Laclau - Poder y Representacion

August 24, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Sociedad, de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) Revista Sociedad,

Poder y representación1 Ernesto aclau! El propósito de este ensayo es examinar algunas de las consecuencias que tiene, tanto para la teoría como  para la acción políticas, lo que se ha dado en llamar nuestra “condición posmoderna”. Existe en nuestros días la difundida sensación de que el agotamiento de las grandes narrativas de la modernidad, el desdibujamiento de los límites lími tes de los espacios pblicos pblicos,, el func funcionam ionamiento iento de una lógica lógica de la indec indecidibi idibilida lidad, d, parecería parecerían n esta estar  r  despojando de significado a la acción colectiva y generando un repliegue general respecto de lo político. !uisiera !uisiera tra tratar tar de ana anali" li"ar ar esta esta con concep cepció ción n y par paraa ello ello to tomar mar## como como pun punto to de partid partidaa alguna algunass de las las premis premisas as fundamentales del enfoque moderno de la política. $esdee el punto de vist $esd vistaa del signifi significado cado de cualquier cualquier interv intervenci ención ón política política importa importante, nte, existi existió ó en la modernidad la convicción generali"ada de que #sta debía tener lugar en el plano de los cimientos de lo social, es decir, que la política contaba con los medios para producir una transformación radical de lo social, ya sea que se la concibiera como un acto revolucionario fundante, como un conjunto ordenado de procedimientos burocr%ticos establecidos por una elite ilustrada o como un acto nico que allanara el camino para el funcionamiento de mecanismos cuyo desarrollo autom%tico bastaría para generar un “efecto social”. &enemos, adem%s, la cuestión del marco de referencia que permitiría comprender conceptualmente una intervención política de esa índole. Este marco era proporcionado por la noción de totalidad social y la serie de conexiones causales que se desprenden for"osamente de ella. 'omo ya ha sido se(alado,) si tomamos a *aquiavelo y a +obbes como los polos opuestos del enfoque moderno de la política el primero centró su an%lisis en una teoría del c%lculo estrat#gico dentro de lo social, en tanto que el segundo se centró en los mecanismos que generan a la sociedad como totalidad, fue el segundo quien instituyó la teoría política moderna convencional. Esto nos lleva a una tercera característica de la acción política, tal como fuera concebida en la era moderna- su radical representabilidad. o podría ser de otro modo pues, en la medida en que existe un cimiento de lo social condición de su inteligibilidad y, como resultado de ello, la sociedad sólo es concebible como una serie ordenada de efectos, o sea, como una totalidad, cualquier acción cuyo significado derive de dicho cimiento y de dicha totalidad tiene que ser necesariamente trasladada al agente de la transformación histórica. /n actor  histórico limitado sólo podría llevar a cabo una acción universal en la medida en que le estuviera negado el acceso al significado de sus acciones, en tanto y en cuanto tuviera una “falsa conciencia”. 0ero, como bien sabían +egel y *arx, una totalidad social que carece del reflejo especular de su propia representación es incompleta y  por ende no es una totalidad social en modo alguno. 1ólo la conciliación plena de la sustancia y el sujeto, del ser  y el conocer, puede anular la distancia existente entre lo racional y lo real2 pero, en tal caso, la representación es un momento necesario en la autoconstitución de la totalidad y esta ltima sólo se alcan"a aboliendo la diferencia entre acción y representación. 3 esta abolición sólo la puede hacer efectiva un actor histórico sin límites- una “clase universal”. Este doble movimiento, en virtud del cual el cimiento se torna sujeto a trav#s de una clase universal que llega a abolir la “alienación” en las formas de la representación y el sujeto se vuelve cimiento aboliendo todas las limitaciones externas fijadas por el objeto, est% en el ncleo de la concepción moderna de la historia y la sociedad. Estas cuatro características convergen en una quinta que podría qui"% ser considerada como el verdadero hori"onte del enfoque moderno de la política- una ve" que se torna plenamente visible el fundamento ltimo de la  política, el poder poder pasa a ser pura ap apariencia. ariencia. 4os motivos motivos de esta rreducción educción son clarosclaros- si un grupo social eejerce jerce el  poder sobre otro, el segundo grupo experimentar% ese poder como irracional2 pero si la historia es un proceso  puramente racional, dicha irracionalidad irracionalidad del poder debe ser puramente aparente. En tal caso, pueden suceder dos cosas- o bien la racionalidad histórica pertenece al discurso de los grupos dominantes y las pretensiones de los oprimidos son la expresión necesaria pero deformada de una racionalidad superior que genera, como su propia condición de posibilidad, una "ona de opacidad o bien son los discursos de los oprimidos los que contienen las semillas de una mayor racionalidad, en cuyo caso su plena reali"ación implica la eliminación de toda opacidad 5y  por lo tanto de todo poder6. En el primer caso caso hay, por cierto, cierto, coacción y opacidad, pero como el poder del gr grupo upo dominante es totalmente racional, la resistencia a #l no puede ser externa sino sólo interna al poder mismo2 en tales circunstancias, la coacción y opacidad del hecho grosero de la dominación sólo pueden ser las formas aparentes necesarias a trav#s de las cuales se perfila la racionalidad del poder. 1i un sistema de dominación es racional, su car%cter represivo sólo puede ser aparente y esto deja sólo dos opciones- o bien la mirada del grupo )

 7rtículo publicado originalmente en 0olitics, 0 olitics, &heory and 'ontemporary 'ulture, editado por *ar8 0oster, ueva 3o 3or8, r8, 'olumbia /niversity 0ress, )99:. &ra &radujo dujo 4eandro ;o ;olfson. lfson. <  $irector del 'entro de Estudios &eóricos en +umanidades y 'iencias 1ociales, /niversidad de Essex, =ran >reta(a.

