La Transferencia. Psicoanálisis, Ciencias Cognitivas y Filosofía
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Descripción: Analysis of the psychoanalitical concept of transference and a reassesment via cognitive sciences plus a ph...
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TESIS DOCTORAL La Transferencia. Psicoanálisis, Ciencias Cognitivas y Filosofía
Facultad de Filosofía de la UNED Departamento de Lógica, Filosofía e Historia de la Ciencia (2006)
Autor Juan Antonio Trujillo López Ldo. en Derecho y Filosofía
Facultad de Filosofía de la UNED Departamento de Lógica, Filosofía e Historia de la Ciencia
La Transferencia. Psicoanálisis, Ciencias Cognitivas y Filosofía
Autor Juan Antonio Trujillo López Ldo. en Derecho y Filosofía
Director de tesis Dr. Eduardo de Bustos Guadaño
Codirector de tesis Dr. Jesús Mansilla Navarro
ÍNDICE Página INTRODUCCIÓN
15
1. PSICOANÁLISIS
1.0. GENEALOGÍA DE LA TRANSFERENCIA
40
1.1. FASE INICIAL (1890-1905)
63
1.2. FASE CENTRAL (1906-1914)
92
1.3. FASE TARDÍA (1915-1939)
107
1.4. LACAN Y EL RETORNO A FREUD
124
2. CIENCIAS COGNITIVAS
2.1. INTRODUCCIÓN
2.1.1. INCONSCIENTE
166
2.1.2. PERCEPCIÓN
178
2.1.3. APRENDIZAJE
188
2.2. CATEGORIZACIÓN
199
2.2.1. REPETICIÓN Y CATEGORIZACIÓN
207
2.2.2. MODELO BÁSICO DE INTERACCIÓN
215
2.2.3. FORMACIÓN DEL OTRO COMO RE-CONOCIMIENTO
223
2.2.4. METÁFORA Y CATEGORIZACIÓN
230
2.2.5. EL PSICOANALISTA COMO OTRO: EJEMPLARIDAD Y TIPICIDAD
236
2.3. MEMORIA
241
2.3.1. MEMORIA=CODIFICACIÓN+RECUPERACIÓN
251
2.3.2. AUTOBIOGRAFÍA E IDENTIDAD
258
2.3.3. IMPLÍCITO, PROCEDIMENTAL, INCONSCIENTE
266
2.3.4. TRANSFERENCIA Y NIVELES DE CODIFICACIÓN
271
2.4. EMOCIÓN
277
2.5. MODELO
200
3. FILOSOFÍA
3.1. PRIMEROS ANALÍTICOS: WITTGENSTEIN Y FREUD
310
3.2. PSICOANÁLISIS Y TEORÍA
328
3.3. MENTE=CEREBRO=CONCIENCIA
361
3.4. IA, EMERGENCIA E INCORPORACIÓN
381
3.5. OTROS Y TEORÍA DE LA MENTE
398
CONCLUSIONES. CIENCIA E INTERSUBJETIVIDAD
410
Lista de Ilustraciones Figura 1.1. Jerónimo del Bosco - La Extracción de la Piedra de la Locura (1475-80). Figura 1.2. Los pases magnéticos de Mesmer. Figura 1.3. André Brouillet- La leçon clinique du Dr. Charcot (1887). Figura 1.4. Representaciones de estados histéricos. Esquema 1.1. Evolución diacrónica de los precedentes psicoanalíticos de la transferencia. Figura 1.5. División anatómica del cuerpo. Figura 1.6. Anna O (Berta Pappenheim) y Josef Breuer. Figura 1.7. Freud en su mesa de trabajo (teoría). Figura 1.8. Freud y su madre. Figura 1.9. Freud en su 'laboratorio' (práctica). Esquema 1.2. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en Freud. Figura 1.10. Paul Sermon - At Home with Jacques Lacan . Figura 1.11. Esquema L. Figura 1.12. Grafo del deseo a)b)c)d). Figura 1.13. Jacques Lacan. Figura 1.14. Esquema del ramillete. Figura 1.15. Relación entre posiciones subjetivas. Esquema 1.3. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en Freud y Lacan. Figura 2.1. David Hockney - Kasmin Los Angeles 28th March 1982 (1982). Figura 2.2. Modelo de cerebro triuno de MacLean. Figura 2.3. Triángulo de Kanisza. Figura 2.4. Disociación de activaciones.
Figura 2.5. Pedro Pablo Picasso - Estudio de un toro. Gráfico 2.1. Arquitectura de la red ALCOVE. Figura 2.6. Johntimothy Pizzuto – Relative Memory. Figura 2.7. Auguste Rodin - El dolor (1889-1892). Figura 2.8. Diversos circuitos de procesamiento emocional. Gráfico 2.2. Relación entre estímulos y respuestas. Gráfico 2.3. Recorrido cerebral del evento emocional. Esquema 2.1. Modelo de integración del desarrollo de la transferencia y de mecanismos cognitivos. Figura 3.1. La representación y el procesamiento, el significado y la información. Esquema 3.1. Ejemplo del programa 'Overcoming Depression'. Figura 3.2. Antoni Tàpies- Chaises.
Agradecimientos
Este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda de diversas personas, en especial David Laznik, profesor de la Universidad de Buenos Aires, y los psicoanalistas Gladys Abella, Hugo Lietaer, Milagros Picón y Lola López. Igualmente agradezco las facilidades ofrecidas por las bibliotecas de la Katholieke Universiteit de Lovaina, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Buenos Aires y la de Columbia en Nueva York, así como la gentileza del Instituto Psicoanalítico de Buenos Aires y el New York Institute of Psychoanalysis. Mención especial merecen las personas que siempre han estado a mi lado, por su afecto y soporte, Juany, Manolo y Juan; las opiniones, sugerencias y a menudo iluminaciones de Pat Perna, Steven Speaks y mi codirector de tesis, Jesús Mancilla, así como la confianza y apoyo inquebrantable de Eduardo de Bustos. Finalmente, los esfuerzos que conlleva un trabajo de investigación se han visto en este caso en todo momento aliviados, aligerados, por la ayuda material, académica y quasi-espiritual de esta casa librepensadora, la UNED.
Para Nana
“...parce qu’elle cherche toujours à reconstituer, et à reconstituer avec du donné, l’intelligence laisse échapper ce qu’il y a de nouveau à chaque moment d’une histoire. Elle n’admet pas l’imprévisible. Elle rejette toute création.” Henri Bergson, L'évolution créatice.
Introducción Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie). Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso. Julio Cortázar, 'Instrucciones para subir una escalera', Cuentos. Si bien subir una escalera parece una tarea sencilla que realizamos de forma cotidiana, sin mayor dificultad para los que gozamos de buena salud, su descripción, tal como la realiza Cortázar, nos sume en una multiplicidad de aspectos, de instrucciones, que nos resultan habitualmente inadvertidas por completo. De modo similar llevamos a cabo una inmensa variedad de comportamientos inteligentes, bajo la modalidad de automatismos aprendidos, que implican un procesamiento complejo en condiciones de incertidumbre.1 Es en este tipo de circunstancias donde la cognición humana destaca por su capacidad o performance. Sin embargo dicha performance puede verse mermada por un aprendizaje erróneo. A diferencia de los procesadores sintéticos, el organismo humano, biológico e irreversible, tiene mayor dificultad a la hora de reorganizar patrones 1
J.A. Bargh y T.L. Chartrand, “The unbearable automaticity of being”, American Psychologist, 54, 1999, pp. 462-479.
aprendidos de comportamiento. Entre éstos algunos surgen como automatismos que son experimentados subjetivamente como malestar; en el caso de la escalera quizás un balanceo inadecuado de la cadera, una postura incorrecta de la espalda. La dificultad en estos supuestos estriba en la forma de deshacer dichos patrones confirmados en cada nueva instanciación y la adopción de nuevas pautas corporales. De modo similar ocurre con la realidad psíquica del sujeto, su experiencia fenomenológica. Ésta, amoldada más bien a un flexible sustrato experiencial que a una sólida estructura física, posee unas modalidades de adaptación al medio mucho más ricas que en el caso de nuestro cuerpo a la escalera. Si bien conformamos nuestra posición automáticamente a la forma de la escalera, acomodamos igualmente nuestro modo idiosincrásico de experimentar la realidad de acuerdo con nuestra experiencia. La excelencia de nuestro cerebro como procesador central reside en la capacidad de producir una apariencia de estabilidad en dicha experiencia. Lo difícil de esta tarea se evidencia en la constante activación de millones de neuronas con un número exponencial de posibles conexiones entre ellas. Pese a ello nuestra experiencia nos resulta, a menudo, rutinaria. En esto confluye el hecho de que sólo diez bits de información formen parte de nuestra conciencia, de nuestra experiencia fenomenológica, por segundo, mientras que el número de neuronas oscilaría alrededor de los diez y cien mil millones (1010-1011), el número de conexiones neuronales factibles, y presumiblemente los posibles estados de procesamiento, es de diez billones 1013. En las situaciones en que dicha adaptación produce malestar o inadaptación el psicoanálisis provee con un medio de alterar nuestra 'postura mental', nuestra posición subjetiva, el denominado cambio terapéutico. En el contexto clínico en que
éste se produce, el concepto más relevante, y a la vez más complejo, es el de transferencia, alrededor del cual se elaboró toda la práctica emprendida por Freud. Al igual que la descripción que nos ofrece Cortázar suena abstrusa a nuestros oídos por el grado de abstracción en una tarea motora aparentemente sencilla, la transferencia goza de una difícil explicitación, por un lado por sus vaivenes dentro de la teoría psicoanalítica y, por otro, por su inextricable componente intersubjetivo, de difícil reconciliación con el objetivismo científico,2 así como su relación con aspectos motivacionales y emocionales de difícil estimación.3 El psicoanálisis, basado en una metapsicología sistematizada a modo de teoría, propone una explicación de dicha noción. El caso es que la transferencia, como todo fenómeno psíquico, estaría vinculada a aspectos cognitivos4 y neuronales,5 si bien el psicoanálisis sólo da razón de ésta con respecto a su propia metapsicología, intrateóricamente. La labor planteada en este trabajo es la elaboración de un esbozo de explicación de dicho término desde una perspectiva cognitiva y neuronal, dotándola de un contenido empírico ¿Cómo se puede explicar 2
Cf. W.N. Goldstein, “The Transference in Psychotherapy: The Old vs. The New, Analytic vs. Dynamic”, American Joutnal of Psychotherapy, 54, 2000, pp. 167-171. M. Ponsi, “Interaction and transference”, International Journal of Psychoanalysis, 78, 1997, pp. 243-263. A.O. Horvath, “The therapeutic relationship: from transference to alliance”, Journal of Clinical Psychology, 56(2), 2000, pp. 163-173. 3 El afecto es así visto como pista principal a la hora de hacer interpretaciones. La importancia de la emoción al procesar estímulos queda demostrada en la inflexión o tono de voz a la hora de proferir una oración, cuya valencia emocional puede variar totalmente en función de dicha prosodia cf. A. Schwartz, “Not art but science: applications of neurobiology, experimental psychology, and ethology to psychoanalytic technique. I. Neuroscientifically guided approaches to interpretive "what's" and "when's"”, Psychoanalytic Inquiry, 12, 1992, pp. 445-474. 4 Así señala Fonargy cómo “hay buenas razones para creer que el psicoanálisis funciona modificando procedimientos antes que creando nuevas ideas,” P. Fonagy, “Memory and Therapeutic Action”, International Journal of Psychoanalysis, 80, 1999, p. 219. “La única forma en que podemos saber lo que ocurre en la mente de nuestro paciente, lo que podría haberle ocurrido, es cómo están con nosotros en la transferencia. Vienen a nosotros con una especie de modelo -una red de expectativas inconscientes o modelos mentales de relaciones de sí mismos con otros,” ibid., p. 217. 5 A.W. Epstein, “Neural Correlates of Psychodynamic Science,” Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 26(4), 1998, pp. 503-512. “No está claro si los descubrimientos de la neurociencia en relación con las influencias arriba-abajo (top-down) de los mecanismos mnésicos de percepción se aplican también al complejo fenómeno relacional de la transferencia y similares en el que los psicoterapeutas están interesados. Sin embargo, parece una hipótesis de trabajo razonable que estos mecanismos expliquen al menos parte de estos fenómenos más complejos,” M. Solms y O. Turnbull, The Brain and the Inner World. An Introduction to the neuroscience of subjective experience, Nueva York, 2002, p. 156. Cf. S.I. Cohen, “The psychobiology of transference”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 11(2), 1983, pp. 183-201.
la transferencia desde fuera de la teoría psicoanalítica? ¿Qué perfiles adquiriría dicho concepto? Desde una perspectiva filosófica trato de mostrar su posible elucidación. El avance de ciertas ideas cognitivas por parte de Freud ha sido puesto de relieve por Erdelyi6 que señala cómo aquel pensaba ya en términos de diversos sistemas mnésicos y procesamientos. En efecto, el énfasis de las ciencias cognitivas en los procesos frente al modelo input-output conductista señala cierta sinergia con el psicoanálisis.7 Levin ha señalado la convergencia entre el concepto de transferencia psicoanalítico, el juicio de similitud cognitivo,8 y el priming neurocientífico9 a la hora de referirse a una remozada noción de transferencia que redefine en el sentido de una facilitación de cierto tipo de aprendizaje.10 Otro precendente más lejano lo podemos encontrar en Charcot, que influyó decisivamente en el joven Freud neurólogo, e investigaba la posible base neurológica de ciertas enfermedades nerviosas. Freud, siguiendo su estela, formularía su Proyecto de una psicología científica en 1895, publicado póstumamente en 1950. Al poco de elaborarlo, abandonó dicho esfuerzo por entender que el conocimiento que se tenía en su fecha acerca del sistema nervioso no era capaz de proveer con modelos válidos de explicación, y aún menos de intervención sobre las enfermedades que exhibían sus pacientes.
6
M.H. Erdelyi, Psychoanalysis. Freud's Cognitive Psychology, Nueva York, 1984. “...ambos se centran en las estructuras de la mente y la forma en que éstas determinan los fenómenos mentales,” D.J. Stein, “Cognitive Science and Psychiatry: An Overview”, Integrative Psychiatry, 8, 1992, p. 112. 8 F.M. Levin y E.W. Kent, “Psychoananlysis and knowledge: Part 2. The special relationship between psychoanalytic transference, similarity judgment, and the priming of memory”, Annual of Psychoananlysis, 50, 1995, pp. 117-130. 9 F.M. Levin, “Transference, Trauma and Attention”, Samiksa, 52, 1998, pp. 7-14. 10 “...las transferencias crean oportunidades para el aprendizaje en tanto que posibilitan la modificación de prototipos o esquemas reprimidos, un proceso que óptimamente involucra la activación de la memoria activa.” F.M. Levin, “Integrating some Mind and Brain views of transference: the phenomena”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 45(4), 1997, p. 1146. 7
En la terapia el analizante produce, en un nuevo contexto intersubjetivo, reminiscencias de carga emocional que son comunicadas lingüísiticamente. Así memoria, emoción y categorización se interrelacionan en dicho fenómeno clínico. La incapacidad de recordar era, según Freud, la causa de una carga (emocional) no liberada y su transformación o conversión, frecuentemente, en dolencia física. La transferencia conseguía, en este sentido, una cierta transformación energética. No se trataba simplemente de reactivar recuerdos, desde una perspectiva más estática, sino de modificarlos en su recuperación, de producir formas nuevas de experimentarlos mediante un aprendizaje intersubjetivo.11 La ciencia cognitiva podría ayudar en la tarea conceptual psicoanalítica proveyendo con un referente ineludible, mostrando su convergencia con resultados experimentales.12 Desde una perspectiva interteórica el análisis de la transferencia resulta fundamental, hasta el punto que se ha señalado cómo la posible divergencia dentro del propio psicoanálisis, la pluralidad de heterodoxias desarrolladas a partir de la obra freudiana, se debería a diferentes modos de experimentar la transferencia por parte del analista y su modo posterior de conceptualizarla.13 11
“El psicoanálisis es más que la simple creación de una narrativa, es la construcción activa de nuevas formas de experimentarse uno con otros,” P. Fonagy, op. cit., p. 218. 12 Así se ha sostenido cómo “...la relevancia mayor de la neurociencia para el psicoanálisis es que nos ayuda a elegir entre teorías psicoanalíticas en competencia. No genera nuevas,” S.E. Pulver, “On the astonishing clinical irrelevance of neuroscience”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 51(3), 2003, p. 9. A sensu contrario desde una perspectiva teórica cf. A. Cooper, “Will neurobiology influence psychoanalysis?” American Journal of Psychiatry, 142, 1985, 1395-1402. La relevancia de las ciencias cognitivas para el psicoanálisis podría seguir, según Henningsen, cuatro vías: la ausencia de relevancia, poseer un valor metafórico, servir de fundamento neurobiológico del psicoanálisis, o, por último, su comparación como teorías diversas pero relacionadas en cuanto a su objeto, cada disciplina tendría que reconocerse en el espejo de la otra, P. Henningsen, “Im Spiegel des Anderen sich selbst erkennen? Zur Bedeutung der kognitiven Neurowissenschaft für die Psychoanalyse”, Psychotherapeutische, Psychosomatische und medizinische Psychologie, 48, 1998, pp. 78-87. Para llevar a cabo esta tarea sería necesario, no obstante, buscar una traducción conceptual interdisciplinar. Según Solms y Turnbull la solución estaría en la búsqueda de correlatos neuronales para los conceptos básicos psicoanalíticos que puedan, en una segunda fase, ser verificados como parte de una teoría, M. Solms y O. Turnbull, op. cit. 13 B. Bird, “Notes on Transference: Universal Phenomenon and Hardest Part of Analysis”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 20, 1972. “Se podría plantear una cuestión, por ejemplo, si las diferencias en el manejo de la transferencia que en un principio eran la propiedad de un analista, se desarrollaron
De acuerdo con Luborsky y su equipo de colaboradores, la transferencia sería el concepto clínico más importante acuñado por Freud.14 Con este trabajo espero poder desmentir las creencias acerca de la 'ambigüedad necesaria' del concepto de transferencia,15 y retomar la dificultad de su conceptualización intrateórica16 mediante una reconsideración en diálogo con las ciencias cognitivas y la neurociencia. Desde otras disciplinas experimentales se ha resaltado el carácter universal de la transferencia como fenómeno psíquico general, estando bien documentado en otras áreas cada vez más centrales a la empresa cognitiva como la psicología social cognitiva.
Dentro del marco de la cognición social hemos demostrado que las representaciones mentales de otros significantes, desarrollada en la familia y otros lugares, están relacionadas con las representaciones del yo en la memoria y están fuertemente cargadas con afecto y motivación. Más aún, estas representaciones se activan y utilizan frecuentemente respondiendo a nuevas personas que se asemejan al otro significante (...) Nuestro trabajo constituye la primera demostración experimental de la transferencia.17 gradualmente en métodos clínicos formales utilizados por muchos, y si estos métodos clínicos, tras ser conceptualizados, sirvieron como el comienzo de varias escuelas divergentes de análisis. Una ocurrencia tal, consistente con mi creencia de que las ideas analíticas surgen de este modo, básicamente de experiencias de transferencia en la situación analítica, nos llevaría a la pregunta de si la historia de las diferencias ideológicas entre las diversas escuelas puede encontrarse más consistentemente trazada mediante las diferencias idiosincrásicas en lo que fue de hecho dicho o hecho, en respuesta a respuestas a la transferencia, más que a cualquier otro factor,” ibid., p. 271. Cf. J.H. Ehrenreich, “Transference: one concept or many?” Psychoanalytic Review, 76(1), 1989, pp. 37-65. 14 L. Luborsky, P. Crits-Cristopherson y J. Mellon, “Advent of Objective Measures of the Transference Concept”, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 54(1), 1986, p. 39. 15 M. Rendon, “The Ambiguity of Transference”, American Journal of Psychoanalysis, 55( 3), 1995, pp. 199-214. 16 Cf. la referencia del autorizado J. Laplanche y B. Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona, 1996. “La transferencia es un aspecto tan crítico en el psicoanálisis que es probable que nuestros intentos por apreciar adecuadamente lo que lleva a cabo, como patrón potencialmente adaptativo de nuestra especie, tardará generaciones en ser desenmarañado,” F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, Madison, 2003, p. 250. Incluso Solms, pese a lo informado de su obra, comenta, de una forma un tanto oscura, acerca de la naturaleza de la transferencia: “De esto no sabemos virtualmente nada, y lo mismo es aplicable a una gran cantidad de temas relevantes a la cuestión que nos hemos puesto,” M. Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 289. 17 S.M. Andersen y R. Miranda, “Transference: How past relationships emerge in the present”, The Psychologist, 13 (12), 2000, p. 608. Cf. D. Fried, P. Crits-Christopherson y L. Luborsky, “The first empirical demonstration of transference in psychology”, Journal of Nervous and Mental Diseases, 180, 1992, pp. 326-331. Watt señala cómo el carácter universal de la transferencia se debe a que se trata de un proceso elemental a nivel biológico, D.F. Watt, “Higher Cortical Functions and the Ego: Explorations of the Boundary Between Behavioral Neurology, Neuropsychology, and Psychoanalysis”, Psychoanalytic Psychology, (7)4, 1990, pp. 487-527. “La meta es
A diferencia de las disciplinas experimentales, Grünbaum, conocido crítico del psicoanálisis, sostendrá que la verificación de la clínica psicoanalítica requería, debido precisamente a la imposible objetividad de las observaciones, -la ausencia de hechos brutos-, una validación externa de sus principios, pues de por sí resulta intestable. Mostraba así las insuficiencias de un método basado en la singularidad de cada caso clínico a falta de un mecanismo de verificación objetivo o de variables independientes, de experimentos y pruebas de control.18 Llamaba la atención sobre la multitud de confirmaciones provenientes de la práctica analítica que no podían convalidar la teoría por la ausencia de objetividad, por la necesaria implicación del analista, por la existencia de la propia transferencia. Concluía su estudio señalando cómo la evidencia clínica era insuficiente para dar razón de la teoría; por ello, la validación de hipótesis habría de venir de un contexto extraclínico.19 Éste es el complejo enclave del psicoanálisis como práctica que requiere al analista formando parte de cierta forma en su tarea. Grünbaum entendía que la teoría psicoanalítica no podía generar sus propias verificaciones y sus hipótesis debían ser escudriñadas de forma externa. Es, en este sentido, en el que desarrollo una elucidación del concepto psicoanalítico clínico central, la transferencia, desde el estudio de las ciencias cognitivas y neurociencia. Como señala Schore, uno de los referentes en la integración de los datos psicoanalíticos y neurocientíficos desde una perspectiva del desarrollo:
desarrollar puentes conceptuales básicos entre las disciplinas, no mirando solamente a los elementos exóticos, esotéricos o marginales, sino examinando conceptos centrales en ambas disciplinas a la luz de la otra,” ibid., p. 488. De hecho, según Watt, “...la vida podría ser una serie de situaciones de transferencia que resultan en la modificación gradual de, elaboración, y evolución de sistemas de imágenes básicos,” ibid., p. 512. 18 S.M. Andersen, “Toward a Psychodynamically Relevant Empirical Science”, Psychological Inquiry, 3(1), 1992, p. 14. 19 Éste sería el grave problema con el que el psicoanálisis ha topado una y otra vez: “las proposiciones centrales de varias versiones de modelo (psicoanalítico) no han estado sujetas a test empírico, en parte porque se formularon en términos que las hacía intestables,” A. Grünbaum, The Foundations of Psychoanalysis: A Philosophical Critique, Berkeley, 1984, p. 278.
Las respuestas a varias cuestiones principales inexplicadas sobre la naturaleza de los sistemas vivos pueden encontrarse en la elucidación de interconexiones entre los diferentes niveles de análisis que son representados en las diversas disciplinas científicas.20 Habré de recuperar el concepto básico de la técnica psicoanalítica más allá de una disquisición escolástica intradisciplinar, mediante una visión interdisciplinar que señale puntos de apoyo conceptuales. Pese a los problemas de traducción de diferentes teorías propongo un principio de elucidación de una noción esencial al desarrollo del psicoanálisis extrapolando su marco de justificación al diálogo con otras teorías. Desde el propio psicoanálisis hay voces que hablan de una 'traducción conceptual' que permita el flujo de comunicación entre la abundante cantidad de experiencia procedente de un siglo de práctica analítica y la exactitud propia de las ciencias cognitivas.21 Ya en 1973, Piaget, en una importante publicación 20
A.N. Schore, Affect regulation and the Emergence of the Self, Hilldale, 1994, p. 64. “La auto-regulación, la modulación de procesos energéticos subcorticales mediante la actividad cortical superior, representa un punto de contacto potencial entre el psicoanálsis y la neurobiología,” ibid., p. 534. Este mismo autor señala la posibilidad que Freud entreveía al principio de su carrera de reconciliar psicología y ciencia natural. El psicoanálisis había de proveer un contacto con la biología. A.N. Schore “A century after Freud's project: is a rapprochement between psychoanalysis and neurobiology at hand?”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 45(3), 1997, pp. 807-840. Cf. D.J. Siegel, “Memory, Trauma and Psychotherapy: A Cognitive Science View”, Journal of Psychotherapeutic Practice and Research, 4(2), 1995, pp. 93-122. 21 D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: I. Conflict, Compromise and Connectionism”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 50 (1), 2002. En nuestro ámbito cf. A. Herreros, “Un camino cognitivo al psicoanálisis”, http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/herreros.pdf, A parte Rei, 21. D.J. Stein, “Psychoanalysis and cognitive science: contrasting models of the mind”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 20(4), 1992, pp. 543-559. L. Miller, “Freud's brain: Towards a unified neuropsychodynamic model of personality and psychotherapy”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 21, 1993, pp. 183-212, señala la unidad en la falsa dicotomía subjetivo-orgánico y la insuficiencia de una perspectiva sólamente neuronal para la determinación de algún tipo de desajuste de la personalidad. D. Olds y A.N. Cooper, “Dialogue with Other Sciences: Opportunities for Mutual Gain”, International Journal of Psychoanalysis, 78, 1997, pp. 219-225. J.E. Harris, Clinical Neuroscience, Nueva York, 1986, lleva a cabo una traducción conceptual de los procesos biológicos cerebrales con conceptos psicoanalíticos. M.F. Reiser, Mind, Brain, Body. Toward a convergence of Psychoanalysis and Neurobiology, Nueva York, 1984. R. Brockman, “Transference, Affect and Neurobiology”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 28(2), 2000, pp. 275-88. “La naturaleza complementaria de las fuerzas y debilidades del psicoanálisis y las ciencias cognitivas podría sugerir que los dos serían partes perfectas en un matrimonio. Cada uno podría ofrecer lo que le falta al otro, y la unión resultante podría procurar mucho del funcionamiento mental humano (y específicamente inconsciente),” J. Weinberger, y J. Weiss, “Psychoanalytic and Cognitive Conceptions of the Unconscious”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997, p. 47. M. Solms “Preliminaries for an integration of psychoanalysis and neuroscience”, British Psychoanalytic Society Bulletin 34(9), 1998, pp. 23-38. M. Edelson, “The convergence of psychoanalysis and neuroscience:
psicoanalítica, señalaba la posibilidad de formular una 'psicología general' que incluyese al psicoanálisis y la psicología cognitiva.22 Trataré de demostrar que las diferencias provienen tanto de la falta de diálogo entre dichas disciplinas como de la ausencia de una delimitación y traducción sofisticada de algunos de sus conceptos fundamentales. Pese a ello, sí se ha llevado a cabo algún intento de puesta en contacto de estas dos teorías, pero aludiendo a conceptos un tanto vagos y genéricos, a falta de un análisis más detallado. Al relatar un caso, Westen y Gabbard perfilan en su descripción psicoanalítica ciertos aspectos cognitivos:
Primero, una mayor intimidad y dependencia marcaron su relación con el analista y activaron redes que probablemente no se hubieran puesto en juego en una relación más superficial, al igual que no lo habían hecho en la relación analítica en una fase previa del tratamiento, pues las características del prototipo (su representación de su 'yo con madre') no hubiese estado en un estado suficientemente alto de activación inconsciente. Por ello, los paradigmas relacionales que los pacientes pueden expresar en el tratamiento psicoanalítico son típicamente muy diferentes de las transferencias más específicas, variadas y complejas que se vuelven manifiestas a medida que el proceso se intensifica, especialmente si el paciente forma una relación de apego con el analista (Gabbard 2001). En segundo lugar, la exploración explícita, declarativa, de los significados, los sentimientos, y recuerdos de la Srta. C. con su madre llevó a un “andamiaje” cognitivo para sus experiencias, un bosquejo de una narrativa coherente que le ayudó a darse cuenta de quién era con su madre, con su analista, y con otros, y a la consiguiente activación de de recuerdos, pensamientos y sentimientos asociados, las representaciones conscientes propagaron la activación a redes inconscientes afines.23 Illusion and reality”, Contemporary Psychoanalysis, 22, 1986, pp. 479-519, apunta la irreducibilidad de las teorías psicoanalíticas y proponía hace dos décadas la convergencia de ambas en tanto disciplinas autónomas. D.J. Stein “Introduction: Cognitive Science and the Unconscious”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997. “Así, la neurociencia, en virtud del estatus objetivo de su evidencia supone una serie de útiles puntos de apoyo desde los que reevaluar los conceptos psicoanalíticos. Y el psicoanálisis, en virtud de su rica tradición teórica, les ofrece a los neurocientíficos un marco conceptual comprensivo para guiar su investigación en la neurociencia de la experiencia subjetiva,” M. Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 43. P. Kitcher, Freud's Dream: A complete interdisciplinary science of mind, Cambridge, 1992. 22 J. Piaget, “The affective unconscious and the cognitive unconscious”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 21, 1973, pp. 249-261. 23 D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: II. Implications for theories of Transference”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 50 (1), 2002, p. 109. Un modelo genérico de explicación es el que nos ofrece Levin en sus conclusiones relacionando aspectos cognitivos y cerebrales con otros de tipo psicológico: “las transferencias llevan a cabo una variedad de efectos: conectan los hemisferios; estimulan recuerdos arcáicos basados en el cerebelo; activan patrones habituales del cortex estriado adquiridos preedípicamente; activa sistemas léxicos en el hemisferio dominante; identifican sistemas de gestos o prosódicos bilateralmente junto con sus efectos asociados; y significan la 'amusicalidad' particular que conlleva un déficit neurocognitivo,” F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, op. cit., p. 248
La relevancia de la transferencia como instrumento clínico queda patente en su amplia utilización por parte de psicólogos que reconocen emplear en mayor o menor medida principios dinámicos.24 Por otro lado, frente a un paradigma biomecánico que entiende la enfermedad desde una perspectiva puramente fisiológica, las perspectivas biopsicosociales se acercan al fenómeno de la enfermedad desde una óptica que atiende a la influencia de factores tanto sociales como psicológicos y culturales. La importancia de una elucidación adecuada viene dada por el hecho de que, de acuerdo con Dawes, los especialistas de la salud mental son más eficaces, al actuar de conformidad con el conocimiento acumulado acerca de su materia, antes que siguiendo algún tipo de conocimiento pseudo-intuitivo. Según reseña, uno de los resultados más importantes de la investigación existente acerca de la efectividad de las psicoterapias muestra cómo no posee ninguna relación con el bagaje o experiencia del practicante.25 En este sentido se refiere a la existencia de 'efectos inespecíficos' en la efectividad de la terapia, efectos que tendrían que ver con la 'calidad de la relación'. Nuestro cuestionamiento va dirigido hacia una explicación de la efectividad de la clínica, a los procesos subyacentes en la práctica, a mostrar sus fundamentos.26
24
K. Pope, B. Tabachnick y P. Keith-Spiegel, “Ethics of practice: The beliefs and behaviors of psychologists as therapists,” American Psychologist, 42, 1987, pp. 993-1006. 25 R.M. Dawes, House of Cards. Psychology and psychotherapy built on myth, Nueva York, 1994. De hecho su trabajo acaba afirmando, o casi más bien difamando, la técnica de los especialistas en la salud mental que no se diferenciaría en gran cosa de los poderes sugestivos. “En resumen, creemos en la autoridad de los profesionales de la salud mental porque hemos oído contínuamente que son los expertos, porque estamos predispuestos a aceptar lo que gente que afirman ser autoridades dice de todas formas, porque estas autoridades particulares nos dicen lo que ya creemos, y porque refuerzan nuestro sesgo al atribuir el comportamiento indeseable de otros a características personales (“enfermedad mental”) y en nosotros debido a circunstancias ambientales...” p. 223. 26 “La cuestión no es ya si las psicoterapias son efectivas (algunas lo son en algunas personas) sino porqué y cómo funcionan cuando lo hacen. ¿Qué procesos causales, de control y de auto-corrección están involucrados?” K.M. Colby y R.J. Stroller, Cognitive Science and Psychoanalysis, Hillsdale, 1988, p. 152.
Los más acérrimos críticos del psicoanálisis no paran de señalar la ignorancia de los propios analistas de los mecanismos en juego en el cambio terapéutico.27 Nuestra explicación estaría basada tanto en los aspectos cognitivos como en la implementación neural de dichos procesos y la producción de cambios, de nuevas pautas de aprendizaje. Tanto la mielinación del cortex prefontal, como el contínuo surgimiento de neuronas en el hipocampo de los adultos muestra la flexibilidad en la reconfiguración de la experiencia del sujeto e indica posibles sustratos neuronales de un nuevo aprendizaje.28 En la elucidación de este concepto, el renovado papel que juegan las emociones desde un punto de vista neurocientífico permite retomar algunas de las nociones más vagas y a la vez más necesarias del descubrimiento de Freud. Éste señalaba la importancia de los afectos, sentimientos, y finalmente del propio amor como elemento fundamental de su técnica. Su trabajo se remite así mismo a modos de conceptualizar la experiencia almacenada y recuperarla. Estas pautas componen el aspecto técnico de una reeducación de patrones de procesamiento y 27
M. Macmillan, Freud Evaluated. The Completed Arc, Amsterdam, 1991. Refiriéndose a las posibles causas del cambio terapéutico, y a las características del analista como fundamentales en éste, señala: “Incluso si fuesen éstas o la relación con el paciente o cliente críticas nos faltan conceptos, psicoanalíticos o de otro modo, para superar la brecha entre ellas y las consecuencias que se suponen producen,” ibid., p. 607. “Incluso si la idea de un inconsciente, descifrable solo mediante una técnica sobre la que Freud ostentaba la patente, sucumbiese frente al escepticismo, algo de algún modo contínuo con el psicoanálisis tal como lo hemos conocido podría aún ser sostenible. La prática podría transmutarse en una actividad autónoma desvestida de pretensiones explicativas y crudamente terapéuticas, a despecho de lo grandisos del fundador, y consagrada a un sólo objetivo, la elucidación y articulación del sentimiento del yo. Pero, ¿sería una actividad concebida de esta manera aún psicoanálisis?” F. Cioffi, Freud and the question of pseudoscience, Chicago, 1998, p. 287. Sulloway, por su parte, se refiere en especial al carácter sectario del análisis, su falta de integración con otras disciplinas científicas y con el método científico en especial en su fase de verificación, acusando más bien a los practicantes de pseudocientíficos que a la propia teoría, en la entrevista de M. Borch-Jacobsen con F.J. Sulloway, “Freud recycleur: Crytobiologie et Pseudoscience”, C. Meyer (ed.), Le Livre Noir de la Psychanalyse: Vivre, penser et aller mieux sans Freud, París, 2005, pp. 49-66. Por último Crews llama la atención sobre el carácter mítico de la invención psicoanalítica en especial en manos de su creador F.C. Crews, The Random House Handbook, Nueva York, 1987, más moderada, F.J. Sulloway, Freud, Biologist of the Mind: Beyond the Psychoanalytic Legend, Nueva York, 1979. 28 “Si atender de modo consciente así como la verbalización pueden promover la activación cortical, se podría argumentar teóricamente que tratamientos como el análisis refuerzan el funcionamiento cortical y aprovechan la plasticidad cortical para modular respuestas emocionales profundamente arraigadas,” R. Pally, “I: How the Brain Development is Shaped by Genetic and Enviromental Factors”, International Journal of Psychoanalysis, 78, 1997, p. 593.
actuación recurrentes que conlleva respuestas fisiológicas, neurovegetativas y pautas de activación, aparte de modalidades simbólicas. Freud fue un pionero precisamente al resaltar la importancia de los aspectos emocionales en la constitución psíquica del sujeto. Tras un amplio estudio de la literatura sobre el concepto de motivación en psicología experimental, Westen señala el acuerdo de ésta con el psicoanálisis frente a las teorías de un calado más propiamente cognitivo clásico.29 De forma similar se expresan los mayores especialistas en neurociencia afectiva, que resaltan la cercanía de las propuestas psicoanalíticas con la más avanzada neurociencia afectiva. La especialización de disciplinas es un proceso exponencial que ha venido acompañado de una defensa a ultranza de los marcos teóricos o paradigmas de diversas comunidades y una asunción defensiva de sus teorías. La guerra de facultades y departamentos es patente si uno analiza los planes de estudio de diversos países e incluso de diferentes facultades a nivel nacional. Es interesante resaltar cómo un psicólogo en Argentina saldrá con un conocimiento amplio no sólo de las teorías de Freud, sino con un amplio bagaje de buena parte de la literatura psicoanalítica posterior y de sus diversas áreas de influencia y no obstante apenas poseerá nociones generales sobre lo que es psicología experimental y cognitiva. En España sucede prácticamente lo opuesto, un estudiante de psicología habrá oído hablar de Freud como capítulo frustrado en los antecedentes de la psicología auténtica, experimental, y repetirá, sin mucho fundamento, que el psicoanálisis no posee ni validez científica ni utilidad clínica.
29
“Freud y los teóricos psicoanalíticos que han seguido sus pasos han acabado teniendo razón donde teorías psicológicas competidoras habían estado completamente equivocadas y donde la mayoría de las teorías de la conciencia contemporáneas siguen siendo o bien incorrectas o incompletas,” D. Westen, “The scientific legacy of Freud: Toward a psychodynamically informed psychological science”, Psychological Bulletin, 124(3), 1998, p. 344.
Pese a ello, especialistas de primer rango aún mantienen una apertura al diálogo, reconociendo el valor del psicoanálisis. Según el biólogo y Premio Nóbel Eric Kandel, el psicoanálisis 'representa la visión más coherente e intelectualmente satisfactoria de la mente'30
A la hora de estudiar la función mental los biólogos necesitan un guía. Es aquí donde la psiquiatría y la psicología cognitiva, como guías y tutores pueden hacer una valiosa contribución a la ciencia del cerebro. Una de las cualidades de la psiquiatría, de la psicología cognitiva y del psicoanálisis reside en sus perspectivas. La psiquiatría, la psicología cognitiva y el psicoanálisis pueden definir para la biología las funciones mentales que deben ser estudiadas para una comprensión significativa y sofisticada de la biología de la mente humana.31
Kandel aboga por una reconsideración del psicoanálisis que atienda al avance de otras disciplinas y que, frente al aislamiento, se abra a influencias externas. Ello resulta complicado en cuanto el propio Freud, vilipendiado por los científicos de su tiempo, creía haber descubierto un campo de racionalidad, ajeno a la ciencia, que había elaborado como disciplina independiente. Si bien la crítica a Freud, desde una perspectiva epistemológica, se ha concentrado en la reificación del inconsciente y su conversión de éste en una instancia subpersonal con características subjetivas, la ciencia cognitiva puede desmenuzar esta petitio principi ontológica en una serie de procesos concretos con contenido empírico. Al teorizar y descubrir el inconsciente, Freud estaba dando cuenta de sucesos reales, pero que en un marco empírico han de ser elucidados
30
E.R. Kandel, “Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry revisited,” American Journal of Psychiatry, 156(4), 1999, p. 505. Cf. E.R. Kandel, “Psychotehrapy and the single synapse: The impact of psychiatric thought on neurobiologic research”, New England Journal of Medicine, 301, 1979, pp. 1028-37. 31 E.R. Kandel, “A new intellectual framework for psychiatry”, American Journal of Psychiatry, 155(4), 1998, p. 459.
acudiendo a procesos antes que a instancias. Ese es el camino emprendido también por Jacques Lacan al procedimentalizar el inconsciente como lenguaje. El error epistemológico de Freud vendría dado por su creencia de que los conceptos que vertebran su visión de la psique humana son la única interpretación posible de los fenómenos. Es ahí donde se desmarca de la ciencia experimental falsable.32 Si bien la creación de conceptos en ciencia juega un papel fundamental, éstos, a falta de contrastación empírica, no son sino una interpretación de la naturaleza, antes que un modelo de explicación. Así nuestra tarea será intentar mostrar el contenido empírico de su concepción de la transferencia remitiéndolo a los conocimientos que se derivan de las ciencias cognitivas y neurociencia, haciendo del explanadum transferencia un explanans cognitivo. ¿En qué medida es posible un ajuste y una comprensión de la teoría freudiana en diálogo con las ciencias cognitivas? Ésta sería pues la tarea que llevaré a cabo en la segunda parte de este estudio, dotar de contenido empírico a una teoría por medio de la elucidación de un término teórico a través de otras teorías; elucidar el halo enigmático que rodea al psicoanálisis, su marchamo mitológico que previene el diálogo con otras disciplinas. Para ello me pareció oportuno llevar a cabo una genealogía del concepto de transferencia mediante la cual se pueden observar las hondas raíces epistémicas del método que forjó Freud. Así, éste siempre estuvo comprometido con cierto ideal positivista de ciencia basado en su experiencia. Partimos de su pensamiento no tanto para justificarlo, para demostrar la certeza de sus aserciones, sino con el fin de completar la tarea que él comenzó.33 32
D.P. Spence, The rhetorical voice of psychoanalysis: Displacement of evidence by theory, Cambridge, 1994. Cf. M. Solms “Preliminaries for an integration of psychoanalysis and neuroscience”, op. cit. “Más bien, volviendo a las raíces neuropsicológicas del psicoanálisis podemos obtener una nueva perspectiva sobre su relevancia para nuestras teorías actuales y prácticas clínicas,” L.M. Miller, op. cit., viii. En concreto Miller señala la relación entre tres conceptos alrededor de los cuales Freud elaboró su teoría, la histeria, los actos fallidos y los sueños, y su relación actual con la neuropsicología. 33
Si bien Freud comenzó con el intento de creación de una ciencia cognitiva completa, interdisciplinaria, tomando elementos de la biología y neurofisiología, ésta, al aislarse, se volvió rápidamente obsoleta, provocando su ostracismo bajo el sello
de
la
independencia.
De
acuerdo
con
Kitcher
dos
teorías
son
interdependientes si al alterarse algún aspecto de la teoría que sirve de base a la teoría interdisciplinaria ésta también resulta alterada.34 El psicoanálisis perdió su impronta interdisciplinaria que la ligaba a otras disciplinas más básicas. Nuestro camino es el contrario, buscar nuevas formas de correlación.35 Desde una perspectiva filosófica se debiera estímular el diálogo y reconocimiento mútuo de disciplinas enajenadas por la incomprensión y por las barreras alzadas, a menudo arbitrariamente, por las espúreas exigencias de una integridad metodológica de calado más sociológico que propiamente científico, en el sentido amplio de empresa racional. Uno de los inspiradores de un nuevo estilo filosófico, Ludwig Wittgenstein, nos introducirá al psicoanálisis mediante su personal lectura de Freud. Precisamente es su valoración del psicoanálisis como mitología la que será reconsiderada mediante la elucidación de la transferencia. El propio Wittgenstein nos servirá de referencia para analizar dos visiones filosóficas acerca de la ciencia, una positivista, más centrada en la posibilidad de una referencia estricta del lenguaje, y otra basada en el lenguaje como juego, como hermenéutica.
34
P. Kitcher, Freud's Dream: A complete interdisciplinary science of mind, op. cit. Así, frente a la propuesta de Watt, no resulta extraño que sólo con el abandono de los conceptos rudimentarios del modelo energético-mecánico se pueda desarrollar el psicoanálisis en un diálogo interdisciplinario. “Es irónico que el abandono del antiguo modelo energético-mecánico de la transferencia -un modelo estrechamente relacionado con los esfuerzos de Freud por establecer una base biológica para su psicología- haga ahora posible desarrollar relaciones más estrechas entre construcciones neuropsicológicas y psicoanalíticas.” D.F. Watt, “Transference--A Right Hemisphere Event?: The Boundary Between Psychoanalytic Metapsychology and Neuropsychology”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, (9)1, 1986, p. 52. 35
Un análisis de las críticas epistemológicas y metodológicas al psicoanálisis dará pie a la discusión de los problemas de éste como teoría y, en especial, la incapacidad de extraer hechos incontaminados de su propuesta clínica. La validez del psicoanálisis como heurística metodológica, los diversos niveles de análisis de los fenómenos transferenciales, su relación con la inteligencia artificial, la emergencia biológica y la incorporación, así como el problema de las otras mentes, son también analizados. En cierto sentido nuestra tarea es similar a la propuesta 'centralista' de Daniel Dennett, relacionar explicaciones extensionales e intencionales.36 Poseemos una teoría intencional de la mente como el psicoanálisis y una posible referencia extensional en las teorías que se aglutinan bajo las ciencias cognitivas. Su relación, diálogo e hibridación quizás permita un acercamiento a la relación entre sentido y referencia más allá de la reducción y la enajenación. El psicoanálisis no sólo produce una teoría del sentido, sino que permite alterar las raíces de la experiencia del sujeto. Mediante la transferencia se conseguiría la reconstrucción de creencias intencionales con efectos funcionales y comportamentales. Es así como el análisis de la transferencia puede abrirnos nuevas perspectivas a la hora de acometer un acercamiento al concepto cognitivo más básico y complejo, la conciencia. Frente a otras terapias que se limitan a actuar sobre un síntoma concreto o le señalan al paciente la inadecuación de sus creencias acerca de ciertos estados de cosas, el psicoanálisis propugna una técnica que más que mostrar la incorrección del comportamiento a un sujeto le conviertan en agente, a diversos niveles, de sus respuestas y procesos, permitiéndole, en definitiva, adquirir conciencia de ciertas respuestas 36
automatizadas
que
componen
su
comportamiento.
Frente
D.C. Dennett, Content and Consciousness, Nueva York, 1969, esp. p. 85. Cf. J. Hornsby, “Personal and subpersonal: A defence of Dennett's early distinction”, Philosophical Explorations, 2000, pp. 6-24.
al
achatamiento del mundo que produce la psicología experimental que trata de explicar fenómenos complejos de la conducta humana como subir una escalera basándose en parametrizaciones, el psicoanálisis da buena cuenta del universo lingüístico, de la relación entre el significado, su producción intersubjetiva y su incorporación fisiológica, situándose entre las ciencias de la conducta, el procesamiento de información, y el significado.37
37
“Si el conocimiento humano no consiste en descripciones almacenadas ¿cuál es entonces la relación entre lo que decimos y hacemos? Hablar ha de ser visto no como sacar lo que estaba ya dentro, sino como un modo de cambiar lo que está dentro. Hablar no es volver a declarar lo que ha sido puesto de modo subconsciente en el cerebro, sino en sí mismo una actividad de representación,” W.J. Clancey, Situated Cognition: On Human Knowledge and Computer Representations, Cambridge, 1997, p. 3. “Conceptualizar situaciones, problemas y acciones alternas implica inherentemente un aspecto de autoreferencia en el mecanismo perceptual-conceptual. Esto es, la comprensión de una persona de '¿qué está pasando?' es realmente '¿qué me está pasando a mí ahora?'” ibid., p. 27.
I. Psicoanálisis
“Pude apreciar claramente, durante nuestro primer encuentro personal, en el año 1907, la alta significación que Freud atribuía a los fenómenos de la transferencia. Después de una conversación de muchas horas, se produjo una pausa. De pronto Freud preguntó, inopinadamente: ‘¿Y qué piensa usted de la transferencia?’ Respondí con la más honda convicción que era el alfa y el omega del método analítico. A lo cual él repuso: ‘Entonces ha comprendido usted lo principal’.” Carl Gustav Jung, La psicología de la transferencia.
Reevaluación del Descubrimiento de la Transferencia El hallazgo de la transferencia puede ser considerado uno de los sucesos vertebrantes del sistema psicoanalítico,38 su condición de posibilidad. La propia evolución del pensamiento acerca de la transferencia prosigue, en sus rasgos generales, una cronografía que ha sido delineada por los principales biógrafos de Freud.39 Si Freud va elaborando su teoría en contacto con su experiencia clínica, a través del tratamiento con sus pacientes, el papel clave de la transferencia, no sólo como medio terapéutico, sino como punto de apoyo de sus ulteriores investigaciones, no puede ser infravalorado. Claro está que el pensamiento de Freud se ha de incardinar dentro del conocimiento terapéutico y teórico propio de su época. Sus conceptos, sólo a medida que se vuelven sistemáticos se independizan del contexto en el que se habían generado, creando una discursividad y un campo de saber nuevo. Según Isabelle Stengers, Freud poseía la pretensión de hacer tabla rasa frente a cualquier
38
Dos de los principales especialistas en la primera fase del pensamiento de Freud sontienen que “se puede afirmar hoy en día, con una certeza casi plena, que el descubrimiento de la transferencia fue el primer descubrimiento capital de Freud, aquel que abre el camino a todos los que seguirían...” L. Chertok y R. de Saussure, Naissance du psychanalyste. De Mesmer à Freud, París, 1974, p. 147. Breuer, colaborador de Freud en sus Studien über Hysterie (1895), dirá que el fenómeno de la transferencia era el gran descubrimiento que debían ofrecer al mundo. 39 P. Gay, Freud. Una vida de nuestro tiempo, Barcelona, 1989. Así las tres partes centrales de la vida de Freud son recortadas de acuerdo con una primera que trazaría su frontera con la siguiente alrededor de 1905 (Fundamentos 1856-1905). El caso de Dora escrito en 1901 y sólo publicado en 1905 entra justo dentro del período de inflexión en el que se sitúan otros casos clínicos discutidos por Freud. Así la segunda parte (Elaboraciones 1902-1915) igualmente participa de un acontecimiento externo, el estallido de la Primera Guerra Mundial, que,no pudo dejar indiferente a nadie. Finalmente una última etapa vendría dada por las ampliaciones y correcciones (Revisiones 1915-1939) que lleva a cabo Freud hasta el fin de sus días. El estudio clásico de E. Jones, The Life and Work of Sigmund Freud (abreviado por L. Trilling y S. Marcus), Nueva York, 1961, sigue un patrón similar al dividir el devenir freudiano en una primera fase que llegaría hasta 1900 con la publicación de la Traumdeutung, una segunda que finaliza con el término de la contienda mundial (1919) y una última etapa que se extiende desde dicho año hasta su muerte. Veremos como estas cronografías son consistentes con el desarrollo del concepto de transferencia a lo largo de la obra de Freud y que éste es modificado de acuerdo con alteraciones en otros puntos de su teoría. Otras obras de calado mucho más crítico, M. Macmillan, Freud Evaluated. The Completed Arc, Amsterdam, 1991, no tratan de forma adecuada el desarrollo de la transferencia y simplemente lo refieren a las últimas formulaciones relativas a la repetición en la transferencia.
otro tipo de terapia previa y, si bien aprovechó las influencias a las que estuvo sometido, ciertamente su técnica supuso un giro epistemológico.40 De esta forma he incluido un desarrollo prefreudiano de la transferencia que no existía sino como amalgama de nociones acerca de la relación entre el médico y el paciente. A través de la evolución de su pensamiento llegamos a una revolución, una alteración fundamental de la tradición en la cual surge. A su vez, el propio pensamiento psicoanalítico recibe diversas formalizaciones en el transcurso de la vida y obra de Freud.41 Por ello me pareció oportuno trazar las discontinuidades dentro de éste con el fin de delimitar la polivalencia del concepto teórico en cuestión y su propia evolución. Diversos aspectos van ocupando una posición más o menos privilegiada en este desarrollo. La transferencia representa, junto con el método psicoanalítico en conjunto, pero como pieza clave de éste, la introducción del sujeto en la medicina tal como discurriría hasta el padre de la antropología médica, Viktor von Weizsäcker. Podemos estar de acuerdo en afirmar que “...Freud, no sólo en el dominio de las neurosis, sino en el de la patología entera, ha llegado a ser la gran figura inicial en la empresa de personalizar el saber y el quehacer médico.”42 O, como señala Foucault, Freud es el primero en atender a la relación médico-enfermo.43 40
I. Stengers, La volonté de faire science. À propos de la psychanalyse, Le Plessis- Robinson, 1996. Así por ejemplo J. Sandler, C. Dare y A. Holder, El paciente y el analista, Barcelona, 1993, sostienen la necesidad de un aproximamiento histórico y contextual a la hora de elucidar los conceptos analíticos, misma fórmula adoptada en el clásico Diccionario de Psicoanálisis de J. Laplanche y B. Pontalis. Por otro lado la división en fases del pensamiento freudiano ha de responder a criterios técnicos y conceptuales y no pude abarcar las diversas facetas de su obra, debido al propio carácter de ésta. Freud no abarca en su totalidad, sistemáticamente, sus descubrimientos, sino que trata de alumbrar diversos territorios a medida que se producen sus avances. 42 P. Laín Entralgo, Historia de la Medicina, Barcelona, 1978, p. 635. 43 “...el médico disipa la enfermedad mental con el concepto crítico de la locura. De tal manera que no quede más, fuera de las formas vacías del pensamiento positivista, sino una sola realidad concreta: la pareja médicoenfermo, en la que se resumen, se anudan y se desanudan todas las alienaciones. Y es por esto por lo que toda la psiquiatría del siglo XIX converge realmente en Freud, el primero que haya aceptado en serio la realidad de la pareja médico-enfermo, y que haya consentido en no apartar de allí ni sus miradas ni sus investigaciones, que no haya intentado ocultarla en una teoría psiquiátrica que tanto bien o mal armonizaba con el resto de la ciencia médica; el primero en haber sacado rigurosamente las consecuencias de esa realidad,” M. Foucault, Historia de la Locura en la Época Clásica III, Barcelona, 2002, p. 261. 41
Esta personalización se produce, no ya tanto como un reconocimiento del carácter individual del paciente, sino de una forma más profusa, como interacción, como relación en la que la figura del terapeuta y el paciente se interrelacionan. La imposibilidad de afirmar la presencia aislada del paciente, la irresolubilidad del síntoma sin la existencia de la transferencia, hace imprescindible la figura presente en el otro extremo de la relación.44 El sujeto cartesiano es criticado no sólo por el requisito del otro, sino por una interioridad conflictiva en la que diversos mecanismos imponen sus leyes ajenas e indeterminables; se produce una crítica extra e intrasubjetiva. Se introduce al hombre en la práctica médica mediante la destitución de su comprensión clásica como sujeto, no ya como objeto de saber, sino como realización, en conexión, en movimiento. Un saber empírico, una techné, pues, del único tipo posible, quizás, en las ciencias del hombre, que no se desenvuelve en la objetivación del sujeto, en las operaciones realizadas sobre él, sino que se produce en la interacción. Techné también en el sentido de delimitación entre praxis y theoría: práctica, como terapia, y teórica, en tanto construcción conceptual. Uno de los problemas de la investigación interdisciplinar entre psicoanálisis y ciencias cognitivas ha sido la falta de precisión conceptual a la hora de abordar una posible elucidación. Hace falta aclarar el propio explanandum para poder remitirlo a un explanans adecuado, pues los conceptos psicoanalíticos sólo de manera indirecta se refieren a los conceptos de la psicología general. Nuestra aproximación optará por mostrar la aportación de Freud en su discurrir temporal. Éste siempre creyó en una cierta objetividad de su descubrimiento y 44
Hasta el punto que hay autores que opinan que sólo en la interacción se produce el inconsciente, así J.-D. Nasio, en sostiene en Les Yeux de Laure, París, 1987, que “la transferencia analítica es el equivalente al inconsciente”, p. 48, es decir, somete a cuestión la existencia del propio inconsciente más allá de la relación que se produce en el análisis.
luchó frente a las heterodoxias debido a la importancia de su hallazgo,45 una nueva forma de afrontar al otro y tenderle la mano.
45
“El psicoanálisis, como cualquier otra rama de la ciencia sólo, puede ser estudiado provechosamente en su evolución histórica, nunca como un cuerpo de conocimiento perfeccionado, y su desarrollo estuvo íntima y peculiarmente relacionado con la personalidad de su fundador,” E. Jones, op. cit., p. xx.
Figura 1.1. Jerónimo del Bosco- La extracción de la Piedra de la Locura (1475-80). El Bosco, pintor renacentista irreverente donde los hubiese, muestra en esta pintura un espejo bordeado por una inscripción que reza: “Maestro quítame la piedra. Mi nombre es Lubbert Das.” Vemos una vivisección del cerebro con el fin de extraer la 'piedra de la locura'. El que lleva a cabo la operación posee un embudo, signo de su estupidez, y una bolsa de dinero. Así mismo, acompañando a las figuras centrales, encontramos un fraile con expresión de sorpresa, como si el maestro realizase algún tipo de milagro, y una monja, esta última con un libro sobre la cabeza, a modo de sombrero. El resultado, la extracción de una flor negra de la cabeza del paciente, diverge del previsto.
1.0. Genealogía de la transferencia : Magnetismo, sugestión e hipnosis El surgimiento del estudio supuestamente empírico de la mente podemos retrotraerlo al siglo XVIII, a la Ilustración. Aunque existen indicios de prácticas previas,46 éstas se encuentran envueltas en un halo misterioso, no sólo en relación a su propio ejercicio, sino en cuanto a las fuentes que poseemos al respecto. Sólo la derrota de l’Infâme, de lo oculto y de la superchería, mediante la luz de la razón, pudo introducir el estudio de la mente en un ámbito, al menos, pre-científico. Así se suele situar como punto de arranque las prácticas de Franz-Anton Mesmer(1736-1815).47 En un período de consolidación del newtonianismo frente al cartesianismo, de la propagación de leyes universales más que de mecanismos particulares para la explicación de los fenómenos naturales, Mesmer abre en París una consulta para el tratamiento de desórdenes nerviosos48 creyendo en la existencia de cierto fluido universal, con semejanzas al pneuma estoico, que unía a todos los seres y, en concreto, a los seres humanos entre sí.49 Según Ellenberger, el magnetismo de Mesmer vendría a ser la otra cara de la moneda en la que también se encontraría el exorcismo, tal como lo practicara el célebre padre suizo Gassner. Éste trataba ciertas enfermedades del alma a través 46
En el primer capítulo de F.H. Ellenberger, The Discovery of the Unconscious. The History and Evolution of Dynamic Psychiatry, Londres, 1970, se abordan algunos de estos antecendentes. Pedro Laín Entralgo realiza una profunda exégesis de los tratamientos pre-psicoterapéuticos en la antigua Grecia en La curación por la palabra en la Antigüedad clásica, Barcelona, 1984. Sobre la relación entre poder y capacidad de sanación así como de la interacción de las esferas divinas y terrenas cf. el estudio clásico de M. Bloch, Les Rois Thaumaturges, París, 1997. Aún hoy en día se anuncia un curso de postgrado o Master en exorcismo de dos meses de duración que comenzó en el año 2005 en el Athenaeum Pontificium Regina Apostolorum. 47 Previamente podemos observar la existencia de ciertas aserciones teóricas acerca de su contenido y surgimiento tales como las reflejadas en el diálogo entre empiristas y racionalistas, un caso ejemplar podrían ser las Consideraciones acerca del entendimiento humano de Locke y las Nuevas consideraciones acerca del entendimiento humano de Leibniz, ambas carentes del sentido práctico propio de la psicoterapia tal y como la conocemos. 48 Cf. por ejemplo J. Ehrenwald, The history of Psychotherapy: From Healing Magic to Encounter, Nueva York, 1976. F. Rausky, Mesmer ou la révolution thérapeutique, París, 1977. Las obras de Mesmer se encuentran en F.A. Mesmer, Le Magnétisme Animal, París, 1971. 49 La importancia simbólica y operativa del concepto de fluido en el arte curativo clásico está bien documentado en M. Foucault, Historia de la Locura en la Época Clásica, II, México, 2000. Así el fluido estaba relacionado con la inmersión y la purificación; igualmente ofrecía un medio en el que la transmisión de cualidades se hacía posible. “En este medio fluido, se hace el intercambio universal de cualidades,” ibid., p. 490.
de los ritos del exorcismo. El propio Mesmer, al dar su opinión acerca de las prácticas de Gassner sostenía que éste mismo estaba, sin saberlo, utilizando el magnetismo animal,50 en lo que creía que era expurgación demoníaca. Dos técnicas diferentes obedecían a un mismo principio actuante. El magnetismo respondía a la teodicea ilustrada cuya asimilación de Dios y naturaleza, Deus sive Natura, no permitía la actuación de ninguna instancia divina ajena a la propia consustancialidad de las cosas. Por tanto, en el estudio de los fenómenos anímicos habría que prescindir de toda referencia a creencia mítica o religiosa alguna. La ciencia natural iría absorbiendo la omnisciencia divina en favor de explicaciones inmanentistas, relativas al orden visible. Newton y su ley universal gravitatoria habrían supuesto un apoyo decisivo y contundente a la idea de un Dios conservador de la naturaleza, deista (Natura), frente al omnipotente creador cristiano (Deus). Hay también una referencia a Descartes y su idea de espíritus animales insita en el pensamiento de Mesmer. Para Descartes éstos serían como un aire sutil o “…más bien como una llama muy pura y viva que, subiendo continuamente en abundancia del corazón al cerebro, [y] se distribuye de ahí por los nervios a los músculos y da el movimiento a todos los miembros.”51 El interés médico de Mesmer se va desarrollando con la imposición de imanes a ciertos miembros de las clases altas de su Viena natal. A lo largo de sus indagaciones empieza a conjeturar cómo la curación que observaba en algunos de sus magnetizados no podía deberse a la simple presencia de un imán y es así que 50
Hay indicios de ideas cercanas al magnetismo en una obra que parece haber sido escrita por Herman Boerhaave, An Essay on the virtue and efficient cause of magnetical cures, Londres, 1743. Su autoría, dudosa, pondría sobre la pista del magnetismo a uno de los fisiólogos más ejemplares del siglo XVIII. 51 R. Descartes, Discours de la Méthode, V. Así mismo el Dictionnaire de l'Académie Française de 1762 se refiere a estos ‘esprits’ como pequeños cuerpos ligeros, sutiles e invisibles, que llevan la vida y el sentimiento a las partes del animal. Nótese la relación con el éter y la pérdida de toda connotación animista por una mecanicista con la permanencia de una asociación entre vida y sentimiento.
habrá de sostener la existencia de un fluido universal, de idéntico porte a la ley gravitacional newtoniana. Éste permearía todo tipo de organismos, produciendo sus modificaciones una variedad de afectos y padeceres. Pasa así de una práctica a la formulación de una teoría. Recurriendo a la analogía galénica, la enfermedad se entendía no ya como una alteración interna, un desequilibrio de los fluidos, sino como una distribución incorrecta de una especie de fluido externo y universal en un individuo, sobre su constitución orgánica. Se pasaba así de la metáfora mecanicista a otra de tipo universal legalista, presupuesto de toda ciencia natural; igualmente se situaba al individuo en complejos estructurales superiores a éste, en los que se insertaba como simple nodo o gozne. Se cuestionaban, pues, los presupuestos del humanismo y el antropocentrismo, al igual que lo hiciesen los descubrimientos científicos de ese período. Junto con la aceptación de los postulados newtonianos se sucede una oleada de anticartesianismo que niega uno de sus principios fundamentales. De acuerdo con éste uno puede adquirir un conocimiento interno, personal, mucho más profundo del que se puede llegar a poseer del mundo externo, el llamado paradigma de interioridad. Otra crítica que empieza a elaborarse es la relativa al materialismo, que acabará con la supuesta división ontológica entre res extensa y cogitans, entre dos tipos de substancia, y tendrá como resultado último el monismo. El monismo materialista de la ciencia tal y como llega hasta nuestros días, preconizado por hombre-máquina de La Mettrie, y delineado por Vesalio y su De humanis corporis fabrica. En resumidas cuentas, los principios del sistema de Mesmer serían los siguientes:
(1) Un sutil fluido físico llena el universo y forma un medio de conexión entre el hombre, la tierra y los cuerpos celestes e igualmente entre los hombres. (2) La enfermedad surge de la distribución desigual de este fluido en el cuerpo humano, la recuperación se logra cuando dicho equilibrio se restaura. (3) Con la ayuda de ciertas técnicas, este fluido puede ser canalizado, guardado y transferido a otras personas. (4) De esta manera se pueden provocar ‘crisis’ en los pacientes y, de esta forma, curar enfermedades.52
La función del terapeuta, según Mesmer, sería restablecer el equilibrio de este fluido dirigiendo
las corrientes magnéticas que se encuentran dispersas en el
paciente. El magnetismo surge así como técnica que trata de forma genérica y universal un fenómeno en el que la presencia del magnetizador es, no obstante, requisito imprescindible. Mediante sus pases magnéticos, el magnetizador era capaz de dirigir cierta cantidad de este fluido a través del cuerpo del paciente: el magnetizador se convertía en canalizador de dicho fluido. Uno de los postulados de la ciencia iluminista, su validez universal, no debía verse desmentida por la peculiar relación paciente-enfermo:53 el magnetizador era simple medium de este proceso. En física, la imposibilidad de la detección de un mecanismo subyacente a la ley universal de gravitación ya había sido puesta en tela de juicio y sus acciones a distancia en forma de leyes universales provocaron en primera instancia una suspicacia generalizada. En el tratamiento de una tal Fräulein Österlin que sufría de parálisis, diversos dolores y extremos cambios de humor, Mesmer fue capaz de notar cierta periodicidad en su enfermedad y entendería que una serie de movimientos planetarios estaban vinculados a dichos padecimientos. Los imanes le permitían
52
F.H. Ellenberger, op. cit., p. 62. A este respecto cf. la obra de Pedro Laín Entralgo, La relación médico paciente, Madrid, 1983 y M. Foucault, Historia de la Locura en la Época Clásica III, Barcelona, 2002. 53
inducir un cambio del fluido que dependía de estos accidentes cósmicos, produciendo flujos artificiales. Después de mucho tiempo manipulando los imanes, fue capaz de dispensarse de su uso, pues sostenía que su cuerpo estaba ya lo suficientemente cargado como para no necesitar los imanes. La explicación que daba Mesmer de los éxitos de Gassner se refería al hecho de que aquél poseía en su cuerpo una cantidad de magnetismo animal superior al suyo propio. La propia disertación doctoral de Mesmer trataba la teoría gravitacional de Newton y la influencia de los planetas en el estado de los enfermos. Un Newton también conocido por sus estudios de alquimia y por su postulación en ellos de un poder o espíritu externo a la materia. Pasamos de la especulación acerca de un éter, que actuaría entre los planetas a un fluído que abarcaría todos los fenómenos, animales y humanos. En esta misma época se producían los primeros experimentos de Galvani y su descubrimiento de la electricidad animal, según él, presente en el animal diseccionado. Sólo la elaboración de Volta mostrará que era el contacto de los metales sobre los que se encontraba el animal, la creación de un circuito, lo que producía el efecto eléctrico; aún así la idea de un organismo conductor de fluido se mantendrá latente. Si en un universo armónico sólo podía existir una ley universal, Mesmer estaría dentro de aquellos que pensaban que en el campo médico, aún en un estado precientífico, sólo existía una enfermedad y una cura. La enfermedad era un desarreglo del citado fluido y su forma de curación poseía un carácter muy preciso. Este magnetismo animal, “...debe, en primer lugar, ser transmitido a través del sentimiento.”54 54
Cit. en L. Chertok, “The discovery of the transference: towards an epistemological interpretation”, International Journal of Psychoanalysis, 49, 1968, p. 560.
De hecho, afirma que el factor determinante en el resultado positivo de la aplicación del fluido era la voluntad del magnetizado de ser magnetizado, lo cual implicaba la participación personal y directa del terapeuta en la terapia, incluso si no se le ascribía al terapeuta el misterioso poder de curar que Mesner había atribuído a los imanes. Éste no es el caso usual de un paciente confiando una parte de su cuerpo a un médico y su instrumental, un abandono de sí sobre el que el magnetista pudiese operar, sino la renuncia a su propia conciencia, y la voluntad de acomodarse a la conciencia y voluntad de otro.55 Se trataba de llevar al magnetizado a un estado de catarsis prelingüística, de tipo somático, en el que el magnetizador se convertía en amo de la voluntad del magnetizado, “un magnetizador, proclamaba Mesmer, es el agente terapéutico de sus curas: su poder reside en sí mismo. Para hacer la curación posible, debe primero establecer una relación, esto es, un tipo de ‘sintonía’ con su paciente.”56 La idea de un fluido, por su parte, parecía apuntar hacia una presencia física y objetiva, despersonalizada. Al igual que sucede con los planetas que siguen su órbita debido a su interacción, demostrable como relación matemática, el resultado de la terapia sería la restauración del orden, de la mensura en la relación. Los tres caracteres esenciales en el sistema mesmérico son, pues, (α) la suposición de la existencia de un fluido, (β) la relación como medio de curación y (γ) el sentimiento como contenido de la relación entre magnetizador y magnetizado. Es importante que retengamos estas tres características pues serán sus oscilaciones, sus vaivenes dentro de las especulaciones subsiguientes, las que determinen el rumbo que reciba el magnetismo originario. Sus prácticas, desde luego, no pasan inadvertidas. Por ello en Francia se encarga una comisión para el estudio del magnetismo formada por científicos de primera talla y dirigida por Bailly. Al no permitir Mesmer que se le investigase personalmente, la comisión realiza sus pesquisas con uno de sus discípulos, 55 56
A. Carotenuto, Kant’s Dove. The History of Transference in Psychoanalysis, Wilmette, 1991, p. 26. F.H. Ellenberger, op. cit., p. 69.
Charles Deslon, y amplía su examen a las prácticas de Mesmer. Éstos dictaminarán que se trata de un fenómeno imaginario, es decir, que ocurre en el interior de la mente del magnetizado y que no se observa medida objetiva de fluido alguno.57 Si bien reconocían la producción de curaciones no encontraban rastro alguno de medida cuantificable, la eficacia de su tratamiento no servía como prueba de su teoría acerca de la enfermedad, la práctica no era avalada por su epistemología.58 De este modo el primer pilar del modelo fluidista, su ontología primigenia, recibe su primer gran revés. Si la procedencia económica y social de los pacientes le permite a Mesmer llevar una vida sin preocupaciones, la cantidad cada vez mayor de personas que desean beneficiarse del magnetismo le hace elaborar un ingenioso artilugio, parte de la mitología magnética, el baquet, con el que poder curar a una multitud de pacientes.
...un tubo de roble especialmente diseñado para almacenar y transmitir el fluido magnético. El tubo, de unos cuatro o cinco pies de diámetro y uno de profundidad, poseía una tapa construida en dos piezas. En el fondo había botellas dispuestas en círculos concéntricos, algunas vacías y apuntando hacia el centro, otras contenían agua magnetizada y apuntaban hacia el perímetro. Había diversas capas de tales hileras. El tubo estaba lleno de agua, a la cual se añadían limaduras metálicas y cristal en polvo. Unas varillas de hierro que salían por los agujeros de la tapa eran dobladas en ángulos rectos, de tal forma que éstas pudiesen ser puestas sobre el área afectada del cuerpo del paciente. Así una serie de pacientes podían utilizar el
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“Los comisarios no se darían cuenta de que constataban de esta manera la realidad de la acción psicológica interpersonal: la relación de objeto precisamente,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 23. Relación de objeto es la relación del paciente con el mundo mediante sus representaciones y, en concreto, con el analista. 58 J.F. Kihlstrom, “Mesmer, the Franklin Comission and their Legacy,” paper presented at the celebration of Mesmer Week, Department of Psychology, University of Wisconsin, Madison, 1984. http://socrates.berkeley.edu/~kihlstrm/mesmer84.htm. Según nuestro esquema, los trabajos de Mesmer aparecen en el surgimiento de un giro epistémico que también conllevará las primeras prácticas de psicología experimental. “El único método decisivo, (la comisión) concluyó, eran experimentos designados para revelar la propia naturaleza de los efectos mesméricos. De acuerdo con ello condujeron una serie de experimentos, aparentemente designados por Lavoisier, sobre voluntarios. Estos estudios pueden ser considerados como los primeros experimentos psicológicos formales –ciertamente son los primeros ejemplos del uso del método experimental en el estudio de psicología clínica y social.”
tubo a la vez. Se les animaba a aumentar el fluido magnético cogiéndose de las manos y creando, de esta forma, un circuito.59
Como vemos un mecanismo similar a las botellas de Leyden que el abad Noset y Musschenbrok harían populares en el siglo dieciocho, aparentemente más un artilugio de feria que un dispositivo médico. De nuevo las críticas de sus enemigos se harían patentes, sus pretensiones de ciencia no serían más que el resultado de la ignorancia y la debilidad de sus magnetizados. Precisamente del surgimiento del magnetismo proceden, a su vez, las pretensiones de formular aserciones universales y válidas acerca de los fenómenos referidos al alma o psicológicos, “desde ese momento, para los psicoterapeutas, el nuevo juramento hipocrático
incluiría
una
nueva
cláusula:
la
obligación
de
asumir
una
metapsicología.”60 En este sentido el magnetismo señala una clara línea de demarcación con las especulaciones previas, lo que podríamos denominar el comienzo de una reflexión teórica, de un corte epistémico. En Francia el movimiento comienza una fase de expansión. Pese a lo numeroso de sus detractores, los seguidores de Mesmer comienzan a llevar a cabo sus
prácticas de forma secreta y se organizan en Sociedades de Armonía
cercanas a la masonería. Se institucionaliza así el magnetismo, permitiendo su supervivencia y desarrollo y, a su vez, haciendo trascender las prácticas de su creador, generalizando las actividades magnéticas a sus sucesores. Pasamos de una práctica individual a una técnica generalizada. Los dos discípulos más conspicuos de Mesmer comenzarán a devaluar la importancia de la idea de fluido, ya puesta en tela de juicio por el informe de Bailly,
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A. Crabtree, From Mesmer to Freud, Yale, 1993, pp. 13-14 A. Carotenuto, op. cit., p. 4.
y se centrarán en el aspecto relacional, sosteniendo, en uno y otro caso, la preeminencia de uno de los dos polos. De un lado, el reverendo José Custòdio Faria (1755 -1819), discípulo de Mesmer, será el primero en reconocer la capacidad regresiva del total sometimiento del paciente al magnetizador y sostendrá la primacía de la voluntad del paciente; abandona las especulaciones mesméricas acerca de un magnetismo universal y se centra en el paciente, le otorga una importancia subjetiva, ajena a ontología naturalista alguna. No se encargará tanto del fluido como entidad ajena al magnetizador y al magnetizado, sino que la propia voluntad de éste será la que dé lugar a la curación. Faría comienza a utilizar ciertas técnicas que serán retomadas por Braid, la fijación en un objeto, y la sugestión como la practicará Liébeault. Faría abre así el camino a lo que después sería denominado sugestión: no en vano se le considera el pionero de las ideas que dieron lugar a los postulados de la Escuela de Nancy. El marqués de Puységur (1751-1825), discípulo aventajado de Mesmer junto con Faría, entenderá la voluntad del terapeuta como fundamental.61 Puységur obtendrá los primeros resultados que podríamos denominar hipnóticos, aunque no fuese sino Braid, más tarde, quien acuñase el término. Puységur renuncia al contacto físico con el paciente y recurre a las palabras como medio de aproximación y alude a la sintonía, cercana a la idea de empatía. Recreará así lo que se denominaba ‘sonambulismo magnético’, frente a las convulsiones animales del magnetizado alcanzadas por Mesmer. Se trata de un sueño en el que el magnetizado lleva a cabo las órdenes del magnetizador y
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Así comenta: “Creo en la existencia dentro de mí de un poder. De esta creencia se deriva mi voluntad de ejercerlo. La doctrina entera del Magnetismo Animal está contenida en dos palabras: Cree y quiere,” cit. en F.H. Ellenberger, op. cit., p. 72.
despierta sin recordar nada, produciéndose una sugestión independiente de la existencia de fluido alguno, -el primer postulado señalado anteriormente-, debida a la actividad del magnetizador, el extremo opuesto al destacado por Faría. Pese a no descartar completamente los principios fluidistas, Puységur empieza a otorgarle mayor valor a la influencia en la curación de otros factores intrínsecos a la relación misma como el cuidado del paciente a cargo del médico.62 No llegará a estados de regresión tan profundos como los alcanzados por Mesmer, sino que tratará de conducir a los pacientes a etapas infantiles en las que se produce una substitución de la figura materna por la del magnetizador.63 La voluntad inquebrantable del magnetizador de que el magnetizado mejore es la clave de su proceder. La premisa ontológica acerca de la existencia de un fluido, como vemos, se va debilitando; las corrientes ‘fluidistas’ irán dando paso a aquéllos que se centran en la inducción del sueño y que optan por una teoría más de tipo psicológico que naturalista, dando lugar a la corriente ‘animista’ del magnetismo. A lo largo de toda la historia del magnetismo resonará la condena de atentar contra las buenas costumbres. La proximidad de la relación, causa de roces carnales, podía atenuarse sólo mediante la intersección de una instancia objetiva como la del fluído magnético. Según Carotenuto, al intentar quitarle al fenómeno relacional la centralidad que le correspondía en los 62
Comenta Puységur, “estoy seguro que, ciencia y experiencia aparte, no puede ser indiferente ser cuidado en nuestra enfermedad por un Médico y Guardia que nos entregue afecto,” cit. en L. Chertok y R. de Saussure, op. cit. p. 27. 63 No muy lejano a esta idea estaría Philippe Pinel, contemporáneo de Puységur, y uno de los fundadores de la psiquiatría moderna. De acuerdo con Foucault, “Pinel reconocía que el médico cura cuando en vez de usar terapéuticas modernas, recurre a esas figuras inmemoriales (padre y juez, familia y ley),” M. Foucault, op. cit., III, p. 255. “El personaje del médico, según Pinel, debía actuar no a partir de una definición objetiva de la enfermedad o de un cierto diagnóstico clasificador, sino apoyándose en esas fascinaciones que guardan los secretos de la familia, de la autoridad, del castigo y del amor; es utilizando ese prestigio, poniéndose la máscara del padre y del juez, como el médico, por uno de esos bruscos atajos que dejan a un lado su competencia científica, se convierte en el operador casi mágico de la enfermedad y toma la figura del taumaturgo,” ibid., p. 256.
fenómenos magnéticos también se inhibió el surgimiento de una teoría de la transferencia desarrollada que comprendiese la relación como el hecho fundamental en la propia curación.
Figura 1.2. Los pases magnéticos de Mesmer.
Deleuze (1753-1835), alumno de Puységur, admite la existencia de ciertos afectos entre magnetizador y magnetizada que deben diferenciarse de los puramente eróticos y que quizás tuviesen un efecto positivo en la cura. Así reconoce la existencia y persistencia de ciertos afectos entre sus magnetizados, pero trata de escapar de sus propias pasiones hacia sus pacientes. Es, pues, el polo del paciente el que se destaca conjuntamente con la idea del sentimiento. “Deleuze admite la realidad de un fluido, pero, al igual que Puységur, se distingue de Mesmer al hacer intervenir junto con el magnetizador la voluntad y la confianza en la curación.”64 Una especie de fe en sus capacidades actuaría en la sanación 64
L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 37.
del paciente, un paciente que se mantiene, al igual que con su maestro, pasivo, quizás para protegerse de las complicaciones amorosas de las que hacía mención. Es la capacidad objetiva del médico la que permite obrar la curación frente a los restos afectivos que perduran en el paciente. Poco a poco la corriente de Deleuze y Puységur irá dando menos importancia a la acción del fluido magnético y más a su vertiente relacional, basada en el aislamiento del paciente con el magnetizador y su íntima dependencia, su reclusión con éste. El carácter altamente sexual del magnetismo como terapia, tal como lo practicara Mesmer, será reemplazado por un aséptico sonambulismo con Puységur, alejándose de las excitaciones cercanas al orgasmo65 que se producían en la proximidad física del magnetizador a su paciente. Julien Joseph Virey (17751846) comentaría al respecto de tales prácticas que “el magnetismo... no es sino el resultado natural de emociones nerviosas producidas por la imaginación y la afección entre diferentes individuos y, principalmente, de aquellas que surgen de las relaciones sexuales.”66 El polo del sentimiento empieza a cobrar importancia, tal es así que Charles Villiers (1765-1815) publicaría en 1787 Le magnétiseur amoureux, donde destaca que el magnetismo no es producto de ninguna circunstancia física, sino de la simple relación afectiva entre médico y paciente,67 del encuentro de la voluntad de curar con la de sanar. Se diluyen así las ideas fluidistas en pro de la relación como dinámica propia de la curación. El propio Deleuze intentaría parar la difusión de un libro que parecía contener un mayor 65
De ello da buena cuenta el artículo de R. de Saussure en “Transference and Animal Magnetism”, Psychoanalytic Quarterly, 12, 1943. No es de extrañar que en el famoso informe secreto acerca del magnetismo de la Comisión Real dirigido a Luis XVI apuntase que “...el tratamiento magnético debe necesariamente ser peligroso para la moralidad,” ibid., pp. 194 ss. 66 J.J. Virey, Examen impartial de la médicine magnetique, París, 1818, cit. en R. de Saussure, ibid., p. 199. 67 “De Villers no atribuye ningún papel al fluido, ninguna eficacia a los procedimientos. Para él la curación está condicionada por la relación de objeto y por los sentimientos recíprocos entre magnetizador y magnetizado,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 40.
vilipendio de los magnetizadores, que ya eran objeto de burla y persecución.68 El carácter afectivo, incluso sexual, de la relación había sido siempre el talón de aquiles de la supuesta cientificidad del magnetismo. La existencia de un fluido recubría la práctica con un carácter objetivo, en su ausencia, se convertía en un fenómeno mental, subjetivo. Siguiendo la línea por la que se va desplazando la atención de la sujección del magnetizado, Jules Charpignon (1815-?) comentará la importancia del estado mental del propio magnetizador a la hora de practicar la cura. De este modo vamos pasando de una visión objetual del paciente hacia una más dinámica, en la que, claro está, el magnetizador va perdiendo su
propia
posición objetiva, ya fuese a través de la interposición de un fluido, como simple dispensador de dicha substancia, o de la ausencia o abstinencia de sus afectos; se trata, según comentan Chertok y de Saussure, de la idea de sugestión avant la lettre. La gran transformación del magnetismo se produce con James Braid (17951860), cirujano de profesión, acostumbrado a lo tangible propio de sus estudios de fisiología. En 1843 un Braid vuelto hacia el magnetismo acuñará el nombre hipnotismo y decidirá otorgarle un estatuto científico y objetivo, rechazando definitivamente las teorías fluídicas mesmerianas, y centrándose en la relación entre la fisiología y la psicología del paciente. Braid se ocupará del aspecto subjetivo de la cura, por lo que ésta acontecería en la mente del paciente, y en la que el médico se encargaría, desde su exterioridad, de llevar al paciente a cierto estado de sugestibilidad. “En todo caso la introducción del concepto de sugestión –
68
“A medida que los discípulos de Mesmer se volvían más numerosos, entusiastas y fanáticos, el movimiento se desvió más de su norma inicial y cayó en descrédito. Se mezcló cada vez más con una especulación salvaje, ocultismo, y, en ocasiones con prácticas embaucadoras,” F.H. Ellenberger, op. cit., p. 83.
si bien concebido en términos de fisiología- marca un neto paso adelante: rechaza definitivamente el fluidismo y prepara el terreno para el estudio de la acción psicológica en la relación hipnótica.”69 Efectivamente, la discusión acerca de la sugestión sitúa la cuestión sobre el magnetismo en un nivel gnoseológico totalmente nuevo, pues, respecto a la praxis, ya algunos magnetistas habían mantenido que el susodicho fluido magnético procedía de sus ojos y habían efectuado consistentemente prácticas hipnóticas. Braid entenderá que el mecanismo actuante es un cierto estado del sistema nervioso ocasionado por una atención fija y abstraída; a este particular estado de sueño lo denominará hipnotismo. Se encargaría así de dotar de mayor contenido científico a su técnica, al ligarla al sistema nervioso y convertirla en posible objeto de investigación científica. La fisiología cerebral seviría de sustrato material analizable en última instancia.70 El aspecto relacional queda difuminado al hacer hincapié en lo fisiológico. Se trata de una rectificación adecuada hacia el imperante estilo científico positivista que habrá de ocuparse del estudio de los datos perceptibles y de la conversión de todo saber de acuerdo con un modelo fisicista de causas y efectos. Los trabajos de Braid serán presentados por Velpeau en la Academia de las Ciencias en 1860 y a partir de ahí traslada sus investigaciones a Francia. Así comenzaría el interés de August Ambroise Liébeault (1823-1905) en este tipo de fenómenos, su trabajo con la hipnosis braidiana le hace convencerse de que “... no es la acción física la que constituye el factor hipnotizante, sino un proceso psicológico, una idea, la sugestión verbal. De ahí su conclusión: la sugestión es ‘la
69 70
Ibid., p. 60. No es de extrañar que la frenología hiciese pronto buenas migas con las prácticas sugestiva e hipnótica.
clave del braidismo’.”71 De esta forma se reducían los efectos del hipnotismo a una forma de sugestión. Liébeault intentará dar una interpretación del fenómeno hipnótico retomando el papel central de la figura del médico. Para alcanzar los estados hipnóticos, someterá los ojos del paciente a los del terapeuta en lugar del objeto luminoso utilizado por Braid. El paciente pasa de esta manera de un ‘sueño autoinducido’ efecto en el sistema nervioso del objeto brillante, y, por tanto, objetivo e individual a un ‘sueño inducido por sugestión’72. “Sugestión para Liébeault era, simplemente, la transmisión por palabra o gesto de ciertas ideas a la mente de un sujeto durmiente con el fin de producir procesos físicos y mentales en él.”73 Alrededor de sus ideas y experimentos se formaría la Escuela de Nancy. Hippolythe Bernheim (1840-1919) irá abandonando las ideas sostenidas por su maestro, Liébeault, acerca de la hipnosis, y sólo aceptará la sugestión como mecanismo activo. Se observa un tránsito hacia el interés por el contenido de la relación, empañado por el positivismo de Braid. El tercer aspecto que sometíamos a discusión empieza a eclipsar el aspecto general de la relación, segunda premisa del magnetismo. Bernheim, prestigioso profesor, será el encargado de introducir la obra de Liébeault a la comunidad científica que hasta el momento de su apadrinamiento la habría dejado de lado y comenzaría, a su vez, una larga disputa con Charcot, si bien poco a poco iría abandonando el hipnotismo en pos de la sugestión en estados de vigilia. Uno de los experimentos que llevaría a cabo, en la ocasión que Freud lo visitó en 1889, fue la hipnosis de un sujeto al cual le sugeriría que cinco 71
Ibid., p. 62. A. Carotenuto, op. cit., p. 51. 73 G.J. Makari, “A history of Freud’s first concept of transference”, International Review of Psychoanalysis, 19, 1992, p. 419. Este es el primero de los tres artículos de Makari en los que ensaya una forma de historia contextual de la primera noción freudiana de transferencia. 72
minutos después de despertarse habría de dejar de hacer cualquier actividad que llevase a cabo con el fin de dirigirse a un paraguas que se encontraba en la habitación y abrirlo. Efectivamente, cinco minutos después de despertar hizo tal y como le había sido ordenado. Al preguntársele por qué había realizado dicha acción el sujeto no podía dar ninguna razón. Los fenómenos hipnóticos mostrarían una sugestibilidad ideomotriz que consistiría en poner en relación una idea con un acto. Al igual que para Liébeault, el hipnotismo no sería sino un tipo especial de sugestión, más prominente e inducida artificialmente. Es esta convicción en la primacía de los efectos sugestivos la que hará que se vaya descartando el hipnotismo y se utilice sólo la sugestión directa como única técnica terapéutica. Mientras que la escuela de Nancy seguiría el rumbo de la despersonalización de la relación, “la escuela de la Salpêtrière, por su lado, iba aún más lejos en esta despersonalización al otorgar un valor primordial a los factores físicos en la hipnosis.”74 Proceso de mecanización y de abstracción fisíco-causalística de los factores intervinientes que produce la obliteración de la necesidad del médico, de la relación, en aras de un nuevo cientificismo estático, fijo, objetivizante, positivo. Los que más que se acercan a tratar la relación dual son Binet y Feré que señalan cierta sensibilidad electiva que hacía tender más hacia la figura del hipnotizador en los estados hipnóticos. Igualmente Janet señalará la similitud de la relación entre el paciente y sus progenitores y la de éste con el hipnotizador ya reseñada por Puységur. Otra figura destacada en esta historia es Jean Martin Charcot (1825-1893) que comienza a especializarse en casos de desarreglos nerviosos mediante las 74
Ibid., p. 70. Para éstos la hipnosis habrá de ser un estado somático sin intervención de la sugestión, sino sólo de estímulos físicos.
técnicas hipnóticas. Como neurólogo y anatomista intentaría reducir los desórdenes a sus bases fisiológicas y llevará a su máxima expresión el intento de localización de las enfermedades nerviosas, al buscar un órgano responsable en el origen de la histeria.75 Será precisamente “ese deseo de encontrar una correspondencia anatómica entre la neurosis y la afección neurológica (la que) le impida ver que su postulado era incompatible con sus propias observaciones clínicas.”76 El propio Freud, se percatará de esta contradicción y podrá especular con el valor de lo lingüístico en la creación de síntomas. Charcot toma a su cargo el hospital de la Salpêtrière,77 centro asignado a mujeres que sufrían ataques convulsivos. Así es como empezará a distinguir dos tipos de etiología bajo estas convulsiones, unas de tipo epiléptico, y otras asociadas a estados histéricos. Si bien la histeria había pasado anteriormente en los círculos científicos como simple fingimiento, Charcot le otorgará valor de patología, pese a ascribirle una predisposición hereditaria junto con la existencia un suceso desencadenante, traumático. El fenómeno histérico obedece a una
75
La relación entre la búsqueda de un órgano, una parte del cuerpo y el miedo a relacionarse con el otro en su integridad, la necesidad de amputarlo y convertirlo en objeto es resaltada por A. Carotenuto, op. cit., p. 63. Más adelante señala “podríamos decir que desde Mesmer a Charcot la relación terapéutica -...- había sufrido un proceso rigurosamente creciente de despersonalización,” ibid., p. 67. 76 Ibid., p. 107. No obstante, pese a los intentos de objetivación, “se creerá, y el enfermo será el primero, en el esoterismo del saber del médico, en algún secreto casi demoniaco de un conocimiento que ha encontrado el poder de destruir las alienaciones; y cada vez con mayor facilidad, el enfermo aceptará abandonarse entre las manos de un médico, a la vez divino y satánico, en todo caso fuera de la medida humana; cada vez más se alienará en él, aceptando en conjunto y por adelantado todos sus prestigios, sometiéndose desde el principio a una voluntad que siente como mágica, y a una ciencia que él supone presciencia y adivinación, convirtiéndose así, a fin de cuentas, en el correlativo ideal y perfecto de los poderes que proyecta sobre el médico, puro objeto sin otra resistencia que su inercia, completamente dispuesto a ser precisamente esa histérica en la cual Charcot exaltaba el maravilloso poder del médico. Si quisieran analizarse las estructuras profundas de la objetividad en el conocimiento y en la práctica psiquiátrica del siglo XIX, de Pinel a Freud, sería preciso mostrar que esa objetividad es desde el principio una cosificación de orden mágico, que no ha podido realizarse sino con la complicidad del mismo enfermo, y a partir de una práctica moral, transparente y clara al principio, pero olvidada poco a poco a medida que el positivismo imponía sus mitos de la objetividad científica...” M. Foucault, op cit., pp. 268-9. 77 “Diríamos que Charcot, con toda su autoridad y su prestigio, había creado un clima favorable para el hipnotismo: él le propiciaba una caución moral y, por su teoría fisiológica, le dotaba de una racionalización científica. Su desaparición pudo provocar el retorno de las antiguas inquietudes,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 81.
disociación, a una escisión, se trata de un estado que impide al sujeto actuar de forma unitaria. Las técnicas braidianas le habían permitido, tanto a Charcot como a Briquet, atribuir causas psicológicas a los síntomas somáticos de la histeria. La histeria había sido considerada hasta entonces un tema oscurantista, alejado de la ciencia, y en el que cualquier tipo de investigación parecía destinada al fracaso. Su tratamiento incluía desde la ablación del clítoris hasta el exorcismo.78
Figura 1.3. A. Brouillet - La leçon clinique du Dr. Charcot
En sus experimentos sería crucial el descubrimento de la posibilidad de crear un síntoma histérico a través de la hipnosis con la misma fenomenología que la
78
Cf. J.M. Pueyo, La Histeria: Del discurso del amo al discurso del psicoanalista, Barcelona, 1999.
síntomática propia del estado morboso.79 “Charcot argumentaba que un ‘ego’ en estado hipnótico tendía a una ‘disociación fácil’ por la cual las ideas que eran internas se volvían ‘inconscientes’ y actuaban, por ello, con impunidad.”80 Así en la actuación de los síntomas histéricos parecía entrar en juego una ‘idée fixée’ que estaba, no sólo en la base de la sintomatología histérica, sino en la de la neurosis genérica, a la que aquella pertenecía. Bajo estos supuestos entenderá la existencia de una ‘gran histeria’, a la cual asignará tres fases, de acuerdo con sus ideas fisicistas, que no tardarían tiempo en ser refutadas. La propia sugestión producida sobre el paciente, más que la objetividad del fenómeno, parecía predisponer la aparición de estas fases. Charcot continuaría, no obstante, aplicando imanes, con cuyo efecto creía poder desplazar los síntomas. El propio Bernheim será uno de los grandes críticos de las ideas de Charcot. Surge así una rivalidad que llegará hasta los tiempos de Freud. Charcot seguía creyendo en la existencia de una base anatómica en todo tipo de neurosis, siguiendo los pasos del mecanicismo vigente en el fin de siècle. Freud, al observar que efectivamente los síntomas neuróticos no procedían en forma de una división anatómica o fisiológica, sino de acuerdo con la concepción cotidiana del cuerpo, habrá de especular con la ausencia de cualquier tipo de relación con la constitución física y su disposición en una constitución más sutil que la física, la mental. Bernheim continúa los estudios de la escuela de Nancy; para él, la sugestibilidad no habría de ser una condición propiamente patológica, sino que 79
“Charcot mostraba en sus célebres lecciones que éstas (las parálisis histéricas post-traumáticas) no eran debidas a causas físicas, sino más bien a un shock físico. Era una idea la que provocaba los síntomas de la neurosis,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 94. 80 G.J. Makari, “A history of Freud’s first concept of Transference”, op. cit., p. 418. Paralela a esta interpretación es la elaborada por Janet de disociación, cf. J.R. Haule, “Pierre Janet and Dissociation: The first transference theory and its origin in hypnosis”, American Journal of Clinical Hypnosis, 29(2), 1986, pp. 86-94.
sería propia a cualquier sujeto.81 Freud desarrollaría esta idea en el sentido de que no sólo puede ser ocasionada por una sugestión externa, sino que puede ser autoinducida. Así, según Makari, “en 1895 Freud había abandonado la noción de autosugestión. No obstante Freud introdujo el nuevo concepto de ‘falsa conexión’, que creo es el descendiente conceptual de la autosugestión... Las conexiones falsas son el equivalente directo de la falsa relación entre una idea y un síntoma físico en la histeria...”82 Se altera convenientemente el contenido de la tradición magnetista y se convierte, tras sus sucesivas mutaciones, en un nuevo método.
