Laban Rene - Los Simbolos Masonicos

May 3, 2017 | Author: BIBLIOTECA POLITICAMENTE INCORRECTA | Category: N/A
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CaJtcó ó n Pj;i»dias y Documento.» LO S SÍM WXOS MASOraOOH

Kckí !un.tn 1.* edicÜE noviembre de 7006

TraAiittón:Jukv PtnáAjmdi .Vlaquecu ¡ón: M m i / ¿ w j

Diseño «le cubierta: Enr-jtat Ibvrra

€> 2006. Rmé idfaan {Reservada* todas los cemlioe) €■ 2oU6. Ediciones Ohcjuco, S I.. (Reservados k * tlcrcdxií (ara I i picsaire n lióéa) Ediis Edkionn ObeJnto S .I. Pcre rV‘ 7 8 {Edif Pedro IV) 3.* pl>.ir.; 5.* |>utrta 08005 IWcdona-Espaltt T d. Oí 309 85 25 - Fix 9 3 309 85 23 ['ario». 50 Hornos A i r » - C1275AEA República .\rcenriin Td. (541-14)305116 33 f i a (541 14) 304 78 2 0

h-nuü- obeiivcivívdicic.iirwbelu. «.com ISBN; M -9777 320-9 Depdíáo Legal: B-48.827-2006 P ñnu d tit Spiir.

lmpreu) en Ts\u n í en I » tiüeres grifictK ilc Komunyi/ValU SA. VcrdifuíT. 1 08076 C ipria des {Barcelona} Ninguna pirre «1c esra ¡lublicjt itSa, indino el duaio de h icbieru. puede ser rípcr»lucidi. *'tiiicen«U. transmitida o utilizada en alin eo alguna j«iímki>. lotcinl.o, «ie fy*W ión ofícvTrográfxo. sin el previo ivnsenii'iixnro (>or o M p «lcl ediim.

ftooiTfloón 4 f c üdo elevado en el conocimiento de nuestros oí¡gen es, p a í s a la vez a la Tradición y a la Escnturj.» M

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•Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles» S a iw o s C X X V IL I

os artículos que componen este libro fueron escri­ tos en diferentes momentos y ocasiones, y la mayo­ ría de ellos no estaban destinados a ser publicados. A pesar de que han sido revisados para la presente edición, hemos decidido conservar algunas repeticiones, dado que el libro no tiene por qué leerse del principio al fin, siendo más bien una obra de consulta. Puede leerse, pues, en cualquier orden, ya que no hay una trama en éL Solamente pretendemos ofrecer una visión, acaso un tanto personal y sobre todo muy subjetiva, del apasionante simbolismo masónico; El universo masónico es extraordinariamente rico en sim­ bolismo, el cual ha heredado n o sólo de los antiguos cons­ tructores de catedrales, sino también del rosacrucianismo. la Cabala hebrea, los misterios griegos y la tradición pitagórica. Los símbolos más importantes que podemos hallar en el

1.

ti acervo simbólico masónico es casi íniinito. Existen numerosos dic­ cionarios y enciclopedias que el lector interesido puede consultar en caso de desee profundizar en estos símbolos. Aquí sólo reunimos unas notas tomadas aijui y allá en el transcurso de estos veinticinco últimos años y el «color del crista!» que utilizamos es el de la Cabala.

acervo masónico fueron conocidos por muchas civilizaciones y son portadores de unos significados y unas potencialidades verdaderamente universales. D e hecho, los símbolos m asóni­ cos son una expresión de símbolos universales y fundamen­ tales, y persiguen e: m ismo objetivo que éstos: ayudar al bus­ cador a acceder al Conocimiento, guiarlo por el Camino que conduce a él, com o las piedras guiaron a Pulgarcito en el cam ino que conducía de vuelta a su hogar. Estos símbolos pertenecen a la Tradición U nánim e y Primordial y no pue­ den separarse de ésta. Si bien es cierto que podemos hablar de una «unidad trascendente»1en las religiones, en el caso de la masonería quizá seria m ás acertado hablar de una «rama» viva y actual del árbol de la Tradición. Los frutos que nos ofre­ ce esta rama, com o sugiere la etimología latina de la palabra «fruto», fructus. son «goce* y «placer* para el alma. Nosotros hem os dis/mtodo de unos pocos, y es ese goce el que aspira­ mos a compartir e n estas páginas.

s

Los símbolos masónicos, com o todo símbolo verdadero, no son meras alegorías o meros convencionalismos: sino, siguien­ do una feliz definición de «símbolo» que nos proporcionan Jai­ me Cobrcros y Juli Peradcjordi.-1 «un estímulo capaz de trasla­ dar a quien lo recibe del plano de lo fenoménico y existendal al de lo absoluto e inamovible». Como escribía el autor gu en o niano argentino Armando As ti Vera. «El símbolo es la forma

2 1

A pesar de que esta expresión nos parece una obviedad, y preferi­ ríamos hablar de «unidad en la trascendencia». En A prepósito drl símbolo, articulo que apim .c a modo de pn'ilo^o en los diez volúmenes que componen la SibiiMca de loi Sünbcioi. Ediciones Obelisco. Barcelona. 1991 y 1992

da para transmitir significados no conceptuales. El es sintético: en cambio, el lenguaje corriente es analisimbolos no deben ser explicados, sino comprendidos», tros nos atreveríamos a ir m as allá y proclamar que bolos no deben ser explicados, sino encarnados. Su com prensión intelectual no es suficiente para poder tartos. Como escribía I.ouis Cattiaux:* Por perfecta que pueda s e t la imagen de una flor no tiene perfume y la de un p n no sacia.

este libro no pretendemos, pues, «explicar»5 símbolos que por su misma naturaleza, inexplicables. Proponemos reflexión que a veces pecará de personal pero que, espe. ayude a! lector a acercarse por si mismo a estos sim- desde un ángulo que difícilmente encontrará en otras l

G m todo, coincidimos con las palabras de Louis

~ux/ el cual afirmaba que: cuando com entem os una Escritura sonta, un rito o un símbolo, añadam os para los oyentes y para nosotros mismos: «He aqui una de las numerosas interpretaciones de la verdad Una. Dios es el único dueño de la vestidura y de la desnudez».

5. 6

Véase Ixniis Cattiaux. £í M em o* Rirncortrodo. Ed Sirio. M.ilaga. 1978. libro XXVII, 25: De a «.ifuera* y píiw , «plegar». Véase Lotus Cattiaux. op. d i. XV. 4.

