Las Siete Leyes Del Aprendizaje

July 24, 2017 | Author: Fernando de la O | Category: Learning, Teachers, Truth, Bible, Books
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Las siete leyes del aprendizaje Bruce H. Wilkinson

Guía de estudio preparada por la Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos

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Publicado por Editorial Unilit en coedición con Logoi, Inc. y Ministerio Caminata Bíblica [Walk Thru the Bible Ministries]

LAS SIETE LEYES DEL APRENDIZAJE Edición texto de estudio

© 2003 Logoi. Inc. 14540 S. W. 136 St. Suite 200 Miami, FL. 33186

Título original en inglés: The Seven Laws of the Learner © 1992 by Bruce H. Wilkinson Published by Multnomah Press

Diseño textual: Logoi, Inc. Portada: Meredith Bozek Traductora: María Angélica Ramsay Todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina Valera 1960.

Todos los derechos reservados, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, ni procesada, ni transmitida en alguna forma o por algún medio —electrónico o mecánico— sin permiso previo de los editores, excepto breves citas en reseñas y debidamente identificada la fuente.

Producto: 496754 Categoría: Educación cristiana ISBN: 0-7899-1168-X

DEDICATORIA Durante muchos años el Sr. Hugh O. Maclellan, padre, y su señora, habilitaron la obra de Dios alrededor del mundo. Tranquilamente, pero fielmente, animaron y capacitaron a muchos de nosotros que sirven al Señor en el frente de batalla, dándonos los recursos para luchar. El ministerio Caminata Bíblica es una de las organizaciones que ha recibido el beneficio de su apoyo generoso y su ánimo. Por medio de su apoyo bondadoso y sacrificado, la enseñanza de Las siete leyes del aprendizaje ha sido desarrollada y distribuida alrededor del mundo. De parte del Cuerpo de Cristo en todo el mundo y el ministerio Caminata Bíblica, expresamos nuestro aprecio más profundo a los señores Maclellan, por su gran servicio, dedicación, y perseverancia. Sólo la eternidad podrá revelar el impacto de sus vidas, pero les pido que acepten el pequeño gesto de afecto de esta dedicatoria, hasta que escuchen el grito del Maestro al ser recibido en la gloria, «Bien hecho buen siervo y fiel».

CONTENIDO RECONOCIMIENTOS INTRODUCCIÓN PRIMERA LEY: LA LEY DEL AGENTE 1.

La ley del agente; mentalidad, modelo y máximas

2.

La ley del agente; el método y los maximizadores

SEGUNDA LEY: LA LEY DEL POTENCIAL 3.

La ley del potencial; mentalidad, modelo y máximas

4.

La ley del potencial; el método y los maximizadores

TERCERA LEY: LA LEY DE LA RETENCIÓN 5.

La ley de la retención; mentalidad, modelo y máximas

6.

La ley de la retención; el método y los maximizadores

CUARTA LEY: LA LEY DE LA EJECUCIÓN 7.

La ley de la ejecución; mentalidad, modelo y máximas

8.

La ley de la ejecución; el método y los maximizadores

QUINTA LEY: LA LEY DE LA NECESIDAD 9. 10.

La ley de la necesidad; mentalidad, modelo y máximas La ley de la necesidad; el método y los maximizadores

SEXTA LEY: LA LEY DEL DESARROLLO 11.

La ley del desarrollo; mentalidad, modelo y máximas

12.

La ley del desarrollo; el método y los maximizadores

SÉPTIMA LEY: LA LEY DEL AVIVAMIENTO 13.

La ley del avivamiento; mentalidad, modelo y máximas

14.

La ley del avivamiento; el método y los maximizadores

CONCLUSIÓN

RECONOCIMIENTOS El curso de Las siete leyes del aprendizaje y el texto de estudio no habrían sido posibles sin una multitud de aportes. Aportes de ejemplo, de ánimo, y de capacitación. Me pongo de pie para aplaudir a los siguientes colaboradores. Arriba de la lista tiene que estar mi mentor en la enseñanza y la predicación, el Dr. Howard G. Hendricks. Primero como profesor de seminario, y después como ejemplo, mentor, miembro del directorio, y siempre como un amigo, el Dr. Hendricks (o «profe», como sus estudiantes le llamábamos siempre con mucho cariño) provee el fundamento de este libro. Desde la primera vez que me cautivó su comunicación y su carácter, hasta este mismo momento, más de veinticinco años más tarde, todavía deseo comunicarme tan bien como él. Un maestro por excelencia, el Dr. Hendricks ha marcado mi vida de una manera que pocas personas han hecho —y expreso mi aprecio profundo por él y por su impacto duradero en mi vida y ministerio. Gracias, profe. En la vida de cada proyecto siempre hay una o dos personas que te animan desde muy temprano y siguen animando mientras continúas. Cuando empezamos a desarrollar Las siete leyes del aprendizaje, y nos encontramos con varios impedimentos, mi buen amigo Pat MacMillan me animó a seguir entusiasmado. La creatividad fluye en Caminata Bíblica, y su corazón está en el equipo de investigación y desarrollo. Su creatividad sin límite está igualada solamente por su compromiso firme con el desarrollo y la producción de herramientas de enseñanza y entrenamiento de la más alta calidad. Sin el aporte de Gordon Wilkinson, Peter Wallace, Randy Drake, Mary Lee Griffith, y mis padres, este proyecto no habría tenido la chispa creativa que tiene. 6

Debo agradecer también al equipo ejecutivo de Caminata Bíblica, quienes dirigen el ministerio para que pueda sostenerse y crecer en su alcance y servicio. En mi opinión, no hay nadie como Calvin Edwards, el vicepresidente ejecutivo, quien guía al resto de los siervos líderes. Gracias, Richard Waites, Jill Milligan, Greg Freeman, Cathy Ellis, Jim Gabrielsen, John Nill, Dennis Nunn, Jim Heiskell, y Reg Rhodes, por sostener y desarrollar el ministerio de Caminata Bíblica. La facultad de Caminata Bíblica es lo mejor de lo mejor. Se destacan como modelos de los principios y las prácticas explicados en este libro. Su carácter, compromiso con Cristo, y comunicación son ejemplos increíbles para mí y para todos los que han tenido el privilegio de estar bajo su ministerio. Gracias al decano de la facultad de Caminata Bíblica, Phil Tuttle, y su facultad que siguen creciendo y mejorando, para ser ejemplos vivos de este libro. El honor más alto de la facultad de Caminata Bíblica es ser invitado a ser instructor de Las siete leyes del aprendizaje —esos veteranos son los verdaderos héroes de la facultad. Gracias Phil Tuttle, Dennis Nunn, John Hoover, Rich Leland, Mark Baily, Larry Dean, Dave Collins, y Bill Marty. Por un par de años durante las etapas formativas, Jan Kary y Teresa Burkhardt organizaron una serie de conferencias de Las siete leyes del aprendizaje. Mi buen amigo Walt Wiley y yo enseñamos juntos estas conferencias. Los recuerdos del tiempo que compartimos permanecerán conmigo siempre. Gracias, equipo, por su amistad. John Hoover era el hombre Mateo 28:18–20 de Caminata Bíblica. Desde el comienzo el Señor lo llamó a estar en primera fila en el avance hasta «lo último de la tierra», y fue fiel a su llamado hasta su muerte. Bajo su liderazgo apasionado, no solamente los seminarios de Caminata Bíblica, sino también Las siete leyes del aprendizaje han sido ofrecidas en todo el mundo. Gracias, John, por multiplicar esta semilla en Argentina, Ecuador, México, Australia, Brasil, Canadá, Francia, Québec francés, Alemania, Grecia, Hong Kong, India, Indonesia, Kenya, Corea, Holanda, Nueva Zelanda, Nigeria, 7

Papua Nueva Guinea, Filipinas, Polonia, Rusia-Ucrania, Singapur, Sudáfrica, España, Sri Lanka, Suecia, Suiza, Tailandia, Uganda, el Reino Unido, y otros países. Además, nuestros directores internacionales están guiando a sus países a una mayor madurez espiritual a través del ministerio de Caminata Bíblica —gracias a Bryan Greenwood, David Lee, Bob McNaughton, Cliff Keeys, Robert Moon, y Martin Deacon. Mi brazo derecho durante más de una década ha sido Beverly Murphy. Su servicio leal y su actitud de sierva me han dado mucho gozo y ella ha sido un ejemplo para mí, mientras trabajamos lado a lado por muchos años. Su ánimo, su trabajo de escribir a máquina, y sus sugerencias han sido inestimables. Gracias, Beverly. No hay duda de quién está más feliz que este libro por fin esté impreso —mi familia. Mi esposa, Darlene, y nuestros hijos, Dave, Jenny, y Jessica han soportado mis retiros frecuentes a la oficina para trabajar en Las siete leyes. Han expresado comprensión cuando tuve que llevar el manuscrito conmigo en vacaciones. Han compartido chocolate caliente conmigo en la noche para animar mi corazón. ¡Gracias, familia, por su amor leal y su comprensión! ¡Les presento el nuevo miembro de la familia Wilkinson! Durante los años en que Las siete leyes del aprendizaje se estaba desarrollando y enseñando, los estudiantes que tomaron el curso me animaron y me enseñaron cosas muy valiosas. La Association of Christian Schools International [Asociación Internacional de Escuelas Cristianas] ayudó especialmente. Me permitieron tener el honor de enseñar estos principios a más de quince mil profesores en salas de conferencia en todo el país y en el extranjero. Dr. Paul Kienel y Dr. Phil Renicks son maestros ejemplares, y su liderazgo y su amistad me han enriquecido mucho. Probablemente el momento más satisfactorio en la enseñanza de Las siete leyes del aprendizaje fue en las Filipinas con Campus Crusade for Christ bajo la dirección de Bill Bright y por invitación de los directores nacionales de entrenamiento, Sr. Curt Mackey y su señora. Me invitaron a 8

enseñar Las siete leyes a su equipo de líderes de más de cien países, desde México a Argentina, y en lugares tan remotos como Nepal, Bangladesh, Pakistán, Taiwán, Hong Kong, Jordán, Sudán, Turquía, Ghana, Nigeria, Zambia, Zaire, Burundi, Rusia, Polonia, Rumania, y Checoslovaquia. ¡Gracias, Campus Crusade, por su compromiso con Cristo y con la educación continua y el entrenamiento de su personal! Sobre todo, sin embargo, reconozco mi gratitud más profunda por el Maestro de maestros, Jesucristo mismo. Él es el modelo real y el mentor de los principios enseñados en este libro. He entregado mi vida para seguir su liderazgo, y este libro es parte de ese peregrinaje personal. Aunque sea una pequeña porción de Su sabiduría acerca del proceso de comunicación que se capte en estas páginas, entonces mi objetivo más íntimo se ha logrado. Finalmente, gracias a usted, amigo, por comprometerse a invertir su dinero y su tiempo en su propio peregrinaje. Que su corazón sea enriquecido, su comprensión ampliada, y sus habilidades perfeccionadas.

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INTRODUCCIÓN Aunque parezca un poco extraño, debo explicar que este libro es el resultado de diez años de arrepentimiento. Mi arrepentimiento. Aunque había estado enseñando y predicando toda mi vida, para mi total sorpresa y consternación, encontré que una gran parte de mi filosofía y de mi práctica de la comunicación había sido equivocada. Increíblemente equivocada. Trágicamente mal dirigida. Así que, a través de la investigación de las Escrituras y el estudio de maestros y comunicadores ejemplares, empecé a arrepentirme y a cambiar. Este libro es una destilación de ese peregrinaje personal, y revela la revolución que ha ocurrido primero en mi pensamiento y después en mi enseñanza. Arrepentirse significa cambiar de mente. En términos modernos, lo llamamos un «cambio de paradigma», que significa un nuevo marco de referencia o patrón de pensamiento. Siete veces encontré conceptos en la Biblia que eran exactamente opuestos a lo que había pensado. Se ha escrito mucho acerca de la enseñanza cristiana, pero un repaso breve de la materia muestra rápidamente que la literatura se concentra en el contenido de la enseñanza y no en cómo se comunica el contenido. Ciertamente la base de todo cambio de vida es la verdad que nos hará libres, pero cómo se comunica esa verdad influye mucho en la cantidad de libertad que disfrutamos. Aunque este libro frecuentemente habla de contenido, su enfoque principal está en lo que hace el maestro para enseñar ese contenido a los estudiantes. Este libro mismo está lleno de contenido —pero el proceso de aprenderlo no comienza hasta que el maestro enseñe este contenido a sus alumnos. El profesor es el vínculo vivo entre el contenido y los alumnos, y el corazón de la enseñanza está en cómo él o ella logra establecer ese vínculo. 10

Ese proceso de traspasar exitosamente a la próxima generación el contenido, el carácter, y la conducta deseados es la responsabilidad clave del maestro. Los estudiantes vienen a nosotros con la necesidad de «saber», de «ser», y de «hacer», y es nuestra responsabilidad capacitarlos para ello. El hecho de que usted está leyendo esta introducción indica que le interesa el proceso, y está buscando maneras para ser más eficaz como maestro o predicador, y quizás como padre o madre —porque todos enseñamos— todo el tiempo. Ha sido un descubrimiento asombroso viajar por todo el mundo durante los últimos diez años y enseñar a líderes, pastores, comerciantes, maestros, y padres. Y hay una cosa que he visto en todos los lugares: si un maestro es aburrido en su propio país, será más aburrido todavía al otro lado del globo. Si un profesor es irrelevante en su propio terreno, será aun más irrelevante en terreno ajeno. Pero, si un maestro ha dominado el proceso de enseñanza-aprendizaje, le puede pedir que enseñe cualquier tema en cualquier país, y será increíblemente eficaz. Algunas personas han podido —con años de práctica— dominar el arte del aburrimiento. Casi sin esfuerzo, pueden hacer dormir a su público. Otros han dominado los principios universales de la comunicación efectiva, y le han dado cada vez en el clavo. Donde sea que estén, y sea lo que sea que enseñen, sucede un cambio permanente de vida. Gozan de la enseñanza, y ayudan a otros a gozarse de la enseñanza. ¿Cómo lo logran? Se han hecho dueños de las leyes universales de la enseñanza. Principios tan universales como la gravedad. Principios que funcionan sin importar el tema, el orador, los estudiantes, o la sociedad. Las leyes universales de la vida son increíblemente poderosas. Una vez que las descubra, y sepa trabajar en cooperación con ellas, usted podrá

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usarlas para lograr sus metas. Cada vez. En cualquier lugar. Con cada persona. ¿Le interesan las leyes universales que gobiernan la enseñanza y el aprendizaje? Entonces este libro es para usted. Usted está a punto de descubrir siete de ellas, con ejemplos en casi cada página para ilustrar cómo funcionan en su vida. Como las miles de personas que han aprendido estas leyes antes que usted, encontrará que se pueden emplear inmediatamente. Quiero decir, en el momento que lee o escucha acerca de ellas. Tantas personas me han dicho que fueron a la casa después de la clase y rescribieron sus lecciones para el día siguiente. No dudaban de lo que debían hacer; sabían lo que debían hacer. Nosotros se lo enseñamos, ellos lo aprendieron, y ellos lo practicaron. A esto le llamamos enseñanza para cambiar vidas. Al menos que usted sea una excepción especial, antes de terminar de leer este libro, tendrá un enfoque muy distinto de la enseñanza. Nunca olvidaré la carta que recibí hace poco de una señora que animó a su pastor a asistir a la conferencia de Las siete leyes del aprendizaje, porque la iglesia a la que asistía moría de una sobredosis de aburrimiento e irrelevancia. Dijo que el posterior sermón de su pastor parecía ser de otra persona. El pastor era práctico, traía cambios en las vidas, era interesante, bíblico —y tan relevante que ella dijo que sentía que él había entendido las necesidades de la iglesia en un instante. Más adelante, recibí otra carta. Del pastor. Estaba tan lleno de gratitud porque el Señor le había permitido aprender la verdad acerca de la enseñanza y la predicación. Por primera vez en su prolongado ministerio, la gente estaba cambiando. En forma definitiva. Así que me escribió para agradecerme. Es ese tipo de carta que guardo como un tesoro. Quizás algún día, si estos principios universales revolucionan su enseñanza, recibiré una carta de usted. 12

Por ahora, permítame explicar cómo sacar el mayor provecho de este libro.

La organización del libro Cada una de las siete leyes es explicada en dos capítulos. El primero capítulo de la ley apunta a un cambio en sus creencias acerca de la enseñanza, y el segundo se dirige a un cambio de su conducta como maestro; El primero habla de su actitud, y el segundo habla de sus acciones; primero la filosofía, y después la práctica. En el fondo, todo lo que hacemos depende de lo que pensamos. La Biblia lo expresa simplemente: «Tal como un hombre piensa en su corazón, así es». Por lo tanto, si podemos cambiar nuestra manera de pensar, la manera de vivir también será cambiada. La meta del primer capítulo de cada ley es crear un cambio poderoso de paradigma en su manera de pensar —arrepentimiento hacia una manera bíblica de pensar. La meta del segundo capítulo de cada ley es capacitarlo con un método eficaz y con un nuevo enfoque que puede utilizar inmediatamente la próxima vez que enseñe —una renovación en su proceso de enseñanza. Las leyes son independientes entre sí, y pueden existir solas como unidades. No obstante, han sido ordenadas en la manera más lógica para maximizar su utilidad. Si tiene la necesidad o el interés en ver alguna ley en particular, puede saltar a la ley que sea apropiada en el momento. Si quiere aprender a enseñar velozmente a sus alumnos dos veces más contenido en la mitad del tiempo, entonces la ley de la retención es para usted. Busque el capítulo cinco, y proceda rápidamente a descubrir los cuatro niveles de enseñanza que Dios reveló a Moisés. Si quiere aprender a cultivar un alto rendimiento, para que sus estudiantes sean todo lo que puedan, entonces la ley del potencial es para

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usted. Busque el capítulo tres, y observe cómo sus estudiantes prosperan como nunca antes. Si quiere aprender a enseñar para cambiar vidas, para que sus estudiantes sean realmente diferentes, y experimenten cambios positivos y permanentes, entonces la ley de la ejecución es para usted. Busque el capítulo siete, y observe cómo sus estudiantes empiezan a experimentar cambios verdaderos casi inmediatamente. Si quiere aprender a motivar a sus estudiantes para que tengan el deseo de ir a su clase para aprender, entonces la ley de la necesidad es para usted. Busque el capítulo nueve, y descubra las cinco pautas que Cristo usó para motivar a sus alumnos. Funcionarán cada vez para usted. Si desea avivar su pasión por la enseñanza, para que disfrute como antes, entonces la ley del agente es para usted. Busque el capítulo uno y descubra el significado asombroso detrás de las palabras enseñar y aprender desde la perspectiva bíblica. Si desea aprender a enseñar una habilidad a sus estudiantes, ya sea hablar en público, jugar tenis, o evangelizar, aunque sean lentos sus estudiantes, entonces la ley del desarrollo es para usted. Busque el capítulo once, y aprenda las cinco pautas usadas por cada programa exitoso de capacitación, incluyendo lo que hizo Cristo en el entrenamiento de sus doce mejores líderes. Si desea aprender a guiar a sus estudiantes en su caminar diario con Dios y a crecer espiritualmente, entonces la ley del avivamiento es para usted. Busque el capítulo trece, y aprenda el proceso que un maestro utilizó con el rey David, para que volviera al Señor. Utilícelo la próxima vez que su corazón esté afligido por un estudiante descarriado.

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Una última palabra antes de empezar Nunca lo olvidaré. Era un profesor jubilado que asistió a un seminario de Las siete leyes del aprendizaje porque estaba aburrido —y su carrera como profesor había terminado. Me vino a ver después de la conferencia con lágrimas en los ojos. Había experimentado tres días difíciles de arrepentimiento en su corazón, al ver cuán lejos había estado su propia enseñanza de las pautas bíblicas. Un año después volvía a la misma ciudad para otro seminario de Las siete leyes del aprendizaje. La primera persona que llegó caminando con ánimo era este profesor jubilado. Pero esta vez caminaba con propósito y sus ojos tenían una chispa. Casi no podía contener su gozo, y cuando me dijo lo que había pasado, tampoco podía yo. Me dijo que cuando salió de la conferencia el año anterior, se había sentido tan conmovido que quería tener otra oportunidad para enseñar «de la manera verdadera». Pero no podía imaginar cómo iba a poder hacerlo, así que empezó a pedir a Dios que le diera otra oportunidad en la sala de clases. Quería ver por sí mismo cómo funcionarían Las siete leyes del aprendizaje. Pasaron unos pocos días cuando el director de la escuela donde había enseñado lo llamó. Uno de los profesores se había enfermado, y el director le preguntó si podía enseñar un año más. Sacó del bolsillo de su abrigo un papelito azul doblado. «Este papelito lo dice todo», me dijo sonriendo. Todas las clases que enseñó estaban anotadas, con una lista de los alumnos y sus notas. Las notas no eran muy buenas cuando empezaron. Muy pocos tenían las notas más altas, y varios estaban casi reprobando. Pero abrió el papelito para mostrar las notas al final del año, debido a su práctica de las Siete leyes. ¡Estaban casi al revés! En vez de tener a la mayoría al borde de reprobar, la mayoría tenía las notas más altas posibles. ¡Dramático! 15

Sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras compartía una y otra historia de estudiantes que habían cambiado. Les ayudó a aprender, a florecer, a llegar a su máxima capacidad, poniendo en práctica las lecciones. Les enseñó las verdades a través de la enseñanza veloz, motivándolos cuando perdían el interés o se desanimaban. Les entrenó para ser competentes, y trabajó con los alumnos seculares dentro y fuera de la sala, desarrollando su carácter y sus valores. Estaban terminando de dar los avisos, y el anfitrión de la conferencia me estaba señalando que debíamos empezar la conferencia de Las siete leyes del aprendizaje. Pero mi corazón estaba todavía cautivado por la increíble historia de este profesor jubilado. Dobló el papelito azul, lo puso en mis manos, y dijo, «Ahora, vaya a compartir estos principios revolucionarios con este grupo de profesores, ¡y el próximo año habrá cientos de papelitos azules como el mío!» ¡Saque su papelito azul, mi amigo, y afírmese bien mientras disfrutamos este peregrinaje maravilloso de la enseñanza que llamamos Las siete leyes del aprendizaje!

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PRIMERA LEY

LA LEY DEL

Agente 1 LA LEY DEL AGENTE; MENTALIDAD, MODELO Y MÁXIMAS La primera vez que le escuché enseñar, pensé dentro de mí, «¡Quiero aprender de este hombre!» Su nombre era Howard G. Hendricks. Fui al seminario para aprender todo lo que pude de este maestro eminente. Quería aprender, no solamente el contenido de su enseñanza, sino también su método de enseñanza. Durante los cuatro años de estudio de postgrado, le escuché más de 350 horas, y siempre salía de su sala instruido, desafiado, y un paso más cerca de Dios. Cuando estaba en el último año, empecé a preguntarme si el «profe» entendía la palabra «aburrido». Después de estudiar cómo él enseñaba durante cuatro años, descubrí que seguía un estilo básico. Como tres minutos antes de que empezara la clase, comenzaba a zapatear con su pie derecho debajo del viejo escritorio de madera de roble. Exactamente en el mismo segundo que el reloj marcaba la hora, levantaba el dedo índice de la mano derecha y decía, «Damas y caballeros…», y anunciaba una frase simple que era tan provocativa que todos la anotábamos inmediatamente. Después de tres minutos contaba su primer chiste. En ocho o diez minutos, inevitablemente se paraba del escritorio para dibujar un gráfico en la pizarra blanca. Siempre usaba el marcador azul primero. Después el de tinta púrpura. Siempre subrayaba con 17

una línea retorcida para dar énfasis. Su ritmo era fácil de identificar; y daba resultados —pregunte a los miles que han estudiado con él. En el último año del seminario, quise probar al Dr. Hendricks. Quería ver qué haría este maestro eminente si uno de sus alumnos no prestaba atención —sin importar lo que él enseñara. Me senté en la última fila atrás, al lado derecho cerca de una ventana, y decidí fijar la vista por la ventana durante toda la clase. Había solamente treinta alumnos en la clase, así que estaba seguro que se daría cuenta. Saqué mi reloj, y empecé a tomar el tiempo. ¿Qué haría si no pudiera ganar mi atención? Tal como esperaba, empezó captando la atención con su frase llamativa. Aunque mi mano temblaba, resistí la tentación de anotar la frase. Pude mirar de reojo que se dio cuenta inmediatamente que no estaba prestando atención. Rompió la tradición y contó un chiste en el primer minuto — totalmente fuera de contexto. Si me hubiera reído, se habría dado cuenta que estaba escuchando, así que me tapé la boca y seguí mirando por la ventana. Cuando habían pasado dos minutos, se levantó de la silla y empezó a escribir en la pizarra —muy temprano. Otra vez se fijó que no estaba tomando apuntes, y paró en medio del gráfico, sin terminarlo. Puso el marcador en la mesa y caminó hacia el rincón del salón para mirarme por el pasillo —tratando desesperadamente de hacer contacto visual conmigo. Empecé a sudar, pero el tiempo pasaba, y no iba a prestarle atención. Finalmente, cedió. Este maestro eminente casi saltó por encima de las sillas para acercarse a mí, y gritó, «Wilkinson, ¿qué estás mirando por la ventana?» Con una mirada tímida, me di vuelta y le dije, «Nada, profe, lo siento». Miré mi reloj para determinar qué nota le daría. ¡Solamente tres minutos y treinta y siete segundos habían transcurrido! ¡Increíble! Su tolerancia por un solo alumno que no prestaba atención estaba limitada a 217 segundos. 18

Con esa experiencia fresca en mi mente, caminé a la próxima clase en que enseñaba otro profesor. ¡Qué contraste! En un lado de la sala, había muchos alumnos que nunca escuchaban, sino que hacían sus tareas para otra clase. Sin embargo, a este profesor no le importaba; solamente se dio vuelta hacia los alumnos en el otro lado de la sala. Su enfoque era, No es mi problema si no quieren aprender. ¡Qué contraste de enfoque del maestro —y qué contraste de aprendizaje de parte de los alumnos! ¡Un profesor podía tolerar sólo unos pocos segundos que un solo alumno perdiera lo que estaba enseñando, mientras que el otro permitía indiferencia durante todo el semestre! ¿Cómo le habría ido a usted en una prueba así, cuando un alumno mirara por la ventana? ¿Le habría importado? ¿Estaría todavía avanzando el reloj, sin que usted hiciera nada? El Dr. Hendricks creía que el profesor era responsable por el aprendizaje. Por contraste, el segundo profesor creía que él era responsable por pasar la materia, sin importar si alguien aprendiera algo.

La mentalidad de la ley del agente ¡Qué ejemplo extraordinario de la ley del agente! El Dr. Hendricks creía que como profesor, él era responsable de que yo aprendiera. Un agente es la fuerza que produce una acción o un resultado, y él sabía que él era el agente del proceso de aprendizaje. Se sentía responsable, y si el alumno no aprendía, hacía lo que fuera necesario —cambiar su plan de la clase, su estilo, contar un chiste irrelevante, incluso atravesar el salón para confrontarme. En contraste, la mentalidad del segundo profesor estaba limitada a su responsabilidad de cubrir la materia, sin importar si alguien aprendía o no.

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Esta actitud fundamental es el corazón de Las siete leyes del aprendizaje. En un sentido, todas las leyes son como una fila de dominós; el primero controla todos los demás. Cada maestro brillante que yo conozco comparte esta mentalidad y siente que es su responsabilidad hacer que el alumno aprenda. Pero, ¿sabe cuál es la mentalidad predominante en la predicación y la enseñanza hoy? Ha sucedido un divorcio trágico —los maestros se han separado de los alumnos y han redefinido la enseñanza como lo que ha dicho el profesor en vez de lo que ha aprendido el alumno. Los maestros han redefinido la enseñanza como «la expresión coherente de un adulto frente a una clase de alumnos pasivos». Creen que su responsabilidad principal es la de cubrir la materia en una manera organizada. Piensan que la enseñanza es lo que hacen ellos —están enfocados en sí mismos. Muchos maestros cubren su materia y se van del salón con la impresión de que han enseñado. Pero si tomáramos una prueba de sorpresa a los alumnos, encontraríamos que no han aprendido nada. El divorcio entre la enseñanza y el aprendizaje es trágico, y es la raíz de muchos de nuestros problemas educacionales. El Dr. Hendricks era modelo de una mentalidad revolucionaria. Él vio la enseñanza, no tanto en términos de lo que él hacía, como en términos de lo que hacían los alumnos. No estaba enfocado en sí mismo, sino en sus alumnos. Ya que ese alumno mirando por la ventana no estaba aprendiendo, el Dr. Hendricks se dio cuenta de que él no podía enseñar. Por eso dejó de entregar su materia y corrió hacia atrás. ¿Puede imaginar la diferencia que haría en su vida y en la vida de los alumnos si se uniera al Dr. Hendricks en esto? Además, ¿qué dice Dios acerca de este tema de la enseñanza? ¿Podría ser que hemos abandonado la perspectiva y la dirección que Dios ha dado a los maestros? 20

Hemos estado preguntando a la gente en nuestros viajes cómo definirían las responsabilidades de un maestro. Una y otra vez dicen, «enseñar la verdad», o «cubrir la materia», o «cumplir el plan de la clase». ¡El enfoque de estas definiciones obviamente no está en el aprendizaje de los alumnos! Por alguna razón pensamos que la enseñanza consiste en hablar. Si voy al salón de clases, si alcanzo a cubrir la materia en mis apuntes, si le hago reír un par de veces, si usted escribe apuntes y quizás haga un par de preguntas, entonces yo le he enseñado. No, eso no es enseñar. La enseñanza bíblica no existe hasta que los alumnos hayan aprendido. Si ellos no han aprendido, yo no he enseñado. ¿Qué significa cuando la Biblia habla de «enseñar» y «aprender»? ¿Dios separa la enseñanza y el aprendizaje? Miremos un par de versículos en Deuteronomio que son semejantes, pero que tienen enfoques distintos. Uno está centrado en la enseñanza, y el otro en el aprendizaje. Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. (Deuteronomio 5:1)

¿Qué significa «aprender»? Ahora, pues, oh Israel, escucha los estatutos y los juicios que yo os enseño, para que los ejecutéis, a fin de que viváis, y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, el Dios de vuestros padres, os da. (Deuteronomio 4:1, LBLA)

¿Qué significa enseñar? ¿Cómo están relacionados los dos conceptos —enseñar y aprender? ¿Están divorciados el uno del otro como hemos llegado a creer? Para captar el significado completo de estas palabras, investiguemos los términos en el hebreo original. La palabra aprender en 5:1 es ítdmlw [ulemadetem] y la palabra enseñar es dmlm [melamed]. Cuando se sacan el prefijo y el sufijo de la palabra hebrea para aprender, queda la raíz dml [lamad]. Cuando se sacan el prefijo y el sufijo de la palabra hebrea para enseñar, también queda la raíz dml [lamad]. 21

¿Puede usted creer eso? ¡Es la misma palabra! Sí, la misma palabra hebrea significa aprender y enseñar. ¿Se da cuenta de lo que significa eso? No podemos separar la enseñanza del aprendizaje. Son casados, y son uno solo. De alguna manera lo que hace el maestro y lo que hace el estudiante deben estar inseparablemente relacionados. Hay algo más que entender acerca de esta palabra hebrea para enseñar y aprender. La raíz significa «aprender», pero cuando se modifica, cambiando a una forma verbal llamada «piel», el significado cambia a «enseñar». Según la gramática hebrea, la idea fundamental de la forma «piel» es «ocuparse con entusiasmo en la acción indicada por la raíz de la palabra». ¿Cuál es la raíz de esta palabra? «Aprender». Entonces, enseñar significa ocuparse con entusiasmo en el aprendizaje del alumno. La forma «piel» también significa «incentivar», «causar a otros a hacer algo», o «perseguir con ánimo alguna acción». ¿Ve como la mentalidad bíblica es opuesta a la mentalidad típica? La Biblia dice que enseñar significa «hacer que aprendan». Esto es el meollo de la ley del agente. Ya no podemos considerar la enseñanza meramente como algo que el profesor hace en el salón de clases. La enseñanza es lo que hace el maestro en el alumno. ¿Cómo sabe usted si es buen maestro? Por lo que aprenden sus alumnos. Por eso el Dr. Hendricks dejó de hacer lo que estaba haciendo y atravesó la sala para desafiarme. Él sabía que él no estaba enseñando porque yo no estaba aprendiendo. ¿Puede usted imaginar lo que sucedería en las aulas de nuestro país si los profesores volvieran a su heredad legítima? ¿Si caminaran entre las sillas de las clases, no con sus apuntes, sino con sus alumnos? ¿Si hicieran votos de ser obedientes al mandato bíblico de «hacer que aprendan»? Produciría una revolución. El aprendizaje volaría de nuevo, la disciplina

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volvería, y los alumnos comenzarían a disfrutar del aprendizaje en vez de odiar la escuela.

El modelo de la ley del agente

La ley del agente se ilustra en este esquema. El cuadro de la izquierda representa al «maestro» o al «comunicador». El cuadro del centro es el «tema» o el «contenido». El cuadro de la derecha representa al «alumno» o a la «clase». Las dos flechas cortas representan las acciones del alumno o del maestro. Normalmente el maestro se concentra en el tema —«expone» y «expresa» el tema— mientras el alumno «escucha» y «escribe» esas palabras. Fíjese en ambos puntos de concentración, están en el proceso de pasar la materia. Lo que ocurre frecuentemente es una falta completa de aprendizaje. Los estudiantes pueden poner sus mentes en «neutro», usando solamente sus lápices, y se deslizan hacia el «pozo de la pasividad». La mentalidad ponderada requiere que el maestro cambie su concentración del tema hacia el alumno. Esto se representa con la flecha

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más grande abajo, apuntando desde el maestro hacia el alumno con las palabras «hacer que aprendan». Una de las citas más llamativas que he leído ha sido la de un padre frustrado que vivía en un barrio pobre. Hablaba del dramático fracaso del sistema de educación en no causar que su hija aprendiera: Ustedes operan un monopolio como la compañía de teléfono. No puedo elegir dónde envío a mi hija a la escuela. Solamente puedo enviarla donde es gratis. Y no está aprendiendo. Esa es su responsabilidad: es la responsabilidad del director y del maestro, que ella no está aprendiendo. Y cuando fracasan ustedes, cuando alguien le falla a mi hija, ¿qué sucede? No despiden a nadie. Nada sucede a nadie, excepto a mi hija.1

¡Qué trágico! ¡Pero es verdad! El libro Las siete leyes del aprendizaje se escribió con el objetivo de capacitarlo a usted para cambiar lo que dice esa cita. Usted enseñará tan eficazmente que nadie podrá ni pensar en mirar por la ventana. Usted llegará a ser un agente efectivo en el proceso del aprendizaje.

Las máximas de la ley del agente Esta sección de las máximas sigue desarrollando el concepto principal presentado en la mentalidad y el modelo. Para clarificar y aumentar su comprensión, la «idea grande» que estamos considerando se investiga de distintos ángulos y distintas perspectivas. Una máxima es una afirmación breve de un principio general, o una verdad. Por lo tanto, cada máxima que sigue refleja una faceta distinta del concepto de «hacer que aprendan». Cuando termine esta sección, tendrá mejor comprensión del significado y la importancia de lo que significa «hacer que aprendan». Cuanto más profunda y completa sea su comprensión, más fácil será utilizar esta verdad en su propia enseñanza. 1

Christianity Today, 10 de abril, 1981, 47. 24

Máxima 1: Los maestros son responsables de hacer que sus alumnos aprendan Era una oportunidad única para hacer un experimento. Era mi primera clase mi primer día de mi primer año de enseñanza universitaria. Mi carrera era una hoja en blanco, y mi reputación no se había establecido. Mis alumnos no sabían qué esperar. Comenzó la clase y empecé a enseñar tal como había aprendido de la mayoría de mis profesores. Usted sabe, el bosquejo tradicional con puntos principales y subpuntos. Los

estudiantes

diligentemente tomaron

apuntes.

Después

de

aproximadamente veinticinco minutos, le dije a la clase: «Por favor guarden sus papeles; vamos a tener una prueba». Se podía casi escuchar como sus corazones se detenían —a unísono. Eran alumnos del primer año, y esta era su primera clase. Cuando di el aviso de la prueba —su primer día— su mundo casi se vino abajo. Finalmente una jovencita sentada en la última fila rompió el estruendoso silencio: —Pero, señor, no hemos tenido la oportunidad de estudiar esto todavía. —Yo sé, pero veamos cómo les va —dije. No ofrecí ninguna explicación, porque habría arruinado el experimento. Sonaron los cuadernos mientras buscaban papeles en blanco; entonces el ambiente se puso muy quieto. Hice algunas preguntas sobre lo que había enseñado en los primeros veinticinco minutos de «enseñanza». Todos menos un par de alumnos reprobaron. Totalmente. Había mucha tensión, y podía traducir las miradas que se hacían de un lado a otro de la sala, «¡Voy a cambiar a otra clase!» Entonces la jovencita en la última fila levantó la mano de nuevo. Obviamente estaba acostumbrada a sacar buenas notas. —¡Eso no lo puede contar! —protestó. —¿Por qué no? 25

—¡No es justo! ¡No tuvimos tiempo para aprender la materia! —¿Cómo le fue en la prueba? Ella miró hacia abajo y dijo: —Sesenta por ciento. —¿Quién soy yo? —pregunté. —El profesor. —Y ¿qué debe hacer el profesor? Hacer la clase, ¿verdad? Me detuve y sonreí. —Si yo soy el profesor y soy responsable por enseñar la materia, ¿cómo me va hasta ahora? ¿Qué nota me daría a mí? Sus caras me indicaban que estaban por gritar. —Señorita, si su nota revela cuán efectivamente enseñé la clase hoy, ¿qué nota me daría? Nadie estaba respirando. Con todo su ser, esta señorita quería decirlo, pero no estaba segura si debía. Así que le dije: —Su nota es mi nota. Lo que usted aprendió o no aprendió depende de mi trabajo como profesor. Así que su nota de sesenta por ciento indica que no he hecho bien mi trabajo. No hice que aprendiera. ¡Deme una nota de reprobado! Los alumnos estaban atónitos. Me saqué la chaqueta, me solté la corbata, y seguí. —Ahora, ¿por qué están pagando tanto por esta curso sin esperar que yo haga bien mi trabajo? ¿Cómo puedo «enseñar» durante casi treinta minutos y nadie en la clase aprende nada? ¡Pensé que mi trabajo era ayudar a ustedes a aprender! Querían asentir con la cabeza. Algunos querían gritar de alegría. Esto estaba empezando a tener sentido. —Desde ahora en adelante, cuando ustedes vengan a esta clase, yo asumiré la responsabilidad por su aprendizaje. Si vienen con la mente

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abierta, y con el corazón dispuesto, entonces, yo cumpliré con mi deber como profesor de llenar su mente y su corazón. Durante los próximos veinte minutos, les enseñé. Les enseñé hasta que aprendieran la materia. Entonces les tomé una prueba, y todos menos dos sacaron la calificación más alta posible. Con una sonrisa, les dije que la primera prueba no valía, porque no quería archivar tan acusatoria evidencia de tan mala enseñanza. ¡Ah, el gozo de enseñar! ¿Cuántas veces usted y yo hemos estado sentados en una clase durante una hora, cumpliendo con nuestro deber de escribir apuntes, y cuando alguien nos pregunta qué aprendimos en la clase, ¡no podemos recordar nada! ¿Podríamos decir bíblicamente que hemos «aprendido» algo? Ese «pozo de pasividad» puede atraparnos si no tenemos cuidado. ¿Está captando la inmensa importancia de esta mentalidad, que el maestro es responsable por el aprendizaje? Obviamente los alumnos son responsables por aprender la materia, pero el profesor es responsable por hacer que aprendan. En gran parte, se ha hecho creer a las últimas generaciones de maestros que no son los responsables, que solamente los alumnos lo son. Cualquier intento de relacionar el rendimiento del alumno con la efectividad del maestro rápidamente produce la tercera guerra mundial. ¿Es nuestro tema realmente nuevo, o solamente olvidado? ¿No hemos abandonado trágicamente lo que antes era muy claro? Por ejemplo, ¿qué cree usted que dice el diccionario en la definición de «enseñar»? ¡Qué sorpresa! El diccionario define «enseñar» como «causar que se conozca algo»2. Entonces, si a los estudiantes no se les ha «causado que conozcan la materia», ¿ha sido eficaz el maestro? Posiblemente muchos profesores

2

N.del E.: Esta definición es una traducción al español de la definición en inglés que aparece en el diccionario Merriam Webster. 27

hoy sean ineficaces porque ya no se consideran responsables por el aprendizaje de los alumnos. La médula de Las siete leyes del aprendizaje es un compromiso total con la responsabilidad de hacer todo lo que se pueda para hacer que el alumno aprenda. Hace años mi hijo y yo estábamos hablando de la enseñanza, y le pregunté si alguna vez había tenido que aprender algo una y otra vez, algo que tenía que aprender, pero que no pudo. Se rió y dijo: —¡Sí! ¡Lenguaje! ¿Tú sabes cuántas veces he aprendido lenguaje, papá? Todavía no lo entiendo. Dije: —David, nunca te han enseñado lenguaje. —¿Qué quieres decir? —Si no lo aprendiste, tu profesor no te lo enseñó. —Claro que sí. Estudiamos lenguaje por semanas. —David, ¿te siguió enseñando hasta que aprendiste? —No, papá. Dijo que tenía que seguir adelante. —Bueno, ¿había otros alumnos en tu clase que tampoco aprendieron? Se rió. —Muchos, papá. La mayoría de mis amigos tampoco lo entendieron. Pero tuvimos que seguir adelante con el libro. Lo puede entender ahora, ¿verdad? La profesora de mi hijo pensaba que tenía que cubrir la materia del libro, en vez de enseñar a sus alumnos. Esta ley dice que la profesora no enseñó, porque no hizo que sus alumnos aprendieran. Aunque insistimos sin vacilar que el maestro es responsable, tenemos que agregar inmediatamente que comparte esta responsabilidad con otros: los alumnos, sus padres, otros individuos, y la sociedad en general. El

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profesor no es el único responsable por los alumnos, pero es a él a quien estamos considerando en este libro. Cuando la gente empieza a entender esta ley, comienzan a asumir su responsabilidad. Ha sucedido tantas veces cuando enseño este curso en todo el mundo. Se ilumina y el maestro se da cuenta, «es mi responsabilidad». Entonces todo cambia, porque cuando usted y yo aceptamos nuestra responsabilidad legítima, como lo desea Dios, el aprendizaje vuela. Una noche durante la cena familiar, mi hijo anunció que no iba a sacar muy buena calificación en matemática. Cuando le pregunté qué pasaba, me informó cortésmente: —Papá, las calificaciones en matemática no son culpa mía. Mi profesor es aburrido y la clase es terrible. ¡Necesita asistir a un curso de Las siete leyes del aprendizaje, porque no está haciendo que aprendamos! Mi esposa me miró, y yo capté que estaba pensando, «¿Qué estás enseñando a nuestros hijos?» Me di cuenta de que la situación reclamaba una explicación creativa inmediata. —Bueno, hijo, estás olvidando la ley del estudiante —dije. —¿Qué? ¡Nunca hablaste de esa ley en la conferencia! —Yo sé. Estoy inventándola ahora para ti y para todos los que intenten seguir tu ejemplo creativo. La ley del estudiante dice que el estudiante es responsable por aprender, a pesar de la calidad del maestro. ¿Me explico, David? Cuando seas profesor, enseña como si fueras cien por ciento responsable. Cuando seas alumno, aprende como si fueras cien por ciento responsable. Podía ver que no le gustó a David, pero a mi esposa sí le gustó. —Pero, entonces, ¿quién es responsable, papá? ¿Yo y mi profesor? —¡Sí! ¡Lo entendiste, David! Los dos son cien por ciento responsables. Y, no te olvides, hijo, ¡tendrás que rendirme cuentas por el cien por ciento tuyo de este curso! 29

(Los comentarios de David me hicieron recordar el dicho de Joseph Bayly, «¡No dejes que la escuela interfiera con la educación de tu hijo!») La ex secretaria de educación de los Estados Unidos, Shirley M. Hufstedler, tenía razón cuando dijo: «El secreto del éxito de un maestro es… que acepte personalmente la responsabilidad por el éxito o fracaso de cada alumno. Los maestros que asumen personalmente la responsabilidad por los éxitos y los fracasos de sus alumnos… producen alumnos con mayor rendimiento».3

Máxima 2: Los maestros tendrán que rendir cuentas a Dios por su influencia La hermana de la responsabilidad es la rendición de cuentas. Cuando alguien nos delega responsabilidad por un cierto proyecto, normalmente tenemos que rendir cuentas por los resultados. La Palabra de Dios claramente revela que cada uno rendirá cuentas a Dios por el cumplimiento de sus instrucciones. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. (2 Corintios 5:10)

Habrá un día futuro de rendición de cuentas. Todos tendremos que rendir cuentas por nuestras motivaciones, palabras, acciones, y fidelidad. Pero Dios ha dicho que algunos tendremos que rendir cuentas más que otros. Repetidamente la Biblia nos advierte que los líderes tenemos una responsabilidad más seria, y que tendremos que rendir cuentas por ella. Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. (Santiago 3:1)

Santiago es claro: los maestros seremos juzgados más estrictamente por Dios porque tenemos mayor responsabilidad. Daremos cuenta a Dios,

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U.S. News & World Report, 8 de septiembre, 1980, 48. 30

no solamente por cómo vivimos, sino también por cómo enseñamos. Tenemos que enfrentar un juicio más estricto por nuestro trabajo como maestros. Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. (Hebreos 13:17)

El autor de la Carta a los Hebreos también dice que los que tienen posiciones de autoridad tienen que dar cuenta. Por esta razón, el autor anima a los creyentes que están bajo su cuidado a obedecerlos y someterse a ellos, haciendo así más fácil para ellos cumplir su responsabilidad. Según este versículo, parece que no solamente los maestros rendirán cuentas, sino también sus alumnos. Hay varias implicaciones prácticas de esta máxima. Primero, ¡la única razón que Dios pide cuentas a los maestros es que somos responsables! Segundo, Dios ve el papel y la responsabilidad de la enseñanza como algo extremadamente importante. No permita que la falta de respeto en nuestra sociedad por los maestros minimice el honor que usted les da. Tercero, deje que el énfasis de Hebreos 13:17 le impacte plenamente. Recuerde, maestro, «velad por sus almas», ¡y no solamente por sus calificaciones! Finalmente, algunas clases y algunos alumnos le darán más dolores de cabeza que otros. Recuerde que tales clases y tales individuos son parte del territorio de la enseñanza. Aun el Maestro de maestros tenía alumnos como los saduceos, los fariseos, y el sanedrín, quienes atacaban no solamente el contenido de su enseñanza, sino también su reputación, y finalmente su vida. No se deje engañar por el concepto falso que, si enseña por los motivos correctos y con todo su corazón, todo resultará automáticamente de maravilla. ¡Puede ser que no resulte así! Dios nunca prometió darle una clase que siempre responda gozosamente a usted y al tema que está enseñando.

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Fije sus expectativas claramente. Enseñe cuando sienta gozo, y enseñe cuando sienta dolor. Enseñe porque Dios lo ha llamado y comisionado. Enseñe por causa de las calificaciones de sus alumnos en su prueba, y enseñe por causa de las calificaciones en su propio Examen Final.

Máxima 3: Los maestros son responsables, porque ellos controlan el contenido, el estilo, y al orador Aunque no siempre lo parece, el maestro tiene un control increíble sobre el proceso de la enseñanza-aprendizaje. El maestro es el agente que produce el resultado. Por esa razón, es justo que el Señor nos pida cuentas. Considere un momento lo que el maestro puede controlar: 1. Control completo sobre el contenido. El maestro puede controlar cada palabra que pronuncia. Si quiere cambiar el contenido en algún momento, por cualquier razón, lo puede hacer. Si quiere dar una ilustración, lo puede hacer. Si quiere profundizar en alguna área y pasar por encima de otra, lo puede hacer. Si quiere contar un chiste para romper con el aburrimiento, lo puede hacer. 2. Control completo sobre el estilo. El maestro también puede controlar su estilo y método de entregar el mensaje. Si quiere susurrar o gritar, quedar quieto o saltar, batir las manos o cruzar los brazos, todo está bajo su control. De la misma manera, puede dividir a los alumnos en grupos pequeños, dar un discurso, dirigir una discusión, tener un panel o un debate, mostrar una película, o hacer un mini-drama. 3. Control completo sobre el orador. El maestro también se controla a sí mismo. Puede vestirse como quiera, formal o informal—aun disfrazarse. Puede llegar temprano y quedarse después. Puede hablar con los alumnos o mantenerse distante de ellos. Puede sentarse, pararse, o caminar. El maestro tiene control completo sobre el orador.

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¿Puede ver cuánto control tiene el maestro sobre casi todo en el proceso de enseñanza-aprendizaje? Es asombroso cuando piensa en el increíble poder y la libertad del maestro (dentro de ciertos límites, por supuesto). El maestro tiene control sobre cada aspecto del proceso de aprendizaje excepto uno —¡el alumno! Si el profesor debe hacer que el alumno aprenda, pero no lo puede controlar, ¿cómo funciona esta ley? El maestro hace que el alumno aprenda por el buen manejo del contenido, del estilo, y del orador. Estos tres elementos tienen un poder increíble para hacer que el alumno aprenda. ¿Sabe usted lo que hace un maestro eficaz? Los maestros eficaces controlan estos tres elementos correctamente. Los maestros ineficaces no lo hacen. Hay ilustraciones de esto en las salas de clases en todo el país cada día. Hace poco mi hija me habló de una de sus clases. —Es un desastre, papá. La gente habla, tira cosas, no aprendemos nada. Una semana el profesor (utilizo esa palabra con reservas) estaba enfermo y llegó un profesor sustituto. Jennifer no pudo creer la diferencia. Dentro de unos minutos no podía reconocer la clase. Nadie estaba hablando, estaban aprendiendo, incluso disfrutaban del contenido por primera vez durante el semestre. Entonces Jennifer dijo algo que nunca olvidaré: —Papá, yo sé que no es muy bueno de mi parte decirlo, pero ¡espero que mi profesor no se mejore muy pronto! Todos podemos identificarnos con eso, ¿verdad? Es triste… porque no es necesario. Puedo garantizar que el profesor oficial había decidido hacía mucho tiempo que los problemas del desorden en la clase no eran culpa de él. Probablemente pensaba que los niños eran completamente desordenados

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por sí solos. La verdad era que él era el desordenado, porque no manejaba bien el contenido, el estilo y el orador. ¿Sabe usted cuál es la única diferencia entre las dos experiencias de mi hija? Fíjese en lo que tenían en común: La misma escuela El mismo contenido El mismo día de la semana Los mismos estudiantes Los mismos objetivos de la clase Entonces ¿cuál fue la diferencia? El profesor, ¿verdad? Pero, ¿qué cosa acerca del profesor? No fue el color de su pelo No fue su estatura No fue su peso No fue el tipo de ropa que usaba No fue su personalidad No fue el vehículo que manejaba Entonces, ¿qué? La única diferencia fue que el profesor eficaz sabía hacer que los alumnos aprendieran, modificando lo que hacía, lo que decía, y cómo lo decía. Los maestros ejemplares desarrollan una capacidad mayor para entender el proceso de aprendizaje, y reconocen inmediatamente el problema que impide el aprendizaje, y ponen en práctica la solución correspondiente. Muchas veces los profesores culpan a otros diciendo, «hay un problema con mi clase», cuando el único problema lo tienen ellos. El primer paso en resolver este problema casi universal es identificar el problema. Una vez que el problema sea obvio, entonces será más fácil implementar la solución

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correcta. (El método de la ley del agente —que estudiaremos en el próximo capítulo— revela cómo determinar el problema y su solución.)

Máxima 4: Los maestros deben medir su éxito por el éxito de sus alumnos Supongamos que usted es un director de escuela, y está entrevistando a dos candidatos para enseñar ciencia. ¿Cuál de estos dos elegiría? Candidato A. Mujer, cuarenta y ocho años, casada con tres hijos adultos, maestría en ciencia, veinte años de experiencia, ha publicado varios artículos en revistas, ha servido en varios comités administrativos, está trabajando en su doctorado, y tiene como pasatiempo cultivar orquídeas que han obtenido premios. Candidato B. Hombre, veinticinco años, soltero, tiene un gato llamado Whiskers, tiene bachillerato en ciencia, tres años de experiencia, no ha publicado ningún artículo o libro, ha servido en el comité de aseo, está considerando estudiar para una maestría en un par de años, su hobby es el esquí sobre el agua, y ayuda como voluntario en el parque zoológico. Hay que decidir. ¿Elegiría A o B? Créame o no, no hay manera de saber cuál sería mejor. Si la definición de enseñar es «hacer aprender», entonces ninguna de las dos descripciones da ningún indicio de la capacidad de enseñar de cualquiera de los dos.

Ni el género Ni la edad Ni el estado civil Ni los títulos que tenga Ni los artículos que haya publicado Ni los comités en que haya servido Ni los pasatiempos Ni siquiera los años de experiencia 35

Por supuesto, sus credenciales son relevantes e importantes. Pero ninguna nos dice nada de la eficacia de la persona como maestro en la sala, porque tienen que ver con su propia persona, pero no indican lo que puede hacer en la vida de los alumnos. Cada uno podría ser pésimo profesor, o excelente. El único dato que prueba qué clase de maestros son es el rendimiento de sus alumnos previos al fin del año académico, comparado con su rendimiento al comienzo. Después de enseñar esta ley del agente en una conferencia reciente, un comerciante bien vestido, que tenía aproximadamente cincuenta años, vino caminando con decisión hacia la plataforma. Obviamente tenía algo en mente. —He decidido después de todos estos años volver a la universidad para sacar una maestría en negocios —dijo—. Pero algo pasó recién que me molestó mucho. Tuve que tomar un curso de estadística, y la profesora era jefe del departamento. Estaba ansioso de estudiar con esta profesora eminente, pero ¿sabe lo que dijo la primera clase? ¡Dijo que el setenta por ciento fracasan en el curso! Primero, estaba impresionado. Pensé, ¡qué buena profesora! Pero ahora me he dado cuenta de que al contrario, no era tan buena profesora. ¡Solamente treinta por ciento de su clase aprobó! El comerciante tenía razón. Esa profesora puede ser líder importante, muy inteligente, y destacada autora, pero su rendimiento como profesora merece una calificación muy baja. Nunca lo olvide. Los maestros hacen que los alumnos aprendan la materia, y los maestros ejemplares hacen que grandes cantidades de alumnos aprendan grandes cantidades de materia. No solamente contratamos a las personas de acuerdo con normas equivocadas, sino también premiamos y promovemos a la gente por razones equivocadas. ¿Cuál de los dos profesores abajo recibiría mayor reconocimiento, una promoción, y un aumento en su salario? Estos

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profesores enseñan el mismo curso en la misma escuela al mismo tipo de alumnos de la misma edad: 1.

El profesor A terminó su segunda maestría, mientras los alumnos del profesor B sacaron calificaciones 25% mejores que los alumnos del profesor A en el examen nacional en la materia que enseñan.

2.

El profesor A publicó tres artículos en una revista profesional, mientras los alumnos del profesor B ganaron tres premios en una competencia regional.

3.

El profesor A sirve en el comité de educación de la región, mientras los alumnos del profesor B sacan un promedio de calificaciones más alto.

4.

El profesor A recibe la mayoría de los votos de los profesores por el premio «profesor del año»; el profesor B era número quince en la lista. El profesor B recibe la mayoría de los votos de los alumnos por el premio «profesor del año», y el profesor A era número quince en la lista. La filosofía aceptada en este libro es que, aunque no se puede negar que las actividades y los comités y los títulos son importantes, la prueba más importante de la eficacia de un profesor es el rendimiento de los alumnos. A veces las mismas cosas que promovemos pueden minimizar la eficacia de la enseñanza. Teníamos un chiste cuando era estudiante de postgrado: decíamos que cuanto más títulos tenía el profesor, cuanto menos eficaz era en su enseñanza. Más conocimiento no necesariamente lo hace mejor profesor. Puede parecer poco tradicional, pero sería interesante medir el rendimiento de los alumnos de un profesor antes y después de que saque un nuevo título. Ahora, no me entienda mal. Estoy a favor de la educación superior y estoy constantemente animando a otros a seguir estudiando. Yo asisto a cursos, miro videos de entrenamiento, escucho audio casetes, leo libros, y asisto seminarios. Pero el énfasis tiene que estar siempre en el resultado de esas actividades educacionales, y no en la acumulación de ellas. Lo que vale es lo que hace el alumno, no lo que hace el profesor. Si el alumno tiene éxito, entonces el profesor también tiene éxito. 37

Máxima 5: Los maestros hacen mayor impacto con su carácter y su compromiso que con su comunicación Esta máxima compara el impacto de «quién es el profesor» (carácter y compromiso) con el impacto de «qué dice el profesor» (comunicación). El carácter siempre influye más que la comunicación. Considere su propia vida como alumno. Elija uno o dos profesores favoritos. Probablemente su selección tiene más que ver con el aprecio que usted les tiene como personas que con el contenido de sus clases. Esos proverbios eternos son verdad: «Lo que haces habla más claramente que lo que dices», y «los hechos hablan más fuerte que las palabras». Cuando las palabras y las acciones se contradicen, las acciones siempre superan las palabras. Desdichadamente, el mundo y la iglesia frecuentemente cantan la misma canción, creyendo que las palabras son más importantes. Hace poco un diácono de una iglesia local me dijo que el directorio de su iglesia había votado seis contra tres para retener a su pastor, ¡un hombre en medio de un divorcio, y a punto de casarse con otra mujer de la misma iglesia! Le pregunté cómo su iglesia podía rebelarse tan abiertamente contra los principios bíblicos. —Ah —dijo—, nuestro pastor es tan buen predicador que no queremos perderlo. Además, una iglesia más grande en otro estado le ha hecho un llamado para ser pastor de su congregación. Probablemente tendremos que aumentar su sueldo para que siga con nosotros, pero casi todos lo quieren, excepto por unos pocos conservadores testarudos. ¿Es posible que ese pastor viva abiertamente en pecado, dividiendo su propia familia y la familia de otra mujer, y todavía sea un excelente predicador? Sí, creo que sí. Algunos de los mejores profesores y predicadores del mundo están abiertamente en contra de Cristo. Muchos de los hombres que predican en 38

los púlpitos más influyentes del país no sostienen las doctrinas del nacimiento virginal, la inspiración de las Escrituras, la resurrección de Cristo, o la deidad de Cristo. No obstante, su poder de oratoria y persuasión son increíbles. Sus palabras nos pueden hacer llorar. Pero el hecho de ser movido a lágrimas no significa que Dios esté de acuerdo con él, o que esté bendiciéndolo. Nos equivocamos rotundamente cuando pensamos que, solamente por el hecho de enseñar eficazmente, o ser un pastor amable, o predicar con convicción, que la mano del Señor esté sobre esa persona. La mano del Señor no puede estar sobre una persona que rechaza la deidad de Cristo; la Biblia lo llama un «enemigo del evangelio». Cuando esa iglesia decidió retener a su pastor, tomó una posición públicamente a favor del pecado y en contra del Salvador. La comunidad de no creyentes una vez más blasfemará la causa de Cristo porque aun ellos pueden reconocer una atrocidad inmoral. Pero ¿qué sucede con la predicación persuasiva de ese pastor? Vuelva en unos cinco años y verá los frutos de lo que está sembrando ahora. Ya se puede ver la palabra Icabod4 grabada sobre la puerta de entrada. Lo he visto muchas veces, sin excepción. Los principios divinos del ministerio siempre han sido los mismos: primero, el carácter, después la comunicación. Por eso son tan claras las epístolas 1 Timoteo y Tito —la vida del comunicador debe estar en armonía con el mensaje antes de que predique el mensaje. De hecho, el carácter siempre controlará el contenido —a la larga. Cuando el Espíritu de Dios está apagado, y se le da rienda suelta al pecado, no solamente elimina la presencia del Espíritu en la enseñanza, sino pronto también eliminará la presencia de las Escrituras. El maestro o el predicador comenzará a moldear el contenido para ajustarse a su estilo de vida. Me

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1 Samuel 4:21 39

hace temblar pensar que ese pastor, su nueva esposa, y los seis diáconos, tendrán que rendir cuentas en otra corte por la atrocidad que han cometido. Cuando pido a los adultos que seleccionen al maestro que más influencia ha tenido en sus vidas, siempre es el que mostraba el carácter más noble y el mayor compromiso. Esos maestros normalmente no eran los más fáciles, ni los más difíciles en el salón de clases, pero tenían algo especial que despertaba respeto genuino y admiración. Nosotros, sus estudiantes, deseábamos ser como ellos algún día. ¡Que sus estudiantes deseen ser como su maestro!

Máxima 6: Los maestros existen para servir a sus estudiantes Todos disfrutamos de una deliciosa cena en un restaurante, servido con elegancia. ¿Qué le parecería si la próxima vez que visitara su restaurante favorito, y pidiera un vaso de agua, la mesera dijera, «¡Vaya a buscarla usted! ¿Qué le pasa? ¿No sabe servirse usted mismo? No soy su esclava, ¿sabe?» Usted saldría de ese lugar, pensando que es el peor servicio recibido en su vida. Probablemente nunca volvería. Usted piensa en la mesera como su sirvienta. Una parte de lo que usted paga es su buena voluntad para servirlo —ese es su trabajo. Pero, si estuviera en un paseo varios días después, comiendo un picnic, tendría otra relación con la misma señora que era la mesera. No esperaría que le sirviera de la misma manera, porque tiene otro rol en esa situación. Los roles que tenemos influyen en decidir si una cierta conducta es apropiada. Ahora considere el rol del maestro. ¿Quién debe servir el vaso de agua, traer la comida, y preguntar si desean algo más? Desgraciadamente, muchos que somos profesores hemos olvidado que somos siervos. Muchas clases sufren de una inversión de roles, en que el estudiante ha llegado a ser el sirviente. Los maestros han olvidado que existen para suplir las necesidades de los estudiantes, y no para suplir sus propias necesidades.

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¿Por qué es tan fácil reconocer este problema cuando lo vemos en el restaurante, pero tan difícil de reconocerlo en la sala de clases? Recuerdo la primera vez que tuve que hablar a una multitud hace muchos años. Mi corazón palpitaba, mis piernas temblaban, me transpiraban las manos, ¡y estaba orando que el Señor volviera en ese mismo momento! Sentado a mi lado estaba un conferencista destacado con mucha experiencia. Mientras cantábamos el himno, antes de que yo hablara, le dije: —¡Estoy tan nervioso! ¡No sé si puedo hacer esto! Sin vacilar, este gran hombre dijo: —Bruce, ¡no seas tan arrogante y centrado en ti mismo! No es algo que quieras escuchar justo antes de hablar. Le pregunte: —¿Qué quiere decir? —Estás pensando mucho en ti mismo, en cómo te irá, y en qué pensarán de ti, por eso estás nervioso. Si pudieras quitar la vista de ti mismo un momento y pensar en la gente y en sus necesidades, comenzarías a preocuparte por ellos y no estarías tan nervioso. Cuando estamos tan concentrados en nosotros mismos, nos ponemos nerviosos. Cuando empezamos a concentrarnos en las personas, el Señor nos utiliza. Entonces sonrió y volvió a cantar el himno, como si no hubiese pasado nada. Y yo volví al Señor para un momento de ajuste espiritual. Decidí dejar de preocuparme por mis propias necesidades, y empecé a atender las necesidades del público. Los nervios se calmaron, o por lo menos empezaron a calmarse. Servir a los estudiantes es como amar a nuestros hijos. Frecuentemente hacemos cosas para nuestros hijos, pensando que estamos comunicando amor, sin que ellos lo perciban así. De manera semejante, muchas veces los profesores tratamos de servir a nuestros estudiantes, pero los alumnos no lo perciben. Posiblemente sea porque inconscientemente los maestros hacemos cosas que comunican exactamente lo opuesto de nuestras intenciones. 41

En todo este libro, presentaré muchas maneras de servir a sus alumnos en forma concreta; maneras que reconocerán y apreciarán. En la ley del potencial, aprenderá formas prácticas para comunicar amor a sus alumnos. En la ley de la necesidad, conocerá los secretos que Cristo usó para motivar a sus alumnos a desear lo que enseñaba. En la ley de la retención, verá algunos enfoques revolucionarios para enseñar la materia en forma veloz. Las siete leyes apuntan al mismo asunto: ¿cómo el maestro puede servir al alumno? Al entender y practicar estas leyes, la motivación reemplazará la frustración. Tendrá una cantidad increíble de habilidades transferibles que funcionan con cualquier curso que enseñe y con alumnos de cualquier edad. ¿Cómo podemos decir esto? Porque los principios son universales, como la gravedad, y cuando los practicamos, nuestros alumnos sienten que les hemos servido. Únase con la pequeña tropa de maestros que entran la sala de clases con decisión, y con el propósito claro de servir a sus estudiantes con todo su corazón, su mente, y su alma. Máxima 7: Los maestros que practican la ley del agente pueden llegar a ser maestros ejemplares Había una posición disponible para profesor en una escuela en Dallas, y muchas personas se presentaron. Finalmente, quedaron dos candidatos finalistas. El primer hombre había enseñado treinta y cinco años; la otra candidata estaba en su segundo año como profesora. El profesor con experiencia estaba seguro de que ganaría el trabajo. Pero para en el fin de semana, ya se había tomado la decisión de elegir a la señorita. El hombre mayor estaba furioso. Fue rápidamente a la sala donde estaba en reunión el comité, y exigió una explicación de por qué no lo habían contratado —después de todo, él tenía treinta y cinco años de experiencia. El director sabio se detuvo un momento y contestó: 42

—Señor, es verdad que ha estado enseñando durante treinta y cinco años, pero no pude ver ninguna mejoría durante todo ese tiempo. Como yo lo veo, ¡usted ha repetido treinta y cinco veces! A diferencia de la noción popular que los maestros ejemplares nacen así, creo que los maestros ejemplares no nacen así, tampoco se fabrican, sino que son mejorados. Creer que algunos nacen como maestros ejemplares es tan ilógico como creer que algunos nacen como grandes científicos. Por supuesto, hay grados distintos de capacidad innata, pero la mayoría de los que tienen éxito en su campo lo logra con mucho esfuerzo y perseverancia durante mucho tiempo. Saque de su mente el otro concepto falso de que la grandeza viene en pasos gigantescos de mejoría. La verdadera eficacia se desarrolla durante muchos años, paso a paso. Cada año en nuestro ministerio vemos evidencia concreta de esta verdad. Tenemos la tradición de reconocer los mejores instructores del año. Inevitablemente siempre hay por lo menos una sorpresa. Un año tuve discusiones intensas con el decano de la facultad acerca de uno de los profesores de menor rendimiento. Tenemos unos estándares de exigencia muy altos para nuestra facultad de los seminarios, y yo trataba de convencer a nuestro decano de despedir a este hombre. Finalmente me dijo: —Dale otro año para mejorar. Si no mejora, yo mismo lo despediré. Yo cuestionaba su apoyo hacia a este hombre de tan poco éxito, y él dijo: —El hombre está trabajando más que nadie en la facultad para superarse. Está viendo los videos de los mejores maestros, pide a su esposa y a sus amigos que lo evalúen constantemente, y siempre me pide consejos para mejorar. Creo que lo puede lograr, y realmente lo desea de todo corazón. Al año siguiente, cuando se hicieron las evaluaciones para determinar a los diez mejores, ¡adivine quién lo logró! El mismo hombre que yo quería 43

despedir el año anterior. ¿Tenía las habilidades naturales especiales para llegar arriba? No, no las tenía. Los mejores rara vez son las personas con más talento natural, sino los que tienen la pasión en su corazón para utilizar lo que Dios les ha dado, y tratan de alcanzar el máximo de su potencial.

El meollo de la ley del agente La esencia de la ley del agente se resume en tres palabras: «Hacer que aprendan». El maestro es el agente del proceso de aprendizaje, y debe aceptar la responsabilidad de hacer que sus alumnos aprendan.

Conclusión Como usted ya captó, esta primera ley del agente es la piedra angular sobre la cual todas las demás leyes son edificadas: El maestro es responsable por el aprendizaje de los alumnos. Algunos profesores han tenido este sentido de compromiso y responsabilidad toda su vida, pero son pocos. Para otros, este compromiso viene con dificultad y trauma, pero cambia sus clases y sus corazones para siempre. Finalmente, desdichadamente hay algunos que nunca asimilan este compromiso en sus corazones. No solamente son ellos los que sufren, sino también sus alumnos. Como yo enseño a maestros, he aprendido a valorar a los que han decidido guardar este compromiso en sus corazones, especialmente a los que han tenido que pasar por fuego para desarrollarlo. De todas las historias de tales peregrinajes, mi favorita es la de Teddy Stallard. Teddy Stallard seguramente calificaba como uno de los «perdedores». No estaba interesado en sus estudios. Usaba ropa sucia y arrugada que olía 44

mal. No se peinaba. Tenía una expresión vacía, sin sentimientos —una mirada lejana. Cuando la señorita Thompson le hablaba a Teddy, siempre contestaba con monosílabos. No era atractivo, no tenía motivación, era distante, y simplemente difícil de amar. Aunque su profesora decía que amaba a todos los alumnos en su clase, no era exactamente la verdad. Cuando ella calificaba las tareas de Teddy, sentía un placer perverso al poner una «x» al lado de las respuestas equivocadas, y cuando ponía una calificación de reprobado en sus hojas, siempre lo hacía con mucho entusiasmo. Debería haber sabido; tenía los archivos de Teddy y sabía bastante de él. Los documentos decían: Primer año: Teddy muestra mucha promesa con su trabajo y su actitud, pero tiene una situación mala en su casa. Segundo año: Teddy podría trabajar mejor. Su madre está gravemente enferma. Recibe poca ayuda en la casa. Tercer año: Teddy es un buen niño, pero muy serio. Aprende lentamente. Su madre murió este año. Cuarto año: Teddy es muy lento, pero tiene buena conducta. Su padre no muestra interés.

La navidad llegó y los niños de la clase de la señorita Thompson le llevaron regalos. Amontonaron los regalos encima de su escritorio y se acercaron para mirar mientras los abría. Entre los regalos había uno de Teddy Stallard. Estaba sorprendida que le había llevado un regalo. Estaba envuelto en papel café y estaba cerrado con cinta adhesiva. En el papel estaba escrito simplemente, «Para la señorita Thompson de Teddy». Cuando abrió su regalo, vio un brazalete barato, con solamente la mitad de las piedras falsas, y un perfume barato. Los otros niños empezaron a reírse, pero la señorita Thompson los hizo callar cuando se puso el brazalete y se aplicó un poco de perfume en su muñeca. Levantó la muñeca y les dijo:

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—Huele muy rico, ¿verdad? —Todos los niños, captando la idea, asintieron inmediatamente. Al final del día, cuando todos los demás niños se habían ido, quedó Teddy solo con la profesora. Se acercó al escritorio y le dijo en voz baja: —Señorita Thompson,… señorita Thompson, usted huele igual que mi mamá… y su brazalete luce bonito en su brazo también. Me alegro que le hayan gustado mis regalos. Cuando Teddy salió, la señorita Thompson se arrodilló y pidió perdón a Dios. Al día siguiente, cuando los niños llegaron a la escuela, había una nueva profesora. La señorita Thompson era otra persona. Ya no era solamente una profesora; había llegado a ser una agente de Dios. Era una persona comprometida a amar a sus niños y a hacer cosas que tendrían consecuencias más allá de su vida. Ayudaba a todos los niños, pero especialmente a los más lentos, sobre todo a Teddy Stallard. Al fin del año académico, Teddy mostraba una mejoría dramática. Había alcanzado el nivel de los demás alumnos, incluso tenía mejor rendimiento que algunos. No escuchó nada de Teddy por muchos años. Entonces un día recibió una carta que decía: Querida señorita Thompson: Quería que usted fuera la primera persona en saberlo. Voy a graduarme este año segundo en mi clase. Cariñosamente, Teddy Stallard

Cuatro años más tarde, llegó otra carta: Querida señorita Thompson: Acaban de decirme que me graduaré primero en mi clase. Quería que usted fuera la primera persona en saberlo. La universidad no ha sido fácil, pero me gusta. Cariñosamente, Teddy Stallard

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Y cuatro años después: Querida señorita Thompson: Desde hoy día, soy el Dr. Ted Stallard, médico. ¿Qué le parece? Quería que usted fuera la primera persona en saberlo. Me voy a casar el próximo mes, el 27 para ser exacto. Quisiera que usted fuera a la boda y que se sentara en el lugar donde se habría sentado mi madre si estuviera viva. Usted es mi única familia ahora; papá murió el año pasado. Cariñosamente, Teddy Stallard

La señorita Thompson fue a la boda y se sentó en el lugar de la madre. Mereció el asiento, porque había hecho algo para Teddy que nunca olvidó.5 ¿Qué regalo le puede dar a sus alumnos, querido maestro? En vez de dar algo que se compra con el dinero, tome el riesgo de dar algo que vivirá mucho tiempo después de usted. Sea extremadamente generoso. Dé el regalo que solamente usted puede dar —a usted mismo— a los alumnos de su clase. A todos ellos. Dé tanto de sí mismo que aprenderán algo tan profundo y significativo que lo invitarán a su boda, porque parece muy natural.

Preguntas para reflexión 1.

¿A quién consideraría usted el mejor profesor que ha tenido en su vida? ¿Cuáles son las tres características más destacadas que hizo que fuera su maestro favorito? ¿Qué compromiso tenía con «hacerle aprender»? ¿Qué habría pasado si hubiese perdido ese compromiso?

2.

¿Cómo definirían la enseñanza la mayoría de los profesores hoy? Si usted llegara de otro planeta con la tarea de averiguar qué hacen en estos edificios

5

Anthony Campolo, «Who Switched the Price Tags?» [¿Quién cambió las etiquetas?] (Waco, Texas: Word Books, 1986), 69–72. 47

que llamamos «escuelas», y usted visitara invisiblemente una clase del quinto año, otra del noveno año, y otra del undécimo año, ¿qué informe escribiría a su supervisor? Recuerde que nunca ha visto una escuela antes, así que tendrá que olvidarse de la imagen previamente formada para desarrollar una respuesta.

3.

El presidente de su país le ha pedido que desarrolle un nuevo modelo para contratar, entrenar, y pagar a los profesores. El único requisito es que quiere que los estudiantes de su país lleguen a estar en el primer lugar en el mundo académicamente en los próximos tres años. Le ha dado completa libertad y autoridad, y un presupuesto sin límite; cada decisión es suya, y no será cuestionada, sino solamente evaluarán los resultados. Su única petición es que su modelo sea gobernado por no más de siete principios. ¿Qué principios establecería usted?

4.

Considere por un momento su trabajo de profesor. ¿Cuánto ha influido el concepto de que es su responsabilidad hacer que los alumnos aprendan? Supongamos que yo podría mágicamente hacer que usted tuviera esta actitud en el máximo grado. Después de una semana de enseñanza, ¿cómo describirían sus alumnos la diferencia entre el viejo «usted» y el nuevo «usted»? ¿Cuál de los dos «ustedes» preferiría ser? ¿Por qué?

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2 LA LEY DEL AGENTE; EL MÉTODO Y LOS MAXIMIZADORES Había intentado todo, y mi vehículo todavía no andaba bien. En el momento menos esperado, comenzaría a hacer ruidos y a fallar. Finalmente, me rendí y fui a mi taller favorito, donde el mecánico de confianza había reparado mi automóvil durante años. Después de unos momentos, avisó que no podía encontrar nada malo, y que tendría que conectar mi vehículo a una «máquina de diagnóstico». Nunca había visto una máquina de diagnóstico, así que pregunté si podía mirar. Abrió la cubierta del motor, desconectó un par de cables, y los conectó a su computadora. Cuando se activó la máquina, empezaron a pestañar las luces, y en un instante el mecánico empezó a reír. Dijo: —Bueno, la razón por la que nunca pudiste ver este problema es que hay un corto circuito en uno de los cables que causa un inconveniente de vez en cuando. Pero no se puede ver a simple vista. Cambiaron el cable, y pronto estaba en camino, con el motor sonando suavemente. Pero no pude olvidar la máquina maravillosa. Entonces me vino la idea: ¿no sería bueno tener una máquina de diagnóstico para maestros? Si los alumnos no estuvieran trabajando, podría conectar algunos de ellos a la máquina, ¡y sabría inmediatamente cuál es el problema! A veces da la impresión que el proceso de enseñar y aprender es un misterio incomprensible. Un día su enseñanza funciona mejor que un automóvil de carrera, y otro día parece tan lenta que tendrá que ir al taller para reparaciones. Si usted se ha preguntado alguna vez cuál es el problema en sus clases, entonces anímese: una «máquina de diagnóstico» realmente está disponible. Al finalizar este capítulo, usted tendrá la 49

capacidad de identificar el problema en unos minutos, y sabrá cómo solucionarlo. En contraste con los sistemas numerosos de un automóvil, el proceso de aprendizaje tiene solamente cinco sistemas principales que controlan su éxito o fracaso. Por lo tanto, es más fácil buscar la fuente del problema en un grupo de estudiantes que en un vehículo. Con un poco de entrenamiento, usted puede ganar la habilidad de discernir por qué algo no está funcionando, y también la habilidad de arreglar el problema. Desempaquemos esta «máquina de diagnóstico» para maestros, y veremos si puede aprender a usarla. (¡No requiere baterías!)

El método de la ley del agente Piense un momento acerca de lo que debe estar presente para que haya una experiencia de enseñanza-aprendizaje en el aula cristiana. La siguiente lista nombra las cinco cosas principales que están en cada aula y cada escuela dominical y cada estudio bíblico en el hogar. 1.

Los alumnos —los individuos que aprenden la materia.

2.

La materia —el contenido o la habilidad que se aprende.

3.

El estilo —la manera o el método por el cual se enseña el contenido.

4.

El orador —el instructor o el maestro que causa el aprendizaje.

5.

El Espíritu —la presencia y la influencia del Espíritu Santo. Estas son las causas fundamentales del aprendizaje. La manera en que se manejan estas cinco cosas determinará el éxito o el fracaso en la clase. Si la enseñanza está funcionando bien —es decir, si usted está haciendo que los alumnos aprendan— es porque estos cinco factores están en armonía. Si la enseñanza no funciona bien, uno o más de los cinco factores está mal, y necesita ajuste. Cada uno de los cinco factores controla alguna parte del proceso de enseñanza-aprendizaje, y cuando no funciona bien, algo predecible sucede. 50

Cuando el motor de su vehículo no parte, y no encienden las luces, ¿qué sistema tiene problemas? Correcto, es el sistema eléctrico. Probablemente puede hacer que funcione el motor con cables conectados a la batería de otro vehículo. Este concepto es extremadamente importante: Los problemas del sistema de enseñanza casi siempre son los mismos y casi siempre tienen las mismas soluciones. Cuanto más entiende usted este principio, más fácilmente puede reconocer los problemas y resolverlos. La enseñanza no es una habilidad tan complicada que solamente las personas superdotadas puedan hacerla. Al contrario, la enseñanza es un grupo de habilidades aprendidas que están disponibles para cualquiera que desee adquirirlas. Al continuar con las siete leyes, conocerá principios revolucionarios que puede usar inmediatamente en sus clases. Entonces, cuando los alumnos no están motivados, o son desordenados, o no están aprendiendo, sabrá cambiar la situación. Cuanto más tiempo enseña, más soluciones tendrá en su repertorio. Cuanto más soluciones utiliza eficazmente, más alumnos lo llamarán un maestro excelente. Cuando suceda eso, ¡se habrán realizado mis sueños para este libro!

El método de la ley del agente: Tres relaciones principales Hay tres relaciones principales que ocasionan un impacto directo sobre la mayoría de las situaciones en las clases. Estas relaciones tienen que ver con cómo usted el maestro se relaciona con su materia, con sus alumnos, y con su estilo. Posteriormente en este libro hablaremos de su relación con el Espíritu Santo y consigo mismo. La gente siempre está sorprendida por el hecho de que, después de observar su clase unos pocos minutos, puedo explicar por qué no está funcionando bien, y les puedo decir lo que deben hacer para arreglar el

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problema. Está a punto de aprender algunas de las verdades que lo hacen posible.

En el diagrama usted puede ver que el «maestro», o el orador, está en el cuadro inferior. La «exposición» está en el cuadro de la izquierda, el «estudiante» está arriba, y el «estilo» está a la derecha. Estas relaciones que están siempre presentes gobiernan la gran mayoría de los éxitos y los fracasos en la clase. Fíjese que todas las flechas en este diagrama empiezan con el maestro/orador, y terminan con el estudiante. El método de la ley del agente se concentra en cómo se relacionan la exposición, el estudiante, y el estilo con otros factores que estudiaremos en otros capítulos. Por ejemplo, en la ley de la retención, aprenderá a enseñar la materia en forma veloz. En la ley de la necesidad, conocerá los cinco pasos que utilizó Jesús para motivar a sus alumnos, para que pueda usarlos cada vez que enseña. La ley del potencial enseña a cultivar en sus alumnos la capacidad de alcanzar su máximo potencial. Cada ley, entonces, se construye sobre la base de las tres relaciones principales, preparándolo para ser un excelente «agente del aprendizaje» entre sus alumnos. La exposición de la materia representa el «qué» de la enseñanza, el estudiante es el «quién», y el estilo es el «cómo». La enseñanza entonces determina cómo enseñar qué a quién. El maestro debe desarrollar el contenido (manifiesta el contenido), debe discipular a sus alumnos (moldea 52

su carácter), y debe entregar el contenido usando el estilo apropiado (maneja las condiciones). Cada uno de nosotros relaciona estos aspectos de una manera distinta, pero siempre hay un aspecto que destacamos más que otros. Algunos somos más eficaces con el contenido (orientado a la exposición); otros no brillan con su contenido, pero influyen mucho en el carácter de sus alumnos (orientado al estudiante); y otros se destacan en su manera de entregar la materia, hacen que las condiciones sean interesantes, motivadoras, y capten la atención (orientado al estilo). Dedíquese un momento a identificar cuál de estas tres relaciones usted maneja mejor. Lea las siguientes descripciones, y coloque un número «1» al lado de la relación que lo describe mejor, un número «2» para la segunda más importante, y un número «3» para la que menos lo describe: □ Orientado a la exposición. «Me gusta el contenido. Casi siempre tengo dos o tres veces más materia de la que necesito, y frecuentemente me encuentro apurándome al final de la clase para terminar a tiempo. Disfruto de explicar cosas, y quiero que mi clase tenga una comprensión completa. Me encantan las listas de material, y siento una necesidad fuerte de conocer los datos yo mismo. Me gusta hacer investigación en libros y comentarios. A veces tengo que cuidar de no hacer la materia demasiado complicada para el alumno promedio de mi clase.» □ Orientado al estudiante. «Me gustan los alumnos. Siento que son más amigos que alumnos. Estoy interesado en cada uno de ellos, y disfruto de su compañía tanto fuera del aula como dentro ella. Me gusta compartir historias con ellos acerca de mi propia familia, y siento que mis alumnos son mi familia extendida. A veces tengo que cuidar de no alejarme demasiado del tema, pero quiero ayudarles todo lo que pueda.» □ Orientado al estilo. «Me gusta lo que sucede durante el proceso de aprendizaje. Me encanta sentir la electricidad de la clase, ver a los alumnos que están atentos a cada palabra. Me gusta usar mi propia creatividad en la 53

clase, y siempre estoy encontrando nuevas cosas que hacer para mantener el interés. Los alumnos disfrutan de mis clases porque no son aburridas. A veces me excedo un poco en mis esfuerzos creativos para hacer que las clases sean frescas y vivas, pero los alumnos siempre aprecian la espontaneidad y la variedad. Me encanta enseñar y no puedo esperar para que la clase comience —¡cuanto más grande es la clase, más me gusta!» ¿Ha descubierto su relación más fuerte? Si no, pregunte a un amigo, porque probablemente es claro para todos menos para usted. Normalmente se puede identificar qué tipo de maestro es cada persona en nuestros seminarios por lo que hace durante el refrigerio. Si la persona está orientada al contenido, irá directamente a la mesa donde se venden libros, y comprará algunos recursos. Incluso, ¡las personas muy avanzadas en esta orientación tomarán las Biblias nuevas en sus manos para sentir el olor de las páginas nuevas! Si una persona está orientada a los alumnos, no se levanta inmediatamente de su asiento. Se da vuelta para conversar con el vecino, preguntando por su esposa, sus niños, su trabajo, su casa, su color favorito, su día favorito de la semana,.… Al final del día, las personas muy avanzadas en esta orientación pedirán su dirección y teléfono, y comenzarán una amistad de por vida. Si una persona está orientada al estilo, en el momento que anuncian el descanso, se pondrá de pie, dará una palmada e irá a buscar un refresco hablando animadamente acerca de las ayudas visuales de cuatro colores. (¡La persona orientada al contenido ni siquiera se dio cuenta de que tenían cuatro colores, y la persona orientada a los alumnos quería ver más fotos de personas y perritos!) Las personas muy avanzadas en esta orientación estarán anotando en sus cuadernos cómo habrían enseñado la clase, y están escribiendo los chistes y comentarios interesantes para usar en su próxima clase.

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¿Ve cómo funciona? Cada uno de nosotros se inclina hacia un lado u otro. Veamos un poco más acerca de estas relaciones principales para mejorar la perspectiva.

Relación 1: El maestro y su contenido Cuando el contenido es su mayor fuerza, sus alumnos probablemente lo llamarán a usted «erudito», «cerebro», o «docto». Le gusta pensar en la materia, y se siente cómodo con el mundo de ideas y pensamientos, incluso más que pensar en sus alumnos (y obviamente más que pensar en esos métodos creativos que parecen una pérdida de tiempo). Le encantan las fuentes originales, y usted siempre lamenta que no haya dominado mejor el griego, el hebreo, el latín y el alemán, para poder profundizar más todavía en la materia. Sus alumnos piensan que usted es inteligente, y que sabe mucho acerca de muchos temas. Les gusta escuchar sus respuestas, porque siempre tienen sentido —frecuentemente disfrutan más el tiempo de preguntas que la presentación misma. Sus alumnos probablemente piensan que usted espera demasiado de ellos, y que enseña muchas cosas que no son necesarias, pero usted tiende a pensar que todo es importante. Nadie siente que no está aprendiendo en sus clases, pero algunos alumnos tienen que esforzarse mucho para seguir su ritmo. En mis estudios de postgrado, tenía como profesor a un clásico representante de este tipo de relación. En la segunda clase del semestre, un alumno levantó la mano, y pidió más información acerca de un punto que parecía totalmente insignificante. Los compañeros mostraron caras de incredulidad y molestia cuando lo escucharon, y nadie esperaba que el profesor pudiera dar mucha explicación. Años después, todavía recuerdo con asombro lo que hizo el profesor. Asintió con la cabeza, como para decir que la pregunta mostraba mucha comprensión del tema, tomó con una mano el dedo pulgar de la otra mano, 55

y apretó su mano contra su frente, y se concentró. Procedió a nombrar una serie de libros que tenían la respuesta, y continuó, «tomo dos, página 246, página izquierda, columna derecha, la línea siete u ocho». Entonces cerró los ojos y citó tres o cuatro párrafos del texto. Primero pensé que era un chiste, así que durante el recreo, corrí a la biblioteca y busqué el tomo y la página. ¡Estaba maravillado cuando descubrí que lo había citado palabra por palabra! Excepto por sus excursiones ocasionales en la teología profunda, cuando citaba las fuentes originales en alemán, todos comenzamos a querer mucho a este profesor, y sentíamos que nos hacía crecer en nuestro conocimiento. Fue una de las experiencias más increíbles de toda mi carrera. Pero tales capacidades tienen su lado flaco. Este mismo profesor nos contó que una vez fue a hablar en una conferencia durante un fin de semana en Houston, Texas. Cuando volvió a Dallas en avión, se quedó esperando a su esposa a que pasara a buscarlo. Después de una hora, la llamó por teléfono para ver si se había olvidado. —¿Dónde estás? —preguntó ella. —En el aeropuerto de Dallas, por supuesto —contestó—, pero ¿dónde estás tú? —En la casa —dijo—, esperándote. Hubo un largo silencio, seguido por: —Cariño, ¿olvidaste que fuiste en automóvil a Houston? Si usted siente que su lado más débil es el contenido, entonces probablemente está inseguro acerca de su materia, y depende mucho de sus apuntes escritos. Cuando alguien levanta la mano en la clase, está muriendo por dentro, porque piensa que no sabrá la respuesta. No quiere que nadie se dé cuenta que no sabe, así que le dice que hablará con él durante el recreo. Secretamente está orando que se olvide de la pregunta

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para el recreo. Probablemente sea más fácil para usted usar los apuntes de otra persona, y nunca está seguro de si tiene buen contenido para la clase.

Relación 2: el profesor y el alumno Cuando su relación con los alumnos es su mayor fuerza, sus alumnos probablemente le llamarán «amigo», dirán que usted les anima mucho, y que usted los comprende. Usted encuentra fácil relacionarse con sus alumnos. Probablemente tenga más interés en sus alumnos que en el contenido de su clase o el estilo. Después de todo, los alumnos son la razón por la cual usted enseña. Le gusta compartir con ellos acerca de su propia vida, sus luchas y victorias, y la clase parece una gran familia. A veces se encuentra almorzando en la cafetería con los alumnos en vez de estar con los otros profesores. Usted desea acercarse a los alumnos, no alejarse de ellos. Sus alumnos piensan que usted es amable y práctico. Sienten que se preocupa por ellos, y que es una persona auténtica y transparente. Vienen a verlo cuando tienen problemas —muchos piensan que usted es el único profesor que les comprende y que puede ayudarles. Cuando era más joven, yo estudié con un profesor orientado a los alumnos. Parecía que pasábamos más tiempo contando historias y escuchando sus historias familiares que hablando de la materia del curso. Nuestro desafío era ver cuánto tiempo podríamos distraerlo de su materia. Muchas veces pudimos hacer que nos contara historias durante el período completo. Cuando se dio cuenta que el semestre estaba terminando y que había avanzado solamente un par de páginas de sus apuntes, empezó a dictar histéricamente sin parar durante las últimas clases, para tener algo que pudiera preguntarnos en el examen final. Pero no nos importó; pensamos que era increíble. Habríamos hecho cualquier cosa por él. Si esta relación es su debilidad, entonces usted no está cómodo con los alumnos. Prefiere llegar justo en el momento que comienza la clase, y 57

siempre tiene algún motivo para salir inmediatamente después de la campana. Probablemente no se sienta cómodo contando historias transparentes de su vida personal. Sus alumnos probablemente le digan «señor», «señora», «señorita», «profesor», profesora«, «doctor», o «doctora». Nunca usarían su primer nombre. Usted piensa que cierta distancia es saludable para enseñar eficazmente. Si no tiene cuidado, sus alumnos lo pueden considerar indiferente o frío, pero usted sabe que no es verdad para los que lo conocen. Los alumnos posiblemente piensen que sus clases son muy teóricas y no muy prácticas. Probablemente capten que le interesa más el contenido que el alumno. Les molesta que usted todavía no conozca sus nombres cuando están a mediados del semestre.

Relación 3: El profesor y su estilo Cuando el estilo es su mayor fuerza, posiblemente sus alumnos le llamarán un buen comunicador, un orador destacado, o bueno para motivar. Le gusta la comunicación, y está emocionado al ver que los alumnos responden a lo que usted les enseña. Le gusta revisar y revisar su materia, asegurando que tenga buenas historias, buenos visuales, y que el bosquejo esté armonizado, haciendo aliteración. No solamente quiere que su materia tenga sentido, sino que debe tener una buena presentación y debe sonar bien. Frecuentemente pasa tanto tiempo pensando en cómo presentar la materia como en desarrollar el contenido. Usted es espontáneo y disfruta el desafío del momento, buscando sacar lo máximo. Cuando enseña, lo hace con todo el corazón, y se siente cansado pero fascinado cuando termina. Sus alumnos piensan que usted es un gran profesor, y la mayoría disfruta de sus clases. Vienen con entusiasmo y la hora parece pasar volando. Aprecian su intensidad y su capacidad para mantener la clase interesante y motivadora. Les gusta su creatividad y variedad. Muchos de ellos sienten que su clase es su hora favorita del día, porque se van motivados y llenos de entusiasmo. 58

Quizás usted haya tenido una profesora que era «puro estilo». No solamente enseñaba con buen estilo, sino también se vestía con buen estilo. Cuando su clase entraba, sentía la electricidad de anticipación. Sus muros estaban llenos de carteles, fotos, y tareas destacadas. Parecía hacer que los conceptos más complicados fueran fáciles de entender. A diferencia de la mayoría de los profesores, a ella no le gustaba dictar la materia. Prefería el drama, grupos pequeños, la discusión espontánea, sesiones para enfocar un tema especial, conferencistas de visita, y películas —todo era parte de su manera de hacer un ambiente maravilloso para aprender. Si el estilo es su lado débil, entonces probablemente siempre dicta sus clases, y no piensa usar un retroproyector. Prefiere estar parado detrás de un púlpito, y cuando sale de su protección, se siente parcialmente desnudo. En cuanto al drama, eso es para Hollywood y las películas. Según usted, ¡los grupos pequeños son la mejor forma de compartir la ignorancia! Después de todo, en el Sermón del Monte, Jesús dictó su clase, ¿verdad? Si esta área es su debilidad, sus alumnos probablemente piensan que sus clases son aburridas y que todo es demasiado predecible. Les parece que a usted le interesa más la materia que la comunicación de la materia. Si hace calor en la sala, o si es muy tarde, los alumnos pueden empezar a cabecear y cerrar los ojos, porque no los mantiene interesados.

Cómo identificar el problema en su clase Los problemas en la clase se hacen evidentes a través de las actitudes y las acciones de los alumnos. Si está mala, los alumnos le dirán. La siguiente lista son quejas de estudiantes normales de la enseñanza secundaria acerca de los profesores y sus clases. Vea si puede identificar el problema fundamental —si es del contenido, de la relación con los alumnos, o si es del estilo— antes de ver la respuesta. Después de identificar el problema, le daré varias posibles soluciones. Para los dos primeros

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problemas, he incluido respuestas más extensivas. Vea si puede encontrar sus propias respuestas para los otros.

1. «No puedo soportar a mi profesor. Dudo que conozca mi nombre. Además, no le importa si estoy vivo o muerto. ¡No voy a estudiar en su clase!» Problema: Relación con los alumnos —los estudiantes sienten que el profesor no se preocupa por ellos. Solución: Demuestra en forma concreta a través de ilustraciones personales y gestos de afirmación pública que usted realmente se preocupa por ellos. • Memorice inmediatamente los nombres de sus estudiantes y llámelos por sus nombres cada vez que hable con ellos. • Comience las próximas clases con una historia personal, demostrando que usted es una persona verdadera con sentimientos de victoria y de fracaso. Durante la próxima semana, pase más tiempo contando de fracasos que de éxitos. • En un momento apropiado, comparta sus razones personales por las cuales quería ser profesor, y explique lo que le gustaría ver suceder en las vidas de sus alumnos. • Anime frecuentemente a los estudiantes con comentarios en la clase y con notas escritas en sus tareas. Afírmelos individualmente y como grupo. Dígales que está contento de que están en su clase. • Preste atención y haga contacto visual con los que están más lejos, porque probablemente ellos se sientan aislados y marginados. • Entregue un cuestionario anónimo con preguntas como, «Me gustaría que mi profesor dejara de», y «Me siento más desanimado en este curso porque», y «Si yo fuera profesor de esta clase desde mañana, lo primero que haría es». Haga los cambios correspondientes inmediatamente y abiertamente. 60

2. «Dictar, dictar, dictar; eso es lo único que hace mi profesor ahora.» Problema: Estilo —el único método que usa el profesor para entregar su contenido es dictar una conferencia, y esto llega a ser aburrido y cansado para el alumno. Solución: Variar la forma de enseñar regularmente—aún la mejor carne o el mejor postre se convierte en algo rutinario después de mucha repetición. • Mantenga un registro del porcentaje de tiempo que está dictando. Cuanto más jóvenes son los alumnos, menos toleran el método de dictar. • Varíe su estilo de clase entre tres aspectos básicos —lo que usted hace en la clase, lo que pide que los alumnos hagan, y lo que usted hace junto con los alumnos. • Reduzca el contenido en un veinticinco por ciento un par de semanas, para tener más tiempo para usar métodos alternativos de enseñanza. • Comience la clase con un método creativo, y aún más importante, termine los últimos cinco minutos con algo creativo. La gente recuerda la introducción y la conclusión más que cualquier cosa entre medio. Busque ideas en un libro de métodos de enseñanza. • Produzca expectación, avisando que habrá una película especial o una visita importante la próxima semana. Asegúrese de que su clase sepa que está tratando de servirles mejor con estos métodos. Ahora estudie estos siguientes problemas. ¿Qué soluciones específicas podría ofrecer?

3. «Mi profesor tiene la cabeza en las nubes. Nadie entiende lo que está diciendo en la mitad de sus clases.» Problema: Contenido —el profesor está presentando material muy complejo o demasiado extenso para los alumnos en esta situación.

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Solución: Deje de tratar de cubrir toda la materia, y comience a enseñar a los alumnos. Simplifique el contenido y asegure que están comprendiendo, antes de continuar. (Ver la ley de la retención.)

4. «Lo único que hacemos es llenar los espacios en las notas durante toda la clase. No permite discusión, y tenemos que escribir todas nuestras preguntas en una tarjeta, para que él conteste en la siguiente clase. ¡Qué aburrido! ¡Podría haber leído el texto simplemente! ¡Por lo menos tenía fotografías!» Problema: Estilo —el profesor piensa que el mejor método para comunicar la materia es que los alumnos llenen los espacios. Solución: Deje de frustrar a sus alumnos, usando un método que ellos sienten que está debajo de su nivel y que es innecesario. Busque nuevos métodos de instrucción.

5. «Las clases son estúpidas. Lo único que hacemos es hablar de cosas simples que ya estudiamos hace dos años. No aprendemos nada nuevo.» Problema: El contenido —el profesor está repasando materia que ya aprendió la mayoría de los alumnos, y tiene muy poca materia nueva. El profesor ha perdido contacto con el nivel de los alumnos. Solución: Reorganice las próximas tres lecciones para minimizar el repaso y aumentar materia nueva. Destaque con entusiasmo la nueva información que les va a enseñar, explicando cómo les va a ayudar. Duplique la cantidad de información que presente.

6. «No puedo creer que el profesor espere que leamos estos libros —estamos en el décimo año, y mi papá dice que él leía estos libros en

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la universidad. Tengo que buscar cada palabra por medio en el diccionario.» Problema: Contenido —el profesor ha perdido el contacto con la capacidad de los alumnos, y posiblemente esté tratando de exigirles demasiado. Solución: Avise inmediatamente que habrá un cambio en las tareas, y explique que hay tres niveles de lectura: libros básicos, libros retadores, y libros avanzados. Trate de motivarlos a mirar las tres categorías y a seleccionar algunos que están un poco arriba de sus capacidades. En principio, nunca enseñe al nivel del diez por ciento más capacitado, sino trate de alcanzar el nivel promedio, y ofrezca desafíos especiales para los que pueden llegar más arriba. 7. «La clase es un circo —está totalmente fuera de control. Los alumnos tiran cosas, hablan entre ellos, se burlan de la profesora, y la profesora siempre está gritando. Cuando no soporta más, rompe en lágrimas.» Problema: Los alumnos —la profesora ha abandonado su autoridad y su liderazgo, para dejar que los alumnos dominen el ambiente. Solución: Establezca reglas de conducta en clase, y negocie con los alumnos una lista de las consecuencias si no se cumplen. Escriba una copia de esta lista y colóquela en algún lugar donde todos puedan verla. Ponga en práctica las consecuencias positivas y negativas. ¿Parecen conocidas estas quejas? Cada uno de estos comentarios es una señal verbal de fracaso en la enseñanza, de disfunción del aprendizaje. Cada uno es innecesario, y está dentro de su control como maestro. Como ha descubierto en el proceso, la máquina de diagnóstico de la enseñanza es fácil de usar, y la solución se puede aplicar inmediatamente.

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Los maximizadores de la ley del agente El propósito de la sección «maximizadores»1 en cada una de las siete leyes es capacitarlo aun más en el método recién explicado, presentando siete puntos adicionales acerca de cómo sacar provecho del método. Estos siete maximizadores lo capacitarán para tener más habilidad al asumir su vocación de «hacer que los alumnos aprendan».

Maximizador

1.

Ame

a

sus

estudiantes

consistentemente

e

incondicionalmente Jesús nos dio el maximizador más importante cuando dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas» (Mateo 22:37–40). De los cuarenta y nueve maximizadores presentados en este libro, este primero es el ganador sin competencia. Amar a sus estudiantes profundamente y continuamente aumentará su impacto en sus vidas más que los otros cuarenta y ocho juntos. Incluso, según 1 Corintios 13, si usted y yo no amamos realmente a nuestros alumnos, todo lo demás que hacemos en la clase no sirve de nada. Es muy especial estar en una clase donde el énfasis principal de los esfuerzos y del afecto del profesor está puesto en los alumnos. Parece que el amor por los alumnos ya no está de moda. De alguna manera la admonición bíblica de amar ha sido tan debilitada que pocos captamos la profundidad de nuestra vocación. Estamos satisfechos con preparar las lecciones, enseñar con entusiasmo, y quizás llamar a nuestros alumnos en una emergencia o tener una actividad social una vez al año. 1 Nota

del traductor: El autor ha inventado un término propio en inglés (maximizer). Considero que la palabra maximizador, aunque no está en el diccionario, es la mejor manera de expresar el mismo concepto en español.

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Hemos permitido también que nuestra definición del amor sea vaciada de emociones. Las palabras intenso, ardiente, celoso, o ferviente no se usan para describir las clases. ¿Debe usted tener pasión? ¿No le parece increíble que podemos hacer cosas muy positivas hacia otras personas, pero sin tener amor? Por ejemplo, 1 Corintios 13 menciona dos acciones más allá de la imaginación de la mayoría de nosotros —dar todos nuestros bienes para alimentar a los pobres, y sacrificarnos como mártires— y dice que es posible hacerlas sin amor. Y sin amor, no significan nada. El amor produce acciones, por supuesto, porque algunas de sus acciones se mencionan en 1 Corintios 13:4–7: «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.» Pero, ¿el amor bíblico incluye pasión y fervor? 1 Pedro 4:8 da una respuesta clara y específica: «Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.» Tener «amor ferviente» significa tener sentimientos intensos y sinceros. Por lo tanto, usted y yo debemos hacer un esfuerzo en involucrarnos intensamente y emocionalmente con nuestros alumnos, debemos amarlos fervientemente. Aunque sea sorprendente, creo que todos los maestros «aman», sin excepción. Cuando observa su conducta, puede determinar rápidamente lo que aman. Nuestra conducta refleja nuestros valores y nuestros afectos. Los amores principales de los profesores consistentemente caen dentro de las siguientes categorías: 1. Amor por el contenido. Estos son los maestros que se emocionan y se motivan tanto con la materia que pierden de vista a los alumnos. La gran mayoría de su tiempo de preparación está dedicada al contenido. Están tan

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enamorados de lo que dicen que nunca tienen tiempo o energía para fijarse en quién escucha lo que dicen. 2. Amor por la comunicación. Estos son los maestros que se emocionan y se motivan tanto con la idea de hablar en público, ¡que pierden de vista al público! Se les sube la adrenalina mientras caminan por la plataforma. Les entusiasma la respuesta del público. Las pausas llenas de significado, el subir y bajar de volumen, el humor en el momento perfecto, la frase bien usada, la conclusión llamativa, los gestos artísticos; todo combina para crear el evento. El aplauso. El honor. Es amor por el evento en vez de amor por los alumnos. 3. Amor por el estilo de vida del maestro. Estos son maestros que enseñan para que puedan ser libres para hacer lo que realmente quieren durante las vacaciones, y especialmente durante el verano. Estos individuos no ven la enseñanza como una vocación, sino como una fuente de ingreso. Los alumnos son algo que el profesor tiene que soportar. ¿Cuánta pasión y fervor tenía Jesús por la comunicación con sus alumnos, con el mundo? Jesús dejó su gloria celestial para sacrificarse por el bien de su «clase». Enseñó la verdad con todo su corazón, con toda su alma, y con toda su mente —y finalmente con toda su vida. ¡Cristo murió para enseñarnos la verdad! Ese es el amor apasionado que tenía Cristo por sus alumnos. A fin de cuentas, el mejor comentario que usted y yo podemos recibir como maestro será, «¡Veis como ama a sus alumnos!»

