Leery Leer 08

October 2, 2017 | Author: Alex Chavez | Category: Planets, Children's Literature, Science, Knowledge, Reading (Process)
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Editorial ESTE NÚMERO DE LEER Y LEER ESTÁ DEDICADO A LA CIENCIA, PERO A LA CIENCIA VINCULADA A LA LITERATURA Y, POR SUPUESTO, A LA LECTURA.

Dirección editorial Doris Arroba Jácome Coordinación editorial Laura Lecuona Edición Laura Aguirre Lass de Lamont Irma Ibarra Bolaños Corrección de estilo Daniel García Castillo Marxa de la Rosa Diseño Angie Aladro Fabiola Sandoval Uribe Portada Segundo Pérez Cuevas Ilustración portada ¿Sientes la fuerza?, de Richard Hammond (México, Ediciones SM, 2006) Fotografía Armando Mora Hernández Laura Aguirre Lass de Lamont

Dirección general Manuel A. Lezcano de Orléans M.

Consejo editorial Sergio Nájera Franco Doris Arroba Jácome Laura Lecuona Erika Olvera Segundo Pérez Cuevas

Leer y leer es una publicación de Ediciones SM©, 2007 SM de Ediciones, S.A. de C.V. ISSN: en trámite Núm. de certificado de licitud de título: en trámite Núm. de certificado de reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: en trámite. Magdalena 211, Colonia del Valle, c.p. 03100, México, D.F. Tel.: (55) 1087 8400 Fax: (55) 1087 8459 www.ediciones-sm.com.mx

Los científicos han encontrado en la divulgación de la ciencia una manera de comunicar a la gente, a las personas ajenas a los laboratorios o al mundo académico, sus hallazgos, teorías y conocimientos. Recordemos que apenas hace treinta años no existían los libros de ciencia para niños. Si una niña o un niño quería explorar el fascinante mundo del conocimiento —científico, artístico, tecnológico o histórico— tenía que ingeniárselas con sus insuficientes herramientas (lingüísticas y referenciales) para acceder a textos no pensados para las mentes ni las manos infantiles, libros poco amigables e incluso aburridos; aún así, leía y miraba con avidez lo poco o mucho que había en casa o en la biblioteca pública: enciclopedias, libros de arte o de animales… toda la gama de volúmenes acomodados en estricto orden, y hojear con extremo cuidado esos ejemplares dirigidos a adultos, siempre con el temor heredado de maltratar o ensuciar las páginas. Por fortuna, cada vez más editoriales han tomado en sus manos la tarea de traducir esos conocimientos y han puesto al alcance de niños y jóvenes libros especialmente hechos para ellos, con temas, tratamientos, imágenes y formatos atractivos y accesibles. Muchas bibliotecas escolares han incorporado, además, diversos libros de divulgación, conscientes de que un lector no se forma con un solo tipo de texto. En este número de nuestra revista acercamos a los lectores al mundo de la divulgación y de la comunicación de la ciencia, pero sin desvincularla de esa

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otra dimensión del lenguaje: la literaria. Nuestro recorrido empieza con Pedro Moreno, autor de libros de ciencia para todas las edades, siempre atento al carácter narrativo de la divulgación; continúa con la sección “Aula activa”, que en esta ocasión incorporó dos talleres de ciencia para niños y jóvenes; María Cristina Vargas, editora de Ediciones SM, nos habla acerca de la labor del editor de divulgación, sus retos y satisfacciones; Gabriela Nájera, bibliotecaria chihuahuense, escribe en la sección “Entre maestros” un artículo que da fe de la buena relación que hay entre los niños y los libros. Como en cada número, en “La palabra en escena” Laura García nos explica el significado de algunos términos, en este caso relacionados con la ciencia y la divulgación; para la sección “Un gran autor para un gran premio” entrevistamos a María García Esperón, autora de la novela El disco del tiempo, que vincula la investigación arqueológica e histórica con la mitología y la aventura; en “Libros al acecho” el divulgador Sergio de Régules comparte con los lectores un trozo de su infancia y parte de su quehacer. Inauguramos la sección “Todos somos lectores” con entrevistas hechas a distintos astrónomos, quienes nos platican acerca de su relación con los libros y la lectura. Finalmente, presentamos lo más relevante del Seminario Internacional de Educación Integral, a cargo de la Fundación SM.

NOMBRE SECCIÓN

Contenido 22

4 En el cruce de la lectura con la ciencia Entrevista con Pedro Moreno

6 Aula activa preescolar Taller: Siente la ciencia

7 Aula activa primaria y secundaria Taller: Una editorial en el salón

10 Entre libros Editar libros de divulgación MARÍA CRISTINA VARGAS DE LA MORA

11 De buen humor Historieta Equis y Zeta ISOL Y JORGE LUJÁN

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12 Entre maestros De belugas, dinosaurios y libros de Pedro Moreno GABRIELA NÁJERA TRUJILLO

14 La palabra en escena De ciencia y otras curiosidades LAURA GARCÍA ARROYO

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16 Los recomendados de SM Rutas de Lectura

18 Un gran autor para un gran premio 30

Entrevista con María García Esperón

20 Todos somos lectores ¿Qué leen los astrónomos? RAÚL MÚJICA

22 Conceptos, ideas en movimiento Libros al acecho SERGIO DE RÉGULES

26 Las novedades de Ediciones SM Literatura infantil y juvenil

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27 Para tomar nota 28 Fundación SM frente a los retos de educar integralmente a las niñas y los niños de México 6

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a Feria Internacional de Lectura FILEC VERÓNICA MACÍAS ANDERE

32 Buzón del lector

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La Reina Margrethe II de Dinamarca visita Ediciones SM Un ilustrador mexicano, un ilustrador danés, una escritora danesa, unos cuantos días de trabajo en equipo y mucha creatividad. Resultado: El fabuloso viaje de Baldirya, un libro en honor a la reina Margrethe II de Dinamarca. Nuestra casa editorial, comprometida con la literatura infantil, fue honrada con la visita de la reina Margrethe, interesada en acercar la literatura a los niños del mundo. Del 11 al 20 de febrero pasados, Juan Gedovius y Rasmus Bregnhoi enriquecieron con sus ilustraciones el texto de Iselin Hermann El fabuloso viaje de Baldirya. La obra fue presentada el jueves 21 de ese mes, en las instalaciones de Ediciones SM, en el auditorio José Vasconcelos. Durante este encuentro de dos países, el narrador Gerardo Méndez leyó el cuento ante un nutrido grupo de niños mexicanos, quienes, entre risas y aplausos, festejaron así la literatura infantil.

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EN EL CRUCE DE LA LECTURA CON

la ciencia Entrevista con Pedro Moreno Por Irma Ibarra

Pedro Moreno Hentz estudió Oceanografía en la Universidad Autónoma de Baja California, campus Ensenada, y Geología Planetaria en la Universidad de McMaster, en Hamilton, Canadá. Trabajó en el Instituto Mexicano del Petróleo, y fue invitado por el Departamento de Arqueología Subacuática del INAH para explorar el área maya en busca de la ruta comercial de la sal entre Palenque y Tulum. Escribió la colección Exploradores para Editorial Planeta. Ha hecho investigación, recopilación fotográfica y divulgación científica, e incursionado en radio, llevando a todo tipo de públicos a conocer otros lugares, otras personas y otros animales. Ediciones SM ha publicado sus libros Mi primer diccionario de fauna de México y Mi primer diccionario de flora de México.

II: ¿Qué relación encuentras entre la ciencia y la lectura?

II: ¿Con qué otros desafíos y obstáculos te encuentras al hacer divulgación?

PM: En mi infancia, la mayoría de los textos científicos, por la jerga técnica que utilizan, me hacían imposible la lectura. Con el tiempo me surgió la idea de que alguien tenía que hacer una “traducción” de lo que cada científico intentaba decir. Si no, nadie iba a leer ciencia. Muchos divulgadores son “traductores” de algún científico: si los puede entender un niño, también un adulto. A mí me ha gustado mucho hacer libros para niños porque de entrada tienes que asumir que ellos son lectores de imagen más que de texto; tienes que atraparlos con imágenes y un texto minúsculo, para que la lectura sea más un placer o una curiosidad que una obligación; algo para motivarlos a leer, no para hacer la tarea ni pasar un examen. Y resultó muy bien. De hecho, hacer libros me permitió “brincar” a la radio. En un libro, la imagen te ahorra las palabras, pero requieres la foto del animal haciendo cosas distintas: durmiendo, comiendo, apareándose, defendiéndose de algo, porque vas a contar una historia. En la radio se facilitó todo eso: la experiencia de contar historias complicadas, en espacios muy reducidos, con palabras muy cortitas; en radio no necesitas fotógrafos. Esa experiencia combinada de libro y radio ha sido muy rica. La ley de oro: enganchar a los lectores o a los escuchas; si no, pierdes al público. No es que la gente no quiera leer temas interesantes: el autor tiene que hacérselos interesantes.

PM: Con los editores, porque ellos tienen una idea muy mercadotécnica: se necesitan determinados libros porque hay un nicho (un tema) que nadie está cubriendo, y resulta que lo tiene la competencia, pero quieren sacarlos al mercado antes que los demás. Luego, los distribuidores: quieren libros de tales y tales medidas, porque es lo que se mueve en los anaqueles. A veces, tienes un tema que quieres divulgar, pero al editor no siempre le interesa. Por ejemplo, cuando hice la colección de Exploradores, había dos temas que eran muy mexicanos pero que no se podían cubrir, por ser tabúes: murciélagos y magueyes. Murciélagos, porque “los vampiros” asustan a los niños… ¡Qué se van a asustar! Y el maguey tampoco, porque el pulque y el vicio… Si hay algo que define la cultura mexicana en términos de plantas es el maguey, ¡es el árbol de la vida! No sacamos esos dos títulos por eso.

