Lenguaje Criollo ALVA
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Papel de Viento. Revista del Círculo de Estudios Lingüísticos y Literarios "Luis Hernán Ramírez". Lambayeque (Perú), 2001, Año II, No. 2, pp. 19-22.
Lenguaje popular: aproximación al estudio del criollo José Alva Quiñones
_______________________________________________________________________ La sociolingüística examina las relaciones entre las variables 'lenguaje' y 'sociedad', y se propone describir el sistema de reglas o normas que regulan el uso del lenguaje en un entorno cultural determinado. Uno de los tópicos a indagar es el nivel de los estilos que derivan de ciertas formas de conducta psicosocial. Este artículo presenta un marco descriptivo del denominado estilo criollo peruano.
_______________________________________________________________________ Introducción.
En el Perú hay tres estilos de vida características, muchas veces en pugna, pero siempre en continua interacción: el estilo indígena, el estilo criollo, el estilo extranjero (llámese español, europeizante, o simplemente "gringo"). Esto determina que desde el punto de vista cultural, nuestro Perú sea un país escindido. El estilo indígena con una raigambre autóctona y una cosmovisión todavía no suficientemente comprendida ni sistemáticamente descrita, ha resistido por sí la presión colonizadora de los españoles. El estilo criollo, también nativo, pero cuyos orígenes deben buscarse en el desarraigo de los hijos de los conquistadores, asienta su desarrollo en el mestizaje y en el proceso de la colonización y de la transculturación. El estilo extranjero que por muchos años ha sido idealizado por quienes detentaban el poder económico, político, científico y social del país.
El criollo.
Se llamaba criollo a los hijos de los españoles nacidos en América. Actualmente, entre nosotros, en el Perú, se le utiliza como sinónimo de limeño y por extensión de costeño. Se le opone a serrano o a cholo, a los que se les identifica como indígenas. El neocriollismo, por su parte, es la mezcla del criollismo tradicional con matices de lo rural e indígena.
Características del criollo.
La viveza criolla.
Como fenómeno sicosocial la viveza criolla constituye sinónimo de antiingenuidad. Resulta de una mezcla armoniosa de ingenio-audacia, ventajismo y falta de escrúpulos. Constituye todo un estilo de vida que lo encontramos en los más diversos grupos sociales. La viveza criolla implica la actitud de estar alerta, de aprovechar toda oportunidad, de estar siempre dispuesto al quite o
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al zarpazo, pero sobre todo implica la utilización del ingenio para el logro de sus propósitos, con el mínimo esfuerzo.
Las técnicas de conducta de la viveza criolla constituyen un inagotable arsenal que van desde el aprovechamiento oportuno de las situaciones y de las propias capacidades en las personas que triunfan por sus propios méritos, hasta el acomodo y la impostura en los arribistas o en los vendedores delincuentes.
Ventajismo y manipulación.
El ventajismo como objetivo y la manipulación como técnica es quizá la mejor característica de la conducta del criollo, quien prefiere el ingenio y la improvisación al esfuerzo y la capacidad. En efecto, uno de los ideales del criollo está en lograr todos los privilegios con el mínimo esfuerzo y en el menor tiempo posible. La frase el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo constituye una expresión caricaturizada de esta concepción de la vida y por eso mismo la muestra más abiertamente. El criollo es, pues, oportunista, "ventajero" y aprovechador usando para sus logros no sólo las oportunidades sino abusando de la fe, la ingenuidad y la ignorancia de los otros.
La manipulación es la técnica de utilizar ardides y/o estratagemas para lograr sus propósitos; es todo un conjunto de procedimientos para manejar las situaciones y la gente en provecho propio. El criollo usa el ingenio, la picardía, la sorpresa y no pocas veces el engaño para salirse con la suya. Tener muñeca, hacer cholito a alguien, pintar pajaritos de colores, llevar el amen, atarantar, hacer el cuento, sacar cuerpo son expresiones que describen diversas modalidades de esta manipulación.
Dentro de las diversas técnicas de manipulación, por su importancia merecen destacarse: a. el hacerse el...; b. el trabajar al...; c. el acomodarse...
a. El hacerse el... consiste en simular o disimular aspectos centrados en el ventajismo. Las formas más conocidas son: hacerse el zonzo, hacerse el vivo, hacerse el encontradizo, hacerse el interesante, hacerse el loco, hacerse el desentendido, hacerse el indiferente, hacerse el que no sabe, hacerse el sordo, hacerse la despeinada, etc.
b. El trabajar al... implementa la sorpresa y el engaño montando falsas situaciones o distorsionando las verdaderas, para manejar a las personas. El nombre de la técnica proviene del modo de hacer la manipulación o más frecuentemente del sentimiento que se busca provocar en quien se manipula. Entre las formas más conocidas, tenemos: trabajar al susto, trabajar al sentimiento, trabajar a la boquilla, trabajar al papeleo, trabajar a la sicología, etc.
