Leopoldo Zea Discurso Desde La Marginacion y La Barbarie

May 5, 2017 | Author: Mirsa Acevedo | Category: N/A
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Descripción: Libro sobre marginación y barbarie en el discurso latinoamericano....

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LEOPOLDO ZEA

DISCURSO DESDE LA MARGINACIÓN Y LA BARBARIE

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA mÉxico

Primera edición (Anthropos), 1988 Primera edición (FCE), 1990

A SERGO MIKOYAN, a RICHARD M. MORSE y en recuerdo de JosE GAOS

Esta edición se ha realizado con la colaboración de la AIETI (Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos). La presente edición del FCE sólo podrá distribuirse en América Latina. © 1988, Leopoldo Zea Publicado por Editorial Anthropos. Promat, S. Coop. Ltda., Barcelona ISBN 84-7658-058-4 D. R. © 1990, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA S. A. DE C. V. Av. de la Universidad, 975; 03100 México, D. F.

ISBN 968-16-3508-6 Impreso en México

PREFACIO En el año de 1957 publiqué en México la primera edición de mi libro América en la Historia, y la segunda yen 1970 en Madrid. Este libro, como otros que le siguieron, tales como Dialéctica, de la conciencia americana, México, 1976, y Filosofía de la historia americana, México, 1978, insistieron en la temática que da título al último : La filosofía de la historia. Al decir de mi maestro José Gaos, yo estaba condenado a describir aquella filosofía, por cuanto ya me refería a ella en mis libros sobre historia de las ideas de América. En América en la Historia me propuse situar la historia de la América Latina dentro del contexto de la historia universal en relación con un orden y un centro de poder planetario designado como mundo occidental. Y frente a este centro mostraba pueblos marginados, al lado de Iberoamérica, en Asia y Africa ; y pueblos dentro del mismo continente europeo, al margen de Europa : Rusia y España; ;y posteriormente la misma Europa, al desplazarse el centro de poder occidental más al Occidente, a la América del Norte, los Estados Unidos. En 1971 hice mi primera visita a España conminado por Gaos, quien me decía que el hecho de que él estuviese fuera no tenía nada que ver con mi obligación de conocer la tierra y el pueblo del que yo hablaba y en el que se encontraba el origen de la realidad que estudiaba en América. En España ya se conocía mi libro tanto por la edición mexicana como por la reciente de Madrid. Los amigos que hice en este viaje me indicaron que debía continuar el estudio de la marginación histórica de España y de Rusia por parte del mundo occidental. El interés que el libro había suscitado en España me complugo. En 1978 fui invitado a Wroclaw, Polonia, para asistir al 30 Aniversario del Congreso de Intelectuales, que se celebrara en el mismo lugar en 1948, al término de la segunda Guerra, en nombre de la paz y para que no se repitiesen los horrores de la guerra. Sin estar programado, hube de regresar a México vía Moscú. Durante la semana que pasé en Moscú en calidad de invitado, entré en contacto con diversos 9

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intelectuales soviéticos convocados por Sergo Mikoyan, director de la revista América Latina, a quien había conocido en México, en otra reunión sobre la paz. Entré en contacto también, entre otros, con Vera Kuteischikova, a quien conocía también de México, y a Inna Terterian. Uno de ellos me dijo : "Maestro, aquí tiene usted a sus discípulos soviéticos", a lo que le contesté : "Pero cómo, si no soy marxista", porque no seguía este método exclusivamente como suponía lo seguían en la URSS. "No es pár. eso —me replicó Vera— sino por lo que usted ha expresado en su libro América en la Historia respectó a Rusia." Rusia cómo el pasado histórico de la actual Unión" Soviética. Un joven allí presente me replicó a su vez: "¿Y usted cómo sabe que no es marxista? Tal réplica me hizo reflexionar, porque algo semejante se me había dicho desde otro ángulo y en un contexto diverso del de mis nuevos amigos. Este algo tiene que ver con los problemas que surgen cuando acepto invitaciones de mis colegas en Estados Unidos y necesito obtener el Visado correspondiente. Me preguntan : "¿Es usted Coniunista?, ¿es usted marxista?" Si digo que no, se me afirma que sí lo soy pero si lo acepto se me puede otorgar un visado especial. Me niego a aceptarlo sólo con vistas a obviar dificultades, sin que importen mis propios puntos de vista. Por lo que insisto : "No soy marxista." "¿Y usted cómo lo sabe?", insiste á su vez el funciónário. Me queda una respuesta : "Si creer en la libertad de los hombres y el derecho de autodeterminación de los pueblos, y defenderlo, es ser marxista, entonces lo soy. Pero en este sentido, muchos de los mejores hombres de los Estados Unidos que han defendido -los mismos derechos para -sus hombres y su pueblo= deben haberlo sido sin saberlo." Lo soy cuando estoy de acuerdo con el sentido humanista de una filosofía como la que recojo en las palabras de Carlos Marx y Federico Engels conlas que inicio la introducción: de este trabajo. Acepto el. mensaje humanista allí impreso, sin _que ello implique- la necesidad de jurar por todo el sistema. contacto con mistamigos soviéticos pude discutir libremente la parte de mi libro referente a Rusia' al margen de lá Historia, Parte que me aceptaron como interpretación del pasado de la historia que ahora viven y hacen los soviéticos : la historia 'deiRusia anterior a la Revolución de 1917. Una historia que resulta ser, común con la de otros muchos, pueblos fuera de la historia europea y a cuyos problemas dieron

los soviéticos la solución actual. Me dijeron que debía ampliar esta parte de mi libro (en lo referente tanto a España como a Rusia), analizar más fuentes que me permitiesen afirmar o rectificar mis puntos de vista. En junio de 1981 fui invitada nuevamente a Moscú por Víctor Volski, director del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de la URSS. Y otra vez, tanto en la redacción-de la revista América Latina corno en el Instituto de Filosofía de la Universidad Lomonosov, a cargo de V. S. Semenov, se discutieron mis puntos de vista sobre el pasado ruso de la URSS; a la discusión ahora contribuía la publicación en ruso de algunos de mis ensayos sobre esta temática. Ello estimuló aún más lo que iba considerando un compromiso para ampliar lo expuesto en m _i libro. El libro también ha sido objeto de crítica, por parte de los Iatinoamericanistas estadounidenses, en especial por las referencias a los Estados Unidos como expresión máxima y actual del Mundo Occidental. Aquí también encontré estímulo para, continuar y ampliar lo expuesto. Entre estos latinoamericanistas está Richard M. Morse; de la Stanford University, California, a quien empecé a tratar a raíz de un simposio sobre América Latina celebrado en México en diciembre de 1978. Recientemente, Morse ha publicado un libro que' entra dentro de la temática que me viene preocupando, El espejo de Próspero. Esto ha contribuido también a estimular la realización de la obra que ahora ofrezco. Este nuevo libro es producto de nuevas investigaciones y conversaciones. Ahora lo centro en la marginación realizada por Europa sobre tres pueblos : el ruso, el Ibero y, paradójicamente, el británico. El pueblo británico fue alejado de los destinos de Europa a partir de su expulsión del continente al término de la Guerra de los Cien Arios ; Iberia, España en concreto, enviada al otro lado de los Pirineos, después de su poderosa presencia en Europa, en el siglo xvi, bajo Carlos V, y Rusia, una y otra vez marginada más allá de las amplias estepas que la separan de. Europa. Pero Rusia y España insisten una y otra vez en participar activamente en los desti nos de Europa; la primera creando, quizás a pesar suyo, un imperio hacia Oriente, sobre el gran Imperio mongol de Gengis Kan; Iberia a su vez con un gran Imperio hacia .el otro lado del Atlántico, en América, pero ambas, Rusia e Iberia, más preocupadas por imponer o mantener su presencia en Europa. Mientras, al otro lado del Canal que separa a Brita.

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nia de Europa, un pueblo está decidido a crear un nuevo imperio allende Occidente que abarque el planeta entero, y Ve su participación en Europa sólo en función de los nuevos intereses. Pero el centro de poder del Imperio occidental se traslada al norte de América, al norte del Imperio creado por Iberia en la misma América. Mientras, Rusia avanza en Oriente hasta pasar al continente americano, Alaska y la costa del Pacífico, y reúne tres pueblos marginados entre los que habían de surgir a su vez tres imperios en conflicto en nuestros días. Este trabajó lo dedico a Sergo Mikoyan, espíritu extraordinariamente abierto a los problemas de nuestro tiempo. A Richard Morse de esta América Sajona, espíritu igualmente abierto y preocupado por una conciliacón de nuestra América que ponga fin a la marginación. Por supuesto, ni Mikoyan ni Morse tienen nada que ver con la expresión de las ideas que aquí expongo, con las que no se si estarán o no de acuerdo. Aquí sólo reconozco el estímulo que me ha dado su fraternal amistad. Este libro va, también, en memoria de mi maestro José Gaos, por lo que le debo del conocimiento de esta parte del mundo, nuestro mundo que él llamaba ya HispanoAmérica. A Gaos, preocupado también porque se pudiesen conciliar los puntos de vista de todos nuestros pueblos en búsqueda de una gran identidad que, sin negar la propia, encontrase sentido.

INTRODUCCIÓN En septiembre de 1842, Carlos Marx escribía a Arnold Ruge una carta de la cual extraemos el siguiente párrafo : Nuestra divisa será la reforma de la conciencia, no por dogmas, sino por el análisis de la conciencia mística, obscura para sí misma, tal como se manifiesta en la religión o en la política. Se verá entonces que desde hace mucho tiempo, el mundo posee el sueño de una cosa de la cual le falta la conciencia para poseerla en verdad. Se verá que no se trata de establecer una gran separación entre el pasado y el pórvenir sino de cumplir las ideas del pasado. Se verá, por último, que la humanidad no comienza una nueva tarea, sino que realiza su antiguo trabajo con conocimiento de causa. Pensamiento de juventud, anterior al gran sistema cristalizado en El Capital, pero en el cual se hace patente la extraordinaria preocupación humanista que el sistema posterior no podrá negar. El sistema sería expresión de la toma de conciencia de que habla Marx, mediante la cual todas las expresiones de la humanidad, de los hechos del hombre, adquieren sentido ; de acuerdo con esta toma de conciencia sobre el quehacer humano hará patente la relación que guarda lo ya hecho con lo que está haciéndose, y el todo con lo que debe hacerse. Se trata de la toma de conciencia de una gran tarea que los hombres, los múltiples hombres que forman la humanidad, realizan, han realizado y seguirán realizando, pero ya con conocimiento de causa esto es, sabiendo, cada uno de estos hombres, las implicaciones de su propio quehacer con el quehacer de los otros hombres. Muchos años después, ya muerto Marx y realizado su gran sistema, su inseparable amigo y socio, unido estrechamente en el marxismo como sistema, Federico Engels, en carta a J. Bloch escrita en septiembre de 1890, decía : La historia se modela siempre como resultado definitivo de los conflictos entre varias voluntades individuales engendradas ellas mismas por innumerables condiciones de la vida particular. También son innumerables las actividades entrecruza13

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INTRODUCCIÓN das e infinitas las fuerzas paralelas, de donde surge una resultante: el hecho histórico. Sin embargo, éste mismo puede ser considerado como el producto de una fuerza que, vista en su conjunto, opera inconscientemente y sin plan preconcebido. Pues lo que cada individuo desea está trabado con lo que cada uno de los otros desea, y lo que resulta es algo que nadie ha querido.

A pesar de los años que separan una carta de otra, ambas se complementan. La toma de conciencia de la historia hace patente su propio origen : el individuo, el hombre concreto en ineludible relación con otros individuos, con otros hombres. Fuerzas, múltiples fuerzas de individuos concretos que pugnan por el logro de sus no menos concretos fines o intereses y, como resultado, el hecho histórico que, como diría también Hegel, no satisface a ninguno de sus autores. Pero un hecho histórico que no puede ni debe concebirse como fuerza extraña al hombre que le da origen, al hombre .en sus múltiples expresiones e intereses. Esto parece resultado de una fuerza abstracta y paradójicamente ajena a los hombres que la, realizan y se sirven de ella; pero no hay tal, sin hombres concretos no hay historia, ni tampoco habría conciencia de la misma. Son hombres concretos como Hegel, Marx y Engels quienes toman conciencia del sentido que adquieren las múltiples acciones de los no menos múltiples hombres que, Como abstracción, foinian la humanidad. Es el hombre de carne y hueso, el hombre concreto, expresado en cada uno de nosotros, el protagonista de la historia; su historia y la de los otros hombres, sus semejantes. La historia como resultado de un conflicto permanente entre hombres concretos, hombres de carne y hueso, frente a otros hombres igualmente concretos. El conflicto entre hombres con sus modos peculiares de existencia, resultado ésta de sus propias e ineludibles condiciones de vida también en conflicto con otros hombres igualmente, peculiares Un conflicto que podrá ser rebasado si se toma conciencia de este hecho y se actúa en consecuencia con, la ineludible relación del hombre con el hombre, si se actúa, podríamos agregar, solidariamente, lo que no implica el sometimiento de una voluntad a otra voluntad, sino la conciliación de lo que uno quiere con lo que los otros hombres quieren. Marx y Engels han mostrado en ambas cartas, valga la metáfora, la relación que el bosque guarda con los árboles que lo hacen posible. Los filósofos griegos decían que sólo Dios,

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por estar encima de todo lo existente, podía ver el todo, la unidad, esto es, el bosque. En cambio, los hombres, obligados a vivir en la tierra; sólo podían ver los árboles concretos y, para captar el bosque, tenían que conocer árbol por árbol. La toma de conciencia de la historia es la forma como el hombre concreto trata de captar el bosque entero del cual él mismo es parte. El sistema que origina esta toma de conciencia es la cristalización del esfuerzo por conocer el bosque como totalidad, pero siempre a condición de que los árboles que forman el bosque no sean olvidados. Lo cual suele suceder fácilmente, como aconteció a los propios Marx, Engels, y quienes han olvidado lo exprésado en aquellas cartas. A veces se ha tratado de mentes dispuestas no sólo a olvidar los árboles sino incluso a sacrificarlos en supuesto beneficio del bosque, con lo que dicho bosque obviamente acabaría por dejar de existir. La conciencia de que nos hablan Marx y Engels ha de ser conciencia no sólo del bosque sino de los árboles concretos que lo hacen posible; el bosque en la ineludible relación que ambos han captado con la más extraordinaria y rica simplicidad. En los días en que vivimos esta simplicidad, que podríamos resumir en un "sin árboles no hay bosque", los árboles, esto es, los hombres e individuos concretos y los pueblos no menos concretos que forman esos hombres, están reclamando que se les considere, se les tome en cuenta en una tarea en la que- todos están ineludiblemente involucrados. Una tarea que ha sido, es y ha de ser de todos los hombres, y cuya toma de conciencia ha de implicar la conciliación de voluntades en el logro de metas comunes sin sacrificio de la identidad que hace de cada hombre un árbol concreto y no sólo la abstracción del bosque que, según se dice, le contiene. El problema es que el hombre, el hombre concreto, este o aquel hombre, al tomar conciencia de su relación con los otros hombres, con sus semejantes, hace de esta su toma de conciencia la única y exclusiva posibilidad de existencia del bosque. El bosque, que él ve como la única posibilidad de existencia, del bosque y de sus árboles. Olvida que él es árbol y se considera bosque. Es el bosque ordenado y concebido de acuerdo con su propia y exclusiva visión, lo que implica a su vez -el acuerdo de esta visión con sus no menos peculiares intereses. Lo que él ve y considera que es el bosque resulta ser lo justo y verdadero. En cambio, lo visto y considerado por los otros hombres es lo inadecuado y falso. Cualquier

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visión que no se adecue a la suya será- falsa y, por ello, cualquier expresión verbal de la misma, bárbara. Bárbara de lo bárbaro en c su sentido original, esto es, balbuceo de - la verdad, del /ogos que no se posee. Bárbaro _será entonces el que no posee la verdad y _con ella la palabra que la expresa. Bárbarw o_balbuciente, frente-a quien Se dice -dueño de esa ven' dad -y, con ella, de la única palabra que puede expresarla. El dueño 'exclusivo de _la, verdad-palabra, dueño a su vez del poder que ha de ?firmarla contra quien pretenda subvertirla, esto es, alterarla. El supuesto y exclusivo poseedor de la vi-, Sión total del bosque como -centro, a =su vez, de todo orden que se derive del conocimiento del-bosque. Ya entre los griegos se afirmaba : "Quien conoce el-orden del universo conoce también el orden propio de los hombres." De allí la propuesta platónica de que los filósofos fuesen reyes, o los reyes filósofos. Aunque, para, tener -la verdad, ciertamente no se necesita ser filósofo sino tan sólo tener el poder para hacerla prevalecer. El logos, la palabra, la verdad, y con ella la única posi-. bilidad de orden, se presentará COMO. exclusiva -no sólo de filósofos; sino de políticos, grupos sociales, pueblos y naciones. Dueños del logos, es ésta la única expresión posible de orden. Cualquiera otra expresión resulta bárbara, esto es, bal-, buciente, mal dicha, mal -expresada:;;:;;y por, ello fuera del logos que le da sentido. Centros de poder y; al margen, hombres o pueblos que no saben o no pueden expresarse en un logos que no, les -es -propio. Los otros son los mal hablantes, y por tanto entes -que han de ser sometidos. El maldito' es quien subvierte el, orden: del logos por excelencia. Y por maldito, arrojado aherrojádoí esto .es, fuera_de tal orden. El calificativo de bárbaro es de origen griego ; para los griegos,hárbaro era el qué no hablaba bien el griego. Por ello los no-griegos eran entes-marginales cuya humanidad. estaba en entredicho. Menos hombres, por no expresarse correctamente en un lenguaje que• no -era el propio. Y, por lo mismo, entes que podían ser sometidos al orden e intereses de los exclusivos dueños. Bárbard era igualmente, para los romanos, el individuo que estaba fuera de la ley, del derecho, del orden de la ciudad, la civitas, por' excelencia. Al terminar. Roma su función histórica, los bárbaros= se transformaron , nuevos centros de. poder .0- civilización. y designaron coma bárbards a otros- -más_ bárbaros, en Cuanto que los primeros elevaron su lenguaje,--costumbres, etcétera,-a signo de

zación. La dicotomía civilización/barbarie como signos de poder y dependencia, de centro y periferia. Pueblos dominantes y pueblos destinados a ser dominados por ser bárbaros, esto es, por no ser copia exacta de sus dominadores. Europa, al cristalizar como un conjunto de naciones, al igual que Grecia y Roma, mantendrá la' relación civilización/ barbarie como expresión de sus relaciones con pueblos al oriente de sus límites, Asia, o al sur del Mediterráneo, África. Pero la mantendrá también con pueblos separados del continente por obstáculos naturales, como son las extensas estepas eslavas, la cordillera de los Pirineos o .el brazo de mar que la separa de las Islas Británicas. Pueblos como los íberos al otro lado de los Pirineos, o los rusos , en las lejanas estepas, los cuales, si bien estaban alejados de Europa por tales obstáculos, no lo estaban de los pueblos al oriente ni al sur de Europa. Rusia, en relación más estrecha con pueblos como los mongoles y los turcos; Iberia con los árabes del norte de África. Tales relaciones originaban mestizajes raciales .y culturales. Pueblos frontera frente a asiáticos y afri canos, pero también pueblos frontera frente a Europa. "Asia no empieza en los Urales, sino en las estepas eslavas." "África empieza en los Pirineos." Pueblos, por l_ o mismo, considerados como bárbaros cuando pretendían ser europeos ; pero pueblos que- no se sentían ni asiáticos ni africanos. Bárbaros también como lo fueron, frente a Roma, francos, germanos y sajones, los habitantes de las Islas Británicas. Y bárbaros igualmente para la misma Europa, los normandos llegados de Escandinavia que en Rusia se mezclan con los eslavos, e imponen su dominio en un gran trozo del Imperio de Carlomagno, Francia. Bárbaros, que serán también expulsados del continente al igual que íberos y rusos. Una salvedad la constituyen los británicos, quienes, al revés de los íberos y rusos; estarán más empeñados en crear un nuevo imperio, un nuevo centro de poder, que en ser parte de Europa. Tal nuevo centro de poder convertirá su supuesta barbarie en nueva expresión de civilización. Y con esta nueva expresión= de civilización, nuevas expresiones de barbarie. La barbarie ahora al occidente de Europa, más allá ' de mares que bañan nuevos continentes como el americano, o viejos como el asiático o el africano. Britania como nuevo centro de poder y eje de civilización, que tiene como periferia el -mundo entero. Britania como nuevo centro de pod.er y de civilización que

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abarcará a Europa misma. Centro de poder del llamado Mun do Occidental que se extenderá a Norteamérica. Y frente a este nuevo centro de poder y de civilización, pueblos considerados más que, bárbaros, salvajes. No ya bárbaros que habrá que incorporar a la civilización, sino salvajes que habrá que eliminar y, utilizar para su explotación, como utiliza la flora y la fauna de los espacios conquistados _a lo largo y_ ancho de la Tierra. Árboles que ya no forman parte del bosque,,sino leña para cortar ,en supuesto beneficio del bosque. Britania, como un nuevo y gigantesco Imperio levantado sobre decenas y decenas de pueblos considerados bárbaros, salvajes, por mostrarse ajenos a las expresiones, y el modo de ser, designar las cosas y concebir el mundo. La civiliza-. ción, no como_ una forma de incorporar a otros hombres y pueblos, sino como una forma de dominar la naturaleza, y con ello, entes cuya humanidad está en entredicho. Entes con los .cuales los hombres, y los pueblos por excelencia han de evitar, mezclarse. Entes, por lo mismo, condenados a la explotación o a la periferia, a la barbarie o. al salvajismo permanente. Entes de otra especie en el reinó de la naturaleza, por lo que no pueden ser parte de las sociedades creadas por . el hombre. No podrán, como en Roma, ser er ciudadanos, como no podrá serlo fauna alguna. Simplemente'podrán ser objeto de utilización. Las palabras de Marx y .Engels con que iniciarnos este trabajo son, precisamente, la negación de esa gigantesca e insistente cancelación de humanidad ::la. humanidad vista como bárbara o salvaje. No existen pueblos civilizados y pueblos bárbaros, o salvajes; sino pueblos formados por hombres concretos;entrelazados en sus esfuerzos por satisfacer sus pecu-. liares necesidades. Sin embargo, será una relación que tanto Marx como Engels ,olvidarán a partir de su gran sistema, a través del cual sólo podrán ver los árbol_es en su relación limitada con .el- bosque. _ Lo que aquí hacemos es apropiarnos del sentido de las palabras de Marx y Engels respecto a la historia y sus actores, en: la cual han participado y participan hombres y pueblos, sin discriminación alguna de raza y cultura. Cada uno de ellos, partiendo de su ineludible identidad. Una historia que habrá que continuar haciendo pero ya con "conocimiento de causa", esto es, a partir de la conciencia de la relación que guardan entre sí los hombres y los pueblos ; relación que no puede seguir siendo la del dominio impuesto por.unos y

la dependencia sufrida por otros. No ya la relación entre civilización y barbarie, sino la relación de mutua comprensión. Se trata de un discurso frente a otro discurso. El discurso como expresión de proyectos que, al encontrarse con otros, han de conciliar el discurso que los yuxtapone. Discursos que no tienen que negarse entre si, sino agrandarse ampliándose mutuamente. No el discurso que considera bárbaro cualquier otro discurso, sino el que está dispuesto a comprender, a la vez que busca hacerse comprender. Es la incomprensión la que origina el discurso visto como barbarie. Todo discurso es del hombre y para el hombre. El discurso como barbarie es el discurso desde una supuesta subhumanidad, desde un supuesto centro en relación con una supuesta periferia. Todo hombre ha de ser centro y, como tal, ampliarse mediante la comprensión de otros hombres. El título de este libro, Discurso desde la marginación y la barbarie, hace referencia al discurso desde otras expresiones del hombre que no por ser distintas son menos humanas. La marginación y la barbarie como nuevos e ineludibles centros de expresión del hombre que, de esta forma, niegan la misma marginación y barbarie. Las supuestas marginación y barbarie no son sino expresiones de peculiaridades propias de todos los hombres. En este sentido, todo discurso lo es de una cierta expresión peculiar de humanidad, peculiaridad que no anula sino que afirma su humanidad. Discurso así desde una fauna peculiar de hombres que tiene su origen en la incapacidad del hombre para entender al hombre. El hombre, todo hombre, es igual a cualquier otro hombre. Y esta igualdad no se deriva de que un hombre o un pueblo pueda ser o no copia fiel de otro, sino de su propia peculiaridad. Esto es, un hombre, o un pueblo, es semejante a otros por ser como ellos, distinto, diverso. Diversidad que lejos de hacer a los hombres individuos más o menos hombres, les hace semejantes. Todo hombre, o pueblo, se asemeja a otro por poseer una identidad, individualidad y personalidad. Esto es lo que hace, de los hombres, hombres, y, de los pueblos, comunidades humanas. Es este peculiar modo de ser de hombres y pueblos el que debe ser respetado. Negar o regatear tal respeto será caer en la auténtica barbarie, la del que pretende rebajar al hombre considerándolo cosa, la del que pretende utili7nr a otro hombre, o pueblo, y la del que acepta ser utilizado.

