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April 8, 2017 | Author: Daniiee Morán | Category: N/A
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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos Al Staff Excomulgado: Alie, Csanch, Electra Elefteriou, Marijf22, Mdf30y, Nelly Vanessa y Pau Belikov por la Traducción; de nuevo, Pau Belikov por la Corrección de la Traducción; Laavic, Leluli, Marijf22 y Mokona por la Corrección; de nuevo, Laavic por la Diagramación, Nicole MD por la Lectura Final y Laavic por la Segunda Lectura de este Libro para El Club De Las Excomulgadas…

nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan siempre. A Todas…. ¡¡¡Gracias!!!

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A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que

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El Club de las Excomulgadas

Argumento ¿Hasta dónde llegarías por alcanzar el máximo placer? Max Delaney es un maestro de bondage y sumisión... y el sueño más decadente hecho realidad de Summer Anderson. Desde el momento en que se encuentra con él, ella anhela que la domine -en cuerpo y alma. Mientras Max la inicia en su mundo de ardiente sexo BDSM 1, le muestra a Summer lo que es posible cuando abandona sus inhibiciones y se pierde a sí misma en la pura sensación. Aunque pronto Summer se pregunta si puede rendirse a su deseo más perverso: compartirse con tres hombres a la vez. Pero una vez que ha vivido su fantasía más prohibida, ¿puede volver a su vida ordinaria? ¿Y alguna vez querrá?

BDSM es la denominación usualmente empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidad extrema convencional. Se halla estrechamente asociado con la subcultura leather. El acrónimo está formado por las iniciales de algunas de dichas prácticas: Bondage (B), Disciplina y Dominación (D), Sumisión y Sadismo (S), Masoquismo (M). El bondage es la práctica de encordamientos o ataduras sobre el cuerpo humano, con fines estéticos o sexuales. Disciplina es un término genérico que describe las actividades de quienes gustan, por activa o por pasiva, de la flagelación erótica, también llamada la práctica de los azotes eróticos. En la escena BDSM se define como relación dominación-sumisión la integrada por una parte pasiva, que adopta el rol sumiso, y una parte activa, que hace lo propio respecto del rol dominante. En todo caso se concreta en torno a un modelo de Intercambio erótico de Poder (EPE), basado en el consenso. El sadomasoquismo es un término genérico que define relaciones en las cuales el binomio dolorplacer tiene una gran importancia como medio de materializar relaciones de intercambio de poder. Se denomina sadismo, por otra parte, a la práctica activa que realizan las personas que sienten un placer sexual al castigar a otra. Masoquismo sería la práctica pasiva, la de aquellas personas que experimentan un placer sexual al sufrir determinada intensidad de dolor.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Uno Summer miró hacia la fila de pollas dispuesta enfrente a ella, siete pulgadas de alto, erectos pollas hechos de chocolate. Algunos de chocolate oscuro, algunos de chocolate con leche, un par de chocolate blanco, y unos pocos en los que había experimentado y creado un tono de piel pálida hecha de una combinación de chocolate blanco y leche con un poco de rojo. Había un repiqueteo constante de voces en el gran salón de convenciones. Varias personas pasaban por la mesa, algunos echaban un vistazo a los chocolates eróticos que había dispuesto ordenadamente sobre la mesa, pero la mayoría se dirigía directamente a la pila de libros a la derecha de Summer. Los libros de Tanya. Summer miró a Tanya, su amiga y autora de romance erótico. Tanya sonrió y cerró el libro que acababa de firmar, luego se lo entregó a la impaciente pareja de pie frente a ella. —Me encantó tu último libro —dijo la joven—. Espero que éste sea igual de sexy. Tanya sonrió, con un brillo en sus ojos.

Tanya no estaba bromeando. Summer lo había leído, con las mejillas ruborizadas a través de todo el asunto, pero totalmente absorta. Ella nunca había leído un libro acerca de sumisión y bondage antes, y no tenía idea de que su amiga supiera tanto sobre ello, pero entonces Tanya había estado siempre llena de sorpresas. Echó un vistazo a la brillante cubierta del último libro de Tanya, que mostraba a un hombre vestido de cuero con abdominales contraídos y un pecho musculoso. El héroe del libro, bueno, el principal, estaba muy bien dotado. Summer había tenido más que unos pocos sueños intensamente sexys con él como la estrella desde la lectura de ese libro en particular.

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—Si es algo, es aún más sexy. No creo que te decepcione.

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El Club de las Excomulgadas Echó un vistazo a Tanya, firmando otro libro. Se preguntó sobre el tipo de vida que Tanya vivía ahora. ¿Salía con varios hombres y vivía en un contexto de tríos y las otras cosas que detallaba en sus historias? Summer no podía imaginar hacer eso, pero admiraba a Tanya por tener las agallas para hacerlo o incluso sólo por escribir sobre ello. Summer había leído en los agradecimientos que se lo dedicaba a un hombre en particular, al que se refiere simplemente como M, la había ayudado en su investigación. ¿Qué tan a fondo había sido esa investigación? Tanya cerró el libro y se lo entregó a la mujer delante de ella. La mujer sonrió y apretó el libro contra su pecho, luego tomó la mano de su marido y se lo llevó más allá hacia el “antro de perdición”, como Shane burlonamente lo había denominado cuando se enteró de que Summer estaba yendo a Chicago, a dos horas de su casa en Port Smith, para asistir a esta feria dedicada al entretenimiento para adultos. Miró alrededor de la sala de convenciones en penumbras hacia las hileras de puestos recubriendo los pasillos, puestos con coloridos vibradores en forma de polla, consoladores de cristal, lencería escasa, botas de cuero, plumas, cuerdas... y, por supuesto, el puesto que ella y Tanya compartían, lleno de chocolates eróticos y pilas de libros de romance erótico. Pero esto seguro estaba muy lejos de su pequeña

Summer ajustó los chupetines de chocolate en frente suyo, chupapollas, que eran pollas pequeños de chocolate en un palo, en filas ordenadas, luego desvió la atención hacia los montones de libros de Tanya y los enderezó en pilas ordenadas. Las personas reunidas alrededor de su puesto ya no estaban mirando hacia las mercancías que figuran sobre las mesas. Estaban viendo el escenario y a las dos mujeres sobre este. Una de ellas era la extravagante maestra de ceremonias, que llevaba un ceñido y escotado vestido de terciopelo rojo con una boa de plumas enroscada alrededor de su cuello y se presentó como Maestra Cassie. La otra mujer llevaba... bueno, nada, de verdad. Ella tenía un tanga... tal vez... pero sobre todo unas pocas correas de cuero y enlaces de metal envueltos alrededor de su caja torácica desde un arnés sobre sus hombros. Estas no hacían nada para ocultar sus

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tienda de chocolate en un hotel de lujo en una ciudad pequeña.

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El Club de las Excomulgadas pequeños aunque coquetos pechos, lo que era extraño ya que las directrices del espectáculo declaraban sin desnudos. Ella también llevaba una brida en su cabeza con una pluma brillante en la parte superior. La Maestra Cassie tenía un pequeño látigo de montar, y le ordenó a la mujer con plumas pavonearse por el escenario con palmadas ligeras a través de su espalda. Summer arrastró su mirada del escenario y miró a la gente que observaba con interés. Sintió una punzada en la parte posterior de su cuello y miró hacia arriba para ver a un hombre alto y devastadoramente guapo mirándola. Tenía los ojos oscuros y el pelo negro, muy corto y en punta. Su mandíbula cuadrada, ligeramente sombreada, enmarcando labios carnosos, y un diamante brillaba en un lóbulo de una oreja, haciéndola pensar en un príncipe pirata. Su mirada se apartó, entonces descansó en los chocolates en frente suyo, sólo para darse cuenta de que estaba mirando hacia una erección de chocolate de tamaño natural. Miró de nuevo al hombre y lo encontró sonriéndole, como si dijera, No está a la altura de la mía. El pensamiento la hizo sonrojar. Él le sonrió de nuevo, sus ojos parpadeando. Ella sólo lo miró boquiabierta, una chaqueta de cuero negro en un estilo deportivo, era escabrosa pero al mismo tiempo elegante. Sus oscuros ojos la sostuvieron hipnotizada, hasta que el enfoque de esos ojos se desvió por su cuerpo, deteniéndose en sus pechos, enviando un incendio en su interior que amenazaba con arder fuera de control. El resto de ella estaba oculto a la vista por la mesa, pero sus pezones se endurecieron ante su franco interés masculino, y sintió sus entrañas derretirse, un calor líquido reuniéndose entre sus piernas. Dejó que su mirada se alejara más allá de sus hombros musculosos hacia su amplio pecho y abajo a su cintura estrecha, entonces parpadeó sobre la parte delantera de sus pantalones, pensando en el tamaño del miembro masculino que él estaba escondiendo en esos jeans negros. Dios mío, ella no era así. Lo miró a la cara. Para su horror, él sonrió a

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totalmente impresionada por su increíble y crudo magnetismo masculino. Llevaba

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El Club de las Excomulgadas sabiendas, y sus mejillas se ruborizaron de vergüenza. Él se acercó a la mesa, y ella contuvo el aliento. ¿Iba a hablar con ella? ¿Quizás proponérsele como varios hombres habían hecho con Tanya ya? ¿Qué podría decirle a él? Tanya miró en su dirección, y sus labios se curvaron en una sonrisa enorme. —Max. El magnífico pedazo tomó la mano de Tanya y la besó. Una punzada de celos atravesó a Summer. Lo cual era una locura. —Veo que tu libro lo está haciendo bien —dijo él. Las mujeres en la línea esperando para conocer a Tanya miraron a Max con los ojos muy abiertos. Él podría haber pasado por un modelo de portada. Tanya le guiñó un ojo. —Gracias a ti. ¿Max? ¿Era la M de los agradecimientos?

una obsesión para ella, y después de una lectura prolongada se alejó de nuevo y se cerró en sus ojos oscuros, brillando con diversión. —Entonces, ¿quién es tu amiga? —preguntó Max. Tanya sostuvo su mano hacia Summer y la atrajo hacia delante. —Max Delaney, me gustaría que conocieras a mi mejor amiga, Summer Anderson. Nos conocemos desde jardín de infantes. Desafortunadamente, desde que se alejó a Port Smith, casi nunca la veo —ella sonrió cálidamente hacia Summer—. Escucha, cariño, hazle compañía a Max mientras termino de firmar libros para estas buenas personas, ¿sí?

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Su mirada se dirigió a su entrepierna, la que parecía haberse convertido en

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El Club de las Excomulgadas Había alrededor de cinco personas esperando en la fila. —Por supuesto —Summer sonrió hacia Max mientras se movía hacia el borde de la mesa para darle a Tanya más espacio en el pequeño lugar. Max se movió con ella. Ella lo miró, sin saber qué decir. Era bastante difícil escuchar sobre el constante estruendo en la enorme sala de convenciones. —¿Estás en Chicago solo por el fin de semana? Ella asintió. —Tanya me invitó para el espectáculo. —¿Haces chocolates? Ella asintió de nuevo, sintiéndose un poco como un muñeco cabezón. Él recogió uno de las pollas erectas y lo miró. Sus mejillas se calentaron. —No suelo hacer... eh... este tipo de cosas. —Se ven muy bien. Especialmente me gustan los de color piel. Parecen muy

—¿Te gustaría uno? —Oh, hombre, ¿qué estaba pensando? ¿Por qué él querría uno?—. Uh... para darle a tu novia —Oh, genial. Ahora sonaba como si estuviera tratando de averiguar si estaba disponible. Él sacó su billetera del bolsillo trasero del pantalón. —Oh, no. No quise decir... —Ella tartamudeó. Sacó tres de diez y los dejó sobre la mesa. —Eres un amigo de Tanya, así que... por favor, sólo considéralo un regalo —dijo Summer.

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reales. —Era una extraña vista, él allí de pie sosteniendo una polla en la mano.

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El Club de las Excomulgadas Oh, Dios, primero quedó atrapada mirando su entrepierna y ahora le estaba dando pollas de chocolate. Él debía pensar que era una completa chiflada. —¿Cómo puedo rechazar la hospitalidad de una pequeña ciudad? —él sonrió y guardó su dinero. —Así que, ustedes dos parecen llevarse bien —Tanya miró la polla en la mano de Max—. ¿No son hermosos? Le dije que debería cobrar más de quince dólares. Tanya había sugerido veinticinco o treinta, pero Summer había estado temerosa de que la gente no pagaría mucho, y no quería llevárselos a casa nuevamente. No eran el tipo de cosas que vendía en su tienda. Esto ciertamente no era el tipo de cosas que normalmente hacía, pero cuando Tanya la invitó a la convención, Summer pensó, ¿Qué diablos? Ella podía también divertirse con ello. —Ella no me dejo pagarle —Max se volvió hacia Summer—. Lo menos que pueden hacer es dejar que les invite una copa a ambas después del espectáculo. Summer vaciló. Echó un vistazo a Tanya. —Por supuesto nos uniremos a ti por bebidas —dijo Tanya—. Aunque

Él se encogió de hombros, luego tomó la mano de Tanya y la besó. —No me importa esperar por dos bellas damas. Tanya se rió, y Summer notó un ligero rubor en sus mejillas. Ella está igual de afectada por él que yo. La verdad la atravesó. Tal vez su amiga quería tener un tiempo a solas con Max. La decepción corrió a través de ella. Tomaría una copa con ellos, luego se excusaría. No tenía la intención de ser una tercera rueda. Tanya miró su reloj. —Oh, me tengo que ir. Mi charla es en cinco minutos.

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podría ser muy tarde.

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El Club de las Excomulgadas —Buena suerte —dijo Summer. Tanya puso su mano sobre el antebrazo de Max. —¿Vienes a darme apoyo moral? —Por supuesto —Max la siguió, y desaparecieron entre la multitud. —¿Tú haces esto? Summer levantó la vista a la mujer que acababa de comprar tres chupapollas y uno de los libros de Tanya para ver a la Maestra Cassie, la MC del espectáculo del escenario, con su largo y muy escotado vestido de terciopelo rojo, sosteniendo uno de los pollas de chocolate negro envuelto en celofán en su mano enguantada en seda. Era difícil no mirar fijo hacia la enorme porción de sus grandes y redondos pechos revelados por el escote que se hundía hasta su cintura. —Yo... eh... sí —dijo ella, manteniendo su mirada con firmeza en el rostro de la Maestra Cassie, no en los rebosantes senos desbordando de su vestido. Summer se sintió empequeñecida al lado de esta mujer. —Son muy buenos. Grandes detalles.

mujer estaba examinando la polla. —Y éstos... —La Maestra Cassie tomó uno de los de color piel—. El color es impresionante. Se ve tan real. —Gracias. La Maestra Cassie abrió su pequeño bolso perlado y sacó un billete de veinte dólares, luego se lo dio a Summer. —Y son una ganga a ese precio. Oh, voy a tomar un par de esos, también — agarró dos chupapollas de chocolate con leche y le entregó a Summer otros cinco

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Summer miró a su alrededor, un poco avergonzada ante la forma en que la

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El Club de las Excomulgadas para compensar la diferencia—. Escucha, he decidido entrevistar a algunos de los vendedores en el escenario... ya sabes, dejar que la gente sepa lo que está disponible en la feria. Me gustaría hacerlo contigo —ella sonrió—. Podríamos hacerlo ahora mismo. —Oh, no lo creo. Tal vez quiera entrevistar a Tanya. Ella es una autora, y este es su puesto. —Tonterías. Summer se dio la vuelta para ver a Tanya pisar detrás de la mesa. —Ve tú. Yo cuidaré el puesto —Tanya le dio un codazo a Summer hacia adelante. —No estoy muy cómoda… —No te preocupes, cariño —dijo la Maestra Cassie—. Haré la mayor parte de la conversación, y la gente estará muriendo por tu chocolate una vez que haya terminado. Ella tomó la mano de Summer, y Summer se sintió impulsada a través de la sobre un utilero, vestido con jeans negros y una camiseta, y le entregó la polla de chocolate erecto, luego murmuró algunas instrucciones y se reunió con Summer. —Adelante, toma asiento —la Maestra Cassie señaló un conjunto de tres taburetes altos en el medio del escenario mientras agarraba un micrófono. —Hola a todos —dijo en el micrófono—. Soy la Maestra Cassie, y soy su maestra de ceremonias para el espectáculo —ella hizo un gesto hacia el lado opuesto del escenario, y Summer notó a la ponygirl2, ahora vestida con un escaso conjunto de cuero negro y cadenas, pero con todas las partes principales cubiertas, acercándose al centro del escenario—. Y esta es Vex. 2

Una chica de bondage que le gusta llevar equipo de caballo como anteojeras, cola de caballo falsa.

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sala de convenciones, después sobre escenario. La Maestra Cassie agitó una mano

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El Club de las Excomulgadas Vex se inclinó, luego se sentó en el taburete libre a su derecha. Summer se preguntó en qué se había metido. Las pollas de chocolate habían sido sólo por diversión. Nunca había tenido la intención de terminar en el escenario en un loco espectáculo de sexo. —Vex, ¿sabes a quien tengo aquí? —la Maestra Cassie señaló a Summer. Ella sintió sus mejillas ruborizarse cuando los rostros en la multitud se volvieron hacia ella. —No, Maestra. ¿Quién es esta encantadora mujer? —Su nombre es Summer Anderson, y vende chocolates en la feria. Y no sólo chocolates comunes —ella le tendió uno de los chupetines a Vex, y la otra mujer lo tomó. Vex sonrió diabólicamente. —Se ven... deliciosos. —Summer, ¿cómo llamas a esto? —Uh... — ella sintió que su pulso latía más allá de sus sienes—. Esos son...

La Maestra Cassie sonrió. —¿En serio? Arrancó la cinta alrededor del palo y quitó el celofán, luego envolvió sus labios alrededor del chupetín. Vex hizo lo mismo. Ambas mujeres hicieron un gran espectáculo de lamer arriba y abajo los chupetines, y la multitud observaba con avidez. Vex extrajo el chupetín de su boca y golpeó su lengua sobre la punta. —Mmm. Es delicioso.

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chupapollas.

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El Club de las Excomulgadas —Summer también tiene estos maravillosos… —¿Maestra? —¿Qué pasa, Vex? Vex apuntó hacia la cortina detrás de ellas. —Mire. La Maestra Cassie y Summer se volvieron hacia la cortina. Sobresaliendo entre los paneles de tela estaba una polla desnuda. Los ojos de Summer se abrieron como platos, luego se dio cuenta de que no era real. Era una de las suyas. Pero el público no podría decir eso. Varios hicieron sonidos de sorpresa. Muchos rieron y gorjearon. —Vex, ve a echar un vistazo —instruyó la Maestra Cassie. Vex se puso de pie y se acercó a la cortina y se quedó mirando la polla. Se inclinó para ver de cerca, dándole al público una gran vista de su trasero mayormente desnudo, a continuación, se agachó al lado de la polla. Se inclinó hacia delante y le dio una lamida. Varios hombres del público gimieron.

luego su lengua se arremolinó alrededor de la cabeza—. Es muy bonito. —Déjame intentarlo —la Maestra Cassie se acercó a la cortina y se agachó al otro lado, frente a Vex, entonces ella lamió el eje—. Tienes razón. Las dos mujeres lamieron la punta y por el eje, y sus lenguas jugaron con la punta, a veces reuniéndose en el proceso. La Maestra Cassie envolvió su mano alrededor de la base del eje, y Vex se hizo a un lado cuando la Maestra Cassie tragó la polla en su boca. Ella fue profundamente, luego se echó hacia atrás, entonces bombeó arriba y abajo varias veces. —Ahora, eso es lo que yo llamo un chupapollas.

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—Mmm. Me gusta —ella chasqueó su lengua sobre la punta varias veces,

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El Club de las Excomulgadas Arrancó la polla muerta de quien sea, o lo que sea, que estaba sosteniéndola en su lugar detrás de la cortina. El público se rió entre dientes. —¿No somos nosotras las chupapollas? —preguntó Vex. —Supongo que tienes razón —la Maestra Cassie le hizo un guiño a la audiencia mientras sostenía la polla ligeramente derretido en la palma de su mano—. Si quieren un dulce y muy sexy caramelo, podrán encontrar estas pollas de chocolate en el puesto que Summer comparte con Tanya Doyle, la autora erótica. Su puesto es el cuarto a la izquierda de la entrada oeste. Vex se acercó a Summer y le indicó que se ponga de pie. —Summer —la Maestra Cassie dijo—. Gracias por unirte a nosotras. Summer asintió. Fiel a su palabra. La Maestra Cassie había hecho casi toda la conversación. Vex llevó a Summer fuera del escenario mientras la Maestra Cassie comenzaba a anunciar los otros eventos de la noche. Summer bajó los escalones del escenario y se dirigió hacia el borde de la sala de convenciones, tratando de evitar a las personas que habían estado boqueando ante el espectáculo en el escenario. Esto era sin dudas la cosa más extraña en la que vio que no había mucha gente a lo largo de ese pasillo. —Oye, bonita dama —dijo una liquida voz masculina—. Te vi arriba del escenario.

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jamás había participado. Ella esquivó el puesto del final y se relajó un poco cuando

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Dos Summer levantó la mirada para ver a un hombre musculoso de peso promedio, sosteniendo un vaso plástico lleno de cerveza. Tenía un despeinado cabello rubio, jeans gastados y una camisa rayada azul. Ella asintió y trató de dar un paso para pasarlo, pero él dio un paso al costado. —Tú sabes, eres una chupapollas realmente buena. —Oh, no, esa no era yo. Era… —Quiero decir, como… realmente buena. Él arrojó su brazo alrededor de sus hombros, y ella sintió una sensación de pánico. Él se inclinó hacia ella como para decirle un secreto, y ella pudo oler la cerveza en su aliento. —Estaba pensando, tal vez tú y yo… podríamos ir a algún lugar, y tú sabes…

ella. —Esa cosa sobre el escenario era chocolate, pero… —él se rió—. Yo tengo la cosa real. ¿Qué dices? Ella inspiró calmadamente y dijo: —No, te lo agradezco. Lo miró, con los ojos muy abiertos, preguntándose si la soltaría si empujaba su brazo o se pondría beligerante.

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Él tomó otro trago de cerveza, derramando un poco sobre la camiseta de

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El Club de las Excomulgadas —Ah ahora, bonita dama —él se tambaleó un poco, luego se inclinó sobre su hombro—. Eres realmente una dama bonita. ¿Te dije eso? Ella asintió, deseando que simplemente la soltara. —No pretendía asustarte. Es sólo que realmente parece que te gusta chupar pollas, y… obviamente te gusta el sexo… —él ondeó sus manos alrededor, abarcando los alrededores—. Lo puedo decir… al tú estar aquí y todo —le sonrió— . Así que, vamos. Vayámonos. —¿Summer? Ahí estás. Ella levantó la mirada para ver a Max Delaney parado a unos pocos pies de distancia. Summer nunca había estado tan contenta en su vida por ver a alguien. El tipo adulador al lado de ella miró a Max, que era más alto que él por una cabeza. El hombre inmediatamente retiró su brazo de su hombro, y ella caminó hacia Max. El tipo sostuvo sus palmas abiertas hacia adelante. —Oye, hombre. Lo siento. No sabía que ella estaba aquí con alguien —la miró a ella—. Estás aquí con él, ¿cierto?

beso en la mejilla para ser más convincente. Max la agarró por debajo de la barbilla y la levantó, luego capturó su boca. La sensación de los labios de él presionados contra los de ella, persuadiendo a su boca a responder, fue abrumadora. La lengua de él presionó entre sus labios, y los abrió para él, dándole la bienvenida dentro. Su lengua se enredó con la suya, guiándola en un baile seductor. La mano de él se deslizó detrás de su cabeza, y la sujetó suavemente mientras le dominaba la boca. Finalmente, retrocedió y ella miró dentro de sus ojos color carbón que ardían lentamente, aturdida.

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—Por supuesto —dijo ella, luego elevó los labios para darle a Max un ligero

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El Club de las Excomulgadas —¿Entonces crees que tal vez esté libre esa mujer con esa cosita escasa? — preguntó el bamboleante rubio, su dedo haciendo formas de X, indicando las tiras del traje de Vex. —Vex está aquí con su esposo —respondió Max—. Un tipo grande y fornido. —Maldición. Está bien, gracias, amigo —con eso, vagó hacia la esquina, probablemente de vuelta al bar. —¿Conoces a Vex? —preguntó Summer. —No realmente, pero él no lo sabe. Renuentemente, ella se alejó de la comodidad de su brazo rodeándola. —Te lo agradezco. Yo… realmente aprecio que intervinieras. Él sonrió. —No hay problema. ¿Te gustaría conseguir un trago, luego recorrer el lugar? Pensamientos de ver grandes dildos de cristal con este hombre a su lado le

—Yo… uh… realmente no debería dejar sola a Tanya en el puesto. —Tanya fue la que lo sugirió. Pensó que podrías querer un descanso luego de tu experiencia sobre el escenario —sus mejillas volvieron a arder. Realmente no quería quedarse de pie detrás del puesto con todas esas pollas de chocolate después de ver a la Maestra Cassie y su amiga trabajando sobre uno en el escenario. —Está bien, seguro. Él le ofreció su codo, y ella enganchó su mano a través de este. La guió hacia el bar, y mientras aceptaba el vaso de jugo de naranja y vodka, se dio cuenta

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hizo girar la cabeza.

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El Club de las Excomulgadas de que justo lo que necesitaba era un trago fuerte, especialmente justo antes de mirar detenidamente juguetes sexuales con un alto y atractivo desconocido. Ciertamente había todo tipo de juguetes sexuales en este espectáculo. En un puesto, una mujer de pelo oscuro con un bustier 3 de encaje negro y pantalón de cuero negro conversaba con una pelirroja sentada en un gran columpio. La mujer de pelo oscuro, que Summer se dio cuenta manejaba el puesto, ayudaba a la pelirroja a atarse correas alrededor de sus muslos. —Esto es totalmente ajustable —decía la mujer de pelo oscuro. —¿Qué crees? —le preguntó la pelirroja a un rubio fornido que estaba de pie mirando—. ¿Crees que encajará en el dormitorio? —Estoy seguro de que puedo hacerlo encajar —él prácticamente arrastró las palabras mientras ella separaba más las piernas y la mujer de pelo oscuro la hacía girar. —Pueden ver que esto les ofrece una gran cantidad de posibles posiciones — ella le hizo un gesto al hombre para que avanzara y le dio valor para que se acercara a su compañera—. Si la quieres un poco más alto… —ante su insistencia, él caminó entre los muslos de la pelirroja hasta que su entrepierna cubierta de

La pelirroja envolvió sus piernas alrededor de él y se reclinó hacia atrás. —Oh, esto va a ser tan divertido. Summer no podía creer lo abierta que era la pelirroja. En cierto modo, la admiraba, pero al mismo tiempo, lo encontraba vergonzoso de ver. Max presionó su mano en su espalda.

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Es similar a un corsé, pero el bustier es a menudo más corto, más flexible, y no modifica la silueta, solo la realza. Alcanza hacia abajo solamente las costillas o la cintura, empuja hacia arriba el busto presionando contra la zona superior del costillar forzando a los pechos a levantarse, mientras perfila la cintura suavemente.

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mezclilla presionó contra la de ella—. De hecho, esto es perfecto para ti.

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El Club de las Excomulgadas —¿Quieres probar el columpio? —No, te lo agradezco —de hecho, lo hacía. Definitivamente sentía curiosidad, pero no había modo de que lo intentara en público. No es como si ella fuera una de estas extrañas personas sexuales. Ella estaba aquí sólo para divertirse con su amiga. Recorrieron una extensa muestra de lencería, entonces ella se detuvo junto al siguiente puesto mientras su mirada caía sobre un sorprendente par de zapatos negros con sexys correas alrededor del tobillo. Los tacones parecían estar cerca de los doce centímetros de alto y estaban hechos de brillante metal plateado. —¿Por qué no te los pruebas? —preguntó Max. Ella miró la etiqueta del precio y se rehusó. Cuatrocientos dólares. —No puedo permitírmelos. —No tienes que comprarlos para probártelos. Tenía que admitirlo, sería divertido ver cómo era usarlos. Una empleada le preguntó su talla y apareció con una caja un momento después. Ella agarró uno de

—Aquí, déjame ayudarte —Max tiró una banqueta hacia adelante y sostuvo el zapato contra el pie de Summer. Ella metió los dedos de sus pies, y Max abrochó la correa alrededor de su tobillo. La sensación de los dedos de él sobre su piel envió estremecimientos a través suyo. Él le levantó su otro pie con su mano cálida y masculina. Le puso el otro zapato y lo abrochó. Ella casi suspiró cuando él le soltó el tobillo para dejar su pie en el suelo. Él se puso de pie y le ofreció la mano, entonces la puso de pie. —Se ven increíbles —dijo él. Ella se miró en el espejo de la pared. Hacían que sus piernas se vieran largas y… bueno, sexys. Caminó hacia el espejo, luego se giró y se alejó. Mientras miraba

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entre el delgado papel dentro de la caja y se lo tendió a Summer.

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El Club de las Excomulgadas por sobre su hombro, se dio cuenta de que hacían que su trasero se viera más levantado y redondeado, pero firme. Oh hombre, amaba estos zapatos. —Son muy bonitos —caminó ida y vuelta algunas veces más, luego volvió a sentarse y empezó a desabrocharlos. Tenía que sacárselos antes de decidir que tenía que tenerlos y gastara cuatrocientos dólares que no podía permitirse. Se detuvieron en otro puesto que tenía obras de arte eróticas, las cuales eran todas bastante hermosas. Ella admiró las cuerdas de diamantes falsos de muchos colores brillantes en otro puesto. —Son para remplazar los tirantes de tu sujetador —dijo la mujer detrás de la mesa—. ¿Ves? —se retiró lo suficiente la parte superior de su camisola negra para mostrar las correas de diamantes falsos sobre sus hombros unidas a su sujetador. —Muy bonito. Mientras ella y Max se movían hacia el siguiente puesto, Summer miró su reloj. Había dejado sola a Tanya por casi una hora ya, y se sintió culpable.

Max la acompañó, y cuando ella llegó, notó que ya no quedaba nada de chocolate. ¿Tanya había empezado a empacar para terminar la velada? —¿Se divirtieron? —preguntó Tanya—. Grandes noticias. Tu mercancía se agotó. Una gran multitud apareció después de esa demostración en el escenario… y los pollas se vendieron por alrededor de treinta dólares cada uno. —¿Pero cómo? —Bien, había más gente que los quería de la que podíamos abastecer, así que yo… como que dejé que la gente pujara por ellos.

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—Debería volver al puesto.

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El Club de las Excomulgadas —¡Tanya! Ella se encogió de hombros. —¿Bueno, por qué no? —ella miró su reloj—. Sabes, estoy a punto de dar por terminada la noche, y tú no tienes ninguna razón para quedarte aquí, así que, ¿Max? ¿Qué dices sobre ese trago? Aunque Max las había invitado educadamente a ambas más temprano, Summer asumió que Tanya preferiría tenerlo para ella sola. —Yo sólo volveré a la habitación —dijo Summer—. Te veré después. —Summer, pensé que te nos ibas a unir —dijo Tanya. —Bueno, no quiero entrometerme —especialmente ya que no tenía idea de cómo era la relación entre Tanya y Max. —Tonterías —Tanya enganchó su brazo alrededor del de Summer—. Tú vienes con nosotros. *****

detrás de ella. Entraron y las puertas se cerraron. Mientras estaba de pie al lado de la presencia alta y abrumadoramente masculina de Max, se sentía como si todo el aire hubiera sido succionado del pequeño espacio. Casi dio un suspiro de alivio cuando se abrieron las puertas y ellas siguieron a Max por el pasillo alfombrado. Él se detuvo ante la última puerta a la izquierda y deslizó su tarjeta de acceso en la ranura. Summer siguió a Tanya dentro de la gran sala de estar completa con una chimenea sobre una pared. La simple decoración le daba un aire de elegancia. Mobiliario color crema con líneas claras y una gruesa alfombra gris estaba colocada para resaltar vibrantes obras de arte. Varias plantas verdes ubicadas alrededor del espacio junto con un arreglo floral de colores brillantes sobre la mesa de café de

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Summer siguió a Tanya a los ascensores, intensamente consciente de Max

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El Club de las Excomulgadas vidrio hacían que el lugar se sintiera hogareño. Ella miró la espectacular vista de las titilantes luces de la ciudad más allá del ventanal. —Es una habitación encantadora —dijo Summer. Se sentó en un cómodo sillón, evitando el sofá y la posibilidad de terminar sentada al lado de Max. Tanya se sentó en el sofá. Ante el sonido crispante de hielo, Summer miró alrededor para ver a Max sacando una alta botella negra de una hielera. Expertamente, sacó el corcho, luego vertió líquido espumoso dentro de tres altas copas aflautadas puestas sobre la mesa al lado de la hielera. Le tendió una copa a Tanya, una a Summer, luego levantó la propia. —Por tu nuevo libro, Tanya. Que sea salvajemente exitoso. Tanya sonrió ampliamente y chocó su copa contra la de él, luego contra la de Summer. Mientras la copa de Summer rozaba la de Max con un ligero tintineo, sintió un cosquilleo en su brazo, como si se estuvieran tocando de verdad. Sorbió el champán, disfrutando de las burbujas mientras bailaban dentro de su boca y bajando por su garganta. —¿Entonces qué haces cuando no estás en el espectáculo de Sexo y Gala,

Extremadamente consciente de la oscura mirada de él sobre su cara, ella se aclaró la garganta. —Poseo una chocolatería. En un pequeño hotel en Port Smith. —Chocolate y sexo. Una combinación natural —sonrió él—. Te agradezco otra vez por tu regalo. Las mejillas de ella se ruborizaron ante el recordatorio. Una imagen de la Maestra Cassie y Vex lamiendo y chupando las pollas de chocolate vibró en su mente. De algún modo, no podía imaginar a Max…

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Summer? —preguntó Max.

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El Club de las Excomulgadas Jugó con el esbelto tallo de su copa. —Usualmente no… uh… quiero decir, usualmente hago trufas y flores de chocolate… cosas como esas, pero Tanya quería que yo viniera al espectáculo y sugirió que hiciera… uh… —Chocolate erótico —intervino Tanya—. Deberías haber escuchado su risa cuando sugerí las pollas de chocolate. Me sorprendió que realmente lo hiciera. Qué malo que no aceptó mi idea de hacer también vaginas de chocolate. Summer sintió que sus mejillas se volvían a ruborizar. Max sonrió, y la mirada de Summer se detuvo en sus labios llenos y rectos dientes blancos. Esa boca se veía tan masculina… tan fuerte. Un estremecimiento bajó por su columna mientras recordaba lo que sintió al ser besada por él. Sentir esos labios contra los suyos, su lengua ahondando en su boca con una confianza controlada. —Parece que a la gente le gustó lo que tenías para ofrecer. Él le volvió a llenar su copa, y ella se dio cuenta que la había vaciado. Tomó un sorbo del líquido burbujeante y sintió que le calentaba la garganta. No estaba

—La ayudaste a Tanya en su investigación para este libro —Summer vio esos labios llenos y masculinos volviendo a sonreír. Realmente le gustaba su sonrisa—. Debes saber un montón sobre bondage. —No sólo bondage, cariño —dijo Tanya—. BDSM 4. Summer frunció sus labios.

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Las siglas BDSM están formadas por las palabras: B: Bondage, D: Dominación, S: Sumisión, M: Masoquismo. Estilo de vida sexual alternativo de las personas con tendencias Dominantes y sumisas (D/s).

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acostumbrada al champán, y podía sentirla relajándola.

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El Club de las Excomulgadas —Realmente no sé mucho acerca del… BDSM. La gente habla sobre latigazos y dolor. La S y la M son por sadomasoquismo, ¿cierto? —no podía imaginar a Tanya escribiendo acerca de personas haciendo daño a otras personas. —BDSM realmente destaca por sus numerosas subdivisiones de lo que solía ser conocido como sadomasoquismo —explicó Max—. Esto incluye el bondage5, bondage y disciplina, Dominación y sumisión. —Max es un Dominante muy talentoso —Tanya le guiñó a Summer—. Eso es Dominante con D mayúscula. Max se rió. —Dominante siempre se deletrea con D mayúscula por aquellos metidos en el estilo de vida. —Y sumisa con s minúscula. Lo sé —Tanya acarició la mano de él—. Entonces diré que eres Talentoso con T mayúscula. Él inclinó su cabeza como reconocimiento de su cumplido. Summer lo miró fijo, preguntándose si Tanya había jugado el juego de

El pensamiento de Max, autoritario y masculino, jugando el rol del Dominante envió estremecimientos por su columna. ¿Cómo sería ser dominada por él? El simple pensamiento hizo que su pulso se acelerara. Su vívida imaginación conjuró una imagen de ella de pie desnuda delante suyo, él completamente vestido, y ella arrodillándose frente a él y bajando el cierre

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Bondage es una denominación aplicada a los encordamientos eróticos ejecutados sobre una persona vestida o desnuda. Los atamientos pueden hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando generalmente cuerdas, aunque también se puede ver en muchas ocasiones el uso de cinta, telas, cadenas, esposas, y cualquier otra cosa que pueda servir para inmovilizar a una persona. Con cierta frecuencia, a la persona se le aplica una mordaza o los ojos vendados. El bondage puede usarse como práctica estéticoerótica, como parte de una relación BDSM, como una variante erótica más o como elemento en ceremonias de dominación o de sadomasoquismo.

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Dominación y sumisión con Max.

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El Club de las Excomulgadas de su pantalón, luego buscando dentro para sacar un polla largo y duro, luego envolviendo sus labios alrededor de este… —¿Te estamos incomodando, Summer? —preguntó Tanya. La mirada de Summer saltó a la cara de su amiga. —Uh… no, yo sólo… no lo entiendo realmente. Tanto como la discusión gatillaba pensamientos de sexo caliente e ilícito con Max, estaba segura de que era más por su aura fuerte y masculina. —Summer, ven aquí. Ante el tono de Max, la mirada de Summer voló a su cara. Sus ojos oscuros cortaron a través de su inseguridad mientras volvía a hablar. —Ponte de pie y ven aquí. Su tono demandante era irresistible. Ella se puso de pie y caminó hacia él antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Se detuvo frente a él, sintiéndose un poco tonta, aunque parte de ella quería

—Llena mi copa con champán. Ella inspiró profundamente, dándose cuenta de que había estado preocupada, aunque excitada por la posibilidad, de que le ordenara hacer algo… ilícito… aunque sólo fuera un beso. Se giró hacia la mesa, levantó la fría botella negra, y llenó la copa de Max. —Ahora la de Tanya —ordenó Max. Ella la llenó, luego se quedó ahí sosteniendo la botella.

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obedecerle. Él se veía tan completamente masculino, y eso le encantaba.

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El Club de las Excomulgadas —Ahora apoya la botella y vuelve a tu asiento. Ella reubicó la botella sobre la mesa. ¿Por qué había esperado a que él le pidiera eso? Se había quedado ahí quieta como una idiota sin mente. Era como si se hubiera puesto en un modo donde sólo esperaba por sus órdenes, sin mente propia. Volvió a su asiento. —Acabas de comportarte como una sumisa —dijo Max. Ella asintió, sin arriesgarse a decir nada, temerosa de que su voz temblara. —La relación Dominante/sumisa es toda acerca del intercambio de poder. La sumisa elige ser controlada por el Dominante. El Dominante no le quita los derechos a la sumisa, ella los cede libremente. Una sumisa nunca tiene que hacer algo que no quiera. Tú podrías haber elegido en cualquier momento no obedecer mis órdenes. Summer se encogió de hombros. —Pero fueron inocuas. No importó. —Discúlpenme —intercaló Tanya—. Tan fascinante como es esto, necesito

Tan pronto como Tanya desapareció por el pasillo, Max dijo: —Y si te hubiera ordenado que te arrodillaras y me hicieras sexo oral, no lo habrías hecho. —Así es—. Por supuesto que no lo habría hecho. Tanya había estado sentada ahí y… El impacto atravesó su cuerpo. ¿Era sólo porque Tanya había sido testigo que no lo habría hecho? Si hubiera estado sola con Max… si él le hubiera ordenado…

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usar el baño de chicas.

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El Club de las Excomulgadas Oleadas de necesidad la cubrieron. ¿Podría ser que quisiera que él le ordenara hacer algo indecoroso? ¿Algo que ella no consideraría ordinariamente? Tomó una respiración profunda. ¿Si Tanya no hubiera estado ahí sentada, qué tan lejos hubiera ido? Mientras Max la miraba, el interés destellaba en los ojos de él. —Summer. Ven aquí. Inmediatamente, ella le obedeció. —Ahora, agáchate delante de mí. Su corazón golpeó fuerte en su pecho. Oh, Dios, él había mirado sus ojos y había visto todo lo que ella había estado pensando. ¿Iba a decirle que extrajera su polla y la chupara? Ella no lo haría. No podría. Ella se agachó, sus miradas trabándose. El pensamiento de su larga y dura polla en su mano, pulsando de deseo, la abrumó de necesidad. Se imaginó la sensación de este en su boca, imaginó pasar la

Ahora estaban cara a cara. Él se inclinó hacia adelante, acercando su cara a la de ella hasta que su boca estuvo apenas a una pulgada de la suya. Sus labios cosquilleaban con anhelo, queriendo ser besada por él. Él pasó su mano a lo largo de su cuello, su toque poderoso y abrumador por su intensidad. Su pulso se aceleró mientras se quedaban ahí por varios largos e intensos minutos. Sus pezones se endurecieron, y un calor líquido se posó entre sus muslos. Ella quería volver a sentir sus labios llenos y masculinos sobre los suyos. Quería gritarle que la hiciera besarlo. ¿Por qué simplemente no lo hago?

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punta de su lengua bajo el borde de su glande.

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El Club de las Excomulgadas Pero esperó. Queriendo que le ordenara. Queriendo que él la controlara. Finalmente, él cerró la distancia, capturando su boca con la de él. Sus dedos acariciaron a través de su cabello y los curvó alrededor de su nuca mientras su lengua le acariciaba los labios, luego la deslizó en su boca en una caricia suave y persuasiva. Le exploró la boca con una experiencia asertiva que la dejó temblando. —Bien, veo que me perdí la diversión. Los dedos de Max se tensaron alrededor de la cabeza de Summer, previniéndola de alejarse ante el sonido de la voz de Tanya. Él continuó el beso, quitándole el aliento mientras sus labios devoraban los suyos con un ansia embriagadora y erótica. Cuando la soltó, ella miró en sus oscuros ojos, sabiendo que él veía más de lo que ella quería que él hiciera. —Bien, hay algunas cosas que necesito terminar antes de la mañana, así que simplemente los dejaré a ustedes dos solos —Tanya agarró su cartera de la mesa lateral junto al sofá y caminó hacia la puerta.

—Summer, quédate —Max sonrió, sus ojos cálidos e invitadores. Había sido una petición más que una orden, pero ella se congeló. ¿Debería quedarse aquí sola con este extraño? Si lo hiciera, iniciaría un sendero que no estaba segura de querer seguir, a pesar de la curiosidad y el deseo que la acuchillaba. Tanya agarró el brazo de Summer y la arrastró a través de la habitación. —Danos un segundo, Max —Tanya sonrió, luego metió a Summer en el dormitorio y cerró la puerta—. Dulzura, obviamente ustedes dos tienen una fuerte química —dijo Tanya—. Deberías quedarte. —Pero ni siquiera lo conozco.

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—Yo también voy —dijo Summer, poniéndose de pie.

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El Club de las Excomulgadas —No es como si fuera un completo extraño. Es un gran tipo, puedes confiar en mí con eso. Pasarás un rato fabuloso. El corazón de Summer golpeó en su pecho mientras miraba fijo a Tanya, desgarrada entre el sentido común y un extraño anhelo de hacer algo totalmente fuera de su carácter... como quedarse a ver exactamente a dónde las cosas podían dirigirse con Max Delaney. —Tienes curiosidad acerca de esta cosa de Dominante/sumisa, puedo decirlo… y créeme, Max será el mejor para mostrarte las cuerdas, por decirlo así. ¿Qué mejor manera de explorar algo nuevo y excitante que en una aventura de fin de semana? El lunes vuelves a Port Smith y a tu vida usual sin que nadie lo note. Puedes guardar esto como un recuerdo excitante. Summer miró hacia la gran cama y se estremeció ante el pensamiento de Max abrumando sus sentidos con su intensa masculinidad. Podía imaginar sus labios acariciando su cuerpo, su duro cuerpo poseyendo el suyo mientras ella se rendía a él. Una aventura de fin de semana. Nadie en casa lo sabría jamás. Había pasado un largo tiempo desde que había tenido cualquier clase de sometiéndose a los antojos de otro. Especialmente alguien tan potentemente sexy como Max Delaney. Dominación. Su corazón palpitaba. Se preguntó si Max tendría esposas en algún lugar por aquí. El pensamiento de unas esposas de frío acero aferrando sus muñecas, sujetándola, hizo que su pulso se disparara. —¿Entonces qué dices? —preguntó Tanya. Summer respiró profundamente, luego asintió.

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sexo, no digamos del tipo de sexo pervertido y excitante que la involucrara

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Tres —¿Summer, tienes a algún hombre en casa? —Max estaba sentado en el sofá frente a ella. Ella miraba hacia su regazo mientras arrastraba un dedo por su rodilla. —En realidad, hay dos. Él sonrió mientras arqueaba una ceja hacia arriba. —¿En serio? —No… quiero decir, no estoy involucrada con ambos… con ninguno de ellos, en realidad… yo sólo… —¿Te gustaría estarlo? Ella lo miró y asintió. Él levantó su copa y la giró. —¿Entonces por qué no lo estás?

salgo con uno… —se encogió de hombros. —¿Tienes miedo de destruir su amistad? —él tomó un sorbo de su trago. Ella asintió. —Y de todos modos no sabría cómo elegir entre ellos. —¿Por qué no salir con ambos? —¿Ambos? Él se inclinó hacia adelante.

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—Es complicado. Ellos son mejores amigos, y… yo soy amiga de ambos. Si

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El Club de las Excomulgadas —Para que estemos claros, me refiero a un trío. Entonces no tendrías que escoger. Sus mejillas se ruborizaron. —Oh, no. No podría hacer eso. Él sonrió. —¿En serio? Creo que hay una gran cantidad de cosas que podrías hacer que no crees que podrías… en las circunstancias correctas. Su oscura mirada se enterró en ella hasta que se encontró retorciéndose en su asiento. Él puso su trago sobre la mesa de vidrio. —Summer, ven a sentarte aquí. No lo dijo con su voz autoritaria, pero ella igual le obedeció, levantándose y moviéndose hacia el sofá, luego sentándose a su lado. Lo miró y se sintió abrumada por el intenso escrutinio que sus ojos oscuros. Se sentía como si en este momento estuviera en el centro del foco de su mundo. Como si él pudiera ver todo sobre ella… supiera todo lo que había que saber sobre

Él pasó un dedo a lo largo de su mejilla, y excitantes estremecimientos bailaron por su cuerpo como polillas en una noche de verano. Sus dedos se deslizaron entre su largo cabello rojizo, y la atrajo más cerca. Cuando su boca encontró la de ella en un suave roce de labios, luego moviéndose con una delicada presión, ella inspiró y se derritió contra él. La lengua de él se movió en su boca en largos y sexys empujes… explorando… acariciando. Envolvió sus brazos alrededor de ella y la acercó a su duro y rígido cuerpo. Sus pezones se transformaron en protuberancias apretadas, presionando contra su pecho musculoso.

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ella. Incluso cosas que ella no sabía sobre sí misma.

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El Club de las Excomulgadas Sus labios rozaron contra su oído. —Eres una mujer sexy y hermosa, Summer. Quiero hacerte el amor. Liberar la pasión que hay dentro de ti. Ella lo miró, una prisionera de sus ojos color carbón, pecaminosos y sexys. Sus labios volvían a anhelar los de él. —Sé que realmente no me conoces —dijo él—pero si te rindieras a tus deseos y confiaras en mí, te llevaría en un viaje que nunca olvidarás —presionó la punta de su dedo contra los labios de ella, luego trazó la curva inferior—. Sólo recuerda, tú decides. —¿Yo decido? Sus labios volvieron a capturar los suyos, y se derritió contra él. Sus brazos rodearon su cuello, y se aferró a él. Era tan fuerte. Tan masculino. ¡Tan sexy! —¿Estás lista? ¿Lo estaba? Una parte de ella quería correr hacia la puerta y huir a la seguridad de su habitación. Escapar de los repentinos anhelos que la volvían una

Ella asintió, luego se aclaró la garganta. —Sí. Estoy lista. La sonrisa de él se ensanchó. —Bien. —Entonces su sonrisa se desvaneció y su mirada se agudizó—. Levántate. —Ella se puso de pie y se paró delante de él—. Date la vuelta. Lentamente, giró, continuando hasta que lo volvió a enfrentar, consciente de su mirada destellando sobre su cuerpo, abrasándola con su franco escrutinio masculino.

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masa furiosa de deseo.