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II: Me imagino que debes tener un pie en la ciencia y otro en la divulgación, en cómo comunicar la ciencia. PM: Sí, se necesita ser “híbrido”. Sí hay cosas interesantes en los libros de ciencia, pero el texto en sí suele ser aburridísimo, porque está mal contado. La primera vez que vi un documental de Jacques Cousteau dije: “Yo quiero ser ése, sin la gorrita. Por lo menos es una carrera que me va a poner en el mar”. Eso me motivó para estudiar Oceanografía;

me pareció que era divertida, original. Tiempo después, mientras estudiaba etología, tuve que explicarles cosas a los niños; me di cuenta de que a ellos lo que les interesa es el animal, no tú, y que lo que quieren saber acerca del animal no es lo que tú les quieres contar. Es una buena experiencia de comunicación, que no tienen los académicos; a ellos lo que les interesa es un público dócil, que no se rebele, no cuestione ni critique nada. Hoy en día se vive un repunte de la divulgación, porque cambió por completo su lenguaje; hoy el público se interesa por estos temas, por ejemplo, el del medio ambiente, por el cambio climático. Así que ahora hay más personas interesadas en estudiar ciencia. Pero sucede que hay mucha lectura para niños, y para adolescentes casi no hay nada. Por eso es importante la continuidad; de pronto todas las editoriales se vuelcan sobre el mercado infantil, que es el que más crece y se renueva, y luego ahí se estancan. La idea es que tengas progresión, que te vayas al siguiente escalón. Resulta que los niños a los que les interesa la ciencia quieren dar un paso más allá y se encuentran con que no hay material de lectura adecuado. Si se va a lanzar el tema para niños, hay que tener pensado el siguiente paso. Esos niños a quienes atrapaste con tu libro están creciendo. ¿Cuál es el chiste de promover la lectura si cuando quieran leer otras cosas ya no hay? II: ¿Cómo surgieron Mi primer diccionario de flora y Mi primer diccionario de fauna de México?

PM: La idea fue muy simple: me pidieron dos diccionarios, uno de animales y otro de plantas. Definimos lo que la editora necesitaba: fotos, un texto muy breve, y animales representativos de México. Afortunadamente sí se pudo hacer, y quedaron muy bien. Aquí hay fotos que son espectaculares. Pero si realmente quisiera meter las plantas más representativas de México tendría que haber incluido unas que no son nada carismáticas. Uno como autor va a enganchar al lector más fácilmente con un jaguar que con una hormiga o una polilla, que traen más beneficios ambientales que el jaguar. Animales importantes, los insectos; ocho de cada diez animales son insectos, aunque no sean carismáticos. Por ejemplo, este libro tiene una contraparte que se llama “El jaguar”, que es prácticamente un recetario de la dieta del jaguar. En él te fuerzo a ver animales que no se consideran atractivos, pero que sirven para llenarle la panza al jaguar, que sí es atractivo. Estos temas funcionan como una introducción, pero tiene que haber una continuidad. Por ejemplo, la continuidad de estos diccionarios sería hacer un compendio de fauna de México: entonces ponemos desiertos, selvas, mares, ríos y lagunas; vemos qué tipo de animales son los más interesantes dentro de cada uno de esos ecosistemas; pasas del individuo al colectivo. Y empiezas a entender que ninguno de estos animales vive por sí mismo, que se necesita todo un entorno para vivir. Creo que gran parte del éxito de estos diccionarios fue la imagen; a un niño le dice muchísimas cosas. En esto de acer-

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car a los niños a la ciencia, pues no hay gran ciencia. Tú como autor sí tienes que documentarte muy bien: conseguir buena información, verificada y confirmada, y después traducirla, porque si le das a leer esto a alguien y no le interesa, es porque no hiciste bien tu trabajo. También es una responsabilidad, como autor, no crear la falsa imagen de que este tipo de libros son de ecología: esto no es ecología. Es un gancho para meterte al tema, es el betún del pastel, pero no es el pastel. Hoy en día estoy trabajando con gente que fue niña hace 60 años. La curiosidad que tiene un niño acerca de un tema es la misma que tiene una persona mayor; es increíble la semejanza que hay entre una generación y otra. Me gustaría que el proceso fuera simultáneo: que las editoriales lancen un libro para niños y otro para adultos, para leer en compañía.

AULA ACTIVA PREESCOLAR

Taller para preescolar Siente la ciencia

Cuando se piensa en lectura y libros, generalmente se piensa en géneros como la novela, el cuento, la poesía, la fábula o las cartas. Sin embargo, en el enorme universo de los libros no sólo existe la literatura o la poesía, sino todo aquello que hemos denominado divulgación científica o libros de tipo informativo (también se les conoce como de “no ficción”). Hay muchas maneras de leer los libros de ciencia, de arte o de historia: puede ser de forma recreativa o por el puro gusto de conocer más acerca de algo; pero también puede leerse “para hacer”, para llevar a cabo experimentos que conduzcan al lector a plantearse más preguntas y a seguir leyendo. Los talleres que hicimos en esta ocasión tuvieron dos objetivos principales: 1. Poner al niño y al joven en contacto con el objeto mismo de conocimiento, sea éste el ciclo de vida de un animal o la manipulación de sustancias que se comportan distinto, dependiendo de su densidad, su masa o la materia que las compone. 2. Invitar a los docentes de los tres niveles de educación básica a que experimentaran con la ciencia, para fomentar dentro del aula el pensamiento científico. También nos interesaba observar las reacciones de los niños durante los experimentos, y que comprendieran que aunque parezcan cosa de magia, no lo son: es ciencia. ¿Ciencia para niñas y niños pequeños? Sí, en esta oca-

sión nuestros invitados fueron niños de 3 a 5 años, y los responsables del taller fueron dos entusiastas promotores de la Dirección de Divulgación de la Ciencia de la UNAM: Serafín Pérez y Ezequiel Valdivia. Hicimos dos experimentos, que se pueden reproducir en el aula o servir de punto de partida para otros.

EXPERIMENTO 1: DENSIDAD Este experimento puede trabajarse desde preescolar hasta secundaria. Su objetivo es proporcionar al alumno la noción de densidad. Los niños estuvieron muy interesados y participativos, sin perder la paciencia en ningún momento. Se sorprendieron con los resultados y quedaron motivados para el siguiente experimento.

EXPERIMENTO 2: OBLECK Éste fue el experimento que más entusiasmó a los niños. Desde hacer la mezcla hasta el hecho mismo de tocarla, les resultó sorprendente; hubo quien soltó la carcajada cuando intentó sumergir los dedos en la mezcla y vio que fue imposible, y cuando los sumergía lentamente, la sustancia se escurría como un líquido. Lo interesante de experimentos como éstos es que lo mismo pueden hacerse con niños de preescolar que con adolescentes de secundaria; la explicación se ajusta a cada nivel.

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AULA ACTIVA PRIMARIA Y SECUNDARIA

Taller para primaria y secundaria Una editorial en el salón “Relamiéndose los bigotes con toda calma, nuestro ocelote descubrió a otro ocelote. Su cuerpo se tensó, se dispuso al ataque, pero el otro no se movió. Se trataba de una hembra ocelote. Lo supo por su tamaño. Cada uno ‘firmó’ su espacio; ella le lanzó un gruñido y se alejó. Con cautela, él se aproximó al tronco donde un minuto antes ella había estado, y con la punta de la nariz olfateó la ‘firma’, para registrarla en su memoria.”

Entrar en el mundo de los libros no sólo implica ser lector. También se puede participar en la elaboración de los libros. Conocer este proceso es una excelente manera de apropiarse de ellos y hacer de la lectura una acción que nos lleva a otras experiencias creativas. En este taller, impartido por el divulgador de la ciencia Pedro Moreno, los niños tuvieron la posibilidad de hacer su propio libro a partir de una serie de pasos del proceso editorial. Nuestros invitados fueron niños de siete a trece años de edad. Lo interesante es que en esta ocasión se trató de un libro de divulgación “híbrido”: con información científica pero narrando la historia como si fuera un cuento. En el inicio Pedro dio una introducción a la vida y características del ocelote. Los niños le preguntaron acerca de la alimentación, reproducción y forma de vida del felino.

Proce

El siguiente paso fue definir el contenido del libro; cada niño se planteó qué tipo de historia quería contar y dónde integrar las imágenes para reforzar su texto. Notamos que cada niño ponía especial atención en distintos elementos: por ejemplo, hubo niñas que estaban más preocupadas por el diseño del libro (la parte estética); otros niños se concentraron más en la parte narrativa, poniendo más atención en la historia. Ya que el texto quedó listo, lo encuadernaron doblando las hojas por la mitad y pasando por en medio un estambre para sujetarlas. Al final todos les mostraron su libro a los demás compañeros, de ese modo nos dimos cuenta de la gran diversidad de materiales que surgieron a partir de la investigación sobre un animal como el ocelote.

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Recursos

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Conclusiones

En primer lugar, con estos talleres pudimos ampliar la idea que teníamos de los libros de divulgación. Este tipo de talleres, en los que se manipulan sustancias o se crea algo (un libro, por ejemplo), permiten a los alumnos entender mejor los principios o las teorías científicas, en contraposición a la explicación abstracta. Es necesario incorporar al aula libros de divulgación de la ciencia. Cada niño, a su nivel, los comprende, y siempre se asombra. No se trata de “estudiarlos”, sino de disfrutarlos, tal como se disfruta un cuento o una novela, aunque cada género provoque en el lector cosas distintas. El placer de la lectura no está nada más en la facilidad de un texto, sino en el placer de pensar y de acceder a lo complejo. Los experimentos pueden hacerse desde preescolar hasta secundaria. El objetivo es poner en contacto al niño o al adolescente con la ciencia y sus aplicaciones, y desarrollar en ellos una mente indagadora, abierta y dispuesta a acceder a conocimien-

tos más abstractos o a las teorías que explican el entorno natural, cultural y social en el que vivimos. Muchas veces se requiere mayor intervención por parte del maestro. Es importante reconocer que tanto niños como adultos estamos en constante aprendizaje y que no es necesario “dominar” el tema o la materia para acercar estos libros a los niños. Lo realmente indispensable es tener la disposición para llevarlo a cabo. Con los experimentos nos damos cuenta de las capacidades de los niños, y de que aunque estemos viendo un concepto específico, siempre hay conocimientos suplementarios y capacidades que se ponen en juego. Por ejemplo, los niños de tres años no sabían usar un gotero ni contar hasta 60, y con el experimento de los anillos de color aprendieron ambas cosas; o que un libro no surge espontáneamente, sino que detrás de él hay una serie de personas, con distintos oficios, que lo hacen posible.

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ENTRE LIBROS

La aventura de hacer libros de divulgación Por María Cristina Vargas de la Mora

Si he visto más allá, lo hice parado en hombros de gigantes. Isaac Newton

María Cristina Vargas de la Mora tiene casi veinte años involucrada en la literatura infantil y juvenil. Comenzó como promotora en el Taller de Lectura Infantil ÚTLI, A.C., en la ciudad de Guadalajara. Entre otras actividades, tenía la de participar en la FIL Niños, así como impartir talleres y administrar una biblioteca. También ha participado como promotora de libros para niños en el Fondo de Cultura Económica. Actualmente trabaja para Ediciones SM, en donde edita libros de divulgación para niños y jóvenes, y traduce al español libros en inglés y francés.

