Lenguas y Pueblos Altiplánicos Al Siglo XVI. Alfredo Torero

March 1, 2018 | Author: Ivo Carreño Manrique | Category: Inca Empire, Cattle, Peru, Linguistics, Languages
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Descripción: Alfredo Torero Fernández de Córdova, 1987: “Lenguas y pueblos altiplánicos en torno al siglo XVI”. En: Revi...

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Lenguas y pueblos altiplánicos en torno al siglo XVI Alfredo Torero

Una de las mayores dificultades para la comprensión del movimiento de lenguas y pueblos en el Altiplano peruano-boliviano ha sido el mantenimiento, bastante persistente, de dos errores de identificación: el uno, de los pueblos puquinas, uruquillas y uros como pertenecientes a una misma entidad sociocultural, y, el otro, de las lenguas puquina y uruquilla (o "Uru-Chipaya") como idiomas emparentados. La persistencia de esta doble confusión se ha debido, a su vez, a dos factores: primero, la falta de un enfoque histórico que analizase estos problemas en correlación con los profundos trastornos y transformaciones ocurridos en el escenario social altiplánico desde unos siglos antes de la conquista española hasta al menos los siglos XVI y XVII; y segundo, la utilización en los documentos hispánicos de un mismo término para designar indistintamente a fenómenos sociales tan diversos como una lengua, una cultura, una "nación" o, inclusive, una categoría socioeconómica para fines de imposición tributaria; y tal fue el caso de los vocablos aymará, uro, puquina, uruquüla. El presente trabajo se propone dar un aporte al esclarecimiento de la historia social altiplánica en base principalmente a la presentación de material lingüístico que muestra la no existencia de parentesco evidente entre el idioma puquina y las otras tres lenguas nativas usadas en el Collao en el siglo

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XVI: la uruquil/a, la aymará y la quechua, y exhibe, en cambio, una conexión particular entre la hoy desaparecida lengua puquina y el "idioma secreto" que aún hablan en Bolivia los herbolarios callahuayas. Nuestro propósito sólo puede cobrar sentido , no obstante, si se enmarca dentro de la historia externa de esas lenguas, de la expansión o la reducción de sus territorios o su importancia social ; lo cual implica, a su turno , el examen -aun cuando breve en estas páginas- de las relaciones de poder que se habían ido configurando entre las "naciones" que poblaban el Altiplano antes de su conquista por los Incas : uros, aymaraes, puquinas y uruquillas; de la modificación de esas relaciones durante las sucesivas ocupaciones incaica y española , y de los rasgos culturales que se asignaron a tales pueblos en las diferentes fases de su existencia. Estos temas fueron ya abordados por nosotros en tesis doctoral (Torero 1965) sustentada en París. En ella presentamos, además, el estudio lingüístico y la traducción de los textos puquinas recogidos en la obra de Gerónimo de Oré Rituale ·seu Manuale Peruanum, publicada en Nápoles en 1607(1 ). Parte de los resultados que obtuvimos por entonces fueron consignados en 1970 en nuestro artículo Lingüística e Historia de la Sociedad Andina, el cual plantea las áreas de origen y las expansiones o reducciones desde comienzos de nuestra era de las que habrían de ser en el siglo XVI las "lenguas generales" del Perú: el quechua, el aymará y el puquina (Torero 1970) . Ulteriormerlte, nuevas informaciones, así como estudios realizados por otros autores, han venido a reforzar nuestras conclusiones, pero también a plantear algunos otros aspectos de la situación social y lingüística en el Altiplano, particularmente a fines del siglo XVI. De estas fuentes y trabajos debemos mencionar en especial la Tasa de la Visita Gener(II de Francisco de '(oledo (15 71-15 7 3 ), publicada en l 97 5, con introducción y versión paleográfica de Noble David Cook y estudios de Alejandro Málaga Medina y Thérése Bouysse-Cassagne (197 5: 312-3 28 ); y un manuscrito redactado hacia 1600 que refiere cuáles lenguas debían emplear en la época para sus predicaciones los curas del Obispado de La Plata(2). La correlación de las informaciones ofrecidas por este último documento, que llamaremos Copia de curatos, con las de otras fuentes, en particular la Tasa de 1(1 Visita General de Toledo (TVGT), muestra bien que en torno a 1600 el panorama social y lingüístico altiplánico era mucho más complejo de lo que se estima generalmente. El antropólogo francés Nathan Wachtel, quien ha venido investigando el problema uro, ha contribuido valiosamente a nuestra labor de comparación lingüística del puquina y uruquilla al recoger para nosotros material de habla chipaya, en particular los vocablos chipayas correspondientes en significado a los despejados por nuestra parte de los textos puquinas de Gerónimo de Oré. Hemos tenido igualmente acceso a un rico material inédito de callahuaya, la lengua de los herbolarios del área boliviana de Charazani, recogido en varios años de investigación por el desaparecido antropólogo francés Girault,

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material al que recurrimos aquí para la comparación con el puquina, a fin de verificar y ampliar nuestros propios datos obtenidos en trabajo de campo en Bolivia en 1966(3 ). Asimismo, hemos consultado la obra del letrado boliviano Enrique Oblitas Poblete . El idioma secretQ de los Incas, publicada en La Paz en 1968, que contiene una breve gramática de la lengua callahuaya y un vocabulario castellano-callahuaya, acopiado a través de muchos años y que hoy se vuelve invalorable vista la acelerada reducción del número ya exiguo de hablantes de esta lengua. LA COPIA DE CURA TOS

El manuscrito sobre idiomas del obispado de La Plata (o Charcas) revela informaciones valiosas acerca de la situación lingüística existente en el gozne entre lós· siglos XVI y XVII dentro del dilatado territorio altiplánico y los flancos orientales de éste, exceptuado el sector noroccidental de la cuenca del lago Titicaca, sector que estaba a la sazón fuera de la diócesis del obispado de La Plata y. dentro de la jurisdicción del obispado del Cusca. El manuscrito consiste en realidad_de tres secciones elaboradas sucesivamente, cada una de ellas por mano de un escribiente distinto. La primera sección, que es la más importante para el fin que nos ocupa aquí, lleva como título: · Copia de los curatos y doctrinas que se proueenpor el padronasgo real en este obispado de La Plata y en. que lenguas an de ser instruidos los doctrinan tes para mejor predicar el evangelio de Jesuchristo y su doctrina christiana. No tiene indicación de fecha. Al conjunto de las tres secciones nos referimos abreviadamente como Copia de curatos (ver Anexo 2). El escribiente de la primera sección, o documento básico, hace inventario y deslinde de las cuatro lenguas usadas por entonces en el territorio del obispado: uruquilla, puquina, aymará y quechua; precisa los lugares en que éstas se hablaban y permite apreciar el grado de vigor e implantación de cada una de ellas. En un párrafo extenso -que transcribimos modernizando ortografía y puntuación- resume bien el panorama idiomático:

"La lengua general de casi todo este obispado es la aymará, y, así, en todas las doctrinas de Potosí -aunque hay muchas de tres lenguas- el sacerdote que supiere la aymará podrá ser proveído en ellas y sin saberla no, aunque sepa bien la quichua, si no fuere el cura de las piezas [esclavos]. En toda la provincia de Chucuito, en todo lo de Chuquiavo , en Pacasas, Carangas, Charcas, Quillacas, sólo puede ser proveído sabiendo la lengua aymará". "Las doctrinas que con sola quichua pueden ser proveídas son la de las piezas de Potosí, las dos de esta ciudad [La Plata], las de Guata y Sicha de los mercenarios y las de las chácaras de yanaconas. Las de Omasuyo, que son aymaraes y puquinas, si saben la una o la otra bien sabida {?O-