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El Club de las Excomulgadas —Desabotona tu blusa. Oh, Dios, ¿realmente puedo hacer esto? Pero sus dedos, con mente propia, abrieron el botón de arriba, luego el siguiente. Mientras su blusa se separaba para revelar la hinchazón de sus senos debajo, ella inspiró con fuerza. Sentía el calor de un rubor empezando en su cuello y a través de su pecho. Sus dedos seguían moviéndose hacia abajo hasta que todos los botones estuvieron sueltos y su blusa quedó abierta, revelando sus senos encerrados en encaje negro. —Sácate la blusa y dóblala ordenadamente, luego ponla sobre la silla. Ella se deslizó la prenda fuera de sus hombros, luego la dobló, el ordinario acto manteniendo su mente lejos del hecho de que acababa de quitarse su prenda superior ante la orden de un extraño. Un extraño intensamente sexy. —Ahora desabotona tu falda y déjala caer al suelo. Ella alcanzó detrás suyo y desabrochó el botón y bajó el cierre, luego deslizó la cinturilla más allá de sus caderas y dejó que la falda cayera al suelo.

mantener el tema del espectáculo. Viendo el calor hirviendo a fuego en los ojos de Max mientras miraba fijamente hacia la desnuda piel blanca en la cima de sus muslos, estuvo contenta de haberlo hecho. —Ahora da un paso fuera de la falda. Summer dio un paso adelante, fuera del anillo de tela. —Date la vuelta y levanta la falda. Ella se volvió, luego se inclinó, intensamente consciente de que la postura le brindaba a Max una sexy vista de su trasero, casi totalmente desnudo en la tanga de

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Tanya la había convencido de usar un liguero y medias negras, para

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El Club de las Excomulgadas encaje negro que usaba. Sus dedos agarraron la tela negra de su falda, pero esperó unos segundos antes de pararse, sorprendida ante su propio desenfreno. Se levantó, sujetando la falda en su mano, esperando su siguiente orden. —Dóblala, y ponla encima de tu blusa, luego ven aquí. Una vez que dispuso de la falda, caminó hacia él. ¿Le pediría ahora que se quitara el sujetador? ¿Luego sus bragas? Él vertió un poco de champán en las copas aflautadas frente a él y le tendió una a ella. Ella agarró la copa y la levantó hacia sus labios, tomó un trago, luego otro. El líquido burbujeante le llenó la boca y cosquilleó en su garganta. Todavía estaba sintiendo los efectos de las dos copas que había bebido antes, pero sabía que no tenían nada qué ver con sus acciones. Cuando se terminó la copa, miró hacia la mesa, queriendo apoyar la copa. Él asintió y la puso sobre la mesa. —Summer, puedes decidir las cosas pequeñas, o dejármelas a mí. Depende de ti. Lo importante es que sigas mis órdenes directas. Ella asintió, preguntándose cuál sería su siguiente orden directa.

Una vez que estuvo cómodamente sentada, él dijo: —Ahora acaricia tus senos. Un estremecimiento la recorrió mientras se reclinaba en la silla y pasaba sus dedos sobre sus senos. Se sentían cálidos y redondos. Se sentía muy extraño hacer esto frente a alguien. La mirada de Max la abrasó. —Quítate el sujetador.

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—Ve a la silla detrás de ti y siéntate.

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El Club de las Excomulgadas Buscó a tientas la correa en la espalda, y los broches se soltaron. Dejó caer los tirantes de

sus hombros, luego inspiró profundamente, sintiéndose

pecaminosamente traviesa mientras deslizaba la prenda de encaje hacia adelante. El aire fresco le acarició la sensible piel mientras liberaba sus senos desnudos ante su mirada caliente y hambrienta. Sus pezones se tensaron hacia adelante, duros y necesitados. —Ahora toca los pezones. Muéstrame lo que te gusta. Ella pasó la punta de un dedo sobre uno, luego lo frotó. Un calor fundido se sacudió a través de ella… directo a su vagina. Acarició el otro seno, luego se deslizó sobre el duro pezón. La caliente mirada de él seguía cada movimiento de sus dedos, llevando la excitación a un nivel sofocante. Ella lamió la punta de un dedo y la pasó sobre una dura protuberancia, luego sobre la otra, deseando que la humedad fuera de la lengua de Max. —Muy agradable. Quítate tus bragas. Summer se levantó y metió sus pulgares debajo del elástico de sus bragas, pero vaciló. ¿Podría hacer esto realmente? ¿Desnudarse completamente frente a este hombre

—Quítatelas —dijo él firmemente. Sus dedos trabajaron las bragas hacia abajo por sus piernas hasta sus tobillos sin esperar a que su cerebro se pusiera al día, luego pateó la endeble prenda lejos. Ahora ella estaba prácticamente desnuda delante de él. De hecho, se sentía más expuesta usando sólo el liguero negro y las medias. Sus mejillas empezaron a arder cuando la mirada de él acarició sus rojizos rizos púbicos, enmarcados en encaje y seda, luego volvió a vagar sobre sus senos. —Buena chica. Tienes un cuerpo excepcionalmente hermoso, Summer. Me encanta mirarlo.

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mientras él se sentaba ahí completamente vestido y la miraba?

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El Club de las Excomulgadas Ella volvió a ruborizarse, esta vez de deleite porque lo había complacido. —Ven a arrodillarte frente a mí. Ella caminó hacia él, consciente de su mirada ardiente absorbiendo cada parte de ella, luego se arrodilló frente a él, preguntándose lo que haría a continuación. Queriendo que él tocara sus pezones duros y necesitados. Tuvo que detenerse para no inclinarse hacia adelante. —Toca mi cara, Summer. Ella se estiró y acarició su mejilla. El rasposo calor de él la excitó. —Bésame. Apasionadamente. Muéstrame cuánto me deseas. Ella deslizó sus brazos alrededor de su cuello y juntó su boca con la de él. Lamió sus labios, luego deslizó su lengua entre ellos, dentro de su boca. Sus labios se movieron sobre los de él mientras exploraba su calor húmedo. La lengua de él se enrolló con la de ella, y su respiración escapó mientras una necesidad primitiva crecía dentro suyo. Apretó los brazos alrededor de él, su boca moviéndose frenéticamente sobre la de él. Sus senos desnudos presionados contra su pecho duro. El cuero de su chaqueta raspaba sus pezones. Su mano acarició su pecho, encima, asombrada por la longitud de la dureza. Su mano agarró la de ella. —Eres una niña traviesa. No te di permiso para hacer eso —su mirada se enlazó con la de él—. Ahora, tendré que castigarte. Ella inspiró con fuerza. ¿Castigo? Retrocedió un poco, y la ansiedad debe haberse mostrado en sus ojos porque él la acercó para darle un beso. —Está bien, encanto. Recuerda, esto es un juego. El castigo del que estoy hablando no son latigazos o cadenas… aunque si quieres eso, házmelo saber — sonrió malvadamente—. Creo que ahora es un buen momento para mencionar las

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pasó su cinturón, hasta el bulto que se tensaba en su pantalón. Lo acarició por

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El Club de las Excomulgadas palabras de seguridad6. Elegirás una palabra que me dirá que quieres que me detenga inmediatamente. No debería ser una palabra como “no” o “detente”. En nuestras reglas, puede que quieras luchar o pretender que quieres que pare. La palabra segura nos permite explorar escenarios interesantes y jugar nuestros papeles hasta el final, mientras te aseguras de que puedes detener las cosas en cualquier momento. ¿Entiendes? Ella asintió. —Entonces elige una palabra. Algo fácil de recordar. —No lo sé… yo… uh… —¿Cuál es la primera palabra que se te viene a la mente? Su mente en blanco empujó una palabra hacia adelante. —Gato. —Está bien —él sonrió—. Gato será. Ahora, quiero que uses esa palabra en los siguientes minutos, sólo para asegurarte de que funciona.

—Está bien. De ahora en adelante, me llamarás Amo. ¿Entendido? Los ojos de ella se ampliaron, pero volvió a asentir. —Quiero oírte decirlo. —Sí, Amo. —Bien —él palmeó su regazo—. Ahora, acerca de ese castigo. Estírate sobre mis rodillas. 6

La palabra segura o palabra de seguridad se usa con el fin de parar una escena cuando el sumiso lo decida, quizás por dolor intenso o por diferentes motivos que hagan que no se pueda continuar. Esto le da al sumiso la confianza y seguridad de tener una forma de concluir la sesión en el momento que él lo decida. Un Amo siempre, y bajo cualquier circunstancia, debe respetar esta palabra.

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Ella asintió.

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El Club de las Excomulgadas Ella tomó aire, lo cual de pronto se sintió escaso, pero hizo lo que le dijo. Su desnudo trasero expuesto a él… la excitó. La mano de él le acarició la curva de su trasero, desde su muslo hasta su espalda baja, luego hacia el otro lado. Su piel cosquilleaba, queriendo sentir el golpe de su mano… queriendo sentirla palmeándola. La sorpresa corriendo rápidamente través de ella al darse cuenta. Él levantó la mano y su palma hizo contacto con su piel caliente con un ligero sonido cortante. Su vagina se apretó ante la cosquilleante sensación en su trasero. Su mano volvió a azotar su piel, y ella contuvo un gemido. —Summer, ¿recuerdas la palabra segura? Su mano volvió a hacer contacto con su parte trasera, y el calor surgió a través de ella. Si decía la palabra segura, él se detendría. Pero no quería que él se detuviera. La mano de él cayó con un poco más de fuerza esta vez, escociendo más que cosquilleando. —¿Summer? La humedad se acumulaba en su vagina, estaba asustada de que empezara a

—Gato —murmuró ella. Él acarició su trasero caliente. Calmando. Sus manos se deslizaron alrededor de sus hombros y la ayudó a levantarse. —Buena chica. Él sonrió mientras su dedo la acariciaba bajo la barbilla y la levantaba, luego la besó. Suave y con afecto. —Ahora que te he castigado, ¿continuamos?

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gotear por sus muslos. Él volvió a azotarla.

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El Club de las Excomulgadas Ella había dicho la palabra segura, así que esta era su manera de ofrecerle continuar sus roles o detenerse completamente. —Continúa, Amo. Él sonrió. —Ahora eso merece una recompensa —palmeó el asiento a su lado—. Siéntate. Ella se sentó y él se arrodilló. Por primera vez, acarició su pecho, luego lo ahuecó con su mano grande y cálida. Ella suspiró, sus párpados cayendo… luego volvieron a abrirse de golpe cuando algo caliente y húmedo cubrió su otro pezón. Su lengua burló su dura protuberancia, luego chupó ligeramente. Ella gimió ante el exquisito placer. Él se movió al otro seno. Su lengua girando alrededor del pezón, luego lo chupó con fuerza. Los dedos de ella se arrastraron por su pelo mientras lo tiraba más cerca de sus senos. —¿Qué te gustaría ahora mismo? —preguntó él.

negra, y jeans. Su mirada bajó a su pecho, luego descansó sobre su bulto crecido. —Quiero verte desnudo. Él sonrió. —Entonces desvísteme. Él se puso de pie, y ella también. Agarró el suave cuero y deslizó su chaqueta fuera de sus hombros, luego la bajó por sus brazos hasta que cayó lejos. Alcanzó el botón superior de su camisa, luego lo abrió. Mientras se movía hacia el siguiente, se lamió los labios, ansiosa por ver su pecho duro y masculino. Su

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Ella lo miró, todavía usando su chaqueta negra de cuero, camisa rayada

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El Club de las Excomulgadas corazón golpeaba mientras revelaba más carne dura a medida que soltaba botón tras botón. Pasó sus manos sobre sus duros pectorales, luego bajó por sus cincelados abdominales. Se detuvo ante el cinturón, entonces tiró de su camisa y liberó el último botón, luego empujó la camisa sobre sus hombros… dándose cuenta en el último minuto de que sus puños seguían abrochados. Él se rió y los soltó él mismo, luego sacó los brazos de las mangas y arrojó la camisa a un lado. Ella le desabrochó la hebilla del cinturón, luego bajó el cierre. En un momento, vería la gran polla que él escondía dentro. La silueta que vislumbró era muy impresionante. Una vez que desenganchó la pretina, el pantalón cayó al suelo con un golpe seco. Él dio un paso fuera de este y se quitó los calcetines con dos rápidos movimientos. Ahora estaba parado delante de ella sólo con sus calzoncillos negros. Ella agarró el elástico de su pretina y tiró. La polla más grande y larga que había visto jamás cayó hacia adelante. Tenía una cabeza bulbosa y una vara larga y gruesa con venas prominentes que parecían pulsar con vida. Le deslizó los calzoncillos hacia abajo hasta los tobillos. Él levantó un pie a la vez para permitirle soltar la prenda de algodón.

—Summer, detente. Ella levantó la mirada con asombro. —Ya has tenido tu recompensa. Ahora ponte de pie. Ella obedeció. —¿Quieres tocarme? Ella asintió. —Ya lo has olvidado. ¿Cómo respondes?

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Ella se arrodilló frente a él y se estiró hacia su dura polla, anhelando sentirlo.

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El Club de las Excomulgadas —Sí, Amo —excitación cosquilleó en ella ante las palabras. —¿Quieres que yo te toque? Se le hizo difícil respirar. —Sí, Amo. Él sonrió. —Siéntate en el sofá —ella lo hizo inmediatamente—. Summer, ¿estás mojada? Sus mejillas llamearon con calor, pero asintió, luego se corrigió a sí misma. —Sí, Amo. —Muéstrame. ¿Muéstrame? La única manera de hacer eso sería… Lentamente, ella separó sus rodillas, exponiendo sus labios desnudos. Él la miró fijo, y sus entrañas parecieron derretirse. Las manos de él se envolvieron Quería acariciarla. Chuparla. —No veo la humedad —dijo él. ¿Cómo no podría? —Muéstrame —insistió él. Ella deslizó los dedos a lo largo de sus labios inferiores y los separó, exponiendo su abertura mojada. Max pudo ver el ligero brillo de su hendidura mojada, y su polla casi lo volvió loco queriendo embestir dentro de ella.

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alrededor de su enorme y rígida polla, y lo acarició. Los celos surgieron en ella.

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El Club de las Excomulgadas —No la veo —se preguntó cómo respondería ella. Ella bajó los párpados del modo más provocador. —Tal vez deberías sentirla. Amo. Oh, hombre, oírla llamarlo Amo era asombroso. Oírla pedirle tocar su mojado coño hizo que se le acelerara el pulso. —Te estás poniendo muy audaz. Puede que tenga que amordazarte si hablas fuera de tiempo. Fue una advertencia juguetona. No la amordazaría… esta noche. Mañana… tal vez. Excepto que entonces no la escucharía llamándolo Amo. Por supuesto, el pensamiento de una mordaza de bola 7, o mejor aún, una mordaza con una cabeza de polla8 llenándole la boca, hizo que su polla se expandiera. O una mordaza de anillo9 que le mantuviera la boca abierta para que él pudiera deslizar su polla dentro… y joder su deliciosa boca. Tuvo contener un gruñido. —Desliza tus dedos dentro de tu coño. Observó mientras ella deslizaba su índice y su dedo medio dentro de su

—Empuja dentro —tuvo que mantenerse rígido contra la urgente petición de su polla—. Más profundo. Sus dedos empujaron más profundo dentro de su caliente coño. 7

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La mordaza de bola esta casi siempre hecha de goma o silicona con forma esférica con una línea de plástico o cordel pasando por su diámetro. La bola se mete en la boca de la persona que será amordazada y la línea de plástico se ata detrás de su cabeza para evitar que se la quite, este tipo de mordaza es seguro y efectivo, pues aunque no silencian a la víctima si evitan que haga cualquier sonido inteligible. Consiste en un bozal con una protuberancia en forma similar a un polla que se coloca dentro de la boca, esto es para darle a quien la use la sensación de estar chupando un miembro como pasaría en el sexo oral, por lo que se suele usar en juegos sexuales. La protuberancia puede ser amplia y flaca con el objetivo de oprimir la lengua o grande para funcionar como una mordaza de bola. Ring gag (mordaza de anillo) es muy similar a una mordaza de bola, excepto que la bola se remplaza por un aro hueco, lo cual permite un acceso limitado a la boca. Este tipo de mordaza es menos efectiva a la hora de silenciar y por lo general provoca que quien la use empiece a salivar incontrolablemente, además al tener abierta la boca tanto tiempo abierta la lengua tiende a salirse y quedar colgando como en un perro, lo cual suele ser su objetivo de su uso.

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hendidura mojada.

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El Club de las Excomulgadas —Acaricia tu clítoris. Ella obedeció, y pronto las puntas de sus dedos se deslizaron sobre su pequeño botón en un rítmico movimiento. Su respiración, ahora pesada, mostraba claramente su alta excitación. Ella se estaba acercando. —Sácalos. Ahora. Ella gruñó ante su orden, pero obedeció. Él se arrodilló frente a ella y envolvió su mano alrededor de su muñeca. Cuando Summer sintió la boca de Max rodeando sus dedos húmedos, casi se perdió. Había estado muy cerca del orgasmo cuando él la había detenido. —No te corras a menos que te diga que lo hagas. ¿Lo entiendes? No. —Sí, Amo. ¿Podría realmente controlarse para no correrse? ¿Podría correrse ante una orden?

Ella se aferró a su cabeza y murmuró con suavidad. ¿La castigaría por ser tan audaz? Tal vez. Recordó el pinchazo de su mano sobre su culo. Había sido… erótico. Ningún dolor, sus juguetonas palmadas no habían sido lo suficientemente fuertes para causar dolor, pero habían provocado un cosquilleo excitante y estimulante en su piel. Ella tiró más cerca su cabeza contra sus senos. —Chupa más duro. Amo.

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Él se arrodilló en el suelo frente a ella y besó un seno primero, luego el otro.

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El Club de las Excomulgadas Ante el repentino tirón contra su pezón, ella jadeó. —Sí —susurró ella mientras la lengua de él giraba sobre su aureola sensible y excitada—. Oh, Amo, quiero chupar tu polla. Quiero que me folles. Duro y rápido —no podía creer que las palabras salieran de su boca. Él levantó la cabeza de sus senos. —Si no lo supiera, pensaría que quieres que te vuelva a castigar —su mirada quedó fija en su cara, y sonrió. Repentinamente, sus manos agarraron sus caderas y ella se sintió siendo dada vuelta. Estaba culo hacia arriba con sus rodillas desnudas debajo de su abdomen. Un agudo azote sonó acompañado del calor de un pinchazo escociendo sobre su trasero. —Ohhh. La volvió a azotar. Todo su cuerpo tembló de necesidad. Un azote más, luego se sintió rodando sobre el sofá con sus piernas muy separadas. Max levantó sus rodillas encima de los hombros de él, y ella sintió la humedad bajar por sus

Él se rió. —Voy a lamerte. Voy a hacer que te corras —eso ciertamente no sería difícil—. Pero no te correrás hasta que te lo diga. La ansiedad serpenteó a través de ella. ¿Podría contenerse hasta que él lo ordenara? La punta de su lengua frotó contra su hinchado clítoris, y ella gimió. Sus dedos se sumergieron en su abertura y la acariciaron por dentro. El calor creció en ella. Él le lamió el clítoris, y ella volvió a gemir. Sus dedos seguían acariciando sus paredes internas. La presión aumentaba dentro de ella… Él la chupó. Una creciente inundación de placer. Él giró su lengua más y más.

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muslos. Su dedo acarició sobre su hendidura, y ella se arqueó contra él.

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El Club de las Excomulgadas Ella estaba tan cerca. ¿Cómo podía contenerse? Sus dedos empujaron profundamente dentro suyo, tal como quería que hiciera su gigante polla, y chupó profundamente su clítoris. —Oh, Dios. Oh, Amo, por favor déjame correrme. —Joder. Dilo otra vez. —Oh, Amo… —él chupó más duro—. Quiero… —empujó hacia adentro, y el placer se volvió casi insoportable— …correrme… Él levantó su cabeza y su mirada capturó la de ella. Pasaron largos momentos mientras sus dedos acariciaban sus paredes internas. Su punto G. ¡Maldita sea, él sabía dónde estaba! Él acarició y acarició. Un calor insufrible. Un placer intenso, doloroso abrasó cada terminal nerviosa. —Ahora, Summer. Córrete para mí.

Líquido fluyó de su interior mientras su cuerpo se sacudía en el orgasmo más intenso que había experimentado jamás. Luego perdió el conocimiento. Max la miró impactado. Le acarició la mejilla. —¿Summer? Sus ojos se abrieron parpadeando, y él suspiro de alivio. —¿Estás bien? —le preguntó. Ella sonrió. —Sí, Amo.

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—Ohhh —chilló ella—. Amo…

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El Club de las Excomulgadas Su polla saltó ante sus palabras. —Eso fue increíble —sus palabras veladas lo hicieron sonreír. Había oído de mujeres desmayándose por el placer del orgasmo, pero nunca lo había atestiguado en persona. Dios, ella era tan receptiva. Tan increíblemente sexy. No había estado seguro de que ella fuera capaz de contener el orgasmo hasta su orden, pero había probado ser una perfecta sub10. Su deseo de obedecer sus órdenes era más fuerte que las demandas de su propio cuerpo. —Lo hiciste excepcionalmente bien, Summer. Elige tu recompensa. Ella miró hacia su hinchada polla y se lamió los labios. —Quiero tocar tu polla, Amo. Quiero chuparlo. Él se sentó en el sofá a su lado. —Hazlo, Summer. Ella se deslizó fuera del sofá y se arrodilló frente a él. El toque delicado de sus dedos sobre su tensa polla casi lo envía sobre el borde, pero con tanta disciplina alrededor de él y acarició su vara, deslizando su longitud, luego se inclinó hacia adelante y su cálida boca lo rodeó. —Tu boca se siente bien sobre mí, Summer. Ella lo tragó profundamente, y él gruñó. Una humedad caliente rodeó su polla. Pulsaba, rogando por alivio. Ella se deslizó hacia atrás, luego lo volvió a tragar. Los dedos de él se enredaron en su brillante pelo rojizo y le ahuecaron la cabeza. Ella se condujo ida y vuelta, ida y vuelta, hasta que pensó que perdería el control.

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Apocope del inglés submissive, sumisa en español

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como la que ella había mostrado, se contuvo. Ella envolvió sus cálidos dedos

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El Club de las Excomulgadas —Ahora, Summer. Necesito follarte. Se salió de su boca y la rodó sobre el suelo. Se arrastró sobre ella y presionó la cabeza de su polla contra su mojadísimo coño. Antes de meterse profundamente, capturó la mirada de ella. —Voy a follarte. Esperó, conteniendo el primitivo animal interior. ¿Ella diría la palabra segura? —Sí, Amo —murmuró ella—. Por favor. Él empujó hacia adelante inmediatamente, y ella gimió.

Summer no podía creer el intenso placer de su polla metiéndose profundamente dentro suyo. Estirándola. Él había dicho que la necesitaba. Eso le dio a ella una embriagadora sensación de control. Se aferró a él, inspirando. —Por favor, fóllame, Amo —las sucias palabras eróticas la excitaron hasta

—Sí, voy a follarte duro y rápido. Vas a correrte tan pronto como sientas mi liberación. —Sí, Amo. Su polla fue más profundo. —Oh, Dios, sí. Profundo y duro. Ella lo apretó en su interior. Su polla se arrastró contra sus entrañas mientras empujaba. Dentro. Fuera. Más duro. Más rápido.

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un grado enfebrecido.

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El Club de las Excomulgadas El placer barrió a través de ella. Lo pudo sentir a él tensándose, su vara dura como acero profundamente dentro de ella. Un líquido caliente hizo erupción en su interior. Se dejó ir y un dichoso placer explotó a través de cada parte suya, llevándola a un lugar de pura sensación, cabalgando una ola de sonido. Un gemido largo y sostenido. —Ohhhhh, Amo.

Summer despertó la siguiente mañana envuelta en los fuertes brazos de Max. Lo miró maravillada. Había sido una noche increíble. Una noche de nuevas experiencias. Nuevas sensaciones. Después de que él finalmente le hiciera el amor, la había llevado a la cama y la abrazó. Toda la noche. Sonrió. No había sabido qué esperar del BDSM, pero lo que Max le había mostrado había sido… intensamente sexy. Estaba emocionada por haber decidido

Una aventura de fin de semana. Estaba tan feliz de que Tanya la hubiera convencido. Miró su hermosa cara, y la golpeó un pensamiento perturbador. ¿La querría por todo el fin de semana? Tal vez sólo la quisiera por una noche. Había un montón de mujeres sexys y dispuestas en Sexo y Gala. Tal vez quisiera variedad. —Buenos días —los brazos de Max se apretaron alrededor de ella.

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quedarse la noche anterior.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Cuatro —Buenos días —Summer vaciló—. Amo. Ella no sabía cuál era la etiqueta. ¿Se quedaba en el rol de sumisa? Él se rió y la puso de espalda, luego se arrastró sobre ella. Sus labios capturaron los suyos. Su beso apasionado hizo que su corazón se acelerara. —Por la presente te doy permiso para no llamarme Amo —la volvió a besar, dejándola sin aliento—. Hasta esta noche. —¿Esta noche? —ella sonrió. Entonces sí la quería otra vez. De hecho, por cómo se sentían las cosas, la quería ahora. —Así es. No voy a dejar que te alejes con tanta facilidad. Su dura polla se deslizó por su vientre, y ella sintió la humedad rezumando entre sus piernas. Él movió su pelvis y su glande empujó en su hendidura, luego se deslizó directamente dentro. Profundo. Ella jadeó.

—Oh, Max —ella deslizó las manos sobre sus hombros y se aferró a ellos mientras él llevaba su placer más alto con los empujes de su polla. Muy profundo dentro de ella. Estirándola con su gigantesca vara de acero. —Sí —el calor arrasó a través de ella, inundándola con intensas sensaciones—. Me voy a correr. Él embistió más fuerte y ella jadeó, luego chilló de pura dicha. Él gruñó y la siguió en su orgasmo.

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Él le besó el cuello y sacó su polla, luego volvió a empujar profundamente.

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El Club de las Excomulgadas Summer se sentó en el taburete para darle un descanso a sus pies. Hubo una corriente estable de gente pasando por el puesto toda la tarde, muchos deteniéndose para comprar libros. Si volvía a venir el año siguiente, tendría que traer más chocolates. —Oye, dulzura. ¿Has estado ocupada mientras me fui? —Tanya caminó a través del espacio entre las mesas y se sentó al lado de Summer en el segundo taburete. Ella había estado en el área del taller dando otra de sus charlas. —Sí. Vendí diez libros más. Algunas personas dijeron que volverían más tarde para que los firmaras. —Genial. Por qué no vas a tomarte un descanso. —Suena como una idea excelente. Un cosquilleo estremeció la columna de Summer ante la voz profunda y masculina. Max. Miró alrededor y le sonrió. Su figura de metro ochenta lucía maravillosa en cualquier cosa. Y sin nada. Lucía especialmente bien sin nada. —Summer, ven conmigo. Reconoció la autoridad en su voz, y su cuerpo respondió automáticamente. Ella se puso de pie y agarró su cartera. —Déjala aquí. No la necesitarás —dijo él. La dejó y salió de detrás del puesto. —¿Tienes hambre? —No, Tanya y yo comimos un sándwich hace una hora.

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los jeans negros y camiseta que usaba. Por supuesto, él lucía maravilloso con

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El Club de las Excomulgadas Él asintió, luego la guió por el corredor y por el pasillo que llevaba al hotel de al lado. Ella lo siguió por el pasillo, luego girando la esquina. Estaba silencioso en este nivel inferior hacia el vestíbulo. Él miró alrededor, luego abrió una puerta. Era un lavabo individual. Agradablemente amoblado, a juego con un hotel lujoso como este. Max aseguró la puerta detrás de ellos. —Tengo algo para ti —él le tendió un paquete envuelto en un papel negro brillante atado con lazo traslúcido verde neón. Ella agarró el paquete y tiró del lazo para soltar el nudo. El lazo se soltó, tiró de la envoltura por un extremo y sacó la caja. La abrió y encontró un pequeño artefacto entre el papel verde neón que había dentro. Max sonrió y sostuvo algo en su mano. —Puedo controlarlo a distancia —pulsó un botón en el pequeño control de su mano, el cual encajaba perfectamente en su palma, y el artefacto dentro de la caja empezó a estremecerse.

—Puedo estar a treinta metros de distancia, y todavía darte placer. Ella no tenía dudas acerca de eso. Él podía mirarla de cierta manera y ella probablemente llegaría al clímax… con o sin utilería. Él agarró la caja de sus manos y la dejó sobre el tocador. —Quiero que lo uses esta tarde, y cuando sea que yo quiera, lo encenderé… Podría hacer que te corrieras en cualquier momento. El

pensamiento

del

pequeño

artefacto

dentro

de

ella…

de

encendiéndolo… o apagándolo… cuando quisiera, hizo que contuviera el aliento.

él

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Asombrada, ella retrocedió. Mi Dios, era un vibrador. Pequeño y plateado.

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El Club de las Excomulgadas Él le acarició un hombro con una mano, luego bajó por su espalda mientras la atraía más cerca. Ella podía sentir el calor que irradiaba del cuerpo de él. Ella quería avanzar y presionarse contra él. —No creo que sea una buena idea —algún nivel de cordura empujó a través de su confuso cerebro. —Pero lo usarás. —Yo… —debería discutir, pero algo la detuvo. Él levantó una ceja. —¿Cuál es la respuesta correcta para una orden? —Sí, Amo —las palabras salieron automáticamente. Él sonrió. —Bien. Ahora, quítate tú blusa. Los dedos de ella abrieron los botones de su blusa, revelando lentamente su

—Tienes una hermosas tetas, Summer —la giró para que se mirara en el espejo mientras se desvestía. Él se paró detrás de ella, su caliente mirada admirando su cuerpo—. ¿Te gusta que les diga tetas? —No —pero de algún modo, le gustaba. La hacía sentir sucia. Y le gustaba. Dejó caer su camisa por encima de sus hombros, y se deslizó hasta el suelo. Las manos de él le ahuecaron los senos cubiertos de encaje. La erótica visión de él acariciándole los senos en el espejo hizo que los latidos de su corazón aumentaran salvajemente. La sensación de sus manos calientes y cálidas sobre ella hizo que la humedad se juntara entre sus muslos. —Ahora el sujetador. Quiero ver tus tetas desnudas, los pezones duros.

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sujetador de encaje negro debajo.

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El Club de las Excomulgadas Ella alcanzó alrededor y desabrochó el sujetador, luego lo deslizó fuera. —Oh, sí. Tienes tetas muy hermosas. Cada vez que decía la palabra tetas, la enervaba. También la hacía inmensamente consciente de sus senos y cómo los tensos pezones sobresalían hacia adelante. Ella miró su reflejo en el espejo. —Ahora acarícialas. Ella vaciló. —Summer, acaricia tus senos. Ella pasó una mano sobre un seno. El pezón pinchó en su palma, doliendo porque jugaran con él. Él la agarró por los hombros y la hizo hacia atrás, presionándola contra su pecho. —Acaricia el otro, también. Ella se ahuecó ambos senos, luego los masajeó ligeramente. Oleadas de

—Dime lo que estás haciendo. —Estoy acariciando mis… tetas. —Muy bien. La giró y se inclinó hacia ella. Su boca rodeó un duro pezón, y lo chupó. Ella gimió suavemente ante el delicioso calor zumbando a través suyo. —Ahora arrodíllate en el suelo frente a mí —él se reclinó contra el lavabo. Ella se arrodilló. Podía ver el bulto hinchándose en su pantalón.

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calor la atravesaron.

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El Club de las Excomulgadas —¿Qué dices? —Sí, Amo. —Bien. ¿Sabes qué quiero que hagas ahora? —su erección presionó en sus ajustados jeans. —Sí, eso creo, Amo. —Dime. —Quieres que…te realice sexo oral. —Quiero que chupes mi polla. Dilo. —Quieres que… chupe tu polla. Amo. —Muy bien. Ella desabrochó el broche de sus jeans negros, luego bajó el cierre. Su polla se tensó contra sus calzoncillos negros. Empujó hacia abajo sus jeans, luego enganchó sus dedos en la pretina de los calzoncillos y los tiró hacia abajo. Su adorable y larga polla se balanceó hacia adelante. Ella la atrapó entre sus manos.

Se inclinó hacia adelante y lamió la punta de él, luego lo arrastró dentro de su boca. La llenó con su maciza circunferencia. Lo lamió, luego lo introdujo más profundo. Él gruñó. Ella lamió y chupó. Una mano se deslizó alrededor de su duro trasero, y ella acarició, luego apretó mientras lo chupaba. Le ahuecó las bolas, acariciándolas mientras balanceaba su cabeza arriba y abajo sobre su polla. —Oh, nena, eso es genial. La mano de él le acarició un seno, y ella lo succionó profundamente. —Estoy cerca. Chúpame con fuerza para correrme —ella chupó y apretó al mismo tiempo. Él se tensó y… líquido caliente llenó su boca—. Traga, Summer —

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Estaba caliente y dura. Su coño le dolió.

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El Club de las Excomulgadas ante su áspera orden, ella lo hizo. Él se liberó de su boca—. Inclínate hacia atrás sobre la encimera. Ella se puso de pie y se reclinó contra la encimera. —Sí, Amo. Él sonrió mientras la levantaba sobre la encimera. Le empujó la falda hacia arriba y buscó debajo, luego le bajó las bragas y las arrojó a un lado. —Separa tus piernas. Déjame ver ese bonito y pequeño coño tuyo. Ella abrió sus piernas y él se arrodilló, luego se inclinó hacia adelante. Su boca hizo contacto con su hendidura caliente y mojada, y ella pensó que se correría ahí mismo. Su lengua se abrió paso dentro suyo y lamió. Le acarició el clítoris con la nariz, luego arremolinó sobre este. Oh, Dios, si él seguía así, se correría en cualquier segundo. Sólo rezaba porque no le dijera que se contuviera de correrse hasta que él se lo permitiera porque… Él le chupó el clítoris, y ella gimió. No creía ser capaz de… Él metió dos dedos dentro de ella y los empujó dentro y fuera mientras lamía

—Oh, sí —ella se aferró a su cabeza mientras el placer aumentaba a un crescendo. —Dime cuando te estés corriendo, Summer. —Sí, A… —el placer la abrumó y jadeó—. Me estoy corriendo… Amo… Ella chilló mientras sus terminales nerviosas crepitaban con una intensa sensación. Luego jadeó mientras la dicha se vertía en ella. Él liberó sus dedos y se paró, sonriéndole. Ella se reclinó hacia atrás contra el espejo, sus piernas aun bien abiertas.

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y chupaba su clítoris.

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El Club de las Excomulgadas —Mmm. Es un coño muy bonito. Él la levantó de la encimera y la giró de frente al espejo. —Inclínate. Ella se inclinó hacia adelante y él arrastró su falda hacia arriba sobre su trasero y le acarició los cachetes. Mientras lo miraba en el espejo, sintió su dura polla presionando contra la parte posterior de sus muslos, entonces él empujó dentro. Su tremenda longitud se deslizó con facilidad dentro de su mojada hendidura, y ella gruñó mientras él la llenaba. Él empujó profundamente, luego retrocedió. Se sintió vacía por algunos segundos, luego volvió a empujar hacia adelante. Las manos de él se envolvieron alrededor de sus caderas, y empezó a embestir con un ritmo parejo. Adelante y atrás. Llenándola, luego retirándose. Un calor increíble aumentó dentro de ella, entonces… —Me voy a correr otra vez. Yo… —ella gimió—. Oh, sí. Amo, me estoy corriendo. Él empujó más fuerte, luego se tensó dentro suyo, y pudo sentir su líquido caliente chorreando dentro de ella.

de la cabeza. Se tomaron algunos momentos para limpiarse, pero cuando ella buscó sus bragas, él las agarró y sonrió. —Creo que es momento de que te pruebes tu regalo. Volvió a levantarla sobre el lavabo. —Abre tus piernas. Ella lo hizo. Max alzó el pequeño huevo plateado de la caja, entonces ella sintió el frío metal contra su piel mojada mientras él lo deslizaba dentro.

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Él la sostuvo apretada a su cuerpo por unos momentos, luego le besó la cima

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El Club de las Excomulgadas Summer apretó sus muslos ante el zumbido entre sus piernas. Sensaciones vibrantes la atravesaron. Max la había estado provocando encendiendo y apagando el artefacto durante la pasada hora, dejando que el pequeño huevo pulsara a veces por uno o dos segundos, a veces por más tiempo. Una vez lo tuvo encendido por casi un minuto y pensó que se iría sobre el borde, entonces él lo detuvo. Lo más excitante de esta situación era que Max estaba totalmente enfocado en ella. Debía estar pensando en ella constantemente, mirándola, disfrutando de su capacidad de darle placer. El huevo volvió a pulsar, y ella rechinó los dientes. Si se pudiera imitar esta particular clase de placer tormentoso. Miró alrededor. No podía verlo en la multitud, pero no tenía dudas de que estaba cerca. Podía sentir su caliente mirada… y eso la excitaba. Sus entrañas temblaron con otra vibración. Oh, hombre, ahora mismo ella quería más que un pequeño artefacto dentro suyo.

Summer levantó la mirada para ver a un atractivo rubio al otro lado de la mesa. Usaba jeans modernos, una camisa blanca con una corbata con un patrón azul, y una chaqueta casual. —Sí, ¿puedo ayudarte? —Summer sonrió, esperando que Max pudiera refrenar su tormento mientras ella atendía este cliente. —Eso espero. Soy Kurt Jenson y poseo tres tiendas para adultos en el área. ¿Tú eres la que vende los chocolates? —Sí.

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—Discúlpame.

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El Club de las Excomulgadas Música empezó a sonar en los grandes parlantes al lado del escenario, y la Maestra Cassie empezó su charla. Dijo algo acerca de un concurso, y la gente en el público alrededor del escenario aclamó. Kurt se inclinó hacia adelante y elevó su voz sobre el ruido. —¿Eres de por aquí? —No, soy de Port Smith. Tengo una chocolatería ahí. —Me encantaría tener tus chocolates en mi tienda. Las tiendas apuntan a parejas… de clase muy alta. Una mujer por un micrófono inició un fuerte gemido. Summer miró por el pasillo hacia su vista parcial del escenario. —Están haciendo un concurso —explicó Kurt—. La mujer pretende un orgasmo. Summer recordó que habían hecho lo mismo la noche anterior. Mujer tras mujer habían tenido su turno en el micrófono, llenando la gran sala de convenciones con el sonido de chillidos orgásmicos. Mientras movía su mirada del

—Pensé que tal vez podríamos reunirnos mañana para tomar un café, antes de que vuelvas a casa, y hablar sobre los detalles, si estás interesada —dijo él. Summer nunca habría supuesto que había una demanda tan fuerte de pollas de chocolate. No creía que quisiera hacerlos a largo plazo. Fue divertido esta vez, pero tenía un negocio serio que dirigir. —Yo… uh… —el huevo empezó a vibrar, y ella también lo hizo. Todo pensamiento de protesta… o incluso cuál era su nombre… desapareció de su mente.

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escenario al hombre frente a ella, sintió que sus mejillas se calentaban.

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El Club de las Excomulgadas Él le ofreció una tarjeta negra. Ella vaciló, pero el huevo volvió a zumbar y la mujer sobre el escenario alcanzó su pico y Summer no pudo evitar notar lo bien que se veía el Señor Kurt en esos ajustados jeans. Otra mujer tomó el micrófono y empezó a gemir. Summer tomó la tarjeta, y mientras sus dedos rozaban los de él, un deseo repentino de arrastrar al hombre detrás de la mesa y abusar seriamente de él pulsó a través de ella. Otro gemido largo y sexy. Oh, Dios, si Max no detiene esto, haré totalmente el ridículo de mi misma. —Pasaré mañana —Kurt sonrió y se fue ileso. —Entonces, veo que tengo algo de competencia —murmuró Max junto a su oído. Summer prácticamente saltó ante su repentina presencia. Ella le envió una mirada mortal, no en el estado de ánimo para alisar sus plumas erizadas después de lo que le había hecho pasar. Pero él sólo sonrió, obviamente despreocupado. Zumbido… zumbido…

simplemente dejarlo ir y tener un orgasmo justo aquí y ahora. —Creo que estás disfrutando mi regalito. Ella lo fulminó con la mirada mientras su regalo vibraba un poco más, dificultándole inspirar suficiente aire. —Creo que lo disfrutarías aún más si te relajaras y dejaras que hiciera su trabajo. —No puedo simplemente… no aquí donde todos pueden ver. Él asintió hacia el escenario.

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Summer se dejó caer sobre su taburete, luchando con la intensa urgencia de

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El Club de las Excomulgadas —Esas mujeres lo hacen. Los ojos de ella se agrandaron, sabiendo exactamente lo que estaba sugiriendo. —Oh, no. De ninguna manera. El juguete pulsó dentro de ella, y dolía por liberarse. El sonido de la mujer gimiendo en el trasfondo sólo lo hacía peor. —¿Tanya, no crees que Summer debería concursar? Tanya levantó la mirada de sus libros, parpadeando. —Suena como una gran idea —una sonrisa traviesa curvó sus labios—Ve por ello, Summer. —No, realmente… Pulso… pulso… El tráfico a lo largo del pasillo frente a sus mesas disminuyó a medida que más gente se deslizaba hacia el escenario. Un fuerte chillido de otra concursante

Los ojos de Tanya se ampliaron. —Ese suena bien —se puso de pie—. Voy a ir a mirar. ¿Quieren venir? Cuando Summer sacudió su cabeza, Tanya miró a Max. Él se deslizó detrás de la mesa y se sentó junto a Summer. —Creo que me quedaré aquí y le haré compañía a Summer. Tanya se encogió de hombros.

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rasgó a través del centro de conferencias.

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El Club de las Excomulgadas —Está bien. Diviértanse, ustedes dos —se paseó por el pasillo hacia la multitud de personas alrededor del escenario. Otra mujer empezó a jadear arriba del escenario. Max deslizó su brazo alrededor de la cintura de Summer. —Realmente suena como si se estuviera corriendo, ¿cierto? —él le sonrió a Summer mientras el artefacto volvía a pulsar dentro de ella. —Ajá —fue todo lo que pudo decir mientras miraba dentro de sus ojos calientes como brasas. —Creo que tú estás cerca —la acercó más a su lado—. Creo que podrías

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correrte ahora mismo.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Cinco Los dedos de Summer se apretaron alrededor del borde de la mesa. Entonces el huevo comenzó a vibrar de nuevo. La vibración se volvió un pulso. Y no se detuvo. Ella sintió sus rodillas ablandarse. Su estómago se tensó y ella gimió, luego rápidamente miró a su alrededor para ver si alguien lo había notado. No había nadie visible excepto la mujer en el puesto de al lado, y estaba de espaldas a ellos mientras reorganiza su stock. No que ella hubiera podido oír a Summer por encima del estruendo de gemidos de la mujer en el micrófono. El pulso saltó a un nivel superior. Summer tuvo que sofocar otro gemido. Aplanó su palma sobre la mesa mientras se succionaba aire. Sus entrañas palpitaban de deseo. Él aumentó la intensidad de nuevo. Se pasó la mano por el pelo mientras el placer la invadía... barriendo lejos sus inhibiciones. Se concentró en los labios de Max, deseándolos sobre su clítoris. Deseando

—Ohhhh... — murmuró, tratando de ahogar el sonido. El pulso se incrementó... seguramente al máximo ahora... —Es la dosis, no es así —él sonrió ampliamente—. Sólo piensa en mis manos acariciando tus pechos —murmuró en su oído. Sus pezones palpitaban. —En mí lamiendo tu muy dulce clítoris. Zumbido… zumbido…

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que él la marcara...

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El Club de las Excomulgadas Oh, hombre. Ella lo deseaba mal. Pulso... pulso… Max le acarició la oreja con su nariz. —Córrete, mi amor. Su cuerpo respondió a su orden. Olas de intensas sensaciones se elevaron a través suyo e inundaron sus entrañas de palpitante placer. Quería gritar en voz alta. Se agarró la cabeza mientras el placer la catapultó hacia un floreciente orgasmo, nublando su mente, haciendo todo más potente porque ella estaba tratando de aguantarlo. —Creo que tenemos una ganadora —dijo una voz en el micrófono. Los párpados de Summer se abrieron de golpe... no se había dado cuenta de que los había cerrado. Max se rió entre dientes. —Ella no estaba hablando de ti, cariño. Aunque tu orgasmo fue

Entonces él la besó. Sus labios acariciaron los suyos con una gentil pasión que la dejó sin aliento. Ella se derritió contra él, deslizando sus brazos alrededor de su cuello. —Hey, ustedes dos. Miren lo que conseguí. Summer miró alrededor para ver Tanya danzando detrás de la mesa, moviendo su dedo por debajo de un brillante pendiente colgando de una cadena alrededor de su cuello. Era el símbolo de número de cinco centímetros seguido por el dígito 1 (Nº1), todo en diamantes de imitación. —¿Entraste en el concurso?—Summer preguntó.

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espectacular, yo soy el único que lo presenció.

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El Club de las Excomulgadas Tanya sonrió ampliamente. —Sí, lo hice. Y marcó el gran premio. Summer apenas sonrió mientras apretaba la mano de Max. Eso es lo que ella piensa.

—Creo que Max es bueno para ti, Summer —dijo Tanya mientras bebía su café en la pequeña cafetería a dos cuadras del hotel—. Él está realmente ayudándote a abrirte. Max se había ofrecido a cuidar el puesto así Tanya y Summer podían escapar de la sala de conferencias y tener un descanso adecuado, en lugar de un café rápido para llevar. —Me preocupas a veces, cariño. No tienes citas. Estás suspirando detrás de tus dos amigos más cercanos y no vas a ir tras ninguno de ellos... y lo único que haces es trabajar. Te mereces a alguien que te haga feliz. —No que Max y yo vayamos a ser una pareja ni nada. Esto es sólo para el

Tanya asintió. —Supongo que sí. Los romances a larga distancia son bastante difíciles. Había más distancia entre Summer y Max que millas. Él llevaba una vida totalmente diferente. Vivía en Nueva York y dirigía algún tipo de empresa de alta tecnología, mientras que Summer vivía en una pequeña ciudad y era dueña de una pequeña tienda de chocolates. No había manera de que Max quisiera su estilo de vida... y ella no dejaría Port Smith. Le gustaba allí. Era su casa. Max era un hombre poderoso, en los negocios y en su vida sexual. Era un Dominante. A pesar de que ella podía disfrutar del rol sumiso para una aventura de

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fin de semana.

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El Club de las Excomulgadas fin de semana, no creía que quisiera hacerlo como parte de una cosa a largo plazo. Sin embargo, ser dominada por Max era más caliente que el infierno. Se preguntó si alguna vez estaría satisfecha con el común sexo vainilla 11 otra vez.

—Tengo algo para ti —Max le entregó a Summer un gran regalo envuelto en una caja con un lazo rojo. El espectáculo había cerrado por la tarde alrededor de media hora antes, y Max había escoltado a Summer a su suite. Ella quitó la cinta y la desenvolvió, luego abrió la caja. Una caja de zapatos de color rosa ardiente se encontraba ubicada en papel negro, junto con tres cajas más pequeñas. Abrió la caja de zapatos, y en el interior estaban los maravillosos zapatos negros que había visto en el espectáculo ayer. Levantó uno en su mano, y el delgado tacón aguja plateado brilló a la luz. —¡Gracias! Oh, Max, no puedo creer que regresaste y los compraste para mí. Se puso el zapato y sujetó la correa, entonces inclinó su pie atrás y adelante,

—Son tan sexys. Se puso el otro, luego levantó la caja más pequeña del papel. La abrió para encontrar un collar precioso con una gran "S" de diamantes de imitación en una cadena de plata. —Es muy bonita. —No es de Summer —sus ojos brillaban mientras él le sonreía—. Es de 11

La referencia al sexo vainilla viene del convencimiento de los practicantes del BDSM de que el sexo hay que disfrutarlo en todo su abanico de posibilidades ya que el sexo convencional sería como entrar a una heladería con todos los sabores del mundo disponibles y pedir solo un helado de vainilla. Eso no quita que disfruten del sexo convencional en el momento que les plazca.

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admirándolo.

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El Club de las Excomulgadas esclava12. —Oh. Sostuvo la “S” en la palma de su mano, viéndola brillar en la luz, y se dio cuenta de que sería un recuerdo maravilloso de este fin de semana. Cuando la usara, cada uno asumiría que era su inicial, pero ella sabría de otra manera, por lo que siempre le recordaría a Max y su emocionante tiempo juntos. —Quiero que te pongas estos regalos esta noche. —Me encantaría —levantó el collar—. ¿Me lo pondrías por mí? Ella volvió su espalda hacia él y levantó su cabello. A medida que sus dedos jugaban a lo largo de la parte posterior de su cuello, enviando un hormigueo por su espalda, la “S” cayó por debajo de su camisola y se ubicó entre sus pechos. Max deslizó su dedo por debajo de la cadena de plata en su clavícula, luego hacia abajo por el escote de su blusa. Él extrajo la cadena hasta que el colgante reapareció. —Muy bonito, pero me refería a que quería que usaras solo los regalos.

Él sonrió y asintió con la cabeza. Quedaban dos regalos, pero a juzgar por el tamaño de las cajas, cualesquiera que fueran los artículos que había en ellos eran pequeños. Abrió la caja más grande para encontrar largos guantes de satén negro. Tan pronto como abrió la otra, vio el brillo de diamantes de imitación de nuevo... esta vez como decoración en la parte superior de las medias negras, del tipo con elástico en la parte superior para que se quedaran sostenidas sin ligas. Cada una tenía tres diamantes de imitación muy juntos como una decoración pequeña en la banda 12

En ingles esclavo se escribe slave, por eso dice que la “S” es de esclava.

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—Oh —miró dentro de la caja grande—. ¿Esos también?

