Lectio Divina y Con Temp Lac Ion Ignaciana

November 19, 2018 | Author: Jesus María Pastoral Argentina Uruguay Jesus Maria | Category: Monasticism, Prayer, Ignatius Of Loyola, Bible, Second Vatican Council
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Lectio Divina y Contemplación ignaciana Notas sobre la Contemplación (2). 1. La “Lect “Lectio io divina divina”. ”. Cuando la Congregación General XXXI recomienda a todos los jesuitas la “Lectio divina”, patrimonio secular de las órdenes monásticas y particularmente de los benedictinos –como fuente de conversión y renovación del ministerio de la Palabra y de los ejercicios, no está introduciendo ningún extraño elemento monástico en la espiritualidad propia de la Compañía de Jesús. Simplemente está acogiendo, en el mejor espíritu del “sentir con la Iglesia”, las recomendaciones del Concilio Vaticano Vaticano II acerca de la lectura asidua de la Escritura. 1.1. En las órdenes monásticas. En las órdenes monásticas la Lectio divina formaba parte de su estilo de vida y ocupaba una considerable porción del horario de oración y de trabajo de los monjes. La tradición benedictina le consagra un tiempo cotidiano del horario de oración y de trabajo de los monjes. La tradición benedictina le consagra un tiempo cotidiano igual al del oficio divino recitado en coro. El “ora et labora” labora” (Oración y trabajo), distintivo de su Regla, concede la importancia central a la oración (cuatro horas diarias en forma coral y cuatro en forma privada como Lectio divina); divina); el trabajo manual es más bien la manera de ganarse independientemente la vida. y así, los domingos, cuando no se trabaja, las horas de descanso incluyen un tiempo mayor para la Lectio: Lectio: “Los domingos conságrense conságrense todos a la lectura”, l ectura”, indica una de sus reglas. 1.2. La oración ignaciana. En la espiritualidad ignaciana, la Lectio divina entra sencillamente como un modo óptimo de orar con la Escritura, que presenta estrecha estrecha similitud con la contemplación indicada por San Ignacio en el texto de los Ejercicios. Proponerla y recomendarla, como lo hace apropiadamente la Congregación General XXXI, no es otra cosa que estimular una oración más fácil, simple y gustosa, con miras al fin que se pretende. El Concilio Vaticano II, II, en su Constitución sobre La Divina Revelación (Dei Verbum), Verbum), da un importante relieve a la Lectio divina cuando dice: “La Sagrada Escritura contiene la Palabra de Dios, y en cuanto inspirada es realmente Palabra de dios... El ministerio de la Palabra”, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la instrucción

Notas sobre la oración y contemplación

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cristiana y en puesto privilegiado la homilía, recibe de la Palabra de la Escritura y por ello da frutos de santidad”  Para la mentalidad ignaciana, fundada para ayudar al prójimo so re todo por el ministerio de la Palabra de Dios (fórmula del Instituto), Instituto) , esta afirmación del Concilio es una voz que la estimula a conocer mejor la Palabra, a gustarla y sentirla, para entregarla con mayor fidelidad al pueblo de Dios. 1.3. En el Concilio Vaticano II Concretamente se lee en la Dei Verbum n.25: Todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por  el oficio al ministerio de la palabra, han de leer y estudiar  asiduamente la Escritura para no volverse “predicadores vacíos de la  palabra, que no la escuchan por dentro” (San Agustín).

“El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles, especialmente a los religiosos, la lectura asidua de la Sagrada Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Fil. 3,8), pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo”  (San Jerónimo). “Acudan de buena gana al texto mismo: en la liturgia, tan t an llena del lenguaje de Dios, en la lectura espiritual, o bien, en otras instituciones o con otros medios que para dicho fin se organizan hoy por todas partes con aprobación o por iniciativa de los  pastores de la Iglesia. Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues “a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras”  (San Ambrosio). En este mismo espíritu la Congregación General XXXI, consigue el siguiente texto sobre la Lectio Divina, en su decreto acerca de la oración en la Compañía: “La Sagrada Escritura y la Tradición en nuestra oración:... Este tesoro de las Escrituras, entregado por el Esposo a la Iglesia para que rija y  nutra la vida cristiana, constituye la fuente pura y perenne de la vida espiritual, de la oración y de la renovación en la vida religiosa... la “Lectio divina” requiere, según un uso antiquísimo en la vida religiosa, una total disponibilidad para con Dios que en ella nos habla, así como también una compunción de corazón bajo la acción de la espada de doble filo de la Escritura que de continuo nos invita a la conversión. También se puede con todo derecho esperar, de esta lectura meditada de la Escritura, la renovación del ministerio de la Palabra y el de los Ejercicios Espirituales, ya que ambos a dos se nutren de nuestra familiaridad con el Evangelio” Evangelio ” 1 .