De pequeña me gustaba bajar a la cochera de mi casa, donde había un par de libreros que contenían, entre otros títulos, una enciclopedia ilustrada. Me quedaba horas absorta en esos libros que no contaban historias pero enseñaban lo increíble y amplio que es nuestro mundo y me hacían sentir parte de él; me detenía en las imágenes, leía los pies de foto, veía los mapas, me maravillaba con los animales, con los hombres ilustres, las plantas y los monumentos. Mirar y leer los tomos era como subirse en un tren y atravesar un paisaje que todo el tiempo estaba cambiando. En la actualidad, como editora de libros de divulgación, mi deseo es viajar en ese tren por medio de un libro informativo. Afortunadamente existen muchas posibilidades: por ejemplo, hacer un recorrido dentro del cuerpo humano para descubrir de qué estamos hechos y lo maravilloso de su funcionamiento; un paseo por las profundidades del mar para convivir con los animales que viven en un arrecife de coral; emprender la ruta de la historia de los números, la magia del lenguaje matemático, sus trucos y sorpresas. Mediante los libros de divulgación el lector puede transportarse desde el espacio sideral hasta el pequeño universo de un átomo. Con nuestro equipo de trabajo, estamos conscientes de la riqueza que existe en México y pensamos en lo que queremos mostrar al editar cada libro; por ello, nos damos a la tarea de editar materiales

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que informen y motiven a los lectores acerca de temas locales: la diversidad de lenguas que hay en nuestro país, nuestra flora y fauna, los parques nacionales y reservas ecológicas, las manifestaciones artísticas y culturales, su historia, entre otros. Lo importante es transmitir el conocimiento con un lenguaje accesible e imágenes atractivas, así como presentar la información de una manera lúdica e interesante. Existen otros ingredientes que no deben faltar: una pizca de humor, pequeños bloques de información que despierten la curiosidad del lector, algunos “guiños” o insinuaciones que desmitifiquen a los grandes hombres, las ciencias exactas y a los inalcanzables artistas; y algo que considero fundamental: el texto debe apelar constantemente al lector y hacer referencia a su cotidianidad para que sea capaz de percibir todo lo que acontece a su alrededor, y que tiene que ver con el conocimiento, los descubrimientos, los inventos, etcétera. Personalmente, me interesa invitar a los lectores a que se sientan partícipes de la construcción del conocimiento, a que no transcurran por la vida como simples espectadores. Darles, a partir de los libros, la oportunidad de acercarse y comprometerse con el saber, no para que todos sean científicos o artistas famosos, sino para que le den mayor significado a su mundo y lo disfruten con gran intensidad y gozo.

DE BUEN HUMOR

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ENTRE MAESTROS

De belugas, dinosaurios y libros de Pedro Moreno Por Gabriela Nájera Trujillo

Gabriela Nájera Trujillo nació en Chihuahua, Chih. Es licenciada en educación primaria (UPN). Profesora con 21 años de servicio, a lo largo de los cuales ha participado en los programas PALEM, PRONALEES, Rincones de Lectura, PRONAP y PNL. Actualmente es la encargada de la biblioteca en la Escuela Primaria Estatal “Melchor Ocampo” 2627. Asimismo, promueve la Red de Bibliotecarias de la Zona Escolar 89. Se ha desempeñado como asesora acompañante del Programa Nacional de Lectura y es integrante del Comité de Selección y Coordinadora Estatal. En su tiempo libre coordina su propia sala de lectura, espacio en el que lee en voz alta, cuenta cuentos a los niños y hace talleres de escritura. Correo electrónico: [email protected] y [email protected]

Cuando era niña, mis padres se encargaron de llenar todo un librero con enciclopedias temáticas y libros clásicos. La colección de naturaleza de Time Life era mi favorita. Durante el verano me encantaba tumbarme en el sillón de la sala, donde se colaba el calorcito sabrosón del sol, y libro en mano dedicaba horas enteras a mirar las fotografías y a leer las notas de cada foto. Recuerdo haberme colmado de ballenas, delfines, animales de la selva, insectos asombrosos, flores increíbles y hasta plantas carnívoras… Y siempre que jugaba “Basta” echaba mano de las palabras aprendidas en estos libros. A veces mis compañeros se quedaban con el ojo cuadrado de que yo supiera tanto y no me creían que beluga fuera el nombre de un animal marino. Mi mamá nunca me dejó llevar a la escuela estos libros, además pesaban mucho por sus tapas duras. Pero en casa sí recurríamos a ellos mis hermanos y yo. Definitivamente pasamos veranos deliciosos acompañados por su lectura. En mi biblioteca personal todavía conservo el tomo La tierra y la fauna de África, como un tesoro a punto de despastarse y que ahora me parece tan liviano. Siendo así las cosas, ¿por qué habría de molestarme que los alumnos prefieran la lectura de este tipo de libros?

Como encargada de la biblioteca y como lectora fortalecida por estos encuentros desde la infancia, me interesa promover la lectura de ambos géneros: literario y de divulgación, pues estoy consciente de que puede haber pequeños lectores

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que, como yo, encuentren delicioso el ejercicio de mirar las fotografías y leer breves cápsulas informativas. Y así ha sucedido. Igual que algunos niños me piden que les lea un cuento, nunca falta otro que pida que le lea libros como El Nilo, El cuerpo humano, Diccionario de fauna de México, Busca los dinosaurios, Animales de mar y tierra o Sobrevivientes tortugas del mar, que forman parte de nuestra biblioteca escolar; me siento con ellos y juntos miramos las fotografías y conversamos con alegría, asombro, incredulidad y hasta sabiduría según sea el caso: “¿Verdad que los dinosaurios ya no

epsisten?”, pregunta el pequeño Rolando, buscando mi apoyo para convencer a la niña de al lado. “¿Pero verdad que este grandote comía carne?” Y se pasa el resto del recreo mirando embelesado el enorme libro de dinosaurios. Le apasiona a tal punto que hace unos días me dijo que no quería llevárselo en préstamo, sino que me lo quería comprar, para ya no tener que regresarlo; y cuando le expliqué que no podía hacer eso, llamó a su abuela con la esperanza de que ella tuviera más éxito en su negociación. Claro, les recomendé la librería de la ciudad, aunque sé que tal vez será difícil que lo encuentren, o puede ser que les parezca muy caro. Igual le ha pasado a Ivonne, de sexto grado. Le encantan los libros acerca del cuerpo humano o de animales; el otro

día, como sintiéndose culpable por ello, se llevó un poemario, y lo devolvió al día siguiente, mientras que los otros libros los pide en préstamo durante varios días. Mary, la pequeña devoradora de libros que en el ciclo escolar pasado se llevaba uno cada día, prefiere los de animales, los de la naturaleza y del espacio. Un día me sorprendió que me preguntara: —Oiga, maestra, ¿ya no tiene más libros de Pedro Moreno? Se refería a una colección de libros de este autor que tenemos en la biblioteca; libros que, por cierto, son de los que están más deteriorados. Cuando le pregunté por qué quería precisamente ésos, me contestó de inmediato con una enorme y natural sonrisa: —Es que están bien chidos. —¿Cómo que “chidos”?

—No sé, maestra, es que me gusta cómo vienen las fotos y lo que dicen, además se pueden leer en un ratito. Ese mismo día bajé del estante todos los libros de Moreno, siete en total, y los pusimos sobre la mesa para verlos juntas. ¡Cuánta envidia me dio no haber tenido este tipo de libros en mi infancia! Y claro, muchos otros niños se acercaron a mirarlos. Al día siguiente le traje a Mary una revista donde aparece este autor, con fotografía y todo. Ella se emocionó mucho por la foto, y aunque la entrevista no le interesó, agradeció el detalle. Ahora ella está en secundaria y de vez en cuando se da una vuelta por aquí para ver las novedades… Por cierto, aún no me devuelve el libro Todo escualos, que arrasó en las preferencias cuando les pedí a los alumnos que eligieran entre ése y un cuento de ratones para que yo lo donara a la biblioteca. Fue muy divertido, una ocurrencia de la bibliotecaria que al final valió la pena: llevé ambos libros y los puse

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en la mesa durante toda una semana, y les preguntaba cuál elegirían para que se quedara definitivamente en la biblioteca. Había opiniones divididas. Hojeaban ambos libros y comentaban sobre sus particularidades. El de los ratones es un libro con agujeros y suena bien cuando se lo leo en voz alta (sólo les leí un pedacito, como para probar); pero el de tiburones, aunque gordo y con letras pequeñísimas debajo de las fotografías, definitivamente era el que más los atraía: lo miraban en grupo y hasta se peleaban el turno para tenerlo en las manos. Finalmente, Jesús Manuel, uno de los alumnos que más leen y fiel ayudante en la biblioteca, hizo una observación más que clara:

“Cuentos de ratones tenemos varios, libros de cuentos tenemos muchos… Pero libros de tiburones, de puros tiburones, no tenemos ni uno solo.” Y él conoce muy bien lo que hay en la biblioteca porque se pasa todos los recreos aquí. De todos modos doné ambos libros, pero confieso que el ejercicio de elegir, planeado sólo como una actividad divertida, provocó en las niñas y los niños reflexiones de este tipo. Dinosaurios, cuerpo humano, animales marinos o la posible cuarta hoja del trébol, todas son excelentes opciones para los lectores que tienen acceso a la biblioteca.

LA PALABRA EN ESCENA

De ciencia y otras curiosidades Por Laura García Arroyo

Como vemos, se repite un concepto fundamental en estas definiciones: el conocimiento. Y es que la etimología de ciencia nos lleva hasta el latín, donde el término scientia significa literalmente conocimiento, del verbo scire, conocer. Es decir, usamos los conocimientos que ya tenemos y los aplicamos para descubrir unos nuevos.

La ciencia no podría explicarse sin palabras y las palabras adquieren otros significados cuando se refieren a la ciencia. Una relación que necesita colaboración, retroalimentación y exactitud. Algunas de las palabras que podrían definirse dentro de este amplio campo son las que presentamos en este número de Leer y leer, que demuestran que ciencia y lenguaje guardan una estrecha relación entre sí.