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El Club de las Excomulgadas superior. ¿Esto era todo lo que quería que se ponga? Sus mejillas se calentaron -tanto en ansiosa anticipación como en vergüenza. Recogió las cajas y se puso de pie, pero cuando ella dio un par de pasos hacia el dormitorio para cambiarse. Max la detuvo. —¿A dónde vas? —Al dormitorio para cambiarme. —No. Ella trabó miradas con él. —¿No? —Quiero que te cambies aquí mismo. Oh, mi... Ella colocó las cajas sobre la mesa, luego tímidamente levantó el dobladillo de su camisola. Vacilante, ella miró a Max mientras la observaba con gran interés.

sobre la mesa. Sus pezones se pusieron rígidos inmediatamente, más por la mirada intensa de Max que por la frescura del aire. —Continua —ordenó Max. Ella se sentó y desabrochó las correas de los sexys zapatos de tacón alto y los pateó para quitarlos, entonces se puso de pie y se despojó de sus pantalones. A continuación, empujó sus bragas hacia abajo y salió de estas. Ahora estaba desnuda delante de él, excepto por el pendiente de esclava entre sus pechos. Max le entregó las medias, ella se sentó y se puso una, luego la otra. Volvió a ponerse los zapatos y sujetó las correas del tobillo, luego se levantó. Se puso cada guante, lenta y deliberadamente, prestando especial atención en colocar cada dedo

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Se quitó la blusa, luego desabrochó su sujetador de satén negro y lo dejó caer

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El Club de las Excomulgadas con cuidado en su lugar, disfrutando de la mirada de Max calentando su cuerpo. Oh, Dios, ella se sentía sexy estando de pie aquí con sus brazos y piernas vestidos y su torso totalmente desnudo. Sus pechos se sentían pesados e hinchados de necesidad y... era muy consciente de sus muslos y... todo, especialmente con la mirada de Max centrada... ahí mismo. —Perfecto —él se puso de pie y abrió el armario junto a la puerta, luego regresó con un abrigo negro, el cual sostuvo—. Ahora ponte esto. Sus cejas se fruncieron, pero ella deslizó sus brazos por las mangas mientras él sostenía el abrigo para ella, luego ató el cinturón en la cintura. ¿Por qué querría que esté prácticamente desnuda, y luego cubrirla con un abrigo? —Ahora estas lista. Le entregó unas gafas de sol. Cuando ella se las puso en la cara, encontró que los lentes eran totalmente negros, y estaban amortiguados por dentro así se sentaban cómodamente alrededor de sus ojos. No podía ver nada. —Ahora ven conmigo.

dio cuenta de que la estaba llevando hacia el pasillo. ¿Dónde la estaba llevando? Giraron a la derecha, caminaron unos pasos, luego giraron a la izquierda. Era muy extraño caminar en la oscuridad total, su única garantía de que no caminaría contra una pared era la mano de Max guiándola por el brazo. Después de unos momentos, se detuvieron. Estaba bastante segura de que estaban en el ascensor. El repique lo confirmó. Podía oír las puertas abriéndose, entonces Max la empujo levemente hacia adelante. Él le dio la vuelta, y las puertas se cerraron. ¿Había otras personas con ellos en el ascensor? Ella no lo creía. Sintió el ascensor comenzar a moverse, luego reducir la velocidad. Un repique sonó de nuevo y se abrieron las puertas. El murmullo de voces la rodeó

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Él la tomó del codo y la condujo hacia adelante. Oyó abrirse la puerta y se

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El Club de las Excomulgadas mientras salían del ascensor. El vestíbulo. Podía sentir el duro suelo bajo sus pies al caminar y escuchar el sonido de traqueteo de sus tacones sobre el mármol, diferente del de los alfombrados pasillos arriba. —Espera mientras tengo la puerta —murmuró Max contra su oído mientras aminoraba el paso. Se detuvieron, luego él presionó la mano en su espalda y la ayudó a avanzar de nuevo. Los sonidos del vestíbulo se silenciaron detrás de ellos, pero podía decir que no habían salido fuera. No había ruidos de tráfico, y el aire no cargaba el fresco aroma de las flores del jardín en la parte frontal del hotel. Siguieron adelante, pasaron por otra puerta, luego caminaron durante cinco minutos más o menos. Finalmente, llegaron a un punto muerto. —Estamos aquí. Ahora, Summer, quítate el abrigo. Piel de gallina se estremeció sobre sus brazos. No tenía idea de dónde estaban. Ni idea de si había gente alrededor. Y se sentía como si se tratara de un sitio bastante abierto. Ella vaciló. ¿Podía realmente quitarse el abrigo, dejándose desnuda para sabe quien

—Summer, quítate el abrigo. ¿Podría hacer esto? Su palabra segura “gato” se estremeció en su lengua. —Obedéceme. Summer. Muéstrame lo mucho que confías en mí. Ella confiaba en él. No sabía por qué, dado que lo había conocido no más que por un día, pero en el fondo ella confiaba, y quería obedecerle. Ella soltó la atadura de su cintura y abrió su abrigo, luego lo dejó caer al suelo. El aire frío arrasó sobre su piel. Sus pezones se arrugaron. Oyó un ruido metálico, entonces sintió las manos de Max en sus brazos mientras él la ayudaba a retroceder. Se detuvo ante la sensación de frío metal contra su trasero, luego otro

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pudiera ver?

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El Club de las Excomulgadas sonido metálico. Movió sus brazos un poco hacia un lado y golpeó contra metal. Barrotes. Intentó mover sus brazos hacia adelante... y golpeó barrotes de metal de nuevo. —Estás en una jaula. Sintió los dedos de Max rozar a lo largo de su sien, entonces las gafas oscuras fueron retiradas de su cara. Ella parpadeó un par de veces y se quedó mirando fijo hacia los barrotes justo a pocos centímetros delante de su cara. Esta no era una gran jaula rectangular que le daba espacio para moverse. Era lo suficientemente alta como para que estuviera de pie dentro, pero sólo un poco más ancha que sus hombros y la profundidad apenas le daba espacio para respirar. Una sensación sofocante de confinamiento le quitó la respiración, pero ella miró más allá de los barrotes, asegurándose a sí misma que si quería salir de la jaula, Max se lo permitiría. El sentido de apertura en el espacio más allá de la gran jaula fijaba sus nervios aunque al mismo tiempo la hacía sentirse expuesta. Varias piezas de extraño pero familiar mobiliario la rodeaban. Este era el calabozo que se había establecido en el centro de convenciones. Cortinas rojas vagamente definían el espacio y bloqueaban su visión de la mayoría de los puestos convención podían entrar y salir del espacio. —Moví algunos hilos y arreglé para que tengamos el uso exclusivo del calabozo esta noche. El espectáculo estaba cerrado por la noche, así que no había nadie alrededor. Pero podría estar el personal de limpieza... guardias de seguridad... visitantes curiosos. —No te preocupes. El lugar está bloqueado. Estamos completamente solos. Él sonrió mientras caminaba por la jaula, luego por detrás suyo. Con su atuendo... o la falta de este... y la forma en que la jaula la sostenía en su lugar... ella

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más allá, con una abertura de unos diez pasos de ancho por donde los visitantes a la

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El Club de las Excomulgadas no podía evitar que la mirara. No es que ella quisiera. No podía ver a Max, pero podía sentir su presencia... entonces sintió su mano acariciar su espalda, luego sobre sus nalgas. Otra mano acarició y ahuecó su pecho. Acarició una y otra vez el pezón, enviando sus hormonas en un aleteo. Sus manos se escabulleron y se puso delante de ella otra vez. Poco a poco, empezó a quitarse la ropa. Comenzó con su camisa, desabrochando cada botón intencionadamente, su mirada clavada en su cuerpo... moviéndose desde las puntas de sus pechos hasta sus desnudos muslos y la coyuntura privada por encima de estos... Ella observó mientras él revelaba su musculoso pecho... un botón a la vez. Deslizó la prenda fuera de sus hombros fuertes y la arrojó a un lado. Su mirada se detuvo en sus esculpidos, duros como piedras, abdominales mientras se desabrochaba el cinturón. Él bajó la cremallera de sus pantalones negros y los dejó caer al suelo, luego los pateó a un lado. Su polla tenso en sus calzoncillos negros. Se movió en la jaula, intensamente consciente de lo limitado que estaba su movimiento. Él se quitó los calzoncillos y ella se lamió los labios al ver su verga enorme y rígida. Dio un paso hacia ella.

Mientras lo hacía, los fríos barrotes de metal rayaron su piel. Las puntas de sus pechos empujaron a través de los espacios de tres pulgadas entre los barrotes. Max pasó sus dedos por la jaula, acariciando sus pezones con movimientos suaves. Placer se derritió a través suyo, y quiso sentir sus manos en más de ella. Él se inclinó y lamió un pezón, luego lo introdujo en su boca. Ella se arqueó contra la jaula. La humedad se reunió entre sus muslos. Anhelaba sentirlo dentro suyo. Él se incorporó y le acarició con la nariz la mejilla, que se apretaba contra los barrotes. La punta de su polla empujó a través de los barrotes y le rozó los muslos. Él envolvió una mano alrededor de su eje y guió su polla por encima de sus muslos, luego lo apretó entre sus piernas. Esta acarició a lo largo de su raja hasta su

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—Inclínate hacia delante. Contra la jaula —ordenó.

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El Club de las Excomulgadas culo. Ella apretó, agarrándolo firmemente entre sus muslos, deseando que él empujara justo en su interior. Él se movió delante y atrás, acariciando su coño mojado y dolorido. Ella oyó un sonido, como una puerta cerrándose, entonces pasos. Oh Dios, alguien me verá. Verá lo que estamos haciendo. Max dio un paso atrás. —No te preocupes —rápidamente se puso los pantalones y desapareció tras la cortina. Oyó la voz de Max y una discusión tranquila. Unos momentos más tarde, los pasos retrocedieron y una puerta se cerró de nuevo. Max volvió. —Era el guardia de seguridad. Le expliqué el arreglo que hice para esta noche y se fue —él sonrió—. No te preocupes. Ningún detalle. Él dejó caer sus pantalones al suelo otra vez y dio un paso hacia ella. Las manos de Summer temblaban, y ella tomó una respiración profunda. Le

Pronto la ansiedad se volvió anticipación. Él dio un paso detrás de la jaula y sus manos se deslizaron entre los barrotes y se deslizaron sobre sus pechos, luego la atrajo hacia atrás contra los barrotes fríos y duros. Ella se volvió intensamente consciente de su pecho caliente y duro presionando contra ella entre los barrotes, sus grandes manos abarcando sus pechos... y su polla duro como el acero presionando contra su trasero. Sus manos acariciaron su cuerpo desnudo, sobre sus caderas, luego alrededor de su caja torácica. Él ahuecó sus pechos de nuevo y masajeó su carne suave con firmes y seguros dedos. Sus pezones dolían y ella tomó profundas respiraciones.

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acarició arriba y abajo por su espalda. Relajándola. Calmándola.

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El Club de las Excomulgadas Una de sus manos se movió a su cuello, entonces sus dedos trazaron su mandíbula. Él atrajo su cabeza contra la jaula y acarició su oído con la nariz. —Estás completamente indefensa hacia mí en este momento. ¿Sabes eso? —Sí, Amo. Su mano se sentía en su pecho y sintió la punta de su verga dura como el acero deslizarse contra sus nalgas, luego entre sus muslos. Él se deslizó adelante y atrás, acariciando su coño mojado, haciéndola derretirse en más calor líquido. ¿La empalaría por detrás? ¿Se conduciría en ella mientras estaba indefensa en esta jaula? Quería inclinarse hacia adelante en invitación, pero el confinamiento de la jaula no se lo permitía. Su eje caliente se apartó, y un momento después él apareció delante de la jaula, empujando una escalera de madera con tres escalones. Subió las escaleras y se paró frente a ella, su deliciosa verga apuntando directamente hacia ella y, a la altura perfecta.

ante la sensación de su cabeza bulbosa llenando su boca. Ella lamió la punta, luego su lengua se arremolinó a su alrededor. Él empujó más profundo, y ella abrió tan amplio como pudo para acomodar su amplitud. Chupó y pulsó su boca alrededor de él. Él metió sus manos alrededor de su cabeza y le acarició el pelo mientras se empujaba dentro y fuera de su boca. Ella amaba su enorme y dura polla deslizándose dentro suyo. Se puso tenso, y ella sabía que iba a culminar pronto... pero él la sorprendió extrayéndose a sí mismo, entonces presionando su polla apretada contra su cuerpo. Ella se inclinó hacia adelante y lamió sus testículos, luego envolvió sus labios alrededor de uno y lo introdujo en su interior. Lo pulsó suavemente en su boca, luego lo soltó e introdujo el otro. Él gimió, entonces retrocedió de nuevo.

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Apretó su glande hacia sus labios y ella lo succionó dentro, deleitándose

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El Club de las Excomulgadas ¿Lo había disgustado? Él se bajó de la escalera y la empujó fuera del camino, luego abrió la jaula. —Ven aquí. Ella no podía leer nada en su voz. La tomó del brazo y la atrajo hacia un artilugio interesante que consistía en un banco de cuero acolchado con soportes acolchados para sus rodillas, hombros y brazos. —Arrodíllate en las almohadillas e inclínate. Se arrodilló en las rodilleras, que eran lo suficientemente largas para sostenerla desde la rodilla hasta el tobillo, luego cubrió su cuerpo sobre el banco acolchado. Su cabeza colgaba sobre el borde, pero sus hombros y codos descansaban contra lo acolchado. Con su culo empujado alto y plenamente expuesto, se preguntó si él la iba a castigar. Ella se humedecido aún más ante el pensamiento. Max agarró su tobillo y ella sintió una correa envolverse alrededor de este, empujando su tobillo ajustado contra el acolchado. Él abrochó su otro tobillo,

—Qué hermosa vista —dijo, luego fijó una correa alrededor de su cintura. Un momento más tarde, se puso delante de ella y fijó primero una muñeca, luego la otra en su lugar en frente de ella. Su parte trasera estaba totalmente accesible... para ver o tocar... y ella no podía hacer nada al respecto. —¿Cómo se siente eso, Summer? ¿Te gusta ser mi prisionera? Un anhelo profundo la inundó... por tener a Max tocándola... presionando sus dedos en ella... por esa robusta y enorme verga suya sumergiéndose profundamente en su interior. —Sí, Amo.

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luego ató correas justo por debajo de sus rodillas.

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El Club de las Excomulgadas —¿Qué te gusta de esto? —Yo... uh... me gusta que estés mirándome. —Me gusta mirarte. ¿Qué más? —Me gusta que... puedas tocarme. Sus dedos acariciaron la curva superior de sus nalgas, luego lentamente acarició hacia abajo. —Sí, puedo. Y me encanta tocarte. ¿Qué más? —Me… gusta... someterme a ti. Él acarició su trasero, luego hacia abajo por la parte interna de su muslo, luego hacia arriba por el otro, rozando más allá de su carne privada. —Hmm. Sí —él se movió detrás de ella—. ¿Te gusta estar vulnerable a mí? Su dedo acarició suavemente sobre su coño. Ante el repentino contacto, sus rodillas se sacudieron juntas... por lo menos lo intentaron, pero las correas las mantuvieron firmes. No podía hacer nada para detener su acceso a ella... lo que

Sus dedos, ahora húmedos de sus jugos, se deslizaron hacia arriba, y él deslizó un dedo en su apertura trasera. Sus otros dedos jugaron afuera mientras que el primero se deslizó profundamente, balanceándose adelante y atrás. Entonces sus dedos se apartaron. Ella casi saltó ante la repentina, y muy erótica, sensación de sus labios sobre su espalda baja. Se deslizó hacia abajo por la curva de su culo, luego su boca cubrió su húmedo coño y bromeó su carne delicada con su lengua. Ella gimió ante la exquisita sensación. Un sonido en la distancia la sobresaltó, y ella se sacudió de nuevo. ¿Estaría el

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hizo que doliera por él aún más.

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El Club de las Excomulgadas guardia de regreso? Max colocó su cabeza entre sus piernas abiertas y la lamió, luego presionó su lengua dentro y acarició. La banda alrededor de su cintura le impidió arquearse, pero se las arregló para empujar un poco contra él, dándole a su lengua acceso para ahondar un poco más profundo. Luego lamió su clítoris. Ella gimió, entonces el sonido se profundizó mientras él agitaba su lengua sobre su capullo, y lo succionaba. Sus manos acariciaron su culo mientras él jugaba con ella. El placer se hinchó dentro y estalló a través de sus células como una supernova. Ella gimió de puro placer cuando un orgasmo explotó a través de ella. —Eres tan jodidamente sexy —murmuró él. Carne dura empujó contra su apertura desde atrás, y su enorme polla empujó en ella estirándola con su circunferencia. Sus espasmos de placer aumentaron. Él se echó hacia atrás y empujó hacia delante de nuevo... y otra vez. Su empuje acelerándose hasta que golpeaba en ella en un ritmo constante. Su placer se construyó de nuevo, elevándose... empujándola hacia un estado de felicidad. —Oh, sí. Amo —contuvo el aliento, luego gimió en enfervorizada

Sus manos se apretaron alrededor de sus caderas mientras empujaba más lento, pero más profundo, entonces él se puso rígido en su contra mientras su polla estallaba dentro suyo. Él presionó su pecho contra su espalda, sin descansar todo su peso sobre ella, pero sujetándola contra él en un abrazo pleno. Él acarició su oído. —Tú eres una joya. Después de unos momentos, le desabrochó la correa alrededor de su cintura, luego las de alrededor de sus pantorrillas y tobillos. Un momento más tarde, liberó

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liberación.

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El Club de las Excomulgadas sus muñecas y la ayudó a levantarse. Él la atrajo a sus brazos, la abrazó contra su cuerpo y le acarició el cabello. Su cercanía y su gentil toque la hicieron sentirse amada y cuidada. Por mucho que quería agarrar su abrigo y ponérselo en caso de que un guardia viniera alrededor de la cortina, no quería interrumpir este momento perfecto. Él metió su dedo por debajo del colgante en “S” y lo levantó. —Tú eres la esclava perfecta. Realmente voy a extrañarte cuando te vayas mañana. Su pecho se apretó. Mañana volvería a Port Smith y Max volvería a Nueva York. Ella nunca lo volvería a ver. Por supuesto, eso es lo que quería, ¿no? ¿Una aventura de fin de semana sin anexos persistentes? Ahora, sin embargo, la conciencia de que nunca volvería a ver de nuevo a Max se deslizó a través suyo con un dolor punzante. Ella no quería renunciar a él.

Aunque ella y Max nunca tendrían sentido como una relación a largo plazo, eso no significaba que no podían disfrutar de un abrasadora ardiente aventura a corto plazo. Si sólo vivieran más cerca. Si sólo Max quisiera verla de nuevo. Pero seguramente que sólo estaba siendo amable. Diciendo lo que los amantes decían después de un acoplamiento increíble. Ella sólo tenía que enfrentar el hecho de que mañana significaba adiós.

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La había abierto a nuevas experiencias... a un nuevo nivel de placer.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Seis Tanya le entregó a Summer el soporte de exhibición que había utilizado para los chupapollas, y Summer lo colocó en la caja de cartón junto con sus señales para encima de la mesa. —Creo que eso es todo —dijo Tanya. Summer inspeccionó el puesto, ambas mesas estaban totalmente despejadas. Las cajas de Tanya se asentaban en el suelo al final de la mesa, todo empacado y listo para irse. Summer movió las sillas alquiladas bajo la mesa y miró a su alrededor, buscando cualquier pequeña cosa que ella podría haber olvidado, pero sabía que en el interior no estaba más que buscando evasivas porque no quería decir adiós a su amiga. O a Max. Ella echó un vistazo hacia abajo a la “S” de diamantes de imitación que brillaban en el fondo de su camiseta negra. Sus dedos acariciaron la superficie llena de baches.

antes del anochecer. Todo lo del espectáculo había sido estimulante, pero agotador, incluyendo su experiencia con Max, así que no quería empujarse a sí misma. El viaje de regreso a Port Smith tomaría por lo menos dos horas, y ya eran las seis y media. —¿Todo listo? —preguntó Max. Ella asintió, y él agarró la caja de cartón y la puso en el carro que les habían prestado, entonces él colocó las cajas de Tanya al lado de las de Summer. Ya habían puesto sus maletas en el coche esa mañana cuando habían pagado la cuenta antes del espectáculo.

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Max la había invitado a unirse a él para cenar, pero ella quería llegar a casa

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El Club de las Excomulgadas —Llevaré estas a los coches y les daré tiempo para decirse adiós —dijo Max mientras tiraba fuera del carro. Tanya echó sus brazos alrededor de Summer. —Voy a extrañarte. Realmente deberíamos hacer esto más a menudo —ella se inclinó y susurró en el oído de Summer—Y realmente deberías ver a Max más a menudo. —Fuimos sólo una aventura de fin de semana, ¿recuerdas? Nadie lo sabrá nunca en casa. —¿Síp? ¿Ni siquiera vas a contarle a Kyle y Shane al respecto? Especialmente no le diría a Kyle y a Shane. Pero Summer no dijo nada. —Max ha sido bueno para ti. Desearía que ustedes dos pudieran seguir adelante. —Tanya, sabes que no va a funcionar. Vivimos muy lejos, para empezar.

Summer se encogió de hombros. Tanya tomó su bolso del suelo y comenzó a caminar, y Summer se puso a caminar a su lado. —Por lo menos dime que vas a hacer algo al respecto sobre Kyle y Shane. —¿Qué quieres decir con “hacer algo”? Tanya le dio un codazo en el brazo.

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—Y apuesto a que tienes un millón de otras razones, también. ¿Cierto?

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El Club de las Excomulgadas —Sabes lo que quiero decir. Has estado caliente por ambos por mucho tiempo. Sólo tienes que hacer tu movimiento. —Yo no tengo ningún movimiento. —Oh, estoy segura que Max te ha enseñado algunos —ella sonrió con picardía—. Aunque, en serio. Simplemente déjales saber que estás interesada. No puedes querer regresar para solo babear sobre ellos y desear. Haz que suceda. Ten una oportunidad. —Bueno, sería mucho más fácil si pudiera decidir por cuál de ellos ir. —¿A cuál deseas más? —No lo sé. Me gustan de diferentes maneras. —Entonces, ve tras los dos. Summer rodó sus ojos. —Tanya, deja de preocuparte por mí, ¿de acuerdo? —Pero lo hago. Me preocupa que mueras solterona aún deseando poder un codazo a Summer otra vez—. ¡Solo hazlo! —¿Hacer qué? —Max miró hacia ellas mientras se aproximaban hacia los dos coches, el de Tanya y el de Summer, aparcados uno al lado del otro. —Seducir a los dos chicos por los que está caliente de vuelta en su casa. —¡Tanya! —Oh, no te preocupes Summer. Max es un hombre de mundo.

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entrar en los pantalones de esos dos tíos guapos. Y ellos son tan malos —ella le dio

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El Club de las Excomulgadas —Estoy de acuerdo con Tanya. Si deseas a esos hombres, ve tras ellos —él puso sus manos sobre los hombros de ella y la atrajo hacia sí para darle un beso rápido, luego sonrió—. ¿O tengo que ordenarte hacerlo? —Sabes, eso es probablemente lo único que funcionaría —Tanya sonrió. Summer quería responder, pero tan cerca de Max se sentía sin aliento. Ninguna palabra vendría. Max capturó sus labios para un beso profundo y apasionado, y se olvidó por completo de Tanya y sus bromas, pensando sólo en Max.

Y Summer siguió pensando en Max. Durante todo el camino a casa. Entonces toda la larga noche, hasta que se quedó dormida. Luego soñó con Max. Y cadenas. Y una verga enorme y rígida que latía y la complacía hasta que gritaba de liberación. Se despertó a la mañana siguiente con las sábanas enredadas alrededor de sus piernas y un orgasmo aún pulsando a través suyo. Dios mío, nunca había tenido un sueño erótico tan poderoso antes. Y ciertamente nunca había llegado al clímax antes.

cuarenta y nueve. Once minutos antes de que su alarma sonara. Se recostó en la cama y se dio cuenta de que era hora de dejar de lado los pensamientos de Max. Pronto estaría en el trabajo, y Shane y Kyle le preguntarían sobre el espectáculo. Se burlarían de ella, reirían y charlarían. Y ella estaría totalmente consciente de su masculinidad... y su intensa atracción hacia ellos... porque Max le había recordado lo sensual que podía ser. Y lo mucho que le gustaba el sexo. Dudaba de que pudieran volver a ser sólo amigos con Shane y Kyle de nuevo.

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El sol se asomaba entre las cortinas y echó un vistazo a su reloj. Siete

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El Club de las Excomulgadas Y eso presentaba un gran problema.

Summer abrió la caja de su proveedor de dulce favorito y se quedó mirando el hermoso surtido de nuevos moldes de chocolate. La caja en forma de corazón con un arco en la parte superior sería una adición deliciosa a su inventario. La gente amaba las cajas hechas de chocolate, sobre todo cuando las llenaba de pequeños caramelos de goma. La campana sobre la puerta sonó. —Hey, extraña, encantado de tenerte de vuelta. Ella giró alrededor y sonrió hacia Shane. —Es bueno estar de vuelta. Al menos lo era, ahora que ella veía la guapa cara sonriente de Shane. Ayer por la noche, acostada en la cama con luz de luna arrojando un resplandor a través de su colcha blanca, ella había deseado desesperadamente estar de vuelta en Chicago, en los brazos de Max.

y ancho de hombros, pero había dejado la fuerza un par de años atrás para iniciar su propia empresa de seguridad. Desde entonces, se había dejado crecer el pelo rubio ondulado hasta los hombros, y sonreía mucho más. Él era de un espíritu demasiado libre para prosperar en el ambiente regimentado de la fuerza policial. Mientras se bebía la visión de su amplia sonrisa y deslumbrantes ojos azules, se preguntó si realmente podría ser capaz de cambiar su relación con Shane a una relación romántica. O con Kyle.

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Ella miró a Shane afectuosamente. Tenía la construcción de un policía, alto

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El Club de las Excomulgadas ¿Por qué no salir con ambos? Las palabras de Max se hicieron eco en su mente. Me refiero a tener un trío. Entonces no tienes que elegir. Después de lo que había experimentado este fin de semana, la idea de un trío no debería intimidarla, pero... lo hacía. De todos modos, tenía la intención de dejar a la mujer salvaje y sexualmente desinhibida en que se había convertido atrás en Chicago. —Entonces, ¿estás lista para tomar un café? —preguntó. Ella dio la vuelta y agarró su bolso del gabinete inferior, luego giró alrededor y salió de detrás del mostrador. ¿Era sólo su imaginación, o él en realidad le estaba echando un vistazo? ¿Y con una inquietante mirada hambrienta? Debe ser un efecto secundario de la fiebre hormonal de estar con Max. —Cindy, me voy a tomar un café. Vuelvo en veinte minutos —le gritó—. Te traeré uno de regreso. —Está bien —respondió Cindy desde la oficina—Tómate tu tiempo. Esta era su rutina habitual. A Cindy le gustaba leer su correo electrónico

Shane abrió la puerta para Summer, y caminaron a través del vestíbulo del hotel que albergaba la tienda de chocolates de Summer, ellos se dirigieron al restaurante de la esquina y se sentaron en la mesa de siempre con vistas al río. Era tranquilo a esta hora de la mañana, con sólo otras dos parejas en el restaurante. —¿Lo de siempre? —preguntó Carol, la amable camarera como una madre. Summer y Shane asintieron. Carol sirvió el café en las tazas que estaban sobre la mesa, luego regresó unos minutos más tarde con una magdalena de banana y nuez para Summer y un sándwich occidental para Shane. —Así que, ¿cómo estuvo el espectáculo comercial? —Shane sonrió.

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mientras bebía su café en lugar de ir a la tienda de café.

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El Club de las Excomulgadas Al menos había dejado de llamarla el espectáculo comercial de sexo. Ella había sentido como si estuviera yendo a una convención de prostitutas cuando le había dicho eso. —Fue... interesante. Por decir lo menos. —¿Viste alguna persona desnuda? Ella sintió sus mejillas ruborizarse al pensar en la ponygirl. Shane la había molestado sin piedad antes de que se fuera porque ella había estado preocupada exactamente por eso... ver personas desnudas en el espectáculo. Cuando había decidido hacer las pollas de chocolate, los había hecho después de hora, porque si Shane se hubiese enterado, nunca hubiera vivido. —Lo hiciste —Shane se rió entre dientes. —¿Hizo qué? —Kyle apartó una silla y se sentó. Su cabello castaño medio ondulado, muy corto en los lados, pero más largo arriba, brillaba con reflejos del tiempo que pasaba al sol en la piscina de su patio

—Summer vio personas desnudas en el espectáculo. Él la miró con sus intensos ojos verdes mar mientras se inclinaba hacia adelante, con una ceja levantada. —¿Tuviste un tiempo bastante salvaje, supongo? Su rostro se sonrojó más caliente. Su tono era ligero, pero el conjunto apretado de su mandíbula cuadrada le dijo que estaba preocupado. Cuando él la miraba de esa manera, ella podía ver un poco de su padre almirante en él.

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trasero y los paseos que tomaba cada hora del almuerzo.

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El Club de las Excomulgadas Carol apareció con una cafetera en la mano, y Kyle asintió. Cada vez que se unía a ellos para un descanso, él sólo tenía tiempo para un café rápido. Administrar el hotel lo mantenía muy ocupado. Le dio las gracias mientras ella se iba por su camino, eficiente como siempre. —Cuéntanos sobre ello —Kyle puso unas cucharadas de azúcar en su café, después lo agitó. Shane se rió y se recostó en su silla. —Especialmente sobre las personas desnudas. —Bueno, estaba esta mujer... con un arnés de tipo... y una pluma en la parte superior de su cabeza. Era algo así como... un pony. —Este arnés no cubría mucho, supongo —Shane le dio un mordisco a su sándwich. —No realmente. —¿Era todo el espectáculo de esa manera? —Kyle preguntó, luego tomó un sorbo de café.

—¿Qué más pasó ahí? —Kyle preguntó. Ella lo miró. ¿Podía él decir que ella había tenido un enredo romántico con alguien? Sus dedos se posaron en el pendiente colgando de su cuello y acarició la “S” de diamantes de imitación. ¿Romántico? ¿A quién quería engañar? Impresionante, excitante, salvajemente erótico. Sí. ¿Romántico? No. La culpa arrasó a través suyo ante el recuerdo de lo que había hecho con Max. Se sentía como si hubiera engañado a Kyle y Shane. Lo cual era totalmente

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—La única desnuda era la ponygirl.

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El Club de las Excomulgadas ridículo, ya que la relación que siempre había tenido con los dos era meramente amistad, no importa lo mucho que deseara que fuera más. Shane apoyó su barbilla en su mano. —Sí, cuéntanos lo que pasa en un espectáculo comercial de sexo. —Había un montón de puestos con juguetes para adultos, lencería, algunos puestos de información, y... habían establecido un calabozo. Ante el recuerdo de lo que ella y Max habían compartido en ese calabozo, lo que envió a su cuerpo en un aleteo de necesidad, deseó no haber mencionado esa última parte. —¿Cadenas, látigos, ese tipo de cosas? —Kyle preguntó. Ella asintió. —Y una jaula solo lo suficientemente grande para una persona de pie dentro. Sólo el recuerdo de estar encerrada en esa jaula, con Max tocando su cuerpo

Ella acarició su pendiente. —Háblanos de los espectáculos en el escenario —dijo Shane. —Oh, estuve demasiado ocupada en el puesto para verlos. Por supuesto, ella no les diría cómo había participado. Al pensar en el incidente de la polla de chocolate, el calor fluyó a través de sus mejillas. Y no había forma en los campos verdes de Dios que les contara sobre el concurso orgasmo. Shane insistiría en que les contara todo sobre ello, y Kyle sería totalmente desaprobador. Uno de ellos estaría recogiendo su malestar por lo que

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desnudo, envió calor fluyendo a través suyo.

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El Club de las Excomulgadas había sucedido en la mesa mientras que el concurso estaba sucediendo... cómo ella había... Pensar en el pequeño huevo vibrador dentro suyo... lo excitada que había estado... mientras estaba sentada con Shane y Kyle... De repente, ella se hizo muy consciente de su masculinidad. Sus manos fuertes. Sus bocas sensuales. Tomó un sorbo de su café y se dio cuenta de que había terminado la taza y en algún lugar a lo largo del camino había mordisqueado la magdalena hasta el final, también. Echó un vistazo a su reloj. —Realmente tengo que regresar. Mis nuevos moldes llegaron hoy y quiero probarlos.

Kyle echó un vistazo a Shane, dándole la mirada de vamos a quedarnos y hablar. —Tú adelántate. Voy a terminar mi café —dijo Kyle. Summer se puso de pie y se dirigió a la puerta. Mientras Kyle la observaba, sabiendo que su amigo sentía lo mismo por ella. Era un poco desastroso y mantenía a ambos colgando a un costado. Deseando a Summer, pero no haciendo nada al respecto. —Estuvo con alguien —dijo Kyle. Shane lo miró. —Ella estaba con Tanya. —No te hagas el tonto. Sabes lo que quiero decir. Conoció a un hombre. Tuvo sexo. Quién sabe qué clase de excéntrico y extraño sexo, también.

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dolía por dentro. La había deseado por tanto tiempo. Echó un vistazo a Shane,

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El Club de las Excomulgadas —¿Summer? De ninguna manera —Shane miró hacia la puerta por la que había salido apenas unos segundos antes—. Bueno, tal vez la parte del sexo, pero no la de cosas excéntricas. —Ah, ¿sí? ¿Te diste cuenta cuántas veces se ruborizó?

Summer terminó de cenar y puso los platos en el lavavajillas, luego se relajó en el sofá con un libro. Miró por su ventana hacia el cielo en llamas en la puesta del sol y los maduros árboles en su patio trasero, dándole intimidad de las casas vecinas. Era agradable estar en casa, y había sido bueno ver a Shane y a Kyle hoy. Grandioso, de hecho. Un profundo anhelo estremeció todo su cuerpo. Durante el fin de semana, Max la había distraído con su poderoso magnetismo, pero ver a Shane y a Kyle hoy le había recordado por qué había estado colgada por ellos durante tanto tiempo. El teléfono sonó, y ella recogió el teléfono inalámbrico en la mesita a su lado.

—Hola, Summer. Summer casi dejó caer el teléfono ante el sonido de la voz de Max.

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—¿Hola?

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Siete Max se recostó en la silla de su oficina y puso los pies sobre el escritorio, completamente relajado. —¿Me extrañaste? —Sí... — ella vaciló, y Max podría asegurar que estaba a punto de llamarlo "Amo". —Yo también te extrañé. Y lo había hecho. Especialmente su dulzura y su encantadora sumisión. Nunca se permitía apegarse demasiado a sus sumisas, pero cuando él se separaba de una, siempre la dejaba más feliz. No por el sexo mutuamente satisfactorio sino porque él la ayudaba a crecer como persona. Mientras entrenaba a una sumisa, aprendía mucho acerca de su personalidad, y él tenía un talento natural para averiguar qué problemas le impedían lograr lo que quería en esa etapa de su vida. Sospechaba que había busca de ayuda. Mientras crecía, nunca había apreciado el don maravilloso que este era. Hasta ese horrible día... Su corazón se encogió al recordar la llamada diciéndole que Elena, su amada esposa durante cuatro años, la mujer con la que había querido envejecer, había muerto en un accidente de coche. Ese día su vida había cambiado. Se había abandonado a su trabajo excluyendo todo lo demás. Se habría convertido en una máquina, como los juguetes de alta tecnología que diseñaba, sin una pizca de humanidad en su vida, si no hubiera sido por su madre. Ella lo había engatusado para regresar desde el abismo, convenciéndolo de que el mundo era un lugar digno de saborear en lugar

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heredado su intuición de su madre, a quien la gente siempre había recurrido en

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El Club de las Excomulgadas de esconderse de este. La naturaleza gentil de su mamá y la preocupación amorosa mientras ella lo ayudaba a superar ese momento agonizante le había hecho darse cuenta de lo maravilloso que era ayudar a otro ser humano, sobre todo de manera tan personal. Sabía que ninguna mujer podría tocar su corazón como lo había hecho Elena, pero eso no quería decir que no pudiera permitirse tener mujeres en su vida. Simplemente sería a su manera, y ser un Dom aseguraba eso. También le ayudaba a presionar a una mujer más allá de sus límites para poder ayudarla a alcanzar una mayor felicidad. Después que Summer dejara Chicago, se dio cuenta de que no había hecho tanto por ella como hubiera podido. La había abierto a nuevas ideas y ayudado a ir más allá de sus inhibiciones iniciales, pero ella no estaba dispuesta a aceptar lo que realmente quería. Ella se retenía a sí misma en su vida y en el amor, temerosa de tomar riesgos. Tanya confirmó su teoría cuando le dijo que Summer tendía a hacer lo que era fácil para ella y lo que ella sabía que sería un éxito. Ella manejaba su propio negocio, pero con resultados modestos. Con su talento, ella podría ser asombrosamente exitosa. Con su naturaleza sensual, ella podría tener una vida sexual rica y gratificante. Pero incluso con dos hombres interesados en ella, permanecía congelada en una amistad que deseaba se convirtiera en algo más. Y él había dicho adiós a la intrépida exploradora en que se había convertido mientras estaba fuera de su mundo cotidiano. Lo había hecho bien en su fin de semana erótico de descubrimiento al presionar más allá de los límites que ella generalmente establecía, pero sólo porque ella había dado el primer paso en ceder el control. Y Max quería ayudarla a continuar su camino. —Sólo porque no estamos en la misma ciudad no significa que no podamos interactuar de... formas interesantes. —¿Qué clase de formas? —¿Estás usando el collar que te di?

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sabía que eso no iba a cambiar. Cuando ella le había dicho adiós a Max, también

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El Club de las Excomulgadas —Sí. —¿Y los zapatos? Ella vaciló. —De hecho, sí. Y nada más. Él sonrió. —Maravilloso.

Cuando Summer se despertó a la mañana siguiente, todavía se sentía caliente y necesitada. Durante su conversación telefónica con Max la noche anterior había usado un vibrador nuevo que había comprado en el espectáculo, y Max le había hablado haciéndola atravesar una fantasía erótica sensacional, enviándola a un orgasmo demoledor. Pero el sexo con una máquina, incluso con la voz sexy de Max mejorando la experiencia, no era lo mismo que el sexo con un hombre vivo y de sangre caliente. Ella fue a trabajar, todavía anhelando el contacto de un hombre. El anhelo para su descanso de café, ella estaba lista para más que un café. Se sentó a la mesa, y Shane conversó con ella sobre el nuevo sistema de seguridad que Kyle tenía intención de instalar en el hotel. Dado que Shane había dejado la policía y comenzado su propia compañía de seguridad, el hotel se había convertido en uno de sus principales clientes. Pasaba las mañanas y un par de tardes a la semana allí, encargándose de los problemas de seguridad, gestionando con los guardias de seguridad que trabajaban en el hotel, y haciendo planes a largo plazo. Un sonido interrumpió su conversación. Summer se quedó mirando su bolso, que estaba asentado en la silla junto a ella, una melodía persistente emanando de este.

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la persiguió mientras manejaba las ventas de la mañana. Cuando Shane se presentó

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El Club de las Excomulgadas —Tu bolso está sonando —dijo Shane. Ella desabrochó el bolso, luego abrió el pequeño compartimento con cremallera y sacó el teléfono. —Hola, Summer. —Hola —un hormigueo se deslizó por su espina dorsal ante el sonido de la voz profunda y sexy de Max. —¿Te atrapé en un mal momento? —Um... solamente estoy en un descanso de café con un amigo. —¿Kyle o Shane? Miró de reojo hacia Shane, luego a su taza de café. —Sí. Mi amigo Shane. —¿Qué hay de Kyle? —No, hoy no —sabía que su voz sonaba forzada, pero se sentía incómoda

—Está bien. No quiero interrumpir. Te llamaré esta tarde. —Está bien, adiós. —¿Quién era? —Shane tomó un sorbo de su café. —Oh, solamente alguien que conocí en el espectáculo. —¿En serio? ¿Un alguien masculino? Ella vaciló. —Sí. Un amigo de Tanya.

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hablando con Max, su amante reciente, frente a Shane.

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El Club de las Excomulgadas Shane tomó un sorbo de café, aparentemente relajado, pero podía sentir la tensión en él. Su mirada se posó sobre ella como si estuviera tratando de evaluar sus sentimientos. —¿Tuviste... sexo con él? Su estómago se hizo un nudo, y ella lo miró fijamente. No era algo común en Shane preguntarle sobre su vida sexual. Por supuesto, durante el año pasado ella en vedad no había tenido una vida sexual. No mientras estaba atrapada en su deseo de ambos, Kyle y Shane, y sin saber qué hacer al respecto. —Sí. La mirada de Shane se clavó en ella. Sus dedos, que estaban envueltos alrededor de su taza, la apretaron con más fuerza. —¿Por qué? ¿Qué había de especial en él? Tomó un sorbo de su café. —Bueno, eh... él era alto y sexy y... diferente.

—No sé... como alguien... de la gran ciudad. Misterioso... — bebió un sorbo de café de nuevo, agarrando su taza con las dos manos—. Dominante. No estaba segura de por qué lo había dicho. Sabía que Shane probablemente profundizaría en el tema. Y tal vez ella quería que lo hiciera. Tal vez ella quería admitir lo mucho que la había excitado ser dominada. Shane hizo a un lado su taza de café. —Tengo que ir alrededor del servicio de comidas. ¿Por qué no caminas conmigo?

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—¿En qué sentido?

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El Club de las Excomulgadas Él arrojó algo de dinero sobre la mesa para cubrir su factura, a pesar de que era el turno de Summer, luego se puso de pie y caminó hacia la puerta. Summer tomó su bolso y lo siguió. Una vez en el vestíbulo, él giró inmediatamente hacia la derecha, por el pasillo hacia el servicio de comidas, pero luego pasó más allá de la oficina del servicio de comidas hasta un pasillo tranquilo que rara vez tenía algún tráfico a esta hora de la mañana. La arrastró alrededor de una esquina y se detuvo. —Shane, ¿qué está pasando? —¿Te metiste en algunas cosas pervertidas con ese tipo? —Nada pervertido —ella tomó una respiración profunda—. Dominación y sumisión no es algo pervertido. Es un intercambio voluntario de poder. Eróticas sensaciones la invadieron al recordar la voz autoritaria de Max, ordenándole hacer cosas sexys. —Así que este tipo te dijo qué hacer. ¿Te ató? Recordó como Max la había atado a ese banco, dejándola indefensa contra llevándola a un orgasmo demoledor. Ella se volvió intensamente consciente del musculoso cuerpo de Shane cerca del suyo... y del hecho de que ella estaba sola con él, en un pasillo tranquilo donde nadie los vería. Una feroz necesidad ardía a través suyo. —Realmente no quiero entrar en detalles… —Pero… —Shane, yo...

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su toque. Cómo la había acariciado... cómo había deslizado su gran polla en ella...

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El Club de las Excomulgadas ¿Cómo podía decirle lo que deseaba? Quería sentir sus brazos alrededor suyo... sentir su sólido pecho masculino apretándose contra ella... sentir sus labios sobre los suyos... sobre su boca... sobre sus pechos... Dios, sobre su clítoris ardiente. —¿Qué pasa, Summer? —los cálidos ojos azules de Shane se asomaron en los de ella. —Te he deseado desde hace mucho tiempo. Shane miró fijamente a Summer, que lo miraba con un intenso anhelo en sus ojos azul zafiro. Su corazón bombeaba con fuerza. ¿Ella lo deseaba? Buen Dios, tuvo que contenerse de deslizar sus brazos alrededor de ella y saquear sus labios. Pero tenía miedo de que una vez que pusiera sus manos sobre ella, no quisiera detenerse en un beso. Una vez que sintiera la suavidad de su cuerpo apretado contra él, como una adicción, él querría más y más. Él probablemente tiraría de ella en la habitación más cercana y la violaría. Pensamientos de un tipo tocando su cuerpo, ordenándole hacer cosas... La posesividad lo inundó. Deseaba a Summer. Las manos de ella se deslizaron a sus mejillas y se acercó. Aspiró el perfume delicado de las flores de primavera que emanaba de su precioso pelo castaño rojizo. siempre había soñado con esto. Él se reunió con sus labios suavemente, reteniendo la fuerza de su pasión, sin querer asustarla, pero el sonido de su pequeño jadeo lo sobresaltó. Sus brazos se envolvieron alrededor de ella, y él la tiró contra su cuerpo. Su polla se elevó ante la sensación de ella... ante el conocimiento de que estaba excitada... por él. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y se aferró a él. Sus labios se movían frenéticamente sobre los suyos. Sus pechos suaves presionados contra su pecho, y sus duros pezones como guijarros lo atormentaban. Quería deslizar sus manos por debajo de su suave suéter y acariciarle los pechos desnudos... ahuecar sus pezones duros en la palma de su mano.

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Sus ojos brillaban mientras su cara se acercaba. Ella iba a besarlo. Maldita sea,

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El Club de las Excomulgadas Se aferró a ella, sosteniéndola con fuerza contra él, deslizando su lengua a lo largo de la de ella... tan completamente excitado que temía que iba volverse loco en ese mismo momento. Sus labios se escaparon de los de él, y ella le acarició el cuello con la nariz. —Oh. Shane… —ella levantó la vista hacia él. Sus mejillas estaban teñidas de carmesí—. Yo... uh... — tomó una respiración profunda. —Está bien, cariño. Yo… El sonido de alguien aclarándose la garganta lo detuvo en seco. Summer suspiró. Oh, Dios, era bastante malo que ella se hubiera arrojado sobre Shane en medio del pasillo... ahora alguien los había visto.

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—¿No creen que esto es un poco inapropiado? —dijo Kyle.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Ocho Tan pronto como Kyle había visto a Summer en los brazos de Shane, sus entrañas se habían apretado y sus manos se habían tensado hasta volverse puños. Al mismo tiempo, su polla había crecido ante sus sonidos de placer murmurados. ¿Cómo se había perdido las señales? Summer y su mejor amigo estaban involucrados. ¿Cuánto tiempo había estado sucediendo eso? ¿Por qué habían ocultado esto de él? Los sentimientos de traición se dispararon a través suyo. —Summer. En mi oficina. Ahora. Ella se alejó de Shane y salió por el pasillo sin mirar en la dirección de Kyle. —Kyle, no es lo que piensas —dijo Shane. Él miró hacia Shane, sin dignificar su comentario con una respuesta. Shane siguió a Summer, llegando junto a ella en pocas largas zancadas, con

—Shane, te necesitan en la recepción —dijo Kyle con voz tensa—. Un problema de seguridad. La mandíbula de Shane se contrajo. Claramente él estaba debatiéndose entre su responsabilidad profesional y permanecer al lado de Summer. Summer apoyó su mano sobre el brazo de Shane. Kyle apretó sus dientes ante la vista. —Está bien. Ve —dijo Summer. Shane asintió entonces de mala gana, pasó a Summer y se dirigió por el pasillo hacia el vestíbulo.

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la clara intención de acompañarla a la oficina de Kyle.

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El Club de las Excomulgadas Summer comenzó a caminar de nuevo, con Kyle siguiéndola detrás. Giró a la izquierda por el pasillo que estaba antes de llegar al vestíbulo, agradecida de no tener que desfilar por el vestíbulo, no con su cara ardiendo con calor. Pasó junto al escritorio de la secretaria de él, que estaba vacante por el momento, y entró en la oficina de Kyle. Ella podía sentir su presencia ominosa detrás suyo. Nunca se había sentido como su empleada anteriormente. De hecho, ella no era su empleada, pero él podía terminar su contrato para vender chocolates en el hotel en cualquier momento, lo cual sería un desastre. Tenía un tráfico maravilloso allí con un alquiler asequible. Cuando los autobuses turísticos llegaban llenos de turistas, de mayo a octubre, sus ventas se disparaban. Pero sus preocupaciones acerca de su negocio y si continuaría teniendo un medio de vida viable no eran su principal preocupación. Realmente no creía que Kyle la fuera a echar. Lo que hacía que le doliera el corazón era que podría haberle hecho daño. La puerta se cerró, y ella pudo sentirlo acercarse. Lentamente, se dio la

—Kyle, lo siento mucho, yo… Con un movimiento rápido, tiró de ella hacia él y capturó su boca con la suya. Apenas tuvo tiempo de recuperar el aliento cuando su lengua se deslizó a través de sus labios... y ella se abrió para él. Él le acarició el interior con una caricia dulce, y ella se derritió contra él. Sus brazos la rodearon y la sostuvo cerca de su cuerpo. Sus pechos se presionaron con fuerza contra su pecho musculoso y... sintió un bulto contra su estómago. Estaba duro. La deseaba.

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vuelta. Ante la vista de la ansiedad en sus ojos, su corazón se comprimió.

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El Club de las Excomulgadas ¿O era sólo porque la había visto en brazos de otro hombre? Sus labios se separaron de los de ella, y él la miró con hambre en sus ojos. —Summer, te deseo. Lo hago desde hace mucho tiempo. Kyle la deseaba. La alegría la inundó ante el pensamiento. Ella lo deseaba a él. Él la deseaba a ella. Pero, ¿qué pasaba con Shane? ¿Estaba atraído por ella, también? Claro, él la había besado, pero ella había tomado la delantera. No le había dicho nada que indicara sus sentimientos hacia ella. Kyle la soltó y dio un paso atrás, dándole espacio para respirar. —Sólo quería que lo supieras. Él se sentó en una silla junto a la mesa circular, en lugar de detrás de su escritorio, e hizo un gesto para que ella tomara la silla a su lado. —¿Cuánto tiempo han estado tú y Shane… en una relación sentimental? —No lo estamos. Eso fue... — ella agitó su mano vagamente—.

—Fue un acontecimiento muy espectacular. Sus mejillas se sonrojaron. —Lo sé. Fue... extraño. Simplemente estoy... en un estado de ánimo raro en estos días. —Conociste a alguien cuando estuviste lejos. No era una pregunta. Ella suspiró.

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Simplemente ocurrió.

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El Club de las Excomulgadas —Sí. —¿Tú... te acostaste con él? Ella asintió con la cabeza. —Así que esa… aventura... es la razón por la que estás en este “estado de ánimo raro”. En otras palabras, no estás dispuesta a volver a tener esencialmente ninguna vida sexual. Ella lo miró fijamente, con la boca abierta. —Yo... uh... supongo que eso es cierto. No le gustaba el hecho de que él pensara que no tenía vida amorosa. Era cierto, pero a ella no le gustaba que lo supiera. Él se recostó en su silla y agarró un bolígrafo de la mesa. Le dio vueltas una y otra vez mientras estudiaba su rostro. —Tú y yo y Shane... todos hemos estado evitando lo que se ha hecho cada vez más evidente. Shane y yo estamos atraídos por ti... y creo que te sientes atraída por ambos —él arqueó una ceja, pero ella no hizo ningún movimiento para Shane hacia ella o si realmente había hablado con Shane al respecto. Dudaba de eso último. Kyle se inclinó hacia adelante. —Todos hemos estado evitando hacer cualquier cosa acerca de la situación debido a nuestra amistad... preocupados por cambiar el status quo, por temor a que alguien salga lastimado. Sus labios se apretaron en una línea recta. Él dejó caer el bolígrafo sobre la mesa.