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Congregación Congregación General XXXI, Decreto 14,6.

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2. Los momentos momentos de la la Lectio Lectio divina. divina.  Tradicionalmente la Lectio divina se compone de varios pasos o momentos que no han de considerarse como sucesivos –esto es, para aplicar no después de otro- sino como intercambiables y complementarios a lo largo del tiempo de oración. Estos momentos presentan una asombrosa asombrosa afinidad con los elementos de la contemplación ignaciana, ignaciana, 2 .1 .

Lectio:

Un primer momento es el de lectura y relectura atenta de la palabra. Dios es quien nos habla. Durante la Lectio los monjes pronunciaban la palabra en voz alta y repetidamente hasta apropiarse los textos y aprenderlos de memoria, que luego podían rumiar durante la jornada. Esta lectura debe situarse en el contexto original, teniendo en cuenta lo que quiso decir el autor humano, dada su cultura, su lengua, su género literario, la circunstancia histórica en que surgió el texto y el mensaje que pretendía transmitir el pueblo en tal coyuntura histórica. Así aprenderemos a no separar el texto de la vida y de la historia misma del pueblo para el que fue escrito evitaremos una lectura anacrónica desde nuestra propia época y cultura. Para obtener una adecuada comprensión del texto y captar su sentido literal, el apoyo de una suficiente exégesis, como la que puede proporcionar un buen comentario o las notas de la Escritura, forma forma parte de este primer paso o momento de “apropiación de la Palabra” conviene leer muchas veces el texto hasta familia familiarizarse con él, fijando la atención en las palabras mismas, de manera que el mensaje dirigido a Israel o a la generación de Jesús, se vuelva nuestra palabra. Es tiempo de la escucha y de la memoria. Leer y recordar la historia palabra (“dabar”: (“dabar”: Palabra en hebreo) que es narrada, y preguntarme: ¿Qué dice este texto al pueblo de Dios? En la contemplación ignaciana también existe ese primer momento en los preámbulos pone San Ignacio: “traer “ traer la historia”, y, “composición viendo el lugar”. Al que da los Ejercicios se le indica que narre fielmente la historia de la contemplación o meditación, discurriendo por los puntos con breve y sumaria declaración. El que hace los Ejercicios, por su parte, debe “hacerse presente”  presente” al al misterio que contempla, viendo con la vista imaginativa los lugares y personas, escuchando los diálogos, considerando el desarrollo de los acontecimientos narrados, para después volver sobre sí mismo y sacar algún provecho. Así en el ejercicio eje rcicio de los pecados (EE 50-52), en la parábola del llamamiento del Rey (EE 92-93), en las contemplaciones de la encarnación y el nacimiento (EE 102-111),

Notas sobre la oración y contemplación

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considerando estas dos últimas como pauta para las contemplaciones sucesivas de la segunda semana. 2.2. 2.2.

Medi Medita tati tio o (Med (Medit itac ació ión) n)..

Es un momento de reflexión y trabajo discursivo sobre la historia palabra, para comprender qué dice Dios a su pueblo, a su Iglesia, aquí  y ahora. ¿qué me dice ese texto a mí, ahora? En un esfuerzo por actualizar el texto y traducirlo a nuestra propia vida y realidad. A pesar de ser un texto para otra época, escrito en otro contexto cultural e histórico, tiene algo que decirnos ahora a nosotros. Por eso, entramos en un diálogo con Dios, Di os, reflexionando y haciendo preguntas y pidiendo la iluminación del Espíritu para comprender su interpelación para nosotros hoy. Propiamente se trata de rumiar y de masticar el pasaje sobe el que estamos orando hasta descubrir el mensaje que Dios nos quiere dar. De María escribe Lucas que se admiraba y sin acabar de comprender lo que se decía del Niño o lo que el mismo Jesús le hablaba, “conservaba en su corazón el recuerdo de todo aquello, meditándolo interiormente”(cf. interiormente”(cf. Lc 2,19,51). Esta es la Meditatio a la que nos referimos. A través de este rumiar permitimos rumiar permitimos que la Palabra nos penetre y transforme nuestras disposiciones interiores y las intenciones y afectos de nuestro corazón. Algunos, A lgunos, convenientemente, resumen en una frase el mismo texto lo que han meditado, para conservarlo en el recuerdo y masticarlo durante la jornada. Este momento es en realidad el del sentido eclesial y sentido  personal de las Escrituras; sentido que mira a toda la Iglesia y a los fieles en cuya historia se actualiza hoy y aquí el misterio de la salvación. En la correspondencia con la contemplación ignaciana, recordemos que los Ejercicios invitan continuamente a que, después de cada punto –ver las personas, oír lo que dicen, considerar lo que hacen-, tomemos un momento de interiorización de lo l o contemplado y volvamos sobre nosotros mismos: “después, reflectir en reflectir en mí mismo para sacar algún provecho”. Esta es, así tan simplemente, la meditatio que propone la Lectio divina. Dios habla hoy a su Iglesia y a su Compañía también a mí. Nos interpela y cuestiona. ¿Qué nos dice este texto a nosotros en orden al seguimiento y servicio más radical y generoso de Jesús? 2.3. Contemplatio (Contemplación).