Se ha comparado tam bién el símbolo con la punta del iceberg que no nos lo permite concebir completamente, pero que puede dam os alguna idea sobre él. N o es una com ­ paración a mi entender afortunada, pero comprendo que es útil para ayudar a entender que puede haber realidades ocultas de las que sólo vislumbramos un aspecto. Son m uchos los libros que se refieren al sim bolism o, m asónico: sin duda se podrian contar por m iles, y todos ellos contienen num erosos datos interesantes, pero la mayoría de ellos, sobre todo las obras m odernas expuestas a la influencia del pensam iento positivista occidental, nos plantean una visión del sím bolo totalm ente desvinculada del sim bolism o tradicional, lo cual constituye, al m enos para nosotros, una verdadera am putación del sím bolo y de su función trascendente. Desgraciadamente, la masonería exterior, la de los ritos sin contenido, la de las conspiraciones, la de las intrigas palaciegas, ha eclipsado demasiado a menudo a la interior, la del espíritu, la del corazón. «A m enudo -escribía René G u énon -,7 se comete el error de no pensar más que en la masonería moderna, sin reflexionar en que ésta es sim ple­ m ente el producto de una desviación.» Actualm ente la mayor parte de los m asones no saben por qué la masonería se llama «franc-masoncria» y cuál es su fundamento más profundo. En el M anuscrito Graham (I72Ó) podemos leer:

7.

V A propósito de k s signos corporativosy su sentido original en Rcgnahit, febrero de 1926.

-¿P o r que se llama franc-nusonería? - t n primer lugar, porque ella es un libre don de Dios a los hi­ jos de los hombres: en segundo lugar, porque está liberada de la intrusión de los espíritus infer­ nales: y en tercer lugar, porque es la libre unión de los herma­ nos de ese santo secreto que debe subsistir p a n siempre.

Isia s palabras deberían hacem os reflexionar un libre don de los hijos de los hom bres... Éste es el «secreto que debe siempre* el secreto masónico, la Palabra Pendida.

masónica y en la com prensión de sus símbohemos vivido una degeneración que muchos masones. por las ideas modernas anlitradicionales, se en a admitir. Como ha ocurrido también en e! dominio lo religioso, lo profano ha ido ganando terreno a lo sagraPem en el simbolismo masónico, todo, incluso el m enor tiene sentido. Al profano los símbolos le pueden ar inconexos o sin sentido precisamente porque los el exterior. Como escribía René Guénon:*

Vcasc A propoato d i los íignos u>rpomtiiw y su sentido original en Kegnokit. febrero de 192ó

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La masonería se sirve de símbolos de un carácter bastante diverso. al menos aparentemente, pero no es, como parece a te rs c . que se haya apropia­ do de los mismos pora desviados de su verdade­ ro sentido; los ha recibido, como las demás cor­ poraciones {ya que en sus orígenes fue una de éstas), en una época en la que era m uy distinta de aquello en lo que se ha convertido hoy en día y los ha conservado, pero, desde hace ya mucho tiempo, ha dejado de comprenderlos.

Como tam bién afirma este autor, sin duda el m ás im portan­ te a la hora de ahondar en el simbolismo m asónico desde el punto de vista de la Tradición, «no hay m uchos símbolos que puedan considerarse propia y exclusivam ente ‘masónicos’ *. Con todo, nos consta que aú n quedan masones, sobre todo en Francia y Sudamérica, m uchas veces alejados de la política y del m undanal ruido, que sí com prenden y traba­ ja n el sím bolo y que aún conocen y practican una masone­ ría tradicional apoyándose, curiosamente, en la obra de G uénon. Sin duda, ellos serán los grandes protagonistas del renacer de la masonería en el siglo XXL

¿iSué es eí símbolo?

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«Aquí iodo es símbolo* RriUAi m A n x s o a

a noción de símbolo parecc ajena a la mentalidad occidental moderna. La mayoría de definiciones que conocem os lo degradan a poco más que un signo, y el hombre actu al alejado de su alma, se ha alejado también del símbolo. Sin embargo, el estudio, la com pren­ sión y la vivencia del poder transformador del símbolo son fundamentales en m asonería Joan Boucher comienza su excelente obra sobre la simbó­ lica masónica'- explicándonos que «La palabra "símbolo* viene del griego súmbolon. signo de reconocimiento formado por dos mitades de un objeto quebrado que se juntan; por extensión esta palabra significa una representación analógica relaciona­ da con el objeto considerado». La masonería es. ante todo, un cam ino de descubrim ien­ to, de conocim iento del hombre, de su esencia. Lste cam ino no se puede plantear sin recurrir al símbolo. Apropiándonos de la conocida definición de Georges Gurvitch -*los símbo-

1

Véase kan Bouchcr. La Symboüque Mapmimjut, LA Dcrvy Livrcs. París, 1979-

los revelan velando y velan rcvclondo*-, señalarem os que una de las funciones del símbolo es hacer de puente entre dos mundos, de conjugar dos contrarios: lo conocido y lo desconocido, lo manifiesto y lo inmanifiesto.

Ln este trabajo recurriremos constantemente a un recurso caba­ lístico denominado «Guematria» que también nos ayudará igno Alumno cuyo nombre era Euclides y ¿1 aprendió muy bien y se convirtió en un Gran Maestro de las Siete Cicndas.

Es más. en el .Manuscrito Dvwland se nos enseña que la ciencia que Eudides llamó «geometría», «ahora se lla­ ma por todo el reino masonería». Vemos, pues, que, para la tradi­ ción masónica, Euclides «recibió* la ciencia de la geometría del mismísi­ m o Abraham en Egipto. El padre de La geometría relacionado con el padre de la guem atria...2 Si nos ponemos a calcular fechas, es obvio que es imposible que así fuera, pues las vidas de estos dos grandes sabios están separadas por siglos. Como todo en masonería, ha de enten­ d é i s desde otro punto de vista, desde otra profundidad: desde el símbolo. Abraham simboliza, com o su maestro Mclkitsedek, la Tradición Primordial; Egipto es el mundo caído, etc

2

Los estudiosos modernos consideran la guematria posterior a la redac­ ción de la Biblia, entre oirás casas porque ignoran que el texto bíblico juega con ella en numerosísimas ocasiones. Sin duda la guematria más conocida, y que se Suele utilizar como argumento de que en c! texto bíblico si hay guematrias. la encontramos precisamente cuando Abraham envía a su criado Hkzer a rescaUr a su sobrino lot. El texto dice que envía a 318 sirvientes, pero si Icemos cuidadosamente la Torah vemos que Abraham no tiene ni por ¿somo tantos sirvientes. ¿Qué ha ocurrido? ¡Que la guematria de Éliezer es 318!

Se considera en masonería que la geometría es La mas elevada de las artes liberales y, de hecho, el trabajo del cons­ tructor se apoya en lodo m om ento en !a geometría. Sin embargo, cuando se habla de geometría podemos entender, recurriendo al lenguaje de los pájaros o cabala fonética, que se está haciendo alusión a b guematria. Existen distintos sistemas guemátricos, algunos sum a­ m ente com plejos. El m ás sencillo es aquel que considera el valor num érico de cada letra del alfabeto.1 La guematria es «el cálculo de La equivalencia num érica de las letras, pabbras o frases,y sobre esta base lograr un aum ento de la com pren­ sión de b interpelación entre los diferentes conceptos y explorar la relación entre palabras e ideas*, nos enseña un cabalista moderno, el Rabbí Ginsburgh. Geometría deriva de b raú griega ge. de donde procede Cea. «la liara», y de meter, «medida*, de donde procede «metió*. Como decía Platón: La geometría es un método para dirigir al alma hacia el ser eterno...