Maximizador 2: Ponga en práctica sus talentos y dones, siendo usted mismo ¿Ha escuchado alguna vez a un conferencista, y deseado poder hablar como él? La mayoría de nosotros nos encontramos deseando poder enseñar o predicar como otra persona, como si el poder del púlpito viniera a través de la imitación. 66

Un gran predicador habló una vez en el culto cuando yo estaba en mi primer año del seminario, y entregó uno de los sermones más inspiradores que he escuchado en mi vida. Estaba tan impresionado que transcribí la cinta completa. No podía esperar para predicar esta obra de arte. Finalmente una pequeña iglesia pidió que un alumno fuera a predicar, y tuve mi gran oportunidad. Empecé a predicar este sermón con toda mi alma. Cuando llegué a la segunda página, sin embargo, miré a la congregación y quedé espantado; el aburrimiento había ganado a todos. Pensé que me hacía falta usar los gestos del gran predicador, que también había memorizado —así que los intenté. Dos señoras en la primera banca se miraban y se encogían de hombros. Yo movía los brazos más dramáticamente todavía. Di vuelta a la página y empecé a citar el hebreo y el griego. «¡Espera que escuchen esto!», pensé dentro de mí. Pero algunos ya estaban cabeceando. Desesperado, miré a mi ayuda idónea para recibir una sonrisa de afirmación. Cuando la encontré en la tercera banca, vi que tenía una cara de confundida. Entonces ella comenzó a mover la cabeza de un lado a otro con incredulidad. Perdí mi lugar en el manuscrito, y mi estómago me dio aviso que no estaba muy contento con la tensión. Faltaban catorce páginas. Cuando salimos del estacionamiento, había caído en un hoyo oscuro de desesperación. Avisé a mi esposa que era el colmo, que iba a renunciar a mis estudios en el seminario al siguiente día. Dije que Dios había cometido un error trágico al llamarme a predicar. Darlene estaba callada al principio. Finalmente, ella predicó su sermón del día, pero en vez de catorce páginas, era de un solo párrafo. —Cariño, el Señor te ha llamado a predicar, pero no te ha llamado a predicar los sermones de otra persona. ¿Y qué hacías con los brazos? ¡Ese no era tu estilo! Dios no te puede bendecir si tratas de ser otra persona, y no la persona que él quiso.

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¡Ese fue un momento decisivo en mi ministerio! Si no hubiese sido por el consejo de mi esposa, posiblemente no hubiera terminado el seminario y entrado al ministerio. Me comprometí a nunca más predicar el sermón de otro hombre, o copiar el estilo de otra persona. Temo que a veces deseemos cosas de la carne para lograr algo espiritual. Sin darnos cuenta, empezamos a buscar algo bueno en el lugar equivocado. Sacamos la conclusión que, si tuviéramos los dones de la otra persona, nuestra enseñanza sería mucho más poderosa. Eso es territorio peligroso, y no es bíblico. Aparentemente es una tendencia humana universal envidiar los dones de otros, y subestimar los dones propios. Las Escrituras nos enseñan que la envidia es obra de la carne, y no del Espíritu. Cuando deseamos algo que Dios ha dado a otra persona, y no a nosotros, secretamente estamos rebelándonos en contra de la voluntad de Dios para nosotros. Dios nos ha creado, y ha dirigido la formación de nuestras características físicas, mentales, y emocionales (Salmo 139:15–16). Cuando deseamos los dones de otra persona, estamos considerando solamente el lado humano del ministerio. Deseamos los talentos de otros solamente cuando olvidamos la promesa increíble de Dios: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9). Si deseamos lo mejor de Dios en nuestras vidas, entonces debemos aceptar que incluye tanto debilidades como fortalezas.

Maximizador 3: Regularmente cambie su estilo de acuerdo con cada situación Después de hablar una noche en una conferencia bíblica en las montañas de Carolina del Norte, me encontré involucrado en dos situaciones de consejería que necesitaban dos estilos totalmente distintos. Desanimado, mirando hacia abajo, había un joven sentado en el rincón, esperando que todos los demás se fueran. Obviamente estaba muy afligido. 68

Su tono de voz indicaba que estaba quebrantado y lleno de remordimiento. Inmediatamente tuve que cambiar mi voz y mi lenguaje corporal, para no ser conferencista sino consejero personal. Saqué una silla, me senté, me incliné hacia adelante, bajé la voz, y escuché atentamente. Era un pastor joven que tenía un conflicto serio con el pastor principal de su iglesia. Era tan serio que consideraba dejar el ministerio. Después de hacerle algunas preguntas estratégicas, le pregunté cuán seriamente quería resolver el problema. ¿Haría cualquier cosa necesaria para tener la victoria? Su respuesta estaba en armonía con su lenguaje corporal —sí, estaba dispuesto, dijo con lágrimas. Con compasión, le expliqué la respuesta bíblica para su problema y le animé a obedecer al Señor completamente, sin reservas. Nos dimos la mano y se comprometió a llamar a su pastor para arreglar la situación y para comprometerse a seguir su liderazgo sin espíritu de rebeldía. ¿Mi estilo? Tranquilo, personal, relajado, íntimo, calmado. Al terminar la conversación, me di cuenta de que mi esposa, Darlene, estaba con una pareja en el fondo del auditorio. La señora tenía las manos en sus caderas, y él tenía los brazos cruzados. No podía entender las palabras, pero su tono era agresivo y airado. Mi esposa estaba aliviada cuando finalmente fui a unirme con ellos en la situación infeliz. En unos pocos segundos, el hombre que medía un metro noventa y cinco, y pesaba ciento diez kilos estaba gritando a su esposa, lanzando comentarios furiosos sin fin y sin misericordia. Empecé a hablarle en el mismo tono en que había hablado con el joven —el mismo estilo— y me atropelló como una máquina aplanadora. Levanté la voz para llamar su atención, pero ya me ganaba en varios decibeles. Subí la voz más todavía, y empezó a gritar por encima de mi voz. Me di cuenta de que mi estilo no estaba dando resultados. Había sido eficaz con el joven ministro, pero con este matrimonio tenía que ser más firme. Mucho más.

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Le hice señas a Darlene para que supiera que iba a hacer una actuación y darle duro a este hombre. Obviamente este hombre no había escuchado a nadie en mucho tiempo. Con una oración desesperada, intensifiqué mi estilo. Aun así, me sentía débil bajo su ataque. Finalmente, con una explosión de emoción que no había sentido desde mi pelea con Johnny Red en el octavo año, empecé a gritarle con mi dedo en su pecho. Cada vez que me interrumpía, le cortaba en medio de su oración. Finalmente comenzó a escuchar. Su lenguaje corporal comunicaba que estaba recibiendo en vez de atacar. Estaba abierto a recibir consejo y ser reprendido. Después de una hora, se fueron tomados de la mano. Darlene y yo fuimos caminando a nuestra cabaña. Me fijé que ella no estaba hablando, y que parecía turbada. Le pregunté qué pasaba, y me dijo: —¡Nunca te había visto así en toda mi vida, y espero que no actúes así conmigo! Estaba sorprendida. —¿No viste mis señas? Dijo que sí, pero que no había entendido. Pensaba que había perdido el control. Le aseguré que estaba totalmente en control, y que había elegido un estilo muy riesgoso para llegar a este marido endurecido. Había actuado duramente a propósito, porque otros estilos no hacían ningún impacto. ¿Cree que estaba cómodo en esa situación? ¡De ninguna manera! Estaba sudando y temblando. ¿Por qué lo hice así? Porque el «alumno» tenía un caso severo de «combatitis», y pensé que si no era capaz de llegar a él, posiblemente él o su esposa terminaría con el matrimonio esa misma noche. ¿Qué hace usted cuando el lenguaje corporal de sus alumnos y sus respuestas silenciosas demuestran que están aburridos e indiferentes? ¿Sube el nivel de intensidad y creatividad, o simplemente les dice que por favor presten atención, y sigue con la misma rutina de siempre?

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¿Sabe usted cuál es la queja número uno entre todos los estudiantes? Ochenta por ciento de los alumnos que hablan conmigo abiertamente confiesan que están aburridos la mayor parte del tiempo en la mayoría de sus clases. Espero que ahora se dé cuenta de que el aburrimiento no tiene nada que ver con los alumnos. Además, aunque usted lo discuta conmigo, tampoco el contenido es el componente más culpable por el aburrimiento. Una vez escuché a un conferencista hablar diez minutos acerca de «la importancia de la bolsita de papel». Cuando terminó, el público entero se puso de pie, gritando locamente. ¡Fue magnífico! Lo trágico acerca del aburrimiento es que he escuchado a muchos profesores aburrir a sus alumnos hasta las lágrimas, mientras hablan del tema más importante del mundo —la Biblia. El aburrimiento no viene tanto del contenido como del estilo que se usa para presentarlo. ¿No ha seleccionado un curso electivo alguna vez porque parecía interesante el tema, solamente para arrepentirse después de dos clases, porque el profesor hacía dormir a todos? Parece que algunos son somníferos verbales. En contraste, posiblemente haya tenido reservas acerca

de

un

curso

obligatorio,

porque

pensaba

que

sería

insoportablemente aburrido. Aburrido con mayúscula. Hasta que el profesor le cautivó con su amor por el tema. Pronto estaba enamorado del tema. El profesor llegó a ser su más querido, y la clase era su favorita. Yo vi una ilustración asombrosa de esto hace algunos años en el monte Carmelo en Israel, donde Elías tuvo su lucha con los profetas de Baal. Había una escultura allí de Elías, y todos en el grupo de Caminata Bíblica queríamos saber qué decía la larga inscripción. Pero no pude leerlo, porque no era español, griego, o hebreo. De pronto el miembro más joven del grupo, una señorita que tenía dieciséis años, empezó a traducir la inscripción perfectamente, ¡y con tanta emoción! Estaba tan impresionado que pedí que me dejara sentarme a su lado en el autobús para escuchar su historia. 71

Me dijo que su profesora del décimo año había hecho tan interesante el latín, que llegó a ser la clase favorita de ella y de muchos de sus compañeros. ¡El profesor hizo que el latín tuviera vida! He tenido a profesores como ella en mis estudios. Por alguna razón, no entendían la palabra aburrido. Sus alumnos tampoco.

Maximizador 4: Exponga el tema de acuerdo con las necesidades y los intereses de los alumnos Si ha escuchado predicar a Charles Swindoll, probablemente ha pensado: «¡Así me siento yo!», o «¡Eso es exactamente lo que necesito!» Parece que tiene una capacidad extraordinaria para predicar exactamente lo que usted necesita en ese momento. ¿Cómo lo hace? Es un experto en expresar su contenido, tomando en cuenta las necesidades y los intereses de su público. Con una mano, está tomando el pulso de la gente, y con la otra, está sosteniendo la Biblia. Se disciplina para nunca cambiar la verdad, pero siempre viste la verdad con la cultura contemporánea. Llega a su corazón porque siempre apunta a su corazón. Desdichadamente, muchas personas sostienen la Biblia con las dos manos, y no registran el pulso. Nuestras lecciones son bíblicas, por supuesto, pero son tan irrelevantes como un abrigo impermeable en el desierto de Kuwait. Los alumnos se van de nuestras clases con sus hojas llenas de apuntes, pero con sus corazones vacíos. Han venido a cenar en un banquete, pero se han ido con hambre, habiendo conversado sobre la comida sabrosa, pero sin haber consumido nada. Usted siempre debe apuntar a los alumnos con el contenido. Trate de llegar a sus corazones cada vez que enseña. Ya que esta es una ley tan importante de la enseñanza, dedicaremos dos capítulos enteros (la ley de la necesidad) para ayudarle a ser sensible a las personas cuando enseña. 72

Maximizador 5: Note constantemente las actitudes, la participación, y las acciones de sus alumnos Los maestros eficaces constantemente están observando el «lenguaje del alumno», o el lenguaje corporal. Los maestros expertos son tan buenos para esto que casi desarrollan una conversación continua con los estudiantes, sin que ellos digan ni una palabra. Cuando el profesor entiende lo físico, responde verbalmente. Algunos alumnos dicen de estos profesores que «están en contacto». Cuando tenemos una conversación personal con otra persona que es buena para leer nuestras comunicaciones no-verbales, frecuentemente decimos que ella tiene «discernimiento» o que es «perspicaz». Estos términos son precisos, porque tales personas tienen la capacidad de leer detrás de lo que estamos diciendo para entender lo que realmente queremos comunicar. La mayoría de nosotros no nos hemos esforzado para desarrollar estas habilidades de discernimiento. Nuestra cultura sobreestima en gran manera el poder de lo verbal, y subestima en gran manera el poder de lo no verbal. Cuando los sicólogos han intentando determinar el poder relativo de cada uno, lo no verbal siempre gana por sobre lo verbal en la comunicación. Cuanto más aprende usted a discernir lo que quieren comunicar sus alumnos por medio de sus pistas no verbales, mejor sabrá lo que debe ajustar para hacer que sus alumnos aprendan. Los profesores que no tienen habilidades en esta área no saben cómo van a resultar los exámenes. Pero los profesores que tienen estas capacidades desarrolladas pueden predecir casi en forma precisa los resultados de los exámenes, porque los alumnos han estado comunicándose con ellos constantemente.

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Maximizador 6: Dependa del Espíritu Santo para una enseñanza sobrenatural Este maximizador va más allá de lo natural e introduce lo sobrenatural. Aunque este tema vital será explicado más en la ley de la ejecución, algunos comentarios generales son necesarios aquí. El Espíritu se describió antes como uno de los cinco causantes principales del aprendizaje. Excepto por esas ocasiones raras en que el Espíritu Santo toma completo control de la situación y logra su propósito divino a pesar de nosotros, casi siempre elige operar en cooperación con el maestro, el tema, y los alumnos. El aprendizaje más poderoso sucede cuando el maestro humano conscientemente coopera con el Maestro Divino, quien es libre para mover los corazones de los alumnos. La ley de la ejecución describe esta relación con mayor profundidad. Hay tres niveles distintos de la enseñanza, y todos hacemos clases en uno de estos niveles: 1. Nivel egoísta. El profesor hace lo que le viene naturalmente, y sutilmente usa a los alumnos para satisfacer sus propias necesidades. No acepta la responsabilidad de hacer que los alumnos aprendan, sino solamente trata de cubrir la materia. 2. Nivel de siervo. El profesor sirve a los alumnos con todo su corazón, mente, y alma. Se concentra en suplir las necesidades de los alumnos, y usa su creatividad y energía para hacer que los alumnos aprendan. 3. Nivel espiritual. El profesor sirve a los alumnos, pero también coopera con el Espíritu Santo en la preparación de las lecciones, la enseñanza de las lecciones, y su relación con los alumnos. Cuando esto ocurre regularmente, los alumnos reciben enseñanza, no solamente del maestro externo, sino también del Maestro interno. Cuando el Espíritu unge al maestro y convence a los alumnos, el aprendizaje sube al nivel espiritual. ¡Qué el Señor nos anime a servir a los alumnos, y también al Espíritu!

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Maximizador 7: Aprenda a usar sus fortalezas para compensar sus debilidades Uno de los secretos de todos los atletas campeones es que saben utilizar su lado fuerte. Si lo fuerte de un jugador de tenis es jugar cerca de la red, entonces debe siempre acercarse a la red. Los campeones saben concentrarse. Siempre limitan las áreas en que quieren destacarse. Continuamente están diciendo que «no» a muchas cosas buenas, para decir que «sí» a pocas cosas mejores. En contraste, la gente que nunca alcanza su potencial tiene una perspectiva diferente. En vez de concentrarse en sus fortalezas, se concentran solamente en mejorar sus debilidades. Muchas personas que yo conozco pasan sus vidas enteras tratando de ser buenos en todas las áreas posibles, en vez de ser excelentes en sus áreas de mayor capacidad. Uno de mis pasatiempos es la lectura de biografías de líderes. Algo que tienen en común todos los grandes hombres y las grandes mujeres es esta filosofía de concentrar sus energías en unas pocas áreas bien elegidas. Si desea optimizar su vida para Cristo, debe limitar sus opciones. El apóstol Pablo practicó este método de concentrarse en las prioridades. Dijo, «una cosa hago» (Filipenses 3:13). Poco antes de morir, Pablo nos recordó que la persona que es un buen soldado para Jesucristo no se enreda en «los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado» (2 Timoteo 2:4). Por lo tanto, si desea ser excelente para Cristo en la sala de clases, no trate de hacer todo igualmente bien. Haga menos cosas, pero hágalas muy bien. Concéntrese. No piense que para optimizar su ministerio tiene que hacer todo perfecto. ¡No es así! Cuando comience a elegir consistentemente servir a Dios en las áreas en que le ha dado más dones, experimentará un manantial creciente de bendiciones. Mientras se concentra en su lado fuerte, recuerde dos cosas adicionales acerca de sus debilidades: 75

• Mejore su lado débil a tal punto que no moleste en la clase, y que esté dentro de un rango «aceptable». Aunque sea excelente jugando cerca de la red, para jugar tenis, también debe saber jugar atrás, usando el golpe derecho y el revés. Debe subir sus calificaciones en sus áreas débiles por lo menos para aprobar. • Utilice su lado fuerte para compensar su debilidad. Juegue cerca de la red todo lo que pueda, siendo prudente. Ya sea que usted sea una persona orientada al contenido, a los alumnos, o al estilo, use su fuerza innata para fortalecer su debilidad innata. Nunca olvidaré cómo un profesor que estaba orientado al contenido usó su mente para compensar su debilidad notable en relacionarse con los alumnos. Era un nuevo miembro de la facultad, y todos los alumnos estábamos curiosos por saber cómo era, cuando entramos a la sala para nuestra primera clase con él. Después de terminar un tercio de la clase, un alumno levantó la mano para hacer una pregunta. El profesor contestó: «Esa es una excelente pregunta, Jaime». Usted debería haber visto la cara de Jaime —nunca había conocido al profesor. Entonces el profesor dijo: «Jorge, ¿qué piensa usted?» Después: «Margarita, es un buen punto». Estábamos asombrados que un profesor se preocupara tanto por nosotros que había memorizado nuestros nombres el primer día de clases. Había sabiamente usado sus capacidades intelectuales para compensar su debilidad en sus relaciones con los alumnos.

Conclusión Durante mi primer año como profesor universitario, empecé a desarrollar y profundizar esta filosofía de la enseñanza y el aprendizaje. Unas semanas después del comienzo del semestre, me di cuenta de que tres de los alumnos del primer año estaban reprobando mi curso —¡y no por poco! Sus 76

calificaciones empezaron a molestarme más y más. Al comienzo del semestre, no me sentí culpable por darles calificaciones tan bajas. Después de todo, si estaban reprobando, era culpa de ellos, ¿verdad? Pero algo me siguió inquietando. Sentía que tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde. Invité a cada uno a almorzar conmigo en un restaurante cercano. Decidí no decirle a ninguno de los tres que también estaba invitando a los otros, así que estaban sorprendidos cuando se encontraron allí. Les compré hamburguesas y malteadas, pero como usted puede imaginar, era incómodo almorzar con tres alumnos que estaban reprobando. Finalmente les dije: —¿Saben qué? Hay cuatro de nosotros aquí, y todos tenemos algo en común. Estamos reprobando mi clase. Ustedes están reprobando, y por lo tanto, yo también estoy reprobando. No me gusta reprobar, y me imagino que a ustedes tampoco. ¿Será tan mala mi clase? —No, está bien la clase —dijo uno. Capté que había algo más, así que pregunté: —¿Cómo te va en las otras clases? Todos miraron hacia abajo y siguieron comiendo sus hamburguesas. Miré a uno y le pregunté si había algo que le molestaba. —Bueno —dijo—, soy un cristiano nuevo, y soy el único en mi familia que conoce a Cristo. Traté de compartir el evangelio con ellos antes de venir a la universidad, y se rieron de mí. Me dijeron que estaba loco por venir a una universidad cristiana. Pienso que si repruebo, nunca me van a escuchar acerca de Cristo, y me tiene desanimado. Miré a otro que estaba asintiendo con la cabeza como si lo comprendiera, y le pedí que me contara de su situación. —Bueno

—vaciló—,

durante

la

enseñanza

secundaria,

me

emborrachaba mucho en fiestas con gente mala. Finalmente dediqué mi vida a Cristo el último semestre, pero mis calificaciones eran terribles. Supongo 77

que nunca aprendí a estudiar. Me dejaron estudiar aquí a prueba, y me dijeron que tenía un semestre para mostrar que puedo hacerlo. Estoy aprendiendo mucho, y estoy mejorando, pero creo que no lo voy a lograr a tiempo. Tenía lágrimas en sus ojos. —Yo sé que Dios quiere que le sirva como misionero, así que tengo tanto miedo de fracasar que no puedo estudiar en la noche. Ya no podía comer mi hamburguesa. Miré al tercero y me di cuenta de que tenía una cara de vergüenza. Miró al lado y simplemente dijo: —Estoy enamorado… y mi novia está en Iowa. Esta es la primera vez que estoy lejos de mi casa. Me siento muy solo. Hablamos de sus vidas, y finalmente les dije: —Saben, caballeros, nuestra próxima clase es sobre el libro de Josué, y creo que Josué tiene las respuestas para todos sus problemas. Me gustaría invitarlos a nuestra casa para comer pizza el viernes en la noche; la mejor pizza de pepperoni del mundo hecha en casa. Juntos vamos a buscar las respuestas para los desafíos de cada uno. Entonces les voy a pedir que compartan sus respuestas con el resto de los alumnos el próximo jueves. El viernes llegaron todos. Tuvimos un tiempo increíble. Gracias a Dios pudimos encontrar respuestas para sus problemas, pero tengo que confesar que cuando empezamos, ¡no estaba seguro de que Josué realmente tenía todas las respuestas! El martes siguiente, el primer joven llegó al púlpito y contó a los alumnos sus problemas y temores, y la respuesta de Josué. Entonces el próximo describió su amor por su novia y su sentido de soledad. Contó acerca de la soledad de Josué sin Moisés, y como se puede enfrentar la soledad con el poder del Señor. Me fijé que algunas de las niñas estaban secándose las lágrimas. Finalmente el tercer joven se acercó al púlpito. Yo estaba más preocupado por él, porque tenía mucho miedo de hablar en público. Empezó 78

a murmurar, mirando al suelo, pero pronto sintió tanta aceptación de los demás que levantó la cabeza y nos miró a los ojos. Nos contó cómo Josué aprendió a tener valentía y a enfrentar los gigantes de su vida. Me emocioné. Cuando iba hacia su asiento atrás, los alumnos empezaron a aplaudir. Terminamos la clase ese día, gritando y aplaudiendo, y animando a nuestros tres amigos. Los estudiantes eran muy distintos desde ese día, nos habíamos unido como una familia. ¿Qué piensa que pasó con las calificaciones de esos tres alumnos? No solamente en mi clase, sino en todas sus clases. ¡Correcto! ¡Cambiaron totalmente! Ahora tenían fuego en los ojos, esperanza en sus corazones, y valentía para enfrentar sus propios gigantes y «Jericós» con el poder del Señor. Tales cambios nos animan mucho como profesores. Hacen que todo valga la pena. ¿Qué necesitaban para dar vuelta sus preciosas vidas? Tres hamburguesas y dos pizzas de pepperoni. Al comenzar esta maravillosa aventura de aprender a enseñar como Dios quiere, ¿se unirá conmigo en comprometerse a «hacer que aprendan» sus alumnos? ¿Está dispuesto a comprometerse delante de él, sin importar el costo, a servir al Señor en el poder del Espíritu? Nunca más estará satisfecho de «cubrir la materia» simplemente. Nunca más mirará al otro lado cuando un alumno esté mirando por la ventana. Enseñará a sus alumnos con todo su corazón, toda su alma, y toda su mente —¡todo para la gloria de Dios! Aunque tenga que hacer cuatro pizzas de pepperoni.

Preguntas para reflexión 1.

Tome unos momentos para examinarse como maestro. En una escala de 1 a 10, califíquese como estudioso (orientado al contenido), como amigo (orientado a los alumnos) y como comunicador (orientado al estilo). Si quiere llegar a ser un maestro realmente excelente, tendrá que concentrarse en su 79

lado fuerte. Nombre por lo menos tres maneras en que usted puede hacer eso en los próximos doce meses.

2.

¿Qué piensa usted? ¿Cuál es su problema más serio en las clases? ¿El manejo de la materia, la relación con los alumnos, o el estilo? Piense en su mayor debilidad que posiblemente haya llegado a ser una molestia o un detrimento para el aprendizaje. ¿Cómo podría usar sus fortalezas para superar esa debilidad? Anote dos o tres cosas que podría hacer inmediatamente. Ahora, practique su propio consejo.

3.

La queja más común de todos los estudiantes es que las clases son aburridas. Más de 80% de los alumnos que hemos encuestado en el país dicen que este es el mayor problema. Nombre tres cosas que podrían ser la causa del aburrimiento, y anote tres soluciones para cada una.

4.

Lleve una hoja en blanco a las próximas clases o cultos que usted asista, y clasifique al orador en una escala de 1 a 10 como estudioso, amigo, y comunicador. Anote puntos específicos que puedan ayudar a cada uno a ser doblemente eficaz.

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SEGUNDA LEY

LA LEY DEL

Potencial 3 LA LEY DEL POTENCIAL; MENTALIDAD, MODELO Y MÁXIMAS Me sentía como una piedra en un torrente de estudiantes de la universidad cristiana. Estaban matriculándose para el primer semestre. Era un caos. Lo había visto muchas veces, pero esta vez, en vez de correr de una mesa a otra en el gimnasio, matriculándome para clases, yo estaba observando a los alumnos que se inscribían en mis clases. Era mi primer año después de mis estudios de postgrado, y en unas pocas horas iba tener mi debut como profesor, ahora detrás del atril. Mirando las mesas, me di cuenta de que me habían designado secciones uno, dos, y tres del curso «Métodos de estudio bíblico». Las otras cinco secciones tenían otros profesores. Después de caminar unos veinte minutos, salí del gimnasio y fui hacia mi oficina. Un miembro de la facultad con mucha experiencia me alcanzó y me dijo: —¡No lo puedo creer! —¿Qué no puedes creer? —Te dieron la sección dos, ¿verdad? —Bueno, sí, parece que sí. Sacudió la cabeza con incredulidad. —No lo puedo creer. Eres el nuevo miembro de la facultad, tu primer año, y te dan la sección dos. Me tenía confundido. 81

—¿Por qué? ¿Qué hay de especial con la sección dos? —¿No te dijeron en la reunión de orientación? La verdad era que no habían tenido una reunión de orientación para nuevos profesores, porque yo era el único nuevo. Le pedí que me explicara. —La sección dos tiene todos los alumnos nuevos más destacados. Están en clases de honores. Los mejores de los mejores. Los alumnos más brillantes de toda la universidad. Nos detuvimos fuera de las oficinas, y me miró fijo. —Bruce, no vas a creer la diferencia entre la sección dos y los otros grupos. —¿Qué quieres decir? —le pregunté, sin saber si debería sentirme exaltado o intimidado. En mis estudios, nunca había estado en una sección dos. —¡Motivación! Son como caballos tirando contra las riendas. Esos jóvenes te exigirán al máximo. Te va a encantar cada minuto. ¡Ay! ¡Tu primer año! ¡Qué suerte! Se fue caminando por la vereda, sacudiendo la cabeza con incredulidad. Yo estaba intrigado, por decir lo menos. Al día siguiente, llegó la sección uno para su primera clase. Fue un buen tiempo. Nada especial, solamente una buena sesión de intercambio. Era un grupo sólido de jóvenes. Después del descanso, llegó el grupo de la sección dos. No lo pude creer. Tenía razón. Podía sentir la electricidad en el aire. Desde el sonido de la campana hasta el final, el tiempo se fue volando, mientras el profesor y los alumnos aprendían casi a la velocidad de la luz. Era como subir una tabla hawaiana y viajar encima de una ola durante la hora completa. A veces el interés de los alumnos y su deseo de aprender me llegaban con una intensidad que casi no podía seguir. Todo era diferente —sus preguntas, el contacto visual, las expresiones de sus rostros, aun la manera

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de sentarse. Era increíble. Mi colega tenía razón. Estos alumnos nos sacan lo mejor. Llegó el grupo de la sección tres, y me di cuenta de que eran como la sección uno. Buenos, pero no como la sección dos. Al progresar durante el semestre, estaba cada vez más agradecido al Señor por el privilegio de enseñar. Nunca me había sentido tan desafiado y realizado. Y aunque disfrutaba todas las clases, era la sección dos la que siempre me llenaba de alegría. Cuando nos acercábamos a los exámenes del fin del semestre, un día estaba caminando a una reunión de facultad con el decano académico, Dr. Joseph Wong. —Bueno, Bruce —dijo—, estás a mitad de tu primer año. Terminó la luna de miel. ¿Qué te parece la enseñanza? —¡Es absolutamente extraordinaria! ¡Es mejor de lo que jamás imaginé! Sonrió. —¡Qué bueno escucharlo! ¿Qué te gusta más de la enseñanza? Sin pensar, contesté: —¡La sección dos! Frunció las cejas y se detuvo, aparentemente para escuchar con más cuidado. —¿La sección dos? Cuéntame. Era mi primera oportunidad para expresar mi deleite y mi gratitud por la oportunidad de enseñar a treinta de los alumnos más brillantes que había conocido. Hablé maravillas de ellos durante un par de minutos, explicando la diferencia entre ellos y los otros alumnos. El decano estaba reflexionando, mientras seguía hablando de este grupo superdotado de jóvenes y señoritas. Cuando terminé, dijo: —Me alegro que hayas tenido tanto éxito, Bruce, pero debo decirte algo que te puede sorprender: No hay clase de honores este año. La cancelamos. Se me secó la boca. 83

—Joe —dije—, ¡debes estar bromeando! —No, no estoy bromeando. El año pasado decidimos que sería mejor distribuir a los mejores alumnos entre todos los grupos. Pensamos que agregaría un poco de chispa a todas las secciones. Mareado con incredulidad, dije: —Joe, te alcanzo en unos minutos. Necesito ir a mi oficina un momento. Fui corriendo a mi oficina para llamar a la secretaria de registros, todavía seguro de que mi colega estaba tratando de hacer una broma ya que era un nuevo profesor. —Joyce —dije—, tengo la sección dos para Métodos de estudio bíblico, ¿verdad? —Correcto, Bruce. Tragué fuerte. —Dime Joyce, la sección dos tiene a todos los alumnos destacados, ¿verdad? —Bueno, no, Bruce. Cancelamos ese programa el año pasado. Agonizando por dentro, colgué el teléfono. No podía asimilar lo que sucedía. Con mucho temor, abrí el libro de calificaciones. Comparé las notas de la sección uno y tres con las notas de la sección dos. La diferencia era asombrosa. Saqué una pila de trabajos escritos de mis estantes. Poniendo los trabajos de uno y tres en una pila, comparé esa pila con la pila de la sección dos. ¡La sección dos tenía más páginas que las otras dos secciones juntas! Revisé los trabajos, uno por uno, página por página, y la diferencia era asombrosa. Los alumnos de la sección dos superaron a los otros alumnos una y otra vez. Ese día resultó ser una de las experiencias de aprendizaje más importante de mi vida. Nunca lo he olvidado. Por primera vez, me di cuenta de que mi expectativa de los alumnos hacía una diferencia increíble en su rendimiento. 84

No había ninguna diferencia entre las secciones uno, dos, y tres. Era el mismo contenido, el mismo día de la semana, el mismo nivel de capacidad entre los alumnos del primer año. Ninguna diferencia. Incluso, nunca dije: «Ustedes están en la sección dos y su rendimiento debería reflejarlo». ¿Cómo podía explicar la diferencia tan dramática en lo que aprendieron? La única diferencia era la expectativa del profesor. Ya que mis expectativas eran mucho más altas para el segundo grupo, su conducta y su aprendizaje lo reflejaron. Nunca olvidaré cuando reflexioné ese día sentado en mi sillón: «Me pregunto, ¿qué habría pasado si el otro profesor me hubiera dicho que los alumnos destacados eran del grupo tres?» Esa experiencia encerró en mi memoria para siempre la realidad de la ley del potencial. Mis expectativas, sin duda, tuvieron un tremendo impacto en la vida de los alumnos —tanto para bien como para mal. Ya que este libro fue escrito para ayudarle a optimizar su capacidad de causar que los alumnos aprendan, entonces obviamente si puede dominar la ley del potencial, ¡puede asegurar que sus alumnos florezcan tal como el grupo de la sección dos! Antes de terminar de estudiar esta ley, usted sabrá cómo hacer florecer a sus alumnos, a sus hijos, y a sus amigos. La verdad practicada correctamente de un corazón lleno de amor tendrá un precioso impacto sobre cada uno. Recuerde que el Señor ve a cada estudiante y a cada niño como una persona de la «sección dos», y él quiere hacerlos florecer por medio de usted, el maestro.

La mentalidad de la ley del potencial ¿Cuál es nuestra mentalidad normal acerca de nuestros alumnos? ¿Esperamos grandes cosas normalmente de nuestros hijos y nuestros alumnos? Desdichadamente, creo que la mayoría no lo hace.

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En realidad, la mayoría de nosotros pensamos que nuestros pensamientos acerca de nuestros alumnos son privados, y que no cambian nada. Ya sea que pensemos que nuestros alumnos son interesantes o aburridos, estamos convencidos de que aquello no influirá en el proceso de aprendizaje. Mientras mantengamos nuestros pensamientos en privado y no mostremos nuestros verdaderos sentimientos, todo estará bien. La ley del potencial rechaza categóricamente esta noción. Revela que sus pensamientos hacen un impacto innegable sobre cada persona que conozca, tanto dentro de la sala como fuera de ella. Veamos este concepto de la expectativa en el contexto bíblico. Hay dos pasajes que presentan los conceptos clave relacionados con esta ley. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos 10:24–25) Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. (Hebreos 3:12–13)

«Y considerémonos…» ¿Por qué debo considerarlos a ustedes? Hebreos 10:24–25 dice que debo considerarlos «para estimularlos al amor y a las buenas obras». La palabra griega que es la raíz de considerar significa examinar, evaluar, observar constantemente a su público y preguntar: ¿Qué sucede en sus vidas? ¿Me están siguiendo o no? ¿Cuales son sus necesidades? ¿Cómo puedo ajustar mi contenido y mi estilo para enseñarles más eficazmente? Tengo que saber qué sucede en su vida para poder «estimularlos», porque no sé en qué áreas necesitan ayuda. Debo saber cómo se sienten y qué están pensando. Tengo que discernir si tienen un problema para que pueda ayudarles a hacer buenas obras y amar a otras personas.

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Considerar también significa «cernirse sobre». Significa analizar con calma los mensajes sutiles que está enviando. Su lenguaje corporal envía todo tipo de mensaje a los que tienen ojos para ver y oídos para oír. No obstante, frecuentemente estamos tan preocupados por el contenido que perdemos el mensaje de las personas que debemos estar «considerando». Nunca olvidaré el día que conocí a un verdadero experto en este arte de «considerar». En noviembre de mi segundo año de estudios de postgrado, Darlene y yo estábamos en apuros económicos, y decidí solicitar un trabajo en el centro comercial más grande de Dallas. Me dieron una solicitud muy larga para llenar, y me llevaron a una gran sala abierta para esperar la entrevista con cuarenta personas. El director de personal estaba sentado en una oficina al lado, y podía ver todo lo que sucedía en cada momento. Mientras esperaba, yo me entretuve conversando con las personas que estaban cerca de mí. Bastante tiempo pasó después de llenar la solicitud y antes de la entrevista. Con el nerviosismo típico, finalmente entré por la formidable puerta marcada Director de personal. Cuando me senté, la señora detrás del escritorio me dijo que tenía el trabajo perfecto para mí. Dijo que habían estado buscando la persona indicada durante semanas, y que estaba segura que yo era la persona perfecta. Como se puede imaginar, estaba perplejo, ni siquiera había leído mi solicitud. ¿Cómo podía conocer mis habilidades o mis intereses? Entonces reveló el puesto: —¡Creo que usted sería perfecto como Papá Noel! —¿Papá Noel? ¿Qué? ¿Cómo sabe usted que yo sería un buen Papá Noel? —exclamé. ¡Ni siquiera creo en Papá Noel! ¡Y no ha visto mi solicitud o mi curriculum vitae! Simplemente sonrió. —Realmente no tengo que saberlo, pero haremos una investigación extensiva de su trasfondo. Creo que no encontraremos nada que me haga cambiar de parecer. Después de todo, ya sé mucho de usted. 87

—No entiendo —vacilé. No nos conocemos, y usted no ha visto mi solicitud todavía. ¿Cómo puede saber tanto de mí? Ella explicó que había estado observando a todos en la sala de espera y que sabía mucho acerca de cada persona antes de que pasara por la puerta. Entonces empezó a nombrar uno y otro dato acerca de mí —y cada vez tenía razón. No lo pude creer. Finalmente explicó que había sido una observadora de personas más de treinta años y que sabía leer a la gente como otros leen un libro. Estaba curioso, así que le pedí que mencionara algunas de las cosas que «leyó» en mí, que le ayudaron a saber tanto. Primero, me había observado que tenía contacto visual con el secretario de personal cuando me entregaron la solicitud. Era amistoso, directo, y cortés, aunque estaba un poco ansioso. Segundo, ella vio que llené la solicitud con determinación y diligencia. Apreté fuerte con el lápiz y estaba agachado sobre el escritorio, todo lo cual mostraba un compromiso intenso de superar obstáculos en el camino hacia la meta. Tercero, cuando una niña de cinco años de edad sentada en frente de mí empezó a llorar, traté de entretenerla, mostrándole mi lápiz y haciendo caras cómicas. Eso indicó que tenía suficiente cariño por los niños para dejar de lado mis propios intereses. Durante esa entrevista asombrosa, nombró más de una docena de mis actividades y sus implicaciones. Antes de que terminara, ¡estaba convencido de que ella sabía la marca de mi ropa interior por haber visto el color de mis calcetines! Salí con un trabajo nuevo que no esperaba, el de ser Papá Noel; pero más importante, con una educación inolvidable en el poder de la observación personal. Han pasado muchos años desde los días de Papá Noel, y desde entonces he desarrollado la meta de llegar a ser un observador cuidadoso de otras personas, para poder servirles mejor. ¿Usted observa a las personas que está enseñando? Se pregunta constantemente, ¿Cuáles son

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las necesidades de mis alumnos ahora? ¿Estoy comunicándome con ellos o no? Considere su público; obsérvelos. Si usted es padre o madre, probablemente hace esto constantemente. Por ejemplo, cuando eran más jóvenes nuestros hijos, de vez en cuando mi esposa y yo observábamos que uno de nuestros hijos actuaba de una manera extraña. Parecía molesto, frustrado, irritable, no nos miraba a los ojos cuando hablaba, y no respondía bien. Finalmente nos dábamos cuenta de que su «vaso emocional» se había vaciado durante los eventos del día. Estaba emocionalmente inseguro y necesitaba ser lleno con nuestra atención personal y nuestro amor. Darlene y yo decidíamos quién tendría la energía para llenar el vaso de ese niño, y lo llevaría a otro cuarto para mostrarle amor, abrazarlo, y conversar mirándose a los ojos, hasta que su bienestar emocional hubiese sido restaurado. A veces me siento también con el vaso vacío. Es increíble durante estos años felices de matrimonio cómo Darlene capta eso y toma la iniciativa para suplir mis necesidades. Dice: —Por qué no te vas a sentar a la sala, y te preparé una taza de café; y me aseguraré de que los niños no se acerquen por un momento. Entonces se sienta al lado y me pregunta: —¿Cómo te fue hoy? Parece que ha sido un día difícil. La clave en todas estas ilustraciones está en «considerarse los unos a los otros». ¿Ha estado conversando con una persona cuando de pronto siente que algo no está bien? Probablemente cuando se lo mencionó, ella contestó, «¿Cómo supiste?» Si usted puede leer a las personas así, entonces ha grabado este pasaje en su corazón, y está preparado para dar el próximo paso para ser una persona que hace florecer a los demás. Hebreos 10:25 sigue, «no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos». Cuando yo «considero» a alguien para «estimularlo al amor y a las buenas obras», esa persona probablemente no se da cuenta de lo que estoy haciendo. Yo «considero» 89

a la persona, y esa persona se siente movida. Pero ¿qué enseña la Biblia acerca del vínculo entre nosotros? La respuesta es que la Biblia me instruye a «exhortar» a la otra persona. La palabra «exhortar» es una palabra positiva. Significa animar, no criticar. Involucra una preocupación mutua. Consiste en llegar al lado de la persona para animar, amar, cuidar, y ayudar. Estos versículos en Hebreos nos instruyen primero a discernir lo que sucede en la vida de la persona para poder motivarla al amor y a las buenas obras. ¿Usted exhorta a sus alumnos? Hebreos dice que debemos exhortarnos diariamente. ¿Ha exhortado a alguien hoy día? Motive a sus alumnos al amor y a las buenas obras. Eso es el lado positivo, Pero hay otro lado también. Hebreos 3:12–13 lo describe: Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos [¡Aquí está la palabra!] los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: «Hoy»; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

La exhortación, entonces, puede ser positiva o negativa. Es agradable cuando alguien es sensible a mis necesidades, se preocupa por mí, se fija en que no estoy bien, y cariñosamente me dirige hacia el camino correcto. Pero ¿qué sucede cuando la persona no es tan receptiva? Debemos empezar suavemente, animando, moviendo de lo positivo hacia lo negativo, cuando es necesario. Podemos llegar a conversaciones francas, e incluso a la amonestación o la reprensión. A veces eso es lo que hace falta para que la otra persona reaccione y decida obedecer. Hay un relato fascinante acerca de una amonestación fuerte en el último capítulo de Nehemías. La gente no obedecía al Señor y no se sometía a su voluntad. ¿Qué hacía su maestro Nehemías? «Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos.…» (Nehemías 13:25). ¡Qué método! No recomiendo que imite el método de Nehemías, pero ¿por qué reaccionaría tan fuerte? Es porque amaba tanto a su Dios, y estaba tan 90

preocupado por su pueblo, que se lanzó a una confrontación directa y enérgica. Para ser un padre responsable, debo exhortar o reprender a mis hijos. Cuando empiezo a sentir la responsabilidad por una persona y la reprendo, corro el riesgo de que se disguste conmigo. Pero eso es lo que exige el amor. ¿Está usted comprometido a exhortar? ¿Está dispuesto a obedecer a las Escrituras y decir a su clase: «¿Cómo les puedo ayudar a crecer espiritualmente, ayudarles a superar el pecado, ayudarles a comprometerse más con Dios —lo que necesiten?» Es un compromiso. Y su clase lo necesita cada vez que usted se pare delante de ellos. De eso se trata la ley del potencial. Las expectativas pueden ser conscientes o inconscientes, positivas o negativas,

edificantes o

destructivas. Debemos tomar nuestras expectativas para nuestra clase, remodelarlas según las necesidades de los alumnos, y exhortarlos o reprenderlos para que se acerquen más a Dios en obediencia completa. Hagamos un resumen de estas observaciones en el modelo de la ley del potencial.

El modelo de la ley del potencial

Este gráfico ilustra cómo se relacionan estos conceptos bíblicos. El cuadro a la izquierda representa al «maestro» o al padre o a la madre. El 91

cuadro a la derecha representa al «alumno» o al hijo. El cuadro en el medio representa el «tema», que no estamos considerando principalmente en esta ley. En el primer cuadro, se ve que el maestro debe «examinar» al alumno para

«moldear

las

expectativas».

Esto

se

hace

en

«privado,

constantemente», porque la situación siempre está cambiando. En el cuadro del alumno, se ve que la meta del maestro es la de producir «entusiasmo» en los alumnos. El proceso debe «motivar al alumno» a lo positivo, hacia el «amor y las buenas obras». También debe evitar lo negativo en él; un «corazón endurecido». Esto se hace «en persona, progresivamente», según la situación y el desarrollo de los alumnos. La flecha en el medio refleja el proceso por el cual el maestro toma lo que ha considerado en privado acerca de las necesidades de sus alumnos, los «exhorta» y «maneja el mensaje» para ellos «en público, diariamente». Durante el resto de nuestra discusión de esta ley, entenderá mejor cómo estos tres pasos se relacionan entre sí. También usted será capacitado a través del método de la expectativa para hacer florecer a sus hijos y a sus alumnos. La influencia de nuestras expectativas es increíble, un don del Señor que debemos utilizar conscientemente para el bien de nuestros alumnos y nuestra familia. Escuche el uso profundo de la expectativa de parte de este profesor, y vea cómo ayuda a que ellos florezcan. ¿Cree usted que estas tres oraciones breves cambiarían algo en sus alumnos si las usara? «Juanito, siempre enseño mejor cuando tú estás en la clase. Cuando vengas el próximo domingo, ¿podrías levantar la mano para que yo pueda ver que estás aquí? Si lo haces, puedo enseñar mejor.»

Las máximas de la ley del potencial En el musical Mi bella dama, el profesor de expresión, Henry Higgins hace una apuesta con un amigo, diciendo que él puede transformar a una 92

jovencita pobre, una vendedora de flores llamada Eliza Doolittle, en una dama refinada de sociedad. Para asegurar su éxito, el profesor trabaja no solamente con su expresión oral, sus costumbres, y su manera de vestirse, sino también corre la voz que él va a acompañar a una princesa bella y refinada al baile del año en Londres. ¡Él conocía el poder de las grandes expectativas! Semanas después, cuando se abre la puerta del carruaje, se escucha el suspiro de la multitud que ve lo que esperaba ver: una princesa fina y elegante. Durante la noche, la manera de hablar y las acciones de Eliza son profundamente afectadas por las expectativas de la ciudad. En un momento, el profesor pide la opinión del director de la orquesta acerca de la «princesa». «He visto cientos de bailes en todo Europa», dice el viejo y sabio conductor, «y sé que esa dama fue criada en el palacio más refinado». En medio del drama, Eliza hace una observación profunda. Dice que lo importante no es cómo ella actúa, sino lo que la gente espera de ella. Afirma que eran las expectativas las que le hicieron cambiar más. Así una niña de la calle puede llegar a ser una «bella dama». Una fuerza poderosa —para bien o para mal— reside en nuestras expectativas. Consideremos a través de las siete máximas de la ley del potencial la manera de dirigir este motivador poderoso para que sea un canal para el bien de nuestros alumnos.

Máxima 1: Las expectativas existen en todos, sobre todo, y en todo tiempo El primer paso en hacer florecer a sus alumnos es darse cuenta de que todos ya tenemos expectativas. Aunque ni lo pensemos, tenemos expectativas acerca de todo. Al leer este capítulo, usted ya tiene expectativas sobre la próxima clase que enseñará, aunque no las haya formulado conscientemente. Todos tenemos expectativas, sean positivas o negativas. 93

Las expectativas son tan comunes como el aire. Si alguien le preguntara esta noche, «¿le gustó la cena?», usted contestaría de acuerdo con lo que anticipaba (o esperaba). Supongamos que había estado pensando toda la tarde, «No puedo esperar que llegue la cena —será algo muy especial». ¿Qué sucede si es una comida bastante pobre? Estará decepcionado. En cualquier momento que estamos desilusionados, es porque la realidad no cumplió nuestras expectativas. Por otro lado, si está entusiasmado por la cena, es porque igualó o superó sus expectativas. Tenemos expectativas acerca de todo. Usted tiene expectativas sobre este libro, si le ayudará o no. Si usted espera que este libro sea excelente, y resulta solamente bueno, estará decepcionado. Si piensa que será bueno, y resulta excelente, entonces estará fascinado. En el ministerio Caminata Bíblica, enfrentamos este desafío cada vez que contratamos a un nuevo empleado. Casi todos los que vienen a trabajar con nosotros traen expectativas no muy realistas; piensan que no habrá problemas, estrés, malentendidos, ni horas largas. Algunos esperan que habrá gente como ángeles, y que el ambiente laboral nunca tendrá problemas de pecado. ¡Pero la realidad siempre golpea! Mientras que no descubrimos lo que estaba pasando, mucha gente se sentía decepcionada, porque las organizaciones cristianas también están llenas de gente normal. Ahora pasamos bastante tiempo haciendo ajustes de las expectativas, haciendo que sean más realistas. El único lugar perfecto es el cielo. Si se da cuenta de que las expectativas existen en todos todo el tiempo, tendrá una ventaja respecto de la mayoría. El hecho de darse cuenta de eso le animará a evaluar si sus expectativas son realistas, y a ajustarlas si es necesario. Las expectativas que no son realistas son la causa de muchos problemas matrimoniales hoy, incluyendo a familias cristianas. La mujer posiblemente piense que la relación seguirá igual como estaba en los últimos meses antes de la boda —recibirá flores cada jueves, saldrán a 94

comer todos los viernes, él le susurrará cosas dulces en su oído todas las noches, darán paseos a la orilla del lago regularmente, y tendrán conversaciones profundas acerca de la vida constantemente. El hombre posiblemente piense que su esposa tendrá el pelo perfectamente arreglado, que mostrará el mismo espíritu tierno y cariñoso siempre, que será romántica, y que le honrará sobre todos y sobre todo siempre. Entonces la realidad se hace evidente después de algunos meses de matrimonio, y si no han ajustado sus expectativas de acuerdo con la realidad, su matrimonio tendrá momentos muy difíciles. Pasamos por varias etapas si no se ajustan las expectativas. La primera etapa es la decepción. Cuanto más lejos está la expectativa de la realidad, cuanto más grande la decepción. «La clase hoy fue una gran decepción», dice alguien. Tenía una expectativa acerca de lo buena que sería la clase, y no fue así. Si la decepción continúa, y ni la expectativa ni la realidad cambia, entonces la persona entra a la fase del desánimo. Es más profundo que la decepción. Alguien puede estar decepcionado sin estar desanimado, pero no puede estar desanimado sin primero experimentar la decepción. Si el desánimo continúa, entrará a la etapa de la desilusión. Cuando está desilusionado, ya no tiene una idea falsa de la realidad. Por primera vez ve la realidad tal como es, y no le gusta. Reconoce que su esperanza de alcanzar las expectativas es nada más que una mentira. Pero ya que todavía no quiere soltar las expectativas altas, la vida no se ve muy agradable. Si la realidad o las expectativas no cambian, estará caminando por un camino rocoso. La última etapa es la desesperación, una completa falta de esperanza. No tiene ninguna esperanza de alcanzar las expectativas. Decepción, desánimo, desilusión, desesperación —todos están unidos y basados en nuestras expectativas. Ya que todos tenemos expectativas todo el tiempo acerca de todo, usted puede imaginar la influencia dramática que

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tendrán sobre nuestra interpretación de nuestras vidas y sobre la influencia que tengamos en la vida de otros ya sea dentro o fuera del salón de clases.

Máxima 2. Las expectativas tienen un impacto sobre nosotros y sobre los demás Tal como se vio en la historia de la «sección dos», nuestras expectativas tienen mucha influencia. Sin darnos cuenta, constantemente están haciendo un impacto en nosotros y en otras personas. Por causa de esta influencia, y por su presencia universal, tenemos que aprender a usar las expectativas para el bien. Usted probablemente sabe lo que es un placebo. Es una pastilla falsa. Hasta el año 1890, el 90% de las drogas recetadas eran nada más que píldoras de azúcar. Cuanto más enfermo está el paciente, más grande la píldora. Si alguien estaba realmente enfermo, y no había ningún remedio conocido para la enfermedad, el médico le daría una receta para una píldora grande y fea, y diría: «Tome una de estas píldoras cada cuatro horas, día y noche. Ponga su alarma para asegurar que se despierte para tomarla en la noche, para que el medicamento tenga su efecto completo». El médico sabía que el placebo no tenía nada que ver con la mejoría del paciente, pero si el paciente creía lo suficiente en su poder sanador para despertar en la noche, probablemente tendría un efecto positivo. Estaba explicando esto en un seminario una vez, cuando un hombre empezó a reírse. Estaba causando un disturbio en el público. Finalmente, yo dejé de hablar y le pregunté: —Señor, ¿qué sucede? —Soy médico —dijo—, ¡y no ha cambiado nada! Se acercó en el siguiente recreo y me contó lo que había sucedido recientemente en su hospital.

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—Los placebos —o las expectativas— son poderosos. Si no lo ha visto de primera mano, probablemente no sabe ni la mitad. Ayer, una de mis pacientes se enfermó seriamente, y tuvimos que hospitalizarla. Su enfermedad respondía a un solo medicamento, entonces le pregunté si ese remedio le causaba alergia. —¡Sí! —dijo—, Ese remedio me produce una reacción severa. Me da urticaria, el corazón palpita fuerte, empiezo a transpirar, me siento mareada y me da náusea. —Le dije que lamentaba que tuviera esas reacciones, pero que era el único remedio disponible. Por causa del peligro, le di un placebo, pero le dije que era el medicamento verdadero. En una hora, me llamaron por el altoparlante, y fui corriendo a su habitación para encontrar que tenía una reacción severa; su cuerpo tenía urticaria, le costaba respirar, estaba perdiendo la conciencia, y estaba en un estado crítico. El médico sonrió y continuó: —Es sorprendente que nuestras expectativas tengan un efecto tan dramático, pero es así. Todo lo que usted ha dicho acerca del poder de las expectativas ha sido comprobado una y otra vez en el campo de la medicina. Pero nunca pensé que mis expectativas podrían tener un impacto semejante en mi clase de la escuela dominical. ¡Desde ahora en adelante, voy a tener más cuidado! No solamente las expectativas influyen en nuestros cuerpos, sino también pueden tener un impacto en cada parte de nuestras vidas. Un experimento histórico famoso demuestra este hecho. En el año 1900, el departamento del censo compró una máquina nueva para sus empleados. Estimaban que los empleados podrían escribir 550 tarjetas cada día con las nuevas máquinas. Después de un par de semanas, hubo muchos disturbios emocionales, y el director del censo tuvo que concluir que no podía exigir 550 tarjetas por día. Así que los empleados empezaron a hacer menos tarjetas cada día. 97

Un mes después, el departamento encontró que necesitaban más empleados para hacer el trabajo que faltaba. Debido a la falta de espacio, los nuevos empleados fueron ubicados en otro edificio. Les enseñaron a estos empleados a usar las máquinas, pero no les explicaron cuántas tarjetas esperaban cada día. ¡Adivine cuántas tarjetas procesó ese grupo cada día! ¡Un promedio de 2.100 por persona! No les habían dicho que una persona solamente podía hacer 550 al día, así que simplemente hicieron su trabajo rápidamente —sin complicaciones de salud o dolores de cabeza. Así es el poder de las expectativas. Máxima 3: Las expectativas tienen raíces en el pasado, influencia en el presente, y un impacto en el futuro Tendemos a formar nuestras expectativas sobre la base de la información —o mala información— del pasado. Una vez formadas, influyen en nuestras actitudes y acciones en el presente, y también hacen un impacto en nosotros y en otros en el futuro. Imagine que algunos maestros de la escuela dominical están en el pasillo hablando de la promoción de los alumnos al año siguiente. Una maestra dice: «Espero que no te toque Antonio el Terrible». Usted ha escuchado historias de terror acerca de este niño de siete años de edad, y ha estado orando durante meses para que no sea alumno suyo el próximo año. Pero el día del comienzo del nuevo año, ¡adivine quién entra su sala! ¡Antonio el Terrible! ¿Tendrá mucha esperanza ese niño? ¡De ninguna manera! Las expectativas que ya se ha formado acerca de él controlarán sus actitudes y sus acciones hacia Antonio. Sus expectativas harán florecer solamente lo «terrible» en Antonio. Nuestras expectativas vienen de uno de los cuatro lugares. Primero, vienen por el reconocimiento —algunas equivocadas y otras acertadas. Imagine que yo lo veo a usted en la calle y digo: «Puedo ver por su pelo y su vestimenta que usted usa drogas». He formado una expectativa basada 98

en un indicador externo. Pero esa expectativa puede ser totalmente incorrecta. Segundo, formamos expectativas por la reputación. Alguien en la sala de descanso de la facultad dice: «No puedo esperar que termine este año, porque así ya no tendré a Juanito. Siempre me interrumpe la clase. Te va a tocar a ti el próximo año, y será un terror, ya verás.» La tercera manera en que formamos expectativas es por el registro — mirando los archivos para ver cómo le ha ido al alumno en el pasado. Un miembro de la facultad de una universidad en la costa del Pacífico una vez consiguió un registro que tenía todos los nombres de los estudiantes, con sus coeficientes intelectuales. El único problema era que habían cometido un error; una hoja tenía los nombres con los coeficientes intelectuales, pero la segunda hoja tenía los nombres con el número de su casillero. Nadie descubrió el error. Para al final del semestre, los alumnos que tenían los coeficientes más altos habían logrado un rendimiento mucho mejor que los que tenían los coeficientes más bajos, como es de esperar. ¡Pero los que tenían los números de casillero más altos también lograron un rendimiento más alto que los que tenían números más bajos! ¡Esto era solamente porque el profesor había confundido el número de casillero con el coeficiente intelectual! Las expectativas del profesor cambiaron radicalmente la conducta de los alumnos. La cuarta manera en que formamos expectativas es por una relación. Cuando conocemos a alguien, empezamos a esperar cierta conducta. Con el tiempo, nuestra relación puede corregir las expectativas erróneas que teníamos antes de realmente conocer a la persona. Veamos como todos estos factores se conjugan. Imagine a un profesor que forma una expectativa, quizás por una reputación, acerca de algún alumno. El primer día de clase, el profesor observa al alumno caminando hacia la clase. Mira a ese alumno, piensa el profesor. Parece arrogante.

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Debe ser verdaderamente pedante. Antes de la primera clase, el profesor sospecha del alumno. Cuando comienza la clase, el alumno reacciona a la expectativa, respondiendo a las transmisiones hostiles del profesor. El profesor no dice nada al alumno, pero comunica sus expectativas negativas en su conducta, y el alumno detecta algo en su lenguaje corporal, y el contacto visual, y en el tono de voz. Desanimado por la actitud que capta de parte del profesor, el estudiante empieza a responder en forma negativa. Se desliza en su silla con una postura relajada, demostrando una actitud de «no me importa lo que usted piensa». ¡Ah!, piensa el profesor. Creo que tenía razón acerca de este joven. Mira como está sentado. Seguro que es problemático. El profesor ha confirmado sus expectativas. Se mueve de su juicio inicial, tentativo, y llega a estar más expresivo acerca de su expectativa. La primera etapa era sutil; la segunda no. Se expresa claramente en la manera en que el profesor contesta las preguntas del alumno, y en la manera en que lo trata antes y después de la clase. El alumno se siente atacado por la hostilidad que aparentemente no merece. Si eso es lo que usted piensa de mí, entonces así voy a responder, piensa el alumno. ¡Le mostraré cuán rebelde puedo ser! Así que el alumno empieza a reflejar lo que se esperaba de él. Se asemeja a la caricatura que el profesor se había hecho de él antes de conocerlo. Se expresa más y más sin respeto. Ahora el alumno capta la mirada fría que está en los ojos del profesor que dice, Tenía razón acerca de ti. Eres rebelde y problemático. Ahora que te tengo analizado, te voy a fastidiar el resto del semestre. Sin esperanza de redimirse, el alumno se rinde; se conforma a las expectativas poderosas de su profesor. El semestre resulta desagradable y poco provechoso para los dos. El profesor se pregunta, ¿Por qué siempre me mandan estos alumnos problemáticos? Y el alumno sacude la cabeza y dice, ¿Por qué siempre me tocan los profesores duros y hostiles?

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Todo esto puede suceder debajo de la superficie. El profesor posiblemente no esté consciente de que está comunicando sospecha y hostilidad. El alumno posiblemente no está consciente de que está respondiendo a las expectativas. Pero se echó a perder la experiencia del aprendizaje para los dos. Una relación que podría haber sido beneficiosa ha sido dañada, quizás sin remedio. Ahora imagine el proceso invertido, cuando las expectativas iniciales del profesor son positivas. ¿Sucedería lo mismo, pero en el sentido positivo? ¡Absolutamente! Máxima 4. Las expectativas son reveladas a través de nuestras actitudes y acciones Las expectativas afectan tanto nuestras actitudes (internas) como nuestras acciones (externas). Si usted observara a un maestro relacionarse con varios alumnos, en poco tiempo podría discernir sus expectativas acerca de los alumnos; se conocen a través de su lenguaje corporal, su contacto visual, sus comentarios, y otras cosas. Se ha hecho mucha investigación para descubrir cómo las expectativas afectan la enseñanza. La siguiente lista muestra lo que han encontrado: Los profesores con expectativas muy bajas sobre un alumno tienden a hacer lo siguiente en sus clases: •

Esperar menos tiempo para que el alumno conteste una pregunta.



Pedir menos frecuentemente al alumno que conteste una pregunta.



Reforzar de una manera inapropiada una respuesta incorrecta del alumno.



Dar la respuesta al alumno en forma precipitada, o pedir que otro alumno conteste.



Evitar dar pistas al alumno, repetir la pregunta, o expresar la pregunta de otra manera.



Dar menos retroalimentación al alumno, y dar menos información en su retroalimentación. 101



Interrumpir más rápidamente cuando el alumno se equivoca. Los profesores con expectativas bajas tienden a hacer lo siguiente cuando evalúan el rendimiento:



Criticar al alumno más frecuentemente por el fracaso.



Animar al alumno menos frecuentemente por el éxito.



Escribir menos notas explicativas en los trabajos escritos.



Enseñar a un ritmo mucho más lento y menos intenso.



No dar la ventaja de la duda en un caso de incertidumbre.



Usar menos métodos efectivos de la enseñanza que requieren mucho tiempo.



Dar más tareas que ocupan tiempo pero que no son significativas. Los profesores que tienen expectativas bajas tienden a hacer lo siguiente cuando se relacionan personalmente con los alumnos:



No dar retroalimentación positiva acerca de la respuesta pública del alumno.



No prestar mucha atención al alumno, y tienen menos interacción con él.



Tener más interacción en privado que en público con el alumno.



Tener menos interacción amistosa con el alumno.



Sonreír menos y mostrar menos cariño físico.



Mantener menos contacto visual.



Limitar la comunicación no verbal que refleje atención e interés: inclinarse hacia adelante, asentir con la cabeza, y en lenguaje corporal en general. Estas acciones claramente demuestran cómo los estudiantes que supuestamente son mediocres difícilmente aprenden bien o se comportan bien. No son tratados como buenos alumnos. Los profesores aparentemente «hacen» que sus alumnos bajen en su rendimiento por darles menos oportunidades educacionales y por enseñarles menos materia de una manera menos eficaz.

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Máxima 5: Las expectativas tienen una influencia sobre el futuro, sean explícitas o implícitas Lo increíble de las expectativas es que podemos expresarlas o mantenerlas en privado —aun inconscientes— y todavía tienen su impacto sobre las personas. Una vez un pastor me fue a buscar al aeropuerto, y durante cuarenta y cinco minutos en el viaje a su iglesia, me habló maravillas de la gente de su iglesia. Después supe que había dedicado bastante tiempo a formar en su congregación expectativas muy positivas acerca de mí. Cuando fui a predicar, ¡sentía que no podía fallar! Las expectativas eran tan positivas y tan afirmativas que sacamos lo mejor el uno del otro. Este pastor expresó sus expectativas, pero no es necesario expresarlas para que tengan una gran influencia sobre las personas. El departamento de sicología de una universidad prestigiosa decidió probar si las expectativas de los alumnos podrían afectar la conducta de los animales. Obviamente los animales no entienden el lenguaje humano, así que no pueden ser influenciados por las expectativas expresadas. Los investigadores seleccionaron setenta y dos ratas y setenta y dos alumnos. Juntaron a la mitad de los alumnos con sus ratas, y dijeron a los alumnos: —Durante generaciones, hemos podido desarrollar unas ratas inteligentes. Estas ratas son increíbles. Pueden pasar por los laberintos más complejos en increíblemente poco tiempo. Hemos diseñado algunos laberintos especialmente difíciles. Su trabajo en los próximos treinta días es ver cuán rápidamente pueden enseñar a sus ratas a pasar por el laberinto. No pueden hablar con los otros treinta y seis alumnos. ¡Adelante!» Trajeron los otros treinta y seis alumnos, les dieron sus ratas, y les dijeron: —Estas ratas son muy poco inteligentes. Nacieron de padres que no eran capaces de salir de los laberintos más simples. De todas maneras,

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queremos desafiarlos a entrenar a estas ratas estúpidas a pasar por los laberintos lo más rápido posible. Los dos grupos usaron exactamente los mismos laberintos. Al final de los treinta días, las ratas «inteligentes» estaban pasando por los laberintos en un tiempo 200% más rápido que las ratas «estúpidas» —¡aunque las ratas habían sido seleccionadas al azar! ¿Cómo pudo suceder eso? Los investigadores concluyeron que las expectativas no tienen que ser expresadas verbalmente para influir en la conducta. Aun en ratas. Nadie puede explicar exactamente cómo las expectativas funcionan cuando no son expresadas, pero cada experimento que he visto demuestra que influyen en la conducta de otros. Sabemos que las expectativas se expresan en el lenguaje corporal. Si pongo mis manos en las caderas e inclino la cabeza hacia atrás, ¿qué estoy diciendo? Exasperación. Falta de interés. Si cruzo los brazos sobre el pecho, ¿qué estoy diciendo? Estoy a la defensiva. Estoy diciendo, «pruébamelo». Ya que las expectativas controlan el lenguaje corporal, la única manera de controlar y supervisar su lenguaje corporal es por la formación consciente de las expectativas. Máxima 6: Las expectativas dañan a otros si son demasiado bajas o demasiado altas por demasiado tiempo Si las expectativas son poco realistas, posiblemente la persona nunca alcance ese nivel, y se puede sentir como un fracaso. De la misma manera, si las expectativas son demasiado bajas o negativas, es muy probable que la persona pierda el interés, y logre menos de lo que es capaz de lograr. Imagine que un alumno llegue a la casa con un informe de sus calificaciones que tiene cinco «A» (la nota más alta) y una «B» (la nota segunda más alta). Si la mamá responde, «¡Qué informe más terrible! ¿Por qué sacaste una «B»?» ¿Cómo se siente el alumno? «Nunca puedo realizar las expectativas de mi mamá».

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¿Cómo se siente un jugador de fútbol cuando su padre le dice: «Lo único que importa es hacer un gol. Ninguna otra cosa vale nada». El joven vuelve a su casa después de hacer dos pases excelentes que ayudaron a otros a hacer goles, y salvó el partido con una jugada defensiva. El papá le pregunta, «¿Hiciste un gol?» El joven dice, «No, ¡pero yo era la estrella del partido! Yo…». Pero el papá le interrumpe, «No quiero saber nada. ¿Cuándo vas a hacer un gol?» Ese tipo de expectativa poco realista puede aplastar a un niño. En contraste, las expectativas demasiado negativas pueden ser profecías autocumplidas. Los padres deben siempre tener cuidado con esto. Posiblemente entre a la habitación de su hija que tiene trece años, y ¡ni puede encontrar la cama! Usted no puede soportarlo. Le ha dicho cien veces que tiene que ordenar su habitación. Sin pensar, usted dice: «¡Esta habitación es un desastre! Si el departamento de salud viniera, ¡sería clausurada! ¡Tú vas a ser una persona asquerosa! ¡Ningún hombre vivirá en la casa que tú cuidas! ¡No valdrás nada!» ¿Escuchó lo que dijo? Acaba de formar la expectativa. ¡Y adivine quién va a empezar vivir conforme a ella! ¿Y si su hijo vuelve a la casa con su cuarta «F» (la peor calificación) en Lenguaje? La noche anterior usted perdió su programa favorito de televisión para ayudarle a estudiar. ¡No lo puede creer! De pronto está diciendo: «¡Eres tan estúpido! ¡Cuatro «efes»! ¡No tienes un cerebro en tu cabeza! ¡No vas a lograr nada! ¡Eres un fracaso!» Todos lo hemos hecho, ¿verdad? Los padres lo hemos hecho. Los profesores lo hemos hecho. Los abuelos lo hemos hecho. De alguna manera, en vez de hacer florecer a nuestros hijos, nuestras palabras los rompen y cultivan un futuro de fracaso. Tenga cuidado y fije las expectativas en forma realista y precisa. Evite dañar a sus alumnos con expectativas demasiado altas… o demasiado bajas. 105

Máxima 7: Las expectativas motivan a otros cuando son guiadas por el amor La razón fundamental para querer hacer florecer a otra persona debe ser nuestro amor por ella. Debemos ayudar a toda la gente posible para que sean todo lo que Dios quiere que sean. Tales personas que hacen florecer a otros son muy poco comunes, ¿verdad? Si revisara su vida, probablemente encontraría pocas personas que creyeron en usted y le animaron de una manera significativa, trayendo cambios en su vida. Esas pocas personas nos ayudan a levantar la cabeza, a correr más rápido, y a ser lo que ni soñamos ser. Nos amaron cuando no nos amábamos a nosotros mismos. Compartieron sus expectativas bíblicas con nosotros, porque como dice 1 Corintios 13, el amor «…todo lo cree, todo lo espera». Como usted, yo sé exactamente quiénes son estas personas en mi vida, y la historia de mi vida sería muy distinta si no fuera por las personas enviadas por Dios que hacen florecer a otros. Mis padres fueron los primeros. Eran temerosos de Dios. Nuestro hogar estaba lleno de amor y cariño. La convicción de que «puedes hacer cualquier cosa que quieras hacer» filtraba por cada fibra de nuestro hogar. Esa actitud positiva nos contagió a nosotros los hijos, y nos capacitó para lograr mucho más de lo que habríamos soñado. Recuerdo un día cuando estaba en la enseñanza secundaria, que dije a mis padres que íbamos a participar en una competencia de estado físico en un par de meses, y que ganaríamos un par de pantalones deportivos como premio. El color de los pantalones dependía de nuestros logros en la competencia. El entrenador nos recordó que teníamos que usar los pantalones para correr en la pista de atletismo donde las niñas hacían sus ejercicios. (¡También conocía el poder de las expectativas!) Nos explicó que el grupo más bajo ganaría pantalones amarillos, el grupo de los 25% más 106

destacados ganaría pantalones amarillos con una raya negra, los diez alumnos más destacados entre todos ganarían pantalones rojos, y el mejor de todos ganaría pantalones plateados. Recuerdo que pensé, «Espero ganar la raya negra». Mi padre escuchó, asintió con la cabeza, y no dijo nada. Al día siguiente cuando estaba limpiando el establo del toro, mi padre quedó parado al lado de la cerca, y preguntó: —¿Cuándo vas a ganar los pantalones plateados? No había ninguna duda en su voz; sólo quería saber cuándo los ganaría, no si los ganaría o no. —¿Qué? ¿Realmente crees que podré ganar los pantalones plateados? —Sí —asintió con la cabeza—. Sin duda. Solamente que no has decidido si quieres trabajar tanto para ganarlos. Pero tengo el presentimiento que ya es tiempo. Eres capaz de ganar los pantalones plateados, hijo. Entonces se fue. Y así de simple, por causa de las expectativas de mi padre, llegué a ser el ganador de los pantalones plateados. Así sucedió con mi hermano un par de años más tarde. La última vez que visité nuestra escuela, nadie había ganado el récord; todavía éramos los únicos estudiantes de la misma familia que habíamos ganado los codiciados pantalones plateados. Pero la verdad es que nuestros padres ganaron los pantalones. También recuerdo a la señora Rudin, mi profesora del sexto año. Ella me hizo florecer tanto que todavía recuerdo cuán importante me sentía cuando entraba a su sala. Y el señor Griffin y su señora, el pastor de la iglesia en Union, Nueva Jersey, donde trabajé como pastor de jóvenes un par de años mientras estudiaba en la universidad cercana. Trabajaron semana tras semana con este joven vacilante e inseguro, invirtiendo su amor y sus sueños en mí. Me explicaban siempre lo que Dios quería hacer a través de mí, y me decían

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que Dios tenía su mano sobre mí. Lo devoraba, porque necesitaba cada palabra de ánimo que pudiera encontrar. Después Dios proveyó al Dr. Stephen Slocum y su señora para hacerme florecer cuando fuimos a Dallas para estudiar en el seminario. El Dr. Slocum me invitaba a almorzar y me decía: —Cuéntame de tus sueños. Yo no tenía ningún sueño. —«Cuéntame cómo vas a cambiar el mundo. Yo no tenía planes para cambiar el mundo. —¡Creo que tu idea de Caminata Bíblica puede dar buenos resultados en todo el mundo! ¡Creo que tú eres el hombre perfecto para ese trabajo! No existiría el ministerio de Caminata Bíblica, si no fuera por personas como los Slocum que hacen florecer a otros. Muchas veces nuestras esposas nos hacen florecer. Todavía tengo una carta de mi esposa que ella escribió en el año 1978, y la leo de nuevo de vez en cuando. En esa carta, Darlene expresó expectativas positivas sobre nuestra relación y el futuro de nuestro matrimonio y nuestra familia. Esa carta ha tenido un tremendo impacto en mi vida. Sus convicciones y sus sueños acerca de mí todavía me hacen florecer como su marido. Hace tiempo, el hijo de algunos amigos tenía dificultades después de cambiar de escuela. Su vida parecía desmantelarse, y él estaba reprobando casi todos sus cursos. Su madre estaba frenética. Entonces se encontró con una amiga que nunca parecía preocupada. Le preguntó: —¿Cómo eres siempre tan positiva y pereces tener todo bajo control? Su amiga contestó: —Había seis hijos en nuestra familia, y mi mamá mantenía un cuaderno para cada uno. En el cuaderno ella anotaba cada cosa buena que nos veía hacer. Al fin de cada mes, mi mamá nos llamaba el dormitorio, sacaba el cuaderno, y decía: «Quiero que leas esto». Esto lo hizo durante años. 108

Nuestra amiga lo intentó con su hijo. Compró un cuaderno y empezó a buscar cosas buenas en su hijo. No encontraba nada positivo durante las dos primeras semanas. Una noche ella conversaba con su marido acerca de este problema, y se dieron cuenta de que habían sido tan críticos con su hijo que no encontraban nada bueno en él. Ella confesó sus errores al Señor y empezó a mirar prestando más atención, hasta que encontró algo que escribir en su libro. Un día lo llamó al dormitorio y le dijo: —Tengo un cuaderno, y quiero que lo leas. Estaba callado al leerlo, y dijo: —¿Realmente te sientes así acerca de mí? —Por supuesto que sí —contestó. Empezó a llorar y dijo: —Pensé que tú y papá solamente me criticaban siempre. Creí que ya no me amaban, que pensaban que era un fracaso total. ¡Qué cambio hizo en la vida de ese joven y en la vida de esa familia! Dentro de unas pocas semanas, el joven cambió. Volvió su confianza, se restauró la relación con sus padres y con otros, dejó de pelear con sus hermanos y hermanas, y mejoraron sus calificaciones. ¿Qué sucedió? ¡Sus padres lo hicieron florecer! Encontraron algo bueno para formar expectativas positivas sobre el futuro de su hijo, y su hijo floreció bajo esas expectativas. ¿Cuáles son sus expectativas —sobre usted mismo, sobre Dios, su familia, y sus estudiantes? ¿Por qué no reajustarlas y utilizarlas para llegar a ser una persona que hace florecer a otros?

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El meollo de la ley del potencial La esencia de la ley del potencial se resume en tres palabras: «¡Esperar lo mejor!» El maestro debe influenciar el aprendizaje del alumno al ajustar las expectativas.

Conclusión Cuando pienso en lo que significa esperar lo mejor, recuerdo mi primer año de mis estudios de postgrado en el seminario. Había decidido hacía mucho tiempo que iba a estudiar para realizar mis prioridades, y no las prioridades de mis profesores. Así que me puse metas antes de empezar el semestre, en vez de permitir que mis profesores fijaran las prioridades en las tareas que designaban. Tenía cinco cursos, y decidí en qué cursos iba a sacar la mejor nota posible («A»), en qué cursos quería sacar una «B» (segunda nota mejor), y en qué cursos podría sacar una «C» (tercera nota mejor, una nota regular) porque eran menos importantes. El Dr. Hendricks enseñaba el curso, «Cómo estudiar tu Biblia». Le dije a mi esposa: —De todos los cursos de este semestre, este es el más importante para mi futuro ministerio. Quiero saber cómo estudiar la Biblia. Voy a destacarme en ese curso. Calculé el tiempo que tenía disponible para los estudios de cada semana, y lo dividí en dos, dando al curso del Dr. Hendricks la mitad de mi tiempo, y dividiendo la otra mitad del tiempo entre todos los otros cursos. Durante la tercera semana de clases, entregamos un trabajo escrito importante, al cual había dedicado mucho tiempo y esfuerzo. Me preocupé toda la semana por ese trabajo, porque era importante para mí.

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El día que me devolvieron el trabajo, estaba sudando y mi corazón estaba palpitando. Con las manos temblando, saqué el trabajo de la casilla. Arriba de la primera hoja, el Dr. Hendricks había escrito en rojo: —Bruce, este trabajo es absolutamente asombroso. Creo que tienes el potencial para ser uno de los mejores maestros bíblicos en este país. Es un tremendo placer tenerte en mi clase. A+. Prof. Sostuve ese documento en la mano y leí esas palabras una y otra vez. ¡No pude creerlo! Llevé ese documento con las expectativas de mi profesor favorito por la calle hasta el departamento, subiendo la escalera de dos pisos, y entré para mostrárselo a mi esposa. —Cariño, ¡ven! ¡Tienes que leer lo que escribió el Dr. Hendricks en mi trabajo! Coloqué ese documento en la pared arriba de mi escritorio, y cada vez que pensaba dejar el seminario y rendirme, leía y leía las palabras del Dr. Hendricks acerca de mí. Todavía tengo ese papel precioso. ¡Créalo o no, tuve la audacia para creer lo que escribió! Hasta ese momento, nunca me veía así. Nunca había tenido un sueño escondido en mi corazón. Solamente era un alumno del primer año, temblando de miedo ante la posibilidad de reprobar. ¿Qué sucede cuando una persona que usted respeta mucho comparte las expectativas altas que tiene acerca de usted? ¿Siente que florece por todos lados? La gente que nos ama lo suficiente para ver algo maravilloso en nosotros —y que se preocupa lo suficiente para decírnoslo— nos ayuda a ser lo que Dios quiere que seamos. Sus palabras tienen una influencia poderosa sobre otras personas. Usted puede estar en la lista que alguien escribe con los nombres de personas que creyeron en él. Usted puede ser el Dr. Hendricks para la gente que conoce —si quiere serlo. En el próximo capítulo le explicaré un proceso fácil de usar para hacer florecer a la gente.

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Preguntas para reflexión 1.

¿Cuáles son las personas que usted conoce que son mejores para «considerar» a otros? ¿Cómo han desarrollado sus habilidades de «leer» a otros? Mencione maneras específicas en que se puede «leer» a su público para poder motivarlos.

2.

El apóstol Pablo era excelente para «exhortar». Lea 2 Corintios y haga una lista de cada emoción que sentía y expresaba al exhortar a la iglesia a obedecer la voluntad del Señor. Escriba las emociones que usted mismo utiliza normalmente, y otras que todavía le cuesta usar. ¿Cuáles de estas últimas podría usar en el futuro?

3.

Describa las expectativas que tenían sus padres acerca de usted. Mencione un par de ejemplos como el de mis pantalones plateados, buenas o malas expectativas. ¿Qué lecciones aprendió de sus padres que le ayudaron a ser mejor padre o madre?

4.

¿Quién le hizo florecer más en su vida? Describa un par de incidentes que tuvieron un impacto en usted, y explique la diferencia que hicieron. Si pudiera hacer florecer a tres personas en su vida, ¿quiénes serían? ¿Por qué? Escriba al lado de sus nombres por lo menos una manera en que usted puede hacerlos florecer en las próximas cuatro semanas.

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4 LA LEY DEL POTENCIAL; EL MÉTODO Y LOS MAXIMIZADORES Guy Dowd, ex maestro del año, dijo una vez: «No importa dónde usted crezca, la gente a su alrededor tiene un tremendo impacto en usted. Ayudan a formar, moldear, su vida y sus sueños. Y cuando sea adulto, usted también estará en la lista de alguien». ¿Cómo llega a estar en esa lista? ¿Cómo puede esperar lo mejor de sus alumnos? ¿Cómo expresa esa expectativa?

El método de la ley del potencial Permítame sugerir cinco pasos que se pueden usar con cualquier persona y cualquier lugar y en cualquier momento. Estos pasos son universales —funcionan sin importar quién es usted o a quién usted quiere hacer florecer. Le permiten tomar un momento normal en un día normal, y utilizarlo para hacer florecer a la persona que le interesa. 1. EXAMINE a la persona que usted quiere hacer florecer Lo primero que debe hacer es abrir los ojos. Debe «examinar» a la gente que quiere hacer florecer, prestando siempre una «atención» cuidadosa. Debe estar alerta para buscar una situación que pueda utilizar para expresar sus expectativas positivas a la persona.

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Cuando usted examina algo, lo estudia, presta atención cuidadosa, y considera lo que sucede. Esto requiere su atención completa. Tiene su antena arriba. Está revisando constantemente a sus alumnos, buscando una oportunidad. Usted no hace las oportunidades, sino que se da cuenta cuando aparecen. Una vez que haya aprendido esta habilidad, reconocerá que las oportunidades existen en casi todo lugar.

2. EXPONGA lo que hizo la persona Una vez que haya visto a una persona actuar de una manera que usted puede usar para su bien, entonces debe hacerle saber que lo ha visto. Debe «exponer» el hecho a la persona, dándole una «descripción» verbal. Ilumine su conducta con un foco para que vea que usted se ha fijado en ella. Esto lo hacemos verbalmente. Describimos a la persona, en voz alta, lo que vimos o escuchamos. Esto forma la base sobre la cual edificamos la expectativa. Muchas veces yo comienzo esto con, «Tú hiciste », y explico a la persona lo que observé. Supongamos que su hija Michelle ha tenido dificultad con la matemática. Parece como si a usted le hubiera estado fastidiando durante cincuenta años. Pero se ha fijado que en las últimas semanas ha estado estudiando sin que usted tenga que insistir. De pronto usted reconoce, ¡Aquí hay una oportunidad para hacer florecer a mi hija! 114

Usted se acerca a ella y le dice, «Michelle, me he fijado que tú estás estudiando

largas

horas

últimamente.

Te

has

esforzado

mucho,

especialmente en la matemática». Dígalo en voz alta. Cuéntele lo que ha visto, porque probablemente no estaba consciente de que usted se había fijado. Entonces deje que ella registre ese hecho, haciendo una pausa antes de seguir al próximo paso (que describiré en un momento). Juanito acaba de recibir una «A» (la nota más alta) en una prueba difícil. Su antena está arriba y usted piensa, Aquí tengo la oportunidad para hacer florecer a mi alumno. Entonces usted dice, «¡Juanito! Tú acabas de recibir una «A» en ciencia!» Haga una pausa. Deje que su comentario llegue a su corazón. No se olvide de esta pausa —es muy importante. Al final de la segunda etapa, los dos tendrán su atención total puesta en el evento específico que será la base de la expectativa. 3. Describa su EMOCIÓN acerca de lo que hizo la persona Después de examinar a la persona y exponer su buena conducta verbalmente, proceda a decirle lo que usted siente acerca de lo que hizo. Describa su «emoción» y su «reacción» acerca de lo sucedido. Cuéntele a Juanito cómo se siente acerca del trabajo escrito. Ocupe la fórmula, «Eso me hace sentir ». Por ejemplo, podría decir a Juanito, «¡Eso me hacer sentir muy orgulloso de ti, hijo!» Ocupe palabras que él pueda apreciar en su nivel de madurez. No ocupe una frase de adultos cuando habla con un joven de trece años. No diga a un joven por ejemplo, «Eso me hace sentir sumamente conmovido y complacido». Llame su atención con las palabras que elija. Entonces haga una pausa. Deje que lo registre. Asegure que su contacto visual sea claro y fuerte. Deje que se incomode un poco al recibir su aprobación emocional. ¡Yo garantizo que cualquier niño —aun un adolescente— disfrutará ese momento!

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4. Diga a la persona lo que ESPERA de ella en el futuro Hasta ahora no ha hecho florecer a la persona. Solamente le ha dicho algo agradable. Su comentario tan amable le hace sentir bien acerca de algo que ha hecho, pero no la transforma como persona, porque está basado en algo en el pasado. No tiene una dimensión futura. Las persona no está segura si puede hacerlo de nuevo. Juanito se siente bien por haber sacado su primera «A» en ciencia, pero está pensando, No estoy seguro de que pueda sacar una «A» en ciencia de nuevo mañana. Es aquí donde el poder de la expectativa entra en acción. Las expectativas toman algo del pasado y lo lanza hacia el futuro. Este es el paso en que le dice a la persona lo que «espera» de ella, y comparte su «expectativa» diciendo, «Creo que estás llegando a ser ». El hecho de expresar una expectativa logra mucho más que un halago. Una expectativa obliga a la persona a quitar su atención de lo que ha hecho, y poner la atención en lo que puede llegar a ser. La lleva al paisaje donde se realizan los sueños. Cuando usted le dice a una persona lo que espera de ella, está siendo visionario. Los medios de comunicación están siempre quejándose de que el país necesita visionarios. ¿Qué es un líder visionario? Es una persona que puede ver lo que otros no ven todavía. Un líder visionario puede ver en el horizonte más allá de la vista humana normal, y puede contarnos las cosas maravillosas que solamente él ve. Dios lo llama a usted a ser un padre visionario, un maestro visionario, o un jefe visionario. No solamente acerca de las metas u objetivos de su familia, escuela, o compañía, sino acerca de las personas en esas familias, escuelas, y compañías. Está llamándolo a salir de la rutina y volar en las nubes del potencial. Muestre a sus alumnos esa «orilla plateada» que está en su futuro; solamente tienen que buscarla. Eso es lo que hizo el Dr. Hendricks conmigo en mi primer año del seminario. Me ayudó a ver un futuro que yo no podía imaginar hasta que él 116

apuntó con su dedo de mentor a lo que creía por mí. No lo vi al principio, porque estaba solamente en el ojo de su imaginación. Pero como creía tanto en él, aprendí a creer que su sueño podría en verdad realizarse. Y porque lo veía, lo busqué, y se abrieron nuevos caminos. Cuando expone algo, llama la atención al pasado, porque el evento ya sucedió. Cuando describe su emoción con respecto a la situación, está en el presente. Pero si desea moldear el futuro, tiene que moverse hacia el futuro; tiene que decirle a la persona lo que piensa que puede llegar a ser por la gracia maravillosa y capacitadora de Dios. ¿Cuántas veces hacemos esto? ¿Puede recordar en la última semana que alguien haya hablado con usted acerca de su futuro de una manera que hizo palpitar rápidamente su corazón? Entonces se dijo a sí mismo, ¡Me gusta ese cuadro de mi futuro! ¡Me gustaría que eso sucediera! Si usted es como los demás, probablemente hace mucho tiempo que alguien le hizo dar de sí y le alimentó y esperó lo mejor de usted. ¿Sabe qué más es verdad? La persona a la vuelta de la esquina está en la misma situación —¡pero esa persona lo tiene a usted! ¿Por qué no esparcir un poco de «fe y esperanza» en su dirección? Con demasiado frecuencia, en vez de pintar cuadros dorados del futuro, nos quejamos del pasado. Pero el Señor quiere que seamos personas que pueden tener una visión de lo que Dios puede hacer en el futuro. Todas las expectativas eficaces tienen un número de características en común: Primero, expresan fe en el potencial de la persona. Utilice palabras como «creo que está llegando a ser …», o «puedo ver que está desarrollando…», o «siento que algún día será el tipo de persona que …», o «no me sorprendería si…». Yo uso bastante la palabra «creo», porque yo no tengo certeza acerca del futuro de nadie, ¿verdad? Segundo, ocupan la perspectiva del futuro —llegar a ser, convertirse en, comenzar a, desarrollar, crecer. Estas palabras señalan algo que la persona 117

puede llegar a ser, algo que puede anticipar, algo que le puede hacer sentir bien, porque presenta una oportunidad abierta. Tercero, eligen lo positivo y no lo negativo. Asegúrese de que la descripción del futuro sea un sueño dorado, y no una pesadilla destructiva. Evite cualquier cosa que se acerque al miedo; al contrario, siempre alimente la fe en el corazón. En cuarto lugar, las expectativas eficaces se ajustan a las aspiraciones más nobles de la otra persona. Lo importante no es compartir sus propios sueños, sino encontrar el sueño de la otra persona. La razón por la que la expectativa del Dr. Hendricks hizo un impacto tan dramático en mí fue porque tocó las aspiraciones profundas dentro de mí. Estas aspiraciones eran mías —aunque quizás ni podía admitirlo en el momento— y él pudo discernirlas y moverlas al mundo de las posibilidades. En quinto lugar, son expresadas en términos inspiradores, y no limitadores. No sea tan específico que no permita a la persona pintar sus propios detalles en el cuadro. Ocupe las brochas grandes, y pinte con colores claros, llenos de esperanza, y guarde los pinceles finos. Nunca diga: «Puedo verte sacando solamente «A» en tu informe de calificaciones desde ahora en adelante». Eso podría ser una prisión que limita en vez de ser alas para volar. En contraste, debe decir algo como: «Creo que tú eres una persona que alcanza las estrellas y nunca te conformas con nada que no sea tu mayor esfuerzo». En sexto lugar, las expectativas eficaces están dentro de lo posible. Nunca mienta a la persona que usted quiere hacer florecer. Nunca le diga algo para hacerla sentirse bien, sabiendo en su corazón que no lo puede lograr. A veces sus expectativas harán extender sus propios límites, pero nunca cruce al lado de la imposibilidad. Si ha expresado una expectativa apropiada, entonces habrá tocado un acorde profundo y maravilloso en el corazón de la persona. Y cuando se toca, suena dulce y precioso. Da poder, alimenta y capacita. Lo verá en su 118

cara, y a veces la persona quedará callada y pensativa, porque nunca imaginó que alguien pudiera pensar algo tan maravilloso de ella. Permítale saborear el momento. Deje que se grabe bien en su corazón. 5. EXPRESE afecto con contacto físico apropiado «Exprese» afecto a la persona a quien usted quiere hacer florecer, siendo cercano y personal con ella. Ahora es el momento para cimentar su expectativa en el corazón de la persona. Acaba de decir algo increíblemente precioso a la persona, y debe cimentar ese momento con el contacto físico apropiado. Muévase desde la anticipación al «afecto». Si es un niño pequeño, podría darle un abrazo de hombre. Si es una niña, podría agacharse a su nivel y apretar su mano suavemente. Si es un colega, podría tocar su hombro. A veces cuando hago esto con una persona del sexo opuesto, no la toco literalmente,… pero sí la toco. Expreso las palabras apropiadas, sonrío, entonces afirmo con la mirada, y hago una leve reverencia. En nuestra sociedad hoy, tenemos que tener mucho cuidado con el contacto físico. Ahora veamos el proceso completo. Miremos dos situaciones —una en un hogar típico, y otra en la escuela dominical. Supongamos que es el Día del Padre. Usted ha tenido una semana difícil, y ha estado diciendo a su esposa que va a celebrar el día durmiendo tarde y lograr el descanso que necesita. Llega el sábado en la noche, y usted apaga la alarma, imaginando que va a dormir hasta las 9:30. Pero mientras está todavía profundamente dormido, escucha un sonido extraño. No sabe lo que es, pero no quiere levantarse. Quizás termine de sonar. Todavía está oscuro. Entonces el sonido llega a la puerta del dormitorio. Usted da vuelta, y quiere taparse la cabeza con la almohada. Pero su esposa se levanta y abre la puerta. —¿Qué sucede? ¡Pasa, cariño! 119

Es su hija menor. La pequeña. Ha traído una bandeja con platos y tenedores y servilletas. Apenas puede ver. ¡Esto no puede ser! Se acerca lentamente a la cama, con una cara tímida y esperanzada. ¡Está sirviendo al papá el desayuno en la cama! Es tan temprano que no se ve el sol todavía. Pero ella está entusiasmada, ofreciendo la bandeja en sus pequeñas manos. —Cariño —dice usted—, ¿Qué es esto? —Bueno, papá, hoy día es el Día del Padre, y yo te traje el desayuno a la cama, tal como lo hace la mamá. —¿Me has traído el desayuno a la cama? [EXPONER]. ¿Y qué son estas cosas ricas que me has preparado? (Usted no sabe lo que son, ¡porque hay varias cosas que no puede reconocer flotando en el plato!) —Te hice huevos revueltos (¡Ah, eso es lo que son!), y estos son panqueques (¡Esto va a ser un gran desafío!) Y usted ve una taza con cosas extrañas flotando. —¿Y esto? ¿Qué es? —Papá, es mi primera vez. Es tu café favorito. Puse esas cosas de color café en agua caliente en el horno microonda. ¡Espero que te guste! Ahora, ¿usted ve cuán precioso es este momento para su hija? ¿Cómo puede poner en práctica el método del potencial? —Jenny, ¡tú me has hecho el desayuno más maravilloso que cualquier papá pudiera desear! ¡Mira los huevos, los panqueques, y una taza de café hecho en casa! [EXPONER]. ¿Sabes cómo se siente papá? ¡Maravilloso! ¡Me siento tan amado y especial! ¡Creo que soy el papá más feliz en todo el mundo! ¡Mira lo que has hecho para mí! [EMOCIÓN]. ¿Puede imaginar cómo ella va a absorber todo ese amor y cariño? ¡Pero no se detenga aquí! Haga que ella florezca para el futuro. ¿Recuerda lo que ella dijo hace un momento? Ella reveló que ella quiere ser «tal como la mamá». ¿Cuál es su visión de su futuro? Correcto; ella desea ser como su mamá. 120

—¡Eres una gran ayuda, tal como tu mamá, y creo que vas a llegar a ser una mamá maravillosa, haciendo a todos felices en tu hogar! ¡Y serás una buena cocinera también! [EXPECTATIVA]. Tráigala a su lado y dele un gran abrazo y un beso. Demuestre su amor y cariño con su cercanía [EXPRESAR AFECTO]. Cuando salga de su dormitorio, estará caminando sobre las nubes. A su papá le gustó su primer intento de servirle desayuno en la cama; pero aún más importante, ¡ella estaba llegando a ser como su mamá! ¿Por qué es tan vital eso? Porque esa niña pequeña piensa que la persona más maravillosa en el mundo es su mamá. Todas esas características de ser comprensiva, cariñosa, de servir a los demás, amorosa, buena cocinera, buena para escuchar —¡está empezando a tenerlas! Tome este método del potencial, mi amigo, de estas páginas, y practíquelo en los momentos de su día. Resultará con todos los que encuentre si solamente se preocupa de usarlo para su bien. Ese es el proceso. Primero, examine a la persona. Observe lo que sucede y encuentre un momento que puede utilizar para hacer que alguien florezca. Segundo, exponga lo que hizo la persona. Entonces tome una pausa. Tercero, exprese como se siente acerca de lo que ha hecho. Cuéntele qué emoción causó. Entonces otra pausa. En cuarto lugar, pinte para la persona un cuadro de lo que pudiera ser su futuro. Dígale lo que espera de ella en el futuro. Una vez más, una pausa. Finalmente, asegúrese de que la expectativa quede grabada en su corazón; haga el contacto físico apropiado con la persona. Exprese afecto. Eso es todo. Garantizo que funcionará con cualquier persona, en cualquier lugar, y en cualquier momento. Hagámoslo una vez más. Imagine que es el Día del Maestro en su iglesia. Ha tenido un grupo difícil este año, y un alumno particular, Brandon, ha sido difícil de motivar. El 121

domingo en la mañana, los alumnos llegan, y después de que haya comenzado la clase, aparece Brandon, atrasado, trayendo un florero pequeño con flores marchitas y unos dulces baratos. —Pasa, Brandon —dice usted—, ¿qué traes? —Los traje para usted —dice tímidamente. Ahora, usted puede decirle a Brandon que está atrasado. Usted sabe que ha interrumpido su clase. Además, no solamente están marchitas las flores, sino que tampoco le gusta ese tipo de dulces. O usted puede reconocer que este es un momento especial para él. Podría decirle un halago, y pedirle que se siente, pero quizás el momento sea más importante que eso. Posiblemente valga la pena atrasar la clase un poco para hacer florecer a alguien. —Brandon, ¿tú escogiste estas flores para mí? ¡Qué lindas! ¿Y compraste los dulces para mí? ¡Qué cariñoso! ¿Sabes cómo me siento? Me siento maravillosa. ¡Creo que me has hecho la profesora más feliz del mundo! Entonces debe hacer una pausa. Él podría brillar por la adulación. Pero también le puede incomodar, porque no está acostumbrado a recibir adulación así. —¿Sabes qué? Creo que vas a ser una persona muy especial, y que cada profesora que tengas se sentirá muy afortunada de tenerte en su clase! Haga otra pausa. Permita que piense en el significado de esto. Entonces dele un abrazo y una palmada en el hombro. Este es un momento muy especial para Brandon. Eso es lo que significa hacer a alguien florecer. No es demasiado difícil, y es maravilloso. Piense en todo el bien que usted puede hacer en la vida de tantos alumnos y familiares necesitados. Solamente tiene que cambiar su enfoque de los problemas del presente a los sueños del futuro. ¡Que sea conocido, amigo, como una persona que tiene poder para hacer florecer a las personas! 122

Los maximizadores de la ley del potencial «Tanto el que espera grandes cosas de otros, como el que espera poco, recibirán lo que esperan». Ya que nuestras expectativas son tan importantes para nosotros y para quienes enseñamos, ofrecemos la siguiente lista de maximizadores para capacitarlo a sacar lo máximo posible de sus esfuerzos para hacer florecer a otros.

Maximizador 1. Establezca contacto visual directo Los ojos, no los oídos, son los receptores principales. Aproveche esto y comunique sus expectativas a través de los ojos. El contacto visual directo confirma su sinceridad. Maximiza el impacto de sus palabras. Establecer el contacto visual directo da más poder a la expresión de las expectativas. Mire directamente en los ojos de la persona que quiere hacer florecer. No pestañee, y no mire al lado. Esta es una oportunidad preciosa para dar un tesoro a una persona. No simplemente lo tire hacia ella. Debe envolverlo y entregárselo. Sin el contacto visual, su expectativa podría tener poca eficacia. El contacto visual agrega poder a sus esfuerzos para hacer a alguien florecer. Después de terminar una conferencia de Caminata Bíblica, y cuando estamos caminando hacia la puerta, frecuentemente me detengo para hablar con la persona que camina detrás de mí. La miro en la cara, y empezamos a conversar un poco. Entonces le digo alguna palabra de ánimo acerca de algo que hizo, haciendo referencia también a una expectativa en el futuro. La miro directamente en los ojos y mantengo su atención hasta que la expectativa haya quedado grabada en su corazón.