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Con un ejemplo sencillo se ha acostumbrado explicar cada momento de la Lectio divina: “La lectura lleva la comida a la boca, la meditación la mastica y digiere, la contemplación prueba su gusto que alegra y recrea”. La contemplación vendría a ser “una sabrosa degustación de la dulzura que contiene la palabra de Dios” San Ignacio la llama “sentir y gustar de las cosas internamente” y se considera lo más propio de la contemplación ignaciana. “Prueben y gusten cuán suave es el Señor (Salmo 34, 9). Así como en la Lectio escuchamos a Dios y nos preguntamos qué dijo a su pueblo a través del autor humano; y en la Meditatio tratamos de descubrir lo que nos dice a nosotros hoy; en la Contemplatio gustamos lo que nos dice el Señor, su acontecer en nuestra vida; experimentamos la consolación del Espíritu Santo. Gracias a la contemplación, reflexionada luego en el examen de la oración, podemos percibir y discernir los varios espíritus que han solicitado nuestro corazón. Cosa que, por otra parte, no se limita al tiempo de oración, sino que afecta toda la vida. momento de éste de la contemplación: con el Criador y Señor que se comunica de forma muy personal a cada uno “abrazándolo en su amor y alabanza” y disponiéndolo “por la vía que mejor podrá servirle adelante” (EE 15). La contemplación es el espacio que prepara el discernimiento y la deliberación o elección, gracias a que es entonces cuando experimentamos el “fruto del Espíritu” presente y actuante en nosotros. El P. Rossi de Gasperis describe esta Contemplatio como un momento de atención y escucha del Pneuma divino en la psiquis del hombre... “escucha de la Palabra de Dios no escrita”, que resuena aún hoy donde quiera en la Iglesia y en el mundo, en cada hombre y  en cada mujer y en la comunidad; y se manifiesta con una secreta iluminación y en una solicitación de la conciencia personal. Esta  palabra no se encuentra en ningún otro que no sea aquél a quien Dios habla aquí y ahora. No se encuentra depositada en las Sagradas Escrituras. No es conocida previa e indudablemente por ninguna autoridad ni personalidad espiritual externa. Incumbe a cada hombre o mujer interesados, el dulcísimo deber de mantener atentos, de separar la voz auténtica de las que no lo son, de buscar a lo largo de la noche al amado de su corazón (Cantar 3,1). La voz y acción del Espíritu resuena siempre, ya sea potente (EE 175), ya sea más discreta (EE 175-177), en la conciencia personal. El campo de extensión de esta Palabra es la ilimitada región de lo que es contingente en el reino del Bien 2. Momento precioso en el que experimentamos la absolutamente gratuita consolación del Espíritu, que es paz interior, gozo espiritual,

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Cf. Rossi de Gasperis, S.J., “La Contemplación” en Revista CIS n.47 (1984) 94.

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amor, generosidad, fidelidad, fe, lágrimas y elevación de mente, “que todos son dones del Espíritu Santo”, dice San Ignacio 3. El tiempo de la contemplación es favorecido particularmente en la repetición, cuando concentramos nuestra oración en “notar” y “hacer pausa” allí donde se ha tenido previamente “mayor sentimiento espiritual o conocimiento interior” (EE 62, 118), que “deja el ánima en el Señor Nuestro consolada”. 2.4. 2.4.

Orat Oratio io (ora (oraci ción ón)).