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Esta historia está encaminada a evitar que se desvanezca con el tiempo la fama de los grandes hechos públicos y maravillosas hazañas, tanto de los griegos como de los bárbaros. HERODOTO

I. LA BARBARIE EN LA HISTORIA EL LOGOS DE LA BARBARIE CON las palabras que anteceden, el historiador griego Herodoto de Halicarnaso relata" la grande y maravillosa historia de su mundo, el griego, y su relación con el mundo más allá de la Hélade, con el que su mundo se ha encontrado. Es un relato en el que se mezcla lo verosímil con lo fabuloso. Es el griego racionalista frente a un mundo que escapa a su razón, rebasándola y conduciéndolo a la fábula. Un mundo del que difícilmente se puede hablar sin recurrir a la metáfora, a la descripción. Un mundo, en fin, de hombres y culturas distintos del modo de ser del hombre y cultura helénicos. El mundo de los griegos y el mundo de los bárbaros. Pero ya en el calificativo de bárbaro, que se da al hombre y al mundo del otro lado de Grecia, se expresa la pretensión que anima tal historia, y, con ella, el modo de ver y racionalizar a otros hombres y culturas que no son las de quien las ve y racionaliza. Hombres y mundo bárbaros, calificativo que proviene del mismo modo de ser del calificador, el griego, el romano y después el europeo, hasta culminar en el hombre y el mundo occidentales. Bárbaros ; bárbaro, palabra onomatopéyica que el latín traduce como balbus, esto es, el que balbuce, tartamudea : Bar-ba... Pero, ¿qué es lo que se balbuce o tartamudea? Por supuesto, no el propio lenguaje del bárbaro, que el griego no comprende, sino el lenguaje mismo del griego. Bárbaro es el que habla mal el griego, el que lo balbuce o tartamudea. Balbus, en latín, es el "balbuciente, tartamudo, torpe de lengua, el que no pronuncia clara y distintamente". Para el griego, bárbaro es el hombre rudo, el no griego, el extranjero. Esto es, el hombre que está fuera del ámbito griego o al margen del mundo del hombre que así califica. Bárbaro será, también, sinónimo de salvaje, inculto, esto es, no cultivado de conformidad con el que parece el modo de ser del hombre mismo por excelencia, el griego. La calificación la daba así el griego, en aquellos lejanos tiempos, a partir de su propio lenguaje y del mundo al que 23

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aquel lenguaje daba sentido. Es obvio que, para el bárbaro, el griego, al expresarse en otro lenguaje que no era el propio, barbarizaba, balbucía, hablaba igualmente mal. Pero no es esto lo que, interesa al hombre que hace la historia y al griego que la relata ; según éste, el no-griego balbuce el griego, pero no le importa cómo se expresa en su propio lenguaje. El logos griego —como en otras expresiones del mismo a lo largo de una historia que continuará en Roma, Europa y el mundo occidental—, será un logos predominante y, por ende, dominante. Cualquier otro logos, habla o expresión, tendrá que justificarse ante el logos por excelencia. Logos que implica el sentido del mundo del que él mismo es expresión : la cultura, el modo de ser y la concepción de su propio mundo. Será este logos el paradigma para calificar cualquier otro logos, cualquiera otra cultura, modo de ser o concepción del mundo. El paradigma de lo que está fuera, al margen. En Grecia, ello es visto como simple doxa, opinión, modo accidental de ser, falta de consistencia ; aquello de lo que ni siquiera se puede hablar, tal y como sostendrían los filósofos griegos desde Heráclito y Parménides hasta Platón y Aristóteles. El logos es también centro ordenador, legislador o conductor, que sabe del principio y esencia de todas las cosas y por ende sabe de su conducción o mando. De ahí que Platón declarase que los reyes deberían ser filósofos o los filósofos reyes ; y que Aristóteles considerara la filosofía como una ciencia de principios, esto es, de príncipes, de gobierno. El logos griego y sus expresiones a lo largo de la historia a la que dio origen el hombre que lo utiliza, dará razón y sentido a todo cuanto le rodea, a todo aquello con que se encuentre. El logos imponiéndose a la barbarie; la civitas como civilización, a la barbarie; la civilización al salvajismo, la civilización de los modernos a la barbarie que se presentará como ineludible opción a pueblos, como los latinoamericanos y de otras regiones de la Tierra : "¡ Civilización o barbarie 1", gritará Domingo Faustino Sarmiento, siglos después del relato de Herodoto de Halicarnaso. Recordemos que el logos tiene, desde su lejano origen griego hasta nuestros días, dos acepciones : la de razón y la de palabra. Razonar es tomar conciencia de lo externo que ha de ser sometido a las categorías de comprensión internas, a la razón. Esto es, para saber qué es eso que está fuera y se ignora habrá que familiarizado con lo ya conocido. Esto era para los griegos la definición, precisar lo que se conoce

a partir de lo conocido ; precisarlo clara y distintamente sin confundir una cosa con otra; saber la relación que la cosa por conocer tiene con las ya conocidas. Definir es, también, saber la palabra precisa que permite deslindar lo conocido en relación con otras cosas igualmente conocidas. Tal era para el griego el logos y su función. Fuera del logos, capaz de definir lo que conocía, sólo estaba la nada, aquello de lo que no se podía hablar ; porque, como diría Parménides, en cuanto se puede hablar de él se convierte en racional, lógico. Fuera de la razón está lo indefinible, lo inefable, lo ambiguo y por ello ajeno a la razón. El logos es, también, palabra, capacidad de poder comunicar, a otro lo conocido y definido. Razón clara y palabra clara no inducen a error : lo contrario precisamente de la barbarie, que no es hablar sino balbucir en forma confusa, torpe e indefinida. Ahora bien, la definición, como función del logos que da razón de las cosas, parte de lo que los griegos llamarán la teoría, relacionada con la acción de ver. Lo que hace Herodoto en su historia es relatar lo que ha visto. Lo que ha visto a partir de una visión ya conformada por el mundo al que pertenece ; de ahí lo extraño, maravilloso y fabuloso de un mundo que escapa a su propia comprensión del mundo. Ve con los propios ojos un mundo que no es el propio. La filosofía griega es también teoría; modo de ver lo externo sometiéndolo a la visión interna. Este saber recorría tres fases en Grecia. La primera fase la del desconcierto : extrañeza ante lo desconocido, que Platón y Aristóteles llaman admiración. La admiración frente a algo que no se encuentra en el mundo de lo familiar, en el mundo de los conceptos propios de la razón que dé sentido a este mundo. La segunda fase es la del enfoque : iluminación frente a lo encandilado. En esta fase, precisamente, hay que aclarar, distinguir y situar lo encandilado dentro de los lineamientos y la iluminación de la propia razón. Habrá que ver con cuidado y atención, aclarar lo que aparece obscuro o deslumbrante. La tercera fase será dar racionalmente el sentido de la palabra; esto es, poder decir, hablar de lo que se admira y deslumbra y que ha sido sometido al mundo familiar de lo conocido. Ver bien es conocer bien, y conocer bien es, a su vez, hablar bien, poder decir la última palabra sobre lo conocido. La última palabra puede abarcar el conocimiento del universo entero, poder compren. derlo como totalidad ; poder verlo como los dioses desde lo más alto, fuera del mundo, de las simples opiniones y tam,

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LA BARBARIE EN LA HISTORIA

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bién de las pasiones. Porque es Dios el que posee, por excelencia, el conocimiento de la totalidad. El filósofo es el que más se acerca a este conocimiento total y totalizador. Por ello los reyes deberían ser filósofos y los filósofos reyes. Logos es, así, razón que aclara y define lo que se conoce, y palabra la posibilidad de expresar este conocimiento a otros. Sólo que es una palabra incapaz de dialogar, esto es, incapaz de relacionar la verdad alcanzada con otras verdades, es sólo logos, no diálogo. Las otras verdades serán vistas como simples opiniones, doxa, que habrán de justificarse ante el logos que sabe y dice lo que es. La verdad, alétheia, es descubrimiento, quitar velos que ocultan la verdad, con el logos corno razón. Quita los velos que cubren la verdad y muestra lo que es de forma tal que no puede ser otra cosa. Así, un logos toma razón y la hace expresa ante otros. Razón y palabra, pero no diálogo. Los otros, los que no poseen ese logos en su doble acepción, no deben ni pueden discutir lo expresado porque lo expresado es la verdad por excelencia, la que el no griego sólo puede repetir, tartamudeante y limitado a su lengua y visión. Heráclito decía : "Malos testigos los ojos y los oídos para los hombres que tienen alma de bárbaros." Bárbaro, aquí, es el que no posee un alma capaz de ver y de oír y, por tanto, de hablar de la verdad por excelencia. El diálogo es, por ello, imposible con el otro, el desigual. Es más : el bárbaro no puede expresarse, hacerse comprender desde su propio lenguaje, sólo puede hacerlo desde el lenguaje del que se considera hombre por excelencia. Y, expresándose desde este lenguaje, que no es el propio, difícilmente podrá hacerlo como el griego; su expresión será bárbara, balbuciente, tartamudeante. Sólo así existe un discurso auténtico, es decir, el del griego ayer y el de sus herederos hasta nuestros días. El logos sabe de lo existente, 'de la realidad, de la creación. No es un instrumento creador en el sentido en que lo entenderá la concepción bíblica hebrea. El logos conoce y por conocer, puede ordenar, esto es, >reorganizar, cambiar el orden. Puede recrear, pero no crear ; lo contrario de la concepción hebrea. De la nada, para el griego, no puede surgir nada. La nada deja de serlo cuando en ella se destaca lo que contiene como realidad o conjunto de realidades. Pero es algo que está allí y que la razón puede destacara En la mitología expresada en Hesíodo, Dios no es creador sino ordenador. Simplemente ordena el Caos, transformándolo en

Cosmos. Un orden que puede cambiarse una y otra vez sin que se afecte lo existente. El logos acata, define y separa, y a partir de esto puede reordenar. En la Biblia, por el contrario, Dios es un creador que hace surgir todo lo existente de la nada. Y lo hace hablando, diciendo "hágase esto o lo otro", y esto o lo otro queda hecho. La palabra es aquí verbo, no logos; crea, no sólo recrea. En el principio fue el caos, dice Hesíodo ; en el principio era la nada, dice la Biblia. Dos concepciones que pueden también marcar los linderos entre la civilización como palabra que ordena, y la barbarie como balbuceo que ha de crear de la nada.'

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LA BARBARIE IRREDUCI1BLE Habrá que recorrer varios siglos para llegar a otra etapa de la misma historia en la que el logos siga siendo lo determinante respecto a lo que es y debe ser para quienes lo poseen y para quienes han de acatarlo. Me refiero a un significativo texto del gran príncipe de la palabra moderna, William Shakespeare, en su drama La tempestad. Este drama se escribe en los momentos en que se ha realizado la gran expansión colonial íbera y toma cuerpo la expansión de la Europa moderna, central la británica, a principios del siglo xvii. Próspero, personaje que encarna al colonizador, increpa a Calibán, el colonizado. Califica a Calibán de bárbaro y salvaje y por ello inclinado al mal, de acuerdo con su propia y natural condición: "Tengo compasión de ti —le dice—. Me tomé la molestia de que supieses hablar. A cada instante te he enseñado una y otra cosa. Cuando tú, hecho un salvaje, ignorando tu significación, balbucías como un bruto, doté tu pensamiento de palabras que lo dieran a conocer" (las cursivas son mías). ¿Qué lenguaje enseñó Próspero a Calibán? El lenguaje propio de su dominador. Mediante este lenguaje, enseña a Calibán que éste ha de aprender inmerso en el mundo de significaciones de su opresor. Un mundo que no es el propio. Lo que Calibán puede expresar a partir de sí mismo, de su lenguaje, es simplemente barbarie, el balbuceo de bruto, del no hombre. Calibán puede ser hombre, pero dentro de la idea y logos del hombre por excelencia, el colonizador. Ca1 Véase mi libro La conciencia del hombre en la filosofía. Introducción a la filosofía, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1960.

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liban ha de captar su propia significación a través -de las palabras, el logos, de Próspero. Esto es lo que Calibán significa en el mundo de Próspero. Y esta significación es, pura y simplemente, la del esclavo. Calibán, aun aprendiendo el lenguaje, la palabra, de Próspero, no podrá ser jamás su semejante. Siempre barbarizará, balbucirá tal lenguaje. "Pero, aunque aprendieses —dice Próspero—, la bajeza de tu origen te, impediría tratarte con las naturalezas puras." El lenguaje y el orden a que éste da sentido no podrá ser jamás el lenguaje de Calibán y, por ello, sólo podrá ocupar un lugar inferior dentro del mundo de Próspero. Entre los hombres, decía Aristóteles, unos han nacido para mandar y otros para obedecer. Unos poseen voluntad propia y otros dependen de la voluntad de otros. Unos actúan por sí mismos y otros por mandato. En estos últimos la voluntad está limitada a la obediencia. Obediencia que nace de la conciencia que se tiene respecto a lo que ha de ser mandado y obedecido. Unos poseen la palabra sobre lo que debe hacerse, los otros sólo la voluntad para hacerlo. Sólo el que posee la palabra precisa de lo que-debe ser mandado puede mandar. Por este motivo, Dios, y después de Dios el filósofo, sabe de la precisión de la palabra y, por ende, del orden que debe ser establecido. De allí, una vez más, la propuesta, según la cual los reyes deberían ser filósofos o los filósofos reyes. De acuerdo con Aristóteles, existen tres tipos de individuos que, no habiendo nacido para mandar, sólo pueden aprender a obedecer lo mandado ; individuos con una razón limitada a la obediencia, y por ello balbuciente e imprecisa; pero individuos capaces de hacer lo que-les sea ordenado : se trata de los esclavos, las mujeres y los niños. Los esclavos, por naturaleza, los que provenían de los pueblos bárbaros ; las mujeres, que estaban en esa situación por la natural limitación de su razón; y los niños, cuya razón tendría que desarrollarse. Esta idea de los griegos acerca de los bárbaros, como entes limitados racional y volitivamente, la extenderá Iberia en la conquista y colonización de América a partir del siglo xvi. Es la concepción aristotélica, recogida por el tomismo, aplicada a la ordenación del mundo conquistado por los íberos. Pero será también la concepción del nuevo racionalismo, el cual no niega a ningún hombre la razón y, con ella, lo que posee de igual en relación con los otros hombres. Sin embar go, es una razón que acabará siendo limitada, como en Aris--

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tóteles, por la misma naturaleza del hombre. El hombre es igual a todos los hombres por la razón, pero será desigual por las limitaciones que la misma naturaleza física del hombre impone a esta misma razón. La misma y vieja preocupación griega discriminando a unos hombres de otros en fimción de una supuesta capacidad para el uso de la razón o el logos ; y la nueva discriminación, que partirá ahora de la especificidad de lo que tiene de natural el hombre, y por ende, de lo limitado que es para el hombre el uso pleno de la razón. Dscriminación cultural y discriminación natural, pero siempre discriminación. El griego había perfilado así el tipo de hombre por excelencia, el capaz de conocer y, al conocer, mandar. El moderno, el europeo-occidental, forjará, igualmente el tipo de hombre por excelencia : el capaz de dominar a la naturaleza poniéndola a su servicio ; pero incorporando dentro de la naturaleza a los hombres que de una u otra forma no la hubiesen vencido. Bárbaro el uno, salvaje el otro;: pero uno y el Mismo, el bárbaro y el salvaje, el que balbuce un lenguaje que no es el propio y el que posee una cultura, un modo de ser, natural y cultural que no es el del hombre europeo-occidental. Bárbaros, entes ambiguos, balbucientes, unos y otros, frente a un discurso en e_l que no pueden tener otro lugar que el de instrumentos. Por ello, frente a este hombre marginado del logos o de la cultura y la civilización, europeo-occidental, será, capital la preocupación por lo que constituya su identidad. La identidad como punto de partida para la afirmación de una humanidad que de una y otra manera ha sido negada al hombre puesto en los confines:de un logos erigido como:razón y palabra por excelencia. Aristóteles, al definir al hombre en función de la razón, y por ser la razón algo exclusivo del griego, dejaba al bárbaro al margen de la humanidad. Bárbaro en relación con un discurso que no era el propio y del que tampoco se podría apropiar plenamente, hiciera lo que hiciese. Nada po-. drá hacer el Calibán de la historia moderna por ser como su colonizador, por mucho que aprenda su lenguaje ; por mucho que haga suyas sus creaciones culturales y técnicas, nada le hará su semejante. Tal hombre tendrá que definirse a partir de su propio y exclusivo logos, a partir de su peculiar modo de ser, su barbarie. Dentro de este peculiar modo de ser está la conciencia del otro hombre, el que le niega humanidad; el que le niega la misma existencia. En su encuentro consciente con el conquistador y colonizador, para enfrentar-

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lo y afirmar su existencia, tendrá que hacer del logos de éste el instrumento de su propia afirmación en el contexto, en un discurso que obviamente no será el del creador de tal logos ni el horizonte de sus significaciones. Naturalmente tendrá que balbucir, barbarizar el lenguaje con el que ha sido dominado, para hacer de él el instrumento de su propia liberación y el punto de partida de la afirmación de una humanidad que no tiene por qué ser discutida ni, menos aún, disminuida._Maldecir es decir mal el lenguaje y la cultura impuestos en relación con los intereses del que se los impuso, pero ahora tendrá que ser en relación consigo mismo, en relación con los propios e ineludibles intereses del replicante. Calibán replica -a Próspero diciendo : "¡ Me habéis enseñado a hablar, y el provecho que he obtenido es saber cómo maldecir! ¡ Que caiga sobre vos la roja peste por haberme inculcado vuestro lenguaje!" El logos dominante se transforma de alguna forma en diálogo, logos de dos en cuanto puede ser replicado, maldecido, mal dicho, ya en otra relación que no es la de su creador. Discurso desde la marginación y la barbarie a partir del discurso impuesto por diversas formas de dominación del hombre; a partir de una historia que ha venido marcando los límites de toda historia que no sea vista como barbarie. Pero a su vez, se trata de una barbarie consciente que no se considera tal porque ya no pretende repetir o imitar la palabra- impuesta, sino que hace de ella instrumento de su propia y peculiar uia de ser hombre. LA CIVILIZACIÓN COMO ABSORCIÓN DE LA BARBARIE

La marginación y la barbarie se dan, por supuesto, desde un centro de poder que califica a partir de su propia situación y lenguaje. En Grecia esta calificación tenía más un centro defensivo que ofensivo. Grecia, foimada por numerosas ciudades, polis, a la defensiva unas frente a otras, proyecta en el logos ordenador del cosmos la idea de organizaciones lo bastante fuertes, seguras y bien- definidas, para evitar ser arrolladas por otras. Ciudades, polis bien equilibradas en cuanto a límites y habitantes. Aristóteles señala los líinites que deben guardar las ciudades para mantener la seguridad. Las guerras del Peloponeso origihan la ruptura de éste equilibrio_ interno del cual depende el equilibrio externo' entre las diversas polis como centros de poder, un poder que no

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debía ir más allá del ámbito que se consideraba propio. La filosofía llegará a su máxima expresión en relación con estas guerras, con Sócrates, Platón _y Aristóteles. Estos filósofos trataron de restablecer el logos que necesitaba la polis para su seguridad. Fuera de Grecia estaba la barbarie; pueblos que se expresaban y vivían en formas diversas a -la griega. Herodoto habla precisamente de estos pueblos. Y habla de ellos porque, con ellos, Grecia ha tenido no sólo contactos sino choques. Se ha enfrentado con el centro de poder de esos pueblos bárbaros : Persia, que para el conjunto de ciudades griegas no era sino expresión de la barbarie. Barbarie desde el punto de vista y los intereses griegos. Las guerras de Grecia con el Imperio persa no cambian el sentido -del logos griego, siempre defensivo. Con dificultad se aliarán las polis griegas en defensa de Grecia como gran unidad. Los persas, al fin, son detenidos en sus intentos expansionistas, pero la historia nos habla de las dificultades experimentadas por potencias griegas tales como Atenas y Esparta para lograr que coincidan en una defensa que debe ser común. El logos griego, es un logos defensivo y múltiple. Cada polis posee su propio y exclusivo logos, sus propios límites. Y a partir de éstos límites cada una se calificará a sí y a las otras. Más allá de la Hélade sólo existe la nada; pero una nada amenazante, bárbara, capaz de realizar los hasta entonces imposibles proyectos de expansión del Imperio persa. Será de una región marginal de la misma Grecia, en Macedonia, de donde provenga un nuevo proyecto y con el un cambio en el uso del logos, el cual dejará de ser defensivo para transformarse en ofensivo, imperial.. Un logos que se extenderá sobre otros pueblos, arrollando incluso sus costumbres y cultura. Alejandro de Macedonia, llamado con justa razón Magno, fue el realizador de este milagroso-cambio. Primero Filipo, y luego su glorioso hijo, unen las polis de la díscola Grecia sometiendo a las polis enemigas entre sí y creando un logos imperial. Un logos armado que someterá a la barbarie persa y; con ella, a la de muchos pueblos hacia el Oriente hasta llegar a la. India; sometiendo a muchos pueblos al margen de Grecia y mucho más allá de los, mismos ,márgenes de Grecia. Pueblos que abarcan toda el Asia Menor, llegan al Cáucaso,- más allá del actual Afganistán sobre grandes lagos y mares interiores. El logos griego se amplía, entra en contacto con la- barbarie hacia el oriente

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de los _que fueran Sus antiguos límites. Tal higos tendrá -que transformarse, dejar de ser un instrumento defensivo para poder absorber esos pueblos,,sin ser absorbido por el gigantesco y multiforme mundo con el que se han encontrado Alejandro y sus guerreros. ¿Cuál va a ser entonces la preocupación de Alejandro, buen discípulo de Aristóteles? Realista,_adaptará la concepción cultural griega a la de los- Pueblos con los cuales se ha encontrado, y con los cuales han de convivir los griegos para poder mantener el Imperio. Ya no tiene sentido el drástico antagonismo de griegos contra. bárbaros. Grecia no puede mantenerse, encerrada en su propio logos pretendiendo mantener en la doxa o en la nada a los hombres y pueblos que no coinciden con sus expresiones y que, por no coincidir,- las balbucen, las expresan no ya mal sino de forma distinta. Aristóteles, en su Política, razona sobre un logos u orden de las-ciudades. Habla de una polis que ha dejado de expresarse a través de cada ciudad para transformarse en el logos de una gran polis, que abarca a Grecia entera y se prolonga sobre una multitud de hombres, pueblos y ciudades, que nada saben de la forma, de racionalizar y expresarse del conquistador griego. Se pregunta Aristóteles

tendría que seguir la recomendación realista de Aristóteles. Los prejuicios, los odios y rencores del griego frente al mundo más allá de sus límites, más allá de la Hélade, tendrían que dejar su lugar a un nuevo logos, a un racionalismo y una expresión capaces de abarcar los nuevos confines de Grecia, Alejandro, para mantener su obra, no podía permitir que los griegos, partiendo de una supuesta superioridad, saqueasen y destruyesen pueblos que se incorporaban con toda su riqueza humana y cultural al mundo y la cultura griegos. Los griegos tendrían que convivir con los supuestos bárbaros y, al convivir con ellos, aceptar como natural la supuesta barbarización, esto es, la adopción que hicieran de la cultura y lenguaje griegos. En acto simbólico, Alejandro obligó a sus generales, dando ejemplo él mismo, a desposarse con mujeres persas. Grecia dejaba de, ser un conjunto de ciudades mutuamente a la defensiva para realizarse como una gran polis que abarcaba pueblos de múltiples razas, lenguas y cultura. Johann Gustav Droysen, en su estudio sobre Alejandro, nos dice: Nadie como Alejandro "ha podido ver que aquellos bárbaros no son precisamente bestias o plantas, sino que son también hombres, con sus necesidades, sus talentos y sus virtudes y que su modo de ser y modo de vivir encierran también elementos más sanos, algunos de los cuales han sido percibidos ya por quienes despreciaban corno bárbaros".3 En las 'primeras filas macedónicas iban labriegos y, con ellos, helenos .de las costas del Asia Menor, tan alejadas de la cultura griega como lo estaban los pueblos con los cuales ahora Grecia tenía que convivir. La diversidad de los pueblos con los que se había encontrado Alejandro y sus guerreros relativizaba el concepto del logos y la cultura griegos y, con ello, el injusto desprecio a otras culturas y formas de expresión del hombre. A su vez, Persia era diversa de Egipto, y ambos eran diversos de pueblos como los ilirios y otros muchos más. El lenguaje griego también iba a ser barbarizado para que Grecia y aquellos pueblos pudiesen comunicarse. Roma heredará esta concepción. Roma, que en la leyenda se considera heredera de la muy antigua enemiga de las díscolas y codiciosas pequeñas naciones griegas que la destruyeron, Troya. Troya, que seguramente balbuce el idioma griego para entenderse con sus opositores. Troya, que en el mito se prolongará en Roma, la cual se folinará sobre los múlti3 Johann Gustav Droysen, Alejandro Magno, Fondo de Cultura Económica, México, 1946.