 

< dominante es totalmente racional, en cuyo caso dicho grupo es un actor histórico ilimitado, o bien las miradas tanto del grupo dominante como del dominado son parciales y limitadas, en cuyo caso los atributos de la plena racionalidad son transferidos autom%ticamente al analista histórico. 4o importante es que en ambos casos la realidad del poder y la representabilidad representabilidad de la historia se hallan en una relación inversa. Estos rasgos distintivos de la modernidad est%n tan arraigados en nuestros modos usuales de concebir a la sociedad y la historia, que las recientes tentativas de cuestionarlos 5que en t#rminos muy generales se han denominad denom inado o “posm “posmodern odernidad” idad”66 dier dieron on orig origen en a una tend tendenci enciaa a sustituir sustituirlos los por su pura ausencia negando, simplemente, su contenido, que sigue habitando el terreno intelectual delineado por esos rasgos efectivos. 7sí, la negación que existeen unlacimiento a partir del la cual todo contenido socialde recibe un significado preciso puede f%cilmentedeconvertida aseveración de que sociedad íntegra carece significado2 el cuestionamiento deser  la universal unive rsalidad idad de los agentes de la transfor transformaci mación ón hist históric óricaa lleva lleva muy a menudo menudo a proponer proponer que todas todas las intervenciones históricas son igual e irremediablemente limitadas y el hecho de poner de manifiesto la opacidad del proceso de representación suele considerarse equivalente a negar la posibilidad de toda representación representación.. $esde luego es sencillo mostrar que, en un sentido b%sico, estas posturas nihilistas continan habitando el mismo terreno intelectual del cual procuran distanciarse. distanciarse. 0or ejemplo, sostener que algo carece de significado es sostener una concepción muy cl%sica del significado, con el solo a(adido de que #ste se halla ausente. 0ero, en un sentido m%s importante, es dable mostrar que estas inversiones, en apariencia radicales, sólo adquieren la fuer"a de convicción que parecen portar debido a una incongruencia f%cilmente detectable. 1i llego a la conclusión 5como 5co mo lo har har## m%s adel adelant antee en est estee mis mismo mo texto texto66 de que no puede puede preval prevalece ecerr ningun ningunaa relaci relación ón pur puraa de representación, porque la esencia misma del proceso de representación exige que el representante contribuya a la identidad de lo representado, esto no puede convertirse sin incongruencia en la afirmación de que debería abandonarse el concepto de “representación”, pues en tal caso nos quedaríamos con las identidades desnudas de lo representado y su representante como identidades autónomas, que es precisamente la premisa cuestionada por  toda la crítica de la noción de representación. 7n%logamente, la crítica de la idea de “universalidad” implícita en la idea de un agente universal no puede convertir conve rtirse se en la afirmac afirmación ión de una limita limitación ción igualme igualmente nte uniforme de todos los agen agentes, tes, ya que entonces  podríamos preguntarnos- ?limitación respecto de qu#@ 3 la respuesta sólo podría ser limitación respecto de una estructura que limita a todos los agentes por igual y que, en ese mismo sentido, asume el papel de una aut#ntica universalidad. 0or ltimo, para carecer radicalmente de significado algo requiere, como condición misma de su  posibilidad, la presencia contrastante de un significado pleno. 4a falta de significado surge del significado o, como ha sido enunciado en otros t#rminos que expresan exactamente lo mismo, el significado procede de lo que no es significado. Arente Are nte a estos movimi movimientos entos de pens pensamie amiento, nto, que permanece permanecen n dentro dentro del terreno de la modernid modernidad ad invirtiendo meramente sus principios b%sicos, quisiera sugerir una estrategia alternativa- en ve" de invertir los co cont nten enid idos os de la mode modern rnid idad ad,, desc descon onst stru ruir ir ese ese mism mismo o terr terren eno o que que posi posibi bili lita ta la alte altern rnat ativ ivaa modernidadBposmodernidad. C sea, en ve" de permanecer dentro de una polari"ación cuyas opciones est%n íntegramente regidas por las categorías b%sicas de la modernidad, poner de relieve que esta ltima no constituye un bloque unitario, sino que es m%s bien el resultado sedimentado de una serie de articulaciones contingentes. 1i se reactiva la intuición del car%cter contingente de dichas articulaciones se ampliar%n los hori"ontes, en la medida en que tambi#n demostrar%n ser posibles otras articulaciones, igualmente contingentes. 0ero esto implica adoptar  una nueva actitud ante la modernidad- no una ruptura radical con ella sino una nueva modulación de su tem%tica2 no el abandono de sus principios b%sicos, sino una hegemoni"ación de #stos a partir de una perspectiva diferente. 0or otra parte, tambi#n entra(a una expansión del campo de la política en ve" de su repliegue- una ampliación del campo de la indecidibilidad estructural, que abra el camino a un ensanchamiento del campo de la decisión  política. 7quí, la “desconstrucció “desconstrucción” n” y la “hegemonía” revelan ser los dos aspectos complementarios complementarios de una misma operación. operación. 7bordar# 7bordar# ahora el examen de estos dos aspectos. aspectos. 'omen"ar# por referirme a uno de los textos originales de la desconstrucción- el an%lisis que reali"a +usserl +usse rl de la relación relación entre signific significado ado y conocimie conocimiento nto 5los aspecto aspectoss “for “formali malista” sta” e “intuicio “intuicionista nista”” de su abordaje6, tal como lo presenta $errida en $iscurso y fenómenos. En un primer movimiento, +usserl emancipa al significado de la necesidad de consumarlo con la intuición de un objeto, o sea, emancipa el significado del conocimiento. /na frase como “círculo cuadrado” tiene, por cierto, significado- es #ste el que me permite decir  que alude alude a un objeto objeto imposibl imposible. e. 0or 0or lo tanto, tanto, signi signific ficado ado y consum consumaci ación ón por el obj objeto eto no se impli implican can rec recípr íproca ocamen mente. te. 7dem% 7dem%s, s, $errid $erridaa dice dice que si bien bien el signif significa icado do pue puede de difer diferenc enciar iarse se estric estrictam tament entee del conocimiento, su esencia se pone de relieve mejor cuando dicha consumación no se produce. 0ero, en un segundo movimiento, +usserl cierra r%pidamente las posibilidades que acababa de abrir mediante la brecha establecida entre conocimiento y significado-

 