Figura 1.4. Diferentes representaciones de estados histéricos. [Fuente: D.M. Bourneville y P. Régnard, Photographic Iconography Salpêtrière, Paris 1876-80.]
81
“Yo defino sugestión en el sentido más amplio: es el acto por el que una idea es introducida en el cerebro y aceptada por éste,” así comenta Bernheim en su Hypnose, Suggestion, Psychotherapie de 1891, cit. en ibid., p. 420. 82 Ibid., p.428.
Esquema 1.1. Evolución diacrónica de los precedentes psicoanalíticos de la transferencia.
Previamente a su estancia con Charcot, Freud había trabajado como fisiólogo en el laboratorio de Brücke, que enmarcaba sus investigaciones dentro de los intereses de la escuela de Helmholtz, en el intento de reducir todo fenómeno fisiológico a una descripción de las fuerzas físico-químicas actuantes, un reduccionismo materialista que permitiese explicar todos los efectos naturales basándose en el movimiento de la materia. Esta influencia, la de Helmholtz y la línea postkantiana del pensamiento fisisológico-positivista acerca de la percepción, es discutida en el contexto en el que se desarrolla intelectualmente Freud.83 Para la escuela helmholtziana la percepción estaría relacionada con el sistema nervioso del individuo más que con las idealistas categorías kantianas.84 Diferenciarían no tanto categorías lógico-metafísicas como la de nóumeno y fenómeno, como las de propiedad y efecto de tipo más bien conductista. Según ellos “para conocer un objeto le imponemos inconscientemente sobre las causas desconocidas de su sensación cualidades que existen en nuestros recuerdos.”85 Las sensaciones no se corresponden con el mundo exterior, sino que han de entenderse mediadas por el sistema nervioso particular. Dentro de esta línea de pensamiento surge la primera noción de transferencia. Según Theodor 83
Hay una línea de discusión que parece dividir a dos sectores del psicoanálisis contemporáneo que se polarizarían en las corrientes norteamericana y la francesa, así comenta Chertok al hablar de la supuesta influencia de Helmholtz sobre Freud “...cuya influencia sobre Freud ha sido tan enfatizada y es ahora, una vez más, objeto de investigaciones en los Estados Unidos,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 573. Por otro lado Makari comenta: “para un teórico con intereses psicológicos construyendo un modelo de ideación, percepción y memoria en la Viena de finales del siglo diecinueve, un punto de arranque obvio habría sido la convergencia de la filosofía postkantiana y la fisiología empírica que tenía lugar en las influyentes nociones de percepción de Helmholtz”, G.J. Makari, “In the eye of the beholder: Helmholtzian perception and the origins of Freud’s 1900 theory of transference”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 42, 1994, p. 562. Sin duda detrás de esta polémica se deja entrever los ‘dos Freud’ aceptados por ambas escuelas, el Freud cientificista y empírico americano y el Freud filosófico y teórico francés. 84 Así comenta Helmholtz: “Hemos visto suficiente como para responder a la cuestión acerca de la posibilidad de mantener la convicción innata y natural de que las cualidades de nuestra sensación, especialmente de nuestras sensaciones visuales, nos den una verdadera copia de las cualidades correspondientes del mundo exterior. Parece claro que no lo hacen...”, cit. en ibid., p. 558-9. 85 Ibid., p. 561 Así, según Helmholtz, las ilusiones pueden producirse por alteraciones del mecanismo con el que recibimos los datos sensoriales. Cf. S. Bernfeld, “Freud's earliest theories and the school of Helmholtz”, Psychoanalytic Quarterly, 13, 1944 y P. Cranefield, “Freud and the 'School of Helmholtz'”, Gesnerus, 23, 1966.
Lipps, la transferencia (Übertragung) sería la transposición de un significado a una sensación objetivamente diversa.86 Cuán cercano estaría Freud en un comienzo a esta intuición sólo lo podremos comprobar acercándonos a sus primeras disquisiciones.87
86
T. Lipps, Grundtatsachen des Seelenlebens, Bonn, 1883. Es interesante señalar que Lipps también desarrollará otro concepto fundamental en psicología como es el de empatía Einfühlung “Einfühlung, innere Nachahmung und Organenempfindung”, Archiv für die Gesamte Psychologie, 1(2), 1903, Leipzig. Cf. M. Kanzer, “Freud, Theodor Lipps, and 'scientific psychology'”, Psychoanalitic Quarterly, 50, 1981, pp. 393-410. 87 De hecho se ha abierto una discusión acerca de la originalidad de la obra de Freud, en especial de su relación con conceptos cercanos a Lamarck y la escuela de Helmholtz a partir de F.J. Sulloway, Freud, Biologist of the Mind: Beyond the Psychoanalytic Legend, Nueva York, 1979. Este tipo de interpretación ya se encontraba latente en P. Amacher, “Freud's Neurological Education and its Influence on Psychoanalytic Theory”, Psychological Issues, 4(4), 1965.“Su método terapéutico fue más bien una innovación, pero su descripción de los mecanismos involucrados se basaba en los conceptos de la neurología ortodoxa,” p. 73.
1.1. Fase inicial (1890-1905) Desplazamiento, afecto y falsa asociación Desde su época de estudiante, Freud tuvo la posibilidad de ver las presentaciones del magnetizador Hansen y poseía especial curiosidad por todo lo relativo a los fenómenos hipnóticos. En París tendría la oportunidad de observar la utilización cotidiana de estos medios gracias a una beca como visitante en la Salpêtrière. En su estancia con Charcot,88 entre 1885 y 1886, habría de llamar en especial su atención la mentada posibilidad, mostrada por el neurólogo francés en sus lecciones magistrales, de crear síntomas histéricos a través de la hipnosis. A partir de esta revelación, Freud llevaría a cabo una observación que habría de animar toda una nueva forma de entender este tipo de fenómenos: los síntomas histéricos seguían una división del cuerpo que no era propiamente fisiológica, sino que estaba relacionada con nuestra forma común de categorizar, con nuestras ideas. En definitiva, el lenguaje adquiría una relación directa con el somatismo, se perfilaba la posibilidad de curar actuando sobre las ideas del paciente con el único instrumental accesible, el lenguaje.
88
La influencia de la figura de Charcot la sitúan Chertok y de Saussure a dos niveles: afectiva e intelectual. Los autores, a los que ya nos hemos referido en varias ocasiones, sostienen que la estancia en la Salpêtrière, aunque difícil en ciertos momentos para Freud, le permitió adquirir el coraje necesario en un terreno tan resbaladizo como el de la carga sexual de la propia transferencia, el cual, hipotetizan, no habría obtenido en su confortable Viena. La propia laxitud de las costumbres que Freud detectaría en París, pese a causarle cierta incomodidad, tras su compromiso oficial con su futura mujer, le ofrecen una visión de las cosas que no podría haber obtenido en una Viena más recatada, menos cosmopolita.
Figura 1.5. Ejemplo de división anatómica de acuerdo con las características propias del sistema nervioso (derecha) y división somática propia de la histeria (izquierda). El síntoma no actúa sobre las regiones nerviosas sino sobre parcelaciones ideacionales como la mano o el pie, siguiendo un esquema lingüístico y a fortiori mental. [Fuente M.H. Erdelyi, Psychoanalysis. Freud's Cognitive Psychology, Nueva York, 1984, p. 3].
Después de su paso por la Salpêtrière, en su consulta privada en Viena, y tras utilizar los medios tradicionales en la mejoría de las afecciones nerviosas, tales como las curas de reposo o de agua, Freud se centrará en la hipnosis y se encargará de traducir el libro de Bernheim acerca de la sugestión.89 Igualmente realiza recensiones del libro de Auguste Forel, Der Hypnotismus, y visita a Bernheim y a Liébeault en Nancy en 1889 buscando perfeccionar su técnica hipnótica. En estos años escribe Un caso de curación hipnótica (1892-3), donde relata la curación de los síntomas histéricos de una madre lactante mediante la hipnosis. El pensamiento de esta primera fase de Freud debe ser enmarcado en su interés renovado por una ‘fisio-psicología’, o psicología que relacionase efectos somáticos, causas psicológicas y modalidades de implementación cerebral. Se trata de un proyecto positivista sin ambajes, propio de su formación neurológica. Sólo en manos de Charcot su interés por la fisiología se irá transformando en un interés por la psicopatología y, finalmente, por su búsqueda de una metapsicología, una psicología del acontecer mental general, de la conciencia. La obra que más información nos otorga acerca de estas primeras ambiciones es su Entwurf, su Proyecto de una psicología científica (1895). De esta etapa es su trabajo sobre la afasia (1891), en el que se posiciona frente al modelo centrado en localizaciones cerebrales heredero de la frenología y de los descubrimientos de Wernicke así como de la escuela asociacionista de Meynard. Aquí se separa de dicha concepción que identificaba localización y función de la capacidad lingüística. El estudio de la mente aún había de reposar sobre las bases empíricas de la neurociencia. Con el descubrimiento de otro tipo 89
H. Bernheim, De la suggestion et de ses applications à la thérapeutique, París, 1886.
de fenómenos que exceden la conciencia, precedido de su autoanálisis, su interés habrá de recalar en un lenguaje fenomenológico acerca de dichos estados.90
Entonces, ¿qué cambió entre 1895 y 1900? Pienso que la situación es la siguiente. Las especulaciones heróicas de 1895 convencieron a Freud de que no podía descifrar la implementación neural de los estados psicológicos. De este modo si iba a estudiar los estados psicológicos de algún modo tendría que desechar su interés acerca de cómo eran implementados a nivel neural y concentrarse en los propios estados. No obstante continuaría pensando que dichos estados podían ser estudiados de dos modos: psicológicamente y metapsicológicamente.91 La metapsicología y sus imágenes basadas en mecanismos hidráulicos y en la ciencia energeticista serían la contrapartida al posterior lenguaje psicologista, basado en motivaciones y deseos, y continuarían con su interés sobre la explicación neuronal mediante la reducción de mecanismos a modelos físicos, ya disociados de un correlato orgánico. Trata así de reducir el lenguaje psicológico a mecanismos explicativos que den cuenta de dichos eventos. Es en este sentido en el que Freud entiende retomar el legado de la ciencia, como modelación de eventos mediante un lenguaje descriptivo de conceptos psicológicos.92 Para Freud la relación entre lo físico y lo psíquico sería de tipo biunívoco, es decir, lo mental poseería efectividad sobre lo corporal y viceversa, como lo mostraban los casos de histeria. El punto de conexión entre ambos sistemas habría 90
“...el trabajo de Freud sobre la afasia -su primer trabajo aparte de lsa traducciones- es el sine qua non del nacimiento de la teoría psicoanalítica tal como las podemos distinguir de otras teorías contemporáneas de la neurosis: una teoría del poder de las palabras en la formación de síntomas,” J. Forrester, Language in the Origins of Psychoanalysis, Londres, 1980, p. 14. 91 A. Brook, “Neuroscience versus psychology in Freud”, R. Bilder y F. LeFever (eds), Neuroscience of the Mind on the Centennial of Freud's Project for a Scientific Psychology, Annals of the New York Academy of Sciences, 843, 1998, p. 67. Según Brook, Freud intentaría con su metapsicología dar un rodeo al problema de la intencionalidad y su estudio empírico, pero su metapsicología no conseguiría eliminar este elemento, al postular entre sus explicaciones mecánicas una teoría de la pulsión que incluiría un objeto y una finalidad, adscribiendo intencionalidad a dichos estados. Cf. J. Friedman y J. Alexander, “Psychoanalysis and natural science: Freud's 1895 “Project” revisited”, International Review of Psychoanalysis, 10, 1983, pp. 303-318. 92 “En síntesis, pensamos que Freud, como fisicalista, trataba en verdad de llegar a una ley de Ohm de la función neural, pero como no disponía de datos cuantitativos para lograrlo, se abstuvo de escribir de hecho la ecuación,” K.H. Pribam y M.M. Gill, El “Proyecto” de Freud. Una Introducción a la teoría cognitiva y a la neuropsicología contemporánea, Buenos Aires, 1977, p. 36.
de ser el sistema nervioso. Así aún en su El chiste y su relación con el inconsciente (1905) tratará de establecer relaciones entre lo que hoy denominamos estructuras neuronales y asociativas, entre la manera en que asociamos las palabras y las relaciones interneuronales. En un artículo para una enciclopedia popular de medicina se pueden observar algunos de los primeros trazos de lo que vendría a ser el método psicoanalítico y el papel en éste de la transferencia. A este respecto comenta Freud acerca de su instrumental quirúrgico, “...las palabras son también las herramientas principales del tratamiento mental (Seelenbehandlung).”93 Su interés por un tratamiento de la mente sufriría una reducción a lo psíquico. Los aspectos fisiológicos irán dando paso al estudio de las patologías como forma de acceso a la cognición. Si bien las ideas eran capaces de generar una neurosis, éstas sólo son accesibles mediante su expresión en boca del paciente, asociando el fenómeno ideacional y lingüístico. Se obtiene, pues, una sucesión de asimilaciones, por un lado, del síntoma al fenómeno ideacional y, por otro, de este fenómeno ideacional a la forma que toman y en la que se expresan las ideas, el lenguaje. Si Charcot mostraba cómo era posible crear estos síntomas mediante hipnosis, debía haber alguna forma de tomar la dirección contraria, es decir, de eliminarlos utilizando los propios estados hipnóticos. Freud se siente, no obstante, poco satisfecho con la terapia hipnótica. Su falta de habilidad así como el encuentro con casos en los que esta técnica resultaba inútil le harán buscar nuevas posibilidades en el tratamiento de sus pacientes.
93
S. Freud, Psychische Behandlung (1890), Sta., Ergänzungsband, p. 17. En esta misma obra trata de expurgar todo tipo de magia o misterio en la curación, comenta, “comenzamos a comprender el hechizo de las palabras. Las palabras son, en efecto, las que procuran de forma más importante la influencia que un hombre puede ejercer sobre otro,” ibid., p. 26.
Desde la apertura de su consultorio vienes en 1886 hasta 1889 utilizará la hipnosis, la cual irá desechando en favor del método catártico de Breuer, que le permitía obtener más conocimiento acerca de los mecanismos implicados en las neurosis. Esta voluntad de saber es una constante en la evolución freudiana, haciendo patente poniendo a las claras hasta qué punto las cuestiones técnicofilosóficas guiaron los temas prácticos, lo que permitió la constitución del psicoanálisis como teoría más que como simple propedéutica técnica, tal como se pudo desarrollar en las ramas de la psicología de contenido más experimental. Freud seguirá utilizando la hipnosis irregularmente hasta abandonarla completamente en 1896. Acerca de las razones de su desazón ha habido múltiples lucubraciones, desde la imposibilidad de hipnotizar a ciertos pacientes, la torpeza del propio Freud, hasta la incapacidad de actuar sobre las resistencias del paciente. Ya desde su estancia en París con Charcot habría empezado a percatarse de la importancia del ámbito relacional formado por el paciente y el terapeuta, frente a los propios métodos sugestivos.94 Los aspectos sexuales encubiertos quedaban patentes en su trabajo hipnótico; la relación de dependencia que se creaba entre el hipnotizado y su médico. De hecho uno de los efectos aparentemente secundarios de la hipnosis parecía ser esta dependencia.95 El descubrimiento de los fenómenos propiamente transferenciales se produciría, según contaría a Breuer, en la ocasión
94
A. Carotenuto, op. cit., p. 72. “...cuando las circunstancias requieren una utilización continua de la hipnosis se establece un hábito hacia la hipnosis y una dependencia del médico hipnotizante que no puede ser encuadrada dentro del propósito de la curación.” S. Freud, Psychische Behandlung, op. cit., p. 32, vid. también p. 35. Es quizás nuesta primera noticia implícita acerca de la transferencia en esta fase, fenómeno que parece ocurrir, para sorpresa de Freud, fuera del marco de la curación. 95
en que tratando a una paciente ésta le abarazaría, transportando sus sentimientos a una situación ajena, a la situación analítica.96 El médico vienés estuvo sometido a la influencia de las dos tendencias opuestas que señalábamos en el apartado anterior, la que seguiría, a través del hipnotismo, la ascendencia magnetista, y la neurológica-positivista, representada por Charcot. Ante esta dicotomía “...Freud, en 1895, seguiría a Charcot y optaría por un modelo (de tratamiento) que no sería susceptible de los ataques de los médicos escépticos ante la simulación y que estaría en conformidad con los postulados positivistas, pudiéndosele aplicar una ley, siendo inherente al paciente y potencialmente somático... La transferencia, en la medida en que no estaba basada en una relación diádica entre doctor y paciente, también serviría a Freud para liberarle de las acusaciones de infección psíquica o seducción sexual.”97 Como antes, la tensión entre el intento positivista, científico, de recrear la objetividad del material se veía puesta en peligro por un fenómeno tan poco comprobable como etéreo. Este obstáculo se podía salvar objetivando la enfermedad y obviando la intersubjetividad propia de la relación entre el médico y el paciente y centrando su interés en una explicación causalista: “Nuestro material estaba compuesto de casos de histeria común, no traumática; procedíamos de tal 96
En su autobiografía contará Freud “Fui lo suficientemente modesto como para no atribuir el evento a mi propia e irresisible atracción personal y sentí que había entonces entendido la naturaleza del misterioso elemento que funcionaba detrás del hipnotismo. Para excluirlo o, al menos, aislarlo, era necesario abandonar el hipnotismo.” Así comenta la situación su biógrafo E. Jones, “Un día una paciente repentinamente lanzó sus brazos alrededor de su cuello, un contratiempo inesperado remediado afortunadamente por la entrada de un sirviente. Desde entonces comprendió que la peculiar relación, terapéuticamente tan efectiva, poseía una base erótica...”, op. cit., p. 157. No será hasta un momento posterior en el que asuma las conclusiones últimas de este suceso. Al no haberlo relacionado con su persona, al haberlo tomado con una cierta distancia, a diferencia de Breuer, podrá objetivar el fenómeno. 97 G.J. Makari, “A history of Freud’s first concept of transference”, International Review of Psychoanalysis, 19, 1992, p. 429. Efectivamente la mayor parte de los estudiosos del tema señalan el valor de la transferencia como protección de la integridad de Freud, como defensa ante las acusaciones de superchería. “Hay cierta tendencia a ver la transferencia, realidad sólida y desnuda de todo artificio e innovación revolucionaria en la técnica psicoterapéutica, que permitiría finalmente personalizar la relación, –pero al mismo tiempo y paradójicamente, introduciría a su vez una sutil forma de despersonalización por la introducción de una tercera figura entre los protagonistas,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 164.
forma, informándonos acerca de las circunstancias bajo las cuales cada síntoma había surgido para poder aclarar, de este modo, el motivo que posiblemente fuese decisivo en la creación de ese síntoma.”
98
La mediación de una técnica concreta
sustituirá el postulado primero mesmérico: la existencia de un fluido universal. La tarea de Freud será la elaboración de una teoría igualmente universal y objetiva que permita una aplicación tan impersonal como los imanes de Mesmer. El contagio de la transferencia es sorteado a través de postulados científicos que proporcionan el mismo resultado con independencia del terapeuta concreto: el psicoanálisis había nacido. Para el tratamiento de sus pacientes Breuer comenzaría a utilizar el método catártico; Freud, discípulo de éste, afirmará en obras posteriores su carácter predecesor del método psicoanalítico y núcleo de éste.99 Su propóstio sería regresar -no en vano Freud utilizará posteriormente el término regresión-, es decir, volver al paciente hacia sus recuerdos, entre los cuales se encuentra el elemento patógeno, el recuerdo que, al no ser aceptado se convierte, desplaza su carga, en forma de síntoma.100 Se produce una transferencia, en sentido lato, una transposición de la carga psicológica en forma de tensión que, al no poder ser aliviada, obtiene una concreción en el nivel físico. El descubrimiento de Breuer se efectúa en su tratamiento de Anna O, al comprobar que ciertos síntomas histéricos desaparecían en estados hipnoides. Sólo relatando las circunstancias que habían ocasionado el síntoma, sólo por 98
S. Freud, Über den psychischen Mechanismus hysterischer Phänomene (1893), Sta., VI, p. 16 S. Freud, Kurzer Abriss der Psychoanalyse. Freud había trazado una analogía entre el método catártico y la cirugía, se trataría de una operación sutil, extirpación y sutura. “He comparado a menudo la psicoterapia catártica con la intervención quirúrgica, señalado mis curas como operaciones psicoterapéuticas, análogas a la apertura de una cavidad purulenta, al raspado de una caries...” S. Freud, Studien über Hysterie, Sta., VI, p. 96. 100 Para averiguar el recuerdo desencadenante del síntoma, Freud propone dos condiciones “...al retrotraer un síntoma histérico a una escena traumática sólo conseguimos un incremento de nuestro entendimiento cuando esta escena posee dos condiciones: cuando tiene la capacidad determinante y cuando se le puede atribuir la necesaria fuerza traumática.” S. Freud, Zur Äthiologie der Hysterie, Sta., VI, p. 55 99
medio de su exteriorización lingüística, se lograba la desaparición de los síntomas. Se denominará a este método cura mediante la palabra (talking cure). Aquí la figura del médico pierde su carácter impositivo, propio de la sugestión, en pro de la autosugestión, objetiva, no mediada. “El carácter principal del método catártico, el que lo sitúa en contraste con los restantes procedimientos psicoterapéuticos, es que en él la efectividad terapéutica no proviene de la imposición sugestiva de un médico.”101
Figura 1.6. Anna O (Berta Pappenheim) y Josef Breuer.
101
S. Freud, Die Freudsche psychoanalytische Methode (1904), Sta., Ergänzungsband, p. 102. Sus dudas acerca del método catártico las encontramos desde sus primeros escritos: “al intentar emplear el método de Breuer para la curación de síntomas histéricos en un gran número de enfermos a través del sondeo y la abreacción en la hipnosis se me planteaban dos dificultades que me condujeron a una alteración tanto de la técnica como de su concepción. (1) No todas las personas que mostraban irrefutables síntomas histéricos, y en las que con toda probabilidad reinaban los mismos mecanismos psíquicos, eran hipnotizables. (2) Tuve que tomar una posición acerca de la cuestión de qué caracterizaba fundamentalmente la histeria y cómo se deslindaba de otras neurosis.” S. Freud, Studien über Hysteria, op. cit., p. 50. Esta segunda cuestión la tratará más detenidamente en el escrito que supone su alejamiento de Breuer, Zur Äthiologie de Hysterie, op. cit.
No es de extrañar que de algún modo se entienda que el psicoanálisis fuese invención del propio Breuer, del cual Freud fue su alumno aventajado. Incluso podríamos afirmar que la técnica le debe tanto a éste como a su paciente Berta Pappenheim, Anna
O. Pese a ello, es precisamente mediante el concepto de
transferencia como el metodo psicoanalítico se aleja del método catártico de Breuer, al descubrir los sentimientos que son desplazados hacia el analista y observar este movimiento como esencial a la práctica terapéutica. La transferencia, junto con la postulación del inconsciente,102 vertebran el descubrimiento freudiano. Aquella permite renovar el método catártico al descubrir la realización en el aquí y ahora de partes traumáticas que obtienen su expresión en el presente. Su tratamiento personal de la paciente Emmy von N. le ofrecerá a Freud el primer ejemplo de falsa asociación (falsche Verknüpfung) y le abre las puertas a un método menos agresivo, alejado de la sugestión, más acorde con su personalidad: la libre asociación, efectuando el citado desplazamiento de lo autosugestivo a la falsa asociación.103 En su tratamiento Freud aconseja a su paciente los baños con agua fría en vez de tibia. En una hipnosis realizada con el fin de que la paciente se autosugiriese los baños fríos, ésta se declara descontenta con tal solución. En la siguiente sesión Freud le preguntará la razón de su desazón, a lo cual la paciente responde que su causa es una revolución que se estaba produciendo en Santo Domingo, expresando miedo por su hermano, pues los blancos, según su relato, eran siempre víctimas de ese tipo de levantamientos.104 Aquí surge una asociación 102
Si bien se señala también la cercanía de los descubrimientos de Pierre Janet al psicoanálisis, éste entenderá la existencia de una disociación más que la hipótesis freudiana del inconsciente. Cf. J.R. Haule, “Pierre Janet and Dissociation: The first transference theory and its origin in hypnosis”, op. cit. 103 Cf. supra nota a pie 37. 104 M. Neyraut, Le Transfert, París, 1974, pp. 127-128. La falsa asociación ya se veía en los estados hipnóticos, “es, pues, esta necesidad al despertarse de otorgar a cualquier razón razonable un orden sugerido durante el estado de hipnosis que establece, entre la ejecución de ese acto y una racionalización un tipo de falsa
aparentemente errónea entre dos eventos bajo los que subyace una misma angustia. Éste es uno de los capítulos que hará que Freud vaya dejando atrás la sugestión y decantándose por la libre asociación, poco a poco se dará cuenta de que “...su persona, aquí, interviene como mediador en la cadena asociativa.”105 Su presencia permite la asociación de dos eventos diversos bajo una misma carga afectiva, la figura del terapeuta se relaciona con sus ideas corrientes, su presencia ocupa lugares, en la realidad psíquica del paciente, en principio ajenos. Así pues, la teoría de la transferencia se desarrolla en la inflexión que hace pasar de un método autosugestivo a otro basado en la falsa asociación. A lo largo de este camino Freud desarrollará su modelo de libre asociación que irá ocupando el papel central de su método como medio de obtener los recuerdos censurados por los pacientes. Paulatinamente irá refinando su técnica que habrá de centrarse en el ‘regreso de lo reprimido’: la necesidad de lo reprimido, de lo censurado, de manifestarse en toda actuación bajo diversas apariencias. La práctica analítica buscará estos recuerdos e intenciones truncadas mediante la utilización de la libre asociación, incluso sobre los recuerdos aparentemente más insignificantes: “cuando la primera escena que surge es insatisfactoria le decimos al enfermo que este suceso no aclara nada. Se debe ocultar tras él un acontecimiento significativo previo, y dirigimos su atención, con la misma técnica, hacia los hilos asociativos que unen ambos recuerdos, el encontrado y el que buscamos.”106 El recuerdo reprimido busca todo posible punto de sujección para salir a flote, y la más mínima ocasión es aprovechada para revelar su contenido. asociación... El paciente, de cualquier forma, sutura los dos bordes de la brecha en el fondo de la cual el estado hipnótico introducía una sugestión que se dirige al incosciente,” ibid., p. 128 Y la transferencia tiene la función de anudar esos extremos disjuntos, “...es Freud, él mismo, quien mediante su prescripción y su presencia se convierte en el hilo de esta sutura,” ibid. 105 Ibid., p. 128. 106 S. Freud, Zur Äthiologie der Hysterie, op. cit., p. 57.
La meta del trabajo analítico será reconstruir una cadena asociativa que nos lleve hasta el momento en que se produce la conversión de un recuerdo doloroso, y por ello reprimido, en un síntoma, en una manifestación alógica que ofrece una resistencia a su tratamiento, recuperando la excitación asociada con el recuerdo reprimido. Se produce una falsa asociación entre el recuerdo reprimido y una manifestación desplazada, que sólo se puede tratar al recuperar para la conciencia la situación y las causas que produjeron la represión, y que se manifiestan actualmente
en
forma
de
resistencias.
Se
disuelve
así
la
aparente
inconmensurabilidad entre lo físico y lo psíquico al poder actuar sobre el cuerpo mediante la activación de la memoria, en definitiva un proceso cognitivo. A su vez, la somatización sintomática se convierte en la manera elegida para la manifestación de las desavenencias mentales; se desplaza de lo mental a lo físico. Un análisis posterior mostrará que esta falsche Verknüpfung se da en dos niveles, entre los recuerdos intrapsíquicamente, y entre el psiquismo del paciente y su representación del mundo exterior. En concreto la presencia del médico es condición de posibilidad de la transferencia. La equiparación de los fenómenos exteriores con nuestros recuerdos produce estas asociaciones que, posteriormente, sirven para categorizar y anudar nuestra experiencia a los sucesos reales. Parece que Freud obtuvo su primer modelo de transferencia, de relación médico-paciente, a partir de su trabajo con las asociaciones mentales, de la unión entre diversas representaciones. El recuerdo reprimido sostiene una situación inestable de tendencias psíquicas en conflicto y su conversión en síntoma, su representación somática. Es así como el recuerdo reprimido, pese a estar ausente de la conciencia, permanece activo. Opera como un mecanismo encargado de evitar la excitación producida por el
confrontamiento entre tendencias psíquicas opuestas. El síntoma es la anámnesis del recuerdo reprimido. Las cadenas asociativas que forman el entramado de la memoria aparecen como no-lineales, con ramificaciones irregulares, múltiples, acéfalas; remiten a un modelo conceptual similar al del evolutivo diseñado por Darwin, sin un plan subyacente, regulado por el azar y la coincidencia. Si la reproducción permite la transmisión genética y la adaptación evolutiva, la sexualidad formará parte de ese conflicto irresuelto en la mente del paciente: “sea cual sea el caso o síntoma del que salgamos llegaremos finalmente y sin falta al terreno de la sexualidad.”107 La coalescencia de los diferentes recuerdos siempre conduce, mediante innumerables vericuetos, al mismo lugar debido a la sobredeterminación del síntoma, a su múltiple determinación.108 El síntoma es una configuración que reemplaza, que sustituye, la integración de diversas tendencias. No obstante estas tendencias perseveran en su manifestación, buscan varias vías de escape que aparecen como maneras de determinación, modos de emergencia. El síntoma es sólo un momento, si bien crucial, de falsa asociación. Cuando la carga libidinal, energética, se desplaza, produciendo efectos somáticos y eliminando la representación mental dolorosa, y por ello olvidada, reprimida, el síntoma permanece como el rastro, el resto, de esa falsa asociación. En el caso de Anna O., el propio Breuer, amigo, confidente y mecenas de Freud, se ve comprometido emocionalmente. Cuando su relacion empieza a teñirse del color propio de las situaciones amorosas, Breuer, hombre casado y de moral victoriana irreprochable, se vuelve temeroso. En vez de ver esta situación como
107
Ibid., p. 60. “...cuán a menudo está un síntoma múltiplemente determinado, sobredeterminado,” S. Freud, Studien über Hysterie, op. cit., p. 82. 108
propicia para el desenvolvimiento de la trasferencia y la cura decide abandonar el tratamiento. Breuer ya había intuido que la terapia debía consistir en la recuperación mnésica de un trauma olvidado, pero no había entendido el mecanismo determinante de su emergencia, el punto de sutura emocional subyacente a los recuerdos, la relación que se produce en la transferencia. Breuer le relata acerca de la paciente a Freud, que relacionará su caso con cierta etiología sexual. El desacuerdo de Breuer a este respecto, con poca predisposición a este tipo de suposiciones por los motivos personales citados, marca el futuro desenlace de su relación, no sólo en su aspecto profesional sino también en el personal.109 La necesidad del contacto personal en la relación del terapeuta con el paciente es acentuada por Freud en varios textos de esta época. El carácter objetivo, positivista, profiláctico, de la relación médico-enfermo debía ser temperado por un auténtico interés de aquél en éste, un interés que abarcaría incluso su intimidad.110 Para ello se requería cierto tipo de empatía, de complicidad, hasta tal punto que, “no me podría imaginar, señala Freud, que pudiese profundizar en el mecanismo psíquico de una histeria en una persona que me resultase mala y antipática, que no fuese capaz, mediante su intimación, de despertar en mí simpatía humana...”111 Ha de ser un contacto activo que venza la resistencia del paciente, una idea que estaba comenzado a tomar forma en su pensamiento: un mecanismo de defensa que se interponía entre la voluntad del paciente de ser curado y el terapeuta, y que 109
Si bien esta es la interpretación clásica del desacuerdo entre Breuer y Freud, J. Bouveresse sostiene, desde una perspectiva metodológica, que si bien Breuer admitía el tinte sexual de las neurosis, niega el carácter absoluto y universal que Freud propone en la etiología de la enfermedad. El distanciamiento se produce, pues, por motivos metodológicos, al intentar Freud subsumir toda la causística bajo un sólo motivo. J. Bouveresse, Philosophie, Mythologie et Pseudoscience. Wittgenstein Lecteur de Freud, París, 1997, cap. 3. 110 S. Freud, “¡Cuánto menos aceptaríamos la sanación milagrosa y la repentina desaparición de síntomas si tuviésemos más amenudo conocimiento de los secretos intereses vitales de los enfermos!”, Bruchstück einer Hysterie-Analyse, Sta., Band VI, p. 171 111 S. Freud, Studien über Hysterie, op. cit., p. 59
éste debía deshacer. De esta manera empieza a formular la primera regla de oro del psicoanálisis.112 La empatía permitía la elaboración de afectos y la confianza necesaria para neutralizar los mecanismos de defensa que sostenían la persistencia de las tendencias opuestas que, en su momento, habían producido una excitación excesiva y por ello habían sido objeto de represión. La resistencia intentaría debilitar la carga afectiva de ciertos recuerdos, la ansiedad de su reproducción. De este modo, Freud elabora la idea de una histeria de defensa que empezará a ver como más fundamental que la histeria hipnoide de Breuer, y comienza por situar esta defensa como el obstáculo primero del análisis. El paciente parece escindido, dividido (Spaltung). Comienza, por ello, a diseñarse toda una teoría acerca del inconsciente, acerca de una instancia que actúa con impunidad, sin autorización alguna por parte de la conciencia del paciente. Ésta conlleva la interrelación del analista con el paciente: éste es reducido a un conjunto de recuerdos, represiones y síntomas, conversiones de una energía física, libidinal, en alteraciones fisiológicas, somatizaciones, donde la supuesta unidad del suceder mental se pierde y la persona queda alienada de su propia voluntad. Ante esta circunstancia, Freud opta por una serie de recetas metódicas, formas de ingreso en esa capa inaccesible y ajena.113 En Studien über Hysterie, escrito junto con Breuer, Freud comenta las posibilidades de encontrar, durante el tratamiento, ciertos obstáculos insalvables.114 cuando no se obtiene material alguno del paciente para continuar el análisis, el 112
“¡Ninguna crítica, ninguna reserva, ni por afecto ni por minusvaloración! Sólo así podríamos encontrar lo que buscamos, así, en cambio, lo encontraríamos sin falta,” ibid., p. 64. 113 Así, por ejemplo señala: “es inútil avanzar directamente hacia el centro de la organización patógena. Incluso si se pudiese acertar con éste el enfermo no sabría qué hacer con la información obsequiada y no habría sido alterado por ésta,” S. Freud, Studien über Hysterie, op. cit., p. 84. El método analítico debería realizar una apertura en la capa de resistencias. “Si quisiera esquematizar el modo de trabajo, entonces podría decir que nosotros nos encargamos de la apertura de las capas interiores, el avance en forma radial, mientras el enfermo se ocupa de la ampliación periférica,” ibid., p. 85. 114 Ibid., p. 93.
encuentro con una resistencia de tal magnitud que no permita incursión alguna en su superficie, y la posibilidad de un obstáculo externo al propio paciente, que se daría en el caso de que su relación con el terapeuta se viese distorsionada. Según Freud éste sería el obstáculo más grave en todo tratamiento. Aquí aclara el carácter esencial de la transferencia y la posibilidad de la implicación personal y amorosa del analista con la paciente, no siendo ajeno a la situación de Breuer con Anna O. Sostiene la existencia de tres distorsiones básicas de esta relación, primeramente en casos de alienación y en casos de miedo y dependencia seguidos de resistencia. Estos dos denotan el cariz especial de la relación médico-paciente. Como última forma de distorsión señala,
Cuando la enferma se asusta de haber transferido representaciones dolorosas surgidas del contenido del análisis a la persona del médico. Esto sucede a menudo y, en ciertos análisis, es un hecho regular. La transferencia al médico sucede a través de una falsa asociación (falsche Verknüpfung).115 Ésta es la primera acepción expresa de transferencia que encontramos en el pensamiento de Freud. A renglón seguido comentará un caso particular, el de Emmy von N., en el que el deseo narrado por su paciente en la sesión surge de nuevo con un objeto diferente, el propio psicoanalista. Posteriormente la paciente se siente avergonzada. Freud lo interpreta como una reacción a un deseo que transforma el contexto y que, debido a una compulsión a asociar, se ve dirigido hacia la persona que ocupa un lugar similar al de su recuerdo. Se produce así el mismo afecto que el del deseo prohibido, con diverso objeto. No se trata de su persona particular la causante del suceso, sino su figura, representante de un
115
Ibid., p. 94.
objeto presente en la mente del paciente. El enfermo vuelve a ser víctima de su propio engaño. A partir de esta época comienzan una serie de investigaciones que no sólo le alejarán de sus maestros y colegas, sino que le confinarán a un ostracismo generalizado en los círculos científicos. Su separación de Breuer se basará en tres descubrimientos centrales: la resistencia y su neurosis asociada de defensa, el método de libre asociación, y sus hallazgos relativos a la etiología sexual. El recuerdo, un recuerdo censurado, actúa como causa patógena. El contenido del recuerdo va a ser uno de los motivos que consume la ruptura entre él y Breuer. Su estudio de las neurosis de angustia (Angstneurose) hace que las experiencias sexuales empiecen a prefigurarse como el caso traumático típico de donde derivan todos los transtornos nerviosos.116 El instinto sexual sería el motivo principal de excitación contínua que encontraba en los síntomas histéricos.117 Después de escribir los Estudios sobre la Histeria se separará definitivamente de Breuer y de la ortodoxia reinante y desechará la idea de los estados hipnóticos, reforzando su idea acerca de la etiología sexual, como ocurre en Sobre la etiología de la histeria de 1896. A través de sus análisis de pacientes neuróticos e histéricos llega a los primeros recuerdos sexuales, a las primeras excitaciones que se emplazan en la niñez; de esta misma fase serán sus Tres ensayos sobre la teoría sexual (1905), elaboración de lo que ya se apuntaba en La sexualidad en la etiología de las
116
Así señala ya en 1895, “mientras los de este tipo, con el incremento en experiencia a voluntad hacen aceptar al médico la etiología sexual para una concreta categoría de casos, otros casos, que si no quedarían ininteligibles se dejan comprender e incorporar, al menos sin contradicción, a través de la clave de la etiología sexual,” S. Freud, Über die Berechtigung, von der Neurasthenie einen bestimmten Symptomenkomplex als ‘Angstneurose’ abzutrennen, 1895, Sta., Band VI, p. 40. 117 P. Amacher, op. cit.
neurosis (1898) y se prefiguraba en Sobre la etiología de la histeria (1896).118 Freud mantendrá sus dudas, no obstante, sobre los denominados juegos de seducción, donde parecía que los niños eran objeto de intimaciones de tipo sexual por parte de adultos ¿Hasta qué punto se ponía en juego la fantasía o el recuerdo? En cualquiera de los dos casos, entenderá Freud, se encuentra la misma y fundamental excitación (Erregung) que había de ser objeto de análisis. El papel de la fantasía comienza a cobrar un lugar en la técnica psicoanalítica, no sólo el suceder mental en su representación de la realidad, sino también sus elaboraciones internas, idiosincrásicas. La realidad psíquica, en forma de fantasma imaginario, se sobrepone a la reminiscencia en sentido lato. Se consuma, a su vez, el alejamiento de aquellos que sostenían el carácter hereditario de las enfemedades nerviosas, tal como propugnaba Charcot. Parece más bien que el origen de éstas, aunque posiblemente favorecida por una cierta constitución biológica, era de carácter esencialmente traumático.119 Ya en sus primeros escritos señala: “el momento en el que el médico experimenta en qué ocasión un síntoma surge por primera vez y por qué estuvo determinado es también aquél en el que ese síntoma desaparece.”120
118
En esta última obra apuntaba ya Freud: “Se llega así claramente a la época de la primera niñez, la época del desarrollo de la vida sexual;...¿No se tiene derecho a asumir que también en la infancia las silenciosas excitaciones sexuales tienen su lugar? ¿Que, quizás, la evolución sexual posterior esté influenciada de forma decisiva por sucesos de la niñez?” Ibid., p. 63. Según F.J. Sulloway, op. cit., Freud estaba cercano al lamarckismo con respecto al pasado psicosexual de la neurosis. 119 En su ruptura con Breuer, en Zur Äthiologie der Hysteria, op. cit., indica también su alejamiento de Charcot “Saben que según la opinión de la influyente escuela de Charcot sólo a la herencia se la reconoce como causa de la histeria,”op. cit., p. 53. En este mismo texto intenta explicar la relación supuestamente hereditaria señalada por Charcot como una repetición de patrones de conducta aprendidas en el seno familiar, vid pp. 69-70. 120 S. Freud, Über den psychischen Mechanismus hysterischer Phänomene, op. cit., p. 20.
La búsqueda de la relación entre síntomas somáticos, su causación psicológica,121 y su acceso desde el lenguaje,122 será relacionada con la presencia del médico. El propio mecanismo de rememoración parece, según el joven Freud, poseer un carácter especial, pues el recuerdo puede tener una carga patógena independiente del suceso que lo originó que puede no haber tenido ningún efecto manifiesto en el momento de su producción, el momento del estallido de la neurosis. El recuerdo real o fantaseado se convierte en la instancia propia del análisis, obtiene unas connotaciones que no poseía en su denotación, en su acto productivo. Así sucede con las ‘zonas histerógenas’ aquellas que “...despiertan un recuerdo...”, lo hacen presente, le otorgan un sentido. Ésto se produce, de nuevo, por una falsa asociación123 entre una causa y su efecto mediado y dependiente. Encontramos, de nuevo, una expresión que ya se había hecho patente en su primera formulación de la transferencia y que marca in toto sus primeras reflexiones. 121
Freud insiste en esta interrelación tras su estancia con Charcot, así p. ej. en su escrito Neurasthenie und Angstneurose de 1895 comenta, “aquí como allí multitud de excitaciones -...-; en uno como en otro caso una incapacidad psíquica, a consecuencia de la cual se producían procesos somáticos anormales.” La diferencia entre la histeria y la neurosis de miedo hará que Freud distinga la excitación productora de la primera, de carácter psíquico, interno, y la de la segunda, somático, externo. La crítica definitiva a Breuer y Charcot aparecerá en su Zur Äthiologie der Hysterie del año siguiente, “Breuer aceptó de hecho –a diferencia de Charcot-, que un suceso inofensivo puede ser elevado a trauma y desplegar fuerza determinante cuando afecta a la persona en un disposición determinada, en el llamado estado hipnoide. Yo encuentro, no obstante, que la suposición de tales estados hipnoides no aporta nada a la solución de otras dificultades, que a las escenas traumáticas tan frecuentemente les falte la condición determinante,” op. cit., p. 57 Frente a esto Freud desarrollará su teoría de las neurosis de defensa; la represión de una representación dolorosa como motivo de la defensa (Abwehr). La crítica de Freud se vuelve abrasiva al cuestionar la propia objetividad con que Breuer y Charcot se habían acercado al tema y su falta de reconocimiento de la sexualidad en su problematicidad básica, “acerca del tema controvertido mismo sólo quiero reseñar que la distinción del momento sexual en la etiología de la histeria no procede de ninguna opinión mía preconcebida. Los dos investigadores de quien fui alumno cuando comencé mis trabajos sobre la histeria, tanto Charcot como Breuer, estaban lejos de una tal suposición, más bien mostraban una inclinación personal en contra, la cual yo, en principio, también asumí. Sólo una laboriosa y pormenorizada investigación me ha llevado a sostener la opinión que hoy defiendo,” ibid., p. 61. 122 También insistirá en la posibilidad simbólica de resolución de los síntomas, “...así es la palabra el sustituto para el hecho y en ciertas circunstancias el único sustituto (confesión),” Über den psychischen Mechanismus hysterischer Phänomene (1893), Sta., Band VI, p. 22. O “El enfermo lo elimina al convertirlo en palabras,” Studien über Hysterie, op. cit., p. 74. 123 Ibid., p. 78.
La importancia de la memoria en sus investigaciones se hace explícita al señalar que es sólo a través de las huellas mnésicas como podemos obtener una vía de acceso al complejo patógeno, “...ya que los sucesos infantiles con contenido sexual sólo pueden mostrar un efecto psíquico mediante las huellas mnésicas ¿no sería ésto un oportuno complemento a aquél resultado del análisis según el cual los síntomas histéricos siempre resultan del concurso de recuerdos?”124 La diferencia gnoseológica entre el psicoanálisis y el primigenio proyecto científico freudiano se va haciendo visible en su Traumdeutung, obra clave en su discurrir. En su séptimo capítulo, su teoría general psíquica, habrá de desechar la posibilidad de la explicación stricto sensu, el erklären, propio de su faceta como neurólogo, en favor de la elucidación, el aufklären.125 Más que de una labor científico-empírica se trataría de una de tipo hermenéutico, habría que buscar el sentido (Bedeutung), el contenido latente en el sueño. En este texto Freud utiliza el término ‘transferencia’ para ilustar y denotar un proceso psíquico más general: el desplazamiento de un afecto entre dos representaciones diversas, de nuevo mediada por una falsa asociación.126 Así es como se delinea la primera tópica freudiana, que reconocería tres instancias, consciente, preconsciente e inconsciente. La misión del análisis sería recuperar los recuerdos inconscientes que se insinúan en el preconsciente a través de los sueños o los actos fallidos, no regidos por la voluntad del paciente. La conciencia se equipara, de alguna manera, con un órgano capaz de discernir los estímulos 124
Ibid., p. 63. “Nos es imposible aclarar el sueño como proceso psíquico, pues explicar significa retotraer a algo conocido, y hoy en día no existe ningún conocimiento psicológico al cual podamos subordinar como forma de explicación lo que se deja descubrir en el examen psicológico de los sueños,” S. Freud, Traumdeutung, Sta., II, p. 490. 126 “La transferencia estuvo cerca del centro del modelo mental de Freud en 1900, pues era un concepto metapsicológico que formalizaba el modo en que los procesos inconscientes invadían y distorsionaban contenidos psíquicos preconscientes tanto en la conciencia como en la percepción,” G.J. Makari, “In the eye of the beholder...”, op. cit., p. 573. 125
externos –pasiva- y el inconsciente se postula como fuente de estímulos, de pulsiones –activo-. La segunda tópica, que empezaría a construir alrededor de los años veinte, prolongará estas intuiciones. En el sueño la transferencia se refiere a una serie de cuantos de contenido inconsciente que se vuelven hacia residuos diurnos o impresiones preconscientes, haciendo del inconsciente el encargado del sueño –Unternehmer dirá Freud-, utilizando para su elaboración todo tipo de representaciones conscientes no censuradas. Su función será representar los deseos censurados mediante recuerdos aparentemente irrelevantes, presentes en la conciencia, lo cual significa la vinculación de unas representaciones a otras; implica, pues, una asociación. A fortiori, nos encontramos de nuevo con la sombra de la falsa asociación: “...la representación inconsciente, como tal, es incapaz de ingresar en el preconsciente y (que) puede sólo expresar ahí un efecto al ponerse en relación con una representación inofensiva ya perteneciente al preconsciente y transferir a ésta su intensidad, dejándose cubrir por ella.”127 Así la transferencia de representaciones sigue conllevando una identidad en la carga afectiva. La Traumdeutung, pese a significar un hito en el pensamiento freudiano, no se encuentra tan alejada de las especulaciones relativas al hipnotismo y los estados sonámbulos producidos por éste como de hecho pudiese parecer. El propio Bernheim habría señalado la identidad entre el sueño propio de los estados hipnóticos y el normal. Si su estudio sobre la hipnosis hacía vislumbrar que en estados inducidos de sueño era posible recuperar las representaciones causantes de represiones así como las raíces de los síntomas, el sueño, quizás, pudiese desvelar los secretos del suceder mental. Pero para ello se requeriría hallar la clave 127
Ibid., p. 536.
intepretativa, el guión recurrente que sirviese para darles sentido (deuten), para interpretarlos.
Figura 1.7. Freud en su mesa de trabajo (teoría).
Dicha clave interpretativa no es otra que el hecho de que todo sueño vendría a poner en juego un deseo, todo sueño sería la puesta en escena de un deseo cuya representación ha sido modificada para, de esta manera, no crear la excitación nerviosa propia de su realización efectiva, “el sueño utiliza, por lo tanto, el presente de la misma forma y con el mismo derecho que el sueño diurno. El presente es la forma temporal en la que el deseo se representa como realizado.”128 Asistimos, así mismo, a un paralelismo entre la fantasía y la realidad como el que se produce en la situación analítica.129 En la Traumdeutung, el término que Freud acuñaría en los Estudios sobre la histeria lo encontramos con diferentes acepciones. Por un lado, vendrá a 128 129
Ibid., p. 511. “El escenario de los sueños es uno diferente al de la vida despierta de la representación.” Ibid., p. 512.
reemplazar uno de los procesos básicos del trabajo del sueño, la Verschiebung o desplazamiento.130 Por otro, denotará la traslación de un afecto de un objeto a otro131 y, en su sentido propio, según el cual el analista es el objeto de ese afecto trasladado.132 La realidad como representación, dentro de este paradigma fenomenológico, no diferiría de la representación imaginaria propia del sueño. El analista se convertiría en representación a la que se transferirían las cargas propias de las representaciones de otros sujetos representados en la memoria del paciente. “Cuando pido a un paciente dejar salir todo lo que piensa y contarme aquello primero que le venga a la mente, mantengo la suposición de que no puede representarse la finalidad del tratamiento y me encuentro capacitado para concluir que lo aparentemente más inofensivo y arbitrario de lo que me cuenta está relacionado con su estado morboso. Otra representación de la finalidad, de la que el paciente nada sospecha es mi persona. La completa apreciación, así como la prueba de ambas aclaraciones, pertenecen a la descripción de la técnica psicoanalítica como método terapéutico.”133 En la práctica analítica encontramos dos extremos, los recuerdos y la representación actual del analista, que se conectan en la transferencia analítica de forma errónea, formando una falsa asociación. En Fragmento del análisis de una histeria (1905) se produce una inflexión en su teorización sobre la transferencia. Si bien Freud tendría preparado el borrador 130
Cf. p. 307, “...así ha tenido lugar en la elaboración del sueño una transferencia y desplazamiento de las intensidades psíquicas de los elementos particulares...” 131 Cf. p. 208, “...la transferencia de una reacción afectiva ya formada a un nuevo portador......” 132 Cf. p. 210, “la primera parte del contenido de este sueño es una liación (Anknüpfung) con la cura y transferencia hacia mi persona.” 133 Ibid., p. 509. En la Traumdeutung Freud relaciona las asociaciones diurnas (Tagesanknüpfung) con los desplazamientos (Verschiebung) propios de la elaboración del sueño y la asociación falsa (falsche Verknüpfung) con la idea de la transferencia (Übertragung), mostrando cierta intransitividad de los deseos (...durch einen anderen ersetzt...), ibid., p. 209. Verknüpfen es utilizado en el campo semántico de poner en relación, Sta., Ergänzungsband, p. 53.
en 1901 no lo publicaría sino cuatro años después. Aquí reunirá la historia clínica de su paciente con la interpretación de sus sueños intentando, de esta manera, integrar el material obtenido de sus investigaciones previas: los sueños como modo de acceso al material reprimido y la relación terapéutica. Se trata de una obra coetánea a los descubrimientos de la sexualidad infantil que tanta polémica levantarían, precedidos por sus dificultades con la señalada teoría de la seducción. Su interpretación de estas seducciones como simples fantasías infantiles más que como sucesos reales le hará replantearse el papel de la sexualidad en los niños y la fina línea divisoria entre realidad e imaginación, incidiendo en este último registro. “Cuando Freud abandonó (aunque nunca refutó) su hipótesis de seducción, el campo del psicoanálisis dió un giro. La hipótesis de seducción de Freud explicaba cómo un evento real, la seducción de un niño, era el trauma patógeno que conducía a la neurosis adulta. El abandono de la hipótesis de la seducción parece haber conllevado un cambio radical que crecería con el tiempo: del estudio de procesos interactivos (entre el paciente y el seductor), al estudio del mundo intrapsíquico del paciente observado por un analista neutral.”134 Su tratamiento con Dora, una niña con acusados síntomas histéricos, fracasaría, pues ésta dejará la terapia antes que Freud pueda llegar a la resolución de la transferencia.135 Él mismo se reprochará su incapacidad en el uso de la transferencia como medio analítico, como medio de ligar a la paciente a su persona y, de esta forma, posibilitar el análisis. Esta decepción le lleva a ciertas consideraciones teóricas acerca del fenómeno.
134
V.A. Bonac, “Perception or Fantasy?: A New Clinical Theory of Transference”, www.human-nature.com/articles/bonac.html 135 Cf. H. Muslin y M. Gill, “Transference in the Dora Case”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 26, 1975, pp. 311-328.
Habrá de reconocer que es el propio médico el que sirve como medio de la curación, ésta se produce en la resolución de la transferencia, “...los síntomas desaparecen de hecho no durante el trabajo (analítico), sino un tiempo tras éste, cuando las relaciones con el médico se han resuelto. Tanto el aplazamiento de la cura como la mejora se produce realmente sólo mediante la persona del médico.”136 La dicotomía presencia-ausencia señala la tesitura en la que el médico se convierte en objeto de fantasías y deseos asociados a su persona erróneamente, en sustitución de los auténticos objetos hacia quienes dirigir su afecto. Y su análisis continúa al intentar dar una respuesta al carácter y contenido de la transferencia,
¿Qué son las transferencias? Son nuevas ediciones, reproducciones de las excitaciones y fantasías que se deben despertar y hacer conscientes durante el avance del análisis, con un genérico carácter de reemplazo de una persona previa por la persona del médico. Dicho de otra manera: toda una serie de sucesos psíquicos recuperan su viveza no como pasados, sino como relación actual con la persona del médico.137 Se revive, pues. Más que recordarse, se cambia el objeto pero se mantiene el afecto; nos encontramos de nuevo con la misma concepción que recorre toda esta fase. Al igual que en la Traumdeutung se produce una revisión de un deseo, se actualiza, se vuelve presente. Actualización de la representación inconsciente que es reemplazada por otra con una carga afectiva similar. La persona a la que están ligados estos afectos es suplantada por la figura del analista. A renglón seguido distinguirá Freud entre dos tipos de transferencia: “hay transferencias que no se diferencian de su modelo sino en la sustitución. Éstas son, 136 137
para
seguir con
el símil,
simplemente
S. Freud, Bruchstück einer Hysterie-Analyse, op. cit., p. 180. Ibid., p. 180.
reproducciones,
reediciones
(Neudrucke) inalteradas. Otras son más refinadas, poseen una mitigación de su contenido, una sublimación, como digo. Se dan y se vuelven conscientes propiamente al apoyarse en alguna singularidad real hábilmente esperada en la persona o en la relación con el médico. Éstas son, pues, reelaboraciones (Neuarbeitungen), no simplemente reproducciones.”138 Tenemos, de un lado, reproducciones en las que se da una sustitución in toto –desplazamiento- y de otro las reelaboraciones, en las que, al igual que en el sueño, se aunan varias representaciones en una sóla –condensación-. Según Makari,139 esta diferenciación sería paralela a las conceptualizaciones freudianas acerca del surgimiento de las neurosis; las de tipo autoerótico, basadas en una proyección, tenderían a una substitución directa del objeto (Neudrucke), y las de etiología aloerótica, basadas en un prototipo previo y en una identificación parcial con el objeto, tomarían la forma de Neuarbeitungen, poseerían algún punto de apoyo en lo real. En este período, sus Tres Ensayos retoman el tema y tratan las conductas narcisistas y objetuales.140 Así, esta modificación del concepto de transferencia estaría incardinada dentro de sus nuevas ideas acerca de la teoría sexual, ambas teorías se harán a partir de este momento indisociables,141 se producía una sustitución de la neurosis por estas estructuras. Sólo posteriormente se denominará a esta sustitución neurosis de transferencia.
138
Ibid., pp. 180-1. G.J. Makari, “Dora’s hysteria and the maturation of Sigmund Freud’s transference theory”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 43, 1995, pp. 1085-6. 140 En la misma época Karl Abraham publicaría su “The psychosexual Differences between Hysteria and Dementia Precox” y vendría a apoyar la distinción entre la transferencia de las histéricas que sería dirigidas a objetos y la demencia precoz, una alteración de la habilidad cognitiva memorísitica, donde los pacientes habían perdido la capacidad de relacionarse con objetos, todo sucedía en su imaginario, sin relación alguna con lo real. 141 “La teoría revisada de la transferencia de Freud fue integrada en sus teorías de desarrollo psicosexual y patogénesis, de tal forma que la transferencia poseería ahora mayor valor clínico,” G.J. Makari,“Dora’s hysteria and the maturation od Sigmund Freud’s transference theory”, op. cit., p. 1090. 139
Otro tema que empieza a perfilarse desde este momento es el de la actuación, de la representación activa de los recuerdos, de la actuación conforme a las experiencias productoras del síntoma. El psicoanálisis supone una cura en la que se actúa, en la que no sólo se verbaliza el contenido de la represión sino se actúa de acuerdo con los sucesos desencadenantes de ésta: “ella actuaba (agierte) de esta manera una parte fundamental de sus recuerdos y fantasías en vez de reproducirlos en la cura.”142 Observamos ya desde este momento algunas de las características que desarrolla in extenso posteriormente y que aquí no pasan de ser meros apuntes. La transferencia para Freud es, no sólo un fenómeno necesario en la cura, sino el más complejo. Un componente subjetivo se introduce en el método, en la pretendida objetividad del psicoanálisis como simple estructura del pensamiento, “....la histeria no se cura por medio del método, sino del médico cuando consigue crear un tipo de dependencia ciega y una duradera fascinación del enfermo hacia su persona que le haya liberado de sus síntomas mediante sugestión hipnótica; se puede ver la explicación científica de todo ésto en las ‘transferencias’ que el enfermo regularmente lleva a cabo sobre la persona del médico. La cura psicoanalítica no procura la transferencia, sino que descubre ésta al igual que otros aspectos de la vida mental.”143 O, más bien, el método asegura el aspecto transferencial otorgándole visos de objetividad, despejando las dudas que se cernían sobre el magnetismo. No es tanto sobre la persona del médico, sino más bien la figura de éste en la mente del paciente, donde se produce la transferencia. Ésta ocurre abstrayendo la particularidad como tipo del médico en cuestión. Se va progresivamente 142 143
S. Freud, Bruchstück einer Hysterie-Analyse, op. cit., p. 183. Ibid., p. 182.
generalizando la idea de la falsa asociación hasta convertir al médico en una figura, un semblante desencarnado, una representación. En los propios sueños de Dora aparece mediada la figura de Freud, situado en una cadena de regresiones que busca el primer objeto querido: la presencia del analista provoca una regresión, un afecto revivido durante la terapia, que permite descubrir su origen, su destinatario original. De esta manera es como Freud aprehenderá la transferencia en la mente de Dora, a través de su primer sueño.144 Debido al inopinado final de su tratamiento con Dora, Freud empieza a reflexionar acerca del posible carácter defensivo de la transferencia. El paciente impidería la cura con el fin de mantener a su cuidador, a la persona que le procura atención. Todos estos retazos que se señalan aquí serán el arsenal con el que Freud desarrolle posteriormente su polifacética idea de transferencia. Dora marca un antes y un después en las observaciones de Freud, y supone un punto de inflexión en la reflexión acerca de la transferencia. En resumidas cuentas observamos en esta fase inicial un afianzamiento de las intuiciones acerca de la transferencia. Pasamos de un titubeante reconocimiento a su aserción como instrumento fundamental en la práctica terapéutica, pudiendo afirmar que sólo surge como objetivación y racionalización de la misma, como despersonalización de la actividad analítica. Pasamos de la transferencia como obstáculo a su importancia como medio. Podemos, a su vez, notar una falta de definición del fenómeno, una caracterización formal más que de contenido, heredera de todo un modo de pensar acerca de las asociaciones, imbuida aún en 144
Michel Neyraut sitúa una dicotomía en la propia persona de Freud, en su vivencia personal de la transferencia en el caso Dora: el Freud histórico, el narrador objetivo del caso, y el Freud real, tocado personalmente por la contratransferencia. Esta experiencia y su elaboración será la que den lugar a la idea de la sublimación. “La introducción de la sublimación como componente de la transferencia explica en parte el carácter plural de dichas transferencias, en la medida en que es a partir de cada uno de los momentos parciales de la expresión pulsional que se podrá constituir, en favor mismo de su repetición, la posibilidad de una renuncia a su fin sexual primitivo, condicionado siempre, teniendo en cuenta su carácter eminentemenete inconsciente,” M. Neyraut, op.cit., p. 145.
su
proyecto
científico
de
una
‘ciencia
asociacionista’.
Se
trata
de
un
desplazamiento de la carga afectiva dada por cierta falta de diferencia entre lo real y lo imaginario, donde se desplazan ciertas representaciones a la figura del analista en función de cierta identidad de afecto.
1.2. Fase central (1906-1914) Introyección, sentimiento y resistencia La imaginaria línea de demarcación de éste período viene dada por la intención de Freud de llevar a cabo un opus major acerca de la técnica terapéutica. Esta planeada Técnica General del Psicoanálisis se ve finalmente transmutada en una serie de variopintos escritos técnicos, fragmentarios, y de un carácter más práctico que de calado teórico. Otro escrito que trataremos a modo de ejemplo es la publicación de otro caso, el del pequeño Hans. El análisis de Dora supondría un compendio de sus investigaciones en la primera fase de su desarrollo, en ésta segunda prestaremos especial atención al caso de un niño con síntomas fóbicos. Se trata de las notas elaboradas a través del análisis efectuado por el propio padre a su hijo y que vendrían a apuntalar las ideas previas de Freud acerca de la sexualidad infantil y la capacidad distorsionadora de las asociaciones, suponiendo una verificación ajena a la propia práctica de Freud en un tiempo en el que la práctica del psicoanálisis comienza a extenderse. Este hecho requería de un estudio técnico que impusiese una cierta ortodoxia a sus practicantes. Estamos en el momento en que la técnica psicoanalítica se comienza a emancipar de su ideador. Éste intenta mantener una unidad en su cuidado y desarrollo, exigiendo para ello una elaboración pormenorizada de ciertas ideas centrales. Este período marca la recepción de la teoría freudiana y finaliza con el requisito de una ortodoxia de la cual ciertos colegas de Freud empiezan a disentir y éste, decepcionado y herido, los excluye de su doctrina.145 Si bien los encuentros con ciertos allegados comienzan en 1902 en la denominada 'sociedad de los miércoles', ésta no es sino el germen de lo que llegaría a ser la Sociedad Psicoanalítica Vienesa y, al final de este período, la Sociedad Psicoanalítica 145
Los casos de este período son Stekel, Adler y Jung. Cf. P. Gay, op. cit., cap. 5 “Política Psicoanalítica”, que comienza con 'Jung: El Principe de la Corona' y termina con 'Jung: el Enemigo'.
Internacional (IPA). Así los escritos técnicos que se concentran en el final de este período demarcan lo que es psicoanálisis de las concepciones divergentes de otros autores, que si bien habían surgido del psicoanálisis habían sufrido una evolución que las hacía irreconocibles dentro de la ortodoxia freudiana. En 1909, poco después de los primeros trabajos de Freud acerca de la transferencia, Sandor Ferenczi (1873-1933), discípulo suyo, publicaría un artículo, Introyección y Transferencia donde va a entender la transferencia como un desplazamiento común a los neuróticos. La situará como forma de resistencia, tal y como Freud ya empezaba a sospechar. Se trataría aún, no obstante, de un desplazamiento del afecto más que de la representación. La obra de Ferenczi comienza con la definición de transferencia que Freud ofrecía en Fragmento del análisis de una histeria. Según él, la transferencia no debe ser entendida como un mecanismo circunscrito a la situación terapéutica, sino que es un mecanismo general y característico de la neurosis que se presenta bajo diversas manifestaciones. Llega a hablar de la existencia de una ‘pasión por la transferencia’, “la más fundamental peculiaridad de las neurosis.”146 En
este
texto
comenta
también
la
relación
entre
transferencia
y
desplazamiento, que ya Freud elaborase en su Traumdeutung. “La transferencia, sin embargo, es sólo un caso especial de la inclinación del neurótico hacia el desplazamiento; para poder escapar de complejos displacenteros, que por ello se han convertido en inconscientes, se ve forzado a tratar las personas y cosas del mundo exterior con un exagerado interés (amor, odio, manías pasionales, idiosincrasia) sobre la base de las más superficiales ‘pretensiones etiológicas’ y
146
S. Ferenczi, “Introjection and Transference”, A.H. Esman, Essential papers on Transference, Nueva York, 1990, p. 20.
analogías.”147 Observamos cómo el mundo del neurótico se carga de sentimientos ambivalentes, polarizados, frente al afecto estable al que nos referíamos en la primera elaboración. En la práctica, en concreto, se observa una especial predisposición hacia el médico a la hora de la transferencia, mediante el cual el paciente intenta encontrar las figuras de su pasado y las hace presentes. Para Ferenczi la introyección sería una de las manifestaciones de la neurosis frente a otros desórdenes mentales; así el neurótico se apropia, incluye en su ego, el mundo exterior para hacerlo objeto de sus fantasías inconscientes y aliviar los impulsos inconscientes internos, “el neurótico está constantemente buscando objetos con los que se pueda identificar, a quienes pueda transferir sus sentimientos, a quienes pueda incluir en su círculo de interés, esto es, introyectar.”148 La introyección es un rasgo propiamente neurótico, pero recabando el postulado del propio Freud, no es posible, ni deseable, establecer líneas divisorias entre neuróticos y personas sanas, más bien se trata de una diferencia cuantitativa en sus conflictos. Ferenczi traza las líneas maestras de lo que Freud acometerá en esta fase: una división de los tipos de transferencia, positiva y negativa. El psicoanalista húngaro sale en defensa de la transferencia, no sólo como medio curativo esencial, sino como presente en todo tipo de terapia, analítica o no. Lo que consigue el psicoanálsis es su reconocimiento, las otras técnicas la utilizan sin darse cuenta. Se trata de la misma crítica que Mesmer realizase al exorcista Gassner, él utilizaba, 147
Ibid., p. 17. Ibid., p. 21. “Mediante una sutil interpretación de la definición freudiana de la transferencia Ferenczi desplaza el sentido de esta definición. El terapeuta es una realidad definida, sexuada, indicada. Los afectos en exceso e insatisfechos se fijan sobre esta realidad percibida. El trayecto de la transferencia es el de un afecto que, partiendo de una representación, cae en una percepción. Ese perceptum es en sí un tipo de sugestión,” M. Neyraut, op. cit., p. 166. 148
inadvertidamente,
el
magnetismo
en
su
práctica.
“Freud
resume
estas
consideraciones diciendo que podemos tratar a un neurótico de la forma que queramos, él siempre se trata a sí mismo psicoterapéuticamente, es decir, con transferencias.”149 Las transferencias son la manera inconsciente de resolución de los complejos causados por intentos fallidos, por parte del neurótico, de poner fin a la naturaleza conflictiva de diversas representaciones. Ferenczi sostiene que debemos hacer caso a la sabiduría antigua según la cual las enfermedades se curan mediante la ‘simpatía’. El psicoanálisis, vuelto ya una terapia en trámites expansivos, con diversidad de cultivadores como el propio Ferenczi, debería aportar una técnica definitiva para el tratamiento de la neurósis.150 En el mismo año en que Ferenczi publica su artículo, Freud es invitado por la Clarke University a dar unas conferencias en Estados Unidos en lo que sería el comienzo del reconocimiento internacional de su obra. En estas conferencias sintetiza el proceso que le condujo a sus resultados analíticos, así como sus supuestos teóricos principales. En la última de éstas hace una referencia a la transferencia que muestra un giro en su concepción de la misma:
Os he ocultado hasta ahora algo que constituye la más importante confirmación de nuestras hipótesis de las fuerzas instintivas sexuales de las neurosis. Siempre que sometemos a un nervioso al tratamiento psicoanalítico aparece en él un extraño fenómeno llamado transferencia, consistente en que el enfermo dirige hacia el médico una serie de tiernos sentimientos mezclados frecuentemente con otros hostiles, conducta sin fundamento alguno real y que, según todos los detalles de su aparición, tiene que ser derivada de los antiguos deseos imaginativos devenidos inconscientes. Así, pues, el enfermo vive, en su relación con el médico, aquella parte de su vida sentimental que ya no puede hacer volver a su memoria, y por 149
Ibid., p. 25. Así expresará Freud sus anhelos en la época en que empieza reuniones con otros analistas, lo que a la postre daría lugar a la Sociedad Psicoanalítica Internacional: “doy expresión a la esperanza de que la progresiva experiencia de los psicoanalistas lleve pronto a un acuerdo acerca de la cuestión técnica de cómo tratar de la forma más conveniente a los neuróticos,” Ratschläge für den Arzt bei der psychoanalytischen Behandlung, Sta., Ergänzungsband, p. 180. 150
medio de este vivir de nuevo en la ‘transferencia’ es como queda convencido, tanto de la existencia como del poder de tales impulsos sexuales inconscientes.151 Por un lado, se anuda la transferencia a los descubrimientos sexuales apuntados. Por otro, se señala el tema de la regresión y la proyección, y menciona un tema que elaborará más adelante, la ambivalencia de los sentimientos desplegados hacia el analista. Freud requiere de una técnica, un método, para la enseñanza de sus teorías. Primeramente señala la necesidad de un análisis para los practicantes. Se inicia así el debate acerca del análisis profano, de la aceptación, a modo de terapeutas, de personas sin estudios médicos. Se pasa del sueño como forma primera, como vía regia en el desvelamiento del inconsciente, tal y como hiciese Freud através de su autoanálisis, al análisis por parte de otro, al análisis didáctico. La importancia de la profunda comprensión de la transferencia produce la necesidad del análisis y hace a Freud comentar que un autoanálisis, en sentido monológico, es imposible, pese a ser ésta la forma primera en que elaboró su teoría. A lo largo de su desarrollo la presencia del otro se ha convertido, definitivamente, en condición imprescindible de la técnica analítica; el segundo postulado mesmérico sigue en pie. El tercero también goza de buena salud, la praxis152analítica supondría una ‘técnica afectiva’ en la que debe darse lugar a la confianza, pero en la que el propio analista sea opaco al paciente, de tal forma que no quede atrapado en la propia transferencia y en los sentimientos que ésta acarrea. El analista debe permanecer 151
S. Freud, Psicoanálisis. Cinco conferencias pronunciadas en la Clarke University, Obras Completas, vol. 2, Madrid, 1996, pp. 1560-61. 152 Así en su primer escrito de esta serie, Die Handhabung der Traumdeutung in der Psychoanalyse (1911), Sta., Ergänzungsband, señala: “La pregunta que hoy pienso tratar no es acerca de la técnica a la hora de interpretar los sueños. No trataremos de cómo interpretarlos y valorar estas interpretaciones, sino sólo qué uso se debe hacer del arte de la interpretación de los sueños en los enfermos en el tratamiento psicoanalítico,” p. 151.
presente en la representación del paciente pero ausente en su implicación personal. El médico vienés lleva a cabo toda una serie de escritos menores,153 miscelánea de consejos, advertencias y precauciones a aquellos que quieran practicar el análisis, siendo el análisis de las resistencias el punto central de su trabajo. En los dos polos en que divergían los seguidores de Mesmer parece que el psicoanálisis había seguido el camino de Puységur al otorgar valor sólo a los sentimientos del paciente. Optar por una técnica lo más alejada posible de la sugestión era la consecuencia lógica de la voluntad de objetividad de Freud. No obstante, no tardará en reconocer los afectos despertados en el otro extremo de la relación. Tras los casos de interrelación, de implicación personal de analistas, habrá de sostener la existencia del fenómeno de la contratransferencia que ponía en pie de igualdad a terapeuta y enfermo, con la salvedad que será aquél el que, al saber de la transferencia, deba acarrear con sus afectos. “Nos hemos dado cuenta de la ‘contratransferencia’ que se introduce en el sentir inconsciente del médico mediante la influencia del paciente, y no estamos lejos de plantear la exigencia de que el médico ha de reconocer esta ‘contratransferencia’ y superarla.”154 La existencia de una oposición creciente a sus ideas proviniente de círculos científicos, académicos e intelectuales, favorecerá una exposición aséptica y 153
“Freud publicó una serie de escritos cortos en 1912, pero había dos temas dominantes en su pensamiento de ese año: la exposición de su técnica y la psicología de la religión. Puedo percibir una conexión entre estos temas aparentemente diferentes. Ambos tenían que ver con la disensión creciente de la escuela suiza. Freud creía que mucho de ésto venía, al igual que con Adler y Stekel, del conocimiento imperfecto de la técnica psicoanalítica, y que era, por lo tanto, necesario que ésta fuese expuesta de forma más clara que nunca...”, E. Jones, op. cit., p. 286. 154 S. Freud, Die zukünftigen Chancen der psychoanalytischen Therapie, Sta., Ergänzugsband, p. 126. Aquí Freud ya estará en medio de su labor de extensión “La sociedad no se apresurará en otorgarnos autoridad. Ésta se debe encontrar en oposición a nosotros, pues nos comportamos de forma crítica con ella; le mostramos que ella misma es responsable en una gran medida de la creación de neurosis...al destrozar ilusiones se nos culpa de poner los ideales en peligro,” ibid., p. 129. A partir de aquí surgirá toda una producción literaria por parte de Freud que se centrará en la cultura, la religión y la sociedad y sus aspectos patógenos.
técnica que le pusiese a salvo de las críticas de farsante o iluso y preservase la práctica del psicoanálisis. En esta serie de escritos Freud hace una recopilación de sus experiencias personales,155 marca una serie de líneas de actuación que permitan una práctica lo más profiláctica posible. Entre esta variedad de consejos apunta el deber de evitar que un conocido entre en terapia, ya que en ese caso el efecto de la transferencia no se haría sentir tanto como con un completo desconocido, el paciente no podría ver la evolución de la relación que se va produciendo. La transferencia ha de tomar por sorpresa al paciente, mostrando incluso su carácter sexual, y ser puesta posteriormente en relación con los recuerdos del paciente. Apunta también dos temas básicos en la relación analítica: el tiempo, pregunta que reaparecerá en sus escritos tardíos, señalando la necesidad de espacios temporales largos, pero no especificables a priori, sino dependientes del propio desarrollo del tratamiento; y la mediación que supone la minuta del médico, el dinero, que no debe estar ausente en la relación paciente-médico. Freud acentúa este aspecto en aras de la propia economía del practicante, pues él mismo conoció bien de cerca los angustiosos problema financieros e intenta prevenir de sus efectos. Pero no falta aquí el sentido de intermediario físico entre paciente y médico ‘à la fluide’. Es sabido que Freud analizaría a pacientes sin recursos a los cuales prestaría dinero para el análisis. Se trata pues de una función simbólica más allá de la propiamente económica la que desempeña la minuta en la relación analítica.
155
Es así que el propio Freud reconocerá “...debo decir claramente que esta técnica se ha dado como la única apta para mi individualidad; no pongo en dudo que una personalidad médica constituida de diferente forma se vea impelida a otra postura frente a los enfermos y preferir ésta en la solución de nuestra práctica,” Ratschläge für den Arzt bei der psychoanalytischen Behandlung, op. cit., p. 171. No obstante los cismas dentro del psicoanálisis no serían recibidos con tanta ecuanimidad.
Así mismo, se pregunta cuándo se debe empezar a confiar los resultados de la observación al paciente y entiende que ello es factible cuando se haya desarrollado eficazmente la transferencia, de tal forma que no se produzca una resistencia por parte del paciente al enfrentarse al posible conflicto interno. “La primera meta del tratamiento sigue siendo ligar (al paciente) a la cura y a la persona del médico. No se requiere para ello de otra cosa que darle tiempo. Cuando se le muestra auténtico interés, se allanan diligentemente las resistencia emergentes, y se evitan ciertas equivocaciones, el paciente elabora un vínculo de esa clase por sí mismo y coloca al médico bajo una de las imágenes de las personas de las que estaba acostumbrada a recibir cariño.”156 La categorización sucede a través de los sentimientos que se reproducen en la cura, la relación transferencial ha de permitir poner en juego los sentimientos desviados del paciente, pero ya no surge la idea de falsa asociación genérica, sino que ésta se delimita y se adscribe a un cierto tipo de persona concreta. Finalmente la transferencia posibilita la superación de las resistencias, permite ganarse esa tendencia del paciente que desea auténticamente ser curado. El fundamento del método no será ya tanto la búsqueda de las asociaciones sintomáticas, cuanto el análisis de las resistencias: “el tratamiento merece (este) último nombre sólo cuando la transferencia ha utilizado su intensidad en la superación de las resistencias. Solamente entonces se vuelve el estado de convalecencia imposible, incluso cuando la transferencia se vuelva a disolver, como requiere su carácter.”157
156
S. Freud, Zur Einleitung der Behandlung. Weitere Ratschläge zur Technik der Psychoanalyse I, Sta., Ergänzungsband, p. 199. 157 Ibid., p. 203.
Su escrito principal de esta fase será Zur Dynamik der Übertragung (1912), el más técnico, publicado con ocasion de otro artículo sobre el tema, contiene unas simples observaciones técnicas que se perfilan, no obstante, como las más profundas de este período. Hay que recalcar la idea de dinámica que suscita el texto, la asunción de la contratransferencia como elemento principal, y la preeminencia de cierto campo relacional frente al simple mecanismo mental del paciente, el subjetivismo anodino de la asociación. Siguiendo con su explicación, de acuerdo con su teoría acerca de la asociación de porciones de energía, Freud señala que es normal que parte de la energía libidinal sin objeto se asocie a la figura del médico siguiendo un cliché mental; concretamente, “responde a las auténticas relaciones con el médico cuando el imago paterno (según la feliz expresión de Jung) es el decisivo en esta situación.”158 Se ordena (Einreihung) al médico bajo la figura paterna. Freud se centra en la proyección que se produce de una figura determinada, una proyección que se fundamenta en el mecanismo introyectivo ya señalado y que produce un peculiar desplazamiento de la líbido: “una condición previa regular y no trivial de toda enfermedad psiconeurótica es el procedimiento que Jung ha denominado introversión de la líbido.”159 Esta introversión indica un desplazamiento de la líbido que se utiliza hacia objetos reales en favor de la imaginación, posibilitando así la recurrencia de imágenes infantiles conscientes, haciéndolas accesibles desde la realidad desde donde opera el análisis. Se trata de una recuperación activa y proyectiva. “Donde el avance analítico tropieza con la ocultación de líbido apartada debe comenzar una batalla; todas las fuerzas que han producido la regresión de la líbido se levantarán como ‘resistencias’ contra el trabajo para conservar este nuevo 158 159
S. Freud, Zur Dynamik der Übertragung, Sta., Ergänzungsband, p. 160. Ibid., p. 161.
estado.”160 La introyección, al producir el sentimiento que une al analista y al paciente, permite la superación de las tenaces resistencias que insisten en mantener el status quo libidinal y los síntomas asociados. La problematicidad en esta fase del concepto de transferencia vendrá dada por su carácter necesario en la cura y, como ya notaría en el caso Dora, por su simultánea capacidad de generar resistencias.161 La transferencia es reconocida fuera del ámbito psicoanalítico como simple rapport, pero en psicoanálisis conlleva esa doble componente que la convierte en generadora de resistencias. Sólo aparentemente tienen lugar dichas resistencias exclusivamente en el psicoanálisis. Freud muestra cómo éstas ocurren también en otro tipo de terapias; la diferencia reside en que estas técnicas terapéuticas no las muestran de forma tan evidente. Así en las instituciones mentales no son tan patentes como en la forma personal que adopta el análisis. Son, en definitiva, una muestra de la ambivalencia propia de las relaciones, de los sentimientos que tenemos hacia personas significativas, los cuales son proyectados sobre la figura del analista.
160
Ibid., p. 162. Y comenta posteriormente, “siempre que nos acercamos a un complejo patógeno se desplaza la parte del complejo capaz de transferencia al consciente y es defendido ahí con la mayor persistencia,” ibid., p. 163. 161 Así advierte, “parece ser, a primera vista, una enorme desventaja metódica del psicoanálisis el que la transferencia, la más importante instrumento para su éxito, se convierta en el medio más poderoso de resistencia,” ibid., p. 161.
Figura 1.8. Freud y su madre (1926).
Freud analiza la situación en la que se efectúa el análisis y concluye que “es innegable que el dominio de los fenómenos transferenciales presenta al psicoanalista las más graves dificultades, pero no se puede olvidar que éstos precisamente nos hacen un servicio incalculable al volver actuales y manifiestas las excitaciones amorosas (Liebesregungen) de los enfermos, pues, finalmente nadie puede ser eliminado in absentia o in effigie.”162 Es necesario recuperar, revivir, a través del mecanismo introyectivo, la figura que produjo el conflicto interiorizado y, a la postre, el desplazamiento libidinal y el síntoma. La transferencia como revisión de situaciones preexistentes produce, al igual que éstas, reacciones de dos tipos en el paciente, siguiendo la ambivalencia neurótica esencial: 162
Ibid., p. 167-168.
Nos damos cuenta finalmente que la utilización de la transferencia por parte de la resistencia no se puede comprender en tanto pensemos sencillamente en la ‘transferencia’. Debemos diferenciar una transferencia ‘positiva’ de una ‘negativa’, la transferencia de sentimientos tiernos de los hostiles y tratar ambos tipos de transferencia en relación al médico de forma diversa. La transferencia positiva se divide a su vez en sentimientos tiernos o simpáticos capaces de volverse conscientes, y aquéllos en su continuación en el inconsciente.163 Freud sostiene que todos los sentimientos tiernos, simpáticos, de confianza, poseen un origen sexual, habiéndose desprendido de su objeto sexual último.164 El carácter sexual hay que entenderlo, no desde su perspectiva genital únicamente, como dejaría claro en sus Tres ensayos sobre la teoría sexual (1905), sino desde un cómputo más amplio de la sexualidad como forma de obtención de placer, relativa a cierta base pulsional e incardinada en el mundo externo. Si el caso Dora llevaría a cabo un compendio de las teorías desarrolladas por Freud, este período obtendrá su reseña práctica particular en el análisis del pequeño Hans. Efectivamente, su Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1913) será, de nuevo, la piedra de toque de sus investigaciones acerca de la sexualidad infantil, la interpretación de los síntomas y la evolución de sus ideas acerca de la transferencia que se va fraguando desde sus conferencias de 1909. En este caso la labor analítica no la lleva a cabo el propio Freud. Éste sabrá del mismo a través de los informes que elabora el padre de Hans. En tal situación, la figura de padre y analista se reúnen en una misma persona y no en la mente del 163
Ibid., p. 165. “Originalmente habíamos conocido sólo objetos sexuales; el psicoanálisis nos muestra cómo tanto las personas sin importancia como aquéllas que veneramos en nuestra realidad pueden ser aún objetos sexuales en nuestro inconsciente,” ibid., p. 165. 164
paciente. Freud advierte que ésta es la única posibilidad en dicha coyuntura, pues “sólo la unión de la autoridad paterna con la médica en una persona, el encuentro del interés tierno con el científico en la misma, han posibilitado en este caso hacer un uso del método que de otra forma sería inadecuado.”165 Se reivindica la necesidad del otro como medio de curación.166 La ambivalencia esencial de los sentimientos se encuentra aquí también presente, “un niño (es) naturalmente en alto grado sugestionable, quizás más que por nadie, por su padre. Él aceptaría todo por amor a su padre como agradecimiento por su preocupación por él.”167 Relacionado con dicha ambivalencia se presenta uno de los descubrimiento de esta fase del pensamiento de Freud, la idea de un conflicto original en todo tipo de neurosis, el Edipo. En su relación con Jung, previa a sus desacuerdos definitivos, Freud empienza a bosquejar la idea de una causa genérica de los estados neuróticos.168 El pequeño Hans se ve afectado por una agorafobia. Ésta resulta explicada por el miedo a la castración que se produce con motivo de la reprobación de prácticas autoeróticas, el descubrimiento de la sexualidad y la aparejada diferencia entre lo femenino y lo masculino, y la cercanía fisiológica de los genitales y el aparato excretor. Así “la finalidad y el contenido de la fobia es una amplia limitación de la libertad de movimiento, se trata, pues, de una poderosa reacción contra los oscuros impulsos motrices que se dirigen en especial hacia la madre.”169
165
S. Freud, Analyse der Phobie eines fünfjahrigen Knaben, Sta., VIII, p. 13. “...para la superación de una tal (neurosis) se necesita del otro, y en tanto el otro pueda ayudar es la neurosis curable,” ibid., p. 91. 167 Ibid., p. 89. 168 “El complejo de Edipo introdujo una cierta transparencia entre síntoma y causa, viéndose ahora los síntomas como una modalidad entre otras de una causa ya conocida...” J. Forrester, op. cit., p. 95. Este descubrimiento se relaciona, según Forrester, con los intentos que lleva a cabo Freud de una teoría general del símbolo, dándole un recorrido más fácilmente transitable a las historias de los pacientes, acotada por ciertos eventos comunes. 169 Ibid., p. 116. 166
El complejo de Edipo, como muestra este caso, es el prototipo de ambivalencia en el sentimiento. En la transferencia con el padre interfiere una transferencia negativa al tratar el niño de acaparar el afecto de la madre, por otro lado, el aspecto positivo de la transferencia tiene su origen en su figura de cuidador y fuente de afecto. El miedo al contenido explícito de sus fantasías de ocupar el lugar del padre, su temor a ser castrado en el intento, produce la formación de resistencias al análisis, pues sus intenciones no pueden ser
abiertamente
expresadas, suponen un conflicto entre un deseo y un castigo fantaseado. Freud prueba no sólo sus teorías acerca de la presencia de impulsos sexuales en la niñez, sino que se sirve del caso para situar el origen de las neurosis en esta temprana edad y relacionarla con ciertos impulsos sexuales y su represión. La serie de casos que Freud publicaría muestra el talante del psicoanalísis, no tanto como teoría abstracta, sino como práctica con un objetivo bien definido. “Un psicoanálisis no es siquiera una investigación científica imparcial, sino una intervención terapéutica; no quiere demostrar nada en sí, sino cambiar algo.”170 Los intereses científicos de Freud han ido basculando desde una posición postivista objetivadora hasta una reflexión acerca del análisis como praxis, como intervención. La teoría sirve para acumular el conocimiento proveniente de la experiencia y, quizás, como hemos apuntado, como medio de dar un respaldo y una mediación adecuada a la delicada idea de relación. Resumiendo, en esta segunda fase se observa un análisis más complejo de los aspectos transferenciales. Se produce un refinamiento teórico de las nociones técnicas que se efectúa simultáneamente a una generalización y expansión del psicoanálisis, de su conversión de simple práctica personal en técnica practicada 170
Ibid., p. 91.
por otros. Se descubre el efecto de la transferencia en el propio médico, la contratransferencia, ampliándose el porte del fenómeno subjetivo. A su vez, se divide la transferencia del paciente en diversos tipos con diferentes efectos en el desarrollo de la terapia. El mecanismo de la introyección dará cuenta de la especial tendencia del neurótico a la transferencia que estará cargada, al igual que su mundo en general, de sentimientos encontrados, ambivalentes. Finalmente, la resistencia se entenderá, no sólo como el obstáculo a salvar por la transferencia, sino su propio efecto en virtud de esta ambivalencia constitutiva del sentimiento y la relación. El análisis, cuya misión principal parecía ser la desaparición de las resistencias, puede llegar a ser la causa de su aparición.