En esto coincide plenam ente con el objetivo de la m a­ sonería. El Talmud de Babilonia, sum a enciclopédica del saber sagrado y profano de los judíos, nos enseña en el tra­ tado de Berajoth (55 a) que «Betsalcl sabía cóm o com binar

3-

En el alfabeto hebreo las letra* >ori números. Asi La A hf, correspon­ diente a nuestra «a» o el 1: la Beth. correspondiente a nuestra «b» es el 2, y asi sucesivamente.

h s letras con las que fueron creados los Cielos y la Tierra». M is tarde volverem os sobre el tema de Betsalel. el artífice del A rca de la Alianza. Señalem os ú nicam ente de m om en­ to que el cabalista sabe trabajar con las palabras y con los núm eros-principios que éstas albergan, del m ismo modo que el m asón sabe trabajar con las piedras.

El Arca de la Alianza

S j bien en el cristianism o se produjo alguna vez un cierto acercam iento, sobre todo por parte de los Padres de la Iglesia, al verdadero sentido del sím bolo y al sim bolism o num érico,4 dudam os que en la actualidad sea 3sí. Con todo, el A bbé Auber. en su obra H isioire ei Tíiéorie du Sym bolism c trii-

4.

Kxistc. cfccíivamcntc. toda una guematria 3poyada cu el idioma g r ie g o , a i.» q u e r e a i r r e n a v e t e s !«>s P .td re s t i c la Ig le sia .

gieux (1884)/ nos proporciona una pista que puede ayudar­ nos a comprender que evoca, en última instancia, el símbo­ lo. Este erudito, en su aplicación del sim bolismo a las Santas Escrituras, distingue cuatro sentidos que pueden relacionar­ se con el símbolo en general: el sentido literal, el alegórico, el moral o tropológico y, finalmente, el anagógico. N os encontramos con esta concepción de cuatro niveles en el símbolo en unos versos atribuidos a N icolás de Lira, pero cuyo autentico autor fue un desconocido m onje dom i­ nicano llamado Agustín de D acia* l.íittra gesta docci. quid credos aUtgoria. M orales quid ogas. i¡uo kr.das anagogia.

Que podemos traducir com o «La letra que tomas por una ale­ goría enseña las cosas reveladas. I-as normas morales que sigues, te hacen perseverar en el razonamiento». A pesar de la riqueza de los com entarios que nos han dejado los Padres de la Iglesia relacionados con estos cuatro sentidos, su conexión con el sím bolo sólo podemos vislum ­ brarla recurriendo a la Cabala hebrea, donde realm ente nace la idea de los «cuatro sentidos». Para ello hem os de referirnos a dos lemas esenciales: el misterio del P arda (o t s .) y el mis­ terio del Nombre de Dios inefable (rrrr), el Tetragrama. Tanto

56.

Otado por Jcan Boudirr. op. d i, pág. XV. Citado por Henn de Lubac. en su fcuáfór Mcdicwic, Parts, 1959. obra imprescindible en la que dedica aproximadamente 1.500 páginas ai tema de los cuatro sentidos.

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el uno com o el otro requerirían de un libro completo para ser planteados con la profundidad que les haría justicia. Nos limitaremos a resumirlos lo m ejor que sepamos.

*o t /I o n

5. ÍUC d compaítcro J e un rey y d hermano de -ios príncipe*. Aqui y.vcc el corazón que poáía ¿lncrgar -.cccí los SOOClúS. Aquí yace b lengua que jamás revele» ninguno.

Tr& su muerte, los habitantes del lugar pensa­ ron que, con é l los secretos de la masonería se habían perdido totalmente, pues ya no oían ha­ blar de ellos, y nadie conocía los secretos excep­ to esos dos príncipes, y durante su recepción habían jurado no revelarlos si no unían sus voces a la de un tercero. Precisamente por ello debe creerse y también comprenderse que un secreto tan santo no podía jarnos perderse mien­ tras quedara vivo sobre la TieTra un buen servi­ dor de Dios. Pues todo buen servidor de Dios siempre tiene y tendrá una gran parte en este santo secreto, aunque los demás ignoren dicho secreto, asi como los medios que deben usarse. Observemos que el texto nos dice que «Tras su muerte, los habitantes del lugar pensaron que. con él. los secretos de la masonería se habían perdido totalmente». ¿En qué consisten estos secretos? ¿Son los secretos de la construcción, o son algo más? Es difícil pensar que aquí se esté aludiendo a meros secretos gremiales relativos a la construcción de casas y edi­ ficios. Los secretos que conocía Betsalel son de otra naturaieÓ.*a * 47



za. Como nos descubro la exégesis hebrea, los secretos que conocía Betsalel son lo que los cabalistas conocen com o «guematria*. «Betsalel sabía cóm o com binar las letras con las que fueron creados los cielos y la tierra», leemos en el Talmud de Babilonia, Berajoth (55 a). N o nos hallamos, pues, ante secretos gremiales, sino ante los secretos de la Palabra Perdida, el Verbum Dimissum. ante el secreto m ismo de los masones.

2 + 9 0 + 3 0 = 153 = I ( 1-17)

El m ismo nombre de Betsalel contiene ya, para los cabalis­ tas, profundos misterios numerológicos. La guematria de Betsalel C / íte ) es 153. la misma que Li de «la Pascua* fconn), y 153 es lo que se conoce com o u n «numero secreto». Es el núm ero secreto de 17. una de las cifras más importantes de la Cabala, pues es el valor num érico de Tov fcc), «bien». Si sumamos 1 a 2 , luego a 3, luego a 4, y asi hasta llegar al V. el resultado es 153. Este importante y misterioso núm ero lo encontraremos tam bién en los evangelios en el episodio de la pesca milagrosa:

Subió Simón Pedro y arrastró la red a tierra, llena de ciento cincuenta y tres peccs grandes, y con ser tantos, no se rompió la red. (Juan X X I 11) Destaquemos que la palabra «pez» aparece exactam ente 17 veces en los evangelios.

B oü 5ij Jacljín, o las Dos columnas as dos colum nas son lo que separa la logia de ios Pasos Perdidos, o sea del m undo profano, algo asi como las colum nas de Hercules1 separaban el mundo conocido del desconocido, el llamado «mar de Adentro» del «mar de Afuera*. En lo que se refiere a las dos colum nas o pilares del Templo de Salomón, el historiador Joseío2 las describe así: Además, este Hiram hizo dos pilares hue­ cos. cu ya paite exlem a era de latón, y c! grosor del latón era de cuatro dedos de ancho, y la altura de los pilares era de die­ ciocho codos, y la circunferencia, de doce Y encima c e cada capitel descansaba un lirio de metal fundido, elevándose hasta una altura de cinco codos, a cuyo alrcdc-

1.