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c. El acomodarse... es la técnica de ubicarse pronto y bien, sin tener los méritos necesarios. En efecto, el criollo amante de la vida fácil usa el ingenio y la picardía para ubicarse, prefiere el ingenio al esfuerzo, la apariencia a la realidad y el ventajismo a la justicia. El “tarjetazo”, el "compadrazgo", la "criollada" son verdaderas instituciones del acomodo. 'El arribista', 'el amarrador', 'el comechado', y 'el que se las sabe todas' no son sino tipificaciones de las múltiples formas del acomodarse.
Estar arriba y evitar estar abajo.
"Estar arriba" significa estar bien, gozar de prebendas y privilegios, tener dinero, prestigio o protección. Es característica del criollo buscar "estar arriba". Esto lo convierte algunas veces en trabajador esforzado, pero en la mayoría de las veces en verdadero arribista. El arribismo, modalidad de la viveza criolla, consiste en escalar posiciones sin tener los méritos suficientes o sin hacer los esfuerzos necesarios, sino más bien haciendo gala de oportunismo y de influencias cuando no de tretas y de pura o irresponsable osadía.
El trepar es una forma de arribismo, significa escalar posiciones adulando y medrando en el poder. Estar bollante implica estar arriba, disponer de dinero obtenido fácilmente. Estar bajetón es tener logros por debajo del nivel acostumbrado. Estar de bajada consiste en estar perdiendo ubicación, en cambio, el estar caído es haber perdido ya su ubicación, es no tener dinero, trabajo o protección, también conlleva el estar con el ánimo bajo o deprimido. Echarse es abandonarse, dejar la lucha, bajar la guardia. Serrucharle el piso a alguien está relacionado con el hacer perder su ubicación a otros, hacerlo caer. Montar a alguien consiste en aprovecharse de él humillándolo. Meterle el dedo es también humillarlo y derrotarlo.
Pisar y evitar estar pisado.
Estar pisado se utiliza con sentido peyorativo y es una de las formas de negación de los valores del criollo. Significa estar dominado por alguien, haber perdido libertad y autonomía, ser una especie de títere o de estropajo. Implica, pues, estar en una situación humillante, situación que alcanza su grado superlativo cuando es la mujer la que 'pisa' al hombre.
El pisar a otro y no dejarse pisar caracteriza muchas de las formas de relación entre los criollos. El pisar al otro es dominarlo y por lo tanto es ser superior a él. Expresiones como tener a alguien bajo la suela de sus zapatos, no dejarse montar, apretar a alguien las hueveras, expresan el no permitir dejarse dominar y por el contrario ejercer una acción de dominio.
De acuerdo a los valores machistas del criollo se espera que el hombre domine a la mujer y que por lo tanto debe tenerla pisada, controlada. Ella debe quererlo y 'aguantarlo', atenderlo,
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guardarle las espaldas, deberle obediencia y sumisión. Él en cambio se deja querer y atender y debe ser quien manda.
Aventajar al otro.
Constituye una mezcla de competitividad, afán de dominio y espectacularidad que llevan al criollo a vivir comparando sus méritos y sus logros con los de los demás. Lucirse, sobrase, pasar, son expresiones que llevan implícita esta actitud.
Mostrarse valiente y bravucón.
Estar dispuesto a la pelea y a la competencia, mostrarse audaz, desafiante, competitivo, no aceptar la humillación ni el ridículo, constituyen los valores machistas básicos del criollo que lo empujan a una actitud de enfrentamiento sólo para conservar su prestigio de valiente y de bravucón. Ser un machote, ser un gallo de pelea, no dejarse pisar el poncho muestra esta actitud criolla básica. Roncar, ser castigador, ser pre-potente, ser alaraquiento, ser aventado, jugarse entero, meterse a la candela, son otras tantas expresiones que denotan idénticos valores machistas.
Exigir sus derechos.