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reconocer su teoría. No tenía ni idea de si Kyle estaba adivinando la atracción de

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El Club de las Excomulgadas —Creo que es hora de que los tres tengamos una pequeña charla.

Cuando Summer llegó a la casa de Kyle la noche del viernes -para la pequeña charla- Shane ya estaba allí. Él abrió la puerta cuando ella golpeó y la condujo hacia la sala de estar. Ella sabía que Kyle se sentía atraído por ella, él se lo había dicho en su oficina, pero ¿qué pasaba con Shane? Tal vez él estaba aquí sólo para facilitarle las cosas y dar su bendición para que saliera con Kyle. Eso ciertamente haría toda la situación más fácil. Excepto porque seguía sintiéndose atraída por él. Incluso ahora, el olor penetrante de su colonia le traía recuerdos de aquel sensacional beso arremolinándose a través de ella... de su cuerpo duro y masculino presionado contra el suyo... Él la atrajo hacia sí, sus pechos se presionaron contra su pecho musculoso, y él la besó con una pasión contenida. Su pulso empezó a acelerarse. La hizo hacia

—Sé que Kyle te dijo cómo se siente por ti. Sólo quiero que sepas que estoy loco por ti, también. —¿Ustedes dos en eso otra vez? —Kyle sonrió desde la puerta de la cocina, luego se dirigió hacia ella. Él la atrajo de Shane y la rodeó con sus fuertes brazos. Sus ojos verdes como el mar hervían con pasión mientras se apoderaba de su boca en un beso de infarto, sus labios moviéndose sensualmente sobre los de ella, dejándola sin aliento. Cuando la soltó, Summer se dejó caer en el sofá.

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atrás y la miró, sus ojos azules deslumbrando por su intensidad.

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El Club de las Excomulgadas —Así que me siento atraída por ambos, y los dos están atraídos por mí — ella suspiró—. Esto es un verdadero desastre. El recuerdo de las palabras de Max -“Por qué no salir con ambos... un trío... entonces no tienes que elegir”- se deslizó a través de su cabeza. Desde que él lo había dicho, la idea la había perseguido... llenado sus sueños. Un ménage à trois. —Ya se nos ocurrirá algo —dijo Kyle—. Por ahora, vamos a relajarnos y a cenar algo. Tengo unos filetes aquí, y he comenzado la barbacoa. Vayamos afuera y disfrutemos de la noche, luego hablaremos las cosas. Shane y Summer siguieron a Kyle a la cocina. —¿Quieres un poco de sangría? —Seguro —Summer vio a Kyle verter un poco desde una jarra llena. El hielo en el vaso se agrietó. Ella tomó el vaso y bebió un sorbo, disfrutando del vino frío y afrutado. Kyle agarró el plato de filetes, y Shane llevó la ensaladera grande. Summer recogió

Kyle abrió la tapa de la barbacoa y colocó los filetes en la parrilla. Summer se sentó en una de las sillas de la terracita y miró hacia la hermosa piscina en forma de riñón. El cielo estaba iluminado con nubes naranja y púrpura mientras el sol se ocultaba, invisible detrás de los árboles a través del gran patio trasero de Kyle. Su casa daba a un barranco, y un seto alto a lo largo de cada lado de su patio, junto con el hecho de que había una gran distancia entre su patio y el de sus dos vecinos laterales, le permitía tener mucha privacidad. Era genial vivir en una pequeña ciudad donde había espacio para tener esos grandes patios. El aroma de la carne asándose rápidamente llenó el aire.

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la jarra y los siguió hacia el patio trasero.

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El Club de las Excomulgadas —Kyle, ¿vendrá tu papá a visitarte el fin de semana largo de Julio? — preguntó Summer. El cumpleaños de Kyle era a finales de Julio, y las visitas de verano de su padre hacía las veces de visita de cumpleaños. —No, no puede hacerlo este año. Y como de costumbre, él no me puede decir por qué debido a que todo es siempre crítico en el ejército, especialmente en su nivel. Summer comprendía la irritación en la voz de Kyle. Le molestaba el ejército. Le echaba la culpa de la distancia, emocional y física, entre él y su padre. Kyle amaba a su padre, pero había pasado demasiados años mudándose alrededor cuando era un niño, dejando atrás amigos, teniendo que aprender a encajar en una nueva escuela... una nueva ciudad... Hasta que conoció a Shane. Cuando la familia de Kyle se había trasladado aquí, la amistad que se había formado con Shane duró, incluso después de que ellos se mudaron de nuevo. Decidieron ir a la misma universidad, entonces Kyle se mudó aquí para siempre... y nunca miró hacia atrás. —¿Quieres decir que no conseguiré escuchar el punto de vista del almirante sobre yo dejando la fuerza en nuestra barbacoa anual? —preguntó Shane, elevando

—Lo siento, amigo —respondió Kyle—. Te puedo fastidiar un poco, si lo deseas. Shane suspiró como si estuviera decepcionado. —Nah. No es lo mismo. Kyle se echó a reír. El papá de Kyle y Shane se llevaban sorprendentemente bien, probablemente porque Shane entendía los puntos de vistas del anciano y se daba cuenta que hacía los comentarios que hacía solamente porque le gustaba Shane y realmente quería ayudar.

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las cejas—. Maldita sea, ese es el punto culminante de mi año.

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El Club de las Excomulgadas Summer vio como Kyle daba vuelta a los filetes, Shane se apoyaba en la barandilla de la terracita, dando consejos sobre cómo saber si estaban hechos lo suficientemente bien. Aunque estos dos hombres tenían personalidades muy diferentes -Shane nunca se tomaba nada demasiado en serio y Kyle era más del tipo fuerte y silencioso- eran tan cercanos como dos amigos podían ser. Harían cualquier cosa el uno por el otro. ¿Incluso compartir a una mujer? Kyle apiló los filetes en un plato y los puso sobre la mesa. Pronto los tres disfrutaban de la comida mientras observan la puesta de sol. Summer dio un mordisco a la carne tierna y masticó pensativamente. Después de la cena, discutirían qué hacer con el hecho de que los dos hombres se sentían atraídos por ella. ¿Qué sugerirían Kyle y Shane? ¿La harían escoger a uno de ellos? Ella no quería hacer eso. Ella podría salir con los dos, pero entonces las cosas serían... diferentes entre ellos. E incómodas cuando estuvieran todos juntos. ¿Realmente tenía sentido hacer un ménage à trois? ¿Salir... y tener sexo... con los dos

Excitación vibró a través suyo ante la idea de estar con los dos. Shane y Kyle ambos tocándola al mismo tiempo... ella tocándolos a ambos. Una verga en cada una de sus manos. Envolviendo sus labios alrededor de una gran verga, dura, mientras que el otro hombre acariciaba sus pechos. El calor se apoderó de ella. Agarró su vaso helado y bebió un sorbo de sangría. ¿Se sumarían Shane y Kyle para una cosa así?

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al mismo tiempo?

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El Club de las Excomulgadas Echó un vistazo a Kyle mientras regresaba hacia la terracita después de llevar los platos vacíos adentro. Su camisa estaba abierta, mostrando sus fuertes y esculpidos abdominales. Echó un vistazo a Shane, quien ponía la cubierta sobre la parrilla, luego se sentó frente a ella y le dirigió una sonrisa deslumbrante. Su mirada se posó en sus labios, y recordó el beso en el pasillo... cómo había dejado su sangre ardiendo. Oh, Dios, eso esperaba. Pero ella tendría que sugerirlo, porque estaba segura de que ellos no lo harían. Miró de uno hacia el otro. Pero, ¿cómo? Estiró sus piernas y observó las luces solares vagar alrededor de la piscina, las cuales se encendían automáticamente cuando se hacía de noche. Pequeñas ondulaciones sobre el agua brillaban en la tenue penumbra. Tal vez un poco de persuasión sutil. Si ella les mostraba lo que quería...

Kyle miró a Summer sentada y absorta en sus pensamientos y se preguntó

—Es una noche cálida —dijo Summer—. Sería bueno ir a nadar. Ella comenzó a desabrochar los botones de su blusa. —¿Trajiste tu traje de baño? —preguntó Kyle. Su mirada se cruzó con la suya. —No... no lo traje. Él no sabía exactamente lo que estaba pasando detrás de esos ojos azul zafiro.

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qué pasaba por su cabeza.

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El Club de las Excomulgadas Mientras desabrochaba su último botón, se dio cuenta de que llevaba un sujetador de encaje rosa debajo de su camisa, no uno de sus bikinis de colores brillantes. Cuando se quitó su blusa, dejando al descubierto la prenda rosa de encaje y satén, su corazón comenzó a latir más rápido. A pesar de que la había visto en algunos bikinis diminutos muy bonitos, no era lo mismo que en realidad verla en un sujetador. Podía usar un traje de baño en la más concurrida de las playas y sería totalmente aceptable, pero verla en ropa interior de encaje era... íntimo. Salvo que Shane estaba allí, también. Su corazón bombeó más rápido. ¿Qué era exactamente lo que Summer tenía en mente? Ella dejó caer la blusa fuera de sus brazos, luego recogió la prenda y la arrojó en su gran bolso. Ella se quedó sentada quieta por unos momentos, mirando el patio trasero... no a él ni a Shane... pareciendo un poco incómoda. Bueno, no podía estar tan incómoda como él -acomodó sus jeans sobre su polla endureciéndose- o Shane. Su amigo le envió una mirada inquisitiva, luego volvió a mirar a Summer... y la curva suave y redonda de sus senos cubiertos por el encaje. Sus pezones erectos se veían claramente a través de la tela satinada debajo

Ella movió su pelo detrás de su oreja y se removió en su silla. Parecía incómoda, pero maldita sea, ¿que se suponía que tenía que hacer al respecto? Ella había empezado esto. —Uh... Summer, no me malinterpretes, me encanta la vista, pero... ¿Qué está pasando? —preguntó Shane. Ella lo miró, pareciendo perdida en sus pensamientos. —Yo... uh... solo estoy caliente, eso es todo.

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de los bordes del encaje.

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El Club de las Excomulgadas Santo infierno, ella no estaba bromeando sobre eso. Estaba muy caliente. Y lo estaba poniendo caliente a él. A Shane, también, por el aspecto de su creciente bulto. ¿Summer quería que ellos hicieran algo? ¿Hacer que las cosas avanzaran? Si era así, los había puesto en una situación extremadamente difícil.

Summer agarró los apoyabrazos de la silla. ¿Por qué había empezado esto? Se sentía fuera de su elemento. Por supuesto, le resultaba tremendamente excitante que pudiera terminar teniendo sexo con ambos, Shane y Kyle... al mismo tiempo. Un trío. El pensamiento de las manos de ambos tocándola... acariciándola... envió hormigueos a través de su cuerpo. Ella contuvo el aliento. Había dado el primer paso. No tenía sentido detenerse ahora. Ella llevó sus manos hacia su espalda y liberó los ganchos de su sujetador, luego deslizó los tirantes por sus hombros. Sin atreverse a mirar a ninguno de los dos hombres sobre la terracita, alivió el sujetador hacia adelante y lo

Ahora, tanto Shane como Kyle la miraban fijo y abiertamente, sin siquiera fingir que no se daban cuenta de que sus pezones estaban rígidos al empujarse hacia adelante. Podía sentir sus miradas calientes como una caricia suave. Oh, Dios, era tan pecaminosamente erótico estar sentada allí con sus pechos desnudos, con esos dos chicos calientes, quienes le habían dicho que la deseaban, mirándola tan intensamente. Rozó sus manos sobre sus pechos. Los pezones acariciaron a lo largo de sus palmas. Ella deslizó sus dedos sobre las duras protuberancias. Eso y la mirada

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dejó caer. La cálida brisa rozó su piel, y sus pezones se fruncieron aún más.

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El Club de las Excomulgadas hambrienta en los ojos de Shane y de Kyle enviaron un calor abrasador a través suyo. Ella deslizó sus manos debajo de sus pechos y los levantó como si se los ofreciera a los hombres. —Me... — ella acarició sus pechos de nuevo, sintiendo el repiqueteo en su cuerpo—. ¿Me desean? —Por supuesto que te deseamos, Summer —dijo Shane, pero en lugar de correr hacia ella y arrastrarla a sus brazos, miró tímidamente hacia Kyle. Sólo diles que quieres que te follen. Ambos. Eso es lo que Tanya le diría que hiciera. Pero... ella no podía decir eso. No a Kyle y a Shane. Kyle se puso de pie y dio un paso hacia ella, entonces tomó su mano y la atrajo hacia sus pies. —Cariño, te deseamos. Quiero tocar esos gloriosos pechos tuyos. Quiero hacerte el amor —se inclinó hacia ella y le murmuró al oído—. ¿Quieres que

Eso es lo que Summer quería, pero... cuando ella miró hacia los ardientes ojos color esmeralda de Kyle... y se dio cuenta que en realidad él podría acceder a ello... que dentro de unos minutos, ambos hombres podrían estar tocando sus pechos, liberando sus pollas, ella contuvo el aliento. Oh, Dios, ¿qué había estado pensando? Ella no podía hacer algo tan escandaloso como tener un ménage à trois. No aquí en Port Smith. No con sus amigos... no importaba lo mucho que quisiera que fueran más que amigos. Ella no podía hacer eso.

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ambos, Shane y yo te hagamos el amor? ¿Es eso?

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El Club de las Excomulgadas Tan pronto como Kyle vio la incertidumbre en los ojos zafiro de Summer... la vulnerabilidad... supo que había jugado esto de manera equivocada. —Yo... — ella sacudió su cabeza y se alejó de él. Agarró su bolso y se metió en la casa. Podía verla tironeando de su blusa mientras atravesaba la sala, luego salía por la puerta delantera hacia su coche. —¿Deberíamos ir tras ella? —preguntó Shane. —No. Creo que eso la asustaría aún más. Kyle recogió el sujetador rosa que permanecía tendido sobre la mesa, consciente de que sólo momentos antes, estas copas de encaje habían estado envueltas alrededor de los encantadores pechos de Summer. —Ella necesita un poco de tiempo. Está claramente avergonzada por lo que hizo esta noche. Tenemos que tener mucho cuidado para que se sienta cómoda la próxima vez que la veamos.

Summer cerró la puerta detrás de ella y se apoyó en esta, tratando de abotonada torcidamente, rezando para que no la detuvieran. Solamente quería llegar a casa... y alejarse de Shane y Kyle. Se sentía como una tonta. Y toda la situación la había dejado rebosante de necesidad sexual. Summer notó la luz intermitente en su contestador automático. ¿Era un mensaje de Shane o de Kyle? Apretó el botón y oyó la voz de Max pidiéndole que lo llamara cuando ella llegara y dándole el número de su celular. Levantó el teléfono y marcó. Él contestó al cabo de dos timbrazos.

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recuperar el aliento. Ella había conducido a su casa sin sujetador con su blusa

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El Club de las Excomulgadas —Hola, Max. Es Summer. —¿Estás bien? Suenas un poco decaída. Ella contuvo el aliento y calmó su voz. —Estoy bien. No era cierto. Su pulso estaba acelerado, su corazón latiendo en su pecho... y se sentía enferma. —De acuerdo. ¿Te importa si me pongo en contacto contigo en unos veinte minutos? —preguntó Max. —Seguro. No hay problema. Voy a estar aquí. Después de colgar, ella se tomó un vaso de agua y se dirigió a la sala de estar, con la intención de olvidar sus problemas viendo un poco de televisión. Encendió la televisión y cambió los canales hasta que encontró una vieja película, luego se recostó en el sofá. Jugueteó mientras la miraba, pero en realidad no mantenía su atención, y en poco tiempo se encontró mirando el reloj, preguntándose cuando Max le devolvería la llamada. Llamaron a la puerta y ella se

¿Y si eran Kyle o Shane? ¿O ambos? Ella miró a través de la mirilla... ¡Max!

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levantó para contestar.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Nueve Summer abrió la puerta con una amplia sonrisa extendiéndose en su cara. Max estaba en su puerta, con el rostro aún más devastadoramente guapo de lo que lo recordaba. Quería correr sus dedos por el pelo negro y puntiagudo, deslizarlos por los músculos bien definidos de su pecho desnudo. Básicamente arrancarle la ropa y besar cada parte dura y masculina de él. Entonces violarlo a fondo y completamente. —¿Qué estás haciendo aquí?—se aferró al borde de la puerta, absorbiendo la imagen de él. Ella no podía creer que hubiera hecho todo el camino desde Nueva York para verla. —Pensé en sorprenderte. Tanya me dio tu dirección. Ella pensó que estarías bien con un huésped de fin de semana —él arqueó las cejas de manera expectante. ¿Qué diablos estaba pensando, haciéndolo esperar en la puerta? Aflojó su agarre sobre la puerta y dio un paso atrás. —Adelante.

encantada. Se metió en sus fuertes brazos y aspiró su aroma masculino y picante mientras él la abrazaba, su ancho pecho sólido contra sus pechos. Él capturó sus labios en un beso largo y apasionado. Finalmente, él se apartó y agarró su bolsa desde el porche, entonces la colocó en el interior. —Me alegro de que estés aquí —dijo ella. Él deslizó su brazo alrededor de su cintura y caminó hacia el sofá, luego se sentó a su lado. —Está bien. Ahora, dime qué está mal.

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Él claramente se había invitado a quedarse en su casa... y ella estaba

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El Club de las Excomulgadas Ella se desplomó contra él, le contó toda la historia de lo que había pasado en la casa de Kyle. Él la abrazó, su fuerte presencia calmándola. —Quería hacer que funcionara... — dijo ella—. Pensé en mostrarles lo que quería... Pero simplemente no pude hacerlo. —Está bien, cariño —dijo él con su voz cálida y comprensiva. —Ahora ellos probablemente piensan que soy una... una... — ella suspiró—. No sé qué, pero algo realmente embarazoso. Él sonrió mientras le acariciaba el pelo detrás de la oreja. —Estoy seguro de que no lo hacen. Por lo que me has dicho, realmente se preocupan por ti. Ellos no van a pensar nada malo de ti. Ella lo miró y buscó sus ojos. Había conocido a Max solamente como el fuerte Dominante, pero ahora veía otro lado de él. Cálido y compasivo.

Tan pronto como Max había visto a Summer en la puerta, había sabido que algo iba mal. Mientras ella le contaba su historia, podía sentir la vergüenza y el quitándose la blusa y el sujetador... exponiendo sus pechos desnudos. ¿Cómo se habían resistido esos chicos a saltar ante la oportunidad que les había ofrecido? Ahora sus ojos azul zafiro lo miraban con una tranquila vulnerabilidad, y ella se inclinó hacia delante y rozó sus labios sobre los suyos con una dulce ternura que encontró casi desconcertante. Maldita sea, de alguna manera esta mujer lo afectaba en una forma que ninguna otra lo había hecho en un tiempo muy largo.

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conflicto en sus palabras. Al mismo tiempo, no podía dejar de imaginarla

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El Club de las Excomulgadas Se echó hacia atrás, necesitando un poco de distancia en estos momentos. Entonces vio que su cuello no estaba derecho. Los botones estaban abrochados en los orificios equivocados. —Me doy cuenta de que tu blusa está desordenada —observó, sonriendo. Su mano revoloteó hacia su pecho. —Me fui a toda prisa. Summer desabrochó los botones del medio, con la intención de volver a fijarlos en los orificios apropiados, pero el calor de la mirada de Max encendió la frustrada excitación burbujeando a través de ella más temprano. Ella era muy consciente de su ardiente mirada masculina sobre sus dedos mientras liberaba el primer botón, luego otro. En lugar de reengancharlos, continuó desabrochando los de más abajo, luego los de arriba. Poco a poco, ella abrió su blusa, exponiendo sus pechos desnudos hacia él. Sus ojos grises como el humo se oscurecieron como carbón. —Te ves muy sexy esta noche.

adelante como si quisieran llegar hasta Max. Ella giró su dedo alrededor de un pezón, luego el otro. Unos temblores calientes la recorrieron. —Tengo algo para ti —se levantó y agarró su bolsa—. Te lo mostraré... en el dormitorio. Ella sonrió y se puso de pie, luego lo llevó a su habitación. Él metió la mano en su bolso y sacó una caja larga, luego se la entregó a ella. Era un vibrador que lucía como una gran polla, azul. —Es como el pequeño huevo vibrador, puedo controlarlo a distancia —dejó su bolso junto a la silla frente al extremo de la cama, entonces se sentó.

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Ella pasó sus dedos sobre sus pezones. Las puntas duras sobresalían hacia

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El Club de las Excomulgadas —Abre el paquete —la nota de autoridad en su voz envió un escalofrío a través suyo. —Sí, Amo —respondió ella automáticamente. Abrió la caja y sacó la gran verga. Se sentía muy sustancial en su mano. —Dame el control remoto, luego pon la verga junto a la cama. Ella la colocó sobre la mesita de noche, temblando de anticipación, sabiendo que él tenía la intención de usar el juguete y ella fingiría que él le estaba haciendo el amor. Ella fingiría que su verga larga y dura estaba dentro de ella, bombeando en ella, haciéndola correrse. Y ella realmente quería correrse. Duro y largo. —Dame el control remoto. Ella sacó el pequeño control remoto de la caja y caminó hacia Max, lo puso en su mano extendida, luego dejó caer la caja vacía sobre su tocador. Con ese control, él controlaría cuándo y cómo se correría. El pensamiento envió un escalofrío de excitación a través de ella. —Ahora ve hacia la cama y quita tus pantalones.

espaldas a Max, desabrochó sus jeans y los empujó hacia el suelo. Mientras aún estaba inclinada, ella giró sus caderas, para darle una gran vista de su culo en la tanga de encaje rosa, luego volvió a erguirse y miró por encima de su hombro. Lentamente, se dio la vuelta. Se quedó de pie allí y sonrió con anticipación, esperando sus órdenes. —Summer, quítate esa tanga increíblemente sexy. Ella enganchó sus dedos en el elástico y bajó la prenda por sus piernas, luego la pateó hacia él. Llegó hasta la silla y él la colgó con desenvoltura del apoyabrazos. —Apuntala las almohadas y acuéstate en la cama.

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Ella caminó hacia la cama con un movimiento de sus caderas, luego, de

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El Club de las Excomulgadas Un temblor corrió a través de ella mientras colocaba dos de sus cuatro almohadas y las apilaba en ángulo, luego se subió a la cama. —Abre tus piernas. Déjame ver tu bonito coño. Ella respiró hondo y separó sus rodillas ampliamente. El aire frío arrasó a través de los húmedos pliegues íntimos, lo que sólo la puso más caliente. —Adorable. Ahora acarícialo. Ella pasó sus dedos a lo largo de su raja. —Dime cómo se siente. —Está muy mojado —sus dedos se deslizaron a través de la humedad. —¿Qué más? —Y caliente. Mojado y caliente. —¿Qué te gustaría en este momento? Ella sonrió.

Dios, se sentía tan sexy hablar sucio de esa manera. —¿No te gustaría tocar mi polla primero? —Sí, me gustaría envolver mi mano alrededor de ella y bombearla arriba y abajo. Entonces me arrodillaría delante de ti y lamería a punta. —¿Sí? El pensamiento de su verga larga y caliente en sus manos hizo que su sangre hirviera.

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—Me gustaría tu polla larga y dura dentro de mi coño mojado... Amo —Oh,

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El Club de las Excomulgadas —Entonces la tomaría en mi boca y la chuparía —ella podía imaginar sus labios rodeándolo, su dureza sólida dentro de su boca. —Oh, sí. Él abrió la cremallera de su pantalón y sacó su polla. Estaba totalmente erecto... y se veía absolutamente delicioso. Deseaba chupar esa verga gruesa y dura en este momento. —Me encantaría sentir tu boca en mi verga. Pero tengo otra idea —él metió la mano en su bolsa y sacó un paquete de celofán. Cruzó la habitación y se lo entregó a ella—. Una mujer encantadora me dio esto en el espectáculo de Sexo y Gala, y creo que ahora es el momento perfecto para usarlo. Era la polla de chocolate color piel que ella le había dado. Max se recostó en la silla. —Pretende que soy yo y muéstrame lo que harías. Ella sonrió y desenvolvió la polla, luego lo sostuvo en su mano. Se veía tan real, aunque no era ni mucho tan grande como el de Max. Ella lamió la punta,

—Oh, cariño —él apretó su polla sin piedad. Ella lamió el eje, luego tomó la punta en su boca. El sabor dulce del chocolate llenó su boca. La polla de chocolate era duro y amplio, pero no caliente como el de Max. Deseaba sentir su piel suave debajo de su lengua, sentir su dureza de acero en su boca. Introdujo la verga dentro de su boca, luego la llevó hacia fuera. Lamió la punta, entonces la chupó de nuevo, todo el tiempo con su mirada trabada con la de Max. La mano de él se movía arriba y abajo sobre la polla que ella deseaba con tanta hambre. Ella empujó la polla dulce dentro y fuera de su boca, luego la metió profundamente y succionó.

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luego rodeó su lengua alrededor de la cresta bajo la cabeza.

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El Club de las Excomulgadas —Summer, ¿estás chupándolo? Ella asintió con la cabeza. Sus ojos oscurecidos la observaban, con intenso anhelo. Él la deseaba. —Recoge la verga azul —dijo él. Ella sacó la dulce verga de su boca y la dejó sobre la mesa, entonces recogió la verga de juguete y la acarició por encima de su pecho. —Colócala entre tus pechos. Su vagina dolía por él. Quería meterse la verga en su interior para aliviar ese anhelo diabólico. Pero le obedeció, deseando que le diera órdenes. —Summer, ¿tienes otro consolador? —Por supuesto, Amo. —Tráelo. Ella agarró la polla que se encontraba entre sus pechos, luego se inclinó hacia un lado para alcanzar el cajón de la mesilla de noche. Metió la mano y sacó

—Ahora ponlo a tu lado, recuéstate y cierra los ojos. Colocó las dos pollas a su lado, se relajó contra las almohadas y cerró los ojos. —Relájate y finge que estás acostada completamente sola en tu habitación. Imagina que es tarde en la noche y te sientes sola y salvajemente excitada. Ninguna necesidad de imaginar ahí. —Se abre una puerta y alguien entra en la habitación.

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su vibrador habitual, que era largo y delgado con una base de ventosa.

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El Club de las Excomulgadas Se imaginó que oía pasos, entonces la puerta de su habitación abrirse. —Esta persona se acerca a la cama. Imaginó los pasos acercándose a través del piso de madera dura. —Él se queda de pie justo al lado de la cama. No abras los ojos. Sólo espera. Él te está mirando. A tu cuerpo sexy, desnudo. Tuvo que evitar que sus manos la cubrieran. Se sentía tan real. —Es Shane. Mirándote. Deseándote. Se imaginó a Shane de pie junto a ella. Podía sentir el calor de su mirada. —El sonido de una puerta abriéndose… la puerta de tu dormitorio de nuevo... Sus párpados se movieron, pero se las arregló para mantenerlos cerrados. —Ahora Kyle está aquí, también. La puerta se cierra. Puedes oírlo acercarse a la cama.

a ella. Mirándola. —Los dos se sientan en la cama a tu lado, uno a cada lado. Kyle acaricia tu seno. Ella contuvo la respiración. Deseaba tanto sentir las manos de Kyle sobre ella. —Acaricia tu seno, Summer. Pretende que es Kyle quien lo está haciendo. Ella pasó su mano sobre su seno derecho, luego lo ahuecó. El pezón sobresalía contra su palma.

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Ella contuvo el aliento, imaginando tanto a Kyle como a Shane de pie junto

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El Club de las Excomulgadas —Ahora Shane está acariciando tu otro seno. Llevó su otra mano hasta ese seno y lo acarició suavemente, como se imaginaba que Shane lo haría, entonces ella se pellizcó el pezón. —Bien. Ambos están acariciando y jugueteando con tus pezones. Ella se pellizcó y jugueteó con sus protuberancias duras. Ella lamió su dedo índice y pulgar, y rodeó un pezón apretado. Fingió que la boca de Shane envolvía su carne dura y distendida. —Ambos te desean, Summer. Ambos quieren follarte. Ella gimió mientras ambas manos acariciaban sus pechos y los engatusaban. —Recoge el consolador y deslízalo en tu coño. Yendo a tientas por las dos vergas acostadas a su lado, encontró la de base de ventosa fácilmente sin abrir los ojos, sin querer perder la imagen intensa de ambos, Shane y Kyle, acariciándola. Ella la presionó contra su raja húmeda y la deslizó dentro.

deslizándose hacia afuera —ella la deslizó más profundo, luego la sacó, gimiendo ante la pérdida. —Agarra las almohadas extras que están a tu lado y mételas debajo de tus caderas, levantando ese glorioso culo en el aire. Deja que Kyle y Shane vean ese hermoso coño que tienes. Se estiró por la almohada de repuesto y siguió sus órdenes. —Ahora imagina que Kyle está acostado debajo de ti y él presiona la punta de su polla en tu ano y lentamente empuja adentro.

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—Ese es Kyle deslizándose dentro de ti. De una vez, hasta el fondo, luego

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El Club de las Excomulgadas Ella empujó la resbaladiza polla contra su abertura trasera y la movió en su interior. Poco a poco... empujando con sus músculos internos para permitir que la polla se deslizara dentro. Entonces esos músculos lo agarraron y tiraron de este hacia el interior, hasta que la base estuvo presionada contra su culo, evitando que desapareciera dentro. —Kyle gime ante la forma en que tu culo lo agarra con tanta fuerza. Ella gimió ante la forma en que la llenaba. —Ahora recoge tu nueva polla. Ella la agarró, la anticipación hirviendo dentro suyo. —Shane sube sobre ti y te besa apasionadamente. Podía imaginar su boca tomando la de ella, mientras los brazos de Kyle la abrazaban por la cintura, su verga completamente incrustada en su culo. —La verga de Shane presiona contra tu raja, luego se desliza dentro de ti. Deslizó sus dedos por su coño y en su apertura, luego presionó la polla en esta. Ella la movió hacia su interior. Era la polla de Shane. Deslizándose dentro de

Ambos. Oh, Dios. Ella se estremeció mientras la polla de Shane la llenaba profundamente. Ahora estaba completamente inmersa en ella. Se quedó allí, respirando profundamente, disfrutando de la plenitud intensa de Kyle y Shane en su interior. La polla de Shane, profundamente dentro de su vagina, empezó a vibrar. Ella jadeó. Entonces empezó a moverse, en espiral haciendo un círculo. El dispositivo con forma de dedo pequeño en la base ondulaba contra su clítoris.

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ella hasta el final. Y la de Kyle, llenándola por detrás.

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El Club de las Excomulgadas —¡Oh, sí! —ella rugió. Tomó aire y se retorció, su mano firmemente plantada sobre la base de la polla de Shane para que no se saliera. La realidad parecía arremolinarse y desdibujarse mientras un placer intenso la llenaba. Su clítoris se estremeció y ella apretó las piernas juntándolas, apretando la polla de Shane en su interior y la de Kyle dentro de su culo. —Están haciendo que te corras, Summer —dijo Max—. Déjame ver que te corres. Un placer intenso se apoderó de ella, y gimió mientras la inundaba. —¿Te estás corriendo, Summer? —Sí —ella exhaló bruscamente—. Están haciendo que me corra, estoy... ahhh... — tomó aire ante la ráfaga de felicidad—. ¡Me estoy corriendo! —A medida que el placer la hacía sonrojar, añadió rápidamente—. Amo. No era sólo el pensamiento de Kyle y Shane follándola lo que la había hecho correrse. Había sido Max y su dirección. Su vibrador a distancia. Su voz autoritaria.

amo del placer. —Abre tus ojos, Summer. Ella abrió los ojos y sonrió. Max estaba todavía completamente erecto, su polla todavía en sus manos. —Tu verga está tan grande y dura, Amo —se lamió los labios y la miró—. ¿No te gustaría que la lamiera, y luego la chupara en mi boca? —Oh, sí, me gustaría eso —él sonrió—. Pero en este momento estás yaciendo en tu cama con las pollas de dos hombres dentro de ti.

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Él había llevado su fantasía a la vida, y había cabalgado junto con ella. Su

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El Club de las Excomulgadas Ella sonrió. —Entonces, ¿te gustaría que Shane se deslizara fuera e hiciera espacio para ti? —Sí —su feroz mirada se trabó con la suya. Ella sacó la polla de su vagina y la puso a su lado. Abrió sus piernas para darle una mejor visión de su mojada apertura. Él se puso de pie con sus ojos calientes oscurecidos y dejó caer sus pantalones al suelo, luego se acercó a la cama. —Voy a deslizar mi dura polla dentro de ti. —Oh, sí, Amo. Por favor. Él se arrastró sobre ella y presionó su glande en su apertura, luego la penetró. Ella jadeó. —Oh, Amo. Se siente tan bien. Tener su caliente y verdadera polla deslizándose en ella envió increíbles

—Tu polla dentro de mí se siente tan... Él empujó de nuevo. Ella gimió, echando la cabeza hacia atrás. —Tu polla es tan grande. Está yendo tan profundo. —Oh, cariño —Max gimió—. Voy a... — bombeó más fuerte. —Estás haciendo que me corra, Amo. Oh, sí. Oh... — ella gimió, en las garras de un intenso orgasmo. Líquido caliente la llenó mientras se aferraba a los anchos hombros de Max.

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sensaciones arrasando a través suyo, intensificadas por la polla todavía en su culo.

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El Club de las Excomulgadas —Ohhhh, Amo —ella jadeó y volvió a caer contra las almohadas, la polla en su culo era un recordatorio de la fantasía salvaje e intensa que habían jugado antes de que hicieran el amor. Kyle y Shane. Y Max. Se quedó dormida con la polla en su culo. Tuvo por lo menos un orgasmo en las profundidades de la noche, durante el sueño de sus tres hombres especiales turnándose para llenarla desde todos los ángulos. ***** En la mañana del lunes, Summer se sentó en el escritorio de su oficina en la parte trasera de la tienda y suspiró. Max se había ido la noche anterior, y ya lo echaba de menos. Habían hecho el amor todo el fin de semana, él parecía que no podía tener suficiente de ella, y ella se daba cuenta de que quería mucho más de él. Pero él se había ido, y ella tenía que seguir adelante. Una cosa era segura, no quería volver a tener una vida sexual inexistente.

su ordenador mientras giraba el bolígrafo de color azul metálico entre sus dedos. Las imágenes de cajas de regalo, de tamaños variados de bolsas de celofán, y lazos de oro y plata retorcidos no pudieron mantener su atención. Esta fue a la deriva de nuevo a la noche del viernes. A la voz de Max pintando una imagen vívida en su mente de Kyle debajo de ella... de Shane encima. De sus dos pollas duras en su interior. Se movió en su silla, apretando sus músculos íntimos sobre nada mientras deseaba aunque fuera solo una de esas vergas en ese momento. Shane. O Kyle. Antes del espectáculo de Sexo y Gala ella había mantenido sus sentimientos por ambos encerrados, poco dispuesta a arriesgar su amistad.

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Se quedó mirando fijamente el inventario que se mostraba en la pantalla de

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El Club de las Excomulgadas Ahora, ella había besado a Shane, se había desnudado delante de ellos... y si uno de ellos entraba en esta oficina en ese momento… —Ahí estás. Ella dejó caer el bolígrafo y se dio la vuelta ante el sonido de la voz de Shane.

Shane observó su brillante pelo castaño rojizo arremolinarse alrededor de su cara cuando se volvió hacia él, sus ojos zafiro ampliándose. —Lo siento, Summer, no quería asustarte, pero no había nadie en la tienda y nadie salió cuando la campana sonó en la puerta —él arqueó una ceja—. Puedes perder una gran cantidad de inventario de esa manera. No que el tipo de personas que se alojaban en el hotel tendieran a robar, pero aun así debía tener cuidado. —Oh, está bien. Oí el timbre, pero se me olvidó que Cindy fue a Contabilidad para conseguir un poco de cambio.

Su mirada viajó desde su cara, por su pecho, luego desconcertantemente se posó sobre su entrepierna antes de desviarla de vuelta hacia su cara. Su ingle dolió al darse cuenta de que ella lo estaba mirando. Una imagen de la noche del viernes irrumpió a través de él -Summer deslizando su blusa por sus hombros, dejando al descubierto su sujetador de encaje rosa... entonces despojándose así misma del sujetador... sus dedos acariciando sus pezones duros... Su polla se hinchó, luchando contra sus jeans. Maldita sea, sería mejor que dijera lo que iba a decir antes de que fuera demasiado lejos.

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Eso no sonaba como Summer.

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El Club de las Excomulgadas —Summer, acerca de la otra noche. ¿Está todo bien? Su mirada se lanzó hacia la de él. —¿A qué te refieres? No quería mencionar nada sobre ella desvistiéndose. —La forma en que te fuiste... sólo quería asegurarme de que todo estaba bien entre nosotros... todos nosotros.

Summer recordó la sensación de la brisa en sus pechos desnudos. Las yemas de sus dedos acariciando sus pezones mientras Shane y Kyle la miraban con expresiones acaloradas. —Parecías un poco avergonzada —dijo Shane—y yo quería asegurarte, no hay ningún problema en lo que a mí respecta. Podemos olvidar completamente el incidente, si eso es lo que quieres. Sus pechos dolían. Pero no podía olvidar el incidente. Y ella no podía olvidar la mirada hambrienta en sus ojos mientras la había visto ahuecar y levantar

El hambre volvió a sus ojos cuando ella lo miró fijamente. Se lamió los labios resecos. El viernes por la noche había despertado una necesidad tan abrumadora, que no creía que ella pudiera seguir ocultándolo. Deseaba a Shane... y a Kyle. Pero Shane estaba aquí ahora mismo. Grande y masculino... su mirada ardiendo a través de ella. Se puso de pie y dio un paso hacia él. —¿Quieres olvidarlo?

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sus pechos hacia él.

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El Club de las Excomulgadas —Yo... eh... no estoy seguro de lo que tú quieres. Ella presionó su mano sobre su pecho ancho y plano. Músculo sólido. Te deseo, justo ahora. Pero ella no lo dijo. Pasó su mano sobre el pecho de él, luego hacia abajo a su estómago bien esculpido. Podía sentir la ondulación de músculo a través de su delgada camiseta de algodón. Él se quedó rígido, claramente sin saber qué hacer. Deslizó un brazo alrededor de su cintura mientras ella inclinaba su cabeza y acariciaba con sus labios el hueco de su cuello. El aroma de una fragancia amarga de brisa del mar llenó sus fosas nasales, y ella lamió su piel salada. Su pulso se aceleró debajo de su lengua. Sus pezones se endurecieron contra él, y ella podía sentir la humedad acumulándose entre sus piernas. Oh, Dios, lo deseaba tanto. Shane estaba aquí. Ahora. Su mano acarició hacia abajo... y atrapó su buscapersonas. Seguridad. Shane estaba entrenado como oficial de policía. Había portado un arma alguna vez y...

—Shane, ¿tienes... esposas?

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Ella pasó su dedo índice hacia abajo por su pecho.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Diez Summer sintió el brazo de Shane afianzarse alrededor suyo. El pensamiento de él chasqueando pulseras de metal alrededor de sus muñecas... dejándola indefensa a sus manos errantes... envió asaltante calor a través de ella. —Uh... no conmigo. Summer agarró el guapo rostro de Shane con ambas manos, luego se empujó hacia arriba en puntas de pie y capturó sus labios con los de ella, sus brazos se deslizaron alrededor suyo y la aferró hacia él, su boca moviéndose apasionadamente sobre la de ella. Sus senos se aplastaron contra su pecho. Ella encontró difícil respirar. Su lengua se disparó dentro de su boca y ella abrió, luego chupó más profundo. Con las bocas aún trabadas, ella les dio la vuelta y movió a Shane hacia atrás contra el escritorio. Sus manos encontraron la cremallera en su hinchada entrepierna y tiró de esta hacia abajo. Sus dedos se deslizaron dentro y acarició sobre la dura carne esforzándose por estar libre del fino algodón. Ella encontró la

Caliente. Sedoso. Duro. Ella envolvió su mano alrededor de su polla y lo sacó. —Cariño, nosotros… —la voz ronca de Shane se trabó, y se aclaró la garganta—. No deberíamos estar haciendo esto aquí. Ella miró hacia la puerta. Shane la había cerrado cuando había entrado. —La puerta está cerrada. Cindy no nos molestará —le acarició la dura polla de nuevo—. Shane, te deseo.

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apertura y se deslizó dentro.

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El Club de las Excomulgadas Ella tomó la mano de él y la apoyó en su pecho. Al instante, él ahuecó su mano y acarició. Ella liberó su maravillosa polla, agarró el dobladillo de su blusa, y, haciendo caso omiso de los botones, la tiró por sobre su cabeza. La mirada azul cobalto de Shane se clavó en su pecho cuando ella llegó detrás de suyo y abrió los ganchos de su sujetador carmesí. Lo dejó caer al suelo. Su mirada la quemaba cuando se detuvo en sus puntiagudos pezones. —Eres tan hermosa. Ella agarró su gran mano y la colocó sobre un pecho desnudo y dolorido. —¿Me deseas, Shane? Su mano encontró su rígida polla otra vez, estirándose hacia fuera de su bragueta. Ella envolvió sus dedos alrededor de esta y la acarició. —Oh, Dios, sí. Ella lo besó de nuevo, disfrutando de la sensación de su boca sobre la suya. Había anhelado esto durante tanto tiempo. Shane era dulce, protector y cariñoso. Le encantaba estar con él, y sabía que, con el tiempo, los sentimientos de amistad y

Él se inclinó hacia abajo e introdujo uno de sus pezones en su boca. Ella gimió ante la sensación exquisita de su lengua húmeda lamiendo en su contra, luego de ser arrastrada profundamente en el calor de su boca. Los juegos previos eran una cosa maravillosa, pero necesitaba esa gran polla suya en su interior. Ella osciló fuera de sus bragas, luego tiró su falda hacia arriba. Shane envolvió sus manos alrededor de su cintura y la levantó sobre el escritorio, entonces se colocó entre sus muslos. —¿Es esto lo que quieres, cariño?

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afecto entre ellos se volverían amor. Un amor profundo y duradero.

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El Club de las Excomulgadas Él apretó la punta de su gran polla contra su apertura resbaladiza. —Oh, sí... — ella se aferró a sus hombros mientras él la acariciaba con su glande, su poderosa y dura carne moviéndose arriba y abajo por su raja. Entonces empujó hacia adelante una fracción de una pulgada, posicionada y lista para empujar dentro suyo. Ella gimió, deseándolo tan mal que no podía pensar con claridad. Ella cerró sus dedos alrededor de su oreja y le acarició la mejilla con la nariz. Él la besó, pasión y lujuria encendiéndose como chispas de una antorcha de soldadura. Su glande quemaba contra su carne sensible. Él empujó su polla un poco hacia adelante, entonces retrocedió, y ella gimió. Él se empujó hacia adelante un poco más de nuevo, sólo la mitad de su glande deslizándose en ella antes de que echarse hacia atrás. —Oh, Dios, fóllame, Shane. Él empujó hacia adelante, y su largo eje la llenó. Ella jadeó ante la estimulante invasión. Él la abrazó con fuerza a su cuerpo. Ninguno de los dos se movió por un instante, luego se echó hacia atrás.

Ella sonrió. —¿Por qué esperar más? No soy frágil, ya lo sabes. Él sonrió, luego empujó profundamente en ella. Ella jadeó de nuevo cuando su dura longitud la llenó. Él se echó hacia atrás y empujó, retrocedió y empujó. El increíble placer se construyó en un ritmo constante, arrasando a través suyo, ampliándose hasta abarcar toda su conciencia. Sus manos ahuecaron sus nalgas y tiró de ella con más fuerza hacia su cuerpo, conduciendo su polla aún más profundo. Una explosión estalló dentro

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—Eres tan caliente, cariño. Dios, he esperado tanto tiempo para hacer esto.

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El Club de las Excomulgadas suyo, y ella gimió cuando el placer se disparó a través de ella, expandiéndose en tumultuosas olas de felicidad. Ella gritó, y Shane penetró profundamente, entonces palpito en su interior. Se aferraron el uno al otro mientras sus respiraciones volvían a la normalidad. Él la miró con una suavidad dulce en sus ojos azules. —Summer, te he deseado durante tanto tiempo. No puedo creer… —¿Qué finalmente lo hicimos en mi oficina? —bromeó ella. Él sonrió. —Bueno, síp, esa ha sido una ardiente fantasía mía por un tiempo, pero quiero decir... — su sonrisa se desvaneció y le acarició un mechón de pelo errante fuera de su cara—. ¿Qué vamos a hacer con Kyle? Su corazón se encogió. Oh, maldita sea, por supuesto Shane creería que esto significaba que ella lo había elegido sobre Kyle. Ella le acarició la mejilla.

¿Hay alguna manera de que pudiéramos encontrar una manera de… compartir? —¿Quieres tener una relación íntima con ambos, Kyle y yo? Ella asintió con la cabeza. —¿Entonces alternarías citas con nosotros? ¿Tener relaciones sexuales con ambos? —No exactamente. Esto era aún más difícil de lo que había pensado. ¿Cómo podía decirle que quería tener relaciones sexuales con los dos al mismo tiempo?

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—Shane, te quiero. Obviamente sabes eso. Pero quiero a Kyle, también.

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El Club de las Excomulgadas —¿No quieres salir con nosotros dos? —frunció el ceño, confundido. Su teléfono celular sonó, pero estaría condenada si lo contestara con Shane todavía plenamente inmerso en ella, el resplandor de su intimidad aun aferrándose a ellos. Shane echó un vistazo hacia su bolso. —Sea quien sea le devolveré la llamada —ella envolvió sus brazos alrededor del cuello de Shane—. En este momento te sientes tan bien dentro de mí. Hablaremos sobre lo que haremos con respecto a Kyle después. Ella apretó su polla con sus músculos íntimos, y su miembro semierecto se endureció. Se acarició su seno desnudo, luego jugó con el pezón hasta volverlo una protuberancia dura. La mirada de él se calentó y hundió su cabeza para succionar su pecho. —Oh, me encanta cuando chupas mi pezón. Y te estás poniendo duro dentro de mí otra vez. Él levantó la cabeza y sonrió. —¿Qué esperas cuando juegas con tus pezones así?

Él gimió. —Y cuando le haces eso a mí polla. —Fóllame otra vez, Shane —murmuró en su oído—. Hazme venir de nuevo. —Lo que tú quieras, cariño. Tiró de ella con fuerza hacia su cuerpo y la penetró. Una y otra vez se condujo profundo y duro. Ella envolvió sus piernas alrededor de él y gimió. Un segundo orgasmo estalló a través suyo, explotando en un torrente de felicidad.

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Ella le apretó dentro de nuevo.

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El Club de las Excomulgadas —Me estoy corriendo. Oh, Amo, ¡me estoy corriendo! Shane se puso rígido en su interior, luego estalló en su clímax. Ella se aferró a él, sosteniéndolo cerca, totalmente consciente de lo que acababa de decir. Finalmente, él se apartó de ella. – ¿Amo? —su ceja se curvó hacia arriba. Sus mejillas ardían. —Bueno, eres... uh... el amo de mi placer. Era malo, ¿pero él le preguntaría sobre ello? Mientras la miraba, la duda clamando en sus ojos, ella sabía que él no lo haría. Gracias a Dios, porque tenía suficientes preocupaciones clasificando lo que iban a hacer respecto a Kyle, sin introducir su historia con Max en la situación.

Max colgó el teléfono después de dejar un mensaje pidiéndole a Summer que le devolviera la llamada. Deseaba que Summer hubiese contestado su teléfono celular. Se echó hacia atrás en la silla de oficina de cuero con respaldo alto y las torres de oficinas que lo rodeaban. Él realmente quería oír su voz otra vez. Dios, este fin de semana pasado con ella había sido increíblemente caliente. Aún recordaba cómo había lucido ella cuando él la había dejado el domingo en la noche... ojos húmedos... suave y sexy... con el brillo de una mujer que había sido bien amada. Pero ahora él estaba de regreso en su oficina de Nueva York, y ella estaba de vuelta en su trabajo en Port Smith. Tal vez estaba con Shane y Kyle ahora mismo, teniendo su pausa para el café. Los dos hombres con los que ella quería comenzar una relación.

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contempló el exterior por su ventana del trigésimo piso hacia el sol reflejándose en

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El Club de las Excomulgadas Echó un vistazo a la foto de Summer y Tanya en el espectáculo de Sexo y Gala ubicada en la parte superior derecha del gran monitor de su computadora. Summer era una mujer tan hermosa, aunque tan retirada sexualmente. Pero ella estaba definitivamente saliendo de sí misma. Estaba aprendiendo a expresarse, incluso a hablar un poco sucio. Él sacudió su cabeza. Ella realmente necesitaba salir de su capullo de seguridad... empujar más allá de su zona de confort e ir tras lo que quería. Había dado el primer paso en la noche del viernes, y él esperaba que volviera a intentarlo. Hacer el amor con Shane y Kyle sería bueno para ella. Por desgracia, un pinchazo de celos empañó su sentimiento de satisfacción. Lo cual le inquietaba. Pero no eran celos, era sólo lujuria. El pensamiento de ella en los brazos de otros hombres con sus pollas profundamente dentro suyo hizo que Max anhelara la misma cosa. Eso no era lo mismo que los celos. Quería que Summer tuviera sexo con Shane. Y Kyle. Le gustaba la satisfacción de su sumisa creciendo y abrazando lo que deseaba. Su objetivo final era la felicidad de ella. El teléfono de Max trinó. Levantó el auricular.

—Hola. Max. Sonrió al oír la voz de Summer. —Summer. Gracias por devolverme la llamada. Sólo quería darte las gracias por el maravilloso fin de semana. —Bueno, gracias por venir aquí —murmuró—. Tuve un gran momento. Él asintió con la cabeza, recordando la sensación de su suave cuerpo en sus brazos.

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—Hola.

