Las Guerras Cántabras - Martín Almagro-Gorbea [et al.]

January 5, 2018 | Author: pablo | Category: Celts, Bronze Age, Iberian Peninsula, Culture (General), Languages
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LAS GUERRAS CÁNTAB RAS

Edita

Fundación Marcelino Botín Pedrueca, I Te¡ . 942 226072 Fax 942 206045 3900 .3 Santander 1 España

Diseño gráfico

Tres I F. Riancho

Depósito Legal

SA--1999

I.S .B.N.

84-87678-81-5 Fundación Marcelino Botín Autores

LAS G UEWRAS CAN TABRAS Martín Almagro-Gorhea fosa M`' Blázquez Martínez Michel Reddé foaquíir González EchcWarai~ fosé Luis Ramírez Jádaha Eduardo Peralta Labrador

OBRA PUBLICADA BAJO 1,0% ausrrc:wti DE LA REM . ACADEMIA DF, LA Hrti -rOHIA

lllndación Marcelino Botín .intandcr. 1999

La Fundación Marcelino Botín es una institución con finalidades asistenciales, educativas, culturales y científicas, sometida al Protectorado del Ministerio de Cultura, cuyas estrategias en el área de Conservación del Patrimonio Histórico son las siguientes : Investigación

Documental " Documentación Histórica de Cantabria (DOHISCAN) " Archivo Sautuola " Centro de Documentación Musical de Cantabria " Centro de Documentación Artistas Cántabros Contemporáneos Prehistoria y Arqueología " Excavaciones Formación

Cursos : "El Patrimonio Histórico y Natural . Valor cultural y recurso económico" Escuelas: "Escuela de Antropología Social . Métodos y técnicas" . UIMP Talleres Biblioteca Divulgación

Exposiciones Publicaciones Conferencias Congresos Restauraciones Histórico Artísticas

LAS GUERRAS CÁNTABRAS

Sumario

PRESENTACIÓN

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PRESENTACIÓN

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Fundación Marcelino Botín

Martín Almagro-Gorbea . Académico Anticuario de la Real Academia de la Historia LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

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CAMPAMENTOS ROMANOS EN LA MESETA HISPANA EN ÉPOCA ROMANO REPUBLICANA

65

Martín Almagro-Gorbea

José M° Blázquez Martínez CÉSAR ANTE ALESIA

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LAS GUERRAS CÁNTABROS EN LAS FUENTES

1 45

Michel Reddé

Joaquín González Echegaray LA TOPONIMIA DE LA GUERRA. UTILIZACIÓN Y UTILIDAD

171

LOS CASTROS CÁNTABROS Y LOS CAMPAMENTOS ROMANOS DE TORANZO Y DE IGUÑA.

201

José Luis Ramírez Sádaba

PROSPECCIONES Y SONDEOS (1996 - 97)

Eduardo Peralta Labrador

PRESENTACIÓN

II

Fundación Marcelino Botín Santander, marzo de i999

El reciente descubrimiento de un campo de batalla de las Guerras Cántabras en la Sierra que separa los Valles de Iguña y de Toranzo (Cantabria), consistente en una fortaleza cántabra rodeada de campamentos romanos excepcionalmente conservados, se está revelando como un acontecimiento para poder comprender como se desarrollaron las campañas augusteas contra los cántabros y la forma en que se inició la romanización de los pueblos indígenas del norte de Hispania, temas sobre los que, hasta ahora, no existían evidencias arqueológicas claras y que esta publicación de especialistas trata de situar en su justo marco

histórico. La Fundación Marcelino Botín, consciente de la importancia del tema y de la necesidad de abrir un debate científico serio sobre los primeros resultados de estos trabajos arqueológicos, desarrollados con la financiación de la Conserjería de Cultura del Gobierno de Cantabria y el apoyo del Ayuntamiento de Corvera de Toranzo, organizó, en 1997, el I Simposio sobre Guerras Cántabras, Ejército Romano y Resistencia Indígena. Se invitó a participar en él a importantes autoridades científicas internacionales en temas como los pueblos prerromanos, la castramentación militar romana o los asedios y campos de batalla del mundo romano . Además del debate científico, el simposio planteó conocer las investigaciones más recientes que se estaban desarrollando a nivel internacional en yacimientos y campos de batalla, como Alesia (Francia) y Numancia (España) ; sobre los pueblos de cultura celtibérica de la Meseta y del Valle del Ebro, afines a los cántabros ; sobre los pueblos celtas extrapeninsulares y el mundo de la guerra ; o sobre las Guerras Cánta-

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FUNDACIÓN MARCELINO BOTÍN

bras, desde el punto de vista de las fuentes, de la toponimia y de la arqueología. Esta publicación reúne las ponencias de los participantes en el simposio, a quienes la Fundación Marcelino Botín quiere agradecer su disposición . . Lamenta, sin embargo, que el libro no pueda contener las ponencias de Venceslas Kruta y Gonzalo Ruiz Zapatero . Motivos operativos forzaron a no poder dilatar más la espera de sus originales . Por último, es un honor para esta institución que el libro que tienen en sus manos pueda ser publicado bajo los auspicios de la Real Academia de la Historia, después de la evaluación pertinente. A la Real Academia de la Historia y a todos los autores, el agradecimiento de la Fundación Marcelino Botín.

PRESENTACIÓN

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Martín Almagro-Gorbea Académico Anticuario de la Real Academia de la Historia

La Real Academia de la Historia, fundada en el año de 1738, durante el reinado de Felipe V, ha tenido como objetivo fundamental impulsar los estudios sobre la Historia «en beneficio común, aclarando la importante verdad de los sucesos, desterrando las fábulas introducidas por la ignorancia, o por la malicia, para contribuir a que ésta sea conocida cada vez mejor y conduciendo al conocimiento de muchas cosas, que obscureció la antigüedad o tiene sepultado el descuido», tal como explícitamente declaran sus estatutos. En estos últimos años, la Real Academia de la Historia ha puesto especial interés en incrementar su tradicional interés por los periodos más antiguos de nuestra Historia, a los que tanta atención ha dedicado a lo largo de su pluricentenaria actividad, pues en ellos se fue conformando de manera paulatina nuestro actual modo de ser. Para este fin se ha considerado oportuno revitalizar la Comisión de Antigüedades, creada el 21 de Septiembre de 1792, y renovar el Gabinete de Antigüedades procediendo a publicar el catálogo de sus ricas colecciones y a difundir sus ricos fondos documentales, a fin de facilitar el conocimiento de nuestra historiografía sobre este campo de estudios . Estos trabajos, que avanzan a buen ritmo, van a permitir, en un plazo breve, poner a disposición de todos este rico patrimonio de nuestro pasado . Pero el interés por las etapas más antiguas de nuestra Historia hace que todavía sea más importante interesarse e impulsar su estudio . En este sentido, la Comisión de Antigüedades sigue con atención los recientes descubrimientos de los antiguos escenarios de las Guerras Cántabras, lucha definitiva entre los cántabros y Roma, justo antes de

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MARTÍN ALMAGRO-GORBEA

que ésta lograra imponer su pax romana que representaba el final de los dos siglos de guerra intermitente que supuso la conquista de Hispania y que dio paso a la romanización, un hito esencial en nuestro proceso histórico. Estos trabajos, llevados a cabo en estos últimos años por la Consejería de Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria, desde los primeros descubrimientos han ido suscitando un creciente interés tanto en España como fuera de ella, ya que los descubrimientos efectuados pueden considerarse, desde diversos puntos de vista, como un hito en nuestros estudios de la Antigüedad, de relevancia comparable a la identificación definitiva de Numancia y al inicio de sus excavaciones a mediados del siglo pasado . Gracias al generoso mecenazgo de la Fundación Marcelino Botín ha sido posible reunir a un selecto grupo de especialistas para conocer directamente los hallazgos y de este modo poder estudiarlos y discutir mejor su significado histórico y cultural, para contribuir definitivamente a despejar las muchas incertidumbres existentes desde hace muchos años sobre estos acontecimientos históricos . Con dicho motivo se ha celebrado en Santander, con gran acierto y éxito, durante los días 23 y 24 de Octubre de 1997, este I Simposio sobre Guerras Cántabras, ejército romano y resistencia indígena .

Durante el mismo se han dado a conocer y se han visitado los recién descubiertos campos de operaciones de las Guerras Cántabras, con los castros indígenas y las circunvalaciones y campamentos romanos, y se ha podido discutir ante el público su significado para nuestros actuales conocimientos históricos, gracias a la hospitalidad y la perfecta organización de la Fundación Marcelino Botín, de Santander. La Real Academia de la Historia, interesada desde el inicio por estos descubrimientos de tanto interés histórico, ha querido manifestar su apoyo, a este proyecto, por lo que desea hacer constar explícita mente sus mejores auspicios sobre el mismo y sobre la publicación de sus resultados que se ofrecen en el presente volumen, con la convicción de que de este modo contribuye a un mejor conocimiento de la Historia de España .

PRESENTACIÓN

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Pero, al mismo tiempo, es justo felicitar al Gobierno de Cantabria por la labor en pro de la cultura que ha sabido desarrollar en este campo y, muy especialmente, a la Fundación Marcelino Botín por su generoso mecenazgo para llevar a cabo dicha reunión y la publicación de las presentes actas, prosiguiendo así una tradición de interés por nuestro pasado histórico en la que siempre será grato recordar la gran figura de D. Marcelino Sanz de Sautuola, tan vinculada a dicha institución y que tanto honra a los estudiosos de Cantabria y de toda España . No queda, para finalizar, sino felicitar públicamente a todos cuantos han hecho posible estos logros por el éxito alcanzado, pues esta actuación de nuestras instituciones autonómicas y culturales constituye un magnífico ejemplo a seguir en futuros empeños para, conjuntamente, lograr que estos estudios alcancen toda la altura que requieren al mejor servicio a la Historia de España, de todos cuantos a ella se dedican y, en definitiva, de todos cuantos creemos que el mejor conocimiento del pasado contribuye a ser más dueños de nuestro presente y de nuestro futuro .

LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES Martín Almagro-Gorbea

LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

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Martín Almagro-Gorbea'

Pocos temas en la Protohistoria de la Península Ibérica resultan tan de actualidad y suscitan un interés tan continuado como el de los pueblos celtas . Más concretamente, las poblaciones célticas peninsulares ofrecen el interés añadido de ayudar a comprender las raíces étnicas y culturales de gran parte de la Península Ibérica, además de su creciente importancia para los estudios célticos de ámbito general, cuyo desarrollo en la actualidad se explica por su importancia para gran parte de las regiones occidentales de Europa, que comparten esta misma raiz cultural y étnica .' Todo ello revela un interés científico objetivo que trasciende errores y manipulaciones surgidas a lo largo de la Historia, hecho no comprendido por algunas visiones historiográficas excesivamente críticas.' Los Celtas es un pueblo de estirpe indoeuropea pero de origen mal conocido, que, tradicionalmente, los arqueólogos consideraban originarios de Europa Central, aunque, según la lingüística, más bien parecen proceder de un tronco indoeuropeo oriental . Los griegos identificaron como célticos a los pueblos que habitaban el Occidente, seguramente tras conocer gentes que se denominaban a sí mismos como tales -Keltoi- (aunque la etimología de esta palabra sea discutida), etnónimo que ha perdurado en Hispania hasta la actualidad, pues varios pueblos de Galicia todavía conservan el nombre de Celtigos.' Pero el concepto étnico clásico original se fue complicando al añadirse criterios de identificación lingüísticos, tras valorarse como celtas las lenguas irlandesa y galesa, a las que se ha añadido posteriormente el galo, el celtibérico y el ' Departamento de Prehistoria . Universidad Complutense . E-28040 Madrid . ' AA.W. 1990; AA.W 1991. ' G. Ruiz ZAPATERO 1992; Id. 1997, p. 32. ' P. MADOZ 1847, p. 302; A. TOVAR 1977.

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MARTÍN ALMAGRo GORBEA

lepóntico, así como elementos culturales tomados de la literatura irlandesa, tradicionalmente reinterpretados con un espíritu romántico y literario más que científico, existiendo igualmente tradiciones folklóricas de origen celta, generalmente mal estudiadas . Pero a partir del siglo XIX, ha ido tomando fuerza la interpretación arqueológica, surgida de identificar como celta la Cultura de La Téne y del Hallstatt, así como el Arte de La Téne e Irlandés, derivado de él, lo que sólo es cierto parcialmente, pues excluye amplias áreas del mundo céltico, especialmente en Italia y España y, probablemente, también de las Islas Británicas. Por ello se comprende la dificultad de definir actualmente el concepto de "celta", aún excluyendo acepciones erróneas y acientíficas, algunas de ellas de gran popularidad . Pero esta dificultad es más apa rente que real, pues se supera comprendiendo que el concepto de celta es una definición étno-cultural a la que sólo podemos aproximarnos desde una perspectiva interdisciplinar y comprendiendo su carácter polimorfo y complejo, que varió con el tiempo, desde la Protohistoria a la Edad Media, y el espacio, pues los celtas se extendieron desde Irlanda y Galicia en Occidente hasta la lejana Galacia, en la actual Turquía, por Oriente, y desde Escocia hasta Italia y Andalucía. Más complejo todavía resulta este problema en la Península Ibérica,' donde ocupaban amplias áreas de su zona central y occidental, pero tampoco se sabe cómo y cuándo llegaron, pues las tradicionales teorías de "invasiones celtas" tienden a ser sustituidas por procesos más complejos, de no menor interés para las etapas finales de la Prehistoria de Europa, en los que, junto a la idea de invasión, hay que valorar las de aculturación, colonización y de contacto interétniCO, 6 a fin de comprender en toda su complejidad las poblaciones célticas de la Península Ibérica, para cuya correcta valoración es preciso utilizar tanto los textos clásicos como los datos lingüísticos y arqueológicos, e, incluso, etnológicos, tan olvidados a pesar de su interés.' Por ello, resulta difícil dar en s

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H.

D'ARBOIS DE JUVAINVILLE 1893-4 ; P BoSCH GIMPERA 1944 ; M . ALMAGRO 1952 ; AANV 1990 ; J. DE Hoz 1988 ; M . ALMAGRO-GORBEA 1992 ; J . & A . E Do AMARAL 1997 ; etc . M . ALMAGRO-GORBEA 1995 a.

LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

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un espacio reducido una visión general de un problema tan complejo, aún limitándose a los elementos principales, como su orígen, su articulación interna y su evolución socio-cultural . A la llegada de Roma, Hispania ofrecía una de las mayores diversidades étnicas de toda Europa, acentuada por un claro gradiente cultural en sentido Norte-Sur y Este-Oeste, explicable por su mayor apertura o lejanía al Mediterráneo y a sus vivificantes influjos culturales acrecentada por la diversidad geográfica, apenas uniformada por la gran Meseta Central que actuaba como área de contacto. A lo largo del I milenio a. C. la Península Ibérica ofrece un complejo proceso de etnogénesis al formarse los diversos pueblos prerromanos en un proceso acentuado por el influjo de fenicios, griegos, púnicos y, finalmente, romanos, coincidiendo en general con su evolución hacia formas de vida urbana, proceso que culmina con la definitiva incorporación de Hispania a la órbita de Roma .' Dentro del complejo mosaico étno-cultural de Hispania, cabe diferenciar a grandes líneas tres grandes troncos. Los turdetanos o tartesios e íberos ocupaba las zonas meridionales y levantinas abiertas al Medite rráneo y a sus corrientes civilizadoras, siendo los más cultos y civilizados, especialmente la Turdetania, en la actual Andalucía, como acertadamente señaló Estrabón (111,1,6 y 2,1). Por el contrario, en valles de las montuosas zonas próximas al Pirineo Occidental vivían vascones y otros pueblos afines no indoeuropeos, étnicamente más relacionados quizás con el mundo ibero y aquitano, aunque culturalmente resultan más afines a los pueblos cantábricos, siendo su aislamiento y pobreza lo que explica su marginalidad y la pervivencia de este substrato al no llegar a romanizarse. Finalmente, otro tronco étno-cultural lo constituían los pueblos indoeuropeos, entre los que destacan los celtas no siempre fáciles de diferenciar. Éstos habitaban especialmente el centro, norte y occidente, desde el Sistema Ibérico hasta el Atlántico. En ellos cabe diferenciar los Celtíberos propiamente dichos,9 más desarrollados a la llegada de los roma' J. CARo BAROJA 1946; M . ALMAGRO-GORBEA 1992 ; id. 1995 . M . ALMAGRO-GORBEA y G. RUIZ ZAPATERO (ed .) 1992 . B . TARACENA 1954 ; A. LORRIO 1997.

J. MALUQUER y

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MARTÍN ALMAGRO GORBEA

nos y con una estructura gentilicia clientelar de ideología guerrera con tendencias expansivas, frente a los Lusitanos y otros pueblos del Norte, como Galaicos, Astures y Cántabros, de menor desarrollo y que mantenían una estructura pregentilicia más arcaica y basada en clases de edad . La Península Ibérica, situada en el extremo SW de Europa, ofrece el interés de ser el extremo más occidental del amplia área ocupada por los Celtas y de ella proceden las primeras noticias transmitidas por los griegos, como la Ora Maritima (1,185 s., 485 s.) o Herodoto (2,33; 4,49), así como las de Hekateo de Mileto, cuyas referencias a los celtas se sitúan próximas al Norte de los Pirineos hacia el 600 a.C . En Hispania, su largo contacto con tartésios e íberos afirmó su personalidad dentro del mundo céltico y enriqueció su cultura, llegando a poseer escritura, cerámica a torno, urbanismo e instituciones urbanas, etc., hasta el punto de ofrecer el mejor conjunto epigráfico conocido en lengua céltica antes de las tradiciones literarias irlandesas medievales, por lo que son un testimonio directo de su lengua y su mentalidad en la Antigüedad, aunque sus características peculiares han dificultado hasta fecha reciente su correcta valoración ." Sin embargo, griegos y romanos los denominaron con el acertado nombre de Celtíberos, que inicialmente significaba "los celtas de Iberia", pero que paulatinamente pasó a hacer referencia a su doble raíz cultural y étnica, personificada en la Celtiberia, región a caballo entre el Valle del Ebro y la Meseta que constituyó el principal área del mundo céltico peninsular. Por ello, Marcial (10,65), el gran poeta latino del siglo 1 de nuestra Era nacido en la celtibérica ciudad de Bilbilis (Calatayud), se consideraba descendiente de Celtas e Iberos : ex Hiberis et Celtas genitus. En consecuencia, el estudio de los Celtas constituye uno de los temas más atrayentes de la Protohistoria de la Península Ibérica, esencial para comprender la formación de su etnia y cultura, pero también es uno de los campos peor conocidos del mundo céltico, lo que, junto a su personalidad, permite comprender el creciente interés internacional. '° Véase a este respecto las comunicaciones a los Coloquios sobre Lenguas y Cultura Prerromanas, que se celebran desde 1974 .

LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

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Sin entrar en una visión historiográfica, la presencia de Celtas en la Península Ibérica se conoció desde el Renacimiento gracias a los textos históricos greco-romanos, iniciándose los estudios lingüísticos en el siglo XIX con W von Humboldt y d'Arbois de Juvanville, éste seguido por J. Costa. Pero fue un discípulo de Th. Mommsen, Adolf Schulten, quién a partir de los años 1920 reactivó el estudio de los textos históricos clásicos sobre los celtas de Hispania . Paralelamente, P. Bosch Gimpera relacionó dichos textos y los elementos lingüísticos celtas de la Península Ibérica con los restos arqueológicos que ofrecían los Campos de Urnas entonces descubiertos en el Noreste Peninsular, explicando su origen por medio de varias invasiones . Este hecho supuso la adopción en la Península Ibérica de la secuencia arqueológica centroeuropea de Campos de Urnas - Hallstatt - La Téne para elementos culturales locales que poco tenían que ver con dichas culturas de Europa Central. La entonces brillante visión integradora de cultura material, lingüística y fuentes históricas ha perdurado casi hasta la actualidad, a pesar de las crecientes dificultades que suponía el que nunca se docu mentaran en excavaciones las invasiones señaladas y menos aún las migraciones internas menores, buscando otros investigadores hipótesis alternativas más sencillas, pero sobre el mismo modelo invasionista . Por el contrario, los lingüistas, especialmente Tovar" y otros lingüistas han mantenido la idea de varias invasiones, básicamente dos, pero sin explicar su época, vías ni modo de llegada. 12 La más antigua habría traído una lengua indoeuropea considerada precelta, hoy denominada "Lusitano", que se conservó por las regiones atlánticas del Oeste Peninsular, arrinconada por los Celtas propiamente dichos . Estos preceltas conservaban la P- inicial del indoeuropeo (fig . 1) y tenían una onomástica y una teonimia propia de aspecto muy antiguo, aunque algunos lingüistas, como Untermann, la consideran actualmente como un dialecto céltico primitivo." " A. TOVAR 1957; id., 1961 ; id., 1977a; id., 1986. 'z Véase, por ejemplo, E VILLAR 1991 . " J. UNTERMANN 1987.

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MARTÍN ALMAGRO GORBEA

Fig . 1 . Dispersión de topónimos y antropónimos en P- en la península Ibérica : A, Antropónimos; B, Etnónimos, C, Topónimos; D, Id . Palantia; E, P- perdida; F, P- en inscripciones lusitanas (según Untermann, ligeramente modificado) .

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LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

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Otra invasión posterior sería de celtas propiamente dichos, documentados en las altas tierras del Sistema Ibérico y del Este de la Meseta, de altura cercana a los 1000 metros . Su lengua, conservada en inscrip ciones en alfabeto ibérico y latino, sería el "Celtibérico", de tipo más arcaico que el goidélico y el galo-britónico, lo que se adecua a su situación marginal en el mundo céltico, como ocurre con el lepóntico,'4 nombre dado a la lengua celto-itálica antigua. Pero lingüistas y arqueólogos han trabajado muchos años sin lograr una visión de síntesis válida para una explicación de conjunto . Por ello, desde hace más de 100 años, un problema esencial de los Celtas en la Península Ibérica es explicar su origen de acuerdo con los datos lingüísticos, históricos y arqueológicos. Para superar esta situación hace años propusimos analizar el substrato cultural de los celtas peninsulares para precisar su origen y características. Los estudios a partir de los años 1970 de la Cultura de los C.U. ha precisado su dispersión en el cuadrante Noreste Peninsular, lo que dificulta las tesis invasionistas tradicionales, pues según los testimonios históricos y lingüísticos dicha zona la ocupaban los íberos, cuya lengua no era céltica, ni aparentemente indoeuropea, aunque en su parte septentrional su cultura deriva de la de los C.U ., lo que plantea su posible celticidad cultural, al menos, en aspectos ideológicos, como evidencian sus santuarios gentilicios y sus necrópolis de incineración .` Pero más significativos han sido los avances logrados en el conocimiento de la evolución cultural de la antigua "Celtiberia", la Keltiké o mundo celta de la Iberia (Plinio, N.H. 3,29), de donde proceden la mayoría de los testimonios culturales célticos y donde, basándose en la continuidad cultural que ofrecen necrópolis y poblados, parece posible llegar a precisar el origen de la cultura y, en conseciencia, de las gentes identificadas en fecha tardía con los celtíberos . Según el actual estado de la investigación, dichas áreas, a partir de la Edad del Bronce, a lo largo del II milenio a.C., aparecen ocupadas por pequeños núcleos de cabañas de la "Cultura de Cogotas I", de econo'a 'S

M . LEJEUNE 1971 ; J . UNTERMANN 1987 ; A . L . PROSDOCIMI 1991 ; R . C . DE MARINIS 1991 ; J. GORROCHATEGUI 1991 . M . ALMAGRO-GORREA 1996, p . 30 .

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mía agrícola y ganadera de trashumacia local con predominio de ovejas, que asimilan la metalurgia del Bronce Atlántico a partir de fines del 11 milenio. 16 En el 1 milenio, en torno al Sistema Ibérico, la futura Celtiberia, aparecen nuevos poblados predominantemente agrícolas en las vegas de los ríos con algunas cerámicas de los C.U. que evidencian cierta "deriva cultural" respecto a las gentes del NE de la Península Ibérica, por lo que parecen representar penetraciones de pequeños grupos de agricultores que colonizan estas tierras altas originarios del Valle Medio del Ebro, como indicarían sus cerámicas de decoración geométrica incisa y excisa ." Además, ni estas gentes ni las de la cultura paralela de Soto de Medinilla en el Duero Medio evidencian ritos funerarios, como ocurría en Cogotas 1, lo que las excluye de los C.U., aunque en la Celtiberia este hecho puede ser debido a un vacío en la investigación, pues estos materiales aparecen en la base de poblados celtibéricos que se relacionan con las más antiguas necrópolis de incineración, las cuales, junto a hogares domésticos rituales y morillos, indicarían la llegada de una sociedad gentilicia . Pero objetos de bronce como fíbulas de codo, espadas de Huelva, etc. son de origen atlántico meridional, esto es, proto-tartésico, como sus chozas redondas, confirmando el carácter mixto de esta cultura, como confirman sus vasos de ofrendas y de almacenamiento . Estos elementos de la transición del Bronce Final a la Edad del Hierro parecen formar parte de un substrato cultural generalizado desde el Occidente de la Península Ibérica hasta la Meseta que coincidiría con elementos lingüísticos indoeuropeos o "protoceltas" y con elementos religiosos muy arcaicos, como ritos de enterramiento que no dejan evidencia arqueológica, quizás relacionables con las ofrendas de armas a las aguas en la Edad del Bronce (fig . 2A), tradición que pervivió en el mundo celta, o con la costumbre de Celtíberos y Vacceos de exponer los guerreros caídos en batalla a los buitres (Silio Itálico, Pun. 2, 3; Eliano, De nat. anim ., 10, 22) documentada en cerámicas de Numancia .'g '6

G . DELIBES y F. RoMERO 1992 . " A. LORRIO 1997, p . 260 s. 'a M . ALMAGRO-GORBEA 1992, p . 148 .

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LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

Entre estas gentes poco a poco se fue generalizando el castro como forma de vida, lo que trasluce una inestabilidad creciente, consecuencia del aumento demográfico y de la necesidad de controlar y defender su pequeño territorio o pagus, generalmente reducido a un valle, como consecuencia del predominio de la ganadería, en parte trashumante para evitar la aridez estival de las llanuras meseteñas y la dureza invernal de las sierras, y de las consiguientes tensiones por el control de los esenciales pastos de verano . Este proceso favorecería una organización social cada vez más jerarquizada y guerrera, que debió dar lugar a élites guerreras que evolucionaron hacia clanes gentilicios de carácter hereditario a partir de la edad del Hierro ." El habitat castreño perduró hasta época romana en las áreas más occidentales y septentrionales, desde Galicia al País Vasco, como sabemos por noticias del etnógrafo Posidonio transmitidas por Estrabón (3,3,7), quienes consideraron a dichas poblaciones como las más primitivas de Hispania . En efecto, la sociedad castreña corresponde al citado substrato "protocéltico" que explica la proximidad cultural, socio-económica, lingüística e ideológica de Vacceos, Vettones, Lusitanos, Cántabros, Astures, Galaicos e incluso Celtíberos, aunque éstos adoptaron a partir del siglo VI a.C. un sistema de clanes gentilicios y el hierro para su armamento gracias a su abundancia en las serranías ibéricas y centrales. De este modo se explica la más rápida evolución de la Cultura Celtibérica, principal núcleo céltico en la Hispania prerromana, su marcado carácter aguerrido y su gran fuerza expansiva, que tanto facilitó la posterior y progresiva "celtiberización" de las restantes poblaciones afines .'° La primitiva organización socio-económica de las gentes castreñas es de gran interés y esencial para comprender su concepto de la vida . El castro o castellum era la unidad social de referencia, a la que aluden al indi car su nombre en inscripciones de época romana," existiendo divinidades Id., 1994, p. 14 s. '° Id., 1995a ; A. LORRIO 1997 . z' M: L: ALBERTOS 1976; Id. 1988; 1994. 19

G. PEREIRA

1982; M.

ALMAGRO-GORBEA

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MARTÍN ALMAGRO GORBEA

específicas de los castros y de sus gentes, como Aetobrigus, Lanobrigae o Band(ua) Araugel(ensis), representada como Fortuna-Tyché, una divinidad primigenia de toda la colectividad. Estas gentes explotaban la tierra en común, como los vacceos (Diodoro 5,34,3) y como se ha conservado en algunas comunidades tradicionales de la Península Ibérica, costumbre también documentada en Esparta, Argos y Messenia` y en otros pueblos indoeuropeos, como eslavos o germanos, al ser anterior al desarrollo del sistema de clanes gentilicios y a la extensión de la propiedad familiar. Las mujeres hacían la labor del campo (Estrabón 3,4,17) y, en consecuencia, entre los Cántabros ,23 los maridos dotaban a sus mujeres y las hijas daban esposas a los hermanos, ya que ellas heredaban la casa y la tierra, como entre los Pictos de Escocia .z' Este sistema social, que puede considerarse semejante al de los Germanos organizado por gentes o clanes y parentelas (gentibus cognatibusque, César, b.G. 6,22), lo explica Justino (44,3,7) al señalar cómo feminae res domesticas agrorumque administrant, ipsi armis rapinis serviunt, "las mujeres se ocupan de la tierra y la casa mientras que los hombres se dedicaban a la guerra y las racias" . Esta aguda observación permite reconstruir la estructura guerrera de aquella primitiva sociedad en la que la división sexual de roles característica de toda sociedad de pastores-guerreros explica que la actividad varonil fuera la ganadería, la caza, la guerra y las racias de ganado, como ocurría en otras culturas célticas, como la irlandesa . En este contexto socio-cultural no existiría ejército especializado en una guerra continua, sino racias de primavera a otoño, siendo el arma esencial la lanza . El número de guerreros sería muy reducido y las tácticas, simples para resolver conflictos de poblados vecinos por medio de emboscadas y guerrillas, practicando el bandolerismo y la racia en regiones apartadas, así como la tradición del ver sacrum, pero siempre limitada a grupos reducidos. Existía igualmente la lucha de campeones, zz

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D. M . MAcDOWELL 1986 : 89 s .

Sobre las arcaicas costumbres de los Cántabros, J.

1966; E. PERALTA 1990 . za H . D'ARBOIS DE JUVANVILLE 1981, p . 173 . 21 M. ALMAGRO-GORBEA 1996 .

GONZÁLEz ECHEGARAY

LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

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a juzgar por la aparición de grandes espadas que evidencian combates individuales . Estos pueblos conservarían costumbres ancestrales, divinidades indoeuropeas, como evidencia la etimología de sus teónimos, y ritos comparables a algunos del mundo itálico y germánico, pues su origen debe buscarse en la religión y la sociedad indoeuropea anterior a la formación de la sociedad gentilicia céltica documentada en las culturas centroeuropeas del Hallstatt y La Téne . Estos guerreros estaban organizados en clases de edad y en fratrías, pues Estrabón (3,3,7) indica que comían por orden de edad y prestigio, como los galos (Ateneo 4,152) y los dorios`° y que los jóvenes en edad militar, la iuventus, formaba grupos dedicados a la caza, la racia y la guerra (Diodoro 5,34,6) en territorios fronterizos o alejados de su poblado. La finalidad de esta costumbre era probar su valor antes de ser admitidos en la sociedad, además de servir para regular el posible excedente demográfico y de permitir el enriquecimiento personal con el botín, generalmente ganado, lo que supone una clara ideología guerrera que explica que Estrabón los comparara con los lacedemonios . Para formar parte de estas fratrías guerreras debían pasar ritos de iniciación, característicos de toda sociedad guerrera .Z' Estrabón (3,3,6) y Marcial (Epigr. 6,42,16) aluden a comidas frugales y a baños secos de sudor a base de piedras candentes seguidos de inmersión en agua fría y de unciones de grasa, que se han identificado en las "pedras formosas" de galaicos y vettones (fig . 2B) ,28 a lo que, probablemente, se unía la inhalación de estupefacientes para representar el paso al Más Allá, de donde el jóven salía "renacido" como guerrero, pues los baños otorgaban la invulnerabilidad y el furor, como Aquiles al ser bañado por Tetis,Z9 explicando la tradición conservada en San Pedro Manrique (Soria) de atravesar las brasas descalzos el día de San Juan. Estos mitos evidencian la existencia de prácticas iniciáticas en las que el fuego y el agua hirviente jugaban un destacado papel, mientras que la ingestión de 26 2' 21 21

D . M . MACDOWELL 1986, p . 113 s. K . R . MACCONE 1987 . M . ALMAGRO-GORBEA y J . ALVAREZ 1992 . G . DUMÉZIL, 1977, p. 575 .

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MARTÍN ALMAGRO GORBEA

Fig. 2. Ofrendas de armas a las aguas del Bronce final y la Edad del Hierro (A) y laconica o saunas rituales de tradición prerromana (B) .

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una sola comida, pura y simple, recuerda la costumbre lacedemonia de privación de comida en estos ritos de paso y las comidas comunitarias propias de fratrías guerreras,3° como los banquetes de convivialidad y hermanamiento de las curias de Roma (Dion. Hal. 2,23,2). Por ello, estos ritos tienen numerosos paralelos en pueblos indoeuropeos, como escitas (Herodoto 4,73-75), dorios, en diversos pueblos itálicos (Virg, Aen. 11,785-788; Servio, Ad Aen. 11,785 ; Plinio, N.H. 7,19) y celtas centroeuropeos (Sidón Apolinar, Ep. 2,9,8-9) y de Irlanda (La postración de Cüchulainn, 36), existiendo costumbres semejantes por el Este y Norte de Europa entre escitas, eslavos y germanos que reflejan una tradición indoeuropea muy antigua del agua como punto de paso al Más Allá, de donde volvía el guerrero renacido . También realizaban juegos gimnásticos y cantos y combates rituales (Apiano, Iberia 71 ; Diodoro 33,21 ; Estrabón 3,3,7) y algunos guerreros usaban lanzas "con puntas de bronce", lo que a fines del I milenio a.C. sólo se explica como una larga pervivencia de rituales de la Edad del Bronce . Estas fratrías guerreras pregentiliciaS3 ' son comparables a las de otros pueblos indoeuropeOS32 y practicarían costumbres como el ver sacrum, consagración de todos los nacidos en un año que les obligaba a emigrar, formando expediciones guerreras y practicando el bandidaje hasta encontrar donde asentarse o ser exterminados, forma de vida característica de esta sociedad preurbana que contribuiría a la inestabilidad e inseguridad de toda la sociedad castreña, pero que también explica la gran capacidad de expansión de pequeños grupos a grandes distancias. Diodoro (V,34,6) comenta que "los que en edad viril carecen de fortuna y destacan por su fuerza física y valor... con las armas se reúnen en las montañas y forman ejércitos, recorren Iberia y amontonan riquezas por medio del robo" y Estrabón (3,3,5) precisa que "en la región entre el Tajo y el país de los Artabros habitan unas treinta tribus .. . la mayor parte de estas tribus han renunciado a vivir de la tierra y se dedican al pillaje, luchando constantemente entre sí y cruzando el Tajo para 30

3 31

L. GERNET, 1982, p. 51 S. P. CIPRÉS 1993 ; E. PERALTA 1990; Id. 1991 ; M. ALMAGRO-GORBEA 1997 . E. BENVENISTE 1969, 1: 222 S. ; K. R. MCCONE 1987 .

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MARTÍN ALMAGRO GORBEA

atacar a pueblos vecinos". Estas bandas realizaban sus correrías por las regiones indoeuropeas occidentales de Lusitania, Beturia, Vettonia y Gallaecia (Apiano, Iberia 56-57 y 67-70 ; Orosio 5,5,12), pero cada vez tendieron más a raciar la zonas ricas, como la Bética y las áreas ibéricas (Apiano, Iber . 64; Floro 1,33,15), documentándose hasta plena conquista romana .33 Estos grupos estaban dirigidos por un jefe, dux en la precisa terminología latina, normalmente el individuo más poderoso, como el mismo Fionn, jefe de los fionna, héroe de infancia y extraordinaria rela cionado con el sidh o Más Allá y desposado con la Tierra, que poseía fuerzas mágicas, idea que permite interpretar los guerreros representados en las estelas de extremadura. A estos jefes se debía obediencia absoluta, quedando vinculados a ellos hasta la muerte por un pacto de fidelidad de carácter sacro, la devotio (Apian . Iber. 71 ; Livio 25,17,4 y 38,21) . Esta costumbre indoeuropea` (César, b.G ., 3,22; Tácito, Germania 13 y 14; etc.) está atestiguada entre celtíberos (Plutarco, Sert. 14; Val. Máximo 2,6,14 ; Gelio 15,22; Orosio 5,23 ; etc.), lusitanos (García 1990: 238 s.), vettones (Apiano, Iberia 56-57 y 67-69) y cántabros (Silio Itálico, Pun. 16,46-50), pero también entre los íberos septentrionales, como los ilergetes Indíbil y Mardonio (Ramos Loscertales 1924; Rodríguez Adrados 1946). Tales jefes gozaban de prestigio y propiedades sobrenaturales, como ocurría con sus armas, entre las que destacaba la espada, que podía tener caracter mágico y era símbolo de su poder y autoridad, tradición que pervive en el ciclo artúrico medieval dada su ascendencia céltica. Por ello, para dirimir enfrentamientos personales o entre dos colectivos, se recurría a combates individuales de tipo heroico entre dos guerreros descacados o "campeones", cuya suerte decidía la de sus ejérci tos, lo que supone un sentido de ordalia o juicio divino muy acorde con su sentido sobrenatural de la guerra . Esta costumbre, documentada en la Ilíada, en la épica céltica irlandesa y entre los galos (Diodoro Sículo ss

L. GARCÍA IGLESIAS 1988 .

" E. BENVENISTE 1969 : 67-78; B. GARCÍA 1990 : 237.

