Laplanche-1996 Prioridad Del Otro

April 22, 2017 | Author: Lorena Baffoni | Category: N/A
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,.,,,. textos. L~planche se propone haciendo trabajar·• a Freud, es . r 1· '" alcances y límites de la revo> .,·,¡cana Pn psicoanálisis. Se trata · ::r el dobk descentramiento que -~ :··,¡· la otra cosa que es el incon-• .;;nstiene. en su alteridad radi: • ,,. ];l otra persona, o sea. por la · •:' que el 0tro humano hace de su · .. , hcl:i.d reprimida, por la seducción - ·~ L: cría que se ofrece a sus cui"'"t" no significa que el incon- ~l;1]emPnte el otro implantado . :. (·ntre la intervención prime.,: creación de la otra cosa en . •' .1 un proceso llamado repre~·r>kjtl. que implica al menos . :.· reat túan el uno sobre el -- •.m? wrdadera dislocación. de !n,: elementos (explícitos ~'·a~icos! de lo vivido. Es un ·-. '(·f1tl a la implantación del ·~· · pc:ede ser concebido sin _:•\·o. ·Proponemos otorgar ·--.-~apsicología, a procesos ,qtocentrismo: aquellos ---: :-::>~ente el ntro. No el . ·_¡,..

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OBRAS DE JEAN LAPLANCHE EN ESTA BIBLIOTECA

Vida y muerte en psicoanálisis La angustia

Problemáticas I Castración. Simbolizaciones

Problemáticas II La sublimación

Problemáticas III El inconciente y el ello

Problemáticas N La cubeta. 'frascendencia de la transferencia

Problemáticas V Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. La seducción originaria «La pulsión de muerte en la teoría de la pulsión sexual», enAndré Green, Pentti Ikonen, Jean Laplanche, Eero Rechardt, Hanna Segal, Daniel Widlocher y Clifford Yorke, La pulsión de muerte

Jean Laplanche ha titulado La prioridad del otro en psicoanálisis a esta selección de sus trabajos incluidos en La révolution copemicienne inachevée. Travaux 1967-1992 (París: Aubier, 1992), original en francés de donde se hizo la presente traducción: «La révolution copernicienne inachevée (Ponctuation)», págs. III-XXXV; «Le mur et l'arcade», piígs. 287306; «Temporalité et traduction. Pour une remise au travail de la philosophie du temps», págs. 317-35; «Débat a propos de "Temporalité et traduction"», págs. 337-53; «), ya no puede conservar la concepción, combatida por la experiencia, según la cual todo displacer correspondería a un aumento de tensión, y todo placer, a una disminución. Henos entonces obligados a suponer la existencia, en la percepción «cualitativa)) del placer, de una función (en el sentido matemático) del aumento o de la disminución de tensión, que no sea puramente proporcional: «... el factor decisivo respecto de la sensación es, probablemente, la medida del incremento o reducción en un período de tiempo». 7 «Quizás sea el ritmo, el ciclo temporal de las alteraciones, subidas y caídas de la cantidad de excitación». 8 Esta teoría explícita de Freud sobre el tiempo debería encontrar su pleno desarrollo. Algunas observaciones de principio nos bastarán aquí: En ningún caso se trata de una teoría general del ti e mpo, ni de la temporalización. Lo que está en cuestión es el tiempo perceptivo inmediato en el fluir del instante presente. Este tiempo perceptivo puede ser concebido a justo título como del mismo tipo en el hombre y en el animal. Es el 7 Más allá del principio de placer, GW, XIII, pág. 4; en AE, vol. 18, 1979, pág. 8. 8 «El problema económico del masoquismo~, GW, XIII, pág. 372; en AE, vol. 19, 1979, pág. 176.