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El Club de las Excomulgadas —¿Entonces tropezaste con Shane o Kyle esta mañana? —ella había estado preocupada acerca de estar incómoda cuando los viera de nuevo, pero él había intentado convencerla de que no se preocupara. Los chicos probablemente pasarían por alto el incidente. —Sí, yo... eh... vi a Shane. —Ya veo. Suena a que algo interesante sucedió. —Bueno, sí... yo... —Cuéntame sobre eso —le pidió ante su vacilación. —Shane y yo... en mi oficina nosotros... Él se rió entre dientes. —¿Los dos lo hicieron en tu oficina? ¿Cómo fue? —Fue… increíble. Su estómago se apretó un poco. No era propio de él quedar atrapado en el orgullo masculino de esa manera. Conocía sus puntos fuertes, y él no se sentía corriera. Max podía hacerla correrse con una orden. De todos modos, no era un concurso. Él estaba encantado de que Summer hubiera disfrutado de su jugueteo con Shane, y esperaba que ella persiguiera a Kyle ahora. Ella se sentía atraída por ambos hombres, por lo que debería tener a ambos hombres, incluso si decidía continuar una relación con uno solo después del hecho. —Eso es bueno. ¿Y ahora qué vas a hacer con Kyle? —No estoy segura. Me siento culpable de haber estado con Shane. Es como si lo hubiera elegido a él antes que a Kyle.

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amenazado por el hecho de que otro hombre hubiera hecho que su sumisa se

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El Club de las Excomulgadas —Hay una forma fácil de arreglar eso. Ve a la oficina de Kyle ahora y sedúcelo. La línea se quedó en silencio. —Yo... no creo que pueda hacer eso. Él escuchó con atención su tono. Vacilación. Incertidumbre. Pero estaba seguro de que ella quería hacerlo. Sólo necesitaba un poco de aliento. —¿Dónde estás ahora, Summer? —En mi oficina. —¿Shane se ha ido? —Sí. —¿Debería estar Kyle en su oficina ahora? —Sí, creo que sí. Por lo general si sus horarios están tranquilos él está en su oficina durante un par de horas cada mañana.

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—Entonces es el momento perfecto.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Once Kyle escuchó un golpe en su puerta, pero lo ignoró. Quienquiera que fuese, Susan, su secretaria, los espantaría. Estas eran sus horas de trabajo silencioso. Sin citas. Sin interrupciones. La puerta se abrió y él miró hacia arriba. Summer asomó la cabeza por la puerta. —Perdona que te moleste. Él dejó su bolígrafo y cerró la carpeta con el informe mensual del departamento de servicio de comidas que había estado revisando. —Está bien —dijo él. Sus mejillas estaban teñidas de rojo, y ella vaciló. —Estás ocupado. Tal vez debería volver más tarde. Él se puso de pie.

Él había tenido la intención de encontrar un momento para hablar con ella hoy de todos modos. El hecho de que ella hubiese venido aquí ahora, conociendo su rutina, lo tenía más que un poco curioso. Ella entró y cerró la puerta detrás suyo, luego dio un paso hacia él. —Siéntate —él hizo un gesto hacia una silla junto a su mesa redonda, luego se sentó a su lado—. ¿Qué pasa? Sus dedos juguetearon nerviosamente con el botón superior de su blusa, pero no dijo nada.

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—Todo está bien. Adelante.

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El Club de las Excomulgadas —¿Es sobre la noche del viernes? —la urgió. ¿Ella habría venido aquí para calibrar su reacción? ¿Para saber si él estaba enojado? Ella se echó hacia atrás en su silla y tomó una respiración profunda, ampliando su pecho. Una imagen de esos deliciosos pechos con la punta rosada, que lo habían perseguido desde la noche del viernes, envió calor corriendo a través de él. Él tomó su mano. Sus dedos suaves y delicados estaban fríos, así que los sujetó entre los suyos. —Sabes que puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa, Summer. No voy a juzgarte. Ella asintió y aspiró otra bocanada de aire. —Esa noche fue... rara, es solo que he deseado... — ella se mordió el labio inferior y lo miró—. Me he sentido atraída por ti... y por Shane... desde hace mucho tiempo, y creo que es hora de que haga algo al respecto. Tú me dijiste ese día que... te sentías atraído por mí. Summer vio como los ojos de Kyle verdes como el mar se oscurecían hasta

—Así es. Sus palabras solemnes enviaron a su pulso a acelerarse. Ella se inclinó hacia él, con su corazón latiendo en su pecho. —Muéstramelo. Él se levantó y la arrastró a sus pies. Sus labios capturaron los de ella antes de que tuviera la oportunidad de respirar. Apasionado y convincente, su beso la devoró. Ella envolvió sus brazos alrededor de sus anchos hombros, arrastrada por su pasión, aferrándose a él por soporte. Sus manos se deslizaron por su espalda y

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el color del musgo.

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El Club de las Excomulgadas sobre sus caderas. Él la atrajo, apretándola contra su cuerpo... y su creciente erección. —Summer, no sé cuánto tiempo he esperado por esto —murmuró Kyle contra su oreja, luego capturó sus labios de nuevo. —No esperes más tiempo —ella arrastró sus dedos alrededor del cuello de su camisa, luego hacia abajo por sus botones. Desabrochando el primer botón. Su mirada musgo capturó la de ella. —¿Quieres hacer esto aquí? ¿Ahora? Ella apretó sus labios en su cuello, luego acarició debajo de su barbilla, sintiendo su pulso acelerado y caliente debajo de sus labios. —Sí —Le tomó la mano y la atrajo hacia su pecho.

Kyle ahuecó su carne firme y redonda. El calor ardió a través de él, y su ingle pulsó con necesidad en su suavidad... ante el sexy gemido de placer que su toque suscitó. Al fin satisfaciendo el anhelo de tocarla tan íntimamente. Un anhelo

—Dime qué hacer —sus palabras suaves lo recorrieron. Sus ojos se estrecharon. —¿Cómo en el libro de tu amiga? Sus ojos se abrieron. —¿Leíste el libro de Tanya? Él sonrió.

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que había atormentado sus sueños durante lo que habían parecido eones.

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El Club de las Excomulgadas —¿Por qué no? Parecías disfrutarlo —le acarició el pecho—. Así que, ¿estás interesada en el BDSM? —Su libro... era realmente acerca de Dominación y sumisión. ¿Habría desarrollado un gusto por el sexo pervertido? No, nada pervertido. En el libro, había sido un amoroso dar-y-tomar, permitiendo que la sumisa se dejara controlar con el fin de realizar plenamente su placer. Y creciera. Eso podría ser exactamente lo que Summer necesitaba... y él prefería que lo recibiera de él que de un desconocido de la gran ciudad que pudiera hacerle daño. —¿Quieres que te domine? —preguntó él. El azul de sus ojos se profundizó mientras ella asentía. La idea de eso la excitaba.

A Summer le encantó la pasión ardiente que había estallado entre ella y Shane, pero había estado extrañando el control que Max ejercía sobre ella cuando él le hacía el amor. Tanto Shane como Kyle eran hombres fuertes y seguros, pero Kyle tenía un lado magistral al que ansiaba someterse. Él sonrió, luego dio un paso atrás y envió una mirada persistente por su cuerpo. El calor chisporroteó a través de su piel. Entonces su sonrisa se desvaneció y sus ojos brillaron como el granito. De repente, parecía contundente y abrumadoramente masculino. —Abre tu blusa.

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Y eso lo excitaba.

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El Club de las Excomulgadas Ella vaciló. —Ábrela ahora —las palabras, pronunciadas en voz baja e imperativa, aceleraron su pulso. Él parecía casi... peligroso. Pero este era Kyle. Un Kyle que nunca había visto antes, pero Kyle todavía. Ella soltó el primer botón de su blusa, luego el siguiente. Él gruñó, luego se adelantó y llevó sus manos a un lado. Abrió los botones en un tiempo récord, luego empujó la blusa por sus hombros. Esta cayó al suelo antes de que ella tuviera tiempo de reaccionar, entonces agarró sus muñecas con sus manos fuertes y la guió hacia atrás, como si hubiera tomado la delantera en la pista de baile. Se detuvo cuando su espalda se apoyó contra la pared. Empujó sus manos sobre su cabeza, sosteniéndola inmóvil contra la pared, luego tomó sus labios en un asalto potente. Su lengua se metió en su boca, explorándola audazmente. Ella tomó aire mientras su corazón tronaba.

derritiéndose contra él mientras saqueaba su boca. —Summer —murmuró en su oído. Acarició hacia abajo por sus brazos y la agarró por la cintura, luego la levantó—. Envuelve tus piernas alrededor de mí. Ella lo hizo al instante. Él la llevó a su escritorio y la sentó encima, luego dio un paso atrás. —Quítate el sostén —exigió. Sus mejillas se volvieron de un rosa profundo. —Hazlo —insistió él, con la autoridad chisporroteando por su voz.

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A Kyle le encantaba la sensación de Summer cediendo a él. Su cuerpo

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El Club de las Excomulgadas —Sí, señor. Ella metió sus brazos detrás para desenganchar su sujetador. —Lentamente. Ella asintió, luego hizo la correa a un lado, dejándola caer sobre su hombro blanco y sedoso, entonces dejó caer la otra correa. Sus dedos se metieron debajo de las copas de satén y encaje, y sostuvo la ropa delicada en sus pechos por un momento, como si fuera demasiado tímida para revelarlos... luego poco a poco alejó la sexy prenda. Su aliento se atoró ante la vista de sus hermosos pechos desnudos y redondos. Los pezones, de un color rosado oscuro, se empujaban hacia delante en nudos apretados mientras él los miraba. —Deshazte del resto de tu ropa. Tienes dos segundos. Summer se puso de pie, sus manos se dispararon a la cremallera de su falda, tiró hacia abajo y la pasó por encima de sus caderas. Empujó hacia abajo sus bragas de encaje antes de que su falda siquiera tocara el suelo.

se sacudió a través de ella, y apenas podía respirar. El peligro en su forma la llenaba de asombrosa necesidad. Max nunca le había hablado en un tono tan amenazante. Por supuesto, si lo hubiera hecho, se habría resistido a ciencia cierta. Kyle, por otra parte... ella lo conocía desde hace mucho tiempo, y... confiaba en él por completo. Ella dio un paso fuera de sus zapatos y del conjunto de tela que los rodeaba. Ahora estaba de pie delante de él totalmente desnuda. Él asintió, y su brillante mirada verde se inclinó sobre ella. —Bien. Ahora siéntate en mi silla y abre tus piernas.

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El tono de amenaza en la voz de Kyle cuando él había pronunciado la orden

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El Club de las Excomulgadas Ella caminó alrededor de su escritorio y se sentó en su sillón de cuero, luego abrió sus piernas. —Tócate a ti misma. Ella acarició su raja. Sus jugos resbaladizos recubrieron sus dedos. —¿Estás mojada? —Sí, señor. —Bien. Él tiró de su cinturón, desabrochando la hebilla, luego bajó la cremallera de sus pantalones. Se quitó los zapatos, entonces empujó sus pantalones al suelo y dio un paso hacia ella. Se inclinó contra el escritorio a su lado. —Saca mi polla. Ella contuvo el aliento. —Sí, señor.

la oportunidad. Se estiró hacia el bulto en sus calzoncillos a rayas azul marino y se lo acarició amorosamente, luego deslizó su mano dentro de la abertura. —Está tan dura. Ella la sacó y admiró el eje rígido de músculo masculino. Casi tan largo como el de Shane, pero más grueso. La cabeza bulbosa rezumaba una gota de líquido claro. —No dije que podías hablar —su brote de cólera parecía casi real—. Sólo hablarás en respuesta a una pregunta o una orden. ¿Entiendes?

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Tenía muchas ganas de ver su gran polla. De tocarlo. Ahora, por fin tendría

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El Club de las Excomulgadas Ella bajó la cabeza. —Sí, señor. —Bien. Ahora chupa mi polla. Ella se inclinó hacia adelante y abrió su boca sobre su grueso glande. Ella lo atrajo lentamente, primero cubriendo la corona, luego deslizando sus labios por su eje. Ella abrió su garganta y se lo tragó entero, entonces se echó hacia atrás. —Chúpala. Ella lo chupó, apretándolo en su boca, tirando de él duro. Sus manos acariciaron su pelo, luego se apretaron mientras él le movía su cabeza hacia atrás. —Eso es bueno. Demasiado bueno. Él extrajo su polla de su boca. —Levántate. —Sí, señor.

fuertes, y la levantó sobre el escritorio. Separó sus muslos, abriendo sus piernas a lo ancho, y dio un paso hacia adelante, luego invadió su boca. Ella jadeó ante su potente masculinidad. Sus manos ahuecaron su cabeza mientras su lengua se hundía profundamente en su boca. Él se echó hacia atrás, con su cara solo a centímetros de la suya. —Te follaré ahora. Sus duros ojos esmeralda le sostuvieron la mirada, calibrando. Cuando ella no protestó, él movió su pelvis hacia adelante y ella sintió su glande presionar contra su abertura húmeda. Sus manos fueron alrededor de su cintura y la atrajo contra él, moviendo su polla dentro de ella con un embiste profundo y contundente.

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Él se puso de pie también, la agarró por la cintura con sus manos grandes y

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El Club de las Excomulgadas Su cuerpo le dio la bienvenida, su vagina se apretó en torno a él con una necesidad incontrolable. Ella casi gimió ante la intensidad de eso. Incrustado profundamente dentro de ella, él se inclinó y tomó un pezón duro en su boca e hizo girar su lengua por el nudo. Sus dedos rastrillaron por su cabello grueso y ondulado, y ella gimió. Él atrajo el pezón en su boca y lo mordió suavemente con los dientes. Ella gritó ante la intensa sensación de placer-dolor. Él empezó a chuparlo, ligeramente al principio, luego duro. Lo que había sido un quejido se volvió gemido. Él barrió los documentos y archivos sobre su escritorio hacia los costados y aplasto su mano sobre su pecho, empujándola hacia abajo hasta que ella yació debajo de él en el escritorio. La agarró por las muñecas y se las sostuvo por encima de su cabeza. Él pellizcó su pezón, luego se echó hacia atrás y metió su polla en ella otra vez. Ella gimió con lágrimas en los ojos ante la intensidad del placer.

—Sí, señor. Él empujó de nuevo, esta vez aún más profundo. —Oh, Dios, sí —ella tomó aire, su cabeza dándole vueltas. Las lágrimas corrieron por sus mejillas—. Por favor, señor. Hazme venir. Él tomó ambas muñecas con una poderosa mano y deslizó la otra sobre su pecho y le pellizcó el pezón. Ella jadeó. Él acarició hacia abajo por su estómago, luego deslizó sus dedos en sus pliegues, justo encima de su polla mientras se conducía en ella otra vez. Encontró su clítoris y arremolinó sobre este.

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—¿Te gusta que te folle, Summer?

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El Club de las Excomulgadas El placer candente quemó por ella, y gimió mientras un orgasmo estallaba a través suyo. Él continuó sumergiéndose en ella. Mientras su pico de placer disminuía, él aumentó su bombeo y se movió sobre su clítoris de nuevo. Otra oleada, más poderosa de felicidad ardió a través de ella. —¡Oh, Dios, sí! —ella jadeó en busca de aire mientras se desplomaba hacia el infinito, su cuerpo quemado por el calor blanco. Su polla empujó más profundo y él se puso rígido, luego convulsionó en ella. El líquido caliente quemó sus entrañas, llenándola de satisfacción. Ella lo había complacido. Su polla se retorció dentro de ella mientras ambos recobraban el aliento. Mientras poco a poco la realidad regresaba, ella se encontró mirando fijamente hacia... Kyle. Durante el acto sexual, él se había convertido en otra persona. Alguien poderoso y excitante. Siempre se había sentido atraída por él, pero no tenía idea de

Pero ahora era Kyle de nuevo. Sus mejillas ardían mientras él miraba hacia ella, su polla todavía estaba duro dentro de ella. —¿No me digas que te volverás tímida ahora? —No, señor. Él sonrió. —Si sigues así, tendré que voltearte sobre mi rodilla. Sus ojos se abrieron y su vagina se apretó ante el pensamiento. Su sonrisa se ensanchó.

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cuán poderosamente erótico podía ser.

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El Club de las Excomulgadas —¿Por qué, Summer, te gustaría eso, no? Antes de que ella pudiera reaccionar, él se introdujo en ella de nuevo. Ella jadeó, luego sintió las oleadas de placer levantarse una vez más. Él bombeó dentro de ella, forzando las olas a ir más alto, hasta que ella se aferró a él en otro orgasmo demoledor-de-mentes. Su mirada permaneció fija en su rostro mientras ella gemía su liberación. Finalmente, ella se dejó caer sobre el escritorio, jalando aire. —Así que, dime, Summer. ¿Continuarás follando con los dos, Shane y yo,

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por separado? ¿O deberíamos ir directamente a un trío?

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Doce Kyle podía ver el pánico en los ojos muy abiertos de Summer. —Yo... uh... — ella miró a su alrededor como si estuviera atrapada. Él había tenido la esperanza que al hacer la declaración, ella se sentiría más cómoda moviéndose al siguiente escalón, lo cual obviamente deseaba -un ménage à trois con él y Shane. El mero pensamiento volvió su marchita polla, todavía envuelta en su cálida y húmeda funda, a palpitar a la vida. Él no había sabido que ella había hecho el amor con Shane, pero la culpa claramente enlazaba sus facciones. Después de verla besarse con Shane la semana pasada, luego su comportamiento de la noche del viernes, había estado pensando mucho acerca de la relación entre los tres y había llegado a la conclusión de que podrían manejar un trío. De hecho, la idea de ver a Summer siendo follada por Shane, de conducir su propia polla dentro de ella, mientras Shane se empujaba también en ella, hacía que su sangre hirviera. Él la atrajo hacia su cuerpo y la levantó del escritorio. Irrumpió en sus dulces labios mientras se movía hacia la pared, luego la presionó contra esta apretó sus piernas alrededor de él y gimió cuando se retiró y la penetró de nuevo. Golpeando cada vez más rápido hasta que ambos estallaron en otro orgasmo.

En la mañana del viernes, Summer dio un sorbo a su café mientras se sentaba con Kyle y Shane en la soleada mesa junto a la ventana. Shane comía su sándwich, y Kyle miraba por la ventana. Hacía cuatro días, cuando Kyle le había preguntado acerca de un trío, ella había estado totalmente asustada y había deseado algo de tiempo para averiguar si realmente quería eso para ser su siguiente paso.

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mientras conducía su dura y palpitante polla profundamente dentro de ella. Ella

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El Club de las Excomulgadas Desde entonces, no le gustaba cuán incómodo se sentía cuando los tres estaban juntos. El momento fácil que una vez habían compartido en el café por la mañana se había vuelto tenso... al menos para ella. Ella le echó un vistazo a Kyle, después a Shane. El hecho era, que estaba enamorada de ambos. Parecía como si hubiera estado en lo cierto al temer que un enredo romántico podría poner en peligro su amistad. Ahora no estaba segura de si debía retirarse de su relación íntima con cada uno o ir a toda velocidad hacia un trío. Carol se detuvo junto a la mesa con una cafetera en su mano y llenó la taza de Summer, luego se inclinó hacia Summer y le dio un codazo en el brazo. —¿Ya viste al pedazo de la mesa cincuenta y dos? No vemos ese tipo de chico alto y bien parecido por aquí tan a menudo. Summer echó un vistazo hacia la segunda mesa junto a la ventana. Su corazón dio un vuelco. ¡Max!

Él miró en su dirección y sonrió. Oh, Dios, ¿venía hacia aquí? Pero no, él simplemente levantó su café y tomó un sorbo, observándola. Ella apartó su mirada hacia su taza de café y al paquete de azúcar en su mano. Lo abrió y lo tiró en su taza, entonces vertió un poco de crema y lo agitó vigorosamente. Carol llenó la taza de Shane, luego la de Kyle. La mirada de Summer se desvió de nuevo hacia Max. Todavía no podía creer lo guapo que era. Pelo de ébano brillante usado en un corto y puntiagudo estilo, más largo arriba que a los lados. Llevaba jeans negros y una chaqueta de cuero negro sobre una camisa blanca abierta sobre una camiseta negra. La luz del

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¿Qué estaría haciendo aquí?

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El Club de las Excomulgadas sol de la ventana se quedó atrapada en el botón de diamante en su oreja. —¿Lo conoces? —Preguntó Shane con su mirada interesada sobre ella. —No —ella bebió un sorbo de café. No estaba segura de por qué había mentido, excepto que si no lo hubiera hecho, esto habría conducido a la inevitable pregunta de dónde lo había conocido, y si decía que en el espectáculo de Sexo-a-la-Gala, entonces de alguna manera sentiría que Shane podría entenderlo todo. Las cosas ya eran lo suficientemente complicadas. Sintió la mirada de Kyle arder a lo largo de su cuello, y se preguntó si él lo sabría. Oh, hombre, ¿por qué Max habría venido aquí? Max abrió su billetera y dejó caer algunos billetes sobre la mesa. Él estaba a punto de irse. Esperaba que no se acercara aquí. Summer se puso de pie. —Me tengo que ir —las palabras sonaron demasiado bruscas, pero no podía

Shane y Kyle la miraron fijamente. —Yo... uh... tengo algunas cosas que tengo que hacer. Agarró su bolso de la silla a su lado y se dirigió hacia la puerta. Rápidamente. Era una excusa poco convincente, pero no le importaba. Estaba más preocupada por salir de allí antes de que Max llegara a la mesa y se presentara.

Shane observó a Summer salir a toda velocidad por la puerta.

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retractarlas.

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El Club de las Excomulgadas —¿Qué demonios le pasa? El hombre alto con el que ella había intercambiado una mirada sensual salió del restaurante. —Creo que está tratando de evitar al tipo —Kyle tomó un sorbo de café. —Ella parecía bastante nerviosa. —¿Crees que es el tipo que conoció en el espectáculo…? Shane se quedó en silencio por un momento. —No estoy seguro. Pero claramente él es un problema.

Summer entró en su tienda y asintió hacia Cindy mientras se dirigía a su oficina y cerraba la puerta detrás de suyo. Un momento después, Cindy asomó la cabeza dentro. —Hay alguien aquí al que le gustaría hablar con la gerente.

puerta y allí estaba Max. —Gracias, Cindy —se volvió hacia Max—. Por favor, entra. Un momento más tarde, Max la siguió a través de la sala hacia su escritorio. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó ella, manteniendo su voz baja. No cerraría la puerta. No cerraba la puerta con sus visitantes, y no quería llamar la atención sobre Max más de lo que su buena apariencia y carismática presencia hacían por su cuenta. —Quería verte.

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Summer se puso de pie, sabiendo exactamente quién sería. Se acercó a la

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El Club de las Excomulgadas Su corazón se hinchó ante sus palabras; había extrañado tanto a Max. Pero las cosas con Shane y Kyle estaban ya lo suficientemente complicadas. ¿Cómo podría hacerle frente a Max, también? —Porque quería tocarte —él dio un paso más cerca, y la anticipación vibró a través de ella. Él pasó su mano sobre su hombro -desnudo a excepción de la estrecha correa de su camisola blanca y de la correa azul pálido de su sosténenviando los delicados cabellos a picar por atención. —Porque quería hacer esto —sus labios rozaron su cuello, y ella se sacudió un paso atrás. No podía permitirse el lujo de dejar que la tocara, de permitirse a sí misma caer bajo su seductor hechizo. No aquí. Ella dio un paso hacia la derecha para mirar a través de la puerta de la oficina. Cindy estaba ocupada con un cliente. —No estés tan nerviosa. No haré nada para avergonzarte —él sonrió—. Y sé que te estás avanzando en tu relación con Kyle y Shane, pero... quería verte una vez más. Pasar un último fin de semana contigo.

Él sonrió y le acarició la mejilla. —Estoy seguro de que puedes. Un par de días con Max. En carne y hueso. Su estómago se estremeció con anticipación. Oyó un ruido y miró hacia la puerta, pero no había nadie allí. —No puedo simplemente irme sin una explicación. —Eres la propietaria. Debes tener alguien a quien puedas entregarle las riendas. Y como propietaria, no tienes que dar explicaciones.

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—Pero... no puedo sólo…

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El Club de las Excomulgadas Cindy era una gran asistente. Sería capaz de manejar cualquier cosa que ocurriera el fin de semana, y esta tarde no debería ser demasiado ocupada. Él sonrió. —¿Tendré que atarte? ¿Atarla? Ella se quedó sin aliento en los pulmones. La realización golpeó a Summer como un puñetazo en el estómago. Max le estaba dando un fin de semana más con él y luego ella nunca volvería a verlo de nuevo. No podía dejar escapar esta oportunidad. —Yo... uh... tendría que ir a casa y recoger algunas cosas. —Eso no será necesario —él brillo en sus ojos le dijo que un camisón no sería necesario—. ¿Dónde está tu coche? —Está aparcado en el estacionamiento de las canchas de tenis. Es un Corolla azul. Él asintió y le tendió la mano.

Ella abrió el cajón de su escritorio y rebuscó en su bolso, luego le entregó las llaves. Él salió de la oficina, y ella oyó la campanilla en la puerta mientras dejaba la tienda. Tomó una profunda respiración, agarró la chaqueta de lino azul que había dejado colgada sobre el respaldo de su silla y la dobló sobre su brazo, luego tomó su bolso del cajón de su escritorio y se dirigió hacia la puerta. —Cindy, me tomaré el resto del día libre y estaré fuera durante el fin de semana. ¿Podrías estar de guardia por si el personal necesita algo?

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—Dame tus llaves y te veré allí en diez minutos.

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El Club de las Excomulgadas Cindy la miró fijamente, sus labios apretados. —Claro. ¿Cuánto tiempo estarás fuera? Summer vaciló—. Eh... asumo que hasta el lunes. Te llamaré en caso de que haya un cambio de planes. Mientras Summer abría la puerta, Cindy dijo: —Summer... Summer se volvió. La mirada de preocupación en el rostro de su joven asistente la sorprendió. —¿Qué pasa, Cindy? —¿Todo está bien? Summer sonrió para tranquilizarla. —Por supuesto. Sólo decidí tomarme un par de días de descanso y disfrutar

Mientras Summer se acercaba a su coche, vio que Max estaba sentado en el asiento del conductor. Ella miró a su alrededor para asegurarse que nadie estaba mirando, luego abrió la puerta del acompañante y se metió dentro. Se dio la vuelta y colocó su bolso y chaqueta en el asiento trasero. Él sonrió, luego arrancó el coche y condujo desde el estacionamiento. Salieron a la carretera unos diez minutos más tarde. Cuando estaban a unos cinco kilómetros del hotel en un tranquilo tramo de la carretera, Max estacionó sobre un rellano. Una vez que el coche se detuvo, él se volvió hacia ella. —Ahora, para empezar esta aventura con el pie derecho... — se inclinó más

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del hermoso clima de verano.

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El Club de las Excomulgadas cerca—. ¿Me echaste de menos? Ella asintió, anticipándose a sus labios sobre los de ella. Él no la decepcionó. Capturó sus labios y la atrajo a sus brazos en un beso dulce y conmovedor. Le encantaba estar en sus brazos, el calor de su cuerpo calentándola. —Maldita sea, te echaba de menos —murmuró él. Su almizclado olor masculino la envolvió, y suspiró mientras miraba fijamente sus ojos grises y relucientes. —Yo también. Su amplia sonrisa reveló sus deslumbrantes dientes blancos. —Bien. Ahora quítate el top. Sus ojos se abrieron. —Pero... no puedo sentarme aquí... así... — ella no quería decir estar en sólo su sostén, porque sabía a dónde eso conduciría.

Él podría habérselo ordenado. Debía haber sabido para este momento que eso funcionaría. Pero no lo hizo. Le había pedido que confiara en él. Ella tiró de la camisola blanca sobre su cabeza. Su mirada se posó en su sujetador azul pálido. Él rozó la punta de sus dedos a lo largo del cordón festoneado en la parte superior de la copa. Escalofríos danzaron a lo largo de su piel al sentir su cálido toque. —Muy bonito —su dedo se deslizó debajo de la correa—. Ahora quítate esto, también. Sus ojos se abrieron, pero ella llegó detrás y desabrochó los ganchos, después se quitó el sostén. Su sonrisa se ensanchó.

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—Summer, muéstrame lo mucho que confías en mí. Quítate el top.

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El Club de las Excomulgadas Él tomó su top y sujetador y los tiró en el asiento trasero, luego le entregó una camiseta blanca doblada. Ella la levantó. Era una delgada camiseta blanca sin tirantes. —Póntela. Ella se la pasó por encima de su cabeza y sobre su torso, cubriéndose los pechos, luego se la acomodo. En realidad iba muy bonita con el estampado paisley azul y blanco de su falda. Se miró a sí misma. Sus pezones se mostraban claramente a través del fino algodón blanco y la camiseta abrazaba sus pechos. No mucho era dejado a la imaginación, pero no estaba desnuda -y otros conductores no se darían cuenta. Max acarició su pecho izquierdo, y deliciosas sensaciones la recorrieron. —Ahora quítate las bragas. Ella metió la mano bajo su falda y se bajó las bragas, también de un azul pálido, luego se las entregó a él. Él las arrojó en el asiento trasero mientras ella se alisaba la falda.

pequeña aventura... — se inclinó más allá de ella, sus brazos rozando su pecho y sacó una cuerda de abajo de su asiento. —Extiende tus muñecas. Ella echó un vistazo a la cuerda, luego a él, y se lamió los labios, entonces obedeció. Él tomó la cuerda y la envolvió alrededor de una de sus muñecas y luego de la otra. La enrolló en torno unas cuantas veces más, la torció, con bucles, luego tiró con fuerza. Ella contuvo una respiración rápida ante la intensa excitación que se disparó a través de ella al sentir la unión del cordón mordiendo su carne. No que lo hubiera hecho demasiado apretado... sólo la hacía sentir... dominada... —Ahora, piensa en el hecho de que te he secuestrado y estás totalmente a mi

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—Ahora, para ponernos totalmente en el estado de ánimo de nuestra

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El Club de las Excomulgadas merced. Piensa en lo que te pasará cuando te lleve a esa cabaña. Su sangre se calentó ante la idea. Tal vez le arrancaría la ropa. Probablemente la ataría. Ella estaría indefensa ante sus demandas. A menos que utilizara su palabra de seguridad. ¡Lo cual era muy poco probable! Su vagina se apretó. Ella y Max estarían juntos esta noche. Casi no podía esperar a ver esa larga y gruesa polla suya de nuevo. Sentirla contra sus labios. Sentirla moverse dentro suyo, llevándola a un orgasmo increíble. No se dejaría pensar en cuánto lo extrañaría cuando él ya no estuviera. Mientras conducían, él metió la mano bajo la fina tela y acarició sus pechos, prestándole atención a uno durante varios minutos, luego al otro. Después de un tiempo, su mano se deslizó hasta el dobladillo de su falda y se metió debajo. Durante todo el tiempo, su mirada permaneció fija en la carretera. Ella sintió sus dedos cálidos deslizarse hacia arriba por el interior de su muslo. —Abre tus piernas. Ella movió un pie para abrir la brecha entre sus muslos. Su dedo se deslizó arremolinó ligeramente. Deslizó otro dedo en el interior, luego los dejó allí mientras continuaba conduciendo. La necesidad comenzó a crecer dentro de ella mientras sus dedos se quedaban allí, acurrucados dentro suyo, inmóviles. Se movió en su asiento, deseando sentirlos moverse dentro de ella. Él se rió entre dientes. —Quédate quieta. Falta otra hora en coche. Tenemos un montón de tiempo para disfrutar el viaje. Ella arqueó sus pechos hacia adelante y apoyó la cabeza contra el reposacabezas, cerrando los párpados. Quería que la acariciara y la llevara al

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hasta sus pliegues, luego se deslizó entre ellos. Él metió dentro su dedo, luego lo

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El Club de las Excomulgadas

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orgasmo. Este sería el viaje más largo de su vida.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Trece Shane bebía a sorbos su café mientras Kyle examinaba la sección de recomendaciones del informe de Shane, que analizaba los nuevos sistemas electrónicos de seguridad para el hotel. Habían pasado la última hora repasando los números, tratando de encontrar la solución más rentable. Un golpe sonó en la puerta. Shane miró su reloj. Eran más de las cinco y media, y Susan, la secretaria de Kyle, ya se había ido a su casa. —Pase —dijo Kyle. La puerta se abrió, y Cindy asomó la cabeza dentro. —Shane. He estado buscándote. Tengo que hablar contigo —echó un vistazo a Kyle—. Lamento interrumpir. Se trata de Summer. Kyle asintió y regresó al informe, pero Shane sabía que estaría escuchando atentamente. Shane se puso de pie y caminó hacia la puerta. —¿Qué sucede, Cindy? —le preguntó.

—Estaba en otro sitio con un cliente. Ella asintió —Bueno, tal vez no sea nada, pero… temo que Summer pueda estar metida en algún tipo de problema. Él agarró con fuerza el borde de la puerta —¿Por qué pensarías eso? —Un hombre vino a la tienda esta mañana. Estuvo en su oficina, y oí parte

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—Traté de encontrarte más temprano, pero…

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El Club de las Excomulgadas de su conversación. Generalmente no suelo escuchar sus cosas, pero él parecía un poco intimidante, y… Campanas de alarma sonaron en su cabeza. El tipo de la cafetería de esa mañana. —¿Qué oíste? —preguntó Kyle mientras se acercaba a la puerta. —Creo que la estaba amenazando. Las tripas de Shane se retorcieron. —¿Qué le dijo él exactamente? —insistió Kyle. —Bueno, no lo recuerdo exactamente, pero insistió en que fuera a algún sitio con él. Ella quería ir a su casa y conseguir algunas cosas, pero él no se lo quiso permitir, y… —¿Qué

más,

Cindy?

—preguntó Shane

cuando

sus

palabras

se

desvanecieron. —Él amenazó con atarla —ella levantó su mirada hacia él con ojos muy abiertos—. Fue escalofriante la forma en que lo dijo. Tan tranquilo. Como si

Summer contempló la gran casa de campo mientras Max aparcaba en el curvado camino de entrada. Esta era la casa de la familia de Tanya; en realidad, ahora era de Tanya, ya que su madre había muerto y se la había dejado a ella. Tanya la conservaba, aunque no vivía allí, y alegaba que tal vez se mudaría allí algún día, pero parecía claro que simplemente no estaba dispuesta a deshacerse de ella. Mientras tanto, la alquilaba, generalmente a personas que tenían vacaciones de verano. Tenía cinco acres de tierra, con un granero sobre un costado, y ofrecía un acceso a un hermoso lago. Su familia solía mantener un par de caballos. Summer recordaba venir aquí algunas veces cuando era una adolescente, y haber sacado los

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hiciera ese tipo de cosas todo el tiempo.

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El Club de las Excomulgadas caballos para recorrer los senderos del bosque, y un precioso camino a lo largo de la orilla del lago. Max abrió su puerta, y asió su codo para ayudarla a salir del coche, luego la guió hacia la casa. La gran sala de estar con la enorme chimenea de piedra tenía muebles distintos de los que Summer recordaba, sofás beige suaves con cojines en tonos terrosos y algunos grandes cuadros sobre las paredes. Sus tacones resonaron sobre el suelo de madera. Max deslizó su brazo alrededor de su cintura y la atrajo contra su cuerpo, colocándola de frente a él. Su pecho duro y musculoso se topó contra sus pechos suaves. Sus pezones se presionaron contra él a través de la delgada tela de su camiseta. —Eres mi prisionera. No importa cuánto luches, no puedes escaparte. Así que había preparado el escenario para esa noche. Ella debería luchar contra él, para hacer el guión más realista… y sospechaba que no querría que lo llamara Amo, ya que no encajaría en el papel. —¿Por qué me has secuestrado? —preguntó con voz ansiosa.

nariz detrás de la oreja —¿Por qué crees? Ella se separó de él tanto como su brazo cómodamente colocado alrededor de su cintura le permitía —No, no puedes hacer esto. Él ahuecó su mano alrededor de su cabeza, y su boca descendió sobre la de ella. Introdujo su lengua forzosamente dentro de su boca, y la acarició vigorosamente, luego se retiró, dejándola sin aliento.

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Sus dedos se abrieron camino a través de su pelo, luego la acarició con su

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El Club de las Excomulgadas —Puedo y lo haré. La recogió en brazos y la cargó mientras subía por las escaleras, y luego a través de la puerta hacia un dormitorio. La dejó caer en la cama, luego se sentó a su lado, y manipuló la cuerda que ataba sus muñecas juntas. Ella esperó con paciencia, como una buena prisionera, esperando una oportunidad para intentar escapar mientras él liberaba sus manos. Desenvolvió la cuerda, y cuando el último bucle fue soltado, trató de salir huyendo desde la cama, pero él agarró sus muñecas. Ella jadeó mientras la forzaba extendida sobre la cama, luego se subió sobre ella, sujetándola entre sus fuertes muslos. La miró fijamente con una sonrisa feroz en su rostro. Sacó unas correas negras de la mesita de noche y envolvió una alrededor de su muñeca izquierda, apretándola con fuerza; luego sujetó la otra alrededor de su muñeca derecha. Empujó a un costado una de las almohadas para revelar un broche unido a una correa que desaparecía debajo de la cama. Con un movimiento rápido de su pulgar, adjuntó el broche a un anillo metálico en la correa de la muñeca, luego hizo lo mismo con su otra muñeca. Sus manos se deslizaron bajo su cuerpo, y ella sintió que la cinturilla de su falda se abría, luego él bajó el cierre de la cremallera. Él se levantó de la cama y cuerpo. Agarró más correas de la mesilla, luego ató y sujetó sus tobillos como lo había hecho con sus muñecas. Ahora estaba extendida en águila 13sobre la cama, llevando sólo una delgada musculosa. Ni siquiera bragas. Él salió de la habitación por una puerta diferente a la cual habían entrado, y escuchó el sonido de agua fluyendo. Un momento después, regresó con un vaso de agua. Tomó un sorbo mientras la contemplaba fijamente, su mirada deslizándose por su cuerpo, escudriñando cada parte de ella con gran interés. De repente, hizo un rápido movimiento con el vaso hacia ella, y el agua fría empapó su pecho. Sus pezones se fruncieron al instante. La tela blanca se 13

La extensión águila es la posición en la que una persona tiene sus brazos extendidos y las piernas separadas, figurativamente parecido un águila con las alas extendidas. Es un estilo que aparece comúnmente en la naturaleza y geometría. En el estilo humano está representado por la letra "X"

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retiró su falda por sus piernas, sacándosela, dejando desnuda la parte inferior de su

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El Club de las Excomulgadas volvió básicamente transparente. Él se rió entre dientes y se giró para irse. —No, déjame ir —lloriqueó, luchando contra sus ataduras. Se dio la vuelta para enfrentarla. —Déjame ir ahora —exigió. Dio un paso hacia ella y se sentó en la cama. ¿Iba a hacerlo? Sacó una mordaza del bolsillo de su chaqueta. Mientras la acercaba a su cara, ella sacudió su cabeza de un lado a otro, pero él sujetó su barbilla con su mano y la forzó dentro de su boca, luego ató las correas. Lo

observó

mientras

salía

por

la

puerta,

dejándola

indefensa…

amordazada… y totalmente excitada. Era muy consciente de sus brazos extendidos sobre su cabeza. La tela mojada estirada sobre sus fríos pezones duros. Sus piernas estaban abiertas ampliamente, la humedad acumulándose en su interior. Oh, hombre, deseaba que Max -su captor- volviera y subiera encima de ella, forzara su enorme polla en su interior, luego la montara hasta que gimiera su

Pero no lo hizo. Ella yació allí mientras la habitación se oscurecía a su alrededor con la puesta del sol, indefensa y vulnerable, imaginando todas las cosas sexys que Max podría hacerle en esa posición El olor de la comida, cebollas y pollo, hizo que su boca se le hiciera agua. Había estado atada en la cama durante aproximadamente una hora cuando él finalmente regresó, con un plato de comida. Acercó una silla y se sentó; entonces apoyó sus pies en la cama junto a ella. La observó mientras comía. Su boca se hizo agua alrededor de la mordaza. Cuando terminó, salió de la habitación, pero para su

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liberación.

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El Club de las Excomulgadas alivio, regresó con otro plato de comida. —Sé buena y te quitaré la mordaza. Ella asintió, y le desató la correa en la parte posterior de la cabeza. Pensó que desataría sus manos, pero no lo hizo. En cambio, sostuvo un tenedor con un pequeño pedazo de pollo contra sus labios. Ella se lo comió, saboreando el delicioso sabor picante. Él tenía la intención de alimentarla, había cortado la carne en trozos pequeños para que no se atragantara. Le dio de comer durante los siguientes quince minutos, luego apartó el plato. Trajo otro vaso de agua del cuarto de baño, y ella se encogió anticipando el frío asalto, suponiendo que otra vez volvería a arrojarle agua ya que su camiseta se había secado, pero él deslizó su mano detrás de su cabeza y se la levantó, luego colocó el vaso en sus labios. Bebió varios sorbos, y luego él dejó el agua sobre la mesita de noche. Hundió varios dedos en el agua y los untó sobre un pezón. Este se endureció contra la tela. —Adorable —humedeció el otro también, luego acarició sus dos pezones duros y húmedos. La exquisita sensación la recorrió, haciendo que sus hormonas se dispararan.

Él apretó sus pezones, luego los pellizcó. Ella se arqueó hacia arriba. —Eres una prisionera muy cooperativa. Recordando su papel, ella alejó su cuerpo hacia un lado, tanto como las ataduras le permitían, luego hacia el otro lado, separándose de sus dedos. Él se subió encima de ella, su cuerpo sexy y caliente inmovilizándola. Le sostuvo la cabeza y besó su cuello, luego se sentó de nuevo. Le palmeó los pechos, luego los acarició y apretó a su gusto, a pesar de sus protestas entreveradas de gemidos de placer ante los estremecimientos que irradiaban a través de su cuerpo.

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Quería que la tocara ahora. Por todos lados. Que la besara. La probara.

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El Club de las Excomulgadas Él se levantó de la cama y se despojó de su camisa y pantalón. Ella observó ávidamente mientras se bajaba la ropa interior, revelando su encantadora polla. Se lamió los labios, pero abrió ampliamente sus ojos como si estuviera alarmada. Se colocó encima de ella de nuevo, sujetándola entre sus rodillas. Se meció hacia delante y atrás, su eje duro y caliente deslizándose entre sus suaves senos. Los apretó juntos para que acunasen a su polla en su calidez. Ella observaba mientras su glande se impulsaba desde sus senos, entonces volvía a desaparecer. Él liberó sus senos, y esta vez su polla se deslizó más adelante hasta que rozó sus labios. Apartó su cabeza hacia un lado, rechazando su polla, aunque anhelaba tenerla en su boca. Él agarró su cabeza y la estabilizó, entonces empujó su polla en su boca. Empalada ahora con su enorme eje, su ancha verga llenando su boca, se preguntó cómo darle placer mientras permanecía en el papel. —Chúpala y tal vez te deje ir. ¡Era lo suficientemente bueno! Ella lamió la cabeza de su polla, acariciando la punta con su lengua, y luego alrededor de la base de la corona. Ella lo apretó en su boca y comenzó a chupar. Él mientras ella lo apretaba en su boca. Entonces, él se tensó y embistió hacia adelante. Ella lamió y lo estrujó, luego succionó con fuerza. Él gimió, y entonces eyaculó en su boca. Él sonrió y se deslizó hacia abajo por su cuerpo, su polla saliendo de su boca. Se arrodilló entre sus rodillas y contempló sus piernas abiertas. Se inclinó y su lengua lamió sobre su raja, luego la introdujo dentro de ella. Ella debería arquearse y luchar, pero no quería hacerlo. Sus dedos se deslizaron en su interior, y gimió. Le lamió el clítoris, y el placer la atravesó. Jugueteó

y

persuadió.

Ella

jadeó,

Aproximándose cada vez más. Más cerca.

sintiendo

un

orgasmo

acercándose.

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se movió con cuidado, entrando un poco y luego retirándose, dentro y fuera

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El Club de las Excomulgadas Él retrocedió y se rió, luego salió de la cama. —No —se quejó mientras él dejaba la habitación. Se arqueó y meneó sus caderas, tratando de encontrar algún alivio de la intensa necesidad que él había construido en ella. Lo quería en su interior. Quería un orgasmo. Regresó media hora más tarde, y se inclinó sobre ella, tirando del escote de su musculosa bajo sus pechos, exponiéndolos, luego sujetó un pezón en su boca. Lo chupó y ella se arqueó contra él, cualquier pretensión de luchar había desaparecido. Lo lamió y jugueteó con él mientras su mano encontraba su otro pezón y jugueteaba con este, también. Ella arqueó las caderas —Oh, Dios, por favor fóllame. Él se rió —Creía que querías que te dejara ir.

—Lo hago. Lo que dije fue, “Oh, Dios, por favor no me folles”. Max se subió sobre ella, y lo observó acariciar su enorme polla erecta. —Ah, es eso lo que dijiste. Curioso, estaba seguro de que me rogaste que te follara. Colocó su polla en su hendidura empapada. —No —sacudió su cabeza, adorando la sensación de su polla deslizándose a lo largo de su raja—. Por favor, detente. No hagas esto. —¿Qué? ¿Qué no haga esto? —embistió a fondo, empalándola con su polla.

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Summer gimió, pero se obligó a regresar al papel.

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El Club de las Excomulgadas Estirándola con su inmenso contorno. Ella gimió. Él retrocedió y embistió de nuevo, llenándola hasta la empuñadura. Él capturó su pezón en su boca y lo chupó con fuerza, haciéndola gemir, entonces retrocedió y embistió de nuevo. El placer se abrió paso a través de ella. Él comenzó un ritmo constante de embestidas. Profundas. Cada vez más rápidas. Olas de intenso placer inundaron sus sentidos. —Oh, sí. Me voy a… —su interior palpitó, y cayó por el borde—. ¡Me estoy corriendo! —su voz se agudizó hasta volverse un chirrido, luego jadeó cuando el éxtasis la reclamó. Max se tensó y el líquido caliente la llenó mientras su voz se apagaba en un gemido. Ambos yacieron jadeando por aire mientras sus pulsos lentamente volvían a la normalidad. Max le acarició el cuello con su nariz.

que haya tenido jamás. Summer sonrió, sorprendida de cuanto significaban esas palabras para ella.

Max liberó las ataduras de Summer, y tomaron una ducha juntos, luego se acurrucaron en la cama con un agradable fuego ardiendo en la chimenea del dormitorio. Le gustaba el delicado aroma a mango de su pelo, el tacto sedoso de su piel contra su mejilla, la suavidad de su cuerpo presionado a lo largo del suyo. No solía dormir con sus subs. Una vez que el sexo había acabado, él o su pareja regresaría a su casa o a sus propias habitaciones de hotel si estaban fuera de

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—Estuviste absolutamente fabulosa —le sonrió—. Eres la mejor prisionera

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El Club de las Excomulgadas la ciudad. No había querido dormir con una mujer desde Elena -Dios, todavía la echaba tanto de menos- pero Summer era diferente de sus otras subs. Más suave, más vulnerable. Amaba tenerla en su cama. Cuando la había conocido, no podía creer que eso había sucedido sólo dos cortas semanas atrás, ella había tenido tanto miedo de sus propios deseos, y aún así había tenido el coraje para dar un paso adelante y seguir su corazón… e intentar algo radicalmente nuevo para ella. Había sido emocionante y refrescante introducirla en los rigores de la Dominación y la sumisión. E introducirla, por así decirlo, en la esclavitud y la disciplina, había sido muy estimulante para ambos. Ella murmuró suavemente, y se dio cuenta que se había dormido. La acarició con la nariz en la sien, aspirando su dulce aroma. Le encantaba ser él quién ampliara sus percepciones de amor y sexo… y quien la ayudara a expandir su vida sexual para acercarse a sus deseos más profundos. Para poder avanzar, ella sabía que tendría que dejar ir algunos de sus limitados modelos de conducta. Miró hacia el fuego y trató de averiguar la mejor estrategia para ayudar a Summer.

través del soleado camino rural. —Estás conduciendo un poco rápido, compañero —dijo Kyle desde el asiento del pasajero. Shane no tenía que mirar el velocímetro. Sabía que estaba cerca de veinte sobre el límite. Aflojó el acelerador. Hacer que se mataran no ayudaría a Summer. —No pienses lo peor —dijo Kyle—. Al menos sabemos con quién está y donde encontrarla. Antes de irse, Kyle se había puesto en contacto con Tanya, la amiga de

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Los dedos de Shane agarraron el volante con fuerza mientras conducía a

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El Club de las Excomulgadas Summer, para averiguar si el tipo con el que ella había desaparecido coincidía con la descripción de su aventura de una noche de Chicago. Tanya les había asegurado que todo estaba bien. El hombre había llevado a Summer a la casa de Tanya en el campo para una escapada romántica. —Ese tipo suena como un acosador para mí —dijo Shane—. Ya oíste lo que dijo Cindy. ¿Quién le ordena a alguien ir a una escapada de fin de semana? Creo que Summer se involucró con alguien realmente asqueroso. —No sé que está sucediendo con ella, Shane. Parece que Summer está experimentando. Vamos a esperar hasta que lleguemos allí para ver que está sucediendo. El desvío hacia la casa de Tanya estaba más adelante. Shane giró a la derecha y siguió por el sinuoso camino un kilómetro más o menos, hasta que llegaron a la gran casa con el granero a un lado. Allí estaba aparcado el coche de Summer. Shane empujó la puerta del coche para abrirla y salió. Sus entrañas se apretaron ante el sonido de los gritos que provenían del granero. Shane corrió hacia

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adelante, y Kyle lo siguió a toda velocidad.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Catorce Shane abrió la puerta del viejo granero sólo una rendija y espió en su interior, con el corazón golpeando en su pecho. Quería correr dentro, pero primero necesitaba saber que estaba pasando. Estaba más oscuro en el interior, por lo que sólo pudo distinguir dos figuras. Una más pequeña, con los brazos estirados hacia arriba, y una figura más alta, más corpulenta. El brazo de la figura más grande se balanceó hacia atrás, y luego hacia delante como si estuviera lanzando una caña de pescar… o utilizando un látigo. Summer gritó. Shane empujó la puerta del granero para abrirla completamente y corrió hacia el hombre que claramente estaba azotando a Summer. El tipo lo miró con sorpresa, sosteniendo un látigo que tenía múltiples colas. ¡El hijo de puta! El puño de Shane golpeó con fuerza contra la mandíbula del tipo. Este se tambaleó hacia atrás, y luego envolvió su mano alrededor de su barbilla. Shane fue hacia adelante para golpearlo de nuevo, pero Kyle le agarró el brazo y tiró de él

—Shane, ya basta. Shane sacudió su brazo para liberarlo —¿De qué diablos estás hablando? Está azotando a Summer. —¿Shane? ¿Kyle? ¿Qué está pasando? Ahora que sus ojos se acostumbraron a la luz, Shane podía ver que los brazos de Summer estaban estirados hacia arriba por cuerdas atadas alrededor de sus muñecas, que a su vez se enlazaban a las vigas ubicadas más arriba.

