LATÍN
April 17, 2017 | Author: Tomás Saz Carazo | Category: N/A
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I.E.S. “EL PALO” DPTO. DE LENGUAS Y CULTURA CLÁSICAS
LATÍN I
GRAMÁTICA. ETIMOLOGÍAS. CIVILIZACIÓN. 1
ÍNDICE: GRAMÁTICA. UNIDAD 1. Del indoeuropeo a las lenguas romances. El latín como lengua científica. La escritura en Roma. Características de la lengua latina.
3
UNIDAD 2. El sistema morfosintáctico del latín. La declinación. La conjugación. El orden de las palabras. La concordancia.
8
UNIDAD 3. Primera declinación. El verbo: el tema de presente en voz activa. La oración simple.
12
UNIDAD 4. La segunda declinación. Adjetivos de la primera clase. Oraciones coordinadas.
22
UNIDAD 5. La tercera declinación. Adjetivos de la segunda clase. Complementos de tiempo.
31
UNIDAD 6. La cuarta declinación. La quinta declinación. Los adverbios. El dativo posesivo. El nominativo.
43
UNIDAD 7. Complementos de lugar: Ubi? Unde? Qua? Quo? Preposiciones. El acusativo.
50
UNIDAD 8. Numerales latinos. El tema de perfecto. Sustantivación de adjetivos. El genitivo.
66
UNIDAD 9. Pronombres personales. Posesivos. Grados del adjetivo. El dativo.
75
UNIDAD 10. Los pronombre demostrativos. Las oraciones subordinadas (El infinitivo. La oración de infinitivo. El ablativo.
85
UNIDAD 11. El pronombre relativo. El participio.
100
UNIDAD 12. Pronombre interrogativos. Partículas interrogativas. El imperativo de presente. Expresión de la prohibición. Principales conjunciones subordinantes adverbiales. Los verbos compuestos de sum.
112
UNIDAD 13. Pronombre indefinidos. La voz pasiva: El tema de presente. La oración pasiva.
128
UNIDAD 14. La voz pasiva: El tema de perfecto. La pasiva impersonal y verbos impersonales. Los verbos deponentes y semideponentes. Conjugación de los verbos volo (y sus compuestos), fero y eo.
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ETIMOLOGÍAS. UNIDAD 15. ETIMOLOGÍAS (I): Etimologías. Palabras patrimoniales, cultismos y semicultismos.
144
UNIDAD 16. ETIMOLOGÍAS (II): Reglas.
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CIVILIZACIÓN. TEMA 1. El arte romano (arquitectura, escultura, etc.) y su reflejo en la romanización de la Bética.
147
TEMA 2. La organización social y política del pueblo romano y su reflejo en la romanización de la Bética.
150
TEMA 3. La estructura militar romana y su reflejo en la romanización de la Bética.
153
TEMA 4. La vida cotidiana de los romanos y su reflejo en la romanización de la Bética.
156
TEMA 5. La religión romana y su reflejo en la romanización de la Bética.
159
2
GRAMÁTICA UNIDAD 1 1.1. Del indoeuropeo a las lenguas romances. 1.1.1. Las lenguas indoeuropeas. Se denomina así a las lenguas que derivan del tronco común constituido por una primitiva lengua hablada hace unos 5.000 años por los habitantes de la región centroriental de Europa: el indoeuropeo. Algunas tribus de este antiquísimo pueblo emigraron hasta ocupar territorios situados a orillas del océano indico, del mar Mediterráneo y del océano Atlántico. Estas oleadas de pueblos indoeuropeos difundieron por Europa y parte de Asia su lengua y sus costumbres. El paso del tiempo y la distancia geográfica existente entre los territorios conquistados hicieron surgir diferencias importantes y, hacia el año 1.000 a. de c., a partir de la lengua madre indoeuropea, ya se habían formado otras lenguas nuevas. El indoeuropeo no ha llegado hasta nosotros y solo podemos intuir cómo era comparando las lenguas derivadas de él. Las lenguas y las familias lingüísticas indoeuropeas más importantes se incluyen en esta clasificación: Asia
Europa
armenio hitita indoiranio: sánscrito, védico, persa. avéstico tocario
báltico: lituano, letón, prusiano. eslavo: ruso, polaco, checo, búlgaro, macedonio, serbocroata,eslovaco, esloveno albanés celta: irlandés, galés, bretón, cómico germánico: alemán, inglés, holandés, islandés, sueco, danés, noruego griego: dórico, jónico, koiné (>griego moderno) itálico: osco, umbro, falisco, latín (>lenguas romances)
