Levi, Adolfo - Historia de La Filosofia Romana

April 26, 2017 | Author: quandoegoteascipiam | Category: N/A
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Adolfo Levi - HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ROMANA Este libro tal vez sea la primera exposición relativamente ...

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HISTORIA DELA FILOSOFIA ROMANA Adolfo Levi

EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ROMANA Adolfo Levi

Este libro tal vez sea la primera exposición relativamente a m p l i a de la filosofía romana considerada como algo independiente, y no co­ m o un mero aspecto de la filoso­ fía griega, según suele hacerse. Los estudios recientes tienden a corre­ gir la vieja opinión según la cual la cultura romana sería, si no una sim ple copia de la griega, por lo menos una derivación desprovista de rasgos propios. Esta opinión se basa en el prejuicio histórico de que la mentalidad romana carecía de verdaderas aptitudes filosóficas y por eso en Roma y en el mundo latino la filosofía no había sido sino un objeto de lujo, una plan­ ta exótica cultivada por indivi­ duos o círculos restringidos, pero incapaz de penetrar a fondo en la cultura y en la vida. Por el contrario, se puede afir­ mar que las influencias helénicas no actuaron sobre el vacío, sino sobre un sustrato originario y pre­ existente y posibilitaron el desa­ rrollo de antiguas tendencias del espíritu romano. Pese a ello, el estrecho vínculo que une a am­ bas filosofías obliga a señalar en la introducción de esta obra las relaciones existentes entre una y

otra. £1 intento de distinguir a los filósofos romanos de los grie­ gos no es fácil cuando faltan no­ ticias precisas, pero para resolver este problema se ha adoptado aquí un criterio de carácter general. Adolfo Levi divide su trabajo en dos partes: en la primera es­ tudia la filosofía romana en la época de la República, y en la segunda, la filosofía en Occidente desde Augusto hasta el final de la Antigüedad.

H I S T O R I A D E L A F IL O S O F IA R O M A N A

TEMAS DE EUDEBA / FILOSOFÍA

ADOLFO LEVI

Historia de la filosofía romana

EUDEBA

EDITORIAL UNIVERSITARIA DE RUENOS AIRES

T ítu lo de ía obra original: Storia della filosofía romana, G. C. Sansoni, Firenze, 1949

Traducido por H éctor Pozzr

© 1969 ED ITO R IAL UN IVERSITARIA DE BUENOS AIRES Rivadavia 1571/78 Sociedad de Econom ía M ixta Fundada po r la U niversidad de Buenos Aires

Hecho el depósito de ley IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA

A m i esposa, E M IL IA P A T R I Z I , com pañera incom parable de m i vida.

A D V E R T E N C IA

E n el presente vo lu m en , que constituye, si no nos equivocam os, la prim era exposición relativam ente am ­ plia de la filosofía rom ana, ésta ha sido considerada po r si m ism a y no com o un m ero aspecto de la filosofía griega, según es h a b itu a l hacerlo. Sin em bargo, dado el estrecho vín cu lo que une a la prim era con la segunda, se han señalado en la introducción las relaciones exis­ tentes entre el desarrollo de una y el de la otra. Era m e­ nester distin g u ir a los filósofos rom anos de ¡os griegos, lo cual 110 resultaba fácil cuando se carecía de noticias precisas, ya que los nom bres p u ed en in d u c ir a engaño: en tales casos hem os m encionado a los que tenían no m ­ bres rom anos, a m enos que fueran de estirpe griega o pertenecieran a Grecia o al m u n d o helenístico. P u eden haberse p ro d u cid o errores, pero hacia falta adoptar u n criterio de carácter general. Por m otivos que luego indicarem os, hem os hablado con cierta a m p litu d —cuando ello era posible— de la vida y la producción literaria de quienes h an m ostrado interés p o r las indagaciones filosóficas, ya fueran ver­ 9

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ROMANA

daderos filósofos o sim ples cultores de la filosofía, pero en este ú ltim o caso no hem os dado tales noticias cuando se trataba de personajes m u y conocidos (em peradores, escritores célebres). H em o s utiliza d o a m p lia m en te en este trabajo, que, tiene las características de u n m anual, los resultados de las investigaciones precedentes, sobre todo en lo que con­ cierne a inform aciones biográficas e histórico-literarias. R e q u e riría u n espacio excesivo nom brar a todos los a u to ­ res de quet nos hem os valido, pero no podem os dejar de m enciona r la E nciclopedia de Pauly-W issowa (y en par­ ticular, el estudio de las obras de Cicerón debido a R . P h ilip p so n , asi com o el del concepto de h u m an itas, de H e in e m a n n ), Schanz-H osius (H isto ria de la lite ra tu ra la ­ tin a) y la interp reta ción del p ensam iento de Panecio y Posidonio p o r el ya citado H ein em a n n . E l autor, p le n a m e n te convencido de que su obra pre­ senta m uchos defectos, hace votos p o rq u e esta prim era ten ta tiva sea p ro n to sustituida p o r trabajos m ejores.