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hacia atrás.

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El Club de las Excomulgadas Ella no podía ver lo que estaba sucediendo. No sólo estaban detrás de ella y no podía girarse, sino que una fina venda negra, atada en la parte posterior de su cabeza, cubría sus ojos. Él echó un vistazo a su camiseta blanca y, por suerte, no vio nada de sangre de los latigazos del bastardo.

—Shane y yo oímos tus gritos —Kyle caminó delante de ella. Tan pronto como la vio colgada del techo, con la camiseta recogida bajo sus pechos desnudos, la ingle de Kyle se tensó tan dolorosamente que le quiso arrancar la falda y follarla en el lugar. Ella arqueó una ceja, visible por encima de la brillante tela negra con la que tenía vendados los ojos —¿Desde Port Smith? No estaba gritando tan alto. Él sonrió. Tal y como había sospechado, ella no era víctima de un secuestro, ella y este tipo estaban jugando a la esclavitud. Ahora tenía que convencer a Shane.

otro tipo, que sabiamente se mantuvo a un par de metros. —¿Golpeaste a Max? —le preguntó ella, la preocupación era evidente en su voz. Kyle echó un vistazo a Shane, dejando que contestara —Te estaba haciendo daño. Por supuesto que lo golpeé. —Shane, sé que debes haber estado preocupado por mí, de lo contrario no me habrías seguido hasta aquí, pero Max no hizo nada malo. —¿Te ata al techo, te azota y tú dices que él no hacía nada malo?

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—Estábamos preocupados por ti —dijo Shane, fulminando con la mirada al

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El Club de las Excomulgadas —El látigo no lastima. Es de gamuza suave, y él no me estaba azotando con fuerza. Y yo dejé que me amarrara. —Maldita sea, Summer. ¿En qué demonios te has metido? Kyle vio que las mejillas de ella ardían al rojo vivo. —Shane, tranquilízate. No hay nada malo en experimentar con diferentes escenarios sexuales. No juzgues a Summer. Shane arrastró su mirada desde el alto desconocido, y echó un vistazo de Summer a Kyle, luego soltó el aliento. Caminó alrededor de su silueta suspendida para enfrentarla —Summer, no quise decir… Al segundo que vio sus pechos maduros presionándose hacia delante contra su camiseta, sus palabras se desvanecieron repentinamente. Contempló sus duros pezones. —¿Shane? —el color rojo de la cara de Summer se hizo más intenso.

su cara. —Lo siento, cariño, no estoy juzgándote. Sólo estaba… preocupado por ti. Ella asintió con la cabeza. Kyle sabía que deberían ofrecerse a desatarla, o al menos quitarle la venda de los ojos, pero verla colgada allí indefensa, con sus pechos visibles y claramente pidiendo atención, hacía imposible pensar con claridad. —No me estaba haciendo daño. Me ayudaba a soltar la tensión encerrada en mi interior haciéndome gritar. El látigo es sólo una parte de un juego de rol para ayudarme. Es difícil sólo gritar, necesitas… construirlo de alguna manera.

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El apartó su mirada de sus pechos redondos y deliciosos para guiarla hacia

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El Club de las Excomulgadas —¿Así que te ató y azotó para poder gritar y así liberar el estrés? —preguntó Kyle. El hombre alto, de pelo negro, Max Delaney era su nombre según Tanya, dio un paso adelante, pero se mantuvo detrás de Summer, dándoles espacio. —No el estrés. Tensión profundamente arraigada desde hace mucho tiempo que ha creado modelos de comportamiento limitante. —¿Cómo cuáles? —preguntó Kyle, intrigado. —Como no ir detrás lo que quiero —contestó Summer—, porque tengo miedo de tomar riesgos. Delaney arqueó una ceja, luego su mirada se movió de Kyle a Shane y viceversa. Kyle lo entendió inmediatamente, pero no vio el mismo entendimiento en el rostro de Shane. —¿Podría hablar con ustedes dos afuera? —Delaney se movió hacia ellos. Shane fulminó con la mirada al tipo, pero Kyle asintió con la cabeza. —Summer, sólo estaremos a una corta distancia —dijo Delaney—. Si me

Ella asintió. Kyle siguió a Shane y Delaney fuera del granero. Una vez que estuvieron lo suficientemente lejos para que Summer no fuera capaz de oírlos, Delaney se volvió hacia ellos. —Summer necesita sentir que está controlando su entorno y su vida. Es por eso que tiene miedo de tomar riesgos. —No nos hables sobre Summer —estalló Shane—. La hemos conocido desde siempre. Tú acabas de… Kyle agarró el antebrazo de Shane

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necesitas, sólo llámame y te escucharé.

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El Club de las Excomulgadas —Shane, escúchalo hasta el final —él se giró de nuevo para enfrentar a Delaney—. Si a ella le gusta controlar tanto, ¿por qué te permite atarla… y dominarla? —Muchas de las personas que necesitan control en su vida, les gusta darlo en un entorno seguro con alguien en quien confíen. Shane fulminó con la mirada a Delaney otra vez. La cólera y el dolor hervían a fuego lento en él por el hecho de que Summer hubiera confiado en un virtual desconocido por encima de él. —La mayoría de las mujeres que conozco que les gusta ser dominadas tienen trabajos importantes, estresantes, donde tienen que tomar un montón de decisiones —continuó Delaney—. Summer es diferente. Ella quiere controlar su ambiente para sentir que está segura. Se limita haciendo sólo aquellas cosas en las que sabe que puede tener éxito. Que sepa que no fracasará o que le darán cualquier tipo de problemas. —¿Por qué diablos nos estás hablando a nosotros sobre esto? —exigió Shane. Odiaba escuchar esta extraña charla sobre Summer, como si no la hubiera conocido durante años.

Y a ti, también. —Ya sabemos eso —dijo Shane. —¿Entienden que ella los quiere a ambos a la vez? —las cejas de Shane se elevaron, y se giró hacia Kyle—. Si ustedes están de acuerdo —dijo Delaney—, ¿por qué no hacérselo saber ahora mismo? —sonrió—. Ella está simplemente colgando sin hacer nada en este momento. Los puños de Shane se apretaron a sus costados —No vamos a hacer nada mientras ella esté amarrada así.

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—Porque una de las cosas que ella quiere, eres tú —se volvió hacia Kyle—.

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El Club de las Excomulgadas —¿Por qué no? —preguntó Kyle, su boca curvándose en una sonrisa. ¿Qué demonios estaba pasando con Kyle? Parecía estarse tomando todo con bastante tranquilidad. Entonces Shane recordó cuando Summer le había preguntado si él tenía esposas. Su polla se había hinchado entonces, y se hinchó ahora. Le gustaba estar atada. Maldita sea, su pequeña y dulce Summer tenía definitivamente un lado perverso.

Summer oyó el chasquido de talones sobre el suelo de madera del granero, alguien se acercaba a ella por detrás… más cerca… hasta que estuvo parado justo detrás. Podía sentir su calor. La anticipación hizo que su cuerpo se estremeciera. —¿Max? Unas manos grandes y cálidas se deslizaron sobre sus caderas y la llevaron contra un cuerpo duro, masculino. Una cara rugosa con bigote le acarició la mejilla, luego acarició la curva de su cuello con su nariz haciendo que algunos estremecimientos la atravesaran.

Otra mano agarró su camiseta y tiró de ésta, rasgando la tela en la parte delantera. Ella jadeó. El aire frío flotó a través de su torso desnudo mientras la tela hecha jirones aleteaba abierta. No se había dado cuenta que alguien estaba de pie delante de ella. ¿Era Max o Kyle? Detrás de ella, las manos de Shane acariciaron alrededor de sus costillas y ahuecaron sus pechos. El hombre frente a ella le agarró la mandíbula y su boca capturó la de ella. Sus labios imperiosos se movieron contra los suyos, y su lengua se deslizó dentro. ¿Max?

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—Shane.

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El Club de las Excomulgadas Los dedos de Shane acariciaron sus pezones, provocando olas de necesidad, mientras la lengua de Max, bailaba con la suya. No. No era Max. Por la forma que la curvaba alrededor de su lengua, y el modo en que sus pulgares acariciaban sus sienes mientras ahuecaba su cara… Ese era Kyle. La boca de Kyle liberó la suya, y un segundo después sintió que una de las manos de Shane se alejaba de su pecho, sustituida por la boca de Kyle sobre su pezón. —Kyle. Eres tú. Era una sensación extraña y excitante ser tocada por ellos en la oscuridad. Sentir sus manos sobre ella… sus labios… pero no ser capaz de verlos. —¿Qué piensas de la idea de nosotros dos haciéndote el amor? —preguntó Kyle. —A mí… uh… me gusta la idea —ella tragó saliva—. Mucho. —Estás prácticamente desnuda —murmuró Shane—, y nosotros vamos a devorarte —acarició su oreja con la nariz—. ¿Cuál es tu palabra segura?

—Gato. Él se rió entre dientes, luego ambos hombres se alejaron. Ahora podía oír el ligero sonido de los zapatos de Kyle, probablemente los cómodos zapatos de lona que usaba a menudo durante el verano. —Mira esto, Kyle. Una cosita linda sólo colgando aquí y esperándonos. Summer tiró de las cuerdas que sostenían sus manos elevadas en el aire. —¿Qué quieren? —les exigió. Kyle ignoró sus palabras

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Ella inspiró ante la imagen

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El Club de las Excomulgadas —Creo que luciría aún más bonita si pudiéramos ver más de ella. Sus manos trabajaron en su falda, y luchó contra él, la adrenalina corriendo a través de ella, aumentando su excitación. La falda cayó de su cuerpo. —No. Deténganse. Los dedos de Shane se deslizaron debajo del elástico en su cintura e hicieron rodar su tanga hacia abajo, y luego se la sacó por sus pies. —No hagan esto —dijo ella mientras luchaba contra las cuerdas que sostenían sus brazos por encima suyo. Podía sentir sus senos rebotando con sus movimientos y casi podía sentir el calor de sus miradas al observarlos. Shane se rió entre dientes. —Muy bonito —estiró su mano y le acarició un seno, luego lo ahuecó en su gran mano. —No —ella luchó contra él, y él tensó un brazo alrededor de su cintura y la atrajo contra la dureza de su cuerpo. Kyle se movió más adelante y envolvió sus manos alrededor de sus caderas,

El calor de los cuerpos de ambos… duros y musculosos… presionándose contra ella… le quitó el aliento. Kyle besó un costado de su cuello, mientras Shane acariciaba el otro lado con la nariz. Ella tomó aire, esforzándose para no sucumbir ante las abrumadoras sensaciones y derretirse entre ellos. Los roles que estaban interpretando eran demasiado excitantes para abandonar los papeles. Se retorció entre ellos, lo que hizo que sus pezones endurecidos embistieran con fuerza en el pecho de Kyle, y ellos alternativamente presionaron cada una de sus pollas erectas contra su cuerpo suave.

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luego presionó su cuerpo con fuerza contra ella, aplastándola contra Shane.

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El Club de las Excomulgadas —Para no desear que te follemos, estás ayudando a nuestras pollas a ponerse realmente duras —murmuró Kyle. Ella dejó de moverse, a pesar de que quería sentir ambas pollas contra ella. La paciencia traería recompensas mejores. Las manos de Shane agarraron los restos destrozados de su camiseta, y los arrancaron de su cuerpo. Kyle sujetó un pezón en su boca y ahuecó su otro seno, apretándolo con firmeza. Escuchó el cierre de una cremallera, y un momento más tarde, la caliente polla desnuda de Shane se presionó contra ella por detrás. La atrajo hacia su cuerpo y acarició su cuello mientras Kyle se retiraba. Otro sonido de cremallera, entonces sus manos calientes regresaron, y comenzaron a acariciar sus senos. Las manos de Shane la agarraron por la cintura y la levantaron. Kyle, quien se había agachado, levantó sus piernas y las colocó por encima de sus hombros, abriéndoselas. Cuando su cálida boca presionó entre sus muslos y lamió su clítoris, ella gimió. Él succionó el pequeño botón, intensamente sensible, mientras Shane le acariciaba su seno con una mano, y su polla caliente se mantenía presionada contra su espalda. —Creo que le gusta eso —dijo Shane.

continuó con sus atenciones. Summer hizo un intento débil de lucha, pero los labios de Kyle, y su lengua la estaban volviendo loca. El calor la invadió y jadeó, luego gimoteó en su liberación. —Sí que le gustó de verdad. Tal vez ella estaría dispuesta a devolver el favor —sugirió Shane. Kyle le soltó las piernas, y Shane la bajó hasta que sus pies tocaron el suelo. —Realmente no tiene otra opción —respondió Kyle.

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—Tal vez es demasiado débil para luchar contra nosotros —dijo Kyle, luego

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El Club de las Excomulgadas Mientras Shane ahuecaba sus senos, sintió que la tensión en la cuerda que sostenía sus brazos estirados disminuía. Shane presionó sobre sus hombros hasta que ella descendió y quedó de rodillas, sus brazos todavía seguían estirados por encima de su cabeza. La cuerda se tensó otra vez. Algo rozó contra su boca. —Ábrela, cariño —dijo Kyle. Ella abrió su boca mientras él deslizaba su polla entre sus labios. —Si haces un buen trabajo, te desataremos. Ella chupó su polla, luego arremolinó su lengua a lo largo de su eje. Después de unos momentos, él la sacó. —Mi turno —dijo Shane. Su polla empujó dentro de su boca, y ella la lamió y succionó. Ellos intercambiaron posiciones adelante y atrás, metiendo en su boca primero una polla, luego la otra. A ella le encantó. Cada uno era único. El eje grueso de Kyle con su protuberante cabeza. El miembro más delgado pero más

—Ah, sí, cariño. Esto es tan bueno —Kyle ahuecó su mano alrededor de su cabeza. Él empujó dentro y fuera, y ella apretó su polla dentro de su boca. El gimió y se puso rígido. Ella sabía que él iba a… Eyaculó en su boca. Sacó su verga, y la de Shane se deslizó dentro. Bombeó dentro y fuera con embestidas precisas, y ella arremolinó su lengua alrededor de la cabeza de su polla. Él se condujo más profundo, golpeando el fondo de su garganta, luego se retiró y bombeó de nuevo. Ella lo apretó y chupó con fuerza. Su boca se llenó del líquido caliente. Kyle la dejó sobre sus pies y quitó la venda de sus ojos.

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largo de Shane.

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El Club de las Excomulgadas —Tengo una idea —Shane agarró un banco de madera que había apoyado contra una pared del granero y apiló una caja de madera encima de éste. Luego, eligió una silla de montar de las varias que había sobre un costado del granero, y la apoyó sobre la caja. Un momento después, Summer se encontró inclinada sobre la silla de montar. Shane enrolló una cuerda alrededor de sus tobillos. Después de abrir sus piernas ampliamente, la ató al banco. El cuero de la silla acunaba su pelvis y su vientre. —Dijeron que me desatarían —no es que ella estuviera descontenta con la situación actual, de hecho la encontraba sumamente excitante, pero su papel exigía que hiciera la pregunta. —Lo haremos —aseguró Shane—. Más tarde. —Mira lo que encontré. Summer levantó la cabeza para ver como un muy desnudo Kyle entraba en su línea de visión con un gran espejo viejo, rajado, pero aún utilizable, y lo apoyaba contra la pared delante de ella. Esto le dio a Summer una gran visión de su posición, atada e inclinada sobre la silla de montar. Kyle caminó alrededor hasta caliente presionándose contra su hendidura mojada. —No. No puedes hacer esto —gritó con una fingida desesperación en su tono de voz. —Oh, nena. Sí, puedo. Se precipitó hacia delante y se deslizó en su interior, profundamente y con rudeza. Jadeó ante su invasión. Él embistió varias veces, acariciando sus entrañas con su longitud dura y caliente mientras ella lo observaba en el espejo.

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colocarse detrás de ella y posicionó sus pies entre los suyos, y sintió su polla

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El Club de las Excomulgadas —No. Por favor, detente —ella respiró hondo, sintiéndose algo mareada ante el increíble placer que su polla llenándola le proporcionaba. —Hey, compañero. Es mi turno —dijo Shane. Kyle se retiró, y Shane caminó detrás de ella. Su polla la presionó y se condujo en su interior. —Ohhh. No. —Cariño, tu adoras mi dura polla dentro de ti —sus dedos se movieron rápidamente sobre su clítoris, y ella gimió. —Oh, por favor —exclamó, adorando cada embestida. Él se metió más profundamente, luego se salió y embistió otra vez. Ella podía ver a Kyle detrás de Shane, su mirada moviéndose de un lado a otro, desde la verga dura de Shane penetrándola hacia la imagen en el espejo, al mismo tiempo que él se acariciaba su eje endurecido. Ella se arqueó sobre la silla de montar, pero eso la separó de la polla de Shane, así que elevó su trasero para darle un mejor acceso. Sus manos se fuerza. El placer golpeó a través de ella mientras su polla larga y rígida se deslizaba dentro y fuera. Ella gimió cuando un oleaje dichoso de sensaciones se apoderó de ella. Shane liberó su polla de su interior. —Noooo —se quejó. Kyle la embistió. Jadeó. Él era sólido y grueso. Embistió repetidamente. El placer que se le había escapado con la pérdida de Shane se elevó constante una vez más. Ella gimió.

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envolvieron alrededor de sus caderas para sostenerla en el lugar, y él bombeó con

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El Club de las Excomulgadas Entones él se alejó. Ella gruñó. —Creo que ella está disfrutando demasiado de esto —dijo Kyle. Shane se metió en ella, y ella se estremeció de placer. Kyle se colocó delante de ella, sosteniendo su polla en su mano. Ella levantó la mirada, luego la dirigió hacia su dura polla, y se lamió los labios. El se acercó mientras Shane la embestía profundamente. Kyle presionó su polla contra sus labios, y ella los abrió. Él embistió profundamente dentro de su boca. Shane machacó en ella una y otra vez, mientras le chupaba la gran verga a Kyle. Los dedos de Shane hicieron giros sobre su clítoris, y ella se sujetó firmemente alrededor de Kyle, mientras el placer la atravesaba. Chupó su verga mientras exprimía la de Shane. Este gruñó y el líquido caliente estalló en su interior. Un estremecimiento se disparó en su interior mientras las intensas sensaciones placenteras atravesaban todo su cuerpo. Kyle gimió, y su polla inundó su boca. Shane siguió bombeando en ella, y ésta gimió alrededor de la polla de Kyle cuando un orgasmo increíble pulsó a través de ella. La verga de Kyle se deslizó fuera de su boca, mientras ella gemía ante la

Apenas tuvo tiempo para recuperar el aliento antes de que los hombres desataran las cuerdas, liberando sus tobillos y muñecas, y Kyle la lanzara sobre su hombro y la cargara dentro de la casa. Se apresuró por las escaleras hacia el piso de arriba, con Shane siguiéndolos detrás. —No creas que hemos terminado contigo —dijo Kyle mientras entraba en el dormitorio y la dejaba caer sobre la silla tapizada que estaba junto a la ventana. Ella observó mientras Kyle agarraba un tubo de la parte superior de la cómoda y lo abría, para luego comenzar a esparcir el gel transparente sobre su polla erecta. Ella se lamió los labios ante la vista de su miembro reluciente.

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intensidad de esa increíble dicha.

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El Club de las Excomulgadas Shane arrojó una almohada a un lado de la cama, luego agarró su mano y la levantó de la silla. Primero hizo que apoyara su cara sobre la cama, colocó su estómago sobre la almohada, para que sus piernas colgaran por el borde de la cama, y su culo quedara en una posición elevada. Shane se tendió en la cama delante de ella, su verga colocada convenientemente cerca de su boca. Él envolvió una mano alrededor de su polla, y lo presionó contra sus labios. Ella lo chupó hacia el interior de su boca. Él retiró el pelo de su cara, y ahuecó su mejilla mientras la polla de Kyle le rozaba su culo. Ella se retorció un poco en un tímido intento de aparentar una lucha. Kyle se echó a reír y le agarró la cadera con una mano para mantenerla inmóvil, luego empujó hacia adelante. Su glande presionó con fuerza contra su pequeña abertura. La lubricación que había aplicado permitió que se deslizara dentro con bastante facilidad. Avanzó metiéndose lentamente, hasta que llenó su culo. Entonces, enlazó un brazo alrededor de su cintura, y la verga de Shane resbaló de su boca mientras Kyle la colocaba con su espalda contra él. La hizo enderezar y fue retrocediendo con ella, hasta llegar a la cómoda. Ambos estaban de pie ahora, Kyle apoyado contra la cómoda como medio de soporte, su polla todavía sumergida en su culo.

levantaba y caminaba hasta quedar de pie delante de ella. Kyle curvó sus manos alrededor de sus muslos, y levantó sus piernas, abriéndolas. Shane dio un paso hacia adelante y la dura cabeza de su polla rozó su apertura. La anticipación se inflamó dentro de ella cuando se dio cuenta que por primera vez estaba a punto de tener dos pollas, pollas verdaderas, no de plástico, en su interior. Shane se movió hacia delante, empujando su larga polla dentro de ella suavemente. La polla de Kyle se contrajo dentro de su culo mientras Shane se introducía profundamente dentro de ella.

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Ella dejó caer su cabeza hacia atrás contra su hombro, mientras Shane se

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El Club de las Excomulgadas Estaba llena. Por delante y por detrás. Presionada entre esos dos cuerpos duros y masculinos. Ella acarició con su nariz el cuello de Shane, abandonando completamente cualquier pretensión de lucha. —¿Estás bien, cariño? —murmuró Shane contra su sien. —Mejor que bien. Él se retiró y empujó hacia adelante. Su vagina se hinchó con su renovada invasión, enviando deliciosas sensaciones que hicieron hormiguear en su interior. —Oh, eso se siente tan bueno. Kyle se movió hacia delante, empujándose desde la cómoda. Retrocedió y avanzó. Su pasaje anal le dolía por la agradable sensación del estiramiento. La verga de Shane retrocedía, luego la llenaba de nuevo. Los dos hombres se sincronizaron hasta que ambos estuvieron embistiendo en ella y saliéndose al mismo tiempo. —Dios mío, eso se siente increíble. ¡Mejor que increíble!

corazón tronando en su pecho. Los hombres aumentaron la velocidad, ahora metiéndose en ella con embestidas más profundas. Sensaciones dichosas se apoderaron de ella… pulsando… temblando… Shane embistió con fuerza, y ella jadeó, luego se aferró a él cuando las olas del éxtasis arrasaron sobre ella en un orgasmo increíble, que le entumeció la mente. Ella gimió. Shane embistió unas cuantas veces más y eyaculó en su interior. Kyle gimió mientras se unía a ellos con su propio clímax.

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Su respiración se agitó, la frecuencia de su pulso se disparó. Ella podía oír su

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El Club de las Excomulgadas Apoyó su mejilla contra el pecho de Shane. Nunca se había sentido más apreciada.

La luz del sol brillaba sobre el caliente pavimento negro mientras Max conducía a lo largo de la carretera. Las hojas de los árboles altos yacían esparcidas sobre un lado de la carretera, estremeciéndose con la brisa, y las flores silvestres púrpuras se mecían en los prados. Sabía que los dos hombres no se habrían sentido cómodos con él merodeando fuera, así que había decidido ir a dar una vuelta. Trató de no pensar en Summer y los dos hombres en el granero. Intentó no imaginar a los dos hombres besando y tocando su cuerpo desnudo, mientras ella colgaba indefensa de las cuerdas, disfrutando finalmente de lo que durante mucho tiempo había tenido tantas ganas de experimentar. A los hombres claramente les importaba Summer, por lo que no solo hundirían sus pollas profundamente dentro de ella, sino que la tocarían con ternura y pasión. Debería estar contento; Summer había crecido enormemente con su ayuda, y ahora había conseguido dar un gran paso hacia adelante. No sólo había durante años, sino que ahora estaba tomando parte en un ménage à trois con ellos. Ella había ido más allá de sus límites y había abrazado sus deseos. Realmente había florecido desde que la había conocido… y debería estar feliz por eso… pero lo único en lo que podía pensar era en los dos hombres besándola, tocándola, y dándole un inmenso placer. Dos hombres que ella había anhelado. Una fiera posesividad se elevó en su interior… ese lado fastidioso e intensamente emocional que la quería toda para sí mismo. Y eso lo sorprendió.

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comenzado finalmente una relación íntima con los dos hombres que había deseado

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El Club de las Excomulgadas Él no quería enredos con mujeres. Asuntos cortos y tórridos lo satisfacían lo suficientemente bien. Estar al control de cuándo y dónde… y por cuánto tiempo… era perfectamente apropiado para él. Las mujeres con las que por lo general se involucraba entendían eso. El dominaría… ellas se someterían. Sexo genial, pero sin ningún apego emocional. Y él se vanagloriaba de hacer que sus compañeras llegaran a un entendimiento más profundo de sí mismas. Entonces, él seguiría adelante. Todos estarían contentos. Pero con Summer… Sus dedos se tensaron alrededor del volante. Maldita sea, no le gustaban esos

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sentimientos. Debería irse. Ahora. Antes de que todo se volviera más complicado.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Quince Summer salió de la ducha y secó su cabello con una toalla, luego lo peinó mientras pensaba en la espectacular tarde que había pasado con Shane y Kyle. Ellos se habían ido hacía media hora, sabiendo que Max regresaría para continuar su fin de semana con ella. No parecían especialmente contentos por dejarla con otro hombre, pero ella les explicó que esta era la última vez que lo vería y necesitaba tiempo para despedirse. Después de ducharse y vestirse, volvió al granero. Había visto algo ahí que la intrigaba. Ella salió por la puerta de la cocina y entró en el granero. Allí, en un rincón, parcialmente cubierto con una lona, vio un artefacto de madera con un hoyo sobre la derecha y uno más grande parcialmente cubierto por la lona. Ella levantó la misma, revelando exactamente lo que había esperado. Un cepo. Dos piezas de madera prensadas juntas, formando tres hoyos. El del medio era lo suficientemente grande para sostener el cuello, y los que estaban a cada lado eran del tamaño

Tiró más de la lona y tuvo que imprimir más fuerza a la acción porque se atoró en algo detrás del cepo. Para su deleite, encontró que era algo más que un cepo sobre un soporte. Era un tipo de banco, como el banco de azotes que había visto en la mazmorra del Sexo-a-la–Gala. Había un lugar para descansar su torso y dos lugares para sus rodillas. Esos también estaban acolchados. Ella sonrió. La próxima vez que viera a Tanya, tendría que preguntarle cómo había acabado eso en su granero. Summer tiró de la estructura, esperando poder ser capaz de llevarla dentro de la casa, pero era demasiado pesada e incómoda de manipular por su cuenta. Decidida, lo examinó y encontró que el cepo podía ser removido del banco, así que

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apropiado para las muñecas. Cada abertura estaba acolchada.

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El Club de las Excomulgadas volvió a la casa y agarró una caja de herramientas del sótano. Cuarenta minutos después, tenía el cepo plenamente establecido en la cocina. Lo limpió con un paño húmedo retirando el polvo acumulado, luego sonrió ante su obra. Max había llamado aproximadamente unos veinte minutos atrás y le había dicho que iba a estar ahí en media hora. Eso significaba que le quedaban diez minutos. Se deslizó en el baño y se quitó la ropa, luego la dejó en una pila ordenada sobre el tocador. Revisó su reflejo en el espejo y se cepilló el pelo hasta dejarlo con una apariencia sedosa y brillante, y luego regresó a la cocina. La imagen del cepo en medio de la gran cocina de campo hizo que su corazón latiera salvajemente. Se veía tan fuera de lugar. Tan perverso. Y se sintió traviesa al estar de pie allí, desnuda, delante de eso. Respiró hondo y luego se arrodilló sobre las almohadillas para las rodillas y envolvió las correas de cuero unidas al mismo alrededor de sus pantorrillas, justo detrás de sus rodillas, y las abrochó allí. Ella levantó la parte superior del cepo, y este crujió al abrirse. Tenía un mecanismo de resorte y permaneció abierto. Más temprano, había colocado una cuerda alrededor de la parte superior del cepo así podría tirar de ésta para cerrarlo. Ahora, agarró la cuerda dejándola floja en su mano, apoyó su cuello y muñecas en los agujeros correspondientes, entonces tiró de la cuerda. La parte superior bajó suavemente y se cerró alrededor de sus hacia arriba, pero no se movió. Su estómago se contrajo cuando se dio cuenta que accidentalmente se había encerrado en este artilugio, pero respiró hondo para calmarse. La excitación hizo que todo su cuerpo hormigueara. Max estaría allí muy pronto. Ella se volvió muy consciente del hecho de estar presa y totalmente vulnerable a cualquier persona que pudiera entrar. Con sus rodillas en las almohadillas y su cabeza y brazos en el cepo, su trasero estaba elevado en el aire,

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muñecas y cuello. Luego el cerrojo hizo un chasquido al trabarse. Ella empujó

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El Club de las Excomulgadas totalmente expuesto. Su interior se apretó debido a la excitación. Cualquiera podría entrar y tomarla. —Bueno, ¿que tenemos aquí? ¡Max! Detrás suyo. Ella había posicionado el cepo de manera que pudiera verlo cuando entrara desde la sala de estar, asumiendo que él entraría por la puerta principal, pero había llegado por la puerta del costado de la cocina. Ahora su trasero desnudo estaba totalmente expuesto a su escrutinio. —Mis amigos y yo estamos felices de verte. Su cara enrojeció —Tus... — ella tragó saliva—. ¿Amigos? ¿Había traído a otras personas? ¿Estarían Shane y Kyle con él? ¿O habría traído algunos extraños? El se rió entre dientes mientras se acercaba. Su mano rozó su trasero desnudo, luego su cadera. Caminó alrededor para enfrentarla. Su mano acarició el bulto en sus pantalones, luego hacia abajo entre sus piernas.

Ella suspiró, pero la visión de él acariciando su creciente bulto, y saber cuán grande era su polla, hizo que sus hormonas enloquecieran. —Amo, he sido muy mala. —¿Oh? —sus cejas se arquearon hacia arriba, y se dirigió hacia ella—¿Y qué es lo que ha hecho mi chica mala? —He estado con otros dos hombres y... lo disfruté mucho. —¿En serio? ¿Y qué te hicieron esos hombres?

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—No te preocupes. Sólo son estos amigos.

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El Club de las Excomulgadas —Me inclinaron sobre una silla de montar y me tomaron desde atrás. El sonrió —¿En serio? —se abrió la cremallera, luego sacó su polla. Ella se lamió sus labios al ver su eje largo y muy grueso. Estaba de color morado y parecía que las venas latían. —¿Besaste a esos hombres con pasión? —Sí. —Quiero que me beses con pasión, justamente como lo hiciste con ellos. Confundida, lo observó adelantarse unos pasos. ¿Iba a liberarla del cepo? ¿Tan pronto? Pero él movió la cabeza de su polla hacia ella, y se dio cuenta de lo que quería. Ella presionó sus labios contra su carne dura como si fuera una boca, besándola con pasión. Ella deslizó su lengua entre sus labios y jugueteó con la pequeña abertura de la punta. Movió sus labios sobre él, su lengua acariciándolo en círculos. Él se movió un poco hacia adelante, y ella abrió su boca. La cabeza de su acariciándolo con toda su boca. Él se retiró, entonces sus labios capturaron los de ella durante un momento antes de que se irguiera nuevamente. —Eso fue muy agradable, pero todavía tengo que castigarte. —Sí, Amo —la anticipación hizo que su cuerpo vibrara de emoción. Él se movió detrás de ella. Sus manos acariciaron sus nalgas, luego sintió una fuerte palmada sobre su nalga. Sus pezones se convirtieron en protuberancias rígidas. El acarició su dolorido trasero, calmándolo.

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polla se hundió en el interior. Ella vibró en torno a su eje duro, lamiendo la punta y

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El Club de las Excomulgadas Una aguda palmada en su otra nalga la hizo jadear. La acarició de nuevo. Él la palmeó varias veces más, dejándola sin aliento. Su vagina se apretó, goteando descaradamente. Él le acarició las nalgas de nuevo, una y otra vez. Mientras esperaba por otra palmada, él fue deslizando su mano hacia abajo por su muslo y entre sus piernas. Acarició sus pliegues, y ella pudo sentir el líquido resbaladizo entre sus piernas. Entonces su polla presionó contra ella y empujó hacia adelante, empalándola en una sola embestida. Ella gimió, apretándolo en su interior. Él se deslizó hacia atrás. Un segundo después, ella lo sintió presionar contra su ano. Oh, Dios, él es demasiado grande. La idea de que su ancha y enorme polla se deslizara en su culo la atemorizó. Sintió la presión construirse mientras él empujaba contra ella, entonces se suavizó. Ella respiró hondo. Cuando él empujó de nuevo, ella tenía que decir algo. —Amo, es muy grande. La presión cesó.

hecho enojar? Regresó unos minutos más tarde. Tenía un tubo y una toalla enrollada en su mano. Pasó junto a ella. —Voy a ponerte lubricante, Summer. Es uno de esos que se calienta. Summer había oído hablar de ellos. Cuando son aplicados, se calientan al tacto. Ella sintió su polla presionarse contra su culo de nuevo, y esta vez estaba resbaladiza.

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Él se alejó, entonces caminó más allá de ella y salió de la cocina. ¿Lo había

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El Club de las Excomulgadas Ésta empujó y comenzó a extender su apertura a medida que la punta se sumergía un poco. —Oh, yo… Sus manos acariciaron sus nalgas —Summer, ¿confías en mí? —Yo… Su polla empujó un poco más hacia adelante, y el pánico la atravesó, pero ella lo hizo remitir. —Todo saldrá bien. Solo confía en mí —él se movió hacia adelante, luego retrocedió de nuevo. Ella respiró hondo y trató de relajarse. Su polla avanzó y empujó un poquito más adentro, estirándola ampliamente. Un pánico ciego la atravesó —No, es demasiado. Él se movió lentamente hacia adelante. Su piel se estiró alrededor de la

Mientras él continuaba avanzando, ella jadeó. —No —ella inhaló—. Gato. Él se detuvo inmediatamente. Lentamente, se retiró. Ella se sintió una basura. Quería confiar en él. Ella confiaba en él. —Espera, Amo. No pares. Yo confío en ti. —Summer, llámame Max. —Confió en ti, Max.

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cabeza de su polla, y sabía que esa ni siquiera era la parte más ancha de su glande.

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El Club de las Excomulgadas —Me alegra escuchar eso. Él empujó hacia adelante manteniendo una presión constante, y ella a su vez retrocedió contra él, estirando sus músculos internos para abrirse tanto como fuera posible. De repente, él estuvo dentro. La cabeza entera de su polla estaba inmersa en su interior. Continuó avanzando hacia adelante, llenándola. Eso no podía ser todo. No se sentía lo suficientemente grande. Entonces, sintió una verga presionarse contra su vagina. —Oh —exclamó—. ¿Hay alguien más ahí? Pero no podía haberlo. Por la forma en que la gran polla la estaba penetrando, no podía haber dos hombres detrás de ella. Mientras empujaba dentro, se dio cuenta que la polla que se deslizaba en su vagina era la de Max. —No hay nadie más aquí, Summer. Sólo tengo una polla muy realista hecha de silicona suave. El lubricante la calentó. Él continuó empujando hacia adelante hasta que estuvo completamente

Él envolvió sus brazos posesivamente alrededor de su cintura y besó su espalda —Gracias por confiar en mí. Entonces él se comenzó a moverse. Empujó ambas pollas en ella, luego las sacó y las volvió a meter. A pesar de las variaciones que había experimentado esa tarde, nunca se había sentido tan llena anteriormente. La enorme verga de Max la llenaba como ningún otro hombre podía hacerlo, y la polla extra que estiraba su culo... era la sensación más exquisita.

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inmerso. Oh Dios, se sentía maravilloso estar tan llena. Con la polla de Max.

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El Club de las Excomulgadas Mientras él se movía en su interior, sintió una extática liberación de puro placer, y entonces todo su cuerpo empezó a temblar mientras sus terminaciones nerviosas chispeaban por la deliciosa dicha alucinante. Hizo estremecer todo su cuerpo mientras olas de éxtasis pulsaban a través de ella, elevándola al cielo en una electrizante liberación. Max bombeó más profundamente y el líquido caliente la llenó, enviándola por encima del borde una vez más. Ella gimió, arqueando su espalda, y la mano de él se presionó fuertemente contra su estómago. Él le rozó suavemente la espalda con su nariz, besó la base de su cuello, y la acarició a lo largo de su columna vertebral. —Eres hermosa —sus palabras la llenaron de calidez. Su enorme polla se deslizó a lo largo de su pasaje mientras retrocedía, luego, gentilmente, removió el consolador. A pesar de que ni siquiera estaba fuera aún, ya echaba de menos su polla. ***** Cuando Max se retiró de su pasaje húmedo y caliente, aplastó las emociones y ella lo había hecho. La sensación extrema de satisfacción que eso le produjo lo hizo sentir nervioso. Por supuesto, quería que confiara en él, pero eso no debería significar tanto para él. Y se había quedado totalmente sorprendido por su necesidad de que ella dijera su nombre. No Amo, sobrenombre que por lo general lo encendía inmensamente… y aún lo hacía. Pero había necesitado que ella conectara con él como persona, no como un Dom. Y todavía quería eso. —¿Te gustaría ser liberada? Ella miró fijamente hacia el suelo

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perturbadoras que revoloteaban en su interior. Le había pedido que confiara en él...

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El Club de las Excomulgadas —Lo que le complazca, Amo. Una profunda necesidad lo atravesó, y tuvo que reprimir sus sentidos de manera de poder moverse lenta y deliberadamente. Él se agachó y desabrochó las correas de cuero alrededor de sus pantorrillas, luego dio un paso hacia el cepo y liberó el cerrojo. Levantó la parte superior y la ayudó a ponerse de pie. Sus músculos estarían agarrotados. Una vez que ella estuvo parada, la atrajo a sus brazos y capturó su boca, moviendo sus labios sobre los de ella en una suave caricia, su lengua acariciando delicadamente el interior de sus labios, pero mientras su control se iba desvaneciendo, la necesidad pulsó a través de él y conquistó sus labios con una pasión ardiente. Finalmente, la levantó en brazos y la llevó por las escaleras hasta el dormitorio. La tiró sobre la cama y se subió encima de ella. —Summer, te deseo. Más de lo que he deseado a cualquier mujer anteriormente. Él presionó su polla contra su raja, necesitando poseerla de inmediato. Embistió en ella. Ella jadeó

Él levantó su cabeza de donde estaba acariciando su cuello con la nariz, y miró fija y profundamente dentro de sus ojos —Llámame Max. Sus ojos se ampliaron ante la necesidad que brillaba en sus ojos —Max —murmuró. Ante el sonido de su nombre, embistió profundamente —Dilo de nuevo.

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—Oh, Amo.

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El Club de las Excomulgadas —Max —ella gimió cuando él embistió una y otra vez. Entre ellos se encendieron chispas. El placer resonó a través de ambos. Estaba seguro que ella estaba cerca. Embistió de nuevo, y ella comenzó a gemir. —¿Estoy haciendo que te corras, Summer? —Si —gimió ella. —Dímelo. —Estas haciéndome… ah… correr. —Di mi nombre. —Estás haciéndome correr, Max. Oh… —ella se aferró a él—. Me estoy corriendo. Oh, Max. Ante el sonido de su nombre en sus labios mientras el orgasmo se apoderaba de ella. Max explotó en su interior, sosteniendo su cuerpo con fuerza contra el suyo. Mientras se relajaba sobre la cama, y se quedaba dormida en sus brazos, había corrido con tanta intensidad. Escuchar su nombre salir de sus labios cuando había alcanzado la cima del éxtasis lo había afectado más de lo que creía posible. Y eso le preocupaba.

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Max luchó con lo que acababa de suceder. Había sido increíble. Nunca antes se

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Dieciséis Max la observaba mientras la luz del sol destellaba en los ojos de Summer y ella abría sus párpados. La miró, con una gran sonrisa en su rostro. Una brisa suave hizo que algunos mechones de su largo cabello de color castaño rojizo se posaran sobre su mejilla, la misma que revoloteaba en el exterior, a través de las hojas, enviando haces de luz del sol dentro del dormitorio a través de la ventana y sobre su rostro. —Buenos días, dormilona —le dijo. —Buenos días —se aclaró la garganta al escuchar el sonido ronco de su voz debido al sueño. Ella rodó contra él, y sus suaves labios mordisquearon su rasposa barbilla. La sensación de su cuerpo suave contra él... su delicado aroma floral... lo llenó de alegría. Envolvió sus brazos alrededor de ella y la colocó encima de él, luego la besó con ternura. Ella se empujó para elevarse, sonriéndole mientras se sentaba a horcajadas

—Entonces, ¿el grande y fuerte Dom permitirá que una mera mujer se siente sobre él? —Sólo tú. Pero él envolvió sus manos alrededor de su cintura y la colocó de costado, luego la acurrucó contra su cuerpo. Si seguía sentada sobre él de esa manera, estaría dentro de ella antes de que ninguno de ellos supiera lo que había pasado. Ella se echó a reír, luego acarició su mejilla con la nariz. —Entonces, ¿tienes muchas... uh... mujeres que...?

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sobre él, colocando su coño caliente contra su estómago.

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El Club de las Excomulgadas —¿Sumisas? Ella asintió. La mirada inquisitiva en sus ojos le dijo que eso era más que curiosidad. —Sólo tengo una a la vez —la besó en la nariz—. Y por el momento, esa eres tú. Ella sonrió —Ya veo. A Summer le gustaba la idea de que ella fuera la única mujer en la vida de Max en esos momentos. Lo cual era una completa locura porque él era uno de los tres hombres en su vida en ese momento, y él lo sabía. De hecho, él lo había fomentado. Ella trazó círculos sobre su amplio pecho, disfrutando de la sensación de sus músculos duros bajo la punta de su dedo. —¿Cómo te convertiste en un Dom? Quiero decir... ¿es algo que siempre has sido, o algo que decidiste que te gustaba, o...? —ella se encogió de hombros, no se introducía en un rol tan concienzudamente. Él colocó sus manos detrás de su cabeza y se quedó mirando fijamente hacia el techo. —No, yo no solía vivir este estilo de vida. A decir verdad, mi esposa y yo disfrutábamos absolutamente del sexo vainilla. ¿Esposa? Oh, Dios... ¿estaba... casado? No, él no lo haría... —Deja de lucir tan asustada. No estoy casado. Soy viudo. Su corazón se comprimió. Se incorporó sobre un codo y lo miró fijamente

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muy segura de lo que estaba preguntando, pero curiosa de la manera en que alguien

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El Club de las Excomulgadas —Oh, Max. Lo siento mucho. Él asintió —Mi esposa murió hace cinco años. Fue duro. Pase momentos difíciles intentando superarlo. Después de eso, supongo que sólo quería... algo completamente diferente. Le dolía el corazón al pensar que Max había estado miserable después de perder a alguien que amaba... y estaba un poco celosa de que hubiera amado a alguien más... lo que era una locura... y totalmente egoísta de su parte. No podía pensar en nada que decir, así que sólo lo besó. Gentilmente. Tiernamente. Luego envolvió sus brazos alrededor de él y lo abrazó.

El pecho de Max se tensó al percibir que Summer lo sostenía en un abrazo amoroso. Su corazón se sentía como si fuera a explotar ante la ternura. Poderosas emociones brotaron en su interior. Emociones con las que no había tratado en años. El dolor de perder a Elena había sido tan fuerte, pero estaba eclipsado por el deseo de ser querido y amado por una mujer especial. Ser sostenido por alguien que por alguien. Finalmente, no pudo seguir soportando la proximidad por más tiempo. Se separó suavemente del abrazo de Summer y se sentó. —Creo que es hora del desayuno. Ella se incorporó y estiró sus brazos —Suena como una gran idea. Él arqueó una ceja.

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lo considerara la persona más importante en su vida. Ser verdaderamente amado

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El Club de las Excomulgadas —Oh, ¿quieres que lo prepare? —ella le preguntó. Él siguió mirándola expectante. —¿Amo? —añadió rápidamente. —Hazme una tortilla con cebolla, pimientos, queso, y... — se detuvo al ver sus labios fruncidos—. ¿Hay algún problema? —No sé cómo hacer tortillas. Bueno, sé cómo hacerlas, pero confía en mí, no querrás comer una de las que haga. Él se rió entre dientes —Está bien. Te voy a dirigir —ante su mirada dudosa, añadió—, tú vas a rebanar y picar, etcétera, pero yo cocinaré la tortilla —se inclinó y la besó, disfrutando del delicado juego de sus dulces labios en los suyos, luego sonrió—. Me reuniré contigo en la ducha en diez minutos. Ella rodó fuera de la cama y se dirigió al otro lado de la habitación hacia el baño. Diez minutos más tarde, Max entró en el cuarto de baño encaminándose hacia donde se escuchaba el sonido de la ducha. Summer estaba de pie junto a la

Ella abrió la puerta de vidrio mientras él se acercaba —Espero que la temperatura del agua sea de tu agrado, Amo. Él sonrió y tiró de ella en la gran ducha de azulejos, entonces la inclinó contra la pared más alejada del rociador de agua tibia. Ella dejó escapar un pequeño jadeo, probablemente al sentir los fríos azulejos contra su espalda. Él la inmovilizó contra la pared con su cuerpo caliente y le sostuvo las manos a cada lado de su cabeza, luego capturó sus labios con pasión. Su polla se endureció ante la sensación de sus suaves pechos presionados contra su pecho.

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puerta de la misma, completamente desnuda.

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El Club de las Excomulgadas Summer sintió la polla de Max ponerse erecta contra ella y se preguntó cuándo la metería en su interior, pero él la liberó y retrocedió hasta colocarse bajo el rociador. El agua corrió sobre sus hombros y fluyó en riachuelos por sus esculpidos músculos pectorales, por encima de sus estrechos y bien definidos abdominales, luego por los duros músculos de sus muslos. Su mirada se desvió hacia los redondos sacos debajo de los húmedos rizos oscuros en su pelvis, luego la deslizó sobre su largo y grueso eje hasta la cabeza bulbosa. Ella pasó la punta de su lengua por sus labios, imaginando que los deslizaba alrededor de la cresta de la cabeza de su polla. Él sonrió y le entregó una pastilla de jabón —Ten, Summer. Quiero que laves tus senos. Ella se pasó la pastilla de jabón sobre un seno, luego sobre el otro, y entonces acarició los montículos de carne hasta que estuvieron resbaladizos y espumosos por el jabón. —Ahora, entre tus piernas. Frotó la barra de jabón entre sus manos, luego la colocó en el dispensador acariciándolo con sus manos enjabonadas, luego las pasó sobre sus pliegues carnosos. Alrededor de ellos y hacia atrás, sobre la carne tierna y resbaladiza. El calor fue elevándose en ella. Su mirada seguía sus movimientos con atención —No te olvides de tu clítoris. Queremos que esté agradable y limpio. Ella acarició sobre su clítoris y gimió un poco ante la deliciosa sensación. —Dentro de tu coño, también.

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para el jabón que estaba montado en la pared. Fue bajando por su vientre,

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El Club de las Excomulgadas Ella siguió acariciando su clítoris con una mano, entonces deslizó los dedos de su otra mano dentro y los hizo girar. Las manos de él cubrieron sus senos, y sus caricias, combinadas con el calor en su interior, hicieron que se desesperara por más. Ella movió la mano desde su clítoris para envolverla alrededor de su grueso eje. Él se inclinó para susurrar en su oído —¿Me deseas? —Sí, Amo. Él se rió entre dientes —Bien. Deslizó su mano hacia abajo por su vientre, después sobre su clítoris, luego retiró la mano de ella y deslizó sus dedos largos y masculinos dentro de ella y acarició sus paredes internas.

—¿Es un profundo deseo que apenas puedes controlar? Ella asintió. —No puedo oírte. —Sí... Amo. Sí. —¿Un deseo de qué? —De que me toques. De que empujes tu gran polla dentro de mí y... hagas que me corra.

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Sus párpados se cerraron, y gimió.

