JOSÉ NA NATANSON MARTÍN RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ FEDERI FEDERICO CO VÁZQUEZ VÁZQUEZ MARCELO FALAK IGNACIO RAMONET PHILIPPE LEYMARIE OLIVIER ZAJEC ZAJECSERGE SERGE HALIMI el dipló, una voz clara en medio del ruido
abril 2016
Capital Intelectual S.A. Paraguay 1535 (1061) Buenos Aires, Argentina Publicación mensual Año XVII, Nº 202 Precio del ejemplar: $50 En Uruguay: 100 pesos
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La crisis cr isis política y económica que atraviesa Brasil acelera acelera el fin del ciclo progresista en América A mérica Latina. Latin a.
El temblor brasileño
Dossier
Nacho Doce/Reuters
La nueva carrera armamentista Dossier Págs. 21 a 29
La “guerra contra contra el terrorismo”, terrorismo”, la inestabilidad de Medio Oriente y las tensiones entre las viejas y las nuevas potencias potencias fortalecen el comercio internacional de armas, que bate récords de ventas y se expande a nuevos terrenos como el ciberespacio.
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Edición 202 | abril 2016
Sobre los emp emprend rendedores edores por José Natanson
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ada fase del capitalismo construye un sujeto social icónico, que lo encarna y le provee la legitimidad imprescindible para seguir funcionando. En el siglo XX, en un contexto de keynesianismo económico, a mpliación de los derechos sociales y compromiso de clases, fue el empresario paternalista al estilo Henry Ford, que estableció la jornada de 40 horas, concedió vacaciones pagas y sala rios altos, bajo la revolucionaria idea de que los trabajadores pudieran compra r –en cuotas– los autos que ellos mismos fabricaban. Este modelo de patrón benévolo eclipsó al empresario explotador de los inicios de la Revolución Industrial esti lo Josiah Bounderby, cruel personaje de Tiempos difíciles, y recién fue reemplazado varias décadas después, en los 80, cuando el capitalismo industria l de las chimeneas y las líneas de producción fue mutando a un sistema abierto y crecientemente globalizado, hegemonizado por los servicios , el consumo y sobre todo las finanza s, que la literatura condensó en Sherman Sherman McCoy, el “Amo “Amo del universo” espec ializa do en la especulación con bonos de La hoguera de las vanidades, y que encontró su deriva psicótica en el sadismo homicida de Patrick Bateman, el yuppie de Americam Psycho. El héroe capitalista del siglo XXI es el emprendedor. Nacido Nacido en un mundo pos-Estado de Bienestar y dotado de la a gilidad necesaria para adaptarse a las condiciones despiadadamente cambiantes de la economía globalizada , el emprendedor no es un simple empresario sino un innovador que encuentra soluciones audaces a viejos problemas. En su f ormulación idealiza da, el emprendedor no dispone de un gran capital inicial ni necesita una gigantesca organización de miles de personas: le alcanza con un garaje, un préstamo de sus escépticos padres y una serie de atributos que, como señala el especialista Diego Pereyra (1), están más relacionados con la “inteligencia emocional” que con conocimientos duros de finanzas o economía: la s marcas del emprendedor son la creatividad, la flexibilidad y el liderazgo, atributos plásticos que contrastan con la solidez de roca de la vieja economía. Indefectiblemente joven, el emprendedor introduce una ruptura en la línea de tiempo, una discontinuidad que parte de una fe cuasi-suicida en el valor de sus ideas, lo que lo dota de un a dimensión carismática en el sentido estrictamente weberiano del término: la capacidad extra-cotidiana de logra r lo imposible, lo que nadie pensaba que era posible hacer. Sus encarnaciones má s emblemáticas son por supuesto Ma rk Zuckerberg, el creador de Facebook, y Steve Jobs, fundador de Apple, cada uno de los cuales cuenta con su respectiva biopic (2). Incubado en la muy norteamericana cult ura del winner, el emprendedor se valida a través de sus triunfos: puede traicionar a sus amigos (las biografías de Zuckerberg y Jobs concuerdan en esto), puede ser desplazado de su empresa y puede incluso permiti rse quebrar (momentáneamente). mentáneamente). Lo que no puede, bajo ninguna circunstancia, es fracasa r: es su éxito, más que el valor de mercado del producto o su utilidad social, lo que lo convierte en lo que es. Entre otras novedades de época, el macrismo incorporó a la política a grupos sociales que has-
ta el momento habían permanecido al margen (la afir mación es un elogio). No tanto los empresarios, que desde José Gelbard a Bunge & Born han jugado un rol protagónico en nuestra historia, como la nueva cama da de CEO, decisivos en un mundo en el que la propiedad de los medios de producción, a menudo bajo control de misteriosos fondos de inversión, se desliga cada vez má s de su gestión concreta. Si, como sostiene el sociólogo Gabriel Vommaro, el macrismo designó a ex gerentes de multinacionales en las áreas duras de la gestión, tipo finan zas, empresas públicas y energía, en cambio reservó las zonas blandas, como desarrollo social o medio ambiente, para militantes de ONG, apoyándose en los puentes previamente tendidos entre capitalismo y sociedad civil a través de los programas de responsabilidad social empresaria. En todo caso, el gabinete macrista apuesta a las técnicas y saberes de la gestión empresarial como mecanismo de resolución eficiente de los problemas (como escribió Ernesto Semán, solo cuando f rente a un obrero metalúrgico digamos que “viene de la actividad privada” estaremos hablando de esferas económicas; hasta que llegue ese momento, el criterio es empresa o, mejor, clase social ) (3). La figura del emprendedor, decíamos, ocupa un lugar central en el imaginar io del gobierno, evidenciado en la decisión de renombrar la Secretaría de Pymes del Ministerio de Producción como “Secretaría de Pymes y Emprendedores” Emprendedores” y designar allí a Mariano Mayer, que había desempeñado una función parecida en la Ciudad y que pasó por “las principales instituciones que fomentan el entrepreneurship en Argentina”, según la web porteña. También se nota en los programas de “economía creativa”, en la designación de Guillermo Fretes, ex CEO de Despega r.com, al frente de Educ.ar, y de Andy Freire, fundador de la empresa Officenet y presentado por la revist a Apertura como “sinónimo de emprendedorismo”, como ministro de Modernización porteño. En su plataforma de campaña, Macri propuso: “Seamos un país de 40 millone s de emprendedores”. En una primera mirada, la propuesta parece interesante. Como ya es evidente, el programa económico del macrismo descansa en sectores como el agronegocio, la minería, la energía y alg unos segmentos de los servicios, que son los más dinámicos de la economía y los ún icos capaces de generar los dólares para que funcione, pero que no se caracterizan por su capacidad para generar puestos de trabajo abundantes y de calidad. No parece mala idea entonces matizar la apuesta a estos enclaves con el apoyo a la innovación y la creativ idad, sobre todo si se tiene en cuenta que, por su tradición inmigrante, sus altos estándares educativos y la presencia de una amplia clase media, Argentina reúne las condiciones ideales para que prosperen las virtudes emprendedoras, alimentadas también por los altibajos cardíacos de nuestra historia económica: la sucesión de hiperinflaciones, crisis de deuda y devaluaciones dificulta la planificación y las políticas de largo pla zo pero también empuja a las personas a aguza r el ingenio para sobrevivir. En todo caso, no hace falta caer en un “nacionalismo del talento” para comprobar que las tres puntocom más importantes de América Latin a –Pa-
tagon, Mercadolibre y Despegar– f ueron creadas por argentinos. Sin embargo, una mirada más profunda lleva a considerar las cosas de otra ma nera. Contra lo que plantean las historias centradas en la épica privada, la prosperidad emprendedora exige un papel activo del Estado. La especialista Sabrina Díaz Rato, de la fundación Puntogov, explica que el boom de Silicon Valley, sinónimo del éxito emprendedor norteamericano, no sería posible sin una enérgica intervención pública, que va desde la protección estricta de la propiedad intelectual a la flexibilización focalizada de las leyes migratorias para permitir el ingreso por ejemplo de ingenieros, junto al financiamiento directo a las industrias de base tecnológica. “El fa moso algoritmo de Google –recuerda– fue elaborado gracias a un proyecto financiado por un organismo estatal, la US National Science Foundation.” Retrocedamos un momento. Como ya señalamos, el PRO ha elegido el discurso de la igualdad de oportunidades como el gran paraguas conceptual bajo el cual inscribir su programa de gobierno. Un enfoque típicamente liberal que apuesta al progreso por vía del esfuerzo individual de las personas (a lo sumo de las fa milias), más que a la construcción colectiva de bienes públicos. Y que sintoniza con otros ra sgos del macrismo, como las apelaciones al budismo que tanto irritan al progresismo nac&pop y que, en l a versión de moda, es menos una religión dogmát ica que un conjunto de enseñanzas y técnicas para alcan zar la felicidad: una búsqueda también personal. El emprendeemprendedorismo, surgido como corriente de la economía práctica y el management no por casualidad en el mismo lugar que el budismo new age, es decir l a Costa Oeste de Estados Unidos, es la cara más virtuosa –historias individuales de éxito– de la muy liberal apuesta a la igua ldad de oportunidades. Por eso la cuestión es casi filosófica. Uno de los rasgos fundamentales de la figura del emprendedor, el que le permitió permitió recargar de legiti midad al oxidado arquetipo del empresario capitalista, es su capacidad para conciliar sin desajustes aparentes una imagen aspiracion al hecha de sueños e ideas con la pura y dura búsqueda de plusvalía. El emprendedor, emprendedor, en efecto, actúa g uiado por un ideal más elevado que la simple persecución del lucro, aunque hasta donde sabemos ninguno ha renunciado a sus millones. A ello contribuye el hecho de que operan casi siempre en el sector de los servicios, la información y el conocimiento, donde la propiedad de los medios de producción resulta menos decisiva y donde las tradicionales relaciones de explotación suelen quedar veladas bajo vínculos laborales más flexibles y diversos. Como el emprendedor no es exactamente u n empresario y como es verdad que suele portar un cierto romanticismo innovador, la división capital/trabajo, que está en la base de cualquier relación capitalista, queda disimulada bajo u na superficie aterciopelada que acolchona los conflictos propios de la economía de mercado, comenzando por los sindicales, que suelen emerger cuando la empresa crece hasta punto tal que su gestión exige un enfoque má s clásico: cua ndo el emprendedor, emprendedor, por así decirlo, se transforma en empresario. Llevando las cosas al ex tremo, el notable filó-
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Staff Direc Director: tor: José Natanson Redac Redacción ción Carlos Alfieri (editor) Pablo Stancanelli (editor) Creusa Muñoz Luciana Garbarino Laura Oszust Lucía Gradel (pasante) Secre Secreta taria ria Patri Patricia cia Orfi Orfila secre secreta taria@el ria@eldi diplo.org plo.org Correc Corrección ción Alfredo Cortés
sofo coreano Byung-Chul Han llama la atención sobre la capacidad del capitalismo neoliberal para generar sujetos que Editorial se autoexplotan (4). Al final –escribe– es el neoliberalismo, y no el comunismo, el que elimina la lucha de clases, aunque no como consecuencia de una victoria proletaria sino por vía de la individuación de las responsabilidades. “Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema. En el régimen de explotación ajena era posible que los explotados se solidaricen y juntos se alcen contra el explotador. En el régi men de la autoexplotación uno dirige la agresión contra sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sin o en depresivo”. Mi tesis es que la apuesta al emprendedorismo tiene un límite. Por má s empuje que tenga, el emprendedor emprendedor no opera en el vacío sino en ciertas coordenadas de tiempo y espacio. En el cas o que nos ocupa, es decir el de la Argentina pos-kirch nerista, esas condiciones restringen las posibilidades a un sector limit ado de la población: pretender que un joven del tercer cordón del conurbano críe una vaca en el fondo de su casa, fabrique dulce de leche gourmet, lo envase con una etiqueta de diseño y lo exporte a Europa del Este, o que un campesino chaqueño que practica la agricultura de subsistencia deje el arado y se sumerja en su laptop a diseñar una puntocom, resulta , por decirlo de algún modo, excesivamente idealista. Sucede que los genios innovadores requieren inicial mente autoconfianza, ta lento y… capital, como demuestran sin ir más lejos las experiencia s de Zuckerberg y Jobs, que en ambos casos contaron con unos miles de dólares facilitados por sus familiares o amigos para iniciar sus negocios, suma ina lcanzable para la mayoría de los 40 millones de argenti nos a los que Macri quiere converti r en emprendedores. El peligro es concreto. Bajo un gobierno al que evidentemente evidentemente le cuesta mirar más a llá de su clase social, el discurso pro-emprendedor pro-emprendedor corre el riesgo de derivar en la inacción estatal respecto de su versión pobre, castigada y tercermundista , el cuentapropismo, que hoy “emplea” a uno de cada cinco trabajadores. Como el psicoanálisis y los viajes iniciát icos a Machu Picchu, el emprendedoemprendedorismo es una a puesta que en el mejor de los casos se limita a la clase media. g
Diagramación Ariana Jenik Cristina Melo Cola Colabo bora rado dores res loca locales les Natalia Aruguete Fernando Bogado Adrián Cannellotto Julián Chappa Nazaret Castro Marcelo Falak Ignacio Klich Federico Lorenz Martín Rodríguez Diego Picotto Federico Vázquez Marta Vassallo Ilustrador Gustavo Cimadoro Traduc Traducto tores res Julia Bucci Georgina Fraser Teresa Garufi Aldo Giacometti María Julia Zaparart Florencia Giménez Zapiola Víctor Goldstein Patricia Minarrieta Bárbara Poey Sowerby Gustavo Recalde Carlos Alberto Zito Diseño original Javier Vera Ocampo Producción y circulación Norberto Natale Publicidad Maia Sona
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La circulación de
1. Diego Pereyra, “Notas para una sociología de la
cultura emprendedora”, en Simón González y Eduardo Matozo, Creatividad e innovación aplicadas al desarrollo emprendedor: emprendedor: experiencias de la Red Latinoamericana de Buenas P rácticas de Cooperación Universidad
Le Monde diplomatique, edición Cono
Sur, del mes de marzo de 2016 fue de 25.700ejemplares.
Capital Intelectual S.A. Le Monde diplomatique (París)
Empresa , Universidad Nacional del Litoral, 2013. 2. Jobs, Jobs , de Matt Whiteley (2013), y La y La
red social, social ,
sobre Zuckerberg, de David Fincher (2010). 3. Ernesto Seman en www.panamarevista.com 4. Byung-Chul Han, Psicopolíti Han, Psicopolíti ca, ca , Herder Editorial, 2013.
© Le Monde diplomatique , edición Cono Sur
Fundador: Hubert Beuve-Méry Presidente del Directorio y Director de la Redacción: Serge Halimi Director Adjunto: Alain Gresh Jefe de Redacción: Pierre Rimbert 1-3 rue Stephen-Pichon, 75013 París Tél.: (331) 53 94 96 21 Fax: (331) 53 94 96 26 Mail:
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Ora pro nobis por Martín Rodríguez*
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Cuánto tiempo tarda en construirse una oposición eficaz? 1) La respuesta “Rápido si el gobierno choca la economía” es “Verdadera pero…” ahí está la experiencia de la Alianza: Fernando de la Rúa se fue en helicóptero con apenas dos años a ños de mandato y se tardó una semana en encontrar un presidente con legitimidad capaz de administrar la crisis. 2) La oposición al menemismo (que duró diez años) y al kirchnerismo (que duró doce) demoró y llegó casi al final con una opción alternativa seria. Síntesis contra los apocalípticos: si el gobierno se precipita en una crisis es ganancia de pescadores. Un sciolista me dice: “Si la chocan se viene una ola de ‘que se vayan todos’ que arrastra a medio mundo”. Habla y mientras el humo de un café americano de mediodía en Pizza 0 se eleva y le pixela la cara, detrás de él, en mute, Mauricio Macri inaugura las sesiones del Congreso. Es 1 de marzo y marzo al final no fue la tormenta perfecta para el PRO: arrancó con la paritaria docente cerrada y encaminó el acuerdo de los holdouts. La consultora Ibarómetro publicó un reciente estudio que indica, entre otras cosas, que los despidos de la administración pública gozan de una aprobación cercana cercana al 55% de la población. Es un estudio de opinión. Es Ibarómetro, insospechada de simpatías amarelas. Macri gobierna para un amplio sector que esperaba lo que está haciendo. ¿Pero cuál es la zanahoria del PRO? Menem tuvo “la imaginación al poder” del liberalismo con el 1 a 1. Martínez de Hoz la “plata dulce”. Pero a la política del PRO no se le ve cuál será su fórmula liberal de alegría popular. ¿Habrá “fiesta”? Ocurrió algo inesperado. Las transiciones de gobiernos y paradigmas como la de 1989 (de la socialdemocracia al Consenso de Washington) o la del 2001 (del “neoliberalismo” al “populismo”) fueron traumáticas, con represiones, saqueos, zamarreos institucionales como el anticipo de la entrega de Alfonsín o la pasarela de presidentes. En 2015 se produjo un cambio de dimensiones paradigmáticas similares (coincidente al “nuevo mundo” del fin del súper ciclo de los commodities ), pero sin esos aspectos traumáticos, al menos por ahora. La intensidad de este tiempo (detención de Milagro Sala, denuncias de corrupción, despidos, devaluación, devaluación, inflación) aún son incomparables al paisaje defaulteado de 1989 o 2002. Hoy no están en duda ni la legitimidad del gobierno saliente ni la del entrante, ni el desbarranque inminente de la economía. No se vive este traspaso con el telón de fondo de una crisis de representación. Y que n o haya crisis de representación actúa “a favor” políticamente del gobierno, pero simultánea y paradójicamente actúa contra su plan económico “de máxima”. ¿Por qué? Porque las catástrofes disciplinan. La pregunta que queda para el gobierno no es sólo cómo se normaliza la economía sino el subtexto de esa misma pregunta: ¿cómo se disciplina una sociedad aspiracional como la argentina en el contexto de una democracia madura? Macri se autopercibe posmoderno y recibe una lección paradójica: no puede “empezar de cero”. g
* Periodista. © Le Monde diplomatique , edición Cono Sur
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Dossier El temblor brasileño
Hasta hace poco, los gobiernos progresistas de América Latina parecían imbatibl imbatibles. es. La imagen regional actual, actua l, con la crisis de Brasil en el centro, es muy distinta. Los motivos de este retroceso ret roceso hay que buscarlos en factores económicos, económicos, en una falta fa lta de imaginació imag inación n para responder a los problemas y en la dificultad para sustituir los liderazgos populares.
Causas del retroceso de los ciclos progresistas
La crisis crisis de del posneoliberalismo por Federico Vázquez*
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odo parece estar cambiando en nuestra región. Hasta ayer nomás, los gobiernos posneoliberales aparecían casi imbatibles en las urnas, con buenos resultados económicos y sociales y un triunfo más silencioso pero no menos histórico: haber sorteado el estigma del siglo XX de ciclos cortos que se abrían y cerraban con crisis institucionales, sociales y económicas superpuestas. ¿Cuándo empezó a cambiar el panorama que hoy nos devuelve una imagen regional tan distinta, con un gobierno de derecha en Argentina, una crisis crisi s institucional y política en Brasil, una economía evaporada en Venezuela y hasta una derrota del mismísimo campeón de elecciones, Evo Morales? Una primera idea. Entre 2013 y 2014, cuando los PBI de estos países mostraron una fuerte desacele-
Manifestación en contra del ex presidente Lula da Silva, San Pablo, 20-3-16 (Cris Fraga/AFP)
ración, los gobiernos progresistas empezaron a sobrevivir, como almas en pena, a sus propias economías. El corazón productivo y comercial de la región se paró. Brasil pasó de crecer 2,7% en 2013 a un nimio 0,1% en el 2014. Venezuela, Venezuela, que había tenido teni do un crecimiento acumulado de 11% entre 2011 y 2013, se desplomó un 4% en el 2014. Con menos dramatismo, lo mismo pasó en Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay, etc. En definitiva, el 2014 aparece como el momentum a partir del cual las economías sufren la combinación de la caída del precio de las materias primas a nivel internacional, la desaceleración china y la continuidad de los efectos de la crisis mundial mundi al de 2008/2009. Pero la frase “Es la economía, estúpido” habría que retirarla de una vez por todas como invocación de autoridad. En nuestra región valdría tanto ésa como otras posibles: “Es la política, estúpido”, “Es el Estado, estúpido”, “Es la desigualdad, estúpido”, y así.
El parate económico sorprende a los gobiernos a contrapelo. Repasemos: a principios de 2013 muere Hugo Chávez, abriendo un interrogante enorme sobre la suerte de un proyecto que lo había tenido como figura excluyente. Ese mismo año, una ola de protestas anti gobierno recorre Brasil. También en 2013 el gobierno de Cristina Kirchner, que había arrasado en las urnas en 2011, pierde las elecciones legislativas al fracturarse un sector del peronismo. Y en Bolivia, aunque Evo Morales fue reelecto con facilidad en 2014 (con el 61,36% de los votos), por primera vez el MAS pierde apoyo en sus bastiones tradicionales del Occidente indígena. Este repaso pinta un cambio de vientos que no se limita a lo económico (aunque desde ya lo contiene) y que parece mostrar si no el fin del ciclo progresista en la región, al menos un fuerte retroceso que obliga a pensar sus razones y causas.
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Con dos premisas incómodas. La remanida división entre “moderados” y “radicalizados” n o sirve como factor explicativo si el retroceso ocurre en todos lados. Y en segundo lugar, si el cambio del clima político fue entre previo y simultáneo al derrumbe de los precios internacionales, salvo que creamos en un mecanicismo económico instantáneo, es necesario mirar al interior de los proyectos políticos, las gestiones estatales y las oposiciones para encontrar el hilo de Ariadna en la actual crisis del posneoliberalismo. No es sólo la economía
En ese año maldito de 2013, el resto del mundo también tuvo un giro inesperado. Por primera vez en cinco años el índice de precios de materias primas que publica todos los años Standard & Poor’s (GSIC) mostró un retroceso de 2,2% en el precio de 24 commodities. El “superciclo” de precios altos de las materias primas que había arrancado allá por el 2002/2003 y que sólo había tenido una pausa en la crisis internacional de 2008 para después volver a tener una subida feroz en el 2010, 2011 y 2012, había terminado. Las miradas se dirigieron a China que seguía y sigue creciendo (6,9% en el 2015), pero sin la velocidad con la que lo había hecho hasta el 2011. Unos meses después, en la segunda mitad del 2014, el petróleo acompañaría la baja general, reduciéndose a un tercio de su valor. Desde ya semejante cimbronazo no podía pasar inadvertido en América del Sur, donde todas las economías (incluso la más industrializada, Brasil) generan divisas exportando, antes que nada, productos primarios. En el caso de la economía venezolana, la dependencia petrolera llega al paroxismo de concentrar el 95% de las divisas que entran al país. Pero en el caso de Argentina, Brasil o Bolivia, con una dependencia menos drástica, el golpe se asestó en el centro de las agendas económicas que tenían esos gobiernos para los próximos años. En 2012 el gobierno kirchnerista expropió YPF y apostó a que los yacimientos de Vaca Muerta permitirían aliviar el déficit que generaba la importación de energía y, a mediano plazo, abrir un camino industrializador más sólido. A una escala mayor lo mismo pasó en Brasil. Una Dilma victoriosa promulgó en septiembre de 2013 una ley para los yacimientos de presal, que según la promesa presidencial iban a permitir destinar a educación y salud más de 45 mil millones de dólares en diez años. Es decir, estas nuevas fuentes de petróleo en países donde ya existía un tejido industrial aparecían como la oportunidad ideal, justo cuando la “capacidad instalada” del modelo de crecimiento interno parecía tocar su techo. Pero el cambio brusco del viento mundial frenó lo que en ese entonces prometía ser el motor que daría nueva vida al ciclo económico (y político) regional. Ya sin la ayuda del mundo, los gobiernos posneoliberales debieron comenzar a capear la tormenta. Las recetas, como las enfermedades de cada uno, fueron distintas. En el caso venezolano, la caída de las divisas quitó el aceite de una fricción social y política siempre tensa. Cuando Nicolás Maduro anunció el enésimo programa “productivo” para terminar con el rentismo petrolero se encontró con que el empresariado, lejos de apostar por la producción y el desarrollo, acaparó productos, elevó los precios y fugó divisas. En 2015 la inflación medida por el Banco Central de Venezuela fue de 180,9% y la actividad en Puerto Cabello –por donde entran los contenedores con los alimentos y bienes que Venezuela no produce (es decir, casi todo lo que se consume en el país)– cayó un 40%. Por estos días, Nicolás Maduro anuncia la buena nueva del “Arco Minero del Orinoco”, una enorme superficie de cien mil kilómetros cuadrados donde estarían enterrados más de 4.000 millones de toneladas de oro, según las declaraciones presidenciales. Números reales o fantaseados, el gobierno bolivariano vuelve a apostar a un esquema rentista como tabla de salvación para generar ingresos estatales. El caso de Brasil es un tanto paradójico. El 26 de octubre de 2014, Dilma Rousseff ganó la segunda vuelta con el 51,6% de los votos, frente al 48,3% de Aécio Neves. Al escaso margen se sumaba un hostigamiento mediático feroz, el eco de las protestas del año anterior y el alud de acusaciones de corrupción por el
petrol ã o. Frente a este escenario complejo, la primera
medida del segundo gobierno de Dilma fue cambiar al ministro de Economía: Joaquim Levy, un ortodoxo sin vínculos con el Partido de los Trabajadores (PT), desplazó a Guido Mantega, el artífice de la etapa desarrollista de Lula y del primer mandato de Dilma. Sin explicitarla del todo, la idea era contentar al poder económico a cambio de gobernabilidad. En pocos meses el ministro Levy se ganó el apodo “manos de tijera” por los recortes presupuestarios y de subsidios a distintas ramas productivas. El resultado, lejos de lograr el equilibrio de las cuentas fiscales prometido, fue un desplome de la economía durante todo el 2015. Standard & Poor’s comunicó en septiembre pasado que el país ya no tenía “el grado de inversión”. La seducción al poder económico había fracasado. Así terminaba el primer año del segundo mandato de Dilma, cuando sobrevino la actual crisis institucional. Los casos de Venezuela o Brasil muestran un comportamiento preocupante del posneoliberalismo aún en el poder: ante un escenario de crisis, los gobiernos atinaron o a repetir una fórmula gastada –el rentismo– o a virar a la derecha. ¿Se acabó la imaginación? En el caso argentino, la derrota electoral de noviembre pasado encontró al gobierno de Cristina Kirchner intentado no repetir el esquema brasileño, multiplicando los parches en una economía con dificultades, aunque logrando generar un tibio crecimiento y mantener niveles de ocupación y consumo altos. De todas maneras, algunas declaraciones de los asesores económicos de Daniel Scioli abren el interrogante de si ese viraje no hubiera ocurrido también en un eventual gobierno del Frente para la Victoria (FPV). En cualquiera de los casos, y aun más relevante si algunos de los gobiernos progresistas logran superar la coyuntura actual, la pregunta es qué agenda de transformaciones posibles pueden proponer de acá en más. Sobrevivir sin el líder
Tema viejo de la ciencia política y de la historia latinoamericana, la pregunta por el rol de los liderazgos sigue vigente. ¿La experiencia de estos años agrega algo al debate? Lula dejó de ser presidente en 2010 y aún hoy es tan gravitante que Dilma y el PT apuestan todo a su figura para salvar al gobierno de la actual crisis política. La dependencia que tienen los proyectos políticos de sus líderes fundadores es indiscutible. Pero habría que ir con cuidado: también es cierto que salvo en el caso argentino (donde hasta último momento el mismo FPV tuvo una relación ambivalente con el que terminaría siendo su derrotado candidato a presidente, Daniel Scioli) las fuerzas progresistas se las ingeniaron para construir transiciones en los gobiernos manteniendo el signo político. Chávez-Maduro, Lula-Dilma, Tabaré-Mujica muestran que esa dinámica es posible. ¿Quién está más adelantado en este aprendizaje parcial en el que los líderes, aunque fundamentales, pueden encontrar sustitutos o reemplazos sin que el proyecto político vuele por los aires? ¿Las sociedades o los propios líderes? Bolivia puede ser un caso ilustrativo. Evo Morales venía de ganar las elecciones presidenciales de 2014 con el 61% de los votos. Incluso en medio del desplome económico de sus vecinos y un 53% de exportaciones de hidrocarburos con precios en picada, Bolivia sigue creciendo a más del 5%. El 20 de enero pasado, el vicepresidente Álvaro García Linera se reunió con los empresarios de Santa Cruz de la Sierra y en tono celebratorio dijo: “Hemos encontrado una fórmula boliviana virtuosa de articulación de lo público y lo privado”. El balance entre radicalidad, eficiencia y consolidación política no podía ser mejor. Y sin embargo, en febrero pasado, Evo mordió el polvo en el referéndum que le hubiera permitido otra reelección. La pregunta lógica no debería ser por qué los bolivianos no votaron la reforma constitucional, sino por qué Evo Morales se ofreció a sí mismo como única garantía de continuidad. La sociedad boliviana ya había dado muestras de separar los tantos cuando en el 2014 castigó a varios dirigentes locales del MAS, incluso en territorios tan evistas como El Alto.
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Pareciera como si a veces los líderes pensaran que sus electores funcionan con una lógica puramente “economicista”, cuando lo que ocurre es que el propio éxito de los gobiernos tiene como consecuencia una complejización social antes que un achatamiento rudimentario de los comportamientos colectivos. En el caso boliviano, además de nacionalizar y distribuir el ingreso, el MAS insumió buena parte de su energía política en lograr una nueva Constitución, que por primera vez puso a todos los bolivianos en condición de ciudadanos plenos. Y después les pidió que voten como si ese gran triunfo simbólico no hubiera ocurrido nunca; como si todas las conquistas sociales de una década no tuvieran como garantía ese contrato social, sino sólo a Evo Morales. ¿Es así? Y si es así, ¿de qué está sirviendo el empoderamiento social y la construcción política? Oposiciones nuevas y viejas
Después de muchos años de ostracismo, las oposiciones lograron triunfos electorales o, al menos, disputar con éxito la agenda a los gobiernos progresistas. Ahora bien ¿qué son estas oposiciones? Una primera caracterización gruesa, pero que no deja de ser orientativa, muestra que en todos los casos se trata de oposiciones a la derecha de los gobiernos posneoliberales. Basta con ver la extracción social de sus líderes, las alianzas sociales en las que se apoyan o las tesis económicas que tienen en sus Ante un escenario mesitas de luz. Mauricio Macri prode crisis, los viene del mundo empresario e inauguró su gogobiernos bierno sembrando el gabinete de CEO. El prinatinaron o cipal opositor en Bolivia, Samuel Doria Medina, es a repetir el un histórico empresario rentismo o a virar cementero y dueño de la franquicia Burger King. Aécio Neves en Brasil es, a la derecha. desde hace 30 años, parte del establishment político del país. En Venezuela, después de la emergencia de algunos liderazgos más jóvenes, cuando la oposición logró por primera vez en más de 15 años una porción de poder institucional relevante en la Asamblea Nacional, el liderazgo recayó en el veterano Henry Ramos Allup, del aun más veterano y conservador partido Acción Democrática. En el camino parecen haber quedado los ensayos opositores “moderados” o que incluso tenían un origen en los mismos oficialismos. Marina Silva, Sergio Massa o el propio Henrique Capriles parecían interrogar a los oficialismos en sus propios términos, incorporando algunas demandas sin cuestionar en bloque las políticas públicas. Sin embargo, hoy parecen ensayos que fueron útiles para minar electoralmente a los oficialismos, pero no para heredarlos en el poder. Los votantes opositores en los distintos países terminaron encumbrando a los líderes que mayor distancia tenían con los oficialismos, negativos casi perfectos. Lo cual pone en duda que el futuro político de la región esté en manos de políticos descremados, sin ideología, que algunos análisis suponían como una superación posible de los liderazgos “ideológicos” de la última década. El caso argentino, pero también el perfil de los opositores en los demás países, advierte sobre una reconstrucción ideológica neoconservadora, que cuestiona el centro de las políticas públicas que se llevaron a cabo en los últimos años en la región sin mayores amortiguaciones. En este marco, no resulta extraño que los estamentos judiciales (que por propia naturaleza son la cara más perfecta del conservadurismo social e ideológico en estas latitudes) ocupen cada día una porción más grande de poder, amenazando incluso con volverse protagonistas determinantes de la escena política de cada país. g *Periodista. © Le Monde diplomatique , edición Cono Sur
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Dossier
Edición 202 | abril 2016
El temblor brasileño
Dilma Rousseff reunida con abogados para brindar apoyo a Lula da Silva, Brasilia, 22-3-16 (EVARISTO SA/AFP)
Brasil ha consolidado a lo largo de su historia un modelo desarrollista que ni la dictadura ni el neoliberalismo desarmaron totalmente, y que había recobrado fuerza bajo los gobiernos del PT. Una posible salida por derecha a la crisis política que atraviesa el país despierta dudas sobre su continuidad.
La crisis replantea las relaciones Estado-mercado
El desarrollismo brasileño en peligro por Marcelo Falak*
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l incendio político que devora a Brasil, dadas las proporciones continentales del país, encandila a una región que observa y teme. El brillo del fuego enceguece y lleva a una pregunta obvia: ¿cómo terminará todo eso? Mientras las llamas crecen y se retraen repetidamente, es posible comenzar a entrever el futuro. Una nueva era nace y el giro que representará con respecto a todo lo conocido puede resultar sorprendente. ¿Certezas? No las hay. Arriesguemos un poco, entonces. Brasil es, por historia, un país con vocación “imperial”, como un puñado de otros en el mundo, de distinto porte: Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia, la menguada España, Irán, Turquía, China, Japón… Alguno más, seguramente. Así, la meta del engrandecimiento nacional siempre cruzó las políticas económicas de nuestro vecino. Su dictadura no fue como la argentina: sostuvo la industria nacional, asistió a las grandes empresas y no se dejó seducir por los cantos de sirena del libre mercado que sonaron fuerte en la región durante su última década en el poder.