En los momentos anteriores ha sido Dios quien hablaba.  Ahora hablo  yo a Dios. Es lo que en la contemplación ignaciana corresponde a los coloquios, cuando abrimos espontáneamente el corazón a Dios para responderle. Esta oración coloquial impregna todos los Ejercicios a lo largo de los treinta días y enseña al ejercitante desde la primera semana, a través de coloquios muy precisos (EE 53, 61, 71) que, sin embargo, lo van capacitando casi insensiblemente para una inmensa libertad en este momento de desparramar el corazón con Dios. El coloquio, recordemos a San Ignacio, “se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su Señor, cuando pidiendo alguna gracia, cuando culpándose por algún mal hecho, cuando comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas” (EE 54). “Pensando “Pensando lo que debo hablar... hablar... pidiendo según que en mí sintiere, para más seguir e imitar i mitar al Señor nuestro” (EE 109). El tercero y cuarto momento (Contemplatio-Oratio) son el tiempo del corazón, de la libertad que se adhiere, de la voluntad que se afecta con el texto leído y meditado. todo para tomar opciones y decisiones dentro de la mística de servicio que traduce el amor más en obras que en palabras. Gustar internamente la palabra-acontecimiento la  palabra-acontecimiento,, complacerse en ella y pedir insistentemente a Dios aquello que en cada circunstancia quiero, a partir de la Lectio-Meditatio concreta. Algunos anteponen el momento de la Oratio al de la Contemplatio. En realidad, como no son momentos sucesivos sino más bien actitudes del espíritu, se entremezclan a lo largo de la oración espontáneamente de modo que la Oratio puede darse ya desde la Lectio o en medio de la Meditatio y la Contemplatio, Contemplatio, “Eructatio”  (Brotar) llamaban algunos monjes a este momento de la oración y de la predicción, tal vez inspirados en la vieja traducción del Salmo 45: “Eructavit cor meum verbum bonum”, que hoy se traduce más elegantemente: “me “me brota del corazón un poema bello”. bello”. Lo que quiere significar es que el coloquio debe ser “una efusión, un rebosar, de la superabundancia e intensidad de los pensamientos y afectos 3

Cf. San Ignacio de Loyola, Directorio autógrafo, autógrafo, pp.373,377. Y Cf. Reglas de dirección de Espíritus, Ejercicios Espirituales n.316.

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que la Lectio Divina, Divina, la Meditatio, la frecuentación asidua, personal e íntima de la Palabra Palabra de Dios han ido engendrando acumulando en nuestro espíritu 4. Pero la oración ignaciana no termina en la contemplación, y el coloquio. Está orientada, dentro de la mística de servicio, a disponernos para “en todo amar y servir” a Dios Nuestro Señor; a conocer y amar a Jesús, contemplando en los misterios de su vida, “para amarlo y seguirlo más” (EE 130). Por tal razón, a los momentos clásicos de la Lectio Divina (Lectio, Meditatio, Contemplatio, Oratio), añadiríamos a la espiritualidad ignaciana y a su modo típico de contemplar, otros dos elementos que apuntan a la praxis (práctica) de la unión con Dios en la acción. 2.5. 2.5.

Disc Discre reti tio o (Disc (Discre resi sión ón de Espí Espírit ritus us). ).

A la oración durante los Ejercicios sigue siempre el momento del examen de la oración, cuidadosamente prescrito por San Ignacio. Tal examen en realidad es una prolongación de la oración misma, terminado el ejercicio formal, por espacio de un cuarto de hora: “miraré cómo me ha ido” en ido” en la contemplación o meditación” (EE 77). No solo en cuanto se refiere a mi actitud y esfuerzo personal, o a mi fidelidad con las notas y adiciones, sino también y especialmente en lo que toca a la acción de Dios en mí. ¿Cómo ha acontecido Dios para mí? ¿Cómo se me ha comunicado para disponerme al mejor servicio? El examen se convierte así en un momento para percibir para percibir mociones y agitaciones de diversos espíritus causadas en la oración or ación y para discernir entre discernir entre todas ellas la unción y consolación del Espíritu. Propiamente el reconocimiento de las mociones no ha de practicarse durante el tiempo de la oración pues resultaría una distracción de la experiencia de encuentro y diálogo con el Señor. Señor. Se añade este tiempo aparte, acabada la oración y en un ambiente más relajado (“ya esté sentado, ya sea paseándome”) aunque todavía en clima de oración y acción de gracias. Examino cómo el Espíritu con su peculiar lenguaje se me ha comunicado; qué ha puesto en mi corazón y hacia a dónde me va conduciendo en el camino del seguimiento y servicio. Así voy aprendiendo a conocer su función de la consolación (paráclesis) a reconocer su voz que se me insinúa en mi espíritu. 2.6. 2.6.

Delib Delibera erati tio o (Del (Delib iber erac ació ión) n)..