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¿Cuál es la mejor constitución y la mejor vida para la mayoría de los Estados y-la mayoría de los hombres, si no se exige a éstos más virtud que la del hombre medio ni más cultura que la que puede adquirirse- sin gozar del favor especial de la naturaleza o de las circunstancias, ni se le pide al Estado una constitución que sólo pueda darse en el mundo de lo. ideal, sitió simplemente una vida en , la que la mayoría de los hombres puedan- convivir, y una constitución dentro de la que puedan moverse?., Aristóteles considera que el adaptar un orden, una constitu - don o tul logost a la realidad sobre la que se tendrá que actuar, resultará tan difícil :como crear algo nuevo. Mejorar "la constitución del Estado existente —dice— no es obra menos grandiosa que el crearla de nuevo, lo mismo que el cambiar los conocimientos es tan difícil como el adquirirlos".2 Tal era el reto que se le planteaba a su gran discípulo, Alejandro, que había llevado a Grecia y las expresiones de ella más allá de sus limitadas fronteras. El Imperio creado, para subsistir, 2

Aristóteles, La política. Véase op. cit.

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ples pueblos de la península itálica, entre ellos el etrusco. Roma, que se asimila a Grecia y a su cultura, barbarizándola y creando una lengua y cultura nuevas que, si bien se enraízan en Grecia, son transformadas profundamente. Roma, que se pone de parte del Imperio macedónico, lo reconstruye y amplía sobre el norte de África y el norte de Europa más allá de los Alpes. Grecia queda incorporada a un gigantesco Imperio levantado sobre hombres de diversa raza y de no menos múltiple cultura. Y con la cultura, multitud de dioses que le dan sentido. Pero Roma hablará, también, de bárbaros. En especial, los pueblos al norte de la península itálica, del otro lado de los Alpes : galos, germanos, celtas, sajones y otros muchos más. Y al este, pueblos con una cultura y lenguas que conoce y respeta, la lengua y cultura de la vieja Grecia, los persas, los partos, los egipcios y los judíos. Pueblos que parten del Imperio creado por Alejandro. Roma, triunfante en las guerras púnicas, pondría pie en el norte de África extendiendo aún más su vasto Imperio. Haciendo suya la actitud tomada por Alejandro de Macedonia al crear su vasto Imperio, Roma mantiene su dominio por el no menos vasto Imperio permitiendo que los pueblos conquistados formen parte de ella. Roma asimila la cultura de los pueblos conquistados al tiempo que permite que éstos asimilen la cultura romana, y crea los lineamientos legales de este orden. El logos deja su lugar a la ley, al derecho. Se es bárbaro no por hablar mal el latín, sino por estar fuera del orden legal romano. La lengua latina, lejos de ser un instrumento de discriminación, es un instrumento de asimilación. Por ello del latín se derivarán los idiomas de la Europa que surgirá después de siglos de las supuestas ruinas del Imperio romano. Roma dará contextura al idioma y a la cultura bárbaros que, así, dejan de serlo. Su orden legal será el meollo del orden sobre el cual se alzará el orden del que surgirán las naciones europeas. Se deja de ser bárbaro no porque se hable bien el latín, sino porque se es parte activa del orden expresado en el derecho romano. La ciudadanía que Roma otorga a los hombres de los pueblos por ella colonizados rompe el calificativo de bárbaro. El latín, como instrumento universal de comprensión entre tan diversos pueblos, no es visto como paradigma frente a la barbarie, sino como instrumento para el diálogo que han de mantener unos pueblos con otros. Roma es el centro de este diálogo. Por ello, los dioses de los múltiples pueblos del Imperio pasan a formar parte del Pan-

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teón. romano. Sólo uno de estos dioses, el Dios de los cristianos, es negado y perseguidos sus seguidores ; y lo son por lo que el Dios y los cristianos tienen de excluyente. En el Renacimiento, siglos después, Tomás Moro, en su Utopía, rechazará igualmente de su ciudad, por excluyentes, las ideas de uno de estos cristianos : un sacerdote católico que condenaba a todos los no católicos al infierno por no aceptar la palabra, el logos, de un Dios único y exclusivo. Siglos más tarde, Simón Bolívar comparaba al Imperio romano y sus frutos con el Imperio español y lo que había originado. Del primero habían surgido naciones, del segundo un gran caos. Al caer Roma, de sus cenizas surgió Europa con sus múltiples expresiones; al terminar el español, sólo pueblos sin identidad que cada caudillo trató de poner a su servicio, como antes habían estado al servicio de los intereses coloniales íberos. Dice Bolívar: "Al desprenderse la América de la Monarquía Española, se ha encontrado semejante al Imperio romano, cuando aquella enorme masa cayó dispersa en medio del antiguo mundo. Cada desmembración formó entonces una nación independiente conforme a su situación o a sus intereses; pero con la diferencia de que aquéllos volvían a restablecer sus primeras asociaciones." De Roma surgieron las naciones que formarían el mosaico europeo, teniendo como base el orden y la cultura por ella dejados; surgió la unión de lo que pudo haber sido la dispersión de la barbarie, el no comprenderse unos pueblos con otros, al no comprender sus no menos diversas expresiones culturales; Roma les dejó lo que les permitía entenderse entre sí. Otra cosa distinta fue la herencia del Imperio español. Por el mestizaje unió sangre y por la cultura entendimientos. Sólo había una lengua, una cultura y una religión; sin embargo, al término del Imperio no surgió una América unida como lo había estado por la dominación. Nosotros —dice Bolívar— ni siquiera conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo: no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes . y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado.4 4 Simón Bolívar, Carta de Jamaica, Latinoamérica, Cuadernos de Cultura Latinoamericana, 1, UNAN, 1978.

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En Hispanoamérica no surgieron naciones como de Roma al terminar su Imperio. Esta América carecía de osamenta pese a su mestizaje y unidad cultural. ¿Qué había pasado? Este defecto será el propio de la colonización no sólo íbera sino europea sobre América y el resto del mundo hacia donde llevó su expansión. El logos íbero fue tan excluyente como lo pudo ser el heleno sin Alejandro. Pero igualmente excluyente lo será el logos de la Europa llamada occidental, que creará un Imperio aún más grande y poderoso, con el cual pugnan aún muchos pueblos sometidos. El imperialismo íbero y el europeo-occidental, pese a sus ineludibles diferencias, no siguieron las normas establecidas por Alejandro sobre su Imperio ni las de Roma, haciendo de los pueblos por ellos dominados parte activa y responsable, por su propio interés, de tal Imperio. Lo central fue la expoliación a partir de una supuesta disthinución o falta de humanidad de los pueblos y hombres encontrados en su expansión. Será contra la voluntad de sus conquistadores, de sus intereses y proyectos, como los pueblos en Latinoamérica, al igual que los de Asia y África, busquen otro orden asimilando, ajustando o negando el que les impusieran sus dominadores. En su encuentro con otros pueblos, que consideró drásticamente como marginales y bárbaros y por ello fuera de lo humano, la expansión europeooccidental originó otra forma que dio lugar a la peculiar situación de violencia en que aún vivimos.

den de la, gigantesca Polis, la gran ciudad. De la civitas se deriva el derecho a la ciudadanía, el derecho a pertenecer a la ciudad de Roma, a su Imperio. Sin embargo, el orden que como derecho mantiene a Roma y a su Imperio, se irá deteriorando en la medida en que la codicia, la ambición, las brutales pasiones, la hibris —de la que se defendía el griego haciendo del logos temperancia—, se va imponiendo en el Imperio. Cuando los emperadores dejan de ser herederos divinos de una estirpe que tiene su raíz en Julio César y los dioses que velaban por el Imperio, los generales aprenden a romper y corromper el orden y a tergiversar la ley, el derecho, mediante el cohecho. Las legiones romanas, ya no tan romanas por su origen pero sí imperiales, con el voto de sus armas decidirán a quién otorgar ,el mando del Imperio. Un mando que puede ser comprado con el oro que se ofrece a las cada vez más codiciosas legiones. Antiguos bárbaros, que han dejado de serlo por derecho, forman el grueso de esas legiones. Algunos de sus emperadores ya han nacido fuera del centro del Imperio. Se inicia la decadencia del Imperio y, con ella, la del orden, del logos que había dado unidad a la gigantesca ecúmene. Se enfrentan entre sí dos, tres, hasta cuatro emperadores que han de luchar para determinar quién es el legítimo ; las armas confieren la legitimidad a los emperadores. El mundo externo, el mundo de la periferia, el mundo al margen del Imperio surge amenazante ante el ya obsoleto orden legal creado por Roma. Lo externo, lo confuso, la barbarie, parece poner fin al viejo logos como cultura y derecho. Pero en Roma y en el Imperio, mucho tiempo antes de su ya precipitada decadencia, se había expresado una nueva fuerza aglutinadora de hombres y pueblos. Esta fuerza la ofrecía la excluyente religión cristiana, originada en Asia Menor y precedida por la no menos excluyente religión de los hebreos. La nueva religión ha cundido tanto entre los esclavos como entre sus amos y resulta grata a muchos de los romanizados bárbaros que forman las legiones de la Roma imperial. Religión excluyente de otras religiones, nueva forma de logos que incluye dentro de su excluyente seno y da unidad a los que creen en la palabra, en el verbo, que ahora> es promesa ; pero religión que excluye a los paganos y su mundo. Mundo de paganos eran Roma y su Imperio. La Ciudad del Diablo, de la que hablará Agustín de Hipona, frente a la Ciudad de Dios. Una ciudad, la de Dios, que se oculta en las catacumbas de

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El logos como ley, como derecho, en Roma trasciende la discriminación cultural impuesta por el logos griego. Ya no serán bárbaros los que se expresen mal en griego o latín y posean otra concepción del mundo y de la vida y, con ella, otros hábitos y costumbres. Bárbaro será el que esté fuera de la legalidad, el derecho que da sentido a Roma y a su Imperio. No importa la raza ni la cultura, sino la capacidad de servir al Imperio, de actuar en relación con sus intereses. La ciudadanía romana, la humanización por excelencia del hombre de esos tiempos, puede ser adquirida por el bárbaro, que no tendrá que renunciar a una supuesta barbarie porque ésta, de acuerdo con tal concepción, no existe. La ciudadanía la otorga Roma a quienes mejor le sirven y guardan las fronteras de su Imperio, tal y como el ciudadano griego guarda el or-

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Roma, centro del Imperio bajo la ley del diablo, y a partir de allí se extiende entre los romanos y el Imperio por ellos creado. Constantino, para salvar al Imperio, para dar nueva unidad a un Imperio dividido ya entre Occidente y Oriente, ha de hacer un instrumento de esta doctrina. Cristianizando el Imperio, crea un nuevo logos que pueda mantener el orden que el logos como ley y derecho ya no puede mantener. Dentro del nuevo logos, o verbo cristiano, tienen cabida hombres de todas las razas y culturas. Es Dios mismo, encarnado en Cristo, el que da unidad y sentido a este nuevo orden del mundo. La Roma imperial encontrará su postrera justificación en la doctrina cristiana, la cual, como consecuencia, se imperializa a su vez. La Ciudad de Dios subordina y se hace servir por la Ciudad del Diablo ; pero es la Ciudad del Diablo la que ha encontrado en el cristianismo la fortaleza que ya no le ofrecía el logos griego ni el derecho romano. Pero fuera de este orden, una vez más estarán, los paganos, los no cristianos, los nuevos bárbaros : nueva forma de marginación y de barbarie. Bárbaros serían otros hombres como los sajones frente a los francos cristianizados. Al nuevo orden, logos, verdad, derecho, pertenecen todos los hombres y pueblos que creen en Cristo y en su promesa de una nueva vida santa. Fuera están los no creyentes. El cristianismo, hasta antes de Constantino perseguido, marginado y bárbaro, se transforma en centro y justificador de un nuevo orden ; ya es la palabra por excelencia. Los cristianos sacaron y afilaron sus espadas para someter a los paganos a la auténtica verdad ; la ecürnene cristiana se ampliará sobre el mundo pagano y bárbaro. El bárbaro, el, pagano ahora, dejará de serlo cuando acepte, aunque no comprenda, la palabra del Dios del cristianismo. La evangelización armada se extenderá> sobre toda Europa más allá de las fronteras del antiguo Imperio romano. Bárbaros, ahora cristianizados, ensanchan su poder sobre sus vecinos que aún siguen siendo bárbaros por no aceptar la verdad por excelencia. Salvarlos derramando su sangre, por el acero y el" fuego, será la misión de los cristianos transformados en guerreros, como antes los guerreros civilizadores de las antiguas legiones. El nuevo imperio creado por la conjunción de Roma con el cristianismo desplazará su centro al Medio Oriente, a la ciudad que llevará el nombre de su creador : Constantinopla. La vieja Roma deja de ser el centro del Imperio. Los que fueran bárbaros, ahora romanizados y cristianizados, se dispu-

tarán la península itálica que deja de acontecimientos nos obligó a mezclarnos en los asuntos de Europa, el-guerrero se convierte en militar, pero nuestras creaciones militares no son organismos complicados : son la compañía y el tercio." Fue ésta la organización que el Gran Capitán creó para los españoles transfoiniados en ejército en Europa. "Para nuestras empresas en América —continúa Ganivet— no fue necesario cambiar nada, y los conquistadores, en cuanto hombres de armas, fueron legítimos guerrilleros, lo mismo los más bajos que los más altos." Tales fueron los

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Cortés y los Pizarro. Pero también podríamos completar a Ganivet, incluyendo a los hombres que en América pusieron fin a la dominación hispana : los Bolívar, los Morelos, los San Martín y tantos otros. Con guerra de guerrillas España había alcanzado su liberación de, la conquista musulmana; con guerra de guerrillas la misma España había conquistado a América ; con guerra de guerrillas también América se había liberado de España. Con guerra de guerrillas España se ha-_ bía enfrentado a Napoleón I, mientras otra guerra de guerrillas enfrentaba a España en América. Una guerra que no comprendía Europa, dice Ganivet, calificándola de bárbaro bandidaje. Por ello Ileine llamaba a Cortés capitán de bandidos. "En vez de indignarse, creo que lo procedente es decir que no comprenden a nuestros conquistadores porque no han podido tenerlos." Y podríamos completar lo dicho por Ganivet agregando que de_ la misma forma que no comprenden a los hombres en la América formada por España, no comprenden a sus libertadores. De bandidos han sido calificados los Bolívar y los Morelos ayer, como los Sandino en nuestra época. Como bandidos han sido también calificados otros muchos guerrilleros empeñados en la liberación de sus pueblos. Ganivet, defendiendo a los conquistadores españoles como expresión del mismo espíritu que hizo posible la reconquista de España, contesta a la leyenda negra que sobre España crean las potencias que aspiraban a ocupar el vacío de poder que le obligaban a dejar. "Los españoles —dice— son tenidos por guerreros duros y crueles, y acaso sean los que han ofrecido más ejemplos de piedad y de magnanimidad, no porque sean más magnánimos y más piadosos, sino porque han peleado siempre muy cerca del enemigo." Ganivet, planteándose una pfoblemática que será común a la España que ha dejado de participar en los destinos de Europa, y a pueblos por ella constituidos en América, sostiene que España ha de buscar_ ensí misma-ren-su -propia historia, las raíces de su peculiar constitución. España es una _nación _europea, pero una -nación peculiar en relación-con la misma Europa. Y es esta peculiaridad la que ha de ser conocida, captada, para edificar sobre ella la nación que la identifique con esa misma Europa COMO un pueblo entre otros pueblos. "Nuestras ideas —dice—, si se atiende a su origen, son las mismas que las de los demás pueblos de Europa [ _1, pero la combinación que nosotros hemos hecho de esas ideas es nuestra, propia y exclusiva, y es diferente de

CONTINENTE EUROPEO Y MARGINALIDAD

CONTINENTE, EUROPEO'Y MARGINALIDAD

la que han hecho los demás, por ser diferente nuestro climay nuestra raza." Ha , sido el querer ser como Europa, el insistente querer participar en sus destinos, pese a sus peculiaridades, según Ganivet, la causa de muchos de los grandes males sufridos por España. España subordinó a su pretensión europeizante su misión colonizadora en América, donde pudo crear otras Españas adaptadas a su propia realidad. Por el Descubrimiento y su relación con la participación de España en los asuntos de Eurola, dejó de lado los proyectos que los Reyes Católicos habían trazado para la España reconquistada. "En el comienzo de la Edad Moderna habla en España dos tendencias políticas naturales y justificadas : la de Castilla y la de Aragón, esto es, la africana y la italiana, y después de unidos Aragón y Castilla, la segunda política debió perder algún terreno." España, pese a ello, trató de participar en el dominio del Mediterráneo apoyada en Italia. Pero el descubrimiento de América y la unión de España por herencia con la Alemania imperial, llevaría a la misma España a proyectos que por naturaleza le eran extraños. "Los descubrimientos y conquistas en América —sigue Ganivet— que, tan profunda brecha nos abrieron, tenían también su justificación en nuestro carácter, en nuestra fe y en la fatalidad providencial con que nos cayó sobre los hombros tan pesada carga." Lo que ya no tenía tal justificación fue la carga que se echó a cuestas España participando en los asuntos del continente, empeñada en salvar un imperio al cual no pertenecía y del cual era considerada extraña. "África empieza en los Pirineos", se dirá ya desde esos días. España estaba en los márgenes de Europa, pese a la defensa que había hecho de los valores de la cristiandad frente al Islam. Pero

Estaba bien que España quisiese prolongar su acción sobre los pueblos de la nueva Roma, brilla más resplandeciente que el Sol en todo el univer so. Dos Romas han caído, pero la Tercera se mantiene firme; y no puede haber una Cuarta. Es esta tercera Roma la-que se opone a la -Nueva Jerusalén bíblica -que otro pueblo marginado, Britania, formó en el norte del continente americano. Rusia forma un Estado unitario, totalitario, propio de la ortodoxia cristiana y sostenida por ella. Un Estado heredado, en opinión de Toynbee, por la Rusia revolucionaria de nuestros días-,-un Estado que ha resistido y resiste las interferencias europeas en relación con sus intereses y, en ese sentido, obligada a salir de su gigantesco territorio para repeler agresiones. "Los miembros rusos de esta familia bizantina siempre han desplegado una fuerte resistencia ante las amenazas de ser dominados por nuestro mundo occidental." Y en este sentido se ha apropiado de la técnica y de la ciencia occidentales en una carrera sin precedentes con Occidente. Pedro el Grande domina las artes de la navegación ; los bolcheviques, las artes de la nueva fuerza, como la atómica, los misiles y los aviones supersónicos. Compiten con Occidente en el dominio del espacio para defenderse, desde él, de los ataques con que los amenaza Occidente. Y como seguridad, como garantía del éxito de esta voluntad en defensa de la propia seguridad, ha surgido la ortodoxia, una nueva ortodoxia que, si bien tiene sus raíces en el marxismo científico, lo adapta a su propia expresión. "Un credo —dice Toynbee— que permite al pueblo ruso conservar intacta esa tradicional condenación rusa de Occidente mientras sirve a la vez al gobierno ruso como medio para industrializar a su país a fin de salvarlo de ser conquistado por Occidente ya industrializado." 52 Rusia, al iniciar su revolución en 1917, se encuentra con el gran imperio formado por muchos pueblos de raza y cultura diversas, pueblos a los que da unidad dentro de sí misma, pero sin- negarlos ni negarse a sí misma, transformándose, para ello, en una gran república : la Unión de Repúblicas Socialistas, enfrentada a otra gran república situada al norte de la América surgida de la expansión británica. Una gran república que, a diferencia de la soviética, se empeñará en mantener la pureza de cultura y raza de sus fundadores sobre la cultura y raza de las razas primitivas de 52 Arnold J. Toynbee, "La herencia bizantina de Rusia", La civilización puesta a prueba, Emecé Editores, Buenos Aires, 1949, pp. 202-223.

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MESIANISMO Y ORTODOXIA ESLAVA

América y las transterradas del África y del Asia y América Latina. Mestizaje obligado en una y otra república, pero que en una es aceptado y en otra es rechazado. Rusia disolviéndose en la unidad soviética, los Estados Unidos siendo, a pesar suyo, absorbidos por las múltiples razas que van transformándose en mayoría. En ambos casos, y por diversos caminos, dan origen a esa gran humanidad, de la cual han hablado la una y la otra.