2.

Tenernos ¿qui b misma idea de dualidad que en el arcano V! del Tarot de Marsella que Guenon V>irr.ko!o< fundamentales de lo Ciencia Sagrada, pág. 2 12) rel.idon.iixi con el mito de Hercules entre el vino y la virtud AntigüedaJt* (I.ibro I, cap. 2).

dor quedaba una red rodeada de pequeños pal­ mas de latón. que cubrían los lirios. De los lirios pendían un par de ristras de doscientas granadas, t i pilar que erigió a la derecha de la entrada del pórtico (en el sur), lo llamó Jachin. y el de la izquierda (o norte), lo llamó Boaz.

Según Albcrt G. Mackey, el term ino Jachin procede de Jah, « P ío s » ,

y achín, «establecer* y B oa: de B «en» y Oaz, «fuerza».

En Tht Spirit ofX lasonry, W illiam Hutchinson escribe que «Los pilares erigidos en el pórtico del Templo no eran únicam en­ te ornamentales, sino que también llevaban con ellos un sig­ nificado emblemático en sus nombres: B oa: es. en su traduc­ ción ÜtcraL en ti está la fu erza; y Jachin . será establecido, lo cual, por una trasposición muy sencilla, se puede poner de esta manera: "“Oh Señor, tu poderoso arte, tu poder, está estable­ cido por la eternidad'».

Todo ello debe relacionarse con el libro de Ezequid X L . 49A unque hay. sin embargo quien relaciona la / y la B con Juda y Benjamín. Simbólicamente hablando, la masonería recibe el nombre de «viuda» y los hermanos masones, el de «hijos de la viuda». Interpretando la frase «ella es viuda» del principio de las Lamentaciones de Jerem ías, el M idrash dice que «es viuda» porque ha perdido a diez de las doce tnbus:' han quedado la de Judo y la de Benjamín. Señalemos, siguiendo las enseñanzas de los sabios cabalistas, que en el nom ­ bre de Ju dá (r*rrr) aparece el Tetragrama, IH W li (rr—), con la letra Daleth. que significa D al, «el pobre». Por otra parte Benjamín ( p r a ) tiene una guematria 1Ó2 com o K ol I H W Ii «lo voz del Teíragrama» ( r r * *7 9 ), lo cual no dej3 de ser curioso. Y si suma­ mos el valor numérico de K ol (rp ). 136. y de D aleth (~), 4, obte­ nemos 140, el de alam fcfcs) «estar disimulado, estar oculto, ser secreto», o sea de nuevo una alusión al secreto masónico. San Jerónimo, en su Libro de los Nombres H ebreos* define a Boaz como «en la fuerza» y a Jachin como «preparación». Acudiendo a la tradición hebrea, también podemos relacionar a Boaz con Ruth

3-

4.

Señalemos que ti suma del valor numcnco de las dos iniciales de estos dos nombres, lod ('). 10 y Ecth (:), 2. nos da ‘.7., aludiendo a las duce tribus o también, según algunos autonjs, a las 12 puertas de la Jemsalén Celeste. Véase San Jerónimo. El Ubro Je b s Nombres Hebreos. Udicaones Obe­ lisco. Barcelona. 2002, págs. 80-81.

la moabita, la nuera de N oem i Cuando esta fue a espigar el cam po de Boaz. éste la trata tan bondadosamente que ella le pide que la redima casándose con ella Todo ello no tendría ninguna importancia si no fuera porque de esta unión nacería Obed, abuelo del rey David, que equivale al Mesías.

Encuentro de Ruth y Boaz

Obed (*o¿'X hijo de viuda, significa «trabajador, obrero*. De alguna manera Obed

de un verbo que significa «trabajar,

obrar* es el arquetipo del hermano masón. Seria muy intere­ sante, c- incluso necesario, un trabajo exhaustivo sobre este per­ son aje Señalem os únicamente corno pistas para quien desee realizarlo que. como nos explica el libro de Sam ad■

El arca de Dios se quedó en casa de ObcdEdora el gucteo durante írc> meses. Y Dios bendijo a Obed-Edom y a toda su familia Por o to parte, si bien Obcd es hijo de Ruth, fue educado por N ocm í y considerado como si fuera hijo suyo. N ocm í ('cr:) de fcs:). «ser agradable*, simboliza la dulzura en contraposi­ ción a la amargura. Iachin. del hebreo Iakin (" 2 '), palabra cuya guematria es 90, puede relacionarse con !a letra Twdi (s) cuyo valor num é­ rico también es 90. Si calculam os la llamada guematria m illui de la letra Tsadt Oí), aquella que tiene en cuenta la de todas las letras que la com ponen, Tsadi. D altí y Iod (’“*). obtenem os 104. la misma que la de David M elej (-^c ttt), «rey David». En el manuscrito Cookc se dice que toda la sabiduría anterior al Diluvio fue recogida en dos grandes columnas u obeliscos que serian descubiertas una por Pitágoras y otra por llermes. También se han hecho corresponder estas columnas con los dos santos de nombre Juan, san Juan Bautista y san Juan Evan­ gelista. Sin duda en todos los casos se está hablando de una dualidad que p ied e ser resuelta y trascendida en la Unión. Si sum amos el valor num érico de la palabra Boaz (:~2 ). 79. al de Iachin

90. obtenem os 169. u n número muy

especial, pues es 13, el valor num érico de fijad (“sx). «uno*, multiplicado por si mismo. Así. la unión de Boaz (¿zz) y Iachin (p * ) produce la Unidad.

5. Véase II Semuti, VL 1L

Boaz (tra) y ¡achín ( " r ') también pueden relacionarse con los dos solsticios c incluso con los dos santos de nombre Juan.6 Como escribe Francisco A riza. Lis columnas Jakm y Boaz se vinculan con la simbólica de las dos solsticios, y por tanto con las dos fases ascendcnte-dcscendcnte del ciclo atluaL Ellas se asimilan, pues, a los dos San Juan, el Bautista y d Evonijelista, y en consecuencia a la «puerta de los hombres» y la «puerta de los dio scs». respectivamente. Éstas son las puertas zodia­ cales de Cáncer y Capricornio, que correspon­ den 3 la entrada del verano y del invierno, es decir, el descenso y el ascenso de la luz solar.

6.