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IN T R O D U C C I Ó N

A ntes de h a b la r en p a rtic u la r de la h isto ria de la filosofía ro m an a, conviene señ alar sus líneas evolutivas generales. Los estudios recientes tien d en a' m odificar y corre­ gir la op in ió n , m ucho tiem po im p eran te, de q u e la cul­ tu ra ro m a n a sería, si n o u n a sim ple cop ia de la griega, p o r lo m enos u n a derivación carente de rasgos propios. E n efecto, hoy advertim os con claridad q u e las in flu e n ­ cias helenísticas no h a n actuado en el vacío, sino sobre u n sustrato o rig in ario preexistente, o sea q u e h a n po­ sibilitad o el desarrollo de tendencias antiguas del espí­ r itu rom an o . Esto constituye, en ú ltim a instancia, u n nuevo ejem plo de u n hecho q u e se p resen ta h a b itu a l­ m en te en la evolución c u ltu ra l de los pueblos, ya que sólo p u ed e n subsistir y p erp etu arse las form as de vida e sp iritu al concordantes con las actitudes y tendencias q u e les son propias, en ta n to q u e las otras b ien p ro n to se to rn a n estériles y desaparecen. C on m ayor razó n p u e ­ den repetirse estas consideraciones a p ro p ó sito del p e n ­ sam iento filosófico. Si b ie n es· v erd ad q u e solo algunos 11

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ROMANA

individuos pertenecientes a ciertos pueblos q u e poseen u n a c u ltu ra d e te rm in a d a p ueden co n stru ir u n a v erda­ dera filosofía, consciente de las propias exigencias y los propios fines, a rtic u la d a en form a orgánica y racional­ m ente ju stificad a, tam b ién es cierto q u e todos los p u e­ blos, a u n sin darse cuenta, viven su filosofía, en cuanto poseen u n a rep resen tació n p a rtic u la r de la realid ad , vin­ culada p rin c ip a lm e n te con las creencias religiosas tra ­ dicionales, y to m an posición fren te a los problem as de la vid a ético-práctica. C u an d o esta filosofía im p lícita se hace ex p lícita p o r o b ra de la reflexión, puede o c u rrir q u e se dé u n a ju stificació n de las convicciones p rim iti­ vas o bien qu e, tras discutirlas y criticarlas, se las rechace; pero en c u a lq u ie r caso el pensam iento reflexivo se m u e­ ve d e n tro de la esfera de los intereses originarios. P or esta razón el e sp íritu rom ano, esencialm ente religioso —en el sentido positivo de la p a la b ra — y práctico, y p o r eso m ism o poco in clin ad o a la especulación p u ra , cu ando em pezó a conocer la filosofía griega se interesó m ucho más p o r las investigaciones en el ám b ito de la ética, la política, el estudio de la vida social y de las doctrinas religiosas q u e p o r las construcciones teóricas q u e cons­ titu ía n el fu n d a m e n to de aquéllas. (R esu lta curioso que quienes ven en esta lim itación de intereses u n a p ru e b a de la in fe rio rid a d del p en sam ien to ro m an o lo acusen a la vez de fa lta d e originalidad.) Los sistemas filosóficos q u e R om a conoció p rim ero fueron aquellos q u e se h a­ b ían ido fo rm an d o y desarrollando en la época helenís­ tica, b ajo el in flu jo de las condiciones históricas re in a n ­ tes en G recia y en el O rien te helenizado, y que, por asp irar esencialm ente a resolver el p ro b lem a de la vida, deb ían suscitar el m ás vivo interés en tre los rom anos. La relig ió n oficial, la de la polis, h ab ía p erd id o ya su im p erio sobre los espíritus, m ientras los antiguos ideales, q u e precisam en te te n ían su cen tro en la ciudad-estado, languidecían y se e x tin g u ía n al ver ésta destruidos su iib ertad y su poder. L a falta de seguridad de una exis­ 12