VII. EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA LA HISTORIA COMO ESTRUCTURA Y YUXTAPOSICIÓN HABLANDO del origen de Rusia se decía que había surgido de

una mezcla de razas. Razas diversas se habían mezclado originando una extraordinaria unidad, unidad que se haría patente en los momentos decisivos de su historia. Se =decía ya desde el siglo xvi : "todas las razas de lengua eslava que profesan el cristianismo de acuerdo con los ritos griegos han aumentado de tal manera que han expulsado o absorbido a las demás naciones, de forma tal que el conjunto puede asignarse con la palabra rusos".' Eslavos, varegos, fineses, mongoles, turcos, eran absorbidos por la Rusia; siglos después, eliminado el imperio ruso que llegaba al Extremo Oriente y se prolongaba en América, se crea la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Al otro extremo de Europa, separada de ella por la cordillera de los Pirineos, se encuentra Iberia : España y Portugal, también formadas por diversos pueblos, naciones a las que había dado una primera unidad el Imperio romano ; pero una unidad que no prevalecerá al enfrentarse con pueblos distintos racial y culturalmente como los moros. A pesar de esto se habla de España, como se habla de Rusia. ¿Qué es España?, se pregunta Pedro Bosch Gimpera (1891-1974). Existe una historia ortodoxa que habla de la unidad de España. ¿Es cierta? "Esta historia 'ortodoxa' partía de la idea dogmática de unidad y cohesión especial de España y su civilización como si fuera un ente metafísico. Con ella era consubstancial la misión de España en América, la defensa de la unidad religiosa, la realización de la España prefigurada en la época por Castilla y por la monarquía desde Ataúlfo hasta la dinastía borbónica." 2 Este esquema hecho en relación con la hegemo1 Harold Larnb, La marcha de Moscovia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1951, p. 128. 2 Pedro Bosch Gimpera, El problema de las Espaflas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1981, p. 39. 177

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nía de Castilla mostrará de inmediato su falsedad en cuanto : "todo aquello que no se ajustaba al esquema era herético. El hecho de la existencia de Portugal se calificaba de una rebelión y el de Cataluña, que se obstina en renacer, si sobrepasaba los límites de un renacimiento -lit ' erario-y folklórico e intentaba una cristalización política, se condenaba duramente" .3 Lo único evidente, dice Bosch Gimpera, es la unidad geográfica de la península, que obliga a los diversos pueblos que allí se encuentran a una solidaridad, una hermandad y una especie de cultura común. "Pero de ninguna manera crea una nación unitaria." 4 No hay algo que identifique las partes con el todo. La unidad visible proviene tan sólo del Estado que la impone, el Califato de Córdoba y la Monarquía. Es en cualquier caso una unidad impuesta y, por ello, dispuesta a disolverse en cuanto el, despotismo centralista aflojase. La diversidad de los pueblos que foi Luan a España es algo que hay que aceptar, que soportar, dándole peregrinas explicaciones. Esta diversidad la rastrea Pedro Bosch Gimpera en lo que llama la España Primitiva, formada por una abigarrada variedad de elementos étnicos dentro de la misma diversidad geográfica de la península. Roma, los musulmanes y el Imperio imponen la unidad política pero en cuanto se debilitan queda rota, surgiendo las demandas de pueblos que no se sienten parte de una España en cuya conducción no han participado. Bosch Gimpera nos habla de las diversas combinaciones que se van dando en la historia, dentro de una relativa unidad, en la Roma imperial. Lo que pudo haber sido un desarrollo natural de dos pueblos y culturas asentados en España como sucedió en otras regiones de Europa, fue interrumpido una y otra vez por la imposición de una unidad que no resultaba de su propio desarrollo. Son factores externos los que imponen sus criterios de unidad. "Estos factores —dice— paralizan a veces la evolución natural del país. Así lo hicieron la romanización, la musulmanización, los descubrimientos de Colón y la política imperialista del Renacimiento, que llevaron la evolución por nuevos caminos y desviaron el curso de la historia de España definitiva o momentáneamente, según los casos." 5 Se fueron formando superestructuras debajo de las cuales quedaba latente la idiosincrasia Ibid., p. 40. Ibid., p. 41. 5 Ibid., p. 69. 8

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de los pueblos que no se asimilaban ni eran asimilados definitivamente : la supraestructura impuesta por Roma, la impuesta por la conquista árabe y la que la historia ofrecerá a España al entregarle un gran imperio al otro lado del Atlántico junto con el Sacro—Imperio_Roraano como accidental herencia. La supraestructura que ha captado el pensamiento hispanoamericano en relación con el Imperio español de ultramar. La misma supraestructura que da origen a pueblos que se consideran sin identidad. De ahí surgen los interrogantes de un Bolívar y un -Sarmiento : ¿qué somos? Interrogantes siempre culturales, ya que étnicamente España no tenía prejuicios en mezclar su carne y su sangre con los pueblos con los que se encontraba, un problema cultural que señala Bosch Gimpera. "La supraestructura —sigue Pedro Bosch Gimpera— puede impulsar o retrasar el progreso, puede fundirse con el país y en determinados momentos personificarlo a pesar de que se haga sin su intervención, o puede representar una cosa totalmente extraña al país." A pesar de que tal supraestructura impulse al pueblo, no lo incorpora, "se mantiene distante de la raíz del pueblo que continúa quedando intacto por debajo de ella y no llega nunca a fundirse del todo".3 La supraestructura, dentro de la misma España, plantea el problema que hemos expuesto antes en la dicotomía entre civilización y barbarie. Barbarie como mundo sobre el que ha de imponer una cierta estructura política y cultural. Civilización, la estructura así impuesta. Orden, disciplina, ortodoxia, están para que se mantenga la estructura impuesta. "Una vez restablecido el orden, siempre se olvidan de incorporar al pueblo, penetrando todo el pueblo y todo su conjunto y tratando de `civilizarlo'. Es entonces cuando se producen las grandes aventuras que sólo dejan atrás el humo de la gloria histórica o unos monumentos y un lujo refinado que desentona en medio de la miseria de todo el mundo." 7 Es de esta clase la hazaña de la conquista de América y la cruzada contrarreformista en Europa. Al desvanecerse la hazaña queda una América como la que describe Bolívar, sin unidad e identidad, . y una Europa que, no sólo no se somete a España y su celo ortodoxo, sino que la rechaza al otro lado de los Pirineos como una nación bárbara. En Inglaterra, la otra nación peninsular, la invasión normanda se confunde pronto con la 6 7

Ibid., p. 81. Ibid., p. 83.

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raza y cultura celta y anglosajona. La supraestructura normanda construye parte de la estructura británica hasta absorber, incluso, pueblos que se le resistían, como Escocia y Gales. Tan sólo queda tercamente fuera, por una intransigen_cia_ que recuerda a -la-española por -parte de los británicos, — Irlanda. La tajante disyuntiva entre barbarie y civilización se plantea entre pueblos de etnias y cultura distintas dentro de las mismas naciones, y dependerá de la capacidad de los conduc---tores de estas naciones la posibilidad de-permanencia de una nación misma. En España, los análisis de Pedro Bosch Girnpera muestran las dificultades con que tropieza la necesaria asimilación. La asimilación incluso de proyectos surgidos en etapas estelares y diversas de su historia, a los cuales no son plenamente incorporadas las diversas expresiones de los pueblos que participan en ellos. La dificultad con que tropiezan naciones como la española para asimilar sus contradicciones se reflejará en los pueblos allende los mares. Estos pueblos reciben como herencia una cultura, una lengua, una religión comunes, pero, al desaparecer el centro de poder, se desgranan, no ya- como naciones, como sucedió con el Imperio romano, sino como zonas de dominio de caciques locales. Tal será el origen del fracaso del sueño bolivariano en esta América. Pese a ello, estos pueblos, como el español, suelen encontrar la identidad que los unifica en momentos de su historia en que consideran está amenazada la misma identidad por la que se preguntan. Así se explicará entre otras la hazaña de la Reconquista, la conquista de América o la actitud ante agresiones como la de Napoleón. Pero predominará una identidad dividida que llevará a España, como a sus hijas en América, a largas luchas civiles, como la Guerra Civil de 1936 en la que la España de las viejas supraestructuras se empeña, una vez más, en imponerse a una España que no había podido asimilarlas. En función de las experiencias vividas por una España a la que una y otra vez se yuxtaponen estructuras que no son asimiladas, Pedro Bosch Gimpera nos dice : "La España verdadera todavía está en formación." Y ésta ha de formarse, no por una cultura impuesta, sino por una cultura con la que se puedan identificar las diversas entidades que forman su pueblo.

EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA 181 tura era demasiado fuerte y estaba poco educada para , la vida ciudadana, la primera república fracasó. Bajo la segunda supraestructura conserva aún demasiadas supervivencias y, las castas dominantes no se han resignado a dejar el campo libre .9 [...] El futuro de España. depende de la fórmula: la tradición corregida por la razón. [...] Si España es una construcción artificial apoyada sobre un dominio, que se hunda de una buena vez porque continuaría la tragedia de la lucha del pueblo con la superestructura que le es. extraña. Pero_si_ España es algo más, que_ ahonda_sus_raíces enia_naturaleza_de sus pueblos, entonces tiene que rehacerse e integrarse al mundo moderno.9 En España, y en sus hijos, encuentra Bosch Gimpera una do-

ble posibilidad, posibilidad que también vale para la América que la misma España originó. España, dice, muchas veces ha tenido un sentido económico. Se ha incorporado con todo su ser a este sentido dando origen a hazañas extraordinarias, En el español hay un impulso dual que le hace a la vez hijo de su raza y de su tierra y ciudadano del mundo. Y en ello se hallan su grandeza y su miseria. Sus esfuerzos generosos han resultado a veces estériles, al volcarse en un-mundo excesivamente grande en el que se disuelven. Individualista apasionado, con fuerte personalidad y carácter de interés y sentido universales, a pesar de los fracasos se crea temporalmente en él un complejo de reserva, de aislamiento secesionista, su actuación carece a menudo del sentido de continuidad, cuando ha perseguido objetivos determinados lo ha hecho a bandazos.1°

Ha sido árbitro de la política internacional, para acabar con -frecuencia por no tener una propia. Es éste un individualismo que se distingue del otro pueblo insular, el británico. El individualismo español es más bien personalismo, no divide, no separa, como el británico, sino que por el contrario tiende a ampliarse y a imponerse sobre otros individuos o personas. De ahí su peculiar arrogancia, el saberse centro de otras individualidades y el tratar de imponerles su propia personalidad, su propia estructura. No así el británico, que poco quiere saber del otro, salvo en lo que esa relación le beneficie ; se puede asociar con los-otros, pero no entrar en comunidad aunque sea parte central de ella. Los 8

El fracaso de la última supraestructura originó la revuelta de las repúblicas, la primera y la segunda. Como la supraestruc-

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Ibid., p. 93. Ibid., p. 91. Ibid., p. 160.

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otros, cuando no los considera sus semejantes, pueden ser vistos como parte de la flora y la fauna que ha de ser puesta a su servicio. El , personalismo español puede hacer de los otros, los conquistados, siervos. Pero es un especial sentido de la servidumbre, que se hace expreso en la colonización española en América. Los siervos no son cosas, sino entes menos desarrollados, gente sencilla y natural, que le ha sido encomendada para que cuide de la salvación de su alma; hijastro o criado, criado dentro dela _familia, como uno más de ella, aunque inferior. Homúnculo, menos que hombre, pero siempre hombre; bárbaro, que no salvaje, como lo es el indígena para el británico. El español suele ser en América el señor que no puede ser en la península, no sólo hidalgo, sino el señor de la'familia indígena de cuya salvación se sabe responsable. Es una relación que nunca cambia aunque el encomendado muestre su madurez como persona. Nunca podrá ser su igual, como le dice el Próspero español de La tempestad de Shakespeare al indígena Calibán. Esta arrogancia por guardar la situación paternal en sus dominios origina la rebelión independentista de la América. El no querer aceptar a las naciones de esta América en la misma calidad en que se encontraban diversas naciones de la península, originó la ruptura. Pedro Bosch Gimpera hace expresa tal situación fatal para el Imperio que en una coyuntura histórica le fuera otorgado a España. El mundo español no ha logrado organizarse ni formar una unidad superior y coherente. Se ha resentido siempre de un temperamento pasional. Su feroz individualismo, su tendencia a la dispersión y a la anarquía que lo hace aparentemente ingobernable, sus ímpetus centrífugos, sus divisiones perpetuas, su espíritu de separatismo que, en una forma u otra, tienen todos los pueblos españoles y también, entre ellos, todos los sectores de la sociedad española; la cohesión limitada a grupos pequeños sociales y geográficos, apoyada en el fraccionamiento tribal antiguo 1, su carácter arisco, hostil a todo lo extranjero." Los españoles difíciles de mezclar, que decía Estrabón. Todo eso pudo haber sido distinto, agrega, si la "superestructura hubiese sabido adaptarse al país y profundizar sus raíces en él; pero generalmente se ha edificado sobre arena y, aunque la construcción haya sido grandiosa, algunas veces se ha hunii Ibid., p. 297.

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dido al primer embate".'2 Pese a todo ello, se puede agregar, España creó al otro lado de la península, en América, un gran conjunto de naciones que como ella habían de luchar por superar superestructuras que les fueron impuestas.

IBERIA FRENTE A BRITANIA

España, Iberia, hablará una y otra-vez-de_lo que fue y no puede ya ser. Mientras, Rusia hablará, por_su_lado,_de lo que puede ser. Britania se referirá, simplemente, a lo que es, y con Britania el continente europeo, que acabará siendo su apéndice, de Inglaterra en el siglo xix y de los Estados Unidos en el siglo xx. La Britania insular y la Britania americana interviniendo en Europa según sus propios y exclusivos intereses., Britania será centro de poder y civilización, la civilización occidental, frente a los pueblos o naciones bárbaras o salvajes, que no han aprendido su civilización y que han de servirla. En el siglo xvi se enfrentan dos de los pueblos insulares de que hemos hablado, el ibero y el británico, dos individualidades con sus respectivas características, dos estructuras políticas y culturales con dos proyectos. El uno, el íbero, hace de sus dominios en América instrumento de su hegemonía en Europa, el otro hace de los problemas europeos simple instrumento para su imperio en ultramar. Una, Iberia, lucha apasionadamente por cumplir con su misión evangelizadora en América y poner término a la herejía en Europa. La otra, Inglaterra, hace de su heterodoxia justificación de su expansión sobre la tierra que Roma había otorgado a Iberia. Inglaterra lucha por imponer los concretos intereses de sus individuos, Iberia por imponer la superestructura de su ortodoxia, la de la verdad por excelencia, a la que debían someterse todos los individuos, defendiéndose de las envidiosas fuerzas que querían tornar su lugar. España, que ha expulsado a los musulmanes y es además señora de las extensas tierras al otro lado del Atlántico, pudo participar en la famiación de la Modernidad con todas las ventajas. Pero lejos de participar en ella se declaró campeona del cristianismo que la Reforma había puesto en brete. Lejos de entrar en la modernidad con la extraordinaria fuerza de que los imponderables de la historia la habían dotado, se empeñará en resistir la irresistible marea del cambio que con12 Ibid., p. 298.

184 EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA movía a Europa. España había sido la primera nación que se aventuraba por los mares para crear un imperio que sobrepasaba a cualquier imperio conocido. Había mostrado ya su capacidad para la técnica con la que se aventuraría sobre los mares. En—la—Europa al otro lado de los Pirineos ninguna nación poseía aún la capacidad técnica de España y Portugal. Sus contactos con las naciones en el Mediterráneo y por él con Europa continental resultaban más fáciles por mar que por tierra. Hacia el mar se inclinaba esta nación peninsular mucho antes de que Inglaterra renunciase a ser parte del continente europeo. Juan A. Ortega y Medina ha hecho una extraordinaria descripción de los momentos en los que España se jugó el porvenir. Nos habla de la capacidad_ibérica para la navegación y cómo, lejos de estimularla, la España imperial hizo de sus navíos simples acarreadores de una riqueza destinada a sostener su presencia en el continente. Mientras, Inglaterra se preparaba para obtener técnicas que le darían supremacía en el mar ya menospreciado por España. Habían sido marinos, corsos y piratas españoles los que habían permitido a Colón construir las naves y obtener la tripulación que diera a España el Imperio trasatlántico, pero pronto dejarían su lugar a otros corsarios y piratas que disputarían a España lo que ella había alcanzado. Carlos V, nos dice Ortega y Medina, "en lugar de continuar y hacer florecer la tradición marinera de C astillay Aragón, y competir con Enrique VIII de Inglaterra L optó por alquilar escuadras a Génova y Venecia, dándosele un ardite de que así destruía lo que quedaba de la antigua primacía marinera de Cataluña y Valencia en el Mediterráneo occidental".1 Pese í: que los turcos invernaban cn puertos de su opositor, el rey Francisco I de Francia, los españoles empezaban a dar las espaldas al mar, el mismo que les había permitido rebasar los obstáculos de la cordillera. "Para los españoles no específicamente navegantes ni marineros, pese a las brillantes hazañas de la marina castellana medieval y de la gesta descubridora y colonizadora de comienzos del siglo xvi, el mar invariablemente fue sentido como un mal irremediable ; como un empecinado obstáculo siempre difícil de vencer ; como un enemigo y no como un aliado",' al contrario que los británicos, que vieron en el 1"

Juan A. Ortega y Medina, El conflicto anglo-español por el domid xvi y xvit), Universidad Nacional Autónoma de México, Mé\ico, 1981, p. 139. 14 Ibid., p. 143. nio nueániun (

EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA 185 mar no ya un obstáculo ante Europa, sino un ancho puente para la conquista de tierras y riquezas a lo largo de la Tierra. El historiador Fernand Braudel ha descrito con minucia el error histórico de España al conservar una marina arcaica, la cual, si bien le había dado la victoria en Lepanto, sería pronto destruida por los elementos y por la á gil armada de Inglaterra. La Armada Invencible pasará a la historia de las Grandes derrotas. El conflicto hispano-inglés del siglo xvi —sigue Ortega y Medina— por el dominio oceánico fue la oposición irreductible de des economías; de do,, sistemas religiosos distintos: Reforma versus Contrarreforma; progreso frente a tradición; modernidad contra misoneísmo;revolación y---desai-iollo náuticos contra estancamiento y centralización navales; iniciativa privada frente a control real y libertad de comercio contra estricto control comercial. [... ] El monopolio absoluto ejercido por el Estado-Iglesia estranguló todas las vías y posibilidades de De hecho la Casa de Austria sacrifidesarrollo burgués. [ caría a Castilla y al Imperio, sirviéndose de ellos a beneficio de la dinastía. La voracidad fiscal de la Corona paralizó la acción progresista de la promoción individual.15 Europa, la Europa imperial, la Europa del Sacro imperio Romano, había hecho de la España creadora de un nuevo Imperio simple instrumento de sus intereses locales. Cumplidos éstos, España sería desechada y devuelta al otro lado de los Pirineos como cáscara vacía. Felipe II, cuidando no tanto del Imperio de ultramar como lo que consideraba su papel en la Europa dividida por las herejías, hace construir una gran Armada, pero bajo su absoluto control. Menos esfuerzos tuvo que hacer la Inglaterra de Isabel I para construir una flota, "porque su flamante burguesía —dice Ortega y Medina— ya la poseía gracias a la irrestricta libertad de comercio existente en las islas". La flota real británica _estaba apoyada por barcos "bien artillados y excelentemente manejados, de los , mercaderes, comerciantes y manufactureros ingleses". De esta forma, insiste Ortega y Medina, Inglatei ra anuló las posibilidades que como poten cia moderna tuvo España en los mismos albores de la modernidad. "La política de los Austrias ... subordinó los valores económicos y políticos del Imperio a sus intereses dinásticos y patrimoniales." A lo cual se agregó "la tradición religiosa católica, alimentada por la in15

Ibid., p. 147.

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transigencia de la Iglesia hispánica y de su instrumento ortodoxo y político ; la Inquisición impuso sus valores ancestrales y rechazó denodadamente los de la modernidad". Mientras que en el otro extremo del continente la ortodoxia bizantina iba a dar a Rusia los-instrumentos de unidad a su pueblo para abrirse al mundo externo, la ortodoxia católica española cancelaría, a España esta posibilidad. El señorío español impuesto a los nativos de las Américas hizo del trabajo personal algo contrario a la hidalguía. En los nuevos dominios, en el Imperio levantado sobre -imperios indígenas como el azteca y el inca, el trabajo fue visto como algo servil, como una afrenta para los nuevos señores de esas tierras. El mismo criterio fue impuesto a la navegación que le había dado el Imperio de ultramar. Los pesados barcos españoles, al igual que sus flotas, fueron entregados en mando a funcionarios, nobles, señores que poco o nada entendían de navegación. El trabajo rudo de las naves se dejó para gente humilde, faltando siempre voluntarios. "Ante la falta de voluntarios —dice Ortega— tuvo que recurrirse a la leva, a los presidiarios. La marinería de la última escuadra oceánica, la preparada por el Conde-Duque de Olivares, fue integrada a la fuerza, a base de campesinos gallegos, pobres, de penados y de vagabundos." 18 Más importante era para el español la milicia terrestre, al mando del Duque de Alba, y enfrentar protestantes de toda laya. "En Inglaterra, al contrario de lo que ocurría en la España imperial, no fue el soldado sino el marinero el héroe nacional por excelencia ; el personaje ilustre, privilegiado, consentido y popularmente cantado." " La vieja supraestructura, que diría Pedro Bosch Gimpera, impuesta a la España del Imperio trascontinental, ahogará las posibilidades de esta nación para desempeñar un extraordinario papel en el mundo, cuando todo estaba a su favor por el descubrimiento de las Américas, la derrota sarracena y las técnicas de navegación adelantadas. Serán marinos del tipo de sir Walter Raleigh, colonizador de Norteamérica y las Antillas, o aventureros como Francis Drake, los que impulsen el cambio de la historia, dando origen a un sistema que abarcará la Tierra entera, para bien o para mal.

Ibid., p. 152 17 Ibid., p. 117. 18

EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA 187 EUROPEIZACIÓN DE ESPAÑA El 15 de febrero de 1898, un buque de guerra de los Estados Unidos, el Maine, explotaba en el puerto de La Habana. Cuba era uno de -los últimos-dominios_que le_quedaban_a España en América. Casi simultáneamente en el Caribe y en el Pacífico, en las Filipinas, los pueblos luchaban para alcanzar la independencia que la arrogancia española les negaba corno antes la había negado a los pueblos del continente. Los Estados Unidos tenían un pretexto para =realizar:lin:nuevo sueño, ampliar las fronteras del Far West sobre los mares, expulsando al colonialismo europeo, empezando por el español, en América. "América para los americanos", esto es, para los estadounidenses. No había posibilidad de escapatoria -para España ante la explosión del barco, aunque no se hubiese probado su culpa. "La sangre de las víctimas del Maine —escribía Theodore Roosevelt— exige una indemnización adecuada al volumen del caso, que sólo puede consistir en echar a los españoles del Nuevo Mundo." 18 El 11 de abril el presidente de los Estados Unidos, McKinley, declaraba la guerra a España. En-poco tiempo caían Cuba y Filipinas ; lo que quedaba del Imperio marino levantado en el siglo xvi había sido destruido. El 12 de agosto se firmó la paz. España perdía sus últimas colonias, que pasaban a manos de los británicos americanos, de los herederos de la Inglaterra de Isabel I. A lo largo de los siglos xviii y xix, España venía rumiando la causa de su fracaso como nación imperial, señora en Europa y América. Los políticos luchaban entre sí por la supuesta, aunque imposible, reconstrucción del Imperio o bien por otra solución, la de alcanzar a la Europa frente a la cual España había quedado rezagada. La intelectualidad española se vuelca sobre sí misma para averiguar-las verdaderas -causas-del--rezago y fracaso final frente "a la joven nación heredera de su vieja rival. La generación del 98 española se asigna esta tarea. España no puede volver al pasado, no puede seguir soñando en la reconstrucción de un Imperio que ha pasado a la historia. España debe volver sobre sí misma, autoanalizarse, abrir sus propias entrañas, aún más hondo de lo que lo hiciese la intelectuali18 S. E. Morison y H. S. Comtnager, Historia de los Estados Unidos de Norteamérica, Fondo de Cultura Económica, México, 1951, t. II, página 450.