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El Club de las Excomulgadas Mientras él acariciaba en su interior, su pulgar rozó sobre su clítoris, y ella jadeó. —¿Quieres que haga que te corras? —Sí, por favor. Amo. Él retrocedió, sus manos dejaron su cuerpo... tan necesitado y frustrado. Ella gimió. —Ese es un deseo que quiero que dure. Durante mucho tiempo —él le sonrió—. Ahora, lávame. Ella pasó la pastilla de jabón sobre su pecho duro y musculoso, luego sobre su vientre firme. Ahuecó sus firmes nalgas mientras sus manos enjabonadas hacían círculos alrededor. Agarró la barra de jabón nuevamente y la frotó hasta que sus manos estuvieron cubiertas de espuma, luego masajeó bajo sus bolas y las enjabonó muy bien, entonces acarició a lo largo de su polla. Envolvió ambas manos alrededor de su eje y lo acarició de arriba hacia abajo, manteniendo la esperanza de estarle causando el mismo nivel de deseo atormentado que él había construido en ella. Su polla dura como una roca tembló en sus manos... una buena señal.

acarició su cuerpo con delicadeza, asegurándose de secar cada centímetro de su cuerpo. Él la secó con la misma atención al detalle. En el dormitorio, cuando ella se estiró para alcanzar su pila de ropa, él plantó su mano sobre estas. —Sin ropa. ***** Max dejó su libro y echó un vistazo a Summer, que estaba sentada tranquilamente en una silla a su lado. Su largo y sedoso pelo castaño caía sobre sus hombros y se curvaba alrededor de sus pechos llenos. Sus aureolas de color rosa

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Cuando salieron de la ducha, ella recogió una toalla blanca y esponjosa, y

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El Club de las Excomulgadas oscuro se volvieron unos guijarros ante su inspección, los pezones sobresaliendo como picos. Su mirada se deslizó hacia su coño y a los oscuros rizos castaños recortados en un prolijo triángulo. Él sonrió. —Tengo algo para ti—. Ella lo miró, con una media sonrisa en sus labios. Él recogió la caja plana de color negro de la mesa de café—. Ven aquí y arrodíllate delante de mí—. Cuando ella obedeció, él quitó la tapa y sacó el collar de cuero negro—. Levanta tu pelo—. Ella recogió sus ondas de color caoba y las sostuvo mientras él sujetaba el collar alrededor de su cuello—. Ahora ve y siéntate en el sillón —agregó. Después del desayuno, la había instruido para que deslizara un consolador en su apertura trasera; uno con un extremo plano al final que evitaría que se deslizara hasta el fondo y le permitiría sentarse cómodamente. Mientras cruzaba la sala, podía ver el extremo plano de color púrpura entre sus nalgas, la única parte del mismo que era visible. Ella se sentó, sus dedos jugando con el aro metálico de una pulgada en la parte frontal del collar. Él recogió una esbelta campana dorada con un mango ornamentado.

haga dos veces, acaricias tu coño. No te toques a menos que te lo diga, o que toque la campana. Y no te corras hasta que te dé permiso. —Sí, Amo. Le encantaba escucharla llamarle Amo. Con una profunda sensación de satisfacción, se recostó y levantó su libro, aunque no podía leer ni una palabra. No sabiendo que Summer estaba sentada al otro lado de la sala, desnuda y con collar, con una verga dentro de su culo. Después de aproximadamente cinco minutos, agarró la campanilla y la hizo sonar una vez. Ella acarició sus pechos, luego sus dedos juguetearon con sus pezones. Enseguida comenzó a pellizcarlos. Tocó la

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—Cuando la haga sonar una vez, quiero que acaricies tus senos. Cuando lo

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El Club de las Excomulgadas campana dos veces, y sus manos bajaron por su vientre para deslizarse entre sus piernas. La luz del sol brillaba entre sus dedos mientras se deslizaban dentro y fuera de su coño. Su polla palpitaba ante esa visión. Hizo sonar la campana de nuevo, una vez, y sus manos volvieron a sus pechos. Los pezones sobresalían, duros y necesitados. La hizo sonar una vez más, y ella lo miró inquisitivamente. —Si repito el mismo número de llamados, significa que te detengas. Sus manos cayeron en los apoya-brazos. Tomó el libro de nuevo y fingió leer mientras su polla se retorcía y tensaba de deseo. Apenas diez minutos pasaron antes de que tomara la campana de nuevo y la hiciera sonar una vez. Él observó cómo sus manos jugueteaban con sus pezones, mientras la punta de su lengua trazaba sus labios. Tocó dos veces la campana y observó sus manos deslizarse hacia abajo con intensa anticipación. Cuando sus dedos se deslizaron en su raja, su corazón retumbó en su pecho. Sus dedos acariciaron su clítoris, luego se dirigieron hacia su raja de nuevo. Ella los frotó adelante y atrás, y luego los metió profundamente dentro de su coño. Su cabeza cayó hacia atrás y gimió.

De inmediato, tocó la campana dos veces. Ella vaciló, entonces en lugar de detenerse de inmediato, ella giró sus dedos dentro de ella antes de finalmente retirarlos. —Has sido desobediente. Arrodíllate en el suelo. Se incorporó del sillón y se arrodilló delante de él. Él se puso de pie y abrió el cajón de la mesita al lado del sofá, luego sacó una mordaza especial que había colocado allí anticipándose a un castigo como ese. Una corta polla de goma unida a una correa de color negro. Dio un paso hacia ella.

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—Oh, Amo. Por favor, ¿me puedo correr?

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El Club de las Excomulgadas —Abre tu boca. Obedientemente, abrió su boca ampliamente. Deseaba deslizar su polla en su boca, sentir su boca caliente aceptarla y alojarla profundamente en su interior, pero mantuvo su deseo en jaque. Colocó la corta polla de la mordaza en su boca, luego abrochó la correa de cuero negro detrás de su cabeza. —Desliza tu lengua alrededor de la polla. Imagina que es mi polla. Esto la mantendría pensando en tener su polla en su boca. —Ahora ve a la cocina. Encontrarás un taburete de madera debajo de la mesa en el rincón. Tráelo de vuelta aquí. Mientras ella caminaba hacia la cocina, él se volvió hacia el cajón y sacó la cuerda. Ella volvió un momento después con el taburete. —Ponlo aquí —señaló un punto situado a unos dos pies del sofá, dentro del alcance de éste. Ella lo posicionó allí. —Ahora, date la vuelta. Él atrajo sus manos detrás de su espalda, juntas, enroscó la cuerda alrededor

Ella se sentó. Él se recostó en el sofá y agarró su libro de nuevo. Se obligó a sí mismo a leer unas pocas páginas, aunque ninguna de las palabras logró penetrar realmente en su cerebro, luego se levantó y se acercó a ella. Él jugueteó con el metal negro encajado en la parte frontal de la mordaza y sacó la polla corta. El anillo dentro de la mordaza mantenía su boca abierta en forma de O. Dio un paso hacia ella, la anticipación haciendo que su pulso se disparara. Con gran expectativa, Summer observó la polla grande de Max acercarse a su cara. Ella respiró hondo, sintiéndose más que lista para él. Él presionó la cabeza de su verga contra sus labios, luego se movió hacia adelante. Empujó a través del anillo y dentro de su boca. Su lengua se lanzó hacia delante, y lamió la punta

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de sus muñecas, y la ató bien ajustada—. Siéntate en el taburete.

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El Club de las Excomulgadas mientras él seguía avanzando. La cabeza de su polla llenó su boca, y ella arremolinó su lengua en torno a ella. Empujó más profundo, su eje deslizándose a lo largo del anillo y en el interior de su boca. Ella lamió la parte inferior de su eje, luego arrastró su lengua a lo largo del mismo mientras él se retiraba. Embistió hacia adelante y atrás en movimientos cortos mientras ella lamía y apretaba. Ella hizo rotar su lengua una y otra vez alrededor, luego la cobijó en la parte inferior de la corona. El dejó de embestir y le permitió rodear y lamer la tan sensitiva cresta. Su polla palpitó en su interior. Él iba a correrse. Él gimió, luego sacó su dura polla de su boca. Enganchó su dedo a través del anillo en su collar y tiró de éste. Se sintió elevada sobre sus pies, y luego dirigida hacia el sofá. La liberó y se sentó, luego la posicionó entre sus rodillas, ya que todavía permanecía de pie. Ahuecó sus pechos, luego se inclinó hacia adelante y chupó un pezón duro en su boca caliente. Se movió hacia el otro y chupó con fuerza, haciéndola jadear. Su mano agarró la parte posterior de su cabeza, y ella se inclinó mientras él acercaba su cara, entonces presionó su lengua en su boca, aún mantenida abierta por el anillo de la mordaza. Su lengua bailó con la suya por un momento, luego la soltó y deslizó sus manos entre sus piernas, allí deslizó dos dedos largos en su pasaje húmedo. Acarició las paredes internas, mientras su otra mano encontraba el haciendo que un intenso placer corcoveara rápidamente atravesándola. Ella jadeó por aire. —¿Quieres correrte? Ella asintió con énfasis. Su mano se deslizó desde su interior, y agarró su polla —Entonces sube aquí. Ella se movió hacia delante, apoyando las rodillas a cada lado de él, sintiendo el zumbido de la anticipación. Él sostuvo su cintura, ayudándola a

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extremo plano de la polla ubicada en su ano y la movía en pequeños círculos,

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El Club de las Excomulgadas equilibrarse ya que sus manos todavía estaban atadas detrás de su espalda. Colocó la cabeza de su verga contra su raja y ella descendió, algunas lágrimas se formaron en sus ojos ante el intenso placer de sentir su polla conduciéndose en su interior y estirar su pasaje ampliamente. Con la otra polla en su culo, se sentía extremadamente llena y dolorida por un orgasmo. Trató de levantarse para poder sentir el deslizamiento de su polla, pero él sostuvo sus caderas con fuerza, manteniéndola clavada a su cuerpo. —Quédate quieta por un segundo y te quitaré la mordaza. Ella asintió, y él estiró las manos detrás de su cabeza y soltó las correas. Los estirados músculos de su mandíbula se relajaron cuando quitó el anillo de su boca. Capturó sus labios y la besó, su boca moviéndose sobre la suya. Ella metió su lengua dentro de su boca, y la de él la encontró con exuberante lujuria. Él acunó su cabeza en sus grandes manos y condujo su lengua en su boca, luego la embistió con ella varias veces. Cuando por fin la soltó, ella estaba jadeando por aire. —Ahora, dijiste que querías correrte. —Sí, Amo —las palabras salieron profundas y roncas.

Estuvo a punto de pronunciar una protesta, pero se contuvo a tiempo. —Sí, Amo. Ella se irguió y embistió hacia abajo sobre él. Su polla penetró profundamente en su interior, y el placer se disparó, atravesándola. Ella lo apretó mientras se elevaba y bajaba de nuevo. Su placer se incrementó, pero no lo suficiente. Repitió la acción y mientras lo embestía al descender lo apretó con más fuerza. Un placer intenso se apoderó de ella, pero ahora descansó sobre él, intensamente estimulada, pero sin algún orgasmo a la vista.

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—Está bien. Puedes tener tres penetraciones. No más.

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El Club de las Excomulgadas Su polla larga y dura la llenaba profundamente y la estiraba ampliamente. Ella lo apretó e hizo girar su pelvis hacia adelante para presionarse con más fuerza contra él, dándole a su clítoris una mayor estimulación. Si sólo pudiera deslizar su mano ahí abajo para darle un golpecito a su clítoris, pero sus manos aún estaban atadas detrás de ella. Ella apretó su duro miembro, luego soltó, lo apretó, luego lo soltó. Sintió que su placer resurgía. Ella se movió hacia adelante mientras apretaba, luego hacia atrás, pero nunca embistiendo hacia arriba ya que le había prohibido eso. Ella encontró un movimiento que hizo que su placer aumentara en una espiral ascendente. Respiró hondo, con mayor agitación mientras apretaba y se movía. Tiró de él, luego lo soltó. Mientras sus pulsaciones aumentaban, su dedo encontró su clítoris y lo pellizcó. Oleadas de placer pulsaron a través de ella. —¿Estás cerca, nena? —Sí, creo que sí... — ella apretó de nuevo, y él se sacudió un poco hacia arriba. Eso lo logró. Ella gimió, luego las cosas empezaron a volverse de color gris. Él embistió hacia arriba, y el placer giró por su cuerpo a una intensidad vertiginosa. Él la agarró por la cintura, la levantó y la bajó de nuevo, y entonces la movió otra

Ella gimió cuando el clímax estalló en su interior. Giró con ella para colocarla debajo de su cuerpo y embistió en ella... una y otra vez. Su polla la llenó... profunda y duramente. Una y otra vez... mientras ella gemía su liberación. Bombeó cada vez más fuerte hasta que estuvo llena de una dicha infinita... y el universo se desvaneció. La oscuridad la rodeó. —Summer... Ella respiró hondo mientras se volvía consciente de lo que la rodeaba. Ella había perdido el conocimiento.

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vez.

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El Club de las Excomulgadas —¡Dios mío, Summer! Eres tan jodidamente sexy. Él soltó las cuerdas alrededor de sus muñecas y la atrajo a sus brazos. Los pelos de su pecho le hicieron cosquillas en la nariz mientras él la sostenía segura y con fuerza contra su cuerpo. Una vez que ambos recuperaron el aliento, la levantó en brazos y la llevó hasta el dormitorio, donde le acarició todo el cuerpo, luego la penetró para reproducir otra espectacular sesión de hacer el amor. Él no fue capaz de dejar de tocarla durante las siguientes horas, y luego la sostuvo durante toda la noche. Se sentía cálida y protegida en sus brazos. Incluso amada. Maldita sea. Podría acostumbrarse a eso. ***** Shane escaneó el informe que la recepción le acababa de entregar, comprobando las solicitudes de vacaciones del personal de seguridad para el mes siguiente. Él firmó la aprobación en la parte inferior de la página y lo devolvió. Vio a Summer dirigiéndose a través del vestíbulo hacia su tienda. Apretó la mandíbula ante la media sonrisa curvando sus labios. Casi podía sentir el sexo hirviendo desde

Kyle se acercó al escritorio y dejó en el mismo un gran sobre, probablemente los cheques firmados para el personal, luego echó un vistazo en dirección de Shane. Éste arqueó una ceja mientras la puerta de la tienda se cerraba detrás de Summer. —Hace unos minutos noté que ella había llegado al estacionamiento con Delaney —dijo Kyle. Tanto él como Kyle sabían exactamente dónde había estado. Su estómago se encogió ante la idea de que había estado en los brazos de otro hombre. Seguro, él sabía que había estado fuera con el hombre por el fin de semana, cosa que Shane odiaba, pero había asumido que la noche del domingo sería el final

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ella.

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El Club de las Excomulgadas de ello. El hecho de que Delaney la hubiera pasado a dejar esa mañana... ¿significaba que se quedaría por un tiempo? Summer había dejado claro que quería una relación con Shane. Y también con Kyle. Pero Shane podía manejar el tener que compartirla con su mejor amigo... sobre todo después de esa estupenda tarde en la casa de campo de Tanya. Lo que no podía soportar era que ella continuara una relación con Max Delaney al mismo tiempo... a pesar del hecho de que el tipo había colaborado a que hubieran estado juntos el sábado. Los tres lo habrían resuelto eventualmente. Shane no necesitaba la ayuda de Max Delaney. Tampoco le gustaba la idea de que Max tratara a Summer como una especie de esclava. Shane miró a Kyle para calibrar su reacción, pero Kyle simplemente agarró una pila de carpetas del escritorio que la recepcionista le había entregado, y luego se dirigió hacia su oficina. Shane observó a Kyle desaparecer por el pasillo que conducía fuera del vestíbulo, sorprendido por su tranquilidad. Shane, por otro lado,

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apretó los dientes y decidió llegar al fondo de las cosas.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Diecisiete Summer abrió el cajón de su escritorio y dejó caer dentro su cartera, luego encendió su computadora. Max iba a regresar ese día a Nueva York. Su tiempo, juntos, había llegado a su fin, tal y como debía ser, ya que sólo se suponía que fuera una aventura de fin de semana. Se habían divertido, y Max le había ayudado a seguir adelante con su vida. Ahora era el momento de avanzar. El hecho de que ella ahora anhelara más que eso era su problema. Ante un golpeteo en su puerta abierta, levantó la mirada. Shane estaba parado en la entrada, luciendo alto, apuesto, y… preocupado. La noche anterior, yacer en los brazos de Max había sido… el cielo, pero necesitaba volver a la realidad. Y al ver a Shane de pie allí, con sus anchos hombros y sus brazos musculosos llenando tan agradablemente su camisa de color azul, su cintura angosta acentuando su amplio pecho, y sus familiares ojos azules haciendo juego con el vívido azul del cielo sin nubes en el exterior de la ventana, se dio cuenta de que la realidad era un lugar bastante espectacular. Algunos recuerdos de la tarde del sábado, Shane sosteniéndola cerca, su mientras Kyle lo igualaba embestida tras embestida, agitaron su interior, dejándola sin aliento. —Buenos días —ella sonrió—. Es un poco temprano para el descanso del café. —Lo sé. ¿Puedo entrar? —Por supuesto. Entró y cerró la puerta detrás de él. No le devolvió la sonrisa mientras se sentaba en la silla de invitados y cruzaba las manos entre sus rodillas.

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cuerpo sólido presionándose contra el de ella, su polla deslizándose en su interior,

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El Club de las Excomulgadas —Summer, ¿qué es lo que está sucediendo entre nosotros exactamente? —¿Nosotros? —jugueteó con un lápiz sobre el escritorio—. Tú sabes que también me importa Kyle, y… —No me refiero a eso, sé que los tres tenemos que encontrar alguna solución, pero… ¿aún sigues viendo a ese otro tipo? La culpa arrasó a través de ella mientras se daba cuenta de que había sido egoísta al seguir con Max. Pero Max le había ayudado a aceptar sus deseos de iniciar una relación con Shane y Kyle. Sin la ayuda de Max, los tres seguirían pretendiendo ser sólo amigos. —Max simplemente apareció el viernes y… —algunos pensamientos parpadearon en su mente. Estaba segura de que Shane no querría saber los detalles de lo que hacían ella y Max. Él quería saber que Max no era una amenaza. Ella se puso de pie —Shane. Realmente quiero continuar lo que empezamos tú, Kyle y yo. Max sólo quería un último fin de semana conmigo, y ahora probablemente nunca lo

—¿Probablemente? Maldición, ese fue un desliz de su lengua… basado en una ilusión. —Tuvimos una aventura, pero ya se terminó. Estoy lista para resolver las cosas contigo y con Kyle. Y si todo esto es demasiado para ustedes, lo entiendo completamente. Nunca esperé… —¿Este tipo te atrae porque te ata, cierto? Su mirada fue hacia él, luego la apartó. Levantó un lápiz y jugó con este. —Hay algo excitante en ser dominada y…

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volveré a ver.

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El Club de las Excomulgadas —Lo entiendo —gruñó él, sin querer oír los detalles morbosos—. Te gusta que alguien tome el control. Una figura de autoridad. Él se puso de pie, sobresaliendo por encima de ella, y sacó la billetera de su bolsillo, entonces le mostró su placa de seguridad

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—Señora, me temo que está bajo arresto.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Dieciocho Antes de que Summer supiera lo que estaba ocurriendo, Shane hizo aparecer un par de esposas e hizo un rápido movimiento colocándole una fría esposa de metal alrededor de una de sus muñecas, luego de la otra. El duro acero contra su piel envió un excitante estremecimiento a través de ella. —Levántese y dese la vuelta. Los ojos de ella se abrieron más, pero obedeció. Con las manos de él alrededor de su cintura, la guió hasta que estuvo de frente al escritorio —Inclínese hacia adelante. Apoye las manos sobre el escritorio. La cadena tintineó sobre la madera mientras aplastaba sus manos sobre el escritorio y se inclinaba hacia adelante, tal como la había instruido —Voy a tener que registrarla, señora. Sintió hormigueos debido a la anticipación mientras él le agarraba sus hombros, luego deslizaba las manos a lo largo de sus brazos. Cuando deslizó esas senos, se sintió mareada por la intensa excitación que la hizo estremecer. Le ahuecó los senos y los presionó juntos, luego los acarició, sus dedos y pulgares apretándolos con firmeza. Sus pezones se fruncieron y ella quiso que le quitara la ropa y tocara su piel desnuda. Que le chupara los pezones. Como si le leyera el pensamiento, él agarró los costados de su blusa y la abrió de un tirón. Ella jadeó mientras varios botones salían volando. Él tiró hacia abajo de las copas de encaje de su sujetador y las calzó debajo de sus senos, luego acarició sus desnudos montículos de piel con sus grandes manos. Ahuecándolos… apretándolos… hasta que ella gimió.

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fuertes manos debajo de sus brazos, y luego las deslizó hacia adelante y sobre sus

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El Club de las Excomulgadas Él continuó deslizando las manos hacia abajo… sobre sus costillas… alrededor de sus caderas… bajando por sus piernas hasta sus tobillos. —Separe sus piernas, señora. Oh, Dios, sí. Ella amplió su postura, sus entrañas derritiéndose por la necesidad. Él deslizó una mano hacia arriba por el interior de su muslo y debajo de su falda, mientras la otra hacía círculos sobre una nalga, luego la otra… rodeando una y la otra, volviéndola loca de necesidad… Le ahuecó su montículo, y entre su piel desnuda y su mano quedó solamente la delgada tela de sus bragas. Tiró hacia un lado de la entrepierna de sus bragas y deslizó un dedo dentro de ella, luego otro. El calor pulsó a través de ella, y se apretó alrededor de él. Él la acarició. Lentamente. Concienzudamente. Luego se retiró y la giró para que lo enfrentara. Agarró su muñeca y la manoseó. La esposa se abrió, y en un rápido y seguro movimiento colocó uno de sus brazos detrás de ella, luego el otro, y ella sintió que la esposa apresaba nuevamente su muñeca, esta vez detrás de su espalda.

desnudos. Su blusa colgaba floja a sus costados. Una sonrisa diabólica hizo que sus labios se curvaran hacia arriba, luego desapareció mientras volvía a poner la expresión autoritaria. —Señora, ya que no he encontrado nada, puedo dejar que me convenza de que la deje ir. Siempre y cuando usted sea… cooperativa. Ella asintió, su corazón latiendo con fuerza. ¡Ella pretendía ser asombrosamente cooperativa! Él se bajó el cierre de su bragueta y alcanzó dentro para sacar su polla erecta. El eje era largo y grueso, la cabeza de la polla era menos prominente que el de

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Su mirada se deslizó a lo largo de su cuerpo, hasta asentarse sobre sus senos

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El Club de las Excomulgadas Kyle. Él se reclinó contra el escritorio, sosteniendo su verga que apuntaba hacia ella. —Siéntese. Ella obedeció, hundiéndose en su silla de oficina. Él agarró los reposa-brazos y la hizo rodar hacia él. Su polla la miró fijamente, esperando. Ella se inclinó hacia delante y lamió la punta, luego envolvió sus labios alrededor de él y se deslizó hacia abajo. Deseaba envolver sus manos alrededor de su polla caliente y dura… acariciarla hacia arriba y abajo. Pero las mismas estaban esposadas detrás suyo. Retrocedió, manteniendo sólo la cabeza de la polla en su boca mientras hacía girar la lengua en torno a la punta una y otra vez. Se inclinó hacia adelante otra vez y lo chupó. Él gruñó. Ella se balanceó hacia arriba y abajo, chupándolo y lamiéndolo, sintiéndolo palpitar en su boca. —Alto ahí —él retiró su polla de su boca, luego la puso de pie—. No quiero que esto termine todavía. Agarró un pequeño cojín a rayas del sillón que estaba ubicado en el rincón y lápices. —Señora, ponga su cabeza sobre el escritorio. Ella se irguió, luego se inclinó hacia adelante y descansó la frente sobre el cojín. Shane le acarició el trasero, luego a lo largo de sus muslos. Él se adelantó, sus muslos haciendo presión para que sus piernas se separaran más. La cabeza de su polla se apoyó contra su mojada hendidura. Empujó, empalándola con una sola embestida segura. Ella gimió. La sensación de su polla enterrada dentro de ella, pulsando por la anticipación, y las esposas metálicas mordiéndole las muñecas, se combinaron para catapultarla hasta el borde.

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lo puso sobre el escritorio, luego empujó hacia un lado su computadora, papeles, y

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El Club de las Excomulgadas Shane retrocedió y volvió a empujar hacia adelante, y ella contuvo el aliento. Él embistió dentro y fuera. El placer crecía dentro de ella, aumentando con cada embestida que la penetraba. Sus dedos encontraron su clítoris, y jugó con éste mientras su polla machacaba en su interior. Más hondo. Más rápido. Un frenesí de sensaciones la atravesó rápidamente como si una bandada de mariposas revoloteara

sobre

sus terminales nerviosas. El

calor

explotó

atravesándola, y gimió de pura dicha. Shane la embistió profundamente y gruñó su liberación. ***** Cuando Kyle regresó a su oficina encontró la puerta cerrada. Shane lo había llamado para que fuera al vestíbulo para algo que era supuestamente urgente, pero cuando Kyle llegó ahí, el conserje le dijo que Shane le había dejado un mensaje diciendo que lo vería más tarde. Kyle abrió la puerta y entró en su oficina. Shane le sonrió y se puso de pie. —¿Qué es lo que está sucediendo? —Kyle dejó caer el correo sobre su escritorio, el cual había recogido en la oficina de enfrente.

—Sí, ¿de qué? —Cierra la puerta primero —dijo Shane. Kyle cerró la puerta, y entonces Shane hizo girar la gran silla de escritorio de cuero de Kyle, la cual había estado fuera de su vista, y Kyle se dio cuenta por primera vez, que Summer estaba sentada en la silla. Usando esposas. —¿Qué está pasando? Su blusa también había perdido algunos botones, y caía abierta, revelando unos senos desnudos que se derramaban por encima de su sujetador.

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—Necesitaba tu aprobación para algo.

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El Club de las Excomulgadas —Capitán, arresté a esta mujer, pero creo que podríamos querer ser indulgentes con ella. Vine a buscar su permiso para liberarla. Kyle sonrió —¿Indulgentes? No lo creo. Giró el cerrojo de la puerta, luego caminó hacia Summer, agarró la cadena entre las esposas, y la hizo elevarse sobre sus pies. La forzó a que se inclinara hasta que su espalda estuvo sobre el escritorio y ella quedó colgando del borde del mismo; luego, levantó una de sus rodillas y posicionó su pie sobre la silla. Cuando empujó su falda hacia arriba, estuvo encantado al observar que su coño estaba desnudo. —Oficial Curtis, siéntese. Shane elevó una ceja, pero se sentó en la silla, también mirando fijamente el coño de Summer —Creo que ella debería ser castigada. Me gustaría escuchar como grita la prisionera.

hizo que la polla de Kyle se pusiera furiosamente dura. Se bajó el cierre y la liberó. Summer respiró hondo mientras la cabeza de Shane se movía sobre su abertura, luego gimió. Kyle se acercó al escritorio, presentándole su polla. —Abre tu boca. Ella inmediatamente descendió y abrió la boca, para que se deslizara dentro. Estiró sus manos esposadas y envolvió sus dedos alrededor de su eje mientras chupaba su polla. Su caliente humedad hizo que su miembro pulsara. Él se hundió más profundamente en el interior de su boca, luego se deslizó hacia atrás y adelante varias veces. Shane le lamió el clítoris mientras sus manos se estiraban hacia sus senos para acariciárselos.

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Shane se inclinó hacia adelante y presionó su boca contra su coño. La visión

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El Club de las Excomulgadas El placer pulsó a través de Kyle, y retiró su polla de su boca antes de que fuera demasiado tarde. Ella jadeó mientras la cabeza de Shane se balanceaba arriba y abajo entre sus piernas. Sus manos esposadas apresaron el pelo de Shane, luego echó la cabeza hacia atrás y gimió. Se veía absolutamente angelical cuando se corría. Tan pronto como Shane se retiró, Kyle caminó alrededor del escritorio y le agarró ambas piernas, luego separó sus muslos ampliamente. Presionó su polla en su resbaladiza abertura y embistió en su interior. Ella estaba caliente. Mojada. Y apretada, mientras sus músculos se cerraban en torno a él. Retrocedió y la penetró de nuevo. Ella gimió. Él la embistió a un ritmo constante, observando su cara adorable mientras ella jadeaba y gemía de placer. Él aumentó su ritmo, empujando más profundamente y más rápido. —Sí, oh, sí —jadeó ella, luego gimió mientras su cuerpo se estremecía con espasmos. Él gruñó cuando su cuerpo se tensó, luego su polla explotó dentro de ella. Hizo rodar su pelvis varias veces más, extendiendo su placer. Finalmente sus gemidos disminuyeron, y él la acercó a su cuerpo y la abrazó. Ella suspiró entre sus

Él se retiró de su cuerpo, luego la besó, demostrándole con su tierna pasión cuánto amaba estar con ella. Su corazón se saltó un latido. Maldición, estaba enamorado de ella. Y apostaba que Shane también lo estaba. Eso sólo ya era lo suficientemente complicado, pero con este otro tipo… Él le sonrió, y ella le devolvió la sonrisa, sus ojos brillaban. —Así que, ¿por qué estábamos jugando a los policías y la prisionera?

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brazos.

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El Club de las Excomulgadas —Shane pensó que debía arrestarme por estar viéndome con otro hombre. Espero que mi comportamiento durante mi encarcelamiento les hayas probado a ambos cuánto significan para mí y que él no es una amenaza. Kyle asintió. Él no dudaba que ella creía que Delaney no era una amenaza, pero Kyle no estaba tan seguro. Aunque el tipo se había ido esa mañana, Kyle tenía pocas dudas de que lo volverían a ver.

Summer abrió la puerta y les sonrió a Kyle y Shane, que estaban de pie en su puerta de entrada; Kyle cargando dos bolsas de mercadería y Shane con una botella de vino y un pack de cerveza. Ella cerró la puerta detrás de ella, luego sintió que giraba y era arrastrada a los brazos de Shane. Sus labios capturaron los de ella, y su provocadora lengua juguetona la estimuló. Ella enhebró sus dedos a través de su pelo rubio y ondulado. Su cuerpo alto y musculoso estaba presionado contra el de ella, y la hacía sentir suave y femenina. Él liberó sus labios y le sonrió. —Hola, cariño.

—Es mi turno. Los labios de Kyle reclamaron los suyos como si quisiera mostrarle que la poseía. No de Shane, sino de Max. Desde ese fin de semana, cada vez que estaban juntos de esa manera, ella sentía que estaba compitiendo… para mostrarle a ella que él… que ellos… eran mejores para ella que Max. Su lengua se sumergió dentro de su boca y la acarició hasta que ella respondió del mismo modo. Su corazón bombeó en su pecho, y su respiración se aceleró.

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Kyle regresó de la cocina y la atrajo de los brazos de Shane hacia los suyos

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El Club de las Excomulgadas Shane se rió mientras recogía el vino y la cerveza que había dejado abandonados en el piso del vestíbulo. —Caray, hombre. Déjala respirar. La boca de Kyle la liberó, pero su intensa mirada no lo hizo. La tomó de la mano y la guió hacia la cocina. Shane empezó a desempacar los comestibles de las bolsas marrones de las compras sobre la encimera. Dejó caer tres paquetes envueltos en papel de carnicero sobre la encimera. —Trajimos bistecs —dijo Shane. Ella se inclinó sobre la encimera para leer los garabatos de las etiquetas —Chuletas. Se ven grandes. Shane la agarró de la cintura y la jaló contra él, luego la besó ligeramente —Seguro. Necesitamos mantener nuestras fuerzas para satisfacer a nuestra adorada dama —sonrió—. Y tú… bueno, tú tienes que mantener tu energía, porque después de que nos terminemos esos bistecs, nuestro apetito se inclinará hacia —le

Cuando los labios de Shane capturaron los de ella de nuevo, sintió las manos de Kyle rodeándole la cintura. —Oye, amigo. Tienes que compartir a la mujer —dijo Kyle. Cuando los labios de Shane liberaron los suyos, le guiñó un ojo, luego permitió que Kyle la girara. Kyle volvió a capturar su boca en una apasionada unión de labios. Los latidos de su corazón se aceleraron ante su intensa atención. —¿Summer, quieres un refresco? —preguntó Shane. Kyle liberó su boca, luego le acarició la mejilla mientras seguía mirándola.

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mordisqueó la oreja—, el postre.

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El Club de las Excomulgadas —Uh… sí, por favor —se alejó de Kyle y terminó de desempacar la bolsa de papel marrón que había al lado de los bistecs. Shane tomó un refresco del refrigerador cuyo sabor era una mezcla de bayas con vodka y abrió la tapa antes de tendérsela. —Entonces, ¿cómo se siente tener dos hombres atendiendo cada una de tus necesidades? —preguntó Shane—. Sabes, realmente estás viviendo la fantasía de cada mujer, ¿cierto? Ella sonrió —Lo sé. Si sólo esta fantasía-hecha-realidad no estuviera complicada por los pensamientos que giraban alrededor de otro hombre… uno que la llenaba del anhelo de ser atada y atormentada del modo más exquisito. Un hombre que ahora estaba fuera de su vida. Kyle tomó los bistecs y los desenvolvió, luego los puso en un plato. —Kyle. Presta atención —Shane le arrojó un pequeño frasco de especies del

Kyle lo atrapó con una mano, luego Shane le arrojó otro. Summer contuvo el aliento mientras veía un tercer frasco volando a través de la habitación, ese organizador de condimentos y el grupo de elegantes frascos de condimentos habían sido un regalo de su madre, pero Kyle arrojó al aire el primer frasco, atrapó el tercero, y luego se puso a hacer malabarismo con los tres frascos en el aire. Haciéndolos dar vueltas y vueltas. Summer sólo observaba, con los ojos muy abiertos, mientras seguía arrojando en círculos los frascos en varias ocasiones, y luego, suavemente los colocó uno a uno sobre la encimera… todos intactos.

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organizador de condimentos que había sobre la encimera.

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El Club de las Excomulgadas Ella aplaudió —Kyle, no sabía que podías hacer malabarismo. —Tengo un montón de talentos de los que no eres consciente —respondió él mientras le guiñaba un ojo. Ella recordó cómo la había dominado en su oficina, había sido algo tan increíblemente excitante. —Ya veo. Shane se rió. —No lo escuches. Es un pony con un solo truco. Pony. Instantáneamente, se le vino a la cabeza la imagen de una pony-girl, y podía imaginarse a ella misma esencialmente desnuda, usando sólo un arnés de cuero, calzado de tacón alto, y plumas en su cabeza, para luego ser montada por esos dos sementales. Kyle se rió con buen humor mientras Shane tomaba un cuchillo y cortaba una gran cebolla. Kyle colocó champiñones y pimientos al lado de la tabla de

—Voy a empezar a hacer el fuego —Kyle salió por la puerta del patio. Summer dobló las bolsas de papel, luego abrió la lechuga envuelta y la vació en una gran fuente de ensalada. En diez minutos, tuvieron todo listo. Ella siguió a Shane por la puerta del patio hacia la terraza. Summer arregló la mesa, luego se sentó en una de las sillas del patio para disfrutar de la brisa nocturna. Pronto, el aroma de los bistecs llenó el aire mientras Shane volteaba la carne con las largas tenazas. —La cena estará lista en diez minutos —anunció.

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cortar, que ya estaban listos para utilizarse.

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El Club de las Excomulgadas Summer tomó un trago de su refresco mientras echaba un vistazo hacia la mesa para ver si había olvidado algo. La salsa de carne. Se levantó y deslizó las puertas del patio para abrirlas. El teléfono estaba sonando dentro de la casa. Entró y se dirigió hacia el teléfono, pero atendió la máquina contestadora. Ella se congeló al escuchar la voz

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de Max.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Diecinueve —Summer, soy Max. Quiero volver a verte. Vuelvo a Port Smith mañana por la noche. Te llamaré cuando llegue. Ella arrebató el teléfono. —Max, pensé que el fin de semana pasado sería la última vez que nos viéramos. —Lo sé. Eso era lo que pretendía… Sé que sigues tratando de hacer funcionar las cosas con Kyle y Shane, pero… A pesar de saber que esto era una idea totalmente mala, que simplemente debería decirle con un tono firme que las cosas habían terminado entre ellos, no pudo dejar de preguntar. —¿Pero qué, Max? —Maldición, quería hacer esto en persona, pero… Summer, desde que perdí a mi esposa, me cerré. Tenía miedo de volver a perder a alguien que me importara pensar… Summer, has abierto una parte de mí que pensé que estaba cerrada para siempre. Summer se hundió contra la encimera de la cocina, su corazón dolía y la confusión se retorcía dentro de ella. Max le había abierto su corazón. No podía decir que no a volver a verlo. No después de esa desgarradora confesión. Pero… ¿qué pasaba con Shane y Kyle? —¿Summer?—la voz de Max la sacó del aturdimiento. —Sí. Por supuesto. Te veré mañana—. Colgó, sintiéndose entumecida. Cálidas manos masculinas se envolvieron alrededor de su cintura y la atrajeron contra un cálido cuerpo masculino.

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tan profundamente… pero desde que te conocí… eres en todo lo que puedo

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El Club de las Excomulgadas —Ese era él, cierto—dijo Kyle. —Sí. Viene al pueblo mañana, y… he aceptado verlo. ***** Después de lavar los platos de la cena, se sentaron en el sofá, Shane y Kyle uno a cada lado de ella. Nadie decía nada. El humor estaba espeso con tensión. Summer dejó salir un suspiro. —¿Vosotros chicos hablaréis conmigo acerca de esto? Sé que estáis molestos por Max… —Por supuesto que estamos molestos—. Los ojos azules de Shane destellaron—. Nos dijiste que habías terminado con él, ahora lo volverás a ver. Summer suspiró. —Entiendo cómo os sentís, y siento ser tan horriblemente injusta con vosotros—. Juntó las manos sobre su regazo y los miró—. Tal vez debería resolver mi relación con Max antes de que los tres llevemos las cosas más lejos. Los fuertes dedos de Kyle se envolvieron alrededor de su mano, y le

—Esto es lo que pienso—. Su mirada capturó la de ella. —No quiero que estés en una relación con nosotros y que te preguntes siempre cómo pudo haber sido con Delaney—. Tensó la mandíbula—. Pero estaré maldito si sólo me siento a un lado y le doy la oportunidad de oro de alejarte de mí. Así que resuelve tu necesidad con él, pero voy a estar ahí a cada paso del camino—. Su mirada se movió hacia Shane—. ¿Qué dices, hombre?

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acariciaron la palma.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veinte Max se recostó sobre la cama de Summer y se relajó. La música del Oriente Medio empezó a sonar, y oyó un sonido tintineante, luego Summer fluyó por la puerta en una estela de velos verdes y el delicado tintineo de adornos de cuentas y monedas. Un velo brillante que fluía con color desde un suave verde pastel a un profundo verde musgo le cubría la mayor parte del cuerpo, pero mientras se movía alrededor de la habitación con la música, tiró de la punta del velo de la banda de su cadera, luego lo desenvolvió de su cuerpo. Lo giró alrededor y alrededor con un movimiento fluido que era impresionante de ver. La música se desaceleró y ella se movió frente a él, sus caderas sacudiéndose en un rápido contoneo, sus brazos ondulando a sus costados. Ella era una visión deslumbrante en un sujetador adornado intrincadamente con cuentas que agrandaba sus senos y al mismo tiempo los empujaban hacia arriba. Un flequillo de cuentas colgaba de la base del sujetador, alargándose formando una V debajo de cada seno, acariciando su estómago mientras sus caderas rodaban formando un ocho. Su torso rotaba en un movimiento seductor. Sus caderas iban adelante y atrás, haciendo que la banda de cuentas de la cadera se balanceara. En sus dedos,

El ritmo volvió a subir, y ella giró alrededor. Toda su falda giró en un círculo, arremolinándose alrededor de sus piernas torneadas. Se movió alrededor de la habitación, sus caderas vibrando mientras sus senos se balanceaban, le flequillo de cuentas meciéndose con un movimiento sensual. Mientras la música volvía a bajar la velocidad, ella cayó de rodillas, luego se echó hacia atrás hasta que su cabeza casi tocó el suelo. Sus brazos moviéndose con gracia, y tocó los platillos de los dedos contra el suelo de madera por sobre su cabeza, luego volvió a serpentear los brazos frente a ella y se enderezó. Con gracia, se puso de pie y se movió con un flujo sensual, sus caderas girando alrededor y sus hombros meneándose, haciendo que sus senos vibraran del modo más excitante.

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llevaba pequeños platillos dorados, los cuales hacía tintinear al ritmo de la música.

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El Club de las Excomulgadas Finalmente, la música se detuvo y ella se hundió de rodillas frente a él, sus manos presionadas juntas y su cabeza inclinada hacia adelante. —Amo, estoy aquí para servirle. Ordéneme. Su polla pulsó de deseo. Quería empujarla hacia atrás sobre el suelo y llevar su pulsante erección directamente dentro de ella. —Quítate todo excepto tu top—. No estaba seguro de cómo se dividía su disfraz o si la banda de cuentas de la cadera era parte de la falda o no, así que simplemente le dejaría los detalles a ella. Ella se sacó la banda de la cadera y la dejó sobre el tocador, luego se sacó la falda con un meneo, dejándola en un montón en el suelo. Se giró, y la mirada de él se quedó en su trasero contorneado y desnudo mientras ella se bajaba el diminuto tanga. Se giró para volver a enfrentarlo, y él sonrió cuando vio que ella había recortado su usual triángulo ordenado de su vello púbico castaño dándole forma de corazón. Se quitó el collar de cuentas del cuello y los brazaletes de metal de los brazos, además de los grandes aros de argollas y la banda de cuentas de la cabeza. No se había dado cuenta de cuántas cosas llevaba. Una vez que se quitó el velo, lo que le acariciaba el torso. Ahora caminó hacia él, usando sólo ese sujetador. Se arrodilló frente a él, luego se inclinó sobre el suelo. —Levántate, esclava. Ella se puso de rodillas, pero mantuvo la mirada baja, actuando como la esclava del harén. —Eres muy hermosa, y te he escogido para que compartas mi cama esta noche.

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que retuvo su atención fue su piel desnuda y el sujetador con el adorno de cuentas

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El Club de las Excomulgadas —Sí, Amo. Él le ahuecó la barbilla y la levantó hasta que ella miró sus ojos. —Bésame. Ella se inclinó hacia adelante y le ofreció los labios. Él los encontró y presionó su lengua entre sus labios. La lengua de ella encontró la suya, y ondularon en una danza de pasión. Él retrocedió y la miró. Pasó los dedos a través de las cuentas debajo de sus senos y miró el brillante flequillo meneándose ida y vuelta. —Delicioso—sonrió—. Levántate. Se paró frente a él. Él pasó sus dedos alrededor de su cintura, luego la atrajo. Presionó su cara contra la hinchazón de sus senos por encima del sujetador, después los besó. Hundió un dedo debajo de la tela, tensa y pesada con el peso de las cuentas, y le acarició el pezón. Este sobresalió contra su dedo. Pasó su lengua debajo de la tela y la curvó alrededor de la dura protuberancia. Luego se movió hacia el otro seno e hizo lo mismo. Se movió más abajo del sujetador y presionó sus labios entre la cortina de cuentas y le besó el torso, luego bajó hacia sus rizos con forma de corazón. Bordeó

—Acuéstate en la cama y separa tus piernas. Ella subió a la cama y se estiró con su cabeza sobre la almohada, y separó bien sus piernas. Él le besó los tobillos, luego subió por sus pantorrillas hasta la parte interior de sus muslos. Lamió y besó la sensible piel de un muslo, luego se movió al otro, después besó hacia arriba y sobre su cadera, pasando a su vientre, donde acarició su ombligo con la nariz. Sus manos le acariciaron la parte interna de los muslos, luego se deslizaron hacia arriba hasta su caliente coño. Ella jadeó cuando él deslizó un dedo dentro, entonces bajó besando hasta que le cubrió el clítoris con la boca. Lo lamió mientras

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la figura con la punta de su dedo y se rió.

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El Club de las Excomulgadas sus dedos le exploraban el caliente pasaje interior. Goteaba de necesidad. Le chupó le clítoris y ella jadeó y se arqueó. —Estás mojada y lista, mi dulce. Creo que es tiempo de que me des un poco de atención. Él se estiró en la cama al lado suyo, y ella se sentó. Cuando se movió hacia él, envolvió sus manos alrededor de sus caderas. —Así—dijo mientras la atraía hacia la cabecera de la cama. Ella se subió sobre él, su coño directamente sobre su cara, entonces agarró su polla y sus labios se deslizaron sobre su glande. Él gruñó ante la exquisita sensación de su caliente boca rodeándolo. Él se estiró y le acarició la mojada hendidura, deslizando sus dedos adelante y atrás. Ella le chupó su glande mientras él deslizaba la lengua dentro de ella. ***** Summer disfrutaba la maravillosa sensación de su caliente lengua deslizándose sobre su hendidura mientras ella pasaba su lengua sobre la gran dedos se metían debajo de su duro trasero, luego lo agarró mientras él le chupaba el clítoris. Ella se abrió ampliamente y lo tomó tan profundo como pudo, pasando su mano ligeramente sobre sus bolas. Se echó hacia atrás, manteniendo en su boca sólo su glande, y rodó la lengua alrededor de la parte inferior de la corona. Golpeó con la punta de su lengua sobre la unión de la parte inferior de su vara. Él se tensó debajo suyo y gruñó contra su clítoris. Él la alivió alrededor. —Quiero estar dentro de ti. Ahora.

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cabeza de su polla. Llenaba su boca exquisitamente. Chupó y apretó mientras sus

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El Club de las Excomulgadas Ella se dio vuelta y se acuclilló sobre él, presionando el gran glande contra su hendidura. Lentamente, se bajó sobre su polla inmensa y gruesa. Sintiéndolo empujar dentro suyo. Estirándola. Él envolvió sus manos firmemente alrededor de su cintura, previniendo que se deslizara lejos. —Ahora, muéstrame algunos de esos sexys movimientos de baile de nuevo. Ella sonrió mientras movía su cadera un poco hacia la izquierda, luego a la derecha. Meciéndose atrás y adelante haciendo que su polla pivoteara dentro de ella. Movió sus caderas en espiral, primero en el sentido del reloj, luego contra reloj. Su polla se movía dentro, enviando salvajes sensaciones revoloteando a través de ella. Alternativamente sacudía sus caderas y sus hombros, lentamente al principio, luego tomando velocidad. Su polla se estremeció dentro suyo, y el flequillo de cuentas se meció. La mirada de él estaba fija en sus temblorosos senos. Un segundo después, se sintió siendo girada sobre su espalda, y él arrastrándose sobre ella. Su polla había quedado libre, así que ahora lo presionó contra ella, y con una rápida embestida, se encontró llena de nuevo. Él retrocedió, después volvió a empujar hacia adelante. Ella envolvió sus brazos alrededor de él mientras empujaba una y otra vez.

agarró la parte inferior de su sujetador y lo empujó hacia arriba, liberando su pezón, luego lo agarró en su boca y lo chupó sin piedad. Ella jadeó, luego arqueó las caderas contra él, permitiendo que su polla la penetrara incluso más profundo. Él empujó más fuerte y más rápido, y ella encontró cada embestida, hasta que el placer explotó dentro suyo. Se aferró a él mientras gemía en un intenso orgasmo. Él se unió a ella con un gruñido y una erupción de líquido caliente. Se aferraron con fuerza uno al otro mientras sus pesadas respiraciones se calmaban. Él miró hacia su único seno desnudo, su pezón empujando a través del flequillo de cuentas.

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Estremecedor placer la sacudió. Otra embestida, y pulsó dentro de ella. Él

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El Club de las Excomulgadas —Eso se ve incómodo—él se estiró detrás de ella y desabrochó el sujetador, luego lo sacó cuidadosamente, con un sano respeto por la prenda finamente detallada. Lo dejó cuidadosamente sobre la mesa lateral, luego acarició sus senos desnudos. Los presionó hacia arriba en sus palmas. —Me encantó cómo lucían en ese sujetador —besó un pezón, luego el otro—. Pero, debo admitir, me gustan más de esta manera. Finalmente, rodó sobre un costado y la atrajo contra él, acurrucándola cerca. —Amo—dijo Summer, —más temprano, noté a dos hombres en la… tienda de al lado. Max la miró. —¿Dos hombres?—una sonrisa curvó sus labios hacia arriba—. Esos hombres son mis amigos, y quiero que les muestres placer. Obedécelos tal como harías conmigo. Ahora ve a buscarlos. Summer caminó hacia la puerta, sabiendo que Shane y Kyle esperaban en su estudio. Sonrió ante lo rápido que Max había aceptado la idea. Se había preocupado que necesitara más persuasión, pero aparentemente las lecciones de trabajado su magia en él. Caminó por el pasillo hasta la siguiente puerta, luego la abrió, consciente de su desnudez. Kyle y Shane levantaron la mirada expectantes, entonces sus ojos hambrientos la devoraron. Ella les guiñó. —¿Os venís? —Yo malditamente casi lo hice—murmuró Shane. El estudio estaba justo al lado de su dormitorio, con sólo una delgada pared entre las habitaciones, así que debían haber escuchado todo.

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baile del vientre que había estado tomando durante los dos últimos años habían

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El Club de las Excomulgadas Se pusieron de pie y la siguieron, entrando a zancadas al dormitorio detrás de ella. —Ah, mis buenos amigos —dijo Max, sus brazos abiertos en saludo. Se puso de pie, sin importarle su desnudez, y se sentó en el sillón al lado de la cama—. Me complace que hayan elegido tomar ventaja de mi hospitalidad —hizo un gesto hacia Summer—. Esta es mi esclava, y está lista para darles placer. Ordénenle hacer lo que deseen. Ella obedecerá. Kyle dejó caer su pantalón y se sacó la camisa. Su tensa polla saltó hacia adelante. Summer envolvió su mano alrededor de su dura vara y la acarició mientras Shane también se sacaba su ropa. Shane dio un paso hacia adelante, y ella tomó su dura polla con la otra mano. —Quiero que chupes mi polla —dijo Kyle. Ella se inclinó hacia adelante y presionó los labios contra la punta de su polla y lamió, luego metió la cabeza en su boca. Lamió y provocó la punta con su lengua, girándola alrededor en círculos mientras acariciaba la polla de Shane con su mano.

Liberó a Kyle de su boca y lamió a Shane, luego lo tomó dentro. Se meció arriba y abajo sobre él, luego volvió a Kyle. Se mecía arriba y abajo sobre una polla, luego cambiaba hacia el otro. Tres embestidas, luego cambiaba. Ida y vuelta. —Creo que nuestro anfitrión debería unírsenos—dijo Kyle mientras ella lo liberaba para moverse hacia Shane. —Si ese es vuestro deseo —Max se levantó y se acercó a la cama, luego se paró al lado de Kyle. Summer volvió a Kyle, luego se movió hacia Max. Tuvo que abrir más para meter su cabeza grade y bulbosa, luego lo chupó. Volvió a Shane y chupó su cabeza

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—Quiero que nos chupes a ambos, uno y otro—dijo Shane.