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5,29,2-3), también aparece entre los celtas hispanos en la escena de un conocido vaso de Numancia (fig . 3) y en episodios como el de Escipión, cuando como joven tribuno (Liv. per. 48,20) derrotó a un celtíbero de gran tamaño que lo había retado (Ib. 53 ; Pol. 35,5; Veleyo 1,12,4 ; Plut. praec. ger. reip . 804, p. 29 ; Ampelio 23,3; De viris ill. 58; Oros., hist . 4,21,2). También correspondería a este substrato divinidades muy primitivas, seguramente no antropomorfas, cuyos nombres en Bandu-, Nabia, Reve-, Cossus o Pala` se asocian a cultos fisiolátricos en peñas, fuentes y ríos, como los santuarios de CabeQo de Fragoas, Lamas de Moledo, Ulaca (fig . 4) o la parte superior de Peñalba de Villastar. Muy interesantes son sus creencias y ritos, que incluían sacrificos sangrientos comparables a los de otros pueblos indoeuropeos . Estrabón (3,3,7) narra que hacían hecatombes y sacrificaban chivos, prisioneros y caballos a una divinidad guerrera identifica a Ares y documentada como Marte en la epigrafía romana, donde se asocia a alguna de dichas divinidades ancestrales, como Cossus . También sacrificaban prisioneros con fines adivinatorios (Estrabón 3,3,6; Martín Dumiense, De correct. rust. 8; Plut., Quest. Rom . 88) y para firmar la paz, en Bletisama, Ledesma (Livio, per. 48),36 se sacrificaba a un hombre y un caballo, mientras que los Cántabros también ofrecían sacrificios de caballos (Horacio, Carm. 3,4,34 ; Silio Itálico 3,361) . Todos estos elementos se extienden por el Occidente y la mitad Norte Peninsular y también parecen atestiguarse en la Cultura Celtibérica, tal vez por constituir elementos arcaicos en desaparición, indicando desde la Edad del Bronce la existencia de un substrato cultural indoeuropeo muy arcaico, no radicalmente diferente pero anterior a la Cultura Celtibérica documentada de la Edad del Hierro, caracterizada por una organización en clanes familiares gentilicios indicada por los genitivos en plural de su onomástica, lo que supone un avance en la comprensión del 3s J. DE Hoz 1985; B. GARCÍA FERNÁNDEz-ALBALAT 1990: 325 s.; E 1VIARco 1994; E VILLAR 1996 . 31 J. DE Hoz 1986b, p. 48.

?4

MAN77V ALMAGRO GORBF.A

Fig . .3 . Lucha de guerreros celtihéricos en un vaso de Nurnancia .

Fig . 4 . Altar rupestre del oppidrun de Ulaca, Avila .

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origen de estcultura . Dicho substrato posteriormente se habría fragmentado y se vería absorbido paulatinamente al surgir y expandirse progresivamente la Cultura Celtibérica desde el Sistema Ibérico a partir del siglo VI a. C.3' Esta hipótesis explicaría la proximidad cultural, socioeconómica, lingüística e ideológica entre dicho substrato protocéltico de la Península Ibérica y la posterior Cultura Celtibérica, explicando su fácil y progresiva asililación posterior por ésta última . En efecto, hacia el siglo VI a.C. se observa en las altas tierras del Sistema Ibérico y de la Meseta Oriental, la antigua Celtiberia, un cambio de gran trascendencia en la organización social que se caracteriza por la aparición de una estructura social gentilicia, quizás relacionado con la llegada de nuevas gentes desde el valle del Ebro . Este hecho, junto a la adopción del hierro para el armamento, abundante y pronto desarrollado en estas regiones, son fundamentales para explicar la formación de la Cultura Celtibérica y sus características guerreras y expansivas, la más importante entre los Celtas de la Hispania prerromana . Estas gentes, cuyo núcleo original se situaba entre el Sistema Ibérico y las altas tierras de la Meseta, la antigua Celtiberia, son los Celtiberi de los escritores clásicos, que los relacionan con los Celti de más allá de los Pirineos, siendo su lengua el "celtibérico" de los lingüistas y su territorio la Celtiberia hasta su posterior expansión sobre el substrato precedente . Para comprender la formación de la Cultura Celtibérica38 es preciso analizar la fase formativa de sus poblados y necrópolis para determinar su origen y significado étnico, valorando también los datos lingüís ticos e históricos, aunque estos correspondan ya a su fase final. A inicios de la Edad del Hierro surgen en las altas tierras de la Meseta y del Sistema Ibérico poblados de tipo castro junto a necrópolis de incineración que pueden considerarse ya como una fase inicial de la Cultura Celtibérica, ya que muchos de estos yacimientos continúan hasta la llegada de Roma, que denominó a sus habitantes celtiberi . Para explicar la aparición de esta cultura caben varias hipótesis. Una es la llegada de grupos humanos que habrían traído consigo, ya formados, los elementos cultu" M . ALMAGRO-GORREA 1992, p . 144 s . ; Id., 1995a; A . LORRIO 1997. '8

A. LORRIO

1997, p.

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rales de dichos poblados y necrópolis. Esta es la tesis invasionista tradicional mantenida con diversos matices por casi todos los estudiosos que han .abordado este tema . La hipótesis alternativa es que dichos elementos coyresponden a una cultura de formación compleja, pues el origen diverso de sus componentes parece resultado de procesos de aculturación y evolución, hipótesis que no excluye movimientos de gentes, pero cuyo efecto sería limitado, al menos en el campo de la cultura material, el que mejor documenta la Arqueología. La Arqueología documenta cada vez mejor las características culturales de los Celtíberos, su evolución y sus relaciones con pueblos afines . La aparición de la Cultura Celtibérica y de su nuevo sistema socioeco nómico se relaciona con la aparición de pequeños castros que evolucionaron en general hasta los grandes oppida contemporáneos a las luchas con Roma . Los castros más antiguos, como los del substrato "protoceltico", ofrecen viviendas circulares dispuestas sin orden alguno, tipo de vivienda que ha perdurado en áreas marginales como Galicia hasta época romana y en zonas montañosas hasta nuestros días. Pero a partir del siglo VI a.C., las casas redondas fueron sustituidas por rectangulares con medianiles comunes asociadas a un nuevo urbanismo de "poblados cerrados", pues las puertas dan a una calle central y los muros posteriores hacen de muralla, a veces asociada a fosos y piedras hincadas." Este urbanismo parece introducido desde los Campos de Urnas del Valle del Ebro, que penetró paulatinamente en la Meseta hasta llegar al Atlántico, indica una colonización definitiva del territorio y una cre ciente inseguridad, como consecuencia del aumento de la presión demográfica debida a innovaciones agrícolas y ganaderas y al control de pastos dada la extensión de ganadería ovina trashumante, que permitiría el óptimo aprovechamiento de las duras condiciones geográficas, evitando la aridez estival de las llanuras meseteñas y la dureza invernal de las sierras. Esta economía reforzaría el crecimiento demográfico y la jerarquización social latente en la organización pastoril trashumante del Bronce Final propiciada por la necesaria adaptación al medioambiente Meseta39

M . ALMAGRO-GORBEA 1994,

p.

24 s . ; A. LORRIO 1997, p . 65

s.

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Sierra y por la creciente concentración de riqueza y poder en quienes controlaban los pastos de verano, lo que implicaría una estructura social cada vez más jerarquizada y guerrera favorecida por la conflictividad que la trashumacia entraña, aunque la falta de estructuras monumentales y de todo elemento que refleje diferencias sociales en los castros parece indicar la continuidad de la organización social comunitaria de la Edad del Bronce . Esta explicación no supone discontinuidad en la organización social, aunque sea evidente la tendencia a poblados más estables y a ajuares más ricos en las necrópolis, reflejo de una sociedad con creciente capacidad de producción y de concentración de riqueza y poder, proceso que se vería favorecido por el comercio colonial de fenicios y griegos, especialmente activo a partir de fines del siglo VII a.C. por estar dirigido hacia estas élites sociales emergentes que lo controlaban, ya que les permitía aumentar su prestigio y estabilizarse progresivamente, reforzándose de este modo la aparición de una clase aristocrática gentilicia, menos rica, pero paralela a la documentada en Europa Central, Norte de Italia y Sur de Francia. Esta hipótesis explica las semejanzas y diferencias existentes en las ricas tumbas del inicio de la Edad de Hierro en todo el SW de Europa, desde Corno Lauzo en Italia" a Gran Bassin en el sur de Francia" o a alguna de la Península Ibérica, como Agullana 18442 o Calaceite.41 Pero sus diferencias y amplitud cronológica, del siglo VII al V a.C., no permiten considerarlas prueba de una invasión ecuestre, como a veces se ha supuesto," siendo más bien indicio de la aparición de elites guerreras gentilicias. Esta hipótesis no excluye, pero tampoco requiere la existencia de "invasiones", al menos en el sentido tradicional, pues la aparición de dichas elites puede explicarse por evolución local y sus elementos comunes por contactos e intercambios, sin excluir que en ocasiones grupos de guerreros se impusieran y expandieran este tipo de sociedad. 4° 41 42 43 41

R . DE MARINIS 1988, p. 180 s. M . LOUIS y O . Y J . TAFFANEL 1958, P DE PALOL 1958, p. 53 s. J. CABRÉ 1942 . W SCHÜLE 1969 .

p.

49

s.

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MARTÍN ALMAGRO GORBEA

La nueva organización social se caracteriza por su estructura gentilicia de origen indoeuropeo, caracterizada por la descendencia patrilineal de un antepasado común mitificado, siendo el pater familias la encar nación del numen o divinidad tutelar de la familia, el genius familiaris, lo que le confería la potestas como señor absoluto de la casa y sacerdote del grupo familiar, que incluía propiedades, siervos y clientes . Estos grupos gentilicios podían abarcar numerosas familias, llegando el pater familias a equivaler de hecho al rex de todo un poblado y su territorio, siendo sus divinidades familiares las protectoras de toda la comunidad, lo que facilitaría que, en su evolución final, el culto doméstico al "héroe fundador" familiar se convirtiera en el conditor de toda la población y se venerara en templos separados de la esfera doméstica. En este proceso la ocupación cada vez más estable del suelo a partir de la Edad del Hierro y el diferente acceso a los medios de producción introdujo diferencias sociales acentuadas por la aparición del artesanado y estimuladas por el influjo colonial . En este proceso el heredium o propiedad familiar equivalente a un huerto se extendería progresivamente favoreciendo el desarrollo del sistema clientelar, por el cual el cliente renuncia a sus propiedades y divinidades tutelares buscando protección en un patrono del que pasaba a depender adoptando sus divinidades familiares, quedando de hecho englobado en un grupo social mayor y, en consecuencia, más fuerte . Por ello, los nuevos poblados aparecen asociados a elites guerreras, a la metalurgia de hierro y a un rito funerario de incineración, evolucionando hacia poblados más complejos, los oppida, como resultado de un proceso de urbanización que culmina con la romanización. En efecto, paralelamente se generalizó el nuevo ritual funerario originario de la cultura centroeuropea de los Campos de Urnas por el que el guerrero muerto era incinerado junto a su armamento de prestigio en necrópolis. Este rito supone creencias en la heroización,^5 asociadas, en el campo social, al sistema gentilicio y a ritos domésticos vinculados a morillos y a hogares rituales, como los documentados en los castros del Alto Chacón (Teruel) o Reillo (Cuenca) ." Estos elementos ideológicos resultan as M. ALMAGRO-GORBEA 1996, p. 88

s.

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afines a los del mundo ibérico septentrional, ya que unos y otros deben considerarse relacionados con elites gentilicias originarias de los Campos de Urnas tardíos, pudiéndose suponer que con ellos se introdujera la lengua celta, que tal vez quedara eliminada por el ibérico en las zonas litorales. Aunque esta hipótesis no resuelve todos los problemas sobre el origen de los Celtíberos, es la que parece más viable de acuerdo con los datos actualmente disponibles. Las necrópolis celtibéricas constituyen el mejor elemento para comprender la estructura y la evolución social de estas gentes, pues las armas de los ajuares reflejan su estructura gentilicia y su fuerte jerarqui zación social .` También aparecen variantes rituales que pueden deberse a diferencias étnicas, cronológicas e incluso sociales, como los túmulos en áreas pastoriles, como Pajaroncillo (Cuenca), o la peculiar alineación de tumbas con estelas característica de necrópolis celtibéricas como en Agular de Anguita (Guadalajara), ritos que carecen de paralelos en el mundo céltico europeo, tal vez por reflejar influjos mediterráneos . Aunque sólo las tumbas más ricas ofrecen una panoplia completa, éstas son comparables, como se ha señalado, a las del inicio de la Edad de Hierro de todo el Suroeste de Europa, pues sus diferencias y amplitud cronológica reflejan, más que una invasión, la aparición de jerarquías guerreras gentilicias que, por sus características aristocráticas, debieron tener contactos entre sí, contribuyendo a expandir progresivamente este tipo de sociedad guerrera y aristocrática. El ajuar de estas necrópolis es muy significativo, constando de una urna y el armamento del guerrero, pero sólo las tumbas más ricas ofrecen la panoplia completa, con espada, dos lanzas, escudo y, a veces, casco, lo que evidencia una jerarquización social . Este ajuar evolucionó desde el siglo VI a.C., cuando desde el ámbito colonial se introducen cuchillos afalcatados o largas lanzas de origen tartésico orientalizante que indican el uso del hierro en el armamento. Las tumbas más antiguas, del siglo VI a.C ., sólo ofrecen dos lanzas, pero antes del siglo V a.C. sur"

M . ALMAGRO-GORBEA y L . BERROCAL, C .P . " F. BURILLO (ed .) 1990 ; A . LORRIO 1997, p . 111

s.

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gen ricas panoplias que evidencian el desarrollo de élites gentilicias, aunque sus armas son diferentes de las célticas centroeuropeas : espadas cortas de frontón o antenas desarrolladas, lanzas, escudos redondos, y excepcionalmente cascos, etc. Las diversas variantes de espadas de antenas son características de la Edad del Hierro de los Campos de Urnas tardíos del Languedoc, Cataluña, Valle del Ebro y Aquitania, pero las espadas tipo "Monte Bernorio" del Norte de la Meseta tiene su origen en el Bronce Atlántico y las de frontón deben considerarse de origen mediterráneo, ofreciendo alguna de las tumbas el mismo armamento que las esculturas ibéricas de Porcuna (Jaén) de inicios del siglo V a.C., ya que parte de la panoplia celtibérica parece proceder de la Cultura Ibérica, como ocurre con otros elementos culturales de los Celtas peninsulares . También es interesante examinar el resto del ajuar metálico, especialmente adornos, pues reflejan diferencias étnicas, sociales y cronológicas. Por ejemplo, las fíbulas de doble resorte y los broches de cinturón de las sepulturas más antiguas, del siglo VIINI a.C., son de origen colonial por intermediación tartésica, como los kardiofilakes. Otros adornos, como espirales o placas de bronce, deben proceder de Centroeuropa a través del Golfo de León, pero es difícil precisar vías y modo de llegada de estos objetos, dado el vacío cronológico y geográfico entre los prototipos y los ejemplares peninsulares . En la cerámica, las urnas más antiguas son a mano, con perfiles en S y a veces pie elevado que las relacionan con los C.U. evolucionados de la Edad del Hierro del NE. Peninsular, más concretamente, del Valle del Ebro." Pero las cerámicas pintadas con decoración geométrica que aparecen en necrópolis y poblados confirmando su relación ofrecen formas que manifiestan un doble origen : las urnas y cuencos troncocónicos proceden de los C.U., pero los cuencos de ofrendas tienen sus raíces en el Bronce Final local, pudiéndose explicar este doble origen porque urnas y tapaderas llegarían con el rito de incineración, ya que todo rito tiende a extenderse con los elementos de cultura material necesarios para su aplicación, mientras que los vasos de comida y almacén dependen de 48

J. A. ARENAS 1997.

LOS PUEBLOS CÉLTICOS PENINSULARES

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hábitos de comida originarios del substrato de local, como lo sería el predominio de la ganadería." En resumen, el artesanado de esta fase celtibérica inicial evidencia una formación compleja debida a influjos múltiples recibidos, siendo claramente diferente de las Culturas del Hallstatt y La Téne extendidas por otras áreas del mundo céltico. Al descartarse un origen único de sus elementos, estos objetos no prueban ninguna invasión, idea derivada del espejismo producido por su aparición conjunta en las necrópolis celtibéricas de la Meseta, sino que son elementos de estatus de las elites guerreras de la Edad del Hierro, difundidos por regalos e imitaciones del artesanado al servicio de las mismas, como indica su proporción minoritaria en los ajuares funerarios . Pero aunque las técnicas y formas sean a veces de origen mediterráneo, dejan traslucir usos, ideologías y un sentido estético genuinamente célticos, que arraigaron profundamente hasta época romana. La introducción en la Meseta de estas jerarquías reforzaría la tendencia expansiva latente en toda organización pastoril trashumante, cuya evolución se vería propiciada por la adaptación al medioambiente Meseta-Sierra y por la introducción del hierro, muy abundante y pronto desarrollado en estas regiones, que sería fundamental para el nuevo armamento. Así se comprende la formación y las características expansivas de la Cultura Celtibérica que constituyó el principal núcleo céltico en la Hispania prerromana, pero no único de los Celtas peninsulares . Esta estructura socioeconómica, tan adaptada al medioambiente, ofrecía costumbres como racias para pillaje y robo de ganado o el mercenariado, favorecido por el contacto con griegos, púnicos y romanos, formándose ejércitos gentilicios cada vez mayores y creciendo su capacidad organizativa hasta llegar a convertirse en verdaderos ejércitos personales, con un jefe carismático al que se dedicaba culto y al que consagraban su vida sus más inmediatos colaboradores (Estrabón 3,4,18 ; Plutarco, Sert. 14,4; Valerio Máximo 2,6,11). Estos grandes clanes gentilicios podían llevar a cabo guerras privadas, lo que explican su tendencia 41

M. ALMAGRO-GORBEA 1992, p. 14 8.

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expansiva y la consiguiente "celtización" del substrato "protocéltico", relacionado con los Celtíberos ideológica y lingüísticamente, hasta que la conquista romana truncó este proceso tras una impresionante resistencia de casi dos siglos . Diodoro Sículo (33, fr . 17) indica que los eugeneis o nobles podían llegar a dominar otras poblaciones, siendo un ejemplo evidente el príncipe de nombre celta, Allucius, que, agradecido por haberle devuelto Escipión a su novia, rehén de los púnicos en Cartago Nova, se le presentó el 209 a.C. con 1400 equites o caballeros de entre sus clientes (Livio 26,51,7; Frontino, str. 2,11,5 ; Diodoro, fr . 57,43; Val . Max. 4,3,1 ; Polib. 19,19; Gellio 6,8), lo que supone un auténtico equitatum o fuerza de caballería de estructura gentilicias° Igualmente se explica el creciente desarrollo de la poliorcética y de la capacidad ofensiva y de organización de ejércitos cada vez más numerosos, proceso en el que debió jugar un papel fundamental la experiencia obtenida por estos gerreros gentilicios como mercenarios en el mundo colonial, pues en estas empresas obtendrían riquezas y prestigio, como el famoso Moericus que entregó Siracusa a los romanos y fue premiado con al ciudadanía romana y la ciudad de Morgantina, adquiriendo también nuevas concepciones tácticas, que explican la capacidad estratégica de personajes como Viriato. Paralelamente, el contacto con el mundo ibérico facilitó una creciente asimilación de elementos mediterráneos que fue en aumento a lo largo de la segunda mitad del I milenio a.C. Este proceso es esencial para comprender, desde la Arqueología, la personalidad cultural de los Celtas de la Península Ibérica, pues se fueron aproximando a la Cultura Ibérica, diferenciándose progresivamente de la cultura de La Téne generalizada por otras zonas del mundo céltico. Por ello, al aumentar los conocimientos del mundo clásico greco-romano sobre el mundo celta, surgiría el término de Celtiberi para referirse a la personalidad cultural de estos Celtas hispánicos, aunque este término quedó de hecho restringido a su zona nuclear, la Celtiberia, situada en las altas tierras de la Meseta Oriental y la Cordillera Ibérica. 11

Id., 1997; M. ALMAGRO-GORBEA Y M. TORRES,

1998.