188 EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA dad antecesora, que ya analizaba la causa de la decadencia española. Ya no había Imperio ; América bajo el dominio de España era ya sólo una sombra, un recuerdo que mejor era olvidar. Pío Baroja, bronco miembro de esa generación, piensa que la–amputación colonial de que ha sido objeto España puede ser el remedio para su redención, casi, casi creo —dice— que estarnos en el momento en que esta redención va a comenzar. [ ] Hemos purgado el error —agregaba— de haber descubierto América., de haberla civilizado más generosamente de lo que cuentan los historiadores extranjeros con un criterio protestante imbécil. [ ] España ha sido durante siglos un árbol frondoso, de ramas tan fueresi-tari-lózanas, que quitaban toda savia al tronco. [ ] Se han perdido las colonias; se han podado las últimas ramas y España queda como el tronco negruzco de un árbol desmochado.19 Habrá que recuperar lo mejor de la vieja España, pero injertándola con lo moderno. "Los españoles hemos sido grandes en otra época, amamantados por la guerra, por el peligro y_por la acción; -hoy no lo somos. Mientras no tengamos más ideal que el de una pobre tranquilidad burguesa, seremos insignificantes y mezquinos. Hay que atraer el rayo, el rayo purifica; hay que atraer la guerra, el peligro, la acción, y llevarlos a la Cultura y a la vida moderna." L 0 España ha de ser incrustada en la modernidad, y la modernidad va a ser Europa. La Europa al otro lado de los Pirineos. Reconquistar a Europa, mejor dicho, dejarse conquistar por ella, por sus ciencias, sus artes, su literatura, sus instituciones políticas. Es el viejo sueño, pero liberado de todo empeño imperial. La misma explosión, la misma guerra y sus resultados alertarán a los pueblos latinoamericanos del continente. Les gustará ser llamados latinoamericanos para oponerse a la América sajona. Martí, Rodó, antes Bilbao, previenen a los latinoamericanos del peligro que ahora se cierne sobre "nuestra América" con el triunfo de los Estados Unidos sobre España. Es el momento de volver también sobre sí mismos, sobre la propia historia, pero no para buscar apoyo extraño. América está lejos de Europa, pero la conoce, la ha asimilado. El problema se plantea ahora aquí, en esta región, en 19 Pío Baroja, "Vieja España, Patria nueva", El tablado de Arlequín, página 63. 20

Pío Baroja, Divagaciones apasionadas, pp. 109-114.

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donde, al decir de Hegel, habrán de enfrentarse las dos Américas. Tras Martí y Rodó surgía una generación que, paralelamente a la generación del 98 española, busca en sí misma la causa, no de su decadencia, sino de su marginación en la historia y la cultura universalesPor toda esta América surgen otros pensadores, como José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Manuel González Prada, José Ingenieros, Manuel Ugarte y muchos más. Los españoles se vuelven sobre lo que , consideran el origen del problema, la relación entre España y Europa. No se trata ahora de imponerse sobre los destinos de Europa, ni de ser una mala copia de Europa como lo fue la España de la decadencia. Se trata ahora de ser españoles y 21 1111 gni° tiempo europeos, ser europeos españoles. De acuerdo con este proyecto son enviados a Europa jóvenes como Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors, Gregorio Marañón, Américo Castro y otros para que hagan suya la savia de la cultura europea y sobre ella España sea reconstruida y modernizada, "Necesitamos transformar a España —dice Ortega—, hacer de ella cosa distinta de lo que es hoy." 21 Ya Cosía había propuesto la europeización de España ; Ortega y su generación insistirán. "Se vio claro —dice Ortega— que España era el problema y Europa la solución." " "No solicitemos más que esto ; clávese sobre España el punto de vista europeo. La sórdida realidad ibérica se ensanchará hasta el infinito ; nuestras realidades, sin valor, cobrarán un sentido denso de símbolos humanos. Y las palabras europeas que durante tres siglos hemos callado surgirán de una vez cristalizando en un canto. [. .. 1 Sólo mirada desde Europa es posible España." 23 Es, pues, un problema educativo, de cultura. Ortega se empeñará en esta tarea, asimilando y haciendo que los españoles asimilen los nuevos hechos, las nuevas ideas que se hacían expresos en Europa. ¿Qué es Europa? Europa es la ciencia, la libertad, las instituciones que articulan a un pueblo. Una vez más España intenta pasar de la periferia, a la que fuera arrojada por su fracaso imperial, al centro como cultura amplificadora de esa cultura hasta la misma América. España se presenta como agente cultural de Europa en América, como antes lo fue de la Europa de la cristiandad. Pero ya se habla 21 José Ortega y Gasset, "La pedagogía social como programa político", Obras Completas, I, Revista de Occidente, 1946, p. 498. 22 Ibid., p. 513. 23 José Ortega y Gasset, "España como posibilidad", ibid., p. 138.

190 EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA de hispanidad respecto a las colonias en América. Pedro Laín Entralgo, comentando el proyecto de la generación de la derrota del 98, dice :

La Hispanidad, reserva y levadura de España e Iberoamérica, no es a la postre sino una singular fidelidad a Europa, misión siempre posible y siempre amenazada. [ Concebida así Europa ¿cabe a Hispanoamérica otra misión que la de llegar a ser una realización hispánica y cristiana de ese cimero modo de ser hombre? ] ¿No puede ser nuestra urgente misión actual —aparte de otras cosas— salvar lo salvable en la tan conmovida, contradictoria y amenazada cultura europea? 24 Pero Europa es algo más que la heredera del Sacro Imperio Romano ; Europa es también la expresión de pueblos que encuentran en sí mismos la legítima razón de sus acciones, la autodeterminación ; la Europa de la Revolución inglesa y la Europa de la Revolución francesa. Europa es otra solución, la solución de la modernidad. Europa es la República, república intentada una y otra vez por España y de cualquier forma alcanzada por sus hijas en América. De esta Europa y de la España que quería ser nos habla también Laín Entraigo : "El programa histórico del progresismo español —nos dice— tenía corno punto de partida, por modo más o menos implícito, una concepción adánica de la nación española, una ruptura con todo el pasado español ulterior a formas de vida no españolas ni hispanizadas, acaso siempre —y no por azar— francesas o inglesas." 25 Algo semejante era lo propuesto por los civilizadores latinoamericanos : sin pasado, buscar fuera de sí el modelo del futuro. Tal había sido el intento republicano a lo largo del siglo XIX en España. Después de la catástrofe del 98, la idea volvería a renacer, pero en otros términos, nuevamente a través del cristal europeo. "España está por descubrir —decía Miguel de Unamuno— y sólo la descubrirán los españoles europeizados." 26 Manuel Azaña, el último presidente de la España republicana, verá en Europa, en sus instituciones democráticas y republicanas, la solución del problema de España. Azaña había vivido el desastre español del 98 y corno sus contemporáneos busca una solución para la España así maltratada. "Lo que yo quisiera --escri24 Pedro Laín Entralgo, España como problema, Aguilar, Madrid, 1956, t. II, p. 452. 25 Ibid., t. I, p. 35. 26 Ibid., p. 41.

EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA 191 bía— es que la generación que nos suceda no se encuentre nunca delante de este terrible problema : sentirse español en los huesos y en la sangre, y decir : 'Esta España yo no la quiero, queremos otra mejor.' " Comparando el desarrollo de España con el de Europa, dice :

Al comparar la sociedad española con cualquier sociedad europea robusta [...] lo que se descubre es el tardío paso de nuestro pueblo ... ], y el contraste entre el destino normal de un español y el de otro europeo nos enseña que la prerrogativa que gozamos o el pez miso que nos tomamos para zigzaguear, dispersándonos sin esfuerzo por entre las mallas de una sociedad sin cohesión ni disciplina, no es compensación suficiente del fracaso cierto de nuestras vidas. Habrá que reorganizar a España. "La España venidera debe estar organizada en forma tal que nada pueda poner en conflicto dentro de nuestra conciencia lo que debemos a nuestra calidad de españoles con lo que nos exige la condición de hombres." Habrá entonces que hablar no tanto de los derechos del español corno de los derechos del hombre ; el español como hombre, solidario con el hombre. El problema "no es el de ser español o no serlo, ni el de cómo se ha de ser español, sino el de ser hombre o no ser hombre". Hay que buscar al hombre en el español, hacer que surja de anquilosados sueños del regreso a una España imperial y despótica, de la España ilustrada, pero igualmente despótica. ¿Qué hacer? Manuel Azaña declara que es en Europa donde se encuentra la clave, y dentro de Europa en Francia, la Francia de las libertades y la República. Francia sabe del hombre : sus instituciones han sido hechas por y para el hombre. Pero no se trata de importar a España las instituciones de Francia, sino hacer propio el espíritu que las hizo posibles. La libertad no es algo que se concede, sino algo a que se tiene derecho, el cual es menester reconocer en todos los hombres. "Las libertades públicas no son privilegios ni gracias otorgadas, tienen una base indestructible : el hecho de la conciencia humana." 27 Azaña concebía la República en España en este sentido, no como fuente de poder, sino como moralizadora de la sociedad española, para que ésta fuese, simplemente, una sociedad de hombres y para hombres. 27 Véase Juan Marichal en Vocación de Manuel Azaña, Ediciones Oasis, S. A., México, 1966, p. xliii.

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¡ Europeizar a España! España debe rebasar una vez más los Pirineos o hacer que Europa entre en España y se una a su destino. Sin embargo, una vez más, Europa mostrará su desdén por una España a la que sigue considerando ajena a ella. En el–mievo intento europeizante -de España, la Repú---blica no encontrará apoyo alguno frente a la agresión que sufrirá, ni en la Francia democrática ni en la Inglaterra liberal. En cambio, la otra España, la despótica, será rápidamente instrumentada para posibilitar los sueños de renaci-miento imperial romano de Bei:tito-Mussolini, y los_det Sacro Impero Romano del - nazismo de Adolf Hitler. Esta vez España será rechazada, tan sólo podía ser instrumentada como cualquier otro pueblo al margen de Europa y del mundo occidental. AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA Como consecuencia de la Guerra Civil española iniciada en 1936, una pléyade de intelectuales españoles encontraron refugio en la América española. Eran obligados a salir de la España que el nazi-fascismo había instrumentado en su beneficio, y que ya se preparaba a agredir a Europa para rehacer un orden que recordaba al antiguo y al medieval. España no recuperaría el cetro imperial europeo, pero serviría a quienes pretendían empuñarlo. Poco después, en 1939, se desataba una larga guerra entre la Europa democrática y la Europa fascista, envolviendo a hombres de todas las regiones de la Tierra. Sobre las ruinas y cenizas de esta segunda Guerra Mundial se alzará el extraordinario poder de los herederos de Britania, los Estados Unidos de América. Las naciones llamadas libres, Europa occidental y los Estados Unidos, ganada la guerra, no tendrían empacho en mantener el régimen _dictatorial y represivo que el nazi-fascismo había ayudado a imponer en España, la España de Francisco Franco. Una vez más se halla España al sur de la Europa democrática y liberal bajo un sistema dictatorial. La península bajo el mando de Franco y de Oliveira Salazar mantiene un orden que no es el de sus pueblos, sino el de los intereses de la poderosa burguesía occidental vencedora. Es un orden impuesto por un poder sólo equilibrado por el que había surgido de la Rusia revolucionaria, la Unión de Repúblicas Socialistas que se extendía hasta el Pacífico por el Oriente y hasta la mitad

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de Alemania-y otras regiones de la Europa oriental, la Europa eslava y magiar. Formando parte de la diáspora que arrojaba fuera de la misma España a muchos de sus hijos, estarán destacadas figuras como nuestros ya conocidos Pedro 13osch Gimpera y Juan Antonio Ortega y Medina, y con ellos muchos otros más.28 Destaca José Gaos, quien acuñará una palabra en que se hará expreso el ánimo de la llamada España peregrina: transtierro. "Yo no soy un desterrado —decía— sino un transterrado." En la América formada–por España este -español trascendía la circunstancia natal. La España obligada a no rebasar los Pirineos que la separaban de Europa, encontraba al otro lado de los mares, en el occidente de Occidente, un grande y extraordinario mundo -que no -le era ajeno, que, por el contrario, participaba de sus preocupaciones y buscaba soluciones que pudieran serles comunes. De la obra de José Gaos y de la mayoría de los transterrados españoles se acuñaba una nueva divisa : "Americanizar a España"; España prolongándose en América, y América prolongándose en España. José Gaos (1900-1969), discípulo de José Ortega._y Gasset, se encontraría en el transtierro con que una gran parte de la problemática que se venía planteando la filosofía en México se correspondía con la preocupación que se había_plan-__ teado a la España de la generación del 98, y la generación pbr ella formada, a la que pertenecía Ortega. Los problemas que se había planteado la República en España se los planteaba la intelectualidad formada dentro de la revolución mexicana de 1910: los españoles se preguntaban por España, los mexicanos por México y con otros latinoamericanos por Latinoamérica. _Era la_problemática iniciada por 13olívar, Bello Bilbao, Martí y'-Rodó que -C-75intidia–WiFla problemática española de los siglos mx yxx. Continuar planteándose esta problemática en América era para -los-españoles transterrados continuar buscando la solución de su propia-problemática. Gaos, de manera principal decidió fouthar estudiosos de la América Latina que continuasen formalmente el análisis de esta misma realidad y de sus orígenes. Comparando un aspecto de la obra de su maestro Ortega con la del mexicano Samuel Ramos, escribía que existe una serie de afinidaas, de las cuales 28 Varios, El exilio español en México, Fondo de Cultura Económica, México, 1982.

194 EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA son particularmente notorias las que se advierten entre las agitadas historias mexicana y española del siglo xIx; entre la situación general de la cultura, en especial su valoración por la sociedad, en uno y otro pueblo; entre la psicología del mexicano y la del español. La cultura de nuestras patrias nos había ofrecido a los españoles un espectáculo de inferioridad, comparativamente a la cultura europeo-occidental, que suscitaba reacciones análogas, denigratorias y compensatorias a las expuestas por Ramos, pero que también fomentó movimientos de fuga hacia la cultura universal y esfuerzos de acción sobre el medio_nacional como los de los intelectuales mexicanos en España, por ejemplo, ejemplos máximos, se ha llamado a uno "la generación del 98"; es otro la obra literaria y política de Ortega 29 Obras de Ortega; como las Meditaciones del Quijote, y de i Ramos como El perfil del hombre y la cultura en México, están emparentadas por una preocupación que mostrará la inequívoca relación que España guarda con su América y América con su España. En la historia de las ideas que bajo su impulso fue realizándose en América, Gaos captó una filosofía original, una filosofía de la historia peculiar a la realidad que esta América con la misma España guarda respecto a los puntos de vista filosóficos europeos y su supuesta universalidad. América, corno España, trata de vivir en el pasado, rompiendo tajantemente con él. Y capta también una serie de yuxtaposiciones, supraestructuras como las llama Bosch Gimpera : las que, lejos de asimilarse entre sí tratan de encubrir realidades que al no ser asimiladas peimanecen latentes y, , por ende, contradictorias. Gaos propone, para España y América, realizar lo que~ llamó Aufhebung, asimilación. "En vez de deshacerse del pasado —dice—, practicar con él una aufhebung [...] y en vez de rehacerse según un presente extraño, rehacerse según el pasado y presente más propios con vistas al más propio futuro." 3Ó Gaos destaca el divorcio que se da entre España y la América española, que no se da entre la Gran Bretaña y la América británica. España insistirá en ser parte de Europa en lugar de afirmar su relación con la América fonnada por ella. }lis29 José. Gaos, "El perfil del hombre y la cultura en México", En torno a una filosofía mexicana, Alianza Editorial Mexicana, México, 1980, pp. 175-179. 3° José Gaos, Filosofía mexicana de nuestros días, Imprenta Universitaria, México, 1954, p. 189.

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panoamérica, a su vez, se verá obligada a solidarizarse con los intereses estadounidenses, ajena a la relación con la España que le diera formación cultural. En la última gran gue- 1 rra se hará expresa la solidaridad entre los Estados Unidos y Europa, que no se hace expresa-entre España y la América española separadas, incluso, por ideologías. En nuestra historia reciente se hizo patente la solidaridad entre los Estados Unidos e Inglaterra en el caso de las Malvinas, frente a una titubeante solidaridad de España con Iberoamérica en el mismo caso. Ya en 1943, Gaos destacaba el_espectáculo que mostraba la solidaridad anglo-americana frente a la casi nula solidaridad hispano-americana. "España y la América española —decía— están por el momento en trance de separación, estando ya España del lado de la Europa continental, acabando por estar toda la América española del lado de Anglo-América." 31 España insistirá en buscar solución a sus problemas en Europa, mientras la España al otro lado del Atlántico se verá obligada a buscar soluciones en pueblos ajenos a su propia identidad. En España y la América española se dan dos movimientos paralelos que acaban por no coincidir. "En el siglo xviii —dice Gaos— se inició en España y sus colonias americanas el que debe considerarse un mismo movimiento de identidad de sus orígenes y su dirección. En España, un movimiento de renovación cultural, de reincorporación después de la decadencia inmediatamente anterior, de revisión y crítica del pasado que había concluido en aquella decadencia." En las colonias "un movimiento de renovación cultural, asimismo de independencia espiritual respecto de la metrópolis, de la consecuente tendencia, siquiera implícita a la independencia política" 32 Son dos movimientos paralelos y consecuentes, uno de independencia espiritual respecto al pasado nacional, el otro de independencia cultural y política respecto al Imperio. El segundo movimiento, el hispanoamericano, es el que triunfa, rompiendo con el pasado imperial hispano. Esta ruptura plantea serias dificultades a las naciones que se forman en esta América que considera necesario renunciar a la herencia cultural recibida por lo que pudiese implicar de atadura al pasado despótico impuesto en la Colo31 José Gaos, Pensamiento de lengua española, Editorial Stylo, México, 1945, p. 22. 32 Ibid., p. 25.

196 EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA nia. España no pudo dar el paso consecuente, luchando a lo largo del siglo xix por independizarse del pasado anacrónico del que se había librado Hispanoamérica. Dar este paso sería la preocupación central de la primera y la segunda repúblicas en España, pero fueron una y otra vencidas por el peso de la España de Felipe II ; predomina esta España en la península, pero no en la Europa cuya hegemonía soñaba recuperar. La España de los sueños imperiales, pero sin imperio, se impuso a la España republicana que trataba de hacer por la península lo que la otra España había hecho por sus pueblos al otro lado del Atlántico. Tampoco la España imperial podía recuperar el Imperio de ultramar; existían, eso sí, grupos políticos impregnados por "el espíritu de la vieja España imperial", pero sin fuerza para imponerse a los demás habitantes de las naciones independientes de la América española, "grupos en los que pervive aún el pasado imperial". La España imperial, sin embargo, no podía ya recuperar el Imperio en ultramar, ni tampoco volver a dirigir los asuntos de la Europa continental. El movimiento iniciado en el siglo xvirr en España y en la América española —sigue Gaos— se presenta, pues, como un movimiento único, de independencia espiritual y política, respecto a una vieja Hispano-América imperial y una, de una plural Hispano-América nueva, con una constitutiva ideología ochocentista, democrática, liberal, republicana, antiimperialista. España empieza buscando la independencia espiritual respecto a sí misma, respecto a un rancio pasado imperial ; mientras, en América las colonias buscan su emancipación política y espiritual de ese mismo paSado hasta lograrla. La mayoría de los pueblos del continente americano logran su emancipación, no así la España "peninsular [que] no [la ] ha logrado todavía." España —agrega— es la última colonia de sí misma, la única nación hispano-americana que del común pasado imperial queda por hacerse independiente, no sólo espiritual, sino también políticamente". Gaos no habla ya de España, sino de Hispano-América, así, con el guión intermedio. No sólo de la América hispana, sino de España y América unidas por una historia y una cultura comunes, en brega ambas por alcanzar metas que les son comunes. Ya desde aquellos lejanos días en que se inició la aventura espiritual y 33

Ibid., p.

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EUROPEIZACIÓN O AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA 197 política española en la Península y en América, "muchos de los españoles residentes en la América española, e incluso algunos de los residentes en España, comprendieron, simplemente con mayor o menor sagacidad histórica, la solidaridad de una nueva España con la conversión de las colonias en naciones"." Ésta era, tenía que ser, también la meta de la España de la península. Gaos mostrará la marcha de una historia que justificará racional, filosóficamente, la unidad en el logro de una meta común que no es la de Europa ni la de Britania. Bolívar y Martí, destacados héroes de la emancipación de Hispano-América en América, mostraron la unidad de esta gran España en sus mismos conflictos interiores y supieron asumirlos. Pero "hasta ahora no hemos tenido los españoles un Bolívar ni un Martí",35 dice Gaos. La toma de conciencia de este hecho, de la ineludible relación que entre sí guarda Hispano-América, se hará patente en la filosofía. Era esa filosofía la que pareciera negada a españoles e hispanoamericanos cuando pretendían relacionarla con los frutos de la reflexión filosófica en el continente europeo y en Britania, con su prolongación en América, con el mundo occidental sin más. Desde el ángulo europeo esta filosofía sería tan sólo una mala copia de la filosofía por excelencia, un balbucir, barbarizar el logos por excelencia, un logos que no corresponde a la ineludible peculiaridad del hombre de esta región. Pero será filosofar sin más, filosofía plena y auténtica, si responde a las preocupaciones que han dado origen a toda filosofía, las del hombre una y otra vez empeñado en resolver los problemas que le plantea su mundo, un mundo siempre concreto, particular y propio. Gaos hace suya esta similar preocupación en Hispano-América para hacer de la ciencia y la filosofía instrumento y posibilidad del hombre en uno y otro lado. Hispano-América será eje central de una nueva solidaridad que podría resumirse en un americanizar a España. España, de esta forma, recuperada los frutos de las semillas que plantó al prolongarse en América.

34 35

Ibid., p. Ibid., p.

29. 47.

