodos incorrectos” (Federación Internacional de Prensa), de “utilizar medios justos y honestos” (Australia, Austria, España, Filipinas, Francia). A estas expresiones se agrega la exigencia de “no disimular ni falsear la identidad del periodista” para obtener la noticia (Filipinas, Canadá, Australia). Son en total 28 códigos del mundo los que incluyen esta norma porque dan por supuesto que el periodista siempre juega limpio, es decir, sin cartas marcadas y con una conducta
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transparente como base de su credibilidad. El compromiso con la verdad, que es el valor fundamental de la ética periodística, le impone el rechazo de todo engaño aun si se tratara de encontrar una verdad. Por eso resultan puestas en tela de juicio prácticas como la de las cámaras escondidas, las grabaciones sin consentimiento del entrevistado o la sustracción de documentos. Documentación En 1977, el Chicago Sun Times había abierto una taberna, la había llenado de reporteros y fotógrafos y había esperado a que los inspectores municipales vinieran a cobrarles soborno. Bautizaron el bar con el nombre de Espejismo y atraía a criminales de poca monta como una visión de agua atrae a las víctimas de una sequía. Los artículos resultaron acompañados por fotografías tomadas con cámaras ocultas y llegaron hasta las finales del Premio Pulitzer. Pero después de algunas objeciones del ex director ejecutivo del Washington Post, Ben Bradlee, la junta del premio decidió no conceder el mismo al Sun Times porque la serie se basaba en un engaño. La junta llegó a la conclusión de que las empresas dedicadas a decir la verdad no se debían dedicar a esas tácticas de engaño. Sissela Bok, en su libro Lying: Moral Choice in Public and Private Life, identifica cuatro excusas morales básicas para el engaño intencional: evitar un daño, producir un beneficio, requerimientos de la equidad y protección de la verdad. Todas implican un cálculo utilitario, un balance del bien y el mal, de manera que Bok llega a varios principios generales para totalizar las pérdidas y ganancias morales. Al considerar diferentes tipos de mentiras debemos preguntar, en primer lugar, si existen acciones alternativas que resuelvan la dificultad sin utilizar un engaño. En segundo lugar, ¿cuáles pueden ser las razones morales propuestas para justificar la mentira y cuáles razones se pueden plantear como contraargumentos? En tercer lugar, como prueba para los dos pasos anteriores, debemos preguntarnos ¿qué podría decir un público de personas razonables respecto a tales mentiras? Ella comienza con un supuesto en contra del engaño porque una mentira siempre causa un daño moral. En primer lugar, la víctima
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se siente violada y el sufrimiento de un inocente es un poderoso argumento en contra de la práctica que lo genera. Si un reportero honestamente tratara de imaginarse cómo se sentiría si le mintieran en circunstancias similares, seguramente entendería lo que quiero decir. En segundo lugar, la mentira crea hábito. Por consiguiente, incluso una mentira justificada, podría cambiar el carácter de la conducta general del mentiroso, llevándole a engañar en circunstancias que no tienen justificación. Es común observar que una mentira lleva a otra. En tercer lugar, el mentiroso a menudo supone que no lo van a descubrir y es más fácil para él comprender sus propias necesidades. Jack Fuller. Valores periodísticos. Colonial Press International, Miami, 1996.
Consulta 17
¿Debe revelar el periodista la identidad de una fuente que ha mentido? Colombia.
Respuesta Son útiles estas reflexiones previas: Ninguna fuente está obligada a responderle a un periodista; por tanto, si lo hace, sabe que actúa en plena libertad para colaborar con la tarea informativa. Periodista y fuente trabajan con un solo objetivo: entregar al lector, oyente o televidente una información de calidad. El papel del periodista al ofrecer información es proteger al receptor de su mensaje contra los intentos propagandísticos o de alteración de la información; por eso selecciona sus fuentes, busca plurales y diversas, y examina críticamente la información que recibe de aquellas para descontaminarla de inexactitudes, contradicciones, errores o mentiras. Como se ve, el único amo que respeta el periodista es el receptor de su información; y el objetivo esencial de su actividad profesional
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es ofrecerle la información con la mejor calidad posible. Aparece con igual claridad que todo en su ejercicio profesional está subordinado a la prestación de ese servicio, y esto abarca también la colaboración de sus fuentes. Teniendo esto en cuenta se puede concluir que el lector debe ser protegido contra las mentiras de su fuente. Por tanto, la relación del periodista con ella está subordinada al derecho que tiene el receptor de acceder a la verdad posible; en este sentido, se ha de entender que si el periodista pacta con su fuente la no revelación de su nombre, esto se justifica porque facilita el acceso a la verdad que la fuente provee y que los dos, periodista y fuente, le deben al receptor. Pero si en vez de verdad la fuente entrega mentiras, u oculta la verdad, el pacto de secreto pierde su justificación. El secreto profesional del periodista tiene valor en tanto sirve al receptor de la información. Hay dos teorías sobre la actitud ética frente a la fuente mentirosa. La primera dice que al lector se le deben ofrecer todos los elementos de conocimiento, incluso el nombre de la fuente, cuando sea necesario para disipar la confusión que produce una que miente o se contradice. La otra teoría rechaza la revelación del nombre de la fuente porque esta conducta podría generar desconfianza en otras fuentes posibles que, así, se negarían a dar información. Resulta evidente, en consecuencia, que lo primero es el lector y su derecho a conocer la verdad y que, en los casos de la fuente que se contradice o miente, el periodista debe explicar con claridad las razones para incumplir el pacto de secreto. Así preservará el derecho prioritario del lector a que se le diga la verdad y mantendrá la confianza de futuras fuentes. Documentación Una cuestión delicada para los reporteros es: si el periodista es llamado por un juez para rendir testimonio, ¿tiene obligación de revelar la fuente de una información con base en la cual se inició el proceso o de entregar las notas de las entrevistas en las que fundó su reportaje? Para el antiguo director del Washington Post, Benjamín Bradlee, no debe cooperar. Algunas veces, asegura, las autoridades
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están más interesadas en castigar al reportero que en atacar los males denunciados por él. Pero en el fondo de la cuestión yace un valor ético de mayor entidad. Según Meyer, el periodista profesional se interesa en señalar un mal general y lo ilustra con un ejemplo, en tanto que la autoridad administrativa o el juez están más interesados en reprimir el caso en particular y no las consecuencias del mal general. Y la mejor respuesta la da Meyer cuando recurre a la Declaración de Principios de la Asociación Estadounidense de Editores de Periódicos de 1975: “Las promesas de confidencialidad no deberán darse en ausencia de una necesidad evidente y apremiante, pero esos compromisos, una vez dados, deben ser respetados a toda costa. No obstante, una revista como Newsweek rompió esa norma en una situación cuyas repercusiones todavía se discuten en la prensa de Estados Unidos. El ahora célebre Oliver North dio a conocer informes reservados sobre el Irongate, los cuales la revista se comprometió a publicar sin revelar la fuente. Sin embargo, la mencionó y justificó su decisión al afirmar que sabía que Oliver North había mentido”. El conjunto de normas éticas aplicables a situaciones concretas no está divorciado de las reglas de sentido común. Recomiendan formularse las siguientes preguntas: ¿tiene la noticia suficiente importancia como para omitir la obligación de decir de dónde viene? ¿Hay en la noticia suficientes pruebas como para permitir un juicio razonable sobre su plausibilidad? Si lo que distingue al periodismo de otras profesiones es, precisamente, la posibilidad de no citar la fuente, algo inconcebible en un trabajo de investigación académica o científica o en un ensayo literario, el periodista en todo momento debe tener una clara conciencia de que el abuso de esta licencia puede convertir en sospechosa su contribución a la sociedad. Guido Fernández. Agonía a la hora del cierre. Trillas, México, 2000, pp. 80, 81.
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Estudiar periodismo
Consulta 18
¿Debería ser obligatorio contar con título profesional para ejercer el periodismo? Bolivia.
Respuesta Las disposiciones legales sobre esta materia son ambiguas: cuando un gobierno dispone la obligatoriedad del título, puede estar protegiendo el derecho de la población a una información de calidad. Como se sabe, el progreso de las técnicas de comunicación ha determinado cambios por la cantidad de información a que tiene acceso la población; impuso la necesidad de una selección profesional de esa información, creó la urgencia de que la información sea procesada para proteger al usuario de su multiplicación innecesaria y de la manipulación a través de lo que le ofrecen, y propició la exigencia de una comunicación profesional en términos de calidad de su presentación y de eficiencia en su difusión a través de los medios. Junto con esa protección del derecho a la información, la disposición legal podría estar poniendo en las manos del gobernante un instrumento de control para el ejercicio del periodismo y de restricción para la libertad de informar. Por esa razón, los gobiernos que son y que parecen democráticos dejan esa facultad de proveer profesionales idóneos a la sociedad en manos de las agremiaciones o colegios de periodistas, de los propios medios de comunicación o de esas dos instancias, que actuarían bajo objetivos de autocontrol para servicio de la sociedad y para fortalecimiento de la credibilidad del gremio periodístico.
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Documentación Entre los distintos modelos que han servido de pauta para establecer las relaciones entre periodismo y política, destaca el liberal. De acuerdo con este, que encuentra su origen en el liberalismo económico clásico, el Estado no debe intervenir en el control de calidad de la información y la prensa debe vigilar y controlar los errores del poder político. El punto de partida de este modelo es el conflicto permanente de intereses entre gobierno y medios, por lo que el rol desempeñado por la prensa es el de adversario. Son muchos los factores que intervienen en el papel vigilante que deben adoptar los medios en las sociedades democráticas y apelan a la necesidad de luchar contra cualquier clase de presión que reciban. Esta concepción liberal tuvo gran aceptación en Estados Unidos, sobre todo con motivo del caso Watergate. Frente a ese modelo existe otro de cariz más conciliador en el que prensa y esfera política tratan de conciliar sus intereses comunes de transmitir su mensaje a las audiencias. En este tipo de relación se considera necesario que periodistas y políticos garanticen su entendimiento mutuo. No todos los autores se muestran de acuerdo con este modelo. Herstgaard considera que ha favorecido que los periodistas no cuestionen la labor de los políticos, sino que simplemente se conformen con mostrarla. Con el fin de encontrar un modelo equilibrado frente al liberal y al conciliador, en el año 1947 se creó en Estados Unidos la Comisión Hutchins. El modelo propuesto en esta ocasión se fundamentaba en la teoría de la responsabilidad social. Esta permitía que el Estado tuviera una mayor intervención para controlar la libertad y la responsabilidad de la prensa, al mismo tiempo que debían imponerse límites en la intervención para no coartar la libertad de los ciudadanos. Los principales objetivos de esta intervención eran, entre otros: • Garantizar el apoyo a los medios de comunicación que más lo necesiten. • Procurar que los medios expliquen de forma adecuada a los ciudadanos la complejidad política.
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• Permitir que los distintos grupos sociales estén representados en las informaciones políticas. Los medios de comunicación deben ofrecer un retrato veraz y completo de la situación política. Ruth Rodríguez Martínez. La dependencia del poder político. La ética informativa vista por los ciudadanos. El Ciervo, Barcelona, 2010, p. 126.
Consulta 19
¿Puede la formación universitaria ayudar a reducir la precarización del trabajo de periodista? E c u a d o r.
Respuesta Cuando una ley de prensa o de comunicaciones se propone corregir las deficiencias del periodismo, puede escoger, entre otros caminos, estos: El examen crítico de la formación universitaria de los periodistas. Una comisión revisora de los pénsumes, compuesta por editores, jefes de redacción o viejos periodistas podría comprobar si las facultades se ajustan a los requerimientos de las redacciones; podría, además, estudiar soluciones para el problema de la sobreproducción de graduados en periodismo y verificar la idoneidad del personal docente de las facultades. Una democracia sana reclama un periodismo de calidad. El ministerio que dicta y vigila el cumplimiento de las políticas laborales, a partir de una investigación sobre los salarios que perciben los periodistas, podría asumir una política de salarios justos en los medios de comunicación. Como se sabe, esa “precarización” y las prácticas antiéticas, lo mismo que la mala calidad de la información, tienen una causa común: los malos salarios, disimulados por la práctica corruptora de imponerle al periodista la venta de publicidad como medio para aumentar sus ingresos. Un salario justo estimula la independencia del periodista y facilita las tareas que le impone su compromiso con la verdad y con la sociedad.
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Documentación En 2002, la Fundación Knight le pidió a la Universidad de Princeton que hiciera una encuesta sobre cuál era la frustración más grande del periodista estadounidense. Los resultados fueron que no recibía capacitación. El entorno está cambiando y se necesita capacitación. Este es un campo que pierde al 60 % de la gente que ingresa para cuando tienen 40 años. Esto implica que la mayoría de la gente inteligente se está yendo porque no recibe capacitación en su lugar de trabajo. No he escuchado que se diga en ningún momento que lo que iban a usar para la capacitación del periodista incluyera la historia del periodismo. No estoy hablando de historias grandes, de Watergate, de los héroes estadounidenses, de la teoría de triunfos. Estoy hablando de retrotraernos a los romanos, las primeras personas que escribían en la pared lo que estaba ocurriendo. Yo no he escuchado que nadie diga haber identificado las cien más importantes historias del periodismo, o cincuenta. Si nosotros nos proponemos darle un título a alguien sin que estudie los más importantes trabajos de la historia, los analice, los examine para que sepa qué es lo que hace que estos trabajos sean buenos e importantes, no estamos haciendo bien las cosas. Charles Eisendrath. “Desafíos del periodismo real. El desafío de la capacitación”. Clarín, Buenos Aires, 2006, pp. 53, 54.
Consulta 20
¿Qué utilidad tiene que a los estudiantes de periodismo les enseñen sobre ética? México.
Respuesta A la ética se llega por la vía de la experiencia sobre una base de conocimiento. Los cursos de ética en las licenciaturas de Comunicación y Periodismo sirven para compartir una experiencia y un
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conocimiento. Sin este acceso del estudiante a lo ético, su estudio se convierte en el solo conocimiento de una tecnología, o sea, una comunicación y un periodismo sin alma que, finalmente, derivarían en un saber deshumanizado y deshumanizante. La ética, en efecto, revela el porqué y el para qué de la comunicación y del periodismo. Con esa razón de ser, estos saberes alcanzan toda su relevancia social y encuentran los fundamentos de su dignidad. Hay que recordar, además, que “la grandeza del conocimiento científico (o tecnológico, agrego yo) no se comprende solamente por lo que estos valen en sí, ni por lo que puedan producir, sino por lo que significan para el hombre y desde el hombre” (Juliana González, El Ethos, destino del hombre). Si esto puede decirse de cualquiera de las profesiones, cuánto más si se trata de comunicación y periodismo, actividades tan propicias para la humanización como para la deshumanización. Comunicólogos y periodistas tienen que ver directamente con el ejercicio de la libertad de las personas; por tanto, debe animarlos un criterio ético, bien sea para optimizar su acción o, al menos, para prevenir los daños posibles, dado el poder del instrumento que utilizan. Documentación El significado profundo de la ética profesional no se encuentra propiamente en sus manifestaciones expresas. No se formula en ninguna asignatura o materia de los planes de estudio, ni siquiera en las carreras humanísticas. Lo más importante y vivo de esa ética no está en libros ni en códigos ni en juramentos, al menos no se agota en ellos. Es algo implícito, subyacente, mucho más amplio y fundamental: está de hecho en las raíces humanas de la actividad científica o cultural en que se ha puesto la vida. Por otra parte, ha de advertirse que en sus aspectos básicos la ética profesional no se adquiere tras el egreso y ya en la práctica de la profesión, sino que se va gestando y desarrollando en la propia formación académica o universitaria; se halla implícita en la significación humana de toda disciplina y en el proceso mismo
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de su aprendizaje cuando este es integral. La formación ética, en este sentido, es correlativa a la formación intelectual y ha de llegar a ser indisoluble de esta en la medida en que se trata de una genuina formación y no de una mera acumulación informativa de conocimientos. El aprendizaje como tal, particularmente el universitario, conlleva la adquisición de una serie de virtudes éticas que han de persistir y formar parte de los rasgos que definen la llamada ética profesional. Juliana González. El Ethos, destino del hombre. Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 93.
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Redacción y ortografía en el periodismo
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¿Hasta qué punto las faltas ortográficas pueden ser consideradas como una falta a la ética profesional? Ve n e z u e l a .
Respuesta Algunos códigos de ética incluyen normas al respecto, lo mismo que sobre el deber de hacer buen uso del idioma. Pero aun si no constaran allí esas normas, sería igualmente válida la exigencia ética en este sentido. En efecto, la ética periodística impone el deber de buscar la excelencia en el ejercicio profesional y es entendible que mal puede hablarse de excelencia periodística en trabajos sin ortografía o con una sintaxis defectuosa. Y así como un deber ser del abogado es su conocimiento de los códigos y del lenguaje jurídico, y el del médico o del odontólogo el diestro manejo de su instrumental, es obligación elemental del periodista manejar su instrumento de trabajo, que es la palabra en todas sus formas, hablada o escrita. El desconocimiento de sus instrumentos de trabajo por parte de un profesional implica un ejercicio profesional de mala calidad y un engaño para los usuarios de su servicio especializado. Así lo manifestaron los lectores de periódicos, encuestados por encargo de la Asociación Americana de Editores de Periódicos (ASNE) en Estados Unidos. Cuando se les preguntó en 1999, por las razones de la pérdida de credibilidad de los periódicos, señalaron como primera causa los errores de ortografía y de sintaxis
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que encontraban. En efecto, un manejo correcto del idioma y de la ortografía es lo mínimo que se les puede ofrecer a los lectores. Documentación Pedro Salinas hablaba del lenguaje como el instrumento de la inteligencia, pero el idioma español es, sobre todo, el instrumento de los sentidos y de las emociones; no lo manejamos únicamente como una lengua franca para los negocios o como un segundo idioma mediante el cual se entienden pueblos de lejanos credos maternos. El español tiene una patria de 21 estados y de 400 millones de corazones, y solo con sus palabras oídas desde la cuna, podremos los habitantes de esta nación común soñar una novela a la sombra de un tilo o recrear la mirada en la hornillera y los dujos donde se esconden las abejas. Hemos podido construir en los últimos siglos una lengua que ya no pise a los idiomas que conviven en su suelo, que olvide la diglosia para conocerlos y relacionarse con ellos con la misma naturalidad con que los hombres del bandolero Roque Guinart hablan en catalán al manchego don Quijote, y todos ellos entendían sin hacer cuestión del asunto porque también el catalán podía ser una lengua de aquel caballero andante. El uso de nuestro idioma y el intento de comprender a los semejantes nos retrata como seres humanos, las palabras nos revelan como somos y a veces nos condenan. Alex Grijelmo. Defensa apasionada del idioma español. Taurus, Madrid, 1998, p. 285.
Consulta 22
¿Hasta qué punto puede un editor corregir las faltas ortográficas y juicios de valor en los escritos de un periodista? México.
Respuesta Hay, entre muchas, dos clases de editores: los que se dedican a subrayar las debilidades y errores de los periodistas. Estos editores
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acaban editando y reescribiendo las notas. Por otra parte, están los que entienden su función como una asesoría permanente para formar buenos periodistas. Los primeros se mantienen al borde de la prepotencia, impiden a sus subordinados crecer humana y profesionalmente y logran un periódico del tamaño de sus propias limitaciones. Los otros logran un trabajo en equipo, en el que comparten sus experiencias, afirman conocimientos y crean un ambiente propicio para el ejercicio del mejor periodismo, que es el que se alimenta de entusiasmos, ideas y trabajo en común. Es tarea del editor orientar ese equipo. Alguien vio al editor como un director de orquesta con capacidad y talento para obtener un producto de calidad como resultado de la optimización de las habilidades de cada uno. En un equipo así y con tal editor, cada periodista da lo mejor de sí. Cuando se mira así a una redacción no hay lugar para dudar si se deben corregir o no los errores, si es tarea vedada para alguien escribir los encabezados o si deben tolerarse los juicios de valor. El editor pedagogo sabe que a él y a sus redactores los debe guiar el propósito de hacer todos los días el mejor periódico del mundo con la cooperación del equipo. Lo otro, o sea la redacción en que cada uno trabaja aislado de los demás, en que cada uno defiende su territorio y sus reales o pretendidas calidades contra los demás, es una que nunca podrá hacer periodismo de calidad. Una redacción así está condenada a la mediocridad. Documentación Una reportera de un periódico se propuso ayudar a su editor a mejorar y le escribió un memorando: emplee más tiempo hablando con los redactores, uno por uno, de manera informal. Pase por sus escritorios y pregúnteles lo que están haciendo. Son relaciones públicas, lo sé, pero es importante. Su personal tiende a asociarlo a usted, injustamente, con castigo, humillación, lacónicos mensajes por computador y otras cosas. Usted es duro y serio, pero no es el conde Drácula. Me gustaría que dejara que más gente viera su personalidad. Trate de tener más tiempo, desde el comienzo, para consultar con
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los redactores sobre historias claves. ¿Cuál es su objetivo? ¿Qué sabe usted ya? ¿Qué necesita saber? Y en otro momento: ¿Qué averiguó? ¿Cuál es el enfoque? ¿Cuál es la cabeza? Dos cosas logra con esto: eliminar sorpresas al cierre y el redactor comienza a mirarlo como un amigo y no como alguien que lo va a desautorizar más tarde. Un gran número de redactores se intranquilizan cuando usted corrige sus trabajos. No creo que ayude hablar inicialmente de lo negativo, es más importante hablar de las fortalezas y dar confianza. Algunas veces el trabajo es deficiente y usted quiere gritar, pero el punto es que tenemos que trabajar con lo que hay, sacarle el mejor partido todo el tiempo. Si los redactores tienen miedo se paralizarán. El resultado será una baja productividad. Sea generoso con los elogios, aun si a veces implica exagerar un poco. La alabanza motiva al redactor mucho más que el miedo. Si usted es generoso con los halagos, el redactor probablemente aceptará mejor su crítica. Roy Meter Clark y Don Fry. Asesoría editorial a periodistas. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín, 1992, pp. 181, 182.
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Las ruedas de prensa
Consulta 23
¿Cómo se debe tratar la información obtenida en una rueda de prensa antes de publicarla? Colombia.
Respuesta La ética del periodismo es más exigente que eso y no se satisface con la simple reproducción de los boletines, de las entrevistas o de las ruedas de prensa, que son una materia prima de cuestionable calidad y altamente desconfiable. Un periodismo que se limita a reproducir esos materiales es mediocre, que no le ofrece garantía alguna al lector y que lo deja indefenso en manos de las oficinas de prensa de las entidades privadas o públicas, en las que suele hacerse propaganda, pero no información. El boletín, la entrevista o la rueda de prensa son materiales en bruto que deben ser procesados después de ser descontaminados. Cuando el periodista deja de ser un simple intermediario y ejerce un periodismo profesional, suele cumplir estos pasos: Verifica la verdad del boletín, la entrevista o la rueda de prensa, a partir de un doble supuesto: que el poder personal o institucional suelen echar mano de las mentiras o de las verdades a medias, y que es deber del periodista proteger a sus lectores o receptores del engaño del poder. Investiga los antecedentes de ese material, su contexto y sus consecuencias.
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Somete ese material a otras fuentes idóneas e independientes para verificar, para complementar o para diversificar el enfoque del hecho. Busca las aplicaciones y proyecciones de los temas tratados por los documentos en cuestión. Como se ve, la agenda del periodista se amplía, no con esos boletines, entrevistas o ruedas de prensa, sino con el trabajo que el periodista se impone cuando está convencido de que esos materiales solo son información en bruto. Documentación El periodista recoge una noticia y actúa objetivamente con ella al proporcionar todos los antecedentes posibles de encontrar en las fuentes. Para eso deberá poner toda su diligencia y celo. Cuando presenta el material así obtenido es inevitable que ponga algo de él mismo, de subjetividad, aplica su propio criterio sobre la importancia real de los hechos, el interés que pueda suscitar en el público o la influencia que pudiera tener su divulgación en la gente, cualesquiera sean los rangos de esta. Salvo que esté movido por prejuicios o por una intención torcida, no podrá censurarse que el periodista actúe de ese modo subjetivo. Lo deseable y exigible es que al efectuar su trabajo el periodista actúe honestamente y con el ánimo de informar bien, al margen de cualquier interés inferior. Y que actúe en consecuencia al ofrecer las noticias al público. Hasta en los hechos de cuantía menor es posible encontrar estos matices. Supongamos que en una determinada localidad la autoridad decide inaugurar una autopista. Según el medio que informe, la noticia tendrá sus respectivos coloridos. Estos pueden ir desde el simple relato del acontecimiento, características de la obra, personajes que participaron en el acto inaugural, discursos pronunciados, costo de los trabajos, longitud, número de pistas, capacidad y datos similares, hasta una fuerte crítica por la demora en la entrega de la obra o por la dudosa calidad de la misma. Un reportero acucioso investigará acerca de los materiales usados, la utilidad de la vía, la cantidad de personas que trabajaron, el proceso de asignación de la obra a quienes la ejecutaron y si hubo ofertas mejores y más económicas, en caso de que se haya pagado con fondos públicos, y si se
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lograron beneficios adicionales, al tratarse de empresas privadas. Toda esta labor de investigación periodística entra en el concepto de una mayor objetividad. Lo subjetivo podría imputarse a la buena o mala intención del periodista en la búsqueda de los datos de su relato posterior. Emilio Filippi. Fundamentos del periodismo, Trillas, México, 1997, p. 28.
Consulta 24
¿Las ruedas de prensa justifican que todos los medios publiquen las mismas noticias? Colombia.
Respuesta Ryszard Kapuscinski llamó periodismo de rebaño al que se practica sin criterio propio y de acuerdo con lo que hacen los demás para neutralizar la fuerza y calidades de la competencia. Por eso, las ruedas de prensa se convierten en la principal fuente de información; los reporteros se aglomeran en los mismos sitios y alrededor de los mismos personajes y todos reproducen los mismos boletines y comunicados. El resultado es que la información en todos los medios es la misma y que cualquier periódico o noticiero da lo mismo porque todos son prescindibles. Desde el punto de vista comercial, esto debería alarmar y exigir análisis y correctivos. Desde el punto de vista ético, esta práctica del periodismo uniformado niega los valores básicos de compromiso con la verdad porque no hay una búsqueda exigente de la misma, desaparece la independencia, puesto que predomina la resignación a la mediocridad y a lo que quieran informar las fuentes, mientras la responsabilidad para con el lector y con la sociedad se mantiene en sus niveles más bajos: no se les da lo que se debe, sino lo que resulta más fácil. Una agenda propia significa, desde luego, una búsqueda independiente de temas que respondan al interés de los lectores, o sea,
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temas propios que, cuando aparecen publicados, le dan al medio una personalidad fuerte e identificable. Esa agenda, desde luego, no excluye los temas comunes, pero tratados de manera propia, con fuentes propias y con enfoque original y también propio. Para hacer esto es necesaria una actitud de independencia respecto de la lógica comercial que ordena ofrecer lo que más gusta y la adopción de una lógica de servicio al lector que impone entregarle la información que más le sirve. Cuando esto sucede se materializan los principios éticos de la profesión. Documentación Los medios influyen, más que en configurar la opinión de la gente sobre los asuntos pendientes, en convencer a todos de que estos son efectivamente los asuntos decisivos. Habrá posiciones encontradas para resolverlos, pero se dará por supuesto que estos son los asuntos que hay que ventilar. El menú informativo de los medios se establece de una manera harto singular. El primer elemento, a nuestro juicio, es la oferta o aun producción de hechos por los interesados en que el público los conozca. El segundo, la conversación espontánea de los que se enteran de algo que debiera ser noticia y lo hacen llegar a los medios. A este origen aparentemente anárquico y caprichoso sigue un proceso de selección no menos curioso. Los seleccionadores no ponderan la influencia potencial de los hechos, sino que consideran únicamente su condición técnica de noticia y, en caso de duda, de más noticia que la que quedará sin publicar. La gente se entera de lo que pasa y desearía participar en nuevos modos de hacer, de vivir, de pensar lo que ve en los medios. Pero los medios no dejan de ser simplemente eso, medios, instrumentos. La influencia de los medios en la sociedad parece menos determinante que la influencia de la sociedad en los medios. O, al menos, es una influencia mutua y en conjunto los hechos actúan como factor decisivo, como persuasores intrínsecos. Los medios influyen al persuadir a todos de que esto es lo que hay, de que esta es la agenda. Lorenzo Gomis. Teoría del periodismo. Paidós, Barcelona, 1997, pp. 162-164.
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Consulta 25
¿Es ético que los periodistas aplaudan al protagonista de una rueda de prensa? España.
Respuesta Cuando el periodista se alindera o atrinchera, disminuyen su credibilidad y sus posibilidades de influencia. A veces, en las normas de los códigos o en las de los manuales de estilo se enfatiza en la necesidad de mantener una posición imparcial, por dos razones: Porque así se puede acceder a la verdad de los hechos. Un periodista deportivo atrincherado en las filas de un equipo y dispuesto a aplaudir sus acciones, mal puede reconocer la verdad de los otros equipos; lo mismo le sucede a quien se alindera del lado de un político, de un gobernante o de sus programas, porque se predispone a mirar hacia un lado y a ignorar o a mirar mal al otro lado, y por consiguiente estará más dispuesto para la propaganda que para la información. Porque se afectan la credibilidad y el buen servicio del medio de comunicación. El medio que se deja rotular como el medio de un equipo de un gobierno o de un político, pierde la confianza y la lealtad de la ciudadanía que no está de acuerdo con esa facción. El ideal profesional y comercial de un medio es que pueda ser tenido como de todos. Esa universalidad es conveniente comercialmente, pero, sobre todo, profesionalmente porque permite hablar en el lenguaje y sobre el interés de todos, que es el objeto de la palabra y de esta profesión de la palabra, que es el periodismo. Documentación La imparcialidad se puede malinterpretar si se considera un objetivo en sí misma. La imparcialidad debería significar que el periodista es fiel a los hechos y a la comprensión que el ciudadano debe tener de ellos y no debería significar "¿estoy siendo imparcial con mis fuentes para que ninguna de ellas se sienta agraviada?". Tampoco
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debería implicar que el periodista pregunte "¿y mi artículo parece imparcial?". Estas son valoraciones subjetivas que pueden apartar al periodista de la necesidad de hacer cuanto sea posible por verificar su trabajo. Tras escuchar y estudiar las ideas de periodistas, ciudadanos y otras personas que han reflexionado sobre el periodismo y la información, empezamos a vislumbrar un conjunto de conceptos que forman las bases de la disciplina de verificación. Estos conceptos constituyen los principios intelectuales de una ciencia de la información: • Nunca añadas nada que no esté. • Nunca engañes al lector. • Sé lo más transparente posible sobre tus métodos y motivos. • Confía en tus propias investigaciones. • Haz profesión de humildad. Bill Kovach y Tom Rosenstiel. Los elementos del periodismo. Ediciones El País, Bogotá, 2003, p. 108, 109.
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Informar en épocas electorales
Consulta 26
Si yo estoy convencido de que un candidato es malo para mi país, ¿qué puedo hacer como periodista? México.
Respuesta Las normas de los códigos y de los manuales de estilo destacan un aspecto que da la clave para resolver el problema: el valor dialéctico de los hechos. Entre el periodismo insípido de los que no se comprometen con nada ni con nadie y el periodismo fogoso que se vuelve propaganda ardorosa a favor o en contra de una causa hay un camino medio: el del periodista que muestra hechos y los hace entender. El hecho vale más que mil discursos, su contundencia es tal que no necesita refuerzos verbales; está al alcance de todos, de modo que su comprensión resulta fácil e inmediata. Demostrado con documentos y testimonios, es irrebatible. Además, es una muestra de respeto al lector porque no ofrece la apariencia de presión o inducción de la mente del lector, a quien se convierte en espectador de primera fila de los hechos que permiten juzgar a los candidatos y a sus políticas. Un periodista que cuenta hechos y los documenta puede llegar a tener más fuerza que editorialistas y columnistas.
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Documentación Con motivo de los comicios, algunas personas quisieron abrir un debate contra la prensa, señalando que no tenía influencia nacional por el hecho de que sus candidatos no habían sido favorecidos. Realmente, los diarios apoyan a una u otra persona, pero su misión no es solo política. El periódico señala una posición. Al asumirla quiere manifestar cuál es su conducta ante el país. Qué piensa de este, qué desea del gobierno, cómo concibe las relaciones ante sus compatriotas. Su empeño no consiste en tener poder en los mandos burocráticos. Y así lo expresa en su comentario editorial permanentemente. Pero de cada episodio, de cada adhesión de la prensa, querer tomar posturas contra ella es hacer enfrentamientos innecesarios… El periódico que solo da noticias no está cumpliendo con su deber de orientar. Entregar multitud de datos sin interpretación a un lector desprevenido, sin cultura, sin tiempo para evaluarlos, es inundarlo de información que se pierde en el mundo de sus propias urgencias. Quienes predican que el periódico no debe influir en el juicio de sus lectores es que temen que estos se solidaricen con los principios de la crítica. Esta debe ser dinámica para que constituya la expresión de un mundo vivo, en el cual queremos que la comunidad mejore. La simple noticia es una manera de mantener sometido al lector sin interpretación de la vida inmediata, la administrativa, la política, la económica y la intelectual. Es abandonarlos a su suerte de dramático silencio. El periodismo honesto, el periodismo responsable, el periodismo verdadero es el que pasa y deja las palabras para cada asunto, para cada persona, para cada ocasión. Otto Morales Benítez. Reflexiones sobre el periodismo colombiano. Universidad Central, Bogotá, 1982, pp. 81 y 206.
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Consulta 27
¿Está bien que un periodista tome partido a favor de un grupo político? Argentina.
Respuesta Una característica del periodismo es su universalidad, es decir, su permanente disposición de informar para todos, para ser creído por todos, y su renuencia radical a ser identificado con grupos o partidos. Así como la palabra (que es el instrumento del periodista) está hecha para unir a los humanos, la información que se difunde con palabras a través de los medios no conoce fronteras ni trincheras, se difunde para todos. En esto se funda la dignidad de la profesión, en que sirve a todos con los instrumentos de la inteligencia, que son las palabras y la información. Cuando el periodismo se pone al servicio de candidatos, partidos, gobiernos o religiones se autolimita y se degrada. Y en vez de hacer información, hace propaganda. A la propaganda la caracteriza su visión limitada: solo ve las cualidades de un producto, de personajes, de una política, de un gobierno, y eso es lo que comunica. Y es incapaz de ver y difundir las debilidades, errores y limitaciones de quien le paga. Por eso, la propaganda está condenada a decir verdades a medias y no puede exhibir la dignidad de ser libre. Siempre está bordeando la indignidad de lo mercenario. El periodismo tiene la elevada dignidad de su libertad y de no reconocer otro amo que su lector y, a través de él, a la sociedad. Además del argumento de su dignidad, el periodista alega su compromiso con la verdad, que nunca está de un solo lado; no la tiene partido alguno, ni gobierno ni líder político ni religión alguna. El periodista entiende que cada ser humano, cada organización humana, dispone de fragmentos de verdad que deben completarse con las partículas que otros poseen; por eso, el ser humano siempre está buscando la verdad, a sabiendas de que nadie logrará tener la verdad completa. Esta es la explicación que tiene la insistencia de los códigos en la objetividad, en la tolerancia
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activa frente a las ideas distintas, el rechazo de los dogmatismos y de la adhesión de medios o periodistas a facciones que limitan su universalidad. Documentación La información garantiza la vigilancia de los cargos de elección popular y contribuye a una contraloría social de la gestión. La elección de las autoridades implica un trasvase del poder ciudadano que reside en el pueblo, pero reserva la posibilidad de su vigilancia, a través de la libre expresión y el control a los propios electores. Para que esto sea posible, debe garantizarse la libre circulación de información y de opiniones. De acuerdo con este argumento, en la posibilidad de la libre expresión reside la de controlar los abusos de poder. La concepción de autogobierno reserva a los ciudadanos la función de contraloría ante los excesos y la corrupción administrativa. El pueblo, para ser maestro de su destino y de su gobierno elegido, debe estar informado y tener acceso a todas las ideas y puntos de vista. Así, en este marco, se puede garantizar la gestión pública transparente y, por tanto, el consentimiento ciudadano hacia sus gobernantes. El extremo de esta argumentación reivindica que en este derecho lo mejor es que el Estado no haga nada y por tanto se debe confiar en la libre elección racional de los individuos. En un segundo y siguiente momento histórico se reivindica la potencialidad de la libertad de expresión para la promoción de la interlocución pública. La posibilidad de controlar la función pública de los elegidos no constituye el único pivote de las sociedades democráticas, también es relevante la influencia ciudadana en la gestión gubernamental. Para esto, los ciudadanos deben contar con un grado razonable de información para que así puedan comprender los problemas. Igualmente, deben existir mecanismos para que las opiniones de los ciudadanos puedan ser conocidas por los gobernantes. Esto solo es posible si los ciudadanos pueden expresar libremente sus ideas sobre los diversos asuntos que se debaten en las sociedades democráticas. La libre circulación de información y de opiniones es un insumo para el buen funcionamiento de las instituciones representativas. Carlos Correa. Prensa y elecciones. Ipys, Publicaciones Monfort, Caracas, 2004, p. 132.
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Consulta 28
¿Es ético publicar un video que muestra a un candidato que entra a un motel con una mujer que no es su esposa? Respuesta En las campañas electorales se ponen en evidencia las peores armas de ataque a los rivales y la ingenuidad, la incapacidad o la mala fe de los periodistas. Ante unos agresores sin escrúpulos, el periodista puede ser un instrumento manipulable si no actúa a la defensiva. Esta clase de videos, fotografías o rumores se deben descartar radicalmente porque es evidente que se trata de armas innobles de campaña, que resultan efectivas cuando las activan los periodistas o los medios que operan como cómplices o como idiotas útiles. Las visitas a un motel son asuntos personales de un candidato que no tienen que ver con su campaña política, salvo que el tema de la fidelidad conyugal o de la castidad personal forme parte de su programa político, o que la compañía de la esposa tenga el propósito de proyectar una imagen de pareja ejemplar. De un candidato se espera y se debe reclamar devoción por el bien público, pulcritud en el manejo de los recursos de todos y disposición de servicio a la sociedad. No forman parte de las virtudes exigibles a los candidatos ni la castidad ni la fidelidad conyugal ni otras virtudes que componen el ideal de un comportamiento personal. Además, la publicación de esta clase de materiales les da a las campañas un ambiente de sordidez insultante para el público y de dañino impacto sobre el certamen democrático. Es, sin embargo, un material atractivo para el periodista cuando no existe capacidad para informar en profundidad sobre el evento electoral. Puesto que es información fácil y atrae consumidores de información, se multiplican los pretextos: defensa de la moralidad pública o de la integridad del candidato ideal. Argumentos que buscan la legitimación de una publicación que no le hace bien a nadie y que sí daña a todos.
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Documentación Los procesos electorales libres y equitativos requieren de un alto grado de libertad en materia de expresión. Ella es vital para que los ciudadanos puedan debatir y conocer en profundidad a los candidatos, sus ofertas y valorar su propia decisión. El debate democrático permite profundizar la discusión pública de los programas y las propuestas. Y los electores, en la medida en que se permite su participación pública, pueden alimentar o esclarecer la polémica. Es por esto que la restricción de la disidencia inhibe la política electoral. La represión de la opinión puede hacer que los disidentes salgan de los cauces legítimos de la participación política y opten por medios de protesta violentos. La expresión es un mecanismo para desarrollar la tolerancia por la diversidad y permite que los disidentes tengan presencia en el escenario público y por tanto puedan contar con la posibilidad de convencer a los ciudadanos de las bondades de sus propuestas. Las disidencias, incluso de aquellos que están en contra de las normas, deben tener la posibilidad de expresarse para que las personas y sus ideas se sometan al debate público. De este modo, las opiniones se contrastan y validan colectivamente, y en el caso de las elecciones, la responsabilidad regresa a los que tienen la soberanía. El mundo de la idea y la propuesta es un horizonte que hay que abonar para construir opciones que aumenten la posibilidad de la expresión y el derecho a la información en el conjunto de la sociedad. Esta tarea está llena de conflictos, amenazas e insatisfacciones, pero es el camino para que las sociedades, de modo permanente, construyan cotidianamente su propia democracia y la pongan a prueba en el debate público. Carlos Correa. Prensa y elecciones. Ipys, Caracas, 2004, pp. 139, 140.
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Informar sobre guerra y paz
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¿Es ético entrevistar líderes guerrilleros? Colombia.
Respuesta El problema ético no se plantea por el hecho de entrevistar al líder guerrillero, paramilitar o militar, fuentes que, por formar parte del conflicto, deben ser escuchadas. Los interrogantes éticos comienzan en la actitud de quien entrevista. Para prestar un servicio informativo eficaz a los receptores, el periodista no debe ser ni aparecer como parte del conflicto; por tanto, debe mantener distancia. Además, ha de ser consciente de que su entrevistado puede aprovechar la oportunidad para lanzar sus proclamas propagandísticas a favor de la guerra. Esta circunstancia ha inspirado la práctica de entrevistar en diferido, nunca en directo, así el medio y el periodista evitan la manipulación de la entrevista por parte del agente armado y retienen la facultad de editar, para que el receptor disponga de información y no de propaganda. Los actores del conflicto, estén de uno u otro lado, deben ser oídos como partes de un hecho que los receptores tienen derecho y necesidad de conocer en su integridad. El hecho mismo de exponer sus razones y su versión de los acontecimientos aporta un elemento de racionalidad a un proceso que, generalmente, se conduce con acciones de fuerza y no de inteligencia. La población, por otra parte, tiene necesidad y derecho a conocer esa otra versión de un hecho que le concierne y la afecta. Pretender que se los mantenga
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en silencio es otra de las formas de tomar partido por una de las partes y de perpetuar el conflicto. Documentación La información de la violencia puede tener, sin duda, una dimensión terapéutica que puede representar una ayuda ética en la curación de la propia violencia. La sociedad necesita una cierta dosis de información dura y pura sobre la violencia para poder alcanzar al menos estos objetivos: • Conocer la realidad social. • Mantenerse despiertos en la búsqueda de soluciones pacíficas a los problemas que subyacen a la violencia. • Inmunizar a los ciudadanos contra la tentación de ser violentos. • Hacer florecer en todos la estimación por la paz. • Promover la necesaria confianza de la gente en las instituciones públicas, en los medios informativos, en las fuerzas de seguridad, en los tribunales de justicia. • Desesperar, en fin, a los violentos, es decir, transmitir a todos los ciudadanos la esperanza segura de que la violencia no puede ganar. El problema está, como ocurre con las vacunas o con los anticuerpos, en acertar con la dosis adecuada para alcanzar el efecto terapéutico. Carlos Soria. La ética de las palabras modestas. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1997, p. 130.
Consulta 30
Si un grupo de periodistas forma conciliábulo e impide la aportación de los otros periodistas al asunto ¿es posible una sincera difusión de los temas de paz? Pe r ú .
Respuesta Aparte de las implicaciones exclusivamente personales, el caso
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propone un tema útil: la coherencia de la conducta de quien informa con los contenidos de su información. Es una exigencia que no aparece en todos los temas, pero sí se impone en asuntos como el de la paz. Sin embargo, una cosa es dar cuenta de negociaciones, actividades, legislación o procesos de paz y otra emprender una tarea informativa para crear una conciencia de paz en la sociedad. En este caso es indispensable una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Solo personas de convicciones y actitud pacífica pueden realizar con eficacia una acción educativa de esa naturaleza a través de la información. De la misma manera, demanda una actitud coherente el ejercicio del periodismo como servicio. Quien hace del periodismo un instrumento para servir mejor a los receptores de la información, y a través de ellos a la sociedad, sabe que el mejor periodismo es el que se hace en equipo, con espíritu abierto y sin las restricciones que crea el espíritu de competencia y de rivalidad, propio de la empresa comercial. Si en el primer caso impera la lógica de la generosidad y de la libertad, en el segundo, el horizonte se reduce a los limitados intereses personales o de la empresa en la que se cobra un salario. Como se ve, todo depende de la idea que se tenga de la profesión. Documentación Crear y establecer un proceso de comunicación basado en la interactividad es necesario y fundamental para que una sociedad se sienta reintegrada en un proceso de reconciliación. Así, la información diseminada tiene muchas más posibilidades de ser aceptada, pues al venir de ellos mismos es más creíble y oportuna y, por tanto, más eficaz. Entender las necesidades de los individuos y contribuir a la construcción de la coparticipación tienen que estar en el centro de las preocupaciones mediáticas de los que trabajan para la resolución de los conflictos, pues los problemas son tan complejos y variados que la capacidad de superarlos requiere una diversidad de expertos y la colaboración por parte de los agentes sociales locales. Desde que la guerra nació en el espíritu del hombre, es en el
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espíritu del hombre donde la defensa de la paz debe ser construida. La educación tiene un papel clave en este desafío, enseñando a los adultos y a los niños a entender los medios de comunicación, a describir los programas televisivos con el fin de hacer de nosotros alfabetizados mediáticos. Así pues, ¿es la información espectáculo o función social? Está claro que puede ser ambas cosas. La comunicación es un poder influyente que puede ser utilizado de manera positiva o negativa; es por tanto necesario ponerla al servicio del bienestar de la humanidad para la promoción de la paz, la comprensión y la tolerancia. Edouard Markiewicz. Medios periodísticos, cooperación y acción humanitaria. Icaria, Barcelona, 2002, pp. 186, 187.
Consulta 31
¿El periodista debe mantenerse neutral al informar sobre procesos de paz? Colombia.
Respuesta Es conveniente preguntarse, antes de abordar el tema, sobre la función que le corresponde a la prensa cuando está en marcha un proceso de paz. Es evidente que se trata de un período de transición, desde la guerra, hasta las condiciones que permiten el proceso de conversaciones para la paz. Como período de transición en el que se supone que terminará un estado de cosas, el de la guerra, y comenzará otro, el de la paz pactada, las cosas cambian dentro de un estado de confusión. Se necesitará, por tanto, una comunicación pública que ayude a desenredar lo que está confuso y a hacer claridad donde hay penumbra u oscuridad. Si a esto se agrega que las conversaciones de paz transcurrirán mientras las operaciones de guerra continúan, la confusión será
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aún mayor (¿cómo hablar de paz mientras se dan órdenes de disparar?). Siendo este el caso, crece la necesidad de claridad. Hay que tener en cuenta, además, el factor de confusión que introducen los políticos que aprovechan la coyuntura para apoderarse de la causa de la paz o para combatirla con sofismas o con distorsión de los hechos. La guerrilla, por su parte, alegará sus razones, mantendrá sus ataques y aportará sus sofismas y su propaganda. En medio de toda esta confusión, el ciudadano común, con frecuencia víctima de la guerra, es el más necesitado de información creíble, exacta y oportuna y, por tanto, se convierte en la máxima prioridad del periodista. Contra el criterio de la defensa de las instituciones que asume la opinión más conservadora o del impulso a los cambios que seduce a los progresistas, se impone el camino del medio, que es el del servicio a los ciudadanos. A ellos debe llegar una información de calidad, rigurosa, independiente del poder, para que sea creíble e inspirada en el bien de todos, para que sea un servicio eficaz. Como en todas las ocasiones, y en esta en especial, cuando se trata de un proceso de paz, el periodista está del lado del lector, oyente o televidente, a quien sirve con su información, y lejos de toda trinchera. Documentación ¿Periodista o ciudadano? “El mismo dilema de siempre. Estaba grabando a un policía que desactivaba un carro bomba que dejó el ELN en la carretera que conduce a Sardinata, cuando ocurrió la explosión. Tuve ganas de salir corriendo y ayudarle al policía que se arrastraba con las piernas destrozadas. ¿Debía seguir grabando o botar la cámara?”. Este relato del corresponsal de uno de los canales privados es uno de los muchos ejemplos del constante debate que viven los reporteros en el conflicto. Si bien la mayoría considera que su papel es informar, para muchos esta función es insuficiente y prefieren agregarle funciones tan especializadas como mediar en conflictos, construir la paz, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, fiscalizar al Estado,
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educar y servir de soporte al desarrollo regional y ser la voz de los que no tienen voz. Es decir, el periodismo sirve para todo. Esta multiplicidad de funciones que los periodistas se atribuyen son, por lo general, demandas que hacen la opinión pública y las instituciones del Estado, aunque en ocasiones responden a sus propias motivaciones ideológicas. En varias ocasiones, por ejemplo, los periodistas deben guardarse información que a juicio de funcionarios del gobierno afectarían el proceso de paz. El dilema de callar o publicar está mediado por un compromiso con la democracia, que tiene diferentes maneras de interpretarse, de acuerdo con la ideología y los sentimientos de cada uno. Esta tensión entre actuar como ciudadano o como periodista ubicado en el justo medio de los acontecimientos no está resuelta para los reporteros colombianos ni para los que cubren guerras en todo el mundo. Ryszard Kapuscinski dice: “Olvidamos que el periodista es un ciudadano del común. Como periodistas debemos tener responsabilidad no solo profesional, sino con sentido ciudadano. ¿Es esto bueno para mi ciudad, para mi nación o para mi patria? No en el sentido partidario, sino en el sentido más alto de la responsabilidad”. “El periodista es el que conoce los eventos, los comprende, les asigna un sentido y lugar y luego los comunica”, dice Ómar Rincón. A veces, sin plantearse la pregunta “¿cómo debo decirlo?”, van optando en su rutina periodística por la autocensura. Proyecto Antonio Nariño. Bajo todos los fuegos. Prisma Asociados, Bogotá, 2007, pp. 101, 102.
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Consulta 32
¿Cómo debe reaccionar un periodista cuando se le pide apoyar la causa de la paz? Colombia.
Respuesta Son dos las cuestiones implicadas en esta consulta: • El respaldo a una campaña publicitaria. • La neutralidad ante una campaña de paz.
En cuanto a lo primero, la información sobre la campaña publicitaria será un servicio para los receptores de las noticias si se evita la contaminación de lo publicitario. En efecto, aunque así pretendan hacerlo creer, las campañas publicitarias no lograrán hacer la paz porque esta, lejos de ser una respuesta política o comercial o de partido, es una actitud personal que resulta de una visión sobre los hechos de violencia, en este caso, y sobre su repercusión en la vida personal y social. La publicidad puede cambiar hábitos de consumo, pero carece de la fuerza necesaria para cambiar actitudes políticas y, menos aún, inducir el perdón y la reconciliación, fundamentos de la paz. En segundo lugar, así como no se puede ser neutral ante valores como la verdad, la justicia, la tolerancia o el amor, tampoco cabe neutralidad frente a la paz, que es la máxima aspiración de una sociedad, sobre todo cuando ha sido largamente castigada por la violencia. El de la paz es un derecho de los ciudadanos que no puede quedar subordinado a las preferencias partidistas de la población. El hambre, la guerra, la violencia no tienen partido. Tampoco debe tenerlo la paz, que está por sobre cualquier asunto partidista. Es deber del periodista hacerlo entender así.