De ahi la expresión masónica de «Lo^m de san Juan». Véase a este res­ pecto Rene G u í - w n S m n o b sfim d a rrx n ta Jt! cir la C im cia Sagrada, trad de Juan Valni.ird. Editorial Euctrba. Buenos Aires. 1979, pág. 213-

IX

£ a escalera

os encontram os con la escalera varias vcces en los rituales masónicos, particularmente en e! grado 30. Este grado, el de caballero Kaddosh, no aparece hasta el año 1760. M uy relacionado con el libro bíblico deí Levitico ( Vaikrá.). está construido alrededor del sím ­ bolo de la escala. El caballero Kaddosh corresponde al sanio. De hecho. K addosh

en hebreo significa «santo», «sagra­

do». Con todo, se trata de un santo con un aspecto vengati­ vo, pues su fundón seria la de vengar la m uerte de Hiram, el arquitecto del Templo de Salomón, e incluso la de Jacques de Mollay, el G ran Maestre de los Templarios.1 N o obstante, el simbolismo de la escalera es universal y no sólo patrimonio de la masonería o de Occidente,- prácti­ cam ente en todas partes evoca la idea de «ascensión, eleva­ ción». Es un símbolo universal, pero su significación más profunda, al m enos en el contexto de lo que estamos tratan­

1.

V éase A B arru cl Memorm pour sm v á th tíeirr du jocotrinisnít. Paxís.

1798. t. ¡I, pp. 518-M9.

do en esle libro, sin duda la encontram os en la famosa «esca­ lera de Jacob* de la que nos habla Génesis X X V III, 10-16. Louis Cattiaux" relaciona la escalera con la puerta, dos símbolos que tam bién encontramos en el sueño de Jacob de Génesis X X V III: he aquí una escala que estaba apoyada en tierra, y su cabeza tocaba en el Gelo: y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.

2.

Véase Louis Cattiaux El Mttw LX, 11

Rtcncontrado, Ed. Sirio. Málaga, 1978

La Retórica

La Gramática

La Aritmética

la Astronomía Las 7 artes liberales

A nte L a! visión. Jacob no puede sino exclamar: ¡Cuán terrible es este lugar' No es otra cosa que casa de Dios, y puerta de! dclo.

En la escola o escalera masónica podemos leer, en el lado derecho, los nombres de las artes liberóles: gramática, retó­ rica. lógica, aritmético, geometría, músico y astronomía, y en el izquierdo los de las siete virtudes, prudencia, justicia, sabi­ duría, fe, coraje, esperanzo y caridad A sí tenemos, por una porte el conocim iento y por otra el amor. Conocim iento y am or no han de separarse y. como escribe Caltiaux," Subamos por la escalera del amor y del cono­ cimiento sin varus discusiones sobre la mane­ ra de empuñar los barrotes y sin vanos lamen­ tos por lo que dejamos abajo. Si en lo escalera m asónica encontramos siete barrotes o pel­ daños. en lo bíblica tenem os 70 . núm ero que indicaría a Jacob que «sus descendientes perm anecerían en Babilonia durante setenta años*, ya que el prim er ángel al que vio subir por ella era el ángel protector de Babilonia. Como nos explica el M idrash (Jkresh il R abbah. LXV1I1.16), con lo visión de lo escala Jocob tuvo uno prefiguración de lo que le ocurriría a M oisés en el m onte Sinai. Lo relación entre ¡a escalera. Sulam

y el S in ai ( x ) , es habitual entre los

3. Véase Louis Csttíjux. op. dt.. XVIJL 48.

sabios cabalistas. F1 zaragozano Abraham Abulaíia recurre a m enudo al simbolismo de la escalera y nos explica que Sinai (”“) y Sulam fcb z ) tienen idéntica guematria. 130* En el m ismo sueño de Jacob encontram os tam bién una interesante relación entre la escalera y la piedra: Y encontró con un lugar, y durmió allí porque ya el Sol se había puesto: y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acos­ tó en 3qucl lugar. En el lexto no queda claro cual de Las «piedras de aquel p ra je » utilizó de almohada, pero los comentaristas nos explican que eran doce, y que por un milagro se unieron y se con­ virtieron en una sola. Ésta es la pie­ dra que después Jacob colocó como m onum ento para conm em orar su visión profética. ... se levantó Jacob de mañana, y lomó !a pie­ dra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Belel. aunque Luz era el nombre de la ciudad primero.

4. Vcasc Abraham AbuLfu, l/fy&r da stp¡ ttít% Éditions de 1'écbL 1985 5. Véase Gértifci XXVIII. 19.

MU R S U B fcR .

O T A M F .N

MUIUS L íber

t s interesante observar que ♦derramó aceite sobre ella» un aceite que «el cielo le brindó para ese propósito», según el Midrash. Ya vimos, al Hablar de Betsalel, la relación entre el aceite y el Nombre o la Palabra. El nombre de aquel lugar será, por una parte. Betel, palabra que significa «casa de Dios» y también Luz, que significa «al­ mendro*. término que aparece a menudo en

la Cabala para

designar el principio de la inmortalidad y en el cual Guénon ve «el lugar de la manifestación divina», o sea de la Sheiánah, íntimamente relacionado con el simbolismo de los constructo­ res y los masones: ... el lugar de la manifestación divina, represen­ tado siempre como «luz»; y es curioso señalar que la expresión de «lugar muy iluminado y muy regular», que la masonería ha conservado, parece ser un recuerdo de La antigua ciencia sacerdotal que regía la construcción de los templos.. •

6.

Véase Renr Gudnun. E Rey Jet Mundo, i d Fidelidad Buenos Aires. 1Ó85, pág. 26.

X C a s granadas

í i 4 i i

os capiteles de las dos columnas del Templo de Salom ón estaban cubiertos con granadas (I Reyes VII. 18). Esta fruta, considerada por san Juan de la Cruz com o un sím bolo de las perfecciones divinas, ha sido objeto de numerosos comentarios por parte de los cabalistas. Una de las obras m ás importantes de la Cabala, escrita por Rabbí Moisés Cordovero, recibe precisamente el nombre de Fardes RJmonim, el jardín de los granados. En Eljardín sim bólico; el granado se relaciona con la valenLía, y según Angelo de Gubemaiis,* con la manzana, ya que la fruta que habría dado de com er Eva a Adán no seria una manzana, sino una granada. Sea com o fuere, en la palabra Rm ón (]TcrO, «granada» ya encontram os la idea de Ram fci), «elevación», idea que nos recuerda que las granadas estaban precisamente en la cúspide de las columnas. Esta idea de

1. 2.

Traducción de un delicioso lexfo griego publicada por José Juan de Olañcta. Palma de Mallorca. 19&4Véase su Myíhdogx d a plañir., París. 18S2, t II. páy. 107.

francés gmou. en inglés kntt y en italiano gmtxthio. palabras derivadas de la raíz griega yv. de dondfuntlwnmlabí ¿e la Gm oa Sagrada, liad de Juan Valmaid Editorial Eudcfea. Buenos Aires. 1979. pág 103.

4. ¡bidón.