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DESIGUALDAD EN LA IGUALDAD REMATO DESCARTES (1596-1650) será el filósofo que haga consciente a Europa de su propia identidad al mismo tiempo que marcará el programa que caracterizará a la llamada modernidad, un-orden fonnado por hombres libres e iguales entre sí. El filósofo francés surge en el momento decisivo en que. Europa pasa del autoritarismo, avalado por la Iglesia, al orden que será creado por los individuos mismos a partir de su propia conciencia, su razón, por encima de cualquier autoridad externa. El nuevo orden anulará toda autoridad que no tenga su origen en esta conciencia. De esta misma conciencia surge la Reforma que anula la autoridad de la Iglesia, siendo el individua mismo receptáculo de Dios ; Dios se hace oír directamente al hombre sin intermediario alguno. Descartes ha sido testigo de las cruentas guerras de religión entre católicos y protestantes, sabe de la sangrienta matanza de San Bartolomé en París, de los sacrificios de Giordano Bruno y Miguel Servet en aras de un doble fanatismo que repugna a la razón. Descartes busca en su conciencia, en su razón, algo que trascienda estas brutales diferencias, algo firme, seguro, que nadie pueda poner en duda y discutir : la razón. Razón que parte del "yo pienso, luego soy o existo"; no se puede dudar sin razonar sobre la misma duda. A partir de este reconocimiento racional el individuo afirma su existencia, y, con ella, el mundo que le rodea y sobre el cual ha de actuar. Los hombres son distintos entre sí, pero hay algo que les iguala. ¿Qué es lo que les iguala? Precisamente la razón que da seguridad a su existencia. En el Discurso del método ofrece la clave de la nueva filosofía y, con ella, del nuevo orden, el propio de la razón. "El buen sentido —dice— es la cosa mejor repartida del mundo [ ... 1, lo que llamamos buen sentido o razón es, naturalmente, igual en todos los hombres." ¿De dónde surge, entonces, la diversidad de opiniones que puede enfrentar a unos hombres con otros? "La diversidad de nues198

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tras opiniones —dice— no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas." Se trata de algo incidental o accidental como la formación recibida, el no tener -los-mismos maestros, etcétera. "¡ Cuán difícil es —agrega Descartes— hacer cumplir las cosas cuando se trabaja sobre lo-hecho-por otros !" Lo efectuado con diversos criterios e intereses es lo que impide el acuerdo entre los individuos. La historia del hombre está hecha de esta -diversidad de intereses y opiniones, la_razón es la única que puede mostrar lo común a todos ellos, por encima de tales intereses y opiniones. Si las ciudades fueran hechas por un solo arquitecto, serían perfectas. Así lo muestra, entre otros, Tomás Moro en su Utopía. Igual sería el orden social, político, si los hombres lo hiciesen a partir de la razón que les asemeja y no de los intereses que los dividen. Lo esencial al hombre, lo que le hace igual a otros hombres es la razón. Lo que los separa es su formación, su educación, su cultura, biografía, situación social, etcétera. Si esto pudiese ser superado surgiría otra sociedad en la que todos los hombres fuesen libres e iguales entre sí. Más tarde, Juan Jacobo Rousseau propondrá una sociedad que tenga corno base un contrato social, surgido de la voluntad de todos sus miembros, una voluntad apoyada en la razón que todos los hombres poseen sin discriminación alguna. Dos grandes revoluciones tendrán su origen en esta filosofía, la de los Estados Unidos en 1776 y la de Francia en 1789. Son revoluciones que empiezan por declarar la igualdad que guardan entre sí todos los hombres ; la razón equitativamente repartida por la providencia entre los hombres. "Sostenemos como verdades evidentes —dice la declaración estadounidense— que todos los hombres nacen iguales y que a todos les confiere su creador ciertos derechos inalienables entre los cuales están la vida; la libertad y la búsqueda de la felicidad." Por su parte, la declaración francesa establece : "Los hombres nacen y viven libres e iguales bajo las leyes." Son leyes que tienen su origen en la razón que otorga igualdad entre los pactantes que las dictan. La vieja relación, de desigualdad entre los hombres : amo-esclavo, serior-siervo, queda trascendida. Una nueva metafísica, una nueva filosofía apoyada en la razón, dará nueva razón de los hombres y su historia. Sin embargo, estas declaraciones coinciden con el apogeo de la expansión europea sobre el resto del mundo,

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del llamado mundo occidental sobre el mundo más allá de sus límites, límites que este mundo ampliará sobre otros pueblos y hombres. Para justificar esta expansión y el dominio sobre hombres y pueblos, la filosofía europeo-occidental necesitaría de una justificación que no fuese, al mismo tiempo, negación de la filosofía que hablaba de la igualdad de todos los hombres por la razón o entendimiento. De acuerdo con Descartes, las desigualdades eran siempre originadas en lo accidental ; lo esencial es la igualdad de todos por la razón. ¿Qué hacer entonces con los pueblos descubiertos, conquistados y colonizados a partir del siglo xvi? Por lo pronto se considera que se trata de desigualdades accidentales, como las existentes entre los pueblos civilizados y pueblos bárbaros, accidentes que se podrán superar como los pueblos bárbaros superaron los suyos, como el esclavo y el siervo superaron su relación con el amo y el señor. Se empieza a utilizar otro calificativo respecto a los pueblos dominados por la expansión europea y occidental. Se trata de pueblos primitivos, esto es, pueblos sin experiencia, casi sin historia en el uso de la razón. Pueblos que podían, por ello, ser más originales al no cargar con opiniones ajenas. Se propone incluso la superioridad del primitivo frente al engolado civilizado. De ello habla, entre otros, Montaigne. Posteriormente Juan Jacobo Rousseau hablará del "buen salvaje", ideal de hombre como ideal es la ciudad cartesiana, diseñada por un solo arquitecto. Éstos son los puntos de vista de una clase, como la naciente burguesía, que no podía hacer descansar sus buscados privilegios en el pasado, que tenía que abrirse el camino hacia el futuro. En este sentido aparece el primitivo como el ideal en una sociedad que quiere empezar de cero, que quiere borrar el pasado que impide el ascenso de sus creadores, pero es sólo una parábola, que poco o nada tendrá que ver con sus verdaderos puntos de vista sobre los supuestos primitivos. Esos primitivos poco se parecen o semejan al hombre europeo y occidental. Dígase lo que se diga, no son sus semejantes. Queda el problema de la razón. Son sus semejantes porque poseen una razón, ¿pero la poseen en realidad? Y si la poseen, ¿pueden hacer buen uso de ella? Queriendo superar las dudas expuestas surge una nueva ciencia, la antropología, una ciencia para estudiar a estos supuestos hombres y ver si es posible considerarlos como semejantes. Estos entes no son siquiera bárbaros, no son entes que mascullen mal un lenguaje y una cultura. Son salva-

jes, como salvaje es la flora y la fauna con la cual se han encontrado los civilizados europeos. Pero ¿es este estado algo puramente accidental?, ¿o es por contra esencial? Se puede aceptar que tengan razón y por tenerla sean semejantes a sus descubridores y conquistadores, pero se trata de una razón que, por accidente, se encuentra inmersa en un cuerpo que parece no permitir a la razón ser tan eficaz como cuando se encuentra inmersa en otros cuerpos. La etnia es accidental, pero es esta etnia la que puede impedir el buen uso de la razón. El estado primitivo de los no europeos muestra el distinto uso de la razón que tales hombres han hecho. La misma razón en europeos y no europeos muestra que algo impide un uso semejante de la misma en unos y otros. El distinto color de la piel, la forma del cerebro, etcétera, parece afectar el uso de la razón en unos y otros. La misma razón alojada en cuerpos tan distintos da resultados distintos, que distinguen a la civilización del primitivismo o salvajismo. La etnia que parecía ser accidental resulta ser determinante del buen o mal uso de la razón. Recordemos a Costa y Sarmiento. De esta forma lo accidental va a ser esencial. Los hombres son iguales por la razón, pero extraordinariamente distintos por el uso de la misma. Lo determinante es la etnia, una desigualdad más difícil de superar que la establecida entre civilización y barbarie. El bárbaro podía superar su barbarie aprendiendo bien el lenguaje de la civilización; el salvaje tendrá que cambiar su cuerpo, su naturaleza, ser otro que lo que es para que use de su razón de forma que le iguale con quienes por naturaleza hacen buen uso de ella. Es una desigualdad que acabará siendo insuperable. Se nace civilizado como se nace salvaje. El mestizaje lejos de superar estas diferencias, las amplía. El mestizo no supera las limitaciones de una parte de su etnia, sino que las extiende a la otra. Mestizar no es mejorar la propia etnia, sino corromper la etnia superior. El indio no se hace blanco mestizándose con el blanco ; por el contrario, el blanco se rebaja aún más a indio. Esta degradación se extiende así a hombres y pueblos enteros. El europeo, al mestizarse con pueblos inferiores, deja de ser superior, adquiriendo la bajeza de la etnia con la que se ha mezclado. Así sucederá con pueblos como el español y el ruso, mestizados con pueblos de otra etnia inferior a la propia. Por ello Britania, al expandirse sobre otros pueblos, alejados de los de su propia etnia, se cuida de todo contagio racial, de todo mestizaje. Evitan toda contaminación que los

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degrade. Los otros, posean .o no algún índice de razón, sólo pueden ser vistos como parte de la flora y fauna por dominar. Ninguna relación se establece con pueblos no blancos, nh-rguna con pueblos mestizos, nada, que no sea su simple utilización. La brecha entre civilización y salvajismo resulta así insalvable.

alcanza su plena realización en Europa se acrecentará infinitamente sin dejar de ser lo que es. Asia es el pasado de Europa, como América y África son su futuro. Europa se traga a Asia, como a su pasado, para prolongarse en América y África como su futuro. Como al Fausto de Goethe, nada le satisface. Nada hay antes de Europa ni nada después de Europa. Europa da sentido al pasado y es la única posibilidad de futuro. ¿Qué Europa? La única, la que se proyectó y realizó en la larga historia de la humanidad, la Europa del Espíritu que se inicia con el antiguo Egipto y llega al imperio de Napoleón.I. Todos los pueblos alimentan y posibilitan una Europa que va poco a poco, desarrollándose, desechando como cáscaras vacías a los pueblos de los que se ha servido, en los pueblos que le han servido. Europa es la Grecia antigua, la Roma imperial y los pueblos germánicos. Otros pueblos como los eslavos y magiares quedan en la misma calidad que los pueblos de América y África, corno posible futuro. Una parte de esos pueblos, esos eslavos, dice Ilegel, "ha sido conquistada para la razón occidental", obviamente la razón por excelencia.

EUROPA_COMO_REALIZACIOALEMESIVA DE LA LIBERTAD Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1851) surge en el siglo xrx con una Europa que se ha extendido sobre todo el mundo -y que ha-tomado plena conciencia de su propia humanidad. Europa es centro de esa humanidad, su máxima expresión, lograda a lo largo de una prolongada historia que el filósofo alemán describe en sus Lecciones sobre Filosofía de la Historia. Es la filosofía de la única historia posible, la europea, una historia que ha alcanzado, su , culminación en la Revolución francesa de 1789. Una historia que se ha encarnado en Napoleón, la historia de un espíritu que va realizándose como libertad rebasando dialécticamente los diversos estadios de la historia de la humanidad, que van desde la antigua Grecia, pasando por Roma, continuándose en el Sacro Imperio Romano y el Renacimiento, hasta culminar en la Revolución de Fancia al finarlizar el siglo XVIII. La razón con la que Descartes se encontró en su Discurso del método, no es ya una abstracción metafísica, sino una fuerza actuante, la razón que hace de los hombres instrumento para la realización de sus metas, razón que trasciende a individuos y pueblos y ha alcanzado su máxima expresión en la Europa de la que será portavoz Hegel. En Europa la razón parece haber alcanzado sus últimas metas. Pero, ¿es allí donde se acaba la historia? ¿Es allí donde el espíritu alcanza su máxima expresión? Ilegel, que no hace profecías, que habla tan sólo de lo que ha sido y es, así lo afirma. De acuerdo con su filosofía de la historia, la historia del planeta entero gira en torno a la historia europea, en su desarrollo y en sus logros. Es una historia dialéctica que se resume en. Europa y que a partir de Europa ha de ampliarse al resto del planeta. Europa es vista como fin de los tiempos y como principio de todo posible futuro. El espíritu conservador de la historia se va acrecentando en el futuro que de ella vaya surgiendo. En una serie de infinitas absorciones, absorciones fáusticas, el espíritu que

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Sin embargo, quedan excluidos de nuestra consideración, porque constituyen III1 ser intermedio entre el espíritu europeo y el asiático y porque, aunque mantienen múltiples relaciones con la historia política de Europa, no es bastante activa e importante su influencia sobre la marcha y progreso del es, píritu. Esta masa de pueblos no ha penetrado aún, como un momento independiente, en la serie de las foimas que la razón ha tomado en el mundo. No nos corresponde averiguar aquí si ello ha de ocurrir en lo futuro; pues en la historia no nos ocupamos de lo pretérito. De América ha dicho, vale la pena recordarlos "Mas corno país del porvenir, América no nos interesa; pues el filósofo no hace profecías." La filosofía sólo se ocupa de lo "que es y es eterno :`la razón. Y ello basta".2 España e Inglaterra desempeñan un papel en esta historia como expresión de los pueblos germanos que expulsan a los mahometanos o dan;unidad a los pueblos de la isla británica. Los centrales serán los germanos que con Carlomagno dieron origen al Sacro Imperio Jorge Guillermo Federico Hegel, Filosofía de la historia universal, Revista de Occidente, Madrid, 1928, t. II, p. 300. 2 Ibid., t. I, p. 186.

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Romano. España aporta a Europa el espíritu caballeresco en su lucha contra los sarracenos. "El espíritu caballeresco se manifestó —dice— con singular belleza en España; los caballeros-germanos-son más-rudos y a la vez más frívolos, caballero que soporta el escarnio en Don Quijote y que alcanza su máxima expresión en El Cid. España como instrumento del espíritu en su realización europea." 3 En otra referencia a las naciones eslavas, explica la razón de su poca participación en las tareas-del-espíritu-encarnado en _Europa. Las naciones eslavas eran agricultoras. Esta situación trae consigo la organización en señores y siervos. En la agricultura prepondera- el—irripulso de la naturaleza; la laboriosidad humana y la actividad son en suma escasas en este trabajo. Los eslavos, por consiguiente, han llegado con más lentitud y dificultad al sentimiento básico del yo subjetivo, a la conciencia de lo universal, a lo que hemos llamado [ ] poder del Estado, y no han podido participar en la libertad naciente .4

En_ las naciones románicas, que abarcan a Italia, España, Portugal y en parte Francia, la refoi ma religiosa no avanzó. Son pueblos que están fuera de sí, que combaten por metas, pero no se preocupan por la introspección que preocupa a germanos y sajones. "Las naciones románicas están en lo más íntimo fuera de sí. La intimidad no existe en ellas como un todo ; el espíritu no es dueño de sí en sus conciencias." 5 Carlos I emperador de Alemania, Países Bajos e Italia, además de una gran parte de América, carecía de cohesión interna en su extenso reino. "Este gran poder existe ; pero no produce ningún resultado histórico, manifestándose más bien en sí mismo, como una impotencia." El centro del mundo católico que está en sus manos "permanece sin consecuencias". Carlos I no pudo detener la marcha del espíritu al expresarse éste en la Reforma. De esta forma, el Imperio español queda fuera del espíritu y de la historia ; como instrumento ha terminado, como terminan para Hegel los antiguos pueblos de Asia. España con la Inquisición establecida por Felipe II se aferra al pasado que ha rebasado el espíritu, y por ello queda fuera del espíritu mismo. En un largo párrafo habla Hegel de "España y Portugal", las cuales han tenido el noble espía Ibid., t. II, p. 373. 4 Ibid., p. 404. 5 Ibid., p. 405. 6 Ibid., p. 412.

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ritu de la caballería, de una caballería conquistadora. Mas esta caballería "salió de sí, hacia América y Africa, en lugar de volverse sobre sí, en su intimidad". Se dispersan entre pueblos que no tienen ni pasado ni presente, aunque quizá puedan tener futuro. "Los españoles —sigue— son el pueblo del honor, de la dignidad personal individual y, por tanto, de la gravedad de lo individual. Éste es =sucarácter principal. Pero en él no hay un verdadero contenido ; pues ponen la dignidad en el nacimiento y en la patria, no en la razón. Su caballerosidad ha descendido así hasta convertirse en un honor inerte, que es bien conocido : la grandeza hispánica." A cambio de eso, en

la industria han permanecido rezagados; las clases del Estado no han logrado la independencia. El Estado y la Iglesia no han encontrado oposición, porque ambos han dejado incólume aquella dignidad individual; como queda señalado, se han protegido recíprocamente por medio de la Inquisición, que ha tenido un carácter duro, africano, y no ha permitido la génesis del yo en ningún aspecto. El pueblo bajo se ha sumido en una especie de mahometismo y los conventos y la corte han cebado a la masa perezosa y la han empleado para lo que han querido.?

Inglaterra tiene muchas presencias en esta historia, de la que es centro Europa. Los ingleses tienen, también, defectos en cuanto a su participación como espíritu, pero lo que han logrado ha servido con eficacia al mismo. Gran Bretaña es un país de pensamiento abstracto, como el francés, introspectivo y de razonamiento. Pero este razonamiento "tiene por objeto derechos totalmente concretos". Allí el poder del Estado es un medio para fines, particulares, éste es precisamente el orgullo de la libertad inglesa. En el desarrollo del fin particular radica también el ímpetu colonizador. Los ingleses sienten la mayor indiferencia hacia los fines particulares de otros pueblos; dejan incólumes todas las costumbres y creencias extrañas. Son en todos los pueblos los misioneros de la industria y la técnica, y ponen al mundo entero en relación por medio del tráfico mercantil sometido a natmas jurídicas.8

Resumiendo, los españoles van contra la corriente del espíritu, son el pasado. Los eslavos son pueblos del futuro. Los 7 Ibid., p. 422. 8 Ibid., p. 424.

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románicos participan, con limitaciones, en la marcha del espíritu que va señalando rumbos. Los británicos son activos participantes en lo que el espíritu va considerando sus metas. Pero son los germanos los actores centrales de este espíritu en realización. Europa es el centro de la historia hecha y de la que ha de seguir haciéndose. Hegel es el filósofo exaltador de este espíritu. Todo el mundo, pueblos de la ya decadente Asia_y_Medio *Tiente; pueblos de América y de África, tienen un papel en el desarrollo de este espíritu encarnado en Europa. Son pueblos que se han justificado o se justificarán por el papel que desempeñen en este desarrollo dialéctico del espíritu. Nada más, pero también, nada menos.

La burguesía como agente, ya no del espíritu, sino del humanismo, cavará su propia sepultura en la medida en que amplíe el área de explotación. Al socialismo se entrará siguiendo la vía que marca Europa, el desarrollo que le ha permitido transformarse en una fuerza que ha de ser minada por su propio proletariado, primera víctima de sus ambiciones, y por la extensión que éste haga de tal explotación a otros lugares de la Tierra. La entrada al nuevo humanismo está, así, en Europa, o más ampliamente en el mundo llamado occidental, que tiene ya como cabeza a Inglaterra. Habrá que incorporarse al sistema establecido por la burguesía, como socio o como instrumento. Es una nueva expresión de eurocentrismo con el que tanto Marx como Engels verán al resto de los pueblos, en Asia, Africa, la América latina y en Rusia, lo hemos ya visto, apartada de este camino por su modo de producción, más semejante al asiático y, por ende, por su barbarie, impresa en su peculiar historia. España, Iberia, dentro de este contexto es para Marx y Engels una región del mundo, como ya lo mostraba Hegel, fuera de la historia por haberse apartado del desarrollo que condujo a los pueblos capitalistas al logro de metas ajenas a España. Dentro de este contexto, muy hegeliano, la América al otro lado del Atlántico, la colonizada por. España y Portugal, se encuentra en un estado primitivo que la aparta de la línea por la que está marchando el nuevo humanismo-; como en Hegel, estos pueblos están rezagados en su participación en el desarrollo del espíritu. África, China, la India, al igual que la América íbera, habrán de incorporarse a la marcha que siguen los pueblos que darán origen al nuevo humanismo, mediante su plena subordinación al sistema explotador de la burguesía europea y occidental. En este sentido, Inglaterra, con sus intereses, está desempeñando un extraordinario papel con la conquista de la India. La India, un país sometido por múltiples invasiones de pueblos de la propia Asia, pero que cobra positividad en cuanto ha pasado a formar parte del Imperio británico. Por esta vía la India se encuentra en la antesala del socialismo que ha de surgir en la misma Inglaterra como resultado de las contradicciones del capitalismo. Lo mismo vale para China y otras regiones de la Tierra. Por la explotación de que están siendo objeto, estos pueblos se habrán de incorporar al mundo socialista que las contradicciones del sistema están haciendo posible en el mundo occidental. La América íbera, a su vez, se incorporará a

EUROPA COMO POSIBILIDAD DEL SOCIALISMO

Así, la realización plena del espíritu, como libertad, alcanza su máxima expresión según Hegel en Europa. Y a través de Europa esa libertad se universalizará incorporando a todos los pueblos de la Tierra. En Europa culmina la primera parte de esta historia del espíritu como libertad, y de Europa partirá su universalización. Carlos Marx y Federico Engels seguirán esta línea hegeliana en lo que ha de ser la realización del verdadero humanismo, un humanismo que ha de abarcar a todos los pueblos, a todos los hombres que lo forman, y del cual va a ser agente involuntario el sistema que ha forjado la burguesía, el capitalismo. Aquélla, queriendo satisfacer sus ambiciones, se ha hecho agente inconsciente del humanismo que ha .de negar el sistema por ella creado. Por la vía de su expansión, por la explotación que sobre el hombre y los pueblos realiza esta clase, ha de universalizarse el nuevo humanismo, el socialismo. La inhumana explotación a que la burguesía somete a hombres y pueblos permitirá la toma de conciencia que origine la lucha que ponga fin a tal explotación. El centro de este agente involuntario del nuevo humanismo está en Europa, la Europa moderna cuyo centro de poder se ha desplazado del continente a las islas británicas. Inglaterra es ya en los tiempos de Marx y Engels el centro del poderoso Imperio del cual habrá de surgir la revolución que lo niegue. Este desplazamiento que en nuestros días pasa hacia el occidente de Europa, a los Estados Unidos de América. En los días de Marx y Engels el centro de poder de la burguesía, del capitalismo, estaba en la Gran Bretaña.

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la línea de los pueblos que marchan hacia el socialismo a través de la subordinación a pueblos como los sajones del Norte, que harán por ellos lo que no hizo la colonización íbera, colonización ya anacrónica, fuera de la ruta que está conduciendo a la nueva sociedad. Por ello se festeja el triunfo de los Estados Unidos sobre México en 1847. La subordinación de este país a los activos representantes del sistema, sin proponérselo, está dando origen al poder que ha de negarlo.

aplastar algunas dulces florecillas. Sin violencia no se puede llevar nada a buen fin en la historia. ¡ Qué habría ocurrido si Alejandro, César y Napoleón hubiesen estado dotados de la misma emotividad a la que apela el Paneslavismo en favor de sus clientes !" 1O Hegel había dicha antes : "Una gran figura que camina, aplasta muchas flores inocentes, destruye por fuerza muchas cosas a su paso." 11 Es lo que habían hecho los grandes hombres de la historia: -Alejandro, César y Napoleón. En esta misma América, Simón Bolívar decía: "Según esos señores, nadie puede ser grande, sino a la manera de Alejandro, César y Napoleón." Bolívar piensa que se puede ser grande llevando a cabo lo contrario de la conquista, la liberación. ÉSOS son grandes por la conquista, Bolívar quiere serlo por la liberación. "Yo quiero superarlos a todos en desprendimiento ya que no puedo igualarlos en hazañas." ¿Qué quiere . Yo no soy Naposer Bolívar? "¿Liberador o muerto? león ni quiero serlo ; tampoco quiero imitar a César C . tales ejemplos me parecen indignos de mi gloria." Y2 Carlos Marx, varios años después de muerto Bolívar, escribe: "La fuerza creadora de mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplar más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar." 13 ¿De qué acusa a Bolívar? De ser, nada más y nada menos, una mala imitación de Napoleón. "Bolívar —dice— es el verdadero Soulouque." ¿Quién es Soulouque? Un haitiano que en tiempo de Marx se coronó emperador imitando a Napoleón. Soulouque es un falso Napoleón; pero más que Soulouque lo es Bolívar, dice Marx. Bolívar, que se ha indignado frente a quienes le han propuesto "la destrucción de la República a imitación de Bonaparte". Bolívar, que en un brindis ha dicho : "así como Napoleón fue sumergido en la inmensidad del océano, y el nuevo emperador Iturbide derrocado del trono de México, caigan los usurpadores del pueblo americano, sin que uno solo quede triun-

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En América —dice Engels— hemos presenciado la conquista de México, la que nos ha complacido. Constituye un progreso, también, que un país ocupado hasta el presente exclusivamente de sí mismo, desgarrado por perpetuas guerras civiles e impedido a todo desarrollo ... 1 que un país semejante sea lanzado por la violencia al movimiento histórico. En interés de su propio desarrollo México estará en el futuro bajo la tutela de los Estados Unidos.9 Gracias a este triunfo los Estados Unidos tendrán el dominio del Pacífico y se acrecentará el desarrollo de la burguesía, y con ello el desarrollo de lo que ha de ser su caída. El triunfo de la burguesía en estos pueblos apartados de su camino por la historia que les ha tocado vivir es una ventaja para que puedan incorporarse a los esfuerzos que llevan a cabo grupos sociales que tienden al cambio de tal situación por el logro de un mundo más justo en Europa. Frente al ruso Bakunin, que reprocha a los Estados Unidos la conquista del territorio arrancado a México, pregunta : ¿Acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a las holgazanes mexicanos que no sabían qué hacer con ella, mientras los enérgicos yanquis sabrán hacerla producir? Todo lo contrario, esas pequeñas naciones impotentes deberían estar reconocidas a quienes, siguiendo necesidades históricas, las agregan a un gran imperio y les permiten participar en el mundo que de él ha de surgir. Abandonadas a sí mismas hubieran quedado fuera de tal futuro. Sirviéndose de una imagen absolutamente hegeliana, agrega : "Es evidente que ese resultado no podría ser realizado sin 9 Karl Marx y Friedrich Engels, Materiales para la historia de América Latina, Cuadernos de Pasado y Presente, Siglo XXI Editores, Argentina, p. 183.