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Si la aparición del hierro y algunas armas, fíbulas y cerámicas testimonian estímulos mediterráneos desde el siglo VI a.C., este proceso se acentúa a partir del siglo IV a.C., cuando se produce la temprana asi milación del molino circular y del torno de alfarero . La cerámica se decoraba con pintura a torno de tipo ibérico, coexistiendo decoraciones y formas ibéricas y de origen centroeuropeo. Este proceso es esencial para comprender desde la Arqueología la Cultura Céltica de la Península Ibérica pues la fue aproximando al nivel de desarrollo de la Cultura Ibérica, diferenciándose progresivamente su cultura material y su tecnología del resto del mundo céltico. Además, este proceso coincide con el máximo desarrollo de las necrópolis hacia el siglo IV a.C. En esta fase se geralizan ricas tumbas que evidencian una sociedad regida por elites guerreras y en las que resultan cada vez más frecuentes los atalajes de caballo que evidencian la formación de un clase aristocrática ecuestre . El rito sigue siendo de incineración en urna y las armas, a veces ricamente decoradas, suelen ser de tipo local, pero reflejan crecientes contactos externos, desde espadas y fíbulas de La Téne a objetos mediterráneos, como los cascos, llegados a través través del comercio y el mercenariado .' Este proceso de apertura al Mediterráneo culmina en la última fase de la Cultura Celtibérica, desarrollada a partir de fines del siglo III a.C., que coincide con el final de su evolución hacia una vida urbana . En efec to, a partir del siglo III a.C. la población de castros característica de la Hispania Céltica tiende a concentrarse en oppida, grandes poblaciones fortificadas, generalmente situada en alto, que eran el centro político y administrativo de un territorio o chora (Diodoro Sículo 33, fr. 24), cada vez más amplio y jerarquizado, que incluía castros y poblaciones menores, por lo que en la mayor parte de los casos pueden considerarse ya como auténticas ciudades-estado, ya que tales oppida eran auténticas ciudades, civitates o polis, como los denominaron los historiadores de la Antigüedad, lo que explica su asociación a las entidades étnicas a medida que éstas adquirían personalidad política .52 5'

A . LORRIO 1997, p. 14 7

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MARTÍN ALMAGRO G.ORBEA

En la Península Ibérica los oppida proceden del creciente desarrollo de los castros, aunque este proceso ya iniciado en el siglo VI a.C., cristalizó ante la presión militar de cartagineses y romanos. En el mundo tartesio-ibérico existían poblaciones de tipo proto-urbano desde el siglo VII a.C., pero los Celtíberos no construyeron grandes oppida hasta poco antes de la conquista romana, tal vez por un fenómeno de sinecismo o concentración de poblados, como indicarían los topónimos de Contrebia o Complutum y el texto de Apiano (Iber . 44) sobre la ampliación de Segeda, donde se obligó a habitar a los pueblos limítrofes . Por tanto, este fenómeno coincide con la aparición de oppida en Centroeuropa y refleja la creciente complejidad socio-cultural del mundo céltico, que en la Península se debe relacionar con el citado proceso de iberización y, a partir del siglo II a .C ., con una intensa aculturación romana, reflejo de su predominio político, que se manifiesta en su urbanismo, estelas funerarias, leyes escritas en bronce, etc. Estos oppida, cada vez más urbanizados, incluirían diversos grupos gentilicios procedentes de clanes originarios de los castros integrados en su territorio . Los más poderosos darían lugar a estirpes aristocráticas guerreras, eugeneis, dirigidas por jefes o principes, que irían extendiendo su poder dominando todo el territorio con sus clientes . Esta oligarquía de principes o aristócratas formarían el senatus al surgir estructuras e instituciones estables con una Administración compleja, con senatus, magistratus y praetores electos, como el magister equitum, dada la importancia creciente de la caballería, surgiendo censos para el pago de impuestos y el alistamiento para la guerra, dada la obligación general de participación en la guerra por encima de los intereses gentilicios en las nuevas ciudades-estado, así como asambleas guerreras basadas en organizaciones semejantes a los comitia curiata de Roma o al *corios céltico . En este proceso las armas desaparecen como elemento de prestigio sustituidas por joyas y otros símbolos de poder, como el uso de torques, joyas y vajillas suntuarias que se atesoran privadamente, lo que evidencia cómo las elites aristocráticas gentilicias sustituían su estatus guerresa

M . ALMAGRO-GORBEA 1994, p . 26 s . ; A . LORRIO 199 7, . 103 P

s.

Los

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ro por otro censatario que evidencia una sociedad cada vez más compleja y urbana . La paralela "iberización" cultural introdujo el torno y el molino circular y, en zonas orientales de la Meseta, dos elementos esenciales de la vida urbana : la escritura y la moneda, ésta relacionada con el pago de tasas y tributos, apareciendo el urbanismo ortogonal, siempre siguiendo modelos ibéricos, esto es, mediterráneos . Así se explica cómo una población céltica del Valle del Ebro, como Contrebia Belaisca, no se diferenciaba por su cultura material de las poblaciones ibéricas vecinas pues incluso ofrecía arquitectura monumental con impresionantes columnas y las elites vivían en villae helenístico-romanas, como la de La Caridad (Teruel), cuyo propietario o autor se conoce por un mosaico de opus signinum .53 Muy característica de esta fase es la "cerámica celtibérica", hecha a torno y decorada con tonos vinosos como la cerámica ibérica; alguno de sus grupos más tardíos, como el de Numancia,s° ofrecen la persona lidad de utilizar estas innovaciones ibéricas aplicándolas a un fondo estilístico e iconográfico propios, que constituyen uno de los más interesantes capítulos de todo el Arte Céltico. También la personalidad de los Celtíberos se manifiesta en sus monedas, derivadas de las ibéricas en tipos y metrología a partir del siglo 11 a.C.` Otro elemento cultural característico es la escritura,` que los celtíberos adoptaron de los iberos hacia inicios del siglo II a.C., utilizándose en monedas, pactos de hospitalidad, estelas funerarias, grafitos sobre cerámica, etc., lo que prueba su amplia generalización . Especialmente en el Valle del Ebro, la zona más permeable al influjo ibérico, incluso se utilizaron largos textos de bronce, seguramente de contenido sacro-jurídico, como en Contrebia Belaisca (Zaragoza), donde cabe suponer la existencia de un archivo oficial o tabularium . 57 El denominado bronce de Contrebia 1, de inicios del siglo I a.C., seguramente una ley sacra, es actualmente el más largo texto céltico M. ALMAGRO-GORBEA 1994, p . 32 s. F ROMERO 1977 . ss J . UNTERMANN 1975, p. 84 s. ; L . VILLARONGA 1979, p. 167 s . sb M . LEJEUNE 1955 ; J . DE Hoz 1986 . s'

5^

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conocido de la Antigüedad . Por el contrario, el bronce de Contrebia 11, con su texto en latín, hace referencia a un acueducto, a propiedad públicas y privada, a una organización política con magistrados y a complejas instituciones jurídicas de arbitraje incluso entre poblaciones de distintas etnias, pues se trata de un pleito en el que la ciudad celtibérica de Contrebia hace de árbitro entre dos ciudades-estado vecinas, una íbera, la de los Salluienses y otra vascona, la de los Allavonenses.s$ Finalmente, el bronce de Contrebia 1111 ' es un listado de personas que indica la existencia de censos entre los celtíberos, como César (b.G . 1,29,1) indica entre los Helvetas. Todo ello da idea del grado de desarrollo alcanzado y del rápido progreso del mundo celtibérico hacia formas de vida urbana, hasta que Roma fue imponiendo su dominio político a lo largo del siglo II a.C. y acabó absorbiendo la Cultura Céltica. Pero, a pesar de la profunda evolución socio-cultural, la onomástica evidencia que se mantuvo la estructura familiar gentilicia clientelar, el hospitium o pacto de hospitalidad y creencias en divinidades del pan teón céltico, como las Matres, Cernunos o Lug, pudiendo aparecer los primeros templos urbanos, como el de Tiermes o el altar de Ulaca .bo Además, los textos históricos confirman que, dado su carácter guerrero, los celtíberos mantenían costumbres tradicionales, como ser hospitalarios y amantes de la guerra, con instituciones tan características como la iuventus, las luchas de campeones o la devotio o consagración de la vida al jefe militar. La guerra pasó de conflictos familiares o entre castros próximos a conflictos entre ciudades que incrementaban su poder y territorio, llegándose a conflictos interétnicos, como los documentados entre los turboletas y Sagunto. En este proceso se transformarían instituciones ancestrales, como el mercenariado o la iuventus, que se adaptarían a la nueva estructura urbana, o los pactos gentilicios de hospitalidad que se transformarían en alianzas o symmachía, como la G. FATÁs 1980; A . BELTRÁN et al. 1982; E BELTRÁN 1986 . 58 G . FATÁs 1980 . 19 F. BELTRÁN, J . DE Hoz y J. UNTERMANN 1997 . 61 J. M. BLÁZQUEZ 1983 ; E MARCO 1987 ; Id., 1994 . s~

et al.

1997 ; J . DE

Hoz

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establecida entre Segeda y los numantinos (Iberia 45) o entre Lutia y Numancia (Ib . 94). En esta fase las tácticas y la forma de la guerra cambió profundamente. Las referencias de los historiadores clásicos hablan de ejércitos numerosos, formados por soldados o varones en edad militar (andrón, hebedón), lo que hace suponer una mobilización total de la población. Como ejemplo, cabe citar los 20 .000 celtíberos que asediaron Carabis el 188 a.C. (Apiano, Iberia 43) o los 20 .000 infantes y 5000 jinetes del ejército de Caro, elegido por arévacos y segedenses, con una proporción 4/1 de jinetes superior a la 1/10 habitual en la Antigüedad, lo que da idea de la importancia de la caballería celtibérica (id., 45) . Lúculo dio muerte a 3000 soldados y después a 20 .000 infantes más en Cauca, la actual Coca (id., 52), lo que suponía el total de la población, mientras que Numancia tenía 8 .000 soldados, infantes y jinetes, el 141 a.C. (id., 76). Existían ejércitos capaces de movilizar 20000 hombres y de sitiar ciudades, como en Carabis (Apiano, Iberia 43), pero sin embargo, la táctica seguía siendo escasa, pues pervivían tradiciones anteriores, como la iuventus (Ib. 94), los duces gentilicios (Flor., epit., 2,17,1314; 2,18,4), el combate de campeones y la táctica de infantería ligera incapaz de resistir un combate regular (Ib . 51), faltando disciplina y vigilancia, como se evidencia tras la derrota de Mummio por el lusitano Césaro (id., 56) . Pero el espíritu guerrero de esta sociedad se convirtió en un tópico, pues Cicerón (Tusc. 2, '65) señala cómo los celtíberos . .. in proelüs exultant, lamentantur in morbo ("los celtíberos se alegran en la lucha y se lamentan si están enfermos"), al contrario que los griegos. Muy importante en esta evolución social de los oppida celtibéricos fueron los equites o caballeros, que debieron jugar un papel esencial (fig 5 y 6) . Los textos testimonian esta caballería de elite, como Moericus o Allucius o los cuarenta caballeros nobles, quadraginta nobles equites, que T Sempronio Gracco incorporó a su ejército en la ciudad celtibérica de Certima (Liv. 40 .,47), no como rehenes, sino con función militar, militar¡ iussi, y en prueba de fidelidad, lo que revela una política de atracción 6

61

*

RADIAN 1958 ; SYME 1958 .

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Fig. S. Distribución de las fíbulas de caballito, símbolo de las elites ecuestres de los celtíberos y pueblos afines.

Fig. 6. Fíbula de jinete procedente de Lancia o de tierras de León .

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de las elites ecuestres que los romanos prosiguieron hasta la plena incorporación del mundo indígena . Estos equites constituirían las elites rectoras de sus oppida y civitates, siendo quienes se enfrentaron a Roma hasta ser aniquilados o romanizarse integrándose en la clientela romana, siendo de importancia similar a la que tuvieron en las Galias . Con ellos cabe relacionar otra institución del mundo céltico documentada por la onomástica, pues Ambatus` parece un nombre relacionado con los clientes de dichas elites aristocráticas, los ambacti o soldurü de los galos, y su concentración en zonas de expansión celtibéricas del Alto Ebro y de la Lusitania confirmaría su relación con dicha estructura social, que tal vez pueda verse en los cinco amigos que acompañan a Retógenes para burlar el cerco de la Numancia y pedir ayuda (Ap. Ib. 94), así como en la referencia de Estrabón (3,4,18) de que dos hombres iban a caballo y uno de ellos luchaba a pie, lo que recuerda la trimarchisia céltica (10,19,11). También los pactos de hospitalidad entre zonas a veces muy apartadas y las fíbulas de caballito evidencian la expansión creciente de estas elites ecuestres por áreas como Extremadura, el Valle del Ebro o Cantabria.b3 En todo caso, la eficacia de esta organización gentilicia clientelar y guerrera debe considerarse la clave de la expansión celtibérica, paulatinamente impuesta sobre el sistema social anterior, proto-céltico, origi nario de la Edad del Bronce . Esta estructura socioeconómica, favorecida por la clientela personal y adecuada al medioambiente pastoril, facilitaba el desarrollo del mercenariado, la continuidad de la tradición de racias para el pillaje y robo de ganado y, en general, la tendencia expansiva de esta sociedad guerrera con la consiguiente "celtización" del substrato "protocéltico", proceso que iría tranformando social, ideológica y lingüísticamente el estrato precedente, hasta que la conquista romana lo truncó tras una impresionante resistencia de casi dos siglos .` Esta "celtización" paulatina e intermitente a lo largo del tiempo más parece un proceso de colonización y aculturación que una invasión M . L. . ALBERTOS 1983 ; M . ALMAGRO-GORBEA 1992 : f. 13B; J. M. ABASCAL 1994 : 269 s. 63 M. ALMAGRO-GORBEA 1997; M . ALMAGRO-GORBEA y M. TORRES,1998 . " J . M . BLÁZQUEZ 1960 ; M. ALMAGRO-GORBEA 1997 . cz

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étnica, ya que su mayor trascendencia sería la de obligar a otras poblaciones a practicar la misma forma de vida como mejor defensa, hecho observado por Estrabón (3,3,5), por lo que este nuevo tipo de sociedad gentilicia guerrera se iría generalizando hacia los pueblos del occidente, ya que, a la llegada de Roma, el proceso de celtización era muy profundo en las zonas pastoriles occidentales ocupadas por Vettones y, menos, entre los Lusitanos y Galaicos, pertenecientes al substrato protocéltico citado, zonas hacia las que la expansión céltica mostró particular preferencia dada la similitus de substrato y de organización socio-económica. Además, si los crecientes influjos mediterráneos son determinantes para comprender su evolución cultural, tanto la evolución socio-ideológica como los elementos de cultura material confirman cómo prosiguieron los contactos con la Cultura de La Téne, adoptándose largas espadas, fíbulas y elementos decorativos que dieron lugar a tipos locales en los que se ha querido ver pruebas de penetraciones de Galos. Entre estos elementos destacan joyas de gran calidad que serían símbolos de estatus y étnicos, como los torques característicos de los Celtas, de plata en la Meseta y de oro en el NW (fig. 7), cuya diversidad técnica y de materia prima revelan la complejidad del mundo celta peninsular y la existencia de numerosos grupos locales, ya que la celtización de la Península Ibérica nunca fue uniforme, sino que varía según la personalidad cultural y étnica diferenciada de las distintas regiones y pueblos peninsulares . Este hecho se comprende mejor si se analiza la expansión céltica en dichas tierras .` Como se ha indicado, las investigaciones recientes permiten suponer ya en el Bronce Final un substrato cultural, lingüístico y religioso indoeuropeo muy relacionado con el mundo céltico y cuyo origen pare ce estar en el Bronce Atlántico, pues la introducción de pequeños grupos de los Urnenfelder, por su avanzada cronología y escaso número, no parecen haber tenido un papel trascendental. Estos elementos se extendían por el Occidente y el Norte peninsulares, pero también se atestiguan con menor intensidad por el Centro, en elementos arcaicos conservados en la Cultura Celtibérica tal vez por constituir un substrato en 65

Id., 1995 a. >

1 .05 PUEBLOS CÉLIACOS PENINSULAKP,

Fig . 7. Ajuar de guerrero de una tumba de la necrópolis de La Osera (Chainartín ¿le la Sierra, Ávila) . Dibujo de F.. Cabré

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desaparición . Estos elementos comunes explicarían la citada afinidad entre los pueblos del Centro de la Península, como Carpetanos, Vacceos y Vettones, del Occidente, como Lusitanos y Galaicos, y del Norte, Astures, Cántabros, Berones, Turmogos y Pelendones . Este substrato quedaría fragmentado y absorbido al surgir y expandirse progresivamente la Cultura Celtibérica a partir del siglo VI a. C., lo que permite comprender la proximidad cultural, social, lingüística e ideológica entre dicho substrato protocéltico y la posterior Cultura Celtibérica, que se extendió sobre él, cultura que puede considerarse plenamente "celta" pues las fuentes clásicas la identifican con los Celtas de más allá de los Pirineos . Elementos arqueológicos, lingüísticos, sociales e ideológicos de la Cultura Celtibérica, además de confirmar la formación compleja y gradual de la "Cultura Celtibérica", ayudan a comprender su expansión. Por ejemplo, es evidente la coincidencia de los clanes gentilicios` con las necrópolis "celtibéricas", caracterizadas por su típico armamento, con la dispersión de las fíbulas, más tardías, de caballito ,,8 así como con topónimos en -briga o con antropónimos y topónimos en Seg-,,9 o con elementos de la estructura social céltica, como los antropónimos Ambatu5'° o Celtius," (fig . 8) los pactos de hospitalidad72 o, incluso, algunas divinidades, como el dios celta Lug. La dispersión coincidente de estos elementos desde el Centro hacia el Occidente de la Península Ibérica sólo se explica por su pertenencia a una misma Cultura, la Celtibérica, que queda así geográficamente delimitada, pues su zona nuclear coincide con la Celtiberia de los escritores clásicos, situada en las altas tierras del Sistema Ibérico y de la Meseta Oriental, desde donde la celtización parece haberse extendido hacia las zonas occidentales, las más favorable dado su medioambiente pastoril y su substrato socioeconómico y etno-cultural similar.   ,$ 19

M . C. GONZÁLEZ 1986; E BELTRÁN 1988. M . ALMAGRO-GORBEA y A . LORRio 1987, mapa 1 . A . LORRIO M . ALMAGRO-GORBEA y M. TORRES, 1998. M . ALMAGRO-GORBEA y A . LORRIO 1987, mapa 3 .