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drán ser proveídos. Sola Capachica y Coata piden padre puquina , porque la quichua solos los ladinos la saben". El segundo escribiente establece un listado alfabético de los curatos señalados por el primero e introduce una numeración correlativa en el documento básico, numeración que antepone al listado alfabético. El escribiente de la sección tercera y final tiene por preocupación consignar los nuevos c_uratos instituidos ocho años después de la elaboración de la lista básica e introduce su relación con la frase: "Doctrinas que se han acrecentado en este obispado de los Charcas de ocho años a esta parte"; pero tampoco suministra ninguna fecha absoluta. Este mismo escribiente hace varios añadidos e intercalaciones en el documento básico para agregar informaciones que en parte recoge en su relación final. Thérese Bouysse-:Cassagne, la descubridora de la Copia de curatos, da como fecha para el documento básico el año 1580, pero sin justificar tal datación. Por su parte , Waldemar Espinoza Soriano, quien ha publicado en dos oportunidades versiones paleográficas bastante incorrectas de las tres secciones, lo fecha en 1604, de manera igualmente infundada(4 ). El error fundamental de Espinoza reside en que no alcanza a discriminar en sus versiones paleográficas la infervención de los tres escribientes distintos y, por ello, pretende fechar el documento bá~tco a partir de un añadido existente en la primera sección, que se refiere a la villa de Salinas del Río Pisuerga , villa fundada en el valle de Mizque en 1604. Ahora bien , tal añadido es de mano no del autor del documento inicial, sino del tercer escribiente; a más de esto, la referencia a Salinas del Río Pisuerga no está incorporada en la relación final de los nuevos curatos " acrecentados de ocho años a esta parte" , por lo que su adición al documento básico parece, a todas luces, ulterior a dicha relación. De donde, a nuestro juicio, sería más acertado restar a 1604 esos ocho años cuando menos, operación que daría el año de 1596 como fecha más tardía de elaboración del primer documento. De otro lado, la fecha de 1612 que Espinoza fija para la sección tercera y final, sumando a 1604 los "ocho años a esta parte", queda descartada por el hecho de que en 1609 había sido erigido el obispado de La Paz segregándolo del de Charcas y, por ello, mal podría concebirse que en 1612 un documento del " obispado de Charcas" siguiese incluyendo, como lo hace la tercera sección, a curatos que ya por entonces estarían perteneciendo a la jurisdicción de otro obispado. Nuevas investigaciones podrán más adelante establecer de manera precisa la datación del documento básico; de nuestra parte, utilizamos por cautela la expresión "hacia 1600". UROS Y NO UROS

Al ir estableciéndose la administración colonial española en el Perú , en

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la segunda mitad del siglo XVI, las autoridades hispanas advirtieron que en la cuenca cerrada del sistema hidrológico de los lagos Titicaca y Poopó y los salares adyacentes existían dos géneros de poblaciones de comportamiento sociocultural -tecnológico y sociológico- radicalmente distinto y contrastado: de un lado, sociedades agropastoriles y de Estado, rígidamente jerarquizadas en clases, y, de otro, grupos exclusiva o casi exclusivamente predadores, sin división social interna y nula o débilmente interrelacionados: los denominados globalmente uros por los propios habitantes del Altiplano. De las poblaciones altiplánicas, la de los uros se encuentra ampliamente señalada y descrita en las crónicas, "visitas" y relaciones hispánicas de los siglos XVI y XVII, y sus sobrevivientes modernos han sido objeto en el último siglo de no pocos estudios en diversos aspectos de cultura, raza y lengua. En Dieux et Parias des Andes, Jehan Vellard (1954: 77) subraya correctamente que los uros no son étnicamente uniformes. Podían ser, ya esencialmente pescadores con tecnologías bien adaptadas para el aprovechamiento de los recursos lacustres, ya cazadores y recolectores "paleolíticos" en los desolados espacios de las punas altiplánicas; y encontrarse sometidos a los señores de las sociedades de Estado ("uros sujetos") o permanecer rebeldes a toda sujeción ("uros indómitos"). De todos modos, aun cuando no étnicamente uniformes en su conjunto, los diferentes grupos uros se distinguían de las sociedades de Estado que les eran vecinas no sólo, al parecer, por sus modos de subsistencia, sino también por determinadas expresiones artísticas colectivas, como danzas y cantos, según consigna Ludovico Bertonio en su . Jlocabulario de la lengua aymará para los uros de la provincia de Chucuito, el antiguo reino lupaca: hucchu o sisa quirquitha: baylar como los uros des ta provincia. quirquitha, o taquitha: Baylar, brincar, pisando con velocidad el suelo, como usan los uros, y también los que danzan con cascabeles. chiy chiy: Bayle de los uros. chiy chiytha: Baylar assi teniendo en las manos la chuspa o gualquepo. Los uros sujetos habían soiido dar a los señores de la tierra "en señal de reconocimiento" desde los tiempos prehispánicos tributo en servicios o en especies silvestres, sobre todo en pescado, pero siempre en cantidades poco elevadas. En cualquier caso, la riqueza de un señor altiplánico no provenía de manera significativa de la opresión de "sus" uros, sino substancialmente de la explotación de sus "atunlunas": los agricultores y pastores vasallos suyos al interior de .su propia sociedad clasista. Sobre los atunlunas, igualmente, habría de recaer más tarde, durante el imperio Inca y el dominio español, el peso mayor de la tributación al Estado y a los sefíores locales. Por lo demás, "libres" o sujetos a las sociedades de Estado, los uros se hallaban impedidos de poseer tierras de labranza y, sobre todo, ganados, la fuente principal de riqueza en el Altiplano, con la cual sus poseedores podían sostener interc.a mbio conJas ,sociedades de tierras más bajas y obtener maíz,