Ya en democracia, todos los gobiernos se vieron cruzados por un clivaje fundamental, hijo de esos vientos internacionales y de esa tradición arraigada: liberalismo o desarrollismo. Fernando Henrique Cardoso se volcó algo más hacia el primero de esos términos, privatizó empresas y abrió la economía, pero no desmanteló la industria. Luiz Inácio Lula da Silva logró resolver mejor que nadie aquel dilema, tanto por sus dotes de líder como por un regalo que le hizo la historia: la era de las materias primas caras generó las condiciones para un acelerado crecimiento económico, condición que facilitó en la región el éxito de experiencias políticas muy disímiles. Hasta 2009, digamos, a todos les fue bien: desde el brasileño hasta Hugo Chávez y Álvaro Uribe, pasando por los presidentes del centro-izquierda chilenos, los del Frente Amplio uruguayo, por Evo Morales, Rafael Correa y Néstor y Cristina Kirchner. Esas condiciones internacionales le permitieron a Lula repartir, salomónicamente, áreas de influencia: el Banco Central para el mercado, la gestión económica para el desarrollismo. El crédito público
fluyó desde el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), mientras Petrobras y otras grandes empresas controladas por el Estado actuaban como generadoras de grandes contratos. En el medio floreció un capitalismo asistido que hizo eje en grandes compañías locales. Eran, recordemos, los tiempos en los que Lula soñaba con la proyección global de grandes “multinacionales brasileñas”. El límite, como siempre se dice, era el cielo. Pero las sucesivas administraciones del Partido de los Trabajadores (PT) no alteraron las reglas de (mal) funcionamiento del sistema político. Al contrario, se montaron sobre ellas, ampliando esquemas de financiación espuria que derivaron, primero, en el mensalão, y luego en el pet rolão . Quienes niegan las acusaciones y, más allá de advertir sobre las evidentes motivaciones políticas que rodean esos escándalos, se limita n a denunciar conspiraciones, deberían reparar en que la propia izquierda brasileña no desmiente esos casos: apenas se limita esforzadamente a intentar liberar de los cargos a sus líderes principales. La propia Petrobras, controlada por el gobierno de Dilma Rousseff, reconoció en sus balances haber sufrido un desvío de 2.000 millones de dólares. La petrolera, compañía que en la era lulista fue eje del capitalismo asistido por el Estado –y también, recordemos, de la curiosidad de la National Security Agency (NSA)–,sufre el impacto de una crisis en varios frentes: el desplome del precio internacional del crudo afectó sus ingresos, dificultó el pago de sus enormes deudas y puso en cuestión la explotación de los yacimientos deaguas profundas; las inversiones se desplomaron dramática mente; y, por si lo anterior fuera poco, el escánda lo de corrupción frenó el otorgamiento de nuevas concesiones a contratistas varios. Todos los vientos parecen soplar en Brasil hacia una salida por derecha de la crisis institucional. La influencia del entorno es demasiado fuerte: la sensación creciente de que la economía requiere un replanteo de fondo, en medio de una recesión con tintes depresivos; la presión de la potencia hemisférica; el perceptible giro de la política regional; el empuje de “los mercados”; el juego de los grandes medios de comunicación; la vocación de una judicatura cuya conducta se hace imperioso revisar; las inclinaciones de la oposición interna… Si aquel curso se concreta, las consecuencias de largo plazo serán un replanteo profundo, radical, de la relación entre el Estado y las grandes empresas. Crecimiento, recesión, depresión
Si la tendencia en general negativa que ha registrado la economía en los cinco años de gestión de Dilma impulsa los reclamos por un ca mbio de paradigma, al menos hay que comenzar por reconocerle algo a la desafortunada Presidenta: al asumir su cargo, en enero de 2010, se benefició del fuerte rebote tras la recesión del año precedente, el de la gran crisis internacional. Desde entonces, debió hacer frente a un contexto internacional que no solo le provocó problemas a Brasil sino también a la mayoría de los países emergentes. De ese modo, la recuperación de 2010, primer año de su primer mandato, llegó a l 7,5 %. Después el país entró en una fa se que conoce bien, la del “crecimiento a vuelo de gallina”, con numerosos stop and go e índices que oscilaron entre lo aceptable y lo discreto: 2 ,7% en 2011, 1% en 2012 y 2,5% en 2013. Para sostener al menos esa expansión, insuficiente para un país con amplias aspiraciones de desarrollo, el gobierno incrementó el gasto y deterioró la s cuentas fiscales. El bipolar empresariado local –que exige asistencia, bajas tasas de interés, crédito blando y concesiones y, a la vez, inflación baja– comenzó a reclamar por una evolución de los precios que se despegó del 6% hasta acercarse al 10%. En medio de un clima social enrarecido, del que se hacían eco los medios de comunicación mainstream, Rousseff incurrió en las llamadas pedaladas fiscales, esto es el traspaso de ciertos ga stos al ejercicio siguiente, de modo de maquillar las cuentas públicas. Ese cam i-
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no fue recorrido por todos sus antecesores, pero a ella la llevó al proceso de impeachment en curso. Pero que la economía decaía no era una mera sensación ni un artificio de los sectores desestabilizadores. En 2014 el PBI creció 0,1%, el año pasado se desplomó un 3,8% y este año, bajo una perspectiva que empeora semana a semana, los pronósticos hablan de una caída de entre 3,5 y 5%. Y esto de la mano de un deterioro de las condiciones de vida, un aumento del desempleo hasta el 9% y un empobrecimiento per cápita del 4,6% solo el año pasado (mayor para los más pobres, dado el f uerte aumento del feijão y el ar roz, entre otros alimentos). En este marco, la idea de que el Brasil desarrollista debe dar paso a una liberalización de las fuerzas productivas se está convirtiendo en sentido común. Estado y empresas
“No sabemos en qué medida la crisis actual cambiará las relaciones entre el Est ado y el sector privado, pero podemos estar seguros de que lo hará una vez que pase el huracá n”, le dice a el Dipló desde Brasilia el analista político Marcelo Rech, director del Instituto InfoRel. “Es claro que el país no puede prescindir de las grandes compañías, que generan miles de puestos de trabajo y renta, pero es absolutamente urgente que se reflexione sobre reformas que tornen esas relaciones más transparentes y que ataquen directamente las relaciones promiscuas entre empresas y gobiernos”, agrega. Si, como decíamos, el PT no i nventó pero sí amplió los esquemas de corrupción y financiación ilegal de la política preexistentes, su liderazgo no puede eludir la responsabilidad que le toca. Acaso la izquierda brasileña suf ra por muchos años la malversación de un proyecto que, por logros políticos y sociales, no debería haber caído en el descrédito actual. Cuando recorrí recientemente los pasillos y despachos del Congreso en Brasilia escuché varias veces el mismo chiste. “Esta es una ciudad insegura, ¿sabía usted?”, me dijeron algunos diputados. Mi sensación no era esa. De hecho, al tratarse de una ciudad administrativa suele ser una de las más seguras del país. Pero las fuentes insistían: “Es insegura y está medido cuál es el peor horario: las 6 de la maña na. Es que a esa hora la Policía Federal allana, arresta gente. Si uno llega a las 7 AM, tiene asegurado un día má s de libertad”. Las manifestaciones opositoras, cargadas de enojo contra Dilma y Lula, con los ya t ípicos pixulecos inflables que los muestran con trajes a rayas, suelen minimizar la corrupción de quienes actúan hoy como si fueran fiscales impolutos. Aunque en esas manifestaciones impera un claro clima antipolítico, similar en algún sentido al “que se vayan todos” de la Argentina de 2001, y aunque a lgunos líderes del centro-derecha reciben insultos en esas mismas demostraciones, la vara es bien distinta. El blanco de la ira de las clases medias es la “turma do PT” (la banda del PT). No importa que las empresas sospechadas hayan financiado a todo el mundo. Marcelo Rech hace un poco de historia. “En los años 90, antes de las investigaciones que resultaron en el impeachment de Fernando Collor de Mello, muchos reclamaron la creación de una Comisión Parlamentaria de Investigación sobre las empresas constructoras, pero eso nunca salió del papel ya que todos, absolutamente
todos los partidos y sus líderes, de izquierda a derecha, siempre recibieron de aquellas recursos para sus campañas. El tema está hoy fuera de la agenda, pero eso puede cambiar después de esta convulsión”, indicó. Si las revelaciones sobre una corrupción tan extendida no se detienen, como puede esperarse, parece inevitable que quede en entredicho el modelo tradicional de asociación público-privada típico del desarrollismo brasileño. Antonio Imbassahy, líder de la bancada del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), la principal agrupación política del campo antipetista y, en buena medida, representante del gran empresariado paulista, aporta un punto de vista radical: “Hay que investiga r todos los crímenes cometidos por cualquier hombre público, ya sea del gobierno o del empresariado, lleve el tiempo que lleve. Quienes delinquieron, paciencia, van a tener que pagar por lo que hicieron”. El problema es que mientras la atención se centra en el futuro político-institucional, muchas de esas grandes compañías se ven vedadas de hacer negocios con el Estado, una usina insoslayable de proyectos. Así encontramos que, en los hechos, el modelo ya dejó de funcionar. OAS, Camargo Correa y Andrade Gutierrez, entre varias más, se suman hoy a un listado que cuenta con una protagonista principal: Odebrecht, cuyo presidente, Marcelo Odebrecht, fue condenado a 19 años y 4 meses de cárcel. La sentencia a Odebrecht se conoció luego de que pasara casi 9 meses en una prisión preventiva que, en un hecho molesto para el relato de la revolución republicana antipetista en curso, sirvió como una condena anticipada para intentar quebrar su voluntad y convertirlo en un arrepentido de la Justicia. Esa parálisis, que a su vez alimenta la crisis económica, preocupa al sector empresarial. Si Ma rcelo Odebrecht, titular de la mayor constructora de América Latina, cayó, ¿quién está a salvo? “Para nosotros, lo más importante son las empresas, y por eso favorecemos que se realicen acuerdos de lenidad, que permitan que los ejecutivos involucrados en casos de corrupción confiesen y den toda la información a la Justicia, y que la s consecuencias recaigan sobre ellos a título i ndividual y no sobre las compañías. Los hombres pueden ser malos, pero las empresas son buenas. De ese modo, las empresas podrían volver a trabajar, a firmar contratos con el Estado y a realizar obras”, le explicó a el Dipló Carlos Abijaodi, director de desarrollo industrial de la Confederación Nacional de la Industria (CNI). La realización de esos convenios de tolerancia, verdaderas amnistías para las corporaciones, no requiere de ninguna reforma legal sino solo de la voluntad de los implicados. Sin embargo, recordemos algo que afirmó en su reciente delación premiada el senador petista Delcídio Amaral: si los ejecutivos de las constructoras cuentan todo lo que saben sobre los vínculos entre negocios y política, no cae un gobierno, cae la República. En este contexto, algunas de esa s grandes compañías buscan en Argentina, pese a sus debilidades y problemas, lo que no encuentran en Brasil. No sorprende así que el nombre de Odebrecht haya a parecido repetidamente en las noticias en nuestro país, primero vinculado a la resurrección del soterramiento del ferrocarril Sarmiento, en el oeste del conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos
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Aires, y luego en la construcción de una red de gasoductos en Córdoba. La apertura en la agenda
Un replanteo en Brasil de la relación entre el Estado y sus contratistas tradicionales debería in cluir, se supone, reglas más transparentes y más amplias en las grandes licitaciones. En este sentido, no debe pasar desapercibida la creciente presión por una reformulación del Mercosur, cuyos nuevos responsables quieren “abrir al mundo”. Eso no impactaría solo en el comercio de bienes; también en servicios y en la participación de empresas extran jeras en concursos en condiciones de igualdad. Este es otro elemento que apunta en dirección a un posible final del modelo desarrollista brasileño. La canciller argentina, Susana Malcorra, reveló hace poco contactos con Brasil, Uruguay y Paraguay para avanzar hacia un tratado de libre comercio nada menos que Cada vez que Dilma con Estados Unidos. Los dos socios menores del parecía acercarse bloque tienen una larga por ello; el giro al precipicio político vocación argentino es una consecuencia natural de la lleel real recuperaba gada de Mauricio Macri al poder. Pero la decisión terreno, a la vez de Brasil deberá esperar al desenlace de la crisis que las acciones institucional. ¿Por qué experimentaban apuró los tiempos Malcorra? Con una miraenormes subas. da corta, podría decirse que para sumar un elemento a la reciente visita de Barack Obama. Desde un punto de vista de largo plazo, puede imaginarse la intención de seguir emitiendo señales a la Casa Blanca, que tendrá el año próximo un nuevo ocupante, y la intención de instalar la cuestión, sin dudas espinosa, en la agenda nacional y regional. La iniciativa argentina sintoniza con las aspiraciones de un sector decisivo del gran empresariado brasileño, reunido en la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP), para quien Macri es el ejemplo a seguir. Pero la FIESP, aunque enorme, es solo un componente de un empresariado más diverso, de anclaje estadual y de magnitudes diferentes. Para otras cámaras regionales, el Mercosur y Sudamérica son círculos concéntricos que Brasil debe ocupar antes de pretender jugar en las ligas mayores. Por ejemplo, en la Confederación Nacional de la Industria no se encuentran miradas tan osadas como las que se emiten en los rascacielos de la Avenida Paulista. El otro factor que resulta decisivo son los mercados financieros. El Estado brasileño, en un contexto de declive económico y devaluación del real, ya no disfruta de una posición tan cómoda en materia de endeudamiento. Los intereses que debe pagar suman en la actualidad unos 8 puntos del PBI, y la relación entre pasivos y PBI orilla el 70%. Lo mismo cabe decir de muchas grandes empresas, con la malhadada Petrobras a la cabeza. Esa mayor debilidad relativa de Brasil puede facilitar una cierta transnacionalización de su economía. Los inversores no se espantan con las crisis; más bien todo lo contrario. Marc Mobius, jefe de mer- �
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Dossier El temblor brasileño
cados emergentes de Franklin Templton y referente mundial de las finanzas, dice desde hace meses que Brasil es el mercado más prometedor, ya que el drama institucional, la mayor retracción en 25 años y la devaluación que derrumbó el valor del real a la mitad el año pasado, se combinaron para dejar sus activos a precio de ganga. El argumento es válido, aunque la devaluación se moderó parcialmente en lo que va de 2016. Ocurre que cada vez que Dilma pa recía acercarse al precipicio político y que Lula aparentaba dar un paso hacia la cárcel, el real recuperaba terreno, a la vez que las acciones experimentaban enormes subas. Lo que para el lego puede ser simple morbosidad o presión golpista, en realidad indica un posicionamiento de los grandes capitales de riesgo en el escenario brasileño. La mirada es que la crisis política pasará, que su salida será con un gobierno “amigable” para los mercados y que lo aconsejable es comprar ahora que los precios están por el suelo. Mobius, uno de los responsables de haber acuñado el concepto de “mercados emergentes” hoy tan familiar, no está solo. Durante el Foro Económico Mundial de Davos, realizado en enero último, muchos grandes juga dores compartieron su punto de vi sta. “La inversión en dólares se vino abajo y estamos mirando más negocios en Brasil”, indicó entonces George Logothetis, cuyo grupo se asoció a Hyatt para construir trece hotele s en Brasil por 300 millones de dólares. La tendencia se consolida. La estadounidense FleetCor, principal operadora de tarjetas de pago de combustible del mundo, se acaba de quedar con Sem Parar, la mayor proveedora de pago auto mático de estacionamiento y peajes de Brasil con una inversión de 4.000 millones de dólares. A fines del año pasado, la china HNA Group pagó 450 millones de dólares por el 2 3,7% de la tercera aerolínea brasileña, Azul, siguiendo los pasos de United Airlines, que ya se había quedado con el 5%. También se produjeron movimientos intensos en el sector inmobiliario: ya a mediados de 2015, The Wall Street Journal hablaba de inversiones por miles de millones de dólares en Brasil de compañías globales como Blackstone, Brookfield Property Partners y Global Logistic Properties, entre otras. Mucho más relevante aun: el Congreso, en medio del colapso institucional, se dio tiempo para quitarle a Petrobras el monopolio de la explotación del petróleo de la cuenca presal, la gran riqueza del futuro brasileño cuando los precios vuelvan a trepar. Ese era un viejo proyecto de la oposición de centro-derecha y un objetivo por el que presionaron largamente grandes compañías extranjeras y sus gobiernos. La ola de apuestas por parte de inversores extranjeros en varios sectores de la economía bras ileña contribuye a la internacionalización de la estructura productiva y de servicios, lo que agudi za la competencia con las empresas locales y, en defi�
Archivo Lula, el hijo de Brasil
por Luciana Rabinovich, nota web (www.eldiplo. org), marzo de 2015. Las tensiones del poder
por Renaud Lambert, Nº 199, enero de 2016. El contraataque
por Gabriel Vommaro, Nº 199, enero de 2016. Congreso de Brasil: la máquina del chantaje
por Lamia Oualalou, Nº 197, noviembre de 2015.
nitiva, dificulta aun más la supervivencia del cap italismo autocentrado y alimentado por el Estado.
UN MAL QUE NO TIENE BANDERAS
Espera y desespera
La corrupción hecha sistema
Un eventual replanteo del capitalismo brasileño, según las líneas que esbozamos en este texto, no puede resultar indiferente para Argentina. Una confluencia entre el giro en materia de política comercial por parte del gobierno de Macri y los factores de poder que empujan a Brasil hacia una fuerte apertura generaría consecuencias de largo plazo. En la visión del ala desarrollista del PT, tal como me explicó antes del derrumbe lulista el asesor especial de Política Exterior Marco Aurélio Garcia, un Brasil potente podía arreglárselas para generar una intensa corriente de negocios en Argentina. Lo haría en base a un Estado con espaldas, con la herramienta crediticia del BNDES y con una Petrobras necesitada de todo tipo de proveedores. Pero luego vinieron el desplome del crudo, el petrolão , la crisis política… Lo que queda es un socio que, en vez de traccionar la economía argentina, la lastra, lo que resulta muy negativo para un país que destina a Brasil, su principal socio comercial, un cuarto de sus exportaciones industriales. Empresas de porte mediano y grande, y sectores como el automotor, son las principales víctimas de un intercambio comercial que se recortó un 19% en 2015, hasta llegar a 23.000 millones de dólares, casi la mitad de los 40.000 millones de 2011. Al mismo tiempo, la creciente debilidad del mercado interno brasileño hace que sus industrias acumulen stocks y que crezca la presión exportadora hacia Argentina, algo especialmente sensible para ramas industriales importantes en la generación de puestos de trabajo como la metalmecánica, la textil, la del calzado, la de juguetes y otras. El gobierno macrista ensaya un cambio en el paradigma de acumulación. El agotamiento, vía inflación y estancamiento, del modelo de fortalecimiento del consumo interno de la era kirchnerista no fue atendido con una pretensión de reparación de sus severos desequilibrios sino con un liso y llano reemplazo. La idea de aplicar un ajuste suave y a mediano plazo de las variables macro, sobre todo en el frente fiscal, apunta a evitar grandes costos sociales y políticos y a llegar fortalecido a las elecciones de octubre del año que viene, requisito para acrecentar las bancadas legislativas del oficialismo. Pero todo ese diseño depende de que la economía recobre el tono. La apuesta pasa entonces por la inversión, en gran medida financiera y externa, que deberá ser importante si se pretende que disimule la desconexión de todos los otros motores posibles. Las exportaciones de materias primas agrícolas seguirán limitadas por precios que no repuntarán por un tiempo considerable y Brasil, como hemos visto, no será de mucha ayuda. “Argentina comenzó a liderar en América Latina una reversión del populismo, del bolivarianismo que infelizmente tuvo lugar en to da la región. Creo que se están viviendo en nuestros países falencias como una inflación elevada, crisis de vivienda, crisis de credibilidad. La economía se basa en la confianza, y yo creo que el presidente Macri está devolviendo esa confianza”, le dice a el Dipló Mendonça Filho, diputado del Partido Demócrata y líder del interbloque opositor en el Congreso brasileño. Curioso: mientras nosotros miramos el partido de Brasil, allí miran el de Argentina . Muchos proyectos, a uno y otro lado, se fundan arriesgadamente en una sola variable: la confianza de los mercados. Acaso, como decía Antonio Gramsci, lo viejo, efectivamente, haya quedado atrás, pero lo nuevo no ha terminado de nacer. Inevitablemente será la política, tan zamarreada en estos días, la que le dé forma al futuro. ¿Será el que imaginamos? g
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uede insistirse mucho, y con razón, en el problema que la corrupción supone para Brasil, pero difícilmente pueda plantearse con seriedad que este fenómeno sea exclusivo del Partido de los Trabajadores (PT). Tampoco puede decirse que le sea ajeno, desde ya, dadas las condenas que recayeron, primero con el mensalão y ahora con el petrolã o, sobre varias de sus principales figuras, desde legisladores hasta ex ministros, pasando por tesoreros y dirigentes varios. Si Dilma Rousseff está hoy a tiro de juicio político, recordemos que Lula lo estuvo también en su primer mandato. Una economía boyante y el talento del marqueteiro João Santana lo salvaron del trance y, todavía más, le dieron la reelección en 2006. Ah… Santana está preso por el petrolão. Recordemos que la Presidenta no está en proceso de impeachment por corrupción sino por el maquillaje de las cuentas públicas, conocido como pedaladas, un truco contable al que por otra parte recurrieron todos sus antecesores. Dado que hasta sus rivales más enconados sostienen que ella no se enriqueció personalmente (la opinión sobre Lula no es la misma), pareciera que se trata en realidad de un subterfugio para castigar su versión del laissez-faire y su mal desempeño en el gobierno. Pero, ¿qué se puede decir de quienes juzgan a Rousseff? Por un lado, dieciséis de los sesenta y cinco miembros de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados que pueden elevar el juicio político al pleno están bajo investigación por soborno, lavado de dinero y crimen electoral, entre otras cosas. Un emblema entre ellos es el ex alcalde de San Pablo Paulo Maluf, un veterano de esas sospechas, no sólo imputado en Brasil sino que fue condenado el año pasado en Francia a tres años de prisión por lavado de dinero. El problema es que, además de Dilma, toda la línea sucesoria está cuanto menos sospechada. El vicepresidente, Michel Temer, del PMDB, ha sido mencionado como promotor de uno de los ex directores de Petrobras preso por corrupción, Jorge Zelada. El titular de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, también del PMDB, debió reconocer la titularidad de varias cuentas en Suiza con casi 5 millones de dólares que, se sospecha, fueron desviados de Petrobras. Su par del Senado, Renan Calheiros, del mismo partido, también fue mencionado varias veces en denuncias por corrupción y teme caer. El presidente del Supremo Tribunal Federal, Ricardo Lewandowski, enfrenta sospechas de haber participado en diálogos para pergeñar un punto final político-judicial a la crisis. En la oposición, en tanto, el principal impulsor del impeachment a Dilma es Aécio Neves, el político socialdemócrata derrotado en octubre de 2014 y hoy senador. Ya van tres veces que se lo mencio na en el operativo Lava Jato que investiga la corrupción en Petrobras. En las ocasiones anteriores su caso fue archivado. Pero persiste uno por supuesto desvío de fondos de la compañía eléctrica Furnas para sus campañas. g
El poder evangélico a la conquista de Brasil
por Lamia Oualalou, Nº 148, octubre de 2014.
M.F.
*Periodista. © Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur
© Le Monde diplomatique , edición Cono Sur
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El 3 de marzo, dos sicarios mataron a la militante ecologista hondureña Berta Cáceres en su casa. Silenciado por los grandes medios, su asesinato se suma a los numerosos crímenes políticos que se suceden en Honduras desde el golpe de Estado de 2009.
Un crimen político
Berta Cáceres por Ignacio Ramonet*
Funeral de Berta Cáceres, La Esperanza, Honduras, 5-3-16 (Orlando Sierra/AFP)
S
e llamaba Berta. Berta Cáceres. El 4 de marzo pasado iba a cumplir 43 años. La víspera, la mataron. En Honduras. Por ambientalista. Por insumisa. Por defender la naturaleza. Por oponerse a las multinacional es extractivistas. Por reclamar los derechos ancestrales de los Lencas, su pueblo indígena. A sus 20 años, siendo estudiante universitaria, Berta había fundado el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) que hoy reagrupa a unas doscientas comunidades nativas y se ha convertido en el movimiento ecologista más ofensivo. El régimen hondureño, nacido de un golpe de Estado, ha cedido el 30% del territorio nacional a transnacionales mineras e hidroeléctricas. Hay decenas de megarrepresas en construcción y más de 300 empresas extractivistas que saquean el territorio mediante la corrupción gubernamental. Pero el COPINH ha conseguido detener la construcción de embalses, paralizar proyectos de deforestación, congelar explotaciones mineras, evitar la destrucción de lugares sagrados y obtener la restitución de tierras expoliadas a las comunidades indígenas. Por eso, en la madrugada del pasado 3 de marzo, mientras dormía, dos sicarios de unos escuadrones de la muerte se introdujeron en su vivienda de la ciudad La Esperanza y asesinaron a Berta Cáceres. Se trata de un crimen polít ico. Desde que, en junio de 2009, el presidente constitucional de Honduras Manuel Zelaya fue derrocado por un golpe de Estado –contra
el que Berta protestó con inaudito coraje, encabezando las manifestaciones contra los golpistas–, este país se ha convertido en uno de los más violentos del planeta y en un paraíso para las grandes transnacionales depredadoras y para las organizaciones criminales. En ese contexto, el régimen de Juan Orlando Hernández (1) y la oligarquía hondureña siguen asesinando impunemente a quienes se oponen a sus atropellos. En estos últimos siete años, decenas de dirigentes campesinos, líderes sindicales, militantes de movimientos sociales, defensores de los derechos humanos, periodistas rebeldes, educadores y ambientalistas han sido exterminados. Con total impunidad. Nada se investiga, nada se aclara. Nadie es sancionado. Y los medios dominantes internacionales (tan dispuestos a poner el grito en el cielo al menor desliz que pudiera cometerse en Venezuela) apenas mencionan esehorrory esa barbarie (2). En la mira
El mismo día en que mataron a Berta Cáceres, la ONG Global Witness, de Londres, denunció que Honduras es “el país más peligroso del mundo para los activistas del medioambiente” (3). De los 116 asesinatos de ecologistas que hubo en el planeta en 2015, casi las tres cuartas partes se produjeron en América Latina y la mayoría de ellos en Honduras, uno de los países más empobrecidos de América Latina (4). En 2015, Berta Cáceres recibió el más prestigioso galardón internacional ecologista, el Premio Goldman, el “Nobel verde”, por su lucha contra la construcción
de un megaembalse hidroeléctrico que amenaza con expulsar de sus tierras a miles de indígenas. Con su audaz lucha, Berta consiguió que la empresa de propiedad estatal china Sinohydro, la mayor constructora de embalses hidroeléctricos del planeta, y un organismo ligado al Banco Mundial (BM) dieran marcha atrás y retiraran su participación en la construcción del embalse de Agua Zarca, sobre el río Gualcarque, río sagrado de los Lencas en la sierra de Puca Opalaca. Movilizadas por Berta y el COPINH, las comunidades indígenas bloquearon el acceso a las obras durante más de un año... Y consiguieron que algunos de los intereses empresariales y financieros más poderosos del mundo renunciaran a involucrarse en el proyecto. Esa victoria fue también la causa más directa del asesinato de Berta. La construcción del megaembalse de Agua Zarca se inició en 2010, impulsado por la empresa hondureña DESA (Desarrollos Energéticos Sociedad Anónima) con aporte financiero del Banco Ficohsa (Financiera Comercial Hondureña SA) que recibió fondos del BM. El proyecto cuenta con el apoyo financiero del Banco Centroamericano de Inversión Económica (BCIE), y de dos instituciones financieras europeas: el Banco Holandés de Desarrollo, Nederlandse FinancieringsMaatschappij voor Ontwikkelingslanden NV (FMO), y del Fondo Finlandés para la Cooperación Industrial (FINNFUND) (5). También está involucrada la empresa alemana Voith Hydro Holding GmbH & Co. KG, contratada para la construcción de las
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turbinas. Todas estas empresas tienen una responsabilidad en el asesinato de Berta Cáceres. No pueden lavarse las manos. Porque tanto los ambientalistas como el pueblo Lenca defienden un derecho. Denuncian la violación del Convenio 169 “sobre pueblos indígenas y tribales” de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (6), firmado por Honduras en 1995, porque no ha existido una Consulta Previa Libre e Informada (CPLI) de las personas afectadas por el megaembalse, como lo exige igualmente la DeclaracióndelasNacionesUnidassobrelosDerechosdelosPueblosIndígenas(2007)(7). Berta sabía que era una mujer marcada para morir. Había sido amenazada en numerosas ocasiones. Estaba en la mira de los escuadrones de la muerte, sicarios de los amos de Honduras. Pero ella solía decir: “Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo” (8). Cuando recibió el Premio Goldman le preguntaron si ese galardón podía constituir un escudo de protección, y respondió: “El gobierno trata de vincular los asesinatos de defensores ambientales con la violencia común, pero hay suficientes elementos para demostrar que existe una política planificada y financiada para criminalizar la lucha de los movimientos sociales. Ojalá me equivoque, pero creo que, en lugar de disminuir, la persecución contra las y los luchadores va a recrudecer”. No se equivocó (9). La presa de Agua Zarca se sigue construyendo. Y los que se oponen a ello siguen siendo asesinados sin miramientos como, diez días después del asesinato de Berta, el líder ambientalista hondureño Nelson García (10). Los mismos que mataron a Gandhi, a Martin Luther King y a Monseñor Romero le cortaron la vida a Berta, maravillosa flor de los campos de Honduras. Pero no silenciarán su lucha. Como dice Pablo Neruda: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera” (11). g 1. Elegido el 13 de noviembre de 2013 (aunque su
principal adversaria Xiomara Castro, esposa de Manuel Zelaya, no reconoció los resultados y denunció un fraude), Juan Orlando Hernández tomó posesión de su cargo el 27 de enero de 2014. Pertenece al Part ido Nacional de Honduras que es miembro de la Unión Democrática Internacional (UDI), una internacional conservadora a la que están afiliados también, entre otros, el Partido Popular de España y Les Republicains (el partido de Nicolas Sarkozy) de Francia. 2. Para comprobar el doble rasero, compárese, por ejemplo, el espacio que un “diario de referencia” como El País ha consagrado al asesinato de Berta Cáceres y elque le dedica día tras día, desde hace casi dos años, a Leopoldo López encarcelado en Venezuela. 3. www.globalwitness.org/fr/pressreleases/global-witness-releases-new-datamurder-rate-environmental-and-landactivists-honduras-highest-world/ 4. “Honduras es el país con mayor nivel de pobreza de Latinoamérica”, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Santiago de Chile, noviembre de 2015. 5. Resulta de interés leer la “nota de condena” del asesinato de Berta Cáceres emitido por el FINNFUND, en la que esta institución financiera finlandesa deja entender que, de todos modos, la construcción del embalse continuará... www.finnfund.fi/ajankohtaista/ uutiset16/en_GB/agua_zarca/ 6. www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@ed_norm/@ normes/documents/publication/wcms_100910.pdf 7. www.un.org/esa/socdev/unpfii/ documents/DRIPS_es.pdf 8. Beverly Bell, “The Life and Legacy of Berta Cáceres”, Conterpunch , Petrolia (California), 11-3-16. 9. Véase Giorgio Trucchi, “Asesinaron a un alma indomable”, Rebelión, 7-3-16. www.rebelion.org 10. www.eltelegrafo.com.ec/noticias/ mundo/9/otro-lider-indigena-y-ambientalistafue-asesinado-en-honduras 11. Citado por Rafael Silva en “Berta Cáceres, otra víctima del capital”, Rebelión, 8-3-16. www.rebelion.org
*Director de Le Monde diplomatique , edición española. © Le Monde diplomatique , edición española
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Construcción en el asentamiento Ramat Shlomo, Cisjordania, 17-11-15 (Ronen Zvulun/Reuters)
Desde hace varios meses, Brasil e Israel mantienen un conflicto silencioso por la decisión de Benjamin Netanyahu de nombrar embajador en Brasilia a Daniel Dayan, impulsor de los asentamientos en territorio palestino, rechazado por el gobierno de Dilma Rousseff.
Diplomacia ultranacionalista
Israel vs. Brasil por Ignacio Klich*
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Israel carece de política exterior, sólo tiene una política interna” afirmó alguna vez Henry Kissinger, cuestionado galardonado con el Premio Nobel de la Paz. No siempre vigente, esa realidad permite sin embargo evaluar las consecuencias de una iniciativa funcional al equilibrio de la coalición gobernante que preside el premier Benjamin Netanyahu: el insistente deseo de que Daniel Dayan, gran impulsor de los asentamientos en los territorios palestinos ocupados en 1967, sea el embajador de Israel en Brasil. A contrapelo de otros países de la región –Argentina, México y otros–, Brasil encabezó la mayoría latinoamericana que aprobó en 1947 en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el reparto de Palestina. Asimismo, a instancias de Brasil, desde 2010 se multiplicó el reconocimiento regional al Estado palestino, sin conllevar ello su concreción; la partición de 1947 fue incluso invocada por países como Uruguay para verlo surgir. Argentino y ex líder de Iesha, aglutinador de los municipios hebreos en los territorios palestinos ocupados, las credenciales de Dayan contrastan con la s del enviado israelí previo. De los pocos diplomáticos árabes de Israel, el druso Reda Mansour estuvo en Brasilia casi un año y medio desde agosto de 2014, tras ser embajador en Quito. Si bien se citaron causas familiares, es
posible, probable, aunque no garantizado, que el fin de su gestión se debiese a que iluminara un controvertido aspecto de la actuación hebrea en la guerra en Siria. Denunció “la atención médica que Israel brinda a miembros de Al Nusrah (afiliado a Al Qaeda)”, e instó a su cese, “luego de la masacre a sangre fría de veinte drusos” (1). Desoído, el pedido de Mansour puede haber devenido en punición al haber expuesto el límite del compromiso israelí con la lucha antiterrorista. Y pasando por alto las implicancias políticas de la colaboración Israel-Al Qaeda, son más de 2.100 los sirios atendidos por los primeros.
Muestras de arrogancia Derrotada su aspiración a legislador por El Hogar Judío en 2015, Dayan es de todos modos parte del innegable avance ultranacionalista israelí. Su partido integra la coalición gobernante, siendo su líder, Naftali Bennett, ministro de Educación. Pese a su notable avidez por la jefatura de gobierno, Netanyahu considera clave retenerlo en la coalición como reaseguro a sus soportes de que no ha de resignar la línea contraria a un Estado palestino, incluso si lograra persuadir a jibarizadas fuerzas más favorables a una solución biestatal de la cuestión palestina a sumarse a su gobierno. Para distintos analistas, por caso el ex diplomático Uri Savir –directivo del
Centro Peres por la Paz–, ello es parte de la estrategia oficial antipalestina. Soportes y socios de Netanyahu, algunos más explícitos que él, esperan que el tiempo forzará a sus debilitados vecinos árabes a acomodarse a un Estado palestino nonato en perpetuidad y a las consecuentes pérdidas territoriales y otras. El gobierno de Dilma Rousseff fue instado a rechazar a Dayan, entre otros por ex diplomáticos y legisladores brasileños, y por tres otrora embajadores israelíes. Para todos, aceptar a Dayan era incongruente con la oposición de Brasil a la ocupación de tierras palestinas. Por añadidura, su designación exacerbó cierto malestar en Itamaraty, ya atizado durante la erupción palestino-israelí de 2014, cuando el tenor de la ofensiva hebrea llevó a varios países –Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador y Perú– entre otros, a llamar en consulta a sus respectivos embajadores en Tel Aviv. Catalogar a Brasil como “pigmeo” diplomático –epíteto enojoso incluso antes de sospechar un sustrato racista en el recurso hebreo a este grupo de raza negra–, fue insultante más aun para un serio interesado en un escaño fijo en el Consejo de Seguridad. Llovido sobre mojado, la exasperación con Israel creció con el tweet de agosto sobre la nominación de Dayan. Difundido antes de obtener el visto bueno de Itamaraty –ni siquiera había sido
requerido–, pudo leerse como la provocación de un Netanyahu que pretende imponer a Dayan. Sólo en septiembre se solicitó el plácet, sin resultado por ahora. Tal proceder dejó a Rousseff en la compañía, entre otros, del Papa y el presidente Barack Obama. Luego de ser Jorge Bergoglio elegido Sumo Pontífice, Netanyahu se autoinvitó a saludarlo, aprovechando su reunión en Roma con el jefe de la diplomacia estadounidense. Pero ello se hizo en una fecha distinta al intimar la Santa Sede que las visitas al Pontífice debían concertarse antes (2). Si en el Vaticano se habían enterado por los medios de comunicación del interés de Netanyahu, Obama supo de igual fuente que una reunión pedida por el premier israelí y acordada para antes de su viaje al Sur había sido cancelada por él. De paso, el gobierno salvadoreño también se enteró por la prensa que razones presupuestarias habían decidido a Israel a cerrar su embajada en ese país (3). Hay quien subraya la acefalía en la cancillería israelí, en manos de Netanyahu desde 2015, para explicarlo todo. Otros creen que éstas en realidad no son gaffes diplomáticas sino provocadoras muestras de arrogancia de quien se permitió humillar a Obama, cabildeando en su Congreso contra el acuerdo con Irán. Impune, ese acto puede alentar reincidencias, en especial con países menos poderosos. Si bien no es el único beneficiario, la relativa pérdida de poder por parte de la mayor superpotencia fue provechosa para Israel, primera potencia de Medio Oriente, con su arsenal nuclear. El poder redistribuido convive, empero, con una vicecanciller israelí carente de tacto y pericia suficientes, tal como lo ilustra, por caso, el anuncio público de que recurriría a la comunidad judía brasileña a favor de Dayan.
La apuesta de Netanyahu Nacidos en Brasil, un columnista de Folha de S ão Paulo (10-1-16) alertó a los convocados que, en temas que afectan a ambos países, un vuelco judío local “en cierto sentido” podía ser adverso para su comunidad. Su líder caratuló tal reacción como judeófoba, desentendiéndose al parecer del anuncio de la vicecanciller, tan poco feliz como la doble lealta d insinuada por el periodista. El cabildeo contra Dayan de Alon Liel, ex director general de la cancillería hebrea, fue visto como una traición por numerosos israelíes azuzados por su gobierno, no sólo los adalides de un Israel que incluya todas las tierras palestinas entre el Mediterráneo y el Jordán, Gaza excluida. Para Brasilia, por su parte, resultaría difícil no considerar de la misma forma una movilización judía contra la Presidenta –instigada por la subjefa diplomática hebrea, que hasta cree posible sugerir que los judíos locales serían más leales a Israel–. Aun así, Israel busca movilizar a soportes y aliados para la acreditación de Dayan. Para su cónsul honorario en Río, “rechazar al residente de un área que se encuentra bajo gestión conjunta israelopalestina significa crear ciudadanos de segunda clase en un país que no acepta tal cosa, ni siquiera para sus ciudadanos no judíos”. Sin olvidar los contados ciudadanos árabes de Israel en altos cargos, un repaso de lo anotado en el informe estadounidense de derechos humanos sobre éstos siendo “discriminados institucional y societariamente”, o las críticas europeas a “expresiones oficiales de racismo para con la minoría árabe” de Israel, ayuda a evaluar esta declaración (4).
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Al no prever el reemplazo de Dayan, Israel equiparó a un embajador ausente con el decaer del vínculo bilateral. Esto y la preocupación castrense brasileña respecto de proyectos con tecnología militar hebrea llevaron a Celso Amorim, ex jefe diplomático y de Defensa de Brasil, a concluir que llegó el momento de reducir esa dependencia militar brasileña (5). Insistir con Dayan tiene su costo, en particular si la reticencia israelí a propo-
Dayan ve a Brasil interesado en impedir que los habitantes de contenciosos asentamientos hebreos puedan representar a Israel en el exterior. ner otro candidato puede ser leída como una apuesta de Netanyahu al impeachment de Rousseff y a un eventual impedimento al regreso al poder de Luiz Inácio Lula da Silva (clave en la temprana búsqueda de un acuerdo nuclear con Irán y por ello, y por alentar el reconocimiento regional a Palestina, escasamente grato para el ultranacionalismo hebreo). Por su parte, Dayan ve a Brasil interesado en dejar sentado que los habitantes de con-
tenciosos asentamientos hebreos no pueden representar a Israel en el exterior. De superar Rousseff el intento desestabilizador, tal como distintos analistas predicen que va a ocurrir, y ser necesario otro titular para la embajada hebrea en Brasil, Netanyahu lo elegirá sin ignorar su déficit de credibilidad entre parte de su feligresía, compensando a Dayan con otro destino. Y la presentación del reemplazo se ajustará a los usos protocolares, habida cuenta de las más de 200 empresas israelíes que operan allí. Si bien arduo, no cabe descartar que Dilma pueda resistir la imposici ón de Dayan, tal como lo hizo Lula con un a gregado no acordado a su visita a Israel de 2010 (6). Pero el trato de Netanyahu a Obama, o a su segundo, Joseph Biden –su viaje de 2010 sirvió para el anuncio liso y llano por parte de Israel del ag regado de 1.600 viviendas más en territorio disputado–, no habilita un excesivo optimismo. g 1. Reda Mansour, “What do Israel’s
Druze want?”, Ynet, 30-6-15. 2. “Netanyahu won’t meet Pope this week”, Times of Israel, 20-10-13. 3. “El Salvador may move embassy”, Jewish Press, 1 7-1-16. 4. Uri Savir, “Is Israel’s democracy in danger?”, Al-Monitor, Washington, DC, 10-1-16. 5. “Israel warns Brazil faces diplomatic downgrade”, The Guardian, Londres, 28-12-15. 6. Ignacio Klich, “Lula en Medio Oriente”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, abril de 2010.
