Liberalismo Autoritario

November 18, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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LIBERALISMO AUTORITARIO Lorenzo Meyer El liberalismo clásico era antiautoritario, aunque no necesariamente democrático. En México, ni en el siglo pasado ni ahora la sociedad emprendió la marcha hacia el liberalismo por su propia voluntad. Entonces como ahora, a la sociedad mexicana más que ir la llevan. Aquí, el liberalismo clásico no encontró un terreno fértil en el cual prosperar debido a las enormes desigualdades originadas durante la época colonial. Y actualmente el mexicano es lo contrario del sistema político liberal que pretende ser, pues la esencia del liberalismo es precisamente algo que en este país no existe: la limitación institucional del poder gubernamental.

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Durante el sexenio de Miguel de la Madrid, en 1985, un puñado de jóvenes economistas, partidarios de desplazar al Estado por el mercado, maniobraron hábilmente y lograron arrebatar el poder a los políticos tradicionales. Esos “tecnócratas políticos” (a diferencia de los “políticos-políticos”) se presentaron como portadores de una ideología --elaborada en las grandes universidades norteamericanas-- que vendían como ciencia distinta y superior a la que había fracasado bajo el neopopulismo locuaz o frívolo de Echeverría y de López Portillo. Una vez en el poder este grupo, encabezado por Carlos Salinas, y para no repetir la historia de Gorbachov, quien por reformar un viejo sistema estatista y autoritario destruyó tanto al sistema como al país, decidió emprender una modernización selectiva: transformar la economía, pero conservar y usar a fondo los viejos instrumentos políticos, autoritarios, antidemocráticos y premodernos. 2

De ese modo, el salinismo dio forma a algo que puede llamarse autoritarismo de mercado. ¿Cuál es el problema histórico de fondo, no resuelto, que constituye el gran peso que desde hace siglos carga la sociedad mexicana, y que le ha impedido alcanzar el destino que los diversos gobiernos le han prometido? Una posible respuesta es: la pobreza. Efectivamente, ésta es al mismo tiempo la raíz y el resultado de la serie de fracasos que forman la herencia dejada por los grupos gobernantes que desde el siglo XVIII han buscado modernizar al país. En el caso del grupo gobernante anterior, si Salinas y su pequeño círculo de tecnócratas no hicieron lo que pudieron y debieron hacer para evitar la catástrofe, no fue por falta de información sino de ética. Fue así como los economistas-políticos lanzaron a la economía mexicana por un camino tan 3

peligroso como espectacular, y lo hicieron porque convenía a sus intereses de grupo, no a los del país. Sólo insistiendo, a sabiendas de que era falso, en que el modelo implantado a partir de 1988 estaba bien, tendría credibilidad y éxito en las urnas el candidato del partido de estado y del “él sabe cómo hacerlo”. Es obvio que el presidente Zedillo no está solo en el poder, sino que forma parte de un grupo en alianza con otros grupos políticos que son los que conforman la verdadera estructura de poder en México. ¿Quiénes son esos que mandan aquí? En primer lugar y encabezándolos a todos, la alta burocracia gubernamental, la que llegó a la presidencia o al gabinete no por la vía del PRI sino siguiendo las reglas de la propia hermandad burocrática, lo que muestra claramente que el PRI no es fuente de poder sino básicamente un instrumento. 4

Luego está el grupo que controla las corporaciones en que se montó el sistema de poder posrevolucionario, particularmente los líderes sindicales y los agrarios. En el centro de esta élite están aquellos personajes que fueron invitados en febrero de 1993 a la cena de los veinticinco billonarios con Salinas y el presidente del PRI, los que controlan las grandes acumulaciones de capital. Está también la jerarquía eclesiástica, los que controlan los medios masivos de difusión, el ejército –sobre todo después de Chiapas–, y finalmente el mundo externo a través de los gobiernos y los capitales de las grandes potencias. Hoy es claro que si se llevara a cabo un juicio político contra Salinas, éste involucraría a su sucesor y al grupo del que ambos forman parte. Los políticos neoliberales tenían conocimiento del problema, pero lo ocultaron para alzarse con la victoria del 21 de agosto de 1994. Ricardo Alemán, citando a estrategas de la campaña electoral de Ernesto Zedillo, revela que éstos propusieron que la base de la propuesta del candidato 5

priísta partiera de este supuesto: “más que la democracia, la gente quiere bienestar”. Fue por ello que decidieron, y su candidato aceptó, que la mejor manera de enfrentar las ofertas agresivas del PAN (“Por un México sin mentiras”) y altruistas del PRD (“Democracia ya, patria para todos”), era apelando al egoísmo y al interés individual. Y para esto había que hacer pasar por realidad sólida y duradera lo que en realidad era una estabilidad muy precaria. Al final, los mexicanos nos quedamos como el perro de las dos tortas, ¿o fueron tres?: sin el “México sin mentiras” de Diego Fernández; sin la “democracia ya, patria para todos” de Cuauhtémoc Cárdenas, y sin el “bienestar para tu familia” de Ernesto Zedillo, el que “sabía cómo hacerlo”. Si, como afirman algunos, la ética del político es la ética de la responsabilidad, entonces no podemos evitar concluir que en México, y desde hace mucho tiempo, el poder no ha estado en manos de políticos, sino de irresponsables. 6

Especial atención merecen los capítulos “Viejos y nuevos liberalismos, un encuadre histórico”, “La clase política” y “Zedillismo o la debilidad desde el origen”.

Lorenzo Meyer, Liberalismo autoritario. Las contradicciones del sistema político mexicano, Editorial Océano, México, 1995 .

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