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coca, ají, fru.tas, etc., que sus frígidas tierr.as no producían, dando a cambio los animales ,mismos, .su lana o ropa y otros-tejidos confec_c ionados con lana. Era tal la importancia del· ganado para los,altiplánicos que , como varios informantes dijeron en _1575 a Garci Diez:de San Miguel, visitador de la provincia de Chucuito, . si carecieran de aquél no podrían sobrevivir en tan elevados territorios, nada o muy poco aptos _para la agricultura , la cual, además, estaba permanentemente puesta en riesgo por sequías, heladas o lluvias excesivas (Garci Diez 1964: 146,.147 y 208;209). Al vetar a los uros el acceso a la riqueza agropecuaria y al limitarlos al aprovechamiento de los recursos lacustres -si bien normalmente suficientes para la sobrevivencia local de los predadores-, los dueños de la tierra los incapacitaban para ejercitar el intercambio con pueblos distantes, yungas costeños o de selva, de territorios de por sí ricos en peces, y los constreñían , prisioneros en su hábitat, a un trueque menor, cuando lo había, de pescado contra las papas y el chuño que producían los agricultores inmediatamente vecinos. Privados de la tierra firme, a raíz probablemente de un antiquísimo despojo convertido en restricción permanente, y contenidos de esta manera en su desarrollo socioeconómico, los uros eran menospreciados por sus propios cercadores como seres anómalos, "no humanos", sobrevivientes de una prehumanidad; y esta concepción .la compartían los propios uros, según la versión que recogen varios cronistas, como Antonio de Herrera: "Estos Uros son tan salvages que preguntándolos quienes eran respondían que no eran hombres sino Uros, como si fueran otra especie de animales" (Herrera 1721 : III, 92). Un deslinde de raíz indudablemente milenaria les había negado el tránsito a la condición humana. Los uros son al hombre como la vicuña a la llama: lo silvestre, lo no doméstico. La función de la ideología así desarrollada y asumida estuvo seguramenJe dirigida, más que a justificar la opresión de los uros, a afirmar la explotación de los atunlunas en la sociedad de los hombres. Remanentes como la vicuña de un mundo oscuro y yermo en el que el sol no existía todavía, los uros permanecían en los márgenes peligrosos de la sociedad doméstica como una advertencia para los atunlunas: si se debilitara la disciplina productiva y se alterase el orden social, el mundo recaería en lo oscuro y estéril, las llamas retomarían a vicuñas y los hombres a uros. La ideología que en los uros sustentaba su calidad de no hombres sustentaba la sociedad de los hombres. Las pautas segregatorias contra los uros llegaban al extremo de tenerlos por inhábiles para consumir los bienes culturales producidos por las sociedades de Estado. Es ilustrativo al respecto el incidente relatado por fray Reginaldo de Lizárraga, a quien , a su paso por el Collao, un uro le pidió que le comprara pan:

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" ... díjome : Padre , cómprame un real de pan; yo le respondí : ve tú a comprarlo ; respondió :no me lo dará el indio tambero porque me conoce, soy Uro; repliquéle: Pues tú, Uro, ya sabes comer pan? ... " (Lizárraga 1968: cap. LXXXIX). La administración española buscó por diversos modos, en especial a partir del virrey Francisco de Toledo, el incorporar a los uros al sistema tributario colonial: se empeñó en reducirlos a pueblos y les señaló de oficio caciques extraídos de sus propios grupos que se responsabilizaran de la percepción de los tributos. En atención, sin embargo, a su débil aptitud productiva, les fijó una tasa cuyo valor se estableció generalmente en la mitad del exigido a los no uros y cuyo pago se cumplió por lo común con la entrega de pescado seco y la hechura de costales o ropa basta. En un caso especial , el de 91 uros Uruquillas del pueblo de "Huchusuma y puente del Desaguadero", reconocidos como "los de peor condición" de toda la provincia collavina de Chucuito, la tasa se fijó en un sexto de la correspondiente a los no uros de esa provincia(5 ). De este modo, y tal como se percibe en la Tasa de la Visita General de Toledo, el término "Uro" pasó a designar consistentemente a la menor de las dos categorías tributarias distinguidas por los tasadores hispanos en la región altiplánica. Cuando en un repartimiento o encomienda había uros y no uros, la TVGT establece la oposición con vocablos que traslucen reveladoramente el manejo de concepciones propias de las sociedades clasistas dominantes en el Altiplano en el siglo XVI; cosa que, por un lado, evidencia la simpatía de clase entre los señores hispánicos y los señores nativos, particularmente aymaraes, y, por otro, muestra que, al menos en el área del Collao, la Tasa fue elaborada en colaboración directa con los señores aymaraes o sus representantes, celosos de conservar al máximo la situación privilegiada nacional y de clase que habían adquirido en el Altiplano antes de los Incas y consolidado durante el Incanato. Así, la designación para la categoría de mayor aptitud tributaria, opuesta a uro, se refiere en primer lugar a sociedad clasista globalmente considerada ; y el término empleado de modo casi exclusivo en las tierras que rodean el lago Titicaca es el de "aymará ", el cual, por simplificación ciertamente intencionada , absorbe no sólo a lupacas y pacases, efectivamente de "nación" y lengua aymará, sino a pueblos del norte y el oriente de ese lago, mayoritariamente de "nación" y lengua puquinas. En tales casos , el vocablo aymará pierde su referente etnolingüístico para reducirse a mera categoría fiscal. Tal vez este empleo de los términos aymará y uro resultó de una extensión a todas las provincias del Collao del manejo que hizo de ellos Garci Diez de San Miguel a raíz de su Visita, en los años 1567 y 1568, a la provincia de Chucuito, precisamente Ju paca. Con la salvedad indicada, en las encomiendas altiplánicas los términos étnicos de la oposición a uro son : en el sector collavino del "Distrito de la Ciudad del Cuzco": aymaraes, y , una vez , oxiveres; en el "Distrito de la Ciu-

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dad de la Paz" : aymaraes; en el " Distrito de la Ciudad de La Plata", en cuyas encomiendas no hay mención a "aymaraes": en Totora, Urinoca , Chuquicota, Sabaya, Colquemarca y Andamarca : Carangas; en Paria : Soras y Casayas Soras; en Aullagas y Uruquillas : Au/lagas y Uruquillas; en Quillacas y Asanaques: Asanaques y Qui/lacas. En segundo Jugar, en vez del nombre étnico, o a la par de él , suele aparecer, particularmente en el sector cusqueño del Collao, el vocablo atunluna (hatunnma), expresión quechua que los diccionarios y documentos antiguos traducen por "vasallo", "plebeyo" o "pechero", esto es, el sector productor dentro de la sociedad de clases sometido a la obligación de tributar en especies o en trabajo. La no utilización del vocablo atunluna para referirse a uro (y , más bien, su empleo como término opuesto) es significativa en cuanto evidencia que en la época continuaba percibiéndoselo como no aplicable a una población que no producía un excedente socialmente importante y, por ende, desconocía la separación clasista interna. Finalmente, en tres casos (encomiendas de Puna, Cavana y AullagasUruquillas), aparece como término "no uro" de la oposición la palabra castellana indio, cuyo uso refleja de algú,n modo la asunción porlos encuestadores de la concepción altiplánica acerca de lo humano , fu_era de lo cual quedaban los uros. En su estudio de 197 S, . Toérese Bouysse-Cassagne había percibido correctamente que en la Tasa de la Visita General de Toledo los términos aymará y uro se utilizan no como referentes étnicos ni lingüísticos, sino como categorías fiscales opuestas ; sin embargo, cuando en 1980 aborda en su tesis doctoral el estudio de las sociedades altiplánicas, suele abandonar su hallazgo o perderlo de vista las más de las veces para manejar esos términos como indicadores socioculturales casi exclusivamente; de modo que en definitiva termina magnificando a la "nación aymará" y relegando a puquinas y umquillas a la condición de uros (Bouysse-Cassagne 1980: tomo 1, cap. 111). La antigüedad de la presencia de los uros (de los modos de vida uros) en el Altiplano, más aún en el corazón de éste, el lago Titicaca y sus contornos , es un punto crítico por dilucidar. Es sorprendente , de todos modos, hallarlos en una zona que vio florecer a una de las más brillantes civilizaciones prehispánicas, la de Tiahuanaco. Quizá investigaciones arqueológicas y de antropología física podrán alguna vez determinar si estuvieron allí "desde siempre" ; es decir, antes de la aparición de la agricultura y el pastoreo en la región ; si ocurrió o no "invasión repentina" de agricultores y pastores que desplazaron a originarios pobladores paleolíticos hacia los lagos, los totorales y las punas agrestes y saladas, o si fue una misma población original la que se escindió en productores y predadores; si la llegada de los uros se dio en tiempo ulterior a la del agropastoreo, cuando ya había sido superado el estadio paleolítico en el Altiplano ; o si, finalmente, el "fenómeno uro" se recreaba continuamente en las áreas lacustres y en las punas altiplánicas con las gentes expulsadas de las sociedades de Estado y como válvula de escape a las tensiones de 336