1.3. Fase tardía (1915-1939) Repetición, amor y acting-out Dentro de la propia serie de escritos técnicos que Freud publica entre 1911 y 1914 podemos demarcar el desarrollo de la última fase de su pensamiento en lo que atañe a la transferencia. Así en su quinto y sexto trabajo de esta colección, Recordar, repetir y elaborar y Notas sobre el amor de transferencia, ambos de 1914, aunque éste último publicado en 1915, su trabajo toma una dirección diferente. Durante este período se centrará menos en las resistencias tratadas por separado y dirigirá sus reflexiones hacia la existencia de un mecanismo más general,
la
compulsión
de
repetición
(Wiederholungzwang).
Igualmente
observamos cómo en la propia terapia se producían estas resistencias, Freud también generalizará sus intuiciones, apuntando la existencia de una neurosis específica, propia a la terapia, una alteración que se produce en el paciente debido al análisis, la neurosis de transferencia (Übertragungsneurose). Consigue dar, de este modo, un carácter menos casuístico a su teoría, acudiendo a formulaciones más abstractas y teóricas, en pos de un sistema más deductivo. La compulsión de repetición da una solución en clave teórica a la reproducción de patrones y conductas, pese a lo cual Freud sostendrá la pertinencia del método descrito, “el médico saca a la luz las resistencias desconocidas del enfermo; tan pronto éstas son vencidas el enfermo cuenta sin esfuerzo las situaciones y contextos olvidados. La meta de esta técnica ha quedado naturalmente inalterada, dinámica: la superación de las resistencias reprimidas.”171 Parece no producirse ningún corte radical con sus ideas previas, preservándose el lugar privilegiado que poseía la
171
S. Freud, Erinnern, Wiederholen und Durcharbeiten, Sta., Ergänzungsband, p. 207.
resistencia, no obstante con ésta de telón de fondo, se embarcará en una reelaboración de ciertos aspectos teóricos. Otro problema que preocupará a Freud en esta fase es la relación entre el olvido y el acting out ¿hasta qué punto se recuerda, se hace consciente un incidente y hasta qué punto se actúa de conformidad con la experiencia de tal incidente? Es decir, lo que no se recuerda viene a formar parte de lo que se repite, una especie de automatismo que evade la recreación lingüística del recuerdo, “...el analizado no recuerda nada de lo olvidado y reprimido, sino actúa. Lo reproduce, no como recuerdo, sino como hecho, lo repite sin saber, naturalmente, que lo repite.”172 Repetir se convierte en una forma activa de recordar, pero de un recordar asimilado, incorporado al no ser enajenado en discurso y, por ello, no analizable, simplemente observable por el analista, como tal inútil para la superación de las resistencias. La compulsión de repetición da una explicación sistemática de la resistencia al cambio, de la persistencia de las resistencias en general y del mecanismo de defensa que las protege:
Naturalmente nos interesará, en primer lugar, la relación entre esta compulsión de repetición (Wiederholungszwang), la transferencia y la resistencia. Observamos pronto que la transferencia no es sino un trozo de repetición y que la repetición es la transferencia del pasado olvidado, no sólo hacia el médico, sino en todos los otros campos de la situación presente. Debemos estar preparados para que el analizado no sólo dé lugar a su compulsión de repetir que sustituye al impulso a recordar en su relación con el médico, sino también en todas las actividades y relaciones simultáneas de su vida... 173
172
Ibid., pp. 209-210. Posteriormente comenta, “por ejemplo: el analizado no cuenta el hecho de acordarse que era terco e incrédulo frente a la autoridad de sus padres, sino se comporta de esa forma frente al médico,” ibid. 173 Ibid., pp. 210-211.
A renglón seguido señala la proporcionalidad directa entre resistencia y acting out (agieren), mientras más importantes son las resistencias mayor la tendencia al acting out. La resistencia como ocurrencia concreta se intenta relacionar con un mecanismo más genérico, un mecanismo que explica la inercia psíquica, la tendencia a repetir y, por ello mismo, da razón de la fundamental estabilidad de las resistencias. Sólo el grado de vinculación propio de la transferencia, y en especial de una transferencia positiva, permite la superación de las resistencias y de su mecanismo subyacente, la compulsión de repetición. “Cuando la unión (entre analista y paciente) se haya vuelto útil a través de la transferencia, impedirá la repetición en el tratamiento de todas las acciones significativas del enfermo y servirá al propósito in statu nascendi de utilizar éstas como material para el trabajo terapéutico.”174 Mediante la transferencia se puede vencer la compulsión de repetición y dar lugar al recuerdo, deshaciendo el muro defensivo de las resistencias, resquebrajándolo a través de la articulación de lo inconsciente, de lo pulsional, en contacto con la realidad, con la figura del analista. “La parte más decisiva del análisis se lleva a cabo al crear, en relación al médico, en la ‘transferencia’, reediciones (Neuauflagen) de conflictos antiguos en los que el enfermo se debe comportar como en su momento lo hizo, mientras se le insta a una decisión ofreciéndosele todas las fuerzas psíquicas disponibles. La transferencia es, por lo tanto, el campo de batalla en el que se deben de encontrar las fuerzas que luchan entre ellas.”175 El resultado final habrá de ser la sustitución de la neurosis por la neurosis de transferencia, un concepto que Freud también desarrolla aquí. Una primera explicitación de ésta la podemos encontrar en una carta de finales de 1914 enviada 174 175
Ibid., p. 213. S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, Sta., I, p. 436.
a Ferenczi donde comenta como “todas las catexias de objetos forman el inconsciente. El sistema Bw (consciente) significa la conexión de estas ideas inconscientes con los conceptos de las palabras: es ésto lo que ofrece la posibilidad de que algo se vuelva consciente. La represión en la neurosis de transferencia consiste en la retirada de la líbido del sistema Bw, lo que quiere decir la separación de las ideas de los objetos y las palabras.”176 Va tomando cuerpo la idea del acting out, mecanismo por el que las ideas, al no volverse conscientes en el análisis, quedan atrapadas en el inconsciente. Esta desvinculación entre ideas y palabras hace que el paciente no pueda sino repetir las relaciones afectivas aprendidas que permanecen inadvertidas, innombradas. De este modo la terapia se convierte en lugar de re-presentación. La comunicación de las resistencias por parte del médico, pese a no producir su disolución automática, hace accesible esa “...parte de su ser...” que se encontraba oculto en su cotidianeidad, y permite el trabajo de elaboración (durcharbeiten) y así su vencimiento. Esta elaboración supone la comprensión por parte del propio paciente de sus resistencias y su superación de la repetición. En su Bemerkungen über die Übertragungsliebe (1915), el escrito técnico de esta serie que más satisfizo a Freud, tratará un tema no ajeno a los inicios de las prácticas mesméricas y que tan de cerca tocó a compañeros suyos como Breuer o Jung: el tipo de relación personal que se forma entre analista y paciente por medio de la propia transferencia. Freud sitúa la reacción romántica observada en el paciente hacia el médico como el medio del que se aprovecha la resistencia para evitar la cura. Al respecto comenta: “ya he dejado entrever que la técnica analítica le obliga al médico a rehusar la satisfacción de la demanda de la paciente 176
E. Jones, op. cit., p. 340.
necesitada de afecto. La cura ha de ser llevada a cabo en abstinencia...”177 La llamada a la abstinencia se refiere a la ausencia de una implicación personal del analista. El analista no debe de procurar al paciente el afecto personal que éste reclama, pues no se trata sino de una estratagema de la neurosis para evitar la emergencia de material, un modo de defensa finalmente. Desde sus comienzos el analista vienés había experimentado el tipo de afectos que se producían en el marco psicoanalítico, lo que le lleva a sostener su Abstinenzregel. Primero habrá que entender que la reacción producida en la paciente
es
intrínseca
a
la
propia
situación
analítica,
manteniendo
la
impersonalidad de este comportamiento. Por otro lado critica a aquéllos que preparan al paciente para la transferencia, como medio de defensa del surgimiento de las afecciones aparejadas al fenómeno. Según Freud, la propia relación amorosa no aportaría nada a la resolución de la neurosis pues el paciente simplemente repetiría las propias características de su neurosis, tal y como comenta en Recordar, repetir y elaborar (1914). Sólo habría acting out y no se produciría ningún trabajo con las resistencias, la implicación amorosa del analista sólo provocaría un afianzamiento de las resistencias y, a la postre, una transferencia negativa hacia el médico. En cambio, la paciente que no experimentase ese tipo de reacciones hacia el terapeuta estaría menos expuesta al acting out y podría relatar más abiertamente sus fantasías y recuerdos sin temor al rechazo, sin ningún tipo de reparo hacia aquél a quien las dirige. Freud ofrece dos argumentos que apuntalan el carácter de resistencia de este enamoramiento: primeramente señala que si se tratase de auténtico amor, la 177
S. Freud, Bemerkugnen über die Übertragungsliebe, Sta., Ergänzungsband, p. 224. En escritos de esta misma época tratará también el tema de la expansión de la técnica, la necesidad de homogeneización, y de practicantes que diesen visos de cientificidad a la terapia. Así en la conferencia pronunciada en el V Congreso Internacional Psicoanalítico comenta: “La cura analítica debe ser llevada a cabo en privación –abstinencia-, tanto como sea posible,” Wege der psychoanalytischen Therapie, Sta., Ergänzungsband, p. 244.
paciente optaría por seguir adelante con la cura por deseo de su amado. En segundo lugar comenta cómo no nos referimos a una reacción nueva, ocasionada por un auténtico encuentro, se trata, más bien, de una repetición de una situación infantil. El problema es que si, como había señalado, en la vida propia del paciente se producía esa compulsión de repetición, no habría distinción alguna con la propia relación terapéutica. En ambas la paciente actúa a menos que la relación amorosa auténtica posea un carácter especial, ajeno a repetición de tipo alguno. Freud duda acerca de si en la situación analítica lo que se da es auténtico enamoramiento: “el amor de transferencia tiene, quizás, un grado de libertad inferior al llamado normal, que acontece en la vida, y en él se deja reconocer claramente la dependencia del modelo infantil, se muestra menos dúctil y modificable pero esto es todo y siquiera lo fudamental.”178 Lo principal, habrá de admitir, es el propio carácter de darse, de surgir, en la práctica médica, en la situación analítica. Así parece que finalmente no hay diferencia cualitativa, sino una de tipo contextual, que debe atemperarse con el profesionalismo del terapeuta, “...ceder, ha de quedar excluido. No importa cuánto valore este afecto, debe poner por delante la posibilidad que tiene de hacer superar a su paciente una etapa decisiva en su vida.”179 La sombra del informe secreto sobre el magnetismo pende sobre cualquier disciplina que pretenda hacer de la relación el ámbito de su actuación. Si la sustitución es el mecanismo básico en la formación de síntomas, el enfermo busca una satisfacción sustitutoria en la figura propia del médico que le es dada en la terapia. Ésta resulta ser una satisfacción más inmediata que el arduo 178 179
Ibid., pp. 227-8. Ibid., p. 229.
trabajo de las resistencias, que la labor analítica en sí, ”el enfermo debe, en lo que a su relación con el médico concierne, mantener abundantes deseos insatisfechos. Es necesario negarle la satisfacción que más intensamente desea y que más urgentemente manifiesta.”180 La misión analítica queda reformulada como obtención de un saber actualizado que evite el automatismo, la inercia propia de lo experimentado basada en la repetición de un estereotipo amoroso, “después de haber conseguido imponer el suceso reprimido de naturaleza real o psíquica frente a todas las resistencias, después de rehabilitarlo de alguna manera, dice el paciente: ‘Ahora tengo la sensación de haberlo sabido siempre.’ Con ello la tarea analítica queda resuelta.”181 En Psicología de masas y análisis del yo (1921) tocará de nuevo el tema del amor y su relación entre identificación (ser) y relación objetual (tener). Frente a los principios de placer y realidad, Freud acuñaría otro independiente, el de compulsión de repetición. Este principio rector de la actividad mental tendría como finalidad la utilización de la experiencia adquirida en los encuentros con situaciones nuevas, se consigue simplificar la experiencia mediante el recurso a modelos previos. Previamente, en las Lecciones de Introducción al psicoanálisis (1917), serie de lecciones magistrales ofrecidas por Freud como docente universitario, comenta la necesaria ausencia de un carácter pedagógico en la terapia, su incapacidad de indicar modelos, su amoralidad, su simple valor funcional con respecto al paciente y a su vida. Mediante la terapia “el neurótico curado se ha convertido auténticamente en un nuevo hombre, en principio sigue siendo, naturalmente, el
180
S. Freud, Wege der psychoanalytischen Therapie, Sta., Ergänzungsband, p. 246. S. Freud, Über fausse reconnaissance (‘déjà raconté’) während der psychoanalytischen Arbeit, Sta., Ergänzungsband, p. 238. 181
mismo, esto es, se ha vuelto como podría haber sido en las mejores y más propicias circunstancias.”182 No se sigue ningún modelo rector de bondad o sanidad, se impide la constitución del analista, desde su lugar privilegiado, en modelo o ejemplo. La terapia ha de restablecer al hombre en su deseo, en esa identificación en la que se interponen sus resistencias. En esta obra que compendia sus descubrimientos repite la idea de la transferencia de sentimientos románticos y su relación con la defensa. “Nos referimos a una transferencia de sentimientos a la persona del médico, porque no creemos que la situación de la cura pueda justificar la creación de tales sentimientos. Más allá sospechamos que su disposición afectiva tiene su raíz en otro lugar, que estaba preparada en el enfermo y con ocasión del tratamiento analítico se transfiere a la persona del médico.”183 Se ponen de relieve nuevamente el carácter regresivo de los sentimientos y su producción en la terapia bajo la forma de actuación, de re-presentación, de acting out. La transferencia, le sirve a Freud para demostrar otros aspectos teóricos de su técnica. En concreto, de nuevo incidirá sobre el significado sexual de los síntomas, “...nuestro convencimiento acerca del significado de los síntomas como satisfacción sustitutoria libidinal se ve definitivamente fortalecido por la incorporación de la transferencia.”184 El largo camino del psicoanálisis parece conducirnos a los mismos interrogantes que se planteaban sus precursores. Lo que Freud cree haber logrado es una explicación del fenómeno, una elucidación de los mecanismos en los que se 182
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, op. cit., p. 419. Ibid., p. 425. “...superamos la transferencia al mostrar al enfermo que sus sentimientos no proceden de la situación actual y no son válidos en la persona del médico, sino que repiten lo que ya le había acontecido. De tal manera le hacemos transformar su repetición en recuerdo. Entonces parece convertirse la transferencia, cariñosa u hostil, en cualquier caso la mayor amenaza para la cura, en la mejor herramienta de la misma, con cuya ayuda se dejan abrir las puertas más reservadas de la vida psíquica,” ibid., p. 427. 184 Ibid., p. 428. 183
encuentra envuelto, de tal manera que todo su sistema parece reducible a una reapropiación del concepto de sugestión y su reelaboración en la categoría de transferencia, “Bernheim ha justificado la enseñanza de los fenómenos hipnóticos con inequívoca agudeza en base a su decir según el cual todos los hombres, de alguna manera, son sugeribles, ‘sugestionables’. Su sugestibilidad no es, en pocas palabras, otra cosa que la tendencia hacia la transferencia, de tal forma que la transferencia negativa no encontraba lugar en su formulación. Pero Bernheim no podía decir lo que era la sugestíon propiamente y cómo se produce. Era para él una asunción básica, de cuya procedencia no podía dar prueba alguna. No había reconocido la dependencia de la ‘sugestibilité’ de la sexualidad, de la acción de la líbido. Y debemos atender al hecho de que nuestra técnica se ha desecho de la hipnosis, para descubrir de nuevo la sugestión, bajo la apariencia de la transferencia.”185 Es por ello que las elucubraciones finales de Freud han de estar envueltas en cierto escepticismo, el escepticismo propio del que sabe no haber dado una solución definitiva al problema, sino que se encuentra con los fantasmas de los que había creído librarse, “...al llamar indistintamente a la fuerza impulsora de nuestro análisis transferencia o sugestión se mantiene el peligro de que el influjo sobre el paciente haga dudosa la certeza de nuestros resultados. Lo que favorece la terapia, no trae sino perjuicios a la investigación.”186 La investigación requiere un sustrato empírico que no puede proceder sino de la terapia, no obstante, la propia terapia, al implicar relaciones afectivas, no puede ser objetiva. De ahí que objetividad y empirismo estén, en este caso, necesariamente enfrentados.
185
Ibid., p. 429. “La sugestión directa es la sugestión dirigida contra la expresión del síntoma, lucha entre su autoridad y los motivos de la enfermedad. Así no se preocupa de estos motivos, se exige simplemente del enfermo que sus manifestaciones en forma de síntomas sean reprrimidas,” ibid., p. 431 186 Ibid., p. 414.
He aquí una de las características centrales de la transferencia en psicoanálisis. Por un lado, punto de arranque de la práctica, alrededor de la cual se elabora toda una teoría que pretende superar a ésta en cuanto soporte deductivo y, a su vez, piedra de toque de cualquier descubrimiento, en tanto que afecta a la objetividad del campo analítico, el campo interrelacional. De nuevo una obra de dos de sus colaboradores, Sandor Ferenczi y Otto Rank, El desarrollo del psicoanálisis (1923), indicaría la posibilidad de hacer uso de la teoría del acting out en la práctica analítica y entendería ésta, no como una forma inútil o residual en el tratamiento, sino como medio mismo de la cura. A partir de aquí se evoca la cuestión, que recorrerá toda la historia posterior del psicoanálisis, de las ‘terapias actuales’ o cortas. El tratamiento basado en el aquí y ahora que soslaya, no obstante, uno de los principios básicos del psicoanálisis primigenio, la etiología infantil y la resolución del síntoma en su recuperación, el análisis genético. Otro de los debates más agudos de este período sería el relativo al análisis profano. Si bien Freud y buena parte de sus colaboradores eran médicos de profesión, éste no veía necesaria la posesión de título médico alguno para el ejercicio del análisis. Lo único que debía ser dejado en manos médicas era la decisión de si se trataba de un caso apto para tratamiento psicoanalítico o no, si efectivamente nos encontrábamos ante un desorden psicológico o una auténtica afección orgánica. La intención de Freud era la emancipación del psicoanálisis de la medicina, convertirla en un área propia de conocimiento. Se instauraba entre los aspirantes a analistas la obligación de llevar a cabo un análisis didáctico, pero pronto se produce el disenso dentro de la Sociedad Psicoanalítica Internacional (IPA). En especial los analistas americanos, en una
situación social y económica más precaria que sus homólogos continentales, y por ende más corporativistas, sostendrían el requisito de la facultación médica.
Figura 1.9. Freud en su 'laboratorio' (práctica).
En sus últimos años, antes de que el cáncer terminase con su vida, Freud escribiría uno de los escritos técnicos más profundos, Análisis terminable o interminable (1937), en el que cuestiona el término del tratamiento, incluso después de haber alcanzado la resolución de los síntomas mediante el fin de la transferencia.187 Este escrito se publica a la sazón de los ‘short analysis’. En éstos se producía una renuncia a la profundidad etiológica en favor de la situación actual, hic et nunc. Otros intentaban situar el momento traumático en un suceso concreto y homogéneo como haría Otto Rank al emplazarlo en el nacimiento. Según Freud estas trifulcas relativas al método terapéutico estarían influidas por el tiempo de
187
Parece que ya previamente había visto Freud las dificultades de alcanzar un término en la cura, en una carta de 1900 a Fliess admitiría, “comienzo a entender que la aparente falta de fin en la cura es algo regular y se debe a la transferencia,” cit. en Sta., Ergänzungsband, p 355.
vida americano que se va apropiando de la Europa de entreguerras – la utopía New Deal-. Un estilo de vida al cual estos analistas, frecuentes visitantes y, a menudo, exiliados posteriormente, habrían dado una respuesta en forma de tratamiento. Freud, no obstante, mantendrá que no es posible amoldar la cura analítica a este tipo de exigencias. Sobre los análisis actuales comentará como “el trabajo analítico procede de la mejor forma cuando los sucesos patógenos pertenecen al pasado, de tal forma que el yo pueda ganar distancia frente a éstos.”188 Se refuta el leitmotiv de estas curas que sería la atención sobre el presente. El análisis se entenderá resuelto si el paciente ha superado sus miedos y síntomas y, de otra parte, de acuerdo con el analista, ha hecho consciente un número importante de recuerdos, combatiendo sus resistencias de tal forma que no parezca probable la reaparición de sus síntomas. Como texto inscrito en la fase de su segunda tópica - tras su El yo y el ello (1923), en el cual realizaba una división que atribuía al yo el carácter de mediador entre los principios de realidad y de placer en función de unas pulsiones que no le eran propias, sino que se ubicaban en el ello y una instancia represora, encargada de la censura, el superyo - el análisis tendría como finalidad el reforzamiento del yo a costa de las pulsiones incontroladas provenientes del ello, dirección que posteriormente adoptaría la Ego psychology. “La situación analítica se encarga, como es sabido, de que nos relacionemos con el yo de la persona objeto para ofrecerle las partes incontroladas de su ello y reincoporarlas en la síntesis del yo.”189 Se proponía hacer consciente el ello y corregir el yo. Los tres momentos fundamentales en la práctica analítica, sus intervenciones, habrán de ser el analísis 188 189
S. Freud, Die endliche und unendliche Analyse (1937), Sta., p. 372. Ibid., p. 375.
de la influencia de los sueños, la fuerza constitucional de las pulsiones y la alteración del yo. “La misión terapéutica trata de liberar la líbido de sus momentáneas asociaciones y volver a hacerla accesible. ¿Dónde se encuentra, pues, la líbido del neurótico? Es fácil de encontrar; está asociada a los síntomas que le ofrecen, momentáneamente, la única satisfacción sustitutoria”190 Así al disolverse la relación de transferencia y ser recuperada la líbido, previamente oculta, ésta se vuelve accesible al yo. En esta tercera fase se produce una generalización del método que va aparejada a dos cambios fundamentales en la doctrina freudiana. De un lado su teoría de las pulsiones efectuada en Más allá del principio de placer (1920), que incluye, a parte de las pulsiones de vida, la idea de una pulsión de muerte relacionada con la compulsión de repetición y, de otro lado, una segunda tópica que atribuirá, a partir de El yo y el ello (1923), nuevas localizaciones a las pulsiones, a la censura y a la instancia mediadora con la realidad. Estos desarrollos van más allá de los intereses concretos de este trabajo, pero no por ello dejan de poseer un importante valor. Resumiendo los aspectos transferenciales, podemos ver de qué forma se perfila un mecanismo de repetición como forma básica que da coherencia a la figura de la resistencia. El amor como modelo transferencial, como modelo afectivo presente y, a su vez, como repetición de patrones y figuras previas se presenta como modo de actuación, como acting out, como estratagema defensiva para la obtención de una rápida recompensa libidinal sin alterar la formación de las resistencias, repetir el amor en forma de re-presentación.
190
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, op. cit., p. 436.
Desarrollo del
Mecanismo
concepto de transferencia Básico
Forma de
Medio de
Transmisión
Transmisión
Magnetismo
Fluido
Relación
Sentimiento
I Fase
Desplazamiento
Falsa
Afecto
Asociación
(1890-1905) II Fase
Introyección
Resistencia
(Ambivalencia)
(1906-1914) III Fase
Sentimiento
Repetición
Acting-out191
Amor
(1914-1939)
Esquema 1.2. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en Freud.
En este estudio cronológico del pensamiento sobre la transferencia observamos cómo la evolución del mecanismo básico va perdiendo su apoyo en lo real e internalizándose, del fluido mesmérico en el que los seres humanos se encontraban formando parte y que se transmitía en la relación –postulado que sólo con la entrada del positivismo se diluye en la sugestión y la hipnosis-, se pasa a un desplazamiento que ocurre por falsa asociación. Freud titubea acerca del carácter real o intrapsíquico de la representación. Posteriormente afianza su postura intrapsíquica en la que el médico pierde el papel crucial, activo, propio de la 191
El concepto de acting-out como tal es post-freudiano pero de aceptación generalizada por la dificultad de traducir el agieren alemán al que Freud sí se refiere, como una 'puesta en acción', con el sentido de representación teatral y el de acción. Así el autorizado diccionario de Laplanche y Pontalis entiende que ya que la propia transferencia, en el sentido de reproducción, podría ser entendida como un 'llevar a la acción', no habría diferencia entre la simple repetición del acting-out. “El término Agieren, como también el de «actuar», implica un equívoco, que es el del propio pensamiento de Freud: éste confunde lo que, en la transferencia, es actualización con el hecho de recurrir a la acción motriz, el cual no se halla necesariamente implicado por la transferencia (véase: Transferencia, Acting out),” J. Laplanche y B. Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona, 1998. He utilizado también el término re-presentación para dar cuenta de esta circunstancia.
sugestión o de la hipnosis, evocando una representación en la mente del paciente, y se limita a someter la presencia del analista a una introyección, es decir, a convertirlo en simple representación de sentimientos, que se confirma, en última instancia, como resistencia que opone el paciente a la curación, al aferrarse a la figura del médico. En sus últimos escritos se profundiza aún más en el carácter representado de la situación analítica y de la relación con el analista en la que el paciente simplemente obtiene un punto de apoyo para repetir sus vivencias pasadas. Tomando en su última expresión la modalidad del acting-out, repetición de comportamientos y actitudes pasadas en la situación analítica. Una característica fundamental en el desarrollo de Freud es la independencia cada vez mayor de la terapia de la relación con el analista. No sólo el analista se convierte en una representación más que entrar en juego con las preexistentes en la mente del paciente, sino que la bilateralidad de la relación es eclipsada por la mera repetición, -o bien anegada como mandato mediante la regla de abstinancia contratransferencial-, con la reproducción de conductas que no tienen relación directa con lo que sucede en la terapia, sino que es la experiencia propia del paciente la que es aportada al análisis. No es de extrañar que al mismo tiempo que observa el carácter negativo de los sentimientos del paciente hacia el analista, descubra la neurosis de transferencia y la resistencia que conlleva la transferencia. El mecanismo de introyección conduce a que el analizante tome al analista como objeto de sus fantasías y se olvide un tanto de sus síntomas: el analista se convierte en el síntoma, en un extremo de la relación sintomática. Su tercera etapa en la consideración del fenómeno transferencial conlleva la admisión de una compulsión a la repetición que permitiese dar cuenta del regreso
de lo inconsciente y de su efectuación en la actividad del paciente, la neurosis es una repetición indeseada que sobreviene y que instaura una opacidad en su propio comportamiento. Igualmente el acting-out o agieren se sitúa como repetición y el amor como modo de trasmisión, a diferencia de los sentimientos o los afectos, pone en juego un mecanismo más amplio y genérico.
Figura 1.10. Paul Sermon - At Home with Jacques Lacan. En esta instalación telemática, utilizando ordenadores conectados en red, Sermon retoma el concepto de relaciones de objeto. Se trata de dos instalaciones conectadas por un dispositivo de proyección y video conferencia. El otro percibido no es sino una imagen, una proyección, y podemos observar nuestra interactuación con éste en una pantalla donde aparecen la imagen propia con la del otro fundidas, permitiéndole a uno percibirse integrado en su propia acción, ‘voyeur de su propio espectáculo’. http://www.paulsermon.org/ Mostrado en la Biennale de Arte Electrónica de Perth 2004 http://www.beap.org/site/index1.htm.
1.4. Lacan y el retorno a Freud: el significante de la transferencia El psicoanálisis como doctrina unitaria comienza su desmembramiento en vida del propio Freud.192 Algunos colaboradores cercanos a éste empiezan a proponer alteraciones fundamentales a la teoría freudiana, en una etapa de rechazo por parte de círculos científicos. Así Alfred Adler o Carl Jung modificarían áreas cruciales como la teoría pulsional, el modelo de inconsciente, o la teoría sexual. Posteriormente se producen otras disensiones dentro del círculo de allegados a Freud -así Sandor Ferenczi u Otto Rank-, y por parte de analistas que toman direcciones divergentes como Wilhelm Reich. Tras la muerte de Freud se polarizan las tendencias psicoanalíticas ortodoxas basadas en la segunda tópica freudiana, es decir, en las interrelaciones entre yo, ello y superyó. De un lado, la Ego psychology que se desprendería de la formulación de Anna Freud y cuya técnica estaría basada en el análisis de las defensas y la potenciación del yo frente al ello. De otro, Melanie Klein se interesaría por los procesos de introyección, mediante los que el analista representaba para el paciente un objeto introvertido, parte del superyó, dando lugar a las denominadas relaciones de objeto. Ambas opciones proponían una lectura parcial de Freud, “una consistía en hacer del yo (moi) el producto de una diferenciación progresiva del ello actuando como representante de la realidad y teniendo a su cargo el mantenimiento de las pulsiones (Ego psychology), la otra, al contrario, daba la espalda a toda idea de autonomización del yo para estudiar su genésis en términos de identificación.”193 Ante esta virulenta toma de posición que 192
Ya en sus últimos escritos se oponía a cualquier alteración fundamental de su sistema y condenaba al ostracismo las alteraciones ‘eclécticas’ que tanto habían dañado la reputación del psicoanálisis, “que el edificio del psicoanálisis, pese a estar inacabado, presenta, ya hoy en día, una unidad, de la cual no se puede escindir a voluntad elementos, parece no entrar en consideración para esos eclécticos,” S. Freud, Neue Folge, Sta., I, p. 568. 193 E. Roudinesco, Jacques Lacan. Esquisse d’une vie, histoire d’un système de pensée, París, 1992, p. 156 (énfasis mío).
daría lugar a un pseudocisma en el seno de la Sociedad Psicoanalítica Internacional (IPA), Jacques Lacan, un joven analista francés, se decantaría por las ideas de Klein.194 Su participación en la elaboración de la doctrina freudiana comienza con su idea del estadio del espejo el cual suponía, en el desarrollo del sujeto, una fase de reconocimiento de ése yo especular (moi) reflejado y, posteriormente, en ausencia de imagen, convertido en imaginario por parte del yo (je). Se produce un desdoblamiento del yo como sujeto de enunciado y sujeto de enunciación. Una división que se corresponde con la que establecerá entre je, sujeto deseante, sujeto de la enunciación y moi, representación, sujeto del enunciado. La llegada de Lacan al psicoanálisis se produce mediante los movimientos de vanguardia antes que a través de sus estudios médicos; influenciado por los surrealistas, entre los que se encontraba su amigo Salvador Dalí. Éste utilizaría el psicoanálisis como medio de creación artística, así enunciaría su técnica paranoíco-crítica con la cual habría de conseguir “... la representación de un objeto que, sin la mínima modificación figurativa sea, al mismo tiempo, la representación de otro objeto totalmente diferente...”,195 la duplicidad eidética en la representación simple. Esta fusión de dos figuras en un sólo objeto será una de las vías abiertas por Lacan en la explicación de la transferencia. Las curas de tiempo variable en las que la duración del tratamiento quedaba a discreción del terapeuta, popularizadas por Lacan, no contaban con el beneplácito de la IPA. Su desdén por las reglamentaciones técnicas hace que sea apartado de 194
“Así Lacan estaba de acuerdo con Melanie Klein sobre la necesidad, en la formación analítica, de acordar un lugar primordial a la transferencia y no hacer del yo (moi) el lugar de una apropiación del ello,” ibid., p. 263. 195 Cit. en ibid., p. 55. No en vano el surrealismo será uno de los primeros movimientos que den total reconocimiento a los descubrimientos freudianos acerca del inconsciente y la interpretación de los sueños. No es de extrañar que en Francia ésta sea la vía más relevante, más que la clínica incluso, en la introducción del pensamiento del vienés.
la misma y, a posteriori, la exclusión de la sección francesa a la que pertenecía. Se producía así una dolorosa ruptura.196 Posteriormente, tras reunir a sus abundantes discípulos, fundará la Escuela Freudiana de París. En su célebre discurso de Roma, en 1953, sostenía la necesidad de volver a Freud y de mantener una ortodoxia que ponía en peligro el propio conocimiento psicoanalítico. Una ortodoxia que privilegiase el contenido de verdad de los escritos del maestro. Es así que intentará una reformulación de los principios freudianos con la ayuda de disciplinas tan dispares como la antropología, las matemáticas, la filosofía, y la lingüística. Influido por los escritos de Lévi-Strauss, reformulará el psicoanálisis desde una perspectiva estructuralista. Su punto de partida será el lenguaje, éste constituía la columna vertebral de los descubrimientos de Freud desde su primera observación acerca de su relación con los síntomas histéricos.197 La última expresión de dicha importancia es su aforismo: “Todo hombre es un animal salvo que se n(oh)ombre”.198 El objetivo de Lacan sería introducir el psicoanálisis dentro de los límites de la ciencia, pero no de una ciencia de calado positivista, propia de la época de Freud, sino más bien cercana a los postulados de Saussure en lingüística. Una ciencia que atendiese a la estructura y constituyese al psicoanálisis en rama de saber empírico. “Aquéllo que Sócrates llama ciencia, es aquello que se impone necesariamete a toda interlocución en función de una cierta manipulación, de una 196
“Por primera vez en la historia del movimiento psicoanalítico, una corriente de estricta obediencia freudiana se encontraba, en efecto, excluida del legitimismo freudiano.” Ibid., p. 339. “Por primera vez en la historia del psicoanálisis, un pensador genial, dotado de un sentido clínico fuera de lo común, osaba reducir a cenizas el gran principio técnico sobre el que reposaba todo el edificio transferencial construído por Freud. Y este gesto Lacan lo llevó a cabo en el nombre de un desafío lanzado a la ciencia. En algunos años, en efecto, transforma, con ciertos pacientes, la sesión corta en una no-sesión. El pase al grado cero de la sesión...” ibid., p. 513. 197 “El retorno de Lacan a Freud ha tomado una dirección precisa, que consistía en subrayar todo lo que en la obra del maestro se apoyaba en el registro simbólico o no se podría explicar sin referencia a dicho registro,” M. Saphouan, “Le graphe de Lacan” en http://www.freud-lacan.com/articles/article.php?id_article=00203. 198 J. Lacan, Le Séminaire XV. L’acte analytique, edición de Association Freudienne Internationale, p. 239, como dirá en otro lugar: “El inconsciente es la condición de la lingüística,”J. Lacan, “Radiophonie”, Scilicet, 1970, p. 58.
cierta coherencia interna que está ligada, o que él cree ligada, a la sola, pura y simple referencia al significante.”199 La misión psicoanalítica es mostrar cómo este significante no es sino metonimia de algo más profundo: el deseo. Éste no deja de hacerse patente mediante el lenguaje, de filtrarse en la cadena significante, de recalcar nuesta esencia como parlêtre (ser parlante). El psicoanálisis constituye una ‘ciencia del deseo’, un saber que profundiza en el carácter desiderativo humano. Las características de esta remozada disciplina quedan apuntadas en su discurso de Roma: “sus medios son los de la palabra en tanto que ella confiere a las funciones del individuo un sentido; su dominio es el del discurso concreto en tanto que campo de la realidad transindividual del sujeto, sus operaciones son las de la historia en tanto que ésta constituye la emergencia de la verdad en lo real.”200 Para poder abordar el sinuoso pensamiento de Lacan acerca de la transferencia habremos de analizar primeramente sus supuestos iniciales, el valor constitutivo del significante, el desarrollo del yo, la intersubjetividad en su esquema L y la relación entre significante, inconsciente y sujeto en su grafo del deseo. Según Lacan, la esfera de lo simbólico constituye al hombre, le da presencia a fuerza de convertirlo en ser lingüístico, le impone el lenguaje como marco en el que desarrollar su deseo en forma de demanda y relacionarlo, de esta manera, con el mundo. Así el hombre nace y surge de y por lo simbólico. Frente a las ideas saussurianas, Lacan defenderá la preeminencia del significante sobre el significado. De este modo trata la existencia de dos cadenas, 199
J. Lacan, Le Séminaire VIII. Le Transfert, París, 1991, p. 123. J. Lacan, “Fonction et champ de la parole et du langage en psychanalyse”, Écrits, París, 1966, p. 257. (cursiva añadida). La importancia de la fenomenología del lenguaje como única vía de acceso al inconsciente es apuntada también en este texto: “Se quiera agente de curación, de formación o de sondeo, el psicoanálisis no posee sino un medio: la palabra del paciente,” ibid., p. 247. No obstante para Lacan más que de un método fenomenológico de acercamiento, se trata de un constituyente esencial, el valor propio del significante, sobre este tema inciden también dos textos fundamentales “La chose freudienne” y “La lettre volée”, ambos de mediados de los cincuenta e incluídos en su colección de Écrits. 200
la significante y la del significado deslizándose ésta última bajo la cadena significante e imponiéndose sobre aquella. A través del barrado de la siguiente formulación establecerá la independencia de estos dos registros, S significante y s significado.
S s
La totalidad de significantes da lugar a la cadena significante donde cada significante adquiere su valor en relación con otro significante. El significante no sólo hace de signo para alguien sino que hace un signo de alguien, “hace(r) que el alguien para quien el signo designa alguna cosa, sea asimilado por ese signo, que ese alguien se convierta, a su vez, en significante.”201 Ese ‘alguien’, en su reconocimiento del ámbito simbólico, es remitido al lenguaje en el que él mismo es representado por un significante. De aquí surge su idea del sujeto barrado $, de manera que un significante no representa algo para alguien, sino que es el propio sujeto el que representa un significante para otro significante. El sujeto es esa relación idiosincrásica entre significantes que los une de una forma singular, dando así consistencia a la cadena significante en la que se encuentra representado. Las características del significante según Lacan serían: -atómico, indivisible. -tiene preeminencia sobre el significado y el sujeto. -sólo posee sentido en relación a otro significante, en la cadena significante. -cadena de significantes y de significados son disjuntas. -denota una ausencia. 201
VIII, p. 307.
-produce el inconsciente. -representa al sujeto para otro significante. -se encuentra en el campo del Otro. Así pues las primeras cuatro características serían semióticas, dando lugar a su definición en cuanto signo. La quinta se referiría a su característica esencial, su carácter constitutivo que no es sino sustitutivo, reemplaza al deseo que se instaura, en último término, mediante la palabra articulada en la demanda a través de la metonimia del deseo. Los significantes intentan inútilmente dar lugar al deseo que no es sino ausencia y que no posee otra forma de expresión más que la lingüística. La sexta sostiene su implicación en la formación del inconsciente, el inconsciente tiene forma lingüística y es así que el psicoanálisis puede proceder a su desvelamiento, el lenguaje es la condición de posibilidad del inconsciente en tanto es el medio singular a la vez que inadecuado de expresión del deseo, es así que “no hay inconsciente sino en el ser parlante.”202 La séptima señala la mencionada incorporación del sujeto a la cadena significante, su fading o disolución en su propio discurso. Y la última trata el surgimiento individual y genético del lenguaje como medio de comunicación, del cual sólo el Otro guarda la clave, la instancia transindividual o ‘tesoro de las palabras’, cercana a la langue saussuriana, que permite la comunicación y constituye toda articulación lingüística como dirigida a alguien. Es en relación a este Otro que podemos plantear el tema de la intersubjetividad, Lacan la trata de una forma, digamos, cartesiana, en el sentido de entender la relación con el otro desde dicha mediación personal, el Otro.203 Parece,
202
J. Lacan “Télévision”, Scilicet, 1974, p. 15. La formulación del Otro se presentaba ya en Massenpsychologie und Ich Analyse (1921), Sta., IX, donde Freud se refería al Otro en mayúscula como ideal, objeto y adversario. 203
pues, que nunca se está directamente en relación con el otro fenoménico sino a través de una tercera figura que es el campo propio de la palabra, donde ésta se genera. Si Freud hablaba de repetición, Lacan entenderá la presencia de un Otro al cual siempre nos dirigimos. La forma definitiva de ver la relación interpersonal queda patente en su esquema L. Siguiendo la segunda tópica freudiana, Lacan añade a las tres instancias indicadas por Freud la presencia del otro (autre). De tal forma el moi sería la instancia yoica, el Es el lugar de las pulsiones y el Autre, el lugar del Otro, de la ley simbólica.
Figura 1.11. Esquema L.
De esta forma el ello (Es) es el único que, en función del principio de placer, de la pulsión que busca su satisfacción, se relaciona con el otro directamente, pero éste otro no se relaciona con la instancia del yo (moi) sino a través de una relación imaginaria, mediada por A, por el Otro inconsciente. A su vez el Otro se mantiene en el más allá de la relación imaginaria con el otro, reproduciendo la situación inconscientemente y dirigiéndose como censor y guardia de las pulsiones que se producen en el ello, como articulador del deseo de acuerdo con el código que implica el lenguaje. La intersubjetividad es sólo el espejismo de un diálogo, producido por la mediación que regula el código simbólico.
En definitiva, el otro no aparece como una figura nueva en cada encuentro sino que se emplaza dentro de los límites de la presencia constante e inconsciente del Otro. Se produce una reducción de la importancia del otro en favor del carácter imaginario y, por ello, subjetivo de la relación, un reduccionismo que tendrá su última expresión en la idea de Lacan según la cual, “las leyes de la intersubjetividad son matemáticas.”204 La intersubjetividad sólo es posible mediante la palabra, pero ésta surge en el campo del Otro. En especial la transferencia, según Lacan, será la piedra de toque de las reivindicaciones de una intersubjetividad auténtica, ¿cómo serían posible entonces los fenómenos transferenciales si tomásemos en su unicidad y autenticidad la persona del analista? Sin duda el análisis muestra la incardinación de una relación mediada con el Otro. “El analista es el soporte de la demanda para que reaparezcan los significantes en los que la frustación del sujeto es retenida.”205 El analista suplanta la posición del otro y permite el despliegue de la cadena significante, su escucha es la del diálogo entre sujeto y Otro que él modula en la interpretación. Para dar una definición acotada del fenómeno transferencial como fenómeno lingüístico antes que imaginario, Lacan desarrolla la fórmula del sujet supposé savoir o sujeto supuesto saber. Dicha fórmula sería:
S s (S1, S2...... Sn)
204
Sq
J. Lacan, “Situation de la psychanalyse et formation du psychanalyste en 1956”, Écrits, op. cit., p. 472. También señalará como la transferencia es, precisamente, la refutación de intersubjetividad alguna. “Me asombra que nadie nunca haya pensado oponerme, dados ciertos términos de mi doctrina, que la transferencia por si sola es una objeción a la intersubjetividad. Incluso lo lamento, ya que nada es más cierto: la refuta, es su escollo,” J. Lacan, “Proposition du 9 octobre de 1967 sur le psychanalyste d’École”, Scilicet, 1968. 205 J. Lacan, “La direction de la cure et les principes de son pouvoir”, Écrits, op. cit., p. 618.
“S es el significante de la transferencia, s representa el sujeto, los elementos entre paréntesis representan el saber supuesto presente, de los significantes en el inconsciente.”206 La transferencia, parte central en la dirección de la cura, conlleva anudar al sujeto a la cadena significante y de esta forma remitirlo al campo del Otro, al campo del lenguaje, donde el sujeto está puesto en relación con dos significantes, es articulado. El
inconsciente
lacaniano,
más
que
una
instancia
poblada
por
representaciones reprimidas se trata de una formación significante. Más que de buscar, de rescatar, sucesos traumáticos a modo de etiología se trata de volver el síntoma metáfora, de hacerlo significante. El inconsciente en Lacan es una creación en el análisis por la actuación del analista sobre la cadena significante del analizante. La transferencia es aprehendida como relación odd, como disparidad subjetiva entre analista y analizante, suponiendo un mal encuentro (dystychia), cercano a la falsche Verknüpfung freudiana. De forma similar a Freud, que veía cómo en las enfermedades nerviosas el cuerpo era recortado por nuestras ideas acerca del mismo, Lacan hará del síntoma una metáfora, volviéndolo significante. Ésta es la tarea del sujeto supuesto saber, un proceso de simbolización, de emergencia simbólica. El sujeto supuesto saber no se refiere tanto al analista como aquél que sabe lo que le ocurre al analizante, sino a una creación que se produce entre el texto producido por el analizante y la puntuación de ciertos significantes realizada por el analista. El sujeto supuesto saber se compone de una subjetividad (s), tal como la define Lacan, efecto de articulación de los significantes, aquello que representa un
206
J. Lacan, “Proposition du 9 octobre de 1967 sur le psychanalyste d’École”, op. cit., p. 19.
significante para otro signficante, puesto debajo –supuesto- con un saber, con una serie de significantes, (S,S…Sn). El Sq de dicha fórmula, significante cualquiera, es el lugar donde se sitúa el analista permitiendo que el sujeto deje su identificación subjetiva con el significante de la transferencia (S) y lo conecte con otro significante, su suposición, su posición debajo del significante, cobrando una posición subjetiva. Este Sq es lo que permite la productividad de los significantes, la sobredeterminación freudiana, la metáfora como único tipo de sentido. El Sq, tras desvelar el contenido supuesto bajo el significante de la transferencia, vuelve la pregunta sobre estos significados en su aspecto significante, cuestionando el retorno de lo reprimido. Supone una nueva pregunta acerca de los significantes asociados al significante de la transferencia.207 En definitiva, el sujeto asume el papel de significado (s) por el significante de la transferencia (S), el sujeto es supuesto por dicho significante, lo que hay que conseguir es que recupere su posición de sujeto barrado del inconsciente, de sujeto del deseo ($) como representante de un significante para otro significante. La alienación en Lacan supone el proceso por el que el sujeto se constituye en la
207
Un caso ejemplar es el de Elizabeth R. tratado por Freud en sus Studien über Hysterie, op. cit. Se trata de una paciente que sufre dolores en sus piernas que le obligan a estar postrada. Las indagaciones de Freud le hacen llegar primeramente a la existencia de una incompatibilidad de dos representaciones de la paciente. Por un lado se encarga de cuidar a su padre enfermo, por otro lado comienza a desarrollar cierto interés en un joven que la invita a salir. Si bien entre sus representaciones está el deber de cuidado de su padre, su posición subjetiva como ‘enfermera del padre’, también surge una nueva representación erótica ‘mujer de un hombre’, que resulta incompatible con su primera representación. Al anteponer su deber como cuidadora, que no resulta conciliable con su segunda representación, ésta va a ser reprimida, pero se manifiesta en un significante que en su caso pasará a ser el vocablo alemán ‘stehen’, pues cuando murió su padre estaba de pie. El significante ‘stehen’ va a condensar las dos posiciones irreconciliables. Bajo el significante ‘stehen’ se encuentran para Elizabeth el saber (S1,S2…Sn) de pie, pero también sola. El síntoma es neoproducido, es asociado a la cadena significante en la que Elizabeth representa un significante para otro significante y que ella rechaza inconscientemente, creando un síntoma, por entenderlo censurable. S1 Enfermera del Padre S2 Mujer de un Hombre $ La nueva posición subjetiva tras el análisis ha de conseguir que Elizabeth como representante de un significante para otro significante, retome el significante S2 como lo que es, su deseo y elimine el síntoma asociado a su represión, a la alienación de su deseo. Que el deseo del Otro no eclipse su propio deseo, que el agente de la necesaria división subjetiva sea su representación S1 y no el síntoma que surge como negación de ésta.
división por un par de significantes que no designan al sujeto, lo contrario sería identificación. El sujeto es, en definitiva, ausencia de ser. Este significante (S), al no tener una relación unívoca con la cadena significante, escapa al sujeto, y por ello se repite. El inconsciente insiste actuando impunemente por debajo de los significantes. El significante sostiene la suposición de sentido del síntoma, al ser revelado dicho significante, al volverse del lado de lo que el sujeto sabe sobre sí, el síntoma pierde su fundamento. Finalmente el registro de la verdad se dirige al Otro en uno de los significantes que eran recubiertos, supuestos, bajo el significante transferencial. La transferencia ocupa para Lacan un lugar intermedio dentro de la dirección de la cura, tras la rectificación de las relaciones del sujeto con la realidad, donde se le hace ver al sujeto cómo no es él el productor de su discurso. Tras la transferencia se desarrolla la interpretación, al escuchar el analista establece lo que ha oido. El paso de la transferencia a la interpretación señala la neurosis de transferencia freudiana. Ésta ocurre cuando el síntoma ya no supone la preocupación básica del analizante, ésta se desplaza a la propia figura del analista. El analista deviene síntoma tras la neoproducción del síntoma mediante el sujeto supuesto saber. Lacan sigue la tendencia freudiana y elude cualquier imbricación del analista, limitando la transferencia al descubrimiento de un significante que representa el síntoma y que se ha unido a una serie de significados que suponen un saber no accesible al sujeto. El analista tiene su lugar sólo en la interpretación. La transferencia, como observamos en su modelo de interacción, queda más acá de la barrera imaginaria que señala el Otro.
Lacan pospone asimismo las explicaciones basadas en una afectividad más o menos velada en la relación con el analista: “No se trata de saber si la transferencia está constituida por una afectividad o por sentimientos positivos o negativos con lo que este término comporta de vago y de velado, sino que se trata, y aquí se nombra el deseo probado por sólo uno, deseo sexual, deseo agresivo en el sitio del análisis, que nos aparecerá enseguida y a primera vista. Estos deseos no están todos en la transferencia, y por ese mismo hecho la transferencia necesita ser definida por otras cosas que por referencias más o menos confusas a la noción positiva o negativa de la afectividad; en fin, de manera que si pronunciamos la palabra deseo, el último beneficio de este uso pleno es que nos preguntaremos qué es el deseo.”208 Los afectos son dejados de un lado, en el sentido empático, intersubjetivo, por el deseo que es subjetivo y que pone al sujeto en relación con un objeto privilegiado, su deseo, formalizado como objeto a, y al cual el sujeto se dirigirá mediante las pulsiones. Así el aspecto afectivo es suplantado por una relación pulsional del sujeto con el objeto y así procedimentalizado antes que referido a unos sentimientos de tipo más difuso. Para clarificar el alcance del deseo Lacan habrá de retomar las nociones de cadena significante y cadena de significado, pondrá ambas en relación en su grafo del deseo, situando al sujeto en relación a su lenguaje y su identidad. Lacan comienza su elaboración en su quinto seminario, Las Formaciones del Inconsciente. El inconsciente se organiza como un lenguaje en una cadena significante. La contrapartida de la libre asociación freudiana será el hincapié en el significante por encima del significado, es decir, del signo en tanto signo.
208
VI, p. 10.
Este grafo posee un carácter topológico y no geométrico, las relaciones son de orden y no de medida o espaciales, intentando formalizar una noción tan huidiza y fundamental como es el deseo que nos muestra cómo su realización no depende sólo de un objeto, sino de una posición que toma el sujeto en su presencia, por fuera incluso, de forma excéntrica, con respecto a dicho objeto, de tal forma que no se agotan las posibles formas de relacionarse con éste, siempre asumidas desde una posición subjetiva. El deseo es polimorfo y sitúa al sujeto con respecto del objeto que ha de colmarlo, el deseo del Otro.
I)
Figura 1.12. Grafo del deseo a).
El primer paso en la construcción del grafo conlleva la representación de la cadena significante y de significados. El vector SS’ simboliza la cadena significante y Δ$, la cadena de significados. El punto de capitón es donde una se abrocha a la otra, equivalente al corte saussuriano.209 El sentido nos lleva a la idea de metáfora o de relación entre significantes, de modo que sólo existe sentido metafórico. La 209
“El punto de capitón es aquél por el cual el significante para su deslizamiento de significación, de otro modo indefinido,” Écrits, p. 805.
prevalencia del significante hace que los significantes adquieran sentido a posteriori, tras la proferencia del enunciado completo, de ahí la dirección del vector Δ$. 210
II)
Figura 1.12. Grafo del deseo b).
Efectivamente, sólo después de emitirse se le puede atribuir un significado a la cadena significante. Éste se obtiene desde el lugar del código (A), el lugar del Otro simbólico, convirtiéndose en mensaje, en significado del Otro s(A), siguiendo el vector A,s(A). El sentido requiere la existencia de un código compartido, cuando alguien realiza una proferencia y no sabemos el idioma que va a utilizar hemos de situar primero el código y sólo posteriormente podemos descifrar el mensaje. El código autentifica el mensaje, “el Otro es indispensable en el abrochamiento que constituye el discurso en tanto que llega al mensaje en estado de satisfacer, al
210
“En este grafo el vector Δ$ designa la realidad que se imagina en el esquema etiológico de la vuelta de la necesidad,” Ibid.
menos simbólicamente, el carácter fundamentalmente insoluble de la demanda como tal.”211 El lugar del código es ocupado, según Lacan, por el Otro (A) en cuyo campo surge el lenguaje como fenómeno transindividual, a cuyo código tiene que atenerse toda cadena de significantes para convertirse en mensaje. “Es del Otro (Autre) de quien el sujeto recibe el mensaje.”212 El mensaje, antes de llegar al sujeto pasa por la instancia del Otro, pues se posiciona como sujeto del inconsciente ($), como sujeto de la enunciación, y lo recibe en su objetivación como I(A), como sujeto del enunciado, con el cual se identifica. En el camino que se dirige a la relación narcisista, basada en el principio del placer, con el objeto de deseo i(a) se encuentra con el Otro (A). Pasa del Otro a un significado s(A) donde la significación se produce como producto final y, conviertiéndose en sujeto de la enunciación, acaba recibiendo su propio mensaje mediado como ideal de yo I(A), como sujeto transido por la necesaria relación con el Otro en el discurso. El sujeto consigue así una primera identificación, con su ideal de yo I(A), con lo que dice. Como vemos la subjetivación es un proceso coalescente a la cadena significante. “En este grafo el vector i(a),m significa el proceso imaginario que va de la imagen especular a la constitución del moi por el camino de la subjetivación por el significante.”213 Dentro del grafo existen dos posibilidades de discurso, el que seguiría el vector s(A),A,i(a),m, que supone el discurso racional limitado por los valores posibles del código, lo que Lacan llama el molino de palabras, y otro recorrido donde se producen las formaciones del inconsciente (lapsus, chiste…) siguiendo el vector i(a),m,s(A), donde se puede formar la palabra auténtica que permite vislumbrar de 211
V, p. 122. Écrits, p. 807. En otras palabras, “El inconsciente hace subsistir el discurso del Otro dentro del discurso del sujeto,” J. Dor, op. cit., p. 205 que no es más que la conclusión del hecho que el inconsciente es el deseo del Otro. 213 Écrits, p. 809. 212
forma evidente la relación siempre presente entre hablar, demanda y deseo; entre la pulsión, el yo sujeto de enunciado y el significado sin el paso por la instancia del Otro, lo que equivaldría a la relación entre el ello en el esquema L y el otro como objeto a.
III)
Figura 1.12. Grafo del deseo c).
La pregunta acerca de la demanda, encerrada en el descubrimiento del inconsciente como puesta en cuestión del discurso, como articulación del deseo (Che vuoi?), está contenida en el texto mediante aquéllo que el sujeto desea y que le conduce a su fantasma ($◊a), a su representación imaginaria. En este punto de la construcción del grafo se vislumbra el lugar del inconsciente, de la demanda y del deseo. Toda enunciación, proferida al menos en el ámbito analítico, pone en
juego una demanda y ésta encierra un deseo. “El analizante demanda, por el hecho de hablar.”214 El lenguaje es el único medio, aunque imperfecto, que tiene el sujeto para poner en juego su deseo que es de otro registro, pero que ha de articularse por medio de la cadena significante. Así el grafo muestra el recorrido del deseo (d) a ($◊a), el fantasma. El fantasma, como realidad psíquica del sujeto, recorrida por sus fantasías, supone una relación desigual entre el sujeto del inconsciente y el objeto a, transida por los elementos que surgían en el esquma L abreviado aquí mediante el rombo '◊' .
IV)
Figura 1.12. Grafo del deseo d).
El registro del inconsciente se configura alrededor de una segunda línea que corta el grafo de izquierda a derecha, el segundo piso del grafo, donde se produce 214
Ibid., p. 617.
la transferencia. La transferencia sólo es comprensible remitiendo al registro inconsciente; no al nivel de las palabras, pues supondría un análisis interminable, en el que la presencia del analista es siempre requerida como actualización del otro. “La transferencia sitúa al sujeto en el lugar de su demanda en una posición que él no ocupa sino desde su deseo.”215 El vector S(A),($◊D) sitúa el registro inconsciente, donde el deseo (d) se vuelve pulsión ($◊D) dirigida hacia el significante que representa el deseo del Otro S(A), el significante que tacha al Otro por hacerlo deseante. De esta manera se instituye, en el segundo nivel del grafo, el deseo como deseo del Otro que, mediante el fantasma ($◊a), nos lleva de nuevo al mensaje. El segundo recorrido formado por el vector ($◊D),d, ($◊a),S(A), supone que la pulsión pasa por el deseo y el fantasma antes de llegar al significante de la falta en el Otro. La demanda desemboca en la falta del Otro, posteriormente conceptualizado como Φ, “el neurótico es aquél que identifica la falta en el Otro con su demanda; Φ con D.”216 Instalándose en un recorrido que le lleva permanentemente del goce a la castración, de un deseo de segundo orden, de un deseo de deseo, a la falta del falo.
Debemos aprehender el objeto psicoanalítico en el punto más radical, donde se plantea la pregunta del sujeto en cuanto a su relación con el significante. Esa relación al significante es tal que si, a nivel de la cadena inconsciente, tenemos que ocuparnos sólo de los signos, si es de una cadena de signos de lo que se trata, la consecuencia es que no haya ninguna interrupción (arret) en el reenvio (renvoi) de cada uno de esos signos a aquél que le sucede. Ya que lo propio de la comunicación por signos, es hacer de ese otro a quien me dirijo, un signo. La imposición del significante al sujeto lo coagula en la posición propia del significante. De lo que se trata es de encontrar el garante de esa cadena; eso que se transfiere, el sentido de signo en signo, debe detenerse en alguna parte, lo que nos da la 215 216
Ibid., p. 636. Ibid., p. 823.
señal de que tenemos derecho de operar con los signos. Es allí donde surge el privilegio del falo entre todos los significantes.217
Figura 1.13. Jacques Lacan.
Ya en 1954, en el primero de una serie de seminarios que le harían famoso, Lacan tratará los aspectos técnicos de Freud y, en especial, su articulación de la transferencia. Aquí sostendrá la preponderancia de lo simbólico como dimensión nueva, creada, de lo humano y sobrepondrá ésta dimensión a la imaginaria en lo relativo a los fenómenos transferenciales.
¿A partir de cuándo realmente hay transferencia? Cuando la imagen que el sujeto exige se confunde con la realidad en que está situado. Todo el progreso del análisis consiste en mostrar al sujeto la distinción entre estos dos planos, en desplegar lo imaginario y lo real. Es ésta una teoría clásica; el sujeto tiene un comportamiento supuestamente ilusorio y se le muestra cuán poco está adaptado a la situación efectiva.218
217 218
VIII, 16. I, p. 349.
Lacan distinguirá en seminarios posteriores tres parcelas del ser: lo real, lo imaginario y lo simbólico, interconectadas las tres como en una banda de Moebius, sin anverso ni reverso, contínuas. El problema en la neurosis es que lo imaginario ha desplazado la parcela de la realidad y la ha modificado arbitrariamente, es por ello que la labor terapéutica debe separar estos dos planos. Lo simbólico representa el advenimiento de la palabra, el deseo formulado en forma de demanda tras la dependencia materna, mediante la intervención de la función paterna y la socialización. La palabra dice más de lo que significa, a través de ésta accedemos a la estructuración del mundo que hace el paciente. La represión se reproduce en el análisis como ausencia de palabra. Ante esta situación el analista, con su silencio, pone en juego el Otro del sujeto, “existe en el paciente una disposición a la transferencia por el solo hecho de colocarse en la posición de confesarse en la palabra y buscar su verdad hasta su extremo, en el extremo que está ahí, en el analista.”219 El analista se desdobla y encarna el Otro para el analizante, a quien se dirigen los significantes, se convierte así en la condición de su articulación. Desde ese momento, cuando surge la transferencia el paciente ya no se dirige a la persona física del analista, sino a ese Otro. De esta forma el significante es la pieza clave del análisis al dar forma y contenido al inconsciente en forma de demanda, pero esta demanda ha de quedar en suspenso, el deseo insatisfecho, ya que la respuesta a la demanda conduce de la transferencia a la sugestión, a la actuación activa del médico que tanto temía Freud. “¿A qué llama Freud Übertragung? Es, dice, el fenómeno constituido por el hecho de que no existe traducción directa posible para un cierto deseo reprimido del sujeto,”220 y es por ello que lo transfiere, lo desplaza. 219 220
I, p. 404. I, p. 354.
Entre 1960 y 1961 Lacan hará de la transferencia objeto de su octavo seminario, y para su introducción utilizará El Banquete de Platón, con el fin de mostrar uno de los dos extremos de la transferencia, junto con el automatismo de repetición, el amor.221 Si éste último representa las pulsiones de vida, el primero se vincula con la pulsión de muerte teorizada igualmente en la útima etapa de Freud. Desarrolla, pues, las ideas de esta última fase que encontrábamos en Recordar, repetir y elaborar y Notas sobre el amor de transferencia. Al principio fue el amor, y es en función de éste que hay que entender la relación del paciente con el Otro que pone en juego el analista. El Banquete no sólo es el lugar en el que se profieren aserciones acerca de lo que es el amor, sino que es en ésta escena misma donde se pone en juego amor y deseo en las figuras de tres de sus participantes, Sócrates, Alcibíades y Agatón. Para Lacan esta búsqueda en el campo del otro no viene a poner de manifiesto sino una falta (manque) fundamental que se intenta resarcir en el otro, una castración simbólica que se produce en la separación del niño de la madre y en la introducción de la demanda, de un deseo que ha de ser proferido, encadenado al significante. Sobre esta disparidad subjetiva se basa la relación de amor entre erômenós y érastés amado y amante. “Entre estos dos términos que constituyen, en su esencia, el amante y el amado, observen que no hay ninguna coincidencia. Aquello que le falta a uno no es sino lo que hay oculto en el otro. He ahí toda la problemática del amor.”222 Este objeto oculto que el amante cree ver en 221
Lacan resalta uno de los tres aspectos que se relacionan con la transferencia, junto con el inconsciente y la pulsión, la repetición. “Os he recordado siempre que hay que partir del hecho de que la transferencia, en último término, es el automatismo de repetición. Es por ello que si desde el comienzo del año no os he hecho seguir sino los detalles del movimiento del Banquete de Platón, donde no se trata sino del amor, es, evidentemente, para introduciros en la transferencia por otro extremo. Se trata de anudar ahora estas dos vías,” VIII, p. 204. 222 VIII, p. 53. Acerca del complejo carácter de introducir el amor dentro de una práctica señala cómo “Es notable que el saber del inconsciente se haya revelado, se haya construido —tal es el valor de ese librito, su único valor además, pero justifica comprarlo—, la verdad del inconsciente, es decir, la revelación del inconsciente como saber, esa revelación del inconsciente se haya hecho de manera tal que la verdad del amor, o sea la
el amado es agalma, objeto precioso, del que el amado no conoce su posesión y en virtud del cual el amado deviene amante.223 Lacan trata así uno de los temas suscitados por Freud ¿En qué se diferencia el amor de transferencia del real? El amor representa una situación de abundancia y de falta, tal como queda patente en el discurso de Sócrates acerca de Poros y Pénia. Es mediante esta coincidentia oppositorum como tiene lugar el amor. Si la falta original viene dada por la castración, que supone la negación del seno materno y el paso de un tipo de sexualidad oral a uno anal y, posteriormente genital, esta falta ha de buscar su compleción en la superación del estadio narcisista y en el surgimiento de una relación objetual: el otro pasa a ser objeto de deseo. Es así que, en la lectura de Lacan, el lugar de Sócrates, el propio del analista, es el de mostrar a Alcibíades que no es a él a quien desea, sino que Sócrates sustituye a la persona realmente amada, que no es sino Agatón. De esta forma se produce la transferencia, el desplazamiento imaginario,“...la transferencia es algo que cuestiona el amor, lo pone en tela de juicio bastante profundamente en vista de la reflexión analítica por haber introducido en ella, como una dimensión esencial, lo que se llama su ambivalencia.”224 “No es la belleza ni la ascesis, ni la identificación con Dios lo que desea Alcibíades, sino ese objeto único, esa cosa que ha visto en Sócrates y sobre la que Sócrates le desvía, porque Sócrates sabe que él no la tiene. (...) Pero Alcibíades, él, aigue deseando la misma cosa. Lo que busca en Agatón es, no lo duden, ese mismo punto supremo donde el sujeto se transferencia, no hizo allí más que irrupción. Llegó en segundo lugar. Y nunca se supo bien hacerla volver a entrar, salvo bajo la forma del malentendido, de la cosa imprevista, de la cosa con la que no se sabe qué hacer, salvo decir que era preciso reducirla, incluso liquidarla. Esta observación por si sola justifica que un pequeño libro sepa hacerla valer, porque además es necesario compenetrarse de esto: que de la experiencia analítica, la transferencia es lo que ella expulsa, lo que ella no puede soportar sino padeciendo por su causa fuertes dolores de estómago,” XXI, p. 156. 223 “el milagro del amor se realiza en él (el amado), en tanto él deviene el deseante,” VIII, p. 188. 224 VIII, p. 82.
abole en el fantasma, en sus agalmata.”225 Los agalmata los interpreta Lacan como pulsiones parciales que poseen un carácter eminentemente narcisista, dirigidas a objetos. Así en el amor como en la transferencia se produce el juego entre el ideal de yo, el yo ideal, y el objeto a, las instancias de reconocimiento en el otro y el deseo, la proyección, la introyección, y la pulsión. El analista en su intervención ha de pagar en la transferencia con su propia persona, convirtiéndose en otro para el analizante. Éste se sitúa como objeto amado, como objeto de la demanda de amor, en dos posiciones posibles, como objeto del amor tierno en posición de ideal, como recipiente de un amor sensual o bien como objeto degradado, como caída desde el ideal. Es como tal objeto degradado que se expresan la ambivalencia del sentimiento y los afectos de tipo hostil, la transferencia negativa. Tratar el objeto del deseo a implica, en el análisis lacaniano, un estudio de la castración, pues ésta supone la separación del goce primero y la necesaria búsqueda de objetos de reemplazo. Es así como en el amor siempre hay tres, el sujeto deseante, el Otro castrador, objeto primigenio, y el otro objeto de deseo, sustituto imperfecto del Otro (la caída del Autre al a). Esta pequeña a, este pequeño objeto, “...es supravalorado. Y es, en tanto que supravalorado, que tiene la función de salvar nuestra dignidad de sujeto, es decir, de hacer de nosotros otra cosa más que sujetos sometidos al deslizamiento infinito del significante. Hace de nosotros algo diferente al sujeto de la palabra, pero se trata de algo único, inapreciable, irreemplazable a fin de cuentas, que es el verdadero punto donde podemos designar lo que llamo la dignidad del sujeto.”226
225 226
VIII, p. 190. VIII, p. 203.
La transferencia se sitúa, de un lado, como repetición y, de otro, como construcción. Así se hace posible la intervención propia de la transferencia, su elaboración, al desvelar como ésta se construye en función del Otro, el cual da razón a nuestra demanda y en cuyo campo se encuentra el significante, más allá del deseo, más acá del amor, ”...hay fenómenos psíquicos que se producen, se desarrollan, se construyen, para ser entendidos, justamente por ese Otro que está ahí mismo aunque no se sepa. Incluso si no se sabe que están ahí para ser entendidos, están ahí para ser entendidos y para ser entendidos por un Otro.”227 La palabra posee la característica de ser siempre emitida para alguien, requiere de otro que la escuche para que adquiera sentido. El sentido, por tanto, es una cuestión más allá de la palabra emitida, se refiere al Otro, a su campo. “¿qué es una demanda oral? Es la demanda de ser alimentado. ¿Que se dirige a quién, a qué? Se dirige a ese Otro que entiende...” Aquí surge la demanda primera de ser alimentado que se encuentra con la demanda de dejarse alimentar, y también “la ambivalencia primera, propia a toda demanda, es que en toda demanda está igualmente implícito que el sujeto no quiere que sea satisfecha. El sujeto se ampara en la salvaguarda del deseo, y testimonia la presencia de un deseo innombrado y ciego,”228 la pulsión de muerte. El canibalismo sería así el estado último de absorción del otro, en su defecto la demanda se expresa, finalmente, a través de los significantes. La fase posterior de desplazamiento de la líbido será la anal. En esta fase se trata de ajustar la demanda de retención en función del educador, se interioriza la necesidad de
227 228
VIII, p. 208. VIII, p. 239.
defecar con la demanda externa de retener, así “el estado anal se caracteriza porque el sujeto no satisface una necesidad sino para satisfacer a otro.”229 Finalmente el último estadio del desarrollo sexual será el genital, caracterizado por la emergencia del significante fálico y por la castración. Según Lacan, el falo, como significante, se encuentra en el campo del Otro, así “el pequeño a es el gran Otro menos [φ]”230 El objeto de deseo se instaura a partir de la falta en el Otro, del significante ausente, de la castración simbólica que convierte al falo en significante, pero un significante con una característica muy especial, “...es el significante del punto donde falta el significante,”231 donde lo simbólico se entronca con lo real, con la falta y con la realidad del falo. A su vez esta ausencia de significante la simboliza Lacan con el símbolo Φ, garante de la cadena significante, “lo que nos da el signo de que tenemos el derecho de operar con signos,”232 significante último donde se apoya el deseo en su deslizamiento por la cadena significante, presencia real en última instancia. Es ahí, como presencia real, donde se sitúa la figura del analista. En cuanto ésta es inconsciente el analista tiene su lugar en lo real:
El Otro, que es el lugar de la palabra, que es el sujeto de pleno derecho, que es aquel con quien tenemos relaciones buenas y malas – ¿cómo se consigue que pueda y deba convertirse en algo exactamente análogo a lo que se puede encontrar en el objeto más inerte, a saber, el objeto de deseo, a? Es esta tensión, este desnivel, esta caída de nivel fundamental la que se convierte en la regulación esencial de todo lo que en el hombre es problemático en el deseo.233 229
VIII, p. 241. Así contiúa con su descripción de las fijaciones del estado anal , “descansa completamente sobre el efecto de la demanda del Otro – el Otro decide. Es aquí donde encontramos la raíz de la dependencia del neurótico. Ahí está la nota sensible por la que el deseo del neurótico se caracteriza como pre-genital. Depende tanto de la demanda del Otro, que aquello que el neurótico demanda al Otro en su demanda de amor de neurótico es que se le deje hacer alguna cosa.(...) El lugar del deseo queda manifiestamente, hasta un cierto punto, en la dependencia de la demanda del Otro,” VIII, p. 257. 230 VIII, p. 259. 231 VIII, p. 260. 232 VIII, p. 286. 233 VIII, p. 274 (énfasis mío).
Figura 1.14. Esquema del ramillete.
En este desnivel fundamental, entre el Otro como discurso inconsciente y el otro como objeto de deseo, es donde el el analista ha de situarse. Lacan dispone la transferencia entre la I de la identificación con el analista, como Otro, como ideal de yo, y su conversión en objeto a, para ello habrá de analizar las relaciones entre el ideal de yo y el yo ideal. Si bien la primera es una introyección del Otro primitiva y acorde a la cual se forma el superyo como instancia de la ley simbólica, el yo ideal es una proyección sobre los otros de tipo imaginario, de carácter narcisista. Para explicar la posición del sujeto $ con respecto al Otro (A) y en relación a su ideal de yo (I), yo ideal (i), y su deseo (a), elabora el esquema del ramillete. El sujeto al mirar en el espejo del Otro ve aparecer una imagen especular, su yo ideal i’(a), el ramillete en el vaso que contiene su deseo a, sólo al buscar su reflejo encuentra algo más de lo que es, su yo ideal, “el Otro es aquí parte únicamente como lugar desde donde se constituye la perpetua referencia del yo, en su oscilación patética, en esa imagen que se le ofrece y con la cual se identifica.”234
234
VIII, p. 412
La función del ideal de yo preserva la del yo ideal, ese yo ideal que intenta dar consistencia al sujeto, ese reflejo en el Otro, mediante el cual el sujeto gana su soporte. Así el Otro determina la identidad, en tanto identificación idealizada del sujeto.235 Es a partir de ese yo ideal que se produce la integración del yo en el mundo permitiendo la relación de objeto, gracias a la cual puede dar coherencia al mundo, a los objetos. Así pues la identificación es decisiva y se lleva a cabo a través del rasgo unario o einziger Zug.236 En su undécimo seminario de 1964 Lacan tratará lo que son los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis; junto con el inconsciente, la repetición y la pulsión, la transferencia. Retomará y continuará con las ideas expuestas en su octavo seminario con respecto a la transferencia, pero pondrá ésta en relación con los otros tres términos, en especial con la pulsión y el objeto a, volcándose en un escrito más técnico y, si cabe, aún más complejo. Bajo la égida de su intuición acerca del inconsciente estructurado lingüísticamente, éste vendrá constituido por el Otro, como relación primigenia, como aquel a quien alguien se dirige. Es con respecto a este Otro como el sujeto se constituye como ideal, ambos se constituyen simultánea y relativamente. La transferencia habrá de ser la puesta en acto de la realidad del inconsciente, que tomará forma lingüística en una demanda dirigida al psicoanalista en la que se disfraza el deseo. Un deseo que siempre deja trazos de su ocultamiento en el lenguaje, que se insinúa y persiste. Un deseo que no es sino deseo de reconocimiento, deseo de amor, que es deseo de deseo. Así lo resumirá Lacan: ‘el deseo del hombre es el deseo del Otro’. 235
“es necesario construir un soporte en el Otro, del cual depende que se tome o no la flor. ¿Porqué? Es que no hay ningún otro medio de que el sujeto subsista,” VIII, p. 456 236 “La satisfacción narcisista que se desarrolla en la relación con el yo ideal depende de la posibilidad de referencia a ese término simbólico primordial que puede ser mono-formal, mono-semántico, einziger Zug.” VIII, p. 414.
Si el deseo da contenido al inconsciente y a su puesta en escena mediante la transferencia, ésta obtiene su carácter mediante las pulsiones. Las pulsiones, según Lacan, son de un tipo muy especial, son pulsiones parciales. La pulsión crea una tensión en la estructura de la subjetividad que, como tal, tiende a una homeostasis. “La pulsión no hace sino representar parcialmente la consecución de la sexualidad en lo vivo. ¿Cómo extrañarse que su último término sea la muerte? Pues la presencia del sexo en lo vivo está ligada a la muerte.”237 Las pulsiones poseen un recorrido en el que se inserta el otro. El otro no es el fin de la pulsión, sino su medio, medio de satisfacción, pues la pulsión es siempre narcisista, sólo entiende los objetos externos como medios de su realización. Mediante el otro la pulsión regresa al sujeto en forma de placer. “Si la pulsión puede ser satisfecha sin haber conseguido aquello que, teniendo en cuenta una totalización biológica de la función, sería la satisfacción de su fin reproductivo, es porque se trata de una pulsión parcial, y que su finalidad no es otra que el retorno en circuito.”238 A partir de aquí Lacan diferenciará entre el deseo y el amor de la siguiente forma, si el objeto a239 es el fin último del deseo, un objeto que es falta, sustituto, y que permite, por ello, una representación polimorfa pero siempre imperfecta, el objeto amoroso se encuentra en la satisfacción del principio de placer sin la presencia de la pulsión, es decir, en el nivel del Yo no pulsional, no perteneciente al Ello según la tópica freudiana (Ichtriebe), amarse sucede siempre a través del otro. Esta coyuntura viene dada por el hecho de que el sujeto es constituido en el campo del Otro. El Otro es el que propicia el nacimiento del lenguaje en el sujeto y 237
XI, pp. 161-2. Hay numerosas referencias por parte de Lacan a la muerte y su relación con la sexualidad como fuente y mecanismo de perpetuación de la vida. Parece retomar, de alguna forma así, las ideas tardías de Freud acerca de una pulsión de muerte. 238 XI, p. 163. 239 “...introducido por el hecho de que ningún alimento satifacerá jamás la pulsión oral...”, XI, p. 164 Recordemos que la fase oral es, según Freud, la primera etapa del desarrollo sexual del neonato y que prefigura, en cierto modo, los objetos de placer y las estrategias de su consecución.
es así el portador del código por lo que es requerido por el significante en la articulación del mensaje. “El sujeto nació en tanto que en el campo del Otro surgió el significante.”240 En la sexualidad, en su relación con el mundo, el sujeto vive alienado de sí; división (Spaltung) que Freud reiteraría a lo largo de sus tópicas, “la alienación consiste en este velo, que -...- condena al sujeto a no aparecer sino en esta división que acabo, me parece, de articular suficientemente diciendo que, si bien aparece de un lado como sentido producido por el significante, de otro aparece como aphanisis.”241 Aphanisis tiene aquí el sentido de desaparición, de aquí surge el sujeto barrado $. Sólo a través de la separación, –separare, separar viene a ser parirse a sí mismo, independizarse, se-parare-, se consigue volver del velo de la alienación. En este sentido Lacan reitera el carácter ambivalente de la transferencia, que por un lado es coadyuvante en la superación de las resistencias, y, por otro, se convierte en obstáculo:
...la transferencia no es, en su naturaleza, la sombra de alguna cosa que haya sido previamente vivida. Muy al contrario, el sujeto, en tanto asubjetivado por el deseo del analista quiere mostrarle la equivocación de esa asubjetivación, haciéndose amar por él, proponiéndole él mismo esa falsedad esencial que es el amor. El efecto de la transferencia es este efecto de engaño en tanto que se repite actualmente aquí y ahora.242 Este amor que pone en juego una falta, sustitutivo imperfecto de una condición irrecuperable, es el de la transferencia, transfondo de la relación con el analista, 240
XI, p. 181. XI, p. 191. 242 XI, p. 229. En cuanto a la irremediable falsedad que supone el amor es intersante compararlo con la visión de Rousseau, “todo en el amor no es más que ilusión, lo he de admitir, pero aquéllo que es real son los sentimientos que nos animan por la verdadera belleza que nos hace amar. Esa belleza no está en absoluto en el objeto que se ama, sino que es obra de nuestros errores,” J.J. Rousseau, Émile V, Oeuvres Complètes, París, 1967, tomo III, pp. 266-7. 241
falso como el amor, por imposible, por pertenecer a un estado de indivisión. La posibilidad que brinda el análisis es salir de esa decepción primera y asumir la diferenciación y la marca imborrable del corte umbilical: la instalación en el registro simbólico. La relación con el analista se habrá de jugar en el terreno del ideal de yo del sujeto sólo para hacerle encontrarse con el objeto a, “te amo, pero porque inexplicablemente amo algo más que tú- el pequeño objeto a, te mutilo.”243 En esta relación entre ideal y advenimiento del objeto a es en lo que se diferencia el psicoanálisis de la hipnosis. Ésta confunde ambos representantes mientras que en psicoanálisis, “...la transferencia es aquello que descarta de la pulsión la demanda, el deseo del analista y aquello que le reenvía ahí. Y por esta vía, aisla la a, la pone a la mayor distancia posible de la I, que él, el analista, es llamado por el sujeto a encarnar.”244 El amor de transferencia no es unilateral, “es el deseo del paciente, sí, pero en su encuentro con el deseo del analista.”245 El sentimiento como medio de la transferencia es finalmente abatido, sólo queda la relación en su sentido más objetivante, como relación lingüística, “en el diálogo mismo uno debe registrar sólo lo que el otro transmite en su pura función significante, no hay que tener en cuenta aquello que el otro es, como presencia, como hombre, más o menos simpático. La interpsicología es una impureza en este juego.”246 La propia teoría de la transferencia, ocupada en reseñar esta interpsicología, esta interrelación verídica, no es sino el deseo del analista tan auténtico como el del paciente, tan presente como éste. El deseo del analista será la función que haga aparcer al deseo tal como éste es, como deseo del otro. Se 243
XI, p. 241. XI, p. 245. 245 XI, p. 229. 246 XI, p. 201. 244
conjugan las dos voluntades que comentaban Faría y Puységur, la del magnetizante de curar y la del magnetizado de ser curado, mediante el deseo del analista que es, como todo deseo, el deseo del otro. Ahí radica su colusión, su dialéctica desiderativa. “Al fin de cuentas no es sorprendente que a esa especie de puesta en co-vibración, co-vibración semiótica, se la llame, púdicamente, transferencia. Y también hay mucha razón para no llamarla sino así, me parece bien. No es el amor, pero sí el amor en el sentido ordinario. El amor tal como uno se lo imagina.”247 En la transferencia no sólo se produce la repetición en tanto el analizante introyecta la figura del analista y la hace objeto de sus fantasías. El analista se sitúa en una posición, es activo, frente a la mera representación fijada. Es a ésta característica la que Lacan denomina deseo del analista. Siguiendo el modelo de Clausewitz, ésta coincidirá con la política, las decisiones del psicoanalista que operan a un nivel más elevado. Si se limitase a posicionarse al nivel de la estrategia sólo desplegaría la representación del analizante en tanto en cuanto corresponde a las expectativas del analizante, ratificando su fantasma. El desnivel se produce en la destitución subjetiva, al mostrarse el analista como falto de ser, como de-seo. El analista se hace presente en el analizante como simple inscripción, como muerto, como ausencia, que como tal permite su rectificación. Es así como se ponen en juego los sentimientos tiernos hacia éste, el ideal, mientras que, en cuanto posición de objeto a, el analista habrá de soportar la transferencia sensual, es decir la relación de fascinación hacia el otro. Fascinación que no es inocente en cuanto es una fascinación por la que el analizante reconoce su propia posición frente al que tiene delante. 247
XXI, p. 236.
De acuerdo con Lacan lo único que se pone en juego en el análisis son dos seres hablantes. Dicho lenguaje deja traslucir el deseo, reconocible en tanto el inconsciente posee forma lingüística. Pero éste posee su virtualidad en cuanto lo que produce la neurosis son identificaciones que están inscritas, que poseen su codificación, y que el sujeto, representado por ellas, no es capaz de aprehender. Dicha alteración no puede conllevar sino ansiedad; la angustia se equipara con lo inarticulado, la voz sin significante.
Figura. 1.15. Relación entre posiciones subjetivas.
Lacan analiza los dos vectores mencionados de la transferencia en su decimoquinto seminario sobre el acto analítico. Tras la identificación primaria del niño con su medio, éste va a tener que atravesar el camino que lo lleva a su alienación, su existencia como alteridad en una identificación, en una posición subjetiva. Una posición que está relacionada con el otro en cuanto objeto de la mirada. En la ausencia del otro el niño ha de fijar su existencia, él existe en absoluto, no relativamente con respecto a la presencia de otro. Esta posición subjetiva se verá puesta en juego por la separación que radicaliza el movimiento comenzado por la alienación, requiriendo una existencia
propia, dejar de ser objeto para otro248 y convertirse en ser a secas, en 'para nadie'. Esta posición crea necesariamente angustia, se trata de una situación de desamparo que se ha de salvar mediante una identificación. En tanto esta identificación no se vea precedida de la alienación y separación quedará en un campo ajeno al sujeto, en tanto su posición es aún dependiente. Por supuesto esa independencia la mantiene el sujeto como goce, como modo de relacionarse, como falta destructiva y de ahí la neurosis como identificación fallida. La única identificación válida es nuestro reconocimiento como vacío, como faltos de ser, pero no una falta no vivida como ausencia, como angustia, sino como modalidad de ser, como deseo. Así, la transferencia vendría definida con respecto a este modelo por dos vectores que conjugan los dos tipos de relaciones objetales como fantasma, relación con el objeto del deseo y la angustia del lado de la separación, así como identificación e ideal de yo en su eje de alienación. Se trata de los dos componentes que se ponen en juego en el análisis y que tratan las posibles fijaciones en una alienación o separación no consumadas (Edipo no concluído) producidos en la relación con el analista, conduciendo a una identificación que trasciende la identificación, un fin de análisis que ha de mostrar el hecho de significar como necesidad autoimpuesta, identificados con un significante que ha de mostrarnos en nuestra esencia, parásitos del lenguaje. La transferencia surgiría como vector entre la transferencia de angustia, relacionada con el objeto a y con la pulsión. De alguna manera el contrapunto a los afectos que situaba Freud, y que procederían de la experiencia de dolor de cuyo resto se produce el afecto. Por otro lado, estaría la transferencia del ideal como 248
Se trata de las quejas de ser abandonado, no querido, todas jugadas desde una posición pasiva, desde un ser para otro.
sujeto supuesto saber que se jugaría al nivel simbólico. Se trata de una explicación gráfica de lo que señala en sus anteriores seminarios: la confluencia en la transferencia del objeto a en cuanto objeto básico del deseo, causa del deseo, como objeto inalcanzable por ser efecto de la constitución como ser humano, y el ideal de yo. Siguiendo las líneas maestras delineadas por Lacan en su undécimo seminario, podríamos entender la transferencia relacionada con los otros tres conceptos que conforman su formalización del psicoanálisis. Por un lado, un mecanismo repetitivo relacionado con el yo ideal, relacionado con las imágenes idealizadas del sujeto. Así se constituye el amor como repetición de cierto engaño. El nivel en el que se produce la transferencia es siempre inconsciente como lo muestra su cuarto y último grafo del deseo, relacionada con el ideal de yo, instancia del discurso. Finalmente la tendencia de mostrar la importancia de los afectos o, en última instancia, del amor, es deplazada en la transferencia por un análisis de ésta en términos de relaciones pulsionales, en relación con un objeto a, causa del deseo. De esta forma se relaciona con la angustia que produce el reconocimiento como sujeto deseante y es en la separación de ese objeto donde se produce el cambio terapéutico. La tendencia a dotar de un estructura teórica, parcialmente formalizada, del psicoanálisis consigue prescindir del psicoanalista como sujeto actuante al mediar cualquier relación con alguna internalización del analizante. El analizante se vuelve mero objeto tanto a nivel de la identificación en cuanto objeto del deseo. La transferencia es un tipo de reconocimiento de modalidades en que se introyectan objetos.
Si bien la intervención como táctica produce una mera repetición, es en el campo de la estrategia, en el del ideal, donde se empieza a poner en juego el inconsciente. En tanto política, mediante la conversión del analista en objeto, se presenta la pulsión y la angustia del propio sujeto y es en su reconocimiento y asunción donde se sitúa el sujeto como sujeto del deseo.
Desarrollo del
Mecanismo
Forma de
Medio de
concepto de
Básico
Transmisión
Transmisión
transferencia Magnetismo
Fluido
Relación
Sentimiento
I Fase
Desplazamiento
Falsa
Afecto
Asociación
(1890-1905) II Fase
Introyección
Resistencia
(Ambivalencia)
(1906-1914) III Fase
Sentimiento
Repetición
Acting- out
Amor
Repetición
Inconsciente
Pulsión
Táctica
Estrategia
Política
(Ideal)
(Angustia)
(1914-1939) Lacan
Repetir
Recordar
Elaborar
Esquema 3. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en Freud y Lacan. En Lacan también se indican los tiempos del análisis.
II. Ciencias Cognitivas
“He oído repetidas veces la manifestación despreciativa de que no puede esperarse nada de una ciencia cuyos conceptos máximos son tan imprecisos como los de libido y pulsión en el psicoanálisis. Pero en la base de este reproche hay un completo desconocimiento de la situación real. Conceptos básicos claros y definiciones de nítidos contornos sólo son posibles en las ciencias del espíritu en la medida en que éstas pretendan aprehender un campo de hechos en el marco de una formación intelectual sistemática. En las ciencias naturales, a las que pertenece la psicología, semejante claridad de los conceptos máximos huelga, y aun es imposible. Ni la zoología ni la botánica comenzaron con definiciones correctas y suficientes del animal y la planta, y la biología todavía hoy no sabe llenar el concepto de lo vivo con un contenido cierto. Más aún: ni siquiera la física habría realizado todo su desarrollo si hubiera debido esperar hasta que sus conceptos de materia, fuerza, gravitación y otros alcanzaran la claridad y la precisión deseables. Las representaciones básicas o conceptos máximos de las disciplinas de las ciencias naturales siempre se dejan indeterminados al comienzo, provisionalmente sólo se los ilustra por referencia al campo de fenómenos del que provienen, y no es sino mediante el progresivo análisis del material de observación como pueden volverse claros, llenarse de contenido y quedar exentos de contradicción.” Sigmund Freud, Autobiografía.
Elucidación de la transferencia Los aspectos que hemos resaltado en la evolución del pensamiento acerca de la transferencia muestran una serie de concomitancias con ciertos procesos cognitivos. En el esquema estructural y diacrónico propuesto se resaltaban tres ejes, mecanismo básico, medio y forma de transmisión. El primero de estos ejes, en sus formas de fluido, desplazamiento, introyección y repetición, puede ser entendido mediante procesos de agrupación de representaciones a través de mecanismos de categorización. El eje relacionado con la forma de transmisión que agrupa relación, falsa asociación, resistencia, acting-out e inconsciente aludiría a la memoria como mecanismo no sólo de contenido semántico, sino a sus otras vertientes, motoras, procedimentales e implícitas. Por último, el medio de transmisión remitiría a un estudio sobre la emoción, su modalidad y efecto, así como a su codificación, almacenamiento y recuperación subsimbólica, sin representación. De este modo proponemos una elucidación del concepto de transferencia mediante dichas nociones. Si bien psicoanálisis y ciencias cognitivas muestran importantes diferencias en su definición teórica y epistemológica, ambas se ocupan desde perspectivas diversas del suceder mental y sus experiencias no deberían mostrar desacuerdos fundamentales más allá de los propios de metodologías diversas.249 En la última década los avances en neurociencia y psicología cognitiva han alcanzado de forma específica al psicoanálisis, permitiendo remozar ciertos contenidos obsoletos o bien vagos en la formulación del psicoanálisis. Así Mark Solms ha utlizado el método clínico anatómico, procediendo a psicoanalizar 249
Un ejemplo de la relación primera que obtuvo el psicoanálisis con la neurología lo podemos encontrar en Jelliffe, S.E., “The influence of psychoanalysis on neurology”, Psychoanalytic Quarterly, 9, 1940, pp. 214-215. Hay que recordar el pasado del propio Freud como neurólogo y cómo una primera generación de psicoanalistas aún se encontraba influenciada por sus estudios médicos fisiológicos.
pacientes con lesiones cerebrales, correlacionando fenómenos neurocientíficos y psicoanalíticos.250 Trata así de operacionalizar conceptos psicoanalíticos mediante el estudio de dichos pacientes tal como hizo la neurociencia clásica desde Charcot. Publicaciones
como
la
revista
Neuro-Psychoanalysis251
o
Aperturas
Psicoanalíticas252 muestran bien a las claras dichas tendencias que también provienen de los propios especialistas en neurociencia, así por ejemplo sostiene Kosslyn la relevancia del psicoanálisis para la futura la neurociencia cognitiva:
En breve, predigo que Freud no se mantendrá en las sombras de la psicología académica mucho más, sino que será tomado como harina para el molino del próximo desarrollo importante en la neurociencia cognitiva.253 El psicoanálisis supuso y sigue conllevando una revolución en el concepto de terapia y ha mostrado la existencia de mecanismos que, más allá de su formulación, resultan esenciales en el estudio del acontecer mental –prefiero esta perífrasis antes que la utilización del término mente que por su forma sustantiva parece otorgarle a este proceso un carácter estático y esencialista, opto por conformarme con una referencia a procesos antes que a instancias-. El análisis de la transferencia comprende la relación mediada entre formas simbólicas, procesamiento cognitivo y un determinado sustrato neuronal,254 250
M. Solms “Preliminaries for an integration of psychoanalysis and neuroscience”, British Psychoanalytic Society Bulletin 34(9), 1998, pp. 23-38. “Lo que se necesita es un método por medio del cual una misma cosa pueda ser estudiada simultáneamente desde perspectivas psicoanalíticas y neurocientíficas, de tal modo que se pueda estar seguro de que las dos series de observaciones (y los informes teóricos resultantes) se refieren a la misma porción de realidad. Sólo así se pueden conectar las dos teorías en realidad antes que en palabras,” M. Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 307 251 http://www.neuro-psa.org.uk 252 http://www.aperturas.org 253 S.M. Kosslyn “Freud returns?”, R.L. Solso y D.W. Massarro (eds.), The Science of the Mind: 2001 and beyond, Nueva York, 1995, p. 105. 254 F.M. Levin y E.W. Kent, “Psychoananlysis and knowledge: Part 2. The special relationship between psychoanalytic transference, similarity judgment, and the priming of memory”, Annual of Psychoanalysis, 50, 1995, pp. 117-130. “En otras palabras, algunos sucesos pasados almacenados en el cerebro son recuperados principalmente sólo cuando parte de la experiencia original que los creó, recurre,” p. 119.
posibilitando
relacionar
la
representación,
en
el
sentido
de
experiencia
fenomenológica en primera persona, y su correlato funcional.255 Al caracterizar formalmente la transferencia me refiero a una modalidad especial de aprendizaje que como tal recurre a las categorías formadas en nuestra experiencia, almacenadas en la memoria, y que poseen una carga afectiva determinada. Estos nuevos enfoques, fruto de la revolución cognitiva en polémica con el conductismo, han abierto la posibilidad de validación y evaluación de las explicaciones psicoanalíticas. Frente a la ciencia cognitiva la terapia impone la urgencia del sufrimiento y la necesidad de su tratamiento. Probablemente la histérica del siglo XVII prefiriese el exorcismo a la reclusión, quizás incluso la ablación del clítoris. La terapia hoy la libera de estos dos extremos, si bien el psicoanálisis queda del lado del exorcismo, la neurociencia cognitiva no queda liberada de su otra antecesora.256 Cómo funcionaría una terapia informada y contrastada que renuncie a espíritus y mutilaciones, que ayude a comprender cómo aliviar el dolor, aunque sólo sea (h)ablando.