1.1.2. El latín. El latín pertenece al grupo indoeuropeo llamado itálica, junto con varios dialectos: el falisco, el osco y el umbro. Esta lengua adquirió gran importancia por pertenecer a un pueblo que llegó a dominar el mundo mediterráneo. Su historia comenzó en una región de Italia llamada Latium. En el siglo III a. de C, el latín ya se había extendido por toda la península Itálica y, más tarde, a medida que fue ampliándose el dominio romano, lo hizo por todo el Mediterráneo occidental y Europa central. Es normal que el latín evolucionara y pasara por distintas etapas, en las que las normas gramaticales también iban cambiando. Además, debemos tener en cuenta que la lengua escrita (latín literario) siempre fue diferente de la lengua hablada (latín vulgar): – Latín literario. En el siglo III a. de C., se inició la literatura latina y, con ella, la fijación de una lengua literaria y culta. Cicerón, Virgilio y Horacio, entre otros, legaron obras cuya riqueza lingüística ha llegado a convertirse en ejemplo de perfección y de 3
clasicismo. El latín literario fue la lengua de transmisión de la cultura de la Antigüedad (científica, jurídica, filosófica, etc.). – Latín vulgar. La lengua hablada, en evolución continua, mostraba diferencias dialectales entre las regiones y las provincias del Imperio romano. 1.1.3. Las lenguas romances. El latín de los territorios conquistados por los romanos, que llegaron a formar una unidad bajo su Imperio, era el latín que hablaban los soldados, los mercaderes y el personal administrativo enviado por Roma a las diferentes provincias. Esta lengua del pueblo, unida a las distintas lenguas autóctonas con que se encontraba (sustrato) e influida por las lenguas de los pueblos vecinos (adstrato), hizo que, al desmoronarse en el siglo v la estructura política que mantenía unido el imperio, se fueran formando diferentes lenguas, que actualmente conocemos con el nombre de lenguas romances o románicas. Estas son: castellano, catalán, gallego, portugués, francés, italiano, dalmático, rumano, provenzal, retorromano y sardo. 1.2. Períodos de la lengua y la literatura latinas. Se considera el año 240 a. de C. como la fecha del nacimiento de la literatura latina, pues fue cuando se representó en Roma la primera obra de teatro, de Livio Andrónico. No obstante, hay noticias que nos permiten encontrar testimonios literarios anteriores. En la literatura latina se distinguen los siguientes períodos: – Período preliterario (anterior al año 240 a. de C.): se tiene referencia, especialmente, de documentos jurídicos, como la ley de las XII tablas, de libros e himnos religiosos, de oraciones fúnebres y de precedentes del teatro (satura, fabula Atellana). – Período arcaico (siglos III y II a. de C): corresponde a la época de grandes escritores latinos, como: Livio Andrónico, Nevio y Ennio, que sobresalieron en épica, y Plauto y Terencio, dos comediógrafos muy importantes en la literatura universal. – Período clásico: la lengua literaria, cada vez más diferenciada de la lengua hablada, llegó a su máxima perfección: - Época de Cicerón (siglo 1 a. de C): destacan escritores tan ilustres como Lucrecio, Catulo, Nepote, César, Salustio y Cicerón. - Época de Augusto (27 a. de C.-24 d. de C.): en ella vivieron varios de los escritores romanos que más han influido en la literatura universal, como Virgilio, Ovidio, Horacio y Tito Livio. Período posclásico (siglos I y II d. de C.): destacan, en esta etapa, Lucano, Petronio, Marcial, Séneca el filósofo, Quintiliano, Tácito, Suetonio, Persio, Juvenal y Columela, entre otros. – Período de latín tardío (siglos III-VI d. de C.): aparecieron los primeros escritores cristianos: Tertuliano, san Agustín, san Jerónimo, etc. Boecio, escritor que murió en el año 525, es considerado como el último escritor de la Antigüedad y el primero de la Edad Media. 1.3. El latín como lengua científica. Como hemos visto, la decadencia de la civilización romana favoreció la evolución del latín vulgar hacia un habla cada vez más popular, y la aparición de las lenguas románicas. De este modo, el latín clásico sufrió notables modificaciones. 4
