Lacan_El Mito Individual Del Neurótico

September 14, 2017 | Author: Luis6983 | Category: Nature
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r

J A C Q U ES L A C A N

EL MITO INDIVIDUAL D E L NEURÓTICO

I

J_jes hablaré de u n tema q u e

realmente

debo calificar c o m o nuevo, y q u e c o m o tal es difícil. L a dificultad de esta exposición n o le es intrínseca en m o d o alguno. Surge del hecho de que trata de algo nuevo que tanto m i experiencia analítica como el intento que hago, en el curso de u n a enseñanza llamada de seminario, de profiindizar la realidad

fimdamental

del

análisis me permitieron percibir. Extraer de esta enseñanza y de esta experiencia esa parte original, para hacerles sentir su alcance, entraña dificultades muy especiales e n la exposición. P o r eso les p i d o p o r anticipado su i n d u l gencia si quizá se les presenta alguna dificultad para captar, al menos e n el p r i m e r abordaje, aquello de l o que se trata.

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JACQUES

LACAN

EL M I T O I N D I V I D U A L

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DEL

NEURÓTICO

m e d i d a d e l hombre. Pues b i e n , e l psicoanálisis es actualmente l a única disciplina quizá como

comparable c o n esas artes liberales, p o r l o que

preámbulo, es u n a disciplina que, e n el con-

preserva de esa relación de m e d i d a d e l h o m -

j u n t o de las ciencias, se nos presenta c o n u n a

bre consigo mismo — relación interna, cerra-

posición verdaderamente particular. A m e n u -

da sobre sí misma, inagotable, cíclica, que

do se dice que n o es u n a ciencia estrictamente

entraña p o r excelencia el uso de l a palabra.

E l psicoanálisis, debo recordarlo

hablando, lo que parece implicar p o r con-

/

Es justo p o r eso que^íaexperiencia analíti-

traste que es simplemente u n arte.,Eso es u n

ca n o es decisivamente objetivable. Siempre

error si p o r ello se entiende que n o es más que

i m p l i c a l a emergencia e n su p r o p i o seno de

u n a técnica, u n método operacional, u n con-

u n a verdad que n o puede ser dicha, pues l o

j u n t o de recetas. Pero n o lo es si se emplea ese

que l a constituye es l a palabra, y porque sería

término, arte, e n el sentido e n que se l o

preciso de algún m o d o

empleaba e n l a E d a d M e d i a cuando se habla-

misma, que es l o que estrictamente hablando

ba de lasarles liberales — ustedes conocen su

n o puede ser dicho e n calidad de p a l a b r a . ^

serie, que va de l a astronomía a l a dialéctica,

decir la palabra

Vemos emanar d e l psicoanálisis, p o r l o

pasando p o r l a aritmética, l a geometría, l a

demás, métodos q u e

música y l a gramática.

medios de actuar sobre el h o m b r e , el objeto

Ciertamente hoy nos es difícil aprehender

humano. Pero

tienden

a

objetivar

n o son más q u e técnicas

la función y el alcance de esas artes llamadas

derivadas de ese arte fundamental que es el

liberales e n l a vida y e n el pensamiento de los

psicoanálisis tal como está constituido p o r esa

maestros [maítres] medievales. N o obstante, l o

relación intersubjetiva que n o puede, les dije,

cierto es que lo que las caracteriza y las dis-

ser agotada, pues es lo que nos hace hombres.

tingue de las ciencias que de ellas surgirían es

Eso es sin embargo l o que de todos modos nos

que mantienen e n p r i m e r plano lo que puede

vemos llevados a intentar expresar c o n u n a

llamarse u n a relación fundamental c o n l a

fórmula que ofrezca l o esencial de ella, y es

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NEURÓTICO

justamente p o r eso p o r lo que existe e n el

analítica, ciertas modificaciones de estructurji

seno de la experiencia analítica algo que es,

que son correlativas de los progresos que

estrictamente hablando,; u n mito. /

nosotros mismos hacemos e n l a comprensión

E l mito es lo que da u n a l o r m u l a discursiva

de l a experiencia analítica. Es lo que nos per-

a algo que n o pude ser trasmitido en l a defini-

mite, e n segundo grado, captar que la teoría

ción de l a verdad, dado que l a definición de l a

analítica está íntegramente sostenida p o r el

verdad solo puede apoyarse sobre ella misma,

conflicto fimdamental que, p o r intermedio de

y que l a palabra l a constituye e n l a m e d i d a e n

la rivalidad c o n el padre, liga al sujeto c o n u n

j que progresa. L a palabra n o puede ^captarse a

valor simbólico esencial — pero esto, lo verán,

sí misma, n i captar el movimiento de acceso a

siempre e n función de cierta degradación

la verdad, como u n a verdad objetiva.

concreta,

Solo

ligada

quizás

a circunstancias

puede expresarla — y esto, de u n m o d o míti-

sociales especiales, de l a figura d e l padre. L a

co. E n este sentido puede decirse que aquello

experiencia misma se extiende entre esta ima-

en l o que l a teoría analítica concretiza l a

gen d e l padre, siempre degradada, y u n a ima-

relación intersubjetiva, y que es el complejo

gen que nuestra práctica nos permite m e d i r

de E d i p o , tiene u n valor de mito. ^

cada vez más, así como nos permite m e d i r sus

^

H o y les aportaré u n a serie de hechos de

incidencias e n el analista mismo e n l a m e d i d a

a

en que, bajo u n a forma ciertamente velada y

propósito de esas formaciones que constata-

casi renegada p o r l a teoría analítica, él toma

experiencia

q u e intentaré

ejemplificar

mos e n l a vivencia de los sujetos que tomamos

n o obstante, de u n a m a n e r a casi clandestina,

e n análisis, los sujetos neuróticos p o r ejemplo,

e n l a relación simbólica c o n e l sujeto, l a posi-

y que son conocidais p o r todos aquellos a

ción de ese personaje muy desdibujado p o r l a

quienes l a experiencia analítica n o les es com-

declinación de nuestra historia que es e l d e l

pletamente ajena. Estas formaciones necesitan

amo — e l d e l a m o moral, el d e l a m o que

aportar al mito edípico, e n l a m e d i d a e n que

instaura e n l a dimensión de las relaciones

se encuentra e n e l corazón de l a experiencia

humanas

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fimdamentales 17

a q u i e n está e n l a

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ignorancia, y que le abre l o que puede lla-

enseñanza, lo que n o impidió que u n o de

marse el acceso a l a conciencia, incluso a l a

nuestros

sabiduría, e n l a adquisición de l a condición

recientemente — lo escuché de su boca —

humana.