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Documentación La determinación de mantener la actitud de ser pacíficos llevará a los medios informativos y a los informadores a dar entrada en sus principios editoriales a convicciones de fondo que representan la garantía de la verdadera información para la paz. Se necesita entender que la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, no solo la violencia física, sino también la moral, no puede ser el camino de solución para los problemas personales y sociales de los hombres. Por tanto, se ha de desterrar del medio informativo la exaltación abierta y clara de la violencia, y también la exaltación indirecta y encubierta, con motivo de la descripción de la violencia existente en la vida cotidiana. La información para la paz requiere, por otra parte, que los medios informativos no caigan en la trampa que se oculta en el principio fácil y cómodo de que el fin justifica los medios. Cuando se adopta este principio, tarde o temprano se llega a mantener en la teoría o en la práctica la idea de que la única esperanza para solucionar los problemas humanos es promover la lucha, los enfrentamientos, el odio y los resentimientos. Estas reflexiones nos indican que no puede haber neutralidad. En algunos países a las noticias de violencia no se les da más relieve que a cualquiera de las que conturban lo social en un tiempo determinado, porque en el fondo lo que pretenden es golpear el sistema de gobierno, el de la justicia, el ejército, la policía, la iglesia, la familia. Tenemos los periodistas que pensar cuál es nuestra conducta. La responsabilidad es comunitaria, que nadie se sienta al margen de un reclamo social que se nos formula cada día. Lo cardinal es escuchar la voz de la patria. Esta no nos convoca al odio, sino a la mutualidad y al empecinamiento en defender los altos ideales de la paz y la justicia. Otto Morales Benítez. Papeles para la paz. El árbol que piensa, Bogotá, 1991, pp. 200, 201.
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Informar sobre suicidios
Consulta 33
¿Es cierto que los casos de suicidio no se deben divulgar, a menos que se trate de personas públicas? U r u g u a y.
Respuesta En algunos manuales de estilo figura la norma relacionada con las informaciones sobre suicidio. Según esta, debe ser tratada con especial cuidado. El diario El País, de Madrid, prescribe que “el periodista debe ser especialmente prudente con las informaciones relativas a suicidios”. Explica que “en primer lugar, no siempre la apariencia coincide con la realidad”. De hecho, son las autoridades las que determinan, después de una investigación, si se trata de accidente, homicidio, asesinato o suicidio. Cualquier ligereza por parte del periodista atenido a las apariencias, o a testimonios de personas inexpertas, conduce a inexactitudes dañinas y dolorosas para parientes y amigos. Agrega el Libro de estilo de El País: “La sicología ha comprobado que estas noticias invitan a quitarse la vida a personas que ya eran propensas al suicidio y que sienten en ese momento un estímulo de imitación”. Y concluye: “Los suicidios deberán publicarse solamente cuando se trata de personas de relevancia o si agregan un hecho social de interés general”. En efecto, la responsabilidad obliga al periodista a prevenir el daño que pudiera derivarse de la publicación de sus informaciones,
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puesto que el perjuicio causado a través de los medios nunca puede repararse totalmente. Se trata de un compromiso ético que obliga como deber personal y profesional; no es una obligación legal. Documentación No es fácil describir en qué consiste la competencia profesional del periodista, pero se pueden dar cinco orientaciones: • Un periodista competente tiene que ser capaz de saber dónde está la noticia (la importancia intrínseca de un hecho, su interés humano, su actualidad, su novedad, sus eventuales causas y consecuencias). • Tiene que utilizar el lenguaje adecuado. • Tiene que saber organizar y dar forma a la información de modo que entre en el ámbito limitado (de tiempo o de espacio) de un medio impreso o audiovisual. • Tiene que saber comprobar los hechos con rapidez y seguridad. • Tiene que saber equilibrar los distintos elementos de la información para que se encuentren adecuadamente representados en el producto final. • La información sobre suicidios exige, además, una fuerte carga de delicadeza ética. • De un suicidio sin ninguna trascendencia pública no hay que informar. • Si el suicidio se ha producido en un ámbito público: la calle, el río, el viaducto, la torre, el tren, pero el suicida no es una persona pública, se puede informar del hecho, mas no es preciso identificar informativamente a quien se quitó la vida. • En cualquier caso, al informar de un suicidio, hay que cuidar de manera muy especial el lenguaje informativo que se emplee y ser prudente al tratar de establecer sus posibles causas, no inventarlas ni aceptar, sin más, que sean las que el suicida haya podido reseñar por escrito. • El equilibrio en la información de suicidios es difícil: hay que ser rigurosos en la información, pero también hay que ser compasivos. Carlos Soria. La ética de las palabras modestas. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1997, pp. 189, 193, 194.
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Consulta 34
¿Qué criterios se deben manejar en los medios al informar sobre suicidios? Colombia.
Respuesta Los manuales de estilo previenen a los periodistas para que las noticias sobre suicidio sean objeto de un cuidadoso tratamiento, a fin de evitar el manejo sensacionalista que propiciaría el carácter del tema o la información ligera que prescinde de los posibles efectos de estas noticias. El medio sensacionalista encuentra una rica veta de estímulos para sus receptores en estos episodios extremos, en que entran en juego la muerte, los dramas personales que conducen a esta y las pasiones que la explican o que tienen origen en ella. Por tanto, estas noticias atraen la atención con facilidad y pueden desarrollarse de modo interesante sin necesidad de mucho trabajo o talento. Es, por tanto, una noticia fácil. Pero es, además, una noticia con consecuencias. Se ha comprobado que tiene un potencial multiplicador de conductas similares, por cuanto los detalles de un suicidio suelen ser seguidos con enfermizo interés por personas que antes de atentar contra sus vidas necesitan resolver el qué y el cómo del suicidio. Una noticia sobre suicidios ocurridos puede dar una respuesta convincente a esas preguntas. La práctica más sabia sobre la difusión de estas noticias indica que se las debe despojar de todo elemento espectacular y llamativo, y reducirlas a un dato escueto y respetuoso del dolor de los parientes y amigos del muerto. Vuelve una norma repetida en este Consultorio sobre el deber de contar todo lo que es útil para la sociedad y la obligación de cuidar la forma de contar a fin de prevenir posibles daños. El asunto es, pues, de técnica y de ética, de habilidades y de actitudes.
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Documentación En general, las noticias sobre suicidios consumados o frustrados deben limitarse a notas breves que solo contengan la información esencial. Hay que evitar toda especulación sobre las causas del suicidio o del intento de suicidio que, en la mayoría de los casos, son personalísimas y complejas. La nota, más bien, puede mencionar las opciones de asistencia profesional disponibles para quienes sufren de depresión o tienen tendencias suicidas. No olvidemos nuestro deber de dispensar el máximo respeto a la intimidad de los familiares y amigos del sujeto. Manual de redacción de El Deber. Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, p. 20.
Es un hecho comprobado que el suicidio es contagioso. Si se necesitara alguna demostración bastará recordar la epidemia que hace no mucho se produjo en una localidad de la provincia de Santa Fe. No se han de ocultar las noticias sobre suicidios, pero se evitará la difusión de detalles macabros, en la medida en que no sean necesarios para que la información tenga sentido, esté bien calibrada y quede completa. Manual de estilo y ética periodística de La Nación. Buenos Aires, p. 48.
Las informaciones sobre suicidios se tratarán con la máxima delicadeza para evitar daños a la fama de las personas, por consideración a la familia de la víctima y para evitar que el ejemplo cunda. Una delicadeza igual se aplicará a las informaciones sobre violaciones, para proteger la intimidad de las víctimas. Manual de estilo y redacción de El Colombiano. Medellín, a. 2.3.10.
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Informar sobre niñez
Consulta 35
¿Qué aspectos sobre los derechos de los niños debe tener en cuenta la prensa? Colombia.
Respuesta Los derechos de los niños prevalecen sobre los demás derechos; es un principio en el que se sustentan las normas de protección de la infancia. Además, se entiende que el niño “tiene derecho a disfrutar de una vida plena en condiciones que aseguran su dignidad” y que por una falta de madurez física y mental necesita protección. Se agrega el deber de preservar su futuro, dado el impacto que puede ejercer sobre él alguna acción presente relacionada con la vida del niño. La legislación colombiana sobre derechos del niño, o Código del Menor (decreto 2737 de 1989), tiene en cuenta esos mismos principios que inspiraron los de Unicef para informar sobre la infancia. El documento fue aprobado en la XXIII Conferencia Mundial de Periodistas reunida en mayo de 1998 en Recife con la participación de 70 países, refrendado en noviembre de 2000 en Panamá, durante el VII Encuentro Iberoamericano de Periodistas. Según esas normas se rechaza la utilización de imágenes o el nombre de los menores cuando esto pueda implicar “una intrusión ilegítima de su intimidad”. Se considera intrusión ilegítima la utilización de imágenes que puedan implicar menoscabo de su honra o reputación, o que sea contraria a sus intereses.
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También se prohíbe la emisión de imágenes que identifiquen a los menores como autores, testigos o víctimas de delitos. La Federación Internacional de Periodistas (FIP) es enfática al rechazar “la presentación sensacionalista para promover material periodístico que implique al menor”. Y explica: “Se cuidará de identificar visualmente (al menor) a menos que se demuestre que es por interés público”. Los principios de Unicef, a su vez, vedan la publicación de imágenes que puedan suponer un riesgo. Y aunque “pueda ser beneficioso que se sepa su identidad deberá protegérsele frente a cualquier peligro”. Son claros los derechos que tutelan estas normas; también lo es que no pueden interpretarse a la letra, sino teniendo en cuenta “el interés público” o “el beneficio de revelar la identidad”; o, como sentenció en 1994 el Juzgado Penal 17 del Circuito de Bogotá, “la presentación de videos y publicaciones sobre un menor se justificó por el bien que se seguía para el niño”. Documentación En el XXIII Congreso Mundial de Periodistas, celebrado en Recife en mayo de 1998, al que asistieron periodistas de más de 70 países del mundo, se aprobó un código sobre los derechos del niño. Es significativo que el documento fuera aprobado en Recife, ya que esta ciudad brasileña ha sido testigo durante muchos años del drama cotidiano de los niños de la calle y es también uno de los destinos de turismo sexual que a menudo se basa en la explotación de menores. El documento plantea unas directrices básicas sobre el tratamiento informativo de los asuntos relativos a los menores. Se trata de unas garantías mínimas para la protección del bienestar del menor, para evitar su explotación a través del morbo o del amarillismo periodísticos y prevenir su identificación, salvo en casos de interés público que lo justifiquen. Además de otras obligaciones éticas comunes del periodismo, como el derecho a la réplica y la verificación de la información, el documento recoge la obligación de evitar las connotaciones sexuales en las imágenes de menores y considera
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inaceptable cualquier clase de pago (al niño o a los adultos responsables) por materiales que puedan perjudicar al menor. Hugo Aznar. Pautas éticas para la comunicación social. Universidad Cardenal Herrera, Moncada, España, 2005, p. 18.
Consulta 36
¿Qué imágenes de niños no se deben usar? Colombia.
Respuesta Las disposiciones sobre este tema en Colombia se pueden consultar en el Código del Menor, donde se compendia la legislación sobre publicaciones que riñen con su dignidad, su desarrollo físico, mental, moral y espiritual. La razón de estos cuidados exigidos por ley es el interés superior del niño. Todo cuanto tiene que ver con los menores de 18 años da por supuesto que esta parte de la población debe ser protegida, a veces, contra ella misma, por su indefensión y debilidad y, como expresa la Declaración de la ONU en 1959, “la humanidad debe al niño lo mejor que pueda darle”. Según el Código del Menor, debe haber reserva de todo menor que padezca deficiencias físicas, mentales o sensoriales. Se debe respetar su ámbito personal; por tanto, se prohíben grabaciones, fotografías o videos que violen su vida privada, sus relaciones personales o que afecten su honra o reputación; tampoco se podrán difundir materiales que atenten contra su integridad síquica o física, que inviten a la violencia o que contengan descripciones morbosas o pornográficas. No se lo puede identificar vinculado como actor o partícipe, testigo o víctima de un delito ni incitarlo al uso de drogas o sustancias nocivas o estimular su curiosidad por el consumo de estas. Dichas normas fueron objeto de las deliberaciones del XXIII Congreso Mundial de Periodistas en Recife. Allí se firmó un acuerdo de
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respeto y cumplimiento de esas normas, que también fueron aprobadas en el VII Encuentro iberoamericano de Periodistas. Por su parte, Unicef adoptó estos principios para servir al interés público sin comprometer los derechos de la infancia, porque de eso se trata: de proteger los derechos de los niños. Documentación La dignidad y los derechos del niño habrán de respetarse en cualquier circunstancia. Al entrevistar a un menor e informar sobre él se tendrá en cuenta de manera especial el derecho de todos los niños a la intimidad y confidencialidad, a que sus opiniones sean escuchadas, a tomar parte en las decisiones que les afectan y a ser protegidos frente al daño y las represalias reales o potenciales. Los intereses del niño habrán de prevalecer sobre cualquier otra consideración, inclusive sobre la voluntad de denunciar las cuestiones que afectan a la infancia y a promover sus derechos. A la hora de determinar qué es lo mejor para el niño o la niña se ponderará debidamente el derecho a que su opinión sea tenida en cuenta conforme a su edad y grado de madurez. Para valorar las posibles derivaciones políticas, sociales y culturales de cualquier reportaje se consultará a las personas más cercanas al niño o niña, que conocen su situación y son quienes mejor lo saben. No se publicarán textos o imágenes que, incluso habiendo modificado u omitido los nombres u ocultado los rostros, puedan suponer un riesgo para el niño o niña, sus hermanos o compañeros. Principios éticos de Unicef para informar acerca de la infancia.
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Consulta 37
¿Cómo abordar historias que involucran abuso sexual de menores? E c u a d o r.
Respuesta Pregúntese inicialmente si el texto o la información de radio o televisión tienen en cuenta los derechos del niño en tal forma que predominen sobre los intereses del periodista y del medio de comunicación. Esos derechos son la guía y la prioridad que se les reconoce; revela si la información es sensacionalista, simplemente comercial o políticamente interesada. Otro criterio: ¿se confirmó la verdad de lo que el niño dijo o de lo que se dijo sobre él? Más criterios: ¿Se consultó a sus parientes o conocidos en busca de la confirmación y de las implicaciones sociales de la información? ¿Las imágenes y nombres utilizados pueden poner en riesgo al niño, a sus hermanos o compañeros? ¿Es una información que lo estigmatiza? ¿El contexto de la información es real? Cuando se trata de víctimas de violación o de maltrato, enfermos de sida, imputados o condenados por algún delito, o de niños combatientes en grupos armados, ¿se ocultan su rostro y su nombre? Son los parámetros que tienen en cuenta códigos y manuales de estilo cuando se refieren a la información sobre los niños.
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Informar sobre discriminación
Consulta 38
¿Está bien que los medios les presten atención a las declaraciones xenófobas de candidatos políticos? Estados Unidos.
Respuesta Está bien que el periodista se pregunte sobre los efectos que producirán sus informaciones para evitarlos, si son malos; por ejemplo, una información alarmista que puede desatar una ola de pánico; o para potenciarlos, si son buenos, como la información que promueve solidaridad mediante la presentación de conductas ejemplares. Pero si el efecto es dañino, se puede evitar el daño con la forma de presentar la noticia o, si no hay otra solución, callándola. Una declaración xenófoba de un candidato es de obligatoria difusión porque afecta a los electores al descubrirles su pensamiento y el impacto social y político de ese pensamiento. No bastará, por tanto, limitarse a una mecánica presentación del hecho y a la transcripción escueta de su discurso. Deberán agregarse elementos informativos con los que el lector pueda construir una opinión razonada. Por ejemplo, las reacciones de otros candidatos frente al mismo tema, la apreciación de especialistas, profesores de universidad, migrantes, historiadores; opiniones con las que el receptor de la información dispondrá de una mirada múltiple y diversa. Cuando el periodista investiga y obtiene estos elementos, propicia la elaboración de un juicio inteligente del hecho político. Pero si se limita a reproducir pasivamente, en vez de información útil para un ejercicio libre de la actividad política, produce una información para
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la curiosidad, que es la que se convierte en propaganda. En una palabra: el problema no está en la noticia, sino en la forma de presentarla. Documentación La función de los medios al mantener la correspondencia entre los diversos elementos de la sociedad (lo que puede llamarse mediación) es decisiva en la configuración del futuro social. De esa función forma parte esencial la selección de las noticias y en el influjo de las diversas noticias se podrán, lógicamente, apreciar sus efectos más importantes y duraderos, y otros de menor trascendencia. Si una noticia produce efectos, estos podrán ser mayores o menores. Los efectos pueden comprobarse en la huella que dejan en las acciones sociales que se desarrollan de una manera sucesiva. Esos efectos de las noticias en la sociedad los comenta todo el mundo, incluidos los propios periodistas. Comentan sus repercusiones concretas sobre acciones concretas, más interesados por la actualidad que por la teoría, pero será lógico deducir, generalizando, que son más noticia que otras las que produzcan más y mejores efectos. Y como la importancia de un efecto puede descomponerse en otros efectos, podemos dejar de lado la importancia de los hechos en que las noticias repercuten y limitarnos a considerar el número de hechos registrables. Y como los hechos se registran como noticia, será más noticia la que repercuta en más noticias. Lorenzo Gomis. Teoría del periodismo. Paidós, Barcelona, 1997, p. 94.
Consulta 39
¿Debe haber separación entre los temas que cubran hombres y mujeres en los medios? México.
Respuesta No debiera haberla, y de hecho, en los casos ya frecuentes en que una periodista es asignada para el cubrimiento de estos temas, su
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desempeño suele ser de tanta o mayor calidad que el del periodista. En la esencia del trabajo periodístico no se encuentran elementos que indiquen la necesidad de una discriminación de género. El periodismo es, ante todo, una actividad de la inteligencia: se trata de obtener información, de procesarla para convertirla en conocimiento y de difundirla de modo eficaz. Nada indica que hombres o mujeres, por serlo, estén más o menos calificados para cumplir esa tarea. El periodismo es, también, una actividad de servicio a la sociedad, aunque se cumpla desde empresas o medios privados. La propiedad privada de periódicos, estaciones o canales en nada disminuye su objetivo social, y aunque por la naturaleza de las funciones que cumple la periodista como madre o esposa aparece más dispuesta para el servicio del otro, tampoco esto indica que tenga una mayor o menor idoneidad para hacer real la esencial vocación social de la profesión. La idea de que hay temas periodísticos para mujeres: moda, familia, espectáculos; y temas para hombres: ciencia, deportes o política, ha desaparecido en la práctica a medida que se han superado prejuicios machistas y que se ha fortalecido el conocimiento del potencial de la mujer y de la esencia del trabajo periodístico. Documentación Un periódico es a la vez una estructura y un alma. Porque es una estructura funciona como empresa y en cierto modo es una fábrica. Con esto hemos dicho que tiene unos fundamentos de orden técnico y económico, y con ellos unos condicionamientos, que nunca podrá saltar. Sus propias condiciones de perduración son la eficacia y la rentabilidad. Y en medio de eso sois algo más que una empresa que fabrica productos. Vosotros os dirigís a una inteligencia que tiene que ser ensanchada y a una libertad que tiene que ser fortalecida. ¿Qué alma tenéis y qué alma queréis servir? No se puede vivir ingenuamente. Hay que preguntarse por los valores últimos desde los que se piensa, sobre los que se asienta la propia existencia y a los que se sirve cada día también con su pluma. Hay que ser conscientes de las primacías
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que se establecen, de los silencios y complicidades, de las exclusiones positivas y de las fidelidades sostenidas. Ensanchamiento de la inteligencia y fortalecimiento de la libertad del hombre me parecen a mí los dos ideales más sagrados de todo órgano de comunicación humana; que eso es un periódico ante todo. Informar, divertir, educar, esperanzar: esos cuatro son los propósitos que cada día tienen que alimentar la pluma de quienes hacen un periódico por dentro. Olegario González. Carta a un periodista. Éticas de la información. Tecnos, Madrid, 1995, pp. 335, 336.
Consulta 40
¿Se vulnera la libertad de expresión al aplicar una ley que sancione la publicación de contenido racista? Bolivia.
Respuesta La norma en sí no debería restringir la libertad de expresión. No hay, no debe haber libertad para discriminar ni para irrespetar a las personas por razón de su raza, de su religión, de sus convicciones políticas o de sus opciones sexuales. En efecto, la libertad de expresión no puede entenderse como la facultad de escribir o decir lo que uno quiera, sino como la facultad de escribir o significar lo que uno debe decir. Si por un abuso profesional o por una aplicación errónea de los principios de libertad, un periodista o un medio deliberadamente discriminan o publican expresiones racistas, merecen sanción. Sin embargo, es discutible la aplicación de esa norma por parte de los gobiernos, que siempre serán sospechosos de parcialidad contra la prensa o a favor de sus intereses políticos. Desde este punto de vista, el gobierno es un mal juez y así debe entenderse si se tiene en cuenta la proclividad de los gobiernos a ejercer control sobre los medios de comunicación. La erradicación del racismo en los medios es una buena causa; también lo es la protección de
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la honra y el buen nombre de las personas o la independencia de los medios respecto de banqueros y grupos económicos; pero esas causas se deslegitiman cuando las asume un gobierno que busca el control de los medios. Solo tendría autoridad moral para hacerlo un gobernante probadamente respetuoso de las libertades públicas y, concretamente, de la libertad de expresión. En esas condiciones, la garantía de respeto a la diversidad racial la puede y la debe ofrecer la propia prensa con sus normas y mecanismos de severo autocontrol en materia de tolerancia activa y de no discriminación. Si la prensa no ejerce ese autocontrol, pierde toda autoridad para protestar si otras entidades asumen la tarea de imponer policialmente el antirracismo. Documentación Hoy en día se considera que la comunicación es un aspecto de los derechos humanos. Pero ese derecho se concibe cada vez más como el derecho a comunicar y rebasa el derecho a recibir comunicación o a ser informado. Se estima, pues, que la comunicación es un proceso bidireccional, cuyos participantes (individuos o colectivos) mantienen un diálogo democrático y equilibrado. Esta idea de diálogo, contrapuesta a la de monólogo, es la base misma de muchas de las ideas actuales que llevan al reconocimiento de nuevos derechos humanos. El derecho a la comunicación constituye una prolongación lógica del progreso constante hacia la libertad y la democracia. En todas las épocas históricas el hombre ha luchado por liberarse de los poderes que le dominaban, independientemente de que fueran políticos, económicos, sociales o religiosos, y que intentaban coartarle la comunicación. Gracias únicamente a unos esfuerzos fervientes e infatigables, los pueblos han conseguido la libertad de palabra, de prensa y de información. Hoy en día prosigue la lucha por extender los derechos humanos y lograr que el mundo de las comunicaciones sea más democrático que ahora. Pero en la presente fase de la lucha intervienen nuevos aspectos del concepto fundamental de la libertad. La exigencia de una circulación de doble dirección, de un intercambio libre y de posibilidades de acceso y participación, da una nueva dimensión cualitativa a las libertades
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conquistadas sucesivamente en el pasado. La idea del derecho a comunicar eleva todo el debate sobre la libre circulación a un nivel superior y ofrece la perspectiva de sacarle del callejón sin salida en el cual se ha mantenido en los últimos tiempos. Informe McBride. Un solo mundo, voces múltiples. Unesco. México, 1981, pp. 300, 301.
Consulta 41
Siento que después de los atentados terroristas de extremistas musulmanes los medios tienden a generalizar y extremar la musulmanofobia contra el pueblo árabe. ¿Qué hacer para que no sea así? Respuesta La ética periodística busca la creación de actitudes con las que el periodista pueda llegar a la excelencia profesional. Esas actitudes incluyen, por ejemplo, la exactitud. La islamofobia mencionada en la consulta, como resultado de informaciones periodísticas, tiene que ver con el escaso o ningún rigor al buscar y difundir la verdad de unos hechos y prueba los daños que produce un informador ignorante. De esto se quejan los conocedores, para quienes el asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo es un acto de guerra que corresponde a otros actos de guerra. Esta afirmación, enmarcada en un contexto histórico, da una visión distinta del “acto terrorista”, así llamado en la información occidental que parece ignorar lo que Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia y asesor del secretario general de las Naciones Unidas, describe como un “siglo de destrucción de vidas humanas en Oriente como si nada”. Respalda su afirmación este profesor en hechos como estos: invasión de Estados Unidos a Irak en 2003 con 100.000 civiles muertos; la guerra civil de Siria impulsada por Estados Unidos y Arabia Saudita: 200.000 sirios muertos; mucho antes, el Reino Unido, Francia y Estados Unidos “organizaban golpes de Estado, grandes operaciones encubiertas en el Medio
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Oriente; además, Estados Unidos mantiene más de 20 bases militares en seis países de la región; son acciones que los islamistas terroristas ven injustificadas”, agrega el profesor de Columbia. Cada vez que la prensa occidental hace sus llamados a la islamofobia ignora estos hechos y desconoce su deber de informarse bien antes de emitir conclusiones y consignas. Más que de odio, son mensajes de ignorancia de quienes debieran informarse antes de informar. ¿Qué hacer? Desde la universidad se hace necesaria la creación de una conciencia de respeto y amor por las diferencias, y de la obligación de informarse bien como disposición necesaria para trabajar las noticias. Documentación El problema es también el islam que nos hemos inventado. Creo que los que solemos escribir sobre el islam, los opinadores, debemos ser mejores conocedores del tema como un deber ético para con los lectores y para con los creyentes. Un invento es que el islam es, por definición, violento. La palabra tiene el mismo origen de salam, que significa paz. Y musulmán es el que practica el islam, sometido a sus normas, a la religión que expandió Mohamed por el mundo. Ese sometimiento es a su fe. Puede resultar ofensivo traducir Mohamed como Mahoma, ya que sus seguidores prefieren el nombre original y lo mismo aplica para Allah, Dios en árabe, que no lo traducen. Pero eso no significa que el dios de los árabes se llame Allah, como nadie diría que el dios de los estadounidenses se llama God. Además, no todos los árabes son musulmanes ni todos los musulmanes son árabes. La expresión Allahu Akbar, que traduce “Dios es el más grande”, la he oído de labios musulmanes ante casi cualquier cosa. Su uso no es necesariamente confesional. Lo difícil es indagar antes de concluir, explorar lo que ellos entienden por islam sin imponer lo que nosotros deducimos. Por ejemplo, no existen los mahometanos: los musulmanes no adoran a su profeta, sino solo a Dios (diferente de los cristianos). Y como la prensa debe hablar también a los
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especialistas, qué poca credibilidad genera un texto que empiece hablando de los mahometanos. Víctor de Currea-Lugo. Traduciendo el islam. El Espectador. 12 de enero de 2015. p. 31.
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¿Cómo informar sobre personas de la tercera edad sin sonar denigrante o despectivo? Colombia.
Respuesta Hay palabras con mala suerte. No se puede decir “negro”, sino afrodescendiente; no digas “poner”, sino colocar, ni “secuestrado”, sino retenido. En esta opera una voluntad política; en la otra, ignorancia sobre las palabras, y en la primera hay mucho de paranoia o de complejo de culpa. El desprecio o mala voluntad hacia los viejos se volcaron en esta palabra hasta hacerla una expresión de desprecio; por eso, su contenido original pareció desaparecer en boca de los que pretendieron excluir, con otras palabras, la realidad vergonzosa de la discriminación para un grupo humano. Sin embargo, “viejo” es una palabra que mantiene su resonancia positiva cuando Hemingway titula uno de sus relatos: El viejo y el mar, o cuando en sus emisiones por radio Sutatenza el padre Sabogal comenzaba: “Mis viejos queridos”, o cuando el cantante Piero entonaba: Viejo, mi querido viejo. Quienes leían o escuchaban la palabra la sentían envuelta en su pureza original. No había ninguna actitud negativa hacia el viejo y por eso en estos casos se hacía caso omiso de cualquier mala comprensión posible de la palabra. Además de la actitud, ayuda el contexto en que las palabras se utilizan. Si ese contexto es positivo y con elementos que construyen, la palabra no se presta para equívocos. En cambio los eufemismos: tercera edad, adulto mayor, etc., difícilmente disimulan una actitud postiza y poco sincera frente a este grupo humano. 110
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La consideración ética fundamental tiene que ver con el respeto del otro, con la tolerancia activa que acerca y hace propios los puntos de vista, las expectativas y los problemas de los otros. Cuando ese estado de ánimo mueve a alguien, vienen, espontáneas, las palabras adecuadas. Documentación Las palabras consiguen que los conceptos existan, y no al revés. En cualquier manual de lingüística se nos dice, por ejemplo, que cada persona distingue tantos colores como palabras tenga su lengua para dividir el espectro cromático, explica Gregorio Salvador, y añade: si en un determinado sistema lingüístico existen solo tres nombres de colores, sus hablantes serán incapaces de distinguir visualmente más; si en tal otro solo hay dos, uno para tonalidades claras y otro para tonalidades oscuras, sus hablantes serán completamente ciegos para el color. En una lengua que solo distinga entre frío o caliente, lo tibio no es que no se nombre, es que no existe sensorialmente para aquellas gentes. El académico aclara que estos hechos se dan solo en lenguas indígenas africanas o de los indios americanos, pero nos ilumina sobre cómo la forma de la palabra puede condicionar lo que se siembra de nuestra mente. Las palabras no forman pues una caja de cartón en cuyo interior solo se ve el dibujo de una idea. Al contrario, dentro de la caja se halla la idea misma. Quien logra cambiar las cajas de sitio, anularlas, agrandarlas o reducirlas habrá conseguido también alterar los pensamientos y por tanto las actitudes, y así habrá creado unas divisiones en las que el manipulador queda por encima. Alex Grijelmo. Defensa apasionada del idioma español. Taurus, Madrid, 1998, p. 207.
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Manejo de las fuentes
Consulta 43
¿Cómo debe actuar un medio de comunicación ante el ofrecimiento de viajes pagados por el gobierno? Puerto Rico.
Respuesta La práctica más ejemplar en esta materia es la de los medios de comunicación que rechazan toda clase de invitaciones o de favores provenientes de las fuentes. Al imponerlo así, el medio preserva la independencia del periodista, su propia credibilidad y el acceso libre de los profesionales a la verdad de los hechos, de las instituciones o de las personas. Cuando, a pesar de lo anterior, aceptan esas invitaciones, los editores y sus periodistas dejan aclarado que van como periodistas y no como relacionistas o como propagandistas. Esto, sin embargo, genera situaciones de difícil manejo para el periodista y para su medio, ya que quien invita suele esperar una retribución a su esfuerzo económico. Por eso es de alta conveniencia práctica definir unas claras reglas de juego cuando se acepta esta clase de invitaciones. Debe tenerse en cuenta, además, el impacto sobre los receptores de la información, para quienes será difícil aceptar que la información de un periodista invitado con gastos pagos pueda ser independiente. De todos modos, siempre será necesario que se advierta a los receptores que el periodista viaja por invitación de la entidad, persona o empresa sobre la que se informa. La experiencia de noticieros y periódicos demuestra que informativamente tiene una débil justificación el cubrimiento de esos eventos y que la intención detrás de esas invitaciones es propagandística, antes
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que informativa; por tanto, el medio nada pierde si las rechaza. En cambio, cuando hay de por medio una información de importancia, ganan la independencia y la calidad profesional si el medio de comunicación asume los gastos de su cubrimiento directo. Documentación
Los periodistas de El Tiempo no pueden aceptar descuentos, préstamos o atenciones que procedan de una fuente de información y que constituyan regalos monetarios disfrazados. El Tiempo tiene como política pagar los gastos de viajes para el cubrimiento de hechos noticiosos. Cuando por alguna razón esto no sea posible y haya de por medio una invitación que incluya gastos de viajes, hospedajes y viáticos, esta situación debe ser puesta en conocimiento de las directivas de la redacción y solo podrá ser aceptada con su expresa autorización. Antes de publicarse, toda información que emane de este tipo de invitaciones tiene que ser consultada y aprobada por las directivas de la redacción y en todos los casos debe advertírsele al lector que se trata de una invitación. Manual de redacción de El Tiempo. Bogotá.
Costeamos nuestros propios gastos. No aceptamos regalos ni dádivas de parte de las fuentes de información. No aceptamos viajes gratis. No aceptamos ni aspiramos a tener un tratamiento preferencial que se nos podría conceder debido a la posición que ocupamos. Las excepciones a la norma de no aceptar regalos son pocas y obvias. Las invitaciones a comer, por ejemplo, pueden ser aceptadas cuando son infrecuentes y candorosas, pero no cuando se repiten y su propósito es deliberadamente especulador. Tenemos prohibido aceptar entradas gratis a cualquier acontecimiento que no es gratuito para el público. Las únicas excepciones son las ubicaciones que no se venden al público, como los palcos de prensa. Cada vez que esto sea posible, se tomarán las medidas del caso para pagar las entradas. Código de conducta de The Washington Post. Estados Unidos
Está absolutamente prohibido a los profesionales de La Nación aceptar ningún tipo de retribución ajena por haber participado en cualquier forma en la publicación de una noticia, un aviso, una colaboración, etc.
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Los redactores suelen ser invitados a viajar al extranjero, sea para cubrir informaciones que se producirán durante el viaje o en su destino, o ya para exposiciones, festivales, etc. En todos los casos, las invitaciones serán dirigidas a las autoridades que, según las conveniencias y necesidades, designarán al periodista que viajará. Manual de estilo de La Nación. Buenos Aires.
Consulta 44
¿Si la alcaldía de mi ciudad rifa un auto entre los periodistas, debería recibirlo en caso de ganar? Ve n e z u e l a .
Respuesta ¿Si usted fuera el ganador de ese vehículo, podría cubrir las noticias de la alcaldía con la misma libertad de los que no fueron a la fiesta ni ganaron? ¿Si usted fuera lector, oyente o televidente de las noticias sobre la alcaldía, les daría crédito a las que presenta el premiado por el alcalde? ¿Con qué ojos se podrá ver en adelante a ese ganador? Los directores de medios, editores, jefes de redacción y reporteros que cuidan su credibilidad y la de sus empresas se hacen esas mismas preguntas, saben que no les gustarán las respuestas y, por tanto, mantienen unas severas normas de conducta en su relación con las fuentes de información, sean oficiales o privadas. Entre estas normas está no aceptar regalos, privilegios ni paga alguna de las fuentes porque, dada su relación con el periodista o el medio, todo favor o prebenda adquiere el carácter de soborno. Los principales afectados por estas conductas son los que reciben información; ellos tienen el derecho de recibir unas noticias no contaminadas por el interés de la fuente ni del periodista ni del medio de comunicación. El otro afectado es el propio periodista, que difícilmente podrá sacudirse el sambenito de haber sido comprado y, además de él, el
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medio de comunicación aparecerá ante el público como instrumento manipulado por el gobernante, y sin credibilidad posible. Habría que agregar otro perdedor: la fuente misma. Tiene que haber mucho por tapar cuando un alcalde, gobernador, gerente, ministro o cualquier funcionario acude a este recurso para fletar o para silenciar periodistas. Porque, finalmente, todos pierden, sean los periodistas y medios que pecan por la paga o las autoridades o empresas que pagan por pecar. Aquí nadie gana, aunque salga del episodio con carro nuevo. Documentación Los códigos son específicos en sus prohibiciones contra los regalos, hasta el punto de precisar los detalles más insignificantes de lo que se puede aceptar. La mayoría de periodistas de Estados Unidos no se deja comprar por una cartera Gucci, una botella de buen licor o un viaje en avión, de suerte que el problema para ellos no es dejarse seducir por los regalos, sino hasta dónde su aceptación afecta al periodismo. Lo que indica la aceptación de regalos es que hay mucha gente en el rebusque. Un negocio para el que la credibilidad y la confianza pública son indispensables no se puede permitir esa clase de imagen. “Nosotros pagamos todo lo nuestro” es un criterio definido que deben seguir todos los periodistas y organizaciones. Pero esto debería asumir la forma de patrón de conducta antes que la rigidez de una regla, dado que a los periodistas no se les debería impedir aceptar comidas o bebidas ocasionales si eso ayuda a su tarea básica de conseguir noticias. Vienen a la mente los reporteros de la Casa Blanca que aceptan una invitación con el fin de conseguir un acercamiento con el protegido presidente o la imagen de un reportero de alcaldías tomándose un café con algún importante miembro del equipo del alcalde. Por supuesto que en estas y en parecidas circunstancias el reportero debería tratar de pagar su parte, pero eso no siempre es posible. Y en caso de ser imposible, sería una tontería armar un lío por eso. Muchos de los 170 periodistas que entrevisté para este estudio dijeron creer que el gremio es más ético ahora que en el pasado.
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Al preguntárseles la razón, muchos basaron su optimismo en la decadencia de los regalos. Quizás debido a que es muy visible, esta área de la ética del periodismo es la que muchos periodistas toman como medida de progreso. Algunos de los entrevistados no parecían dispuestos o son incapaces de considerar una visión de la ética más allá de los regalos y conflictos de interés. Eso era lo que realmente significaba para ellos una ética del periodismo. Eugene Goodwin. Por un periodismo independiente. Tercer Mundo, 1994, Bogotá, pp. 144 y 145.
Consulta 45
¿Sería correcto recibir una donación por parte de las fuentes si la noticia salva una vida? Ve n e z u e l a .
Respuesta Aceptar regalos, títulos honoríficos, favores, privilegios, cualquiera que sea el pretexto que se alegue, pone en riesgo la independencia del periodista, que es una cualidad esencial para hacer un buen trabajo. Los códigos y normas adoptados por la prensa son severos en este sentido y llegan a extremos, al parecer, excesivos, pero explicables. En efecto, una de las más eficaces formas de ejercer control sobre el periodista es la creación de dependencias por la vía del agradecimiento que genera cualquier clase de retribuciones. Esto lo saben los que tienen el poder y la necesidad de manipular al periodista. Por eso, incluyen en sus tácticas la de maquillar la práctica manipuladora con eufemismos que disimulan la naturaleza de paga o de soborno y los llaman reconocimientos, agradecimientos, contribuciones, estímulos, etc. Las normas éticas indican, junto con la importancia esencial de la independencia del periodista, la necesidad de que el medio de comunicación pague sus servicios, de tal manera que nadie pueda
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
valerse de las necesidades del periodista como recurso para presionarlo y someterlo. Documentación Este diario se compromete a evitar un conflicto de intereses o la apariencia de ese conflicto en cualquier parte y en cualquier momento que sea posible. Hemos adoptado medidas rigurosas sobre estas cuestiones, conscientes de que acaso puedan ser más estrictas que lo acostumbrado en el mundo de las empresas privadas. Específicamente: costeamos nuestros propios gastos. No aceptamos regalos ni dádivas de parte de las fuentes de información. No aceptamos viajes gratis. No aceptamos ni aspiramos a tener un tratamiento preferencial que se nos podría conceder debido a la posición que ocupamos. (...) Tenemos prohibido aceptar entradas gratis a cualquier acontecimiento que no es gratuito para el público. Código de conducta de The Washington Post. Estados Unidos
El País rechazará cualquier presión de personas, partidos políticos, grupos económicos, religiosos o ideológicos que traten de poner la información al servicio de sus intereses. Esta independencia y la no manipulación de las noticias son una garantía para los derechos de los lectores. Manual de estilo de El País. Madrid.
Ningún periodista de El Tiempo puede, en ninguna circunstancia, aceptar regalos o dádivas de una fuente informativa. Todos los obsequios que puedan llegarle de manera espontánea, a la oficina o a su casa, deben entregarse a las directivas del periódico, las cuales procederán a su devolución. Manual de redacción de El Tiempo. Bogotá.
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Consulta 46
¿Cuál debe ser la reacción del periodista si su fuente quiere sobrepasar el límite de lo laboral? Colombia.
Respuesta La característica principal en la relación periodista-fuente debe ser la independencia. Es el valor que señalan los códigos y los manuales de estilo como indispensables en dicha relación. Esa presencia reguladora de la independencia excluye cualquier clase de dependencia del periodista respecto de su fuente. No puede depender en lo informativo, puesto que es norma de la técnica periodística dudar de todas las fuentes; por eso se rechaza la información de una sola fuente y se ordena confrontarlas con otras, para darle al lector la seguridad de que no le mienten ni le entregan información errónea inducida por fuentes únicas. Tampoco puede depender de los intereses personales del periodista. Es elemental que si la fuente otorga favores al periodista, este quedará limitado para evaluar críticamente lo que diga aquella. No puede depender de ella por amistad, afecto o parentesco, casos en que la dependencia tiene que ser neutralizada por un cotejo severo con otras fuentes o debe hacérsela desaparecer para que se mantenga la vigencia de la fuente. Nunca se debe olvidar que la relación periodista-fuente tiene una sola razón de ser: llegar a la verdad que se le debe al lector. Cuanto impida ese acceso debe ser desechado. Documentación Estos son algunos consejos que permiten una mayor independencia frente a las fuentes. • Cubrir procesos más que edificios. • Entre más grande sea el abanico de las fuentes consultadas, mayor independencia frente a cada una tendrá el periodista.
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• Ser consciente de la posición que se tiene frente al tema. Esto permite hacer reportería en contra de los propios prejuicios. Por prejuicio se entiende no solo tener una animadversión frente a esa fuente, sino cualquier juicio previo sobre el tema. • Mantener con las fuentes una relación estrictamente laboral. En la medida de lo posible, evitar asistir a fiestas con las fuentes, ir a sus casas, ser padrino de sus hijos, hacer negocios con ellas, enamorarse de ellas. • Tener un estricto objetivo de recopilación y verificación de la información: lo importante no es tanto que el periodista sea objetivo como que lo sea su método para constatar la veracidad de la información. Este método debe incluir al menos lo siguiente: jamás hacer historias de una sola fuente. • Consultar fuentes de diverso nivel, con distintos puntos de vista. Preguntarle a la fuente cómo sabe lo que está diciendo y también por qué está interesado en divulgarlo. Sospechar de otros medios, sobre todo de internet. Es indispensable verificar sus datos, pues suelen ser imprecisos. • Si es imposible confirmar, atribuir. • La lealtad del periodista es con el lector y no con la fuente. Juanita León García. La relación entre periodistas y fuentes. Proyecto Antonio Nariño. Bogotá, 2004.
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Relación con las audiencias
Consulta 47
¿Qué hacer con los comentarios de la audiencia en internet que buscan dañar la reputación de las personas? Estados Unidos.
Respuesta El primer paso que debe darse es precisar qué es libertad, que en el ejercicio periodístico es decir o escribir lo que se debe publicar, no lo que a uno le dé la gana de difundir. Esta idea se complementa con la que se le atribuye a Benito Juárez: los derechos terminan donde comienzan los derechos del otro. Para actuar en libertad, cada periodista debería ejercer el control necesario y así decir solo lo que como periodista debe decir, o sea, lo que más convenga al interés público. Esto vale para periodistas y para quienes utilizan un medio de comunicación pública como internet. Cuando ese autocontrol no se da, o es débil, a falta de una práctica ética se impone la aplicación de la ley para proteger los derechos de las personas. En el caso de internet, las leyes se muestran débiles e ineficaces. En la Cumbre de la Sociedad de la Comunicación, reunida en Túnez en 2005, la actividad se concentró en la búsqueda de instrumentos legales contra la pornografía, el terrorismo, el asalto a la intimidad y el buen nombre de las personas en el ámbito de internet. Y se concluyó, con desaliento, que aún no existen esos instrumentos ni hay tecnologías eficaces de control. A falta de esos instrumentos, quedan:
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Las reglamentaciones severas para acceder a espacios de opinión y de interlocución. Además de las condiciones, para abrir el espacio y participar en él, hay un control de contenidos previsto en los reglamentos que la empresa propietaria (periódico, revista, blog, etc.) impone como condición: identificación, exclusión de ofensas, sustentación sólida de acusaciones, etc. Los compromisos éticos de cada persona para hacer uso inteligente y responsable de las nuevas tecnologías. En este momento, las posibilidades de que internet no se convierta en el campo de los más fuertes y audaces están en la conciencia ética individual. Documentación En su intento de ejercer control sobre internet, el Congreso y el Departamento de Justicia de Estados Unidos utilizaron un argumento que nos conmueve a todos: proteger a los niños de los perversos sexuales que circulan por internet. Pero no sirvió de nada. El 12 de julio de 1996 un tribunal federal de Pensilvania declaró inconstitucional la ley de decencia de las comunicaciones argumentando que “igual que podemos afirmar que la fuerza de internet reside en el caos, el valor de nuestra libertad depende del caos y de la diversidad de expresión sin trabas defendida por la Primera Enmienda”. El Tribunal Supremo sostuvo este derecho constitucional al caos el 26 de junio de 1997. En junio de 2000, la Corte de Apelación de Estados Unidos en Filadelfia derogó la ley para protección del menor online de 1998. Así, dadas las dificultades para que en Estados Unidos se imponga la regulación gubernamental de la comunicación informática y debido a la naturaleza global de la red, parece que el intento directo por parte del Estado de controlarla, mediante los medios tradicionales de censura y represión, ha fracasado. Manuel Castells. La galaxia internet. Plaza y Janés, Barcelona 2001, pp. 194, 195.
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Consulta 48
¿Está bien que un defensor de la audiencia critique a un medio de la competencia? Ve n e z u e l a .
Respuesta Los defensores de la audiencia u ombudsman tienen como misión principal fortalecer la relación entre los espectadores, sea de televisión, de radio o de medios impresos, y su respectivo medio, a través de la gestión interna para que sus reclamos sean atendidos y sus expectativas de información satisfechas. Es, por tanto, el vocero de los receptores de información en el interior del medio que lo ha contratado. Esa tarea de vocería tiene distintas formas, como las que promueven la elevación de la calidad informativa o las que se proponen hacer de los principios éticos una guía e inspiración para los periodistas. En ninguna parte se encuentra indicación o sugerencia sobre el papel de vigilante o crítico de la actividad de otros medios. Por el contrario, puesto que las tareas que se le señalan al ombudsman suponen un gran peso moral y una sólida credibilidad, no son aconsejables actuaciones que puedan ser objeto de una mala interpretación; tal es el caso de las críticas a medios de la competencia, sobre todo cuando se las puede interpretar como inspiradas en una competencia comercial entre medios o resultado de inquinas personales. Del ombudsman se espera que esté por encima de esas situaciones. Documentación El defensor del lector representa en el interior del periódico los intereses del público. El objetivo principal de su función es crear y fortalecer la relación entre los lectores y el periódico. La función del defensor del lector contempla:
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
• La generación de credibilidad. Al promover la credibilidad del periodista, fortalece la credibilidad del periódico y permite ofrecer al lector una información creíble. • Recibir y responder los reclamos, propuestas y aprobaciones de los lectores al material informativo publicado por el diario. • Someter a crítica pública el material del periódico en busca de una constante elevación de la calidad del servicio que se presta a los lectores. • Pedir al personal del periódico las explicaciones que se le deben al lector. • Proponer publicaciones de rectificación, corrección o aclaración. Manual de estilo y redacción de El Colombiano. Medellín.
El defensor del lector es el empleado que, dentro de El Tiempo, vela por los intereses del lector, los defiende y representa en la redacción del periódico. Su misión principal consiste en procurar que se cumpla el propósito de El Tiempo de mantener una relación de total transparencia y equidad con sus lectores. El cargo de defensor del lector equivale al de ombudsman de otros países. El defensor del lector participará activamente en el proceso de análisis y rectificación, corrección o aclaración de los errores que aparezcan publicados. Manual de redacción de El Tiempo. Bogotá.
Consulta 49
En mi diario, el defensor del lector no forma parte de la plantilla, es un colaborador. Además, es columnista y líder de opinión, por lo que expresa sus opiniones en diversos foros al margen de la posición del diario. Mi pregunta es si el defensor del lector es libre de opinar como quiera en sus redes sociales y si eso involucra la objetividad del diario, puesto que aparece con una opinión como tuitero y otra como defensor. Respuesta Haciendo una paráfrasis de una conocida frase, en este caso podría comenzar diciendo: no digas como periodista lo que no podrías decir como defensor del lector.
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En efecto, esa unidad entre el periodista y el defensor es el fundamento de su credibilidad y de su influencia, por cuanto los lectores la requieren como una de las razones para creer en él. Esta exigencia es fácil de entender y de aceptar si se tiene en cuenta la situación que se produciría frente a una persona cualquiera que unas veces asume una identidad y en otras aparece con otro rostro. Cuando se trata de definir la honestidad, se llega a ese concepto de unidad. Honesto es quien hace lo que dice; o sea, unidad entre el discurso y la acción; lo que deja como inaceptable moralmente el doble discurso, lo mismo que la doble cara. Tratándose del defensor del lector, esa exigencia se acentúa. Él representa a la vez al medio periodístico y a los lectores. Es un puente cuyo objetivo es acercar el medio a los lectores y los lectores al medio. En esa condición, el defensor debe acumular la máxima credibilidad y peso moral. No se trata, pues, de dar cumplimiento o no a una norma o estatuto del defensor. Es asunto de coherencia, o sea, obediencia a la naturaleza del rol que el defensor desempeña frente al medio y ante los lectores. Documentación Una encuesta entre defensores del lector sobre las cualidades profesionales que deberían reunir dio por resultado bastante unanimidad sobre cualidades como la independencia, autoridad moral, sentido de servicio público y veteranía. Llama la atención que la combinación independencia, autoridad moral y sentido de servicio público fuera expresada de manera coincidente por siete de los diez encuestados. En cuanto a la autoridad moral, el defensor de El Deber señaló, por ejemplo, que para él la persona que ejerza este oficio debe tener una conducta intachable, tanto en su vida moral como en su ejercicio profesional. Esta opinión fue compartida por otros ocho defensores. El sentido de servicio público, mencionado por el 80 % de los encuestados, fue justificado por la defensora de El Nuevo Día diciendo que “precisamente eso es lo que estás haciendo, estás
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atendiendo este reclamo, lo estás llevando a la dirección para que se le dé seguimiento”. Susana Herrera y Rosa Zeta. Ombudsman. Universidad de Piura, 2004, pp. 100 y 101.
Consulta 50
¿Cómo puede redimirse un periodista que le ha mentido a su audiencia? Estados Unidos.