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estas sociedades. Antes del hallazgo y la publicación de las informaciones contenidas en la Copia de curatos, en especial la mención a la lengua uruquilla explícitamente distinguida de la lengua puquina , diversos autores -'Como Paul Rivet, Jehan Vellard, etc .- habían identificado, sin ningún fundamento lingüístico, al idioma puquina con el uruquilla ("uru-chipaya"). Habían sostenido, incluso, que era aquél el idioma de los uros, en base a razonamientos errados, tales como que una determinada lengua debía necesariamente distinguir a los uros de las demás poblaciones altiplánicas; y que, si bien en los documentos coloniales se hacía numerosas referencias a los uros, no se daba la identidad de "su" idioma, en tanto que en los mismos se reconocía al puquina como una de las tres lenguas generales del Perú y se lo mencionaba con relativa frecuencia , pero diciéndose poco , y bastante imprecisamente, de pueblos puquinas. De allí se concluía que el puquina era la lengua que caracterizaba a los uros y que todo hablante puquina era un uro. A fines del siglo XVI, sin embargo , los uros no se identificaban específicamente con , o por, una determinada lengua: hablaban uruquilla, puquina o aymará. Vimos ya que la TVGT hace referencia a los uros uruquillas de "Huchusuma y puente del Desaguadero" y sabemos de la pervivencia de esa lengua aun hoy día precisamente entre los uros ochusumas del Desaguadero y en el pueblo de Chipaya. En cambio , al norte del lago, en Coata, poblada sólo por uros según la Tasa de Toledo , el único idioma usado era el puquina de acuerdo con la Copia de curatos. Finalmente, en la provincia de Chucuito más de una cuarta parte de sus habitantes eran uros y hablaban aymará, excepto en el extremo sur de la provincia (pueblos de Cepita y Huchusuma) donde el uruquilla era empleado seguramente por uros y no uros (Garci Diez 1964: 204-206). Por otro lado, y descontadas la aymará , lengua "nueva" en el Altiplano, y el quechua, lengua "novísima", nada autoriza , en el estado actual de nuestros conocimientos, a inclinarse por el puquina o por el uruquilla como el idioma que habrían hablado primitivamente los uros. Quizá el puquina se desarrolló originalmente en el área septentrional del Altiplano y el uruquilla en el área meridional; así, ambas son tal vez similarmente "antiguas", pero, también, tal vez ambas demasiado "recientes" en relación con la antigüedad del modo de vida uro. En cuanto a la lengua o las lenguas que usaron los "uros marítimos" del litoral desértico de Tarapacá y Atacama, en el norte del Chile actual , es evidente que, a falta de documentos lingüísticos precisos , nada permite identificarlas a partir sólo del hecho de que las hablaban dispersos grupos de pescadores de escaso bagaje de cultura material a los que, por su modo de vida, se calificó de uros desde fines del siglo XVI. En las costas de Tarapacá se señala aymaraes y uros; en la región de Atacama, gente de habla cunza en el valle de ese nombre, y uros (más tarde llamados camanchacas y changos) en el litoral. Estos ''uros" no aparecen como tributarios en la Tasa de la Visita General de

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Toledo(6). Créqui-Montfort y Rivet yerran al sostener que la lengua ·arawak se extendía hasta las orillas del Océano Pacífico, por el mero hecho de haber allí gente llamada uro y por postular ambos que existía una "lengua uro" vinculada con la familia arawak(7). Muestran, en cambio , una justa cautela al desechar como correspondiente al idioma original de los changos un breve vocabulario que habría recogido André Bresson en 1870; ese vocabulario -indican con razón- es ' ·puro araucano" y no cabría esperar tal semejanza en hablas de poblaciones separadas por tanta distancia y tanto tiempo(8). QUECHUAS

Para el Altiplano del Collao y Charcas, la Copia de curatos muestra una débil implantación del quechua , a primera vista sorprendente. Señala su em. pleo casi exclusivamente en las parroquias citadinas o centros mineros activos (La Plata, Potosí, Porco, La Paz o Chuquiabo, Cochabamba) o en las doctrinas instaladas en las yungas orientales; esto es, allí donde se concentran yanaconas, mitayos, mitmas o esclavos ("piezas"). Esta escasa presencia de la lengua "más general" del Perú de entonces (la cual debe entenderse como correspondiente a la variedad Chínchay del quechua)(9), puede explicarse_p_or el vigor expansivo que seguía mostrando la aymará, pero también por un retroceso temporal del quechua resultante de la caída del Imperio Incaico, dado que en el Altiplano no había pasado de ser idioma de la administración imperial. Sin embargo, aparte del empleo de esa lengua entre ciertos grupos de . mitmas y yanas como supervivencia de los tiempos incaicos, el documento eclesiástico permite percibir ya una reanimación del quechua en el área, esta vez motivada por los intereses económicos hispánicos que movilizaban a mitayos, yanaconas y esclavos para el laboreo en los centros mineros, el cultivo de coca en las yungas o el servicio doméstico en las ciudades. Respondiendo a tales intereses, el quechua habría de ganar terreno ampliamente en los siguientes siglos en regiones como las de Sucre y Potosí, Cochabamba y Larecaja. Para el noroeste del lago, región de los collas o hatuncollas, la Copia de curatos suministra información muy corta puesto que por allí empezaba la jurisdicción del obispado del Cusco en la época y sólo unas pocas localidades pertenecían al obispado de La Plata. No obstante, 1a Copia de curatos brinda un dato interesante al indicar que los pueblos, de Capachica y Coata requieren de sacerdute que predique en puquina "porque la quechua sólo los ladinos la saben'.'. La mención al quechua y no al aymará como el idioma que empezaba a asentarse .es significativa, por cuanto, de un lado, hace evidente que el aymará, pese a su pujanza en el Altiplano, no había logrado penetrar en esa área puquina y, de otro, prefigura la situación actual: ha sido la lengua quechua y no la aymará la que desplazó en definitiva al puquina de ese sector

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collavino. Algo similar habría- de suceder e-n las "provincias" de Umasuyos y Larecaja, al oriente del lago Titicaca, donde aymará y quechua contendieron en la eliminación del puquina, para, finalmente, quedar en partes vencedora una u otra y en partes hasla hoy superpuestas una y otra. AYMARAES

La lengua aymará forma. parte .ii de curatos lo consigna , entre otros lugares, para el pueblo de Charazani, y es precisamente en torno a este pueblo boliviano donde se habla hoy el callahuaya, idioma de elevado porcentaje de comunidad léxica con el puquina de Oré. El enlace entre el uruquilla de la Copia de curatos y el actual uru-chipaya puede establecerse a través de un documento no lingüístico , la Tasa de la Visita General de Toledo; ésta menciona a los uruqui!las (uriquillas) del pueblo de Huchusuma, sobre el río Desaguadero, en tanto que Jehan Vellard estudió hace unos decenios la cultura y la lengua de los ochosumas, que estaban poblando virtualmente la misma área, al borde del Desaguadero. 4. Relación puquina-callahuaya Es probable que a fines del siglo XVI lo que llamamos puquina fuera ya no sólo una lengua "muy varia", sino una familia lingüística, o un complejo dialectal plurilingüe , cuyos exponentes, sin embargo, no difetían a un punto tal que no se percibiese su unidad de conjunto. Es probable, asimismo , que una de sus variedades se hubiese difundido ampliamente unos pocos siglos antes y hubiera estado cumpliendo el papel