: En otros t#rminos, el genuino y aut#ntico significado es la voluntad de decir la verdad. Este cambio sutil incorpora el eidos al telos, el lenguaje al conocimiento. /n discurso falso muy bien puede ser acorde a su esencia2 alcan"a empero su entelequia cuando es verdadero. /no habla, sin duda, cuando dice “El círculo es cuadrado”,  pero habla bien si dice que no lo es. En la primera primera proposición hay ya sentido, pero sería erróneo erróneo concluir de ello que dicho sentido no aspira a la verdad. o aspira a la verdad como expectativa, sólo precede a la verdad como su anticipación. En la verdad, el telos que anuncia la “consumación”, prometida para “m%s adelante”, ya ha abierto de antemano el sentido como una relación con el objeto.< 4o importante y #ste es el momento desconstructivo desconstructivo en el an%lisis de $errida es que si el “significado” y la “intuición del si objeto” no seestar% relacionan entre sí de unalmodo teleológico, indecidible 5desdese(ala el punto de vista del significado6 el segundo o no subordinado conocimiento. Enes este aspecto, como $errida, el camino seguido por Doyce es muy distinto al de +usserl. 0ero si +usserl subordina el significado al conocimiento y si esta subordinación no es requerida por la esencia del significado, sólo puede ser el resultado de una intervención contingente respecto del significado. Es el resultado de lo que $errida denomina “una decisión #ticoteórica”” de +usserl. #ticoteórica emos que la ampl ampliaci iación ón del campo campo de la inde indecidib cidibilid ilidad ad estr estructur uctural al provo provocada cada por la inter intervenci vención ón desconstructiva ensancha, al mismo tiempo, el terreno que la decisión debe ocupar. 7hora bien- una intervención contingente que ocurre en un terreno indecidible es precisamente lo que nosotros hemos llamado intervención hegemónica.: !uisie !ui siera ra det detene enerme rme en el exa examen men de est estaa relac relación ión de implic implicaci ación ón mut mutua ua entre entre des descon constr strucc ucción ión y hegemonía. 4o que ha mostrado el movimiento desconstructivo no es la separación que efectivamente existe entre el significado y el conocimiento, ya que ambos est%n estrechamente vinculados en el texto de +usserl, de hecho, su unidad deriva de este doble requisito segn el cual el significado tiene que estar subordinado al conocimiento y a la ve" ser diferenciado de #ste. 4o que indica la intervención desconstructivista es, primero, la contingencia de una conexión y, segundo, la contingencia de una conexión. Esto tiene importantes consecuencias  para nuestra argumenta argumentación. ción. 1i sólo se subrayase la dimensión de la contingencia, habríamos aseverado meramente el car%cter sint#tico de la conexión entre dos identidades, cada una de las cuales estaría plenamente constituida en sí misma, sin requerir nada externo a ella para dicha constitución plena. Estaríamos en el terreno de una dispersión pura, lo cual sería una nueva forma contradictoria de esencialismo, si cada una de las entidades mon%dicas se define en y por sí misma 5primera posición extrema6 y si, como la dispersión es empero una forma de relación entre objetos, requiere un terreno que opere como cimiento o condición de posibilidad de dicha dispersión 5segunda posición extrema6 en cuyo caso, las identidades no podrían, en definitiva, ser mon%dicas. 7sí, pues, esa conexión con alguna otra cosa es absolutamente indispensable para la constitución de una identidad cualquiera y debe ser de naturale"a contingente. En ese caso, pertenecería a la esencia de algo tener conexiones contingentes y por ende la contingencia sería un elemento necesario de tal esencia. Esto nos lleva a las siguientes conclusiones. 1i tener accidentes es una característica esencial de una sustancia o si lo contingente es una parte esencial de lo necesario, ello implica que dentro de cualquier  estructura hay una indecidibilidad necesaria 5entendiendo por “estructura” una identidad compleja constituida por  una pluralidad de momentos6. 0ues la estructura requiere las conexiones contingentes como parte indispensable de su identidad, pero #stas, precisamente por ser contingentes, no pueden derivarse lógicamente lógicamente de ningn punto de la estructura. El hecho de que sólo se siga un camino de todos los posibles, que sólo se actualice una de las conexione conex ioness continge contingentes ntes posibles, posibles, es indecidibl indecidiblee desde desde dentr dentro o de la estructur estructura. a. 4a “estruct “estructural uralidad” idad” de la estructura, en la medida en que es la actuali"ación de una serie de conexiones contingentes, no puede contener en sí misma la fuente de tales conexiones. $e ahí que, en el an%lisis de $errida, haya que incorporar al cuadro la decisión #ticoteórica de +usserl, como elemento externo, a fin de establecer la subordinación del significado al conocimiento. Esta fuente externa de un cierto conjunto de conexiones estructurale estructuraless es lo que nosotros llamamos fuer"a.F Estee es exacta Est exactame mente nte el punto punto en que se ent entrec recru" ru"an an la descon desconstr strucc ucción ión y la hegem hegemoní onía, a, pues pues si la desconstrucción descubre el papel de la decisión a partir de la indecidibilidad de la estructura, la hegemonía, como teoría de la decisión adoptada en un terreno indecidible, exige que la desconstrucción ponga bien de relieve el car%cter car%cter conting contingente ente de las conexiones conexiones exist existente entess en ese terr terreno. eno. 4a categoría categoría de la hege hegemoní moníaa surgió surgió para  pensar el car%cter político de las relaciones sociales en un %mbito teórico que había asistido al colapso de la concepción marxista cl%sica de la “clase dominante”, concebida como un efecto necesario e inmanente de una estructura plenamente constituida. 4as articulaciones hegemónicas fueron consideradas desde el comien"o como construcciones contingentes, precarias y pragm%ticas. $e ahí que en =ramsci haya un sostenido empe(o por  quebrar quebr ar la ident identific ificació ación n entr entree las agencias hegemón hegemónicas icas y las posicion posiciones es soci sociales ales objetivas objetivas dentr dentro o de la estructura. Esta idea de la “voluntad colectiva” tiende precisamente a producir ese quiebre, por cuanto las

 