Argentina y Medio Oriente Tenso, el vínculo brasileño con Israel contrasta con el de la Argentina de Mauricio Macr i, de ideología más afín con Netanyahu que Dilma Rousseff. La celeridad para cumplir su promesa de 2014 –la caída del memorándum de entendimiento con Irán– despertó el apetito de ciertos soportes de uno y otro por más. De hecho, el apuro de Macri acaso lo privó de requerir algo a cambio. Más aun ante la expectativa de ciertos apoyos de Israel de un juicio in absentia que consolide la noción del ataque a la AMIA como obra de Irán, posible antesala al cierre del caso. De prosperar ese escenario, su atractivo para Israel sería que tal juicio alcanzaría a todos los iraníes incr iminados, no sólo a los aprobados por Interpol, cualesquiera sean los agujeros en la evidencia acopiada, ya declarada insuficiente una vez por la justicia británica. Esa rapidez de Macri llevó a algunos a ilusionarse con una marcha atrás en el reconocimiento diplomático argentino a Palestina, y por elevación el de otros. Por ahora, la embajadora israelí en Buenos Aires parece abstenerse de nutrir tal expectativa. No es que ello no interese en su país: dentro y fuera del principal part ido gobernante hay también elementos sobrios que creen que tal regresión no es realista. Y ad emás están quienes consideran que es en el plano económico, no en el “político-gubernamental,” donde cabe esperar el principal impacto de la relación argentina con Israel. Otro indicio contrario a la reversión quizá se dio en febrero cuando la canciller Susana Malcorra aceptó una invitación a visitar Palestina este año. La reunión con su par palestino también p uede haberle redituado a éste otras con su contraparte panameña y paraguaya. De ser así, ello es distónico con la expectativa de Netanyahu –cultor del ostracismo a la Autoridad Palestina– de un Macri liderando un vuelco regional proisraelí (1). No sorprenden, pues, ciertas exégesis de la reunión de Malcorra, ex jefa de gabinete del secretario general de la ONU, haciendo hincapié en sus expectativasdesucederlo.Similaresexégesisyahabíansidointentadasenlos80en relaciónavotosargentinosenla ONUyotrosasuntosdeinterésparaIsrael.Todoretratadocomoobjetivosunipersonalesy ajenos a la agenda del presidente Raúl Alfonsín, en vez de correlacionados con una política exterior inspirada en la defensa de los derechos humanos. Ahora, el encuentro de Malcorra con el ministro palestino apuntala a Macri en su sucinta alusión a los vínculos con el mundo árabe en el Congreso. En suma, las relaciones con Medio Oriente incluyen hoy e lementos favorables a Israel, cuya evolución dependerá de cómo se muevan los vínculos, entre otros, israelo-estadounidenses. Por ahora, esto también ha llevado a llamarse a silencio a los presurosos vaticinadores de “cero” vínculos con Irán, y a quienes erraron al pregonar que en materia pal estina Macri se separaría del resto de los gobiernos suramericanos. Resta ver cómo juega Macri y su preocupación por los d erechos humanos cuando los pisoteados son los ciudadanos palestinos de Israel y demás palestinos bajo jurisdicción hebrea. Entretanto, los antes mencionados silentes seguirán buscando un corte total –resistido por sucesivos gobiernos al ser Irán el mayor mercado de Medio Oriente para las exportaciones argentinas–, ocausarles unserio revés a las rela ciones con Palestina.
Mendiola) de Irak, Siria y el califato, CARI, Buenos Aires, 2015. © Le Monde diplomatique , edición Cono Sur
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*Historiador. Compilador (con Luis
1. www.mofa.pna.ps/en/, 1-3-16. I.K.
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do propongan modelos de intervención distintosyconstituyanpropuestassociales bien diferenciadas, ambas buscan procesar las desigualdades resocializando a los individuos, aliviándoles el peso de su herencia y convirtiéndolos (dentro de lo posible) en amos y señores de sus obras. Ahora bien, ¿alcanzan las ideas de igualdad que tenemos para cuidar del lazo social? ¿No estamos ante la necesidad de repensar la igualdad? Más aun, ¿no necesitamos una teoría política de la igualdad que no la piense exclusivamente en términos distributivos? Y en el caso de la educación, ¿tenemos que seguir pensándola bajo las formas de la justicia distributiva?
Nora Aslan, Alfombra, 1997 (fragmento, gentileza Museo Nacional de Bellas Artes)
El debate acerca de las diferentes perspectivas de igualdad iniciado por el Dipló tiene a la escuela pública como uno de sus ejes. Aquí se ofrece un análisis sobre los riesgos de pensar a la educación sustraída del contexto social en el que se inserta.
Potencialidades y límites de la educación
Escuela pública e igualdad social por Adrián Cannellotto*
U
na buena educación pública garantiza que todos tengan iguales oportunidades para desarrollar sus talentos y perseguir así los objetivos que se proponen en la vida: quienes así lo consideran entienden que la educación puede ser un mecanismo de distribución justo. No desconocen ni niegan que la desigualdad social marca la vida de las personas, pero consideran que es imposible que alguien pueda recomenzar su historia desde cero. Por las razones que sean, antes y después, la coacción y el condicionamiento social terminan incidiendo en las trayectorias personales. Las políticas que buscan contener ese desborde de lo social por sobre la vida personal pueden llevarnos a un callejón oscuro don de las regulaciones políticas, como ataduras que ahogan la libertad, se vuelven barreras que impiden desplegar lo mejor de cada uno. Se trata, por lo tanto, de que la educación garantice la igualdad de oportunidades. Desde otro punto de vista, si el me-
canismo de distribución justo se coloca ya no sólo en la escuela sino también en aquellas políticas compensatorias (de ingresos, distribución de bienes, derechos, recursos, capacidades y acceso) que impactan directamente sobre las personas a lo largo de su vida, entonces será posible obtener resultados más homogéneos. Se trata de buscar la igualdad de posiciones o resultados más que de oportunidades. El meollo sobre el que trabaja esta otra idea de justicia es la siempre difícil tarea de establecer una distinción entre aquello que es producto de una elección personal respecto de lo que viene dado por las condiciones sociales. Con el objetivo puesto en operar sobre esas condiciones que interfieren con el desarrollo de la vida, las propuestas serán básicamente de dos tipos. Por una parte, las de quienes –como John Rawls– defienden puntos de vista antimeritocráticos, considerando que los talentos individuales adquieren el sentido de bienes colectivos. Por otra, las de quienes se centran en la necesidad de compensar
y limitar los efectos de la meritocracia, pero reconocen al mismo tiempo en ella elementos socialmente productivos. Justicia distributiva Las perspectivas de igualdad de oportunidades y de igualdad de posiciones o resultados arrastran una larga historia de usos y discusiones políticas y sociales (1). La escuela pública ha sido protagonista de estos debates. A pesar de las diferencias que las separan y de las ideas de sociedad que cada una de ellas postula, ambas comparten una concepción distributiva de la justicia. El punto de encuentro es justamente la concepción de la justicia como igualdad, y de la igualdad como resultado de una distribución. Por esta razón son concepciones que se afirman en las desigualdades que produce el capitalismo para, a partir de allí, propiciar formas de gobierno, de intervención y de regulación de dichas desigualdades con el fin de a tenuarlas y hacerlas tolerables, de organizarlas en favor de un orden social. Y por eso mismo, aun cuan-
La gran (escuela) Argentina La operación resocializante de la igualdad de oportunidades encuentra en el mérito el criterio de inteligibilidad y validación. Una igualdad que consiste en hacer participar a las personas de una competencia regulada y calibrada por dispositivos sociales capaces de catalizar una diferencia que es a la vez una desigualdad “justa”. No se trata de cualquier competencia, ni en cualquier institución, sino de una que garantice que los competidores se situarán en una línea de partida con el más alto nivel de igualdad posible; en caso contrario no sería una competencia justa. Se hace así efectiva una carrera abierta al talento. La escuela republicana argentina, representada como bastión civilizatorio que estaba más allá de las desigualdades socioculturales que constituyen a los individuos y sus biografías, fue pensada como dispositivo capaz de funcionar por fuera de las reglas del mundo social y del mercado, para producir así una desigualdad más “justa”. En un punto, se oponía también a las familias, por ser éstas agentes transmisores de los bienes, las costumbres y las disposiciones que por vía de la herencia amenazaban el desempeño de los niños y jóvenes que la nación debía educar. Orientada a alcanzar a toda la población (con la educación primaria) y a hacerlo sistemáticamente, la escuela a rgentina entendió en su primera etapa que homogeneizar era el modo de darle carnadura a la igualdad. Por homogeneizar debe entenderse la operación de igualdad política requerida para producir la participación republicana, donde la formación como construcción de subjetividades adquiere centralidad. Para alcanzar ese ob jetivo político construyó una idea de “nosotros” en torno a la cual sintetizó una forma de lo común no exenta de exclusiones. Muchos de los que postulan que el principio básico de la justicia social es la vigencia de la igualdad de oportunidades más allá de las circunstancias de origen económico, social o de género, suelen remitirse al pasado argentino, y en particular al de la escuela pública, para encontrar un modelo a seguir. En esta visión idealizada, suelen omitir, en primer lugar, que el acceso igualitario a la educación por parte de todos los sectores sociales no fue tal: incluso cuando el sistema escolar fue expandiéndose a lo largo del siglo XX, esa ampliación no dejó de excluir a por lo menos un tercio de la población. En su versión más extrema, utilizan ese pasado como imagen invertida de la actualidad, señalando que la ba ja calidad educativa actual atenta contra esa capacidad igualadora de la escuela, desvirtuando en consecuencia la competencia meritocrática. Dañada la “máquina escolar”, la disparidad de base no puede ser afectada por la igualación del acceso al “conocimiento”. No negamos que el aumento de la escolarización registrado últimamente no fue acompañado (a pesar de importantes lo-
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gros) con una mayor distribución de bienes sociales (ingresos, salud, vivienda). Tampoco tiene sentido desmentir la evidencia de que el sistema educativo viene sufriendo una creciente segmentación. Pero lo central es que esta perspectiva de igualdad de oportunidades coloca a la escuela en el lugar de quien todo lo puede. Aun cuando resulte obvio que la educación requiere de condiciones de igualdad y justicia social para cumplir su tarea, esta perspectiva la concibe como un Deus ex machina de la escena social y la despotencia en términos políticos. La igualdad de oportunidades, que piensa lo social bajo la forma-empresa, es decir que piensa al cuerpo social y a lo s cuerpos individuales (las personas, las familias, las instituciones, el Estado) como si fueran empresas, ubica a la escuela en el centro de las políticas socia les. Es la responsable de garantizar la línea igualitaria de partida. Esto significa que cada cual debe conducir su vida de manera responsable y de acuerdo con las exigencias del trabajo, que debe capitalizarse por medio de sus ingresos y que debe acceder así a la autogestión de sus propios riesgos. En este marco, el Estado queda relegado a ser un mero instrumento para crear las condiciones jurídicas necesarias para el funcionamiento autónomo del mercado. Dichas condiciones son las que harán posible proteger (incubar) ese ambiente competitivo que resulta propicio para el despliegue de la formaempresa. Se trata de una racionalidad que promueve individuos auto-emprendedores, empresarios de sí mismos, que postula que los “nuevos trabajadores” ya no venden su fuerza de trabajo sino que
invierten su “capital inicial” y, en función de ello, no reciben un salario sino un ingreso, que en parte debe ser reinvertido para multiplicar aquel capital originario. En otro plano, las biografías de jan paso a l os curricula vitae , donde las personas se describen en relación a sus competencias y acreditaciones. La mediación pedagógica Decíamos que la preocupación por la igualdad colocó a la escuela argentina en el ideario democrático, incluso a pesar de las limitaciones que exhibían las pedagogías
La escuela argentina fue pensada como dispositivo capaz de funcionar por fuera de las reglas del mundo social y del mercado. orientadas a producir homogeneidad. Ese consenso, quebrado de manera definitiva con el advenimiento de la democracia en 1983, significó también el comienzo de una búsqueda de alternativas capaces de reconfigurar la igualdad que la educación pública debía producir. En las décadas sucesivas, la desigualdad social (también tematizada dentro de la cuestión de la diversidad) se incorporó a las intervenciones
pedagógicas de un modo que obligó a discutir la estigmatización de los sectores vulnerables como “ineducables”, así como su agrupación bajo programas especialmente destinados a atender sus déficits. Esta estigmatización, que aún hoy persiste, supone la consagración de una desigualdad que se antepone a la necesidad y a la capacidad de todos a ser educados. La relación pedagógica, esa mediación institucional que producen las instituciones educativas modernas y que hace posible el desarrollo del conocimiento y de las actitudes necesarias para entender e incorporarse al mundo, pone en juego la capacidad de los individuos para ser educados. No se trata sólo de las condiciones de herencia sino también de lo que ocurre en esa mediación particular. La escena escolar supone la existencia de un edificio en buenas condiciones, con docentes preparados y bien pagos, con alumnos y diversos niveles de organización administrativa operando, entre otras cosas (es decir, condiciones que son el resultado de una distribución previa). Sin embargo, la mediación pedagógica es una instancia que se sustrae a toda distribución. En otras palabras, el trabajo que esa mediación institucional realiza, el conjunto de operaciones delicadas y complejas en torno a las subjetividades, no son del orden de la distribución. Lo que la escuela puede hacer es determinante, porque pone en juego la mediación capaz de habilitar, por ejemplo, el trabajo conjunto de docentes y alumnos en torno al conocimiento. Un conocimiento que debe entenderse como el acto cognitivo que se genera en una relación de largo plazo, bajo condiciones institucionales y sociales específicas.
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Acto que no puede confundirse con la adquisición de información ni explicarse por el resultado de un conjunto de ejercicios o a partir del postulado de ciertas competencias. Atravesar sin más esa delicada línea supone sustituir al sujeto de conocimiento por el consumidor. En otras palabras, y a pesar de las dificultades que podamos tener con los jóvenes a la hora de compartir nuestras referencias culturales, es necesario reinscribir el sentido de la educación bajo la idea de transmisión. A modo de cierre Postular una educación igual para todos en el marco de una comprensión estrictamente distributiva de la igualdad presenta serias dificultades para formular una solidaridad ciudadana que se exprese en términos de derechos sociales. Cuestión que está particularmente acentuada en el caso de la igualdad de oportunidades. El enunciado con el que iniciamos el artículo suele utilizarse para hacer referencia a los fines o sentidos de la educación pública. En él puede verse la intención de descargar a la educación pública de la obligación de tener que vincular su sentido a conceptos más densos y cargados históricamente, como pueblo, nación o ciudadanía, como si se le quitara el peso de tener que contribuir a la constitución de un “nosotros”.g
Ver el editorial en Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Nº 199, y las notas de François Dubet, Vicente Palermo y Gustavo Grobocopatel en el Nº 201. 1.
*Rector de la Universidad Pedagógica de la Provincia de Buenos Aires (Unipe) © Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
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Gracias al apoyo de los bombarderos rusos, los asesores iraníes y los combatientes chiitas libaneses, el ejército sirio recuperó terreno antes del alto el fuego de febrero. El apoyo del Hezbollah a Bashar al Assad refuerza su legitimidad, pero la amenaza del sunnita Estado Islámico no permite eliminar el riesgo de una extensión del conflicto al Líbano.
Una legitimidad fuerte pero cuestionada
El Hezbollah, dueño de la situación en el Líbano por Marie Kostrz*, enviada especial
Manifestantes escuchan a Hassan Nasrallah en la ceremonia de Ashura, Beirut, 24-10-15 (Ratib Al Safadi/AFP)
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oy, en cada esquina de las calles de Dahiyeh, el suburbio del sur de Beirut, y a lo largo de las carreteras de la llanura de la Bekaa, en el este del país, los retratos de los combatientes muertos en Siria forman parte del paisaje. El Hezbollah está pagando un alto precio por comprometerse en el conflicto sirio. Detrás del mostrador de la tiendita donde trabaja en Roueiss, al sur de la capital libanesa, Farah C. (1) guarda celosamente una fotografía de su novio, muerto en 2014 en Ghuta, cerca de Damasco. “Partía para combatir quince días en Siria, luego volvía y descansaba una semana antes de volver a irse –cuenta la joven, envuelta en un largo manto negro–. A menudo sufría de problemas en los ojos y los o ídos, debido al humo y a los bombardeos. Decía que siempre sentía
el olor de la sangre. Era muy duro, pero nunca pensé que podría morir…”. Como simple novia, no tiene derecho a ninguna asistencia, a diferencia de las viudas de los combatientes, que reciben del partido una ayuda financiera. Sin embargo, sigue apoyando al Hezbollah: “Hay muchos combatientes que mueren; sólo cerca de mi casa hubo siete. Pero tienen que proteger nuestros lugares santos, y si no luchan, los takfiris (2) vendr án al Líbano
para atacar a los chiitas”.
En la calle autos calcinados, vidrieras pulverizadas, cuerpos sin vida en medio del humo: el 12 de noviembre de 2015, el doble atentado kamikaze que sufrió el barrio de Bourj Al-Barajneh, en Dahiyeh, fue el más sangriento desde que en 1990 terminó la guerra civil libanesa. Pero este ataque sirvió para recordarles a sus habitantes que, en el Líbano, los feudos del
Hezbollah siguen siendo el blanco privilegiado del Estado Islámico (EI). A partir de 2013, las zonas que controla el partido islamista chiita en Beirut o en la Bekaa fueron escenario de unos diez ataques, algunos reivindicados también por grupos afiliados a Al Qaeda. Otras de las tantas represalias por el apoyo militar que, desde abril de 2013, el Hezbollah aporta oficialmente al ejército sirio. “En la región, Siria cuenta con verdaderos amigos que no permitirán que ese país caiga en manos de Estados Unidos, Israel o grupos takfiris”, había declarado en ese entonces el secretario general del partido, Hassan Nasrallah, aludiendo a los rebeldes sunnitas que se habían levantado en armas contra las tropas del presidente Bashar al Assad. Así reafirmaba su respaldo al régimen sirio, al que considera como uno de los pilares del
eje de la “resistencia” a Israel que lleva a cabo junto con Irán. Algunos días más tarde, el Hezbollah se comprometía masivamente en la batalla de Quseir, región del oeste de Siria fronteriza del Líbano, entonces en manos de los rebeldes. Este compromiso provocó un importante viraje en la relación de fuerzas, en momentos en que las tropas leales perdían claramente terreno. Gracias al Hezbollah, en menos de un mes se recuperó la región de Quseir. Los videos de combatientes en derrota, sedientos y alimentándose con papas crudas, habían ilustrado este primer contundente fracaso de los rebeldes. La intervención en Siria
“Cuando comenzó la oposición anti-Assad, los militantes no se sentían concernidos directamente”, explica Chiara Calabrese, que trabaja sobre el Hezbollah en el Instituto de Investigaciones y Estudios sobre el Mundo Árabe y Musulmán (IREMAM). Pero la interpretación que el partido hizo del secuestro de peregrinos chiitas libaneses en Alepo en 2012, las declaraciones de algunos miembros de la oposición siria hostiles al Hezbollah y los atentados de Dahiyeh crearon un muy fuerte consenso en torno a l partido. “En primer lugar, el Hezbollah puso de relieve la necesidad de proteger los lugares santos chiitas, amenazados o destruidos por algunos grupos rebeldes –prosigue la investigadora, quien cita el ataque contra la mezquita Sayeda Zeinab, al sur de Damasco, un lugar simbólico del chiismo que alberga el mausoleo de la hija de Ali y nieta de Mahoma–. Entonces, su intervención en Siria se convirtió en una empresa sagrada que apunta a defender lo que se considera como el verdadero islam, frente a grupos rebeldes como el EI.” A pesar de ello, algunos militantes expresaron un discreto descontento cuyo alcance es difícil de medir. En 2013, Ali M., ex combatiente cuyo hijo en ese entonces estaba en Siria, despotricaba contra esta implicación: “Siempre apoyé la resistencia a Israel, pero no veo qué tiene que ver con el conflicto sirio”. En 2014, la proclamación de un califato por el EI tras la toma de Mosul en Ira k acabó con esa tímida protesta. De ahí en adelante la base del Hezbollah se convenció de que la supervivencia del movimiento depende de su capacidad de ayudar al régimen sirio a permanecer en el poder. Enrolado en Siria desde 2013, Ahmad B. soñaba con dejar de combatir, cansado de la guerra de posiciones en la frontera. La violencia de l EI lo llevó a rever su decisión: “Es absolutamente necesario que combatamos el terrorismo en Siria para impedir que el EI ataque al Líbano”. Reitera su apoyo a Irán y a Rusia, los únicos a su entender que luchan contra el “terrorismo” alimentado, según él, por Turquía, los países del Gol fo, Estados Unidos e Israel. “El Hezbollah logró asociar al EI con Israel –analiza Calabrese–. Lo que quedó establecido con claridad en ocasión del raid sobre el Golán en enero de 2015 (3): matando a aquellos que combatían al EI, Israel aparece como una encarnación del mismo enemigo.” En el seno de la comunidad chiita en su conjunto se sigue apoyando fuertemente la intervención de Hezbollah en Siria. Según una encuesta que en 2015 realizó la asociación Hayya Bina, cuyo fundador, Lokman Slim, es conocido por sus posiciones críticas hacia el partido, la aprueba el 78,7% de los chiitas. Los casi 1.500 “mártires” de esta guerra no disminuyen el reclutamiento. La causa suscita un gran entusiasmo entre los más jó-
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venes. Según el responsable del sector cultural que trabaja en el sur del Líbano, la falta de perspectivas en los feudos del Hezbollah, muy pobres, la vuelven más atractiva. “No hay que olvidar que el Hezbollah también libra un combate ideológico –agrega Hussein M., del barrio Kenissé Mar Mikhael, a las puertas de Dahiyeh–. Los niños pueden participar en los campamentos sco uts del Hezbollah, y cuando rondan los 16 años, les inculcan el gusto por el combate.” Asimismo, el partido representa un medio para mejorar la vida cotidiana. “El Hezbollah lleva adelante la lucha armada, pero también recluta cerebros. Necesita personas calificadas: periodistas, ingenieros… –prosigue el joven, que perdió dos amigos en Siria–. Paga sus estudios, luego les da empleo.” Incluso si la prolongación del conflicto obliga al partido a disminuir los salarios y las ayudas acordadas a sus miembros, sigue sien-
Adhieran o no al proyecto del Hezbollah, una parte de los libaneses no chiitas ve en él la única fuerza capaz de detener al EI. do una salida atractiva en un país donde el salario mínimo se eleva a 410 euros y donde la economía paralela representa el 30% de la producción. Garantes de la seguridad
El Hezbollah obtiene su legitimidad de un proyecto político de resistencia a Israel y a sus aliados que moviliza más allá de los chiitas, sobre todo tras la “guerra de los treinta y tres días” del verano boreal de 2006. Con la aparición del EI, logró reforzar esa tendencia a hacerse indispensable. Se presenta como garante de la integridad de las fronteras libanesas frente a los yihadistas. En octubre de 2014, un ataque del Frente Al Nusrah, vinculado a Al Qaeda, contra un o de sus puestos militares en Brital, al sur de Baalbaek, demostr ó que realmente era él quien controlaba algunos segmentos de la frontera, y no el ejército. Una vez franqueado el último puesto de control del ejército, cerca de Nabi Sbat, sólo los combatientes chiitas circulan por las tortuosas rutas montañosas del Antilíbano para alcanzar sus posiciones, mucho más lejos. En junio de 2013 esa colaboración ya había sido señalada, en ocasión de la ofensiva del jeque salafista Ahmad al Assir contra el ejército en Saïda. El Hezbollah había intervenido cuando, en pleno asalto, muchos tanques y sistemas de transmisión dejaron de funcionar. “Sus tiradores de elite nos cubrieron”, confía Imad K., soldado de las fuerzas especiales libanesas que participó en la batalla. Un oficial retirado admite con amargura: “¿Cómo podríamos hacer otra cosa? El ejército carece de hombres y material”. Adhieran o no al proyecto político y religioso del Hezbollah, una parte de los libaneses no chiitas ve en él la única fuerza capaz de detener al EI. En ese contexto, la decisión que el 19 de febrero tomó Arabia Saudita de suspender su programa de ayuda al ejérci-
to libanés y recuperar material por un monto de 3.000 millones de dólares resulta significativa. El mismo día, en Saadiyat, a veinte kilómetros de Beirut, estallaron enfrentamientos entre fuerzas sunnitas y Saraya Al-Mouqawama, las “Brigadas de la Resistencia” vinculadas a Hezbollah. “Los elementos sunnitas cortaron la autopista que lleva al Sur, lo que constituye un claro mensaje enviado al Hezbollah, ya que Nasrallah [secretario general de Hezbollah] siempre insistió sobre la importancia de conservar ese eje vial para unir Beirut con su territorio del Sur”, explica Slim. Según él, esos incidentes podrían multiplicarse. Mientras que en Siria Al Assad retoma claramente la ventaja gracias a las intervenciones rusa e iraní, Riad denuncia el “control del Hezbollah sobre el Estado libanés”. Entre las razones de la decisión saudita está la negativa del Líbano, a comienzos de enero, de votar una resolución de la Liga Árabe que condenaba la política de Irán en la región y calificaba al Hezbollah de “organización terrorista”. Después de la expulsión de hombres de negocios libaneses y la orden a sus ciudadanos de no ir al Líbano, el reino wahabita y las otras cinco monarquías del Golfo que el 2 de marzo votaron esa resolución quieren presionar al partido chiita, que participa en el gobierno y domina la vida política libanesa. Lo atestigua su rol en el bloqueo, desde mayo de 2014, de la elección de un nuevo Presidente de la República por el Parlamento (véase el recuadro “Una elección sin suspenso”, pág. 17). Si bien el conflicto sirio reforzó la posición del Hezbollah en el Líbano, también exacerbó las tensiones comunitarias. Una parte de los sunnitas, en su mayoría solidarios con la oposición siria, radicalizó su discurso. La ausencia de un fuerte liderazgo sunnita y la instrumentalización de esa radicalización por ciertos políticos no hicieron sino agravar la situación. “En ese contexto, la posición del Hezbollah en Sir ia es extremadamente problemática –previene Slim–. Ese endurecimiento corre el riesgo de tornarse aun más peligroso con la presencia en el Líbano de un millón y medio de refugiados sirios, en su mayoría hostiles al Hezbollah.” A eso se añaden las últimas sanciones que en diciembre decidió el Congreso estadounidense, que ahora considera al Hezbollah no sólo una organización terrorista sino también criminal. Esta decisión obliga a los bancos libaneses a rechazar a los clientes vinculados al partido. Según Slim, un elemento suplementario para degradar la situación: “Es difícil saber si, a largo plazo, esas presiones debilitarán al Hezbollah; pero en lo inmediato, por cierto van a incrementar la ferocidad de los odios”. g
1. Los nombres de algunas de las personas
entrevistadas fueron modificados. 2. El término “takfiris” designa a los radicales sunnitas que practican el takfir, es decir la excomunión de musulmanes, sunnitas o chiitas, que no comparten sus opiniones o creencias. 3. El hijo de Imad Mughnieh, uno de los principales dirigentes del Hezbollah muerto en 2008 en un atentado, perdió la vida en ese raid.
*Periodista. Traducción: Teresa Garufi
BREVE HISTORIA DEL HEZBOLLAH
Un movimiento bisagra
E
l Hezbollah (“Partido de Dios” en árabe) nació en el seno de la comunidad chiita después de que en 1982 las tropas israelíes invadieran el sur del Líbano. Sin embargo, su existencia se oficializó recién en 1985, a través de la publicación de una carta abierta. En ella, el Hezbollah se declaraba a la cabeza de la “Resistencia” que combatía a Israel y Estados Unidos. Al mismo tiempo par tido político y milicia implicada en la guerra civil libanesa, proclam ó su lealtad al guía espiritual de la revolución islámica iraní que derrocó al Sha en 1979. Tanto el ayatollah Ruhollah Jomeini como Mohamed Hussein Fadlallah, considerado como el líder espiritual del Hezbollah, estudiaron en Najaf, Irak, lugar de formación de los dignatarios religiosos chiitas. El partido desarrolló una red solidaria (escuelas, asocia ciones, hospitales) que le permitió asentarse en el seno de la comunidad chiita , hasta entonces marginalizada en el Líbano. Y pudo contar con apoyo financiero, una dirección y medios militares provenientes de Irán. Como movimiento armado, siguió combatiendo contra la ocupación israelí y se arrimó al régimen sirio. En 1989, los Acuerdos de Taef, que pusieron fin a la guerra civil libanesa, provocaron un proceso de “libanización” en su interior. Renunció a crear un Estado islámico y, en 1992, con el impulso de su nuevo jefe Hassan Nasrallah, participó por primera vez en las eleccio nes al tiempo que mantenía una estructura militar, mientras que las otras milicias aceptaban el desarme. Tras el asesinato en Beirut del primer ministro libanés Rafic Har iri el 14 de febrero de 2005, las sospechas que pesaban sobre Dama sco y el Hezbollah debilitaron al movimiento y polarizaron a la sociedad. Pero junto con sus aliados chiitas y cristianos, el partido logró realizar una demostración de fuerza cuando el 8 de marzo reunió a varios cientos de miles de personas en las calles de Beirut. El 14 de marzo, los partidos sunnitas, drusos y cristianos hostiles a Siria reunieron a su vez una gigantesca manifestación y obtuvieron el retiro del ejército sirio, que desde 1976 ocupaba el Líbano. Se logró un acuerdo y por primera vez dos miembros del partido participaron en un gobierno de coal ición amplia. A partir del año siguiente, una nueva ofensiva israelí reforzó su legitimidad. Al infligir al adversario golpes decisivos, el Hezbollah justificó su autonomía de acción y su n egativa a deponer las armas. g M.K.
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sar la tormenta. No es la primera vez que se ve obligado a congeniar con dos lógicas antagónicas. Por una parte, Rabat es un aliado cercano de Arabia Saudita, como lo testimonia su participación en la intervención militar lanzada en marzo de 2015 contra los hutíes en Yemen (2), o incluso en la “alianza militar islámica antiterrorista” instalada por Riad en diciembre de 2015. Por la otra, las autoridades marroquíes deben tener en cuenta una opinión pública que no les tiene mucho afecto a las monarquías del Golfo. “Por lo que respecta al Hezbollah, el margen de maniobra es estrecho, pero existe –explica un diplomático marroquí que solicita el anonimato–. Es posible hacer admitir la idea de que este partido merece ser sancionado porque es actor en un conflicto que sólo debería involucrar a los sirios. En cambio, es evidente que será más difícil convencer a nuestros conciudadanos de la legitimidad de una acción militar contra Bashar al Assad.” Motivos del apoyo a Siria Póster de Bashar al Assad en la ciudad de Homs, Siria, 7-12-15 (Omar Sanadiki / Reuters)
Aunque no es unánime, entre los magrebíes predomina el apoyo al gobierno sirio de Bashar al Assad y a los movimientos que lo defienden, como el Hezbollah. Antes que de una adhesión explícita al régimen de Damasco, se trata de un posicionamiento contra Arabia Saudita, Israel y el imperialismo occidental en general.
Los intereses de Túnez, Argelia y Marruecos
Por qué el Magreb sostiene a Al Assad por Akram Belkaïd*
T
únez, miércoles 2 de marzo. Reunidos bajo el “alto patronazgo” del presidente Béji Caïd Essebsi, el Consejo de Ministros del Interior árabes adoptó un texto que condena las “prácticas y actos terroristas” del Hezbollah, acusado de querer “desestabilizar ciertos países árabes”. Este cuestionamiento frontal es el resultado de una intensa presión de los representantes de las seis monarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que ya habían adoptado un texto en ese sentido el mismo día. Pretenden denunciar el apoyo militar del partido libanés al régimen de Bashar al Assad y aislarlo en el plano diplomático. En Túnez, como en Argelia y en Marruecos, la difusión de ese comunicado suscitó un clamor de protesta inmediato en las redes sociales. En esta región del mundo árabe, con un predominio sunnita muy fuerte, el Hezbollah, aunque chiita, sigue siendo muy popular desde su guerra contra el ejército israelí, en 2006 (véase el recuadro “ Un movimiento bisagra”, pág. 15). “Aquí estamos obligados a postrarnos ante los reyezuelos del Golfo. ¿Dónde está el orgullo de los magrebíes? ¿Somos los criados de los wahabitas? ¡No porque seamos sunnitas debemos obedecerles!”,
fulmina un internauta. “Estado Islámico es el que debe ser acusado de terrorista, no Hezbollah. ¡Sus combatientes son héroes!”, vocifera otro. El 11 de marzo, la decisión de la Liga Árabe (1) de clasificar al Hezbollah como “grupo terrorista” provocó una indignación similar. Contrariamente al estereotipo reduccionista que pretende que una línea de fractura violenta opone en adelante a las dos ramas principales del islam, numerosos magrebíes siguen siendo poco sensibles a la lógica confesional. “En primer lugar, ellos tienen una lectura política de los acontecimientos en Siria y ven en ese partido el último bastión de la resistencia contra Israel en particular y contra el imperialismo occidental en general”, explica el editorialista y ensayista argelino Mohamed Saadoune. El 3 de marzo, siguiendo de cerca a los anónimos que claman en las redes sociales, numerosas personalidades tunecinas fustigaron a su gobierno, acusado de haber firmado el comunicado sin la menor reserva. La organización nacional de los abogados tunecinos, numerosos partidos de izquierda y hasta personalidades cercanas al presidente Essebsi criticaron lo que calificaron de “renuncia” y de “alineamiento a las posiciones de Arabia
Saudita”. La misma noche de la adopción del comunicado, la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), el sindicato colaureado con el Premio Nobel de la Paz en 2015, denunció con virulencia una “decisión extraña […] tomada en el marco de una ofensiva dirigida por fuerzas extran jeras y regionales para dividir a la nación árabe […] en provecho de fuerzas sionistas y retrógradas”. Al mismo tiempo, el gobierno intentó una marcha atrás de urgencia, al afirmar que el texto firmado no tiene un “efecto obligatorio” y que se trata de una simple “decisión técnica”. Propagadas en la prensa local, algunas filtraciones dejaron entender que Túnez no podía malquistarse con los asociados del Golfo susceptibles de ayudarlo a superar sus dificultades económicas y financieras. Esta justificación volvió a ser reiterada tras la decisión de la Liga Árabe. Por su parte, las autoridades argelinas se apuraron en recordar que su país no está ligado a ese comunicado y que su posición es “atenerse a una estricta no injerencia en los asuntos internos de un país hermano”. En otras palabras, no se trata para Argel de condenar al Hezbollah ni de dictar al gobierno libanés la conducta que debe tener al respecto. En Marruecos, el gobierno mostró un perfil bajo y dejó pa-
A través de la proscripción del Hezbollah, el reino wahabita y sus aliados quieren desembocar en el aislamiento total del régimen sirio. Una estrategia a la que varios países se sustraen. El Líbano e Irak expresan “reservas” y Argelia “observaciones” sobre la decisión de la Liga Árabe de clasificar como “terrorista” al movimiento libanés. En Egipto, el presidente Abdel Fatah al Sisi se niega a oponerse m ilitarmente a un régimen que combate a los Hermanos Musulmanes, precisamente aquellos que él considera como sus principales enemigos. Tanto en Argelia como en Túnez, el apoyo del que goza Al Assad en la opinión pública nunca se desmintió desde los primeros tiempos de las revueltas árabes de 2011. Una realidad ocultada por la existencia de redes yihadistas que parten para luchar contra el régimen sirio y, más recientemente, para unirse al EI. “Los puntos de convergencia entre el poder argelino y una gran parte de la opinión pública son escasos –decodifica un ex alto responsable argelino–. La no intervención militar en Libia y el rechazo a tomar partido contra el régimen de Al Assad y sus aliados forman parte de esto. Hay un consenso en estas dos cuestiones.” De hecho, la menor toma de posición contra Al Assad –la que no implica por fuerza un apoyo a los grupos yihadistas que lo combaten– garantiza una tunda de palos, hasta un linchamiento mediático. El politólogo sirio Salam Kawakibi lo probó en carne propia. Invitado a expresarse en Argelia en 2013, este opositor demócrata se vio obligado a justificar sus posiciones. “Después de mi conferencia, algunos intelectuales locales me invitaron a una reunión reducida. Fui intimado a explicarme. Para ellos, estar contra Al Assad era traicionar la causa árabe y hacerles el juego a la vez al imperialismo y al islamismo. No es un hecho aislado. Cada vez que doy una conferencia pública, los ataques y las acusaciones (yo sería un agente o un traidor a sueldo de las potencias imperialistas) se multiplican. En el mejor de los casos, me tratan de ingenuo”. Nieto del gran pensador árabe Abd Al Rahman Al Kawakibi, este investigador reconoce haber experimentado recientemente el mismo sentimiento de haber sido puesto en la lista negra en Túnez. En este país, una buena parte de la intelligentsia, ya sea de izquierda o cercana al partido en el poder Nidaa Tounès, no oculta su preferencia por Al Assad antes que su reemplazo por un poder islamista. El político y abogado Chokri Belaid, asesinado en Túnez el 6 de febrero de 2013, simbolizaba esa posición hoy compartida
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tanto por la extrema izquierda como por la gran burguesía de las ciudades costeras. En 2012, el presidente Moncef Marzouki había suscitado una fuerte polémica al decidir la ruptura de las relaciones diplomáticas con Siria. Cuatro años más tarde su sucesor, Essebsi, no deja pasar una ocasión de desear su restablecimiento. Túnez ya instaló un cónsul en Damasco en septiembre de 2015. En Marruecos, el debate es menos categórico. Una parte de las fuerzas de izquierda, entre las cuales está la Unión Socialista de las Fuerzas Populares (USFP), no vacila en condenar a Al Assad por los sufrimientos infligidos a su pueblo y se opone a todas las intervenciones militares extranjeras en nombre del respeto a la soberanía siria. “El camino fácil sería apoyar a Al Assad para poner presión sobre el palacio y el gobierno islamista formado por el Partido de la Justicia y el Desarrollo [PJD], más bien proclives a apoyar la rebelión financiada por los países del Golfo. Pero somos muchos los que nos negamos, porque Bashar no merece ser defendido”, testimonia un militante de la USFP que lamenta la ausencia de “debates nacionales serenos sobre Siria en el Magreb”. Más allá del inevitable discurso sobre el antiimperialismo y el panarabismo, ¿cómo explicar que un régimen cuya brutalidad y crímenes contribuyeron ampliamente al desencadenamiento del drama sirio se beneficie con tal apoyo en el Magreb? Hasni Abidi, politólogo en el Global Studies Institute de Ginebra, ve en esto dos razones: “En primer lugar, la oposición democrática siria no alza la voz y carece de figuras destacadas.
Luego, Occidente está contra Al Assad, lo que provoca una sospecha legítima, teniendo en cuenta el pasivo europeo y norteamericano en la región”. Otros expertos lo relacionan con la vitalidad de las teorías del complot, siendo presentadas las rebeliones árabes de 2011 como una maquinación destinada a debilitar a los países rivales de Israel (3). Para Louisa Dris-Ait Hamadouche, de la Universidad de Ciencias Políticas de Argel, el apoyo de muchos de sus compa-
A través de la proscripción del Hezbollah, el reino wahabita quiere desembocar en el aislamiento total del régimen sirio. triotas a Al Assad se debe “al rechazo visceral a la extrema violencia de que son víctimas los civiles sirios y a la presencia demostrada de las potencias extranjeras en este conflicto. Esta posición, que tiene que ver ampliamente con lo irracional, es asimilable a un síndrome postraumático que el discurso oficial contribuye a reavivar para prevenir toda impugnación que haría vacilar el sistema”. No obstante, como lo señala Saadoune, el apoyo a Al Assad no es unánime: numerosos islamistas magrebíes, ya
sean salafistas o cercanos a los Hermanos Musulmanes, no vacilan en condenarlo. “Ellos son sensibles a la oposición sunnitas-chiitas, que intentan difundir en la sociedad. Sus discursos demonizan tanto a Al Assad como al Hezbollah o a Irán”. En Túnez, las únicas voces que se hicieron oír para calificar al partido libanés de “terrorista” vinieron de Ennahda (4), mientras que el PJD marroquí no oculta su aversión por el presidente sirio. Pero los dirigentes de los partidos islamistas saben que esta oposición no es muy popular e incluso corre el riesgo de desanimar a sus simpatizantes, siempre susceptibles de ser seducidos por los discursos nacionalistas o panarabistas. A comienzos de los años 90, en Argelia, el ex Frente Islámico de Salvación (FIS) había hecho la prueba. Hostil a Saddam Hussein tras la invasión a Kuwait en agosto de 1990, la dirección de este partido pronto había cambiado de posición bajo la presión de la calle, antes de enviar a voluntarios a luchar para defender a Irak contra las tropas de la coalición internacional. g 1. Creada en 1945, la Liga de los Estados árabes
agrupa hoy a 22 países, con una organizació n que se inspira en la de la s Naciones Unidas. 2. Véase Laurent Bonnefoy, “Au Yémen, une année de guerre pour rien”, Le Monde diplomatique, París, marzo de 2016. 3. Véase Nicolas Dot-Puillard, “La crise syrienne déchire les gauches árabes”, Le Monde diplomatique, París, agosto de 2012. 4. N. del T.: Partido político islamista fundado en 1981.