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Maximizador 2: Seleccione sus oportunidades con propósito Un amigo mío que es pastor es excelente para buscar oportunidades para hacer florecer a otros. Cada miércoles en la noche, después de la reunión en la iglesia, y el tiempo con su familia, va a su oficina y abre una cajita que tiene sobre su escritorio. En esa cajita hay tarjetas, cada una con el nombre de un diácono y de su esposa e hijos. Tiene el nombre de su trabajo, su empleador, y cualquier petición de oración especial. A las 9:45 pm, saca una tarjeta de la cajita, la lee, entonces ora por todos en la tarjeta. Después coloca la tarjeta atrás y se prepara para usar una oportunidad con propósito. Lo llama al diácono a su casa. —¡Hola, Roberto! ¡Soy yo, el pastor! Típicamente escucha: —¿Qué sucede, pastor? —Quería que supieras que acabo de estar orando por ti, tu esposa, y tu familia [nombra a los hijos] y las peticiones especiales que me habías dado. ¡Pero ahora quería decirte que es un placer tenerte en el cuerpo de diáconos! Tu contribución significa mucho para mí. Me anima mucho tener a hombres como tú en el directorio, hombres que realmente se preocupan, que dan todo, y que no son hombres que simplemente dicen que «sí» a todo. Gracias por participar, no solamente con tus palabras, sino con tu vida y tus acciones. Me hace sentir muy animado. Entonces hace una pausa. —Y Roberto —continúa—, Siento que la mano de Dios está sobre ti. Creo que al seguir madurando y sirviendo a Dios, él te va a usar para cosas grandes en el futuro. Pausa. —Es un placer, un placer genuino ser tu pastor, Roberto. ¡Gracias por el privilegio! Entonces termina la conversación. 124

¡Qué tremendo! ¿Qué haría usted si recibiera una llamada telefónica como esa? ¿Qué está haciendo ese pastor? Está creando una oportunidad a propósito para hacer florecer a uno de sus colaboradores cada miércoles. Este principio no funciona solamente cuando suceden cosas buenas; también sirve cuando suceden cosas malas. Podemos entrenar a nuestra familia y a nuestros alumnos en situaciones negativas. Hace años, nuestra hija Jenny trajo a la casa tres «F» (nota desaprobatoria) seguidas en matemática. No me dijo nada hasta el momento que a ella le pareció apropiado. —Papá —dijo—, tengo que decirte algo que probablemente no te va a gustar. —¿Sí, Jenny? —Tienes que firmar estos papeles. Me pasó un sobre, y lo abrí. Tres «F» me saltaron a la vista. ¡Ay, no!, pensé. Pero afortunadamente la ley del potencial me vino a la mente. Decidí probar algo diferente. —Jenny, sacaste tres «F» seguidas en matemática. Tú sabes que esto nos preocupa y nos frustra, a mí y a tu mamá, por tu falta de esfuerzo en la clase, ¿verdad? Jenny, ponte el abrigo ahora. —¿Mi abrigo? —Sí, busca tu abrigo. Callada, fue a buscar su abrigo. No tenía idea de lo que iba a suceder, pero no sonaba bien. —¿Qué vas a hacer? —Susurró mi esposa. —¿Por qué no vienes conmigo. Es un momento para hacer florecer a nuestra hija —contesté. Los tres subimos al automóvil, y yo expliqué: —Jenny, sacaste tres «F» en matemática. ¡Tu mamá y yo estamos muy contentos que por fin las hayas traído afuera! ¡Ahora vamos a comer helados para celebrar! 125

—Papá, ¿estás bromeando? —No, Jenny. ¿No es bueno dejar atrás las «F»? Creo que, ahora que las has traído afuera, estás preparada para estudiar de verdad. Creo que vas a empezar a realizar todo el potencial que el Señor te ha dado. Tú mamá y yo pensamos que tienes la fuerza interior para enfrentar la situación y conquistar la matemática. —¿De veras, papá? ¡Me van a comprar un helado! —Sí. Y será uno doble, Jenny. Tú mamá y yo te amamos, cariño, y todo estará bien. Entonces le dimos un gran abrazo. El resto de la noche fue inolvidable. Jenny no podía creer su buena fortuna, y nos reíamos y contábamos chistes. Ella bebió del cariño y afecto que le demostraban amor incondicional. Pronto dejó de sacar «F». Tenemos oportunidades para expresar nuestras expectativas positivas aun en medio de situaciones negativas. Tenemos que reconocerlas y usarlas para el bien. Maximizador 3. Precise sus expectativas con creatividad Utilice su creatividad para expresar sus expectativas. Hay una cantidad sin número de maneras de hacer esto, pero permítame dar cinco ejemplos de cosas que puede intentar: 1. En oración. Exprese sus expectativas a Dios en oración. ¿Ha mirado cuidadosamente las epístolas de Pablo? Siempre estaba orando acerca de sus expectativas sobre la gente. ¡Incluso las escribió en sus cartas! Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de

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conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:14–21)

¿Qué significaría esta oración para la gente de Éfeso? ¿Cree que les animaría el hecho de saber que el gran apóstol estaba orando por ellos así? 2. Dígalas indirectamente. Conocí este método creativo cuando trabajaba para el Dr. Stephen Slocum, quien era el vicepresidente ejecutivo del seminario de graduados al que asistí. Su oficina estaba al lado del presidente John Walvoord, y mi escritorio estaba cerca de las oficinas de los dos. Un día el Dr. Slocum y el Dr. Walvoord pasaron por mi escritorio. Mi jefe miró al presidente y le dijo: —Dr. Walvoord, quiero sepa lo que hizo Bruce el otro día por el seminario. Entonces le informó de algunos logros importantes durante las semanas anteriores. Yo estaba sentado allí mismo, escuchando la conversación. Ninguno me miró o me habló, pero no pude evitar escuchar los halagos. —Quiero que sepas como presidente la clase de gente que tenemos aquí trabajando, y creo que pronto habrá cosas mejores todavía —dijo el Dr. Slocum. Entonces se fueron. Yo estaba caminando sobre las nubes por varios días, y empecé a trabajar con doble esfuerzo para realizar las expectativas increíblemente motivadoras. Considere este método la próxima vez que distribuya los trabajos escritos en su clase de composición literaria. Coloque en medio de la pila el trabajo que desea usar para hacer florecer a una persona; cuando le toque entregarlo, deténgase, mira alrededor de la sala, y pida la atención de todos. «Ahora, jóvenes, ¿ven este documento? ¡Este trabajo es excelente! Tuve que ponerle la nota de «A+». Al leerlo, me dio un sentimiento de satisfacción por tener a una alumna que se esfuerza tanto en mi clase. Creo que esta 127

estudiante está bien encaminada para ser una persona que escriba artículos que leeremos en nuestros diarios, o incluso en una revista como Time. Todos debemos felicitarla. Entonces camine hacia la alumna y devuélvale su trabajo. «¡Bien hecho, Raquel! ¡No puedo esperar hasta ver su próximo trabajo!» Toque su hombro si es apropiado, y sonría. ¿Sabe lo que sucederá? Brotarán flores por todos lados en Raquel — podrá verlas florecer con sus propios ojos. Además, puede estar seguro de que todos van a esforzarse un poco más en su próximo trabajo, porque les gustaría que se dijeran cosas así también acerca de ellos. Motívelos. Directamente e indirectamente. 3. Escríbalas. Es increíble lo que puede lograr una nota escrita. Es diferente de hablarlo en voz alta; es permanente, tangible. He descubierto que muchas personas guardarán una nota toda su vida —porque es raro este tipo de nota. Una pequeña nota en una hoja de papel, o en una tarjeta, hará milagros. Colóquela en el escritorio de la persona, o insértala en el libro que está leyendo, o envíela en el correo. Mi esposa es muy eficaz en escribir cartas para animar, no solamente a sus familiares, sino a personas en todas partes del mundo; ella expresa amor en forma silenciosa en sus cartas. Si le cuesta decírselo en persona, entonces exprese sus expectativas en cartas. 4. Utilice el teléfono. Tiene treinta niños de once años en su clase, y usted decide llamar a uno de ellos cada jueves durante el semestre. Esto es lo que hace: espere hasta la hora de la comida. A nadie le gusta que lo llamen a la hora de la comida, así que a esa es la hora que usted llama. Ya verá por qué en un momento. —¡Aló! ¿Puedo hablar con Jorge? —dice usted. Los padres casi siempre contestan el teléfono durante la hora de la comida, porque quieren evitar llamadas de los amigos de sus hijos. Prefieren que no los molesten. 128

—¿Quién es? —dicen. —Soy la señorita Pérez, la profesora de Jorge. Necesito hablar con él un momento, por favor. La madre tapa el teléfono. —Jorge, es la señorita Pérez, tu profesora. ¿Qué maldad has hecho ahora? ¡Ahora te has metido en un problema, jovencito! Pobre Jorge no sabe qué decir, así que va caminando lentamente hacia el teléfono y apenas puede decir: —¿Sí? —Todos han dejado de comer, y se puede sentir la tensión en el comedor. Los padres están mirándose, pensando ¡Esto es serio—muy serio! —¿Jorge? Estaba corrigiendo las tareas. —¿Sí? —Acabo de terminar la tuya, y Jorge, ¡era muy buena! ¡Era excelente! Sacaste una «A+». —¿En serio? —Se pone una cara de incrédulo, y sus padres están mirando, esperando que caiga la bomba. —Sí, y quería llamarte para decir que estoy muy orgullosa de ti. Creo que estás llegando a ser uno de mis especiales alumnos, y ¡quería decirte que creo que eres una maravilla! ¡Adiós! Entonces cuelgue el aparato. No lo deje hablar. Jorge cuelga y su padre inmediatamente grita: —¿Qué dijo? ¿Qué has hecho ahora? —Papá, solamente llamó para decir que saqué una «A+», y que está muy contenta que estoy en su clase. ¡Me dijo que estaba llegando a ser uno de sus especiales alumnos! ¡Qué momento para guardar entre los recuerdos familiares! Si hubiera podido sacar una foto antes y después, ¡habría sido preciosa! Ha hecho que ese niño se vea bien delante de su familia entera. ¡A la hora de la comida! ¿Cómo será la actitud de Jorge en la clase mañana? Use el teléfono para hacer a alguien florecer en su clase; para eso está. 129

5. Enviar algo especial. Usted puede ser realmente creativo con esto. Supongamos que tiene problemas con un adolescente en su clase. No puede llegar a él, y no sabe qué hacer. Aquí va una sugerencia. Vaya a la pizzería cercana y diga: «Me gustaría comprar una pizza y enviarla a esta dirección. Pero antes de enviarla, me gustaría escribir algo en la caja. (¡Asegúrese que pongan extra pepperoni!) Entonces escriba en la caja: «Estaba pensando en ti. Lo siento que he sido un poco duro contigo en la clase últimamente. Quería que supieras que estoy de tu lado, y que creo que vas a lograr tu sueño. ¡Gracias por dejarme ayudarte a volar como un águila en un mundo lleno de pavos!» ¡Ese niño tendrá que rendirse mañana! Usted lo ha amado en su propio lenguaje. Realmente puede causar que aprenda… si lo ama suficiente. Envíele una pizza de pepperoni con doble queso, y escriba la nota en la caja que le hará florecer. A veces no necesita muchas palabras si ha seleccionado la cosa correcta para enviar. Nunca olvidaré cuando alguien me hizo esto. El Dr. Paul Keinel, presidente de la Asociación Internacional de Escuelas Cristianas, me había pedido varias veces que hablara en su conferencia en California. Siempre le decía que tenía mi programa demasiado ocupado. Entonces un día, sin esperarlo, me llegó un paquete grande a la oficina, sin remitente. Cuando mi secretaria y yo lo abrimos, se desenredó una alfombra roja con un mensaje pegado al final. «Estamos poniendo la alfombra roja para usted. Creemos que usted es el mensajero perfecto para nuestra conferencia.» ¡Increíble! ¡Qué impacto! Llamé inmediatamente y me comprometí. Desde entonces hemos llegado a ser buenos amigos y hemos ministrado juntos en todo el país en sus excelentes conferencias. Siempre «ponen la alfombra roja» para sus mensajeros y profesores.

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Maximizador 4: Escoja sus palabras con precisión Uno de los problemas que tienen todos los comunicadores es que la gente no escucha bien. Si quiere hacer un impacto, debe escoger sus palabras con cuidado. Tenga cuidado con lo que dice de la gente. Esto incluye los sobrenombres: «Oye, tonto, quiero decirte que te fue bien». «Princesa, ven un momento». «Campeón, ¿sabes qué? Creo que serás el nuevo Billy Graham para esta generación.» «¡Oye, regordete!» Unos abuelos pensaban que era simpático llamar a su nieto «hediondito». ¿Cree usted que el niño lo encontraba simpático? Escoja sus palabras con cuidado. Piense antes de hablar. Algunos tenemos más problemas con el uso poco cuidadoso de nuestra lengua. Recuerde: No hay nada más difícil que retractarse de las palabras dañinas que ha lanzado. Así que tenga cuidado. Si tiene problemas en esta área, medite en Santiago 3. Piense de antemano en cosas positivas que decir. Maximizador 5: Recurra al uso apropiado del tacto Un día viernes hace algunos años, estaba trabajando tarde en la oficina después de una semana larga y difícil. Tenía planificado un viaje a una conferencia para hablar cinco veces durante el fin de semana, y tenía que salir en una pocas horas. Todo dentro de mí estaba gritando, «¡No quiero ir a esta conferencia!» Estaba exhausto. Estaba de mal humor. Estaba sin energía, incapaz de ministrar a nadie. Tomé mi maletín y una caja con papeles, y salí por la puerta. Mi padre, que también trabaja para Caminata Bíblica, me vio caminar por la puerta con poca energía. Estaba trabajando tarde también, y leyó mi mente como un libro. 131

—Un momento, hijo —me llamó—. Déjame ayudarte con eso. —Papá, estoy bien. —No. Déjame llevar algo. Siempre se debe obedecer al papá. Puse las cosas en el suelo. —Ahora mírame un segundo. Así que lo miré. Se acercó, me miró a los ojos, y sin decir nada, me abrazó. No un abrazo corriente. Me dio un abrazo de oso, y no me soltó. —Tu mamá y yo sabemos que estás bajo mucha presión — dijo—, ¡pero estamos muy orgullosos de ti, hijo! ¡Es tan lindo trabajar contigo aquí en Caminata Bíblica! ¡El Señor te va a utilizar de una manera poderosa este fin de semana! ¡Todo saldrá bien! Cuando me soltó, las lágrimas corrían por mi cara. Todavía se me hace un nudo en la garganta cuando cuento la historia. Me levantó el maletín y mi caja, y se fue hacia el automóvil. Estaba parado allí sin poder moverme. —Dame las llaves —dijo. —¡Papá! —No. Las llaves. Le pasé las llaves. Abrió la puerta del automóvil. Me senté, y él cerró la puerta. —¡Será un fin de semana maravilloso! Al ir manejando el vehículo hacia la conferencia, me decía: —¡Será un fin de semana maravilloso! ¡El Señor va a hacer algo poderoso! Mi papá tomó mis baterías descargadas y las recargó. Hizo la mayor parte con el abrazo, con el tacto. Tóquelos en forma apropiada. Pero tóquelos. Maximizador 6. Actúe con cuidado en su lenguaje corporal Los investigadores han encontrado que la gente utiliza más de cien señales no verbales al comunicarse. Asegúrese, entonces, que su lenguaje 132

corporal está en armonía con el lenguaje de sus labios. Observe el lenguaje corporal de sus alumnos. Ellos están indicando si le están siguiendo o no. Su lenguaje corporal es una herramienta poderosa, así que nunca debe expresar sus expectativas desde detrás del escritorio. No permita que nada esté entre usted y la otra persona. Mírela a los ojos, exprese cariño apropiado, y entenderá lo que quiere decir. La manera apropiada para expresar sus expectativas en lenguaje corporal es inclinarse hacia adelante, relajado, las palmas hacia arriba y no hacia abajo, con sus ojos en el mismo nivel que la otra persona. Si es un niño, quizás tendrá que sentarse o agacharse, o incluso arrodillarse. Es importante estar cerca. ¡Y no olvide el contacto visual! Maximizador 7. Recuerde establecer sus expectativas con confianza Establezca sus expectativas para sus alumnos antes de que comience la clase, y asegúrese que son positivas. Comunique su esperanza a sus alumnos, y confíe en ellos, para que ellos puedan echar a andar su propia fe, recibiendo la carga eléctrica de la suya. Podría ayudar el hecho de escribir sus expectativas, para que sean específicas y medibles. Hágalo con confianza. Tenga valentía y decisión para esperar lo mejor de sus alumnos. Nunca murmure. Nunca permita que su voz comunique nada menos que confianza y seguridad. Después de todo, son ellos los que están cuestionándose, no usted.

Conclusión En el último año que enseñé como profesor universitario, enseñé una clase de métodos de estudio bíblico a los alumnos que también estaban en su último año. Cuando calificaba los primeros trabajos escritos, encontré uno que era de una sola página. Parecía que lo hubiera apretado en una pelota y tratado de plancharlo. Tenía salsa de tomate en la orilla. 133

Inmediatamente miré el nombre. «Ni conozco a esta niña Rebeca», dije a mí mismo. Puse una «F» arriba. Para ser honesto, quería poner «F-», pero no lo hice. En la próxima clase traté de conocer a Rebeca. Estaba sentada en el rincón. Su pelo estaba desordenado. Su ropa tenía la misma apariencia que su trabajo escrito. Ella no estaba bien. Traté de hacer contacto visual con ella durante la hora, pero no me resultó mucho. Cuando recibí los próximos trabajos, inmediatamente busqué el de Rebeca. No había salsa de tomate, y no necesitaba ser planchado, pero todavía merecía una «F». Me tiré hacia atrás en mi sillón y oré al Señor: «Señor, quizás Rebeca sea nuestro proyecto de este semestre. Por favor, dame creatividad y amor incondicional para hacer florecer a Rebeca». Entonces escribí en su trabajo: «Querida Rebeca, creo que este trabajo no refleja sus verdaderos talentos y capacidades. Estoy ansioso de ver lo que puede hacer. Profe». No le puse ninguna calificación en su trabajo. Después de todo, ¿en qué ayudaría otra «F»? Su próximo trabajo mejoró a ser una «D». Le escribí otro mensaje: «Querida Rebeca, gracias por abrir la puerta un poco. Sabía que no estaba equivocado acerca de usted. ¿Qué tal si me da el privilegio de ver lo que puede hacer cuando se esfuerza realmente? Estoy de su lado. Profe». Ninguna calificación de nuevo. La próxima vez su trabajo era de dos páginas. Una «C» sólida. «Querida Rebeca, ¡qué tremendo progreso! ¡Esta tarea es años luz de su última tarea, y demuestra un potencial increíble! ¡No puedo esperar para ver su próximo trabajo! Profe». Ninguna calificación. El próximo trabajo fue de cuatro páginas. Casi merecía una «A». «Querida Rebeca, ¡el cambio es asombroso! ¡Su comprensión y la calidad de su trabajo es una inspiración para mí! Creo que está lista para mostrarme todo lo que pueda hacer. Profe». Ninguna calificación.

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¡El próximo trabajo me lanzó por el techo! Escribí en la primera hoja: «Querida Rebeca, ¡estoy en este momento parado encima de mi escritorio gritando! ¡Siempre sabía que usted podía hacerlo! Creo que llegará a ser una de los mejores alumnos de Biblia en nuestra universidad. Es un placer verla crecer en mi clase. A+.» A finales del semestre, ¡adivine quién era la mejor alumna de mi clase! ¡Rebeca! Después de ese año, el Señor me llevó a Atlanta, a casi cinco mil kilómetros de distancia. Pasaron los años. Me había olvidado de mi «proyecto». Un día recibí una carta marcada «personal». Mi secretaria nunca abre ese tipo de carta por la consejería que hago al viajar. —¿Sabes quién es? —me preguntó, leyendo el remitente. No reconocí el nombre al principio. Abrí la carta y leí: Estimado Dr. Wilkinson: Me sentía obligada a escribirle una carta después de todos estos años. No reconocerá mi apellido, porque ahora estoy casada. No sé cómo agradecerle. Fue usted la primera persona en toda mi vida que creía que había algo bueno en mí. Su clase cambió mi vida totalmente. Ahora estoy felizmente casada y tengo dos hijos maravillosos. Honestamente creo que si no lo hubiera conocido, y si no hubiera estado en su clase, probablemente no estaría casada hoy. No sé cómo decirle cuánto le agradezco por creer en mí. Con mucho cariño, Rebeca

Yo guardo esa carta en un archivo especial en mi casa para recordar que el hecho de hacer florecer a alguien puede cambiar su vida entera. Creo que Christa McAuliffe, la profesora que voló en el Challenger, el cohete que explotó, lo dijo bien: «Yo toco el futuro; yo enseño.» Usted enseña. Usted toca el futuro. ¿Qué tipo de huellas dejará? Hay ciertas personas en su vida que necesitan su toque — ahora mismo. Son las Rebecas que Dios ha colocado delante de sus ojos, para que usted 135

las haga florecer. Quizás no las haya visto hasta ahora como oportunidades maravillosas, pero ahora sabe, ¿verdad? Pregunte al Señor una sola cosa: «Señor, ¿cuál es la persona en mi vida que Tú quieres que haga florecer, con Tu ayuda? Señor, ¿quién necesita un nuevo sueño?» Tome un momento, y pida que el Señor abra sus ojos. Hay miles de personas como usted que han descubierto a alguien cercano que las necesita desesperadamente. Ahora pida al Señor que le ayude a hacer florecer a esa persona en los próximos noventa días. Diga, «Señor, ayúdame a hacer florecer a ». Es el momento ahora de comprometerse a tocar a las Rebecas en su vida. A esperar lo mejor de ellas. A hacerlas florecer. Algún día, quizás en años, quizás cuando llegue al cielo, se dará cuenta de que su amor por Rebeca le hizo esperar lo mejor de ella, y que realmente tocó el futuro.

Preguntas para reflexión 1.

¿Por qué muchos de nosotros encontramos más fácil creer lo peor acerca de alguien en vez de creer lo mejor? ¿Por qué los chismes siempre se tratan de malas noticias en vez de buenas noticias? ¿Qué hay en cada uno de nosotros que nos hace desear compartir los fracasos de otros y no sus victorias, y qué nos hace desear compartir nuestras victorias y no los fracasos? Para que haya un cambio en esta costumbre destructiva, tendremos que cambiar nuestros pensamientos de una manera profunda y significativa. En sus propias palabras, describa cómo será ese cambio para la persona común y corriente.

2.

Ejercite su mente creativa un momento. Imagine que usted es un cristiano adulto común y corriente. Mencione por lo menos tres sueños o visiones o 136

expectativas que cada persona, hombre o mujer, ha guardado en su corazón. ¿Qué deseamos todos acerca de nuestro futuro? Pruebe uno o dos de estos sueños al hacer florecer algunos de sus colegas.

3.

Haga una lista de por lo menos doce palabras que podría usar cuando está en la etapa de expresar emociones. En vez de decir, «me siento orgulloso.…», ¿en qué otra manera podría decirlo?

4.

Piense en las personas que usted conoce, y con quien mantiene una relación actualmente. ¿A qué persona le gustaría hacer florecer? Tome unos momentos para escribir un párrafo breve acerca de lo que serán sus sueños. Cuando llegue el momento correcto, pida a la persona que comparta con usted algunos de los sueños importantes que tiene para su futuro, y escriba su párrafo de nuevo. Cuando haya hecho esto, tendrá el «polen» para esparcir sobre esta persona la próxima vez que surja la oportunidad.

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TERCERA LEY

LA LEY DE LA

Retención 5 LA LEY DE LA RETENCIÓN; MENTALIDAD, MODELO Y MÁXIMAS Estaba seguro de que había reprobado mi primer semestre de seminario. Había escuchado todas las anécdotas de fracasos, de las tareas imposibles de hebreo, griego, teología y Biblia. Estaba petrificado de miedo. Para un solo curso, se requería la lectura de más de 2.000 páginas. Los egresados disfrutaban con decir cuán difícil era, cuántas personas se habían retirado en las primeras semanas, y ¡cuántos alumnos del primer año se habían vuelto locos! Por eso, mi esposa y yo decidimos que deberíamos hacer un curso de lectura veloz. Me prometieron que podría aumentar mi velocidad de lectura tres veces, y aumentar también mi retención. El primer día de la clase, el instructor nos dijo: «Quiero mostrarles lo rápido que podrán leer al finalizar este curso». A su lado había tres graduados de la clase sentados en una mesa. «Observe cómo leen», dijo, mientras tomaban un libro que no habían leído — grandes, gruesos— y ¡empezaron a dar vuelta a las páginas tan rápidamente que podía sentir la brisa desde la última fila! Empecé a reírme y pensé, ¡Eso es imposible! ¡No están leyendo tan rápido!¡Es un truco! ¡Quiero que me devuelvan el dinero! La profesora tuvo que haber leído mis pensamientos, porque dijo: «Si ustedes siguen nuestras

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instrucciones y hacen todas las tareas, podrán leer como ellos —o le devolveremos el dinero». ¡Con eso me ganó! Sus tareas eran a veces extrañas y diferentes. Nos dijo que para leer mil, dos mil, tres mil, o cinco mil palabras por minuto, se necesitaban algunos procedimientos radicales. La tarea de la primera semana era aprender a leer páginas enteras, y no palabras. ¡Qué idea! Fui a la biblioteca pública cercana y pregunté por los libros para niños. —¿Tiene hijos? —preguntó la bibliotecaria. —No, señora, no tengo. —Debe estar mirando estos libros para algunos parientes o amigos, entonces. —No, son para mí. —Ah.… —dijo—, ¿Qué tipo de libros para niños le interesan? Traté de parecer normal, pero me sentía más incómodo cada minuto. —No importa, cualquiera me sirve. El tema da lo mismo. La mujer tenía la apariencia de una bibliotecaria típica —pelo gris, amarrado en un moño, lentes, alta y delgada, un poco distraída. Con una mirada suspicaz, me guió a la sección de niños. Sin prestar atención al tipo, tamaño, o tema, puse quince libros debajo del brazo y los llevé a la mesa más cercana. La bibliotecaria no se movió. Entonces empecé mi tarea. Puse los libros al revés y empecé a hojear los libros tan rápidamente posible. Podía sentir a la bibliotecaria respirando detrás de mi hombro. Finalmente exclamó: —Joven, ¿está consciente de que los libros están al revés? —Sí —dije—. Es asombroso… —y con una cara lo más seria que pude poner—, ¿Lo ha intentado? Finalmente, ella caminó al frente, me miró a los ojos, y con una expresión de preocupada, preguntó: —¿Está realmente leyendo eso?

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—No, señora, no tengo idea de lo que está en estas páginas. Pero mi profesora dijo que no importaba. Cada día durante varias semanas volvía a la misma biblioteca. Durante una hora hojeaba los libros para niños tan rápidamente posible, con el libro puesto al revés. Al salir, sonreía a mi bibliotecaria favorita. A fines de la segunda semana, ella ya no podía mirarme. Al final, subí de nivel y miraba libros más serios, libros grandes de referencia. Hice lo mismo con ellos durante una hora cada noche. No le dije a la pobre señora lo que hacía, hasta el fin del curso, y entonces nos reímos juntos. Nuestras tareas peculiares tenían un propósito. Cuando éramos niños, nos enseñaron a leer cada palabra, una por una. Pero para la lectura veloz, no se puede mirar cada palabra, debe aprender a leer una página entera. Dar vuelta al libro nos impedía leer las palabras individuales. Estábamos entrenando los ojos y la mente para ver palabras de la misma manera en que vemos cuadros — todo de una vez en un segundo, sin concentrarse en los detalles. La velocidad de lectura promedio en nuestro grupo subió desde 200–450 palabras por minuto a 1.000, 2.000, 3.000, y en algunos casos hasta más de 5.000. En contra de todas nuestras expectativas, la retención también aumentó. Muchos terminaron el curso leyendo 3.000–5.000 palabras por minuto con una retención de 80% o mejor. De alguna manera, la profesora había encontrado el secreto de la lectura veloz. Piense en la diferencia que haría en la vida de la mayoría de las personas esta capacidad de leer rápidamente. En las semanas recientes he leído siete libros —una mezcla de libros cristianos clásicos y libros acerca del liderazgo. Suman un total de aproximadamente 445.000 palabras. Compare los resultados si tuviera que leerlos a las siguientes velocidades (ppm = palabras por minuto): 445.000 palabras a 250 ppm = 1.780 minutos, o 29,5 horas. 445.000 palabras a 1.000 ppm = 445 minutos, o 7,5 horas. 140

445.000 palabras a 3.000 ppm = 148,33 minutos, o 2,5 horas. Usando esa información, considere lo que podría suceder durante cuatro años de estudios típicos universitarios. Supongamos que pasamos dos horas por semana leyendo durante los cuatro años. Eso suma 24.960 minutos de lectura. Compare cuántos libros se podían leer en los cuatro años a la velocidad de 250, 1.000, y 3.000 ppm, suponiendo que cada libro contiene 63.500 palabras, o más de 200 páginas: A 250 ppm, podría leer un libro en 254 minutos, o 98 libros en cuatro años. Eso es una pila de libros de casi 2 metros de altura. A 1.000 ppm, podría leer un libro en 63,5 minutos, o 393 libros en cuatro años. Eso es una pila de 7 metros de altura. A 3.000 ppm, podría leer un libro en 21,2 minutos, o 1.777 libros en cuatro años. Eso es una pila de 21 metros de altura —¡la altura de un edificio de 5 pisos! Ahora, antes de que piense que esto es una promoción de un curso de lectura veloz, hagamos la transición al punto de este capítulo. Tome al mismo alumno y cambie el libro de tres dimensiones por una persona de tres dimensiones —¡usted, el profesor! En vez de hablar de la lectura veloz, hablemos de la enseñanza veloz. ¡Esto es más fascinante todavía! Si usted ha ido a uno de nuestros seminarios del ministerio Caminata Bíblica, habrá experimentado algo de enseñanza veloz. Siempre escuchamos el comentario: «He aprendido más en un día de lo que había aprendido en años», o «He aprendido más en un día de lo que pensé que era posible —y disfruté cada minuto!» Bueno, está por aprender algunos secretos revolucionarios que hemos descubierto después de usar este método de «enseñanza veloz» en más de cincuenta países y con más de un millón de estudiantes. Si va a mejorar su velocidad de enseñanza (y la del aprendizaje de sus alumnos), debe haber algún método para medir la velocidad de la

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enseñanza. Piense en su última presentación. ¿Cuántos datos aprendieron sus alumnos durante la clase? Para determinar la velocidad de su enseñanza en su última hora de clase, simplemente cuente los detalles que haya mencionado. Si hubo seis datos específicos por clase, entonces estuvo enseñando a seis dpc (datos por clase). ¿Cuál es su dpc actual? Una buena manera de averiguarlo es probar a sus alumnos inmediatamente después de la próxima clase. Sin aviso. Habiéndolo probado, ¡yo sé que los resultados a veces son deprimentes! ¡Pueden darle el deseo de suicidarse! Antes de enseñarle los secretos de la enseñanza veloz, experimentemos con las implicaciones de ella en la vida real. ¿Cuánto conocimiento se puede adquirir en una carrera universitaria con la enseñanza normal? Si un alumno toma dieciséis horas crédito durante cada uno de sus ocho semestres, y tiene un promedio de catorce períodos de clase por cada hora crédito, estará en el salón de clases 1.800 horas en cuatro años aproximadamente. Ahora, estime cuántos datos aprende el alumno típico en cada período, sin incluir su tarea, su lectura, u otros trabajos fuera de la sala. Seamos generosos; digamos que un maestro típico enseña a un alumno típico diez datos específicos en cada sesión. Por lo tanto, durante su carrera, un alumno aprendería 18.000 datos (1.800 horas multiplicadas por 10 datos por hora). Comparemos esto con la posibilidad de enseñar los mismos datos a los mismos alumnos en otras velocidades de aprendizaje, usando las mismas proporciones que usamos para comparar las velocidades de lectura. 10 dpc (250 ppm) x 1.800 = 18.000 datos 40 dpc (1.000 ppm) x 1.800 = 72.000 datos 120 dpc (3.000 ppm) x 1.800 = 216.000 datos ¡Mire la diferencia! ¡18.000 comparado con 216.000 datos! ¿Parece imposible o poco realista? No es menos realista que aumentar la velocidad de lectura desde 250 ppm a 1.000 o 3.000 ppm. En contraste con el chofer 142

norteamericano típico que tiene un problema pues conduce por sobre la velocidad máxima permitida, el maestro típico tiene un problema pues enseña por debajo de la velocidad mínima. Si normalmente toma sesenta minutos para cubrir diez datos (10 dpc), y puede aprender a enseñar lo mismo en quince minutos, piense en el tiempo que sobra para otras experiencias de aprendizaje importante. Tal como una persona puede aprender a aumentar su velocidad de lectura cuatro veces, así también un profesor puede aumentar su velocidad de enseñanza cuatro veces. ¡Piense en el potencial! ¿Pero cómo? ¿Cómo puede tomar información y reformularla para que una persona la recuerde, sin hacer ningún esfuerzo? ¿Cómo puede enseñar en forma veloz? Podemos sacar algunas ideas mirando cómo lo hace Dios. Por ejemplo, piense en lo que hizo después del diluvio. ¿Por qué puso el arco iris en el cielo? No quería que nos olvidáramos de su promesa de que nunca destruiría el mundo otra vez con un diluvio. Cuando Dios quería grabar algo en nuestra memoria, usaba un cuadro. Dudo que nadie tenga que concentrarse en recordar el significado del arco iris. Nadie piensa: «Cuando veo un arco iris, tengo que recordar que Dios prometió no mandar otro gran diluvio. Tengo que repasar esta lección diez veces para no olvidar». Por supuesto que no. Dios utilizó uno de los principios de la enseñanza veloz, ¡y aprendimos el «contenido» instantáneamente y para siempre! La enseñanza veloz de Dios hizo posible un aprendizaje veloz. Y nuestra retención era para toda la vida. Me pregunto, ¿qué pasaría si usted y yo copiáramos el método que Dios usó para enseñar velozmente? ¿Qué pasaría si usáramos cuadros para enseñar el contenido rápidamente y para siempre? Como usted descubrirá más adelante, los datos por clase (dpc) aumentarían inmediatamente. Dos o tres veces.

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Pero ese es un solo método que Dios utiliza. Antes de terminar esta ley de la retención, conocerá los métodos principales que Dios usa para la enseñanza veloz. Aplicará los mismos métodos la próxima vez que enseñe. Por favor, recuerde que esta ley no es para cada vez que enseña. Es una herramienta específica para poner en su caja de herramientas. Cuando quiere enseñar datos, o pedazos de contenido, saque esta herramienta y ocúpela. Estará asombrado con su eficacia. Prometo algo, después de mis años de experiencia: ¡sus alumnos lo amarán por usarla!

La mentalidad de la ley de la retención Esta ley, entonces, pone el énfasis en el arte y la ciencia de enseñar al alumno la cantidad más grande de información en el período de tiempo más corto, con el mínimo esfuerzo posible (es decir, de parte del alumno), y con la mayor retención posible. Esta ley tiene que ver con dos asuntos principales en la relación enseñanza-aprendizaje: Eficacia —¿El maestro está enseñando al alumno la materia correcta? Eficiencia —¿El maestro está enseñando al alumno de la manera correcta? Para dejar la base para aumentar su eficacia y su eficiencia, consideremos cuatro niveles de enseñanza presentados en Deuteronomio 6:4–9. «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu fuerza. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñaras a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa, y cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.» (LBLA)

¿Quiere ser un buen maestro? Entonces ame a Dios. Ese es el comienzo. Es la primera ficha de dominó en una fila larga. ¿Desea realmente

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ser un maestro excelente? Entonces ame a Dios con todo su corazón, con toda su alma, y con todas sus fuerzas. «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre sus hojas de apuntes.» ¿El versículo dice eso? ¡De ninguna manera! Las palabras, o el contenido, no están en las hojas de apuntes, sino en nuestros corazones. Cuando amamos al Señor, no podemos evitar honrar su contenido. Según las Escrituras, la educación de los hijos y la buena enseñanza tienen dos fundamentos: amar a Dios, y conocer la materia. No puede ser buen maestro sin ninguno de los dos. ¡Ame a Dios! ¡Conozca la materia! Entonces estará preparado para el próximo paso: meter la materia que está en su corazón en el corazón del alumno. ¿No es la meta de toda educación cristiana la de transferir eficazmente su amor por el Señor y su sabiduría a los alumnos, para que puedan amar al Señor y conocer su Palabra? Las buenas noticias son que en este texto, Dios revela cuatro maneras de hacerlo. 1. Enseñar. «Las enseñarás a tus hijos.» Esa es enseñanza formal —en la que usted se sienta para tener una sesión. Este primer nivel es lo que viene a la mente cuando pensamos en la escuela y en actividades académicas. El maestro está encargado. Tiene el plan y controla el proceso de aprendizaje para lograr los objetivos. Hicimos esto recién con nuestros hijos, hablando del dinero. Aumentamos su mensualidad con el entendimiento de que ellos comprarían sus cosas personales —shampoo, maquillaje, y otras cosas para ellos. Con el fin de hacer eso, tenían que hacer un presupuesto. Les mostramos nuestro presupuesto familiar para que pudieran tener una idea de cómo se hace. Les ayudamos a calcular un presupuesto, con un sobre para cada ítem. Eso es un ejemplo de la enseñanza formal. 2. Hablar. «Y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa, y cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes.»

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Este segundo nivel de enseñanza se caracteriza con el término «hablar». En el proceso de enseñanza, la comunicación es más fluida, casual, y más como un diálogo. Mientras en el primer nivel el maestro toma la iniciativa y dirige, en este nivel, el alumno puede tomar la iniciativa y guiar la comunicación. Los maestros eficaces animan al alumno a hablar, mientras abren la ventana para sus preguntas y dificultades verdaderas. Muchas veces la enseñanza más eficaz ocurre cuando cambian el tema, o en momentos entre las clases, o durante actividades sociales, tomando un refresco. 3. El recordatorio personal. «Y las atarás como una señal a tu mano, y serán como insignias [«frontales» en versión Reina Valera] entre tus ojos.» Un verano, estaba en un vuelo hacia Israel, y había un grupo de judíos conservadores, hombre y mujeres, que estaban volviendo a su Tierra Prometida. Cuando salió el sol, a las cuatro de la mañana, varios hombres se levantaron de sus asientos, fueron atrás, subieron los plásticos que tapan las ventanas para dejar entrar el sol, se pusieron túnicas negras, y amarraron una cajita en sus brazos. (El versículo menciona las «insignias», que eran cajitas para poner en sus brazos.) Entonces tomaron las Escrituras, empezaron a leer, y agachaban la cabeza en humildad, orando hacia Jerusalén. Pronto me di cuenta de lo que estaban haciendo, y fui a unirme con ellos, aunque no tenía la túnica apropiada, y tampoco tenía una copia de su Tora. Cuando me metí en medio de ellos y empecé a orar, vi lo dedicados que eran, y cuánto honraban la Tora, sus filacterias, y sus frontales. Seguí en el mismo espíritu, y tuve un buen tiempo de adoración, pero como cristiano que adora en el nombre de Cristo. Este tercer nivel es el primer método no verbal de enseñanza, en que algo que usamos o hacemos funciona como una señal para otros. Los judíos en el avión se pusieron cosas que comunicaron un mensaje —no audible, pero visible. Los frontales hablan siempre a todos los que ven la señal. No 146

son como la enseñanza oral de un maestro que ocurre solamente cuando el profesor habla. Inherente al significado de una señal está el concepto de representación. Se usa una cosa para representar otra. Muchas veces una señal puede representar muchas cosas importantes a través de algo pequeño y tangible. Considere lo que usted piensa cuando ve un anillo en el dedo de una persona que acaba de conocer. ¿Recuerda lo que dijo el ministro, «Cuál es el símbolo o el signo de estas promesas…»? En el momento que usted ve un anillo en el dedo de otra persona, una serie de conceptos de profundo significado pasan por su mente. De la misma manera, acciones personales se pueden usar como señales para el público. Nunca olvidaré el impacto de una acción pública que vio mi hija una noche cuando volvíamos de vacaciones en Florida. Nos detuvimos en la carretera para comer algo. Jenny y yo fuimos a comprar algo, mientras los demás quedaron en el automóvil. De pronto ella me tocó el hombro ansiosamente y dijo, «¡Papá, mira!» Cuando di vuelta, vi a una madre con cinco hijos, todos con la cabeza inclinada, orando —y Jenny estaba estupefacta. Finalmente reveló sus pensamientos: «Es la primera vez que veo a alguien orar en público —excepto nosotros». ¡Qué sorpresa más triste! La primera vez que una adolescente ve a otros orar en público. ¿Por qué no agachamos la cabeza para orar en público? ¿Será que hemos olvidado que inclinar la cabeza y orar en público es una señal eficaz para otros? También podemos usar joyería de buen gusto, como una cruz o el símbolo de un pez. Estas cosas revelan a otros que somos creyentes. Son recordatorios personales. Una vez una señora subió a un ascensor con nosotros. Tenía un prendedor que decía, «Pregúnteme». Yo lo conocía, pero le pregunté de todas maneras. —¿Preguntarle qué? 147

Ella contestó: —Pregúnteme por qué soy tan feliz. Yo dije: —Señora, ¿por qué es usted tan feliz? Ella respondió: —Porque conocí a una persona que satisface todas las necesidades de mi vida. Me gustó lo que estaba haciendo, así que seguí con las preguntas. Dije: —¿De veras? ¿Cómo se llama? Toda la gente en el ascensor escuchó las buenas noticias mientras yo hacía las preguntas y ella daba las respuestas bíblicas. 4. La promoción pública. «Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.» Este cuarto método de enseñanza que Dios reveló hace tres mil años es llamado promoción pasiva. Por ejemplo, cuando usted ve un letrero grande en la carretera, está viendo un ejemplo grande y creativo de «escribirlas en las puertas». Tanto el tercero como el cuarto método son no verbales, y este último ocurre en la ausencia de, o independiente de, un maestro en persona. No pierda las joyas de sabiduría divina en este último mandato para maestros. Primero, nos instruye a «escribir»; es decir, tomar la iniciativa en asegurar que el contenido sea legible, comprensible, y visible. Segundo, dice, «escribirlas» El pasaje entero está centrado en la transferencia eficaz de «las palabras» desde su corazón hacia el corazón de ellos. En este caso, el contenido que se debe escribir son «estas palabras que yo te mando hoy». Esto lo entendemos normalmente como las Escrituras. Para aplicar este principio, usted podría «escribir» la verdad de su lección en sus puertas, usando las mismas pautas. Cuando el contenido está

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públicamente visible, continúa siendo un factor recordatorio para todos los que ven o escuchan su mensaje. Tercero, estas inscripciones pedagógicas deben estar visibles en sus «postes y en sus puertas». El Señor garantiza la transferencia del mensaje, colocándolo en los dos lugares más usados en la vida —el hogar y la oficina (o la sala de clases para el profesor). Cuelgue un letrero en su puerta: «Yo y mi casa serviremos al Señor». O coloque un símbolo del pez en su tarjeta de presentación o en su vehículo. Pero si lo pone en su automóvil, ¡tenga cuidado de cómo maneja! De otro modo, tendría que poner uno que diga: «¡Camino con Dios… pero manejo como el diablo!» Hay una panadería que pone un versículo bíblico en todos los platos en que venden pasteles. Todas estas cosas sirven como reconocimiento público. Involucre tanto a su casa como a su oficina. Si yo fuera a su oficina, ¿qué cosas podría ver en su muro, en su escritorio, y en sus estantes? ¿Por qué no escribir algo hoy? Los mejores maestros usan todos los niveles de enseñanza, y sus salas lo reflejan. Sus muros están llenos de palabras y cuadros estimulantes de todos los colores. Todos están hechos y colocados para enseñar indirectamente con máximos resultados. Por lo tanto, aumente su enseñanza, y refuerce su mensaje en las mentes y las vidas de sus alumnos, asegurando que utilice los cuatro niveles del proceso de instrucción: enseñar, hablar, usar recordatorios personales, y promoción pública. Recuerde, Dios no considera la única forma de enseñar lo que se hace en la sala. Dios enseña en cada momento (vea Salmo 19) por medio de cada método directo e indirecto posible.

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El modelo de la ley de la retención

En resumen, ¿ve usted la progresión de estos cuatro enfoques? Se mueven de lo interior a lo exterior, de lo formal a lo informal. Los dos primeros niveles, «enseñar» y «hablar» están en la categoría de tutoría. Son directos y «verbales». Los últimos dos, «recordatorio personal» y «promoción pública» son testimonios. Son indirectos y «no verbales». Al nivel de tutoría, se está transfiriendo la verdad a otros por medio de la voz. En el nivel de testimonio, se usan medios visuales para comunicar el mensaje. Todos estos métodos ayudan a pasar la herencia a los alumnos. La Biblia claramente insiste que la pasemos a otros. La verdad que conocemos y amamos debe ser comunicada de tal manera que nuestros hijos y nuestros alumnos conozcan y amen esa misma verdad. La médula de nuestro sistema de ética y valores, como se encuentra en las Escrituras, debe ser transmitido a la próxima generación. La generación mayor debe transferirlo a la generación joven. Esa transferencia no se logra con meras buenas intenciones y buenos deseos. La transferencia se logra a través de todo lo que hagamos, digamos, y representemos.

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Las máximas de la ley de la retención La ley de la retención presenta principios y métodos revolucionarios para enseñar datos a los alumnos en forma veloz. Cuando se aplica, logra resultados sorprendentes para los valientes que están dispuestos a ir más allá del refrán: «así lo hemos hecho siempre». Ofrecemos siete principios de la retención que son fundamentales para la enseñanza veloz.

Máxima 1: La retención de los datos por parte del alumno es la responsabilidad del maestro Basado en la respuesta de los alumnos en todo el mundo, sabemos que es poco común que un maestro cause que los alumnos aprendan los datos. Al contrario, vemos el típico estilo de descargar un montón de datos sobre los alumnos. Muchos maestros piensan: «No es mi responsabilidad enseñarles la información; se la voy a descargar encima». Los alumnos escriben apresuradamente una y otra página de apuntes, porque se dan cuenta de que el maestro no se hace responsable por el aprendizaje de parte de los alumnos. Pero si los alumnos simplemente copian la información para aprenderla más tarde, ¿ha enseñado algo realmente el maestro? Esta máxima nos recuerda que es nuestra responsabilidad como maestros presentar la lección de tal manera que los alumnos la recuerden. Debe ser grabada en sus mentes, porque la colocamos allí como expertos. Desgraciadamente, las calificaciones en las pruebas nacionales demuestran que no está resultando. La constante baja en notas de las pruebas de aptitud no es la culpa de los alumnos ni los padres principalmente. La responsabilidad cae sobre los maestros al final, y sobre las instituciones que preparan a los maestros. Mientras que los maestros no aceptemos el hecho de que el éxito de los alumnos es la medida verdadera de nuestro éxito… mientras que los maestros no empecemos a orientarnos a los alumnos… mientras que los

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maestros no empecemos a hacer lo que es mejor para el alumno sino lo que es fácil para nosotros, el aprendizaje seguirá empeorando. Usted dirá: «¿No tienen ninguna responsabilidad los alumnos por su aprendizaje?» Sí, por supuesto. Todo depende de con quién estamos hablando. En este momento estoy hablando con maestros y comunicadores, así que tenemos cien por ciento de la responsabilidad del aprendizaje. Si fuéramos alumnos, la ley del estudiante diría que tenemos cien por ciento de la responsabilidad por nuestro propio aprendizaje, sin importar la calidad del maestro. Así que, ¿quién es responsable? En este libro, la respuesta tiene que ser, «¡el maestro!» Una vez que el maestro acepte esta responsabilidad fundamental, pensará de otra manera acerca de la enseñanza. ¡Imagine cómo cambiaría un maestro si se evaluara, no de acuerdo con lo que pudo cubrir en la clase, sino de acuerdo con lo que en realidad aprendieron los alumnos! Piense fuera del esquema típico por un momento: Supongamos que una profesora de lenguaje dice: «Voy a enseñar treinta y cinco palabras inglesas nuevas hasta que las conozcan realmente. Garantizo que conocerán por lo menos treinta y tres cuando terminemos. Mañana habrá una prueba. Pero no se preocupen; si no sacan por lo menos treinta y tres correctas, botaré la prueba a la basura». Entonces la profesora repasa las treinta y cinco palabras, dando a los alumnos un cuadro para cada palabra, repasándolas hasta que las dominen. Compare ese proceso con la profesora que dice: «Esta es su lista de vocabulario. Habrá una prueba mañana».

Máxima 2: La retención de los datos es efectiva tan solo después de que son comprendidos Me sorprende cuántas veces me encuentro con alumnos que están estudiando para una clase, y que no saben lo que están aprendiendo, solamente saben que se exige para la prueba. Hace poco escuché a algunos 152

alumnos de educación secundaria hablar acerca de una clase de matemática en que solamente dos alumnos entendían lo que estaban haciendo —y uno de ellos tenía un tutor para ayudarle. Mostraron mucha frustración, tirando sus manos en el aire, diciendo, «¡No sé cómo lo vamos a hacer! ¡El profesor nos da más y más materia, y nadie entiende nada!» Ese profesor piensa que su trabajo es entregar un paquete de información. Piensa que, cuando haya cubierto el texto, ha terminado su trabajo. Parece no importar mucho si los alumnos comprenden lo que están estudiando. ¿Puede imaginar la revolución que causaría si él cambiara su perspectiva de la enseñanza? La retención de información es mucho más efectiva cuando los alumnos comprenden completamente la información. Aunque esta máxima parece obvia, muchos maestros todavía piden a sus alumnos que aprendan listas de información, con fechas y nombres, sin ninguna comprensión de ellos. Por lo tanto, los maestros deben asegurarse de que los alumnos entiendan el significado y la importancia de los hechos, antes de memorizarlos para la prueba. La comprensión siempre debe preceder a la memorización. Memorizar lo que no entiende es como memorizar una lista de números. ¿Alguna vez ha tratado de ver cuántos números al azar podría memorizar en una hora? Divertido, ¿verdad? Máxima 3: La retención aumenta en la medida que el alumno reconoce la relevancia del contenido Fíjese en la tercera palabra de esta máxima. La retención aumenta en la medida que algo sucede. Los alumnos aprenden más rápido en la medida que sienten que la materia es importante y relevante para ellos en el presente o en el futuro. ¿Cuántas veces ha estado en una clase como alumno y ha pensado, «¿de qué sirve todo esto?»? Y cuando uno de sus compañeros tuvo la valentía para preguntar, el profesor se tiró encima, como si hubiera cometido 153

el pecado imperdonable. El aprendizaje se derrumba si el alumno no puede ver la importancia práctica de la información. ¡Cae aun más rápidamente si el maestro tampoco la puede ver! La primera vez que mi hijo tuvo que dar un discurso en la escuela, experimentó el miedo normal, y tuvo una idea creativa. —Papá, ¿puedo ir a tu oficina para que me ayudes a hacer una transparencia bonita para mi discurso sobre el presidente? A los niños les va a gustar, y necesito ayuda. Llevamos unas fotos de revistas a la sala de fotografía, y le mostré a Dave nuestra cámara grande. Pusimos la foto del presidente, la cerramos, prendimos las luces, y fuimos a la sala oscura para mirar la foto a través del lente grande. —Bien, hijo, mira por este orificio. —Ese es el presidente, papá.» —Correcto. Ahora, ¿ves estos dos botones que se giran? Así puedes hacer más grande la foto hasta que cubra la transparencia. Dave, ¿has escuchado de porcentajes? —Seguro, papá. Hemos estado estudiando porcentajes durante meses en la escuela. —¡Bien! ¿Por qué no llevas la foto para medirla, y sacas la cuenta del porcentaje que debes aumentarla para que sea una foto de 8 pulgadas por 11 pulgadas. Yo voy a comprar unos refrescos y vuelvo en un momento. En el momento que volví a la sala me di cuenta de que no había podido sacar la cuenta. —Dave, ¿cuál es el problema? —Papá, no lo puedo hacer. —Pensé que habían estado estudiando porcentajes durante meses. —Lo hemos estudiado varios meses, pero parece que no sé hacerlo. Estaba callado, y después dijo: —Papá, pensé que los porcentajes eran solamente para la escuela. ¡No sabía que se usaban para algo! 154

¡En ese momento podría haber asesinado a su profesor! Con razón Dave no sabía hacerlo. No veía ninguna relevancia a los porcentajes excepto para aprobar una prueba. Su profesor no había entendido que era su responsabilidad formar la necesidad antes de enseñar el contenido (la ley de la necesidad). Cuando Jenny era más joven, tenía dificultad en convertir de una unidad de medidas a otra. Así que Darlene le pidió que le ayudara a hacer una torta. —¿Por que no hacemos dos tortas? —dijo mi esposa—. Le damos una a la abuela, y guardamos una. Aquí está la lista de ingredientes. Estaré en el otro cuarto si me necesitas. Dejó a Jenny sola en la cocina para aprender lo que significaba el doble de tres cuartos de una taza. Mientras esa niña salía a conversar con su mamá y volvía a la cocina, se podía ver como se prendía la luz en su cabeza. La matemática de repente era importante. Se necesita para hacer una torta. Si usted no puede mostrar la relevancia a sus estudiantes de la materia que están estudiando, puede estar seguro de que los alumnos desarrollarán una actitud apática y frustrada. Haga que la materia tome vida, no solamente en su propia mente, sino también en los corazones y las mentes de los alumnos. En esos momentos que no puede pensar en nada más que, «un norteamericano educado debe saber que la guerra civil terminó en el año 1865», asegúrese de que esa información vaya acompañada de entusiasmo. Saque lecciones acerca del prejuicio y la unidad que hagan ver lo relevante de un momento de la historia que podría ser aburrido. Ocupe su creatividad para dramatizar un episodio de la guerra civil. Ocupe la fecha 1865 cuatro veces como el eje del drama. Cuando haga eso, el dato quedará para siempre en la mente de los alumnos. La relevancia desarrolla motivación y concentración. Cuando los alumnos entran al salón de clases, tienen muchas cosas en sus mentes. El maestro debe enfocar el interés de los alumnos en el tema de la clase, demostrando su relevancia, y debe seguir captando su atención con el 155

contenido y con su estilo. Su contenido llama la atención por interés general y por mostrarles que satisface sus necesidades. Su estilo mantiene la atención por entretener a los alumnos y superar los factores que pudieran distraer su atención. Al desarrollar la necesidad y relacionar la relevancia del tema, usted puede mantener el interés y concentración con un estilo variado y creativo.

Máxima 4: La retención requiere que el maestro enfoque los datos que son más importantes Aunque no lo crea, no todos los datos son creados iguales. Sin embargo, si escucha a muchos maestros, dan la impresión de que cada dato fuera igualmente esencial. Si va a pedir que memoricen una materia, debe asumir la responsabilidad de separar lo importante de lo insignificante. Tenemos que filtrar la información para los alumnos. ¿No hizo esto Dios cuando nos filtró la historia para darnos la Biblia? Por eso el libro de Génesis salta cientos de años sin que ningún versículo indique nada de lo que sucedió. Después dedica muchos capítulos a una sola persona —Abraham— revelando muchos detalles de su vida. Dios saltó siglos, y después escribió acerca de minutos. ¿Por qué? Era el Maestro divino, filtrando el contenido para nosotros. Mire el libro de Éxodo, en que casi no menciona los cuatrocientos años de cautividad en Egipto, pero dedica más de veinte capítulos a la entrega del pacto al pie del monte Sinaí, que duró unos pocos meses. De igual manera, en los cuatro evangelios, hay docenas de capítulos que detallan la última semana de la vida de Jesús, pero no revelan nada acerca de lo que sucedió en su vida entre los doce y los treinta años. En contraste con el ejemplo del Señor, muchos maestros que son poco efectivos tratan de incluir todo lo que es posible. Los maestros ejemplares saben qué suprimir. La atención máxima debe ser dedicada a las cosas más 156

importantes. Si un dato es más importante que otro, el que es más importante debe recibir más atención. Si es tres veces más importante, merece tres veces más atención. Cuanto más eficaz sea el maestro, más cuidado dará a la selección de los datos más importantes para la clase y para las tareas. En los negocios, este concepto de la proporción es conocido como el principio de Pareto, o la regla del 20/80. Por ejemplo, 80% de la ganancia de una compañía viene por 20% de sus productos. Además 80% de su comercio es con 20% de sus clientes. También se aplica a la iglesia —80% del trabajo es hecho por 20% de la gente. El 20% de la gente de una iglesia da 80% de los fondos. El principio de Pareto se puede aplicar en casi cualquier contexto. En su trabajo, por ejemplo, probablemente da 80% de su esfuerzo para generar 20% de los resultados deseados. Y solamente 20% de su tiempo se dedica a las actividades que generan 80% de los resultados deseados. Yo expliqué este principio a un dueño de un negocio en un vuelo una vez, y él sacó sus informes de su maletín, miró su línea de productos, y determinó que 84% de sus productos lograban solamente 18% de su ganancia. Le animé a subir los precios de estos productos en un 20%, porque no estaba arriesgando mucho, y podría aumentar la ganancia. Segundo, identificó los productos del 16% que le daban 82% de su ganancia, y le aconsejé que concentrara su tiempo de administración y pericia para expandir esos productos. Bueno, colega, este principio también es válido en nuestras clases — 20% de nuestro contenido da 80% del beneficio al alumno. Por lo tanto, identifique esos temas y cambie sus prioridades hoy. Imagine el impacto de su enseñanza cuando identifique el 80% que da solamente 20% de lo que desea. Reduzca por la mitad el tiempo dedicado a ese contenido, y dedique el nuevo tiempo disponible al 20% de actividades

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que da 80% de los resultados deseados. Si el maestro típico implementara esta estrategia, vería buenos resultados inmediatamente. Mucho del pensamiento actual es poco sabio con respecto a este tema. Al alumno típico le da pánico antes de la prueba, al luchar desesperadamente para identificar lo que podría preguntar el maestro. Como si el aprendizaje mejorara por hacerle adivinar al alumno lo que es importante. ¿Cómo podemos esperar que el novato sepa lo que es importante y lo que es secundario en el área donde somos expertos? ¿Cómo puede esto beneficiar el aprendizaje? ¿Por qué no identificar el 20% del contenido que el alumno debe saber para que logre el 80%? ¡Piense en cuánto ayudaría al alumno si pudiera usar mejor su tiempo de estudio! Su tarea es identificar los datos que sus alumnos deben saber para que conozcan bien la materia. Yo llamo este grupo de datos «lo mínimo irreducible». Lo mínimo irreducible es la información mínima necesaria para que los alumnos tengan una comprensión aceptable de una materia en particular. Sin lo mínimo irreducible, un alumno no puede aprobar el curso; con lo mínimo reducible, el alumno puede ejecutar bien su actividad y ser promovido al próximo nivel de logros. Este mínimo irreducible debe ser comprendido primero por todos, y después memorizado por todos. El maestro no solamente debe identificar lo mínimo irreducible para sus alumnos, sino también asumir responsabilidad total para enseñárselo a cada alumno. El maestro no ha enseñado un tema adecuadamente hasta que cada alumno conozca bien lo mínimo irreducible.

Máxima 5: La retención requiere arreglar los datos de tal forma que sean fáciles de memorizar Algunos maestros juntan su contenido, lo llevan a la clase en un saco grande, y lo botan de una vez. Esto es simplemente botar el contenido. Otros maestros dan un paso más y hacen un bosquejo de su contenido. Eso es un buen comienzo. Pero, aunque se ve ordenado, ¿cuántos de esos datos 158

puede nombrar el alumno típico una semana después? Hacer un bosquejo del contenido no necesariamente lo hace fácil de memorizar. Solamente hace más fácil el traspaso de este de la hoja de apuntes del profesor a la hoja de apuntes del alumno. ¿Qué sucedería si el profesor tomara el mismo contenido, y lo reempacara de una manera que lo hace fácil de memorizar? En un sentido, usted es la computadora maestra para todas las computadoras estudiantes. Su meta es tomar toda la información en su propia base de datos y pasarla lo más rápido posible y lo más eficazmente posible a las bases de datos de los alumnos. Quiere bajar los datos sin perder información en el proceso. Digamos que usted quiere que sus alumnos conozcan el contenido de cierto libro. Usted puede tomar el libro, ponerlo sobre la cabeza del alumno, y decir, «¡Memorícelo!» Pero obviamente no resulta así. La mente no puede recibir y memorizar datos, si no están ordenados y formateados correctamente. La información puede ser pasada de una computadora a otras de varias maneras —en un disquete, por módem, por una conexión directa, o por ingresar a mano letra por letra. No hay otra manera por ahora. ¿Por qué estamos dispuestos a formatear datos en una computadora, pero no estamos dispuestos a formatear datos para la mente de nuestros alumnos? Dios, que creó la mente de sus alumnos, diseñó varias maneras en que puede recibir y retener información fácilmente. ¿Sabe cuáles son? ¿Está usándolas? En el próximo capítulo, revelaremos siete métodos principales para reformatear datos. Obviamente, cuanto más difícil sean los datos de memorizar, menos datos memorizarán los alumnos. Ya que a fin de cuentas, es la responsabilidad del maestro «hacer que el alumno aprenda», el maestro presentará la materia de tal manera que sea relativamente fácil de memorizar. El maestro enderezará el camino, botará las piedras, y preparará 159

el camino para la mente de los alumnos. Sabrá indicarles los atajos para aprender el contenido. Marcará los lugares peligrosos, hará señas en los árboles, y construirá puentes sobre los ríos bravos. Ubicará sitios seguros y adecuados para acampar en el viaje. El maestro eficaz sabe que su papel no es el de organizar un viaje fastidioso e ineficaz, sino guiar a los alumnos de la manera más efectiva y eficiente posible al destino deseado —a llegar del punto A al punto B rápidamente, sin perder a nadie en el camino. Muchos maestros sienten que hay mucho mérito en que los alumnos tengan que luchar para aprender la información. Pero ¿por qué? ¿Por qué no debe ser el aprendizaje lo más fácil posible? ¿Puede nombrar un solo beneficio en el aprendizaje difícil? Si el maestro es sabio, dedicará su mayor esfuerzo a ayudar a los alumnos a usar la información, y no simplemente aprenderla. Esa es la verdadera prueba de la ley de la retención —qué hace con los datos. ¿Les va a servir tres huevos, media taza de mantequilla, tres cuartos de cuchara de extracto de almendras, dos tazas de harina, y una manzana rebanada? ¿O les va a servir un delicioso pastel de manzana? Los dos tienen los mismos ingredientes. Los dos son preparados por el maestro y presentados a los alumnos. Pero, ¿cuál es más fácil de digerir? ¿Cuál le va a gustar más? ¿Será más trabajo mezclar los ingredientes y poner el pastel en el horno? Seguramente. Pero, ¿no vale la pena invertir los treinta minutos de preparación de parte del maestro para ganar una mejor actitud y mejor rendimiento de parte de treinta alumnos? Volvemos al mismo tema de «hacer que el alumno aprenda». Eso requiere hacerle caso a las palabras de Jesús cuando dice, «y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos» (Mateo 5:41). Eso requiere encarnar el amor —hacer lo que necesite la otra persona, sin importar cómo se siente usted en el momento. 160

Máxima 6: La retención requiere reforzar la memoria de largo plazo a través de un repaso sistemático Dios ha creado al hombre y la mujer con memoria de corto plazo y memoria de largo plazo. La enseñanza eficaz respeta este diseño divino, coopera con él, y no exige arrogantemente que la mente opere más allá de su manera normal de operar. Usted y yo usamos la memoria de corto plazo constantemente. La usamos cuando la esposa pide que compre tres cosas en el supermercado. Cuando un amigo le pide que le llame esta noche y le da su número de teléfono, usted lo repite varias veces y lo tiene memorizado. Por lo menos hasta esta noche. Pero, ¿lo puede recordar una semana después? Dios diseñó la memoria de corto plazo para usarla a corto plazo. ¿Ha tenido que estudiar toda la noche alguna vez para un examen final? Probablemente sentía que si alguien chocara con usted caminando, ¡perdería todos los datos que había almacenado en la cabeza! Cuando era alumno, frecuentemente empezaba buscando esas listas largas de información que había «aprendido», para contestar esas preguntas antes de olvidar los datos. ¿Cuánto había aprendido realmente? Si el maestro hubiera tomado un examen una semana antes, o una semana después, habría sido un desastre. ¿Qué nos dice eso acerca del aprendizaje que supervisó ese maestro? Nunca fomentará el aprendizaje en sus alumnos hasta que coloque la materia en su memoria de largo plazo (retentiva). Hay una sola manera de colocarla allí: repasar. Una parte vital de su responsabilidad es la de repasar y repasar la materia hasta que los alumnos la dominen. La meta del repaso es tomar ese mínimo irreducible y plantarlo firmemente en la memoria de largo plazo de sus alumnos. Repase en distintos momentos y en distintas maneras, hasta que todos conozcan la materia. Para siempre.

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«Cubrir la materia» no es enseñanza; es solamente hablar, y en el mejor de los casos, hará un impacto en la memoria de corto plazo. La verdadera enseñanza ocurre solamente cuando los alumnos conozcan la materia — ¡antes y después de sentarse a dar el examen! ¡Imagine el impacto que causaría si los maestros fueran evaluados de acuerdo con lo que sabían los alumnos un mes después del curso! ¡Eso revolucionaría la enseñanza! ¿No es una tragedia que aceptemos resultados superficiales y no resultados de largo plazo? Es trágico porque cultiva una mentalidad superficial de la vida —que la vida es simplemente un pasar por ciertos hitos, aprendiendo algunas listas, en vez de dominar el aprendizaje. Los maestros eficaces identifican lo mínimo irreducible y lo enseñan de una manera que cien por ciento de los alumnos lo dominen tanto que lo tengan grabado en su memoria a largo plazo — disponible para ellos cuando lo necesiten.

Máxima 7: La retención requiere disminuir el tiempo de la memorización para dar más tiempo a la aplicación Al practicar el método de la ley de la retención que presento en el próximo capítulo, ganará más habilidad en la enseñanza veloz. Pronto podrá enseñar dos veces más materia en la mitad del tiempo en una manera tan eficaz, que todos sus alumnos dominarán el contenido. Pero eso es solamente la mitad del camino. Porque el verdadero propósito de la enseñanza es el uso de la materia. Si no hay posible uso para la información, entonces, ¿por qué la está enseñando? Tenemos que enfocar nuestros esfuerzos en capacitar a los alumnos para vivir. Tenemos que partir con el contenido, la información y el conocimiento para llegar a la práctica, la aplicación, y la sabiduría. Por lo tanto, formatee su contenido de manera que sea fácil de entender y memorizar. No espere hasta que sepan todo: muéstreles inmediatamente el 162

valor, la importancia, y la relevancia de su materia. Cuanto más relevante y útil vean los alumnos la materia, más motivación tendrán para aprenderla, y más apreciarán el hecho de que los haya educado para tener éxito en la vida. Durante mis estudios de seminario, el Dr. Hendricks comentaba que «la impresión sin expresión lleva a la depresión». Cuando el maestro piensa que el propósito es impresionar a los alumnos con una acumulación de contenido, sus alumnos perderán el interés, desarrollarán apatía, y finalmente serán críticos y cínicos. Si el contenido no es usado por el alumno, llega a molestar. Al continuar exigiendo que el alumno aprenda más y más contenido, sin mostrarle que ese contenido es útil para el alumno, el alumno tendrá que usar más y más disciplina para forzarse a prestar atención y concentrarse. Los maestros ejemplares hacen un equilibrio en su presentación —50% contenido y 50% aplicación. Los maestros efectivos pasan tiempo en la clase enseñando los datos, y no piden a los alumnos que memoricen datos en su propio tiempo de estudio. Al contrario, los mejores maestros dan tareas acerca del uso práctico de los datos que ya aprendieron en la clase. La ley de la retención trata de capacitar a los maestros para ser más eficaces en su enseñanza del contenido. Le capacitará para enseñar 500% más contenido en el mismo tiempo, o 250% más contenido en la mitad del tiempo, o 100% del contenido en un cuarto del tiempo que normalmente requiere. Estos porcentajes son reales y pueden ser logrados por cualquiera que llegue a ser algo experto con esta ley. El resultado debe ser tener más tiempo para dedicar a la aplicación del contenido.

163

El meollo de la ley de la retención La esencia de la ley de la retención se resume en tres palabras: «Dominar lo mínimo». El maestro debe capacitar a todos los alumnos para gozar del dominio máximo del mínimo irreducible.

Conclusión Los mejores maestros ayudan a los alumnos a dominar el contenido. Recién recibí una carta sorprendente acerca de esta filosofía de Donald Campbell, el presidente del seminario donde estudié. En ella, contó una historia acerca de Lewis Sperry Chafer, fundador y primer presidente del seminario: Al celebrar la pascua hace algunas semanas, recordé una escena inolvidable de mis tiempos de alumno en el Seminario Dallas. Era el otoño del año 1948, y estaba estudiando con el Dr. Chafer la doctrina bíblica de la salvación por medio de la muerte de Cristo y su resurrección. Me gustaban sus explicaciones claras y sus ilustraciones de verdades teológicas profundas. Cuando llegó a hablar de la obra terminada de Cristo, el Dr. Chafer ponía mucha pasión. Era obvio que él quería que tuviéramos un manejo firme de las doctrinas de la redención, la reconciliación, y la propiciación. Después de varias semanas de sus clases, tuve que dar el examen a mediados del curso. Igual que otros alumnos, llené un cuaderno entero, de tapa a tapa, con mis mejores pensamientos sobre el tema de la salvación. Unos pocos días más tarde, el Dr. Chafer paseó por la sala con un montón de exámenes debajo del brazo. Había mucha emoción en el ambiente, esperando recibir los resultados de los exámenes. Pero sentí que algo inquietaba al Dr. Chafer. Cuando puso los exámenes en el escritorio, contó a los alumnos lo decepcionado que estaba con los resultados, porque no habíamos entendido el significado de

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estos conceptos teológicos importantes. Incluso, dijo que su corazón estaba destrozado. Con ese comentario, el Dr. Chafer hizo una ceremonia de botar todos los exámenes a la basura, y procedió a exponer de nuevo acerca de la obra completa de Cristo. ¡No hace falta decir que todos prestamos toda nuestra atención! En unos pocos días, el Dr. Chafer tomó otro examen, y todos aprobamos con muy buenas calificaciones.

El Dr. Chafer era un maestro excelente, como han testificado muchos alumnos durante los años. Una vez más, el maestro excelente se dio cuenta de que la falta de aprendizaje de parte de sus alumnos era su fracaso a fin de cuentas. ¿Qué hizo con esa evidencia acusadora? ¡A la basura! Usted puede ver, mi amigo, ¡que los maestros deciden dónde archivar los documentos de sus alumnos! ¡Pero no se olvide del próximo paso! Después de darse cuenta de las malas calificaciones de sus alumnos, procedió a exponer de nuevo.… Hizo un repaso. Asumió la responsabilidad del fracaso de sus alumnos y enseñó de nuevo hasta que aprendieran. Pero, ¿este maestro excelente siguió enseñando hasta que todos sus alumnos hubieran dominado la materia? ¿Enseñó hasta que todos dominaran lo mínimo? El Dr. Campbell testifica, «En unos pocos días, el Dr. Chafer tomó otro examen, y todos aprobamos con muy buenas calificaciones». Antes de dar vuelta la página para descubrir los secretos fascinantes de cómo enseñar para que todos aprueben con buenas calificaciones, ¿me permite hacerle unas preguntas? He aprendido durante los años que, a menos que la persona acepte esta mentalidad, todos los secretos del mundo no ayudarán. A medida que usted ha estado leyendo este capítulo, se ha dado cuenta de que estos dos conceptos revolucionarios van en contra de la filosofía contemporánea de la enseñanza. Pero, como revelan los bajos puntajes de 165

las pruebas de aptitud, ¡la filosofía contemporánea de la enseñanza no tiene mucha evidencia para jactarse! Por supuesto, la filosofía actual quiere que pensemos que las calificaciones bajas son la culpa de los padres, o de mucha televisión, o de la capa de ozono —¡pero seguramente no de la mala enseñanza! En gran parte, creo que los profesores trabajan mucho, se sacrifican, están muy comprometidos, y se preocupan por sus alumnos. Entonces, ¿por qué los pobres resultados de la enseñanza? Hay dos causas fundamentales: 1.

La filosofía del maestro moderno no está en armonía con los principios de las Escrituras, y por lo tanto,

2.

La práctica del maestro moderno es contraproducente, haciendo que el alumno no aprenda la materia de manera eficiente. Que la ley de la retención mejore su perspectiva y lo capacite para enseñar tan eficazmente que todos sus alumnos «dominen lo mínimo».

Preguntas para reflexión Lo que piensa el maestro acerca de la enseñanza controla la enseñanza misma. Luche con estas cinco preguntas para desafiar sus propios pensamientos acerca de la enseñanza. 1.

En mis nueve años de educación universitaria y postgrado, ninguno de mis profesores tiró nuestras tareas o exámenes en la basura. Pero escuché numerosos discursos acerca de nuestra falta de competencia y malos hábitos de estudio. Ya que la definición del maestro es aquel que es responsable por el aprendizaje del alumno, ¿quién debería escuchar un discurso? Si usted diera tal discurso, ¿cuáles serían sus puntos principales?

2.

Ya que el propósito de las calificaciones es reflejar la competencia del alumno con respecto a cierta materia, ¿qué significa calificar en una «curva» (comparar a los alumnos entre ellos mismos)? ¿Cuál es la diferencia entre 166

la filosofía de calificar de acuerdo con el rendimiento relativo entre los alumnos y la filosofía de calificar de acuerdo con la cantidad de materia misma que ha logrado aprender cada alumno? ¿Será que la filosofía de calificar en una «curva» es precisamente la manera equivocada de enfocar la educación? La «curva» permite que la mala enseñanza o un mal aprendizaje reciba una calificación muy alta si todos los demás lo hacen peor. Recuerdo que en una clase saqué treinta seis por ciento de respuestas correctas y recibí una «A». ¿Sabe por qué? Porque nadie entendía nada — ¡incluyendo el profesor! En otra oportunidad saqué noventa y cinco por ciento y recibí una nota «C», porque calificaban en «curva». Lo sabía muy bien, pero saqué una «C». Conversé acerca de las diferencias que se pueden producir en el aprendizaje del alumno con las dos filosofías.

3.

¿Recuerda cuando tenía que estudiar para un examen a última hora? ¿Recuerda cuando trataba de aprender la materia la noche antes del examen final? ¿ Le habían enseñado la materia? Si le hubieran tomado el mismo examen una semana más tarde, ¿cómo le habría ido? ¿La verdadera educación le prepara para el día del examen, o para la vida? ¿La enseñanza a corto plazo es realmente enseñanza? ¿Cómo cambiaría su enseñanza si fuera a enseñar para cambios para toda la vida?

4.

Un profesor dio seis a ocho páginas de apuntes en cada período de clase. Todos decíamos que era inútil. Queríamos llamar a la clase «escritura veloz» o «cómo tener un calambre en la mano». Cerca del fin del semestre, uno de los alumnos levantó la mano y preguntó, «¿Tenemos que saber ?» ¡Qué enojado se puso el profesor! Era como si hubiese cometido el pecado imperdonable. ¿Era buena o mala la pregunta? ¿De qué sirve exigir que los alumnos pierdan su tiempo aprendiendo algo irrelevante? ¿Debe haber sorpresas en el examen, en que los alumnos se desesperan porque no pensaban que el profesor fuera a preguntar eso? 167

5.

Todos los alumnos estudian para exámenes de la misma manera. Deciden lo que piensan que estará en el examen, y encuentran maneras de memorizar la materia. ¿Qué sucedería si el maestro enseñara la materia en maneras fáciles de entender, y abiertamente dijera cuáles serían las áreas cubiertas en el examen?

168

6 LA LEY DE LA RETENCIÓN; EL MÉTODO Y LOS MAXIMIZADORES Era el día antes del examen final. Los alumnos entraron a la sala con entusiasmo y emoción. Hoy era el repaso final, y no podían esperar. Yo tampoco. Tanto el maestro como los alumnos habíamos trabajado duro durante el semestre, y sabíamos que lo sabíamos. Les pedí que se pusieran de pie, y que repitieran a unísono el panorama bíblico que habíamos estudiado durante todo el semestre. Entonces me senté y puse el cronómetro para tomar el tiempo. Todavía puedo recordar el sonido, todos hablando, casi cantando: La Biblia —66 libros Dos partes: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento El Antiguo Testamento, 39 libros El Nuevo Testamento, 27 libros El Antiguo Testamento —tres partes: Libros históricos, 17 libros Libros poéticos, 5 libros Libros proféticos, 17 libros Seguían y seguían. Cuando estos alumnos del primer año universitario llegaron al final del repaso largo, empezaron a hacer barra, batir las palmas, y gritar. ¡Habían citado durante veintisiete minutos, sin parar —cada dato importante (lo mínimo irreducible) que les había enseñado durante el semestre entero! El examen final era de seis páginas, espacio simple. Muchos sacaron buenas calificaciones. Pero cuando el administrador de la universidad vio las calificaciones, me llamó a su oficina: «Bruce, es imposible que todos los alumnos en su clase hayan sacado calificaciones tan altas». 169

Mi corazón se apuró, pero había esperado este momento, y estaba preparado con una respuesta: —¿Le puedo mostrar el examen final, para que me diga si era demasiado fácil? Durante dos minutos estaba callado, mientras leía las seis páginas de preguntas. Entonces dijo: —¿Les tomó este examen a alumnos del primer año? ¡Esto es más difícil que los exámenes de seminario! ¿Sabían todo esto? —¡Sí! Pero, ¿usted piensa que debería reprobar a algunos de todas maneras? Él se rió. Y yo podía respirar de nuevo. No cambiaron las calificaciones. Más importante todavía, aquellos alumnos aprendieron mucho. Y se gozaban al hacerlo, porque el curso no era una amenaza, sino una experiencia emocionante en el aprendizaje veloz.

El método de la ley de la retención Alguien dijo: «Hay tres cosas que debemos recordar acerca de la enseñanza: Número uno, prepare un plato rico. Número dos, conozca bien a los invitados. Número tres, sirva la cena con elegancia». El aspecto de «servir la cena con elegancia» es el tema de este capítulo. Por primera vez en un libro impreso, voy a compartir algunos secretos detrás del método de enseñanza del ministerio Caminata Bíblica. Este método creativo ha sido empleado en todo el mundo, desde Nueva York hasta algunos pueblos remotos de la India. Ya que el método de la retención coopera con la manera en que Dios diseñó nuestras mentes, estos métodos son transculturales y dan resultados inmediatos. El método de la retención presenta cinco pasos que ayudan a las personas a tener resultados asombrosos de su enseñanza. Cuando empiece a entenderlos, estará preparado para las siete maneras universales

170

para hacer cualquier materia fácil de aprender, para que los alumnos aprendan lo mínimo irreducible fácilmente y gozosamente.

Etapa 1: Materia Primero, el maestro o «expositor» junta la «materia». Esto involucra investigar, o «rebuscar». El maestro hace una «selección» de datos relacionados con el tema para acumular toda la información que pueda, y realiza la «preparación» de materia. Cuanto mejor preparado esté el terreno, mayor posibilidad de que se produzca un jardín bonito. Cuanto más fuerte es el fundamento, más alto y más sólido se puede construir encima. Cuanto más investigación haya, más probable será el impacto en los alumnos. Mientras estoy escribiendo este capítulo, también estoy preparando un discurso acerca de la pregunta, «¿La Biblia enseña lo que sucederá en el Medio Oriente antes de la segunda venida de Cristo?» Tengo demasiado materia, y puedo hablar solamente cuarenta minutos. La mitad del público no asiste a la iglesia regularmente, y la mayoría nunca ha escuchado de la 171

abominación desoladora mencionada por Jesús en Mateo 24. Al preparar esta lección, hago tres pasos: 1.

Hago una selección de información relacionada con el tema.

2.

Organizo el tema.

3.

Hago un bosquejo del tema. Su propósito en hacer esta selección es volar sobre el contenido los más rápido posible para tener una vista general. Mire las enciclopedias, manuales, contenidos de libros, y hojee las páginas, sin estudiar con profundidad. Esta es la etapa en que empieza a formular en su mente las secciones mayores de la materia, y la manera de arreglarlas para hacer una presentación clara. Después, debe organizar el tema. Su propósito aquí es poner el contenido en categorías de unidades mayores de pensamiento. Dividir para conquistar. Repase algunas de las mejores fuentes para ver cómo dividen la materia. Haga una lista de posibles categorías. No limite su lista, haciendo evaluaciones. Solamente reflexione. Cuando su investigación esté completa, empiece a evaluar y codificar cada área temática según los siguientes códigos: «A» al lado de las secciones que tienen que ser incluidas. «B» al lado de las secciones que serían muy útiles, pero no absolutamente necesarias. «C» al lado de las secciones importantes pero opcionales. «D» al lado de las secciones que serían poco útiles. «F» al lado de las secciones que con toda certeza no ayudarían, incluso que podrían confundir a los alumnos. Cuando haya hecho esto, haga una lista de sus categorías en orden de prioridades. Ya debe empezar a sentirse cómodo con algunos de los conceptos generales. El último paso es hacer un bosquejo del tema. Repase las categorías y construya un orden lógico para la presentación de ellas. Ocupe su 172

conocimiento creciente del tema para determinar si algunas de sus «A», «B», o «C» tienen que ser alteradas. Cuando haya completado las categorías mayores, puede repetir los tres pasos arriba para organizar los puntos menores en cada categoría. Cuando haya completado la etapa de «materia», tendrá un bosquejo general inicial de la materia. Etapa 2: Mínimo Ahora es el momento para comprimir el contenido a lo «mínimo». Lo ha investigado, ahora tiene que «reducirlo». Ha hecho una investigación, ahora debe hacer una «síntesis» o un resumen de la materia apropiada y fijar «prioridades». Esta segunda etapa puede parecer extraña al principio, pero es esencial para la instrucción efectiva. Inicialmente, usted puede encontrar difícil esta etapa, porque creemos equivocadamente que si el maestro cubre una gran cantidad de materia, el alumno aprenderá una gran cantidad. Cuando usted cambia el énfasis, para que caiga sobre la materia que realmente quiere que los alumnos aprendan, empieza a pensar de otra manera. Cuando desarrollé el seminario de la vida de Jesús para el ministerio Caminata Bíblica, hice un repaso de todo lo que hizo Jesús —los lugares, lo que dijo, cada milagro. Hay más de trescientos eventos. Entonces me acordé: «Tengo una hora y media para enseñar la vida de Jesús, y muchas de las personas del público no saben casi nada de él. ¿Qué tiene que saber una persona para poder decir, «Entiendo la vida de Jesús»?» De mi lista de prioridades — A, B, C— seleccioné lo más importante. Esta segunda etapa requiere que descarte algo del trabajo que completó en la etapa anterior de «materia». Pero no se olvide —no todo el contenido es igualmente importante. La mayoría de los datos no tienen que ser memorizados, y probablemente ni siquiera tienen que ser discutidos. A lo máximo, deben ser presentados rápidamente para conocimiento general.

173

El maestro típico no se disciplina en esta etapa, y por lo tanto habla mucho y enseña poco. Los maestros ejemplares tienen tanta habilidad para saber lo que no se debe excluir como para saber lo que se debe incluir. Los mejores maestros eliminan materia regular para poner el énfasis en materia superior. Le preguntaron una vez a un maestro escultor cómo creaba obras de arte tan bellas de pedazos de mármol. Contestó que solamente sacaba del mármol lo que no pertenecía a lo que estaba haciendo. Si hacía un caballo, sacaba todo lo que no se parecía a un caballo. Las obras maestras en mármol y en el salón de clases son creadas por maestros que saben que no todas las partes disponibles son igualmente importantes. ¿Cómo se eligen los elementos que son más importantes? Hay tres factores que forman la materia: primero, el público; segundo, el tiempo disponible; y tercero, el propósito de la clase. Digamos que el tema es la vida de Cristo, y usted enseñará a tres distintos públicos: 1.

niñas del sexto año,

2.

jóvenes adultos de veinticinco años recién casados,

3.

estudiantes de seminario del programa de doctorado. ¿Cuánto éxito tendría si usara el mismo enfoque para los tres grupos? Su selección de materia se determina según los alumnos que está enseñando. Segundo, su selección también es controlada por el tiempo disponible para enseñar. ¿Qué materia usaría para estos tres períodos de tiempo?

1.

Una meditación de veinte minutos

2.

Cincuenta minutos de clase

3.

Un curso de trece semanas

174

Tercero, el maestro selecciona la materia según el propósito de la clase. ¿Qué desea lograr con los alumnos? Fíjese cómo seleccionaría el contenido según los siguientes tres propósitos: 1.

hacer un repaso de la vida de Cristo,

2.

probar que Jesucristo era el Mesías,

3.

responder a Jesús en un culto de adoración. Después de fijar prioridades a la materia según las características del público, el tiempo disponible, y el propósito de la clase, usted debe considerar cuán bien los alumnos tienen que comprender la materia. Los alumnos nos preguntan en distintas maneras constantemente: «¿Tenemos que saber esto?» Lo que están preguntando es: «¿Cuán importante es esta materia?» Obviamente, el maestro pensaba que era importante conocer la materia, pero ¿tan importante para memorizarla? Hace tiempo que los educadores han reconocido que hay muchos niveles de «conocer» un tema. Para simplificarlo, hablaremos de tres niveles que nos ayudarán.

1.

Conocimiento superficial: «He escuchado esto antes, y creo que sé algo de eso».

2.

Conocimiento regular: «Eso lo he aprendido, y sé en forma general cómo funciona».

3.

Conocimiento completo: «Yo conozco todo acerca de eso —aquí están los diez puntos principales». Dependiendo del nivel en que quiere que sus alumnos conozcan la información, usted debe no solamente enseñar de manera diferente, sino también debe evaluar de manera diferente. Si el nivel es superficial, entonces puede usar selección múltiple; si es regular, puede usar verdadero/falso o respuestas escritas (explique lo que sabe); si es el nivel más completo, tendrá que pedir una lista de los datos, o una discusión inteligente de los componentes principales y sus implicaciones.

175

La ley de la retención hace hincapié en que el maestro es responsable por las siguientes actividades: 1.

Seleccionar la materia que se enseñará.

2.

Determinar el nivel de aprendizaje.

3.

Comunicar a los alumnos, no solamente lo que deben aprender, sino también el nivel de conocimiento que se espera.

4.

Presentar la información seleccionada de tal manera que los alumnos la aprendan en el nivel esperado.

5.

Examinar la materia seleccionada, exigiendo el nivel de aprendizaje previamente anunciado por el maestro. Los maestros frecuentemente pierden la mayor parte del tiempo de la enseñanza en el salón de clases, del hacer tareas y del estudio en la casa, porque no están concentrándose en la materia apropiada, o porque no están enseñando en el nivel correcto. Los estudiantes pierden mucho tiempo valioso y mucho esfuerzo, tratando de averiguar lo que el maestro considera importante, y estudiando información que es prácticamente irrelevante para el propósito del curso. ¡No haga eso a sus alumnos! Al contrario, identifique claramente los datos y los conceptos que se exigen para un nivel aceptable de comprensión. Este mínimo irreducible debe ser identificado claramente y debe ser repasado en forma repetida. Todos deben dominar lo mínimo irreducible. Si no lo hacen, el maestro no ha enseñado en el nivel mínimo aceptable. Recuerde, si un alumno falla en el aprendizaje, el maestro ha fallado en la enseñanza. Al fin de la primera etapa, «materia», el contenido de la lección debe ser claramente identificado o bosquejado. Esto normalmente es el fin de la preparación de la lección. Al completar la segunda etapa, «mínimo», el contenido debe haber sido reevaluado y las prioridades deben haber sido revisadas. En vez de tener seis páginas de apuntes, probablemente haya usado la regla de 80/20 para 176

sacar las partes grandes de grasa y dejar solamente la carne. Posiblemente haya marcado esos datos que todos deben dominar, porque claramente son parte del «mínimo irreducible». Ha sido muy estricto con respecto a «¿qué deben saber mis alumnos?», y tiene aislada la esencia. Ha dado más espacio en su bosquejo para lo más importante, y ha dejado poco espacio para las cosas secundarias. Usted admite que no todos los datos son iguales, y que la sabiduría exige un establecimiento de prioridades planificado en su presentación. Cuando compare el bosquejo de la etapa de «materia» con el nuevo bosquejo de la etapa «mínimo», usted se sorprenderá por la diferencia. Usted se dará cuenta de que el hecho de distinguir lo principal de lo secundario es vital para establecer un bosquejo eficaz. Su bosquejo de lo mínimo es la esencia de lo que enseñará, pero todavía no está organizado para la mejor presentación de la materia. Usted tiene los mejores ingredientes brutos, pero ¿cómo los va a empaquetar para que sea un gozo para sus alumnos aprenderlos?

Etapa 3: Manejable Aunque no lo crea, cuando ha terminado la segunda etapa, «mínimo», está a años luz del maestro típico, porque es mucho más eficaz. Ha podido aislar la materia importante de toda la materia disponible. En vez de perder mucho tiempo en la materia irrelevante, ha eliminado todo lo que no es «un caballo en el mármol». Por lo tanto, no perderá tiempo en los pedazos que han caído al suelo. No le tentará cubrir materia que no debe ser tratada. Ahora es tiempo para cambiar su pensamiento, enfocando no la materia, sino la mente de los alumnos. La materia ha sido sintetizada, y el método correcto debe ser elegido para pasar la información a su memoria de largo plazo. Desgraciadamente, pocos maestros utilizan este paso. ¡Son demasiados los maestros que creen que la enseñanza es la presentación de los datos 177

de parte del maestro, en vez del aprendizaje de los datos por los alumnos! En el momento que nuestra filosofía de la enseñanza cambia a ser orientada a los alumnos, y no al maestro, inmediatamente reconocemos que nuestra enseñanza actual es terriblemente inadecuada. Cuando la filosofía de Las siete leyes del aprendizaje comienza a grabarse en su corazón —y usted se propone hacer que sus alumnos realmente aprendan la materia— inmediatamente comienza a buscar maneras en que usted puede ayudarles a aprender lo mínimo irreducible en vez de simplemente cubrir la materia como siempre. Este proceso es profundo y tiene muchas implicaciones. Va en contra de la práctica típica de la educación. La gran mayoría de maestros que yo tuve cuando era alumno nunca asumía la responsabilidad de hacer que yo aprendiera la materia —¡eso era mi responsabilidad! Entonces ¿qué hacíamos para aprender la materia? Buscamos desesperadamente maneras en que pudiéramos memorizar más fácilmente la materia. Esta tercera etapa golpea en contra de esa filosofía. Ya que el maestro es responsable por el aprendizaje del alumno, el maestro debe identificar y usar el método más eficaz para enseñar la materia, para que los alumnos aprendan en la clase, y no después. He decidido llamar este factor «manejable». Usted tiene que «reorganizar» su materia y hacerla más «simple». Tiene que moldearla y hacerla un «paquete» más manejable, hasta que entre en la mente de los alumnos, casi sin esfuerzo, y a veces en forma espontánea. Usted se preguntará: «¿Cómo es posible enseñar así?» Pero como verá en un momento, usted ya conoce el secreto. ¿Recuerda el proceso que usted utilizó cuando era alumno y tenía que estudiar para un examen a última hora? Después de tratar de adivinar lo que estaría en el examen (un intento de averiguar lo que era el «mínimo irreducible», según su profesor), usted probablemente organizó la materia 178

de una manera que su mente pudiera recordarla. Buscaba maneras de quitar el sentido de caos y falta de relación entre los datos, ordenándolos en una estructura que tenía más sentido para usted. Usted conectaba los datos para hacer algo unido, para que pudiera recordar las distintas partes para el examen. A menos que usted tenga una memoria fotográfica, tuvo que hacer exactamente eso durante años. Pero, si le resultó cuando era alumno, ¿por qué no usarlo también como maestro? Cuando enseña el contenido, ¿por qué no ayudar a sus alumnos a memorizar durante la misma clase? ¡Imagine la alegría de sus alumnos cuando salgan de la clase, ya dominando el contenido que estará en el examen! Con esa meta en mente, usted debe usar su creatividad para buscar el «mínimo irreducible» y reorganizarlo en una forma fácil de recordar. Los maestros que tienen mucha habilidad en esta etapa de lo «manejable» moldean su contenido para que cumpla con dos requisitos: 1.

Es fácil de entender

2.

Es fácil de memorizar Primero, consideremos el grado de comprensibilidad. Mi hijo se quejó recientemente acerca de la dificultad de su texto de matemática. Se quejó de que el texto del año pasado hacía todo más fácil de entender, pero el texto de este año le parecía estar en otro idioma. ¿Ha leído alguna vez un artículo que le confundió más en vez de ayudar? Quizás después haya encontrado otro artículo que dejó muy claro el mismo tema. La materia puede ser clara y útil, o confusa y frustrante. Toda materia puede ser evaluada en una escala de comprensibilidad, desde lo más fácil hasta lo más difícil. Tal escala ha existido mucho tiempo para calificar la dificultad de libros, revistas, y artículos. Compare la dificultad de Selecciones de Reader’s 179

Digest (nivel del año octavo de la escuela) con otra revista a nivel del undécimo año, y con otra a nivel del duodécimo grado. Aun las distintas versiones de la Biblia se pueden calificar según el grado de dificultad. Por ejemplo, la Biblia Dios habla hoy es más fácil de leer que la Reina Valera de 1960. Usted como maestro quiere que sus alumnos aprendan todo lo posible, así que simplificará su materia tanto como sea posible, sin dañar su naturaleza. Tiene que expresarla de acuerdo con el público. Los maestros ejemplares toman los conceptos más complicados y los simplifican a tal punto que un niño pueda entenderlos. Si ha asistido a una clase de un maestro destacado, probablemente nunca se confundió o se perdió. Es el maestro mediocre que confunde a sus alumnos. La profundidad no es la complejidad; es la simplicidad. No permita que alguien le diga que algunas ideas son demasiado complicadas para simplificarlas. ¡No es verdad! Algunos conceptos son más difíciles de captar que otros, pero los buenos maestros pueden preparar su lección de tal manera que los alumnos entiendan, ¡sin darse cuenta de que es un concepto complejo! Esto nos trae a la segunda parte de esta etapa —la etapa de la memorización. El maestro ahora toma la materia que ha sido hecha fácil de entender, y la entrega para ser fácilmente retenida. El maestro reorganiza la materia de tal manera que se grabe en la mente del alumno con el mínimo esfuerzo —aun inconscientemente cuando es posible. Nuestras mentes frecuentemente aprenden más rápidamente en un nivel subconsciente que a través de la memorización consciente. Para ilustrar esto, observe cómo una familia aprende un idioma nuevo cuando va a vivir en otro país. Los niños jóvenes juegan con otros niños en el pueblo, mientras sus padres estudian un curso intensivo para aprender el idioma. En el mismo período de tiempo, los niños siempre aprenden a hablar mejor que sus

180

padres. Mientras los padres hacen un esfuerzo para memorizar el idioma, los niños aprenden sin prestar atención. El grado de la facilidad del contenido para memorizar puede ser clasificado en una escala también. Cuanto más fácil sea de memorizar, mejor será el aprendizaje. Al desarrollar la facilidad del contenido para ser memorizado, recuerde que la mente solamente recibe datos para los cuales está preparada. No puede recibir datos presentados en un idioma desconocido. Tampoco puede esperar que la mente reciba datos que no tienen ningún orden lógico o relación. No puede esperar que reciba datos más allá de su alcance —sería como tratar de enseñar cálculo a alumnos de matemática del segundo año de la escuela primaria. Lo que sí puede esperar es que la mente reciba y retenga datos que están

preparados

de

manera

única

para

entrar

rápidamente

y

permanentemente en la memoria. Por ejemplo, si organiza sus datos en forma de un acróstico se hace más fácil de memorizar. Posiblemente su mente esté corriendo ahora. Está soñando con hacer un impacto dramático entre sus alumnos con este nuevo método revolucionario. Su creatividad está empezando a ampliarse, y está preguntándose cómo podría arreglar su contenido para hacerlo más fácil de manejar. Después de mucha investigación y estudio, se ha encontrado siete maneras de hacerlo, y estas serán explicadas posteriormente en este capítulo en la sección de los maximizadores. Son siete métodos universales para hacer más fácil el manejo de cualquier grupo de datos. Pero antes, concéntrese en la cuarta etapa de la enseñanza veloz. Etapa 4: Memorizar Hasta esta etapa, no hemos empezado la clase todavía. Las etapas 1– 3 suceden antes de la clase; constituyen la preparación privada antes de la

181

presentación pública. Ha estado enfocando el manejo del mensaje; ahora hay que enfocar la transferencia de la verdad a los alumnos. La meta de la ley de la retención es capacitar a sus alumnos para la «memorización» de la materia que se ha identificado como esencial. Esto lo hace al «repasar» la materia. Aquí el maestro debe hacer que el contenido quede «sólido» en la mente de los alumnos —tiene que llevarla a la «práctica» una y otra vez, hasta que todos los alumnos lo tengan dominado. La meta es mover la materia manejable desde la memoria a corto plazo hasta la memoria a largo plazo (retentiva), para grabarla más y más profundamente, hasta que los alumnos la puedan recordar sin pensar. Simplemente la saben. Muchos maestros creen equivocadamente que deben pasar todo su tiempo entregando nueva materia, si no, han hecho que los alumnos pierdan su tiempo. Pero eso puede ser precisamente lo que no deben hacer. Para tener otra perspectiva, estudie cuánto contenido Cristo entregó en los evangelios. Verá que repasaba Su contenido principal una y otra vez. Repetía los mismos conceptos muchas veces. Es como si quisiera decirnos: «Hay algunas pocas cosas que quiero que el mundo sepa. Aquí las tienen. ¡Voy a enseñarles hasta que las aprendan!» El dilema educacional actualmente demuestra que la mayoría de las instituciones educacionales están poco comprometidas con este tipo de enseñanza. La verdad es que, si algún maestro asume la responsabilidad del aprendizaje de sus alumnos, sería un compromiso voluntario. El «sistema» no lo exige. Tal compromiso es poco común, y normalmente cuesta mucho. Ese costo, sin embargo, compra la satisfacción profunda de saber que se está influyendo positivamente para el resto de sus vidas. No solamente lograrán mejor rendimiento con este tipo de compromiso, sino también tendrán mejor actitud y mejor enfoque de la vida. Un maestro con ese compromiso toma el liderazgo en asegurar a los alumnos que aprenderán lo mínimo irreducible si cooperan. Este 182

compromiso es tan poco común y tan apreciado, que pronto gana la cooperación general de los alumnos. Por lo tanto, haga lo que sea necesario para que sus alumnos memoricen los datos necesarios para aprobar cada prueba y cada examen. Cuando sus calificaciones no reflejan su conocimiento de la materia, ¿quién tiene la culpa? ¿Es necesario contar esa prueba si refleja su propia falta? Cuando se da cuenta de que el rol principal del maestro es hacer que los alumnos aprendan, tiene otra perspectiva. ¿De qué sirven las calificaciones? El punto no es si los alumnos aprenden la materia en la segunda prueba o en la quinta prueba; ¡es que aprendan la materia! Califique, no según lo rápidamente que aprendieron la materia, sino según una norma objetiva solamente. ¿Usted les enseñó lo que deben saber, o no? Tenemos que guiar a nuestros alumnos desde una falta total de conocimiento en un área, hasta un dominio total de lo mínimo irreducible, y después hasta una competencia avanzada. En el camino, debemos ayudar a los alumnos a pasar varias etapas de comprensión y memorización. La clave para la memorización de los alumnos es el repaso. El repaso puede ser «la madre de todo aprendizaje», o puede ser «el padre del aburrimiento», dependiendo de la habilidad del maestro. El tema del repaso no se puede tratar aquí en forma adecuada, pero los siguientes siete principios sirven como un bosquejo del tema: 1. 2.

El repaso es el método principal por el cual todos memorizan todo. El repaso es eficaz solamente cuando el alumno entiende la materia adecuadamente.

3.

El repaso debe ser practicado en el mismo orden y con las mismas palabras hasta que se memorice el mínimo irreducible.

4.

El repaso debe ser más frecuente y más intenso cuando está enseñando los datos por primera vez.

183

5.

El repaso debe ser practicado regularmente, pero en forma menos frecuente a medida que avanza el curso.

6.

El repaso debe continuar hasta que todos los alumnos demuestren un dominio completo del mínimo irreducible.

7.

El repaso debe hacerse usando una variedad de métodos. ¿Cómo sabe cuándo ha repasado lo suficiente? Cuando sus alumnos han memorizado lo mínimo irreducible. Lo único que permanece retenido en la memoria es la quinta etapa, que tiene como propósito desarrollar al alumno a un nivel mayor de competencia en la materia —desde memorizar hasta dominar. Etapa 5: Maestría Durante esta última etapa del método de la retención, usted está concentrado en guiar a sus alumnos desde la adquisición de la información hasta la aplicación de la información. Usted empezó este proceso con una discusión de la información, después ayudó a sus alumnos a memorizar la información, y ahora se concentra en guiarlos creativamente hasta el pináculo del proceso de aprendizaje: competencia independiente. Cuando se haya terminado esta etapa, los alumnos habrán adquirido «maestría» en la materia. Habrán podido «retener» lo que usted les enseñó, y estarán «seguros» de su conocimiento. Tendrán «pericia» en su comprensión y utilización del tema. Esta maestría tiene cuatro partes que debemos considerar, aunque normalmente están interrelacionadas en el proceso del aprendizaje:

1.

Memorización inolvidable

2.

Comprensión intensa

3.

Integración intuitiva

4.

Utilización independiente La memorización inolvidable ocurre cuando los alumnos conocen el contenido tan bien que permanece en ellos para siempre. Se adhiere el 184

contenido con un pegamento tan fuerte que no se despega —nunca. Traspasar el contenido a la memoria a largo plazo de los alumnos requiere repasos regulares. Pero al final, los datos estarán grabados en su memoria accesible. ¿Cuánto es cinco por cinco? ¿Quién llegó a las Américas en el año 1492? Por medio del repaso constante de estos datos, usted conoce estos datos. Incluso, los sabrá siempre. Cuando se trata del mínimo irreducible, usted quiere que sus alumnos conozcan los datos para siempre. Repáselos para que ya no sea difícil para nadie dar la respuesta correcta, en cualquier momento y en cualquier lugar. La comprensión intensa mueve más allá del significado superficial de los datos y asegura que los alumnos entiendan claramente el significado y la importancia de esos datos. Para asegurar que hayan comprendido el significado detrás de los datos, se puede emplear la discusión en la clase y el trabajo escrito. Si usted sabe que Cristóbal Colón llegó a las Américas en el año 1492, pero no sabe por qué vino, o qué sucedió después, entonces esa información tiene mucho menos valor para usted. La integración intuitiva ocurre cuando los alumnos saben cómo usar los datos en áreas más allá de su contexto inmediato. Usted tendrá que guiar a sus alumnos a pensar en el nivel principal de los datos, y a que estén tan familiarizados con ellos, de manera que su intuición se libere. Cuando hablaba en una conferencia anual de educación, me encontré con esto en cada paso. Estaba tratando de enseñar al público acerca de cómo Dios el Padre enseñaba a sus alumnos. No me concentré en su contenido, sino en su estilo de enseñanza. Cuando revelé diez ejemplos distintos del estilo de Dios, pude guiar a los participantes a descubrir muchas observaciones, incluso principios del estilo de Dios. Sin embargo, cuando les pedí que integraran estos mismos principios en lo que enseñaran en su próxima lección, nadie se movió. Nadie habló. Todos 185

vieron la importancia de la pregunta y se esforzaron para «integrar intuitivamente» lo que habían aprendido, pero no pudieron. Por lo tanto, tuve que retroceder al paso anterior y profundizar su comprensión, dando muchos ejemplos de la integración. Empezaron a «encenderse las luces» poco a poco entre todos los alumnos, pero fue un desafío para todos. Comenté a los participantes que sentí que les costaba pensar, y que reflejaba un pobre hábito de meditación en sus vidas. Después de la sesión, uno de los líderes fue a hablar conmigo y me dijo algo que nunca olvidaré: «Tiene razón que nos falta la capacidad de pensar. Dejamos de meditar hace años. Ahora leemos libros para encontrar las respuestas, pero no pensamos». Las Escrituras describen esta etapa como un movimiento desde el «conocimiento» hacia la «sabiduría». Es la verdadera razón por la cual es importante saber los datos. Si los alumnos conocen los datos, pero no pueden usarlos, o no pueden aplicar los principios detrás de ellos, entonces habrán aprendido los datos en vano. Aunque usted no esté de acuerdo, creo que conocer los datos como un fin en sí mismo tiene poco valor, y puede ser un pobre uso de tiempo y esfuerzo. La utilización independiente es la meta verdadera de toda educación. Cuando el maestro no esté, y cuando no hay presión para hacerlo, ¿el alumno usará el contenido que le enseñó? ¿Habrá aprendido tan bien la materia que no pueda evitar usarla en su propia vida? Yo llamo este proceso «enseñar para cambiar vidas». Su propósito no debe ser lograr que el alumno repita la materia un día en un examen planificado. La única meta verdadera y válida de la educación es que el alumno aprenda de tal manera que cambie su propia vida y su conducta. Al reflexionar sobre estos cuatro pasos en le etapa de «maestría», note que usted puede usar el tiempo en la clase y el tiempo de tareas para desarrollar un dominio completo. Como la memorización y la comprensión

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son funciones de la clase, la integración y la utilización deben ser un énfasis principal de las tareas. Esto puede ser radicalmente distinto de lo que normalmente se hace, pero hará una diferencia increíble en el valor verdadero y el valor percibido de su enseñanza. Muchas veces el tiempo en la clase está dedicado a escribir apuntes de la lección. Celebramos el éxito cuando el alumno puede escribirlo una vez más en otro pedazo de papel que llamamos un examen. Pocas veces los maestros enseñamos conscientemente con el propósito de lograr un cambio permanente de vida, en vez de acumular datos en forma temporal. Hace poco estaba ayudando a una persona joven con unos problemas de álgebra. Él estaba diciendo que le gustaría que terminara el semestre «estúpido», y que jamás tomaría otro curso de álgebra. En medio de uno de los problemas, le pregunté si estas fórmulas servirían para la vida real. Explotó de la risa —la idea era totalmente ridícula para él. Estaba seguro que el curso era simplemente una obligación inútil impuesta sobre los alumnos. Empecé a mostrarle cómo se podían solucionar problemas verdaderos de la vida con las fórmulas. Demoró un poco, pero la luz empezó a brillar en sus ojos. De pronto, él quería entender; vislumbró el valor del álgebra, y sintió intuitivamente su importancia para su vida. Pero era muy tarde; y el semestre estaba terminando, y estaba sacando una «D», casi reprobando el curso. ¿Por qué? Posiblemente porque su profesor estaba simplemente cubriendo la materia de álgebra. Posiblemente porque su profesor nunca hizo que él aprendiera álgebra. Posiblemente porque su profesor nunca se había dado cuenta de que el propósito del álgebra era ayudarle a este joven a tener más éxito en la vida.

187

Yo opino que la única persona que fracasó más que este alumno era su profesor.