F voluntades colectivas son concebidas como agencias sociales inestables, con límites imprecisos redefinidos de continuo, y constituidas merced a la articulación contingente de una pluralidad de identidades y de relaciones sociales. En este sentido, los dos rasgos centrales de una intervención hegemónica son el car%cter contingente de las articulaciones hegemónicas y su condición constitutiva, en tanto instituyen relaciones sociales en un sentido  primario, sin depender de ninguna racionalidad social a priori. o obstante, esto plantea dos problemas. El  primero se refiere a la instancia externa que toma la decisión. ?7caso no se est% reintroduciendo un nuevo esencialismo por vía del sujeto@ ?o se est% rempla"ando el cierre objetivo de la estructura por un cierre subjetivo, a trav#s de la intervención del agente@ El segundo problema concierne a las condiciones de visibilidad de la contingencia la estructura. evidentes dentro de un momento, estos problemas deben abordarse en de forma sucesiva y 0or en elmotivos orden enque queser%n los hemos presentado. En lo tocante al primer punto, es obvio que el asunto no puede resolverse simplemente aseverando que el que ejecuta la treta es un sujeto que rearticula en torno de su proyecto los elementos dispersos de una estructura dislocada. 4a relación entre sujeto y estructura es mucho m%s compleja de lo que sugiere esta versión simplista acerca de lo que est% en juego en una articulación hegemónica. 1e plantea un interrogante obvio- ?qui#n es el sujeto y cu%l es el terreno de su constitución@ $ebemos $ebemos contestar a esta pregunta si pretendemos eludir las f%ciles soluciones deus ex machina. /na primera respuesta sería la que daría un marxismo “ilustrado” y cort#s- hay un terreno primario sobre el cual se constituyen las agencias sociales 5las relaciones de producción6 y otro secundario, sobre el cual operan los elementos dispersos que se debe hegemoni"ar. Estamos así en el mejor de los dos mundos- podemos afirmar  el pleno cometido de la agencia en su tarea articuladora, sin caer en un subjetivismo d#mod#2 podemos mantener  la noción de un agente fundamental del cambio histórico sin renunciar a la rica y multiforme variedad de la vida social2 podemos dar rienda suelta al interesante juego de las contingencias históricas, sabiendo que contamos con los med medios ios discip disciplin linar arios ios de dev devolv olverl erlas as 5“e 5“en n ltima ltima instan instancia cia”6 ”6 al mun mundo do rig riguro uroso so de las res restri tricci ccione oness estructurales. G!u# peque(o mundo, pulcro y hermosoH 4a falla de este cuadro radica, por supuesto, en que si la separación entre los dos niveles tiene alguna valide", tendremos que explicitar la totalidad dentro de la cual dicha separación tiene lugar, y si existe esa totalidad, la contingencia no puede ser una aut#ntica contingencia. 0ues si los límites de lo contingente son necesarios, esos límites forman parte de la identidad de lo contingente. 7 la inversa, dado que los límites necesarios son los de la variación contingente, la presencia de tal variación es absolutamente indispensable para que haya límites y, en tal caso, como dijimos antes, la contingencia se torna necesaria. El mundo es m%s indómito y m%s imprevisible que los pulcros esquemas de nuestro marxista bon  pensant. *e"clemos entonces los naipes y empecemos el juego nuevamente. El sujeto hegemónico no puede tener  un terreno de constitución diferente de la estructura a la que pertenece. 1in embargo, si el sujeto fuese una mera  postura subjetiva dentro de la estructura, esta ltima se hallaría totalmente cerrada y no habría contingencia alguna, ni necesidad de hegemoni"ar nada. uestro problema se plantea en estos t#rminos- hegemonía significa articulación contingente2 contingencia significa exterioridad de la fuer"a articulante respecto de los elementos articulados2 y esta exterioridad no puede concebirse como una separación efectiva de niveles dentro de una totalidad plenamente constituida, porque eso no sería exterioridad. ?'ómo concebir, pues, la exterioridad que emerge en una estructura de modo que no sea el resultado de una diferenciación efectiva de sus niveles constitutivos@ 1ólo puede hac#rselo si la estructura no est% plenamente conciliada consigo misma, si est% habitada por una falta original, por una indecidibilidad radical que debe ser   permanentementee superada mediante actos decisorios. 1on estos actos, precisamente,  permanentement precisamente, los que constituyen al sujeto, quien sólo puede existir como una voluntad que trasciende a la estructura. 0uesto que dicha voluntad no tiene un lugar de constitución externo a la estructura, sino que es el resultado de la imposibilidad de #sta para autoconstituirse, nicamente puede plasmarse a trav#s de actos de identificación- si necesito identificarme con algo, es, ante todo, porque care"co de una identidad plena2 tales actos de identificación sólo pueden concebirse como el resultado de la falta que existe dentro de la estructura y llevan la huella permanente de ella. 4a contingencia se presenta como la distancia inherente de la estructura respecto de sí misma. 5&al es, de hecho, la matri" de toda visibilidad y de toda representaciónrepresentación- sin esa distancia, no habría visión posible6. Esto Est o nos conduc conducee a nue nuestr stro o seg segund undo o proble problemama- ?cu ?cu%le %less son las con condic dicion iones es de visib visibili ilidad dad de la contingencia de la estructura@ En parte, esta pregunta ya tuvo respuesta- en la medida en que no haya un contenido conte nido específico específico prede predeterm terminado inado que cier cierre re o complete complete la brecha brecha estructur estructural, al, lo que torn tornar% ar% visible visible la contingencia de la estructura ser% el conflicto entre diversos contenidos en su intento de cumplir ese papel de completamiento. 7hora bien- esto tiene otra derivación, de mayor importancia para nuestra argumentación. 4a visibilidad del car%cter contingente del contenido que cierra la estructura exige que #ste se considere indiferente respecto de la brecha estructural, equivalente a otros contenidos posibles, lo cual implica que la relación entre el

 