Respuesta La mentira de un periodista tiene un efecto demoledor en la credibilidad que le reconoce el público. Hay una relación estrecha, como la de la causa con los efectos, entre verdad y credibilidad; de modo que decir la verdad como costumbre es una actitud que genera credibilidad. La credibilidad, a su vez, es de naturaleza frágil. Aunque cuesta mucho construirla, se derrumba con una sola mentira o, al menos, se agrieta. Se sabe, además, que la credibilidad no lo es todo, pero sí una condición indispensable para tener influencia. Cuando un periodista, por una mentira o error publicados, ve disminuida su credibilidad, se le impone la ardua tarea de reconstruirla a partir de cero. Puesto que la credibilidad se genera en los receptores de información con los actos comunicativos, tendrá que destacarse en ellos la fidelidad a la verdad hasta que se reconozca su compromiso con dicha verdad. Es una severa exigencia que se explica porque el primer compromiso del periodista con sus audiencias es proporcionarles la verdad de lo que sucede. La verdad es el producto que la audiencia espera porque constituye para ellos una necesidad de primer orden, ya que su relación con el mundo depende de la verdad de la información que reciba. Cuando una empresa de información periodística exige de modo perentorio a sus periodistas la verdad ante todo, lo hace por razones
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contundentes: se trata del argumento que los receptores necesitan para confiar en el medio y fortalecer su lealtad. Si esa lealtad se traiciona con la mentira, no solo es el periodista quien pierde credibilidad, también es su empresa la que resulta lesionada. Documentación Respetar la verdad por el derecho que el público tiene a conocerla. Federación Internacional de Periodistas.
Los deberes esenciales del periodista: Respetar la verdad, sean las que sean las consecuencias que esto pueda acarrearle, y esto por el derecho que el público tiene de conocerla. Declaración de los Derechos y Deberes de los Periodistas.
La prensa hará todo lo que esté en su poder para asegurar que la información impartida al público sea exacta por lo que a los hechos se refiere. Ningún hecho debe ser conscientemente distorsionado ni mucho menos hechos esenciales deliberadamente suprimidos. Código ético de la prensa en Birmania.
El periodismo y los periodistas deberán estar al servicio de la verdad, la justicia social, los derechos humanos y los ideales de perfeccionamiento de la sociedad y de la paz entre los pueblos. Carta de ética periodística en Chile.
Se deben observar siempre rigurosamente las exigencias de la verdad, la interpretación imparcial de los hechos y la divulgación fiel de las noticias. Código de honor de los periodistas en Italia.
En su labor profesional, el periodista deberá adoptar los principios de la veracidad y de la ecuanimidad, y faltará a la ética cuando falsee, silencie o tergiverse los hechos. Código latinoamericano de ética periodística.
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Consulta 51
¿Publicar videos de personas en estado de embriaguez es un irrespeto a la audiencia? Colombia.
Respuesta Difundir palabras o imágenes de personas en estado de embriaguez es una práctica periodística que: Desconoce los derechos de la persona embriagada. Puesto que se trata de un estado de inconciencia y de irresponsabilidad, la persona no tiene control sobre sus acciones ni palabras; por tanto, es un abuso difundir sus palabras o imagen. Desconoce el respeto debido a las audiencias, a las que se somete a un espectáculo repugnante. La presencia de un borracho, en cualquier auditorio, pero sobre todo en los medios de comunicación, es un acto de mal gusto y de irresponsabilidad. Es, además, un acto de desconsideración para con los parientes y amigos del borracho. Todos ellos tienen derecho a la discreción con una información bochornosa e innecesaria desde el punto de vista del bien público. Estas tres obvias consideraciones solo pueden ser ignoradas por quienes, en vez de informar, se valen de estos hechos para hacerles daño a las personas o para agredir al público, a quien se le debe en todo caso una información de buen gusto y de interés; o cuando es necesario, de denuncia para el bien de todos. Documentación La BBC, cadena pública británica de referencia por sus contenidos, pero también por el tratamiento ético de los mismos, aborda esta cuestión de forma exhaustiva. Su línea editorial deja bien claro que el lenguaje ofensivo es una de las causas más frecuentes de queja y advierte que una misma palabra puede ser recibida de formas muy diferentes por los receptores según el lugar del mundo donde vivan, su edad, sexo, educación, creencias, nacionalidad, etc.
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El Libro de estilo del diario El País indica que las fotografías con imágenes desagradables solo se publicarán si añaden información; una referencia que, si bien es explícita, da lugar a la interpretación, pues dependerá del periodista decidir si una imagen en cuestión ayuda o no a comprender el mensaje. Estas ambigüedades desaparecen a la hora de abordar el uso del lenguaje en el periódico del grupo Prisa: las expresiones vulgares, obscenas o blasfemas están prohibidas. Como única excepción a esta norma, cabe incluirlas cuando se trate de citas textuales, y aun así, siempre que procedan de una persona relevante o que hayan sido dichas en público o que estén impresas y que no sean gratuitas. El código del diario El Mundo, de carácter más reflexivo y elaborado, a partir de ejemplos, se pregunta qué se debe incluir y qué subrayar por motivos de buen gusto en los textos de imagen. El propio documento refleja el carácter ambiguo en una sociedad de valores cambiantes, por lo que termina indicando que no es posible establecer fronteras fijas e inamovibles en esta cuestión. Finalmente, confía la cuestión al criterio periodístico, recordando que pese a la dedicación de El Mundo a publicar todo lo que es noticioso y de relevancia pública incuestionable, la frontera que no se debe traspasar entre crudeza y truculencia, en particular en la información gráfica, debe quedar siempre presente en la mente de los responsables de la redacción. Marcel Mauri. La ética informativa vista por los ciudadanos. El Ciervo, Barcelona, 2010.
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La libertad de prensa y la libertad de expresión
Consulta 52
¿Depender de los anunciantes publicitarios contradice la libertad de prensa? Costa Rica.
Respuesta Apoyarse en los anunciantes para sostener un medio periodístico es un mecanismo que, como cualquier otro, puede tener efectos buenos o malos para la libertad. Lo mismo sucedería si la financiación proviniera del Estado o de una organización benéfica internacional, de una iglesia o de una cooperativa de periodistas. El problema para la libertad comienza en las personas que adoptan el mecanismo. Puesto que el existente en nuestros países es el de la financiación a partir de la publicidad, importa señalar los deberes éticos a que da lugar esta situación. Cuando la publicidad se otorga como un favor que el anunciante le hace al medio, de entrada reduce al medio y a sus periodistas a la condición de instrumentos, porque el pacto expreso o implícito es que el anunciante entrega la pauta comercial a cambio de la fidelidad del medio a su voluntad. En esas condiciones, el medio pone en venta su libertad y entrega por nada sus espacios y, sobre todo, su credibilidad, que es el valor definitivo para un anuncio comercial. Cuando la publicidad se le entrega a un medio a cambio del espacio y de la credibilidad que este le agrega al comercial, en este caso, no hay benefactor ni beneficiado. Los dos, el anunciante y el medio, pactan en términos de igualdad. El objetivo del pacto se limita a la publicación del aviso y al pago de una tarifa, sin más compromisos.
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Así la libertad de expresión e información queda bajo el control del medio y sin interferencias externas. Cuando la publicidad se entrega como un favor político a cambio de apoyo, ni el publicista ni el medio asumen compromiso alguno con la información libre. Hacen caso omiso de esta condición para la información de calidad y, por tanto, pierden de vista el servicio al lector, pues es asunto que no tiene cabida entre dos negociantes que buscan solo el propio beneficio. En esas condiciones, el medio se degrada y se reduce a ser un boletín de propaganda política. Documentación Los medios de comunicación funcionan bajo el sistema comercial, en dos mercados: uno es el mercado de lectores que compran el diario, la revista o reciben gratis el mensaje radial o televisivo, lo que hace de esta mercancía un producto muy particular en el capitalismo, puesto que es el único que se vende por debajo de su costo de producción o que se regala. Todos sabemos que el costo de producción es el límite inferior hasta el que puede bajar el precio de venta, pero tenemos un producto que se vende sistemáticamente por debajo de dicho costo, en el caso de los periódicos o revistas, o que se regala, en el caso del mensaje radial o televisivo. Al lado de este mercado primario de lectores funciona uno secundario de anunciantes, que son los que financian centralmente estos medios de comunicación. La pauta para cualquier medio de comunicación escrito es de 70 % de financiamiento de publicidad y 30 % de ventas, en promedio. En la radio y la televisión, es 100 % publicidad. Por tanto, el control que efectivamente se ejerce sobre los medios está en ese mercado secundario, publicitario y en la formación de capital. Me parece importante tenerlo en cuenta porque refuerza la reflexión en el sentido del problema de quién controla los medios de comunicación. El olvido de esta situación hace que seamos muy perspicaces con la libertad cuando el Estado interviene, pero mucho menos contestatarios cuando los dueños o los publicistas ejercen el control de los medios y aquí, casi tenemos una característica de los programas de opinión en la televisión: no hay programa de
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opinión en la televisión que no termine censurado por una alianza entre el Estado y el capital privado. Rafael Roncagliolo. "Medios de comunicación y libertad de prensa". Seminario-Taller de Hábitat Perú. Siglo xxi, Lima, noviembre de 1986, memoria, p. 110.
Consulta 53
¿Cuáles son las diferencias entre libertad de empresa y de expresión? Pe r ú .
Respuesta Se trata de dos expresiones de la libertad distintas y en ninguna forma asimilables. La libertad de empresa garantiza el ejercicio de la actividad económica y la iniciativa privada sin más límites que los que protegen el bien común. Es un derecho que supone responsabilidades. Otra cosa es la libertad de expresión, que es el derecho a difundir contenidos simbólicos. La defienden las constituciones de los países democráticos como parte de la esencia de la democracia porque denuncia la injusticia, hace control al ejercicio de las funciones públicas, investiga el acontecer incierto y alerta a la sociedad cuando la amenazan peligros de diversa índole. Como se ve, se trata de ejercicios distintos de la libertad que contribuyen, cada uno en su área, a la consolidación de las libertades de la sociedad. Teniendo en cuenta ese objetivo, es posible establecer las prioridades que impone la relación de esas libertades con el bien común y cómo deben operar en un medio de comunicación. Es evidente que la libertad de empresa está al servicio de la libertad de expresión y no al contrario. De hecho, la empresa de comunicación es una entidad de servicio público y, por tanto, opera en función del bien público a través de la información y la expresión pública.
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La empresa de comunicación está hecha, principalmente, para potenciar la expresión y la información y, secundariamente, es un negocio. Debe ser buen negocio para que el servicio de información y expresión sea eficaz. En eso se diferencia de cualquiera otra empresa. Su libertad de empresa es una garantía para la libertad de expresión e información. Cuando esto no es claro para empresarios y periodistas, aparecen las confusiones y los conflictos. Documentación La libertad de expresión, la transparencia, es decir, la democracia en sí, no tiene sentido ni funciona como debería si no hay confianza en el Estado, o si no la hay entre los diferentes grupos de personas que habitan sociedad y territorio. Quien intente medir el grado de confianza en un país va a comprobar que en un lugar donde las personas tienen alto grado de confianza en sus vecinos, colegas, profesores, periodistas, policías, médicos y políticos, es un país en el que la democracia tiene buena salud. Quiero decir que el periodismo libre no es el objetivo final. El periodismo libre es un actor clave, una herramienta, un medio para construir un clima social en el que prevalezca la confianza y donde cada actor social juegue su papel sin interferir de modo violento e injusto con los demás. Donde hay confianza hay buen periodismo, hay democracia, y donde hay buen periodismo la confianza puede crecer y la democracia también. Es una cadena que no funciona si uno de los eslabones es débil. Lars Mogensen. "Periodismo y democracia". Correveidile, La Paz, 2008, p. 21.
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Consulta 54
¿Cuáles son los límites de la libertad de cátedra? México.
Respuesta La libertad de cátedra es un derecho que está al servicio de otro derecho: el de los alumnos, cuyos conocimientos serán más amplios si el acceso a ellos está protegido por la libertad de cátedra. Esta mutua causación configura un círculo virtuoso. Los derechos obtienen su validez en cuanto permiten el servicio de los demás; cuando se los considera y aplica para la sola satisfacción individual, los derechos se deslegitiman. Así como un profesor no puede alegar derechos para sí y en perjuicio de sus alumnos, en otros órdenes como el derecho al trabajo o el derecho a la expresión libre, es aplicable la misma lógica: el ejercicio de los derechos preserva y fomenta la dignidad de las personas, en cuanto las habilita para integrarse a la sociedad mediante su servicio. Esta filosofía de los derechos corrige la idea del derecho humano como poder; una concepción ampliamente superada en la historia gracias al desarrollo de los criterios sobre el ser humano y la sociedad. Documentación La ética es un producto de primera necesidad porque sin ella no funcionan las grandes instituciones del mundo moderno y posmoderno, es decir el Estado, la economía, las empresas, las actividades profesionales y el tercer sector o Sector Social. Y no funcionan por múltiples razones: Es público y notorio que las relaciones sociales se quiebran aunque en apariencia sigan funcionando cuando faltan en ellas los valores de credibilidad y de confianza. Estas últimas son de primera necesidad en la vida pública porque las medidas jurídicas, con ser necesarias, resultan insuficientes. Por otra parte, y dentro del mismo ámbito, cuanto más complejas son las sociedades, y más
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cambiantes los entornos, más insuficientes e ineficaces resultan las soluciones jurídicas y más rentables los mecanismos éticos para resolver los conflictos con justicia. La necesidad de adquirir hábitos fiables se hace más palpable ante la globalización informática y financiera. Como recuerda Ángel Moreno, la globalización genera una situación de incertidumbre ante la que no cabe responder con reglas miopes, con soluciones de corto plazo, sino con planteamientos de largo plazo, orientados por valores y no por reglas o normas. El crecimiento de la competencia entre las empresas, debido a la globalización de la economía, exige a las empresas fidelizar a la clientela a través de actuaciones que generan credibilidad y confianza. No cabe ya confiar en el proteccionismo y la chapuza, sino en el producto de calidad y en la conducta fiable. El aumento de la complejidad en el seno de las organizaciones aconseja integrar a cuantos en ellas trabajan de modo que se sepan identificados en el proyecto. En este sentido la participación en la gestión organizativa no es un asunto de buena voluntad, sino una necesidad de organización cada vez más compleja y de saberes cada vez más especializados. Adela Cortina. Hasta un pueblo de demonios. Taurus, Madrid, 1998. Pp. 99-105.
Consulta 55
¿Cuál es el límite de la libertad de expresión antes de que se convierta en sensacionalismo? Pe r ú .
Respuesta El sensacionalismo llega hasta donde comienza el periodismo inteligente. Quiero decir que hay un periodismo de inferior calidad que se limita a dar respuesta a los sentidos de la vista y del oído. Muestra y deja oír; por tanto, sirve a las sensaciones, por eso se llama sensacionalista y solo tiene en cuenta una parte del ser humano:
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sus sentidos. Este periodismo está atento a satisfacer la curiosidad y el morbo de las personas, se desvive por entretenerlas y es tan efímero como cualquier sensación que desaparece y es olvidada en el momento en que llega otra sensación. El otro periodismo es el que dignifica la profesión porque sirve a la parte más noble del ser humano y aporta a la vida de la sociedad. En efecto, estimula la inteligencia y la imaginación, y al ofrecer un acceso a la realidad total, les da un fundamento firme a las decisiones y, por tanto, al ejercicio de la libertad. Esta clase de información estimula la participación y hace del receptor un sujeto de la historia diaria. Es el periodismo que impulsa cambios en la vida de la sociedad y hace mejores a las personas y a la sociedad. Por eso permanece e influye. El primero vende periódicos, eleva las cifras de sintonía, pero es prescindible. Se hace para empresas capaces de negociarlo todo, pero que no van más allá de eso: solo son negocios que permanecen mientras haya ganancia y luego desaparecen en busca de otros negocios. Para este periodismo la libertad de expresión vale y se invoca si permite la libertad de empresa y el florecimiento de los negocios. Pero la libertad que solo tiene esa dimensión es una apariencia que se maneja de modo utilitario y como excusa. El otro es el periodismo que el estudiante sueña, que las facultades querrían promover y que los profesionales ejercen con orgullo. Pero es difícil, exige consagración, da la satisfacción de que se contribuye a hacer mejor la vida de la sociedad, mas no siempre es buen negocio. Se lo ejerce cuando el periodismo se mira como un servicio público dirigido a lo más noble del ser humano, que es su inteligencia y su voluntad, y al objetivo más ambicioso, que es cambiar algo todos los días. Este periodismo se vale de la libertad como un elemento tan indispensable como el aire para los seres humanos o el agua para los peces. Hay, pues, diferencias sustanciales entre el periodismo de sensación y el periodismo inteligente, entre la libertad de empresa y la libertad de prensa.
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Documentación La moralidad pública no debe ser ofendida con la relación pormenorizada de hechos obscenos o inmorales. Código de Corea del Sur.
Se considera falta grave, digna de sanción, el periodismo que utilice la obscenidad como atractivo mercantil. Carta de ética periodística de Chile.
Creemos que en la publicación de los suplementos literarios, fotos y grabados debemos llegar a conseguir una sana educación de nuestros lectores y elevar su gusto artístico. Código de Formosa, Taiwán.
Se prohíbe atentar contra el público mediante la exaltación de las pasiones menos recomendables y el empleo de un estilo inadecuado o ilustraciones impropias y, en general, toda presentación abusiva. Código de Francia.
Evite descripciones detalladas de actos de indecencia o cualquier otro detalle que si fuera publicado podría incitar a imitación. Código de Gales.
Consulta 56
¿Cómo denunciar éticamente los abusos de las autoridades oficiales? Guatemala.
Respuesta La denuncia de los abusos oficiales es un derecho y un deber ciudadano, y constituye uno de los instrumentos con que se protege la democracia. Por esa misma razón es una práctica que debe defenderse contra el mal uso, que la desvaloriza y le hace perder
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toda su eficacia. En efecto, para que una denuncia sea eficaz, debe estar respaldada con pruebas suficientemente sólidas para convencer sobre su seriedad. Cuando el lector percibe una mala intención personal contra alguien, la denuncia pierde credibilidad ante sus ojos. Y si además de la inquina personal, la denuncia se presenta sin pruebas, puede ser objeto de rechazo y de acusación penal por calumnia. El periodista no puede considerarse autorizado por razón alguna para atentar contra el derecho que toda persona tiene (incluidos funcionarios) al buen nombre y a la fama. Desconocer ese derecho lesiona la justicia y, además, arroja sobre los profesionales periodistas la sindicación de grupo que abusa de su poder en contra de las personas. No hay constitución que pueda autorizar esa violación de los derechos de las personas ni ejercicio de la libertad de expresión que pueda dar respaldo a la conducta injusta y cobarde de acusar sin pruebas y solo para provocar escándalo o para hacer daño a un rival político. La libertad, por cierto, no puede servir de excusa para hacer mal alguno; su naturaleza está diseñada para servir como instrumento que genere más libertad e impulse el crecimiento interno de las personas. Documentación A la hora de fortalecer éticamente el periodismo de denuncia es necesario fijar algunas reglas: a) el periodismo de denuncia solo tiene sentido si se refiere a la vida pública. Los que actúan en la vida pública, si no quieren que salga a relucir su ropa sucia, deben probablemente cambiar su profesión. Todo lo público, en principio, ha de tratarse públicamente, especialmente lo que se pretende ocultar, distorsionar o escamotear. b) El periodismo de denuncia ha de partir de la base de que las responsabilidades por la actuación pública no se agotan solo en las responsabilidades penales o administrativas, eventualmente probadas. Es precisamente en la zona no penal ni civil ni administrativa, sino ética y política, donde se sitúa con la máxima legitimidad la función informativa y el periodismo de denuncia. c) La verdad de los hechos difundidos al ejercer el periodismo de denuncia es la clave, aquí y ahora, de su real eticidad, de su concreta legitimidad. Ninguna denuncia periodística
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puede ser arbitraria. Ha de ser fundamentada, estar basada en motivos bastantes. No son suficientes ni los puros indicios ni la simple verosimilitud de los hechos. d) El periodismo de denuncia exige que las pruebas de los hechos estén en poder del medio informativo en el momento en que se publiquen las denuncias. La regla vuelve a reclamar el elemental principio de justicia que pide que la carga de la prueba recaiga sobre el medio informativo que afirma las actuaciones reprochables desde la perspectiva ética o política. Carlos Soria. La ética de las palabras modestas. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1992, pp. 118, 119, 120.
Consulta 57
¿Están en conflicto los derechos a la honra y la libertad de expresión? México.
Respuesta Una concepción humanística de los derechos llega siempre a la conclusión de que entre ellos no hay pugna ni predominio de unos sobre otros, sino armonía, lo cual significa que cuando un derecho parece estar en oposición a otro, deben buscarse y hallarse las razones que los complementan y armonizan. Esto sucede porque los derechos todos están al servicio de la dignidad del ser humano y ese elemento común, a la vez determinante, revela que la oposición entre derechos es solo aparente y producto de un conocimiento incompleto. Cuando, por ejemplo, se mira la libertad de expresión como un absoluto, se llega a creer que los otros derechos se le han de subordinar; entre ellos, el derecho a la intimidad o a la honra. En cambio, cuando se reconoce que ninguna libertad es absoluta, sino que encuentra límites en los derechos ajenos y en el interés público (un compatriota suyo lo dijo: “Mis derechos llegan hasta donde
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comienza el derecho ajeno”), se concluye que todos esos derechos son formas de reconocimiento de la dignidad humana que operan sin exclusiones entre ellas y en cooperación para su primero y fundamental objetivo: dignificar a los humanos. Documentación Los derechos humanos y las responsabilidades implícitas en su discurso son universales, pero los recursos en tiempo y dinero son limitados. Cuando los fines morales son universales, pero los medios son escasos, la decepción es inevitable. El activismo sería menos insaciable y menos vulnerable a la decepción si los activistas pudieran apreciar el grado en que el propio discurso de los derechos se impone o debería imponerse unos límites. El primer límite responde a una cuestión de lógica y coherencia. Dado que el objetivo central del discurso de los derechos es la protección y la mejora de la agencia individual, los activistas de derechos humanos deben, si quieren evitar contradecir sus propios principios, respetar la autonomía de los agentes. De igual modo, a un nivel colectivo, el discurso de los derechos respalda el deseo de los grupos humanos de gobernarse a sí mismos. Si esto es así, el discurso de los derechos humanos debe respetar el derecho de esos grupos a definir el tipo de vida colectiva que desean llevar, en el supuesto de que esa vida cumpla los estándares mínimos que se exigen para poder disfrutar de derechos humanos. Los activistas de derechos humanos aceptan este límite en teoría, pero tienden a diluirlo en el vago requerimiento de mostrar una cierta sensibilidad cultural en la aplicación de universales morales. En realidad, este límite significa algo más. Si los derechos humanos sirven para otorgar valor a la agencia individual y los derechos colectivos a la autodeterminación, entonces la práctica de los derechos humanos está obligada a buscar el consentimiento para sus normas y a abstenerse de interferir cuando este consentimiento no se otorgue libremente. Las intervenciones coercitivas en defensa de los derechos humanos solo pueden justificarse en casos de necesidad estrictamente definidos, en los que la vida humana peligra.
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Estas reglas de consentimiento informado operan en las democracias liberales para proteger a los seres humanos de intervenciones médicas bien intencionadas, pero potencialmente dañinas. Las intervenciones en defensa de los derechos humanos deben regirse por estas mismas reglas de consentimiento informado. Si por ejemplo un grupo religioso determina que las mujeres deben ocupar un lugar subordinado en los rituales del grupo y este lugar es aceptado por las mujeres en cuestión, no se puede intervenir con la excusa de que los derechos humanos en materia de igualdad han sido violados. Los propios principios de los derechos humanos exigen que los grupos que no persiguen activamente a otros o que no dañan deliberadamente a sus propios miembros deben disfrutar de tanta autonomía como permita el imperio de la ley. Michael Ignatieff. Los derechos humanos como política e idolatría. Paidós, Barcelona, 2003, pp. 44 y 45.
Consulta 58
Una fuente me ha pedido que le envíe el reportaje que estoy escribiendo antes de su publicación. Le he explicado que no es una práctica aconsejable, que solo se hace por motivos técnicos para obtener rigor. Esta es una fuente política, por lo que creo que no debo hacerlo. ¿Es lo correcto? España.
Respuesta La relación con las fuentes tiene una razón de ser: su aporte para encontrar la verdad que se comparte con los receptores. La fuente es, pues, un cooperador en esa tarea de buscar y compartir una verdad. Por tanto, todo cuanto contribuya al conocimiento de la verdad que el público recibe está de acuerdo con la naturaleza de esa relación; de modo que si la revisión del texto contribuye a la precisión
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de los datos o ayuda a su interpretación y mejor comprensión, todo va en beneficio del receptor. Esto es lo que ocurre con las informaciones de orden técnico o científico, o con las relacionadas con la economía, y puede servir en las de tema histórico. La desconfianza para las revisiones de textos sobre política o asuntos de gobierno se debe a la posibilidad de que el político o el gobernante esté interesado en alterar, suprimir o recortar informaciones en su propio beneficio. No es una propuesta que, aceptada, afecte la autonomía o fuero del periodista; el factor que debe tenerse en cuenta es el interés del lector y el deber del periodista de proporcionarle los elementos necesarios para acceder a la realidad de los hechos. Esto es lo que definitivamente importa. Todo lo demás es secundario. Ni la fuente ni los directores del medio de comunicación pueden impedir que el receptor de información la reciba completa y oportunamente. Y es deber del periodista hacer que así sea. Documentación Hay pactos que es lícito hacer con la fuente. Lo importante es que sean explícitos y claros desde un principio. Algunos de estos son: Información para contexto. El redactor solo puede utilizar la información como contexto de la historia, pero no la puede citar textualmente, ni siquiera de manera anónima. Para no usar. A veces una fuente aporta una información, pero le exige al periodista que no la use, ni siquiera como contexto, solo para mejorar su entendimiento de la situación. Estos compromisos deben acordarse antes de iniciar la entrevista y se deben cumplir. Violarlos no solo pone en peligro a la fuente y al periodista, sino que inevitablemente conducirá a perderla. Retrasar la publicación a cambio de más información. Un reportero puede negociar con la fuente retrasar la divulgación de un dato si considera que los argumentos de la fuente son poderosos para ponerle un embargo a su información y esto no perjudica al lector. Leerle la historia antes de publicarla. Es un acuerdo válido, pero no
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muy conveniente, pues la fuente va a querer modificar ciertas cosas. Sin embargo, si es la condición que pone para hablar y la información es valiosa para el lector, es mejor ceder. Lo que sí se puede acordar es que la fuente autorice o no la historia sin cambiarle nada. Juanita León. La relación entre periodistas y sus fuentes. Proyecto Antonio Nariño, Bogotá, 2004, p. 18.
Consulta 59
¿Usar palabras ofensivas forma parte de la libertad de expresión? Guatemala.
Respuesta El acto de comunicar, por el medio que sea, implica tener en cuenta al otro. Si es una comunicación individual es más fácil definirlo, percibir su identidad, su cultura, sus necesidades de información, su contexto, etc. Y en la comunicación se imponen esas características que deben tenerse en cuenta para que la misma sea efectiva, es decir, para que sea una puesta en común de bienes. Cuando es una comunicación colectiva o masiva, para un público heterogéneo en el que hay receptores de distintas características, los temas y condiciones de la comunicación son más exigentes por cuanto requieren el conocimiento de ese público y el respeto profundo de los derechos de todas las personas. Si en la comunicación individual es de rigor el respeto del interlocutor, tanto más exigente si se trata de un desconocido, tratándose de un público masivo ese respeto es más imperativo; en primer lugar, porque es un reconocimiento de los derechos y de la dignidad de las personas; y en segundo, porque es una condición para que la comunicación sea eficaz. En los manuales de estilo de los periódicos se encuentran expresiones de rechazo del lenguaje burdo y ofensivo. Esto es aplicable a los mensajes de
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toda clase de medios, a partir de la convicción de que es un lenguaje que, aunque sea de uso familiar, en público suena ofensivo para muchas personas que sienten menoscabada su dignidad. Es, pues, el lenguaje burdo y malsonante un obstáculo para la comunicación y, en algunos casos, ofensivo para las personas. Desde luego que la libertad de expresión no da patente de corso para ofender, porque ser libre no es decir lo que a uno le venga en gana, sino tener las condiciones favorables para decir lo que uno debe decir. Documentación Es derecho del lector que la información se presente de tal manera que sea respetuosa de los derechos humanos de las personas, así como para contribuir a fomentar la cultura del respeto a la legalidad. Manual de estilo de La Prensa, Panamá.
El diario ha de observar altos parámetros de buen gusto, comúnmente aceptados, y ser respetuoso de los valores comunitarios. El lenguaje obsceno puede ser publicado solo cuando es esencial e inevitable para la nota. Manual de redacción de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Son inaceptables las expresiones que sean ofensivas para una persona o un grupo de personas. Hay que respetar el decoro de las personas y los sentimientos de nacionalidad, raza, religión y grupo que puedan resultar heridos muy fácilmente con el uso a la ligera de ciertas expresiones. Manual de estilo de El Universo, Guayaquil, Ecuador.
El Comercio no publica groserías. Eventualmente podrá incluirlas si fuere necesario para obtener claridad y rigor. En tal caso se publica la palabra malsonante y no sus iniciales o formas indirectas que impiden o dificultan conocer exactamente el término en cuestión. Libro de estilo de El Comercio, Lima, Perú.
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Consulta 60
¿La libertad de expresión cubre a aquellos foristas que en internet publican acusaciones e insultos? Colombia.
Respuesta No hay libertad para agraviar ni para calumniar. En nombre de la libertad de trabajo no se puede condenar al policía que detiene a un ladrón ni es sagrada la libertad para divertirse de quien atruena con un equipo de sonido a la media noche y al frente de un hospital. Son ejemplos extremos para subrayar que no hay derechos absolutos y que la libertad tiene sus límites. En uso de su libertad, ni un ciudadano cualquiera ni un periodista pueden utilizar los medios de comunicación para agraviar ni para calumniar. Si se acepta que mi derecho llega hasta donde comienza el derecho ajeno, mi libertad de expresión tiene un límite que me impide convertir los medios de comunicación en instrumentos ofensivos. Este es el fundamento moral de las normas que imponen algunos respetables medios de comunicación a los foristas registrados en sus espacios web. Por ejemplo, el diario Le Monde, de París, notifica a sus foristas que pueden moverse en su espacio de opinión, pero limitados por unas normas de respeto a las personas. Esas normas son, a su vez, una expresión menos severa de las que rigen para los periodistas que escriben en sus páginas. Sin embargo, es un periódico que defiende, como todos, la libertad de expresión y que sabe, porque conoce muy bien su naturaleza, que la libertad de expresión no es un derecho absoluto. Documentación Wayne Booth, profesor jubilado de Inglés de la Universidad de Chicago, subraya que los miembros de la Convención Constitucional
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norteamericana de 1787 querían proteger el discurso democrático, el derecho absoluto de los hablantes a expresar sus convicciones reales. Esto, añade Booth, es totalmente diferente del derecho a expresar lo que uno sabe que es falso o dañino. Walter Lippman trata el problema de la libertad de expresión de manera similar. Lo que subraya como la razón de la existencia de esa libertad es el descubrimiento de la verdad. “Solo de la esperanza y de la intención de descubrir la verdad –escribe– la libertad adquiere un significado público tan alto”. Y añade después: “Pero cuando la paja de la estupidez, de la bajeza y del engaño es tan abundante que ahoga los meollos de la verdad, la libertad de la palabra puede producir una frivolidad tal o tanta maldad que no puede ser conservada en contra de las demandas de restaurar el orden y la decencia”. Si existe una línea que separa la libertad de la licencia, se encuentra allí donde la libertad de la palabra no es respetada más como un procedimiento para llegar a la verdad y llega a ser el derecho ilimitado de explotar la ignorancia y de incitar las pasiones de la gente. A pesar de la obvia sensatez de estas observaciones, muchos periodistas hoy en día piensan en la libertad como un derecho sagrado e incluso ilimitado, y piensan mucho más en ella que en escoger de manera responsable. Sin embargo, esto está cambiando. La preocupación de los periodistas se dirige hacia una nueva dirección, apartándose de los derechos de la prensa y acercándose a la responsabilidad de la prensa. Un nuevo énfasis en los imperativos sociales antes que en los individuales acompaña este cambio desde la libertad hacia la ética. John Calhoun Merrill. La ética del periodismo. Universidad Técnica Particular de Loja. Loja Ecuador, 2007, pp. 126, 127.
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Consulta 61
¿Debería excusarse de realizar la cobertura del papa Francisco a un periodista que no es creyente católico? P a r a g u a y.
Respuesta Si el periodista tuviera que adoptar las mismas creencias, cultura o partido de las personas que entrevista o que protagonizan los hechos que registra, sería dramáticamente pequeño el ámbito de su trabajo profesional en un mundo plural. El periodismo, por el contrario, tiene una apertura universal que le permite al profesional hacer suya la sentencia del latino: soy humano y nada de lo humano me es ajeno. Ante los temas de sus informes, el periodista observa una distancia respetuosa y, a la vez, de aprecio por las diferencias. La distancia para observar críticamente el conjunto, el aprecio, como base de la tolerancia activa, hace de él y de sus textos un estímulo ejemplar de tolerancia y les da a sus informaciones un alcance universal. Además, le permite recalcar la diferencia entre información y propaganda. Esta, puesto que está del lado del producto, institución o personas que han contratado su trabajo, no admite referencia alguna a otros trabajos, productos, personas o instituciones; es decir, la intolerancia resulta una garantía de su trabajo. No sucede así con el trabajo periodístico que, por principio, rechaza esta clase de limitaciones, de modo que el periodista informa con ecuanimidad sobre cualquier partido, grupo religioso, gobierno o ideología porque interiormente se ha puesto por encima de esas divisiones y al servicio de todas las personas, sin excepción. Es un ciudadano del mundo y parte activa de la humanidad. Documentación ¿Cómo informar la verdad? ¿Cuáles son las condiciones de producción de verdades honestas, leales y pertinentes? ¿Cómo instalar
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una relación de confianza entre un periódico y su público, de modo que le permita producir verdades que cuestionen a sus lectores, a sus sensibilidades o a sus compromisos? ¿Cómo hacer para que esta búsqueda incesante, siempre inacabada y siempre recomenzada, de un horizonte de verdad sea sólidamente instalada en el corazón de la vitalidad democrática? Es aquí donde el periodismo alcanza su propio momento de verdad. Porque el derecho de saber de los ciudadanos ha sido eclipsado por otra libertad fundamental, la libertad de expresión con la que frecuentemente se confunde. La libertad de información no se puede reducir al pluralismo de las opiniones. No basta creer que se piensa políticamente cuando se informa la verdad. Con frecuencia sucede lo contrario. Como lo subrayaba Nietzsche, nuestras convicciones nos pueden enceguecer con mayor eficacia que las mentiras. Garantizar el derecho de saber del público es crear las condiciones de un periodismo que logra encontrar, tratar, difundir, imponer y asumir informaciones que trastornan sus propias fidelidades, convicciones, prejuicios o certezas, y así también las del público. Es un periodismo que, en su práctica profesional colectiva, llega a pensar contra sí mismo, y sin duda no hay desafío más difícil y, algunas veces, más doloroso. Edwy Plenel. El derecho a saber. Don Quichotte Editions. París, 2010, pp. 108, 109.
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Compatibilidad del periodismo
Consulta 62
¿Qué otros trabajos son compatibles con el de periodista? P a r a g u a y.
Respuesta En principio, todos los trabajos que no interfieran con la independencia del periodista, o con su compromiso con la verdad o con su responsabilidad para con el receptor de la información. Los más comunes entre periodistas son los trabajos de docencia, la escritura y publicación de libros; de alguno supe que había montado una industria panificadora que atendía en las primeras horas del día; las demás las ocupaba en actividades periodísticas; una pareja de periodistas ocupaba sus fines de semana en la animación de fiestas infantiles, donde divertían a los niños como payasos. Son variadas actividades que no ponen en riesgo la independencia. En cambio, las asesorías a políticos o gobernantes, a empresarios, a industriales o a ejecutivos de instituciones crean problemas como estos: Poner al periodista al servicio de los intereses de quien pide y paga la asesoría. En esas asesorías, el periodista limita su servicio, que debe prestarse en exclusividad al receptor de la información. Pone al periodista en actividades de publicidad o de relaciones públicas que son, o deben ser, ajenas a sus disciplinas. Las medias verdades de la publicidad y de las relaciones públicas no van con la búsqueda integral y desinteresada de la verdad que hace el periodista.
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Documentación Simone de Beauvoir, en el Segundo sexo, incluye un encantador análisis de lo que la gente busca en sus relaciones íntimas. Ansían, sostiene, que la otra persona las refleje como quieren ser vistas, pero al mismo tiempo necesitan que la persona sea independiente de ellas; de lo contrario, el reflejo halagador no tendrá ningún significado. Si sospechan que la otra persona es simplemente un espejo hecho para favorecerlos, pierden completamente el respeto por la opinión y muere la intimidad. La relación entre un periódico y su comunidad es así. A menos que las personas crean que el periódico juzga con base en los méritos y no adivinando lo que la comunidad quiere escuchar respecto de sí misma, eventualmente desaparecerá el afecto que la comunidad siente por su diario. Es un error creer que un periódico es solamente un medio para transmitir datos. Si es vital, un periódico tiene personalidad, espíritu, sensibilidad y voz, al igual que un ser humano. Si en estos aspectos habla el idioma del público, crea un verdadero lazo humano con ese público. Si no lo hace, deja de ser relevante para sus vidas. Esta es la tensión: un periódico que no refleja la comunidad profundamente no tendrá éxito. Pero un periódico que no pone en tela de juicio las ideas y valores preconcebidos de una comunidad, perderá el respeto de ésta por dejar de proveer la honestidad y el liderazgo que se esperan del periódico. Jack Fuller. Valores periodísticos. SIP. Colección Chapultepec, pp. 80, 81.
Consulta 63
¿Son compatibles el periodismo y las relaciones públicas? Bolivia.
Respuesta La práctica de las relaciones públicas, tal como se da en nuestros países, resulta incompatible con el ejercicio del periodismo. Las exigencias de la profesión periodística que formulan los códigos de
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Consultorio Ético
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ética chocan abiertamente contra el quehacer de los relacionistas. Sirva como ejemplo el hecho de que el relacionista se debe a la empresa o entidad que paga sus servicios. Es buen relacionista el que dedica su talento y creatividad al servicio del buen nombre y de la imagen empresarial o institucional de quienes lo han contratado. El periodista, en cambio, está al servicio de los receptores de su información y, a través de ellos, de toda la sociedad. Allí está su verdadero amo y la razón de ser de su lealtad. Esto significa una gran diferencia y es allí donde encuentra su mayor incompatibilidad el periodista que pretende trabajar en los dos campos. Otro ejemplo: el buen relacionista público, en defensa y para fortalecimiento de la imagen de su empresa, destaca todas sus cualidades y logros y silencia sus fracasos y defectos, o al menos debe atenuar el impacto que pueda ejercer sobre el público el conocimiento de ese lado débil, puesto que su objetivo profesional es mantener una buena imagen. Son reservas que no se dan en el ejercicio periodístico, cuyo objetivo es presentar, hasta donde es posible, la verdad de los hechos para mayor información de toda la sociedad, sean hechos buenos o malos, éxitos o fracasos, tristes o alegres, de avanzada o de retroceso, porque el periodista no cuida imágenes, presenta hechos. Lo suyo es transmitir conocimiento de la realidad cambiante de cada día. Son dos diferencias que dejan al descubierto las razones por las que en los códigos éticos se rechaza el ejercicio simultáneo del periodismo y de las relaciones públicas. Documentación Las relaciones públicas consisten en la puesta en práctica de una política de comunicación e información al servicio de una empresa, una administración o una colectividad. Código de la Federación Francesa de Relaciones Públicas.
Son una actividad de dirección por la que la empresa trata de mantener y obtener la comprensión, la simpatía y la colaboración de aquellos con quienes se relaciona. Asociación Internacional de Relaciones Públicas, IPRA.
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Es un esfuerzo organizado para comunicar información y modificar las actitudes y el comportamiento en beneficio de un cliente o una causa. Robert O. Carlson, Enciclopedia internacional de ciencias sociales.
Es el arte y la ciencia social de analizar tendencias, predecir sus consecuencias, asesorar a los líderes de organizaciones y poner en práctica programas que servirán a los intereses de la organización y del público. Declaración de relacionistas públicos, México, 1978.
Existe incompatibilidad entre los cargos de relacionista público y de periodista cuando este desempeñe funciones en un medio periodístico de información. Código de ética periodística de Chile.
Es incompatible el ejercicio simultáneo del periodismo con el de relaciones públicas o asesorías de prensa cuando el periodista tiene asignada como fuente la institución y persona para la que ejercería la segunda actividad. Código de ética del periodista venezolano.
Se le prohíbe toda actividad ajena a la profesión, remunerada o no, incompatible con el libre ejercicio de la misma. Rechaza toda actividad publicitaria en relación directa con su trabajo de redacción; no firmará ningún texto cuya inserción esté pagada. Código de honor del periodista francés.
Consulta 64
Cuando el periodista participa en política, ¿pierde credibilidad? E c u a d o r.
Respuesta La credibilidad, tan valiosa y definitiva como prueba de la calidad profesional de un periodista, es al mismo tiempo un bien frágil que
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se debilita con cualquier apariencia negativa o dudosa. Es decir, no basta ser creíble, hay que parecerlo. El de la credibilidad es un juicio de valor que el público emite ante el trabajo y las actitudes del periodista que, por tanto, está sujeto a las reacciones de la gente, no siempre motivada por percepciones objetivas y justas. Esto explica el grave riesgo que corre la credibilidad del periodista cuando trabaja para entes oficiales, políticos o para empresas distintas de las periodísticas. En cualquiera de esos casos, el periodista no podrá escapar a la percepción pública de que para él están primero los entes o personas que lo contratan y en segundo lugar sus lectores, y de que el fiscalizador (que eso es el periodista) se ha puesto del lado del fiscalizado. Esa misma percepción lo sigue cuando, terminado su contrato, regresa al medio independiente. Cuando esto sucede, ¿cómo restaurar la credibilidad perdida o disminuida? ¿Cómo mantenerla cuando se trabaja fuera de los medios y al servicio de empresas privadas? En ambos casos la confianza del público tiende a fortalecerse cuando el periodista actúa de modo claramente independiente respecto de las personas o instituciones que lo han contratado. Así como deteriora su credibilidad todo gesto de obsecuencia, la fortalecen las actuaciones periodísticas alejadas de lo propagandístico, equilibradas y de servicio al lector. En este sentido es funesto el trabajo de relaciones públicas que, además de ser incompatible con el periodismo, deja la percepción de una lealtad comprada por el usuario de sus servicios. Al periodista lo mantiene en su realidad y en la que percibe el lector la convicción de que este es su único amo. Posición compatible con una oficina de prensa oficial si, lo mismo que cualquier funcionario o empleado honesto, pone su profesión y su cargo al servicio de los ciudadanos o de los clientes. Todo cargo oficial por definición está al servicio de la ciudadanía. Desde su cargo, el periodista lo recuerda a sus superiores al orientar la información desde el ciudadano hacia el funcionario o desde el funcionario para responder y servir al ciudadano. En las empresas privadas la lógica guía para el periodista es la que resulta del hecho de que las empresas que prosperan a mediano y largo plazo
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son las que sirven a los clientes e inspiran fe en su gestión y en sus productos o servicios. Documentación Si los medios de comunicación quieren servir a la democracia y responsabilizarse de ese servicio, deben combatir, sin anularlos, los dos poderes que los tiranizan: el mercado y la técnica. Ambos son elementos de una modernización que no siempre significa progreso humano. El beneficio económico es un fin que tiraniza si se erige como el fin que excluye a todo lo que le hace sombra. Es una tiranía similar a la del poder por el poder como fin político. No cabe duda de que el poder es bueno. Solo quien lo tiene podrá ejecutar su programa. El poder político es bueno como medio, pero no como fin en sí. Igual ocurre con el poder económico. Son medios, que se justifican si el fin último es encomiable. Sea pública o privada la titularidad de los medios, estos no pueden entenderse sino como servicio público. Porque la información y la comunicación son un servicio a la colectividad imprescindible para la supervivencia democrática y para el desarrollo de la cultura. El concepto de servicio público parece no tener ya otro sentido que el material: aquel cuya titularidad la tiene el Estado. Pero es otra reducción. Si es cierto que la información es esencial para el ejercicio de la democracia, si la cultura es un bien básico y se distribuye en gran medida a través de los medios de comunicación, estos se adecúan a la definición de servicio público en la medida en que sean capaces de realizar este servicio. Victoria Camps. El malestar de la vida pública. Grijalbo, Barcelona, 1996, pp. 166, 167, 168.
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Relación con el medio
Consulta 65
¿Cómo abordar temas que crean conflictos con los intereses comerciales del medio? México.
Respuesta En toda redacción existe, activo o latente, el conflicto entre los intereses comerciales del periódico o del noticiero y la intencionalidad periodística. Las gerencias quieren un periódico rentable, los periodistas buscan un periódico que influya; el gerente argumenta que un periódico sin dinero no sobrevive, los periodistas juran que un periódico sin influencia es solo papel entintado. En esa pugna se ha perdido demasiado tiempo y se han dilapidado energías valiosas que se hubieran aprovechado mejor buscando un punto común entre gerentes y periodistas. Lo planteó sabiamente Joseph Pulitzer: “Para que un diario resulte de verdadera utilidad para el público debe tener gran circulación, porque sus noticias deben llegar al mayor número de personas y porque la circulación significa avisos, los avisos significan dinero y el dinero significa independencia”. No se trata de poner como objetivo principal la ganancia, sino de incrementar la ganancia para mantener la independencia; pero la independencia se busca porque con ella se tiene credibilidad, que es lo que el periódico quiere ofrecer y obtener. Dentro de este marco se puede afirmar que no hay temas vendedores y temas no vendedores, sino artículos periodísticos bien hechos y, por tanto, atractivos; y artículos mal hechos, duros como un ladrillo; hay un periodismo hecho para entretener, que es prescindible porque no
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es indispensable; y otro periodismo que es indispensable porque abre los ojos y mantiene el interés sobre el bien común de todos. Documentación La exigencia primordial, la más urgente y la más constante de cuantas he formulado es: exactitud, exactitud, exactitud. Un diario debe ser escrupulosamente exacto, claro, tiene que evitar todo lo que sea sensual o sugestivo, todo lo que sea capaz de ofender el buen gusto o de rebajar el tono moral de sus lectores, pero dentro de esos límites el diario tiene la obligación de publicar noticias. Al hablar de buen gusto y de tono moral, no quiero significar esa clase de buen gusto que se escandaliza por cualquier alusión a las cosas desagradables de la vida, ni esa clase de moralidad que se niega a reconocer la existencia de la inmoralidad (ese tipo de moral hipócrita que ha frenado más el progreso de la humanidad que todos los inmorales), sino esa clase de buen gusto que exige aunar la franqueza y la decencia, esa clase de tono moral que se esfuerza y no se relaja cuando se la enfrenta con el vicio. Algunos quieren hacer creer, y lo consiguen, que un diario no debe dedicar espacio a versiones extensas e impresionantes de homicidios, accidentes, incendios, linchamientos, corrupción política, peculados, fraudes, sobornos, divorcios o lo que usted quiera, pero le aseguro que se equivocan y creo que, si reflexionaran, lo comprenderían. Somos una democracia y solo existe un medio para sostener en pie una democracia en cuanto a su conducta individual, social, municipal, estatal y nacional, y es mantener al público informado de lo que sucede. No hay delito, trampa, engaño ni corrupción que no sobreviva en el secreto. Pongamos esas cosas al descubierto, describámoslas, ataquémoslas, ridiculicémoslas en los diarios y tarde o temprano la opinión pública se encargará de barrerlas. Joseph Pulitzer. Citado en Arte y sentido del periodismo por Edmond Coblentz. Troquel, Buenos Aires, 1966, pp. 24, 25.
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Consultorio Ético
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Consulta 66
¿Cómo debe proceder la empresa periodística cuando la gerencia trata de imponer temas a la redacción? Pe r ú .
Respuesta Para cualquier empresa periodística es dañina la injerencia de gerentes en las tareas de la redacción porque incide negativamente en la calidad del producto. El buen periodismo requiere independencia con mayor urgencia que tecnología. Con tecnología deficiente o no actualizada es posible hacer buen periodismo, pero sin independencia es imposible. Por una parte, esa independencia es necesaria para obtener la verdad de los hechos de cada día, sin sesgos, recortes u ocultamientos. Cualquier clase de compromiso derivado de un interés personal, empresarial o gubernamental limita el campo del periodista y lo inhabilita para llegar a la verdad. Por otra parte, los lectores, oyentes o televidentes exigen esa independencia como garantía para creerle a un medio y la premian con su lealtad. La credibilidad que se le atribuye a un medio o a un periodista es una forma de reconocimiento de los receptores de información a la independencia. Cuando los gerentes intervienen o los dueños o los accionistas pretenden imponer su punto de vista, que suele ser el de sus intereses, introducen un elemento dañino y engañoso en el producto que ofrecen al público. Se supone, en efecto, que tanto los anunciantes como los suscriptores y lectores esperan un servicio de información profesional. Si en cambio les llega información sesgada o propaganda, el producto se altera y degrada, y el receptor resulta engañado. Hacerles entender esto a gerentes y accionistas intrusos es un paso indispensable para restituirle al medio su respetabilidad, su independencia, su credibilidad y su calidad.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Documentación Muchas tareas y actividades externas son incompatibles con el adecuado rendimiento laboral en un diario independiente. Mantener contacto con el gobierno figura entre las actividades más reprochables. Con el fin de evitar conflictos de intereses reales o aparentes en la cobertura de los mercados comerciales y financieros, requerimos que todos los integrantes de la sección de economía y finanzas den cuenta de sus inversiones y activos financieros al editor encargado de la sección. Sin embargo, la probabilidad de que surja un conflicto de intereses no está circunscrita solo a los miembros de la sección de economía y finanzas. Requerimos que todos los redactores y editores de todas las secciones revelen al jefe responsable de departamento cualquier interés financiero que pudiera estar en conflicto o diera la aparente impresión de estarlo en sus tareas relacionadas con el hecho de informar y de editar. Los jefes responsables de tal o cual departamento harán sus propias revelaciones de tipo financiero al secretario general de redacción. No trabajamos de manera independiente para nadie y no aceptamos compromisos de palabra sin la autorización responsable de los jefes de departamentos. La autorización para trabajar de manera independiente podrá ser otorgada solo si el diario The Washington Post no tiene interés en determinada noticia y solo si va a ser publicada en un medio que no compite con The Washington Post. Es importante que no se acepte ninguna tarea independiente ni honorario alguno cuando eso de alguna manera pudiera ser interpretado como una dádiva encubierta. Hacemos todos los esfuerzos razonables para estar exentos de obligaciones con las fuentes de información y los intereses especiales. Tanto nuestra conducta profesional como nuestro comportamiento en privado no deben desacreditar nuestra profesión ni al diario The Washington Post. Código de conducta de The Washington Post.
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casos del
Consultorio Ético
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Consulta 67
¿Qué pasa cuando el departamento de publicidad del periódico le pide al periodista la lista de los temas que va a trabajar para poner en marcha una estrategia de ventas? Bolivia.