*Periodista. Traducción: Víctor Goldstein
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Una elección sin suspenso Desde el 25 de mayo de 2014 y el fin del mandato de Michel Sleiman, el Líbano no tiene Presidente. El Parlamento se reunió más de treinta veces, pero nunca se pudo alcanzar el quórum de diputados. Aunque no disponga sino de 12 representantes sobre un total de 128, Hezbollah está en el corazón de esta obstrucción. Puede contar con los 27 diputados de la Corriente Patriótica Libre (CPL) del dirigente cristiano Michel Aoun, así como con los representantes de varios partidos cercanos a Siria. Al comienzo, la formación de Hassan Nasrallah pretendía impedir la elección de Samir Geagea, jefe del partido cristiano de las fuerzaslibanesas. Este último era aliado del ex primer ministro Saad Hariri, adversario de Damasco y del “Partido de Dios”. Pero la situación cambió en 2015 cuando, a cambio de promesas, Hariri decidió apoyar la candidatura del diputado cristiano Soleimane Frangié junior, nieto del ex presidente, aliado de Hezbollah y amigo personal del presidente Bashar al Assad. Este giro de 180º provocó la furia de Geagea, que desde enero pasado apoya a su ex rival Michel Aoun. Resultado: los dos candidatos a la Presidencia del Líbano son no sólo cristianos maronitas (de conformidad con el régimen político confesional que caracteriza al país), sino también aliados de Hezbollah. Este último aún no se ha decidido, estimando que el vacío de poder juega en su favor. Debería obligar a sus adversarios políticos, comenzando por Hariri, a hacer otras concesiones. A.B.
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Más de un millón de refugiados tomaron la ruta de los Balcanes durante el año 2015. Al tiempo que la Unión Europea firma un acuerdo con Turquía para frenar el flujo de migrantes hacia su territorio, las fronteras de este corredor humanitario informal, por el cual todavía circulan millones de personas, no dejan de cerrarse.
Por la ruta de los Balcanes
Una nueva cortina de hierro en Europa por Jean-Arnault Dérens y Simon Rico*, enviados especiales
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domeni, frontera greco-macedonia. Al cabo de una pequeña ruta de campiña, en una llanura golpeada por los vientos que descienden de las montañas, se encuentra el último campo griego, entre praderas y una pequeña estación de carga. Basta con caminar algunos centenares de metros a lo largo de la vía férrea para toparse con las rejas que marcan la entrada a Macedonia. Los policías entreabren la puerta que da acceso al campo macedonio de Gevgeli ja, dejando pasar a los refugiados en grupos de cincuenta. Con el cierre progresivo de la ruta de los Balcanes, Macedonia endureció las condiciones de acceso: en noviembre de 2015, sólo los ciudadanos afganos, iraquíes y sirios eran aceptados como refugiados, ya que los oriundos del resto de los países eran considerados como “migrantes económicos”. Luego, en enero, los afganos ya no fueron aceptados. A comienzos de marzo, los sirios originarios de Alepo podían seguir pasando, pero ya no los que provenían de Damasco. Mientras que la capacidad del campo de Idomeni no es de más de mil quinientas personas, son miles los que se amontonan en pequeñas tiendas, sobreviviendo en condiciones extremadamente precarias. Cuando Eslovenia anunció a su vez el cierre de su frontera, el 8 de marzo a la medianoche, una misma pregunta se repetía: ¿cómo proseguir el viaje?, ¿hay que recurrir a las redes de pasadores, ahora que el corredor humanitario está completamente cortado? Nadie, en todo caso, piensa en volver atrás, hacia Turquía. Una carrera de obstáculos
Evzoni, en la autopista de Tesalónica hacia Macedonia. A algunos kilómetros de Idomeni, la última estación de servicio antes del puesto fronterizo se ha vuelto a convertir en la guarida de los pasadores desde noviembre de 2015. “Llegué de Atenas. Le di 700 euros a un guía para llegar hasta Belgrado”, explica Brahim T., argelino de unos treinta años. Varios centenares de personas duermen cada noche de ambos lados de la autopista; los más ricos de a varios en un modesto cuarto de hotel, y los otros en edificios abandonados. Todos están conectados a internet gracias a sus teléfonos. Esas comunicaciones son vitales para contactar a los pasadores, estudiar los itinerarios, hablar con la familia. Aquí sólo hay hombres, o casi. La mayoría vienen del Magreb o de Irán: no tie-
Budapest
AUSTRIA Sentilj - Spielfeld
ITALIA Trieste
HUNGRÍA o i b u n a D
Maribor
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Liubliana ESLOVENIA x x x x x x x
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Sveta Lucija
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CROACIA Slavonski
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Subotica
Berkasovo - Bapska
Brod
Novi Sad
S av e
Espacio Schengen, zona teórica de libre circulación Otros países de la Unión Europea
BOSNIA HERZEGOVINA
Sid
Sarajevo
Corredor de los Balcanes
RUMANIA
Belgrado M o ar av
SERBIA
Dan ub i o
Niš
MONTENEGRO
Principal ruta utilizada hasta septiembre de 2015 Dubrovnik Podgorica Principales rutas utilizadas entre septiembre de 2015 y marzo de 2016 Mar Rutas alternativas contempladas Adriático a partir del 8 de marzo
Barreras fronterizas
Tirana
Dimitrovgrad KOSOVO
BULGARIA Sofía
Pristina
Lojane Preševo
Tabanovce - Miratovac
Skopje
Kumanovo Veles
MACEDONIA
Struga
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x x Frontera cerrada a los refugiados desde el 17 de septiembre x x Kafasan Lago de Ohrid Evzoni - Gevgelija x Frontera parcialmente cerrada desde el 8 de marzo Idomeni Pogradec Cercos (vallas, alambres de púas) Salónica ALBANIA Vigilancia reforzada desde comienzos de marzo Barrera fronteriza x x x x x
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GRECIA
Fuentes: Le Courrier des Balkans; Deutsche Welle; AFP.
Cécile Marin
nen ninguna posibilidad de que los acepten como refugiados. Por la noche, de a pequeños grupos intentan forzar los alambres de púas que rodean la frontera entre Grecia y Macedonia. Larbi H., originario del sur de Marruecos, lo intentó en varias oportunidades: “Hay agujeros en la barrera, pero hay que desconfiar porque los soldados macedonios esperan un poco más lejos. Nos detienen, nos golpean y nos devuelven a Grecia”. Veles, centro de Macedonia. La casa de Lenče Zdravkin domina la vía férrea. Desde 2011 ve pasar a migrantes que caminan a lo largo de los rieles; el acceso a los trenes entonces les estaba prohibido. Ciudad industrial en decadencia, Veles se encuentra casi a mitad de distancia de las fronteras de Grecia, al sur, y de Serbia, al norte. “Comencé a darles agua, galletas, ropa… Les proponía descansar una hora a la sombra, lavarse los pies. Muchos tenían miedo, se ocultaban de la policía, pero muy pronto mi dirección empezó a circular en las redes sociales... –esta ma-
dre de familia de unos cincuenta años fue una de las primeras en Macedonia en movilizarse en favor de los migrantes y los refugiados–. Algunos pensaron que estaba loca de ocuparme así de las personas de paso. Luego los vecinos, los habitantes de la ciudad comenzaron a traer alimentos, mantas.” En la primavera de 2015, varias decenas de personas hacían un alto todos los días en Veles. La señora Zdravkin prosiguió su compromiso como voluntaria en el campo de Gevgelija. Desde que cerraron la ruta de los Balcanes, vuelve a ver pasar refugiados a pie. “Si prohíben que los migrantes pasen legalmente, no tienen más remedio que avanzar ocultándose. Yo había creído que Europa aportaría soluciones humanitarias, que permitiría que la gente viaje dignamente. Por el contrario: volvieron a los peores momentos de la clandestinidad”. Desde su ventana del primer piso, ella vuelve a ver las sombras furtivas que avanzan a lo largo de los rieles. En los flancos del Kadarak, región albanesa de Macedonia. Al pie de las cum-
bres que los separan de Kosovo, los pueblos de Vaksince y de Lojane dominan la autopista, la vía férrea y el puesto fronterizo de Tabanovce, entre Macedonia y Serbia. Desde hace mucho tiempo la policía macedonia ya no entra en esas aldeas, antiguos baluartes de las guerrillas albanesas, centros neurálgicos de numerosos tráficos. Lojane fue durante largo tiempo una etapa obligada: los migrantes esperaban la noche para tratar de pasar clandestinamente a Serbia, durmiendo en casas en construcción o en los tupidos matorrales cercanos a la frontera, la “jungla” local. Con la organización del corredor humanitario, los flujos se desviaron durante varios meses hacia el valle. Pero los “ilegales”, los “migrantes económicos” a los que el acceso a ese corredor les era negado, muy pronto retomaron la ruta de la montaña. “Las violencias aumentaron en proporción a las restricciones impuestas por la Unión Europea”, deplora Francisca Baptista da Silva, portavoz de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Serbia. En mayo de 2015 desmantelaron una red de secuestradores dirigida por un residente afgano apodado “Alí Babá”, permitiendo la liberación de varias decenas de refugiados. Desde entonces, los “negocios” se restablecieron. Preševo, sur de Serbia. La emigración sigue siendo una válvula de escape económica para los cincuenta mil habitantes de esta ciudad mayoritariamente poblada de albaneses que se esconde en el fondo de un valle pobre, enclavado entre Kosovo y Macedonia. La policía consigna la identidad de los refugiados y toma sus impresiones digitales en una fábrica de tabaco ahora cerrada, como la casi totalidad de las empresas de la ciudad. La crisis de los refugiados favoreció la llegada masiva de dinero fresco. Transporte en ómnibus hacia Croacia, alimentación, telefonía móvil: una economía paralela totalmente dirigida hacia ellos se instaló durante el pico de las llegadas, entre junio y n oviembre. Shkëlzen K., que tiene un minimercado justo frente al centro, afirma haber triplicado sus ventas en 2015. El barrio de la estación se había convertido entonces en un campo a cielo abierto. Miles de personas dormían en las veredas en espera de ser identificadas y de obtener el salvoconducto de setenta y dos horas que entregaban las autoridades serbias, indispensable para proseguir la ruta hacia Croacia. El centro de registro sigue abierto, pero las llegadas se hicieron escasas. Dimitrovgrad, frontera serbo-búlgara. Para algunos, la llegada a Serbia tiene el sabor de una primera victoria, de una liberación. Cada día, de cien a trescientos afganos llegan a esa localidad empobrecida. Desde Turquía atravesaron Bulgaria a pie, caminando de noche, ocultándose. El viaje dura dos semanas para los más robustos y los más afortunados. Casi todos los relatos se asemejan. Evocan las palizas sistemáticas de la policía búlgara, que despoja a los refugiados de sus ahorros y de sus preciados teléfonos. En el límite de sus fuerzas Javeed, adolescente de 15 años, tiembla de agotamiento cerca del centro de acogida donde la policía serbia entrega los salvoconductos. Dos grandes tiendas permiten resguardarse del frío, pero nunca hay suficiente lugar para todo el mundo. Algunos voluntarios procedentes de Suiza distribuyen sopa y mantas. “Sólo los afganos pueden hacer este via je –dice un amigo de Javeed–. Nosotros estamos acostumbrados a caminar en la montaña; los sirios no podrían seguirnos.” Los afganos que atraviesan Bulgaria son también los más pobres de los refugiados, los que no pueden pagar a los pasadores. La continuación de su viaje se ha vuelto
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muy aleatoria desde que los países europeos han dejado de aceptarlos. Šid, frontera serbo-croata. Entre mediados de septiembre y fines de octubre de 2015, más de doscientos mil refugiados pasaron de Serbia a Croacia tomando el camino del pequeño puesto de Berkasovo/Bapska, en las colinas dominadas por los meandros del Danubio. Durante ese período, cerca de mil voluntarios checos y eslovacos se sucedieron en esta frontera, ofreciendo alimentos y consuelo. “Estamos aquí porque tenemos vergüenza de nuestro presidente, de nuestro gobierno –explicaba Pavel H., cristiano evangelista de unos cincuenta años que acampaba en Berkasovo con militantes anarquistas–. Queremos mostrar que no todos los checos están a favor del cierre de las fronteras.” Luego se organizó el cruce desde la estación de la ciudad vecina de Šid, donde los policías serbios y croatas vigilaban en forma conjunta el embarque de los refugiados en dirección al centro de acogida croata de Slavonski Brod. “¿Cómo se dice ‘por favor’ en árabe? ¿Tú lo sabes, croata?”, pregunta a su colega un funcionario serbio que intenta orientar a una familia siria. La llegada de los refugiados contribuyó a restablecer relaciones “funcionales” entre los enemigos de ayer. Subotica, frontera serbo-húngara. De 1945 a 1989 esta ciudad, la última de Serbia antes de Hungría, lindaba con la cortina de hierro que dividía a Europa en dos. En 2011, la ciudad se convirtió en un nudo esencial de la ruta de los Balca-
nes. Los migrantes se reagrupaban en las inmediaciones de una antigua fábrica de ladrillos abandonada. Redes de pasadores hacían el traslado hasta Hungría. En el invierno 2014-2015, no menos de cien mil kosovares aprovecharon esas redes durante un éxodo tan repentino como efímero. Después del bloqueo total de la frontera por Hungría, el 14 de septiembre, ya nadie pasaba por Subotica; pero con el establecimiento de la distinción entre “refugiados” y “migrantes económicos”, la jungla vuelve a atraer a los candidatos al exilio. Hakim T., originario de Marruecos, espera una transferencia de 1.200 euros para pagar el cruce de la frontera: “Me van a llevar en auto, el guía me mostrará una abertura en los alambres de púas y alguien me esperará del otro lado. No es tan difícil”. A pesar de los peligros muy reales –violencias, chantaje y prisión en caso de arresto–, los cruces clandestinos se reanudaron a medida que la s rutas “legales” se cerraban. Sveta Lucija, frontera croato-eslovena. Un memorable partido de vóley se desarrolló en ese pequeño puesto fronterizo de los confines de Istria. El 19 de diciembre de 2015, para protestar contra la construcción de un muro de al ambres de púas a lo largo de las fronteras eslo venas, los ciudadanos de los dos países se dieron cita a ambos lados de la alambrada. Los militantes y los deportistas no son los únicos que se oponen a esta barrera: también las asociaciones de cazadores denuncian el obstáculo que representa para los animales de caza. Ni la división de Yugoslavia ni la adhesión de
Eslovenia a la Unión Europea, en 2004, habían conducido al surgimiento de semejante cortina de hierro. Šentilj, frontera austro-eslovena. Es aquí donde estallaron los primeros enfrentamientos de las guerras yugoslavas, en junio de 1991, cuando la Defensa Territorial eslovena recuperó de las unidades del Ejército Popular yugoslavo el control de las fronteras con Austria. El puesto de Šentilj/Spielfield es el principal punto de paso entre los do s países, la verdadera barrera de la ruta de los Balcanes. Durante todo el otoño boreal de 2015 permaneció cerrado a la circulación automotriz, mientras que cada día miles de refugiados esperaban poder pasar hacia el norte. El 19 de febrero Austria puso cupos, limitando el acceso a su territorio a ochenta solicitantes de asilo por día, y a tres mil doscientos refugiados en condiciones de probar que su destino final era un tercer país. Ese mismo día, Viena reunía a los jefes de policía de Eslovenia, Croacia, Serbia y Macedonia para establecer un procedimiento único de registro de los refugiados en tránsito. Algunos días más ta rde, Austria organizaba una cumbre regional de los jefes de Gobierno, omitiendo invitar a Grecia, que denunció de inmediato una iniciativa “unilateral e inamistosa”. Sin una verdadera reacción de la Unión Europea, Austria y sus aliados del “grupo de Visegrád” (Hungría, República Checa, Eslovaquia y Polonia) se liberaban de las reglas del espacio Schengen (1) y concluían el cierre de la ruta de los Balcanes (2).
En las orillas del lago de Ohrid, frontera albano-macedonia. Si los flujos procedentes de Turquía disminuyen, las decenas de miles de personas bloqueadas en Grecia buscan nuevas rutas. Dos parecen pasibles de ser encaradas: una podría pasar por Rumania y Ucrania, la otra por Albania. Desde este último país, los refugiados podrían pasar a Montenegro, luego a Bosnia Herzegovina y a Croacia, o bien tratar de alcanzar directamente Italia atravesando el Adriático. Desde hace meses, las autoridades de Tirana están a la espera de su llegada. A comienzos de marzo comenzaron a desplegar unidades especiales de la policía en los confines del país, en la frontera griega, y en las inmediaciones del puesto de Qafassan, en la frontera con Macedonia, entre Pogradec y Struga. Controlar todas las vías de paso en las montañas albanesas, sin embargo, será difícil, y muy pronto el país podría transformarse en un nuevo calle jón sin salida. g
N. de la T.: Área creada en 1985 –y que comenzó a funcionar en 1995–, que comprende a 26 países europeos que derogaron los controles fronterizos en las fronteras comunes. 2. Véase Benoît Bréville, “Haro sur Schengen”, Le Monde diplomatique, París, enero de 2016. 1.
*Periodistas, redactores en el sitio Le Courrier des Balkans .
Traducción: Víctor Goldstein
Soñar la vida. Construir los sueños. 1.825 voluntarios de Banco San Juan, Banco Santa Fe, Nuevo Banco de Entre Ríos y Banco Santa Cruz hicieron posible estos logros en 2015. VOLUNTARIADO
EDUCACIÓN
CULTURA
CRÉDITO FISCAL
238 becas
5.217 espectadores
13escuelastécnicas
educativas y culturales.
presenciaron los documentales “La Marcha Silenciosa” y “Los Viajes de Sarmiento”.
54 escuelas
15.017 niños
beneficiadas con el Programa de Crédito Fiscal del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET).
equipadas con Aulas Digitales Móviles, Pizarras Interactivas y Kits de Tablets que benefician a 19.822alumnos.
23.628 docentes capacitados en desarrollo de materiales educativos virtuales y planificación de la enseñanza integrando las TIC’s.
agasajados con el Programa Corazones Contentos.
1.153 alumnos y público en general en capacitaciones bancarias.
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111 PyMEs capacitadas, 2 parques industriales y 1 agencia de desarrollo equipados con el programa de la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y Desarrollo Regional (SEPyME).
3 proyectos
62 personas
co-financiados para la preservación de la fauna regional.
formadas a través del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS).
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Edición 202 | abril 2016
Francisco Ruiz de Infante, Carnet de vol nº 1 (Gentileza Fundación Telefónica)
Dossier
Nueva carrera armamentista La “guerra contra el terrorismo” relanzó la carrera armamentista: 2014 fue el año con más guerras desde el 2000 y el volumen de ventas de armas es el mayor desde la Guerra Fría. Mientras Rusia busca recuperar el terreno perdido en tecnología, otras potencias, como Francia, confunden cada vez más intereses pri vados y estratégicos. Se suma a ello el concepto difuso de ciberguerra, que lleva la militarización a Internet.
A la caza de los millones, por Philippe Leymarie 22 | Le Figaro y el Rafale: relaciones incestuosas, por Serge Halimi 24 | Silicon Army, por Thibault Henneton 25 | La militarización del ciberespacio, por Camille François 26 La ofensiva tecnológica y comercial de Rusia, por Olivier Zajec 28
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Dossier Nueva carrera armamentista
Francisco Ruiz de Infante, Carnet de vol nº 1 (Gentileza Fundación Telefónica)
Mientras el Parlamento Europeo reclamaba el embargo sobre las ventas de armas a Arabia Saudita, el presidente francés celebraba las masivas compras de armamento francés por parte del reino. Un negocio en auge, donde las fronteras entre política exterior y negocios privados son cada vez más difusas.
Estados al servicio de la industria bélica
A la caza de los millones por Philippe Leymarie*
A
principios de los años 90, el fin de la Guerra Fría prometía vaciar los arsenales y acabar con la mayoría de los conflictos. Durante la siguiente década, tras un claro retroceso, la “guerra contra el terrorismo”, con las intervenciones en Afganistán e Irak, volvió a llevar agua al molino del complejo militar-industrial estadounidense. Hoy, una nueva coalición está en guerra contra la organización del Estado Islámico (EI) en Siria, mientras que la industria armamentista rusa, tras su período de impacto pos-soviético, está en plena recuperación (Zajec, pág. 28). La Francia “socialista” persigue contratos de venta de armas en el Golfo y en Asia; India y China, impulsadas por su dinamismo económico, se sueñan como grandes potencias regionales; Alemania y Japón, librados en parte de sus complejos de derrotados de la Segunda Guerra Mundial, aspiran a propagar sus muy competitivasindustrias dedefensa. “2014 fue el año con más guerras desde el año 2000”, señala el anuario del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) (1). Lejos de reducirse, el gasto militar mundial aumentó un tercio en diez años, alcanzando 1,7 billones de dólares en 2014. Creció a más del doble en África del Norte y Europa del Este, aumentó dos tercios en Medio Oriente y Asia del Este. Estados Unidos, que había iniciado una reducción de su presupuesto militar
con el retiro de sus tropas de Irak (en 2011) y Afganistán (proceso que debe concluir en 2016), volvió a llevarlo en 2014 al nivel de 2007, es decir, 610.000 millones de dólares, alcanzando por sí solo un tercio del gasto mundial. El volumen de las ventas de armas en los últimos cinco años es “el mayor desde el final de la G uerra Fría”, precisa el SIPRI. Estados Unidos ocupa el primer lugar (32,8% del mercado mundial en 2011-2015), seguido de cerca por Rusia (25,3%). Estos dos pesos pesados pueden ofrecer equipos probados en zonas de guerra ( combat proven ). Lejos, siguen China (5,9%), Francia (5,6%) y Alemania (4,7%) (2). En cuanto a los compradores, India se ubica holgadamente a la cabeza en esos mismos años, seguida por Arabia Saudita, China, Emiratos Árabes Unidos y Corea del Sur. Soberanía industrial
Los países emergentes ya son “capaces de responder en varios sectores a los llamados a lici tación internacionales, y por ende, de competir con los grandes proveedores occidentales”, constata, sin alegrarse, el preámbulo del Informe al Parlamento sobre las exportaciones francesas para 2015 (3). China se convirtió en un actor clave de la exportación. Japón derogó en 2014 una prohibición de venta al exterior que se remontaba a 1967 (4). Corea del Sur cuenta co n hacer de su industria armamentista un eje de crecimiento. Israel, uno de los líderes en drones y ma-
terial de mantenimiento del orden, también apunta a la cibernética. Irán, a quien las sanciones internacionales mantuvieron aislado durante más de treinta años, debió desarrollar un complejo militar industrial al que sólo le falta ser valorado en el exterior. Por último, los pequeños Emiratos Árabes Unidos, preocupados por prepararse para el pos-petróleo, aspiran a desarrollar su propia base industrial y técnica de defensa, en sociedad con Argelia y Francia. No sólo se intensifica la competencia, sino que los compradores reclaman transferencias de tecnología. Es el caso de Indonesia o Turquía, donde la mitad de los contratos deben efectuarse con empresas locales. India exige compensaciones de ese tipo como mínimo en un 30% para cada negocio, lo cual retrasó varios años la concreción de un acuerdo con el fabricante francés Dassault para la venta de aviones caza Rafale. Algunos contratos implican una deslocalización discreta de una fracción del personal, la asociación con empresas locales y la formación in situ de una mano de obra especializada. Eso puede favorecer, a cierto plazo, el surgimiento de nuevos competidores, y en lo inmediato, alimentar una carrera hacia la sofisticación de las armas, así como una inflación de los costos perjudicial y peligrosa para todos, en el Golfo arábigopérsico (5) o el Magreb (Belkaïd, pág. 16). Contradiciendo un prejuicio, los sindicatos de los arsenales o las empresas armamentistas privadas no son los últimos en conmoverse por estas cuestiones.
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El delegado central adjunto de la Confederación General del Trabajo (CGT) del grupo francés Nexter, Eric Brune, admite de buen grado que las armas no son mercancías como las demás: “Si bien en los tiempos que corren, la cuestión del empleo se aborda con cierto temor, no es ése el núcleo del problema de las exportaciones, que es ante todo político”. Y afirma: “Si salvar dos mil empleos en Roanne [uno de los principales sitios de producción, especializado en la integración de vehículos blindados] implica cien mil muertos en otra parte, no tiene sentido” (6). Con un volumen de negocios anual de 15.000 millones de euros (el doble si se incluyen los mercados de la seguridad nacional o privada), la industria francesa de defensa representa 160.000 empleos, 40.000 de ellos directamente ligados a la exportación, en empresas relativamente difíciles de deslocalizar y repartidas por todo el territorio (sin contar a los subcontratistas). Capaz de producir el total de los equipamientos necesarios para los ejércitos del país (con la notable excepción de los drones), esta industria recibe un volumen constante de encargos públicos, en el orden de los 11.000 millones de euros al año. Dos tercios de ese maná benefician a los cinco grupos principales: Airbus, DCNS, Thales, Safran y Dassault. Éstos producen el 75% del volumen de negocios del sector, y más del 80% de las exportaciones (7). La industria goza además de la prioridad otorgada por París a la disuasión nuclear, con una sección de equipamiento, pero también importantes créditos para la investigación y el desarrollo de armas futuras. En gran medida gracias a sus pocos clientes importantes de Medio Oriente, Francia puede mostrar un excedente de su balanza comercial para el armamento, lo que contribuye a reducir su déficit global en alrededor de “cinco a ocho puntos anuales en el período de 2008 a 2013”, según un estudio realizado por el Ministerio de Defensa y el estudio McKinsey (8). Gracias a las primeras exportaciones del avión caza Rafale a Egipto y Qatar, el año 2015 fue triunfal, con 16.000 millones de euros de encargos acumulados: dos veces más que en 2014, cuatro veces más que en 2012. El año 2016 también debería superar récords, si el contrato Rafale con India se concreta. Para una potencia media como Francia, los expertos estiman que los encargos nacionales, que tienden a bajar a largo plazo, no bastan para financiar la investigación y el desarrollo de los quince grandes programas necesarios para los ejércitos, que se prolongarán por décadas (hasta cinco en el caso de la aeronáutica). Las exportaciones se desarrollaron para rentabilizar las industrias y reducir costos: en 2015, por primera vez superaron el monto de los encargos nacionales. Esto no quita que, según el general Vincent Desportes, ex director del Colegio Interejércitos de Defensa, se hace cada vez más difícil mantener las “competencias críticas”: “Existe un umbral a partir del cual la actividad se expatría, se reconvierte... o desaparece” (9). De allí, la necesidad imperiosa –según este general, devenido asesor del industrial Panhard, fabricante de venículos de combate y profesor de Ciencia Política– de preservar un “núcleo de soberanía industrial”. Sobre todo en un momento en que el acceso a ciertas tecnologías se ve amenazado por restricciones, como las ITAR (International Traffic Arms Regulations), esas reglas dictadas por las autoridades de EE.UU., que pueden impedir que un vendedor lleve a cabo un negocio si el producto en cuestión contiene componentes que se fabrican en ese país. Así, Washington pudo bloquear durante más de un año la venta por parte de Airbus y Thales de dos satélites espías a los Emiratos Árabes Unidos –el programa Falcon Eye–, que se concretó en 2013. El general teme “la adopción forzada de los modos operativos estadounidenses” y de su “visión destructiva de la guerra”, y denuncia “la influencia predadora” de Washington en este sector. Riesgos geopolíticos
Por su parte, ya hace tiempo que los sindicatos defienden la diversificación de esas industrias, haciendo hincapié en las técnicas y los productos de aplicación “dual”, para que sus empresas, privadas o semipúblicas, no dependan únicamente de las armas y la exportación y estén en condiciones de reconvertirse si el mercado (o algún día, el poder político) así lo decide. Algunas organizaciones, como la CGT, militan por la creación de un polo público de la industria de la defensa, que haría posible un derecho de observación del Estado en tanto cliente nacional, pero también en
tanto regulador de un sector que incide en la política exterior y en los valores fundamentales del país. Semejante configuración podría hacer pasar a un segundo plano las humillantes búsquedas de los millones a las que se entregan las más altas autoridades del Estado, ya sea para tratar de poner coto a unos déficits comerciales abismales, ya sea para construir apresuradamente unos esquemas geopolíticos cuyos peligros resultan más fáciles de discernir que sus ventajas. Al comenzar una visita de Estado a India, en enero pasado, el presidente François Hollande no vaciló en elogiar al Rafale de Dassault, como el “mejor avión caza del mundo”, pero debió reconocer luego que el contrato acariciado durante más de cuatro años, todavía no ha sido concluido. Por su parte, el dueño de Dassault, Eric Trappier, no se privó de agradecer al go bierno cuando realizó la primera venta de sus artefactos a Egipto, en febrero de 2015, por su “apoyo político, sin el cual no puede haber exportación militar” (10). Fueron necesarios múltiples desplazamientos ministeriales el año pasado, para conseguir un contrato de Rafale en Qatar. El gobierno, que está haciendo prospecciones junto a Dassault, para colocar el avión caza en Emiratos Árabes Unidos o en Malasia, asume plenamenteeserol. Paraelministrode DefensaJean-YvesLe Drian, convertido en eficaz VRP (viajante representante comercial) del armamento, “la cuestión de la competitividad atraviesa a la de la soberanía” (11). Existe “un reparto de las tareas entre el Estado y la industria”, reconoce la Dirección General del Armamento (DGA). Resulta preocupante que países como Francia se pongan a vender máquinas de guerra como el Rafale en zonas de tensión o conflicto. En efecto, para estar en condiciones de abastecer de armamento a las monarquías del Golfo, París debió multiplicar sus concesiones: firma de acuerdos de Defensa y de alianzas estratégicas; inauguración, según la decisión de Nicolas Sarkozy, en 2008, de una base interejércitos en Abu Dhabi; participación del presidente Hollande como “invitado de honor” –el único occidental– en una cumbre extraordinaria del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en Riad, en mayo de 2015. Son gestos espectaculares que colocan de hecho a Francia en primera línea, en caso de extensión de un conflicto en esos parajes, a escasa distancia de Irán, Irak, Yemen, y que no son objeto de ninguna consulta ni debate públicos. En Francia, el régimen de las exportaciones sigue siendo “opaco”, estima el Observatorio de los Armamentos (12), que califica el informe anual al Parlamento sobre las exportaciones, tan alabado por el gobierno, de “folleto publicitario” cuya principal utilidad es “promover la excelencia francesa”. El Observatorio milita por una participación del Parlamento en el análisis de esos contratos, más aun cuando el Ejecutivo simplificó y flexibilizó mucho las modalidades de controldelas exportaciones,acordandolicenciasglobales a ciertos industriales, sin verificaciones previas. En otras partes de Europa, las ventas de armas a un país tan controvertido como Arabia Saudita suscitan vigorosos debates, sobre todo desde la entrada de Riad en la guerra civil de Yemen (13) y la ejecución, el 2 de enero, de unos cuarenta opositores, entre ellos, el dignatario chiita Nimr Al-Nimr, que provocó la ruptura de las relaciones diplomáticas con Irán. El 25 de febrero, el Parlamento Europeo adoptó una resolución que llamaba a la representante de Relaciones Exteriores de la Unión a “obrar por imponer un embargo europeo sobre las armas a Arabia Saudita, habida cuenta de la gravedad de las acusaciones que pesan sobre ese país en relación a la violación de los derechos humanos en Yemen”. En Bélgica, Flandes reclama un embargo sobre las ventas de armas a ese país. En contrapartida, en Valonia, donde la industria armamentista alcanzó su nivel más alto en los últimos diez años, principalmente gracias a los contratos saudíes, la central sindical Federación General del Trabajo de Bélgica (FGTB)-Metal sostiene que eso no haría más que abrir la puerta a la competencia. Similar controversia en el Reino Unido, Suecia y Canadá, donde el ministro de Relaciones Exteriores, Stéphane Dion, defendió en enero un contrato que sus predecesores firmaron con Arabia Saudita para la construcción de cientos de vehículos. Dion argumentó que éstos estaban “hechos para proteger al país y no para dispararle al pueblo”, argumento discutible, puesto que estos “jeep” serán blindados y estarán equipados con misiles antitanques o cañones ligeros (14). Por su parte, Alemania anunció en enero el “sometimiento a un nuevo análisis crítico” de todos los contratos con Riad, proponiéndose ser más restric- �
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Cronología Desde el fin de la Primera Guerra Mundial se firmaron varios acuerdos y convenciones para limitar el empleo de algunas armas… pero aparecieron otras.
1925 17 de junio.Protocolo de Ginebra, que prohíbe el uso de gases asfixiantes, tóxicos o similares, y de me dios bacteriológicos.
1959 1º de diciembre. El Tratado Antártico prohíbe toda actividad militar como el establecimiento de bases y las pruebas de armas.
1968 1º de julio. Tratado sobre la No Proliferació n de Armas Nucleares (TNP).
1972 26 de mayo. Acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética sobre la reducción de las armas estratégicas (Strategic Arms Lim itation Treaty, SALT) y, cuatro días más tarde, sobre la limitación de los sistemas de misiles antibalísticos (ABM).
1979 Creación de la Conferencia de Desarme, instancia multilateral única y permanente de negociación en la materia, bajo la égida de las Naciones Unidas.
1980 10 de octubre.Convención sobre Ciertas Armas Convencionales (CCAC, en inglés CCW).
1993 13 de enero.Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción, el Almacenamie nto y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción.
1996 12 de mayo. Arreglo de Wassenaar para el control de exportaciones de armas convencionales y bienes y tecnologías de uso dual. 24 de septiembre.Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. De los 44 países que contaban con capacidad nuclear, nueve aún no lo ratificaron, entre ellos China, Corea del Norte, India, EstadosUnidos…
1997 5 de diciembre. Convención de Ottawa sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonales.
2002 24 de mayo. A través del tratado de desarme estratégico, Moscú y Washington se comprometen a reducir en dos tercios su arsenal de armas nucleares estratégicas.
2004 29 de abril. Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra la proliferación de las armas de destrucción masiva (ADM).
2008 30 de mayo. Convención de Dublín sobre Municiones en Racimo.
2010 8 de abril. Firma del nuevo tratado de desarme nuclear (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, START) entre Estados Unidos y Rusia.
Traducción: Carlos Zito
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� tiva en relación a los armamentos que hasta ahora se consideran esencialmente “defensivos”. Bajo la influencia de los socialdemócratas, que participan desde 2013 en la coalición dirigida por Angela Merkel, la industria nacional de defensa ya estaba bajo vigilancia, aunque ocupa el quinto lugar mundial de las ventas al exterior.Elministrode EconomíaSigmar Gabriel, presidente del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), declaró púDossier blicamente su “vergüenza por la presenNueva carrera cia de Alemania entre los mayores exarmamentista portadores de armas del mundo”. Quiere reservar las exportaciones, salvo excepción, a los países miembros de la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Por ese motivo, contratos franceses destinados a Arabia Saudita y Qatar sobre materiales que contienen elementos de origen alemán, se bloquearon en 2014 (15). Algunos contratos favorecen a regímenes que no respetan los derechos humanos, atacan a las poblaciones civiles o revenden los armamentos a países aun menos recomendables. Por lo tanto, contribuyen a avivar los conflictos, antes que a apagarlos. Además, suelen generar prácticas que bordean la ilegalidad, facilitadas por la falta de transparencia en torno a la firma de contratos, la complejidad de las organizaciones financieras vinculadas a las “lavanderías” de los paraísos fiscales y la multiplicación de los intermediarios. Así, las comisiones, retrocomisiones y otros “gastos excepcionales” han llegado a representar la cuarta parte del monto de los contratos, y sólo afloran en caso de proceso judicial, como en Francia con los negocios de venta de armas a Angola, de las fragatas de Taiwán o de los submarinos de Karachi, en los que magistrados y abogados tratan de determinar las responsabilidades, pese a los escollos del secreto de la defensa. Según algunas estimaciones, las ventas de armas, si bien representan menos del 1% del comercio mundial, pesarían un 40% en la corrupción (16). Por cierto, en los últimos veinte años se lograron avances significativos, con un fortalecimiento de las legislaciones nacionales: creación de un Registro de las Armas Convencionales de las Naciones Unidas (1992); promulgación de un Código de Conducta de la Unión Europea (1998), que devino en una “Posición común” jurídicamente vinculante diez años después; firma del Tratado Internacional sobre el Comercio de las Armas (TCA), que entró en vigencia en diciembre de 2014. Pero muchos países no establecieron ninguna sanción para las violaciones de la veintena de embargos sobre las armas impuestos por la ONU y la Unión Europea (17). En Francia, una ley en ese sentido, adoptada en 2007 en el Senado, recién se presentó a la Asamblea Nacional en enero de 2016, lo cual refleja la mala voluntad de un país que, sin embargo, es miembro permanente del Consejo de Seguridad. g 1. Sipri Yearbook2015: armaments,
disarmament and international security, www.sipri.org/yearbook. 2. Sipri Arms Transfers Database2011-2015, informe del 22-2-16. 3. Rapport au Parlement2015 sur les exportations d’armement de la France, Ministerio de Defensa, París, junio de 2015. 4. Dépenses militaires, production et transferts d’armes - Compendium 2014, GRIP. 5. Véase , por ejemplo, Peter Beaumont, “The $18bn arms race helping to fuel Middle East conflict”, The Guardian, Londres, 23-4-15. 6. Declaraciones durante un coloquio organizado en París el 6 de mayo de 2015 por el grupo comunista del Senado. 7. Annuaire statistique de ladéfense, 2014-2015, Ministerio de Defensa, París, diciembre de 2015. 8. Informe de impacto social, económico y tecnológico del Ministerio de Defensa de Francia y del Conseil des Industries de Défense Françaises, septiembre de 2014. 9. Coloquio que tuvo lugar en París el 6-5-2015, op. cit. 10. Véase “Les Rafale du Maréchal”, Défense en ligne, Les blogs du Diplo, 13-2-15, http://blog.mondediplo.net 11. Le Figaro, París, 9-9-14. 12. Observatorio de los Armamentos, Lyon, www.obsarm.org 13. Véase Laurent Bonnefo y, “Au Yémen, une année de guer re pourrien”, Le Monde diplomatique, París, marzo de 2016. 14. Le Devoir, Montreal, 22 -1-16. 15. Véase “Malestar en torno a la venta de armas”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, mayo de 2015. 16. Véase Claude Serfati, L’Industrie française de l’armement, La Documentation française, col. “Les Etudes”, París, 2014. 17. Estos conciernen, en particular, a Corea del Norte, Somalia, Sudán, Libia, Guinea, Costa de Marfil, Eritrea, Irak, Irán, Líbano, República Democrática del Congo, o incluso a la organización Al Qaeda.