255
J.L. Hadley, “The Representational System: A Bridging Concept for Psychoanalysis and Neurophysiology”, International Review of Psychoanalysis, 10, 1983 pp. 13-30. Aquí se sitúa el concepto de representación relacionado con la teoría de la información y de su producción como desviación de la aleatoriedad. Cf. M.F. Basch, “Psychoanalysis and communication science”, Annual of Psychoanalysis, 4, 1976, pp. 385-421. 256 Los antecedentes del estudio ‘experimental’ de la mente surgen de hecho de la mutilación y las lesiones del cerebro. De igual importancia me parece resaltar las más que cuestionables técnicas de manipulación sobre animales, convertidos en cobayas, desprovistos teóricamente de sentimientos cf. J. Panksepp, “Affective consciousness: Core emotional feelings in animals and humans”, Consciousness and Cognition, 14, 2005, pp. 30-80. Desde luego no parece exagerado plantear la filiación de las técnicas experimentales basadas en la manipulación. Un ejemplo de dichas técnicas intrusivas son las técnicas leucotómicas practicadas con cierta asiduidad hasta mediados del siglo pasado. Los pacientes dejaban de experimentar sus dolencias pero a cambio de erradicar la capacidad autónoma de orientar sus decisiones y voliciones, evitando el dolor por medio de un estado de amortiguamiento generalizado de todas las facultades.
Figura 2.1. David Hockney - Kasmin Los Angeles 28th March 1982. Esta composición de polaroid nos da una idea de cómo la percepción podría darse sin una centralización de los diversas reuniones de células que completan nuestra visión.
2.1. Introducción: Inconsciente, Percepción y Aprendizaje La psicología experimental y la neurociencia han producido en los últimos años toda una serie de resultados en diversas áreas de investigación que tienden puentes con el psicoanálisis y algunos de sus conceptos fundamentales. En este primer apartado nos centraremos concretamente en tres aspectos, la existencia de procesos por debajo del umbral de la apercepción o inconscientes, la percepción, y en especial los fenómenos de percepción subliminal en los que un estímulo es registrado, pese a no existir ningún rastro en la conciencia y, finalmente, el aprendizaje implícito, mediante el que se extrae una instrucción a partir de la experiencia sobre la que un sujeto es competente, pero de la que no es capaz de dar una información verbal adecuada acerca de su funcionamiento o contenido.
2.1.1. Inconsciente El inconsciente ocupa un lugar sobresaliente en la teoría psicoanalítica y ha ganado gran predicamento en la última década en la ciencia cognitiva.257 Si bien su sentido en la teoría psicoanalítica se refiere a una instancia en la que se encuentran representaciones conflictivas sin acceso a la conciencia, así como al lugar motivacional por excelencia de donde surgen los deseos del sujeto, resulta posible elucidar dicho concepto como representaciones no recuperables o no disponibles de carácter propiamente motivacional. Por un lado, mediante las pruebas que avalan la actividad desempeñada por estímulos que acceden a la mente del sujeto sin su apercepción y que actúan conformando su percepción y comportamiento. Por otro lado, analizaremos los aspectos motivacionales en relación con la teoría de la emoción que da cuenta, a nivel neurocientífico, del carácter implícito de la activación de ciertas emociones como el miedo, su primacía procesal, y su resilencia. El psicoanálisis como terapia posee como meta, en su formulación clásica, el regreso de lo reprimido, de lo inconsciente, ‘wo es war, soll ich werden,’ reza un aforismo del modelo estructural desarrollado en los años veinte por Freud. En esta etapa se modificaba el sistema de la Traumdeuteung basado en 'niveles de conciencia' (inconsciente, preconsciente, consciente), -gradaciones, por otro lado, similares a las que encontramos en el estudio de los estímulos subliminales-, en el que diferenciaba también tres instancias (yo, ello, superyo). Dentro de este modelo 257
Cf. D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997. La formalización del inconsciente también ha venido del estudio de mecanismos implícitos, cf. A.R. Reber, Implicit learning and tacit knowledge: An essay on the cognitive unconscious, Nueva York, 1993. No obstante, se alzan voces que sostienen la diferencia entre los dos conceptos, inconsciente cognitivo y psicoanalítico. J.F. Kihlstrom, “The cognitive unconscious”, Science, 237, 1987, pp. 1445-1452. J.F. Kihlstrom, “The psychological unconscious”, L.R. Pervin y O. John (eds.), Handbook of personality, Nueva York, 1999. Desde la perspectiva opuesta cf. S. Epstein, “Integration of the Cognitive and the Psychodynamic Unconscious”, American Psychologist , 49, 1994, pp. 70924, o H. Shevrin, J.A. Bond, L.A. Brakel, R.K. Hertel y W.J. Williams, Conscious and Unconscious Processes: Psychodynamic, cognitive and neurophysiological convergences, Nueva York, 1996.
conflictual, psicodinámico, el inconsciente dejaba por un lado su lugar al ello, y por otro se convertía en el índice que permitía observar la confluencia de tendencias diversas, se volvía el lugar de las motivaciones (pulsiones). Los conflictos inherentes a estas tres instancias se resolverían mediante la capacitación de la parte bajo control del sujeto, su conciencia, su yo, sobre aspectos inaceptables, enajenados, por su incompatibilidad con otras representaciones o ciertos ideales que conforman el superyo. El supuesto freudiano de hacer consciente lo inconsciente se podría traducir, en términos cognitivos, por sustituir los patrones de activación subsimbólicos almacenados de forma no explícita e incorporados, de tipo emocional, que operan de forma automática, por información declarativa capaz de interferir con dicha programación. En un sentido lato, la terapia analítica no diferiría aparentemente de las técnicas cognitivas en las que se le muestra al sujeto la inadecuación de sus expectativas y de sus pensamientos. El psicoanálisis, al introducir el registro inconsciente, acentúa la primacía e inercia bajo la cual el sujeto experimenta la existencia de respuestas incontrolables, de actividad fisiológica. Esta instancia psicoanalítica guarda semejanzas en neurociencia con la actividad desarrollada por la amígdala y el circuito límbico de forma independiente del input cortical.258 La evidencia existente sobre la asimetría en la conexión entre la amígdala y el neocortex, y la proyección mayor de aquélla sobre el neocortex, permite que la hormonas liberadas en estados emocionales, dependientes de estas estructuras, tiendan a mantener el estado en el que se encuentra el cerebro y vengan 258
Sobre este tema ha habido recientemente una amplia discusión. Si bien el ‘sistema límbico’ como encargado de procesar las emociones fue introducido por P.D. Maclean, “Psychosomatic Disease and the “Visceral Brain”: Recent Developments bearing on the Papez theory of Emotion”, Psychosomatic Medicine, 11, 1949, pp. 338353, ha sido criticado por J.E. Ledoux, The Emotional Brain, Nueva York, 1996. Sólo la amígdala mantendría su importancia en la generación de sentimientos de miedo, pero no otras partes implicadas en el sistema límbico tales como el hipocampo, el córtex cingular y el hipotálamo. Ledoux se decanta por la existencia de un sistema descentralizado de procesamiento emocional.
acompañadas de una activación fisiológica que bien podría dar cuenta del síntoma incorporado. Por ello resulta tan arduo inhibir la ansiedad y otros estados una vez que se producen; al córtex le es muy difícil actuar sobre la amígdala. Dicho proceso coincide con dos características fundamentales del inconsciente analítico: su inercia y su carácter involuntario. Estos estados
emocionales no poseen
representación consciente ni carácter simbólico. Las respuestas afectivas, más primitivas y duraderas, ocurren antes de que cualquier tipo de procesamiento cognitivo tenga lugar, poseen primacía procesal. El psicoanálisis, a diferencia de la psicología cognitivo-conductual, habría de ser capaz de alterar no sólo las pautas de procesamiento consciente, sino también los patrones de comportamiento con una base funcional ontogenética más profunda; emociones que se activan sin apercepción del mecanismo actuante. En estos casos una terapia basada solamente en aspectos cognitivos no sería adecuada, pues las pautas a alterar tienen un nivel de codificación diverso, se vuelven cuerpo. No es de extrañar que el psicoanálisis se esforzase en ligar el paciente al lenguaje, en forzarle a producir símbolos. Ésta era la forma de crear algún punto de apoyo entre los procesos subsimbólicos y la conciencia, buscando formas de representarlos. Basándonos en un modelo conexionista de la mente podríamos afirmar que es posible la activación en paralelo de diversos circuitos, de ciertas unidades de procesamiento especializadas simultánemanente. El propio funcionamiento del inconsciente parece acomodarse mejor a este modelo que a los de procesamiento serial. Habría que entender el inconsciente menos como sede de representaciones o elementos discretos que como grados de activación neuronal.259 En un modelo de 259
Así sucedía en la primera tópica freudiana que distinguía entre diversos niveles de activación, entre consciente, preconsciente e inconsciente y subrayaba la posibilidad de emergencia y recuperación de ciertos
procesamiento conexionista no simbólico la relación entre los diferentes estados de activación de los nodos determina la respuesta y la experiencia fenomenológica. La información nueva se registraría interfiriendo y reemplazando la propia estructura de registro. A la hora de diferenciar entre el inconsciente analítico y el cognitivo más que la diferencia en los procesos habría que buscar la diferencia en el estilo. Así comenta el neurobiólogo Paul Grobstein:
…la diferencia más importante en el estilo es a lo que Lacan llamó la atención desde una perspectiva clínica/filosófica - la conciencia (procesamiento consciente) tiene como objetivo la ‘coherencia,’ esto es, procura crear una historia en la que todas sus partes tengan sentido simultáneamente. El inconsciente, por otro lado, actúa mucho más cómodo con los pedazos sueltos sin ningún orden global. Para un neurobiólogo o un científico cognitivo, esto posee sentido. El circuito implicado en el inconsciente (¿red de circuitos sub-cortical? (Grobstein, 2003a)) es una unión de partes diferentes organizadas para muchos propósitos específicos diferentes, y sólo unido secundariamente para conseguir y asegurar alguna coordinación. El circuito implicado en el procesamiento consciente (¿circuito neo-cortical?), por otro lado, parece ser más uniforme e integrado y poseer un objetivo para cuál la coherencia es central.260 Estos dos estilos (analógico-digital, aposicional-proposicional) se relacionan con las modalidades de procesamiento que llevan a cabo los dos hemisferios del cerebro.261 Según Gazzaniga es probable que la especialización hemisférica haya elementos para la conciencia. En la bibliografía interdisciplinar se ha puesto de relieve dicha relación entre el modelo conexionista y el proceso primario freudiano, cf. M.D.J. Díaz-Benjumea lo señala con toda amplitud en “Lo inconsciente psicoanalítico y la psicología cognitiva: una revisión interdisciplinar”, Aperturas Psicoanalíticas, 11, 2002, http://www.aperturas.org/11diazbenjumea.html 260 P. Grobstein, “Making the Unconscious Conscious, and Vice Versa: A Bi-directional Bridge Between Neuroscience/Cognitive Science and Psychotherapy?” Cortex (en prensa). http://serendip.brynmawr.edu/sci_cult/mentalhealth/unconcon.html 261 También se ha señalado la relación entre estas dos modalidades y los conceptos de conciencia primaria de tipo corporal, emocional y la conciencia superior verbal tal como las desarrolla Edelman, cf. S.M. Davis, “Neurobiology and the Neuronal Group Selection Theory of Gerald Edelman Applied to Psychoanalysis The Relevance of Gerald Edelman's Theory of Neuronal Group Selection and Nonlinear Dynamic Systems for Psychoanalysis”, Psychoanalytic Inquiry, 22(5), 2002, pp. 814-840. Según McKinnon, la transferencia sería una forma visual-sensorial de recuerdo (hemisferio derecho) que ha de ser elaborada, procesada, por el hemisferio proposicional, de forma semántica, “...el hemisferio derecho parece ofrecer un 'subgrupo' crítico y generalmente irreconocido de eventos identificados clínicamente como transferenciales, en la forma de procesamiento analógico de imágenes del yo y de objetos,” J. McKinnon, “Two semantic forms: neuropsychological and psychoanalytic descriptions”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, 2, 1976, p. 56
surgido como pérdida de ciertas habilidades previas que se encontraban en ambos hemisferios. En el hemisferio izquierdo se habrían desplazado probablemente las funciones visuales y perceptivas con la emergencia de un sistema simbólico de representación como el lenguaje.262 La lateralización y la especialización hemisférica habrían sido consecuencia de la necesidad de maximizar estructuras neuronales para nuevas funciones. De esta forma, el hemisferio izquierdo estaría mejor preparado para la actuación conforme a rutinas, mientras que el derecho se encargaría de situaciones nuevas. Es así que se ha propuesto la transferencia como una ocurrencia del hemisferio derecho.263 El hemisferio izquierdo, por su parte, otorga coherencia a los inputs que se procesan tanto en dicho hemisferio como en el derecho, prevaleciendo sobre el derecho a la hora de organizar los estímulos que provienen del exterior.264 De hecho la especialización y, en el caso humano,
la
lateralización
cerebral,
ha
sido
correlativa
con
una
menor
interconectividad hemisférica.265 Frente al hemisferio izquierdo, el derecho, no dominante, posee funciones básicas en la regulación del organismo, postergadas en las ciencias cognitivas clásicas frente a las habilidades cognitivas-lingüísticas del hemisferio izquierdo. En especial el hemisferio derecho posee funciones neuroendocrinas en la secreción de hormonas del estrés, cortisol, y en la estabilización de las funciones vitales. Su
262
M.S.Gazzaniga, “The Split Brain Revisited”, Scientific American 279(5), 1998, pp. 50-55. D.F. Watt, “Transference –A Right Hemisphere Event?: The Boundary Between Psychoanalytic Metapsychology and Neuropsychology”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, 9(1), 1986, pp. 43-77. R. Joseph, The right brain and the unconscious: Discovering the stranger within, Nueva York, 1992. J.T. MacLaughlin, “Primary and secondary processes in the context of cerebral hemispheric specialization”, Psychoanalytic Quarterly, 47, 1978, pp. 237-266. 264 M.S. Gazzaniga, “Consciousness and the cerebral hemispheres”, M.S. Gazzaniga (ed.), The Cognitive Neurosciences, Boston, 1995, pp. 1391-1400. 265 F. Aboitiz, J. López y J. Montiel, “Long distance communication in the human brain: timing constraints for inter-hemispheric synchrony and the origin of brain lateralization”, Biological Research, 36(1), 2003. F. Aboitiz y A. Ide, “Anatomical asymmetries in language-related cortex and their relation to callosal function”, E. Stemmer y H. Whitaker (eds.), Handbook of Neurolinguistics, Nueva York, 1998. 263
labor en la regulación homeostática y emocional lo asemejaría al inconsciente freudiano.266 Tanto los sueños como la memoria autobiográfica, dos vías regias de la terapia, muestran una preponderancia en la activación del hemisferio derecho, al igual que ocurre con pistas de tipo emocional y con la imagen del cuerpo (estereognosis) que en los síntomas histéricos se veía deformado. Jospeh señala, avalando la hipótesis conflictual, dinámica, cómo en ocasiones puede existir incluso un conflicto entre ambos hemisferios.267 Sostiene, así mismo, la existencia de un 'lenguaje límbico' que estaría encargado de la expresión de sentimientos mediante aspectos como la inflexión o el tono y que expresaría estados emocionales o deseos. De hecho es el hemisferio derecho el que posee funciones musicales y prosódicas en su estrecha relación estructural con la amígdala y otras áreas del denominado sistema límbico. La amígdala posee a su vez la capacidad de actuar sobre la activación cortical, superponiendo las respuestas emocionales a las cognitivas y haciendo que éstas se impongan a cualquier otro tipo de procesamiento simultáneo.268 Ambos hemisferios procuran el carácter dual del procesamiento cerebral. El hemisferio izquierdo comienza desarrollándose como sede de la función motora, no obstante es el hemisferio derecho el que posee una superior atención sobre la actividad corporal.269 La transferencia permitiría cierto nivel de reconexión interhemisférica atendiendo tanto al lenguaje propiamente, como al lenguaje límbico, al aspecto emocional codificado en el tono o en la prosodia. La 266
“La mente procesadora de emociones derecha es el substrato neurobiológico del inconsciente dinámico freudiano,” A.N. Schore, “Commentary”, Neuro-Psychoanalysis, 1, 1999, pp. 115-128. Cf. A.N. Schore, “The right brain as the neurobiological substratum of Freud’s dynamic unconscious”, A.N. Schore, Affect Regulation and Repair of the Self, Nueva York, 2003. 267 R. Joseph, “The right cerebral hemisphere: emotion, music, visual-spatial skills, body-image, dreams and awareness”, Journal of Clinical Psychology, 44(5), 1988, pp. 630-73. 268 R. Joseph, “The Limbic System: Emotion, Laterality, and Unconscious Mind”, The Psychoanalytic Review, 79, 1992, pp. 405-456. 269 R. Joseph, “The neuropsychology of development: Hemispheric laterality, limbic language, and the origin of thought”, Journal of Clinical Psychology, 44, 1982, pp. 4-33.
transferencia posibilitaría la transmitisión de la información procesada de uno al otro
hemisferio.270
La
desconexión
interhemisférica
replica
de
hecho
la
fenomenología de ciertos tipos de defensas que actúan como 'comisurotomía funcional', es decir, como si se cortase la comunicación entre ambos hemisferios. No existiría una explicación sencilla acerca de la correlación entre un hemisferio y el inconsciente,271 sino que tendría que ver más con la dinámica hemisférica, con la conexión de imágenes y unidades léxicas, de afectos y representaciones, de objetos y palabras.
Es en el análisis de la transferencia (y fenómenos relacionados) donde las unidades basadas en imágenes de representación primaria del hemisferio derecho son forzadas a entrar en diálogo con las unidades léxicas de prepresentación primaria del hemisferio izquierdo. Puesto de modo más convencional, el afecto del paciente es gradualmente puesto en palabras, entendido en términos de prepresentaciones primarias y altamente ambivalentes del yo y el objeto, y conectado a la experiencia traumática primaria.272 Resumiendo,
el
hemisferio
izquierdo
estaría
encargado
de
otorgarle
coherencia a los estímulos e integrarlos en función del conocimiento previo, dando lugar al denominado sesgo de confirmación. La falta de procesamiento por parte del hemisferio izquierdo conlleva que tras ver un objeto el individuo es capaz de señalarlo pero no de producir un reconocimiento verbal. La desconexión del hemisferio derecho a izquierdo supone la represión del recuerdo que es activado a nivel sensomotor, pero al cual no se puede acceder como representación simbólica, se produciría una activación subsimbólica similar al inconsciente freudiano; un recuerdo actúa en modalidades fisiológicas de preparación para la 270
F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, Madison, 2003. M. Solms, “The Deep Psychological Functions of the Right Cerebral Hemisphere”, Bulletin of the British Psycho-Analytic Society, 25(1), pp. 9-29. 272 D.F. Watt “Higher Cortical Functions and the Ego:Explorations of the Boundary Between Behavioral Neurology, Neuropsychology, and Psychoanalysis”, Psychoanalytic Psychology, (7)4, 1990, p. 519. 271
acción, pero sin representación. A nivel ontogenético el hemisferio derecho comienza su desarrollo antes que el izquierdo.273 Si bien buena parte de la información adquirida pasa luego a procesarse también por el hemisferio derecho, una parte no seguiría este camino, dando cuenta de la 'amnesia infantil' a que se refería Freud y a la existencia de pautas corporales fisiológicas aprendidas sin el registro de las circunstancias que dieron lugar a éstas. Existe así mismo una nutrida evidencia sobre la relación entre hemisferios y la valencia de las emociones. El hemisferio izquierdo procesaría preferentemente las emociones positivas y el derecho de las negativas.274 En la literatura contemporánea se tiende a resaltar la indisociabilidad de ambos aspectos, el cognitivo y emocional, que forman un sistema sintético, y se habla un cerebro emocional, que constituye un sistema de relaciones afectivocognitivas.275 De ahí que la explicación freudiana siempre haya hecho hincapié en los sentimientos como mecanismo actuante en la transferencia, el afecto que cura, el amor salus, al que se referían los magnetistas. Freud asimiló, a su manera, ciertas aportaciones fundamentales de la ciencia biológica del siglo XIX, exponiendo en su teoría de la sexualidad la importancia del 273
C. Chiron et al., “The right brain hemisphere is dominant in human infants”, Brain, 120, 1997, pp. 1057-1065. R.J. Davidson, “Cerebral asymmetry, emotion, and affective style”, R.J. Davidson y K. Hugdahl (eds.), Brain asymmetry, Massachusetts, 1995. R.J. Davidson, P. Ekman, C.D. Saron, J.A. Sennulis, y W.V. Friesen, “Approach withdrawal and cerebral asymmetry: Emotional expression and Brain Physiology”, Journal of Personality and Social Psychology, 58(2), 1990, pp. 330-341.T. Canli, “Hemispheric asymmetry in the experience of emotion: a perspective from functional imaging”, The Neuroscientist, 5, 1999, pp. 201-207. Otros autores señalan la función global que poseerían las emociones y cómo las zonas corticales no pueden en sí definir las emociones D.F. Watt, “Emotion, Cognitive Neuroscience and Consciousness Studies: Is Emotion Really One of Easy Problems?” On Line Web Seminar at the University Of Arizona, 1998. http://www.consciousness.arizona.edu./emotion.html. Así mismo se ha señalado cómo la estimulación de áreas subcorticales contribuye más a la producción de afectos que las áreas corticales y cómo las pruebas de PET y fMRI tienden a sobrerepresentar el cortex, por ser el área metabólica más activa, cf. J. Panksepp, Affective Neuroscience, Oxford, 1998. 275 “Tanto el momento actual de la experiencia como a la hora de recordar cada percepción tanto de objetos como de conceptos éstas están unidas asociativamente de forma consciente o inconsciente con un sentimiento, en el sentido de un sistema de relaciones afectivo-cognitivo,” D. Bürgin, “Einleitung”, M. Koukkou, M. LeuzingerBohleber y W. Mertens (eds.), Erinnerung von Wirklichkeiten. Psychoanalyse und Neurowissenschaften im Dialog, Stuttgart, 1998, p. 40. 274
mantenimiento de la especie antes que el individuo y cómo esta premisa evolutiva atravesaba al propio sujeto. En este mismo sentido, las emociones poseían una gran relevancia evolutiva en la supervivencia de la especie. De hecho, junto con los mecanismos de memoria implícita, se encuentran patrones de comportamiento afectivo así como motores; no es de extrañar la estrecha relación entre la somatización y la presencia de un síntoma corporal asociado a una emoción.276 Para comprender la importancia de los circuitos emocionales en una elucidación del inconsciente podemos acudir, a modo de ilustración, a los estudios pioneros de MacLean.277 Éste situaba la evolución de las diversas estructuras citoplásticas del cerebro en una diacronía filogenética. El tallo cerebral, encargado de funciones vitales de regulación del organismo, fundamentales para la supervivencia, tales como la respiración o el pulso, así como los ganglios basales o 'estriato', también presentes en reptiles, encargados de determinadas rutinas incluso en las fases REM del sueño, formarían un primer nivel de nuestro cerebro, el archipallium, o cerebro reptiliano. El sistema límbico (palleopallium), propio de los mamíferos, estaría implicado en ciertas funciones relativas a la memoria y a la 276
Existen autores, como B. van der Kolk, que sostienen la importancia de las áreas no verbales del cerebro (amígdala, hipotálamo e hipocampo) y su relación con la somatización en especial en casos de estrés postraumático. De este modo el cuerpo estaría mucho más relacionado con las respuestas emocionales que con nuestros mecanismos conscientes. Cf. B. van der Kolk, “The Body Keeps the Score: Memory and the Emerging Psychobiology of post traumatic stress”, Harvard Review of Psychiatry, 1, 1994, pp. 253-265. Una muestra más del embodiment y lo que resulta más importante, estos procesos sobre los que Freud hizo tanto hincapié y que se sitúan por fuera de la conciencia. Así van der Kolk subraya la hipervaloración de los mecanismos cognitivos frente a otros motores y emocionales más antiguos. 277 P.D. MacLean, The Triune Brain in Evolution: Role in Paleocerebral Functions, Nueva York, 1990. Las relaciones entre esta figura triuna y toda una variedad de ideas místicas y esotéricas no han faltado. La propia formulación del título por parte del autor sin duda ha ayudado. Por poner un referente más laico, aunque probablemente no más científico, podríamos referirnos a la división tripartita que llevaron a cabo de las funciones humanas Platón y Aristóteles. La idea de un alma sensitiva, vegetativa y racional quizás no andase tan mal encaminada como pareciese. Tal como señalaba MacLean “Considerado a la luz de la psicología freudiana, el cerebro visceral poseería muchos de los atributos del Ello,” cit. en J.E. Ledoux, op. cit., p. 96. Incluso MacLean se atrevía con una comparación de su modelo con las fases de la migración de la líbido descritas por Freud en sus trabajos sobre la sexualidad infantil. Pese a su valor descriptivo heurístico las críticas al modelo de Maclean han sido bastante importantes, en especial el supuesto papel del hipocampo dentro del sistema límbico. Las críticas al modelo de MacLean en relación al hipocampo se encuentran en J. O'Keefe y L. Nadel, The hippocamus as a cognitive map, Oxford, 1978.
emoción y, a nivel comportamental, en ciertas conductas relativas al cuidado de la progenie, englobando el hipotálamo, hipocampo y amígdala. Posteriormente se desarrollaría lo que es el cortex y el cortex prefrontal (neopallium), asociado este último a funciones simbólicas desarrolladas, así como a la dirección o modulación de los procesos llevados a cabo por las restantes estructuras cerebrales. En el niño, el hipocampo no se encuentra totalmente desarrollado lo que sí sucede con los ganglios basales y la amígdala, esta maduración tardía del hipocampo, pieza clave en el almacenamiento de recuerdos, también apoyaría la hipótesis de una amnesia infantil.278 Tras nacer el niño poseería básicamente un sistema regulatorio límbico en el procesamiento de la información proveniente de su medio y en la regulación de las respuestas autónomas de su organismo.279 No se trataría, pues, de una explicación basada en un aspecto conflictual psíquico, sino en el de una determinada base neuronal.
Figura 2.2. Modelo de cerebro triuno de MacLean. De color verde aparece el cerebro archipallium reptiliano, de rojo el palleomammallium que conforma el sistema límbico, y en azul el neopallium o neocortex. Estos 'tres cerebros' corresponderían a las diversas fases en la evolución y consituirían en conjunto nuestro cerebro.
278
W.J. Jacobs y L. Nadel, “Stress-induced recovery of fears and phobias”, Psychological Review, 92, 1985, pp. 512-531. Los autores señalan cómo el hipocampo, al madurar después del sistema capaz de aprender a responder a ciertos estímulos que provocan respuestas de miedo, impide la existencia de las pistas mnésicas de dichos eventos condicionantes. “Así parece dudoso que sucesos traumáticos antes de los dos años se vuelvan parte de nuestro sistema de memoria consciente autobiográfica, pese a que estos eventos sigan ejerciendo una influencia en el comportamiento en los años sucesivos,” I.M. Cordón, M.-E. Pipe, L. Sayfan, A. Melinder, y G.S. Goodman, “Memory for traumatic experiences in early childhood”, Developmental Review, 24, 2004, p. 122. Joseph ha demostrado igualmente como el período de amnesia infantil puede verse retrasado de los 3-4 años a los 6 en casos de maltratos o abusos a niños, R. Joseph, “Emotional trauma & childhood amnesia”, Journal of Consciousness & Emotion, 4(2), 2003, pp 151-178. 279 A.N. Schore, “The effects of a secure attachment relationship on right brain development, affect regulation, and infant health”, Infant Mental Health Journal, 22, 2001, pp. 7-66.
El inconsciente cognitivo es abordado por Piaget como estructura del pensamiento, como proceso antes que como producto final. Así ocurre con los niños que no son conscientes de las acciones que son capaces de llevar a cabo. Pese a actuar con respecto a esquemas sensorimotores, no poseen esquemas representacionales de dicha acción. “Volverse consciente consiste en una reconstrucción en un nivel superior de algo que está ya organizado, pero de modo diferente, en un nivel inferior, así tenemos que considerar, de un lado, la cuestión de la utilidad funcional de dicha reconstrucción y, de otro lado, la cuestión de su proceso estructural.”280 Y es que el sujeto no sabe de las razones estructurales, de las causas subyacentes a su comportamiento, éstas son precisamente el objeto de la terapia analítica.281 En este sentido, lo afectivo figura de forma central en el psicoanálisis y en su concepto de inconsciente, tal como lo entendía Piaget frente a la psicología cognitiva. La diferencia entre el inconsciente dinámico y el cognitivo estriba en el lugar que obtiene el procesamiento de las emociones, “...el inconsciente psicoanalítico es centralmente afectivo y motivacional.”282 Mientras que el inconsciente cognitivo se basaría en información sin una relación directa con el procesamiento emocional o estructura biológica subyacente alguna, el inconsciente dinámico se produce como efecto de dicho tipo de procesamiento básico con una base neurobiológica y emocional concreta. No obstante, la emoción sería un estado general de
280
J. Piaget, “The affective unconscious and the cognitive unconscious”, Journal of the American Psychoanalytical Association, 21, 1973, p. 256. 281 Piaget señala cómo “...no sabe nada del mecanismo interno que dirige su pensamiento,” ibid., p. 251. 282 J. Weiss, “Psychoanalytic and Cognitive Conceptions of the Unconscious”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997, p. 38. Cf. M. Power y Ch. R. Brewin, “From Freud to cognitive science: A contemporary account of the unconscious”, British Journal of Clinical Psychology, 30, 1991, pp. 289310, que distingue inconsciente de represión a la hora de trazar analogías entre el inconsciente analítico y cognitivo.
integración antes que el producto del procesamiento exclusivo de ciertos circuitos, incluyendo al propio cuerpo, al sistema nervioso periférico. El inconsciente sólo sería accesible a la revisión mediante las experiencias nuevas que producen reinscripciones mnésicas, éstas son el objeto propio de la transferencia. Al recordar no sólo recuperamos un recuerdo, sino que abrimos la posibilidad de su reescritura, de su reconsolidación. La memoria, en el momento del recuerdo, entra en lo que se denomina un ‘estado lábil’, en el que puede ser modificada. No sólo se modifica ese recuerdo procesado, también se podría alterar la articulación de la respuesta condicionada, los patrones de activación neurovegetativos o de preparación para la acción, para ocasiones futuras. De ahí la proximidad a esta noción del concepto freudiano de reedición, de edición nueva (neue Auflage). “La idea principal, en síntesis, es que el estímulo contemporáneo activa una red mnésica que, a su vez, organiza y provee de significado a la actual experiencia perceptiva. Desde esta perspectiva no hay una clara demarcación entre recuperación, como se pensaba antes, y consolidación. Cada operación de recuperación disparará un proceso de reconsolidación que permite la integración de la nueva información sobre la base del pasado.”283 Hablamos de la reconfiguración del recuerdo en su reemergencia (repetir), de su labilidad al ser recuperada (recordar) y de una reelaboración (elaborar), una nueva inscripción, una re-consolidación. Es esta última fase la que supone la emergencia de patrones modificados de conducta. Lo que un fóbico entendía como situación de miedo es reelaborada en contacto con la experiencia. Aquello que en el caso de la histérica es una oposición entre dos tendencias,-dos deseos o representaciones
283
S.J. Sara, “Strengthening the shaky trace through retrieval”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, p. 213. Cf. K. Nader, G.E. Schafe, y J.E. LeDoux, “The labile nature of consolidation theory”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, pp. 216-219.
incompatibles o categorizados como tales, pese a no poseer apercepción-, se reconsolida, al poseer los estados de activación asociados una representación, de ahí la importancia otorgada por Lacan a la creación de un nuevo significante en el 'sujeto supuesto saber' (Sq), la capacidad de asociar un estado subsimbólico con una posible representación, en concreto, lingüística.
El conocimiento indispensable fue consciente una vez, cuando aprendimos por primera vez que los objetos que caen pueden hacernos daño y que evitarlos o detenerlos es mejor que ser golpeados. Pero la experiencia con tales supuestos, a medida que crecimos, hizo que nuestro cerebro emparejara de manera sólida el estímulo provocador con la respuesta más ventajosa. La “estrategia” para la selección de respuesta consiste ahora en la activación de la fuerte conexión entre el estímulo y la respuesta, de manera que la puesta en práctica de la respuesta aparezca automática y rápidamente, sin esfuerzo ni deliberación, aunque voluntariamente podemos intentar evitarla.284
284
A.R. Damasio, op. cit., p. 160.
2.1.2. Percepción Un modelo jerárquico del aprendizaje asumiría la percepción como un primer eslabón en la cadena de formaciones más complejas. Así, acudiendo a la idea hebbiana de reunión de células, se puede reconstruir el aprendizaje de la siguiente forma: primero aprendemos a reconocer líneas y ángulos organizando reuniones de neuronas en el área visual del córtex, posteriormente estas reuniones se interconectan para permitir la percepción de letras activando reuniones de segundo orden. Después se reconocen las palabras mediante reuniones de tercer orden y así hasta llegar a la facultad compleja del entendimiento.285 Este sería un ejemplo de aprendizaje amodal, un sistema multimodal atendería, en cambio, a diversos circuitos especializados que se encargarían de procesar diversos aspectos de un mismo estímulo. Treisman ha puesto este aspecto de relieve en su ‘teoría de la integración de características'. De acuerdo con ésta los diversos estímulos provenientes del mismo objeto se almacenan y procesan de forma distinta, de forma multimodal.286 La percepción se sitúa como primera etapa del reconocimiento e integración de la experiencia del mundo. El proceso de percepción se suele dividir en dos fases; una primera de sensación, que produce la estimulación y la activación de nuestros sentidos, y una segunda de procesamiento activo de dicha sensación por parte de una serie de mecanismos locales propiamente perceptivos, es decir, relacionados con el órgano o sistema perceptivo activado, que proveen la interpretación del estímulo. Posteriormente, el estímulo interpretado pasaría a tratarse 285
como
unidad
cognoscitiva.
Dicho
estímulo
nunca
se
interpreta
A.C. Scott, “The hierarchical emergence of consciousness”, S.R. Hameroff, A.W. Kazniak y A.C. Scott (eds.), Towards a Science of Consciousness. The First Tucson Discussions and Debates, Massachussets, 1996. 286 A.M. Treisman, y H. Schmidt, “Illusory conjunctions in the perception of objects”, Cognitive Psychology, 14, 1982, pp. 107-141 o A.M. Treisman, “Properties, Parts and Objects”, K.R. Boff , L. Kaufman y J.F. Thomas, Handbook of perception and human performance, Nueva York, 1986.
aisladamente, sino siempre en el contexto.287 Es así que la percepción no es de por sí neutra, sino que depende de otros procesos de información simultáneos. El recorrido de la información en el cerebro, tras llegar al área visual, situada en el lóbulo occipital, se dirige básicamente en dos direcciones, dorsal, hacia el lóbulo parietal, y ventral, al lóbulo inferotemporal. Se denomina percepción indirecta a la que sucede en la corriente ventral, centrada en el sujeto y su procesamiento mental; la percepción incluye procesos constructivos que completan la realidad percibida (sistema visual cognitivo). En la corriente parietal sucede la percepción directa, que se concentra en la interacción ecológica entre organismo y medio. Aquí la percepción se entiende como obtención de información directa acerca de las propiedades invariantes del medio y sus objetos (sistema visual motor). El procesamiento ventral, centrado en el lóbulo temporal, se basaría en manipulación genérica de símbolos, el procesamiento dorsal del lóbulo parietal, por su lado, estaría relacionado con habilidades motoras.288 Esta división señala la existencia de dos procesos simultáneos. Por un lado, el reconocimiento del objeto externo tal cual; por otro, la preparación para la interacción con éste. Dicha prepraración para la acción se produce con anterioridad a un reconocimiento exacto del objeto, pues dicha función poseería una importancia evolutiva básica en la conservación del individuo y por ende de la especie.
287
H. Helson, Adaptation level theory. An experimental and systematic approach to behavior, Nueva York, 1964, diferencia entre estímulos focales, de fondo y residuales. Si bien estos dos se acomodan a la distinción gestáltica entre fondo y forma, la última categoría recoge estímulos pretéritos del observador que actúan en la formación de la percepción. Cf. S. Coren, “Constraints on context effects in perception: Evidence from visual illusions”, L.M. Ward (ed.), Fechner Day 94. Proceedings of the International Society for Psychophysics, Vancouver, 1994, donde la autora señala como, frente a la opinión general, la percepción no es sólo un proceso de fuera a dentro, sino que otros procesos internos influyen en su configuración. 288 M.A. Goodale y A.D. Milner, “Separate visual pathways for perception and action”, Trends in Neuroscience, 15(1), 1992, pp. 20-25.
Figura 2.3. Triángulo de Kanisza.
Los estímulos son la mayor parte de las veces incompletos. Cuando vemos a alguien detrás de un mostrador asumimos que posee piernas y es un ser humano y no un robot de medio cuerpo. Incluso en ocasiones corregimos nuestra percepción pese a las características propias del estímulo, predeterminando las características de éste.289 Las ilusiones ópticas producidas por figuras como el triángulo de Kanisza, en el que se 'rellena' la percepción, muestran cómo la actividad neuronal puede proceder a completar el contenido que falta. Un procesamiento no integrado hace que las neuronas respondan a diversas partes del estímulo y produzcan una ilusión. No es de extrañar que con frecuencia se incluyan datos no presentes en el estímulo, “…algunos datos sugieren que cuando hemos percibido algo con claridad, la memoria perceptiva se resiste a cualquier cambio posterior. Parece que las sugerencias provenientes de un contexto posterior (posiblemente falso), proporcionado después del suceso perceptivo real, sólo rellenan huecos en la
289
L.H. Bernstein, V. Bissonnette, A. Vyas y P. Barclay, “Semantic priming: Subliminal perception or contexts”, Perception&Psychophysics, 45, 1989, pp. 153-161. En los experimentos llevado a cabo por los autores se presentó a los sujetos una serie de estímulos de una mujer con un tercer ojo en la frente, ciertos sujetos se empecinaban en ver sólo dos incluso después de focalizar su atención hacia dicho elemento. La representación categorial de 'mujer' entraría en conflicto con la percepción de una característica imposible hasta el punto de negar la percepción.
percepción.”290 Estas expectativas y creencias, inscritas de modo neuronal, influyen en nuestra percepción y la deforman, produciendo lo que se denomina predisposición o set perceptivo. A la hora de entender el procesamiento de las sensaciones en la construcción de las percepciones hay dos teorías básicas. Aquellas que integran el estímulo de acuerdo a su carácter fenomenológico, como conjunto de datos sensibles (information-driven), y aquellas que suponen un reconocimiento mediante categorías, es decir, mediante el archivo de nuestras experiencias previas. La percepción humana ocurre probablemente a medio camino entre estas dos teorías, maximizando los datos sensoriales brutos y utilizando el depósito de conocimiento adquirido al enfrentarse a otros estímulos similares. Íntimamente relacionada con la percepción se sitúa la atención en la apercepción de estímulos, en especial el nivel de atención mínimo requerido para producir la conciencia subjetiva de un estímulo. Cierto nivel de atención pudiera marcar la barrera entre la simple percepción y la conciencia, en el sentido de representación fenomenológica. A su vez, la relación entre atención e intencionalidad es estrecha, pues sólo podemos fijar nuestra atención sobre algo. La atención influye en los umbrales de apercepción, a este respecto es interesante señalar la llamada 'ceguera inatencional' (inattentional blindness) en la que, pese a 'mirar', en ausencia de atención, no se 've'. El sesgo de confirmación ocurre, por su parte, cuando fijamos nuestra atención a la espera de un evento como la llegada de un ser querido y creemos oir sonar el timbre de la puerta al cual estamos atentos, vemos, percibimos, sin mirar, sin sensación desencadenante alguna. La
290
S. Coren, L.M. Ward y J.T. Enns, Sensation and Perception, 2004, Hoboken, p. 541.
atención parece jugar un papel tan fundamental que se ha llegado a sostener una posición fuerte según la cual sin atención no hay percepción consciente.291 Los estudios sobre percepción han servido también para admitir la posibilidad del procesamiento de estímulos que se registran sin dejar huella alguna recuperable.292 Se procesaría cierto estímulo en ausencia de apercepción (awareness), faltando un registro fenomenológico recuperable. Contra la opinión tradicional se puede efectivamente percibir sin tener apercepción. Se disocian dos procesos aparentemente unidos, percepción, en sentido general, aplicado no sólo a la vista, sino a los otros sentidos, y apercepción o experiencia subjetiva. Esta brecha muestra la posibilidad de adquirir información y comportarse de acuerdo con ella pese a ocurrir por debajo de los umbrales de la apercepción requeridos para obtener una representación. Del mismo modo se acepta la debilidad de todo análisis introspectivo. Un sujeto puede actuar conforme a una información obtenida, sin poseer ninguna representación de dicha experiencia, sin tener registro consciente de dicha información, 'sin darse cuenta'. La mente, tal como señalaba Freud, desborda los límites de la conciencia cartesiana e incluye procesos activos que operan sin nuestra atención, como ocurre en el caso de las instrucciones para subir una escalera que nos daba Cortázar.
291
A. Mack e I. Rock, Inattentional Blindness, Cambridge, 1998. Para un estudio de las metodologías y planteamientos de este área de trabajo cf. P.M. Merikle y M. Daneman, “Conscious vs Unconscious Perception”, M. Gazzaniga (ed.) The New Cognitive Neurosciences, Londres, 1999. “Dada la evidencia que se ha ido amontonando en los últimos cien años, no existe ya casi duda de que los procesos inconscientes juegan un papel importante determinando sentimientos, pensamientos y acciones,” ibid., p. 1302. Cf. P.M. Merikle, D. Smilek, J. D. Eastwood, “Perception without awareness: perspectives from cognitive psychology”, Cognition, 79, 2001, pp. 115-134. Cf. L.L. Jacoby y C.M. Kelley, “A ProcessDissociation Framework for Investigating Unconscious Influences: Freudian Slips, Projective Tests, Subliminal Perception, and Signal Detection Theory”, Current Directions in Psychological Science 1(6), 1992. K. Henke, T. Landis y H.J. Markowitsch, “Subliminal perception of words and faces”, International Journal of Neuroscience, 75 (3-4), 1994, pp. 181-7. 292
Figura 2.4. Ejemplo de paradigma disociativo en el que α supone el informe lingüístico del sujeto y ε un estado corporal visible y público. Al producirse una disociación en el sentido de que ε>α se ha producido un procesamiento corporal sin que el sujeto sea capaz de relatar cambio alguno. En el dibujo se muestra el caso de una joven que, en determinada situación, muestra un enrojecimiento de la piel y una serie de fenómenos propios de un estado de irritación (ε), pese a no poseer representación de ésta, o, al menos, no ser capaz de articularla lingüísticamente (α). [Fuente: M.H. Erdelyi, Psycoanalysis. Freud's Cognitive Psychology, Nueva York, 1984, p. 77].
A diferencia de los estímulos percibidos conscientemente, aquellos que se producen bajo el umbral de la apercepción, no recuperables, muestran así mismo robustez y pregnancia con respecto a lo que posteriormente es percibido de modo consciente, produciendo igualmente un sesgo en el modo en que dicho estímulo consciente es procesado; influyen la manera en que percibimos.293 No es de extrañar la asunción psicoanalítica: experiencias pasadas no recuperables siguen influyendo no sólo en cómo percibimos nuevas experiencias conscientes, sino que marcan un sesgo mayormente eficaz a la hora de actuar con respecto a nuevas situaciones. La recuperación y reconstrucción de dichas experiencias permite 293
“Posner y Rothbart (1992) han distinguido entre una red de atención posterior, que media en la orientación de la atención y una red de atención anterior que media en la apercepción consciente de los objetos esperados. Dada esta distinción, los estímulos percibidos sin atención pueden influir en lo que se espera a través de la red de atención posterior e influyen en cómo estímulos esperados son experimentados conscientemente mediante la red atencional anterior,” P.M. Merikle, D. Smilek y J. D. Eastwood, “Perception without awareness: perspectives from cognitive psychology”, op. cit., p. 132. Cf. M.I. Posner y M.K. Rothbart, “Attentional mechanisms and conscious experience”, A. D. Milner y M. D. Rugg (eds.), The neuropsychology of consciousness, Londres, 1992.
recobrar el sesgo para la conciencia y actuar con atención sobre dichas formas de procesamiento y categorización que actúan de forma imperceptible, fuera de la conciencia del sujeto. Generalmente se acepta que las causas de este estadio subliminal, por el que ciertos estímulos no son capaces de entrar en la conciencia, son, por un lado, la insuficiente exposición,-en general una presentación por debajo de los 500ms-, o la baja intensidad del estímulo, que no llega a alcanzar el umbral de la conciencia. De hecho la mayor parte de los procesos son inconscientes, sólo alcanzan la conciencia
aquellos
que
activan
cierto
número
mínimo
de
neuronas,
-probablemente menor en aspectos emocionales que cognitivos, pues las emociones requieren de un número menor de neuronas para su procesamiento y activación-, produciendo una frecuencia entre los 40-70 Hz sostenida durante un mínimo de tiempo de modo sincronizado. Si no se cumple alguna de estas condiciones si bien habrá procesamiento de información, ésta no pasaría a formar parte de la experiencia fenomenológica del sujeto.294 En los estudios acerca de la percepción subliminal se ha mostrado la existencia de información sobre estímulos que no han dejado ningún tipo de huella, que aparentemente no son recuperables por el sujeto, pero que infuyen en el modo de resolver tareas similares. Éstos interactúan con estímulos supraliminales, es decir, poseen capacidad de sesgar nuestro conocimiento. Se trata de un procesamiento sin apercepción (awareless), con efectos cognitivos.295
294
R. Hoffman, “What neural network studies suggest regarding the boundary betwen conscious and unconscious mental processes”, D.J. Stein, Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997. 295 B. Libet, W.W. Alberts, E.W. Wright y B. Feinstein, “Cognition without awareness: Subliminal influences upon conscious thought”, Science, 158, 1967, pp. 1597-1600.
Smith, Spence, y Holt296 mostraban en sus trabajos pioneros cómo al unir un estímulo visual, como una cara inexpresiva, con un estímulo subliminal auditivo, como “feliz” o “enfadado”, éstos modificaban la percepción del sujeto del estímulo consciente neutro. Así este tipo de inputs poseen los denominados efectos de priming, que han sido observados en experimentos con palabras memorizadas, en los que la ocurrencia de un término afecta la percepción.297
...en tanto estímulos periféricos escapan la categorización y la valoración disciplinada del juicio consciente (…) y pueden combinarse más fácilmente con las impresiones del rostro. Presentado en la conciencia, el estímulo podría ser visto más fácilmente como una palabra seguida de un rostro y las impresiones del primero podrían no ser asimiladas a las del segundo. Sugeriríamos tentativamente, que porque [los estímulos happy y angry] no alcanzaron la conciencia fueron relativamente efectivos en influir sobre las reacciones al rostro.298 Una de las propuestas más plausibles de explicación de estos fenómenos entiende el mecanismo perceptivo como confluencia de una multiplicidad de estímulos, adoptando un modelo de percepción multiprocesal.299 Se procesa más de lo que apercibimos y sólo una pequeña porción de los estímulos procesados alcanzan representación fenomenológica. Un caso clásico es el ‘efecto Pötzl’:300 al presentárseles un paisaje a ciertos sujetos éstos dibujaron algunos aspectos del
296
G.J.W. Smith, D.P. Spence y G.S. Klein, “Subliminal Effects of Verbal Stimuli”, Journal of Abnormal and Social Psychology, 59, 1959, pp. 167-176. 297 L.L. Jacoby y M. Dallas, “On the relationship between autobiographical memory and perceptual learning”, Journal of Experimental Psychology: General, 110, 1981, pp. 306-340. H. Shevrin y D.E. Fritzler, “Visual evoked response correlates of unconscious mental processes”, Science, 161, 1968, pp. 295-298. J.A. Bargh y P. Pietromonaco, “Automatic information processing and social perception. The influence of trait information presented outside of conscious awareness on impression formation”, Journal of Personality and Social Psychology, 43, 1982, pp. 437-449. J.G. Kepecs y R. Wolman, “Preconscious perception of transference”, Psychoanalytic Quarterly, 41(2), 1972, pp. 172-194. 298 G.J.W. Smith, D.P. Spence y G.S. Klein, op. cit., p. 175. 299 M.H. Erdelyi, “A new look at the New Look: Perceptual Defence and Vigilance”, Psychological Review, 81, 1974, pp. 1-25. E. Shevrin y S. Dickman, “The Psychological Unconscious”, American Psychologist, 35, 1980, pp. 421-434. 300 O. Pötzl, “The relationships between experimentally induce dream images and indirect vision, preconscious simulation in dreams, associations and images”, Psychological Issues Monograph, 7, 1917, pp. 46-106. La edición de 1919 de la Traumdeutung hacía referencia a la 'importante contribución' de los estudios de Pötzl.
mismo tras su exposición. Partes del mismo paisaje que no figuraba en su representación aparecieron, no obstante, en sus descripciones y dibujos del día siguiente. Algunos trabajos trataron la conexión de ciertas palabras con redes semánticas,301 de tal forma que tras la exposición a un estímulo subliminal los individuos eran capaces de recordar, dentro de una lista de términos, aquellos que estaban relacionados semánticamente con el estímulo inicial. Igualmente otras experiencias han mostrado la preponderancia del procesamiento semántico de los estímulos subliminales.302 Los estímulos subliminales se diferencian del puro subreconocimiento en que el estímulo es reconocido pero su exposición no permite el procesamiento correcto, impidiendo su identificación. En estos casos se recuerda con mayor facilidad estímulos relacionados estructuralmente (town-flown antes que city).303 Shevrin y sus colegas han utilizado precisamente la metodología de los estudios subliminales para probar la existencia de información procesada de forma inconsciente. Para ello usaron una serie de palabras y frases apropiadas a la experiencia consciente del síntoma dada por el paciente, o bien al supuesto 301
D.P. Spence y B. Ehrenberg, “Effects of oral deprivation on responses to subliminal and supraliminal verbal food stimuli”, Journal of Abnormal and Social Psychology, 69, 1964, pp. 10-18. 302 J.A. Groeger, “Evidence of unconscious semantic processing from a forced error situation”, British Journal of Psychology, 75, 1984, pp. 305-314. Para una discusión general cf. P.M. Merikle, D. Smilek y J.D. Eastwood, “Perception without awareness; perspectives from cognitive psychology”, op. cit., estos autores concluyen con que, “tras más de un siglo de estudios investigando la percepción sin apercepción (awareness) es posible concluir que una considerable confianza que la información de un estímulo puede ser percibida incluso cinado no existe apercepción de la percepción,” ibid., p. 131. 303 Los estudios con neuroimagen avalan, por su parte, el hecho de que existe un procesamiento diverso para la grafía de la palabra, para el significado, y la fonología. Igualmente parece existir una relación entre la modalidad audio verbal, de la que dependería la conciencia de sí, mientras que la modalidad visual estaría relacionada con la relación con objetos. Pese a esta preferencia, la plasticidad neuronal permite que se produzcan cambios tanto en función como en localización mediante cambios en el medio de aprendizaje. Así se ha comprobado al modificar el área auditiva y conseguir que fuese utilizada como área visual en ratones. L. Melchner, S. Pallas y M. Sur, “Visual behaviour mediated by retinal projections directed to the auditory pathway”, Nature, 404, 2000, pp. 871-875. M. Merzenich, “Seeing in the sound zone”, Nature, 404, 2000, p. 820. En humanos parece pasar de forma similar pero sólo durante los primeros años de desarrollo. Después de pasada cierta ventana en el desarrollo dichas funciones se mantienen estables.
conflicto inconsciente. Tras exponerlos subliminalmente a este tipo de pistas se midió el potencial relativo al evento (ERP) que muestra la existencia de cierto proceso cerebral complejo. Así aunaron psicoanálisis, psicología cognitiva y una medida psicofisiológica para mostrar la existencia de un inconsciente conflictivo.304 El inconsciente psicoanalítico obtiene su primacía y robustez precisamente por la incapacidad de las representaciones de alcanzar la conciencia y de ser discriminadas a nivel consciente. El inconsciente podría ser entendido como modalidad básica de procesamiento de todo tipo de estímulos, que llegan a procesarse conscientemente sólo si (a) ha habido suficiente exposición, y (b) ésta no ha sido inhibida o disociada.305
304
H. Shevrin, J.A. Bond, L.A.W Brakel, R.K. Hertel y W.J. Williams, Conscious and Unconscious Processes. Psychodynamic, Cognitive, and Neurophysiological Convergences, Nueva York, 1996. Una de las críticas que se hace del paradigma experimental empleado es la utilización de pistas verbales que parece sesgar hacia un carácter lingüístico del inconsciente. De hecho Shervrin y sus colegas señalan la falta de representación en el fondo de los conflictos psicodinámicos y, por otro cómo la represión tiene como objeto contenido ideacional, representado, no una carga afectiva indeterminada. 305 “...quizás todos los sucesos mentales comienzan inconscientemente y [que] un factor que diferencia un evento consciente de uno que nunca llega a serlo es que el evento consciente ha tenido, en términos de Libet, suficiente tiempo (time-on),”L.A.W. Brakel y M. Snodgrass, “From the Brain, the Cognitive Laboratory, and the Couch”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 46(3), 1998, p. 907. La barrera de exposición de la que se habla es de 500 milisegundos para la producción de un procesamiento consciente. A este respecto también se señala la existencia de un ‘potencial de preparación’ (readiness potential), un potencial eléctrico en el cerebro que antecede a cualquier actividad muscular con más de un segundo de anterioridad a cualquier acto voluntario. Cf. B. Libet, “The neural time factor in perception, volition and free will”, Revue de Métaphysique et Morale, 2, 1992, pp. 255-272. Ibid., “The neural time factor in conscious and unconscious events”, T. Nagel (ed.), Experimental and Theoretical Studies of Consciousness, Nueva York, 1993, pp. 123-146.
2.1.3. Aprendizaje Habida cuenta del contenido que poseería el inconsciente desde una perspectiva cognitiva, la transferencia podría ser aprehendida, a su vez, como un proceso de aprendizaje, en un contexto intersubjetivo, que comporta un cambio cognitivo y conductual, si bien actuando sobre estructuras o esquemas que no son accesibles de forma directa al sujeto. De modo similar se ha propuesto entender la neurosis, desorden psicoanalítico central, no como enfrentamiento entre pulsiones y una instancia censuradora, de acuerdo con una interpretación freudiana más purista, sino como ‘calidad de conocimiento’ inadecuada, como procesos activos inadecuados.306 En la transferencia como proceso de aprendizaje se reeduca un tipo de procesos basales concretos, las emociones, en sentido genérico, como reacciones automáticas del organismo a estímulos externos.307 Las emociones son, desde una perspectiva evolutiva, respuestas rápidas que da el organismo ante situaciones determinadas que requieren de celeridad en el procesamiento y cuyo paso por estructuras superiores, más lentas en el procesamiento, pondría en peligro la vida del individuo. Las emociones poseen una primacía filogenética al haberse desarrollado las estructuras responsables de éstas con anterioridad a las corticales. Los experimentos de Berry y Broadbent señalan cómo la práctica en la organización de un sistema simulado permitía adquirir pericia en dicha simulación 306
“La calidad de este conocimiento depende de los efectos de las interacciones sobre la salud psicobiológica del individuo, en especial durante su crecimiento. En caso de que estos efectos entren en conflicto con los requisitos para la salud psicobiológica se abre el camino para el desarrollo de conocimiento disfuncional. El conocimiento disfuncional es, de acuerdo con nuestro modelo, el camino patogenético de los conflictos intrapsíquicos que dan lugar a la neurosis,” M. Koukkou y D. Lehman, “Ein systemtheoretisch orientiertes Modell der Funktionen des menschlichen Gehirne und die Ontogenese des Verhaltens”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), op. cit., p. 299. 307 A. Schwartz, “Drives, affects, behavior and learning: Approaches to a psychobiology of emotion and of an integration of psychoanalytic and neurobiologic thought”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 4, 1986, pp. 467-506. Relaciona teorías del aprendizaje con el psicoanálisis en relación a sus teorías de la motivación y de la existencia de afectos positivos y negativos como refuerzo. La división entre insight y transferencia puede ser reconciliada con una teoría del aprendizaje.
pero no suponía un conocimiento lingüístico explícito que sí era adquirido en cambio al obtener instrucciones lingüísticas acerca del funcionamiento del sistema.308 No es de extrañar la influencia de una explicación como la psicoanalítica que, al formular un modelo mental, influye en la propia comprensión del sujeto de los mecanismos que actúan a un nivel sub-subjetivo, permitiendo cierta manipulación de las mismas. Según una definición general el aprendizaje implícito, dentro del cual se encuadraría la transferencia, sería “...el proceso mediante el cual nos hacemos sensibles a ciertas regularidades en el medio (1) en ausencia de intención en aprender dichas regularidades, (2) en ausencia de la conciencia de que uno está aprendiendo, (3) de tal modo que el conocimiento resultante es difícil de expresar.”309 Las características propias de dicho aprendizaje son las que han eludido, durante la historia de la transferencia, una formulación exacta. En ausencia de conciencia del aprendizaje que se está llevando a cabo, no resulta muy difícil poner en tela de juicio el psicoanálisis, y aún menos ayuda el hecho de que dicho conocimiento adquirido por el sujeto sea difícilmente expresable. A diferencia de los estudios de percepción subliminal, con estímulos genéricos, el psicoanálisis daría cuenta de casos de aprendizaje implícito particulares en los que las instrucciones procesadas también variarían de un caso a otro, pues son trabajadas en conjunto por el analista y analizante en función de la reconstrucción llevada a cabo. En ausencia de correlatos subjetivos de dicho aprendizaje habremos de hacer hincapié en los mecanismos implícitos, estructurales y genéricos, que posibilitan el
308
D.C. Berry y D.E. Broadbent, “On the relationship between task performance and associated verbalizable knowledge”, Quarterly Journal of Experimental Psychology, 36, 1984, pp. 209-231. 309 A. Cleeremans, “Implicit Learning,” L. Nadel (ed.), Encyclopedia of Cognitive Science, Cambridge, 2003.
cambio en la ausencia de conciencia. Como se señala desde ciertas direcciones de las teorías de incorporación, o embodiment, desaprender actitudes y patrones persistentes pasa por algo más que una lista de argumentos persuasivos. Se requiere una identidad con la modalidad concreta de patrones que pretende modificar.310 Más allá del descubrimiento de recuerdos reprimidos, el analista juega un papel fundamental, al propiciar un vínculo en el que el paciente recupere modalidades de activación subsimbólicas. La relación de transferencia supondría una nueva recategorización de la relación con el medio, con los objetos externos. De una forma intuitiva y general habríamos de traducir la transferencia como un efecto
de “construcción y reconstrucción
continua
de
pensamientos,
sentimientos, deseos, miedos, patrones de relación y formas de regulación del afecto en la experiencia de nuevas relaciones que sólo pueden ser entendidas en el contexto de las antiguas.”311 El psicoanálisis como praxis conllevaría un aprendizaje que ha de actuar sobre los procesos subcorticales ya estables. Más específicamente, se trata de un trabajo sobre ciertos procesos de contenido afectivo que son los que regulan las emociones incorporadas del sujeto y que generan toda una serie de experiencias fenomenológicas.
Durante el proceso psicoanalítico van produciendo el analista y el analizado, en el discurrir de su comunicación, un conocimiento común que fundamenta una duradera reorganización. Juntos están en la búsqueda y el descubrimiento de similitudes y diferencias entre sucesos y situaciones presentes y pasados a través de los que, en la protegida relación con el analista, surge una reestructuración progresiva del conocimiento del analizado sobre su biografía. La reorganización del conocimiento biográfico del lado del analizado se entiende como el factor central en la cura. La 'talking-cure' de Freud aparece justo por ello como un descubrimiento
310
P.M. Niedenthal, L.W. Barsalou, P. Winkielman, S. Krauth-Gruber y F. Ric, “Embodiment in Attitudes, Social Perception, and Emotion”, Personality and Social Psychology Review, 9(3) 2005, pp. 184-21. 311 D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: II. Implications for theories of transference,” Journal of the American Psychoanalytic Association, 50(1), 2002, p. 130.
genial, al utilizar las funciones basales del cerebro para poner en marcha la reorganización de la biografía del paciente.312 En esto se basa el amplio sentir psicoanalítico de que, a diferencia de las terapia breves cognitivo-conductuales, el psicoanálisis promueve un cambio estructural de la personalidad que incide, antes que sobre los pensamientos o actitudes, sobre las bases neurales del organismo. Se recupera para la atención el comportamiento y las actitudes propias, los procesamientos sub-subjetivos, por debajo del umbral de la apercepción, reinscritos en la interacción con el analista. La recuperación de la atención se lleva a cabo al reproducir lingüísticamente la experiencia y los comportamientos que son guiados por ésta, al dotarle de una representación simbólica. Se atiende al síntoma y se lo sitúa en una cadena causal como efecto de una experiencia, se elimina el condicionamiento al observar que cierto estímulo interno o externo (antecedente) no implica necesariamente una reacción en forma de síntoma o comportamiento genérico (consecuente). Dicha relación causal tiene que ver tanto con un condicionamiento, como con la ausencia de un repertorio de comportamientos diversos al enfrentarse al estímulo. En las ciencias cognitivas se suelen verificar hipótesis de trabajo mediante modelos que son capaces de replicar el comportamiento en base a una serie de instrucciones. El simulador CLARION, ideado por Sun y sus colaboradores, muestra una comprensión de procesos de aprendizaje implícito extrapolable al modelo transferencial.313 Este modelo de aprendizaje de habilidades básicas sin contenido explícito no sólo muestra la eficiencia del conocimiento adquirido de modo procedimental, sino que señala cómo el conocimiento adquirido en esta 312
D. Bürgin, “Einleitung”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), Erinnerung von Wirklichkeiten. Psychoanalyse und Neurowissenschaften im Dialog. Band II: Folgerung für die psychoanalytische Praxis, Stuttgart, 1998, pp. 23-4. 313 R. Sun, E. Merrill y T. Peterson, “From implicit skills to explicit knowledge: a bottom-up model of skill learning”, Cognitive Science, 25, 2001, pp. 203-244.
modalidad, su implementación, no requiere de conocimiento explícito. CLARION se basa en dos niveles de procesamiento, uno simbólico y otro subsimbólico o distribuido (conexionista), que incluso pueden competir entre ellos, avalando un posible modelo conflictual de la mente con semejanzas con el modelo interhemisférico. Una vez adquirida una determinada habilidad, la verbalización permite atraer la atención hacia ciertos aspectos para mejorar la performance.314 En psicoanálisis se produciría, de modo similar, la existencia de ciertos patrones aprendidos de modo implícito cuya verbalización o producción, mediante la intervención del analista, permitiría desarrollar un conocimiento explícito que modificaría el aprendizaje previo en forma de automatismos y patrones recurrentes. En el modelo CLARION ésto sucede de forma similar.
El sujeto al comienzo acometía (performed) las tareas de modo “instintivo”, sin apercepción consciente de ninguna regla o estrategia particular. Gradualmente, al “darse cuenta” (realize), y observar luego los resultados, el sujeto era capaz de representarse (figure out) las reglas de acción explícitamente.315 La performance de ciertas rutinas puede producirse sin ningún obstáculo, pese a la falta de explicitación de su contenido. Existiría una brecha entre la performance, como habilidad inferior, enactuada, y la capacidad superior de dar cuenta de las instrucciones seguidas o competencia. Los estudios de Reber muestran a este respecto la capacidad que poseen las personas de generar respuestas sobre cierta serie de pistas (cues) y su 314
“Uno podría argüir que si un modelo de un sólo nivel puede dar cuenta de los datos (potencialmente), entonces no hay necesidad para un segundo nivel. Nuestra visión es diferente: Intuitivamente y de acuerdo con el sentido común existe una distinción entre pensamiento implícito y explícito (o, aproximadamente, procesos conscientes e inconscientes). Más aún, existen diversos argumentos filosóficos y psicológicos que avalan este punto. La mejor explicación para esta distición bien establecida es, por naturaleza, un sistema que posea estos dos componentes correspondientes, antes que un sistema que se encuentre constreñido a implementar ambos tipos de conocimiento en una arquitectura de un solo nivel,” ibid., p. 231. 315 Ibid., p. 226.
incapacidad de detectar las reglas subyacentes a la serie de respuestas, el mecanismo procedimental del cual el sujeto no tiene conciencia pero que aplica en su elección. “No es conocimiento simbólico, la información codificada de modo procedimental no está en representación de otra cosa... El conocimiento declarativo puede ser recordado, el conocimiento procedimental sólo puede ser actuado”316 Se trata de un concepto amplio de memoria, relacionado con la incorporación de la mente, que ha de englobar no sólo la rememoración simbólica, sino motora, como era el caso del acting-out, “...el analizado no recuerda nada de lo olvidado y reprimido sino que actúa. Lo reproduce, no como recuerdo, sino como hecho, lo repite sin saber, naturalmente que lo repite.”317 A lo largo del propio discurrir de Freud se produce un cambio en su comprensión del recuerdo. Paulatinamente se va deshaciendo de la metáfora arqueológica de la memoria, según la cual se debería ir desenterrando una serie de recuerdos de la más tierna infancia, y se tiende hacia una posición más constructiva, más activa, que no atiende necesariamente a una realidad efectivamente experimentada. En su obra tardía, Construcción en el Análisis,318 reconstrucción no equivale ya tanto al primigenio concepto de reedición, que conllevaba la enmienda y adición, sino la labor activa en el propio hecho de recordar, que deja de relacionarse con un pasado real para pasar a depender de la intervención propia del analista.
316
R.B. Clyman, “The Procedural Organization of Emotions: A Contribution From Cognitive Science To The Psychoanalytic Theory Of Therapeutic Action”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 39 (Suplemento), 1991, p. 352. 317 S. Freud, Erinnern, Wiederholen und Durcharbeiten, op. cit., pp. 209-210. Posteriormente comenta, “por ejemplo: el analizado no cuenta el hecho de acordarse que era terco e incrédulo frente a la autoridad de sus padres, sino se comporta de esa forma frente al médico,” ibid. 318 S. Freud, Konstruktion in der Analyse, Sta., Ergänzungsband,
Mediante esta nueva teoría de la memoria nos parece que la investigación psicoanalítica clínica de los últimos años ha recibido un apoyo interdisciplinar ya que se postula cada vez más radicalmente que el cambio terapéutico no sucede sólo como la exposición de traumas de la primera infancia (metáfora arqueológica), a través de la 'pura comprensión en la cabeza del analizado', sino que la elaboración en la relación de transferencia con el analista (incluida las experiencias sensomotoras-afectivas en la interacción terapéutica), esto es la ‘resonancia corporal’ entre dos personas, es lo fundamental.319 El sistema nervioso no se encarga tanto de absorber el caudal de información que proviene de su medio como de generar un modelo y analizar la información de acuerdo con dicho modelo.320 El estímulo se amolda a la experiencia almacenada, se aplana e interpreta la realidad de acuerdo con las expectativas del sujeto, dando lugar a los denominados patrones de expectativa, prototipos o representaciones de interacciones generalizadas (RIGs), modos, en definitiva, de relacionarse.321 Los neuróticos sufrían, según Freud, de transferencias, de sus interacciones con sus semejantes, y esto se juega, según Lacan, al nivel de la identificación. “El 319
M. Leuzinger-Bohleber, R. Pfeifer y K. Röckerath, “Wo bleibt das gedächtnis? Psychoanalyse und Embodied Cognitive Science im Dialog”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), op. cit., p. 580. “Se trata de modificar al inconsciente en múltiples niveles: en las creencias matrices pasionales, pero también en las formas de reaccionar a nivel afectivo, a nivel neurovegetativo, a nivel de mecanismos anteriores a la proyección, a la represión, a la negación, como son la desconexión del entorno, el bloqueo emocional, la desactivación parcial del desear, incluso el intentar suspender -a veces exitosamente- la actividad mental…” H. Bleichmar, “El cambio terapéutico a la luz de los conocimientos actuales sobre la memoria y los múltiples procesamientos inconscientes,” Aperturas Psicoanalíticas, http://www.aperturas.org/9bleichmar.html La memoria pierde su carácter esencialista, así como su aparente carácter unitario como proceso, para dar lugar a una comprensión más amplia. La variabilidad constante y el cambio incesante a nivel micro ha de permitir una estabilidad de las representaciones y del lugar del sujeto en el mundo, del nivel molar. La memoria sería la “...capacidad definida de organizar procesos neurológicos poniendo en relación de forma análoga apercepción y movimientos, coordinándolos conjuntamente y de esta forma recategorizándolos, tal como ocurrió en situaciones previas. De esta forma se entiende la memoria en las embodied cognitive science, como un proceso activo y creativo del organismo en su conjunto, relativo a procesos de coordinación sensomotores-afectivos y puestos así en relaciones 'automáticas', procesos de recategorización en continua adaptación.” W.J. Clancey, “The frame-of-reference problem in the design of intelligent machines”, K. van Lehn (ed.), Architectures for Intelligence, Nueva Jersey, 1991, p. 253. 320 R. Pally, “Non-Conscious Prediction and a Role for Consciousness in Correcting Prediction Errors,” Cortex (en prensa). Cf. R.R. Hassi, J.S. Huleman, J.A. Bargh, The Cognitive Unconscious, Oxford, 2004. 321 D. Stern, El mundo interpersonal del infante, México, 1991.
psicoanálisis ha sostenido ampliamente cómo el modo en que una madre y su hijo interactúan crea en la mente del niño la primera representación interna, no sólo de otra persona, sino de una interacción, de una relación. Esta representación inicial de personas y relaciones se cree crítica para el subsiguiente desarrollo psicológico del niño.”322 En otros mamíferos existe igualmente un vínculo directa entre la relación con la madre y la constitución psicológica con bases neurológicas, por ejemplo la fortaleza a factores estresantes.323 Interiorizar una posición subjetiva supone un modelo de interrelación que es reproducido de modo autónomo por el sujeto mediante su forma de categorizar y comprender el medio y sus patrones de activación neurovegetativos, de enactuar en éste, dando lugar, por ejemplo, a la experiencia fenomenológica de sentimientos de culpa o inhibiciones. Cuando me dirijo a alguien actúo, hasta cierto punto, con referencia a alguien subsumido según Lacan. Lo que muestran las ciencias cognitivas y la neurociencia es que ello no podría ser de otra manera, pues las modalidades de interrelación modifican nuestras respuestas como organismo, lo que se denomina un episodio o expectativa personal, “una sucesión conocida e invariante de sucesos es almacenada como representación del acontecimiento.”324 Suponen, pues, ciertos formatos no simbólicos de experiencia, como estados de excitación, evitación, o respuestas motoras incontroladas, tales como son formulados mediante los esquemas de estar con otro de cierto modo (schema-ofbeing-with-another-in-a-certain-way).325 322
E.R. Kandel, “Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry revisited”, American Journal of Psychiatry, 156(4), 1999, p. 513. 323 D. Liu, J. Diorio, B. Tannenbaum, C. Caldji, D. Francis, A. Freedman, S. Sharma, D. Pearson, P.M. Plotsky, M.J. Meaney, “Maternal care, hippocampal glucocorticoid receptors, and hypothalamic- pituitary-adrenal responses to stress”, Science, 277, 1997, pp. 1659–1662. P.M. Plotsky y M.J. Meaney, “Early, postnatal experience alters hypothalamic corticotropin-releasing factor (CRF) mRNA, median eminence CRF content and stress-induced release in adult rats”, Brain Research, 18, 1993, pp. 195–200. 324 L. Köhler, “Einführung in die Entstehung des Gedächtnisses”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), op. cit., p. 162. 325 D. Stern, The Motherhood Constellation. A Unified View of Parent-Infant Psychotherapy, Nueva York, 1995.
Los estudios en psicología evolutiva muestran cómo los niños pequeños se guían más por las recurrencias que acontecen a su alrededor que por las diferencias, de tal modo que una vez un acontecimiento puede ser asignado a un determinado script, se añade a éste y no podrá ser reconstruido de forma individual.326 El recién nacido y sus cuidadores conforman un sistema dinámico en el que el recién nacido no posee una autonomía suficiente y es, por tanto, un organismo dependiente. Hasta la maduración de las facultades cognitivas, las interacciones con sus cuidadores implican la formación de modelos y pautas de conducta adaptadas a ese medio intersubjetivo que se interiorizan y se vuelven subjetivas cuando este subsistema se desprende del sistema en el que se encontraba insito. El modelo conflictual freudiano posee precisamente la virtud de ver al paciente no como una unidad, sino como una relación asimétrica, como soporte de relaciones. Lo que ha hecho la psicología cognitiva desvirtúa el inconsciente dinámico en la medida en que lo ensancha. El inconsciente freudiano es sólo aquella parte del procesamiento procedimental de respuestas adquiridas en las que se ha disociado representación
o
procesamiento
consciente
y
emoción
o
procesamiento
inconsciente, y dicha disociación viene acompañada de cierta experiencia de malestar por parte del sujeto. Lo que consigue la transferencia es salvar el obstáculo que separa el conocimiento explícito (saber) de los mecanismos subcorticales estables (sentir). Consigue tender un puente entre dos tipos de información que son capaces de alterar las modalidades más básicas de procesamiento de información que se han vuelto automáticas, sin la 'conciencia' del sujeto. 326
R. Fivush y N. Hammond, “Event knowledge: Structure, function and development”, K. Nelson (ed.), The Acquisition and Development of Script, Nueva Jersey, 1986.
Figura 2.5. Pedro Pablo Picasso - Estudio de un toro. ¿Qué es un toro? ¿Cuáles son sus rasgos esenciales? Picasso consigue en su estudio llegar a los trazos mínimos identificativos del animal. Aquellos que lo hacen reconocible, extrayendo lo que durante largo tiempo se denominó ‘forma’, su modelo básico, los caracteres que permiten su reconocimiento, su asignación a una categoría.
2.2. Categorización Si, como mostrábamos, la percepción es un proceso activo del organismo, ésta sólo comporta una primera etapa dentro del recorrido de la información procesada que puede no superar esta fase, pudiendo dar lugar a una percepción sin cognición. La agnosia es una alteración que conlleva la incapacidad de reconocer objetos sin haber ninguna falla en el sistema perceptivo, es un defecto en la traslación de los datos sensoriales a la aprehensión del significado. En general, no obstante, nuestra percepción suele estar de hecho condicionada por nuestra cognición, es decir, normalmente percibimos de acuerdo con categorías. Al
identificar los colores del arco iris, donde se produce una
gradación de un color a otro tendemos a percibir los colores en su estado puro, sin gradación, de acuerdo con una división estricta, categórica. Este tipo de percepción mediada produce de hecho una distorsión o desarreglo entre la realidad y la experiencia fenomenológica del sujeto. Categorización y percepción se pueden entender como un proceso conjunto. La percepción, sometida a mecanismos evolutivos de adaptación, ha de estar relacionada con ciertas formas de categorización y acción.327 Barsalou entiende los conceptos como símbolos perceptuales ya instalados, como filtros en el mismo proceso de percepción, determinando incluso la activación de aspectos motores inmediatos en dicho proceso.328 Se elimina la separación clásica entre diversos procesos, la percepción actuaría ya imbricada con ciertas respuestas y el propio organismo adaptaría el input sensorial a los rasgos determinantes de cierto 327
M. Borghi, “Objects, Concepts and Actions,” D. Peecher y R. Zwaan, The Grounding of Cognition: The role of perception and action in memory, language and thinking, Cambridge, 2005. 328 A. Berthoz, Le sens du movement, París, 1997. De acuerdo con Edelman “La categorización no ocurre de acuerdo a un programa de ordenador en un área sensorial que luego ejecuta un programa para producir un determinado output motor. En vez de así, la actividad sensorimotora sobre el mapeado completo selecciona los grupos neuronales que ofrecen un output apropiado o comportamiento, resultado en categorización,” G.M. Edelman, Bright Air,Brilliant Fire: On the Matter of the Mind, Nueva York, 1990, pp. 89-90.
concepto. Así una representación disposicional contendría los patrones de activación neural correpondientes al encuentro con un objeto conocido. Nuestro conocimiento consistiría en dichas representaciones disposicionales que pueden localizarse en diversos módulos cerebrales.329 La transferencia, como reeducación de ciertos patrones, pasaría por el filtro de los conceptos, asociados a modalidades de activación y preparación para la acción. El resultado de la terapia analítica es un cambio de los procesos mentales del paciente en su interacción con su medio. La teoría freudiana mantenía una formación del sujeto dividida en una serie de procesos o instancias a lo largo de sus dos tópicas.330 Algunas de estas instancias no serían accesibles directamente –inconsciente, ello- y otras se desarrollarían mediante el aprendizaje –consciente, superyo, yo-. En los casos clínicos podríamos observar una serie de traumas o síntomas, adaptaciones disfuncionales, que la terapia se encargaría de mostrar y resolver. En primer lugar se procuraría la emergencia a niveles accesibles, simbólicos, de la mayor cantidad de material posible, de los recuerdos que posibilitan el desvelamiento del aprendizaje maladaptativo y, posteriormente, se conseguiría una reinscripción. Éstos serían los dos procesos que dirigirían la cura: emergencia y rehabilitación, recuperación y reconsolidación. La
categorización
como
proceso
cognitivo
conlleva
la
limitación
y
racionalización del ámbito de la experiencia. En este sentido, produce un efecto 329
A.R. Damasio, op. cit., pp. 102 ss. “ ...las propias cortezas prefrontales representan categorizaciones de las situaciones en las que el organismo se ha visto implicado, clasificaciones de las contingencias de nuestra experiencia en la vida real. Lo que esto significa es que las redes prefontrales establecen representaciones disposicionales para determinadas combinaciones de cosas y acontecimientos, en nuestra experiencia individual, según la relevancia personal de tales cosas y experiencias,” ibid., p. 173. Damasio sostiene así mismo la primacía de las imágenes en el procesamiento mental. 330 La primera tópica se articulaba alrededor de la Traumdeutung (1900), en la primera fase de su desarrollo, diferenciando una instancia consciente e inconsciente y una preconsciente donde los recuerdos reprimidos – inconscientes- podían vincularse de nuevo con la conciencia y vencer la represión. La segunda tópica que se desarrolla a partir de Das Ich und das Es (1923), la última fase en nuestro esquema, reconoce una instancia pulsional regida por el principio del placer, denominada Ello, el superyo como conjunto de normas y prohibiciones y el yo como instancia mediadora de éstas dos con la realidad.
limitativo que reduce la cantidad de información a procesar. La generación de categorías comporta la obtención de un conocimiento a priori, previo a nuestra relación con un objeto nuevo, ampliando nuestra capacidad de hacer juicios acerca de acontecimientos futuros, de prever patrones conductuales y de adaptarnos a tales expectativas. Los conceptos son el medio de acumular este aprendizaje y reutilizarlo. Los conceptos no son, como venía entendiendo la concepción heredada dentro de esta disciplina, un simple producto lingüístico, sino que suponen un fenómeno cognitivo general, “los conceptos son simplemente las cosas que son evocadas por nuestros sistemas perceptivos y que controlan nuestras acciones,”331 poseen no sólo relevancia en el procesamiento de la información sensorial sino que también rigen, en función de dicho proceso, la conducta. De ahí su relevancia para evaluar la transferencia pues producen una modulación de las acciones con que respondemos a ciertos estímulos. Esta sería una de las diferencias básicas con el conductismo, que elimina el eslabón idiosincrásico que relaciona sensación y cognición y lo reduce a simple causalidad comportamental. El psicoanálisis resalta precisamente este eslabón cognitivo cuya modificación conlleva efectos comportamentales. Intuitivamente podemos entender una categoría como un grupo de elementos con ciertos rasgos comunes, en términos extensionales, como conjunto de objetos pertenecientes a una misma especie o composición. El concepto, por su parte, remitiría al proceso mental de atribución de contenido a dicho conjunto conforme a ciertos rasgos salientes. Se trata de una noción de tipo intensional que otorga, mediante una serie de descriptores, una definición genérica y probabilística de dicho conjunto. Categoría y concepto vendrían a ser las dos caras de un mismo 331
G.L. Murphy, The Big Book of Concepts, Massachusetts, 2002, p. 429.
suceder, a nivel real y mental. Siguiendo con este razonamiento y a modo de ejemplo la categoría ‘Perro’ agrupa al género canino en función de ciertos atributos biológicos y genéticos,332 mientras que el concepto ‘Perro’ apunta a una serie de situaciones aprendidas en las que un sujeto puede atribuir dicho concepto a un determinado objeto; supone un repertorio de acciones y preparaciones para la interacción con el objeto. Clásicamente se venía entendiendo la categorización como un proceso en el que se definían las propiedades de un grupo de objetos333 de tal manera que, conociendo esta serie de características necesarias, podíamos asignar, sin lugar a duda, un objeto a dicha categoría; categoría era igual a definición. Los modelos actuales entienden, dentro de un ideal amodal descentralizado de procesamiento, la categorización como coordinación de activaciones.
El modo en que se obtiene la categorización de un estímulo se puede comprender mejor mediante una analogía. Imagine, por ejemplo, un grupo de músicos, digamos un cuarteto de cuerda. A medida que cada miembro del cuarteto toca su instrumento individual envía y recibe de sus compañeros señales acerca del sonido, volumen, ritmo, acento, y calidad tonal de la música. Cada músico lleva un diálogo individual con los otros músicos, creando juntos un sonido en un momento dado. No hay director, no hay orden central. Así también en el cerebro las interacciones locales entre los mapas del cerebro, su comunicación mediante un intercambio de señales, crea una respuesta coherente respecto a un estímulo. La respuesta al estímulo no está predeterminada; interacciones locales entre diferentes parte del cerebro dan coherencia a la respuesta. Al igual que la forma y sonido general de la ejecución del cuarteto es creada por los diversos sonidos de un momento a otro, así también las categorizaciones emergen de la conexión que hace el cerebro entre una respuesta coherente y otra.334
332
Esto siempre que nos atengamos a la existencia de clases naturales, si bien hay autores que niegan la existencia de dichas clases haciendo mención a que estos organismos, productos biológicos de una evolución sin objetivo o finalidad alguna, no deben obtener una diferenciación con respecto a otro tipos de seres, instrumentos u objetos, pues éstos son en sí objetos de un desarrollo en ausencia de intencionalidad alguna. 333 Desde las Categorías de Aristóteles. Una de las críticas más importantes a este enfoque es su logicismo, al basarse en la idea de inclusión en términos conjuntivistas. 334 I. Rosenfield, The Strange, Familiar, and Forgotten: An Anatomy of Consciousness, Nueva York, 1992, p. 83.
En los últimos treinta años, la visión clásica acerca de la categorización ha venido siendo puesta en tela de juicio por los resultados experimentales obtenidos en psicología cognitiva y otro tipo de nociones teóricas han ido ocupando su lugar. En especial las teorías de prototipos y las teorías de ejemplares, los dos modelos más influyentes, han conseguido salvar una serie de debilidades observadas en la concepción clásica. La teoría de prototipos asocia una serie de propiedades con una categoría dada, mientras que la teoría de ejemplares atiende a individuos específicos que resultan paradigmáticos dentro de la categoría. En especial el modelo de
prototipos es, frente a la concepción clásica de las categorías,
estructural. Se sustenta en un análisis de los conceptos como entramados de propiedades que se solapan y se refieren mútuamente formando redes, frente a la articulación más bien conjuntista de la teoría clásica. Los conceptos forman redes de conocimiento y suponen teorías acerca del mundo,335 en este sentido no podemos decir que sean inocentes, muy al contrario, cada organismo posee experiencias diversas de su entorno y las agrupa de modo peculiar, nuestro conocimiento estaría mediado por nuestra experiencia previa (knowledge-driven).
En conjunto estos resultados ponen a prueba la idea de un concepto como una descripción general usada una y otra vez en diversas situaciones. En cambio los conceptos aparecen como una capacidad o habilidad para construir representaciones específicas que sostengan cursos diferentes de acción situada. Dado que un concepto produce una amplia variedad de conceptualizaciones situadas surge la variabilidad sustancial de su representación.336
335
Esta articulación no parece tan alejada de la idea lacaniana de que un significante representa a un sujeto para otro significante en el sentido que la relación entre significantes, nuestra modalidad de categorizar es idiosincrásica y somos, en definitiva, lo que pone en relación nuestros conceptos de forma singular, una modo de agrupar y dar sentido a la experiencia. 336 L.W. Barsalou, “Situated Conceptualization”, H. Cohen y C. Lefebvre (eds.), Handbook of categorization in cognitive sciences, (en prensa).
¿Cómo se produce la transferencia en el sentido de asumir el analista características que le permiten al analizante modificar su posición subjetiva, alterar su cognición y su comportamiento? Los análisis del fenómeno de la categorización nos permiten explicar parcialmente este mecanismo en tanto los modos idiosincrásicos de relacionarse con el medio están mediados por nuestros conceptos, por nuestra forma de procesar y agrupar la experiencia nueva en función de la experiencia previa. Utilizando la noción de categorización impura, conforme a la teoría de conjuntos difusos, mediante la atribución discreta de un elemento a un conjunto,337 podemos dar respuesta no sólo a la transferencia analítica, sino también a la bien documentada transferencia no analítica: a la transferencia como mecanismo general que se activa en mayor o menor medida en nuestros encuentros habituales y que conforma nuestras modalidades de comportamiento. Una amplia bibliografía en el campo de la psicología social cognitiva, conducida especialmente por Susan Anderson y sus colaboradores, avala la idea de que la similitud de personas desconocidas con ‘otros significantes’ produce reacciones emocionales idénticas a las existentes con los otros significantes, aquellas que hemos aprendido. Así se pone de manifiesto porqué repetimos patrones de conducta en función de esquemas preexistentes, de cómo las relaciones presentes son filtradas por nuestras categorizaciones y modelos relaciones pasadas,338 cómo se internalizan relaciones de objeto y su relación con 337
Cf. los trabajos de L.A. Zadeh, “Fuzzy Sets”, Information Control, 8, 1965, pp. 338-53, L.A. Zadeh, “Fuzzy sets as a basis for a theory of probabality”, Fuzzy Sets and Systems, 1, 1978, pp. 3-28. 338 M.S. Berk y S.M. Andersen, “The impact of past relationships on interpersonal behavior: Behavioral confirmation in the social-cognitive process of transference”, Journal of Personality and Social Psychology, 79, 2000, pp. 546-562. A. Baum y S.M. Andersen, “Interpersonal roles in transference: Transient mood states under the condition of significant-other activation”, Social Cognition, 17, 1999, pp. 161-185. N.S. Glassman y S.M. Andersen, “Activating transference without consciousness: Using significant-other representations to go beyond subliminally given information”, Journal of Personality and Social Psychology, 77, 1999, 1146-1162. N.S. Glassman y S.M. Andersen, “Transference in social cognition: Persistence and exacerbation of significant-other
la posición subjetiva, con la representación subjetiva de la relación afectiva de uno con los otros.339 Otro aspecto importante es la modalidad en que los conceptos son almacenados. Si bien la teoría freudiana trabaja con representaciones crudas como unidades básicas, un análisis más sutil remitiría a formas de interacción con el medio, más que a una transducción directa de las representaciones de acuerdo con un modelo asociacionista puro. Así el contenido representacional emerge a partir de la propia acción potencial.340 El desarrollo del resto de esta sección hará referencia a estas recientes teorías e intentará emplear sus contribuciones en la elucidación de las proposiciones psicoanalíticas explicando, en primer lugar, la formación del primer modelo básico de conducta e interacción y su influencia en la percepción cotidiana y, posteriormente, la figura del analista como privilegiado lugar de actualización y reeducación de dichas tendencias (transferencia y neurosis de transferencia). Como señalábamos en la primera parte, en su estancia en la Salpêtrière, Freud ya se habría topado directamente con el fenómeno de la categorización al observar cómo Charcot conseguía recrear síntomas histéricos mediante la hipnosis y cómo dichos síntomas se distribuían en función de la concepción habitual del cuerpo antes que de acuerdo con una noción estrictamente fisiológica. Es decir, los síntomas eran fenómenos ideacionales, formados en la mente del paciente, no estríctamente fisiológicos.341 De ahí que la demarcación entre lo puramente based inferences over time”, Cognitive Therapy and Research, 23, 1999, pp. 75-91. S.M. Andersen y M.S. Berk, “The social-cognitive model of transference: Experiencing past relationships in the present”, Current Directions in Psychological Science, 7, 1998, pp. 1-7. 339 M.J. Horowitz, Introduction to Psychodynamics: From Conflict to Character, Nueva York, 1998. 340 M.H. Bickhard y J. Chambers, “The Influence of Early Experience on Personality Development,” New Ideas in Psychology, 12, 1994. 341 En este sentido resulta interesante los estudios de J.A. Gray y su propuesta de un Sistema Nervioso Conceptual (CNS) que contendría información comportamental. Cf. J.A. Gray, The psychology of fear and stress, Londres, 1971. Por otro lado también podemos entenderlo como incorporación conceptual e
somático y lo mental ya no se basava en una teoría preepistémica como en el caso del exorcismo, sino que se podía formular en sintonía con los postulados de la ciencia, de una nueva ciencia, la psicología, que tratase objetivamente, desde la perspectiva de un tercero, la manera que tienen las personas de conceptualizar el mundo, de entenderlo y de relacionarse con él. La correspondencia entre el sistema perceptivo y la categorización, y la posibilidad de tratar ambos sistemas como uno sólo342 ya había sido propuesta por von Helmholtz, escuela en la que Freud daba sus primeros pasos como neurólogo.
incorporaicón ha de remitir a cierto reflejo en el sistema nervioso, mostrando de nuevo la absurda separación cuerpo-mente, fisiología-conceptualización. 342 P.G. Schyns, “Diagnostic recognition: Task constraints, object information, and their interactions”, Cognition, 67, 1998, pp. 147-179. En otro artículo comenta Schyns, “si la reducción dimensional fuera una parte integral del mecanismo de aprendizaje de categorías, individuos con diferentes historias en su categorización podrían adquirir diversos medios para analizar y organizar perceptivamente materiales idénticos. Debido a que estos análisis perceptivos son los materiales disponibles para los procesos de categorización, estos últimos no podrían ser entendidos sin una amplia comprensión de los primeros,” P.G. Schyns y L. Rodet, “Categorization creates functional features”, Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 23, 1997, p. 684.