Respuesta El ideal de un periódico es que la gerencia y la redacción trabajen con independencia y separadamente. Otro orden de cosas, como el trabajo mancomunado entre los vendedores de espacios publicitarios y periodistas, siempre resultará en perjuicio del bien más sensible e indispensable de un periódico, que es su credibilidad. La credibilidad de un periódico y de un periodista se construye con generosas cantidades de independencia. A un periódico le creen porque lo ven independiente, pero esa credibilidad se desmorona con la sola sospecha de que el periódico, al informar, paga o solicita favores. El lector tiende a pensar que no le informan la verdad, sino lo que más les conviene a quienes le están haciendo favores al periódico o al periodista. Por eso, una sabia norma es que al lector se le juegue limpio y se le diga: esto es publicidad, o sea, una verdad interesada, y esto es información profesional, o sea, una verdad escueta sin intereses ocultos. Otra norma es que si por casualidad el tema de un anuncio comercial es el mismo que el de una noticia, no deben ir en la misma página. Por ejemplo, el aviso sobre seguros contra accidentes y el informe sobre accidentalidad. Por consiguiente, el agente de publicidad del periódico debe trabajar en completa independencia respecto del periodista porque así se preserva la credibilidad del periódico, que es un activo más importante que la rotativa. Por último, no basta que el periódico sea independiente, además debe parecerlo, y cada persona que pueda establecer relación entre la publicidad que se negocia y la información que el periódico publica inevitablemente dudará sobre la independencia del periódico.
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Documentación En las décadas de 1940 y 1950 los periódicos captaban fácilmente en nuestros países el 80 o el 85 por ciento del presupuesto que las empresas invertían en publicidad. Hoy se sienten contentos si obtienen el 25 o el 30 por ciento de esa torta en tanto que la televisión se lleva casi la mitad. La respuesta de los periódicos ha sido aumentar el espacio de publicidad y disminuir el de lectura. Si se analiza con cuidado una colección de El Tiempo (de Bogotá), se verá que la relación porcentual textos/avisos fluctúa alrededor del 40 % y el 60 %. En los otros diarios hay mucho más texto, pero no es por decisión de las empresas, sino simplemente porque la publicidad no llega. Esto confirma la conclusión de Bagdikian de que “la publicidad es selectiva y apunta, no a los periódicos en general, sino tan solo a los capaces de competir”, un eufemismo para referirse a los de mayor circulación. El argumento de muchos gerentes es que los avisos también son información, lo cual es correcto. Solo que con la excepción de los clasificados, el resto de la publicidad es para tomarse con cuidado, porque está dirigida a crear una necesidad inexistente y muchas veces no es veraz, por lo cual al diario le conviene separarla de los textos que sus mismos reporteros redactan, a fin de que cualquier responsabilidad que pueda surgir recaiga en los hombros del anunciante. Esto de la separación de los textos informativos y la publicidad se está cumpliendo cada vez menos, con el pretexto de enfrentar las crisis económicas. El principio ético que separa información y publicidad es el de que el lector debe tener confianza (y se supone que la tenga) en la transparencia y credibilidad de las informaciones por las cuales responde el diario. Cada día es más frecuente encontrar en los diarios latinoamericanos páginas enteras de información sobre productos determinados, con un renglón en letra pequeña que dice “información comercial”, como para curarse en salud. Carlos J. Villar Borda. La pasión del periodismo. Universidad Jorge Tadeo Lozano. Bogotá, 2004, pp. 500, 501.
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casos del
Consultorio Ético
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Consulta 68
¿Es ético que un político sea a la vez dueño o director de un medio de comunicación? Argentina.
Respuesta La incompatibilidad entre políticos o funcionarios en ejercicio y periodistas es evidente porque se reúne en la misma persona al fiscalizador y al fiscalizado, al periodista y al publicista, al dependiente del poder y al profesional que debe ser independiente y distante del mismo. Como son términos que se contradicen, mal pueden coexistir en la misma persona. Salvo que el político asuma funciones de gerencia totalmente alejadas de las tareas editoriales. Si no es así, el periódico quedará condenado a ser un boletín de propaganda de un movimiento, partido, líder político o funcionario, y perderá la autoridad moral indispensable para el ejercicio de lo periodístico. El periodismo es, por su naturaleza, universal y abierto a toda la sociedad. Está hecho para proporcionar a todos una información útil y creíble. Su lenguaje, su agenda, su tratamiento de los hechos pretende interesar a todos; por eso su objetivo central es todo lo que se refiere al bien público. Es cierto que el político tiene ese mismo objetivo, pero ordenado al ejercicio del poder; esto lo limita porque convierte su actividad en un medio para llegar al poder con un punto de vista personal; el periodista trabaja por el bien común, pero no con la pretensión de ejercer poder alguno, sino de servir a todos los ciudadanos, fortaleciendo su libertad por medio de una información completa e independiente, para que pueda decidir en libertad. Es un perfil profesional que excluye el del político hasta tal punto que sus objetivos son inconciliables en una sola persona. Cuando esta intención aparece en un medio de comunicación, el periodista que trabaja en esas condiciones:
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• Se somete pasiva y dócilmente a ese estado de cosas, y pierde su identidad y respetabilidad profesional; por tanto, llega a ser un propagandista o activista político más. • O rechaza el mestizaje imposible de periodista y político, y deberá defender su identidad profesional todos los días. • O navega entre dos aguas, situación que será evidente para los lectores que, en consecuencia, le negarán toda credibilidad. El medio nunca podrá aspirar al reconocimiento del público como medio periodístico e independiente. Siempre será el boletín informativo del concejal, del alcalde o del político, porque no basta decir o proclamar que uno es independiente. Hay que parecerlo, además.
Documentación Ser ético, más allá de teorías deontológicas, es mantener independencia y, por tanto, una distancia apropiada con el poder. Con ese poder repleto de funcionarios, de intereses económicos y políticos, de personas que halagan, que te dicen que eres el mejor para luego solicitarte favores, que te invitan a almuerzos, cocteles y fiestas. En medio de esos halagos a los que hay que evadir, ser ético es, también, advertirle a ese poder, a esas fuentes interesadas, que vas a buscar a la competencia, al enemigo político, a su contradictor y crítico para contrastar lo que ese poder ha dicho. Ser ético es cultivar el multifuentismo y no dejarse atrapar por la comodidad y el facilismo de la fuente única. Ética periodística es la lucha interna que se libra para cumplir a cabalidad con el ser y el parecer, porque de lo contrario cualquier lector preguntará con todo derecho: ¿quién es este periodista para criticar si él mismo hace lo que critica? Es entender que el periodista es solamente periodista, un ser humano que intenta ser coherente, íntegro. Una persona sin ambiciones mezquinas, sin egolatrías, sin filiaciones o cargos políticos. Es alguien que no utiliza su oficio para llegar a otras instancias. Un periodista ético es periodista a tiempo completo, periodista de la gente, periodista que cuenta la realidad como la ha visto, la ha sentido y la ha encontrado, aunque en ese esfuerzo ponga en riesgo la vida. Rubén Darío Buitrón y Fernando Astudillo. Periodismo por dentro. Intiyán. Quito, 2005, p. 20.
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Consultorio Ético
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Consulta 69
¿Es ético cubrir solamente noticias de políticos que pautan en mi medio de comunicación? México.
Respuesta Es un periodismo dañino y de baja calidad el que se hace desde las trincheras de algún partido o candidato, sin conciencia profesional. Una conciencia profesional mantiene presente el servicio que puede prestar la información a todos los ciudadanos, sin excepción. Resulta evidente, por tanto, que una información hecha para causar daño a una persona, del partido que sea, no obedece a una conciencia profesional. Cuando en un período preelectoral el periodismo cumple estos objetivos: Informar a los lectores con información independiente y de buena calidad, y así sepan lo necesario para decidir en libertad; interpretar y dar voz a la comunidad de modo que todos se sientan representados; poner en circulación todos los temas que deben guiar la actividad de los políticos… Cuando estos objetivos son los que orientan al periodista, decía, el ejercicio profesional fortalece la democracia y dignifica la profesión. El periodismo cumple su función cuando sirve a la sociedad, no cuando se sirve de ella. Se desvía de esa función cuando se pone al servicio de políticos, gobernantes, partidos o de los propios medios. La naturaleza social de esta profesión orienta su ejercicio a tareas de servicio de toda la sociedad, que son indispensables en una democracia. Dejar de cumplirlas o alterar sus objetivos es incurrir en un engaño a toda la sociedad. Documentación La primera función de la comunidad democrática es crear una comunidad informada.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
La opinión pública nace de dos vertientes: de las personas con su potencial de conocer y evaluar, y de los flujos de información a los que ellas están expuestas. Los medios de comunicación, de manera continua, alimentan la conversación y la reflexión de las personas proporcionándoles un flujo ininterrumpido de información. Se ha estimado que una persona promedio está expuesta hoy a cinco veces más palabras-día que hace veinte años. Para que la información política sirva de base a una opinión pública activa y sofisticada se requiere, sin embargo, mucho más que un volumen abundante de mensajes. Se requiere que la información sea producida y transmitida sin cortapisas de ninguna naturaleza, por tanto sin censura previa de autoridad ni menoscabo del derecho a informar. Como dijo Milton en el siglo XVII, “dadme sobre todas las libertades la libertad de saber, pronunciar discursos y disentir libremente de acuerdo a la conciencia”. Se requiere también asegurar la calidad de la información política. Una información política de mala calidad (unilateral, sesgada, superficial o puramente retórica) crea una opinión pública mal informada y reduce la relación entre gobernantes y gobernados a un mero juego, sin incidencia en el curso de las políticas. Nunca antes, por lo mismo, la responsabilidad de las comunicaciones ha sido más formidable y exigente. De ellos depende, en gran medida, que pueda florecer una opinión pública activa e influyente. José J. Brunner. Comunicación y política. Contribuciones. Buenos Aires, Konrad Adenauer, 1996, pp. 9, 10.
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casos del
Consultorio Ético
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Periodismo y publicidad
Consulta 70
¿Cómo actuar éticamente frente a los publirreportajes? Pe r ú .
Respuesta El publirreportaje es el resultado del mestizaje entre periodismo y publicidad, donde lo publicitario predomina hasta hacer desaparecer lo periodístico. La práctica de los medios que encomiendan esa tarea a publicistas es la que más se acerca al ideal ético; cuando esa tarea se les asigna a periodistas, se les crea una dualidad dañina porque el periodista, por formación y por talante profesional, no está hecho para manejar las medias verdades del publicista, sino la verdad más cercana a la realidad de los hechos. El publicista, en efecto, orienta la información a las conveniencias de la persona, entidad o producto que sirve, y es lo que se propone con el publirreportaje en el que, bajo la apariencia de una información periodística, difunde un mensaje comercial. En este sentido, el publirreportaje tiene mucho de impostura y de engaño al lector. El periodista sabe que no sirve a nadie más que a su lector. No acepta presiones del anunciante ni del gerente ni del propio director cuando estos quieren apartarlo del servicio a ese único amo que respeta: el receptor de su información. Obligar al periodista a que escriba publirreportajes es violentar su conciencia ética. Peor aun cuando el periodista es quien acepta una tarea que pervierte su profesión para ganar algún dinero extra.
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El medio que difunde publirreportajes sin advertirlo al lector incurre en un engaño. Denunciar esta clase de prácticas es tan necesario, quizás más, como advertir sobre la venta de agua contaminada, drogas vencidas o alimentos descompuestos. Son engaños en que se abusa de la buena fe del público y que, además, hacen daño. Documentación La publicidad debe decir la verdad con su lenguaje peculiar. Su finalidad lucrativa se presta a toda clase de abusos, desde la excitación irracional del deseo de posesión hasta la explotación de las pasiones. A pesar de todo, lo peor de la publicidad es su amenaza constante a la libertad de elección del comprador. El recurso a las técnicas de persuasión para excitar el deseo de comprar, bombardeando el inconsciente de los potenciales compradores, desemboca siempre en lo mismo, impedir la libertad de elección del cliente. La publicidad se practica como una retórica contra la libertad interior de los potenciales compradores. Como servicio de información comercial es conveniente y útil. Pero el fin supuestamente bueno no justifica el recurso a cualquier medio para lograrlo. Dado que la publicidad como lenguaje es una retórica persuasiva e interesada, solo podrá aceptarse en la medida en que el consumidor pueda defenderse contra el acoso de la persuasión. Si la publicidad agrede alegre e indiscriminadamente la libertad ajena, pierde su legitimidad ética al no poder justificar su estatus profesional y de servicio social. Los tratadistas y textos legales insisten en que la publicidad debe presentarse como un servicio informativo de mercado. En consecuencia debe decir verdad, aunque lo haga con métodos persuasivos e intenciones no desinteresadas. Ya no basta reivindicar la verdad sobre la naturaleza y calidad de los productos y servicios ofertados. En nombre de la ética hay que ir más lejos, exigiendo el respeto previo a la libertad de los consumidores. De lo contrario siempre habrá fundamento para considerar la actividad publicitaria como sospechosa. Niceto Blázquez. Ética y medios de comunicación. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1994, pp. 634, 635.
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Consultorio Ético
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Consulta 71
¿Qué consideraciones de estructura de texto e información se propone que son adecuadas para los “publirreportajes” con información oficial? México.
Respuesta Los manuales de estilo y algunos códigos de ética se ocupan de este tema y establecen: Que un publirreportaje es publicidad, por tanto debe diferenciarse en todo de la información profesional del periódico. Que un publirreportaje es información interesada, por cuya publicación paga el interesado. La información profesional, en cambio, es desinteresada y por ella nadie paga. Que la buena fe con que el lector se acerca a la información del periódico debe ser honrada con una clara e inequívoca advertencia sobre lo que es publirreportaje o publicidad y lo que es información profesional del periódico. Quien contrata con el periódico la publicación de mensajes de propaganda o publirreportajes no debe tener injerencia alguna en los contenidos del periódico; por tanto, se considera intromisión indebida que, a cambio de asignar una pauta publicitaria, pretenda la inclusión o exclusión de noticias o comentarios, la ubicación o despliegue de noticias o la asignación de tareas de los reporteros. El personal que trabaja en la redacción y edición de publirreportajes y de publicidad debe ser distinto del que trabaja en la redacción del periódico. Si las directivas del periódico quieren asignar para esa tarea a periodistas profesionales, deben contar con su consentimiento. Un periodista, en efecto, no es un publicista ni un relacionista público. Es desaconsejable, por tanto, combinar estas actividades. Documentación Uno de los primeros recaudos para servir al lector es que en el diario pueda diferenciarse con claridad qué es información y qué es publicidad.
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En consecuencia se usan tipografías y diagramaciones diferentes para cada uno de estos materiales. Manual de estilo y ética periodística de La Nación de Buenos Aires.
El deber del diario es para con sus lectores y el público en general y no para con los intereses privados de sus dueños. (...) El diario no deberá ser aliado de ningún interés específico, y deberá ser imparcial, libre y puro en sus puntos de vista respecto de los asuntos públicos y de los hombres públicos. Código de conducta de The Washington Post.
Publirreportaje es publicidad con diseño de información. (...) Se presentará de tal manera que a pesar de que el arte o la diagramación original intenten parecerse a una información, el lector debe quedar debidamente prevenido de que se trata de un aviso comercial. Libro de estilo de El Comercio de Lima.
La publicidad siempre estará diferenciada tipográficamente de los textos elaborados en la Redacción. Los tipos de letra reservados para las informaciones no pueden ser utilizados en la publicidad. (...) Durante las campañas electorales, la publicidad política no podrá emplazarse en las páginas dedicadas a esta información. Libro de estilo de El País de Madrid.
El lector tiene prioridad sobre cualquier otro interés, incluido el de los anunciantes. La publicidad, al formar parte del conjunto de informaciones que el diario brinda a sus lectores, debe recibir tratamiento análogo al noticioso, especialmente en lo referente a la veracidad. El material publicitario no deberá asemejarse al noticioso de manera que pueda confundir al lector. Los departamentos de Redacción y de Publicidad son autónomos y no tienen entre sí ningún vínculo de subordinación. Manual de redacción de El Deber de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia.
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casos del
Consultorio Ético
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La autorregulación
Consulta 72
¿Qué son autorregulación y autocensura? Pe r ú .
Respuesta Son dos conductas diferentes. La autolimitación o autorregulación comprende el conjunto de actitudes de disciplina profesional que la persona se impone para hacer un trabajo de calidad. Abarca actitudes muy variadas, desde la norma de publicar solo lo que se ha comprobado con varias fuentes hasta los horarios que el periodista adopta para optimizar el uso de su tiempo. Siempre son elementos de disciplina que indican lo que se debe hacer y lo que no para lograr un alto desempeño profesional. Otra cosa es la autocensura, que impone silencios por algún interés personal o por miedo. Hay autocensura cuando se omiten temas o noticias que deberían ser publicados, cuando se recortan informaciones, no por limitaciones de espacio o de tiempo, sino en acatamiento de alguna presión. La autocensura viola el derecho de los receptores a conocer toda información que les concierne; es la aceptación pasiva de una presión externa que se toma el control del periodista o del medio de comunicación, y es la renuncia a la independencia y autonomía del medio y del periodista. Las ocasiones en que se silencian informaciones, porque existe la certeza de que harán daño, no constituyen actos de autocensura, sino de una responsable autorregulación.
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Documentación Todo periódico tiene su línea ideológica y sus consignas, por más que algunos quieran disimularlo. El peligro de la manipulación aumenta cuando llega el momento crítico de seleccionar la información. Indefectiblemente, unos serán los elegidos y otros los excluidos. Hay que reconocer que los silencios de un periódico son frecuentemente más graves que sus escritos. Pero en materia de información la desgracia de unos constituye la felicidad de otros, los elegidos. A veces los mismos periódicos gratifican económicamente a quienes se prestan a este tipo de corruptelas. Los grupos políticos que cuentan ya con sus periódicos favoritos, solo se preocupan de servir a sus propios intereses capitalizando las entrevistas y las discusiones públicas a costa de decir u omitir cuanto sea necesario contra los demás. A veces ocurre que los políticos y las empresas informativas se enfrentan acusándose mutuamente. Con motivo del Watergate, muchos políticos americanos abominaron el trabajo de los periodistas de investigación. Las presiones económicas e ideológicas, tanto en contra como a favor de los medios informativos, terminan convirtiéndose en auténticas amenazas contra la imparcialidad informativa, creándose el ambiente más propicio para el recurso impune de la manipulación. Las intimidaciones más indignantes tienen lugar cuando se practica la desinformación desde instancias políticas autoritarias, pero como demuestra el estudio de Barman y Acouves, también tienen lugar en el contexto de regímenes democráticos. La única diferencia es que en estos últimos cabe la denuncia pública y defenderse mejor que en los regímenes totalitarios de cualquier signo que sean. Niceto Blázquez. Ética y medios de comunicación. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1994, p. 53.
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Consultorio Ético
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Consulta 73
¿Se opone la autorregulación a la libertad de prensa? Colombia.
Respuesta Si se entiende la libertad como el derecho de hacer lo que uno debe hacer, desaparece la dificultad. En efecto, la libertad no le extiende al periodista una carta blanca para escribir o informar lo que quiera, sino lo que debe. Y son los valores éticos los que orientan para la aplicación de esos deberes en el ejercicio de la profesión. Cuando el periodista aplica todo el vigor para encontrar la verdad de un hecho, puede pensar que una vez encontrada esa verdad, es libre para darla a conocer; sin embargo, no todas las verdades pueden ser publicadas; algunas son de indispensable conocimiento y deben ser difundidas, hay otras que si llegan a ser reveladas harán daño, por ejemplo, los planes militares o policiales para enfrentar delincuentes o para combatir la corrupción que, conocidos, pierden efectividad. Estas son verdades que pueden hacer daño y que no deben ser conocidas por el público. En estos casos concretos, la reflexión ética llevará a la realidad del autocontrol o de la autorregulación que indican lo que debe callarse o publicarse. Autorregular no es lo mismo que autocensurarse. Se autorregula el periodista que quiere prestar un mejor servicio informativo, no contaminado por los vicios que le impiden a la información ser un factor de beneficio social; se autocensura quien deja de prestar ese servicio por algún interés o por miedo. Concluimos, por tanto, que la libertad necesita la guía de la autorregulación y que desaparece cuando la autocensura impone silencios que hacen daño a la sociedad. Documentación El desafío principal que encaran los periodistas y los medios informativos, en el contexto de su responsabilidad social, se concentra en la superación de un abultado conjunto de vicios.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Pongamos en primer término el problema de los conflictos de intereses. Ya es cosa común que sepamos de colegas, e incluso de empresas periodísticas, que sacrifican fácilmente el postulado de la veracidad para no comprometer prebendas particulares y las de sus allegados. El compadrazgo y el clientelismo son los valores que pudieran desplazar con descaro pasmoso a la honestidad y al equilibrio. Cada vez es más frecuente, por otro lado, el ejercicio simultáneo del periodismo diario y las asesorías de prensa para potenciales (o asiduas) fuentes informativas. Quienes así obran, y las empresas alcahuetas, marcan distancia del noble propósito de la independencia profesional, apoyado en la incompatibilidad de la práctica periodística con los servicios paralelos de publicidad y relaciones públicas en cabeza del mismo individuo. Se resiente de igual modo el precepto del respeto a la dignidad humana cuando medios y reporteros extienden un trato denigrante, violento o indiferente a los derechos fundamentales de las personas que, eventualmente, protagonizan hechos criminales o situaciones infortunadas. El frágil balance entre lo público y lo privado (ámbito de derechos protegidos por la ley) es desajustado en las arbitrarias invasiones a la intimidad de los ciudadanos por parte de medios amarillistas y periodistas amantes del escándalo. A cualquier precio se obtiene una noticia, una “exclusiva”, sin importar qué tan mal parado resulte el honor profesional de algunos periodistas y la seriedad de ciertos medios. El periodismo, en oposición a la política, es un arte en el que el fin nunca justifica los medios. Por esto no se puede menos que abominar de recursos como el engaño, el empleo de información privilegiada, el soborno, el acoso a la fuente, el encubrimiento de la identidad del periodista y el uso de instrumentos para la captura ilegal de información. El principio de la presunción de inocencia es la primera víctima de los excesos del llamado periodismo de denuncia. Periodistas que se autoimponen las funciones de policías, alguaciles y carceleros atropellan los beneficios procesales de los individuos sometidos a juicio, e incluso se arrogan la potestad de declarar culpabilidad y dictar sentencias.
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Consultorio Ético
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La tentación amarillista es incontenible a la hora de cubrir tragedias accidentales, catástrofes naturales y simples espectáculos de la miseria social. Las personas involucradas se convierten en objetos sin derechos ni dolientes para una jauría creciente de periodistas y medios con ávida pasión por el morbo. Jesús Urbina Serjant. "Periodistas y decisiones morales". www.saladeprensa.com.
Consulta 74
¿Dónde queda la autorregulación profesional cuando ya existen los códigos de ética? Respuesta
La deontología define los deberes profesionales derivados de unos valores y principios éticos. La ética le proporciona el fundamento a esas normas, muestra la razón de ser de las prácticas que impone la deontología. Y así como la ética se funda en la naturaleza del ser humano, la deontología se basa en la naturaleza de cada profesión; no es, por tanto, una creación de los profesionales; más bien, estos, al explorar y conocer su profesión, deducen los deberes que impone la naturaleza de esa profesión. Y si se puede hablar de normas colectivas es porque ese conocimiento de la profesión se perfecciona con el ejercicio profesional. Así, “el código deontológico abstrae los valores éticos, voluntariamente aceptados por un gremio profesional y los transforma en reglas de conducta obligatorias para los sujetos a ese ordenamiento deontológico” (Villanueva, 21). Esta es la razón por la que comúnmente los códigos de conducta profesional se denominan indistintamente como códigos éticos o códigos deontológicos. La deontología está inspirada en la ética. Cita Ernesto Villanueva (Deontología informativa) a Emmanuel Derieux para agregar este elemento: “Gracias a la deontología, la
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ética profesional personal adquiere un reconocimiento público, la moral individual se hace trascendente en el campo de la profesión. Estos efectos proporcionan a la deontología autoridad, cohesión y unidad, facilitan su aplicación y aseguran su respeto. De esta forma los profesionales pueden adquirir una conciencia más exacta, más práctica y más justa de sus deberes y responsabilidades”. Documentación Si bien es cierto que entre la ética y el derecho existen algunos puntos en común, también lo es que hay claras diferencias entre el uno y la otra. La coincidencia más importante reside en que ambos sistemas están formados a partir de enunciados normativos, es decir, de reglas de conducta o imperativos hipotéticos. Por el contrario, entre las principales diferencias se encuentran las siguientes: Las normas éticas son autónomas, es decir, creadas por el sujeto que debe cumplirlas, mientras las normas jurídicas son heterónomas, en tanto son creadas por un sujeto distinto al que van dirigidas. Las normas éticas son imperativas, es decir, establecen obligaciones para el sujeto que las creó; mientras las normas jurídicas son imperativo-atributivas en la medida en que estatuyen obligaciones y confieren derechos al sujeto de derecho. Las normas éticas son voluntarias, pues su cumplimiento tiene como premisa el convencimiento personal, mientras las normas jurídicas poseen la coercibilidad como sanción a la conducta contraria a la establecida como debida. Las normas éticas son particulares, pues van dirigidas únicamente a quienes integran el gremio, mientras las normas jurídicas tienen la característica de la generalidad, es decir, van dirigidas a todas las personas sujetas al sistema normativo. Las normas éticas tienen como propósito la dignificación y el reconocimiento social, mientras las normas jurídicas tienen como finalidad última asegurar las condiciones mínimas para la coexistencia pacífica de los hombres en el seno de la sociedad. Ernesto Villanueva. Deontología informativa. Universidad Iberoamericana, México, 1999, pp. 21, 22.
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Consulta 75
¿Son válidos los tribunales éticos para la autorregulación periodística? Bolivia.
Respuesta No aceptaría formar parte de un tribunal de ética por las siguientes razones: Veo una contradicción entre los términos “tribunal” y “ética”. Los tribunales están asociados a lo legal; presionan mediante condenas o absoluciones el cumplimiento de las leyes; son instancias exteriores a las personas y están hechos para imponer coactivamente el cumplimiento de las leyes. La ética, en cambio, es decisión personal, no impuesta por nadie, solo por las propias personas, que se convierten en legisladoras de sí mismas. Es, pues, un ejercicio de la libertad personal, puesto que la ética resulta de una decisión autónoma; es la toma de posición frente a la vida, frente a los demás y frente a uno mismo, en la que no tienen que ver intereses externos, sino la propia conciencia. Un tribunal, presión externa; una ética, decisión autónoma: son dos términos contradictorios. Contradice la naturaleza de la ética que alguien pretenda ser juez ético de otro. En ética nadie es juez de nadie, salvo de uno mismo, porque solo uno sabe las motivaciones y las circunstancias de sus acciones. Los jueces, con la ayuda de sus códigos, de sus jurisprudencias y con los resultados de las investigaciones judiciales, tienen en las manos los elementos para sentenciar; en ética, esos elementos solo los posee cada persona. Por tanto, al contrario de lo que sucede en el campo legal, en ética nadie distinto de cada persona dispone de todos los elementos para emitir un juicio.
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Un mejor servicio que el de un tribunal es el que presta una comisión de estudios que estimule la reflexión sobre casos concretos y proponga elementos de juicio para responder “¿qué haría yo en este caso?”. Cuando el periodista se ubica en el lugar de otro para asumir las circunstancias y complejidades de los casos concretos, pone a prueba la consistencia de sus principios éticos, sale de sí y desde el otro adquiere una visión distinta y renovada, además le da aplicación concreta al saber ético que, sin este ejercicio, sería solo teoría. Por último: en los tribunales acecha una peligrosa tentación de poder con su consecuencia más dañina: sentirse mejor y por encima de los demás. Documentación Perfilar el diálogo ético en la profesión en general y en las organizaciones noticiosas consiste en aclarar la manera en que las razones éticas afectan las elecciones y el comportamiento de los periodistas. Un diálogo ético definido busca identificar los principios y las probables consecuencias y la manera en que se las evalúa para llegar a una decisión. Valorar los riesgos a que se enfrentan las partes a las que afecta una decisión ética: las fuentes, el público, los periodistas participantes, los compañeros y la profesión en general. Minimizar las posibilidades de que las elecciones se fundamenten en una mera impresión, estilo o deseo personal. Mostrar, en los casos de principios en conflicto o predicciones ambiguas de las consecuencias, qué valores guían la elección ética. Crear, en los casos realmente importantes, un registro de los hechos con base en el cual otros puedan formular conclusiones y reflexionar, de tal manera que los beneficios del diálogo se vuelvan acumulativos. Edmond Lambeth. Periodismo comprometido. Limusa Noriega Editores, México, 1992, p. 172.
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Consulta 76
¿Para qué la autorregulación cuando desde el Estado se imponen normas que buscan regir la profesión periodística? México.
Respuesta La ética es por esencia autorregulación. No puede ser impuesta por nadie porque es decisión autónoma y libre de cada persona. Una decisión ética convierte a quien la adopta en legislador de sí mismo y adquiere la naturaleza de un acto de libertad. Más que regulación, un código ético traza el perfil ideal del periodista, o sea, el máximo en excelencia personal y profesional que se puede llegar a ser. Al contrario de los códigos de policía o de leyes penales, el código de ética más acertado es el que compendia las posibilidades y los retos que le plantea un periodismo de excelencia al profesional. De todo lo anterior se desprende que ni el Estado ni los gobernantes tienen nada que hacer en esta materia. A lo sumo, instar a las agremiaciones de periodistas a buscar y redactar un código ético. Además de esta inhabilidad derivada de la naturaleza misma de la ética, el Estado no es competente en esta materia porque todos sus voceros podrían llegar a constituirse en jueces y parte al intentar la redacción e imposición de un código ético a los periodistas. La tarea de fiscalizar al poder público y a los funcionarios, que el periodismo ejerce como servicio a la sociedad, les crea a los gobernantes y legisladores una incompatibilidad para asumir la función de reguladores éticos de los periodistas. Cuando los periodistas entienden estas dos poderosas razones, encuentran los motivos para adoptar, de modo autónomo, los instrumentos de autorregulación que les son necesarios e indispensables. Documentación Algunos códigos se han utilizado en ocasiones para restringir la libertad de expresión. Por ejemplo, en los países de régimen comunista,
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donde sirvieron la mayoría de las veces como mecanismo de control político e ideológico de los medios. O en algunos países del tercer mundo, donde fueron redactados y promulgados por organismos políticos para poner de manifiesto la línea editorial oficial a la que el gobierno deseaba que se ajustaran medios y periodistas. Que estos códigos han servido para controlar la libertad de expresión y prensa es indiscutible. Pero sí es discutible, en cambio, que se pueda considerar a estos códigos como auténticos códigos deontológicos. Una nota clave de la autorregulación es que ha de nacer del compromiso libre y voluntario de los propios implicados. Nunca puede tratarse de una imposición externa de políticos, de empresarios, etc., destinada a conseguir fines contrarios a los bienes internos del periodismo. No cabe duda de que siempre es preferible que la iniciativa de crear un código nazca de los propios implicados sin necesidad de presión externa alguna. La condición para que un código de autorregulación lo sea de verdad es que su redacción y, por supuesto, su aprobación sean fruto de la decisión libre de quienes lo promueven. Hugo Aznar. Comunicación responsable. Ariel, Barcelona, 2005, pp. 58, 59.
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casos del
Consultorio Ético
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La censura
Consulta 77
¿Cómo hacer periodismo sin censura a pesar de las ataduras de los medios a poderes políticos y económicos? E c u a d o r.
Respuesta Para esta situación no se ha inventado un mecanismo, treta o jugada eficaz. Son escasos, aunque los hay, los medios sin ataduras a poderes. Si no están atados al poder político, aparecen ataduras con los gobiernos o con grupos religiosos y, sobre todo, con grupos económicos. Esta circunstancia determina constantes presiones sobre el periodista para que no interfiera en esas relaciones con sus informaciones. Estas presiones forman parte de las dificultades corrientes para el ejercicio de la profesión y plantean a diario el mismo dilema: aceptar sumisa y resignadamente la situación y, por tanto, obedecer al interés particular de dueños o directores el medio. En este caso se conserva el empleo y se pierde la dignidad profesional. Lo peor, sin embargo, es que a los receptores de sus noticias, el periodista o el medio les servirán información incompleta, sesgada o mentirosa. En todo caso, ese periodista obediente y sumiso quedará condenado a convivir con su mentira y su indignidad. O se prefiere informar con honestidad, dando la lucha diaria por la independencia, que es la práctica que distingue a los mejores periodistas, que son los más dignos y los más honestos. Como se ve, el mecanismo está en el interior de cada uno.
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Consulta 78
¿Pueden las acciones legales terminar censurando a un periodista? Ve n e z u e l a .
Respuesta Las presiones sobre el periodista pueden provocar el efecto de la autocensura y ese es el objetivo que se proponen los autores de esas presiones. La autocensura es el silencio impuesto por el miedo o por el interés, y en esta predomina el interés propio sobre el interés público. Esas presiones, sin embargo, pueden dar lugar a la reacción contraria, o sea, la del periodista que enfrenta las amenazas y las acciones legales con una información sólida y documentada, capaz de resistir cualquier análisis. En este caso, el interés del periodista aparece subordinado al del público y su ejercicio profesional se ve respaldado por una gran credibilidad. En América Latina se están dando estas dos clases de reacciones frente a las múltiples presiones que se ejercen sobre la prensa. En efecto, todo aquel interesado en ocultar algo (malos manejos administrativos, actos de violencia o de violación de los derechos humanos, prácticas dictatoriales de gobiernos o críticas a las personas o gestiones de gobierno) sabe que la presión armada o la legal suele obtener silencios, pero no excluir la otra reacción, la de medios y periodistas conscientes de su papel en la sociedad, que afrontan el riesgo. A estos les pesa y agobia el silencio más que las amenazas. Documentación Para ser alguien respetado en la profesión es imprescindible combinar cierta sensibilidad, capacidad de sufrimiento, instinto noticioso y la resistencia de un corredor de fondo. Todo esto sumado a una curiosidad enfermiza por el mundo circundante y el don divino de saber contar historias. Con palabras, con fotos o con lo que sea, pero contar a fin de cuentas.
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A todos nos gusta arropar en palabras rimbombantes esta actividad, que algunos nos atrevemos a calificar de “laboral”. Todavía corre de boca en boca la frase pronunciada, en circunstancias penosas para él, por un célebre y cínico periodista italiano: “Ser reportero es siempre mejor que trabajar”. Somos cronistas de conflictos, gente que se dedica a ir de guerra en guerra, recalando en cada revuelta, disturbio, insurrección y toda muestra de locura humana que se cruza en el camino. Y no lo hacemos por un sueldo jugoso o para alimentar una familia entrañable. Lo hacemos, o al menos eso nos gusta creer, porque es una forma fascinante de vivir. Caminar por el filo de la navaja, escapar a la rutina y ubicarnos periódicamente en situaciones extremas, puede convertirse en un deseo insoportable cuando lo que más te interesa en la vida no son los vaivenes del valor de las acciones de la Bolsa, sino las agujantes contradicciones de la naturaleza humana. Alfonso Rojo. Ser reportero. Los ojos de la guerra. Plaza y Janés, Barcelona, 2002, pp. 382, 383.
Consulta 79
¿Tiene cabida la censura en el sistema democrático? Argentina.
Respuesta Por falta de precisión conceptual se confunde a la censura con el autocontrol, que siempre será necesario en la actividad periodística. Se ejerce autocontrol, por ejemplo, al seleccionar las noticias y escoger la más útil para la audiencia sobre otras informaciones que responden a la curiosidad, pero no al interés público. Hay autocensura cuando se calla un hecho o una parte importante de este para proteger un interés personal, de la empresa o de una institución, con perjuicio del derecho que el público tiene a conocer los hechos.
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Sea impuesta desde fuera o autoimpuesta, la censura viola el derecho fundamental a la información. Este es un derecho que está en la base de los demás y que el periodista hace real mediante una información libre. Al recortarse la información por la censura, se priva a la sociedad de una parte de los instrumentos necesarios para decidir y participar, y se subordina un interés público a un interés particular. Desde el punto de vista de la ética se violan a la vez los principios derivados del compromiso con la verdad y los de responsabilidad para con la sociedad. Documentación La censura es el dictamen o juicio ético sobre alguna obra o escrito. Así entendida, la censura la encontramos ya en Grecia. En Roma existía la nota de censura, que el oficial llamado censor decretaba contra aquellos ciudadanos que habían observado un comportamiento opuesto a las buenas costumbres. La nota censurante afectaba los derechos públicos y el aumento de los impuestos. Resultaba efectiva durante todo el período del censor responsable. El sucesor podía ratificarla o anularla. En nuestro lenguaje corriente censurar a una persona o entidad equivale a descalificar moralmente su conducta, globalmente o en algún aspecto determinado. En teoría, es obvio que no se le puede negar al Estado el derecho a imponer la censura previa en nombre del bien común y los derechos humanos que ha de defender y tutelar. En la práctica, lo deseable es que el Estado ejerza ese derecho a través de la autocensura reflejada en los códigos deontológicos o profesionales. Las autoridades estatales, en lugar de imponer la censura previa, deberían reservarse para aplicar la justicia del bien común y de los derechos humanos contra sus violadores. La mejor censura es la conducta ética personal y profesional. Cuando falle ese sentido de responsabilidad es cuando debería intervenir el Estado y no antes. Al menos como norma general. Niceto Blázquez. Ética y medios de comunicación. Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1994, pp. 499, 500.
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Consulta 80
¿Qué puede hacer un medio cuando la dirigencia política lo censura con pauta publicitaria? Argentina.
Respuesta La solución ideal sería ser independiente sin molestar a los dueños del aviso, sobre todo cuando son funcionarios que presionan a través de la pauta publicitaria. La realidad es distinta. Siempre se corre el riesgo de molestar a uno de los dos quisquillosos señores: el anunciante o el gerente del medio. O de agraviarlos a los dos. El tercero en discordia es la conciencia profesional, que si se vende, contenta a uno y a otro. Los periodistas que han intentado manejar este triángulo han recurrido a prácticas como estas: Separar radicalmente la redacción de la gerencia, así será el gerente quien lidie a los anunciantes. Hacer ver que la relación del medio con los anunciantes no es de compadrazgo ni de amistad, sino de negocios. El anunciante no hace un favor al incluir su mensaje comercial en la pauta del medio, sino un negocio que le permite contar con la credibilidad y la circulación del medio. Al mismo tiempo, los medios, conscientes de la manipulación que hacen los gobiernos mediante la pauta publicitaria, buscan otra financiación en el sector privado. Esto significa que el medio debe ser competitivo y que esta competitividad es el resultado de la incidencia de dos factores que se complementan: la calidad del producto periodístico y la credibilidad.
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Lidiar con amenazas
Consulta 81
¿Es la autocensura la mejor elección de un periodista al ser amenazado? Ve n e z u e l a .
Respuesta Pretender que el periodismo pueda ser una profesión sin riesgos es reducirla al limitado papel de notario de eventos de sociedad o de la vida leve de actores, celebridades, reinas de belleza, o de testigo de desfiles de modas, que son las actividades que un periodista puede cubrir sin un riesgo notable. El periodista que refleja la vida de la sociedad corre los mismos riesgos a que están enfrentados los miembros de esa sociedad. Estará en medio de sus catástrofes naturales o sociales, no le podrá hacer el quite a sus peligros, sentirá sus miedos, perplejidades e incertidumbres y alguna vez estará entre dos fuegos o enredado entre amenazas, acusaciones y procesos judiciales. Nada de lo que afecta a sus lectores podrá serle extraño. Es una ilusión esperar que el periodismo pueda convertirse en una burbuja protectora para el periodista, desde donde se pueda contemplar el espectáculo de la historia diaria como desde un palco de primera fila. Quien aspire a ser periodista, lo mismo que quien aspira a ser soldado o bombero, debe saber que el riesgo es un factor que estará presente en su ejercicio profesional. Sin embargo, no se es periodista para correr riesgos, porque la temeridad no es una virtud profesional. En cambio, el valor para afrontarlos, cuando son inevitables, es una de las reservas que el
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periodista mantiene como recurso necesario para cumplir con su deber profesional. Así como para ser periodista se necesitan una curiosidad inextinguible, una pasión viva para conocer la verdad, para hacer triunfar la justicia y para servir a la sociedad, también es indispensable la decisión de correr los riesgos que sean necesarios para cumplir con esos objetivos. Unas veces serán riesgos llevaderos, como quedar sin empleo o ser acusado o ridiculizado; otras veces serán riesgos mayores para la vida o el bienestar del periodista y de los suyos, pero siempre el trabajo le exigirá mucho más que a los que ejercen otras profesiones protegidas contra todo riesgo. Esto debe quedarles claro a todos los que aspiran a ser periodistas desde los primeros días de su formación universitaria, cuando todavía es posible revisar su elección profesional y optar por carreras que garanticen una vida larga, placentera y alejada de todo peligro. El periodismo no da esa garantía. Documentación Entre corresponsales hay diferentes tipos: el ávido de emociones, medallas y alto sueldo, deseoso de vivir peligrosamente para sacar provecho del riesgo; el cínico, que al regreso se hace el héroe y cuenta batallitas con un vaso de whisky en la mano; o el que informa desde la compasión por las víctimas, desde la solidaridad y la identidad con los que padecen la historia, con las causas perdidas y los perdedores a los que trata de rescatar, los oprimidos. Considera que el reportaje es más importante que él. En este segundo caso aflora la verdadera dimensión informativa y humana del corresponsal. En él se mantiene vivo el compromiso profesional con la búsqueda de la verdad, precisamente en el contexto donde esta búsqueda es más peligrosa y arriesgada, donde peligra su propia vida. Así lo expresaba en marzo de 2000 Julio Fuentes: “Lo primero es cumplir con mi trabajo como periodista, no descansar jamás hasta que doy con la información, con la noticia propia, esa que uno tiene que buscar a pesar de cualquier conflicto”. (...) Entendido así, el periodismo suele dejar de ser un medio de vida para convertirse en un modo de vida. Un modo de vida que
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lamentablemente comporta el riesgo de perderla, un riesgo que suele aumentar, además, conforme lo hacen el compromiso y la implicación del corresponsal. Hugo Aznar. Ética de la comunicación y nuevos retos sociales. Paidós, Barcelona, 2005, pp. 162, 163.
Consulta 82
¿Cuál es la responsabilidad de los medios si el gobierno se muestra incapaz de garantizar la seguridad de los periodistas? Ve n e z u e l a .
Respuesta La protección del periodista es responsabilidad a la vez de los medios y de los gobiernos. Unos y otros deben responder ante la sociedad por el derecho a la información y, por tanto, por quienes producen información. La protección debida a los periodistas es una garantía para la buena información de la sociedad. Esa información fluirá si el periodista está libre de coacciones, presiones o amenazas; será en cambio una información restringida o incompleta si al periodista lo asedian peligros profesionales y no cuenta con apoyo alguno. Las normas internacionales que consignan el derecho del periodista a esa protección y exigen a los estados para que la provean se basan, a su vez, en el derecho de la población a una información de calidad y en el derecho de los individuos a la libertad de opinión y de expresión. Puesto que el derecho a la información es la base de los demás derechos, toda la estructura de los derechos de la sociedad se pone en peligro cuando al periodista se le impide su tarea de obtener y ofrecer información o se le presiona para que acuda a la autocensura como mecanismo de defensa.
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Documentación Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, lo que implica el derecho a no ser molestado por sus opiniones, así como el de buscar, recibir y difundir, sin consideración de fronteras, las informaciones y las ideas por cualquier medio de expresión. Los individuos que siguen a un ejército sin formar parte de él, tales como los corresponsales de periódicos, los cantineros, los proveedores, que caigan en poder del enemigo y que este considere útil retener, tendrán derecho al trato de prisioneros de guerra… Naciones Unidas. Declaración de los Derechos Humanos. Artículos 19 y 13.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículo 13.
Toda persona tiene derecho a acceder a la información. Todas las personas deben contar con igualdad de oportunidades para recibir, buscar o impartir información por cualquier medio de comunicación sin discriminación, por ningún motivo, incluso los de raza, color, religión, sexo, idioma, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquiera otra condición social. El asesinato, secuestro, intimidación, amenaza a los comunicadores sociales, así como la destrucción material de los medios de comunicación, violan los derechos fundamentales de las personas y coartan severamente la libertad de expresión. Es deber de los estados prevenir o investigar estos hechos, sancionar a sus autores y asegurar a las víctimas la reparación adecuada. Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión. Artículos 2, 9.
Toda persona tiene el derecho a buscar y recibir información, expresar opiniones y divulgarlas libremente. Nadie puede restringir o negar estos derechos.
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El asesinato, el terrorismo, el secuestro, la intimidación, la prisión injusta de los periodistas, la destrucción de material de los medios de comunicación, la violencia de cualquier tipo, la impunidad de los agresores coartan severamente la libertad de expresión y de prensa. Estos actos deben ser investigados con prontitud y sancionados con severidad. Declaración de Chapultepec. Artículos 2 y 4.
Consulta 83
¿Cómo manejar fuentes hostiles o que presenten riesgo para nuestra vida? Honduras.
Respuesta El soldado que va a la guerra, el policía que combate la delincuencia, el bombero que enfrenta un incendio, una inundación o una catástrofe y el periodista que denuncia hechos delictivos, son profesionales que al ejercer su actividad le responden a la sociedad y atienden con los recursos de la profesión sus necesidades. Cualquiera de estos profesionales sabe, desde que decidió su carrera, los riesgos que ella comporta y gran parte de su profesión se orienta a la capacitación para correr esos riesgos con conocimiento y madurez profesional. En el caso del periodista, él sabe que la denuncia de los hechos delictivos, sobre todo si son las autoridades las que están involucradas en ellos, es un deber profesional; también sabe que su investigación y su información, eficaces y creíbles, son tareas irrenunciables y que hacerlo, de modo respetuoso de los derechos de todos, es un asunto de calidad profesional elemental. No se trata, como se ve, de denunciar por denunciar, sino de entregar a los receptores todos los datos que permitan a las autoridades determinar la culpa o la inocencia de los acusados, y a toda la sociedad mantener la vigilancia del bien público. En el periodista se concentran, por tanto, la decisión de informar el cuidado de los derechos de todas las personas y la prudencia para no correr riesgos innecesarios.
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Documentación Una serie de recomendaciones para la autoprotección en casos de amenazas o de situaciones de extrema violencia. • Descubrir puntos débiles en la seguridad de nuestra casa. • Mantener a mano el número telefónico de nuestros jefes, la policía y algunos vecinos. • Sospechar de cartas o paquetes no esperados. • Observar si hay personas o vehículos en actitud de espera cerca de nuestras casas y anotar su número de patente. • Si nos trasladamos a pie, no caminar por el borde de la vereda, sino por el interior y en sentido contrario al de la marcha de los vehículos. • Incluso en países políticamente poco violentos, es conveniente atender nuestra seguridad personal a través de algunos recaudos. En general, siempre que tomemos contacto con algún desconocido o persona potencialmente peligrosa informar a los jefes el lugar u horario de la reunión. • Nunca provoquemos a quienes nos amenacen y, si hace falta, cambiemos nuestra rutina de salidas y recorridos. En caso de recibir amenazas de muerte no las hagamos públicas inmediatamente, tratemos, al contrario, de identificar su origen, por ejemplo, con un identificador de llamadas para conocer el número de teléfono desde donde parten y solo después de comprobar la continuidad del hecho y la envergadura de los recursos de los amenazadores, hagamos una denuncia penal y difundamos el caso. Así obligaremos al juez y a la policía a investigar y, seguramente, se pondrá en marcha un operativo público de solidaridad con nosotros. Daniel Santoro. Técnicas de investigación. Fondo de Cultura Económica, México, 2004, pp. 127, 128.
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Consulta 84
¿Debe el periodista hacer caso omiso de las amenazas o callar la verdad por proteger su vida? Colombia.
Respuesta De las amenazas no se debe hacer caso omiso; se las ha de tener en cuenta como otro de los obstáculos que el periodista encuentra en su ejercicio profesional. La amenaza es, por tanto, otro obstáculo; no es el obstáculo. Callar como respuesta a la amenaza es una manera de reaccionar frente al obstáculo, pero no es la única. Algunos aprovechan la amenaza para hacer autocrítica de su trabajo: ¿algo falla en su actividad profesional? ¿Quien amenaza echa mano de un medio drástico indignado por la inexactitud de la información? ¿O por su tono? ¿O porque algo omite? Cuando estas y otras preguntas dejan en evidencia fallas profesionales, lo correcto es corregirlas y no utilizar la amenaza recibida como pretexto para mantener los mismos errores, magnificados por una aureola de heroísmo o de martirio. Hay quien, después de mirar y comprobar la exactitud y pertinencia de la información, busca otros medios para hacerla conocer, con tanta mayor razón, puesto que alguien quiere silenciarla; todo esto bajo la convicción de que su deber es hacer llegar la información a pesar de todo y no importa si a través de su medio o de otro, con su nombre o con seudónimo, o sin nombre alguno, desde otro lugar o desde otro país, porque lo que importa es que el hecho, la advertencia o la denuncia se conozcan. En últimas, la amenaza pone a prueba la consistencia profesional del periodista y su nivel ético. Los más ejemplares son los que entienden que informar es su misión y al cumplimiento de esa misión le entregan todo.
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Documentación En cuanto a la ética, la evolución que ha experimentado ha significado al tiempo una subjetivación y una universalización. La célebre frase de Kant, “la ley moral en mi corazón”, lo expresa perfectamente: la moral es ley, pero una ley no escrita por nadie, sino inscrita en el corazón de cada individuo. A medida que se seculariza el pensamiento, lo hace también la ley moral, que deja de ser heterónoma para ser autónoma. Una autonomía, sin embargo, para hacer “lo que se debe hacer” y no para hacer lo que a uno se le antoje. Tras varias secularizaciones, solo nos queda la libertad, pero una libertad desorientada y vacilante. Por una parte, somos víctimas de las fuerzas que realmente mueven a las sociedades y que producen una homogenización, una universalización de las costumbres, pero que no satisface como meta, porque es consecuencia de la masificación y de la mediocridad que la sociedad de masas trae consigo. Por otro lado, nos damos cuenta de que la única forma de combatir la indiferencia, la única forma de rebelarnos contra ese tout est bien que tanto exasperaba a Voltaire es imponiéndonos unos límites imbatibles y recuperando unos criterios que sirvan de conexión y de freno a la inercia de los poderes que nos arrastran sin que se note. La libertad es algo más que la anuencia con el “todo vale”. Y es que el movimiento liberalizador del individuo y sus diferencias, que nace y se desarrolla con la modernidad y significa progreso, se ha conseguido a fuerza de ir ganando en eso que Isaiah Berlin ha definido magistralmente como “libertad negatividad”. La libertad que consiste en la desregulación, en la ausencia de normas y coacciones, en la capacidad para hacer lo que uno quiere sin que nadie lo impida. Una libertad sin norte, puesto que de eso se trata: que cada cual determine el rumbo que quiere dar a su vida. El ser humano –dijo Kant– debe ser autónomo, darse a sí mismo las normas y no someterse solo a normas establecidas por otros. Victoria Camps. El malestar de la vida pública. Ed. Grijalbo, Barcelona, 1996, pp. 62, 63.