u n a suerte de desprecio p o r ellas. L a técnica,

Si nos fiamos de l a definición del mito

eminentes

colegas

manifestara

decía, es e n ellas tan torpe cuanto arcaica.

como cierta representación objetivada de u n

Después de todo, eso puede sostenerse si u n o

epos o de u n a gesta que expresa de manera

piensa e n los progresos que hemos hecho al

fundamentales

tomar conciencia de l a relación intersubjetiva,

s de cierto m o d o de ser h u m a n o L ^ A característii e n u n a época determinada, si l o comprende-

y al interpretar solamente a través de las rela-

imaginaria

las

relaciones

ciones que se establecen entre el sujeto y noso-

mos c o m o l a manifestación social latente o

tros en l a actualidad de las sesiones. ¿Pero

patente, virtual o realizada, plena o vaciada de

debía m i interlocutor llevar las cosas hasta

su sentido, de ese m o d o d e l ser, entonces es

decir que los casos de F r e u d estaban m a l ele-

seguro que podemos reencontrar su función

gidos? ^ u e d e decirse, es cierto, que ellos son

e n l a vivencia misma de u n neurótico. L a

mcompletos, que e n gran m e d i d a son psicoa-

experiencia nos b r i n d a en efecto toda clase de

nálisis que se quedaron a medio camino, frag-

manifestaciones conformes a este esquema y

mentos de análisis. Pero eso mismo debería

de las que puede decirse que se trata, estricta-

incitamos a reflexionar y a preguntarnos p o r

mente hablando, de mitos, y les mostraré esto

qué F r e u d hizo esta elección. Eso, p o r supues-

mediante u n ejemplo que considero es u n o de

:o. si confiamos en F r e u d . Y hay que confiar

los más familiares e n l a m e m o r i a de todos

en él.

/

aquellos de ustedes que se interesan e n estas

N o basta decir, como proseguía quien e m i -

cuestiones, y que tomaré de u n a de las gran-

¿a las palabras que les he relatado, que segu-

des observaciones de Freud.

rímente eso posee al menos ese carácter alen-

Estas observaciones se benefician periódi-

-i¿:r de mostrarnos que alcanza c o n u n a

camente de u n a renovación d e l interés e n l a

z^rqueñísima pizca de verdad e n algún lugar

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para que ella consiga traslucirse y surgir pese a

Pero ese aspecto tranquilizador — que siem-

los obstáculos que l a exposición le opone. N o

pre tienen, para quienes leen o aprenden, los

creo que esa sea u n a visión justa de las cosas.

pensamientos familiares, vulgarizados — qui-

E n verdad, el árbol de l a práctica cotidiana

zás enmascara al lector l a originalidad de esta

ocultaba a m i colega el avance d e l bosque que

observación y su carácter especialmente signi-

surgió de los textos freudianos.

ficativo y convincente.

Elegí para ustedes l ^ l j i ^ m b r e de las ratas",

Este caso, ustedes saben, t o m a su título de

y creo p o d e r e n esta ocasión justificar el inte-

u n fantasma absolutamente fascinante, q u e

rés de F r e u d p o r este caso.

tiene u n a función evidente de desencadena-



miento e n la psicología de la crisis que p o n e al sujeto al alcance d e l analista. Es el relato de u n suplicio que siempre disfrutó de u n b r i l l o sinSe trata de u n a neurosis obsesiva. Pienso

gular, incluso de u n a verdadera celebridad, y

que todos los que h a n venido a escuchar l a

que consiste e n l a introducción, p o r m e d i o de

presente conferencia h a n oído hablar de l o

u n dispositivo más o menos ingenioso, de u n a

que se considera c o m o l a raíz y l a estructura

rata excitada p o r medios artificiales en el

de esta neurosis, a saber, l a tensión agresiva, l a

recto del supliciado. L a p r i m e r a audición de

/fijación instintiva, etcétera. E l progreso de l a

este relato provoca en el sujeto u n estado de

teoría analítica puso en el origen de nuestra

horror fascinado, que n o desencadena su neu-

comprensión de l a neurosis obsesiva u n a ela-

rosis sino que actualiza sus temas y suscita l a

boración genética extremadamente

angustia. D e esto resulta toda u n a elaboración

compleja,

y sin d u d a cierto elemento, cierta fase de los

r^'.a estructura hemos de ver.

>>

temas fantasmáticos o imaginarios c o n los que

Este fantasma es ciertamente esencial para

tenemos el hábito de topamos siempre e n el

h teoría del determinismo de u n a neurosis, y

análisis de u n a neurosis obsesiva, se encuen-

í t reencuentra e n numerosos temas e n el

tran e n l a lectura de " E l h o m b r e de las ratas".

Tzr^

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de l a observación. ¿Significa esto q u e 21

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NEURÓTICO

allí reside todo su interés? N o solo n o l o creo,

prehistoria, a saber, las relaciones familiares

sino que estoy seguro de que e n toda lectura

fundamentales que estructuraron la unión de

atenta se percibirá que su interés p r i n c i p a l

sus padres, resulta tener u n vínculo m u y pre-

proviene

ciso, y quizá definible mediante u n a fórmula

de l a extrema particularidad d e l

de transformación, c o n l o que se presenta

caso, i C o m o F r e u d lo subrayó siempre, cada caso

como lo más contingente, l o más fantasmáti-

debe ser estudiado e n su parücularidad, exac-

co, l o más paradójicamente mórbido de su

tamente como si ignorásemos todo de l a teo-

caso, a saber, el último estado de desarrollo de

ría. Y lo que constituye l a particularidad de

su gran temor obsesivo, el guión imaginario al^ \

este caso es el carácter manifiesto, visible, de

que él llega c o m o solución de l a angustia liga-

las relaciones ^ n juego. E l valor ejemplar de

d a al desencadenamiento de l a crisis.

este caso particular radica en su simplicidad,

L a constelación d e l sujeto se forma e n l a

del mismo m o d o e n que puede decirse que e n

tradición familiar p o r el relato de cierto

[ geometría ijin caso particular puede tener u n a

número de rasgos que especifican l a unión

deslumbrante superioridad de evidencia c o n

entre los padres./

respecto a l a demostración, cuya verdad, e n

Hay que saber que el padre fue suboficial al

razón de su carácter discursivo, permanecerá

comienzo de su carrera, y que continuó sien-

velada bajo las tinieblas de u n a larga secuencia

d o m u y "suboficial'^ c o n l a nota de autoridad,

de deducciones.

pero u n poco irrisoria, que eso entraña. C i e r t a

H e aquí en qué consiste l a originalidad d e l

devaluación lo acompaña de m o d o perma-

caso, y l o que se presenta a todo lector u n

nente e n l a estima de sus contemporáneos, y

poco atento.