'° Id., mapa 5. " M . ALMAGRO 72

GORBEA 1995a, fig . 3. M . ALMAGRO-GORBEA y A . LORRIO 1987,

mapa 6.

1997, p. 112 s.

Los i>urr3~.os céi.ricos

PENINSULARES

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Fig. 8. Guerrero lusitano-galaico con sus torques de Monte Mozinho, Portugal. Fig. 9. Etnúnimos y antropdnimos en Celt- (Celtius, Celtiber, Celtitanus) : 1-3. área lingüística del Celtihérico, según diversos autores; 4, antropónimo Celtius; 5, id . Celtiber ; 6, id. Celtitanus ; 7, gentilicio Celtiqum ; 8, ciudades de los Celtici de la Beturia y la Bélica ; 9, etndnimos Celtici ; l(), ciudades localizadas en la Ccltiheria ; 11, "Céltigos" en al toponimia actual.

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Este proceso se inicia tras la formación de las necrópolis celtibéricas a partir del siglo VI a.C. Las tumbas con armas de las necrópolis vettonas de Ávila prueban su celtización a partir del siglo V a.C. y aún posterior sería la de Extremadura, Sur de Portugal y la Bética, así como la del Alto Valle del Ebro y o la del Noroeste, que acabó denominándose Gallaecia . Esta expansión gradual puede considerarse documentada por Plinio (3,13), que refiere cómo los Celtici de la Bética procedían de los Celtíberos de Lusitania: celticos a celtiberis ex Lusitania advenisse manifestum est

sacris, lingua, oppidorum vocabulis quae cognominibus in Baetica distinguuntur (es manifiesto que los Celticos proceden de los celtíberos llegados

desde Lusitania con sus ritos, lengua y los nombres de ciudades que los distinguen en la Bética) . Dicha celtización explica el uso del antropónimo Celtius en Lusitania, donde se habría utilizado como apelativo étnico en dicha área occidental originariamente "protocéltica" . La fecha tardía de esta celtización la confirman los topónimos en -briga de Occidente, Andalucía y el Norte, cuya fecha muy avanzada evidencian sus nombres romanos, incluso de época imperial, como Augustobriga o Flaviobriga. Pero no es posible demostrar, a través de la cultura material, la existencia de una ni menos de varias invasiones célticas en la Península Ibérica, pues hay que valorar más fenómenos como la evolución del substrato, y la difusión y aculturación, así como su organización sociocultural, cuyo papel es determinante para comprender la aparición de elementos célticos en la Península Ibérica y su personalidad cultural . Desde esta perspectiva, los Celtas de Hispania pueden explicarse como consecuencia de un proceso de celtización largo y complejo, sin excluir movimientos étnicos como algunos que citan las fuentes, pero que no permiten explicar los cambios que refleja el registro arqueológico . Además, este proceso no debió ser puntual sino intermitente a lo largo del tiempo y variando según los distintos territorios afectados, el substrato cultural y la época, intensidad y duración del mismo, por lo que podría considerarse "en mosaico". La consecuencia sería la celtización paulatina de las zonas afectadas más como resultado de una peculiar aculturación que de un auténtico cambio étnico ." 11 M. ALMAGRO-GORBEA 1995x.

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En este sentido, son interesantes las referencias de las fuentes históricas a algunas migraciones y su posible efecto . César (b. c. 1, 51) narra la llegada a Lérida el 49 a .C. de una masa pacífica de 6000 Galos con sus parentelas que quizás se instalaron en el valle del Ebro y explicarían topónimos como el de pagus Gallorum o el nombre del río Gállego. Otras fueron de carácter guerrero, como la invasión de Cimbrios del 104 a.C. documentada por algunos tesorillos numismáticos y que fue rechazada por los celtíberos . Por ello, muchas de estas invasiones serían de efecto nulo, no dejando testimonios. Pero en ocasiones favorables podrían aclarar el origen de algunos etnónimos, como, por ejemplo, los citados Celtici de la Bética procedentes de la Celtiberia según Plinio o los citados Galli del Valle del Ebro y los Gallaeci que han dado nombre a la actual Galicia, pudiéndose documentar la penetración de grupos semejantes por Cataluña, como parecen indicar los ritos de cabezas cortadas . 74 En otros casos pudo tratarse de grupos reducidos de guerreros quizás por motivos rituales e igualmente existirían expediciones dedicadas a la rapiña, características de toda sociedad guerrera, pues Diodoro (5,34,6) cuenta las frecuentes incursiones de Celtíberos y Lusitanos que asolaban Andalucía y el Levante pero que también iban a veces contra poblaciones próximas, como refiere Estrabón (3,3,5), ambiente guerrero que explica la generalización de pactos de hospitalidad . La mayoría de estas expediciones serían de efectos nulos, pero alguna pudo someter un territorio a una minoría de guerreros de otro lugar, como el oppidum de los Celtíberos existente en territorio de Ausetanos (Vich, Barcelona) (Livio, 39,56,1) o la dependencia de los Titos respecto a los Belos (Apiano, Iberia, 44), la hegemonía de los Arévacos de Numancia, etc. Este proceso de imposición de elites guerreras explicaría la celtización de algunas poblaciones de la Beturia75 e, incluso, de la Bética, como Arucci (Aracena, Huelva) o Acinipo (Ronda, Málaga), en el antiguo territorio tartésico. También en algún caso, poblaciones prósperas de la Bética y el Levante recurrían a Celtas como mercenarios, lo que puede explicar la apariJ. SANMARTí 1994 . 71

L. BERROCAL 1992 .

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ción de armas celtibéricas en la necrópolis de Zafayona, Granada, '6 o de fíbulas de tipo La Téne en tesoros de Sierra Morena," etc., así como el uso de armamento de tipo céltico por los íberos de Osuna y Liria.'8 Pero en un contexto cultural más desarrollado, tenderían a perder rápidamente su cultura material, lo más fácil de reconocer arqueológicamente, aunque tal vez conservaran su ideología y organización social, su onomástica y tal vez su lengua, como elementos de diferenciación étnica y de clase. Pero este fenómeno tendría un efecto aculturador al extender las clientelas y las costumbres celtas y obligar a otras poblaciones a practicar su forma de vida como mejor defensa, hecho observado por Estra bón (3,3,5) que recoge la expansión de este tipo de sociedad guerrera hacia los pueblos protoceltas del Occidente y Norte, como Vettones, Lusitanos, Galaicos, Astures y Cántabros, cuyas costumbres se irían "celtizando" . Así se comprende la complejidad que ofrecen los elementos célticos de la Cultura Castreña en la Gallaecia .` Sus poblados de casas redondas, mantenían la tradición "matriarcal" en que las hijas heredaban la tierra y casaban a los hermanos (Estrabón 3,4,18), la onomástica se refiere al poblado y no a la estirpe, su lengua se relaciona con el Lusitano, tenían divinidades primitivas y culto a las peñas y a las aguas, no practicando el rito funerario de la incineración, etc., lo que corresponde al substrato protocéltico . Por el contrario, el empleo de torques (fig. 7) y cascos "célticos", el nombre en Gallego actual del arado o del carro y algunos etnónimos locales como Celtici (fig . 8) o Gallaeci, manifiestan la celtización de esta región en un momento tardío, proceso interrumpido por la conquista romana. Estos mecanismos explican cómo, a la llegada de Roma, la celtización fuera ya profunda en las zonas pastoriles occidentales ocupadas por Vettones y Lusitanos hacia las que la expansión céltica mostró particu lar preferencia, pero aún era incipiente en la mayor parte del Noroeste, la Gallaecia, lo que da idea de la diacronicidad del complejo proceso de '6

W SCHÜLE 1969,1. 82-83 . " M . LENERZ-DE WILDE 1991, p. 146 s. '8 P E STARY 1982 . " A .C .E DA SiLvA 1986 ; E CALO 1993 .

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celtización de Hispania . Tampoco se debe olvidar la existencia de migraciones internas dentro de las zonas ya celtizadas, normalmente hacia las zonas occidentales, las más atrayentes por su medioambiente pastoril y por su substrato cultural . Pero también existirían hacia el núcleo originario de la Celtiberia, como evidencian las correrías del lusitano Viriato, e, igualmente, de un lado al otro de los Pirineos, especialmente hacia Aquitania, como evidencia el episodio de la llegada de Galos a Lérida o de Cántabros a la Aquitania. Estos fenómenos de celtización tendrían a la larga más trascendencia cultural que los grandes movimientos étnicos pues, junto al paralelo influjo de la cultura ibérica, irían transformando sus propias caracterís ticas originarias, lo que explica la gran extensión, falta de uniformidad y personalidad que ofrece la celtización de la Península Ibérica dentro del mundo céltico. Como un tema final, es necesario hacer referencia, aunque sea más difícil, al legado que nos han dejado los Celtas en la Península Ibérica. Evidentemente, con ellos se pueden relacionar algunos nombres de lugar, como Galicia o Segovia o de ríos, como Gállego y Deva. Pero también algunos ritos de nuestro folklore, como las hogueras de San Juan, el árbol de Mayo, los endiablados de Almonacid del Marquesado o las creencias en el poder curativo de fuentes "santas", hechos vinculados a sus creencias sociales y religiosas . Además a ese orígen cabe atribuir algunos carros, aperos y usos tan tradicionales como beber cerveza, bebida que en español ha mantenido su nombre céltico, pero aun es casi imposible precisar sus elementos antropológicos, aunque resulta evidente su presencia cultural en muchas regiones del interior, la antigua CeltiberiaS° y del Noroeste, la antigua Gallaecia.8' Por el contrario, es cada vez más rico el variado patrimonio de objetos de su artesanado especializado, que enriquece los museos y son el mejor testimonio de su personalidad y capacidad artística. Sus armas y joyas, símbolo de su estatus social, cerámicas como las de Numancia con escenas que reflejan su ideología, sus poblados y casas, sus monedas so

8'

M. ALMAGRO-GORBEA 1995 . A . PEÑA 1994, p. 72 s.

YIAKrírv UmAGao GORBEA

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e inscripciones, etc ., constituyen uno de los más originales capítulos del Arte y la Cultura Céltica de toda Europa . Este complejo panorama que ofrecen los Celtas de la Península Ibérica permite comprender el importante fenómeno de celtización que afectó a amplias áreas del Centro y Occidente peninsular, con una pro gresiva intensificación hasta la conquista romana, que supuso el final de la Cultura Céltica . Pero dado su interés, sobre el que no es necesario insistir, es seguro que los estudios de los especialistas, apoyados por el interés general que suscita en el público, permitirá en un futuro próximo precisar nuestros conocimientos y llegar a comprender mejor estos fenómenos que tanta trascendencia tuvieron en la conformación étnica y la Historia de las poblaciones de la Península Ibérica .

Fig. 10. Tésera de hospitalidad de Paredes cíe Nava. Museo Arqueológico de Palencia. Foto de J. A . García Castro .

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/a/, ni el desplazamiento del acento (Véllici > Belláco) . Pero, además, los topónimos compuestos de "villa + nombre" suelen corresponder a repoblaciones medievales que contienen el nombre del repoblador. Y efectivamente Bellaco es un nombre personal documentado en la Edad Media . 32 Por tanto, ni Bergaño ni Villabellaco sirven para ubicar Bergida o Vellica.

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Solana 1981, 107-108 . Ignoramos por qué Solana escribe Bergaño . En el Nomenclátor, 1984 (provincia de Palencia) y 1985 (Indice) consta Vergaño . La misma forma se lee en Madoz 1984. Ignoramos dónde documenta Bergantium, pero menos comprensible aún es su explicación fonética (nn Bierza (como Bergidum > Bierzo) . Mons Vindius Rodríguez Colmenero sigue a Schulten y lo sitúa al norte del Bierzo, en las estribaciones de la Cordillera Cantábrica que separan las provincias de Asturias y León . 34 Solana, partiendo del área Bergaño-Villabellaco, sitúa la batalla en las sierras de Corisa, Peña Labra e Hijar, y ve reminiscencias del lexema *vind/vinn en hidrónimos actuales como Vendejo (afluente del Deva), Vendal (afluente del Nansa) y en topónimos como Viñón, o en los medievales Vindiliesse o Vindiliase .35 Nuevamente utiliza la toponimia dejándose llevar por la similitud formal y sin aplicar el debido rigor lingüístico. Además de realizar falsos cortes silábicos, 36 debería observar que, si no existen razones objeti vas que lo demuestren, Viñón proviene de un lexema distinto del que ha originado Vendejo y Vendal . Por otra parte, aunque estos últimos provengan de una raíz *vind (= blanco), identificaríamos unos "ríos blanMartino 1982, 67-74. Para él la columna oriental, la que expugnó Aracillum, pasó por Vellica (Monte Cildá), pero esta Vellica es totalmente distinta de Bergida (p. 63). 34 Rodríguez Colmenero 1977, p. 46 y p. 56. 35 Solana, 1981, 108. 36 Explica Gara-bandal como un compuesto de Vendal . García Lomas 1966, s.v. *gáraba, sabe que Garabandal es un abundancial derivado del término montañés "gáraba" (=árgoma), siendo por tanto equivalente a Argomedo . 33

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cos", imagen que podría aplicarse a ríos muy alejados del Mons Vindius, siempre que estemos en un espacio indoeuropeizado . Martino remonta el valle de Valdeburón por Panderrueda e identifica Vindius con los Picos de Europa (que en celta significaba "Monte Blanel co'), porque "se reconoce la albura de su caliza luminosa y desnuda" .3' Y también reconoce la herencia de este lexema antiguo en topónimos actuales como Liébana, Llánaves y Vendejo. Tenemos que repetir las razones que antes hemos aplicado a Solana . El tratamiento fonético (consonantes, vocales y acento) es tan dispar en los tres topónimos que difícilmente se puede pensar en un étimo común. Martino recurre a explicar Liébana < Livania < Lavinia < La Vindia, y Llánaves < Lánaves < Lavinia < [La Vindia] . Es una reconstrucción totalmente hipotética, porque en ningún documento están atesti guadas las formas intermedias en las que se apoya.38 Y también habría que demostrar documentalmente por qué Vendejo ha conservado el grupo consonántico /nd/, mientras los otros dos topónimos no; por qué Llánaves palataliza y Liébana no; por qué el acento se desplaza hasta recaer en el artículo, si éste en castellano es proclítico . Es decir, topográfica39 y semánticamente el Mons Vindius podrían ser los Picos de Europa como parte característica de la Cordillera Cantábrica, pero no hay fundamento toponímico que lo garantice. Aracelium/Áracillum/Racilium . Los tres investigadores españoles lo identifican con Aradillos. Para Rodríguez Colmenero y Martino fue el objetivo de la columna oriental . Martino 1982, 78. 38 Las formas medievales Liuana/Leuana no pueden proceder de Lavinia ni ésta de La Vindia . Liuana se documenta desde el año 831 (in territorio Liuanensi) en CartStoToribio, doc. N° 7. 39 La retirada que describe Martino desde Valdeburón al macizo de los Picos de Europa (pp. 76-77) es lógica y asumible si Bergida estuviera en dicho valle. Pero esto no se demuestra ni refrenda con topónimos como Liébana o Llánaves .

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Para Solana podría ser también Argacillos o los castros de Naveda o de Argüeso. Tantas posibilidades dejan un escenario relativamente amplio e insuficientemente explicado.40 Mons Medullius Rodríguez Colmenero no utiliza la toponimia para ubicar este monte. Reinterpreta las fuentes clásicas, utiliza una referencia de la Crónica General de España y se basa en los trabajos de varios estudiosos modernos. Llega a la conclusión de que los ártabros habitaban las tierras sitas al oeste del Miño, los cántabros la costa desde el límite entre las provincias de La Coruña y Lugo hasta Aracillum, mientras los galaicos quedaban en la margen izquierda del Miño sin rebasar el nacimiento de dicho río, por lo que tenían a los cántabros como vecinos por el norte y a los astures por el este. Con esta distribución étnico-geográfica entiende la expresión "ulteriores Gallaeciae partes" : el Mons Medullius formaba el límite entre cántabros (al norte del monte) y galaicos (al sur) .41 Solana prescinde de este asedio . Debe pensar que se trata de una campaña contra galaicos, no afecta a los cántabros y, por tanto, no requiere su atención . Sin embargo Martino lo sitúa en territorio estrictamente cántabro, concretamente en Peña Sagra. Para justificar esta identificación relaciona con Medullius varios ríos que vierten aguas desde esta cadena mon tañosa y un valle próximo: los ríos Bedul, Los Abedules, Bendul y el valle de Bedoya . Todos derivan del céltico ''betulla y "parecen un eco del histórico Meduliuo" . Para explicar la relación Medullius/betulla se basa en un fenómeno fonético del vascuence: la alternancia b/m en inicial de palabra, alternancia que reconoce en topónimos cántabros como Tresabuela y La Hermida. 42 40

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Solana 1981, 109, sólo dice que Argacillos está al norte de Reinosa. No lo hemos localizado . Tampoco explica la evolución fonética del grupo /rg/. ¿Se referirá al Riaño de Argacillo que menciona Martino 1982, 97?. Rodríguez Colmenero 1977, 47-49. Martino 1982, 107.