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lo Friedrich Engels, "Respuesta a Mijail Bakunin", citado por Gustavo Beyhaut en Raíces contemporáneas de América Latina, Buenos Aires, 1964, p. 74. 11 Hegel, op. cit., t. I, p. 77. 12

Simón Bolívar, "Carta al general José Antonio Páez", Magdalena,

6 de mayo de 1826, Obras Completas, vol. 1, pp. 1284-1285. 13 Karl Marx y Friedrich Engels, op. cit., p. 94.

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fante en toda la dilatada extensión del nuevo mundo"." ¿Por qué esta inquina de Marx contra Bolívar? ¿Por qué la diatriba en un virulento artículo en la The New American Cyclopedia en 1858? Marx se sirve de las muchas acusaciones y calumnias de que fue objeto Bolívar en vida, de las que después de muerto le defendiera su maestro Simón Rodríguez. Pero ¿por qué? Porque Marx y Engels consideraban que tanto Bolívar como -sus semejantes, los pueblos que estaban al margen de Europa, del mundo occidental, del sistema capitalista creado por la burguesía, estorbaban la entrada de estos pueblos al mundo que la acción de esa burguesía estaba originando a pesar suyo. Bolívar, como los pueblos cuya dominación les satisfacía por esta razón, serán vistos en función de Europa, del mundo del cual era Marx ineludible expresión. Bolívar como falso Napoleón no era sino la proyección del pequeño Napoleón, Napoleón III, falso Napoleón I. Ve en Bolívar, como en la América latina, la expresión del mismo sistema que en Europa estaba impidiendo la anhelada marcha hacia el socialismo. Bolívar era un bonapartista, como el haitiano Soulouque y el mismo Luis Napoleón. No había otro camino para el logro de un mundo más justo, del nuevo humanismo, del socialismo, que el de Europa, el que él estaba buscando y por el cual estaban luchando los partidos políticos empeñados en esta tarea. Otro camino era imposible. Sólo Europa, con su gran experiencia histórica en busca de ese camino podría hacer posible su realización. Como en Hegel, sólo la historia de Europa conducía a la realización del espíritu corno libertad. España con su fracaso histórico, Rusia con su ambivalencia racial y cultural, América latina y todos los demás pueblos del mundo, nada podían hacer para alcanzar los logros de Europa en ese camino. El dominio de Europa, de sus fuerzas negativas sobre el mundo, implicaba estar en la antesala del mundo que como negación de esa violencia iba a surgir en Europa. Marx y Engels, en relación con el humanismo que había de derivarse de la experiencia de Europa, difícilmente comprenderían a otros hombres que en situaciones diversas buscaban soluciones que no necesariamente tenían que ser las europeas. Estos pueblos no podían esperar a que Europa se deshiciese de sus males para resolver los propios. Nuevamen-

te la división entre civilización y barbarie, humanismo y barbarie, que mantenía a pueblos y hombres marginados por naturaleza. José Arico, marxista latinoamericano, sin renun ciar a lo que el marxismo tiene de revolucionario, ha hecho el análisis de lo que llama el "desencuentro" de Marx con la América latina; desencuentro que tiene su origen en la misma formación y situación de Marx, al igual que de Engels, en la Europa que se enfrenta a la contrarrevolución y pugna por llevar la revolución a sus últimas consecuencias. Para Marx y Engels resultaba difícil comprender revoluciones que pudiesen ser hechas "desde arriba" por individuos y élites capaces de poner los intereses de sus pueblos por encima de sus propios intereses y ambiciones. Para Marx y Engels existían los Napoleón y los Luis Bonaparte, como los Soulouque en Haití. Por ello Bolívar no podía ser sino una caricatura de los Bonaparte. No supieron, o no quisieron entender que fue la doble coronación de Napoleón Bonaparte la que llevó a Bolívar a jurar ante su maestro Simón Rodríguez en Roma que nunca seguiría el camino de Bonaparte. De Bolívar sólo muestra Marx un fantoche cruel, vanidoso, amante de lujos y placeres. Bolívar era poco menos que un tirano. Pese a ello, Bolívar, una y otra vez, había mostrado su empeño en distinguir dictadura de tiranía. Había aceptado la dictadura, en diversas ocasiones, como había también renunciado a ella, sólo cuando consideraba que era necesaria para salvar a sus pueblos, pueblos forjados en la servidumbre que tenían que aprender el uso de la libertad. La dictadura a la manera romana y no las tiranías salvajes propias de indios, negros y tártaros. Describiendo a Bolívar dice de éste que cuando se encuentra en la adversidad "oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de un hombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiático Ilas cursivas son mías] para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte de sus compatriotas"." Esta descripción recuerda a la que ha hecho de los salvajes zares que gobernaron a Rusia. Los defectos no son sólo de Bolívar, sino de todos sus compatriotas. "Pero como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar." 16 Marx. y Engels, de haber sido testigos de la revolución socialista en Rusia, en donde, en su opinión, difí-

14 Simón Bolívar, "Brindis pronunciado en Lima", 10 de septiembre de 1823, op. cit., t. II, p. 1191.

15

Karl Marx, "Bolívar y Aponte", op. cit., pp. 76-93.

16

Ibid.

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cilmente podía empezar, habrían encontrado difícil comprender y justificar la conducción de una revolución cimentada en la virtud o moral de sus dirigentes.

está, pues, expresamente restringida a los países de Europa occidental." Los campesinos rusos, para posibilitar su revolución, tendrían "que transformar su propiedad privada común en propiedad privada". En otras palabras, sólo dentro del sistema capitalista basado -en la propiedad privada era posible la revolución socialista. El socialismo 'de las comunas rusas, lejos de ser un estímulo, era un impedimento. En la Europa occidental había desaparecido la propiedad comunal, ¿por qué no podía desaparecer en Rusia para posibilitar su ingreso en el comunismo que se-había-de derivar de la abolición de la propiedad privada? Lo que podía hacer Rusia, sin pasar por las terribles peripecias que han pasado los pueblos europeos para llegar al sistema capitalista, era hacer suyos estos sistemas. "Es precisamente —dice Marx— gracias a la contemporaneidad de la producción capitalista como pueden apropiarse todas las adquisiciones positivas y sin pasar por sus peripecias espantosas. Rusia no vive aislada del mundo moderno ; y tampoco es presa de un conquistador extranjero como en las Indias Orientales." 18 La única vía es, así, el incorporarse al sistema capitalista, occidentalizándose o como colonia de este sistema. En este sentido, Pedro I, poco comprendido por Marx y Engels, había intentado la primera posibilidad. Marx llama a Rusia país europeo, pero un país que por la vasta extensión de su territorio y la invasión mongola se apartó de Europa. Pero hoy, agrega, "es un obstáculo de fácil eliminación"." Resumiendo, explica en otro lugar :

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SOCIALISMO EUROPEO Y SOCIALISMO RUSO Esta incomprensión, este desencuentro se les iba a plantear a Marx y a Engels respecto a Rusia, la Rusia que sólo han visto en relación con los bárbaros zares; los zares propios de un pueblo acostumbrado a la servidumbre por el dominio varego y mongol. Recordemos a Aleksandr Herzen, en su réplica a Michelet. En una carta que le envía dice : "Usted afirma que la base de la existencia del pueblo ruso es el comunismo', usted asegura que `su fuerza le es dada por una especie de ley agraria, por el reparto continuo de las tierras'." 17 Éste era, en efecto, el problema de Rusia, el reparto de la tierra, sometido como estaba el campesino a brutal servidumbre. Para Herzen el cambio había de venir del campesino. El trabajador del campo es el que llevaría a Rusia la palabra y acción de justicia. Era el nuevo mesías que sacrificándose por la humanidad había de llevarle su mensaje ; el mismo mesías que aparece una y otra vez en la obra de Dostoyevski. Los revolucionarios rusos hacían hincapié en esa gran clase, la del trabajador del campo, para la realización del socialismo. Un camino que no era, que no podía ser, el de la Europa industrializada, el de las poderosas burguesías que habían dado origen al sistema capitalista. El campesinado ruso haría por Rusia lo que por su lado haría el proletariado de Occidente por Europa. A Marx le interesaba Rusia en relación con la revolución socialista, su participación en ella era de extremada y singular importancia. Rusia podía colaborar en ella, pero no decidirla. La revolución sólo podía iniciarse en Europa, y sólo entonces realizarse en Rusia. Tanto Marx como Engels rechazaban la posibilidad de la revolución en Rusia sin el apoyo de la revolución socialista en Europa. La inversa, obviamente, era imposible. Tanto Marx como Engels polemizarían con los revolucionarios rusos sobre esta cuestión. Ya Marx había expuesto sus razones en El capital. En esta obra se establecía con claridad: "La fatalidad histórica de este movimiento 17 A. Herzen, El desarrollo de las ideas revolucionarias en Rusia, Siglo XXI Editores, México, 1979, p. 233.

Si Rusia aspira a convertirse en un país capitalista calcado sobre el patrón de los países de la Europa occidental —y durante los últimos años, hay que reconocer que se han infligido no pocos daños en este sentido—, no lo logrará sin antes convertir en proletarios a una gran parte de sus campesinos; y una vez que entre en el seno del régimen capitalista, tendrá que someterse a las leyes inexorables, como otro pueblo cualquiera. Esto es todo.2° Para Marx como para Hegel es el desarrollo de Europa el que ha de posibilitar el ingreso de Rusia a la libertad, o al nuevo humanismo. No es por la barbarie, el salvajismo o el primitivismo como 18 Karl Marx y Friedrich Engels, El porvenir de la comuna rural rusa, Siglo XXI Editores, México, 1980, p. 32. 19 Ibid., p. 38. 29 Ibid., p. 64.

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se arriba al mundo del futuro. Este mundo pasa por las hordas caudinas de la evolución seguida por Europa a lo largo de siglos. De esta evolución se apartó Rusia por razones históricas, al igual que otros pueblos en la periferia del mundo occidental. Para Engels son las diferencias de clase en Europa, las contradicciones entre ellas, las que han originado el mundo actual y la posibilidad del futuro. "La revolución a que aspira el socialismo moderno —dice Engels-- consiste, brevemente hablando, en la victoria del proletariado sobre la burguesía y una nueva organización de sociedad median te la liquidación de las diferencias de clase." Entre los salvajes y los semisalvajes no han existido diferencias de clase. "Sólo en_manos de la burguesía han alcanzado las fuerzas productivas ese grado de desarrollo. Por consiguiente, la burguesía es, también en este aspecto, una condición previa, y tan necesaria como el proletariado mismo, de la revolución socialista." 2-1 La asociación cooperativa en el campo ruso no es un índice de que pueda arribar el socialismo moderno. "El predominio que esta foiina tiene en Rusia prueba, naturalmente, que en el pueblo ruso alienta una acusada tendencia a la asociación, pero no demuestra, ni mucho menos, que este pueblo pueda saltar, ayudado por esta tendencia, de la artel a la sociedad socialista." 22 Se opone Engels a la afirmación de Tkachov de que el pueblo ruso, "pese a su ignorancia, está más cerca del socialismo que los pueblos de la Europa occidental, aunque éstos sean más cultos".23 Todo lo contrario, el aislamiento ruso respecto a Europa, la mayor cercanía a los pueblos orientales, impide lo que Tkachov presenta como posibilidad.

"Si algo puede todavía salvar la propiedad comunal rusa y permitir que tome una forma nueva, viable, es precisamente la revolución proletaria en la Europa occidental." 25 Más tarde, en un post soripturrt a lo expresado por Engels sobre la cuestión social rusa, agrega éste,

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Este aislamiento absoluto —sigue Engels— entre las distintas comunidades que ha creado en el país intereses, cierto es, iguales, pero en ningún modo comunes, constituye la base natural del despotismo oriental; desde la India hasta Rusia, en todas partes en donde ha predominado, esta forma social ha producido siempre el despotismo oriental, siempre ha encontrado en él su complemento.24 Sólo el desarrollo de Rusia bajo la dirección de la burguesía podrá destruir la propiedad común. Y en otro lugar agrega :

. 71. Ibid., p. 77. 25 Ibid., p. 78. 514 Ibid., p. 79. 21 I bid , p.

no sólo es posible, sino incluso indudable que después de la

victoria del proletariado y del paso de los medios de producción a ser propiedad común de los pueblos de la Europa occidental, los países que apenas han entrado por la vía de la producción capitalista y que han conservado costumbres del régimen gentilicio, o restos del mismo, puedan utilizar estas huellas de posesión comunal y las costumbres nacionales correspondientes como poderoso medio de reducir sustancialmente el proceso de su avance hacia la sociedad socialista, y evitar la mayor parte de los sufrimientos y la lucha a través de los que tenemos que abrirnos paso en la Europa occidental. ] Sólo cuando la economía capitalista esté superada en su país de origen y en los países que han alcanzado su florecimiento, cuando los países atrasados vean "cómo se hace eso", cómo hay que poner las fuerzas productivas de la industria moderna, hechas propiedad social, al servicio de toda la sociedad, sólo entonces podrán esos países atrasados emprender ese camino acortado de desarrollo."

La historia, pese a esas advertencias, marchó y marcha por otro camino que no ha sido el de la previa socialización de Europa y del mundo occidental. Rusia, como otros países en el área oriental de Europa, como en la América latina, no ha tenido que esperar el cambio en el sistema capitalista. Éste, por el contrario, se ha fortalecido en el Occidente impidiendo el cambio que imaginaban Marx y Engels. Rusia y otros países que en Asia, Africa y América latina, por el contrario, han entrado al socialismo, han dado su propio salto, un salto que los países que se suponía iban a ser adelantados del socialismo, se empeñan ahora en impedir que tenga éxito. Estos pueblos han tenido que aprender "cómo se hace eso", no para entrar previamente al sistema burgués, sino incluso para rebasarlo. Rusia, y con ella los pueblos al margen de Occidente, todavía bárbaros o salvajes, han tenido que ajustar las doctrinas de Marx y Engels a una realidad distinta de aquella que pensaron haría realidad el socialismo de nivel

22

25 26

Ibid., p. 80. Ibid., p. 89.

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mundial. No han sido los pueblos de Europa, ni el mundo occidental, sino los pueblos en la periferia, en los márgenes del sistema, los que se han empeñado en realizar lo que se preveía iba a ser antes realizado por Europa y el mundo occidental. En la readaptación del marxismo a las realidades no contempladas por sus creadores han surgido interpretaciones como las del ruso Nicolás Lonin, válidas para Rusia y los pueblos no occidentales. En estos pueblos se habla, no ya_ simplemente de marxismo, sino de marxismo-leninismo. De acuerdo con el punto de vista occidental, se diría que se ha barbarizado, transformado el lenguaje original de Marx y Engels, pero en realidad se le ha enriquecido dándole u_na dimensión más auténticamente universal.

IX. CIENCIA DESDE LA BARBARIE Y LA CIVILIZACIÓN CIENCIA DESDE LA BARBARIE : IBERIA JOSÉ ORTEGA Y GASSLI., muy joven aún, hablaba de la ciencia 1

española, diciendo, "ciencia bárbara, mística y errabunda ha sido siempre y presumo que lo será, la ciencia española".1 En 1 un artículo publicado el 4 de julio de 1906, Ortega entraba en la polémica sobre la ciencia española. La polémica había sido planteada por los españoles que habían tomado conciencia de la decadencia y tratan de superarla. Empieza por un interrogante : ¿es posible una ciencia española?, que en Ortega se va a transformar en pregunta sobre la posibilidad de una filosofía española. Es un problema paralelo al que se plantearan los latinoamericanos preguntando sobre la posibilidad de un lenguaje, una cultura y una filosofía latinoamericanos. Se trata de una polémica, relata José Luis Abollan, iniciada en 1876, poco antes del desastre del 98 ; pero ya en relación con la conciencia del anacronismo de la idea de la España imperial que ya no existía. La polémica parte de una frase de don Gumersindo de Azcárate aparecida en una revista : ''Según que, por ejemplo —decía éste— el Estado ampare o niegue la libertad de la ciencia, así la energía de un pueblo mostrará más o menos su peculiar genialidad en este orden, y podrá darse el caso de que se ahogue casi por completo su actividad, como ha sucedido en España durante siglos." 2 Una vez más, surgirá la comparación entre el desarrollo científico alcanzado por España y el alcanzado por Europa al otro lado de los Pir ineos. No había ciencia o sería sólo ciencia bárbara la española, por carecer del apoyo que sólo sistemas liberales podían otorgarle. Será Marcelino Menéndez y Pelayo (18561912) el primero que dé respuesta al interrogante, diciendo, entre otras cosas, "no tenemos un solo matemático, físico 1 José Ortega y Gasset, "La ciencia romántica", Obras Completas, I, Revista de Occidente, Madrid, 1946, p. 42. José Luis Abellán, Historia crítica del pensamiento español, t. 1, Espasa Calpe, S. A., Madrid, 1979, p. 41. 217

218 CIENCIA DESDE LA BARBARIE Y LA CIVILIZACIÓN ni naturalista que merezcan colocarse al lado de las grandes figuras de la ciencia ; y por lo que hace a los filósofos, es indudable que en la historia de la filosofía puede suprimirse sin grave menoscabo el capítulo referente a España".3 Marcelino Menéndez y Pelayo explicaba que, en este sentido, la España del siglo xix -estaba más alejada de Europa que en el siglo )(mi, pese a haber sido aquélla una época poco envidiable. Hoy, decía, "estamos menos dentro de -Europa que a fines_del_siglo xvin, época que nadie tendrá ciertamente por muy envidiable y-venturosa; lo que entonces se hizo por el progreso de las ciencias nos abruma y nos humilla con la comparación".4 ¿En dónde está la causa de este atraso o imposibilidad? ¿Procederá :de las gotas de sangre semítica_ que corren por nuestras venas? ¿Será a causa de la intolerancia religiosa? No es posible. Los semitas han mostrado su capacidad para la ciencia, y lo otro sería justificar una falla echando la culpa de ella a la Inquisición; pero en otros lugares, pese a la Inquisición, florecieron las ciencias. Se culpa, también, a un cierto romanticismo del pueblo español. Todo ello es falso ; lo acaecido es que este- pueblo, más que , preocuparse por una ciencia amplia, general, ciencia de ciencias, se ha preocupado por su aplicación concreta. Lo que se hace expreso no es "una limitación del genio nacional, sino una propensión excesiva y absorbente, que importa rectificar no sólo en beneficio del noble y desinteresado cultivo de la ciencia, sino en pro de las aplicaciones mismas, las cuales sin el juego de la ciencia pura bien pronto se convierten en puro empiriámo". La causa de la decadencia es, nada más, y. nada menos, que el utilitarismo que ha caracterizado también el genio británico, sajón, al americano del Norte. "No el idealismo, sino el utilitarismo [¿quién lo diría?], eso que hoy, con alusión a los yankees, se llama americanismo, es, a mis ojos, una de las principales causas de nuestra decadencia científica —dice Menéndez y Pelayo-- después del brillantísimo momento del siglo xvi." 5 Mientras la tradición científica medieval caminó por la investigación desinteresada, nosotros nos obstinamos en reducir la astronomía a la náutica, y las matemáticas a la artillería y la fortificación y deja3 Marcelino Menéndez y Pelayo, citado por Abellán, op. cit., p. 43.

4 Marcelino Menéndez y Pelayo, "Esplendor y decadencia de la cultura científica española", Antología del pensamiento de lengua española en la edad contemporánea, Editorial Séneca, México, 1945, p. 867. 5 Ibid., p. 872.

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mos de seguir la -cadena de los descubrimientos teóricos, sin los cuales la práctica tiene que permanecer estacionaria. [... El carácter utilitario de nuestra restauración científica en el siglo xvm tampoco puede ocultarse a nadie. No la iniciaron hombres-de-ciencia-pura, sino oficiales de artillería y de marina, médicos y farmacéuticos fi [ ] Y por ello hay que empezar a convencer a los españoles de la sublime utilidad de la ciencia inútil.? Es ésta una extraña interpretación sobre el origen de la supuesta incapacidad de los =españoles para la ciencia pura, preocupados por su práctica utilitaria, por el logro de una técnica semejante, precisamente, a la del pueblo británico, que-le arrebataba su-supr=emacía-en Europa y_su prolongación en América. Fue esa capacidad náutica la que le dio a España el dominio del Atlántico y la creación de un gigantesco Imperio, capacidad que hicieron suya precisamente los- británicos para competir con ella. Ortega y Medina nos muestra cómo los ingleses, que carecían de tal capacidad, la hicieron suya de inmediato para arrebatar a España sus dominios de ultramar. ¿A qué:modelo de ciencia se refieren los españoles_ al hablar de su decadencia y su supuesta incapacidad? Obviamente a la ciencia del otro lado de los Pirineos, a la de la Europa continental. El "europeicemos a España" propuesto por Ortega y Gasset y su generación demanda adoptar instituciones políticas como las de Francia, o científicas como las de Alemania. No hay ciencia española, aunque haya científicos españoles. En Europa, por el contrario, y concretamente en Alemania, la ciencia es desinteresada y su aplicación secundaria. Obviamente, la ciencia por excelencia, la ciencia de ciencias, es la filosofía. Pero se trata de la filosofía de las grandes construcciones metafísicas de cuya elaboración ha quedado relegada España. Dicha filosofía parece propia del alma germánica y no de la latina. "Cuando se habla de una cultura específica —dice Ortega— no podemos menos que pensar en el sujeto que la ha producido, en la raza." 8 Esquema anatómico, biológico, diferencias fisiológicas, van a dar lugar a-la diversidad de genios culturales. Es la preocupación central en Ortega en sus meditaciones como español, en lo que llamará las Meditaciones 6 7

Ibid., p. 874. Ibid., p. 876.

José Ortega y Gasset, "Meditaciones del Quijote", Obras Comple-

tas, t. I, p. 344.

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del Quijote. Existen pensadores latinos, de los que son expresión los españoles, y pensadores germanos. Y toda la famosa pendencia entre las nieblas geimánicas y la claridad latina viene a-aquietarse con el I( conocimiento de dos castas de hombres: los meditadores y los sensuales.9 ] Jamás nos dará el concepto lo que nos da la impresión, a saber: la carne de las cosas [ ] Jamás nos dará la impresión lo que nos da el concepto, a saber, la forma, el sentido físico y moral de las cosas.