2.2.1. Repetición y categorización La categorización como fenómeno cognitivo, tal como sosteníamos, somete a regularidad la serie de inputs que percibimos en forma de objetos y eventos. De esta manera se vuelve manejable el flujo incesante de información que llega a los sentidos y se selecciona aquella que nos es útil en nuestra interacción con el medio. Esta regularización se correspondería, en términos psicoanalíticos, con la repetición. En aras de la economía computacional, se homogeneizan las percepciones, siendo verificadas en la memoria, donde se almacenan objetos y experiencias similares y se activan los mecanismos más adecuados de respuesta en función de experiencias almacenadas previas. “Para minimizar el esfuerzo, el cerebro no analiza cada detalle de un patrón sino que lleva a cabo una rápida evaluación simplemente de los detalles suficientes para encontrar una 'coincidencia (match) suficientemente buena'.”343 Así se afirma la existencia de una 'primacía de la repetición' (repetition priming), un tipo de memoria que hace que se reduzca la actividad neural, primando patrones adquiridos de respuesta.344 Dicho priming permite identificar un objeto previamente reconocido, hace que el organismo 'repita' en el sentido de no procesar una situación con todos los recursos cognitivos, sino simplemente asimilando y, de esta forma, haciendo prevalecer cierta información adquirida, reduciendo la actividad cortical y siendo así más eficiente, activando asociaciones de tipo estímulo-respuesta aprendidas antes que analizar con detalle el estímulo.345 343
R. Pally, “II: How the Brain Actively Constructs Perception”, International Journal of Psychoanalysis, 78, 1997, p. 1025. 344 G.S. Wig, S.T. Grafton, K.E. Demos y W.M. Kelley, “Reductions in neural activity underlie behavioral components of repetition priming”, Nature Neuroscience, 8, 2005, pp. 1228-1233. Efectivamente a medida que la identificación del objeto se vuelve precisa la actividad neural va disminuyendo cf. A. Martin y S.J. Gotts, “Making the causal link: frontal cortex activity and repetition priming”, Nature Neuroscience, 8, 2005, pp. 11341135. 345 D.L. Schacter, I.G. Dobbins, y D.M. Schnyer, “Specificity of priming: a cognitive neuroscience perspective”, Nature Reviews Neuroscience, 5, 2004, pp. 853-862.
Esto conduce a la existencia de sesgos, en especial el de confirmación que determina la coincidencia con experiencias previas. De modo similar actuaría la transferencia. El carácter repetitivo de la transferencia ha sido relacionado, dentro de la teoría piagetiana, con el aspecto asimilativo de esquemas que distingue asimilación y acomodación en función de que el sujeto tienda a asimilar una determinada situación con sucesos previamente experimentados o trate de adaptarse a un nuevo evento.346 Según Wachtel, la transferencia es un ejemplo claro de esta tendencia por la que las expectativas se anteponen a la capacidad de acomodarse a una nueva experiencia, refiriéndose pues a cierta inflexibilidad comportamental. La transferencia permitiría nuevas 'provisiones' (affordance), oportunidades para la interacción en función de nuestra representación del objeto. Así, por ejemplo, si caminando por la calle vemos una persona que se nos acerca, y alguien nos llama la atención acerca de que lleva un cuchillo en la mano, la situación cambia, es experimentada de forma diferente, el cambio en significado de la situación produce nuevas provisiones. Existen dos teorías acerca de la categorización, en función de cuál sea su objeto, por un lado las teorías de eventos y, por otro, las de objetos. Según las primeras, lo que se categoriza son una serie de circunstancias sin propiedades gestálticas concretas, prestando especial atención a los rasgos holísticos. Estos modelos permiten una noción más amplia que las teorías de objetos, admitiendo la inclusión de elementos como los afectos, que escapan a determinadas formalizaciones cognitivas como simple resto contextual. Los modelos basados en eventos dan una respuesta a la transferencia como repetición contextual, “...la representación de eventos captura lo que es probable que le ocurra a un agente en 346
P.L. Wachtel, “Transference, Schema, and Assimilation: The Relevance of Piaget to the Psychoanalytic Theory of Transference”, The Annual of Psychoanalysis, 8, 1981, pp. 59-76.
su experiencia. Mientras que los marcos (frames) para individuos capturan lo que existe en el mundo, los recuerdos de eventos capturan cómo es posible que el mundo afecte a un agente en un evento dado.”347 La categorización, como forma de comprimir nuestro conocimiento y relacionarlo con las posibilidades futuras de actuación, está estrechamente ligada con la repetición. La repetición psicoanalítica la podemos entender como un caso particular del mecanismo cognitivo subyacente a la categorización, conforme al que normalizamos la experiencia. La repetición aparece como proceso transferencial fundamental, en especial en las últimas obras de Freud y en Lacan. Se trata de un mecanismo global que impide al neurótico escapar de los esquemas recurrentes en su actuar, conlleva una inflexibilidad conductual generalizada, ligada a la forma de concebir. La inflexibilidad en el comportamiento en la neursosis probablemente tenga que ver con dichos patrones asimilados que unen pensamiento y acción, y que, mediante la transferencia, han de ser separados para permitir nuevos patrones de comportamiento.
Así autores
como
Bickhard asimilan psicopatología con
inflexibilidad al cambio, rigidez.348 La incapacidad de corregir ciertas activaciones modificables para otros sujetos es lo que demarca la psicopatología de la disfuncionalidad común. La terapia poseería como finalidad la resolución de dicha rigidez. La relación con el analista habría de mostrar el carácter pretérito de dicha experiencia. La activación de un modelo interactivo primigenio y su progresiva comprensión e interiorización como inadecuado para responder a las nuevas 347
L.W. Barsalou, J. Huttenlocher y K. Lamberts, “Basing categorization on individuals and events”, Cognitive Psychology, 36, 1998, p. 257. 348 M.H. Bickhard, “The Nature of Psychopathology”, L. Simek-Downing (ed.) International Psychotherapy: Theories, Research, and Cross-Cultural Implications, Nueva York, 1989.
situaciones, así como la experiencia de nuevas experiencias emocionales, posibilitan la modificación de la conducta. La transferencia es, tal como entendía Freud, un mecanismo complejo, permite la recuperación de modelos de actuación aprendidos (o bien de expectativas frente al otro), para mostrar su carácter innecesario, su ineficiencia, y producir una nueva codificación. La repetición propia a la categorización es ‘preatentiva’, no podemos evitar percibir un objeto y relacionarlo con nuestro conocimiento previo y esto sucede sin la elección activa por parte del sujeto, de ahí el especial carácter del aprendizaje analítico, así “ver típicamente conlleva categorizar. Por ejemplo, ver un árbol conlleva categorizar un aspecto de tu experiencia visual como árbol.”
349
Ver es un
'ver como'. Se separan los aspectos relevantes del mundo exterior y se atribuye su pertenencia a grupos de los que poseemos experiencia previa para saber cómo interactuar con ellos, siempre con la finalidad de disponernos a la posible acción con la consiguiente activación fisiológica. De este modo, cuando percibimos la presencia de alguien, asignamos a esa figura los rasgos distintivos propios de una persona, pero estos rasgos no son trascendentales o universales, sino basados en nuestra propia experiencia acerca de lo que reconocemos como otras personas, como ‘otro’. Igualmente al ver una manzana podemos representarnos sus características en función de nuestras interacciones con éstas, su textura, su dulzura, su color. Si hay formas concretas de interrelación con una manzana, morderla, tirarla, pelarla, porqué no iban a existir también, de un modo más complejo, relaciones de objeto, en el sentido de modos fenomenológicos de representación y relación con nuestros semejantes. “Cuando una situación vista parcialmente activa una conceptualización situada, la conceptualización completa 349
G. Lakoff, Women, Fire and Dangerous Things, Chicago, 1987 p. 126.
el patrón que sugiere la situación. En la medida en que una conceptualización situada esté arraigada en la memoria este proceso ocurrirá probablemente con relativa automaticidad.”350 Este carácter preatentivo conforme al cual nuestras categorías informan nuestro actuar es lo que se conoce también como conocimiento implícito. Más allá de las simples creencias materiales erróneas, existe todo un tipo de procesos preconscientes que involucran un conocimiento tácito. La forma en que codificamos las
categorías
atiende
a
un
mecanismo
de
este
tipo,
subsimbólico
y
correlativamente subconsciente: “lo que llamamos el inconsciente cognitivo es la totalidad de aquellos mecanismos teóricos cognitivos por encima del nivel neuronal de los que poseemos suficiente evidencia, pero a los cuales no tenemos acceso consciente.”351 Lakoff y Johnson, a la hora de caracterizarlo, señalan su eficacia, intencionalidad, carácter representacional, capacidad generadora de inferencias, su carácter imaginativo y causal. Así, ontogenéticamente, los primeros procesos son declarativos, abiertos y controlados; la acumulación de experiencias produce la categorización de estímulos y patrones recurrentes conductuales frente a dichos estímulos que posteriormente se vuelven procedimentales, inconscientes, y cubiertos, y a los cuales se ha de acceder en caso de resultar maladaptativos, como cuando tras subir una escalera notamos dolor en la espalda. Dos paradigmas procuran dar cuenta del aprendizaje categorial: las teorías de aprendizaje basado en la similitud (SBL similarity-based learning) y aquellas basadas en la explicación (EBL explanation-based learning). Mientras las primeras entienden que la formación de categorías se produce mediante la abstracción de
350
L.W. Barsalou, “Situated Conceptualization”, op. cit. G. Lakoff y M. Johnson, Philosophy in the Flesh. The Embodied Mind and its Challenge to Western Thought, Nueva York, 1999, p. 112. 351
los parecidos entre diversos objetos, las segundas hacen hincapié en la importancia del conocimiento previo a la hora de aprender nuevas categorías. Estas últimas propuestas, de más reciente desarrollo, vienen avaladas por ciertos estudios que han mostrado cómo es posible aprender un modelo (schema) con la ocurrencia de una sola instancia, siempre que se produzca en un contexto rico en conocimiento.352 Estos mismos trabajos indican la importancia del contexto en que se produce una misma instancia, una repetición. Parece que la apreciación de la repetición depende del contexto en que ocurre.353 Las personas tienden a basar su aprendizaje categorial en la similitud a falta de un conocimiento previo. Si éste existe se observa una tendencia a un aprendizaje basado en la explicación, pudiendo incluso formar una categoría con una sola instancia. Los objetos tienden a agruparse conforme a valores en una sola dimensión, en vez de utilizar varias dimensiones. Sin duda en nuestras relaciones con otros, el afecto como función global de estado, imbricada en los procesos de atención y ejecución,354 en cuanto fundamento de todo vínculo, desempeñaría un papel primordial, en tanto es la forma de obtener rápidamente información sobre nuestro medio. En la transferencia se produce un intercambio del objeto al que se dirigen las conductas aprendidas, las emociones, respuestas a un medio al cual debemos proyectar nuestras expectativas en función de nuestra experiencia. La elaboración, el trabajo situado con el analista, permitiría modificar dichas expectativas. Ahn y Medin han formulado un modelo en dos etapas que sometería la categorización en una primera fase a un análisis de similitud unidimensional. El
352
W. Ahn, W. Brewer y R. Mooney, “Schema Acquisition from a single example”, Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 18, 1992, pp. 391-412. 353 Ibid., p. 402. 354 J. Panksepp, op. cit..
llamado sesgo de unidimensionalidad actuaría en una primera criba de objetos.355 Posteriormente, los objetos no asignados a ninguna categoría de acuerdo con esta selección serían adscritos a las categorías según su similitud general o aire de familia. Este modelo ha sido verificado en contextos pobres en conocimiento. El hecho de que un estímulo repetido, presentado múltiples veces, posea mayor capacidad predictiva y moldeadora de la experiencia a la hora de categorizar está ampliamente documentado.356 Así la tipicidad de un individuo o evento es correlativo con su recurrencia, es lo que se denomina la robustez de la representación. De acuerdo con este principio de categorización, “...la información procesada más frecuentemente para un individuo debe hacerse más disponible en su red, constituyendo un estereotipo emergente.”357 El aprendizaje de un modelo de interacción típico y sobresaliente ha de prevalecer en el posterior procesamiento y experiencia del sujeto. Igualmente hay evidencia de que, tras haber recabado de la memoria un ejemplar inadecuado, es difícil impedir su aparición, causando respuestas incorrectas.358 Desde una perspectiva neurológica los objetos familiares, aquéllos que exhiben un alto grado de robustez por su recurrencia, parecen ser procesados de forma más eficiente que los objetos nuevos, reduciéndose las respuestas de
355
W. Ahn y D.L. Medin, “A two-stage model of category construction”, Cognitive Science, 16, 1992, pp. 81121. 356 L.W. Barsalou, “Ideals, central tendency, and frequency of instantiation as determinants of graded structure in categories”, Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 11, 1985, pp. 629-654, R.M. Nosofsky, “Similarity, frequency, and category representations”, Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 14, 1988, pp. 54-65, L.J. Rips, “Similarity, tipicality and categorization”, S. Vosniadou y A. Ortony (eds.), Similarity and Analogical Reasoning, Cambridge, 1989. 357 L.W. Barsalou, J. Huttenlocher y K. Lamberts, op. cit., p. 254. “La incapacidad de inhibir este individuo podría interferir con la posterior muestra de individuos así como con la capacidad de procesar individuos recuperados adecuadamente,” ibid. 358 A este respecto se ha formulado la existencia de un efecto abanico (fan effect), se trata “...(d)el efecto de repetir un valor en una dimensión para múltiples individuos u objetos. La memoria para objetos específicos es dañada por una característica repetida en múltiples objetos. De otro lado, si la característica es asociada consistentemente con una categoría, la categorización se ve reforzada cuando la característica se repite.” J.R. Anderson, “The adaptative nature of human categorization”, Psychological Review, 98, 1991, p. 426.
células del córtex inferotemporal (IT), lo que aumentaría la simplicidad y economía del proceso.359 Se produce una recurrencia de estímulos que es computada de forma económica,360 evitando la carga computacional, haciendo uso de esquemas prototípicos, produciendo automatismos a nivel de conducta. Se moldea la realidad reduciendo su exceso de información en favor de una capacidad de inducción a partir de ejemplos precedentes con pregnancia por producirse en una etapa en la que se posee un menor conocimiento de estos ejemplares y en la que la ductilidad cognitiva es máxima, lo que se denominan ventanas de aprendizaje. Podemos afirmar que la repetición psicoanalítica, como fenómeno conductual general, y la categorización como forma de modelar el mundo, someten los acontecimientos a una regularidad, hacen discreto lo continuo. Este es el punto de partida de nuestra comparación de las teorías cognitivas y psicoanalíticas, en la normalización de la conducta mediante patrones, repetir y categorizar hacen referencia al mismo proceso mental. Como comentaba Helmholtz, “para conocer un objeto le imponemos inconscientemente sobre las causas desconocidas de su sensación, cualidades que existen en nuestros recuerdos.”361 La transferencia se sitúa en la delgada línea que separa los mecanismos mnésicos y categoriales a nivel cognitivo. La memoria permite la recuperación, de las características de un objeto conocido mientras que la categorización activa las características generales de un conjunto al encontrarnos con un objeto que pertenece a dicho grupo con un alto grado de probabilidad. 359
H. op de Beek, Shape representation and categorization in humans and monkeys, Lovaina, 2003, señala la ‘implausibilidad perceptiva’ de las actuales teorías de la categorización y la necesidad de una integración de ambas. 360 El principio de simplicidad aplicado al aprendizaje de categorías no supervisadas señala como “...la mejor explicación de un grupo de datos –información- (p. ej. patrones de input sensorial de un grupo de objetos) corresponde con la descripción más corta que codifica esa información” E.M. Pothos y N. Charter, “A simplicity principle in unsupervised human categorization”, Cognitive Science, 26, 2002, p. 335. 361 Cit. en G. J. Makari, op. cit., p. 561.
2.2.2. Introyección. Modelo básico de interacción La idea de tipicidad señala el grado de adecuación de un objeto a una categoría, su centralidad en relación a otros objetos de la misma categoría. Habría objetos que poseen las características más representativas de un grupo son, por así decirlo, prototípicos, ejemplares significativamente salientes dentro del conjunto. En términos de la teoría de conjuntos difusos poseerían un valor de pertenencia al grupo tendente a uno. La categorización no se produce conforme a la noción tradicional, de acuerdo con la que la inclusión en un grupo ha de seguir una estricta lógica bivalente, conforme al cumplimiento de ciertas características definicionales de dicho grupo.362 Bajo el auspicio de esta concepción heredada, cualquier objeto que posea ciertas propiedades críticas será un miembro más de la categoría, con lo que al referirnos a la categoría ‘mamífero’ un león tendría el mismo grado de pertenencia que una ballena. En realidad un análisis de los contextos naturales en que categorizamos muestra que los diferentes miembros del conjunto ‘mamífero’ poseen grados diferentes de tipicidad. La tipicidad de un sujeto viene dada por su aire de familia, su similitud con respecto a los otros miembros de la categoría, y su disimilitud con respecto a los miembros de otras categorías. Hay que puntualizar, no obstante, la estrecha relación entre la frecuencia de instanciación de un miembro y su tipicidad. Formulado de otro modo, si resulta que poseemos un mayor contacto con las ballenas que con los leones ¿qué miembro nos parecería más típico? Parece evidente que la frecuencia en la instanciación de un objeto y su aprendizaje como miembro, incluso central, de una categoría están íntimamente relacionados.
362
Pese a que este modelo sería más parsimonioso con respecto a los posibles estados de activación de una neurona que sí responden a una lógica bivalente.
De acuerdo con las teorías pioneras de Rosch, un sólo objeto ideal se convierte en el referente a la hora de computar la similitud con otros ejemplares con los que nos encontramos.363 Este ejemplar tendría la forma de resumen de propiedades, podemos representarlo como una lista de características. Así un objeto ideal A poseería ciertas características en común con otro objeto B y con un objeto C dentro de la misma categoría, pero B y C no serían necesariamente similares (contra la regla de transitividad del paradigma clásico), pues poseerían quizás relaciones de similitud diversas con el objeto A, que por ello tendría cierta primacía en la evaluación de otros elementos del conjunto. Su primacía jerárquica sería proporcional a la capacidad de subsumir cualquier miembro de la categoría. Teniendo en cuenta de nuevo a su centralidad. Los estudios de Rosch propiciarían otros modelos de representación en función de esquemas364 que intentan, de forma más generalizada y abstracta, relacionar cada ejemplar de una categoría dada con una serie de dimensiones de acuerdo con un esquema general. Se sustituye, pues, la idea de prototipo, aún cercana a la teoría clásica de la categoría, a la noción de definición, por la idea de esquema. El otro paradigma más relevante a la hora de explicar la categorización es el modelo ejemplar,365 de tipo más inductivo. Éste sostiene la preponderancia de los objetos individuales encontrados de una determinada categoría. Un ejemplar o individuo concreto de una categoría nos serviría de modelo para reconocer a otros 363
Cf. E. Rosch “Cognitive representations of semantic categories”, Journal of Experimental Psychology: General 104, 1975, pp. 192-233. E. Rosch C.B. y Mervis, “Family resemblance: Studies in the internal structure of categories”, Cognitive Psychology, 7, 1975, pp. 573-605. E. Rosch, “Human categorization”, N. Warren (ed.), Advances in Cross-Cultural Psychology, Vol. 1, Londres, 1977. 364 D.E. Rumelhart y A. Ortony, “The representation of knowledge in memory”, R.C. Anderson et al. (eds.), Schooling and the Acquisition of Knowledge, Nueva Jersey, 1977. 365 Cuyo trabajo seminal podemos encontrar en D.L. Medin y M.M. Schaffer, “Content theory of classification learning”, Psychological Review, 85, 1978, pp. 207-238.
miembros del grupo. La memoria posee aquí una mayor importancia en el mecanismo de reconocimiento, pues, al observar un sujeto, reactivaremos nuestro conocimiento acerca de otros sujetos similares y no un modelo genérico alguno. En cualquier caso, el primer ejemplar reconocido dentro de una categoría es el que sirve de modelo a otros ejemplares categorizados, aunque modulado por los efectos de la frecuencia y robustez. La teoría de ejemplares subraya el carácter eventual del reconocimiento de un objeto más que las propiedades inherentes,366 es así más dinámica y empírica. En las últimas décadas se ha desarrollado un enfoque que hace prevalecer los efectos del conocimiento genérico en la formación de categorías. Estas teorías señalan de qué modo añadimos información a un objeto nuevo a la hora de categorizarlo utilizando nuestras experiencias previas con categorías diversas. El conocimiento adquirido pone en relación un modelo de categorización con otro, pese a tratarse de categorías diversas. Nos referimos a los efectos del conocimiento (knowledge effects). Esta posición conlleva una crítica a los modelos experimentales de validación del conocimiento de categorías que parten de la hipótesis de la tabula rasa. Sostienen que, incluso al utilizar como modelos objetos de los que no tenemos ninguna constancia, nuestra experiencia previa estructura el modo genérico de categorizar. Parece probable que todas nuestras experiencias compartan ciertos dominios de conocimiento (nesting), que generemos nuestras categorías
de
acuerdo
con
cierto
conocimiento
implícito
compartido
intercategóricamente: “....el conocimiento previo (background knowledge) nos ayuda incluso cuando no está relacionado con todas –o la mayoría – de las propiedades de una categoría. Éste es un resultado significativo, pues sugiere que 366
“...los resultados empíricos sugieren que son los encuentros con objetos los que son más importantes, más que los objetos mismos,” G.L. Murphy, op. cit., p. 60.
el conocimiento probablemente sea útil incluso en situaciones complejas en las que nuestro conocimiento es incompleto o imperfecto.”367 Los modelos que se basan en el conocimiento previo defienden la inanidad de las teorías categoriales puramente formales. En cualquiera de estas teorías, no obstante, la centralidad de cierto prototipo o ejemplar junto con los efectos del conocimiento, conlleva una cierta jerarquización de la propia categoría en la que los ejemplares más salientes (más similares al prototipo o más robustos) poseerían cierta preeminencia sobre otros menos típicos. De este modo podríamos entender los primeros modos aprendidos de interrelación, en función de nuestro primer aprendizaje, como ejemplar primero y más robusto, mayormente instanciado, y que se constituye en el modelo recurrente básico de nuestras interacciones. Ross ha señalado cómo ciertos ejemplares pueden tener efectos perversos.368 Al encontrar nuevos objetos, utilizamos incorrectamente ejemplares previos y les otorgamos características que no poseen basándonos en ciertos atributos superficialmente similares a los ejemplares. Igualmente la sombra de nuestras experiencias de interacción se alargaría sobre nuevos encuentros, recreando experiencias vividas, produciendo la repetición de modelos de interacción aprendidos. Cierta representación se convierte en un estado atractor que produce la inercia y estructuración de las respuestas.
367
Ibid., p. 153. B.H. Ross, “Remindings and their effects in learning a cognitive skill”, Cognitive Psychology, 16, 1984, pp. 371-416. Efectivamente no ya sólo ciertos ejemplares parecen inducir hacia equivocaciones en la categorización, sino que “...cuando un ejemplar te recuerda a otro, prestas atención a las propiedades comunes y puedes empezar a pensar que estas propiedades son características de la categoría como totalidad. Esto es, no sólo que el objeto de la prueba recordase para algunas personas a Shirley, sino que al rememorar a Shirley ciertas características comunes son reforzadas,” G.L. Murphy, op. cit., p. 78. Lo que se produce es un sesgo en el que se anticipan características no presentes en Shirley, en nuestra forma de comprender lo que es interactuar con una persona, lo que nuestra experiencia ha almacenado en forma de categorías. 368
No resulta extraño el hecho de que sea más fácil reconocer tipos con los que uno ya se ha encontrado.369 Se trata de los efectos de ejemplaridad que se han encontrado también en tareas relativas a la memoria implícita.370 Murphy narra cómo, en el caso de no tener un conocimiento exacto de un estímulo y poseer cierta experiencia de él en un contexto dado, ésta se impondrá a falta de mayor evidencia. Así si tengo costumbre de encontrar a mi perro recostado en el asiento de atrás del coche, si siento una presencia, quizás un jadeo dentro del coche, tendré la tendencia a pensar que se trate de un perro. Nuestra experiencia conforma nuestras expectativas y éstas condicionan nuestra actuación. En la construcción de categorías se tiende a la formación de éstas en función de una característica saliente, de acuerdo con el sesgo de unidimensionalidad. Kaplan y Murphy indican cómo el conocimiento previo puede ser útil cuando los miembros de la categoría poseen sólo una característica en común: “...no resulta crucial que el conocimiento previo de uno esté relacionado con todas, ni siquiera la mayoría, de las características de algún objeto nuevo en tanto haya una pequeña cantidad de información que conecte los nuevos objetos al conocimiento previo.”371 Más que buscar aires de familia, se tiende a fijar la similitud a partir de un rasgo singular que habríamos de situar en el afecto, respuestas emocionales en situaciones de interacción, que se activan automáticamente, como adecuadas a unas expectativas aprendidas. Desde esta perspectiva, la transferencia sería “la forma que tiene la mente/cerebro de encontrar y explotar similitudes estructurales
369
L.R. Brooks, G.R. Norman y S.W. Allen, “Role of specific similarity in a medical diagnosing task”, Journal of Experimental Psychology: General, 120, 1991, pp. 278-287. 370 G.L. Murphy, op. cit., p. 86. 371 A.S. Kaplan y G.L. Murphy, “Category learning with minimal prior knowledge”, Journal of Experimental Psychology: Leaning, Memory and Cognition, 26, 2000, p. 842.
profundas, cuyo reconocimiento posee una ventaja adaptativa para el individuo y la especie; la transferencia permite esto siendo computacionalmente económica.”372 Así mismo se ha llamado la atención sobre lo que se llama la falacia de inclusión. A menudo, a partir de un ejemplar preferimos concluir la existencia de una propiedad para toda la categoría a la que pertenece el ejemplar que otorgársela a un subgrupo de la misma categoría, extendiéndola incluso a aquellos miembros que son menos típicos dentro de ésta. Las categorías radiales, donde los miembros del grupo son motivados por el primer ejemplar, nos pueden servir como referente para entender la generación de nuestra conducta frente a las variaciones, pues no siempre actuamos exactamente de la misma manera. Pese a existir una categoría generadora, que es la que el análisis trata de modificar, los otros pueden hacernos modificar nuestra experiencia.373 El problema de la neurosis es precisamente la rigidez con la que dicha categoría central es instanciada. En las categorías radiales “el modelo central determina las posibilidades de extensiones, junto con las posibles relaciones entre el modelo central y los modelos ampliados.”374 Los otros elementos no son causados, sino que están motivados por los elementos centrales. Los modelos metonímicos también apuntan en la misma dirección a través de la idea de generadores. Una subcategoría sería la responsable de la creación de toda una categoría mediante la utilización de una serie de reglas generales. Así mismo, la idea de agrupamiento (cluster) señala efectos relativos a la ejemplaridad, “cuando
372
F.M. Levin, op. cit., p. 1138. E.Z. Tronick, “"Of Course All Relationships Are Unique": How Co-creative Processes Generate Unique Mother-Infant and Patient-Therapist Relationships and Change Other Relationships”, Psychoanalytic Inquiry, 23 (3), 2003. Los patrones de activación relacional van conformando el espacio relacional experiencial en función de su grosor, de su cantidad de experiencia relativa, que no impiden otras modalidades, pese a haber una con mayor grosor, como la de la madre con el niño. 374 G. Lakoff, op. cit., p. 91. 373
el agrupamiento de modelos que caracteriza conjuntamente un concepto diverge, existe aún una fuerte tendencia a ver uno como el más importante.” 375 El Otro, modelo prototípico de interacción integrado en las expectativas de un sujeto, de acuerdo con la teoría de conjuntos difusos, poseería un valor igual a uno, es decir una prototipicidad máxima y una primacía dentro de la categoría igualmente extrema. Cualquier categorización sucesiva de alteridad, dentro de dicha categoría, poseería al Otro como referente y nuestra internalización de éste, nuestra introyección, nos serviría de experiencia moldeadora de los sucesivos encuentros con los otros. La imagen internalizada del Otro debe estar representada por algun tipo de red neuronal sujeta a activacion, las internalizaciones poseen, pues, fuerza fisiologica.376 Los niños, ya con pocos meses, son capaces de establecer una división dicotómica entre los objetos y los seres humanos. Éstos son reconocidos como un grupo con propiedades características diferentes de los objetos inanimados. En concreto, sería fundamental su capacidad de actuar con respecto a fines determinados.377 Desde los cinco años los niños parecen tener dos módulos de categorización básicos. Uno que incluiría a los objetos inanimados, y otro para los humanos. Pese a que éstos últimos deberían estar sometidos a las mismas leyes
375
Ibid., p. 75. A.W. Epstein, “Neural Aspects of Psychodynamic Science”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis”, 26(4), 1998, p. 510. 377 V.A. Kuhlmeier, P. Bloom y K. Wynn, “Do 5 month-old infants see humans as material objects?”, Cognition, 94, 2004, pp. 95-103, “los niños pequeños pueden poseer diferentes modos de construcción para humanos frente a objetos inanimados: los humanos son construídos en términos de acciones intencionales y sociales, mientras los objetos inanimados son interpretados a través de un sistema sensible a la física de objetos (...). La existencia de la distinción humano/objeto, y la aplicación de diversos principios a cada categoría, podría ayudar a los niños a definir estas áreas de conocimiento pronto en su desarrollo. La apreciación de que estas construcciones se solapan, que en algunos aspectos, las personas son objetos, puede ser un logro en su desarrollo,” ibid., p. 102.Con toda seguridad desde pequeños son capaces de distinguir los seres animados de los inanimados, pero parece que los humanos representarían una categoría de por sí específica, cf. D. Poulin-Dubois, A. Lepage y D. Ferland, “Infants’ concept of animacy”, Cognitive Development, 11, 1996, pp. 19–36. L. Bonatti, E. Frot, R. Zangl, y J. Mehler, “The human first hypothesis: Identification of conspecifics and individuation of objects in the young infant”, Cognitive Psychology, 44, 2002, pp. 388–426. 376
físicas que los objetos, no sucede así, para los niños los seres humanos no estarían sometidos a la regla de movimiento contínuo. Turner, en contra de los postulados generativos, acentúa el papel de la biografía en nuestra experiencia y la idea de parábola o moraleja como utilización de un conocimiento forjado previamente para afrontar nuevas situaciones, ambas presentes en las actividades más diversas y cotidianas.378 Incluso en relación con la idea de parábola se sitúa la noción de proyección, que no se aleja mucho de la idea psicoanalítica. Así la transferencia como fenómeno cotidiano podría explicarse como similitud más allá de un cierto umbral del otro al prototipo de alteridad. La relación entre analista y paciente, en el contexto de la terapia, permitiría la reactivación de ese ejemplar básico con mayor facilidad, y su elaboración descubriría la falsedad de dicho supuesto, lo mostraría como posición subjetiva, interiorización de pautas y modelos de actuación.
378
M. Turner, The Literary Mind, Oxford, 1996. Cf. G. Lakoff, “How unconscious metaphorical thought shapes dreams”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997.
2.2.3. Formación del otro como re-conocimiento El otro posee ciertas características similares al Otro. En este sentido pertenece a la categoría de alteridad conformada por el Otro. Habla, es bípedo, no posee plumaje, podríamos decir que el otro se produce como extensión del Otro, es construido a partir de las experiencias que se agrupan como modalidades de interacción. En este sentido el otro es un re-conocimiento, prefigurado por el Otro como patrón comportamental. Las diferencias entre el Otro y el otro no empecen su categorización integrada. Es común en la categorización humana el hecho de que características aparentemente incompatibles con el ejemplar prototípico, o inconsistentes con la noción de categoría, son obviadas en favor de ciertas similitudes salientes.379 La experiencia de la categoría de alteridad en su versión básica (Otro) moldea la posibilidad de reconocimiento del otro, le da contenido y significado, sirve de referencia, de ejemplar, de modelo sobre el que interpretar las acciones del otro y actuar en conformidad. Un objeto puede ser categorizado múltiplemente en diversas categorías e incluso en diversos niveles de categorización. Si un determinado sujeto posee las mismas características que el otro y otras más idiosincrásicas, éste será agrupado en la misma categoría. Podemos categorizar al otro, por ejemplo, con una sospecha acerca de sus malas intenciones. Dicha creencia nuestra vendría probablemente acompañada de un cierto correlato fisiológico (actitud defensiva, expresión facial). Ésta respuesta subjetiva no es recibida de buen grado por el otro. Dicha actitud tiende a hacer que el otro poco a poco vaya tomando una actitud más
379
“...el conocimiento ni tiene que estar relacionado con toda característica en la categoría ni tiene que ser perfectamente fiable para beneficiar al proceso de aprendizaje,” G.L. Murphy, op. cit., p. 153. Cf. A.S. Kaplan y G.L. Murphy, op. cit.
fría e incluso agresiva, permitiendo que los pensamientos que uno proyecta se confirmen en la realidad (hay que desconfiar de la gente, la gente es fría y agresiva). El otro se adapta a la forma en que, de forma consciente o no, el sujeto se dirige a él. Así la transferencia se constituye con cierta rigidez, basada en las modalidades aprendidas de categorizar e interactuar y que no están a disposición del sujeto.380 Los análisis de Blewitt381 muestran cómo los niños de dos y tres años pueden distinguir la pertenencia de un mismo objeto a varias categorías jerárquicas, pueden asignar la pertenencia de un macaco a la categoría básica ‘mono’ y a la superordinada ‘animal’. Como señalábamos, los niños poseen desde muy temprana edad dos categorías básicas, una para objetos inanimados y otra para objetos animados en especial para los seres humanos.382 La continuidad en los procesos cognitivos subyacentes entre niños y adultos383 nos indica cómo este tipo de categorización doble puede ofrecernos pistas acerca de la doble instancia del analista; conscientemente es un otro (categoría básica), pero a su vez puede activar en el paciente características que lo hagan similar al Otro (categoría superordinada), es lo que se denomina una identidad dual. De hecho dicho modelo sería simplista, pues lo que se activan son ciertas creencias, ciertas modalidades de acomodación o de actividad neurovegetativa.
380
P.L. Wachtel, “Active intervention, psychic structure and the analysis of transference. Commentary on Frank's 'Action, insight, and working through'”, Psychoanalytic Dialogues, 3, 1993, pp. 589-603. 381 P. Blewitt, “Understanding categorical hierarchies: The earliest levels of skills”, Child Development, 65, 1994, pp. 1279-1298. 382 A. Meltzoff, “Understanding the intention of others: Re-enactment of intended acts by 18-month-old children,” Developmental Psychology, 31, 1995, pp. 838–850. D.H. Rakison y D. Poulin-Dubois, “Developmental origin of the animate–inanimate distinction”, Psychological Bulletin, 127, 2001, pp. 209–228. 383 “Los niños aprenden mejor si le son dados objetos típicos de los cuales aprender; actúan mejor con objetos típicos; generalmente aprenden conceptos básicos primero. Por ello parece existir considerable continuidad entre los procesos conceptuales de niños y adultos. Esto no quiere decir que nada se desarrolle, sino que los principios estructurales de categorización operan similarmente desde la niñez a la edad adulta”, G.L. Murphy, op. cit., p. 340.
De acuerdo con el orden jerárquico de las categorías resulta más sencillo atravesar un número menor de eslabones entre categorías super y subordinadas al categorizar. Es decir, es más fácil reconocer ‘un perro es un animal’ (+1) que ‘un perro es un mamífero’ (+2) y más aún que ‘un perro es un ser vivo’ (+3). Esta observación ha de ser moderada con los efectos de tipicidad y saliencia de lo que denominamos nivel básico de categorización. Éste señala que existen niveles intuitivamente más naturales o básicos a la hora de realizar nuestras categorizaciones.384 Preferimos categorizar un ser vivo que ladra como perro antes que como ‘labrador’ o ‘caniche’. Estas categorías básicas consiguen maximizar los dos aspectos señalados previamente, el conocimiento aportado acerca del sujeto y la generalidad y capacidad de predicción derivada. Se trata del nivel conceptual que nos otorga más información maximizando la diferenciación intercategórica. El Otro como nivel básico de categorización sólo cede ante una experiencia más concreta del otro, mientras que la categoría superordinada permanece inadvertida, impregnando nuestro conocimiento, sesgando nuestra actuación. Las categorías superordinadas (Otro) son apreciadas como colección de propiedades385 abstractas y suelen someter a los objetos a una relación de partetodo, es decir, metonímica. Las categorías básicas suelen referirse, en cambio, a objetos sobre los cuales poseemos rutinas motores concretas. Así, ‘mesa’, como categoría básica. indicaría un objeto con respecto al cual sabemos cómo comportarnos, mientras que la superordinada ‘mobiliario’ representaría sólo un haz de objetos reunidos de forma abstracta. Este carácter abstracto y desvinculado de
384
Los primeros estudios sobre niveles básicos de categorización los podemos encontrar en R. Brown, “How shall a thing be called?” Psychological Review, 65, 1958, pp. 14-21 y en R. Brown, Words and Things, Glencoe, 1958. 385 E.M. Markman, M.S. Horton y A.G. McClanahan, “Classes and collections: Principles of organization in the learning of hierarchical relations”, Cognition, 8, 1980, pp. 227-241.
todo comportamiento motor revierte en su inaccesibilidad al cambio, pues no es posible en principio modificar nuestra experiencia directa. El Otro, aunque representado unitariamente por este concepto, es un agregado al que referirse globalmente, se trata de un haz de experiencias y relaciones internalizadas que se reproducen y que tienen como soporte la experiencia infantil, pero que resultan de una interacción entre el niño y sus experiencias con otros, la capacidad de provocar ua sonrisa, de ser alimentado, de recibir cariño, no se refiere, por tanto, a objetos individuales y singulares. Los conceptos actúan frecuentemente como 'símbolos perceptuales'. Barsalou diferencia simuladores que poseen toda la información modal específica de lo que agrupamos como categoría, y simulaciones, que activan parte de dicha información con la presentación de un nuevo miembro de dicha categoría. Las simulaciones concretas (otro) serían subconjuntos que participarían del simulador genérico que aúna toda nuestra experiencia sobre dicha categoría (Otro). 386 La semejanza entre un nuevo objeto y una categoría existente viene dada por la cantidad de características que este objeto comparte con el ideal prototípico o ejemplar de dicha categoría. El Otro se transforma en la medida que se hace inaccesible como modelo de alteridad por implicar una categoría de primeras experiencias a falta de una maduración cognitiva y cerebral, se mantiene inaccesible; sólo reconocemos otros.
386
L.W. Barsalou, “Situated Conceptualization”, op. cit. “Considere el concepto GATO. De acuerdo con visiones tradicionales, GATO es representado como una colección de hechos amodales aislados que se vuelven activos como totalidad cada vez que la categoría es procesada. De modo alternativo un simulador para GATO produce muchas conceptualizaciones situadas diversas, cada una manufacturada para ayuda a un agente a interactuar con gatos en un contexto diferente, no existe descripción general de la categoría. Por ejemplo, una conceptualización situada para GATO podría sostener una interacción con un gatito jugetón, mientras que otras podrían suponer interactuar con un ruín gato montés, o con un ronroneante gato doméstico. Desde esta perspectiva, el concepto para GATO no es una descripción global aislada de la categoría. Por el contrario el concepto es la destreza o habilidad de producir una amplia variedad de conceptualizaciones situadas que sustenten la consecución de metas en contextos específicos,” ibid.
El otro es una percepción activa moldeada por el Otro, al igual que “el color... no es simplemente la percepción de una longitud de onda; la constancia de color depende de la capacidad del cerebro para compensar por la variación de la fuente de luz.”387 La percepción no es un acto neutro de nuestros sentidos, sino que requiere de una facultad cognitiva activa que pueda, en el caso de alteraciones de las
circunstancias
en
el
medio,
reconocer,
buscar
las
similitudes
no
necesariamente obvias; que permita, en definitiva, un reconocimiento imbricado en un complejo mecanismo cognitivo regulador, con contenido fisiológico y conductual. De hecho existen pruebas acerca de la modificación perceptiva producida por el aprendizaje de conceptos.388 El otro, como creación activa de los sentidos en relación con su experiencia conformada, con el Otro, produce las alteraciones idiosincrásicas motivacionales que ocasionan lo que en psicoanálisis se denominan neurosis. Existe toda una serie de modelos neurocientíficos que relacionan el nivel neuronal y el de procesos superiores como la categorización, su relación con otros sistemas como la percepción y el almacenamiento de información y su organización jerárquica. Ejemplifican así los diversos niveles asociativos a que nos referimos. La arquitectura ALCOVE es un ejemplo de los modelos de cambio de peso sináptico en el aprendizaje, ideados por Hebb y posteriormente popularizados y organizados mediante redes conexionistas. Nos permiten representar la relación entre el otro (nodo de ejemplar) y el Otro (nodo de categorización), mostrando la robustez y estabilidad de los nodos superiores.
387
G. Lakoff y M. Johnson, op. cit., p. 24. R.L. Goldstone, “Influences of categorization on perceptual discrimination”, Journal of Experimental Psychology: General, 123, 1994, pp. 178-200. 388
Nodos de Categorización Pesos relativos en el aprendizaje asociativo Nodos de ejemplares
Pesos relativos en el aprendizaje asociativo Nodos dimensionales del estímulo
Gráfico 2.1. Arquitectura de la red ALCOVE. Modelo conexionista de la relación entre ejemplares y categorías. Los estímulos se almacenan en un primer nivel mediante los nodos de ejemplares de acuerdo con la saliencia de sus propiedades, siguiendo los pesos atentivos aprendidos. A su vez, mediante ciertas activaciones, de acuerdo con la experiencia adquirida, pasan a un segundo orden de nodos de categorías. A su vez las relaciones más escasas entre los nodos de ejemplares y de categorías muestran la robustez y difícil acceso a éstas. [Fuente: Krutschke, “ALCOVE: An exemplar-based connectionist model of category learning”, en Psychological Review, 99, 1992.]
Las relaciones temáticas permiten al niño realizar agrupamientos en categorías con diversidad de objetos unidos por ciertos hábitos o acciones. De esta manera ‘zapato’ estaría relacionado con pie o calcetín. Este tipo de relaciones temáticas guardan una estrecha relación con la noción de metonimia. Mediante la metonimia se ponen de acuerdo elementos diversos que poseen una comunidad de sentido. Lacan utiliza así mismo la idea de metonimia para representar otro efecto típico en la elaboración del sueño, la condensación freudiana. De acuerdo con ésta, una serie de características dispares propias a diversos objetos o partes de éstos se asignaría a un objeto en relación parte/todo. Este proceso nos deja entrever otra de las propiedades de la transferencia. Efectivamente, el paciente categoriza al analista con una serie de atributos que no le son propios. Si el desplazamiento
(metáfora) equivale a una relación uno a uno, la condensación (metonimia) toma como referente una serie de afectos no individualizados y los singulariza, los concreta en la figura del analista.389 La singularización de eventos y personas mediante las relaciones taxonómicas corresponde a una comprensión que atribuye a individualidades identificables el acontecer intersubjetivo. Las categorías temáticas agrupan una serie dispar de elementos que conforman relaciones de diversos tipos entre sí. Los sistemas vienen compuestos más por relaciones que por singularidades; las imágenes fijas no son sino una simplificación del movimiento. De modo similar, el problema de la indeterminación de la traducción, tal como lo plantea Quine, es el de la división de eventos y su categorización en individualidades reconocibles y el holismo: una teoría del significado que enseña que la unidad de sentido no puede atender a términos aislado, sino a un completo sistema de éstos.
389
G. Lakoff, “How unconscious metaphorical thought shapes dreams”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997. Relaciona la simbolización, desplazamiento, condensación e inversión psicoanalíticos con la metáfora conceptual, la metonímia, el blending conceptual e ironía cognitivas.
2.2.4. Desplazamiento, Metáfora y categorización Los análisis contemporáneos de la metáfora señalan como características principales de ésta su centralidad, su ubiquidad y su simplicidad. Clásicamente la metáfora parecía pertenecer a un lenguaje restringido, retórico y figurativo, se situaba como simple figura literaria, modo de expresión estilístico sin contenido cognitivo específico. No obstante, su presencia inadvertida en las áreas más diversas del discurso refuta esta idea. La obra de George Lakoff y Mark Johnson, Metaphors we Live by, es el más claro ejemplo de un cambio de actitud frente a la metáfora, “...el locus de la metáfora no es para nada el lenguaje, sino la forma en que conceptualizamos un dominio mental en términos de otro.”390 La metáfora se convierte en modo de expresión cotidiano que moldea la manera en que conceptualizamos el mundo que nos rodea, que dirige nuestra forma de entender y actuar, de ahí su centralidad.391 En íntima relación con su centralidad, la ubiquidad de la metáfora hace referencia a la refutación de otra de las características atribuidas por la concepción heredada, su valor limitado como mero tropo literario, y acentúa el valor irremplazable de la metáfora en la comprensión de las más diversas áreas del conocimiento. Efectivamente, una de sus peculiaridades ha sido su extensión a otros ámbitos aparentemente ajenos al literario.392 Así, difícilmente encontramos campos semánticos en los que no podamos observar corrimientos entre un dominio
390
G. Lakoff, “The contemporary theory of metaphor”, A. Ortony (ed.) Metaphor and Thought, Cambridge, 1993, p. 203. “Nosotros hemos llegado a la conclusión de que las metáforas, por el contrario, impregnan la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción,” G. Lakoff y M. Johnson, Metáforas de la vida cotidiana, Madrid, 1991, p. 39. 391 “...los conceptos abstractos más comunes... son conceptualizados por vía metafórica. Ya que tales conceptos están en el centro mismo de nuestros sistemas conceptuales, el hecho de que sean conceptualizados metafóricamente muestra que la metáfora es central en lo que a pensamiento abstracto ordinario se refiere,” G. Lakoff, “The contemporary theory of metaphor”, op. cit., p. 223. 392 “La teoría contemporánea de la metáfora no es sólo interesante por sí misma. Es especialmente interesante por el reto que supone a otras disciplinas,” ibid., p. 253.
fuente y un dominio diana, ejemplos como ‘conocer es ver’, ‘el amor es un viaje’ o ‘las causas son fuerzas’ muestran la diversidad de relaciones que se establecen entre los órdenes más desemejantes y, no obstante, más comunes de nuestra vida cotidiana. No procede, por lo tanto, entender la metáfora como figura periférica o residual, sino central y ubicua. Finalmente, la simplicidad indica la ausencia de mecanismo alguno específico de orden superior o de mayor complejidad a la hora de procesar expresión metafórica alguna con respecto al lenguaje literal. Así la distinción entre lenguaje figurativo y no figurativo hace pervivir la apariencia de dos niveles cognitivos con diversos procesos computacionales, de tal forma que los tropos requerirían un mayor número de operaciones para ser comprendidos. Estas suposiciones han sido falsadas por la evidencia experimental,393 que muestra cómo las tareas de comprensión de elementos lingüísticos figurativos no parecen requerir más recursos que otras tareas no figurativas. No sólo se equipara a la metáfora con el lenguaje literal, sino que se le otorga validez en tanto mecanismo cognitivo general y, por tanto, vía de acceso a la comprensión genérica del suceder mental, en este sentido, de nuevo, central. La metáfora como tropo cognitivo no se reduce a la sustitución de una palabra por otra, sino que ha de situarse en un nivel conceptual. No sería un proceso específico, sino que permitiría entender la atribución general de sentido a las expresiones literales. De acuerdo con la teoría de Black,394 la metáfora supone dos sujetos y uno de éstos, el principal –Otro-, vendría unido a una serie de información
393
Cf. R. Gerrig, “Empirical constraints on computational theories of metaphor: Comments on Indurkya”, Cognitive Science, 13, 1989, pp. 235-241. R. Gibbs, “Comprehending figurative referential descriptions”, Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 16, 1990, pp. 65-79. 394 M. Black, Models and Metaphors, Cornell, 1962.
que es utilizada como marco de referencia del secundario –otro-. La metáfora es activa, produce la similitud más que recrearla. La metáfora ‘el otro es el Otro’ conlleva una sustitución que va más allá de la simple comparación o símil ‘el otro es como el Otro’ que ocurre en la categorización cotidiana de los otros empíricos, de las personas que encontramos. Se trata de un auténtico desplazamiento, tal como señalaba Freud, una sustitución auténtica que permite la reeducación y la modificación de modelos previos de interacción. La comprensión de una situación contextual en función de otra, conlleva la proyección de un dominio fuente sobre otro diana. Se trata de la utilización de toda una red de significados, de relaciones, y su aplicación a un objeto diverso a través de proyecciones, correspondencias conceptuales.395 Esto se lleva a cabo de acuerdo con el principio de invarianza: “...la estructura del dominio diana limita automáticamente lo que puede ser proyectado...”396 Igualmente el repertorio de acciones
posibles
del
paciente
queda
delimitado
por
sus
experiencias
interpersonales previas. El carácter cognitivo supone que no se produce sólo una alteración de las palabras empleadas, sino todo un corrimiento conceptual. Las metáforas suelen producirse a niveles altos de categorización, suelen emplear categorías superordinadas, es así como adquieren la capacidad de reactivar al Otro. La teoría contemporánea de la metáfora también conlleva un modelo de la mente. Frente a la posición objetivista del modelo tradicional computacional, el incorporado (embodied), apunta a un entendimiento más dinámico.397
395
G. Lakoff, op. cit., pp. 206-207. Ibid., p. 216, “las cartografías metafóricas preservan la topología cognitiva (esto es la estructura imagenesquema) del dominio fuente de una forma consistente con la estructura inherente del dominio diana,” ibid., p. 215. 397 Cf. E. de Bustos, La Metáfora: Ensayos transdisciplinares, Madrid, 2000,. 396
Las teorías a las que hacemos referencia se encuadran dentro de los modelos de incorporación de la mente, en los que ésta no se entiende como mero sistema sintáctico de manipulación de símbolos, sino que es aprehendida en su incorporación e integración en el medio. La teoría de la conflación nos ofrece un buen ejemplo de la procedencia de esta integración; según ésta, el neonato no experimenta una división de sus capacidades sensomotoras y cognitivas hasta cierta edad. La incorporación supondría el sustento de los procesos de categorización; la estructura conceptual poseería como soporte una base física. Esta división es la que produciría la separación del dominio fuente y dominio diana de la relación metafórica. La metáfora ‘conocer es ver’ ilustra esta identidad funcional primigenia entre una habilidad cognitiva y una sensorial.398 Las formas de interacción van unidas a modalidades de conceptualización. Esta disociación de funciones es la que permitiría la estabilidad de las experiencias adquiridas al no resultar ya disponibles en su indivisión previa, explicaría su inaccesibilidad y mantendría la relación entre nuestra percepción y nuestra memoria. La justificación de la estrecha relación entre percepción y concepción, y su significado en términos cerebrales lleva a los modelos ideados por Rummelhart. Según éste “cuando un dominio de experiencia subjetiva o juicio es coactivado regularmente con un dominio sensimotor, se establecen conexiones neuronales permanentes a través de cambios en los pesos sinápticos.”399 Existe evidencia de que hasta los doce 398
En referencia a la formación de categorías globales y superordinadas comenta Murphy, “...la sugerencia de que los niños aprenden lo que son perros y gatos perceptivamente, y después forman conceptos independientes conceptualmente subdividiendo su concepto más global de animales parece psicológicamente altamente implausible. La información perceptiva y conceptual han de estar entrelazadas,” G.L. Murphy, op. cit, p. 302. 399 G. Lakoff y M. Johnson, Philosophy in the Flesh, op. cit., p. 3. Estos autores proponen, desde una nueva perspectiva acerca de la metáfora, la ambiciosa empresa de reformular algunos de los principios básicos que han forjado la herencia que acerca de los procesos mentales hemos recibido. Asimismo comenta G. Lakoff: “Nuestros cerebros están construidos para el pensamiento metafórico. Ya que hemos evolucionado con áreas corticales de ‘alto nivel’ que reciben el input de áreas perceptivas y motores de ‘nivel inferior’, no debe sorprendernos que los conceptos espaciales y motores deban formar la base del razonamiento abstracto. Metáfora es el nombre que damos a nuestra capacidad de usar mecanismos inferenciales perceptivos y motores como la base para los mecanismos de inferencia abstractos. El lenguaje metafórico es simplemente consecuencia de esta capacidad para
meses los niños no producen conceptos con los que poder identificar los objetos individuales.400 Su experiencia no es tanto cognitiva como ecológica en su implicación con su medio, sin diferenciar entre los estímulos cognitivos, afectivos, o sensoriales. La importancia del conocimiento adquirido a la hora de encontrar nuevos ejemplares ha sido también contrastada, de tal forma que los niños utilizan el conocimiento general previo a la hora de asignar un objeto a una categoría. Este conocimiento adquirido vendría encapsulado en el uso de las características del dominio fuente sobre el dominio diana, produciendo una iluminación y sucesiva ampliación del conocimiento del dominio diana y las relaciones entre sus elementos. No muy lejos de ciertos postulados psicoanalíticos se sitúa parte de la teoría contemporánea de la metáfora que sostiene un monismo evolucionista, la primacía del inconsciente, y la necesidad de la metáfora en ciertos niveles de abstracción, “...la mente está inherentemente incorporada. El pensamiento no es en su mayor parte sino inconsciente. Los conceptos abstractos son ampliamente metafóricos.”401 Esta nueva concepción de la mente, alejada de la 'ciencia computacional', ilustra ciertas convergencias con presupuestos básicos del psicoanálisis. La incorporación permite entender el síntoma como punto de enlace de somatismo y concepción, la tesis que alumbró el edificio freudiano, el cuerpo recortado por nuestra forma de concebirlo. Por último, la conformación de una categoría como la alteridad ha de estar basada en un conocimiento básico de interacciones con otros y ha de ser esta experiencia la que determine el concepto abstracto de alteridad, del Otro. pensar metafóricamente.” http://www.icsi.berkeley.edu/~lakoff/ 400 F. Xu, S. Carey y J. Welch, “Infant’s ability to use object kind information for object individuation”, Cognition, 70, 1999, pp. 137-166. 401 G. Lakoff y M. Johnson, op. cit., p. 57.
Parece que los niños más pequeños (menos de seis años) se basan en ejemplares, esto es, en individuos concretos más que en categorías con efectos prototípicos a la hora de categorizar y a partir de cierta edad empezarían a desarrollar de forma más saliente efectos prototípicos.402 Mediante mecanismos inductivos los niños son capaces de aplicar ciertas características encontradas en el modelo prototípico al resto de ejemplares. Lacan denominará metáfora a la noción freudiana de desplazamiento, en especial en su referencia a las asociaciones que se producen en la cadena significante. Como vimos, desplazamiento en la Traumdeutung poseía el doble sentido de traslación de una carga afectiva a una determinada representación y, por otro lado, esa misma traslación a una figura real, en tanto representación – introyección-, y era, en este sentido, la primera interpretación de la transferencia. Si bien Lacan incide especialmente en el primer sentido freudiano de desplazamiento, no cabe duda que podemos extender esta idea al acontecer intersubjetivo. Es decir, la metáfora sucede no sólo como tropo lingüístico, como sustitución de un significante por otro –versión estructuralista- o de un dominio conceptual por otro – teoría de la metáfora-, “...tan pronto uno se separe de la experiencia física concreta y comience a hablar sobre abstracciones o emociones, la comprensión metafórica es la norma.”403 La transferencia produce un desplazamiento, un tropo, una falsa asociación: la categorización errónea de una persona en el lugar de otra.
402
C.J. Posnansky y P.G. Neumann, “The abstraction of visual prototypes by children”, Journal of Experimental Children Psychology, 21, 1976, pp. 367-379. 403 G. Lakoff, “The contemporary theory of metaphor”, op. cit., p. 205 (énfasis mío).
2.2.5. El psicoanalista como otro: ejemplaridad y tipicidad El psicoanalista reafirma una representación que ha de ser completada por el analizante, permitiendo por un lado más fácilmente la activación de patrones interactivos previos, pero facilitando simultáneamente su refutación, en la medida en que no sólo no coopera con esa representación del paciente, sino que la modela en su interpretación, en sus respuestas. El input obtenido por el paciente queda reducido con respecto a los sujetos con quienes normalmente entra en interrelación en la vida cotidiana. Esta posición realza la posibilidad del reconocimiento en él de ejemplos prototípicos previos, de hacer prevaler ejemplares antiguos por no poder identificar, singularizar al analista como otro. La provisión (affordance) poseería tanto características cognitivas como estructurales, provinientes del sujeto así como del medio, producto de su interactuación, de constricciones físicas del sujeto, así como de un contexto. Al ser intrínsecas permiten respuestas directas y por ello muestra patrones duraderos de interacción. En la transferencia se produciría un conflicto entre los modelos de interacción conformados por el Otro y la forma de enactuar al analista. Como hemos señalado, se produciría una percepción sesgada por el conocimiento previo, un prejuicio que impediría la neutralidad de la percepción.404 Los datos sensoriales son alterados por un conocimiento previo, por concepciones y modalidades de interacción existentes, que harían aplicables al analista los modelos interiorizados por el paciente, lo que Freud denomina introyección/proyección.
404
“Es ciertamente posible que algunos investigadores hayan fomentado la impresión de que haya una dicotomía entre información perceptiva y conocimiento subyacente, especialmente cuando su metodología experimental contrasta los dos. Sin embargo, yo sostendría que no existe tal dicotomía y que la tarea de los investigadores de conceptos es explicar cómo estas dos fuentes de información se coordinan y son usadas para diversas tareas, antes que intentar decidir cuál es más importante,” G.L. Murphy, op. cit, p. 381.
La situación ancestralmente recurrente en la que el organismo categoriza estar es el “significado” de la situación para el organismo que “ve”, es decir, está organizado para responder a contingencias de adaptación previas, no a las presentes. Las emociones llevan a los organismos a actuar como si ciertas cosas fuesen verdad acerca de las circunstancias presentes, tanto si lo son como si no, porque fueron verdad de circunstancias pasadas... Aquí reside su fuerza y su debilidad... [La apreciación automática] no puede detectar cuando las invarianzas, una vez ciertas, ya no lo son.405 La fusión conceptual permite que dos dominios o experiencias, con dos espacios mentales diversos, sean adjuntados dentro de un espacio genérico. Fauconnier lo ilustra con las rutinas motoras llevadas a cabo por el brazo al esquiar y al llevar una bandeja en el restaurante. Ambas situaciones son 'mapeadas' una sobre la otra. El espacio genérico señala a la posición corporal descontextualizada del brazo en posición horizontal, el espacio superpuesto (blended) conjuga ambas acciones, la acción de llevar la bandeja y la de esquiar. El espacio superpuesto permite aprender más rápidamente los movimientos correspondientes al esquí, al relacionarse con patrones ya conocidos. La transferencia sería el espacio superpuesto entre la activación de cierto protototipo interactivo y una nueva experiencia de interacción con el analista.406 A nivel biológico, el tipo de categorización que se lleva a cabo está influida por órganos como la amígdala que, si bien son aptos para dar una respuesta rápida producen un procesamiento 'sucio', dando lugar a generalizaciones.407 La 405
Cit. en P. Ekman, “Basic Emotions,” op. cit., (p. 6), J. Tooby y L. Cosmides, “The past explains the present: emotional adaptations and the structure of ancestral environment”, Ethology and Sociobiology, 11, 1990, pp. 418-9. 406 G. Fauconnier, Mappings in Thought and Language, Nueva York, 1997. 407 “Y puesto que dichas vías de acceso no son muy capaces de distinguir entre estímulos, la generalización ocurre (un portazo podría no sonar de hecho muy diferente a un disparo a este circuito.)” J.E. Ledoux, op. cit., p. 257.
transferencia como espacio superpuesto permite el aprendizaje de nuevos patrones al proyectar un nuevo espacio a partir de los recuerdos del paciente y de la nueva situación analítica. Se produciría una proyección selectiva que tiene como espacio genérico la experiencia subjetiva del analizante. La transferencia como 'ancla material' superpone, funde, multitud de aspectos relacionados con una cierta experiencia. El cuadro estable que hemos obtenido sobre lo que implica la formación del Otro como ejemplar básico no está opuesto al hecho de que la información que tenemos sobre un objeto puede hacer cambiar nuestro conocimiento acerca de una categoría. He ahí la virtualidad de la transferencia como posibilidad de reeducación, pero para ello es necesaria la reelaboración de los patrones aprendidos. ¿Cómo se produce la indistinción entre Otro y otro? Schyns y Rodet conjeturan, dentro de un modelo unitario de categorización y percepción, cómo la experiencia con objetos puede cambiar las características de nuestra forma de percibirlos, así señalan cómo “... el análisis de las características del input no está fijado perceptivamente, sino que es ajustable flexiblemente a la experiencia del organismo.”408 Buena parte de las características observadas se desarrollan junto a la experiencia con el objeto, y estas alteraciones se extienden a otros ejemplares sucesivos. Así se explicarían los cambios que la transferencia puede inducir. La alteración en la categorización del otro y su posterior extensión a los otros. Estos investigadores enfatizan la relación idiosincrásica entre las experiencias como material para categorizar el mundo que nos rodea y su influencia en las formas de percibir. Recordemos como Freud en su última fase desarrollaría la idea de una neurosis asociada a la transferencia que permitiría, en última instancia, alterar la 408
P.G. Schyns y L. Rodet, op. cit., p. 685.
percepción y la forma de experimentar (categorizar) nuestro entorno, volviendo al analista en centro de interés del analizante, más que su propio síntoma, la razón que lo llevó a la terapia. Esta curiosidad permite una resituación, el analista hace que el Otro, como modelo básico de interacción, sea replanteado, enactuado. El analista supone la posibilidad que tiene el analizante de recategorizar y reorganizar sus relaciones de objeto y con bases neuronales y cognitivas, con efectos fisiológicos y comportamentales.
Figura 2.6. Johntimothy Pizzuto – Relative Memory. En este collage vemos una representación de nuestros recuerdos, de su vaguedad y su relatividad. Las figuras aparecen en varios lugares, contextos, opacidades, girando siempre alrededor del sujeto, de su posición, de su forma de relatar su experiencia. Su lugar condiciona su representación.
2.3. Memoria La memoria posee una larga y compleja historia. Desde la anámnesis platónica como posibilidad de conocimiento,409 fundacional en el pensamiento occidental, los recuerdos, las representaciones mentales de sucesos u objetos experimentados, han poseído un estatuto epistémico de primer orden en nuestra forma de entender los procesos mentales. El gran hito de la psicología cognitiva y experimental de los últimos treinta años ha sido la separación, dentro de este concepto aglutinador, de diversas instancias, procesos, y sistemas con una pluralidad de funciones y estructuras subyacentes. No es que dicha subdivisión estuviese carente de referentes previos,410 pero las primeras propuestas basadas en paradigmas y resultados precisos datan de los años ochenta y, en especial, del trabajo con pacientes amnésicos, mediante paradigmas disociativos que mostraban la relación entre cierta lesión orgánica y la pérdida de habilidades mnésicas, en especial declarativas, y el mantienimiento de otras, implícitas y procedimentales.411 De esta forma se ha venido acumulando todo un repertorio de datos experimentales que intenta ser absorbido por una serie de modelos teóricos, reflejo de los diversos procesos a los que nos referimos al tratar el tema de la memoria. Tratan de explicar de una forma neurológica y psicológica plausible cómo se almacenan y recuperan estos fragmentos de nuestra experiencia a los que llamamos recuerdos. Así mismo se ha de resaltar la función básica que desempeña la memoria en 409
El locus clásico es el Menón 85e. Maine de Biran, Franz Joseph Gall o Henri Bergson son algunos de los antecesores de intuiciones similares desde varias perspectivas. Cf. D.J. Herrman y R. Chaffin, Memory in historical perspective: The literature before Ebbinghaus, Nueva York, 1988. 411 Los ejemplos más clásicos serían N.J. Cohen y L.R. Squire, “Preserved learning and retention of pattern analyzing skill in amnesia: Dissociation of knowing how and knowing that”, Science, 1980, 210, pp. 207-209. E. Tulving, D.L. Schacter y H.A. Stark, “Priming effects in word fragment completion are independent of recognition memory”, Journal of Experimenal Psychology: Learning, Memory and Cognition, 8, 1982, pp. 336342. E.K. Warrington y L. Weiskrantz, “ Amnesia: A disconnection syndrome”, Neuropsychologia, 20, 1982, pp. 233-248. 410
el aprendizaje. Mediante la plasticidad neuronal, explotada por los modelos hebbianos y sus extensiones conexionistas, se produciría la transducción de estímulos externos en comportamiento intencional. La relación entre el sistema nervioso y el mundo hace que ciertas conductas se aprendan y modifiquen el propio sistema nervioso como sistema input-output mediado por procesos cognitivos. Aplicando este esquema a nuestro tema en cuestión, si la transferencia ha de suponer un re-aprendizaje, para que éste se consolide, para que se convierta en comportamiento aprendido, es necesario que se almacene como patrón de respuesta adecuado a cierto tipo de estímulos, alterando los patrones previos existentes.
Las representaciones mnésicas de las habilidades y de las estrategias surgen mediante la repetida interacción entre (de un lado) las experiencias específicas de la realidad interna y externa y/o sus representaciones en la memoria como conocimiento objetivo (unidades de datos) y (del otro lado) los aspectos subjetivos y contextuales de los diversos modos de comportamiento, así como sus efectos sobre las prioridades psicobiológicas del partenaire en la interacción (funcionalidad de la interacción). Con otras palabras, surge mediante el 'ejercicio' bajo condiciones normales con sentido, querido, y planificado.412 La plasticidad neuronal se refiere a la capacidad que poseen las neuronas, en su conjunto, como sistema, de alterar su estructura a nivel macro y su función, mediante cambios en la conectividad con otras neuronas. Estos descubrimientos han abierto la posibilidad de llevar a cabo una búsqueda de la organización cerebral; ciertas pautas de activación adquiridas funcionarían como respuestas en razón de nuestra experiencia. Los modelos de aprendizaje basados en la plasticidad neuronal y la conectividad han intentado ofrecer así un paradigma
412
M. Koukkou y D. Lehman, “Ein systemtheoretisch orientiertes Modell der Funktionen des menschlichen Gehirne und die Ontogenese des Verhaltens”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), op. cit., p. 327.
teórico junto con un modelo de funcionamiento neuronal, “la idea es que la memoria supone un cambio persistente en la relación entre neuronas, ya sea a través de una modificación estructural o bien mediante cambios bioquímicos entre las neuronas que alteran la forma en que las neuronas colindantes se comunican.”413 De acuerdo con esta idea, la estabilidad de la representación sería trastocada por un cambio sináptico (sistema aferente). Éste, a su vez, implicaría un nuevo aprendizaje, una nueva codificación estructural de la experiencia, y una organización que señale futuras respuestas (sistema eferente). Ramachandran y sus colaboradores han mostrado cómo en el cerebro del adulto se pueden dar nuevas conexiones, alterando funciones asignadas, así como una reorganización de las existentes.414 La plasticidad neuronal en adultos puede así mismo modificar el hipocampo encargado de operaciones espaciales en el aprendizaje.415 Al amputar un miembro corporal, el cerebro adapta también las redes neurales a dicha nueva configuración somática.416 La experiencia puede llevar cambios estables en la plasticidad sináptica, en especial la imagen del cuerpo417 que Freud entendía había sido alterada en los casos de parálisis histérica. Ésta podía ser abordada por la técnica que comenzaba a desarrollar. 413
L.R. Squire, Memory and Brain, Nueva York, 1987, p. 7 Ramachandran reacciona así frente al paradigma computacional de la ciencia cognitiva. “Una implicación más general de estas observaciones es que debemos abandonar una visión jerárquica estrictamente modular del cerebro, el legado clásico de la IA, y reemplazarlo con un modelo más dinámico, más interactivo, en el que señales ‘re-entrantes’ jueguen un papel más destacado,” V.S. Ramachandran y D. Rogers-Ramachandran, “Synasthesia in Phantom Limbs induced with mirrors”, Proceedings of the Royal Society of London, 263, 1996, p. 386. Cf. F.M. Benes, “Human brain growth spans decades”, American Journal of Psychiatry, 155, 1998, p. 1489. 415 E.A. Maguire, D.G. Gadian, I.S. Johnsrude, C.D. Good et al., “Navigation-Related Structural Change in the Hippocampi of Taxi Drivers”, Proceedings of the National Academy of Science 97(8), 2000, pp. 4398-4403. 416 M.M. Merzenich, J.N. Randall, M.P. Stryker, M.S. Cynander, A. Schoppmann y J.M. Zook, “Somatosensory cortical maps change following digit amputation in adult monkeys”, Journal of Computer Neurology, 224, 1984, pp. 591-605. Cf. F. A. Lado, A. D. Legatt, P. A. LaSala y S. Shinnar, “Alteration of the cortical motor map in a patient with intractable focal seizures”, Journal of Neurology Neurosurgery and Psychiatry, 72, 2002, pp. 812815. 417 V.S. Ramachandran y D. Rogers-Ramachandran, “Synaesthesia in phantom limbs induced with mirrors,”op. cit., pp. 377-386. E.A. Franz y V.S. Ramachandran, “Bimanual coupling in amputees with phantom limbs”, Nature Neuroscience, 1, 1998, pp 443-444. 414
La compleja relación entre lo bioquímico y lo comportamental queda salvada por los modelos de redes neuronales que asumen la existencia de un intercambio a nivel químico, con efectos morfológicos y metabólicos entre neurotransmisores, producto de cierta disposición biológica y cierto aprendizaje, moldeando, de este modo, el tipo de conexiones, así como su representación somática y comportamental. El aprendizaje se produce debido a la discontinuidad existente entre las neuronas y la posibilidad de una activación simultánea pre- y postsináptica que produciría la potenciación a largo plazo o LTP (long term potentiation). La memoria abstrae un patrón ponderado obtenido a través de experiencias dispares, sin importar, incluso obviando, las circunstancias y situaciones que dieron lugar a dicha categoría.418 Si bien, en el procesamiento de la memoria a corto plazo, la activación temporal resulta suficiente, la memoria a largo plazo requiere de cambios que sean permanentes. Para ello se debe producir una modificación en el núcleo de la neurona y una cierta síntesis protéica. Es decir, el aprendizaje requiere la elaboración de ciertas proteínas para inducir recuerdos duraderos, en cuya ausencia los recuerdos no pasan de una duración limitada. Así el ARN transportaría la secuencia de ADN al citoplasma de la célula donde la información sería convertida en una proteína CREB, encargada de la transcripción genética, con el resultado del reforzamiento sináptico requerido para la subsistencia del recuerdo. La neurona posee múltiples inputs pero sólo tiene un output (axón), de ahí que su efecto en el sistema neuronal sólo pueda ser bivalente.419 Los iones de calcio 418
Cf. M.I. Posner y S.W. Keele, “Retention of abstract ideas”, Journal of Experimental Psychology, 83, 1970, pp. 304-308; M.I. Posner y S.W. Keele, “On the genesis of abstract ideas”, Journal of Experimental Psychology, 77, 1968, pp. 353-363, y J.G.W. Raaijmakers y R.M. Shiffrin, “Models for recall and recognition”, Annual Review of Psychology, 43, 1992, pp. 205-234. 419 De ahí el valor de los sistemas computacionales binarios como simuladores de la actividad neural.
que rodean la célula, al producirse determinada tensión eléctrica, entran en ella, convirtiendo el impulso eléctrico en una señal química; los iones activan las quinasas protéicas. La regularidad de los incrementos citoplasmáticos de calcio resulta más importante para regular los genes encargados de la memoria que la cantidad de calcio total, demostrando un efecto conocido del aprendizaje: su efectividad depende del ejercicio contínuo más que de un solo caso. La establización del proceso que produce las modificaciones plásticas en las sinapsis resulta crucial para comprender el aprendizaje. Si bien no es necesario que el cambio se produzca por un mensaje de la sinápsis individual de cada neurona al núcleo de la célula misma, en cambio, de acuerdo con Hebb, el núcleo es modificado por la simple respuesta de la neurona, en el sentido de activarse o no (firing). Así la actividad de una neurona, resultado de la excitación combinada de todos los inputs sinápticos en la célula, produce la consolidación de la memoria, fortaleciendo las conexiones existentes entre ellos, consolidando el recuerdo.420 La relación entre la información disponible fenomenológicamente y las alteraciones estructurales requeridas para la pervivencia de los recuerdos pasa, somo señalamos, por el concepto de reconsolidación: “la reconsolidación como función de recuerdo y reactivación puede ser vista como un medio por el cual atributos específicos son reforzados selectivamente y la memoria como totalidad se hace más recuperable.”421 Si bien algunas estructuras cerebrales no participan directamente en la consolidación del recuerdo, éstas estarían encargadas de producir una modulación tras el aprendizaje. Una 'teoría molecular de la 420
Para un desarrollo completo de los diversos elementos involucrados en la comunicación interneuronal cf. M.B. Kennedy, H.C. Beale, H.J. Carlisle y L.R. Washburn, “ Integrated biochemical signalling in postsynaptic spines”, Nature Reviews: Neuroscience, 6(6), 2005. 421 L. Nadel y C. Land, “Memory traces revisited”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, pp. 211. Para una crítica del concepto cf. R.R. Miller y L.D. Metzel, “Memory involces far more than consolidation,” Nature Reviews: Neuroscience,1, 2000, pp. 214-6.
consolidación'422 entiende que es la síntesis protéica la que se encuentra en la base de recuerdo. De ahí que, los recuerdos más antiguos sean los más robustos, los mejor consolidados. La consolidación y recuperación son procesos coexistentes. Así al recuperar cierto recuerdo, se permite su reconsolidación, pudiendo añadir nuevos aspectos a dicho recuerdo que se encuentra en estado lábil.423 Desde los primeros modelos cognitivos de la memoria se acepta, tanto a nivel fisiológico como funcional, una cierta disociación entre dos estructuras o funciones mnésicas diferentes, una
memoria de largo y otra de corto plazo.424 Diversos
estudios muestran cómo la atención a los significados permite una recolección mnésica superior al reconocimiento visual o auditivo.425 Los significados estarían así relacionados con una codificación a largo plazo. A partir de estos dos sistemas básicos se ha llevado a cabo una subdivisión mediante estudios disociativos en pacientes amnésicos, mostrando la existencia de diversos procesos que conforman la memoria como fenómeno global.426 De hecho esta comprensión debería cambiar nuestra concepción común, pues la memoria como concepto no posee coherencia alguna más allá de la otorgada por nuestras categorías lingüísticas. Existirían 'memorias' con diversas funciones, localizaciones y correlatos fenomenológicos.
422
K. Nader, G.E. Schafe y J.E. Ledoux, “The labile nature of consolidation theory”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, pp. 216-219. 423 S.J. Sara, “Strengthening the shaky trace through retrieval”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, pp. 212213. 424 La memoria de corto plazo se ve afectada por lesiones relativas al hemisferio izquierdo, en especial, la zona relativa a la articulación de lenguaje (Wernicke, Broca). La de largo plazo se ve afectada por daños en los lóbulos temporales y las zonas más profundas como hipocampo y la zona mamilaria. 425 F.I.M. Craik y R.S. Lockhart, “Levels of processing: A framework for memory research”, Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 11, 1972, pp. 671-684. 426 Otras concepciones también son discutidas en D.S. Olton, “Inferring Psychological Dissociations from Experimental Dissociations: The Temporal Context of Episodic Memory”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), Essays in Honour of Endel Tulving, Hillsdale, 1989, sostiene una visión dimensional de la memoria antes que una dicotómica o en el mismo volumen B.B. Murdock, “The Past, Present, and the Future: Comments on Section 1” aboga por un sólo sistema con diversos efectos paramétricos. O R.G. Crowder, “The demise of short-term memory”, Acta Psychologica, 50, 1982, pp. 291-323.
Las dos grandes subdivisiones de la memoria a largo plazo separarían una de tipo declarativo y otra de tipo procedimental. La memoria declarativa es aquella que nos resulta intuitivamente más cercana; recordar una película, una cena o un día en las carreras, éstos serían los correlatos de la denominada memoria autobiográfica. Habría otro proceso, de tipo semántico, que se referiría a nuestro conocimiento acerca de cuestiones como la capital de Turquía, el año de nacimiento de Cervantes o el significado de la palabra 'memoria'. La memoria procedimental aparece en los análisis disociativos como la función más estable a lo largo del desarrollo personal. La transferencia habría de actuar sobre ésta en la que se almacenan las experiencias primeras, prelingüísticas y de adaptación al medio. Recordemos que existen dos vías de procesamiento de los estímulos: la vía dorsal, en la que se procesan los aspectos propios del objeto, y la ventral, que atiende a la interacción, su relación ecológica con éste. La información que sigue la vía dorsal estaría asociada a la memoria explícita (qué), mientras que la de tipo implícito correpondería a la vía ventral (cómo). La memoria implícita almacena, en especial, la información correspondiente al aprendizaje motor, a nuestra postura incorrecta al subir la escalera. Si las representaciones conscientes tienen su locus en el cortex prefrontal, el procesamiento inconsciente activa las regiones posteriores (temporal, parietal, occipital). Dentro de la memoria procedimental o implícita se agrupan habilidades motoras, respuestas adquiridas, condicionamiento clásico y aprendizaje visual entre
otros.
El
carácter
primitivo
de
la
memoria
procedimental
parece
incuestionable, los ejemplos de condicionamiento prueban la presencia en los animales más simples de este tipo de mecanismo de adaptación ecológica. Su
asiento neurológico estaría especialmente referido a los ganglios basales, aunque ciertas estructuras neocorticales también entran en su funcionamiento. Más interesante aún resulta un análisis ontogenético de la emergencia de dichos procesos. En este sentido, los estudios clásicos de Piaget muestran la evolución de un razonamiento concreto y centrado en el yo del niño hacia uno de carácter abstracto, basado en reglas y socializado.427 No obstante este aprendizaje no es individual, se ha señalado la necesidad de la presencia física de una persona en estudios con niños de menos de 12 meses correspondientes al aprendizaje de ciertos fonemas desconocidos, como es el caso de los fonemas [r/l] en niños japoneses. La simple exposición auditiva no basta para que se produzca el aprendizaje, apoyando la tesis de un aprendizaje que más que simplemente cognitivo, repetitivo, conllevaría aspectos motivacionales y simulacionales. Otra característica del aprendizaje infantil es la alta dependencia del contexto en que se produce, corroborando la idea piagetiana acerca de la falta de generalidad del pensamiento infantil. Las alteraciones del contexto impiden la recuperación de la información codificada. Por otro lado el niño prefiere estímulos nuevos frente a otros conocidos. Los datos avalan el hecho de que la memoria implícita se encuentra totalmente desarrollada a edades preescolares, no así la memoria explícita.428 Se ha propuesto incluso la pertinencia de experiencias prenatales, uterinas, que influirían en el comportamiento posterior frente a ciertos estímulos.429 427
J. Piaget y B. Inhelder, La Psychologie de l'enfant, París, 1966. J. Piaget, Seis estudios de psicología, Barcelona, 1993. 428 R. Russo, P. Nichelli, M. Gibertoni y C. Cornia, “Development trends in implicit and explicit memory: A picture completion study,” Journal of Experimental Child Psychology (59), 1995, pp. 566-578. 429 A.J. DeCasper y M.J. Spence, “Prenatal maternal speech influences newborn’s perceptions of speech sounds,” Infant Behavior and Development, 9, 1986, pp. 133-150. “Pese a que la primacía indirecta aumenta la posibilidad de que los individuos tengan una respuesta preparada para situaciones similares que probablemente encuentren, también aumenta la posibilidad de que los recuerdos reactivados indirectamente sean accesibles a la modificación a través de nuevas circunstancias ya sea en el momento de recuperación o, posteriormente, dependiendo de cuán rápido son olvidados,” C. Rovee-Collier y P. Gerhardstein, “The Development of Infant Memory”, N. Cowan,
El último aspecto que desarrollaremos brevemente en esta sección es la denominada memoria de trabajo (working memory) que se encarga de mantener la información que recibimos durante un espacio mínimo de tiempo, dando lugar a la apercepción. De acuerdo con Baddeley los, sujetos pueden mantener en la mente a través de un loop fonológico hasta el último segundo y medio de articulación lingüística.430 En este sentido, la memoria ecóica sostiene la rememoración de las últimas palabras pronunciadas y dispara la memoria asociativa. Se ha demostrado que, a cierto nivel de procesamiento, la mejor forma de retener palabras no puede basarse simplemente en la memoria visual o fonológica, sino que éstas resultan más disponibles para el recuerdo cuando están asociadas a un significado. En la terapia la máxima de no reprimir ningún pensamiento está relacionada con el deber del paciente de exteriorizar toda idea o asociación, de procesar simbólicamente cualquier posible estado. En psicología cognitiva se ha mostrado cómo al fonetizar y articular las palabras, éstas son procesadas por un tipo de memoria (ecóica) que es capaz de almacenarlas.431 Las investigaciones del grupo de Jeannerod muestran cómo al observar una acción y llevarla a cabo se ponen en marcha idénticos mecanismos neuronales. No nos debería extrañar que el recuerdo vuelva a poner al sujeto en un estado emocional similar al de la situación vivida.432 Ciertas áreas del cerebro son The Development of memory in childhood, Hove, 1997, p. 30. 430 A.D. Baddeley, Essentials in Human Memory, Hove, 1999, p. 52. Un mecanismo de este tipo estaría detrás del corte significante utilizado por Lacan o el fin abrupto de la terapia, como interpretación con efectos de reciencia. 431 Al verse el paciente obligado a producir ciertos significantes, éstos ponen en marcha la memoria ecóica, mediante la cual, estos significantes sirven de pista a otros significantes. La articulación y audición de las palabras activan la memoria de una forma que no ocurre con la lectura o el pensamiento, pues no se producen ciertas pistas críticas. Así podemos elucidar uno de los mecanismos cognitivos que subyace al fenómeno de la libre asociación. Ésta es activada por la enunciación de los significantes. En este sentido se entiende la importancia que otorga Lacan al significante en su aspecto sonoro, por encima del significado, revertiendo el postulado saussuriano, se trata de la pista que permite la activación de ciertos niveles de procesamiento. 432 M. Jeannerod y V. Frank, “Mental imaging of motor activity in humans”, Current Opinions in Neurobiology, 9, 1999, pp. 735-739. C. Paccalin y M. Jeannerod, “Changes in Breathing during Observation of Effortful Actions”, Brain Research, 862, 2000, pp. 194-200. En esta última publicación los autores muestran cómo sujetos
activadas igualmente por el recuerdo como por la experiencia, es lo que se llama isocronía. Igualmente las ‘neuronas espejo’433 se encargan de reproducir en nuestro cerebro la situación de nuestro interlocutor. Las neuronas se activan cuando ven a alguien llevar a cabo una tarea. Al igual que la teoría de la metáfora sostiene la proyección de un dominio fuente a otro, en este caso el mapeado es el de los circuitos neuronales que se activan en el observador simulando la acción percibida. Hacer y pensar permiten cambios del comportamiento casi idénticos. Imaginar una acción y su realización poseen efectos similares. Lo que uno experimenta de forma vívida, aunque sea de forma imaginaria, puede modificar nuestro sistema nervioso. La moraleja: sólo pensar en algo puede cambiar nuestro cerebro.
al observer cierta actividad motora comenzaban a activar las áreas cerebrales relativas a la propia actividad pese a mantenerse cómodamente sentados y no producirse activación muscular. De estos datos los investigadores sostienen poder demostrar cierta relación con los procesos de imitación. 433 G. Rizzolatti y M. Arbib, “Language within our grasp”, Trends in Neuroscience, 21, 1998, p. 188.
2.3.1. Memoria = Codificación + Recuperación A la hora de entender el funcionamiento básico de la memoria es preciso diferenciar dos aspectos de ésta: la codificación y la recuperación. Mediante el primer mecanismo los recuerdos son guardados y, a través del segundo, se consigue acceder a éstos. Clásicamente se ha venido atendiendo principalmente a la segunda parte de este proceso; recordar se equiparaba a recuperar. Los estudios modernos señalan que recuperar una información sólo puede ser fruto de una codificación y un registro adecuado. En el caso del esclavo de Platón la codificación no resultaba problemática pues se entendía que el alma habría almacenado sus recuerdos en contacto directo con las ideas, se trataba de una teoría innatista de la memoria. Actualmente poseemos una visión más cercana al empirismo. Así, la recuperación requiere de una codificación previa adecuada. El pionero en resaltar este aspecto de la memoria ha sido Endel Tulving que ha propuesto el principio de especifidad en la codificación. De acuerdo con éste, sólo se puede recuperar lo que ha sido guardado, y dicha recuperación depende del modo en que se ha codificado. Se plantea una relación directa entre la información almacenada y su posible recuperación mediante lo que se denominan pistas (cues) que permiten acceder al recuerdo por haber sido vinculadas desde el principio con el modo de codificación inicial, “...el recuerdo de un evento, o de un cierto aspecto de éste, ocurre si y sólo si las propiedades de la huella del evento son suficientemente similares a la información recuperada.”434 Para la recurrencia de un recuerdo se requiere cierta relación entre la situación de almacenamiento y la de
434
E. Tulving, Elements of episodic memory, Nueva York, 1983.
recuperación.435 El recuerdo se produce como relación entre la información guardada y la presente. Pero no son sólo las pistas adecuadas, codificadas en relación a cierta experiencia, las que favorecen el recuerdo, el contexto de codificación y de recuperación juegan también un papel fundamental en el funcionamiento de la memoria. “Antes que identificar un sólo elemento, el organismo ha de encajar el presente evento en un contexto de ocurrencias previas, sólo algunas de las cuales se relacionan directamente con la situación dada.”436 Así sucede con la existencia de los recuerdos fogonazo (flashbulb memories), que señalan la importante correlación entre eventos cargados emocionalmente y la integración del contexto.437 El ejemplo clásico es la muerte de J.F. Kennedy; un suceso tan pregnante (en la sociedad americana al menos) sirve de pista idónea para recordar la tarea que realizábamos en el momento en que se nos dió a conocer la noticia. El propio contexto de almacenamiento también influye en la forma en que codificamos el recuerdo. Es decir, si nuestro equipo de fútbol (también americano e.g.) perdió el día en que Kennedy fue asesinado, nuestro recuerdo del suceso será aún más triste que si no hubiera sido de esta forma. Un modelo neuronal de cómo se recupera un recuerdo codificado podría tener el siguiente aspecto.
Al conseguir recordar algo de modo exitoso, una modulación arriba-abajo del cortex frontal interactúa probablemente con representaciones neurales posteriores de pistas ambientales para producir la reactivación de las redes corticales que 435
E. Tulving, “Relation between encoding specificity and levels of processing”, L.S. Cermak y F.I.M. Craik (eds.), Levels of processing in human memory, Nueva Jersey, 1979. 436 K.H. Pribram, “The amnesic syndromes: Disturbances in coding,”, G.A. Taland y N.C. Waugh (eds.) The Pathology of Memory, Nueva York, 1969, p. 136. 437 F.I.M. Craik, “On the making of episodes”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit. Así el recuerdo del contexto es especialmente vívido en circunstancias con un hondo calado emocional. El ejemplo citado es el estudio de R. Brown y J. Kulik, “Flashbulb memories”, Cognition, 5, 1977, pp. 73-99, en el que se comprobaba la primacía del contextos como la muerte de J.F. Kennedy en la memoria de diversos sujetos.
representan un recuerdo. El lóbulo temporal medio es probablemente el encargado de ciertas formas de reactivación, quizás mediante su papel paralelo en la rápida vinculación de información en nuevas redes corticales. A medida que la información reflejando las representanciones mnésicas es reconocida, las redes corticales involucradas en las regiones parietales y frontales contribuyen a la señal general indicando que la información es antigua. Simultáneamente, la reactivación de contenidos específicos en el ámbito del recuerdo actúa sobre las fases tardías del procesamiento sensorial que también codifica dicha información durante el procesamiento sensorial y de imágenes. Por ejemplo, las regiones visuales en el córtex inferior temporal se reactivan para apoyar los contenidos visuales del recuerdo. Otras regiones, aún poco entendidas, sostendrían el contenido abstracto y verbal del recuerdo. También es posible que el córtex frontal participe en la contínua evaluación de los productos emergentes del intento de recuperación y que los procesos descritos se extiendan, dependiendo del acierto y objetivo del recuerdo. Las operaciones de estos procesos interactivos son experimentadas fenomenológicamente como recordar.438 Tras una experiencia fenomenológica aparentemente simple se encuentra una multitud de actividades conformadas por diversos procesos y funciones. Básicamente, el cortex frontal serviría de guía del proceso, el frontal y parietal decidirían si la recuperación ha sido completada con éxito y las áreas sensoriales almacenarían el contenido del recuerdo, haciéndonos recuperar las imágenes o palabras relacionadas con dicha búsqueda. Si la recuperación de un recuerdo es el caso paradigmático en el análisis de la memoria, ésta también puede fallar. El caso extremo es lo que denominamos 'olvido', la incapacidad de recuperar cierta información (por faltar las pistas adecuadas), así como la incorrecta codificación del estímulo que, o bien es irrecuperable o nunca se almacenó de forma apropiada. En el olvido se cumple la denominada ley de Jost, según la cual, dadas dos huellas mnésicas igualmente robustas en un momento dado la más antigua de las dos será más duradera y más lento su olvido.439 Los estudios más recientes en neurociencia muestran el olvido como proceso activo, voluntario, con base 438
R.L. Buckner y M.E. Wheeler, “The Cognitive Neuroscience of Remembering”, Nature Reviews: Neuroscience, 2, 2001, p. 630. 439 A.D. Baddeley, op. cit., p. 109.
motivacional. El olvido parece producir la activación de la zona prefrontal del cortex, que puede inhibir la acción del hipocampo al igual que procesos automáticos subcorticales.440 Al aprender listas de términos el olvido se produce no sólo al desaparecer la relación entre la codificación y recuperación de la representación estímulo, sino por la interferencia de otros estímulos concurrentes. Es decir, es posible el cambio en la medida en que las nuevas situaciones consigan interferir con el conocimiento previo. La robustez de las representaciones existentes señala la intensidad requerida por estas nuevas experiencias para afectar a los modelos almacenados. Y eso que los procesos generados por los estímulos conocidos, pese a situarse bajo el umbral de la apercepción, pese a ser inconscientes, generan una activación subsimbólica. En el curso de se reactivación los recuerdos de objetos observados se almacenan en las propias áreas sensoriales en que fueron registrados. Así, la información perceptual y el recuerdo, dos procesos en principio diferenciados, se apoyarían en las mismas áreas cerebrales, contraviniendo las tesis acerca de una memoria modal.441 Según la teoría más aceptada, tras la consolidación de la información en la corteza cerebral, la actividad del hipocampo no desempeña ningún papel en la recuperación. Para otros, no obstante, tras la consolidación, el hipocampo sigue desempeñando un papel importante. El hipocampo se encarga de
440
Se trataría de un modelo del postulado freudiano de represión y el mecanismo de defensa. “Es por ello que estos descubrimientos ofrecen el primer modelo neurobiológico del tipo voluntario de represión propuesto por Freud, un modelo que integra su propuesta, por otra parte cuestionada, con mecanismos ampliamente aceptados y fundamentales para el control de la conducta” M.C. Anderson, K.N. Ochsner et al., “Neural systems underlying the suppression of unwanted memories”, Science, 303, 2004, p. 235. 441 L. Nyberg, R. Habib, A.R. McIntosh y E. Tulving, “Reactivation of encoding-related brain activity during memory retrieval”, Proceedings of the National Academy of Sciences, 97, 2000, pp. 11120–11124. M.E. Wheeler, S.E. Petersen y R.L. Buckner, “Memory’s echo: vivid remembering reactivates sensory-specific cortex”, Proceedings of the National Academy of Sciences, 97, 2000, pp. 11125–11129. P.E. Roland y B. Gulyás, “Visual imagery and visual representation”, Trends in Neuroscience 17, 1994, pp. 281–287.
enviar información sobre nuevos episodios al neocortex442 incluso antes de que se formen las estructuras corticales apropiadas para el aprendizaje. Así los recuerdos de juventud en los adultos ya no dependen del hipocampo, sino del sistema del neocortex, en este sentido son menos accesibles a la modulación, no se produce el denominado 'interleave learning' que permite que la nueva experiencia vaya configurando la extensión de la ya almacenada, sino que mantiene cierta inflexibilidad al cambio. Esto permite una consolidación progresiva, una consolidación rápida podría producir una interferencia catastrófica con el conocimiento previamente almacenado.443 De ahí el largo proceso que supone el psicoanálisis que actuaría sobre dicha información almacenada. Los recuerdos, al consolidarse, pasarían de depender del lóbulo medial temporal, incluido el hipocampo, a otras zonas como el cortex. Así ocurre en los casos de disociación en sujetos con lesión en el lóbulo medial temporal. Las disfunciones del hipocampo afectan preferentemente a recuerdos recientes antes que a otros consolidados. La reactivación de las redes con base en el hipocampo comienza a reforzar las redes corticales hasta que el recuerdo se independiza del hipocampo. El córtex prefrontal, en especial, integra la información proveniente de diversos módulos e inhibe la actividad del hipocampo para evitar la codificación de información redundante.444
442
J.L. McClelland y N.H. Goddard, “Considerations arising from a complementary learning systems perspective on Hippocampus and Neocortex”, Hippocampus, 6, 1996, pp 654-665. 443 J.L. McClelland, B.L. McNaughton y R.C. O'Reilly, “Why there are complementary learning systems in the hippocampus and neocortex: Insights from the successes and failures of connectionist models of learning and memory”, Psychological Review, 102(3), 1995, pp. 419-457. J.L. McClelland, “Complementary learning systems in the brain: A connectionist approach to explicit and implicit cognition and memory”, R. Bilder y L. Fever (eds.), Neuroscience of the mind on the centennial of Freud's project for a scientific psychology, Annals of the New York Academy of Sciences, 843, 1998, pp. 153-169. 444 P.W. Frankland y B. Bontempi, “The organization of recent and remote memories”, Nature Reviews: Neuroscience, 6, 2005, pp. 119-130. Asimismo se ha mostrado como el córtex prefontral también está en la base del control del estrés al disminuir su input al cerebro medio. T. W. Robbins, “Controlling stress: how the brain protects itself from depression”, Nature Neuroscience, 8, 2005, pp. 261-262.