En la Edad Media, a partir del Renacimiento carolingio, y gracias a Alcuino de York (735-804), algunos maestros bien instruidos intensificaron el estudio de un latín correcto y lo restauraron como lengua de cultura. En Occidente, se convirtió en la lengua del cristianismo, así como de la cultura y de la civilización. y esto ocurrió incluso en países cuya lengua no era latina, como Irlanda, Gran Bretaña, Alemania, parte de África, etc. Durante los siglos XI y XII se tradujeron al latín numerosas obras árabes de carácter científico. Roberto de Chester tradujo el Álgebra de Al-Kowarizmi; Gerardo de Cremona, el Canon de Avicena, y Miguel Escoto, la Astronomía de Al-Bitruji. Asimismo, en el siglo XIII, Leonardo de Pisa, un gran matemático más conocido como Fibonacci, compuso el Liber abaci, que trata de las cifras hindúes, del cálculo de precios, etc. Más tarde, aparecieron personajes tan brillantes como san Alberto Magno (que escribió De vegetalibus out plantis, obra que presenta una clasificación de las plantas, las flores y los frutos) y Roger Bacon, autor del libro Optica. En el siglo XIV, Petrarca propuso a los autores clásicos como modelos; durante el Renacimiento, y especialmente con Erasmo de Rotterdam, el estudio y el empleo del latín fue indispensable. Toda la filosofía medieval y renacentista fue escrita en latín, por lo que esta lengua abasteció el vocabulario de las lenguas modernas de Europa. Del latín se sirvieron los filósofos, los médicos, los clérigos, los diplomáticos, los científicos ... En resumen, los sabios y los eruditos leían, escribían y se relacionaban entre ellos en esta lengua. Hasta el siglo XVIII, el latín fue la lengua internacional de la sociedad científicocultural; en latín escribieron algunas de sus mejores obras sabios como: – Descartes (1596-1650), filósofo y matemático francés, autor de Compendium musicae y Principia philosophioe. – Newton (1643-1727), físico, matemático y astrónomo británico, famoso por su teoría de la gravitación universal y autor de la qbra Philosophiae noturalis principia mathematica. – Linneo (1707-1778), botánico sueco que realizó con gran éxito una clasificación de las plantas. Escribió Genera plantarum, Species plantorum, Iter hisponicum, sobre la flora de nuestro país, y Plantae surinamenses, un estudio de la flora sudamericana. 1.4. La escritura en Roma. En Roma, se utilizaban varios soportes para la escritura. Uno de ellos era el papiro, una planta de tallo liso y largo con ramas divididas y colgantes, a partir de la cual se obtenían unas láminas que se utilizaban para escribir. Los egipcios ya las empleaban, escribiendo sobre ellas con un cálamo de junco que se empapaba de tinta negra o rojiza. En Roma, existían fábricas que importaban papiro egipcio y lo transformaban para la escritura. También se utilizaba el pergamino, hecho de piel de carnero o de otros animales. Recibió este nombre porque se comenzó a elaborar como soporte de la escritura en la ciudad de Pérgamo. Los monjes copistas de los monasterios medievales escribieron en pergaminos sus copias de las obras clásicas. Los romanos fabricaban las tintas con hollín de resina o de origen animal, como el negro de sepia. Para su empleo, debían ser diluidas. Un libro romano estaba formado por una larga faja de papiro que se conservaba enrollada. Posteriormente, se pensó en cortar los pergaminos y reunirlos en una especie de cuadernos; se consiguió así una forma más 5