*Periodista. Traducción: Patricia Minarrieta
LE FIGARO Y EL RAFALE
El grupo Dassault, fabricante del avión militar francés Rafale, es a la vez propietario del diario Le Figaro, lo que lleva a sus periodistas a hacer malabares para ocultar las malas noticias y a justificar lo injustificable cuando se producen las ventas.
Relaciones incestuosas por Serge Halimi*
H
ay (por lo menos) tres temas que un periodista de Le Fig aro debe tratar con pr udencia, o deferencia, o reverencia: Moët Hennessy Louis Vuit ton (M HLV), el g rupo de Ber nard Ar nault, porque el sector del lujo es uno de sus principales anunciantes; Publicis y su director ejecutivo, Maurice Lévy, por las mismas razo nes, y finalmente, Dassault Aviation, porque, como el propio diario conservador señala al fina l de cada art ículo que habla del Falcon o del Rafale, “el grupo Dassault es el propietario de Le Figaro”. Es decir que, en materia de venta de armas, un tema suculento para quienes están interesados en las complicidades políticas y los sobornos, un periodista de Le Figaro nunca será un buen candidato para ganar el Premio Albert Londres.
Su trabajo no es grato: anunciar buenas noticias, incluso cuando son malas; engordar la s cuentas de la empresa; minimizar el peso del dinero público y del favoritismo político en los resultados de un millonario fabricante de aeronaves, senador del Departamento de Essonne, que sin embargo, como Le Figaro, no deja de vilipendiar el rol del Estado y el peso del “asistencialismo”. Serge Dassault no suele leer el suplemento literario de Le Fi garo , pero sigue de cerca lo que su diario escribe sobre el Rafa le. No tiene de qué preocuparse. Todo va bien para Dassault Aviation, y los malos momentos –explicados, siempre es más seguro, por el director del grupo – son presentados como pasajeros. Títulos optimistas, largas citas de las autoridades de la compañía: podemos imaginar el estupor de un responsable sindical si el diario conservador le concediera seme jante trato de favor. Propaganda
En diciembre de 2011 todo se complica. Dos años antes, Le Figaro había triunfado: “Brasil comprará 36 aviones de combate Rafa le” (8 de septiembre de 2009). Pero los meses pasan y el contrato se desvanece. El resto de la prens a se hace eco del fracaso comercial del avión para exportación y el costo creciente que representa para el presupuesto francés, que se ve obligado a ocupar el lugar de los compradores negligentes. Incluso el d iario financiero Les Échos , propiedad de Arnault, quien tiene buena relación con Dassault, anuncia en septiembre de 2010: “Rafa le: la ausencia de contratos en el extranjero le costará 800 mi llones al presupuesto del Estado”. Un año más tarde, el fiasco brasileño está consumado. Esto suscita un editorial de Le Monde : “Como lo fue antaño el Concorde en el ámbito de la aviación civil , el Rafale es ‘el avión que nunca fue exportado’ y que, según todas las apariencias, no lo será jamás” (2 de diciembre de 2011). El signo de alerta parece lo suficientemente serio como para que Etienne Mougeotte, en ese entonces director de Le Figaro , “interrogue” a Cha rles Edelstenne, director de Dassault Aviation. La interminable entrevista (dos página s) lleva el título: “Edelstenne: ‘No hubo regalos del Estado a Da ssault Aviation por la entrega de los Rafale’” (12 de diciembre de 2011). El lector de Le Figaro , que de
todas maneras nunca hubiera sospechado lo contrario, se siente totalmente seguro algunas semanas después, cuando su diario anuncia: “Dassault Aviation comienza 2012 con tranquilidad” (23 de marzo de 2012). Lamentablemente, los meses pasan y las ventas no llegan. ¿Cómo fabricar buenas noticias cuando no existen? La respuesta se encuentra en Le Figaro Ma gazin e del 13 de julio de 2012. Un artículo de tres páginas (con cinco fotografía s) dedicado a “Claire Mérouze, la mujer Rafale”. El tono distante y profesional se nota de entrada: “Capitana a los 26 años, acaba de marcar su nombre en el podio de las mujeres excepcionales en la Fuerza Aérea. Al converti rse en la primera piloto femenina de un Rafale, realizó su sueño. Entrevista al pie del avión”. Lo que sigue es igual de rutilante: “Una mirada verde que ilumina un rostro seguro, ya hace cuatro meses que pertenece a esta unidad […]. Sueño de todos los aspirantes pilotos, el último de los cazas franceses es un mito. Ella dice: ‘Ya hace quince años que todos los pilotos escuchan hablar de este avión y que les dicen: van a pilotear un Rafa le’”. El periodista precisa: “Durante el transcurso de los últimos años, el aparato se utilizó en Afga nistán y en Libia. […] El Ejército francés posee actualmente 105. Por lo que los puestos de piloto son codiciados”. Pero lo son únicamente en el Ejército francés… Un año más ta rde, aparece un nuevo publi-reportaje sobre la señora Mérouze, esta vez en Le Figaro (17 de junio de 2013). Pero fue en vano. Hubo que esperar al 2015 para que la maldición se levantara gracias a Egipto (compra de 24 Rafale), seguido en mayo por Qatar (misma cantidad de unidades). Desde entonces, la periodista encargada del dossier puede acumular títulos alegres con la conciencia tranquila: “Fra nçois Hollande elogia ‘el notable éxito del Rafale ’” (5 de marzo de 2015); “Después de Egipto, podría llegar un segundo contrato por Rafale en 2015” (12 de marzo de 2015); “Nuevo triunfo para el Rafale” (2-3 de mayo de 2015); “El Rafale busca nuevas conquistas” (15 de junio de 2015). El 6 de agosto de 2015, un editorial de Le Figaro toma la posta: “Francia junto a Egipto”. La escena que el periodista a nticipa es voluptuosa como un día de verano: “Cuando el elegante barco del rey Faruk marque con su estela esta tarde las aguas azules del nuevo Canal de Suez, escoltado por una fragata ultramoderna y tres Ra fale recientemente adquiridos a Francia, los egipcios sentirán un legítimo orgullo”. A los malintencionados que esgriman la lamentable situación de los derechos humanos en el país del mariscal Abdel Fatah AlSissi, Le Figaro responde: “Hay quienes denuncian la alianza con Egipto porque el respeto de los derechos humanos en ese país no es ir reprochable [ sic ]. Sin duda olvidan los desafíos que enfrenta este país milenario y los peligros que amenazan a la región”. Pero estos despistados se olvidan sobre todo de que, al menos en Francia, la prensa es libre. g *Director de Le Monde diplomatique . Traducción: María Julia Zaparart
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Monto promedio anual de las ventas de armas para el período 2011-2015 Corea del Norte
Corea del Sur Taiwán
China
Estados Unidos
Finlandia
Suecia Dinamarca
Canadá
Singapur
Noruega Uzbekistán
Bielorrusia Reino Unido
1. Austria Irlanda 2. Rep. Checa Países Bajos 3. Polonia Bélgica 4. Eslovaquia 5. Hungría 6. Moldavia Portugal 7. Bosnia-Herz. 8. Serbia España 9. Bulgaria
2
Francia
Ecuador
Ucrania
Alemania
1
Australia
Brunei
Rusia
Suiza
34
7
5 8
Indonesia
India
Irán
6 Rumania
Otros países
Turquía
9
Emiratos Jordania Árabes Unidos Arabia Saudita
Israel
Italia Malta Egipto Libia
Ventas de armas en el mundo en millones de dólares constantes de 1990
Sudán
45.800
Chad
30.000
9.400
28.625
(2015)
(1958) 16.350
17.800
(1961)
(2002)
Botswana
Argentina
Millones de dólares
a precios constantes de 1990
1.000 500 100 20
10.000 Sudáfrica
0 1950
1960
1970
1980
1990
2000
2015
Estados Unidos, principal vendedor de armas del mundo (Cécile Marin)
¿Los productos y programas de las grandes empresas tecnológicas deben ser considerados como armas de guerra? Los gigantes estadounidenses de la “nueva economía” están íntimamente ligados al Departamento de Defensa.
La pesadilla de Eisenhower
Silicon Army por Thibault Henneton*
Y
a nadie debería ignorar que Silicon Valley, centro de la innovación informática, trabaja con el ejército. Los objetivos de los militares siempre constituyeron excelentes estimulantes para la investigación y el desarrollo. El ancestro de Internet, Arpanet, red informática surgida a principios de la década de 1970, fue concebido como un proyecto estratégico gracias a los fondos de la Agencia para P royectos de Investigación Avanzada (ARPA, en inglés). Creada en 1958 por pedido del presidente Dwight Eisenhower, y rebautizada DARPA en 1972, esta agencia se dedica a apoyar las invenciones susceptibles de contribuir a la defensa nacional, gracias a sus 3.000 millones de dólares de presupuesto anual. Ósmosis
Durante la década de 1960, los contratos públicos de defensa pusieron en órbita a las empresas del Silicon Valley. A pesar de que la fuente de su bsidios públicos y militares nunca se interrumpió desde entonces, los empresarios más libertarios simulan no ver el importante papel que cumple ese maná estatal. Entre 2013 y 2018, el monto de los gastos federales consagrados únicamente a la seguridad informática, pasarán de 9.000 a 11.500 millones de dólares (1). Amazon vende una “nube” blindada a más de seiscientas agencias gubernamentales, y firmó un contrato por 600 millones de dólares con la Cen tral Intelligence Agency (CIA) (2). Por otra parte, los acuerdos comerciales entre las agencias estatales y el sector privado explican en gran medida su colaboración en materia de vigilancia. “Hasta las infraestructuras de la NSA [National Security Agency] son construidas por empresas comerciales”, insistía ante una selecta platea de californianos (3), un año después del caso Snowden, Anne Neuberger, que
litares, estas inversiones garantizan al Estado mantenerse en contacto con lo que se inventa fuera de su perímetro. Y cuando esa apuesta a largo plazo parece demasiado incierta, les queda a las agencias de seguridad la posibilidad de financiar directamente las start-up más prometedoras. Desde 1999, ese es el papel de In-Q-Tel, fondos de capital de riesgo creado por la CIA, que ya obtuvo un programa de imágenes satelital –origen de Google Ea rth– y también Palantir, que hoy en día vale entre 5.000 y 8.000 millones de dólares. Fundada por uno de los inversionistas más poderosos de Silicon Valley, el conocido libertarista Peter Thiel (Paypal, Facebook), esta herramienta de visualización de datos a partir de masas de información desordenadas, muy codiciada por los espías, cuenta entre sus consultantes al ex director de la CIA, George Tenet, y… Condoleezza Rice. Deslizamiento
20.000
4.200
Chile
(1982)
25.750
40.000
Brasil
Nueva Zelanda
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tiene a su cargo la interfaz entre esos dos mundo s en el seno de la agencia de informaciones. Es cierto que esa interfaz se parece más a una puerta de saloon. Entre los movimientos más destacados, citemos el caso del jefe de seguridad de Facebook, que se pasó a la NSA en 2010; e l de la ex directora de la Agencia para Proyectos de Investigación Avanzada en Defensa (DARPA), Regina Dugan, actualmente vicepresidenta de Google; o el de un ex consejero de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, convertido en responsable de la estrategia de Microsoft (4). Sin olvidar la presencia de Condoleezza Rice en el consejo de administración de Dropbox… Decana de la Universidad de Stanford durante mucho tiempo, universidad que mantiene estrechos contactos con Silicon Valley (allí nacieron Google y Cisco, entre otros), antes de convertirse en secretaria de Estado de George W. Bush, Condoleezza Rice es la representante principal de la bo da entre el sector (público) de la defensa y el sector (privado) de las tecnologías. Sin contar que, en Washington como en Bruselas, los gastos en lobbying de los gigantes del sector digital, primeras capitalizaciones bursátiles del mundo, no paran de aumenta r. Por su lado, la DARPA trabaja de manera subterránea para completar esta ósmosis, concediendo millones de dólares en becas a estudiantes de secundaria para crear semilleros de hackers (programa Manufacturing Experimentation and Outreach, Mentor). Organiza concursos informáticos, como el Cyber Grand Challenge, dotado de 2 millones de dólares para aquel que desarrolle la mejor herramienta de defensa de las redes. Y a través del DARPA Open Catalog contribuye incluso directamente a los softwares libres, entre los que hay softwares de antivigilancia como el fa moso Tor, concebido para navegar en Internet de manera anónima. En apariencia desinteresadas, y hasta opuestas a los objetivos mi-
Desde los años 1990, con el au ge de Internet y la globalización de la inteligencia de origen electromagnético, asistimos a la mutación del complejo universitario-militar-industrial, establecido durante el siglo XX, en detrimento de la universidad y en beneficio de Silicon Valley. En febrero de 2015, el laboratorio de robótica de Carnegie Mellon, en Pittsburgh, vio partir cuarenta empleados de una sola vez, todos captados por la firma Uber (5). Escamoteando el primer término, las empresas de big data (que manejan enormes cantidades de datos) habrán finalmente realizado el “complejo militar-industrial” que temía el presidente Dwight Eisenhower en su discurso de adiós a la nación, el 17 de enero de 1961: esa “industria permanente del armamento” que convierte a las políticas públicas en “cautivas de una elite científica y tecnológica”. Su perímetro se extiende hoy en día mucho más allá de los subcontratistas históricos del ejército como exclusivos vendedores de armas informáticas. El nuevo complejo securitario-informático se caracteriza por una hibridación público-privado más estrecha y más amplia (6). El término mismo de “ciberseguridad” juega a favor de esa ampliación, porque remite tanto a la seguridad de las infraestructuras informáticas vitales para la nación (centros comerciales, redes de transporte, de energía, de tratamiento de residuos, bancos, etc.) como a la securización del ciberespacio en caso de atentados a la seguridad del Estado (organizaciones con objetivos subversivos, Anonymous, robo de datos). Se puede esquematizar el proceso de esta manera: en un primer tiempo el Estado, y particularmente la NSA, compra a empresas de ciberseguridad fallas informáticas llamadas “zero-day”, que nunca fueron descubiertas; luego, las agencias de informaciones dan cuenta de esas vulnerabilidades a las direcciones de grandes sociedades del campo digital, en el marco de programas secretos del tipo “Enduring Security Framework”. A cambio, esas empresas comparten sus conocimientos en materia de análisis y de explotación de datos personales. Ese intercambio de gentilezas bajo la bandera de las estrellas, opera un deslizamiento de las misiones propiamente militares de defensa (de las infraestructuras más o menos vitales) hacia misiones de policía (de vigilancia de los individuos) (7). ¿Debemos por lo tanto considerar a las grandes plataformas digitales como traficantes de armas? No, porque su utilización, en sí misma, no es letal. Sí, si se considera que los datos personales que manejan pueden servir, por medio de cruzamientos, para designar los objetivos que serán abatidos. g 1. “Deltek Federal Information Security Market 2013-
2018”, octubre de 2013, https://iq.govwin.com 2. “Amazon gets clearance to provide more cloud service s to Pentagon”, Financial Times, Londres, 26-3-14. 3. “Seminars about long-term thinking”, The Long Now Foundation,San Francisco,6-8-14,http://longnow.org 4. Véase Thomas Frank, “Demócratas, fascinados con Silicon Valley”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, marzo de 2016. 5. Clive Thompson, “Uber would like to buy your robotics department”, The New York Times Magazine, 11-9-15. 6. Véase Félix Tréguer, “Etats et entreprises à l’assaut de la vie privée”, Le Monde diplomatique, París, junio de 2015. 7. Shane Harris, @War, The Rise of the Military- Internet Complex, Eamon Dolan Houghton Mifflin Harcourt, Nueva York, 2014.
*De la Redacción de Le Monde diplomatique , París. Traducción: Carlos Alberto Zito
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Edición 202 | abril 2016
Dossier Nueva carrera armamentista
Francisco Ruiz de Infante, La sala baja (Gentileza Fundación Telefónica)
La guerra tiene su derecho y sus reglas. La ciberguerra, en cam bio, aún no cuenta con contornos claros y plantea serios problemas: cómo regular un enfrentamiento cuyos protagonistas son indefinidos y que se desarrolla en un terreno civil, Internet.
En junio de 2010 tuvo lugar uno de los desarrollos más simbólicos de la ciberguerra contemporánea. Un grupo de investigadores bielorrusos descubrió un gusano informático concebido para atacar los sistemas industriales de las centrales Siemens, principalmente nucleares e hidroeléctricas. Bautizado Stuxnet, este programa constituye la primera “ciberarma” encontrada así por azar “en la naturaleza”, es decir, replicada y propagada en la red mundial. The New York Times reveló en junio de 2012 que se trataba de una construcción estadounidense e israelí, inicialmente desplegada contra las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio iraníes del sitio nuclear de Natanz y que formaba parte de un pro grama de espionaje informático llamado Olympic Games. La ciberguerra no tiene reglas ni contornos, pero ya tendría sus primeros hitos. Y sus tropas. Cuando emprendieron el censo de los “ciberejércitos” del mundo, una tarea particularmente ardua, a tal punto reina la opacidad, periodistas de The Wall Street Journal contabilizaron por lo menos 29 países dotados de una o varias unida des militares o de inteligencia formalmente consagradas a la ofensiva en el “ámbito cibernético”, siendo los principales Estados Unidos, Rusia, China, Irán, Israel y Corea del Norte. A ellos se suman las cincuenta naciones que compran para fines similares programas y herramientas de hacking listas para usar. Los de Hacking Team, de Fin Fisher o de Zerodium llamaron la atención de los in vestigadores, pero esta industria se preocupa por su discreción. “La ciberguerra provoca una nueva carrera armamentista”, observan los autores de la investigación (7). La sabiduría militar considera que “todo conflicto tiene hoy una dimensión cibernética”. Fenómeno que, frente a la inflación de equipamientos, tiene algo de profecía autocumplida. Un universo hobbesiano
Ciberguerra, un concepto peligroso
La militarización del ciberespacio por Camille François*
P
oco a poco, las sociedades industrializadas se mudaron a la “aldea global” a la que Marshall McLuhan daba su nombre profético en 1967: para una porción creciente de las actividades cotidianas, cada cual depende de la misma red de Internet libre y abierta. Pero cuando aparecen en el ciberespacio desafíos militares, la vida civil se encuentra en primera línea. Para retomar las palabras de la estrategia francesa de defensa y seguridad de los sistemas de información, esta situación hace del ciberespacio a la vez una “nueva torre de Babel” y unas “nuevas Termópilas” (1). Allí se vive y se combate simultáneamente. La multiplicación de los conflictos estatales es a menudo llamada “ciberguerra”, a pesar del hecho de que ningún acto de violencia informática desencadenó aún un conflicto armado (2). El nombre seduce tanto más cuanto que remite a un trasfondo cultural que, sobre todo a partir de la película hollywoodense War Games (1983), forjó un imaginario común al punto de influir las políticas públicas en materia de beligerancia digital (3). Primeros hitos
Aunque la ciberguerra ya figuraba en portada de Time Magazine en 1995, recién a fines de 2007 las capacidades de ataque y de defensa digital de los Estados se manifestaron a gran escala, primero con una
serie de ciberataques dirigidos desde Rusia contra los servidores de la administración de Estonia, así como contra bancos y diarios del país, y luego contra Georgia en 2008. Estos incidentes confirmaron a los estrategas que los ciberataques debían contarse en adelante entre los instrumentos de los conflictos internacionales o bilaterales. También ilustraban la relación particular entre lo civil y lo mili tar: fue gracias al trabajo informal y cooperativo de la comunidad técnica estonia que el país logró salir de lo que el ministro de Defensa describía sin embargo como una “crisis de seguridad nacional” (4). Estos acontecimientos incitaron a las grandes potencias a organizarse. En 2010, el subcomando estadounidense destinado a las operaciones cibernéticas (USCYBERCOM) fue oficialmente establecido en Fort Meade (Maryland). El general Keith Alexander, que dirigía desde 2005 la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en inglés) estadounidense, también se puso a la cabeza de esta nueva estructura, cuya misión consiste, según el Departamento de Defensa, en “garantizar la libertad de acción en el ciberespacio para Estados Unidos y sus aliados”, pero al mismo tiempo “negando esa libertad” a sus adversarios (5). Un mismo hombre, el almirante Mike Rogers, dirige hoy el USCYBERCOM y la NSA, permaneciendo las dos funciones bajo el mismo mando, a pesar de las recomendaciones hechas al presidente Barack Obama después del caso Edward Snowden (6).
Si bien las capacidades estatales se organizan y se estructuran desde 2008, el marco jurídico de estas acciones cibernéticas sigu e siendo flexible. El ex director de la NSA y de la Central Intelligence Agency (CIA), Michael Hayden, lo admite de buena gana, y cita al respecto una observación del presidente estonio Toomas Hendrik Ilves: “A falta de un contrato social en el ciberespacio, este último representa un universo casi puramente hobbesiano: un espacio sin reglas donde, como lo escribe el autor del Leviatán, las vidas de los hombres son ‘pobres, desagradables, brutales y cortas’ [cap. XIII]. Donde lisa y llan amente no hay Estado de Derecho” (8). En 2009, bajo la égida de la Organiz ación del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un puñado de expertos inició un trabajo académico sobre el marco jurídico internacional aplicable a las confrontaciones en el ciberespacio. Publicado e n 2013, el Manual de Tallin intenta dar respuesta a esta pregunta: el derecho internacional de los conflictos armados se aplica al ciberespacio, ciertamente, pero ¿cómo? Al remitir a hipotéticas reglas aplicables en períod o de conflicto armado, más que a las normas que gobernarían los diferendos interestatales en tiempos de paz, estos trabajos reflejan el estado del debate entre grandes potencias sobre este tema. Así, la militarización del c iberespacio avanza mucho más rápido que la construcci ón de los mecanismos de paz positiva que deberían acompañarla. Hubo que esperar a 2012 y una iniciativa conjunta de Brasil, Estados Unidos, Nigeria, Suecia, Túnez y Turquía para que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirmara que los derechos humanos también deben aplicarse on line, cualquiera que fuese el medio de comunicación e independientemente de las fronteras. Y recién en 2013 un informe del Grupo de Expertos Gubernamentales de la primera Comisión de Desarme y Seguridad Internacional de la ONU declaró que el derecho internacional, y en particular la Carta de las Naciones Unidas, se aplica en el ciberespacio (9); una declaración que requiere un trabajo de elaboración para determinar precisamente cómo puede ser puesto en marcha ese derecho internacional. Otra particularidad de la carrera armamentista cibernética: se despliega en un contexto inestable y cambiante, donde hasta la calificación de los ciberconflictos es controvertida. Invitado en febrero de 2016 por el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado de Estados Unidos para definir el tipo de ata-
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ques o de incidentes susceptibles de provocar una respuesta militar, James Clapper, director de la inteligencia estadounidense, se escapó por la tangente: “Es una cuestión de percepción”. El teniente general Vincent Stewart, que dirige la agencia de inteligencia de la defensa estadounidense, explicaba que no era particularmente juicioso categorizar a todos los acontecimientos cibernéticos como ataques, independientemente de la identidad de quienes los originaban y de sus motivaciones. “Sería muy útil –explicó– distinguir los incidentes cibernéticos de los actos de guerra” (10). Esta controversia resurge en cada incidente. En noviembre de 2014, el ataque informático contra Sony Pictures Entertainment suscitó una discordancia: dirigentes estadounidenses habían evocado un a cto de “ciberterrorismo” o de “ciberguerra”, y otros un “simple hackeo”, un “hacktivismo” asimilable a un “cibercrimen”, hasta que Barack Obama zanjó por “cibervandalismo”. Las consecuencias prácticas de este debate semántico son fundamentales para la democracia: determinan el marco jurídico aplicable, las consecuencias y los actores implicados. En la “verdadera vida” (es decir, off line ) no se moviliza al ejército por un vidrio roto. En el ciberespacio, semejante exageración es mucho más plausible. En efecto, a medida que las sociedades dependen cada vez más estrechamente de Internet, deben adaptar sus leyes y sus mecanismos sociales para garantizar la paz, la justicia y la seguridad, y esto en un contexto donde los complejos militar-industriales mundiales desarrollan e imponen métodos de control intrusivos. Sin embargo, los primeros arquitectos de la red y los ciberlibertarios soñaban con un ciberespacio que escapara a toda interferencia estatal, virgen de la influencia de las soberanías de los “gigantes de carne y de acero” descritos por el poeta John Perry Barlow en su Declaración de independenci a del ciberespacio (11). El general Hayden se burla de esta visión, que se opone a la de un ciberespacio pensado como el quinto campo de las operaciones militares
después de la tierra, el mar, el aire y el espacio: “En retrospectiva, no nos habíamos percatado de que existía en esta época una generación entera que accedía a la edad adulta y que pensaba el ciberespacio como un comedor mundial, una sala de juegos inmaculada, y no una zona potencial de conflictos entre Estados-nación poderosos”. Y agrega: “La confrontación entre esos arquetipos dura todavía en la actualidad” (12). Ni zona militarizada ni sala de juegos inmaculada, el ciberespacio sigue estando muy marcado por esos arquetipos: los conflictos que allí se despliegan parecen dibujar una zona gris. Si esta noción de “zona gris” caracteriza tan a menudo la ciberguerra, es porque es inherente a su concepto mismo. Aparece ya en los primeros traba jos estratégicos sobre el despliegue del poder estatal en el ciberespacio. En Estados Unidos, por ejemplo, una de las primeras definici ones de la “guerra de la información” ( information warfare ) y de sus consecuencias estratégicas se remonta a 1976. En el informe que entrega a Boeing, Thomas Rona, consejero científico del Departamento de Defensa, describe “una competencia estratégica, operativa y táctica que barre el conjunto del espectro de la paz, de la crisis, de la escalada conflictiva, del conflicto, de la guerra, del cese de hostilidades y de la restauración de la paz, que causa estragos entre competidores, adversarios o enemigos que utilizan la información como recurso para alcanzar sus objetivos”. En otras palabras, esta competencia se desarrolla tanto en tiempos de paz como de guerra, entre aliados como entre enemigos. La vaguedad del concepto de ciberguerra contribuye a su peligrosidad e impide reubicar las si tuaciones que describe en el seno de un marco jurídico claro. La noción debería inspirar la desconfianza: impide pensar la paz en el ciberespacio, allí donde la necesitaremos el día de mañana. g 1. Lugar de un
enfrentamiento sangriento entre persas y griegos en 480 a. C. “La stratégie de la France en matière
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de cyberdéfense et cybersécurité”, Agence Nationale de la Securité des Systèmes d’Information, París, febrero de 2011. 2. Thomas Rid, Cyber War Will Not Take Place, Oxford, Oxford University Press, 2013. 3. Stephanie Ricker Schulte, Cached: Decoding the Internet in Global Popular Culture, Nueva York, New York University Press, 20 13. 4. Andreas Schmidt, “The Estonian cyberattacks”, en A Fierce Domain: Conflict in Cyberspace, 1986 to 2012, Cyber Conflict Studies Association, Viena, 2013. 5. “U.S. Cyber Command U.S. Strategic Command”, www.stratcom.mil 6. “Liberty and security in a changing world. Report and Recommendations of The President’s Review Group on Intelligence and CommunicationsTechnologies”, Casa Blanca, Washington, DC, 12-12-13, www.whitehouse.gov 7. Damian Paletta, Danny Yadron y Jennifer ValentinoDeVries, “Cyberwar ignites a new arms race”, The Wall Street Journal, Nueva York, 11-10-15. 8. Michael V. Hayden, “The making of America’s cyberweapons”, The ChristianScienceMonitor, Boston, 24-12-16. 9. “Rapport du groupe d’experts gouvernementaux chargé d’examiner les progrès de la téléinformatique dans le contexte de la sécurité internationale”, Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, 24-6-13. 10. “Worldwide Threats”, United States Senate Committee on Armed Services, Washington, DC, 9 -2-16, www.armed-services.senate.gov 11. John Perry Barlow, Declaración de independencia delciberespacio, Davos, 8-2-96. 12. Michael V. Hayden, op. cit.
La militarización del ciberespacio avanza mucho más rápido que la construcción de los mecanismos de paz positiva que deberían acompañarla.
*Investigadora, Berkman Center for Internet and Society, Universidad de Harvard. Traducción: Víctor Goldstein
C U AR T A S ER I E
C U B A
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Edición 202 | abril 2016
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Rusia
EE.UU. 4. Corea del Sur
2. China 3. Vietnam
5. Australia
3. Turquía
2. Emiratos Árabes Unidos
5. Venezuela 4. Argelia
1. India
1. Arabia Saudita 14.000
Total de las exportaciones entre 2011 y 2015
(exportacionessuperiores a 100 millones de dólares)
4.500 2.500 1.000 200
En millones de dólares constantes de 1990
China
Francia 2. China
3. Birmania
4. Venezuela
2. Bangladesh 1. Pakistán
Dossier
1. Marruecos 3. Egipto
4. Emiratos Árabes Unidos 5. Arabia Saudita
5. Tanzania
Nueva carrera armamentista
Fuente: Sipri, Arms Transferts Database, 2016.
Geografía de las exportaciones (Cécile Marin)
Atrapada entre su voluntad de modernizar el aparato militarindustrial y una economía estancada, Rusia busca recuperar su rango estratégico. A pesar de cierto retraso tecnológico, sigue siendo el segundo exportador mundial de armamento.
En busca de la potencia perdida
La ofensiva comercial de Rusia por Olivier Zajec*
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unio de 2015, Feria Internacional del Armamento de Kubinka, sesenta kilómetros al oeste de Moscú. Navegando entre los stands de los ochocientos expositores rusos y extranjeros, los representantes de diversos países de Medio Oriente y asiáticos se agolpan ante la muestra de la compañía Uralvagonzavod (UVZ). ¿El motivo de su curiosidad? Un vehículo dotado del sistema de artillería Buk-M2E de Almaz-Antey, el primer productor de misiles tierra-aire ruso. Esta batería es un arma terriblemente eficaz, capaz de apuntar simultáneamente a veinticuatro blancos, lo que permite disuadir a una fuerza aérea, y cuenta, además, con capacidad antimisiles. En el stand, y luego en el “Business Center” de la Feria, decorado con motivos de camuflaje, abundan los apretones de manos, mientras los representantes comerciales acumulan protocolos de acuerdo que anuncian futuras ventas. Seis meses más tarde y tres mil ki lómetros más al sur, UVZ vuelve a montar su stand en la exposición “Diálogo comercial-industrial Rusia-Irán” en Teherán. El ministro de Industria iraní, Mohammad Reza Nematzadeh, se inclina con interés sobre el pesado material rodante de la compañía, escuchando atentamente los comentarios de su homólogo ruso Denis Mantourov, quien elogia el know-how nacional (1). Lo que está en juego en Kubinka o en Teherán
se repite en todas las g randes citas mundiales del armamento: Eurosatory y Le Bourget en Francia, International Defence Exhibition and Conference (IDEX) en Abu Dhabi, Farnborough en el Reino Unido, y también durante las etapas “regionales”, como la Feria Internacional del Aire y del Espacio (FIDAE) en Chile. Pero si bien las compañías y grupos de la Base Industrial y Tecnológica de Defensa (BITD) rusa ven desfilar al mundo entero, las respuestas finales a los pedidos extranjeros no suelen ser de su competencia. Para negociar la s prestaciones y compensaciones, administrar los plazos de entrega, adquirir las licencias de fabricación, aprobar el servicio posventa, los clientes corren hacia la ineludible ventanilla de la agencia Rosoboronexport, creada por decreto en noviembre de 2000 e integrada desde 2008 al holding estatal Rostec. Este últ imo había sido creado un año antes por Vladimir Putin. Reúne los activos de 663 compañías industriales r usas, muchas de ellas ligadas al complejo industrial-mi litar. La entidad, dirigida siempre por hombres de confianza del Presidente, detenta el monopolio de las exportaciones nacionales de defensa. Y los resulta dos no se hacen esperar –al menos en apariencia–. La autonomía estratégica Rusia, que en 2014 realizó ventas de material militar por 10.000 millones de dólares, es hoy el segundo exportador de arma mento en el mundo.