En psicoanálisis, mediante la transferencia, se produciría un tipo de olvido y nueva consolidación sobre un proceso activo cuyas pistas le resultan inaccesibles al sujeto; una activación sin representación.445 “Juzgando en base a la actuación de gente con desórdenes mnésicos e incluso gente normal, parece que la memoria aparece a menudo fragmentada. El sujeto puede recordar los atributos semánticos de un objeto, pero no sus propiedades sensoriales; el contenido de un evento, pero no las circunstancias; los elementos pero no su orden...”446 El analista habría de permitir el surgimiento de las pistas conducentes al recuerdo y a su reconstrucción simbólica. La activación de cierto aire de familia permitiría la transferencia, no de un reconocimiento visual del analista (consonante con la práctica del diván, mediante la cual el analizante no puede ver al analista), sino de la reproducción de situaciones afectivas, afirmándose la superior transmisión de información de tipo afectiva que perceptiva.447 La propia imbricación del analizante en la situación analítica, así como la información mnésica presente, impiden la neutralidad de la experiencia. La meta del análisis, desde una perspectiva fundamentada en el aprendizaje, es la producción de una interferencia retroactiva, esto es, una interferencia con la huella mnésica previa, la alteración de la conducta, y la activación de un nuevo estereotipo de relación, basado en una nueva categorización de la experiencia. Los estudios llevados a cabo sobre el reconocimiento en pacientes amnésicos señalan cómo la verificación de un estímulo conlleva la experiencia subjetiva de 445
En psicología cognitiva también se usa este término para dar cuenta de mecanismos similares a los descritos por Freud, cf. E.F. Loftus, “The reality of repressed memories”, American Psychologist ,48, 193, pp. 518-35. 446 M. Moscovitch, “Confabulation and the Frontal Systems: Strategic versus Associative retrieval in Neuropsychological Theories of Memory”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit., p. 155. 447 “...es posible que el hecho de que la información se transmita mejor de un medio a otro depende más de cuán similar sean estos medios afectivamente que perceptivamente,” E. Eich, “Theoretical Issues in State Dependent Memory”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit., p. 349.
familiaridad de dicho estímulo y, por otro lado, la incapacidad de recuperar su representación, es decir, de recordarlo explícitamente, de modo simbólico. Esta aparente antinomia se explica mediante la postulación de dos sistemas mnésicos, explícito e implícito. En la transferencia se podría producir un suceso similar en el que se reactivan ciertos patrones de familiaridad con respecto a modelos previos, pero sin el recuerdo explícito de las circunstancias o los sujetos con los que se relaciona dicha representación. A través de la terapia se recupera un patrón de activación implícito que actúa sobre la forma de su inscripción en la memoria restituyendo, o construyendo, el episodio o serie de acontecimientos vivenciales que produjeron ese aprendizaje asociativo, haciéndolo accesible a una nueva inscripción. El psicoanálisis trabaja con la memoria episódica-simbólica explotando la capacidad de dar forma simbólica a los hábitos y respuestas condicionadas complejas y la conversión de nuevas formas de experimentarse con otro en memoria procedimental subsimbólica, en rutina comportamental.
2.3.2. Autobiografía e Identidad Dentro de la división que señalábamos al comenzar este capítulo, diferenciamos dos sub-instancias dentro de la memoria explícita: la memoria declarativa y la autobiográfica. Si bien la primera se refiere al conocimiento ‘objetivo’ que poseemos acerca del mundo, la información que hemos ido almacenando a lo largo de nuestra experiencia, la memoria autobiográfica, almacenaría los eventos significativos en la propia historización del sujeto, en sus creencias acerca de sí y de su mundo. Frente a la memoria semántica, la información episódica o autobiográfica se recuerda automáticamente, sin ninguna actividad intencional, es refleja, funciona por debajo de los umbrales de la atención,448 da consistencia a lo que el sujeto cree de sí, le da una posición, una identificación y un ideal según Lacan. Así el carácter pertenecería a esa serie de características que conforman la personalidad de un sujeto y que son procesados por éste de forma implícita.449 La
incapacidad
para
acceder
a
recuerdos
de
la
primera
infancia,
constituyentes de los primeros modelos de interacción y de apropiación del sujeto de su entorno, la codificación subsimbólica de dicha experiencia, ha sido achacada a falta de evolución de ciertas estructuras y funciones cognitivas. De hecho, parece haber una sincronía entre el surgimiento, en términos cognitivos, de la función autobiográfica de la memoria en el niño y la desaparición en términos psicoanalíticos de la amnesia infantil.450 Existe asimismo evidencia acerca del cambio de dominio de hemisferios del izquierdo al derecho entre los cuatro y cinco años (emocional, derecho, a cognitivo lingüístico, izquierdo), permitiendo el
448
Cf. M.I. Posner, Chronometric explorations of the mind, Hillsdale, 1978. J. Grisby y G.H. Hartlaub, “Procedural learning and the devolpment and stability of character”, Perceptual and Motor Skills, 79, 1994, pp. 355-370. 450 S. Wetzler y J. Sweeney, “Childhod amnesia: A conceptualization in cognitive psychological terms”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 1986, 34, pp. 636-686. 449
desarrollo de la memoria autobiográfica451 y de un lenguaje egocéntrico mediante el cual el niño empieza a contarse historias a sí mismo alrededor de los tres años.452 Si la codificación de experiencias se lleva a cabo mediante fragmentos de éstas, de forma similar es posible que al ser reactivadas se recuperen ciertas características de la situación de su almacenamiento, sus aspectos contextuales. Así los diferentes hemisferios pueden guardar información diversa acerca del mismo estímulo.453 De ahí el interés por la descripción de todo detalle en la terapia a la hora de recordar, pues puede ser que surjan recuerdos relevantes asociados contextualmente a otros aparentemente más centrales en la narración del analizante, activando redes asociativas que podrían entrar en un estado lábil en su activación. Mientras que la memoria declarativa estaría localizada en el hemisferio izquierdo, la memoria autobiográfica o episódica, cargada de afectos, es activada principalmente por el hemisferio derecho y las estructuras límbicas, amígdala e hipocampo.454 La libre asociación posee como finalidad hacer emerger aspectos olvidados de la memoria autobiográfica, ésta permitiría producir nuevas conexiones en el hemisferio derecho, encargado de procesar estímulos no verbales relacionados con cierta activación fisiológica y emocional, mientras que el cortex 451
B. Jacobs, H. Batal, B. Lynch, G. Ojemann, L. Ojemann y A.B. Scheibel, “Quantitative dendrite and spine analyses of speech cortices: A case study”, Brain and Language, 44, 1993, pp. 239-253, y B. Jacobs y A.B. Scheibel, “A quantitative dendritic analysis of Wernicke's area in humans. I Lifespan changes”, Journal of Computational Neurology, 327, 1993, pp. 83-96. 452 R. Joseph, “The neuropsychology of development: Hemispheric laterality, limbic language, and the origin of thought”, op. cit. 453 J. Levy y C. Trevarthen, “Perceptual, semantic, and phonetic aspects of elementary language processes in split-brain patients”, Brain, 100, 1977, pp. 105-118. 454 G.R. Fink, H.J. Markowitsch, M. Reinkerneier, T. Bruckbauer, J. Kessler y W.-D. Heiss, “Cerebral representation of one's own past: Neural networks involved in autobiographical memory”, Journal of Neuroscience, 16(13), 1996, pp. 4275-82. “...el cortex prefrontal inferolateral derecho y el derecho temporal anterior, estructuras interconectadas mediante la rama ventral de el fascículo uncinado, están involucrados en la recuperación de recuerdos episódicos, mientras que la misma combinación en el hemisferio izquierdo podría ser responsable para la recuperación de la memoria semántica,” ibid., p. 4280. M.A. Wheeler, D.T. Stuss y E. Tulving, “Toward a theory of episodic memory: The frontal lobes and autonoetic consciousness”, Psychological Bulletin, 121(3), 1997, pp. 331–354.
prefrontal actuaría en el control y el comienzo de la rememoración. Así la narración de ciertos eventos puede alterar su codificación al incluir aspectos nuevos propios de la situación analítica y modificar aspectos asociadas a ésta. Los procesos activos se van volviendo memoria semántica, son 'desactivados'.
Terapéuticamente la verbalización de síntomas traumáticos con la asistencia del analista, relacionando éstos con las experiencias pasadas del trauma puede facilitar el procesamiento explícito del trauma. Esto ayuda a poner en contexto el sello del tiempo a dichos sucesos. Cuando estos eventos traumáticos son reactivados posteriormente, pueden ser sentidos cada vez más como la reactivación de un recuerdo pasado, opuesto a la experiencia actual.455
Cuando contamos un cuento que hemos aprendido al igual que cuando narramos
nuestra
experiencia
autobiográfica
tendemos
a
estereotipar
y
homogeneizar los recuerdos, mediante la creación de esquemas (schemas) que, por un lado, simplifican la información al tipificarla y, por otro, están altamente influidos por nuestra actitud genérica hacia el tipo de eventos de que se trate,456 especialmente su repercusión emocional.457 Algunos autores diferencian entre narrativas propias (self-narratives) y memoria autobiográfica.458 Mientras la primera englobaría las experiencias que 455
R. Pally, “Memory: Brain system that link past, present and future”, International Journal of Psychoanalysis, 78, 1997, p. 1231 (énfasis mío). 456 D.P. Spence, Narrative truth and historical truth: Meaning and interpretation in psychoanalysis, Nueva York, 1982. R. Schafer, “Narration in the psychoanalytic dialogue”, W.J.T. Mitchell (ed.), On narrative, Chicago, 1981. 457 “....la información que concierne al estímulo y los eventos está unida en parte a la modalidad particular en que la información es procesada inicialmente. En otras palabras, los sistemas de procesamiento que analizan información también participan e influencian la representación de dicha información.” R.L. Squire, op. cit., p. 129. “La memoria para eventos completos se almacena ampliamente, no en un solo emplazamiento; el olvido literal o biológico puede ocurrir, de tal forma que la recolección de eventos pasados es una reconstrucción de fragmentos, no un playback verídico de eventos pasados,” ibid., p. 77. 458 Cf. J.A. Robinson y L.R. Taylor, “Autobiographical Memory and Self-Narratives: A Tale of two Stories”, Ch. P. Taylor et al. (eds.). Estos autores señalan el calor de los temas recurrentes en la vida de los sujetos y dan una explicación de la aparente repetición de circunstancias y personas. “Los temas crean repetición, y la repetición, incluso desagradable, le otorga un aire de familiaridad y coherencia a la vida. Parte del éxito a la hora de enfrentarse a la inestabilidad en la vida es encontrar el punto de vista que permite observar constancia en el cambio,” p. 139. Cf. C.R. Cimino, M. Verfaellie, D. Bowers y K.M. Heilman, “Autobiographical memory: Influence of right hemisphere damage on emotionality and specificity”, Brain and Cognition, 15, 1991, pp. 106-
conforman la idea que alguien posee de sí mismo, la segunda estaría compuesta por un variado grupo de informaciones relacionadas con el sujeto. Robinson y Taylor muestran cómo a menudo se conservan memorias autobiográficas irrelevantes en la configuración de la personalidad del narrador con cierta viveza y buena parte de las narrativas propias carecen de ese tono intenso.459 En esta narración no sólo se produce una nueva configuración de la escena en tanto es contada a otro, sino que se reconstruye el recuerdo agregando elementos que no estaban presentes en el momento de la codificación, es decir, al recuperarlo es editado, se reconsolida. Este proceso permite una nueva reinscripción del propio evento recordado.460 Un ejemplo claro de alteración de la memoria autobiográfica es el de las calificaciones obtenidas en la universidad. Según un estudio los recuerdos tienden a 'inflar las notas', a recordar calificaciones con exactitud o tendiendo a su mejora. El recuerdo se sitúa así en cierta relación con la actitud del sujeto.461 Parece tratarse de un intento de conciliar, por un lado, la exactitud del recuerdo y un aspecto motivacional, el valor personal. La motivación no deja de teñir los recuerdos, éstos no son inamovibles, sino que se interrelacionan con otro tipos de procesos mentales, supuestamente ajenos de acuerdo con una concepción clásica que separa razón y emoción. “Claramente las historias que nos contamos sobre los
118. 459 “...el contenido de los recuerdos contados depende de cómo son narrados a otros, y estos recuerdos reconstituidos forman la base del yo recordado por el individuo,” R.C. Schank y R.P. Abelson, “Knowledge and memory: the real story”, R.S. Wyer, Knowledge and Memory: the real story, Nueva Jersey, 1995, p. 1. La misma línea lacaniana, “...la escritura, y el lenguaje en general, (parecen) perfectamente adaptados a la esencial tarea de la recuperación de un trauma –asimilando el evento traumático en la red de creencias que son recusadas por el trauma.” K.D. Harber y J.W. Pennebaker, “Overcoming traumatic memories”, S.-A. Christianson (ed.), The handbook of emotion and memory: Research and memory, Nueva Jersey, 1992, p. 373. 460 E. Gold y W.T. Greenough (eds.), Memory Consolidation. Essays in Honour of James L. McGaugh, Washington, 2001. 461 H.K. Bahrick, L.K. Hall y S.A. Berger, “Accuracy and distortion in memory for high school grades”, Psychological Science, 7, 1996, pp. 265-271.
eventos de nuestras vidas juegan un papel crítico en sus efectos sobre nosotros. Así nuevas historias podrían liberarnos de antiguos patrones.”462 De hecho se sostiene el carácter construido, producido, de los recuerdos antes que reproducidos, recuperados en su contenido originario, como sostenía Freud de acuerdo con la concepción de la memoria existente en su momento. Recordar es interpretar, una actividad cognitiva en la que se reorganiza la experiencia pasada, produciendo nueva información.463 Como ya observó Freud, tanto recuerdos como fantasías pueden ser igualmente modificables por reimpresiones que no sólo alteran lo vivido, sino las fantasías relacionadas.
Los recuerdos infantiles de las personas no poseen a veces otra procedencia. En vez de reproducirse a partir del momento en que quedan impresos, como sucede con los recuerdos conscientes de la edad adulta, se evocan al cabo de mucho tiempo, cuando la infancia ha pasado ya, y aparecen modificados, falseados, al servicio de tendencias ulteriores, de manera que no resultan estrictamente diferenciables de las fantasías.464
462
M. Cavell, The Psychoanalytic Mind. From Freud to Philosophy, Cambridge, 1993, p. 94. De acuerdo con la hipótesis holista, “uno comprende su propia vida como una totalidad en términos de ciertas experiencias críticas, uno concibe sus experiencias en los términos disponibles en el modo que entiende su vida como totalidad. Un cambio de significado de alguna parte de esto puede afectar al resto,” ibid. 463 “Una experiencia pasada es vista como una fuente inagotable de posibilidades de significado personal; está fundamentalmente abierta a una nueva comprensión en la mediación entre pasado y presente que es el recuerdo,” L.M. Hirshberg “Remembering: Reproduction or construction?” Psychoanalysis and Contemporary Thought, 12 (3), 1989, p. 367. “Esto significa que durante nuestra vida reorganizamos nuestros recuerdos e ideas del pasado, conservando más o menos el mismo material pero añadiendo otros elementos capaces de cambiar su significado y sobre todo cambiar nuestro punto de vista,” J. Piaget, Memory and intelligence, Nueva York, 1973, p. 381, cit. Ibid., p. 371. De esta forma el cambio terapéutico como cambio de punto de vista permite una nueva producción. 464 S. Freud, Eine Kindheitserinnerung des Leonardo da Vinci, Sta., X, p. 109-10. “Si el relato de Leonardo del buitre no es sino una fantasía posterior, pensaremos al principio que no vale la pena de dedicarle gran atención. Para su esclarecimiento podría bastarnos la tendencia, confesada por Leonardo, a dar a su estudio de los problemas del vuelo de las aves la importancia de una prescripción del destino. Pero con esta valoración despectiva cometeríamos una injusticia análoga a la que constituiría rechazar ligeramente el material de leyendas, tradiciones e interpretaciones de la prehistoria de un pueblo. A pesar de sus deformaciones y sus errores, entraña dicho material la realidad del pasado y constituye aquello que el pueblo ha formado sobre la base de los acontecimientos de su época primitiva y bajo la influencia de motivos poderosos por entonces y muy importantes aún en la actualidad, y si pudiéramos deshacer, por el conocimiento de todas las fuerzas actuales, tales deformaciones, podríamos descubrir detrás del material legendario la verdad histórica. Igualmente sucede con los recuerdos infantiles o fantasías del individuo. No es indiferente lo que una pensona cree recordar de su niñez, pues detrás de los restos de recuerdos incomprensibles para el mismo sujeto se ocultan normalmente preciosos testimonios de los rasgos más importantes de su desarrollo anímico,” ibid., p.111.
Otro factor contextual que altera el recuerdo es su intensidad. Al revivir ciertos eventos nos trasladamos a éstos, cargando dichos recuerdos de una carga emotiva superior a la de la simple narración objetiva y desligada. Así una de las muestras características es el uso del presente a la hora de relatar acontecimientos vividos.465 En el uso del presente verbal el sujeto se traslada al acontecimiento, reproduciéndolo mentalmente. “La utilización del tiempo presente sugiere que el narrador no está simplemente contando un episodio, está reviviendo algún aspecto saliente del mismo.”466 Parece que la alteración en el tiempo verbal suele denotar una cierta amenaza para la estabilidad del yo.467 De alguna forma el recuerdo o sus imágenes asociadas sobrevienen a la mente del sujeto y se produce una cierta indistinción entre recuerdo y percepción, 'pudiendo ver' con total claridad como si se regresase a dicha escena. La existencia de otro al relatar parece, en el caso de la memoria autobiográfica, un supuesto esencial. Contamos a alguien, ante alguien hemos de justificar nuestras actitudes y creencias. Se nos insta a buscar una lógica a la narración y la formulación de descripciones para estados subsimbólicos y por ello inatendidos, inaccesibes a la introspección. Se vinculan ciertos acontecimientos aparentemente traumáticos a recuerdos sin carga emocional, desarticulando el trauma y reduciendo su carácter unitario. Así “...el lenguaje consigue la organización y asimilación de los recuerdos y emociones traumáticas.”468
465
D.B. Pillemer, A.B. Desrochers y C.M. Ebanks, “Remembering the Past in the Present: Verb tense shifts in Autobiographical Memory Narratives”, C.P. Taylor et al. (eds.), op. cit. Cf. A.D. Harvey, “Evidence of tense shift in personal experience narratives”, Empirical Studies of the Arts, 4, 1986, pp. 151-162. 466 Ibid., p. 146. 467 L. Terr, “What happens to early memories of trauma? A study of twenty children under age five at the time of documented traumatic events”, Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 27, 1988, 96-104. 468 K.D. Harber y J.W. Pennebaker, op. cit., p. 360.
Las pistas de recuerdos traumáticos no son incorporadas en la conciencia como cualidad emergente, actúan a niveles somáticos inferiores. Las personas somos sistemas que deben reinventarse constantemente, restableciendo la relación entre identidad y memoria.469 En estas circunstancias el lenguaje podría ayudar a reducir un posible evento traumático en micro-eventos más fácilmente asimilables, así como a relacionarlo con aspectos no dolorosos del sistema de creencias del sujeto, y desmenuzarlo entonces de forma asimilable, reduciendo la activación fisiológica simultánea. Se desvincula el evento cargado emotivamente que posee pocas relaciones con experiencias previas, volviéndolo más acorde con los esquemas del individuo.470 En el caso de pacientes suicidas y depresivos se ha mostrado que éstos sólo poseen repuestas generales ante pistas de palabras positivas.471 Estas relaciones pueden ser reforzadas.
Mientras más experimenta una persona fases de extremo terror durante un evento, más verosímil resulta que la imaginería de dicho evento sea inscrita en las mismas modalidades sensoriales de la memoria que las percepciones. Estas inscripciones mnésicas tienden a volver a la representación consciente en la misma modalidad y, debido a su intensidad, reevocan las mismas emociones que las de la experiencia original.472
469
“Si, como se sabe ahora, la memoria es constitutiva antes que restaurativa, la identificación del yo (self) con la memoria es uno de los componentes que necesita ser reconstruído contínuamente.” D. Spiegel y D. Li, “Dissociated cognition and disintegrated experience”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washingtohn, 1997, p. 184. 470 Ibid. 471 J.M.G. Williams, “Autobiographical memory and emotional disorders”, S.-A. Christianson (ed.), op. cit. “En conclusión, los datos existentes apuntan a dos componentes en la capacidad general para recordar: una estable tendencia a ser inespecífico sea cual sea el carácter del recuerdo que se reactiva, y una tendencia a que éste sea más evidente para recuerdos positivos o negativos, lo cual depende de si sucesos negativos o positivos recientes dominan el contexto de rememoración,” op. cit., p. 469 472 M.J. Horowitz y S.P. Reidbord, “Memory, emotion and response to trauma”, S.A. Christiansen (ed.), op. cit., p. 347. “Desde una perspectiva adaptativa, los recuerdos de experiencias traumáticas no necesitarían estar disponibles a la recuperación verbal consciente, más bien podrían encontrarse manifiestos como recuerdos no verbales, implícitos.” Cf. I.M. Cordón, M.-E. Pipe, L. Sayfan, A. Melinder, y G.S. Goodman, “Memory for traumatic experiences in early childhood”, Developmental Review, 24, 2004, p. 107.
Es la situación, el contexto, la modalidad en que estos recuerdos se vuelven a hacer presentes lo que permitirá la elaboración en la transferencia, en una situación que permite experimentar la angustia asociada y que, simultáneamente, desmiente el presupuesto de identidad de contexto, consiguiendo la desvinculación entre recuerdo y percepción, pasado y presente, ofreciendo al paciente una disociación que interfiera con la activación automática de ciertos patrones subsimbólicos relacionados con la ansiedad y el miedo.
2.3.3. Implícito, procedimental, inconsciente La filosofía cartesiana y sus ramificaciones fenomenológicas, de hondo calado en los presupuestos de buena parte de la ciencia occidental, equiparaba conciencia con mente. La mente quedaba reducida a la conciencia. Sin duda Freud es el responsable principal de la extensión de la esfera del suceder mental a toda una serie de procesos y mecanismos que permanecen fuera de ésta. Desde hace tres décadas esta extensión de la experiencia del ser humano ha sido asumida por la ciencia cognitiva, que en diversos ámbitos experimentales ha podido constatar la presencia de cierto tipo de conocimiento procedimental sin huella mnésica alguna. En especial el estudio de ciertos tipos de amnesia anterógrada y retrógrada ocasionada por lesiones cerebrales, casos como el de H.M., marcados por la incapacidad de recordar el evento que dió lugar a un determinado aprendizaje, se contraponen a la tangible persistencia de los efectos de dicha experiencia. El aprendizaje implícito es ya entendido como un proceso básico en el repertorio comportamental de todo organismo complejo. De hecho cada vez es más común la asunción de la primacía de lo implícito, aludiendo a éste como modo defectivo de adquisición de información compleja sobre el entorno. En este sentido Reber señala el carácter abstracto e independiente del aprendizaje implícito sobre las particulares manifestaciones físicas del estímulo. En sus estudios con gramáticas artificiales muestra cómo instanciaciones particulares no afectan al nivel de retención y aprendizaje, sólo la alteración de las reglas profundas sintácticas influye en la ejecución de las tareas.473
473
A.S. Reber, op. cit.
Una de las pruebas que sostiene una disociación entre dos sistemas mnésicos, uno implícito o procedimental y otro explícito, semántico y narrativo, es el caso de los enfermos con amnesia retrógrada bajo el síndrome de Korsakoff que no recuerdan un evento concreto pero almacenan los patrones y modelos adecuados a dicho evento. Surge una dicotomía entre el conocimiento de qué (know-what) y el conocimiento de cómo (know-how), en consonancia las dos corrientes de procesamiento perceptivo descritas, la lateral y la dorsal. El ejemplo clásico es el condicionamiento que a principios de siglo llevó a cabo Claparède. Con un objeto afilado pegado a la palma de la mano les ofrecía ésta a pacientes amnésicos. Éstos recibían así una punzada dolorosa. Tras dicha experiencia, al intentar de nuevo darles la mano en una ocasión posterior, se resistían pese a que el médico no tenía escondido nada en la mano, sin recordar el evento desencadenante de dicho condicionamiento, extendiéndolo igualmente a otros individuos con idénticos fines efusivos.474 Este tipo de condicionamiento se ha llevado a cabo en otros organismos, produciendo una disociación entre la memoria autobiográfica y procedimental.
Un tercer ejemplo de aprendizaje procedimental está basado en los estudios en ratones de los efectos del estrés temprano en el comportamiento posterior. (Denenberg y Bell, 1960). Ligeras sacudidas en el pie, tratamiento dado a ratones jóvenes de 1 a 9 días de vida, afectan la capacidad de evitación al ser adultos, dos meses después. Esta temprana experiencia ha cambiado claramente su comportamiento, pero la experiencia primera no ha de recordarse por sí misma. Los animales que han recibido tratamiento con pocos días de vida no parecen demostar en su comportamiento ningún recuerdo directo del evento en sí. Por ejemplo, no deberían discriminar entre lugares donde hubiesen recibido tratamiento y lugares donde no. Llevan la marca de su experiencia previa en tanto la 474
E. Claparède, “Recognition and ‘me’ness”, D. Rapaport (ed.), Organization and pathology of thought, 1951, Nueva York (artículo original de 1911 publicado en Archives de Psychologie). Experimentos similares han sido realizados en tareas de reconocimiento facial cf. E.H.F. deHaan, A. Young y F. Newcombe, “Face recognition without awaraness”, Cognitive Neuropsychology, 4, 1987, pp. 385-415 o D. Tranel y A.R. Damasio, “Knowledge without awareness: An autonomic index of facial recognition by prosopagnosics”, Science, 228, 1985, pp. 1453-1454.
experiencia ha cambiado su comportamiento de forma predecible y observable. Pero aparte de la evidente influencia de los eventos previos en unas pocas medidas comportamentales no hay forma independiente para el animal de demostrar su conocimiento de los eventos previos. El animal es diferente debido a su experiencia previa, pero no ha de poseer ningún registro de los eventos específicos que produjeron el cambio comportamental.475
La memoria implícita, no declarativa o procedimental, parece ser más robusta y difícilmente accesible que la declarativa, como muestra el experimento descrito. La memoria declarativa, por su lado, contendría información explícita no inserta en el funcionamiento básico del organismo. A nivel neuronal el aspecto declarativo está relacionado con el lóbulo medio temporal en ambos hemisferios476 lo cual no ocurre con la memoria procedimental. Se posee la idea de una memoria declarativa más reciente filogenéticamente y por eso mismo más volátil y dúctil, frente a una memoria procedimental más antigua y arraigada así como más estable.477 Mientras que la memoria explícita estaría relacionada con la existencia de procesos conceptuales o simbólicos, la memoria implícita trata con expedientes basados en información (data-driven) o subsimbólicos. Un ejemplo más del carácter primitivo de la memoria implícita es el relativo a estados de miedo y preservación del individuo.478 A un gato una serie de ruidos le pueden hacer prever un acontecimiento almacenado en su memoria autobiográfica asociado con un peligro, lo cual pone en marcha un mecanismo implícito, -más rápido y evolutivamente primordial-, de defensa. Así, memoria autobiográfica e 475
L.R. Squire, op. cit., p. 164. Cf. V.H. Denenberg y R.W. Bell, “Critical periods for the effects of infantile experience on adult learning”, Science, 131, 1960, pp. 227-8. 476 Cf. S. Corkin, “Lasting consequences of bilateral medial temporal lobectomy: Clinical course and experimental findings in H.M.” Seminars in Neurology , 4, 1984, pp. 249-259. 477 L.R. Squire, B. Knowlton y G. Musen, op. cit. “La memoria declarativa es rápida, no es siempre fiable (p. ej. el olvido y error en la recuperación pueden ocurrir), es flexible en el sentido de accesible a múltiples sistemas de respuesta. La memoria no declarativa es lenta (‘priming’ es una excepción), fiable e inflexible –esto es, la información no viene expresada en sistemas de respuesta que no estuviesen involucrados en el aprendizaje original,” ibid. 478 Cf. W.J. Jacobs y L. Nadel, op. cit. H. Markus y Z. Kunda, “Stability and maleability of the self-concept”, Journal of Personality and Social Psychology, 51, 986, pp. 858-866.
implícita compondrían dicha respuesta inmediata. La memoria implícita poseería cierta rigidez, cierta incapacidad de ser reorganizada o de adaptarse a contextos diversos debido a las estructuras cerebrales más primitivas implicadas en su efectuación.479 En otro sentido, existe también evidencia de la memoria implícita en estudios con estímulos subliminales en los que la información no posee las características necesarias para ser procesada por la conciencia, pero de la cual se observa cierto procesamiento por parte del sujeto.480 Si el conocimiento implícito no puede ser recuperado explícitamente, no puede ser objeto de modificación, como muestran diversos estudios.481 Es aquí donde entra en juego la distinción en el pensamiento de Freud entre los modos del recuerdo que no producen lenguaje, sino actividad, así el acting-out, una forma de recordar improductiva para el análisis en tanto repetición que no permite la ligazón de una representación (un significante según Lacan) con una emoción disociada. Así habría primacía en ciertas pruebas de memoria implícita basadas en la activación
temporal
de
representaciones
existentes,482
produciéndose
el
denominado sesgo de confirmación.483 Hacer consciente lo inconsciente, hacer el 479
P.J. Bayley, J.C. Frascino y L.R. Squire, “Robust habit learning in the absence of awareness and independent of the medial temporal lobe”, Nature, 436, 2005, pp. 550-553. 480 D.L. Schacter, “Implicit Memory: History and Current Status”, Journal of Experimenal Psychology: Learning, Memory and Cognition 13, 1987, pp. 501-18. Schacter hace referencia al estudio de R.N. Haber y M.H. Erdelyi, “Emergence and recovery of initially inavailable perceptual material”, Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 6, 1967, pp. 618-28. Cf. R.F. Bornstein, “Implicit perception, implicit memory, and the recovery of unconscious material in psychotherapy”, Journal of Nervous and Mental Disease, 181, 1993, pp. 337-44. 481 E. Eich, “Memory for unattended events: Remembering with and without awareness”, Memory & Cognition, 12, 1984, pp. 105-111. P. Graf y G. Mandler, “Activation makes words accessible, but not necessarily more retrievable”, Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 23, 1984, pp. 553-568. W.R. Kunst-Wilson y R.B. Zajonc, “Affective discrimination of stimuli that cannot be recognized”, Science, 207, 1980, pp. 557-558. M.P. McAndrews, E.L. Glisky y D.L. Schacter, “When priming persits: Long-lasting implicit memory for a single episode in amnesic patients”, Neuropsychologia, 25, 1987, pp. 497-506. 482 P. Graf y G. Mandler, op. cit. 483 No nos debe extrañar el sentido atípico de la transferencia de acuerdo a supuestos de un tipo, digamos, racionalistas. Como comenta S. Sutherland, Irracionalidad. El enemigo interior, Madrid, 1996: “Me propongo demostrar que las personas son mucho menos racionales de lo que se suele creer... Voy a demostrar el predominio de la irracionalidad,” ibid., p. 16. De modo más específico: “En definitiva, los efectos de la experiencia previa pueden ser atribuidos erróneamente y cambiar de esta manera la experiencia subjetiva del
yo el ello, supone volver biográfico, en un estado similar a la preconciencia freudiana, lo implícito, relacionándolo con pistas diversas unidas a bases fisiológicas y orgánicas.
Uno de los mensajes importantes de estos descubrimientos es que, pese a que no podamos nunca recordar 'explícitamente' lo que nos ocurrió cuando niños, las experiencias con nuestros cuidadores poseen un poderoso y duradero impacto en nuestros procesos implícitos. Estas experiencias, como hemos visto, involucran nuestras emociones, nuestros comportamientos, nuestras percepciones y nuestros modelos mentales del mundo, de otros y de nosotros mismos.484
estímulo físico, influir en juicios afectivos y hacer que nombres desconocidos parezcan famosos,” L.L. Jacoby, C.M. Kelley y J. Dywan, “Memory Attributions,” H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit., p. 409. 484 D.J. Siegel, “Towards and interpersonal neurobiology of the developing mind: Attachment relationships, “mindsight, and neural integration”, Infant Mental Health Journal, 2001, 22(1-2), p. 74.
2.3.4. Transferencia y niveles de codificación Los trabajos de Willma Bucci explican el fenómeno de la transferencia acudiendo a una serie de niveles de procesamiento. Por un lado habría un nivel subsimbólico que daría cuenta de la estructura cerebral de modo conexionista, basado en la actividad de redes neuronales y en modalidades básicamente sensomotoras. Por encima de estos mecanismos se encontraría un tipo de procesamiento simbólico, similar al de una arquitectura formal como la de von Neumann, basado en imágenes, y otro modelo similar que usaría el lenguaje.485 Mediante un proceso referencial dichos niveles de información se relacionarían, consiguiendo la conversión de información del nivel subsímbolico en imágenes y posteriormente en palabras. De modo similar Horowitz distingue tres modalidades de recuerdo, enactivo, relativo a las expresiones emocionales, en forma de imágenes, y mediante unidades léxicas.486 Damasio también distingue tres formas de conciencia, proto-yo de tipo subsimbólico a falta de objeto, conciencia nuclear que se articularía en forma de imágenes y la conciencia extendida que haría uso del lenguaje.487 Así se podría describir el método de libre asociación utilizado por Freud que permite dicha emergencia simbólica, “...la teoría de código múltiple postula que la finalidad del tratamiento es la reparación de la desconexión y la construcción de nuevas conexiones de elementos no simbólicos hacia elementos simbólicos dentro del sistema no-verbal, y entre representaciones simbólicas no verbales y palabras.”488 La actividad referencial que se lleva a cabo en el análisis reconecta la 485
W. Bucci, Psychoanalysis and cognitive science: A multiple code theory, New York, 1997. M.J. Horowitz, Introduction to Psychodynamics, op. cit. 487 A. R. Damasio, The Feeling of What Happens, op. cit. Panksepp igualmente diferencia entre conciencia primaria, secundaria y terciaria cf. J. Panksepp, “Affective Consciousness: Core emotional feelings in animals and humans”, Consciousness and Cognition, 14, 2005, pp. 30-80. 488 W. Bucci, “The Multiple Code Theory and the Psychoanalytic Process: A Framework Research”, The Annual of Psychoanalysis, 22, 1994, p. 247. 486
multiplicidad de procesamientos subsimbólicos entre ellos y, a su vez, a formas simbólicas, lingüísticas. Otra modalidad simbólica, previa a la referencia al lenguaje, actuaría con bloques (chunks) de modalidades sensoriales en representaciones prototípicas. La actividad referencial también guarda relación con modalidades motoras. Así, los sujetos con mayor capacidad referencial son los que muestran una mayor coordinación de movimientos y gesticulación junto con la expresión de sus emociones. La situación analítica poseería la virtualidad de permitir una nueva codificación a niveles subsimbólicos de información. Mediante la transferencia “...una experiencia
afectiva visceral presimbólica no
compartida
ni regulada
es
transformada en un experiencia afectiva simbólica y regulada, compartida y regulada.”489 Las tareas de aprendizaje declarativo conllevan la activación de las mismas áreas que el aprendizaje implícito (cortex izquierdo prefontral, cortex parietal inferior izquierdo y putamen derecho) y otras áreas adicionales, existiendo un solapamiento básico de ciertos circuitos neurales. De ahí la idea de que la diferencia de la apercepción vendría dada por un activación por encima de un determinado umbral, avalando la teoría de un procesamiento subsimbólico. El
489
A.N. Schore, Affect Regulation and the Origin of the Self, op. cit., p. 466. “El tratamiento psicoanalítico está específicamente diseñado para permitir la activación de antiguos esquemas emocionales con su núcleo afectivo en un contexto interpersonal nuevo en el que pueden ser tolerados, examinados, y reconstruidos, y donde se pueden desarrollar nuevos significados emocionales,” W. Bucci, Psychoanalysis and cognitive science: A multiple code theory, op. cit., p. 204. “Los recuerdos accesibles verbalmente suelen consistir en generalizaciones no específicas de muchas experiencias discretas, con un contenido predominantemente intelectual, cortical, y relativamente no emocional, y están relacionadas primariamente con imaginería auditiva y visual. Sin embargo, estas mismas experiencias se almacenan cotemporáneamente en forma de recuerdos viscerales exteroceptivos e intereoceptivos de experiencias discretas, en las que imágenes sensoriales vívidas constituyen la esencia del proceso mnésico, a menudo sin palabras. Dichos recuerdos son mucho más difíciles de acceder,” L.M. Miller, Neuropsychodynamic Foundations of Psychoanalysis, Nueva York, 1991, p. 235.
inconsciente equivaldría a una serie de esquemas sensimotores sin representación, actuando a un nivel más básico.490 El
procesamiento
subsimbólico
también
afectaría
a
modalidades
de
representación simbólica. Westen y Gabbard comentan491 cómo el modelo conexionista nos puede ayudar a entender los lapsus y discuten el caso de una mujer que salía con un chico mucho más joven que ella y al ser interrogada acerca de la situación respondió “oh it doesn't mother”,492 mostrando cierta activación semántica del término mother que reemplaza al matter de una oración gramaticalmente correcta. Otro ejemplo sería el de un paciente que, tras una interpretación del analista se molesta y exclama con enfando “Esa suposición es inconsciente representación
(sic
inconsistente)”.
fonética
que
Se
poseía
activarían primacía
de
pese
forma a
no
paralela ser
una
adecuada
gramaticalmente. Estos dos aspectos permitieron cierto nivel de activación a nivel representativo o semántico y que surge pese a la gramaticalidad incorrecta o la confusión semántica. Existe evidencia de cómo los esfuerzos por suprimir ciertos pensamientos no hacen sino reforzarlos.493 La intención voluntaria de suprimir un pensamiento o una idea suele causar que ésta sea asociada con los estímulos utilizados como distractores. En el ejemplo tratado por Wegner,494 al ordenar a un grupo de individuos no pensar en osos blancos este pensamiento no hacía sino interferir con otras ideas. Las ideas utilizadas con el fin de distraer la conciencia del pensamiento en osos blancos se 490
J. Piaget, “The affective unconscious and the cognitive unconscious”, Journal of the American Psychoanalytical Association, 21, 1973, pp. 249-261. 491 D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: I. Conflict, Compromise and Conectionism”, Journal of the American Psychaoanlytic Association, 50(1), 2002, p. 176. 492 Relación entre la expresión inglesa 'it doesn't matter' equivalente a 'no tiene importancia', con 'it doesn't mother' en la que el 'matter' es sustituido por 'mother', madre en español. 493 D. Wegner, “You can't always think what you want: Problems in the suppression of unwanted thoughts”, Advances in Experimental Social Psychology, 25, 1992, pp. 193-225. 494 D.M. Wegner, White bears and other unwanted thoughts, Nueva York, 1989.
acaban asociando a este pensamiento –tal como Freud señalase en referencia a la falsa asociación- y se volvían, de esta forma, ineludibles. El procesamiento de estímulos se encuentra constreñido por un problema minimax, la búsqueda de un equilibrio entre precisión y velocidad en el procesamiento, ya que aquello que es procesado de modo veloz y 'sucio' no produce apercepción consciente. “Una forma de conceptualizar el psicoanálisis es como un método de tratamiento que estimula prestar atención consciente a los detalles específicos de la situación interpersonal de la transferencia para poder desarrollar mayor precisión y, en casos de necesidad, ser capaz de generar nuevas categorías de experiencia interpersonal.”495 Ya en su Entwurf de 1895 Freud, de acuerdo con Pribam y Gill, señalaba la importancia de los procesos simbólicos asociados al lenguaje:
En síntesis, hemos esbozado la manera en que el Proyecto presenta al lenguaje como esencial para permitir que los pensamientos se vuelvan conscientes, y para posibilitar una mejor diferenciación entre facilitaciones cogitativas y de realidad, con lo cual el pensamiento puede proceder en la medida de lo posible sin que lo obstaculicen las catexias intencionales ¿No es éste, entonces, el fundamento del insight en la terapia, en que el lenguaje resulta esencial para posibilitar la concienciación de los pensamientos?496
Esta sería en efecto la función del lenguaje como modo simbólico por excelencia, capaz de ligar estados subsimbólicos no catexiados, es decir no ligados, sin representación. Pero qué estados subsimbólicos son los que en el seno del organismo requieren de una representación por su relación con el malestar, el síntoma y patrones inadecuados de relación. Habremos de analizar ahora el peso
495
R. Pally, “II: How the Brain Actively Constructs Perception”, op. cit., p. 1029. K.H. Pribam y M.M. Gill, El “Proyecto” de Freud. Una Introducción a la teoría cognitiva y a la neuropsicología contemporánea, Buenos Aires, 1977, p. 136. 496
de las emociones como estados orgánicos subsimbólicos que actúan bajo la modalidad de automatismos aprendidos y cuya emergencia simbólica permite su elaboración mediante la transferencia.
Figura 2.7. Auguste Rodin - El dolor (1889-1892). El bronze de Rodin, la mujer fundida en la piedra, muestra la relación entre el cuerpo y el dolor; la tristeza, la ansiedad y otras emociones consiguen afectar al cuerpo, lo remiten a un estado de inexpresibilidad, de inefabilidad, y a su vez de desvahimiento, de desintegración.
2.4 Emoción La emoción como factor propiamente cognitivo ha empezado a ganar relevancia en las dos últimas décadas. Si bien la propia ciencia cognitiva posee como interés programático asimilar el funcionamiento del organismo humano a una serie de procesos computables, una de las debilidades de dichas ambiciones es la pertinencia de ciertos factores ‘soft’ en el funcionamiento real de la psique humana. La ubiquidad de la emoción como modo de procesamiento primitivo hace que cada evento conlleve una activación paralela y simultánea de estados emocionales.497 Dichos
estados
emocionales
vienen
recientemente
a incluirse
entre
los
mecanismos cognitivos, refiriéndose, más acertadamente, a procesos de contenido visceral con independencia y primacía con respecto a otros de corte más clásico.498 Los estudios biológicos de la emoción, en conjunción con los llevados a cabo sobre los mecanismos que regulan la memoria, han validado las intuiciones psicoanalíticas que veían la conciencia como un proceso reducido, en comparación con la serie de mecanismos no conscientes que operan en nuestra forma cotidiana de experimentar del mundo. En especial, las emociones como respuestas automáticas profundamente arraigadas en nuestro desarrollo filogenético marcan un sistema autónomo y preferente de comportamiento frente a habilidades
497
D. Westen, G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: II. Implications for theories of Transference,” op. cit., pp. 104-105. “Contrariamente a la opinión científica tradicional, los sentimientos son tan cognitivos como otras percepciones,” A.R. Damasio, op. cit., p. 12. “La separación artificial de la cognición del resto de la mente fue muy útil en los primeros días de la ciencia cognitiva y ayudó a establecer una nueva aproximación a la mente. Pero ahora es tiempo de poner a la cognición de nuevo en su contexto mental, de reunir cognición y emoción en la mente. Las mentes poseen pensamientos así como emociones y el estudio de cualquiera sin el otro no será nunca satisfactorio,” J.E. Ledoux, op. cit., p. 39. “La psicología cognitiva ha vivido durante varias décadas esencialmente sin afecto, de acuerdo con su tarea específica de explicar el pensamiento de modo desapegado (cool). Los trabajos de este simposio nos recuerdan las importantes interacciones entre afecto y pensamiento que son características de la mayoría de las situaciones de la vida real,” H.A. Simon, “Conclusion”, M.S. Clark y S.T. Fiske (eds.), Affect and Cognition, The Seventeenth Annual Carnegie Symposium on Cognition, 1982, Nueva Jersey, p. 342. 498 R. Zajonc, “Feeling and Thinking: Preferences need no inferences,” American Psychologist, 35, 1980, pp. 151-175. R.B. Zajonc, “On the Primacy of Affect,” American Psychologist, 39, 1984, pp. 117-123.
cognitivas aparentemente superiores, y que clásicamente han despertado más interés entre investigadores y filósofos.499 El hecho de que la experiencia emotiva esté directamente relacionada con el cuerpo, su carácter naturalmente incorporado (embodied), ha sido también señalado, por ejemplo, en la activación de vísceras.500 No resultan extrañas las respuestas tan comunes ante la tensión y su influencia en el aparato digestivo, cuando ‘los nervios bajan al estómago’. Si bien la emoción va ligada al cuerpo, también cumple funciones cognitivas de procesamiento inferior, a modo de respuestas autónomas y automáticas. La activación cerebral de las áreas encargadas de la codificación emocional es correlativa a la activación de áreas del cerebro cuya función sería la representación o regulación de estados fisiológicos del organismo.501 Los marcadores somáticos, propuestos por Damasio, muestran la imbricación del cuerpo en el sentimiento, conectados mediante un cálculo de expectativas; así la respuesta fisiológica vendría unida a la atención y la memoria.502 Esta noción es útil para entender un síntoma como representación anticipada de una posible situación de displacer con estatuto fisiológico. Así, la transferencia habría de actuar
499
Así “la psicoterapia es interpretada como un proceso mediante el cual nuestro neocortex aprende a ejercer control sobre sistemas evolutivamente antiguos,” J.E. Ledoux, op. cit., p. 21. 500 S. Schachter y J. Singer, “Cognitive, social and psychological determinants of emotional state”, Psychological Review, 63, 1962, pp. 379-399. 501 A.R. Damasio, T.J. Grabowski, A. Bechara, H. Damasio, L.L.B. Ponto, J. Parvizi y R.D. Hichwa, “Subcortical and cortical brain activity during the feeling of self-generated emotions”, Nature Neuroscience 3(10), 2000, pp. 1049-1056. En concreto en el análisis realizado por este grupo de investigadores mediante PET, se observaron en el estudio de las emociones de miedo, tristeza, alegría y enfado, la activación de áreas, “...por ejemplo, el cortex cingular, el cortex secundario somatosensorial, el cortex cingulado, núcleos del tegmento del tallo cerebral e hipotálamo. Estas regiones comparten una característica básica en tanto todos son recipientes directos o indirectos del medio interno, las vísceras y el medio musculoesquelético. Aparte, algunas de estas regiones, en concreto, algunos núcleos del tallo cerebral, el hipotálamo y subsectores de la ínsula y el cingulado tamién generan señales regulatorias necesarias para mantener la homeostasis,” ibid., p. 1051. Cada emoción seguiría unos patrones neuronales de activación diferentes produciendo la sensación subjetiva asociada a dicha emoción. 502 A.R. Damasio, op. cit. pp. 165 y ss.
deshaciendo los marcadores somáticos que anticipan respuestas en relación con la experiencia. En este sentido las
emociones
nos
sobrevienen,
son
impensadas.
Su
activación fisiológica no siempre viene acompañada de reconocimiento simbólico. Estudios realizados con mujeres a las que se les presentaba un video erótico señalan cómo aquéllas que según una serie de pruebas acerca de su grado de culpabilidad sexual puntuaban más alto, obtenían respuestas fisiológicas excitatorias mayores ante la presentación del vídeo que aquéllas que mostraban un menor grado de culpabilidad.503 Experiencias similares con sujetos homófobos muestran la discordancia entre la respuesta fisiológica y la representación subjetiva. La represión freudiana no sólo se ve así avalada, sino que es puesta en relación a nivel neuronal como auténtica alteración fisiológica del hipocampo, en parte responsable de activar la memoria declarativa a largo plazo, que se ve afectada por la poda neuronal.504 Las emociones supondrían evolutivamente la preparación para cierto tipo de acción, poseerían valor biológico.505 La rapidez con que se producen este tipo de respuestas también apoya la tesis de que la categorización, como proceso cognitivo, conlleva la acción en el propio acto perceptivo, poseyendo la forma de automatismo. “Los sistemas de procesamiento emocional... tienden a usar la representación mínima posible del estímulo para activar los sistemas de control de
503
P.J. Morokoff, “Effects of sex guilt, repression, sexual "arousability," and sexual experience on female sexual arousal during erotica and fantasy”, Journal of Personality and Social Psychology, 49, 1985, pp. 177-187. 504 Eric Kandel muestra cómo las situaciones de separación del niño de la madre produce glucocorticoides que afectan al hipocampo, una de las pocas áreas del cerebro que posee dos tipos de receptores de esta sustancia. La exposición contínua a dicho neurotransmisor conlleva a la larga una atrofia en las neuronas en el hipocampo y probablemente la pérdida en la memoria a largo plazo. Cf. E.R. Kandel, “Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry revisited”, American Journal of Psychiatry 156(4), 1999. 505 Cf. P. Ekman, “Basic Emotions”, T. Dalgleish y M. Power (eds.), Handbook of Cognition and Emotion. Sussex, 1999.
respuesta emocional...”506 Así categorización y percepción vendrían a converger como funciones cognitivas bajo la tutela de una función inferior como es el caso del sistema emocional. En este sentido, la terapia habría de suponer una 'experiencia emocional correctiva'.507 Las experiencias emocionales primeras obtienen una inscripción orgánica que limita las respuestas posteriores, basadas en cierta estructura neuroanatómica. Las experiencias del niño con sus padres o cuidadores contribuyen al desarrollo de redes encargadas de relacionar el hipotálamo, el córtex orbito-frontal, y las regiones con gran número de neuronas dopaminérgicas, encargadas ed la motivación y el comportamiento, en especial en el hemisferio derecho, predominante en su rol afectivo.508 El medio en que el niño crece es básicamente social en la medida en que la madre media entre las relaciones del éste con su ambiente. Dicho desarrollo de modos de interacción con el medio viene acompañado de nuevas estructuras corticales que se desarrollan simultáneamente y que perfilan las modalidades de interacción y de activación asimiladas. El desarrollo ontogenético produce así funciones autoregulatorias. Una división anatómica del cerebro nos llevaría a reseñar las siguientes regiones implicadas en las emociones. Por un lado, el hipotálamo actuaría como sede del impulso de las emociones, cercano al concepto psicoanalítico de pulsión o ello. Es la primera estructura en desarrollarse y no posee una proyección de información, un sistema de retroalimentación con el medio, con lo que se rige por el principio de placer. Su misión es obtener cierto nivel homeostático y evitar la 506
J.E. Ledoux, “Emotion and the brain”, Journal of NIH Research, 3, 1991, p. 50. F. Alexander, Psychoanalysis and Psychotherapy, Nueva York, 1956. 508 A. Schore, Affect Regulation and the Origins of the Self. The Neurobiology of Affective Development, Hillsdale, 1994. 507
excitación excesiva, aunque no puede por sí solo descargar tensión. La amígdala se encargaría de modular la función del hipotálamo. Por su lado, el hipocampo estaría encargado de nivelar el nivel de excitación adecuado para mantener la atención en un estado de alerta que no pase ni por el sueño ni por la ansiedad. Por último el septum contrarresta las respuestas de la amígdala; su lesión supone una búsqueda constante de contacto físico y social. Así la amígdala favorecería el comportamiento social, y el septum pondría límites a éste. La amígdala, que se desarrolla con anterioridad al septum, permite de hecho la profunda ligazón emocional con el cuidador.509 De especial relevancia para el desarrollo de una capacidad de regulación emocional es la maduración del cortex prefrontal derecho, una estructura implicada en supervisar el estado interno y visceral del organismo y, en concreto, del cortex orbitofrontal, zona inhibitoria que regula la presión sanguínea, la respiración, la motilidad gástrica o la circulación. La expresión genética del cortex prefrontal en su mayor parte sucede tras el nacimiento en función del medio.510 Al poseer conexiones directas con hipotálamo, amígdala y tallo cerebral surge como zona de convergencia de un sistema que organiza estados inferiores de relación entre mente y cuerpo. Precisamente la función de la madre durante los primeros años es la regulación de situaciones estresantes para el neonato, influyendo decisivamente en 509
R. Joseph, “The Limbic System: Emotion, Laterality, and Unconscious Mind”, The Psychoanalytic Review, 79, 1992, pp. 405-456. La sexualidad como función posee relaciones cercanas con las áreas límbicas del cerebro (amígdala, hipotálamo y septum) que se desarrollaron filogenéticamente con anterioridad a áreas corticales y también poseen primacía ontogenética. Los traumas de este tipo producen anormalidades en dichas áreas con efectos comportamentales. De hecho estas áreas están encargadas de la regulación homeostática del cuerpo en relación con estímulos externos encargados, en primera instancia, de regular estados afectivos. No es de extrañar por tanto que Freud se fijase en la sexualidad en referencia a los desórdenes que encontraba en sus pacientes histéricas. R. Joseph, “The neuropsychology of development: Hemispheric laterality, limbic language, and the origin of thought”, Journal of Clinical Psychology, 44, 1982, pp. 4-33. 510 E. Howard, “DNA content of rodent brains during brain maturation and aging, and autoradiography of postnantal synthesis in monkey brain”, Progress in Brain Research, 40, 1973, pp. 91-113.
la
forma
en
que
éste
posteriormente
alcance
ciertas
modalidades
de
autoregulación emocional, fundamentales en su constitución, y la maduración de las
estructuras
cerebrales
correspondientes.
Diversas
formas
de
ligazón
(attachment) producen diversas modalidades de adaptación al medio con su correlato neuronal. En especial el espacio que va de los 10-12 meses a los 16-18 resulta crítico en la maduración del cortex prefrontal y la habilidad en la regulación afectiva, lo que Schore denomina el 'período de práctica'.
Así la asunción teórica básica subyacente a los últimos modelos psicoanalíticos del desarrollo socioemocional temprano es de hecho similar, si no idéntica, a la conceptualización de los neurocientíficos del desarrollo previamente bosquejada, que el crecimiento de estructuras en un período crítico que provee con funciones autoregulatorias está profundamente influido por las fuerzas ambientales sociales post-natales.511 Al nacer el niño basa su actuación en las estructuras subcorticales que le están disponibles, no pudiendo asimilar las excitaciones a que se ve expuesto a falta de una estructura madura de regulación como el cortex prefrontal, lo que supone un cierto desequilibrio, una falta de modulación que es ejercida de forma externa por sus cuidadores, evitando ciertos estímulos o tranquilizándolo. Durante la infancia se desarrollan los circuitos que unen el cortex prefrontal con las estructuras subcorticales. “Al proveer con estimulación socioafectiva bien modulada, la madre facilita el crecimiento de conexiones entre estructuras límbicas corticales y límbicas subcorticales que median neurobiológiamente con las funciones autoregulatorias.”512 La seguridad de ligazón conlleva que las irrupciones en la homeostasis se regularán. A su vez, la incapacidad de regulación, de incorporación de una regulación interna, aparece relacionada con posteriores 511 512
A.N. Schore, Affect regulation and the Emergence of the Self, Hilldale, 1994., op. cit., p. 27. Ibid., op. cit., p. 33.
problemas de adicción, la búsqueda externa del objeto que regule los desequilibrios internos, de 'reguladores auxiliares'.513 En esta fase surge la sintonización (attunement) con expresiones faciales de la madre por parte del recién nacido. La resonancia resulta fundamental, permitiendo aprender a regular la cantidad de estimulación y a tolerar estados emocionales de hiperexcitación, consiguiendo su modulación. Esta sintonía experimentada por el niño y la madre produce acoplamientos y sincronizaciones que provocan estados emocionales positivos producidos por neuropéptidos, opioides y endorfinas, proveyendo con un repertorio comunicacional de señales emocionales antes del desarrollo del lenguaje. De acuerdo con Schore toda psicopatología proviene de una incapacidad de autoregulación emocional. La incapacidad de compenetración con la madre implica una falta de adecuación del niño con sus respuestas subcorticales. El cuidador, en su interacción con el niño, promueve la creación y desaparición de conexiones orbitofrontales-límbicas. El crecimiento no sólo supone la estabilización de nuevas conexiones, sino también la poda neuronal y su reorganización. Tras el período de práctica se añade otro sentimiento al repertorio del niño, el sentimiento de vergüenza, actuando como inhibidor de ciertas respuestas. Éste se encargaría de eliminar el exceso de axones dopaminérgicos mesocorticales y estimularía la expansión del circuito límbico tegmental lateral.
514
El sentimiento de
vergüenza promueve la regulación de las relaciones con el medio y las posibilidades de cambio y adaptación; así se configuran dos circuitos (simpático513
Tal como señala Levin “...la pérdida de objeto conlleva la estructura mental,” F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, Madison, 2003, p. 51. 514 “La transformación resultante de un circuito límbico único en uno dual define la maduración final del cortex frontolímbico,” A.N. Schore, op. cit., p. 259. “Patrones frontolímbicos simpatéticos dominantes y parasimpatéticos dominantes podrían subyacer relativamente a psicopatologías del desarrollo subcontroladas o sobrecontroladas...” ibid., p. 278.
parasimpático). “El cuidador influye en la parcelación de los dos circuitos límbicos en el cortex orbitofrontal que madura y, por ello, el equilibrio entre excitacióninhibición permanente (autónoma) de su sistema regulatorio prefrontolímbico.”515 El neurotransmisor dopamina sería el encargado en la vertiente ventral tegmental de las respuestas excitatorias, mientras que la noradrenalina, en la vertiente lateral tegmental, estaría relacionado con las respuestas límbicas inhibitorias. Desde un punto de vista psicológico la idea de actitud (attitude) a la hora de codificar un recuerdo permite explicar la desigual pregnancia de los estímulos a la hora de ser recordados, sería el referente de la atención en los procesos sensoriales. ¿Qué hace que nuestra atención se centre en ciertos objetos antes que en otros? Estas preguntas nos remiten a lo interesante que pueda ser un estímulo, cuán novedoso o excitante nos resulte, en definitiva, a nuestra motivación.516 La influencia de los estados emocionales en la memoria no revierte sólo en la atención, la evidencia parece sugerir que estos estados poseen efectos sobre la memoria que van más allá de la simple focalización de la atención. Así, McGaugh, desde una perspectiva neurocientífica, analiza los efectos de la secreción de epinefrina y la activación de circuitos en la amígdala y otros sitios activados por ésta, y concluye que dicha activación contribuye a su regulación y a los niveles de retención de la memoria a largo plazo.517 Desde los estudios de Gray se viene entendiendo cierta relación fundamental entre la ansiedad y el circuito límbico.518 De hecho parece que mientras las respuestas relacionadas con el miedo estarían 515
Ibid., p. 282. Para una visión sinóptica de este tema se puede acudir a M.D. Lechman, S.J. Ceci y P.A. Ornstein, “The Influence of Affect on Memory: Mechanism and Development”, S.-A. Christianson, op. cit. En este artículo los autores hablan de una auténtica sinergia entre afecto y memoria que los relaciona de forma bidireccional. 517 J.L. McGaugh, “Affect, neuromodulatory systems, and memory storage”, S.-A. Christianson, op. cit.. 518 J.A. Gray, The neuropsychology of anxiety: an enquiry in to the functions of the septo-hippocampal system, Oxford, 1982. 516
fundadas en la actividad de la amígdala, la ansiedad tendría su sustrato neural en una parte del hipocampo, la sección ventral.519 A su vez otra área del hipocampo estaría relacionada con la memoria episódica o autobiográfica. Como vemos y Freud intuyó, una variedad de influencias afectivas influyen en la formación de un juicio por debajo del umbral de la conciencia, poseyendo características aditivas similares a las procesadas de forma consciente.520 Las emociones, bajo los umbrales de la conciencia, activada subsimbólicamente, influirían en nuestras decisiones y en nuestro comportamiento. Hay autores que incluso sostienen la existencia de un sistema de recuerdos emocionales diferenciado de otro tipo de recuerdos.521 Hasta qué punto esta memoria emocional se solapa con las características y funciones de la memoria implícita es uno de los aspectos claves en esta discusión. Los pacientes amnésicos de Claparède, objetos de un condicionamiento simple, “...sienten una emoción debido a lo que han experimentado previamente, incluso aunque no recuerdan nada de dicha experiencia.”522 La emoción resulta de una programación que poco dista de la de otros procesos y funciones mentales. De forma más reciente también se ha comprobado el efecto observado por Claparède. Las reacciones emocionales pueden ser enseñadas sin conciencia por 519
D.M. Bannerman, J.N.P. Rawlins, S.B. McHugh, R.M.J. Deacon, B.K. Yee, T. Bast, W.N. Zhang, H.H.J. Pothuizen y J. Feldon, “Regional dissociations within the hippocampus- memory and anxiety”, Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 28, 2004, pp. 273-283. 520 S.T. Murphy, J.L. Monahan y R. Zajonc, “Additivity of nonconscious affect: Combined effects of priming and exposure”, Journal of Personality and Social Psychology, 69, 1995, pp. 589-602. Cf. Murphy, S. T. y R. Zajonc, “Affect, cognition, and awareness: Affective priming with optimal and suboptimal stimulus exposures”, Journal of Personality and Social Psychology, 64, 1993, pp. 723-739. 521 H. Leventhal, “A perceptual-motor theory of emotion”, K.R. Scherer y P. Ekman (eds.), Approaches to Emotion, Nueva Jersey, 1984, o S.-A. Christianson, “Remembering Emotional Events: Potential Mechanisms”, S.-A. Christianson (ed.), op. cit., R.B. Zajonc, “On the primacy of affect”, op. cit. 522 B.A. Tobias, J.F. Kihlstrom y D.L. Schachter, “Emotion and Implicit Memory”, S.-A. Christianson (ed.), op. cit., p. 85. Y curiosamente acaba el artículo refiriéndose a Freud: “Donde Freud se refería con recuerdos inconscientes (o reprimidos), nosotros podemos sustituirlos por implícitos. Si una amplia variedad de síntomas patológicos, no sólo reacciones emocionales, pueden reflejar la memoria implícita, estamos provistos de una nueva forma de integrar las intuiciones psicodinámicas con la teoría psicológica contemporánea, particularmente con respecto a la estructura de la memoria,” ibid., p. 86.
parte del sujeto.523 En un estudio llevado a cabo por Rosenberg524 una serie de sujetos fueron objeto de hipnosis e inducidos a un cambio de actitud emocional que produjo importantes cambios en aspectos cognitivos, mostrando cómo una alteración del procesamiento afectivo tiende a influir en mayor modo sobre la cognición que viceversa. Desde otras perspectivas se insiste también en la primacía procesal de las emociones. Los estudios de Brewer525 muestran una correlación entre la emoción producida por un evento y la fuerza de ese recuerdo. Las situaciones emotivas hacen que el individuo se centre en la característica fundamental del evento y deje de un lado los aspectos accesorios o periféricos,526 permitiendo la repetición de viejas tendencias, respondiendo de modo idéntico ante situaciones que sólo guardan una cierta similitud con dicho evento. Así también sugiere el estudio de F. Heuer y D. Reisberg.527 Según estos investigadores, la presencia de cierta intensidad emocional (medida a través de respuestas fisiológicas tales como la conductividad cutánea o el pulso cardíaco) produciría la retención y acentuación del estímulo central y la ausencia de codificación de los detalles circundantes o bien una codificación más pobre e inflexible. La referencia a 'otro' en las emociones puede colegirse de la existencia de las reglas de mostración (display rules) estudiadas por P. Ekman.528 Éstas señalan la inhibición de ciertas respuestas autónomas de la expresión facial relacionadas con 523
M.P. Zanna, C.A. Kiesler y P.A. Pilkonis, “Positive and negative attitudinal affects established by classical conditioning”, Journal of Personality and Social Psychology, 14, 1970, pp. 321-328. 524 M.J. Rosenberg, “Cognitive Structure and attitudinal affect”, Journal of Abnormal and Social Psychology, 36, 1978, pp. 1101-1106. 525 W.F. Brewer, “Memory for randomly sampled autobiographical events”, U. Neisser y E. Winograd (eds.), Remembering reconsidered: Ecological and traditional approaches to the study of memory, Nueva York, 1988. 526 S.A. Christianson y E.F. Loftus, “Remembering Emotional Events: The fate of detail information”, Cognition and Emotion, 5, 1991, pp. 81-108. 527 F. Heuer y D. Reisberg, “Emotion, Arousal and Memory for Detail”, S.-A. Chistianson, op. cit. 528 P. Ekman, “Shall we call it Expression or Communication?”, Innovations in Social Science Research, 10(4), 1997, pp. 333-344.
emociones en contextos culturales y sociales diversos. Subraya, por ejemplo, el caso de experimentos llevados a cabo en Japón, donde el respeto por la autoridad de un superior impone la restricción de señales autónomas faciales de desagrado, y cómo éste hábito, basado en cierto ideal, tiende a extenderse a situaciones en el que esa autoridad está ausente. De alguna forma se interioriza un patrón inhibitorio de una conducta automática. El modelo ideado por Lechman, Ceci y Ornstein nos permite observar cómo, a la hora de procesar un estímulo, se ponen en marcha dos procesos, uno de reconocimiento característico (tamaño, color, brillo, forma) y, a su vez, simultáneamente, se activaría uno de búsqueda de respuestas emotivas correctas ante dicho estímulo.529 Este procesamiento separado permite la disociación cuando la integración de ambas características no tiene lugar, y representación y emoción no concurren en la experiencia del sujeto. De hecho los eventos con mayor carga emocional no sólo son los que más fácilmente se guardan y codifican, son también las pistas más aptas para producir la rememoración. Las emociones 'canalizan' recuerdos, por un lado, los hacen más o menos fuertes e invasivos; por otro, refuerzan algunos de sus aspectos. Las emociones parecen ser un mecanismo de reconocimiento interno más fundamental que el cognitivo, sirviéndonos como pista contextual interna a la hora de recuperar información. Al igual que la memoria implícita, las reacciones emocionales son más rápidas y poseen mecanismos de activación subsimbólicos como la liberación de hormonas, con primacía no sólo filogenética, sino ontogenética. La importancia evolutiva de las emociones como mecanismos
529
“Tanto las características cognitivo-perceptuales como las afectivas son posteriormente integradas en una sola señal que se mantiene intacta en el proceso de codificación.” M.D. Lechman, S.J. Ceci y P.A. Ornstein, op. cit., p. 192.
rápidos de integración de información del medioambiente y de repuesta estaría relacionada con la supervivencia del individuo que dependería de este grado de adaptación. Quizás por ello los desarreglos emocionales posean una repercusión general en el organismo individual. Así afirma J.E. Ledoux la primacía del circuito emocional, así como su carácter, más que implícito, inconsciente.530 La amígdala, como centro regulador de las emociones y también de ciertos comportamientos sociales en primates, ha sido objeto de atención en el procesamiento emocional, en especial la desconexión entre los aspectos sensorial y motivacional del estímulo.531 La amígdala es conocida como centro procesal de las emociones, recibiendo información de las estructuras relacionadas con el procesamiento de estímulos sensoriales, neocortex y tálamo. LeDoux ve en la amígdala la ‘extensión’ del proceso sensorial primario; de nuevo percepción, categorización y emoción estarían originariamente interconectadas para posibilitar una respuesta comportamental rápida.
530
J.E. Ledoux, “Emotion as memory: Anatomical systems underlying indelible neural traces”, S.-A. Christianson, op. cit. Así sostiene que “...el procesamiento emocional precede la experiencia consciente. El procesamiento emocional que precede a la experiencia emocional consciente ha de ser, por definición, inconsciente,” op. cit., p. 273. Según el mismo autor el inconsciente, no obstante, estaría también regido por un sistema computacional similar al consciente, “Las computaciones inconscientes pueden dar cuenta de buena parte de la expresión comportamental y autonómica de la emoción, pero pueden también subyacer a la representación de la emoción en la conciencia. Por ello, pese a que no podemos descartar un posible papel de la conciencia en la generación de la emoción, no necesitamos ya depender de la conciencia para explicar el comportamiento y la memoria emocional,” op. cit., p. 274. Cf. J.F. Kihlstrom, “The cognitive unconscious”, op. cit., o R. Jackendoff, Consciousness and the computational mind, Cambridge, 1987. 531 N. Geschwind, “The disconnection syndromes in animal and man. Part I”, Brain, 88, 1965, pp. 237-294. Cf. J. Aggleton, The Amygdala, Nueva York, 1992.
Figura 2.8. Diversos circuitos de procesamiento emocional. “Las diversas interacciones neurales que caracterizan todos los principales sistemas emocionales del cerebro: (1) Diversos estímulos sensoriales pueden acceder incondicionalmente a los sistemas emocionales; (2) los sistemas emocionales pueden generar output motor instintivo, así como (3) modular inputs sensoriales. (4) Los sistemas emocionales poseen componentes de feedback positivo que pueden sostener la excitación emocional después de que los eventos precipitantes han pasado. (5) Estos sistemas pueden ser modulados por inputs cognitivos y (6) pueden modificar y canalizar actividades cognitivas. Asimismo, el importante criterio de que sistemas emocionales crean estados afectivos no aparece reflejado, pero se asume que la excitación del circuito ejecutivo para cada emoción es una condición necesaria para obtener los estados de sentimientos activados en el cerebro, quizás interactuando con otros cicuitos cerebrales para la autorepresentación, como aquellos que parecen existir en los circuitos del cerebro medio, los circuitos periacueductales y tectal profundos, que interactúan con los sistemas corticales frontales.” [Fuente: J. Panksepp, Affective Neuroscience. The Foundations of Human and Animal Emotions, 1998, Oxford, p. 48].
La idea de disociación muestra cómo el recuerdo de determinado suceso emocional no requiere la rememoración del suceso mismo, su representación consciente. Por el contrario el elemento emocional puede darse disociado y producir cierto estado de activación mediante mecanismos implícitos. Así se entendía desde Freud la represión y la formación del inconsciente, algo que actúa sin pista reconocible, sin conciencia, y por ello permanece inalterable, fuera del control del sujeto. Asimismo se ha mostrado la existencia de amnesia funcional en casos de traumas
(violaciones,
abusos...)
en
los
que
sólo
se
recuerdan
partes
aparentemente irrelevantes del suceso traumático, pero con su carga emocional
completa.532 Los casos relatados de estrés postraumático producen lo que se denomina una sobrereacción ante estímulos aparentemente inofensivos que guardan relación con la experiencia traumática. El trauma como evento robusto confluye con otros eventos extremadamente positivos o negativos que son más fácilmente recordados. No obstante, estos recuerdos, precisamente por su primacía, pueden ser activados de forma implícita, ya que al producir una sobreexcitación del hipotálamo, en la base de los procesos de ansiedad,
su respuesta es inhibida disociando el estímulo, eliminando la
representación que lo provocó y limitando la capacidad de acceder a la reacción emocional asociada. Las conclusiones de Fiske son cómo, por un lado, representamos a los otros como instancias de categorías y, por otro lado, el afecto resulta ser un atributo de dicha categorización.533 La primacía procesal de los sentimiento se atribuye a su generalidad, que lo vuelve menos asible; tiñe la situación, pero sin una representación simbólica concreta.534
...las emociones son realmente lo que unen nuestra narrativas autobiográficas con nuestro concepto de yo. Es el tono y la textura emocional de un evento lo que le da un significado personal que mueve la narración más allá de una historia interesante 532
S.-A. Christianson y L.-G. Nilsson, “Functional amnesia as induced by a psychological trauma”, Memory&Cognition, 12, 1984, pp. 142-155, y id., “Hysterical amnesia: A case of aversively motivated isolation of memory”, T. Archer y L.-G. Nilsson, Perspectives on aversively motivated behavior, Nueva Jersey, 1989. En este último los autores comentan el caso de C.M., objeto de violación durante su paseo que le produce un estado amnésico. El estímulo de los ladrillos del sitio en que es violada le produce una excitación especial, sin poder asociar dicho estímulo con el hecho con el que se relaciona, el de su abuso. 533 “El recuerdo traumático puede ser recordado como si fuese la experiencia de un otro. Así la persona puede vincular la experiencia de tal forma que activa la emoción en el oyente, mientras que el hablante se mantiene tranquilo de forma innatural,” S.T. Fiske, “Schema-triggered Affect: Applications to Social Perception”, M.S. Clark y S.T. Fiske (eds.), op. cit., p. 56. La autora asume la idea de esquemas de Bartlett, en tanto “organización activa de experiencias pasadas que ha siempre de suponerse operante en cualquier respuesta orgánica bien adaptada,” ibid., p. 60. 534 “De todos los múltiples niveles en los que puede ser codificado un evento, los niveles que poseen mayor afecto son los más generales, porque los evalúan comportamientos de acuerdo con criterios de más largo alcance. Si uno se siente trastornado por cualquier razón, uno tenderá a codificar preferiblemente el aspecto afectivamente significativo de la situación,” J.M.G. Williams, op. cit., p. 470
a una autodefinidora. De hecho, al elegir emociones particulares en que fijarnos al discutir el pasado, el narrador transmite información sobre los aspectos más duraderos de su personalidad.535
Mientras más autoconsciente es el sujeto más amplificará cualquier experiencia, siendo más susceptible a irrupciones externas.536 El simple hecho de compartir la experiencia posee un valor indiscutible, tal y como demuestra la correlación entre la expresión de la emoción y la longevidad en pacientes con cáncer terminal.537 La exteriorización verbal de situaciones conflictivas, si bien produce excitación, evita que dicha excitación inhibida cree estados de ansiedad generalizados.538 Así, en pacientes que sufren de ansiedad, la presencia de un determinado estímulo, ambiguo por desconocido, consigue producir ansiedad, de acuerdo con la congruencia afectiva.539 Un sujeto ansioso, a la hora de percibir un estímulo, mostrará una inclinación a entender éste como fuente de ansiedad, con su modo idiosincrásico de experimentar cierto tipo de eventos en función de su experiencia.
535
R. Fivush, “Gendered Narratives: Elaboration, Structure, and Emotion in Parent-Child Reminiscing Across the Preschool Years”, Ch. P. Thompson et al. (eds.), op. cit., p. 91. 536 M.F. Scheier y Ch. S. Carver, “Cognition, Affect, and Self-regulation”, M.S. Clark y S.T. Fiske (eds.), op. cit. 537 D. Spiegel, J.H. Bloom, H.C. Kramer y E. Gottheil, “Effects of psychosocial treatment of patients with metastatic breast cancer,” Lancet, 2, 1989, 888-891. En este estudio se muestra como en un grupo de mujeres con cáncer de mama, aquéllas que eran animadas a compartir sus emociones en la terapia vivían un año y medio más de media que las no asignadas a terapia. Estudios de similar naturaleza son los realizados por Pennebaker y sus colaboradores, cf. J.W. Pennebaker, S. Barger y J. Tiebout, “Disclosure of traumas and health among Holocaust survivers”, Psychosomatic Medicine, 51, 1989, pp. 577-589 o J.W Pennebaker, J. Kiecolt-Glaser y R. Glaser, “Disclosure of traumas and immune function: Health implications for psychotherapy”, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 56, 1988, pp. 239-245. Más recientemente A.E. Kelly, “Revealing personal secrets”, Current Directions in Psychological Science, 8(4) 1999, pp. 105–109. T.D. Eells, “Can therapy affect physical health?”, Journal of Psychotherapy Practice and Research, 9, 2000, pp. 100–104. 538 C. Hughes, C. Uhlmann y J. Pennebaker, “The body's response to processing emotional trauma: Linking verbal text with autonomic activity”, Journal of Personality, 62, 1994, pp. 565-585. Acerca del tema de la represión dentro de un paradigma disociativo señala Erdelyi, “Ninguno de los cuatro hechos críticos en sí mismos están en duda en la psicología experimental: (a) que haya un rechazo selectivo de la información de la apercepción; (b) que se tienda a evitar estímulos aversivos; (c) que los organismos tiendan a defenderse del dolor; (d) que muchos procesos psicológicos ocurren fuera de la apercepción. Todos estos hechos, independientemente, no son objeto de disputa, lo que se disputa, y no ha sido probado experimentalmente, es el hecho conjunto, esto es, todos los componentes integrados en un hecho de mayor nivel,” op. cit., p. 259. 539 M.W. Eysenck y K. Mogg, “Clinical anxiety, trait anxiety, and memory bias”, S.-A. Christianson, op. cit.
En este sentido, la amígdala y el hipocampo contribuirían de forma diversa en la producción de respuestas ansiogénicas. El miedo vendría dado por la actividad de la amígdala y estaría relacionado con estímulos condicionados, mientras que la ansiedad (hipocampo ventral) surgiría en situaciones aversivas de tipo más difuso.540 El modelo freudiano de condicionamiento no difiere en gran medida del conductista. Un estímulo aleatorio es asociado a un estímulo incondicionado Especialmente relevante, a la hora de dar cuenta del tipo especial de aprendizaje que supone la transferencia, es relacionarlo con su capacidad de modificar respuestas emocionales. Los estudios de LeDoux con respecto al miedo muestran cómo los estímulos, tras ser procesados en el tálamo, sede de los centros sensoriales, pasan, a modo de información emocional, a la amígdala, que se encarga de generar una respuesta endocrina. Esta información es procesada por los centros corticales encargados de la memoria de trabajo (working memory), siendo allí integrada con la información de los centros talámicos sobre el estímulo productor del miedo. Todo este proceso es el que genera la experiencia fenomenológica del miedo.
540
Se reunen así los datos de J. O’Keefe y L. Nadel, op. cit., y J.A. Gray, op. cit.
CS
UCS
UCR
s
R
s
R Consciente
S
Inconsciente
Gráfico 2.2. Relación entre estímulos y respuestas. En el primer caso se esquematiza un condicionamiento clásico en el que el estímulo condicionado guarda cieta correlación con el estímulo incondicionado, que a su vez produce una respuesta incondicionada. En el segundo esquema se muestra el resultado de que un estímulo aparentemente inócuo produce una respuesta mucho más importante debido al reforzamiento ocurrido anteriormente. La propuesta de Freud la encontramos en el tercer esquema. Habremos de buscar el estímulo que realmente produjo la asociación entre el estímulo y la respuesta, y este se encuentra bajo la frontera de la conciencia, reprimido, para evitar su contenido traumático. [Adaptado de: M.H. Erdelyi, Psychoanalysis. Freud's Cognitive Psychology, Nueva York, 1984, pp. 48-49].
¿Cuándo surge el miedo incontrolable, que no responde a ningún estímulo reconocible por el sujeto, tan clásico de las fobias? Cuando una desconexión entre el tálamo y el córtex impide que el estímulo sea representado en la working memory en cuyo caso tendremos una respuesta fisiológica sin representación alguna, la emoción es un indicador de una representación implícita disociada. Precisamente la que Freud intentaba restablecer por medio de su terapia. Al producirse de forma más rápida el procesamiento del contenido emocional que el cognitivo, se impide que dicho procesamiento talámico sea representado en la working memory, para evitar una sobreexcitación, que retroalimentaría a su vez la respuesta endocrina de la amígdala. Este mecanismo traduce el concepto de represión psicoanalítica. Otra posibilidad apuntada y que auspicia la idea de la creación del inconsciente frente a la metáfora arqueológica, es el caso en que un determinado evento con una respuesta emocional asociada no está simbolizado, por
faltar la correspondiente representación en el registro consciente. La terapia habría de actuar supliendo la 'falta de inscripción simbólica'.541 Las experiencias traumáticas, al almacenarse en la memoria sensomotora y afectiva, evitan la activación del neocortex, distorsionando el juicio y la experiencia, así como la representación semántica, lo que le otorga al síntoma su carácter repetitivo. El trauma queda así fuera de la apercepción subjetiva debido a su estimulación excesiva. Un caso claro acerca del recorrido doble (emocional y cognitivo) de la experiencia y su posterior codificación es el del experimento llevado a cabo sobre cuatro sujetos con condiciones diversas con respecto a su amígdala y córtex mediante un estímulo incondicionado.542 Mientras que un sujeto sin lesión alguna en amígdala e hipocampo reaccionaba pudiendo recordar el estímulo, así como respondiendo con una reacción emocional aprendida (C), en el caso de lesión en la amígdala no se produce la respuesta emocional correspondiente (A), mientras que en el caso de la lesión en el hipocampo se inhibe la producción del recuerdo (B). Este estudio confirma la hipótesis de que la reacción emocional y el recuerdo del evento que la dispara son procesados de forma diversa.
541
M.D.J. Díaz-Benjumea, “Lo inconsciente psicoanalítico y la psicología cognitiva: una revisión interdisciplinar”, op. cit. “Hacer consciente lo inconsciente significa neurológicamente, según LeDoux, reforzar las vías sinápticas entre la corteza y el núcleo amigdalino, de manera que el conocimiento sobre nosotros mismos, sobre lo que nos afecta y sobre nuestras reacciones, abra la posibilidad de regular los procesos emocionales y así su desencadenamiento, los cuales si bien no se eliminan por completo, sí se reducen en intensidad y duración.” Como señala el propio Ledoux: “También es posible que estímulos procesados implícitamente activen la amígdala sin activar recuerdos explícitos o ser, de otro modo, representados en la conciencia,” J. E. Ledoux, The Emotional Brain, op. cit., p. 203. 542 A. Bechara, D. Tranel, H. Damasio, A. Adolphs, C. Rockland y A.R. Damasio, “Double dissociation of conditioning and declarative knowledge relative to the amygdala and hippocampus in humans”, Science, 269, 1995, pp. 1115-1118.
Información (Estímulo)
Tálamo-Hipocampo (Memoria Explícita)
Amígdala (Activación Emocional)
Working Memory
Respuesta somática
Respuesta comportamental
Gráfico 2.3. Recorrido cerebral del evento emocional. En los casos de una respuesta implícita no habría representación de la información del tálamo en la working memory. La flecha punteada que va del tálamo a la working memory señala la posibilidad de que la conexión sea activada, dando lugar a una representación (consciente) o que ésta no lo sea, dando lugar a una disociación entre procesamiento emocional y cognitivo del estímulo, una ausencia de representación (inconsciente). El sentimiento de miedo se produce ante la creencia, de acuerdo con la experiencia, de la existencia de un estímulo que produce excitación pasando por el circuito de la amígdala y que da lugar a un recuerdo explícito si es procesado por el hipocampo. En caso contrario queda fuera de la apercepción, aunque la respuesta fisiológica (inconsciente) se produciría igualmente. La participación de la working memory hace que la experiencia sea consciente, que se produzca una apercepción subjetiva, qualia. [Fuente: Adaptado de J.E. Ledoux, “Emotional Circuits in the Brain,” Annual Review of Neuroscience, 23, 2000, p. 176].
Dentro de la propia estructura de la amígdala se han trazado ciertas diferencias. Mientras que la amígdala del hemisferio derecho reacciona a estímulos que provocan miedo inconsciente o implícito, la amígdala izquierda se activa con estímulos condicionados de forma consciente. Es interesante señalar cómo la sección del hemisferio izquierdo donde los estímulos son procesados de forma consciente también se ocupa del procesamiento simbólico, mientras que el hemisferio derecho que produce el condicionamiento implícito no poseería dicha
habilidad y habría de mantener el condicionamiento de modo subsimbólico. Las respuestas emocionales que activan la amígdala podrían ser atenuadas por un procesamiento de tipo consciente.543 Ledoux se refiere a sistemas de memoria múltiples al abordar el tema de cómo puede un sujeto ser aún víctima de las respuestas condicionadas que dan lugar al estrés si éste daña la capacidad de recordar. Es decir, cómo un estímulo puede tener varias inscripciones, algunas de las cuales no son accesibles al sujeto. El estrés actúa en el hipocampo pero activa, e incluso refuerza, el trabajo de la amígdala. Se produce así una retroalimentación de la respuesta emotiva que sólo puede ser paliada mediante la ausencia de representación. 544 La amígdala produce una actividad invasiva sobre el cortex y el procesamiento de la percepción, deformándolo. De acuerdo con estos resultados los pacientes que no poseen conexiones entre ambos hemisferios, -en los casos de cerebro dividido-, responden con mayor intensidad cuando el estímulo se les muestra disfrazado al hemisferio derecho, encargado de los procesos implícitos, que cuando se le presenta abiertamente, de modo consciente, posibilitando la descripción verbal del estímulo. Volvemos a la hipótesis freudiana: al igual que una situación puede estar ausente en el registro consciente, puede aún afectar al comportamiento y las reacciones de una persona. El hipocampo no es sólo el encargado de la memoria declarativa en sus primeras 543
“La ausencia de actividad en la amígdala derecha en la situación de condicionamiento no oculto (consciente), cuando el sujeto puede relatar acerca de la presencia del estímulo condicionado (la cara es vista conscientemente) indica que la percatación consciente, tales como la participación de los sistemas del lenguaje, pueden inhibir esta respuesta nerviosa (se refieren a la de la amígdala derecha),” J.S. Morris, A. Öhman y R.J. Dolan, “Conscious and unconscious emotional learning in the human amygdala”, Nature, 393, 1998, pp. 467-470. La disparidad hemisférica también se ha puesto de manifiesto en relación a estímulos placenteros, así el cortex prefrontal derecho se activa con estímulos displacenteros, y el izquierdo con los placenteros, S.K. Sutton, R.T. Ward, C.L. Larson, J.E. Holden, S.B. Perlman y R.J. Davidson, “Asymmetry in frontal glucose metabolism during appetitive and aversive emotional states: an FDG-PET study”, Psychophysiology, 34, 1997. 544 “Una vez la amígdala es activada por un evento sensorial del tálamo o córtex, puede comenzar a regular las áreas corticales que proyectan a ésta, controlando los tipos de inputs que recibe del córtex.” J.E. Ledoux, “Emotional Circuits in the Brain,” Annual Review of Neuroscience, 23, 2000, p. 174.
fases es, a su vez, el área con mayor concentración de receptores de las hormonas del estrés (receptores corticoesteroides). Tal como señalan Kim y Diamond, una de las funciones del hipocampo es limitar la respuesta del estrés inhibiendo el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal (eje HHA) mediante una retroalimentación negativa.545 Se mantiene el condicionamiento, la respuesta (memoria procedimental), con un deterioro de la memoria declarativa. Es decir, ambos sistemas pueden no sólo actuar disociadamente, sino que incluso la actividad excesiva de la amígdala inhibe la labor del hipotálamo, central en la memoria declarativa. Parece obvia la importancia que Freud otorgaba, en las diversas fases de su evolución, a la última columna que mostrábamos en la primera parte de este trabajo. La importancia de los sentimientos como forma de 'transmisión' de la transferencia, y que ya se encontraba presente en los movimientos 'fludistas', la relevancia de la inscripción emocional y su utilidad en el aprendizaje de nuevas pautas conductuales. El organismo se presenta así inserto en el mundo mediante el sentimiento, mediante estados corporales que nos otorgan información acerca de la situación en que nos encontramos. Las modificaciones de los estados corporales permiten que dicha inserción sea vivida de forma más perentoria. Se consigue así incluir el mundo en nuestro propio estado corporal, se obtiene una representación somática del mundo. De acuerdo con Damasio, ver significa simultáneamente sentir que estamos viendo, cognición y emoción resultan inextricablemente unidas.546
545
J.J. Kim, D.M. Diamond, “The stressed hippocampus, synaptic plasticity and lost memories”, Nature Reviews: Neuroscience, 3, 2002, pp. 453-462. 546 A.R. Damasio, op. cit., “Quizás más importante todavía, las representaciones primordiales del cuerpo propiamente dicho en acción podrían desempeñar un papel en la conciencia. Proporcionaría un núcleo para la representación neural del yo y así suministraría una referencia natural para lo que sucede en el organismo, dentro o fuera de sus límites,” ibid., p. 218.