cómoda de leer, y apareció lo que actualmente conocemos como libro. Se pulían los dos extremos del rollo de papiro, o los filos del libro, con piedra pómez para hacerlos más suaves. Había esclavos que se dedicaban a copiar libros, que se destinaban a las bibliotecas de casas particulares. También son importantes los soportes duros empleados para la escritura, como piedras, mármoles y metales. Incluso el marfil servía para elaborar elegantes cuadernillos. La paleografía estudia las inscripciones sobre materiales perecederos, como el papiro, y la escritura en general. La epigrafía, las inscripciones sobre materiales duros. Se han conservado numerosísimas inscripciones latinas en todas las regiones que constituyeron el Imperio romano. Algunas son dedicatorias de monumentos o de templos, consagrados a un dios; otras son inscripciones honoríficas, en honor de algún personaje benefactor de un lugar concreto, o dedicatorias de algún magistrado que levantó un monumento público para comodidad o embellecimiento del lugar. También destacan los epitafios, es decir, elogios en recuerdo de alguna persona fallecida. La epigrafía estudia las abreviaturas, los nexos y las siglas que presentan estas inscripciones, y se ocupa de datarías, para lo que se vale del análisis de la evolución de la escritura: tipos de letra, materiales empleados, abreviaturas utilizadas, etc.; también analiza los personajes de quien se habla, las alusiones a acontecimientos políticos, etc. Especialmente valiosas son las inscripciones que se encuentran en las monedas. Las inscripciones latinas se caracterizan por la brevedad de su redacción. A veces, de una palabra solo se reproduce la letra inicial, la sigla. Las inscripciones latinas conocidas se hallan en el llamado Corpus inscriptionum Lotinorum. Por ejemplo, S T T L: sit tibi terra levis, '¡ojalá que la tierra te sea leve!'. 1.5. Características de la lengua latina. 1.5.1. El abecedario. El abecedario latino constaba en un principio de 21 letras: mayúsculas
A B C D E F G H I
K L M N O P Q R S T V X
minúsculas
a b c d e f
k l
g h i
m n o p q r
s
t
u x
Hacia finales de la época republicana, se introdujeron tanto la y como la z para poder transcribir palabras de origen griego. La k se fue perdiendo poco a poco y se conservó solo en palabras concretas, como Kal (kalendas). En el siglo XV, se introdujeron la j y la v, que serían la i y la u semiconsonánticas. En este libro usaremos el signo v, aunque no sea una grafía propia del latín clásico. 1.5.2. La pronunciación. Las consonantes: Hay pocas diferencias en relación con nuestras consonantes: Se escribe
Se pronuncia
ejemplo
c
k
Cicero [Kíkero]
g
siempre suave
Gero [guéro]
ll
como dos eles
Fallacia [fal-lácia]
ch
k
Charta [kárta] 6
ph
f
Philosophus [filósofus]
qu
ku
Qualis [kuális]
th
t
Thesaurus [tesáurus]
v*
u
Venire [ueníre]
* La v en realidad no era una consonante sino una semiconsonante. Las vocales. El latín clásico tiene 10 vocales y cinco timbres vocálicos: a, e, i, o, u. Cada uno de los timbres vocálicos presenta dos modalidades: una larga y otra breve. La emisión de la vocal larga duraba el doble que la de la vocal breve. Así, reproducir exactamente los sonidos vocálicos del latín clásico nos puede parecer curioso y difícil, ya que nuestra lengua no basa su pronunciación en la cantidad silábica, sino en la intensidad (sílabas tónicas y sílabas átonas). Tradicionalmente, las vocales largas se marcan con una raya horizontal encima de la vocal (-) y las vocales breves, con una curva (u). 1.5.3. La acentuación. El acento gráfico, en latín, no se escribe nunca. Pero, para poder leer correctamente esta lengua, hay que tener en cuenta algunas reglas. – En latín no hay palabras agudas. – El acento recae siempre en la penúltima sílaba, si esta es larga. Son largas las sílabas que llevan una vocal larga, un diptongo (ae, oe, au), y las que presentan una vocal seguida de dos o más consonantes, de doble consonante, de x o de z. – Si la penúltima sílaba es breve, el acento recae en la antepenúltima sílaba. Una sílaba es breve si contiene una vocal breve o si esta vocal va seguida de otra vocal.