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tiempo del ser viviente sumergido en su Umwelt o reaccionando a su Innenwelt (que, en este nivel, sólo provee sensaciones de placer-displacer). La imagen propuesta por Freud de un animalículo rudimentario que envía seudópodos es plenamente significativa: se trata, de manera indisociable, de un modelo elemental y de un prototipo: el animalito protoplasmático es a la vez una realidad y un ejemplo de lo que ocurre, con modificaciones, en un viviente más complejo. Una vez más, en Freud, el «ejemplo es la cosa misma)). El elemento esencial en la percepción externa (sensorialidad) o interna (placer-displacer) es el de un ritmo. Así se despeja la objeción de una suerte de círculo vicioso: el tiempo sería la autopercepción de un funcionamiento ... que es él mismo temporal. Lo que está en cuestión, en este nivel de la concienda biológica inmediata, es ese verdadero tiempo del tiempo que es el ritmo. Es necesario que el tiempo objetivo, hasta físico, se redoble a sí mismo (en el sentido cuasi matemático de una derivada) para que devenga autopercepción del tiempo. En conclusión, esta teoría freudiana del tiempo debe ser reubicada en su lugar, que es el del tiempo inmediato, probablemente aprehendido por el viviente, y el único aprehendido por él. El animal tiene una «puesta en memoria)) (en el sentido más moderno de estas palabras) 9 pero no tiene historia; por el contrario, hay un tiempo inmediato. El modelo propuesto por la «Nota sobre la "pizarra mágica"» es exactamente el de un ser viviente, no el de un ser humano histórico. 2.3. Decir que no existe en Freud pensamiento concerniente a la historicidad y la temporalidad del ser humano (y también de las sociedades humanas) sería exacto desde un punto de vista formal, pero injusto. Freud jamás tematizó de manera independiente un pensamiento que sin embargo aflora a cada instante en toda su obra. Sólo reseñaremos aquí estos elementos para un pensamiento del tiempo. Por una parte, porque nuestro objeto no es hacer obra de «freudólogos»; por otra parte, y sobre todo, porque en nuestra opinión todos estos elementos, «puestos a traba9 [En el sentido de un almacenamiento de datos tal como ocurre en la informática actual. (N. de la T.)]

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jan>, deben ser retomados en una perspectiva general, como la que propondremos en nuestro tercer apartado. Enumeremos entonces (sin pretender ser exhaustivos): 2.3.1. Todo lo que en la teoría está sujeto a un ordenamiento temporal, lo que Freud designa muy tempranamente, y constantemente, fases, estadios, tiempos, épocas. En cuanto al término «período», reservado a la noción precisa de un retorno de intervalos regulares, es abandonado cuando cesa el intercambio intelectual con Fliess. Este ordenamiento en estadios cubre no solo la génesis de la libido y del yo, sino la sucesión de fijaciones patológicas, en la ontogénesis, incluso en la filogénesis (periodización de las épocas de la prehistoria, etc.). A este ordenamiento están ligadas nociones complejas como las de fijación y de regresión. 2.3.2. La teoría freudiana de la memoria o, más exactamente, del recuerdo, porque la memoria como «facultad» está prácticamente ausente del freudismo. El recuerdo no puede ser captado más que en la oposición recuerdo inconciente (no retocado, susceptible sólo de resurgir) -recuerdo preconciente. Esta teoría es aprehendida mejor en los avatares «patológicos»: ilusiones o trastornos del recuerdo, reconocimiento falso, recuerdo encubridor, etcétera. 2.3.3. Un tercer aspecto de este inmenso relevamiento cubriría la temporalización y sus estrategias tales como las captamos en particular en la cura con la oposición entre aiVEcrteEV JlÉyav icrtov (104) «De día ella tejía una gran tela» 1 VÚIC'ta> [absolver]; pero las equivalencias no se establecen exactamente. Ava/-:octv, en todo caso, es exactamente auf/ lOsen, disolver, ana/lizar: se trata de una resolución que se opera «subiendo» (auf- ava), es decir, acercándose a lo elemental o a lo originario. El psicoanálisis hubiera podido ser llamado por Freud, si no hubiera querido escoger un término griego, Seelen-Auflosung: desanudamiento, disolución o resolución de las almas. Los términos en «lasen» son frecuentes en Freud, y por otra parte muy difíciles de traducir si se intenta conservar cierta continuidad en el francés. En Duelo y melancolía, ellos se encuentran en particular bajo las dos formas losen (LOsung) y ablosen (AblOsung). Así, en el pasaje central, tan conocido, sobre el duelo: «Cada uno de los recuerdos y de las expectativas, tomados uno a uno, en que la libido estaba ligada al objeto son puestos en marcha, sobreinvestidos, y sobre cada uno se efectúa la LOsung de la libido».25