I contenido conte nido concreto concreto y su pape papell de comp completa letamien miento to de la brec brecha ha estructu estructural ral es purament puramentee externo2 externo2 en ello, ello,  justamente, radica la contingencia. 0ero en tal caso, el contenido concreto que completa la brecha estar% constitutivamente constitutivame nte dividido- por un lado, ser% su propio contenido literal2 por el otro 5en la medida en que cumple una fun funci ción ón contin contingen gente te par paraa dicho dicho con conten tenido ido6, 6, repre represen sentar tar%% una fun funció ción n ge gener neral al o un com comple pletam tamien iento to independiente de todo contenido particular. Esta segunda función es lo que he denominado en otro texto la forma general del completamiento. 4a respuesta cabal a nuestro segundo problema sería, pues, que la condición de visibilidad de la contingencia de la estructura es la visibilidad de la brecha existente entre la forma general del completamiento y el contenido concreto que la encarna. En una situación de gran desorden, la necesidad de un orden, que sea, es la m%s imperiosa que el contenido concretoyque asuma2 y manifestar% cuanto m%s generali"ado est# el cualquiera desorden, mayor ser% distancia entre estas dos dimensiones m%s#ste indiferencia la gente ante el contenido contenido conc concreto reto de las formas políticas políticas que restaur restauran an una cier cierta ta normalid normalidad.I ad.I Esto es lo que disting distingue ue nuestro enfoque de la falta inherente a todas las formas sociales a partir de una transición dial#ctica. En esta ltima, tampoco hay posibilidad alguna de que un contenido conserve su propio ser, pero el avance desde esta imposibilidad procede a trav#s de la negación determinada, o sea que la falta anuncia de antemano las formas concretas de su completamien completamiento. to. Este proceso no envuelve ninguna contingencia. 0odemos ahora extraer ciertas conclusiones generales sobre esta división. Es f%cil ver que en caso de lograr log rarse se un cie cierre rre tot total al de la estruc estructur turaa la div divisi isión ón ser sería ía supera superada, da, pue puess entonc entonces es la forma forma gen genera erall del completamiento sería inmanente a la estructura y resultaría imposible diferenciarla de su contenido concreto, literal. $icha forma general y el contenido concreto sólo pueden diferenciarse si el completamiento se percibe como aquello que le falta a la estructura. En tal caso nos quedaría aparentemente una dualidad simple, segn la cual tendríamos, por un lado, la estructura 5parcialmente desestructurada6 y, por otro, los diversos intentos,  parcialmente equivalentes equivalentes 5como vimos6, vimos6, de completar completar las brechas estructurales estructurales intr introduciendo oduciendo nuevos disc discursos ursos y  pr%cticas restructurantes. restructurantes. +ay, +ay, empero, en eeste ste modo de exponer llaa cuestión, una pr prestidigitació estidigitación n mediante la cual se oculta algo esencial. Examinemos el asunto con m%s cuidado. &odo gira en torno del estatuto asignado a esta categoría de “equivalencia”, introducida para caracteri"ar  una de las dimensiones de la relación existente entre los diversos discursos que procuran cerrar la brecha estructural. ?'u%l es la condición de posibilidad de dicha equivalencia@ Jecurramos al conocido ejemplo de las  personas que viven en las cercanías de una gran cascada. &oda &oda su vida han escuchado el ruido del agua al caer, a tal punto que ese sonido es un trasfondo permanente del que normalmente ni se dan cuenta. Es decir, de hecho, no escuchan ese ruido. 0ero si por alguna ra"ón un día se detiene sbitamente la caída de agua comen"ar%n a oír  aquello que, en t#rminos estrictos, no puede oírse- el silencio. Es la falta de algo lo que ha adquirido plena  presencia. 7hora supongamos que este silencio es interrumpido de ve" en cuando por ruidos de distinto origen que, antes, la caída de agua hacía inaudibles. Estos sonidos tendr%n una identidad dividida- por un lado, son ruidos específicos2 por el otro, poseen la identidad, equivalente para todos ellos, de romper el silencio. 4os ruidos sólo son equivalentes porque hay silencio, pero #ste sólo es audible como la falta de un completamiento anterior. anterior. 1in embargo, en este ejemplo est% ausente una dimensión de la falta comn- #sta es vivida como una  privación, en tanto que respecto de la presencia o ausencia del ruido de la cascada podemos ser perfectamente perfectamente indiferentes.. $e ahí que la falta social sea vivida como desorden, como desorgani"ación y se produ"can tentativas indiferentes de superarla por vía de ciertas identificaciones. 7hora bien- si las relaciones sociales son relaciones discursivas, relaciones simbólicas que se constituyen merced a procesos de significación, entonces la falla de este proceso de constitución, la presencia de la falta dentro de la estructura, debe en sí misma ser significada. 4a cuestión es,  pues, ?hay formas discursivas discursivas específ específicas icas de presencia de la fal falta@ ta@ Esta divisi división ón entre contenido conc concreto reto y forma general del completamiento, ?tiene maneras específicas de mostrarse@ 4a respuesta es afirmativa y sostengo que la forma general del completamiento se muestra mediante la  presencia discursiva de significantes fluctuantes constitutivam constitutivamente2 ente2 o sea, que no son el resultado de ambigKedades de significado contingentes, sino de la necesidad de significar la falta 5el completamiento ausente en la estructura6. 1upongamos un enunciado político segn el cual “los laboristas son m%s idóneos que los conservadores  para asegurar la unidad unidad del pueblo ingl#s” ingl#s”.. En un enunciado como #ste, #ste, muy comn en la arg argumentación umentación política, política, tenemos una entidad 5“la unidad del pueblo ingl#s”6 cualitativamente diferente de las otras dos 5los laboristas y los conservadores6. 7nte todo, esa unidad es algo que se quiere alcan"ar2 al contrario de las otras dos entidades, no es algo efectivamen efectivamente te existente sino el nombre de un completamiento ausente. 0ero, en segundo lugar, el tipo de unidad política que podrían provocar los laboristas y los conservadores sería sustancialmente distinto, de modo tal que si el t#rmino “unidad” significase una entidad concreta del mismo nivel que las dos fuer"as políticas, el enunciado sería casi tautológico, equivalente a “los laboristas son m%s idóneos que los conservadores para asegurar una unidad laborista del pueblo ingl#s”. Cbviamente, el enunciado primitivo no procura decir eso. 7sí

 

L  pues, por un lado, las diversas fuer"as políticas proporcionan el contenido concreto de la unidad, sin el cual esta ltima no podría existir, pero por otro lado esa unidad no se agota en ninguno de esos contenidos alternativos concretos. “/nidad” es un significante fluctuante porque sus significados sólo est%n fijados por los contenidos concretos que suministran las fuer"as antagónicas2 al mismo tiempo, ese significante fluctuante no es puramente contingente y circunstancial, ya que sin #l la argumentación política sería imposible y la vida política sería un di%logo de sordos, en el que no habría m%s que enunciados inconmensurables inconmensurables entre sí. 4a div divisi isión ón b%sica b%sica mencio mencionad nadaa hal halla la la for forma ma de su pre presen sencia cia discur discursiv sivaa en esta esta pro produc ducció ción n de significantes vacíos que representan la forma general del completamiento. En otro ensayoL he mostrado que si una expresión comosentido “los fascistas lograron a la pr%ctica la revolución en laesque fracasaron los comunistas”  podía tener algn en la Mtalia de llevar comien"os de la d#cada de )9. 4a nica salida de este estancamiento sería que la descripción >, aunque no sustituya a una descripción 7 cabal, al menos proporcione una descripción de una situación que, dentro del antiguo paradigma, se ha vuelto cada ve" m%s ind indesc escrip riptib tible. le. ale ale dec decir ir que el pro proces ceso o de conven convencim cimien iento to sólo sólo ope operar rar%% si pasa pasa de la falta falta de convencimiento al convencimiento y no de un convencimiento a otro. Esto implica que la función de un nuevo lenguaje es completar una brecha. +ampshire est% en lo cierto, entonces, cuando dice que no hay posibilidad de optar entre dos mundos distintos de ideas2 pero no est% menos en lo cierto cuando sostiene que la disputa no versa acerca del significado de los t#rminos sino acerca de una nueva descripción m%s amplia. 1i coincidimos en que la condición para que una nueva descripción tenga #xito no es sólo que remplace a la antigua, sino adem%s que cierre la brecha abierta en la descriptibilidad general de la situación, entonces la nueva descripción v%lida tendr% una identidad divididade un lado, ser% su propio contenido2 del otro, encarnar% el principio de descriptibilidad como tal2 lo que hemos llamado llam ado la forma forma general general del completa completamien miento. to. 1in este segundo orden de sign signific ificación ación,, sin lo que podríamo podríamoss denominar la hegemoni"ación de la forma general de la descriptibili descriptibilidad dad por una descripción concreta, estaríamos en los “mundos de ideas distintos” de +ampshire y no sería posible ninguna interacción entre los discursos  políticos. 4as consideraciones anteriores brindan algunos elementos para abordar nuestra cuestión inicial- ?cómo tra trasce scende nderr el hor hori"o i"onte nte histór histórico ico de la moder modernid nidad ad sin sin cae caerr en la tra trampa mpa de una alter alternat nativa iva exc excluy luyent ente, e, modernidadBposmodernidad, modernidadBposmode rnidad, en la que el car%cter puramente negativo de los contenidos del segundo polo implica que los del primero continen con su dominio incuestionado@ ?'ómo trascender un nihilismo cuya propia lógica reproduce precisamente lo que pretende cuestionar@ 7rgumentaremos, 7rgumentaremos, en primer lugar, que lo que vuelve posible