DEFINICIONES Ciencia Si hablamos de ciencia, hay que empezar por decir que esta palabra abarca muchas ramas. “Conocimientos ciertos y adquiridos de lo que existe, de sus principios y de sus causas, especialmente el que se obtiene por experimentación y estudio”; así lo define el Diccionario Clave de uso del español actual, que añade una segunda acepción: “Conjunto de conocimientos y de doctrinas organizadas metódicamente y que constituyen una rama del saber”.

Divulgar / divulgación Curiosamente estas palabras, que se refieren a la acción de “publicar, propagar o difundir algo entre la gente”, vienen de un término que no relacionamos fácilmente con estos conceptos: se trata de vulgar. Y es que en latín la voz vulgus significa multitud, a partir del verbo vulgare, que es “dar a conocer al público”, o lo que es lo mismo, “publicar manifestar, extender… divulgar”. De hecho, en la antigua Roma existía el latín culto, el hablado por la clase alta, y el latín vulgar, el de la multitud, el que hablaba la mayoría de la gente y del que proceden la mayor parte de nuestras palabras actuales en español. La palabra vulgar no tenía ninguna connotación negativa que la ligara con lo grosero, lo obsceno o lo rudo. La vulgaridad era la parte de la cultura popular, tan importante como la de la elite de eruditos, artistas y literatos de las clases más selectas. Pero poco a poco se fue relacionando a las clases bajas con comportamientos y palabras toscas, poco refinadas y faltas de modales, por lo que la palabra vulgar, que representaba a dichas personas, pasó a tener un matiz despectivo y hoy se usa con el sentido de “corriente, común, impropio de una persona culta”. De la palabra vulgus, además de divulgar, divulgación y todas

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sus derivaciones, se obtuvo también el término vulgo para definir al conjunto de personas del pueblo, especialmente las que no tienen mucha cultura, educación o posición social destacada, en contraposición con el démos, los selectos, los cultos y los que gozaban de poder político y económico. Planeta En nuestro Sistema Solar son ocho (recordemos que Plutón hace poco salió de la lista por no cumplir las características de todo planeta: “ser un cuerpo celeste que orbite alrededor del Sol, que tenga suficiente masa para que su gravedad supere las fuerzas del cuerpo rígido y le haga asumir una forma prácticamente esférica”). ¿Y por qué se llaman planetas? Observando cada noche la bóveda celestial, los primeros astrónomos se dieron cuenta de los pequeños cambios que sucedían de un día para otro. Pronto descubrieron que algunos de esos puntos brillantes eran estáticos, y los llamaron estrellas fijas, mientras que otros hacían pequeños movimientos indefinidos que respondían al azar, razón por la cual los llamaron estrellas errantes (en griego plánetes asters, del verbo planasthai, “andar errante, vagar”, y “astros, estrellas”; en latín evolucionaría a planetai y siglos después en español lo heredaríamos como planeta). A simple vista se detectaron cinco planetas errantes, además del Sol y la Luna, y los nombraron en honor a los dioses griegos: Venus (por Afrodita, diosa de la belleza y el amor, al planeta más brillante), Júpiter (por Zeus, dios padre, por ser el segundo más brillante), Mercurio (por Hermes, dios de los comerciantes

y mensajero de los dioses, por estar cerca del Sol), Marte (por Ares, dios de la guerra, por lo rojo de su color, como la sangre) y Saturno (por Cronos, dios del tiempo, por ser el más lento). Años después, con ayuda de telescopios potentes, se describieron tamaños y características detalladas de cada uno, que demostraban que no eran errantes y que sí respondían a órbitas fijas. Además se descubrieron otros dos planetas, Urano (en honor al dios griego, padre de Cronos) y Neptuno (dios del mar). Cifra El ser humano siempre ha tenido la necesidad de contar las cosas que le rodean y de establecer métodos y palabras con qué expresar esto. Así nacieron los números. Ya en el siglo III a.C. se tenían noticias de que el valor cero se usaba en Babilonia y en el mundo maya, donde se representaba en su famoso calendario. Pero la palabra cifra nació más al este. Los árabes, grandes comerciantes, ya usaban un término para nombrar a cada número; pero cuando conocieron la cultura oriental descubrieron un nuevo concepto: la nada, el vacío, el cero. En la India lo llamaban shunya y se representaba con el signo · (un punto a media altura). Los árabes lo tradujeron como sifr (vacío) y lo representaron con un círculo (por eso ambos vocablos tienen la misma raíz). Años después al latín llegaría con el término zephirum y posteriormente en español esta palabra daría lugar a dos términos: cifra y cero. La primera obra donde se usó el término cero (zero en italiano) fue Liber Abaci, del italiano Fibonacci, en 1202. Nuestro sistema numérico actual contiene 10 cifras de origen indoarábigo

(llamadas también dígitos, porque 10 es el número de dedos con los que lógicamente se empezó a contar). Trivia 1. ¿En qué país sigue siendo el latín un idioma oficial? a) Vaticano b) Filipinas c) Italia 2. ¿Por qué se le llama Mar Muerto? a) Porque no existe vida en él b) Porque se han encontrado muchos cadáveres en su fondo c) Porque es muy peligroso y ha habido muchas muertes en él 3. ¿Cuál es el río más ancho del mundo? a) Nilo b) Amazonas c) Yang Tse Kiang

CURIOSIDADES La Gran Muralla China es la única obra humana que puede verse desde el espacio. 6,000 idiomas, aproximadamente, hay en el mundo. En 1981 trabajadores de PEMEX descubrieron el cráter del meteorito que se cree que provocó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años. Dicho cráter está situado en lo que actualmente es el pueblo de Chicxulub, en la costa de la península de Yucatán, y tiene un diámetro de 180 kilómetros.

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LOS RECOMENDADOS DE SM

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LIBROS PARA CONOCER L A NATURALEZ A

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En Ediciones SM concebimos la lectura como un viaje; un viaje que nos lleva a otros mundos: algunos apacibles, otros desoladores, lejanos o maravillosos; mundos donde lo mismo reina el amor, la tristeza, la realidad o la fantasía. Lo cierto es que, una vez que levantamos el vuelo con la lectura, ya no queremos aterrizar. Así nacen nuestras Rutas de Lectura: como una propuesta para transitar por los libros con propósitos, temas y propuestas distintas: desde la risa, el amor, el miedo o la tristeza, hasta el conocimiento, la diversidad cultural y natural. Así que bienvenido, ¡te invitamos a viajar con nuestros libros! Encontrar placer en la lectura de un libro depende, en gran medida, de la elección del lector, es decir, del tipo de viaje que desea hacer. Queremos proponer un punto de partida en el que cada título despierte fascinación y entusiasmo; donde cada viaje provoque otros descubrimientos, lleve a leer más libros que complementen sus experiencias. Por eso, en este número de Leer y leer sugerimos una manera de organizar los libros que está estrechamente relacionada con esos posibles y múltiples descubrimientos que puede hacer el lector, teniendo como hilo conductor la relación entre ciencia y literatura, entre conocimiento y esparcimiento.

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Rutas de Lectura

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UN GRAN AUTOR PARA UN GRAN PREMIO

Entrevista con María García Esperón Por Laura Aguirre

Lege lege relege… et invenies (“Lee, lee y relee... y encontrarás”, fórmula alquímica)

LA ENTREVISTA SE DESARROLLA A PARTIR DE CINCO PALABRAS, ELEGIDAS POR LOS AUTORES, QUE DEFINEN SU VIDA Y SU OBRA. EN ESTA OCASIÓN ENTREVISTAMOS A MARÍA GARCÍA ESPERÓN, GANADORA DEL PREMIO BARCO DE VAPOR EN 2004, QUIEN EN SU NOVELA EL DISCO DEL TIEMPO ENLAZA LA FICCIÓN (MITOLOGÍA Y ANTIGUOS RELATOS GRIEGOS) CON LA HISTORIA, LA ARQUEOLOGÍA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS.

LA: María, ¿qué relación piensas que existe entre tu novela y la ciencia, y qué crees que necesita saber el lector para disfrutar más de ella? MGE: La mezcla de realidad y ficción fue una manera de investigar. Uní los antiguos mitos con el empeño indagador de Philippe, un chico francés que conocí en internet, y con Nuria, el personaje por medio del cual el lector hará la investigación: el saber del lector crece conforme va creciendo el saber de Nuria. Hay muchas cosas que ignoramos, pero podemos aproximarnos a ellas con un conocimiento previo. Se puede partir, por ejemplo, de un conocimiento general, histórico y geográfico de Grecia. Para leer y disfrutar esta nove-

la se necesita aceptar el reto de jugar. Es un juego de avance, una lec-

María García Esperón (ciudad de México, 1964) ha sido guionista, maestra, investigadora y periodista. Es una apasionada del baile y el cante flamenco, de las lenguas antiguas y modernas, así como de la historia y la arqueología. Ha escrito, además de El disco del tiempo, los libros Querida Alejandría, Los tigres de la otra noche y Sibila.

tura que va incorporando datos y acrecentando el conocimiento, que no se circunscribe a los límites del libro. Hay que ir a otras fuentes, a otros recursos: internet, libros, revistas, mapas o una conversación con alguien que sepa de estos temas. Cuando me dijeron que tenía que pensar cinco palabras relacionadas conmigo y con lo que escribo, las pensé en su idioma original: el griego. Estas palabras guardan una relación intrínseca con mis libros y con mi vida; son tan persistentes y tienen tantos sentidos que no necesitan traducción:

1 CRONOS Es el tiempo. Para los filósofos es quizá una de las búsquedas más inagotables que puedan hacerse. El tiempo es “la sustancia de que estoy hecho”,

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como dijo J. L. Borges, el misterio que nos constituye; aquello que portamos, también misteriosamente, fundido con la materia de la que estamos hechos.

El tiempo, que nos lleva a la vejez desde la tierna infancia y que es el emblema de la sabiduría. Esta palabra se encuentra en el título de mi primera novela (El disco del tiempo) porque es el nombre de mi primera indagación, planteada en la infancia: ¿qué es el tiempo?, ¿se puede viajar a través de él?, ¿fluye o se detiene?, ¿nos separa o nos reúne? Justamente con el paso del tiempo entendí que una de las maneras de fijarlo es mediante la literatura, la creación literaria, la poesía. Una novela histórica o una crónica restituyen la eternidad del acontecimiento mediante esa gran creación humana que es la escritura.