Los maximizadores de la ley de la retención La enseñanza veloz permite el aprendizaje veloz. Sin importar cuánto desea aprender rápidamente el alumno, el maestro tiene las llaves del proceso. La velocidad del aprendizaje depende del maestro y la velocidad de su enseñanza. La cantidad aprendida depende de la habilidad del maestro en preparar el contenido y guiar a sus alumnos a aprenderlo. El valor del aprendizaje depende de la eficacia del maestro en asegurar la comprensión, la integración, y la aplicación práctica. Esta sección de la ley de la retención se concentra en maximizar la velocidad de la enseñanza. Los siete métodos revelados en esta sección aumentarán al doble, triple, o cuádruple, la cantidad de materia que el profesor puede trasladar desde sus apuntes a la mente de los alumnos. O podrá reducir por la mitad el tiempo que normalmente dedicaría al contenido, para que tenga dos veces más tiempo para dedicar a la aplicación. Estos siete métodos son los medios principales que el maestro utiliza para hacer que la materia sea fácil de memorizar. Nosotros no inventamos los métodos. Desde que existe el hombre, se han usado. Funcionan cada vez con cada persona en cada cultura, simplemente porque corresponden a cómo Dios ha creado al hombre. Dios lo creó con maneras universales de pensamiento y receptores universales de estímulos. La capacidad de escuchar y reconocer sonidos es la base de la música. Donde exista el hombre, entonces, la música comunica. Si un maestro utiliza la música para comunicar contenido, está cooperando con Dios en el proceso de la comunicación.

188

La música es uno de los métodos clásicos para enseñar velozmente en cada cultura y con cualquier edad. Hay una canción en español para enseñar el alfabeto, y es el método más eficaz aún en esta edad tecnológica. No hay ningún método remotamente comparable, porque sigue la manera de pensar que Dios el creador ha implantado en el hombre. Antes de terminar esta sección, conocerá seis aspectos más del diseño mental universal que Dios ha implantado en el hombre. Al leerlos, serán evidentes inmediatamente. Incluso, ya los conoce, pero probablemente no sabe que los conoce. Dios no solamente ha diseñado al hombre con formas de pensar en toda la humanidad, sino que también ha colocado en nosotros receptores universales para todo tipo de información. Las formas de pensar serían inútiles si no se agregara nueva información regularmente. Tendríamos que vivir de nuestra imaginación si no hubiera alguna manera posible de recibir nueva materia adicional. Estos receptores se llaman nuestros «sentidos». Son los portales físicos por los cuales pasa toda nueva información para ser agregada a nuestras formas actuales de pensar. Si no tuviéramos el sentido de oído, la música no nos ayudaría a aprender. Si no pudiéramos ver, los cuadros no nos ayudarían a aprender. Por lo tanto, como deseamos maximizar el aprendizaje de nuestros alumnos, debemos utilizar los sentidos de vista, olfato, oído, gusto, y tacto. Nuestras experiencias en la vida son el resultado de esos sentidos, junto con nuestra interacción con ellos. Por ejemplo, ciertas combinaciones de estos sentidos se usan para una obra musical o un drama. Pocas veces describimos la experiencia en términos de los sentidos usados, sino más bien en términos de los resultados de esos sentidos. El placer de la vista es «bello» o «atractivo». Un sonido desagradable es «molestoso» o «estridente». Un olor desagradable es «hediondo» o «fétido». 189

Una selección sabia o una combinación sabia de sentidos receptores puede ayudar increíblemente a la memoria. Cuando son usados por el maestro, claramente acelera el aprendizaje. Esas combinaciones están disponibles cuando quiera. Son aceleradores que ayudan a enseñar velozmente. Ya que estas combinaciones de recepción sensorial cooperan con las formas de pensar y con los cinco sentidos, no están limitados por cultura, tiempo, edad, o contenido. Los he usado en todas partes del mundo, y he encontrado que me ayudan a enseñar velozmente en la selva de Bolivia, las playas de Brasil, los pueblos de Alaska, o los apartamentos de Nueva York. Los siete maximizadores son transculturales, transinformacionales, transgeneracionales, e intercambiables. Son las herramientas básicas del maestro veloz. Maximizador 1: Represente los datos en un cuadro Los cuadros son increíblemente efectivos como palancas sensoriales para conectar los datos con la memoria del alumno. ¿Por qué cree usted que todos tomamos fotografías y las guardamos en álbumes? ¿No experimentamos un caudal de recuerdos cuando miramos esas fotografías? ¿Se da cuenta del poder de la retención en su vida diaria? Un solo cuadro trae a la memoria innumerables datos. Instantáneamente. Aun después de veinticinco años. Es así con todos, incluyendo a sus alumnos. Simplemente aplique lo que sabe ahora, y sus alumnos recordarán para siempre lo que enseña en un instante. ¿Cómo descubrimos esto en nuestra investigación y meditación? Del Maestro de maestros. ¿Recuerda cuando Dios usó un cuadro por primera vez para estimular un «diluvio de recuerdos»? Dios puso un arco iris en el cielo para recordarnos de su promesa de no destruir el mundo con un diluvio nunca más. 190

El uso de cuadros es poderoso, porque es visual, universal, transcultural y no verbal. La conexión es instantánea. El vínculo está amarrado con muchas vistas, sonidos, olores, y sentimientos. Recién vi un cuadro del asesinato del ex presidente John Kennedy. ¡Qué corriente de recuerdos! Pude recordar instantáneamente dónde estaba, la hora del día cuando avisaron a todo el mundo, y lo terriblemente triste que me sentía. Un cuadro, muchos recuerdos. Si quiere que sus alumnos tengan muchas memorias de su contenido, debe desarrollar un solo cuadro que relacione todo el contenido con ellas. ¿Qué recuerda usted cuando ve un cuadro de un zapato de cristal al lado de un coche elegante tirado por dos caballos finos? Ese mismo principio está esperando ser utilizado con su imaginación de maestro veloz. En vez de dejar que un cuadro caprichosamente estimule recuerdos, usted debe seleccionar cuidadosamente un cuadro, o dibujar un cuadro propio, para estimular la memoria de las cosas que usted quiere que aprendan. Muchos maestros ayudan a sus alumnos a recordar versículos bíblicos con cuadros. Recordamos discursos por medio de los cuadros que usó el orador para destacar los puntos de su mensaje. Los maridos a veces recuerdan las cosas que deben comprar en el supermercado, apilándolas en un cuadro imaginario. En el ministerio de Caminata Bíblica, hemos empezado a usar dibujos cómicos para ayudar a recordar instantáneamente lo que está en cada libro de la Biblia. Por ejemplo, ¿qué libro de la Biblia se representa en el cuadro anterior?

191

¡Correcto! El libro de Números. Ahora, ¿qué están haciendo esos números? ¡Correcto! Están peregrinando en el desierto. Entonces, ¿cuál es el concepto clave del libro de Números? Números: Peregrinaje A veces, entonces, cuando desea enseñar velozmente, puede usar la herramienta de cuadros —reales o cómicos, profesionales o simples.1

Maximizador 2: Exponga los datos con un drama El drama es el vínculo más intenso con la memoria. En la vida real, un momento dramático lleno de violencia, pérdida, pasión, o intensidad es inolvidable. Incluso, los momentos de dolor intenso o trauma son los momentos que tratamos de olvidar. Están tan grabados en nuestra memoria que siguen surgiendo en nuestra conciencia. Son tan fuertes que no podemos olvidarlos. En toda la Biblia, hay ejemplos de drama usados para ayudar a la memoria. ¿Cómo podía Jonás olvidar su lección de obediencia que aprendió 1 Para

pedir materiales didácticos, incluyendo visuales, tarjetas, y libros para pintar, contacte Walk Through the Bible Ministries [Caminata Bíblica], en EE.UU.: 1-800-763-5433.

192

en el estómago del pez? Piense también en la escritura en la pared, y Daniel en el foso de leones. Piense en el lienzo que Pedro vio descender del cielo, y la resurrección de Lázaro. La alimentación de los 5.000, y el canto del gallo que escuchó Pedro. Estos son dramas que usó el Maestro de maestros —y son inolvidables. Los dramas son un método eficaz para un número limitado de datos. El drama funciona mejor cuando hay una sola lección que quiere grabar profundamente en la mente del público, para que nunca olviden. Por ejemplo, se puede dramatizar la costumbre del Antiguo Testamento, cuando una persona traía su oveja al sacerdote como expiación por su pecado. El sacerdote colocaba su mano en la cabeza de la oveja, y cortaba el cuello del animal inocente en su lugar. La culpa de nuestro pecado fue claramente enseñada en este rito. Solamente en la cruz de Jesús, nuestro cordero de la pascua, podemos entender nuestra culpa tan claramente como en este rito.

Maximizador 3: Transfiera los datos con el alfabeto Este método es el más fácil y el más utilizado de los siete. Así estudian muchos alumnos que tienen que aprender todo a última hora para un examen. El uso del alfabeto es eficaz, porque agrega orden al desorden, y construye una pauta para recordar pedazos sueltos de información. El uso estructurado del alfabeto quita la dificultad de memorizar datos desorganizados y sin relación. Contesta la pregunta acerca de qué viene después en la lista que debo recordar. El alfabeto es el pegamento de la memoria. Cada letra, al recordarla, avisa al alumno de lo que sigue en la lista. Siendo inspirados, los escritores del Antiguo Testamento a veces usaban el alfabeto para facilitar la memorización. Si observa el Salmo 119 en el hebreo, notará que los primeros ocho versículos empiezan con la primera letra del alfabeto. Incluso, el Salmo 119 contiene veintidós estrofas,

193

cada una de ocho versículos, y cada versículo en la estrofa comienza con la misma letra sucesiva del alfabeto hebreo. El libro de Lamentaciones consiste en cinco «lamentos», y cada uno contiene veintidós versículos, excepto por el tercer lamento que tiene sesenta y seis versículos. Salvo por el capítulo cinco (el quinto lamento), cada versículo comienza con la próxima letra del alfabeto hebreo que tiene veintidós letras. Los primeros cristianos usaron esta idea para crear un acróstico con la palabra griega para «pescado». Lo usaron para retener hechos clave —y también como un código entre los primeros cristianos que frecuentemente eran arrestados. Se hacía con un solo movimiento en la arena, con las extremidades que no se unían, y un ojo en el medio. Cualquiera podría seguir las indicaciones de la nariz, que apuntaba en la dirección donde tenían reuniones secretas. El acróstico griego ichthus significaba:

i

Iesous

Jesús

ch Christos

Cristo

th

Theou

de Dios

u

Houios

Hijo

s

Soter

Salvador

Los

alumnos

y

maestros

modernos

usan

el

mismo

método

frecuentemente, porque no requiere tanto esfuerzo y ayuda mucho a la memoria. Los métodos más populares para usar el alfabeto son los siguientes: 1. Cada punto comienza con la misma letra. Podríamos hacer un bosquejo de la Carta a los Romanos usando la letra S: 194

Situación pecaminosa del hombre (1–3) Salvación (4–5) Santificación (6–8) Soberanía de Dios (9–11) Servicio (12–16) 2. Cada punto termina con las mismas letras. Algunos utilizan este método para recordar la doctrina de las Escrituras: Inspiración Revelación Iluminación Preservación 3. Cada primera letra sigue algún orden con significado, que es la manera en que se escribieron Lamentaciones y el Salmo 119. Cada versículo o grupo de versículos está ordenado según el alfabeto hebreo. 4. Todas las primeras letras forman una palabra, que se llama un acróstico. En Las siete leyes del aprendizaje, cada ley está basada en una de las letras de la palabra aprenda. Agente Potencial Retención Ejecución Necesidad Desarrollo Avivamiento La manera más efectiva de usar el alfabeto es en un acróstico, ya que ayuda al alumno a descubrir por sí mismo el próximo dato en el orden correcto. Para maximizar la utilidad del acróstico, relaciónelo con el tema, para que se pueda recordar fácilmente. La próxima vez que quiera que sus alumnos recuerden una lista de datos, ¿por qué no hacer un acróstico para ayudarles? 195

Maximizador 4: Exhiba una asociación entre los datos y los objetos y acciones Cuando un maestro puede asociar un dato y un concepto con un objeto concreto o una acción, es posible mejorar bastante la retención y el recuerdo del alumno. Dios no hizo un mundo plano, sino uno de tres dimensiones, lleno de objetos, y operando según la ley de causa y efecto. Dios usó objetos para ayudar a la memoria durante generaciones, como el tabernáculo, el arca, la vara de Aarón, incluso la cruz. Una pila de doce piedras del río Jordán fue construida en Canaán como un recuerdo para todas las generaciones. Esas piedras servían para recordar al pueblo que Dios había detenido el agua para que Israel pudiera pasar en tierra seca cuando entraron a la tierra prometida. Dios también usó acciones que eran parte de la celebración de las fiestas, el día de reposo, y la Pascua para enseñar muchas lecciones. Recuerde que Cristo nos pidió que celebráramos la Santa Cena «en memoria de mí». El bautismo también es una acción que recuerda muchas cosas. En la vida moderna, hay objetos que se usan para despertar un recuerdo, y que llevan párrafos de contenido. Cuando ve un anillo de matrimonio, ¿qué recuerda? ¿o la bandera de su país? ¿un monumento de homenaje a los soldados de una guerra? ¿la Estatua de Libertad? Las acciones también traen a la memoria ciertas verdades. Cuando usted inclina la cabeza para orar, ¿qué está recordando? ¿Y cuando saluda a la bandera? ¿Qué significa dar la mano cuando cierran un negocio? Cuanto más cerca está la acción al hecho que se desea recordar, más fácil será el recuerdo. Si alguna vez ha asistido a un seminario de Caminata Bíblica, ha visto muchos objetos y acciones para ayudar a la memoria.

196

Maximizador 5: Narre los datos con una historia Antes de la producción masiva de libros y la invención de la televisión, la gente solía usar historias para traspasar datos, valores, costumbres y tradiciones. Las historias era el papel en que se escribieron los datos para la próxima generación. Las familias extendidas se unían para compartir una y otra historia de las generaciones pasadas, para enseñar y ejemplificar características deseadas de vida. Cuando vemos cómo Dios reveló su verdad en la Biblia, impacta inmediatamente el hecho de que la mayoría de la Biblia está en forma de historias. Dios usó historias, tanto verídicas como imaginarias, para traspasar Sus máximas a nuestras mentes, Su contenido a nuestra conciencia. En forma semejante, nuestras historias son tremendamente efectivas como mecanismo de transferencia en la predicación, la enseñanza, y la conversación normal. ¿Por qué lo que más recordamos de los sermones que escuchamos son las historias? Olvidamos incluso los tres puntos y el poema. Pero recordamos las historias. ¿Podría ser que el Señor creó la mente del hombre para recibir y recordar información a través de las historias? Podría ser, y eso explicaría por qué Cristo usó historias más que cualquier otra forma de comunicación. Por lo tanto, nunca subestime el valor de las historias y las ilustraciones y las parábolas. Reorganice su información en una narración, y puede hacer que sea inolvidable. ¿Recuerde la parábola del buen samaritano? ¿o el hijo pródigo? ¿o la parábola del sembrador? Posiblemente la próxima vez que enseñe, debe seguir los pasos de Cristo, presentando su tema en historias. Entonces no le incomodaría si sus alumnos solamente recordaran sus historias —porque habrían aprendido la esencia de lo que quiere enseñarles.

197

Maximizador 6: Exprese los datos a través de la música El mundo secular conoce el valor de la música para grabar un mensaje en la mente del público. Escuche una hora de la radio o de la televisión, y escuchará un sinfín de melodías. Son tan efectivas que nos encontramos cantando las frases toda la semana —de memoria. La música fue idea de Dios, y no ha sido usada solamente para el culto y la adoración, sino también para facilitar la memoria de las palabras, la voluntad, y el camino del Señor. El libro completo de los Salmos era el himnario de los israelitas —revelado por Dios. El Nuevo Testamento nos instruye a «ser llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones» (Efesios 5:18b–19). Los himnos de la fe son sermones con música. Armonizan las ideas con sonidos, y las encierran en nuestra memoria, después de cantarlos unas pocas veces. ¿Quién no recuerda los himnos como «Sí, Cristo me ama», o «Cuán grande es él»? Los compositores de nuestros himnos querían que recordáramos un mensaje, así que le pusieron música para cantarlo. De una manera semejante, cuando los maestros quieren que recordemos un mensaje, también le pueden poner música. Lo más fácil es usar una melodía conocida y usar sus palabras con ella. Después de cantar la canción unas veces, sus alumnos ya tendrán memorizado el mínimo irreducible.

Maximizador 7: Resuma los datos con diagramas y gráficos Los diagramas y los gráficos ayudan a la memoria, mostrando relaciones, proporciones, y dirección. Ponen datos en representaciones visuales. Cuando los alumnos orientados a la vista tienen un maestro orientado al audio, frecuentemente se quejan de que «no lo pueden ver». Inconscientemente, están pidiendo una representación visual.

198

Las descripciones del templo en Ezequiel 40–48 y la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21–22 son gráficas. Para entender lo que quiere decir el autor, la mayoría de estudiantes de la Biblia sacan un papel y empiezan a hacer un dibujo para aclararlo. Cuando escribí los bosquejos para la versión inglesa de la Biblia, Open Bible; Expanded Version [Biblia abierta; versión amplificada], incluí un gráfico para cada libro de la Biblia. Muchas personas me han comentado que estos gráficos ayudaron mucho a entender. La pizarra, transparencias, y pancartas son formatos comunes para este método. Cuando se combinan con aliteración, acrósticos, colores, diagramas y gráficos, son de gran ayuda. Aquí se puede ver el libro de Génesis en forma de un gráfico simple.

Conclusión En el momento que usted menos espera, su capacidad de enseñar velozmente será más valiosa de lo que puede imaginar. Estaba sentado frente al directorio de una fundación grande y prestigiosa, para contestar sus preguntas acerca de nuestra solicitud para una donación grande. Era la primera vez que me había presentado a este directorio, y estaba muy nervioso.

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Uno de los directores había mencionado en privado que no todos los miembros estaban entusiasmados con la propuesta. Un miembro en particular no la apoyaba, y me preguntaba cómo se manifestaría su actitud. Los primeros tres minutos resultaron bien —entonces me hizo la pregunta clave: —Yo entiendo que usted enseña la Biblia en forma veloz. No creo que me pueda enseñar velozmente el libro de Génesis. Tenía todo el derecho a cuestionarlo. Buenas preguntas son signo de buena mayordomía, y la fundación enfrente de mí era conocida por su mayordomía cuidadosa. Pero yo sentí que la decisión acerca de la solicitud estaba en juego, y sentí que mi corazón iba a explotar. —Sí, señor, creo que puedo enseñar la Biblia velozmente. Incluso, creo que puedo enseñarle el libro de Génesis en cinco minutos. Nadie se movió. Saqué mi reloj, y lo dejé en la mesa con confianza. No era un momento para timidez. Entonces respiré profundamente, oré millones de oraciones, sonreí, y dije: —Cinco minutos. Cuando terminen los cinco minutos, usted juzgará si ha aprendido el libro de Génesis. Sonrió un poco, pero capté que disfrutaba del momento. Entonces durante cinco minutos, me olvidé de todos los demás, y me concentré solamente en él. Estaba al otro extremo de la sala, sentado en un sillón ejecutivo de cuero. Le enseñé, repasé, y le hacía preguntas. Repasé un poco más, enseñé un poco más, siempre mirando el reloj, mientras pasaban rápidamente los segundos. Al final de los cinco minutos, tranquilamente me puse el reloj, y le pregunté si podía decirme todo lo que había aprendido en los cinco minutos. Se rió, y procedió a repasar todo lo que había enseñado. ¡Perfectamente!

200

Todos

rompieron

en

aplausos

de

celebración,

y

yo

respiré

tranquilamente de nuevo. En silencio, di las gracias al Señor, y miré la votación del directorio. Salí con una donación que era todo lo que había pedido. ¿Vale la pena la enseñanza veloz? ¡Absolutamente!

Preguntas para reflexión 1.

El paso dos del método de la retención ocurre cuando el maestro reduce el contenido al «mínimo». ¿Por qué piensa usted que tan pocos maestros dan este paso? ¿Cuáles serían los resultados en la vida de los alumnos, si el maestro considerara que lo más importante es que el maestro cubra la materia, y no que los alumnos aprendan la materia?

2.

Piense en los días cuando era alumno y tenía que estudiar intensivamente a última hora para un examen. ¿Qué métodos usó para memorizar rápidamente la información? ¿Cómo sería si usted usara los mismos métodos para enseñar a sus alumnos ahora? ¿Cree que cambiarían sus calificaciones?

3.

Es la responsabilidad del maestro traspasar el contenido desde la memoria a corto plazo hasta la memoria a largo plazo de los alumnos. La repetición es la manera en que se memoriza la información a fin de cuentas. Haga una lista de por lo menos veinte maneras en que usted puede repasar algún tema con los alumnos. ¡Ocupe su imaginación!

4.

Repase los siete maximizadores para el mejoramiento de la retención que hemos estudiado. Póngalos en orden desde lo más fácil hasta lo más difícil. ¿Cuáles son las características de los tres más fáciles, en relación con los

201

tres más difíciles. Si no hubiera limitaciones de tiempo ni dinero, ¿cuál sería su favorito? ¿Por qué?

5.

Cuando el maestro enseña en forma veloz, capacita a los alumnos a aprender en forma veloz. El único problema es que requiere más tiempo de parte del maestro preparar la materia, y ocupa menos tiempo en el salón de clases. ¿Cómo se sentirá en su día de jubilación si mira atrás a su vida, dándose cuenta de que no ha usado estos principios en su enseñanza? Desde la perspectiva de los alumnos ¿cuál sería la decisión que usted debe tomar ahora?

202

CUARTA LEY

LA LEY DE LA

Ejecución 7 LA LEY DE LA EJECUCIÓN; MENTALIDAD, MODELO Y MÁXIMAS Cuando estaba en la escuela secundaria, la segunda cosa más grande que un hombre podría hacer (después de tener una novia) era tener su propio automóvil. Eso fue hace muchos años cuando la jerga era distinta y la moda era diferente. En esa década de los sesenta, el automóvil más popular era un modelo rural llamado «Woody», dado a conocer por los cantantes famosos, los «Beach Boys». Afortunadamente, nuestra familia tenía un «Woody». Durante meses, rogaba a mis padres que me dejaran manejarlo a la escuela para lucirlo. Finalmente me dijeron: «Bueno, si mantienes tus calificaciones altas, te dejaremos usarlo en las últimas seis semanas del año». ¡Qué motivación! Trabajé con toda mi fuerza para mantener buenas calificaciones. Al final del año, me entregaron las llaves. Casi no podía dormir durante el fin de semana, y preparaba mi «Woody» para su «debut». Mis padres no podían creer que el mismo joven que no tenía energía para cortar el césped trabajara hasta las horas tempranas de la mañana, limpiando y encerando el vehículo, afinando el motor, instalando parlantes nuevos, cambiando el silenciador, y poniendo nueva alfombra. Claro que fue mucho trabajo, pero valió la pena. Cuando fui a la escuela, me sentí como si hubiera sido dueño del mundo.

203

Allí andaba yo, con el vidrio abajo, el brazo colgando afuera, y la radio sonando tan fuerte que se podía escuchar por kilómetros. Fui a la playa de estacionamiento de la escuela y paseé enfrente de todos, hasta llegar al lugar donde estacionaban los alumnos mayores. Entonces hice lo que hacen todos los alumnos —con el embrague en neutro, hice acelerar el motor para que sonara fuerte. Más y más fuerte. Este era el rito típico. Todos los jóvenes se acercaron, abrieron el capó, miraron el motor, e hicieron comentarios de admiración. Entonces todos ellos también subieron los capós de sus automóviles y aceleraron sus motores. Todos juntos quemamos galones y galones de gasolina, sin movernos un centímetro. ¡Pero qué manera de sentir el poder más increíble! Fue una gran inspiración, y valió cada gota de gasolina. Ahora si me encuentra hoy en día en el estacionamiento de la iglesia con el capó arriba, acelerando el motor, con la música fuerte, probablemente se preguntaría qué me pasa. Tales actividades son normales para un joven de diecisiete años, pero no para un adulto mayor. Cuando tenía diecisiete años, consideraba a un automóvil como un fin en sí mismo. Me emocionaba más el sonido del motor que el transporte que brindaba. Confundiendo un medio con el fin, mostraba mi inmadurez. El propósito de un vehículo no es acelerar el motor, sino transportarnos de un lugar a otro. El valor verdadero del vehículo está en la aplicación de su motor, y no solamente en el motor mismo. Hoy en día, desdichadamente, en la gran mayoría de los púlpitos y salones de clase, aceleramos el motor, y nos emocionamos por el sonido que hace, mientras la gente en el público está preguntándose: «¿Cuándo va a llevarnos a alguna parte con esto?» Confundimos el medio con el fin. Nos enredamos tanto en nuestro contenido que nos olvidamos del hecho de que el propósito del contenido es un cambio de vida. A nosotros los maestros nos gusta acelerar el motor —los tres puntos, siete pautas, catorce claves. Con mucho orgullo presentamos nuestros 204

bosquejos que forman acrósticos, nuestros subpuntos, y nuestras ilustraciones, como si fueran los nuevos parlantes y la nueva alfombra de un vehículo. Los seminarios, las universidades y las conferencias están preparando mejor que nunca a la gente. Pero cuando examina a sus alumnos y a sus iglesias, verá más problemas que nunca. El abuso de drogas y alcohol. Inmoralidad. Divorcio. Hijos rebeldes. Desordenes de alimentación. Prioridades equivocadas. ¡Parece que la verdad sola no nos ayuda mucho! ¡Juntémonos, cerremos el capó, subamos al automóvil, y vayamos hacia nuestro destino! Cuando lo hagamos, cambiará nuestra manera de enseñar.

La mentalidad de la ley de la ejecución Una mentalidad es una actitud u opinión que nos dirige. La mentalidad común de la mayoría de los profesores, sean cristianos o seculares, es que el propósito de la enseñanza es explicar y «cubrir» la materia. Para muchos profesores, el énfasis de la enseñanza está claramente en el contenido. Casi cada pregunta en las pruebas que se toman en nuestras escuelas tiene que ver con el conocimiento. «Saber» es la esencia de ser educado, según la mentalidad del profesor promedio. Pero ¿cuál es la mentalidad correcta? ¿Dios desea que cubramos la materia, o tiene un propósito más profundo y significativo para el profesor cristiano? Creo que la mentalidad bíblica para el maestro cristiano no es simplemente enseñar el contenido, sino también aplicar ese contenido. El contenido tiene que ver con los hechos, la información, y la materia. La aplicación tiene que ver con la sabiduría, la transformación, y la madurez. El contenido es el «qué» y la aplicación es el «para qué». El contenido típicamente es lo que conversaron en las clases, y la aplicación es principalmente lo que se hace como resultado de las clases. El contenido está centrado en «saber» y la aplicación está centrada en «ser» y «hacer». 205

Un versículo bíblico clave relacionado con este asunto es uno que usted conoce, sin duda. Quizás lo haya memorizado, escuchado en sermones, y enseñado en sus clases. Pero posiblemente no haya considerado cómo este texto revela el deseo que Dios tiene para que se haga aplicación de la verdad. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16, 17)

Desgraciadamente, la mayoría tiende a pensar que este texto indica: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar doctrina», y nada más. Creemos que Dios nos ha dado la Biblia principalmente para enseñar doctrina. Por lo tanto, cuando usted y yo enseñamos, tendemos a explicar la doctrina, a explicar el significado del pasaje. Pero el problema es que el texto de 2 Timoteo no está diciendo eso; enseña otra cosa. Una manera de descubrir la idea principal de un versículo o un pasaje es eliminar todos los adjetivos, los adverbios, las frases preposicionales, y las cláusulas descriptivas. Muchas veces este ejercicio simple elimina mucha confusión. Cuando aplicamos este método a 2 Timoteo 3:16, 17, la oración dice: La Escritura es inspirada y útil, a fin de que el hombre (de Dios) sea perfecto, preparado.

Estudie estas palabras un momento. ¿Para qué propósito fue inspirada la Biblia? ¿Para doctrina? No. ¿Para redargüir y corregir? No. Estos son simplemente descripciones del concepto central, incluso preceden la frase «a fin de que», probando claramente que no describen el propósito o la meta. Lo que dice este texto es que la Palabra de Dios fue inspirada para dos propósitos: 1.

A fin de que el cristiano sea perfecto;

2.

A fin de que el cristiano sea preparado. 206

¿Las palabras perfecto y preparado están centradas en «saber» o en «ser y hacer»? Correcto —las dos apuntan completamente a lo que sucede en la vida del creyente sobre la base del contenido. La preocupación principal de Dios no es el contenido, sino la ejecución del contenido a la vida. Por lo tanto, la gran mayoría de profesores —sean cristianos o no— están en el camino equivocado con respecto a los propósitos de Dios, cuando enseñan principalmente para que «sepan». A menos que enseñen con el mismo propósito por el cual fue escrita la Biblia, estarán trágicamente en conflicto con Dios.

El modelo de la ley de la ejecución ¿Qué debemos hacer los profesores? Se nos encomienda la enseñanza de la Biblia y su aplicación a la vida, para que el alumno cambie, siendo más completo y mejor equipado. Esa es la meta de la comunicación de la verdad. Examinemos este pasaje en detalle en el modelo de la ley de la ejecución, para descubrir cosas nuevas.

La fuente: La revelación inspirada de Dios para creyentes La Biblia es la Palabra de Dios. Fue entregada por Dios e inspirada por él. Dios, usando a los autores humanos como instrumentos, decidió qué verdad quería entregar a su pueblo en forma escrita. La Palabra de Dios es la regla para medir toda la vida y toda enseñanza. Es el tema de nuestra enseñanza. Las Escrituras son la fuente principal para el maestro cristiano, para que desarrolle a los alumnos hasta que sean perfectos y preparados. Como enseña Romanos 12:1–2, la transformación ocurre a través de la renovación de nuestras mentes, poniéndose de acuerdo con las Escrituras. ¡La Biblia es la base para todo cambio de vida!

207

La metodología: cómo aplicar la Biblia a la vida del creyente ¿Cómo enseño la Palabra de Dios para que el hombre de Dios sea cambiado, preparado, perfeccionado? 2 Timoteo 3:16, 17 menciona cuatro métodos principales de aplicación que podemos usar para lograr los cambios en el carácter y la conducta del creyente. Enseñar y corregir se refieren principalmente a la creencia, mientras redargüir e instruir en justicia se refieren principalmente a la conducta. Creencia • «Enseñar» (didaskalían) significa enseñanza, instrucción, lo que se aprende, lo que se mantiene puro y se defiende contra herejías. Este tipo de enseñanza ocurre cuando el maestro explica la Palabra de Dios al hombre de Dios, mostrándole las verdades que debe creer. Este término se usa también en Romanos 15:4, refiriéndose a la Palabra escrita para que aprendamos, y en 1 Timoteo 4:13, 16 donde Pablo anima a Timoteo a atenderlo y hacerle caso. • «Corrección» (epanorthosin) consiste en tres palabras griegas que significan «hacer derecho de nuevo». Su meta es arreglar, levantar a los caídos, corregir a los que están en error. Este es el único lugar donde se usa el término en el Nuevo Testamento, y significa corregir falsas doctrinas o creencias que uno sostiene. • El propósito de la enseñanza es explicar la verdad. Es el lado positivo: «Esta es la comprensión correcta de la verdad». La corrección es lo opuesto de la enseñanza: «Lo que usted cree no es bíblico. Al contrario, la Biblia enseña…» Tanto la enseñanza como la corrección se relacionan principalmente con las creencias del cristiano. Conducta • La «instrucción en justicia» (paideian) se refiere a la crianza y significa «entrenamiento de niños». Su énfasis está en guiar a los creyentes en el camino de Dios, e incluye el castigo y la disciplina. Según un diccionario griego autoritativo, este término describe «todo el entrenamiento y la 208

educación de niños relacionados con el cultivo de la mente y los principios morales, las órdenes y admoniciones, la reprensión y el castigo; lo que también cultive el alma en adultos, especialmente el aumento de la virtud». Usos clave de esta palabra se encuentran en Efesios 6:4 y en Hebreos 12:5, 8. • «Redargüir» (elegmos) habla de la condena o el castigo de un pecador. Significa amonestar a alguien que está en pecado o convencer a una persona de su error y ayudarle a volver al camino correcto. Este es el único uso de la palabra en el Nuevo Testamento. Instruir y redargüir se refieren principalmente a la conducta. Instruir hace referencia a algo positivo, redargüir a algo negativo. Instruir significa entrenar al cristiano para vivir para Cristo diariamente. Redargüir impide al cristiano que se conduzca inapropiadamente y trata de restaurar su conducta de acuerdo con los mandamientos de Cristo. Estos son los cuatro métodos principales para producir cambios permanentes en el hombre o la mujer cristiana. Incluyen la creencia y la conducta, animando lo positivo y corrigiendo lo negativo. Cuando entendí esto y empecé a usarlo, volví al camino correcto acerca de la aplicación bíblica. Ya que la Biblia fue dada para cambiar nuestras vidas, y ya que estos cuatro métodos son universales, los libros de la Biblia caben en estos cuatro métodos de aplicación. Por ejemplo, ¿en qué categoría está 1 Corintios? Redargüir. (Dice, «¡No hagan esto!») ¿Dónde pondría Romanos, especialmente los capítulos 1–11? Enseñanza. (Esto es lo que deben creer.) ¿Y Filipenses? Sí, instrucción en justicia. (Así deben vivir). ¿Y Gálatas? Es corrección. (Dejen de creer esa doctrina incorrecta.) No encontrará ningún pasaje extenso en la Biblia que no caiga en uno de estos cuatro métodos, porque así ocurre la enseñanza para cambiar vidas —como padres, como profesores, o como predicadores.

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Entonces, ¿cuál es el propósito de la Biblia? Desgraciadamente, normalmente lo perdemos. Sí, es bueno memorizar la Palabra de Dios. Pero ese no es el fin principal. Sí, es bueno estudiar la Biblia. Pero tampoco ese es el fin principal. La Palabra de Dios fue dada con un solo propósito principal —cambiar la vida del cristiano para que sea más como Cristo, y para que haga más para Cristo. Por lo tanto, la próxima vez que enseñemos, si queremos usar la Biblia con el mismo propósito por el cual fue entregada, debemos apuntar a una cosa: ¡un cambio de vida! La gran mayoría de profesores, sin embargo, apuntan a la comprensión de la verdad, y se preguntan por qué esa comprensión no resulta en un cambio de vida. Piensan que el propósito de la Biblia es adoctrinar en vez de aplicar; piensan que basta con el contenido. El contenido rara vez desarrolla un cambio permanente en la vida, si no va acompañado de una aplicación cuidadosa y bíblica.

El resultado: cristianos maduros y preparados Pablo dice que la meta es que «el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». La palabra griega detrás de «perfecto» es artios, que significa adecuado, completo, suficiente, capaz de realizar lo exigido. Generalmente esto se refiere al carácter —quién es la persona. El carácter del alumno será transformado una y otra vez para que sea conforme a la imagen de Cristo. Esa es la meta principal de Dios. La segunda meta es que el hombre sea «enteramente preparado». Esto viene de la palabra griega exertismenos, que está relacionada con la misma palabra raíz que artios. Significa completamente equipado, totalmente vestido, con suficientes recursos — ¿para qué?— para realizar toda buena obra. Es decir, que la conducta del creyente es apropiada y activa en el servicio del Señor. Dios nos dio la Biblia para lograr dos metas —cambiar el carácter (quién soy) y cambiar la conducta (lo que hago). Si el alumno no está siendo 210

transformado a la imagen de Cristo, si no es más como Dios en su carácter, y si no está siendo capacitado para un servicio más eficaz, entonces no estamos permitiendo que las Escrituras cumplan su propósito en la vida de ese creyente. Estos conceptos están resumidos en el modelo de la ley de la ejecución. A la izquierda el libro abierto representa el «recurso» que es la Palabra de Dios, dada por Dios, e inspirada por Dios. El cuadro a la derecha representa el «resultado» de la enseñanza bíblica eficaz: el hombre de Dios es transformado tanto en su carácter (quién es) como en su conducta (lo que hace). El «método» para lograr esto es cambiar primero la creencia del hombre, lo cual se obtiene al enseñar correctamente y al corregir la doctrina errónea. Con esta base, se le podrá instruir en justicia y redargüir cuando está viviendo en pecado. Cuando enseña, entonces, asegúrese de que sus metas siempre son las de Dios —que está enseñando para cambiar vidas a través de aplicaciones poderosas basadas en las Escrituras. Nunca diga solamente: «Voy a explicarles este pasaje», y nada más. Solamente habrá acelerado su motor. La Biblia no fue dada para nuestra información, sino para nuestra transformación.

211

Esta ley ha revolucionado mi vida y mi ministerio. Antes yo enseñaba y predicaba para entregar información. Solamente desde que aprendí y empecé a practicar lo que estoy por comunicarles, he podido experimentar el gozo de ver cambios permanentes en mis alumnos. Mi oración es que, mientras lee estas siete máximas de la ley de la ejecución, el Señor lo capacite para aprender el revolucionario método de esta ley en el siguiente capítulo.

Las máximas de la ley de la ejecución D. L. Moody tuvo razón cuando dijo: «La Biblia no fue dada para nuestra información, sino para nuestra transformación». Dios no nos dio la Biblia para decirnos lo que pasó en el pasado, sino para capacitarnos para vivir en el presente, a la luz del futuro.

Máxima 1: La aplicación es la razón principal para la revelación de Dios Cuando usted y yo nos presentemos delante del Señor para rendir cuentas por nuestras vidas, ¿cree usted que él va a entregarnos una prueba con preguntas de selección múltiple? ¿Cree que va a pedir que nombremos los libros de la Biblia, que nombremos los doce discípulos, o que describamos la rueda de Ezequiel? ¡Por supuesto que no! Entonces, ¿por qué tantas clases se dedican a enseñar estos datos, y no a enseñar los asuntos que realmente serán importantes en el Examen Final? Recuerdo cuando mis hijos, Dave y Jenny, volvían de la escuela dominical sin mucho interés, durante semanas. Siempre preguntábamos, como todos los padres: —¿Qué aprendieron en la escuela dominical? —Nada, papá. Ya conocíamos la historia. 212

Al principio, nos agradaba, porque nos hacía sentir que estábamos enseñando bien a nuestros hijos. Pero después de escuchar la misma conversación durante varias semanas, empezamos a preocuparnos. Sus maestros habían limitado la enseñanza a contar las historias bíblicas. Estaban usando mal la Biblia, porque dieron solamente el primer paso, el de contar los hechos. La razón principal por la que debíamos contar esas historias era para que Dave y Jenny maduraran como cristianos. Esto pueda sorprender a algunos maestros de la escuela dominical, pero yo no creo que estuvieran enseñando la Biblia a nuestros hijos. Les contaban historias bíblicas. Hay una diferencia increíble entre enseñar los hechos y enseñar algo que cambie nuestras vidas. El hecho de conocer las historias no cambia la vida de nadie —¡una visita a una clase de una universidad secular acerca de la «Biblia como literatura» no le convencerá de nada! Según 2 Timoteo 3:16, 17: «Toda la Escritura» fue inspirada por Dios para que «la gente de Dios» pueda llegar a ser como «el Hijo de Dios». Dios dio la Biblia, no para entregar contenido, sino para transformarnos a la imagen de Cristo. Enseñar solamente para informar significa enseñar en contra del propósito revelado por Dios. No utilice mal el libro de Dios para lograr sus propios propósitos. En cualquier momento que alteremos los propósitos de Dios, estamos en peligro. Debemos enseñar las Escrituras correctamente, es decir, enseñarlas para producir cambios permanentes en las vidas.

Máxima 2: La aplicación es la responsabilidad del maestro Ya que la Biblia fue dada para el propósito de la aplicación, la persona que la enseña debe honrar ese propósito y cumplirlo. No obstante, yo encuentro que la gran mayoría de maestros no piensa que es su responsabilidad

hacer

la

aplicación.

213

La

aplicación

debe

ser

la

responsabilidad de otra persona, algún agente secreto que hace que suceda la aplicación en forma misteriosa. Hasta entender este principio, no lo consideraba mi responsabilidad tampoco. Recuerdo un debate emocionado con un hombre cristiano de edad avanzada, después de que me había escuchado enseñar sólo contenido sin aplicación, terminando la clase con esa cláusula maravillosa que cubre todo: «Y ahora que el Espíritu Santo aplique esta verdad a nuestras vidas». Con una leve sonrisa, me preguntó si yo quería ver alguna vez la respuesta a esa oración. —Por supuesto —dije—, ¿quién no quisiera ver eso? —¡Espere un poco, porque usted es la respuesta de su propia oración! Explicó que el Espíritu Santo quería aplicar la verdad, pero que su instrumento principal era el mismo maestro que la enseñaba. Terminé esa conversación convencido de que no debía esperar que Dios hiciera lo que me había encomendado a hacer. El Espíritu Santo obra a través del proceso de aplicación del maestro. La diferencia entre enseñar contenido y enseñar aplicación es asombrosa. El maestro de contenido piensa que su responsabilidad es cubrir la materia y explicar la información. El maestro de aplicación piensa que su responsabilidad es aplicar la información para traer cambios permanentes en sus alumnos. El apóstol Pablo entendió que la aplicación era la responsabilidad principal del maestro: «a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, [¿para qué?] a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí» (Colosenses 1:28, 29). Posiblemente la razón que no experimentamos el poder sobrenatural de Dios al enseñar, es que hemos usado mal el Libro de Dios, impidiendo su unción. Él no necesita informadores, sino transformadores. 214

Jesucristo nos ha delegado esta responsabilidad de aplicar la verdad para cambiar vidas en su famosa gran comisión (Mateo 28:18–20). ¿Se acuerda cómo nos indicó que debemos enseñar? «Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.…» Cristo fue muy claro. Quiere

que

sus

maestros

enseñen

para

que

los

alumnos

«guarden/hagan/obedezcan» todas las cosas que dijo. Cuando nuestros estudiantes «guardan», significa que aplican la verdad. No solamente Pablo enseñaba para cambiar vidas, sino también Pedro, Santiago, y Juan. Los discípulos del primer siglo y los discípulos del siglo veintiuno siguen los pasos del Maestro —enseñan para cambiar vidas.

Máxima 3: La aplicación y la información deben estar apropiadamente equilibradas Si los maestros quieren aplicar lo que enseñan, entonces ¿cuánto tiempo de la clase debe ser dedicado a la aplicación? Antes de dar la respuesta, permítame hacerle otra pregunta. ¿Qué porcentaje de una clase normal de la escuela dominical o de un sermón estará dedicado al contenido (lo que la Biblia significa), comparado con la aplicación (cómo debo vivir)? Piense en las últimas clases y sermones que ha escuchado. ¿Cuál recibió más tiempo: el contenido o la aplicación? He hecho esta pregunta a miles de personas alrededor del mundo, y la respuesta ha sido sorprendentemente igual —90% contenido y 10% aplicación. Frecuentemente, cuanto más un grupo cree que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, cuanto más alto es el porcentaje de contenido, incluso a veces hasta 95%. Durante muchos años yo dedicaba 99% al contenido, ¡y estaba orgulloso de eso! No quería quitar tiempo de la «verdadera enseñanza» para perder tiempo en las cosas prácticas. Pero en medio de este peregrinaje encontré algo que me asombró.

215

Recuerdo el día exacto en que este descubrimiento empezó a aclararse para mí. Me sacudió tan profundamente que nunca me he recuperado. Pedí a mi secretaria que me escribiera tres sermones recientes de Charles Swindoll, alguien que yo considero uno de los predicadores más eficaces en el país. Entonces, nuestro editor en aquel tiempo, Larry Libby, y yo tomamos esos sermones y empezamos a destacar las partes de contenido en color naranja y las partes de aplicación en color amarillo. Fue una tarde fascinante. ¿Qué porcentaje sería aplicación? ¡Más de 50%! ¡Seguramente nos habíamos equivocado! Empezamos a investigar otros predicadores conocidos como Charles Stanley y Howard Hendricks. Los resultados eran similares. Incluso, ¡algunos de los mejores sermones tenían 75% de aplicación! No pude creer lo que estaba encontrando. Revisé un poco de historia eclesiástica y saqué una lista de predicadores que habían sido usados mucho por Dios en sus generaciones. Predicadores y maestros como D. L. Moody, Jonathan Edwards, Charles Finney, Charles Spurgeon, John Wesley, Dietrich Bonhoeffer, A. W. Tozer, y Oswald Chambers. ¿Cuál era el porcentaje? Seguramente, pensé, ¡muchos de estos hombres cabían en la categoría de los que predicaban 90% contenido! Empecé con D. L. Moody, uno de mis favoritos. Hicimos copias de sus sermones y nos pusimos a trabajar, destacadores en mano. ¡Qué sorpresa! Moody —que muchos consideran la voz cristiana más importante del siglo diecinueve —¡dedicaba más de 70% a la aplicación! Sin excepción, no había ninguno de 90% en el grupo. Todos dedicaban entre 45% y 75% a la aplicación. En la mayoría de los casos, había mucho más aplicación que contenido. ¿Podría ser una característica universal de los comunicadores que habían sido ungidos por Dios de manera especial a través de la historia de la iglesia? Si es así, entonces estoy mal —junto con la mayor parte de los cristianos. 216

Pero eran solamente hombres, razoné. ¿Dónde está el versículo bíblico que revela el porcentaje correcto de aplicación? ¿Cuál es la voluntad de Dios para los maestros? Pasaron varios días mientras buscaba una respuesta bíblica para esta pregunta crucial. No hay muchos sermones en la Biblia para ayudar. Finalmente, me di cuenta de que las epístolas son, en realidad, sermones escritos. Posiblemente la respuesta esté en ellas. ¿Puede usted imaginar cuando el correo entregaba una de las cartas de Pablo? La iglesia probablemente abandonaba su orden de culto para esa semana, y decidía leer la carta en voz alta. Estoy seguro de que les gustó Efesios, pero ¿puede imaginar cómo se sentían los que cuidaban a los niños cuando llegó Romanos, con dieciséis capítulos? ¡Con eso tenía mi respuesta! Solamente tenía que encontrar la proporción entre contenido y aplicación en esos sermones inspirados por Dios. Finalmente podría probar mi teoría del 90%. No sabía que iba a encontrar la sorpresa de mi vida. Empecé con Romanos, porque es el libro más doctrinal en la Biblia. ¡Seguramente el contenido reinaba allí! Con mis destacadores naranja y amarillo, empecé a analizar los dieciséis capítulos de Romanos. No fue difícil determinar cuáles eran los capítulos de contenido y cuáles eran de aplicación: Capítulo 1 – contenido Capítulo 2 – contenido Capítulo 3 – contenido Capítulo 4 – contenido (Estaba entusiasmado; ¡iba a llegar a 90%!) Capítulo 5 – contenido Capítulo 6 – aplicación Capítulo 7 – aplicación Capítulo 8 – aplicación Capítulo 9 – contenido Capítulo 10 – contenido 217

Capítulo 11 – contenido Capítulo 12 – aplicación Capítulo 13 – aplicación Capítulo 14 – aplicación (¿Qué sucede aquí?) Capítulo 15 – aplicación Capítulo 16 – aplicación ¡Cuéntelos, amigo! El libro de la Biblia más pesado en contenido contiene ocho capítulos de contenido y ocho capítulos de aplicación. ¡50– 50! Inmediatamente vino a la mente Efesios, el segundo libro más doctrinal del Nuevo Testamento. ¡Seguramente tendrá más contenido! Pero los tres primeros capítulos son de contenido y los últimos tres son de aplicación. 50– 50. El Señor estaba captando mi atención. Decidí ver la carta de Santiago. No pude creerlo cuando encontré que los cinco capítulos están llenos de aplicación. No quise contarlo. Se acerca a 80%. Investigué 1 Pedro. Más de 60% aplicación. Todas son iguales: cada una de las epístolas del Nuevo Testamento consisten de tanto o más aplicación que contenido. La verdad me estaba acorralando rápidamente. La convicción me inundaba como un aluvión. En un acto final de desesperación, saqué fotocopias de los sermones principales de Jesús. El Sermón del Monte (Mateo 5–7) tenía más de 65% de aplicación. El discurso en el aposento alto (Juan 13–17) me pasmó con su aplicación. Uno y otro pasaje reflejaba el mismo porcentaje. ¡Cristo era el rey de la aplicación! Nunca encontramos a Jesús simplemente explicando el Antiguo Testamento o revelando la información del Nuevo Testamento como un fin en sí mismo. Su contenido siempre provee una base para la aplicación. Hasta ese momento, esta investigación había sido un ejercicio académico. En realidad yo quería justificar mi propia práctica. Pero las 218

escamas caían de mis ojos; donde sea que miraba, veía el corazón de Maestro en Dios por primera vez. Ahora estaba entendiendo por primera vez. Dios me estaba convenciendo. Y la fuerza pesada de lo que había estado haciendo durante tantos años me atravesó el corazón. Me encontré en el suelo de mi oficina en medio de la noche, con lágrimas de arrepentimiento. Aún ahora, al escribir esto más de una década después, me conmueve pensar en esa experiencia de descubrir una verdad tan esencial. Ha cambiado mi vida y mi ministerio para siempre. ¿Dónde está usted en esto? Si se encuentra bajo la convicción de que el Señor quiere que usted cambie el propósito y la proporción de su enseñanza, entonces está experimentando la misma obra de gracia que yo experimenté. Ahora permítame hacerle una pregunta importante, llena de aplicación: ¿Está dispuesto a comprometerse con el Señor que desde ahora en adelante, enseñará y predicará con un equilibrio apropiado entre información y aplicación, 50–50, y no 90–10? ¡Tal compromiso cambiará su enseñanza para el resto de su vida! Antes de dejar esta máxima, sin embargo, por favor recuerde que este asunto de equilibrio es una pauta general, y no una regla estricta. A veces su clase puede ser como Santiago, con casi 80% de aplicación, y a veces puede ser más como Hebreos, con más de 90% contenido. Relájese. No permita que caiga en la trampa de los fariseos, haciendo que pautas generales se conviertan en lista de leyes rígidas que el Señor nunca ordenó. Solamente debe tener en mente cuando piensa en su enseñanza durante los últimos meses, que debe estar apropiadamente equilibrada.

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Máxima 4: La aplicación enfoca la Escritura hacia las necesidades de los alumnos Dios dio la Biblia para cambiar nuestras vidas. Los maestros son responsables por la aplicación de las Escrituras. Por lo menos el 50% de nuestras presentaciones debe ser aplicación. Pero ¿cómo se sabe cómo enfocar la aplicación? La quinta ley del aprendizaje, la ley de la necesidad, presenta un análisis completo de este asunto, pero por lo menos podemos tocar el tema inicialmente. La característica más importante de la aplicación, además del hecho de que sea bíblica, es que sea apropiada para los oyentes. Las aplicaciones de Juan 15 (la parábola de la vid y los pámpanos) para una clase de niños de siete años de edad serán diferentes de las aplicaciones del mismo pasaje para un grupo de matrimonios mayores de edad. La edad guía la aplicación. El propósito guía la aplicación. Considere cómo aplicar Juan 15 en una conferencia de padres y profesores en una escuela, o en un estudio bíblico para ancianos. Las necesidades de los alumnos deben ser el ingrediente más importante para determinar lo que debe ser la aplicación. Todo está relacionado como una intrincada telaraña. Cuando reina el contenido, sus necesidades son las más importantes. El único problema es que el contenido no tiene necesidades. Cuando la aplicación reina, entonces las necesidades de los alumnos son lo más importante, porque son ellos quienes deben recibir la aplicación y actuar de acuerdo con ella. Las aplicaciones que influyen para hacer cambios permanentes son las que están enfocadas con más precisión hacia el punto de necesidad más grande de los alumnos. Cuando lea la ley de la necesidad en el Capítulo 9, descubrirá cómo la enseñanza de Cristo apuntaba a las necesidades de la gente, usando cinco pasos revolucionarios que usted puede usar la próxima vez que enseñe.

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Máxima 5: La aplicación tiene su máxima influencia cuando el alumno ve la base bíblica por sí mismo Una de las razones principales por las cuales muchas aplicaciones buenas no producen cambios es que no tienen el espíritu auténtico de «así dice el Señor» detrás de ellas. De alguna manera hemos perdido el requisito más básico de todos para la enseñanza cristiana. Nos hemos desviado de la necesidad absoluta de asegurar que nuestros alumnos vean por sí mismos que hemos desarrollado nuestras aplicaciones directamente de la Biblia misma. Es poco común que los alumnos salgan después de una clase o un sermón diciendo: «Debo hacer esto porque el Señor me dice que debo hacerlo —aquí mismo en este versículo». Para que nuestras aplicaciones tengan el máximo impacto, deben tener la autoridad de la Biblia en, alrededor, debajo, y detrás de ellas. Hace poco enseñé el curso de Las siete leyes del aprendizaje en las Filipinas a líderes cristianos de más de cien países. El domingo en la mañana muchos fuimos al culto en una iglesia local en Manila. El pastor abrió su Biblia, leyó ocho versículos, cerró la Biblia, y la puso debajo del púlpito. Su mensaje fue elocuente, sí. Pero ¿cambió vidas? No, porque no tenía la autoridad divina detrás de sus palabras. Su sermón fue bíblico. Su sermón fue ortodoxo. Su sermón fue bien organizado. Pero nunca nos llevó a la montaña. Nunca puso la voluntad de Dios directamente delante de nuestros ojos. Los hombres, las mujeres, y los jóvenes que tenían hambre no comieron del maná celestial. En vez de entregar la Palabra de Dios, entregó su propia palabra. Escuchamos la voz de un hombre cuando lo que queríamos escuchar era la voz del Todopoderoso. Pocos hablan por el Señor hoy en día. Al contrario, muchos suben los peldaños de la escalera para tener una plataforma para sus propios pensamientos. Hemos decidido que seremos nosotros la Palabra. Así que

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cerramos el Libro de Dios, abrimos nuestras bocas, y nos preguntamos por qué no hay poder. Amigos, a menos que nuestros alumnos tengan contacto directo con los versículos bíblicos por sí mismos, y vean lo que dice la Biblia, temo que habremos predicado nuestro mensaje y no el mensaje de Dios. La Biblia puede permanecer abierta en nuestro púlpito, pero su Palabra permanece cerrada. ¿No somos nosotros los Moisés modernos? ¿No hemos sido llamados a reunir a la gente y decirles lo que ha ordenado el Señor? Estoy seguro de que los israelitas salieron del monte de Sinaí seguros de una cosa: que habían escuchado una palabra del Señor. No de Moisés, ni de los ángeles, ni de un profesor o predicador — habían escuchado la Palabra del que mora en la montaña santa. Pero no se olvide —¡Moisés lo dijo! ¿No nos ha llamado Dios a su montaña santa, encomendándonos un mensaje —no de las dos tablas, sino de los sesenta y seis libros— y nos ha comisionado a enseñar «que guarden todas las cosas que os he mandado»? Cuando entre al salón de clases, asegúrese de que haya recién bajado de esa montaña —que su cara esté brillando y su corazón ardiendo. Hábleles. Han venido a escuchar lo que dice el Señor… a través de usted.

Máxima 6: La aplicación que ha tenido un impacto en la vida del maestro tiende a impactar más eficazmente en la vida del alumno Esta máxima es lado inverso de la máxima anterior. Las aplicaciones son más eficaces, no solamente cuando el alumno escucha algo del Señor, sino también cuando escucha el mensaje a través de alguien que ya ha recibido el impacto de la verdad que está enseñando.

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El maestro es el mediador del mensaje. Está entre el Señor y su pueblo. Es el mecanismo de comunicación que el Señor ha dado a la iglesia. El maestro del Señor es el vínculo vivo entre la Palabra de Dios y el Pueblo de Dios. Los maestros no pueden mejorar las Escrituras, pero pueden contaminarla. Un cristiano que está viviendo en pecado estorba la comunicación. Está bloqueada en ambas direcciones —la bloquea no solamente para con el Señor, sino también para con el pueblo. Cuanto más nuestro carácter refleja el carácter de Cristo, más claro es el mensaje. El maestro puede ahogar la comunicación de las Escrituras en una de cuatro maneras. Primero, el carácter del comunicador puede suavizar el impacto de la aplicación, si los alumnos no perciben la integridad del maestro. ¿Será auténtico? Si usted no es auténtico, entonces sus alumnos no creerán el mensaje tampoco. Una persona falsa entrega un mensaje falso. Los hipócritas corrompen la proclamación. «Lo que eres habla tan fuerte que no puedo escuchar lo que dices.» Segundo, la conducta del comunicador puede bloquear la Biblia si el maestro es culpable de conducta pecaminosa. Si el maestro está pecando abiertamente, entonces el mensaje frecuentemente produce alienación del Todopoderoso. La conducta carnal no solamente apaga el Espíritu del Señor, sino también apaga el espíritu del pueblo de Dios. Tercero, la comunicación del maestro puede dañar el mensaje. Un estilo pobre puede minimizar un gran mensaje. La comunicación aburrida y monótona puede hacer dormir a cualquier público. Cuarto, el grado de cambio en el comunicador, debido a su obediencia a la Palabra, o limita o libera la verdad en el corazón de los oyentes. Si la verdad ha transformado al maestro, entonces la verdad tiene más probabilidad de transformar a los alumnos. Por eso, cuando alguien utiliza la materia de otra persona, el mensaje no tiene poder. A menos que sus propias huellas estén en él, y a menos que haya hecho alguna diferencia en 223

su vida, usted puede contar con el hecho de que no causará cambios en la vida de sus alumnos. Cuando enseñamos, la gente constantemente investiga nuestra integridad. Están preguntando: «¿Usted practica lo que predica, o solamente le gusta predicar?» ¿Le gusta dictar clases acerca de la verdad, o vive la verdad antes de hablar de ella? Pablo tenía una filosofía clara con respecto a esto. Dijo: «Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras.…» (Romanos 15:18). Trágicamente ha ocurrido un divorcio entre la conducta y la comunicación de muchos maestros. Hemos separado lo que el Señor ha unido. Hemos comunicado que creemos que el carácter no está relacionado con el contenido. ¡Qué hipocresía! ¡Qué manera de deshonrar al Señor! Para ver qué piensa el Señor de esta mancha sobre su integridad, lea los requisitos para liderazgo en la iglesia en 1 Timoteo 3 y Tito 2. O lea las palabras cortantes de Jesús en Mateo 23 a los que enseñan la verdad mientras practican una mentira. ¡El carácter es el prerrequisito principal para comunicar Su mensaje! El maestro que sigue al Maestro de maestros se da cuenta de que el qué y el cómo de la lección son importantes, el quién del maestro que comunica la lección es aun más importante. Hay tres pasos prácticos que puede seguir un maestro para asegurarse de que ha obedecido la verdad antes de enseñarla. La verdad es imitada más que aprendida, porque la vida comunica más que los labios. ¿Cómo, entonces, puede enfocar su vida y sus lecciones con eso en mente? 1. Prepare sus lecciones durante toda la semana antes de enseñar. Ya que las aplicaciones más potentes son influenciadas por la manera en que lo han impactado a usted, entonces olvídese de la preparación del sábado en la noche o el domingo en la mañana. Dios no hace que la verdad llegue 224

a ser auténtica en forma milagrosa mientras dormimos el sábado en la noche. Debemos darle suficiente tiempo al Señor para que obre en nosotros y por medio de nosotros. Asistí a la celebración del vigésimo aniversario del ministerio de un pastor de una iglesia grande y viva. Había miles reunidos en un gran salón de baile en Atlanta. Fue una noche de mucho amor y respeto mutuo entre el pastor y su congregación. Cuando el pastor le dio gracias a su congregación, dijo: «Saben, amigos, no soy especialmente inteligente. No soy el predicador más elocuente. Pero hay algo que yo hago cada lunes en la mañana cuando me levanto de la cama. Me pongo de rodillas y pregunto al Señor: “¿Qué me vas a enseñar esta semana para compartir con Tu pueblo el próximo domingo?”» Le dije a mi esposa: «Ese es el secreto del ministerio poderoso de este hombre». El secreto no estaba en lo que hacía en el púlpito el domingo delante de miles de personas, sino que estaba en lo que hacía de rodillas el lunes delante del Trono. Por lo tanto, empiece a prepararse para la clase de la próxima semana en el momento que termine la clase de esta semana. 2. Pida al Señor que durante la semana, aplique a su propia vida la verdad específica que va a enseñar. Pida a Dios que la haga real para usted. Usted puede estar seguro de que el Señor contestará esa oración, porque está en el centro de Su voluntad. El Señor no quiere nada más que la obediencia de sus hijos. Cuando permitimos que Dios aplique la verdad que enseñamos a nuestras propias vidas primero, seguimos el ejemplo de Pablo, que enseñó para cambiar vidas: «Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros» (Filipenses 3:17). Pablo quería que todos enseñáramos para cambiar vidas, y no solamente para comunicar información. Dijo: «presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga 225

nada malo que decir de vosotros» (Tito 2:7, 8). Quizás tal integridad de vida nos permita enseñar con integridad. Tanto la vida como los labios del maestro comunican la verdad. Cuando comunican la verdad en armonía, el poder de Dios se libera a través del maestro cristiano. 3. Comunique con toda su mente, su voluntad, y su emoción las aplicaciones que Dios le ha enseñado en la Biblia. El contenido viene de las Escrituras y la comunicación viene de su vida. Asegúrese de comunicar con pasión y fervor lo que ha aprendido en su propia experiencia. Los maestros casi universalmente sobreestiman el poder de sus palabras y subestiman el poder de la emoción que fluye detrás de sus palabras. Como presentaremos en el próximo capítulo, el cambio de vida no sucede solamente cuando una persona cambia su manera de pensar, sino también cuando son movidos emocionalmente. Libérese de la esclavitud del enfoque de la enseñanza que pone el énfasis en el pensamiento. Ocupe su vida entera para tocar la vida de los alumnos. Ríase, llore, lamente, regocíjese. Sea totalmente humano cuando enseña. A la misma vez, tenga cuidado que no llegue a ser la estrella. Usted y yo somos siervos, no superestrellas. Somos tutores que debemos poner el énfasis, no en nuestras habilidades o en nuestras lecciones, sino en los alumnos y en su progreso hacia la madurez. En ese contexto, usted puede revelar con criterio y con autenticidad algunos incidentes de su propia vida, incluyendo los éxitos y los fracasos. Cristo vino a salvar al hombre completo —no solamente su mente, no solamente sus emociones, no solamente su voluntad, y no solamente su espíritu. Cristo vino a proveer una manera en que todos los hombres pudieran ser todo en él. Como sus representantes, podemos seguir sus pasos. ¡Que la verdad siempre toque nuestras vidas antes de que toque a nuestros alumnos! ¡Que comuniquemos el evangelio entero con una presentación entera al hombre entero! 226

Máxima 7: La aplicación, a fin de cuentas, tiene que llevar al alumno desde el estudio de la Biblia hasta la obediencia al Señor Esta última máxima requiere que el maestro guíe a sus alumnos a través de dos transiciones mayores. Primero, el maestro debe guiar al alumno desde el estudio hacia la obediencia. Segundo, el maestro debe cambiar el enfoque del alumno desde la Biblia hacia el Señor. Los dos son esenciales para aplicaciones dinámicas. La primera transición está centrada en lo que está haciendo el alumno —o estudiar u obedecer— y la segunda está centrada en lo que está mirando el alumno —o la Biblia o a Dios. El cristianismo no es un sistema de datos. No es un sistema de información o teología. El cristianismo tampoco es el resultado de entender los apuntes de las clases. El cristianismo es una relación con una Persona viva, Jesucristo. Desdichadamente, frecuentemente enseñamos como si fuera solo la comprensión de información. Guíe a sus alumnos más allá de la verdad a la Persona que es la Verdad. Con demasiada frecuencia, sin embargo, los alumnos estudian la Palabra de Dios en nuestros salones, ¡sin haber conocido a Dios! No estoy hablando de conocer al Señor en el sentido de la salvación. Estoy hablando de conocer al Señor mejor como resultado del estudio, o incluso durante el estudio. Estudiamos la Biblia durante semanas, pero no conocemos al Señor de una manera nueva y viva. Uno de mis escritores favoritos, A. W. Tozer, dice que somos como alguien que selecciona piedras perfectas para construir un altar. Arreglamos doce piedras en una pila ordenada, cortamos el árbol y ponemos la leña encima del altar. Matamos el ternero gordo y lo ponemos encima del altar para sacrificarlo al Señor. Entonces quedamos mirando el altar, conversando de las piedras, arreglando la leña, restableciendo el sacrificio. Escribimos canciones acerca del altar. Analizamos cada aspecto del altar.

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Después de una hora, todos nos vamos y volvemos a nuestras casas, satisfechos de la experiencia, pero sintiendo que falta algo. Tozer apunta proféticamente al hecho de que hemos olvidado que el propósito de las piedras, la leña, el altar, y nuestra reunión, era que «caiga el fuego» del cielo para devorar nuestro sacrificio, la leña y el altar. Mis amigos, la gente no viene para escucharnos contar las piedras. Nuestros alumnos no llegan para analizar la mejor forma de cortar leña. Ellos quieren desesperadamente conocer al Señor. Tenemos que construir el altar, por supuesto, ¡pero con el fin maravilloso de ver al Señor! Hemos quedado satisfechos con los sacrificios muertos, en vez de tener al Señor vivo. ¿No será esa la razón por la cual tenemos multitudes de cristianos que anhelan semana tras semana que alguien llame el fuego de los cielos? ¡Bienvenido, Elías! ¡Su altar lo espera!

El meollo de la ley de la ejecución La esencia de la ley de la ejecución se resume en tres palabras: «¡Aplicar para cambiar!». El maestro debe estimular el cambio en las vidas de sus alumnos al aplicar apropiadamente la Escritura.

Conclusión Mi oración es que usted desee profundamente ser un hombre o una mujer cristiana, con quien y por medio de quien el Señor puede hablar y operar de gran manera al enseñar su Palabra. Usted debe desear profundamente tal relación con él, o no podrá llevar la cruz que eventualmente le pedirá. Debe buscar al Señor con todo su corazón, toda su alma, y toda su mente. Debe anhelar la mano del Señor cuando habla. 228

Lo que más necesitamos es el mismo deseo que tenía Eliseo para tener la manta de Elías. Necesitamos hombres y mujeres que no aceptarán nada menos que la bendición completa del Señor en sus vidas y en sus ministerios. Dos veces en mi vida he pedido al Señor que me entregara el manto de otro. Hace muchos años en medio de una clase del seminario, cuando sentí la presencia sobrecogedora del Espíritu de Dios, agaché la cabeza y pedí la manta de ese profesor. Diez años más tarde, en medio de una conferencia nacional en que nadie parecía hablar excepto con el poder humano, el último mensajero —con el pelo canoso— nos llevó al trono de gloria. Una vez más me encontré rogando con lágrimas que el Señor me diera el manto de ese santo anciano. Enseñar para el Señor es el llamado más alto del universo. Algún día, antes de entrar por la puerta del cielo, espero que algún estudiante joven pida su manta. Podría ser su día más grande. Pero, recuerde, los que llevan la manta tienen algo en común —un corazón comprometido a hacer la aplicación.

Preguntas para reflexión 1.

Dos maestros de la escuela dominical que creen en la misma Biblia presentan la misma lección el mismo domingo a un grupo de alumnos de la misma edad. Uno cree que es su responsabilidad explicar la Biblia y que es la responsabilidad del Espíritu Santo aplicarla. El otro cree que es su responsabilidad confiar en el Espíritu Santo por toda la lección, pero piensa que debe explicar y también aplicarla a los alumnos. Usted hace una investigación, y entrevista a cuatro alumnos de cada grupo. ¿Qué diferencias encontrará usted en su manera de pensar y vivir?

2.

¿Qué porcentaje de contenido y qué porcentaje de aplicación será típico para las clases que usted asiste? ¿Por qué cree que tantos maestros

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piensan que el contenido es tanto más importante que la aplicación? ¿Qué organizaciones fomentan esta actitud, y qué se puede hacer para cambiarla?

3.

En una época cuando todos están presionando por un solo absoluto en la vida —es decir el hecho de que no hay absolutos— la Biblia contiene muchos absolutos. El Libro no ha cambiado, pero la sociedad sí ha cambiado… y estamos cosechando el fruto del error. Una razón por la que tantos cristianos viven una vida derrotada es que los maestros bíblicos son tan elocuentes acerca de sus propias ideas en vez de las ideas del Señor. ¿Por qué tantos maestros tienen la tendencia de promover sus propias ideas en vez de la verdad de Dios? ¿Cree que habría más personas transformadas a la imagen de Dios si las personas se relacionaran más con la Palabra misma de Dios? En la última clase que usted enseñó, ¿los alumnos se enfrentaron con «así dice el Señor»?

4.

Hay un precio que pagar al recibir una lección del Señor antes de enseñar a otros. ¿Cómo describiría ese precio? ¿Cómo cambiaría su enseñanza si usted se asegurara de que cada lección pasara por su propio filtro antes de compartirla con otros?

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8 LA LEY DE LA EJECUCIÓN; EL MÉTODO Y LOS MAXIMIZADORES Había recién hablado en una conferencia de pastores acerca de la importancia de hacer un equilibrio entre contenido y aplicación. Un pastor se acercó después de la sesión, con toda su cara de frustración. —Apenas llegue a mi oficina —dijo—, voy a pedir a mi secretaria que escriba mi último sermón y que calcule el porcentaje de contenido y de aplicación. —Sería bueno —le dije—, pero prepárese para una sorpresa. Entonces le pedí que me llamara para contarme lo que había descubierto. El martes en la mañana me llamó. —No lo puedo creer, y tengo que admitirlo. Mi sermón era 92% contenido y 8% aplicación. Yo sí lo pude creer, porque he escuchado muchas veces estas palabras reveladoras. —¿Qué debo hacer? —me preguntó. Le dije que debería hacer un equilibrio en su predicación y enseñanza, y que tratara de hacer por lo menos el 50% aplicación, empezando con su próximo sermón. Me dijo que predicaba cuarenta minutos, así que le sugerí que dedicara los primeros veinte minutos al contenido y los próximos veinte a la aplicación. Le pedí que me llamara la próxima semana para contarme como le había ido. El lunes me llamó de nuevo. —¿Cómo le fue? —pregunté. —Interesante —contestó. Su tono indicó que no era un buen tipo de interesante.

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—Los primeros veinte minutos eran excelentes, pero temo que tengo que admitir que no podía pensar en nada que decir después de cinco minutos de aplicación. El culto terminó a las 11:45. Por primera vez en la historia de nuestra iglesia, ¡el culto terminó antes de las 12:00! Le desafié. —En otras palabras, pastor, ¿usted no pudo pensar en buenas aplicaciones, en maneras en que su contenido fuera útil para su congregación? Entonces ¡imagine lo difícil que debe ser para su congregación! Si usted no puede pensar en aplicaciones, ¡puede estar seguro de que ellos tampoco! Y si ellos no pueden pensar en aplicaciones, ¿cuántos cambios estarán sucediendo en sus vidas semana tras semana? Estuvo callado un momento, mientras el significado de la pregunta le penetraba el corazón. —No muchos, supongo. Pero, Bruce, no sé cómo aplicar la Biblia. Quise hacerlo, pero no sabía cómo empezar. El seminario me ayudó a entender el contenido, pero debo haber faltado a las clases acerca de la aplicación. ¿Qué puedo hacer? No quiero fallar nunca más en hacer lo más importante. Quiero que lo que enseño ayude a mi gente a crecer y no que sea un obstáculo para ello. ¿Sabe usted cómo hacer aplicaciones? ¿Sabe preparar la materia para que la Biblia se encarne en la vida de sus alumnos? ¿Sabe cooperar con el Espíritu Santo para experimentar regularmente su presencia y su poder? Si su corazón está dispuesto, y su menta abierta, ¡las ideas de las próximas páginas pueden cambiar su vida!

El método de la ley de la ejecución ¿Por qué algunos maestros nos llevan al cielo, y otros nos hacen dormir? Hay muchas razones, pero una está en el corazón de nuestra fe. La mayoría ha dejado de creer que la enseñanza poderosa sea posible. Sabemos que 232

Dios ha actuado poderosamente por medio de maestros en el pasado. También sabemos que hay algunos pocos maestros hoy que parecen tener la misma capacidad increíble. Pero pensamos que está más allá del alcance del resto de la gente normal como nosotros. En las próximas páginas voy a describir un método poderoso para aplicar la verdad a cualquier persona para cambiar su vida en forma permanente. Estos principios son universales y transculturales. Aunque estoy centrando estos cinco pasos en la enseñanza de la Biblia, funcionan con cualquier materia, aunque sea la matemática, la ciencia, o la antropología. El intercambio entre los cinco pasos es dinámico y fluido. Los pasos se traslapan y uno se edifica sobre el otro. Generalmente, los cinco pasos comienzan con la fe y terminan con la conducta. Los primeros pasos son más obvios y comúnmente practicados, mientras los últimos pasos son más avanzados y raramente practicados. Una parte del secreto de este método es asegurarse que no siga al próximo paso hasta completar el paso previo. Cuando estos pasos son practicados regularmente, la diferencia en la enseñanza es inmediata y llamativa. Si nuestro corazón está bien, nuestro contenido es bíblico, y nuestro método es eficaz, el Señor responde de una manera que puede dejarnos sin aliento y a nuestros alumnos más como Cristo.

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Paso 1: Pasaje El primer paso es asegurar que sus alumnos conozcan la verdad. El maestro expone el «pasaje» a los alumnos, y luego pasa a «explicar» el «contenido». Ya que el énfasis de este capítulo está en la aplicación y no en el contenido, basta con decir que un maestro eficaz sabe que ha terminado este paso cuando sus alumnos demuestren que entienden la materia. El tiempo dedicado a la etapa de la explicación está controlado por la dificultad del tema y la competencia de los alumnos.

Paso 2: Principio Después de que los alumnos entiendan la materia, debe sacar la esencia práctica del pasaje y ayudar a los alumnos a entenderla. Esa esencia es el «principio», y normalmente es la idea principal del pasaje. El maestro debe tomar este principio y hacerlo «expandir», usando otros pasajes relacionados de la Biblia, para que el alumno esté totalmente convencido de que es bíblico.

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Este paso es un puente entre los lectores originales y los oyentes actuales, y cruza el valle entre el tiempo y ambiente del primer siglo y el siglo actual. ¡Piénselo! Usted comienza con un libro que tiene miles de años de edad, y de alguna manera puede ayudar a los oyentes modernos a captar su importancia fácilmente. Esa es la base de cambio —la verdad presentada tan claramente y con tanto poder que el público no puede evitar aplicarla. Cuando se hace eficazmente, las personas sienten que esta verdad es para ellas; llega a ser tan real que olvidan que otros están escuchando también. Piensan que alguien ha leído su correspondencia o incluso su mente. El maestro debe tratar con tres distintos períodos de tiempo en este paso. Primero, el tiempo original del pasaje. Al último, el tiempo actual de nuestra época. En medio está el tiempo indefinido, el tiempo universal, donde está el principio. El maestro debe sacar la verdad universal del texto antiguo y traducirlo a la categoría de verdad universal. El maestro tiene que encontrar la carne del pasaje. Saca el pan, la salsa, la lechuga, y el tomate de la hamburguesa. Lo que queda es la carne. Lo triste es que muchos maestros no entregan la carne. En vez de comer carne, están masticando la lechuga. Por eso muchas personas van a la iglesia todos los domingos, sin crecer. Alguien dirá: «En realidad no querían crecer». Podría ser la verdad a veces, pero yo he encontrado que hay cristianos por todos lados llenos de pan, y hambrientos por la carne. Esta etapa del principio es esencial para enseñar con poder, y determina la cantidad de cambios entre los alumnos. Tenemos que distinguir entre la historia y la esencia, entre el pasaje y el principio. Los laicos saben distinguirlos. ¡Pregúnteles! Pero esté preparado; muchos dirán: «¡No estamos alimentándonos!» Los maestros frecuentemente se sorprenden cuando lo escuchan, porque piensan que siempre han estado enseñando la Biblia. En un sentido, lo estaban haciendo. Pero en otro sentido más

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profundo, no lo estaban haciendo. Alguien puede comer solamente arroz tres veces al día, pero pronto estará desnutrido. Es como la diferencia entre el maestro de historia que conoce todos los datos, y otro que hace que la historia sea viva, y que tenga un impacto en su vida. El poder en la enseñanza viene de la esencia detrás de los eventos, el mensaje detrás del relato, el precepto detrás del pasaje. Los maestros que sirven la «carne» nunca están sin público. Los alumnos siempre salen con una lección aprendida, convencidos, y cambiados. Hay otra diferencia entre la primera y la segunda etapa de la aplicación. La etapa del pasaje tiene diferentes puntos de explicación y énfasis. La etapa del principio tiene un solo punto de aplicación. La idea es dejar de lado los detalles específicos del texto bíblico para tejer todos los hilos en un solo tapiz hermoso. Hay que reordenar las partes y hacer una unidad. De las muchas partes, hay que hacer una. Hay que cernir y meditar hasta que pueda explicar la verdad eterna en una sola oración —la verdad que está más allá de la cultura y de la nacionalidad. En otras palabras, ¡encuentre la carne! Aquí ofrezco algunas sugerencias acerca de cómo llegar a ser un maestro del principio: 1. Desee encontrar la carne del pasaje. Anhélelo. Búsquelo. Motívese a seguir deseándolo. 2. Aférrese a la convicción de que cada pasaje contiene por lo menos un principio clave. No hay excepción. Cuando su corazón siente que no hay principio para descubrir en su pasaje — o que es demasiado difícil encontrarlo— vuelva a la base: todos los pasajes tienen por lo menos un principio. ¡No se rinda! 3. Encontrar la esencia del contenido toma tiempo y esfuerzo. Una vez trabajaba con otro profesor en encontrar el principio de un pasaje. Me seguía preguntando qué era, y se impacientó conmigo y con el proceso cuando vio 236

que no iba a ser fácil ni rápido. Toma tiempo y mucho trabajo para cualquiera, así que anticipe el proceso para que no se decepcione. 4. Pida la iluminación del Espíritu Santo para ver más allá de las palabras en las Escrituras. No le pida más revelación, sino más iluminación sobre lo que tiene en la mano. Cuanto más ora al preparar el principio, más iluminación recibirá. A veces me encuentro tocando las puertas del cielo pidiendo iluminación, porque simplemente no encuentro nada. «Pedid», dijo Jesús «y se os dará». 5. ¡Piense! ¡Piense mucho! Medite sobre el pasaje una y otra vez. Cierre el libro que está leyendo. Apague el televisor. Tome una hoja de papel, y simplemente piense. Anote sus pensamientos en la hoja acerca de las posibles verdades eternas. Reparta los momentos de meditación durante la semana. No espere tener las mejores ideas inmediatamente la primera vez. Planifique por lo menos tres breves tiempos de meditación durante la semana, y tendrá mejores resultados que si tratara de hacerlo todo en un solo tiempo más largo. Ocupe el tiempo cuando está manejando el vehículo solo. Ocupe su tiempo cuando está esperando a alguien. Deje que su mente trabaje inconscientemente en el tema. Repase el pasaje antes de dormir y antes de ir a la oficina. Lleve una tarjeta en el bolsillo con sus ideas, y léalas durante el día. Converse los temas con alguien que tiene una mente despierta y que le gusta conversar de tales cosas. 6. No busque el principio en los comentarios. En mi experiencia, los comentarios casi exclusivamente explican la primera etapa de la información. El Señor quiere que el principio llegue a través de su propia personalidad y experiencia. Cuando lo procesa personalmente, hace la conexión en su mente entre el pasaje y el principio. Cuanto más fuerte es esa conexión, más poderosa es la proclamación. 7. Relájese. Disfrute el desarrollo del principio a través de su personalidad. El Señor no espera que todos lleguemos al mismo principio. Confíe en sí mismo y en la obra del Señor en usted. A veces llegará el 237

principio en una iluminación repentina y dirá: «¡Eso es!» Posiblemente termine riéndose porque de pronto parece tan obvio. Otras veces será lento como la salida del sol. Al practicar esta etapa, desarrollará un sentido para saber cuando lo haya encontrado. El Señor desarrolla en todos este sentimiento que es difícil de describir. Todos los maestros ejemplares que he entrevistado saben de qué estoy hablando. Por lo tanto, si ha estudiado, orado, y meditado, ¡relájese! 8. Escriba el principio en una sola oración simple y motivadora. Que sea simple. Que sea breve. Que sea lo más directo posible sin ser demasiado autoritario. Mi principio de 2 Timoteo 3:16, 17 era simplemente: «Enseñe para cambiar vidas». Deje hervir la sopa del mensaje hasta llegar a la comida nutritiva, entonces sírvala. Piense como los que escriben los mensajes para los letreros a la orilla de las carreteras. Capte la atención del público. Motívelos a aplicar el principio. Su principio debe vender el mensaje. Acabo de terminar una lección acerca del poder de pensar en la eternidad, y cómo hace una diferencia significativa en nuestras vidas ahora. ¿Mi principio? «¡Piense en el cielo —ahora!» A veces pensamos que el principio tiene que ser complicado y que debe ser una oración compleja que resuma todo lo que queremos decir. ¿Está bromeando? Ese tipo de principio no motiva a nadie. Si quiere observar a un maestro excelente, lea los evangelios y observe cómo Jesús resume su punto en una frase o un comentario que capte la atención y que motive. «Venid en pos de mí». «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos». «Permaneced en mí». «Mis ovejas oyen mi voz». 9. Asegúrese que su principio es totalmente bíblico. Durante esta etapa, compare otros versículos bíblicos clave acerca del mismo tema. Repase con sus alumnos otros «pasajes centrales» acerca de su idea para comprobarla e ilustrarla.

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Es como si usted guiara a sus alumnos a una sala oscura y empezara a prender las luces una después de la otra. Cuando se ilumina la sala, enfoque las luces en el objeto que quiere enseñar. Su trabajo es iluminar con suficiente luz el principio, para que los alumnos vean todas sus partes. Levante el principio y dele vuelta en la luz, para que vean cada lado. Mírelo desde los lados, desde abajo, desde arriba. Mírelo por dentro. Desármelo. Demuestre cómo se juntan las partes. 10. Guíe a sus alumnos, para que saquen sus propias aplicaciones personales del principio. Cuanto más claro es el principio, más fácilmente la verdad llega con fuerza de convicción al público, aun sin sus comentarios. Un principio bien redactado revela sus aplicaciones inmediatamente. Es tan claro que es transparente, y los alumnos instintivamente se dan cuenta de lo que deben hacer para obedecer el principio bíblico. Los mejores maestros tienen mucha habilidad en esta etapa. Todo lo que dicen en la etapa del pasaje está dirigido a proveer una base para su principio. Sus alumnos comen carne regularmente. Están bien nutridos. Sus maestros lo aseguran.

Paso 3: Personalizar Cuando llegue al tercer paso, sus alumnos deben entender tanto el pasaje como el principio. Durante los pasos de pasaje y de principio, el énfasis está en el contenido, pero durante el paso «personalizar», el enfoque está en los alumnos. Durante esta etapa, la aplicación toma forma, y toca la «emoción» del alumno, para que se sienta «corregido» por el Espíritu Santo, viendo su necesidad de obedecer. Hasta este punto, la lección ha sido objetiva; ahora debe ser subjetiva. Los alumnos se mueven del «¿qué?» hasta el «¿para qué?». Durante esta etapa la verdad se encarna. Los hechos se demuestran en la vida. El principio llega a ser personal. Esta tercera etapa es el corazón y la esencia de la aplicación. Es el punto de cambio de los cinco pasos, y eje del proceso 239

entero. Los dos primeros pasos preparan al alumno para este paso, y los últimos dos pasos edifican encima de este. Personalizar tiene dos partes distintas pero relacionadas. Cuando se completen correctamente, el alumno debe saber qué hacer, y debe sentirse movido a hacerlo. Cuando se cumplan las dos condiciones, el próximo paso, el de persuadir, comienza. La personalización ocurre cuando el principio eterno llega a ser específico y actualizado. Durante esta etapa, el alumno debe ver cómo puede vivir el punto del pasaje. El Sr. Teórico se va, y el Sr. Práctico toma su lugar. Para que esto se desarrolle correctamente, una relación especial debe formarse entre el maestro humano y el Maestro Divino. Cada uno tiene su rol en esta obra de unión: El rol del maestro es clarificar a los alumnos cómo se ve este principio cuando lo aplican a su carácter («para que sea perfecto») o a su conducta («preparado»). El rol del Espíritu es corregir a los alumnos, mostrándoles su responsabilidad de obedecer el principio inmediatamente y completamente en las maneras específicas que él está mostrando. La clarificación ocurre en la mente, y la corrección ocurre en el corazón. La clarificación ocurre mientras el maestro muestra cómo se ve el principio al ser aplicado a la vida y las circunstancias de los alumnos. La corrección ocurre cuando el Espíritu toca el corazón del alumno, causando que sienta la necesidad de obedecer al Señor y practicar el principio. Cuanto más claro mostremos cómo se ve el principio aplicado en la vida de los alumnos, más rápidamente y más eficazmente la obra del Espíritu penetrará en el corazón de los alumnos. Además, cuanto más fuerte es la corrección, más potencial existe para cambios genuinos y permanentes. Estas actividades interrelacionadas influyen mucho en el grado de cambio que ocurre cuando enseña. La relativa eficacia del maestro como clarificador o impide o libera el Espíritu para cambiar a los alumnos. Aunque 240

el Espíritu es todopoderoso, casi siempre elige obrar en cooperación con el maestro humano. Por eso algunos maestros parecen siempre tener la unción del Espíritu, y otros no (aunque utilizan el mismo contenido). Cómo comunicar el principio claramente ¿Alguna vez ha dicho usted: «Simplemente no me puedo imaginar haciendo eso»? Probablemente que sí. Antes de actuar, tenemos que poder imaginarlo. Su rol como clarificador es ayudar a sus alumnos a «verse viviendo el principio». Tiene que ver el principio en acción. Una razón común por la cual pocas personas experimentan cambios en su vida es que el maestro nunca les ayudó a ver los posibles cambios. Llamamos a este tipo de visión discernimiento, la capacidad de percibir algo que otros no ven. Cuando ayuda a sus alumnos a imaginar el principio aplicado a sus vidas, les ayuda a percibir una nueva área de acción, y contribuye a su percepción en áreas donde estaban ciegos. Muéstreles fotos. Saque sus vendas. Amplíe sus horizontes. Ayúdeles a imaginarse viviendo ese principio. Le ofrezco unas sugerencias que me han ayudado: 1. Imagine el principio aplicado en distintos ambientes y distintas circunstancias. Presente el principio en cada oportunidad. Guíe a sus alumnos en un gran viaje turístico en el glorioso país de este principio. Muéstreles el principio en su trabajo, en su casa, en la oficina, en un paseo a un lago. Demuéstreles que, sin importar dónde viven o trabajan, el principio cambia su vida. 2. Aumente su perspectiva, presentándoles la familia del principio. Muéstreles que el principio vive entre hombres, mujeres, niños y niñas, casados y solteros, jóvenes y ancianos, ricos y pobres, sanguíneos y melancólicos. Lleve a sus alumnos a la conclusión de que el principio quiere vivir en ellos. Demuéstreles que, sin importar quiénes son o cómo viven, el principio puede cambiar su vida.

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3. Imagine el principio haciendo un impacto maravilloso donde quiera que sea invitado. Revele la maravilla y el asombro y la gloria del principio. Llame la atención de sus alumnos con los tremendos beneficios que reciben los que abrazan el principio. Sorprenda a sus alumnos con las consecuencias trágicas de los que lo rechacen. 4. Cuente historias emotivas que encarnan el principio. Los mejores para contar historias pueden involucrar a sus alumnos en sus historias y ayudarles a vivir el principio. Cuente historias que capten la esencia del bien y del mal para los que practiquen o rechacen el principio. Haga lo que haga, cautive la imaginación de sus alumnos. Cuando lo haga, ¡muévase a un lado, porque es el momento en que el Espíritu da a conocer su presencia! Razones por las cuales el Espíritu no manifiesta Su poder Hay cuatro razones principales por las cuales algunos maestros cristianos no están experimentando el poder y la presencia del Espíritu Santo cuando ministran. Las dos primeras tienen que ver con la vida personal del maestro, la tercera se refiere a los principados y potestades, y la cuarta hace referencia a la relación con el Espíritu Santo. 1. La presencia de pecado sin confesar. La primera y principal razón por la que el Espíritu Santo no actúa a través de un maestro cristiano es el pecado. Si hay pecado consciente, sin hacer nada al respecto, esto entristece y apaga al Espíritu. 2. Una fortaleza de incredulidad. La segunda razón más frecuente para la falta del poder del Espíritu Santo entre maestros cristianos es la falta de creer que el Espíritu desea utilizarlos en gran manera. Estos maestros ni buscan ni experimentan el poder asombroso del Espíritu en su enseñanza, porque han dejado de creer que Dios los vaya a utilizar. 3. Ataque de principados y potestades. No luchamos simplemente en contra de personas y circunstancias y la naturaleza. También luchamos contra los principados y potestades de las tinieblas de este siglo —huestes 242

espirituales de maldad en regiones celestes (Efesios 6:12). Muchos maestros que no están viviendo en pecado, y que creen que el Señor los desea usar poderosamente, todavía no son victoriosos porque les falta discernimiento en estos asuntos. Algunos no saben reconocerlo cuando su enseñanza está bajo ataque, y otros no saben qué hacer para tener la victoria sobre el enemigo, aun cuando saben reconocer su oposición. 4. Falta de cooperación con el Espíritu. Para los maestros que son serios y que están creciendo en su caminar con Dios, esta es la razón principal por la que no experimentan regularmente el poder asombroso del Espíritu. El Espíritu Santo no es una presencia, un fantasma, o una cosa. Es la tercera persona de la Trinidad. Piensa, siente, responde, mora en nosotros, guía, convence, enseña, y se entristece. Enseña. Cómo cooperar con el Espíritu cuando corrige La cooperación con el Espíritu es el punto clave de toda enseñanza, causando la diferencia revolucionaria entre la enseñanza natural y la enseñanza sobrenatural. Aquí hay tres maneras básicas en que usted puede cooperar eficazmente con el Espíritu, suponiendo que los tres impedimentos han sido solucionados, que está en comunión con el Espíritu, que usted cree que él desea obrar a través de usted, y que no está bajo algún ataque espiritual. 1. Dependa del Espíritu. Antes de enseñar, pida que el Espíritu lo utilice con poder. Entréguele su lealtad incondicional y dígale que está dispuesto y deseoso de servirle. Relájese conscientemente en su presencia y su poder. Esté en paz, descansando en su poder para que hable a través de usted y lo utilice. Apóyese en Él. Pida que Él utilice la materia que ha preparado — o si Él desea, que comunique otra materia. Usted sabrá que está confiando plenamente en Él cuando dos factores distintivos están presentes —un sentido de una profunda paz interior, y un sentido de gran expectación. 2. Discierna su actividad. El Espíritu Santo puede actuar en todas las partes de la lección, pero parece actuar de una manera más obvia y 243

frecuente durante este tercer paso de la personalización. Cuando la semilla de la verdad que ha enseñado está siendo plantada en el corazón del alumno, el Espíritu prepara la tierra. Usted clarifica la verdad, y Él la siembra. Es en este momento que el Espíritu actúa especialmente. Cuando el Espíritu actúa en el corazón de una persona, o en una congregación, se mueven las aguas. Para los que tienen discernimiento, las ondas son reconocibles y consistentes, donde sea que estén, y sean quienes sean. Un silencio cae sobre el público y ningún hombre, ninguna mujer, o ningún niño respira. Nadie se mueve. Las caras reflejan Su presencia, o con las indicaciones de culpa o de profunda paz y comunión. Estas señas son físicas y universales, y son visibles en todos los que quieren cooperar con el viento poderoso de Dios. Por lo tanto, mire y discierna mientras el Espíritu del Dios vivo obra en los corazones de la gente. 3. Minimice su control. Cuando el Espíritu mueve, tiene que hacer una sola cosa: debe descansar. Usted ha estado enseñando para este momento, y Él ha esperado este momento. Su propio rol ahora se cumple en Él. Hasta ahora usted ha sido un «Juan el Bautista» para el Espíritu, y ha sido llamado a «preparar el camino» para Él. Cuando se siente Su presencia, y se ve Su obra, es el momento para que Él «crezca» y usted «mengüe». ¡Quítese del camino! ¡Muévase a un lado para que Él pueda moverse! ¿Cómo? Suelte el control de la clase, entregándola al Espíritu. Hable más suavemente, más lentamente, y con más pausas. Tranquilice al público. Su voz debe ser más suave, como música tranquila de fondo. No se mueva bruscamente, y no haga gestos que llamen la atención. Si es posible, salga del púlpito o salga desde detrás del escritorio, y acérquese al público. Tiene que ser totalmente sensible al Espíritu, captando lo que él está haciendo entre ellos. Usted sabrá cuando su obra de corrección ha terminado. Sus movimientos se pueden discernir especialmente al principio y al final. Los alumnos empiezan a moverse de nuevo, a toser, a mirar a otro lado, y 244

cambiar su lenguaje corporal. ¡No trate de luchar en contra de esto! Muchos maestros se equivocan en este momento, y dicen al público que «presten atención», o posiblemente cuenten un chiste, porque no han entendido la obra de Dios. ¡Cuidado! Usted no ha perdido su atención. Lo que sucedió es que Dios los ha devuelto a usted. Están pasando del terreno sobrenatural al terreno natural. Están en su territorio de nuevo. 4. Dirija a sus alumnos. Cuando se ha terminado esta parte de la obra del Espíritu, entonces usted debe inmediatamente tomar la dirección de nuevo. Normalmente en este momento, los alumnos están un poco fuera de control —están entre maestros— así que debe cambiar su estilo; suba el volumen, haga gestos más llamativos, hable más rápido. Ahora es tiempo de mover a sus alumnos a la acción. Debe ejercer liderazgo, dirigiendo a sus alumnos basado en lo que el Espíritu ha hecho. Es importante que reconozca que, aunque la obra del Espíritu es sobrenatural, no es demasiado «misteriosa» o difícil de entender. De hecho, mi estimado colega, esta intervención divina es parte de su llamado, parte de su herencia. Desee profundamente, y busque siempre una enseñanza que es sobrenatural. Una vez que haya gustado de este don celestial, nunca más va a querer enseñar de nuevo sin él. Tampoco querrán sus alumnos recibir su enseñanza sin ese don.

Paso 4. Persuadir Cuando haya llegado a este paso, sus alumnos habrán entendido el pasaje, habrán sido convencidos del principio, y habrán sentido la corrección del Espíritu. Este cuarto paso ocurre mientras el énfasis cambia de las emociones a la voluntad. Ahora el enfoque está en «persuadir» al alumno a aplicar la verdad. Los maestros deben «exhortar» al alumno a

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«comprometerse» a obedecer las Escrituras, y no solamente sentir que deberían hacerlo. Si el alumno no decide obedecer, probablemente no lo hará. Por lo tanto, si no persuade al alumno a actuar, probablemente no experimentará ningún cambio en su vida. El alumno tiene que pasar desde «yo entiendo» a «siento que debería…» y finalmente «voy a hacer…». Esta etapa es el último vínculo en el proceso de la aplicación. Sin ella, los cambios no suceden frecuentemente, y los cambios permanentes nunca sucederán. Por lo tanto, para asegurar que su compromiso de enseñar para cambiar vidas llegue a ser una realidad, tendrá que aprender algunos de los secretos de la persuasión. Persuadir a alguien significa convencerle a hacer algo. La palabra viene del latín per, que significa «completamente», y suadere, que significa «aconsejar». Así que la persuasión contiene el concepto de «aconsejar a alguien completamente, hasta el punto de convencerle». Cuando una persona ha sido completamente aconsejada, ha entendido el asunto desde el principio hasta el fin. Cuando persuade a sus alumnos, les ayuda a ver los asuntos completamente. Cuanto más completa sea su comprensión, más persuadidos estarán. Para persuadir a sus alumnos, tendrá que enseñar la materia con tanta eficacia que comprendan la materia claramente, y que estén plenamente convencidos. Piénselo un momento. El punto de los tres pasos anteriores de la aplicación era esclarecer la verdad tan bien que los alumnos la puedan ver claramente. La buena enseñanza es clara. ¡La buena enseñanza entonces es enseñanza persuasiva! Para aplicar las Escrituras a sus alumnos para que hagan cambios, tendrá que ayudarles a comprender claramente el asunto. Una vez que lo vean claramente, cambiará su conducta.

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«Fui ciego y ahora veo» son las palabras del alumno que ha sido bendecido por un maestro persuasivo. Cuanto mejor vean, más cambiarán. Cuanto más eficaz usted les guía a ver, más persuasivo serán. Es la voluntad de Dios que sus alumnos «vean completamente», hasta obedecerle completamente. Por lo tanto es la voluntad de Dios que usted llegue a ser experto y comprometido a persuadir a sus alumnos. Los mejores maestros y predicadores son persuasivos. Pero muchos maestros cristianos piensan que no deben tratar de persuadir a sus alumnos. Por lo tanto, nunca han rogado a sus alumnos a hacer nada como Dios quiere. Nunca han llorado por la dureza de sus corazones. Estos maestros piensan que la enseñanza es simplemente hablar del contenido. No se dan cuenta de que cuando no están persuadiendo, no están enseñando claramente el contenido. No ponga el énfasis en ser un «buen» maestro. No trate de ser un maestro «interesante». Al contrario, busque ser «persuasivo», porque así cambiarán sus vidas…, y eso agrada a Dios. Ahora que entiende la importancia de la persuasión, ¿qué puede hacer para persuadir a sus alumnos a hacer lo correcto? Explicaremos esto en detalle en la ley de la necesidad y la ley del avivamiento, pero por ahora, hay dos áreas que podría usar la próxima vez que enseña. La enseñanza persuasiva es causada por dos actividades separadas: la primera es lo que dice, y la segunda es cómo lo dice; la primera es la sustancia, y la segunda es su estilo; la primera es su contenido, y la segunda es su comunicación. Cuando un alumno es persuadido, normalmente es porque su información y su presentación lo han convencido. Dependiendo de su personalidad, se inclinará más hacia una o la otra. O su contenido será tan convincente que los alumnos estarán persuadidos, o su estilo será tan llamativo que los alumnos estarán persuadidos. Los maestros más eficaces unen los dos en forma magistral. Cómo persuadir con su contenido 247

Considere el contenido por un momento. ¿Qué les podría decir a sus alumnos, ahora que entienden, pero no están convencidos? Quizás al cliente le guste su producto (la lección), pero no sabe si lo va a comprar (aplicarla). Todo su esfuerzo culmina en este punto, porque lo importante no es que entienda lo que debe hacer, ¡sino que decida hacerlo! ¿Recuerda lo que mandó el Señor en la gran comisión? «Enseñándoles que guarden todas las cosas.…» Cristo desea obediencia, no solamente asentimiento intelectual. Por lo tanto, mi amigo, enseñe para que obedezcan. Enseñe más allá del asentimiento intelectual. Nunca acepte que su trabajo como vocero de Cristo ha terminado cuando los alumnos simplemente están de acuerdo acerca de lo que el Señor desea de ellos. Como sabemos, hay un mundo de diferencia entre saber la verdad y vivir la verdad. Nuestra tarea es guiarles a vivir lo que saben. Esa transición vital exige persuasión. Ayúdales a «ver tan cabalmente», que sientan que deben actuar. Y actuar ahora. Arregle su contenido para convencer. Amontone todas las razones que usted puede encontrar para que una persona deba obedecer la verdad. Comparta las razones positivas, y después las negativas. No use párrafos, sino oraciones breves y contundentes. Sea directo. Cuénteles lo que el principio les exige. Adviértales de los peligros de la desobediencia. Exhórtelos. ¡Llévelos al punto donde el único paso lógico es obedecer al Señor! No trate de convencerlos solamente con lo que está en su mente; sino comparta de tal manera que empiecen a pensar sus propios pensamientos a favor de la idea. Haga que estén en el mismo equipo. Haga que estén a favor de la verdad. Haga que empiecen a imaginarse deseando y aplicando la verdad. Apele a la parte más profunda de la persona. Apele a lo que es bueno y correcto. Apele a su conciencia. Apele a su espíritu que desea cumplir la 248

voluntad de Dios. Apele a su sabiduría de tal manera que sus pensamientos precedan los suyos acerca de cómo aplicar el principio. Si quiere ver tal persuasión, lea Romanos o Santiago. Si quiere ver la persuasión en la vida de Jesús, lea el Sermón del Monte (Mateo 5–7) — convincente, lógico, provocativo, transformador. Lo que sea que discierna acerca de Jesús como el Maestro de maestros, no pierda de vista el hecho de que constantemente estaba presentando razones para persuadir; historias que exigían acción. Jesús enseñó para persuadir a los hombres y a las mujeres que le siguieran, y nos mandó a seguir en sus pasos. Compélales a venir. Cómo persuadir con su comunicación y su estilo Segundo, persuada a sus alumnos, no solamente por lo que dice, sino también por cómo lo dice. Engendre obediencia por su tono de voz. Solicite acción por su intensidad. Suba el volumen, mueva su dedo, golpee el escritorio, de vuelta la mesa, llore con los que lloran, opóngase a los porfiados, reprenda a los arrogantes. ¿Ve como lo hizo el Señor? Su estilo fue poderoso y convincente. Un sermón en particular me impactó tanto una vez que pedí una copia y lo escribí todo a mano. Quería ver el contenido. Pero cuando lo leí, ¡no entendí cómo me había conmovido tanto! El contenido no me conmovió, sino la sinceridad y la convicción con que se comunicó. Frecuentemente, tiene mucho más poder de persuasión la forma en que expresa algo que lo que dice realmente. Por lo tanto, ¡nunca murmure su mensaje! Los maestros aburridos nunca persuaden a nadie a hacer nada excepto evitar su clase. Los maestros aburridos han dejado que su fuego se apague. Se han unido a las filas de los que creen que al cubrir la materia, han enseñado. Han «cubierto» la materia, pero no de una manera que complazca al Señor. Enseñe más allá de la cabeza, y alcance el corazón. ¿La Palabra de Dios no es acaso tan preciosa para usted, que moriría por ella? Entonces, 249

decida que mientras esté vivo, ¡vivirá por ella! Entregue su vida entera a comunicar para cambiar vidas. Deje el hábito de entregar la verdad en una bolsa de papel y envuélvala en la tela de su personalidad y su creatividad. Ayude a sus alumnos a salir de la reticencia y la desobediencia. Permítales captar su confianza, sostenerse a su fe, y disfrutar del gozo de la obediencia plena. Y cuando resisten la verdad y no quieren obedecerla, exprese su preocupación a ellos. Lea 2 Corintios si quiere ver cómo un maestro expresa sus sentimientos con fervor. No acepte nada menos que la obediencia completa a la voluntad de Dios —ahora, hoy. Si se endurecen de corazón, entonces tendrá que ser más directo. Deben ser confrontados. No se rinda al miedo de su reacción negativa. Preocúpese más por el desagrado del Señor que por el desagrado de los alumnos. Tal como Jesús buscaba a los perdidos, busque a los que no quieren ser encontrados. ¿Recuerda las denuncias potentes de Moisés? ¿Recuerda las reprimendas punzantes de Jesús a los que no querían obedecer la verdad? ¿Por qué hacemos tantos rodeos que nadie sabe dónde vamos? ¿Por qué susurramos cuando el Señor gritaba? ¿Por qué somos tan imprecisos cuando él era tan específico? Hay solamente una razón, mi amigo: nuestro corazón no está ardiendo por el bien de nuestros alumnos. No los amamos como Cristo quiere que los amemos. Nuestro egoísmo no permite que hablemos la verdad en amor. Posiblemente esa sea la razón por la que el Señor le hizo al maestro llamado Pedro la misma pregunta tres veces —no para que entendiera, ¡sino para que obedeciera! «Si me amas, apacienta mis ovejas». Cuanto más amamos al Señor Jesús, mejor cuidamos sus ovejas. No son nuestras ovejas; han sido compradas por un precio, la sangre de Cristo. Jesús desea que se alimenten sus ovejas… que se alimenten y que obedezcan. Aliméntelos para que obedezcan.