INTRODUCCIÓN

tencia agitada y am enazada p o r continuos peligros, y que parecía a m erced de la fo rtu n a, h a b ía in d u cido a u n círculo restrin g id o de personas, pertenecientes sobre todo a las clases superiores, a buscar en la filosofía u n a m aestra y u n a g u ía de la vida com o su stitu to de las an t'g u a s creencias religiosas y los antig u o s ideales p o lí­ tico-sociales; pero, p o r o tra p arte, h a b ía im pulsado a masas m ucho más num erosas, reclutadas especialm ente en los estratos más hum ildes de la sociedad, a volverse hacia u n a fe d istin ta de la tradicional. A u n q u e la es­ cuela p erip atética a n tig u a ten d ió cada vez más a espe­ cializarse en investigaciones científicas concernientes al m u n d o de la n atu raleza y al m u n d o del hom bre, el es­ toicism o y el epicureism o, q u e fuero n las corrientes fi­ losóficas m ás im p o rtan tes de la época helenística (y ta m ­ bién las prim eras en ser conocidas en R o m a e igualm ente las que co n taro n con m ayor n ú m ero de a d h e re n te s), asp irab an fu n d am en talm en te a la consecución de u n fin é t:co-práctico, a la d eterm inación y la posesión del sum o bien, es decir, a la solución del p roblem a de la vida, y p ro c u ra b a n lib e ra r a los espíritus de las preocupaciones producidas p o r la convicción de q u e las cosas h u m anas están a m erced de la tfk h é o fortuna, cuyo culto se h a ­ bía d ifu n d id o m ucho en esos tiem pos, y p o r la creencia astrológica, de origen babilónico, de q u e los cuerpos celestes, y sobre todo los siete planetas, son instru m entos del destino y g o b iern an de m odo in ex o rab le la suerte del hom bre. P ara el estoicismo la heim arrnene o h ado es la ley divina, ete rn a y necesaria de las cosas y los acaeci­ m ientos y, a la vez, la Providencia, p o r la cual todo es conducido h acia u n fin, el bien del universo y del h o m ­ bre; de m odo q u e el sabio, p a ra conseguir la felicidad, debe arm onizar su conducta con esa ley. E l epicureism o niega la existencia del h ad o e introduce, con el clinám en, u n p rin cip io de contingencia en los m ovim ientos elem en­ tales de los átom os. En am bas escuelas, la filosofía ge­ neral (lógica, incluyendo la teoría del conocim iento, y

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ROMANA

física, de la q u e fo rm ab a p a rte la teología) constituía el fu n d a m e n to de u n a ética d estin ad a a asegurar al hom ­ bre la felicid ad p o r m edio de ía apatheia (apatía, au ­ sencia de p a s ió n ) , en el estoicismo, y p o r m edio de la ataraxia (im p e rtu rb a b ilid a d del alm a) en el epicureism o. El escepticism o de P irró n p reten d e q u e se obten ga la ataraxia y la felicidad con la suspensión del juicio (.epokhé) , p o r la cual el h o m b re se abstiene de a trib u ir valor diverso a las cosas. A u n en las fases posteriores del escepticism o subsisten las preocupaciones prácticas, y cu an d o p e n e tra en el p latonism o de la A cadem ia M edia y la N uev a in te n ta p ro b a r, como Arcesilao, q u e lo éulog o n (lo q u e es razonable) o, como C arnéades, lo pitheu no n (lo p ro b ab le) b asta p a ra d e te rm in a r la acción; y luego, al re to rn a r E nesidem o a la posición de P irró n , rep ite con él q u e la d u d a p erm ite conseguir la felicidad y la ataraxia. Al m ism o fin aspira' tam b ién el cinism o que, a p a r tir de D iógenes, se interesó siem pre, en form a exclusiva, p o r los problem as ético-prácticos, u tiliz an d o p a ra tratarlo s, en la época helenística, form as literarias pop u lares y p o r ello accesibles a u n p ú b lico m u y vasto: la d ia trib a (destinada a ten er u n a in flu en cia m uy fuerte no solo sobre la filosofía, especialm ente la estoica, sino tam b ién sobre la lite ra tu ra g e n e ra l), rep resen tad a p o r B ion de B orístenes, y la sátira m enipea, com posición m ix ta de p ro sa y verso, en tono serio y jocoso, creada p o r M en p io de G adara. El cinism o helenístico conserva del a n tig u o el desprecio p o r la ciencia y la negación de la c u ltu ra tra d ic io n a l en n o m b re del re to rn o a la n a ­ turaleza, p ero u n e a ello u n a p rofunda' desvalorización de la vida, q u e está llen a de dolores y q u e p o r su con­ tin u a in e sta b ilid a d n o m erece ser to m ad a en serio, pues es como u n ju eg o y debe tom arse como tal: la felicidad consiste en co n ten tarse con la p ro p ia suerte y rep resen­ ta r b ie n la p a rte asignada p o r la F o rtu n a. T o d a s estas filosofías, enlazando individualism o y cosm opolitism o, se re m ite n al h o m b re en cu an to ciudaH