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Consulta 85
¿El Estado está obligado a proveer seguridad a los periodistas o estos deben asumir los riesgos inherentes a su profesión? México.
Respuesta En Colombia algunos periodistas pidieron protección y el gobierno la otorgó. En la mayoría de los casos el periodista enfrentó esa situación con distintos recursos. Prudencia en sus desplazamientos: cambio de rutas al movilizarse, evitar lugares solitarios, preferir calles vigiladas, disminuir desplazamientos. Estas y otras normas fueron dadas a conocer en las redacciones por agentes de seguridad. Cambiar de fuentes: de modo que el periodista en peligro, que cubría judiciales, pasara a otras áreas de menor riesgo previsible. Las firmas en las notas fueron reemplazadas por un escueto “redacción judicial” o “redacción”. Un pacto entre periodistas (similar al que Jesús Blancornelas propuso en Tijuana) determinó que si a un periodista se le amenazaba por su información sobre determinado tema, todos los otros periodistas en sus respectivos medios investigarían y publicarían sus notas sobre ese tema. Pedir el traslado del periodista a otra localidad o salir del país. Afrontar el riesgo con responsabilidad, esto es, con información rigurosamente comprobada en cada caso y sin comportamientos temerarios. En efecto, más importante que cualquier ayuda o protección oficial es la actitud del periodista. Es el momento de valorar la profesión, de reflexionar sobre su importancia y su influencia en la vida de la sociedad y de decidir en consecuencia. Documentación De una investigación de Medios para la Paz, titulada “La guerra, una amenaza para la prensa”, algunos hallazgos son aplicables al caso propuesto.
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Las prácticas y rutinas de los periodistas investigados están presentes a lo largo de la cadena de producción de la noticia, razón por la cual la responsabilidad es compartida entre los empresarios, el equipo directivo y los periodistas; sin embargo, encontramos una escasa capacidad de autocrítica. La investigación detectó que las prácticas alrededor de la relación periodismo-política son las que implican el mayor riesgo y peligro para los periodistas, especialmente en las pequeñas ciudades. La agudización del conflicto armado y su presencia en los centros urbanos llevaron a que la guerra permeara las actividades políticas y económicas de las regiones afectadas. Allí el periodista, que habitualmente trabajaba con los sectores políticos, resultó en medio del conflicto, dando lugar a que los grupos armados lo identifiquen con sus jefes políticos y como aliado del enemigo. El periodista, deslumbrado por el reconocimiento social de su trabajo, se convierte en político o en un activista que cambia de rol convirtiéndose en mediador de secuestros o defensor de los derechos humanos, lo que se presta a confusiones y estigmatizaciones por parte de los grupos en conflicto. Otra gran área donde se encontraron prácticas que se pueden considerar nocivas es en la relación con las fuentes. La especialización en una sola fuente generó que el periodista fuera identificado como aliado de su fuente y que los adversarios lo consideraran objetivo militar. En el tratamiento de la información se identificaron prácticas complejas como sobredimensionar o inflar las noticias, situación que se explica por la presión excesiva de los jefes, por la ausencia de espacios de comunicación y reflexión sobre los temas y por los sistemas de contratación laboral. Finalmente, las relaciones entre colegas son tan conflictivas en algunas regiones que, además de acusaciones, descalificaciones y agresiones mutuas, se presentan denuncias de los colegas ante los grupos armados.
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Fotoperiodismo
Consulta 86
Un fotógrafo fue duramente criticado porque en lugar de ayudar a una persona que había caído a las vías del metro, le tomó una fotografía antes de que el tren le pasara encima. ¿Qué debió hacer? Colombia.
Respuesta La pretensión de resolver casos como este, lo mismo que cualquier caso ético, escogiendo uno de los términos del dilema, no consulta la realidad e impondría un juicio injusto. Entre otras razones porque ninguna realidad se enmarca en uno de los dos extremos teóricos. Hay que tener en cuenta, además, que las circunstancias del hecho solo las conoce el protagonista, el fotógrafo, en este caso. Solo él sabe si estuvo en condiciones de prestar ayuda y como tal pudo ser un testigo impotente de la tragedia; solo él sabe si enfrentó un conflicto de prioridades en aquella fracción de segundo del accidente; o si, en vez de conflicto, él tenía definida una prioridad. Ante esta situación, todo lo que puede hacerse en una reflexión ética es: • Definir para sí cuál es la prioridad que resiste cualquier juicio de valores. • Esa definición puede ser el comienzo de la formación de una sensibilidad que, en un momento dado, responda al instante y sin vacilaciones. La ética, en efecto, es más sensibilidad que razonamiento. • Acentuar la convicción de que en ética nadie es juez de nadie, salvo de sí mismo, porque solo uno mismo conoce todos los elementos que llevan a una decisión.
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• Someter a crítica el pensamiento común entre periodistas según el cual la actualidad del registro es lo máximo en periodismo. • Descartar el sofisma según el cual una es la actuación como ser humano y otra la del profesional, como si en la realidad el ser humano profesional no fuera una unidad.
Por estas razones, la reacción más honesta y sabia en casos como este es la que hace las siguientes preguntas: ¿en este caso, qué habría hecho yo? ¿Por qué? A partir de las respuestas vendrá el examen crítico, sustentado por principios éticos. Documentación Un fotógrafo del Middletown Journal se encontraba en un taller de reparación de autos cuando se produjo una explosión que envolvió instantáneamente en llamas a un mecánico. Ignorando su cámara, el fotógrafo tomó de inmediato un sobretodo, envolvió al hombre y aplacó las llamas; el mecánico escapó de la muerte con quemaduras de segundo grado en el 30 % de su cuerpo. Este fotógrafo de 26 años comentó después: “Uno no se puede quedar ahí sin más”. Y después de que un fotógrafo del Santa Fe New Mexican colaboró rescatando una familia de un semitrailer en llamas, antes de que tomara una sola fotografía, declaró que su situación era más típica que aquel estereotipo del reportero que ignora las víctimas solo para conseguir una buena toma: “Me parece que ese es el estigma con que se nos asocia”, observó el fotógrafo Mike Heller. Estos fotógrafos hicieron recordar las fotos que mostraron monjes budistas inmolándose hasta morir como protesta en las calles de Saigón. Dos de los fotógrafos que las obtuvieron defendieron su actitud. Malcolm W. Browne, de la AP, admitió que después de tomar las fotos no se le pasó por la mente que lo hacía para detener inmolaciones. “Me parece que el deber de un hombre de noticias es presenciar los hechos y reportar noticias, no tratar de impedirlos”. Peter Arnett, de la AP, admitió en 1971 que él “hubiera podido impedir la autoinmolación al acercarse al individuo y arrojar lejos la gasolina”, pero añadió: “Lo hubiera deseado como ser humano, pero no podría hacerlo como reportero”.
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Prácticamente nadie discutió las racionalizaciones de Browne o Arnett en aquellos años. Las fotografías de los monjes se distribuyeron ampliamente en toda la prensa de EE. UU. Sin embargo, la actitud hacia la utilización de fotos como aquellas parece estar cambiando. Hoy día la mayoría de los periodistas probablemente cuestionaría la posición de los dos reporteros y argumentaría, por ejemplo, que quizás su presencia pudo inspirar los suicidios de protesta y que debieron haber intentado algo para impedirlos y sería inconcebible que tales fotografías recibieran el mismo despliegue que en los sesenta. Lentamente el periodismo se comienza a alejar del crudo desapasionamiento, buscando la compasión como base de una conducta periodística. Eugene Goodwin. Por un periodismo independiente. Tercer Mundo, Bogotá, 1994, pp. 432, 433.
Consulta 87
Siento que los noticieros de televisión están abusando del recurso de las cámaras de seguridad que registran asaltos. ¿Está bien esta práctica? Colombia.
Respuesta El rigor en la información periodística forma parte del compromiso con la verdad que impone la ética profesional. Ese rigor rechaza, por ejemplo, el uso de una sola fuente, e impone el recurso a fuentes plurales y diversas, y el análisis de contenido de la información. Contra la convicción común de que basta ver para llegar a la verdad de los hechos, el periodista cuidadoso no considera suficiente el ejercicio de ver u oír, e incluye entre sus tareas de búsqueda de la verdad el análisis como base para la interpretación de los hechos. Así, el ver es otro elemento, no el único para conocer el material registrado por las cámaras de seguridad. En consecuencia, se incorpora
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a otros datos que, manejados críticamente y con imaginación, permiten entregarles a los televidentes una versión lo más cercana posible a la realidad de los hechos. Esto supone un trabajo de recolección de información mucho más exigente que el solo uso de los videos Las nuevas tecnologías, por tanto, han de ser utilizadas como otros recursos para informar, no como sustitutos de la actividad profesional en busca de la verdad que se pone al servicio de la sociedad. Así como las grabadoras de sonido no han de reemplazar la memoria ni el ejercicio crítico del periodista al conversar con sus fuentes, los aparatos de video no pueden ser utilizados como reemplazo del ojo ni de la mirada. Cualquier producto de la tecnología debe ser mantenido en su calidad de instrumento de una voluntad y de un propósito libre de los humanos. Documentación Expertos estiman que los diarios impresos tienen ahora tres caminos para su supervivencia: el perspectivista, el periodismo local y una tercera vía que es la mezcla de los dos. El perspectivista, o de referencia, es el que se dedica al análisis, a la interpretación y la profundización de los temas. Conocido como inmediatista, el periodismo local busca hacerse fuerte en su territorio natural. Es coyuntural, de reacción rápida, privilegia el servicio al lector, la información útil. El tercer camino es ecléctico; mezcla las dos tendencias anteriores y busca un equilibrio basado en ser perspectivista para lo nacional y mundial, pero de utilidad y servicio en lo local. Con tres opciones claras para el futuro, la actual crisis de los diarios impresos no parece deberse necesariamente a la competencia de otro tipo de medios o al avance indetenible de la informática, sino a la falta de autocrítica. En efecto, pocos son los propietarios y editores jefes que en medio del vértigo del trabajo cotidiano y de la presión de los cierres se detienen a reflexionar sobre lo que están haciendo. Se preguntan a veces con desesperación qué hacer para que los lectores compren el periódico, pero es posible que olviden interrogantes
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esenciales: ¿realmente hace falta leer el diario para que la gente viva su día? ¿Hasta qué punto se está volviendo un acto suntuario la compra del diario? ¿Qué contenidos informativos justifican que el lector realice el esfuerzo económico de adquirir un ejemplar todos los días? Las respuestas no son fáciles porque pasan, sobre todo, por una decisión crucial: pensar un periódico distinto, renovado, abierto a la realidad circundante. Se trata de un reto difícil porque implica un cambio de mentalidad, de cultura y de hábitos y actitud que no se puede hacer por decreto o memorando del director, sino mediante una estrategia, con objetivos y cronogramas precisos, cuyo eje sea un proceso intensivo de capacitación, motivación e involucramiento de todo el equipo que participará en el cambio. Rubén Darío Buitrón. Periodismo por dentro. Ciespal, Quito, 2005, pp. 86, 87.
Consulta 88
¿Es posible jerarquizar una imagen de baja calidad optando por la inmediatez que brinda un teléfono móvil en vez de la posibilidad de tener imágenes mejores? México.
Respuesta Son dos elementos diferentes que pueden llegar a complementarse: la fotografía y la información. Como las palabras, las imágenes fotográficas pueden informar o desinformar; también puede suceder que las imágenes entreguen una información que las palabras no alcanzan a dar; o lo contrario: que las palabras hagan perceptibles realidades que se les escapan a las imágenes. La discusión sobre la calidad informativa, diferente de la imagen en blanco y negro y la de color, tiene que ver con el papel estimulante de la imagen en blanco y negro o del color y, por tanto, con la información que transmiten.
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En teoría se vinculan la presencia de la imagen y la mejor calidad de la información. Sin embargo, en la práctica los lectores podrán prescindir de la imagen con tal que la información sea completa. Es la conclusión que deja la encuesta entre lectores de La Nación y de Clarín de Buenos Aires. El 76 % del público no considera la fotografía un atributo que mejora la calidad del diario. En esto descubrieron una diferencia de criterios entre los periodistas y los lectores. “Los diarios, concluyeron los encuestadores, sobrevalúan el material fotográfico, a diferencia de los lectores, que no consideran que la fotografía agregue valor a las noticias”. Quizás sea la explicación de la secundaria importancia que le conceden a si la foto es de calidad o no, con tal de que informe. Es el caso del material que proporcionan las cámaras de seguridad cuando ocurre un hecho noticioso: para el lector lo definitivo es que esas imágenes lo informen; lo demás lo consideran añadidura. En una situación ideal lo deseable es que tanto las imágenes como la información sean de óptima calidad. Documentación La inmovilidad del instrumento fotográfico no permitía otra cosa que una cierta documentación ilustrativa o didáctica. A partir de este momento, en la historia de las comunicaciones, una nueva dimensión se superpone con extrañas correspondencias a la realidad. Se abre de ese modo la época de la comunicación visual de masas. En esta nueva etapa, el público forma parte del hecho porque tiene la sensación de participar de la realidad o, mejor, de una tecnología que permite construir una entre múltiples realidades posibles. Pero, al mismo tiempo, la fotografía es la evidencia de que la noticia es real, ya que no hay mejor prueba que la imagen de un acontecimiento. Por todos estos motivos, la fotografía se ha convertido en un material fundamental de la comunicación periodística y, en razón de esto, se ha medido el nivel de importancia que tiene para el público la fotografía en un diario.
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Para realizar esta evaluación se utilizaron dos afirmaciones: • Un diario es bueno cuando está ilustrado con muchas fotografías. • Una noticia está incompleta si no tiene fotos.
Las respuestas permiten afirmar que el 76 % del público lector de diarios no considera que la presencia de fotografías sea un atributo que mejore la calidad del diario o de la noticia. Esta tendencia se registra en todos los segmentos de análisis, pero se profundiza entre los lectores inexpertos (85 %) y entre los lectores de La Nación (93 %), que no están de acuerdo con que las fotografías hagan que un diario sea mejor o que una noticia esté más completa. Otro elemento gráfico de uso habitual en los medios es la infografía. En este tema el público de diarios tiende a responder afirmativamente cuando se le enfrenta la siguiente afirmación: las ilustraciones y las fotografías ayudan a entender la noticia. El 76 % de los lectores entrevistados está de acuerdo con la afirmación, acuerdo que no presenta variaciones significativas a la luz de la experiencia como lector de diario ni desde el análisis por diario de lectura habitual, aun cuando los lectores de La Nación están algo menos de acuerdo con la idea de que las ilustraciones y los gráficos ayudan a entender la noticia (70 %). Lidia de la Torre y María Teresa Téramo. La noticia en el espejo. Educa, Buenos Aires, 2004, pp. 190, 192.
Consulta 89
¿Es ético el uso de cámaras escondidas? México.
Respuesta El derecho a informar con fotografías o videos sobre hechos públicos debe armonizarse con el derecho de las personas sobre su imagen. Son dos derechos que no tienen por qué excluirse, sino complementarse.
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Hay que considerar, además, el tema de la información gráfica. Si se trata de un asunto relacionado con el interés de todos, la información es pertinente y está respaldada por el derecho a la información; en cambio, cuando se trata de informar asuntos privados, la información gráfica pierde su justificación. No se puede olvidar que la fotografía es una forma de invasión a la intimidad y de apoderamiento inconsulto de la imagen de alguien, salvo que haya habido acuerdo previo del fotógrafo y el fotografiado. Ante este hecho pasa a un lugar subordinado si la imagen se obtiene en un lugar público. En ese espacio la persona conserva el derecho a no ser molestada por el fotógrafo. Todas las anteriores consideraciones resaltan el abuso que representa el recurso de la cámara escondida, en el que a la violación de unos derechos se agrega el engaño. Como se ve, una actitud ética supone un equilibrio entre el interés público de la información y los derechos de las personas. Documentación Casi siempre fotografiar a otro ser humano significa meterse en su intimidad. A menudo los fotógrafos se sienten desgarrados por un sentido de culpa cuando otros se enfadan con ellos por tomarles fotos. El fotógrafo Bill Welch escribió acerca de un sentido “de invadir la intimidad en un momento íntimo casi embarazoso”, cuando fotografió a un veterano de Vietnam que estaba llorando. Se dio cuenta de que la gente lo miraba indignada, como “si estuviera cometiendo un acto obsceno”. Susan Sontag asocia la toma de fotografías al voyerismo y afirma que el acto de fotografiar a una persona “se asemeja a una violación”. “Hay una aprensión implícita cada vez que se utiliza una cámara para fotografiar”, dice Sontag. Lo mismo que la cámara es una sublimación de la pistola, explica, “fotografiar a alguien es un asesinato sublimado… un asesinato suave”. En este aspecto predatorio, un fotógrafo abusa cruelmente del sujeto y se lleva su imagen como un botín. “Fotografiar es apoderarse de la cosa que se fotografía”, afirma Sontag.
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La invasión de la vida privada está siempre presente en la conciencia del fotógrafo. Su problema no es tanto legal como moral. El problema de la vida privada está siempre presente ahí. Harry Marsh, jefe del Departamento de Comunicación en la Universidad de Kansas, escribió una carta al periódico The Quill sobre la imagen de una familia afligida: “No sé cómo podemos demostrar la realidad si no es invadiendo la intimidad de la gente”. Lo que los fotógrafos tratan de hacer es demostrar la realidad. El fotógrafo Welch comenta que el punto central de su fotografía del veterano llorando era “dar a miles de los suscriptores del diario una forma de comprender e incluso de compartir lo que el acontecimiento significaba”. No hay placer en fotografiar la violencia, el crimen o la tragedia, explica Welch, pero las noticias acerca de estas tragedias dan una imagen de la sociedad tal como es. Todos los reporteros afrontan cuestiones éticas sobre cómo obtener la información. Un fotógrafo las encara con especial intensidad. William L. Rivers y Cleve Mathews. La ética de los medios de comunicación. Gernika, México, 1998, pp. 222, 223.
Consulta 90
¿Qué tan ético es grabar o fotografiar a una persona sin que esté enterada? ¿Qué pasa si son imágenes tomadas sin permiso para su publicación? Colombia.
Respuesta Hay un derecho a la imagen cuando esta se asocia a la intimidad de una persona. El derecho italiano y el francés miran como una violación de ese derecho que a alguien se le fotografíe o grabe en un lugar privado. En España se ve como una violación la imagen que se obtiene en lugares públicos cuando el fotografiado actúa de modo íntimo, por ejemplo, la pareja que se besa. Aunque el lugar es público, las acciones forman parte de la vida íntima de las personas.
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Estas jurisprudencias dejan en claro unos principios aplicables al ejercicio del derecho a la imagen: Las imágenes de acontecimientos públicos (un partido de futbol, una manifestación política, una función de teatro, etc.) convierten la imagen de las personas presentes en un elemento accesorio y no hay lugar a reclamo sobre el deber de pedir consentimiento para la fotografía. También se presume que es un evento público la fotografía de un grupo de graduados o de excursionistas que posan para la cámara. Algo distinto es la imagen en un lugar público “con características que indiquen desmerecimiento o menosprecio del afectado” (Vásquez, 83). Atenta contra ese derecho la imagen de una persona que se capta en circunstancias de su vida privada. Cuando se trata de personas de proyección pública no se violan su intimidad ni su derecho a la imagen cuando se les capta en actividades y lugares públicos. Es de buen estilo advertir a las personas que van a ser mostradas en primeros planos, que su presencia en lugares y eventos públicos será registrada y publicada. El fotógrafo, aunque cazador de imágenes, no es un asaltante que se apodera de las imágenes de las personas contra su voluntad o sus derechos. Documentación Aunque en un sentido la cámara captura la realidad y no solo la interpreta, las fotografías son una interpretación del mundo tanto como las pinturas y los dibujos. Las ocasiones en que el acto de fotografiar es relativamente indiscriminado, promiscuo o modesto no merman el didactismo de todo el empeño. Esta misma pasividad y ubicuidad del registro fotográfico es el mensaje de la fotografía, su agresión. Las imágenes que idealizan, como casi todas las fotografías de modas y animales, no son menos agresivas que la obra que hace de la llaneza una virtud, como las fotografías clasistas, las naturalezas muertas del tipo más desolado y los retratos de criminales. Todo uso de la cámara implica una agresión.
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(…) Hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como jamás pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden poseerse simbólicamente. Así como la cámara es una sublimación del arma, fotografiar a alguien es cometer un asesinato sublimado, un asesinato blando, digno de una época triste, atemorizada. Quizás con el tiempo la gente aprenda a descargar más agresiones con cámaras y no con armas, y el precio será un mundo más atragantado con imágenes. Una situación en la que la gente está sustituyendo balas por película, es el safari fotográfico que está reemplazando los safaris armados en África oriental. Susan Sontag. Sobre la fotografía. Random House, Barcelona, 2008, pp. 17 y 24.
Consulta 91
¿Es ético que los medios les den despliegue a escenas tan crueles como la del niño migrante sirio ahogado en una playa? Colombia.
Respuesta Hay una responsabilidad ética que rige el manejo de las imágenes. Como las palabras, aunque con mayor fuerza, las imágenes convocan hechos, situaciones, ideas, emociones. Esta posibilidad de comunicación es la que el fotógrafo y su editor tienen en cuenta para decidir qué se publica y qué no. Se publica para informar, para hacer entender, para denunciar, para compartir una emoción o un conocimiento. Hay quienes publican para vender y puede ocurrir que el fin sea la denuncia, aunque, como efecto colateral, dispare las ventas, que puede ser el caso de la foto del niño sirio. Es una fotografía que debía publicarse como denuncia y, en todo caso, menos cruel que la realidad de los migrantes, de la que muestra solo un fragmento y que pudo sacudir la indiferencia del mundo,
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que aún no estaba suficientemente convencido de la gravedad de este drama humanitario. Los efectos que se produjeron después de esta publicación demostraron que sí era necesaria la difusión de la imagen. No todo lo cruel debe ser silenciado en nombre del buen gusto; a veces será indispensable hacerlo ver para sacudir y hacer tomar conciencia. Le corresponde al periodista evaluar estas circunstancias desde una actitud de servicio al bien común. En efecto, si la publicación hubiera puesto en riesgo la dignidad del niño o hubiera pretendido satisfacer la curiosidad morbosa del público, no se hubiera justificado. Las reacciones producidas le dan a esta imagen la entidad de un grito, de un reclamo, de un lamento que debía ser oído y entendido. Y eso es lo que está sucediendo. Documentación Las imágenes son, de hecho, capaces de usurpar la realidad porque ante todo una fotografía no es solo una imagen (en el sentido que lo es una pintura), una interpretación de lo real; también es un vestigio, un rastro directo de lo real, como una huella o una máscara mortuoria. Si bien un cuadro, aunque cumpla con las pautas fotográficas de semejanza, nunca es más que el enunciado de una interpretación, una fotografía nunca es menos que el registro de una emanación (ondas de luz reflejadas por objetos), un vestigio material del tema imposible para todo cuadro. Entre dos opciones ficticias, que Holbein el Joven hubiera vivido el tiempo suficiente para haber pintado a Shakespeare o que hubiera inventado un prototipo de la cámara tan pronto como para haberlo fotografiado, la mayoría de los bardólatras escogería la fotografía. Y no solo porque la fotografía presuntamente nos mostraría cuál era la verdadera apariencia del escritor, pues aunque la hipotética fotografía estuviera desdibujada, fuera apenas inteligible, quizás seguiríamos prefiriéndola a otro glorioso Holbein. Tener esa fotografía equivaldría a tener un clavo de la santa cruz. Casi todas las manifestaciones contemporáneas sobre la inquietud de que un mundo de imágenes está sustituyendo al mundo real siguen siendo un eco de la depreciación platónica de la imagen: verdadera en cuanto se asemeja a algo real; falsa, pues no es más 204
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que una semejanza. Pero este venerable realismo ingenuo no resulta tan pertinente en la era de las imágenes fotográficas. Pues el acusado contraste entre imagen y cosa representada no se ajusta de un modo tan simple a una fotografía. Cuanto más retrocedemos en la historia menos precisa es la distinción entre imágenes y cosas reales; en las sociedades primitivas la cosa y su imagen eran solo dos manifestaciones diferentes, o sea, físicamente distintas, pero de la misma energía o espíritu. De allí la presunta eficacia de las imágenes para propiciar o controlar presencias poderosas. Esos poderes, esas presencias estaban presentes en ella. Susan Sontag. Sobre la fotografía. Random House. Barcelona, 2008, pp. 150, 151.
Consulta 92
¿Es ético publicar fotografías de personas asesinadas? Colombia.
Respuesta La práctica periodística ética demuestra que todo material es publicable si al periodista lo guían una intencionalidad de servicio público y un correcto manejo de los materiales gráficos. Es conocida la propensión del periodismo sensacionalista a vender más ejemplares con la publicación truculenta de cadáveres. Caso en el que es clara la intencionalidad de vender periódicos mediante el aprovechamiento del morbo de los lectores y del uso burdo de las fotografías. Pero cuando el periódico y el periodista tienen la clara intención de abrir los ojos de la sociedad al peligro que representan los asesinos, el uso de las imágenes será otro. No es una fotografía para el morbo y para vender; el principal elemento no será la imagen del cadáver, sino la reflexión política, social o ética sobre este u otros hechos alrededor de los cadáveres. Si la imagen venderá o no más ejemplares es asunto que se subordina al objetivo principal de enviar una señal clara y socialmente eficaz a los lectores. 150
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Como se ve, no se trata de impartir reglas tajantes y simplistas, “no se deben publicar tales o cuales fotos”, se trata de decidir la forma de publicar en beneficio de los altos intereses de los lectores. Documentación A partir del momento en que el “derecho de ver y de saber” tiende a ser sacralizado y se extiende la idea de que la gente quiere mirar la realidad de forma integral, incluso cuando es macabra, ¿cómo defender el derecho de un ser humano a no verse privado de sí mismo, de su intimidad y simplemente de su pena? Los profesionales de la imagen no pueden escapar a estas preguntas, no pueden parapetarse detrás del voyerismo impúdico de los espectadores que piden más. Mostrar el asesinato de alguien no aporta nada, solo unos escalofríos que la desgracia proporciona a los espectadores ávidos, que juegan a provocarse el miedo para sentir que están muy vivos. Los espectadores no obtendrán información suplementaria; mirar la tortura o el asesinato de alguien en directo puede desestabilizar, repugnar, dejar indiferente, excitar, pero en ningún caso informar sobre la realidad. La cuestión fundamental es la del estatuto de las imágenes que se muestran, evitando una doble trampa: la que consiste en alimentar el cinismo y la indiferencia, y la que consiste en caer en el mercado de lo compasional. En el fondo, los dos extremos acaban por unirse; la exhibición emocional, que consiste en instrumentalizar a la víctima reduciendo su drama a un espectáculo generador de emociones, va de la mano con la indecencia de estas imágenes que instrumentalizan a las víctimas y a los espectadores. Michela Marzano. La muerte como espectáculo. Tusquets, Barcelona, 2010, pp. 99, 100.
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Consulta 93
¿Lesiona algún derecho la publicación del cadáver de líderes guerrilleros o narcotraficantes dados de baja? Colombia.
Respuesta En la fotografía se pueden dar, con mayor vigor que en las palabras, los aciertos o los errores del periodista. Y aunque los manuales de estilo se esmeran en sus normas para evitar los abusos y estimular los aciertos, las solas normas no son suficientes. Es imposible que la aplicación mecánica de las normas baste para hacer un uso éticamente adecuado del lenguaje fotográfico. Se necesita, además, una sensibilidad ética. Las normas hablan de elementos de veracidad que preservan la versión de la realidad, de alteraciones a través de la manipulación en el encuadre, en la iluminación o en la edición. Uno es el efecto de la imagen del guerrillero muerto, en primer plano, y otro el de esa misma imagen enmarcada entre las botas de los militares que rodean el cadáver. También hablan las normas sobre la diferencia entre la intencionalidad mercantil de quienes disponen la foto entre titulares y textos de escándalo, con colorido llamativo y en una primera página, y la intencionalidad informativa de quien publica la misma foto en un contexto que permite entender la importancia social del hecho. Las fotos, lo mismo que los textos, pueden responder a una necesidad social de conocimiento. En el caso del guerrillero abatido, la sociedad puede entrar en confusión cuando interviene el mito que surge de manera espontánea cuando se trata de personajes de esta clase: “No ha muerto, porque estaba ‘rezado’”, “es un falso positivo y el cadáver no es el del guerrillero” fueron algunos de los comentarios inspirados por el mito del guerrillero inmortal. Sucedió en este caso y volverá a suceder si la información pública no es suficientemente clara y contundente.
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No son razones suficientes para suprimir la foto las muy sugestivas “susceptibilidades”. En cambio, el criterio del servicio público que prestan una información o una fotografía da una clara indicación. A partir de ese criterio se sabe por qué el cadáver ensangrentado de un asaltante abatido por la policía no debe ir en primera página y sí el de un jefe guerrillero con amplio historial delictivo que lo había convertido en enemigo público. Documentación Las imágenes fotográficas tienden a sustraer el sentimiento de lo que vivimos de primera mano y los sentimientos que despiertan generalmente no son los que tenemos en la vida real. A menudo algo perturba más en las fotografías que cuando se vive en la realidad. En 1973, en un hospital de Shangai, observando cómo le extirpaban nueve décimas partes del estómago bajo anestesia de acupuntura a un obrero con úlcera avanzada, fui capaz de seguir esa intervención de tres horas (la primera operación de mi vida que observaba sin náuseas) y ni una vez sentí la necesidad de desviar la mirada. En un cine de París, un año más tarde, la operación menos cruenta del documental de Antonioni sobre China, Chung Kuo, me hizo estremecer al primer corte de escalpelo y desviar los ojos varias veces durante la secuencia. Somos vulnerables a los hechos perturbadores en forma de imágenes fotográficas, como lo somos ante los hechos reales. Esa vulnerabilidad es parte de la característica pasividad de alguien que es espectador por segunda vez, espectador de acontecimientos ya formados, primero por los participantes y luego por el productor de imágenes. Para la operación real me hicieron fregar, ponerme en bata y luego permanecer junto a los atareados cirujanos y enfermeras, desempeñando mi papel de adulta cohibida, huésped cortés, testigo respetuosa. La operación de la película no solo impide esa participación modesta, sino toda contemplación activa. En la sala de operaciones soy yo quien cambia de foco, quien hace los primeros planos y los planos medios. En el cine, Antonioni ya ha escogido qué partes de la operación yo puedo observar; la cámara mira por mí y me obliga a mirar, y no mirar es la única opción contraria. Además, la película condensa en pocos minutos algo que dura horas y 208
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deja solo partes interesantes presentadas de manera interesante, es decir, con el propósito de conmover o sobresaltar. El dramático se dramatiza mediante el didactismo de la presentación y el montaje. En una revista pasamos la página, en una película se inicia una secuencia nueva, y el contraste es más brusco que el contraste entre hechos sucesivos en el tiempo real. Susan Sontag. Sobre la fotografía. Random House Barcelona, 2008, pp. 163, 164.
Consulta 94
¿Es correcto publicar la foto de un menor de edad que apuñaló a otro? E l S a l v a d o r.
Respuesta Las leyes del menor en los distintos países protegen su intimidad mediante la prohibición de publicar su fotografía en los casos en que puede ser relacionado con hechos delincuenciales. La razón de estas medidas es que una fotografía puede marcar de por vida a una persona e impedir, sobre todo si es joven, que para ella haya una segunda oportunidad. Sin embargo, llama la atención la excepción que expresan varios códigos de ética cuando señalan actos que tienen que ver con el bien común. El código de Pakistán veda la revelación de vidas personales “a no ser que tal revelación fuera de interés público”. También el código de Turquía rechaza la exposición de la vida privada “cuando no sea del interés público”. El código griego también hace esa excepción: “A no ser que los sucesos de la vida privada estén claramente relacionados con la violación de los intereses del pueblo y de la nación”. Igual sucede en Filipinas: “A menos que el interés público lo justifique”. Por otra parte, el derecho de la población a conocer todo cuanto concierne al interés público es la esencia del derecho a la información, que está en la base de los demás derechos.
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En la práctica, los periodistas más cuidadosos presentan las imágenes de los hechos, pero cubren los rostros de los menores; con esto satisfacen a la vez el derecho de los receptores a conocer los hechos y el derecho de los menores exigido por las normas legales. Documentación La función pública de la prensa evita cualquier referencia que sea hecha a la vida privada de un individuo. Es incompatible con la función de la prensa buscar satisfacer la curiosidad pública, en lugar de servir los intereses públicos. Austria, artículos 4 y 15.
El derecho del individuo a la protección de su reputación e integridad será respetado. Será evitada la publicidad que viole la santidad de la intimidad personal, a no ser que se crea necesaria para el interés púbico. Birmania, artículos 2 y 14.
Se prohíbe descubrir la vida privada de los individuos y los comentarios relativos al mismo tema, a no ser que se trate de asuntos referentes al interés público. Corea del Sur, artículo C. 2.
Respetaremos la vida privada y reputación de los individuos y grupos, pero nunca dudaremos en exponer un acto privado que tienda a comprometer el interés público. Ghana, artículo 6.
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Consulta 95
¿Es ético publicar la fotografía de un cadáver exhumado? Argentina.
Respuesta Si es para causar sensación o satisfacer la curiosidad morbosa del público e incrementar circulación o sintonía, es obvio que estamos ante una conducta contraria al deber ser ético. En otro contexto, similar al de los forenses que hicieron la exhumación y las fotos, o sea de investigación, o para agregar elementos a la búsqueda de una verdad histórica, la publicación de la imagen es válida desde el punto de vista ético. La diferencia entre los dos casos es importante: en el primero, la foto con finalidad sensacionalista, hay un ser humano que es utilizado, hay unos sentimientos de respeto y de solidaridad que se desconocen o menosprecian, hay un fin mezquino que se sobrepone a los demás: ganar dinero o notoriedad. Todo esto contradice valores, principios y normas éticas consagradas en códigos y manuales de estilo. En el segundo caso, la foto con fines investigativos, hay un contexto de solidaridad y de respeto. Por ejemplo, si se investiga un crimen para que el criminal sea sancionado y para que dicho crimen no se repita. No hay el aprovechamiento egoísta de la foto ni la morbosa exhibición de un cadáver, sino la demostración de un hecho del que no debe quedar duda alguna como paso inicial dentro del proceso de la justicia. Hay que examinar, pues, la intencionalidad de la publicación antes de decidir cuál es su calidad ética. Documentación Hay que evitar la publicación de fotos con imágenes desagradables que ofendan al buen gusto, la dignidad o la sensibilidad de los lectores. Estas solo se pueden incluir en caso de agregar información de importancia clave a la noticia.
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Manual de estilo y redacción de El Colombiano, Medellín, Colombia.
Las fotografías con imágenes desagradables solo se publicarán cuando añadan información. Libro de estilo de El País de Madrid.
Debe evitarse la publicación de fotografías con imágenes desagradables. Estas solo se pueden utilizar en el caso de que agreguen información de importancia capital a la noticia. Manual de redacción de El Tiempo, Bogotá.
No se publicarán textos que exacerben, sobrecojan o asusten por su morbosidad o exagerado dramatismo. Los casos de excepcional contenido informativo deberán ser aprobados por la Dirección. Solo el compromiso de cumplir con la responsabilidad de informar justificará la inclusión de fotografías truculentas. El Comercio procurará no publicar estas u otras cuyo contenido afecte la sensibilidad del lector. Su publicación deberá ser autorizada por el editor central. Libro de estilo de El Comercio, Lima.
La publicación de material obtenido solo se justifica cuando los hechos demuestran que se satisface el interés público. Código de prácticas de la prensa británica.
Consulta 96
¿Es ético utilizar Photoshop para editar imágenes que se van a publicar en un diario? Colombia.
Respuesta Los manuales de estilo coinciden en la norma: las fotografías periodísticas se han de publicar sin recortes ni retoques que alteren la verdad de la imagen. La fotografía es la versión visual de un hecho,
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por tanto es el contacto del lector con una realidad; cualquier alteración es un engaño al lector. Estas normas tienen un fundamento ético: el del compromiso del periodista con la verdad. Es cierto que para los periodistas, lo mismo que para cualquier ser humano, la verdad total es inalcanzable, pero esto no exonera al periodista de su deber de buscar y ofrecer la verdad posible de los hechos. Si se trata de fotógrafos, su compromiso con la verdad los obliga a proporcionar la imagen verdadera que permite al lector tener una versión de los hechos igual a la realidad, hasta donde esto es posible. El retoque o alteración de las imágenes encaja en las verdades a medias de la publicidad, que se vale de los programas especializados de internet para manipular las imágenes de acuerdo con su interés. Los receptores del material publicitario saben que allí no está la realidad; en cambio, los lectores dan por supuesto que el periodista mostrará lo real porque esa es su tarea profesional. En periodismo esos retoques se ven como alteraciones de un documento, práctica que instintivamente rechaza el espíritu profesional. Documentación Las fotografías que publica El Colombiano son huellas de los hechos de las que se vale el periódico en su esfuerzo profesional por aprehender la realidad de la historia diaria, para comunicarla. La imagen fotográfica es una imagen sin código, según Roland Barthes. Es lo real literal, cuyo manejo, como el de los demás materiales informativos, debe hacerse con criterios de verdad, responsabilidad y justicia. Está prohibida en El Colombiano toda manipulación de las fotos que no sea estrictamente técnica (edición periodística, eliminación de deterioros o corrección de defectos de revelado o de transmisión). Por tanto no se puede alterar una fotografía invirtiéndola, suprimiendo o agregando detalles. Ni siquiera con la intención de que el personaje fotografiado dirija su vista a la información a la que acompaña. Manual de estilo y redacción de El Colombiano.
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Queda prohibida toda manipulación de las fotografías que no sea estrictamente técnica. Libro de estilo de El País, Madrid.
La existencia cierta de infinitos recursos electrónicos de manipulación de la imagen fotográfica abre la posibilidad de cambiar el aspecto visible de la realidad de una forma que no es periodística. La Nación nunca debe utilizar este recurso, pues existe en nuestra sociedad la firme creencia en la fotografía como único documento “real” y esta credibilidad periodística debe ser sostenida por La Nación con absoluta honestidad en el procesamiento digital de imágenes. Manual de estilo y ética periodística de La Nación, Buenos Aires.
Consulta 97
¿Es correcto manipular fotografías para eliminar a personas que ahí aparecen? Colombia.
Respuesta Los códigos de ética y los manuales de estilo coinciden en el rechazo a la manipulación de las fotografías. Es tanto como manipular los datos de un hecho. El periodista sabe que esos datos se deben manejar con el respeto y precisión que merece todo lo humano. Si en los hechos convergen intereses, sueños, dolores, alegrías, odios o amores, y por eso deben ser respetados, en una imagen fotográfica, reflejo de los hechos, aparecen todos los visos de la realidad y, por tanto, los rostros de la verdad. Al exigir que se los presente sin alteración, manuales y códigos tienen en cuenta el compromiso primordial del periodista con la verdad. El periodista sabe que es su deber, los lectores confían en él en la medida en que creen que no les dará informaciones alteradas. Es una confianza parecida a la del paciente que toma confiado sus medicinas bajo el supuesto de que la enfermera o el médico cumplen su compromiso de servir a la salud. 214
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Los lectores saben que el compromiso del periodista es con la verdad y que contraría su misión con la sociedad si altera la verdad e impide el acceso de los lectores a la realidad de los hechos. Alterar una fotografía con intereses políticos o por intereses personales supone una deliberación maliciosa, no importa la técnica que se utilice. No se puede alegar en favor de esa acción la libertad de informar o no informar porque nadie tiene libertad para mentir o mutilar la verdad; tampoco da justificación la real o supuesta mala conducta o gestión de la persona que es objeto de la manipulación fotográfica. La alteración de una fotografía en un medio que se debe a todos los lectores tiene una gravedad en nada comparable con el gesto despechado e infantil de las novias que destrozan las caras de sus enamorados infieles en sus álbumes personales. El hecho de que la eliminación se haga utilizando técnicas de Photoshop no solo es un símbolo. Es un acto de engaño público y un mensaje sobre los procedimientos políticos que, en vez del uso de las armas de la inteligencia y de la democracia, prefieren desaparecer al contendor. Nada justifica esa práctica. Documentación Ninguna fotografía noticiosa puede ser sometida a tratamientos electrónicos o de otro género que tengan como fin obtener una imagen diferente de la que captó la lente del fotógrafo. Esta es una norma terminante que se fundamenta no solamente en razones de ética y compromiso del periódico con sus lectores, sino en la prevención de problemas legales. Las normas anteriores tienen que ver con dos de los soportes fundamentales de la noticia: la veracidad y la exactitud. Manual de redacción de El Tiempo de Bogotá.
Modificar una foto por motivos estéticos, entre otros, sugiere que el periódico acostumbra a cambiar la realidad. Manual de estilo de La Nación de Buenos Aires.
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Nunca se deben alterar las imágenes visuales, ya sean fotografías o videos, más allá de lo requerido normalmente para mejorar la imagen. El manipular imágenes más allá de este punto es castigado mediante el despido de la compañía. Código de conducta de la agencia de noticias Reuters.
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¿En qué casos es válido editar fotografías que van a ser publicadas en un diario? Colombia.
Respuesta El problema no son las imágenes, sino la manera de publicarlas. Es obvio que la manera sensacionalista de la prensa amarilla con sus grandes fotos, sus primeros planos y sus textos escritos para excitar la curiosidad es un irrespeto al lector y a las víctimas. Observen las características de ese formato sensacionalista: El tamaño de la fotografía, de grandes dimensiones para llamar la atención en el primer impacto. Un editor serio adopta un tamaño discreto porque su intención no es la del escándalo, sino la de informar; por eso opta por el tamaño indispensable para ilustrar la información. Los primeros planos. Como se sabe, una imagen en primer plano es aquella con información de un detalle que la cámara registra con gran tamaño, mientras deja los demás elementos de la imagen en lugar secundario. La prensa sensacionalista destaca el rostro destrozado, el miembro cercenado, la herida sangrante o la desnudez de lo íntimo porque su propósito es excitar los sentidos. El editor responsable, por su parte, prefiere los planos medios o los planos generales, que dan cuenta del hecho sin apelar al morbo ni al estímulo de la sola curiosidad. Los textos en grandes tipos de color rojo para convocar los
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sentidos destacan el aspecto sensacional de los hechos, aunque esa solo sea una parte de la verdad del hecho. Se trata de vender la noticia con lo que se considera su parte más excitante; el medio responsable, por su parte, armoniza la información verbal con la imagen porque no piensa atraer lectores o televidentes, sino en informarlos bien. Documentación Consideraciones de periodistas sobre las imágenes que utilizaron después del atentado del 11 de septiembre de 2001: Olivier Mazerolle de France 2 estima que nunca habría ofrecido imágenes sangrientas, pero admite que los canales estadounidenses se resisten a la hora de rodar ese tipo de imágenes “por razones patrióticas”. Jim Rutenberg y Felicity Barringer entraron la noche del 11 de septiembre a diversas redacciones de televisión para preguntar sobre las opciones editoriales. “Empezaban a llegar imágenes horribles. Había sangre. Había cuerpos desmembrados. A pesar de que algunos periodistas querían mostrar esas imágenes, el director del canal MSNBC decidió no difundirlas. Creo que existen muchas maneras de enseñar el horror sin caer en lo sanguinolento”. “¿Hay algo más horrible y visual que un inmueble de 110 pisos cayéndose ante nuestros ojos?”. “La pregunta es: ¿se informa o se causa un dolor inútil?”, se oyó en el canal ABC. Sandy Geneluls de CBS News dijo: “En todo momento nos planteábamos la cuestión: ¿aportamos algo más a la historia difundiendo esas imágenes? Así, hicimos públicas las imágenes únicamente por el placer de demostrar que las teníamos”. Observó Marc Ferro, historiador especialista en imagen: “Nunca se enseñan los muertos propios, sino los del adversario”. Comenta el profesor Tom Goldstein: “Los medios de comunicación de Estados Unidos han decidido no enseñar ese tipo de imágenes. ¿Eso plantea realmente algún problema? ¿Se trata de un caso de censura? Rotundamente no. Es un asunto de gusto. Una diferencia cultural, si usted quiere. Del Informe de Alexandre Levy y Francois Bugingo para Reporteros Sin Fronteras.
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Consulta 99
¿Se puede esperar que una fotografía siempre diga la verdad? Guatemala.
Respuesta Las fotografías no siempre dicen la verdad. A veces dicen verdades a medias que el periodista debe completar con el pie de foto o en el texto informativo. Pero cuando el periodista hace mentir a la foto, se trata de un acto que puede ser delincuencial y que debe tratar un juez penal. Los manuales de estilo aportan normas para impedir el uso abusivo de las fotografías: prohíben su retoque o el uso de técnicas para alterarlas suprimiendo personas o agregando detalles; previenen a los fotógrafos contra las fotos de pose, es decir, condenan toda alteración de la realidad que capta la lente. En algunos pocos casos esos manuales tienen en cuenta otra forma de manipulación de la imagen, que es la ubicación de una fotografía de escasa importancia en primera página o de imágenes noticiosamente importantes en lugares de poca notoriedad. La fotografía informativa exige que se la preserve de cualquier clase de alteración para que mantenga su calidad de testimonio de lo real. “Se le atribuye el mismo valor formal que a una afirmación”, anota Blázquez, y por tanto debe manejarse con criterios de verdad y de rigor. Desde este punto de vista, las facilidades de manipulación electrónica han aumentado con el progreso de la tecnología digital y demandan una mayor decisión ética del periodista. Documentación Dentro de los cambios no permitidos (en las fotos), los más habituales son los siguientes: • Invertir las fotos: esta técnica no es aceptada porque atenta contra la veracidad de la fotografía periodística.
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• Cortar, pegar o duplicar: este recurso no está permitido, ya que modifica el concepto de momento decisivo de una foto. • En el caso de fotografías tomadas a figuras anónimas, especialmente si se trata de menores, es conveniente solicitar el consentimiento del fotografiado antes de su publicación. Manual de estilo de Clarín, Buenos Aires.
Cuando se manipula una fotografía se está distorsionando la realidad y se le está entregando al lector un verdadero engaño. Esto es tan grave como escribir una mentira en un texto informativo. Manual de estilo de El Universo, Guayaquil, Ecuador.
Debe extremarse el cuidado con la publicación de fotos de archivo utilizadas como ilustración de contenidos de actualidad. Los periodistas han de velar porque tal inserción de ilustraciones, al ser extraídas de su entorno, no dañen la imagen de las personas que aparezcan en ellas. Libro de estilo de El País, Madrid, España.
Consulta 100
¿Son éticos los montajes fotográficos de personajes de relevancia sin su consentimiento? Ve n e z u e l a .
Respuesta Un montaje fotográfico implica una manipulación de las imágenes y, por tanto, una alteración de la realidad para crear otra en provecho de personas o instituciones. Los principios de veracidad que destacan los códigos de la ética publicitaria desaparecen cuando la realidad se desfigura para beneficio del interés personal o institucional y se erige una técnica de engaño o con imágenes trucadas, o con redacciones ambiguas que inducen al error. En la mencionada campaña, el montaje fotográfico es evidente y el publicista parte del supuesto de que el receptor
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acepta esa manipulación de las imágenes como parte de un juego imaginativo. A esta ausencia de veracidad se agrega el hecho de que se desconoce el derecho de las personas sobre su propia imagen, aun si se trata de personajes públicos. Estas personas tienen obligaciones con el público, pero esto no significa que hayan perdido el derecho a un manejo decoroso y veraz de su imagen. Por esta razón, los códigos de ética publicitaria hacen constar que el uso de la imagen de alguien para fines publicitarios debe contar con su consentimiento. Documentación No se permitirá publicidad que: Haga uso de imágenes o citas de personas vivas, a menos que hayan sido obtenidas previamente las expresas autorizaciones. Toda actividad publicitaria debe caracterizarse por el respeto a la dignidad de la persona y a su intimidad. Del Código colombiano de autorregulación publicitaria.
Evitar que la actividad publicitaria sea utilizada como instrumento contra lo privado. Serán combatidos los anuncios que utilicen imágenes o citas de personas que no dieron expresa autorización o que no manifiesten respeto a la persona humana. Del Código brasileño de ética publicitaria.
En el juego de la libre y leal concurrencia, la publicidad no puede dañar ni el interés general de la comunidad ni el interés particular. Código belga de la publicidad.
La publicidad debe decir la verdad y evitar distorsionar los hechos o desorientar a la opinión pública por medio de insinuaciones u omisiones. International Chamber of Commerce.
La publicidad no debe contener referencias, testimonios u otras declaraciones emanadas de una persona sin la autorización de los interesados o de quienes tengan derecho a hacerlo. Código internacional de prácticas leales en publicidad.
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El humor gráfico y la caricatura
Consulta 101
A propósito de lo sucedido con Charlie Hebdo, ¿cuáles son los límites de la libertad de expresión? Colombia.
Respuesta Entre los pensamientos más recordados de Benito Juárez está el que señala el límite de las libertades y derechos, que terminan donde comienza el derecho ajeno. Es un límite que no señala ley alguna porque lo traza la conciencia de cada uno, guiada por su sensibilidad y apertura hacia el otro. Es explicable el rechazo a la posibilidad de que se les fijen límites a libertades como la de expresión e información cuando se da por aceptado que ser libre es hacer lo que uno quiera; una idea distinta de la otra: ser libre es hacer lo que uno debe hacer sin que nadie se lo impida. En la primera, el capricho personal adquiere carta blanca; en la segunda, el sujeto del derecho se guía por su relación con el otro. La libertad de expresión que elimina todos los obstáculos para decir o escribir lo que uno quiera resulta tan absurda como la que pretendía tener un taxista que reaccionó cuando su pasajero le pidió apagar el cigarrillo que acababa de encender: “Estoy en mi taxi y aquí hago lo que me dé la gana y lo echo a usted si me da la gana”. Esos derechos del otro, que señalan los límites de la libertad, imponen el respeto, que implica deberes tan elementales como no hacerle daño, tratarlo como a persona, no ofenderlo. La información del periodista es para el receptor; por tanto, tiene en cuenta las necesidades de este y, desde luego, sus derechos.