2 COSMOS Es el mundo. El mundo ordenado, bello; por ejemplo, la palabra cosmético viene de cosmos: el universo que toma nombre y sentido ante la mirada humana, que es potencialmente creadora. El mundo es infinito, pero la avidez de conocimiento que tiene el hombre también lo es. Dijo Heráclito: “No encontrarás los límites de tu alma, tan profundo es tu logos”. El hambre de

mundo es el hambre de libros que te expliquen ese mundo; la sed de saber, de conocer, es la marca de los grandes creadores y científicos: Dédalo, Aristóteles, Leonardo da Vinci, Alexander von Humboldt. El sistema circulatorio estaba ahí, las cordilleras, las montañas, los volcanes, el vuelo de las aves, las corrientes marinas; llegan ellos y los “apetecen”, los nom-

bran, los dibujan; hacen el mundo para los demás, lo ordenan, le restituyen la belleza.

3 PSIQUE Es el alma o la noción del alma, como la definen múltiples tradiciones de sabiduría tanto occidentales como orientales. El alma, la que nos reconoce y vibra cuando se asoma a través de nuestros ojos desde las obras inmortales del arte. En el Ramasseum, que era el complejo mortuorio de Ramsés II y que, se supone, es el origen de la Biblioteca de Alejandría, había una habitación con libros (papiros) llamada “Lugar del cuidado del alma”. Los egipcios se referían al Ka, esa especie de doble espiritual que los griegos llaman psique y que en español llamamos alma. El alma es lo que nos

anima, a la que hay cuidar con una dosis diaria de conocimiento o logos. De ahí viene el término psicología: el tratado del alma. ¿No son los libros los que mejor brindan ese cuidado, ese alimento y ese logos al alma humana?

4 EROS Es el amor: “el amor que mueve al Sol y a las demás estrellas” (último verso de la Divina Comedia de Dante), el motor del universo, la fuerza suprema. Se habla del amor al conocimiento y lo

cierto es que no hay conocimiento sin amor. El ruiseñor con el corazón traspasado por una espina, de Oscar Wilde, no es distinto a Marie Curie exponiéndose a la radiación para conocer los secretos del radio. Conocer es una de las maneras de amar, tal vez la más alta, porque aquello que se conoce intensamente, con igual intensidad se ama. La ignorancia justifica la destrucción y el odio; el amor, nunca. El amor salva, une, atrae, sostiene... Los griegos intuyeron que Eros es la fuerza de cohesión del Universo. También entraña la inmortalidad: “Amar a alguien es decirle: tú no debes morir”, dijo Gabriel Marcel. En tanto que se es amado, se es inmortal.

5 MYTHOS Es el mito. El mito en su sentido profundo de verdad esencial que se transmite con un lenguaje imaginario. Los mitos crean el mundo a su imagen y semejanza. Los libros, los grandes libros, también lo hacen, aportando sentido y patria, sentido de pertenencia y consejo. Las narraciones orales de las abuelas y las nanas, la Biblia, la Torah, el Corán, los poemas homéricos, la epopeya del Rey Arturo, Las mil y una noches, el Chilam Balam, los versos de Manrique, de Antonio Machado, la poligrafía de Alfonso Reyes y los innumerables tesoros de palabras primordiales. Todos son palabras-

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mito que ponen en nuestras manos el hilo de Ariadna (el lenguaje) para que descifremos el admirable laberinto. ***** A cinco años de haber escrito El disco del tiempo, al presentar la cuna de los mitos griegos como una investigación que emprenden tres muchachos con las herramientas de comunicación de nuestro tiempo, me doy cuenta de que el jurado apostó, para una colección de literatura infantil, por un libro complejo que no ofrece la tranquilidad de la lectura única, sino la aventura de una obra que se critica a sí misma desde una actitud científica. El lector se convierte al mismo tiempo en alguien que quiere distraerse o divertirse, y en el investigador que quiere examinar evidencias, documentos, interpretaciones, incluso considerando la sospecha de la falsificación, cuestión recurrente en la arqueología, como saben los expertos: ¿y si el disco de Festos es falso? Los buenos lectores son quienes saben buscar y encontrar los sucesivos tesoros escondidos en los libros, y darles múltiples sentidos. Los lectores son los grandes descubridores y científicos que encuentran, en lo que todo mundo ha leído, lo que nadie ha encontrado. Lee, lee, relee... y encontrarás.

TODOS SOMOS LECTORES

¿Qué leen los astrónomos? Por Raúl Mújica

mucho, de niño poco, pero después de involucrarme hace cinco años en los procesos de preselección de Bibliotecas Escolares y de Aula (SEP), creo que he leído todos los libros que debí leer durante mi infancia; claro que no puedo verlos ni leerlos de la misma manera que cuando era niño, pero igual los exploro con gran placer. Este cuestionario fue enviado a cuatro astrónomos del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), en Tonantzintla, Puebla. Sus respuestas muestran que existe una gran variedad de textos que gustan a los científicos, en este caso astrónomos, y que también hay algunas constantes en sus intereses. Las preguntas del cuestionario fueron las siguientes: ¿Qué libro estás leyendo actualmente? ¿Cuál es tu libro favorito? ¿Qué libros leías de niño o de joven?

RAÚL MÚJICA (México) Actualmente estoy leyendo Asesinatos en la Academia Brasileña de Letras, de Jô Soares, thriller ameno y con un humor rudo, aunque un poco previsible. Tengo muchos favoritos: los de ciencia ficción tipo Isaac Asimov, y Cosmos, que sigue siendo inspirador para muchos de los actuales astrónomos. De joven leía

ABRAHAM LUNA (México) Actualmente estoy leyendo los libros que compré la semana pasada en la Feria Internacional de Lectura; se los leo a mis hijos, en particular una historia que me llamó la atención porque incluye el nombre, nada común, de mi hija, Ayelén. Es muy entretenido pues mezcla historia, filosofía, prosa y verso. No tengo un género favorito. Los que más me gustan son los de ciencia. También me gustan, por ejemplo, los que tratan de códices, en particular códices mexicanos. En realidad de niño leía poca literatura; siempre predominaron los libros de divulgación o técnicos, aunque las historias de Julio Verne fueron mis favoritas. En particular, hay una enciclopedia que incluía un cuento en forma de historieta, de un superhéroe creado por un científico. Su cualidad era convertirse en lo que qui-

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siera, como el dios mitológico Proteo (de hecho ése era el nombre de la enciclopedia). Los temas abarcaban desde el espacio hasta la célula. Eran como 20 volúmenes y lo mejor, visto retrospectivamente, era que incluía un diccionario de términos raros. Así aprendí, desde niño, qué eran los propergoles (un tipo de combustible utilizado en cohetes espaciales).

EMANUELE BERTONE (Italia) El libro que en este momento tengo sobre mi buró se llama La mente animale, de Enrico Alleva, un etólogo italiano. Lo elegí porque siempre me ha interesado todo lo que concierne al comportamiento animal (incluido el humano, por supuesto). Hace poco terminé una novela de Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas. Siempre es placentero leer un libro bien escrito y que demuestra la inteligencia y la profundidad del autor al describir comportamientos humanos, que en el caso de este libro son bastante extremos. No tengo un libro favorito. Existen libros que, cuando llegas a la última página y los cierras, te queda una fuerte emoción, la certeza de que leer ese libro fue una experiencia importante, y a veces la tristeza de que haya terminado. Entre otros, puedo citar ahora: •Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar: es la historia del emperador romano Adriano. Me gusta porque describe los sentimientos y las

emociones del personaje, mostrando toda su sensibilidad y humanidad. •La gran guerra por la civilización, del periodista inglés Robert Fisk. Es el relato de lo que el autor ha vivido en los países del Cercano Oriente, Afganistán, Irán, Irak, Palestina; muestra la complejidad de esa región, que no todo es blanco o negro, y enfatiza el profundo rechazo que el autor tiene hacia la injusticia. No se basa sólo en los reportes superficiales de los noticieros o, aún peor, de los comunicados de la prensa estadounidense. •La serie Fundación, de Isaac Asimov. Leí estos libros a los 15 años y, por supuesto, sentí la fascinación de un futuro inventado, con precisión casi científica, por un autor que tal vez no tenía capacidad de describir con profundidad el ánimo y los sentimientos de los personajes, pero que era muy bueno para generar una épica “científica”. •Il partigiano Johnny, de Beppe Fenoglio. Es una novela acerca de la resistencia al régimen nazi-fascista en Italia, casi autobiográfica, donde el protagonista, un joven estudiante de preparatoria en un pequeño pueblo del Piamonte, decide entrar en los grupos de partigiani (guerrilleros), que desde las montañas combatían al régimen fascista. Cuando era niño leía muchísimo; mi casa estaba llena de libros. Uno de mis autores preferidos era Gianni Rodari, escritor italiano de libros infantiles, que sabía construir historias originales y divertidas que cuestionaban los estereo-

tipos y lugares comunes de la literatura para niños. Los protagonistas de esos cuentos estaban entre los héroes de mi niñez. También me gustaba mucho la tecnología, buscar en las enciclopedias las ilustraciones de carros, naves, aviones, y los libros de ciencia ficción. Creo que esto fue importante en mi decisión de ser astrónomo.

VAHRAM CHAVUSHYAN (Armenia) El libro que estoy leyendo se llama 1421: el año en que China descubrió el mundo, de Gavin Menzies. Mi libro favorito es El maestro y Margarita, de Mikhail Bulgakov. Cuando era más joven leía todos los libros de Hovhannes Tumanian, Raffi (Hakob Melik-Hakobyan), Arkady Gaidar, Jules Verne, James Fenimore Cooper, Mark Twain, Arthur Conan Doyle, Isaac Asimov, Stanislaw Lem, y de los Hermanos Strugackie (Arkady y Boris).

OMAR LÓPEZ CRUZ (México) Primero una queja, pues decirte qué he leído o qué estoy leyendo es una confesión peligrosa y comprometedora, es casi como decirte con quién he hecho el amor. Confiando en el “anonimato” de mi confesión, te contesto. Leo muchos

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libros y pocos son aquellos que termino. Parafraseando, de manera pobre, a Níkos Kazantzakis en La última tentación de Cristo: “mi curiosidad es el campo de batalla entre lo mundano y lo divino”. Leo sobre religión: Una historia de Dios, de Karen Armstrong; sobre historia: Noticias del imperio, de Fernando del Paso; sobre la lectura: Historia de la lectura, de Alberto Manguel, y sobre los límites del entendimiento humano: The road to reality, de Roger Penrose. Mis libros favoritos son aquellos que más me han sorprendido. El llano en llamas, de Juan Rulfo, porque no puede haber fantasía más grande que la realidad a secas. Regreso a este libro cada cinco o diez años y agrego mis experiencias para entenderlo mejor. Y Surely you’re joking, Mr. Feyman, de Richard Feynman, un gran libro de un gran hombre de ciencia: nos ha enseñado que hacer ciencia también es divertido y que siempre se descubren cosas, hasta en los hechos más ordinarios, cuando se adopta un nuevo punto de vista. Todos estos libros me ayudaron a superar etapas cruciales en mi adolescencia y juventud. Por ejemplo, en Azul, de Rubén Darío, descubrí la poesía, el amor pasional y el binomio de Newton. Finalmente, reafirmé mis ganas de convertirme en astrónomo después de leer Cosmos, de Carl Sagan: a los 18 años empaqué mis cosas y me fui a la ciudad de México a estudiar Física y Matemáticas en el IPN.