El criollo es reclamador y exigente, no tolera que atropellen sus derechos, y adopta una actitud de enfrentamiento activo. Son modalidades de este enfrentamiento: a. el aclare; b. el paralé; c. el piteo.
a. El aclare. Aclarar a alguien es enfrentarlo para poner las cosas en su sitio, es desmentirlo borrando malos entendidos, mostrándole que no se le tiene temor y colocándose en el sitio que cree que le corresponde. Es 'bajar' a alguien que pretende de una u otra forma echar sombra sobre su prestigio atropellarlo o 'usarlo'.
b. El paralé. Parar a alguien es poner con firmeza límite a quien hace abuso de confianza o se sobrepasa en el uso de sus derechos.
c. El piteo. Pitear consiste en reclamar enérgicamente, protestar con violencia cuando siente sus derechos conculcados.
Darse ínfulas.
El criollo vive exageradamente en función de qué dirán aparentando lo que no es, dándole a su existencia cierto matiz de inautenticidad e impostura. Le gusta mostrarse sobrado, dársela de
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macho, sonar, fanfarronear, sorprender a los otros con balandronadas. Expresiones como pura pose, sólo peliculina, puro blablá, ser caído, dárselas de macho, darse su lado, etc. ilustran bien esta actitud.
Tomar el pelo y tener correa.
En su manera de hablar el criollo es locuaz y tuteador, ocurrente y ameno, liso y burlón. Sus dimes y diretes están mal pimentados casi siempre de gracia y picardía, de sumba y malicia y de una penetración sicológica realmente admirable. La conversación entre criollos transcurre casi siempre en un tono seguido, donde el doble sentido, el humor y la chispa son una constante.
El criollo busca reírse a costa del otro. La tomadura de pelo y la chacota son las formas más crudas del humor agresivo. Batir y no dejarse batir constituye uno de los valores fundamentales en la conducta del criollo.
La tomadura de pelo -verdadero deporte del criollo- es una técnica que utilizando la broma está dirigida a ridiculizar al otro, poniendo en evidencia sus defectos y debilidades. El tomador de pelo distorsiona los acontecimientos o pone al otro en situaciones imaginarias tratando sistemáticamente de "picarlo". La chacota es la burla en cero de los espectadores de una tomadura de pelo. La tomadura de pelo y la chacota constituyen todo un juego del tipo perseguidorperseguido donde el grupo participa creando la atmósfera de burla necesaria que colabora con el tomador de pelo y multiplica el efecto del ridículo. La correa es la capacidad que tiene el criollo para tolerar la agresión de las bromas, las burlas y las tomaduras de pelo.
Se espera del criollo que entre en el juego de los dimes y diretes, de los chistes y de las tomaduras de pelo, responda con otras agudezas, que no se 'pique' y que sea capaz de participar en el grupo que hace la chacota, convirtiendo todo esto en una verdadera escaramuza con sus protagonistas y sus espectadores.
Los estudiosos están realizando una recopilación de los chistes más frecuentes que circulan entre los criollos, en el convencimiento de que constituyen un testimonio vivo de la percepción que tiene el criollo de sí mismo y de su mundo.
El criollo aficionado a los chistes y a las bromas suele tener correa y procura sobrepasar al burlador devolviéndole la broma con alguna frase ingeniosa, estableciéndose así verdaderas escaramuzas verbales preñadas de picardía que suelen hacer las delicias del grupo que festeja y alienta este tipo de juegos.
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Las bromas para el criollo constituyen todo un arte para saber mantener el límite, para no herir al otro logrando conservar el clima de diversión y camaradería. Hay personas sensitivas que no toleran estas bromas y 'se pican'. Hay también personas que no saben dosificar sus bromas y las convierten en las llamadas 'bromas pesadas' (verdaderos faults en este juego) que son mal vistas y que son consideradas como expresión de agresividad y de mal gusto.
Tener serenidad y falta de escrúpulos.
La concha criolla consiste en una mezcla de audacia, serenidad y falta de escrúpulos que permiten al criollo ubicarse tranquilamente donde no le corresponde, sorprender a los demás para sacar ventaja atropellando normas, personas y barreras, desafiando la opinión de los demás mostrándose egoísta, desconsiderado y explotador. El fresco, el conchudo, el vividor, el suelto de huesos, son ponderaciones populares que describen esta situación.
Temor a ser engañado y necesidad de reasegurarse.