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Rechace la noción errónea de proponer que, cuando reciben el contenido en un paquete bonito, han sido bien alimentados. Que el Señor no permita que pensemos que la esencia de la alimentación de las ovejas es un sermón con un buen bosquejo. Luche en contra de tal pensamiento. No es digno de usted. Usted ha sido llamado a «enseñarles que guarden todas las cosas que os he mandado». Enséñeles a obedecer. Su meta no es una lección interesante, sino una lección que transforme. ¿No le produce emoción pensar acerca de tales cosas? ¿No puede llegar acaso a ser tan fuerte nuestra preocupación por nuestros alumnos que lloremos lágrimas de desesperación por su bien? ¿No puede llegar a ser tan importante su obediencia que empezamos a rogarles que lo hagan? ¡Por supuesto que puede ser, y debe ser! Si hacemos menos que esto, posiblemente no persuadamos a nadie. Una vez serví como moderador de un comité de disciplina en una iglesia. Uno de los hombres amenazaba con demandar a otro hermano. Les pregunté si aceptarían que un comité de ancianos estudiara su caso y que tomara una decisión que sería legalmente válida para los dos. Los dos estaban de acuerdo. La reunión empezó a las 7:30 de la mañana, y nunca salimos de la sala, ni para comer, hasta las 11:00 de la noche. Fue intenso y emocional. Cuando los ancianos oraron por un consenso, todos estuvimos de acuerdo: el que pensaba que tenía razón, estaba equivocado. Tenía un punto ciego que todos podíamos detectar, menos él. Cuando llamamos a los dos hombres y presentamos nuestra decisión, de que el hermano culpable debería dar $30.000 dólares al otro, y dejar de fastidiarlo, el ofensor saltó de su silla, dijo que estábamos equivocados, y que no lo iba a hacer. Me asustó. Había visto muchas veces el juicio divino que cae sobre una persona que se rebela contra la disciplina de la iglesia, cuando es conducida de acuerdo con las pautas bíblicas. Como moderador del comité, sentí el peso de su espíritu rebelde sobre mí. Todos tratamos de convencerle a 251

someterse a la decisión de los ancianos, pero se rehusó. Desesperado, sobrecogido con tristeza y miedo por mi amigo, me arrodillé y le rogué que no rehusara. Estaba asombrado de ver mi agonía. Le dio vergüenza verme de rodillas delante de él. No me importaba. No podía dejar que saliera de la sala para experimentar la disciplina del Señor. El Señor nos ayudó mucho en ese momento de debilidad, porque en ese momento, mi amigo decidió arrepentirse. Dijo que si su obediencia era tan importante para nosotros, entonces debería hacer lo que le pedíamos. Creo que nunca me he sentido tan exhausto como me sentí después de las quince horas ese día. Estoy convencido, sin embargo, que si no me hubiera arrodillado para rogarle a mi amigo, él habría salido directamente a sufrir la disciplina del Padre Celestial. Todo el contenido no dio resultados. Estos hombres habían expresado sus pensamientos todo el día. La verdad había sido comunicada claramente. Entendió la verdad. Podría haber explicado cada punto. Pero fue solamente la expresión apasionada de nuestro amor por él que impidió que saliera sin arrepentirse. Mis colegas, ¿hasta dónde están dispuestos a ir para que sus ovejas no salgan del rebaño? Jesús fue todo el camino a la cruz por las ovejas. La máxima persuasión en el universo ha sido cuando Él murió voluntariamente en la cruz para convencernos de que «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna». Él murió enseñando el mensaje. Jesús nos comisionó a enseñar el mensaje con toda nuestra personalidad y pasión. Todo su mensaje en toda nuestra vida para todos nuestros alumnos… hasta que sean totalmente persuadidos.

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Paso 5: Practicar El último paso es la verificación de calidad de los cambios. La pregunta que debe plantearse ahora es el desafío más grande para usted como profesor, y también para los alumnos: ¿Lo han hecho? No si comprendieron el pasaje, no si estaban convencidos del principio, no si se sentían corregidos por no haberlo hecho, no si estaban persuadidos que deben hacerlo, sino ¡si lo han hecho! Si no están haciéndolo allí mismo durante la clase, entonces tendrá que esperar la próxima clase para hacer la pregunta. Usted quiere saber si procedieron a «practicar» lo «comprometido». Entonces, debe «evaluar» si han «cambiado» o no. Estamos llegando al fondo, ¿verdad? Esta es la única manera de confirmar los resultados de nuestra enseñanza. Durante este paso, usted debe moverse más allá de lo que usted hace para descubrir lo que hacen ellos. La única manera de saber es preguntar. Respire profundamente, espere lo mejor, y pida una respuesta honesta. A veces es más cómodo no saber la verdad, pero en este caso, el Señor quiere que sepa. Si ha estado cumpliendo su trabajo hasta ahora, está tratando de descubrir si los alumnos estaban decididos a superar el impedimento normal al cambio —que se llama hábito. ¿Se ha fijado que cuanto más edad tiene, más difícil es hacer cambios? ¿Sabe por qué? Porque cuanto más tiempo viva, más tiempo estará viviendo de acuerdo con sus hábitos, respondiendo de la misma manera a los estímulos. El cambio requiere quebrar un hábito, y sus alumnos necesitan mucha fuerza de voluntad y mucho ánimo para romper sus hábitos bien formados. El cambio significa romper un hábito, reemplazando una conducta por otra. La persona ha tenido que dejar las acciones no deseadas para empezar las nuevas acciones deseadas. 253

Enseñar para cambiar vidas significa que el maestro ayuda al alumno a cooperar con el Espíritu Santo en romper un hábito existente para practicar un nuevo hábito positivo. Recuerde que la formación de nuevos hábitos es difícil y requiere más de treinta días. Llevar a los alumnos al punto de un compromiso genuino no es lo mismo que hacer un cambio permanente. El compromiso solamente significa intención, deseo, resolución. El compromiso provee la base del cambio, pero el hecho de rendir cuentas asegura el cambio. Recuerde, un cambio de vida permanente dura toda la vida. ¡Que su determinación sea suficientemente firme para enseñar para cambiar vidas en forma permanente!

Los maximizadores de la ley de la ejecución Después de leer los cinco pasos del método de la ley la ejecución, usted podría sentirse inseguro de su capacidad de aplicar algo. No pierda el ánimo. Aunque estos pasos parecen mucho que aprender, pronto serán naturales. Para capacitarlo en su esfuerzo de ser un maestro de la aplicación, considere estos siete maximizadores.

Maximizador 1: Anhele y pida a Dios que desarrolle en usted el corazón de quien aplica ¿Cómo se siente cuando sabe que Dios lo ha llamado a aplicar la verdad que está enseñando? ¿Se siente poco capaz? Yo me sentía así al principio. Cuando empecé a comprender esto, luché con sentirme incapaz e inseguro. Sentí que no podía hacerlo. Obviamente otros deberían hacerlo. Pensé en otros profesores que tenían este «don» de aplicación, pero yo no lo tenía. Yo tenía el «don» de enseñar contenido. En los rincones de mi corazón, sospechaba que la transición de un ministerio de 95% contenido a un ministerio equilibrado no sería fácil. 254

Muchas veces recurrí a lecciones cargadas con información, pero vacías en cuanto a aplicación significativa. En el camino, una práctica significó mucho para mí. Debió ser la raíz de los cambios en mi enseñanza. Empecé a pedir a Dios que me diera algo que no tenía —un corazón de quien aplica. Busqué un cambio en mi corazón tan profundo que me liberara para aplicar la verdad de la manera que él quería. ¡El Señor es tan bondadoso cuando pedimos algo que está en el centro de su voluntad! Sobre esto, Él había hecho muy clara su voluntad: «enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado». ¿Cómo no iba a estar contento cuando pedía un corazón que supiera aplicar? Permítame animarlo a unirse conmigo en esta oración. Quizás quiera anotar esta oración en su Biblia y poner la fecha de hoy. Cada vez que prepare una lección, empiece su tiempo de preparación con esta oración. Quizás algún día podamos juntarnos y animarnos con las respuestas que hemos visto. Oración para pedir un corazón que sabe aplicar Señor, es mi deseo profundo siempre enseñar a otros a «guardar todas las cosas que has mandado», y por lo tanto, te pido que me des el poder del Espíritu Santo para enseñar con el fin de cambiar vidas. Te invito a obrar de cualquier manera que sea necesario para formar en mí un corazón que sabe aplicar. ¡Que me dé Su preocupación por el mundo!

Le prometo una cosa: una vez que el Señor empiece su obra transformadora, nunca volverá a su manera antigua. Un secreto más: una vez que empiece a cultivar un corazón para aplicar, comenzará a reconocerlo en otros. Será obvio, porque «de la abundancia del corazón habla la boca», incluyendo las aplicaciones. Será una prueba más de que usted se ha unido con las filas de los que enseñan para la eternidad.

Maximizador 2: Prepare aplicaciones en relación con las necesidades de sus alumnos 255

¿Por qué los alumnos vienen a escucharlo? ¿Qué esperan de la clase? ¿Acaso no esperan que les enseñe algo que les ayudará? Ahora piense en sí mismo como alumno en vez de maestro. ¿Por qué usted asiste a clases en la iglesia, en la oficina, o en la universidad? ¿No será para recibir ayuda? Si usted busca ayuda, pero el profesor no la ofrece, ¿cómo se siente? La enseñanza incluye una expectativa no expresada, de que el alumno tiene un problema y el maestro tiene la solución. Cuando ese acuerdo no se cumple, hay decepción. Los alumnos se sienten traicionados por su maestro, y los maestros se sienten frustrados con sus alumnos. Pero no tiene que ser así. ¿Por qué hacer con sus alumnos lo que usted no quería que sus profesores hicieran con usted? Ahora usted es el maestro, y está dentro de su poder ayudar. Elija ayudar a sus alumnos cada vez que enseña. Las aplicaciones potentes tocan las necesidades más profundas de los alumnos. Muchos maestros se han desviado tanto de las necesidades de los alumnos que los alumnos frustrados declaran que sus clases son irrelevantes y una pérdida de tiempo. Si tiene la menor duda acerca de esto, pregunte a un estudiante universitario cuántos cursos de esos que son requisitos son una pérdida de tiempo y no le ayudan. Por supuesto, conocemos la respuesta común: «Los alumnos no saben lo que necesitan. Espere hasta que crezcan, y cambiarán de opinión». Bueno, resulta que yo ya soy mayor de edad, y no he cambiado de parecer. Usted tiene más edad también. ¿Habría elegido la mayoría de cursos que eran requisitos, si hubiese podido elegir usted? ¿Se acuerda cuando salió de la sala diciendo que no sabía para qué servía lo que hablaron? Mirando hacia atrás, ¿tenía razón? Entonces, cambie su mente ahora. No se deje atrapar por la idea de que la enseñanza no es para ayudar a los alumnos. Comprométase a suplir las

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necesidades de los alumnos, y —como dice el Dr. Howard Hendricks— «se levantarán para bendecirle»!

Maximizador 3: Logre planear todas las partes de la lección para que contribuyan a la aplicación Imagine a un arquero que compra el mejor equipo y va a practicar tirar al blanco. Estira el arco y suelta la flecha, pero en el momento, se da cuenta de que no ha puesto el blanco. Con una explosión de energía, toma el blanco, corre adelante de la flecha, y justo en el momento preciso, ¡coloca el blanco para que la flecha llegue al centro! Después se felicita por su habilidad como arquero. Absurdo, ¿verdad? Pero algunos maestros conducen sus clases así. Enseñan durante una hora, reflexionan, y se declaran exitosos por haber enseñado otra clase. Mientras tanto, los alumnos se van, preguntándose qué hacer con lo que escucharon. Su enseñanza tiene un solo blanco: ¡cambiar vidas! Tiene que saber qué parte de la vida de los alumnos necesita cambiar, y después buscar las aplicaciones apropiadas para ayudarles con esas necesidades. Debe estructurar todas las partes del contenido para llegar a ese blanco de cambios. Si quiere ser eficaz para hacer aplicaciones, aprenda a usar todas las partes del proceso de aprendizaje. Una vez que se establezca el blanco, todas las partes de la flecha —la punta, el asta, las plumas, y el corte— son importantes para su función correcta. De la misma manera, todas partes de la clase —la introducción, el contenido, las transiciones, las ilustraciones, y la conclusión— son importantes para hacer que la clase llegue al blanco de cambiar vidas. Enfoque todo para poner énfasis en la aplicación. Ponga el esfuerzo donde haga un impacto. No use una escopeta. Al contrario, utilice una

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ametralladora y tire una y otra vez al centro del blanco. Dispárelo tantas veces que nadie pueda dudar del punto. Desdichadamente, muchos maestros piensan que una aplicación no es el punto principal, sino algo agregado al final de la clase —unas palabras finales, un momento de meditación. ¡Cuán lejos está esa idea de la enseñanza de Cristo y sus discípulos! Cristo no consideraba la aplicación una manera de terminar su enseñanza, sino el punto principal. Su contenido sirvió como base para la aplicación. Nunca desarrolle su contenido, para después preguntarse qué aplicación se puede agregar. Nunca presente ninguna parte de su lección, hasta saber que apunte al blanco final. Planifique el final desde el principio, para que pueda ubicar estratégicamente cada recurso para llegar a la aplicación. Nunca vaya buscando las flechas. Elija su blanco con oración y con cuidado. Prepare sus flechas. Entonces, con todo su fuerza, ¡tírelas! Llegar al blanco a propósito satisface mucho más que llegar por accidente —y no pierde tantas flechas.

Maximizador 4: Ilustre la aplicación con la Escritura, historia, experiencia personal e imaginación Las ilustraciones son cuadros pintados con palabras. Las ilustraciones visualizan. Las ilustraciones clarifican. Las ilustraciones motivan. Las ilustraciones destacan el punto principal, dejando que los alumnos llenen los detalles. Un cuadro bueno, pintado o hablado, vale mil palabras de explicación. Las ilustraciones pueden usarse eficazmente en cuatro distintas partes de la lección: 1.

Ilustraciones que introducen: Captan el interés y producen curiosidad.

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2.

Ilustraciones que explican: Desarrollan la comprensión de información y hechos.

3.

Ilustraciones que aplican: Demuestran el uso de la aplicación en la vida real.

4.

Ilustraciones que concluyen: Profundizan el compromiso y mueve a la acción. Aunque sea sorprendente, la misma ilustración puede ser reestructurada y usada eficazmente en las cuatro partes. Las ilustraciones que aplican guían al alumno a ver cómo funciona la aplicación en su vida. Las ilustraciones mueven la aplicación desde el papel hasta la persona. Las ilustraciones conducen al alumno a decir: «quiero hacer eso», y «voy a hacer eso». ¿Le molesta cuando lo único que dicen acerca de su lección es que les gustó su anécdota? ¿O que lo único que pueden recordar de sus lecciones anteriores son las historias? ¿Siente que no han captado el punto? ¿Cómo pudieron olvidar el bosquejo de cinco puntos que formaba un acróstico, y recordar solamente una historia? Esto sucede no solamente cuando usted enseña; sucede cuando cualquiera enseña. Sucede en todas partes, sin importar el tema, o la edad del público. El poder de las ilustraciones es universal. ¿Para qué luchar en contra? Si el sistema es universal, ¡adivine quién podría ser responsable! Por lo tanto, use ilustraciones —¡muchas! Si quiere una tarea motivadora, tome treinta minutos para ver las enseñanzas de Jesús. Trate de ver qué porcentaje de sus palabras eran ilustraciones. Las llamamos parábolas o alegorías, y están en cada página de los evangelios. ¿Podría decirme cuál es el bosquejo del Sermón del Monte en Mateo? ¿Y la parábola del buen samaritano? ¿No ve cómo la historia clarifica y es fácil de recordar? Hace poco le pregunté a mi hijo adolescente, David, qué porcentaje de las palabras de Jesús serían ilustraciones. Sin pensar, dijo más de 80%. Entonces agregó: «¡Por eso Cristo es tan interesante!» 259

¿Por qué seguimos enseñando de una manera opuesta a lo que hacía el Maestro de maestros? Él sabía que la gente recordaría sus verdades en historias, más que en discursos. Quizás por eso los mejores maestros también son excelentes para contar historias. ¿Dónde puede encontrar buenas ilustraciones? Para mí, hay cuatro fuentes principales: 1.

Ilustraciones de experiencia personal: Use las personas, los lugares, y los eventos que ha encontrado.

2.

Ilustraciones de la historia: Ocupe las personas, los lugares, y los eventos seculares o extrabíblicos.

3.

Ilustraciones de las Escrituras: Ocupe las personas, los lugares, y los eventos del Antiguo o Nuevo Testamento.

4.

Ilustraciones de su imaginación: Ocupe las personas, los lugares, y los eventos que usted ha creado con su imaginación y su creatividad. Estas cuatro fuentes de ilustraciones están en orden de uso en nuestros días. Más de ochenta por ciento de las ilustraciones usadas por la mayoría de los maestros son de experiencia personal, y el otro veinte por ciento son entre la historia y la Escritura. Es el maestro poco común quien utiliza su imaginación para crear una ilustración. Si quiere reflexionar sobre algo, considere el uso que hacía Cristo de las ilustraciones. Encontrará que su práctica era exactamente lo opuesto de nosotros. La fuente principal de las ilustraciones de Jesús era su imaginación —las parábolas eran historias ficticias. Los maestros modernos usan más ejemplos personales que nada —creando el peligro de usar sus propias vidas como el modelo para los demás. Ocupe su imaginación para contar historias que sus alumnos no olvidarán. Entonces la próxima vez que uno de sus alumnos solamente recuerde su historia, sonría, porque usó la historia para envolver la aplicación.

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Maximizador 5: Conduzca a sus alumnos más allá de una aplicación general llévelos a pasos específicos de obediencia El cambio de vida no ocurre en forma general, sino siempre en cosas específicas. Por lo tanto, los maestros deben guiar a sus alumnos a aplicar la verdad en maneras específicas e identificables. El desafío es guiar a los alumnos más allá de los conceptos abstractos como «el perdón»; a acciones concretas como «perdonar a tal y tal persona por tal ofensa». Si el alumno no hace esta transición de algo que piensa a algo que hace, el cambio solamente sucede en su imaginación, y no en su vida. El maestro debe guiar al alumno a personalizar la aplicación. La lección que presenta en la clase debe ser la lección que el alumno aplique después de la clase. Su verdad debe ser encarnada en él. He encontrado que los alumnos frecuentemente quieren hacer algo, pero no tienen un plan, una pista para correr. Segundo, los maestros frecuentemente apagan la obra del Espíritu Santo, haciendo el plan tan específico y tan dogmático que todos los alumnos empiezan a hacer lo mismo, perdiendo su identidad particular que Dios les ha dado. En vez de decirles en detalle lo que deben hacer, condúzcalos a una comprensión del principio relevante de la Escritura. Después, anímelos a buscar lo que el Señor quiere que hagan a la luz de ese principio. Si enseña la verdad, confíe en el Señor para comunicarles cómo él quiere que pongan en práctica esa verdad en sus vidas. Aunque hay una sola interpretación correcta, y unos pocos principios, hay un sin fin de aplicaciones. Nuestra responsabilidad es presentar la interpretación y los principios, y ayudarles a descubrir sus aplicaciones específicas y personales. Resista la tentación de ayudarles tanto que salga del terreno de maestro. Resista la tentación de jugar a ser Dios. No queremos producir a cristianos «prefabricados».

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Maximizador 6: Aplique un estilo apropiado al pedir un compromiso Lo más importante de la enseñanza no es lo que dice el maestro, sino lo que hace el alumno. ¿Decidirá el alumno a aplicar la verdad a su vida? Aquí hemos llegado a la médula del asunto. Ahora que sabe aplicar, que ha descubierto las necesidades de sus alumnos, ha usado todas las partes de la lección para apuntar a la aplicación, ha guiado a los alumnos hacia los pasos de obediencia, y lo ha ilustrado de manera eficaz. Sus alumnos están con usted. Lo puede ver en sus caras. Ahora es el momento para pedir un compromiso de hacerlo. Este es el momento de la verdad —para ellos y para usted. En el mundo de los negocios, este momento se llama «cerrar el negocio», o «pedir la orden». Desgraciadamente, la mayoría de los maestros piensa que este momento es fácil, y por lo tanto cuando captan un poco de tensión interna, lo evitan. Pero con la gracia de Dios, usted puede y debe superar este miedo natural, y debe desafiar a sus alumnos a «escoger hoy a quién servirán». Muchas veces escucho a maestros y ministros eficaces llevar a su público a este punto… y terminar con oración. Su público está preparado y dispuesto, pero nunca se le pide un compromiso. Una gran obra en el corazón de esos alumnos ha sido abortada. Estaban encinta con la verdad, pero la verdad nunca nació. Si está comprometido a enseñar para cambiar vidas, debe pedir un compromiso. Al final, el cambio es el resultado de una decisión —¡así que debe pedir que tomen una decisión! Moisés pidió una decisión: «El que esté por el Señor, venga a mí» (Éxodo 32:26, LBLA). Jesús pidió un compromiso siempre: «Dejad las redes, dejad vuestro oficio, y seguidme». Josué, Nehemías, Esdras, Josías —todos enseñaron y entonces desafiaron. Creían tanto que la verdad tiene que ser

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obedecida, que a veces guiaron a sus alumnos a hacer pactos grandes con Dios, prometiendo dar todo para cumplir su voluntad. ¿Sabe por qué tantos cristianos son tan débiles? Nadie les desafía en la profundidad de su alma. Nadie toca la trompeta y dice: «¡Vengan a unirse con el Señor!» Permítame decirlo de nuevo. Ámelos suficientemente para desafiarlos. Algunos huirán hacia las tinieblas. Otros se intimidarán con la idea de un compromiso tan completo y leal. Pero otros saldrán de su pasividad y caminarán maravillosamente y gozosamente en el camino de un compromiso sin límite. Hay gozo en seguir a Jesús. Pero recuerde, aun algunos de sus alumnos lo abandonaron cuando pidió un compromiso. Dijeron que era demasiado duro, aun cuando el Maestro de maestros los desafió. ¡Pero algunos quedaron con él! Con el Espíritu entre ellos, y con un compromiso sin vacilar, después de la resurrección de Jesús, dieron vuelta al mundo. Una vez que decida pedir un compromiso, la próxima pregunta es cómo hacerlo apropiadamente. Me gustaría que hubiera una respuesta fácil y simple para esta pregunta. Pero no hay. A veces pedimos demasiado, y a veces pedimos muy poco. Como en muchas áreas de la vida, lo «apropiado» es cuestión de equilibrio. Algunos que predican y enseñan usan demasiada emoción o demasiada presión cuando piden un compromiso. Quizás algunos se hayan convertido en adictos a los resultados, y utilicen la manipulación y el engaño. Tales excesos caben en cinco categorías: 1.

Demasiado emocional: rogando, llorando, obligando.

2.

Demasiado extendido: «Ahora durante la estrofa quince del himno.…»

3.

Demasiado expansivo: «Todos lo que hayan pecado alguna vez deben venir…»

4.

Demasiado manipulador: «Si desea éxito económico…» 263

5.

Demasiado comercial: profesional, pulido, empaquetado, engañoso. Cuando pide un compromiso, asegúrese de que sus palabras pasen por un filtro de amor. Recuerde, es para el bien de los alumnos, y no para su propia gloria. Esas ovejas han sido puestas por Dios bajo su liderazgo. Sea amable si responden fácilmente, pero sea duro si lo necesitan. Filtre sus desafíos para asegurar que sean específicos, razonables, que exijan fe, y que sean bíblicos. Su llamado debe ser claro y conciso, y debe exigir una respuesta. Debe ser ubicado sólidamente sobre una presentación clara de la verdad, y sólidamente vinculado con un pasaje específico de la Biblia. Si ha sacado su aplicación directamente de la Biblia, sus alumnos reconocerán que su llamado a un compromiso es un llamado de Dios, y que su respuesta es para Él, y no para usted. «Yo y mi casa pediremos un compromiso». ¿Y usted?

Maximizador 7: Refuerce las aplicaciones al pedir a sus alumnos que se rindan cuentas mutuamente El hecho de rendir cuentas significa que pueden «ser responsables ante otros» por algo. En este último maximizador, se presentan cinco maneras de asegurar que cuando sus alumnos rindan cuentas por sus acciones, ¡estarán compartiendo las buenas noticias! Voluntariamente rendir cuentas refuerza nuestra determinación de hacer algo. Cuanto más difícil es el compromiso, más importante es rendir cuentas, y de más ayuda hacerlo. Cuanto más extenso el compromiso, es de más ayuda rendir cuentas. Es por eso que algunos pagan dinero para poder rendir cuentas a alguien — como algunos grupos dedicados a bajar de peso. Es por eso que otros dedican algunas noches de sus fines de semana para que les exijan rendir cuentas —como en Alcohólicos Anónimos.

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Hay cinco relaciones clave disponibles a usted como maestro, con la posibilidad de rendir cuentas: 1. El alumno puede rendir cuentas a sí mismo. Esta es la forma más madura de rendición de cuentas, porque depende solamente de la disciplina y determinación interior de la persona. Cuando el alumno se comporta responsablemente, es un individuo maduro, y opera con la motivación interna. Las otras relaciones de rendición de cuentas son externas, y el alumno es influenciado por otros individuos fuera de sí mismo. Los maestros que han sacado lo mejor de nosotros frecuentemente han motivado la determinación interna. Nos han ayudado a desear tan profundamente ser evaluados, que nosotros mismos nos hacemos responsables por cumplir la tarea. Como maestro, usted debe hacer preguntas como: «¿Cuán comprometido está?», o «¿Qué se requiere para que usted logre su meta, sin importar las consecuencias?» 2. El alumno puede rendir cuentas a sus compañeros. Dependiendo de la edad y las circunstancias, rendir cuentas a los compañeros puede ser lo más eficaz y lo más simple. El maestro puede formar equipos para hacer una tarea, o para hacer una competencia para logros mayores, o puede pedir que cada uno cuente a otro miembro del grupo lo que piensa hacer. También puede hacer que los alumnos más capaces sean responsables por enseñar a los más lentos. 3. El alumno puede rendir cuentas a otra persona significante. Las escuelas frecuentemente utilizan este tipo de rendición de cuentas, cuando envían tareas corregidas a la casa para que los padres las firmen. Con ciertos problemas de disciplina, los profesores llaman a los padres. ¡Eso sí aumenta el sentido de rendir cuentas! A veces pregunto a un alumno qué otra persona se preocupa más a que él logre sus metas. ¿Quién es la persona que más lo anima a que siga en esta carrera? A veces he animado a los alumnos a llamar a sus abuelos favoritos para 265

contarles de su compromiso. Algunos comerciantes que viajan mucho llaman a su mejor amigo para rendir cuentas acerca de lo que están viendo en la televisión de la habitación del hotel, para ayudarles a no ver películas pornográficas. Cada vez que llamo a mi amigo Dennis Rainey, de Ministerio a la Familia (Family Life Ministry), nos preguntamos acerca de nuestras relaciones con nuestras esposas. ¡El simple hecho de saber que alguien va a hacer las preguntas difíciles refuerza nuestra determinación de poder dar las respuestas correctas! El ministerio de Caminata Bíblica ha sido bendecido con un directorio increíble. Juntamente a ellos, somos los mayordomos de la visión que el Señor nos ha encomendado. Cada vez que nos reunimos, me piden cuentas de asuntos públicos y personales. Más de una vez, esta costumbre de rendir cuentas ha servido para proteger a mi familia y a mí. 4. El alumno puede rendir cuentas al profesor. Esta es la fuente más obvia de motivación externa en el proceso de aprendizaje. Cuando enseñaba en la universidad, a veces concluía la primera sesión diciendo a los alumnos que yo estaba comprometido con ellos, y les pedía que escribieran en una hoja cuál era su compromiso conmigo. A veces usted tiene que ir a un alumno con problemas para hacerlo volver a su compromiso y seguir en el camino correcto. Puede demorar horas antes de que un alumno decida cumplir su compromiso. Posiblemente tendrá que ir a conversar con una persona en medio de un problema para ayudarle. Lo que sea la necesidad de su alumno, tiene que estar disponible para ayudarle, y tiene que pedirle cuentas para que haga lo correcto. 5. El alumno puede rendir cuentas a Dios. Cuando sea apropiado, considere guiar a sus alumnos a comprometerse con el Señor. A veces puede pedirles que haga una oración en voz alta, y usted les ayuda con las palabras. Otras veces pueden orar en silencio, usando sus propias palabras.

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Posiblemente escriban su compromiso en un papel, y lo lleven consigo para orar diariamente. La prueba final si hemos tenido éxito está en la vida de los alumnos cuando ya no estemos presentes. ¿Hemos desarrollado en ellos suficiente interés y motivación para aplicar la verdad, que ha llegado a ser una parte permanente de su vida? Recuerde, los que enseñamos tendremos que rendir cuentas al Señor, más que otros. Por lo tanto, en preparación para ese día, repartamos un poco de la costumbre de rendir cuentas ahora, aquí. Entre nuestros alumnos y entre nosotros.

Conclusión Este asunto de la aplicación siempre me llena de asombro y admiración. ¿No es maravilloso, mi amigo, que el Señor soberanamente nos ha permitido compartir con él algo maravilloso, la experiencia de cambiar vidas? Dios no solamente utilizó a seres humanos para escribir la Biblia, sino también para enseñar la Biblia. Espero que nunca perdamos de vista lo maravilloso que es tener el privilegio de enseñar para el Maestro. Las aplicaciones bíblicas eficaces tienen mucho poder para cambiar vidas. Un versículo muy conocido es: «Sin profecía el pueblo se desenfrena» (Proverbios 29:18). La palabra hebrea traducida profecía tiene el significado de «revelación divina». Por ejemplo, Isaías empieza con las palabras «visión de Isaías», y se refiere a la revelación sobrenatural que recibió Isaías. ¿Cuál sería nuestra «profecía» hoy? —La Biblia. Así que Proverbios 29:18 podría ser traducido, «Sin la Biblia.…» Segundo, examinemos la palabra hebrea traducida «se desenfrena». Un ejemplo de su significado se ve en el relato de Moisés, cuando descendió del monte Sinaí con los Diez Mandamientos, y vio el pecado descarado del pueblo. Algunas traducciones describen su condición, diciendo que andaban 267

locos, o estaban desnudos, o estaban participando en inmoralidad y adulterio. Todas estas descripciones demuestran el significado de «desenfrenarse». La palabra significa correr sin freno hacia la inmoralidad. Por lo tanto, el versículo debe decir: «la gente corre desenfrenadamente hacia la inmoralidad». Al juntar estas dos frases, verá por qué usted y yo debemos aplicar la verdad cada vez que enseñamos: «Sin la Biblia (correctamente enseñada), la gente corre desenfrenadamente hacia la inmoralidad». Obviamente, entonces, una de las razones por la que los cristianos están viviendo como el mundo no creyente, es que no estamos enseñando la Biblia correctamente. Vi la profunda verdad de Proverbios 28:19 hace poco cuando prediqué en una iglesia grande. Después del servicio, un hombre se acercó y dijo: —Tengo que hablar con usted. Usted no es de aquí, así que se lo puedo decir. Tengo muy malas noticias. Estoy en medio de un divorcio. Le dije que estaba de acuerdo que eran malas noticias. Y agregó: —Pero tengo noticias aun más malas: soy diácono de esta iglesia. Le dije que según Dios, no podía hacer las dos cosas. Si estaba divorciándose, tendría que renunciar como diácono, o tendría que arreglar su matrimonio para seguir como diácono. Le urgí a obedecer la voluntad de Dios y restaurar su matrimonio. Continuó: —Hay noticias aun más malas. No soy el único diácono en esta iglesia que está divorciándose. Durante los últimos tres años, nueve diáconos se han divorciado. —¿Nueve diáconos? Después de recuperarme del golpe, dije: —¿Le puedo hacer dos preguntas? [Si está entendiendo esta ley, podrá adivinar las dos preguntas —y probablemente las respuestas también.]

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¿Cuándo fue la última vez que su pastor predicó acerca del matrimonio y la fidelidad matrimonial? —Nunca —contestó. Le dije que ya lo sabía. —Segundo, ¿qué sucede en la vida personal de su pastor y en su matrimonio? Nunca olvidaré su cara cuando le hice esa pregunta. Se echó para atrás y murmuró: —¿Quién se lo dijo? Dije: —Usted me dijo. —¡No, no se lo dije! ¡Prometí que no lo diría a nadie! ¿Quién le dijo? Continué: —Usted acaba de decirme. Me dijo que hay nueve diáconos que se han divorciado. Si la gente está viviendo una vida desenfrenada en esta iglesia, es porque no se predica la verdad. Y la única razón que la verdad no se predica, con tanto pecado evidente, es que el mismo pecado existe en la vida del pastor o de sus familiares cercanos. El pastor no podía decir la verdad porque no estaba viviendo la verdad. Creo que ese pastor tendrá que rendir cuentas, no solamente por su propio pecado, sino también por reprimir la verdad de las vidas y familias que están sufriendo y siendo quebrantadas. ¿Puede imaginar la devastación que seguirá por generaciones en esa iglesia? Todo esto sucede porque este pastor no aplicó la verdad a las necesidades de su congregación. Como enseña Proverbios 29:18, la gente se desenfrena cuando la Palabra de Dios no se enseña y no se aplica. Por lo tanto, aplique la verdad cada vez que enseña. Comprométase con el Señor que, desde ahora en adelante, en cada lugar y en cada momento, usted va a enseñar para cambiar vidas —por la gracia de Dios y para Su gloria.

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Preguntas para reflexión 1.

¿Cómo es posible que una persona enseñe sin «alimentar las ovejas»? ¿Qué falta cuando las ovejas no se han alimentado? ¿Cree que el maestro o el predicador se da cuenta de esto? Cuando usted enseña, ¿cree que se alimentan sus alumnos?

2.

¿Qué porcentaje del tiempo siente usted que el Espíritu Santo está actuando con poder cuando enseña? ¿Cree que el Espíritu desea actuar cada vez que enseña, o solamente algunas veces? ¿Cuál es la razón principal que nos falta esta experiencia de Su presencia en las clases hoy?

3.

La mayoría de los maestros nunca han considerado el hecho de que deben ser maestros persuasivos. ¿Por qué? ¿Cree que Jesús, Pablo, Pedro, y Santiago eran persuasivos? Si deseara seguir su ejemplo, ¿qué cambiaría en su enseñanza?

4.

Mencione todas las diferencias que pueda entre el corazón de quien aplica y el corazón de quien pone énfasis en el contenido. ¿Quién tiene el mejor corazón para aplicar que usted conozca? En una escala de uno a diez, ¿cómo calificaría usted su corazón para hacer aplicación? ¿Qué puede hacer para que su calificación sea mejor?

5.

Repase rápidamente las palabras de Jesús en Lucas y Juan, y seleccione tres historias que contó para enseñar un tema. Después de estudiarlas, escriba tres pasos que usted puede usar para escribir su propia «historia con un propósito». Escriba una para su próxima clase.

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QUINTA LEY

LA LEY DE LA

Necesidad 9 LA LEY DE LA NECESIDAD; MENTALIDAD, MODELO Y MÁXIMAS Hace muchos años vivía con mi esposa y nuestros dos hijos pequeños en una granja en el sur de Georgia. La propiedad tenía un lago pequeño con un muelle viejo y frágil. Nunca olvidaré del día que decidimos llevar a David y Jenny a pescar por primera vez. Compramos cuatro cañas de pescar, de las más baratas. También compramos unos flotadores y unos anzuelos. Cuando llegué a la casa, le dije a David que buscara unos gusanos debajo de las piedras. Se fue corriendo y se divirtió con la tarea. Jennifer, que tenía cinco años, no podía soportar la idea de un gusano. En unos minutos, fuimos al muelle y empecé a preparar las cañas, con flotadores y anzuelos. —Pongamos un gusano —dije. —¡Bien, papá! —dijo David. Inmediatamente empezó a pinchar a un pobre gusano. Jennifer estaba traumatizada. Se angustió y casi empieza a llorar. —¡Papá! —gritó—. ¿Qué está haciendo David? —Bueno, Jenny, está poniendo un gusano en el anzuelo. —¡Papá! —dijo inocentemente—. ¿Por qué? ¿Qué maldad ha hecho ese gusano? —Nada, Jenny. Pero es necesario poner un gusano en el anzuelo. —Papá, ¿Dios no ama a los gusanos?

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¡Mis estudios en el seminario no me habían preparado para esa pregunta! —Bueno, Jenny, sí. —¡Yo no voy a hacer eso a un gusano! —Jenny, tienes que poner un gusano en el anzuelo para pescar un pez. —¡Papá, yo no voy a hacer eso! Ella fue al final del muelle, llevando su caña de pescar nueva, y tiró el flotador y el anzuelo en el agua, sin gusano. David fue al otro lado del muelle, y tiró su cuerda en el agua. Tome en cuenta que nadie había pescado en este lago por mucho tiempo, y estaba lleno de peces. En segundos, David tuvo su primer pescado. Estalló de entusiasmo. El pescado estaba luchando, dando vuelta por todos lados, y David estaba saltando de alegría. Sacó el pescado del lago, lo sacó del anzuelo, y lo puso en el muelle. Naturalmente, Jennifer corrió a ver el primer pescado. No quería tocarlo, pero estaba muy emocionada. Mientras tanto, David puso otro gusano. —Jennifer, ¿quieres un gusano? —preguntó. —No, no lo voy a hacer. David se encogió de hombros y tiró su cuerda de nuevo. Casi inmediatamente pescó otro pescado. Jennifer miró su propia caña, y después miró la caña de David. Poco a poco fue moviéndose hacia el lugar donde estaba su hermano. Supongo que pensó que los peces no tenían hambre donde había estado. Él puso otro gusano, tiró la cuerda, y pescó un tercer pez. Y mi pequeña hija empezó a llorar. —Cariño, ¿qué sucede? —Papá, ¡David tiene una caña con suerte! —Jenny, ¿estás segura de que esa es la razón? —¡Sí!

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Así, le sugerí que David probara con la caña de ella. Él puso un gusano en la caña de mala suerte de Jenny, tiró la cuerda, y en segundos tenía otro pescado. Después de unos momentos de silencio, Jennifer dijo: —¡Nunca más voy a pescar! —Jenny —dije—, ¿tú sabes cuál es el problema? —No. —Adivina lo que le gusta comer a los peces. Podría ver que su cerebro estaba trabajando. Finalmente dijo en voz baja: —Es decir, ¿a los peces les gusta comer gusanos? —Sí. ¿Por qué no pones uno en tu anzuelo? —Pero, papá, ¡mira qué lindo el anzuelo! Según ella, el anzuelo nuevo brillante debía ser suficiente para atraer y pescar peces. He pensado mucho en ese día inolvidable, no solamente porque enseñé a Jennifer a pescar, sino porque me ha dejado una lección básica acerca de cómo pescar a los hombres. Entramos confiadamente al salón de clases con nuestra Biblia grande y negra, nos paramos detrás del atril, y avisamos: «Abran sus Biblias en Ezequiel 38». Y pensamos que están ansiosos de estudiar Ezequiel 38. Imaginamos que vienen corriendo a la clase pensando, ¡Espero que hablemos hoy día de Ezequiel 38! Tratamos de pescar a los alumnos con un anzuelo sin nada. Con razón que nadie está interesado. ¡Con razón nos preguntamos a veces si vale la pena «pescar»! Jenny pensaba que el anzuelo era atractivo, y por eso pensaba que atraería a los peces. Pero estaba equivocada. Esperaba que el público en el lago fuera a ver la vida desde su punto de vista. Pero tengo algo que decirle: los peces no son atraídos a los anzuelos sin carnada. Tampoco los alumnos están interesados simplemente en el contenido seco. Si quiere tener a alumnos interesados y motivados, tiene que dejar de tirar anzuelos sin carnada en el agua. Frecuentemente estamos 273

tan enamorados de la belleza de nuestro contenido que olvidamos que nuestros alumnos lo evitarán, si no les atraemos con habilidad. «La parábola del anzuelo sin carnada» ilustra una de las raíces de la enseñanza poco efectiva: una clase estructurada y conducida para suplir las necesidades del maestro y no de los alumnos. No se puede obligar a un pez a morder el anzuelo; tampoco se puede obligar a los alumnos a aprender. Vayamos un paso más; ¿quién debería poner la carnada en el anzuelo? ¿El pez o el pescador? Por supuesto, ¡el pescador! Pero esperamos que nuestros peces sean atraídos por los anzuelos vacíos o que pongan su propia carnada en los anzuelos. Esa es la esencia de la ley de la necesidad. El maestro es responsable por ayudar a sus alumnos a buscar su contenido. Lo llamamos motivación. Si tiene alumnos que no tienen motivación, quizás la razón es que no tiene un gusano en el anzuelo. Para el fin del capítulo, entenderá cómo Cristo ponía carnada en el anzuelo para sus alumnos. Descubrirá cómo poner una carnada en el anzuelo para cualquier materia que enseñe, para que sus alumnos sean tan motivados que ¡saltarán solos a su bote!

La mentalidad de la ley de la necesidad Hay una reacción física y emocional muy particular que solamente experimentan los maestros. Cada maestro lo ha sentido por lo menos una vez; otros muchas veces. Empieza con una sensación vacía en el fondo del estómago, seguido por una debilidad en las piernas, un sonrojo en la cara, después la voz se baja, le cuesta encontrar palabras, y empieza a murmurar. Siente pánico y el maestro solamente quiere salir corriendo y escapar de los muros que parecen estar cerrándose sobre él.

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¿Qué es? Es la depresión del «¿para qué hago esto?», que comienza cuando un alumno bosteza, y después otro. Crece implacablemente cuando un alumno saca una revista para esconder entre sus libros y leer, y otro más empieza a escribir una carta de amor, cuando el maestro pensaba que estaba escribiendo apuntes con entusiasmo. Le sobrecoge cuando un alumno está mirando por la ventana, soñando con una mirada de aburrido, y otro más está imaginando un partido de fútbol, jugando con una moneda en su escritorio. Ha perdido el contacto. Ya no le escuchan. Usted simplemente está haciendo ejercicios con su mandíbula. ¿Qué puede hacer? ¿Pretender que no está pasando? ¿Echar la culpa al tiempo, a la baja inteligencia de sus alumnos, o a la hora? ¿Decidir renunciar y cambiar de trabajo? ¿O va a tomar el control de la situación y hacer algo al respecto? Ahora, cambie la película un poco, e imagine que sus alumnos están rogando que les hable, que están ansiosos de empezar la clase, que están tristes cuando termina la clase, y que están poniendo en práctica en sus vidas el contenido de su clase. «¡Está soñando!», me dice usted. «¡No conoce a mis alumnos!» Posiblemente esté pensando así ahora, pero al final del estudio de la ley de la necesidad, descubrirá unas ideas que revolucionarán su enseñanza. Pero primero, consideremos este concepto del «anzuelo vacío». La mentalidad común acerca de la motivación de los alumnos es que la motivación es problema del alumno. Si están aburridos y apáticos, es culpa de ellos. Si no quieren prestar atención, ciertamente no es culpa del maestro. La ley de la necesidad presenta la perspectiva opuesta: el maestro puede y debe formar la necesidad para lo que enseña. En otras palabras, si va a pescar, ¡ponga una carnada en el anzuelo! Para ver cómo funciona esto en la vida real, miremos al Maestro de maestros, Jesucristo.

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Cuando estudia la vida de Cristo, no puede escaparse del hecho de que Jesús se dirigía a las necesidades de sus oyentes. Buscaba suplir esas necesidades a través de dos enfoques distintos. Primero, cuando las necesidades

de

las personas

eran

obvias,

Jesús

las satisfacía

inmediatamente allí mismo. De todos los maestros que han enseñado en este mundo, Jesús era el mejor para suplir las necesidades. Segundo, cuando la gente no entendía sus necesidades, Jesús trataba de clarificar cuáles eran, y después las satisfacía. En los dos casos, Jesús enseñaba para responder a las necesidades de los alumnos, y no a pesar de ellas. El punto de partida en la enseñanza de Jesús eran las necesidades de sus alumnos, y no su contenido. Como maestros, todos enfrentamos las dos situaciones todos los días. A veces, las necesidades de los alumnos son aparentes, y podemos tratar de satisfacerlas tan pronto como sea posible. Si es la necesidad en la vida de un individuo, tratamos de ayudarle a través de conversación privada o correspondencia. Cuando todos los alumnos reflejan una necesidad en común, podemos suplir esa necesidad por medio de comentarios durante la presentación, aplicaciones especialmente apropiadas, o discusión acerca de esos temas. En general, sin embargo, la mayoría de los maestros se encuentran en la situación opuesta: tienen que enseñar una materia o una lección que no está relacionada con los intereses o necesidades de los alumnos. No están enseñando para responder a las necesidades de los alumnos, sino para responder a un programa designado. Si es así, usted está tirando un anzuelo sin carnada en el lago, y no puede esperar buena respuesta de los alumnos. Los problemas de indiferencia, falta de atención, y falta de motivación deben ser anticipados en las situaciones del salón de clases. La mayoría de maestros están preocupados y asombrados cuando descubren que sus alumnos no tienen interés ni motivación para estudiar su materia. ¿Pero por qué nos sorprende? Creo que estos sentimientos no 276

corresponden, y solamente causan presión y tensión para el maestro y para los alumnos. La gran mayoría de las clases están desconectadas de las necesidades de los alumnos, y por lo tanto siempre producen frustración, apatía y falta de motivación. Si está preocupado por estos comentarios, deténgase un momento para recordar su experiencia como alumno. ¿No se encontró frecuentemente sin interés, deseando que no tuviera que soportar un cierto curso o clase? ¿No dijo alguna vez: «Si no tuviera que tomar este curso, podría…», y nombraba muchas cosas que parecían mejor uso de su tiempo? Cuando estaba desarrollando estos conceptos, pasé mucho tiempo entrevistando a alumnos acerca de sus experiencias educacionales. La mayoría de los alumnos veían que muchos cursos, no solamente no suplían sus necesidades, sino que interferían con sus necesidades. Frecuentemente escuchaba palabras como «ese curso era una pérdida de tiempo», o «totalmente irrelevante», o «no me ayudará en nada». Recuerdo que pregunté a un grupo de veinticinco estudiantes universitarios qué porcentaje de sus clases dejarían si pudieran. La respuesta: ¡más de la mitad! Esta es la médula del problema educacional en las salas. En vez de enseñar como respuesta a las necesidades de los alumnos, frecuentemente enseñamos a pesar de sus necesidades. ¿Qué debemos hacer? La respuesta está en el ejemplo de nuestro Maestro de maestros. Enfrentaba este mismo problema, y su infinita sabiduría proveyó una solución fresca. Y lo maravilloso es que su método puede ser reproducido por cualquier maestro que quiere servir a los alumnos, satisfaciendo sus necesidades. El método de cinco pasos de Jesús es transferible a cualquier maestro; funciona en la vida de maestros en todo el mundo que están comprometidos a enseñar como Cristo. Cuando lo hacen, los alumnos están aun más entusiasmados

que

los

maestros. 277

Las

clases

se

convierten

en

increíblemente importantes y relevantes. Llega a ser vital para sus necesidades. ¿Cómo? El maestro aplica los cinco pasos que Jesús usaba para despertar la necesidad en el corazón de los alumnos. Los alumnos responden como los discípulos de Jesús, y la motivación y el entusiasmo crecen. Los alumnos están tan motivados que sacan la enseñanza del maestro. Si esta visión de una clase le atrae, entonces quédese con nosotros mientras le equipamos para aumentar la motivación de los alumnos por medio de la ley de la necesidad. Al comenzar, vea si puede discernir las cinco etapas de la mujer samaritana en Juan 4:5–30. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (vv. 5–7)

Esa era una clase del Maestro de maestros —una mujer que llegó al pozo para buscar agua. Tuvo que ir. Hacía calor, ella tenía sed, y necesitaba agua. Estaba totalmente indiferente al hombre que estaba descansando allí. Es parecida a nuestra situación. Nuestros alumnos vienen porque tienen que venir. ¡Y la mayoría ni siquiera está consciente de que tienen sed! Pero Jesús aprovecha la situación. Sabía que para enseñar, uno tiene que hacer que el alumno aprenda. Fíjese que Jesús asumió la responsabilidad de causar el deseo de aprender, el interés en entender la lección.

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El modelo de la ley de la necesidad

Paso 1: Captar la atención La primera cosa que hace Cristo es «captar la atención». La mujer vino al pozo, absorbida en sus propios pensamientos, buscando lograr su propio propósito. Entonces de improviso este hombre desconocido dice: «Dame de beber». Aunque es difícil para nosotros entender por qué, su comentario realmente le sorprendió. No lo esperaba. Después de todo, en esa cultura, un rabino judío nunca hablaría con una mujer samaritana en público. No es sorprendente solamente porque le pidió agua, sino porque le habló. Las palabras de Jesús captaron la atención inmediatamente. El maestro sabía que sus acciones provocarían interés inmediato, y ese era su propósito. Cuando usted enseña, siga Sus pasos, captando inmediatamente la atención de sus alumnos. Ocupe una frase provocativa, un minidrama, un chiste, una pregunta que les hace pensar, o incluso un momento de silencio puede captar la atención de sus alumnos. Recuerde, sus alumnos entran al salón con su atención dividida entre muchas cosas. Es su trabajo reposeerla. Probablemente la tuvo en su última clase, pero desde entonces, ha estado en cualquier cosa. Al empezar la clase, tome el control de la atención de sus alumnos. ¡Agárrela! ¡Quítesela 279

de lo que la tiene cautiva en el momento que comienza la clase! Si no tiene su atención, nunca llegará a ellos con su contenido. Tener la atención de los alumnos es el primer requisito universal del aprendizaje. La atención es maravillosa. Es inmediatamente atraída al estímulo presente más vívido. Por lo tanto, para captar la atención de su alumno, solamente tiene que superar el estímulo que capta su atención ahora. Ya que la mayoría de los alumnos entra a la sala con un bajo nivel de estímulos, normalmente es fácil superar ese estímulo. Si es difícil captar su atención, es porque el estímulo actual es más fuerte que el suyo. ¡Así que debe hacer el suyo más fuerte! Usted «capta la atención» de sus alumnos y la logra «cautivar» cuando ellos se desconectan de la fuente actual de su atención e interés. ¿Qué es esto? Si usted puede hacer que enfoquen sus ojos y sus oídos, también sus mentes cambiarán de enfoque. Por unos segundos breves, los tiene. Pero es imposible mantener su atención mucho tiempo, si no se mueve al segundo de los cinco pasos de fomentar la necesidad.

Paso 2: Crear la curiosidad El período de prestar la atención vuela rápidamente. Tenemos que movernos hacia el estímulo más llamativo que engancha más que la atención temporal del alumno. Este segundo paso llega a «crear la curiosidad» de tal manera que disminuye la dependencia de los estímulos externos de vista, sonido, olfato, tacto, o gusto. Jesús crea curiosidad en la mujer de una manera muy instructiva, hasta que ella pide a su maestro: «Cuénteme más». La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (v. 9)

Fíjese cómo Jesús contesta. ¿Él dice algo que esperaríamos, como: «Bueno, tengo sed y no tengo nada para sacar el agua?» No, ni siquiera

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contesta la pregunta. Simplemente continúa formando un sentido de necesidad. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. (v. 10)

Trate de ponerse en el lugar de la mujer por un momento. La respuesta de Jesús tiene que haber despertado su curiosidad. «¿De qué don está hablando? ¿Dónde está? ¿Cómo lo puedo conseguir? ¿Cuánto vale? ¿Quién es este hombre? ¿Por qué es tan importante? ¿Qué es «agua viva»?» Mire cómo Jesús enseñaba a su alumno. Mire cómo puso la carnada en el anzuelo de su curiosidad. Incluso, puso carnada no solamente en un anzuelo, ni en dos, ¡sino en tres! ¿Los ve? Carnada 1: El don de Dios

«Si conocieras el don de Dios»

Carnada 2: Su identidad

«y quién es el que te dice»

Carnada 3: Agua viva

«él te daría agua viva».

¿Sabía Jesús que ella no conocía la respuesta para estas preguntas? ¿Estaba tratando de enganchar su mente a propósito? ¿Estaría Jesús planificando el proceso de aprendizaje? Si es así, entonces ¿qué implicaciones tiene Su método para el desarrollo de su propio método? La última vez que enseñó, ¿cómo creó curiosidad entre los alumnos? ¿O simplemente empezó la lección? Empezar la lección sin nada para captar la atención es como tirar un anzuelo en el agua sin carnada. Jesús sabía eso, y decidió tirar tres anzuelos con distintas carnadas. ¿Era complicado esto? No. Era una sola oración. ¿Tomó mucho tiempo? No. Eran unos pocos segundos. ¿Por qué tres anzuelos? Como los distintos peces son atraídos por distintas carnadas, los mejores maestros frecuentemente ponen carnada en más de un anzuelo.

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¿Cuántos de estos anzuelos mordió la mujer? Ella mordió los tres, pero en el orden inverso. Carnada 3: Agua viva La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?» (v. 11) Carnada 2: Su identidad «¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob.…?» En el griego original, esta pregunta espera una respuesta negativa de parte de Jesús. Ella no podía imaginar a nadie mayor que Jacob. Carnada 1: El don de Dios Ella menciona el don de Jacob —«…que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos, y sus ganados?» Indirectamente, ella estaba preguntando: «¿Cuál es este don que usted va a dar? ¿Acaso será mejor que el don de este pozo que nos dio Jacob?» Este es un ejemplo increíble de cómo Cristo enseña a una de sus alumnas. Él poseía un conocimiento sin límite, sabiduría infinita, y amor perfecto para su alumna, pero usa un acercamiento cuidadoso y planificado. Crea curiosidad en ella para que busque y desee más información. Ahora toma la curiosidad de la mujer y la lleva hacia asuntos más profundos con los cuales ella se puede identificar inmediatamente.

Paso 3: Considerar la necesidad sentida La mujer todavía no está sintonizada con la lección verdadera que Jesús piensa enseñarle. Sabiendo eso, él sigue alimentando su sentido de necesidad. Es la responsabilidad del maestro enfocar la atención del alumno en el contenido de la clase. ¿Cómo lo hizo Jesús? Decidió «considerar la necesidad sentida» de la mujer, y la llevó a «considerar» los asuntos con más seriedad hasta que ella sintiera, «¡Yo quiero esto!» Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el

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agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna (vv. 13, 14).

Los dos primeros pasos son simplemente preparación para este tercer paso. El maestro debe vincular la curiosidad del alumno con los asuntos que toquen sus necesidades sentidas lo más rápido y fácilmente posible. Jesús sabía que el agua y la sed eran lo más importante en la mente de su alumna, así que empezó allí. El mejor punto de partida para toda enseñanza es la necesidad sentida de los alumnos. Lo que ellos sienten y piensan es el mejor trampolín para comenzar nuestras lecciones. Jesús sabía que ella daría cualquier cosa para evitar salir en el calor para buscar agua todos los días. Su carnada, «no tendrá sed jamás», y «será en él una fuente de agua», hacían que ella sintiera: «¡Quiero esto!» Cuanto más cerca esté a las necesidades sentidas de los alumnos, más fácil será estimular su interés. Los mejores maestros, entonces, siempre están investigando a sus alumnos para entender qué les sucede en ese momento. Ellos observan el lenguaje corporal y sintonizan sus oídos a las conversaciones antes y después de la clase. Los maestros eficaces se han entretejido con la tela de la vida de sus alumnos, y ellos sienten instintivamente qué les sucede. Su introducción debe hábilmente hacer un vínculo entre la lección y sus intereses existentes. No es necesario aumentar su interés, sino involucrar su interés. Para ver otro ejemplo de este vínculo importante, observe cómo Cristo siguió este mismo procedimiento con Nicodemo en el capítulo anterior de Juan. ¡Qué alivio darse cuenta de que no tiene que fabricar interés —sino solamente descubrirlo y cooperar con él. Recuerde, los estudiantes siempre entran al salón de clases interesados en algo. El próximo paso es el desafío más grande. ¿Cómo puede guiar a sus alumnos hacia el tema que ha preparado?

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Paso 4: Comprender la necesidad verdadera Es obvio que Jesús quiere compartir con la mujer el don de la salvación de sus pecados —pero ella está lejos de sentir su pecado y su necesidad de ese don. Ella no fue al pozo reflexionando sobre su situación desesperada y su necesidad de un Salvador. Su maestro estaba consciente de esto, y por lo tanto continuó el proceso de despertar la necesidad. Jesús está tan decidido a despertar la necesidad que otra vez no contesta sus preguntas acerca del agua milagrosa que había mencionado. Al contrario, cambia el tema (¡en la mente de ella, no de él!) y le dice: «Vé, llama a tu marido, y ven acá» (v. 16).

¿Qué tiene que ver con su sed? Nada. Y sin embargo, todo. Jesús quería que tuviera sed en un nivel mucho más profundo, no solamente el nivel sentido. Ahora observe lo que sucede. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad (vv. 17, 18).

Jesús no la condenó. Incluso, le felicitó por su honestidad. Entonces se detuvo para ver si seguía acercándose el pez. Y se acercó. ¡Incluso, ella tiró su propia carnada! Está motivada a aprender más. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. (vv. 19–20)

Ella quería aprender más acerca de cómo adorar a Dios, y le pide a Jesús indirectamente que siga comentando. Él le había animado por sus preguntas, y ahora él puede «comprender la necesidad verdadera». Este es la «cumbre» del despertar de la necesidad, en la que guía al alumno a sentir, «!Necesito esto¡»

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Paso 5: Curar la necesidad verdadera Una vez que los alumnos estén conscientes de sus necesidades verdaderas debe proceder a «curar la necesidad verdadera» con el «contenido». Cuando los alumnos están tan motivados por sus necesidades verdaderas, ¿luchará con alumnos desinteresados? ¿Tendrá que luchar con su apatía? ¡De ninguna manera! ¡Estarán entusiasmados! Que dirán: ¡Lo tengo! ¡Por fin «obtuve lo que quería»! Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. (vv. 26)

Jesús esperó hasta que su alumna hiciera la pregunta apropiada. Los maestros son más eficaces cuando siguen este mismo esquema. En vez de empezar la clase con nuestro contenido, debemos crear hambre del contenido. Desgraciadamente, la mayoría de los maestros ve este paso de despertar la necesidad como algo innecesario —una pérdida de tiempo valioso. Si no es necesario despertar la necesidad, entonces ¿por qué el Maestro de maestros pasó un porcentaje tan grande de su tiempo haciendo a sus alumnos conscientes de su necesidad? En este caso, Jesús dedicó más tiempo para crear la necesidad que para enseñar la lección misma. Así fue un ejemplo de una mentalidad muy distinta de la enseñanza y la predicación actual. Consideró la concienciación de la necesidad la primera parte de la lección, en vez de considerarla como una parte agregada innecesaria. Crear la necesidad es como poner la carnada en el anzuelo — el primer paso para todos los que deseen pescar un pez. Retrocedamos un momento para repasar lo que hizo Jesús. ¿Cuál fue su mentalidad a través de todo el proceso? Mientras observamos al Maestro trabajando, ¿qué podemos aprender acerca de la actitud del corazón que se necesita para satisfacer las necesidades y pescar bien?

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Primero, fíjese que Jesús llegó a ella en su propio terreno. Él estaba sentado al lado del pozo, la mujer se acercó, y él le pidió agua. Jesús hizo un contacto con ella en una manera natural, en un ambiente conocido por ella, y tocó un tema que ya le interesaba. Esto refleja el primer aspecto de la mentalidad de la ley de la necesidad: es esencial que el maestro comience con el marco de referencia de los alumnos. Para curar sus necesidades, usted debe unirse primero en su terreno. Segundo, el Señor asumió la responsabilidad para ganar su atención y discutir sus necesidades. Mientras progresaba la conversación, ella llegó a participar activamente. Pero Jesús era claramente el agente responsable por causar su aprendizaje. Con sus preguntas y sus comentarios, Él se aseguró de que su reunión no fuera un intercambio casual. Este es el segundo ingrediente de la mentalidad de la ley de la necesidad: el maestro debe asumir la responsabilidad por dirigirse a las necesidades de los alumnos. Satisfacer las necesidades no sucede accidentalmente. Si Jesús no hubiera sentido la responsabilidad por este encuentro con la mujer, asegurándose de terminar satisfaciendo sus necesidades, ella se habría ido tan necesitada como antes de venir. Lo mismo es válido para nuestras clases. Si no asumimos la responsabilidad por suplir las necesidades de los alumnos, seguirán sin solución. Esto nos lleva al último, y quizás el más importante ingrediente de la mentalidad de la ley de la necesidad. Cuando Jesús habló con la mujer acerca de sus maridos, podría haber dicho cosas acerca de su pasado que le habrían aplastado. Pero no lo hizo. Él la trató con gentileza y con gracia. Ese es el tercer aspecto: Diríjase a las necesidades de sus alumnos con gentileza y con sensibilidad. Jesús sabía que las necesidades verdaderas no surgen a la superficie fácilmente. Cuando finalmente surgen, a veces la persona es sensible, y a veces le duele emocionalmente. Es como un niño que corre a su madre 286

después de caerse y lastimarse. Necesita que limpie la herida, pero cuando la madre empieza a curarla, él se aleja. Para poder curar su necesidad, ella tiene que usar gentileza y sensibilidad. Cuando empieza a dirigirse a las necesidades verdaderas de los alumnos, no debe sorprenderse de que haya algunas heridas abiertas y sensibles. Como maestro quien desea curar las necesidades verdaderas de sus alumnos, debe ser cuidadoso. Cuando llegue a tener más habilidad para hacer surgir las necesidades verdaderas de sus alumnos y curarlas, el último problema que tendrá es la motivación. Incluso, ¡de vez en cuando, los peces saltarán solos a su bote! ¡Y su mejor anécdota de la pesca no tendrá que ser acerca del pez grande que escapó!

Las máximas de la ley de la necesidad Máxima 1: La creación de la necesidad es la responsabilidad del maestro «Un maestro excelente no simplemente imparte conocimiento a sus alumnos», dijo un maestro ejemplar, «sino despierta su interés y les produce el deseo de buscar el conocimiento por sí mismos. Es una bujía, no una manguera de gasolina». Todos los maestros ejemplares entienden este secreto de ser responsables por despertar en el alumno el interés, antes de enseñar su contenido. Planifican, a propósito, generar el entusiasmo. Inspiran y atraen a sus alumnos. Como Jesús lo hizo con la mujer samaritana, atraen a sus alumnos hacia algo que desean tener. Los guían paso a paso, hasta que estén involucrados en la lección — ¡felices que por fin tienen lo que realmente querían! Desdichadamente, la mayoría de los alumnos nunca disfruta de enseñanza de este tipo. Sus profesores entran a la clase y proceden 287

inmediatamente a dictar sobre la materia del día, sin ningún interés en las necesidades de los alumnos o en tener su atención. Cuando los alumnos están distraídos o aburridos, deben soportar la crítica del maestro, por que no prestaron atención. Finalmente, cuando el aburrimiento de los alumnos se convierte en conducta desordenada, los maestros se enojan y gritan a los alumnos, mostrando su autoridad y su poder. Después de todo, es responsabilidad del alumno prestar atención, ¿no? ¡Tal como es la responsabilidad de un pez poner la carnada en el anzuelo! (Imagine al pescador gritando al pez por no morder el anzuelo cuando no tiene ninguna carnada.) ¿Aceptará usted esta responsabilidad por poner una carnada cada vez que enseña? Ningún pez ha puesto su propia carnada —¡y nunca lo harán! La falta de atención de parte de los alumnos es simplemente su manera de decirle a usted: «¡Necesita una carnada fresca!» Nunca más debe enojarse cuando sus alumnos no están prestando atención. Nunca debe dirigir su frustración hacia ellos por no morder su materia. Al contrario, debe dedicarse a ganar su atención de nuevo. Quite su propia atención del bosquejo y diríjala a los alumnos. Ellos necesitan otra táctica, otro enfoque, nuevos estímulos o incentivos. Un anzuelo vacío produce aburrimiento; un anzuelo con una carnada produce motivación. Ya que Dios hizo al hombre de tal manera que tiene que sentir una necesidad para prestar atención y aprender, debemos tragar el orgullo y empezar a cooperar con él. Si en su enseñanza, Jesús usó el método de despertar el sentido de necesidad, debemos destruir nuestra independencia y seguirlo. Cuando lo hacemos, recibimos la bendición de Dios, y disfrutamos de los alumnos. Tome ese anzuelo, como mi hija tuvo que hacerlo, y coloque una carnada en él.

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Máxima 2: La satisfacción de la necesidad es el llamado principal del maestro La primera máxima tenía que ver con la creación de la necesidad antes de enseñar; esta segunda máxima tiene que ver con satisfacer las necesidades que ya existen en sus alumnos cuando enseña. Jesús enseñó a la mujer samaritana de una manera que ella sentía la necesidad de buscar más y más verdad de él, antes de guiarla al punto de satisfacer su verdadera necesidad. De todas las máximas, esta es la más difícil de comunicar —y hay más oposición en contra de ella de parte de los que enseñan y predican. Pero he visto increíbles cambios en los maestros y los pastores que han experimentado la verdad liberadora de esta máxima. Escuche esta conversación que tuve con un pastor en una conferencia reciente: —Mi iglesia no está bien. La asistencia llegó a su máximo hace más de un año, y ha estado bajando rápidamente en los últimos seis meses. ¿Cuál piensa que es el problema? —Quizás el problema sea con el pastor. —¿Qué? Usted piensa que yo podría ser el problema? ¡Ni me conoce! —Bueno, usted es el pastor de las ovejas, ¿verdad? Usted me ha dicho que el rebaño no está bien; que las ovejas se van, y que no están pariendo ovejitas como antes. Cuando eso sucede, inevitablemente es la culpa del pastor, porque la condición del rebaño es su responsabilidad. ¿Qué piensa que puede ser el problema? —No sé. La gente simplemente no quiere escuchar buena enseñanza bíblica ahora. La televisión ha echado a perder todo. La gente quiere ser entretenida, ¡y yo no voy a rebajarme a entretenerlos! —¿De qué está predicando estos días? —Estoy predicando de Gálatas, ¡y me gusta mucho! Estoy predicando versículo por versículo, incluso palabra por palabra. Siempre he querido 289

hacer esto. Estoy enseñándoles detalles del griego. Estoy mostrando cosas profundas, muy profundas. —¿De veras? ¿Hace cuánto tiempo que está predicando de Gálatas? —Dos años y medio, y estoy recién empezando el capítulo dos. —¿Y le gusta mucho? —Sí, me encanta, pero la asistencia está bajando. —¿Por qué será? Permítame hacerle otra pregunta. ¿Cuál es el tema especial de Gálatas? —El tema es que la salvación no es por obras. —Pastor —continué—, ¿cuántas personas de su congregación piensan que son salvas por obras? —Ninguna, que yo sepa. —Entonces ¿por qué está pasando dos años diciéndoles algo que ya saben? ¿Por qué está enseñando Gálatas? —¡Porque siempre he querido enseñar Gálatas! ¿No ve el error en el pensamiento de este hombre? Trágicamente, piensa que su deseo de predicar Gálatas es el factor determinante en la decisión de lo que debe predicar. Está enfocado en sí mismo y no en sus alumnos. Está enfocado en lo que él quiere, y no en lo que ellos necesitan. Debe ganar el premio por el «pescador sin carnada». Muchas veces he tenido conversaciones similares en todo el país. Maestros y predicadores piensan que su llamado principal es explicar la verdad. El único problema es que la verdad no tiene necesidades. La Biblia no tiene una necesidad de ser predicada o enseñada. Solamente las personas tienen necesidades. El llamado del pastor es satisfacer las necesidades de sus ovejas; el llamado del predicador o maestro es satisfacer las necesidades de sus alumnos. Si pudiéramos entrevistar a las ovejas de este pastor, encontraríamos que se van por una razón legítima. Han perdido la esperanza de que su pastor vaya a predicar acerca de sus verdaderas necesidades. Así que se 290

van para buscar a un pastor que lo hará, mientras su pastor, en su arrogancia, les echa la culpa por no responder bien a su predicación irrelevante. ¿Cómo podemos caer en una trampa tan profunda? ¿Cómo podemos confundirnos tanto acerca del propósito de la enseñanza? Permítame imaginar otra ilustración: Digamos que uno de sus alumnos le llama en la noche, con la voz temblorosa, y le pide consejo porque su matrimonio está destruyéndose. Pregunta si ella y su marido pudieran ir a su casa. Usted dice que sí, que vengan inmediatamente. Usted ha estado estudiando el tabernáculo toda la semana, y está preparado para hablar de ese tema. Cuando llegan, usted busca su Biblia y encuentra un pasaje en Éxodo, y empieza a describir todas las partes del tabernáculo —el altar, el lavacro, el lugar santísimo. Está tan entusiasmado que comparte con ellos todo lo que ha aprendido. De vez en cuando usted mira a ellos, y ve sus caras perplejas. Pero esta materia es tan buena. Después de todo, usted está explicando la Palabra de Dios —y la Palabra de Dios es poderosa y no volverá vacía. Usted sigue dictando su clase, dibujando las partes del tabernáculo en una hoja. Pero en medio de la mejor parte —cuando está haciendo una exégesis del significado de los distintos colores de las cubiertas del tabernáculo—el hombre se para, y con las venas de su cuello por explotar, grita: «¿De qué está hablando? ¿Cómo se supone que me va a ayudar con mi matrimonio todo esto?» Sale enojado, y su esposa lo mira a usted con incredulidad, y sale corriendo detrás de su marido. Usted no lo puede creer. Se fueron. ¡Y usted estaba enseñando la Biblia tan bien! ¿Cómo pueden salir justo cuando estaba enseñando cosas tan profundas acerca del tabernáculo?

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Usted sacude la cabeza. ¡Gente estúpida! La gente ya no quiere escuchar nada de la Biblia. No quieren comer «carne». Solamente quieren tomar leche. Usted nunca ve al matrimonio de nuevo. Su secretaria le dice que el marido ha pedido el divorcio, y la esposa empezó a asistir otra iglesia. Pero usted conoce al pastor de esa iglesia, y sabe que no está comprometido con la enseñanza de la Palabra como usted. Esta historia es ridícula, ¿verdad? Es patética. Es patética porque se repite todas las semanas en cientos de iglesias y cientos de escuelas. Los alumnos entran al salón de clases con problemas matrimoniales, problemas severos con sus hijos, problemas de sus finanzas que están a punto de quebrar, y allí estamos parados, preparados. Estamos listos. «Busquen en el libro de Éxodo, por favor. Quiero compartir algunas ideas nuevas acerca del tabernáculo…» ¿Suena familiar? Créame, yo hablo acerca de esto con maestros y pastores en todo el mundo, por tanto, yo sé que es muy común. Hemos tergiversado nuestro concepto del llamado del maestro y predicador. Hemos separado el mensaje de las personas que reciben el beneficio de nuestro ministerio. Pensamos que hemos cumplido nuestro llamado cuando enseñamos lo que dice la Biblia. Pero solamente cumplimos nuestro llamado cuando aplicamos la enseñanza bíblica a las necesidades de la gente. ¿Cree que ese pastor que trató de aconsejar a la pareja con problemas matrimoniales con una explicación del tabernáculo estaba cumpliendo su llamado? ¡Obviamente que no! ¿Por qué es tan claro eso en la oficina de consejería, pero no tanto en el salón de clases? Mi colega, maestro o predicador, es claro en el salón — para el público, no para el comunicador. La decepción es profunda y amplia. Y según mi experiencia, es emocionalmente explosiva.

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Los maestros sienten que no es su responsabilidad satisfacer las necesidades de sus alumnos cuando enseñan. Los pastores piensan que no es su responsabilidad satisfacer las necesidades de sus alumnos cuando predican. De alguna manera, los comunicadores piensan que su responsabilidad es solamente enseñar el contenido. ¿Pero para qué? ¿Y para quién? Si nuestro contenido debe ayudar al público, entonces ¿no debemos poner el énfasis en lo que ellos necesitan para vivir en obediencia al Señor? Ya que la Biblia es inspirada, pensamos que cada parte es igualmente importante para nuestro público. ¡Pero no lo es! Si decimos que algunas partes no son tan importantes para predicar o enseñar, sentimos por alguna razón que estamos diciendo que la Biblia no es inspirada o autoritativa o inerrante. No estamos diciendo eso. Si usted no está de acuerdo, le desafío a ser auténtico con su convicción. ¡Seamos consecuentes! Veamos si nuestras nociones resisten la prueba. Empecemos la próxima semana una nueva serie para enseñar o predicar sobre los siguientes seis versículos, palabra por palabra —usando dos o tres versículos para cada lección: Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la cual también dio a luz a Maquir padre de Galaad. Y Maquir tomó mujer de Hupim y Supim, cuya hermana tuvo por nombre Maaca; y el nombre del segundo fue Zelofehad. Y Zelofehad tuvo hijas. Y Maaca mujer de Maquir dio a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, cuyos hijos fueron Ulam y Requem. Hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. Y su hermana Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala, Y los hijos de Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam. (1 Crónicas 7:14–19)

Estos son solamente seis versículos de un capítulo —¡y en los primeros nueve capítulos de 1 Crónicas, hay más de cuatrocientos versículos adicionales iguales que estos!

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Ahora pensemos en nuestro amigo, el pastor que pasó dos años predicando el primer capítulo de Gálatas, un promedio de cuatro semanas por versículo. Ya que toda la Biblia es igualmente inspirada, debemos pasar el mismo tiempo en cada versículo. Los seis versículos de 1 Crónicas tomarían veinticuatro semanas, o seis meses de predicación. De esta manera, ¡todavía estaría predicando en 1 Crónicas 1–9 después de ochocientas semanas, o más de quince años! Espero que usted esté sonriendo, porque la ilustración es totalmente ridícula. Si alguien predicara sobre estas genealogías durante quince años, el Espíritu de Dios no podría seguir bendiciéndolo. ¿Por qué la verdad que se ilustra con este ejemplo es tan fácil de aceptar, pero el principio que estamos presentando es tan difícil de aceptar? ¿Por qué ni pensamos predicar quince años sobre estos versículos? Porque no son relevantes a las necesidades verdaderas que está enfrentando la gente hoy. Porque no ayudan a nuestra congregación. ¡Porque todos se irían! ¡Ese es el punto! Ya que admitimos fácilmente que seleccionamos los pasajes que enseñamos —no estamos planificando ninguna serie sobre 1 Crónicas 1– 9— quiero animarle a tener más cuidado en la selección. Sea consecuente con su convicción de que no toda la Biblia debe ser enseñada igualmente a toda la gente. ¿Enseñaría Romanos 9–11 a niños de cinco años de edad? ¿Enseñaría Ezequiel 40–48 a los nuevos creyentes? Por supuesto que no. No son las porciones correctas para esas personas. ¿No ve que usted es selectivo? Esta máxima no está tratando de convencerle a seleccionar; está tratando de ayudarle a seleccionar con más cuidado. Ya que es sabio seleccionar, ¿no sería aun más sabio seleccionar con más cuidado? ¿No ayudaría a su ministerio aprender a seleccionar el mensaje correcto en ese momento para el público? 294

Tome un momento, como yo he hecho, para preguntar a cualquier persona que está sentada en la banca de la iglesia o en la escuela: «¿Siente usted que la mayor parte de la predicación y la enseñanza hoy es relevante a sus necesidades?» Menos de veinte por ciento de los que pregunté dijo que sí. El otro ochenta por ciento sintió como si hubiéramos estado enseñando 1 Crónicas 1–9. Pero echamos la culpa a los alumnos por no prestar atención. Culpamos a nuestras congregaciones por no querer escuchar «buena predicación». En realidad, están rogando buena predicación. Están pidiendo predicación que es buena —¡para ellos! Quieren algo que satisfaga sus necesidades. Aunque lo no crea, la Biblia no tiene necesidad de ser enseñada. Solamente las personas tienen la necesidad de recibir la enseñanza, y es su necesidad la que debe determinar nuestro programa de enseñanza y predicación. Si usted percibe que tengo un profundo sentir acerca de esto, tiene razón. Como he estado escuchando comentarios en todo el país, estoy consciente de la frustración general que existe entre los alumnos. El maestro está alejado de ellos, enseñando algo que es inútil para sus vidas —y no se le ocurre que en ese momento él también es inútil para sus alumnos. El predicador está alejado de su gente, predicando algo irrelevante para su congregación, y no se da cuenta de que la asistencia baja es prueba de que ha fallado tantas veces que sus ovejas se han ido a buscar prados más verdes. Tenían hambre, y fueron a buscar alimento. Tenemos que abrir nuestros ojos, abrir nuestros corazones, abrir nuestros oídos, al mandato de Jesús para todos los que enseñamos y predicamos: «¡Alimenta mis ovejas!» Cuando obedezca ese mandato, las ovejas se quedan, crecen, y paren ovejitas. Su clase crece. Se corre la voz que hay buenos prados para los que tienen hambre. Satisfacer las necesidades verdaderas es el llamado principal del maestro. Si pudiéramos entender y aplicar solamente este principio, 295

nuestras clases serían muy distintas. Serían relevantes. Según los que nos escuchan, la mayoría de las lecciones no son relevantes; no son apropiadas, no calzan, no son pertinentes, ni aplicables. No satisfacen las necesidades de los alumnos. Muchos maestros piensan: «Es mi responsabilidad enseñar la Palabra de Dios, y es la responsabilidad de Dios hacerla relevante. No es nuestra preocupación si el tema que hemos seleccionado es irrelevante, es preocupación de Dios. Elija cualquier pasaje y predíquelo. Elija cualquier pasaje y enséñelo. De alguna manera, Dios lo arreglará». ¿Cuál es el punto de partida correcta para predicar y enseñar? La mayoría diría que la Biblia es el punto de partida —predíquelo y será relevante. Comience con el contenido y de alguna manera ayudará a los alumnos. El orden es: primero el contenido, en segundo lugar la necesidad. ¡Pero este orden está al revés! Solamente predicar un pasaje, esperando que satisfaga necesidades es como el pastor que sube el púlpito y abre la Biblia al azar en alguna página, confiando en Dios para hablar a la gente por medio del pasaje donde sea que se abra. ¿Cuántos de nosotros aprobamos ese método? ¿Será correcto nuestro pensamiento tradicional acerca de la selección del tema? ¿Jesús empezó con su contenido, para después buscar a alguien que le escuchara? ¿O empezó con las necesidades de la gente, para después enseñar la verdad relacionada con ellas? Casi sin excepción, Jesús enseñó para responder a la necesidad aparente o escondida de Su público. Jesús empezó con su necesidad. ¿El apóstol Pablo escribió las cartas del Nuevo Testamento solamente porque tenía cosas interesantes que decir? ¿Escribió porque quería enseñar una doctrina? ¡De ninguna manera! Pablo escribió una y otra carta para responder a las necesidades de una congregación o alguna persona (o personas). Primero, la necesidad, después el contenido; primero el problema, después la proclamación. No solamente Pablo y Jesús 296

empezaron con las necesidades de sus seguidores, sino también el resto de los apóstoles. Mire a Pedro o Santiago o Juan o Lucas. Ellos sabían que la única razón de su ministerio era las necesidades de sus seguidores. Cuando veían una necesidad, esa necesidad determinó su programa. Nunca venían con un programa, esperando que satisficiera una necesidad. Sabían que el paso más importante en la preparación de una lección es la selección correcta de la materia. Ellos no separaban las dos cosas. Pero nosotros tratamos de separarlas. ¿Cómo podemos separar la selección de la materia de la preparación del pasaje? ¿Cómo podemos estar tan decididos a preparar bien nuestro contenido, cuando seleccionamos mal nuestro contenido? ¿No será que la materia mal seleccionada, aunque sea perfectamente preparada, es el mensaje equivocado para la gente? Si mi paciente está muriendo de una enfermedad rara del riñón, y yo le opero con mucha habilidad, removiendo su vejiga, ¿le he ayudado? Dios nos ha dado discernimiento y sabiduría para elegir el contenido apropiado para la clase. Por lo tanto, seleccione con mucho cuidado el contenido. Seleccione un tema que calce, que sea pertinente, que sea adecuado, que sea aplicable a su público —algo que ellos describirían como eminentemente relevante. (El próximo capítulo le mostrará cómo seleccionar el tema que impactará a sus alumnos cada vez que enseñe.) ¿Cuál es nuestro llamado, nuestra tarea? Satisfacer las necesidades de los alumnos es el llamado principal del maestro.

Máxima 3: La creación de la necesidad es el método principal del maestro para motivar a los alumnos En las clases y en las iglesias en todos los lugares, se lucha con el problema de la motivación. ¿Cómo conquistamos la indiferencia, y cómo eliminamos el aburrimiento del salón? ¿Cuál es el secreto de la motivación?

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La clave de la motivación es crear una necesidad. El maestro que motiva es el maestro que crea la necesidad. Si esa necesidad es apropiada, entonces automáticamente incentiva a los alumnos a actuar. Cuando el aburrimiento, la apatía, y el desinterés dominan en el salón, es culpa del maestro. El maestro no ha hecho su trabajo de «crear la necesidad» en sus alumnos. ¿Es difícil crear la necesidad? ¿Toma mucho tiempo? En la mayoría de los casos, toma menos de dos minutos. Tomó a Jesús 116 palabras con la mujer samaritana —un poco más de cien palabras para motivarla a buscar a su Salvador. Imite a Cristo. Utilice sus palabras para crear la necesidad. Sea extravagante, si desea, utilizando dos veces más palabras que Cristo —y así le tomará solamente cuatro minutos. Si quiere pescar un pescado, tiene que poner una carnada en el anzuelo. Si quiere motivar a sus alumnos, cree la necesidad.

Máxima 4: La necesidad motiva en la medida que es sentida por el alumno Esta es la segunda mitad del secreto de cómo los maestros ejemplares motivan a sus alumnos. Saben que la necesidad es sentida en primer lugar. Cuando pretende servir a sus alumnos por medio del descubrimiento de su necesidad, recuerde que debe tocar sus sentimientos. Deben ser movidos para ser motivados. Cuando crea la necesidad, debe crearla de tal manera que se sienta la necesidad. Debe crear la necesidad desde lo inconsciente hasta lo consciente. Debe crear y crear hasta que la necesidad rompa en la conciencia de los alumnos. Cuando crea la necesidad, está sacándola afuera.

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Una de las leyes universales de toda comunicación es que cuanto más profundamente el alumno sienta la necesidad, más se sentirá motivado a aprender —y al final, más aprenderá. El primer paso debe ser el de prender el fuego en el corazón del alumno. Debe tener el deseo de aprender. Debe sentir un anhelo intenso de aprender. Esos sentimientos deben ser estimulados por el maestro para el alumno, antes de revelar el contenido. Deje que los alumnos persigan su contenido, tal como lo hizo Jesús con la mujer samaritana. ¿No sería increíble poder crear tanta hambre por aprender, que sus alumnos saquen la lección de usted, en vez de tratar de forzarla? Los maestros ejemplares saben cómo motivar a cualquier público en cualquier momento sobre cualquier tema. ¿Cómo pueden hacerlo? Ellos conocen los siete factores de motivación que se presentan en el próximo capítulo, y las utilizan con mucha habilidad. ¿Cuántos conoce usted? ¿Puede nombrarlos? ¿Sabe usarlos? ¿O ha decidido que la motivación de los alumnos es algo que sucede por casualidad? Tiene que esperar para ver qué pasa. ¿Ha decidido que usted no tiene el carisma o la personalidad para motivar a sus alumnos? Espero que no haya decidido ninguna de las dos cosas, porque ninguna es verdad. La verdad es que estos factores universales de motivación funcionan con todos, todo el tiempo. Yo tenía un par de profesores en la universidad que los usaban consistentemente cuando enseñaban. Sus salas estaban llenas de alumnos. En cada sesión, nos motivaban de una manera increíble. Algunos de sus alumnos —quizás el ochenta por ciento que dice que sus clases son aburridas— están esperando y orando que usted descubra esos factores universales de motivación. Pero quizás usted sea la excepción. Posiblemente sus alumnos dirían lo opuesto acerca de sus clases. Si es así, entonces usted no necesita leer 299

más. Deje estos factores para leer cuando no tiene nada que hacer. Pero para los que quieren saber cómo «incentivar» a sus alumnos, explicaré esos factores en la sección de los maximizadores de la ley de la necesidad.

Máxima 5: La creación de la necesidad siempre precede nuevas unidades de contenido Carl F. H. Henry, uno de los grandes eruditos de nuestros días, una vez dijo: «Tenía un profesor de filosofía muy bueno, que rehusaba dar respuestas hasta que las preguntas literalmente nos hicieran doler por curiosidad». Si sus alumnos no están muertos de curiosidad, no les dé la respuesta. ¿No es interesante que Jesús dijo: «Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres»? Cuando se pesca con mosca artificial, uno se mete en un estero o en un lago, y empieza a dejar la línea más y más larga hasta seis o siete metros. Entonces busca un lugar prometedor para dejar la mosca, quizás debajo de un árbol, y simplemente toca la superficie rápidamente con la mosca. No deja que se hunda la mosca; solamente quiere llamar la atención del pez. —¿Qué fue eso? —dice el pez. —No sé. Se fue —dice su compañero. —La próxima vez, ¡es mía! Así que usted deja la mosca tocar una y otra vez. Todo el tiempo, los peces están diciendo: «Yo quiero eso, yo quiero eso. Se ve rico. Espero que vuelva otra vez». Finalmente uno no resiste y muerde. Sus alumnos no deben saber que está creando la necesidad. No deben decir: «Está motivándonos para escuchar la lección». El pescador con experiencia esconde el anzuelo. Cuanto más hábil el maestro, más pensarán sus alumnos: «¡No puedo esperar escuchar esto! ¡Yo realmente necesito esto!»

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Al continuar en la lección, tenga cuidado de crear la necesidad para cada unidad de contenido, antes de enseñarla. Podría perder a los alumnos cuando sienten que el contenido es irrelevante para ellos. Jesús hizo esto con la mujer samaritana. Ella no quería saber nada acerca de la salvación; ella quería agua. ¿Qué dijo Jesús? «Antes de que le dé la respuesta acerca de la salvación, voy a ayudarle a desearla.» ¿Cuándo fue la última vez que ayudó a sus alumnos a desear la respuesta que les iba a dar? Un gramo de necesidad vale un kilogramo de contenido, porque el contenido no tiene ningún valor si los alumnos no quieren recibirlo. Pienso que es por eso que Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, dedicó tres capítulos en el libro de Romanos al tema del pecado, antes de hablar de la salvación. Al final de esos tres capítulos, ha destruido cada intento de autojustificarse. El lector está pidiendo auxilio. Sólo entonces explica la solución. Usted puede usar el mismo principio para testificar. Si la persona no siente su necesidad de Cristo, no hay por qué explicar la solución. No está preparada. Usted tiene que hacerle pensar en su necesidad, probarla con las Escrituras, hasta que finalmente enfrente el hecho y diga algo así como: «¡No tengo esperanza! ¡Voy al infierno!» En ese momento, usted podría decir: «La Biblia enseña que hay un escape —pero supongo que no está interesado en averiguarlo». Si usted ha aprendido el secreto de crear la necesidad antes de dar la respuesta, esa persona tendrá mucha motivación para saber la respuesta. Hay cuatro distintas situaciones en que usted debe crear la necesidad. 1. Cree la necesidad al principio de cada nueva serie. Cuando comienza una nueva unidad (cuarto, semestre, serie), explique con cuidado los beneficios que el alumno recibirá por asistir. Cuanto más significativa sea la necesidad que usted crea ahora, menos tendrá que crear la necesidad

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después. Las explicaciones claras de la necesidad enganchan al alumno para el período completo, para que no quiera perder ninguna parte. 2. Cree la necesidad al principio de cada lección. No asuma que el alumno recuerde la sesión en que se presentó la necesidad, o que haya asistido a esa sesión. Normalmente los alumnos entran a la sala con una confusión acerca de los beneficios de la lección. Tiene que volver a atraer su atención al valor de cada lección, para asegurar el aprendizaje máximo. 3. Durante la lección presente, cree la necesidad de la próxima lección. Ayude a sus alumnos a anticipar el beneficio por su asistencia y su atención en la próxima clase. 4. Repita la necesidad en cualquier momento cuando sienta que el interés está disminuyendo, que el interés se está perdiendo, o que la apatía está aumentando. Recuerde, su arma principal para combatir la desmotivación es la espada para crear la necesidad.

Máxima 6: La creación de la necesidad debe ser según las características y las circunstancias del público Para crear la necesidad de su contenido, debe conocer bien a su público. Debe estar consciente de las características y las circunstancias personales de sus alumnos. Muchos factores contribuyen a la selección de la necesidad apropiada que se debe crear. Los métodos para crear la necesidad en niños de tres años, en jóvenes de trece años, y en personas de treinta años o sesenta años, varían mucho. La edad determina en gran parte el método apropiado para crear la necesidad. Además, el interés preexistente de un grupo determina bastante los métodos apropiados. ¿Ha tratado de enseñar una clase en la que todos los alumnos han sido obligados a asistir en contra de su voluntad? El maestro debe usar otra estrategia para crear la necesidad que usaría para enseñar

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a alumnos que han asistido voluntariamente, o alumnos que han pagado para aprender algo que desesperadamente necesitan saber. Debe conocer las circunstancias y las características de sus alumnos. La edad es obvia, pero también las ocupaciones, su vida social, sus pasatiempos y sus personalidades. Si está enseñando a niños de cuatro años, ¿sabrá crear necesidades? «¿Saben qué, niños?», usted dice, «en esta bolsa tengo las galletas más grandes que hayan visto en su vida. Voy a contar una historia, y voy a dar estas galletas dulces y deliciosas a los niños que se quedan tranquilos. ¿Alguien quiere una galleta?» ¿Debe

comprar

la

atención

de los

niños con

una galleta?

¡Absolutamente! Sin duda. Con niños de cuatro años de edad, nunca motiven con palabras si no es necesario. Los adultos responden a las palabras, aunque a veces tampoco es seguro. ¿Alguien quiere una galleta?

Máxima 7: La creación de la necesidad puede ser impedida por factores fuera del control del maestro El maestro debe ser sensible a los factores internos o externos que impiden la motivación de los alumnos. En cuanto sea posible, el maestro debe manejar esos factores, dándose cuenta de que en ocasiones tendrá que ceder a ellos. Generalmente, los principios que gobiernan el proceso de enseñanzaaprendizaje son similares a las leyes que gobiernan la naturaleza. Por ejemplo, ponga un fósforo debajo de una hoja de papel, y se quemará. No tiene que ser profeta para saber que este mismo procedimiento resultará igual si lo repite cien veces. Similarmente, si forma correctamente la necesidad, puede esperar que sus alumnos respondan el 100 por ciento del tiempo. Los alumnos motivados no son un secreto —algunos maestros siempre tienen a los alumnos motivados. Aun así, es verdad que ocasionalmente usted puede seguir los 303

pasos básicos, pero descubre que el papel no encienda. Hay excepciones a la regla: La regla: el papel siempre se enciende cuando lo quema con un fósforo. Excepción: El papel mojado no quema. Excepción: El papel no se quema sin oxígeno. En la enseñanza, las actividades apropiadas para formar la necesidad resultan en la motivación correspondiente de parte del alumno. Pero hay algunas reglas para el «papel mojado». Consideremos las dos categorías básicas de factores que impiden el proceso de crear necesidad. 1. Factores externos Cuando la temperatura llega hasta cuarenta grados, y el aire acondicionado no funciona, podría ser difícil hacer que sus alumnos se concentren. Un bebé que está llorando, o alguna otra distracción podría causar que pierda la atención de todo el público. Si está tratando de crear necesidad, y sigue fallando, puede ser una excepción. La ley todavía funciona, pero hay algún factor externo que está en su contra. Tendrá que reestablecer la necesidad —captar su atención de nuevo, y seguir adelante. Su trabajo es mantener la atención y motivación de los alumnos, creando la necesidad de escuchar su lección. 2. Factores internos ¿Cómo puede discernir cuando existen distracciones internas? Observe el lenguaje corporal de sus alumnos —si tienen los brazos cruzados, si están mal sentados, si se ven impacientes o molestos, si están haciendo sonidos de aburrimiento, esos son indicios. Los comentarios negativos o reaccionarios pueden ser otra señal. Estas señales indican que sus alumnos tienen un conflicto interior entre la necesidad que usted está tratando de crear y otra convicción, posiblemente una convicción equivocada. ¿Cuán eficaz sería usted en crear la necesidad de evangelizar en una clase de jóvenes que no muestran ningún compromiso de vivir una vida cristiana, y quienes no creen en la Biblia? ¿Cómo sería tratar de convencer 304

a algunas personas que deben dar dinero para las misiones, cuando no están de acuerdo con la manera en que se gasta el dinero? Una lucha interna surge cuando tratamos de crear una necesidad en un área que está en conflicto con otra convicción establecida, o con algún compromiso. La lucha interna podría ser suave o intensa, dependiendo de cualquiera de los siguientes tres factores: •

La cercanía entre la necesidad que usted quiere crear y la convicción actual de los alumnos que está en conflicto con esa necesidad;



La intensidad y la pasión con las cuales usted crea la necesidad;



La rapidez con la cual usted hace la transición entre las cinco etapas de la creación de la necesidad que descubriremos en el próximo capítulo. Los nuevos cristianos saltan todas estas etapas cuando comparten su nueva fe con sus amigos y su familia. Tratan de hacer que sus seres queridos se comprometan con Cristo, antes de que les muestren que él es la solución del problema del pecado. ¡Con razón que experimentan reacciones tan violentas a su testimonio! Pero hay otros tipos de impedimento interno que agitan el corazón de sus alumnos. ¿Qué sucede cuando un pastor muy querido que ha estado en la iglesia quince años renuncia de improviso, y todos están traumatizados? O posiblemente usted es profesor para los estudiantes de enseñanza secundaria, y el equipo de fútbol acaba de perder un campeonato por un solo punto la noche anterior. Quizás un alumno está ansioso porque sus padres están divorciándose, o preocupado por un proyecto atrasado. Uno de mis estudiantes de la universidad siempre se quedaba dormido en la clase. Yo subía el volumen y hacía más esfuerzo en presentar la necesidad, pero este joven no respondía. Finalmente hablé con él en privado, y descubrí que él tenía que trabajar de noche, porque su esposa tenía un embarazo difícil y no podía trabajar. ¡A veces tendrá que simplemente dejar que un alumno duerma!

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¿Qué debe hacer si está siguiendo todos los pasos para motivar a sus alumnos, y no resulta? Primero, intente lo obvio: traiga el fósforo más cerca del papel y sosténgalo cerca por más tiempo. Es decir, aumente la intensidad de su estilo y prolongue su intento unos momentos. Si la situación no cambia, o tiene «papel mojado» o «falta oxígeno» y necesita desarrollar otra estrategia. La causa fundamental del obstáculo está en algún lugar en la jerarquía de necesidades que se ordenan desde lo más importante hasta lo menos importante. Las necesidades físicas —comida, agua, aire— toman precedencia. En segundo lugar, las necesidades de seguridad — organización, protección, salud. En tercer lugar, las necesidades sociales. Y así hasta lo menos importante. Si la necesidad que está tratando de crear no funciona, entonces debe haber otra necesidad más importante que está afectando a sus alumnos. ¿Qué hacer? Ofrezco algunas opciones: No se preocupe. Después de todo, es problema de ellos. Además, usted tiene que seguir adelante y terminar su materia. Continúe enseñando, sin su atención. (Si usted elige esta opción, ¡por favor vuelva a leer este libro desde el comienzo!) Si es posible, deténgase y satisfaga la necesidad más urgente, y después vuelva a la lección. Si están quedando dormidos, que se paren a estirar las piernas; si tienen calor, que abran la ventana. Si es un asunto más serio, deténgase y reconozca la tensión. Primero, diga a sus alumnos que usted siente que sucede algo extraño en la clase. Traiga el asunto a la luz en discusión general, o quizás de una manera más directa, como pidiendo a uno de los alumnos más extrovertidos que lo explique. Entonces pida permiso a los alumnos para postergar su preocupación para lograr los propósitos que usted ha establecido para la clase.

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Si su necesidad es más dramática, considere postergar su lección para usar el tiempo para satisfacer sus necesidades. Esto requiere que usted evalúe la importancia de las necesidades —la que está provocando ansiedad en sus alumnos y la que usted quiere tratar en su clase. Pida la cooperación de los alumnos para hacer significativa la lección en medio de circunstancias difíciles. Una vez mis alumnos tenían un examen importante en la clase que seguía a la mía, y estaban todos tensos. Yo dije: «Realmente están nerviosos acerca de la próxima clase, ¿verdad? Hagamos algo —si ustedes me dan cuarenta minutos de los próximos cincuenta y cinco, los dejaré estudiar los últimos quince minutos de la clase. ¿De acuerdo?» Me resultó. Hay que pedir permiso. Trate a sus alumnos como adultos que tienen sus propias necesidades. Cuando piense que sus alumnos lo permitirán, vuelva a la etapa de crear la necesidad. Relájese, disminuya el ritmo, utilice lenguaje corporal informal, y reestablezca el control. A veces las interrupciones pueden proveer oportunidades para enseñar una verdad más personalmente y más íntimamente. Si usted siente que el Espíritu está usando la interrupción, ministre a sus alumnos directamente sobre el tema. Posiblemente pasar unos momentos de oración sería la mejor forma de usar el tiempo. Una vez un alumno murió repentinamente, y sus compañeros supieron la noticia entre las clases. Nos detuvimos, lo conversamos, y oramos por la familia y los amigos. Nunca volvimos a la lección que tenía planificada, pero ¿quién habría aprendido la lección ese día? Es necio seguir empujando su contenido cuando hay otra necesidad básica que está controlando a sus alumnos. «Sí, ¡pero tengo que terminar la lección!» ¿Por qué? Las lecciones no tienen necesidades. Las personas tienen necesidades. Y el propósito de la enseñanza es satisfacer las necesidades de los alumnos, sean lo que sean.

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El meollo de la ley de la necesidad La esencia de la ley de la necesidad se resume en tres palabras: «Crear la necesidad». El maestro debe crear la necesidad antes de enseñar el contenido.

Conclusión El maestro debe exponer las necesidades verdaderas de los alumnos antes de enseñar el contenido. La ley de la necesidad surge de una verdad básica de la naturaleza humana: Somos motivados por nuestras propias necesidades. Ya que la enseñanza se realiza mejor cuando los alumnos están motivados a aprender,

debemos

asegurarnos

de

que

sus

necesidades

estén

involucradas, o estaremos tirando al agua un anzuelo bonito, sin carnada. En muchas maneras, la etapa de crear la necesidad es semejante al rol de la promoción en ventas. Los comerciales tienen un solo propósito — incentivar al consumidor a comprar el producto. Los billones de dólares que gastan en promoción cada año indican que debe dar resultados. Resultó con mi familia. Tomé un momento para hacer una lista de medicamentos en nuestro botiquín y fui a la farmacia para preguntar si podría haber comprado los mismos productos a un precio menor. Se rió y me dijo que podría haber ahorrado entre cuarenta y cincuenta por ciento, si hubiera comprado las versiones genéricas en vez de comprar las marcas populares. Yo era un «pez» que había comprado los productos populares porque yo quería. Nadie me obligó. Yo mordí en anzuelo. Pagué cuarenta por ciento más, porque alguien sabía crear un sentido de necesidad por medio de la promoción.

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No hay nada malo en tratar de motivar a una persona a hacer algo. Yo lo hice cuando pedí a mi esposa que se casara conmigo. Lo hago cuando ruego a un no creyente que crea en nuestro maravilloso Jesucristo y que lo reciba. Ya que enseñamos la Palabra de Dios, que es apta para salvar nuestras almas y llevarnos a heredar el reino maravilloso de Cristo, ¡cuánto más debemos ayudar a otros a interesarse en la vida de fe! ¡Es más importante que convencerles de comprar una hamburguesa o cierta marca de helado! El profesor de la escuela dominical donde recién asistí con Darlene hizo un buen trabajo en describir el templo de Ezequiel, pero sentí que no estaba consciente de algunos problemas en el grupo. Después de la clase, le dije que había hecho un buen trabajo y que habíamos aprendido mucho. Entonces le dije: —Usted sabe de algunos de los problemas en el grupo? —¿Qué quiere decir? —me preguntó. —Bueno, esa pareja, por ejemplo. Su hija está en el hospital con anorexia, y pesa menos de cuarenta y cinco kilos. No han solucionado el problema todavía. Y esta pareja aquí; él perdió su trabajo hace ocho meses, y están perdiendo su casa. La otra pareja allá; su padre murió hace poco, su madre tiene la enfermedad de Parkinson. Ella se mudó para vivir con ellos, y ellos no pueden soportar más. Pasé por la sala, nombrando el problema más serio de cada pareja. —No tenía idea de que la gente de la iglesia tenía problemas como esos; especialmente en mi clase —dijo. —¿Cómo les ayudó la lección de hoy? —pregunté, y miré su cara mientras se prendía la luz. —Ah… dudo que haya ayudado mucho. —Si una de esas parejas hubiera ido a su casa anoche para contarle de sus problemas, ¿habría abierto su Biblia para hablarles del templo de Ezequiel? 309

—¡Por supuesto que no! —se rió. —¿Por qué no? —Porque habría visto que necesitaban ayuda de otro pasaje de la Biblia, y habría buscado un texto más apropiado. —Entonces, ¿por qué no hace eso cuando enseña la clase de la escuela dominical? Amigos, comprometámonos hoy día a satisfacer las necesidades de los alumnos. Esto no es un compromiso que podamos tomar livianamente. La enseñanza verdadera es un sacrificio. Frecuentemente encontrará que tiene que dejar de lado sus propias necesidades para satisfacer las necesidades de otros. Pero de eso se trata, ¿verdad? Espero que los alumnos llenen su salón porque saben que cada semana les alimentará con la comida que satisface —la verdadera carne de la Palabra de Dios.

Preguntas para reflexión 1.

¿Qué porcentaje de los maestros que usted tuvo cuando era alumno creaban una necesidad regularmente antes de enseñar el contenido? ¿Por qué será tan bajo el porcentaje? ¿Qué diferencia habría hecho si hubieran creado primero la necesidad?

2.

Haga un contraste entre la necesidad sentida y la necesidad verdadera de los alumnos. Haga una lista de cinco necesidades sentidas de sus alumnos, y cinco necesidades verdaderas. ¿Cuál de los dos tipos de necesidad ha tratado de satisfacer usted mayormente en el último año? ¿Por qué?

3.

¿Cree usted que la mayoría de los maestros sabe que su llamado mayor es satisfacer las necesidades de sus alumnos? Si no, ¿cómo entienden su

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llamado? Describa las diferencias que verían sus alumnos si realmente enseñaran para satisfacer necesidades.

4.

La máxima #3 dice que el método principal del maestro para motivar a los alumnos es la creación de la necesidad. Lea la historia de Nicodemo en Juan 3, y describa cómo Jesús creó la necesidad en él. ¿Cree que Jesús estaba consciente de crear la necesidad de Nicodemo? Si es así, ¿qué implicaciones tiene eso para usted la próxima vez que enseñe?

5.

Dios es el Maestro de todos los maestros ejemplares. Está tan comprometido con usted y conmigo que prometió «suplir todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19). Aunque no lo sepamos, Dios ha estado buscando activamente suplir nuestras necesidades todo el tiempo. Si le entrevistáramos acerca de usted, ¿cuál es la necesidad que él ha estado exponiendo en usted durante el año pasado?