u n a mezcla de elegancia y b r i l l o c o m p o n e u n

L a constelación — ¿por qué no?, e n el sen-

personaje convencional que u n o entrevé tras

tido e n que los astrólogos hablan de ella — , l a

el h o m b r e simpático descrito p o r el sujeto.

constelación original que presidió el naci-

Este padre se encontró e n posición de hacer

miento d e l sujeto, su destino, y casi diría su

lo que se l l a m a u n m a t r i m o n i o ventajoso — su

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mujer pertenece a u n medio m u c h o más ele-

to, de los que era depositario e n v i r t u d de sus

vado e n la jerarquía burguesa, y le h a aporta-

funciones. Y solo salvó su honor, incluso su

do a l a vez los medios de vida y l a situación

vida misma, al menos e n el sentido de su

misma de l a que se beneficia e n el m o m e n t o

carrera, d e l papel que p u d o seguir h a c i e n d o

en que van a tener a su hijo. E l prestigio está

en l a sociedad, gracias a l a intervención de u n

pues d e l lado de l a madre. Y u n a de las chan-

amigo, que le prestó l a suma que él acordó

zas más frecuentes entre estas personas, que

devolver, y que resultó así ser su salvador. Aún

en p r i n c i p i o se llevan bien y parecen incluso

se habla de ese m o m e n t o c o m o de u n episo-

ligadas p o r u n afecto real, es una» suerte de

dio verdaderamente importante y significati-

j u e g o que consiste e n u n diálogo de los espo-

vo d e l pasado paterno.

sos: l a mujer hace u n a alusión divertida a u n

H e ahí pues cómo se presenta l a constela-

intenso apego de su marido, justo antes d e l

ción familiar del sujeto. Su relato surge pieza

m a t r i m o n i o , p o r u n a joven pobre pero bonita,

p o r pieza en el curso del análisis, sin que el

y el m a r i d o protesta y afirma e n cada ocasión

sujeto lo conecte e n m o d o alguno c o n nada

que se trata de algo tan fugaz como lejano, y

actual que suceda. Hace falta toda l a intuición

olvidado. Pero este juego,

cuya repetición

de F r e u d para comprender que allí hay ele-

misma i m p l i c a quizá que entraña u n a parte de

mentos esenciales d e l desencadenamiento de

artificio, impresionó e n verdad profundamen-

la neurosis obsesiva. E l conflicto mujer rica /

te al joven sujeto que más tarde devendrá

mujer pobre se reproducía m u y exactamente e n

nuestro paciente.

la vida d e l sujeto e n el m o m e n t o e n que su

O t r o elemento d e l mito familiar tiene n o

padre l o empujaba a casarse c o n u n a mujer

p o c a importancia. E n el curso de su carrera

rica, y fue entonces cuando se desencadenó l a

militar, e l padre se encontró e n lo q u e se

neurosis propiamente dicha. A l aportar este

puede llamar, para decirlo e n términos púdi-

hecho, el sujeto dice casi al mismo tiempo:

cos, aprietos. N o hizo n i más n i menos que

"Le digo c o n eso algo que n o tiene ciertamen-

dilapidar e n el j u e g o los fondos d e l regimien-

te n i n g u n a relación c o n todo lo que me h a

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JACQUES

LACAN

EL

sucedido". F r e u d entonces percibe de inmediato l a relación.

MITO INDIVIDUAL

DEL

NEURÓTICO

Se encuentra e n l a situación de tener que

^ JJ*»

pagar el precio de u n objeto que n o es indife-

L o que e n efecto se ve si se sobrevuela

rente precisar, u n par de lentes que le perte-

panorámicamente l a observación es l a estric-

necen, que él dejó que se perdieran e n el

ta c o r r e s p o n d e n c i a entre estos elementos i n i -

curso de las grandes maniobras durante las

ciales de l a constelación subjetiva y el desa-

cuales le relataron el suplicio e n cuestión, y

r r o l l o último de l a obsesión fantasmática.

donde se desencadenó la crisis actual. Solicita

¿Cuál es este desarrollo último? L a i m a g e n

el urgente reemplazo de sus lentes a su óptico

del suplicio engendró p r i m e r a m e n t e e n el

de V i e n a — pues todo eso sucede e n la anti-

sujeto, según e l m o d o de pensamiento pro-

gua Austria-Hungría, antes d e l comienzo de l a

p i o d e l obsesivo, toda suerte de miedos, a

guerra d e l '14 —, y p o r correo expreso este le

saber, q u e u n día p u d i e r a inflingirse ese

envía u n a pequeña e n c o m i e n d a que contiene

suplicio a las personas que le son más queri-

el objeto. A h o r a b i e n , el mismo capitán que le

das y, especialmente, a ese personaje de l a

hizo saber l a historia del supHcio, y que l o

mujer pobre idealizada a l a cual él consagra

impresiona m u c h o p o r cierta exhibición de

u n a m o r cuyo estilo y valor p r o p i o veremos

gustos crueles, le i n f o r m a que él debe el rem-

enseguida — es l a f o r m a m i s m a d e l a m o r de

bolso a u n teniente A , que se o c u p a de los

la que es capEiz el sujeto obsesivo — , o b i e n ,

asuntos d e l correo, y q u e supuestamente

más paradójicamente aún, a su padre, que n o

desembolsó l a suma p o r él. E n torno a esta

obstante e n ese m o m e n t o está muerto y redu-

idea de rembolso, l a crisis conoce su desarro-

c i d o a u n personaje i m a g i n a d o e n el más allá.

llo último. E n efecto, el sujeto se forja u n

Pero el sujeto se vio llevado

a

deber neurótico de rembolsar l a suma, pero

c o m p o r t a m i e n t o s que nos muestran que las

efl* ciertas condiciones b i e n precisas. Se i m p o -

c o n s t r u c c i o n e s neuróticas d e l obsesivo a

ne a sí mismo este deber bajo l a forma de u n

veces t e r m i n a n l i n d a n d o c o n las construccio-

mandamiento interior que surge e n el psiquis-

nes delirantes.

. ^,

m o obsesivo, e n contradicción c o n su p r i m e r

m

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,

finalmente

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LACAN

T Ü ^ 5Í

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movimiento, que se había expresado bajo l a

correo a través d e l teniente A , que ante este

forma "no pagar". H e l o aquí p o r el contrario

ella transfiera l a suma e n cuestión al teniente

c o m p r o m e t i d o consigo mismo p o r u n a suerte

B, y que este m i s m o rembolse entonces al

de j u r a m e n t o , "pagar a A " . A h o r a bien, él se

teniente A , c u m p l i e n d o así su j u r a m e n t o al

d a cuenta muy rápido de que este imperativo

pie de l a letra. H e ahí a d o n d e l o lleva,

absoluto n o tiene nada de adecuado, pues n o

mediante esta deducción característica de los

es A q u i e n se o c u p a de los asuntos d e l cojreo,

neuróticos, l a n e c e s i d a d i n t e r i o r q u e lo'~'

sino u n teniente B.

comanda.