 

O trascenderr tant trascende tanto o la modernida modernidad d como su inve inversió rsión n nihilista nihilista es la indec indecidibi idibilidad lidad estruc estructura turall que ya hemos anali"ado, cuando se la acepta con todas sus radicales consecuencias2 y, en segundo lugar, que esta trascendencia de la modernidad no consiste en una renuncia a todos sus contenidos, sino m%s bien en la p#rdida de su dimensión de hori"onte 5categoría que an debo explicar6. Examinar# el primer punto en conexión con el funcionamiento de la lógica de la representación y el poder en las sociedades contempor%neas, para pasar luego a ocuparme de la crisis del hori"onte b%sico de la modernidad. 7nte todo, el tema de la representación- ?qu# entra(a el proceso de representación@ En esencia, la fictio iuris de que alguien est% presente en un sitio en el que se encuentra materialmente ausente. 4a representación es el procesoque porlas el condiciones cual alguiende5el representante6 y, al mismo tiempo,ella “encarna” al representado. 0arecería una representación“sustituye” perfecta estarían dadas cuando es un proceso directo de transmisión de la voluntad del representado, cuando el acto de representación es por entero transparente respecto de esa voluntad. Esto presupone que dicha voluntad est# plenamente constituida y que el papel del representante se agote en su función mediadora. 4a opacidad inherente a toda sustitución y encarnación debe reducirse al mínimo2 el cuerpo en el que cobra lugar la encarnación tiene que ser casi invisible. 1in embargo, en este punto surgen dificultades, ya que ni por el lado del representante ni por el lado del representado prevalecen las condiciones de una representación perfecta2 y esto no es consecuencia de lo empíricamente factible, sino de la lógica misma inherente al proceso de representación. En lo que concierne al representado, si #ste necesita ser  representado es porque su identidad b%sica est% constituida en un lugar 7 y las decisiones que afectan su identidad se tomar%n, en cambio, en un lugar >. 0ero en tal caso su identidad es incompleta y la relación de representación, lejos de ser una identidad cabal, es un suplemento necesario para la constitución de la identidad. 4o decisivo es averiguar si este suplemento puede ser deducido simplemente del lugar 7 en que se constituy const ituyó ó la identida identidad d original original del represent representado ado o si es un agregado enteramente enteramente nuevo, en cuyo caso la identidad del representado quedaría transformada y ampliada por el proceso de representación. En nuestra opinión, casi siempre ocurre esto ltimo. &omemos un ejemplo sencillo, en que el aporte del representante a la constitución del “inter#s” del representado es, en apariencia, mínimo- el de un diputado que representa a un grupo de agricultores cuyo  principal inter#s radica en que se mantengan estables los precios de los productos agropecuarios. 7un en esta situación, el papel del representante excede con creces la simple transmisión de un inter#s preconstituido, pues el %mbito en que debe estar representado ese inter#s es el de la política nacional, %mbito en el que suceden muchas otras cosas y en el que incluso algo aparentemente tan simple como la protección de los productos agropecuarios requiere procesos de negociación y de articulación con toda una serie de fuer"as y de problemas, que superan de lejos lo imaginable y deducible desde el lugar 7. $e modo, entonces, que el representante inscribe un inter#s dentro de una realidad compleja, distinta de aquella en la cual dicho inter#s se formuló inicialme inicialmente, nte, y al hacerlo construye y transforma ese inter#s. 0ero el representante transforma tambi#n la identidad del representado. 4a brecha original en la identidad del representado, que debió ser llenada por un suplemento que fue aportado por el proceso de representación, abree en dos direcc abr direccion iones es un mov movim imien iento to indeci indecidib dible le que es consti constitut tutivo ivo e irred irreduct uctibl ible. e. En el proces proceso o de representación hay una opacidad, una esencial impure"a, que a la ve" es condición tanto de la posibilidad como de la imposibilidad. El “cuerpo” del representante no puede reducirse, por motivos esenciales. /na situación de transmisión y rendición de cuentas perfectas en un medio transparente no exigiría representación representación alguna. 4a idea de una representación perfecta implica una imposibilidad lógica... pero esto no quiere decir que la representación sea totalmente imposible. *%s bien la dificultad radica en que representación es el nombre con que se designa un juego indecidible, que organi"a una variedad de relaciones sociales, pero cuyas operaciones no  pueden fijarse en un mecanismo racionalmente racionalmente comprensible y unívoco. En la teoría democr%tica se ha criticado a menudo la representación por los inconvenientes que plantea para la rendición de cuentas, que se estima fundamental en una sociedad democr%tica2 no obstante, la mayoría de las variantes de esta crítica son infundadas. e err el peligro nicamente en la posibilidad de que el representante ignore o traicione la voluntad de su electorado es una concepción muy unilateral. 0or supuesto, hay muchos casos en que dicha voluntad es ignorada y muchos otros en que se la deforma de manera sistem%tica2 pero esa crítica hace caso omiso del papel del representante en la constitución de dicha voluntad. 1i, como dije, hay en la identidad del representado una brecha que requiere del  proceso de representación representación para ser llenada, no es cierto que la reducción reducción de los %mbitos %mbitos sociales sociales en que operan los mecanismos representativos conducir% necesariamente a sociedades administradas m%s democr%ticamente. democr%ticamente. En las sociedades en que vivimos, cada ve" nos resulta m%s difícil remitirnos a un nivel nico o primario en el cual se constituiría la identidad b%sica de los agentes sociales. Esto significa, por un lado, que los agentes sociales se vuelven, cada ve" m%s, “símismos mltiples”, de identidad inestable y vagamente integrada, y, por otro lado, que  proliferan los lugares sociales donde se adoptan decisiones que afectar%n su vida. En consecuencia, la necesidad