Sus principales clientes son India, China, Vietnam y Venezuela (ver mapa en esta página). Con su reputación de rústicos y eficaces, los productos de Mig, Kolomenski, Sukhoi, OSK o Kamov están presentes en el mundo entero: “Las empresas rusas se desliza n sobre una ola nacional de adquisiciones y de exportaciones. Once de ellas se encuentran hoy en el top 100 mundial, y sus ingresos combinados crecieron un 48,4% entre 2013 y 2014” (2), indica Siemon Wezeman, investigador del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). Sin embargo, fuera de los sistemas tierra-aire S-300 y S-400 de A lmaz-Antey, capaces por sí solos de cambiar las relaciones de fuerza geoes tratégicas en un teatro regional de operaciones, estas arma s no pueden competir, en términos de rendimiento, con las series de última generación que proponen los estadounidenses, los alemanes, los franceses o los suecos. Ante el aumento generalizado de la calidad en el mercado mundial del armamento, la rusticidad de los Kalashnikovs o de otros Tokarev, que contribuyó a la reputación de los productos rusos, podría convertirse en una desventaja. Sobre todo porque los clientes a siáticos o africanos que tradicionalmente absorbían esta producción, comienzan a exporta r copias. Algunos, y en particular China, están incluso en condiciones de integrar componentes electrónicos o sistemas de combate embarcados cuya calidad es a veces equivalente, y muy pronto quizás, superior. El Kremlin fi nge no esta r obnubilado por esta competencia de los países emergentes. Por otra parte, a pesar de la fa bricación de cazas de quinta generación, la aviación china siempre necesita, al menos en parte, la tecnología de los mecánicos rusos. Al contrario, Moscú es perfecta mente consciente del hecho de que algu nos sectores de su ingeniería de defensa se han vuelto progresivamente dependientes de la tecnología occidental. Las sanciones impuestas en 2014 tras la crisis de Crimea cerraron los mercados de abastecimiento. El complejo industrial-militar ruso ya no puede abastecerse de tecnologías de punta europeas y estadounidenses, ya sean militares o de uso dual, sin acudir a país es dispuestos a eludir el embargo. La ruptura de la cooperación con las compañías de armamento ucranianas es aun más grave. Tradicionalmente, estas compañías proveían una gran par te de los componentes de los sistemas de arma s: así, los motores Sich equipan a los helicópteros Mi-8, mientras que las fragat as del Proyecto 22.350 dependen de los motores de la compañía ucrania na Zorya-Mashproekt. El emblemático sistema de defensa tierra-aire S-300, tan importante para la diplomacia militar rusa, incluye también la electrónica que provee la sociedad Lorta, con base en Lviv, en Ucrania. Es cierto que los rusos recuperaron algo de su libertad de acción en algunos sectores: el astillero naval Sevmach en Severodvinsk reemplazó, ante la urgencia, al ucraniano Nosenko de Mykolaiv. Pero a las dificultades tecnológicas hay que agregar la reducción del presupuesto de Defensa, que será un 5% más bajo este año, según lo anunciara la viceministra de Defensa, Tatiana Chevtsova, el 6 de marzo (3). Este embargo confirma la voluntad de Rusia de aumentar su autonomía. No es segu ro que tenga los medios para lograrlo a corto pla zo, pero ya no tiene opción: el desafío es restaurar su imagen de potencia estratégicamente autónoma en el campo de la alta tecnología , condición sine qua non para mantener y mejorar el atra ctivo de su oferta global. Para alcanza r este objetivo, Moscú decidió invertir con prioridad en el ámbito espacial y nuclear, los dos únicos campos capaces de generar efectos tecnológicos y estratégicos decisivos. Durante la Guerra Fría, estos dos pilares –disuasión nuclear y acceso autónomo al espacio– le confirieron a Rusia su estatus de superpotencia. También le permitieron mantener cierto rango cua ndo el derrumbe de la Unión Soviética la obligó a abandonar por un tiempo el centro de la escena. En el peor momento del “empobrecimiento estratégico” de los años 90, Moscú mantuvo una c apacidad nuclear primero residual, que luego modernizó progresivamente. Esta ventaja tuvo un rol pre-
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ponderante en su retorno a la escena internacional, que puede ser constatado desde el año 2000. En 2011, Rusia anunció que invertiría 70.000 millones de dólares hasta el 2020 para mejorar su tríada nuclear estratégica: misiles intercontinentales tierra-tierra, bombarderos, misiles martierra. Esta suma debe ser contextualiza da en el marco de los 750.000 millones de dólares en in versiones (para el mismo período) anunciados tras la guerra de Georgia en 2008. Aunque victorioso, el ejército ruso mostró allí sus fallas tecnológicas y operacionales. En el plano terrestre, dos programas de misiles balísticos intercontinentales (MBIC) concentran sus esfuerzos: el RS-26 Rubezh, para supuestamente penetrar escudos antimi siles, que entrará en servicio en 2016, y el Sarmat, un misil de combustible líquido más pesado, capaz de llevar hasta diez ca rgas nucleares, que se lanza a partir de silos, para reemplazar al R-36M2. A este arsenal hay que agregar el Barguzin, u n misil balístico intercontinental montado sobre una plataforma ferroviaria móvil. En el ámbito naval, Rusia no olv ida que los submarinos son hoy uno de los indicadores de potencia más buscados, en u n mercado en el que debe enfrentar las oferta s de sus competidores: Francia, Alemania, Japón y Estados Unidos. Vendidos en el mundo entero (como la serie Kilo de propulsión diesel), los submarinos rusos sufren de una débil reputación en materia de seguridad: difícil olvidar la tragedi a del Kursk, sepultado con su tripulación en agosto del 2000. Por lo ta nto, Moscú debe implementar un programa de modernización completo, que actual mente se ve representado en los submarinos lanzadores de artefactos (SNLE) de la clase “Borei” (“ Viento del norte”), aunque algunos exp ertos ponen en duda su desempeño. Están equipados con entre doce y dieciséis misiles Bulava con un a lcance de ocho mil kilómetros, que tuvieron enormes dificultades de implementación entre 2004 y 2009, pero cuyas últimas pruebas, en 2014-2015, mejoraron considerablemente su confiabilidad. Es cierto que P utin en persona había “reubicado” a los responsables del programa, siguiendo su guión habitual: el del buen zar que castiga a los malos boyardos por el bien de la nación. Las capacidades del Bulava inquietan a los Estados Mayores occidentales. “Como su variante terrestre, el Bulava fue concebido para contrarrestar las evoluciones del escudo antimisil occidental. Una vez lanzado, puede realizar maniobras evasivas y desplegar una gran variedad de contramedidas y de engaños para evitar ser interceptado” (4), detalla Tom Spahn, un especia lista de la marina estadounidense. Para completar el componente aéreo de la tríada , los bombarderos estratégicos rusos Tupolev 22, 160 y 95 MS cederán su lugar al nuevo modelo (PAK-DA) de amplio radio de acción, más polivalente y con la reputación de ser extremadamente furtivo. Estos programas ponen nerviosa a la Orga nización del Tratado del Atlán tico Norte (OTAN). Como lo observa su actua l secretario general, Jens Stolberg, “Rusia invierte más en la defensa en general y en sus capacidades nucleares en particula r. […] Este comportamiento provocador es injustificado, es desestabilizador y es peligroso. […] Es una de las razones por las cuales intensificamos nuestra capacidad de reacción y la preparación de nuestras propias fuerzas” (5). Doble señal En materia nuclear, Moscú parece jugar con los nervios de los occidentales. Dos meses después de su involucramiento en Siria, durante una reunión pública en presencia de Putin en Sochi, el 10 de noviembre de 2015, una cadena de televisión rusa filmaba por encima del hombro de un almirante los planos de un misterioso sistema de torpedos nucleares de amplio alcance bautizado “Status 6”. Durante esta reunión, el Presidente ruso aseguraba precisamente que su país tomaría “las medidas de represalia necesarias para reforzar el potencial de [sus] fuerzas nucleares”. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, declaró rápidamente que esas imágenes eran u n “accidente”, que el programa había sido anulado y que en el futuro se tomarían medidas para evita r que se filtren
“verdaderos datos secreto s” (6). Con tono serio, los especialistas de la cadena estadounidense Fox News comenzaron inmediatamente a especular sobre el posible impacto en puertos estadounidenses de los torpedos atómicos de cien megatones; pero la mayoría de los observadores competentes estuvieron de acuerdo en determinar que esa filtración podía haber sido organizada para ejercer un efecto di suasivo sobre los “socios” occidentales (7). A estas mejoras tecnológicas, reales o supuestas, se superpone una evolución de la doctrina oficial de las fuerzas nucleares rusas. Tres documentos, que datan respectiva mente de 1993, 2000 y 2010, muestran signif icativas inf lexiones en función de las amenazas percibidas por Rusia. El texto de 1993 traducía una concepción disua siva entre potencias que disponen de energía atómica. El del 2000, poco después de la intervención de los occidentales en Kosovo en 1999, menciona una eventual utilización en el marco de un ataque convencional de gran amplitud que amenazara a la “seguridad” del paí s (8). En 2010, sin cuestionar esta ampliación de la disua sión, Moscú parece en cambio elevar el umbral de respuesta de una detonación nuclear de advertencia contra un ataque convencional masivo, al hacer que este último dependa no ya de una simple amenaza a la seguridad, sino de la supervivencia del Estado ruso. En el ámbito espacial, segundo pilar de la influencia tecnológica que intenta restaurar, Rusia atraviesa una situación difícil. Los f racasos se han ido encadenando, con la desintegración en vuelo de un la nzador Protón-M, el 16 de mayo de 2015, o la destrucción de un satélite Kanopus, embarcado en un lanzador Soyuz, el 5 de diciembre (9). Como explica Bertrand Slaski, analista de defensa en la Compañía Europea de Inteligencia Estratégica (CEIS): “En el pasado, la corrupción endémica, la débil productivida d y la falta de control de la calidad del trabajo tuv ieron como consecuencia una disminución de la eficacia general del programa espacial. […] Entre 2004 y 2011, la relación éxitos-fracasos en los lanzamientos se encontraba entre el 5 y el 6%; entre 2011 y 2013, pasó al 11,1%, es decir, 8 frac asos sobre 72 intentos. Sin embargo, al mismo tiempo, el presupuesto de la Agencia [Roskosmo s] creció un 78%” (10). El Kremlin reaccionó confiando la misión de un relanzamiento global al influyente Dimitri Rogozine, viceprimer ministro y ex representante permanente de Rusia en la OTAN. En 2015, se anunció la nueva estrategia espacial que prevé la instauración de un Consejo para el Espacio ante la Presidencia y la inversión de entre 4.000 y 5.000 millones de euros por año en el sector ha sta el año 2030. Para recuperar cierta coherencia industrial e intentar restaurar la confiabilidad de sus lanzadores, Roskosmos se transformará en una empresa pública. Rusia no puede prescindir de sus flota s de satélites: como ocurre también con Francia o Estados Unidos, la credibilidad de su disuasión y de su programa A-135 de defensa antim isiles depende de un acceso espacial autónomo, de medios satelitales de alerta avan zados y de una capacidad de vigilancia global del espacio. Tras haber emprendido en 2007 la modernización de su radar antimisiles Don 2-N, Moscú lan-
Archivo Hombres de mano dura
por Serge Halimi, Nº 200, febrero de 2016. La apuesta siria de Putin
por Alexeï Malachenko, Nº 197, noviembre de 2015. La nueva “línea de fuego” entre Rusia y Occidente
por Jean-Arnault Derens y Laurent Geslin, Nº 193, julio de 2015. ¿Hacia una nueva Guerra Fría?
zó en noviembre de 2015 una nueva generación de satélites bautizada “T undra”. Incluida en el Sistema Espacial Integrado, esta red de sensores debe restaurar la capacidad para detecta r desde el espacio los lanzamientos de misiles intercontinentales terrestres. Los rusos, que habían desarrollado durante la Guerra Fría capacidades antisatélite avanzadas, prolongaron sus habilidades tradicionales en términos de militarización del espacio. El caso del Kosmos-2499 reactivó las especulaciones sobre las pruebas de posibles satélites “espía” o “satélites asesinos” (11). Se trata de un objeto espacial ruso capaz de cambiar de órbita, que fue lanzado “discretamente” en 2013 y sin ser señalado oficialmente. Fue descubierto luego por el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD). Este voluntarismo en materia de inversiones tecnológicas produjo sus efectos. Pekín, el mejor cliente entre 1995 y 2005, había reducido drásticamente los enca rgos. El 9 de mayo de 2015, el presidente Xi Jinping, acompañado por su esposa Peng Liyuan, asistió en Moscú al desf ile militar con motivo de la conmemoración de la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi, que boicotearon los occidentales. Este encuentro –con mucho trasfondo, como suele suceder entre Pekín y Moscú– permitió que el director de Rosoboronenexort anunciara la venta a China de baterías de misiles S-400 Triunfo, material que desfilaba por primera vez justamente aquel día (12). Algunos expertos estima n que esta venta, que tuvo un fuerte simbolismo geopolítico, fue de aproximadamente 3.000 millones de dólares. De lo nuclear a lo espacial de defensa, política presupuestaria y doctrina se combinan para enviar una doble señal. Por un lado, una “guardia a lta” estratégica que afirma una desconfianza vigilante con respecto a la OTAN, reanimada por la crisis ucraniana. Por el otro, la credibilidad tecnológica que está dirigida a los clientes interna cionales de la industria de la defensa. Al mezclar el activismo político, las inversiones tecnológicas y la búsqueda de nuevos programas, Moscú intenta mantener su lugar en el tablero de un mercado mundial de armas cada vez más competitivo. g
Rusia, que en 2014 realizó ventas de material militar por 10.000 millones de dólares, es hoy el segundo exportador de armamento en el mundo.
1. “La corporation
de recherche et de production ‘Ouralvagonzavod’ a f abriqué les wagons pour les chemins de fer iraniens”, www.rusbiznews.com, 28-12-15. 2. “Global arms industry: West still dominant despite decline; sales surge in rest of t he world, says SIPRI”, SIPRI, Estocolmo, 14-12-15. 3. Christian Lowe, “La Russie réduira le budget de sa défense de 5 % cette année – RIA”, Reuters, 6-3-16. 4. Tom Spahn, “The Russian submarine fleet reborn”, Proceedin gs Magazine, Vol. 139/6/1, N° 324, Annapolis (Maryland), junio de 2013. 5. “Nato condemns Putin’s nuclear ‘sabrerattling’”, BBC News, 16-6-15. 6. Matthew Bodner, “Russia leaks dirty-bomb submarine drone in State TV broadcast”, www.defensenews.com, 13-11-15. 7. Steven Pifer, “Russia’s perhaps-not-real super torpedo”, The Brookings Institution, Washington, DC, 18-11-15. 8. “Is Russia working on a massive dirt y bomb ?”, Russian Strategic Nuclear Forces, http://russianforces.org 9. Stefan Barensky, “Echec au lancement pour Kanopus ST”, www.aerospatium.info, 7-12-15. 10. Bertrand Slaski y Florian Gonza les, “Le spatial russe dans les étoiles ? Le cas des lanceurs et des tirs”, Compagnie Européenne d’Intelligence Stratégique (CEIS), París, 26-6-14. 11. “Kosmos-2499: Is it a spy or an assassin... or both? ”, www.russia nspaceweb. com, 2015 . 12. Matthieu Duchâtel, “Ventes d’armes : lune de miel sino-russe”, https://asialyst.com, 11-5-15.
por J. Pierre Chevènement, Nº 192, junio de 2015. Gazprom, un gigante bajo control
por Catherine Locatelli, Nº 191, mayo de 2015.
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*Profesor adjunto de Ciencias Políticas, Universidad Jean Moulin-Lyon III. Traducción: María Julia Zaparart
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Gustavo Cimadoro (cima-cima-doro.tumblr.com)
¿Cómo consiguió un promotor inmobiliario neoyorquino casado tres veces ser tan popular en el Sur de Estados Unidos, bastión de la derecha religiosa? La respuesta se puede encontrar en Alabama a través de los propios militantes del Partido Republicano.
La inesperada escalada de Donald Trump
La derecha en guerra por Serge Halimi* (Viene de la página 40)
de ser negro, la cosa no va de suyo. Según él, la popularidad del promotor neoyorquino demostraría el poder mezclado de la tele-realidad y del extremismo en el electorado estadounidense. Decir que eso lo inquieta es decir poco: “También Adolf Hitler era popular. ¿Y cómo terminó todo eso? Si Trump es nuestro candidato, yo me voy a sentir muy incómodo. Votarlo es algo que yo no podría hacerle a m i país”. Y este profesor de seguridad informática en la Universidad de Alabama agrega: “Mi coeficiente intelectual es más de 50, y cuando uno tiene cerebro, Trump no aparece en el control de mandos”. Sin embargo, lo peor está por venir: “Trump no es republicano, es demócrata. Trump no engaña a los verdaderos conservadores. Este tipo sabe negociar, se dedica a eso. Por lo que no me sorprendería que, a mediados de septiembre [es decir, una vez que los candidatos de las dos formaciones ya estén oficialmente investidos], decidiese volverse el compañero de fórmula de Hillary. El partido entonces ya no tendría tiempo para elegir otro candidato”. La hipótesis de una maquinación tan extravagante puede sorprender. Pero muchos republicanos, a quienes les inquieta el atípico itinerario político de Trump, nunca se olvidan de recordar que invitó a la señora Clinton a su tercer casamiento. Y además, las elucubraci ones de sospechas no vienen sólo de funcionarios locales enojados o militantes marcados a fuego por Fox News, las redes sociales, las teorías de complot. El 16 de marzo, en Arizona, Cruz acusó a los medios, “casi todos dirigidos por partidarios de izquierda”, �
de “hacer lo posible para que Donald sea nuestra elección, porque saben que es el único candidato en la Tierra al que Hillary Clinton podría ganarle”. Los recelos del Sur
Barbara Priester ocupa un puesto en el Comité Ejecutivo del partido. Es una sólida octogenaria y una republicana de la primera hora en un Estado que, durante ciento treinta y seis años (de 1874 a 2010), fue gobernado por demócratas. Priester conoció y combatió al gobernador demócrata de Alabama George Wallace, un personaje llamativo al que cada vez se lo compara más con Trump. Sus retahílas contra el establishment y contra los intelectuales, su demagogia racial, su violenta represión del movimiento por los derechos cívicos marcaron la historia estadounidense contemporánea. Wallace, que se presentó cuatro veces a la Presidencia de Estados Unidos, en 1968 ganó en cinco Estados del Sur, entre ellos Alabama, con el 66% de los votos. Un resultado todavía más desorientador si se tiene en cuenta que se enfrentaba con dos adversarios de peso, uno republicano, Richard Nixon (que fue elegido), y el otro demócrata, Hubert Humphrey. Sus discursos eran abucheados con frecuencia, como hoy los de Trump. Lo que le permitía a Wallace enfrentar a los agitadores pidiéndoles que se lavaran y se afeitaran. Cuando estaba de mejor humor, les proponía “firmarles las sandalias”. En el momento de su tercera candidatura a la Casa Blanca, en 1972, un intento de asesinato lo dejó en silla de ruedas, sin apartarlo
sin embargo de la magistratura suprema de su Estado, del que fue gobernador en cuatro oportunidades. “La fortaleza de Wallace –estima la hija de Priester, Ann Bennett, también militante del partido, al igual que su marido Kevin (ambos delegados en la Convención Republicada de 2012)– fue expresar la voz de un pueblo vencido, el del Sur. Es lo mismo que explica hoy la potencia de Trump. Obama convirtió a Estados Unidos en un pueblo vencido. Perdimos en Irak, en Afganistán y contra el Estado Islámico. La gente por lo tanto está dispuesta a aceptar cualquier cosa si alguien le promete que a partir de ahora se va a devolver golpe por golpe.” Un pueblo vencido por culpa de dirigentes demasiado débiles: este es por lo menos un tema casi constante en el pensamiento de Trump. Porque más allá del narcisismo del hombre de negocios que lo impulsa a querer “ganar” (uno de sus verbos favoritos) todos los combates en los que participa, y por lo tanto a llegar a ser Presidente de Estados Unidos, un nacionalismo autoritario le sirve de brújula desde que su vida privada y su fortuna se convirtieron en los temas preferidos de las revistas. Este ánimo hoy en día está en el aire, pero Trump ya lo expresaba hace más de veinticinco años en una larga entrevista de Playboy (2). Los presidentes de las dos superpotencias de la época, George H.W. Bush y Mijail Gorbachov, eran tratados con desdén. Al principio, Trump reprochaba su debilidad hacia los aliados de Estados Unidos (Japón, Alemania y los países del Golfo en particular), protegidos en forma gratui-
ta por el ejército estadounidense incluso cuandooficiabande crupierescomerciales de su amo. Del dirigente soviético, anunciaba: “Mi previsión es que va a ser derrocado, porque se mostró demasiado débil”. En marzo de 1990, mientras un presidente republicano ocupaba la Casa Blanca que Ronald Reagan acababa de dejar después de dos mandatos, Trump ya estimaba que los dirigentes del planeta “no nos respetan para nada”; “se ríen de nuestra estupidez”, “nos pisotean”. Esta vez ingresó en la arena para “restaurar la grandeza de Estados Unidos” (“make America great again”) combatiendo los tratados de libre comercio y construyendo un muro fortificado en la frontera meridional del país. Mientras tanto, China y México entraron en la lista de los Estados que, según él, explotan la estupidez de Washington, vaca lechera del planetaentero. Con Wallace, Priester ya conoció a un demagogo que le imputaba la mayoría de los problemas de su país a una clase política protectora de las minorías, de los extranjeros, de los delincuentes. También se acuerda de un especialista en la manipulación de los medios que retaba a los periodistas y se reclamaba el único vocero del hombre común, capaz de hablar en un lenguaje crudo, de defender sus ideas a cualquier precio. Por lo que desconfía de Trump. Y, como su hija Ann y su yerno Kevin, consultó regularmente las encuestas para orientar a sus vecinos (y parroquianos) hacia el candidato republicano mejor posicionado para vencerlo. Los tres dudaron entre Rubio y Cruz, antes de decidirse por este último. En vano (3). Nadie es más ajeno que Trump al universo social y cultural del matrimonio Bennett. Ann tiene una vieja plantación de ochocientas hectáreas cerca de una pequeña ciudad universitaria, Auburn, famosa por su equipo de fútbol americano. Su marido administra el campo y también organiza allí cacerías de ciervos. Su fe bautista orienta su existencia y r itma una parte considerable de su tiempo. Para ellos, la política reclama competencia y experiencia. Corteses, sin elevar el tono de voz, defienden una forma de gobierno limitado, jeffersoniano, que respete escrupulosamente la Décima Enmienda de la Constitución de Estados Unidos (4), el poder local, las tradiciones rurales del Sur. Y de repente aparece al frente de su partido un millonario divorciado que desplegó su vida íntima en la prensa amarillista y se exhibió arriba de un ring con dos supermodelos en ropa ajustada. Este hombre, que no ejerció nunca un cargo público, anuncia en la televisión que si llega a ser presidente no dudaría en ordenarles a los soldados estadounidenses que transgredieran las leyes que los incomodan. Y que revisaría y cuestionaría varios tratados comerciales sin preocuparse por el aval del Congreso. Bennett confiesa su perplejidad y su tristeza: “No podemos hacer nada para detenerlo. Nosotros, sin embargo, somos todo menos el establishment que él denuncia. Pero no va a ser la primera vez que Nueva York y el Noreste nos pisotean”. El señor Bennett, ex cuadro superior de Eastman Kodak, recuerda con inquietud que, en un debate, Trump usó la palabra “reino” para evocar la presidencia de George W. Bush. Amante de la historia, en particular la de la Guerra de Secesión, apegado a la bandera confederada, ya no le gusta mucho que su partido se identifique con Abraham Lincoln. Los lapsus autoritarios del millonario de Manhattan por lo tanto lo hacen pensar un poco demasiado en los ejércitos nordistas del “gran emancipador”. ¿Qué piensan de Trump los partidarios
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sudistas? En Auburn nos encontramos con Dianne Jay, que siempre votó a los republicanos; su familia también. Lleva en su cartera un Smith & Wesson calibre 38 y no lee el diario local, que le parece demasiado de izquierda (un juicio discutible). Nada le molesta más que la frecuente asimilación de los electores de Trump con personas enojadas. Según ella, se trata más bien de un “movimiento de estadounidenses cuya voluntad ha sido ignorada, que se descomprometieron, que perdieron la confianza en los dos partidos. El establishment republicano hizo muchas promesas que no cumplió. Y trata a Trump con el desprecio que generalmente les tiene reservado a los trabajadores manuales, cuando Trump es un millonario. Pero su dinero él lo ganó, hizo cosas, no es que sólo habló. Nuestro establishment lo único que hace es hablar y hablar y hablar”. Los jefes del partido se unieron para cerrarle el paso a Trump. Resultado: el “movimiento” nació contra ellos. “Mike Huckabee, que a mí me gusta mucho, ya lo dijo: el establishment republicano debería estar contento de que esta rebelión use boletas para votar en vez de balas.” La dialéctica de los ballots (“boletas para votar”) y de las bullets (“balas”) se inspira en un discurso célebre… del militante negro Malcolm X en 1964. Por lo que, por más que el término no le guste, la animosidad de Jay hacia los electores republicanos del Congreso se parece mucho al enojo. “Ellos prefieren –prosigue– dividir el partido y ofrecerle la victoria a Hillary Clinton antes que quedar desenmascarados y que se descubra lo que pasa adentro: los lobbies, los negociados, los sobornos. Lo que yo aprecio de Donald Trump es que se financia él mismo su propia campaña y no les debe nada a los grupos de interés. El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, gana más de un millón de dólares por año; el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, más de 900.000 dólares. Por lo que tendrían mucho que perder si alguien llegase y les dijese: ‘Ok, ahora vamos a sacar lo que no sirve’”. Aunque es muy hostil a Trump, el señor Bennett siente la misma ternura por lo que él llama “la pandilla de Wall Street”: “Los dos partidos están controlados por una cultura idéntica, urbana y acomodada. Para ellos, lo esencial del país no es más que un pedazo de tierra por encima del cual hay que volar entre una costa y la otra. En la crisis de 2008 tendríamos que haber dejado que se incendiara todo. Hubiese sido muy duro, pero se habría erradicado no poca corrupción”. ¿Qué queda del crédito del sistema político estadouni-
dense y de sus dos principales partidos? La defensa tiene la palabra. Lunes 29 de febrero, en Opelika, en una vieja fábrica de botellas cercana a Auburn, tiene lugar la reunión-cena anual de los republicanos del condado. En 1994, el primer banquete de este estilo recibía menos de cuarenta comensales; la noche del 29 de febrero, son cerca de trescientos. Después de rezar y jurar la bandera, el representante de la circunscripción en el Congreso, Mike Rogers, sabe que tiene que responder a las imputaciones de connivencia y corrupción que apuntan a sus colegas de Washington, y no sólo a los demócratas. Los partidarios de Trump, como los de Cruz, les reprochan a los parlamentarios republicanos, que son mayoría en el Congreso, el no haber anulado ninguna de las decisiones más importantes de la Casa Blanca (reforma del sistema de salud u “Obamacare”; tratado nuclear con Irán; moratoria de la expulsión de algunos inmigrantes), cuando habían sido electos para hacerlo. ¿Fueron comprados por el sistema, al punto tal de convertirse también ellos en miembros de lo que Cruz llama “el cartel de Washington”? Rogers responde que se necesita una mayoría de dos tercios para imponerse a un veto presidencial. Y les recomienda a sus amigos que se lo tomen con calma: “Durante el último año de esta administración socialista, no vamos a hacer gran cosa. Pero nuestro trabajo va a ser garantizar que ya no se vuelva a hacer nada malo. Después, si elegimos un presidente republicano, el primer texto que le vamos a presentar para que firme va a ser la anulación del Obamacare. Después el de la ley Dodd-Frank, que regula a los bancos. La actual administración socialista pronto no va a ser más que un mal recuerdo”. Cómo se impuso Trump
Queda un misterio. ¿Cómo logró Trump imponerse con tanta facilidad en un partido y en una región en los que el voto evangelista tiene tanto peso? La señora Jay antes apoyó a Huckabee, ex pastor bautista y abogado de los “valores familiares tradicionales”. Hoy apoya a un propietario de casinos cuya fe no es voraz, que maldice como un cochero y que habla en televisión de su anatomía sexual. Ella lo explica sin dificultad: “Donald Trump está en contra del aborto, a favor de rezar en las escuelas; en el lote no hay alguien más tradicional. Además, mírelo: su familia es el sueño americano hecho realidad. De acuerdo, se casó tres veces. Pero también Ronald Reagan se casó más de una vez; fue actor y tuvo sus aventuras. Cuando usted examina a una persona en su totalidad, todos somos pecadores. Y después, si empezamos a tirar piedras, todo el Senado corre el riesgo de ser lapidado”. A
no dudarlo, Trump supo crear un vínculo directo y sólido con sus partidarios; ya son más de 900.000 en el país, entre quienes se cuenta la señora Jay, los que reciben sus numerosos mensajes de texto. En vez de afectarlos, las críticas y las incómodas revelaciones de la mayor parte de los medios, de los artistas y de los intelectuales más bien lo estarían fortaleciendo. “Yo confío en Trump –admite Jay–. Necesitamos un hombre de negocios. Él ya no tiene nada más que demostrar. Ya tiene una familia magnífica y 10.000 millones de dólares.” Pérdidas de puestos de trabajo, deslocalizaciones, salarios bajos, alteración de la identidad religiosa del país, incapacidad del Estado Federal para controlar sus fronteras, miedo al futuro: casi todo lleva sin embargo bastante rápido al tema de la inmigración. “Es la pregunta que lanzó Donald Trump –confirma el señor Bennett–. Nadie quería tocar el tema. Él lo hizo. Nuestras escuelas están repletas de inmigrantes, pero no tienen el derecho de verificar el estatus legal de los padres. Las leyes no son claras y a uno lo tratan como racista cuando las quiere hacer respetar. Ignoro si construir un muro es una idea realizable, pero tenemos que tener una frontera. Y Obama la abrió. Al día de hoy la gente está cansada. Ve bien claro que ninguno de los dos partidos quiere correr el riesgo de disgustar al electorado hispánico.” Muchos temores se amontonan y alimentan el discurso de Trump. Algunos días en Alabama alcanzan para oír hablar de células terroristas que se estarían infiltrando en Estados Unidos desde México, túneles por debajo de la frontera por los que pasan toneladas de drogas, un ejército extranjero que podría apoyarse en doce millones de inmigrantes… Desde la elección de Obama en 2008 y su reelección en 2012, las estrategias y los sondeos republicanos repiten sin embargo que esta fijación es electoralmente peligrosa para el partido, y que ya ningún candidato a la Casa Blanca va a poder ganar sin un apreciable aporte de los votos hispánicos. Tormentosa editorialista, obsesionada por el miedo a la inmigración, Ann Coulter dijo que con la demografía de Estados Unidos de hoy, menos “blanca” que en la época en la que James Carter y Walter Mondale fueron candidatos contra Reagan, el primero le habría ganado en 1980 y el segundo cuatro años más tarde. Pero, paradójicamente, Coulter se confiesa tranquila con las posibilidades de Trump, a quien ella apoya, claro está. Sin embargo parece que él se dirige a una fracción del electorado estadounidense cada vez más reducida, monocroma y masculina. En noviem-
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bre próximo, Hillary Clinton bien podría convertirse en la candidata obligada de las minorías y de Wall Street, de las feministas y del libre comercio, de Goldman Sachs y del statu quo. Con una sola misión, un solo mandato: cerrarle el paso a Trump. Si esa coalición ganase, no se sostendría durante mucho tiempo. Porque la campaña de Bernie Sanders también reveló el agotamiento irremediable de este tipo de arreglos. A punto tal que importantes elementos de su discurso que fustigan la corrupción del sistema político estadounidense son retomados por el bando de enfrente. Y no sólo por Trump: Cruz a su vez estima que “los republicanos son casi tan malos como los demócratas. Demasiados de entre ellos se acuestan con Wall Street, los lobbies y el big business que están de acuerdo en ver en la inmigración una fuente de salarios bajos”. Y cuando se trata de deslocalizacio nes, de comercio internacional, de libre comercio, no siempre se nota la diferencia entre una señora Jay y una electora de Sanders. Fue la militante republicana conservadora la que nos mostró una escena de tres minutos que circuló mucho por Internet y que la afectó mucho: el patrón de una empresa subcontratista de United Technology, Carrier, les anuncia a sus 1.400 empleados de Indianapolis que dentro de no mucho tiempo la producción va a ser trasladada a México. Con el objetivo de, aclara bajo los abucheos, “seguir siendo competitivos y asegurar la duración a largo plazo del negocio”. Desde entonces esta historia forma parte del repertorio de campaña de Trump. Y los obreros, incluyendo los sindicalizados, están atentos a lo que dice. Ahí también algunas cartas se podrían estar volviendo a repartir. Desde el principio de esta campaña, el electorado republicano expresa preferencias rigurosamente contrarias a las de sus ex presidentes, de la mayor parte de sus funcionarios, de aquellos que financian y aconsejan al partido. Como no van a renunciar fácilmente a todo aquello que constituyó su identidad política desde la era Reagan, y que los benefició mucho, acaso la guerra civil republicana sólo acaba de comenzar. g 1. Como la mayoría de los Estados de
la región.
2. Playboy, Chicago, marzo de 1990. 3. El 1° de
marzo de 2016, Trump consiguió el 43,4% de los votos en las primarias de Alabama; Cruz, 21,1%; Rubio, 18,7%; Carson, 10,3%. 4. “Los poderes que no son delegados a Estados Unidos por la Constitución, ni negados a ella por los Estados, son conservados por los Estados o por el pueblo.”
*Director de Le Monde diplomatique. Traducción: Aldo Giacometti
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Edición 202 | abril 2016
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Beatriz Milhazes, La mañana del día en que Venus murió de amo r, 1984 (Gentileza Museo Nacional de Bellas Artes)
En marzo de 2016, la Corte Penal Internacional declaró al ex vicepresidente congoleño Jean-Pierre Bemba culpable de crímenes contra la humanidad y de crímenes de guerra. Pero es sólo su cuarto fallo en catorce años. Y las peripecias del juicio al ex presidente marfileño Laurent Gbagbo afectan su ya frágil credibilidad.
El juicio a Gbagbo revela las fallas de la jurisdicción
El fracaso de la Corte Penal Internacional por Francesca Maria Benvenuto*
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l 28 de enero de 2016, la C orte Penal Internacional (CPI) levantó el telón para presentar una nueva obra de su repertorio: el proceso contra Laurent Gbagbo en La Haya. El ex presidente marfileño, quien comparece junto al ex ministro de la Juventud, Charles Blé Goudé, está acusado de cometer crímenes de lesa humanidad durante la crisis poselectoral de 2010-2011. Tres mil personas habrían muerto durante estos eventos (1). Para la CPI, se trata de un “asunto de envergadura” (2): Gbagbo es el primer ex jefe de Estado que comparece ante esta instancia. Sin embargo, en la tercera jornada de audiencias, los abogados no se concentraron en la tradicional defensa de su cliente. Todo lo contrario: lo acusaron. Increparon a la CPI por llevar a cabo un procedimiento parcial e intentar proteger a toda costa un secreto de polichinela: durante la crisis poselectoral, también las fuerzas de Alassane Ouattara, entonces adversario de Gbagbo y actual presidente de Costa de Marfil, cometieron crímenes. Ahora bien, Fatou Bensouda, la fiscal gambiana, no hizo nada por echar luz sobre esta cara de los acontecimientos, sino que se centró exclusivamente en Gbagbo, a quien se acusa de cuatro cargos: la represión de la marcha pacífica que se llevó a cabo el 16 de diciembre
de 2010 frente al edificio de la Radiodiffusion-Télévision Ivoirienne (RTI), el ataque lanzado contra la manifestación de mujeres en el norte de Abiyán el 3 de marzo de 2010, el bombardeo del mercado de Abobo el 17 de marzo de 2011 y las violencias cometidas por sus partidarios en el barrio de Yopougon, en Abiyán, el 12 de abril de 2011. Después de catorce años de existencia, la CPI parece ocupar el lugar de principal acusada en este proceso. El procedimiento contra el ex presidente marfileño actúa como un espejo que amplifica las fallas de una jurisdicción que, no obstante, había suscitado grandes esperanzas al momento de su creación. ¿Se convertirá en la tumba de ese sueño secular que consiste en terminar con la impunidad de las autoridades políticas y militares incluso en las más altas esferas de los Estados (3)? ¿Tribunal de África?
La CPI es una instancia complementaria de las jurisdicciones nacionales, es decir que sólo es competente si el proceso no puede llevarse a cabo en el país involucrado, ya sea por mala voluntad de las autoridades o porque el sistema judicial nacional no está capacitado para administrar justicia de manera eficaz. Con frecuencia, esta complementariedad se interpretó como una regla discriminatoria: los países
involucrados en los procedimientos internacionales son los Estados más pobres, con administraciones más débiles y, en especial, los del continente negro. Hasta 2015, los procedimientos sólo implicaron a ciudadanos africanos. En ese contexto, la Unión Africana, en su cumbre del 31 de enero de 2016, aceptó estudiar la idea de que sus Estados miembros se retiraran de la CPI. Por otra parte, los fiscales pueden realizar investigaciones y diligencias de manera discrecional y sobre la base de criterios subjetivos. En la práctica, la selección que realiza la CPI se ve sospechosa: hasta el día de hoy, ningún crimen internacional que implicara directa o indirectamente a los Estados más poderosos fue objeto de investigaciones. Palestina, miembro de la CPI desde el 1º de abril de 2015, hizo llegar al fiscal una serie de documentos acerca de la colonización israelí en Cisjordania, la ofensiva contra Gaza en 2014 y la suerte de los prisioneros palestinos. A pesar de ello, todavía no se ha abierto ninguna “situación”, como se nombra en la jerga de la CPI a los casos tratados. Lo mismo sucede con los crímenes cometidos en 2003 en Irak por los militares de los Estados parte de la CPI, en particular el Reino Unido. Tres miembros permanentes del Conse jo de Seguridad de las Naciones Un idas –Estados Unidos, Rusia y China– siguen
sin reconocer a la CPI; como tampoco lo ha hecho Israel. Sin embargo, es suficiente con que el Estado donde se cometieron los crímenes la reconozca o que el acusado sea ciudadano de un Estado parte para que esta instancia sea competente. Las acusaciones de parcialidad se hacen cada vez más vivas frente al procedimiento que envuelve a Costa de Marfil. Ya en 2013, Amnesty International evocaba una “ley de los vencedores” (4). Más recientemente, Human Rights Watch subrayaba la importancia primordial de que la CPI “progresara en sus investigaciones sobre las fuerzas pro Ouattara” (5). ¿Por qué la fiscal no actúa ante los crímenes de los partidarios de Ouattara, “conocidos por todos”, según el abogado Emmanuel Altit? Bensouda silenció por completo el papel que desempeñaron las fuerzas francesas en la caída de Gbagbo y en la instauración en el poder de un político conocido por su amistad con el entonces presidente Nicolas Sarkozy. Por otra parte, ningún civil o militar francés fue citado como testigo (6). En la primavera de 2013, el expediente contra Gbagbo era tan débil que la Sala de Cuestiones Preliminares le pidió a la fiscal “pruebas adicionales”. Esto obligó a Bensouda a revisarlo a toda velocidad para evitar la humillación de que se retiraran los cargos. Y llevó a Altit a pronunciar las incómodas palabras: “juicio político”. El papel de Francia en la caída de Gbagbo da lugar a una serie de preguntas. El 2 de febrero de 2016, la jueza de instrucción francesa Sabine Kheris solicitó la comparecencia ante la Corte de Justicia de la República de los ex ministros Dominique de Villepin, Michèle Alliot-Marie y Michel Barnier por presunta obstrucción de acción de la justicia durante el arresto de los mercenarios bielorrusos sospechados de bombardear el campo de Bouaké en 2004. Nueve soldados franceses de la fuerza de interposición murieron allí y París aprovechó la emoción suscitada por ese ataque para “responder” con la destrucción de la flota aérea marfileña. Para los partidarios del presidente derrocado, Francia estaba buscando un pretexto en una estrategia que buscaba eliminar a Gbagbo (7). La fiscal Bensouda se limitó a pedir paciencia y señaló que se abrirán otras líneas de investigación. También invocó la falta de medios de la CPI, que sólo cuenta con sesenta investigadores. De hecho, testimonios imprecisos y contradictorios, expedientes cerrados en base a información de segunda mano (como informes de asociaciones, por ejemplo) conducen regularmente a que se abandonen los procedimientos. Así fue como el keniata Francis Muthaura y el miliciano congoleño Mathieu Ngudjolo Chui lograron escapar de la espada de la justicia internacional. La CPI fue diseñada como una “corte de seguridad” (8), un tribunal que no cumple únicamente una función judicial, sino que tambiénpersigueunafinalidadpacificadora. Los crímenes que están bajo su competencia son aquellos que amenazan “la paz, seguridad y bienestar del mundo” (Preámbulo del Estatuto de Roma, su texto fundacional). Sin embargo, Human Rights Watch se pregunta “¿cómo puede haber reconciliación si la justicia no es imparcial?” (9) ¿Qué sucederá en Costa de Marfil si la condena de Gbagbo se apoya en bases tan frágiles o si, tras una absolución espectacular, vuelve a Abiyán entre vítores (10)? De todos modos, la espera será larga, el proceso debería durar cuatro años. Actualmente se está desarrollando la primera etapa del procedimiento: los interrogatorios de los testigos de la acusación. Pero la odisea sumarial de Costa de Marfil revela otra falla: la dependencia de la Corte de la cooperación de los Estados. Así, aunque el 29 de febrero de 2012 la CPI
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también emitió una orden de búsqueda y captura por crímenes de lesa humanidad para Simone Gbagbo, esposa del ex presidente, el gobierno marfileño se niega a entregar a la acusada a la Corte. De visita en París, el 4 de febrero de 2016, Ouattara incluso afirmó que Costa de Marfil no entregaría ni un marfileño más a La Haya, ya que la CPI “ya había cumplido con su cometido”. Empero, ¿cómo explicar que la justicia nacional se considere operacional para Simone Gbagbo y no para su marido? El 10 de marzo de 2015, la ex primera dama fue condenada a veinte años de reclusión por un tribunal de Abiyán por el cargo de “atentado contra la autoridad del Estado, participación en un movimiento insurreccional y perturbación del orden público”. No se puede dar inicio a ningún proceso sin la presencia del acusado. Ahora bien, la Corte no puede apoyarse en un servicio de policía internacional. Varias “situaciones” de la CPI están suspendidas por falta de cooperación de los Estados involucrados (11). Algunos casos debieron cerrarse porque los Estados no proveyeron documentos determinantes. Así, desde 2004, “se desconoce el paradero” de Joseph Kony, un miliciano ugandés acusado de crímenes de lesa humanidad. Del mismo modo, el abandono, en 2013, del proceso contra Uhuru Kenyatta, presidente de Kenia, se debió en parte a la falta de pruebas ocasionada por la negativa del gobierno de dicho país a entregar a la CPI algunas piezas del expediente. El presidente sudanés Omar al Bashir, que tiene dos pedidos de captura, sigue llevando una serena vida pública y viajando al extranjero. Y eso aun cuando, el 15 de marzo de 2016, la Corte Suprema sudafricana con-
denó (tardíamente) al gobierno por haber dejado escapar a Al Bashir durante su visita a Sudáfrica en junio de 2015. No obstante, más allá de la falta de medios, el proceso contra Gbagbo desnuda cierto amateurismo de la CPI: el 5 de febrero de 2016, se dio a conocer la identidad de algunos testigos protegidos a través del canal público del tribunal. Juez de unos pocos
Para la periodista Stéphanie Maupas, el proceso contra Gbagbo ilustra la instrumentalización política de la justicia penal mundial: “Da la impresión de que los po-
Los países involucrados en los procesos de la CPI son los más pobres, en especial, los de África. deres locales o internacionales convirtieron a la CPI en un comodín, una carta diplomática que pueden blandir cuando les conviene. Eso fue lo que sucedió con el caso Gbagbo y con otras causas. Al final, no hacen más que fragilizar una institución que ellos mismos quisieron crear y a la que financian” (12). En los procedimientos que involucran a Costa de Marfil, la Corte perdió mucho crédito. Una de las funciones más importantes de la justicia penal in-
ternacional debería ser no sólo la represión de los crímenes, sino también y sobre todo la disuasión y prevención. Ahora bien, este objetivo sólo podrá alcanzarse si el órgano encargado de los procedimientos internacionales es creíble y confiable. La manera de “prevenir los crímenes con más seguridad” es mediante la certeza del castigo, escribió el jurista italiano Cesare Beccaria en 1764… Mientras que esa derrota parece confirmarse, un pequeño éxito también se hace realidad, lo que podría hacer resurgir el optimismo respecto de la Corte. El 26 de enero de 2016, el presidente de la CPI autorizó a que el fiscal abriera una investigación sobre los crímenes que se habrían cometido “alrededor de Osetia del Sur, en Georgia, entre el 1º de julio y el 10 de octubre de 2008”. Acusada en varias ocasiones por la Unión Africana de llevar a cabo una “caza racial” y desempeñar el papel de “Tribunal de África”, la CPI finalmente intenta ampliar su campo de acción. Pero por el momento sólo se trata de la fase embrionaria del procedimiento internacional y todavía no se identificó a ningún sospechoso. Con catorce años de práctica, la CPI no debería poder escudarse en la falta de experiencia. Sin embargo, desde 2002 sólo se dictaron cuatro sentencias, una de las cuales fue una absolución. De los dieciocho sospechosos que comparecieron ante ella, seis fueron sobreseídos. Un balance poco glorioso si se considera que recibe de los Estados miembros una asignación de entre 100 y 130 millones de euros cada año. La única manera en que la CPI podría recuperar algo de imparcialidad y credibilidad es abandonando toda tergiversación e inercia procesal. Si sigue haciendo oídos sordos y se obstina en no emprender ninguna acción
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contra los miembros de las fuerzas pro-Ouattara, probablemente su suerte sea transformarse en un tribunal internacional puramente simbólico, juez de unos pocos. g 1. Véase Vladimir Cagnolari, “Croissance sans
réconciliationen Côted’Ivoire”, Le Monde diplomatique, París, octubre de 2015. 2. Stéphanie Maupas, “Laurent Gbagbo, un procès crucial pour la CPI” , LeMonde, París, 2 8-1-16. 3. Véase Francesca Maria Benvenuto, “La justicia internacional, del sueño a la realidad”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, noviembre de 2013. 4. “Côte d’Ivoire : la loi des vainqueurs. La situation des droits humains deux ans après la crise postélectorale”, Amnesty International, 26-2-13. 5. “Pour que la justice compte. Enseignements tirés du travail de la CPI en Côte d’Ivoire”, Human Rights Watch , 4-8-15. 6. VéaseLaurent Ggagbo y François Mattei, Pour la vérité et la justice. Côte d’Ivoire : révélations sur un scandale français, Editions du Moment, París, 2014. 7. VéaseBernard Houdin, Les Ouattara. Une imposture ivoirienne, Editions du Moment, París, 2015. 8. Jens Ohilin, “Peace, security and prosecutorial discretion”, The Emerging Practice of the International CriminalCourt,Martinus Nijhoff Publishers, Boston, 2009. 9. “Consolider cette paix qui nous appartient. Un agenda relatif aux droits humains pour la Côte d’Ivoire”, Human Rights Watch, 8-12-15. 10. VéaseJean-Baptiste Vilmer, Pas de paix sans justice ? Ledilemme de lapaix et dela justice en sortie de conflit armé, Presses de Sciences Po, París, 2011. 11. Véase “La Cour pénale internationale. Un jouet aux mains des pouvoirs politiques? Réflexions de Hans-Peter Kaul, juge de la Cour pénale internationale”, 5-11-13, www.fes.de. 12. www.lopinion.fr, 8-2-16.