INTRODUCCIÓN

dan o del m u n d o . R áp id am en te se a te n ú a n los contrastes prim itivos e n tre estas tendencias, que asum en u n carác­ te r ecléctico. L a crítica escéptica de la N u ev a A cadem ia h a b ía ex p lo tad o am pliam en te las divergencias e n tre las distin tas escuelas p ara ju stificar sus dudas sobre la p o ­ sib ilid ad de u n conocim iento cierto; ello in d u jo a re ­ presentan tes de esas escuelas —excepto el epicureism o, q u e siem pre se atuvo a la o rto d o x ia— a aproxim aciones recíprocas y a acep tar doctrinas de otras tendencias con el propósito de q u ita r fuerza a aquel argum ento. Este eclecticism o se veía facilitado p o r el hecho de que en el cam po de la ética —es decir, de la disciplina que más in teresaba— las diversas escuelas p o d ían reconocer que se h a lla b a n sobre u n terreno en g ran p a rte com ún. P o r o tra p arte, las tendencias prácticas de los rom anos los llevaban hacia el eclecticismo, y los m aestros griegos sin­ tie ro n la necesidad de satisfacer tales exigencias p a ra in flu ir m ejo r en el esp íritu de sus nuevos discípulos. El estoicism o m edio, con Panecio y Posidonio, ad m itió e n ­ señanzas plató n icas y p eripatéticas. L a A cadem ia, en lá cual A ntíoco de Ascalón h ab ía com pletado la v u elta al dogm atism o in iciad a p o r F ilón de L arisa, ad o p tó d o c tri­ nas perip atéticas y sobre todo estoicas. T a m b ié n el neopitagorism o p rocedió eclécticam ente. Incluso la escuela p erip atétic a, a u n q u e se dedicaba a investigaciones p a r­ ticulares y especialm ente al estudio de la realid ad n a tu ­ ral, contó e n esa época con algunos representantes q u e concedieron p rim acía a la filosofía ético-práctica e im ­ p rim ie ro n u n carácter ecléctico a su enseñanza. P ero e n las esferas h u m an as m ás vastas la solución d el p ro b le m a de la v ida y del destino se buscaba en creencias religiosas distintas de las tradicionales, espe­ cialm ente en los cultos orientales, cuya d ifusión era cada día m ayor en el m u n d o helenístico, y sobre todo en las religiones de m isterios, griegas y orientales, q u e satisfa­ cían las necesidades más urgentes de esos tiem pos. De carácter in te rn a c io n a l y dirigidas a' todos, sin distinción 15

HISTORIA ni: LA

f il o s o f ía

rom ana

de linaje, n acim ien to o clase social, estas religiones de p u rificac ió n y reden ció n resp o n d ían con sus ritos ascé­ ticos a las tendencias de aquellos hom bres disgustados del m u n d o , o p rim id o s p o r el sen tim ien to de la culpa y el pecado y ansiosos de u n a existencia d istin ta y supe­ rio r. E n la fo rm a más com pleta (que se e n cu en tra en d eterm in a d a s religiones de m isterios y en algunas doc­ trin as gnósticas p o ste rio re s), estas creencias ad m iten que p o r encim a de n u estro m u n d o su b lu n ar, d irig id o p o r la fo rtu n a , y de las esferas de los p lanetas, gobernadas p o r el destino, se h a lla la región de la D iv in id ad su p re­ m a, d o n d e se e n c u e n tra n el ser verdadero y la lib ertad; y el alm a h u m a n a , q u e es u n efluvio de las estrellas p o rq u e prov ien e de esa D ivinidad, p odrá, cu an d o esté separada d el cu erp o y tras h a b e r atravesado las esferas p lan etarias, u n irse con su principio. P ara p rep ararse a este viaje debe llevar u n a vida de renunciam ientos, de purificaciones, d e iniciaciones, q u e le p e rm itirá n lograr la ín tim a co m u n ió n con Dios. Estas religiones se fu n d an e n verdades ocultas, concernientes en p rim e r térm ino a la D iv in id ad y en consecuencia al m u n d o y al hom bre, verdades q u e fu ero n reveladas p o r u n Dios en tiem pos antiquísim o s y q u e constituyen la base de los rito s puriíicadores de iniciación: p a ra o b ten er la red en ció n y la salvación ta n to h acen falta las verdades como los ritos. P o r eso p u ed e decirse q u e tam bién las religiones de m is­ terios perten ecen al gnosticism o, si se lo entien d e no en el sentid o co rrien te, según el cual d ich a p a la b ra d e­ signa u n g ru p o de herejías surgidas en el seno del cris­ tianism o p rim itiv o , sino en u n sentido más am plio. De este m odo, aquellas intuiciones de la co rrien te órficopitag ó rica q u e P lató n h a b ía elaborado filosóficam ente y que A ristóteles h a b ía recogido en la teoría del intelecto activo q u e e n tra en el ho m b re de fuera y es in d e p en ­ d ie n te del cuerpo, recobran ahora su carácter místicoreligioso origin ario . A u n q u e estas corrientes religiosas tan solo en la épo­ 16