 

P de “completar la brecha” ya no es un “suplemento” a(adido a un %mbito b%sico de constitución de la identidad del agente, sino que se convierte en un terreno primario. El papel constitutivo de la representación en la conformación de la voluntad, que en sociedades m%s estables quedaba parcialmente oculto, ahora es por entero visible. El plano de la política nacional, verbigracia, puede operar como un plano en el que los discursos de los representantes proponen formas de articulación y de unidad entre identidades por lo dem%s fragmentadas. Esto quiere decir que no es posible eludir el marco de los procesos representativos y que deben construirse opciones democr%ticas que multipliquen los puntos a partir y alrededor de los cuales opere la representación, en ve" de  procurar limitar limitar sus alcanc alcances es y su %rea de oper operación. ación. hemos visto del qu#representado. entra(a una situación en la que el del representante completar  brecha 3a en la identidad Ese discurso tendr% undiscurso doble papel al que ya hicedebe referenciaser%una un elemento particular de completamiento y a la ve" simboli"ar% la función de completamiento. 0ero esto implica que en las sociedades actuales necesariamente se ampliar% la brecha entre los dos t#rminos de esta dualidad y que el rol de los “representantes” ser% cada ve" m%s central y constitutivo. ?Es eso tan negativo realmente@ 7 trav#s de esa brecha brecha cr creci ecient ente, e, ?no ?noss distan distancia ciamos mos cada cada ve" m% m%ss de la posibi posibilid lidad ad de con contar tar con soc socied iedade adess democr%ticamente democr%ticam ente administra administradas@ das@  o pienso así. 4a situación es m%s bien la opuesta- allí donde no es posible diferenciar el contenido concre con creto to y la forma forma gen genera erall del compl completa etamie miento nto o sea, sea, en un uni univer verso so cerrad cerrado o en que no se re requi quier eree representación alguna, no hay competencia democr%tica posible. 4a transparencia de una identidad plenamente adquirida sería la fuente autom%tica de todas las decisiones. Este es el mundo de los h#roes hom#ricos. 1i existe una brecha en la identidad de los actores sociales, en cambio, el completamiento de esa brecha generar% por  fuer"a una división entre el contenido del completamiento y la función del completamient completamiento o y como esta ltima no est% necesariamente asociada a ningn contenido, los diversos contenidos rivali"ar%n entre sí para encarnar la forma en sí del completamiento. /na sociedad democr%tica no es aquella en la que predomina incuestionado el “mejor” contenido, sino aquella en la que nada ha sido adquirido de manera definitiva y siempre existe la  posibilidad de cuestionarlo. 0or ejemplo, si pensamos en el resurgim resurgimiento iento del nacionalismo y de toda clase de identidades #tnicas en la Europa oriental de nuestra #poca, f%cilmente se aprecia que el peligro para la democracia reside resi de en el cierre de tales tales grupos grupos en torn torno o de identidades identidades consoli consolidadas dadas,, que no pueden pueden sino refor"ar refor"ar las tendencias m%s reaccionarias y establecer las condiciones para un enfrentamiento permanente con otros grupos. 0or el contrario, la integración de dichas naciones en organi"aciones m%s amplias 5como la 'EE6 puede sentar las  bases para un desarrollo desarrollo democr%tico y eso exige que cada cual se divida y necesite estar rrepresentado epresentado fuera de sí mismo para ser un aut#ntico símismo. 1ólo hay democracia si existe el reconocimiento del valor positivo de una identidad dislocada. 7quí es  perfectamente aplicable aplicable el t#rmino hibridación, propuesto por +omi >habha y otros autores. 0ero en este caso la condición condi ción de una sociedad democr% democr%tica tica es el noc nocomple ompletami tamiento ento constit constitutivo utivo,, que incl incluye, uye, desde luego, luego, la imposibilidad de una cimentación racional ltima. +e aquí una descimentación que escapa a la perversa y est#ril dicotomía modernidadBnihilismo- en lugar de enfrentarnos con la opción presenciaBausencia de un cimiento, nos enfrenta con la bsqueda incesante de algo que debe dar valor positivo a su misma imposibilidad. =ayatr =ayatrii 1piva8  ha hablado de un “esencialismo estrat#gico”2 aunque la fórmula no me agrada, creo que de algn modo apunta en la misma dirección que esta lógica de la indecidibilidad cuyos perfiles estoy tratando de definir.  os encontramos en an%loga situación en lo que ata(e al poder. 4a noción tradicional de una sociedad emancipada es la de una sociedad totalmente racional, de la que el poder ha sido eliminado por completo. o obstante, como hemos visto, para la concepción racionalista de la sociedad en la que se basa la noción de emancipac eman cipación, ión, el poder debe ser pura puramente mente aparente. aparente. Esto nos sita ante una antinomi antinomia. a. 7 fin de que la emanci ema ncipac pación ión sea pos posibl iblee com como o suc suceso eso rea reall vale vale decir decir,, a fin de que pos posea ea estatu estatuto to ont ontoló ológic gico o y no sea meramente el contenido vívido de la falsa conciencia del pueblo, tambi#n el poder debe ser real2 pero si el poder  es real, la relación entre #l y lo que se emancipa de #l debe ser de una exterioridad radical2 radical2 de lo contrario, habría un eslabón racional entre el poder y la emancipación y #sta no sería aut#ntica. 4a dificultad radica en que una relación de exterioridad radical entre dos fuer"as es una relación contingente y, por ende, si la emancipación elimina el poder merced a un proceso de lucha contingente, la emancipación debe ser a su ve" el poder. ?o  podría afirmarse, afirmarse, empero, que deja de ser el poder una ve" que lo ha destruido@ o, porque no es posible posible deducir  lógicamente plena transparencia y racionalidad de la opacidad inherente a un acto contingente de poder. 4a emanci ema ncipac pación ión sólo sólo sería sería racion racional al de cab cabo o a rab rabo o si el der derroc rocami amient ento o del pod poder er fue fuese se expres expresión ión de una racionalidad superior, que la hubiera transformado en un paso necesario. 4a misma condición de la emancipación su ruptura radical con el poder la torna imposible, ya que la vuelve indiferenciable del poder. 0ero la consecuencia no es el resultado nihilista de que la emancipación es imposible y de que sólo nos queda el poder, pues lo que asevera nuestra conclusión es que el poder es la