^

Esto n o es todo. E n el m o m e n t o . m i s m o e n

^ N o p u e d e n ustedes dejar de reconocer, e n

que todas estas elucubraciones se p r o d u c e n

este guión que entraña el pasaje de cierta

e n él, e l sujeto sabe perfectamente,

suma de dinero d e l teniente A a l a generosa

como

luego se descubre, que e n realidad tampoco .

dama d e l correo que afrontó el pago, y luego

debe esta suma al teniente B , sino simple-

de l a dama a otro personaje masculino, u n

mente a l a d a m a d e l correo, que tuvo a b i e n

esquema que, c o m p l e m e n t a r i o ,en ciertos

confiar e n el señor B, h o n o r a b l e oficial que se

puntos, suplementario e n otros, paralelo e n

encuentra e n los alrededores. N o obstante,

cierta f o r m a e inverso fin otra, es e l equivalen-

hasta el m o m e n t o e n que llegue a confiarse a

te de 1^ situación originali, tal c o m o ella gravi-

los cuidados de F r e u d , el sujeto estará e n u n

ta c o n certeza sobre el espíritu d e l sujeto y

estado de angustia máxima, perseguido p o r

sobre todo lo que hace de él ese personaje c o n

u n o de esos conflictos tan característicos de l a

u n m o d o de relaciones m u y especial para c o n

vivencia de los obsesivos, y que gira íntegra-

los otros, al que se llama neurótico.

mente e n torno al siguiente guión: c o m o él se

Obviamente este guión es imposible de

h a j u r a d o que rembolsaría l a suma a A , con-

seguir. E l sujeto sabe perfectamente que n o

viene, a fin de que n o sucedan a quienes más

debe na d a n i a A n i a B, sino a la d a m a d e l

ama las catástrofes anunciadas p o r l a obse-

correo, y que si el guión se realizara sería ella

sión, que rembolse a l a generosa d a m a del___

q u i e n quedaría pagando a fin de cuentas. D e 2»

J

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LACAN

Tr*/. - t t

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NEURÓTICO

hecho, c o m o es siempre el caso e n l a vivencia

que de l a aprehensión subjetiva que de ella

de los neuróticos, la realidad imperativa de lo

tuvo el sujeto.

•••«—

real pesa más que todo aquello que lo ator-

¿Qué es l o que d a su carácter mítico a este

menta infinitamente — que lo atormenta

pequeño guión fantasmático? N o es simple-

hasta e n el tren que lo conduce e n l a direc-

mente el hecho de que ponga e n escena u n a

ción estrictamente contraria a la que habría

ceremonia que reproduce más o menos exac-

debido tomar para i r a realizar ante l a d a m a

tamente l a relación i n a u g u r a l que allí se

del correo la ceremonia expiatoria que le

encuentra como escondida:!él la modifica e n

parece tan necesaria. Mientras se dice e n cada

el sentido de cierta tendencia. P o r u n a parte,

estación que él puede aún bajar, cambiar de

tenemos e n el origen u n a d e u d a d e l padre

tren, regresar, se dirige a V i e n a , d o n d e va a

para c o n el arnigo — pues omití decirles que

confiarse a F r e u d , y se contentará simplemen-

n u n c a reencontró al amigo, eso es precisa-

te, u n a vez comenzado el tratamiento, c o n

mente lo que sigue siendo misterioso en l a his-

enviar u n giro a l a dama del correo.

toria original, y que n u n c a p u d o rembolsar su

- Este'guión fantasmático se presenta c o m o

deuda. P o r otra parte, hay e n l a historia del

un^pequeño drama^ u n a gesta, que es precisa-

padre sustitución, sustitución de l a mujer

j mente la ¡manifestación de lo que denornino

pobre p o r la mujer rica. A h o r a bien, en el

i ^ 1 mito individual d e l neurótico.

interior d e l fantasma desarrollado p o r el suje-

Refleja, e n efecto, de u n m o d o sin d u d a

to, observamos algo así como u n intercambio

cerrado para el sujeto, pero n o absolutamen-

de los términos terminales de cada u n a de

te, lejos de ello, l a relación inaugural entre el

estas relaciones funcionales. L a profundiza-

padre, l a madre y el personaje, más o menos

ción de los hechos fundamentales de los que

; desdibujado e n el pasado, d e l amigo. Esta rela-

se trata e n l a crisis obsesiva muestra e n efecto

elucidada e n el

que el objeto d e l deseo torturante que tiene el

m o d o puramente factual e n que l a expuse

sujeto de regresar al sitio d o n d e está l a d a m a

ante ustedes, ya que ella n o toma su valor más

del correo n o es e n absoluto esa dama misma.

30

51

ción n o es evidentemente

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LACAN

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NEURÓTICO

sino u n personaje que e n l a historia reciente

típica e n el origen d e l desarrollo neurotizan-

del sujeto encarna a l a mujer pobre, u n a

te. L a situación presenta u n a suerte de ambi-

m u c a m a de posada a l a que conoció e n el

güedad, de diplopía — e l elemento de l a

curso de las maniobras, e n l a atmósfera de

deuda está ubicado e n dos planos a l a vez, y

calor h e r o i c o q u e caracteriza a l a fraternidad

todo el drama d e l neurótico se j u e g a precisa-

militar, y c o n l a que se entregó a algunas de

mente en l a imposibihdad de hacer que estos

esas prácticas de pellizcar nalgas e n las que

planos se reúnan. A l intentar hacer que se

c o n gusto se d a r i e n d a suelta a esos senti-

recubran u n o al otro, él hace u n a operación

mientos generosos. Para cancelar l a deuda,

giratoria, n u n c a saüsfactoria, que n o llega a

es preciso de algún m o d o pagarla, n o al

cerrar su ciclo.

amigo, sino a l a mujer pobre, y p o r esa vía a

Es lo que en efecto se produce en l a conti-

la mujer rica, p o r q u i e n el guión i m a g i n a d o

nuación de las cosas. ¿Qué sucede cuando el

la sustituye.