CONCEPTOS, IDEAS EN MOVIMIENTO

Libros al acecho Por Sergio de Régules

Sergio de Régules estudió Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. También se dedicó a la música durante mucho tiempo. Desde 1999 trabaja para la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM; colabora con el museo Universum y la revista ¿Cómo Ves?, de la cual es coordinador científico. Ha escrito columnas en The News y Milenio, así como artículos en las revistas y suplementos ¿Cómo Ves?, Saber Ver, Hoja por Hoja, entre otras, y en el periódico Reforma. Es colaborador del portal Redescolar, del ILCE. Es autor de libros como Las orejas de Saturno, El sol muerto de risa, Cuentos cuánticos y Después del miedo la ciencia. Algunos de ellos forman parte de las Bibliotecas de Aula y las Bibliotecas Escolares de la SEP. Es miembro activo de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica. Tiene un programa los viernes, en Radio Imagen, durante el noticiero Imagen Informativa (90.5 FM). www.sergioderegules.googlepages. com

Tengo un amigo que un día, después de cenar, encontró la manera de viajar más rápido que la luz sin violar los estatutos de doña Teoría de la Relatividad, cosa que no había conseguido nadie. Y no es que a nadie se le hubiera ocurrido. Cualquier adepto de la ciencia ficción sabe que los 300 mil kilómetros que recorre la luz en un segundo no son nada cuando se trata de salvar distancias cósmicas. También sabe el adepto que esos 300 mil kilómetros por segundo son la máxima velocidad posible en el universo: nadie ni nada puede viajar más rápido, lo cual siempre ha sido de lo más molesto para los escritores serios de ciencia ficción (los que le ponen la misma medida de ciencia que de ficción). Éstos casi siempre recurren a soluciones de segunda para que sus viajeros espaciales puedan recorrer las distancias que los separan de sus destinos interestelares e intergalácticos sin tardarse una eternidad: que la nave entre en el “hiperespacio”, que a los personajes se los trague un agujero de gusano, que se caigan en un hoyo negro… en fin, cualquier cosa con tal de salir del apuro. Estas soluciones al problema del límite de velocidad que impone la Teoría de la Relatividad son como echar con la escoba el polvo debajo de la alfombra. Por oculto que esté, el polvo sigue ahí.

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Entra en escena mi amigo Miguel Alcubierre, hoy investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM. Como narro en mi libro ¡Qué científica es la ciencia!, Miguel acababa de ver un capítulo de la serie Viaje a las estrellas cuando lo visitó la musa de la relatividad. El asunto está narrado con detalle en el libro. Baste decir aquí que Miguel encontró la manera de deformar el espacio para que las cosas se puedan mover a velocidades arbitrariamente grandes sin echar por la borda la Teoría de la Relatividad. Desde entonces Miguel brilla como supernova. Aunque él no siguió por ese camino, su artículo original sobre este tema abrió una veta de investigación que han explotado varios físicos de distintos países. ¿De dónde le salieron a Miguel esas ideas? La inspiración directa, claro está, proviene de Viaje a las estrellas. Pero yo que lo conozco sé que siempre fue un ávido devorador de libros. Una infancia llena de libros es lo que formó a Miguel. Somos lo que leemos.

DESPLEGAR LAS VELAS Los barcos de antes, para moverse, desplegaban velas más amplias cuanta más fuerza necesitaran recoger del viento para desplazarse. Una partícula a la que se acribilla de energía en un experimento físico tiene más o menos probabilidades de captar esa energía según sean sus propiedades: su masa, su carga, su tamaño. Los físicos llamamos sección de dispersión a esa capacidad de captar. Ahora bien, captar —pero no energía, sino información y significados— es lo que tiene que hacer una persona para desempeñarse mejor en la vida y disfrutarla más. El propósito

de la educación debería ser aumentarles la sección de dispersión a los alumnos, dotarlos del más amplio velamen para que puedan captar el mundo en toda su asombrosa riqueza y complejidad. Se ha dicho, aunque con otras palabras, que ésa es la función de los libros. Hoy en día ya no basta con la información que puede extraer el individuo de su propia experiencia. Por suerte exis-

ten los libros, que nos liberan de ser “sólo” nosotros mismos porque nos dejan aprovechar la experiencia de otros. El efecto de los libros es aumentarnos la sección de dispersión: un buen lector puede viajar, aprender y conocer a mucha gente —captar más cosas a su paso por el mundo— sin levantarse de la silla. El libro es experiencia concentrada.

EL ENTENDEDOR (CASI) INDEPENDIENTE ¿Qué lee un científico en ciernes? No conozco la historia lectora de ninguna persona importante en la ciencia, pero la mía es más o menos típica, por lo que me permitiré la impudicia de contarles una parte. Le debo a un libro mi primera experiencia del placer de entender (y mi primer dolor de cabeza por esfuerzo mental). Era un libro que saqué de la biblioteca de mi escuela. No recuerdo ni el título ni el nombre el autor (yo tenía nueve años), pero sí que era un libro pequeño, de unos 10 por 15 centímetros, y que explicaba cómo funciona el motor de un coche. Nunca se me había ocurrido preguntárselo a mi papá, y quizá él no hubiera podido explicármelo muy bien. Ni siquiera se me había ocurrido que aquello podía estar a mi alcance. Me llevé el libro a mi casa,

me senté en mi sillón preferido y me enfrasqué en la lectura reveladora. Para las ocho de la noche, hora en que había que estar en la cama sin remedio, ya había entendido que la potencia del motor se gestaba en cuatro tiempos, durante los cuales le ocurrían cosas complicadas a la gasolina: primero entraba en los cilindros como nebulizaciones mediadas por el carburador, luego se comprimía, después el distribuidor hacía soltar una descarga eléctrica a la bujía correspondiente. Con esto, la mezcla de gasolina y aire explotaba, obligando al pistón a bajar, lo que transmitía la fuerza de la explosión al cigüeñal, que a su vez la transmitía a las ruedas. Pasado el momento culminante de la explosión —que era como el do de pecho de un motor de combustión interna— el pistón subía (mientras otro de sus compañeros explotaba: ése era el secreto de la continuidad del movimiento), con lo cual expulsaba los gases sobrantes de la combustión y quedaba listo para empezar otra vez, todo en cuestión de fracciones de segundo. ¡Ajá!

Esa noche me fui a la cama muy satisfecho de saber que nada podía ser tan complicado que me rebasara, y que para entenderlo no hacía falta que mis adultos lo supieran: bastaba con que hubiera un libro. El proceso se repitió con el libro Nuestro amigo el átomo, de Heinz Haber, ilustrado por Walt Disney. Recuerdo especialmente la ingeniosa metáfora que me ayudó a entender lo que era una reacción en cadena, fenómeno sin el cual no se podría extraer energía del átomo ni para bien ni para mal. En

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una página del libro se veía un lugar sembrado de ratoneras. Cada ratonera tenía encima una pelota de ping-pong que salía volando al dispararse el aparato. Había que imaginarse qué pasaría si uno lanzara otra pelota entre las ratoneras cargadas. La pelota caía en una ratonera y la disparaba, con lo que salían volando dos pelotas, las cuales iban a dar a sendas ratoneras. Éstas saltaban. Ya había cuatro pelotas en el aire. Las cuatro pelotas se convertían en ocho y éstas en 16, y así sucesivamente. Al rato el recinto era una pesadilla de ratoneras desbocadas y pelotas enloquecidas. Eso es, más o menos, lo que sucede en un pedazo de uranio al que se bombardea con neutrones. Los neutrones son la primera pelota de ping-pong, las ratoneras son los átomos de uranio y su carga de pelotas son los neutrones y protones de sus núcleos. El disparo de la ratonera es la desintegración radiactiva de un átomo de uranio. La cosa estaba clarísima. El término reacción en cadena pasó de inmediato a formar parte de mi léxico y de mi universo imaginario. ¡Cuántas veces habría de evocar la imagen de las ratoneras de pesadilla cuando me explicaron con más detalle en qué consistía una reacción nuclear, años más tarde, en clase de Física en preparatoria y luego en la universidad! Todavía me parece una alegoría luminosa.

VERANO Y ASOMBRO Un día, cuando yo tenía 12 años, mi mamá llegó del súper con libros, como hacía de vez en cuando. Uno de esos libros era El reto de las estrellas, de Patrick Moore y David A. Hardy, un libro grande de pastas duras negras con el título en letras futuristas y cautivadoras ilus-

CONCEPTOS, IDEAS EN MOVIMIENTO

traciones de astronautas dando saltos de gigante en el terreno accidentado de un asteroide. El libro todavía tiene pegada en la contraportada una etiqueta verde que dice “Oferta. $29.90”. Por menos de 30 pesos me enteré de que se estaba construyendo una nave reutilizable llamada “transbordador espacial” (cuando leí el libro el transbordador ya estaba casi listo), y de que había planes para estaciones espaciales, bases en la Luna, naves que aterrizarían en Marte y sondas para explorar Titán, la luna más grande del sistema solar. En la página 16 había una ilustración de la superficie de Marte con un promontorio de roca en medio de un paraje desértico, todo iluminado por un lejanísimo sol verde en un cielo entintado. El sol de esa ilustración resaltaba tanto que no se podía leer la página sin tenerlo presente todo el tiempo, como si brillara con luz propia como el sol de verdad. Ese mismo verano las naves Viking aterrizaron en el planeta rojo y tomaron fotografías del entorno. El suelo marciano resultó ser más rojizo y el cielo más luminoso que en las ilustraciones hipotéticas de El reto de las estrellas. Comparar las ilustraciones del libro con las fotografías reales fue muy formativo para mí: los científicos podían equivocarse y no por ello quedaban en ridículo. Después aprendí que equivocarse es parte fundamental de la vida de un científico.