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de lengua de relación en el área de influencia altiplánica , tal como la variedad IIB-C (Chínchay) del quechua lo hacía en casi todo el ámbito andino . Tal vez por eso el Virrey Toledo reconoció en 157 5 al puquina como una de las tres lenguas generales del Perú ; y quizá así lo entendía Alonso de Huerta cuando, en 1615 , escribió-que en el reino del Perú, "por ser tan extendido y grande", " . .. hay [lenguas] generales para provincias, con que, fuera de las maternas, se hablan los de cada provincia o reino distinto, como es la de Chile, los chiriguanaes, la aymará, la puquina, la pescadora de los valles de Trujillo , que todas son muy diferentes unas de otras. Además de todas estas lenguas, hay una que se llama quechua o general, por ser la lengua que hablaba el Inca . . ."(11 ). Sin embargo , de haber existido efectivamente esa variedad general, ya a fines del siglo XVI habría estado cediendo rápidamente al aymará el rol de idioma de relación, con lo cual saldría a luz la marcada fragmentación dialectal del puquina\ Aplicando el cálculo glotocronológico al cotejo entre el puquina de Oré y el callahuaya actual -aunque considerando la cifra resultante como aleatoria y débilmente indicativa- , se obtiene como época de separación de estos idiomas los siglos tercero a quinto de nuestra era ; esto es, una profundidad temporal similar a la estimada para las expansiones iniciales del proto-quechua y el proto-aru. No obstante, en este caso el alto porcentaje (64.440/0) de comunidad en el vocabulario básico cobra su mayor importancia, no sólo como indicador de tiempo de separación, sino como prueba de parentesco. Rodolfo Cerrón disiente de mi conclusión en este punto, si bien lo hace con un razonamiento no coherente, puesto que, de un lado, acepta no haber duda de que "el callahuaya surgió como lengua profesional en boca de antiguos puquinahablantes que devinieron posteriormente en quechua y/o aimara parlantes" y, de otro , se inclina a pensar que "la relación histórica existente entre el callahuaya y el puquina es una de contacto íntimo antes que de parentesco" y que " subsumirlos en un mismo grupo lingüístico equivaldría, por ejemplo, a consi-

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - T o r e r o : Lenguas altiplánicas derar el inglés como lengua románica, por el hecho de registrar no sólo un alto porcen~aj e. léxico, sino también algunos sufijos denvac1onales de origen latino" . Aparte de que callahuaya e inglés surgen de situaciones· no comparables (para hacer un correcto paralelo tendría que darse un ejemplo de hablantes originariamente de lengua románica que hubiesen asumido en gran parte la gramática de una lengua germánica), R. Cerrón desconoce al parecer la relevancia del cotejo fundado en lo que la lexicoestadística denomina ''vocabulario básico" , esto es, las 100 plllabras que en todo idioma han mostrado tener la mayor resistencia al cambio a través del tiempo. Aplicando este criterio, se halla que mientras el puquina de Oré y el callahuaya exhiben en vocabulario básico una comunidad léxica de 64.440/0, volumen que estimo definitivamente probatorio de parentesco, la cifra de latinismos o romancismos en el inglés no excede de cinco o seis por ciento de la lista básica , índice que se explica meramente como asimilación de préstamos. Bien dice , entonces, Bernard Pottier que " el estatuto lingüístico del callahuaya, con su morfología esencialmente quechua y elementos léxicos afines a los del puquina, lo pone aparte como lengua mixta ligada a una población específica" . Creo que a la lingüística comparativa le cabe hoy la im portante tarea de abordar el estudio de los procesos de convergencia con tanto o más ahínco que los de divergencia, para poder avanzar con pasos más seguros en la clasificación de los idiomas. El contacto entre lenguas puede producir diversos grados de contaminación e, inclusive , llegar a ser tan íntimo que surjan lenguas mixtas clasificables en distintos grupos ·lingüísticos a la vez ; como es el caso del idioma de los callahuayas, " retoño" de puquina y quechua nacido en respuesta a las necesidades de secreto profesional, de mayor radio de acción y de economía idiomática. S. El puquina; espacios y tiempos He indicado cómo es un tema por investigar la ubicación precisa de los sitios de habla puquina dentro de la diócesis delCusco , desde el noroeste del Collao hasta las cercanías del Cusco mismo. Que el idioma estu.. vo presente en esas regiones es indudable,

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al menos para el noroeste collavino. Garcilaso de la Vega (a quien posiblemente copió Vásquez de Espinoza) menciona a puquinas entre Quiquijana y Chungara (Chuncara), cuando relata las conquistas que hizo el inca Sinchi Roca al sur del Cusco : "Los indios de las naciones puquinas y Canchi . .. fueron fáciles de obedecer al Inca y someterse a su Imperio, y en espacio de los años que vivió, poco a poco , . .. ensanchó sus términos por aquella banda hasta el pueblo que llaman Chuncara" ( 12). cerrón desecha la posibilidad de que el puquina hubiese sido hablado cerca del pueblo de Andahuailillas, para lo cual cita una conjetura de Mannheim (l 985), quien supone que la inscripci.ón en puquina que hay en la iglesia de ese pueblo fue obra de los jesuitas, pero sólo como una manera de exhibir su vocación plirilingüe ; la conjetura, sin embargo, es totalmente inválida porque la iglesia fue hecha construir en los últimos años del siglo XVI por los dominicos, quienes continuaron en ella durante la primera mitad del siglo XVII, siendo reemplazados después por sacerdotes seculares. Los jesuitas la tienen a su cargo sólo desde 1968, hace menos de veinte años . . . En lo que atañe a las vertientes marítimas del- sur del Perú y norte de Chile, en 1792 el intendente de Arequipa, Antonio Alvarez y Jiménez, provee una importante información sobre la situación lingüística del área al escribir que "no será fácil la total abolición I de las lenguas nativas] en muchos pueblos de los partidos de Condesuyos, Caylloma, Tarapacá y Arequipa , que hablan la Quichua (,) en el de Moque gua ·1a Coli y Aymará , en el de Arica la Aymará y en el de Camaná ( .. . )la Quichua . .. "(13). Esto es, que a fines del siglo XVII la lengua aymará había sido desplazada por la que~ a de los Condesuyos y de Cailloma todavía aymaraes dos siglos antes, y qu~ la aymará estaba reemplazando a la coli (puquina) en el partido de Moquegua . En cuanto a la fecha de "extinción" del puquina (punto 4 de Cerrón), el abate Lorenzo Hervás continúa señalando su existencia en 1800, en medio de un área de quechua generalizado , pero sin precisar lugares, así como también en Pucarani, cerca de la orilla sur del lago Titicaca, en zona de predominio aymará(l4). Para mí, como in-