Rodríguez Colmenero 1977,32

Solana 1981, 107-109

Martino 1982, 56-57

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Lingüísticamente es prácticamente insostenible su argumentación. Tresabuela y La Hermida no provienen de Tras la Muela ni de La Hervida. Pero, además, el fenómeno fonético requerido no podría explicar se por el vasco, porque en estos dos últimos casos la presunta fluctuación b/m no se produce en inicial de palabra . E incluso en inicial es difícilmente justificable porque en Liébana no existe constancia de una lengua afín al vascuence y betulla es un término indoeuropeo . 43 No obstante, Martino insiste en su explicación porque el Minius clásico pervive en topónimos lebaniegos, como Riega Miña, Sierra Miña, el arroyo La Biña y el río Rumenes . Sería estupendo que Martino tuviera razón, porque resolvería la gran dificultad de congeniar los cántabros, el Minius y la Gallaecia, pero nuevamente es difícil explicar por qué el grupo /ny/ unas veces palataliza (Miña), otras no (Ru-menes) ; por qué el río unas veces se feminiza (puede ser por concordancia con Riega), y otras adopta una forma plural (Rumenes) ; y por qué recurre a formas hipotéticas no documentadas (Miña < Eminia < Aminia < Aqua Minia), lo que resta crédito a la teoría44 En suma. Los esfuerzos de los últimos estudiosos han generado mapas tan dispares como los que se habían obtenido antes de 1970 . Véanse mapas de pág. 188. Este análisis revela que la toponimia no ha podido resolver la problemática. Ninguna de las seis propuestas resulta definitivamente convincente. 43

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Tresabuela se documenta el año 955 (CartPiasca, doc . XIV) escrito Trasauela. Parece que la /b/ es una adición posterior, favorecida por la posición de los labios, igual que ocurrió en Caorneca >Cabuérniga . Pero no existía, al parecer, un fonema /m/ que se haya convertido en /b/ . Hermida es, seguramente, la evolución de Eremita (cf. Nieto 1997, 66), y la /h/ es antietimológica . La alternancia b/m (cf. DCECH IV, 108-109) funciona en territorio vasco e ibérico, pero Liébana no lo es . El año 921 (CartStoToribio, 33) se documenta Eminia, pero no las otras dos formas. Hay también Miña en otras zonas de Cantabria (Campoo de Suso y Ruente) . Quizá no sea improcedente recordar que Aminna se documenta en Valladolid como nombre personal, y que, según, Albertos (1966, 21), provendría de *am(m)e/ami `madre', base de numerosos hidrónimos, topónimos y nombres personales . Es decir, quizá Eminia tenga un origen etimológico que no guarda relación alguna con Minius .

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Pero no es la toponimia la única responsable del fracaso. En primer lugar, porque se manejan topónimos que no han tenido continuidad después. Los dos montes tienen hoy denominaciones distintas (Vindius es Cordillera Cantábrica ; Medullius no sabemos qué) . Las ciudades tampoco es seguro que pervivan (aunque concediéramos el beneficio de la duda para Aracillum) . Únicamente Minius pervive en el actual Miño, pero si fuera cierta la teoría de Martino tendríamos que buscar otro río distinto. Para cualquier recomposición hay dos limitaciones fundamentales, recordémoslo : la estrategia y la cronología. Los epitomistas insisten en la triple columna contra los cántabros, triple columna que los estudiosos han aplicado de manera diferente . Para Schulten (y sus seguidores) el Mons Medullius fue el objetivo de la columna occidental, que actuó en Galicia puesto que el nombre aparece ligado al Minius y la Gallaecia . Sin embargo, este combate postrero no es sincrónico de todos los demás. Las circunstancias del asedio, según el relato de Floro y Orosio, son las mismas que narra Dion Casio en el año 22 a.C.45 En este momento los cántabros se habían sublevado (pasadas ya las campañas de los años 26 y 25), animados por una rebelión de los astures . Pero era un episodio sin relación con los combates acaecidos en Bergida/Belgica, Mons Vindius y Aracelium/Aracillum . Ciertamente el relato de los epitomistas es sumamente oscuro . Da la impresión de que han unido étnicamente los hechos : primero los que afectan a los cántabros, después los que afectan a los astures . 4s

Floro y Orosio describen así el acto final del asedio: Postquam extrema barbar¡ vident.. . certatim ferro venenoque ... praecepere mortem (Floro II, 50). Ubi se gens hominum ...neque tolerandae obsidionem... ad voluntariam mortem sevitutis timore concurrit. Nam se paene omnes certatim igne, ferro ac veneno necaverunt (Orosio VI, 21) . Y Dion Casio, LIV 5, dice "Unos se echaron al fuego y echaron a quienes lo quisieron, otros se hartaron de veneno por decisión unánime". Orosio atribuye explícitamente esta última campaña a Antistio y Furnio, y Dion Casio describe los sucesos de esta manera tan precisa : "Ese mismo año [el 22 a.C.] los cántabros y astures guerrearon de nuevo... Los cántabros, una vez que vieron que aquellos [los astures] iniciaron la guerra, y puesto que despreciaban a su gobernador, Furnio ...".

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De hecho precisan la base de operaciones contra los primeros, Segise dice desde dónde se lanzó la ofensiva contra los segundos . 46 Por eso se ha interpretado a veces que fueron campañas sucesivas . ¿En qué año situamos las operaciones contra los astures? Floro dice "per id tempus" tras mencionar Antistium, Furnium et Agrippam en los parágrafos precedentes. Si fuéramos literales con el acusativo circunstancial, la campaña la dataríamos en el año 19 a.C., cosa imposible. Pero el equívoco de la expresión ha generado diferentes interpretaciones cronológicas para "ese mismo momento" . 47 Esta falta de rigor con la cronología, e incluso con la topografía, induce a interpretaciones varias y variadas . Por nuestra parte creemos que antes de intentar cualquier identificación toponímica deben tenerse en cuenta los siguientes principios : 1 . Fue una guerra exclusivamente contra cántabros y astures. En ningún momento del relato, en ninguno de los tres historiadores, aparece la más mínima alusión a los galaicos . Orosio, si menciona Gallaecia, es para facilitarle al lector la ubicación de los indígenas, y para resaltar el intrincado paraje donde tuvo lugar la última resistencia. Sobre esto volveremos infra. Bástenos con retener que los galaicos no intervinieron en la guerra . 2. Los topónimos cántabros corresponden a lugares deshabitados (montes Vindius y Medulhus) o a núcleos destruidos (Aracesama . No

lium/Racilium) .48

Los desolados pierden habitualmente el nombre (recuérdese Iulio-

briga, hoy Retortillo). Precisamente resulta ilustrativo el contraste con Lancia, civitas astur que quedó indemne, siguió habitada durante todo

as La distorsión viene determinada por la presencia de Augusto y los efectos de la propaganda oficial, favorecida por su propia Autobiografía y por los relatos de Livio y Veleyo Patérculo. Cf. Syme 1970, 103. 47 Vid. el análisis detallado que hizo Syme 1970, 93-103 . 48 Floro dice escuetamente captum, aunque matiza magna vi repugnat (11.33 .50) . Orosio añade ac dirutum est. Puede pensarse en un artificio retórico destinado a hacer más violento el relato (VI.21.5), pero tampoco es incongruente con la "violencia" del asalto .

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el Imperio romano y, aunque fuera destruida o abandonada después, conservó nombre y recuerdo durante la Edad Media.49 Por eso, aunque los epitomistas hubieran escrito Vellica, después corrompido en Bergida, Belgica y Attica, su ubicación en Monte Cildá seguirá siendo problemática mientras no se descubra un documento incuestionable, porque Monte Cildá no conserva en su onomástica el nombre de la ciudad que allí existió. Esta falta de continuidad es la que hace (y ha hecho) difícil su identificación correcta . 3. No obstante, todos los topónimos citados en el relato "cántabro" de las guerras deben buscarse, en principio, en territorio históricamente cántabro, incluido el Mons Medulhus . A pesar de las dificultades de cronología y a pesar del loable esfuerzo hecho por Syme (vid. nota 44), los hechos ocurrieron así : " El 26 a.C. Augusto decide venir a combatir a cántabros y astures . " El 25 Augusto se retira cansado y concluyen las campañas Antistio ("que toma varias plazas") y Carisio (que se apodera de Lancia) . " El 24 lucha L. Emilio contra ambos pueblos, aunque no se destaque ningún hecho de armas especialmente . " El 22 se rebelan los astures contra Carisio y los cántabros contra Furnio, y éstos, los más recalcitrantes, resisten en el Mons Medullius hasta la muerte .s o

Jordá 1962, en p. 22 da una relación de monedas del Bajo Imperio halladas en sus ruinas. Ceán (1832, 204) recuerda "la antigua Sublantia", y Moralejo (1977, 205) cita el Sublantio castro que se menciona en el Cronicon Albeldense. so Los epitomistas han resumido los hechos de la siguiente manera . Han agrupado primero todas las campañas contra los cántabros, y depués todas las relativas a los astures. Por eso, al referirse a los cántabros, comienzan con la estrategia de Augusto y relatan todos los hechos de armas, pero no se dice que el emperador se había retirado del frente y que, por tanto, eran sus generales quienes habían terminado realmente la guerra . A continuación se hace un relato paralelo sobre los astures, pero, como contra ellos no intervino personalmente Augusto, la narración es más imprecisa y breve. Sin embargo, toda la guerra tiene un final feliz, con Augusto nuevamente como protagonista ("significó el final de sus combates y cerró el templo de Jano") . Pero ese protagonismo ha forzado los hechos y éstos no ocurrieron tal como ahora los leemos en los epitomistas. 49

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Pero si la guerra se desarrolló así, es imposible buscar Bergida en el Bierzo . Allí estarían los astures y el frente cántabro nunca rebasó el alto Esla por occidente. Si Bergida fuera el nombre correcto tendría razón Martino para buscarlo en territorio estrictamente cántabro .sl Por la misma razón sería imposible buscar el Medullius en tierras de Galicia o León. El factor distorsionante son las palabras de Orosio . Por ulteriores Gallaeciae partes quae .. Oceano terminantur podría entenderse algún punto costero del mar Cantábrico,sz pero Minius solamente se conserva en Miño, y por eso se ha vertido tanta tinta sobre el monte, la Gallaecia y la Cantabria antiguas . Sin embargo, ni unos (Floro y Orosio) ni otro (Dion Casio) desplazan a los cántabros de su territorio, ni refieren una larga persecución que los hubiera llevado hasta el Miño o hasta el Sil. Del relato parece desprenderse que se refugiaron en terreno conocido, y ellos solos, sin contacto con astures ni con galaicos . En suma, podemos repetir las palabras que Syme escribió en 1970: se ha vertido mucha tinta, se han estrujado los ingenios, pero no hemos esclarecido el escenario de la guerra . Por eso, antes de proponer nuevas soluciones preferimos sugerir, como lo hicimos en Zaragoza: 1 . No se debe hacer ninguna identificación toponímica, si no se ha comprobado el funcionamiento de las leyes fonéticas del romance hablado en la zona . 2. En caso de obtener una información lingüística verosímil, o incluso fiable, se debería refrendar con la consiguiente confirmación arqueológica, o, al menos, con la confirmación de la toponimia menor. sI sz

Si los paleógrafos no han dado una solución ya, será porque no es fácil restituir el nombre originario que después fue mal entendido y alterado por los copistas. Generalmente los romanos todo lo situaban con referencia a Roma (Hispania Citerior/Hispania Ulterior, p.e), por lo que las "ultimas Gallaeciae partes" habría que buscarlas en el Atlántico y no en el Cantábrico (es la lógica seguida por Schulten), pero también podría entenderse "ultimas" en el sentido de "alejadas, intrincadas" y aludir a un punto de las costa del Cantábrico como parte "lejana de la Gallaecia" .

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19 4

Esperemos que los hallazgos arqueológicos (los que aquí se presentan como primicia u otros que se puedan hacer con posterioridad) nos proporcionen datos más seguros que nos permitan avanzar con prudencia pero con firmeza. Bibliografía ALBERTOs FIRMAT L. 1966 . La onomástica personal prelatina de Hispania Tarraconense y Bética. Madrid, C.S .I .C . BRANCATi A. 1963 Augusto e la guerra di Spagna . Urbino . Argalía. CartPiasca = Cartulario de Santa Maria de Piasca . Biblioteca Municipal Menéndez Pelayo . Santander. Hay una edición de J. Montenegro,

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ig6

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LA TOPONIMIA DE LA GUERRA . UTILIZACIÓN Y UTILIDAD .

1197

Apéndice 1. Topónimos Abedules (los) Aracelium Aracelium Aradillos Arakil/Araquil Araos (barrio de Comillas) Argacillos Argüeso Attica Bedoya Bedul Beizama Belgica Bendul Bergida Bergidum Flavium Bierzo Biña (la) Cabeza de Meda Cabuérniga Cantábrica (cord.) Castro de San Julián Caurel (Sierra) Cervera de Pisuerga Corisa (Sierra)

Enmedio Escudo (Puerto) Espinosa de los Monteros Fontecha Garabandal Hermida (la) Híjar (Sierra) Iuliobriga Labra (Peña) Lancia Liébana Llánaves Meda (Cabeza de) Médulas (Las) Medulhus Menduria Minius Miña (Riega) Miña (Sierra) Miño Monte Cildá Naveda Panderrueda Pajares (Puerto) Picos (Sierra) .

Piedrafita Racilium Reinosa Retortillo Riaño de Argacillo Rumenes (Río) Sagra

(Peña) San Mamed Sasamón .. Segisama Sil . Tresabuela Tuy Valberga Valdeburón Vellica Velilla de Guardo Vendar Vendejo Vergaño (Bergaño) Villabellaco Villafranca de los Barros VindiusNinnius Viñón

José Luis RAMIRFZ SÁDARA

ig8

Segisamo/Segisama

Magie

Schulten

Syme

Sasamón (328)

Sasamón (165)

Sasamón (1970,89)

" Bérgida (Bergídum) " " " " "Monte Cilda (330) " " " " " " " " " Castro de ,Ventosa (6 km . al " " ' " Bergida/VellicaNillecia " " , Attica Belgica = Ouellica este del V. del Bierzo) (163) (1970, 92-93) Zurita (39) . . .. .. . Aracellum/Racilium " . " 1-luarte Araquill (333) " " " " " " Aradillos (170) " " " " " " " " " " "" " " " Aradillos (1970, 93)

. . . .. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . MedulliusSierra deSMamed (334)S . ,Julián (a 7 km . de Tuy) lVierzo (1970,102) I Las Medulas (334) pg. 174

. . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

.Astura"""""" , """""""" Orbigo (336) """""""""""""" Esla"(177-178) """""""""""""" .Esla u Orbigo (1970, 1001

" Brigaecini " " " , "" " " " " " " Benavente " " " " " " " " " " " " " " " " Ceinos,"a 33 km 'de "La "" " " " " " " En o cerca de "Benavente Villabrázaro (337) Mudarra, según Blazquez (1970, 100) (178) Región de Benavente (126) " Lancha / Lancha " " " " " Cierro de " Lancha (338) " " " " " " Villasabariego (entre el Porma " " 9 millas"al Este de .León , y el Esla) (179) (1970, 100) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . Vindium / Vinnium

No lejos de Vellica (Monte Cüdá(331)

Sierra que divide León y Asturias : Sierras de Caurel y Picos (viniendo por Pledrafita ¿del Cebrero?) (164)

Velilla de Guardo y Piedra Luengas (1970, 99-100) Sierra al Oeste de Reinosa (1970,93)

1 .A TÓPONIMIA DE I .A GUERRA . 11rILn.ACióN v UTILIDAD .

199

Guerras cántabro-astures: Toponimia relativa a las batallas

Colmenero

Solana

Martino

Otros ........ ......."

" Sasamón " (46)Sasamón (89) Sasamón ( .59) Cortés "y López 111 340 .... .. . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . Bierzo (46) (56)

Bergantium>Bergaño (107)

Vellica = Monte Cildá (63)

Berga (Hübner) Castro

Villabellaco (Vcllicos) (107)

Bergida = Valberga (67-68)

de la Ventosa (Hübner, Miller)

" ,4radillos (47) " . "" . . . "" . ""Aradillos (87) . """ . "" . """ . "" Aradlilos (61,92)' """""""" . """ Huarte Araquil (Miller) "" Argacillos (109) Riaño de Argacillo (97) Araquil (Cortés y López 11,148) Arraxil/Arrazola (Garibay) 1.

En Galicia siguiendo a " " " " " " " " " " " Schulten, pero junto al

" . " . . " " " " " " Bedul, "Abedules, " Bendul (107) " " Peña Trevinca (Kiepert) Bedoya (108)

curso alto del Miño (47,

Las Medulas (Flórez, ES, XV, 40)

49, 56 ;1 1

"" Esla (45) . " . . """ . """"

Esla (131-133) """"""""""""""" Orbigo (RE, ll, 1862) """"

"" . " - """" - "

.............. . . " Cerca de .Benavente(57)

. . . . . . . . . . . . . .. . .

. . . . . ...

. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

..

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. .

Sollanzo (133)

Vndio Astur = Cordillera

Vendejo, Vendal (= Gara-

Gmtábrica de Asturias

bandal) (108) Viñón (108)

(46 y 56)

Hébana (88) Vendejo (89) Llánaves (= Lavinia, 89) Minius =

Riega Miña La Biña (112) Rumenes Remoña (112- 1 )



252,

EDUARDO PERALTA LABRADOR

Sobre el agger se aprecia un camino de ronda nivelado . Detrás de este camino de ronda existe una pequeña plataforma o base de tierra nivelada cuya función puede estar relacionada con las máquinas de guerra (tormen ta) tipo scorpiones o ballistae, que eran situadas cada cierto trecho en las líneas defensivas de los campamentos romanos, como indica el PseudoHyginio, el cual se refiere a que en territorio enemigo era necesario levantar estas plataformas (tormentis tribunalia) para las catapultas, especialmente alrededor de las puertas, en los salientes y donde se situaban las torres." Plataformas de mayores dimensiones para catapultas (ballistaria) se han documentado en campamentos estables de época claudia, como en el de Hod Hill (Dorset), o en el de High Rochester (Northumberland), ya de época severiana,` pero para campamentos temporales o de verano sólo se conocía la cita del Pseudo-Hyginio y los ejemplos encontrados en los campamentos de maniobras de la Legio IX Hispana en Cawthom (Yorkshire) .'°' d. Agger y fosos del vallum externo (Área 5) La línea defensiva exterior de la ladera oeste del campamento de Cildá, cuyos fosos son visibles en foto aérea pero que resultan difíciles de seguir con claridad sobre el terreno, conserva todavía un buen alza do del agger en el sector cercano a la esquina en ángulo recto con forma redondeada donde los atrincheramientos campamentales cambian de dirección y remontan la ladera para unirse al vallum superior. En esta zona del agger y fosos orientados al oeste se instaló un cuadro de 12 por 2 metros para realizar un corte perpendicular en las estructuras defensivas. Se comprobó que en el borde superior del agger existe una irregular base de piedras para afianzar el vallum . En la pendiente del agger y en el fondo del primer foso se localizaron una serie de losetas de piedra deslizadas desde la parte superior. Probablemente correspondiesen a algún tipo de enlosado del camino de ronda . ' °5 PSEUDO-HYGINIO, 58 . '°6 JOIINSON, 1983, pp. 94-95, 241-242 . 111 RiCHMOND, 1932, pp. 33, 57-58, fig . 11, pl . VIII y XX .