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Tiene derecho a que le digan la verdad, a que se respete su intimidad, a no ser ofendido. Esto no obsta para que se controviertan sus ideas, se sometan a crítica sus creencias, con razonamientos, con humor, con fantasías, recursos estos que descartan la burla y la ofensa. Es una afirmación elemental, pero indispensable: no existe ni el derecho ni la libertad para ofender ni para hacer daño a las personas. Documentación En los seis años que llevo escribiendo jamás me han censurado una coma. Por esto, y porque como anarquista soy un defensor a ultranza de las libertades, me ha generado un profundo dolor lo ocurrido en Charlie Hebdo. Me es muy difícil aceptar que la libertad, y más la libertad de expresión, tenga límites. Pero los tienen, o por lo menos los tienen para mí. Mis libertades terminan cuando su ejercicio afecta negativamente las del prójimo. No me atrevería a sugerir censura alguna, de ningún tipo, a la libertad de expresión. Pero yo, personalmente, sé que mi propia libertad sí tiene límites y que no puedo decir ni escribir lo que me venga en gana. Como anarquista sé que mi libertad ha de ser ejercida responsablemente y que mi derecho llega hasta donde empieza el de los otros. La masacre contra Charlie Hebdo es injustificable, pero tampoco valida lo realizado en estos años por esa revista. Porque así como nada, absolutamente nada, justifica la masacre, nada justifica el burlarse y mancillar aquello que es sagrado para miles de personas en el mundo. Así como es sagrada la vida, también lo es respetar las creencias del otro, por muy absurdas que a uno puedan parecerle. En el centro de todo, en el ojo de la tormenta, una idea flota, pero ya no la comprendemos, ya no sabemos lo que significa y nos asusta, nos fastidia, pues la creíamos superada. Pero esa palabra que ya nadie usa es base del respeto y la convivencia en estos tiempos de ruido, de confusión. En esta torre de Babel de la edad de las comunicaciones la palabra clave, creo yo, es compasión. La compasión no es otra cosa que la capacidad de sentir empatía por los otros, de tratar de ponerse en la piel ajena. ¿Y por qué ha de hacerse? Por las
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infinitas veces en que hemos deseado que otros hiciesen lo mismo por nosotros. Porque la compasión es la madre del respeto por la experiencia de la vida ajena, porque es la forma como podemos medirnos y autorregularnos frente a los demás. Pero quizás la pregunta más importante no es ¿cuáles son los límites de la libertad de expresión?, sino ¿quién ha de imponer dichos límites y de qué dependen? Creo que dependen de nosotros mismos, los columnistas, caricaturistas, locutores, actores, periodistas, editores y en general aquellos que usamos este gran poder de los medios y a quienes nadie controla. La verdad es que no siempre lo hacemos con responsabilidad, pues aun cometiendo errores, somos incapaces de dar ejemplo y reconsiderar, parar y, de ser necesario, rectificar. Julián López de Mesa. "Los límites de la libertad". Columna en El Espectador del 15-01-15.
Consulta 102
¿Hasta qué punto se pueden tratar temas periodísticos de modo humorístico sin caer en la frivolidad? México.
Respuesta Al tratar estos temas el caricaturista cumple una función en la que reúne las actividades del fotógrafo y la del columnista de opinión. En efecto, la caricatura es imagen y es opinión; por tanto, para que sea excelente su tarea debe guiarse por los valores y principios éticos aplicables a los fotógrafos y a los columnistas de opinión. Unos y otros tienen un compromiso con la verdad. El rigor y la exactitud son imperativos para columnistas, para fotógrafos y para caricaturistas; cada uno dentro de su forma de expresión (la palabra, la fotografía, el dibujo) tiene el deber de la exactitud. Esa versión de los hechos es, a su vez, una respuesta a la sociedad que necesita conocer. El caricaturista, dentro de su estilo y expresión propios, amplía el conocimiento de los hechos que suceden
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con su comentario. Algunas veces sus imágenes serán el eco de la indignación pública frente a algo, o del entusiasmo colectivo, o de las esperanzas o decepciones del público. A la vez que la refleja, también crea la opinión en cuanto hace visibles detalles de los hechos o de los personajes para motivar y estimular el conocimiento y el ejercicio de la crítica. Además, cumple la útil tarea de resumirles a los lectores los hechos que son objeto del interés público. Es don del caricaturista compendiar los sucesos o las situaciones con unos cuantos trazos. Aun las más dramáticas situaciones, tratadas por el caricaturista, dan comprensión, reflejan la crítica y resumen procesos. Una situación como la mexicana en el lápiz del caricaturista se vuelve reflexión, crítica o comentario, pero nunca debe ser burla ni sarcasmo ni chiste ligero. El diario El País de España en su Manual de estilo pone los puntos sobre las íes en esta materia: “Los dibujos o tiras de humor son consideradas elementos de opinión y por tanto responden al criterio de sus autores. No obstante, no se permitirán chistes que ofendan la intimidad de las personas ni que ofrezcan imágenes desagradables”. Documentación (El texto se refiere al caricaturista colombiano Ricardo Rendón). El tratamiento de Rendón nos ofrece el efecto de un comentario, tal como se reflejaba en la mentalidad colectiva. En algunos casos el caricaturista seguía día tras día los ecos de la indignación pública que no se aplacaba fácilmente. En otros casos la insistencia era un mero recurso retórico, de la especie que se utiliza en toda campaña política. Pero aun en estos casos, que son los más frecuentes, debe verse a Rendón como un reflejo de las pasiones políticas que agitaban a la muchedumbre. Se trata casi siempre de una visión que se ofrece al público de sus propias reacciones. Lo que sorprendía en las caricaturas de Rendón a sus contemporáneos tal vez no fuera un valor estético permanente, sino su fidelidad al reproducir estas reacciones colectivas. Era un proceso recíproco, en el que una naciente opinión
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pública se veía reflejada, pero se iba formando también con los apuntes del caricaturista. La cualidad de intérprete de testimonios que de otra manera nos serían inaccesibles no debe, sin embargo, anular una apreciación sobre la obra de Rendón como creadora de opinión pública. Todavía hoy se emiten juicios inapelables sobre personas e incidentes; juicios que tuvieron su origen en algún apunte de Ricardo Rendón. Germán Colmenares. Ricardo Rendón. Fondo Cultural Cafetero. Bogotá, 1984, pp. 6, 7.
Consulta 103
En una caricatura le desean al presidente que ojalá termine en la cárcel, como le ocurrió a uno de sus ministros. ¿Es eso ético? Colombia.
Respuesta La caricatura, como la columna de opinión o los editoriales de un periódico, interpreta los hechos reduciéndolos a una imagen. Es, por tanto, síntesis y explicación, y así es leída en los periódicos y las revistas. No tiene la pretensión de la noticia, la crónica o el reportaje en cuanto estos son versiones de los hechos con la mayor exactitud posible. La caricatura participa de la libertad de la opinión. Esa libertad no le permite al caricaturista cambiar los hechos e interpretarlos a partir de esa visión alterada o inexacta, pero sí deja espacio para expresar un punto de vista y aventurar una interpretación. La mayor fuerza de la caricatura radica en su capacidad de interpretar la opinión pública que, al contemplar la imagen trazada por el caricaturista, siente que su pensamiento sobre los hechos ha sido expresado de modo convincente. Otro elemento apreciable de la caricatura es su vigor pedagógico, que hace comprender a primera vista situaciones o hechos que, aunque conocidos, no siempre habían sido plenamente entendidos. Este elemento adquiere un mayor dinamismo cuando la caricatura agrega a la comprensión el humor que hace aprender sonriendo.
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Utilizada como arma política, la caricatura revela con eficacia y con economía de expresiones las debilidades y los errores de gobiernos y gobernantes; por eso, los poderosos temen más la caricatura que la carga solemne de un editorial. Opinar e interpretar no es antiético; cambiar los hechos para sustentar una opinión sí contradice los valores éticos. En cambio, la verdad del caricaturista (y este parece ser el caso) es decir lo que la opinión pública está pensando y hacerlo de modo simple y convincente.
Consulta 104
¿Hasta qué punto son éticos los montajes humorísticos reproducidos por medios de comunicación? Ve n e z u e l a .
Respuesta Los montajes humorísticos y las caricaturas son recursos periodísticos cercanos a la columna de opinión y a los editoriales, y, como estos, se rigen por las mismas normas de cualquier texto periodístico de opinión. Su compromiso con la verdad es azaroso porque parte de su don es reducir situaciones o actitudes de personajes a símbolos que, mal utilizados, pueden distorsionar, recortar o suprimir la verdad de un hecho o de una persona. Los caricaturistas siempre expresan su opinión, pero esa expresión debe estar basada en la verdad de los hechos. La suya es “la verdad del parecido”. Cuando el montaje o la caricatura se trabajan sobre falsedades, equivalen a una agresión burda y se convierten en insultos, como los de los grafiteros en los muros callejeros. Entonces, el caricaturista degrada su oficio y le hace perder dignidad y credibilidad. Los caricaturistas son, por oficio, críticos agudos de los gobiernos, destacan sus debilidades y errores sin perder la sonrisa. El de la crítica es un ejercicio indispensable en las democracias y satanizado en las dictaduras. Los caricaturistas y los niños tienen
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el privilegio de gritar que el rey está desnudo cuando los demás callan intimidados. Suelen ser mal recibidos por los gobernantes autoritarios. Es una excepción la reacción democrática del presidente Belisario Betancur, de Colombia, quien al hablar a un caricaturista le dijo: “Gentes como usted sí le cuentan al gobernante cómo va él y cómo va el país”. Sin embargo, esa tarea de denuncia queda mal hecha cuando en vez de ser una voz sincera el grito es una explosión de odio. Como se ve, tanto la ética como el público esperan del caricaturista “una obra fina, elegante, sutil y hasta donde sea posible, risueña”. Estas fueron las calidades exigidas por el periodista y político colombiano Álvaro Gómez Hurtado en un escrito sobre el tema. Documentación La caricatura no debe trabajar sobre falsedades absolutas. Esto no sería sino una agresión burda, como pueden serlo un insulto o una bofetada. La desfiguración circunstancial que se hace en busca de lo grotesco o lo ridículo tiene que estar dentro de ciertos parámetros para que no se devuelva, como un búmeran, contra el propio caricaturista. El alejamiento de la verdad que va envuelto en toda caricatura es el elemento más peligroso de cuantos hay que manejar en este arte tan sutil. La desfiguración que hace el caricaturista envuelve casi siempre una acusación. Se le atribuye a una persona un dicho, un hecho, una intención o una simple deformación física que van en detrimento del prestigio de la víctima. De ahí que al caricaturista se le considere como un agresor. Esto hace que, en el periodismo de nuestro tiempo, tan timorato, tan distinto del oficio panfletario de principios de siglo, la agresividad inusitada del caricaturista termina marcando ante el público la propia actitud del órgano en que sus dibujos se divulgan. Álvaro Gómez Hurtado. Osuna de frente. El Áncora Editores. Bogotá, 1982, p. 8.
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Consulta 105
¿Se puede hablar de una ética del caricaturista? E c u a d o r.
Respuesta La ética del humor, utilizado como medio para comunicar, coincide con la ética de la comunicación y demanda unos valores específicos junto con los valores que hacen de toda comunicación un acercamiento y una relación con los demás. Lo mismo que cualquier comunicación, la caricatura debe decir la verdad. So pretexto del humor no se puede mentir; y con el pensamiento de hacer reír no se puede atentar contra la dignidad de las personas. Esa misma ética de la comunicación le impone al caricaturista el deber de ser independiente como condición para llegar a la verdad de lo que quiere comunicar. También le impone el deber de la responsabilidad, o sea, de responder por las consecuencias de su mensaje para prevenir las que pudieran ser dañinas (el humor corrosivo y malévolo) y optimizar las buenas (el humor que alegra y hace ver lo que estaba oculto). Además de esos valores necesarios para toda comunicación, los hay específicos de los que hacen humor en los medios. La propuesta del caricaturista es diferente de la común; la suya es una mirada propia. Es una mirada rápida que va al fondo de las personas y de las cosas y los hace ver de esa manera. Puede prescindir de las palabras y comunicar a través de las imágenes; sin embargo, al deformar personajes, lugares o cosas, debe lograr el milagro de dejar intacta la realidad, obediente al mandato ético de entregar la verdad, pero dentro de su lenguaje. Tiene el poder de persuadir mientras ríe y hace reír; pero la risa es medio y no fin; y medio para hacer mejores a sus receptores mediante un conocimiento más efectivo de lo que sucede. Así ha de hacerlos alegres, pero no pérfidos; por eso con su caricatura construye y eleva cuando es ético; si corroe y degrada contradice la naturaleza de la comunicación y de su lenguaje. 228
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Fundamento de todo esto es la convicción de que se comunica para acercar y acercarse, que es la visión y la misión ética del humor en el periodismo. Documentación Ridiculizar es siempre un tipo particular de depreciación. No podemos ridiculizar a alguien mostrando qué bueno es o que es mejor que cualquiera, o simplemente que es formal. Tenemos que demostrar que es inferior, bien sea inferior a lo normal, bien sea inferior por lo menos a lo que se ha dicho o se ha pensado de él. Por tanto, las cuestiones que el lector no toma en serio son aquellas que el autor le presenta de tal manera inferior que no es posible asimilar como lógicas. Es fácilmente observable el hecho de que si alguien se siente aludido por una broma, aun sin trascendencia, tiende a sentir algún tipo de malestar, sobre todo si tiene en mucho su propia valía y no ha aprendido a reírse de sí mismo. A su vez, el autor es inocente o culpable en la medida que utiliza estos recursos, bien sea por simple diversión o para molestar al aludido; en todo caso siempre tendrá una puerta abierta si desea asegurar su buena intención o apelar a un malentendido. El ridículo que está implícito en los recursos humorísticos es más enfático si las situaciones o personajes a los que alude son verdaderos y actuales. Es decir, si pertenecen a la escena política, económica o de relieve social presente. Por esto, en una reciente publicación, Iván Tubau propone dividir el humor en dos grandes grupos: el humor puro y el humor crítico; el humor puro sería el que toma como base la invención humorística desvinculado de la observación de la realidad; el humor crítico sería el que constituye en mayor o menor medida una radiografía subjetiva e intencionada de la vida del país o del mundo. En mayor o menor grado el humorismo ridiculiza, y así se prepara para convertirse en un arma eficaz al servicio de la crítica periodística. Todos los recursos humorísticos tienen un denominador común: minimizar la exigencia de que algo en particular deba tomarse en serio, bien reduciéndolo a lo absurdo, bien reduciéndolo a lo negligente, de manera que produzca placer la minimización. Fabiola Morales. Los recursos del humor en el periodismo de opinión. Universidad de Piura. Piura, Perú, 1999, pp. 78, 79, 80. 150
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El periodismo de espectáculos o entretenimiento
Consulta 106
¿Qué hago si mi trabajo es profundizar en la vida privada de los famosos? México.
Respuesta En principio todo tema es bueno para un buen periodista si su enfoque y tratamiento no implica la violación de los derechos de las personas; por tanto, en este como en cualquier otro tema, la pregunta inicial tiene que ver con los límites que protegen los derechos de los otros y que señalan el espacio donde se puede mover el periodista. La respuesta a esta pregunta inicial deja al descubierto los límites del periodista y señala el derecho de las personas a su intimidad, que no pueden ser violados con el pretexto ruin de aumentar la circulación y las ganancias del medio. Ayuda, en este evento, hacerse la consideración sobre la reacción que el periodista tendría si alguien quisiera profundizar en su vida privada y exponerla para aumentar las ventas de un medio. En un tercer paso, que podría ser el primero, habría que preguntar sobre la utilidad social de publicar esta clase de informaciones. En efecto, la gran prioridad para publicar es que la información sirva a los intereses de la sociedad, no a su curiosidad. En este punto, los dilemas éticos se multiplican alrededor del principio de que en periodismo el bien público debe prevalecer sobre el interés privado de la circulación para el periódico, de la curiosidad morbosa de los lectores o del cálculo con que el famoso convierte su intimidad en un truco de propaganda.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Documentación Con el cristianismo y su idea de un destino personal independiente se afirmó la intimidad asociada con la interioridad del alma y la trascendencia, en tanto la sociedad feudal consideró la intimidad como prolongación del derecho de propiedad. Recién en 1980, gracias a la obra pionera de Warren y Brandeis, la intimidad alcanzó sus contornos instrumentales bajo el concepto de privacidad, también deducido del derecho de propiedad. El avance tecnológico en este siglo otorgó todavía mayor vigencia a la necesidad de cautelar la intimidad, alcanzando reconocimiento universal. Se puede concluir que el concepto de intimidad ha evolucionado paralelamente a su misma idea. Estaba asociado a la idea de hogar y su inviolabilidad. Ahora implica una posición pasiva del deber de respeto por parte de los demás y un derecho activo de control del flujo de información que el individuo ofrece al exterior. La intimidad es afectada por la sola irrupción en ella, sin importar la veracidad o no de los hechos imputados o la valoración que de estos se haga. Comprende una serie de contenidos sugestivos como creencias, pensamientos, religión y otros objetivos como corporeidad, sexualidad y sociabilidad. Es una esfera más reducida que la privacidad y ha sido distinguida del honor, cuyo atentado sí implica una valoración de hechos. Desde nuestro punto de vista la intimidad es un derecho sugestivo referido a un ámbito propio y constitutivo del ser humano. Aldo Vásquez. Conflicto entre intimidad y libertad de información. Universidad San Martín de Porres. Lima, 1998, pp. 157, 158.
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Consulta 107
¿Es posible hacer buen periodismo de espectáculos bajo los lineamientos de la ética periodística? México.
Respuesta En cualquier tema el periodismo puede ser de excelencia y, por tanto, ético. La pregunta, en consecuencia, es: ¿cómo puede ser excelente el periodismo de espectáculos? Ese periodismo tiene sus características: Ha de ser un periodismo de servicio al lector y no un periodismo comercial, o de notas de promoción de espectáculos, de cantantes, o de actores. La excelencia se encuentra por el lado del servicio al lector. Ha de ser un periodismo que dignifique al lector; esto es, que sirva y estimule su inteligencia y no su curiosidad o su morbo. Estos dos principios plantean la necesidad de un periodismo que les aporte a los lectores elementos para la crítica con los que ellos puedan determinar por qué es bueno o malo un espectáculo, un actor, un argumento, un concierto. El espectáculo deja de ser un fin y se convierte en una oportunidad para aprender, para afinar la sensibilidad estética, para disfrutar lo bello y armonioso; para el periodista llega a ser una coyuntura propicia para investigar y enseñar mediante la información. Estos criterios, además, sirven a los columnistas que quieren hacer crítica de espectáculos para orientar sus textos. Alejados de lo comercial y frívolo, y centrados en el servicio al espectador, se valen de su información como instrumento para habilitar a sus receptores, para el disfrute inteligente del espectáculo. Para llegar a este nivel de excelencia profesional el periodista necesitará independencia frente a las presiones de toda clase de intereses. También le será indispensable una preparación profesional y una constante actualización de conocimientos. Así podrá ejercer con autoridad moral y profesional su tarea de informador del entretenimiento.
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Consulta 108
¿Se puede considerar ético publicar noticias sobre la vida privada de un personaje público del mundo del entretenimiento? Colombia.
Respuesta Hay una característica del periodismo, que define su condición de servicio público, y es su universalidad. El periodista informa para todos porque su tema es lo público y su actitud es la defensa y el fortalecimiento de lo público. Esto excluye como tema los asuntos privados, y como actitud, la satisfacción de curiosidades individuales y de morbos colectivos que no tienen que ver con lo público. Las figuras del espectáculo, las celebridades sociales, los poderosos llegan a ser temas periodísticos, no porque concentren la atención y la curiosidad pública, sino cuando afectan el bien público: cuando tienen que ver con el orgullo colectivo de una sociedad, cuando representan el afán de superación de los seres humanos, cuando demuestran que el esfuerzo mantenido logra éxitos, es decir, cuando encarecen los valores con que se sostiene o incrementa el bien público. También son tema periodístico cuando ponen en riesgo o destruyen esos valores: el campeón que asesina o estafa, el que se dopa, la estrella homicida que no responde por su acción, etc. Si el periodista, al desarrollar estos temas, defiende el bien público y da elementos y motivos a los receptores para hacerlo, cumple su función. Pero el acercamiento periodístico a estos asuntos, cuando se hace por la vía fácil del curioseo y de responder al morbo, produce una forma degradada del periodismo, y una información del más bajo nivel. Entonces, no se defiende el bien público, sino la circulación o el rating, no se genera la dignidad de lo humano, sino que se la ofende y destruye, que son los logros del sensacionalismo. Este tipo de información es un curioseo sobre la intimidad a través del ojo de la cerradura, como era el periodismo en su más remota infancia.
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Documentación El Consejo de Juristas de los países nórdicos, celebrado en 1967, publicó un interesante texto sobre la intimidad y la vida privada. Parte de que es un derecho natural de las personas, que debe ser respetado por los informadores y protegido por las leyes. Un derecho, además, con limitaciones. El derecho a la vida privada implica que las personas sean dejadas en paz para vivir su propia vida con el mínimo de injerencias exteriores. En consecuencia, tal derecho debe ser protegido: contra toda injerencia en la vida privada, familiar y doméstica, contra todos los ataques a la integridad físico-mental, a la libertad moral e intelectual, contra las agresiones al honor y a la reputación, contra toda interpretación perjudicial dada a sus palabras o a sus actos. La intimidad y la vida privada son derechos naturales que han de ser celosamente respetados con garantías legales suficientes. Lo cual no significa que sea un derecho absoluto sin limitaciones. La regla de oro para los informadores responsables en esta materia es no apartarse jamás del auténtico bien público, que nada tiene que ver con la mera curiosidad malsana, lo mismo de los informadores frívolos que de la gente que disfruta morbosamente metiéndose en la vida de los demás. Niceto Blázquez. Ética y medios de comunicación. Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1994, pp. 264, 265.
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Consulta 109
En el medio en que trabajo la información internacional tiene un espacio mínimo porque el criterio del editor es que a los lectores solo les interesan las noticias locales, los deportes y la farándula. ¿Hay un deber ético de romper esa agenda tan limitada? México.
Respuesta Es una equivocación frecuente la de los editores que seleccionan su material informativo con el solo criterio de dar gusto a los lectores. Este es un criterio válido para las empresas que venden alimentos, ropa o autos. Son empresas que deben consultar el gusto de los consumidores de sus productos si quieren hacer un buen negocio. En el caso del periodista no es así ni puede llegar a ser así. A quien consume informaciones sobre lo que sucede cada día no se le pueden dar noticias que sean de su gusto, sino las que lo pongan en contacto con la variable realidad de cada día, gústenle o no. Esa realidad es mucho más que deportes y farándula. Más aún: estas dos actividades pueden ser miradas como algo marginal de la realidad, que tienen mucho de artificio y que distraen de la realidad histórica de cada día. Precisamente porque debe ayudar a los receptores de información a tener contacto con la realidad integral, no puede limitarse a lo local, ya que el campo de lo real es tan amplio como el mundo. Ver lo que sucede en el mundo da elementos para entender lo que ocurre en la aldea; y para obtener los datos que permiten universalizar la aldea, o sea, incorporar a sus vidas los valores y progresos que alcanza el mundo. Por tanto, las dos ideas, la del periodismo que busca gustar y entretener y la de la información restringida a lo local, son fórmulas que empequeñecen la profesión y que la vuelven insignificante y prescindible.
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Documentación Con nuestro oficio no podemos cambiar radicalmente el mundo, pero sí ayudamos a la gente a que lo entienda; nuestro deber profesional es educarnos, reflexionar, cuestionar, dudar de todo lo que investigamos, leemos, escuchamos o miramos. Aquella es la única manera de abrir el camino hacia la contextualización y el equilibrio en la información internacional. Lo contrario es dejar que el discurso direccionado o tendencioso se consolide en beneficio de los poderes mundiales. Parecería absurdo proponer, desde la práctica cotidiana personal, enfrentar o contrarrestar los ejes del enorme poder informativo global, pero no lo es; de cada uno de nosotros, de nuestra responsabilidad con el oficio, depende esforzarnos por entender de manera cabal y profunda las causas, efectos y probables soluciones a los grandes problemas. El periodista que considera su oficio como una misión social, como una labor de servicio a los demás, tiene una obligación ética: mantenerse en estado de alerta y de alta concentración intelectual para leer entre líneas y silencios de la información con las que nos bombardean los centros silenciosos internacionales. El periodista no puede dejar que lo envuelvan los eufemismos, las versiones unilaterales, las opiniones o posiciones de una sola fuente. Debe buscar opciones alternativas para completar o contextualizar los hechos. Debe estar atento para contrastar y equilibrar. Debe entender, aun cuando debamos repetirlo, que toda información es sesgada, que toda verdad es relativa, que las noticias nos las cuentan seres humanos atravesados por prejuicios, subjetividades, presiones, autocensuras. El periodista debe saber que todo lo que se lee, se escucha y se ve está contaminado por intereses específicos o por particulares visiones de la realidad. Un periodista que camine sin esas luces es irresponsable. Y llevará sobre sus hombros buena parte de la culpa de la desinformación y el desconocimiento que tiene su público sobre las razones ocultas de los hechos más trascendentes. Rubén Darío Buitrón y Fernando Astudillo. Periodismo por dentro. Ediciones Ciespal, Quito, 2005, pp. 138, 139.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Consulta 110
¿Es correcto el uso del relato dramático en la narración de reportajes y notas de entretenimiento? Pe r ú .
Respuesta Las recreaciones de hechos con recursos de ficción se utilizan para convertir la noticia en espectáculo y forman parte de unas técnicas que poco o nada respetan la realidad. Son todo lo contrario de lo que el periodismo se propone como ideal: la exactitud en su versión del hecho diario, que es la definición de verdad en los códigos de ética periodística. Una versión dramatizada de los hechos se puede entender como un mensaje de ineptitud periodística porque significa: “No pudimos estar allí donde se produjo el hecho. Por tanto les ofrecemos un remedo del hecho”. “No utilizamos las técnicas del oficio: buscar testigos, visitar el lugar, allegar documentos, en otras palabras, seguir los rastros que deja todo hecho. En vez de este arduo y serio trabajo profesional, echamos mano del recurso más fácil y entretenido”. “Como ustedes, los televidentes, solo quieren estar entretenidos, no necesitan saber cómo pasaron las cosas”. Como se ve, la solución del dramatizado es la menos profesional y seria, y expone al periodista al peligro de omitir o distorsionar datos y de falsear la realidad. En la raíz del problema que plantea esta práctica se encuentra una actitud frente al quehacer del periodista, que es la de asumirlo como un entretenimiento. De allí parten el equívoco y las consecuencias negativas para la calidad del trabajo periodístico. Un periodismo hecho para entretener despoja a la profesión de su dignidad y a la sociedad del derecho a conocer. Entre un periodismo divertido y otro que transmite un conocimiento de la realidad hay tanta diferencia como entre el payaso que entretiene y el investigador que comunica conocimiento. Con un agravante: el payaso es un profesional respetable del entretenimiento, el periodista
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que entretiene es un aficionado que no lo hace profesionalmente como el payaso y le niega a la sociedad su derecho a conocer. Documentación Durante algún tiempo los noticieros de televisión eran lecturas en estudio. Después alguien descubrió que la misión, el deber de la televisión, es mostrar las cosas de las que se habla. Y este descubrimiento señala el inicio de la degeneración de la televisión. Porque este es el hecho que ha aldeanizado la televisión en un sentido completamente opuesto al que se refería Mac Luhan: en el sentido de que limita la televisión a lo cercano y deja al margen las localidades y países problemáticos a los que cuesta demasiado llegar con equipos de televisión. La obligación de mostrar genera el deseo o la exigencia de mostrarse. Esto produce el seudoacontecimiento, el hecho que acontece solo porque hay una cámara que lo está rodando y que, de otro modo, no tendría lugar. El seudoacontecimiento es, pues, un evento prefabricado para la televisión y por la televisión. A veces esta fabricación está justificada, pero, aun así, no deja de ser algo falso, expuesto a serios abusos y fácilmente queda como verdadera desinformación. La cuestión es, insisto, que la producción de seudoacontecimientos o el hecho de caer en lo trivial e insignificante no se debe a ninguna necesidad objetiva, a ningún imperativo tecnológico. En Francia e Inglaterra, y en otros países, siguen existiendo noticieros serios que seleccionan noticias serias y que las ofrecen sin imágenes si no las tienen. El nivel al que ha descendido la televisión se debe fundamentalmente a un personal que tiene un nivel intelectual y profesional muy bajo. Es verdad que la fuerza de la imagen está en la propia imagen. Para hacernos una idea, basta comparar la información escrita del periódico con la información visual de la televisión. Giovanni Sartori. Homo videns. Taurus, Madrid, 1998, pp. 82, 83, 84.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
El periodismo de salud
Consulta 111
En menos de una semana dos recién nacidos fallecen en un centro de salud. El hecho conmociona a la población y de inmediato la gente teje responsabilidades sobre los médicos y los señala como responsables de las muertes. Las familias víctimas señalan que una publicación los podría afectar aún más después del golpe recibido. ¿Qué debe hacer el periodista? U r u g u a y.
Respuesta Las normas en uso indican las características de la información periodística. El Código de conducta de The Washington Post incluye: búsqueda intensa, responsable e imparcial de la verdad. Sin aprensión alguna respecto de cualquier interés particular. Sin favoritismos ni privilegios para nadie. Por tanto, “los periodistas de este diario se comprometen a enfocar cualquier tema periodístico con la imparcialidad propia de una mentalidad abierta y sin preconceptos”. Agrega este código: “Los comentarios de las personas acusadas o puestas en tela de juicio en las noticias deben ser incluidos. Los motivos de aquellos que presionan tratando de imponernos su parecer deben ser siempre examinados y se debe reconocer que tales motivos pueden ser nobles o deshonestos, obvios o velados”. Bastaría este texto para responder a la pregunta; sin embargo, debo agregar: la información sobre casos como este debe tomar como prioridad buscar soluciones, que es lo que corresponde a la ciudadanía; la búsqueda de culpables es asunto de las autoridades respectivas, urgidas y fiscalizadas por la ciudadanía.
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El miedo de las familias afectadas se explica porque temen que la prensa no haga bien su trabajo y en vez de propiciar soluciones, prefiera asumir la tarea que no le corresponde, que es la de buscar culpables, algo más vendedor, pero ajeno a su función social. Documentación La culpabilidad de una persona solo puede dictaminarla la Justicia, al cabo del debido proceso. La prensa formula juicios de valor, pero no produce veredictos ni debe ocupar el lugar de un poder del Estado. Manual de estilo y ética periodística de La Nación, Buenos Aires.
El periodista transmite a los lectores noticias comprobadas y se abstiene de incluir en ellas sus opiniones personales. Cuando un hecho no haya sido verificado suficientemente, el redactor evitará en las noticias expresiones como “al parecer”, “podría”, “no se descarta” y similares. Estas fórmulas solo sirven para añadir hechos no contrastados o rumores. • Los rumores no son noticia. • Hay que evitar el recurso de disimular como fuentes informativas aquellas que solo aportan opiniones. • En los casos conflictivos hay que escuchar o acudir siempre a las dos partes en litigio. Libro de estilo de El País, Madrid.
Consulta 112
¿Está bien informar sobre el estado de salud y cuánto gasta un gobernante en medicamentos? México.
Respuesta En los códigos de ética la intimidad de los personajes públicos se describe como limitada y, en todo caso, menor que la del ciudadano común.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Este ciudadano tiene el derecho a mantener en reserva sus enfermedades y así lo ratifica la norma médica que prescribe el sigilo o el secreto médico. El presidente, en cambio, ve limitado ese derecho cuando su enfermedad puede afectar su desempeño en el servicio público. Debe, sin embargo, ser clara la relación entre el interés público y la enfermedad del alto funcionario. Es conocida la anécdota del presidente Johnson, quien después de una operación de apendicitis, en rueda de prensa, levantó el faldón de su camisa para mostrarles a los periodistas la cicatriz dejada por la cirugía, para dar fe al público de la razón de su ausencia de varios días. El funcionario se convierte en un bien público que debe ser preservado y del que la ciudadanía debe tener la información necesaria. Esto no significa que estas personas pierdan todo derecho a la intimidad. Hay una parte de ella que no tiene relación con su servicio público y esa es la que debe ser respetada por la prensa. Documentación Es conveniente aclarar que no se trata tanto del derecho del comunicador o de la empresa periodística, sino del derecho de la sociedad a tomar conocimiento de determinados hechos o circunstancias. No está en juego en este conflicto la opinión del informante, sino el interés de los ciudadanos. La actividad del periodista, en tal caso, es meramente instrumental y la resolución del conflicto ético solo podrá abordarse desde la correcta ponderación de los intereses públicos en juego que, para el efecto, obran como causa de justificación en la eventual intromisión en la intimidad de las personas. Está claro que el ciudadano tiene el derecho a ser informado, el derecho a saber, pero es pertinente esta pregunta: ¿a saber qué? Hemos dicho que el ciudadano tiene derecho a estar informado para la construcción de una opinión pública. Esta opinión pública es necesaria en los asuntos de su propio ámbito, es decir, aquellos que tienen también una dimensión pública. Los primeros asuntos con tal alcance son los relativos a las administraciones públicas y al conjunto del Estado.
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(...) Una primera aproximación en nuestro intento de acercarnos a la solución del conflicto entre los derechos planteados nos indica entonces que para estoo debe considerarse en primer lugar el interés público en juego como eventual justificación del acceso a la esfera íntima. Este interés público podría radicar en los asuntos del Estado por una parte, y de modo creciente en el mundo del trabajo y de la producción. En consecuencia, sería legítimo informar todo sobre estos puntos. Aldo Vásquez. Conflicto entre intimidad y libertad de información. Universidad San Martín de Porres, Lima, 1998, pp. 103, 104.
Consulta 113
¿Es ético que un periodista consuma alucinógenos frente a las cámaras para un reportaje? Argentina.
Respuesta El principio que aplican los códigos de ética en estos casos es el de la responsabilidad social del periodista. El Código de la Asociación Latinoamericana de Periodistas explica ese principio en dos partes: ser responsable es tener conciencia del poder del instrumento que uno tiene entre manos. Una exhibición como la que motiva la pregunta no la haría nadie ante sus hijos, sobre todo si son pequeños, por el efecto que, muy probablemente, ejercería en ellos. Si es de temer y de evitar una demostración de esta clase ante los miembros de la familia, mucho más se ha de temer hacerla frente a la millonaria audiencia de un programa de televisión, especialmente si se tiene en cuenta la autoridad que le confiere al periodista el marco técnico y de representación de un programa de televisión. Ser responsable, agrega el mismo código, es saber que el mal hecho nunca se repara totalmente. Al conocido mal que ya hacen los alucinógenos se agrega la cierta legitimación que les confiere su uso en público. Primero, por parte de un periodista quien, por serlo,
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ostenta un nivel de credibilidad, alto o bajo, pero está revestido de esa autoridad. Segundo, por el escenario (la televisión), que se presiente y se supone dotado de cierta respetabilidad. Tercero, por el contexto, que no es el de la ficción, sino el de lo real, de modo que el consumo de alucinógenos entra a formar parte de una realidad legitimada por ese uso público e impune. Documentación En la mayoría de los estudios de ética periodística se denomina responsabilidad en la comunicación de masas al tópico que aquí se elabora como mayordomía. Al utilizar este término se pretende identificar y establecer en forma más gráfica y determinada la noción de un compromiso con la administración de un fideicomiso que el periodista es libre de asumir. La palabra inglesa correspondiente se define en el diccionario como “responsabilidad individual de administrar su vida y su propiedad con la adecuada consideración a los derechos de los demás”. Un periodista se encuentra en una posición única para ayudar a mantener libres de veneno a las fuentes del discurso público, si no totalmente limpias. Desde los puntos de ventaja que su ocupación le proporciona, se encuentra en mejor posición que muchos ciudadanos para supervisar la condición de la justicia dentro o entre las instrucciones. El periodista cuenta con un motivo material para proteger unos derechos supuestos para todos. Es su responsabilidad hacer todo esto, puesto que es un administrador (mayordomo) de la libre expresión... La ocupación del periodista le otorga recursos únicos para ese papel. Maneja sus recursos de comunicación con la debida consideración para los derechos de los demás, los derechos del público y la salud moral de su propia ocupación. La idea de responsabilidad social se elaboró en los trabajos de la Comisión para una Prensa Libre y Responsable, llamada Comisión Hutchins, en 1947, que redactó los requerimientos para una prensa libre y responsable, así: • Una relación verídica, integral e inteligente de los acontecimientos del día en un contexto que les dé significado.
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• Un foro para el intercambio de comentarios y críticas. • Cobertura de las opiniones, actitudes y condiciones de los grupos que constituyen la sociedad. • Un liderazgo editorial vigoroso, a través de la presentación y aclaración de las metas y valores de la sociedad. • Acceso total al cuerpo de conocimientos disponibles hasta la fecha. Edmond Lambeth. Periodismo comprometido. Limusa-Noriega Editores, México, 1992, pp. 48, 49.
Consulta 114
Investigando sobre salud obtuve un testimonio muy interesante de la madre de un niño enfermo de leucemia. Antes de publicarlo, el niño falleció, pero si aclaro esta circunstancia en el texto se desvanece el valor del testimonio. El testimonio es válido y no quiero faltar a la verdad. Argentina.
Respuesta La mayor validez de un testimonio la da su verdad. Afirmación más que elemental que, sin embargo, parece desdibujarse cuando se teme que los hechos verdaderos pierdan fuerza ante los supuestos y las ficciones. Pero ese carácter verdadero de la versión del hecho (a la muerte del niño leucémico) adquiere relevancia cuando se investigan las causas de esta y de otras muertes similares y se averiguan las condiciones en que el niño habría podido sobrevivir. Este es el procedimiento del que echa mano el periodismo de propuesta, que no pone punto final cuando ha agotado los datos del hecho desgraciado, sino que con punto y aparte pasa a investigar las causas reales y las posibilidades que se deberían tener en cuenta en el futuro. Un relato así, coronado con propuesta y esperanza, se convierte en un homenaje a las víctimas, puesto que, a partir de ellas, la sociedad aprende algo nuevo y eficaz en el combate contra la enfermedad, la pobreza, la violencia, la injusticia o cualquiera de los males que la afectan. 244
EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Es importante recordar que lo nuestro no es solo contar noticias; todo periodismo es intencional y se hace para cambiar algo todos los días en provecho de la sociedad. Documentación El buen periodista hace periodismo con un objetivo. Los periódicos locales en Denver, Colorado, publicaron las reglas que, según la Liga Protectora de Ciudadanos, debía seguir un buen periódico. No publicar nada inapropiado para los niños. Las informaciones perjudiciales para la ciudadanía debían ser reducidas, lo mismo que las afirmaciones indocumentadas o injuriosas. Las noticias sobre divorcio, asesinatos, suicidios o crímenes debían publicarse sin escándalo. Para estos ciudadanos el buen periodismo actúa a favor de ellos, no en función de la noticia. También piensan así los periodistas. El cronista estadounidense Arthur Brisbane, después de anotar que el trabajo periodístico bien hecho es tan importante como cualquier otro que el hombre puede hacer, precisaba: el mejor periódico es “el que proporciona a la gente la información que le sirve de base para pensar bien”. No es, pues, informar por informar, sino dar elementos para pensar. Otro periodista, el fundador de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Missouri, Walter Williams, proclama en su credo que la prueba suprema de la calidad periodística es la medida de su servicio público. Y de hecho los códigos de ética dan esa clave de la calidad profesional. El mejor periodismo es el que se hace para el servicio de los lectores. Ese servicio consiste, según Gabriel García Márquez, en cambiar algo todos los días. Y según Kapuscinski, “el verdadero periodismo es intencional, es decir, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Si leéis los escritos de los mejores comprobaréis que se trata siempre de un periodismo intencional. Están luchando por algo”. A su manera, lapidaria, dice Cela en otro mandato: “El periodista no es eje de nada, es el eco de todo”. El buen periodista se distingue
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por eso, no trabaja para sí ni para el periódico ni por el solo placer de dar noticias, es periodista para el servicio de su lector y, a través de él, de toda la sociedad. Citas de Diez pasos para llegar a ser un buen periodista. Taller de Javier Darío Restrepo.
Consulta 115
¿Es ético informar sobre el estado de salud de un alcalde electo, enfermo de cáncer, cuando aún no se ha posesionado? Pe r ú .
Respuesta El estado de salud de un gobernante se convierte en un asunto público cuando su enfermedad puede comprometer la gestión que le debe al público. Las normas éticas de los códigos, al señalar este límite del derecho de los funcionarios a la intimidad, exponen la motivación y la regla para esta invasión de los medios a la intimidad de las personas. Es decir, la información puede ir hasta donde sea necesario para que quien recibe la noticia comprenda las limitaciones o la posibilidad para el funcionario de ejercer su cargo. Todo cuanto exceda ese límite es abuso: la explotación sensacionalista de los detalles, la revelación innecesaria o riesgosa de datos que pueden comprometer la dignidad, la seguridad o la imagen pública del funcionario. En últimas, una información morbosa y de intencionalidad exclusivamente comercial convierte lo que debe ser un servicio público en un condenable comercio de intimidades. Documentación Respete la prensa la vida privada de las personas y su esfera íntima. Pero cuando la conducta privada de una persona afecta los intereses públicos, esa conducta sí puede ser explicada en la prensa, aunque siempre hay que tener en cuenta si con esa explicación se lesionan los derechos de otras personas diversas. Alemania Federal, artículo 7.
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La función pública de la prensa evita cualquier referencia que sea hecha a la vida privada de un individuo. Es incompatible con la función de la prensa buscar satisfacer la curiosidad pública en lugar de servir a los intereses públicos. Austria, artículos 4 y 15.
Será evitada la publicidad que viole la santidad de la intimidad personal, a no ser que se crea necesaria para el interés público, toda noticia que afecte la vida privada de los individuos no debe ser publicada, a menos que el interés público exija su publicación. Es distinto el interés público de la curiosidad pública. Birmania, artículos 2 y 14.
Se prohíbe descubrir la vida privada de las personas y el comentario relativo al mismo tema, a no ser que se trate de asuntos referentes al interés público, pero distinguiendo bien entre el interés y la curiosidad del público. Corea del Sur, C. 2.
Absténgase de toda publicidad que pueda constituir una infracción a la vida privada, a menos que un interés público pida la publicación. Suecia, 6. Niceto Blázquez. El desafío ético de la información. Editorial San Esteban, 2000, p. 205.
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Periodismo de opinión
Consulta 116
¿Son iguales las responsabilidades de un columnista a las de un reportero? Colombia.
Respuesta Como el reportero, el columnista tiene el deber de buscar y respetar la verdad de los hechos. Esta verdad es, para el columnista, el fundamento de sus opiniones; por eso, el buen columnista construye su credibilidad y peso moral con la veracidad de todas sus afirmaciones y aparece dispuesto a respaldarlas con pruebas y argumentos sólidos. Así como el reportero solo afirma lo que puede probar (por eso utiliza testimonios, documentos, fotografías, grabaciones), para ganar credibilidad, y por tanto autoridad moral e influencia, el columnista selecciona sus fuentes, comprueba sus afirmaciones y cuando está seguro de un hecho procede a calificarlo y a expresar su opinión con toda libertad. De esta manera, ser libre no es escribir lo que uno quiera, sino lo que uno debe. Esta es la segunda gran tarea del columnista: interpretar lo que pasa. Un símbolo de esa actividad es la que cumplían las sacerdotisas en la Roma antigua cuando leían el futuro en las entrañas de los animales que habían sido sacrificados a los dioses. El columnista lee el contenido de los hechos, examina sus antecedentes, su contexto y sus consecuencias, les encuentra lugar dentro de procesos y escruta lo que va a seguir. Al hacer este ejercicio el columnista presta un servicio informativo de alta calidad para el ciudadano: hacerle entender los hechos. 248
EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
La mirada superficial del curioso que se acerca a las noticias como un espectador ávido de novedad y de sensaciones desaparece cuando el columnista estimula, no su curiosidad, sino su pensamiento, y lo introduce en la esencia e interioridad de los hechos. Ese ciudadano queda con una mayor capacidad para decidir libremente que quien solo conoce los hechos de pasada y por curiosidad. Son, pues, deberes del columnista: buscar la verdad de los hechos e interpretarlos y nadie, en una democracia, puede atreverse a impedirle esa tarea al servicio de la inteligencia y de la libertad de los ciudadanos. Documentación Cualquier límite a la información significa, obviamente, censurar opiniones o silenciar los hechos que, de inicio, tendría que entenderse que son de interés para la ciudadanía. En un momento en que la credibilidad de los medios se sitúa en sus cotas más bajas, parecería lógico que la libertad de expresión e información prevaleciera ante cualquier derecho. Este planteamiento es, sin embargo, más un deseo que una realidad. No hay que olvidar que el aclamado derecho a la información está llamado a entenderse con otros Derechos, con mayúsculas, cuyo bien a proteger son las personas. Nos encontramos, por tanto, ante una colisión de normas que directa o indirectamente recaen sobre un mismo núcleo: la sociedad, y por ende, sobre los hombres y las mujeres que la conforman. Cabría preguntarse: ¿cómo se puede emitir una información veraz y completa poniendo límites a la opinión, incluida la de las fuentes e, indefectiblemente, a los hechos sobre los que se informa? La primera respuesta que el interrogante arroja es que no es posible tal convivencia. Y no solo porque la maltrecha credibilidad vuelve a ponerse en entredicho, sino porque desaparece la subjetiva objetividad del periodismo y, entre otros efectos, las divisorias de rigor se difuminan. Incluso se podría pensar que se está pervirtiendo el fin social que justifica y da sentido al periodismo. Una vez más se comprueba que el beneficio recae en las personas y en la colectividad de la que forman parte como destinatarios
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del producto informativo, pero de igual modo y, si cabe, más importante, que se refuerza el compromiso y obligación de los medios como generadores de información y de los poderes públicos como garantes de la misma por el qué, cómo y cuáles pueden ser las consecuencias (el daño ocasionado por la actividad) de lo que se difunde y oculta. Se asegura con esto no solo el respeto, sino, incluso, la reparación del daño que pudiera causarse a las personas y a la sociedad por una actuación poco responsable con sus derechos. Begoña Zalbidea Bengoa. "Los límites a la opinión e información". La ética informativa vista por los ciudadanos. El Ciervo, Barcelona, 2010, pp. 179, 180.
Consulta 117
¿Está bien que un columnista de opinión defienda solamente una perspectiva de los hechos? E c u a d o r.
Respuesta En el proceso de búsqueda de la verdad, la opinión cumple un importante papel porque es la exploración de los caminos que conducen a ella. Ninguna opinión se puede dar por verdadera, sino como aproximación a la verdad; por eso, el columnista al documentarse busca opiniones sobre el tema que va a desarrollar, sopesa los pros y los contras, extrae de unos y de otros los que, según su juicio, se acercan más a la verdad y presenta su propia opinión, que puede ser un paso adelante en el camino hacia la verdad, pero también un retroceso o estancamiento de la búsqueda. Es, por tanto, normal que se citen otras opiniones y que el columnista emita la suya. La columna es, así, un aporte dentro de una búsqueda de muchas personas sobre la verdad de los hechos. Al lector le resulta provechoso el conocimiento de las distintas opiniones y de las razones por las que el columnista privilegia unas y descarta otras; no es tan útil, en cambio, la expresión de un solo
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aspecto del tema en discusión, caso en el que la columna tendría un tono dogmático e inapelable, poco favorable para la búsqueda de la verdad. El columnista, en efecto, no dogmatiza, propone y comparte su pensamiento. Documentación Una opinión es algo más que una mera noción o impresión de las cosas, personas o acontecimientos, y algo menos que una prueba científica. Para W. Albig, la opinión es la expresión de aquellos puntos en controversia, y para Sprott, la línea que toman las personas a favor o en contra de alguna cuestión en disputa. Otros entienden por opinión la simple manifestación de una conclusión o juicio cuando los motivos no nos dan suficiente certeza, pero nos inclinan a creer que es verdad. Sin embargo, una aproximación mayor al concepto de opinión, tal como se entiende en opinión pública, la encontramos en su relación con el concepto de actitud e, incluso, con el de ideología. Si los componentes que encontramos en una actitud son el cognitivo, el afectivo y el de comportamiento, se podrían definir las opiniones como aquellas actitudes en que predomina el componente cognitivo. En el modelo de Eysenck, las opiniones constituyen el componente más superficial, inconsistente y cambiante del continuo cognitivo. El modelo tiene una estructura jerárquica y los niveles se establecen de la manera siguiente: el nivel de las opiniones específicas, que comprende todas aquellas opiniones circunstanciales que emiten las personas sin ninguna relación. El nivel de las opiniones habituales, que hacen referencia a las opiniones que se emiten de forma parecida en distintas ocasiones. Son opiniones con un grado mayor de coherencia y consistencia. El nivel de las actitudes, que comprende aquel conjunto de opiniones estables sobre un mismo objeto. Son las actitudes sociales primarias. El nivel de la ideología, que estaría formado por una constelación o conjunto de actitudes correlacionadas, agrupadas entre sí para originar una sobreactitud o ideología. Claudio Monzón. La opinión pública. Tecnos, Madrid, 1990, pp. 140, 141.
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Consulta 118
¿Es ético utilizar el sarcasmo en el periodismo de opinión? Ve n e z u e l a .
Respuesta Las características del sarcasmo indican que se trata de un arma vedada para el periodista que informa a través de la noticia. En efecto, el sarcasmo es burla y el buen periodismo se distingue por su respeto a las personas, a toda persona. Es burla sangrienta y cruel, agrega la descripción. Esto no corresponde en modo alguno a la relación que el periodista establece con sus lectores, que es la de un respetuoso servicio. Esa misma clase de relación excluye el efecto del sarcasmo, que es la ofensa y el maltrato de las personas. Un principio ético señala que la verdad periodística no debe hacer daño, por tanto, evita cualquier ofensa o maltrato. En las columnas de opinión se hace uso de la ironía, que es una forma inteligente y fina de hacer burla, y se convierte en un apreciable juego de ingenio cuando hace entender lo contrario de lo que se dice o expresa. Como tal, la ironía es tenida como un recurso válido de los columnistas y polemistas. En cambio, el sarcasmo, por hiriente y destructor, es tenido como arma innoble que le está vedada al periodista, para quien constituye un mandato la vieja sentencia: “No hagas como periodista lo que no puedes hacer como caballero”. Documentación Frustrar la manifestación de opiniones divergentes, impedir el debate sereno y usar el insulto es poner trabas y corromper el ejercicio de la profesión. Código de ética de periodistas de Brasil.
Se prohíben los ataques injustificados contra funcionarios públicos, instituciones o grupos. Código periodístico de Corea del Sur.
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Se consideran faltas graves a la ética profesional periodística los ataques injustificados al honor, la dignidad o el prestigio de las personas, instituciones o grupos. Código de los periodistas de Chile.
Respete la dignidad del individuo, siempre ponga a un hombre el prefijo de “señor” y nunca denigre a un hombre porque haya aparecido en un tribunal. Código periodístico de Gales.