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diqué, sobrevive en el callahuaya actual. El informe de Clemente Almonte de 1813, sobre el Curato de Andahua, en el partido de Condesuyos, me fue dado a conocer por Luis Millones hace casi veinte años, pero no lo he considerado en mi artículo porque sus referencias a idiomas son demasiado vagas e inseguras. Cerrón transcribe incorrectamente el informe, el cual dice: "El idioma general en estos pueblos es la quichua, la aymará, coli, puquina, isapi y chinchaysuyo hablan en otros: entienden los varones algo de castellano y uno que otro lo habla aunque imperfecto"( 15). Es obvio que en este párrafo con fallas de puntuación, la primera frase concluye en la palabra quichua y la segunda empieza en la aymará y sigue con la mención de idiomas de otros pueblos situados quizá a centenares de kilómetros del curato de Andagua . Para redundar, la información del intendente de Arequipa antes citada se refería ya en 1792 sólo al quechua como idioma nativo hablado en el partido de Condesuyos. . Por su parte, Willem Adelaar, como respondiendo a una sugerencia que me dirige Albó, aborda a través del análisis de la toponimia y de su distribución geográfica la cuestión de los espacios que ocupó el puquina, aportando valiosas observaciones resultantes del trabajo de campo que efectuó a fines de 1984 en las vertientes marítimas de los departamentos peruanos de Arequipa , Moquegua y Tacna. Su exploración le permitió, asimismo, comprobar sobre el terreno la extinción del puquina en el área, así como determinar, en el departamento de Moquegua -foco todavía en l 792 de resistencia del puquina coli frente al avance del aymará- cómo lenguas invasoras: aymará, quechua y castellano, tienen hoy repartido el territorio. Sabemos de este modo que el antiguo "santuario" puquina de Carumas es parte ahora del núcleo de resistencia aymará frente a la progresión del quechua, idioma que, ausente aún del escenario dos siglos atrás, ha ganado ya, en su marcha al sur, las tierras altas de Moquegua, desde las cuales antes el aymará amenazaba al puquina. Retirando las formas 'intrusas' de notorio origen aymará o quechua, Adelaar retiene algunos segmentos toponímicos, como

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waya, laque, coa (los dos primeros, segmentos finales), que postula -a mi parecer, con entero fundamento- como puquinas, y señala que toponimia puquina se encuentra también al norte (o nororiente) .del lago Titicaca En efecto, tienen mucho en común los nombres no aymaraes y no quechuas de lugares del Collao y de las vertientes amazónicas y las vertientes pacíficas de las cordilleras que circundan la cuenca collavina. Si bien en el Perú no se expende, por razones de "seguridad nacional'', las cartas geográficas pormenorizadas de zonas fronterizas que elabora e!' Instituto Geográfico Nacional (Militar) -lo cual me ha privado de obtener material comparativo abundante del sector oriental del departamento de Puno y del sector meridional de Puno y Tacna-, con sólo comparar los mapas a escala mayor se hacen evidentes las semejanzas. Limitándose uno a seguir el segmento terminal -baya (o -huaya o paya, y -vaya en los documentos antiguos), aparecen al oeste del Collao, en territorios hoy peruanos o bolivianos, los nombres Carabaya (Callahuaya), Iscanhuaya (un recinto fortificado), Quiabaya, Milluhuaya; y al sur del lago, Yaribaya(l6); más alejados, al sur, Sabaya y Chipaya, en el departamento boliviano de Oruro, y Sibaya en el valle alto de Tarapacá, en Chile. Sin embargo, desconozco el significado de esta terminación toponímica. En su vocabulario castellano-callahuaya, Oblitas Poblete traduce por "fortaleza" la secuencia k'atu jewaya, donde k'atu significa "grande" y "alto", pero no consigna el sentido dejewaya. Un segmento terminal asignable, igualmente, a un habla puquina es mani, que parece entrar en nombres de cerros altos. En el departamento boliviano de La Paz se tiene a los nevados Chachacomani e Illimani y al pueblo de Chulumani, y en el departamento peruano de Tacna los poblados de Chucatamani, en las nacientes del río Sama, y Lucumani, en un afluente del río Locumba, así como el volcán Yucamani ( de 5508 metros de altura) en las nacientes del Locumba. Oblitas Poblete registra minu ''cerro".

Indudablemente, débese estudiar de manera exhaustiva la toponimia de toda el

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área altiplánica y de las cordilleras y vertientes que la encierran, para poder formular luego conclusiones más seguras. De igual modo, se tiene que realizar con mucha urgencia el estudio de las hablas callahuayas sobrevivientes, puesto que a menudo se encuentra no coincidentes las formas que para significados equivalentes recogieron Oblitas Poblete y Girault, o se halla un número al parecer excesivo ·de sinónimos, como es frecuente en el vocabulario de Oblitas Poblete , lo cual lleva a la sospecha de haber sido colectado en diferentes poblados del área callahuaya. Así, por ejemplo, en tanto que para "cerro" Girault consigna tutu wasan y mitta, Oblitas transcribe tteka, tuti, itu y minu. El texto puquina de Oré, a su vez, suministra una forma diferente: chata (con la variante condicionada Data). itu participa posiblemente en la composición de los nombres Chucuito e Iru-Itu; y chata en la de Quimsa Chata "las tres cumbres" (kimsa ''tres" en quechua) , pequeña cadena montañosa que separa a Guaquí del Desaguadero, y Locochata "cerro loco", garganta a 4,500 metros de altura en la misma cadena( 17). El nombre Quimsa Chata se asigna también a un volcán con tres cráteres que está a unos cien kilómetros al sur del Cusco, cerca del pueblo de Santiago de Cacha(l8). Ninguno de tales vocablos tiene antecedentes en las lenguas uruquilla, aymará ni quechua. El empleo del numeral quechua kimsa en referencia a las características de la formación rocosa (tres elevaciones) ha contribuido, en los dos casos indicados, a "congelar" en esos topónimos el significado de la voz puquina chata. 6. El aymará; área de constitución. Pide Javier Albó una mayor fundamentación a mi tesis de que el aymará se configuró como tal en la cuenca del río Pampas. Debo precisar, primero, que entiendo por cuenca del Pampas el territorio que va desde las nacientes de este río, cerca de la altiplanicie de Choclococha, hasta su confluencia con el río Apurímac; y, segundo, que me atengo para esta postulación a las informaciones existentes. No hay datos acerca de la situación lingüística reinante en el siglo XVI en torno a las ciudades de Ayacucho y Huanta, en el norte del departamen-