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UNIDAD 2 2.1. El sistema morfosintáctico del latín. El latín es una lengua flexiva, es decir, una lengua en la que una misma palabra adopta formas diferentes según la función sintáctica que a través de ella se quiera expresar. Las lenguas románicas han conservado parte de esta característica flexiva en el sistema de conjugación verbal. El procedimiento de construcción de formas verbales es el mismo en latín que en español. A la forma ama- (tema) se le añade una serie de morfemas verbales: latín castellano ama-mus
ama-mos
ama-ba-mus
amá-ba-mos
ama-bi-mus ama-re-mos - El morfema final o desinencia -mus/-mos expresa quién realiza la acción, es decir, la persona y el número. - -ba-/-ba- y -bi-/-re- son sufijos temporales modales que expresan el tiempo y el modo. En el ejemplo anterior, hemos propuesto tres formas diferentes (presente, pretérito imperfecto y futuro imperfecto del modo indicativo, voz activa) del verbo amar, que demuestran su flexión o conjugación. De modo similar al verbo, los sustantivos, los adjetivos y los pronombres también se flexionan en latín. A una misma raíz o tema se le añaden diferentes morfemas desinenciales para indicar la función sintáctica y el número. La flexión de sustantivos, adjetivos y pronombres se llama declinación. Las preposiciones, los adverbios, las conjunciones y las interjecciones son palabras invariables, es decir, no se declinan. Veamos un ejemplo del procedimiento de flexión nominal y pronominal: - -m es un morfema desinencial que, añadido al tema de la palabra, hace que esta desempeñe la función de complemento directo. - -s o la ausencia de desinencia indica que la palabra realiza la función de sujeto. Así, la frase latina Catullus Lesbiam amabat, significa 'Catulo amaba a Lesbia'. Como en latín cada palabra de la frase viene marcada por morfemas que indican exactamente cuál es su función en la oración, aunque variemos el orden de las palabras, la frase seguirá teniendo el mismo significado. Lesbiam Catullus amabat. Catullus amabat Lesbiam. 'Catulo amaba a Lesbia', Ahora bien, si cambiamos los morfemas desinencia les de las palabras y construimos la siguiente frase, se producirá un cambio de significado: Lesbia Catullum amabat, significa 'Lesbia amaba a Catulo'. Lesbia y Lesbiam son dos casos diferentes de la misma palabra (la primera forma corresponde al caso del sujeto; la segunda, a la del complemento directo). Lo mismo ocurre con las formas Catullus y Catullum. El sistema de flexión nominal y pronominal del latín no se ha conservado en las lenguas románicas. Solo quedan restos de declinación en los pronombres personales. Por ejemplo, la primera persona del singular del pronombre personal adopta la forma yo cuando 8
es sujeto, pero para la función de complemento directo o complemento indirecto decimos me o o mí. Si queremos expresar la compañía, no decimos con yo, sino conmigo. Por tanto, podemos afirmar que el pronombre personal de primera persona del singular se declina, porque adopta formas distintas según la función que desempeña en la frase. Sin embargo, a pesar de que las lenguas románicas, exceptuando el rumano, no utilizan el sistema de declinación, existen algunas lenguas modernas, como el alemán o el ruso, que sí lo utilizan. 2.2. La declinación. La declinación latina consta de seis casos, que son los que puedes ver en la tabla siguiente, junto a la función sintáctica que desempeña cada uno de ellos en la oración: caso
función
nominativo
Sujeto, atributo, complemento predicativo del sujeto
vocativo
Vocativo o exclamación
acusativo
Complemento directo, complemento circunstancial, complemento predicativo del complemento directo
genitivo
Complemento del nombre
dativo
Complemento indirecto, finalidad
ablativo
Complemento circunstancial
Presta atención a la siguiente tabla. Contiene ejemplos de oraciones latinas en las que se observa la función característica de cada caso, acompañadas de su traducción: caso
ejemplo
traducción
nominativo
Lesbia Catulum amabat
Lesbia amaba a Catulo
vocativo
Vivamus, mea Lesbia, atque amemus Vivamos, Lesbia mía, y amemos
acusativo
Catullus Lesbiam amabat Catullus apud Lesbiam fuit
Catulo amaba a Lesbia Catulo estuvo en casa de Lesbia
genitivo
Lesbiae passer mortuus est
Murió el pájaro de Lesbia
dativo
Catullus mille basia Lesbiae dat
Catulo da mil besos a Lesbia
ablativo
Catullus cum Lesbia vivere amet
Catulo desearía vivir con Lesbia
En resumen, la declinación de la palabra Lesbia es la siguiente: caso
función
ejemplo
traducción
nominativo
Sujeto, atributo
Lesbia
Lesbia
vocativo
vocativo
Lesbia
¡Lesbia!
acusativo
CD, CC
Lesbiam
A Lesbia
9
genitivo
CN
Lesbiae
De Lesbia
dativo
CI, finalidad
Lesbiae
A Lesbia, para lesbia
ablativo
CC
Lesbia
Con Lesbia, Lesbia, etc.