/

^3

¡XUo*'^

H o m b r e de las ratas se confía a Freud? E n u n

T o d o sucede c o m o si los callejones sin sali-

p r i m e r tiempo, F r e u d sustituye m u y directa-

da propios de l a situación original se despla-

mente e n sus relaciones afectivas a u n amigo

zaran a otro punto de l a r e d mítica, c o m o si l o

que cumplía u n papel de guía, de consejero,

que n o es resuelto aquí se reprodujera siem-

de protector, de tutor apaciguador, y que le

pre allí. Para c o m p r e n d e r b i e n , hay que ver

decía regularmente, tras haber recibido l a

que e n l a situación original, tal como recién l a

confidencia de sus obsesiones y de sus angus-

pinté para ustedes, hay u n a doble deuda, p o r

tias: " N u n c a hiciste el m a l que crees haber

u n lado está l a frustración, incluso u n a suerte

hecho, n o eres culpable, n o le prestes aten-

de castración del padre. P o r otro lado está l a

ción". F r e u d es puesto entonces e n el lugar

d e u d a social jamás resuelta, que está implica-

del amigo. Y m u y pronto se desencadenan fan-

d a e n l a relación c o n el personaje, e n segundo

tasmas agresivos. N o están ligados únicamen-

plano, d e l amigo. Esto es algo muy diferente

te, lejos de ello, a l a sustitución d e l padre p o r

de l a relación triangular considerada c o m o

F r e u d , c o m o l a interpretación del p r o p i o

32

35

^

'^^''l^l^JACQUES

LACAN

¡ : ; H i_t

EL M I T O I N D I V I D U A L

DEL

NEURÓTICO

F r e u d tiende sin cesar a manifestarlo, sino más

l i d a d clínica, que puede servir de orientación

bien, como en el fantasma, a la sustitución d e l

e n l a experiencia analítica — hay en el n e u -

amigo p o r el personaje llamado de l a mujer

rótico u n a situación de cuarteto, q u e se

rica. M u y pronto, en efecto, e n esta especie de

renueva sin cesar, pero que n o existe e n u n

corto delirio que constituye, al menos en los

•solo plano.

sujetos m u y profundamente neuróticos, u n a

Para esquematizar, digamos que, tratándo-

verdadera fase pasional e n el interior mismo

se de u n sujeto de sexo masculino, su equili-

de l a experiencia analítica, el sujeto se pone a

brio m o r a l y psíquico exige l a asunción de su

imaginar que Freud n o desea n a d a menos que

p r o p i a función — hacerse reconocer c o m o tal

darle su propia hija, a quien él transforma fan-

en su función viril y e n su trabajo, asumir los

tásticamente e n u n personaje cargado de todos

frutos de este sin conflicto, sin tener el senti-

los bienes de la Tierra, y a q u i e n se representa

miento de que es algún otro q u i e n lo merece

bajo la forma bastante singular de u n persona-

p que él mismo n o lo tiene más que de caram-

j e provisto de lentes de bosta sobre los ojos. Es

bola, sin que se produzca esta división interior

entonces l a sustitución del personaje de F r e u d

que hace d e l sujeto el testigo alienado de los

p o r u n personaje ambiguo, a la vez protector y

actos de su p r o p i o yo. Es l a p r i m e r a exigencia.

maléfico, cuya relación narcisista c o n el sujeto

L a otra es esta — u n goce que puede ser cali-

es p o r otra parte suficientemente señalada p o r

ficado

los lentes que lo disfrazan. E l mito y el fantas-

sexual u n a vez que este es elegido, y se u n e a

m a se reúnen aquí, y la experiencia pasional,

la vida d e l sujeto.

ligada a l a vivencia actual de la relación c o n el analista, sirve de trampolín, a través de las identificaciones que entraña, para l a resolución de cierto número de problemas. Tomé aquí u n ejemplo

m u y particular.

Pero quisiera insistir sobre lo que es u n a rea-

de apacible y de unívoco d e l objeto

Pues bien, cada vez que el neurótico logra, o tiende a lograr, l a asunción de su p r o p i o papel, cada vez que deviene de algún m o d o idéntico a sí mismo, y se asegura de l a legitim i d a d de su p r o p i a manifestación e n su contexto social determinado, el objeto, el parte-

m

JACQUES

LACAN

EL M I T O I N D I V I D U A L

DEL

NEURÓTICO

naire sexual, se desdobla — aquí bajo l a forma

e n su lugar. N o es él verdaderamente — él se

mujer rica o mujer pobre. L o que es muy impac-

siente excluido, p o r fuera de su p r o p i a viven-

tante e n l a psicología d e l neurótico — basta

cia, n o puede asumir las particularidades y

entrar, n o ya e n el fantasma, sino e n la vida

contingencias de esta, se siente e n discordan-

real d e l sujeto, para palparlo — es el aura de

cia c o n su existencia, y el callejón sin salida se

anulación que rodea familiarmente al parte-

reproduce.

naire sexual que tiene para él más realidad,

Bajo esta f o r m a m u y especial d e l desdo-

que le es más próximo, c o n e l que tiene e n

b l a m i e n t o narcisista yace e l d r a m a d e l n e u -

general los lazos más legítimos, trátese de u n a

rótico, respecto d e l c u a l t o m a n t o d o su valor

relación o de u n matrimonio. P o r otra parte,

las diferentes

se presenta u n personaje que desdobla al pri-

ejemplo les d i recién bajo l a f o r m a de fan-

mero, y que es objeto de u n a pasión más o

tasmas, pero que podemos e n c o n t r a r tam-

menos idealizada, perseguida de u n m o d o

bién bajo otras formas, p o r ejemplo e n los

más o menos fantasmático, c o n u n estilo aná-

sueños. Tengo numerosos ejemplos de esto

logo al d e l amor-pasión, y que además empuja

e n los relatos de m i s pacientes. Allí p u e d e n

a u n a identificación de o r d e n mortal.

verdaderamente mostrarse al sujeto las parti-

formaciones

míticas

cuyo

Si, p o r otro lado, e n otra faz de su vida, el

cularidades originales de su caso, de u n

sujeto realiza u n esfuerzo p o r reencontrar l a

m o d o m u c h o más riguroso y vivido p a r a él

u n i d a d de su sensibilidad, es entonces e n el

que según los esquemas tradicionales surgi-

otro extremo de l a cadena, e n l a asunción de

dos de l a tematización triangular d e l c o m -

su p r o p i a función social y de su p r o p i a virili-

plejo de E d i p o .

d a d — ya que elegí el caso de u n hombre —,

Quisiera citarles otro ejemplo, y mostrarles

donde ve aparecer a su lado u n personaje c o n

su coherencia c o n el primero. A tal fin tomaré

el que también tiene u n a relación narcisista

u n caso que es m u y cercano a l a observación

e n tanto relación mortal. A este delega l a

de " E l h o m b r e de las ratas", pero que atañe a

carga de representarlo e n el m u n d o y de vivir

u n asunto de otro o r d e n — a l a poesía o l a fic-

36

J

JACQUES

LACAN

EL M I T O I N D I V I D U A L

DEL

NEURÓTICO

ción literaria. Se trata de u n episodio de l a

entonces cuando L u c i n d a los sorprende y

j u v e n t u d de Goethe, que este nos narra e n

dice: "Malditos sean esos labios para siempre.