LOS CASTROS CÁNTABROS Y LOS CAMPAMENTOS ROMANOS DE TORANZO Y DE IGUÑA . PROSPECCIONES Y SONDEOS (1996-97)

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Los fosos de este área, según se ha constatado al retirar la cubierta vegetal y el material de relleno de tierra orgánica que los había cegado, son de mayores dimensiones que los de la línea defensiva superior y están excepcionalmente bien conservados. No son fosos en V sino en U, otra modalidad de la fossa fastigata, la fossa lateribus curvis . El foso exterior mide 1,50 m. de ancho (V pies) por 0,60 m. de profundidad (II pies) . El foso interno, separado del anterior por un contra-agger interno, mide 2,10 m. de ancho (VII pies) por 0,80 m. de profundidad (II pies y 2/3) . Desde el fondo plano del foso interno hasta el borde superior del agger hay una diferencia de altura de 2,60 m., que originalmente se vería acrecentada por la altura del vallum de madera . Ambos fosos y el contra-agger interno ocupan 4,80 m. de anchura (XVI pies). Este tipo de sistema defensivo a base de fossa duplex, es decir, dos fosos paralelos contiguos, se explica porque en vez de tener que excavar un foso único de XVI pies de abertura, resultaba menos trabajoso excavar dos de menores dimensiones que ocupasen esa misma anchura : el espacio a franquear por un posible asaltante era el mismo y la dificultad quedaba acrecentada por la existencia de dos barreras en vez de una . Por otra parte, los atrincheramientos resultantes eran así más sólidos . En campaña este tipo de atrincheramientos con fosos dobles eran utilizado sobre todo cuando había un ejército enemigo en las proximidades, como sabemos por los textos de César."' La pendiente de esta ladera acrecentaba la altura y la eficacia de las obras defensivas romanas excavadas en ella . Por ello, aunque las medidas de sus fosos se aproximan a las dimensiones de los fosos de campa ña normales, que tenían VI pies (1,80 m. por 0,90 m.) o V pies (1,50 m. x 0,75 m.),'° 9 que eran los característicos precisamente de una fossa duplex x del período cesariano, la cual disponía en el exterior de un foso de V pies y en el interior de un foso de VI pies,- se trata en el caso de Cildá de atrincheramientos situados en la ladera de una montaña con fuerte pendiente, lo que hacía innecesario obras de mayor envergadura. '°' CÉSAR, B . G ., VII, 36 y 72 ; VIII, 9. '°9

MATHERAT, 1943, p . 90 . "'MATHERAT, 1943, p . 115 .

25 4

EDUARDO PERALTA LABRADOR

7. Sondeos en el campamento de El Cantón Los sondeos preliminares en el campamento de El Cantón se han limitado por el momento a practicar dos catas en el centro del yacimiento y a realizar un corte en las estructuras defensivas . Se instaló un cuadro de 4 por 4 m. en la zona central del campamento (Área 1), a media distancia entre las dos puertas en claviculae . Se escogió este lugar porque parecía la zona más adecuada para la instala ción de las tiendas de campaña legionarias . Los dos primeros cuadros que se abrieron al norte resultaron estériles arqueológicamente, apareciendo inmediatamente debajo de la capa de humus el nivel de tierra arcillosa amarilla formada por la descomposición de la roca madre . Se abrió por ello el sector 1 del cuadro A-4 y el sector 4 del cuadro B-4. En B-4 aparecieron un par de objetos de hierro, uno de ellos alargado y de 16 cm. de longitud. El otro es más pequeño y pudiera ser un fragmento del anterior. La intensa deformación que han sufrido por la oxidación no permite identificar de qué tipo de piezas se trata. Ambos aparecieron junto a un suelo irregular de piedra suelta que pudiera ser un empedrado, extremo que habrá que verificar en las futuras campañas . En un campamento de campaña temporal no es previsible que se utilizasen estructuras más permanentes que las tiendas de campaña, a excepción de las estructuras defensivas de fosos y terraplenes de tierra. En estas últimas se instaló un cuadro de 10 por 2 m. en la zona sur del perímetro defensivo (Área 2) para cortar perpendicularmente las defensas y estudiar las características del agger y foso único del campamento. Tras retirar el nivel de humus y el relleno de tierra negra del foso quedó perfilada la estructura original del agger y del foso. Se trata de un vallum completo (vallum ac agger fossaque) compuesto por una única fossa fastigata de paredes en V que mide 2,66 m. de ancho por 0,43 m. de profundidad, y de un agger de tierra que unido a la profundidad del foso presenta una barrera frontal de 1,82 m. de altura, reforzada originariamente por la empalizada de madera . En el borde exterior del foso se alza un característico contra-agger .

LOS CASTROS CÁNTABROS Y LOS CAMPAMENTOS ROMANOS DE TORANZO Y DE IGUÑA. PROSPECCIONES Y SONDEOS (1996-97)

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8. Sobre el problema de los materiales Nuestros sondeos se han dirigido a documentar las estructuras defensivas campamentales, los únicos elementos que permiten probar que se trata de campamentos romanos, pero en las que no era previsible que apareciese mucho material por no ser la zona de acampada . El carácter campamental de unos atrincheramientos lo definen sus estructuras defensivas antes que los materiales, como es el caso de los campamentos cesarianos de Mauchamp, identificados con los de la batalla del Aisne del 57 a.C. sin el concurso de materiales arqueológicos relevantes ."' Igualmente, los campamentos republicanos de la Meseta o los cesarianos de Ategua (Córdoba) son perfectamente visibles en foto aérea y sus clarísimas estructuras bastan por sí mismas para demostrar su carácter campamental incluso sin ser excavados.` Al margen de que nuestra demostración científica no dependía en absoluto del hecho accidental de que en los sondeos preliminares practicados selectivamente en los atrincheramientos defensivos hubiese o no hubie se materiales arqueológicos (cerámicas, utillaje metálico, monedas, molinos, etc.), como nunca dependió de material arqueológico alguno el saber que los campamentos romanos de los asedios de Alesia, de Masada o de Numancia eran los campamentos de asedio de esas ciudades, conviene llamar la atención sobre el hecho de que no es previsible que en yacimientos tipo campamento estacional o de verano (castra aestiva) como los que investigamos aparezcan tantos materiales como los que puedan aparecer en un campamento estable (castra hiberna o castra stativa) que haya experimentado una prolongada ocupación. 113 Es bien ilustrativo a este respecto el caso de los campamentos de Alesia, donde hubo diez legiones durante más de un mes, y en los que apenas aparece cerámica (que además suele ser indígena) o armamento,` localizándose este último sobre todo en los fosos de circunvalación exterior alrededor del oppidum galo ."' "' PEYRE, 1978 . REDDÉ, 1987, pp . 344-347 . "z BLÁZQUEZ y CORZO, 1986 . 1'3 Sobre castra aestiva y castra hiberna: LE BOHEC, 1990, pp . "^ Sobre las últimas excavaciones : REDDÉ et al¡¡, 1995 . "'SIEVERS, 1995 .

138-141, 164-173 .

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EDUARDO PERALTA LABRADOR

En un campamento estacional ocupado durante unas semanas o unos meses no pueden aparecer tantos materiales como en el emplazamiento romano de Retortillo (¿Iuliobriga?), ocupado durante siglos y que practicó un activo comercio e intercambio de bienes con otros centros y ciudades del mundo romano. Los legionarios romanos no iban a la guerra cargados de impedimenta inútil o de pesada y quebradiza cerámica . A este respecto es muy significativa la información que nos transmite Apiano sobre el ejército conducido por Escipión contra Numancia, en el que "Se prohibió tener para las comidas más vajilla que un asador, una marmita de cobre y un vaso" ." Desde las reformas introducidas por Mario en el ejército romano cada legionario llevaba únicamente la impedimenta estrictamente necesaria.` Sabemos por Cicerón que cada soldado tenía que cargar con sus armas, víveres para quince días y las .` En las repreherramientas necesarias para construir los campamentos sentaciones de legionarios en marcha de la Columna Trajana éstos llevan sus impedimenta colgadas de un asta cruciforme (la furca), y cada soldado transporta en ella dos recipientes de bronce (una cacerola y una marmita), un saco o mochila rectangular de cuero y otros dos sacos u objetos menos característicos.` Excavando en extensión las zonas de acampada de Cildá o de El Cantón es previsible que aparezcan en el futuro algún arma o herramienta rota, clavos de sandalia, clavijas de tiendas de campaña y algún material numismático perdido, los únicos elementos que puede dejar un ejército en campaña después de levantar el campamento y recoger meticulosamente toda su impedimenta . Es ilustrativo a este respecto lo que ya ha suministrado el campamento de El Cantón en superficie y en los sondeos: molinos, plomo de restañar, posible pilum roto y otros objetos de hierro . Los campamentos y los atrincheramientos romanos de campaña de este tipo, como es el caso de los fosos o de los campamentos de Alesia, han sido fechados por sus materiales numismáticos y por la tipo" 6 APIANO, Iber., 85 .

"' WARRY, 1980, pp . 134-135 . "8 CICERÓN, Tusc ., II, y XVI, 37 . 111 FEUCERE, 1993, pp . 72-73 .

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logía de las armas que han aparecido en ellos.` Otros campamentos romanos más estables también han sido fechados con preferencia gracias a las monedas, como es el caso del campamento de Aulnay-de-Saintonge,` o del de Cáceres el Viejo, este último datado con seguridad en la primera mitad del siglo 1 a.C. por los materiales numismáticos, las fíbulas, la vajilla de bronce y las lucernas` antes que por la cerámica que en él ha aparecido (grandes ánforas, dolia y vajilla ordinaria) .` Un caso diferente es el de la Espina del Gallego. Este castro indígena, dotado de tres grandes líneas de murallas de mampostería bien conservadas, no ha suministrado por el momento mas materiales indígenas que los significativos restos encontrados en el Área 3, junto a la cara interna de la muralla superior. Las dos catas realizadas en el Área 5, en la zona llana de la parte alta del castro situada entre las dos murallas superiores, resultaron estériles arqueológicamente. Se comprobó además que en estas zonas llanas de la parte superior del castro existe una escasa potencia, llegándose casi inmediatamente debajo de la capa de humus al nivel inferior de arcilla estéril o a un nivel de rocas de arenisca . El hecho de que nuestros sondeos en el castro se hayan centrado en la estructura de la muralla exterior y en el barracón romano, nos ha obligado a dejar para las próximas campañas la continuación de la bús queda del nivel indígena. No obstante, se pueden apuntar ya algunas explicaciones a esta escasez de materiales en las zonas llanas de la parte superior del oppidum. La primera hipótesis que puede plantearse es que la Espina del Gallego es una fortaleza que pudo haber sido levantada en el mismo momento de las guerras cántabras, experimentando una corta ocupa ción que explicaría la escasez de materiales indígenas. Otra posibilidad, de la que existen paralelos en diversos yacimientos castreños del mismo tipo, tanto al norte como al sur de la Cordillera Cantábrica, es que los "° SIEVERS, 1995 . 111 REDDÉ, 1987, pp . 348-359 . 122 ULBERT, 1984, p. 203 . 123

Esta abundancia de materiales se explica porque era un campamento estable que fue incendiado y abandonado precipitadamente durante la guerra sertoriana .

25 8

EDUARDO PERALTA LABRADOR

movimientos post-deposicionales causados por la lluvia, pero sobre todo por la intensa nivación y posterior fusión, han provocado el arrasamiento de la escasa potencia estratigráfica existente en las partes altas del castro . Según esto, cabe esperar que los materiales indígenas arrastrados desde la cima aparezcan retenidos en la cara interna de las murallas y en los fosos. Se trata de un hecho bastante común en los castros de la Edad del Hierro de la vertiente cantábrica. Como ejemplo, podemos citar el caso del castro de Kosnoaga (Gernica-Lumo, Vizcaya), en el que Miguel Unzueta y Ana Martínez Salcedo abrieron 77 sondeos, de los cuales sólo una docena proporcionaron materiales y estructuras . Las zonas fértiles coincidieron, según nos indica Unzueta, con depósitos secundarios de materiales que colmataban los fondos de foso o las zonas que conservaban el levante de la cara interna de la muralla . La falta de materiales en la zona central del castro de Kosnoaga se debe, según ha constatado Unzueta, tanto a la fragilidad de las estructuras de habitación (cabañas de postes de madera y paredes de mantea do de barro) como a la poca consistencia de los tipos cerámicos y a la fuerte acidez del suelo. Por otra parte, los movimientos post-deposicionales, que en este castro han sido provocados principalmente por las roturaciones agrícolas y la preparación de las tierras como campos de cultivo, han arrasado la escasa potencia estratigráfica que presenta el castro en este punto y han eliminado cualquier indicio de muralla en el relieve, llevando los materiales a posiciones secundarias en fosos y caras internas de la muralla .` Como ejemplo característico puede citarse también el caso del castro de Las Rabas (Celada Marlantes), que por los abundantes materiales aparecidos en la vaguada situada al pie de la vertiente norte del mismo, viene siendo considerado como el más rico y característico de la fase celtibérica en Cantabria . Sin embargo, dentro del castro propiamente dicho, en la parte alta, las catas realizadas por sus excava'z^ Según comunicación personal de Miguel Unzueta y las memorias de las excavaciones del castro de Kosnoaga: UNZUETA y MARTfNEZ, 1990, hoja 10, cap . 2 .

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dores resultaron estériles (cata n° 2) o sólo proporcionaron inmediatamente después de la capa de humus materiales revueltos y ningún indicio de vivienda estable, llegándose enseguida a niveles estériles (Cata Sembrado), lo que hace suponer a su excavador, M. Á. García Guinea, que gran parte del castro es estéril y que no dará materiales aprovechables .125 Además de todas las causas señaladas, el hecho de no haber aparecido más material indígena puede deberse también a la naturaleza endeble de las estructuras del yacimiento y de sus materiales, a la posibilidad de que el estrato fértil sea poco potente y esté muy alterado (los mismos romanos que levantaron el barracón pudieron adaptar la terraza eliminando las estructuras anteriores, pues está construido sobre un nivel de arcilla base estéril) o a que la zona donde se practicaron los sondeos no fuera la más ocupada. CONSIDERACIONES HISTÓRICAS

La existencia de una serie de fortalezas en los cordales de las sierras de Toranzo y de Iguña para cerrar las entradas hacia los valles de la vertiente costera de Cantabria (castros de los Agudos, Cueto del Agua, Alto del Cueto y Espina del Gallego) ha probado la existencia en este territorio de una sociedad indígena cuyo dispositivo defensivo militar estaba organizado para controlar el territorio e impedir la entrada por la línea de cumbres de cualquier invasión procedente del otro lado de la Cordillera . Uno de estos cordales de los valles centrales de Cantabria (la Sierra del Escudo y el ramal de la misma que se prolonga hacia el norte), que desde época prerromana fue un eje de comunicación natural para atravesar la Cordillera hacia el Valle del Ebro, 126 según prueba la existencia en él del castro de la Espina del Gallego, fue el camino utilizado '25 'Z6

1970, pp. 12-13, 16. GARcíA GUINEA, 1997, p. 26. Sobre las comunicaciones por las sierras en la Cantabria prerromana y romana: GONZÁLEZ DE RIANCHO, 1988. PERALTA y OCEJO, 1996, p. 26 . GARcíA GUINEA y RINCóN,

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por el ejército romano para atravesar la Cordillera desde el sur y forzar la entrada a los valles de las cuencas del Pas y del Besaya .127 El gran complejo militar romano descubierto en torno al castro de la Espina del Gallego, formado por los campamentos de Cildá y El Cantón, así como por el castellum y los atrincheramientos existentes en la sierra más al sur, en la zona de Marojo, prueban que se trató de una operación militar de envergadura y que el avance del ejército romano fue frenado por la resistencia ofrecida por los cántabros en la fortaleza de la Espina del Gallego . Todas estas evidencias arqueológicas han venido a desmentir la tesis oficial de las guerras cántabras, según la cual el ejército romano venció a los cántabros en Aradillos (donde no existen yacimientos arqueológicos relacionables con estas guerras) y bajó por el valle del Besaya o recibió por él refuerzos desembarcados en Suances, interpretación que se basaba en la errónea suposición de que la vía romana construida después de la guerra para comunicar el asentamiento civil de Retortillo (¿Iuliobriga ?) con Portus Blendium (Suances) sería la via militaris que habrían utilizado las legiones y las tropas de la classis Aquitana para abrir el camino hacia la costa.` En realidad, para avanzar rápidamente por un país enemigo, en contra de esta arraigada creencia La utilización de este estratégico camino para invadir Cantabria ha sido una constante en la historia militar de la región: En la primavera del año 791 un ejército cordobés enviado por el emir Hixem I penetró por el alto Ebro y llegó hasta el Escudo . En junio de 1 .808 un destacamento de voluntarios del "Armamento Cántabro" se apostó en el Escudo para impedir el paso de las tropas francesas del general Merle . En noviembre de 1 .837 las columnas carlistas de Santiago Villalobos se aseguraron el control del paso del Escudo. Finalmente, en agosto de 1 .937 las tropas del .V .T italiano que mandaba el C . general Ettore Bastico vencieron la resistencia de las posiciones republicanas en el Escudo y avanzaron hacia Santander. 'z8 IGLESIAS y MUÑIZ, 1992, pp. 98-99 . En otros casos las suposiciones personales de determinados autores, empeñados en sostener nuevamente que "la llegada hacia la costa debió de ser un verdadero paseo militar" (GARCíA GuiNEA, 1997, p. 28), chocan de frente con la realidad arqueológica de un campo de batalla de las guerras cántabras .