Algunas de las maravillas que prometía el libro se realizaron durante mi adolescencia y temprana juventud, y sigo esperando las que no. El reto de las estrellas me proporcionó mi primera visión panorámica de nuestro lugar en el universo y la voluntad de exploración de la especie humana. Por si fuera poco, los autores generosamente añadían al final unos capítulos más especulativos —menos científicos, quizá, pero más evocadores— sobre las exploraciones del futuro más remoto. Tal vez llegará el día en que, no contentos con explorar nuestro rinconcito de espacio, nos lancemos a otras estrellas. El reto de las estrellas me llenó el verano de asombro.

LAS ESTRELLAS SE MUEVEN No era mi primer libro sobre el espacio y la astronomía. En 1972, en la feria del libro de mi escuela, me compré el libro Fun With Astronomy, de Mae e Ira Freeman. Me costó mucho trabajo leerlo porque estaba en inglés y a mis ocho años no se podía esperar que fuera yo muy ducho en lenguas extranjeras. Con todo, algo colegí de mi lectura. Recuerdo de manera especialmente vívida la frase “Mantén fija la vista para ver moverse las estrellas”, que estaba impresa junto a la fotografía de un niño en una silla plegable de madera que mira un cielo salpicado de estrellas desde el pórtico de su casa en el campo. ¿Las estrellas se mueven? Ésa sí que era una novedad. Decidí comprobarlo. A falta de pórtico en el campo, puse mi silla frente al ventanal de la sala-comedor de nuestro departamento en la colonia Cuauhtémoc, que daba a nuestro

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estacionamiento y a los traspatios de todos los edificios vecinos. Encima de este paisaje urbano se veía una buena parcela de cielo. ¿Conque las estrellas se mueven? Eso lo vamos a ver. Me senté. Mantuve fija la cabeza. Esperé como si quisiera ver moverse la manecilla horaria de mi reloj (adquisición reciente, como el libro). ¡Se movían! Y aquello no era más que el reflejo de la famosa rotación de la Tierra, fenómeno tan cacareado por las maestras de la escuela pese a ser difícil de creer. Pues bien, ahí estaba la prueba ante mis ojos, gracias no a la escuela, sino a un libro. El bre-

vísimo capítulo sobre los cometas tenía a pie de página una foto que decía: “El cometa Halley, que nos visitará otra vez en 1986”. Faltaba muchísimo tiempo, pero yo me puse a esperar. Un libro también puede enseñar a tener paciencia.

EVASIÓN Los libros de divulgación científica eran sólo una parte de mi vida de lector. El primer libro que leí fue El príncipe y el mendigo, de Mark Twain. Tenía siete años e iba en primero de primaria cuando mi mamá decidió que ya estaba grandecito para poder leer en la cama yo solo. Me puso el libro en las manos (el ejemplar había sido suyo cuando era niña) y me dijo: “Lees un ratito y cuan-

do te canses, marcas dónde te quedaste y metes el libro debajo del colchón para seguir mañana”. Esa costumbre me ha durado hasta hoy.

El príncipe y el mendigo fue el primer Everest literario que coroné. Al terminarlo me sentí orgulloso, como el alpinista que llega a la cima, pero al mismo tiempo melancólico. Esa noche descubrí la tristeza de tener que abandonar a unos personajes con los que me había encariñado. Era como separarse de un amigo de carne y hueso. Todo buen lector conoce esa tristeza. Más tarde, con otros libros, el dolor de la separación fue tan insoportable, que en ese momento volví a empezar el libro. Así me pasó con El señor de las moscas, de William Golding, pocos días antes de cumplir 13 años. De hecho, la historia de los niños ingleses que fundan en una isla una sociedad tan defectuosa y destinada al fracaso como la de sus padres me embelesó tanto, que leí el libro cuatro veces en el lapso de una semana: leía en la cama, en el coche de camino a la escuela y de regreso, en clase, en recreo y por la tarde, después de comer. Fue una experiencia muy intensa, aunque quizá no tan vívida como la de leer Mila 18, de Leon Uris, por la misma época. Con ese libro sobre la vida de la resistencia judía en el gueto de Varsovia durante la ocupación alemana en la Segunda

Guerra Mundial sentí como nunca lo que es entrar en una historia. Durante la lectura se me olvidaba que estaba leyendo y me creía niño judío en el gueto. Un día estaba yo oculto en un sótano a punto de morir de hambre y de frío, enfermo y sin saber dónde estaban mis padres, muerto de miedo porque arriba los alemanes estaban haciendo una inspección, cuando se me ocurrió cerrar el libro. El sótano desapareció, los alemanes se esfumaron. No me encontraba en Varsovia en invierno, sino en Cuernavaca en primavera, y todo era luz y alegría de vivir. Bueno, no todo. Tan absorto había estado yo en mi lectura, metido en un salvavidas en medio de una alberca, que el sol me achicharró y al poco rato no podía ni enderezar las rodillas del ardor.

LA EMBOSCADA DE LOS LIBROS Para ser franco, no sé si es verdad que somos lo que leemos, como dije antes. O más bien, no sé si esa afirmación es verdad en el sentido de que nuestras lecturas nos determinan, pero creo que sí es verdad que lo que elegimos para leer dice mucho acerca de nosotros. Quizá haya una influencia mutua entre lo que por accidente nos cae entre las manos y nuestros gustos como lectores, y en ese caso tal vez valga la pena no desoír las recomendaciones del escritor francés Daniel Pennac. En su libro Como una novela, Pennac aboga por una lectura ajena a todo fin utilitario, especialmente entre los aprendices de lector. Que la lectura no sea una obligación. La lectura como castigo —o como manda— resulta contra-

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producente. Usted como buen lector, ¿no deja libros a medias? ¿No se cansa de leer por temporadas? Daniel Pennac enumera los diez derechos del lector, que se han de observar para que la literatura no se convierta en instrumento de tortura. He aquí algunos de los derechos del lector según Pennac: el de no leer, el de saltarse páginas, el de dejar un libro a medias. Los buenos lectores que conozco ejercen estos derechos por lo menos ocasionalmente. ¿Por qué no concedérselos a los estudiantes? Eso sí: hay que tener libros por todas partes, libros al acecho del niño o el adolescente desprevenido que pueda un día abrirlos por descuido y quedar enganchado para siempre. ¿Qué tipo de libros? De todo: novelas, cuentos, divulgación científica (¡no olvidar la divulgación científica!). Se trata de dotar a nuestros estudiantes del más amplio velamen, de ofrecerles un menú variado. Si es necesario, dice Pennac, incluso se les puede leer en voz alta. Todo con tal de aumentar su sección de dispersión, que no es más que la posibilidad (no la seguridad) de cosechar de la vida más experiencias y más sensaciones. ¿Quién querría negarse esta posibilidad?

LAS NOVEDADES DE EDICIONES SM

Literatura infantil y juvenil

EL TAXI DE LOS PELUCHES Juan Villoro y Diego Álvarez

CÓMO SE BESA DE VERDAD Holly-Jane Rahlens

TIERRA ROJA, RÍO AMARILLO Ange Zhang

EL LOBO MÁS BUENO DEL MUNDO Agnès de Lestrade y Constanza Bravo

DONDE SURGEN LAS SOMBRAS David Lozano Garbala

¡ES ELEMENTAL! Robert Winston

LA OTRA CARA DEL SOL Gloria Cecilia Díaz

ENCUENTRO CON FLO Laura Escudero

EL SÍNDROME DE MOZART Gonzalo Moure

LUCAS Y YO Audrey O’Hearn

ENTRE DOS ES MEJOR Anne Lauprête

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YO VEO Alejandro Magallanes

¡OH, LOS COLORES! Jorge Luján y Piet Grobler

CONTIGO Anne Lauprête

PARA TOMAR NOTA

Museos de ciencia y tecnología en México

MAYO

NOVIEMBRE

Más información en Explora León Guanajuato www.explora.edu.mx/web/index.html

XXXIV Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

Museo Tecnológico Comisión Federal de Electricidad

.

Del 24 de abril al 12 de mayo

JULIO 22° Congreso Mundial de Lectura

.

Del 28 al 31, Costa Rica

México D.F. www.museosdemexico.org

27ª Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil

.

Del 10 al 19, Centro Nacional de las Artes, ciudad de México

SEPTIEMBRE Congreso Mundial de la IBBY

Museo Ciudad

DICIEMBRE

.

Del 5 al 10, Copenhague, Dinamarca

Descubre Aguascalientes www.descubre.org.mx/home.html

.

Del 15 al 19

Hermosillo www.laburbuja.org.mx

México D.F. www.muca.unam.mx

Puebla www.imagina.pue.gob.mx

México D.F. www.sma.df.gob.mx/mhn

Planetario Luis Enrique Erro del Instituto Politécnico Nacional

Planetario Alfa

México D.F. www.planetario.ipn.mx

Museo de Historia Natural

22ª FIL Guadalajara

Saltillo www.museodeldesierto.org

Del 29 de noviembre al 7 de diciembre

Museo Sol del Niño Mexicali www.sol.org.mx

Veracruz www.muciteve.com

Museo de la Luz-UNAM México D.F. www.luz.unam.mx

Museo El Rehilete

.

La Burbuja, Museo del Niño

Imagina

Del 11 al 19

Feria del Libro de Frankfurt

www.papalote.org.mx

Museo Universitario de Ciencias y Arte, MUCA

Museo de Ciencia y Tecnología de Veracruz, A.C.

XVIII Feria Internacional del Libro Monterrey

Papalote Móvil I, Museo del Niño

Guadalajara www.trompomagico.jalisco.gob.mx

Monterrey www.planetarioalfa.org.mx

.

México D.F. www.universum.unam.mx

Trompo Mágico

Museo del Desierto

OCTUBRE

Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM

Pachuca www.rehilete.org.mx

Papalote, Museo del Niño México D.F. www.papalote.org.mx

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Sociedad Astronómica de México A.C. México D.F. www.sam.astro.org.mx

Fundación SM frente a los retos de educar integralmente a las niñas y los niños de México Miles de preguntas en torno a la educación inquietan a los involucrados en el desarrollo de las niñas y niños mexicanos, por ello la generación de espacios para el análisis conjunto de los problemas y la búsqueda de soluciones permite a la Fundación SM poner su granito de arena en la construcción de un México mejor. ¿ Qué valores deben promoverse como parte del aprendizaje integral para formar ciudadanos? ¿Cómo orientar la organización y la gestión escolar al aprendizaje integral? ¿Cómo favorecer la participación de los padres en el aprendizaje de sus hijos? La generación de respuestas ha sido múltiple y la aplicación de salidas, diversa.