Poesía y verdad. N o lo traigo arbitrariamente —

Q u e l a desgracia caiga sobre l a p r i m e r a q u e

es e n efecto u n o de los temas literarios más

reciba su homenaje". Evidentemente n o sin

valorizados e n las confidencias del H o m b r e de

razón Goethe, p o r entonces e n toda l a infa-

las ratas.

tuación de l a adolescencia

conquistadora,

recibe l a maldición en cuestión c o m o u n a •

3

prohibición que de ahí e n más le cierra el c a m i n o e n todas sus empresas amorosas. Él años, vive e n

nos cuenta entonces cómo, exaltado p o r el

Estrasburgo, y sucede entonces el célebre epi-

descubrimiento de esa m u c h a c h a encantado-

sodio de su pasión p o r Federica B r i o n ; su nos-

ra que es Federica B r i o n , logra p o r p r i m e r a

talgia p o r ella n o se extinguió hasta u n a época

vez superar l a interdicción, y siente l a embria-

avanzada de su vida. Ella le permite superar l a

guez d e l triunfo, tras esta aprehensión de

maldición que sobre él había lanzado u n o de

algo más fuerte que sus propias interdiccio-

sus amores anteriores, l a llamada L u c i n d a , e n

nes interiores asumidas.

Goethe

tiene

veintidós

cuanto a todo acercamiento amoroso c o n u n a

Es u n o de los episodios más enigmáticos de

mujer, y muy especialmente e n cuanto al beso

la vida de Goethe, y n o menos extraordinario

en los labios.

el abandono de Federica p o r parte de él.

Vale l a pena contar l a escena. Esta L u c i n d a

También los Goetheforscher— como los stendha-

tiene u n a hermana, personaje u n poco exce-

lianos, los bossuetistas, son personas m u y

sivamente astuto para ser honesto, que se

particulares que se apegan a u n o de los auto-

ocupa de persuadir a Goethe de los estragos

res cuyas palabras d i e r o n forma a nuestros

que él ocasiona a l a pobre muchacha. E l l a le

sentimientos, y pasan su tiempo hurguetean-

ruega a l a vez que se aleje y que le dé a ella, l a

do los papeles e n los escondrijos para analizar

muy taimada, l a p r e n d a d e l último beso. Es

lo que el genio puso e n evidencia — , los

m

JACQUES

LACAN

EL M I T O I N D I V I D U A L

DEL

NEURÓTICO

Goetheforscher se abocaron a este hecho. Nos

derse p o r l a estructura verdaderamente

d i e r o n de él toda clase de razones, cuyo catá-

tuosa que revelan.

tor-

logo n o quisiera hacer aquí. L o cierto es que

Cree ante todo que debe i r disfrazado.

todas h u e l e n a esta clase de filisteísmo que es

Goethe, hijo de u n gran burgués de Francfort,

correlativo de tales investigaciones

cuando

y que se distingue entre sus camaradas p o r l a

son llevadas a cabo e n el p l a n o común.

soltura de sus modales, el prestigio otorgado a

Tampoco está excluido que haya siempre, en

su atuendo, u n estilo de superioridad social, se

efecto, alguna oscura disimulación de filisteís-

disfraza de estudiante de teología, c o n u n a

m o e n las manifestaciones de la> neurosis, ya

sotana m u y marcadamente raída y descosida.

que e n el caso de Goethe se trata precisamen-

Parte c o n su amigo, y n o hay más que explo-

te de u n a manifestación tal, como lo mostra-

siones de risa durante todo el trayecto. Pero

rán las consideraciones que ahora les expon-

obviamente se siente muy contrariado a partir

dré.

del m o m e n t o e n que la realidad de l a seduc-

Hay varios rasgos enigmáticos e n el m o d o

ción evidente, explosiva, de l a joven, surgida

e n que Goethe aborda esta aventura, y casi

sobre el fondo de esta atmósfera familiar, le

diría que es e n sus antecedentes inmediatos

hace notar que si él quiere mostrarse lo más

d o n d e se encuentra l a clave del problema.

bello y l o mejor posible, debe cambiar cuanto

Para decir las cosas brevemente,

Goethe,

que p o r entonces vive en Estrasburgo c o n u n o de sus amigos, conocía desde

antes el asombroso atuendo, que n o le p e r m i te lucirse.

hacía

Las justificaciones que d a de este disfraz

m u c h o l a existencia, e n u n pueblito, de l a

son m u y extrañas. Evoca nada menos que el

familia abierta, amable y acogedora d e l pastor

disfraz que los dioses se ponían para descen-

B r i o n . Pero cuando va allí, se rodea de pre-

der entre los mortales, lo que le parece i n d i c a r

cauciones cuyo carácter divertido nos cuenta

con certeza, e n el estilo d e l adolescente que

en su biografía — e n verdad, considerando

era entonces, más que infatuación, algo l i n -

los detalles, n o puede u n o dejar de sorpren-

dante c o n l a megalomanía delirante — él

40

41

JACQUES

LACAN

íí?

EL M I T O I N D I V I D U A L

í¿j:

DEL

NEURÓTICO

mismo lo subraya. S i examinamos las cosas en

mozo de posada. Aparecerá esta vez disfraza-

detalle, el texto de Goethe nos muestra lo que

d o de u n m o d o más extraño aún, más discor-

piensa de eso: que, mediante esta f o r m a de

dante que l a p r i m e r a vez y, además, maquilla-

disfrazarse, los dioses buscaban sobre

todo

do. S i n d u d a , hace todo e n tren de j uego ,

ahorrarse dificultades, y, para decirlo todo, esa

pero ese juego se torna cada vez más significa-

era para ellos u n a manera de n o tener que

tivo — en verdad incluso ya n o se coloca e n el

experimentar co m o ofensas l a familiaridad de

nivel del estudiante de teología, sino ligera-

los mortales. L o que más arriesgan perder los

mente p o r debajo. Hace payasadas. Y todo esto

dioses cu a ndo descienden al nivei de los mor-

está voluntariamente entremezclado c o n u n a

tales es su inmortalidad, y el único m o d o de

serie de detalles que hacen que en suma todos

evitarlo es precisamente ponerse a su nivel.

los que colaboran en esta farsa sientan muy

Es e n efecto de algo así de lo que se trata. L a continuación lo demuestra mejor aún cuan-

bien que aquello de lo que se trata está estrechamente ligado al juego sexual, al cortejo.