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10 LA LEY DE LA NECESIDAD; EL MÉTODO Y LOS MAXIMIZADORES —Estas truchas particulares son difíciles de pescar —dijo—. Chupan la mosca, sienten el anzuelo, y lo sueltan inmediatamente. Tiene que tirar el anzuelo en ese segundo, sino lo pierde. ¿Cree que puede hacer eso? —Por supuesto —contesté. Después de todo, yo había pescado todo tipo de peces en lagos, ríos, y océanos. Pescar truchas en Colorado sería fácil. El guía siguió con sus instrucciones. —Si tira por allí, y deja que la mosca flote unos siete o diez metros, probablemente la van a morder. Lo hice tal como él dijo. Pero no pasaba nada. Dentro de unos segundos, dijo: —Perdió uno. Allí perdió otro. —¿De qué está hablando? —No sentí nada y no vi nada. —No cree que las truchas realmente mordieron el anzuelo, ¿verdad? — Supongo que no podía evitar ver mi cara de escéptico. —Páseme su caña, y le mostraré. —Tiró una sola vez la cuerda, y sacó una trucha grande, justo donde yo había tenido mi mosca. ¡No podía creerlo! Una y otra vez nuestro guía fiel nos ayudaba. —Hay que sentirlo en la caña, y en el movimiento de la mosca en el agua; tiene que aprender a tentar la trucha —decía, animándonos durante horas. No pesqué nada por varias horas, y estaba empezando a perder la esperanza. Entonces de repente empecé a pescar esas truchas, en el mismo lugar donde habíamos intentado antes. Ahora yo podía «sentir» el río. Todo empezó a funcionar bien. ¡Qué emoción!

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Más tarde ese día, un joven bajó al río cerca de nosotros, llevando una caja grande con sus utensilios para pescar. Sonreímos para animarlo. Pero él sacó unas carnadas artificiales que se usan para pescar róbalos, o incluso para pescar en agua salada, pero no para pescar truchas. Nuestro guía se le acercó y le empezó a explicar que esas carnadas artificiales no atraen a las truchas, pero que ciertas moscas artificiales sí las atraen. El joven le dijo al guía que se callara. Dijo que había pescado siempre con sus cebos artificiales, que iba a usarlos allí también, y que iba a pescar truchas con ellos también. Pronto nuestro guía nos llevó a otro lugar donde el agua corría más rápidamente. Revisó su chaqueta de pescar para buscar una mosca particular. Sonrió cuando encontró un par de moscas. —Estas moscas artificiales son las únicas que dan resultados con las truchas en esta sección del río. Las hice anoche especialmente para este lugar. Tienen el peso suficiente para hundirse en esta corriente fuerte; y tentarán cada vez a esas truchas. Tenía razón. Cambiamos las moscas y empezamos a pescar truchas más grandes. Después de un tiempo, volvimos al joven que estaba todavía pescando. No había pescado nada, y estaba obviamente frustrado. —¡Peces estúpidos! —gritó—. No están mordiendo. ¡Yo odio pescar! Nuestro guía era un pescador ejemplar. Cuando le prestamos atención y seguimos sus instrucciones y su ejemplo, poco a poco llegamos a ser bastante buenos para pescar truchas. Como él dijo, todo depende de la carnada que use, y también del movimiento correcto de la caña. Los peces están allí, y los puede pescar —si sabe cómo hacerlo. Si usted cierra su cajita de utensilios para pescar un momento, y me permite ser su guía, me gustaría compartir con usted cómo llegar a ser un buen pescador de hombres en el salón de clases. Durante la discusión del método de la ley de la necesidad, explicaré cómo seleccionar la carnada correcta para pescar, después cuando hablemos de los maximizadores de 313

la ley de la necesidad, hablaremos del mejor movimiento de la caña para enganchar el anzuelo. En realidad, sin embargo, pescar hombres es más fácil que pescar truchas. Es más fácil verlos, y no se irán o será más difícil que se vayan, hasta que la hora completa en que usted intenta pescarlos haya transcurrido. Los pescadores de hombres que yo conozco son de los que pescan a todos sus alumnos en cada sesión. Han dominado la habilidad de seleccionar la carnada y de mover la caña correctamente. Para los que insisten todavía que los «alumnos estúpidos» tienen la culpa, porque «simplemente no quieren prestar atención», ya es tiempo de guardar sus cebos artificiales y cerrar la cajita de utensilios. La verdad es que los peces tienen hambre. Y usted acaba de perder uno. Y otro más.

El método de la ley de la necesidad Paso 1: Encontrar la necesidad Ya que nuestra responsabilidad principal es satisfacer las necesidades de los alumnos por medio de la presentación del contenido apropiado, el primer paso es casi demasiado obvio. El maestro debe «encontrar las necesidad» de su público, e «identificarla», normalmente en una manera profunda «anualmente». Mi investigación muestra, sin embargo, que el maestro normalmente no conoce las necesidades de su público. Cuando se les pide que hagan una lista de las diez necesidades más grandes de sus alumnos, la mayoría de los maestros fallan en un ochenta por ciento; es decir, ¡solamente conocen dos de diez! Con razón que las clases son tan pobres; estamos tratando de pescar con la carnada equivocada.

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Me pregunto: ¿Usted puede hacer una lista de las diez necesidades más grandes de sus alumnos, en orden de importancia? Piense en la importancia de tener una lista de las necesidades mayores de su público. Nunca más tendría que preguntarse si su lección sería significativa para su público. Usted puede descubrir las necesidades de sus alumnos de las siguientes tres maneras: el método directo, el método indirecto, y el inventario. 1. Métodos directos para encontrar las necesidades Pocas personas pueden simplemente mirar a los alumnos y hacer una lista de sus necesidades. Una de las razones es que la gente ha aprendido a poner una máscara que dice «¡Estoy bien!» No se olvide que están usando máscaras. La vida normalmente no es lo que parece. La máscara es nuestro peor enemigo. Pone una distancia entre amigos que se necesitan mutuamente. Despista a los maestros que piensan que nadie tiene necesidades, o que nadie quiere recibir ayuda con sus necesidades. No te dejes engañar. No te dejes engañar por mi cara. Porque pongo una máscara. Pongo miles de máscaras— Máscaras que temo sacar, 315

Y ninguna de ellas soy yo. Pretender es un arte Que me viene naturalmente, Pero no te engañes… Por favor no te engañes. Te doy la impresión Que me siento seguro. Que todo me va bien Y no tengo problemas Ni por dentro ni por fuera. Que mi nombre es confianza. Que mi vida es tranquila. Y que estoy en control Y que no necesito a nadie. Pero no me creas. Estoy sereno en la superficie Pero mi superficie es una máscara. Mi máscara siempre cambia Y siempre me esconde… ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo?, te preguntarás. Soy alguien que tú conoces muy bien. Soy cada persona que conoces. Anónimo Hace años estaba hablando en una conferencia para jóvenes. Después del segundo día, les dije a los encargados: «Hay muchas drogas en este grupo». Lo negaron. «Veamos», dije. La próxima noche prediqué acerca de las drogas y pedí que los jóvenes llevaran sus drogas para botarlas en el suelo. Era una pila grande. Los más sorprendidos eran los líderes que no conocían las necesidades verdaderas del grupo. Estaban enseñando temas 316

que estaban tan alejados de ellos, que me sorprende que alguien haya prestado atención. El método directo hace surgir los hechos, sin ningún mediador. Pregunte a sus alumnos usted mismo. Los maestros siempre están sorprendidos por lo abiertos que son los alumnos cuando se les habla de una manera personal, sin amenazarlos. No solamente escuchará las respuestas directamente de la boca del alumno, sino también recibirá el beneficio de sentir la importancia que le da al asunto, por su intensidad y su emoción. Es frecuente que el alumno sin darse cuenta revele otras necesidades que usted no habría imaginado. Esté alerta a los mensajes entre las palabras. Abajo hay una lista de seis métodos principales para encontrar las necesidades de su público. Ocupe los métodos más apropiados de acuerdo con su personalidad, los alumnos, y las circunstancias. Preguntas directas. Cuando la situación es casual y relajada, haga preguntas directas para encontrar las necesidades. Aquí ofrezco unas ideas: •

«Bárbara, yo aprecio mucho tu sabiduría y tus ideas, y quisiera pedir que me ayudes a ser más eficaz como maestro. Necesito que me digas cuáles son los tres problemas más serios que las personas como tú están enfrentando hoy.»



«Juan, estoy preocupado de que nuestra clase satisfaga las necesidades de los alumnos. ¿Podrías ayudarme, dándome dos o tres áreas de tu vida que quieres que yo considere en las clases en el futuro?»



«Sr. Pérez, ¿cuáles son los temas que le gustaría que tocara en mis clases durante el próximo período?» Las preguntas abiertas permiten que el alumno sea tan personal como quiera. La gente responde a las preguntas sinceras, especialmente cuando el maestro pide ayuda. Quite la amenaza y el miedo. Desarrolle la costumbre regular de hacer buenas preguntas, y estará sorprendido, porque pronto tendrá las respuestas correctas.

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Entrevistas informales. Este método es menos difícil que el primero, en que no hace las preguntas directamente o personalmente, sino que consulta acerca de las necesidades generales: •

«Marta, me di cuenta de que los alumnos parecen sentirse presionados últimamente. ¿Por qué piensa que es así?»



«Pedro, ¡sus hijos están creciendo mucho! ¿Qué edad tienen ahora? ¿Cuáles son las luchas que están enfrentando los jóvenes de su edad ahora?»



«Sr. y Sra. Pérez, ¿ustedes leyeron los artículos en el diario el domingo acerca del hecho de que la gente tiene más deudas personales que nunca? ¿Cómo creen ustedes que las deudas están afectando a las familias hoy?» Esta es una manera natural para descubrir los pensamientos y los sentimientos de sus alumnos. Las entrevistas informales pueden dar ideas significativas, ayudando que su contenido sea apropiado y que despierte interés personal. Cuestionario anónimo. Este es un vehículo muy eficaz. Un cuestionario puede ser controlado, involucra más personas de lo que pudiera entrevistar personalmente, y hace preguntas acerca de varios temas. La clave para que sea eficaz depende de tres condiciones. Primero, el público debe saber cuál es el propósito del cuestionario, y cómo se va a usar la información. ¿Es solamente para el maestro, o serán publicados los resultados? Obviamente en el segundo caso, habrá menos honestidad. Segundo, el público debe estar convencido que sus respuestas serán anónimas. Cualquier sugerencia de que podrían ser descubiertos cambiará las respuestas. En tercer lugar, las preguntas deben ser formuladas de tal manera que las respuestas representen la realidad. Las preguntas son tan importantes como las respuestas.

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Frecuentemente distribuyo tarjetas con las siguientes preguntas abiertas, y pido a los alumnos que las contesten anónimamente: •

El problema más grande que tengo en el trabajo es…



Cuando mi esposa (o esposo) y yo discutimos, normalmente es acerca de…



Mi decepción personal más grande durante los últimos años fue…



Mi triunfo más grande como persona es…



Cuando me enojo con Dios, es normalmente porque…



Cuando llegue al cielo, la revelación más importante acerca de lo que debería haber hecho en la tierra será…



Si alguien pudiera darme un buen consejo acerca de la crianza de mis hijos, sería…



Probablemente el área de mi vida espiritual que me causa más problemas es…



Evalúe su vida cristiana en una escala de 1–10. El área donde estoy fallando más es…



El pecado que me causa más problemas, y contra el cual tengo poca victoria es…



En una escala de 1–10, ¿cuán honesto ha sido para contestar estas preguntas? Pase unas horas con esas tarjetas —representan una mina de oro para conocer las necesidades. Pronto podrá identificar las diez necesidades más grandes en áreas como la familia, el trabajo, y el crecimiento espiritual. Escriba esas diez necesidades en una página al final de su Biblia. Apunte especialmente a una de las tres necesidades más frecuentes en cada clase, y toque en forma secundaria una de las siete menos frecuentes. Nunca más tendrá que preguntarse si la lección llegó al blanco. ¿Recuerda al pastor que enseñó Gálatas durante dos años, y todavía estaba en el capítulo dos? Durante el almuerzo, me preguntó qué debía hacer. Le expliqué el método del cuestionario anónimo. —No puedo hacer eso el domingo —me dijo. 319

—Puede, si quiere —contesté—. Si le interesa su gente suficientemente para saber qué les sucede, lo puede hacer. —Nunca me dirán. —Sí, lo harán, si promete romper las tarjetas y botarlas a la basura cuando haya terminado. —Bueno, si hago el cuestionario, ¿qué hago después? —En su sermón del domingo siguiente, tome un descanso de Gálatas y predique la respuesta para el problema número uno. Llámeme para contarme lo que pasa. Mi amigo entregó el cuestionario y me llamó el domingo en la tarde, antes de preparar su próximo sermón. —Bruce, hice eso del cuestionario. —¿Qué pasó? —Lloré toda la tarde. Bruce, yo no tenía idea lo que sucedía en mi congregación. ¡No puedo creer lo despistado que he estado! —Pastor, ¿revisó sus últimos sermones? —Me sorprendió, no he tocado ni uno de los tres problemas más serios en un año o más. —Entonces, ¿qué va a hacer? —Voy a tomar la necesidad más frecuente, y el próximo domingo voy a predicar la respuesta de Dios para ese problema. Me llamó una semana más tarde. —Bruce, en todos mis años del ministerio, nunca he visto una respuesta de mi gente como esta. Al salir, algunas personas que casi nunca me saludan, me abrazaron y me dieron las gracias. Tenían lágrimas en sus ojos. Decían: «Gracias, pastor. Eso era justamente lo que necesitaba». —¿Va a volver a Gálatas? —¡No todavía! Amigos, ¿qué va a predicar este domingo? ¿Qué va a enseñar? ¿Qué porcentaje de las parejas en su iglesia tienen problemas matrimoniales? 320

¿Qué porcentaje de los padres están confundidos, y no saben cómo criar a sus hijos con valores cristianos? Es mucho más de la mitad. Y si es así, ¿qué está haciendo al respecto? No está enseñando una serie de veinte semanas acerca del templo de Ezequiel, ¿verdad? Interacción con miembros de la familia. Hay dos maneras de hacer esto: (1) comentarios del alumno acerca de su familia; y (2) comentarios de la familia acerca del alumno. Preguntas generales y abiertas acerca de la familia de un alumno pueden revelar volúmenes al maestro que tiene discernimiento. ¿Cuántas necesidades puede usted descubrir en la vida de Sergio, que tiene treinta años? P: Sergio, ¡qué bueno verlo de nuevo! ¿Julia todavía lo trata como un rey después de diez años de casados? R: ¿Está bromeando? Julia está tan ocupada vendiendo propiedades, que ya no está nunca en la casa. P: ¿Muy ocupada? Bueno, el ingreso de su trabajo debe ayudar a pagar todas las cuentas que todos tenemos que pagar hoy en día. R: ¡En absoluto! ¡Tenemos más cuentas que nunca! Julia tuvo que comprar un segundo vehículo, y ahora me dice que necesita un teléfono celular en su automóvil. ¿Lo puede creer? No tenía idea de que el matrimonio sería tan difícil. P: ¡Hola, María! (La hija de Sergio, que tiene diez años.) Acabo de hablar con tu papá, y me dice que tu mamá está muy ocupada estos días. ¿Te has convertido en la cocinera de la familia? R: No. Papá contrató a una empleada. Lo único que él hace ahora es ver televisión y comer pizza. Además, no echo mucho de menos a mi mamá…

Si usted sabe leer las señales, probablemente reconoció media docena de problemas en esta conversación breve —algunos bastante serios. El secreto de este método está en su capacidad de proveer un ambiente aceptable, apropiado, y seguro, en que la gente pueda revelar sus necesidades.

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Visitas personales al hogar o al trabajo del alumno. Las mejores percepciones se obtienen a través de una visita breve personal a la casa de la persona o a su lugar de empleo. Es la única manera de ponerse en su lugar y caminar en sus zapatos. Las clases son tan poco naturales y tan estructuradas, que los alumnos difícilmente revelan su verdadera identidad. Tenemos que buscar en otro lugar un vistazo de su realidad. El hogar es donde se sacan las máscaras y donde las necesidades se manifiestan fácilmente. Las actitudes, la atmósfera, la mentalidad, la armonía o falta de armonía, el orden o el desorden —todo esto es aparente para la visita que toma el cuidado de observar bien. Uno de los gozos de mi vida fue servir en el directorio de la organización Fellowship of Companies for Christ [Comunión de Compañías para Cristo] durante muchos años. Compuesta de más de setecientas compañías en todo el país, esta organización capacita a presidentes y dueños a dirigir sus compañías de acuerdo con principios y procedimientos cristianos. Durante los últimos siete años, he llegado a ser muy amigo de muchos dueños de compañías con ventas desde $25.000 dólares hasta más de $100 millones de dólares. Cuando conversamos, el tema de la iglesia local siempre surge. Aunque estos hombres son cristianos muy dedicados, y apoyan sólidamente a sus iglesias, constantemente expresan su desilusión por el hecho de que el pastor o el profesor de la escuela dominical pocas veces comunican lo que enseña la Biblia acerca de cómo vivir la vida cristiana en los negocios. Hasta que la organización de FCC comenzó, la mayoría de estos hombres había concluido que la Biblia no tenía nada que decir con respecto a las necesidades en el mundo de los negocios. Una noche memorable les pregunté más: ¿Por qué piensan que la situación es tan habitual? Inmediatamente, uno de los hombres dijo que pensaba que su pastor ni sabía qué problemas y qué desafíos enfrentaba la gente de su congregación. Los demás estaban de acuerdo. Entonces pregunté por qué no sabían. «¡Porque el pastor nunca pregunta!» Los ocho 322

decían que el pastor nunca había visitado sus compañías en todos los años que habían sido miembros. El maestro no puede satisfacer una necesidad si no sabe lo que es. Si quiere conocer a sus alumnos, mire detrás de las puertas de sus casas y sus oficinas. Observación personal. Este método enfoca en los indicios que están disponibles durante toda la vida. Por lo menos cinco áreas se pueden observar: Primero, las preguntas que hace la gente durante y después de la clase reflejan áreas de interés y necesidad espiritual. Segundo, el lenguaje corporal habla tan fuerte que a veces se escucha por encima de las palabras habladas. Los brazos cruzados, las manos sobre la boca, sentado muy abajo en la silla, el torso inclinado agresivamente hacia delante —todos estos gestos dan mensajes fuertes. En tercer lugar, la asistencia en la clase es probablemente el indicador más directo de si el maestro está satisfaciendo las necesidades. La presencia o la ausencia son como letreros públicos, anunciando lo que piensan de su clase. Cuanto más haya ayudado a la clase, más vendrán buscando más ayuda. En cuarto lugar, las discusiones en la clase reflejan las necesidades que requieren más consideración. Cuando los alumnos tratan de seguir hablando de un tema en particular, usted sabe que ha tocado algo importante. En quinto lugar, las actividades y las conversaciones que suceden después de la clase muestran los intereses y las preocupaciones verdaderas de sus alumnos, porque no son planificadas ni estructuradas. Estos son los métodos directos principales para encontrar las necesidades de sus alumnos. Pero no olvide algunos métodos indirectos que se pueden usar para tener una buena idea de cuáles son los temas más relevantes para sus alumnos. 323

2. Métodos indirectos para encontrar las necesidades Distintos de los métodos directos, en que se pone en contacto personal con los alumnos, los métodos indirectos ofrecen mucha información valiosa por medio de la investigación y experiencia de otras personas. Aunque la información frecuentemente proporciona ideas sólidas y válidas, debe ser evaluada con cuidado, ya que no se trata de sus propios alumnos. Coleccione información en dos áreas básicas: (1) temas que interesan a sus alumnos; y (2) características de la edad de sus alumnos, notando sus tendencias y sus problemas. Hay muchas fuentes de este tipo de información, pero mencionaremos algunas de las fuentes principales: Libros. Textos de sicología, de desarrollo de niños, y de educación cristiana normalmente sirven para resumir las características básicas, los problemas y los intereses de cada edad. Además, sirven como referencia rápida. Para tener una idea de los libros que se venden más, y así también tener una idea de los intereses y las necesidades actuales, se puede pasear de vez en cuando por las librerías seculares y cristianas. Pregunte al administrador de la librería qué tipo de tendencia ve en las ventas, y cuáles son los libros que compra la gente de la edad de sus alumnos. Cuando escribía este libro, los cuatro libros de mayor venta tenían que ver con el dinero, los negocios, el sexo, y la salud. ¿Cuándo fue la última vez que usted compró un libro acerca del dinero, los negocios, el sexo, o la salud? Un amigo mío que es pastor de una de las iglesias más grandes del país empezó a notar una tendencia en sus sesiones de consejería. La gente cuestionaba si se habían casado con la persona indicada. Así que decidió predicar acerca del tema. «La próxima semana» avisó, «voy a predicar acerca de qué pasa cuando piensa que se ha casado con la persona equivocada». Se corrió la voz en la comunidad, ¡y al domingo siguiente

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tenían 2.000 visitas! (¡Sí, dos mil!) ¿Cree usted que él tocó una necesidad verdadera? Revistas y diarios. Ya que la industria de revistas está tan orientada a los consumidores, y debe tocar los intereses cambiantes del público, frecuentemente presenta un panorama de las necesidades de su público. Preste mucha atención a los artículos que publican, y también a los libros que describen y promocionan. Muchas revistas incluyen artículos, encuestas, y columnas de respuestas a las preguntas de lectores. Recuerde, la gente lee solamente lo que le interesa. Aunque no esté de acuerdo con las respuestas o los consejos que dan, debe mantenerse al día con los temas que tocan, o por los cuales provocan muchas cartas en respuesta. Tome una revista muy conocida y busque la sección de preguntas y respuestas. Esas son las preguntas que la gente plantea. El próximo domingo, enseñe la respuesta de Dios a esas preguntas. ¡Garantizo que nadie se irá de su clase! Investigación y encuestas. Hay muchas encuestas que dirigen estudios públicos y que establecen los sentimientos y las convicciones del público acerca de miles de temas. Entrevista con individuos que tienen contacto con el público. Los doctores,

dentistas,

peluqueros,

consejeros,

psicólogos,

terapeutas

familiares, policías, profesores, directores de escuelas, y muchos otros profesionales toman el pulso del público, y se pueden entrevistar acerca de las tendencias que ven. Tengo la costumbre de preguntar a tales personas acerca de los problemas que ven. 3. Desarrollar un inventario de necesidades para sus alumnos Después de completar su investigación inicial, organice su información en una forma útil: escriba en una hoja un resumen del diagnóstico de sus alumnos, en orden de prioridad.

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Hay muchas maneras de organizar su información. La manera más básica es simplemente hacer una lista de las diez necesidades más habituales en orden de frecuencia. Ofrecemos otros formatos: Según áreas clave. Haga una lista de todo lo que encontró, según temas como las tentaciones, los pecados, los problemas, los temores, las ansiedades, las debilidades, y las desilusiones. En cada categoría, haga una lista en orden de frecuencia. Según referencia de tiempo. Haga una lista de las necesidades que ya han enfrentado sus alumnos, otra de las que están enfrentando ahora, y otra de las que enfrentarán en el futuro. Este método ayuda a dar medicamentos preventivos. Si sus alumnos están terminando la enseñanza secundaria, el tema de cómo tener éxito en la universidad será muy importante para ellos. Según los roles de las personas. Arregle las necesidades según las responsabilidades que tenemos, incluyendo esposo(a), padre/madre, novio(a),

amigo(a),

jefe,

empleado(a),

hijo(a),

abuelo(a),

nieto(a),

maestro(a), consejero(a). ¿Cuáles son las cinco necesidades mayores de las esposas, de los empleados, etc.? Según las categorías más importantes de la vida. Se pueden ordenar las necesidades en categorías como físicas, emocionales, intelectuales, morales, espirituales, y financieras. Sea cual sea el método, encuentre una manera de ordenar la información para que sea práctica y fácil de usar. Este documento será de mucho valor. Ver las necesidades de sus alumnos en una hoja de papel guiará y motivará su enseñanza como nada antes. Haga esto por lo menos una vez al año. Es el fundamento sobre el cual descansa esta ley. Si no encuentra la necesidad, no puede dar los otros pasos del método de la ley de la necesidad. Continuará usando la carnada equivocada, y aunque haga mucho esfuerzo, no tendrá éxito en pescar.

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Paso 2: Enfocar la necesidad En este paso, se consideran todas las necesidades que se han descubierto, y se «enfoca la necesidad» para «incluir» una en especial en la lección que se tratará. Este paso debe repetirse «regularmente», dependiendo del tiempo que dure la serie. Este es un paso crítico. Si ha hecho correctamente la encuesta, habrá descubierto muchas necesidades y heridas importantes. Los siguientes comentarios no son poco frecuentes: «Mi marido rehúsa dejarme participar en las decisiones financieras. Creo que posiblemente esté escondiendo esto, en caso de que nos divorciemos. ¿Qué debo hacer?» «Estoy considerando declararme en bancarrota. ¿Qué dice Dios acerca de esto?» «No hay pasión en nuestra vida sexual. Cuando yo y mi esposa hacemos el amor, ella parece aburrida y apurada. ¿Con qué derecho se quejaría si yo tuviera un romance?» «Mi médico me dijo que tengo un tumor cerebral y que pronto perderé la capacidad de cuidarme solo. No quiero ser una carga para mi familia. Si me suicido, ¿Dios me perdonará?»

En la iglesia que sea, en el país que sea, si usted hace una encuesta anónima, descubrirá necesidades como estas —difíciles, vitales, que rompen su corazón. Pero no son iguales todas las necesidades. Algunas son más importantes que otras. Su tarea es enfocar primero la más importante. Enfoque una necesidad a la vez. ¿Cómo elegir la correcta? Con mucho cuidado y con mucha oración. Aunque el primer paso de investigar las distintas necesidades de su público se hace solamente una o dos veces al año, este paso es necesario cada vez que prepara una nueva serie. Distinto del primer paso, que toma mucho tiempo y esfuerzo, este paso es fácil y no toma mucho tiempo. Los beneficios de tomar unos momentos para enfocar la necesidad más importante no se puede exagerar. ¡No lo deje al azar! ¿Por qué usar sus 327

momentos preciosos preparando una gran lección acerca del tema equivocado? ¿De qué sirve una carnada bonita para róbalos cuando quiere pescar truchas? Para el fin de este paso, habrá seleccionado la necesidad más esencial que va a tratar durante la próxima clase o serie.

Paso 3: Especular sobre la necesidad Los pasos uno y dos tienen que ver con la selección de la carnada correcta para atraer a los alumnos, y los pasos cuatro y cinco capacitan para pescar a sus alumnos con esa carnada. Solamente por el hecho de discernir bien cuál es la carnada correcta no garantiza que vaya a ser eficaz en la aplicación de la carnada, o que los alumnos estarán motivados a morder la carnada. La primera habilidad tiene que ver con la selección que se hace; la segunda tiene que ver con la habilidad de usar la selección. Recuerde cómo yo no podía pescar truchas al principio, pero el experto pudo pescar bien en el mismo lugar, con la misma caña y la misma mosca artificial. Él sabía «jugar con el río» de tal manera que la mosca pareciera atractiva para la trucha. La mía probablemente parecía un anzuelo que pretendía tener la apariencia de una mosca. No era atractiva para un pez. Como resultado del paso dos, usted tiene la carnada correcta en la mano, pero ¿sabe usarla? ¿Sabrá enganchar a sus alumnos? ¿O su mosca simplemente va flotando por el río —desabrida y aburrida para sus alumnos? El paso tres es el vínculo vital entre la carnada y el alumno, entre conocer la necesidad y ayudar al alumno a sentir la importancia de esa necesidad. La mejor manera de cumplir esta tarea es tomar el lugar de uno de los alumnos un momento y «especular sobre la necesidad —qué sucedería si esta no fuera satisfecha». Use su «imaginación», y póngase en el lugar de los alumnos para ver la vida desde su punto de vista. ¿Por qué deben desear que esta necesidad particular fuera satisfecha en su vida? ¿Cuáles son las

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razones positivas y negativas para morder su carnada y tratar de satisfacer esta necesidad? Practique esto «semanalmente» cuando enseñe. La esencia de esta etapa de especulación está en escribir una lista breve de los posibles beneficios en la vida de sus alumnos si ellos lograran tener éxito, y de las consecuencias negativas si fracasaran. Supongamos que la necesidad que ha seleccionado para sus alumnos adolescentes es la de «obedecer a sus padres», y usted se pregunta cómo hacer que estén realmente interesados en la serie que va a dar, y que estén deseosos de asistir y escuchar. Empiece con una lista de las cosas buenas que sucederían si obedecieran a sus padres, y de las cosas negativas que sucederían si desobedecieran a sus padres. Estas dos listas son las cosas específicas que usted utilizará para hacer que sus alumnos sientan la necesidad de aprender a obedecer a sus padres. Lo positivo siempre está relacionado con lo agradable y los sentimientos como «yo quiero…». Lo negativo anticipa el dolor y los sentimientos de «no quiero». La clave de este paso está en la identificación de una cantidad de cosas que «quieren» y «no quieren» sus alumnos. La motivación frecuentemente viene de sentimientos basados en la esperanza de placer o el miedo al dolor. Cuanto más poderosas y convincentes sean las razones que tengan para satisfacer esta necesidad, mejor posibilidad tendrá en el próximo paso para aumentar la motivación de los alumnos. Hay tres secretos detrás de la especulación efectiva. El primero es repasar su propia experiencia e imaginación para encontrar posibles ejemplos de jóvenes que obedecen o no obedecen a sus padres. Piense en toda la gente que conoce directa o indirectamente que han recibido beneficio de obedecer a sus padres o que han sufrido por no obedecerlos. Considere libros que ha leído, historias que ha escuchado, programas de televisión que ha visto. Al hacerlo, su lista de las cosas positivas y negativas aumentará rápidamente. Si tiene dificultad en este punto, abra su creatividad y suelte 329

su imaginación —¿qué podría sucederle a un joven adolescente que obedece o no obedece a sus padres? El segundo secreto de la especulación efectiva es el empleo del principio de los extremos. Piense en lo mejor que podría sucederle a un adolescente por obedecer y en lo peor que podría sucederle por desobedecer. Tome sus ejemplos y llévelos a un extremo en los dos sentidos. Descubrirá una multitud de ejemplos adicionales en el camino. Y cuando identifique los extremos, tendrá unas buenas ideas. Es más fácil despertar sentimientos cuando se considera lo más maravilloso o lo más terrible. Un deseo intenso surge de una esperanza intensa de agrado o de dolor. El tercer secreto de la especulación efectiva es «imaginar» a la persona en su clase que sería la más probable de obedecer plenamente, y a la persona que sería la más probable de desobedecer al máximo. Cuando las haya seleccionado, imagínese en su lugar cuando experimenten las consecuencias de su decisión. Piense en el futuro. Especule acerca de sí mismo en el lugar de ellos. Usando su imaginación, identifíquese con ellos, sintiendo lo que experimentarían como resultado de sus decisiones. Practicando estos tres secretos en la especulación, pronto podrá pensar casi inmediatamente de un número de motivaciones que puede utilizar para que sus alumnos deseen aprender lo que ha planificado enseñarles.

Paso 4: Experimentar la necesidad Finalmente está preparado para llevar a sus alumnos a «experimentar la necesidad» de lo que va a enseñarles. Los tres primeros pasos son preparatorios, y convergen en este momento culminante. Ahora se ha preparado, y está listo para tirar la carnada en el agua y empezar a pescar. La manera en que use la carnada en la clase determinará si sus alumnos buscan la carnada, tal como la mujer samaritana respondió a la pesca efectiva de Jesús (Juan 4). La clave del paso cuatro es «inspirar» a sus alumnos emocionalmente mientras forma la necesidad «semanalmente». 330

Nunca olvide que era la habilidad de Jesús como Pescador Experto que causó que la mujer buscara la solución de su necesidad. De la misma manera, la habilidad con la que usted utilice la carnada en las clases determina el interés y la atención de los alumnos. Un alumno desinteresado es el resultado de un maestro con poca habilidad. Un alumno aburrido es también el resultado de un maestro poco capacitado. Cuando escucho que un maestro se queja de los alumnos «estúpidos y sin motivación», siempre sé que, o usó la carnada incorrecta, o no sabía usar la caña con mucha habilidad. Nunca olvidaré el día que Glenn Alsworth fue a buscarnos a mi hijo y a mí, en un viaje de pesca a un lago remoto en Alaska. Habíamos pescado todo el día, y habíamos perdido la mayoría de las carnadas. Nuestra línea estaba enredada, y no podíamos enrollarla. Teníamos unos grandes pescados para compensar nuestro esfuerzo, pero no habíamos pescado nada durante las últimas dos horas. Glenn dijo que tenía un poco de tiempo, así que tomó la caña mala, puso una carnada artificial que había perdido sus plumas, mostrando solamente un anzuelo, y entró al agua. Sonreí, porque apreciaba el hecho de que él nos estaba dando un poco más de tiempo para pescar. Pero después me fijé que él estaba pescando seriamente también. Sostenía la caña como si fuera una extensión de su brazo. En veinte minutos había pescado el número límite, con una caña mala, y un anzuelo pelado, donde no estaban mordiendo los peces. ¿Cómo? Era una pescador experto entre los pescadores expertos. Sabía cómo hacer que el anzuelo vacío pareciera increíblemente vivo para los peces astutos que habían evitado nuestras carnadas bonitas casi todo el día. ¿Puede pescar a sus alumnos con un anzuelo vacío? Solamente si tiene mucha experiencia y sabe cómo hacerlo. Si usted sabe usar la caña, serán atraídos hacia un anzuelo vacío. 331

Como orador público, he asistido a muchas conferencias en mi vida, y he observado que algunos maestros espantan a los alumnos, aun con carnadas perfectas. Y he observado que algunos maestros expertos van a una clase con un tema designado (que era completamente equivocado para los alumnos —una carnada incorrecta), y con su habilidad excelente, llevan a los alumnos a desesperadamente desear el mensaje que habían preparado. Antes de empezar sus puntos principales, los alumnos habían decidido que necesitaban ese mensaje más que ninguno. Este cuarto paso es más emocional que intelectual. No se trata de hechos, sino de sentimientos. No es una transferencia de información, sino una manera de ganar su interés. La emoción es el factor principal de la motivación. Por lo tanto, la emoción debe ser su contexto principal durante esta etapa. Considere la relación entre «necesidad» y «aprendizaje». Si la necesidad sentida es poca, ¿cuánto aprenderán normalmente? No mucho. Si sus alumnos se identifican fuertemente con la necesidad, sin embargo, habrá mucha motivación para aprender. Sus alumnos sacarán la lección de usted. Serán como la mujer samaritana, haciendo todas las preguntas correctas para llevarlo al próximo punto en su bosquejo. En la sección de los maximizadores de la ley de la necesidad, identificaremos siete maneras de ayudar a sus alumnos a sentir la necesidad.

Paso 5: Explicar la solución de la necesidad Ahora hemos llegado a la meta. Es tiempo de ayudar a sus alumnos a implementar la solución de su necesidad por medio de su contenido y sus aplicaciones. Este último paso es para «explicar la solución de la necesidad» que ha surgido e «instruir» a sus alumnos en el contenido que les enseña «semanalmente». ¿Alguna vez ha mandado a pedir algo, pensando que sería maravilloso, y cuando abrió el paquete fue gravemente desilusionado? 332

Probablemente se sentía estafado. Eso puede ocurrir en una clase también. Al aprender a crear la necesidad, asegúrese de que pueda satisfacer las expectativas que ha formado. No prometa demasiado; no entregue demasiado poco. Cuando promete demasiado, esto llega a ser manipulación en vez de motivación apropiada. Su promesa debe ser realista y apropiada, y su estilo debe hacer que los alumnos piensen, «¡Eso fue excelente!» Si se equivoca, es mejor errar en el lado de prometer muy poco —entonces puede entregar más de lo que esperaban, y no menos. El revés de esto es entregar muy poco. Es posible establecer una necesidad legítima y correcta, y fallar en la entrega de la solución. Normalmente esto ocurre porque el maestro no preparó bien la lección. Las dos situaciones quitan la motivación de los alumnos. Cada maestro falla ocasionalmente en una o en las dos áreas. Pero fallar regularmente en prometer demasiado o entregar muy poco, empieza a fomentar la apatía, la falta de energía, la falta de atención, el sarcasmo, y la falta de respeto. Recuerde la parábola del niño que gritó «¡Lobo! ¡Lobo!» cuando no había lobo? Los «lobos» pueden comer la motivación de los alumnos. Es importante relacionar la lección que ha preparado con la necesidad que descubrió antes. Aunque sea obvio para usted la relación, ¿será obvio para los alumnos? Ellos son lo más importante. Por lo tanto, debe mencionar la relación intermitentemente a través de su lección, usando frases como las siguientes: •

¿No ven como…?



¿Recuerdan que dijimos al principio que…?



¿Ven como esto se relaciona con…?



¿No es bueno saber…? Un maestro experto cose una tela de hilos casi imperceptibles durante la lección, haciendo mención de las relaciones. Los alumnos ni se dan

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cuenta cómo sucede, pero cuando llega a la conclusión, sienten un grado alto de satisfacción. Cumpla lo que promete. Entonces agregue un poco de «helado» que no esperaban, y ponga una cereza encima. Pero nunca debe servirlo si no están rogando que les dé helados.

Los maximizadores de la ley de la necesidad El propósito de estos maximizadores es capacitarlo con siete maneras de «crear la necesidad» en cualquier público en cualquier momento. Usted puede usarlos al principio de la clase, al final de la clase, o en medio de la clase, si siente que sus alumnos no están interesados. Inicialmente, quizás no sienta natural usarlos. Pero con el tiempo, serán muy naturales. Los maestros eficaces usan estos siete maximizadores casi inconscientemente —uno o dos de ellos cada vez que crean una necesidad. Estos maximizadores ayudan a una persona a sentir la necesidad, sin importar dónde vive, el tema de la clase, o su edad. Recuerde, estos se usan para mover al público emocionalmente a desear emocionalmente lo que usted ha decidido enseñar.

Maximizador 1: Analice la necesidad con una presentación de los hechos Este es el principio de la información. Frecuentemente una presentación —con estadísticas, citas, o descripciones— puede revelar la necesidad en maneras gráficas. El número de embarazos de adolescentes el año pasado, el número de declaraciones de bancarrota, el número de adolescentes que toman alcohol, el número de divorcios en un período de tiempo, y otras estadísticas parecidas pueden tener un impacto poderoso en los alumnos. Las revistas son buenas fuentes de esta información.

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Yo utilizo este maximizador cuando enseño las «Siete tendencias en la juventud hoy». Las estadísticas acerca del sexo, el abuso de alcohol y de drogas, y el suicidio entre jóvenes son datos chocantes. Dar uno y otro dato es eficaz, porque nos hace preocuparnos por los jóvenes y crea la necesidad de buscar una respuesta.

Maximizador 2: Narre la necesidad en una historia Este es el principio de la identificación. He usado este método a través de este libro. Cada ley presenta una historia que representa cómo funciona la ley. Cuando cuenta una historia, el alumno debe pensar: «Así me siento también». La mayoría de la gente no va a recordar su bosquejo o sus puntos principales, pero recordarán bien una historia. D.L. Moody era un experto en esto —sus sermones contienen muchas historias, mezcladas con el contenido. Howard Hendricks, Charles Swindoll, James Dobson, entre otros, son expertos en contar historias para crear la necesidad. Cuanto más cerca esté la historia a las experiencias de sus alumnos, y cuanto más enfáticamente se describa la historia, más sentirán la necesidad. Pronto sus alumnos estarán pensando dentro de sí mismos, «Así me siento», y por lo tanto, «Debo prestar mucha atención». Usted puede inventar una historia, tal como Jesús hizo con las parábolas, o puede contar una historia verídica. Lo que sea que haga, los alumnos deben poder identificarse con la historia: «No quiero ser así», o «Quiero ser así». Esta historia de la revista Time (11 de abril de 1983) podría ilustrar las ilusiones de la «buena vida». La vida de Felipe y Rita brillaba como un comercial de televisión. Para cualquiera que observaba desde lejos, parecía una vida perfecta: tenían una casa elegante en una calle tranquila en un suburbio de Los Ángeles, con un 335

piano, y dos hijos alegres. Felipe, 37, ganaba un buen sueldo como ingeniero de ventas de piezas para computadoras en Silicon Valley; Rita, 34, también ganaba un buen sueldo como contadora. Tal como sus inteligentes y atractivos amigos en el norte de California, Felipe y Rita jugaban tenis, comían comidas interesantes, conocían los mejores vinos, y desde hace cuatro años, aspiraban cocaína. Y más cocaína. Y más. Esa es la razón que varias veces el año pasado, Felipe quedó temblando con fiebre en la sala de su casa, con la pistola cargada y apuntando a enemigos imaginarios que estaban escondidos en su garaje. Rita, debilitada como su marido, tenía sus propios hombres imaginarios que estaban mirando desde afuera de su dormitorio con visión radiográfica. Por eso ella se escondía en el closet. La paranoia de la pareja desaparecía, por supuesto, cuando estaban usando la cocaína. Respiraban un vapor destilado de cocaína. Felipe pasaba la noche solo con su pipa de vidrio y su dedal lleno de cocaína. Rita estaba en otra pieza con su pipa. En las mañanas, Felipe y Rita se juntaban para buscar granitos de cocaína que habían caído, gateando en la alfombra. ¿Esta es la vida buena? ¿Esto es divertido? Aquí hay un ejemplo de una historia inventada para crear la necesidad: ¿Alguna vez se ha sentido como Roberto la rana —metido en un hoyo, incapaz de salir del barro de su vida y saltar libremente? Roberto la rana tenía serios problemas. Allí estaba, saltando por el camino, sin molestar a nadie, cuando ¡plop! —cayó en un hoyo grande. Aunque lo intentaba con toda su fuerza, no podía salir del hoyo — era demasiado profundo. —¡Yo sé! —pensaba dentro de sí mismo—, llamaré a mis amigos. Empezó a croar tan fuerte como pudo. Cuando su garganta ya estaba cansada por croar tanto, escuchó contestar a dos amigos. Finalmente lo encontraron. —¿Qué pasa, Roberto? —¡Estoy metido en este hoyo y no puedo salir! —explicó Roberto desde el fondo del hoyo.

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—¡Vamos, tú puedes! ¡Inténtalo de nuevo, Roberto! —sus amigos le gritaban para animarle. Pero Roberto no podía reunir la fuerza para saltar fuera. Lo abandonaron a su suerte. El próximo día, los dos amigos vieron a Roberto saltando hacia ellos. —Oye, ¿no es Roberto? —preguntó uno. —¡Claro que sí! —dijo el otro. —¿Cómo pudo salir? Roberto saltaba hacia sus amigos. —¡Hola! —Roberto, ¿qué pasó? ¡Pensamos que no podías salir! — exclamó uno de sus amigos. —No podía —contestó Roberto—, «¡hasta que vi venir un camión, y tuve que hacerlo!»

Las

buenas

historias

no

solamente

mueven

a

los

alumnos

emocionalmente, sino también quedan con ellos mucho tiempo después de que hayan olvidado el bosquejo de la clase.

Maximizador 3: Haga a su público sensible a la necesidad usando el drama Este es el principio del involucramiento. A la gente le gusta el suspenso, el bien contra el mal, la resolución de conflicto. El drama puede captar ese suspenso en un monólogo, en un diálogo, una entrevista, un minidrama espontáneo, o un drama planificado. Usted puede involucrar a otros, planificando de antemano, o lo puede hacer solo. El drama es distinto de una historia, porque no la cuenta; la actúa. Usted se pone en el lugar de la gente de la historia. Usted puede actuar distintos roles, desde un punto de vista bíblico o moderno. Usted puede ser Judas, Pilato, Elías, los pilares del templo cuando Jesús echó a los cambistas, al asno que llevó a María a Belén, o el árbol que no fue cortado para construir el arca de Noé, quedando para proveer sombra para la gente que observaba a Noé cuando lo construía. Olvide que es una persona de la época moderna, y vístase con una túnica de antaño. Aquí ofrezco un ejemplo: 337

Discutimos todo el camino desde Galilea hasta la ciudad santa, porque sabíamos que era la semana en que el Mesías iba a establecer su reino. Discutimos la mitad del tiempo acerca de quién iba a sentarse a la diestra y quién a la izquierda, acerca de quién iba a morir si comenzaba una revolución. Sabíamos que Jesús nos iba a resucitar para el reino. Y cuando empezó a lavarnos los pies, me frustré mucho. No quería lavar los pies de nadie; yo quería pelear. Eso de lavar los pies es lo que hace un sirviente. Pero yo, yo voy a sentarme a su diestra algún día. Luego, cuando Jesús llegó a mí, no quería que me lavara los pies. Me dio vergüenza. Entonces me dijo: «Si no me dejas lavarte los pies, todo ha terminado entre nosotros. No tienes nada que ver conmigo». Casi caigo del asiento. ¡Había dejado la pesca; había dejado todo para seguirlo! Y solamente porque no dejaba que lavara mis pies, ¿me dice que todo ha terminado? No lo pude creer. Así que le dije a Jesús que me lavara por completo, si así tenía que ser. Y entonces, nos dijo que alguien lo iba a traicionar. ¡Y todos empezaron a mirarme a mí!

Podría seguir con el monólogo de Pedro y dramatizar sus sentimientos cuando vio el arresto de Jesús y cuando negó al Señor tres veces. Aquí tiene otro ejemplo —el hijo pródigo. En vez de leerlo y enseñarlo, ¿por qué no tomar el lugar del hijo pródigo? No pude creer lo que me estaba pasando. Había recibido $24.500 dólares de mi padre —¡toda mi herencia!— cuando empecé hace nueve meses y tres días. La pasé muy bien. Comí la mejor carne, compré la ropa más cara, e hice amigos en muchos lugares. Era como una fiesta interminable. Pero ahora… ahora ¡tengo exactamente $7 dólares!

Podría involucrar a una persona de su clase o congregación, y continuar la historia: Sabe, Tomás, cuando llegué hace seis meses, tenía mucho dinero. Te compré esos zapatos; gasté mucho dinero en ti, ¿recuerdas? Bueno, Tomás, ahora necesito un poco de ayuda. Ya no me queda mucho dinero, y tú sabes lo que diría mi padre si yo llegara a la casa fracasado y avergonzado. Nunca me dejaría olvidarlo.

Incluso usted puede ser el roble cerca de la casa del hijo pródigo:

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Súbitamente vi una figura que venía desde lejos. Se parecía a él, pero no podía ser. Recuerdo cuando él subía a mis ramas. ¡Nos divertíamos mucho! Pero, ¡mírelo ahora! Ha envejecido mucho. Está caminando muy lento, y parece tener miedo. ¿Tendrá miedo de la reacción de su padre? Él no sabe que su padre quedó sentado aquí durante días, buscándolo en el horizonte, llorando y llorando. ¡Pensé que me iba a convertir en un sauce llorón!

Maximizador 4: Enfatice la necesidad con su estilo Este es el principio de la intensidad. Como usted dice algo, frecuentemente tiene más impacto que lo que dice. La intensidad, el lenguaje corporal, el tono de voz, los gestos, el contacto visual, y la velocidad con que se habla son métodos efectivos para crear emoción. El enojo, el miedo, la confianza, la aceptación, el amor, la esperanza, la inseguridad, son todos sentimientos fácilmente desarrollados por medio del estilo. Aun momentos de silencio pueden aumentar la atención y la necesidad. Varíe su estilo para mayor efectividad y sea sensible a las intensidades apropiadas. Palabras bien elegidas y bien elaboradas que despiertan sentimientos pueden ser extremadamente poderosas. Lea la oración del Padre Nuestro. O el Salmo 23. O algún discurso político famoso. Lea esta porción de un artículo de Gabriel García Márquez, que trata justamente de las palabras. Fíjese cómo él ha elegido su vocabulario, y cómo usted se siente al leer sus frases: La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine,

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el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor. La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar este siglo.1

El estilo puede hacer que los temas más insignificantes parezcan importantes. Imagine a un vendedor bien vestido, robusto, con pulmones fuertes, hablando en la televisión: Piense en algo que finalmente le permita organizar su vida con mayor eficiencia. ¡Así es! Cuando utilice esto, tendrá un sentido de estabilidad, orden, y paz, que jamás pensaba pudiera ser posible. En unos pocos segundos, experimentará esa confianza tranquila que viene cuando está todo en su lugar. No solamente sirve esto como sistema para organizarse. También se puede usar como marcador de libros —nunca perderá su lugar de nuevo. Si lo abre totalmente, también sirve como mantelito individual atractivo y reusable —¡perfecto para una familia desordenada! Si tiene niños o nietos, disfrutarán expresar su creatividad, pintando en esto. Además, sirve como letrero para promoción, o para vender su vehículo —lo que quiera escribir, escríbalo en esto, y millones lo verán. ¡Incluso sirve para escribir líneas rectas! Imagine el sentido de compañerismo al unirse a millones de dueños. Podrían formar un club del vecindario para compartir sus experiencias y sus ideas para encontrar otros usos de esta herramienta increíble. Viene en un color crema hermoso —va con cualquier estilo de decoración. Está fabricado con precisión. Estará maravillado por la destreza del trabajo manifiesto en cada uno. ¿Cuánto pagaría por algo así con millones de usos? ¿US$500? ¿$100? ¿$50? Bueno, si lo pide hoy antes de medianoche, le enviaremos uno, sin cobrar el envío,

1

Gabriel García Márquez, «Botella al mar para el dios de las palabras», extraído de La Jornada, México, 8 de abril de 1997. 340

¡por solamente $10! ¡Así es! ¡$10! Pero esta oferta se hace una sola vez. Pida una docena y ahorre —¡pague solamente $119.95! Sí, imagine la comodidad, la confianza, la estabilidad, el sentido de realización, y la diversión que inundará su vida cuando tenga su propio… ¡fólder de manila!

Varíe su tono y su ritmo. Cambie la intensidad. Suba el volumen cuando es apropiado, susurre suavemente cuando piensa que será más eficaz. Planifique su estilo de antemano, para tener el mayor impacto.

Maximizador 5: Levante el nivel de la necesidad con música Este es el principio de la inspiración. Un solo de voz, una pieza cantada por un coro, o una canción instrumental, aunque sea grabada, puede levantar la necesidad de escuchar su mensaje. Elija algo con lo cual sus alumnos se puedan identificar —posiblemente: «Tal como soy», «Carros de fuego», «el tema de «La misión»», o «Firmes y adelante». Relaciónelo con la necesidad que quiere crear. Esta es una de las razones por la que cantamos himnos en las iglesias, y que a veces escuchamos un solo musical antes del sermón. La música ayuda a preparar el corazón. Las necesidades están involucradas con las emociones. Se sienten las necesidades; no se piensan sólo con la mente, y no se expresan sólo con la voluntad. La música puede llegar a esas necesidades mucho más rápidamente que otros medios. No use la música solamente para crear la necesidad antes de que hable, o mientras habla. Úsela también después de hablar. Deje tiempo para que sus alumnos piensen acerca de lo que han escuchado, tocando música apropiada para el ánimo y el mensaje. Tendrá un impacto dramático.

Maximizador 6: Asegúrese de representar la necesidad con un diagrama Este es el principio de la imaginación. Es increíble lo que puede comunicar un pequeño diagrama. La pizarra o el retroproyector puede 341

ayudar mucho en la enseñanza. Un círculo puede representar a una persona, y una flecha puede representar el crecimiento personal. Un diagrama del tabernáculo puede demostrar la necesidad de la santidad para acercarse a Dios. Las posibilidades creativas son infinitas. Algunos no podemos enseñar sin una pizarra o un trípode con papeles para hacer dibujos. Permita que la pizarra sea un cuadro movible de los conceptos que está presentando. Haga flechas, puntos de exclamación, hombres de palitos. No se preocupe de la belleza, sino de la comunicación efectiva. Aunque suene extraño, el uso de gráficos puede ser emotivo. Usted puede hablar con una pizarra de una manera que no puede hacer con los alumnos. Se puede pegar la pizarra. Se pueden usar colores. La gente se identifica con los diagramas. Estos pueden llegar al corazón de lo que usted quiere enseñar. Imagine el siguiente episodio: Digamos que este círculo representa a usted. Esta flecha es una tentación que le llega y le pega, pero rebota. Usted simplemente no va a ceder a esa tentación. Entonces Satanás tira otra tentación. También rebota. Usted sigue diciendo que no, pero está confiando en su propio poder, y no el poder de Dios. Finalmente, una de las flechas de tentación le llega en un momento de debilidad, y penetra, dejando una herida abierta en la superficie. La próxima vez no será tan fácil decir que no. Estas flechas siguen llegando en el mismo lugar de tentación. Después de un tiempo, la herida ha debilitado su protección. Sigue creciendo y creciendo, y se pone más y más negra. Entonces enfrenta una tentación en otra área de su vida. Ya que está débil, cede, sin darse cuenta de lo que pasa. Entonces viene otro pecado. De repente, usted tiene áreas negras de pecado en toda su vida, destruyéndolo. Bueno, antes de terminar esta clase, usted sabrá lo que enseña la Biblia acerca de cómo tener la victoria sobre la tentación la próxima vez que aparece. Tendrá el poder para decir que «no».

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¿No ve que puede ser muy eficaz? Un círculo con unas flechas y manchas negras pueden mantenernos en suspenso, creando una necesidad fuerte.

Maximizador 7: Represente la necesidad con imágenes Este es el principio de la ilustración. Una foto, un cuadro pintado, un video, u otra imagen, puede crear la necesidad en forma dramática. Las fotos de niños muriendo de hambre se usan regularmente en la publicidad para reunir fondos para la gente en otros países. ¿Por qué? ¡Porque da resultados! ¿Cómo se siente usted cuando camino por un bosque hermoso? ¿O cuando se sienta encima de una roca a la orilla de un estero? ¿O cuando está mirando las olas del mar pegar la playa? ¿O cuando ve la puesta del sol en una noche de primavera? La creación de Dios puede movernos bastante, ¿verdad? ¿Por qué son tan populares las películas? Porque estimulan las emociones dramáticamente por medio del impacto visual. Mire una revista para ver cómo las fotos le mueven emocionalmente y le provocan leer un artículo. A la gente le gusta el estímulo visual. ¿Cuánto estímulo visual usó usted en su última clase? Recién hablé en un banquete. Al final, un hombre presentó una serie de diapositivas maravillosas de la naturaleza, acompañadas con música de adoración. ¡Fue maravilloso! Al final, no había ojos sin lágrimas. Estábamos llenos de alabanza. Esa producción confirmó y profundizó el mensaje de la noche de una manera muy especial. ¿Por qué? Porque combinó dos medios poderosos para crear una necesidad: la música y las imágenes. Cuanto más métodos se pueden combinar, más efectiva es la presentación.

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Conclusión Al comienzo del estudio de esta ley de la necesidad, estudiamos la historia increíble de la mujer samaritana (Juan 4). En esa historia nos fijamos en la manera en que Jesús creó una necesidad en ella, y en la intensidad con que ella buscó la satisfacción de esa necesidad. Ella cambió de estar desinteresada a estar intensamente interesada. Ella buscó lo que él quería que buscara. Aunque algunos resisten ver ese aspecto de Jesús, no pueden discutir con la claridad del texto bíblico: Jesús seleccionó a propósito la «carnada» y utilizó la «caña» de tal manera que el «pez» fue atraído al «anzuelo». Jesús era el Maestro de maestros, no solamente porque tenía el mensaje que ella necesitaba, y no solamente porque tenía el motivo de buscar su bien completo, sino también porque tenía el método correcto que le atraía. Nadie critica el mensaje de Cristo. Nadie critica el motivo de Cristo. ¿Por qué criticar el método de Cristo? ¿Todavía siente usted que no es apropiado arreglar el contenido a propósito para sus alumnos —como lo hizo Cristo— para que sean muy motivados a aprender la lección? Siente que no es apropiado llevar a sus alumnos desde la falta de interés hacia el reconocimiento de una necesidad verdadera como lo hizo Cristo? ¿Prefiere dejar al azar este paso de crear la necesidad? ¿Piensa que sería mejor ir a su clase, «dependiendo del Espíritu Santo», y esperar que de alguna manera, algo suceda para que sus alumnos se sientan motivados? ¿La confusión es el método del Señor? ¿La falta de preparación y anticipación será el camino del siervo del Señor? ¿No debemos estudiar cómo lo hizo Jesús para poder caminar en sus huellas? ¿Por qué algunas iglesias, y algunas clases están llenas de ánimo, de vitalidad espiritual, de crecimiento numérico, y otras solamente sufren de

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aburrimiento, fastidio espiritual, y una baja en asistencia? Aunque podríamos dar muchas respuestas acerca de la fuente del problema, sugiero que inevitablemente existen dos características del maestro: Primero, el maestro tiene el concepto equivocado de que él o ella no es responsable por satisfacer las necesidades de los alumnos sino que de alguna manera, Dios es responsable. Piensa que seguramente el maestro no es responsable por la selección cuidadosa del tema que satisfaga las necesidades principales de los alumnos, ¿verdad? Segundo, el maestro tiene el concepto equivocado de que él no es responsable por la presentación de la lección de una manera que sus alumnos se interesen y se motiven a estudiar el tema, sino que de alguna manera, Dios es responsable. Quizás los alumnos debieran venir a las clases llenos de motivación. Piensa que en cualquier caso, seguramente no será a través de su preparación cuidadosa que los alumnos sean motivados a conocer y experimentar la verdad que se enseña. En los dos casos, el maestro ha abandonado su tarea como maestro. Ha dejado al Señor lo que el Señor le asignó. Está activamente impidiendo la voluntad del Señor que desea capacitarlo para ser un «pescador de hombres». ¿Piensa que Cristo seleccionó esa ilustración accidentalmente? ¿Todavía entra a su sala con cualquier carnada, sin haber luchado con la inquietud acerca de cuál es la mejor carnada para sus alumnos? ¿Todavía entra a su salón, esperando que automáticamente deseen aprender el contenido? ¿Les echa la culpa a ellos, o al sistema, o a la hora del día por la falta de interés y por el aburrimiento? Quizás estos dos capítulos de la ley de la necesidad hayan abierto sus ojos a lo que Cristo quiso decir cuando dijo: «Seguid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres». Antes de dejar este concepto vital, terminemos esa historia increíble de Juan 4. ¿Qué hizo la mujer samaritana después de que Jesús la guió a él

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mismo? ¡Ella practicó con sus alumnos lo mismo que Jesús había practicado con ella! Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? (Juan 4:28–29)

Ahora, busque su método detrás del mensaje. Primero, ella captó su atención con decir, «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho». Recuerde que esta mujer era la prostituta de la ciudad, y estaba hablando con los hombres de la ciudad. ¡Imagínese cómo eso captó su atención! Entonces siguió al segundo paso —despertó su curiosidad al decir: «¿No será este el Cristo?» Por la manera en que ella se dirigió a sus alumnos, tuvo un éxito increíble. La Biblia narra que «Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él» (v. 30). ¡No lo pierda! Todos los hombres de la ciudad cerraron sus negocios en medio de su día de trabajo. Perdieron clientes, sin que les importara… solamente por dos cosas que dijo la mujer. La mujer samaritana llegó a ser la maestra de la ciudad, presentando al Salvador del mundo. Por causa de la manera en que creó la necesidad, la ciudad buscó a Jesús. ¿No ve la importancia vital de que ella creara la necesidad? Si se crea la necesidad de manera efectiva, ciudades enteras pueden buscar a Jesús. Entonces, la próxima vez que entra por la puerta de su aula, recuerde que ¡depende de usted! ¡He aquí su «mujer samaritana»!

Preguntas para reflexión 1.

Haga una lista de las diez necesidades más importantes de sus alumnos, según usted. Póngalas en orden de importancia. Entonces distribuya un cuestionario anónimo, y haga una comparación para ver si realmente conoce

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a sus alumnos. (Recuerde, el maestro típico solamente logra identificar menos de tres.) ¿Qué aprendió?

2.

De su cuestionario, ¿cuál es la necesidad número uno entre sus alumnos? ¿Cuáles son las causas que hicieron que fuera número uno? Haga una lista de los posibles resultados sino satisficiera esta necesidad en la vida de alguien —en su familia, en su trabajo, en el recreo, en amistades, y otras áreas. ¿Cómo se sentirían sus alumnos si pudieran lograr una victoria en esa área?

3.

Tome unos momentos para hacer el trabajo de detective. Vaya a una librería cercana para ver cuáles son los libros más vendidos. Haga una lista de las cinco necesidades que con más frecuencia se tratan en los libros. Entonces vea las revistas más populares, y haga una lista de las cinco necesidades que se discuten en ellas. Combine estas dos listas en una. ¿Qué sucedería si enseñara acerca de esas cinco necesidades durante las próximas cinco semanas? Una cosa más, haga una lista de los cinco últimos temas que usted ha tocado en sus clases. ¿Cuántos realmente rascan donde a la gente le pica?

4.

Usted acaba de tener un ataque cardíaco masivo y murió. Ya que usted había aceptado la muerte sustitutiva de Cristo para tener el perdón de sus pecados, los ángeles le dieron la bienvenida en la puerta del cielo. Ahora está libre de todo egoísmo, y usted ve la vida en la tierra desde la perspectiva de Dios. ¡Qué diferencia! Su perspectiva ha sido cambiada dramáticamente. Desde la perspectiva de Dios, ¿cuáles son las cinco necesidades más grandes en la iglesia hoy? Si las usara para determinar el contenido de sus clases durante el próximo año, ¿cuáles serían los resultados?

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5.

Si pudiera verse completamente como Dios lo ve, ¿cuáles serían sus cinco necesidades más grandes? Como usted tiene las Escrituras y el Espíritu Santo, ¿por qué no utiliza estas necesidades para fijar el tema de estudio para su tiempo devocional durante los próximos seis meses? ¿Cómo se sentiría acerca de la vida si fueran satisfechas esas necesidades? ¿Por qué no aceptar la Palabra del Señor y buscar Su sabiduría?

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SEXTA LEY

LA LEY DEL

Desarrollo 11 LA LEY DEL DESARROLLO; MENTALIDAD, MODELO Y MÁXIMAS Había estado fortaleciendo mi ánimo durante tres semanas, pero no podía postergarlo por otro día —tenía que despedir a uno de los miembros del equipo del ministerio Caminata Bíblica. Nunca había despedido a nadie, y me tomó semanas ganar la valentía. Incluso, había escrito mi discurso, y lo había practicado. Estaba tan ansioso, que antes de que llegara el día, ¡había despedido a mi perro, a mis hijos, y a mi suegra! Me sentía terriblemente culpable —el empleado era tan buena persona. «Bueno, es culpa suya, no la mía», trataba de convencerme a mí mismo. «Si hubiera sido más concienzudo, cumpliendo su trabajo, no tendría que despedirlo ahora». Así que me empujaba a seguir adelante. El día designado llegó, y llamé a este joven a mi oficina. Después de conversar nerviosamente acerca del tiempo, de jugar tanto con mi lápiz que al final se rompió la goma de borrar, y de hacerle preguntas sin importancia acerca de su esposa e hijos (era soltero —¡yo lo sabía!), respiré profundamente y comencé con mi discurso. Parecía muy distinto despedir a alguien en persona. No era como la práctica; era una persona verdadera y viva. En un segundo me di cuenta de que él no sospechaba nada. Mis palabras bien ensayadas quedaban pegadas en la boca. En mi desesperación, le pregunté: —Entonces, ¿cómo evalúas tu trabajo aquí? 349

Había decidido dejar que él describiera su obviamente pobre rendimiento, y así condenarse a sí mismo. Yo iba simplemente a decir que estaba de acuerdo y… estaba pensando dentro de mí que esto era administración genial. Pero para mi sorpresa, el joven inmediatamente se inclinó hacia adelante, y con un brillo en los ojos, contestó: —¡Muy bien! Estas no eran palabras de un hombre que se condena por sí solo. —¿Ah sí? Cuéntame de tu trabajo —yo balbuceé. Durante los próximos veinte minutos, me contó todas las cosas emocionantes que estaba haciendo en su ministerio. Su entusiasmo era tanto que se levantó y empezó a pasear. No podía contener su emoción. Cuando llegó a su conclusión (¡casi esperaba una invitación evangelística!), me encontré profundamente conmovido. ¡Qué lista de logros tan maravillosos! ¡Qué buen empleado! Sin pensar, me levanté, le di la mano, ¡y le ofrecí un aumento! —Bruce, ¿qué has hecho? —me pregunté después. Sí, le di un aumento. Pero ¿qué sucede con todos los problemas que tiene? De repente me di cuenta de que él no era el problema. ¡El problema lo tenía su jefe! El joven estaba haciendo muy buen trabajo. Desdichadamente, sus actividades eran el polo opuesto de lo que yo pensaba que debía hacer. Como nunca le había dado una descripción de trabajo, él tenía la tarea difícil de tratar de adivinar lo que yo, su jefe, quería. Yo había violado uno de los principios más básicos de administración, porque no había comunicado claramente lo que esperaba del empleado. ¡Y casi lo acusé de lo que era mi culpa! Fue una lección inolvidable. Nos pusimos de acuerdo acerca de lo que yo quería que lograra en su posición, y llegó a ser un empleado realmente extraordinario. Una descripción de trabajo es un documento extremadamente importante, ¿verdad? Define en términos claros y objetivos lo que espera 350

el líder del seguidor. El líder es responsable de definir esas expectativas claramente, y el seguidor es responsable por cumplir las expectativas lo mejor que pueda. Mi historia habría sido diferente, si la descripción del trabajo de este joven hubiera sido clara, y él hubiera desobedecido esas instrucciones voluntariamente y regularmente. Los temas principales de este capítulo son: 1) ¿Cuál es la descripción de trabajo bíblica para un maestro cristiano? y 2) ¿Está cumpliendo esas responsabilidades el maestro típico, o está desobedeciendo?

La mentalidad de la ley del desarrollo Algún día, cada uno de nosotros se presentará delante del Señor para rendir cuentas de nuestra vida en ese momento de la Evaluación Final. Como enseñan claramente 1 Corintios 3, y 2 Corintios 5, Dios pedirá cuentas de lo que hemos hecho con nuestras vidas. ¿Qué sucederá cuando Dios le pregunte: «Cuéntame ¿cómo te fue en la tierra?» Posiblemente cuando terminemos de contarle todo, el Señor nos dirá: «Eso es muy interesante. Puedo ver que todas esas cosas son importantes para ti. Pero, ¿qué pasó con todas las cosas que yo pedí que hicieras por mí?» ¿Sabría usted de qué está hablando el Señor en ese momento? ¿Sabe usted lo que el Señor ha escrito en la «divina descripción de trabajo para maestros»? No somos como el joven que estaba haciendo todas las cosas equivocadas y tenía que cambiar su trabajo para lograr las metas del jefe. Cuando usted y yo enfrentemos al Señor en ese día, será nuestra Evaluación Final, no solamente un correctivo a mediados del curso. Cuando llegue el día, no será posible volver y reajustar nuestra vida para cumplir con los mandamientos del Señor. Será muy tarde. Ya que estamos absolutamente seguros de que vendrá esta evaluación, y sería trágico lograr metas que son nuestras, pero no son del Señor, es

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importante saber dónde encontrar la «divina descripción de trabajo para maestros». ¿Sabe dónde encontrarla? Si no, podría estar apuntando a las metas equivocadas. Esto me recuerda de un torneo de golf que auspiciaba el ministerio de Caminata Bíblica todos los años. Ninguno de nosotros jugaba mucho golf, pero cada año, durante un retiro de planificación, sacudíamos el polvo de los palos de golf, y competíamos. Dale Houchin, el administrador de nuestra imprenta, y yo, habíamos estado haciendo una competencia feroz, con casi la misma cuenta, durante los últimos años. Habíamos estado fastidiándonos mutuamente todo el año acerca de quién iba a ganar el torneo. Cuando comenzó el torneo, yo estaba en el grupo justo antes del grupo de Dale. No dejaba de hacer comentarios para fastidiarme, mientras me veía luchando para mantener la pelota en el centro de la pista. Finalmente llegamos a un hoyo que no se podía ver, porque estaba al otro lado de un cerro. El primer tiro normalmente deja en una posición donde apenas puedes ver la parte más alta de la bandera del hoyo, y teníamos que pegar la pelota ciegamente hacia el césped escondido en el valle. Bueno, mi primer tiro fue muy fuerte —¡directamente en el bosque a la derecha! Escuché más abuso verbal de Dale. (¡No demuestran suficiente respeto por los presidentes!) Mientras nuestro grupo terminaba la jugada del hoyo, podía escuchar claramente la voz de Dale, felicitándome por mi cuenta «generosa». Estaba a punto de colocar la bandera en el hoyo, cuando se me ocurrió… Dale no podía ver el césped. Quizás tenía una manera de vengarme. Tomé la bandera y la planté firmemente en el obstáculo de arena más grande cercano. Grité a Dale que él tendría que llegar al césped con su tiro para ganarme. Nuestro grupo se escondió en el bosque para observar el drama que venía. El tiro de Dale pasó fácilmente sobre el cerro. Fue su mejor tiro del día. Él lo sabía, y estaba gritando: «¡Mira eso, Sr. Presidente! ¡Está en el césped! ¡Lo 352

sabía! ¡Una vez más, la oficina de la imprenta va a ganar a la oficina de los jefes!» ¡Comentarios tan irrespetuosos! Su pelota llegó hasta un metro de la bandera que yo había puesto en la arena, y se enterró. ¡Me habría gustado tener una foto de Dale en el momento que llegó arriba del cerro y vio la bandera mal ubicada, y su pelota en medio del océano de arena! ¿Cuál fue el problema con el tiro de Dale? ¿Su capacidad? ¿Su intensidad? ¿Su deseo de hacerlo bien? ¡En absoluto! Le tenemos que dar buenas marcas en todo eso. Dale había pegado la pelota directamente hacia el blanco. ¡Pero fue el blanco equivocado! Todo su trabajo fue inútil, porque estaba apuntando a la meta equivocada. Como hemos mencionado desde el primer capítulo, la mayoría de los maestros piensa que su responsabilidad principal es «cubrir la materia», o «explicar el bosquejo» a los alumnos. Cuando esos maestros pasan por sobre el «cerro final», me pregunto si descubrirán que sus vidas han apuntado a la arena, en vez de apuntar al césped. Entonces será muy tarde. Pero no es muy tarde para que usted haga un correctivo a mediados del curso, si descubre en este capítulo que ha estado equivocado. Antes de analizar la descripción de trabajo bíblica para maestros, sería conveniente hacer una lista de las cosas que usted considera los puntos principales de esa descripción de trabajo. La comunidad de maestros cristianos se puede considerar la «facultad» de la iglesia, y Dios es el «director». Tiene que haber ciertas cosas que él espera que hagamos en esta empresa, pero ¿qué son? ¿Cómo sabemos que recibiremos una evaluación positiva de parte de Dios acerca de nuestro trabajo? Jesús nos advierte de la importancia increíble de esta Evaluación Final cuando nos enseña en Mateo 25 que toda la vida es un asunto de mayordomía para él. En la parábola de los talentos, el señor premió 353

solamente a los siervos que usaron sus recursos como él esperaba. Fueron felicitados y recibieron posiciones maravillosas de liderazgo. El tercer siervo, sin embargo, fue amonestado y disciplinado por el mal uso de los recursos del señor. No se trata de simplemente hacer algo bueno; se trata de hacer lo que el Señor manda. La ley del desarrollo se escribió para revelar la Descripción de Trabajo para Maestros que el Señor nos ha dado, el capítulo siguiente nos entrenará en cómo enseñar según el plan eterno de Dios. ¿Dónde debemos buscar en la Biblia esta descripción de trabajo? El pasaje más completo y definitivo es Efesios 4:11–12. Léalo cuidadosamente para captar la idea general, y después analizaremos las riquezas del pasaje: Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

En este pasaje se encuentra una descripción de trabajo clara para los que han sido llamados a enseñar en el cuerpo de Cristo. De este pasaje surgen inmediatamente tres principios.

Principio 1: El propósito principal de los maestros es el de capacitar Esto es lo más importante: La Biblia revela que los maestros son dados por Dios principalmente para capacitar, y no meramente para explicar. Tome un grupo de alumnos —cualquier grupo. Siéntese en esa clase y encontrará, nueve de diez, que el enfoque de la clase será la explicación de la Biblia o del contenido de la lección. La tragedia, repetida miles de veces cada semana en nuestras iglesias y escuelas, es que, aunque la clase puede ser interesante, informativa, educacional, y a veces entretenida, no es consecuente con la descripción 354

de trabajo que Dios ha dado a sus maestros. Un alumno en una clase o en una iglesia puede estar bien informado, educado, y entretenido, pero todavía no ser desarrollado. Cristo dio a los maestros para la obra del ministerio. Desarrollar significa proveer lo que sea necesario para cumplir la tarea o realizar el ministerio. La idea de la palabra en griego (katartizo) significa preparar, hacer que esté listo, completar, o restaurar. Se usa en Mateo 4:21 para hablar de la reparación de redes en preparación para pescar. En Efesios 4:11, capacitar significa preparar para el servicio y el ministerio. El apóstol Pablo está ayudándonos a aprender que la tarea principal del maestro es preparar al alumno para hacer algo. Nuestro enfoque debe moverse más allá, del conocimiento al uso de ese conocimiento en la vida de la persona.

Principio 2: El público principal de los maestros es cristiano Dios no solamente aclara lo que debemos hacer; también aclara a quién debemos ministrar: «a fin de perfeccionar a los santos… para la edificación del cuerpo de Cristo» (v. 12). La actividad es discipular, y el público es cristiano. Una de las quejas más frecuentes que escucho de laicos que asisten a iglesias

evangélicas

es:

«¿Por

qué

mi

pastor/maestro

presenta

sermones/lecciones evangelísticos a la gente nueva todas las semanas? Hemos escuchado el evangelio muchas veces, y tenemos hambre de alimento sólido de la Palabra». Sin prestar atención al plan de Dios, muchos maestros han decidido que el público principal para sus lecciones debe ser los no creyentes. Trágicamente, los pastores y maestros están hablando al grupo equivocado cada semana. No han discipulado a los creyentes a hacer el trabajo del ministerio durante la semana, y por lo tanto, tratan de hacer el trabajo por ellos el día domingo. 355

Principio 3: El resultado principal del desarrollo es que los cristianos hagan el trabajo del ministerio, edificando el cuerpo de Cristo ¿Cómo sabe usted si su enseñanza está dando el resultado correcto? Los santos están haciendo su trabajo correctamente cuando «…se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, [el cuerpo] recibe su crecimiento para ir edificándose en amor» (v. 16).

La descripción de trabajo divina para todos los maestros ¿Qué estará buscando el Señor cuando nos evalúe como maestros? Considere unos asuntos clave que, según lo que Dios mismo ha revelado, estarán en el Examen Final: 1. La naturaleza del ministerio que están realizando nuestros alumnos («la obra del ministerio»). Tendemos a tener una mentalidad distinta de Dios acerca de nuestra enseñanza. Su énfasis siempre está en lo que hacen nuestros alumnos; nuestro énfasis está en lo que nosotros hacemos. Su énfasis está en el ministerio de nuestros alumnos; nuestro énfasis está en el bosquejo y nuestros apuntes. La primera pregunta que podría hacer Dios posiblemente será acerca del ministerio específico que están realizando nuestros alumnos como resultado de nuestras clases. 2. El porcentaje de nuestros alumnos que están ministrando («cada miembro»). De nuevo, fíjese en el contraste de mentalidad. El énfasis de Dios siempre estará en la participación de todos los alumnos; nuestro énfasis está en el veinte por ciento «fiel». Hemos fallado, permitiendo que ochenta por ciento no participen. La norma de Dios es que «cada miembro» participe, y por lo tanto seremos evaluados de acuerdo con esa base. 356

3. El grado en que los alumnos ministran según su capacidad («según la actividad propia»). Es increíble la mentalidad que Dios presenta en este pasaje y en otros pasajes clave del Nuevo Testamento —que Él ha dado a cada creyente, no solamente una personalidad única, sino también un don espiritual para el ministerio. Muchas veces pensamos que, mientras la persona está haciendo algo para el Señor, hemos cumplido nuestro deber, y nuestra comisión. ¡Pero el Señor no quiere que aceptemos el hecho de que haya personas con diez talentos que estén haciendo el servicio de dos talentos! Tampoco está contento cuando sus hijos estén mal ubicados, fuera del área en que él soberanamente les ha dado dones. 4. La calidad y la cantidad del trabajo realizado por nuestros alumnos («cuando cada parte funciona bien» —Dios Habla Hoy, v. 16). Cuando Dios terminó su obra de la creación, se detuvo para evaluarla y exclamó: «¡Es bueno!» Dios es un Dios de excelencia, y todas sus obras son excelentes. Él espera de nosotros, como oficiales en su ejército, que continuamente discipulemos y mejoremos el rendimiento de nuestros alumnos. Nuestra mentalidad es muy distinta a la de Dios. Pocas clases tienen otro método para medir el aprendizaje excepto un examen sobre el contenido. Pero el Señor no solamente está preocupado de que nuestros alumnos estén trabajando; está preocupado de que estén trabajando eficazmente. Para tener obreros efectivos, tenemos que ser maestros efectivos. 5. El porcentaje de crecimiento entre sus alumnos («recibe su crecimiento»). Cuando tomamos la Palabra del Señor en forma responsable, y hacemos su trabajo como él quiere, podemos estar seguros que veremos los resultados que él prometió. Mientras cada persona utiliza sus dones espirituales en un ministerio eficaz, el Señor promete que causará el crecimiento del Cuerpo. ¡Los alumnos no pueden evitar el crecimiento! Pero 357

nuestra mentalidad no es como la de Dios; nosotros pensamos que nuestra enseñanza efectiva no producirá crecimiento necesariamente. Efesios dice que la enseñanza efectiva produce crecimiento del Cuerpo, que no está limitado a crecimiento espiritual. Para ver un modelo bíblico, note el crecimiento explosivo de la iglesia en los primeros capítulos de Hechos. 6. El ministerio constante, normal, y espontáneo entre los miembros de la clase («edificándose en amor»). La mentalidad de la mayoría de los maestros es que ellos son casi los únicos que pueden ministrar a sus alumnos. En contraste, el Señor espera que el desarrollo sea tan completo, que nuestros alumnos sean capacitados para ministrar el uno al otro, como si fueran maestros o ministros. Dios está preocupado que los cristianos no solamente se reúnan, sino que también que se edifiquen mutuamente. Él desea que cada miembro de su iglesia llegue a tener más y más iniciativa, de tal manera que, cuando vean o escuchen de alguna necesidad, inmediatamente respondan por causa de un sentido de responsabilidad. Como se puede ver, la mentalidad del maestro cristiano típico frecuentemente es muy distinta de la comisión del Señor. Probablemente la diferencia fundamental entre cómo pensamos nosotros, y cómo piensa Dios, es una diferencia de perspectiva. Como maestros, siempre tendemos a enfocarnos en lo que hacemos nosotros, especialmente durante el período de la clase. El Señor nos urge a enfocarnos en lo que hacen los alumnos, ¡especialmente entre las clases! Espero que esta ley del desarrollo lo prepare para su Evaluación Final con su Supervisor Superior. Espero que lo escuche decir: «¡Bien hecho, buen maestro y fiel!»

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El modelo de la ley del desarrollo Para entender mejor Efesios 4:11–12, estudiemos este diagrama, que fluye de la izquierda hacia la derecha.

El primer cuadro representa al «maestro», o al orador, y la Biblia hace dos observaciones interesantes acerca de él en este versículo. Primero, la Biblia dice que «Dios constituyó a algunos… maestros», que significa que los maestros son un don del Señor para la iglesia. ¡Qué revelación más extraordinaria! ¡El Señor nos considera un regalo para la gente que enseñamos! No hemos sido colocados en la sala de clases por accidente, sino por el gran diseño del Creador mismo. Segundo, Dios es la fuente de los maestros. Dios no quiere confusión con respecto a quién dio este don. Por lo tanto, la próxima vez que entre al salón de clases y se pregunte si usted es la persona indicada para enseñar la clase, recuerde que el Señor lo ha seleccionado soberanamente para ser Su maestro para esos alumnos en ese día. Entre con confianza en el poder y el llamado del Señor. El cuadro del medio, o segundo cuadro, representa a los «santos» (el término bíblico para los que conocen a Jesucristo como Señor y Salvador) quienes son los receptores del don llamado «maestro». Dios dio su don a los cristianos, no a los no creyentes. Aunque somos comisionados a ir a todo

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el mundo, los que hemos sido llamados como maestros tenemos la tarea principal de ministrar entre los santos. El tercer y último cuadro representa al «mundo», que incluye cualquiera que no sea uno de los santos. Por lo tanto, el mundo representa a los no creyentes, los que no son salvos. La responsabilidad designada a los maestros es «equipar»; la responsabilidad de todos los santos, incluyendo a los maestros, es «evangelizar». Lo inmediatamente claro es que el maestro típico se conduce de maneras que no son bíblicas. Primero, frecuentemente se dirige a la gente equivocada. El diagrama refleja el énfasis bíblico, mostrando que el maestro no va directamente al mundo. Si el maestro lo hace, está desobedeciendo la responsabilidad que Dios le ha dado. Segundo, muchos maestros no tienden a capacitar para carácter santo, o para el servicio eficaz, sino para cubrir sus apuntes. El enfoque bíblico está en el resultado en la vida de los alumnos, y no en los apuntes del maestro. En tercer lugar, muchos maestros se enfocan en el contenido, y no en el carácter, como meta de la enseñanza cristiana. En la mayoría de las iglesias, escuelas cristianas, y universidades cristianas, el carácter y la integridad no son el tema de ni siquiera un curso. Son pocas las instituciones educacionales cristianas que tratan de desarrollar el carácter de sus alumnos, a pesar del hecho de que Efesios 4:13 afirma claramente que uno de los objetivos del maestro cristiano es enseñar hasta que seamos un «un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo». ¿Por qué enseñamos tan poco relacionado con el carácter, y evaluamos aun menos el carácter de nuestros alumnos? Cristo espera que el carácter sea objetivamente observable por otros, y que sea probado cuidadosamente (ver 1 Timoteo y Tito). Las otras dos flechas que apuntan hacia arriba y hacia abajo desde los «santos» reflejan dos cosas específicas para las cuales los maestros deben 360

capacitar a que sus alumnos hagan. La flecha hacia arriba, «la obra del ministerio», capta el primer resultado de los esfuerzos para discipular. La flecha hacia abajo, «edificación del Cuerpo», capta el segundo resultado de la capacitación. En un sentido, «equipar» es la clave del plan de Dios para «edificar Su iglesia». Apunta a su estrategia principal —desde el don de los «maestros» hasta el don de Sí mismo para el mundo como la única manera de obtener la vida eterna. El factor decisivo en el diagrama es si nosotros, los maestros designados por el Señor, haremos el trabajo más importante — capacitar a los santos. Si no capacitamos a los santos, entonces los santos no pueden hacer lo que Dios los ha comisionado a hacer; no pueden hacer «la obra del ministerio», ni «edificar el Cuerpo», ni «evangelizar el mundo». ¿Puede usted sentir cuán lejos nos hemos desviado de la estrategia de Dios? Muchos de nosotros nos lamentamos de que el ministerio de la enseñanza es tan difícil. Quizá es difícil porque no nos sometemos a las instrucciones directas del Señor. Trágicamente, algunos de nosotros estamos decididos a hacer el ministerio a nuestra propia manera, ¿verdad? Pensamos que lo único que importa es lo que hacemos nosotros, y no lo que hacen ellos. Me recuerda a las caricaturas antiguas del «correcaminos» que veíamos cuando éramos niños. El coyote siempre perseguía al «correcaminos» (¡bip! ¡bip!), y siempre quedaba al punto de casi alcanzarlo. Pero cada esfuerzo genial fallaba, y sufría el fracaso y el dolor. No puedo imaginar la cantidad de veces que caía sobre el precipicio y terminaba en el suelo del cañón convertido en una nube de humo. No importaba lo rápido que corría el coyote, siempre fracasaba. No importaba lo cuidadosamente que leía los letreros, siempre fracasaba. No importaba lo bien que arreglaba su bomba o que se balanceaba en la cima

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de la montaña, siempre fracasaba. No importaba lo cerca que llegaba a su meta, siempre fracasaba. El esfuerzo no es suficiente, ¿verdad? Tampoco es suficiente la preparación. Nada es suficiente si al final va a fracasar. Cuando nos encontremos con el Señor, no nos va a preguntar si lo intentamos o si nos preparamos. No está interesado en que solamente gastemos nuestra energía haciendo algo; él quiere que usemos nuestra energía haciendo lo que él nos ha mandado. Es terrible cuando alguien no sabe lo que quiere su jefe, pero es peor saber lo que quiere el jefe, y hacer la voluntad de uno mismo de todas maneras. Dios dijo que debemos capacitar a los santos para que hagan la obra del ministerio y edifiquen el cuerpo. Ya es tiempo de realizar nuestra descripción de trabajo a la luz de nuestra Evaluación Final.

Las máximas de la ley del desarrollo Si la descripción de trabajo para el maestro que encontramos en Efesios 4:11–16 le hizo reconsiderar seriamente lo que usted hace en sus clases, entonces usted está a punto de hacer un cambio explosivo en su enseñanza. Posiblemente una de las razones principales por la cual no experimentamos los resultados que deseamos en nuestra enseñanza es que enfatizamos las cosas equivocadas. Hacer lo equivocado en la manera correcta —aun con los motivos correctos— ¡todavía constituye hacer lo incorrecto! El interés de Dios va más allá de nuestros motivos; también se preocupa por nuestros hechos. Dios desea que hagamos lo que él nos ha mandado, y que logremos los objetivos que él ha estipulado. ¿Cómo se evalúan sus clases a la luz de los objetivos del Señor, según Efesios 4:11–16? Considere las siguientes preguntas. Deje que le orienten

362

acerca de cómo le habría ido en su Evaluación Final, si el Señor lo hubiera llamado a casa hoy día.

1.

2.

¿Mis alumnos realmente hacen mucho «trabajo del ministerio»?

¿Qué porcentaje de mis alumnos está involucrado en algún ministerio importante regularmente?

3.

¿Qué porcentaje de la capacidad de mis alumnos está siendo utilizado mientras ministran? ¿Están sirviendo a Cristo con todo su corazón, su alma, y su mente?

4.

¿El servicio de mis alumnos ha llegado a ser significativamente más eficaz por causa de mi capacitación? Mencione ejemplos específicos.

5.

¿Cuánto crecimiento (numérico y espiritual) lograron sus alumnos en el año pasado?

6.

¿Cuántas actividades ministeriales que son espontáneas, y que no sean auspiciadas por la iglesia, ocurren normalmente entre los miembros de mi clase cada semana?

7.

¿Cuántas personas llevaron al Señor mis alumnos durante los últimos doce meses?

Merece una reflexión seria, ¿verdad? ¿Sabe por qué es tan serio para nosotros? Porque no hemos estado haciendo las preguntas correctas. Hemos quedado hipnotizados con un sentido falso de confianza. Nos hemos permitido desviarnos tanto de los objetivos verdaderos del Señor, que cuando los consideramos seriamente 363

un momento, se nos seca la boca y las palmas empiezan a sudar con nerviosismo. Considere un momento el contraste entre la lista de objetivos de Dios y la lista de un maestro típico. Lo que sigue es una lista típica:

1.

¿He preparado el contenido?

2.

¿Llegué a la hora?

3.

¿Asistió la mayoría de mis alumnos?

4.

¿Hubo buenas preguntas y discusión?

5.

¿Cubrí mi contenido?

6.

¿Terminé a tiempo?

7.

¿Le gustó la clase a la mayoría de alumnos?

¡Imagine la revolución increíble que explotaría en el salón cuando el maestro busca lograr los objetivos de Dios! Aquí tiene algunas diferencias que podría desarrollar inmediatamente:

1.

El énfasis cambiaría de lo que hace el maestro a lo que hacen los alumnos.

2.

El énfasis cambiaría de la lección que enseñó al ministerio que se realizó después de la clase.

3.

El énfasis cambiaría de «cubrir el contenido» a ayudar a los alumnos a hacer la «obra del ministerio».

4.

El énfasis cambiaría del ministerio del maestro al ministerio de los alumnos.

364

5.

El énfasis cambiaría de cuántos asistieron a cuántos ministraron entre las clases.

6.

El énfasis cambiaría de lo teórico a lo práctico —lo que resulta en vez de lo que suena bien.

7.

El énfasis cambiaría de «información para la iglesia» a «materia para el mercado» —enfocando en cómo el cristianismo afecta el trabajo, el vecindario, el club social, y otros aspectos de la vida. ¡Nos hemos desviado tanto! Una de las más importantes recompensas de viajar y ministrar en todo el país es que conozco a maestros y pastores que realmente practican Efesios 4:11. Permítame describir una iglesia a tres horas de Atlanta, donde pasé un fin de semana ministrando. Todos están ministrando. Hay entusiasmo por todos lados. Tanto la iglesia como la escuela dominical están repletas. El problema más grande es encontrar dónde poner a tanta gente. El énfasis siempre está en la gente, y no en el liderazgo. El liderazgo sirve a la gente y siempre está capacitando más y más personas para el ministerio. Los líderes siempre están hablando acerca del ministerio de las personas, el servicio y el sacrificio. Los laicos manejan todo. Todos hacen dos o tres cosas distintas para el Señor, y están contentos. La gente se siente motivada. Siente que su aporte es valioso. Las personas se sienten apreciadas. Se sienten realizadas. Se sienten desafiadas. Saben que han sido llamadas a ministrar. Saben lo que deben hacer, y siempre lo hacen. Un año después de visitar esa iglesia, celebramos el cumpleaños de uno de los vicepresidentes del ministerio Caminata Bíblica que cumplía cincuenta años. Otro vicepresidente había vuelto recién de ministrar en la misma iglesia que habíamos visitado. ¿Sabe lo que nos dijo, mientras comíamos torta y helados? «¡Qué iglesia más increíble! ¡Todos están involucrados! Sentí la energía en todos lados! ¡La gente ama a su iglesia!»

365

¿Por qué? Porque esa iglesia ha decidido hacerlo como Dios dice. Y como están complaciendo al Señor, su brazo poderoso de bendición está moviéndose de una manera poderosa en su medio. ¿Sabe quién está más encantado con esa iglesia? No es el pastor, ni el personal, ni los diáconos, ni los laicos, ni la comunidad local. Creo que la persona más contenta con esa iglesia es el Señor mismo. Su sueño se hace realidad. Una iglesia realmente ha decidido probar su plan, ¡y está descubriendo los resultados increíbles que ocurren cuando lo hacen como él dice! Entonces, mi colega, como Josué preguntó a sus alumnos, ¿por qué no elige hoy día a quién servirá? Si está cansado de resultados mediocres, o de clases aburridas, de alumnos indiferentes y apáticos, de falta de participación, nunca más apunte el dedo a nadie excepto al maestro. Hágalo como Dios dice, y experimentará los beneficios milagrosos de su bendición. Obedezca a Dios. Capacite a sus santos. ¡Y disfrute de sus bendiciones!

Máxima 1: El desarrollo es responsabilidad del maestro Durante los próximos momentos, al considerar estas máximas, usted notará repetidamente cómo Dios pone el énfasis sobre el discipulado para el servicio, en contraste con nosotros, que ponemos el énfasis solamente en cómo hablar para que los alumnos comprendan algo. Me impacta la intensidad con que Dios siente y actúa con respecto al desarrollo. Por ejemplo, en la ley de la aplicación, estudiamos 2 Timoteo 3:16–17 y descubrimos los siguientes principios fundamentales: La Palabra de Dios es un don de Dios («Toda la Escritura es inspirada por Dios») principalmente para los cristianos («a fin de que el hombre de Dios») con el propósito de equipar («sea perfecto», completo, maduro) 366

y el propósito de discipular («enteramente preparado») para lograr el resultado de buenas obras («para toda buena obra»). En la ley del desarrollo, hemos considerado Efesios 4:11–16 y hemos descubierto, entre otras cosas, los siguientes principios fundamentales. Compárelos con los de arriba —¡observará muchas semejanzas increíbles! El maestro de Dios (usted) es un don de Dios («Y él mismo constituyó a unos… pastores y maestros») principalmente para cristianos («a fin de perfeccionar a los santos,… para la edificación del cuerpo») con el propósito de la edificación («para la edificación…») y el propósito de discipular («perfeccionar a los santos…») para lograr el resultado de buenas obras. («para la obra del ministerio») ¡Increíble!, ¿verdad? Tanto la Biblia como el maestro: •

son un don de Dios



son para la comunidad cristiana



son para el propósito de edificar (capacitar) y discipular



son para lograr el resultado de buenas obras. De todos los propósitos que Dios podría haber escogido, escogió estos dos —la edificación y el desarrollo. El primero se enfoca en el carácter y el segundo en la conducta del cristiano. Por lo tanto, no perdamos de vista el hecho de que la capacitación es uno de los dos propósitos fundamentales del Señor para los dos dones más significativos. La verdad trágica, sin embargo, es que los que han sido llamados a capacitar, lo hacen con poca frecuencia. Además, muchas veces utilizan la herramienta del desarrollo (la Biblia) como un libro de estudio para tener 367

conocimiento solamente, y no como un libro para aprender a practicar sus enseñanzas. ¿No le ha llamado la atención lo que dijo Jesús: «Si me amas, guardarás mis mandamientos»? Pero después de estar en muchas salones de clases, habría pensado otra cosa: es como si hubiera dicho, «si me amas, conocerás mis mandamientos».

Máxima 2: El desarrollo es más eficaz cuando el maestro asume el rol bíblico Dios no murmuró ni tartamudeó cuando dijo que había dado maestros a la iglesia para capacitar a los miembros para la obra del ministerio y para la edificación mutua. El resultado que Dios desea es que cien por ciento de los alumnos estén sirviéndolo con sus buenas obras. Él ha dado a los maestros para ayudarles a ministrar más y mejor. Si observara al azar a cien maestros cada semana durante un año para determinar qué están tratando de lograr, ¿cuál sería su conclusión? ¿No sería que están enseñando a los alumnos con el fin de prepararlos para un examen final de selección múltiple y preguntas del tipo verdadero o falso? ¿Pero cómo se sentiría con respecto a esa preparación si pudiera abrir el archivo en el cielo para ver el Examen Final de Dios? Encontraría que Dios no busca simplemente respuestas para preguntas, sino actos de servicio. Le interesa la formación, y no la información, discípulos y no datos. Dios ya tiene impreso ese examen final, y nos mandó a los maestros a preparar a nuestros alumnos para Sus preguntas, no para otras que no estarán en el examen. Yo estoy totalmente de acuerdo que el contenido es extremadamente importante —pero no tan importante como acciones obedientes. ¡El contenido siempre debe estar al servicio de la conducta! Cuando ponemos la información en el trono a expensas de actos de servicio, tenemos al rey equivocado.

368

Por lo tanto, ¿cuál es el rol que debemos asumir para lograr mejor los propósitos de Dios? Ya que nuestro enfoque principal debe ser el de «desarrollar», o «entrenar», o «capacitar», debemos ser como un entrenador de un equipo atlético. Los entrenadores ayudan a sus equipos a jugar bien. Los entrenadores trabajan para mejorar cada miembro del equipo. Los entrenadores guían al equipo para trabajar juntos para lograr las metas. ¿El entrenador enseña información? Por supuesto —mucha información. Pero solamente para que los jugadores puedan jugar un partido mejor. ¿El entrenador enseña información solamente para que los alumnos puedan repetirla en un examen? ¡No! Los exámenes no cambian nada, tampoco captan la profundidad del uso de la información de parte de los alumnos. Lo más importante no es que los jugadores conozcan las jugadas, sino que realicen las jugadas correctamente. Algunos maestros, me temo, piensan que son los jugadores «estrella», y no entrenadores. Estos maestros se visten para el partido cada semana, y entran al estadio (el salón de clases o la iglesia), donde sus alumnos se reúnen para ver las nuevas jugadas que han inventado durante la semana. El maestro corre al centro de la cancha, pasa la pelota, recibe la pelota, corre con la pelota hacia el arco, y… ¡hace un gol! La gente aplaude y grita: ¡buena clase! La materia fue excelente — pero trágicamente, nadie más jugó fútbol. ¿Parece familiar? Amigo, ¡salga de la cancha! ¡Quítese la camiseta! ¡Sáquese los zapatos! ¡Comience a preparar a los jugadores! Los entrenadores no existen para jugar, sino para entrenar a los miembros del equipo para jugar. Dios quiere que todo el equipo salga a la cancha a jugar de todo corazón. Nadie debe estar sentado en la banca, excepto si está exhausto (para descansar físicamente) o si ha cometido una falta (algún pecado serio). Las

369

reglas de Dios no limitan el número de jugadores en la cancha. El entrenador debe ser el único parado fuera de la cancha —¡animando a los demás!

Máxima 3: El desarrollo se evalúa mejor por lo que hace el alumno después de la clase Cuando jugué básquetbol y fútbol en la universidad, nadie se preocupaba mucho por las prácticas. Durante las prácticas, no había multitudes mirando, no vendían bebidas gaseosas, y no teníamos barra. Pero éramos los mismos jugadores que jugábamos los días sábado ante un estadio lleno. La gente sabía distinguir entre una práctica y un partido verdadero. No solamente la gente sabía, sino también los jugadores. Las prácticas eran solamente preparación para el partido verdadero. Exactamente lo opuesto sucede en la iglesia o en el salón de clases. Todos van a la práctica, y nadie presta mucha atención al partido verdadero. El partido verdadero se juega en la cancha, no en la sala de clases. El verdadero partido no se gana en las pruebas semanales, sino en la vida diaria ordinaria. Pero extrañamente, sacamos la cuenta solamente en las prácticas y no en los partidos verdaderos. Seamos prácticos un momento. Veamos si podemos comprobar lo que estoy diciendo. ¿Cómo podemos evaluar un equipo de básquetbol? La cuenta final es decisiva —determina si ganaron o perdieron. Hay otras estadísticas, como la cantidad de veces que perdieron la pelota, el número de tiros libres, y el número de rebotes ganados, pero nunca son tan importantes como la cuenta final. ¿Cómo mantenemos la cuenta en la iglesia? Los pastores y los maestros mantienen la cuenta de la misma manera en todo el mundo. Cada vez que asisto una conferencia de pastores, los escucho comparar las cuentas durante el descanso. •

¿Cuánto es la membresía total de tu iglesia?

370



¿Cuánto es el presupuesto anual?



¿Cuántas personas están en el personal?



¿Cómo va el programa de construcción?



¿Cuántos bautismos tuvieron el año pasado?

En la superficie, parecen metas razonables y comprensibles. ¿Pero realmente reflejan la cuenta verdadera? ¿Cuántas de ellas reflejan si los pastores y maestros han capacitado a los santos? ¿Cuántas de ellas indican la cuenta verdadera que Dios mantiene en su libro eterno? ¿Cuántas de estas preguntas reflejan si los santos están haciendo el trabajo? ¿La asistencia indica una capacitación eficaz? ¿O la asistencia podría ser producto de un buen orador o un nuevo gimnasio? ¿La cantidad de personal de la iglesia indica que están haciendo la obra del ministerio o que están capacitando a los laicos a hacer el trabajo del ministerio? ¿Los bautismos son resultado del mensaje del pastor el día domingo o son resultado de la evangelización que han hecho los alumnos? ¿Comprende el punto? ¿Qué tipo de información debemos reunir y registrar para medir la obra del ministerio hecha por los alumnos? Ofrezco unas sugerencias: Pruebas de la eficacia del maestro en preparar a sus alumnos para evangelizar efectivamente: •

¿Qué porcentaje de sus alumnos compartió el evangelio con otra persona durante la última semana?



¿Qué porcentaje de sus alumnos ha llevado a una persona a Cristo durante los últimos doce meses? 371



¿Qué porcentaje de los nuevos convertidos que asiste a la iglesia en los últimos doce meses es resultado de esfuerzos evangelísticos de los laicos, y no de la predicación del pastor o de contacto directo con otros miembros del personal?



¿Qué porcentaje de los nuevos miembros del año pasado está involucrado en una clase de capacitación en la evangelización?



¿Qué porcentaje de los nuevos creyentes llegó por medio del ministerio en el vecindario o en el lugar de trabajo, y no por medio de la iglesia?

Pruebas de la eficacia del maestro en preparar a sus alumnos para discipular a otros efectivamente: •

¿Qué porcentaje de sus alumnos está involucrado en reuniones regulares con otros laicos para el propósito de rendirse cuentas mutuamente y crecer —sin incluir reuniones de la iglesia?



¿Cuántos cursos diferentes de discipulado ha enseñado el pastor para proveer a los laicos de una herramienta para discipular a otros?



¿Qué porcentaje de sus alumnos está involucrado en enseñar un estudio bíblico o un grupo de discipulado fuera de las reuniones oficiales de la iglesia?



¿Qué porcentaje de sus alumnos ha tomado una clase de entrenamiento en los últimos doce meses, para aprender a enseñar mejor?



¿Qué porcentaje de los grupos de estudio bíblico ha comenzado nuevos grupos durante los últimos doce meses? 372

Pruebas de la eficacia del maestro en preparar a sus alumnos para su vitalidad espiritual: •

¿Qué porcentaje de sus alumnos tiene un tiempo devocional personal regularmente (por lo menos cinco veces por semana)?



¿Qué porcentaje de sus alumnos tiene un tiempo devocional con la familia regularmente (por lo menos tres veces por semana)?



¿Qué porcentaje de sus alumnos tiene un ministerio regular en el que sirva al Señor por lo menos una vez por semana?

• •

¿Qué porcentaje de sus alumnos da el diezmo?

¿Qué porcentaje de sus alumnos calificaría su vida espiritual y su crecimiento espiritual con un siete o más en una escala de uno a diez?

¡Creo que usted puede ver la diferencia dramática que ocurriría si empezáramos a mantener las cuentas correctas! Estas cuentas cambian el enfoque desde los maestros y lo que hacen ellos (dirigir la práctica) a los alumnos y lo que hacen estos (el partido verdadero).

Máxima 4: El desarrollo debe hacer un impacto tanto en el carácter como en la conducta Somos llamados a capacitar a la gente, no solamente para «hacer el ministerio», sino para «ser ministros». Nunca debemos olvidar que todo nuestro trabajo para el Señor surge de nuestro caminar con el Señor. Nuestra conducta es resultado de nuestro carácter. Quiénes somos determina lo que hacemos.

373

Por lo tanto, el discipulado debe influir tanto en acciones como en actitudes. ¿No demostró esto el Señor cuando nos dio la lista de requisitos para el liderazgo en la iglesia? Casi todos los requisitos están relacionados con el carácter, no con las habilidades. Si una persona es «irreprensible, … sobrio, prudente, decoroso, hospedador, … no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro…», entonces la conducta y el ministerio de esa persona serán aceptables. Su caminar validará lo que dice, y su vida hablará más fuerte que sus palabras. Si estamos comprometidos con el desarrollo, entonces nuestras actividades estarán enfocadas en las mismas metas. Por curiosidad, revisé mi diario personal de las dos últimas semanas para ver qué tipo de discipulado había estado haciendo últimamente. ¿Estaría dedicando más tiempo a la capacitación de la gente en su carácter o en su conducta? Pude identificar diecisiete encuentros o interacciones con personas ya sea en la iglesia, trabajo, iglesia, escuela u hogar en los que yo había intentado capacitarlas en su carácter o su conducta. Aquí se ven los primeros diez encuentros (con trece personas distintas en total), clasificados según el área de su vida que estaba tratando de capacitar:

374

Personas involucradas Discipular en carácter Discipular en conducta Persona 1

100%

0%

Persona 2 y 3

20

80

Persona 4

20

80

Persona 2–6

50

50

Persona 7–11

50

50

Persona 1

0

100

Persona 12

50

50

Persona 4

60

40

Persona 13

0

100

Persona 1

0

100

Total:

35%

65%

Entonces estudié los diez encuentros anteriores a estos, y los promedios estaban al revés: El tiempo total en el desarrollo de carácter era 71%, y de conducta 29%. Obviamente, los porcentajes en una semana normal dependen de las necesidades de nuestros alumnos y nuestro deseo de capacitarlos. Tome unos momentos para pensar acerca de las últimas personas con quienes usted ha tenido contacto y vea si usted estaba activamente capacitándolas. Si es así, ¿dedicó más tiempo a su carácter o a su conducta? Espero que sus interacciones con las personas tengan un enfoque y un propósito con valor eterno.