También podemos adivinar «espadas flamí­ geras» en ios rayos que porta el águila de Jú­ piter e incluso en los del S o l Observemos, por ejemplo, la lámina número XVJJ1I del Tarut de Marsella, denominada «El Sol». De los 12 rayos que aparecen en el Sol de esta lámina. 8 son ♦flamígeros». El número 8 corresponde a la letra Jet ("). inicial de Jereb (anrr), «espada», de una raíz, como ya vimos, que significa «calor*. De alguna m ane­ ra los 8 rayos ♦flamígeros» del Sol dan calor, mientras que los otros 4 dan luz. En heráldica la espada se relaciona con la serpiente, y en algunas repre­ sentaciones gnósticas se puede ver personajes blandiendo serpientes co­ mo si fueran espadas. A la serpiente de cola ondulada se la llama «tortillante».

A

XVII

£ a estrella flamígero

a estrella flamígera y la letra G no aparecen en los rituales m asónicos hasta el año 1737. t n aquel entonces se relacionaba la G con «gloria, grande­ za y geometría*. La letra G. séptima letra del alfabeto corres­ ponde a la Guim el hebrea (i): aunque esta letra ocupa en su alfabeto el tercer lugar y su valor num érico es 3, no puede dejar de relacionarse con el simbolismo del núm ero 7. Para diversos autores, la G debería relacionarse con la Iod ('), ini­ cial de IH W H , el Nombre Sagrado de cuatro letras. Esta hipótesis nos parece, al m enos sim bólicam ente hablando, más acertada, sobre todo si pensamos en la G com o inicial de God. «Dios*, la G. en los rituales de compañero, se relaciona con el Gran Arquitecto del Universo. Por otra parte, la L que seria la equivalente de la Iod, ya de­ signaba para los f'edeli cfAmoie «el primer nombre de Dios*. La asimilación fonética entre lo d y G od fue señalada por René G uénon en sus Sím bolos fundam entales de la Ciencia

Sagrada.' G u énon tam bién señala que la lo d corresponde cabalísticam ente a las tres m iddoth superiores, que podemos relacionar con los tres puntos masónicos. Esta letra, la más pequeña dd abecedario, aparece en la iconografía cristiana en el interior del corazón, aludiendo sin d u d 3 al evangélico intra vos a i. Pora joseph M an e Ragon, la Es­ trella Flamígera era antaño la ima­ gen del hijo del Sol. «de ese Horas, hijo de Isis, de esa primera materia, fuente de vida inagotable, esa chispa de fuego increado, sim iente universal de todos ios seres. En medio de la estrella aparece la letra G». El origen de la estrella flamígera hem os de buscarlo en el pentaifa pitagórico, sím bolo a su vez del hombre regenerado. En el sim bolismo masónico, la estrella flamígera está figura­ da entre la espada y el compás, simbolizando tam bién al «hombre regenerado». Esta estrella ha sido comparada con la que guió a los Reyes Magos hasta el naci­ m iento de Jesú s P e algún modo corresponde tam bién a la estrella de los alquimistas o a la del Cami­ no de Santiago. En los Vedas re-

1

Véase Rene Guénon. Símbolos fundamentales Je la Ciencia Sagrada. Ed. Eudcba. Buenos Aires, J 973. pág. 103-

cibc el nombre de Savanagraha. estrella que aparece en el nacim iento del dios Agni. Desde el punto de vista de los alquimistas, el número 5 corresponde a la Quintó Esseniia. Jorge Adoum, el famoso mago sudamericano, autor de diversos trabajos relacionados con la masonería, señala que: d poner la mano sobre el corazón, órgano de vida y altar de Dios, significa «prometo como Dios hombre o Hijo de Dios, v reafirmo mi pro­ mesa de cooperar en la obra del Gran Arquitecto del Universo», la mano izquierda abierta y levan­ tada forma la Estrella de Cinco Puntas, que es el símbolo del hombre triunfante en sus pruebas. l a relación entre la estrella, la Quinto Essentia y el corazón no puede ser más evidente, pero la mano, en hebreo Iad (t ), tam­ bién debe relacionarse con el simbolismo del número 5. La guematria de Jad (~)r 14. puede redu­ cirse a 1 + 4 = 5. Por otra parte. la mano tiene 5 dedos. Curiosamente la mano se llama en sánscrito pañi, que puede relacionarse con la raíz p an : que significa «cinco*. Si añadi­ mos la letra Guim d CO o, lo que es lo mismo, la G,a Iad (t ), obtenemos G uiad (T 3). palabra que quiere decir «tendón, ner­ vio* y cuya guematria o valor numérico es V C3 + 14), el número que en el Tarot de Marsella lleva el arcano llamado

2. De donde procede el griego pmta, «vinco».

«La Estrella». Observemos el tendón o la duride que aparece en la rodilla de este personaje, resultado, según algunos autores, de la oradón.1 También hay quien ha comparado la rodilla doblada con la escuadra Seria interesante ahondar en esta idea. La estrella, la Quinta Enentia, la pcntalfa, no son sino distintos nombres para referir­ se al éter. Representada a m enudo com o una rosa de d n co pélalos en el centro de la Cruz, la Quinta Esstnüa equivale al loto de las tradidones orientales. Como escribe René Guénon'1 atan d o el Chhándogya U panishad, (8o Prapáthaka, I a Khanda, shruti 1): Hn esta morada de Brohma (Brahmapura). es decir, en el centro vital del que acabamos de hablar, «hay un pequeño loto, una estancia en la que hay una pequeña cavidad (dahará), ocupada por el éter (AkáhaY, se debe buscar Lo que es en este lugar: y se Le conocerá. En un trabajo dedicado a los números y la notaaón matemáti­ ca/ René Guénon escribía que «el número tinco: esto es de nue­ vo lo que simboliza la cruz con su centro y sus cuatro brazos».

i.

4 5.

Lo cual no heme*, de interpretar desde un punto de vista moral, sino iniciático, entendiendo oración como orientación y ejercicio de «conexión. Véase Kené Guénon, B honibny su d atrJr srgún e¡ Vedarán, Madrid San/ y Iones. 2006, cap. 3. Véase Kené Guénon, Mrlangcs. Galhm.ird. ParK 107Ó, cap. VII

liste centro «está representado cabalísticamente por la letra Shin, que, situándose en el centro del tetragrama cuyas cuatro letras figuran sobre los cuatro brazos de la cruz, forma el nom ­ bre pentagramático, sobre cuya significación no insistiremos más aquí, queriendo solamente señalar este hecho de pasada Las cinco letras del pentagrama se sitúan en las cinco pun­ tas de k Estrella Flamígera, figura del Quinario, que simboliza más particulamiente el Microcosmos o el hombre individual». Es admirable la asociación entre el Tetragrama y la letra Shin (5) con la estrella flamígera, pero ¿por qué? G uénon no lo explica. Recurriendo a los cabalistas, vem os que es algo tan obvio que puede pasar inadvertido. La letra Shin (B), cuyo sonido «shhh» recuerda el crepitar de unas brasas, es deno­ minada por los cabalistas «la letra del fuego» y es la «letra fuerte» de la palabra Esh tes), «fuego». Esta letra puede relacionarse con el nombre de Dios que aparece en Éxodo III, 14, Ehieh (rrrx), «Yo seré», cuya guematria es 21, ya que la Shin ocupa el vigésimo primer lugar en el alfa­ beto. justo antes de la Tav, la última íetra. Por otra parte, la guematria de esta letra. 300, es la misma que la de R uaj Elohim m ) . el Espíritu de D ios La guematria completa o miUui del nom ­ bre de esta letra, la letra Shin (yo), 360, nos lleva a haShanah {r x r ), el año. palabra cuya guematria también es ÍÓ0 .A