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de origen popular que cree ver una señal del paso de las legiones en cualquier camino empedrado, durante una campaña militar el ejército romano nunca despilfarró sus energías en grandes obras públicas de enlosado de calzadas, lo que habría sido una inútil pérdida de tiempo, sino que, donde era necesario, abría un camino provisional talando árboles, despejando zonas rocosas, desecando lugares empantanados y aplanando el suelo de tierra para permitir el paso del ejército y mantener abiertas las comunicaciones con la retaguardia .IZ 9 Tal corriente interpretativa fue elaborada por eruditos en los textos clásicos o en la bibliografía sobre las antiguedades regionales, pero desconocedores de las cuestiones militares, en especial de la forma de combatir o de desplazarse de un ejército de la Antigüedad en un terreno montañoso . A este respecto disponemos de textos de tácticos de época romana, como Onosander,I 3° autor de mediados del siglo 1 d.C., y Arriano,` de tiempos de Antonino Pio, en los que se especifica a los generales que debían procurar avanzar por terrenos llanos y despejados u ocupar las alturas, evitando siempre los desfiladeros . Si un ejército romano se veía en la obligación de atravesar un desfiladero o un terreno angosto no tenía más opción que estrechar y alargar sus filas haciéndolas muy vulnerables a un ataque por los desprotegidos flancos . Los estrategas de la Antigüedad, como César en el 57 a.C. durante la campaña contra los belgas` o Tito en Samaria durante la guerra contra los judíos,` se vieron obligados a tomar medidas extraordinarias en el orden de marcha de sus ejércitos para hacer frente a este tipo de comprometida situación . Una de las tácticas favoritas de los hispanos, especialistas en la guerra en terrenos abruptos, era precisamente el ataque por sorpresa cuando las columnas romanas atravesaban un desfiladero, momento en el que estos no podían maniobrar ni desplegar sus fuerzas para la batalla. Así asestó un terrible golpe al pretor Nobilior el celtíbero Caros, que en el ` z9

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LE BOHEC, 1990, p. 138 . ONOSANDER, VI y VII (Citado por LE BOHEC, 1990, pp. 136-137) . ARRIANO, Táctica, XI, XIII y XVI . CÉSAR, B. G ., 11, 19, 2-3 . FLAvio JOSEFO, Bello Iudaico, V, 2, 1 .

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año 153 a.C. mató a 6.000 romanos y a 4.000 de sus aliados al sorprenderlos en las estrechas márgenes del río Valdano (afluente del Duero) . 131 En el año 147 a.C. el pretor Vetilio sucumbió con 10 .000 de sus hombres cuando cayó en la trampa que el lusitano Viriato le había preparado en las boscosas angosturas del valle del Barbésula (Guadiaro) . 131 Semejante emboscada sufrió el cónsul Mancino en el año 137 a.C., que al verse atrapado en un desfiladero hubo de rendirse con su ejército de 20 .000 hombres a 4.000 numantinos apostados en las cumbres. 136 Como indica Yann Le Bohec, especialista en el ejército romano de época imperial y en sus tácticas, el avance por un pasaje estrecho debía ser evitado a cualquier precio . El paso de un desfiladero o un estrecha miento del terreno tenía un carácter absolutamente excepcional y se dio en pocas ocasiones porque favorecía las emboscadas y no permitía asegurar la protección de los flancos. 137 Por ello, el avance por la cuenca del Besaya, con varios pasos estrechos y peligrosos difícilmente transitables para un ejército, habría sido contrario a las prácticas habituales del ejército romano y muy propicio en cambio para la táctica de emboscadas que practicaban los cántabros desde las alturas, en las hondonadas y en los bosques, como sabemos por Dión Casio. 131 En cambio, la Sierra del Escudo y la prolongación hacia el norte de la misma por Iguña y Toranzo, es la mejor entrada natural desde el Valle del Ebro para llegar a la costa dominando el territorio y sin riesgos de emboscadas . Se deduce además del texto de Orosio que Aracehum o Racilium fue el oppidum que ofreció la última resistencia antes de que los romanos pudiesen iniciar la conquista de los valles septentrionales : "Se tomó después y se arrasó el oppidum de Racilio, que resistió con gran tenacidad y durante mucho tiempo . Además, APIANO, Iber., 45 . APIANO, Iber ., 62-63 . 136 LIVIO, Periochae, 55 . PLUTARCo, Tiberio Graco, 5 . 137 LE BOHEC, 1990, p . 137 . 111 DIóN, LIII, 25, 5-7 . 134 135

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las partes ulteriores de Gallaecia, 11` que llenas de montañas y pobladas de bosques limitan con el Océano, fueron sometidas por los legados Antistio y Firmio, después de grandes y penosas guerras".` La campaña contra los cántabros de Cayo Antistio Vetus, especialista en la guerra de montaña que ya había luchado en los Alpes contra los sálasos del Valle de Aosta,141 tuvo lugar en el año 25 a. C .142 Fue él, al fren te del ejército de la Tarraconense y en colaboración con la flota de Aquitania,141 quien consiguió quebrantar la resistencia cántabra y llegar a la costa. Lucio Aemilio en el 25-24 a. C .144 y Cayo Furnio en el 22 a. C .141 continuarían su labor como nuevos legados del ejército de la Tarraconense . La descripción de Orosio encaja con las características topográficas y arqueológicas del campo de operaciones militares que existe en torno al oppidum de la Espina del Gallego: el castro impide el paso al norte en un estrechamiento de la sierra (sus mayores defensas se dirigen precisamente contra el sur), y el ejército romano que entró por esta sierra desde el sur tuvo que detenerse ante este obstáculo y atrincherarse en el castra maiora de Cildá, en el castra minora de El Cantón y en las demás fortificaciones . A todo ello hay que añadir que estos emplazamientos se encuentran frente a la bahía de Santander, el Portus Victoriae, 146 desde el Se refiere a la provincia de Gallaecia de fines del Imperio Romano, que incluía Cantabria y Asturia, como indica el propio Orosio (VI, 21, 1): Cantabri et Astures Gallaecia provincia portio sunt .. . Sobre esta provincia, creada en el siglo III d.C.: TRANOY, 1981, pp. 389-403. OROSIO, VI, 21, 3-6. Sobre este mismo episodio FLORO ( II, 33, 50) dice lo siguiente: "En tercer lugar, ataca con grandes fuerzas la ciudad de Aracelio . Tomada ésta, tuvo lugar por último el asedio del monte Medulo ...". 141APIANO, Myr., 17. DIóN, LIII, 25, 5 ss. FLORO, II, 39, 49 . OROSIO, VI, 21, 4. DIóN, LIII, 2, 9. DIóN, LIV, 5, 1 . Sobre el Portus Victoriae: FERNÁNDEZ OCHOA y MORILLO, 1994, pp. 107-112. CASADO SOTO y GONZÁLEZ ECHEGARAY, 1995. 1'9

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que se llega fácilmente por zonas llanas y despejadas del ancho valle del Pas hasta el paraje que nos ocupa . El nombre de Portus Victoriae alude al culto a la Victoria asociado a Augusto, pero al mismo tiempo hay que considerar la posibilidad de que dicha fundación tuviese como origen el desembarco de refuerzos de la classis Aquitana para apoyar al extenuado ejército de Antistio, que fue el hecho de armas con el que se remató la campaña del año 25 a.C., y con el que se consideró haber vencido a los cántabros . En este sentido, las fuentes aluden a que después de la campaña de Antistio Augusto hizo celebrar la victoria en los campamentos, se fundó Emerita Augusta para los veteranos, y él regresó a Roma, donde cerró el templo de Jano convencido de haber conseguido la pacificación definitiva de Cantabria y Asturia .' La confirmación de que ese año se dio oficialmente por concluida la guerra contra los pueblos del Norte lo demuestra igualmente un monumento que ha pasado desapercibido a la mayoría de los tratadistas de estas guerras, el triple trofeo de Lugdunum Convenarum (Saint-Bertrand-de-Comminges, Haute-Garonne), erigido en este momento del año 25 a.C. para conmemorar las victorias augústeas en Hispania, Galia y Actium .'^$ La hipótesis que hemos planteado de que el campo de operaciones militares descubierto en Cildá, la Espina del Gallego y los demás yaci"'

FLORO, II, 33, 52, 53 y 59 . OROSIO, VI, 21, 11 y 21 . DióN, LIII, 29 . HoRAcio, Carm ., 3, 14 . CRINAGORAS, Anthol . Palat ., 6, 161 . "8 La ciudad de Lugdunum Convenarum fue elegida para erigir en ella este monumento por encontrarse en un paso fronterizo de los Pirineos situado entre las provincias pacificadas, la Tarraconense y Aquitania . El trofeo fue realizado por artistas de la corte a partir de una maqueta oficial . Comprendía un conjunto central sobre un podio que conmemoraba la victoria de Actium contra Marco Antonio en 31 a .C ., compuesto por despojos navales y victorias aladas . A la izquierda se alzaba el trofeo conmemorativo de la pacificación de la Galia, consistente en un tronco de árbol con armamento de los vencidos, una muchacha cautiva que personifica a la Galia devicta y un bárbaro cautivo . A la derecha del trofeo central de Actium estaba el trofeo hispano, con un tronco de árbol con despojos bélicos cántabro-astures, una joven cautiva simbolizando a la Hispania devicta y un bárbaro atado y arrodillado (PICARD, 1947 ; Id ., 1957, pp . 257-259, 266, 270-274 . MAY, 1986, pp . 102-107) .

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mientos citados pudiera corresponder con el famoso episodio bélico de Aracehum es perfectamente defendible desde el punto de vista científico ,' 49 al contar con evidencias arqueológicas y argumentos mucho más sólidos que otras localizaciones propuestas por tratadistas de las guerras cántabras que nunca han realizado prospecciones sobre el terreno mínimamente fiables. También cabe la posibilidad de que estos campamentos y barracón romanos volviesen a desempeñar un importante papel en las guerras del 24 a.C."' y del 22 a.C .,` o en las últimas sublevaciones cántabras del 19 a. C .112 y del 16 a.C.IS3 Son cuestiones sobre las que es de esperar que las próximas excavaciones en estos yacimientos arrojen alguna luz. En cualquier caso, lo esencial desde el punto de vista científico es que por primera vez se han podido localizar los restos de un importante acontecimiento bélico de las guerras cántabras, y que los trabajos arqueológicos preliminares han confirmado su cronología augústea y su inequívoco carácter de emplazamientos militares romanos, los primeros de una campaña de alta montaña encontrados en el mundo. ADDENDA: EL CAMPAMENTO ROMANO DE LA COLLADA

El campo de operaciones militares de las guerras cántabras dado a conocer y excavado el año pasado en la sierra que separa Iguña y Toranzo, formado por la fortaleza cántabra de la Espina del Gallego, rodeada por los campamentos romanos de Cildá y El Cantón, así como por los atrincheramientos romanos de la zona de Marojo, ha visto ampliadas Conviene recordar a este respecto que la identificación del asentamiento romano de Retortillo (Reinosa) con la ciudad de Iuliobriga de las fuentes clásicas es igualmente una hipótesis verosímil y comunmente admitida, pero que no se sustenta sobre una inscripción aparecida en el yacimiento o una prueba irrefutable que demuestre científicamente sin ningún género de dudas tal identificación, que se remonta a los escritos de Flórez (siglo XVIII) . DIóN, LIII, 2, 9. DIóN, LIV, 5, 1. ,5z DióN, LIV, 11, 1. `S3 DIóN, LIV, 220, 2. '49

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sus ya monumentales dimensiones con el reciente descubrimiento más al norte de otro gran campamento romano . Un montañero de la zona nos informó sobre la existencia de unos amurallamientos de un posible castro, comprobando por nuestra parte sobre el terreno junto a Federico Fernández que se trataba de un campamento romano de grandes dimensiones y confirmando con posterioridad mediante el estudio de foto aérea el indudable carácter campamental romano de las estructuras defensivas existentes en este nuevo enclave arqueológico . Fue dado a conocer oficialmente por el Sr. Javier López Marcano, Consejero de Cultura, en la rueda de prensa celebrada el 4 de septiembre de 1998 tras visitar el yacimiento . El campamento romano se encuentra situado en el monte de La Collada o Campo de las Cercas '114 en el extremo septentrional de la línea de cumbres que forman la divisoria entre las cuencas del Pas y del Besaya, a unos 700 metros de altitud . Corresponde a los ayuntamientos de San Felices de Buelna y Puente Viesgo . Está en un monte desde el que se controla visual y estratégicamente todo el valle de Buelna por el oeste y los castros del Alto del Cueto y del Cueto del Agua. Por el norte se alzan frente a él los emplazamientos castreños del macizo del Dobra y, al fondo, la bahía de Santander. Por el sur, en el mismo cordal montañoso, se divisan el castro de la Espina del gallego y los campamentos romanos de Cildá y El Cantón, con los que tuvo que estar relacionado . El campamento romano de La Collada dispone de unas estructuras defensivas visibles sobre el terreno y en foto aérea que forman un vasto recinto defensivo de unas 18 hectáreas. El campamento mide cerca de 1 kilómetro de largo por 250-300 metros de ancho . Su forma se adaptó a la montaña donde está asentado, por lo que tiene una estructura estrecha y alargada que sigue la disposición de la línea de cumbre, pero procurando conservar en la medida de lo posible la forma rectangular típica de los campamentos romanos . El trazado rectilíneo de sus atrincheramientos, sus esquinas redondeadas para evitar ángulos demasiado 'S' Longitud : 4° 00' 5" . Latitud: 43° 15' 25".

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salientes en las defensas y su sistema de fosos y de puertas en claviculae son obra de agrimensores militares romanos. El nuevo campamento dispone en su sector sur y oeste de un agger petrosus levantado aprovechando los materiales de la garma de piedra existente en esas zonas del perímetro defensivo. Delante de este agger o amurallamiento de piedra se aprecia un único foso . En los sectores norte y este el agger es de tierra, como en los campamentos de Cildá y El Cantón, y dispone de un foso . En el centro del campamento existe otra esructura defensiva que lo divide en dos recintos de similares dimensiones. Parece bastante claro que nos encontramos ante un campamento de campaña (castra aestiva) de dos legiones con sus correspondientes auxiliares, es decir, de una fortaleza campamental que pudo albergar unos 14 .000 ó 15 .000 hombres en tiendas de campaña. No parece tratarse de un campamento de batalla situado frente al enemigo, como es el caso del campamento de Cildá, unos 6 kilómetros al sur en la misma sierra, que dispone de una imponente línea defensiva con fosos dobles cara al castro enemigo que cerraba el paso por la línea de cumbres. Las claviculae de las puertas del campamento de La Collada están construidas en piedra, igual que las existentes en los capamentos del asedio de Masada (Israel) que excavaron Schulten y Richmond.'S5 Existen tres de estas puertas en el sector oeste del perímetro defensivo y una en el sector norte. La que está entre los dos recintos campamentales adosados dispone por detrás de un pasillo de acceso de uno a otro campamento . Alguna de ellas conserva todavía el alzado de muro en forma de cuarto de círculo, lo que posiblemente nos permita averiguar cuando se excaven cómo iban dispuestos en la clavicula o alrededor de ella la torre y la plataforma para la catapulta, pues el Pseudo-Hyginio indica expresamente que alrededor de las puertas iban las tormentis tribunalia y las turris.'S6 Estas claviculae del castra de La Collada, junto a las localizadas en los castra de Cildá y El Cantón, son sumamente interesantes porque se encuentran entre los pocos ejemplos de cronología augústea que se conocen. Como ya hemos señalado, todos los demás campamentos con claviculae existentes 'S5 116

RiCHNIOND,

1962, pp . 142-155, fígs. 1, 5-7. 58 .

PSEUDO-HYGINIO,

YADIN,

1978, pp . 207-223 .

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en el mundo romano databan de la conquista de la Galia por julio César o eran ya del siglo I d.C. o de la primera mitad del siglo II d.C. La aparición del nuevo campamento de La Collada ha venido a reforzar la importancia excepcional que durante las guerras cántabras tuvo toda la línea de cumbres que desde la Sierra del Escudo hasta Buelna y Puente Viesgo separa las cuencas del Pas y del Besaya . Los campamentos y atrincheramientos romanos localizados en esta divisoria se extiende ya a lo largo de 20 kilómetros de sierra . Está claro por ello que nos encontramos ante un acontecimiento de importancia de los que aparecen citados en los textos sobre las guerras cántabras de los años 29 a 16 a.C. Hemos planteado como hipótesis la posibilidad de que nos encontremos ante el campo de operaciones para la toma de Aracelium, el último bastión de los cántabros tomado en el año 25 a.C. por el ejército de la Tarraconense con el apoyo de la flota venida de Aquitania, episodio que permitió al general Cayo Antistio Vetus iniciar la conquista de la vertiente costera de Cantabria trasponiendo la Cordillera desde el sur. Apoyan esta interpretación, según se ha planteado, una serie de hechos : que en Aradillos (Reinosa) no hay restos arqueológicos, que a la luz de los últimos descubrimientos está claro que el ejército romano atravesó la Cordillera por la línea de cumbres que separan Iguña, Toranzo y Buelna, enfrentándose allí a la resistencia de una fortaleza cántabra (la Espina del Gallego), y a que estos parajes se encuentran frente a la bahía de Santander (Portus Victoriae), el mejor lugar de la región para el desembarco de refuerzos de una gran flota de guerra . El campamento de La Collada ha supuesto un notable respaldo a esta hipótesis de reconstrucción histórica porque se encuentra en la retaguardia del castro que contuvo a las legiones que avanzaban desde el sur y acam paron en Cildá. ¿Nos encontramos ante el campamento de las tropas desembarcadas por la flota de Aquitania, que cogieron por la espalda a los cántabros que resistían en Aracelium? . La hipótesis es sugerente, pero también pudiera tratarse del campamento donde se unieron los dos ejércitos tras la toma de la fortaleza indígena, o de un campamento de otra fase de la guerra. La primera posibilidad cuenta a su favor con el hecho de que el nuevo campamento se encuentra junto al Portus Victoriae, y que este último nombre parece que deba relacionarse con el momento en el que ofi-

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cialmente se dio por concluida la guerra contra los cántabros, que los textos vinculan a la campaña del 25 a.C., al término de la cual Augusto regresó a Cantabria desde Tarraco para imponer sus condiciones a los vencidos, se celebró la victoria en los campamentos y partió a finales de ese año hacia Roma, donde cerró las puertas del templo de Jano en señal de que la guerra había terminado y rechazó la celebración del triunfo que le ofrecía el Senado .151 La victoria cantábrica del emperador fue conmemorada en ese momento de las campañas contra los cántabros con la erección del trofeo de Lugdunum Convenarum, por lo que todo apunta a que la concesión del nombre de Portus Victoriae debe vincularse a los fastos de finales del año 25 a.C. y al lugar donde se produjo el desembarco que permitió alcanzar esa victoria sobre los cántabros atrincherados en Aracehum . Todo el complejo militar existente en el cordal que separa los valles del Pas y del Besaya es parangonable a los pocos asedios romanos localizados en otras partes del Imperio. De hecho, aunque no hubo en él diez legiones como en el asedio de Alesia por julio César en el año 52 a.C., por sus dimensiones y número de tropas (como mínimo tres legiones en todos los campamentos descubiertos por el momento), es de mayor importancia que el famoso asedio de Masada en el 72 d.C., donde intervino una sola legión (la Legio X Fretensis) . Las excavaciones que van a seguir desarrollándose durante los próximos años en estos yacimientos excepcionales con el apoyo de la Consejería de Cultura de Cantabria permitirán empezar a comprender cómo fue la conquista romana de Cantabria, un período insuficientemente investigado que ha dejado de pertenecer al mundo de los mitos y de las meras hipótesis para convertirse en una realidad arqueológica tangible.

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DióN, LIII, 25, 8 . FLORO, II, 33, 51-53 . OROSIO, VI, 21, 11 .

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