Leonard Bernstein

December 12, 2016 | Author: Ubaldo Rizzaldo Jr | Category: N/A
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Leonard Bernstein es una de las grandes batutas del siglo XX y de toda la historia de la dirección musical. Es el primer director de orquesta nacido en Estados Unidos que alcanzó fama y reconocimiento mundial. Músico en su más amplia concepción fue un grandioso director, compositor, solista, profesor, educador, comunicador y amante de la música y de la vida.

Leonard Bernstein nació en Lawrence, Massachusetts, el 25 de agosto de 1918 en el seno de una familia judía procedente de Ucrania. Sam Bernstein, hombre de negocios y padre del joven Leonard, no veía con buenos ojos el interés de su hijo por la música, aunque lo llevó con relativa frecuencia a conciertos. Sería en una de esas audiciones cuando Leonard se sintió absolutamente cautivado por un instrumento plagado de teclas blancas y negras: el piano. Fruto de aquella fascinación, Leonard comenzó a estudiar piano, pero de una forma autodidacta, pues su padre se negaba a pagarle las clases. Leonard quería y necesitaba esas clases pero no podría acercarse a ellas sin el dinero que le negaba su padre. ¿Cómo conseguirlo? Pues de una original a la vez que práctica manera: impartiendo él mismo clases de piano a estudiantes jóvenes. Por no saber lo suficiente, necesitaba sus clases de piano, pero sabía lo suficiente como para poder enseñar a los que nada saben y de esa forma, conseguir el dinero para sus clases de piano. Estudió en la Escuela Garrison y la Boston Latin School. Más tarde, sí recibiría una enseñanza formal de música en instituciones tan prestigiosas como la Universidad de Harvard donde estudió música con Walter Piston, el Curtis Institute de Philadelphia, donde recibió el único sobresaliente que Fritz Reiner concedió en sus clases de dirección (algo impensable ya que de todos era conocido el carácter de Reiner y su rigidez), y el Berkshire Music Centre. Fue en estos años cuando Leonard también estudiaría piano con Isabella Vengerova y Heinrich Gebhard. Leonard continuó estudiando y en 1940 comenzó a estudiar en el Instituto de Verano de la Orquesta Sinfónica de Boston con el director de orquesta Serge Koussevitzki. Bernstein se hizo después asistente suyo de dirección y años más tarde le dedicaría su Sinfonía número 2. Nunca se separaría del anillo que llevaba en su mano izquierda regalo del gran Koussevitzki.

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De asistente del titular de la Orquesta Sinfónica de Boston pasó a director sustituto de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, para poco después, el 14 de noviembre de 1943, en un golpe de suerte hacer su debut cuando Bruno Walter enfermó y no pudo dirigir el concierto programado. Bernstein lo sustituyó, el concierto retransmitido por la radio a todo el país, fue un éxito rotundo y aupó a Bernstein a la fama en todo EEUU. Sería posteriormente nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Nueva York cargo que ocupó desde 1958 hasta 1969, para muchos la época dorada de esta excepcional formación musical y el asentamiento como músico de Leonard en el panorama musical de la época. Fue su director laureado y la dirigió hasta poco antes de su muerte. Sus grabaciones para CBS de aquella época constituyen un tesoro musical de inapreciable valor contribuyendo a la difusión de la música en general y en particular al conocimiento general de muchos autores americanos como Copland, Piston, Barber, etc. y clásicos poco difundidos como Mahler (primera integral grabada de su obra) y Sibelius. Después de la Segunda Guerra Mundial, la carrera de Bernstein empezó a desarrollarse internacionalmente. En 1947 dirigió en Tel Aviv por primera vez, iniciando una larga asociación con Israel. En 1957, dirigió el concierto inaugural del Auditorium Mann en Tel Aviv sede de muchas grabaciones futuras con la Orquesta Filarmónica de Israel. En 1967 dirigió un concierto en el Monte Scopus para conmemorar la reunificación de Jerusalén.

En 1949 dirigió el estreno mundial de la sinfonía Sinfonía Turangalila de Olivier Messiaen. Después de la muerte de Serge Koussevitsky en 1951, Bernstein asumió durante muchos años la jefatura de los departamentos orquestal y de dirección de Tanglewood donde regresaba en los veranos para impartir conciertos y enseñanza musical a sus alumnos. Más adelante fundó el Instituto Filarmónico de Los Angeles, colaboró con la escuela musical de Schleswig-Holstein Music Festival y fundó el Pacific Music Festival de Sapporo en Japón, todo ello muestra de su nunca perdida pasión por la enseñanza y divulgación musical. Página 2 de 6

Aunque no fue su fuerte abordó también la dirección musical de óperas e incluso su composición. Dirigió el estreno estadounidense de Peter Grimes (1946) de Britten. En La Scala de Milán dirigió a Maria Callas en Medea de Cherubini y La Sonnambula de Bellini (momentos históricos de la fonografía). También dirigió un Tristán e Isolda en Münchner. En 1966 debutó en la Ópera Estatal de Viena dirigiendo Falstaff de Verdi, con producción de Luchino Visconti y Dietrich Fischer-Dieskau como Falstaff. Fue grabado comercialmente por CBS siendo un éxito discográfico y un comienzo de sus relaciones más directas con la formación vienesa, la Orquesta Filarmónica de Viena. En 1970 volvió a esa ópera para la producción que hizo Otto Schenk de la ópera de Beethoven Fidelio. En 1986 dirigió su propia obra: A Quiet Place. Se despidió de la ópera de manera accidental en 1989: después de una representación de la Khovanshchina de Mussorgsky de repente entró en el escenario y abrazó al director de orquesta Claudio Abbado en frente de una audiencia sorprendida, pero divertida. Puso música con una excepcional banda sonora a la película de Kazan “La Ley del Silencio” y compuso musicales de enorme éxito como West Side Story y On the Town.