Constituyen faltas graves para un periodista la difamación, la incitación al odio y toda acusación falta de fundamento contra una nación, una comunidad, una religión o una raza. Código de periodistas de Israel.
Consulta 119
¿Cuáles son las bases y principios éticos para escribir un editorial? E l S a l v a d o r.
Respuesta Un editorial es la opinión de un periódico, por tanto, valen para él los principios y normas que orientan a los autores de columnas de opinión. Desde el punto de vista ético, una columna editorial es, ante todo, un servicio del periódico al lector. Es una característica que descarta el uso del editorial como instrumento de poder o de servicio a intereses particulares. El servicio al lector consiste en el acompañamiento del editorialista a los lectores en su búsqueda de la verdad de los hechos. Quien opina es alguien que busca la verdad de lo sucedido, de una idea, de un personaje, de una postura política o religiosa. Lejos de cualquier posición dogmática, la opinión deja abierta la posibilidad de un diálogo con otras opiniones y corrientes del pensamiento. La
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columna editorial, en consecuencia, además de tolerante, forma parte de un proceso de búsqueda común de la verdad. Como cualquier redactor de noticias, el editorialista debe respetar la verdad de los hechos. Una columna editorial se fundamenta en hechos que, interpretados, son la materia prima de la opinión. Las mismas normas que definen y estimulan la objetividad del periodista son las que rigen para el columnista. Una antigua sentencia periodística dice que la opinión es libre, pero los hechos son sagrados, de modo que en una columna se pueden encontrar lo libre y lo sagrado o intangible. La mejor columna editorial es la que logra ese equilibrio entre la libertad de la opinión y la intangibilidad de los hechos, porque así se les presta a los lectores el más deseable de los servicios: abrirles el camino para la comprensión inteligente de lo que sucede y entregarles elementos para la búsqueda de la verdad de cada día. Documentación El desarrollo de una democracia como “gobierno de lo público en público” y una opinión pública que discute y critica implica la existencia de un ciudadano calificado para participar en el proceso deliberativo. Por lo tanto, es necesaria la existencia de una ciudadanía fuerte y consolidada. Quien conozca y exija el respeto de sus derechos y haga efectivas sus obligaciones. Si este presupuesto no se cumple, la población verá disminuida su capacidad de participación en el debate de “lo público en público”, no participará de su vida política porque no la entenderá. Los que participan de la vida política comprenden los reclamos ciudadanos y, por supuesto, la esfera de lo público se convertirá así en una herramienta de oposición al Estado, antes que en un espacio de confluencia con él. Los esfuerzos dirigidos a construir una ciudadanía empoderada, capacitada, con sentido de corresponsabilidad, autonomía y determinación para participar en mecanismos y procesos de toma de decisiones dan cuenta de que la satisfacción de los derechos ciudadanos (libertad personal, de pensamiento, de expresión, igualdad
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ante la ley y derecho a la propiedad, etc.) y políticos (elegir y ser elegido) no bastan para la construcción de una ciudadanía. Marisol Castañeda. Política de los medios para una democracia deliberativa. Comunicación y política, Centro de Producción Calandria, Lima, 2005, p. 285.
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¿Son los medios responsables de los artículos de opinión de sus colaboradores? ¿Es correcto que un medio censure un artículo de opinión con el que no está de acuerdo? Ve n e z u e l a .
Respuesta El medio debe responder por las informaciones que publica. Debe responder por su exactitud y por el respeto a los derechos de las personas. Responde, además, por su columna editorial, que es la voz del medio de comunicación. Los columnistas responden por sus opiniones, y, cuando son infundadas o atentan contra los derechos de las personas, deberán responder ante las instancias judiciales. Por tanto, es abusivo censurar un artículo de opinión con el que el director o los accionistas del periódico no están de acuerdo. La opinión es libre en tanto no viole el derecho ajeno. Esa libertad es necesaria como parte del proceso de búsqueda de la verdad. En ese proceso se deben escuchar voces plurales y diversas para que los hechos y las opiniones puedan ser examinados desde distintos ángulos y con pluralidad de miradas. Cuando el censor silencia una de esas voces, no solo niega una posibilidad de conocimiento, sino que pretende poseer la verdad absoluta. Esta es la razón por la que una opinión no puede ser silenciada y por la que un medio de comunicación no puede recibir sanción alguna por las opiniones de un colaborador, salvo que, como queda dicho, el columnista haya violado los derechos de alguna persona o institución, o falseado los hechos que comenta.
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Documentación El periodismo de opinión se ha convertido en una lucha casi desesperada no solo para sobrevivir, sino por conservar un margen suficiente de libertad que nos permita mantener movilizada y crítica a una sociedad a la cual se le pretende liquidar el derecho a estar informada. Todo esto nos obliga a tratar de ser más responsables que nunca. El hecho de liberarnos del yugo de la presunta objetividad para fijar posiciones, formular juicios de valor y establecer conclusiones no puede estar reñido con el rigor como objetivo definitivo, situado más allá de nuestros deseos. Opinar no es denigrar ni mucho menos mentir, máxime cuando estamos en la lupa de los poderosos y de una opinión pública que, frustrada por el papel de sus dirigentes, quiere y debe seguir creyendo en los periodistas. Mientras el resto de los factores están siendo borrados del mapa político, en esa misma medida los periodistas han visto sobredimensionado su papel como forjadores de opinión pública. En ausencia de los partidos políticos, indefenso el ciudadano ante unos poderes públicos castrados que no defienden sus derechos y obturados como están los mecanismos de mediación social, sobre los periodistas converge un conjunto de fuerzas, reclamos y conflictos que lo ponen en el propio ojo del huracán. No salimos de la universidad para gobernar, sino para algo mucho más delicado: informar, orientar, cuestionar, abrir caminos y despertar conciencias, una tarea que en democracia puede resultar honrosa y placentera, pero que en circunstancias como las que estamos viviendo implica reciedumbre moral, fuerza de voluntad y una determinación inflexible para no ceder ante las presiones y sus riesgos, de manera que por encima de todo podamos cumplir a cabalidad, cueste lo que cueste, nuestra más básica obligación: la búsqueda y exposición pública de la verdad. Roberto Giusti. "Opinión en prensa, radio y televisión". Foro Comunicación y Libertad. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, octubre 2005. Memorias, pp. 14, 15.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
El periodismo en catástrofes y terrorismo
Consulta 121
¿Se deben publicar o no las acciones llevadas a cabo por grupos terroristas? Colombia.
Respuesta Los códigos, los manuales de estilo, la literatura sobre el tema abundan en consideraciones que, resumidas, rezan: Reaccionar racionalmente. Planear su cubrimiento, adoptar un propósito, es decir, subordinar su actividad a un objetivo de mejoramiento social. Si el terrorista se ha propuesto difundir el miedo, lo del periodista es crear un ambiente de serenidad. Si el terrorista busca desacreditar las instituciones, el trabajo del periodista es generar apoyo para ellas; ese apoyo incluye sus observaciones críticas. Si el terrorista se propone aparecer como un nuevo poder, esmérese en desenmascararlo: ¿quién es?, ¿cuáles son sus antecedentes?, ¿cuáles son sus propósitos? Hable más a la inteligencia de sus receptores y menos a sus sentidos. Se trata de que la audiencia piense más y curiosee menos. Mantenga claro que su objetivo es contrarrestar la acción del terrorista y ayudar a sus receptores a entender lo sucedido y a sentirse implicados en las soluciones. Cualquier consideración o motivación de tipo comercial (aumento de la circulación o del rating, ganarle a la competencia) debe ser radicalmente excluida. Mire el hecho como una oportunidad pedagógica y diríjase al interés inteligente de su receptor, no a su curiosidad.
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Como se ve, más que un asunto técnico, es una coyuntura para aplicar y fortalecer las actitudes más positivas del periodista y del medio. Documentación Podemos contrastar la filosofía general sobre la responsabilidad social del periodista de la Unesco con el documento marco titulado The Ethical Journalism Initiative, publicado por la Federación Internacional de Periodistas (FIP). El informe instruye a sus afiliados sobre el estado actual de la ética periodística en la profesión y dedica todo un apartado al tratamiento del terrorismo, donde no huye del debate ético al constatar que no hace falta decir que tratar con las víctimas de la violencia requiere un reporterismo sensible y cuidadoso y los periodistas deben evitar que la prisa para suministrar imágenes sensacionalistas de atentados lleve a una percepción de indiferencia ante el hecho en sí. Es en estos momentos cuando el periodista debe plantearse las preguntas difíciles: ¿es esta imagen sangrienta demasiado gráfica para enseñarla? ¿Me afecta lo que he visto? ¿Cuál será el impacto de su publicación? Dos corporaciones públicas como la BBC y la RTVE de dos estados que han sufrido atentados terroristas recientes de grupos armados como IRA, ETA y Al Qaeda ofrecen dos caminos diametralmente opuestos a la hora de tratar estas informaciones. Mientras el ente británico lleva los valores periodísticos de la objetividad y la neutralidad a su máxima representación, la corporación española considera prioritaria una función de denuncia de la violencia que, bajo el marco de la responsabilidad social que deben tener los medios de comunicación según sus propios códigos deontológicos, propone, entre otras medidas, eludir expresiones que enmascaren la realidad, optar por sinónimos menos eufemísticos y tener una consideración especial hacia las víctimas. Christopher D. Tulloch. "El tratamiento informativo del terrorismo". La ética informativa vista por los ciudadanos. Editorial UOC, Barcelona, 2010, pp. 208, 211.
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EL ZUMBIDO Y EL MOSCARDÓN
Consulta 122
¿Cómo ser éticos y al mismo tiempo oportunos al informar sobre terrorismo? México.
Respuesta No se puede olvidar que el terrorismo no solo atenta contra la vida e integridad de las personas o contra los bienes de la sociedad y de la gente: edificios, instalaciones eléctricas, acueductos y oleoductos. Esos daños materiales son solo una parte de sus objetivos; la otra parte, que es la más importante, se refiere al impacto sicológico que se proponen lograr. Como el nombre lo indica: el terrorismo se propone difundir el terror, que es uno de los mecanismos para imponer un dominio sobre la sociedad. Como ellos, el periodista también quiere influir en el alma de la sociedad mediante el uso de la información y de la palabra, que son sus instrumentos. Es claro, por tanto, que el terror es el instrumento del terrorista, lo mismo que la publicidad lo es para los grupos de poder. El peligro que el periodista debe advertir es que la información también puede ser un mecanismo para aterrorizar; así, cuando un terrorista lleva a cabo su acción, uno de los éxitos que espera obtener es que los medios de comunicación difundan su acción de modo que sus relatos aterroricen o creen desconfianza para con las instituciones, o que hagan sentir que hay un nuevo poder que debe tenerse en cuenta: el del terrorista. Para que la información no produzca esos efectos y mantenga un equilibrio entre el pánico y la inconsciencia, la información debe proponerse el mayor bien para la sociedad, que no es lo que logra la información de interés comercial o de sensación; sino la que se dirige a la inteligencia de las personas para hacerles entender el contexto amplio de lo que sucede y mostrarles el real poder y debilidades del terrorista en contraste con los poderes y debilidades de la sociedad.
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Documentación ¿Cómo ser éticos y oportunos? La respuesta no es sencilla, pero se pueden hilvanar algunas reflexiones que contribuyan a coberturas éticas de fenómenos terroristas. No se debe optar por el silencio informativo. La ausencia de información en vez de generar tranquilidad hace nacer el rumor, las noticias no confirmadas y, al final de cuentas, el efecto es contraproducente en el público que termina desinformado; aunque por excepción, cuando hay vidas humanas en peligro, el silencio se convierte en un mal necesario para los medios que debe ponderarse en su justa dimensión. Prudencia en las imputaciones directas y distinguir si se trata de informaciones confirmadas de modo que la audiencia se halle en posibilidades racionales de formarse una idea sobre el fenómeno informativo. Si no hay distinción, toda noticia de cualquier calidad se convierte en la verdad para el ciudadano promedio. No deben convertirse los medios en rehenes de los periodistas y deben negarse a dar la apariencia de que son solo espejos de la realidad. En cambio, deben contextualizar y matizar las informaciones recibidas de manera tal que el ciudadano pueda discriminar lo que recibe de los medios. No se vale informar primero y pensar después en las implicaciones de las notas. Y es que se puede aplicar el principio de matar a uno para aterrorizar a diez mil a través de los medios de comunicación. No se deben explotar las debilidades orgánicas de la mayor parte de la sociedad para satisfacer los intereses mercantiles de vender más ejemplares o de obtener mayor sintonía. Respetar el derecho a la propia integridad de actores, familiares, rehenes y testigos de un hecho terrorista. Ese derecho no puede estar subordinado al interés de la noticia. De esta suerte, toda la información debe hacerse con la delicadeza y cuidado que merecen personas en estado de shock o que sufren aflicciones que les impiden pensar adecuadamente. Ernesto Villanueva. "La ética informativa, ausente". Sala de Prensa: http://www. saladeprensa.org/art278.htm.
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Consulta 123
¿Está bien que el gobierno y los medios se pongan de acuerdo para no informar sobre actos terroristas? España.
Respuesta Toda información demanda del periodista el ejercicio de su compromiso con la verdad, de su independencia y de su responsabilidad con la sociedad. Pero hay noticias en las que esa demanda es más intensa y, por tanto, afecta los procedimientos profesionales al someterlos a patrones éticos más exigentes. Cuando, por ejemplo, se notifica sobre la posibilidad de una catástrofe: un volcán en erupción, un incendio forestal en las vecindades de una población o una avalancha inminente, la información debe ser más rigurosa en materia de verdad y de responsabilidad que aquella sobre un evento cultural o una posesión presidencial. La diferencia está en el impacto inmediato que aquellas producen, muy diferente del que tienen estas últimas. Las noticias sobre terrorismo, muy similares a las noticias sobre guerra, son de impacto mayor, al mismo tiempo que son susceptibles de manejo político por parte de sus protagonistas y de las fuentes. Puesto entre ellos, el gobierno y la subversión, el periodista necesita un equilibrio que le permita servir eficazmente al tercero en disputa, que es el ciudadano común. La vecindad del periodista con el gobierno, o con la subversión, compromete el carácter universal de su información y lo acerca al tono de lo propagandístico. Para servir eficazmente al receptor de la información y, por consiguiente a toda la sociedad, la noticia debe darse desde una actitud de total independencia, con apego riguroso a las normas de veracidad y teniendo en cuenta los efectos posibles sobre sus receptores para prevenir los dañinos. Ni el gobierno ni sus opositores (armados o no) han de tener prioridad en la intencionalidad del periodista. Desde el punto de vista ético (así lo ratifican códigos y manuales), la máxima y única prioridad del periodista es su lector, oyente o televidente. 150
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Consultorio Ético
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Documentación La neutralidad es posible como una acción colectiva y como una búsqueda de tomar y defender iniciativas que defiendan la vida. Desde ese punto de vista, la defensa de la neutralidad es el llamado a un compromiso no partidista con la vida y lo que sea la vida misma; en este contexto, no exige ser puesto en términos del lenguaje proposicional. El llamado a la defensa de la neutralidad no es, pues, otra cosa que la adopción del principio de inteligencia según el cual para la defensa de la vida son válidas todas las estrategias y tácticas, con tal que no se claudique bajo ningún pretexto ante las armas y los términos de la violencia, la traición a sí mismo y a los otros, la debilidad ante la intimidación, las presiones y la fuerza. Armas y términos de la violencia son la sumisión y la complicidad. Todos o casi todos reconocemos algunos rasgos de estos seres humanos que saben de neutralidad: son seres humanos íntegros (un rasgo ético: integridad moral, integridad humana); son incorruptibles e intransigentes con la apariencia, las veleidades y los facilismos; son abiertos, transparentes y directos (rasgos al mismo tiempo morales, lógicos y metodológicos), y son cálidos y joviales. Si la neutralidad es posible, entonces es posible el cuidado de la vida ajena como de la propia y de la propia en función de y en correspondencia con la ajena. Michael Ende acusa, en La historia interminable, cómo los espacios de fantasía van siendo reducidos por la nada que elimina sistemáticamente toda realidad y posibilidad. El trabajo del personaje central en la novela de Ende, Ataryú, no sabe de descanso ni de fatiga en la defensa de Fantasía. Todo parece indicar que Fantasía y Neutralidad no son muy diferentes. “Cómo es posible la neutralidad” significa en realidad dos cosas: de un lado, para los que no han sido víctimas de la violencia, la neutralidad implica la capacidad para fortalecerse a sí mismo contra y frente a las demandas, abiertas o veladas de la polarización; para los que han sido víctimas de la violencia, la neutralidad significa la capacidad de perdón y volver a tomar la vida en nuestras manos. El perdón no implica jamás el olvido. Pero en condiciones de ira o venganza no somos dueños de nosotros mismos. La posibilidad de
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la neutralidad equivale a la recuperación de sí mismos: creer en sí mismos, en nuestros prójimos y vislumbrar, aún, un futuro. Y eso no es poca cosa. Carlos Eduardo Maldonado. ¿Cómo es posible la neutralidad? Bioética y conflicto armado. Ediciones El Bosque, Bogotá, 2002, pp. 41, 42.
Consulta 124
¿Es ético que un terrorista ocupe la portada de una revista? Colombia.
Respuesta Las portadas dan visibilidad, pero no necesariamente implican un reconocimiento; obedecen a necesidades informativas, no a intenciones publicitarias ni de relaciones públicas. Si el lector lee una portada como reconocimiento es porque la ve como una acción publicitaria o de relaciones públicas y no logra entenderla como información. Para que esto no suceda, las portadas deben presentarse con elementos informativos explícitos. Además de la foto, debe informársele al lector en relación con la autoría de los atentados y sus consecuencias. Un fenómeno parecido ocurre con las figuras o personajes del año, que no necesariamente son los mejores ciudadanos o los artistas más destacados, sino personas cuyas acciones, buenas o malas, determinaron cambios importantes en la historia del país o del mundo. Por tanto, publicar la fotografía de un criminal o de un santo en la parte gráfica de una información no debe significar un juicio, sino un dato. Dada la ambigüedad de las imágenes, se plantea el cómo de su presentación para que su contenido llegue, nítido, al receptor. Es un deber ético hacer comunicables todos los elementos de una información, de modo que en el caso de esta y otras portadas que provocan polémicas el problema no lo plantea la selección del personaje, sino la forma de su presentación.
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Consultorio Ético
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Esta exigencia de cuidado se acentúa cuando está de por medio una información sobre terrorismo, dado el manejo que hacen los terroristas de la información pública. Para que no se la convierta en instrumento de los delincuentes, deberán sopesarse cuidadosamente los efectos posibles de la información, de acuerdo con el valor ético de la responsabilidad, que mide tanto el poder del instrumento comunicativo como el posible daño de una información. Documentación Durante el secuestro de la embajada norteamericana en Irán, un periodista tuvo la desventurada idea de publicar que seis miembros de dicha embajada se encontraban entre los secuestrados, al tiempo que hacía especulaciones sobre dónde podrían estar. Hay periodistas que, fascinados por la notoriedad o primicia de una noticia, pierden la cabeza y pueden causar daños irreparables. En este caso, la muerte casi segura de los que habían conseguido escapar. De ahí las acusaciones que suelen hacerse a los informadores. La opinión más equilibrada y desinteresada sobre este asunto pudiera resumirse así: la experiencia profesional enseña que ha habido reportajes periodísticos que o han puesto en peligro inminente la vida de rehenes o han dificultado las operaciones policiales. Se admite que en algunos casos las informaciones periodísticas han contribuido a la muerte de algunos. Aunque no sea fácil probar con precisión, parece razonable admitir que los medios de comunicación han estimulado el terrorismo o, por lo menos, ciertas formas de violencia similares. Gran va aún más lejos y ha llegado a afirmar que frecuentemente los medios de comunicación se han mostrado, como mínimo, insensibles a los sentimientos de los rehenes y de sus familiares y han exhibido una marcada falta de buen gusto en la forma en que han presentado sufrimientos personales como entretenimiento de un público curioso en exceso. Niceto Blázquez. Ética y medios de comunicación. Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1994, pp. 338, 339, 340, 341.
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Consulta 125
¿Cómo prepararse para cubrir bien catástrofes aéreas? España.
Respuesta Desde el punto de vista de la excelencia ética es aconsejable acercarse a esta clase de información con la predisposición de prestar un servicio a las víctimas, al público y a las autoridades. Se excluye, por tanto, el ánimo utilitario de aprovechar el cubrimiento del hecho para aumentar la circulación o la sintonía. Esas motivaciones tienen que ser reemplazadas por la voluntad de servir. La información en estos casos puede contribuir a una mirada serena por parte de las víctimas y a una mayor solidaridad de parte del público. Las mismas autoridades pueden tener un conocimiento más claro de los hechos con la ayuda de la información periodística. Para el periodista llega a ser una motivación responder al pensamiento de ofrecer una información que ayude a la no repetición del hecho trágico, sea que se trate de un accidente de carretera, de una catástrofe aérea, de un envenenamiento colectivo o de un incendio. Si se trata de fenómenos naturales (inundaciones, terremotos, derrumbes o contaminación de ríos), la averiguación del periodista tendrá que ver con las medidas de prevención o de amortiguación del daño. Para lograr una ayuda eficaz será necesario que el periodista ofrezca información precisa y comprobada, lo que implica una serena recolección y comprobación de los datos. El periodista, por tanto, evitará contagiarse del nerviosismo general y obrar con sangre fría y disciplina sobre sus emociones. Informará sin prisa, en consecuencia, para prevenir informaciones apresuradas o contaminadas por la emoción. Se trata, por tanto, de prestar un servicio eficaz en un momento en que la mayoría de las personas sufre el impacto del hecho trágico.
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Documentación Es fundamental que el periodista tenga conciencia de que en la cobertura de una catástrofe o de una emergencia la prensa cumple una importantísima función social, que debe ejercer con la mayor responsabilidad. Los medios constituyen uno de los principales sitios a los que recurre la población en busca de información. Es preciso que el periodista tenga presente que la información que proporcione podrá contribuir, por ejemplo, a: • Llevar tranquilidad a los damnificados y a sus allegados al proporcionar: • La nómina de muertos y de personas buscadas. • Nómina de personas halladas con vida. • Nómina de heridos, enfermos y establecimientos donde están internados. • Nómina de personas dadas de alta. • Familias evacuadas y lugares donde se albergan. • Teléfonos y lugares donde se puede obtener información. • Precisiones respecto de que la catástrofe no volverá a repetirse o de que se espera un mejoramiento de la situación. • Prevenir consecuencias más serias: precauciones respecto del agua y de los alimentos. • Orientar a los afectados en la recepción de ayuda. • Canalizar los aportes solidarios de la población. • Evitar que se agrave el caos propio de estos desastres: difundir qué elementos no son necesarios, actualizar la nómina de calles cortadas o de tránsito congestionado; detallar los servicios que están interrumpidos. Señalar los grupos humanos que no están atendidos. • Hacer públicas las propuestas para paliar la situación. • Contra las reglas habituales de la redacción periodística, será necesaria la reiteración de los mensajes. Se está cumpliendo un servicio a la comunidad. Sibila Camps. "Periodismo sobre catástrofes". Paulinas. Buenos Aires, 1999, pp. 28 y siguientes.
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Consulta 126
¿Qué papel juega el periodismo en situaciones de emergencia? Colombia.
Respuesta En estas situaciones se pone a prueba la consistencia ética y técnica del periodista. Esos valores éticos y técnicos son necesarios para cumplir estas tareas: La de informar. Saber lo que pasa, con precisión y con oportunidad, puede salvar vidas y ayudar en el uso apropiado de los recursos disponibles. Por tanto, se vuelven indispensables la tarea de recolección de informaciones, su verificación cuidadosa, el recurso a fuentes seguras, la presentación clara, concisa y oportuna de las informaciones y su complementación permanente con desarrollos, reacciones y el agregado de nuevos hechos. La de responder oportunamente a las demandas informativas de autoridades, víctimas y potenciales fuentes de ayuda. La información no se ha de limitar al registro completo de los hechos, debe contemplar las soluciones inmediatas y de largo plazo. Por tanto, la tarea investigativa del periodista implica la localización y entrevista de expertos que puedan proveer sugerencias de solución y de personas y entidades en cuyas manos haya posibilidades de respuesta a las urgencias surgidas de la situación. La creación de un ambiente propicio para afrontar positivamente el conflicto y para prestar toda la ayuda posible de modo coordinado. La información apresurada y nerviosa crea situaciones de confusión, desesperación y pánico, deja sin aprovechar recursos humanos y materiales, crea el peligro de la improvisación y deja de ser solución para convertirse en problema. Una información serena e inteligente, que restablezca la confianza de las personas en sí mismas y en los demás, provee una ayuda de grandes proporciones y potencia los recursos existentes. Estas tareas se cumplen eficazmente si la actividad de los medios está regida por una sincera voluntad de servir. Constituyen un
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peligro los medios que de algún modo desembozado o sutil quieren lucrarse de la situación. Documentación La información en situaciones de crisis juega un papel esencial. Y esto es así en sus tres fases: En la fase preventiva la información sobre prevención, planificación y conocimiento de las posibles situaciones de catástrofe de cada zona puede contribuir a evitarlas y a reducir sus efectos. El primer factor para el control del riesgo es conocerlo bien y la comunicación adecuada a la población puede ser esencial para esto. Un periodismo de anticipación y un periodismo de soluciones pueden ser de gran ayuda en este sentido, especialmente allí donde las catástrofes tienen un carácter cíclico y por tanto pueden ser previstas de modo aproximado por los medios. Sigue después la fase de actuación cuando la situación de crisis es inminente o ya se ha desencadenado. En este caso también la información y comunicación adecuadas con la población facilitan la reacción oportuna. Los mensajes de alerta y prealerta emitidos por los organismos correspondientes, así como las recomendaciones que las acompañan, juegan un papel fundamental en la reducción del posible impacto de los acontecimientos. En caso necesario seguirá la puesta en marcha de los correspondientes planes de emergencia y evacuación. La difusión de todos estos mensajes y recomendaciones a través de los medios debe formar parte de esas pautas de reacción ya establecidas. Por último está la fase de socorro, ayuda y rehabilitación, donde la comunicación juega un papel crucial a la hora de detectar necesidades, gestionar la ayuda y evaluar resultados. Los medios son fundamentales para propiciar la percepción por parte de la opinión pública de la relevancia y el impacto de una crisis de este tipo, lo que puede convertirse en una fuente fundamental de movilización de energías y recursos de ayuda humanitaria, ya sea en el ámbito local, nacional o incluso global. Más adelante debe abrirse también el debate colectivo en torno a las responsabilidades y errores cometidos, de modo especial cuando se trata de
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catástrofes de origen artificial, de forma que se puedan ir mejorando la prevención y la respuesta. Hugo Aznar. Ética de la comunicación y nuevos retos sociales. Paidós, Barcelona, 2005, pp. 85, 86.
Consulta 127
¿Cómo cubrir un desastre natural? Colombia.
Respuesta El ideal ético es el cubrimiento de estos hechos para servicio de las víctimas. Esto excluye toda clase de información sensacionalista, la que convierte las catástrofes en un espectáculo lucrativo. Esta clase de información olvida a las víctimas porque la prioridad es otra: el aumento de la circulación o de la sintonía. Como se ve, inicialmente es cuestión de prioridades. El servicio a las víctimas se presta cuando la información mantiene el equilibrio entre dos extremos: el del sensacionalismo, que difunde el miedo con toda clase de especulaciones, o con el énfasis predominante en los datos más negativos y espectaculares. El otro extremo es callar para no asustar y para no equivocarse; así, la población se mantiene inconsciente de los peligros que corre. Para mantener el equilibrio entre esos dos extremos, la información debe ser cuidadosamente verificada y su enfoque debe ser el propósito de prestar un servicio eficaz, no solo de responder a una curiosidad. Por tanto, se extreman los mecanismos de verificación. Se eliminan los adjetivos que llevan consigo juicios de valor y se mantiene claro el objetivo de solidaridad y de ayuda eficaz. En circunstancias como estas, en que es fácil ceder a lo emocional, resulta de utilidad el trabajo en equipo y con unas definidas líneas de política editorial.
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Es una sabia política puesta en ejecución en algunos países la de hacer una sola cadena de radio o de televisión para el cubrimiento de estos eventos. Se trata, en efecto, de poner el bien público por encima de cualquier bien particular.
Consulta 128
¿Es ético que periodistas compren a socorristas fotos de víctimas de desastres cuando no pueden ingresar a la escena? Costa Rica.
Respuesta La práctica de comprar o vender noticias está vedada entre buenos periodistas. Aunque es normal que el periodista y el fotógrafo vivan de su trabajo, no lo es que el trabajo profesional de obtener información de lo que sucede se convierta en una transacción o negocio, en el que el acceso a aquella resulta condicionado por la mayor o menor cantidad de dinero que se ofrezca a las fuentes. El derecho a la información, que es derecho base de los otros derechos, resultaría limitado y reducido en sus alcances por las posibilidades económicas de los periodistas y sus medios. La introducción de consideraciones comerciales en la recolección de informaciones abre, además, el peligro de que por la motivación de la paga se altere, se oculte o se privilegie por unos el conocimiento de los hechos que conciernen a todos. La razón principal para este rechazo de la compraventa de noticias es la necesidad de preservar a toda costa la completa independencia del periodista. Ningún poder distinto al de la propia conciencia debe presionar sobre él; en este caso, el poder del dinero usado por él o a él ofrecido. Los textos que se leen en los códigos de ética no dejan ninguna duda al respecto: el buen periodismo no admite el dinero ni como instrumento ni como presión. Consideración aparte merece el poder corruptor del dinero sobre las personas que hacen negocio con la información que obtienen
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en el ejercicio de su trabajo profesional, que sería el caso de los socorristas, más atentos a su ganancia que a su servicio humanitario. Documentación Entre otras actividades consideradas intolerables para el periodista está la de sobornar o ser sobornado para obtener o impartir información, verdadera o inexacta, la cual no habría sido capaz de obtener o publicar a través de los medios honestos y lógicamente aceptados en el ejercicio de su vocación. Código de los periodistas griegos.
Será mala conducta profesional el que durante el ejercicio de su profesión el periodista soborne las solicitudes de información o reciba dinero o material en recompensa y en consideración de publicar o suprimir noticias o puntos de vista. Código de ética de periodistas de Nigeria.
El periodista rechazará donaciones o contribuciones de origen público o privado a interferir en su labor informativa. La búsqueda de ventajas personales contra el bienestar general es incompatible con el ejercicio del periodismo. Código de periodistas de Venezuela.
La integridad en sentido restringido significa el rechazo de dinero ofrecido para corromper la información. En sentido más amplio se refiere al rechazo de cualquier compensación, directa o indirecta, distinta del salario justo profesional. En algunos casos la integridad debe distanciarse de cualquier corruptela que pudiera poner en peligro su independencia para informar objetivamente y salvar la buena imagen de la profesión. En el fondo está en juego la fiabilidad del periodista y de todo el cuerpo profesional de informadores. Niceto Blázquez. Ética y medios de comunicación. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1994, pp. 274, 275.
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Fenómenos extraterrestres
Consulta 129
¿Cómo abordar temas relacionados con fenómenos extraterrestres? U r u g u a y.
Respuesta Sobre estos temas el periodista fluctúa entre dos actuaciones extremas. • Dar por hecho que se trata de un engaño, sobre hechos falsos y asuntos de superchería y de credulidad popular. Puesto que se trata de hechos que se investigan y sobre los que no hay certezas sólidas, sería temerario concluir, sin más, que se trata de ficción, engaño o ilusión. El papel del periodista es dar a conocer los puntos de vista y las investigaciones sobre estos hechos. Cuando se trata de aportes serios y de utilidad para los lectores, es un servicio informativo darlos a conocer y contextualizarlos con otros estudios. • Dar por hecho que el fenómeno ha sido comprobado para justificar publicaciones imaginativas y de gran demanda entre el público. A falta de razones serias, se echa mano de la ficción. El periodista, en razón de su compromiso con la verdad y de su deber de ofrecer informaciones comprobadas, en casos como este presta una ayuda eficaz cuando da a conocer los distintos puntos de vista para estimular el debate y la investigación. Entre esas dos actitudes extremas, el periodista tiene delante de sí una posición de equilibrio, o sea, la de contribuir a las investigaciones con el aporte de la mayor cantidad de elementos que sirvan a unos y a otros para elaborar sus explicaciones. La tarea del periodista no es determinar si existen o no los extraterrestres, sino dar a conocer
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los elementos que tienen los investigadores para negar o afirmar su existencia. El lector tiene el derecho a conocer esos elementos y a recibir las observaciones que sobre ellos tiene el periodista para llegar a un juicio personal.
Documentación Nuestro futuro, el de los diarios que nacieron hace ya más de dos siglos, dependerá de que seamos capaces de cumplir con el compromiso de suministrar a los ciudadanos una información veraz para que estos puedan ejercer con libertad su soberanía. En la introducción de La Guerra del Peloponeso, hace dos mil quinientos años, Tucídides decía: “En cuanto a hechos acaecidos en el curso de la guerra he considerado conveniente no relatarlos a partir de la primera información que caía en mis manos ni cómo a mí me parecía, sino escribiendo sobre aquellos que yo mismo había presenciado, o que, cuando me informaban otros, he investigado caso por caso, con toda la exactitud posible. La investigación ha sido laboriosa porque los testigos no han dado las mismas versiones sobre los mismos hechos, sino según las simpatías hacia unos u otros, según la memoria de cada uno”. Nuestra memoria es frágil, incluso cuando se trata de hechos recientes. Toda esta obligación de verificar, contrastar, comprobar y luego contar, no según las preferencias propias de cada uno, es nuestro reto, es el desafío de la verdad al que debemos responder. Jesús Ceberio. "Desafíos del periodismo real". Memoria del Seminario Internacional convocado por Clarín en Buenos Aires, 2005, pp. 40, 41.
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Ética en la era digital
Consulta 130
¿Cómo se mide la calidad del periodismo en red? México.
Respuesta La calidad del periodismo digital incluye, desde luego, todas las características del buen periodismo tradicional, pero, además, las que resultan de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Es el caso del manejo de las fuentes, estas se multiplican en internet y esa facilidad trae consigo la obligación de confrontarlas, de someterlas a crítica y de ofrecer al lector el acceso a fuentes plurales y diversas. Como es sabido, al multiplicarse las fuentes en internet, disminuye la identificación y la crítica de los contenidos que aportan. La tecnología digital ofrece posibilidades para hacer más comunicable una información y para enriquecerla. El uso de esas posibilidades es otro factor de calidad. El hipertexto, con los enlaces que se ponen a disposición del lector, con las imágenes fijas o en movimiento con que se ilustra la información, los sonidos de voces, de multitudes o de la naturaleza con los que se le puede dar otra dimensión a la información la hacen más comunicable y rica. Ofrecen las nuevas tecnologías la posibilidad de que el periodista profesional dedique su tiempo y esfuerzo a interpretar y profundizar la información mientras el periodista ciudadano aporta lo que él puede obtener: la materia prima de la información, los datos del aquí y ahora, las reacciones iniciales, el testimonio inmediato. Así, en esta tarea de colaboración, el periodista se aplicará a su tarea
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más profesional. Al hacerlo desarrolla ese producto agregado que es otro factor de calidad. Aún podría sumarse a los anteriores el trabajo del periodista para defender al lector de las consecuencias negativas de la aplicación de lo digital. Por ejemplo, la tentación de lo inmediato y sus consecuencias de superficialidad y de no reflexión. Cuando el periodista digital impone la lentitud necesaria para la reflexión sobre los hechos y la profundización que permite abordar lo complejo e ir más allá de la apariencia de estos se le agrega calidad a la información digital. Las nuevas tecnologías, al proponer condiciones e instrumentos nuevos, no están impulsando un periodismo fácil ni automático, sino uno difícil por lo inteligente y están creando las condiciones para un periodismo de calidad. Documentación La red puede ser una herramienta que facilite la comunicación y la información ciudadana con la inmediatez y la diversidad temática que la caracterizan, pero nunca debería suplir el papel profesional de los medios de comunicación. Periodistas y ciudadanos comparten una responsabilidad social, la de exigir a los medios el cumplimiento de unos principios democráticos de una sociedad del siglo xxi. El ciudadano tiene que ser un colaborador directo del proceso, como fuente, como recolector de información, como contextualizador, como documentalista, como garante de la veracidad y de la equidad de las fuentes en la construcción de la actualidad. El periodista tiene asignadas también todas estas funciones, pero ha de responder a una principal: la calidad en el tratamiento de los contenidos periodísticos. La calidad exige no solo informar, sino contrastar, señalar los antecedentes, buscar, explicar y analizar las causas, proponer, diseñar una perspectiva de futuro. Es un trabajo específico del informador que se apoya en el servicio de los ciudadanos para ofrecer un servicio público, exigencia primera de los medios de comunicación. Hacer información ha pasado así de ser función narrativa a ser función social con certificado de calidad. ¿Y quién exige ese nivel de calidad a los medios? Los primeros interesados en conocer las
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causas y la verdad de los hechos son los ciudadanos, que deberían tener en sus manos los índices de medición de calidad de los textos periodísticos a los que cada día acceden, bien en el formato tradicional, bien en formato digital. Una guía de buenas maneras periodísticas será el instrumento base para que la opinión pública deje claras las exigencias que le corresponden y rechace el mal periodismo que enturbia la labor de los verdaderos profesionales. Por otro lado, la invasión de la red por la ciudadanía requiere también certificado de calidad y, por supuesto, una revisión, un filtro de control que los periodistas tienen que aplicar. El internauta, el bloguero o los seguidores de Twitter o Facebook son fuentes mejor o peor informadas, más o menos interesadas o contaminadas. Por tanto, los índices de medición mencionados son también una guía de buenas prácticas en el tratamiento informativo que diferencia un producto de calidad de otras modalidades que no pueden considerarse periodismo. Curiel, Méndez y Rojas. Parámetros de la calidad del periodismo en red. Calidad periodística. Universidad de Barcelona, Barcelona, 2013, pp. 130, 131.
Consulta 131
¿Se puede publicar una charla de WhatsApp sin permiso? Argentina.
Respuesta La consulta hace referencia a dos aspectos diferentes: la intimidad en internet. La propiedad intelectual sobre los materiales que aparecen en los medios digitales. Ante todo es útil tener en cuenta las alteraciones que la tecnología digital ha introducido en las aplicaciones de lo íntimo y en el derecho de propiedad intelectual. No ha desaparecido el derecho a la intimidad, pero quien quiera resguardarla debe correr las cortinas. Internet ha abierto unas ventanas demasiado amplias que amenazan la intimidad y que obligan a las
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personas a ser más cuidadosas. Así ha quedado en evidencia en casos como el de la niña que se exhibe ante la cámara de su computador personal; no tendrá defensa alguna si la imagen circula después en las redes sociales. Tampoco puede alegar intimidad el que en su cuenta de Twitter calumnia a alguien. La demanda por injuria, calumnia, hostigamiento prospera a pesar de sus reclamos de intimidad. Un fallo de la Corte Constitucional colombiana obligó a cerrar la cuenta de Facebook que su padre había abierto a nombre de su hija menor de edad. La corte alegó los derechos de la niña a que sus datos personales e intimidad se mantuvieran protegidos. En otros términos: el padre no tenía el derecho a abrir la ventana sin el consentimiento de su hija. En cuanto a la propiedad intelectual, esta no desaparece, puesto que es exigencia de la justicia y de la verdad; pero está más expuesta. Es, de todos modos, un derecho que puede ser alegado ante los jueces. Documentación Más allá de las paredes de cristal del mundo empresarial hay quien proclama: “Ya no le queda a usted ni un ápice de privacidad, vaya acostumbrándose”. Aquí el cambio fundamental ha residido en las tecnologías de recolección de datos asociadas a la economía del comercio electrónico. En muchos casos, la fuente principal de ingresos de las empresas de comercio electrónico es la publicidad y el marketing. Por otro lado, estas obtienen ingresos de las pancartas publicitarias que cuelgan para sus usuarios. Además, venden los datos personales de sus usuarios a sus clientes con fines comerciales o los utilizan ellos mismos para definirlos mejor. En todos los casos se consigue siempre una valiosísima información en cada clic efectuado dentro del sitio web. En Estados Unidos, en el 92 % de los sitios web recogen los datos personales de sus usuarios y los procesan de acuerdo a sus intereses comerciales. Las empresas juran que solo los utilizan de forma agregada para formar perfiles de mercado. Después de todo, la mayoría de los consumidores no ejerce su derecho de opt-out que les permitiría negarse a autorizar el uso de sus datos personales.
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El ataque global contra la privacidad para recuperar el control en un modelo de soberanía compartida asegura los derechos de propiedad sobre la información a cambio de la utilización pública de dicha información. Con el objeto de afianzar sus intereses, las empresas y los gobiernos amenazan conjuntamente la libertad, violando la privacidad en nombre de la seguridad. Manuel Castells. La galaxia internet. Plaza y Janés, Madrid, 2001, pp. 198, 199, 208.
Consulta 132
¿Qué es lo ético y antiético en los casos de las filtraciones hechas por Edward Snowden y Julian Assange? Guatemala.
Respuesta Los directores de periódicos que recibieron los primeros voluminosos paquetes de cables obtenidos por Assange para Wikileaks fueron cuidadosos: les aplicaron a esos cables las mismas normas que cualquier periodista debe observar en su manejo de las fuentes; por tanto, los sometieron al rigor de la comprobación. También hicieron lo que en las redacciones es un proceso normal: separar, en las informaciones que llegan, lo pertinente de lo no pertinente bajo el criterio de que solo es publicable lo que es de interés público; y finalmente, deliberaron sobre los efectos posibles de una publicación para descartar o matizar lo que podría hacer daño y darle relevancia a lo que podía servir al bien público. Al actuar así quedaba claro que hay secretos publicables y secretos que deben seguir siéndolo, y que la máxima prioridad es para los secretos que deben conocerse por interés del bien público. Por ejemplo, los asesinatos cometidos por militares de Estados Unidos en Afganistán. Hay otros secretos, en cambio, que no deben ser publicados y así permanecieron silenciados: los que ponían en peligro la seguridad pública.
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Entre esos extremos se pudieron ubicar los secretos inútiles y mantenidos por los funcionarios por la sensación de poder que les originaba; en cambio, debían respetarse los secretos guardados dentro del legítimo derecho de las personas a su intimidad. En conclusión: deja de ser ético todo lo que viola los derechos de las personas o de la sociedad en esta relación del periodista con los secretos. Es ético, en cambio, lo que preserva esos derechos de los abusos de quienes ejercen el poder. Documentación Hay un tipo de periodista que, aparentemente, se declara adepto a la verdad, pero está dispuesto a desviarse de su camino siempre que sea posible o cuando las circunstancias lo imponen. Estos son los periodistas teleológicos, los que creen que adherirse a una regla o axioma absoluto, como hacen los deontólogos, es irracional. Lo que ellos aprecian es la moralidad del acto. Estos periodistas que piensan en las consecuencias son los antikantianos, los relativistas, los periodistas que opinan que esta desviación del camino de la verdad en ciertos casos es un acto ético. Dado que estos periodistas se preocupan por las consecuencias, ellos se dedican, naturalmente, a aquellos actos que van a tener como resultado las consecuencias que ellos desean. Analicemos un ejemplo común. Un periodista que sabe el nombre de la víctima de una violación, pero que decide dejarlo fuera del relato se ha deslizado desde el estilo estrictamente periodístico al estilo neutral. Todo tipo de razones puede usarse para justificar una acción como esta: la posible venganza de la víctima o de su familia, incluso otro peligro para ella, en el futuro, pero estas son justificaciones subjetivas basadas en la opinión personal y que tienen que ver algo con las posibles consecuencias, pero nada que ver con un trabajo de plena divulgación. ¿El periodista tendría que usar en su trabajo el nombre de una muchacha de catorce años que ha sido golpeada, violada y sodomizada? Sería difícil revelar el nombre, creemos, incluso para el periodista orientado hacia la verdad, pero algunos periodistas orientados hacia la verdad pueden pensar que tendrían que hacerlo.
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Aquí tenemos otro ejemplo: ¿qué pasa con un relato sobre la existencia de una operación secreta de la policía, relato que podría destruir la investigación e incluso poner en peligro la vida de un agente secreto? Aquí también sería fácil justificar el callar esta historia en vista de las posibles consecuencias. La revelación o la eliminación de la información, basados en las consecuencias que se toman en cuenta, puede ser justificada, sin duda, en un sentido ético, pero los periodistas que hacen esto pueden dudar de su dedicación como informadores. Estos periodistas no tendrían que darse mucha prisa cuando se trata de condenar a los representantes del gobierno que pueden adoptar una actitud semejante basándose en las mismas razones. John C. Merrill. La ética del periodismo. Universidad Técnica Particular de Loja, Loja, 2007, pp. 242, 243.
Consulta 133
¿Está bien usar fotografías tomadas de redes sociales para ilustrar artículos periodísticos? México.
Respuesta Contra un sentir extendido entre los usuarios de la tecnología digital, los productos intelectuales o artísticos tienen dueño y es de justicia darle el crédito correspondiente, lo mismo que la compensación económica cuando se hace un uso comercial. No siempre es posible identificar al autor del artículo, fotografía o ilustración que se reproduce; en cambio, sí está a la vista el lugar o página de donde se toma y esta es la información que debe darse a falta de una más precisa sobre el autor. Lo importante es que no se cree el equívoco sobre la autoría de la obra. A merced de ese equívoco vienen las injustas y mentirosas atribuciones con que alguien se apodera de una creación que no es suya o crea apariencias engañosas sobre el autor de la obra.
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La producción intelectual o artística difundida a través de los medios es fiable si es transparente y franca. Cuando así se presenta exhibe el valor agregado de lo honesto y justo. En el caso propuesto en la consulta, es importante entender que es más ético lo más transparente y claro. Lo confuso, ambiguo y oscuro es lo menos ético porque desaparecen lo justo y lo verdadero. Documentación El nivel de relación de la actividad fotográfica con el derecho se da en el campo de los derechos de autor, los cuales sirven para establecer la relación moral y patrimonial del autor con su obra. En el Perú hubo una ley de propiedad intelectual en 1849, que protegía los escritos, cartas geográficas, grabados y composiciones musicales, pero no se mencionaba la fotografía, aunque por analogía se la podía incluir. Un siglo después se promulgó la Ley 13714 de derechos de autor (en 1961) que, refiriéndose a la fotografía, protege a su autor para que la explote en exclusividad por veinte años. Este plazo de exclusividad es menor que el asignado a las obras literarias que, originalmente, era toda la vida del autor, más cincuenta años contados desde la fecha de su muerte. El gobierno de Alan García modificó esa norma en 1986 mediante la Ley 24518 y amplió el plazo de explotación de la obra literaria a la duración de la vida de los hijos, cónyuge y padres del autor. La Ley 13714 tiene un reglamento extenso donde la fotografía ocupa un lugar limitado. Hay disposiciones adicionales sobre la propiedad de las obras artísticas y dice que las obras literarias y artísticas son bienes de la propiedad conyugal y que los frutos que de ellas provengan son bienes sociales, es decir, comunes. José Perla Anaya. Derecho de la comunicación. Didí de Arteta, Lima, 2003, pp. 204, 205.
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Consulta 134
¿Las redes sociales pueden cambiar el periodismo? ¿Si es así, lo cambian para bien o para mal? E l S a l v a d o r.
Respuesta De hecho lo están cambiando. La muy amplia gama de posibilidades que ofrece internet la están aprovechando medios y periodistas que, así, están transformando el periodismo. Menciono algunas de esas posibilidades: La apertura al otro. Las facilidades de comunicación con los habitantes del mundo han cambiado el sentido de la palabra “prójimo”, que antes se refería a la vecindad espacial. Prójimo era el que estaba espacialmente cercano: la familia, los vecinos, los compañeros de trabajo o de estudio o de asociación. Hoy prójimo es todo aquel que se encuentra al alcance en la red. No importa la distancia, la nacionalidad, la cultura o el régimen político, cualquier humano puede ser fuente o tema para el periodista. Si cada ser humano es una potencial y viva fuente de información, esta multiplicación de las fuentes amplía las posibilidades de información, de tolerancia y de enriquecimiento cultural del periodista. La tecnología digital amplía el abanico de las posibilidades de conocimiento para el periodista y para sus receptores de información; por tanto, al hacer más accesible el conocimiento, garantiza la solidez de la libertad. La libertad se fortalece con decisiones y estas ganan en calidad y en cantidad cuando se apoyan en un conocimiento más completo, que es el que puede obtener el periodista en internet. Hay que agregar que el mundo digital ha previsto la infraestructura para las redes sociales, un instrumento del que se vale el periodista para ampliar sus contactos y su visión de las personas y de la opinión pública. Estos son los elementos y los usos positivos que hacen progresar al periodismo. También hay posibilidades negativas que vuelven superficial, irresponsable y dañino al periodismo. Al fin y al cabo, lo digital es un instrumento que es bueno o malo según quien lo use. 282
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Documentación La profesión periodística está experimentando algunos cambios. Las redes sociales han hecho que tome cada vez más importancia lo que se conoce como “periodismo ciudadano”. Los ciudadanos se convierten en proveedores de noticias, en fuentes de información. El trabajo del periodista es, como siempre, el de verificar estas informaciones y darles forma. La sensación entre algunos periodistas es que el incremento del periodismo ciudadano derivado de las redes sociales puede afectar en forma negativa la calidad de la profesión. En este sentido, el estudio The Influence of the Internet on European Journalism, publicado en el Journal of Computed Mediated Communication, pone de manifiesto que los periodistas europeos recelan del impacto que pueda tener en la calidad de su trabajo. Enric Sierra admite que en la generalidad de los periodistas todavía tienen ciertas reservas para entrar en el mundo digital por desconocimiento, mientras que Josep Luis Micó, profesor del Departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación Blanquerna y autor de Teleperiodismo digital, asegura que ese temor es infundado, ya que con las plataformas sociales “la calidad del periodismo en términos generales ha mejorado”. Sonia Ortiz. Los usos periodísticos de las redes sociales. Capcalera 146, publicación del Colegio de Periodistas de Cataluña. Barcelona, diciembre de 2009, pp. 154, 155.
Consulta 135
¿Es conveniente o inconveniente que internet permita a los ciudadanos convertirse en emisores de información? Ve n e z u e l a .