Propongo que la subjetividad emerge durante el último paso, cuando el cerebro está produciendo no sólo imágenes de un objeto, no sólo imágenes de las respuestas del organismo al objeto, sino un tercer tipo de imagen, el de un organismo en el acto de percibir un objeto y responder a él. Creo que la perspectiva subjetiva surge del contenido del tercer tipo de imagen.547 Con respecto a la transferencia como reeducación, como aprendizaje, cabe distinguir dos actividades, por un lado el restablecimiento de cierto conocimiento declarativo en el sentido de restitución de representaciones relacionadas con la disociación producida por el trabajo en paralelo de la amígdala o circuito emocional, y el hipotálamo o memoria declarativa. "La autoregulación emocional es posible presumiblemente mediante nuestras dotaciones cerebrales superiores. Nuestros sistemas de símbolos son especialmente efectivos, al permitirnos negociar en un terreno accidentado. El lenguaje nos permite regular nuestras emociones" 548 Por otro lado, esta experiencia ha de producirse en una relación que permite la reinscripción en un medio que no actúe como estresante, pues se reproduciría el aprendizaje disociado. Un contexto en que el sujeto pueda distinguir sus reacciones aprendidas, ante la presencia de un medio que no representa ningún tipo de peligro, que no responde a sus expectativas emocionales, que es inadecuado, y que por tanto le permite una reconsolidación, una nueva forma de experimentar su incorporación. Estas dos características formarían la base de la transferencia.549 Habría un conocimiento declarativo y otro implícito fundado en la inadecuación de expectativas, de patrones de activación que se vuelven obsoletos, que permiten un aprendizaje de modalidades implícitas de regulación.
547
Ibid., p. 224. Cf. A.R. Damaso, The Feeling of What Happens, op. cit. J. Panksepp, op. cit., p. 318. 549 R.B. Clyman, op. cit. 548
Por ello, en el caso de mi paciente, junto al trabajo de reconstrucción histórica, lo que existió por mi parte fue una actitud de espontánea implicación en el vínculo, de activa intervención en los proyectos y mil aspectos de la vida cotidiana no porque esperase que una supuesta experticia mía en orientar la vida de la paciente colocase a ésta en el buen camino sino porque el significado vivencial para ella era que el compromiso emocional del terapeuta probaba que sí valía, que ocupaba un lugar en la mente del otro. Además, y no de importancia secundaria, la expresión de mi propia emocionalidad, el permitirme entusiasmos o confrontaciones con cierto grado de pasión, fueron haciendo participar a la paciente en un tipo de vínculo vitalizante, en el placer del encuentro, incluso en el placer del desafío y del desencuentro que narcisiza porque afirma la propia posición. La actitud que la paciente fue teniendo en el vínculo conmigo le permitió inscribir, en forma de memoria procedimental, modalidades de sentir y de actuar que no estaban reprimidas sino que previamente habían sido abortadas en su posible desarrollo.550 No se trata sólo de recordar, en tanto modo de desbloquear eventos traumáticos, que actúan implícitamente, sino de la reinscripción de nuevas experiencias que permitan nuevas modalidades de sinergia entre mecanismos cognitivos y emocionales, y nuevas formas de relacionarnos en tanto modalidades de regulación internalizadas.
550
H. Bleichmar, op. cit.
2.5. Modelo En el Coloquio de Boston sobre Filosofía de la Ciencia señalaba H. Modell la importancia de tres vectores que posibilitan la comprensión del trauma. “La lección a aprender del trauma psíquico es que tanto memoria como afectos y metáfora forman un sistema sinérgico unificado.”551 Efectivamente un análisis de la transferencia, concepto clave de la cura psicoanalítica, muestra bien a las claras estos tres ejes actuando en la terapia. Por un lado, la teoría de la emoción que hemos descrito como respuestas fisiológicas, subsimbólicas; por otro, el papel de la memoria como conformadora de la identidad –memoria autobiográfica-, capaz, no sólo de mantener recuerdos de los que no se posee ninguna pista consciente –memoria implícita-, sino de utilizar rutinas motoras asociadas sin apercepción alguna –memoria procedimental-. Finalmente la teoría contemporánea de la metáfora nos ha servido para observar la posición que ocupa el analista como representación en la experiencia activa del sujeto, de qué manera ésta induce la repetición de patrones adquiridos y permite recategorizar nuevas formas de interrelación.
551
A.H. Modell “The interface of psychoanalysis and neurobiology”, Boston Colloquium for Philosophy of Science - December 18, 1996. Presentation - The Poles of Health: Biological and Social approaches to Disordered Minds. http://www.psychomedia.it/pm/science/psybyo/modell.htm
Desarrollo del
Mecanismo
concepto de transferencia Básico
Forma de
Medio de
Transmisión
Transmisión
Magnetismo
Fluido
Relación
Sentimiento
I Fase
Desplazamiento
Falsa
Afecto
Asociación
(1890-1905) Introyección
II Fase
Resistencia
Sentimiento (Ambivalencia)
(1906-1914) III Fase
Repetición
Acting- out
Amor
Repetición
Inconsciente
Pulsión
Táctica
Estrategia
Política
Categorización
(Ideal) Memoria
(Angustia) Emoción
(1914-1939) Lacan
Mecanismos cognitivos
Esquema 2.1. Modelo de integración del desarrollo de la transferencia y mecanismos cognitivos.
Así, el mecanismo de categorización puede dar cuenta del desplazamiento, de la metáfora, la introyección como representación teñida de las ideaciones preexistentes, y la repetición como insistencia, en el sentido de aplicación de las categorías
existentes,
de
la
información
procesable,
de
los
modos
de
procesamiento aprendidos de significado. La emoción ha sido, en la historia de la transferencia, el fundamento primero de todas las observaciones de Freud. La remozada ciencia cognitiva, completada
por los aspectos motivacionales y emocionales, nos permite dar cuenta de estos procesos básicos en la reinscripción de nuevos acontecimientos que alteren de forma sustancial los sucesos traumáticos o la biografía aprendida por el paciente, inhibiendo o permitiendo la simbolización de respuestas autónomas, automáticas, experimentadas como incontrolables que actúan a niveles subsimbólicos y conformando nuevas formas de interiorizar la regulación del propio organismo. Por último, la memoria como mecanismo cognitivo consigue relacionar dos representaciones, de forma similar a los sistemas conexionistas, mediante una falsa asociación. A su vez, el recuerdo, cuyo contenido cognitivo es olvidado o cuya inscripción es fallida procura sólo un resto emocional. Así, la resistencia y el recuerdo en acto o agieren freudiano (acting-out) vendrían dados por una forma de disociación de dos tipos de recuerdo, implícito y declarativo, de dos sistemas mnésicos. Freud acertó al dar su descripción del agente activo de la cura. En efecto, la transferencia como concepto teórico le permitió hacer converger toda su experiencia sobre las modalidades de actuación sobre formas subsimbólicas de representación que, como tales, no eran accesibles mediante modos simplemente simbólicos. Con un concepto como la transferencia aglutinó todo un quehacer alrededor del modo que tienen las personas de recordar, categorizar y sentir. Freud sólo podía entender una 'ciencia' que hiciese alusión a sistemas simbólicos de representación. Así, formuló su metapsicología sin relación alguna con las bases fisiológicas y neurobiológicas del comportamiento. El conocimiento neurológico de su época no era suficiente como para construir un método de curación de los casos que se le presentaban corrientemente.
Es así que tuvo que optar por un lenguaje que hacía de deseos y creencias representaciones conflictivas en la mente del paciente. Hoy sabemos más sobre el funcionamiento de nuestro organismo y de las modalidades de procesamiento subsimbólico que operan a nivel químico. El gran hito de Freud fue procurar un método que sirviese para actuar a dicho nivel. La libre asociación le permitía la emergencia de niveles de procesamiento, de emoción, subsimbólicos, actualizado por medio de la palabra. De ahí su regla fundamental de decir todo aquello que se le presenta al paciente sin omisión. De esta forma conseguía la emergencia de dicho nivel más básico de procesamiento.
Es pues completamente posible que uno pueda tener un pobre recuerdo consciente de una experiencia traumática, pero al mismo tiempo forme poderosos recuerdos emocionales inconscientes implícitos mediante el condicionamiento de miedo mediado por la amígdala. Y debido a otros efectos del estrés descritos más abajo dichos potentes miedos inconscientes pueden volverse muy resistentes a la extinción. Pueden, en otras palabras, volverse fuentes inconscientes de intensa ansiedad que ejerzan potencialmente sus influencias opacas y perversas en la vida. [...] Que Freud tenía razón en su creencia de que aspectos de experiencias traumáticas se almacenan a veces en sistemas mnésicos que no son directamente accesibles desde la conciencia parece claro. Menos cierto es si la represión (en el sentido freudiano) se encuentra implicada.552
La represión como mecanismo general parece ser un término que requiera refinamiento teórico. Si bien los casos de estrés postraumático en situaciones de violencia son evidentes, parece que la represión como concepto global debería ser precisado. Por un lado, parece más conveniente entender que el sistema de procesamiento subsímbolico puede ser modificado por información codificada en un nivel simbólico. Antes que entenderlo en función de una representación que se ha desligado de un estado afectivo, habría que tratar el estado afectivo como 552
J.E. Ledoux, The Emotional Brain, op. cit., p. 245.
proceso subsimbólico sobre el que actuar simbólicamente, mediante la asociación y la producción significativa, que consiga convertir estados difusos (estados de activación) en símbolos que anudar a la experiencia y que recuperen dichos procesos 'inconscientes'. La psicoterapia permitiría recodificar, en modo afectivo, la reorganización de patrones en el sistema nervioso. “El resultado de una relación psicoterapéutica óptima sería un cortex con doble circuito orbitofrontal que pueda moverse adaptativamente entre diferentes estados psicobiológicos.”553 Por otro lado, el desarrollo infantil nos muestra cómo ciertas formas de interrelación y de emoción pudieron ser codificadas ante la ausencia de un hipotálamo maduro que registrase adecuadamente dicha experiencia. Freud habría acertado en su hincapié en el análisis de los recuerdos de la niñez y su carácter irrecuperable, que, sin embargo, han de poseer mayor robustez a la hora de configurar las respuestas emocionales y motivacionales, a la vez que las relacionaría con la actividad motora incipiente. La resistencia le permitía explicar la tenacidad, la resistencia de ciertos mecanismos al cambio, mostrándole lo arraigado de ciertos procesos mentales. El inconsciente también le permitió desvelar dicho nivel de procesamiento pero su única forma de conceptualizarlo era por medio del conflicto de representaciones. El aspecto implícito, su carácter motivacional y su relación con el desarrollo de las capacidades cognitivas en la infancia, son nociones que Freud desconocía pero que pudo formular como rudimento necesario para su práctica. No cabe imputarle a Freud no haber dado con el amplísimo cuerpo de datos que cientos de investigadores en diversas disciplinas ha ido acumulando a lo largo de más de medio siglo. Lo que sí le debemos es cierto reconocimiento al haber 553
A.N. Schore, op. cit., p. 468.
formulado un sistema que recoge ciertas intuiciones acertadas y las somete a un cuerpo teórico. Nuestro camino parece más sencillo, el análisis de diversas áreas de investigación muestran una convergencia en la posibilidad de una técnica clínica que Freud previó pero que no pudo verificar experimentalmente.554 Antes que, como señalaba Lacan, el inconsciente fuese específicamente humano en cuanto relacionado con el lenguaje, con la posibilidad de representación, deberíamos entender el inconsciente como una extensa serie de procesos subsimbólicos que en el hombre tiene la característica de confluir con su habilidad lingüística y cognitiva. En lo que sí vale su explicación es en la posibilidad que existe, y esta sí es estrictamente humana, de alterar lo subsimbólico mediante lo simbólico. Es ahí donde la transferencia es específicamente humana, no tanto en los sentimientos o en la existencia de condicionamientos, sino en la capacidad de revisar la experiencia y reinscribirla de forma novedosa. La transferencia, desde una perspectiva cognitiva, puede ser conceptualizada como un tipo de aprendizaje basado en las modalidades de categorización del analizante y, en especial, de su inserción en las relaciones con otros, mediada por modalidades de recuerdo con un contenido emocional que son modificadas alterando el comportamiento. Se trata de un tipo de aprendizaje que se desmarca de las formas más básicas que encontramos entre otros animales, basadas en condicionamiento y refuerzo, no sólo por involucrar una función superior como es el lenguaje, sino por surgir en un marco intersubjetivo. 554
Otras áreas como los sueños también comienzan a recibir apoyo interdisciplinar. Así, la función de los sueños en consolidar nuevas aptitudes, ayudando en la resolución de problemas en tareas cognitivas, contribuyendo a la consolidación de la memoria y en general a la 'estructuración del sistema nervioso' como proceso organizacional. J.L. Fosshage, “The organizing functions of dream mentation”, trabajo presentado el 15 de junio de 2002 en la Annual Meeting of the Rapaport-Klein Study Group. R. Greenberg y C.A. Pearlman, “The Interpretation of Dreams: A Classic Revisited”, Psychoanalytic Dialogues, 9(5), 1999, pp. 749-765, donde se muestra la función adaptativa de los sueños que sirve para organizar la información diurna emocionalmente significativa. E. Hartman, “Dreams Contextualize Emotion─A New Way of Understanding Dreams and Dream Symbolism”, Psychoanalytic Dialogues 9(5), 1999, pp. 779-788. H. Been,“Dreams: the convergence of neurobiologic and psychoanalytic perspectives”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 25, 1997, pp. 639-654.
La transferencia permitiría cierto control cortical sobre las estructuras encargadas de respuestas automáticas ansiógenas, como señala Ledoux, “puede que no seamos capaces de eliminar los recuerdos implícitos que subyacen a los desórdenes de ansiedad. Si este es el caso lo mejor que podemos esperar es ejercer control sobre ellos.”555 Así el psicoanálisis con su regla máxima permite rastrear manifestaciones subsimbólicas de procesamiento inconsciente y relacionarlas con el almacén de experiencias vividas y la memoria a largo plazo obteniendo un asiento de la experiencia conflueyente de representaciones simbólicas y subsimbólicas. Puesto que la emoción y la cognición trabajan en circuitos paralelos que convergen en la memoria de trabajo, la ventana abierta por el psicoanálisis a la libre asociación permite la emergencia conjunta de estados corporales, de emociones y de representaciones lingüísticas que relacionan dichos procesos y permite reformular modalidades subsimbólicas de procesamiento alcanzando cierta representación sobre ellas, cierta proyección cortical sobre bases subcorticales.
555
J.E. Ledoux, op. cit., p. 252.
III. Filosofía
“El mundo de un hombre feliz es diferente del de uno infeliz.” 6.43. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.” 5.6. Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico Philosophicus.
“E imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida.” (19) Ludwig Wittgenstein, Investigaciones Lógicas.
000001010100000000010000000000001000000000000000000100000000000010000000000000000 000010100000000000001000000001000000000001000000000000000000000001010000000000000 000000000100000000001000000000000101101111111111101110110000000000000000000000000 000000000000000000000000011111111111111111111111111111111111110000000000000000000 000110000000000000000111111111111111111111111111111111111111111110000000000000000 000000000000000000001111111111011111111111111111111101011111111100000110000000000 001100000000000111111111111111111111111111111110111110111101111111111000000000000 000000000000001110111111111111111010110111011110111111111111111110111011000000010 000001010000001111111111011010111111111111111111101101101111101111111111111100111 000000101000011111111111101001111010111111101011111111011111111111111101011100000 001101010001011111110011011011111111111111111010111111111111011111111111111110001 101000010101011011110101111111011111010101111111111111101011111111011111111110010 101001010001110111111111111010110111111111101111111111111101011111111110111100010 100001010101111111111010101010110011011111111110111111111111111011111111111101010 100000000111111111111111111110111111011111111101111111111111111011111111111000000 011110101011111111111111111110111111111111111111111111111010111111101111010001100 000100000011111111111101111011111111111110110111111111111111111111011100011011100 110100010001111111111011111111110111111111111101111101111111111101111000001010100 001010101011011111111011011111111011111011110111101111111111101111111010110001101 000101000010000111111111111111111011111110110111111011111111011111000011011111000 000001011000000011111111111111110111011111110111111111111111111101001010101101010 000010101010101000111111111110111111110101111111111111111111111011010010110101010 101011101010101010101001111111111111111111111111111111111101101001000000000110101 010000000010000010100001010000001111111111101101111111110110000100001110101010101 100101110101000000010101100000101000000011111111110111110100000011010101010110000 000000000010100000000010100000001000000100011111111101110000000000000000000000100 000100010100010100010100101010100000100101000111111111110000000101010101010110101 000000010010101010101010101001000000000000000111111111100000000010010100000100000 000000010100000000000001010000101000000000001001111111100010101000000000101010101 010000000101010100000000101010100000010101010001111111001001000000000000000010102
Figura 3.1. La representación y el procesamiento, el significado y la información.
3.1. Primeros Analíticos: Wittgensten y Freud Las reflexiones de Ludwig Wittgenstein sobre Freud nos servirán como punto de partida de una incursión en los aspectos más destacados de nuestra reconstrucción y elucidación de la transferencia, y su calificación propiamente filosófica. Wittgenstein inspiró en buena parte un nuevo modo de pensar la filosofía, el 'giro lingüístico' que irrumpe en el siglo veinte y que atraviesa todo afán metodológico de clarificación. La comparación entre ambos autores surgía ante los ojos del propio Wittgenstein como evidente. Pese a su sentido crítico, y a su opinión personal acerca de Freud, admitía la existencia de paralelismos entre los dos: “Freud se equivoca con seguridad muy a menudo, y en lo que concierne a su carácter es ciertamente un cerdo, pero en lo que dice hay gran contenido. Y lo mismo es cierto de mí. There is a lot in what I say.”556 Su amigo, Maurice Drury, le envió una copia de la Traumdeutung cuando Ludwig pensaba, una vez más, en dejar la vida académica y estudiar medicina para ejercer como psiquiatra. Creía que su forma de filosofar y el pensamiento freudiano poseían bastantes semejanzas. De hecho, en los últimos años de su vida escribiría un manuscrito enviado a una comisión en Cambridge, encabezada por el economista John Maynard Keynes, en el que asimilaba la tarea de la filosofía a una especie de psicoanálisis; ambas disciplinas proponían el mismo tipo de interrogantes y corrían riesgos similares. Vieneses ambos, Ludwig casi treinta y tres años más joven que Sigmund, nunca llegaron a coincidir de forma personal, si bien es cierto que en ambos se 556
L. Wittgenstein, Nachlass, Item 183, p. 9. Tanto el subrayado como el hecho de utilizar el inglés en la útima oración nos puede servir de testigo del énfasis que Wittgenstein pone en la comparación y lo comparado, pero las similitudes no se quedan ahí, Wittgenstein ve en Freud un compañero de Zeigeist, “Loos, Spengler, Freud y yo pertenecemos todos a la misma clase que es característica de este tiempo,” Item 183, p. 9. Seguimos la paginación y ordenación de la edición crítica Bergen de Oxford.
encuentran influencias del millieu intelectual de principios de siglo de la capital del Imperio Habsburgo. No obstante, Ludwig aprovecharía la cercana relación de su hermana Margarete557 con Freud para que éste interpretase sus propios sueños en base a las anotaciones que realizaba. De hecho, entre sus notas y cuadernos existen relatos de diversos sueños que Wittgenstein solía discutir con sus allegados. Si Wittgenstein procedería a un análisis concienzudo del lenguaje y sus posibilidades expresivas, Freud produciría un método de análisis de la psique.558 En Freud encontramos, según Wittgenstein, una 'compulsión a teorizar',559 mientras que éste lleva a cabo una tarea de purga de lo decible, de las proposiciones a las que cabe atribuir un sentidpo. La teoría de Wittgenstein sobre el lenguaje alternará entre una semántica verificacionista y una pragmática acerca de los juegos del lenguaje. Ambas surgen no como teorías en el sentido de construcciones ideacionales, sino que parten del propio análisis del lenguaje. Freud entendía, así mismo, que su propia teoría surgía en contacto con los casos singulares, en su clínica. Del mismo modo que los problemas filosóficos se resuelven en un análisis del lenguaje, el síntoma de conversión histérico se deshacía en la 'talking-cure', mediante el lenguaje asociado a la rememoración.
557
Margarete, la más avispada de sus hermanas, y la que más influencia ejerció sobre el joven Ludwig. “Un día en Viena yo (L.W.) visité una exposición de cuadros de una joven artista. Había uno que representaba una habitación vacía parecida a un sótano. Dos hombres con sombrero de copa sentados en sillas. Nada más. Y el título: Besuch («Visita»). Al verlo dije inmediatamente: «Esto es un sueño». (Mi hermana describió el cuadro a Freud, y éste le dijo: «Oh, sí, se trata de un sueño muy común» relacionado con la virginidad.)” L. Wittgenstein, “Conversaciones con Freud”, 1942, L. Wittgenstein, Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y religión, Barcelona, 1992, p. 118. 558 “Parece haber algo en las imágenes oníricas que tiene cierta semejanza con los signos de un lenguaje.” L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1943-1, op. cit., p. 120. Con respecto a su análisis del lenguaje Wittgenstein afirma: “Creo que nuestro método recuerda aquí al del psicoanálisis que quiere convertir lo inconsciente en consciente y así en algo inócuo y creo que esta similitud no es simplemente externa... La referencia (Bedeutung) de un signo es el símbolo completo al que pertenece el signo. O podríamos decir que es el lugar en el espacio gramatical en el que se encuentra,” Nachlass, item 109, pp. 174-5. 559 J.M. Heaton, Wittgenstein and Psychoanalysis, Cambridge, 2000.
Poseemos pues una teoría, una teoría dinámica del enunciado, pero no surge como una teoría. Freud habla de una teoría dinámica del sueño. Lo característico de tal teoría es que observe un caso concreto, claramente demostrativo y diga: 'Esto muestra como se comporta en general; este caso es el ejemplo básico (Urbild) de todos los casos.” “¡Por supuesto! Así debe ser,” decimos, y nos damos por contentos. “Hemos llegado a una forma de representación que nos ilumina. Pero es como si hubiésemos visto algo, que se encuentra bajo la superficie.”560 El ataque que despliega Wittgenstein se dirige contra la exigencia de dichos modelos básicos y genéricos; el empeño en mostrar un aspecto subyacente como fundación protéica, así como la utilización de casos concretos para corroborar una teoría. Wittgenstein intenta proceder hacia una epistemología de las proposiciones sin subsunción alguna, como teoría puramente descriptiva. Se trata de la cercanía al enigma lo que le otorga al psicoanálisis su estatuto privilegiado como psicología de lo profundo y su poder cautivador, no sólo como teoría, sino como praxis. Sus conjeturas se basan en una iluminación más que en una elucidación clara de conceptos, incapacitando cualquier oposición crítica, y promoviendo la adhesión a sus postulados, su carácter doctrinal. El método analítico, según Wittgenstein, aprovecharía su poder mítico para provocar el asentimiento del analizante ante las interpretaciones, a modo de oráculo, del analista. Sus explicaciones pertenecerían al campo de la estética antes que al de la ciencia, de la fascinación antes que la exactitud.561 No obstante las teorías de este 560
Nachlass, Item 239, p. 74. Por no tener desperdicio añadimos la continuación de este punto donde se ponen en juego una cierta convergencia entre la primitiva noción de Bild del Tractatus y sus nuevas concepciones, que el psicoanálisis quizás haya tenido su importancia como catalizador. “Esta tendencia de generalizar un caso claro parece poseer su fuerte justificación en la lógica; parece poderse concluir con total justificación: “Si un enunciado es una figura (Bild), entonces todo enunciado debe ser una figura, pues deben ser esencialmente iguales.” Pues estamos en el error de que lo sublime, esencial en nuestra investigación, consistiría en aprehender un ser omnisciente,” ibid. 561 “Una imagen puede fascinar en sí y llevarnos a su empleo con total independencia de su corrección o incorrección. Una imagen de este tipo es la que bosqueja el psicoanálisis y sería interesante explicar su poder mediante reflexiones similares a las del psicoanálisis,” Nachlass, Item 163, pp. 69r-v. “El encanto de la
tipo tambíen poseían un valor epistémico que les era escamotedado por cierto tipo de fe científica.562 Frente a la explicación científica, la explicación estética incide en los aspectos que hacen deslumbrante una obra. Si nos esforzásemos por mostrar la técnica del sfumatto utilizada por Leonardo en su Mona Lisa, el neófito probablemente asentiría acerca de su uso magistral, y esta explicación acentuaría su fascinación por la obra. De modo similar trabajaría la clínica psicoanalítica. Al puntuar ciertos aspectos de la textualidad en la narración del analizante se pueden señalar clarificaciones, modulaciones, interpretaciones, que lleven a modificar la aprehensión de ciertos hechos. El propio Wittgenstein afirmaba que, pese a interesarle, una explicación científica nunca conseguiría apasionarle, lo que sí ocurría con cuestiones de tipo abstracto o estético.
La estética nos enseña esencialmente a conocer un sistema. Que sus últimos fundamentos nos tengan que “hablar”, con ello no tiene, por así decirlo, nada que ver. Y no describe tampoco esa situación o, más aún, esas múltiples situaciones del equilibrio mental. Es, por así decirlo, axiomática. Compare el significado de 'igualmente probable' y 'satisfactorio estéticamente'. Si fuese psicología la sistemática no le sería esencial. Entender una tonalidad (Kirchentonart). Entender una exposición china. ¿Se puede determinar una causa por introspección? Psicoanálisis. ¡Piensa que el resultado del análisis requiere del reconocimiento del analizado! Porqué está anudado el significado de Freud como psicología a su estilo. La estética busca fundamentos, no causas.563
Sólo el poder evocativo del análisis como límite a cierta racionalidad, más allá de la cual el filósofo profesional no ha de aventurarse, provoca en Ludwig una explicación analítica proviene de esta evocación de la “cosa”: este enigma (Unheimliche) -en sus reflejos metafísicos, en sus repercusiones psicológicas y en sus procedimientos lógicos- es lo que Wittgentein busca deconstruir,” P.L. Assoun, Freud y Wittgenstein, Buenos Aires, 1992, p. 53. 562 “La gente cree hoy que los científicos están para enseñar, los poetas y músicos etc. para agradarles. Que éstos tengan algo que enseñarles no pasa por sus cabezas,”Nachlass, Item 162b, p. 60v. Este pasaje se encuentra a reglón seguido de su juicio acerca de la superioridad de Breuer sobre Freud en la formación del psicoanálisis. 563 Nachlass, Item 156a, pp. 56r-57r. Es interesante ver cómo hoy en día hay intentos por estrechar esta relación entre ciencia y arte, como muestra cf. el especial de la publicación Nature de 16 de marzo 2005 “Science, Arts and Culture” y en especial la sección ‘artists on science: scientists on art’.
situación igualmente de extrañeza y curiosidad. Su obra tardía remitirá en numerosas ocasiones al psicoanálisis, del cual fue un atento lector, y sobre cuyos comentarios se redactaron sus Conversaciones sobre Freud (1942-46).564 En ellas muestra, pese a una actitud crítica, cierto aprecio hacia el psicoanálisis, llegando a contarse como 'un discípulo, así como un seguidor de Freud'; un seguidor de Freud que encontraba en su propia biografía los signos de un caso freudiano. El carácter de Wittgenstein no dejaría de considerarse cercano a la neurosis. Su excesivo miedo565 y su homosexualidad son hechos biográficos que no dejan de tener su importancia en la dialéctica con Freud, consiguiendo despertar su interés, y haciéndole un buen conocedor en especial de la Traumdeutung. Las descripciones que hace el propio Rusell, en su correspondencia, al poco de conocer a Wittgenstein, en sus primeras visitas a Cambridge, se refieren a él como 'obstinado', 'perverso', 'nervioso', y lo muestran como un sujeto complejo y de difícil carácter; a menudo con pensamientos suicidas, con un gran sentimiento de culpa y una propensión hacia la inestabilidad emocional. Su amigo más íntimo en su primera estancia en Cambridge, David Pinsent, apuntaba a su 'estado neurótico' como motivo de sus dificultades al relacionarse, así como su difícil trato.566
564
Elaboradas y editadas por Rush Rees en conversaciones con el propio Wittgenstein en cuatro ocasiones en el verano de 1942, en dos ocasiones en 1943 y finalmente en 1946. L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, op. cit. 565 “Tengo siempre miedo a mis clases aunque haya ido bastante bien hasta ahora. Este miedo me posee como una enfermedad. No es otra que el miedo al examen,” Nachlass, Item 183,p. 29. Lo que Lacan muestra como caso claro de miedo a un Otro omnipotente, como parece haber sido la figura del padre en Wittgenstein en una familia en que tres de sus hermanos mayores acabarían, por diversas razones, suicidándose. 566 En tres ocasiones se menciona dicha situación en la correspondencia analizada de su amigo David Pinsent por R. Monk, Wittgenstein. The duty of genius, Londres, 1990, pp. 85, 86, 88. Su propio relato, después de su visita a su familia, nos da evidencia de su estado mental: “La razón es que las cosas me han ido terriblemente mal en las últimas semanas (Como resultado de mis 'vacaciones' en Viena.) Cada día sentía el tormento de una horrible ansiedad y de la depresión alternándose e incluso en los intervalos me sentía tan exhausto que no era capaz de pensar en hacer un poco de trabajo,” ibid. 97.
Su particularidad sexual es también patente en diversos episodios de su biografía. Conocida es la interpretación que hace Bartley567 de la supuesta promiscuidad sexual de Wittgenstein en su etapa como maestro en la que no podía contener su impulso de acudir a una zona cercana al Prater, donde podía encontrar jóvenes con los que tener relaciones sexuales. Su impulso, pese a encontrar cierta resistencia, y un importante sentido de culpa a posteriori, le resultaba inescapable. A su vez, la repugnancia que sentía al tratar dichos temas en la presencia de mujeres y su intención, con su amada Marguerite, de tener una relación platónica sin hijos, no dejan de mostrar ciertos rasgos conflictivos. “Wittgenstein era partidario de una visión del acto sexual que lo veía como un objeto de reverencia religiosa.”568 Ya Russell había observado ciertas tendencias hacia el misticismo por parte de Ludwig que tendrían por lugar evitar el carácter obsesivo de sus pensamientos en la base de su desazón. Así, el trabajo físico resultaba a menudo salutífero, como sucedía con su oficio de jardinero en el monasterio de Klosterneuburg, que le alejaba de sus remordimientos, de sus rumiaciones mentales.569 Si, como señalaba Freud, las religiones tienen su origen en un delirio obsesivo relacionado con la figura del padre, en Wittgenstein algo de esto se transluce en sus apuntes donde, tras comparar la figura de Dios con la del padre, señala cómo su única posibilidad es volverse independiente del mundo.
Como quiera que sea, en cualquier caso somos en cierto punto dependientes y de aquello que somos dependientes lo llamamos Dios. En este sentido Dios sería simplemente destino o lo que es lo mismo: El mundoque es independiente de nuestra voluntad. 567
W.W. Bartley, Wittgenstein, LaSalle, 1985. R. Monk, op. cit., p. 453. 569 “Como siempre, la recompensa para su duro trabajo era paz de mente,” R. Monk, op. cit., p. 202. 568
Yo puedo independizarme del destino. Existen dos divinidades: el mundo y mi yo independiente. ...Cuando mi conciencia altera mi equilibrio entonces no estoy en acuerdo con Algo. ¿Pero qué es esto?¿Es el mundo? Ciertamente es correcto decir: La conciencia es la voz de Dios.570 En estos fragmentos autobiográficos, la dependencia se relaciona con Dios y con aspectos morales y de conciencia. Freud, por su parte, aunaba los conceptos de dependencia y conciencia moral bajo la existencia de un super-yo. La confesión que pronunciaría años más tarde ante algunos de sus más íntimos amigos le servía para sofocar la conciencia de culpa y de indignidad que le atormentaba. En este sentido, la conciencia se imponía sobre la actividad del propio Wittgenstein, que aún no había alcanzado la independecia ansiada. Los intentos de independizarse se correspondían con una anhelada autonomía del sentimiento de culpa que le atosigaba. Wittgenstein había decidido renunciar a la parte de la fortuna familiar que había sido amasada por el padre en la industria del acero, convirtiendo a su familia en una de las más ricas del Imperio. Sin duda, el método freudiano permite una explicación de dichas tendencias opuestas mediante su modelo conflictual de la mente y la suposición de varias instancias. Pese a estas coincidencias, que probablemente azuzaron el interés personal de Wittgenstein por el psicoanálisis, sus críticas al planteamiento teórico no dejan de resultar acertadas. El problema epistemológico que se le plantea al psicoanálisis es si la postulación del inconsciente sirve como auténtica explicación causal o si se trata de una simple interpretación, entre otras posibles, de los fenómenos.
570
L. Wittgenstein, Notebooks 1914-16, Oxford, 1961, p. 74. Efectivamente, por un lado, se encuentra la ecuación Padre=Dios=destino=mundo y, de otro, los afanes de independización de su yo.
El psicoanálisis no nos ofrece, según Wittgenstein, más que un sistema de representación o un método de descripción para los hechos de la categoría involucrada, mientras que una disciplina como la física, incluso si ésta ha de comenzar también por la adopción de algo de este género, no se para evidentemente ahí, sino que se esfuerza por llegar, en un momento u otro, a la formulación de hipótesis empíricas susceptibles de ser realmente comprobadas.571 El psicoanálisis habrá de unirse al denominado 'giro lingüístico', profundizando sus intuiciones. El énfasis en el lenguaje por parte del psicoanálisis no sólo es radicalizado por Lacan, sino que sirve de demarcación con las disidencias de Jung o Reich. El psicoanálisis es un análisis de la constitución del sujeto por y en el lenguaje. La terapia se basa en un análisis lingüístico, no sobre una disciplina teórica, sino sobre un cuerpo y una constitución subjetiva. La sujeción al lenguaje, los límites que éste nos impone conceptualmente, conforman nuestra forma de vida y de hacer dentro de lo simbólico. En cierta medida, los problemas gramaticales del sujeto serían el objeto propio del psicoanálisis. La singularidad de la cadena asociativa imposibilita todo intento de explicación general frente a cualquier teoría simbólica tal como la elabora Jung, basada en arquetipos o modelos universales y trascedentes, no ya al individuo, sino al tiempo y espacio. Freud, desde una posición más modesta y analítica, habrá de atender a las asociaciones concretas. Si a la asociación libre se le pudiese buscar una determinación, ésta siempre sería múltiple e idiosincrásica. Ante esta relativa indeterminación se erige la regla interpretativa majus del sueño, el deseo.572 El problema, de acuerdo con Wittgenstein, es el empecinamiento de Freud en encontrar 'la esencia del sueño', su inequívoca clave interpretativa. “He estado repasando con H. La interpretación de los sueños de Freud. Y ello me ha hecho 571
J. Bouveresse, op. cit., p. 67. “El determinismo o el indeterminismo son propiedades de un sistema que son fijadas arbitrariamente,” Wittgenstein's Lectures 1932-35, cit. por J. Bouveresse, op. cit., p. 101. 572 “Es probable que haya muchas clases diferentes de sueños y que no haya un único modo de explicación para todos ellos. Igual que hay muchos tipos diferentes de chistes. O igual que hay muchos tipos diferentes de lenguaje,” L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1943-1, op. cit., p. 123
sentir hasta qué punto hay que combatir todo este modo de pensar.”573 Para Wittgenstein la interpretación del sueño más que un referente en tanto significado, ha de aportar un enlace con un juego de lenguaje demarcado por reglas. Así la noción de asociación estaría cercana al juego del lenguaje, “...consistente en el lenguaje y las acciones en las que se encuentra entretejida...”574 La práctica ha de dar lugar a una teoría, he ahí el punto con el que Ludwig no podía comulgar con Freud. De ahí el problema de la singularidad de la cura que por tener por objeto un sujeto, muestra una de las debilidades fundamentales con respecto a la constitución científica del psicoanálisis, su búsqueda de leyes universales. “Piensa en una enfermedad psíquica en la que los nombres sólo se pueden utilizar y entender en la presencia de sus portadores. Freud nos ha hecho un flaco favor con sus
pseudoexplicaciones
fantásticas,
precisamente
por
ser
psíquicas.”575
Wittgenstein muestra la insuficiencia del nivel de análisis. Incluso una estricta metodología inductiva no podría llegar a la postulación de ley alguna, quedaría como simple recolección de datos. Es esta pirueta la que lleva Freud a cabo con su metapsicología. “'Todo sueño es la consecución de un deseo' una teoría dinámica la denominó Freud. Y es básicamente una teoría. Esto es, se lleva a cabo una suposición, una hipótesis. Se lleva a cabo un tipo de construcción muy específica sobre el hecho del sueño.”576 No obstante sería interesante preguntarse desde una perspetiva postfreudiana si el deseo se inmiscuye en el sueño o en el relato del sueño. Si el deseo 573
L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1946, op. cit., p. 126. L. Wittgenstein, Philosopical Investigations, Oxford, 1958, p. 8. 575 Nachlass, Item 133, p. 11v. 576 Nachlass, Item 157 a, p. 56 v. Continúa discurriendo hasta preguntarse “¿Dónde se sitúa la frontera entre juicio y prejuicio?” Ibid., 58r. 574
es una motivación esencialmente activa o más bien presente en nuestras formas de relatar. “El hecho es que siempre que ustedes están preocupados por algo, por alguna dificultad o por algún problema importante en su vida -el sexo, por ejemplo-, no importa el punto del que partan, la asociación volverá a llevarles final e inevitablemente al mismo tema.”577 Con la misma esperanza que depositaba Wittgenstein en el lenguaje, se elabora el psicoanálisis como clínica, con la finalidad de alterar nuestra representación del mundo y nuestra relación con éste mediante una alteración de nuestro idiolenguaje. Nuestra forma de atenernos al mundo está inscrita en nuestro enclave subjetivo, en nuestra constitución como ser simbólico, como ser en y por el lenguaje, pero ello no implica que dicho lenguaje pueda ofrecer un nivel adecuado de explicación. Por su parte, la filosofía con Wittgenstein se vuelve también una actividad más que un texto o doctrina, una clínica. El psicoanálisis afirma una concepción llevada a cabo a dos que posee una efectividad mediata. Un proceso instaurado en la praxis mediante la transferencia. El psicoanálisis podría ser mostrado pero no dicho, al igual que el arte, se trata de una actividad que satura los modos de representación lingüístico pero que, en manos de Freud, ve en el determinismo una salida a las aporías de la intersubjetividad.
...cuando pensamos en leyes causales de objetos físicos pensamos en experimentos. No tenemos nada parecido en el ámbito de los sentimientos y de la motivación. Y, a pesar de eso, los psicólogos pretenden decir: «Tiene que haber alguna ley», aunque no se ha encontrado ley alguna. (Freud: «¿Quieren decir, caballeros, que los cambios en los fenómenos mentales son guiados por el azar?») Mientras que a mí lo que me parece importante es el hecho de que en realidad no haya leyes así.578 577 578
L. Wittgenstein,“Conversaciones sobre Freud”, 1946, op. cit., pp. 126-127. Ibid., 1942, p. 116.
En este sentido Wittgenstein se aleja del 'cientifismo' inocente del que Freud se hizo valedor. Las supuestas explicaciones de Freud no acaban siendo más que especulaciones, hipótesis no verificadas. Se trata de una especulación de un tipo muy especial, la que tendemos a aceptar. Es dicha lógica del asentimiento la que se encuentra en la teoría y la clínica freudiana. El analista propone una interpretación pese a la 'resistencia' del analizante, la cual indicaría una mera defensa que posee el paciente a dicha intervención. El contexto de justificación estaría más relacionado con la persuasión, con la sugestión, que con la elaboración de una teoría desapegada del sujeto, objetiva. El problema de la cura se plantea como un aspecto singular que sólo puede ser asumido por el paciente y sobre el cual cualquier tipo de teoría general sería inútil, pues no implicaría al sujeto en su discurso. Estas explicaciones poseen la forma del mito, de la tragedia, de lo conocido. El psicoanálisis “posee la atracción de las explicaciones mitológicas que dicen que todo es una repetición de algo que ha sucedido antes.”579 No obstante, en descargo del psicoanálisis, hay que resaltar la existencia de una ambivalencia fundamental entre aquello con lo que la gente está dispuesta a asentir y aquello que les resulta admisible. Incluso los sujetos sometidos a hipnosis no están dispuestos a aceptar cualquier orden que les sea sugerida. El nivel de teorización del propio psicoanálisis como teoría simbólica se encuentra en la raíz de su capacidad de generalización y aplicación. De ahí la importancia de relacionar dicha teoría con una de contenido empírico. Si bien Wittgenstein señala la necesidad de aceptación del psicoanálisis, de acatamiento, como si de una creencia se tratase antes que de un juicio racional. No 579
Ibid., 1942, pp. 117-118.
muy diversa era la propia actitud de Wittgenstein, que hacía de sus opiniones y comentarios una especie de credo, proveniente de una inspiración pseudo-mística. Su alta consideración por los aspectos estéticos de una teoría influyeron en su escasa producción, y sus estrictos estándares de creación le llevaron a ver la filosofía como una 'composición poética'.580 Comentando la elaboración de la Investigaciones Filosóficas, su biógrafo, Ray Monk, se refiere al paralelismo de su obra con la de Freud:
Que tales explicaciones significasen algo para la gente que no hubiese experimentado dichas 'sacudidas' es dudoso. Pero entonces el método no se había desarrollado para dicha gente, al igual que el análisis freudiano no se había desarrollado para los indiferentes acerca de la psicología. Las Investigaciones Filosóficas, más quizás que ningún otro clásico filosófico, hace demandas no sólo a la inteligencia del lector, sino a su compromiso.581
La transferencia supondría el núcleo clínico de dicho asentimiento.582 Por un lado, por suponer el cumplimiento con las reglas analíticas y, por otro, por someter a juicio a la propia razón, a expensas de otras instancias actuantes en el individuo. Wittgenstein cree que, pese a las virtudes del discurso racional, hay algo en las mitologías que va más allá de las palabras, que alcanza a vislumbrar ese finis terrae
donde reina el silencio. Esa es la refutación que más profundamente
alcanza a Freud: el psicoanálisis puede valer, pero no como ciencia. La relación analítica proponía un desnivel esencial, una disparidad, que situaba al analista en su puesto de escucha e interpretación, sometiendo al 580
R. Monk, op. cit., p. 291. Ibid., p. 366. “Las explicaciones de Freud, entonces, son semejantes a las elucidaciones ofrecidas por Wittgenstein en su propia obra. Estas aportan no una teoría causal, mecánica, sino: ...algo que la gente está inclinada a aceptar y que les hace más fácil ir de ciertas maneras: hace natural ciertas formas de comportarse y pensar. Han abandonado una forma de pensar y adoptado otra,” p. 438. 582 P.-L. Assoun, op. cit, I. 581
analizante a un tipo de autoridad.583 La clínica se traducía en la recuperación de una übersichtliche Darstellung, la tarea propia del análisis del lenguaje.584 Al mostrarse un diseño completo, un croquis con todos los elementos, la explicación se vuelve innecesaria por hacerse clara y evidente la conexión entre los elementos, sus mutuas implicaciones y causalidades. Mediante la transferencia se le otorga al analizante una visibilidad, una synopsis que antes faltaba. "Durante una demostración se altera nuestra visión, (Anschauung) y que ello dependa de la experiencia no conlleva ningún esfuerzo. Nuestras visiones (Anschauungen) se ven modificadas.”585
Me gustaría que dijeses '¡Sí es cierto, así se podría pensar, así pudo ocurrir!' Pero quiero llamar tu atención de si estás en condiciones de representártelo. Quería poner esta imagen ante tus ojos y tu reconocimiento de esta imagen se basa en observar un caso dado de modo diverso, esto es, compararlo con esta serie de imágenes. He alterado tu visión (Anschauung). (He leído en alguna parte que ciertos matemáticos indios para la demostración de una proposición se sirven de una figura geométrica con las palabras 'Observa ésto'. También esta mirada produce una alteración del modo de ver.)586
Este es el modo crucial en que el psicoanálisis demuestra su utilidad. “Si Freud no ha descubierto fenómenos o incluso conexiones novedosas -de suerte que se podría poner a su favor una objetividad inédita- es cierto que ha hecho ver radicalmente de otra manera. Mejor aún: ha modificado la mirada, ha cambiado la 583
“Todo ocurre entonces, como si el paciente estuviera en posición de “comprender” dos veces -por los recursos de su propio “entendimiento” y por aquellos de la transferencia. Pero ello equivale a decir que es en el a posteriori a la transferencia que su entendimiento se pondrá al servicio de la dinámica inconsciente. Lo que demuestra hasta qué punto sólo con su entendimiento -no fecundado por la transferencia- el paciente bien puede “entender” (intelectualmente) sin “comprender” nada con respecto a lo esencial de su propio reprimido: le es necesario el choque de la transferencia,” P.-L. Assoun, op. cit., p. 57. 584 L. Wittgenstein, Philosophical Investigations, op. cit., p. 122. L. Wittgenstein, Philosophical Occasions 1912-1951, Indianápolis, 1993, p. 133. 585 L.Wittgenstein, Bemerkungen über die Grundlagen der Mathematik, Oxford, 1967, IV(30). 586 L.Wittgenstein, Zettel, México, 1979, Par. 461. Cf. L. Wittgenstein, Philosophical Investigations, op. cit., I Par. 144.
estructura de nuestra mirada.”587 El cambio terapéutico se da como cambio de 'formas de ver', de formas de ver relacionadas con los juegos lingüísticos en que estamos insertos, como forma de categorizar y entender mediante dichas clases. Si bien su Tractatus influiría en la formulación del positivismo, Wittgenstein se distanció de sus supuestos y mostró cierto desdén por la 'ciencia'. La ciencia se había convertido en una nueva mitología, un nuevo objeto de adoración que reemplazaba a la religión. En sintonía con Spengler veía una cultura occidental en franca decadencia y debilitada, habiendo renunciado al poder revitalizador de la religión frente a la cruda teoría.588 Al igual que el arte, el psicoanálisis posee una práctica que se produce mediante el lenguaje, pero que mobiliza otros niveles. Al igual que con respecto al arte, el lenguaje, en su referencia a la práctica, no puede sino resultar insuficiente. Pero es dicho lenguaje el que nos da una posición, una identificación, una Lebensform: nos hace sujetos, nos une inquebrantablemente con el mundo al que damos nacimiento nombrándolo, éste es el descubrimiento esencial de Freud y así lo destaca Lacan.589 “Nuestro lenguaje puede ser visto como una ciudad antigua: un laberinto de pequeñas calles y plazas, de viejas y nuevas casas, y con casas con adiciones de diversos períodos y todo ésto rodeado de una multitud de nuevos barrios con calles rectas y regulares y casas uniformes... E imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida.”590 El modelo de estas calles, de estas aristas y vericuetos, conforma una acepción del inconsciente, pero dicha acepción requiere 587
P.-L Assoun, op. cit., p. 165. “En el caso de Wittgenstein la consecuencia – el 'criterio externo'- que esperaba honestamente era una cultura que tratase la música, poesía, arte y religión con el mismo respeto y seriedad con el que nuestra sociedad actual trata la ciencia,” R. Monk, op. cit., p. 516. 589 “Aquí está, sin duda, la parte más original de la obra de Lacan: su descubrimiento. Lacan ha demostrado que este paso de la existencia (en el límite puramente) biológica, a la existencia humana (niño humano), se opera bajo la Ley del Orden, que yo llamaré Ley de la Cultura, y que esta Ley del Orden se confundía en su esencia formal con el orden del lenguaje,” L. Althusser, Posiciones, Barcelona, 1977, p. 26. 590 L. Wittgenstein, Philosophical Investigations, op. cit., 19. 588
de un correlato biológico, de contenido empírico que supla una teorización simbólica que, como tal, sólo puede representar una forma de vida más entre otras sin una referencia definida. Para el psicoanálisis el lenguaje no es sólo el medio a través del cual pasamos nuestras enseñanzas, nuestras historias, es donde nos constituimos como sujeto, como ser que habla (parlêtre), y es mediante esta operación como se produce la posibilidad del cambio. La referencia absoluta al mundo del lenguaje es trocada, en especial por Lacan, en una suerte de estructura interna del lenguaje que nunca llega a rozar a las cosas, un lenguaje que responde a los juegos del lenguaje wittgenstenianos singularizados. Una determinada constitución ante la realidad está basada en una estructura lingüística, en cuya base se sostiene nuestra comprensión. Es ese mostrar, al que se refiere Wittgenstein en contraposición con el pensar, lo que se produce en la transferencia. De acuerdo con el Tractatus, el “pensamiento es la proposición con sentido” (4) y “la proposición no puede representar a la forma lógica; ésta se refleja en aquélla. Lo que en el lenguaje se refleja, el lenguaje no puede reflejarlo. Lo que en el lenguaje se expresa, nosotros no podemos expresarlo por el lenguaje.” (4.12 ) La forma lógica escapa cualquier taxonomía, ésta sólo puede ofrecerse desde el propio lenguaje al que intenta desenmascarar. Realmente la función de la transferencia es necesariamente un mostrar, al igual que todo lo que digamos acerca del lenguaje, todo decir metalingüístico, carecerá de sentido. Frente a dicho mostrar habremos de buscar otro nivel de análisis que puedan decir pero, al cambiar de nivel de análisis, nos tendremos que contentar con un bosquejo de explicación que no se adecúe ya a nuestro nivel convencional de entender las cosas, que no posea la relación
inmediata con nuestro entendimiento que poseen las explicaciones mitológicas, en especial de aquellos mitos que constituyen nuestra comprensión arraigada en nuestra referencia al mundo y a nosotros mismos. Si bien Wittgenstein veía el psicoanálisis como una mitología, como una teoría capaz de movilizar la fuerza principal de todos los mitos, la persuasión, ésta no poseía ningún apoyo científico. Freud había creado una nueva mitología.591 Ha respondido a la mitiología subjetiva con una mitología con aspiraciones objetivas. Su utilización de términos teóricos se encuentra empañada por esta recaída en el mito. “El sofisma comenzaría a partir de la tentación a la que Freud, según Wittgenstein, resiste mal de cortocircuitar la extensión semántica con la reivindicación teórica. A partir de ese entonces, debemos entenderlo, el término extrapolado por el uso (Wunsch) se vuelve portador, ipso facto, e indebidamente, de una ratio explicativa propia.”592 Esta esencialización de un término como 'deseo', su puesta en referencia teórica con un objeto real, no puede ser sino criticada por el Wittgenstein de las Investigaciones Filosóficas. Este referencialismo es a su vez productor de todo un halo de misterio alrededor del concepto, como ocurría, por ejemplo, con la categoría aristotélica de 'accidente', que cobra valor dentro de su teoría de la naturaleza (valor intrateórico), pero que no mostraría relación alguna con el mundo alguno (Sachverhalt). Ésta debería ser nuestra ambición al tratar de elucidar conceptos piscoanalíticos como la transferencia, remitirlos a otras teorías con referentes extrateóricos, dotarlos de contenido empírico.
591
L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1946. “Es probable que el análisis cause daño. Porque, aunque se puedan descubrir en su transcurso diversas cosas sobre uno mismo, hay que mantener una actitud crítica muy fuerte, aguda y persistente para reconocer y ver más allá de la mitología que se nos ofrece e impone. Hay algo que nos induce a decir: “Sí, por supuesto, eso tiene que ser así”. Una mitología poderosa,” p. 128. 592 P.-L. Assoun, op. cit., p.182.
Se ha señalado cómo la etapa en que madura el 'segundo Wittgenstein' coincide con la lectura del mismo de la obra de Freud.593 Esta alternancia o modulación también incluye el pasaje de la propedéutica propia del Tractatus a una terapia o cura del propio lenguaje, su destitución de una tradición perniciosa en la que se encuadra el pensamiento occidental. Sus últimos años, en los que trabaja sobre la filosofía de la psicología, posponiendo su estudio sobre filosofía de la matemática, quizás estuviesen influidos por la lectura del propio Freud. Así, el objetivo de una prueba en matemáticas es sacar a la luz las relaciones que no resultan evidentes:
En este sentido, curioso como pueda sonar, las pruebas en matemáticas puras son análogas la las explicaciones ofrecidas en el psicoanálisis freudiano. Y quizás la clave para el cambio de Wittgenstein en sus intereses, de las matemáticas a la psicología, resida en descubrir los 'patrones' de Freud más interesantes que las 'ilustraciones' de los matemáticos.594
Esta segunda fase también conlleva una noción de filosofía como autoterapia, de forma similar al autoanálisis emprendido por Freud mediante el estudio de los sueños. La tarea filosófica de Wittgenstein se vincula con un autoconocimiento, la filosofía es entendida como estilo de vida, de la vida buena. “Mientras menos se conoce y comprende uno mismo, menos grande se es, no importa cuán grande el talento sea. Por ello ni Freud, ni Spengler, ni Einstein, ni Kraus son grandes.”595 Su ideal de ciencia psicológica desertaba de la psicología experimental y se adentraba en el campo de la intución individual. Así se refiere al padre Zossima en Los Hermanos Karamazov que era capaz, con un simple vistazo, de ver las 593
Ibid. R. Monk, op. cit., p. 442. 595 Nachlass, Item 130, pp. 240-241. 594
preocupaciones que tenían en vilo a un individuo. Sólo su experiencia personal validaba su conocimiento. “Dicha gente, sugiere Wittgenstein, tiene más que enseñarnos a la hora de entendernos a nosotros mismos y a otra gente que los métodos experimentales de la moderna 'ciencia' psicológica. Ello no es debido a que la ciencia estuviese subdesarrollada, sino a que los métodos que emplea son inapropiados para su tarea.”596 Esta es la posición de Freud que, desde su experiencia, preveía elaborar un método objetivo, abstracto. Janik y Toulmin subrayan, frente a las tendencias logicistas, la visión ética a la que intentaba dar respuesta Wittgenstein en su Tractatus.597 La propia terapia era vista por Ludwig como una respuesta a dichos interrogantes éticos.598 La terapia lógica se convertía en 'tratamiento moral', pese a que su Tractatus señalaba la transcendencia de la ética y la imposibilidad de referirse a ésta lingüísticamente: Toda proposición ética carecería de significado. Por ello, para referirse a dicho contenido, Freud no tuvo más opción que echar mano de mitos como formato de explicación, como teoría. Haciendo del mito método, aunándolos en su teoría.
596
R. Monk, op. cit., p. 549. A. Janik y S. Toulmin, La Viena de Wittgenstein, Madrid, 1987. Los autores se desmarcan de la recepción anglosajona del pensamiento de Wittgenstein e intentan situarlo como respuesta a los interrogantes presentes en su contexto vienés a través de figuras como Loos, Mauthner y Kraus. Así la interpretación de Wittgenstein, en especial del período del Tractatus, antes que basarse en las influencias ejercidas por la obra de Russell y Frege, hace uso de los instrumentos técnicos desarrollados por estos autores para dar una respuesta al tema que articula su pensamiento: la ética. “El punto de vista de su libro -según él mismo insistiese debidamente- es un punto de vista ético; son sólo sus técnicas formales lo que procede de la lógica proposicional. Y una vez que se reconoce esto se hace asimismo claro por qué el Tractatus, además de ser un documento característicamente vienés, fue también un libro clave para los contemporáneos de Wittgenstein,” op. cit., p. 213. Su demostración acaba desterrándola del reino del lenguaje; acerca de la ética no se puede decir nada, sólo se puede mostrar. 598 “Psicoanalizarse es de una manera u otra análogo a comer del árbol del conocimiento. El conocimiento que se obtiene de este modo supone problemas éticos (nuevos) pero no conlleva ninguna contribución a su solución,” en L. Wittgenstein, Culture and Value cit. en J. Bouveresse, Philosophie, Mythologie et Pseudo-science. Wittgenstein Lecteur de Freud, París, 1997, p. 16. 597
3.2. Mitodología. Psicoanálisis y teorías Las críticas epistemológicas más conocidas dirigidas al psicoanálisis vendrán de otro vienés ilustre, Karl R. Popper. A diferencia de Wittgenstein los intereses de Popper son más concretos: la demarcación de teorías científicas.599 Su obra está orientada a refutar ciertas teorías con las que no compartía ni sus supuestos teóricos ni sus consecuencias materiales, el marxismo y el psicoanálisis. Para ello Popper habrá de utilizar como criterio de demarcación entre teorías científicas su postulado de falsabilidad. Conocida es su aplicación del modus tollens y la necesidad, por parte de las teorías científicas, de poder ser objeto de refutación para obtener tal rango epistemológico. Siguiendo criterios falsacionistas Popper señala cómo la teoría psicoanalítica, su metapsicología, no podía ser objeto de falsación. Cualquier hecho puede ser interpretado como una confirmación de la teoría. Adepta al sesgo de confirmación sólo se producen instancias confirmatorias, tal como ocurre con el método dialéctico hegeliano-marxista: “no había comportamiento humano concebible que la contradijese.”600 Todo es explicable mediante el método dialéctico o el analítico. Este tipo de teoría omnisciente puede dar razón a posteriori de cualquier 599
Quizás esto obedezca a la razón que da Feyerabend, “...Wittgenstein es un filósofo, mientras que Popper es un ambicioso maestro de escuela...” P.K. Feyerabend, Adiós a la razón, Barcelona, 1995, p. 90. 600 K.R. Popper, Conjectures and Refutations, Nueva York, 1962, p. 37. Bunge diferencia entre pseudociencia (psicoanálisis) e ideología (marxismo) y prevé, apuntalando el mito de la racionalidad tecno-científica, el dominio de la ciencia como actividad liberatoria, deshecha de todo sus incómodos compañeros de viaje, cuando consiga su deseado fin, y ciencia y conocimiento sean una unidad metafísica trascendental sin metafísica, M. Bunge, Pseudociencia e ideología, Madrid, 1985. Según Cioffi la pseudociencia vendría dada por la relación asimétrica que establece entre sus hipótesis y las expectativas creadas. El carácter de pseudociencia es explicable sólo mediante comparaciones, como el descubrimiento, por parte de Dante, de cierta alusión trinitaria, acerca de la fecha de nacimiento de Beatriz, o el significado de los 153 peces obtenidos por Pedro. Según Cioffi, Popper estaba en lo cierto al admitir el caracter pseudocientífico del psicoanálisis, pero éste no se debe a su infalsabilidad, sino a las afirmaciones de Freud de haber 'confirmado', no sólo instanciado, ciertas hipótesis. La falsabilidad sería un criterio de demarcación entre teorías científicas y no científicas, mientras que las condiciones de confirmación sería el elemento clave en las aserciones pseudocientíficas y no pseudocientíficas. “Su queja (la de Popper) no es que evaden la falsificación (las hipótesis pseudocientíficas) sino que identifican arbitrariamente contra-instancias con instancias positivas,” F. Cioffi, Freud and the question of pseudoscience, Chicago, 1998, p. 214 No obstante el ejemplo que retoma es el de Adler y no del propio Freud.
fenómeno, no exhibe la estabilidad y contrastabilidad de otro tipo de teorías, por tanto no es científica. Por otro lado, se sitúan los problemas en la recopilación de datos clínicos y el método inductivo. Una perspectiva racionalista como la de Popper no admite la acumulación de casos como medio para probar causalidad subyacente alguna, poniendo de relieve la denominada falacia inductiva. La línea de división entre inductivismo y deductivismo es tajante, situando al primero ante la imposibilidad de generar leyes básicas. La verificación y contrastación en las ciencias empíricas supone la repetición de determinado resultado en idénticas circunstancias dadas, ceteris paribus. En psicoanálisis sólo se puede trabajar con sujetos y singularidades que no encajan bajo dicho concepto, y que poseen una compleja adecuación a marcos explicativos determinados. No sólo en la esfera metapsicológica y clínica surgen rerpoches, sino en la elaboración de aquella en función de ésta y en la aplicación de la teoría a la práctica.601 El psicoanálisis es especialmente fácil presa de cualquier análisis objetivo por la propia postulación del inconsciente. Dicha instancia siempre permite que cualquier actitud del paciente pueda ser contrastada contra un fondo en principio inescrutable. Popper señala la existencia del 'efecto Edipo' según el cual la teoría 601
“La naturaleza no estructurada de la observación psicoanalítica es su mayor fuerza en el contexto de descubrimiento científico (generación de hipótesis), pero su mayor debilidad está en el contexto de justificación (comprobación de hipótesis),” D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: I Conflict, Compromise and Connectionism”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 50(1), 2002, p. 57. “La comprobación de hipótesis requiere el control de variables con un impacto potencial sobre las respuestas de los sujetos, y la exploración clínica del sentido requiere bajo control. Por otro lado el laboratorio es un sitio excelente para comprobar hipótesis, pero uno pobre para generar hipótesis sobre los tipos de procesos mentales complejos involucrados con personalidad, psicopatología y tratamiento –procesos que a menudo no son aparentes en contactos breves entre sujetos e investigadores utilizando estímulos que han sido explícitamente seleccionados por su semejanza en significado sobre los sujetos. La necesidad en la equivalencia del significado de estímulos en diversos sujetos (…) supone que dichas aproximaciones tendrán dificultad en dar cuenta de las conexiones asociativas idiosincrásicas que constituyen el objeto principal de la investigación psicoanalítica,” ibid.
influiría en el propio evento que describe, dando lugar a una modalidad del sesgo de confirmación. Todo puede ser, finalmente, resistencia al análisis que acaba asimilando toda posibilidad de crítica, procurando un asentimiento cuasi sacro, como señalaba Wittgenstein. Si bien se proponen leyes o reglas generales (interpretación de los sueños, desarrollo de la líbido, modelo estructural...), éstas no son puestas a prueba de forma concluyente. Otra debilidad metodológica vendría dada por la imposibilidad de obtener datos brutos del propio contexto clínico. Éstos sólo se extienden a protocolos de sesiones, en los que se amalgama la teoría con la narración del analizante. Una simple reproducción verbatim no puede servir para explicar nada sin una teoría que le otorgue sentido, la remita a un marco explicativo. Por otro lado, esto hace que el lenguaje observacional siempre esté contaminado por la teoría, impidiendo la publicidad de simples observaciones registradas.602 La metateoría de Freud estaría envuelta en un halo de consistencia de tipo más bien literario, al afirmar la singularidad como predicamento, la singularidad de la constitución de cada sujeto. En este sentido, se trataría de una metodología más cercana a la historia que a la ciencia natural. La validez de su teoría residía, según Freud, en su éxito clínico, de ahí la importancia del análisis de la transferencia, como concepto fundamental clínico y a la vez teórico. Su cercanía a los fenómenos sugestivos que se sitúan, como hemos visto, en su raíz histórica, y los problemas de la intersubjetividad, en la base de la imposible objetividad de los hechos clínicos que tanto preocupó a un Freud con afanes positivistas, también contribuyen a su
602
K.M. Colby y J.R. Stroller, Cognitive Science and Psychoanalysis, Hillsdale, 1988. “¿Es posible presentar un protocolo preciso de un tratamiento analítico? Por supuesto que no. El análisis es un proceso,” p. 83. Los autores rechazan el caracter pretendidamente científico del psicoanálisis principalmente bajo la falta de hechos brutos.
debilidad como teoría. Estas críticas dirigidas a la clínica, nuestro objeto de análisis, han sido especialmente resaltadas por Adolf Grünbaum. De acuerdo con la lectura que hace Grünbaum de Popper, éste había creído idear un sistema más estricto que el principio inductivo con su modelo racional falsacionista.603 Grünbaum muestra la posible falsación de ciertas hipótesis psicoanalíticas, tal como las formula Freud.604 Las críticas de Popper no se justifican de modo absoluto, pues el propio Freud utilizó el modus tollens para falsar ciertas hipótesis como la que sostiene que la condición necesaria en los casos de delirio sería un deseo homosexual reprimido, “...Freud se había referido cuidadosamente, aunque sin éxito, a todos los argumentos de Popper contra la validación clínica antes de que Popper apareciese en la escena filosófica.”605 Pese a ello, el modelo que utiliza Grünbaum para mostrar los fallos del psicoanálisis es 603
“En las obras primeras de Popper (...) encontramos al psicoanálisis jugando un papel no tanto como el objetivo principal de su cargo de no-falsabilidad, sino más bien como pieza central en su crítica del inductivismo como método de valdación de teorías científicas o como criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia.” A. Grünbaum, “Précis of The Foundations of Psychoanalysis: A Philosophical Critique”, P. Clark y C. Wright, Mind, Psychoanalysis and Science, Nueva York, 1998, p. 11. 604 A. Grünbaum, The Foundations of Psychoanalysis: A Philosophical Critique, Berkeley, 1984, pp. 108 ss. “Es una tesis central de este ensayo que el método clínico psicoanalítico y las inferencias causales (etiológicas) basadas en él son fundamentalmente defectuosas epistémicamente, pero por otras razones que la no falsabilidad,” ibid., p. 124. Cf. A. Grünbaum, Validation in the Clinical Theory of Psychoanalysis. A Study in the Philosophy of Psychoanalysis, Psychological Issues, 61, Madison, 1993. Según Cioffi, los cambios en la teoría psicoanalítica se produjeron pese a la inexistencia de sustrato empírico, en ausencia de evidencia, sosteniendo la existencia de instanciaciones espúreas. En cuanto al abandono de la teoría de la seducción, vista por Grünbaum como ejemplo de la utilización de criterios falsacionistas, del rechazo de ciertas hipótesis en favor de otras, se trata, según Cioffi, de un simple cambio de hipótesis sin base evidencial. En última instancia “es la credibilidad de los psicoanalistas y no la cogencia de sus argumentos la fuente última de la división entre aquellos que aceptan o no las aserciones distintivas de la teoría freudiana,” F. Cioffi, op. cit., p. 34. Las razones que ofrece Cioffi se refieren al pedigree cultural del psicoanálisis debido a la posibilidad que ofrecía a intelectuales de sacar a la luz sus intimidades sexuales, en especial sus tendencias homosexuales. “Tal como conviene a un héroe cultural de teflón, sólo raramente se permite que Freud esté claramente equivocado sobre algo; todo aquello que resulta ser empíricamente falso es pronunciado como poéticamente cierto. Lo que fracasa como hecho triunfa como parábola,” ibid. p. 284. Es precisamente dicha estrategia la que queremos evitar intentando clarificar tanto el contenido preciso del concepto freudiano de transferencia como su elucidación mediante teorías contrastables. 605 Ibid., p. 285. La lectura de Grünbaum de Popper supone un concepto formal de falsabilidad, para Cioffi falsabilidad vendría dada de hecho por haber sido intentada en varias ocasiones, diferenciando entre falsación y no-instanciación. La intestatabilidad no supone necesariamente el carácter pseudocientífico ni la testabilidad lo contrario, “...mi cargo de evasión de falsificación pese a ser cogente no posee -y no se puede esperar que tengauna cohercibilidad estrictamente lógica. Dichos juicios son un asunto de percepción gestalt e ilustran la ironía de cómo la crítica del psicoanálisis posee el mismo carácter epistémico como el que se sostiene frecuentemente del propio psicoanálisis,” F. Cioffi, op. cit., p. 14.
especialmente el de los Studien über Hysterie (1893-5) que sólo suponen una fase muy primitiva del desarrollo de las ideas de Freud. El argumento por adecuación, o tally argument, es la piedra de toque para probar la falsabilidad actual del psicoanálisis. Grünbaum se refiere a la afirmación de Freud de que los síntomas de los pacientes se podrían resolver mediante una predicción por parte del analista de los conflictos internos del paciente. Esta argumentación podía reducirse a los siguientes proposiciones: (1) Sólo la interpretación y el tratamiento analítico puede mostrar las causas inconscientes del paciente (insight). (2) Sólo la comprensión por parte del paciente de las causas inconscientes actuantes en él (insight) produce la cura. Estas dos proposiciones generales son posible objeto de falsación del siguiente modo: (1') Si no hay interpretación psicoanalítica entonces no hay insight. (2') Si no hay insight, no hay cura. De lo que se deduce por reductio ad absurdum: Si (no no) hay cura, entonces (no no) hay interpretación psicoanalítica. A esta posición la denomina Grünbaum la Tesis de la Condición Necesaria (NCT), de acuerdo con ésta, el psicoanálisis es la modalidad única de cura duradera. Es decir, si existiesen otras terapias diferentes al psicoanálisis que producen la cura, ésta teoría sería falsada. Las posibles soluciones a este demoledor argumento son el epifenomenalismo, en el sentido de que otras terapias operarían con los principios básicos del psicoanálisis sin saberlo (à la Mesmer) o, como se ha defendido desde el psicoanálisis, que éste involucra una auténtica
restructuración del sujeto, mientras otras terapias actúan de una forma más localizada sobre los síntomas. A falta del sostén teórico procurado por el monopolio y efectividad de la clínica, la validez epistemológica quedaba en suspenso.
...bajo la caída del argumento de adecuación, la supuesta superación de las inducciones clínicas posee la presunción de ser espúrea, y esta fuerte presunción deriva del hecho de que la independencia de los pedazos de evidencia concurrentes inferencialmente es gravemente puesta en cuestión por un contaminante común: la influencia del analista.606 No obstante esta visión tan determinista resaltada por Grünabum no es una constante en el pensamiento de Freud. En ocasiones éste se mostraba incluso escéptico y precavido, abierto a otros tratamientos y con dudas epistemológicas acerca de la validación de su propia teoría:
Saben, a lo mejor, que nunca fui un entusiasta de la terapia; no representa ningún peligro que abuse de este discurso con fines de loa. Prefiero decir poco que mucho. En el tiempo en que era el único analista, solía oir de personas que poseían simpatía por mis asuntos: Todo esto es bastante bello y entretenido, pero muéstreme un caso que haya curado mediante el análisis. Esa era una de las múltiples razones que les había llevado, con el paso del tiempo, a dejar de lado la incómoda novedad. También se encuentra envejecido, como otros, el conjunto de cartas de agradecimiento de pacientes curados también tienen lugar en la carpeta del analista. Por ello la analogía no se sostiene. El psicoanálisis es realmente una terapia como otras. Tiene sus triunfos así como sus derrotas, dificultades, limitaciones, indicaciones. En un determinado tiempo uno de los ataques al psicoanálisis rezaba que no podía tomarse en serio como terapia, pues no era capaz de hacer pública una estadística de sus éxitos. Desde entonces el Instituto psicoanalítico en Berlín, fundado por el Dr. Max Eitington, ha publicado un informe de su primera década. Los éxitos terapéuticos no justifican la jactancia, pero tampoco dan lugar a la vergüenza. Sin embargo, tales estadísticas son poco esclarecedoras, el material procesado es tan heterogéneo que sólo números muy grandes significarían algo. Se debería indagar en las propias experiencias personales. Querría decir que no creo que nuestros éxitos terapéuticos puedan competir con los de Lourdes. Son muchos más los seres humanos que creen en 606
Ibid., p. 278. Otros autores como S. Gardner, Irrationality and the Philosophy of Psychoanalysis, Cambridge, 1993, señala, “...si Grünbaum tuviese razón y el poder de sugestion del psicoanalista invalidase directamente los datos clínicos, nunca sería posible que una persona afirmase justificablemente haber ayudado a otra a obtener una mejor visión de su motivación, una implicación inaceptable,” p. 241.
los milagros de la Virgen antes que en la existencia del inconsciente. Atendiendo a la competencia terrenal, tenemos que cotejar la terapia psicoanalítica con otros métodos de psicoterapia. Hoy apenas hace falta mencionar tratamientos físicos, orgánicos, de estados neuróticos. Como procedimiento psicoterapéutico, el análisis no está en oposición con los otros métodos de esta disciplina médica; no los desvaloriza, no los excluye.607
Grünbaum critica igualmente las aspiraciones hermenéuticas de ciertas corrientes dentro del psicoanálisis, tanto en base a sus conexiones causales, como a su coherencia narrativa, afirmando que dicha coherencia no se sostiene en un sistema de creencias falso que nada tenga que ver con la realidad. Así, el relato de un esquizofrénico curado por un curandero mediante ritos vudúes podría conseguir coherencia mediante una teoría de la posesión, tendría coherencia pero le faltaría cualquier apoyo empírico con respecto a las teorías científicas aceptadas. Precisamente éste es el valor de nuestra elucidación, mostrar cómo el psicoanálisis es traducible en términos empíricos y, si es asible, si entra dentro del marco explicativo de otras teorías científicas e incluso avanza alguna de sus intuiciones, es decir, posee valor heurístico. Según Strenger, el psicoanálisis como marco hermenéutico ha de mostrar no sólo la coherencia interna que menciona Grünbaum, sino también externa, en el sentido de coherencia con las serie de teorías generalmente aceptadas dentro de una cultura. De acuerdo con la visión hermenéutica, la teoría, aparte de una coherencia de la narración, ha de poseer una coherencia externa608 como condición impuesta por la existencia de ciertas creencias aceptadas en una sociedad. Si bien la coherencia interna conlleva un acuerdo a nivel teórico de los conceptos 607
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse und Neue Folge, “34. Aufklärungen, Anwendungen, Orientierungen”, Sta., I, pp. 580-581. 608 C. Strenger, Between Hermeneutics and Science. An Essay on the Epistemlogy of Psychoanalysis, Madison, 1991.
psicoanalíticos con las teorías aceptables, su validez como creación teórica, la coherencia externa demarca su capacidad como práctica de formar parte de los contextos explicativos que posee el sujeto para representarse su medio y su inserción en él, su validez en cuanto representación individual. Así, el psicoanálisis ha de lidiar con ambas expectativas de coherencia. Con la interna, para obtener los visos de respeto y cientificidad de cualquier teoría de contenido empírico, y la externa que permita su efectividad como talking-cure, como modalidad de terapia que se dirige a un sujeto. La integración de la coherencia interna y externa mediante narraciones permitiría la integración de afectos y semantemas. De nuevo su aspecto teórico, metodológico, confluye con su propuesta clínica que reevalúa las creencias o mitos perennes en cada uno de nosotros. Partiendo de la coherencia externa nos hemos de apropiar de un texto para incorporarlo a nuestro horizonte vivencial, de acuerdo con la noción de círculo hermenéutico. El nuevo significado se produce como función de la creación de un nuevo horizonte de comprensión y un barrido de los existentes. Resulta, pues, importante resaltar aquello que le otorga coherencia a una narrativa subjetiva, posibilitando la reestructuración de la experiencia. En este sentido, la inteligibilidad de un texto es determinada por nuestra pertenencia a una comunidad lingüística. La coherencia externa da fe de dicho proceso. El progreso terapéutico vendría unido al incremento en inteligibilidad, a la creación de significado y de nuevos horizontes de comprensión frente a los prejuicios, a las modalidades de entendimiento existentes. La coherencia externa acentúa el aspecto reconstructivo en el sentido hermenéutico de formación de significado; la unidad de la biografía es
reinterpretada a modo de narrativa. De hecho, se entiende que la neurosis comporta precisamente la inflexibilidad y el apego a una determinada historización. La ausencia de objetividad tiene que ver con la implicación del observador en la forma de intervención. La observación, de por sí, supone intervención, pues todo instrumento interfiere en la medición de un sistema cerrado. La terapia deshace lecturas recurrentes y rígidas hacia otras más flexibles y ricas, y construye nuevo significado, nuevas formas de experiencia del cuerpo, no sólo a partir de recuerdos, sino de modos de estar con otro.609 Más allá de las visiones hermenéuticas y de las deficiencias metodológicas apuntadas por Grünbaum, una nueva perspectiva verificatoria es la que llevamos a cabo en la segunda parte de este trabajo, la elucidación no mediante instancias interpretadas dentro de la propia teoría, sino mediante otras teorías validables, mostrando no sólo la coherencia interna, su consistencia con las teorías exitentes, sino su posible elucidación en función de éstas, seguimos así la indicación del propio Grünabum: ”...a falta de una alternativa válida para el abortado argumento de adecuación (tally argument) con visión y ambición comparable, la futura validación de la teoría freudiana, si ha de existir, debe venir de resultados extraclínicos.”610 La teoría psicoanalítica puede ser corroborada mediante la elucidación y descomposición de ciertos aspectos teóricos en modelos adecuados a otras teorías. Así, el psicoanálisis como heurística serviría como teoría marco, 609
“La mayor parte de autores analíticos que escriben sobre técnica ven como pieza central del trabajo psicoanalítico la elucidación del funcionamiento mental presente del paciente, especialmente tal y como se manifiesta en la situación clínica. El énfasis en el recuerdo como fin en sí ha desaparecido casi completamente,” ibid., p. 72. D.P. Spence, Narrative Truth and Historical Truth: Meaning and Interpretation in Psychoanalysis, Nueva York, 1992. 610 A. Grünbaum, op. cit., p. 129. Tras su ataque a la metodología hermenéutica, ésta queda como sería la única posibilidad según Grünbaum. Otro autor que siguió este camino, el de la validación extraclínica, es B.B. Rubinstein, Psychoanalysis and the Philosophy of Science, Madison, 1997, alejándose del movimiento hermenéutico y su primacía por las narrativas hacia una idea racionalista de ciencia basado en el descubrimiento de una verdad ontológica. Según éste, la falta de autosuficiencia explicativa de la clínica remite a un mecanismo explicativo por postdicción.
convalidable mediante los resultados extraclínicos de otras teorías, salvando las críticas epistemológicas y renovando el contenido empírico de los conceptos elaborados por Freud, conceptos que aún hoy son los únicos que dan cuenta de una gran variedad de fenómenos.611 Intentamos aquí la integración y validación de estas teorías mediante el análisis detallado de los mecanismos que el propio Freud observó en el desarrollo de su teoría de la transferencia y que pasan a formar parte de ésta en forma de resistencia, falsa conexión o repetición. A su vez, tras mostrar su relación con las nociones de categorización, memoria y emoción, tal como son tratadas por las disciplinas cognitiva y neurocientífica, he apuntado a su congruencia con aspectos presentes en la clínica de Freud. De este modo se salva el escollo señalado por Popper y Grünbaum, la dificultad de su verificación intra-teórica. Otras críticas al psicoanálisis que pueden ser obviadas mediante la elucidación propuesta comprenden desde el problema del homunculismo a las explicaciones disposicionales. Así se tiende a criticar todo cartesianismo del tipo 'fantasma en la máquina' en el que la mente aparece como pantalla de contenidos proposicionales procesados por un homúnculo, como teatro cartesiano controlado por un instancia sub-sujetiva con las mismas características que un sujeto. Si existiese un homúnculo, habría que buscar el principio de comprensión de éste en un posterior homúnculo produciendo una regresión al infinito, según Ryle.612 No obstante, la formulación del inconsciente ha de entenderse antes que como homúnculo, como el ello de la segunda tópica freudiana, como activación de respuestas aprendidas
611
“El poder explicativo de la noción de inconsciente es tan grande que no podemos trabajar sin ella,” J. Searle, The Rediscovery of the Mind, Cambridge, 1992, p. 151. 612 G. Ryle, “The thinking of thoughts: What is 'Le Penseur' doing?”, G. Ryle, Collected papers, Hutchinson, 1971. Cf. D. Dennett, The Intentional Stance, Cambridge, 1987.
que lo fueron en contextos conflictivos y que fueron incorporadas del mismo modo, o bien como déficit en la internalización de ciertas representaciones con consecuencias estructurales. Las teorías intencionales de los estados psicológicos no pueden ser totalmente reducidas por teorías micro, sub-personales o mecanicistas: representan un dualismo al menos de propiedades. De este modo se pueden señalar dos modos de referirnos al inconsciente,613 una perspectiva internalista, basada en las ciencias cognitivas, se fundamentaría en la existencia de ciertos procesos subpersonales. Desde una perspectiva externalista nuestra comprensión mitodológica se basaría en instancias como el inconsciente. Pese a las debilidades de esta última perspectiva resulta necesaria, pues recurre a la forma de entender el mundo por parte de los sujetos, una forma aún prosopopéyica, mítica, en la que siempre existe un autor de un hecho, un agente, donde cierta excitación o acción es reconocida por el sujeto como ajena. De igual modo opera nuestra gramática, al requerir un sujeto toda oración con sentido. La clínica ha de actuar sobre el modo en que el mundo es aprehendido y conceptualizado, no como teoría abstracta, sino con capacidad de producir una alteración significativa del mundo vivido.614 Frente a una explicación experta, como la que trato de elaborar, habría que mantener una 613
G. O'Brien y J. Jureidini, “Dispensing with the Dynamic Unconscious”, Philosophy, Psychiatry and Psychology, 9(2), 2002, pp. 141-153. Las críticas de estos autores parten de un análisis bastante más parcial que el que creemos llevar a cabo aquí. Simplemente se basan en señalar que el inconsciente cognitivo, tal como surge de los experimentos en ciencia cognitiva, no posee ninguna similitud con el inconsciente psicodinámico. Nuestra postura, algo más elaborada, sostiene que el inconsciente psicoanalítico ha de entenderse no sólo como gradación de procesamiento, y de ahí su posible relación con el inconsciente cognitivo, sino que ha de elucidarse conjuntamente con una serie de procesos emocionales y motivacionales que le dan su impronta propia. De hecho, el concepto de transferencia nos sirve de heurísitica para poder poner en relación experimentos dispares que no muestran ninguna vinculación con una posible praxis psicológica. Como tal la ciencia cognitiva, a nivel terapéutico, poseería un valor nulo. Si, como los autores pretenden, es preciso seguir experimentos sin ninguna relevancia práctica en el sentido urgente de la terapia y dejar que inventen ellos, sustrayendo al psicoanálisis de un marco de investigación y a la ciencia cognitiva de una heurística que ensamble sus datos para incorporarlos en una práctica, nos parece un flaco favor el que se le hace a ambas disciplinas. 614 “En tanto el psicoanálisis espere entender las acciones humana, será siempre y debe ser, una disciplina interpretativa,” M. Cavell, The Psychoanalytic Mind. From Freud to Philosophy, Cambridge, 1993, p. 74.
explicación, digamos, clásica. Así como el mundo newtoniano sigue siendo la forma más refinada de entender el mundo por buena parte de las persona educadas, se trata de la experiencia común del individuo la que ha de ser modificada, es sobre este nivel de explicación sobre el que actúa la transferencia. Por otro lado, las explicaciones disposicionales, al atribuir una característica a una instancia y luego explicar dicha instancia recurriendo a esa característica, resultan circulares. Se requieren variables independientes respecto al suceso a explicar, éstas son las que obtenemos de nuestra elucidación, que desplaza el sentido intrateórico por una referencia interteórica. Si bien el psicoanálisis entiende la existencia de un inconsciente dinámico, podemos identificar efectos similares en cierta respuesta neuronal que produce un estado emocional con ausencia de representación consciente. Este tipo de elucidación permite la conversión de las nociones psicoanalíticas en procesos con base cognitiva y fisiológica. Así, la opinión de Wittgenstein, que veía en la teoría de Freud un modo de entender, una representación posible de los fenómenos, obtiene todo su valor. Lo que habría de llevarse a cabo es su incorporación a teorías con contenido
empírico
y
que
representan
los
acontecimientos
mediante
el
conocimiento que poseemos sobre procesos cerebrales y mentales. Si el psicoanálisis cambia modos de cognición, y la cognición ha de poseer cierta base neural, parece oportuno estudiar las posibles interacciones entre ambas teorías. Dilthey diferenciaba entre ciencias nomotéticas, que seguían una formulación a modo de leyes, e idiográficas que describían de forma simbólica acontecimientos singulares. Freud, tras valorar la imposibilidad de una modalidad de terapia basada en el conocimiento neurológico existente en su época, como muestra su ensayo de
una psicología para neurólogos de 1895, tuvo que abandonar dicha empresa. Su renuncia le lleva del lado del Erklären al Verstehen. La inexistencia de suficiente experiencia acerca del funcionamiento mental impedía la elaboración de una teoría con base neural empírica. Es por ello que tuvo que optar por una formulación lingüística que señalaba aspectos cruciales en el entendimiento de los síntomas y en el modo de actuar sobre ellos. Su modelo dinámico hacía comprensible los casos de neurosis que encontraba y le confería un método de curación insospechado. Así frente a la diferencia entre explicación y comprensión se sitúa la dicotomía entre razones y causas. Dada X y que X es una buena razón para Y, ésto no implica que X sea causa de Y. Esta diferenciación producía una demarcación clara de lo que es ciencia empírica y los estudios humanos, que pueden aducir razones plausibles pero no causas determinantes. No obstante, Davidson615 asemeja las razones a las causas, si bien las primeras no se basan en un sustrato nomológico, es decir, no pueder ser formuladas de forma legaliforme. Davidson presupone que los propios sucesos mentales lo son también de tipo físico o poseen un correlato de dicho tipo, con lo cual, asumiendo dicho monismo, resulta que nuestros estados mentales poseen una causalidad pese a que no podamos determinar una ley exhaustiva. Al dar razones se unen el qué con el porqué, la descripción con la justificación. Las razones psicoanalíticas serían idénticas a las causas, pues la importancia al entender si X es válida como causa de Y no depende tanto de si X es de orden mental o físico como de su carácter esencial para la producción de Y. De hecho la oposición causa-razón se encontraría fundada en una división entre
615
D. Davidson, Essays on Actions and Events, Oxford, 1980. Cf. N. Mackay, Motivation and Explanation. An Essay on Freud's Philosopy of Mind (Psychological Issues 56), Madison, 1989.
mente-cuerpo. El psicoanálisis posee la carga extra de tener que operar con causas y razones, con los primeros como teoría, con los segundos como psicología intencional clínica, dirigida a un sujeto. Si bien lo mental viene articulado en función de un vocabulario de agente, parece absurdo elaborar la metapsicología de los procesos que subyacen a estas proferencias de acuerdo con éstas. El dilema tal como lo presenta Moore es el siguiente: “...ninguna teoría puede ser construída 'del lado mental' y aunque las teorías son perfectamente adecuadas 'del lado físico', no pueden ser teorías de la mente.”616 A nivel mental no son las causas lo que importa, sino los patrones basados en causas reales o imaginadas, conceptualizados mediante nuestro lenguaje natural. La transferencia nos muestra la relación entre el lenguaje como instancia representacional y un sistema biológico, neuronal, la relación entre estos dos diversos niveles ¿Cuál es la causa de que un fóbico sienta miedo? ¿Existe una causa o una razón? ¿Un sustrato neurológico, o una experiencia traumática, o una relación entre ambas? ¿Le serviría al sujeto que alguien le explicase la causa de su miedo en términos neurocientíficos? ¿Conseguiría la alteración de su apercepción? En este sentido, el psicoanálisis funciona como mitodología, como sistema teórico que, mediante enunciados, es capaz de someter el conocimiento a la comprensión del analizante. Una teoría del psiquismo que rechace una formulación folk tendría igualmente que comunicarse con el paciente en un lenguaje comprensible por éste, se dirigiría a un sujeto y no a un procesador. Nuestra reconstrucción del concepto de transferencia mediante las teorías cognitivas no es el único intento de dotar de contenido empirico a la clínica. Otra 616
M. Moore, “Mind, Brain and the Unconscious”, P. Clark y C. Wright (eds.), Mind, Psychoanalysis and Science, Nueva York, 1988, p. 148. “De todas estas formas, los psicoanalistas han intentado mostrar la teoría clínica como concebida con el vocabulario de personas y la metapsicología concebida con el vocabulario de causación mecanicista,” ibid., p. 144.
estrategia viene dada, siguiendo al opinión del propio Freud, por la comprobación del éxito terapéutico. Como señalamos, esta virtud de la praxis no nos sirve como explicación experta, no valida la metapsicología, sino que se sostiene en el propio nivel de la explicación clásica, en el propio lenguaje, para referirse a algo que pasa a través de él, que se mantiene, de acuerdo con Wittgenstein, fuera de las posibilidades del decir. A diferencia de estas comprobaciones acerca de los productos de la teoría, nuestra elucidación se centra más en el propio contenido de ésta. Numerosos estudios han corroborado la eficacia del tratamiento analítico, y otros se han mostrado críticos a este respecto. La clínica ha sido objeto en especial de estudio, como posible campo de comprobación de la utilidad del psicoanálisis. Diversos proyectos han llevado un seguimiento de pacientes con el fin de comprobar la existencia de los aludidos ‘cambios
estructurales’
frente
a
los
simples
‘cambios
comportamentales’
producidos por otras terapias. Pese al posible valor heurísitico de las hipótesis psicoanalíticas, las críticas al psicoanálisis se han basado en la ausencia de validación experimental, como en los trabajos del behaviorista Eysenck.617 Estudios más recientes parecen establecer la efectividad de dicho tipo de terapia incluso en espacios breves de tiempo.618 Más 617
H.J. Eysenck, “Failure of treatment -- failure of theory?”, Behavioral and Brain Sciences, 9, 1986, p. 236. Los análisis de Eysenck, no obstante, no dejan de referirse a su behaviorismo tan caro, no parecen ceñirse a una metodología experimental estricta H.J Eysenck, Decline and fall of the Freudian empire, Nueva York, 1985. Más curioso aún es su relación con la parapsicología y la astrología. Entre sus escritos figuran H.J. Eysenck y D.K.B. Nias, Astrology: Science or Superstition?, Londres, 1982, y H.J. Eysenck, “Planets, stars and personality”, New Behaviour, 29, 1975, pp. 246-249. Del mismo modo como W. James fue un ferviente creyente en la comunicación con el transmundo, cf. M. Gardner, “Communicating with the dead: William James and Mrs. Piper (Part 1)”, Free Inquiry, 12 (2) 1992, pp. 20-27. M. Gardner, “Communicating with the dead: William James and Mrs. Piper (Part 2)”, Free Inquiry, 12 (3), 1992, pp. 38-48. 618 Cf. P. Høglend, K.-P. Bøgwald, S. Amlo, O. Heyerdahl, Ø. Sørbye, A. Marble, M.C. Sjaastad y H. Bentsen, “Assessment of Change in Dynamic Psychotherapy”, Journal of Psychotherapy Practice and Research, 9, 2000, pp. 190-9. A. Abbass, “Intensive Short-term Dynamic Psychotherapy in a Private Psychiatric Office: Clinical and Cost Effectiveness”, American Journal of Psychotherapy, 56(2), 2002, pp. 225-232. M.D. Blagys y M.J. Hilsenroth, “Distinctive feature of short-term psychodynamic-interpersonal psychotherapy: A review of the comparative psychotherapy process litterature”, Clinical Psychology: Science and Practice, 7, 2000, pp. 167-188.
del ochenta por ciento de los sujetos de ciertos estudios habían intentado otro tipo de soluciones que pasaban por terapias farmacológicas, así como terapias breves cognitivas-conductuales, y finalmente buscaban una solución en el psicoanálisis.619 Existen otras confirmaciones parciales de aspectos concretos de la teoría freudiana, como la sexualidad.620 Al igual, otras obras proponen un análisis de las teorías de Freud y llevan a cabo falsaciones de éstas.621 Pese a la diversidad de técnicas diversas que se agrupan bajo el rótulo de psicodinámicas, Freud dejó claro que toda terapia que se basase en la transferencia y en la existencia de resistencias podía ser amparada bajo su método. De ahí la importancia de una elucidación de la transferencia como marco de todo posible tratamiento estríctamente psicoanalítico. Basándose en el postulado de singularidad, no sólo con respecto al sujeto, sino a la modalidad particular de relación que se produce entre el analista y el analizante como unidad heurística, Emde propone un psicoanálisis como ciencia no determinista, en oposición a los tradicionales sueños de anexación del terreno 619
N. Doidge, B. Simon, L.A. Gillies y R. Ruskin, “Characteristics of psychoanalytic patients under a nationalized health plan: DSM-III-R diagnoses, previous treatment, and childhood trauma”, American Journal of Psychiatry, 151, 1994, pp. 586-590. Cf. N. Doidge, “Empirical evidence for the efficacy of psychoanalytic psychotherapies and psychoanalysis: an overview”, Psychoanalytical Inquiry, (Suppl), 1997, pp. 102–150. 620 D.C. McClelland y D.A. Pillon, “Sources of adult motives in patterns of parent behavior in early childhood”, Journal of Personality and Social Psychology, 44, 1983, pp. 564–574, que presentan cierta confirmación en un estudio longitudinal de la teoría sexual freudiana al señalar la correlación entre la motivación del adulto y su entrenamiento en conductas higiénicas y la permisividad por parte de los educadores de conductas sexuales y agresivas. Otro tipo de confirmaciones indirectas del mecanismo de defensa freudiano, por el que el sujeto tiende a evitar activamente ciertos deseos que entiende reprehensibles y los proyecta, puede ser colegido de una serie de experimentos que han mostrado cómo aquéllos individuos que se mostraron más homofóbicos eran proporcionalmente aquéllos que obtenían un nivel de excitación fisiológica mayor al ver escenas homosexuales. H.E. Adams, L.E. Wright y B.A. Lohr, “Is homophobia associated with homosexual arousal?”, Journal of Abnormal Psychology, 105, 1996, pp. 440-445. 621 S. Fisher y R.P. Greenberg, Freud Scientifically Reappraised: Testing the Theory and Therapy, Nueva Jersey, 1995. Concluyen los autores: “La magnitud del esfuerzo de investigación que ha sido mobilizado durante los años para probar las hipótesis de Freud queda indicado por el amplio volumen de publicaciones localizadas que describen estudios empíricos sobre varios aspectos de su trabajo. Si uno combina las referencias pertinentes de nuestro libro anterior (Fisher & Greenberg, 1985) con las de nuestra presente empresa hacen un total de más de 2500. Por supuesto varían en calidad, pero en general se comparan bien con los estudios acumulados relevantes en cualquier otra área mayor de psicología. Claramente no es cierto que haya habido una ausencia de inversión en investigación en lo que Freud tenía que decir,” p. 286. Cf. la masiva J. Masling (ed.), Empirical Studies of Psychoanalytic Theory (10 vols.), Nueva Jersey, 1983 y ss.
psicoanalítico por la psicología 'experimental' y de la ya postergada idea de una unificación 'positiva' de las ciencias.622 En este sentido, cabe destacar la crítica wittgensteniana del meta-lenguaje. En su análisis de la filosofía de la matemática argüía cómo un cálculo del estilo de la aritmética no se basaría en una teoría, en un meta-lenguaje como el álgebra, y de esta forma aquel no sería reducible al segundo. Ambos son dos cálculos semejantes y sus relaciones sólo pueden invocar la traducción, la interpretación, de las expresiones de uno en términos del otro. Frente al positivismo unificador, Wittgenstein entendía las relaciones entre diversas materias en pie de igualdad y como simples modelos de traducción o interpretación. Esta traducción o interpretación es la que entendemos fructífera en el diálogo entre el psicoanálisis y las ciencias cognitivas. Diálogo, elucidación, antes que reducción. Precisamente el psicoanálisis se opone a esta absorción, pues ve en la 'ideología científica' un modelo de supresión del sujeto, mientras que su ideal se dirige en una dirección contraria. Pese a sus divergencias, no obstante, la relación del psicoanálisis con la ciencia apunta a su raíz ilustrada. En la primera parte de este trabajo mostrábamos el surgimiento del magnetismo como contrapunto a las prácticas del exorcismo. En este sentido aparece como modelo de conocimiento naturalista y objetivable. El psicoanálisis se concibe como un saber que se sustrae a la conciencia pero que está estructurado como un lenguaje con cierta estructura racional.623 De hecho, si algo diferencia al psicoanálisis es su búsqueda de racionalidad, de orden, en la aparente maraña del suceder mental, y que, 622
A.W. Staats, “Unified positivism and unification psychology: Fad or new field?”, American Psychologist, 46, 1991, pp. 899-912. En un sentido diametralmente opuesto a estos intentos véase N.A. Braunstein, M. Pasternac, G. Benedito y F. Saal, Psicología: Ideología y Ciencia, México, 1975. Se abre así la fractura entre estas dos disciplinas, entre la pseudociencia y la ideología. 623 J. Lacan, “Radiophonie”, Scilicet, 2-3, 1970, p. 77.
enfrentándose a una racionalidad estrecha, desoye fenómenos afectivos e intersubjetivos. Por otro lado, el psicoanálisis permite reconectar la ciencia positiva, experimental, alejada de marcos vivenciales, con el comportamiento y la explicación de sucesos a escala 'macro', distanciándose de experimentos como los de Ebbingahus sobre la memoria, basados en la repetición de series de números. El psicoanálisis recupera, mediante la clínica, condiciones experimentales lo más semejantes posible a las situaciones donde efectivamente se despliega la actividad humana, de validez ecológica.624 Del mismo modo que Mesmer observaba cómo el exorcismo usaba la misma técnica que el magnetismo sin saberlo, podríamos distinguir lo que funciona en el psicoanálisis a través de su teoría. Es decir, es posible que una teoría produzca una práctica efectiva sin ser necesariamente correcta como explicación. La peculiaridad del psicoanálisis viene dada porque las explicaciones, a modo de interpretaciones, subyacen al cambio terapéutico y éstas han de recurrir a una explicación no experta para poder interferir con los contenidos proposicionales y las creencias del sujeto. La desvinculación que observaba Freud entre palabras e imágenes como diferentes niveles de procesamiento, simbólico y subsimbólico, apuntaba a una ‘biología del significado’,625 mediante la cual el psicoanálisis se constituyese a medio camino entre la psicología y la biología, y pudiese ser quizás un día reducido a su sutrato biológico y neuronal. 624
Especialmente tras U. Neisser, Cognitive Psychology, Nueva York, 1967, uno de los psicólogos cognitivos que más en cuenta tomó la tradición psicoanalítica. 625 A.H. Modell, “The interface of psychoanalysis and neurobiology,” Boston Colloquium for Philosophy of Science - December 18, 1996 http://www.psychomedia.it/pm/science/psybyo/modell.htm Presentation - The Poles of Health: Biological and Social approaches to Disordered Minds
Pribam y Gill muestran a lo largo de su obra acerca del Proyecto de una psicología para neurólogos, publicada póstumamente en 1950 y escrita en 1895, la cercanía de sus concepciones con algunos aspectos de la actual ciencia cognitiva, y
reconocen
la
capacidad
de
modificar
la
metapsicología
mediante
la
neuropsicología.626 Algo diferente ocurre con la teoría clínica o 'psicología', cuya modificación no parecía plausible. Dicho proyecto ensayaba una reducción de los procesos mentales a una cuantitativa de excitación neuronal. Es decir, una reducción de los qualia a cantidades discretas de activación neuronal. Es precisamente dicha elaboración fisicalista la que nutre toda su metapsicología de las metáforas propiamente energicistas e hidráulicas, de las que no se desprendería posteriormente.627 En esta obra pionera Freud avanzaba los conceptos de neurona y de regulación de procesos (homeostasis, teoría cibernética...) tan centrales a la neurociencia y ciencia cognitiva. Apuntaba la existencia de un espacio entre las neuronas que permitía la discontinuidad del flujo electrotónico y, en definitiva, la carga, y el aprendizaje de la red neuronal, bosquejando un modelo de LTP, así como modelos conexionistas de asociación entre las neuronas. Las diferencias de facilitación entre las neuronas (los diversos pesos sinápticos) producirían el almacenamiento de información. La facilitación, ante la escasez de sinapsis, también dará lugar al concepto de resistencia y de proceso secundario. A partir de 626
K.H. Pribam y M.M. Gill, El “Proyecto” de Freud. Una Introducción a la teoría cognitiva y a la neuropsicología contemporánea, Buenos Aires, 1977.“Nos proponemos ver aquí que la metapsicología psicoanalítica debe verse, en todas sus facetas, como una teoría biológica-cognitiva del control, basada en una neuropsicología explícita,” p. 15. “Nuestra interpretación del Proyecto pone en claro que Freud describe estructurasseparadas: la neurológica mnémico-motivacional (facilitatoria) y la del yo (inhibitoria), que hoy llamaríamos estructuras cognitivas y nos da un detalle de sus funciones separadas e interactuantes,” ibid., p. 87. 627 “Para recapitular, el modelo de Freud fue calificado a menudo de hidrodinámico. Es más correcto decir de él que es un modelo energético. Pero con mayor precisión aún, diremos que su concepto se basa en los concomitantes eléctricos de la actividad neural que llegaron a ser objeto de seria investigación en las últimas décadas del siglo XIX,” ibid., p. 71.
aquí desarrollará su idea de energía ligada y de catexia o carga energética, conceptos centrales que forman su modelo psicológico cuantitativo, posteriormente asociado a conceptos metapsicológicos ya sin base biológica alguna. El psicoanálisis, desprendido de las nociones seminales elaboradas al principio de su carrera por Freud, se nos muestra, desde una perspectiva biológica, como una teoría tipo 'caja negra'. Describe sólo los inputs y outputs, pero no el mecanismo subyacente. Es aquí donde la neurociencia y la ciencia cognitiva servirían como teorías que elucidasen los procesos que concurren en la transferencia, mediante su método de análisis de procesos. Para analizar un proceso fenoménico se analizan una serie de procesos, permitiendo, a la vez, una referencia de contenido empírico interteórico, y otorgando una relación entre dicho análisis mismo y otro macro mediante el cual se produce el cambio terapéutico.