INTRODUCCIÓN

ca del Im p erio log rarían u n a difu sió n extensa en el m u n d o occidental, hacia el fin de la R e p ú b lic a tu v ie ro n u n efecto m u y fu erte sobre Posidonio. P ero éste, al igual q u e su m aestro Panecio, re q u ie re m ención ap arte, pues am bos in flu y ero n de m an era p ro fu n d a sobre la filosofía ro m an a, y Posidonio, p recursor del n eo platonism o; dejó u n a h u ella im b o rra b le en el pen sam ien to especulativo y religioso posterior. L a exposición del p ensam iento de Panecio y Posi­ d o n io p re se n ta d ificultades m uy serias, ya q u e sus obras h a n desaparecido y es preciso re c o n stru ir sus d octrinas sirviéndose d e los rastros q u e h a n d ejad o , según se su­ pone, en los escritos de autores posteriores. L as d ificu l­ tades a u m e n ta n en el caso de P osidonio p o r h a b e r re ­ to rn ad o éste a teorías del estoicism o a n tig u o q u e h a b ía n sido aban d o n ad as p o r Panecio, con lo cual p u e d e susci­ tarse la d u d a de q u e ciertas teorías q u e se le a trib u y en n o p ro v ien en de él sino de otras fu en tes interm edias. E n cu a n to a Panecio, p a recen aceptables los resu l­ tados de investigaciones recientes que, atrib u y én d o le tebrías expuestas p o r C icerón en el D e natura deorum , le asignan u n a concepción d e lo real p len am en te concor­ d a n te con la visión de la vida expuesta en el D e officiis. L a D iv in id ad , id en tificad a con el cosmos, se m u estra com o u n a fuerza v ital y organizadora, racio n al (hay q u ie n dice n o p e n s a n te ), d e la cual p ro v ien en todos los seres in d iv id u ales, cuyas diferencias n o son d e n atu raleza sino de g rado y q u e c u m p len sus funciones p ro p ias de m o d o tal q u e a l conservarse a sí m ism os co n trib u y en a -la. conservación d e l un iv erso . E stá establecido q u e P an e ­ cio ab an d o n ó m u ch as d o ctrin as im p o rtan tes del estoicismo an tig u o : (la necesidad d el h ad o , la sim p a tía universal de las cosas, la adivinaciónj la conflagración p erió d ica del universo, la .in m o r ta lid a d de las a lm a s): aquellas q u e re su lta b an incom patibles con. su riguroso in m áü én tism o n atu ra lista . P uede considerarse seguro q u e de él to m aro n Q. M ucio Escéyola el A u g u r y V arró n la d istin c ió n de

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ROMANA

las tres teologías: la teología m ítica de los poetas, q u e rep re sen ta a los dioses como inferiores a los hom bres honrados; la teo lo g ía física o n a tu ra l —la única' v erd a­ dera, p ero in a d e c u a d a p a ra el p u e b lo —; y la teología p o lítica, c o n stitu id a p o r el culto. A l id e n tific a r a la D iv in id ad como u n a fuerza v ita l organizadora, Panecio n o p o d ía a d m itir deberes p a ra con los dioses. Los h o m ­ bres se d istin g u e n de los anim ales p o rq u e poseen la razón, m ien tras q u e e n éstos solo se d a n im pulsos irra ­ cionales; es dud o so , sin em bargo, q u e Panecio ad m itiera la existen cia e n ellos y en las p lan tas de algo sem ejante al Logos. Según u n texto de C icerón, Panecio h a b ría d istin g u id o en el alma' u n a p a rte racio n al y o tra irra ­ cional, y se h a v in cu lad o con él o tro pasaje ciceroniano e n el q u e se h a b la de la razón (ratio) y d el im pulso (horrrié) q u e debe estar su b o rd in ad o a aquélla. H a b i­ tu a lm en te se cree q u e efectivam ente aceptaba, com o P la­ tó n y A ristóteles, la existencia de u n a p a rte irracional del alm a; sin em bargo, hay q u ie n considera q u e C icerón re p ro d u jo sin e x a c titu d el pen sam ien to de P anecio y q u e éste se h a b ría lim itad o a a firm a r —c o n tra C risipo, p e ro de acu erd o con el estoicism o más an tig u o —que existe u n a fuerza o actividad p síquica irracio n al d istin ta de la racio n al, de suerte que n o ca b ría h a b la r de p la ­ tonism o. Según la o p in ió n p re d o m in a n te , P anecio h a b ría a b a n d o n a d o el id eal estoico del sabio ideal y de las ac­ ciones rectas (ka to rth ó m a ta) , o deberes perfectos (kath ék o n ta télela) q u e cum ple n a tu ra lm e n te , gracias a la ciencia q u e posee, y se h a b ría ocupado en cam b io de los deberes sim ples (o, m ejor, acciones convenientes, kath éko n ta ) d e los q u e p rogresan en el cam ino d e la v ir­ tu d , m itig a n d o así el rigorism o de su escuela. O tro s sos­ tien en , p o r el co n trario , q u e P anecio solo h a b ría p e n ­ sado q u e el sabio es u n ideal q u e se realiza m u y ra ra vez, y q u e se h a b ría a p artad o de sus predecesores exclu­ sivam ente p o r aco rd ar m ayor valo r q u e ellos a las accio­ nes q u e el h o m b re bueno, a u n q u e no perfecto, lleva a 18