*Abogada matriculada en el Colegio de Abogados de París, doctora en Proceso Penal Comparado y Derecho Penal Internacional. Traducción: Georgina Fraser
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Casi dos de cada tres japonesas abandonan su carrera al ser madres. Cuidado de los niños, falta de perspectivas, discriminación: las razones abundan. Con el envejecimiento de la población, Japón podría perder hasta 6,4 millones de trabajadores de aquí a 2025.
Entre el empleo y los hijos
Japonesas hostigadas en el trabajo por Johann Fleuri*
Mujer trabajando en un edificio de oficinas en Tokio, Japón, 21-7-15 (Toru Hanai/Reuters)
A
sus 37 años, Mori Tomoko es una mujer activa y satisfecha consigo misma. Vive en Tokio y trabaja en el servicio comercial de un gran grupo hotelero estadounidense. Acaba de obtener un ascenso a un cargo directivo, anuncia con orgullo. “Mi horario de trabajo se extendió considerablemente, pero estoy contenta. La empresa confía en mí”. Casada recientemente, le gustaría tener un hijo antes de los 40 años. Pero confiesa tímidamente: “Eso podría ser un freno para mi carrera”. Aún hoy, las japonesas parecen tener que elegir entre empleo y maternidad. Mori busca desdramatizar: “Si pudiera recibir a la vez el apoyo del gobierno y el de mi empresa, podría criar un hijo...”. Pero, como a pesar suyo, expresa inmediatamente sus reparos y termina eludiendo el tema. En Japón, una mujer que se convierte en madre tiene pocas posibilidades de que le asignen responsabilidades: los directivos de la empresa consideran que su mente está demasiado concentrada en lo que sucede en el hogar. La constatación es implacable: mientras que nunca fueron tantas las japonesas que realizan estudios superiores, el 60% de las mismas deja de trabajar al dar a luz a su primer hijo. En treinta años, su situa-
ción profesional se deterioró considerablemente: apenas el 44,2% tiene un empleo estable y de tiempo completo, contra el 67,9% en 1985. Paralelamente, el po rcentaje de aquellas que ocupan puestos de tiempo parcial se disparó, pasando del 28,5% en 1985 al 43,9% en 2015. El gobierno de Abe Shinzo afirma que esta cuestión es una de sus prioridades. En marzo de 2014, el primer ministro creó un consejo para la promoción del empleo femenino. En abril de 2013, ya había hecho que se aprobara una “Declaración de acción para una sociedad donde las mujeres brillen” y lanzado lo que se denominó las “Womenomics”, que tiene como ob jetivo que el 30% de las mujeres ocupen puestos de responsabilidad en 2020. Por el momento, se está lejos de esa cifra. La proporción actual de trabajadoras activas es del 64% (tiempo parcial incluido), contra el 84% de trabajadores activos (1). Si la actividad femenina fuese equivalente a la de los hombres, “la fuerza de trabajo aumentaría un 14%”, señala Takegawa Keiko, directora general de la Oficina de Igualdad de Género del gobierno. Acoso maternal
Desde luego, a partir de la ley sobre la igualdad de género, en 1987, las japonesas
se lanzaron a la conquista del mundo profesional. Su tasa de actividad era de apenas el 53% en 1985. Pero, con la llegada de un hijo, abandonan el trabajo y sólo el 11% de ellas ocupa puestos de responsabilidad. En 2011, la Universidad de la Mujer de Tokio realizó una encuesta entre cinco mil mujeres con el fin de comprender qué las hacía abandonar. “La primera razón mencionada, por lejos [63%], era la falta de perspectivas profesionales –detalla Osawa Machiko, directora de la Universidad–. Las más ambiciosas son las primeras en abandonar.” Luego seguían la educación de los hijos (32%), que se volvió más difícil por la ausencia de vacantes en guarderías, y el cuidado de un pariente anciano (38%), que a menudo le corresponde a la esposa. Esta situación se explica también por una flagrante discriminación, que hizo que el Foro Económico Mundial clasificara al país en el puesto 104 de 142 en materia de igualdad de género (2). Confinadas a las tareas menos calificadas, conscientes de que, con la misma capacidad, el hombre siempre tendrá prioridad, las mujeres se amargan. Especialista en Sociología Histórica y Estudios de Género de la Universidad de Osaka, Muta Kazue no tiene pelos en
la lengua: “La sociedad japonesa tiene un problema estructural de desprecio y falta de respeto hacia las mujeres. Por más que la promoción del trabajo femenino sea ob jeto de políticas oficiales, difícilmente son consideradas verdaderas protagonistas en el mundo laboral. Y la proporción de contratos precarios no deja de aumentar. [...] La pobreza de las mujeres constituye un verdadero problema, al igual que el acoso” (3). Desde hace varios años, Muta Kazue defiende los derechos de las mujeres. En 1989, apoyó a una trabajadora que había denunciado a un colega por dichos injuriosos y la propagación de rumores sobre su vida sexual; el primer caso de acoso sexual mencionado públicamente y juzgado en Japón. A lo largo de este proceso, también hizo su aparición la palabra sekuhara (“acoso sexual”). Según la policía, en 2013 se registraron 21.089 casos, es decir, el doble que en 2002. Según las estimaciones de la organización no gubernamental (ONG) Matahara Net, una de cada cuatro mujeres sería víctima de acoso a causa de un proyecto de maternidad o por tener un niño pequeño. Si bien la licencia por maternidad existe, en los hechos, son pocas las que la utilizan (17%), ya que sufren presiones de sus superiores. Se creó un término específico: matahara, “acoso maternal”. Se puso de moda desde que, en 2014, una japonesa de 37 años decidió crear una asociación para defender a las víctimas. Fundadora de Matahara Net, la propia Osakabe Sayaka fue obligada por su empleador a hacer diariamente horas extras, a pesar de su embarazo y los dolores de vientre. Las presiones y el estrés le hicieron perder dos embarazos consecutivos. “En Japón, las mujeres que desean tomar una licencia por maternidad son señaladas con el dedo por los empleadores, objeto de burla de sus colegas –nos explica–. Hasta que estallan.” Luego de su segundo aborto espontáneo, renunció y presentó una denuncia. “Me sentía tan triste. Tuve tanta bronca contra esa empresa. Me trataron de mentirosa e intentaron tergiversar los hechos en el tribunal. Cuando la víctima era yo.” Desde que sus presentaciones públicas se multiplicaron, muchas mujeres se identificaron con su testimonio. Ciento ochenta confiaron sus historias a la ONG, confirmando las prácticas de algunos empleadores: dichos injuriosos, despidos abusivos, etc. Este tipo de trato es aun más frecuente con las empleadas precarias (casi una de cada dos trabajadoras) y en algunas profesiones:enfermeras,educadoras,auxiliares de enfermería, empleadas de oficina. “No es más que la punta del iceberg –precisa la joven–. Cada día recibimos más, de todas las edades y actividades. La mayoría no se da cuenta de que es víctima de acoso.” En un país donde resulta difícil decir “no”, muchas sufren en silencio. Una vez que estas futuras madres de jan de trabajar, “no tienen otra alternativa que interrumpir su carrera profesional –concluye Osawa–. Cuando, después de haber parido, quieren volver a trabajar, sólo podrán acceder a empleos precarios. Su capacidad es anulada”. El uso del tiempo
El gobierno llama a las japonesas a tomar la delantera, pero la mayoría de ellas no está preparada para hacerlo. “Tienen la capacidad, pero no saben cómo hacerla valer”. Habiendo estudiado en Estados Unidos antes de regresar a Japón en 1987, en el preciso momento de la aprobación de la ley sobre la igualdad de género, Osawa recuerda sus primeras conferencias en la universidad: “Al expatriarme, había adquirido una confianza en mí de la que las japonesas tristemente carecen”. En la Universidad de la Mujer de To-
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kio, existe un programa especialmente concebido para apoyar a las madres jóvenes en su regreso al empleo. “Las ayudamos a encarrilarse –explica Osawa Machiko–. Desde 2008, trescientas pudieron recuperar un puesto estable. Pero no podemos responder a todos los reclamos.” En 2013, para solucionar el problema del cuidado de los niños, el gobierno incrementó la capacidad de las guarderías. “En dos años, se crearon 200.000 vacantes más. Deseamos duplicar la c ifra de aquí a 2018”, asegura Takegawa. A pesar de ello, aún se estima en 23.000 el número de niños que podrían permanecer en lista de espera al final del programa, según el diario económico Nikkei Shimbun (30 de septiembre de 2015). Paralelamente, el gobierno lanzó a fines de 2015 un plan de acción para el con junto de emp resas privada s jap onesa s con más de trescientos empleados. Tenían tiempo “hasta el 1º de abril de 2016 para presentar un programa de acciones positivas en favor de las mujeres –explica Takegawa–. Sus esfuerzos serán evaluados durante diez años y, si es necesario, el plan se prorrogará. Asignaremos puntajes que les permitan ser valoradas a través de una clasificación”. Sus ideas “deberán implementarse inmediatamente”. Para las empresas de menos de trescientos traba jadores, “no existen obligaciones, aunque se les pide que hagan esfuerzos”. Esta iniciativa es posterior al fracaso de otro programa, puesto en marcha en 2014, destinado al mismo tipo de empresas. Prometía una compensación de 300.000 yenes (aproximadamente 2.350 euros) por empleada admitida en un puesto de responsabilidad. Se esperaban cientos de pos-
tulaciones; se había destinado una partida de 120 millones de yenes. Pero, al finalizar el programa, a fines de septiembre de 2015, ninguna empresa se había postulado. “La compensación económica era escasa para asumir ese riesgo: se pedía que la designación de mujeres en puestos de responsabilidad fuera inmediata, cuando éstas necesitan previamente una formación –explica Kawaguchi Akira, profesor investigador de la Universidad Doshisha de Kioto y especialista en igualdad de género–. El plan imaginado para este año es mucho más prometedor. Cada empresa podrá tratar de aportar una solución a su medida. Declarando públicamente sus programas, las empresas se sentirán obligadas a implementarlos.” Por su parte, Sakuma Hidetoshi, director general del Chiba Bank, es el impulsor de un manifiesto que reúne a 27 grandes directivos de empresas donde el rol activo de las mujeres en la economía es muy valorado. Esta iniciativa, llevada a cabo simultáneamente con el programa estatal, apunta a eliminar la imagen machista de los empleadores nipones. Desde julio de 2015, se tomaron medidas: permitir que las mujeres conserven su empleo adaptando o reduciendo su horario de trabajo al regresar de una licencia por maternidad (Cross Company); crear áreas de capacitación (Mitsubishi), o incluso recompensar económicamente a los empleados –hombres o mujeres– que regresen a sus casas a horario (Johnson & Johnson) ofreciéndoles la suma simbólica de 50 yenes adicionales (menos de 40 centavos de euro) por día... Este último punto puede sorprender, pero, en virtud de una particular costumbre japonesa, el trabajador debe supuestamente permanecer en su puesto hasta
la partida de su superior jerárquico, aun cuando haya terminado sus propias tareas. Alrededor del 20% de los empleados hombres de entre 30 y 50 años trabajan sesenta horas o más por semana. Para Kawaguchi Akira, la clave de una nueva dinámica reside en la reducción del tiempo de trabajo, tanto para los hombres como para las mu jeres: “El tiempo de trabajo semanal promedio es de cuarenta y cinco horas, al que hay que sumarle diez horas extras consideradas como debidas a la empresa. ¡Es demasiado!”. Takegawa agrega: “Semejante amplitud horaria crea un gran cansancio y afecta el cumplimiento de las tareas”. Un uso del tiempo más flexible podría jugar a favor de un mayor equilibrio entre el empleo y la familia para la madre, pero también para el padre, que actualmente dedica sólo una hora de su jornada a su hogar (contra 2 horas y 12 minutos para un padre asalariado francés) (4). La imagen del hombre en el trabajo y la mujer atareada en el hogar sigue muy arraigada. Desde abril de 2014, las licencias para ocuparse de un hijo están dirigidas a ambos padres y la s asignaciones aumentaron: 67% del último salario, en lugar del 50%. A pesar de ello, sólo el 2,3% de los padres la utilizan (2,03% antes del aumento). Cuando el niño nace, en el 85% de los casos es la madre la que deja de trabajar. Otro obstáculo para la carrera de las mujeres: el traslado del esposo a otra sede de la empresa o a otra ciudad, indispensable para su ascenso. “Cuando un tokiota desea un ascenso, debe aceptar previamente un puesto en el interior –agrega Osawa–. Las esposas los siguen, sin solución profesional detrás.”
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Sometidas a todas estas restricciones, las japonesas se casan menos: 5,3 de cada 1.000 por año actualmente, contra 1 0 de cada 1.000 en los años 1970. Y esa tasa arrastra en su caída a la tasa de natalidad: 1,42 hijo por mujer contra 2,2 en 1970. Ya que en Japón, los niños nacen rara vez fuera del matrimonio (menos del 2%). Osakabe cuenta esta anécdota significativa: por su desempeño a la cabeza de su asociación, recibió en marzo de 2015, de manos de la propia Michelle Obama, el premio internacional al coraje de las mu jeres. Confiesa no habersabido, durante la ceremonia, si debía estar feliz o profundamente ofendida por esta distinción: “Este premio está reservado a los países en vías de desarrollo. Como japonesa, no entendía pues por qué lo recibía. Y luego vi esa clasificación mundial donde Japón estaba lejos del podio en materia de igualdad de género. Entonces me dije: ‘Es verdad, hay que admitirlo: en esta cuestión estamos en vías de desarrollo’”. g 1. Estadísticas publicadas por la Oficina de Igualdad
de Género dependiente de la Oficina del Gabinete (dirigida por el Primer Ministro), “Women and men in Japan 2015”, Tokio, www.gender.go.jp 2. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que establece un índice con diversas variables, ubica a Japón en el 26º puesto (Francia se encuentra en el 12º). 3. www.nippon.com, 13-4-15 (en japonés). 4. Cécile Brousse, “Travail professionnel, tâches domestiques, temps ‘libre’ : quelques déterminants sociaux de la vie quotidienne”, Economie etstatistique, N° 478-479-480, Institut National de la Statistique et des Etudes Economiques (INSEE), París, octubre de 2015.
*Periodista, Tokio. Traducción: Gustavo Recalde
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El 13 de enero de 2016, en Chicago, el hombre de negocios Thomas Pritzker revelaba el nombre del 39º galardonado con el premio que lleva su nombre. Ante la sorpresa general, coronaba a un arquitecto chileno, Alejandro Aravena, de la agencia Elemental.
Alejandro Aravena, arquitecto del año
Del derecho a la caridad por Olivier Namias*
A
menudo presentado como el Nobel de Arquitectura, la recompensa atribuida por la fundación de la cadena de hoteles Hyatt, que dirige Thomas Pritzker, distingue habitualmente a profesionales confirmados: el galardonado anterior, Otto Frei, había fallecido a los 90 años, unos días an tes de la proclamación oficial… De 48 años de edad, Alejandro Aravena no debe su distinción a la irresistible atracción que ejerce sobre las revistas de papel ilustración, sino a realizaciones que apuntarían a la erradicación de la pobreza y estarían puestas al servicio de la mayoría. “Sus construcciones otorgan oportunidades económicas a los menos favorecidos, atenúan los efectos de las catástrofes naturales, reducen el consumo de energía y proporcionan espacios públicos acogedores”, declaró Pritzker (1). Fue el ordenamiento en 2004 del barrio de la Quinta Monroy en Iquique, en el norte de Chile, el que le aportó a Aravena una audiencia internacional en los medios de la arquitectura. Una muy bella historia: comisionado para eliminar una villa miseria, su agencia desarrolló un concepto que permitió la construcción de 93 viviendas con un presupuesto previsto para la edificación de 30. La astucia radicaba en la entrega de medias casas, que los propios ocupantes completarían ni bien tuvieran los medios para hacerlo. En Iquique, los departamentos se presentan bajo la forma de cajas de zapatos apoyadas de forma vertical, y el vacío que los separa debe ser completado por una extensión futura. El maestro mayor de obras entrega un núcleo que comprende un acceso al agua corriente y una habitación. En la planta baja, la zona de extensión tiene el volumen de la cochera de un estacionamiento. El procedimiento autoriza a pasar de 36 a 70 metros cuadrados la superficie de las viviendas al nivel de la calle, y de 25 a 72 metros cuadrados la de los dúplex. Además, habría permitido mantener en el centro de este pueblo de 220.000 almas a familias que de otra manera estaban destinadas al éxodo hacia la periferia. La economía de medios sumada a la apropiación inventiva de los residentes otorga al conjunto un aspecto deliciosamente pintoresco, ya que la autoconstrucción está considerada con una pizca de condescendencia como una expresión torpe pero conmovedora del arte popular. Por otra parte, la receta no surgió a comienzos de los años 2000
de las oficinas de la agencia Elemental: se tomó prestada de los sistemas de viviendas progresivas desarrolladas en los años setenta por arquitectos chilenos como Fernando Castill o Velasco, o del Programa Experimental de Vivienda (PREVI) lanzado en Perú en 1965 por el presidente arquitecto Fernando Belaúnde Terry. Precedentes de arquitectura “socialmente comprometida” que el premiado del Pritzker 2016 mucho se cuida de citar. Compromiso y negocios El alborozo mediático que acogió la consagración de Aravena indica quizá un cambio de era entre los constructores. Tras haber contribuido a elevar al rango de estrellas mundiales a Frank Gehry, autor del Museo Guggenheim de Bilbao, en España, o a Zaha Hadid, que firmó el complejo cultural Heydar Aliyev, regalo del presidente de Azerbaiyán Ilham Aliyev a su padre, la Fundación Hyatt pretende renovar la figura gastada del “starquitecto”. Actriz central del juego, China dio el puntapié final de la partida para esta arquitectura espectáculo cuyo desajuste con las temáticas de la crisis climática y social se acentúa. Los creadores locos que producen “elefantes blancos” cansaron al público; se abre la época de l a arquitectura útil, comprometida, preocupada por el bienestar de la humanidad. Con Aravena como nueva punta de lanza, la Fundación fija la agenda arquitectónica de los años venideros. Pero, ¿es el elegido ese héroe tan esperado? Menos mediatizada, y por lo tanto menos conocida que los estereotipos de las medias casas, la relación entre el arquitecto y el magnate del petróleo Roberto Angelini se anudó en 2006 en oca sión de la renovación de la Quinta Monroy. Frente al rechazo de las autoridades a financiar el proyecto, Aravena se había puesto en contacto con AntarChile, primera empresa privada del paí s. Su CEO, Angelini, se había apurado en aceptar y, por intermedio de su filial Copec, había hecho entrar a su grupo en el capital de Elemental, con un porcentaje del 40%. La idea de vender medias casas a los pobres había entusiasmado al multimillonario. “Alejandro tuvo el genio de lanzar viviendas sociales con dos niveles y posibilidades de extensión” (2), se extasiaba en la entrega a su pollo del Premio Avonni para la Innovación, en 2009. La agencia –un término insuficientemente innovador que Aravena prefiere reemplazar por el de “Do Tank” (“usina para hacer”)– también cuenta como ac-
cionista… a su principal cliente, la Universidad Pontificia Católica de Chile (llamada UC o PUC). Cercana al poder durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), esta institución privada acogió a los “Chicago Boys”, los evangelistas del monetarismo y del libre mercado en la sociedad chilena. Fuera de las viviendas sociales, la cartera de Elemen-
En Constitución, el plan de Elemental echó a los pescadores pobres del centro de una ciudad de la que eran sus habitantes históricos. tal cuenta con varias elegantes construcciones universitarias, todas construidas para la PUC. Nada de arquitectura a completar para los usuarios de la Escuela de Matemáticas (1998), la Escuela Médica (1999), la Escuela de Arquitectura (2004), las Torres Gemelas (2005) y el Centro de Innovación UC (2014), cofinanciado por AntarChile. Durante el anuncio de su nominación al Pritzker, Aravena había declarado: “Nuestro plan es no tener un plan, hacer frente a lo incierto y estar abiertos a lo inesperado”. Pero mientras hace disquisiciones sobre su compromiso ciudadano, ¿cómo evolucionan las medias casas, sus habitantes y sus barrios? Visión de futuro Presentadas como el fruto de la concertación con los habitantes, las operaciones de este tipo a menudo producen los mismos resultados cualquiera que sea el sitio, de Chile a México pasando por Nueva Orleans o Ginebra. En Chile, el terremoto de 2010 y la reconstrucción de la ciudad de Constitución brindaron la ocasión de desarrollar el concepto de Quinta Monroe a mayor escala. Con una implantación somera que no de ja ve r muc ho de esos “espa cio s púb licos de calidad” alabados por Pritzker, el resultado es un buen ejemplo de esos barrios que generosos reconstructores saben ofrecer a los pobres. ¿El cliente? La fábrica Arauco, principal empleador
de la ciudad y filial… de AntarChile. ¿El representante del Estado? Andrés Iacobelli del Río, miembro fundador de Elemental convertido, en 2010 y 2011, en subsecretario de Estado para la Vivienda y el Urbanismo del gobierno de Sebastián Piñera. ¿El supervisor? Pablo Allard, coordinador nacional de la Reconstrucción Urbana y tercer miembro fundador de Elemental. Para Claudio Pulgar, arquitecto e i nvestigador en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, esa operación simboliza un modelo donde la transferencia de los poderes del Estado hacia actores privados considerados como “brillantes, poderosos y distinguidos” trae aparejado un fenómeno de gentrificación (3). En Constitución, el plan de Elemental echó a los pescadores pobres del centro de una ciudad de la que eran sus habitantes históricos. “Una de las razones del entusiasmo por Aravena radica en las ganas de la sociedad y del medio arquitectónico de creer en recetas milagrosas e instantáneas, al tiempo que se desinteresan por sus resultados reales”, analiza el crítico de arquitectura argentino Fredy Massad, una de las raras voces disonantes sobre los méritos del nuevo pritzkerizado (4). Los admiradores de conceptos tales como el que se puso en marcha en Quinta Monroy retornan raramente al lugar: en 2013, o sea, nueve años después de su entrega, el barrio experimental presentaba espacios públicos degradados, una construcción de aspecto insalubre, y no difería mucho de las villas miseria que su puestamente iba a reemplazar. Ya no se ocupan de la calidad del núcleo habitacional generosamente entregado por el arquitecto: no hay agua caliente, los trabajos de albañilería son defectuosos, las terminaciones mínimas, los materiales de muy mala calidad. “En Chile, la vivienda social, o más bien la vivienda subvencionada, se emparenta con lo que en Francia se llama el acceso social a la propiedad. No se trata tanto de una política de vivienda como de un mecanismo financiero de apoyo al sector privado inmobiliario y de la construcción –recuerda Pulgar–. Aquellos que necesitaban una ayuda son reorientados hacia el mercado.” A menudo con un fuerte endeudamiento como broche final. Si bien admite que las desigualdades son uno de los problemas del continente sudamericano, Aravena propone su reabsorción por la ciudad más que por la redistribución: hacer “más con menos”, según uno de sus eslóganes. Esa base ideológica explica la armonía de puntos de vista entre él y el jurado del Pritz ker. Al igual que las fundaciones Gates o Facebook, estas instituciones pretenden adueñarse con sus propios métodos de problemas que antaño correspondían al Estado: medio ambiente, salud, pobreza. Transformar la vivienda social en campo de acción humanitaria, y hacerla pasar así del derecho a la caridad: una visión de futuro. g 1. www.pritzkerprize.com/2016/announcement 2. “Roberto Angelini explica las razones del
fuerte vínculo entre Copec y Elemental”, Lignum, Santiago de Chile, 7-9-09. 3. Claudio Pulgar Pinaud, “Quand la justice spatiale
fait trembler la v ille néolibérale”, Justice spatiale, EHESS/INVI, junio de 2014, www.jssj.org 4. Fredy Massad, “Alejandro Aravena, Premio Pritzker 2016”, La Viga en el Ojo, 15-1-16, http://abcblogs.abc.es
*Periodista. Traducción: Víctor Goldstein
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Ensayo
Libros del mes
) s ’ e i t s i r h C a z e l i t n e G (
Edición 202 | abril 2016
Desigualdad
Internet
La gran brecha
Guerras de Internet
5 5 9 1 ,
h c t a w s ’ w o d i W , o d n o C e g r o e G
Qué hacer con las sociedades desiguales Joseph E. Stiglitz Taurus; Buenos Aires, diciembre de 2015. 480 páginas, 259 pesos.
De la existencia auténtica Primera edición en castellano de una obra que data de 1955, y cuyo autor describe como una “compilación de escritos de circunstancia”. Que “la circunstancia” Paul Ricoeur diste de ser la nuestra, no mella ni el inteFCE; Buenos Aires, agosto de 2015. rés ni la vigencia de estos ensayos. 420 páginas, 343 pesos. Inicialmente, Ricoeur defiende el carácter científico de la historia, al mismo tiempo que la peculiaridad de la “objetividad” histórica (“ética y no lógica”); aborda la cuestión de la subjetividad escindida del historiador, entre un yo “investigador” y un yo “patético”. Plantea la conflictiva relación entre el historiador y el filósofo desde el momento en que el filósofo busca en la historia “el advenimiento de un sentido” que el historiador rechaza; tan conflictiva como la relación entre historia y verdad: la historia sería “un cúmulo de errores”, la verdad, “una suspensión de la historia”. Este planteo tiene componentes teológicos: el autor, cristiano confeso, considera los múltiples órdenes de la verdad, fundamentalmente en su desdoblamiento entre objetividad y existencia percibida; y junto con esa multiplicidad de órdenes, la aspiración religiosa a una unidad en la verdad, ilustrada en su conclusión de que “el problema militar, industrial y económico de la energía atómica no se plantea en la escala de la verdad de la teoría atómica sino en la escala de nuestra existencia… Las responsabilidades que la verdad científica pone en juego demuestran que el acto científico está englobado en la praxis humana…”. No oculta los riesgos que la unificación de la verdad implica, salvo que se la comprenda como figura escatológica, como manifestación del “último día”. En efecto, al abordar la unificación de la verdad por la violencia, abre la reflexión sobre el poder, estructura fundamental de lo político, especialmente expuesto a la i mpostura, y sobre la sucesión del poder clerical medieval por el poder político moderno, donde la filosofía de la historia, por excelencia el marxismo, teoría y a la vez línea de acción, ocupa el lugar de la teología. Su crítica del poder establece una continuidad entre los liberales del siglo XVII, el anarquismo de Bakunin, la Comuna de París y el marxismo, y las interpretaciones teológicas de la “imagen de Dios”, donde el carácter de “instituidas por Dios” de las autoridades coexiste con su carácter “demoníaco”. Realiza una difícil defensa de la no violencia, aun sobre la base de la conciencia de que la violencia hace a la historia. En contraste con la vulgar demonización del estalinismo que siguió a la caída del Muro de Berlín, Ricoeur propone explicarlo por la reducción que el marxismo tiende a hacer de la alienación política a la alienación económica. Reafirma una especificidad de la política, dado que eludir la política es eludir el riesgo de ser humano y de habitar en la historia. Frente a la “conciliación” hegeliana, Ricoeur pone de manifiesto su preferencia por el existencialismo francés, donde enmarca la filosofía personalista de Emmanuel Mounier, y el pensamiento de Jean Paul Sartre “habitado por una suerte de coraje frente a la incertidumbre del sentido de la historia”.
Historia y verdad
Marta Vassallo
El punto de partida del reputado economista Joseph Stiglitz es simple: la desigualdad no deja de crecer y ha creado un abismo, una brecha no sólo económica y social sino también cultural, entre el 1% que cada vez acumula más riqueza y el 99% restante. Apenas una cifra para ilustrar esa realidad obscena: las 85 personas más ricas poseen tanta riqueza como los 3.000 millones de habitantes más pobres del planeta. Stiglitz cree que todos, incluido ese 1%, viviríamos mejor si se reduce ese abismo, cuyas causas él atribuye, principalmente, a la desregulación financiera que, legitimada por la ideología neoliberal de un mercado libre de trabas, impuso una cultura bancaria del alto riesgo que pagaron los contribuyentes tras la debacle financiera de 2008. Con todo, para Stiglitz el capitalismo sigue siendo el mejor sistema imaginable, si bien la política ha de servir de contrapeso al mercado para acabar con lo que él llama un “capitalismo de pacotilla” en que la ley del más fuerte ha acabado con la competencia. En este volumen, que recopila artículos publicados entre 2008 y 2014, Stiglitz propone, de un modo que recuerda a J. M. Keynes tras la Gran Depresión, un “giro a la izquierda”, hacia la redistribución de la renta, como forma de aceitar la economía y garantizar la continuidad del sistema capitalista, si bien en el camino se atreve a alguna formulación más osada, como que “sólo nuevas pautas de consumo y producción podrán abordar el problema fundamental de los recursos”
Natalia Zuazo Debate; Buenos Aires, septiembre de 2015. 320 páginas, 279 pesos.
Internet nació al calor de la globalización y de la creación de gobiernos supranacionales. En ese escenario planetario, Natalia Zuazo recorre las batallas libradas en la Red, tanto las estratégicas como las más pequeñas, alrededor del dilema “quién decide sobre un bien que todos usamos y ayudamos a crear”. Zuazo es una observadora y activa participante de los acontecimientos: acompaña a los habitantes inquietos de Las Toninas en sus reuniones con “gigantes” corporaciones de Internet, cruza en auto la cordillera con un traba jador de Level3 y protagoniza –encubierta– una operación contra el totalitarismo de la Red, consolidado por un proceso de concentración económica sin precedentes, en el encuentro de Net Mundial. Guerras de Internet está organizado en capítulos que relatan el nacimiento y avance de Internet de manera cronológica, pero también propone un relato signado por núcleos problemáticos que giran alrededor de los derechos a ejercer y los conflictos que enfrentan a usuarios, empresas y gobiernos: la guerra por la cultura, por la palabra, por las rutas, por los datos y por la intimidad de ciudadanos espiados y controlados. Con una escritura atrapante, el libro presenta escenas descriptas minuciosamente cual si fueran notas de color de las secciones blandas de un semanario pero que, sin embargo, contienen una densidad política significativa. Ese es, sin más, el lema que reivindica su autora: “Toda la red es política”.
Nazaret Castro
Natalia Aruguete
Historia
Historia concisa de los árabes para lectores sin conocimientos previos, que explica la división del islam en dos ramas, analiza las cruzadas y la reconquista, el conflicto palestino-israelí, la yihad, la sharia, el wahabismo, la primavera árabe y el fenómeno del Estado Islámico, para intentar esclarecer los conflictos y desafíos que desgarran a una región que incluye a seis de los quince principales productores de petróleo. McHugo rechaza la idea de “choque de civilizaciones” pues “las culturas civilizadas se influyen y se benefician mutuamente”. De hecho, sostiene, es imposible analizar la historia de los árabes sin tener en cuenta su interacción con el mundo occidental. Entonces, se propone demostrar “que lo que ha estado aconteciendo durante décadas –de hecho, durante siglos– no es un choque de civilizaciones sino una concatenación de sucesos históricos, políticas erradas y terca ignorancia que han ido generando el creciente desencuentro de Europa y EE.UU. por una parte y el mundo árabe por otra”.
Una breve historia de los árabes John McHugo Turner; Madrid, septiembre de 2015. 372 páginas, 140 pesos.
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Política
Ciencia
Cultura
Fichero El ocaso de la aristocracia rusa Douglas Smith Tusquets; Buenos Aires, septiembre de 2015. 512 páginas, 399 pesos.
Sugestión
Ciencia y política(s) en la Argentina, 1943-1983
Suturas
Andrea Cavalletti Adriana Hidalgo; Buenos Aires, agosto de 2015. 240 páginas, 240 pesos.
Adriana Feld UNQ; Bernal, julio de 2015. 528 páginas, 250 pesos.
Daniel Link Eterna Cadencia; Buenos Aires, junio de 2015. 672 páginas, 360 pesos.
¿Cómo explicar la fascinación política, la rendición de un pueblo ante un líder encantador? ¿Mediante qué técnicas se modelan poblaciones presas de un (bio)poder totalitario devenido clima de época? Enmarcado en el pensamiento político italiano actual y con Foucault y Benjamin como referencias visibles, Cavalletti aborda el problema de la gobernabilidad a partir de una constatación sencilla: la inmensa mayoría de los sujetos es susceptible de ser influenciada. Así, traza la genealogía de las formas que desde el siglo XVII fue cobrando la sugestión: del magnetismo animal y el “fluido maravilloso” a la hipnosis y el sonambulismo, hasta hacer foco en una inquietante teoría de la sugestión que, al decir de su fundador –el Abate Faria– “explica el mundo entero”. Porque en la sugestión está todo y todo es sugestión. Se trata, en lo esencial, de implantar una idea que será imitada, contagiada, obedecida. La sociedad misma no es sino una serie ininterrumpida de sugestiones, de ideas y emociones que se difunden hasta volverse mecanismo de gestión social. El “encantador” –el líder fascista tanto como el Estado– anula las potencias activas: pasiviza y conquista. ¿Hay posibilidad de sustracción? La respuesta afirmativa hace coincidir la sugestionabilidad con la propia existencia como campo en tensión entre los poderes biopolíticos y las resistencias, dado que allí se constituyen los sujetos y sus libertades.
Si bien esta obra puede considerarse un libro de historia centrado en Argentina, en torno a un tópico acotado, lo cierto es que sus páginas son fruto de un diálogo mucho más fluido de su autora –investigadora del Conicet, doctora en Ciencias Sociales de la UBA– con colegas nacionales y extranjeros vinculados al campo de los estudios sociales de la ciencia. Este extenso volumen aborda la intersección entre la política y las políticas públicas de ciencia y tecnología en Argentina durante el período 19431983, profundizando en la génesis de las instituciones y el ciclo vital de políticas públicas institucionalmente situadas, en el que se hacen visibles tensiones entre diferentes actores y contradicciones entre retóricas y prácticas. El objetivo es dirigir la mirada a las especificidades locales, pero sugiriendo algunas variables, categorías y tipologías que permitan comparar diferentes etapas y modelos institucionales en la historia argentina y, eventualmente, señalar analogías y diferencias con otros casos de América Latina. Feld subraya aquí la relevancia del rol que desempeñan la historia, la memoria y la tradición de las instituciones de política científica en la orientación o justificación de las políticas recientes y, a la inversa, analiza cómo se resignifican las instituciones y las políticas del pasado en función de la situación presente.