375

Máxima 5: El desarrollo debe enfocar con mayor intensidad en los más comprometidos Una de las características más importantes de los discipuladores más efectivos es que seleccionan con cuidado a las personas que capacitan. ¿No es interesante que el Señor conocía a los apóstoles un tiempo antes de seleccionarlos? El Señor llamó a la gente que él había seleccionado, y concentró su capacitación intensiva en esas pocas personas. Los líderes efectivos concentran sus recursos en las metas más estratégicas para la organización. Los discipuladores efectivos concentran sus recursos en los candidatos más fieles que demuestren ser los más prometedores para un ministerio largo y eficaz para el Señor. Los discipuladores poco efectivos malgastan su recurso más precioso, su tiempo de capacitación. En vez de ser proactivos, siempre están reaccionando. En vez de buscar a las personas que han seleccionado, permiten que las metas de otras personas reemplacen sus propias metas. ¿Por qué Cristo no pasó la misma cantidad de tiempo discipulando a todos? ¿Por qué pasó más tiempo con los setenta, más con los doce, y más todavía con los tres? Él sabía que tenía que usar bien su tiempo y su energía para maximizar el crecimiento del reino. Debemos hacer lo mismo. No podemos discipular a todos los alumnos, pero debemos seguir el ejemplo de Cristo y discipular algunos de nuestros alumnos de manera más profunda. Cuando determine el círculo íntimo que va a discipular, seleccione con cuidado. Pruebe su convicción. El privilegio de ser discipulado por usted debe tener un precio substancial que pruebe su compromiso y su deseo de ser capacitado. Uno de los discipuladores más efectivos que yo conozco practicaba este principio regularmente. Si alguien quería ser discipulado por él, él tendría una reunión inicial para conversar de las posibilidades, entonces diría: «Nos encontraremos mañana a las 5:30 en el restaurante «Dennys». Memorice

376

estos tres versículos antes de esa reunión». La reacción de la persona reflejaba su nivel de compromiso con el proceso de desarrollo. ¿No es increíble que, cuando Jesús iba a seleccionar a los doce discípulos, oró toda la noche? Jesús sabía que el proceso de selección era muy importante. ¿Recuerda cómo probó su compromiso? Les pidió que abandonaran sus redes de pescar y la mesa de los impuestos para seguirle a él. Jesús probó su convicción. ¿Ha probado usted la convicción de sus alumnos últimamente? Pablo expresa el meollo de esta máxima cuando escribe a su alumno Timoteo: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros» (2 Timoteo 2:2). Pablo sabía que el proceso de desarrollo era el vínculo vivo para pasar el ministerio de una generación a otra. Por lo tanto, no concentre su tiempo en los que no sean fieles. No solamente sería necio, sino también desobediente. Seleccione con cuidado a los más fieles, y haga que sean los mejor equipados.

Máxima 6: El desarrollo requiere conocimiento, habilidad, y un compromiso a largo plazo El desarrollo es una de las cosas más difíciles que se puede hacer. Tendemos a subestimarlo cada vez. Pensamos que será más fácil de lo que es. Pensamos que será más rápido de lo que es. Pensamos que será más breve de lo que es. Pensamos que ha terminado cuando no ha terminado. Pero es una de las maneras más estratégicas de invertir su vida. Hay tan pocos discipuladores hoy en día, porque es más difícil de lo que se espera. Es más difícil de lo que yo jamás esperé. Y por causa de esa expectativa

poco

realista,

al

principio

decepcionado. 377

me

sentía

frecuentemente

Cuando el ministerio Caminata Bíblica estaba recién empezando en los años setenta, experimenté todo tipo de miedo y duda acerca de su futuro. En ese tiempo, el Dr. Howard Hendricks fue a nuestra ciudad, y lo invité a almorzar. Le pregunté: —Profesor, ¿qué opina del ministerio Caminata Bíblica? —Es bueno, Bruce —dijo. —No, profesor, ¿qué piensa usted realmente? Sonrió y dijo: —Bueno, obviamente está recibiendo bendiciones del Señor, así que debe animarse. Desgraciadamente, no estaba animado, así que le pregunté una tercera vez. —No, dígame la verdad, profesor. ¿Qué opina honestamente del futuro de nuestro ministerio? —Quería que alguien me asegurara que mi sueño frágil iba a funcionar. Él se dio cuenta de que yo había dejado de comer, y debe haber sentido que necesitaba una respuesta más profunda. Lo que dijo en respuesta fue uno de los consejos más importantes que he recibido en toda mi vida acerca del proceso del desarrollo. —Bruce, no se trata de lo que está haciendo Caminata Bíblica hoy, o el próximo año, o incluso en diez años. La prueba verdadera es lo que estará haciendo en quince, veinte, o veinticinco años. —En este momento, usted puede hacer todo solo, pero la prueba verdadera vendrá si el Señor bendice el ministerio tanto que no pueda hacerlo solo. ¡Es en ese momento que usted será realmente probado! ¿Puede usted discipular a otros para expandir el ministerio más allá de sus capacidades? Sí, Bruce, la verdad acerca de Caminata Bíblica no se conocerá hasta dentro de muchos años, cuando el fruto de su trabajo comience a madurar. Revelará que usted supo discipular o que no supo discipular. Ese es el secreto del éxito futuro de Caminata Bíblica. 378

Muy acertado, ¿verdad? Es la perspectiva a largo plazo que el Señor quiere, no de corto plazo. Él desea nuestro compromiso con la capacitación de otros, no para la carrera corta, sino para el maratón de la vida. Nunca olvidaré el momento que observé el maratón de otro hombre. Estábamos sentados en un auditorio grande, lleno de gente que había venido a una conferencia cristiana nacional muy importante. Yo estaba sentado muy atrás, al lado de uno de los educadores más destacados del país. Era legendario en la comunidad cristiana, y había sido mentor para muchos hombres y muchas mujeres con quienes yo he servido. Cada uno de ellos hablaba de este hombre con mucho respeto y mucho cariño. Mientras escuchábamos al mensajero principal, sin embargo, era inmediatamente aparente que había dominado el arte del aburrimiento. Después de un rato, este respetado anciano respiró profundamente y sacó una pila de tarjetas del bolsillo de su chaqueta. Estaban muy gastadas, pero por la manera en que las manejaba, era obvio que tenían algo especial escrito en ellas. Mi curiosidad me ganó, y tuve que mirar las tarjetas. Cada una tenía tres o cuatro nombres escritos, con seis o siete puntos debajo de cada nombre. Revisaba cada tarjeta lentamente, y seguía con la próxima. Después del mensaje, tomamos una taza de café y conversamos. Le dije que había visto las tarjetas, y le pregunté si estaba repasando algo para dar un examen. Sonrió y dijo: —Es una lista de cada alumno que ha sacado un título bajo mi liderazgo. He estado orando por ellos por nombre cada día, y me he mantenido en contacto con muchos de ellos durante muchos años. Ellos son mis manos, mi boca, y mis pies. Los he discipulado, y ahora están discipulando a otros por la causa de Cristo. Al dar una mirada atrás a mi vida, fuera de mi familia, estos hombres y mujeres son el logro más importante de mi vida. ¡Me recuerda del apóstol Pablo! ¡Qué dedicación a la oración y la correspondencia a largo plazo!

379

El fundador de la cadena de restaurantes Chick-Fil-A, Truett Cathy, vio una planta extraordinaria en un viaje a Malasia. Su guía le explicó que era un tipo de bambú con una forma muy extraña de crecer. Se siembra la semilla en un montón de tierra, hay que regarla y fertilizarla. Nada sucede durante el primer año. El segundo año, la riegas y le pones fertilizante, pero no sucede nada. El tercer año, la riegas y le pones fertilizante, y todavía no sucede nada. En el cuarto año, la riegas y le pones fertilizante, y no sucede nada. Finalmente, en el quinto año, la riegas y le pones fertilizante, y en noventa días, ¡crece 30 metros! Tenemos que evitar la «instantitis» en nuestro discipulado. A veces requiere años de regadío y fertilizantes antes de ver el crecimiento. El discipulado es un compromiso de largo plazo. Quizás la persona que usted está casi a punto de abandonar necesite un solo año más de regadío —¡no se rinda!

Máxima 7: La meta final del desarrollo es producir discipuladores independientes Un domingo en la mañana me encontré con uno de los maestros destacados de la iglesia donde asistimos. Parecía estar llevando un tremendo saco de desánimo. —¿Qué te pasa? —le pregunté, esperando poder animarlo. —Otra pareja dejó mi clase esta mañana —dijo—. Mi clase es una puerta giratoria. Después de doce o dieciocho meses, los alumnos se van, y tengo que empezar de nuevo. No sé que sucede, pero estoy a punto de renunciar. No me sonaba muy bien, pero tomé el riesgo de explorar un poco más. —¿Tienes alguna idea de por qué se van? ¿Tu contenido será inapropiado? —No, creo que el contenido está apuntando bien al blanco. Los miembros crecen rápidamente y se van. Este año he perdido seis

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matrimonios excelentes con quienes estaba trabajando. Han dejado mi clase para enseñar sus propias clases. No pude creer lo que estaba escuchando. ¡Qué problema más maravilloso! Brevemente le compartí cómo el Señor debía estar contento con su «problema». Sin duda él era un maestro muy eficaz, porque estaba capacitando a sus alumnos para enseñar a otros. Posiblemente algún día sepamos suficiente para celebrar las victorias correctas. Los discipuladores independientes son los que han dominado una habilidad ministerial, están usándola, están reclutando a otros con dones e intereses similares para entrenarlos en el uso eficaz de sus dones, y los envían a hacer lo mismo, guiándoles en el proceso. ¿Puede usted captar el poder inherente en el método de multiplicación? El Señor no quiere que simplemente capacitemos a la gente; él quiere que también entrenemos a las personas para que ellas también entrenen a otros para ser entrenadores. La gente llega a nuestras clases necesitada de dirección y supervisión. Nuestra tarea es continuar desarrollando a los alumnos de acuerdo con sus dones espirituales, para que sean activos en el ministerio de tal manera que se reproduzcan también. El ciclo imita perfectamente el ciclo de vida divina para todos nosotros, ¿verdad? Desde el nacimiento, hasta la madurez, el matrimonio, la reproducción, hasta criar a los hijos para que sean independientes, hasta asumir el rol de abuelos que también ayudan a criar a sus nietos. En el fondo, el Señor quiere que el linaje piadoso crezca y ejerza más y más influencia por medio de la multiplicación física y espiritual. Al madurar en nuestra vida y nuestra enseñanza, debemos llegar a estar más conscientes y más comprometidos con este proceso reproductivo. Nuestra responsabilidad más crucial, como si fuéramos atletas en una

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carrera de relevo, es la de pasar el testigo1 a la próxima generación efectivamente. Si pasamos la posta2 a corredores que son «estériles» y no están comprometidos con el proceso de la reproducción, entonces todo el proceso será severamente impedido. La realidad sobria que yace debajo de este proceso es que cuando una sola generación de maestros enfatiza el contenido y no el desarrollo, se deja caer el testimonio. Sea lo que sea que hagamos, no debemos dejar caer el testimonio que el Señor nos ha dado. Corra, mi amigo, sabiendo que su carrera es una sola vuelta, y la calidad y la cantidad de corredores a quienes usted pasa el testimonio determinarán el impacto eterno de su carrera personal.

El meollo de la ley del desarrollo La esencia de la ley del desarrollo se resume en tres palabras: «Equipar para servir». El maestro debe equipar a los estudiantes para una vida de servicio y edificación.

Conclusión Era muy tarde en la noche, después de una reunión intensa de tres días con Peter Drucker, el gurú en administración. Treinta de nosotros habíamos

1 Nota del traductor: El Dr.

Wilkinson usa aquí una figura deportiva. En una carrera de relevo, un atleta pasa un pequeño bastón al próximo corredor. Este palo se llama «testigo» en algunos países, porque garantiza que el segundo atleta espere hasta que llegue el primero. 2

El pequeño bastón también se llama «posta» en otros países, derivado de la historia del correo, porque la estación donde un corredor esperaba relevar al previo corredor se llamaba «posta».

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participado en las sesiones especiales, solamente por invitación. Éramos todos líderes de organizaciones cristianas grandes o pastores de iglesias con influencia nacional. Era un tiempo fascinante, y aprendimos mucho. Pero el momento que voy a recordar más ocurrió sin esperar a través de un joven cuya iglesia había experimentado un crecimiento increíble a través de la evangelización y el discipulado. Le pedí que compartiera algunas de las lecciones que había aprendido. —Primero, casi me mata. Incluso, estaba considerando seriamente abandonar el ministerio. Asentí con la cabeza, porque lo entendí. —No pude mantenerme al día con las demandas que aumentaban rápidamente, y empezó a destruir mi vida. Pedí al Señor un alivio, o si no, tendría que renunciar. —Al día siguiente en medio de mi devocional personal, di con Efesios 4:11–16. Ya conocía esos versículos, y había predicado sobre ellos muchas veces. Pero me llegaron como un relámpago del cielo. Dios me ayudó a ver lo que estaban enseñando. Creo que lo entendí por primera vez. Sabía que era mi trabajo preparar a los santos para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo, y pensé que estaba haciendo eso. Pero el Señor me mostró que no estaba ni cerca. Me sentía tan convencido que me puse de rodillas y prometí al Señor que haría exactamente lo que dice la Biblia, y dejar los resultados en sus manos. Si la iglesia fracasaba, no importaba, porque iba a renunciar de todas maneras. Bueno, les dije a los diáconos lo que el Señor me había aclarado, lo que estábamos haciendo mal, y les pregunté si estaban dispuestos a unirse conmigo en el compromiso de obediencia completa. Todos estaban emocionados con la idea. Más tarde esa semana, hicimos una lista de toda la gente fiel que conocíamos en la iglesia, gente que reunía los requisitos del liderazgo según Timoteo y Tito. Identificamos a 147 hombres y mujeres.

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Nos reunimos con cada uno de ellos individualmente, o en pareja si eran casados, y les expliqué la comisión que el Señor nos había dado de capacitarlos como líderes. Les pedimos que oraran acerca de unirse con nosotros en un proceso de entrenamiento intensivo de un año, para prepararlos para ser ordenados como ministros laicos. No lo pude creer, pero todos dijeron que sí. Me sorprendió y también sorprendió a nuestro equipo de líderes. La gente estaba esperando ser invitada a ser preparada. Los próximos doce meses fueron intensos y emocionantes, y de pronto, llegó el gran domingo. Allí estaba yo, enfrente de la congregación, y sentados en las primeras bancas del auditorio había 147 hombres y mujeres, comprometidos y capacitados. Les pedí que se pusieran de rodillas, y los ordené como ministros laicos. Entonces prediqué acerca del corazón de Dios, y cómo él quiere que estemos todos haciendo la obra del ministerio. Les dije a los 147 que estaba entregándoles el ministerio en ese momento. Les dije que nunca más dudaran de su llamado, o de su capacidad de satisfacer las necesidades de la gente. Les dije que deberían actuar como yo, como un ministro comprometido con la tarea de satisfacer las necesidades de la gente. —¡Qué historia más increíble! —le dije—. ¡Qué inspiración! ¿Pero resultó? ¿Qué pasó con su sentido de estar sobrecargado y estresado? —¡No lo va a creer! Yo tampoco lo creía; por lo menos al principio. Normalmente el día lunes en la mañana, el teléfono sonaba y sonaba, y muchas personas pedían consejo y tenían emergencias. ¿Sabe lo que pasó? Nadie llamó el lunes. Pensé que el sermón había sido un fracaso, y que había ofendido a la congregación. Además, esa mañana, uno de nuestros líderes clave había estado en un accidente terrible, pero por causa de otras emergencias, no había podido visitarlo hasta después de la comida en la noche. Corrí al hospital y fui a la unidad de cuidado intensivo para pedir permiso para visitar a mi buen amigo. La enfermera dijo que nadie excepto la familia 384

inmediata o el pastor podía visitarlo. Entonces me preguntó el nombre de la persona que quería visitar. Le dije el nombre y le dije que yo era su pastor. Ella saltó de la silla y exclamó: «¡No, no, no! ¡No me vaya a decir también que usted es su pastor!» Le pregunté de qué estaba hablando. Ella dijo: «Usted es la octava persona hoy día que ha venido diciendo que es su pastor!» ¡Entonces lo entendí! No teníamos ocho pastores, sino solamente dos. Eso es, hasta el servicio del domingo —¡porque ahora tenemos 147! Ocho de ellos respondieron, y no los habíamos llamado de la oficina. Bruce, ese es el secreto de la explosión que ha experimentado nuestra iglesia. Mi trabajo ha disminuido en un 90%, y el ministerio se realiza a través de los miembros. El ministerio hecho por los miembros ha aumentado en un 1.000%. Anteriormente en este capítulo, prometí que, cuando nuestra enseñanza está en armonía con la voluntad de Dios, él bendice nuestros esfuerzos. Esta historia es prueba de eso, ¿verdad? ¿Le gustaría tener esa satisfacción cuando enseña? ¿Le gustaría ver el gozo y la satisfacción cuando sus alumnos descubran que pueden hacer «la obra del ministerio»? Entonces, ¿por qué no comprometerse con este método revolucionario de la enseñanza? que usted, como el instructor designado por Dios, comenzará a preparar a los alumnos que él le ha encomendado. Donde sea que miramos, hay mucho trabajo por hacer. Pero en cada salón de clases, los obreros tampoco han sido preparados. Así que comprométase con la comisión del Señor: «constituyó a unos…maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo».

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Preguntas para reflexión 1.

Nuestro estudio de Efesios 4 reveló unos principios clave acerca del discipulado: (1) El propósito principal del maestro es discipular; (2) el público principal que los maestros discipulan es cristiano; y (3) el resultado principal entre los cristianos es que hagan el ministerio y edifiquen el cuerpo de Cristo. Evalúe su propio ministerio de enseñanza a la luz de estos principios. Pregúntese, ¿estos principios se cumplen en mi enseñanza? ¿Qué debo cambiar para que se cumplan? ¿Cómo debo hacer ese cambio?

2.

¿Está de acuerdo usted con la afirmación que la mayor parte de la enseñanza está enfocada en el contenido, más que en el carácter y la conducta? ¿Por qué piensa que el carácter ha sido una prioridad tan poco importante en los últimos años? ¿Cuál será el resultado al final? ¿Qué parte de sus últimas dos clases contribuyeron al desarrollo de carácter cristiano?

3.

¿Qué sucedería si las iglesias locales empezaran a anotar los resultados del discipulado, tal como se explican en la máxima 3 de la ley del desarrollo, para cada clase de la escuela dominical, y cada culto del día domingo? ¿Por qué nos desviamos tanto de los mandatos claros del Señor, y cómo sufrimos por causa de esto?

4.

El tiempo limitado y las oportunidades limitadas requieren que invirtamos nuestras vidas con mucho cuidado. Pablo dijo que pasáramos la verdad a los fieles. Por lo tanto, pase su tiempo discipulando a los que sean como las personas mencionadas en 2 Timoteo y Tito. (Es importante tener una o dos personas especiales, que necesitan atención para llegar a estar en ese nivel.) Maximice sus esfuerzos, eligiendo su equipo con cuidado. Haga una lista de tres o cinco personas a las que usted debería estar discipulando para el Señor. Empiece con su familia. ¿Tomará los primeros pasos hoy? Entonces planifique tiempo con cada uno para conversar acerca de su deseo de capacitarlos. 386

12 LA LEY DEL DESARROLLO; EL MÉTODO Y LOS MAXIMIZADORES Es el domingo en la mañana. El coro acaba de cantar su número especial, y el director de educación cristiana entra por la puerta del lado y susurra algo en el oído del pastor. Entonces camina hacia el púlpito con una mirada vidriosa. De repente usted se siente ansioso —esto lo ha visto antes. Todos se ponen tiesos. Muchos miran al suelo. Otros fijan la vista en el boletín. El director de educación cristiana comienza con un discurso acerca de las maravillas de enseñar para el Señor en la escuela dominical, y acerca de lo importante que son los maestros para la vida de la iglesia. Ahora la gente mira al techo. Todos saben lo que viene ahora. Cada palabra produce más y más culpa hasta que por fin lo dice: «¡Te necesitamos! Prometemos entrenarte. ¡Te prepararemos! Pero si no tenemos seis voluntarios ahora mismo, no podemos seguir con el culto. Hasta que no se levanten seis manos, el pastor no puede predicar el sermón. Ahora, ¿quién levantará la mano?» Lentamente usted mete sus manos debajo de las piernas para asegurarse que no se levanten. Solamente tres manos están levantadas, y se siente la tensión. De repente, su esposa le da un codazo en la costilla, y como reflejo, su mano va hacia arriba. «Yo veo esa mano. ¡Gracias, hermano! Tenemos un grupo maravilloso de jóvenes adolescentes esperando un maestro inspirador como usted!» Usted mira alrededor para ver de quién está hablando, y de repente lo entiende, ¡lo han manipulado! Su corazón está palpitando. Las palmas están sudando. Está molesto con su esposa. ¡Todo esto porque olvidé su cumpleaños! ¡Nunca más lo olvidaré! 387

Entonces siente un poco de alivio. Dijo que recibirían entrenamiento. ¡Lo necesito de verdad! Probablemente un semestre de preparación. Posiblemente no será tan terrible después de todo. Su esposa le empuja de nuevo —pero usted ya sabe que no debe mover la mano. Un poco mareado y atontado, usted escucha: «Los necesitamos ahora mismo. Hoy. Por favor, vayan a verme en el pasillo». Los otros cinco ya salieron a buscarlo. Todos los demás están respirando con alivio, y el pastor está sonriendo. Usted es el último de los seis para llegar al pasillo. Hay un huracán de actividades, mientras el director de educación le tira el cuaderno del maestro para la escuela dominical. Mientras se va corriendo, le escucha decir: «¡Gracias hermano! ¡Muchas gracias! ¡Que Dios lo bendiga!» Usted va hacia la clase y ve que dos sillas van volando por la puerta. Un borrador de pizarra también vuela hacia el muro.… ¡Es la sala donde usted tiene que enseñar! ¿Parece familiar esto? Creo que usted sabe lo que estoy diciendo. ¿Cuál es la fórmula de esta iglesia para la capacitación? Exhortación más culpa más el cuaderno del maestro equivale a capacitación. Me pregunto qué podríamos descubrir si fuéramos una mosca en la pared del aula de ese pobre maestro de jóvenes en este momento. ¿Cómo se sentirá él? ¿Cómo se sentirán sus alumnos? Aun más importante, ¿cómo evaluaría Cristo la manera en que esta iglesia «prepara para la obra del ministerio»? ¿Cómo calza con Sus prioridades? Si quiere tener una respuesta clara para estas preguntas, entonces observe las prioridades de Cristo cuando ministraba en la tierra. ¿Él simplemente tiró un cuaderno a la persona que había manipulado? ¡De ninguna manera! Al contrario, Cristo invirtió tres años intensos capacitando y entrenando a su «facultad» para enseñar y ministrar. Si Cristo nos dio un ejemplo de un compromiso tan profundo con el desarrollo, entonces ¿cómo debemos evaluar el fiasco que explicamos arriba? 388

Con razón que en los cuestionarios anónimos, 80% a 90% de los alumnos responden que sus clases son aburridas e irrelevantes. Con razón que los maestros están experimentando mucho estrés. ¡No se sienten preparados! Lo pueden soportar solamente por un tiempo limitado. De alguna manera la iglesia ha caído presa de la idea que la capacitación es una prioridad baja. Pero fuera de la iglesia, sucede lo opuesto. Donde quiera que usted encuentre compañías con logros superiores, usted encontrará que estas compañías tienen programas superiores de capacitación. Por otro lado, cuando se encuentra una compañía con productos inferiores o servicio inferior, los empleados reciben poco o nada de capacitación. Las compañías mediocres y los maestros mediocres son productos de capacitación mediocre. No me deja de sorprender cómo el mundo descubre, sin saberlo, los principios del éxito explicados en las Escrituras, mientras los que tenemos la Palabra de Dios no creemos suficientemente en esos principios para practicarlos. Cristo dedicó el corazón de su ministerio a la capacitación de sus hombres. Dios nos mandó a dedicar el corazón de nuestro ministerio a la capacitación de nuestros alumnos y nuestros maestros. Entonces, ¿qué debemos hacer? Mi buen amigo, Ron Blue, un consultor financiero cristiano conocido, frecuentemente dice que se pueden conocer las prioridades de una persona por su registro de cheques y su agenda de compromisos. Diga lo que diga una persona acerca de sus prioridades, su dinero y su tiempo siempre revelan la verdad. Si quiere saber cuál es el compromiso que tiene una organización, una escuela, o una iglesia, con respecto al entrenamiento, examine los recursos humanos, el tiempo, y el dinero que invierten en la capacitación de su gente. He estudiado varios presupuestos de iglesias para encontrar la cantidad de dinero que gastan en el entrenamiento de liderazgo. La mayoría de iglesias ni siquiera tiene una categoría en su presupuesto para capacitación. 389

Los que tienen una categoría, típicamente gastan menos de 0.1% (un décimo de un por ciento) en el entrenamiento. ¿Qué nos dice acerca de las prioridades? En el ministerio Caminata Bíblica, tomamos muy en serio la capacitación. Creemos que el ejemplo y la comisión de Cristo se dirige no solamente a la iglesia, sino a todo tipo de trabajo y ministerio. El entrenamiento multiplica los resultados a largo plazo. Jóvenes frecuentemente preguntan si recomiendo que estudien en la universidad o que hagan estudios de postgrado. Muchas veces les hago la siguiente ilustración. Digamos que su vida es representada por un campo aparentemente sin límites. Su responsabilidad es limpiar el campo, ararlo, sembrarlo, y cosecharlo el resto de su vida. El desafío es cosechar los granos correctos (fruto que dura para siempre) en las cantidades más grandes posibles (multiplicar lo sembrado por 100). Tiene varias opciones: •

Primero, retirarse de la escuela antes de terminar la enseñanza secundaria. Tendrá que trabajar la tierra a mano con una sola herramienta, pero puede empezar inmediatamente.



Segundo, puede terminar la enseñanza secundaria. Podrá usar una docena de herramientas para trabajar la tierra a mano.



En tercer lugar, puede estudiar en la universidad. Tendrá una máquina rotatoria simple con una cantidad de gasolina sin límites para hacer el trabajo.



En cuarto lugar, haga estudios de postgrado. Tendrá así un tractor diesel con varios implementos.



En quinto lugar, no deje de estudiar nunca, aun después del postgrado. Siga aprendiendo, y gradualmente se juntará una serie de tractores, máquinas para cosechar, sistemas de riego —todo lo que pudiera imaginar y necesitar para trabajar su tierra.

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Ahora, se detiene antes de terminar la enseñanza secundaria, podrá sembrar varias filas y cosechar sus frutos, antes de que otro termine la universidad. Por un tiempo dará la impresión que habrá hecho lo más sabio. Pero cuando el otro haya trabajado un año con sus máquinas, verá los resultados. ¿Puede ver la diferencia increíble que hace la capacitación en la vida de la persona, y en lo que puede hacer con los dones que Dios le ha dado? Cuando prestamos mucha atención y dedicamos recursos clave a la preparación de los santos para la obra del ministerio, multiplicamos mucho el fruto de su vida para el reino de Dios. Aunque Cristo nos da dones a todos —y aunque da hombres y mujeres dotados con muchos dones a la iglesia para ser maestros y pastores—, Él nos permite decidir cómo usar esos dones. Como en la parábola de los talentos, el Señor nos juzgará a todos de acuerdo con lo que hicimos con los dones que nos ha dado. El desarrollo no es una opción. No es una sugerencia. Es un mandato. Trate de resistir la corriente. ¡Tire su herramienta simple al suelo, y súbase al tractor!

El método de la ley del desarrollo En el ministerio Caminata Bíblica, les animo regularmente a nuestro equipo de líderes con el siguiente lema: Si quieres un producto perfecto, perfecciona el proceso de producción.

Si se desean maestros efectivos (el producto perfecto), hay que desarrollar y manejar un currículo eficaz y permanente para la preparación de maestros (perfeccionar el proceso). Los cinco pasos del método del desarrollo son universales y funcionan para cualquier maestro en cualquier lugar con cualquier estudiante para desarrollar cualquier habilidad. Son igualmente efectivos, sin importar si está 391

entrenando a alguien para jugar tenis, montar a caballo, predicar un sermón, testificar en el vecindario, o manejar el presupuesto familiar. Este proceso funciona entre maestro y alumno, entre padres e hijos, entre jefes y empleados —en casi cualquier relación.

Sin duda, usted ya está usando algunos de estos pasos, pero el hecho de recordarle de ellos le ayudará a sentir en el futuro exactamente qué se debe hacer, y en qué orden. Frecuentemente, cuando el proceso de capacitación no está funcionando bien, es porque se ha saltado un paso, o porque uno de los pasos se ha dado en el orden equivocado.

Paso 1: Instruir El primer paso en la enseñanza de una habilidad es el de «instruir» a los alumnos con los hechos básicos y la información acerca de la habilidad. El maestro debe «educar» y «preparar» a los alumnos con las verdades fundamentales sobre las cuales está basada la habilidad.

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Hace algunos años, mi hija Jennifer y yo pasamos unas semanas en Colorado, mientras yo enseñaba un curso. En una de las comidas, conocimos al hijo de una de mis alumnas casadas de mi clase. Él era instructor de tenis, y llamó la atención de mi hija. Un día la invitó a tomar unas clases de tenis gratis. Después de unas horas ella volvió corriendo al apartamento. Obviamente lo había pasado muy bien, pero no parecía que hubiera jugado mucho tenis. —¿Cómo te fue? —le pregunté. —¡Genial! Pero no jugamos mucho tenis, porque pasó mucho tiempo enseñándome las reglas y la estrategia del juego. Papá, ¡no sabía que había tanto que aprender acerca del tenis! Ahora que finalmente entiendo, creo que estoy lista para practicar el juego. Ese joven tenía una gran ventaja sobre sus colegas. No solamente reconocía los atributos maravillosos de mi hija, sino también reconocía que la instrucción es el primer paso de la adquisición de cualquier habilidad. Cuando termine este primer paso, sus alumnos deben sentirse relajados acerca de la habilidad que les está enseñando. Hasta este momento, debería quedarse en la etapa de la presentación de los hechos.

Paso 2: Ilustrar El segundo paso en la enseñanza de una habilidad es el de «ilustrar» a los alumnos cómo se ve la habilidad cuando se está utilizando. Debe «exponer» a sus alumnos al uso de la información que aprendieron en el primer paso al practicar la habilidad. Deles a los alumnos la oportunidad de «percibir» en sus mentes, para que las palabras del primer paso lleguen a ser una imagen viva. Debe moverlos desde «yo lo entiendo» hasta «yo lo veo». Trágicamente, la gran mayoría de la capacitación nunca supera el primer paso de la explicación. Muchos maestros piensan que han entrenado a una 393

persona a hacer algo cuando la persona solamente conoce la teoría de la habilidad. Pero, ¿realmente sabe jugar tenis solamente porque conoce la distinción entre el golpe derecho y el golpe izquierdo? No debemos permitirnos definir el entrenamiento como la capacidad de repetir información de memoria. Saber en la mente cómo se hace algo no es lo mismo que realmente hacerlo. Pero en todos mis años de estudio, ¡menos de cinco por ciento de mis maestros intentaron este segundo paso! Hace muchos años tomé un curso en «cómo testificar», que duró más de tres meses. Las únicas pruebas que tomó el maestro eran para ver si podíamos recordar sus apuntes. Ni una vez observamos al profesor tratar de demostrar cómo se hacía la evangelización en la práctica. En la mente del profesor, el entrenamiento era cuestión de conocimiento más que hechos. Para él, la capacitación estaba limitada a la información. Muchos de los alumnos no tenían más habilidad en la evangelización después del examen final de lo que habían tenido antes de empezar el curso. Tampoco practicaban la evangelización con más frecuencia. Sin embargo, algunos sacaron una «A» en este curso. El profesor debía enseñar una habilidad, pero los alumnos nunca vieron ninguna demostración de esa habilidad, y tampoco la practicaron personalmente. Trágico, ¿verdad?

Paso 3: Involucrar El tercer paso de la enseñanza de una habilidad es el de «involucrar» a los alumnos en practicar la habilidad por sí mismos. Los alumnos necesitan «experimentar» la habilidad de primera mano. Guíelos a «practicar», para moverlos desde la etapa de «yo entiendo» y «yo veo», hasta la de «estoy haciéndolo».

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Hasta este paso, los alumnos se mantienen pasivos. En el primer paso, escuchan acerca de la habilidad, y en el segundo, observan la habilidad. Ahora practican la habilidad por sí mismos. Este es el momento cuando lo ideal llega a ser real. El conocimiento teórico se transforma en conocimiento real. La responsabilidad del maestro es practicar la habilidad con los alumnos como un entrenador-jugador. Debe estar cerca de ellos, siempre animándolos en cada esfuerzo. Hace años, cuando serví como pastor de jóvenes en Nueva Jersey, desafié a una docena de mis mejores jóvenes a ser entrenados en un nivel avanzado de discipulado y servicio cristiano. Una de las señoritas tenía un don para el arte, y estaba tratando de enseñarle a usar dibujos artísticos para presentar el evangelio en las playas de Long Island. Después de explicarle cómo se hacía (Paso 1: Instruir) y demostrarle cómo hacerlo en una reunión de jóvenes y en la playa (Paso 2: Ilustrar), le animé participar en el proceso. Ella hacía dibujos en una hoja de cartón, mientras yo hablaba (Paso 3: Involucrar). Al día siguiente, le animé a hablar mientras yo hacía los dibujos. Fuimos a una parte segura de la playa, a sugerencia suya, y al final del día, ella estaba haciendo todo sola. Yo estaba parado cerca, haciéndole barra mientras ella presentaba en forma dinámica las buenas noticias del evangelio a más de 125 niños y adultos. Este paso en medio, entonces, es el punto de cambio, el eje del método de capacitación. Determina en gran parte el grado de éxito que sus alumnos tendrán al final. Por lo tanto, más que en cualquier otro paso, debe prestar mucha atención al progreso y a la estabilidad emocional de sus alumnos durante la etapa de la práctica. Si experimentan un fracaso con mucha vergüenza o decepción, puede estar seguro de que la capacitación no dará buenos resultados. Pero si puede asegurar que tengan una buena experiencia de aprendizaje, y que se sientan bien acerca de sí mismos y sus logros, entonces el resto del proceso será un placer. 395

¡Asegúrese que sus alumnos tengan éxito! No saque la cuenta todavía en esta etapa; solamente anímelos en el proceso. Los estudiantes normales tienen mucha inseguridad y ansiedad, así que debe afirmarlos en todo lo que hacen. Garantice el éxito de este paso, removiendo todo riesgo de fracaso y vergüenza. Nunca tire a los alumnos en el agua profunda para que aprendan a nadar. ¡Ellos deben terminar este tercer paso amando el proceso y deseando más!

Paso 4: Incrementar El cuarto paso de la enseñanza de una habilidad es «incrementar» la capacidad de los alumnos para usar su nueva habilidad. En este punto, los alumnos deben desarrollar la habilidad, y lograr más «eficiencia» al «proceder» en el uso de la habilidad. Usted debe moverlos desde «yo entiendo», «yo veo», y «estoy haciéndolo», hasta la etapa de «estoy mejorando». El proceso del mejoramiento no termina nunca para todos los que quieren ser campeones. Por lo tanto, este paso se puede ver como una etapa sin cumplir. La adquisición de una habilidad nos llama a todos a crecer desde el nivel de novato hasta intermedio, experto, y finalmente campeón. En el ministerio de Caminata Bíblica, a esto lo llamamos «la búsqueda incansable de la excelencia». Como entrenadores, queremos sacar lo mejor y lo más noble de los talentos naturales y los dones de nuestros alumnos. Nuestro llamado es hacer que nuestros alumnos florezcan en su potencial máximo. Las necesidades de nuestros alumnos varían. Algunos necesitan ser empujados del nido, mientras otros necesitan quedarse en el nido hasta que desarrollen más plumas. Como maestros, nosotros debemos estar conscientes de las necesidades de cada alumno, y estar dispuestos a arriesgar su desaprobación momentánea cuando tenemos que frenarlo o empujarlo antes de que se sienta preparado. 396

Hace algunos años, estaba entrenando a un joven a compartir su fe en Cristo. Me había observado testificar a varias personas. Poco a poco le estaba tirando la pelota, pero siempre me la devolvía en treinta segundos — por miedo al fracaso o por vergüenza. Tenía miedo que le hicieran preguntas muy difíciles: «¿Qué pasa con la gente en África que nunca ha escuchado de Jesús?» o «¿Dónde están los dinosaurios o los hombres de las cavernas en la Biblia?» o «¿Quién era la esposa de Caín?» Habíamos practicado cómo contestar esas preguntas, y una docena más, hasta que yo estuve satisfecho de que él sabía dar las respuestas bíblicas. Pero él seguía teniendo miedo. Finalmente, estábamos testificando juntos a una familia entera, y yo vi esa misma mirada vidriosa en sus ojos. Esta vez yo sabía que necesitaba ser empujado del nido y obligado a volar solo. Esperé hasta que alguien hiciera una de esas preguntas difíciles. El hijo de la familia que tenía diecisiete años, que obviamente estaba resentido, preguntó por la gente de África. Yo dije: «Es una buena pregunta, y mi amigo Miguel tiene una buena respuesta. Pero, ¿me permiten ocupar el baño? ¿Me pueden indicar dónde está?» No miré a Miguel. Antes de que pudiera respirar, yo había ido por el pasillo y había cerrado la puerta del baño. Yo sabía que él podía volar —pero que no lo haría, excepto si no hubiera manera de escapar. Felizmente, había un par de revistas que hojear mientras tomé mi «descanso» de quince minutos. Cuando volví a la sala, Miguel estaba sentado en la orilla de su asiento. Estaba muy concentrado en la presentación del evangelio, y todos estaban escuchando con mucho interés; aun el joven resentido estaba abriéndose. Miguel estaba volando, y disfrutando de cada momento. La meta de esta etapa es capacitar a los alumnos hasta ser competentes, para que puedan usar la habilidad con excelencia, sin nosotros.

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Cuando equipamos a alguien, lo entrenamos al nivel de competencia. Es refrescante descubrir a maestros que entienden y practican este principio. Uno de mis compañeros de seminario tenía una manera especial de probar a sus alumnos, para ver si había logrado ese nivel de capacidad. Al graduarse, volvió a su país natal de Indonesia y empezó un seminario en el que el requisito final para graduarse era empezar una iglesia desde la raíz y desarrollarla hasta ser económicamente independiente. Solamente cuando la iglesia que el alumno había empezado hubiera entrenado e instalado a los ancianos/diáconos que estaban dirigiendo la iglesia, podría recibir el diploma. Ya que la meta de la educación verdadera es entrenar a una persona al punto de usar una habilidad en forma independiente y eficiente, esta paso es absolutamente vital. Efesios 4:11–16 no presenta el desafío de preparar a los santos para «saber» acerca de la obra, sino para «hacer»la obra. Por lo tanto, ¿no debemos evaluar nuestro entrenamiento, no solamente según las respuestas en una prueba, sino de acuerdo con los logros específicos de nuestros alumnos? ¿Puede ver lo poderoso que es el entrenamiento para eficiencia? ¿Puede imaginar cómo la facultad cambiaría sus clases si supiera que lo más importante es cómo se usa el conocimiento, y no la simple acumulación de conocimiento? Todos sus alumnos sabrían rápidamente si el contenido es correcto, ¡porque lo pondrían a prueba durante la misma semana! El desarrollo debe incluir el entrenamiento tanto en habilidades avanzadas, como en las estrategias necesarias para llegar a ser un practicante excelente de las habilidades. Cuanto más avanzados son los alumnos, más debemos ayudarles a refinar sus técnicas y avanzar en su estilo personal. La información avanzada no debe ser compartida en el primer paso (instruir), porque la información es valiosa solamente cuando la persona ha madurado a un nivel en que la pueda usar. Cuando la persona avanza, hay 398

que seguir compartiendo más y más información, técnicas y estrategias para animarla a seguir mejorando. Acabo de ver de primera mano esta parte del proceso cuando me reuní con los instructores del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento de los seminarios del ministerio Caminata Bíblica en una conferencia de cuatro días de capacitación. Mi propósito era entrenarlos a enseñar Las siete leyes del aprendizaje en iglesias, universidades, y conferencias a través del mundo. Antes de empezar este entrenamiento, cada instructor me había escuchado enseñar el curso en persona por lo menos dos veces, había escuchado los audiocasetes varias veces, había leído el manual de 560 páginas, y había enseñado el curso dos veces en sesiones pequeñas de práctica. Sentado con ellos en la mesa, sentía que estos hombres estaban muy preparados. Eran maestros destacados. Después de un tiempo de oración, decidí explicar la filosofía detrás de Las siete leyes del aprendizaje, y cómo había estructurado cada ley para maximizar cambios de vida en los participantes. Después de una hora de instrucción, me di cuenta de que estaban todos callados. Demasiado callados. Pensé que los había perdido, así que les pregunté qué pasaba. Uno de los miembros mayores de la facultad contestó: —¡No tenía idea de que todo eso sucedía debajo de la superficie! Ahora entiendo por qué esta materia tiene tanto impacto revolucionario cuando la enseño. La razón que estamos tan callados es que nos ha impresionado lo que has dicho. Pero te digo algo, lo que compartiste mejorará mi enseñanza desde ahora en adelante. La capacitación efectiva continua provee una comprensión más profunda del contenido, sin importar lo avanzados que son los alumnos. Unas semanas después de ese entrenamiento profundo, yo enseñé en equipo Las siete leyes con uno de esos instructores. Cuando terminó la

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conferencia, celebramos las bendiciones del Señor con una comida sabrosa. Él me pidió sugerencias para mejorar el seminario. Para cada presentación que él dio ese fin de semana, yo había escrito seis a ocho páginas de evaluación, así que no me faltaban afirmaciones o sugerencias. En general, había hecho un excelente trabajo. No obstante, una debilidad en su enseñanza era que entregaba la información de tal manera que los alumnos perdían la experiencia de descubrir el punto clave por sí mismos. Él presentaba la materia correcta, pero perdía la fuerza de cambiar vidas, porque los alumnos recibían la respuesta antes de hacerse las preguntas. Durante la próxima hora, expliqué algunos de los secretos de incluir más dinámica en su enseñanza (Paso 1: Instruir), le mostré cómo serían los resultados de usar los dos distintos métodos —el que había usado, y otro que podría usar (Paso 2: Ilustrar), y trabajamos juntos con unos ejemplos (Paso 3: Involucrar). Al ver que él captaba los puntos más finos de esta técnica avanzada, también vi un brillo en sus ojos. La vez siguiente que enseñó, vi el fuego encender entre los alumnos (Paso 4: Incrementar). La capacitación efectiva continuamente provee técnicas avanzadas para el alumno, sin importar lo avanzado que esté.

Paso 5: Inspirar El paso final de la enseñanza de una habilidad es «inspirar» a los alumnos a continuar usando su habilidad. Con el tiempo, su influencia llega a ser mucho más indirecta, y su rol llega a ser el de dar «entusiasmo» al alumno para que viva un estilo de vida en que él no solamente vaya a usar la habilidad, sino también la vaya a «propagar» entre otros. Usted debe mover a sus alumnos desde «yo entiendo», «yo veo», «estoy haciéndolo», y «estoy mejorando», hasta la etapa de «lo voy a pasar a otros».

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Los maestros que capacitan en esta etapa son los verdaderos entrenadores —los campeones de la causa. Tienen la visión para pasar el testigo. Con habilidad, guían a sus alumnos desde ser meros espectadores a ser aprendices, maestros, y eventualmente a ser entrenadores de otros maestros. Entienden que hay más poder en reproducirse que en hacerlo uno mismo. Harían cualquier cosa para que sus alumnos sigan desarrollándose. No dejarán que sus alumnos se vayan cuando amenazan con renunciar. Siguen nutriendo y animando, haciendo lo que sea necesario, para entrenar a un equipo a lograr lo mejor. ¿Viene naturalmente pensar así: entrenar a otros a hacer el trabajo en vez de hacerlo uno mismo? ¡No! He tenido que aprender y reaprender esta lección una gran cantidad de veces en mi carrera, pero una de las veces más importantes fue durante los primeros días del ministerio Caminata Bíblica. Cuando primero empecé a enseñar los seminarios de Caminata Bíblica en Dallas en los años setenta, muchos de mis amigos más cercanos me dijeron que nadie podía enseñar los seminarios como yo. «Hagas lo que hagas, no dejes que nadie más lo enseñe, porque lo arruinarán», me dijeron. Otros amigos estaban igualmente seguros que lo opuesto era verdad. «Debes entrenar a otros a enseñar los seminarios. No puedes y no debes hacer todo solo». Durante meses, luché con esta decisión. Un fin de semana estaba tan ansioso acerca de esto que paré todo y contacté una docena de mis amigos más cercanos y mis mentores, esperando recibir alguna recomendación clara y unánime. Cuando había terminado de llamar a todos, seis habían votado por «entrenar a otros», y seis habían votado «enséñalo tú mismo». La frustración siguió aumentando, y más tarde esa semana sentí que la tensión me iba a destruir. Finalmente, fui al sótano de nuestra casa y empecé a orar, pidiendo que el Señor me guiara. Llamé a uno de mis

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profesores favoritos y le expliqué mi dilema. Le pregunté qué pensaba. Nunca olvidaré lo que dijo, ni la manera en que lo dijo: —No puedo creer que no sabes la respuesta bíblica a tu pregunta. [Había sido mi profesor de Biblia, ¡Me iba a dar una nota muy baja!] ¿Qué dice 2 Timoteo 2:2? Contesta tu pregunta directamente: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros». Por lo tanto, si quieres recibir la bendición completa de Dios sobre tu vida y tu ministerio, debes empezar a practicar

2

Timoteo

2:2.

¡Debes

empezar

a

capacitar

a

otros

inmediatamente! Este consejo directo y bíblico resultó ser un cambio importante en mi vida y ministerio. Esa noche, la doctrina del desarrollo llegó a ser mi convicción acerca del discipulado. Pero tengo que admitir que planificarlo y hacerlo son dos cosas distintas. La primera vez que observé a un amigo enseñar el seminario Caminata Bíblica, todo dentro de mí estaba gritando. «¡No! ¡No lo hagas así! ¡Hazlo como yo lo hago!» Habría sido más fácil y mejor (por lo menos esta vez) hacerlo yo mismo. Pero por causa de la claridad innegable de 2 Timoteo 2:2, y también de Efesios 4:11–16, dejé de lado mis sentimientos y fortalecí mi decisión de hacerlo como Dios dice, no como yo pienso. Decidí obedecer al Señor y confiar en él para los resultados. Durante los años que siguieron, Dios hizo un cambio en mi corazón. Lentamente y dolorosamente, mi sentido de realización cambió de un enfoque en lo que yo hacía a un enfoque en lo que hacían otros. Primero, disfruté ser el jugador estrella; después de una década, disfrutaba más ser el entrenador mirando desde la orilla de la cancha. Frecuentemente me encuentro asintiendo con placer, hinchado de orgullo, al observar a uno de nuestros instructores. Ahora la mayoría de las veces me voy pensando: «¡Lo hizo mejor de lo que yo podría haberlo hecho!»

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Es un deleite darme cuenta de que nuestros jugadores han ganado a su entrenador. ¿No es esa la meta del entrenamiento?— ¿ayudar a los alumnos correr más rápido que nosotros, más lejos que nosotros, más inteligentemente que nosotros, y con más dedicación que nosotros? La meta óptima de la capacitación es entrenar a alumnos hasta que superen a su entrenador. ¡Que su corazón responda con un compromiso profundo con el mandato de «encargar a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros»! ¡Que discipule usted a otros líderes que se paren en sus hombros! ¡Que el fuego que arde en su corazón encienda el corazón de otros que le siguen! Haga esto y se dará cuenta de que está dedicando su vida en maneras que durarán más allá de su vida —que harán un impacto eterno. Entonces quizás en un siglo, cuando observemos desde la gloria a nuestros «bisnietos espirituales», dando fruto que perdura para siempre, entonces algunos de ellos dirán: «Todo empezó hace cien años cuando (coloque su propio nombre) capacitó a mi bisabuelo en la fe».

Los maximizadores de la ley del desarrollo Los discípulos fueron equipados por Cristo para ministrar efectivamente usando el mismo proceso de cinco pasos: Paso 1: Instruir —ellos lo escucharon enseñar a las multitudes públicamente y a ellos en privado. Paso 2: Ilustrar —ellos lo observaron ministrar en distintos contextos y a distintos públicos, desde amable hasta hostil, mientras demostraba su contenido en todo aspecto de la vida. Paso 3: Involucrar —ellos ministraban con él en toda Judea, Galilea y Jerusalén, y eventualmente los envió a ministrar sin su presencia directa.

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Paso 4: Incrementar —cuando volvieron a informar de sus actividades, Jesús estaba esperándolos, y se involucró inmediatamente en el entrenamiento y la capacitación de mejoramiento. Paso 5: Inspirar—Jesús los visitó personalmente muchas veces después de la resurrección, y posteriormente envió al Espíritu Santo para entrenar y consolarlos, hasta que hubieran terminado su vida aquí en la tierra. Jesús envió a sus discípulos a todo el mundo, pero prometió que nunca los dejaría ni los abandonaría. Jesús no dio a los discípulos un cuaderno para enseñar la escuela dominical, enviándolos a enseñar sin ninguna preparación. No, Él asumió la responsabilidad de prepararlos para el ministerio. Cuando dijo: «Os haré pescadores de hombres», declaró que Él estaba encargado del proceso de la capacitación. Note con cuidado: Cristo no dijo, «Os enseñaré» (una actividad), sino «Os haré» (el resultado). No simplemente pasó la caña para pescar a sus discípulos; Él invirtió su vida en la enseñanza, el entrenamiento, y la capacitación de ellos para pescar a hombres. Jesucristo dio mucha importancia al discipulado. Él sabía que la manera en que los padres preparan a sus hijos influye de gran manera en su vida entera. Él sabía que la manera en que las iglesias preparan a sus miembros influye de gran manera en la salud de la iglesia. Él sabía que al final somos formados por el proceso de discipulado —para bien o para mal. Finalmente, los cinco pasos del método del discipulado pueden ser usados para entrenar a cualquiera para hacer cualquier cosa. Por ejemplo, un número creciente de padres preparan a sus hijos para ser alcohólicos, para abusar de otros sexualmente, para abusar de drogas, y para tener relaciones disfuncionales. Con pocas excepciones, nosotros llevamos por el resto de la vida las huellas de las manos que nos han entrenado. Los siete maximizadores de la ley del desarrollo abajo revelan más ideas acerca de cómo profundizar su impacto en otros para el bien. ¡Que sus

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«huellas digitales» dejen una marca de piedad y madurez donde sea que vayan!

Maximizador 1: Entrene a sus alumnos hasta que apliquen exitosamente la habilidad por sí mismos Habíamos terminado tres cuartos del semestre cuando el alumno sentado a mi lado susurró: —Odio esta clase. Cuando termine, ¡nunca más voy a mirar este Antiguo Testamento en hebreo! Por lo menos voy a tener una «A» para mi nota — ¡se ve bien en mi informe de calificaciones! ¿Recibió algún beneficio ese alumno de la habilidad que había aprendido? Considere esta realidad también. El estudio de griego era requisito en el seminario, ya que es el idioma original del Nuevo Testamento. Cada alumno tiene que estudiar seis semestres de griego, y los alumnos que estudiaban con especialización en el Nuevo Testamento tenían que estudiar varios cursos adicionales. Tres años sólidos del estudio de griego. El cuarto año, cuatro alumnos estaban hablando del nivel de conocimiento que habíamos ganado, o que no habíamos ganado. Pregunté a tres amigos cuál era su opinión. Si cien compañeros que habían terminado el programa extensivo de griego tuvieran que abrir su Nuevo Testamento al azar y leerlo, ¿cuántos podrían leer y traducir correctamente un párrafo? Se rieron. «Quizás tres. Máximo cinco». En otras palabras, mis compañeros me aseguraron que noventa y cinco a noventa y siete por ciento de los alumnos del último año no podían leer el griego muy bien, aun después de tres años de «preparación». Ahora, tengo una pregunta para usted. ¿Estos dos ejemplos le sorprenden? ¿O son muy comunes en la experiencia de casi todos? Este primer maximizador enfoca nuestra atención en la meta clara de la preparación: el maestro debe capacitar hasta que el alumno use en forma 405

independiente la habilidad en su vida real. En el primer caso, el alumno no usará su habilidad en hebreo porque tiene una actitud negativa. En el segundo caso, los alumnos no usarán el griego porque su habilidad es deficiente. Considere entonces, el valor de esos cursos. ¿La preparación dio resultados positivos y duraderos? En el primer caso, el profesor fracasó en desarrollar sentimientos positivos en los alumnos; por lo tanto, a pesar del nivel de capacidad, el alumno no usará su habilidad. En este caso, el profesor sobreenfatizó la información, y minimizó el «sentimiento». Hemos fracasado terriblemente cuando los alumnos se desesperan porque parece que el curso no termina nunca y cuando terminan menos interesados en el tema que antes. Muchas veces he asistido a una clase con mucha motivación para aprender, pero en el primer mes, sufrimos demasiado. El maestro había matado el corazón por medio de golpear la cabeza. El segundo profesor falló en desarrollar una capacidad adecuada en los alumnos. Por lo tanto, a pesar de su deseo, no podían usar la habilidad. En este caso, el profesor enfatizó muy poco el dominio de la habilidad, y puso mucho énfasis en la motivación. Hemos fracasado también cuando el alumno termina el curso sin poder usar efectivamente la habilidad. Ya que tanto la convicción como la capacidad determinan el éxito del alumno, estos dos factores deben determinar también el éxito del profesor. Algunas clases dependen la una de la otra, un alumno no puede aprender griego y usarlo después de un semestre. Pero, ¿no es realista esperar que tenga esa capacidad cuando se gradúe? Si, al graduarse, los alumnos no pueden leer el Nuevo Testamento en griego, el profesor probablemente ha fracasado en su enseñanza. Por otro lado, si los alumnos odian el idioma, el profesor también ha fracasado. En los dos casos, los alumnos pierden,

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Maximizador 2: Que su enfoque al reproducirse esté en las habilidades de sus alumnos, no en su propio estilo Duplicar el estilo produce santos superficiales. Como maestros, nuestra responsabilidad es la de entrenar a los alumnos para que usen eficazmente una habilidad dentro de los confines de su propia personalidad y temperamento. Somos arrogantes cuando sugerimos, directa o indirectamente, que nuestra manera es inspirada. Al contrario, nuestros esfuerzos deben concentrarse en guiar a los alumnos a producir los resultados deseados, sin importar el estilo que seleccionen. Dios mismo enfoca en los resultados más que en el estilo. Observe los libros del Nuevo Testamento un momento. Es indiscutiblemente claro que Dios exhaló/inspiró las Escrituras; pero cuando lee el primer capítulo de Santiago y lo compara con el primer capítulo de Romanos o Apocalipsis, le impacta inmediatamente la diferencia en la manera de comunicar su mensaje. Santiago escribe oraciones breves, enérgicas, y directas. Pablo escribe Romanos con oraciones complejas y lógica extendida. Juan escribe Apocalipsis con pasajes muy descriptivos y emocionales. ¿Cómo puede ser esto si el mismo Dios inspiró todos los libros de la Biblia? ¿No deben tener el mismo estilo? No, Dios escoge lograr su meta de la revelación, sin alterar o violar la personalidad del autor. Ya que este es el modus operandi de Dios, ¿no debe también ser el nuestro? Jesús demostró el mismo compromiso en su selección de los doce discípulos. Se gozaba de su diversidad —Pedro el impetuoso, Santiago el práctico, Tomás el intelectual, Mateo el organizado, y Juan el sensible. ¿Por qué no los trató de moldear en un solo estilo y un solo enfoque? Porque Cristo también es la fuente soberana de la personalidad, y él planifica usar cada temperamento individual para lograr sus propósitos maravillosos. Por lo tanto, nunca permita que sus alumnos imiten su estilo, su método, o sus gestos. Debe guardar siempre su dignidad y su honor, respetando su diversidad. 407

Maximizador 3: Use diversidad en la capacitación de acuerdo con las características y circunstancias de sus alumnos El uso exitoso de las habilidades depende no solamente del conocimiento, la práctica, y la experiencia de los alumnos, sino también de sus habilidades innatas. Cada alumno tiene un coeficiente intelectual distinto, tiene otro trasfondo educacional y social, y tiene distintas habilidades físicas innatas. Por lo tanto, cuando capacitamos a nuestros alumnos, debemos alterar nuestros objetivos y nuestros planes según las características y circunstancias de nuestros alumnos. Aun la mejor preparación en el mundo no puede llevar a algunos alumnos al nivel de capacidad deseado. Yo soy uno de esos alumnos —en ciertas áreas. Todavía puedo recordar cuando mi clase de secundaria estaba preparándose para la ceremonia de graduación, practicando la canción «You’ll never walk alone» [Nunca caminarás solo]. Estábamos en uno de esos momentos de clímax musical, y con todos los demás, yo estaba cantando con todo el volumen posible. De repente, el director golpeó el podio con su batuta y sacudió su cabeza con vigor. Obviamente no estaba contento. —Tú —dijo, mirando directamente a mí—, tú en la tercera fila, hazme un favor. Por favor, ¡mueve la boca, pero no cantes en voz alta! Con todos los esfuerzos que hiciera el director, no podía entrenarme para cantar. No tuvo éxito porque Dios en sus planes, no me había dado el don del canto. Hace poco mi esposa y yo estábamos con una amiga muy cercana que es una excelente maestra del sexto año de primaria. Ella enseña en un barrio difícil, y le pregunté si había notado alguna tendencia entre los alumnos en los últimos cinco años. Ella suspiró y dijo que hacía tres años había tenido cuatro alumnos con desórdenes de conducta; este año la mitad de su curso 408

tenía problemas. Durante el semestre pasado, el padre de uno de sus alumnos había sido asesinado por causa de asuntos relacionados con drogas. Muchos de sus alumnos eran regularmente abusados. La mayoría vivía en un hogar con solamente la madre o con el padre. Algunos sufrían de desnutrición. Un joven de doce años llevaba una hoja a la casa todos los días para ser firmada por su madre y siempre la traía sin firma. Nuestra amiga finalmente le preguntó al tercer día qué pasaba. Él exclamó: —¡No tengo padre, y mi madre se fue hace tres días! No la hemos visto o escuchado de ella, así que no tengo a nadie que firme la hoja. No sabemos cuándo volverá. Con profunda desilusión y tristeza, nuestra amiga dijo: —No podemos enseñar ni cerca de la misma cantidad de materia que hacíamos hace tres años. Los alumnos no lo pueden manejar. A veces tenemos que aceptar el logro de dos tercios de los objetivos educacionales. Asegúrese, entonces, al esforzarse en capacitar a sus alumnos, de tomar en cuenta las necesidades y características individuales y de grupo.

Maximizador 4: Incremente la motivación de sus alumnos por medio de la relación personal, el castigo y la premiación Una verdad universal acerca de la capacitación es que cuanto más deseen aprender los alumnos, más rápidamente y más efectivamente lo harán. Por lo tanto, además del uso del método de capacitación de cinco pasos, este maximizador es esencial para optimizar el progreso del alumno. ¡Aumente su motivación! El propósito de usar la motivación con sus alumnos es «inducirlos» a perseguir la habilidad con más decisión y más entusiasmo. Los tres estímulos principales a cualquier acción son: 1.

Nuestra relación personal.

2.

El miedo al castigo o sufrimiento.

3.

La esperanza de premio, placer o beneficio. 409

Los tres estímulos son universales y sirven con todo público si se usan con sensitividad, aunque no son todos igualmente efectivos con todos los públicos y en todas las situaciones. Por ejemplo, supongamos que usted está viajando a exceso de velocidad en la carretera. Cuando usted ve un vehículo detrás del suyo con una luz brillante e intermitente encima, ¿cómo espera que el oficial trate de motivarlo a evitar el exceso de velocidad en el futuro? ¿Diría algo como: «Si usted realmente me quisiera, si me amara a mí y a mi familia, dejaría de exceder la velocidad». O quizás diga: «Si usted deja de exceder la velocidad ahora, ¡pondré su nombre en un concurso para ganar un viaje a Hawai!» O usaría el motivo de miedo y dolor? Los maestros efectivos usan los tres estímulos al enseñar. Obviamente, las calificaciones pueden ser un premio o un castigo, dependiendo del nivel de logro. ¿Motivan las calificaciones? ¡Sí! Y está bien que lo hagan. Los alumnos de la enseñanza secundaria son frecuentemente motivados por la esperanza de no tener que dar el examen final si el promedio de sus calificaciones es suficientemente alto al fin del semestre. Los atletas frecuentemente son motivados por el miedo al castigo de no poder participar en las competencias deportivas si su promedio de calificaciones es muy bajo; así que tratan de mantener buenas calificaciones para poder seguir jugando en el equipo. Recientemente mi esposa y yo asistimos a un drama de la escuela donde asisten nuestros hijos. El drama había sido escrito por su profesor favorito. Debe haber visto el esfuerzo y el sacrificio durante los dos meses antes de la actuación. Cuando terminó el drama, el aplauso más fuerte era de parte de los alumnos para su profesor, el director. Gritaron y aplaudieron y le dieron regalos. Lo abrazaban y lo llevaban en sus hombros, mostrándole cariño por más de una hora. ¿Qué les motivó a los alumnos a trabajar tanto y actuar increíblemente bien? Sin duda era el amor y el respeto que tenían por su profesor. 410

Evalúe las últimas tres o cuatro clases que usted ha enseñado. ¿Con qué frecuencia usted ayudó conscientemente a sus alumnos a aprender, avivando las llamas del deseo de aprender? ¿Con qué frecuencia usa premios, castigo y relaciones? Los maestros efectivos causan el aprendizaje de sus alumnos más rápidamente por medio del uso de la motivación apropiada. Si quiere aprender algo increíble acerca de la motivación, haga un estudio de cómo Dios motiva a la humanidad a decidir creer y actuar de acuerdo con Su voluntad. Usted encontrará que estos tres estímulos universales son universales porque Dios los puso en cada ser humano normal. Si estudia las Escrituras con cuidado, verá que Dios utilizó los tres estímulos para motivarnos. Por ejemplo: ¿Cuál es el castigo por rechazar a Cristo? El sufrimiento eterno en el infierno. ¿Cuál es el premio por aceptar a Cristo? El gozo eterno en el cielo. ¿Qué dijo Cristo acerca del resultado de una relación en que lo amamos? Que guardemos sus mandamientos. He estudiado con cuidado cada pasaje principal en que Dios el Padre, Dios el Hijo, o Dios el Espíritu Santo anima a una persona (o a personas) a actuar de cierta manera. Sin duda, Dios utiliza los tres estímulos regularmente. Ya que él lo hace, y él no usa medios carnales para lograr fines perfectos, ¿no debemos seguir su ejemplo? De hecho, yo creo que la mayoría de maestros efectivos son como Dios en la manera en que motivan a sus alumnos, usando relaciones, castigos, y premios. Recuerde, nuestra responsabilidad no es solamente capacitarlos a usar la habilidad, sino también motivarlos a desear usar la habilidad. ¡Que sus alumnos digan a sus amigos que su clase es la más motivadora que hayan tenido!

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Maximizador 5: Posea lo básico antes de desarrollar habilidades más avanzadas Cuanto más firme es el fundamento, más alto puede ser el edificio que se construye encima. De la misma manera, cuanto más nuestros alumnos hayan dominado y poseído las habilidades básicas, más rápidamente y más exitosamente podrán aprender y usar las habilidades más avanzadas. Si usted tiene a hijos mayores, probablemente haya tenido la experiencia de verlos proceder a materias más avanzadas antes de entender la materia anterior. Es como aprender a dividir sin antes aprender las tablas de la multiplicación. No solamente es imposible, sino también produce mucha frustración y fracaso entre los alumnos. Conocí la realidad del fracaso de muchos profesores de lenguaje de las escuelas secundarias durante la primera semana de enseñar en la universidad. Por lo menos cuarenta por ciento de los alumnos no eran capaces de preparar un trabajo escrito aceptable. ¡Frecuentemente la gramática era un desastre, la ortografía era un chiste, y el proceso maduro de seguir una línea lógica de pensamiento estaba en otra galaxia! Cuando recibí los primeros trabajos, estaba tan sorprendido que los llevé a la mesa de almuerzo para mostrárselos a mis colegas con más experiencia. Se rieron y se miraron con comprensión. «¡Bienvenido, Bruce, a la realidad de la enseñanza universitaria!» Al enseñar, debemos seguir la pauta de asegurar que nuestros alumnos posean lo mínimo requerido antes de proceder a las habilidades y técnicas más avanzadas. Un profesor de matemática que yo conozco exige que todos sus alumnos dominen las tablas de multiplicación perfectamente desde uno a trece. Cada mes cada alumno da una prueba, y debe contestar las preguntas perfectamente, tomando cada vez un minuto menos de tiempo. Si falla en una sola pregunta, el alumno tiene que quedarse después de las clases cada día para dar la prueba de nuevo, hasta que conteste perfectamente las preguntas en el tiempo estipulado. ¡Qué sabio el profesor! 412

Él asegura que todos sus alumnos logren por lo menos el nivel mínimo necesario de capacidad en esa área. Muchos maestros permiten que sus planes determinen el ritmo de la clase, y no la capacidad de aprendizaje de los alumnos. Si no tenemos cuidado, podemos caer en la trampa de creer que lo más importante es cubrir la materia en vez de asegurar que todos los alumnos aprendan la materia.

Maximizador 6: Anime a sus alumnos con más frecuencia durante las primeras etapas de la capacitación Cuando la gente piensa en aprender una nueva habilidad, normalmente sufren algún grado de ansiedad y miedo. Un poco de tensión puede ser buena, pero frecuentemente nuestros alumnos están paralizados con el miedo al fracaso y a la vergüenza. Estas emociones fuertes de miedo y ansiedad disminuyen seriamente el impacto de la enseñanza. Por lo tanto, usted debe minimizar el miedo y aumentar el ánimo. El ánimo y el miedo son opuestos; cuando aumenta el ánimo, el miedo disminuye; cuando aumenta el miedo, el ánimo disminuye. Regale el don del ánimo regularmente. ¿No es interesante que aun un líder tan grande como Josué luchaba con el miedo severo y la duda? Una y otra vez Dios le decía: «No temas ni desmayes». Dios también proveyó varias maneras de animar a Josué. Note estas cinco maneras de animar a sus alumnos, tomadas de unos versículos de Josué 1: 1.

Prometa su presencia. Anime a sus alumnos, recordándoles que usted va a estar allí mismo con ellos durante el proceso de entrenamiento. Cuando tenemos miedo, muchas veces es porque nos sentimos solos y vulnerables. Por lo tanto, nos da mucho consuelo saber que alguien en quien confiamos estará al lado nuestro.

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«¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas» (1:9, LBLA). «Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé» (1:5).

2.

Prometa su éxito. Anímelos, asegurándoles que tendrán éxito cuando se esfuerzan (recuerde las palabras de Cristo, «Os haré pescadores de hombres»). Cuando tenemos miedo muchas veces es porque lo único que podemos imaginar es que no seremos capaces de hacerlo. Cuando estamos recién aprendiendo una habilidad, subestimamos en gran manera las probabilidades de éxito. Por lo tanto, nos fortalece mucho cuando el líder asume la responsabilidad de asegurarnos que tendremos éxito. «Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel» (1:2). «Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie» (1:3). «Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio» (1:4). «Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos» (1:6).

3.

Prometa victoria sobre las partes más difíciles. Anime a sus alumnos, prometiendo que tendrán éxito aun en las partes más difíciles del curso. Cuando tenemos miedo, muchas veces es porque no podemos imaginarnos experimentando victoria sobre cierta parte del curso, o sobre algún aspecto de la habilidad —algo parece imposible. Por lo tanto, recibimos un apoyo sólido cuando el maestro identifica esas áreas en que tenemos más miedo, y nos relaja prometiendo éxito cuando trabajamos con él en dominio de la materia. «Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé» (1:5).

Así Dios prometió victoria sobre los gigantes de la tierra, sobre las alturas fortificadas, y sobre las ciudades protegidas con muros altos. 414

4.

Prometa éxito cuando hacen su parte. Anime a sus alumnos, asegurándoles que tendrán

éxito

si

siguen su

liderazgo y cumplen

con sus

responsabilidades. El aprendizaje es una calle con tránsito en los dos sentidos, y construimos la confianza cuando compartimos nuestras expectativas y nuestros requisitos, especialmente si están al alcance de todos los alumnos. «Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas» (1:7). 5.

Prometa que su aptitud asegurará el éxito. Anímelos por medio de mostrarles que su éxito será asegurado por la capacidad que tendrán pronto. Cuando estamos ansiosos, muchas veces es porque no vemos el beneficio a largo plazo que resultará de nuestras labores y nuestros estudios. Recibimos consuelo y confianza al ver que seremos mejores individuos y más competentes cuando aprendamos las habilidades que están enseñando. Por lo tanto, imagine a sus alumnos disfrutando del éxito en el futuro porque sus esfuerzos actuales darán fruto. «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien» (1:8).

Recuerde, cuanto más grande es el miedo del alumno, más grande es la necesidad de darle ánimo. Como todos tenemos más miedo al principio, tenemos que dar ánimo con más frecuencia durante las primeras sesiones del aprendizaje de una nueva habilidad. Además, cuando algún alumno lo hace bien en las primeras etapas de la adquisición de una habilidad, reconózcalo públicamente.

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Maximizador 7: Reafirme el valor de sus alumnos independiente de su nivel de actuación Cuando Cristo reveló a los discípulos el hecho de que la moneda de la viuda valía más que las donaciones grandes de los ricos, nos libró de la esclavitud de las comparaciones. Él enfocó nuestra atención en otras cosas, recordándonos que la actuación de una persona no se debe evaluar solamente por lo que hizo, sino también por lo que podría haber hecho. Esta perspectiva teológica acerca de la conducta puede mejorar mucho nuestra capacitación de otros. Si limitamos nuestra aprobación a los que muestran un nivel destacado de logro, entonces seremos como los fariseos que solamente felicitaban a los ricos, minimizando el valor de la moneda de la viuda. El entrenamiento, hecho como Cristo lo hizo, debe considerar las habilidades innatas que Dios ha dado, y debe buscar oportunidades para animar a los alumnos en por lo menos cinco áreas: 1. El esfuerzo. El esfuerzo del alumno refleja su deseo de tener éxito y debe ser considerado y afirmado. 2. El grado de mejoramiento. Una forma de evaluar es ver cuánto ha mejorado desde su actuación previa. 3. La demostración de espíritu de equipo y de entusiasmo. La unidad y el apoyo mutuo es un ingrediente esencial para la capacitación máxima. Los alumnos que animan y ayudan a otros deben recibir muchas felicitaciones. 4. El crédito adicional y la práctica que no son requeridos. Observe a los alumnos que «corren unas vueltas adicionales después de la práctica», que completan tareas adicionales, y que tratan de superar los requisitos establecidos. 5. La actuación destacada. Esta es la base más obvia y más frecuente de la afirmación. La capacitación efectiva debe reconocer la excelencia y la actuación excepcional.

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Una vez aconsejé a un joven que se consideraba a sí mismo un fracaso porque no tenía calificaciones muy buenas en la matemática. Escuche la conversación: —No importa cuánto estudio o cuánto me esfuerzo, nunca saco nada mejor que una «D» o una «C». Otros jóvenes en mi clase no estudian casi nada, y siempre sacan una «A». —¿Cómo te hace sentir eso? —le pregunté. —Soy un fracaso… no es justo. Voy a dejar de estudiar. ¿Para qué esforzarme cuando solamente voy a sacar una «C»? Este joven tenía que renovar su mente de acuerdo con lo que Dios pensaba. Dibujé un cuadro y dije: —Este cuadro te representa a ti. Ahora, ¿quién está encargado de tu inteligencia matemática? No estaba seguro por un momento, pero como sabía lo que enseñaba la Biblia, finalmente dijo: —Dios, supongo. —Bien. Ahora, ¿cuánto te has esforzado en el curso? ¿Has dado cien por ciento? ¿cincuenta por ciento? ¿Cuánto?» —Me esfuerzo mucho. Probablemente noventa y cinco por ciento; no siempre, pero la mayor parte del tiempo. —Entonces, dibuja una flecha casi hasta arriba, hasta el nivel de noventa y cinco por ciento en tu cuadro. Lo hizo, y yo escribí una «C» por sobre el cuadro para indicar su calificación en matemática. —Ahora, pensemos en tu amigo que saca una «A» sin esforzarse. ¿Cuánto más inteligente es en la matemática que tú?» —Es muy inteligente, probablemente dos veces más inteligente. Así que al lado del cuadro que representaba este joven, dibujé otro cuadro más grande que representaba a su compañero más inteligente.

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Como el otro joven sacaba «A», puse una «A» por sobre el cuadro. Entonces le pregunté: —¿Cuánto se esfuerza tu amigo? ¿Crees que está haciendo lo mejor que pueda? El joven se rió. —No solamente se esfuerza poco; también se ríe de nosotros que tenemos dificultades. Yo sé que es inteligente, pero no creo que se esfuerce más de cincuenta por ciento. Normalmente pasa mucho tiempo jugando. Marqué una línea en el medio del segundo cuadro y escribí «50%». —Ahora tú ves las dos calificaciones distintas para cada uno — expliqué—. Los que nos rodean ven las calificaciones porque están mirando las cosas exteriores. Pero piensa en lo que Dios ve. Él ve lo que hace la gente con el talento que él les ha dado. Dios nos ve por dentro, y habría dado a tu amigo un cincuenta por ciento, una F, porque solamente hizo la mitad de lo que podría haber hecho, y quizás te dé un noventa y cinco por ciento, una A, por lo que has hecho con lo que te ha dado. Debería haber visto los ojos del joven iluminarse cuando se dio cuenta de que había «dos notas» en la vida. Inmediatamente dijo que iba a seguir sacando calificaciones de «A» en el informe de Dios. Jesús nos presentó con una mucho mejor ilustración de esta perspectiva sobre nuestra actuación —especialmente en comparación con otros— en Mateo 25. Unas ideas de este pasaje nos pueden ayudar a reafirmar a nuestros alumnos de acuerdo con las habilidades que Dios les ha dado: 1. Dios ha dado a cada uno de nosotros distintos talentos. «A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad» (25:15a) 2. Dios prueba nuestros logros. «Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos» (25:19). 3. Dios da premios de acuerdo con la capacidad, no la cantidad. La primera persona devolvió al Señor cinco talentos, y la segunda persona 418

devolvió solamente dos talentos. El primer siervo produjo 150% más que el segundo. Pero observe cómo Cristo premió (calificó) a los dos alumnos: Logro de cinco talentos: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (25:21)

Logro de dos talentos: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (25:23)

¿Vio la vasta diferencia? Sorprendente, ¿verdad? ¡No hay ninguna diferencia! Cristo vio que, aunque el primer siervo logró mucho más que el segundo en cantidad, los dos doblaron lo que habían recibido. Según el criterio humano, sus logros eran radicalmente diferentes; pero según el criterio del Señor, eran idénticos. Ya que Cristo dijo «¡Bien hecho!» a una persona con dos talentos como a una persona con cinco talentos, también debemos afirmar los logros de cada alumno, sin compararlo con los logros de otro alumno.

Conclusión ¿Cuál será el impacto eventual de una vida dedicada a la capacitación de otros? Permítame contestar eso con una mirada a la vida de uno de los mejores entrenadores que he conocido, el Dr. Howard Hendricks. El Dr. Hendricks ha enseñado a miles de hombres y mujeres a hacer la obra del ministerio. Cada uno de esos individuos tiene su propia historia, pero como yo conozco la mía mejor, quiero describir el impacto que él ha tenido en mi vida y en el ministerio de Caminata Bíblica. Su discipulado me influyó antes de comenzar el ministerio de Caminata Bíblica en los años setenta. Muchos de sus valores y sus perspectivas me han ayudado a formar la organización, hasta tener el ministerio internacional que tiene hoy.

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Durante los primeros meses, yo enseñé todos los seminarios por mí mismo. Pero pronto las solicitudes superaron nuestra capacidad, y empecé a entrenar a algunos de mis amigos de mis estudios de postgrado. Eventualmente llegó a ser muy aparente que Art VanderVeen era no solamente un excelente instructor de seminarios, sino también era muy apto para ser el decano de nuestra facultad. Durante los primeros años, él entrenó a muchos instructores, incluyendo a otro comunicador excelente, John Hoover. Después de varios años, John continuó desarrollando su liderazgo y fue promovido a ser vicepresidente de nuestro ministerio internacional, y empezó a llevar el ministerio alrededor del mundo. Su primer paso en «plantar la visión de Caminata Bíblica» en terreno extranjero fue en Australia cuando reclutó y entrenó a Gary Coleman. Cuando el ministerio australiano maduró bajo su liderazgo, Gary hizo su propio viaje misionero y comenzó el ministerio en las Filipinas. Allí entrenó a muchos líderes clave, incluyendo a Paul Newman. Paul pronto llegó a una posición de liderazgo en ese país, y empezó a entrenar a instructores filipinos, incluyendo a Ben Yngaio. Bajo el liderazgo de Paul, Ben después entrenó a tres instructores más a través de las Filipinas. Uno de esos instructores llevó a veinte personas a Cristo durante su primer seminario. Uno de esos veinte fue a la casa y llevó a su esposa y sus dos hijas a Cristo esa misma noche. ¡Mire la lista increíble de discípulos! Howard Hendricks Bruce Wilkinson Art VanderVeen John Hoover Gary Coleman Paul Newman Ben Yngaio 420

Pastor filipino Padre Esposa y dos hijas —se convierten a Cristo. Diez generaciones de discípulos. Hice un dibujo de esto en una hoja y la mostré a mi esposa, Darlene. —¡Mira lo que este solo hombre, Howard Hendricks, ha hecho para toda la eternidad! No solamente esta cadena, sino otras ramas igualmente maravillosas han crecido en muchas direcciones, desde cada persona en la lista. Ella sonrió y dijo: —Me pregunto si esa es la historia completa. El Dr. Hendricks no empezó todo ese discipulado solo. ¿Recuerdas la historia que nos contó acerca de cuando tenía diez años y vivía en Filadelfia en un hogar dividido? El Dr. Hendricks nos había dicho que un día, él y sus amigos estaban jugando a las canicas cuando se acercó un hombre mayor. El hombre quedó mirando, animándoles en su juego. Pronto estaba de rodillas jugando con ellos. Después de varias semanas, llegaron a conocerlo como Walt. Trabajaba en una fábrica cercana. Después de varios días de jugar a las canicas con estos niños, Walt los invitó a una clase de escuela dominical. No sabían que enseñaba una clase, y le pidieron que les explicara de qué se trataba. —Bueno —dijo—, no tengo una clase todavía, pero ustedes me podrían ayudar a empezar mi propia clase. Así fue que Howard Hendricks y sus amigos empezaron a asistir a la iglesia… gracias a Walt. Incluso, ¡cada miembro de la clase de Walt llegó a conocer a Cristo, y once de ellos entraron en el ministerio a tiempo completo! Ve, mi amigo, detrás de los miles y miles de personas que han recibido la influencia de ese discipulador famoso, el Dr. Howard Hendricks, está la figura desconocida de un maestro de la escuela dominical que fue fiel a su llamado. 421

¿Podría imaginar lo que sucederá cuando Walt entre a la gloria, y vea las multitudes que han sido influenciadas porque él enseñó a esos alumnos de la escuela dominical? No lo podría haber sabido nunca. Pero lo sabrá un día. Y celebrará durante la eternidad. Nunca más subestime el impacto eterno de su enseñanza. Nunca más diga: «Esta clase no va a hacer mucha diferencia». No piense: «Ya he cumplido con mi parte, y voy a descansar durante los próximos cinco años». En el próximo grupo de alumnos, podría haber otro Howard Hendricks, cuyo ministerio tendrá influencia internacional, tocando a miles de personas para la causa de Cristo. La próxima vez que entre a la sala de clases, tome la antorcha con firmeza, y haga más fuerte la decisión en su corazón —¡y encienda la antorcha de los que lo esperan! Usted se llama Walt, ¿verdad?

Preguntas para reflexión 1.

Los mejores discipuladores saben que el secreto del desarrollo eficaz de las habilidades de sus alumnos frecuentemente está centrado en la identificación de sus dificultades. Piense en alguien a quien usted está enseñando ahora y que parece detenido en su desarrollo. ¿Está parado porque no entiende las cosas básicas, porque nunca ha observado a alguien que fue modelo de ellas, porque nadie le ha guiado por los primeros pasos de la técnica, o porque está enfrascado en una actitud negativa? Después de diagnosticar su problema, haga una lista de las alternativas para ayudarle a superar su problema y seguir progresando.

2.

Piense otra vez en los cinco pasos del método del discipulado —instruir, ilustrar, involucrar, incrementar, e inspirar. ¿Cuál de sus profesores fue el

422

mejor modelo de este proceso cuando era alumno? Converse acerca del impacto que experimentó.

3.

La motivación para aprender una habilidad es clave para el éxito. Considere otra vez las motivaciones de relaciones personales, castigo, y premio, tal como estudiamos en el maximizador

4.

Como alumno, ¿cuál de estos factores le motivó más? ¿Por qué? Ahora, como maestro, ¿cuál de estos utiliza más? ¿Cuál utiliza menos? ¿Cómo podría usar los tres para el curso que está enseñando? Piense en su propia situación y cómo usted trata de capacitar a sus alumnos. ¿En qué maneras específicas podría usted usar los tres elementos de motivación para animarlos en su progreso?

4.

¿Quién es el alumno más desanimado en su clase por causa de su capacidad natural limitada? Considere las cinco maneras que estudiamos bajo el maximizador 7 para reafirmar a ese alumno, y prepare un plan simple para ayudarle a responder correctamente a esas limitaciones. Pruebe las mejores ideas y converse acerca de lo que sucede.

5.

¿Quién es la persona que le ha capacitado más para vivir su vida? ¿Qué hizo, y cómo le afectó? Ahora cambie de roles un momento. De todas las personas que usted ha discipulado, ¿quién pensaría que ha recibido más beneficio? ¿Cómo podría multiplicar el impacto de su vida aun más?

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SÉPTIMA LEY

LA LEY DEL

Avivamiento 13 LA LEY DEL AVIVAMIENTO; MENTALIDAD, MODELO Y MÁXIMAS Cuando mi amigo me llamó y me pidió que hablara para el banquete de su iglesia en el día de los enamorados, demoré menos de un segundo en decir que no. Mis dones están en la enseñanza, y no en el entretenimiento, así que le di algunos nombres de amigos que serían excelentes para ese ambiente. Después de una semana llamó de nuevo y me dijo que sentía que yo era la persona perfecta, y que no había llamado a nadie más. Rechacé otra vez y le animé a buscar a otro mensajero. No pude creerlo cuando llamó la tercera vez después de otra semana. —Hazlo por un viejo amigo —dijo. —¡Qué tramposo! —le dije—, pero si es tan importante, lo haré por ti. Trabajé mucho en el mensaje. El banquete fue bonito, y parecía que habían recibido bien mi mensaje. Les conté unos chistes y unas historias románticas, cité unos poemas apropiados —en síntesis, di un mensaje de banquete típico. Después, mi amigo y su esposa nos invitaron a comer un postre en un restaurante. Cuando ya estaba terminando mi pastel favorito, le pregunté qué le pareció el mensaje. Se calló y empezó a mirar su plato. Me fijé que estaba jugando con la cereza en su plato —la primera indicación de que mi mensaje no había sido apropiado. 424

El silencio me mataba. Finalmente le pregunté: —¿No fueron buenas las historias? —Sí, las historias fueron buenas. —Siguió jugando con la cereza. —Los chistes fueron un desastre, ¿verdad? —No, fueron bastante buenos, creo. —Entonces, ¿qué sucede? Suspiró, bajó su tenedor, y me miró directamente en los ojos. —Bruce, tú y Darlene saben que mi esposa y yo hemos estado asistiendo a esta iglesia liberal durante seis años. Por seis años, hemos estado tratando de recibir permiso para que un evangélico hable en nuestra iglesia, y los pastores siempre han dicho que no. Finalmente, cuando les dije que tú estabas dispuesto a venir, nos sorprendieron diciendo que sí. Empecé a jugar con las frutillas en mi plato. —Después de orar seis años por una oportunidad como esta, tú hablaste cuarenta minutos a un grupo grande de personas que no conocen a Cristo; ¡y no les explicaste el evangelio! Como una espada de doble filo, esas palabras me atravesaron el corazón. Por primera vez en mi vida, no pude terminar mi pastel. Le di las gracias a mi amigo por sus palabras sobrias, y fui tambaleando a mi vehículo, mareado. El Espíritu Santo me recordó todo el camino a la casa que el Señor no me había llamado a contar chistes y citar poemas, sino a llamar a hombres y a mujeres a una vida comprometida y entregada a Cristo. Dios continuó su obra de purificación en mi vida durante los meses siguientes, hasta el tiempo de la conferencia anual de la facultad de Caminata Bíblica. Nuestra facultad llegó desde todo el país para una semana de intenso entrenamiento, y una noche compartí cómo el Señor me había hablado. Al hablar entre nosotros, la presencia y la convicción del Señor pasó sobre nuestro grupo. Pronto caímos de rodillas, y muchos confesaron su

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necesidad de avivamiento. Cayeron muchas lágrimas de arrepentimiento, y se renovaron muchos compromisos con Cristo. El año de ministerio había terminado con la conversión de 370 personas. Mientras oramos, los hombres empezaron a rogar al Señor que los utilizara de gran manera en el ministerio. Alguien oró que más personas conocieran a Cristo en nuestros seminarios. Otros se unieron en esta oración. Entonces el hombre arrodillado a mi izquierda pidió una cosecha espiritual diez veces más grande durante el año siguiente —en vez de un promedio de una sola persona por día, que Dios permitiera que lleváramos a diez por día a Cristo. ¡El primer mes después de este avivamiento, más de 400 se entregaron a Cristo! Cuando terminó ese año, el Señor permitió que 3.700 llegaran a conocerlo a través del ministerio. Para mí, esta es una ilustración increíble de los resultados maravillosos que pueden ocurrir cuando somos reavivados y renovados. El seminario era el mismo, la facultad era la misma, y el público era generalmente el mismo. La única diferencia era que nuestros corazones —los corazones de los maestros— habían sido renovados.

La mentalidad de la ley del avivamiento ¿Qué piensa cuando escucha la palabra avivamiento? La mayoría piensa en las cruzadas evangelísticas grandes. En el Nuevo Testamento, avivamiento es la traducción de una palabra compuesta en griego, anazao, que significa literalmente «otra vez — vivir». Se usa para describir la resurrección física de Lázaro, Jesucristo, y nuestra futura resurrección del cuerpo. El avivamiento espiritual significa devolver la vida plena a un cristiano que ha estado vivo espiritualmente, pero que ha retrocedido en el pecado y la rebelión. En esta ley, el avivamiento se refiere al proceso de restaurar la vida plena a un cristiano que ha caído en pecado y está viviendo en desobediencia consciente. 426

El cuadro clásico de este proceso se ve en la parábola del hijo pródigo que abandonó la casa de su padre en rebelión, vivió en desobediencia y pecado, finalmente volvió en sí, se arrepintió, y fue restaurado a la armonía completa con su padre amoroso. Muchos maestros creen que el avivamiento es un tema lejano a la experiencia del salón de clases típico. Cuando se le pregunta cómo enseña para traer avivamiento, el maestro típico se sorprende porque tal pensamiento nunca pasó por su mente. El avivamiento es para predicadores. O, para otros, el avivamiento simplemente no es para nuestra época. Además, ¿quién de nosotros es capaz de dirigir un avivamiento? No hemos sido entrenados, y tampoco nos sentimos espiritualmente adecuados para tal tarea. ¿Traer un avivamiento a mis alumnos? ¿Está bromeando? Ya es tiempo de mirar un pasaje clave de las Escrituras para ver si estamos viviendo en obediencia a las enseñanzas de la Biblia. Si tengo razón, por séptima vez descubriremos cuán lejos nos hemos desviado del camino que trae bendición.

El modelo de la ley del avivamiento La ley del avivamiento se manifiesta en forma gráfica en la historia del Antiguo Testamento cuando Natán confrontó a David acerca de su pecado con Betsabé (2 Samuel 12:1–15). Siga los cinco pasos que usó Natán para llevar a su alumno al arrepentimiento.

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Paso 1: La comisión (2 Samuel 12:1a) «El Señor envió a Natán a David». Note que fue el Señor quien envió al maestro (Natán) al alumno (David). Dios podría haber hablado directamente con David, o usado ángeles, pero soberanamente decidió hablar a través de una persona. Dios desea cumplir su obra perfecta a través de personas imperfectas como usted y yo. El primer paso es el de recibir la «comisión», recibir la autoridad para llevar a cabo una tarea o un deber particular, o recibir ciertos poderes. Aquí usted se «prepara» para ir a una persona que necesita avivamiento. Cuando Natán fue delante de David, estaba totalmente seguro de que estaba haciendo la voluntad de Dios. Cuanto más profundamente sintamos la misma certeza, más seguros estaremos durante el proceso intenso del avivamiento. El problema es que muchos maestros no tienen ese sentido de responsabilidad personal para llamar a sus alumnos al avivamiento. Siempre piensan que Dios ha comisionado a otros (pastores o evangelistas) a esa tarea, pero seguramente no a ellos.

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¿Cómo realizaría sus deberes de maestro si escuchara una palabra clara de Dios, diciéndole que llamara a sus alumnos descarriados a volver al Señor? ¿No encontraría mucho ánimo y mucho valor en esa comisión? La próxima vez que les enseñara, ¿no tendría más claros los planes de Dios para su clase? Más adelante en este capítulo, bajo la primera máxima, exploraremos tres pasajes clave que le llaman a traer avivamiento a sus alumnos. Aunque no lo sepa, su apodo en el cielo es «Natán», y todos sus alumnos se llaman «David».

Paso 2: La confrontación (2 Samuel 12:1b–9) Cuando Natán empezó su clase, tenía una perspectiva clara acerca de dónde tenía que ir, y cómo llegar. La comisión de Dios es traer las ovejas descarriadas al rebaño. Por lo tanto, el primer paso de toda restauración espiritual es ayudar a las ovejas a reconocer su problema —que han sido desobedientes, perdiéndose del rebaño, y están viviendo en oposición a la voluntad de Dios. «Confrontación» significa estar cara a cara; pararse delante de alguien; reunirse para comparar o examinar. Originalmente la palabra vino del latín confrontare, que significa tener una frontera en común, y eventualmente llegó a significar llegar a un acuerdo por medio de llamar la atención a la frontera que ha sido transgredida. Cuando el maestro comisionado empieza a buscar al alumno desviado activamente, debe primero ayudarle a reconocer su desobediencia. El maestro ayuda al alumno a mirarse en el espejo, enfrentando su verdadero problema. El alumno tiene que verse a sí mismo y entender lo que ha hecho. Natán ayudó a David a verse a sí mismo con tanta claridad que el sentido de culpa de parte del rey era insoportable. Para hacer esto, el profeta guió a David en tres descubrimientos:

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1. Lo confrontó contando una parábola (2 Samuel 12:1b–6). ¡Qué historia más llamativa preparó Natán para su alumno! No hay enseñanza más efectiva que hacer que sus alumnos hagan un juicio fuerte y emocional en contra del mismo pecado de ellos, sin darse cuenta. Yo lo llamo «hacer un Natán». Lea la historia, y sienta toda la emoción que puso Natán y vea cómo describió tan perfectamente a David: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas. Pero el pobre no tenía más que una corderita que él había comprado y criado, la cual había crecido junto con él y con sus hijos. Comía de su pan, bebía de su copa, y dormía en su seno, y era como a una hija para él. Vino un viajero al hombre rico y éste no quiso tomar de sus ovejas ni de sus vacas para preparar comida para el caminante que había venido a él, sino que tomó la corderita de aquel hombre pobre y la preparó para el hombre que había venido a él. Y se encendió la ira de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive el Señor, que ciertamente el hombre que hizo esto merece morir; y debe pagar cuatro veces por la cordera, porque hizo esto y no tuvo compasión. (LBLA)

El alumno de Natán se juzgó de antemano y se preparó para la próxima revelación dramática. 2. Lo confrontó describiendo la naturaleza de Dios (2 Samuel 12:7–8). Natán fue totalmente directo con su alumno cuando le dijo: «¡Tú eres aquel hombre!» Con su parábola, Natán preparó a David para todo lo que siguió, rompiendo su corazón sobre las piedras del arrepentimiento. Pero primero el profeta confrontó a David con la naturaleza del Dios que había traicionado: Así dice el Señor, Dios de Israel: 1) Yo te ungí por rey sobre Israel, y 2) te libré de la mano de Saúl… 3) entregué a tu cuidado la casa de tu señor, y 4) [te di]las mujeres de tu señor; 5) y te di la casa de Israel 6) y [te di] de Judá;

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7) y si eso hubiera sido poco, te hubiera añadido muchas cosas más como estas. (LBLA)

¡Qué cosas más maravillosas había dado Dios a David! Cuando se hizo la lista de una cosa después de otra, David fue obligado a mirar a los ojos del que le había dado todo eso —contra quien él había hecho tantas cosas terribles. ¿Por qué Natán guió a su alumno por este proceso? Porque David tenía que recordar a qué tipo de Dios había ofendido. David al haber pecado repetida y voluntariamente, demostró que había dado la espalda a Dios, tratando de olvidar su bondad y su amor fiel. Cuando continuamos en el pecado, inevitablemente alteramos la naturaleza de Dios en nuestra mente. Lo rehacemos con nuestros propios pensamientos, haciendo que no merezca nuestra lealtad y obediencia. Dios eventualmente llega a ser malo en nuestra perspectiva, mientras volvemos al huerto de Edén, creyendo la mentira de Satanás: que el motivo de Dios era evitar que tuviéramos cosas buenas. Natán conocía lo engañoso que era el corazón de David, así que lo enfrentó con siete afirmaciones verídicas acerca de Dios — cada una cuidadosamente preparada para penetrar su corazón malvado y abrirlo a la luz del Espíritu de Dios. ¿Puede imaginar la fuerza del punto final, «y si eso hubiera sido poco, te hubiera añadido muchas cosas más como estas»? Darse cuenta de que Dios le había mostrado su bondad infinita, y que él la había rechazado, tiene que haber sacudido a David hasta los huesos. 3. Lo confrontó con una lista de pecados específicos (2 Samuel 12:9– 10). Observe lo directo que es Natán cuando enumera cada acto de desobediencia: 1) «¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo malo a sus ojos? 2) Has matado a espada a Urías heteo, 3) has tomado a su mujer para que sea mujer tuya, y 4) lo has matado con la espada de los hijos de Amón.

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5) Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa, porque me has despreciado, y has tomado la mujer de Urías heteo para que sea tu mujer. 6) En verdad, tú lo hiciste en secreto (v. 12) 7) Sin embargo, por cuanto con este hecho has dado ocasión de blasfemar a los enemigos del SEÑOR (v. 14, LBLA)

¡Qué lista de pecados! Natán sabía que, para ser efectiva, la confrontación debe ser directa, específica, y verídica. No anduvo con rodeos —lo enfrentó directamente. La confrontación no es fácil para nadie, pero el Señor nos insta a «seguir la verdad en amor». En el proceso de hablar la verdad directamente al cristiano que está en pecado, el Espíritu Santo es liberado a convencer con más claridad y poder. Cuando otra persona nos menciona nuestros pecados en voz alta en nuestra presencia, es un incentivo fuerte a arrepentirse. Hay dos secretos valiosos que seguir cuando necesita confrontar a un cristiano. Primero, siempre utilice la palabra bíblica para el pecado cometido. Diga «adulterio», y no «relación amorosa»; diga «actos homosexuales», y no «un estilo de vida distinto»; diga «mentira», y no «tergiversar la verdad». El uso del término bíblico, en vez del eufemismo lo deja más claro y tiende a convencer mejor. Segundo, no se mueva de este paso de la confrontación, hasta que la persona admita su pecado. Frecuentemente después de confrontar a una persona, le pido que ella diga en voz alta cuáles son los pecados que ha cometido. Si no puede, o no quiere, el arrepentimiento completo no ocurre. La persona tiene que admitir abiertamente su culpa y su pecado a usted y a Dios. Si no puede confesarlo a usted en el momento en que lo confronta, probablemente no podría confesarlo a Dios. David reconoció su pecado inmediatamente después de la confrontación de Natán: «He pecado contra el Señor», dijo (12:13). Hace algunos años, cuando estuve predicando en una conferencia en una universidad cristiana famosa, hice un llamado al arrepentimiento de 432

pecados. Al final del sermón, empecé a mencionar pecados específicos, haciendo descripciones para que no pudiera haber confusión. —Algunos de ustedes cometieron adulterio o fornicación el verano pasado —dije—, o en este mismo momento están involucrados en una relación inmoral. Algunos de ustedes han engañado en exámenes o han copiado trabajos escritos de sus compañeros. Algunos han ido a las tiendas para robar cosas. Otros están en relaciones homosexuales o lesbianas. Estaban tan callados que se podría escuchar caer una pluma. Entonces animé a los alumnos: —Tienen que arrepentirse de esos pecados, y tienen que empezar ahora mismo. Si son culpables de algunos de estos pecados, u otros similares, y están dispuestos a confesarlos al Señor y ser liberados por su poder, entonces pónganse de pie. Había un completo silencio, y podía escuchar mi propio corazón palpitar. Entonces de repente, como un trueno, cientos de alumnos se pararon a través de toda la capilla. Muchos estaban llorando, otros susurrando, y otros cayeron de rodillas. Como usted puede imaginar, no pude atender a todos los alumnos que buscaron consejería. Nunca olvidaré lo que exclamó un alumno destacado, llorando: —Estoy en mi último año de estudios, y después de todo mi tiempo aquí en esta universidad cristiana, nadie me había desafiado a arreglar las cuentas con mis pecados más oscuros —hasta hoy. ¡Gracias por decir la verdad! Posiblemente el impedimento más grande a la confrontación honesta es el «miedo al hombre» en lugar del «miedo a Dios». Tememos al dolor que sufriremos por hablar la verdad. Pero, ¿no podemos amar a nuestros alumnos lo suficiente para sufrir el dolor por su bien?

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Paso 3: Los códigos (2 Samuel 12:9a) El fundamento de toda la confrontación cristiana debe ser la Biblia. Debemos confrontar a la gente cuando estamos seguros de que han quebrantado un «código» o un principio claro de las Escrituras. Es porque ha decidido traspasar los límites que Dios ha puesto que el alumno necesita arrepentirse. Es nuestra responsabilidad «probar» cuál es el límite exacto que el alumno ha transgredido. Natán dejó en evidencia que David estaba quebrantando los mandamientos de Dios. Sin la Biblia, no hay absolutos. Pero con la Biblia podemos saber si un acto es pecado o no. La Biblia establece esos límites con mandamientos específicos y principios que gobiernan a todos igualmente. Ya que estos principios están escritos para que todos podamos verlos, podemos estar seguros de si la conducta de alguien realmente es pecaminosa según Dios. Natán llamó a las acciones de David «malo a sus ojos [de Dios]» porque había quebrantado esos mandamientos: «¿Por qué has despreciado la palabra del Señor haciendo lo malo a sus ojos?» (2 Samuel 12:9a, LBLA). Natán hizo una pregunta interesante cuando cuestionó por qué David había despreciado los mandamientos del Señor. Cuando el cristiano escoge desobedecer, mira en menos los mandamientos de Dios. De hecho, ha decidido que su propia voluntad está por encima de la voluntad de Dios. Natán sabía que David había menospreciado la Palabra de Dios, porque nadie puede sostener dos posiciones conflictivas a la misma vez. Cuando actuamos, una tiene nuestro respeto y la otra es despreciada. Jesús identificó esta verdad acerca de valores conflictivos cuando enseñó: «Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24). Natán mostró a David que la raíz de su rebelión no era solamente que había «despreciado la palabra del Señor» (12:9a), sino que había despreciado al Señor (12:10b). Nunca permitamos que nuestros alumnos 434

piensen que el pecado es simplemente desobediencia a la Biblia, y nada más. Al final, el pecado es un acto de rebelión en contra de Dios mismo. El avivamiento, entonces, debe incluir el arrepentimiento del pecador por haber quebrantado la voluntad de Dios y por haber quebrantado el corazón de Dios. Estas son las dos partes de este paso: primero, demostrar a la persona que ha transgredido el mandamiento de Dios, y después demostrar que también ha roto el corazón de Dios. La culpa se siente por quebrantar la ley, y la tristeza se siente por romper la relación. Una vez pasé una hora intensa por teléfono con una amiga de la familia que estaba siendo infiel a su marido. Después de los primeros diez minutos, empecé a preguntarle si estaba cometiendo adulterio. Ella cambiaba el tema cada vez, pero le hacía volver a la pregunta. Mi esposa estaba conmigo en la habitación, y estaba orando al escuchar la conversación. Cuando la conversación terminó, le pregunté a mi esposa cuántas veces me escuchó preguntar a nuestra amiga: «¿Eres una mujer casada adúltera?», y me dijo que por lo menos veinte veces. ¿Por qué insistía tanto en eso? Por que si no puede admitir que ha cometido adulterio, no hay esperanza de restauración. Finalmente ella admitió que era verdad. (Paso dos completado, la confrontación). Entonces hice la transición a este paso, el «código», y le pregunté qué decía Dios acerca de su conducta. Con una voz temblorosa de emoción, ella exclamó: —Dios entiende. Incluso, creo que Dios ha traído a este hombre a mi vida, porque Dios me ama y sabe que hace tiempo no soy feliz. ¿Suena familiar? Todos los que vivimos en pecado por un tiempo extendido empezamos a racionalizar nuestra conducta tanto que el bien se convierte en mal y el mal se convierte en bien. Sin importar lo que le preguntara, ella contestaba hostilmente no solamente que Dios comprendía su adulterio, sino también que era Su voluntad. Decía que, después de todo, Dios quería que estuviera feliz.

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Finalmente le pregunté si había escuchado de los Diez Mandamientos. Ella se rió y dijo: —Por supuesto. —Bueno —dije—, ¿podrías decirme cuál es el séptimo mandamiento? Dice: «no cometerás ». Cuando no quiso contestar, le pregunté: —Cuando rompes un mandamiento directo de Dios, ¿cómo lo llama Dios? Silencio. —Comienza con la letra P y termina con la letra O. Aunque trataba de escapar de la realidad de sus acciones, le hacía volver al mandamiento que había quebrantado. Finalmente, cuando dijo: «Dios llama a mi adulterio pecado», sabía que el Señor estaba obrando en su corazón. Pero todavía no se arrepentía. ¿Qué debo hacer ahora?