idea de una «reserva del nombre~ permitiría tal vez hacer trabajar de un modo nuevo la famosa cuestión del «Nombre del Padre~. 24 [En cuanto a «resolver»: «résoudre», también en castellano se emplea en el sentido de hallar una solución. Sin embargo, el empleo de la palabra «solucionar»: solutionner, no es -a diferencia de lo que ocurre en fran· cés- objeto de reproche. (N. de la T.)] 25 GW, X, pág. 430; en AE, vol. 14, 1979, pág. 243. 23 La

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Dos términos merecerían aquí ser comentados. En primer lugar, la «puesta en marcha» [mise en position], que corresponde al alemán «einstellen». Se trata aquí exactamente del «posicionamiento» de una pieza en una máquina, a los fines de ejercer sobre ella cierto trabajo. En una antigua traducción, propusimos «mise sur le métier» (poner en obra, poner en marcha), lo cual evocaba más directamente el «métier a tisser» (telar). No podemos sino maravillarnos de ver a Freud, que en ninguna parte hace alusión a Penélope, aproximarse a esta misma imagen para el trabajo del duelo. 26 El término (en el sentido saussureano de oposición estructural) en la sincronía. Por otra parte, como indiqué hace un momento, al criticar un punto en la teoría del tiempo perceptivo en Freud, el inconciente no puede ser en modo alguno considerado como el núcleo de nuestro ser, el Kem unseres Wesens, en el sentido de un intimior intimo meo. Lejos de ser el núcleo, es el otro implantado en mí, el metabolito del otro en mí: para siempre, un «cuerpo ajeno interno». «La otra persona». La otra persona es primera con relación a la construcción de la subjetividad humana (nivel 111 del tiempo), es decir, de la subjetividad sexual y temporal. Quisiera hacerlo oír por un momento, a propósito de todos los «mecanismos» descritos por el psicoanálisis. Tomemos, por ejemplo, procesos como la introyección y la proyección: este par ganó terreno después de Freud, y con Melanie Klein. Se le reprocha a Melanie Klein, no sin razón en cierto modo, el primado de la proyección. Lo recordaré a propósito del tabú: en Klein, pero ya en Freud, el objeto es malo, primordialmente, por proyección. ¿se trataría, en razón de ello, de oponerle una introyección que sería más originaria? ¿No nos encontraríamos, una vez más, ante el problema del huevo y la gallina: cuál es el primer movimiento? ¿La proyección? ¿La introyección? La única manera de no perderse en esta absurda querella de prioridad, en esta búsqueda de un movimiento perpetuo auto-engendrado, es salir del dilema. Fundamentalmente, lo que quiero decir es que introyección tanto como proyección (y también represión, defensa, identificación, etc.) son mecanismos en los cuales el sujeto, el sujeto mismo del verbo, es el individuo en cuestión: yo introyecto, pero también, porque no se oponen aquí mecanismos en primera, en segunda, o en tercera persona, tú reprimes, Pierre o Sigmund se identifican. Todos estos procesos se «conjugan» con la persona de la cual se trata; capturado en esta trampa del ipsocentrismo, el psicoanálisis no hace más que correr detrás

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de mecanismos en los cuales el sujeto aún actuaría, aunque finja [feignant] ser pasivo. 34 Pensemos en el mecanismo de renegación, en el cual es el yo, sin ser yo, el que no quiere saber nada de ello, sabiéndolo al mismo tiempo. Incluso la «forclusión» de Lacan es capturada en esta trampa: introducida tras una admirable denuncia de ese
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