6. Señalemos que el año judío es de 3Ó0 días.

G u cnon relaciona asim ism o la letra G de la estrella fla­ mígera con la G de «gnosis», así: Esta, figurada en Masonería por la letra G.-. de la Estrella Flamígera, se aplica simultáneamente al programa de búsquedas intelectuales y de entre­ namiento moral de los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro Ella busca, con el Aprendizaje, penetrar el misterio del origen de las cosas; con el Compañerismo, desvelar el secreto de la naturaleza del hombre, y revelar, con la Maestría, los arcanos del destino futuro de los seres Enseña, además, al Aprendiz a elevar hasta su más alta potend3 las fueras que porta en sí rnismo: muestra al Compañero cómo puede atraer a él las fuerzas del ambiente, y enseña al Maestro a regir como soberano la naturaleza sometida al cetro de su inteligencia. No hay que olvidar, en todo ello, que la inicia­ ción masónica se relaciona con el Gran Arte, con el «Arte Sacerdotal y Regio de los antiguos iniciados».

XVIII

£ o s guantes

n el día de su iniciación, el red en iniciado redbe dos pares de guantes blancos, uno para él y otro para su mujer. En la Carta de H crault (1737) se establece «que el aprendiz rcd b e en la cerem onia de iniciadón u n m andil de cuero blanco y dos pares de guantes, uno para sí m ism o y otro para la m ujer que m ás estima». la palabra hebrea que significa «guante», K tsaiah (rrcc), es harto reveladora, ya que está formada por Kus (zz). «rcdpiento y Iah Ct), un Nombre de Dios formado por la mitad del Tetragrama. l a idea de «recepdón* no podría estar mejor expresada. Es obvio, desde el punto de vista de la Cábala. que «la mujer que más estima, es la Shddnah, a la que hay que «redbir» y «aco­ ger». Como el agua, en hebreo maim (b*c), palabra que tiene la misma guematria que K tsaiah (~ d ), 95, debe ser redbida con Los manos abiertas para que se pueda operar la purificación Pero el guante no es sólo un instrumento de trabajo o induso un símbolo de nobleza; también es un desafio. De alguna manera es un desafio para que el aprendiz seponga manos a la obra. El color blanco de los guantes nos recuerda que el herma­ no masón ha de abstenerse de obras impuras, pero también

que el trabajo que 1c toca realizar no es un trabajo profano, que pueda hacerse con las manos de carne y de sangre, sino un tra­ bajo que requiere una purificación previa de nuestros sentidos. En el libro de Jo b (X X II, 30) se dice que D ios librara a! inocente, que escapará gracias a la pureza de sus manos. Pero la palabra N aki (7 ;), que se traduce com o «inocente*, quiere decir «limpio», l a liberación tiene que ver con la pure­ za y la libertad del masón en su pureza. Como nos explica Jules Boucher ,1 «los guantes blancos del m asón significan que sus m anos están limpias porque no han participado en el asesinato de Hiram*.

1. Véase Jean Boucher. La SymMújurMaconnique. £d. Dervy Lines, París. 1979. pág 313.

anDil

*>)

odria dedrse del m andil que es el vestido del

£

masón, el atuendo imprescindible pora la reali­ zación de su trabajo. Es el primer decorado que

able Maestro pone al nuevo aprendiz, lo cual le conuna importancia especial. I lerenda de la antigua maso| m a operativa, el m andil tiene, sin embargo, un sentido en pocos han reparado. «Más honroso que todas las conad on es humanas», simboliza el trabajo, pero n o se trata trabajo profano, exterior, sino del que se realiza en el ior del Templo. Es el «primer deber del hombre y fuende todos los bienes» que le confiere al aprendiz el derecho sentarse junto a sus hermanos. La idea de que el trabajo ennoblece o confiere honra úni­ cam ente puede aplicarse a este tipo de trabajo. Es obvio y evi­ dente que el trabajo profano, exterior, embrutece, fatiga y acaba consum ien­ do la vitalidad del trabajador. Por eso es un trabajo maldito: la bendición sólo se encuentra en el interior del Templo. En los Pmfer Avoth (I. 19) lee­

mos algo que es m ás que un mero consejo: «Shemaiá solía decir, ama el trabajo y odia el poder, y no te hagas conocer por quienes están en el poder». Los comentaristas tradicionales nos enseñan que no se trata del trabajo exterior, que. como se ha dicho, es m ás bien una maldición, sino del trabajo espiritual. Para ahondar en el simbolismo del mandiL la alusión al pasaje bíblico en el que se nos explica que Adán y Eva pecaron y se dieron cuenta de que estaban desnudos es inevitable. Hay, sin embargo, dos tipos de desnudez, una pura y otra impura. La desnudez esencial y «sin vergüenza* la encontra­ mos en Genew II, 25: es la pureza anterior a la caída. Las ropas para «cubrir las vergüenzas» sólo aparecen después del pecado {Génesis 11L 7). «la desnudez con vergüenza», que supone una «materialización» de las almas puras que eran Adán y Eva. Las ropas con las que nuestros primeros padres cubrirían sus «vergüenzas» iban a ser simples hojas de higuera, pero la tradi­ ción cabalística afirma que eran de cuero. En el Zohar encontra­ mos un comentario que sostiene que «antes de transgredir, Adán vestía una túnica de luz, y tías d pecado, una túnica de piel». Con el cuero o la piel no sólo se fabrica el m andil sino también el zapato, y ambos tienen elementos simbólicos en com ún En hebreo, «zapato» se dice iN atd tes). N ad tiene un valor numérico de 150, el mismo que iVio/ Cr^n), «manto, capa, túnica*. Otra palabra que significa «túnica», M oda (jn c). es un anagrama de Ádam fo~x). «Adán, hombre*. D e este modo po­