INTRODUCCIÓN

cabo gracias a la razón n a tu ra l (no edu cad a científica­ m ente) , y q u e su escuela h a b ía descuidado h asta entonces. E n tre los deberes m ás im p o rtan tes se c u e n ta n los relativos a la sociedad, q u e Panecio, d esarro llan d o u n a tesis form ulada' an te rio rm e n te p o r C risipo, hace d erivar d e u n im p u lso de la n atu raleza q u e h a creado a los hom bres iguales y en g en d ra a los unos de los otros. M ientras el estoicismo precedente solo h a b ía conside­ ra d o el d e b e r de la justicia, Panecio a cen tú a ta m b ién el d el am o r o h a b la , m ás b ien , d e lo q u e C icerón llam ará después caritas h u m a n i generis. E l tex to q u e se refiere a esta cuestión d eriva de A ntíoco, p ero p ro b ab lem en te tiene orig en en Panecio, a u n q u e esto ú ltim o h a sido negado. Estas teorías reconocían com o fu n d a m e n to u n id eal de la v ida q u e exigía el lib re y arm ónico d esarrollo de las actividades espirituales (condicionado p o r el p re ­ d o m in io d e la razón sobre los im pulsos a n im a le s), con­ form e al m odelo del h o m b re en gen eral y, adem ás, acorde con las ap titu d es pro p ias de cada in d iv id u o ; de ese m odo la v id a d ebía asu m ir el aspecto u n ita r ia de u n a o b ra de arte y el b ien se id en tificab a con lo bello. L o m o ralm en te bello (halón) se expresaba ex terio rm en te com o p rép o n (lo conveniente, lo a d e c u a d o ), m anifes­ tación p a ra los dem ás de u n a e stru c tu ra e sp iritu a l u n i­ ta ria correspondiente a los m odelos indicados. P anecio aplicaba así a la v ida m oral ese concepto de lo p répon q u e sin d u d a desem peñaba u n p ap el c e n tra l en su estética (especialm ente com o correspondencia de los atractivos personales y las p alab ras con los caracteres) y q u e cons­ titu ía la co n tin u ació n de u n vasto m ovim iento de p e n ­ sam iento de teóricos y críticos q u e se re m o n ta b a hasta el siglo v a. C. H ablarem os con m ayor a m p litu d del id eal de la v id a sustentado p o r P anecio al referim o s al concepto ciceroniano de hum anitas, q u e deriva de aquél. P o r a h o ra baste observar q u e al n eg ar la in m o rta lid a d del alm a, P anecio p rescindía de c u a lq u ie r sanción u l­ tra terrena de la conducta, q u e d a n d o ésta fu n d a d a sobre 19

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ROMANA

las exigencias d el v alo r p ro p io d e l h o m b re en c u a n to ser racional. M erced a su c o n c e p d ó n org an icista de la re a ­ lidad, el estoicism o de Rodas p o d ía conciliar egoísm o y altruism o, in d iv id u alism o y universalism o, en u n a vi­ sión de la v id a en la q u e la u n id a d esencial de la n a tu ­ raleza h u m a n a y la co m u n ió n de intereses re ú n e n a los in d iv id u o s —en g endrados los unos p o r los otros— en u n a sociedad d o n d e cada cual, m ien tras desem peña su fu n ­ ción, c o n trib u y e a la a rm o n ía d el c o n ju n to y, de este m odo, tra ta n d o d e lo g ra r el provecho p ro p io realiza el d e todos. D e lo cual se d esprende q u e n ad ie debe p ro ­ curarse ven tajas con p e rju ic io p a ra los dem ás, pues, p o r la razón expuesta, lo verd ad eram en te ú til coincide con lo d ig n o d é estim a desde el p u n to de vista ético. D e esta m an e ra , P an ecio p o d ía explicar el o rigen del E stado (en te n d id o com o u n a asociación de hom bres gobernados p o r la ley p a ra la consecución d el provecho d e ca d a un o ) con el m o tiv o u tilita ris ta d e q u e el derecho tien e la fu n ­ ción de g a ra n tiz a r la p ro p ie d a d p rivada, p o n ien d o sin em bargo com o su ú ltim o fu n d am en to u n im p u lso n a ­ tu ra l h ac ia la co m u n ió n social Pero el estado id e a l de P anecio es un iv ersal, com o p a ra sus predecesores, pues .él, en efecto, d e la ig u a ld a d de todos los h om bres hace d eriv ar el cosm opolitism o, ¡ a u n q u e ju stifica el im p e ria ­ lism o ro m an o p o r los beneficios q u e p ro d u ce a los p u e­ blos sojuzgados. Panecio h a b ía basado sus d o ctrin as e n am plias in ­ vestigaciones em píricas concernientes ta n to al m u n d o n a­ tu ra l com o al h u m a n o ; esas indagaciones fu ero n in m en ­ sam ente d esarrolladas p o r su d iscípulo P osidonio (com­ p a ra d o a A ristóteles en ciertos aspecto s), q u ie n fu n d ó sobre ellas u n sistem a p an teísta qu e, a l'p a re c e r, re u n ía adoctrinas filosóficas, y creencias religiosas tom adas de las m ás v ariadas fuentes, orientales y griegas, y y u x ta p o ­ n ía el racio n alism o con u n m isticism o de tendencias ocultistas y supersticiosas, la especulación con la inves­ tigación em pírica. P osidonio vuelve; e n gen eral al estoi­ co