Juan Eduardo García Huidobro.

María Rosa Buxarrais

Fernando Reimers

De acuerdo con Elisa Bonilla, directora de Relaciones Institucionales de la Fundación SM, los retos que enfrenta hoy la educación son evidentes en nuestro país y es una cuestión que debe afrontar y superar no sólo el profesor, sino que requiere la concurrencia de todos: gobierno, empresa y sociedad civil deben sumar fuerzas para encontrar la respuesta idónea. Como parte de sus objetivos en la promoción de la formación y especialización del personal docente, la Fundación SM celebró en el Hotel Sheraton del Centro Histórico, el pasado 7 y 8 de marzo, el primer Seminario Internacional de Educación Integral. Elisa Bonilla resaltó el interés primordial de la Fundación por generar un diálogo informado y plural, que enriquezca y permita contar con nuevos elementos para el mejor desempeño de las tareas que cada uno de los asistentes tiene a su cargo. “Nos hemos propues-

to abarcar todo el espectro de actores, para estar en mejores posibilidades de comprender las complejidades del fenómeno educativo”, resaltó. A partir de la pregunta ¿Cómo favorecer el aprendizaje en la escuela primaria?, en un día y medio, expertos internacionales, investigadores, representantes de organizaciones sociales y funcionarios educativos compartieron interesantes conceptos con cientos de personas vinculadas al quehacer estratégico para la transformación de la educación. El seminario, integrado por tres sesiones de trabajo, cada una encabezada por una conferencia magistral, se compuso del mismo número de mesas redondas compuestas por investigadores, representantes de organizaciones sociales y funcionarios educativos en temas de gran relevancia, como la organización y la gestión escolar orientadas al aprendizaje integral, los valores que deben promoverse como parte del

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Elisa Bonilla, Alba Martínez, Germán Cervantes y Alma Carrasco

aprendizaje para formar ciudadanos, y los retos de la escuela primaria para favorecer la participación de los padres en el aprendizaje de sus hijos. Dentro de este contexto no podía faltar una reflexión sobre la debatida cuestión de los retos de la educación primaria hoy: aprendizaje, formación docente y gestión. La intervención de Juan E. García Huidobro, doctor en Ciencias de la Educación y en Filosofía por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, resaltó los retos de la educación primaria hoy: aprendizaje, formación docente y gestión, donde destacó la desigualdad educativa en el mundo, y reiteró que América Latina registra una situación más evidente respecto a la falta de una educación igualitaria por niveles socioeconómicos y puso énfasis en la fuerte necesidad de una educación pública de calidad. Fernando Reimers, actual coordinador de los programas de Educación Global y de Políticas Educativas Internacionales de la Universidad de Harvard, planteó que una formación integral en la educación debe desarrollar tres dimensiones de la ciudadanía. Dentro de éstas, destacó las cognoscitivas, para que los estudiantes aprendan qué es la convivencia pacífica; las actitudinales, basadas en gestos positivos y disposiciones afectivas que sean favorables al ejercicio de la ciudadanía, y por último las de competencias para resolver pacíficamente confl ictos interpersonales y grupales. Asimismo, María Rosa Buxarrais Es-

trada, doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación y licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona, habló de las necesidades imperantes en la educación y resaltó la de un equilibrio psicológico y social para que las personas sean éticamente responsables, respeten a los demás, desarrollen la capacidad para construirse un futuro, y se conviertan en agentes activos y críticamente autónomos. De la misma forma, mencionó la importancia de formar la capacidad de implicarse en proyectos colectivos orientados a incrementar la integración

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social y disminuir las desigualdades, profundizando en la democracia y convertirla en su forma de vivir. Con este seminario, la Fundación SM fortalece su compromiso con la promoción de la formación y especialización del personal docente y reitera su interés por llevar a cabo futuras actividades para favorecer este objetivo. Asimismo, confi rma el apoyo y disposición para trabajar en conjunto en la construcción del escenario del futuro que todos queremos para las niñas y niños de México.

2a Feria Internacional de Lectura FILEC Por Verónica Macías Andere Directora del Consejo Puebla de Lectura, A.C.

Leer ofrece uno de los mayores placeres que puede tener el ser humano, el de comprender. Pero su poder no está sólo en las ideas; consiste en que nos permite comprender con todos los sentidos, con todo el cuerpo. Alberto Ruy Sánchez

Provocar encuentros con la lectura es el objetivo primordial de la Feria Internacional de Lectura. Ser el detonador, el pretexto entre el lector y el libro que lo espera. Y no se trata sólo de la lectura de libros: también puede leerse el universo a través de telescopios, encontrarse con la escritura por medio de un taller, participar en una mesa de discusión, encontrarse con un autor o un científico y conversar con él. Se trata de saber que hay más personas con intereses similares a los nuestros. El objetivo de la FILEC es que cada una de las actividades ofrecidas provoque el contacto real y permanente con la lectura. La pequeña pero poderosa ONG Consejo Puebla de Lectura, junto con el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), ha logrado sumar la participación de muchas personas a esta fiesta anual. Durante la segunda edición de esta feria se registraron 20,000 visitantes, 72 talleres diferentes, 24 presentaciones de

libros, más de 70 sellos editoriales, 300 visitas guiadas a los telescopios, ocho horas de maratón de lectura, un seminario de cultura escrita, 60 presentaciones de narradores, 26 conferencias, tres mesas de discusión, 86 escuelas que llevaron a más de 6,000 alumnos, 3,000 personas que vieron el oscuro cielo de Tonantzintla a través de un telescopio durante la Noche Astronómica, y doce meses de pensar, preparar, buscar, promover, convencer, programar, discutir, ajustar, sufrir, reír, y hablar y hablar de la FILEC. La FILEC tiene una característica muy peculiar: su escenario, un observatorio, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, antes conocido como el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla, sitio que ha albergado a personajes de la literatura como Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Fernando Benítez, o a científicos renombrados como Luis Enrique Erro, Guillermo Haro y Paris Pishmis.

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Cuatro días al año este espacio abre sus puertas a todo aquel que tenga curiosidad por la lectura y la ciencia, sin importar su edad, con el pretexto de comprar un libro, asistir a una conferencia o simplemente conocer el lugar, que tantas historias guarda y desea compartir. Este sitio, dedicado a la investigación y a los estudios de posgrado, en febrero se pone de fiesta, se llena de gente, de música, de cuentos y, por supuesto, de libros. La 3a FILEC ya está gestándose. En 2009 celebrará el Año Internacional de la Astronomía y tendrá a Francia como país invitado; ofrecerá el Segundo Seminario Internacional sobre Cultura Escrita, dedicado a la divulgación de la ciencia, además de venta y exhibición de libros, talleres, presentaciones de cuentos, música, pantomima, conferencias, mesas de discusión, proyecciones… y lo que se acumule en el camino. Te invitamos a participar en la FILEC 2009, del 12 al 15 de febrero.

Un gran reconocimiento para un gran libro Ediciones SM celebra el reconocimiento que obtuvo ¡Ven, hada! de Alejandro Magallanes en el marco de la Feria del Libro Infantil de Bolonia 2008. Este libro fue acreedor a la Mención Honorífica dentro de la categoría New Horizons del Bologna Ragazzi Award, uno de los premios más prestigiosos en el ámbito de las publicaciones para niños.

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BUZÓN DEL LECTOR

Escríbanos a Leer y leer Dirección: Las cartas para nuestra revista pueden ser enviadas por correo a: Irma Ibarra, SM de Ediciones, Magdalena 211, Colonia del Valle, México, D.F., c.p. 03100, Del. Benito Juárez. Quinto piso. Correo electrónico: [email protected] Fax: (55) 1087 8459 Tel.: (55) 1087 8400

Asesorías en selección de acervos En Ediciones SM tenemos una gran experiencia en la selección de materiales para bibliotecas. Si le interesa diseñar un plan de lectura especial para su escuela, le ofrecemos una asesoría gratuita con nuestro equipo de especialistas, para analizar y seleccionar los mejores libros para sus alumnos. Haga una cita con nosotros: Irma Ibarra 1087 8400, ext. 598 [email protected]

Por favor, asegúrese de incluir su nombre completo, dirección y teléfono. También puede enviarnos una foto tamaño infantil, para incluirla en esta página, junto con su carta. Por razones de espacio, las cartas colar la biblioteca es pueden ser sintetizadas. prestó el últiLas ventajas de amiga mía me ra st ae m a un y a, importancia de Soy bibliotecari é entonces en la ns Pe . er le y er Le e una biblioteca mo número de a. Me parece qu el cu es do, la en os rs nsión del mun tener libros dive tener una exte o m erco ac es ño a ni el cu arle al dentro de la es miento; es cont ci no les co sa l er de iv y un n intas, de la imaginació de maneras dist a, l, ta de ro en lo am e nd qu es fu ca del mundo ro bibliotecario st ae ne m s el su , ce lo el , cono y posibles. Por n la comunidad co o ón id ci et ac om de s pr ea m porque está co de proponer lín ación, es capaz rm s a la ciencia fo no in de um s al s de lo cesida erquen a ac d e qu os ul tít r zgar su capacida y de selecciona a sencilla, sin ju er o an ar m cl a a un ng te de que y a la literatura importancia de la o í s ah co e tífi D en o. ci nt os de entendimie los buenos text de as de tic ro ís st er ae ct m ra r al cuáles son las ca tantería, e invita cluirlos en la es in como complera , pa es as s, cl io ar liter l salón de de ro nt de os rl grupo a utiliza lección ros de texto. te que es la se an rt mento de los lib po im lo ca que sabe n de la bibliote El bibliotecario ple con la misió m de cu s a io ic ur rv ct se le r frece * IFLA/UNESCO: “O de materiales de to co es la ifi de an m os br el s los miem do to escolar según a , os rs cu ]. La s re

ros y otro iento crítico [… aprendizaje, lib rrollen el pensam sa de e qu estrategia a ra pa r al de cualquier ci en munidad escola es e nt ne información lar es un compo n, provisión de ió biblioteca esco ac uc ed n, ió la alfabetizac largo plazo para cultural.” ómico, social y y desarrollo econ

Letras, Atentamente, d de Filosofía y lta cu Fa o, ill os zo de 2008. Julieta A. Herm UNAM. Mar a, gí lo co te lio Colegio de Bib A), 1999 colar (UNES/FL la biblioteca es de 2007. ro re feb *Manifiesto de de 5 consultada el na gi Pá ]. ea lín tm [en mani-s.h II/s11/pubs/ www.ifla.org/V

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