Como divulgador de la música, se convirtió en una figura muy conocida en los Estados Unidos por una serie de cincuenta y tres programas titulado Conciertos para Jóvenes, que se televisaron a través de la CBS, en la que comentaba las obras que después interpretaba. Estos Conciertos para Jóvenes se mantienen como el programa de música clásica que más ha durado en una televisión comercial, emitiéndose desde 1958 hasta 1972 y son una referencia absoluta en la educación musical del pasado siglo. Algunos de esos programas como el dedicado a Mahler, el de Sibelius, el de Shostakovich, el de la música latinoamericana, son muestras excepcionales de cómo enseñar a amar la música y a comprenderla.

Desde 1970, Bernstein dirigió en muchas ocasiones a la Orquesta Filarmónica de Viena, y con esta orquesta grabó muchas de las obras que ya había grabado antes con la Filarmónica de Nueva York, incluyendo la integral de las sinfonías de Beethoven, Mahler, Brahms y Schumann. Su ciclo de grabaciones en DVD de la obra de Mahler es un documento de excepcional valor histórico e interpretativo.

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En 1973 participó en la Charles Eliot Norton Chair en su Universidad de Harvard, imartiendo una serie de seis clases sobre música. Tomando el título de una obra de Charles Ives, llamó a esta serie de conferencias The Unanswered Question (La Pregunta sin Respuesta) que discute la evolución de la música clásica occidental hasta ese momento. En los años ochenta del siglo XX, fue el director de orquesta y comentarista de una serie especial sobre la música de Beethoven, que presentaba a la Orquesta Filarmónica de Viena interpretando las nueve sinfonías de Beethoven, varias de sus oberturas, y la Missa Solemnis. El día de Navidad, 25 de diciembre de 1989, Bernstein dirigió la Novena Sinfonía de Beethoven en el Schauspielhaus de Berlín Este como parte de una celebración por la caída del Muro de Berlín. El concierto fue retransmitido en directo para más de veinte países, con una audiencia estimada de cien millones de personas. Para la ocasión, Bernstein parafraseó el texto de la Oda a la alegría de Friedrich Schiller, diciendo «libertad» («Freiheit») en lugar de «alegría» («Freude»). «Estoy seguro de que Beethoven nos hubiera dado su consentimiento», dijo Bernstein. Participaron miembros de orquestas de ambos lados del muro, Londres, Francia, Dresde, Leningrado, Baviera y New York.

Su actitud en el podio era muy gestual, extravertida, hasta el punto de haber visto criticados sus gestos exagerados. No obstante, sus resultados musicales eran excepcionales. Era su forma de vivir cada momento interpretativo como algo único y de transmitir la energía que le desbordaba en cada ejecución musical. Sus grabaciones más memorables de su última etapa son de las obras de Mahler, Copland, Brahms, Shostakovich y Sibelius amén de sus propias obras (como compositor, compuso tres sinfonías, dos óperas, una misa, cinco musicales y muchas otras piezas).

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En lo personal, se casó con la chilena Felicia Cohn Montealegre el 9 de septiembre de 1951. Leonard y Felicia tuvieron tres hijos: Jamie, Alexander y Nina. A Felicia le diagnosticaron un cáncer de pulmón. Moriría un año después, en 1978.

Fumador durante muchos años, combatió un enfisema, enfermedad pulmonar, desde que era veinteañero y dejó este mundo el 14 de octubre de 1990. Su último concierto fue dado el 11 de agosto de 1990 en Tanglewood con la Orquesta Sinfónica de Boston interpretando obras de Britten (Cuatro Interludios Marinos) y la Séptima Sinfonía de Beethoven. Paradojas de esta vida: donde apareció como músico, terminó como músico. El documento fonográfico de dicho concierto es de una emoción extrema reflejando incluso los momentos de agotamiento físico del propio Bernstein en la ejecución. Al terminar abandonó la sala que le vio nacer como director para ya no volver más. El día de su funeral al paso de la comitiva a lo largo de las calles de Manhattan los obreros de la construcción se quitaron los cascos y saludaron al tiempo que gritaban «Goodbye Lenny». El cortejo fúnebre recorrió “su ciudad”, New York, recibiendo el cariño y la emoción de las personas a las que hizo disfrutar durante tantos años. Bernstein está enterrado en el Green-Wood Cemetery (Brooklyn, Nueva York).

Bernstein tenía la capacidad de cautivar a los componentes de la orquesta mediante las explicaciones que les contaba sobre la obra que debían interpretar. En una ocasión Bernstein interrumpió uno de los ensayos para preguntar a los músicos: “¿Debo contaros la historia de esta sinfonía de Haydn?”. Los músicos le contestaron con un abrumador “sí” al unísono y todos ellos se transformaron en niños de cuatros años expectantes por conocer la historia de la sinfonía de Haydn. En su relato, Bernstein les descubriría detalles y momentos nunca conocidos por los músicos. De esa forma, Bernstein consiguió que todos ellos conectasen con el alma del compositor y el resultado fuese una interpretación brillante. Página 5 de 6

Dueño de un carisma único, su mayor logro fue llevar la música clásica a la cultura popular. Su particular estilo a la hora de conducir, hicieron de sus presentaciones no sólo un espectáculo auditivo, sino también visual. Sus enseñanzas iluminaron a muchas generaciones de jóvenes músicos. Sus composiciones nos divirtieron, nos emocionaron, nos hicieron bailar y nos hicieron pensar. Leonard Bernstein fue un músico multifacético. Fue uno de los grandes músicos del siglo XX.

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