En el lenguaje ignaciano de los Ejercicios la “deliberatio” es “deliberatio” es lo mismo que la elección. Así se expresa claramente el texto: “Después que así  he discurrido y reflexionado todo ... se debe hacer deliberación sobre 4

Colombás García M, M.B. en La lectura de Dios. Aproximaciones a la Lectio Divina de Monte

Casino, Zamora, 1982.

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lo que voy a decidir... y hecha la tal deliberación, deliberación, debe ir la persona que tal ha hecho con mucha diligencia a la oración, delante de Dios nuestro Señor y ofrecerle la tal elección...” (EE 182-183). Si en el momento de la Oratio me pregunto qué debo hablar a Dios, en el de la discretio-deliberatio considero cómo me ha hablado Dios y qué debo hacer para que mi amor se pueda “poner más en las obras que en las palabras” (EE 230). Vale Vale la pena leer lo que el Cardenal Carlo Maria Martini, SJ, escribe al respecto:

Si en la Lectio Divina el exégeta puede todavía salir bien librado; en la Mediatio, el  hombre reflexivo, el filósofo, el sabio, puede aún encontrarse a sus anchas, es solo con la Contemplatio como nos volvemos capaces de hacer gustar la Palabra, de comunicar la vida, porque a nuestra vez la hemos gustado y trasladado a nuestra vida. la Contemplatio es como un área inmensa, un nivel riquísimo que tiene en sí otros niveles. Comprende, en efecto, lo que podemos llamar “consolatio” (consolación), en el sentido de paráclesis paráclesis (Consolación espiritual) espiritual) de presencia presencia del Espíritu. El texto se nos convierte en fuente de gozo, en oración auténtica, porque el mismo Espíritu de Dios, que ha inspirado el texto, reza en nosotros y en Él nosotros nos dirigimos al  Padre con Jesús. Y a la “consolatio”, que nos pone al unísono con el Espíritu de Dios, sigue el momento de la “discretio-deliberatio”, esto es, del discernimiento de los espíritus. Esto significa que la deliberación sobre lo que hay que hacer, hacer, ya no es simplemente una prudente pr udente reflexión de las cosas, sino que “nace de una vibración del corazón”, que nos hace discernir, en la historia y en la vida, los lugares por  donde el Espíritu sopla –y que por eso son promovidos-, y los lugares donde sopla es el espíritu del mal, donde está el maligno –y que por  eso deben combatirse y rechazarse-.... la contemplación genera la “consolatio”, que hace nacer el discernimiento práctico de la  presencia del Reino en la historia; y la “deliberatio” es la decisión  práctica de promover esos signos del Reino y de combatir los signos de la cizaña 5 .

Cardenal Carlo María Martini, “Meditación al clero de Venecia” en La Lectio Divina, Cuadernos de Espiritualidad Ignaciana, Chile, 1984, Diciembre.

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Resumen:

LECTIO DIVINA IGNACIANA 1. Lectio Lectio:: Leer Leer y releer releer el texto texto para comprenderlo y descubrir el mensaje de Dios para su Pueblo: ¿Qué me dice el texto? (Sentido literal). 2. Metitatio: Metitatio: reflexión reflexión sobre sobre los los valores contenidos en el texto. Rumiar Rumiar y actualizarlo: ¿qué me dice el texto a mí  hoy? (Sentido eclesial y personal). 3. Contem Contempla platio tio:: gustar gustar,, saborear y sentir el “fruto del Espíritu”. Dios me toca y me mueve: ¿Cómo se me comunica el Señor? (Sentido sapiencial). 4. Oratio Oratio:: convers conversaci ación ón espontánea con el Señor: ¿Qué voy a dialogar con Dios?

CONTEMPLACION

1. “Traer “Traer la historia historia”. ”. Capta Captarr fielmente tras una breve y sumaria declaración; composición viendo el lugar; ver las personas, oír lo que dicen, mirar lo que hacen... 2. Medita Meditació ción: n: Trae Traerr la memoria, el entendimiento y la voluntad y “reflexionar en mí mismo para sacar algún  provecho...”  3. Cont Contem empl plac ación ión:: “Sentir “Sentir y  gustar internamente”. internamente ”. Repeticiones para ahondar en las consolaciones o en los sentimientos espirituales previos.

4. Coloq oloqu uio: io: Hablando como un amigo con su amigo, amigo , “según que en mi sintiere...”. 5. Disc Discrreció eción: n: Sentir y discernir  la consolación del Espíritu, Espíritu , especialmente en el momento del examen de la oración. 6. Deci Decisi sión ón prác prácti tica ca de  promover los signos del Reino: Reino: ¿Qué debo yo hacer   para responder a la unción del Espíritu? Pedir Gracia de confirmación a Dios.

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