demos afirmar que el mandil es para el m asón lo m ismo que el cuerpo físico y material es para el hombre: al m ismo tiem ­ po, algo que lo une con lodos los demás hombres y una barrera que lo separa de ellos. El color del mandil del aprendiz es el blanco, símbolo de la candidez y la pureza necesarias para realizar su trabajo masónico. Este color permanecerá en los mandiles de los demás grados, recordándole al que lo lleva que un masón, a pesar de las medallas y diplomas que ostente, es siempre un aprendiz. La mayoría de etimólogos hacen derivar la palabra «mandil* del latín m anttle, -is «toalla»; sin embargo, nos atreveriamos a aventurar otra etimología, falsa quizá, pero mucho m ás sugerente desde el punto de vista simbólico. El mandil del masón es una prefiguración del cuerpo de luz. del cuerpo de resurrección A esta idea, que a muchos Ies pare­ cerá descabellada llegaremos a partir de la raíz etimológica que proponemos para la palabra «mandil», que coincide con la raíz maná, de donde vendrán, por ejemplo «almendra» o «mandorla*. La mandorla es una forma geométrica que resulta de la intersec­ ción de dos círculos que tienen el mismo radio. La materia, sim­ bolizada por el circulo de la izquierda y d espíritu, simbolizado por el de la derecha, nos remiten a Lis mandorlas propias del románico que enmarcan la divinidad o a la del arcano X X J del larot de Marsella, denominado «El Mundo». Vejiga de pez [Vesica Púas) en numerosas mitologías, traspasó el ámbito de lo pagano para convertirse en símbolo de los cristianos. Cuando la Vesica Piscis aparece representada verticalmente, la mandorla forma la figura de un pez una alusión al griego ¡chthys, que es un acrónimo de «Jesús Cristo, hijo de Dios, Salvador*.

La palabra que en hebreo decir «almendra». Sheked ( ~ c ) . es m uy curiosa, pues tiene similitud con Sheker (“po), «mentira* con una letra D alct (i) en vez de una Resh

que se le parece muchísi­

mo. Pero Sheked (~pz) es un ana­ grama de K addosh (s ip ), «santo*. El simbolismo de la alm en­ dra es inseparable del de Luz (rb).: la misteriosa ciudad de la « ¿ M S P >—

que nos habla el libro del Gmesh (X X V I1 L 17). sobre la cual n o tie­

ne ningún poder el Angel de la Muerte. Como escribe Kené G u énon :1 Cerca de Luz, hay, se dice, un almendro (llama­ do también luz en hebreo) en cuya base hay una oquedad por la que se penetra en un subterráno y este subterráneo conduce a la dudad misma, que está enteramente oculta. [...! La misma palabra luz es también el nombre dado a una partícula corporal indestructible, repre­ sentada simbólicamente como un hueso muy duro, y a la cual el alma permanecería ligada después de la muerte y hasta la resurrecdóa

1 2

En Luz (r*7). cuya guematria es precisamente jj'J. podemos ver tanbien una .ilusión a los 33 grados Véase Renó Guenon. t í Rey deí Mundo. Ed. Fidelidad, Buenos Aires. 1985, cap. VIL

Corno c¡ hueso de la almendra contiene el ger­ men. y como el hueso corporal contiene la médula, esta luz contiene los elementos virtua­ les necesarios a la restauración del Ser: y esta restauración se operara' bajo la influencia del •rocío celeste*, que revivifica las osamentas de­ secadas l.. .1. Se sitúa la luz hacia la extremidad inferior de la columna vertebral; esto puede parecer bastante extraño, pero se aclara por una aproximación a lo que la tradición hindú dice de U fuerza llamada kundalini Podemos dividir el mandil en dos partes, un triángulo y un cuadrado. Desplegados dan una figura en la que podemos contar 2 6 boli­ tas. alusión, como verem os al número 2 6 , que en la Cabala se refiere al Tetragrama IH W IL Para Cattiaux' se trataría de la unión de la piedra cúbica y la piedra triangular; la piedra de fundamento es una piedra cúbica y la piedra cumbre es una piedra piramidaL R cn é G u én o n 4 lo relaciona co n la Tctmktys pitagórica y asocia los núm eros 10 y 16 , contenidos respectivam ente en el triángulo y en el cuadrado, con el valor num érico del Tetragrama señalando: «ademas 1 0 es el valor de la prim e­

3 *

Véase louis Galtiaux. F.lMensaje Reencontrado. Ed. Sirio. Málaga, 1978, XXV I -70. Véase Rene Guenon. Símbolosfundamentales de la Gtnda Sagrada, trad de Juan Valrrurd Editorial Eudcba. Buenos Aires. 1979. pág. 96.

ra letra, lod , y 1 6 es el del con ju n to de las otras letras. He-Vav-He*. El mandil de los maestros está ribeteado de rojo o de azul, según el rito sea escocés o francés. En él aparecen las letras M y B seguidas de tres puntos. ¿No se tratará de una alusión a la idea de M ab (32 )’ de los cabalistas, los 42 Nom bres de Dios? Si la primera letra designa al Talmud y a la Torah oral, la segunda se refiere a la Torah escrita. El verdadero Maestro es aquel que reúne las dos.

5-

El valor numérico de M ab 0 3 ) es 42.

XX

£ 1 manDíí Ocl aprcnDi* y el atanor De (o© alquimistas elacionar el mandil del aprendiz con el atanor de los alquimistas puede parecer descabellado, pero Amélie-André Gédalge ya lo asociaba en la década de 1 9 2 0 en el articulo «tablier» que apareció en el D iüionnaire Rhéa. .Escribía: F.I mandil de ios aprendices masones está hecho de piel de cordero y tiene forma de atanor.

Como señala Jules Boucher; que no cree que primitivamen­ te el mandil representara al atanor, «las representaciones del atanor de los alquimistas tienen a veces una forma pentago­ nal, como podemos ver en u n bajorrelieve del portal central de Notre D am e de Paris». Con todo, es m uy curioso que el mandil se encuentre tapando el estómago, órgano que tam­ bién ha sido relacionado con el atanor de los alquimistas. Si com o decía don Quijote (segunda parte, cap. XC1II), «la salud

1.

Vcasc Jules Boucher. L a Symbohqut Ma^onniqut. t d Desvy Livres. París, 1979. pág- 29&

de todo el cuerpo se ta g u a en la oficina del estómago*, al decir todo el cuerpo, ¿no se estará refiriendo tam bién al cuer­ po de luz, cuya salud se fragua en el atanor del alquimista?

La mayoría de autores, entre ellos JBoucher, hacen derivar la palabra atanor de a-tanatos, «no muerte* pero nos parece que m ás bien hem os de buscar su origen en u n térm ino bíblico, Tanur (to t), que se suele traducir por «homo*. En Tanur (tctí) podem os ver una alusión a N ur (iü). «fuego*, «resplandor*, pero tam bién a N orah (h tc), «terrible*, ninguno de cuyos tér­ m inos les serán ajenos a los masones.

XXI

C o s misterios Deí jRortE

1 Norte siempre alude a lo escondido, a lo ocul­ to. La palabra hebrea Zafón (pst), que significa «norte*, también quiere decir «oculto*. F.n el M anuscrito Graham (172 6 ) podemos leer: -¿Cómo estaba orientada la logia durante vuestra recepción? -A l este al oeste y al sur. -
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