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to de Ayacucho, ni tampoco de la altiplanicie misma de Choclococha, departamento de Huancavelica. Con las informaciones que poseemos, gracias en especial a las contenidas en las "Relaciones Geográficas de Indias", elaboradas hacia 1586, podemos hacer un cuadro de distribución de idiomas que, para la antigua provincia de Vilcasguamán, hoy provincias ayacuchanas de Cangallo y Víctor Fajardo, nos presenta contendiendo al aymará y al quechua ; al sur de Vilcasguamán, en la mitad septentrional de la provincia también ayacuchana de Lucanas, hallamos al quechua generalizado, pero igualmente -aunque dispersas y aisladas entre sí- a varias hablas que fueron designadas como hahuasimis y que eran en realidad idiomas de la familia aru, parientes por lo tanto del aymará, si bien ya no reconocidos como tales por su marcada diversificación (en situación similar a la del haqaru y el kauki de la provincia limeña de Yauyos). En la región de los soras (pueblos ubicados entre la provincia de Lucanas y la de Aymaraes, departamento de Apurímac) se hablaba aymará y , asimismo , hahuasimis, que tampoco llegaron a ser identificados como i9iomas arus. Finalmente, en la cuenca media y alta del río Majes (o Collca) el aymará colindaba con varios idiomas "particulares" y "antiquísimos", que, por la situación, he supuesto hablas puquinas, pero que también pudieran haber sido arus hahuasimis. El aymará, de este modo, se encontraba en el siglo XVI enmarcado por el quechua Chínchay (Q.IIB-C) que avanzaba desde el oeste ; por el quechua Wáywash (Q.I) asentado al noroeste desde el valle del Man taro ; por las lenguas de la selva al noreste; y al sureste, por la vieja área puquina en la que penetró tardíamente . Es evidente , entonces, que el movimiento expansivo del aru aymará siguió inicialmente la dirección oeste-este, hacia las serranías de los departamentos de Apurímac y Cusco, y que tal movimiento sólo pudo cumplirse a partir de la cuenca del Pampas en dirección del Cusco , y no a la inversa. Otra información de mucho peso se halla en la "Relación de la provincia de Vilcasguamán", donde se dice que en las localidades de Chiqui y Apongo se habla "el

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aymará corrupto"(l 9). Estos dos pueblos se ubican justamente en la linde entre el área aymará de la provincia de Víctor Fajardo y el área de los hahuasimis de la provincia de Lucanas. Existía, pues, allí -y sólo allí, hasta donde sabemos-, entre el aru aymará plenamente reconocido como tal y los arus hahuasimis ya no percibidos como relacionados con el aymará, una franja de transición cuyos pobladores empleaban "un aymará mal hablado". La existencia de esta franja de transición es tanto más significativa cuanto que dentro de regiones de hablantes quechuas o aymaraes como las de los lucanas, soras y collaguas, se pasaba sin transición a zonas pequeñas y aisladas de hablas no inteligibles para los primeros; frente a tales hablas "particulares y antiquísimas" el aymará, y con mayor razón el quechua, eran indudablemente idiomas de presencia reciente. 7. El ingreso del ayrnará en el Altiplano Thér~se Bouysse-Cassagne y Nathan Wachtel oponen a mi afirmación de la procedencia norteña del aymará "los últ-imos trabajos" sobre las migraciones aymaraes venidas del sur. N. Wachtel cita a Teresa Gisbert y T. Bouysse a John Hyslop. Pues bien, aparte el hecho de que los datos principales que maneja T. Gisbert han sido conocidos y discutidos desde tiempo atrás, y aparte también el error de T. Bouysse cuando hace decir a Hyslop lo que éste no escribió (Hyslop se refiere a Cu timbo, no a Coquimbo, en las alturas de Chucuito, y sospecha que Cieza se confundió dada la similitud fonética de ambos nombres); aparte todo esto -digo-, no hallo contradicción alguna entre los aymaraes invadiendo desde el norte y conquistando desde el sur. Una vez más, las informaciones de la Copia de curatos vienen a darnos luz sobre lo que pudo haber sucedido, cuando contrapone la situación lingüística de la mitad meridional del Altiplano, casi enteramente aymarizada hacia 1600 (pese al importante bolsón puquina entre La Puna, Potosí, Quila Quila, La.Plata y Yotala), a la mitad septentrional, · la circun-Titicaca, en la cual el aymará sólo se había asentado sólidamente sobre la banda de Orcosuyos, aunque no en la totalidad de ésta, mientras en el

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resto de la cuenéa predominaba el puqúina. Si a esta información lingüística se roman los relatos recogidos por ciertos cronistas tempranos, en particular por Cieza de León -a cuyas versiones reconozco la calidad de "noticias frescas" - acerca de la conquista por Cari del sector suroccidental de la cuenca y de la isla de Titicaca y acerca también de sus batallas contra el collacápac Zapana -batallas a las que pusieron fin los ejércitos cusqueños-, no podemos dejar de concluir que cuando escribía Cieza, a mediados del siglo XVI, las conquistas aymaraes en territorio collavino eran acontecimientos bastante recientes. Se llega, incluso, a tener la impresión de que los collas, o puquinas collavinos, se vieron amenazados a la vez por diversos frentes y fueron atacados y desbordados casi simultáneamente por los aymaraes lupacas desde el suroeste y por los cusqueños desde el noroeste. Más aún, los pobladores de la provincia pacase, tanto los descendientes de oriundos del lugar, étnicamente umasuyos, cuanto los de origen foráneo, "serranos" aymaraes provenientes de las sureñas cordilleras de Carangas, convenían en afirmar hacia 1586 que los indios serranos habían descendido de las alturas y se habían asentado en las tierras bajas del sureste del lago sólo a raíz de su derrota por los incas(20). Nada, entonces, impide -ni los datos lingüísticos ni los documentos históricosasumir las conclusiones arqueológicas que presenta Ruth Shady y postular que invasores aymaraes, venidos originariamente del norte en una o más oleadas, siguiendo las tierras altas de la Cordillera Occidental andina, no pudieron vencer al comienzo, por largo tiempo, las defensas de los puquinas collavinos y debieron continuar su avance mucho más al sur hacia quizá la puna atacameña, pero atacando a las poblaciones puquinas y uruquillas (y/u otras más) de la mitad meridional del Altiplano, hasta quebrar su capacidad de resistencia -capacidad indudablemente menor que la del sector septentrional, dadas las condiciones naturales que no permiten allí una alta densidad poblacional-. Una vez afianzados en la región meridional, algunos contingentes aymaraes habrían contramarchado tiempo después hacia el norte, hacia el Callao, aprovechando lasco-

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yunturas favorables generadas por la expansión cusqueña, y penetrado finalmente allí, en una suerte de prolongado rodeo para alcanzar al fin, siquiera parcialmente, la ambicionada tierra collavina. En tanto los grupos aymaraes (lupacas y pacases) se instalaban en las costas del lago Titicaca, otros grupos permanecieron asentados en el sur del Altiplano, con lo cual el idioma aymará se fue diversificando en variedades no muy marcadamente distintas, pero sí lo suficiente como para que, a principios del siglo XVII, Ludovico . Bertonio señalara la existencia de varias "naciones" aymaraes, con rasgos lingüísticos particulares, en especial la de los Charcas(21 ). En territorio chileno, algunos topónimos son obviamente aymaraes, tan al sur como Copiapó (de qopi-yapu "tierra de olleros"); además, el idioma araucano muestra algunos préstamos aymaraes, como el nombre del número 100: pataka (y no la forma pachak del quechua sureño). Casos como éste podrían esgrimirse para argumentar contactos pre-incaicos entre aymaraes y pueblos del Chile actual; pero la explicación de ellos bien puede encontrarse meramente en el hecho de que el aymará fue el idioma del imperio cusqueño cuando Túpac Yupanqui conquistó Chile y que continuó estando masivamente presente en el sur andino antes que lo hiciera el quechua. Las grandes ciudades amuralladas descritas por Hyslop para el suroeste del Collao no serían, pues, obra de los invasores aymaraes, como este autor ha supuesto, sino construcciones defensivas de los collas destinadas a disuadir a los aymaraes de atacar las tierras bajas, así como para proteger sus ganados y mantener abiertas sus rutas hacia los valles de la costa. La misma función protectora frente a la amenaza de los aymaraes posesionados del Altiplano meridional habrían cumplido las numerosas pucaras o aldeas defensivas que, instaladas en las nacientes de los valles desde el norte de Chile hasta el noroeste de Argentina, acordonaban las punas de Carangas, Lípez y Atacama, según describe R. Shady reseñando los estudios de investigadores chiienos y argentinos. La presencia en la mayoría de esos sitios de "componentes de estilo negro sobre rojo o versiones locales de él" que los vinculan