por
Todos los sustantivos latinos se enuncian con los casos nominativo y genitivo singular: rosa, rosae. Es así como aparecen en los vocabularios o diccionarios de latín. De este modo, podemos reconocer la declinación a la que pertenece un sustantivo. Los distintos tipos de flexión nominal que existen en latín (declinaciones) son los siguientes: declinación
tema
nominativo
genitivo
1ª
En -a
Acabado en -a
-ae
2ª
En -o/-e
Acabado en -us, -er, -um (-ir)
-í
3ª
En cons./en -i Acabado en consonante, en -o o en -e -is
4ª
En -u
Acabado en -us, -u
-us
5ª
En -e
Acabado en -es
-ei
Algunos sustantivos solo se declinan en plural, como armo, armorum ('armas'), o Athenae, Athenarum ('Atenas'). En estos casos, evidentemente, los sustantivos se enuncian con el nominativo y el genitivo plural. 2.3. La conjugación. En latín existen cinco conjugaciones. Son las siguientes: conjugación
1ª persona del presente de indicativo
Infinitivo presente
1ª
-(i)o
-are
2ª
-eo
-ere
3ª
-o
-ere
4ª
-io
-ire
5ª
-io -ere Los verbos latinos suelen enunciarse en los diccionarios con tres formas y el número de la conjugación: rego, rexi, rectum (3"). Estas formas corresponden a: - La primera persona del singular del presente de indicativo (rego). - La primera persona del singular del pretérito perfecto de indicativo (rexi). – El supino (rectum).
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2.4. El orden de las palabras. Hemos dicho que, en latín, la función sintáctica de un sustantivo está marcada por un morfema desinencial y que, por tanto, el orden de las palabras en una frase no es relevante para aclarar su significado. Sin embargo, las palabras latinas aparecen en una determinada posición con más frecuencia que en otra. Es lo que llamamos orden frecuente: – El verbo aparece normalmente al final de la frase: Hanc puellam amabo ('amaré a esta chica'). – El sujeto aparece normalmente al principio de la frase: Morituri te salutant ('los que van a morir te saludan'). – Los complementos del sujeto (CS) preceden al sujeto y los complementos del verbo (CV) preceden al verbo: Gemini angues pariter ad litora tendunt, 'Dos serpientes se dirigen a la vez a la playa'. – Las preposiciones generalmente preceden a los sustantivos a los que rigen: per montes ('por los montes') . – Los nexos (pronombres, adverbios, conjunciones) que introducen una subordinación encabezan la oración subordinada: Cum Romam redi, aram senatus consacravit ('Cuando volví a Roma, el senado me dedicó un altar). 2.5. La concordancia. Tanto en latín como en castellano existe una relación de dependencia entre algunas partes de la oración. A esta relación la llamamos concordancia. Existe concordancia entre: - Sujeto y verbo: el sujeto y el verbo deben tener el mismo número e idéntica persona. Por ejemplo, si el sujeto es singular, el verbo ha de ir en singular y si el sujeto es una segunda persona, el verbo tiene que estar en segunda persona: Tú amas: amas. Ellos amaban: amabant. Nosotros amamos: amamus. Catulo ama: Catullus amat. Cuando en el sujeto aparecen varias personas, en latín ocurre como en castellano, prevalece la primera persona frente a las demás, y la segunda frente a la tercera: Tú y yo amamos: tu et ego amamus. Catulo y tú amáis: Catullus et tu amatis. Si el verbo tiene varios sujetos, normalmente este está en plural, aunque, a veces, puede ir en singular concertando solo con el sujeto más próximo: Catulo y Lesbia aman: Catu//us et Lesbia amant. Catulo ama y Lesbia también: Catullus et Lesbia amat. Si el sujeto es singular pero lleva implícito un significado de pluralidad o colectividad, el verbo puede ir en plural. A este tipo de concordancia se la llama concordancia ad sensum, es decir, 'concordancia por el sentido' . - Sustantivo y adjetivo: el sustantivo y el adjetivo concuerdan en género, número y caso. Catulo es hermoso: Catullus pulcher est. Lesbia es hermosa: Lesbia pulchra est. Los niños son hermosos: Pueri pulchri sunt. Las niñas son hermosas: Puellae pulchrae sunt. 11
UNIDAD 3 3.1. PRIMERA DECLINACIÓN. Comprende los sustantivos y adjetivos1 de tema en -a (
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