INTRODUCCIÓN

cismo a n tig u o y a d o p ta n u ev am en te todas las teorías rechazadas p o r su m aestro, d e q u ie n conserva sin em ­ bargo la distin ció n en tre u n a creencia filosófica y u n a creencia p o p u la r y la tesis de q u e el alm a com prende u n a p a rte irracio n al, adem ás de la racio n al. E n su sis­ tem a, en el cu al se h a lla n en tretejid o s con el m onism o de origen estoico m otivos d u alistas provenientes de P la ­ tó n (y p o r ende del m isticism o órfico pitagórico) y de A ristóteles, el universo es u n a estru ctu ra; u n ita ria , en cu an to m anifestación d e u n ú n ico p rin c ip io d ivino, des­ cendiéndose g rad u alm en te d e la D iv in id a d : (lo superorgánico) a lo orgánico y lo inorgánico. L a D iv in id ad su p rem a es u n fuego o p n e u m a q u e incluye en sí u n a fuerza racio n al: es el d a im o n o el logos universal, del q u e p a rtic ip a n cada u n o de los dioses y las alm as h u ­ m anas. A l m ism o tiem po, esa fuerza es p rin c ip io de vida y d e organización p a ra las cosas p en etrad as de ella, a las que enlaza con u n vínculo de sim p atía univ ersal; su m a n a n tia l es el Sol, del cual procede to d a vida y toda alm a racional. Ya a q u í se revela u n a co n trap o sició n d u alista de la fuerza ra c io n a l de la que p a rtic ip a n los dioses y los hom bres, reu n id o s así e n u n E stado o sociedad única* fren te a las cosas q u e de ella d e riv a n y sobre las cuales ella, com o p n eu m a, o b ra e n m ed id a decreciente. Este d ualism o se acen tú a en la rep resen tació n d e u n u niverso en el cual, com o e n el de A ristóteles, se d istin g u en él m u n d o celeste su p ra lu n a r, etern o e im perecedero, y el m u n d o terrestre su b lu n ar, m o rta l y co rru p tib le. U n n exo e n tre ellos lo constituye el h o m b re, q u e p o r el cu erp o y la p a rte irracio n al de su alm a p ertenece al segundo, m ien tras p o r su p a rte d aim ó n ica y racio n al pertenece a l prim ero . Gom o P la tó n y A ristóteles, Posi­ d o n io d istin g u e en el alm a u n a p a rte (o, m ejor, u n a fuerza, u n a actividad) racio n al y o tra irracio n al, su bdi­ vidi da, al ig u a l q u e en P lató n , en u n a p a rte im p u lsiva (q u e tien d e a l dom inio) y o tra desiderativa (que tiende 21

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al placer) ; de éstas, si n o obedecen a la razón, p ro v ien en las pasiones (p á th é) . T a le s actividades irracionales es­ tá n d eterm in a d a s p o r las condiciones del cuerp o y, a la p a r de la activ id ad racional, constituyen diversos p o ­ deres de u n m ism o ser (A ristó teles). A plican d o al m u n ­ do el p rin c ip io de los cam bios graduales, ad m ite la teo­ ría p la tó n ic a de los dáim ones interm ed iario s, y e n tre la D iv in id a d su p rem a y el h o m b re coloca esp íritu s supe­ riores a éste, los d áim ones y los héroes, y con lo cual abre paso a la dem onización de la religión. N o se sabe b ien de q u é m o d o e n te n d ía P osidonio la supervivencia del alm a racio n al, p e ro p ro b ab lem en te n o a d m itía u n a in ­ m o rta lid a d ilim ita d a , sino —com o ocurre en general en el estoicism o— u n a v id a q u e se p ro lo n g a h a sta la con­ flagración del cosmos, q u e h a b rá de resorberla en el logos universal. A h o ra bien, si P osidonio p iensa q u e esta vid a co n stitu y e u n a p rep aració n a la v id a celeste, su p erio r y m ás feliz, n o p ro p u g n a sin em bargo u n a doc­ trin a ascética, p ues considera q u e la p rim era d eb e con­ d u c ir a la segunda. L as alm as racionales h u m an as proce­ dentes d e la esfera celeste, a pesar de ser m ateriales como lo q u iere el estoicism o, son in co m p arab lem en te supe­ riores a los cuerpos q u e las incluyen y rep resen tan u n obstáculo p a ra el d esarrollo d e sus actividades cognos­ citivas. E l h o m b re debe p roponerse com o fin en la T ie rra la b u en a co n d ició n de su daim on (en d em o n ia ) —q u e depende del d o m in io sobre la actividad irracio n al e in ­ cluye el conocim ien to de la v erd ad y del o rd en del universo— y su aplicación práctica, en la q u e consiste la m o ralid a d , desd o b lad a en el am or a sí m ism o, com o verdadero yo o logos, y el am o r a los dem ás, iguales a él en su esencia racio n al. Este am o r (q u e liga a los dioses con los hom bres, p o rq u e todos son com o m iem bros de u n solo organism o) implica' sobre todo la p a rtic ip a ­ ción en la v id a social. El sabio (que lo es en cu an to posee u n saber ético-político-social, am én de teórico) debe g o b e rn a r p o r el b ien de los otros con su o b ra de 22