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de ese modo con el estilo Collao del Altiplano septentrional, hacen pensar como posible que una variedad del puquina se hubiese extendido como lengua general en la época por toda el área de influencia collavina, antes que el avance aymará y, sobre todo, la conquista inca, que favoreció de muchos modos a los pueblos aymaraes (con cesiones de tierras en las yungas occidentales y orientales y respaldo político pleno como ejecutores de los designios imperiales), llevasen la opresión y la marginación a los demás pueblos, sus culturas y sus lenguas. La ausencia de poblados defensivos durante el Formativo Pucará, los períodos Tiahuanaco Clásico y Expansivo y la fase primera de las culturas Altiplano pudo deberse al establecimiento progresivo de redes de intercambio económico y cultural que, centradas sobre el Collao, canalizaron un flujo multidireccional de recursos variados y complementarios entre el noroeste y el sureste, el litoral y las vertientes del Pacífico y las vertientes y los llanos amazónicos. La construcción, en cambio, de fortificaciones y pueblos amurallados del · siglo XIII al XV y el consiguiente aminoramiento , la interrupción tal vez, del flujo de intercambios, sólo son explicables por la interposición violenta de gente forastera, ajena a las milenarias tradiciones altiplánicas de complementación multirregional. Por sí sola, esa reacción defensiva generalizada, con su casi centenar de pueblos fortificados como testimonio, es prueba suficiente de cuánto de utópico tiene el modelo de archipiélagos multiétnicos postulado por John Murra. Unicamente la fuerza del imperio cusqueño victorioso a lo largo de los Andes hizo posible el despojo de la gente yunga y la entrega de parte de sus fierras a los jefes aymaraes aliados de los incas. Cabe destacar, en fin, cuán fructífero se muestra el enfoque interdisciplinario, como lo señala el arqueólogo Arturo Ruiz. Espero que este tipo de labor conjunta de especialistas en diversos campos de la ciencia (de la ciencia social en particular) se amplíe y profundice para avanzar en el conocimiento más pronta y acertadamente. 8. El quechua en el noroeste del Collao. Adelaar subraya la adopción por el que-

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Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ~ - chua de Azángaro, Lampa y Melgar, noroeste de Puno, de sufijos aymaraes prestados junto con algunas de las reglas de eliminación vocálica características del aymará y las demás lenguas aru, y ve en estos casos un ejemplo "bastante espectacular de substrato aymará", que iría contra mi hipótesis de pasaje directo del puquina al quechua en esa área, sin una fase intermedia. Si bien es conveniente el estudio de todo el quechua puneño, a fin de determinar si la contaminación con el aymará que se percibe en las provincias aludidas ocurre o no en la región de Capachica y Coata, donde la Copia de curatos denuncia hacia 1600 un incipiente proceso de quechuización, no de aymarización, estimo que los casos examinados por Adelaar no reclaman invitablemente una etapa intermedia de empleo extendido del aymará para ir del puquina al quechua y que basta constatar la situación de cerco· y permanente acoso por parte del aymará a que se han visto sometidos en ese sector antiguamente el puquina y actualmente el quechua. Compárese, salvando las diferentes antigüedades de cada proceso, la situación del quechua de Puno con la del idioma rumano, rodeado por pueblos principalmente eslavos y contagiado de eslavismo en la fonética, la gramática y el léxico. La quechuización del noroeste collavino debe haberse producido más o menos simultáneamente y en vinculación con la de canchis y Canas, e incluso Collaguas, y haberse acelerado a Jo largo del siglo XVII. Bien advierte Albó cómo el cronista aymará Yamqui Sallcamaygua, pese a su manifiesto orgullo genealógico, hace en su crónica, de comienzos de ese siglo, más uso del quechua que del aymará . Débese estudiar, por esto, el quechua actual de esas ex provincias aymaraes, puesto que tal vez desde allí viene este quechua puneño tan transido de aymarismo. De todos modos, el aymará nunca llegó a cerrar el cerco en torno al lago Titicaca: se lo impidió la marcha de la historia colonial, que favorecía al quechua . REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Garci Diez de San Miguel, Visita ... a la provincia de Chucuito, [ 1567 ]. Edicio-

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nes de la Casa de la Cultura del Perú. Lima, 1964, pág. 14. 2) Visita . . . Chucuito, op. cit., pp. 140141. 3) "Relación de la provincia de los Pacajes" [ 15 86?]. En: Relaciones Geográficas de Indias. Madrid, 1885, tomo 11, pág. 54. 4) Nathan Wachtel, "Les Mitimas de la Vallée de Cochabamba. La politique de colonisation de Huayna Capac' ', Journal de la Société des Américanistes, tomo LXVII , París, 1980-1981; anexo l, pp. 318-320. 5) lbidem, anexo 2, pp. 321-324. 6) Antonio Vásquez de Espinoza, Compendio y descrirción de Las Indias Occidentales [1629 . Ed. The Smithsonian Institution. Washington, 1948, pp. 571-572 y 574-575. 7) Tribunal del Poopó, Expediente 1O [años de 1593-1679], citado por N. Wachtel en "Les Mitimas ..."; véase en particular pág. 301. 8) Garcilaso de la Vega. Los Comentarios Reales de los Incas, Libro Séptimo, capítulo IV. 9) N. Wachtel, "Les Mitimas ... ", anexo 1, pp. 318-320. 10) Probanza de Diego de Tiezo, 1611. AGI Charcas 87. 11) Toribio Medina, La Imprenta en Lima. Amsterdam, 1965, tomo I, pág. 141. 12) Garcilaso de la Vega, ob. cit., Libro primero, cap. XVII, y Libro segundo, cap. XVI. 13) Citado por Luis Millones, "Pastores y Tejedores de los Condesuyos de Arequipa : Un informe etnológico al Concejo de Regencia ( 1813)", Boletín de la mblioteca Nacional, 57-58:4. ·Lima, 1971. 14) Lorenzo Hervás y Panduro. Catáloao de las Ienauas de las naciones conocidas. Madrid, 1800, vol. I, pág. 245. 15) Citado por L. Millones, "Pastores ... ", pág. 8. 16) "Relación de la provincia de los Pacajes", op. cit. pág. 62.

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17) Jehan Vellard, Dieux et Paria des Andes. Ed . Emile-Paul. París, 1954 pp. 120-121. ' 18) Luis E. Valcárcel. Etnohistoria del Perú Antiguo. Ed. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, 1959 pág. ' 148. 19) "Descripción fecha de la provincia de

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Vilcasguamán . .. " [1586] . En: Relaciones Geográficas de Indias. B.A.E., vol. I, pp. 205-219. 20) "Relación de la provincia de los Pacajes", op. ~it., pp. 57-5 8. 21) Ludovico Bertonio . Vocabulario de la Len¡ua Aymará. Juli, 1612, páginas introductorias y pág. 398.

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