Concluye con este libro una trilogía compuesta por Suturas; Clases. Literatura y disidencia (2005), y Fantasmas. Imaginación y sociedad (2009); trilogía que constituye un recorrido que incumbe una meditación de las prácticas culturales en el siglo XX, la imaginación literaria y, aquí, los cuerpos, tanto en su imagen como en su escritura. Esta preocupación por lo corporal está en sintonía con varias modas teórico-críticas que retoman a esa dimensión como problema, sentando sus bases, principalmente, en la biopolítica italiana (con Giorgio Agamben a la cabeza). Por eso, el libro se asoma al problema del vínculo entre cuerpo y vida y cuerpo y escritura, sobre todo, considerando que esta relación final abre las puertas de otro problema: ¿qué pasa con los saberes decimonónicos, cientificistas y sistemáticos del siglo XIX en nuestros tiempos? La respuesta a ese cambio disciplinar, Link la encara desde una primera persona que pone su vida y su obra en escena para luego pensarla, reflexionando el lugar de la palabra, del discurso amoroso o de la filología en este presente que interpela y arrebata. Pero, al mismo tiempo que impulsa la lectura crítica hacia adelante, Link es preso de su tiempo: es adicto a las nuevas tecnologías pero acepta que prefiere el mail y el blog como espacios de escritura por parecerse al epistolario y al diario íntimo decimonónicos. La herida de lo nuevo sólo puede suturarse con formas viejas.
Diego Picotto
Julián Chappa
Fernando Bogado
Historia
después. En particular, la responsabilidad de Juan Domingo Perón en la creación de la Alianza Anticomunista Argentina (la Triple A) es objeto de debate, desde hace algunos años, entre historiadores y especialistas en el período. Esa organización paraestatal desempeñó un papel clave en la represión al sindicalismo combativo en general y, más específicamente, fue el brazo armado mediante el cual la ortodoxia peronista disputó el poder en la interna de dicho movimiento, aún antes del retorno de Perón a Argentina. El libro de Bufano y Teixidó es un perturbador aporte a la discusión. Lo es porque no emplea documentos “secretos” ni apunta al “impacto” de “revelaciones”. Se concentra en aportar evidencia pública (discursos,
entrevistas, información periodística) que por acumulación sostiene la hipótesis de los autores de que Juan Perón no sólo no podía desconocer la existencia de la Triple A, sino que alentó la conformación de estas nuevas “formaciones especiales”, tan diferentes a las que había impulsado en los setenta. A más de cuarenta años de los sucesos que narra, la escalada retórica de Perón aparece cuidadosamente encarnada con la materialización criminal de las acciones de las bandas de asesinos organizadas para enfrentar no sólo a Montoneros sino, más ampliamente, a los grupos radicalizados, armados o no, que actuaron en la década de 1970. Si bien algunos juicios sobre la política de Montoneros en su relación con Perón merecen cierta discusión, el libro es un gran aporte a las miradas sobre el período.
Perón y la Triple A Las 20 advertencias a Montoneros Sergio Bufano, Lucrecia Teixidó Sudamericana; Buenos Aires, junio de 2015. 448 páginas, 279 pesos.
Los años previos al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fueron opacados, hasta fechas recientes, por el impacto de la magnitud de las violaciones a los derechos humanos producidas por la dictadura cívico–militar. Esto, a la vez, impidió –implícita o explícitamente– debatir el lugar que la represión paraestatal tuvo durante los gobiernos constitucionales posteriores a la dictadura de Lanusse y derrocados tres años
Imágenes, escritura, vida
Federico Lorenz
Centrándose en la experiencia de dos familias –los Sheremétev y los Golítsin–, que intentaron adaptarse y sobrevivir a la nueva realidad de la Unión Soviética, el autor relata la caída de la élite aristocrá tica rusa, que a principios del siglo XX , en apenas unos años, pasó del esplendor y la riqueza fastuosa a padecer la persecución, la desposesión, la cárcel y el exilio, convertida en “enemiga de clase” por la Revolución Bolchevique.
Avaricia
Emiliano Fittipaldi Akal; Madrid, diciembre de 2015. 256 páginas, 310 pesos.
Periodista encargado de temas vaticanos para L’Espresso, Fittipaldi desnuda en esta investigación, basada en fuentes confidenciales de la cur ia y una gran cantidad de documentos internos vaticanos la codicia y la corrupción que reinan den tro de las finanzas de la Iglesia Católica , desde los suntuosos gastos personales de los cardenales a los desvíos de fondos de obras caritativas y el inmenso patrimonio inmueble de la Santa Sede.
La encrucijada española Pedro Brieger Capital intelectual; Buenos Aires, octubre de 2015. 264 páginas, 235 pesos.
Con eje en la profunda crisis económica y social que vive España y los movimientos que surgieron al calor de las manifestaciones del 15 de mayo de 2011 (15-M), entre los que se destaca Podemos, Pedro Brieger entrevista a los principales protagonistas de la conflictiva actualidad española —entre otros, Íñigo Errejón, Jaime Pastor, Manuela Carmena– que parece poner punto final a la era iniciada con la Transición.
Miradas Cuentos sudafricanos
Zoë Wicomb, Ivan Vladislavic UNSAM; San Martín, septiembre de 2015. 240 páginas, 182 pesos.
Selección de cuentos de dos de los más renombrados escritores sudafricanos de la actualidad, que aportan una mirada compleja, profunda y crítica de las relaciones humanas de la población “de color” bajo el aparthe id y de la vida cotidiana en medio de la aguda crisis social que sufre actualmente la nación arcoiris, que Ivan Vladislavic presenta como un “mundo del revés”.
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Editorial
Sumario
La derecha en guerra por Serge Halimi
Staff
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Editorial: Sobre los emprendedores
2
por José Natanson
Ora pro nobis
3
por Martín Rodríguez
Dossier El temblor brasileño La crisis del posneoliberalismo
4
por Federico Vázquez
S
El desarrollismo brasileño en peligro
ábado 27 de febrero, Mobile (Alabama). paneles promocionan a candidatos todavía en carreLa reunión anual del Comité Ejecutivo ra a fines de febrero –Ted Cruz, Marco Rubio, John del Partido Republicano de Alabama se Kasich, Ben Carson– y reparten prendedores y vodesarrolla en el aula magna de un cen- lantes con sus nombres. Nada de eso para Trump. El tro de convenciones tres días antes de patito feo neoyorquino parece contar con muy pocos las elecciones primarias en varios Esta- fieles entre esos cuadros republicanos que ya anticidos del Sur del país. Varios centenares de funciona- pan la catástrofe: en noviembre, si pierde; después, si rios locales participan en dicha reunión. Allí es más resultase ganador… fácil cruzarse con un funcionario negro que con un Pero cuando más molesta es cuando vilipendia a partidario de Donald Trump. Una paradoja singu- los musulmanes. La moción Nº 2016-06 recomienlar en un Estado en el que el millonario neoyorquino da incluso que Estados Unidos les niegue el asilo a parece muy popular –algo que confirmará tres días todos los “refugiados originarios de países que tiemás tarde cuando gane con comodidad la elección nen relaciones con el islam radical”. Un funcionario primaria– y donde el Partido Republicano está com- republicano la defiende: “Tenemos la impresión de puesto por blancos casi de manera exclusiva (1). que la mitad del mundo quiere venir a Estados UniDesde el estrado no se pronuncia el nombre de dos y matar estadounidenses”. Su impresión, así coTrump. Pero está presente en el ánimo de todos. El mo la imprecisión del texto que apoya, da cuenta de éxito de su campaña compromete el futuro del par- un conocimiento muy aproximativo de la política tido. Cada elección cuenta con uno o dos candida- internacional, porque puede pasar que a un frantos que no gustan; ¿y cómo, por ejemplo, apreciar a cés presente en la sala le pregunten, por lo demás un hombre tan antipático como su principal rival, sin malicia, si la mayoría de la población de su país es el senador de Texas Ted Cruz? Casi ninguno de sus musulmana. La moción es rechazada, por muy poco. colegas parlamentarios lo logra. Pero con Trump la En la cena que sigue (mala, a pesar de que cuescosa es bien distinta; es lo que los manuales de ma- ta 150 dólares), dos tercios de los camareros son negros, el 98% de los comensales son blancos. Esta vez, nagement llaman una “toma de control hostil”. Porque muchos republicanos, entre los que se cuenta la cada uno de los candidatos envió un emisario. Por aplastante mayoría de los funcionarios, sospechan Carson, su hijo. Criticando implícitamente a Trump que no tiene más móvil ideológico que su narcisis- (a quien sin embargo su padre va a decidir apoyar mo desbocado, sus pulsiones autoritarias. Y que se trece días más tarde), abre su discurso con una cita preocupa menos del “partido de Lincoln y de Rea- de la Biblia: “Cuídate de los falsos profetas”. La vogan” que de la reputación de sus hoteles de lujo y su cera de Cruz se sirve del mismo repertorio, pero para marca de vodka. Este 27 de febrero, en Mobile, los insistir en la constancia ideológica de su candidato: cuadros republicanos animan un ejercicio un poco “Por sus frutos los conoceréis”. Rubio, por su pardesesperado, aleatorio: reafirmar mediante el voto te, envió a un emisario importante: Rick Santorum, electrónico a los fundamentales del partido, con el muy popular en los círculos evangelistas. Él mismo temor de que Trump los convierta pronto en confeti. candidato en 2012, ganó las primarias de Alabama. Para testear provisoriamente el funcionamiento del Un funcionario local aparentemente poco conocido pequeño mecanismo gracias al cual van a arbitrar en- defiende después la candidatura de Trump: “Lo metre las distintas opciones que les serán propuestas, los jor que tiene es que mueve a las masas”. cerca de trescientos miembros del comité republicano Y finalmente llega el momento más esperado (y “eligen” para empezar su película de guerra favorita. anunciado) de la noche y la parte que acaso más cara Patton aplasta a Pearl Harbor. La selección ofrecida y les salió a los organizadores: Mark Geist, un ex agente el resultado sugieren que a los cuadros del partido les de seguridad privada en Libia que se volvió un confegustan las grandes batallas y prefieren las victorias. renciante de lujo, hace una exposición detallada –inDespués intervienen votaciones más significati- cluso demasiado como para que se pueda entender vas: el 76% reclama que las próximas primarias de algo– del ataque, en septiembre de 2012, al consulado Alabama sean “cerradas”, es d ecir, reservadas pa- estadounidense de Bengasi. De donde se desprende ra los electores del partido (las de este año fueron una conclusión transparente, que se vuelve unánime: “abiertas”). Objetivo transparente: complicar en la negligencia de Hillary Clinton, en ese entonces se2020 la tarea de candidatos republicanos poco or- cretaria de Estado del presidente Obama, fue la restodoxos como Trump, que llevan a las urnas a mu- ponsable de la muerte del embajador John Christochos electores demócratas o independientes. Por si pher Stevens. El tono de la campaña ya está dado. Y el mensaje no llegara a ser del todo claro para Trump, no por estadounidenses enojados, víctimas de la prepropietario de varios casinos, otra resolución se opo- cariedad, del desempleo, de las deslocalizaciones: cane a “cualquier forma de juego por dinero” en Alaba- si todos los que están acá tuvieron que pagar su pasama. El resto del programa de la reunión es más clá- je, su habitación de hotel, su cena. Dos o tressemanas sico: denuncias del “programa destructor de Barack de salario mínimo local –7,25 dólares la hora (el más Obama y Hillary Clinton”, recordatorios acerca de bajo del país)– apenas si alcanzarían. que la elección presidencial va a determinar el equi¿La aversión que Obama y la señora Clinton suslibrio político de la Corte Suprema, nuevo pedido de citan entre los cuadros republicanos logrará surestricción del derecho al aborto, rechazo reiterado mergir la desconfianza que les inspira Trump? Pade un control a las armas de fuego. ra Vaughn Poe, que preside un condado del partido En la entrada a la sala de reuniones, varias mesas y en Alabama y que tiene además la particularidad � (Continúa en la página 30)
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por Marcelo Falak
Berta Cáceres
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Israel vs. Brasil
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Escuela pública e igualdad social
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El Hezbollah, dueño de la situación en el Líbano
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El Magreb y la guerra en Siria
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Dossier Nueva carrera armamentista Estados al servicio de la industria bélica 22 por Philippe Leymarie
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Editorial: La derecha en guerra
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por Serge Halimi
Suplemento # 39: La educación en debate Universidad Pedagógica Buenos Aires
La educación en debate
#39 abril 2016
¿Evaluar al maestro? por Diego Rosemberg*
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na vez, cuando era ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco participó de un foro con empresarios argentinos. Los CEO más importantes se reunían a dar su punto de vista sobre la realidad nacional y, por supuesto, a cenar. Mientras los mozos bandejeaban un tentempié, previo al primer plato, uno de los anfitriones se acercó al entonces funcionario, se mostró preocupado por “la calidad educativa”, y le sugirió con cierta suficiencia cuál debería ser su política: “Lo que usted tiene que hacer es evaluar. No sólo a los alumnos, también a los docentes. Nosotros evaluamos todo: los materiales, los procesos, los trabajadores, la producción. Hay que evaluar. Es la garantía de la eficiencia”. Tedesco –que poco después se hizo cargo de la frustrada Unidad de Planeamiento Estratégico y Evaluación de la Educación bajo el gobierno de Cristina Kirchner– intentó señalar que había que ser cuidadoso: “Educar no es como fabricar zapatos”, sentenció. En la última década, la educación –por fin– comenzó a ser parte de la agenda política y, con ella, entró en debate la cuestión de la evaluación a los docentes. Todos los candidatos a Presidente de las últimas eleccionesmencionaronalgunapropuesta vinculada al tema (1). Como había prometido en su campaña, a poco de asumir, el presidente Mauricio Macri creó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Calidad y Equidad Educativa. Le da tanta importancia que fue una de las únicas dos acciones educativas que mencionó en la apertura de las sesiones ordinarias del Parlamento (la otra fue la extensión de la obligatoriedad escolar para la sala de tres años). En su discurso aseveró que para obtener calidad educativa es imprescindible evaluar. Para dirigir el nuevo organismo de evaluación, Macri nombró a Elena Duro, una especialista en educación que desarrolló su carrera en Unicef. Según anunció el ministro de la cartera, Esteban Bullrich, el ente creado será autónomo y evaluará a los docentes, a las instituciones y a los estudiantes. Duro no contestó las solicitudes de entrevista formuladas por La educación en debate para conocer sus objetivos. Sin em-
bargo, su ideario sobre el tema puede rastrearse en algunos documentos que publicó cuando todavía se desempeñaba en el organismo internacional (2). Hace poco más de un año, la ahora funcionaria señalaba en un paper con membrete de Unicef que es innegable el rol clave que tienen los procesos evaluativos para la gestión educativa y para todo proceso que involucra la toma de decisiones. “Sin embargo –advertía–, así como se reconoce su potencial valor, es un campo polémico y puede provocar efectos no deseados que hay que prevenir y evitar.” La especialista subrayaba que los resultados de las evaluaciones están íntimamente relacionados con los niveles de consenso de todos los actores del sistema en torno a los fines establecidos, con su involucramiento en el proceso, con la forma en que se difunda la información y los usos que se le dé y con la relación que se establezca con la toma de decisiones de política educativa. “La evaluación –sentenciaba– hay que concebirla como una actividad que brinda un servicio a los tomadores de decisiones y a los involucrados en el proceso educativo y no a la inversa.” Para posibilitar escenarios positivos en procesos evaluativos, Duro recomendaba tener en claro la finalidad de la evaluación: “Habría que evaluar para obtener información que oriente acciones de políticas que redunden en el cumplimiento de los derechos de infancia y adolescencia a acceder y a permanecer en la escuela, a aprender y a la no discriminación y convivencia escolar. A su vez, la disminución de las brechas de inequidad debe estar entre sus propósitos. En esta mirada prima el uso de la información evaluativa para la mejora interna, se reconoce el fin de rendición de cuentas y se anula la evaluación como mecanismo de control o ascenso”. Según el documento elaborado por Duro, la evaluación puede ser una potente herramienta para promover mejoras así como para provocar efectos perturbadores o tener nulo impacto. “Uno u otro camino dependerá de la finalidad y de los modelos evaluativos así como de la difusión y comunicabilidad de esa información –aseguraba–; pero, fundamentalmente, de las decisiones que se tomen
Suplemento
a partir de sus valoraciones. Hoy hay conciencia de los efectos poco constructivos para la mejora que produce una información centrada en el ranking escolar. Una recomendacióna considerarseríadifundir los resultados de una evaluación en forma amigable junto a las decisiones e insumos adoptados para revertir lo necesario.” Los parámetros sobre los que se realizan las comparaciones valorativas pueden convertirse, para la funcionaria, en un punto de tensión. “Evaluar sobre un ideal alejado del contexto brinda insumos poco estimulantes a los actores que deben provocar los cambios deseados”, prevenía y sugería evitar las pruebas estandarizadas: “En los países que han estandarizado su educación se encuentra que docentes y estudiantes dirigen sus esfuerzos para responder a los tests estandarizados en detrimento del sentido más integral de la educación”. Por último, Duro suscribía que apoya las políticas de autoevaluación institucional en los niveles inicial, primario y secundario: “Los procesos autoevaluativos, participativos, se consideran complementarios a procesos de evaluación externos. Forman cultura evaluativa y a docentes en el uso de herramientas evaluativas. En términos de impacto se constatan efectos positivos en la performance de las escuelas”. El macrismo ya aplicó, durante su gestión en la Ciudad de Buenos Aires, una evaluación docente optativa. La cantidad de maestros que aceptó la propuesta fue baja, lo que podría indicar que el sistema no gozaba del consenso de los actores ni del involucramiento que demandaba Duro (véase la entrevista a Tamara Vinacur en este mismo suplemento). El sistema implementado en la Ciudad intentaba reemplazar –o al menos convivir– con otro preexistente: a fin de año, los directores de escuela deben evaluar y calificar a los maestros, metodología que demostró un alto grado de comportamiento corporativo, ya que casi todos los evaluados superan los nueve puntos y un número considerable alcanza el diez. A la vez, funcionan las juntas de evaluación docente encargadas de analizar las trayectorias de los profesores a la hora de asignar nuevos cargos, históricamente manejadas por los gremios de la educación.
Más allá del documento de Unicef suscripto por Duro, no se conoce aún cuáles serán los objetivos ni las líneas de trabajo del organismo recientemente creado. De acuerdo al discurso de distintos funcionarios del Gobierno Nacional en otras áreas, el nuevo paradigma que regiría al Estado se asemeja bastante a la lógica racionalinstrumental propia de las empresas privadas. En estas corrientes de pensamiento suele mostrarse a la evaluación como una herramienta técnica y presuntamente neutral. Habría que ver si esa misma ló gica se aplicará al sistema educativo. Por ahora, poco o nada se dice del marco ideológico que dará sentido a los resultados obtenidos en las evaluaciones. Tampoco se habla sobre cómo se transformará la información recolectada en políticas específicas ya que, más allá del sentido común instalado, la evaluación per se no mejora la enseñanza: lo que puede cambiar la situación son las acciones que se ejecuten a partir del diagnóstico realizado. La dirigencia política coloca en agenda la evaluación docente bajo la supuesta necesidad de recertificar la idoneidad profesional de los maestros. De esta manera, como efecto no deseado –¿o a veces sí?–, termina por poner en duda al propio Estado, quien es el encargado de formar y acreditar a los docentes. Ese manto de sospecha –opinan muchos especialistas– termina por restar autoridad a quien se para al frente de una clase. El gran desafío de un sistema de evaluación docente consiste en poder dimensionar que la tarea del maestro excede la mera acción individual sin olvidar que existen responsabilidades que son del orden personal. Pero la labor en la enseñanza se trata de una tarea esencialmente colectiva y fuertemente condicionada por la institución, las condiciones laborales y el contexto social donde se realiza, por lo que las pruebas estandarizadas no parecen suficientes para obtener una información útil en una actividad que requiere saberes didácticos y disciplinares pero también prácticos y vinculares. Por eso, parece difícil aislar el debate sobre la evaluación de maestros y profesores de las discusiones sobre la carrera docente, el estatuto gremial y las condiciones laborales e institucionales. g 1. Mariana Liceaga, La educación en debate, Nº 35, octubre de 2015, Buenos Aires, UNIPE-
Le Monde diplomatique, edición Cono Sur. 2. http://www.unicef.org/argentina/spanish/ Evaluacion_educativa29-8-2014.pdf *Periodista, editor de La educación en debate y de la revista Tema (uno) de la UNIPE. Docente de la Universidad de Buenos Aires y miembro de ANCCOM.
II | La educación en debate
#39 ¿Evaluar al maestro?
LA EXPERIENCIA CHILENA
“Objeto externo, desconocido y
problemático”
C
Rómulo Macció, Octógono, 1967 (fragmento)
EL CASO MEXICANO
Pruebas, protestas y represión
L
a reforma educativa realiza- tiva que educativa”, asegura la investigada en México en 2013 colocó dora mexicana Etelvina Sandoval. en su centro a la evaluación La evaluación ocasionó una fuerte docente obligatoria. Para resistencia docente e incluyó enfrentaimplementarla fue tan ne- mientos con la policía en los estados de cesario modificar la legislación laboral Zacatecas, Oaxaca (se montó un operaticomo movilizar las fuerzas de seguri- vo de 10.000 policías cuando se evaluaron dad para reprimir a los maestros que 2.000 maestros), Chihuahua, Michoacán, se oponían al nuevo sistema porque, a Veracruz y Chiapas, donde la represión partir de los exámenes anuales de des- terminó con un maestro muerto. empeño, pierden la estabilidad laboral. Para evitar las manifestaciones de Aquellos que den mal tres pruebas se- protesta, en varias oportunidades los rán despedidos del sistema educativo, docentes que debían rendir los exámesin gozar de ningún derecho adquirido, nes fueron trasladados de madrugada aunque muchos cuenten con dos o tres en carros policiales hasta los establecidécadas de antigüedad. Si, en cambio, mientos –vallados– donde se realizalos docentes aprueban la evaluación, ban las evaluaciones. deberán revalidar sus competencias Ya se evaluaron 150.000 maestros recién dentro de tres años. aunque no se hicieron públicos los reLa nueva legislación también esta- sultados.Muchosdocentestuvieronseblece un examen de ingreso a la carrera rias dificultades al cargar sus datos perdocente. Antes, los egresados norma- sonales en la plataforma online –que colistas se incorporaban directamente lapsó en varias oportunidades– y otros, al sistema educativo. Ahora, cualquie- que vivían en poblados que carecían de ra que se considere apto para enseñar conexión a Internet y hasta de luz elécpuede rendir la evaluación, por más trica, ni siquiera pudieron hacerlo. “Esque no se haya formado como docente. tamos en un país con una heterogeneiSi aprueba, comienza a trabajar y de- dad escolar y cultural muy grande. Para be revalidar sus competencias al año. evaluar si una persona es buen maestro En ese lapso, cuenta con tutores que hay que tomar en cuenta el contexto en lo asisten, lo observan y realizan infor- que se desempeña, y aquí no se hace”, mes sobre su desempeño. cuestionaSandoval. Los exámenes son secretos. Por lo La investigadora recuerda que el que relataron algunos docentes que lo sistema de evaluación docente ganó rindieron, se evalúan conocimientos consenso social luego de una campasobre las reglamentaciones y leyes vin- ña de desprestigio contra los maestros. culadas al sistema educativo, se pre- “Sobre todo –agrega– de los grupos sentan casos hipotéticos para conocer empresarios. Decían que los maestros cómo reaccionarían en esa situación no trabajan, que no saben enseñar, que (por ejemplo, si dos estudiantes se pe- en las pruebas estandarizadas PISA los gan) y, por último, deben elaborar una chicos rinden peor que en Finlandia...” planificación. La prueba llega a durar Para implementar este plan, el Gonueve horas y los maestros no pueden bierno creó el Instituto Nacional de llevar ningún objeto consigo. Evaluación y Formación Docente. En “Nadie ve esta evaluación como una palabras de Sandoval: “Una gran buposibilidad de mejorar la educación; rocracia que contrata evaluadores. Se sino como un atentado contra los de- gasta más en evaluación que en formarechos laborales. Los maestros dan el ción de maestros”. g examen para no perder el empleo. Es más una reforma laboral y administra- D.R.
hile fue un país pionero en América Latina en implementar cierta racionalidad técnico-instrumental –habitual en las empresas privadas– a la gestión estatal de la educación, un proceso que se dio en llamar Nuevo Management Público y que incluye la evaluación de desempeño docente de acuerdo a estándares prefijados y el reconocimiento económico de acuerdo a los resultados obtenidos. Así fue como nació la Política de Evaluación e Incentivo al Desempeño Docente que comenzó a ejecutarse en 2004. La evaluación de los profesores consta de cuatro etapas. En la primera, denominada portafolio, cada maestro debe presentar su planificación pedagógica durante doce semanas, acompañada de la grabación de una clase de cuarenta minutos. Después debe desarrollar una autoevaluación que consiste en responder una serie de preguntas sobre su propia práctica y desempeño laboral. En tercer luga r, el maestro se entrevista con otro docente que ha sido entrenado para esta labor y que no pertenece a su propia comunidad. En última instancia, los directores y jefes de departamento realizan un informe sobre el desempeño. Este sistema de evaluación clasifica a los docentes en cuatro categorías: destacados, competentes, básicos o insatisfactorios, según los maestros demuestren el manejo de los conceptos de un documento llamado Marco para la buena enseñan za, aprobado por el Ministerio de Educación trasandino. Aquellos docentes que aplican a las tres primeras categorías deben revalidar sus aptitudes a los cuatro años, mientras que quienes hayan sido calificados como insatisfactorios tendrán que rendir nuevamente al año siguiente. Si otra vez no logran pasar de categoría, pueden incorporarse a un “Plan de Superación Profesional” –acompañados por un docente tutor– y dar por tercer año consecutivo el examen. Si nuevamente no alcanzan los objetivos establecidos, no tendrán otro camino que dejar la docencia. A su vez, los docentes que son evaluados como destacados o competentes pueden rendir un nuevo examen sobre conocimientos pedagógicos y disciplinares para obtener una recompensa económica llamada “Asignación Variable por Desempeño Individual”. Y, por último, la aprobación de un tercer examen los habilita para la “Asignación de Excelencia Pedagógica” que implica directamente un aumento salarial y convertirse en maestros de maestros. “El maestro de maestros es considerado como líder dentro del profesorado, puesto que encarnaría varias de las características del estereotipo profesional, como la de un sujeto emprendedor y responsable de su propia trayectoria”, señalaba el investigador chileno Vicente Sisto en un trabajo publicado a mediados de 2013 en la revista Teoría y Sociedad .
La cantidad de docentes que califican como insatisfactorio habitualmente no llega al 3 por ciento, mientras que el grueso –por arriba del 60 por ciento– integra la categoría de competente. No obstante, la mayoría de los docentes no se vuelca a los programas de incentivo y desarrollo profesional, que es de carácter voluntario. Sisto investigó las razones de esta situación. Para eso entrevistó a maestros de diferentes niveles y desmenuzó sus discursos. “Un aspecto transversal observado en el análisis de las metáforas [utilizadas por los docentes] –señaló– es la configuración de un otro [referido al sistema de evaluación], el cual es presentado como un enemigo, un objeto amenazante o un sujeto que no entiende la realidad de los docentes.” Sisto concluye que los docentes chilenos no sólo ven al sistema de evaluación como algo negativo, sino como violento: “Un in-
Sisto detectó que los docentes ya no miran a la escuela como un segundo hogar; ahora la ven con características empresariales. vasor que impone una versión de educación proveniente de un contexto ajeno”. A partir del Nuevo Management Público, Sisto detectó que los docentes chilenos le adjudican a la escuela características empresariales, abandonando la tradicional mirada que la asemejaba a un segundo hogar. Bajo esta mirada, “los actores educativos ya no son personas, sino números”, sentencia. Otro elemento que le llamó la atención al investigador es que la evaluación es percibida como “un objeto desconocido, externo y problemático”, difícil de abordar y no percibido como un material concreto sino más bien abstracto. En las entrevistas con Sisto, los docentes también se quejan de que la evaluación es meramente teórica, que no considera al maestro como una integridad, no toma en cuenta sus capacidades afectivas y, además, lo descontextualiza del aula. Por último, el especialista recogió la insatisfacción docente con un sistema que no hace diferencia entre los evaluados, que carece de contacto personal e ignora la heterogeneidad de factores presentes en la comunidad escolar donde se desempeña. En un sistema educativo actualmente muy cuestionado por los propios actores, la evaluación docente es un tema más de conflicto. g D.R.
La educación en debate | III
MIGUEL DUHALDE, GREMIALISTA
Niegan al sujeto
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omo Secretario de Educación de CTERA, el gremio docente más grande del país, Miguel Duhalde se opone a sistemas de evaluación estandarizados y que incidan directamente en las políticas salariales. Sugiere otras formas de pensar el debate. ¿Es necesario evaluar a los docentes? Desde CTERA cuestionamos los sistemas estandarizados que se focalizan en el rendimiento de los alumnos o en el desempeño de los docentes. Estas pruebas buscan generar mecanismos de control diagramados desde las posiciones dominantes para determinar qué saberes y conocimientos se deben adquirir en las escuelas, independientemente del país, región o provincia de la que se trate. Todo ello con el sentido de elaborar rankings y generar un contexto de competencia, clasificación y rotulación que sirve para instalar los negocios en educación, la privatización y la mercantilización. Es necesario otro tipo de evaluación. ¿Cómo debería ser? Habría que diseñar dispositivos que no se limiten a evaluar a educadores y estudiantes por su desempeño individual, sino que tengan un alcance hacia el sistema educativo, las instituciones escolares, el trabajo docente como construcción colectiva y los procesos de enseñanza y de aprendizaje. En CTERA sostenemos –y lo plasmamos en un acta paritaria de 2013– que la evaluación debe comenzar a construirse a nivel institucional. Una autoevaluación institucional es la mejor posibilidad para que el conjunto de los trabajadores pueda mirarse integralmente como proyecto pedagógico colectivo, para describir y analizar sus políticas y prácticas en el contextosocio-histórico, construyendo una memoria pedagógica acerca del impacto de las políticas educativas, de las prácticas institucionales, pedagógicas y didácticas. Esto implica definir al docente como sujeto del proceso de construcción de conocimiento y no como mero objeto de evaluación. ¿Para qué es necesario evaluar? Para conocer, comprender, dimensionar, valorar y apreciar de qué manera y hasta qué punto se asumen las distintas responsabilidades y los compromisos para garantizar el derecho social y humano a la educación. Evaluar los procesos de enseñanza y de aprendiza je se sostiene en la necesidad de comprender y entender la complejidad de las prácticas docentes para mejorarlas y repreguntarse por su calidad, pertinencia y relevancia social. Es decir, se evalúan las trayectorias e itinerarios escolares para obtener información sobre sus aprendizajes y no para ubicarlos en un ranking competitivo. ¿Qué es lo que habría que evaluar? ¿El resultado, el desempeño o los conocimientos? La concepción de evaluación que se trata de instalar en el sentido común
viene de la economía de la educación. Sigue el esquema de la educación bancaria, donde el educando es un receptáculo, se niega su existencia como su jeto y se desconoce su real idad como experiencia. Nosotros pensamos que hay que evaluar la realidad pedagógica en su complejidad. Es necesario contar con información sobre el sistema: cobertura, niveles de inclusión, exclusión, ingreso-egreso, promoción, sobre-edad, origen socioeconómico, inversiones y costos; también hay que construir datos sobre los procesos de enseñanza y de aprendizaje en los diversos contextos socioculturales. Planteamos la necesidad de un sistema evaluativo que sea permanente, sistemático, participativo, integral, formativo y no punitivo. Se trata de un proceso que, lejos de responder a estándares internacionales –centralizados, externos y antidemocráticos–, permita dar cuenta de la diversidad de los impactos que las transformaciones educativas tienen en el sistema, la escuela y el aula. La evaluación debería propiciar la participación activa de los involucrados; sólo así es posible contemplar exhaustivamente las necesidades. Esto implica despegar el sentido de la evaluación del puro control externo, para situarlo en el lugar del aprendizaje compartido entre quienes participan del proyecto educativo, a los efectos de llegar a producir transformaciones o mejoras en el sistema. No se trata de una mera sumatoria de datos cuantitativos. ¿Cómodeberíahacerseesaevaluación? Es posible pensar en una metodología que lleve adelante modos de evaluar que se perfilen como “procesos de investigación educativa”. Desde CTERA venimos consolidando un modo de trabajo para la producción de conocimientos sobre y desde el trabajo docente, basado en la sistematización de su labor, un proceso de construcción de conocimientos a partir de nuestra experiencia de intervención en una realidad social. Qué, cómo, por qué y para qué enseñamos debe ser definido a partir de la reflexión sobre cómo nos posicionamos los educadores con relación a nuestro propio trabajo. Los procesos de sistematización de experiencias abonan el terreno para pensar dispositivos de coevaluación institucional alternativos, adecuados para trabajar en el contexto actual. Permiten resistir la presión que el poder dominante ejerce a través de los mecanismos internacionales de evaluación estandarizados. Desde la clase trabajadora docente se propone pensar la evaluación ligada a los procesos más complejos que la contienen como la formación y el trabajo docente. ¿Debería incidir en la política salarial? De ninguna manera. Rechazamos todo intento de implementar políticas de evaluación docente que impliquen atar el salario al puntaje obtenido de una prueba estandarizada de medición de supuestas competencias. Defendemos la idea que los procesos que dan por resultado una educación de calidad son múltiples, interrelacionados e implican gran cantidad de sujetos sociales responsables, cuyas acciones e intervenciones no son evaluables de manera aislada, sino articulada y colectivamente. g
D.R.
EMILIO TENTI FANFANI, INVESTIGADOR
Mejorar la formación
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milio Tenti Fanfani, investigador principal del CONICET y de la UNIPE, es uno de los expertos más destacados en Sociología de la Educación. Dedica su labor a estudiar a los maestros y los cono ce como muy pocos. ¿Hay que evaluar a los docentes? Ya hay mecanismos de evaluación; el estatuto docente establece que al final del año, el responsable de la institución tiene que evaluar a los maestros. Habría que ver si hay que revisar esos dispositivos. Hicimos esa pregunta en una encuesta nacional de maestros. Las respuestas se dividían en forma pareja: un tercio acordaba con los mecanismos vigentes, otro tanto no, y una tercera parte no sabía. Es un tema polémico. La escuela es una institución muy antigua, no sólo hay que revisar la evaluación, también la toma de decisiones dentro de las instituciones y el sistema de acceso a la carrera docente. Incluiría la evaluación dentro del rediseño integral de las institucionesescolares. Algunos dicen que la evaluación actual es un “como si”, que todos están por encima del nueve. No conozco estudios, es un tema tabú. Ni los investigadores tomamos esto como objeto de estudio. Estaría bueno que nos digan que el 98% de los docen tes es evaluado con la máxima calificación. Los datos deben estar, la burocracia es escrita. ¿Quién debe evaluar al docente? En la investigación formulamos esa pregunta. La mayoría opina que los directivos escolares. El porcentaje ba ja en otros agentes, como expertos del Ministerio, padres o alumnos. A su criterio, ¿qué hay que evaluar? Tres cosas que se pueden evaluar. Una es el conocimiento: tomar pruebas para saber cuánto saben. Para eso primero habría que definir cuál es el conocimiento que debería tener un maestro. Otra cosa es evaluar las competencias pedagógicas, el desempeño en el aula y en la institución. Parece más complicado, ¿cómo hago una evaluación masiva y que sea comparativa?
ca docente se parece más a la de un artista que a la producción de bienes materiales donde funciona la lógica de insumoproceso-producto. A un buen carpintero se lo evalúa por la mesa que hace: si es estable, si tiene buena terminación… Pero, ¿cuál es el producto del trabajo de un maestro? Algunos dicen que lo que aprende un chico al final del año. Es falso: el aprendizaje es el resultado de un montón de factores, por ejemplo lo que hizo el propio chico. ¿Cómo separo estadísticamente lo que puso el docente de lo que puso el alumno? También tiene que ver de dónde parte cada uno. Algunos dicen que se puede medir el valor agregado, se mide lo que un chico sabe de matemática a principio de año y lo que sabe al final. Pero lo que se aprende en matemática depende también de lo que se aprende en lengua, en lógica, en cultura general. Un mismo maestro tiene diferentes resultados con distintos alumnos. A alguno le interesa la matemática y a otro no le interesa. ¿Y eso se le imputa al ma estro? Decimos que el docente debe despertar la curiosidad, pasión, interés. ¿Quién mide la pasión? Hay que buscar mecanismos de evaluación complejos, no es un examen ni una observación. Hay que buscar una batería de instrumentos y deben acordarse con los sindicatos. Sin su participación no va a funcionar. En general, los gremios se resisten a las evaluaciones. Sí. ¿Por qué ponen en el corazón de la política docente la evaluación? Hay otros problemas antes. La gran deuda que tenemos en Latinoamérica y, tal vez, a nivel mundial es una profunda reforma intelectual y moral en la formación de maestros. ¿Qué pasaría si se evaluara a los docentes y un número considerable no alcanzara los objetivos? Hay que reconocer que hoy la formación no está a la altura de las circunstancias. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Un examen como hizo Alan García en Perú para demostrar que el 50% no es competente? ¿Después los echamos? ¿Y quién ocuparía su lugar? Sería hacer escarnio público con la docencia: son vagos, no trabajan y, además, ahora son burros. Hay países que ni siquiera evalúan. Si existen instituciones fuertes, la propia presión de los colegas eleva el nivel.
Hay una diversidad de contextos que parece inconmensurable. Está el contexto, las distintas características de los alumnos, el tamaño del establecimiento, las características de la institución y ¿quién garantiza la mis- ¿Qué camino tomaría usted? ma mirada de los evaluadores? Por ahí Yo estaría dispuesto a revisar el acceso a uno le parece bien que un maestro in- a la carrera docente. Pero en Argentina troduzca, por ejemplo, problemáticas hay más demanda que oferta de docenpolíticas y a otro lo contrario. Hay ex- tes por la expansión del sistema. Teperiencias de observaciones de clases, nemos arquitectos dando matemática pero ¿cuántas clases van a observar? o sociólogos dando historia. Inglés da Si hay un millón de docentes, ¿cuán- cualquiera porque no tenemos docentos observadores hacen falta? Además, tes. ¿Qué vamos a hacer? ¿Examen de cuando lo observás, el docente no ac- ingreso? No vamos a tener profesores túa naturalmente. Tal vez, se pueda y tenemos una formación pedagógica cruzar la mirada del director con la de defectuosa, por eso tenemos que inverevaluadores externos, la de los colegas, tir tanto en formación permanente. Se más una autoevaluación. gastan millones. ¿Por qué no los formamos mejor para no tener que gastar en El tercer elemento a evaluar serían perfeccionamiento? g los resultados. Sí, y aquí tengo mis reparos. La prácti- D.R.