do Goethe regresa a Estrasburgo para retomar

Hay incluso ciertos detalles que tienen su

sus bellos atuendos, no sin haberse dado cuen-

valor, si puede decirse, de inexactitud. C o m o

ta, algo tardíamente, de lo indelicado que fue

lo i n d i c a el título Dichtung

el haberse presentado bajo u n aspecto que n o

Goethe tuvo conciencia de que tenía derecho

es el suyo, y haber así burlado l a confianza de

a organizar y armonizar sus recuerdos c o n fic-

esta gente que l o acogió c o n u n a encantadora

ciones que llenasen las lagunas de aquellos,

hospitalidad — u n o encuentra verdaderamen-

que sin d u d a él n o tenía el poder de llenar de

te e n el relato l a nota misma de lo gemütlich.

otro m o d o . E l ardor de aquellos de quienes

und Wahrheit,

Regresa entonces a Estrasburgo. Pero, m u y

recién dije que seguían las huellas de los gran-

lejos de c u m p l i m e n t a r su deseo de retornar

des hombres demostró l a inexactitud de cier-

pomposamente

no

tos detalles, que son tanto más reveladores de

e n c u e n t r a na da mejor que sustituir su p r i m e r

lo que puede denominarse las intenciones

disfraz p o r otro, que toma prestado de u n

reales de toda la escena. Mientras Goethe se

42

43

ataviado

al

pueblo,

JACQUES

EL MITO INDIVIDUAL

LACAN

presentaba, maquillado, bajo los ropajes d e l

DEL

NEURÓTICO

que sigue, pues esta relación n o hará más que

mozo de l a posada, y se divertía largamente

declinar. Lejos de que el desencantamiento,

con el quid pro quo resultante, era, dice, porta-

la ruptura del hechizo de l a maldición origi-

d o r de u n pastel de bautismo que también le

nal se haya p r o d u c i d o luego de que Goethe

había p e d i d o

osara franquear su barrera, percibimos, al

prestado.

A h o r a b i e n , los meses

contrario, p o r toda clase de formas sustituti-

antes y seis meses después d e l episodio de

vas — l a noción de sustitución está i n d i c a d a

Federica n o h u b o bautismo alguno e n l a

en el texto de Goethe — , que sus temores c o n

región. E l pastel de bautismo, homenaje tradi-

respecto a l a realización de este amor n o

cional al pastor, n o puede ser otra cosa que u n

harán más que crecer. Todas las razones que

fantasma de Goethe, y así toma ante nuestros

h a n p o d i d o darse de esto — deseo de n o vin-

ojos todo su valor significativo. Implica l a fun-

cularse, de preservar el destino sagrado d e l

ción paterna, pero precisamente en la m e d i d a

poeta, incluso diferencia de nivel social — n o

en que Goethe se especifica p o r n o ser el

son más que formas racionalizadas, vestimen-

Goetheforscher d e m o s t r a r o n

que seis

padre, solo aquel que aporta algo y n o tiene

ta, superficie de l a corriente

más que u n a relación extema c o n l a ceremo-

más p r o f u n d a que es l a de l a h u i d a ante el

infinitamente

n i a — él se t o m a su suboficiante, n o su héroe

objeto deseado. Frente a l a meta, vemos pro-

principal. De m o d o tal que toda l a ceremonia

ducirse de nuevo u n desdoblamiento d e l suje-

de su escabullida aparece e n verdad n o solo

to, su alienación c o n respecto a sí mismo, las

como u n juego, sino m u c h o más profunda-

maniobras mediante las que él se p r o c u r a u n

mente como u n a precaución, y entra e n el

sustituto sobre el cual deben recaer las ame-

registro de lo que recién llamaba el desdobla-

nazas mortales. E n cuanto él reintegra a sí

miento de la función personal d e l sujeto e n las

mismo este sustituto, i m p o s i b i l i d a d de alcan-

manifestaciones míticas d e l neurótico.

zar l a meta.

¿Por qué Goethe actúa así? Notoriamente

N o puedo darles esta noche más que l a

porque tiene m i e d o — como lo manifestará l o

tematización general de esta aventura, pero

m

45

JACQUES

LACAN

EL M I T O I N D I V I D U A L

DEL

NEURÓTICO

sepan que hay allí u n a hermana, el doble de

p u e d o comprometerme a hacerlo, pero tam-

Federica, que viene a completar la estructura

poco p u e d o sin embargo n o intentar intro-

mítica de la situación. Si retoman el texto de

d u c i r aquí e l cuarto elemento que está e n

Goethe, verán que lo que e n u n a exposición

juego.y

rápida puede parecerles u n a construcción es confirmado

p o r otros detalles diversos

e

^v'

Planteamos que l a situación más normativa de l a vivencia original d e l sujeto

moderno,

impactantes, i n c l u i d a l a analogía que hace

bajo l a forma reducida que es l a familia con-

Goethe c o n la m u y conocida historia d e l vica-

yugal, está ligada al hecho de que el padre se

rio de Wakefield, transposición literaria, fan-

considera el representante, l a encarnación, de

tasmática, de su aventura.

u n a fiinción simbóhca que concentra e n ella

,

,

lo que hay de más esencial e n otras estructuras culturales, a saber, los goces apacibles, o más b i e n simbóHcos, culturalmente determinados E l j i s t e m a cuaternario tan fundamental e n

y fundados, d e l amor a l a madre, es decir, el

los impasses, las insolubilidades de l a situa-

p o l o al que el sujeto está ligado p o r u n lazo

ción vital de los neuróticos, tiene u n a estruc-

indudablemente natural. L a asunción de l a

tura bastante diferente de aquella que se d a

función d e l padre supone u n a relación simbó-

tradicionalmente — el deseo incestuoso p o r

lica simple, donde l o simbólico recubriría ple-

la madre, l a interdicción d e l padre, sus efec-

namente lo real. Sería necesario que el padre

tos de barrera, y, alrededor, l a proliferación

n o fuese

más o menos frondosa de síntomas. C r e o que

representara e n toda su p l e n i t u d el valor sim-

esta diferencia debería llevarnos a discutir l a

bólico cristalizado e n su función. A h o r a b i e n ,

antropología general que se desprende de l a

es claro que ese recubrimiento entre l o sim--^

d o c t r i n a analítica tal c o m o se l a enseña hasta

bólico y lo real es absolutamente inaprensible.

el presente. E n u n a palabra, todo el esquema

A l menos e n u n a estructura social c o m o l a

d e l E d i p o debe criticarse. Esta noche

nuestra, el padre es siempre, p o r algún lado.