Paso 4: Las consecuencias (2 Samuel 12:10–14) La meta de este proceso —usado por Natán o por nosotros— es «restaurar» a la persona que ha sido «atrapada por algún pecado». Para David, el clímax es su confesión, «He pecado». Cuando nuestro alumno expresa una confesión genuina, este proceso ha sido acortado en forma maravillosa, y no hay necesidad de continuar con esto. A veces cuando se guía a una persona en estos pasos, la persona cae bajo tanta convicción que confiesa en el primer paso cuando lo confronta. Otros se arrepienten durante el paso de ver los «códigos». Sin embargo, si la persona admite abiertamente sus acciones y las llama «pecado», pero todavía no vuelve a Cristo, entonces hay que usar este cuarto paso para llevarla a una restauración genuina. Este penetra muchos corazones, aunque sean muy duros y porfiados. Preste mucha atención, porque le puede ayudar a literalmente salvar la vida de alguien.

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Después de años en el ministerio, estoy convencido de que muchos cristianos son vencidos por el pecado y permanecen en el pecado innecesariamente, y eventualmente caen en problemas severos (como el abuso, el alcoholismo, y participación en el ocultismo), que puede durar años, incluso generaciones. Digo «innecesariamente» porque si alguno de la comunidad cristiana hubiese ido a confrontar a esas personas, muchas hubieran sido restauradas. Cuando una persona desobedece a Dios, subestima dos cosas: (1) la seriedad de su conducta, y (2) las consecuencias negativas de su conducta, los peligros que causa para sí misma, para otros, y para el Señor. Mientras la confrontación ayuda a la persona a ver sus actos pecaminosos del pasado y del presente, hablarle de las consecuencias le ayuda a ver los resultados negativos del presente y del futuro. Natán guió por el túnel del tiempo y ayudó a David a ver todo lo que quería ignorar: 1. «Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, 2. Así dice el Señor: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa», y 3. Tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y 4. Las daré a tu compañero, 5. El cual se acostará con tus mujeres a plena luz del día. 6. Pero yo haré esto delante de todo Israel, y a plena luz del sol. 7. Ciertamente morirá el niño que te ha nacido» (LBLA).

¿Puede imaginar la agonía de David cuando escuchó estas consecuencias trágicas? Cada una debe haber aplastado su espíritu y roto su corazón. No solamente eran los resultados más terribles que podría haber imaginado, sino también sabía que cada tragedia sucedería solamente por causa de su pecado. ¿Cómo podría culpar a otro? David recordaría por el resto de su vida la cruda realidad de que era su culpa y de nadie más. La confrontación y los mandamientos, y ahora las consecuencias escalaron las rocas del corazón rebelde de David, y lo preparó para arrepentirse. El avivamiento llegó, y como dijo Santiago, se salvó una vida. 437

Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados (Santiago 5:19–20).

Natán usó cinco categorías de consecuencias que son universalmente aplicables a todos los que debemos usar este paso para llevar a nuestros alumnos al arrepentimiento. 1. Consecuencias para nosotros mismos. Póngase en el lugar de David un momento, entonces lea la lista de Natán una vez más, y trate de comprender cómo se sentía David. La disciplina de Dios apuntó directamente a David. 2. Consecuencias para nuestra familia inmediata. No solamente sufriría David por sus pecados, sino también sufrirían sus hijos, su esposa, aun sus nietos. La disciplina de Dios alcanzó a los que David amaba. 3. Consecuencias para la comunidad cristiana. Aunque las palabras de Natán solamente sugieren el impacto del pecado de David a través de Israel y Judá, el resto de 2 Samuel y 1 Reyes hasta 2 Crónicas cuentan una historia muy triste. Muchos judíos murieron y sufrieron por causa del pecado de David. 4. Consecuencias para la comunidad no cristiana. Ya que Israel había sido comisionada para ser una bendición a todo el mundo, la comunidad no creyente también sufriría por causa de los pecados del gran líder de Israel. Usted puede imaginar la angustia que sintió David —este hombre que amaba a Dios profundamente y anhelaba construir un templo para alabar el nombre del Señor entre las naciones— por dar ocasión a los enemigos de Dios, no solamente para rechazarlo, sino también para blasfemarlo. ¿Cuántos individuos no creyentes fueron alejados aun más lejos del Señor por causa del pecado de David? Nadie sabrá cuántos, ni tampoco conoceremos todas las consecuencias eternas que este pecado causó en sus vidas.

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5. Consecuencias para el Señor. Cuando los niños hacen algo trágicamente malo, frecuentemente son los padres los que sufren más. Me pregunto si la persona que experimenta más dolor cuando pecamos no será el Señor mismo. El hecho de que un hijo tan noble como David —conforme al corazón de Dios— decidió pecar en una manera tan terrible (asesinato y adulterio) tiene que haber traído una tristeza inmedible al Santo de Israel. Tal como Cristo lloró por la dureza y la rebelión de Jerusalén, posiblemente lloró por su siervo caído, el rey David. Seguramente Dios se entristece cuando los que han sido creados a su imagen levantan el puño hacia él con enojo y rabia. Cada una de estas cinco consecuencias son inmediatamente aplicables cuando tratamos de ayudar a un hijo rebelde o una hija rebelde a abandonar su pecado, arrepentirse, y volver a casa. Aunque no somos Natán, y no hemos recibido una revelación divina acerca de las consecuencias específicas para nuestros alumnos, podemos usar nuestra imaginación santificada para proyectar las consecuencias normales del pecado en la vida de nuestros alumnos. Para hacer efectiva esta mención de las consecuencias, debemos mencionar cosas personales, específicas, realistas, visuales, dolorosas, y cosas que afecten a muchas personas que son amadas por la persona en pecado. Las consecuencias que mencionó Natán reflejaron cada una de estas características. Una presentación efectiva de las consecuencias muestra tanto dolor para tantas personas distintas que produce un miedo profundo del sufrimiento severo y duradero, de modo que finalmente pesa más que los placeres pasajeros que el pecado pudiera proporcionar. Como maestro, su meta principal es probar que el arrepentimiento es el paso más lógico para el alumno en pecado. Hasta este punto, los beneficios del pecado parecen ser mejores que los beneficios de la obediencia; por lo tanto sigue pecando. Todos nosotros pecamos porque el placer anticipado

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del pecado parece más real en el momento que el posible daño y la disciplina que pudiéramos experimentar. Por lo tanto, las consecuencias deben reajustar la fantasía de la persona para conformarse con la realidad bíblica. Al seguir escogiendo el pecado, la persona se enfoca en el placer anticipado, y evita pensar en el dolor anticipado. Cuanto más le parecen iguales en su mente estas dos áreas de placer y dolor, más luchará con la tentación. Cuando las consecuencias negativas finalmente superan el placer potencial, la persona inevitablemente se arrepentirá. Las consecuencias son simplemente las razones negativas por las cuales una persona no debe cometer un pecado. En el libro de Proverbios, usted puede leer muchas consecuencias que demuestran repetidamente lo necio que es elegir el mal. Cuanto más grande es el sentimiento de dolor anticipado, menos poder ejerce la tentación sobre la persona. La presentación de Natán de las consecuencias conmovió tanto a David que inmediatamente se quebrantó y confesó sus pecados. Al ganar más habilidad en usar las consecuencias en su enseñanza pública y en su consejería privada, verá que cientos de personas responden con el arrepentimiento genuino. Cambiarán de parecer porque el dolor del pecado pesa más que el placer del pecado. La Biblia define eso como arrepentimiento.

Paso 5: La confesión (2 Samuel 12:13) Cuando Natán escuchó a David decir: «He pecado contra el Señor» (LBLA), él sabía que su alumno había llegado a la meta. La rebeldía había sido vencida, y venía el avivamiento. Confesar significa dar a conocer a otros el error o la maldad. La profesión del pecado es el primer paso en el lado positivo del avivamiento, y representa el punto de cambio entre rebeldía y avivamiento. Más tarde en el método del avivamiento, hablaremos de las acciones que ayudarán a 440

nuestros alumnos a llegar a la restauración completa. (Vea Salmo 51 para la confesión completa de David delante del Señor.) Haga que sus alumnos florezcan mientras los lleva a un avivamiento tantas veces como sea necesario, usando los cinco pasos de Natán: comisión, confrontación, códigos, consecuencias, y confesión.

Las máximas de la ley del avivamiento El fin del aprendizaje es reparar las ruinas de nuestros primeros padres a través del conocimiento correcto de Dios, y a raíz de ese conocimiento amarlo, imitarlo, y ser como él. —John Milton.

Máxima 1: El avivamiento es una restauración espiritual, y es responsabilidad del maestro espiritual De todas las máximas de este libro, esta me causó más dificultad. Durante dos semanas luché con este principio día y noche, al estudiar. Seguía descubriendo que mis nociones preconcebidas acerca del avivamiento contradecían la Biblia. Decir que tenía una mentalidad rígida sería poco. La primera vez que escribí esta máxima, antes de estudiar las Escrituras, produjo algo así: «El avivamiento es un acto soberano de Dios, y no la responsabilidad del hombre, excepto que el cristiano debe pedirlo en oración». Si usted lee de nuevo las máximas en este libro, encontrará que todas ponen la responsabilidad sobre los hombros del maestro. Pero yo sabía que el avivamiento no podía ser la responsabilidad del maestro porque es un acto soberano de Dios —o por lo menos eso es lo que me habían enseñado. Entonces, después de escribir que el avivamiento no es nuestra responsabilidad, empecé a preguntarme: 441

¿podría ser otra nube de confusión entre nosotros y la verdad? ¿Podríamos haber abandonado nuestra responsabilidad sin querer? Debajo de las montañas de lógica humana había una pregunta inquietante: Si Dios desea que ocurra el avivamiento (y por supuesto lo desea), y si estamos pidiéndolo en oración (y muchos de nosotros lo pedimos), entonces ¿por qué no concede lo que los dos deseamos? Todo lo que sabía de Dios rompía contra esta pared inmovible. Había inconsecuencias que no podía desenredar. Finalmente, durante la segunda semana de la lucha, empecé a progresar, preguntándome: «¿Cuáles son los pasajes bíblicos que son más claros acerca del avivamiento?» ¿Por qué no dejar que las Escrituras hablen por sí mismas? El primer pasaje clave: 2 Crónicas 7:14 Me vino a la mente inmediatamente 2 Crónicas 7:14: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.»

Al principio de esta revelación hay una pequeña pero poderosa palabra de dos letras. Si. Me indica que todo lo que sigue es una condición que cumplir. Todas las palabras de la segunda parte de este matrimonio verbal comienzan con entonces, reflejando el resultado prometido que ocurrirá si se cumple la condición.

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Primero estudié la segunda mitad, la promesa, para descubrir los resultados cuando se cumplen las condiciones de la primera mitad: «Entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados y sanaré su tierra».

La promesa de Dios, que hará algo La primera promesa La segunda promesa La tercera promesa

Entonces me enfoqué en las condiciones (o la condición). ¿Qué dijo Dios acerca de los requisitos que hay que cumplir para que envíe el avivamiento? «Si se humillare

La primera condición

mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado,

La gente que puede cumplir las condiciones

y oraren,

La segunda condición

y buscaren mi rostro,

La tercera condición

y se convirtieren de sus malos caminos;»

La cuarta condición 443

Allí está, en blanco y negro —una revelación clara e indiscutible directamente de Dios, ¡diciendo que el avivamiento depende totalmente de nosotros, y no de él! Claramente prometió que enviaría el avivamiento si cumplíamos sus condiciones. No estábamos haciendo lo que él pedía para que el avivamiento llegara a nuestras vidas. ¡Cómo pude haber estado tan equivocado! Dios era fiel a su carácter, y no estaba reteniendo un avivamiento por algún secreto profundo y oscuro. Al contrario, Dios estaba dispuesto a enviar el avivamiento cuando nosotros cumpliéramos lo que él requería. Si cumpliésemos esas cuatro condiciones, ¿Dios cumpliría las tres promesas de avivamiento? ¡Por supuesto que sí! Entonces busqué alguna manera de pasar la culpa a otros por no experimentar el avivamiento. No puede ser mi culpa, ¿verdad? Obviamente, estas cuatro condiciones no son posibles —de otra manera, gozaría del avivamiento más frecuentemente. Así que examiné las cuatro condiciones para probarme a mí mismo que el avivamiento no podía ser mi responsabilidad. 1. ¿Podría humillarme? Sí. Podría caer de rodillas en este momento y humillarme sinceramente si decidiera hacerlo. Después de todo, el Nuevo Testamento nos manda a humillarnos, así que no puedo decir que es imposible humillarme. 2. ¿Podría orar? Sí. Podría orar en cualquier momento. 3. ¿Podría buscar el rostro de Dios? Sí. Podría buscar su rostro de mañana y de noche. Su rostro está siempre delante de los que lo quieren encontrar. Después de reflexionar sobre estos puntos, ya sentía el peso de la responsabilidad cayendo sobre mi corazón. Pero cuando abrí los ojos para leer la última condición, finalmente me sentí como el responsable por obedecer las cuatro condiciones, si realmente deseaba el avivamiento.

444

4. ¿Podría volver de mis malos caminos? Sí. El pecado conocido en mi vida podría ser confesado y abandonado. Pero, ¿cómo podría el paso de volver de mis malos caminos ser una condición del avivamiento? Siempre pensé que los actos de arrepentimiento y obediencia eran los resultados del avivamiento, y no las condiciones. Había pensado incorrectamente que, cuando Dios finalmente decidía, en su soberanía, enviar el avivamiento, entonces yo tendría el poder para tener la victoria sobre mis pecados. Entonces, al final, ¿a quién culpaba por mis caminos pecaminosos? En mi confusión, ¿quién pensaba yo que era responsable por no enviar el avivamiento, y por no resolver todos mis problemas? ¡Dios! Busqué alguna manera de escapar de mi responsabilidad por mis acciones —pero no encontré ninguna. Si quiero que Dios escuche, perdone y sane, entonces debo volver de mis malos caminos. ¿El avivamiento puede ser tan claro? ¿El avivamiento puede estar al alcance de cualquiera que decida obedecer las condiciones de Dios? Sí. 2 Crónicas

7:14

contesta

claramente

esta

pregunta

acerca

de

la

responsabilidad del avivamiento. Pero sentí que había tocado solamente la superficie del asunto. 2 Crónicas se refería principalmente al avivamiento nacional, pero ¿qué del avivamiento personal? Además, ¿cuál es mi responsabilidad, si alguna, por mis alumnos, cuando siento que necesitan restauración espiritual? Seguí investigando las Escrituras. El segundo pasaje clave: Gálatas 6:1 Gálatas 6:1 agrega más conceptos acerca de esta confusión inquietante con respecto a la responsabilidad por el avivamiento. Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, 445

restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Solamente dos condiciones se requieren para que demos un paso. Primero, debemos estar conscientes de que otra persona ha sido derrotada por el pecado. Segundo, cuando vamos a hablar con esa persona, no debe haber algún pecado serio consciente en nuestra vida, que pudiera impedir la obra del Espíritu Santo en nosotros y a través de nosotros. La próxima palabra, «restauradle», explica el resultado que debemos lograr. En el griego original, «restaurar» está en el modo imperativo, y por lo tanto es un mandato que debemos obedecer, no una sugerencia que podemos considerar. ¡Qué contraste con la manera en que normalmente leemos este versículo! Actuamos como si Dios hubiera dicho meramente que debemos orar por la persona o quizás visitar a la persona. Este versículo nos manda no solamente a aceptar la responsabilidad por orar y visitar, sino —note claramente

nuestra

responsabilidad—

por

restaurar.

Tenemos

la

responsabilidad de reparar y restaurar a una persona del daño que ha hecho el pecado. El mensaje es claro. ¡Involúcrese, asuma la responsabilidad, muévase! Este versículo se enfoca en el resultado deseado, y deja el proceso para nuestra creatividad y personalidad, bajo la dirección del Espíritu Santo. En un sentido, Dios nos ha delegado —con un mandato claro— la responsabilidad de restaurar al cristiano en pecado, bajo la dirección y en el poder del Espíritu Santo. El tercer pasaje: Efesios 4:11–12 Aunque la voluntad de Dios acerca del avivamiento se ponía más y más clara, encontré todavía un asunto sin resolver. ¿Dios había revelado en la Biblia algunas instrucciones específicas para maestros con respecto al 446

avivamiento? Continué mi investigación de las Escrituras y empecé a estudiar la palabra griega para restaurar, esperando descubrir algún vínculo con el maestro. Encontré la misma palabra en el pasaje donde Dios revela la descripción de trabajo para maestros (Efesios 4:11–12, que estudiamos en la ley del desarrollo). ¡No pude creerlo! «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; … y a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio.…»

¡La palabra «perfeccionar» tiene la misma raíz que la palabra restaurar en Gálatas 6:1! Claramente, entonces, la razón por la que Dios nos dio a usted y a mí ser maestros a Su iglesia fue para restauración y avivamiento. ¿Ha considerado al avivamiento como parte de su llamado? ¿Ha entendido que Dios quiere que usted y yo reclamemos a sus pródigos donde sea que hayan llegado, y en el estado que hayan caído? ¿Puede usted imaginar el impacto que haría en la iglesia, si aun un pequeño

porcentaje

de

los

maestros

cristianos

asumiera

esta

responsabilidad que Dios les ha dado? Nunca más podríamos enseñar solamente por el contenido; ¡enseñaríamos por los corazones de nuestros alumnos! Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. (Santiago 5:19–20)

Máxima 2: El avivamiento solamente es posible para los que primero han experimentado el segundo nacimiento La evangelización se centra en traer a la comunidad no creyente a Cristo; el avivamiento se centra en traer a los que pertenecen a la comunidad cristiana, pero que son desobedientes, de vuelta a Cristo. Lo primero se llama conversión o renacimiento; lo segundo es consagración o avivamiento. La primera vez que alguien viene a Cristo proporciona al creyente con la vida eterna; las otras venidas traen comunión restaurada y continua. 447

Nos equivocamos en gran manera cuando tratamos de producir avivamiento en los alumnos, sin asegurarnos que ya hayan recibido a Cristo y que hayan llegado a ser hijos de Dios, creyendo en su nombre (Juan 1:12). Muchos maestros presuponen que sus alumnos ya han recibido a Cristo porque vienen de familias buenas, o porque aparentan ser cristianos, o porque asisten a instituciones cristianas. ¿No sería prudente, entonces, presentar el plan de la salvación en momentos apropiados durante nuestra enseñanza? Algunos maestros toman tan en serio esta responsabilidad que visitan a sus alumnos individualmente para determinar su condición espiritual y presentar el evangelio. Recuerde, sin embargo, que cuando enseña o predica y aconseja para traer avivamiento a alumnos inconversos, es como predicar a una sala de cadáveres. Si no han aceptado a Cristo, según la Biblia son «muertos en su pecado», y no pueden experimentar el «avivamiento» hasta que están «vivos».

Máxima 3: El avivamiento no es un evento terminado, sino una experiencia continua El avivamiento no es un evento o una reunión a la que asistimos, sino que es una experiencia continua que seguirá hasta que nos encontremos con el Señor. El avivamiento verdadero no se celebra anualmente en una campaña, sino que se busca continuamente. El avivamiento no debe ser definido en forma tan limitada que incluya solamente los casos severos donde un creyente se ha desviado lejos del Señor. En el sentido más amplio, el avivamiento ocurre cuando un cristiano se arrepiente de su pecado, sin importar cuán liviano, y vuelve al Señor. Por lo tanto, cuando usted y yo obedecemos 1 Juan 1:9 —«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad»— nos hemos acercado al avivamiento bíblico. 448

Nuestros alumnos a veces se encuentran atrapados por el pecado («sorprendido en alguna falta») y están buscando que alguien —algún buen samaritano— los saque de su desesperación y les guíe por el camino a casa. Ya que nuestros alumnos fluctúan, estando en comunión y después fuera de comunión, debemos siempre observar las señales de necesidad espiritual. Es su necesidad espiritual que Dios nos llama a suplir. Por lo tanto, estemos siempre preparados para enseñar para avivamiento.

Máxima 4: El avivamiento puede ocurrir en la vida de un individuo, en un grupo, o en una nación El avivamiento no está limitado por geografía, números, o edad. Tanto el registro bíblico como el histórico demuestran que el avivamiento puede ocurrir en un individuo, en una familia, en una clase o un grupo pequeño, en una ciudad, una región, o una nación entera. Los avivamientos han comenzado en cualquier hora del día, en todas partes del mundo cristiano, y han surgido desde casi todas las denominaciones y grupos independientes de todo tipo imaginable. Los avivamientos han sido iniciados por el poder del Espíritu Santo por medio de predicadores, evangelistas, maestros, educadores, comerciantes, laicos, jóvenes, y misioneros. Algunos avivamientos han empezado en forma aparentemente instantánea, mientras otros han crecido lentamente durante varios años antes de estallar. Algunos avivamientos han durando menos de un día, mientras otros han durado meses, incluso años. Los avivamientos parecen prosperar en ciertas épocas, y estar casi ausentes en otras. Parecen ocurrir en grandes cantidades alrededor de ciertas personas o ciertos lugares. Los avivamientos han tenido impactos variados. Algunos han alterado solamente la vida de un pequeño grupo de individuos por períodos breves de tiempo. 449

¿Cuál es el punto de toda esta variedad y diversidad? Demuestra que, donde sea, cuando sea, con quienes sea, allí está el poder de Dios, el poder de purificación («perdonaré sus pecados»), y restauración («sanaré la tierra»). Dios envía su avivamiento a quien sea que cumpla sus condiciones —incluyendo a usted y a mí, mi amigo. Por lo tanto, pida un avivamiento en oración, prepárese para un avivamiento, ruegue por un avivamiento en cada contexto de su vida. No hay límites al poder omnipotente del Espíritu de Dios, que opera en los corazones de sus hijos que han decidido cumplir con sus requisitos. ¡Que le acompañe un espíritu de avivamiento donde sea que el Señor lo llame!

Máxima 5: El avivamiento siempre requiere el arrepentimiento real y el abandono del pecado conocido Una persona necesita avivamiento por una sola razón: pecado personal. Si los cristianos no pecáramos, por omisión o por comisión, no habría necesidad de avivamiento. Pensar que podemos guiar a nuestros alumnos a experimentar el avivamiento sin confrontar el pecado directamente y abiertamente es malentender la naturaleza del avivamiento bíblico. En sus términos más amplios, el avivamiento tiene dos distintos movimientos: primero, el alumno se aleja del pecado (negativo) y vuelve al Señor (positivo). El camino a Cristo siempre es a través de la purificación y el perdón. No podemos experimentar el avivamiento y comunión con Cristo, sin primero encontrarnos con Cristo al pie de la cruz y recibir el lavamiento de nuestros pecados por su sangre preciosa. Si nuestros alumnos no comprenden primero la gravedad de sus pecados para ellos mismos, para el Señor, y para otros, nunca encontrarán la decisión interior para dejarlo en el futuro. Nunca, entonces, trate de llevar a sus alumnos a dejar el pecado en el futuro si no se han arrepentido primero de su participación anterior de ese pecado.

450

Al final de un mensaje un día sábado en la noche en una conferencia de una universidad prestigiosa, invité a los que se sentían esclavizados al pecado a verme después de la reunión. Una señorita se me acercó, y no fue difícil darme cuenta de que estaba bajo una convicción profunda de su pecado. Sacamos un par de sillas, nos sentamos, y empezamos lo que resultó ser un avivamiento personal de tres horas. La primera hora la llevó a un arrepentimiento profundo por su pecado. La segunda hora era una batalla intensa para llevarla a la decisión firme de terminar con su pecado en el futuro. Pero cuando le pedí que llamara a la otra persona involucrada para terminarlo, se puso pálida. Finalmente dijo: —Lo haré la próxima semana, lo prometo. Yo sabía que, si no llamaba esa misma noche, no estaría libre. Con los labios temblando, y las palmas transpirando, ella rogaba — no podía llamar y terminarlo. El miedo la tenía amarrada. Pero mientras orábamos, la paz de Dios inundó su corazón, y ella dijo que llamaría si yo estuviera al lado, diciéndole lo que debería decir. Juntos caminamos al final del pasillo del hotel, lleno de gente, y ella marcó el número de larga distancia. Ya era después de medianoche, pero ella sabía que todavía estarían en una fiesta. Finalmente la persona llegó al teléfono, y ella se puso tiesa. Yo oré, y le decía lo que tenía que decir. Al decirle a la otra persona su decisión, ella empezó a sollozar. De repente se colapsó contra la pared. Ella sentía que las raíces del pecado estaban siendo extraídas y estaba siendo liberada. Era cirugía profunda y dolorosa. Después llamamos a su madre y a su padre en el otro extremo del país. Lágrimas de angustia fueron reemplazadas por lágrimas de gozo cuando escucharon de primera mano que sus oraciones desesperadas al final habían sido contestadas. Antes de irme, le hice prometer encontrar a sus cuatro mejores amigas, que también estaban en la conferencia, y decirles lo que había hecho.

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—Pide que oren por ti en voz alta ahora —dije—. Entonces quiero ver a las cinco mañana después del desayuno para planificar la estrategia para su victoria continua. La mañana siguiente las vi venir, cantando a todo volumen — no cinco, sino ocho—todavía llorando, pero ahora lágrimas de gozo, perdón, y resolución. Sabía que sus amigas la ayudarían a pasar por las aguas turbulentas. Su rol en la restauración de su alumno nunca es completo, hasta que su conducta esté en completa armonía con la obediencia. Tal como un cirujano que ha abierto al paciente a veces encuentra más cáncer de lo que esperaba, así la incapacidad de comprometerse con la obediencia en el futuro comprueba que hace falta más cirugía. Ni el cirujano ni el maestro pueden ignorar ese descubrimiento y simplemente cerrar el paciente. Aunque la masa principal de cáncer ha sido removida, el cáncer que queda pronto se esparcirá y llegará a ser más grande que el primero, si no lo sacan. Por lo tanto, siga con la cirugía hasta que todo haya sido limpiado y su alumno haya sido liberado.

Máxima 6: El avivamiento siempre trae como resultado el buscar y el servir a Cristo con un fervor renovado Cuando el pecado significante es derrotado rotundamente en un creyente, los frutos genuinos de arrepentimiento serán evidentes. El cambio privado e interno lleva a cambios públicos y externos. Tomé un descanso del trabajo con este capítulo para desmalezar un pequeño jardín cerca de nuestra casa, que había sido abandonado durante nuestros viajes. Las malezas medían treinta centímetros, y habían robado todo el sol de las flores debajo de ellas. Al sacar un montón de malezas, me di cuenta de que las flores eran pequeñas, débiles, y deformadas. ¿Qué espero que suceda cuando ya no haya malezas y el sol llegue a las hojas hambrientas de las flores? Espero que crezcan y florezcan. 452

De modo similar, el pecado sofoca el corazón gozoso y ahoga los actos de servicio. Durante esos tiempos, usted debe mirar con cuidado para encontrar las plantas enterradas. Pero si la persona realmente es un hijo o una hija de Cristo, la vida espiritual siempre está presente, aunque sea apenas. Si esas plantas fueran liberadas de las malezas y recibieran el sol y la lluvia, florecerían de nuevo. Hay tres señales claras de renovación que debe esperar en sus alumnos. Primero, debe haber un corazón de gratitud sincera hacia el Señor. Segundo, se debe formar un nuevo fervor en la búsqueda de Cristo. En tercer lugar, el alumno debe desarrollar un corazón de servicio al Señor. El maestro sabio buscará y animará estas reacciones como señales que comprueben la realidad del avivamiento.

Máxima 7: El avivamiento reestablece el sistema central de las prioridades de la vida El avivamiento bíblico verdadero es un proceso profundo y estratégico que restaura al creyente con su Dios, consigo mismo, y con su mundo. De todas las relaciones, la relación con Dios es la más importante. Cuando su condición mejora, mejoran también todas las demás relaciones vitales. Las historias abundan de maridos y esposas separados que se reúnen porque han vuelto a Dios. Muchos hijos pródigos e hijas pródigas han vuelto a casa de una vida de rebeldía, porque se han reconciliado con Dios. Durante un período extendido de pecado, el creyente en vez de complacer a Dios se complace a sí mismo. El conflicto se acelera y eventualmente reina el egoísmo. Cuando ocurre el avivamiento, no obstante, y Dios está entronado como el Señor, él empieza a restaurar el orden y la armonía rápidamente. Desdichadamente, muchos de nosotros enseñamos como si la conducta exterior fuera la clave del crecimiento. Constantemente exhortamos a 453

nuestros alumnos a hacer mejoras externas mientras sus corazones están en oposición al Señor. Tales esfuerzos desaniman al maestro y derrotan al alumno. Debemos trabajar desde adentro hacia afuera. Primero con Dios, después consigo mismo, y finalmente con otros. Hace muchos años cuando enseñaba en Multnomah School of the Bible, tuve el privilegio de reunirme regularmente con el Dr. John Mitchell. En aquel entonces tenía más de ochenta años, y tenía un programa radial diario, enseñaba casi la jornada completa en la universidad, y hablaba regularmente en conferencias los fines de semana. Su comprensión de las Escrituras y su caminar con Dios eran sin igual. Recuerdo sus oraciones más que nada. Creo que a veces se olvidaba que yo estaba en la habitación cuando conversaba con su Padre Celestial. Sentía que estaba agarrando su manto mientras él iba delante del trono. Un día le pregunté si me podía hacer un gran favor. Le dije que Dios estaba bendiciendo el ministerio de Caminata Bíblica, y le pregunté si podría invertir el tiempo para enseñarme la Biblia como él la conocía. Le dije que la enseñaría a nuestros maestros, quienes la enseñarían a gente en todo el mundo. Después de unos momentos de silencio, me sorprendió con su respuesta: —No, Bruce, no lo haré. Pensé que lo había ofendido. —¿Qué sucede? —murmuré—. ¿Fue inapropiada mi solicitud? Sonrió y dijo: —No voy a enseñarte la Biblia porque eso no es lo que necesitas. Pero haré otra cosa; seguiré reuniéndome contigo cada semana y te ayudaré a enamorarte más del Salvador. Porque cuando eso suceda, mi amigo, todo lo demás resultará bien. Tenía razón, ¿verdad? Había descubierto que la prioridad central es siempre el corazón. 454

Siempre recuerde Proverbios 4:23 al enseñar a sus alumnos a amar más a Jesucristo: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.

El meollo de la ley del avivamiento La esencia de la ley del avivamiento se resume en tres palabras: «Avivar el corazón». El maestro debe animar un avivamiento personal continuo en la vida de los alumnos.

Conclusión Durante los años que he enseñado esta verdad bíblica, muchas personas han informado cuán profundamente les tocó la ley del avivamiento. Sus corazones despertaron a la verdad que Dios los había llamado a un ministerio de avivamiento —tanto en la sala de clases como fuera de ella. Había recién terminado de enseñar Las siete leyes del aprendizaje en una conferencia en el medio-oeste. La gente salía en fila, expresando su gratitud por la conferencia. En medio de la fila una señora de edad me miró directamente y me preguntó: —¿Le puedo dar un abrazo? ¡Tengo que darle un abrazo! Me llamó la atención, pero sonreí mientras la gente detrás de ella esperaba, y le dije: —¡Por supuesto, sería un honor! Su abrazo fue muy fuerte, y sentí que ella temblaba al soltarme. Cuando retrocedió un paso, dijo intensamente: —¿Usted debe saber por qué ese abrazo fue tan importante para mí? — las lágrimas caían por su mejilla. Ella olvidó que había cientos de personas 455

mirando, y continuó—, Mi tío abusaba de mí, y me violó repetidas veces cuando era una niña, y nunca he podido perdonarlo. Pero cuando nos arrodillamos durante el fin de la ley del avivamiento, por fin pude perdonarlo. Sentí que venía algo más, porque sus labios temblaban. Su voz se quebró repetidamente mientras hablaba. —Cuando lo perdoné, empecé a sentir un calor fuerte en mi pecho, y pasó por todo el cuerpo. Pensé que había tenido un ataque cardíaco, así que le pregunté a Dios qué me pasaba. Dijo: «Tú has perdonado a tu tío, y ahora te puedo perdonar a ti. Estoy quemando toda la amargura y el enojo que han quedado en tu cuerpo». Su rostro cambió de repente, y puso la sonrisa más radiante que he visto. Tomó mi mano, se inclinó y susurró: —No he podido tocar un hombre en todos estos años. Odiaba a los hombres. Cuando venía caminando hacia usted en la fila, sabía que si podía abrazarlo, había sido realmente curada. Entonces me abrazó de nuevo y se fue caminando, exclamando: —¡Estoy libre! ¡Gloria a Dios! ¡Estoy libre! En ese momento, todo valió la pena. El desafío de arrepentirse y experimentar avivamiento había sido hecho. Ella extendió la mano y experimentó un milagro que rompió las cadenas que la tenían amarrada. El poder de la cruz para perdonar fue el mismo poder que la limpió y la liberó de la tumba de la violación y el abuso. Cuando hablamos de la responsabilidad de ir a una persona o una clase o una iglesia que necesita avivamiento, somos inundados con los sentimientos de miedo e inseguridad. ¿Quién entre nosotros será adecuado en su propia fuerza para ayudar a otra persona a redescubrir al Señor? Yo sé que no soy. Las noticias maravillosas son que Dios no espera que ninguno de nosotros sea adecuado. Él desea que dependamos de él y de su capacidad. Cuando hacemos eso, el mismo Dios que envió a Natán a David para 456

hacerlo volver, también nos dará el poder para hacer volver a otro David — si solamente abrimos nuestro corazón a su dirección. Ya que Dios lo ha comisionado, ¿no le dará también el poder? El avivamiento es mi ley favorita. Quizás por que es la favorita del Señor —porque es él quien anhela más profundamente el regreso de sus hijos descarriados. Cuando traiga de vuelta a los David, mire arriba al monte santo, y verá al Señor corriendo hacia ustedes—con los brazos abiertos, ya celebrando el retorno de su hijo pródigo. Su David se lo agradecerá por el resto de su vida, y Dios también —por la eternidad.

Preguntas para reflexión 1.

Lea de nuevo la historia que Natán contó a David. ¿Por qué piensa que fue tan exitosa en explicar el punto? Haga una lista de las semejanzas específicas entre la historia y el caso de David. ¿Alguien ha sido un «Natán» para usted alguna vez? Si es que sí, describa lo que pasó. ¿Cuáles son los secretos para ser un buen «Natán»?

2.

Piense en su vida cristiana para identificar cuándo ha experimentado el avivamiento más significativo. ¿Cómo empezó, y cuáles eran los resultados en su vida? ¿Le gustaría experimentar la misma relación dinámica con Cristo otra vez? Ahora que entiende que el avivamiento puede ser suyo en cualquier momento que lo desee, ¿qué le impide tenerlo ahora mismo?

3.

De todas las personas que usted ha conocido, ¿qué amigo cristiano se ha preocupado más por su condición espiritual durante su vida? ¿Alguien ha obedecido Gálatas 6:1, buscando su restauración? Describa el encuentro y cómo resultó. ¿Cómo se siente acerca de lo que sucedió?

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4.

Si el avivamiento llegara a su iglesia, sería después del arrepentimiento y la restauración por el pecado pasado y presente. Desde la perspectiva de Dios, ¿cuáles son los pecados principales en general en su iglesia que necesitan ser confesados y arreglados, antes de que él esté libre para enviar un avivamiento? Lea Nehemías 1 y arrodíllese delante del Señor para arrepentirse en representación de su iglesia.

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14 LA LEY DEL AVIVAMIENTO; EL MÉTODO Y LOS MAXIMIZADORES En medio de la noche, recibí un llamado telefónico de un amigo desde el otro extremo del país. Se disculpó por llamar a tal hora, pero estaba muy angustiado. Otro amigo en su iglesia había llamado esa tarde para darle las terribles noticias de un anciano clave de su iglesia que había sido arrestado nuevamente por manejar en estado de ebriedad. Mi amigo había salido de su oficina inmediatamente para ir a la cárcel, donde el anciano contó toda la historia. No solamente estaba en la cárcel por manejar ebrio, sino había sido un alcohólico secreto durante años. Además, estaba bajo mucha presión económica después de sumar una cuenta con su tarjeta de crédito por más de $30.000. Su esposa estaba amenazando dejarlo, diciendo que su relación había estado muerta por años. —Pero lo peor de todo es que no le importa a este hombre —dijo mi amigo—. Su corazón está endurecido y no quiere nada con Dios. ¿Qué debo hacer? Casi todos quieren echarlo de la iglesia y dejarlo morir en la cárcel porque lo había escondido todo este tiempo. Finalmente, mi amigo preguntó cómo los otros ancianos podrían hacer volver a su compañero de labor al Señor y restaurar su vida y su ministerio. Lo que le dije está resumido en las próximas páginas. ¿Sabe usted cómo ayudar a un cristiano que se ha alejado de Cristo? ¿Sabe guiar a sus hijos desobedientes, o a su familia, o a sus amigos de vuelta a la obediencia? El método del avivamiento es un concepto revolucionario de las Escrituras que cualquier padre, pastor, maestro, o amigo puede usar para ayudar a otro cristiano a restaurar su vida. He

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usado estos cinco pasos muchas veces y he visto docenas de personas descubrir el gozo de caminar en armonía con el Señor. Y a propósito, resultó con mi amigo. Llamó varias semanas después con las buenas noticias que el anciano estaba en el camino de recuperación. La iglesia se había unido para apoyarlo como un hermano en la fe que desesperadamente necesitaba su ayuda y su apoyo.

El método de la ley del avivamiento Un estudio de los avivamientos en las Escrituras revela que todos siguen los mismos pasos básicos, con diferencias menores. Cada paso se construye estratégicamente encima del paso previo, y no debe ser apurado ni saltado. Recuerde, no se preocupe tanto por resultados inmediatos tanto como por resultados permanentes. Si una persona o un grupo de alumnos no puede, por alguna razón, aceptar y actuar de todo corazón en un paso, no proceda al próximo. Continúe reforzando y animando la acción apropiada para el paso actual. Recuerde también que, cuando analizamos algo tan espiritual y delicado como el avivamiento, existe la posibilidad real de destruirlo en el proceso de analizarlo. Debemos siempre recordar la maravilla de la gracia y la misericordia de Dios, en permitir que un creyente descarriado vuelva al rebaño —sin mencionar la maravilla de usar a otro creyente descarriado para mostrarle el camino a casa.

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Paso 1: La revelación La gente necesita avivamiento simplemente porque han desobedecido al Señor. Necesitamos empezar, por lo tanto, con la certeza de que la persona de hecho cometió pecado. Reconozca la diferencia entre hacer algo que usted no aprueba, y hacer algo que Dios prohíbe. No somos la voz de Dios para pronunciar algo bueno o malo; la Biblia misma hace eso. Si la Biblia dice que algo es pecado, entonces es pecado. No es simplemente su opinión, sino que es la «revelación» de Dios. Por ejemplo, Dios dijo, «No hurtarás». Si alguien ha robado, ha pecado. No solamente ha transgredido la ley de la nación, sino también ha transgredido la ley del cielo. Muestre a la persona el «pasaje» específico y los «códigos» o los principios que han sido quebrantados. Por lo tanto, si usted sabe que una persona ha quebrantado los mandamientos de las Escrituras, entonces Dios lo ha hecho responsable por ir a esa persona en amor para restaurarla. Cuando vaya, simplemente 461

estará obedeciendo a Dios. No está dando su propia opinión —está entregando la revelación divina. El primer paso en ayudar a un creyente a volver al Señor es enfrentarlo con la enseñanza bíblica acerca de su condición. Hasta que el creyente vea que su condición es el resultado de la desobediencia directa, el problema nunca será claro, y por lo tanto no puede ser resuelto. Imagine a un paciente enfermo visitando a su médico. «Doctor, no sé cuál es el problema. Pero ya no me siento bien como antes». Entonces imagine que el médico le recetara un medicamento y le exhortara a mejorarse. Ese paciente estaría confundido, porque el médico nunca le diagnosticó el problema. De una manera similar, muchos maestros nunca identifican el problema verdadero, y siguen tratando de mejorar los síntomas. El problema de raíz detrás de la necesidad de avivamiento es la desobediencia del creyente al Señor. El maestro debe identificar y exponer los pasajes clave de las Escrituras que presentan las normas de Dios de tal manera que el alumno sea obligado a enfrentar los hechos directamente. El maestro debe presentar los pasajes bíblicos claramente, y sin interpretación personal. El alumno debe ver por sí mismo que la Biblia enseña que tal conducta es pecado. El maestro debe seguir tocando ese punto hasta que haya consenso de parte del alumno (o de los alumnos). En este primer paso, el maestro no está amonestando al alumno o reprendiendo al alumno por su pecado, sino solamente exponiendo lo que enseña la Biblia acerca de él. Tenga cuidado de aclarar que usted está tratando de identificar solamente lo que dice la Biblia acerca del tema, y no lo que pueda pensar el maestro o los alumnos acerca de tal conducta. Mantenga la presentación directa, sin emociones. Evite los comentarios subjetivos o emocionales. O la Biblia manda cierta conducta o no la manda. Si lo hace, asegúrese de que no pida disculpa y que no suavice el 462

mensaje. Posiblemente no se sienta cómodo en esta etapa, pero su rol es el de presentar lo que dice la Biblia. El maestro debe buscar consenso preguntando algo así: «¿Podemos estar de acuerdo que, según los pasajes que hemos estudiado, la Biblia enseña que X es un pecado?» No proceda al siguiente paso hasta que se haya terminado la discusión. Continúe enfocando la atención del alumno en el texto, y no en su conducta personal.

Paso 2: La reprimenda Cuando sus alumnos hayan admitido que la Biblia dice que cierta conducta es pecaminosa, entonces usted debe lograr que reconozcan personalmente que su propia conducta es un pecado. Este paso es el puente crucial entre la revelación de Dios y el arrepentimiento del alumno. Este paso concentra la atención del alumno en pecados específicos que ha cometido. Para el fin de este paso, el alumno no debe estar diciendo solamente: «Sí, la Biblia enseña que esto es un pecado» (paso 1), sino también «Sí, yo he desobedecido a Dios, y por lo tanto he pecado delante de él». Hasta este punto, tres factores ya deben estar causando una «reprimenda» en el corazón del alumno. Estos tres «agentes de reprensión» incluyen su propia conciencia, el Espíritu de Dios que mora en él, y la Biblia. Los tres, sin embargo, pueden ser ignorados. Él puede racionalizar sus acciones en su conciencia; reprimir el Espíritu, rechazando su obra de convicción; y silenciar las Escrituras, evitándolas. En tal caso el Señor tiene un agente más que usa para reprender. Créalo o no, la Biblia enseña que Dios lo ha comisionado a usted y a mí para ser este agente final para reprender. Los cuatro agentes proveen una maya de seguridad que Dios ha colocado debajo de sus hijos. Vaya y trate de «persuadir» al hermano errado, amándolo a él, pero «censurando» su conducta. 463

Reprender o amonestar a alguien significa criticar fuertemente o acusarlo. El elemento de confrontación está claramente presente. Es una lástima que en nuestras escuelas, iglesias, y negocios, ya no se practica la reprensión y la amonestación. Nuestra sociedad ha decidido que las cosas ya no son blancas y negras, sino solamente distintos tonos de gris. Ya que todo es gris, lo que yo haga no le incumbe. Nuestra sociedad se opone agresivamente a los que tratan de guardar las normas de Dios en una manera pública, cuando reprenden lo malo. Ya que los padres no reprenden a sus hijos y no les piden cuentas por su conducta inapropiada, existe un caos en los salones de clases. Ya que los pastores y los líderes no reprenden a sus congregaciones y no les piden cuentas por su conducta, tenemos iglesias que no se pueden distinguir del mundo. La amonestación bíblica tiene que ver no solamente con lo que se dice, sino también con la manera en que se dice. El qué de la amonestación se comunica en la confrontación; el cómo de la amonestación consiste en el estilo y el tono con que se confronta. Muchos versículos en la Biblia nos instruyen a ser cariñosos y guiados por el amor. La disciplina del Señor siempre tiene como propósito traer obediencia y crecimiento. A veces el Señor debe ejercer una disciplina fuerte, tal como se manifiesta en 1 Corintios 11:29–32, donde Pablo nos recuerda que el que toma la Santa Cena indignamente trae juicio sobre sí mismo: «Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen [se han muerto]. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados [como los que están enfermos o han muerto], somos castigados por el Señor.…» Hace poco tiempo estaba reprimiendo a una persona casada, porque no quería dejar una relación adúltera. Finalmente tuve que usar las consecuencias fuertes de la disciplina de Dios, y le dije que algunas personas sufren severamente porque no se arrepienten de su pecado, y no 464

lo dejan. Después de dar uno y otro ejemplo, la persona se sentía incómoda y dijo: —¡Pare! ¡Me da miedo! —¿Miedo de qué? —pregunté. —Miedo de que Dios pueda castigarme si no dejo esta relación. —Usted debe tener miedo —dije—, porque si piensa que Dios va a quedar pasivo mientras usted destruye dos familias cristianas y hace daño a todos los hijos y sus futuros matrimonios, usted no conoce el nivel de compromiso que Dios tiene para protegerlo de su pecado. Incluso, la razón por la que está actuando de manera tan necia es que no comprende el «temor del Señor». Si quiere ver un par de ilustraciones sólidas de esto, lea las amonestaciones de Pablo en 1 Corintios. Algunas son suaves y otras son directas y fuertes. O lea como Juan el Bautista reprende a las multitudes. Piense en las reprensiones de Jesús hacia los líderes religiosos de su época. Lea de nuevo los libros de Números y Deuteronomio, y observe como Dios confronta y amonesta a su pueblo. No hay duda —el Señor predica y practica el principio de la amonestación. ¡También debemos hacerlo nosotros! ¿Qué habría pasado conmigo si mis padres no me hubieran amado tanto para reprenderme? No lo puedo imaginar. También estoy agradecido que, a través de mi vida, muchos de los hijos de Dios han obedecido su comisión de reprenderme, algunos suavemente y otros con fuerza, sobre asuntos de conducta, actitudes, y ocasionalmente sobre asuntos de carácter. ¡Cuánto agradezco a Dios su obediencia y su amor! De la misma manera, sus hijos, su cónyuge, miembros de su familia, y sus alumnos se levantarán para darle las gracias por su amor en hablar la verdad cuando se han descarriado y han necesitado una palabra de amonestación.

465

Me gustan las palabras de Pablo a un maestro colega, Timoteo, que también se aplican a todos nosotros que servimos al Señor: Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. (2 Timoteo 4:1–2)

¿Tiene un corazón que desea ser totalmente obediente al Señor? ¿Lo ama? Entonces, honre su mandamiento a reprender. Los que luchamos con el dolor que sentimos cuando reprendemos a otra persona no debemos pasar por encima de la frase «con toda paciencia». Aun Pablo conocía el dolor que frecuentemente acompaña la reprensión. Así que no se sorprenda con el sufrimiento cuando obedece al Señor — aumente su compromiso con su deber, y decida hacerlo sin importar las consecuencias, «con toda paciencia».

Paso 3: El remordimiento Este paso es el punto de cambio en la vida de la persona a quien usted quiere ayudar. Todo hasta ahora ha sido para llegar al remordimiento, al arrepentimiento; todo lo que sigue depende de tal arrepentimiento. El arrepentimiento es el corazón del avivamiento. Guíe a la persona a sentir «pesar» por su pecado y a experimentar la verdadera «contrición». La palabra básica para arrepentimiento en el Nuevo Testamento en griego es metanoeo, que significa «cambiar de mente o de percepción». La Biblia usa el concepto de arrepentimiento en tres maneras principales: 1.

Expresar remordimiento por un acto o una actitud inapropiada.

2.

Expresar un cambio de corazón cuando un no creyente ve su necesidad eterna, y se da cuenta de que solo el sacrificio de Cristo es suficiente pago por sus pecados, y por lo tanto cambia su mente y escoge creer y recibir al Señor Jesucristo como redentor.

466

3.

Expresar un cambio de corazón cuando un cristiano cambia de mente, y como consecuencia cambia su conducta, después de actos de desobediencia personal. Esta sección de la ley del avivamiento enfoca en la tercera categoría del arrepentimiento. Para explicar este paso de transición en el proceso de llevar a una persona al avivamiento, me gustaría ampliar el significado técnico de arrepentimiento para incluir tres conceptos relacionados. 1. El arrepentimiento debe incluir la convicción En el corazón de la convicción descansa la palabra raíz convencer, que significa conquistar algo que una persona cree o piensa, reemplazándolo con algo diferente. En el corazón del avivamiento debe haber arrepentimiento, un cambio de mente. La mente cambia —se convence— porque otro pensamiento o creencia conquista lo que estaba en su mente antes. El fundamento del arrepentimiento siempre toma lugar en la mente de la persona. Detrás de cada acción pecaminosa hay un pensamiento pecaminoso que causa el pecado, y ese pensamiento debe ser conquistado por el pensamiento bíblico correcto. Cuando guiamos a una persona al arrepentimiento, debemos primero tratar sus pensamientos. Debemos encontrar los pensamientos incorrectos detrás de la desobediencia y vencerlos con los pensamientos correctos bíblicos. Cuando quiere convencer a una persona que su pecado no es sabio, debe

oponer

y

vencer

las

racionalizaciones

que

controlan

sus

pensamientos. Racionalizar significa hacer que algo irracional parezca razonable; o justificar la conducta o debilidad, especialmente para sí mismo; encontrar razones posibles pero no válidas para la conducta. Al final, las racionalizaciones

son

las

condiciones

internas

que

necesitan

arrepentimiento. Todo pecado surge de pensamientos falsos que son concepciones falsas acerca de la naturaleza de Dios o la voluntad de Dios. El adulterio se 467

comete porque la persona se ha convencido de que la inmoralidad traerá más felicidad y placer que la fidelidad que Dios ha mandado. Por lo tanto, Dios tiene que haber mentido, y sus caminos no son los mejores. Las racionalizaciones se fortalecen más y más cuando no son enfrentadas. Pronto las mentiras forman una alianza y luchan juntas en contra de la verdad, cuando trata de vencerlas. La persona cambia su mente paulatinamente, desde pensar que los caminos de Dios son los mejores hasta pensar que sus caminos no son los mejores. Se podría decir que el cristiano está experimentando un arrepentimiento al revés

—sus

pensamientos están siendo vencidos por los pensamientos malos. Finalmente, las racionalizaciones llegan a ser muy fuertes, y ejercen mucho poder sobre la mente del cristiano, y por lo tanto sobre su conducta. La Biblia llama a estas áreas de derrota mental fortalezas. Las fortalezas son castillos poderosos que gobiernan sin piedad sobre los dueños previos de esa parte de la mente. Su propósito es extender su reino a través del engaño y la manipulación. Mientras estas fortalezas crecen en poder e influencia, finalmente obligan a la persona a someterse a su poder y la esclavizan. En vez de ser un esclavo de Cristo, llega a ser un esclavo del enemigo. En áreas alrededor de pecados mayores, puede estar seguro que hay, no una sola fortaleza, sino una serie de fortalezas estratégicamente ubicadas en cada puerta de la mente de la persona. Cada vez que la persona sale de la oscuridad para encontrar la luz, las fortalezas reúnen sus ejércitos para derrotar al cristiano. Cuando un cristiano que ha sido casado durante mucho tiempo seriamente considera el divorcio, por lo menos una media docena de fortalezas mayores ya han sido construidas: el enojo no resuelto, la falta de perdón, resentimientos, y amargura. Si alguna vez ha tratado de cambiar la mente enferma de una persona decidida a divorciarse, usted ha enfrentado

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estas fuerzas. Se ha encontrado en combate directo con muchas racionalizaciones, castillos, y fortalezas. En ese momento, debemos recordar que la oración es nuestra arma más poderosa. ¡Debemos llamar a la caballería del otro lado del cerro! Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. (2 Corintios 10:3–5)

Las fortalezas son «destruidas» porque se levantan contra el conocimiento de Dios. Las fortalezas se esfuerzan para ser el dios para la persona, conquistando los mandamientos de Dios. Fíjese además que nosotros debemos «derribar argumentos» que también hacen la guerra en contra del conocimiento de Dios. Un argumento es una razón o las razones ofrecidas en contra de algo; un discurso que pretende persuadir o convencer. No pierda la dirección clara de la Palabra de Dios, cuando dice que estamos involucrados en derrotar los argumentos por medio de la convicción de la verdad. ¿Qué nos hará libres? ¡La verdad! Nunca debemos olvidarlo: nuestros pensamientos son cautivos, o del Señor o del enemigo. Cuando los pensamientos son liberados de la fortaleza del enemigo, usted ha ganado. La persona se ha arrepentido en el sentido bíblico. El resultado es un cambio de conducta. Cuando ocurre el arrepentimiento en la mente, el avivamiento ocurrirá en la vida. Este vínculo vital controla casi cada parte de nuestra vida. Lo que sea que controla nuestros pensamientos, controla también nuestra conducta. La creencia determina la conducta. 469

2. El arrepentimiento debe incluir la contrición Desdichadamente en algunos círculos cristianos, el arrepentimiento está limitado a su definición más angosta: cambiar de mente. Aunque la palabra griega para el arrepentimiento significa cambiar de mente, también incluye otros matices de significado. La contrición es otro componente del arrepentimiento bíblico. Estar contrito significa sentirse profundamente y humildemente triste por los pecados; sentir remordimiento. La contrición describe las emociones y los sentimientos. Cuando una persona se arrepiente profundamente y cambia su mente acerca de un pecado mayor o un acto de desobediencia, sus emociones también cambian. La contrición acompaña o sigue a la convicción. La contrición es una emoción de transición en el avivamiento, porque permite que la persona haga la transición de la dureza de corazón hasta la blandura de corazón. La contrición es el «ablandador del corazón» que utiliza Dios, porque suaviza el corazón endurecido con frialdad e indiferencia. Cuando las lágrimas lavan la cara de la persona, el corazón también se purifica y se renueva. Nunca debemos permitirnos limitar el avivamiento meramente a un cambio de mente. Debe incluir también una limpieza de las emociones. Sin la purificación de las emociones, la persona que ha experimentado un cambio de mente posiblemente no se sienta perdonada, aunque sepa en su mente que está perdonada. Muchas veces en la consejería, descubro a un cristiano que ha pecado seriamente, lo ha confesado al Señor y ha abandonado ese pecado, pero vive derrotado porque no se siente perdonado. Frecuentemente esto refleja una falta de una contrición genuina y completa. La contrición completa permite que el cristiano esté consciente del dolor que ha causado a otros, y también se perdone a sí mismo por su pecado. Tal como la confesión asegura perdón del Señor, la contrición nos anima a perdonarnos a nosotros mismos. 470

Una y otra vez en la Biblia, la contrición acompaña el avivamiento. Cuando se cambia la mente (convicción), el corazón se rompe (contrición). Considere el avivamiento en 2 Crónicas 34:27, donde el Señor describe lo que hizo el rey Josías cuando se arrepintió: «porque se enterneció tu corazón y te humillaste delante de Dios cuando oíste sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste delante de mí, ciertamente te he oído», declara el Señor» (LBLA)

Considere también el gran avivamiento de Nehemías 8–9 cuando el pueblo de Dios escuchó la Palabra de Dios, reconoció su gran pecado, y se arrepintió en cilicio y cenizas, con llanto y tristeza. ¿Cree que la contrición es importante para Dios? ¿Cree que le importa a Dios que nos sintamos tristes, o que solamente cambiemos de mente? Tenemos una respuesta clara para esa pregunta en la oración de confesión de David. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. (Salmo 51:3–4a, 16–17)

Finalmente, la contrición debe ser apropiada de acuerdo con la naturaleza del pecado cometido. Un acto de impaciencia, hablando en un 471

momento sin pensar, no es tan serio como robar algo del supermercado, que no es tan serio como cometer adulterio con una compañera de trabajo, que no es tan serio como el asesinato. Esta relación crucial entre la gravedad del pecado y la profundidad de la tristeza muchos la ignoran, mientras llevan a alguien al avivamiento. Cuanto más profundo y más intencional y más dañino es el pecado, cuanto más profundamente debe sentir la tristeza y la angustia. Hay una barrera en cada uno de nosotros entre lo que pensamos y lo que sentimos. Para algunos, esto casi no existe, y sienten dolor de manera apropiada fácilmente. Pero otros, por algún motivo, han construido una muralla para proteger sus emociones del dolor. Debemos amarlos lo suficiente para encontrar la puerta de esa muralla y liberar su culpa y remordimiento que han estado encerrados. 3. El arrepentimiento debe incluir la confesión El avivamiento no puede permanecer en privado. El cristiano no solamente debe confesar su pecado al Señor, sino también debe reconocerlo delante de usted y delante de otros que hayan sido impactados directamente por sus actos de desobediencia. El término bíblico confesar viene de una palabra compuesta en griego homologeo, que significa «hablar la misma cosa», o estar de acuerdo con otra persona. Cuando un criminal confiesa, significa que el criminal está de acuerdo con las autoridades en que ha cometido un crimen. ¿Por qué es tan importante la confesión? Porque es aquí donde el cristiano se humilla y asume responsabilidad plena por sus acciones y reconoce abiertamente que debe buscar perdón y restauración con Dios y con otros. Hasta este punto, el arrepentimiento es interno y privado. El arrepentimiento sin confesión trata el pecado como si fuera una isla aparte, y no como un acto que ofende tanto el cielo como la tierra. Una investigación de las Escrituras hace evidente que la confesión no es una opción. No solamente es crucial cuando se trata de la salvación 472

(Mateo 3:5–6; 10:32–33; Romanos 10:9–10; Filipenses 2:9–11; 1 Juan 4:2– 3), sino también tiene un rol crucial con respecto a nuestro pecado (Levítico 5:5–6; 16:21; 26:40–42; Salmos 32:5; 1 Juan 1:9) y con respecto a otros que herimos con nuestro pecado (Mateo 5:23–24; Santiago 5:16). Es serio darse cuenta de que la Biblia nos manda, bajo ciertas circunstancias, a confesar nuestros pecados los unos a los otros de una manera similar a nuestra confesión al Señor. Cuando una persona se acerca al punto de confesar sus pecados al Señor, normalmente le pido que me nombre los pecados específicos que ha cometido. Frecuentemente la persona tratará de decir algo muy general como: «He pecado mucho, y Dios sabe todo». Trate de mantener a la persona en este punto, hasta que confiese cada pecado específicamente. La razón por la cual esto es difícil es que todavía no han plenamente reconocido a sí mismos que han cometido esos pecados, o tienen miedo de que usted perderá respeto por ellos si admiten sus pecados específicos. Discierna cuál es el problema que causa mayor preocupación, y confróntelo abiertamente y honestamente. Recuerde, usted no es un juez, sino un amigo y un pecador también, salvo por gracia. Ocasionalmente, el Señor puede traerle una persona que ha caído profundamente en pecado serio. Cuando una persona puede confesar ese pecado, está en una posición muy vulnerable. Necesita mucho cariño y comprensión. Obviamente, tenemos que mantener estos asuntos en estricta confidencialidad. Cuando una persona confiesa sus pecados y usted le ha ayudado a llevar el peso de sus cargas, piense en ayudarle a perdonarse a sí misma, diciendo que usted la perdona. Mírela a los ojos directamente y diga: «Lamento que hayas pecado de esta manera, pero quiero que sepas que también te perdono. Nunca debes preguntarte después de salir de aquí si me puedes mirar a los ojos sin sentir vergüenza. Tú puedes —porque todos

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nosotros hemos sido perdonados solamente por la sangre de Cristo». Su aceptación le animará a creer que Dios también le perdona. Después de expresar su perdón, pida a la persona que confiese su pecado de nuevo; esta vez al Señor. Cuando confiesa su pecado a usted primero, no solamente se asegura que esté siendo honesta, sino también la está preparando a aceptar y recibir el perdón del Señor. Debemos siempre llevar a una persona a procesar su pecado de una manera apropiada, para que pueda ser sanada completamente. Note la progresión lógica del arrepentimiento. Primero: Convicción, se cambia la mente. Segundo: Contrición, las emociones sienten remordimiento. Tercero: Confesión, la voluntad reconoce la responsabilidad. La mente tiene que cambiar primero, entonces las emociones deben sentir, y finalmente la voluntad debe actuar.

Paso 4: El recomienzo Es tiempo de enfocar rápidamente la atención de su alumno en el futuro, y dejar de pensar en el pasado. No piense que ha terminado. Recuerde, el mandamiento es restaurar al que está caído en algún pecado. ¡Qué emoción cuando alguien de su familia, un amigo, o algún alumno se arrepiente —pero el cambio verdadero es cuando se asegura que la victoria permanezca. Cuanto más tiempo la persona ha estado practicando el pecado, más decidido debe estar en contar con la presencia y el poder del Espíritu Santo. El propósito final del «recomienzo» es el de fortalecer a la persona, para que pueda seguir obedeciendo. Para maximizar su fuerza de voluntad, hay tres pasos que se deben seguir, de manera que la persona «prometa» a sí misma y al Señor que honrará su compromiso de obedecer. 1. El recomienzo debe incluir la confirmación Esta es la pregunta crítica: «Cuán decidido está a dejar este pecado del cual acaba de arrepentirse?» Si usted escucha: «Nunca más voy a ceder a 474

esa tentación, por el poder del Señor que vive en mí», o algo parecido, entonces felicite al alumno y anímelo. Sin embargo, si escucha: «No estoy seguro acerca de la próxima vez, pero estoy afligido por lo pasado», entonces suba las mangas y prepárese para seguir trabajando, porque no ha terminado la tarea. Identifique si la persona no está decidida a vivir en obediencia, o si honestamente no está segura de que pueda obedecer, a pesar del hecho de que sinceramente desea obedecer. Recuerde, sin la confirmación acerca de lo que el alumno planea hacer para la próxima vez que surja la tentación, él estará muy debilitado. Su compromiso no está reforzado con una firme decisión de voluntad. Lo que sucede ahora influye mucho en determinar quién domina su futuro. El único camino a la libertad completa es por medio de una decisión libre de someterse a la voluntad del Señor. Recuérdele a la persona de las promesas en 1 Corintios 10:13: No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

2. El recomienzo puede incluir un pacto ¿Cómo podemos fortalecer la decisión de una persona de resistir la tentación? ¿Recuerda lo que hizo Josué cuando quería ayudar a sus alumnos a caminar en obediencia cuando no estaba allí para guiarlos? Llevó a la nación a establecer un pacto con el Señor. «Y el pueblo respondió a Josué: Al Señor nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos. Entonces Josué hizo un pacto con el pueblo aquel día» (Josué 24:24–25, LBLA)

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¿Por qué un pacto? Porque era el compromiso más serio posible entre Dios y el hombre. Josué sabía que su pueblo necesitaba tal compromiso para ayudarles a pasar sobre las rocas de tentación que estaban por delante. Es alentador que más adelante en el mismo capítulo la Biblia dice: «Y sirvió Israel al Señor todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué…» (24:31a, LBLA). En todo la discusión de esta ley del avivamiento nos hemos referido a los avivamientos que ocurren en la Biblia. Mirando estos, y otros avivamientos, es aparente que «hacer un pacto», o «hacer un juramento» era el paso normal después del arrepentimiento de pecados mayores. El acto de arrepentimiento rompía la servidumbre a la desobediencia y el recompromiso reestablecía la lealtad a la obediencia. Cuando una persona ha expresado su compromiso para el futuro, usted ha visto un paso gigantesco hacia la restauración. Por esta razón, nosotros debemos considerar llevar a nuestros alumnos a hacer un compromiso con el Señor para obedecerlo, y también a hacer un compromiso con usted cuando sea necesario. 3. El recomienzo debe incluir la consagración A estas alturas, ya debe haberse dado cuenta que estoy presentando una serie completa de pasos que podrían usarse. En la vida real, solamente algunos se usarán. Cuando una persona rompe con un pecado serio, está inundado de gratitud hacia usted y hacia el Señor. Muchos están sobrecogidos con la grandeza del perdón de Dios; otros están sobrecogidos con un sentimiento de libertad y salvación. En este momento, usted puede mejorar y enriquecer mucho la vida espiritual del alumno. Ha ganado mucha inercia positiva. Si la situación lo permite, ayude a su amigo a disfrutar algunos de los beneficios adicionales que le ayudará tremendamente. Es un momento excelente para desafiar a su alumno a consagrarse a Cristo. Como nuestro enemigo usa nuestros momentos más débiles para 476

tentarnos a pecar, debemos usar nuestros momentos más fuertes para «tentar» a otros a una piedad más profunda. Permítame sugerir tres áreas de crecimiento que yo llamo «los desafíos a la consagración». Desafíe a sus alumnos a mayor obediencia en las áreas específicas que les tientan. Nehemías 10 nota que los compromisos eran específicos y enfocados en las áreas en que habían enfrentado la mayor tentación — incluyendo el matrimonio con no creyentes, el comercio en el día de reposo, la celebración del año sabático, y asuntos relacionados con los préstamos y los intereses. Considere enfocar la atención de sus alumnos en las tentaciones «universales» para la gente de su edad y circunstancias. Si está consciente de algunas tentaciones específicas para el individuo, desafíelas. Desafíe a sus alumnos a un caminar más cercano con el Señor, buscándolo en sus tiempos devocionales y en la vida de oración. En el avivamiento durante el reinado del rey Asa (2 Crónicas 15), la gente empezó a «buscar al Señor, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma» (v. 12). Cuando sus alumnos se hayan liberado del pecado, desafíelos a hacer de su vida espiritual una más alta prioridad. Anímelos en sus tiempos devocionales personales, en su oración personal, y en su participación en un grupo de estudio bíblico y compañerismo. Desafíe a sus alumnos a obedecer más completamente la voluntad de Dios en todas las áreas de su vida. En el avivamiento bajo Josías (2 Crónicas 34), el pueblo pactó «guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo su corazón y con toda su alma» (v. 31). En el avivamiento en Nehemías 10, el pueblo juró «…guardar y cumplir todos los mandamientos de Dios nuestro Señor, y sus ordenanzas y estatutos» (LBLA). Durante estos momentos preciosos cuando su alumno está más abierto al Señor, invítelo a dedicarse más plenamente al Él. Cuando tratamos de

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animar más crecimiento espiritual en los alumnos, estamos ayudándoles a obedecer el llamado de Cristo.

Paso 5: La restauración Finalmente, ¡la meta está a la vista! Recuerde, el mandamiento de Dios es que «restauremos» a la persona caída en pecado. Hasta aquí todo es preparación para eso. Existen tres áreas amplias que debemos considerar en este paso, todas ellas para asegurar que su alumno lleve a la «práctica» sus promesas, de manera que ustedes puedan «celebrar» juntos. 1. La restauración puede incluir compensación La compensación puede ser necesaria si el pecado fue en contra de otra persona(s). Jesús hizo claro que, antes de que la plena restauración con el Señor sea posible, debe haber completa reconciliación con la parte ofendida: «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda» (Mateo 5:23–24).

Pida a su alumno que vaya a la persona que ha ofendido y que haga lo que sea necesario para reconciliarse. Aunque sea la parte inocente y haya sido ofendida por otra persona, debe ir a esa persona y buscar la reconciliación. Una noche después de una clase del Instituto de Caminata Bíblica en Atlanta, un joven vino a decir que necesitaba hablar. Privadamente me confesó: —Yo miento todo el tiempo. Miento a mi esposa, a mi jefe, a mis amigos, y trato de mentir a Dios. Miento cuando no hay motivo para mentir. Estoy realmente asustado ahora, porque no puedo dejar de mentir. Hablamos de su pecado, y le guié por los pasos de arrepentimiento, en que lloró muchas lágrimas. En el paso del recompromiso, le pregunté:

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—¿Estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para tener una conciencia limpia con Dios y con los hombres, y para sentir liberación de esta esclavitud a la mentira? —Sí —prometió—, haré cualquier cosa. Necesito ayuda. Nos dimos la mano para confirmar su compromiso. Él quería saber cuánto tiempo tomaría para volver a poner su vida en orden. —No será mucho tiempo; menos de un mes —le dije—, pero tendrás que pagar un precio muy caro y humillarte repetidamente. La primera cosa que le dije que tenía que hacer era ir a la casa, tomar una hoja de papel, y hacer una lista de cada persona a quien había mentido, según recordaba. Le dije que me llamara después para contarme a cuántas personas había puesto en su lista. Cuando llamó al siguiente día, podría detectar en el tono de su voz que estaba luchando con la magnitud de su mentira. —Tengo veintiséis personas en la lista —dijo—, y puede haber más. —¡Bien! Ahora quiero que escribas cada uno de esos nombres en una hoja nueva. En cada hoja, escriba una lista de cada mentira que has contado a esa persona, según puedas recordar. Mañana, después del trabajo, me gustaría que vinieras a mostrarme esa lista. ¡Qué prueba de su decisión! La próxima noche nos juntamos para comer una hamburguesa en un restaurante, y repasamos la larga lista de mentiras. Se puso serio, y estaba desesperado de encontrar la victoria. Le reafirmé y le dije que lo respetaba por su valentía y que Dios le iba a bendecir por sus esfuerzos. Entonces le pedí que pusiera las listas en orden, desde lo más difícil de arreglar hasta lo más fácil. —Ahora tienes tu prueba más grande —le dije—. Debes ir a cada una de esas personas y confesar tus mentiras. Pide perdón y pregunta si hay algo que puedas hacer para arreglar cuentas con ellos.

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—¿Qué? —exclamó—. ¡Está bromeando! No puedo ir a toda esa gente. La primera persona que puse en la lista es mi jefe; le miento siempre, y si él lo supiera, me despediría. He mentido acerca de mis horas de trabajo constantemente, y he recibido sueldo por horas que no trabajé. Además, él me pide que mienta a los clientes cuando llaman para preguntar por qué no ha llegado su pedido, y no lo hemos enviado todavía. Mi amigo estaba en una encrucijada. Ya se había arrepentido, y había dado el paso de recomprometerse, pero si no podía completar el proceso de la restauración, nunca tendría libertad. —Yo sé que esto podría costarte tu trabajo; incluso podrías tener que pagar a tu jefe el dinero que recibiste incorrectamente. Pero debes tomar una decisión difícil ahora, si vas a obedecer al Señor y hacer su voluntad, o no. La obediencia nunca es fácil, pero siempre es lo correcto. Dios estará contigo, y aunque pierdas tu trabajo, él guardará su promesa de suplir tus necesidades. ¡Decide obedecer a Dios y confiar en él las consecuencias! Después de una lucha difícil, decidió hablar con su jefe al día siguiente. Le dije que si no podía hacerlo, que me llamara, y que yo iría con él. Me dijo que lo haría solo. Oré por él durante esa mañana, y fue casi la hora de almuerzo cuando él llamó. —¡No puedo creerlo! —dijo—. Confesé todas mis mentiras a mi jefe. Le conté que había mentido acerca de mi horario, y que había mentido a sus clientes por él. Le dije que era un cristiano, y que sabía que no debía mentir, pero que lo había hecho y que lo sentía. Le dije que le pagaría por el tiempo que le había robado, pero que no le iba a mentir más. Y aunque él me pidiera que mintiera, no lo haría. Si el producto no ha sido enviado, no voy a decir que está en camino. ¡Qué valentía!, pensé yo. —Entonces, ¿qué pasó?

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—Hablamos por más de dos horas, y él aceptó mis disculpas. Entonces me sorprendió, diciendo que mi confesión le había hecho sentirse culpable de sus mentiras. Me pidió disculpas y me dijo que no me iba pedir más que mintiera. Me dijo que no me preocupara por el dinero, que lo consideraría algo del pasado. Me dijo que quería que siguiera trabajando con él, y que me respetaba por mi honestidad. ¿Lo puede creer? ¡Le dio las gracias a un mentiroso como yo por mi honestidad! Las próximas dos semanas él llamó o visitó a todos en su lista. Durante la primera semana me llamaba cada dos días para informarme, pero pronto, los dos ya sabíamos que estaba decidido a terminar la tarea. En un par de semanas me mostró su cuaderno con cada mentira rayada. Entonces hizo el comentario más interesante de toda la experiencia: —Desde que empecé a confesar estos pecados a toda la gente, he dejado de mentir. Ahora estoy tan decidido a decir la verdad, que creo que ¡nada ni nadie podría hacerme mentir otra vez! Así fue. Mi amigo estaba cruzando la meta. Había sido restaurado, y en el proceso Dios le había sanado. Tal como lo prometió Santiago. Por lo tanto, asegúrese de que sus alumnos hagan compensación por los errores de sus pecados. La restauración siempre debe incluir el acto de arreglar cuentas con todas las personas ofendidas. 2. La restauración debe incluir la purificación A diferencia de la compensación, que trata de los que han sido heridos por nuestro pecado, la purificación trata del cuidado de nuestras propias vidas. La primera es pública, y la segunda es personal. La primera tiene que ver con arreglar las relaciones, por causa de las cosas que hemos hecho, mientras la segunda tiene que ver con remover todas las cosas en el presente que podrían tentarnos a pecar. Hay dos enfoques de la purificación que se presentan en los avivamientos bíblicos. Primero, la gente remueve las cosas que son malas

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o que son tentaciones. Segundo, la gente agrega cosas que aseguran la obediencia. Muy a menudo, permitimos que «gatillos» de tentaciones queden en nuestras vidas, y sin embargo, después nos sorprendemos cuando seguimos cayendo víctima de muchas tentaciones. Por otro lado, no instalamos cultivadores de compromiso que nos animen a ser santos como Dios. Un «gatillo» de tentación es algo que seduce a una persona a acercarse al pecado. Es el inicio de la tentación. Los gatillos pueden incluir a los amigos de la persona, los lugares donde pasan tiempo, los eventos a los que asisten, o las cosas que miran o escuchan. Debemos ayudar al alumno a identificar los gatillos en su vida y a erradicarlos, o por lo menos minimizarlos tanto como sea posible. Cuantos más gatillos removamos, menos tentación tendrá que resistir la persona. Un cultivador de compromiso es algo que motiva a la persona a acercarse más a la obediencia y la dedicación al Señor. Los cultivadores nos hacen inclinar hacia el compromiso con Cristo. Incluyen las mismas categorías generales que los gatillos —gente, lugares, cosas, eventos, actividades, hábitos y recuerdos. Durante la etapa de la purificación, trate de ayudar al alumno a identificar las cosas que lo harían inclinar hacia un caminar cercano con el Señor. Cuanto más estén presentes estos cultivadores, más probable será que el alumno progrese en su vida espiritual. Los

avivamientos

bíblicos

siempre

incluyeron

cultivadores

de

compromiso: reconstruyeron el templo, revitalizaron el sacerdocio, reinstituyeron las ofrendas del templo, fortalecieron a los sacerdotes y los levitas, enviaron a maestros a predicar y enseñar la Biblia a través del país, reestablecieron la práctica anual de las fiestas y las celebraciones. ¿Ve lo obvio que es cuando tomamos un momento para verlo?

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Nuestras vidas son muy influenciadas, si no controladas, por los sistemas en que vivimos. La Biblia enseña que hay un sistema mundial bajo el control de Satanás, donde todo es orquestado para destruir todo lo cristiano. Su sistema está en todo lugar, y ha infiltrado cada parte de la vida. Derribar los gatillos de la tentación reduce en gran manera la fuerza omnipresente de la tentación. Dios también tiene un sistema por medio del cual él cumple su perfecta voluntad. Sin embargo, no es como el sistema de Satanás, porque normalmente el sistema de Dios requiere acción voluntaria con propósito. Las Escrituras, el Espíritu Santo, y los santos son los hilos normales entretejidos en todo el sistema de Dios. Cuanto más un cristiano estudia las Escrituras en armonía con el Espíritu, en sumisión a él, en comunión con otros creyentes, y en una relación de rendimiento de cuentas, su sistema protegerá y aumentará más su desarrollo y crecimiento. Por lo tanto, durante el tiempo de la purificación, ayude a reorganizar la vida de su alumno, para que sea más inclinada a crecer y florecer. 3. La restauración debe incluir la celebración Jesús reveló algo asombroso acerca de la celebración en el cielo cuando dijo: «Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:10). Reveló aun más acerca de los sentimientos de Dios cuando uno de sus hijos se arrepiente y vuelve a casa en la parábola del hijo pródigo. «Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse» (Lucas 15:22–24).

¡El Señor sabe hacer un final feliz! Cuando un cristiano vuelve al Señor después de un período de rebelión seria, debemos hacer una fiesta. ¿Lo hacemos? No recuerdo en mi vida alguna celebración con una verdadera

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fiesta por el avivamiento y la restauración de un hermano cristiano. ¡Cuán lejos nos hemos desviado del modelo bíblico de una celebración! Piense lo que haría una celebración por la gente involucrada: •

¿No pondría un punto final al proceso doloroso, dando a conocer a todos que se ha terminado?



¿No haría público el hecho de que el arrepentimiento y la restauración están completos?



¿No daría la oportunidad para una demostración pública de afecto y perdón por las partes perdonadas?



¿No pondría fin a todos los chismes, ya que todo estaría visible para todos?



¿No permitiría compartir con toda la comunidad afectada la victoria de la restauración, o directamente o por correr la voz?



¿No fortalecería la voluntad de la persona que ha vuelto, ya que tantas personas estaban involucradas en su restauración? En realidad, ¿no sería esto uno de los cultivadores de compromiso?



¿No anunciaría al mundo el hecho de que la iglesia realmente se preocupa por sus heridos?



¿No daría esperanza a los que están viviendo secretamente en pecado y que necesitan ánimo para volver al Padre? Cuando se complete el proceso, encuentre una manera apropiada de celebrar, sea en privado o en público, sea una simple palabra de ánimo o una fiesta verdadera… o quizás un testimonio alegre en el culto o en la escuela dominical. De alguna manera lleve al creyente restaurado a la mesa de bendiciones preparada para todos los hijos que han vuelto a casa.

Los maximizadores de la ley del avivamiento «El avivamiento es la entrada urgente del Espíritu de Dios en un cuerpo que está por ser un cadáver.» —D.M. Patton «El hecho de esperar un avivamiento general no es una excusa para no gozar de un avivamiento personal.» —Stephen Olford

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«La mejor manera de avivar una iglesia es hacer un fuego en el púlpito.» —D. L. Moody

El avivamiento es un tema principal de las Escrituras, y podría haber ocupado un libro entero, en vez de dos capítulos. Ahora que tenemos un sentido general de cómo sería un avivamiento ideal, tenemos que recordar que la vida no se vive en un libro, sino allá fuera en el campo. Cuando usted empiece a implementar los cinco pasos del avivamiento, hay una gran cantidad de ideas y sugerencias prácticas que pueden ayudarle a restaurar a los caídos.

Maximizador 1: Anhele el avivamiento con la oración ferviente y persistente, tanto en público como en privado En cada avivamiento registrado que he estudiado, he encontrado que la oración privada y pública se ofrecía específicamente por el avivamiento durante bastante tiempo antes de que empezara el avivamiento. Parece que el Señor coloca en el corazón de algunos miembros de su remanente fiel el deseo de orar por el avivamiento. A veces estos grupos de oración se reúnen los miércoles en la noche en la iglesia. A veces se descubre que hay un grupo de estudiantes que se han comprometido a orar secretamente, pidiendo con lágrimas que el Espíritu de Dios descienda. Posiblemente lo más frecuente que se ve es que las personas que luchan en la oración son damas mayores de edad —muchas son viudas o enfermas— que envían sus oraciones al trono de gloria, rogando al Señor que mueva su brazo poderoso en nuestro beneficio. ¿Por qué es tan importante la oración en un avivamiento? Sin duda es porque Dios la ha nombrado como uno de los requisitos que se deben cumplir antes de que él conceda un avivamiento (2 Crónicas 7:14). Como la oración es un requisito del avivamiento, si queremos llevar a nuestros alumnos a experimentar el avivamiento, debemos orar primero por el

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avivamiento en nuestras propias vidas, y después por el avivamiento en la vida de nuestros alumnos. No solamente debemos orar por avivamiento, sino debemos animar a nuestros alumnos a unirse con nosotros en esto. Considere hacer esta área de oración una parte regular y significativa de la apertura y la clausura de las clases. Como dice Santiago 5:16: «La oración eficaz del justo puede mucho».

Maximizador 2: Varíe su estilo de acuerdo con la respuesta espiritual de sus alumnos Si ha criado a hijos, usted se da cuenta inmediatamente de la necesidad de variar su método para disciplinar y restaurar a sus hijos cuando desobedecen. Algunos necesitan una mirada intensa, otros necesitan una palabra firme, y otros un castigo. Algunos responden bien a la crítica constructiva, y otros sufren y se marchitan con ella. Algunos responden a los desafíos grandes, y otros necesitan pasos pequeños y seguros. Sea lo que sea que necesiten sus alumnos o sus hijos para volver de su desobediencia —si han desobedecido a Dios o al hombre— debemos observar su conducta con cuidado y seleccionar el estilo correcto para esa persona y esa situación. También debemos variar el estilo de la presentación en la clase. Aunque el discurso se usa frecuentemente para traer el avivamiento a otros, otros métodos también han sido efectivos. •

Divida a los alumnos en grupos pequeños para pedir avivamiento el uno por el otro. Que cada persona ore por la persona a su lado derecho.



Haga un foro con cuatro o cinco alumnos que conversen abiertamente acerca de los pecados principales de la gente de su edad, y acerca de lo que les impide experimentar un avivamiento.



Haga un minidrama en que un alumno es un ángel que discute con un «ángel caído» acerca de por qué el avivamiento es tan importante, y cómo uno va a ayudar y el otro va a poner tropiezos a un cristiano esta semana. 486



Tengan una conversación con el «apóstol Pablo» y uno de los alumnos acerca de cómo tener la victoria sobre los pecados que les molestan en sus vidas espirituales. Sea lo que sea, tenemos que encontrar maneras efectivas para ayudar a nuestros alumnos a arrepentirse de sus pecados y gozar del avivamiento en sus corazones.

Maximizador 3: Instruya a sus alumnos en el conocimiento y la práctica de las disciplinas espirituales El avivamiento tiene dos facetas: primero, libera a sus alumnos de la esclavitud al pecado, y segundo, les capacita para evitar el pecado y permanecer en comunión. El conocimiento y la práctica de las disciplinas espirituales no están de moda. Pocos cristianos saben lo que son las disciplinas espirituales, y menos aun las practican. Vivimos en una época cuando las cosas externas y las pautas fáciles de cómo hacer algo están más de moda. Todos quieren una solución rápida en vez de tener una solución permanente. Nunca olvidaré cuando aprendí la necesidad absoluta de alimentar al hombre interior. Era pastor de jóvenes, y el ministerio era más difícil de lo que había esperado. Encontré que todos los días reconocía mi necesidad de más entrenamiento. Lo que realmente quería, sin embargo, era algo más profundo —los secretos de la vida espiritual— esas verdades profundas que me liberarían a vivir en un nivel más profundo con el Señor. Así que mi esposa y yo vendimos lo que teníamos, empacamos todo en un camión, y empezamos nuestro peregrinaje hacia el seminario, donde estaba seguro de que iba a encontrar esos «secretos profundos y escondidos» de la vida espiritual. Era el primer día del seminario, y el primer culto estaba por empezar. Yo tenía el Antiguo Testamento en hebreo sobre la rodilla izquierda, y el Nuevo Testamento en griego sobre la rodilla derecha. Tenía el dedo encima del 487

botón de la grabadora, listo para grabar —no quería perder nada. Saqué mi lápiz y un cuaderno. ¡Estaba preparado! Un alumno del último año estaba sentado al lado mío. Me miró, sacudió la cabeza lentamente, y sonrió. —Primer año, ¿verdad? —dijo. Me preguntaba cómo sabía. El presidente del seminario se preparaba para hablar. Había escrito más de veinte libros de teología y profecía. Tenía pelo canoso, medía dos metros, y su presencia demandaba nuestra atención. —Hoy —dijo —marca el primer día de este año del seminario. Por esta razón, voy a hablar sobre el tema más importante para todos nosotros: los secretos de la vida espiritual. ¡Saltó mi corazón! Miré otra vez para estar seguro que estaba funcionando la grabadora. ¡El primer día y me iba a contar los «secretos»! —Hay tres secretos principales de la vida espiritual que nos influirán más que ninguna otra cosa [¡No lo puedo creer! ¡Aquí viene!] y son: primero, lea su Biblia cada día; segundo, camine por el Espíritu; y tercero, ore sin cesar. Creo que no escuché ninguna palabra más de ese mensaje. ¿Esos son los secretos de la vida espiritual? No lo pude creer. Yo había sabido de esos «secretos» por mucho tiempo. Lo que yo quería eran los secretos verdaderos; los secretos profundos. Más de veinte años han pasado desde ese día memorable, y he llegado a la firme conclusión de que el Dr. Walvoord tenía absoluta razón. No solamente son los secretos para el Dr. Walvoord, sino también son los secretos para usted, para mí, y para cada cristiano sentado escuchando una sus clases. Por lo tanto, debemos entrenar a nuestros alumnos a caminar con Dios de una manera más significante y regular. Porque cuando lo hacemos, ellos pasarán más tiempo experimentando el avivamiento que necesitando uno.

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Maximizador 4: «Verbalice» el llamado final a un compromiso claramente y con expectación Si estamos llamando a una o a mil personas al arrepentimiento y al avivamiento, debemos invitarlas claramente y con un sentido de expectación y urgencia. ¿Puede usted recordar la última vez que pasó un tiempo de avivamiento y renovación personal? Si puede visualizar esa experiencia en su mente, sin duda puede recordar los sentimientos de miedo, incomodidad y ansiedad que enfrentó usted relacionados con ese proceso. Cuando enfrentamos nuestra necesidad de avivamiento y arrepentimiento, nuestras emociones pueden ser un gran impedimento. Muchas personas que llegan al momento del arrepentimiento pierden el valor cuando el miedo sacude su alma. Por causa de la lucha desesperada que enfrentan nuestros alumnos, usted y yo debemos invitarlos a volver al Señor con mucha valentía y sin vacilación. Nuestro coraje debe dar fuerza inmediata. Nuestra confianza en el Señor debe llevarlos por el Mar Rojo. Mil quinientos hombres estuvieron en un bosque para un retiro espiritual. Me sentía animado a predicar un mensaje que llamara a un compromiso profundo con el Señor durante el fin de semana. Para el sábado en la noche, había hecho consejería extensiva, y sabía que la inmoralidad había echado sus raíces venenosas en la vida de muchos de estos hombres. No podrían responder al llamado del Señor y hacer un compromiso, si no fueran purificados primero. Cuando los hombres se reúnen solos en un campamento, usted puede hablarles la verdad con franqueza. Prediqué acerca de la inmoralidad, y les guié a través del proceso de Natán, con la «confrontación», los «códigos», y las «consecuencias». Les animé a actuar —a arrepentirse, humillarse, y volver de sus malos caminos. La presencia del Señor era evidente, y sentí que una confesión pública era necesaria: 489

—Les voy a pedir que hagan algo muy difícil esta noche. Si usted está involucrado en una relación adúltera, quiero que se pare y que pase adelante en un acto de arrepentimiento público. Si no puede encontrar la valentía de humillarse aquí delante de estos hombres que lo quieren mucho, tampoco tendrán el coraje para llamar a la otra mujer para poner fin a su relación adúltera. Hice una oración en voz baja, y continué: —Ninguna cabeza estará agachada aquí, porque los ojos del cielo están mirando este lugar. Tiene que arrepentirse. Tiene que humillarse. Tiene que poner fin a su adulterio. Si ese es su compromiso, levántese y pase adelante en un acto de humildad delante del Señor, deme la mano, y siga inmediatamente hacia atrás donde hay un teléfono público, y llame a la otra mujer para terminar su relación. Dígale que ha pecado contra el Señor, contra ella, contra usted mismo, contra su esposa, y contra sus hijos. Pídale perdón y dígale que no la verá más. Entonces vaya afuera al bosque magnificente y póstrese delante del Señor, pídale perdón por su adulterio y desobediencia. No había música. No había coro. No había vitrales bonitos. Nadie tenía los ojos cerrados. Y nadie se movía. Mi corazón estaba palpitando tan fuerte que pensé que todos podrían escucharlo. Pensé: ¿Qué estoy haciendo? ¿Pidiendo que los hombres pasen adelante para confesar públicamente sus relaciones adúlteras? ¡Qué ridículo! ¡Nadie vendrá! En medio de mis temores, exclamé al Señor, pidiendo que la convicción del Espíritu Santo llegara a los hombres, rompiendo el espíritu de orgullo y rebeldía. Me entregué a Sus manos, solté mi temor, y me comprometí de nuevo a predicar la verdad a pesar de la respuesta. Mi corazón se calmó. Me preguntaba si debía terminar en oración, pero sentí que debería esperar. De repente las gradillas de madera se sacudieron cuando un hombre gigantesco en la penúltima fila casi saltó. Fue caminando con decisión por 490

el pasillo central y finalmente paró a diez centímetros de mi cara. Pensé que me iba a pegar. Nunca olvidaré sus palabras: —Yo he tenido una relación; no, como usted dice, he estado viviendo en adulterio siete años. Soy camionero. Y soy cristiano. Usted es el primer hombre que ha predicado honestamente acerca del adulterio y después me ha pedido que lo abandone. Usted me dio una razón para dejarlo. Vine aquí abajo para decirle que voy a terminar esa relación. Entonces me dio un abrazo de oso que arregló mi espalda que estaba mala. Dio vuelta y fue hacia los teléfonos. Mostrándome una moneda para el teléfono, me dijo: —Ella no lo va a creer, pero por la ayuda de Dios, todo terminó. Eso rompió el hielo. Muchos hombres empezaron a desfilar hacia delante; lágrimas corriendo por sus mejillas. Otros se arrodillaron allí mismo donde estaban. El glorioso retorno de los hijos pródigos estaba en proceso. Mucho más tarde, cuando miré por la ventana de mi cabaña como a la 1:00 de la mañana, todavía había una fila de hombres, esperando usar los teléfonos. Dios posiblemente no le pida a usted llamar a 1.500 hombres al arrepentimiento, pero lo ha llamado a buscar el arrepentimiento y el avivamiento de los hombres y mujeres, niños y niñas, que están en sus clases semana tras semana. Posiblemente no estén viviendo en adulterio, pero estarán involucrados en algún tipo de desobediencia. Sea lo que sea, necesitan hacer sus propias «llamadas telefónicas» y encontrar un lugar tranquilo para arrodillarse delante de Dios.

Maximizador 5: Anticipe que el avivamiento venga acompañado de una intensa guerra espiritual Por su naturaleza, el avivamiento está en directa oposición a la obra de nuestro enemigo, Satanás. Ya que tanto el Señor como Su ultra enemigo 491

desean el mismo territorio —los corazones y las almas de la gente— el maestro debe anticipar y estar preparado para la resistencia a sus esfuerzos para traer el avivamiento. No caiga víctima del concepto falso de que, solamente por el hecho de que estamos del lado del Señor, la batalla será fácilmente ganada. Incluso, cuanto más tiempo el enemigo tiene control de alguna área, más difícil será el proceso. Las fuerzas que se oponen a nosotros habrán construido campos de minas, habrán puesto alambre de púas, habrán puesto trampas, incluso habrán instalado cañones grandes en los cerros que nos rodean. Todos estarán esperando nuestro acercamiento. Por lo tanto, nunca concluya, solamente por el hecho de que está experimentando presión interna o problemas externos, que el Señor no esté con usted. Tales pensamientos surgen de un malentendido de la naturaleza del ministerio al cual Dios lo ha llamado. Si no tiene mucho conocimiento en esta área, visite una librería cristiana buena, y comience un programa de lectura acerca de Satanás, las fortalezas, y la guerra espiritual.

Maximizador 6: Dese cuenta de que el avivamiento lo necesita la mayoría de las personas la mayoría del tiempo Habíamos recién terminado de orar juntos, y estábamos caminando hacia el inmenso auditorio para el servicio de la noche. Le hice una pregunta a este predicador popular que ha cambiado para siempre la manera en que me preparo para ministrar a un público cristiano: —En su opinión, ¿qué porcentaje de los miembros de las iglesias evangélicas típicas están fuera de comunión con el Señor en un domingo normal? —Nunca lo había pensado —dijo—, mientras llegábamos a la puerta del auditorio. —Supongo que puede ser quince por ciento. Posiblemente sea tanto como veinticinco por ciento. 492

Tiene que haber seguido masticando esa pregunta, porque en medio del primer himno, se inclinó hacia mí y me susurró: —Bueno, ¿qué porcentaje piensa usted que están fuera de comunión? —Pienso que es mucho más; cerca de sesenta por ciento, quizás setenta y cinco por ciento. Reaccionó con una cara de sorpresa genuina. —¡Imposible! ¡No en una iglesia buena! ¿Qué porcentaje de las personas en este auditorio esta noche estarán fuera de comunión? Pensé, si le digo la verdad, se molestará, pero si no le digo la verdad, el Señor se molestará. Así que dije: —No estoy seguro —porque era la verdad. Durante la última estrofa, me incliné hacia él y le dije: —¿Por qué no les pregunta? Le incomodó esto, pero me di cuenta de que le inquietaba la pregunta. Antes de que yo me parara a predicar, me dijo: —¿Por qué no les pregunta usted? Usted es el mensajero de visita. Así que comencé el mensaje con la pregunta: —Su pastor y yo estábamos conversando de algo interesante, acerca de qué porcentaje de la gente que está en una iglesia evangélica esta noche en todo el país estarán fuera de comunión con el Señor. No pudimos decidir, así que decidimos preguntarles a ustedes. ¿Podrían votar por el porcentaje que ustedes piensan que está fuera de comunión? Les voy a pedir que levanten la mano. ¿Cuántos piensan que menos de diez por ciento está fuera de comunión? ¿20 por ciento? ¿30 por ciento? Cuando terminamos de votar, ¡el promedio votaba por setenta por ciento! —Ahora, pongámonos serios —continué—. ¿Qué de esta gran congregación? ¿Qué de la persona a tu lado izquierdo, o al lado derecho? ¿Qué porcentaje piensa que está fuera de comunión?

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Votamos de nuevo. Esta vez fue casi unánime; pensaban que setenta por ciento estaba viviendo en algún pecado conocido en ese momento, y que por lo tanto, estaba fuera de comunión con el Señor. He repetido esta prueba en varias iglesias en el país, y he encontrado que, aunque el promedio fluctúa, siempre está entre cincuenta y ochenta por ciento. Si eso es verdad —y usted puede probarlo por sí mismo— entonces, ¿qué porcentaje de sus alumnos estarán en necesidad de un avivamiento la próxima vez que predica? Correcto; ¡entre cincuenta y ochenta por ciento! Ya que la relación entre el cristiano y el Señor es el factor más importante de su vida, y ya que la mayoría claramente está fuera de comunión en cualquier momento, ¿no debemos poner el avivamiento en el primer lugar de la lista de necesidades de nuestros alumnos? Seguramente el avivamiento debe ser una de las prioridades más altas cuando enseñamos.

Maximizador 7: Ofrézcase a Dios como un vaso limpio comprometido al avivamiento La única cosa que falta, al terminar los maximizadores del avivamiento, no es hablar de cómo hacer un avivamiento, sino de quién hace el avivamiento. Ahora que usted entiende el avivamiento bíblico, la única pregunta que queda por contestar es si usted decidirá ser la persona que debe ser, para que Dios haga un avivamiento a través de usted. La decisión es suya. ¿Seguirá siendo solamente un maestro, o será un instrumento poderoso en la mano del Señor? No esté conforme con una simple transferencia de información cuando ha sido llamado a la transformación de individuos. Ahora que ha sido expuesto al ministerio del avivamiento, el único requisito entre usted y ese tipo de ministerio sobrenatural es que sea purificado delante de Dios, y comprometido a enseñar la verdad como Dios dice. 494

Tome un momento al terminar este peregrinaje de enseñanza que hemos compartido, y examínese a sí mismo en vez de pensar en sus alumnos. Si trata de pedir avivamiento de sus alumnos cuando su propio corazón está amarrado con el pecado, sus palabras quedarán pegadas en el paladar. Su boca estará tan seca como el desierto. En vez de dar vida y ablandar los corazones de sus alumnos, podrían endurecer sus corazones. Por otro lado, no hay nada más poderoso que un maestro en medio de un avivamiento personal propio. Él ministra desde la corriente espiritual en su propia vida, y los alumnos serán llevados con él. Frecuentemente cuando ministra, los alumnos quedan callados, y los lápices quedan sin movimiento, porque los alumnos sienten el movimiento del Espíritu en medio de ellos. Si necesita arrodillarse y confesar al Señor, entonces anímese, mi amigo. Siga los pasos de los santos a través de los siglos; humíllese y arrepiéntase. ¡Confiese sus pecados y reclame las promesas de perdón!

Conclusión Cuando se conversa abiertamente acerca del avivamiento, casi quiero sacarme los zapatos, porque la zarza todavía está en llamas, y siento que estamos en terreno sagrado. No importa las aplicaciones que tengamos que hacer, las necesidades que tengamos que suplir, el contenido que tengamos que enseñar, la corona de todo esto está en tomar el corazón del alumno y dejarlo con el Señor. ¡Cuán preciosos los maestros que unen sus corazones con el corazón del Señor para «buscar y restaurar a los caídos». ¿Por qué no detenerse un momento ahora, donde esté, y asegure que su corazón esté preparado para este ministerio del avivamiento. Espero que al leer estos dos capítulos acerca del avivamiento, su corazón haya sido movido, su decisión haya sido fortalecida, y sus habilidades hayan sido mejoradas. Tome un momento final tranquilo para meditar sobre las cosas 495

del corazón —para asegurarse de que su corazón esté bien delante del Señor, para que él esté libre para operar en usted, y libre para hablar a través de usted, que ningún pecado sea un impedimento, y que ninguna falta de voluntad bloquee su mensaje poderoso. Toma entonces, Señor, un carbón caliente del altar delante de tu trono, como lo hiciste con Isaías antaño, y purifica nuestros labios —y nuestros corazones. Después oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Entonces respondí yo: «Heme aquí, envíame a mí» (Isaías 6:8).

¿Irá, mi amigo? ¿Hablará por el Señor? ¿Enseñará lo que él haya mandado? ¿Hará su parte para cumplir la gran comisión? Recuerde las palabras de Cristo cuando nos comisionó: «…Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén» (Mateo 28:18–20).

Ahora que usted entiende el avivamiento, el Señor posiblemente pruebe su obediencia a él, enviando directamente a usted alguien que desesperadamente necesita ser restaurado al Señor. Yo espero sinceramente que, cuando llegue ese momento, no huya, y no se quede callado. Espero, al contrario, que se anime, que confíe en el Señor, y que pastoree la oveja amarrada entre los espinos… la que el Señor envió a usted.

Preguntas para reflexión 1.

Piense en algunos amigos cristianos y miembros de su familia cuyas vidas fueron severamente dañadas por su rebelión en contra de lo que enseña la 496

Biblia. ¿Cuántos de ellos fueron confrontados por creyentes preocupados, buscando su restauración? ¿Qué pasaría si tomáramos en serio nuestro llamado a restaurar tal persona?

2.

Las racionalizaciones son impedimentos poderosos al avivamiento personal. Cuando vivimos en desobediencia al Señor por algún período de tiempo, naturalmente tratamos de justificarnos delante de nosotros mismos. ¿Cuáles son las racionalizaciones típicas que hacen los cristianos con respecto a Dios, su pecado, y ellos mismos? Por ejemplo, posiblemente digan: «Dios me ama y entiende por qué estoy haciendo esto», o «Nadie es perfecto, y yo tampoco. Mis problemas son normales y las cosas resultarán eventualmente».

3.

¿Está de acuerdo con el maximizador, «el avivamiento lo necesita la mayoría de las personas la mayoría del tiempo»? ¿Qué porcentaje de los que asisten su iglesia estará fuera de comunión con el Señor en este momento? ¿Por qué será tan alto el porcentaje? ¿Cuales serán las tres razones o los pecados que hacen que sea verdad? Ya que Gálatas 6:1 nos manda a restaurar a las personas que están en pecado, ¿cómo podría usted obedecer este versículo como maestro?

4.

Mire objetivamente a su propia vida un momento. ¿Cuáles son los gatillos de tentaciones principales y cuáles son los cultivadores de compromiso en su vida? Si el apóstol Pablo escribiera una carta a usted hoy, aconsejándole acerca de cómo vivir una vida victoriosa, evitando los gatillos de tentación, y agregando cultivadores de compromiso, ¿qué diría? Si usted siguiera su consejo, ¿cómo sería diferente su vida?

5.

Piense en los períodos de crecimiento y avivamiento espiritual en su vida. Seleccione los tiempos que estaba más cerca de Cristo, y describa cómo se 497

sentía y qué experimentaba. ¿Qué trajo ese período de crecimiento? ¿Qué hacía usted durante ese tiempo que era diferente? ¿En ese tiempo se sentía más realizado que ahora? Para experimentar uno de esos tiempos especiales en su vida ahora, ¿qué tendría que hacer? ¡Haga un plan concreto y pruébelo!

CONCLUSIÓN Si Las siete leyes del aprendizaje cumplieron su propósito en su vida, entonces ahora usted ve la enseñanza desde una perspectiva diferente que cuando comenzó. Después de escucharme tantas páginas, probablemente haya podido ver mi corazón muchas veces. El único problema para un autor es que la línea de comunicación es de una sola vía. Muchas veces durante los meses que he trabajado para escribir lo que estaba en mi corazón y en mi mente, me encontraba deseando mirarlo a los ojos y asegurarme de que estuviera comunicándome bien con usted. Sin embargo, sabré si me he explicado bien por su vida. El grado de mejoría en su comunicación será la mejor prueba de la eficacia de este lápiz. Si uno de sus alumnos se acerca para decirle que ha recibido cosas maravillosas de usted, entonces usted y yo celebraremos juntos ese momento. Y habrá valido el esfuerzo escribir este libro. Posiblemente esté preguntándose lo que puede hacer para asegurar que estos principios tomen raíz en su vida. Aquí ofrezco algunas sugerencias (los recursos anotados abajo pueden ser solicitados de Walk Through The Bible Ministries, P.O. Box 805887, Atlanta, GA, 30058, EE.UU., o se puede llamar el teléfono: (EE.UU.) 770-458-9300. 1. Haga una lectura rápida de la misma ley durante siete días seguidos —mire cada página, notando especialmente los gráficos y las palabras escritas con letras grandes. Asegúrese de que entienda la idea principal en la primera mitad de la ley, entonces que entienda el método en la segunda 498

mitad. Trate de memorizar los cinco pasos. Ya que hay siete leyes, pasará cuarenta y nueve días de repaso. El tiempo invertido así producirá buen fruto en su vida. 2. Auspicie una conferencia de Las siete leyes del aprendizaje para su iglesia o escuela. Muchas escuelas e iglesias han encontrado que es un evento significativo en su calendario, especialmente para empezar el año escolar. 3. El libro hermano de este curso se llama Enseñando para cambiar vidas (anteriormente se llamaba Las siete leyes del maestro), por el Dr. Howard G. Hendricks. Si le gustaron los principios de este libro, encontrará las leyes adicionales muy motivadoras, y será un buen desafío. 4. El próximo curso en la serie de textos producidos por Caminata Bíblica, después de Las siete leyes del aprendizaje y Enseñando para cambiar vidas se llama Teaching with Style [Enseñando con estilo], y tiene que ver con el estilo, la presentación, y la creatividad. Si usted quisiera continuar su búsqueda de excelencia en la comunicación, le recomendaría mucho Enseñando con estilo. Estos son los próximos pasos que usted puede tomar para avanzar en su capacitación como maestro y comunicador. Hasta que tenga la oportunidad de conocerlo(la) en persona, ¡que la gracia del Señor le permita enseñar con excelencia!

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