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El Club de las Excomulgadas mientras lamía bajo la corona. Los chupó varias veces a cada uno, luego volvió a mecerse arriba y abajo. Los hombres estaban poniéndose tensos y sus cuerpos más duros. Esta vez cuando tomó a Shane en su boca, se quedó con él, chupó y lamió hasta que él gruñó. Ella jugó con uno de sus senos, y él contuvo el aliento, luego hizo erupción en su boca. Ella sonrió y cambió a Kyle, entonces lo chupó hasta que él también hizo erupción en su boca. Después se metió la polla de Max y lo apretó, luego lo chupó y bombeó. Un momento después, un líquido caliente le volvió a llenar la boca. Se recostó sobre la cama y se ahuecó los senos con las manos y los acarició. Shane y Kyle ya estaban listos otra vez, y Max se estaba hinchando. Separó bien las piernas, dolida por ser llenada por cada uno de ellos. —¿Queréis follarme?—preguntó ella. —Yo quiero—Shane subió sobre ella y presionó la cabeza de su polla contra su empapada abertura, luego se metió dentro suyo. Ella gimió mientras su polla acariciaba dentro. Él empujó, se retiró, luego volvió a empujar. Ella estaba tan cerca, que empezó a gemir. Su siguiente embestida la envió volando sobre el borde. —Oh, Dios, sí. Me estoy corriendo.

exquisito placer mientras él gruñía su liberación. Ella le sonrió a Kyle, esperando que él se deslizara dentro, pero en su lugar se sentó al borde de la cama y agarró un tubo de la mesa lateral, luego untó su polla con lubricante. —Ven aquí—dijo él. Ella sabía exactamente lo que quería. Se paró frente a él, y le inclinó la espalda hasta que su polla se presionó contra su abertura trasera. Ella se presionó contra él, permitiendo que su glande empujara dentro suyo… lentamente, ella empujó sus músculos internos contra él permitiéndole presionar más y más

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Se aferró a él mientras se metía dentro de ella una y otra vez. Ella gimió de

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El Club de las Excomulgadas profundo… hasta que estuvo completamente dentro. Él le acarició el cuello con la nariz, luego le levantó las rodillas. Max dio un paso hacia adelante y metió su gruesa polla directo en ella. Estaba tan mojada, que él se deslizó fácilmente. La intensa sensación de la polla de Kyle dentro de su culo y la polla de Max llenando su vagina casi la hizo correrse en el momento. Max se movió lentamente dentro suyo. Dentro y fuera, mientras Kyle se deslizaba dentro de su parte trasera. —Ohhhh… —el gemido de ella se transformó en un chillido mientras su cuerpo ardía con un placer electrizante y un orgasmo la asaltaba. Todo su cuerpo pareció contraerse, luego expandirse en una vertiginosa oleada de dicha. Entonces el éxtasis explotó. Kyle se sacudió con espasmos detrás de ella, y Max se metió profundo y con fuerza, luego la llenó con su liberación blanca y caliente. Summer se volvió una masa sin huesos entre ellos, disfrutando de la sensación de sus duros cuerpos masculinos presionados contra ella. Max la besó con pasión mientras Kyle le acariciaba el pelo y el cuello con la nariz. Finalmente Max retrocedió, su polla deslizándose libre de su cuerpo. Kyle la ayudó a ponerse de pie, luego la giró en sus brazos y la besó.

Mientras ella le devolvía la mirada, la culpa hirvió en su interior. ¿Había estado equivocada al atraerlos a él y a Shane a esto? ¿Había hecho un daño irreparable a la continuidad de su relación? Kyle la besó y le acarició la oreja con la nariz. —Está bien —murmuró él demasiado bajo para que los otros lo oyeran—. Todo terminará bien. Kyle lo sabía. Sus preocupaciones… sus miedos… los leyó en su cara y sabía qué decir. No es que dejara de preocuparse, pero al menos supo que no lo había alejado. Y él hablaría con Shane.

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Mientras se hacía hacia atrás, la miró, revisando su cara con sombríos ojos verdes.

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El Club de las Excomulgadas ***** Kyle rumiaba mientras Shane conducía por las oscuras calles dirigiéndose de vuelta a la casa de Kyle. La habían perdido. Lo sabía. Pensó que al unirse a Summer y Max, podría debilitar la sujeción que el hombre tenía sobre ella. Sin embargo, ver los ojos de Max mientras él le hacía el amor a ella… incluso con Kyle mismo detrás de ella… dentro de ella… Había sido golpeado por el amor que brillaba en los ojos del otro hombre. Max amaba a Summer. Y por más que Kyle quisiera ignorar el hecho, Summer también estaba enamorada de Max. La conocía lo suficientemente bien para leer su corazón. Kyle no tenía duda de que él y Shane podrían desarrollar una relación larga y feliz con Summer, construir una fuerte base de confianza, amistad, y cuidado… y eso era algo maravilloso… ¿Pero ese amor era lo mismo que tenían ella y Max? —Shane, acerca de Summer… y Max…

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—Síp, hombre, lo sé. Y apesta.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veintiuno Max abrió la puerta del pasajero para Summer y notó su vacilación. —Quiero llevarte a un lugar especial... y quiero que sea una sorpresa —dijo ella. —¿Oh? —Max levantó sus cejas. Ella sacó una tira de paño negro de su bolso y la sostuvo en alto. Claramente intentando ser una venda para los ojos. —Me gustaría que te pongas esto —dijo ella—. Así que tengo que conducir. No era propio de subs hacer sugerencias sobre dónde ir, o tomar la iniciativa, y sobre todo no sugerir a su Dom usar una venda de ojos... pero Max sabía que Summer no vivía este estilo de vida. Ella no estaba al tanto de las reglas. —Está bien —él se trasladó a la puerta del conductor y la abrió. Una vez que ella se acomodó dentro, cerró la puerta y regresó al lado del pasajero. Esperó pacientemente mientras ella ataba el paño negro sobre sus ojos, luego mientras ataba el nudo. La sintió inclinarse a través de él, entonces la oyó apretar el cinturón de seguridad en su regazo y hacer clic en su lugar. Un momento más tarde, el motor del coche estaba en marcha y el vehículo avanzó. Él se recostó en el asiento y disfrutó de ser llevado. El ritmo constante de la carretera le arrulló y un rato más tarde se dio cuenta de que se había dormido. —¿Queda mucho? —él preguntó. —Apenas diez minutos más o menos —respondió ella. Poco tiempo después, el coche salió de la carretera y fue a lo largo de un sinuoso camino, luego se detuvo.

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mientras sus delicados dedos jugaron a lo largo de la parte posterior de su cabeza

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El Club de las Excomulgadas Summer abrió su puerta y tomó su mano, luego lo guió desde el coche. Caminó con cuidado en la oscuridad de la venda de ojos mientras ella lo conducía hacia adelante. —Hay tres escalones aquí, sube —dijo ella. Él presionó su pie hacia adelante hasta que sintió el primer escalón contra los dedos de sus pies, luego se movió con cuidado por los escalones, sin soltar la mano de Summer. —Cuidado en parte de abajo de la puerta. Él siguió adelante, notando que la fresca brisa que había acariciado su mejilla había desaparecido, entonces escuchó una puerta cerrarse detrás suyo. El aire fresco del exterior fue reemplazado por el suave olor floral almizclado de Summer. —Buenas noches, Sra. Anderson —dijo una mujer—. Y bienvenido, M. Mi nombre es Sylvie. M. Así era como Tanya se había referido a él en los agradecimientos de su libro. Estaría dispuesto a apostar que cualquier cosa que Summer estuviera

—Sra. Anderson, esta es Kara. Ella la llevará a donde usted puede prepararse. Yo llevaré a M a su... habitación. —Gracias, Sylvie —Summer se acercó a Max y él podía sentir su suave pecho rozar su brazo—. Te veré pronto. El oyó pasos, presumiblemente de Summer y Kara mientras se iban. —M, voy a tomar tu brazo y te llevaré hacia abajo por unas escaleras. El sintió la mano de ella agarrar su antebrazo, y lo guió hacia delante. Le advirtió de las escaleras, y una vez que habían llegado al final de una escalera

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haciendo, era porque Tanya lo había sugerido.

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El Club de las Excomulgadas caracol, lo condujo por un camino recto. Una pesada puerta se cerró detrás de ellos. Dado que alguien tuvo que cerrar esa puerta, él asumió que alguien más estaba aquí. —Tu mujer tiene algunas cosas interesantes planeadas para ti, M. Yo voy a prepararte. Los dedos de ella rozaron su pecho y se dio cuenta de que estaba desabrochando su camisa. ¿Qué demonios tenía Summer en mente? —Estoy casi desnuda, M—. su voz susurró seductoramente—. No te preocupes, sin embargo. Tu mujer lo sabe. Después de todo, ella me vio, aunque tú no lo hicieras. Si eres un chico muy bueno, dejaré que me veas antes de que me vaya —su voz era de una manera burlona. Ella terminó de desabrochar su camisa y tiró de sus hombros. —Bueno, alguien se ejercita regularmente. Su suave mano acarició sobre su estómago, luego le hizo dar un paso atrás hasta que sintió algo acolchado contra su espalda. Sus dedos se envolvieron alrededor de su muñeca y levantó su mano. Justo cuando estaba preguntándose si redondos, sintió que alguien agarraba su brazo libre también, y un frío metal se sujetaba alrededor de ambas muñecas. ¿Qué demonios? Cadenas sonaron cuando sus muñecas fueron levantadas por encima de su cabeza. —Tenemos la intención de dejarte bastante indefenso, M. Mientras sentía que ella tiraba de su cinturón y liberaba la hebilla, él retorció sus manos y buscó por las cadenas encima de sus muñecas y agarró una barra metal frío. Mientras una mano deslizaba hacia abajo su cremallera, él empujó su cuerpo

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ella iba a darle una idea de cómo eran probablemente esos senos de maduros y

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El Club de las Excomulgadas hacia arriba con las manos y pateó sus piernas hacia adelante, atrapándola entre las piernas y poniéndola contra él. Pechos suaves y muy desnudos rebotaron contra su pecho, y ella agarró sus hombros, jadeando en sorpresa. —Te aseguro que yo soy todo menos indefenso —gruñó él—. Si te ordeno liberar mis muñecas, entonces lo harás. Ella era una sub, y como tal, debería someterse a su tono autoritario si decidía ordenarle. Además, esto era una mazmorra...había estado en ellas antes, aunque no en esta en particular, y si él dejaba claro que no tenía intención de ser sumiso, ella se podía ponerse a sí misma en el limbo por no obedecer. Lentamente, él bajó sus piernas, y ella tropezó para permanecer de pie. —¿Así que tu dama no es una Domme, ella es tu sub? —Claramente, ella ha decidido dar vuelta el tablero. Él podía sentir su calor mientras ella se inclinaba más cerca. —Si quieres que te ayude a darle una lección, lo puedo arreglar —ella acarició su mano sobre el pecho—. Podrías enseñarme a mí, también. Con mucho

—No, voy a estar de acuerdo con los planes de la Sra. Anderson. El castigo más tarde será aún más dulce. Esta mujer vivía el estilo de vida, él podía decir que no era sólo un trabajo para ella, por lo que decidió quedarse en el papel. De hecho, él estaba ansioso por ver lo que Summer pensaba hacerle. —¿Puedo tener su permiso, Sr. M., para quitarle los jeans? —Sí, Sylvie. Ella soltó el broche, y sus jeans cayeron.

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gusto aceptaré tu castigo.

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El Club de las Excomulgadas —¿Y sus calzoncillos? No sabía quién estaba en la habitación ayudándola, pero él no tenía nada que ocultar. —Adelante. Ella le quitó los calzoncillos, y él sonrió ante su inhalación brusca. —Dios mío, tu sub es una mujer afortunada —sus dedos acariciaron su vientre... y se demoró... luego sus manos se deslizaron detrás de su cabeza y ella soltó la venda de los ojos, luego la alejó. Su corto y brillante pelo negro estaba cortado con un severo estilo recto con flequillo. Sus ojos estaban delineados negros y sus labios con un glosado rojo brillante. La mirada de él cayó sobre sus pechos, enormes montículos con duros pezones rosados que sobresalían hacia adelante. Llevaba correas de cuero negro que rodeaban sus pechos y atravesaban su torso delgado, luego continúan por debajo, sólo lo suficiente para cubrir su coño. —Mr. M, por favor recuerde que gustosamente me uniré a su juego si

La mirada de él volvió a sus ojos azules intensos, que rápidamente se desviaron hacia abajo. Él sonrió. —Estoy seguro de que lo haría, Sylvie, pero eso se lo dejaré a la Sra. Anderson. Él estaba bastante seguro de que Summer no traería a otra mujer a esto, pero estaba llena de sorpresas esta noche. Cualquier cosa era posible. Dos hombres de torsos desnudos y musculosos vestidos con pantalones de cuero estaban detrás de Sylvie, y ella les hizo un gesto para irse. Desaparecieron por una pesada puerta de roble.

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mejoraría su placer.

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El Club de las Excomulgadas —Me han dado instrucciones para agarrar sus tobillos, Mr. M. Y su cintura. —Adelante. Ella colocó su tobillo donde lo deseaba, luego ató una cinta de cuero alrededor. Trajo su otro tobillo lateralmente y amarró ese, también. Él ahora estaba con sus pies separados alineados con sus hombros. A continuación, ella amarró una ancha banda de cuero suave alrededor de su cintura, apretándola hasta que estuvo contra la superficie acolchada detrás suyo. —Y, finalmente... su cabeza. Él asintió. Ella ató una correa alrededor de su frente y ató los cierres en la superficie acolchada detrás de él. Ahora su cabeza estaba totalmente inmóvil. Sylvie inclinó su cabeza, luego dio un paso atrás. —Su palabra de seguridad es "perro”. Si está amordazado, parpadeará rápidamente cinco veces. Ella se dio la vuelta, y su culo desnudo se balanceó seductoramente mientras caminaba hacia la puerta.

La gran puerta de roble se abrió, y Max observó a Summer entrar en la habitación de piedra con poca luz. Llevaba una larga y fluida capa negra. —Voy a hacer esto sencillo —afirmó en tono autoritario—. Tú esclavizaste a mi hermana gemela, así que yo te he hecho mi cautivo. Ahora voy a tomar mi venganza. Al final de esta noche, me llamarás Ama. ¡Maravilloso! Ahora le estaba dando un escenario, él sabía exactamente cómo jugar el papel.

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—Adiós, Mr. M.

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El Club de las Excomulgadas Él la miró fijamente con una sonrisa salvaje. —Te refieres a que me llamarás Amo... y me rogarás que te folle. Ella parpadeó, claramente un poco desconcertada por su respuesta, pero sacudió su pelo castaño suelto sobre sus hombros y dejó caer su capa al suelo. La sangre fluyó a su ingle al verla en el erótico traje que llevaba. Correas de cuero negro con tachuelas plateadas rodeaban sus pechos con correas estrechas que irradiaban de estas para sostener un aro de metal de una pulgada alrededor de cada pezón. Correas de cuero cruzadas bajaban sobre su ombligo hasta desaparecer entre sus piernas a cada lado de su coño que estaba cubierto por un trozo de cuero. Largas medias de red, del tipo que se mantenían por sí mismas, se extendían desde la mitad del muslo hasta sus pies. Llevaba los zapatos negros con tacones de metal delgados que él había comprado para ella en espectáculo de Sexo y Gala. Ella examinó su cuerpo y se quedó mirando su polla hinchada. —Este monstruo tiene que estar en una correa —ella envolvió una sola correa de cuero alrededor de su polla. El suave toque de sus dedos en él hizo que su polla se endureciera aún más. Ella sujetó la pequeña hebilla, pero él continuó hinchándose.

que dejar un poco de juego. El apretó los dientes, pero no dijo nada. Ella lo miró con incertidumbre. —¿Esta demasiado apretada? —Si me estas preguntado para que te lloriquee para que me liberes, estás perdiendo el tiempo —gruñó él. Su polla se tensó contra la correa dolorosamente. Ella mordió su labio inferior mientras lo miraba, y miró fijo hacia él de nuevo. Finalmente, sus dedos

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Maldita sea, ella no se da cuenta de que lo está haciendo demasiado apretado y tiene

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El Club de las Excomulgadas bailaron por la correa y tiró más apretado cuando ella liberó la hebilla, entonces se aflojó. Él suspiró de alivio. —Quiero que sea de utilidad para mí —explicó ella—. Pensar en ti sometiéndote a mí me pone muy mojada. Ella sonrió mientras acariciaba sus dedos sobre su entrepierna, luego se movió a su lado y él se sintió a si mismo girar hacia atrás. La superficie acolchada sobre la que había sido atado era una mesa que ella podía mover en diferentes posiciones con un simple control. Muy pronto, él yacía sobre la superficie acolchada inclinado, sus pies aún cerca del suelo y su cabeza y hombros a unos dos pies del suelo. Ella pasó por encima de la mesa, colocando su entrepierna en frente de su cara. Agarró la tela que cubría su coño y la apartó. Se posicionó a si misma sobre la boca de él y se bajó. Ahora su coño rozaba su cara. Con las correas alrededor de su cabeza, no podía mover la cara si quería. Él extendió su lengua, y ella se deslizó a través de esta.

Ella se movió adelante y atrás sobre él. Él observó cómo su coño ondulaba encima suyo. Su polla creció, y la sensual atadura de la correa se apretó alrededor de su eje. Tenía ganas de conducir su polla hacia arriba en ella... duro. Escucharla gritar de deleite. —Oh, estoy tan cerca de correrme —ella apretó su pelvis contra su cara, y él aspiró el olor almizclado y erótico de ella, mientras golpeaba su lengua sobre su clítoris. Ella se levantó rápidamente. —Casi haces que me corra.

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—Se siente muy bien tener tu boca sobre mí.

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El Club de las Excomulgadas Caminó junto a la mesa y miró fijo hacia su torso desnudo. Luego más abajo. Un momento después, sintió la mano de ella sobre su polla, luego se inclinó y sus labios lo rodearon. Ella chupó su glande... luego lamió su eje, trazando su lengua alrededor de la correa de cuero... y, finalmente, sus bolas. Pronto, él estuvo tan duro como una roca. Ella subió encima de él y se dejó caer sobre su glande, tragándolo en su apertura. Él saboreó ese placer caliente y breve... luego desapareció cuando ella se escabulló, torturándolo. Casi gimió, pero mantuvo un disciplinado control de sí mismo. —Quiero que me llames Ama. Él simplemente se quedó mirándola. —Llámame Ama —ordenó ella. Ella se veía increíblemente sexy sobre él, sus pechos desnudos con sus pezones hinchados de necesidad. Ante su silencio, ella se hundió en su glande de nuevo, rodeándolo con su

—Llámame Ama —exigió ella. —No —dijo él. Ella se bajó a sí misma un poco más, atrayéndolo más profundamente en su calor, entonces se retiró de nuevo, dejando su polla palpitante fría y temblorosa, sólo la punta dentro de ella. —Hazlo —ordenó ella. Él se quedó en silencio. Ella acarició su polla, y esta dolía de necesidad.

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calor, entonces lo apretó. Era una tortura exquisita.

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El Club de las Excomulgadas Luego se retiró. Ella se acarició con sus dedos su coño, luego acarició sus pezones. Estaban tan duros, apretados y tan sexys con los anillos de metal frío rodeándolos. Ansiaba tomar esas puntas carnosas en su boca. El anhelo profundo debió de reflejarse en sus ojos. —Llámame Ama y te apretaré tan duro dentro mío que rogarás por tu liberación... — ella sonrió—. Y entonces la tendrás. Él aún se resistió, y ella se acarició sus pechos, jugando con esos pezones de aspecto delicioso. Oh, Dios, la deseaba. Sus dedos se deslizaron sobre su polla, y él ahogó un gemido ante la sensación deliciosa, entonces ella agarró la correa y tiró con fuerza. Él jadeó cuando la correa de cuero mordió en él... luego la soltó y ella arrojó la correa a un lado. Ella se sentó sobre su polla palpitante, tomándolo profundamente en su caliente envoltura, luego se deslizó fuera dejando su polla expuesta al aire fresco de nuevo. Él quería estar de vuelta en su interior. Ella se sentó y apretó. Esta vez, él no

—Tal vez voy a descansar un rato —ella fingió un bostezo, pero podía decir que estaba tan caliente como él. Empezó a alejarse, y decidió que era hora de darle lo que ella quería. —Te llamaré Ama... si me follas ahora mismo. Quiero que me aprietes con tu raja. Él había utilizado la palabra con R a propósito, para ver lo que ella haría. Ella levantó una ceja. —No me gusta esa palabra. Llámalo algo bonito.

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pudo reprimir su gemido. Ella se deslizó lejos de nuevo y se levantó.

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El Club de las Excomulgadas Él sonrió. —Apriétame con tu coño. Ella cruzó sus brazos delante suyo y golpeteó sus dedos. —No lo creo. Él sonrió aún más. —Ama, por favor, apriétame con tu hermoso y femenino pasaje de amor. ***** Summer reprimió una sonrisa. Un poco cursi, pero eso lo haría. —Llámame Ama y dime qué quieres que te folle. Y hazlo bonito. —Ama, por favor, fóllame. Te necesito tanto, moriré sin ti. Ama, soy tu esclavo para siempre. —Eso está muy bien. Sobre todo la última parte —ella deseó que hablara en serio, al menos la parte de para siempre... pero esto era sólo un juego.

miembro la estiró y llenó tan completamente que quería gritar. Se levantó y se bajó, conduciendo su monstruosa polla profundamente en su interior. Estaba tan excitada que con la segunda estocada, sintió las oleadas de felicidad reclamarla, y gimió cuando un orgasmo se apoderó de ella. Continuó rebotando arriba y abajo, gritando en éxtasis mientras el placer la catapultaba a varios orgasmos, uno tras otro. Debajo suyo, Max gruñó y sintió la fuerza de su erupción en ella... lo que la envió a un placer aún mayor. ***** Summer despertó con un sobresalto... y miró hacia la puerta de la habitación. Se sentía... sola. Palmeó la cama detrás suyo... y la encontró vacía. Se

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Ella se subió encima de él y capturó su polla dentro suyo. Su enorme

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El Club de las Excomulgadas dio la vuelta para ver el hueco en la almohada donde Max había estado cuando se quedó dormida en sus brazos la noche anterior. Después de su muy sexy juego de rol en la mazmorra, habían ido a una habitación en la posada arriba y habían hecho el amor de nuevo en la comodidad de la encantadora y acogedora habitación. Él había sido apasionado y amoroso, y la había sostenido cerca hasta que se habían quedado dormidos. Ella se empujó fuera de la cama y se dirigió al baño. Tal vez él estaba tomando una ducha. Pero el baño estaba vacío. El único rastro de Max era el olor persistente de su crema para después de afeitar fuerte y picante. Regresó al dormitorio y miró hacia el rincón junto a la ventana donde había dejado la bolsa de viaje que había tirado en el coche para él ayer. Se había ido. El corazón le dio un vuelco. Ayer por la noche, había tomado un riesgo y giró el tablero hacia él, porque quería mostrarle lo fuerte que ella podía ser. ¿Podía su pequeña aventura haberlo alejado? Fue en ese momento... cuando creía que lo había perdido para siempre...

La cerradura de la puerta hizo clic, y ella miró alrededor.

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que supo que se había quedado profundamente y perdidamente enamorada de él.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veintidós Summer vio a Max de pie en la puerta y su corazón se aceleró. —Buenos días —él sonrió—. Puse mi bolso en el coche y pagué. ¿Te gustaría tomar algo de desayuno? El alivio se apoderó de ella, junto con la alegría de volver a verlo y saber que tendría un poco más de tiempo con él antes de que dejara su vida para siempre. Ella asintió mientras se levantaba y daba un paso hacia él. —Al parecer, hay una pequeña cafetería grandiosa a la vuelta de la esquina —dijo él. Ella puso sus brazos alrededor de él y lo sostuvo cerca, sin querer dejarlo ir nunca. Él le acarició el pelo fuera de su cara y la besó... dulce y tiernamente. Sus ojos carbón miraban los suyos, oscuros e ilegibles. —Será mejor que te prepares. Sólo sirven el desayuno por otra hora.

Él envolvió su brazo alrededor de su cintura y la atrajo con más fuerza a su cuerpo. —¿Pensé que eras la Ama ahora? El agarró un puñado de su camisa por debajo del cuello y tiró sus labios hacia los de ella de nuevo, después de un prolongado beso, dijo: —Creo que me venciste al final. —No, no creo que nadie pueda vencerte ahora que has descubierto lo poderosa que eres. Puedes tomar a cualquier persona y cualquier cosa. No hay nada que detenga a Summer Anderson ahora.

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—Sí, Amo.

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El Club de las Excomulgadas Él sonreía mientras hablaba, pero Summer sentía una tristeza sobre él. Mientras se dirigían al comedor, una mezcla de emociones cayó a través de ella. No importa lo que Max pensara de anoche, ella no debía pensar en ello. Desde el principio, ella había sabido que su relación con él sería temporal. A pesar de que él había dicho que no podía dejar de pensar en ella... Vivían en lugares muy diferentes, modos de vida totalmente distintos. Un hombre de la gran ciudad como Max nunca se trasladaría a un lugar tan pequeño como Port Smith... y ella nunca sería feliz en una gran ciudad como Nueva York. Seguramente él debía darse cuenta de eso. Por encima de eso, ella tenía a Kyle y Shane para pensar. Su relación con ellos tenía más sentido... Bueno, tanto como una relación con una mujer y dos hombres podía tener. Y ella los amaba. Tal vez no como amaba a Max, pero... Su corazón se contrajo ante la realización. Ella amaba a Kyle y a Shane… como muy cercanos e íntimos amigos… pero no como amaba a Max. Max abrió la puerta del coche para ella, y lo siguió dentro de la pintoresca cafetería. Ella se sentó en una cómoda cabina roja frente a él. Bebió la vista de él, deseando poder tener un felices para siempre con él. Maldita sea, ¿por qué la vida tenía

Max ordenó una tortilla, y ella pidió huevos Benedict. La camarera llenó sus tazas de café. Una vez que ella se había ido, Max tomó la mano de Summer y la sostuvo en el calor de la suya. —Summer, hay algo que quiero hablar contigo. Ella se encogió por dentro. ¿Era esto? ¿El gran adiós? —Hemos pasado un buen rato en las últimas semanas. Y te he visto crecer. Has avanzado en tu vida romántica. Has demostrado un coraje increíble estableciendo una relación poco convencional con Shane y Kyle. Has crecido más allá de tu miedo y te has arriesgado a tomar riesgos —él sonrió—. Me gustaría

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que ser tan complicada?

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El Club de las Excomulgadas pensar que te he ayudado a avanzar. Así ahora él podía seguir adelante. Estaba dejándola tranquila. Terminando con una nota positiva. —Max, anoche... cuando te dominé... Él le envió una media sonrisa. —¿Sí? —¿Estabas… de acuerdo con eso? —le preguntó ella. La intensidad de su mirada quemó a través de ella. —¿De acuerdo? Fue el punto culminante de nuestra relación —él le mordisqueó la punta del dedo—. Tú estabas sexy, audaz e increíblemente fuerte. Para ser honesto, nunca he confiado en nadie lo suficiente como para jugar el papel de sub, pero contigo... La camarera llegó con su comida, poniendo un plato humeante delante de cada uno de ellos, entonces ella llenó sus tazas de café. Cuando se fue, Max hizo a

—Summer, lo que realmente estoy tratando de decir es que, aunque tú no me necesitas... yo te necesito. Has traído una alegría a mi vida que ha estado ausente durante mucho tiempo. Ella se quedó sin aliento y miró fijo en sus ojos grises sombríos y vio la vulnerabilidad allí. —Como sabes, he amado una vez antes —continuó él—. Tuve cuatro años felices con mi esposa, Elena, y creía que ninguna mujer la reemplazaría en mi corazón. A medida que mis sentimientos por ti crecían, me decía a mí mismo que no era amor —él apretó su mano alrededor de la de ella—. Pero cuando pensé en el fin entre nosotros... que nunca te volvería a ver... me di cuenta que tú te habías

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un lado su plato y tomó la mano de Summer de nuevo.

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El Club de las Excomulgadas metido en mi corazón. Ella lo miró fijamente, no estaba dispuesta a creer hacia donde sus palabras parecían ir. —Max, ¿qué estás tratando de decir? Él besó el dorso de su mano, la suave pincelada de sus labios envió un escalofrío a través de ella. —Estoy tratando de decirte... que estoy enamorado de ti. La sangre se heló en sus venas. Ella no podía estar oyéndolo bien. No tenía ningún sentido. —Pero vives en Nueva York. ¿Cómo vamos a...? Él se encogió de hombros. —Puedo hacer mi trabajo desde Port Smith. No necesito la ciudad. Summer,

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¿quieres casarte conmigo?

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veintitrés Los labios de Summer se encendieron en una sonrisa que era casi dolorosa en su intensidad. Podía sentir la mirada de cada cliente en el restaurante sobre ella. —Yo... uh... Su corazón se llenó de alegría. Oh, Dios, amaba a Max tanto. —Sí —las lágrimas llenaron sus ojos, y las echó a correr. Lanzó sus brazos alrededor de él—. Te amo, también, Max. Por supuesto que me casaré contigo. La sala estalló en aplausos... Max había sugerido que esperara unos días para decirle a Kyle y a Shane así ellos podían disfrutar de una pequeña pre-luna de miel antes de enfrentarse al mundo real otra vez. Ella había arreglado un par de días fuera del trabajo, tomando un corto viaje a Nueva York con Max. Pero ahora que estaba de vuelta, temía su primer encuentro con Shane o Kyle. ¿Cómo iba a decirles a ellos que estaba comprometida con Max? Summer oyó un coche estacionar en su camino de entrada, luego una puerta cerrarse. Corrió a la sala de estar, preocupada de que fuera uno de ellos. Dio un Papel de regalo carmesí atado con una ancha cinta dorada y un enorme moño. Un estremecimiento bajó por su espalda. Amaba las sorpresas... especialmente de Max. Ella apoyó el paquete sobre la mesa de café y deslizó la cinta por el lateral de la caja, luego retiró la tapa. Quitó el papel rojo y encontró… cadenas. Las sacó de la caja y se dio cuenta que estaban conectadas, unidas a un collar de cuero negro. Un tanga de cuero negro con una cadena unida verticalmente a lo largo de la parte frontal descansaba sobre el papel junto con un sobre. Lo abrió y sacó una tarjeta postal con una foto que mostraba una modelo vistiendo un traje de cuero y cadenas.

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suspiro de alivio cuando Max entró, sosteniendo una caja envuelta para regalo.

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El Club de las Excomulgadas Ah, así es como esto debería verse. Cuero negro rodeaba el cuello de la hermosa rubia, y las cadenas en cascada por debajo de sus pechos, mientras que el tanga de cuero abrazaba su cuerpo más abajo. Echó un vistazo hacia Max, luego sonrió. Se desabrochó su blusa, lenta y deliberadamente, entonces la deslizó fuera de sus hombros y la dejó caer. Después, ella abrió la cremallera de su falda y la retorció sobre sus caderas, luego la dejó caer al suelo. Rozó su mano hacia arriba por su muslo seductoramente. Alentada por la caliente mirada de Max, enganchó sus dedos debajo de la cinturilla elástica de su tanga y tiró de este hacia afuera un poco... luego le dejó calzar de nuevo en su lugar. Ella sonrió y recogió la caja, luego caminó con un intencionado meneo hacia el dormitorio. Déjalo esperar por ello. Ella se quitó la ropa interior y se refirió a la imagen mientras ella adjuntaba la banda negra alrededor de su cuello. Tres cadenas caían del collar y conectaban a otras cadenas para rodear sus pechos y caían por debajo en una cascada elegante. Era un poco como el sujetador de su danza del vientre, pero sin sostén real. Era más como un arnés de cadenas. Ella se puso la tanga de cuero y se dio cuenta que

Ella se miró a sí misma en el espejo. Wow. Sus pechos estaban totalmente desnudos, y su zona púbica, aunque totalmente cubierta, era totalmente accesible. Se sentía sexy y... perversa. Echando un vistazo a la caja de nuevo, notó que había algo más en el interior, enlazado diagonalmente en la parte inferior. Largo y negro, con un toque de brillo. Lo sacó y se dio cuenta que era una fusta. Ella no sabía que tal cosa podía ser tan encantadora, con un maravilloso mango de cuero negro adornado con brillantes cristales. Una estrecha correa de cuero de muñeca unida al mango, y el otro extremo tenía una correa de cuero corta. El eje estaba trenzado en cuero negro

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la cadena que corría a lo largo de la entrepierna en realidad cubría una abertura.

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El Club de las Excomulgadas para dar un elegante aspecto texturado. Ella pasó su mano por la correa de muñeca de la fusta y sonrió. Abrió la puerta del dormitorio y entró en la sala de estar, entonces miró fijo hacia Max y golpeó ligeramente la fusta contra su palma. Max sonrió ampliamente, sus ojos color carbón quemaron a fuego lento con calor. Summer golpeó una pose sexy con su mano en la cadera, la fusta sobresaliendo a un costado en un ángulo, y su otra mano detrás de su cabeza, apartando su pelo hacia adelante en una masa de ondas por encima de su hombro. La mirada de él vagó por su cuerpo, enviando un zumbido calor a través de ella. En su mano él sostenía una caja de regalo cuadrada. Estaba envuelta en el mismo papel de regalo rojo, con un moño dorado, pero sin cinta. Ella levantó la tapa y miró dentro. Ubicado en el papel rojo estaba un collar de cuero negro. Miró de nuevo a Max a tiempo para verlo empujar abierto el abrigo que llevaba, el cual era una elección extraña para una cálida tarde de verano, entonces lo dejó caer al suelo.

Se veía como un dios en calzoncillos de cuero negro, salpicado a lo largo del borde con correas plateadas y tachonadas rodeando su torso. Ella deseaba presionar su mano contra sus bien definidos abdominales y acariciar sobre esos hombros anchos y musculosos. Él dio un paso adelante y se arrodilló ante ella. Levantó su barbilla, y ella se dio cuenta de que estaba invitándola a fijar el collar. Colocó la caja sobre la mesa de café y levantó el collar de su interior, luego lo curvó alrededor de su cuello y adjuntó la hebilla en la parte posterior. —Gracias, Ama —le tomó la mano izquierda y besó el anillo de diamantes.

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—Oh, Dios.

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El Club de las Excomulgadas Ella pasó sus dedos sobre las puntiagudas tachas en su collar, entonces deslizó su dedo a través del gran anillo metálico en la mitad de la parte delantera y tiró hacia arriba. —Ponte de pie —ordenó. Él se puso de pie y bajó su cabeza. —Me someteré a su voluntad, Ama, pero primero, si usted lo permitiría, tengo otro regalo. Ella sonrió. —Por todos los medios, tráelo. Max se puso de pie y caminó hacia la puerta principal. ¿Iba a salir al coche con ese traje? Se preguntó qué harían los vecinos con eso. Él abrió la puerta. —Wow. Eso es sensacional en ti —dijo Shane desde la puerta. Kyle estaba a

La conmoción se abrió paso a través suyo. Oh, Dios, tenía que decirles sobre ella y Max... pero... no vestida así... con Max vestido como su esclavo. —¿Qué están haciendo aquí? —ella preguntó. Apenas registró que ambos llevaban abrigos, también, y cargaban cajas iguales a la segunda que Max le había dado a ella. Ambos se quitaron los abrigos que llevaban puestos, y sus ojos se ampliaron. Ellos también usaban calzoncillos de cuero negro, el de Shane con adornos de cadenas en la parte delantera, el de Kyle con una cremallera a lo largo de la entrepierna. Correas de cuero negro atravesaban sus cuerpos, acentuando sus esculpidos pechos y abdominales. —Yo sé cuánto la Ama goza de un harén —dijo Max.

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su lado.

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El Club de las Excomulgadas Así que Max los había invitado a jugar. ¿Pensaba que sería más fácil para ella contarles acerca de su compromiso después del juego sexual? Su corazón se encogió. ¿Cómo podía decirles en el resplandor del sexo, totalmente acurrucada en la cama con ellos? Kyle y Shane, ambos dieron un paso adelante, luego le entregaron las cajas que sostenían. Cuando abrió la primera caja de regalo, para encontrar un collar de cuero con una cadena corta en la parte delantera, junto al anillo plateado, ambos hombres se arrodillaron delante de ella. Shane ofreció su cuello como Max había hecho. Ella abrochó su collar. La segunda caja contenía un collar simple con sólo el anillo plateado y sin adornos, el cual ella ató alrededor del cuello de Kyle. Shane le tomó la mano, y ella casi la arrancó lejos al darse cuenta de que él iba a besarla. Él va a ver el anillo de diamantes. Contuvo el aliento mientras los labios de Shane bajaban hacia su mano y... besaba el anillo. Ninguna sorpresa se mostraba en sus ojos azul cielo. Sus ojos se abrieron. Kyle tomó su mano y besó su anillo, luego le guiñó un ojo. —Oh, Dios mío. ¡Lo sabíais!

invitó para ser tus siervos fieles, también. —¿Y… —su mirada se desvió hacia Kyle—…esto está bien con vosotros? Kyle encontró su mirada. —Summer, te amamos, pero ahora nos damos cuenta de que es un amor entre amigos. Muy buenos amigos que comparten un profundo respeto. No es lo mismo que tú sientes por Max. Y lo que él siente por ti. Su mano temblorosa se posó en su mejilla.

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—Sí, Ama —dijo Shane—. Max nos explicó que será tu marido, pero él nos

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El Club de las Excomulgadas —No puedo creer lo maravilloso que ambos estáis siendo sobre esto. Tenía tanto miedo de haceros daño. —Queremos lo mejor para ti, Summer —dijo Shane—. Siempre. Ella parpadeó para contener una lágrima. —Entonces... ¿cómo va a funcionar esto? Max dio un paso adelante. —Sabemos que es un arreglo muy poco convencional, pero... tú y yo nos casaremos, y Shane o Kyle, o ambos, pueden unirse a nosotros cada vez que estemos todos de acuerdo. Por supuesto, ellos serán libres de salir con otras mujeres. Su corazón retumbó en su pecho. Ellos querían tener una relación... ¿los cuatro de ellos? ¿Cuánta suerte podía tener una chica? Ella asintió, llena de asombro ante esta propuesta inusual. —Y cuando ellos encuentren otra compañera, por supuesto, esto terminará.

Shane con un guiño. ¡Bueno el futuro ciertamente prometía situaciones más interesantes! Summer sonrió, luego respiró hondo mientras miraba hacia los tres delante de ella, Shane y Kyle todavía de rodillas. —Esclavo Max, ven aquí. Él dio un paso hacia ella. —Quiero que me beses con exuberancia y pasión...

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—A menos que no te importe otra mujer uniéndose a nuestro grupo—dijo

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El Club de las Excomulgadas Él envolvió sus brazos alrededor de ella. —Mi placer, Ama —su mirada clavada en la de ella con un calor abrasador, acompañado de una suavidad innegable. Sus labios reclamaron los de ella mientras sus fuertes brazos la atraían hacia sí, y ella se derritió contra él. Quería decir, Tómame, Max. Hazme saber que soy tuya. Ella quería que él la presionara hacia abajo sobre la cama y la llevara al cielo. Pero eso vendría. Ahora era el momento de celebrar el comienzo de la relación de los cuatro... juntos. Sus labios se apartaron de los de ella, y se echó hacia atrás. Con la fusta, hizo un gesto para que se arrodillara de nuevo, y él obedeció. Ella se acercó por detrás de ellos y se dio cuenta de que sus calzoncillos eran en realidad tangas cuando su mirada se demoró sobre los tres pares de nalgas duras y musculosas. Se paseó ida y vuelta detrás de ellos, agarrando el mango enjoyado de la

—Antes de tomar una decisión, voy a tener que ver lo bien comprometidos que estáis. Ella chasqueó la fusta contra el trasero de Kyle. Golpeó contra su carne, dejando una marca roja brillante. A continuación, Shane recibió al final de su fusta, luego Max. Ninguno de los hombres se estremeció, y ahora cada uno llevaba una marca roja de distinción... su marca de aprobación. —...y lo bien que jugáis juntos. Se paró con los pies separados y las manos en las caderas.

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fusta y golpeando el otro extremo contra su palma.

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El Club de las Excomulgadas —Esclavo Kyle, ven aquí y lámeme. Sobre sus rodillas, él se desplazó hacia ella y apretó la cara contra su coño. Apartó a la cadena a un lado, y su lengua caliente empujó a través de la abertura en el cuero, a continuación, presionó entre su carne resbaladiza y lamió. Su lengua se adentró en ella otra vez, enviando su pulso a acelerarse. —Ya es suficiente. Ahora Esclavo Shane. Todavía de rodillas, Kyle se movió hacia un lado mientras Shane se acercaba a ella. Él lamió su caliente coño, su lengua parpadeando de lado a lado, luego se burló de su clítoris. Sus rodillas se sentían débiles. Más de esto y ella caería al suelo. —Detente. Se sentó en el sofá y dobló sus rodillas, colocando sus pies en el borde del cojín, dejando su coño totalmente expuestos a sus vistas. —Esclavo Max, ven aquí y lámeme. Tienes tres minutos para hacer que me corra.

profundamente en ella, entonces asaltó su clítoris con un propósito. Chupó y luego apretó su sensible protuberancia en su boca. Sus dedos rastrillaron por su pelo mientras su furioso asalto empujaba su placer más y más alto. De repente, ella quería algo más que su lengua. —Fóllame, Max. Ahora mismo. Ante sus palabras, urgentes y harapientas, él la agarró por las caderas y la atrajo hacia el borde del asiento tapizado, luego tiró de sus calzoncillos por debajo de su polla y la empujó contra ella. En un empuje hacia adelante, él la empaló. Antes de que hubiera terminado dos embistes, ella gemía en su orgasmo. Aún empujaba, una y otra vez, mientras se aferraba a él, envolviendo sus piernas con

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Max se acercó al borde del sofá, y su boca la cubrió. Su lengua se sumergió

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El Club de las Excomulgadas fuerza alrededor de él. La intensidad del placer se apoderó de ella mientras su polla golpeó duro y profundo dentro de ella. Por último, se desaceleró, sosteniéndola cerca contra su cuerpo. Su polla estaba todavía muy dura. —No te corriste —murmuró ella mientras se retiraba. —La Ama no me dio permiso. Ella sonrió, sorprendida de que él hubiera sido capaz de contenerse. —Eso es verdad —se puso de pie y caminó hacia el dormitorio—. Todos vosotros seguidme —ella señaló el sillón al final de la cama—. Esclavo Max, sentado ahí —miró hacia Shane—. Esclavo Shane, ven aquí. Mientras él se paraba frente a ella, una buena cabeza más alto, como todos los hombres eran, ella se estremecía en anticipación. Enganchó su dedo debajo del borde superior de sus calzoncillos, en las caderas y tiró de él. —Quítate estos.

—Ahora siéntate en la silla. Shane se sentó, y ella arrastró la punta de la fusta a lo largo del eje de su hinchada verga. —Muy bonita. Ella sacó un tubo de lubricante de la mesilla de noche y se lo lanzó a él. —Quiero que pongas esa polla tuya en mi culo —ordenó—. Pero primero... — ella tiró de la cinturilla de su propio tanga—. Quita esto.

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Él dispuso de ellos al instante.

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El Club de las Excomulgadas Ella se paró delante suyo. Él deslizó sus dedos por debajo del borde superior de la pequeña prenda y la sacó hacia abajo... sobre sus caderas... por sus muslos... entonces al suelo. Ella salió de él, ahora desnuda a excepción de las cadenas en cascada y la banda de cuero que llevaba en el cuello, las cuales cubrían nada. Shane abrió el tubo y aplicó el gel. Ella se dio la vuelta, y mientras se bajaba a sí misma, él puso su glande contra su apertura trasera. Lentamente, ella se alivió hacia atrás, tomándolo un poco a la vez. Él la estiró mientras empujaba más profundo. Por último, se sentó en su regazo, llena de su polla, y se recostó contra él. —Acaricia mis pechos, esclavo Shane —su voz era baja y seductora. Él ahuecó sus pechos en sus grandes y fuertes manos y acarició. Sus pezones se arrugaron, doliendo de necesidad. —Esclavo Kyle, ven aquí —él se arrodilló delante de ella—. Chupa mis pezones. Shane liberó un pecho para permitirle a Kyle tomar el pezón en su boca y acariciarlo con su lengua, luego lo atrajo profundamente en su boca. Ella suspiró de punta de su pecho en su mano otra vez. Sentir a dos hombres tocándola... acariciándola... envió su pulso disparado. —Oh, sí. Eso es encantador —de hecho, apenas podía recobrar el aliento—. Ahora rellena con esa gran polla tuya mi coño —ella casi dijo “raja”, sólo para sentirse como una Domme patea-traseros, pero no podía hacerlo. “Coño” todavía se ajustaba al proyecto de hablar sucio en lo que a ella se refería. Kyle bajó sus calzoncillos, presionó su polla a sus labios inferiores, luego empujó dentro. Despacio. Maldita sea, se sentía bien tener su polla deslizada en ella. Envolvió sus brazos alrededor de él mientras la llenaba hasta la empuñadura.

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placer. Un momento más tarde, él pasó al otro pezón, y Shane tomó la húmeda

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El Club de las Excomulgadas Era el paraíso estar intercalada entre estos dos hombres grandes y musculosos, con sus pollas duras llenándola. Con su tercer hombre al otro lado de la habitación, su mirada pegada a ellos. —Max, ¿estás mirando? —ella sabía que él lo estaba. Podía verlo en el espejo. —Sí, Ama. —Acaricia tu polla mientras miras. Él empujó hacia abajo los calzoncillos de cuero y los dejó caer hasta sus tobillos, luego los pateó lejos mientras su mano se envolvía alrededor de su enorme polla. ¿Sería capaz de evitar correrse mientras los dos hombres la follaban, especialmente mientras él se acariciaba su polla al mismo tiempo? —Kyle y Shane, folladme. Kyle se echó hacia atrás, luego condujo su polla profundo en ella, y ella jadeó. Shane levantó su pelvis, empujando su polla más profundo. Encontraron un repetidamente. —Oh, sí —ella se aferró a los hombros de Kyle mientras ambas pollas se conducían profundamente y se retiraban. Una y otra vez—. Oh, Dios, me voy a... — ella tomó aire mientras el placer pulsaba a través suyo—Correr. Me estoy... corriendo. Intensa felicidad se disparó a través suyo, llevándola al cielo. Los dos hombres bombearon una y otra vez, y ella se acordó... —Kyle... córrete.

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ritmo, y pronto su corazón latía en su pecho mientras las dos pollas la penetraban

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El Club de las Excomulgadas Ante la sensación de su erupción dentro suyo, ella gimió liberándose de nuevo. De alguna manera, Shane aguantó. Su bombeo disminuyó y finalmente se detuvo. —Kyle, eso fue muy bueno. Ahora siéntate y mira. Ella miró a Max mientras su mano se movía arriba y abajo de su polla todavía completamente erecta. —Max, ven aquí y fóllame. Max se agitó a través de la habitación y la llenó antes de que pudiera recuperar el aliento. —Fóllame. Ambos folladme como queráis. Y quiero que los dos os corráis —entre la enorme polla de Max en el frente y la de Shane atrás, ella se sentía increíblemente llena. Max

penetró

profundamente,

luego

se

retiró,

entonces

penetró

profundamente otra vez. Al mismo tiempo, Shane pulsó arriba y abajo. Era tiempo, y ella gritó ante el aumento de la intensidad de su orgasmo. Cada terminación nerviosa explotó de placer puro y potente. Mientras los hombres bombeaban en ella, sintió que su cuerpo flotaba en un reino imposible de puro éxtasis. Todo se desvaneció a un placer sin sentido y entumecedor. —¿Summer? Ella sintió que alguien acariciaba su mejilla. —Summer, ¿estás bien?

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demasiado. Ella gimió en profundo éxtasis. Los dos hombres estallaron al mismo

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El Club de las Excomulgadas Ella abrió los ojos para ver a Max mirándola fijamente, la preocupación alineando sus facciones. Sus labios se curvaron en una sonrisa. —Oh, estoy mucho mejor que bien. Estoy absolutamente sublime. —Secundaré eso —dijo Shane detrás de ella, su polla todavía incrustada en su interior. La de Max también. Ella se movió un poco, sintiéndolos moverse en su interior. —Mmm. Qué sensación hermosa. Ella suspiró. Ellos desde luego podían seguir sus órdenes, pero ¿podrían jugar juntos sin ella estando a cargo todo el tiempo? —Todos vosotros sois hombres muy fuertes y viriles, y creo que no queréis estar bajo mi poder. Creo que podéis encontrar una manera de dominarme y hacerme su prisionera. Max se lanzó hacia delante, conduciendo su polla, la que se puso rígida ante su sugerencia, profundo en ella de nuevo. Ella jadeó de placer y volvió a caer contra entonces él la agarró por las muñecas y las mantuvo detrás de ella. Max bombeó en ella dos veces más, luego se retiró. Kyle se adelantó y metió su polla dura dentro de ella y la montó un par de veces. Cuando se retiró, se sintió levantada del sillón. Kyle la lanzó por encima de su hombro y la llevó a la cama. Max apareció con una cuerda y comenzó a enrollarla alrededor de sus piernas. Pronto, Kyle y Shane estaban en su interior, delante y detrás, empujando mientras ella succionaba la gran polla de Max en su boca. Los tres hombres estaban en su interior.

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el fuerte pecho de Shane. Las manos de Shane se deslizaron por sus brazos,

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El Club de las Excomulgadas Una hora más tarde, envuelta en los fuertes brazos de Max, Kyle y Shane tendida junto a ellos, ella suspiró. ¡La vida no conseguiría nada mejor que esto!

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Fin

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