46

no

solo el nombre-del-fadre,

sino que

JACQUES

EL M I T O I N D I V I D U A L

LACAN

DEL

NEURÓTICO

u n padre discordante c o n respecto a su fun-

es capaz de percibirla como u n todo, mientras

ción, u n padre carente, u n padre

humillado,

que él mismo n o se experimenta como tal, sino

como diría C l a u d e l . Siempre hay u n a discor-

que vive e n el desorden original de todas las

dancia extremadamente neta entre l o que per-

funciones motrices y afectivas de los seis pri-

cibe el sujeto e n el plano de lo real y l a fun-

meros meses después del nacimiento. Así, el

ción simbólica. E n esta diferencia radica lo

sujeto tiene siempre u n a relación anticipada

que hace que el complejo de E d i p o tenga su

c o n su p r o p i a realización, que lo arroja al

valor — n o ya normativo sino muy a m e n u d o

plano de u n a profunda insuficiencia y demues-

patógeno.

;

-

; :

r,

^

.yj:

tra en él u n a fisura, u n desgarro original, u n a

Esto n o es decir nada que nos haga avanzar

derelicción, para retomar el término heidegge-

demasiado. E l paso siguiente, que nos hace

riano. De ahí que, e n todas sus relaciones ima-

c o m p r e n d e r aquello de l o que se trata e n l a

ginarias, se manifieste u n a experiencia de la

estructura cuaternaria, es este, que es e l

muerte. Experiencia sin d u d a constitutiva de

segundo gran descubrimiento d e l psicoanáli-

todas las manifestaciones de l a condición

sis, n o menos importante que l a función sim-

humana, pero que aparece muy especialmente

bólica d e l E d i p o — l a relación narcisista. >¡ Í S '

en l a vivencia d e l neurótico.

L a relación narcisista c o n el semejante es l a

>

r >

Si el padre imaginario y el padre simbólico

experiencia fundamental del desarrollo imagi-

se distinguen fundamentalmente e n l a mayo-

nario d e l ser humano. E n calidad de experien-

ría de los casos, n o es solo p o r l a razón estruc-

cia d e l yo, su función es decisiva e n l a constitu-

tural que estoy indicándoles, sino también de

ción d e l sujeto. ¿Qué es el yo si n o algo que el

u n m o d o histórico, contingente, particular de

sujeto experimenta de entrada como extraño a

cada sujeto. E n el caso de los neuróticos, es

sí mismo e n el interior de sí? Es de entrada e n

muy frecuente que el personaje d e l padre, p o r

otro, más avanzado, más perfecto que él,

algún incidente de l a vida real, esté desdobla-

donde el sujeto se ve. E n particular, ve su pro-

do. Ya sea que el padre haya muerto precoz-

pia imagen en el espejo en u n a época e n l a que

mente, que l o haya sustituido u n padrastro.

JACQUES

LACAN

EL M I T O I N D I V I D U A L

DEL

NEURÓTICO

c o n q u i e n el sujeto se encuentra fácilmente e n

tencia d e l padre, sobre u n a función que es a l a

u n a relación más fraternizada, que se c o m -

vez función de l a palabra y función d e l amor,

prometerá muy naturalmente e n el p l a n o de

la metafísica hegeliana n o había d u d a d o e n

esta virilidad celosa que es la dimensión agre-

construir toda la fenomenología de las rela-

siva de l a relación narcisista. O b i e n que sea l a

ciones humanas e n torno a l a mediación mor-

madre q u i e n desapareció y que las circunstan-

tal, el tercero esencial del progreso p o r d o n d e

cias de la vida hayan dado a otra madre, que ya

el h o m b r e se h u m a n i z a e n la relación c o n su

n o es l a verdadera, acceso al grupo familiar. O

semejante. Y puede decirse que l a teoría d e l

bien que el personaje fraterno introduzca l a

narcisismo, tal c o m o recién l a expuse ante

relación mortal de m o d o simbólico y a l a vez

ustedes, d a cuenta de ciertos hechos que per-

la encarne de u n m o d o real. M u y frecuente-

manecen enigmáticos en Hegel. Pues a fin de

mente, c o m o les he indicado, se trata de u n

cuentas, para que l a dialéctica de l a l u c h a a

amigo, c o m o e n " E l h o m b r e de las ratas", ese

muerte, de l a l u c h a p o r p u r o prestigio, p u e d a

amigo misterioso y jamás reencontrado que

siquiera comenzar, es preciso que ella sea ima-

desempeña u n papel tan esencial en l a leyen-

ginada, es preciso que la muerte n o sea reali-

d a familiar. T o d o esto desemboca e n el cuar-

zada, ya que e l m o v i m i e n t o dialéctico se

teto mítico. Es reintegrable e n l a historia d e l

detendría p o r falta de combatientes. Y es en

sujeto, y desconocerlo es desconocer el ele-

efecto, de J a _ muerte, imaginada, imaginaria,

mento dinámico más importante e n l a cura

de l o que se trata e n l a relación narcisista. Es

misma. N o hacemos aquí más que destacarlo.

igualmente l a muerte imaginaria e imaginada

E l cuarto elemento, ¿cuál es? Pues bien, l o

lo que se introduce e n la dialéctica del d r a m a

designaré esta noche diciéndoles que es l a

edípico, y es de ella de lo que se trata e n l a for-

muerte.

mación d e l neurótico — y quizás, hasta cierto' concebible

punto, e n algo que rebasa e n m u c h o l a for-

c o m o u n elemento mediador. Antes que l a

mación d e l neurótico, a saber, l a actitud exis-

teoría freudiana pusiera el acento, c o n l a exis-

tencial característica d e l h o m b r e m o d e r n o .

L a muerte es perfectamente

JACQUES

No

LACAN

haría faUa empujarme

m u c h o para

hacerme decir que l o que m e d i a en l a experiencia analítica real es algo que es d e l o r d e n de l a palabra y el símbolo, y que en otro lenguaje se llama u n acto de fe. Pero seguramente eso n o es n i lo que el análisis exige n i tamp o c o l o que él i m p l i c a . A q u e l l o de lo que se trata es más bien d e l registro de l a última palab r a p r o n u n c i a d a p o r este Goethe a q u i e n n o p o r nada, créanlo, traje esta noche a título de ejemplo. De Goethe puede decirse que, p o r su inspiración, su presencia vivida, h a impregnado y animado extraordinariamente todo el pensam i e n t o freudiano. F r e u d confesó que l a lectura de los poemas de Goethe fue lo que l o lanzó a sus estudios médicos y al mismo tiempo decidió su destino, pero eso es poca cosa al lado de l a influencia d e l pensamiento

de

Goethe sobre su obra. Es entonces c o n u n a frase de Goethe, l a última, c o m o me refeiré al resorte de l a experiencia analítica, c o n esas muy conocidas palabras que pronunció antes de hundirse, c o n los ojos abiertos, e n el agujero negro: MehrLicht!

("¡Más luz!").

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D e l símbolo y de S U función religiosa

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