¿Europeizar a España? ¿O españolizar a Europa? Los sensuales españoles necesitan del concepto que da permanencia a la impresión. "Una cultura impresionista está condenada -a no ser cultura progresiva. E ... 1 Todo genio español ha vuelto a partir del caos, como si nada hubiera sido antes", defecto con el que ya nos hemos encontrado, o la incapacidad de prolongar, siempre yuxtaponiendo. Parece ser característica de las razas latinas, españolas, iberas ; la misma característica de los españoles al otro lado del océano. "Es innegable —sigue Ortega— que esto se debe al carácter bronco, originario, áspero de nuestros grandes artistas y hombres de acción." " Pero el español, ¿es sólo eso, sensualidad? "Mi alma es oriunda de padres conocidos ; yo no soy sólo un mediterráneo. No estoy dispuesto a confinarme en el rincón íbero de mí mismo. Necesito toda la herecia para que mi corazón no se sienta miserable." ¿Qué herencia? La que está al otro lado del Mediterráneo y al otro lado de los Pirineos, en Europa, la Europa creada por Germania. "¿Por qué el español se obstina en vivir anacrónicamente consigo mismo? ¿Por qué se olvida de su herencia germánica? Sin esa herencia, la que ha dado y da sentido a Europa, el español se pierde en un ser que es la negación del ser germano y europeo. "Detrás de las facciones mediterráneas parece esconderse el gesto asiático o africano, y en éste —en los ojos, en los labios asiáticos o africanos— yace como adormecida la bestia infrahumana presta a invadir la entera fisonomía." tiYace el bárbaro, el salvaje. "Hay en mí —dice— una substancia cósmica, aspiración a levantarme de la fiera como de un lecho sangriento." No quiero ser sólo español; "no azucéis al íbero que va en mí con sus ásperas, hirsutas pasiones contra 9

Ibid., p. 349. p. 354. p. 356.

10 Ibid., 11 Ibid.,

el blondo germano, meditativo y sentimental. . . . Yo aspiro a poner paz entre mis hombres interiores y los empujo hacia una colaboración". 12 Esto sería europeizar a España, iberizar a Europa. ¿Volver a Europa significa volver a Germania? En este sentido se orientará la obra pedagógica y difusora de Ortega sobre sus compatriotas y sus herederos al otro lado del Atlántico. Es un logos especial, una filosofía especial, un meditar-que habrá de unir lo-que-la-historia ha separado ; la ciencia práctica española objetivada por el saber abstracto de los germanos. Y, por supuesto, Hegel,- en-el-horizonte de, esta interpretación, la aufhebung, como asimilación del pasado con el presente y el futuro del español. La recuperación de lo perdido se conseguirá mediante la absorción de la ciencia germánica. CIENCIA EMPÍRICA PARA EL INDIVIDUO: BRITANIA Al otro lado del Canal, separado por un brazo del mar, como España está separada de la misma Europa por los Pirineos, está el pueblo británico. Otro pueblo insular que dentro de su insularidad ha ido creando su propia y original filosofía, su propia y original ciencia. Partiendo del gran sistema que Tomás de Aquino pensó para el Sacro Imperio Romano, Inglaterra va a crear una filosofía que atenderá, no ya al orden cósmico, sino al cosmos interno del individuo, la filosofía propia de individuos que nada quieren saber de un orden que los trascienda y domine, que los tiranice. Tal será el apor te de los británicos frente a la Europa en que sueña Iberia. Los filósofos ingleses, los nominalistas franciscanos Roger Bacon, Duns Escoto y Guillermo de Occam, disolverán el gran sistema metafísico del Doctor Angélico. Tomás de Aquino había establecido las bases filosóficas de un orden cósmico, en consonancia con el orden político del que será expresión la Europa medieval. De acuerdo con esta filosofía, Dios como razón garantiza el orden también racional del mundo. Dios es un ente racional, y recoge así la filosofía de su maestro Aristóteles, el hombre posee también la razón, esto es, la comprensión del orden instituido por Dios. Por ello, este orden está al alcance del hombre. Los franciscanos ingleses, más celosos de la fe cristiana que de la filosofía pagana, conside12

Ibid., p. 357.

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ran que es paganizar el cristianismo considerar a Dios como un ente racional semejante al hombre, con independencia de los limitados alcances de la razón humana. El Dios auténticamente cristiano debe tomar el lugar de ese falso Dios pagano inspirado en la metafísica de Aristóteles. Dios no es razón, Dios es voluntad. El filósofo e historiador francés Etienne Gilson sostiene que en la Edad Media la Escuela franciscana de Oxford destruye lo que se hace en París, y el principal autor de esta destrucción es Roger Bacon. Pero es Duns Escoto quien se opone con más fuerza a esta concepción aristotélica de Dios. Dios es pura voluntad; por lo tanto, su conocimiento no está al alcance de la razón humana. Nada sobre Dios puede ser demostrado como sostenía Tomás de Aquino ; se puede hablar de los atributos divinos, pero sólo a partir de su fe en ellos. La existencia de Dios no se prueba por la razón, sino por la fe. La filosofía no puede, entonces, decir nada sobre Dios, porque es irracional. Dios no existe porque lógicamente deba existir ; existe porque sí, como existe la misma lógica. Dios no está sometido a la razón, en todo caso la razón estará sometida a la voluntad de Dios. Dios es voluntad, pura voluntad, y las cosas existen porque él quiere que existan. Y si en algunos aspectos parece que se comporta racionalmente es porque así lo quiere. Dios es, por lo tanto, irreductible a toda ciencia. Guillermo de Occam sostiene, a su vez, una ética que no obedece a definiciones racionales. Lo bueno y lo malo son así porque Dios quiere que así sean. Lo malo puede ser bueno, y lo bueno malo. Lo cierto es que en el hombre mismo no existe ni el bien ni el mal, sólo existe en la voluntad de Dios, que decide que así sean sus actos. Dios no es racional ni tampoco está sometido moralmente a regla alguna que no establezca él mismo. De esta forma, Dios queda fuera del alcance del hombre ; pero también la moral, que no tiene ningún apoyo trascendental que no sea Dios mismo, su voluntad, pero nada puede el hombre sobre tal apoyo. El orden cósmico creado por Santo Tomás y del cual se derivará el orden social y político, a partir de una Iglesia que daba justificación a las acciones de los príncipes ya no tan racionales, quedó sin fundamento. El hombre queda aislado de Dios, lo único que puede ligarle a él es la voluntad de Dios mismo. La filosofía no sirve para eso. Dios no es racional, pero existe algo que sí sigue siendo racional : el hombre y la naturaleza que él puede explicar a partir de su razón, una naturaleza que puede ser

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racionalizada. Pero De Occam ha expuesto, también, que tampoco el mundo es racional, que lo único racional es el hombre. De Occam ha puesto en duda la doctrina de los universales, pues de acuerdo con Santo Tomás el universo, al ser racional, como Dios, podía estar al alcance del hombre ; la ciencia podía comprender a Dios y a la naturaleza. Nada de eso : la ciencia, la razón, sólo pueden comprender realidades concretas, no abstracciones. Sólo existe lo singular : el hombre, el árbol, el animal, etcétera. Existe Juan, Pedro, en concreto, pero no el hombre en abstracto. Juan y Pedro hacen al hombre. Para conocer la realidad el hombre ha de utilizar otro método, la inducción, no ya la deducción ; el método experimental que puede aprender la auténtica realidad, lo particular. El mundo, como Dios, no es racional. Dios no se puede racionalizar porque no es una realidad que se pueda experimentar ; en cambio, el mundo sí puede ser racionalizado. El mundo puede ser conquistado por la razón del hombre parte por parte, paso a paso. De esta forma, los filósofos ingleses y los políticos abandonan un mundo que no está a su alcance para conquistar otro que sí está al alcance de su racionalidad. Los ingleses renuncian a Europa para conquistar al otro extremo un imperio extraordinario. Sus filósofos renuncian a la racionalidad de Dios y de la Naturaleza para adueñarse de ella parte por parte. Frente a Dios sólo vale la fe ; pero una fe que no tiene ya como intermediaria iglesia alguna que supuestamente racionalice su conocimiento. Dios ha de ser, si no conocido, sí experimentado por cada hombre, por cada individuo. La fe es personal, individual, el hombre podrá o no tener fe ; pero eso es ya problema de cada hombre, de cada individuo. No existe una Iglesia universal, como no hay una verdad universal. Pero sí está al alcance del hombre la naturaleza, que aun no siendo racional puede ser experimentada y, a partir de su experimentación, racionalizada, puesta al alcance del hombre. Este hombre ha renunciado al mundo supuestamente racionalizado para reconquistarlo experimentalmente con su razón, de acuerdo con sus múltiples limitaciones. Nadie le puede decir cómo es el mundo ; el hombre mismo tiene que averiguarlo, y una vez que lo averigüe utilizarlo en su beneficio. Pero este hombre no conoce por todos y para todos, conoce por sí y para sí. De Occam decía : "Las cosas no deben multiplicarse más allá de lo necesario. Bastan las cosas singulares y por consiguiente estos objetos generales están puestos de un modo super-

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fluo." " Las reglas de la moral, las normas ,y leyes, han de surgir también de la experiencia del comportamiento de los hombres, del vivir cotidiano, del comportamiento concreto de los hombres, normas y leyes consuetudinarias para establecer y preservar_el orden social. Como las:leyes de la naturaleza, han de ser sometidas, una y otra vez, a la experiencia, simples hipótesis que la experiencia puede cambiar, pero siempre seguros puntos de partida para un conocimiento más firme de la realidad. Los franciscanos de Oxford, _más ingleses que cristianos, perfilan el- hombre y ciencia- modernos. Un hombre no se siente decepcionado porque no pueda conocer racionalmente a Dios. Para ello basta la fe, pues será Dios el que se haga patente al hombre, el que -se -entregue a él y no al contrario. El hombre no puede llegar a Dios, pero Dios al hombre sí. Puede hacerse oír para que el hombre cumpla este o aquel servicio, y su voluntad se expresará en el éxito que este hombre alcance. El hombre es instrumento de Dios, cuando Dios lo pone a su servicio ; pero a su vez, el hombre somete la naturaleza, sirviendo así a Dios y a sí mismo. El éxito que en este sentido pueda conocer racionalmente está con él. La predestinación puritana será la expresión de esta llamada, y justificación moral de lo que el hombre hace, pues haga lo que hiciere, es bueno. Las puertas del cielo pueden estar abiertas y al alcance del hombre, pero no depende de él. El hombre que no puede alcanzar la salvación por sí mismo, como sucedía en el cristianismo organizado por Tomás de Aquino, puede aspirar a creer su propio paraíso en este mundo. El paraíso no está ya en un cielo inaccesible, sino en la tierra; acaso en un lugar aún inexistente en una tierra que hay que descubrir, en Utopía. Un inglés también, Tomás Moro, pone a la Utopía en una tierra por descubrir. Otro inglés, Francis Bacon, insiste en su existencia. Un mundo ideal en el que el hombre pone sueños que pueden ser realidad si adapta su comportamiento a su realización. No es ya un paraíso para alcanzar después de muerto, sino un paraíso para alcanzar en el presente, en un lugar que ha de existir. El inglés en- su expansión trascontinental no lleva a cuestas su mundo sino que busca la posibilidad de otro que ha de crear. Al revés hace el íbero, que tras13 Véase Filosofía de la historia americana, Fondo de Cultura Económica, México, 1978.

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lada el orden en que vive al mundo que ha conquistado, pero en su beneficio. Podrá ser en la. Nueva España lo que no puede ser en España. En cuanto al inglés, éste puede crear en la Nueva Inglaterra el mundo que ha soñado y no existe en Inglaterra. El ibero carga con sus prejuicios y el orden en que ha sido formado ; el británico busca crear algo que no existe, un mundo auténticamente nuevo, a partir de la experiencia del mundo que ha de negar parte por parte, poniéndolo al servicio de su utopía. Francis Bacon _(-1561-1626), filósofo y político al servicio de los reyes de la Gran Bretaña, señalará nuevos rumbos a la historia de Inglaterra, tanto a Isabel I como a Jacobo I. Como los franciscanos de Oxford, parte de la singular naturaleza. Se trata de conocer al mundo, no para conocer su orden, sino para cambiarlo. La naturaleza debe ser transformada para mejor servir al hombre. También, como Moro, crea su utopía, la Nueva Atlántida. Pone en ella la Casa de Salomón, donde la ciencia presenta características especiales, la experimentación de la realidad como base ; la realidad analizada en sus múltiples elementos y expresiones, conocida por experimentación en todos sus ángulos para poder sacar de ella los mayores provechos. Se crean artes de todas las especies, pero las consideradas técnicas de transformación de la naturaleza analizada. En su obra Novum Organurn expone su filosofía, encaminada a poner a la naturaleza al servicio del hombre. Nada de metafísicas, nada de grandes concepciones que abarquen todos los conocimientos en una gran abstracción, a la naturaleza hay que dominarla parte por parte. El hombre ha perdido a Dios por su pretensión de asemejarse a Él. El hombre no es Dios, ni Dios está al alcance del hombre. En su caída, al pretender ser lo que no era, el hombre perdió también el conocimiento de las cosas. "Pues el hombre con su tropiezo —dice Francis Bacon— decayó no sólo de su estado de inocencia, sino del señorío sobre las criaturas. Pero ambas cosas pueden ser reparadas aún en esta vida ; la primera por la religión y la fe, la segunda por las artes y las ciencias." Fe y ciencia, pero cada una en su esfera. Se puede alcanzar la salvación en el otro mundo, pero también en éste. No están enfrentados ambos proyectos ; lo importante, sin embargo, es no confundirlos. No hay que pretender dominar al mundo en nombre de la fe, ni conocer a Dios por la razón. Son vías de conocimiento distintas. La maldición bíblica después de la caída : "Comerás el pan con el sudor de tu tren-

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te", ha quedado "sometida en cierta medida, por medio de diversos trabajos, no ciertamente por medio de disputas superfluas ceremonias mágicas, a suministrar el pan al hombre, esto es, a los usos de la vida humana".14 Por el trabajo el- hombre-domina-a-la-na turalez a de -la -cual -ha-de-vivir, C011 lo cual la maldición ya no lo es tanto. La maldición hace referencia a su acceso a Dios, algo que no depende del hombre ; inaldición_,_tarribién,_con_respecto a la naturaleza, a la que-está condenado a trabajar para poder vivir. Ahora bien, de su salvación sólo Dios responde, pero de su =vida es el hombre el único responsable. De acuerdo con esto, la ciencia, como la filosofía, ciencia de ciencias, sólo tiene una función : "La meta verdadera y legítima de las ciencias no es otra que la de dotar a la ida humana de nuevos inventos y recursos." 15 No es el, -saber por el saber mismo, sino el saber como instrumento para la acción, para el dominio. Juan Ortega y Medina nos dice que ésta también había sido preocupación española, la preocupación que Marcelino Menéndez y Pelayo verá como negativa. Dice Ortega y Medina : "Para Bacon el problema no _consistía tanto en conocer al mundo, sino en cambiarlo; el hombre que obedece las leyes naturales domina a la naturaleza. El método nuevo de investigación (ars inveniendi) que Bacon propone, parte de lo singular de los hechos, cosa que ya habían recomendado los españoles Vives y Sánchez, pero que en ellos no pasó más allá." 16 La tierra, de acuerdo con el filosofar británico, no es ya un destierro. Será, en todo caso, un transtierro, corno diría Caos, donde el hombre ha de continuar viviendo para alcanzar su salvación en este mundo y, acaso, por sus mismas obras, la salvación en el otro. Así lo entiende el puritanismo de otro inglés : John Milton. CIENCIA PARA EL HOMBRE CONCRETO: RUSIA Aleksandr Herzen expuso, en numerosos trabajos, su visión sobre la filosofía y la ciencia a partir del alma eslava, el alma de un pueblo montado entre dos mundos, el occidental y el oriental, tratando de ser uno, pero sin renunciar al otro. Se 14 Francis Bacon, Novuni Organunz, Editorial Lunada, Buenos Aires, 1949, p. 340. 15 Ibid., p. 121. 16 Juan A. Ortega : y Medina, El conflicto anglo-e.spañol por el dominio oceánico, UNAM, México, 1981, p. 94.

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plantea el problema de la conciliación que también plantea el pensamiento español. Así lo hemos visto en José Ortega y Gasset. "Una de las virtudes esenciales del carácter ruso —dice Herzen-- es la extraordinaria facilidad con que acepta y asimila los frutos del trabajo ajeno." 17 Entre ellos está el de la ciencia moderna, que tiene su origen en Europa, pero falta capacidad para el trabajo sistemático y profundo ; cuando "nos aproximamos a la ciencia moderna, nos-asombró su naturaleza recalcitrante _Esta cienc i a liene en_todas partes su casa, pero no da cosecha allí--donde no- ha- sido sembrada; y debe vegetar y desarrollarse no sólo en cada pueblo que la acepta, sino en cada individuo". La ciencia moderna tiene un origen, pero puede ser adoptada y asimilada por_otros hombres y pueblos si se sabe sembrarla y cultivarla. Y esto no es precisamente fácil. No basta recibir, será necesario adaptar. En cambio, "quisiéramos apresar el resultado, cazarlo como se cazan las moscas, al vuelo; y al abrir la mano, o nos engañamos pensando que hemos apresado lo absoluto o comprobamos con despecho que la mano esta vacía". Por ello, sigue Herzen: "nuestros diletantes han declarado, lloriquea'ido, que han sido engañados por la pérfida ciencia de Occidente. C ...1 Estas palabras son muy perniciosas en nuestros días".18 Rusia debe hacer suya la ciencia europea, debe saber cómo hacer lo hecho por otras naciones. Pero no es fácil; las dificultades son múltiples y no por su renuncia Rusia ha de lograr mayor éxito en sus a_nhelos. "Nos enfadamos con la ciencia de la misma manera que nos enfadamos con la gramática a los ocho años." Pero "la ciencia no se alcanza sin trabajo, esto es un axioma; la ciencia únicamente puede,adquirirse con el sudor de la frente; ni los arrebatos, ni la fantasía, ni las aspiraciones más ardientes pueden substituir al trab aj Ya Bacon consideraba la ciencia una expresión de la maldición que siguió a la caída : "Comerás el pan con el sudor de tu fren'te"; pero era una maldición que había dado al hombre el dominio del mundo. Se mostraba contrario a quienes condenan la cicnci:', moderna por su dificultad y se conforman con abstr:Jeciones, con un universalismo en donde aparentemente está todo, sin estar nada en concreto. "Cuanto más 17 A. Herzen, Obras filosóficas escogidas, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1956, p. 16. ls Ibid., p. 17. 16 Ibid., p. 18.

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universal es él =pensamiento y mayor su generalidad, más fá cil es su comprensión superficial, porque las particularidades de su contenido no están desarrolladas en él y no se sospecha su existencia-." "-Hay que partir de lo particular, de lo concreto, no de lo abstracto ; pero esto, por supuesto, plantea mayores dificultades. ¿Qué pretenden los diletantes? Lo -- másbsurdo:4artir-deLlas--mayores -abstracciones y explicar -así-las-múltiples _expresiones „de lo _concreta.Sstos 'quieren, -para-tener una-garantía, conocer-anticipadamente los problemas más difíciles de la ciencia: qué es el espíritu, lo absoluto , 1, y exigen que la definición sea concisa y clara, es decir, que_dé_el_contenido _dela ciencia en_unas cuantas frases"." ¡Ciencia fácil I, que trata, aunque inútilmente, de ahorrar el trabajo previo sobre el que toda abstracción ha de alzarse. Herzen no rechaza las abstracciones, no rechaza la filosofía en este sentido, pero ésta ha de conciliarse con la ciencia, con la nueva ciencia que da credibilidad a las abstracciones. Enfrenta a los pensadores con los naturalistas, los metafísicos con los científicos, y encuentra- que ambos se complementan. Los pensadores y los naturalistas —escribe— empiezan a comprender que los, unos sin los otros no llegarán a ninguna parte.22 E. .. El filósofo no quiere saber nada de los hechos, presume del desconocimiento de los intereses práctivos y se pierde en cuanto abandona sus leyes -universales para descender a lo particular, o sea, a la realidad; al empírico le ocurre todo lo contrario' ] Sin embargo, desde comienzos de nuestro siglo empezó a oírse la palabra conciliación.23

Es la misma preocupación que hemos encontrado en la conciencia ibérica. Buscando esta conciliación Herzen analiza y compara la filosofía antigua con la moderna, y dentro de la moderna la filosofía de Descartes y la de > Bacon. La ciencia moderna no se explica sin la antigua, la nueva ciencia sin la escolástica. De la escolástica, llevada en muchos aspectos a sus últimas consecuencias, los franciscanos de Oxford dieron base a la ciencia moderna. El pensamiento puro —dice Herzen— es la escolástica de la nueva ciencia, igual que el protestantismo puro es el catolicis10 Ibid., p. 20. " Ibid., p. 23. " Ibid., p. 121. 28 Ibid., p. 123.

mo regenerado." [ —] La filosofía antigua y la filosofía moderna constituyen las dos grandes bases de la ciencia del fui turo; las dos son incompletas, las dos contienen elementos no científicos y son grandes factores prepaxatorios, sin los cuales la ciencia no hubiera pódido alcanzar realmente todo su desarrollo.

El -no comprender-esto_ha_ conducida_a_errores. ,Los hombres

_de la_revolución_vieron que con la escolástica no_ podrían llegar a nada y la-odiaron: Pero negar la escolástica no significaba, ni mucho menos, instituir la autoridad de la nueva ciencia." 25 La nueva ciencia tiene que absorber, que asimilar la _escolástica de donde, quiera ó no, ha partido. Francis Bacon, dice Herzen, no fue unilateral, como algunos suponen, no rechazó el conocimiento abstracto de la naturaleza de los escolásticos para hacer prevalecer su-conocimiento--empírico. A Bacon, "es difícil acusarle de unilateralidad. Según dice él mismo, deseaba una ciencia activa y viva, una ciencia de naturaleza basada en la naturaleza. Quería una ciencia que partiendo de los hechos, fuese. destilada en el alambique :de la observación y de la reflexión para convertirse en idea general". Rechazaba ídolos que no tuviesen su origen en, este conocimiento; pero rechazaba la universalidad del conocimiento mismo. Por ello Bacon parte "con harta frecuencia de una idea unilateral y alcanza los resultados más universales" 26 Rechaza las futilidades y exige a los hombres que partan del conocimiento directo de la naturaleza. "El método de Bacon no es más que un medio de comprensión personal, subjetivo, y exterior al objeto." 27 El conocimiento propio del hombre ha de partir de sí mismo, de su propia capacidad para comprender el mundo que le rodea. En este sentido se aproxima a Descartes, aunque parezca ser tan distinto. Pienso, luego existo ; y a partir de este primer conocimiento se intenta comprender y conocer al mundo. Bacon no es para Herzen opuesto a Descartes, sino tan sólo otro punto de partida del yo pensante. El genio de Bacon —dice Herzen— positivo y típicamente inglés, carecía de un órgano para la metafísica escolástica. Los problemas filosóficos de entonces no le preocupan en absoluto. Como Descartes, empezó por una negación, pero por una 24 Ibid., p. 255 Ibid., p. 257. " Ibid., p. 265. 27 Ibid., p. 272. 25

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230 CIENCIA DESDE LA BARBARIE Y LA CIVILIZACIÓN negación práctica. Rechazó los viejos dogmas porque no valían para nada y se rebeló contra la autoridad de las viejas doctrinas porque eran una traba a
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