 

9 condición misma de la emancipación. 1i toda emancipación debe constituirse como poder, habría una pluralidad de poderes y por lo tanto una pluralidad de emancipaciones contingentes y parciales. os encontraríamos en la maquiav#lica situación de una pluralidad de luchas dentro de lo social y no ante un acto de refundación radical que se convertiría en la fuente de lo social. 4o despla"ado es la idea, lógicamente imposible, de una dicotomía radical que hace de la emancipación un sinónimo de la eliminación del poder. 7hora bien, como en el caso de la impure"a inherente al proceso de representación, la dimensión del poder, que es inextirpable y constitutiva de toda identidad social, debe ser considerada no como una carga gravosa sino como el origen de un nuevo optimismo histórico2 ya que si fuese posible la eliminación total del poder las relaciones sociales se tornarían completamente hecho, habríamostransparentes, llegado al fin la dediferencia la historia.sería imposible y “libertad” resultaría un t#rmino redundante. $e Esto me conduce a mi ltimo tema. uestra experiencia contempor%nea nos ha hecho asistir al fin de la modernidad como hori"onte, pero no necesariamente al fin de los objetivos y demandas particulares que han  plasmado sus contenidos. 4lamamos hori"onte a lo que establece al mismo tiempo los límites y el terreno de constitución de cualquier objeto posible, y por consiguiente vuelve imposible cualquier “m%s all%”. 4a ra"ón para la Mlustración, el progreso para el positivismo, la sociedad comunista para el marxismo, son los nombres no de objetos pertenecientes a un cierto hori"onte sino del hori"onte mismo. En tal sentido, las característi características cas b%sicas de la concepción moderna de la política que puntualic# al comien"o est%n firmemente arraigadas en las principales dimensiones de la modernidad, concebida como un hori"onte fundamental. 7hora, generali"ando las conclusiones de mi argumentación, podría decir que la crisis de dicho hori"onte, ya se(alada desde muchos sectores, lejos de llevar a una implosión generali"ada de lo social y a un repliegue de la participación en las esferas pblicas, ha creado, por primera ve", la posibilidad de una concepción radicalmente política de la sociedad. Jepasemos  brevemente nuestras cinco características y veamos en qu# forma el giro “posmoderno” contribuye a liberar a la  política de los la"os modernos que la limitan. limitan. 7nte todo, la tran transfor sformaci mación ón radi radical. cal. 1i se concibe que esta transf transforma ormación ción tiene lugar en el plano plano del cimiento racionalmente racionalmente comprensible de lo social, ella es obra de la ra"ón y no de nosotros. /na racionalidad que nos trasciende determina plenamente lo que va a acontecer y nuestra nica libertad posible consiste en ser  conscientes de la necesidad. En este aspecto, una clase universal sólo puede ser un actor histórico ilimitado, que anula la dualidad subjetoobjeto. 0ero si no existe un cimiento de lo social, toda intervención histórica ser% obra de agentes históricos limitados. 1in embargo, esta limitación es compensada con creces por la nueva libertad que conquistan los agentes sociales, al convertirse en creadores de su propio mundo. 'omo consecuencia, queda despla"ada la noción de transformación radical- su car%cter radical est% dado por la sobredeterminación de los cambios parciales que entra(a, no por el hecho de que opere en el nivel de un cimiento fundamental. Esto explica que tambi#n est#n despla"adas las características segunda y cuarta que hemos hallado en el enfoque moderno de la política. 4a categoría de la “totalidad social” no puede, sin duda, abandonarse, pues en la medida en que toda acción social se lleva a cabo en un terreno sobredeterminado, “totali"a” hasta cierto punto las relaciones sociales2  pero ahora la totalidad pasa a ser el nombre, no ya de un cimiento, sino del hori"onte. 0or el mismo motivo, los actores sociales tratan de superar sus limitaciones, pero, en la medida en que ha sido abandonada la noción de un actor histórico ilimitado, esta superación no puede ser otra cosa que el proceso pragm%tico de construcción de identidades sociales sobredeterminadas sobredeterminadas en alto grado. ?!u# ocurre con la representabilidad@ Est% claro que si no existe un cimiento racional supremo de lo social, la representabilidad total es imposible2 pero en tal caso no podemos hablar tampoco de representaciones “parciales” que serían, dentro de sus respectivos límites, cuadros m%s o menos adecuados del mundo. 1i la contingencia radical ha ocupado el terreno del cimiento, todo significado social ser% una construcción social y no un reflejo intelectual de lo que son las “cosasensí”. 4a consecuencia es que en esta “guerra de interpretaciones”, interpretaciones”, el poder, lejos de ser meramente aparente, pasa a ser constitutivo de la objetividad social. $e lo anterior se extraen tres conclusiones. 4a primera es que la política, lejos de ser una superestructura, tiene el papel de lo que podríamos denominar una ontología de lo social. 1i la política es el conjunto de decisiones adoptadas en un terreno indecidible o sea, un terreno en el cual el poder es constitutivo, lo social sólo  puede consistir en las formas sedimentadas de un poder que ha borrado las huellas de su propia contingencia. 4a segunda conclusión es que si el pasaje de la modernidad a la posmodernidad tiene lugar en el plano de sus hori"ontes intelectuales y sociales, este movimiento no implicar% de suyo el colapso de todos los objetos y valores contenidos dentro del hori"onte de la modernidad, sino la reformulación desde una perspectiva diferente. 4os valores universales de la Mlustración, verbigracia, no tienen por qu# ser abandonados, pero sí hay que  presentarlos como construcciones sociales pragm%ticas y no como expresiones de un requisito necesario de la ra"ón.

 

)N 0or ltimo, creo que las reflexiones anteriores muestran en qu# dirección debe avan"ar la construcción del imaginario social posmoderno- con miras a indicar los valores comunitarios positivos derivados de la limitación de los agentes históricos, de la contingencia de las relaciones sociales y de los acuerdos políticos a trav#s de los cuales la sociedad organi"a el manejo de su propia imposibilidad. Notas

) 1.J.'legg, ArameQor8s of 0oQer, 0o Qer, 4ondres, 1age, )9P9, cap.
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