El criollo no sólo trata de sorprender y de aprovecharse del otro, sino que a su vez teme ser víctima de la inescrupulosidad y de los estratagemas de los otros. Esto lo hace concebir la vida como una "lucha de vivos" y de estar siempre a la defensiva, mostrándose desconfiado y receloso. Expresiones como a vivo, vivo y medio; cuando tú estás de ida yo estoy de vuelta; guardarse las espaldas; nadie sabe para quién trabaja; ir por lana y salir trasquilado, etc. expresan claramente esta forma de conducta.
Improvisar y postergar las obligaciones para el último momento.
Hacer las cosas a la criolla es hacerlas descuidadamente con falta de rigor, sin previsión, aunque muchas veces con ingenio e iniciativa.
La "dejadez" es la actitud crónica de postergar o de evadir el cumplimiento de las obligaciones aun a costa de posteriores apuros o de lamentaciones de última hora. Esta actitud podría frasearse diciendo "lo que tienes que hacer, déjalo para el último momento y si puedes evitarlo, no lo hagas". Implica una falta de previsión y de responsabilidad. En efecto, el "dejado" se muestra con mucha confianza y poca previsión, evita hacer más esfuerzos del mínimo indispensable hasta el último momento. Es de los que les gusta vivir el día y de los que procuran que los demás hagan las cosas por ellos, es de los que esperan el último día para presentar sus papeles, para comprar sus regalos y para todo lo que implique plazos y vencimientos. Parece no tener la energía necesaria para proyectarse al futuro. El equipo de fútbol "saca la garra al final" buscando voltear el partido que está perdiendo. El estudiante se esfuerza amaneciéndose en víspera de exámenes, tratando de recuperar el tiempo que no ha estudiado a lo largo del ciclo. El
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contador pone al día sus libros haciendo en los tres últimos días el trabajo que debió hacer en todo el año.
Aprovechar y gozar el momento.
Fiestero, gastador, chupador, jaranista, bullanguero, mujeriego, alegre y sensual, la vida para el criollo es algo que hay que gozarla y aprovecharla. Que viva la jarana aunque no se coma mañana, a bailar a bailar que el mundo se va a acabar, darse la gran vida,... son exclamaciones que muestran este rasgo hedonista en la conducta del criollo.
Mostrarse sociable y conversador.
El criollo actúa con desenvoltura en las actividades sociales, es dichirachero, usa el halago y la "labia" para lograr sus propósitos. Piropeador, zalamero, confianzudo y espontáneo, rompe siempre las formalidades y acorta las distancias interpersonales. Tuteador (se pone fácilmente en ambiente, es fiel amigo), compadrero, apañador, acollerador y muchas veces jala más para el amigo que para la propia familia, es candil de la calle y oscuridad de su casa.
Sentimentalismo.
Resentido, sentimental y romántico, el criollo cultiva un verdadero "mamismo". La mujer del criollo es sufrida, querendona, hogareña y estimula el machismo del hombre. Estar templado, encamotarse, darse a la pena, cegarse por alguien, etc. ilustran esta actitud.
Fatalismo.
El criollo cree en la suerte y en la mala suerte, en que su destino está trazado de antemano y en que hay los que han nacido con estrella y los que han nacido estrellados. Las siguientes expresiones ilustran esta actitud: nacido de pie, ser lechero, ser piñoso, es su destino.
Los "ismos" del criollo.
Para terminar y a manera de resumen, queremos referirnos a los "ismos" que caracterizan las técnicas de conducta del criollo:
El ventajismo: tendencia a aprovecharse sin escrúpulos de la ingenuidad, la ignorancia o el descuido de los demás.
El machismo: culto al coraje y la bravuconada.
El manipulismo: tendencia a manejar personas y situaciones en provecho propio.
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El arribismo: tendencia a escalar posiciones sin poseer los méritos suficientes usando el halago y la manipulación.
El mimetismo: tendencia al acomodo, al cambio oportunista y a la falta de autenticidad.
El exclusionismo: principalmente como "anticholismo" y "criollismo".
El hedonismo: tendencia a la vida fácil y sensual.
El qué dirán: temor al ridículo.
El fatalismo: creencia en la predestinación y en la suerte.
El sentimentalismo: culto al amor, la ternura, y el romanticismo.
El patismo: culto a la amistad.
El mamaísmo: culto a la madre.
El compadrismo: tendencia a utilizar la amistad para obtener posiciones y ventajas.
El humorismo: tendencia al sentido del humor, al chisme, la chacota y la tomadura de pelo.
El improvisionismo: tendencia a hacer las cosas sin preparación y con falta de rigor.
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