INTRODUCCIÓN

educador, pues el logos d ivino se com unica a través de su m ente. T a m b ié n en Posidonio, com o en los estoicos en general, el E stado ideal es cosmopolita'. E m pero, de esta visión de la v ida h a b ría d e d e ri­ varse, sobre todo p o r el aprem io de las exigencias re li­ giosas cada vez más fuertes, la desvalorización com pleta de la' vida terren a y la aspiración a q u e el alm a se li­ berase del cuerpo p a ra re to rn a r al cielo y llev ar a llí u n a v id a feliz en la visión del universo. P o r lo dem ás, esta concepción estaba im plicada p o r to d a la construcción de Posidonio, a u n q u e él m ism o n o la desarrolló. Este eclec­ ticism o q u e y u x tap o n e m onism o y dualism o sin fu n d ir­ los (del segundo, p o r o tra p a rte , ya h a b ía gérm enes en el estoicism o an tig u o , con su d istin ció n de u n p rin cip io activo, D ios o la fuerza, y u n o pasivo, la m a te ria —a u n ­ q u e los re d u je ra a la u n id a d —, llevándolo adem ás su ética a posiciones dualistas) d ebía a b rir el cam ino a in tuiciones m ísticas y prácticas ascéticas, y de este m odo estaba destin ad o a in flu ir en form a m uy vasta' y p ro fu n d a sobre el pen sam ien to y la esp iritu a lid a d posteriores h asta el fin al d e l m u n d o antiguo. E n P osidonio ya h a lla n su p u n to de p a rtid a el neopitagorism o y el culto solar, am ­ p liam e n te d ifu n d id o en el Im p e rio ro m an o en el siglo m d. C.; p ero n o existe razón p a ra com enzar con él el neoplaton ism o , q u e estrictam ente solo se in icia en la época de P lotino. Las relaciones con R o m a tu v iero n in flu en cia en especial sobre el estoicism o m edio. Los fu n d ad o res de la escuela, a u n q u e consideraban que el sabio debe p a r­ ticip a r de la vida político-social en el E stado u n iv ersal ideal, lo h a b ía n alejado de los Estados p articu lares exis­ tentes. P o r el contrario, Panecio y Posidonio afirm aro n q u e el h o m b re tiene en general la' obligación d e consa­ g ra r sus energías al b ien de la sociedad, incluso en los ordenam ien to s estatales concretos; com o se h a recordado, P anecio ex altó al E stado ro m an o p o r encim a de todos los dem ás. El estoicismo asum ió así u n carácter activista 23

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q u e se c o n tra p o n ía al quietism o de sus fundadores,, los cuales re c lu ía n la< actividad: racional; e n - e l -espíritu: del ho m b re; p o r o tra p arte, la aten u ació n del rig o r original de la épo ca estoica, p o r donde el estoicism o se ib a a p ro ­ xim a n d o a las d o ctrin as académ ico-peripatéticas, d ep en ­ d ía en g ra n m e d id a del conocim iento d irecto d e la vida concreta. L a filosofía q u e se constituyó en R o m a h acia el fi­ n a l d e la; R e p ú b lic a se h alló frente a los m ovim ientos intelectuales a q u e nos hem os referido; Su, a c titu d fue ecléctica, p e ro este eclecticism o, d erivado de las condic ciones d e la época, en p a rte h a b ía sido sugerido en G re­ cia p o r las tendencias m ism as d e la ro m a n id a d . A La filosofía se le asig n aro n finalidades de carácter p rin c i­ p a lm e n te práctico , p o rq u e se acudió a ella p a ra resolver el p ro b le m a de la v id a; pero ta m b ié n en esto, sin d e ja r de ad ap tarse a l m ovim iento g en eral p ro p io del tiem po, se p ro c u ró satisfacer exigencias m ás particulares, y p o r ello se restrin g ió la esfera de las investigaciones c ie n tí­ ficas, a las cuales P anecio, y sobre to d o Posidonio, h a b ía n d a d o Un am p lio desarrollo. Adem ás, las actividades prác­ ticas d eb ía n estar al· servicio^de f nes político-sociales, p o rq u e el E stado ro m an o , q u e en su e x p in sió n ib a asu­ m ien d o el carácter de p o te n c ia m u n d ial, constituyó siem­ p re (excepto p ara' Lucrecio* q u ie n sin em bargo n u n ca dejó de te n e r en cu en ta la suerte de sus conciudadanos), el c en tro d e los intereses, com o lo habías sido la polis en la. G recia clásica. Pues, en efecto, incluso quien es resp o n d ía n a tendencias reacias a la p articip ació n en la v id a p o lític a y social, com o e l epicureism o, sin tie ro n e l d e b e r d e servir al E stado. P o r o tra p a rte , si el epicureis­ m o fue al p rin c ip io la corriente más d ifu n d id a , luegq prevaleció el estoicism o, q u e se avenía m ejo r q u e las o tra s escuelas a las exigencias d e H c n d e n c ia ro m an a, p o r la severidad d e sus norm as, p o r el v ilo r q u e daba a l a v o lu n ta d ra c io n a l consciente
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