Respuesta En la práctica de los medios, la actitud más positiva es la que convierte a estos ciudadanos emisores en colaboradores que aportan una materia prima de la información. Esos medios (periódicos, noticieros de radio o de televisión) sienten que pueden estar presentes
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en más lugares, dada la ubicuidad del periodista ciudadano. En último término, es el profesional periodista quien decidirá si esos materiales son importantes o no; él determinará si esos datos deben ser confirmados o complementados; de él dependerá que se presenten de una manera u otra. En cualquier caso, ese ciudadano emisor viene a ser lo mismo, aunque con elementos técnicos distintos y superiores, que el testigo a quien el periodista acude para enriquecer su información. También es práctica de los medios dedicar al periodista profesional a las tareas de análisis, explicación y complementación de la información, que son los valores profesionales agregados a la información en bruto que aportan los reporteros ciudadanos. Estas son las actitudes positivas que convierten el fenómeno del ciudadano emisor en un colaborador valioso del informador profesional. Mirarlos como una competencia peligrosa para la supervivencia del periodista o como una fuente dañina de información es una expresión de inseguridad profesional y de incapacidad para ver todos los aspectos de las nuevas tecnologías. Documentación Las cartas al editor existen en la prensa escrita desde hace más de 200 años; y ya en los años noventa del siglo pasado aparecieron las primeras iniciativas encaminadas a aproximar al periodista al ciudadano a través del periodismo público. Internet, sin embargo, aportaba una novedad sustancial: la posibilidad de una relación directa en tiempo real entre periodistas y lectores, y entre los propios lectores. Cuando esa relación se produce en el marco de los medios, se denomina periodismo participativo. El salto es cualitativo. El ciudadano aporta contenidos originales que los medios pueden publicar o utilizar para elaborar informaciones. Los medios tradicionales incorporaron la participación con su doble objetivo. Por un lado, para legitimarse en concordancia con su función democrática, ofreciendo espacios para la deliberación entre ciudadanos. Por otro, como aporte de una estrategia económica encaminada a fidelizar a la audiencia. Y los periodistas reaccionaron
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entre el entusiasmo y el escepticismo. En todo caso, las redacciones han tendido a definir espacios claramente diferenciados entre la aportación de la audiencia y la producción de los periodistas para evitar que la participación minara el papel del narrador de la realidad. La apuesta clara de los medios por la participación se traduce en más de una quincena de posibilidades, pero los comentarios y las noticias son unas de las preferidas por los medios y por las audiencias porque posibilitan el debate entre ciudadanos y permiten fortalecer la función democrática de la prensa. Ruiz, Masip, Domingo, Noci y Micó. Participación de la audiencia en el periodismo. Universidad de Barcelona, Aldea Global, Barcelona, 2013, p. 134.
Consulta 136
¿Es ético lo que hacen los sitios web dedicados a publicar noticias satíricas? México.
Respuesta La legitimidad de esta clase de contenidos depende de la claridad del pacto implícito que se hace con los receptores de la información. Este pacto es posible con audiencias limitadas y habituales que participan conscientemente en las noticias juego. Cuando eso no es posible por la magnitud y heterogeneidad de la audiencia, el peligro de engaño aumenta. Es un peligro que puede ocurrir por doble vía: • Cuando se hace daño a la fama o buen nombre de las personas; o cuando se les crean temores injustificados o curiosidades sin fundamento. • Porque se crea una actitud de desconfianza hacia la noticia, que es un medio de conocimiento de la realidad, necesario para las personas y para la sociedad. La noticia mantiene la conexión de las personas con los hechos que ocurren en el resto de la sociedad. Al perder credibilidad la noticia, las personas y la sociedad se condenan al aislamiento y sus consecuencias. 150
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De otro lado, si quienes se identifican como autores de este entretenimiento son periodistas, corren el peligro de perder la credibilidad que les sería necesaria en el momento de dar noticias de importancia para la sociedad. Estos periodistas serían víctimas de la misma pérdida de credibilidad que evidencia la fábula del pastorcito mentiroso. Documentación El efecto de la noticia es conseguir que la gente hable de aquel hecho que la noticia define y comunica y que, al hablar de él, piense en lo que significa. El significado de las cosas y las acciones se concreta en la conversación y cuando la gente piensa en lo que dicen los medios que pasa en el mundo, se pregunta enseguida qué va a pasar, cuáles serán los efectos y consecuencias de aquel hecho, qué otros hechos van a seguirle. Esto supone que toda noticia hace pensar al que la recibe en sus repercusiones, lo que equivale a pensar oscuramente en las noticias que van a seguir y en su posible significado. Por consiguiente, puede decirse que es más noticia que otra aquella que más se quede grabada en la mente del lector u oyente y durante más tiempo le ayude a interpretar un cierto número de hechos sucesivos y posteriores. También se puede decir que es más noticia que otra la que abra un filón de hechos más importantes y duraderos, la que modifique más el curso de los acontecimientos o que tenga mayor trascendencia en el futuro. En definitiva, puede decirse que es más noticia aquella que tendrá más repercusiones, que hará hacer y decir más cosas, que se prolongará más tiempo en el mismo medio que la ha dado y en otros que la recojan. La noticia más útil al lector u oyente, aquella por la que con razón pudiera pagar más, será aquella que mejor le sirva para entender lo que pasa y hacerse cargo de lo que va a pasar, o también para entender lo que le espera y en lo que él mismo pueda influir. La noticia más provechosa para la actuación de más personas durante más tiempo será, con toda lógica, más noticia que aquella que sirva a menos personas para actuar durante menos tiempo y mucho más que aquella que ni siquiera consiguió que la gente hable de un hecho y, al hacerlo, piense en él. Lorenzo Gomis. Teoría del periodismo. Paidós, Barcelona, 1997, pp. 92, 93.
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Consulta 137
¿Es conveniente que los lectores ahora interactúen en la red con los miembros de una redacción? E c u a d o r.
Respuesta Las redes sociales, “ese lugar intermedio entre lo privado y lo público, entre lo personal y lo social” (expresiones de Darío Pompili en La herencia de lo digital), precisan los conceptos sobre lo público y lo privado y abren nuevas perspectivas a la comunicación. No es extraño, por tanto, que cuando una polémica se traslada de las páginas del periódico a la pantalla, se produzca algún desconcierto, como si alguien estuviera violando confidencialidades. Las redes sociales no solo amplían el campo de la influencia en el que se desarrolla una polémica o el alcance de una información, sino que rompen el estrecho esquema de la comunicación a través del periódico. Según este, el emisor (director del periódico, columnistas o reporteros) difunde contenidos para unos receptores que, de manera limitada, pueden interactuar con una respuesta, réplica o reacción. En las redes sociales el receptor es también emisor, con capacidad de respuesta e interactividad, lo que convierte la polémica libre en un medio para buscar la verdad, contrastar opiniones y rechazar errores. Es, pues, instrumento de búsqueda colectiva de la verdad sin las limitaciones de los medios clásicos de comunicación. Por otra parte, no puede acusarse a quienes se valen de las redes sociales por violación de privacidad alguna. Lo que se discute en las páginas de un periódico es público, aunque con difusión limitada si se compara con lo que obtienen las redes sociales. Uno y otro medio sirven como plataforma para la discusión de puntos de vista y lo ideal es que cuanto aparece en las redes también sea conocido en el medio impreso.
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Consulta 138
Un periodista mató a una presentadora de televisión y a su camarógrafo para luego subir el video a Twitter. ¿Actuaron bien los medios que replicaron el video? Estados Unidos.
Respuesta No es el uso de las imágenes el que resulta cuestionable, sino la manera de hacerlo. Una emisión por el estilo de “¡Extra! ¡Tenemos imágenes exclusivas del asesinato!”, es claramente reprochable. Sería, en tal caso, un tratamiento indebido por la falta de respeto a la víctima y a su familia. Es convertir una muerte en mercancía. Tal uso del video, con intención comercial, se distancia de la intención de servicio público que debe presidir las acciones del periodista profesional. Esta voluntad de servicio es la que aconseja el uso ético de estas imágenes. Es un servicio que las convierte en material de denuncia o de análisis razonado del hecho para información del público. Cuando los manuales de estilo o los códigos de ética rechazan el uso sensacionalista de las imágenes, tienen en cuenta la diferencia que existe entre una información que solo estimula los sentidos y la curiosidad y la que estimula la inteligencia y promueve la búsqueda de causas y soluciones, e impulsa, además, la participación para que el crimen no se repita y la sociedad exija mecanismos y acciones de prevención del delito. Una información así provee elementos de conocimiento para el desarrollo humano de la sociedad; lo sensacionalista, en cambio, contribuye al distanciamiento y a la pérdida de sensibilidad de las audiencias frente al mal. Documentación Cuando en una sociedad la crueldad se vuelve en cierta manera “normalizada”, la propia compasión termina por sufrir las consecuencias. Y me parece que en la actualidad estamos asistiendo a este proceso,
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un proceso en que ante todo los videos, la repugnancia y la compasión dan paso de forma progresiva a la aceptación insensible o a la resignación de cierto público. Cuando se busca, voluntariamente, mirar este tipo de imágenes, se deja de luchar contra el espectáculo al que se asiste. Uno se ubica en una situación de comodidad, fuera de las escenas crueles y monstruosas de las que es espectador, como si con la interposición de la campaña, la realidad no fuera más que una imagen virtual. La realidad horror termina por instalarse en nuestra vida cotidiana. Ante estas imágenes de espanto, me pregunto si los espectadores que las miran recuerdan todavía que el que muere es un ser humano, porque estos asesinatos en directo reducen la persona a una cosa, la cosifican. El concepto de cosificación tuvo cierto éxito en el mundo germanófono en los años 20 del siglo pasado, en que se convirtió en una especie de leitmotiv de la crítica de la sociedad y de la cultura. Después de la Segunda Guerra Mundial, ese concepto cedió el terreno y las reflexiones de la sociedad más bien se dirigieron a las deficiencias de la democracia y de la justicia. Durante los horrores de la Segunda Guerra Mundial la cosificación llegó a su apogeo, ya que el tratamiento instrumental de los individuos se convirtió en una práctica corriente. En los campos de exterminio, los hombres y las mujeres fueron tratados como objetos, como cosas hasta su aniquilación. Es posible habituarse a la liquidación de los seres humanos, sobre todo cuando se olvida que son seres humanos y se tratan como un cargamento. “Estaban tan débiles, no hacían nada para oponerse a lo que les llegaba, se dejaban hacer. Eran personas con las que no se tenía nada en común. Así fue cómo surgió ‘el desprecio’”. El desprecio probablemente no nació de esta cosificación, pero esta lo mantuvo, por no decir que lo acentuó. Michela Marzano. La muerte como espectáculo. Tusquets, Barcelona, 2010, pp. 90, 91, 92.
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Consulta 139
¿Los tuiteros son periodistas? Colombia.
Respuesta Ni los tuiteros ni los grafiteros ni los blogueros ni los que tienen cuenta activa en Facebook pueden llamarse periodistas por razón de esas actividades comunicativas. Es cierto que se comunican con públicos que pueden llegar a ser más extensos que los de cualquier periódico; que pueden comunicarse con mayor frecuencia que un periódico; que pueden tener la misma periodicidad en su comunicación que un periódico. Sin embargo, no son periodistas. Para serlo necesitarían: • Dedicación profesional a las tareas de servir a una audiencia, a través de la información de los hechos diarios de la vida de la sociedad, del país o del mundo. • Procesamiento diario de las informaciones para servir al lector con los antecedentes, los contextos y las proyecciones de los hechos. • La confirmación y ampliación de los hechos con ayuda de fuentes plurales y diversas que, además, deberán ser idóneas e independientes. • Seguimiento de las informaciones de modo que el receptor tenga acceso al conocimiento de los procesos en que los hechos se enmarcan. • Todos estos pasos deben estar guiados por una conciencia profesional cuyas normas éticas han llegado a conformar un talante o costumbre de acción.
Tanto los usuarios de las nuevas tecnologías como los periodistas sin una conciencia clara de su identidad profesional se suelen limitar a las actividades descritas en el primer apartado, que son una parte mínima del quehacer periodístico. La aparición de esa apariencia de periodismo, sin embargo, ha tenido el buen efecto de obligar a periodistas y lectores a preguntarse: ¿qué es un periodista? Las respuestas a esa pregunta han contribuido a una formulación completa de los elementos de que está hecha la identidad periodística. 290
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Documentación ¿Será periodista quien da a conocer una información de última hora a través de Twitter o Facebook? Creo que no. Allí hay una comunidad, objeto de estudios antropológicos y comunicacionales, que se informa apurada y limitadamente de lo que acontece. Hasta esos límites no puede reducirse el ejercicio profesional. Además de expresarnos, a los periodistas nos alienta el deber de garantizar la información veraz, confirmada y contrastada, imparcial, contextualizada, transparente y de interés público. La emoción y fogosidad de quien pone un mensaje en Twitter difiere del rigor y la responsabilidad de la acción del periodista. El periodista mantendrá su vigencia de guardián de la democracia si está dispuesto a denunciar la corrupción, a descubrir lo oculto, a mantener la independencia de los poderes económicos y políticos, a pedir cuentas. Y a rendirlas, si transparencia y coherencia forman parte de los principios del decálogo ético. Otra cosa es que los medios se apoyen en las redes sociales. Considero que además de la convergencia, corresponden a una de las estrategias de adaptación al convertirlas en canal favorito para difundir noticias de última hora y promover contenidos. Víctor León Zuluaga. Defensor del lector de El Colombiano, Medellín, Colombia. “La vigencia del periodismo y la evolución de los medios”.
Consulta 140
¿Está bien que un periodista cierre su cuenta de Twitter cuando recibe insultos por esa vía? Colombia.
Respuesta Es importante entender que tener a disposición un poder crea unas exigencias de responsabilidad proporcionales a la magnitud de ese poder. La tecnología digital pone en las manos del usuario un poder que no era conocido. Forma parte de ese poder el cubrimiento
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espacial, o sea, el alcance físico de los mensajes, que pueden lograr extensiones inimaginadas. Es igualmente poderosa la instantaneidad de los mensajes que parecen eliminar la barrera del tiempo. Con ese poder en sus manos, a las personas se les abren dos opciones principales: usar ese poder para su propio desarrollo personal, y así les ocurre a todos los que se hacen mejores con la ayuda de los recursos del mundo digital. O los que ponen esta tecnología al servicio de la parte peor de su personalidad. Actualmente, los responsables de los foros de internet actúan a la defensiva para controlar o ponerles freno a estos últimos que, estimulados por el poder de la tecnología y por el anonimato con que pueden actuar, dan salida a sus más destructores instintos. Los reglamentos o normas que se están adoptando, como condición para entrar a estos espacios, son a la vez defensa y pedagogía. Generalmente son indeseables las personas incapaces del diálogo; por eso se las excluye o ignora, al menos mientras no se ajusten a unas reglas civilizadas de conversación: no ofender, valerse de un lenguaje correcto y decente. En algunos de esos espacios no se admite, por ejemplo, el texto que va todo en mayúsculas porque equivalen a un grito y no puede haber diálogo inteligente a gritos. Es decir, la gran regla es usar la tecnología como instrumento de acercamiento. Documentación La pornografía infantil es un caso extremo, pero lo mismo se puede decir de ejemplos relativamente inocuos como lo trivial, lo raro, lo ridículo, que también encontraron en internet un medio en que todo lo que reprime, verifica y corrige puede ser sorteado y todo lo que refuerza puede ser buscado una y otra vez. Así, por ejemplo, el que crea en hadas puede estar seguro de encontrar confirmación psicológica en la red y no necesita ocuparse de la crítica científica; el filósofo casero con una grandiosa, pero completamente vacua teoría de todo encuentra tarde o temprano grupos de gente cuyo conocimiento y perspicacia crítica son todavía menores, pero están dispuestos a dejarse impresionar. Esto explica por qué internet
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contiene grandes cantidades no solo de inmundicia, sino también de estupidez. El resultado lógico de tal interacción es una fragmentación moral más que una comunidad moral, y aunque la conclusión práctica seguramente no llegará a tal extremo, el hecho de que esta sea el resultado lógico demuestra la existencia de una tendencia destructora. La libertad de internet está hecha a la medida para fomentar el libertinaje. Dicha fragmentación es anárquica en el mal sentido, puesto que es el medio ideal para propagar deseos no tutelados de cualquier clase. Por supuesto, hay buenas razones para pensar que nunca se llegará al límite, porque siempre se requerirá un grado básico de comunicación como una lengua de alguna clase, que a su vez requerirá la sumisión de los impulsos no tutelados a influencias socializadoras de la manera prescrita más arriba. Incluso quienes utilizan internet para buscar almas gemelas interesadas en los impulsos más elementales tienen que encontrar alguna manera de hablar entre sí. Además, si la conjunción de intereses no tutelados y deseos ha de resultar en una actividad conjunta, también requiere alguna medida de disciplina y de orden social. Gordon Graham. Internet. Fronesis, Madrid, 2001, pp. 104, 105.
Consulta 141
¿Es suficiente un tuit de una entidad oficial que exige rectificación para cambiar el contenido de un artículo? Colombia.
Respuesta La rectificación es un deber del medio periodístico y un derecho de quien recibe información cuando está comprobado el error del periodista. Ese error debe comprobarse de modo claro, como resultado de una investigación suficiente.
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El compromiso del periodista de ofrecer a su audiencia la verdad de los hechos le crea el deber de investigar y asegurarse de esto mediante la utilización de las herramientas propias del oficio que van desde el uso de fuentes plurales y diversas, el examen crítico de documentos y declaraciones hasta la consulta de fuentes especializadas. Si por debilidad o falla de algunas de sus fuentes, o por descuido del propio periodista, aparecen errores en sus textos, es un derecho del receptor pedir la corrección y es un deber del periodista hacerla. Pero este proceso está guiado por la persuasión del periodista y del receptor de que entre ambos busquen la verdad para beneficio de todos. También opera la idea de que unos y otros son falibles y de que ni periodista ni reclamantes pueden suponerse infalibles. Dentro de este contexto se puede concluir que una exigencia de rectificación a través de Twitter es inapropiada para iniciar ese proceso de búsqueda. Los 140 caracteres apenas si son suficientes para dar una orden, pero no para demostrar la existencia de un error. El hecho mismo de que sea una exigencia oficial deja suponer que se pretende imponer, de modo autoritario, un punto de vista o una versión interesada y no emprender una búsqueda de la verdad con ánimo constructivo y solidario. Documentación Cuando aparezca un error comprobado sobre materia grave que pueda lesionar los intereses del lector o del protagonista de un hecho sobre el cual se haya informado, las directivas de la redacción en coordinación con el defensor del lector y el departamento jurídico decidirán si rectifican y determinarán la forma en que lo harán. En los casos de correcciones y aclaraciones también debe oírse el punto de vista del periodista que las motivó. Los textos de una rectificación, corrección o aclaración no pueden tener la palabra involuntario ni sus derivaciones o sinónimos. Se puede presumir que en el periódico no puede haber errores voluntarios. Todos los textos de correcciones, aclaraciones y rectificaciones deben ser claros, concisos, serios, no polémicos y sin ambigüedades. Pueden
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contener una explicación del error, pero jamás dar la apariencia de que se está tratando de justificar. Manual de redacción de El Tiempo, Bogotá.
Debe ser el propio diario el que rectifique los errores en que pudo haber incurrido, aunque no lo pida el interesado. En La Nación, como se sabe, se publica una fe de erratas en la que se registran errores anteriores. Pero hay casos en que, por su importancia, las rectificaciones demandan mayor espacio que el que el diario brinda espontáneamente. Manual de estilo de La Nación, Buenos Aires.
The Washington Post está empeñado en reducir al mínimo el margen de errores que comete y en corregir los que se producen. Nuestro objetivo es la precisión; nuestra defensa, la imparcialidad. Debemos escuchar respetuosamente a las personas que nos hacen notar los errores. Código de conducta de The Washington Post.
Consulta 142
¿Basta con advertir en mi biografía que mi cuenta de Twitter es personal para decir ahí lo que me dé la gana? México.
Respuesta Teóricamente tiene validez la distinción entre lo que se hace como trabajador de una empresa y lo que se hace como persona particular. Cuando esta teoría se aplica en la práctica comienzan las dificultades, que son menores si el trabajador opera en una ensambladora de autos o en una fábrica de tortillas, en las que las dos identidades, la de trabajador y la de persona particular, solo están limitadas por el secreto industrial o profesional que obliga tanto al trabajador como a la persona particular.
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Pero en el caso del periodista esa separación entre el trabajador que informa y el particular que opina se vuelve imposible porque su credibilidad y el consiguiente peso moral de quien informa demandan la unidad y coherencia con el periodista que opina. Quien deposita su confianza en el periodista que le informa a diario no admite ninguna clase de doble juego: ahora debes ver en mí al periodista que te informa las noticias y en este otro momento al que opina en la red social. La confianza se funda en la unidad y coherencia de quien entrega una información confiable. En Estados Unidos, los “periodistas con un punto de vista” aparecen ante los receptores de su información con una actuación transparente que permite relacionar su información con su opinión, no como dos posiciones separadas, sino como dos partes de un único proceso informativo. Cuando se obra así, o sobra uno de los dos medios (el de papel y el digital) o en los dos aparece el mismo material informativo. Documentación Si el periodista conoce los principios éticos de su profesión y es capaz de reflexionar sobre ellos en el ejercicio profesional, esto significa que tiene conciencia ética y que, como resultado de ella, está desarrollando la autocrítica como parte de su sentido de la responsabilidad. La autocrítica señalada por Walter Williams, decano de Periodismo de la Universidad de Missouri en 1923, ha sido recogida por el código de ética del Círculo de Periodistas de Bogotá de 1990 y en la Declaración del Colegio de Periodistas de Costa Rica del 20 de abril de 2004. Mientras el de Bogotá plantea que “son aconsejables la autocrítica profesional y el debate público de los temas relacionados con la información”, la Declaración de Costa Rica señala que “es pertinente establecer vínculos entre los individuos que comparten la profesión de la comunicación y promover la constante autocrítica, como actitud que guía al buen comunicador”. De esta manera, la conciencia ética del profesional, es decir su capacidad para reflexionar sobre los principios deontológicos, se amplía a la discusión autocrítica en el ámbito de las organizaciones profesionales del periodismo, evitando la autocomplacencia y
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la defensa corporativa, que tanto daño hacen a la profesión y a la dignidad de los periodistas. Mediante la reflexión y la autocrítica, hechas en forma personal y colegiada, es posible revisar los errores y corregir las faltas éticas. Desde esta perspectiva, la conciencia ética se transforma en un elemento importante para el refuerzo de las normas y principios establecidos en los códigos de ética; estos no son letra muerta que no se aplica y adquieren la autoridad que deriva precisamente de la reflexión y discusión acerca de los valores permanentes. Mario Urzúa. Periodismo y ética, temas actuales. Centro de Estudios Bicentenario, Audios Impresores, Santiago, 2005, pp. 31, 32.
Consulta 143
¿Cambian las relaciones entre periodismo y publicidad en internet? Ve n e z u e l a .
Respuesta Son relaciones que deben plantearse con claridad, puesto que ponen a prueba la identidad profesional del periodista y la consistencia de su servicio a la sociedad. Lo mismo que sucede entre medios impresos y publicidad o en su relación con la televisión o la radio, la publicidad aprovecha el medio informativo como plataforma o rampa de lanzamiento de sus campañas. Su objetivo es ganar para sus productos, servicios, instituciones o personas que anuncia la credibilidad del medio. Lo que aparentemente es un negocio: tú le das espacio a mi anuncio y yo pago por él. Pero el periodista detecta algo más que un negocio: no se trata solo de un espacio para anunciar, sino del aprovechamiento de un intangible que se llama credibilidad, asociada a ese factor fundamental que es la confianza. El mensaje real es, por tanto, que así como tus lectores confían en tu información, que también lleguen a creer en la mía. Ese fue el esquema de la relación de
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la publicidad con los medios tradicionales, y se repite en internet. Y así como se llega a la impertinencia con los mensajes publicitarios impresos o grabados, también lo es para el usuario el pegajoso anuncio que se sobrepone al texto que necesitas leer, o que va y viene por la pantalla como Pedro por su casa, y la verdad es que mi pantalla no tiene por qué ser la casa franca para los anunciantes. Todas las prevenciones de la ética en los medios tradicionales para que no se cree confusión entre información y propaganda mantienen su validez en internet, así como el rechazo a la práctica de los contenidos patrocinados como una forma disimulada de pagar al periodista para que diga o calle. Ese rechazo no cambia, sino que se intensifica en el medio digital. Directores o gerentes de medios, cualquiera que sea la tecnología utilizada, están obligados a rechazar las pretensiones del anunciante o del patrocinador que exige por su dinero algo más que el espacio para su logotipo o mensaje. Esa línea gruesa que marca la frontera entre publicidad e información periodística debe señalar hasta dónde puede llegar el publicista y cuál es el espacio que debe defender el periodista, porque no es tanto su derecho, sino el de la sociedad el que está en juego. La sociedad necesita, con la misma urgencia con que el cuerpo humano requiere aire, agua o luz, una información independiente, no manipulada. Si la información es un bien social y no una mercancía, tanto los empresarios como los gobiernos han de saber que ese es un espacio sagrado e inviolable. Documentación En esta primera década de periodismo online hay cinco cosas: • El periódico en internet ganó masa crítica. Todos los periódicos de los que yo conozco números tienen más usuarios únicos, más personas que van por día al sitio del periódico, que la circulación de este. Es un medio indispensable para cualquier persona bien informada. • Pasó de deficitario a lucrativo, aunque cuando un editor de los Estados Unidos me dijo el otro día que mi online es lucrativo, yo le dije: deberías avergonzarte porque no es hora de ganar un poquito de dinero en internet, es hora de invertir en internet para el futuro. 298
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• Fortaleció la posición del periódico en papel, aumentó su alcance. Hoy los periódicos no hablan más de tirada, de circulación, hablan de su outreach, de a cuántos alcanza con internet, con periódico gratis, con el periódico deportivo, o sea, un universo. • Ha creado oportunidades para que los periódicos se posicionen mejor en este mundo de incertidumbre que viene. Internet, por tanto, es parte de una revolución, no es como la radio o la televisión. Es un medio que absorbe las características de los medios. Para sobrevivir, el periódico está evolucionando de una forma mucho más profunda que como respondieron la radio o la televisión. • Y aquí se presenta una de las cosas más importantes, un cambio conceptual: el periódico se está moviendo de ser un producto a ser un servicio, de ser un producto estático, un paquete, a ser un servicio continuo de información y de noticias. Su negocio nunca fue ensuciar papel con tinta; su negocio fue siempre la noticia, la información. Y ahora en cualquier soporte: computadora, las tabletas, etc.; las empresas que no entiendan esta profundidad no van a sobrevivir. Rosental Calmon Alves. Desafíos del periodismo real. Clarín, Buenos Aires, 2006, pp. 114, 115.
Consulta 144
¿Es necesario pensar en una nueva ética periodística hoy que hay más contacto virtual con las fuentes? E c u a d o r.
Respuesta Los dilemas éticos son los mismos, ha cambiado su frecuencia e intensidad. Esto significa que internet, al aumentar el poder de quien comunica ha intensificado su responsabilidad; al multiplicar y potenciar las herramientas de trabajo, ha hecho más fuerte el deber de llevar a cabo las posibilidades de cada uno; al facilitar el contacto entre las personas, ha intensificado los deberes para con ellos. No es, pues, una nueva ética, es una ética más exigente porque debe responder a un poder más grande. 150
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El dilema fundamental aparece con el poder que lo digital deja a disposición de cada persona. La posibilidad de comunicar, la de convertirse en fuente de información, la de entrar a los archivos y bibliotecas, la de manejar datos en cantidad inimaginable, todo eso confiere poder y al mismo tiempo genera el deber de responder, que es el sentido de responsabilidad. Y quien tiene poder contrae, a la vez, el compromiso de volverlo bueno o malo. Nace así un dilema ético fundamental. Se demuestra a la vez que el instrumento no es bueno ni malo. Es bueno o malo quien lo usa para hacer mejor el mundo o para hacerlo malo. Otro dilema ético fundamental es el de las relaciones con el otro. Internet posibilita la comunicación y el encuentro con incontables personas, pero también contribuye al aislamiento. Que sea lo uno o lo otro no se le puede atribuir a la tecnología, sino a quien la maneja, que, si ha adoptado unos valores éticos como guía, hará de internet un medio para el acercamiento, para la creación de comunidad y para el desarrollo personal. La ausencia de dichos valores puede hacer de esos aparatos unos peligrosos juguetes. En realidad, no se necesita una nueva ética, pero sí se hace indispensable la acción de unas nuevas personas, movidas por una fina conciencia interior. Documentación Hay algunos aspectos que no solo no cambian, sino que acentúan la responsabilidad del profesional de la información. Por ejemplo, cuando un editor hace su trabajo realiza una tarea indispensable de ordenamiento, jerarquización y correcta presentación. Revisión de textos, distribución de tareas, fijación de plazos de entrega; todos estos son apenas esenciales de la labor informativa y, por tanto, parece difícil que en algún momento los pueda reemplazar una máquina. Al revisar en esta perspectiva estas complejas relaciones de trabajo, se redescubre no solo la importancia de la estructura interna del medio, sino también el fundamento de algunas rutinas básicas, como el chequeo de datos, el buen reporteo y el procesamiento responsable y la entrega cuidadosa de la información obtenida. 300
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Esto no ha cambiado con la aparición de internet. Al contrario, se ha hecho más exigente. Así lo demuestran ejemplos como el de la publicación del informe Starr en internet en setiembre de 1998, cuando fue conocido simultáneamente en todo el mundo, dejando a los periodistas un terreno de maniobra muy estrecho, obligados a efectuar un análisis de su contenido con más rapidez que nunca, pero con clara conciencia de que cualquier error o descuido podría ser detectado de inmediato por el público. Poco antes, el veterano comentarista Pierre Salinger, antiguo asesor del presidente John F. Kennedy, había sido inducido a un gravísimo error al utilizar en un comentario antecedentes sin respaldo que encontró en internet sobre la explosión del vuelo 800 de la TWA. Estas situaciones son un duro recuerdo de una obligación básica del periodismo. Internet no releva al periodista de la necesidad de poner en juego toda su capacidad, e incluso su instinto, en la investigación de una noticia. Sigue siendo indispensable chequear y rechequear, preguntar y confirmar. Desconfiar y revisar. La credibilidad ha sido siempre la base de toda reputación periodística perdurable y lo sigue siendo. La otra gran lección asociada a la incorporación de las nuevas tecnologías tiene que ver con la responsabilidad social de los medios. Los medios, por tradición, especialmente en los escritos, han estado a cargo de colocar sobre el tapete de la actualidad los temas de discusión pública. Lo que el profesor Maxwell McCombs bautizó como “agenda setting” sigue vigente aunque no se aprecie debidamente su importancia. De hecho, en un mundo tan saturado de noticias como es el actual, la necesidad profesional de que un periodista analice la actualidad y vaya planteando los temas más importantes se ha hecho más evidente que nunca. Abraham Santibáñez. La ética periodística en el nuevo milenio. Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2001, pp. 147, 148.
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Consulta 145
¿Qué es el periodismo en la actualidad? Bolivia.
Respuesta Unos cuantos datos históricos permiten comprobar la evolución que ha tenido la definición de periodista. Algunos creen ver la más antigua versión de un periodista en el soldado Filípides, que corrió 40 kilómetros para llevar noticias en el año 49 a. C. sobre la batalla de Maratón. Si es así, el periodista se define como el que lleva y trae noticias. En el siglo xiii aparece otro antepasado: el redactor de los Avisi en Italia, o de los Zeitungen en Alemania; hojas manuscritas con noticias para el gobernante. De acuerdo con esto, periodista sería el que informa al poder. En Inglaterra se miró al periodista como el que escribía para defenderse de las calumnias. Hasta entonces era un delito publicar críticas contra los gobernantes. Esta idea fue rebatida en 1735 en el juicio contra Peter Zenger en Nueva York, acusado por sus críticas al gobernador británico de Nueva York. Absuelto, con ayuda de un impresor llamado Benjamín Franklin, abrió el paso para una definición del periodista como fiscal del poder. En la guerra civil de Estados Unidos se le vio como el que da la versión de las guerras. A finales del siglo xix, la competencia de Randolph Hearst y Joseph Pulitzer en Estados Unidos impuso otra definición del periodista como el cazador de noticias de sensación, por lo raras o porque permitían mirar por el ojo de las cerraduras. A mediados del siglo xx se abrió paso otra imagen: la del periodista intérprete de los hechos y de la vida de la sociedad. Hoy el periodista no es solo los ojos y oídos de la sociedad. Es su entendimiento. Estimula, no solo los sentidos, también la inteligencia y la voluntad de los receptores.
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La evolución de la idea de esta profesión va, pues, desde la entrega mecánica de un boletín (Maratón) hasta el periodista que define Gabriel García Márquez como “alguien que tiene la oportunidad de cambiar algo todos los días”. Documentación En una época en que gracias a internet cualquiera puede ejercer de reportero o comentarista, nos movemos en un periodismo de dos direcciones, sostiene Seeley Brown. El periodista se convierte en líder de un foro, o en mediador, más que en profesor o conferencista. El ciudadano deja de ser exclusivamente consumidor y se convierte en prosumidor, es decir, en consumidor y productor. La interacción con el lector se convierte en parte integral de la noticia a medida que esta evoluciona. Sirva de ejemplo lo ocurrido en 1999 con un perfil biográfico del periodista Cody Shearer escrito por A. O. Scott para Slate, una revista electrónica. Joe Conason se percató de que el artículo estaba lleno de imprecisiones y envió un correo electrónico a Slate, que por su parte no tardó en corregir la información. A partir de ese momento, todo el que entraba al artículo de Scott leía una versión corregida que mencionaba a Joe Conason en una nota de agradecimiento e incluía un vínculo que daba acceso a su mensaje de queja. Esta interacción tan propia de las nuevas tecnologías es una clase de periodismo que recuerda al periodismo de conversación, al primer periodismo que hace 400 años nacía en cafés y casas públicas. Desde ese punto de vista, la era digital no provoca ningún cambio fundamental en la función del periodismo. Es posible que las técnicas hayan variado, pero los principios subyacentes son los mismos. El primer compromiso del periodismo es la comprobación. Tanto si la desempeña un escritor idealista del Siglo de las Luces o un teórico de Silicon Valley, ¿cómo se lleva a cabo esta función en la práctica? ¿De qué manera actúa la prensa libre en su papel de baluarte de la democracia? ¿Llega a actuar en la realidad de alguna forma? Bill Kovach y Tom Rosenstiel. Los elementos del periodismo.
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Consulta 146
Si se puede llamar periodista ciudadano a cualquier cibernauta que con su computador se ha convertido en receptor y emisor a la vez, ¿en qué queda la profesión periodística? Respuesta Las nuevas tecnologías de la comunicación han creado una coyuntura favorable para que los periodistas definamos nuestra profesión. Ser periodista, en efecto, es mucho más que ser periodista ciudadano; o dicho de otra manera, el periodista que limita su tarea a la que cumple con su computador o con una cámara digital un periodista ciudadano no está prestando el servicio profesional que se espera. En este sentido, la emergencia de las nuevas tecnologías ha puesto en evidencia que existía una idea incompleta sobre la actividad del periodista y sobre su papel en la sociedad: contar los últimos sucesos, disponer de las imágenes de los hechos que están sucediendo o que acaban de suceder, expresar una reacción frente a los hechos con los 140 caracteres de Twitter son actividades con las que no se satisfacen los requerimientos de la profesión. Un periodismo limitado a esas actividades es una profesión en vías de desaparición. El periodismo que sobrevivirá es el que, mediante la información, convierte al lector, oyente o televidente en conciencia de su historia. Este es el resultado de un periodismo que hace entender porque interpreta, contextualiza, da antecedentes y dirige la mirada hacia las consecuencias de lo que está sucediendo. Es un periodismo comprometido y comprometedor, digno y dignificador, que no se limita a ser un espectador distante de la historia de cada día. Esta actividad supone una preparación académica severa y, sobre todo, es una manera de ser que una conciencia ética forja en las personas. Esto, como se ve, establece la principal diferencia con el periodista improvisado.
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Documentación Cuando, como sucede hoy, las generosas y móviles fronteras del periodismo abarcan cada día más funciones, tareas y personas distintas, cuando el espectáculo, la opinión y la operación política se visten de información, cuando todo y nada es periodismo, la respuesta aparece clara: volver a las fuentes. En otras palabras, redefinir qué es el periodismo, distinguir quiénes son periodistas y quiénes deben recibir otro nombre para calificar su actividad; cuál es la tarea específica que el periodismo cumple en una sociedad determinada y cuáles son sus principios básicos; pero sobre todo, construir una visión ética compartida sobre el ejercicio de la profesión que conserve los estilos y la pluralidad como riqueza básica de la actividad periodística. En la práctica cotidiana, sin apartarse de los avances tecnológicos ni volverse ciego a las innumerables transformaciones sociales y del mercado, se impone volver a las fuentes, lo que quiere decir regresar a las viejas prácticas de investigar, chequear, reconfirmar nuevamente antes de consignar y publicar los hechos. Aceptemos que la opinión es importante, pero más importante aún es la veracidad de lo que se cuenta y la forma como se hace. En este camino se impone recuperar dos nociones básicas: la información entendida como bien público y una noción personal de la ética profesional. El libre consenso que caracteriza a una sociedad democrática depende en gran medida del conocimiento suficiente de los bienes y de los valores en juego y en discusión. En la democracia la información correcta es conditio sine qua non para su supervivencia y prolongación en el tiempo, es la premisa para cualquier tipo de discusión y de decisión que resguarde el espacio público. Más que un código deontológico general, más que una declaración de principios, los periodistas necesitamos hoy incorporar una conciencia ética y un convencimiento íntimo sobre las implicancias que tiene la tarea de informar que oriente el trabajo cotidiano y permita procesar las presiones a que la profesión está sometida. Raquel San Martín. La ética como identidad compartida. Sala de Prensa.
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Consulta 147
Fue noticia que la revista Forbes contrató un robot para redactar noticias económicas. También hay software para la redacción de noticias deportivas, un algoritmo analiza cifras y las convierte en historias. ¿Encuentra usted objeciones éticas al hecho de que los medios estén contratando robots periodistas? Colombia.
Respuesta Los robots, lo mismo que el llamado periodismo ciudadano, tienen una aplicación provechosa para los periodistas profesionales: están poniendo en evidencia actividades que, aunque usualmente desempeñadas por los periodistas, no son esencialmente periodísticas. En otras palabras, los robots hacen y muestran lo que el periodista no debe considerar esencial para su profesión. Cualquier tarea que puede ser hecha mecánicamente, con técnica de robot, no es de la esencia de la profesión. El periodista acostumbrado a esas tareas (que son las que cumple el robot o el periodismo ciudadano) está lejos de la esencia. Esta comprobación lleva a una segunda, que es la respuesta a la pregunta “¿y cuál es esa esencia de la profesión?”. Como ya lo decía Pulitzer, el periodismo no es solo dar noticias. En efecto, es mucho más que eso, de modo que ningún avance tecnológico podrá reemplazar al periodista que hace entender la información, que la ubica dentro de un proceso, que sabe destacar sus proyecciones y que la convierte en un estímulo para la participación. Son actividades que el periodista desarrolla en la medida en que informa para cambiar algo todos los días y para convertir a sus receptores en conciencia de la historia diaria. Estas tareas, nada rutinarias, se están destacando merced al apremio (para algunos amenaza) de las nuevas tecnologías.
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Documentación ¿Cuáles son las claves que nos hemos trazado para los próximos pasos que estamos dando? Mejor dicho: son presupuestos que siempre estuvieron en nuestros planes, pero que ahora los enfatizamos aún más. El primero es mantener vivos los principios y los valores de la profesión y de la organización; segundo, tener la consigna siempre presente de creatividad e innovación permanente. Y en este sentido es clave el trabajo de los periodistas de la redacción central, de la redacción offline y de la redacción online. Creo que estamos en un momento de una impresionante y nunca vista transformación de los medios. Y somos los que trabajamos en los medios, los periodistas, los que debemos inventar estos nuevos caminos que vamos a recorrer. Más que asustarnos, bloquearnos o deprimirnos tenemos que sentirnos inventores. Y tenemos la capacidad para hacerlo. Esa veta de creatividad estaba más enfocada en la edición de cada día. Ahora tenemos que mirar con una perspectiva mayor y tenemos que desarrollar ambientes donde se puedan trabajar, sobre todo, nuevas ideas que se puedan aplicar. Hablando de inventar, yo busqué la acepción de inventar en el diccionario y había dos acepciones de connotación positiva y dos de connotación negativa. La negativa: “Fingir hechos falsos”, “levantar embustes”. En general, cuando se dice que los periodistas inventan, la gente se refiere a estas cosas. Estamos trabajando para que los periodistas inventemos, que corresponde a las primeras acepciones, o sea, “hallar y descubrir algo nuevo o no conocido. “Dicho de un poeta o de un artista. Hallar, imaginar, crear su obra”. En eso estamos. Guillermo Culell. Desafíos del periodismo real. Clarín, Buenos Aires, p. 122.
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Consulta 148
¿Los sitios que actúan como agregadores de noticias constituyen una violación frente a los medios que generan contenidos? Ve n e z u e l a .
Respuesta Es claro que la propiedad intelectual sobre las noticias solo se puede alegar cuando se trata de exclusivas. “Las noticias de actualidad, los discursos pronunciados o leídos en asambleas deliberantes, en los debates judiciales, pueden publicarse sin necesidad de autorización alguna”, prescribe en Colombia la ley 23/87, al parecer apoyada en el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, aprobado en 1952 y revisado en París en 1971. Esa protección “no se aplicará a las noticias del día ni a los sucesos que tengan el simple carácter de informaciones de prensa”. Desde el punto de vista legal esta es la situación. La ética es aún más severa que la ley e impone una norma de justicia: o sea, reconocer el autor o medio de donde se tomó la noticia mediante el crédito correspondiente. Esto obedece al talante ético del periodista que no se apropia del trabajo ajeno ni crea la apariencia de haber llevado a cabo un trabajo que no ejecutó. Esta, además de ser una acción de justicia, es de veracidad. Son dos valores que, sumados, determinan una conducta que va más allá de lo que prescriben las leyes. Documentación El Convenio de Berna de 1952, revisado en París en 1971, para la protección de las obras literarias y artísticas, establece en el numeral 8 de su artículo 2 que “la protección del presente Convenio no se aplicará a las noticias ni a los sucesos que tengan el carácter de simples informaciones de prensa. Todo lo anterior por cuanto no alcanzan el umbral ni cumplen las condiciones requeridas para ser incluidas entre las obras literarias o artísticas”.
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Las noticias publicadas se pueden reproducir, salvo que hubiese sido prohibido expresamente (artículos 33 y 34 de la Ley 23 del 82). Un comentario de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual dice: “... Conviene señalar que aunque las informaciones periodísticas no están protegidas por el derecho de autor, no por esto se encuentran a merced de la rapiña y piratería, ya que se pueden emplear otros medios de defensa contra las actividades parasitarias, por ejemplo, la legislación que reprime la competencia desleal permite sancionar el comportamiento de una empresa periodística que obtenga sus informaciones de sus propios competidores en vez de suscribir un contrato abonándose a los servicios de una agencia informativa especializada”. Elker Buitrago. El Periodismo y su régimen legal. Ediciones del Profesional, Bogotá, 2005, pp. 313, 314.
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¿Está viviendo la prensa tradicional sus últimos días? Oficios como el del editor o el del reportero pueden ser reemplazados por cualquier persona con un blog. Y qué me dice de la ética: ¿cambio total? Chile.
Respuesta Son los últimos días para una clase de periodismo que ha venido perdiendo sentido, aún antes de la era internet. Me refiero a ese periodismo que se dirigía solo a los sentidos de la gente y que buscaba, a la vez, impactar y vender con una versión audiovisual de la historia de cada día. Es un periodismo fácil de reconocer por sus titulares de escándalo, sus imágenes de sensación y sus versiones novelescas. En efecto, todo para esta clase de periodismo es susceptible de convertirse en un entretenido y atractivo espectáculo para ver y oír.
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Este periodismo cuenta hoy con una tecnología que potencia la vista y el oído, y que habilita a cualquier persona para hacer las versiones audiovisuales de todos los hechos. No es muy exigente en materia de talento porque solo pide capacidad de ver y oír lo que sucede; por tanto, no se requiere ser periodista para hacer esos registros de los hechos. La aparición de las nuevas tecnologías de comunicación ha revelado que esa clase de periodismo que se venía haciendo de periodismo solo tenía el nombre y que nuestra profesión es más exigente que eso. En cambio, estos son los primeros días de una era nueva para el periodismo que no se limita a mostrar o a hacer oír, sino que hace entender y participar de los hechos. Es el periodismo que considera al receptor de sus informaciones como un ser inteligente que necesita entender lo que pasa y como un ser social que toma parte en la historia que sucede para cambiarla. Si parte del periodismo tradicional pensaba en su receptor como un curioso que se entretenía mirando los hechos como algo ajeno, el periodismo que hoy se está desarrollando lo ve como sujeto capaz de entender, participar y cambiar la historia, y no solo como un curioso más. Este es el periodismo que sobrevivirá y que dignificará a los receptores y a la profesión. Es el mismo que diseña la ética periodística y que describen los mejores códigos deontológicos de la profesión. Documentación En una entrevista, Rushworth Kidder, fundador y presidente del Instituto para la Ética Global respondió a la pregunta: ¿qué va a ocurrir en el futuro cuando todo el mundo, gracias a internet, esté conectado y tenga acceso a la información? ¿Quién va a asumir la responsabilidad social de la prensa; el papel que los periodistas amamos destacar de nuestra labor? ¿Ha pensado usted en eso? Porque es un subproducto de las nuevas tecnologías. La respuesta fue categórica:
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“Si en esta habitación usted no tuviera ningún mueble y yo tratara de esconder una aguja, sería muy difícil. La mejor de esconder una aguja es no tener solo una aguja, sino taparla con un montón de paja. Esa es la manera de lograr que sea prácticamente imposible de encontrar. Eso, según me parece, es lo que sucede con internet. El peligro no es que nos quedemos sin la información que necesitamos; el peligro es que tengamos tal cantidad de información que nadie, ningún individuo, pueda usarla realmente o pueda encontrar lo que busca. El trabajo de un editor en el futuro va a ser aún más importante que ahora. Consistirá en extraer, de esas enormes cantidades de información, las dos o tres cosas que crea que el público debe conocer y lograr que su atención se concentre en ellas. Y luego, encontrar las 20 o 30 informaciones que sería conveniente que se conocieran; además habrá 40 o 50 cosas más en las cuales algunos están interesados. El trabajo de los editores será poner orden en todo eso”. En esencia, lo que ocurre es que esta facilidad de los públicos para acceder a la información obliga al periodista a hacer su trabajo tradicional de manera más rápida y mejor, con más cuidado por la exactitud de los nombres, datos y otros pormenores. En la medida en que la gente se conecta directamente con la fuente informativa, podrá comparar lo que les dice su periodista. No importa si se trata de hechos que suceden en su país o en cualquier otro lugar del mundo. Esta situación fue la que indujo a algunos expertos a postular que el tiempo de los periodistas se había terminado. Pero ese es apenas un espejismo. Basta una pequeña reflexión para comprender que: • Siempre habrá alguien (un periodista probablemente) detrás de la información. • Más importante aún, se requiere de alguien (de nuevo, un periodista) capaz de hacer la selección noticiosa, jerarquizar la avalancha informativa y orientar a los públicos. Abraham Santibáñez. Fascinación y peligro de las nuevas tecnologías. La ética periodística en el nuevo milenio. Editorial Cuarto Propio, Chile, 2001, pp. 149, 150.
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¿Cuáles son los principales retos del periodista en la era digital? Respuesta Los medios digitales amplifican los deberes éticos del periodista por cuanto aumentan la posibilidad de contacto con otras personas. Ese cubrimiento ampliado implica que el periodista se deba a más personas que, aunque desconocidas y distantes, reclaman de él, por ejemplo, la verdad rigurosa de sus informaciones. Antes del fenómeno digital, “prójimo” era quien se encontraba espacialmente cercano: familiares, amigos, compañeros de trabajo; lo digital crea una vecindad que va más allá de lo espacial y convierte en “prójimo” a cualquiera que se ponga en contacto a través de la red. Responder e informar con veracidad a ese prójimo universal es un primer reto. La red digital le abre al periodista el acceso a una información casi ilimitada. Al contrario de lo que sucedía antes, el periodista puede obtener la información o la ampliación de sus datos sin moverse de su escritorio. Esta facilidad plantea el segundo reto de poner ese alud de informaciones al servicio de sus lectores y de convertir toda esa información en conocimiento. Esto vuelve más exigente el oficio de informar, puesto que el periodista contrae la obligación de dar una visión de los hechos enmarcada dentro de la abundante información de internet. Estrechamente relacionado con este reto, está el tercero: el de hacer real todo lo posible que la nueva tecnología pone al alcance del periodista. Hay nuevas posibilidades de comunicación que se pueden incorporar en la elaboración de la información: gráficos, mapas, testimonios sonoros, documentación; además se multiplican las fuentes y los temas. El reto de aprovechar estas técnicas para avanzar hacia la excelencia profesional es una forma de hacer real lo posible, que es un deber ético.
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Documentación La realidad virtual es otra forma, diferente, de acceder a lo que habitualmente tenemos por real. Ella lleva una realidad (potencial y virtual) que se activa cuando alguien pone en acción, con ayuda de recursos técnicos, la interactividad a partir de diferentes modalidades de convergencia multimediática. Por su parte, Paul Virilio se muestra muy reservado, si no desconfiado, en cuanto a las consecuencias que las redes de información puedan generar. Asociadas a la instantaneidad y al inmediatismo, dice Virilio, las autopistas de la información traen desorientación. Estamos, dice, en las vísperas de una catástrofe planetaria, de una explosión de información generalizada cuyo motor es la rapidez de la transmisión de las informaciones y la interactividad es el disparador. Es una visión alarmista, es cierto, pero no menos pertinente cuando tenemos en cuenta hasta qué punto la información (o la desinformación) transmitida instantáneamente a través del plantea puede llevar a una visión modificada (errónea) de la realidad, o a una construcción de la realidad. Hemos llegado a conocer mejor y a comunicarnos mejor con nuestro prójimo virtual situado a 3000 kilómetros que con nuestros vecinos reales. En este sentido Virilio es a la vez profeta y visionario. Más allá del espacio y del tiempo, estos modos de actividad informacional y comunicacional constituyen, al mismo tiempo, nuevos modos de acceso al conocimiento y nuevos modos de adquirirlos. Patrick Brunet. La ética de la responsabilidad individual en la sociedad de la información. Imprenta de la Universidad de Laval, Ottawa, 2001, p. 10.
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J av i e r Da r í o R e s t r e p o Es el máximo referente en asuntos de ética periodística en América Latina. Se ha desempeñado como reportero, columnista, defensor del lector, catedrático, conferencista y director de talleres. Es autor de más de 20 libros sobre ética, comunicación y periodismo. Entre otros, ha recibido el Premio del Círculo de Periodistas de Bogotá, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Premio Latinoamericano a la Ética Periodística otorgado por el Centro Latinoamericano de Periodismo, y el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo. Es maestro y director del Consultorio Ético de la FNPI.
El zumbido y el moscardón se terminó de imprimir en el mes de abril de 2016 en Medellín, Colombia.
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