Las leyes ni consiguen ni pueden agotar la experiencia o reemplazar las historias o los eventos que ocurren en los cursos efectivos de las vidas individuales. Los eventos son más densos que cualquier posible descripción científica. Son también indeterminados microscópicamente y, dada nuestra teoría, también lo son así en cierta medida macroscópicamente.628
Estos dos niveles, el de los eventos efectivamente experimentados -explicación lingüística- y el de la descripción científica -explicación experta-, son los que confluyen en el psicoanálisis y son, en buena parte, causa de sus problemas epistemológicos. Como clínica, el análisis ha de acudir a una explicación lingüística, pero ello no ha de hacer que renuncie a una explicación experta de la clínica. La teoría psicoanalítica, desarrollada en la propia praxis, eligió el nivel de explicación lingüístico para desarrollar su propia metapsicología, al observar su 628
G.H. Edelman, Bright Air, Brilliant Fire: On the Matter of the Mind, Nueva York, 1992, pp. 162-163.
importancia clínica. Nuestra opción es mantener dicha praxis y dotarla de una explicación experta. Freud desarrolló su metapsicología a partir de su clínica. Ahora podemos desarrollar dicha metapsicología con la ayuda de conceptos de contenido empírico. Este diálogo teórico entra dentro de una reconsideración de la relación entre teorías. Más que un modelo absolutista, mostraría las posibilidades del diálogo interteórico. Se trata de una nueva crítica al ideal positivista de reducibilidad de teorías y de un progreso racional monista del conocimiento.
...una teoría científica es declarada inválida sólo si un candidato alternativo se encuentra disponible para tomar su lugar. Ningún proceso aún descubierto por el estudio histórico del desarrollo científico se asemeja al estereotipo metodológico de falsación por comparación directa con la naturaleza. ...el juicio que lleva a los científicos a rechazar una teoría previamente aceptada está siempre basado en algo más que una comparación de la teoría con el mundo. La decisión de rechazar un paradigma es siempre simultáneamente la decisión de aceptar otro, y el juicio que lleva a dicha decisión supone la comparación de ambos paradigmas con la naturaleza y entre ellos.629
Feyerabend
ha sostenido la proliferación
de teorías
como
principio
metateórico. Las teorías pasadas han resultado a la larga ser falsas, y como parece que no hay ninguna razón para hacer una excepción con nuestras teorías actuales, podemos afirmar que todas las teorías que han sido y serán son falsas. La ciencia se alimenta de resultados, de teorías y observaciones no científicas. Contra criterios demarcacionistas de teorías, Feyerabend señala la equipolencia de diversas teorías.
629
T.S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, 1962, p. 77. “Rechazar un paradigma sin substituir simultáneamente con otro es rechazar la propia ciencia,” ibid., p. 79
Las teorías cambian el modo de 'ver' las cosas, e incluso los objetos, en el sentido de insertarlos en nuevas relaciones significantes. En este sentido, nuestra propia concepción de psique se nos muestra como una teoría de acuerdo con cuya variación de conceptos es posible llevar a cabo un reajuste en áreas diversas del psiquismo. Los hechos, al estar cargados teóricamente, chocan con otras teorías que no disciernen los mismos hechos. Se requieren teorías para dar contenido a las simples observaciones; las observaciones se vuelven objetos por la propia teoría que les otorga su estatuto. Los objetos analizados dentro de una teoría como el exorcismo son totalmente diversos a los elaborados dentro del marco psicoanalítico. Si bien los primeros se refieren a un contexto en el que se encuadran el endemonamiento, el espíritu o Dios, el psicoanálisis se deshace de esta ontología en favor de una de tipo naturalista, mucho más cercana a los ideales propios de la ciencia, pero afirma, con fines explicativos más que ontológicos, la existencia de diversas instancias que dan lugar a un modelo de la mente. De modo similar, el estudio de la transferencia, mediante la elucidación cognitiva, comporta la reformulación de un término como el de magnetismo en un nuevo marco teórico, anudado a otros conceptos con determinado contenido empírico. Mediante la utilización del laboratorio construido alrededor de la escena analítica, de la transferencia como modalidad de relación con el analista, el psicoanálisis retoma uno de los ideales de la ciencia dura, “...el control experimental de lo que es interrogado.”630 La transferencia se constituye en la objetivación de la relación que con el magnetismo y la sugestión no pasaban de ciertas recetas puntuales. Esa era la idea de Freud, no obstante “...sabemos hoy lo 630
I. Stengers, La volonté de faire science. À propos de la psychanalyse, Le Plessis- Robinson, 1996, p. 77. “La transferencia le permite a Freud substituir la enfermedad ordinaria que implica ciertamente al analista, pero bajo el mismo título que todo otro personaje de la vida real del paciente, por una enfermedad de laboratorio que no se refiere más que al orden de la escena analítica,” ibid., p. 57.
que no sabíamos antes de Freud: la transferencia no es suficiente para hacer de la realidad psíquica un objeto teórico.“631 El estatuto propio del psicoanálisis podría ser visto como programa de investigación. Recordemos cómo la teoría psicoanalítica ha permitido encuadrar, por ejemplo, los descubrimientos dispersos dentro de modelos interdisciplinarios de desarrollo emocional.632 Como muestra, compararemos algunos aspectos de éste con el programa de investigación más exitoso en nuestra ciencia: la teoría de la evolución o de la selección natural, al cual Popper extenderá su juicio de pseudo-teoría: "...He llegado a la conclusión que el darwinismo no es una teoría científica verificable, sino un programa de investigación metafísico, un posible marco para teorías científicas verificables."633 Se trata más bien de una heurística explicativa que admite su estudio por disciplinas particulares (paleontología, geología...). En el caso del psicoanálisis estas disciplinas serían las ciencias cognitivas y la neurociencia.
631
Ibid., p. 78. A.N. Schore, Affect regulation and the Emergence of the Self, op. cit. 633 K.R. Popper, Unended Quest, La Salle, 1976, p. 168. “Quisiera dar algunas razones de porqué veo al darwinismo como metafísico y como un programa de investigación. Es metafísico porque no es comprobable (testable). Uno podría pensar que lo es. Parece afirmar que, si alguna vez en un planeta encontramos vida que satisfaga las condiciones a y b, entonces c entrará en juego y producirá con el tiempo una rica variedad de formas diversas. El darwinismo, no obstante, no afirma tanto. Asumamos que encontramos vida en marte consistente en exactamente tres especies de bacteria con una apariencia genética similar al de tres especies terrestres ¿Se habría refutado el darwinismo? De ningún modo. Debemos decir que estas tres especies eran las única formas entre la multitud de mutantes que se encontraban lo suficientemente bien adapatados para sobrevivir. Y diremos lo mismo si existe una especie (o ninguna). Así, el darwinismo no predice realmente la evolución de la variedad. No puede realmente explicarla. En el mejor de los casos puede predecir la evolución de la variedad bajo 'condiciones favorables'. Pero difícilmente será posible describir en términos generales qué condiciones favorables son, a menos que, en su presencia, emerjan una variedad de formas,” ibid., p. 171. El propio Darwin tenía sus dudas acerca de la solidez de su teoría: “...soy bastante consciente de que mis especulaciones van más allá de los límites de la verdadera ciencia. Es un mero jirón de una hipótesis con tantos defectos y agujeros como partes razonables,” Carta de Charles Darwin a Asa Gray, citada por A. Desmond y J. Moore, Darwin, Nueva York, 1991, p. 456. 632
Debemos primeramente preguntarnos si la teoría de la evolución por selección natural es científica o pseudocientífica... Tomando la primera parte de la teoría de que la evolución ha ocurrido, dice que la historia de la vida es un solo proceso de división y progresión de especies. Este proceso debe ser único e irrepetible, como la historia de Inglaterra. Esta parte de la teoría es por ello una teoría histórica, sobre eventos únicos, y los eventos únicos no son, por definición, parte de la ciencia, pues son irrepetibles y no objeto de comprobación.634
La singularidad de la biografía de un sujeto no puede ser objeto de ciencia pero el método de actuación sobre éste ha de poder ser descrito adecuadamente. Para ello no podemos servirnos tanto del nivel biográfico, lingüístico, sino que hemos de apuntar a las bases cognitivas comunes que pueden ser alteradas de forma genérica, si bien lo son mediante historizaciones y formulaciones singulares. Dada una estructura anatómica concreta, un fósil encontrado, al intentar explicar su surgimiento sólo podemos retrotraernos a las posibles causas ambientales que hicieron de éste una ventaja adaptativa a un medio determinado, influido por una multitud de cambios climáticos, orográficos y poblacionales. Este tipo de explicación puede sugerir multitud de hipótesis sin verificación posible alguna. No sabemos siquiera la mutación casual que produjo esa preferencia. Sólo suponemos hipótesis difícilmente falsables por la evidencia y de tipo plausible, probabilísticas. Sin embargo, la teoría de la evolución es heurísticamente la más poderosa quizás elaborada. Permite encuadrar toda una serie de fenómenos diversos con una coherencia propia de los mitos creacionistas que compiten con ella. No es de extrañar que la oposición a esta teoría se base en las mismas razones que Wittgenstein sostenía contra Freud. De forma similar el psicoanálisis consigue recuperar recuerdos y estados corporales asociados y reinterpretarlos,
634
C. Patterson, Evolution, Londres, 1978, pp. 145-146.
comprenderlos, darles sentido, encajarlos no tanto en una historia natural como en una biografía.
La evolución es el mito creador de nuestra época. Diciéndonos nuestro origen da forma a nuestras visiones acerca de lo que somos. Influye no sólo nuestro pensamiento, sino también en nuestros sentimientos y acciones, de un modo que va más allá de su función oficial como teoría biológica. Llamándola mito no estoy, por supuesto, diciendo que sea una historia falsa. Quiero decir que posee gran poder simbólico independiente de su verdad. ¿La palabra religión es adecuada? Esto depende del sentido que le demos a tan elástica palabra.635
Al igual que la teoría de la evolución da sentido, ofrece un marco de referencia estable, el psicoanálisis posee precisamente dicho 'poder simbólico' como conformador de pensamiento, sentimiento y acciones. Freud había también cambiado la forma en que los hombres nos entendíamos, nuestras concepciones. Según él mismo, había infligido la tercera herida antropológica, abierta por Copérnico y profundizada por el propio Darwin. Freud y el descubrimiento del inconsciente suponía un revés más a las concepciones heredadas. Incluso hoy en día el sistema copernicano entendido desde los conceptos de la teoría de la relatividad casi parece un mito y es, desde luego, una teoría falsa. La capacidad de una mitología de este tipo nos muestra cómo las teorías científicas más pregnantes son aquellas que se vuelven mito, aquellas que son absorbidas como estado actual de cosas por los sujetos, las que proponen una concepción del mundo (Weltanschauung), pese a no ser verificables a escala individual. Así
635
M. Midgley, “The Religion of Evolution”, J. Durant (ed.), Darwinism and Divinity: Essays on Evolution and Religious Belief, Oxford, 1985, p. 154.
sucede con la teoría del movimiento de la tierra que, al igual que la teoría de la evolución, no posee correlato alguno con nuestra experiencia cotidiana.636 Al hablar de Freud, Erdelyi destaca su capacidad de generar nuevas metáforas en busca de una explicación antes que ignorar los fenómenos.637 El psicoanálisis se nos mostraría a nivel epistemológico como 'sistema de metáforas mezclado'. Así subraya el problema a la hora de formular teorías en un lenguaje, al volcar a este sistema analógico cualquier suceso de grano más fino. La teoría de las catástrofes muestra cómo la unidad de la ciencia vendría dada por la posibilidad de modelización de fenómenos antes que por la capacidad predictiva. Ante las leyes de un universo abierto, éstas han de situarse como grados posibles de evolución no determinados a priori.638 Si la 'ciencia' no puede llevar a cabo una taxonomía exhaustiva de todas las reglas subyacentes a la experiencia individual, al menos puede estudiar sus límites, sus condiciones. Quizás no se trate tanto de que el psicoanálisis sea una mitología, sino de que el hombre piensa de modo inadvertido a través de mitos más o menos refinados su propia existencia, o que éstos le permite observar unas conexiones que no se muestran tan claras de otro modo. Entre estos mitos uno de los más poderosos es el de la ciencia, que ya desde sus principios positivistas surge como catecismo, como profesión de fe.639 El psicoanálisis intenta dar cuenta de la lógica interna de dichas mitologías. En este sentido el ejemplo freudiano de la constitución de síntomas mediante las categorías del lenguaje natural muestra cómo la aceptación 636
“Si el hecho de la subjetividad va en contra de la definición de 'ciencia', entonces habrá que abandonar la definición y no el hecho,” J. Searle, “Mentes y cerebros sin programas”, E. Rabossi (comp.), Filosofía de la Mente y Ciencia Cognitiva, Barcelona, 1995, p. 436. 637 M.H. Erdelyi, op. cit., p. 111. 638 I. Prigogine e I. Stengers, Entre le temps et l’éternité, París, 1988. 639 Sin duda nos referimos a uno de los positivistas más distinguidos y más conocido como panfletista y 'filósofo', A. Comte y su Catéchisme Positiviste. Ensemble du Dogme (1852).
del lenguaje por parte de un sujeto hace que su mundo obtenga dichos rasgos y perímetros por encima de cualquier ontología prexistente. En este sentido, los mitos incluidos en el lenguaje natural hechizan nuestra mente hasta el punto de que vivimos encerrados en ellos. El lenguaje, en definitiva, no sólo posee un valor explicativo, tal como las teorías filosóficas nos muestran, sino constitutivo de la realidad humana. Freud en su conrrespondencia con Jung le manifestaba su visión del mito en relación con la constitiución psíquica: “Espero que llegues pronto a estar de acuerdo conmigo que con toda probabilidad la mitología se centra en el mismo complejo nuclear que las neurosis.”640 El psicoanálisis como teoría comparte el nivel de significado con las modalidades
con las que los sujetos comprenden su mundo. Mientras que las
ciencias cognitivas proveen de un análisis del funcionamiento subpersonal, dando una referencia más exacta, resulta inútil como clínica si no comparte los supuestos existentes en la construcción que el sujeto hace del mundo y un marco al cual referir dicha creación. La imposición de cierto modelo externo es lo que Freud precisamente intentó evitar, pues ahí veía los riesgos de la hipnosis o de la sugestión que sí funcionaban como auténticas injerencias externas en la mente del paciente. El psicoanálisis nos muestra cómo las creencias, los mitos, se hacen biología.641 640
Cit. en J. Forrester, Language and the origins of psychoanalysis, Londres, 1980, p. 83. N. Cousins, “Belief becomes biology”, Advances in Mind–Body Medicine, 6, 1989, pp. 20–29. “La evidencia antropológica sugiere que las creencias y expectativas contribuyen en la enfermedad y la muerte y, de igual importancia, que las creencias y expectativas también curan,” O. Ray, “How the mind hurts and heals the body”, American Psychologist, 59 (1), 2004, p. 30. Un cambio de actitudes de entender la curación en la medicina supone la importancia crítica de los sistemas de creencias de los pacientes, frente a la visión positivista que veía en la enfermedad simplemente una afección local. En este sentido, en cuanto al marco de creencias, es importante señalar el lugar del estrés “...es experimentado cuando hay un coincidencia inadecuada entre la capacidad de enfrentar (coping skills) y las demandas ambientales que el individuo cree que estas habilidades han de confrontar. Es importante resaltar que no es la capacidad de enfrentar que el individuo posee o no lo que importa. Lo que cuenta es la capacidad de enfrentar que los individuos creen tener o no tener,” ibid., p. 32. Es dicha creencia la que afecta sobre nuestro estrés autoinducido para mejorar nuestras resistencias a ésta. Así el miedo, por ejemplo, resulta frecuentemente de una anticipación de la actuación, e incluso a un meta-nivel, como miedo 641
El psicoanálisis cumple la función de servir como teoría 'gruesa' para explicar la transferencia, utilizando una teoría simbólica sin referencia a otro sustrato o nivel de explicación, más que el propio lenguaje natural sobre el que actúa a nivel individual, sobre el analizante. Una explicación de la transferencia como la que hemos llevado a cabo en su elucidación, partiendo de una teoría simbólica, buscaría sus correlatos biológicos, cognitivos y fisiológicos. No es que el psicoanálisis, como teoría, resulte menos efectiva que su elucidación teórica, sino que no puede ser entendida dentro de una determinada concepción de la ciencia, de nuestras teorías empíricas. Una elaboración de explicaciones más finas permite bosquejar la referencia aludida por las teorías de Freud. En este sentido, la elucidación explica de otra forma un armazón intelectual diverso, consigue aprehender algunas de las nociones fundamentales y encuadrarlas en otro nivel de explicación, obteniendo una generalidad hasta ahora negada. Así el psicoanálisis podría aspirar a aunar dos perspectivas, una de primera persona -experiencia fenomenológica- y una de tercera persona -correlatos neuronales- para poder dar una imagen integrada de la experiencia humana.642 Una explicación experta abre la puerta a un psicoanálisis informado neurológicamente; una heurística metodológica con capacidad de encanto y bases empíricas, con coherencia externa e interna, con mito y método. de miedo, miedo de pasar miedo. 642 “Necesitamos tu historia en primera pesona y mi historia en tercera persona para un relato completo de lo que sucede. De este modo, la naturaleza de la mente es revelada tanto por cómo aparece desde una perspectiva como desde la otra. No es ni experiencia física ni es, a la vez, experiencia física y consciente (dependiendo de los arreglos observacionales). A falta de un mejor término podemos describir esta naturaleza como psicofísica,” M. Velmans, “How could conscious experiences affect brains?”, Journal of Consciousness Studies, 9(11), 2002, cogprints.org/2750/01/JCSVelmans2001.final.htm. Acerca de la necesidad de reunir información en primera persona y tercera persona se ha puesto de manifiesto la falta de finalidad de una neurociencia que no atienda a las características peculiares del cerebro en su relación con la experiencia subjetiva. “Las revistas de neurociencia están llenas de complejas descripciones de cambios en la dinámica de neuronas y de sistemas neuronales que nunca entran en contacto con la finalidad de dichos cambios. Podrían estar fácilmente estudiando la dinámica de la digestión,” R.M. French y E.Thomas, “The dynamical hypothesis in cognitive science: A review essay of Mind as Motion”, Minds and Machines, 11(1), 2001, p. 107.
Addendum. Terapias Categorizar es anudar un concepto y una disposición, ya sea somática o comportamental. Cuando un niño recibe un regalo y la madre le señala al niño que debe decir 'gracias' al obsequiante, éste ya ha comenzado a categorizar el gesto de agradecimiento, el de recibir un regalo y una serie de sensaciones fisiológicas y motoras (excitación, curiosidad...). Asimismo ha comprimido en un mismo descriptor toda esta serie de aspectos, junto con la actitud de la madre ante dicho agradecimiento, la prosodia correspondiente, al igual que la del portador del regalo. El niño 'recibe' la respuesta materna como adecuada a la situación en cuestión y convertirá dicho comportamiento en la modalidad principal de respuesta, como una imposición externa que se interioriza, al menos para evitar los incovenientes tanto de la repetición como del desagrado por no seguir sus mandatos. De este modo el niño ha interiorizado patrones de conducta adecuados y que posteriormente se actuarán
automáticamente.
Se
ejecutará
como
un
modelo
básico
de
condicionamiento aprendido. La incapacidad del sujeto para actuar de acuerdo con dicha categoría que se ha convertido en expectativa producirá malestar en el sentido en que en su etapa de aprendizaje, para automatizar la respuesta sin injerencia externa, tuvo que modelar un mecanismo que implementase dicha respuesta. Dicho mecanismo se interioriza de modo apropiado en condiciones normales, pero en ciertos casos, en especial en los que el niño quería evitar la injerencia externa a toda costa, debió poner en juego una mayor activación psicomotriz para poder zafarse de la indeseada corrección. De este modo, dicha situación y la necesidad de actuar conforme a cierto ideal crea cierta ansiedad, en el sentido de activación nerviosa
de un nivel similar a la injerencia externa que se quería evitar. A mayor interés en la evitación, mayor carga fisiológica. Finalmente, con la desaparición del mandato externo debido a su internalización, dicha activación corporal se relacionará ya únicamente con la situación de entrega del regalo. Se habrá independizado del término medio de dicho silogismo práctico y comportará una respuesta automática a situaciones que sean categorizadas de forma similar. La función del análisis sería recuperar la premisa media y desconectar la causación necesaria entre la respuesta fisiológica o conductual y la situación, mostrando la premisa oculta que ha posiblitado la automatización.
A→B
Situación de regalo
Imposición externa de respuesta
B→C
Para evitar injerencia
Atención, hiperactividad (ansiedad)
A→C Situación de regalo – Ansiedad
Tambien la reacción del que entrega el regalo al producir la respuesta externa produce su interiorización casuística. Pero ese mostrar debe desconectar la respuesta categorizada. Para ello se ha de 'recuperar' una situación intersubjetiva en la que se incorporó dicha respuesta. Se revive en un marco diferente, permitiendo la recategorización de la situación. Así el conductismo opera sobre la relación forjada entre A y C promoviendo la ausencia de ansiedad mediante la desebilización frente a la situación A. El cognitivismo muestra la inadecuación de C en un contexto A intentando cambiar la forma en que se categoriza A, y el psicoanálisis se encarga de mostrar la mediación que existe entre A y C, la premisa oculta B. El conductista basará su
trabajo en 'observables', tratando el organismo humano como sístema intputoutput, mientras que el psicológo cognitivo y el psicoanalista entrarán a saber de la caja negra que supone el cableado mental, uno para provocar el cambio mediante la sugerencia de la incompatibilidad de input y output, el otro para mostrar cómo se produjo dicho tipo de condicionamiento. El conductismo se contenta con encontrar la situación que produce ansiedad y producir un efecto ansiolítico en dicho contexto. El cognitivismo intenta mostrarle al individuo lo sorprendente de dicha respuesta, entra en la forma en que el sujeto ha categorizado la situación A, el modo en que está inscrito en su comportamiento. En este sentido se acerca a la posición analítica más que el conductismo. El psicoanálisis supone que la terapia cognitiva trabaja con epifenómenos y no puede, por tanto, producir un desanudamiento de una determinada posición subjetiva, es decir, de un determinado modo de categorizar. Sólo intenta borrar la conexión entre entendimiento y malestar mostrando lo inadecuado de dicha comprensión. El psicoanálisis intenta desvelar cómo se produjo la fijeza de esa categorización, su determinación, y desplaza así al sujeto que ya no tiene que responder a los modelos aprendidos en función de la premisa oculta. La inteligibilidad produciría reconocimiento. En este sentido, el incosciente, como sostiene Lacan, posee la forma de un lenguaje, en el sentido de que es un mecanismo básico de categorización, pero de categorización de premisas intermedias u ocultas, aprendizaje que se ha vuelto inadvertido y que actúa a nivel subpersonal, fuera de la conciencia, como pautas automáticas. No es de extrañar que los dos mecanismos básicos que pone en juego Freud en su ciencia de los sueños sean la condensación y el
desplazamiento, en el sentido de metáfora y metonimia, pues ambos son los dos modos básicos de categorización que poseemos 'A es B' o 'A es parte o contiene a B'. La metáfora y la metonimia agotan las posibilidades de referir a un objeto en relación a otro, de definición como característica fundamental del lenguaje, de autoreferencialidad lingüística, de un sistema completo y decidible. La premisa oculta (B), 'el inconsciente', conlleva esas respuestas (C) a la situación (A) a modo de mandato. El mandato tambien puede ser auto-impuesto en el sentido de incumplimiento con cierto ideal, pero siempre está anudado simbólicamente. El cuerpo responde a nuestra forma de categorizar produciendo ansiedad interna antes de que se produzca una posible injerencia externa o intentando evitar dicha intromisión, aunque sea de modo fantaseado, como previsión que marca un destino.
La terapia conductista (extinción) y el psicoanálisis poseen la misma meta: ayudar a la persona con su problema. En ambos casos, los efectos pueden alcanzarse ayudando al córtex a ganar control sobre la amígdala. Sin embargo los caminos neurales tomados pueden ser diferentes. La terapia de extinción puede tener lugar mediante una forma de aprendizaje implícito que implique el circuito prefrontalamígdala, mientras que el psicoanálisis, con su énfasis en el insight consciente y las apreciaciones conscientes, puede implicar el control de la amígdala mediante conocimiento explícito, a través del sistema mnémico del lóbulo temporal y otras áreas corticales involucradas en la apercepción consciente (...). Curiosamente es bien conocido que las conexiones de las áreas corticales a la amígdala son bastante más débiles que las conexiones de la amígdala al córtex. Esto puede explicar porqué resulta tan sencillo para la información emocional invadir nuestros pensamientos conscientes pero tan difícil para nosotros ganar control consciente sobre nuestras emociones. El psicoanálisis puede ser un proceso tan prolongado debido a la asimetría entre las conexiones entre el córtex y la amígdala.643
643
J.E. Ledoux, op. cit., p. 265. “La terapia no es sino otra vía de crear potenciación sináptica en las vías cerebrales que controlan la amígdala. Los recuerdos emocionales de la amígdala, como hemos visto, están 'quemados' indeleblemente en sus circuitos. Lo mejor que podemos esperar es llegar a regular su expresión. Y el modo de hacer esto es consiguiendo que el cortex tenga control sobre la amígdala.”
La inclusión de la transferencia en un marco explicativo como el de las ciencias cognitivas permite, por un lado, otorgarle al concepto psicoanalítico contenido empírico y, por otro, responder a las críticas filosóficas. Así el homunculismo implicado en la noción de inconsciente puede ser superado por una concepción que no entienda la existencia de una instancia, sino de una serie de procesos subsimbólicos mediados por estructuras subcorticales concretas y con recorridos y proyecciones determinadas. Frente al aparente esoterismo de 'un incosciente' o del fluidismo, el desplazamiento de su ontología primigenia hacia una serie de mecanismos o procesos conseguiría liberar al psicoanálisis de la parte teórica ya obsoleta, validando sus nociones clínicas.
3.3. Cerebro=Mente=Conciencia. Niveles de análisis Wittgenstein fue también uno de los primeros filósofos en insistir en la existencia de diversos niveles de explicación de los fenómenos pese a que entendía, como Freud, que los hechos subpersonales no servían para dar cuenta de eventos personales. En nuestro caso hemos resaltado ya la existencia de un nivel de explicación de tipo personal y otro de carácter subpersonal. A través de dichos niveles se puede uno referir a diversas modalidades de dar cuenta de un evento.644 De forma similar, nuestra elucidación intenta reflejar los diferentes niveles de explicación, psicoanálisis y ciencias cognitivas, complementarios en tanto al primero le falta una referencia, un contenido empírico propio, mientras que el segundo adolece de un sentido, un correlato en la experiencia del sujeto. La experiencia, tal como es vivida, permanece unida al sujeto al mismo nivel de explicación que él utiliza para dar cuenta de ella.
Si hacemos ésto debemos abandonar el nivel explicativo de la gente y sus sensaciones y actividades y volvernos al nivel sub-personal de cerebros y eventos en el sistema nervioso. Pero cuando abandonamos el nivel personal abandonamos en un sentido real el tema del dolor también. Cuando abandonamos la conversación sobre procesos mentales por la de procesos físicos, no podemos decir que el análisis del proceso mental de dolor sea incorrecto, pues nuestro análisis alternativo del dolor no puede ser análisis de dolor alguno, sino, más bien, de otra cosa, los movimiento de cuerpos humanos o la organización del sistema nervioso.645
Si bien el estudio de la conciencia aparece como el aspecto filosófico más relevante dentro de las ciencias cognitivas, éste puede ser analizado desde
644
Similar es la división que realiza Jackendoff entre cerebro, mente computacional y mente fenomenológica. R. Jackendoff, Consciousness and the computatinal mind, Cambridge, 1987. 645 D. Dennet, Content and Consciousness, Londres, 1969, pp. 93-4. Cf. S. Gardner, “Psychoanalysis and the personal/sub-personal distinction,” Philosophical Explorations, 3, 2000, pp. 96-119.
diversas ópticas. Por un lado, se puede entender la conciencia como un fenómeno básicamente cerebral, en cuyo caso vendría dada por la multiplicidad de procesos que ocurren en el cerebro. Desde una perspectiva materialista, el hecho de que la conciencia tenga, al menos, un sustrato neurológico resulta a todas luces evidente. La disputa central viene dada por el nivel en que se produce dicho fenómeno como simple suma o convergencia de los procesos cerebrales o bien como propiedad emergente de dichos procesos. Parece arriesgado admitir que la conciencia pueda ser la sumatoria de los procesos cerebrales, pues parece claro que la mayor parte de los procesos que ocurren en nuestro cerebro suceden sin apercepción alguna, e implican una ontología diversa a la de nuestra experiencia fenomenológica. Su equiparación con la conciencia haría de ésta un concepto inútil desde un punto de vista epistemológico, ya que sería identificar conciencia con estado general de procesamiento cerebral. Más adecuado sería distinguir entre los susodichos procesos químicos que se producen a nivel cerebral, de los cuales se encargarían las neurociencias, y aquellos con efectos psicológicos, pero sin requerir necesariamente de la intervención de la conciencia, el campo de la ciencia cognitiva, que incluiría teorías del procesamiento de la información, de aprendizaje implícito o de percepción subliminal. Parece claro que, más allá de su diverso formato, el número de procesos totales es mucho mayor que la pequeña cantidad que llega a la conciencia, experimentada por el sujeto. La conciencia, si bien se basaría en dichos procesos, supondría sólo una porción del estado general de procesamiento, quizás de un nivel superior. Todo el 'resto' que no forma parte de la conciencia
sería por exclusión inconsciente.646 De esta forma ambos conceptos serían complementarios y podríamos hablar de dos tipos de inconsciente, el neurológico, y el cognitivo. El primero comprendería todos los procesamientos fisiológicos y químicos automáticos sin representación alguna, mientras que el segundo se referiría a toda la información que posee algún tipo de codificación, pese a ser irrecuperable. El inconsciente freudiano poseería características de ambos; se trataría de un concepto híbrido. Parece que el cerebro es efectivamente el centro del procesamiento de información de nuestro organismo, no obstante la embodied cognitive science nos muestra cómo éste emerge de su incorporación, es decir, se produce en una experiencia sensimotora, y ésta modifica áreas y funciones corticales, como en el caso de gatos que son capaces de ver mediante áreas cerebrales normalmente relacionadas con funciones auditivas, o cómo estímulos visuales activan zonas del cerebro asociadas con la audición en personas sordas.647 La transferencia permitiría una reevaluación de nuestro conocimiento acerca de la conciencia, al mostrarnos un procedimiento apto para el estudio de ésta como proceso emergente e inducible. La conciencia se podría extender a aspectos previamente automáticos y por ello inaccesibles, más allá de la experiencia manejable por el sujeto. Así la mente habría de diferenciarse de la conciencia tal como atestigua no sólo el psicoanálisis, sino los procesos cognitivos de percepción subliminal, los sesgos en el razonamiento humano, o el procesamiento de información sin huella
646
E. Gillett, “The brain and the unconscious”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, 11, 1988, pp. 563578. 647 E.M. Finney, I. Fine y K.R. Dobkins, “Visual stimuli activate auditory cortex in the deaf”, Nature Neuroscience 4, 2001, pp. 1171-1173.
mnésica. Lo mental desborda los límites de la conciencia en tanto apercepción fenomenológica.648 Al investigar la experiencia subjetiva no es posible limitarse a tratar la apercepción consciente, sino que se ha de admitir la inclusión de factores bajo el umbral de la conciencia. No se trata tanto de una constricción metodológica como de un posible punto de apoyo de cualquier teoría que reconozca ciertos aspectos de la información procesada que no aparezca reflejada en la experiencia subjetiva. Se propone así una división entre procesamiento y apercepción, se procesa más de lo que llega a ser consciente y es parte de este exceso lo que configura aquello que el psicoanálisis entiende como inconsciente. Como señalaba William James, refiriéndose a las respuestas emocionales, éstas sobrevienen. La preeminencia de la activación inconsciente conlleva que antes de tener apercepción de un estado de cosas estemos ya preparados para actuar conforme al estímulo externo, es decir, la 'conciencia' sucede a posteriori con respecto a la respuesta motora correspondiente; nos damos cuenta de una situación después de estar preparados para dar una respuesta eficiente. La conciencia de la situación 'sobreviene' a la disposición a actuar.649 Así nuestra preparación (readiness) para actuar precede a nuestra representación de dicha voluntad. De ahí la importancia de operar sobre mecanismos implícitos, de ahí el
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En un sentido similar en el que la racionalidad no requiere inferencias lógicas, entendida como racionalidad contextual mediante modelos mentales cf. P.N. Johnson-Laird, The computer and the mind: An introduction to cognitive science, Cambridge, 1988. 649 B. Libet, “Unconscious cerebral initiative and the role of conscious will in the initiation of action”, Behavioral and Brain Sciences, 8, 1985, pp. 529-566. Si bien la preparación para actuar (preconsciente) aparece unos 200ms. tras la aparición del estímulo, la apercepción consciente ocurre a los 550 ms. de acuerdo con la medida de su 'potencial de preparación'. Aún así la apercepción ocurre unos 150 ms. antes de la propia acción lo que le permite actuar sobre ésta. Sin duda una buena explicación del superyo freudiano que es capaz de impedir la realización de un 'deseo' en el sentido de actividad corporal, incluso Libet lo denomina 'potencialidad de veto' y lo relaciona con circunstancias en que puede provocar rechazo social. Así mismo respalda la idea de que los 'deseos' son preconscientes en el sentido de preceder al acto de apercepción.
lugar acordado por Freud al inconsciente; estos mecanismos preceden a la actividad sobre la que poseemos control. Que ciertos estados mentales causen una experiencia fenomenológica no implica que exista igualdad entre ambos, pues la relación de implicación posee características lógicas diversas de la de igualdad (no simetría y no sustitución salva veritate). La teoría de los correlatos neuronales supone una simetría entre mente y estados cerebrales, pero no su carácter intercambiable. El reduccionismo fisicalista, por su parte, entiende que las propiedades de los estados cerebrales y mentales son idénticas, lo cual, más allá de la dificultad técnica de la descripción de los primeros, parece a priori implausible. Esto supondría que nuestra experiencia fenomenológica del olor de una tarta o el deseo de escribir una carta, incluso superando un lenguaje psicologista, poseerían las mismas propiedades que un determinado potencial eléctrico neuronal. Si bien es evidente que podemos adscribir cierta relación de implicación entre ambos estados, difícilmente podemos asignarles las mismas propiedades. Debemos distinguir claramente causalidad e identidad ontológica. Así cabría observar dichos comportamientos como dos aspectos del suceder mental relacionados, pero no reducibles, de modo similar a como se comporta la materia, por un lado como partículas, de otro, como onda. Dichas dos modalidades serían las propias de los estados cerebrales y fenomenológicos. Se trataría de dos formatos de una misma experiencia.650 Si algo caracteriza a las ciencias fenomenológicas, distinguiéndolas del estudio de los mecanismos neurales es la existencia de intencionalidad. Freud, reacio a las 650
M. Velmans, “How could conscious experiences affect brains?”, op. cit. M. Velmans, “Making sense of causal interactions between consciousness and brain”, Journal of Consciousness Studies, 9(11), 2002, pp. 69-95. Edelson señala la metáfora de estado mental y temperatura frente a correlato neuronal y movimiento de partículas, M. Edelson, “The convergence of psychoanalysis and neuroscience: Illusion and reality”, Contemporary Psychoanalysis, 22, 1986, pp. 479-519.
especulaciones filosóficas, aprovechó sus años como estudiante para asistir a las clases de Franz Brentano, que entendía la mente como aquella facultad de ser sobre otra cosa, de poseer intencionalidad. La existencia de una intencionalidad inconsciente conseguiría cerrar la brecha entre mente y conciencia, devolviéndonos al momento cartesiano del que nunca debimos dudar. Si se puede ser intencional sin conciencia entonces sería posible poseer estados proposicionales sin apercepción, sin representación. De acuerdo con el principio de conexión, la propia intencionalidad sería un estado dependiente de la conciencia. Los estados intencionales inconscientes deberían estar disponibles a la conciencia. Dicha posibilidad de ser conscientes se puede también entender, dentro de un modelo gradual, como nivel de activación por debajo de un umbral (preconciencia). De acuerdo con Searle la mente no es igual a la conciencia en su capacidad de referirse a otro objeto o hecho; el inconsciente, precisamente por no ser consciente, no podría ser intencional. “Cuando se realiza una afirmación acerca de la intencionalidad inconsciente, no hay hechos que sostengan dicho caso sino hechos neurofísicos. No hay nada más ahí que estados neurofisiológicos y procesos describibles en términos neurofísicos.”651 Así, el inconsciente estaría en oposición a lo intencional en tanto éste último se relaciona con lo simbólico, con la representación, y el inconsciente a cierto nivel de activación o intensidad. La intencionalidad diferenciaría la acción del simple comportamiento. Esta división sería paralela a aquélla que señalábamos entre los modos de reconocimiento facial hemisféricos.
651
J. Searle, The Rediscovery of the Mind, op. cit., p. 16.
Según Searle este 'inconsciente profundo' no existiría. El inconsciente sería la modalidad defectiva de procesamiento.652 El inconsciente podría referise a una modalidad de procesamiento con asociaciones en el hemisferio derecho y no disponible al hemisferio izquierdo lingüístico-cognitivo. Intención incluye la acción con objetivo, sosteniendo una relación determinada con el futuro en base a creencias, por tanto modificables, mientras que el inconsciente se referiría a estados neurovegetativos sin representación.
Vemos que un hombre que actúa intencionalmente anticipa lo que va a hacer después, pero no en la forma en que el observador lo hace. Lo que va a hacer después ya está presente en sus pensamientos, es parte del patrón que constituye la acción en que se encuentra comprometido o concibe. Sin conocimiento de este patrón, de los que constituye su realización así como cómo realizarlo, es el conocimiento práctico lo que le permite tener en mente lo que hará posteriormente antes de hacerlo. Poseer este conocimiento y estar comprometido en el futuro por aquello en lo que se embarca, o por sus intenciones, son dos caras de la misma moneda. Tener la intención de hacer algo es pues pensar que uno lo hará, y hacerlo intencionalmente o con intención, como podemos decir, supone saber lo que uno está haciendo. Ésto no puede ser identificado independentemente de los pensamientos del agente. Es por ello por lo que podemos normalmente decir que lo hace sin reflexión.653
Hay autores que optan por señalar la inconsistencia de posibles estados inconscientes intencionales.654 El postulado del supuesto carácter neurofisológico, antes que mental, de los estados inconscientes es el gran escollo del análisis de Searle y sitúa como opciones el uso de la separación entre consciente e inconsciente en una escala sin divisones tajantes, o la admisión de un nivel de procesamiento de información inconsciente. Otros señalan que, si bien las 652
M. Solms, “What is consciousness?”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 45(3), pp. 681702. 653 I. Dilman “Intentions and the Unconscious”, P. Clark y C. Wright (eds.), Mind, Psychoanalysis and Science, Nueva York, 1988, p. 176. 654 A.W.M. Meijers, “Mental Causation and Searle's Impossible Conception of Unconscious Intentionality”, International Journal of Philosophical Studies, 8, 2000, pp. 155-170.
creencias pueden entenderse como estados inconscientes intencionales, no sucede así con los deseos, pues éstos poseen una dirección de adecuación diversa a las creencias, de mundo a mente. Los deseos, en esta definición, no muy lejos de la asunción freudiana, no pueden ser conscientes; lo que es consciente es el 'sentimiento de desear'. Los deseos sólo podrían entenderse como estados motivacionales, más que cognitivos.655 Freud proponía en su primera tópica un modelo jerárquico de la conciencia. De acuerdo con éste, la información podía ser procesada de forma consciente e inconsciente (añadiendo el modo preconsciente). Señalaba así la posibilidad de diversos grados de activación y procesamiento. En la segunda tópica resaltaba, por otro lado, el carácter conflictivo del suceder mental. Diversas instancias, de acuerdo con sus principios epistemológicos, producen un sinergismo y amalgama que da como resultado la experiencia vivida por el sujeto.656 La crítica a la unidad subjetiva ponía de relieve la diversidad de módulos que operaban a nivel subsubjetivo e intentaban ser asimilados por el yo. Su interés en la psicopatología le hizo destacar dos instancias específicas, ello y superyo; la unidad subjetiva kantiana, entraba en bancarrota. Freud preludia los análisis acerca de diversos niveles de procesamiento (activación a nivel neuronal) y del carácter distribuido de la experiencia que es recompuesta por diversos módulos o grupos neuronales, actuando de forma especializada para producir una aparente unidad consciente. La terapia en Freud habría de ser capaz de asimilar precisamente estas dos dimensiones, gradualidad y desconcentración, para poder actuar sobre los 655
D. Hulse y C.N. Read, “Searle's Intentional Mistake” PHICS, Graduate Student Conference of Philosophy of Mind, Philosophy of Language, and Cognitive Science. Carleton University, 28-30 Septiembre, 2001. 656 A este respecto desde una perspectiva cognitiva cf. G. O'Brien y J. Opie, “The Disunity of Consciousness”, The Australasian Journal of Philosophy, 76, 1998, pp. 378-395.
procesos que hacen que la conciencia emerja como apercepción subjetiva. La transferencia resultó ser un instrumento óptimo para actuar sobre una conciencia desmembrada y que surge del estado general de procesamiento, deshecho del presupuesto de un principio aglutinador de la conciencia. Una teoría gradual de la experiencia fenoménica permite poner en relación niveles de procesamiento y activación al igual que permite asumir el inconsciente y la relación entre mente y cuerpo a lo largo de un contínuo, definido por la calidad de la representación.657 Así el aprendizaje implícito conllevaría representaciones poco definidas y de un nivel de procesamiento inferior, y por ello con un mayor grado de automatismo y una ligazón más estrecha a la respuesta corporal y fisiológica, con menos capacidad de intervención de la conciencia. Este sería el caso clásico del priming que, como mostraba Claparède, no posee representación, sino que produce un condicionamiento más allá del control consciente, por carecer de representación.658 Dicho nivel de representación supondría un contínuo en donde los estados simbólico y subsimbólico supondrían dos extremos discretos. La existencia de cierta inconsistencia entre creencias basada en actitudes motivacionales ha sido puesta de relieve en los casos de auto-engaño. En estas situaciones un sujeto puede sostener 'p' y 'no p' sin apercibirse de la existencia de contradicción. Estos casos se muestran como ejemplos del conflicto entre creencias y deseos, y de los diversos grados de interacción entre ellos.659 Más 657
Cf. A. Cleeremans y L. Jiménez, “Implicit learning and consciousness: A graded, dynamic perspective”, R. M. French y A. Cleeremans (eds.), Implicit learning and consciousness: An empirical, computational and philosophical consensus in the making, Hove, 2002. 658 Este principio incluso podría entroncarse con la idea cartesiana de la necesidad de que las ideas fuesen ciertas y distintas para poder admitir la existencia de conocimiento, en este caso de conciencia. 659 R. Audi, “Self-Deception, Rationalization, and Reasons for Acting”, B. McLaughlin y A. Rorty (eds.), Perspectives on Self-Deception, Berkeley, 1988, pp. 92-120. El autor señala la 'tensión' que se produce entre una creencia verdadera y la negación de dicha creencia falsa en la que la creencia falsa posee un nivel consciente y la verdadera subconsciente. Otro caso viene dado por la acrasia, la incapacidad de actuar de acuerdo con lo que se cree será más provechoso y llevar a cabo simplemente lo que se desea, contra el principio de continencia.
interesante aún son las reflexiones acerca de cómo el auto-engaño, pese a ser opaco, en el sentido de no introspeccionable directamente por el sujeto (de ahí la importancia del otro en su puesta en cuestión de las creencias del sujeto), se resolvería con la simple apreciación por parte del sujeto de dicha contradicción interna. El psicoanálisis en la visión tradicional conflictiva intrapsíquica, era definido como 'el estudio sistemático del autoengaño'.660 De hecho esa es la acepción básica de la idea de insight, darse cuenta de la existencia de un sostén de creencias o deseos contradictorios en sí, o en sus consecuencias materiales, como ocurría en el caso de Elizabeth R.661 Esto quizás sea posible con aspectos simbolizados, pero no así con otros que no poseerían dicho carácter y que habrían de ser elaborados en base a ciertos procesos fisiológicos. Al igual que ocurre en psicoanálisis, detectar el auto-engaño en uno mismo es mucho más difícil que detectarlo en otros. El auto-engaño propio, por otro lado, es intrínsecamente más simple de eliminar una vez detectado. Una vez que uno acepta haberlo detectado en sí mismo con respecto a algo, presumiblemente ha cesado por ello mismo de existir a ese respecto.662 Así precisamente se entiende el funcionamiento de la terapia analítica, mediante la emergencia de diversos patrones inconsistentes o indeseados almacenados en modalidades diversas e inconexas y que presentan una conflictividad no representada, y por ello no-consciente. Algunos estados no poseen contenido proposicional, se muestran de forma conflictiva solamente a nivel corporal. Al adquirir una representación de los mismos, al ligarlos, al referirlos, éstos desaparecen. 660
H. Hartmann, Essays on Ego Psychology, Nueva York, 1964. Cf. nota al pie número 181 662 L.J. Cohen, An Essay on Belief and Acceptance, Oxford, 1992, p. 147. 661
El autoengaño, la asunción de estados proposicionales en conflicto con otros sin existir apercepción fenomenológica de dicho conflicto, ha introducido así un concepto instrumental con un contenido similar al del inconsciente freudiano. De acuerdo con Davidson la irracionalidad se referiría a causas que no son razones. El inconsciente, 'inobservable', supondría una hipótesis que sirve para explicar ciertas desviaciones de la racionalidad, de la auto-explicación de la conducta, frente a la hetero-explicación que supone la relación analítica. Así surge el tema de la irracionalidad en la acción. Para Gardner, el psicoanálisis mantiene su valor como teoría por ser la única que da respuesta a situaciones comunes que no responden a nuestro concepto de racionalidad.663 La irracionalidad es sólo explicable si, frente a un deseo explícito y unas creencias acerca de los medios para conseguir dicho deseo, el comportamiento no sigue dichas creencias. La única forma de explicación es buscar un motivo de otro orden que interfiera o bien con el deseo o con las creencias adecuadas a dicho fin. Se trata de buscar una finalidad de otro tipo para poder hacer comprensible una determinada acción, y no tanto el hecho que ésta realmente exista como estado intencional. Ésto es lo que el psicoanálisis lleva a cabo, y de ahí la importancia atribuida a los deseos o estados motivacionales y su carácter inapercibido por parte del sujeto. El psicoanálisis no sería falsable sólo con respecto a determinado contexto de racionalidad. Al intentar dar una explicación de lo irracional tienen que imaginar nuevos contextos en los que el comportamiento sea racional y posea un valor veritativo, ha de suponerse una intencionalidad. Todo son confirmaciones, puesto que lo que hace el análisis es buscar marcos explicativos adecuados para acciones 663
S. Gardner, Irrationality and the Philosophy of Psychoanalysis, op. cit.
que no consiguen encontrar uno y que, de acuerdo con la metapsicología freudiana, deben empezar su indagación con aspectos motivacionales (sexuales, agresivos). Se trata de una petición de principio similar a la que lleva a cabo la teoría de la selección natural para poder valorar una explicación. Así se ha resaltado cómo el psicoanálisis supone la mejor teoría para desentrañar el comportamiento irracional.664 Para mantener la coherencia del concepto de mente se requiere una partición a la hora de dar cuenta de la irracionalidad. “...a falta de un mejor candidato, los factores psicoanalíticos son exactamente el tipo correcto para jugar el papel de ofrecer un contexto causal capaz de explicar porqué hay trastornos y desviaciones de la racionalidad en la red proposicional.”665 La anosognosia es un fenómeno que ocurre tras ciertas lesiones en el lóbulo parietal derecho. En estos casos el sujeto no es consciente de la lesión que suele afectar a la motilidad de los miembros izquierdos. El paciente suele negar o pasar por alto dicha situación al ser preguntado acerca del miembro paralizado. Según Ramachandran el paciente sabe acerca de dicha ausencia de motilidad a cierto nivel pero este conocimiento es reprimido. Bajo ciertas circunstancias puede recuperarlo, como bajo la acción térmica de líquido frío en el oído; de otro modo crea una
664
“Dado que la irracionalidad es real y requiere explicación esto supone un argumento en favor de la verdad de la teoría psicoanalítica,” ibid, p. 1, “...viendo a las personas expresando fantasías, (el psicoanálisis) explica, de un modo que la psicología ordinaria no hace, las auto-contradicciones constitutivas de la irracionalidad,” ibid., p. 206 665 Ibid., p. 198, “Los estados psicoanalíticos extienden la psicología ordinaria de una forma que los predicados cognitivo-psicológicos no hacen, y explotan su amplia forma racionalizante de explicación; son postulados en respuesta a las necesidades de explicación creadas por los fenómenos irracionales al nivel personal,” ibid., p. 202. “La carga de la prueba se encuentra en el crítico de la explicación psicoanalítica de demostrar que su epistemología difiere del tipo de la psicología ordinaria, mostrar esto requeriría un compromiso más íntimo con el psicoanálisis del que sus críticos le han acordado frecuentemente,” ibid., p. 243. Para una exposición del psicoanálisis como extensión de psicología del sentido común antes que como teoría científica validable cf. J. Hopkins, “Epistemology and Depth Psychology: Critical Notes on The Foundation of Psychoanalysis”, P. Clark y C. Wright (eds.), Mind, Psychoanalysis and Science, op. cit. De acuerdo con esta concepción, “....la descripción de sentido común de motivos ya demuestra su papel causal y explicativo,” ibid., p. 39. Así el método de libre asociación al poner en relación ideas muestra su poder explicativo y causal.
multitud de explicaciones para negar dicha parálisis. Refiriéndose a uno de sus pacientes señala, “verlo me convenció, por primera vez, de la realidad del fenómeno de la represión que forma el sustento de la teoría psicoanalítica clásica.”666 En estos casos se producen confabulaciones para evitar el acceso a la información acerca de su parálisis, inventan razones inverosímiles para dar cuenta de ella. Los pacientes no pueden soportar la representación de su miembro perdido y la reprimen. En sus estudios psicoanalíticos con pacientes anosagnósicos, Solms señala momentos en que los sujetos se dan cuenta del miembro inútil, produciendo fuertes respuestas emocionales que resultan bloqueadas mediante la confabulación. Se produce una reconexión con dicho aspecto reprimido al dirigir la atención hacia el miembro y ser 'conscientes' de su imposibilidad al moverlos. Así sucede con pacientes con lesiones en el área perisilviana derecha, “...su hipoemocionalidad es sólo aparente y las emociones negativas no están ausentes en estos casos; más bien, están presentes pero suprimidas dinámicamente.”667 La diversidad de niveles de procesamiento, muchos de los cuales no alcanzan la conciencia, presenta un posible conflicto entre actitudes proposicionales que representan dichos contenidos y modalidades neurovegetativas y fisiológicas. De este modo, la teoría del auto-engaño convergería con los más básicos postulados psicoanalíticos. El psicoanálisis como terapia en su aspecto formal sólo añadiría la posibilidad de formular ciertos conflictos no tan claramente definidos por su falta de representación simbólica, por su 'modalidad' corporal, en el sentido de
666
V. Ramachandran, “Phantom limbs, neglect syndromes, repressed memories, and Freudian psychology”, International Review of Neurobiology, 37, 1994, p. 324. 667 M. Solms, “The Deep Psychological Functions of the Right Cerebral Hemisphere”, Bulletin of the British Psycho-Analytic Society, 1999, 25(1), p. 19. Cf. M. Conway, “Repression revisited”, Nature, 410, 2001, pp. 319320.
procesamiento motor, nervioso, fisiológico, fuera de la fenomenología subjetiva por ser automáticos. En este sentido, el estudio de la conciencia plantea el problema de una 'brecha explicatoria', la no reducibilidad de la experiencia, en concreto de la experiencia subjetiva, a una ley física única. El psicoanálisis diverge de esta propuesta unificada, sosteniendo una diferencia esencial entre la experiencia subjetiva y los procesos subyacentes a ésta. Frente al 'cranealismo', que asume la identidad de cerebro y conciencia, ésta es puesta en tela de juicio por un externalismo activo, según el cual la conciencia también se inscribe de cierto modo en el exterior.668 Así la apercepción como transducción de los datos sensoriales posee una objetividad que puede ser estudiada como análisis de estados, funciones y estructuras. La conciencia, por su lado, permanece sujeta a la 'privacidad'. La transitividad de esta ecuación nos remite a la pregunta acerca de hasta qué punto el cerebro da lugar a la conciencia, en cuanto centro de procesamiento de todos los estímulos, en cuanto órgano central del sistema nervioso. Pero quedaría un resto, precisamente el que hace que mente no pueda ser idéntica a conciencia. La existencia de una conciencia corporal, incorporada, implica que la conciencia no sólo está presente en el procesador central sino también en el sistema nervioso autónomo. La desconexión entre la voluntad de un sujeto y otro mecanismo fisiológico actuante se observa en los casos de 'mano anárquica', en los que una mano lleva
668
A. Clark y D.J. Chalmers, “The Extended Mind”, Analysis 58(1), 1998, pp. 7-19. “En cualquier caso, una vez que la hegemonía de la piel y el cráneo sea usurpada, podremos vernos más genuinamente como criaturas del mundo,” in fine. Cf. E. Thompson, “Empathy and Consciousness”, Journal of Consciousness Studies, 8(5-7), 2001, pp. 1-32. Número especial del JCS en meoria de Francisco Varela Between Ourselves, Second-Person Issues in the Study of Consciousness.
acciones a cabo que no son queridas por el sujeto.669 Aunque la mano lleva de forma aparentemente autónoma ciertas acciones, el sujeto declara no poseer ninguna intención o representación de su acción. Estos ejemplos muestran un nivel de activación nervioso que evade la representación por parte del sujeto de su cuerpo. Siguiendo a Wittgenstein, podríamos decir que el cerebro de una persona feliz es diferente (posee patrones de funcionales de activación y posiblemente estructuras diversas) al de una infeliz, o , en su versión cognitiva, la forma en que una persona feliz procesa la información es diferente al modo en que ésto sucede en una persona infeliz. ¿Pero es posible el cambio? Ciertos medicamentos afectan el cerebro de la persona infeliz para descargar o inhibir la recaptación de ciertos neurotransmisores. Si bien es cierto que el aprendizaje puede producir también cambios estructurales y funcionales en adultos, éstos ocurren mediados, como todo aprendizaje, por lo simbólico. Los fármacos pueden actuar sobre los estados neuronales, sin representación, pero difícilmente actúan en el contenido representado o representable adquirido por la experiencia, almacenado y recuperable fenomenológicamente. Es en este sentido, en el que el psicoanálisis lacaniano ha entendido su labor. Ya en su primer seminario Lacan ponía en evidencia
los
problemas
del
psicoanálisis:
“Pero,
desgraciadamente,
el
psicoanálisis no siempre lo explica muy bien. Realiza un descubrimiento parcial que explica en términos de omnipotencia del pensamiento, de pensamiento mágico, cuando lo fundamental es en realidad la dimensión del símbolo.”670
669
S. Della Sala, C. Marchetti y H. Spinnler, “The anarchic hand: a fronto-mesial sign”, F. Boller y J. Grafman (eds.), Handbook of Neuropsychology, vol. 9, Nueva York, 1994. 670 J. Lacan, Seminario I, op. cit., p. 406.
Freud, en ciertos momentos, albergaba la esperanza en una posible reducción de su producción a la biología, a una ciencia de la vida de tipo fisicista. La teoría psicoanalítica había de servir de marco que recibiese un fundamento orgánico.671 Ha llegado el momento de que la neurociencia y ciencias cognitivas sirvan de puente con dichas teorías de contenido biológico. Si bien la psicología del sentido común puede desvelar a un nivel macro la auténtica explicación posible de la actividad humana, ésta ha de ser religada con teorías concretas que den significado a sus conceptos, que la conviertan en una explicación experta.672 Con la revolución cognitiva se ha pasado de la idea de significado a la de procesamiento de información, superando la preferencia por la narrativa como modelo de construcción de significado y relacionando los aspectos constitutivos del comportamiento humano con la situación en que dicho comportamiento se produce.
No es el caso que una representación a menor nivel (microscópica) sea siempre mejor que una macroscópica (en el caso de bolas de billar). Ni los informes en tercera persona son mejores que los de primera persona (describiendo o intentado controlar nuestros pensamientos, imágenes y emociones). El valor de una representación dada sólo puede ser evaluado a la luz de los propósitos para la que es utilizada.673
671
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse und Neue Folge, “24. Die gemeine Nervosität”, Sta., I. En Freud hay dos lecturas que condicionan su interrelación con la ciencia. Así en Die Frage der Laienanalyse censura las hipótesis químicas, así como las anatómicas, ajenas al sistema psicoanalítico, mientras que en Hemmung, Symptom und Angst sostiene la posibilidad de abandonar un día el lenguaje metapsicológico por uno de tipo fisicalista. 672 J. Brunner, Acts of Meaning, Harvard, 1991. “Dar sentido mediante la búsqueda de significado, opuesto a buscar comprensión a través de información computable. Con este recurso hacia la tecnología computacional hemos olvidado completamente cómo dar cuenta de cómo aprendemos y porqué. El procesamiento de información olvida que aprendemos la importancia de una idea por su relevancia para nosotros como individuos, que damos sentido buscando significado.” 673 M. Velmans, “How could conscious experiences affect brains?” op. cit.
Como señala Rosenfield la imagen propia, la conciencia de identidad sostiene una determinada organización cerebral. Ésta, al verse alterada en pacientes con múltiples personalidades, convierte en identidad cada una de las organizaciones diversas que en el cerebro son posibles y altera las funciones que sostiene.674 Así esta plasticidad en la organización conlleva una multiplicidad de autorepresentaciones. Incluso la propia relación con el placer y el dolor está unida a una representación del yo. La reconceptualización del yo contribuiría a una reorganización del cerebro, relacionando conciencia y cerebro. Recordar supone el establecimiento de una relación con la imagen del yo de un sujeto. En la working memory interactúan el medio, tal como es percibido por el organismo, las respuestas somáticas relacionadas con dicha información y los depósitos de memoria a largo plazo. Edelman se refiere a la conciencia primaria que poseerían otros mamíferos, sin una relación directa con la experiencia subjetiva de un pasado y un futuro.
En contraste, la conciencia de alto nivel supone el reconocimiento por parte de un sujeto pensante de sus propios actos o afecciones. Incorpora un modelo de lo personal y del pasado y el futuro, así como del presente. Muestra una apercepción directa, la apercepción no inferencial o inmediata de episodios mentales sin involucrar a los órganos sensoriales o receptores. Es lo que nosotros los humanos poseemos aparte de la conciencia primaria. Somos conscientes de ser conscientes.675 Es este carácter reflexivo de la conciencia, dicha auto-apercepción, la que permite otro tipo de aprendizaje aparte de por ensayo y error, de un condicionamiento ciego. Así, la superación del conductismo también supone una reinterpretación antropológica. El carácter reflexivo de nuestra capacidad de 674 675
I. Rosenfield, The Strange, Familiar, and Forgotten: An Anatomy of Consciousness, Nueva York, 1992. G.H. Edelman, op. cit., p. 112.
aprender676
permite
un
aprendizaje
en
el
que
se
pueden
deshacer
condicionamientos y automatismos. Un animal "no puede, en general, ser consciente de aquel recuerdo o planificar un amplio futuro para sí basado en dicho recuerdo.”677 Parece que los humanos poseemos, a parte de la capacidad común con nuestros antepasados biológicos de ser condicionados, la capacidad de representarnos dichos contextos, relaciones y eventos, y modificarlos mediantes dichas representaciones. Esa planificación basada en la memoria es la que recurre en el síntoma analítico. La experiencia está planificada y dicho orden se le impone al propio sujeto. Al ser capaz de ser consciente de los procesos y activaciones concurrentes, puede actuar sobre ellos. Del mismo modo que en actividades cognitivas de alto nivel automatizadas, como tocar el piano, el pianista requiere traer a la conciencia, apercibirse, de una nota que automáticamente es tocada incorrectamente, para proceder a almacenar la nueva serie y reproducirla en conjunción con su activación motora. De hecho es común entre deportistas de élite que relaten su relación con su raqueta u otro instrumento, como prolongación del propio cuerpo, y lleven a cabo sus movimientos con ausencia de experiencia fenomenológica, de forma automatizada. Si las narrativas se alimentan de esa capacidad cognitiva superior propiamente humana, y ésta tiene su fundamento en nuestra interacción con el medio, es decir, en nuestro interfaz con él, el cuerpo, parece lógico que la recuperación y tranformación de dichas narrativas consiga desentumecer, remodelar, nuestra
676
“Todos los mamíferos parecen tener la experiencia de dolor, rabia, miedo y otros muchos sentimientos brutos, pero no parecen ser capaces de reflexionar sobre dichos sentimientos como hacemos nosotros,” J. Panksepp, op. cit., p. 300. 677 G.H. Edelman, op. cit., p. 122.
propia imagen corporal, y en cierto sentido nuestra identidad. De ahí la relevancia de la experiencia primera y singular de Freud al observar que los síntomas de conversión que encontraba en las histéricas se producían en la imagen del cuerpo que poseían mediada por sus conceptos y no propiamente como desórdenes fisiológicos. Para Wittgenstein pensamiento era sinónimo de pensamiento consciente. Es en este sentido en que adoptaba un cartesianismo que identificaba mente y conciencia,
descartando
otro
tipo
de
procesamiento
con
ausencia
de
representación consciente.
Como Freud antes que ellos, los científicos cognitivos rechazan la visión importada de Descartes de que la mente y la conciencia sean la misma. El término inconsciente cognitivo implica simplemente que mucho de lo que la mente hace sucede fuera de la conciencia, mientras que el incosciente dinámico es un lugar más oscuro, malévolo, donde los recuerdos cargados emocionalmente están encargados de llevar a cabo el trabajo mental sucio. En alguna medida el inconsciente dinámico puede ser concebido en términos de procesos cognitivos, pero el término inconsciente cognitivo no implica estas operaciones dinámicas.678
Frente a las ciencias cognitivas clásicas basadas en propuestas funcionalistas, en simulaciones que juegan el papel de teorías acerca del procesamiento de información, la ciencia cognitiva que quiera precisar el contenido auténtico del funcionamiento de cualquier organismo ha de partir de la propia consitución biológica de dicho organismo. El hardware no es indiferente, sino que influye decisivamente en los modos y posibilidades de procesamiento, de tal forma que un modelo computacional difícilmente podría representar de forma adecuada el funcionamiento de un organismo determinado biológicamente por la selección 678
J.E. Ledoux, op. cit., p. 29-30.
natural. En este sentido, esta nueva ciencia cognitiva rehace tres presupuestos fundamentales de las ciencia cognitivas clásicas, aquéllos referidos a la posibilidad de la inteligencia artificial, a la relación entre mente y cuerpo, y la necesaria incorporación de un sistema nervioso totalmente implicado en el cerebro.
3.4. Computación, Emergencia e Incorporación Los estudios en inteligencia artificial (IA) han utilizado programas en el sentido de serie finita de instrucciones para replicar o simular tareas propias del comportamiento humano. Si bien en su versión débil admiten que bastaría la apariencia de inteligencia, de acuerdo con el test de Turing -es decir, indiscernibilidad entre comportamiento automatizado y humano-, la versión fuerte asume la posibilidad de recreación de la conciencia como modalidad de procesamiento de datos. La versión fuerte se encuentra ligada al eliminismo que despoja a la conciencia de contenido específico alguno y se compromete con la metáfora computacional, de acuerdo con la que todos los posibles estados cerebrales y, por extensión, los estados fenomenológicos, serían estados computacionales. Estas teorías proceden del funcionalismo que prima la implementación de la información al sustrato sobre el que se aplica. Modificaciones adecuadas en el software permiten un procesamiento similar en niveles diversos. Esta teoría, fruto de las ilusiones primeras depositadas en la revolución cognitiva y la rápida evolución de ordenadores, acarreó una fe ciega en la metáfora computacional y se extendió a dominios cercanos a la clínica. Así Colby, en los años ochenta, se hacía valedor de dichas esperanzas.
Un terapeuta humano puede ser visto como un procesador de información y tomador de decisiones dentro de una serie de reglas de decisión relativas a fines a corto y largo plazo... Es guiado en estas decisiones por reglas empíricas someras que le señalan lo que es apropiado decir y no decir en ciertos contextos. Incorporar estos procesos, en el grado que los posee un terapeuta humano, en el programa sería una empresa considerable pero intentamos movernos en dicha dirección.679
679
J. Weinzenbaum, Puissance de l'ordinateur et raison de l'homme, París, 1976, p. 181.
Barsalou ha señalado cómo la influencia de ciertas áreas de conocimiento aliadas a la 'revolución cognitiva', como la estadística o la modelación por ordenandor, han extendido ciertas ideas acerca de la modularidad y un tipo de representación amodal que, mientras más se acercaba a ser descrito de una forma detallada más se alejaba del modo en que se produce efectivamente la categorización humana, de su validez ecológica.680 ELIZA, el programa desarrollado por Colby, conseguía pasar el test de Turing haciéndose pasar por un psicoterapeuta al plantear básicamente preguntas al supuesto paciente y actuar sobre ciertas pistas, independientemente de cualquier computación del valor efectivo de las proposiciones. Así actuaba como si poseyese inteligencia, de tal modo que un individuo pudiese atribuírsela. Se trataba de un sistema formal que era capaz de aprovechar la posición no intrusiva del terapeuta para remitirse a instrucciones simples y genéricas. Como buen ejemplar de las ciencias cognitivas clásicas, se trataba de un programa de manejo de símbolos que partía de una representación descoporeizada. PARRY, otro de los primeros programas en pasar, o más bien cortocircuitar, el test de Turing, simulaba las repuestas de un psicótico. De acuerdo con dicho test, un sujeto no habría de ser capaz de distinguir entre las posibles respuestas recibidas por una máquina para poderle atribuir inteligencia a ésta.681 Las insinuaciones de Colby acerca de la posibilidad de reemplazar al terapeuta por un programa como ELIZA simplificaban la actividad clínica como actividad 680
“Debido a que los lenguajes representacionales amodales poseen mucho poder expresivo, porque pueden ser formalizados y porque pueden ser implementados en hardware, capturando la imaginación de la comunidad de ciencia cognitiva, se impuso sobre el pensamiento teórico y se volvió ampliamente practicada.” L.W. Barsalou, “Situated Conceptualization”, op. cit., p. 15. 681 Cf. C. Wegman, Psychoanalysis and Cognitive Psychology: A formalization of Freud's theory, Nueva York, 1985. Wegman lleva igualmente a cabo el bosquejo de una simulación de un caso de Freud mediante instrucciones basadas en scripts.
humana e inteligente, caricaturizada como simple algoritmo con el objetivo de hacer hablar al sujeto, sin relación posible alguna con su narración, y supliendo la falta de inteligencia real de dicho programa, incapaz, por otro lado, de 'entender' una sola palabra de lo que le era confesado. El psicoanálisis supone, por su parte, la interpretación del texto del analizante, supone retomar las palabras enunciadas y resaltar ciertos aspectos de lo dicho por el paciente que quedan más allá de lo que creyó decir. Ha de mostrar cómo la productividad lingüística supera su identificación con su lenguaje. Ante este tipo de exigencia, los ordenadores muestran su debilidad en tareas en contextos ricos, así como no formales pese a su capacidad para trabajar en contextos bien definidos y determinados por reglas como el ajedrez. La transferencia, desde una perspectiva fenomenológica, era compatible con los postulados de Colby. Sólo la asunción de una auténtica intersubjetividad da al traste con cualquier opción reduccionista. El propio Colby ha llevado a cabo, basándose en la terapia cognitiva, un programa para superar la depresión.682 Un modelo de acción terapéutica artificial seguiría un protocolo como éste.
682
http://www.maiw.com/ Creo que resulta suficiente como ejemplo, aunque la verdad no sé si el programa se encarga de simular al programa o al usuario. Según se anuncia en la página web de la empresa del propio Colby, se recomienda imprimir las conversaciones y estudiarlas como si de una prueba de bachillerato se tratase: “guarde sus impresiones y poseerá una obra de referencia completa sobre el tema de su depresión.” No sabemos si esto más que ayudar al usuario, lo puede sumir más aún en un estado cataléptico. “Una simple pasada por la lección no es suficiente para obtener benficios duraderos. Para absorber y solidificar el aprendizaje terapéutico, utilice muchas veces el programa, repetir y ensayar dichas lecciones que se aplican particularmente a su propia condición.” De tanto repetir puede que el sujeto acabe tan harto de su historia que deje atrás la depresión.
Hablábamos de su depresión. ¿Qué más puede decirme? Llevo ya seis meses abatido. Debe ser duro sentirse tan deprimido. Lo es. Es como ahogarse en un pantano. ¿Qué es lo que le deprime en concreto? Las mañanas. No consigo levantarme de la cama por las mañanas. Debe ser difícil levantarse cuando uno no tiene nada por qué luchar. Justo. Odio la idea de tener que ir a trabajar. ¿Qué es lo que no le gusta de su trabajo en concreto? Tengo un trabajo sin salida. No sé en qué dirección ir. ¿Qué le hace sentir que no puede hacer nada acerca de su situación? Es inútil intentar cambiar nada. Usuario Programa Parte de su sentimiento de inutilidad viene de una concepción incorrecta, viene de que no hay nada que usted pueda hacer por sí mismo para mejorar su condición. Programa Usuario Programa Usuario Programa Usuario Programa Usuario Programa Usuario Programa
Esquema 3.1. Ejemplo del programa 'Overcoming Depression'
Éstos fueron alguno de los efectos perniciosos de la reducción de la inteligencia a la simple computación de operaciones simbólicas propia de la primera ola de las ciencias cognitivas. Las ciencias cognitivas incorporadas han puesto límite a ésta concepción, mostrando que el procesamiento conlleva otros factores como la emoción o procesos inconscientes que están íntimamente conectados con el propio cuerpo, con actividades motoras y cinestéticas.683 La inteligencia artificial, al reducir la mente a un modelo de procesamiento, no toma en consideración la emergencia biológica. En este sentido, el propio Piaget fue igualmente presa del pensamiento fenomenológico que, desde Kant, embruja nuestra filosofía de la mente. La inteligencia no puede ser ni un item aislado ni directamente mensurable,684 ni una facultad estrictamente individual: se trata más 683
“A menos de que sea posible diseñar un ordenador que posea sentimientos, por ello, probablemente no sea nunca posible diseñar un psicoterapeuta artificial que valga la pena. Y los sentimientos -...- son sinónimos con conciencia. Esto comienza a sugerir que probablemente nunca sea posible diseñar un ordenador con mente,” M. Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 70. “Un ordenador sólo puede ser consciente si posee dicha capacidad de autoapercepción, fundada en el cuerpo visceral,” ibid., p. 77. Cf. A.R. Damasio, The Feeling of What Happens, op. cit., p. 314. 684 S.J. Gould, La Falsa Medida del Hombre, Barcelona, 1981.
bien de una interacción del sujeto con su medio.685 Es esta concepción trasnochada la que asemeja la existencia de un homúnculo detrás de un teatro cartesiano de representaciones. Es en el sentido de emergencia como se puede entender la conciencia y la diferencia cualitativa, no cuantitativa, determinada por el número de procesos, la que marca la diferencia entre máquinas y cerebros. Una de las lecciones que plantea el análisis de la transferencia a la ciencia cognitiva es su rechazo de la emergencia de la conciencia como proceso exclusivamente individual. La gestación de la conciencia humana es el resultado de un proceso dialéctico que se establece entre el organismo y su medio, especialmente sus cuidadores, y que incorpora a modo de respuestas patrones neuronales de activación, que procuran cierta homeostasis a nivel conductual. Así surgen interrogantes relativos a dicha ausencia. ¿Podemos trabajar sobre la conciencia desde una perspectiva monádica? La irrelevancia clínica de las ciencias cognitivas para el psicoanálisis se basa, según Pulver, en el propio carácter necesario de la relación, mediada por la transferencia, que recorre la clínica analítica. Desde una perspectiva que entiende la mente como mecanismo formal y abstracto de manipulación de símbolos nos parece plausible dicha conclusión.686 Sin embargo la inclusión del cuerpo y del 'embodiment' abre perspectivas en que la cognición puede ser abordada desde la presencia como 'cognición motora'.687 Así, se destaca la ineficacia de una inteligencia artificial simplemente semántica para dar cuenta de las implicaciones de estados corporales, de respuestas emocionales que son reconocidas por otro ser humano de forma empática. Las emociones se expresan en el cuerpo y es al 685
H. Gardner, Inteligencias Múltiples. La teoría en la práctica, Barcelona, 1995. S.E. Pulver, “On the astonishing clinical irrelevance of neuroscience,” op. cit. 687 P. L. Jackson y J. Decety, “Motor cognition: a new paradigm to study self-other relations”, Current Opinion in Neurobiology, 14, 2004, pp. 259-263. 686
monitorizar éste cómo sentimos una determinada emoción.688 No necesitamos sólo una perspectiva sintáctica, insuficiente para representar la mente,689 ni siquiera de un enfoque 'semántico', sino toda una pragmática, una prosodia cognitiva que pueda dar cuenta del cuerpo como interfaz activo del cerebro mediante el cual éste se adapta a su medio. Dentro del sistema nervioso periférico los intestinos pueden producir respuestas independientemente del propio cerebro, el llamado reflejo peristáltico, una modalidad de respuesta autónoma que se produce incluso en ausencia de participación del cerebro o de la columna. Su independencia del sistema nervioso central lo caracteriza como sistema neuronal aparte, con células nerviosas que poseen su propia inervación, produciendo su propios neurotransmisores y con semejanzas tanto funcionales como estructurales con el cerebro: el sistema nervioso entérico sería así un segundo cerebro.690 No muy lejana resulta la relación entre el neurodarwinismo y una teoría conflictual, psicodinámica, de la mente. La ausencia de una coordinación superior en forma de homúnculo no nos puede dejar otra visión de la actividad mental que una de reunión de aspectos disjuntos, de integración débil. De hecho, en una mente convergente, pero no perfectamente integrada, una propuesta como la de Freud de diversas instancias compitiendo por prevalecer no resulta extraña. Así mismo, en dicha articulación se encuentra ya la semilla de un procesamiento en paralelo, pues ambas instancias actúan simultánemamente, “...una similitud fundamental en sus modelos (psicoanálisis y ciencia cognitiva) es la postulación de
688
J. Rustin y C. Sekaer, “From the Neuroscience of Memory to Psychoanalytic Interaction: Clinical Implications”, Psychoanalytic Psychology, 21(1), 2004, pp. 70-82. 689 J. Fodor, The Mind Doesn’t Work That Way, Cambridge, 2000. 690 M.D. Gershon, The Second Brain, Nueva York, 1998.
múltiples unidades de procesamiento independiente que se combinan, oponen y colaboran para producir decisiones psicológicas, algunas de ellas conscientes y otras inconscientes.”691 El nivel de análisis de los sucesos macro descritos por el psicoanálisis puede sacar
provecho
de
la
biología,
reduciendo
la
dicotomía
entre
gen
y
comportamiento. Frente a la añeja distinción entre enfermedades orgánicas y funcionales, Eric Kandel señala la relación indisociable entre ambos sistemas: “No puede haber cambios en el comportamiento que no se reflejen en el sistema nervioso ni cambios persistentes en el sistema nervioso que no se reflejen en cambios estructurales en algún nivel de resolución.”692 La idea de emergencia sería contraria a cualquier programa reduccionista que intentase descomponer efectos en simple sumatoria de causas en un mismo plano. Las teorías emergentistas tratan de explicar la superveniencia de la conciencia como propiedad de sistemas de procesamiento inferior y sirven, de este modo, de explicación de algunas de las dificultades de la inteligencia artificial. ¿Cómo se producen ciertas propiedades que se sitúan en una ontología diferente a los procesos de los cuales proceden? Diversos procesos en paralelo producen una propiedad que se sitúa a un nivel ontológico diverso. Por otro lado se sitúa el emergentismo epistemológico.
Una propiedad de un objeto o sistema es epistemológicamente emergente si dicha propiedad es reducible o determinada por las propiedades intrínsecas de los últimos constituyentes del objeto o sistema, mientras, al mismo tiempo, nos es muy difícil explicar, predecir o derivar la propiedad sobre la base de los últimos 691
D. Westen, “The scientific legacy of Freud: Toward a psychodynamically informed psychological science,” Psychological Bulletin, 124(3), 1998, p. 345. 692 E.R. Kandel, “A new intellectual framework for psychiatry”, American Journal of Psychiatry, 155(4), 1998 p. 464.
constituyentes.[...] Las propiedades emergentes ontológicamente no son ni reducibles ni están determinadas por propiedades más básicas.693
Así, el emergentismo ontológico poseería un carácter más fuerte que el epistemológico como propiedades de sistemas dinámicos. Por su parte, el conexionismo, como modelo de funcionamiento cerebral, con características análogas a la teoría del caos y a los estudios de sistemas dinámicos no-lineares complejos,694 trata igualmente al cerebro como un sistema dinámico, de forma que la coherencia del sistema, en el sentido de las diversas relaciones entre singularidades, produce procesos sinérgicos globales. La red siempre intenta alcanzar un nivel homeostático que implique una cantidad mínima de energía. Cualquier intromisión supone un desorden que es regulado en una nueva configuración manteniendo un nivel energético mínimo.695 Cambios ligeros producen efectos reverberantes en el sistema y, a su vez, cambios estructurales, una reorganización de sistemas sin clara demarcación entre las clásicas causas y efectos de sistemas cerrados, fenomenológicamente identificables como situaciones de sorpresa en la sesión. Dichos cambios se producen en la situación psicoanalítica,696 'en el borde del caos', bajo la incertidumbre propia de la libre asociación, que permitiría que se genere una nueva estructura sin fin determinado que emerge en función de aspectos diversos e inconexos.
693
M. Silberstein y J. McGeever, “The Search for Ontological Emergence”, Philosophical Quarterly, 49 (195), 1999, 186. 694 Ibid., p. 190. 695 R. Hoffman, “What neural network studies suggest regarding the boundary betwen conscious and unconscious mental processes”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, op. cit. 696 R.M. Galatzer-Levy, “Emergence”, Psychoanalytic Inquiry 22(5), 2002. Cf. S. Palombo, The Emergent Ego, Madison, 1999.
Un modelo dinámico muestra cómo las singularidades cambian la dirección global de sistemas caóticos, sensibles a pequeñas perturbaciones. Las respuestas cardíacas en una sesión de psicoterapia dan lugar a correlaciones caóticas, no lineares, relativas a sucesos psicológicos importantes acaecidos.697 La función de la transferencia sería añadir complejidad, frente a la repetición o asimilación piagetiana. La mera repetición de patrones adquiridos sigue un modelo fractal con atractores que describen el comportamiento a largo plazo. Así, “la relación analítica es un fractal de la dinámica general de un paciente; la transferencia es un fractal de ésta, y así sucesivamente. Y sostenemos que lo que sucede en el análisis lleva a cambios generales en la forma de vida del paciente.”698 La psicopatología vendría asociada a la existencia de un bucle, bien de estados caóticos o excesivamente regulares, más que a un equilibrio dinámico y complejo.699 Precisamente el bucle viene definido bajo las coordenadas de un sistema aislado, auto-generado, frente a la relación con otros sistemas que permiten una regulación más flexible y rica, y el surgimiento de nuevos patrones siguiendo fluctuaciones en la estabilidad del sistema que estaría relacionado con las modalidades de autoregulación.700 La transferencia produciría una reconstrucción en una modalidad diádica mediante una dinámica de rupturas y acercamientos cada vez más sutiles, consiguiendo un cambio en los esquemas emocionales. Se obtendría así una mayor integración y complejidad de los sistemas al igual que mayor flexibilidad, la complejidad 697
D.J. Redington y S.P. Reidbord, “Chaotic dynamics in autonomic nervous system activity of patient during a psychotherapy session”, op. cit. 698 S. Seligsman, “Dynamic Systems Theories as a Metaframework for Psychoanalysis”, op. cit., p. 310. 699 B. Priel y G. Schreiber, “On psychoanalysis and non-linear dynamics: The paradigm of bifurcation”, British Journal of Medical Psychology, 67, 1994, pp. 209-218. “En resumen, las transferencias podrían ser consideradas “transiciones de 'cíclos límite' hacia atractores extraños [caóticos] mediante bifurcación...” ibid., p. 214 700 B. Fajardo, “Breaks in consciousness in the psychoanalytic process: A dynamic systems approach to change and a bride to Edelman's mind/brain model”, op. cit. “La acción terapéutica de las intervenciones psicoanalíticas se basan pues en la coordinación de los procedimientos regulatorios del analista con los del paciente,” M.L. Miller, “Dynamic Systems and the Therapeutic Action of the Analyst: II. Clinical Application and Illustrations”, op. cit., p. 68.
conllevaría flexibilidad y estabilidad.701 Esta integración ocurre mediada por la apertura de sistemas inflexibles, cerrados, hacia otros más abiertos, en que los componentes del sistema, analista y analizante, se modifican.
Desde una perspectiva de dinámica de sistemas, la finalidad del tratamiento psicoanalítico es transformar sistemas rígidamente ordenados y cerrados en estados más abiertos y adaptativos. El tratamiento intenta alterar la organización del sistema para incrementar el flujo de energía e información entre el sistema y su medio, de tal modo que el sistema pueda evolucionar hacia una complejidad en aumento y una adecuación adaptativa. El proceso de cambio se centra en desestabilizar o desaprender las conexiones entre los elementos que forman un sistema rígidamente ordenado.702
De acuerdo con el emergentismo no habría ninguna justificación para la asunción ampliamente sostenida de que la física fundamental posee prioridad ontológica y epistemológica sobre las llamadas ciencias especiales. “Por ello sea quizás necesario buscar explicaciones no reductivas (explicaciones que no se basen en leyes inferiores o constituyentes más fundamentales) de algunos fenómenos, no simplemente debido a la ignorancia, sino porque los fenómenos en cuestión son ontológicamente verdaderamente emergentes.”703 El aprendizaje de una máquina también difiere del humano en cuanto aquella no es un sistema abierto que interactúe con su medio; en especial su carácter
701
D.J. Siegel, “Towards and interpersonal neurobiology of the developing mind: Attachmente relationships, “mindsight,” and neural integration”, Infant Mental Health Journal, 22(1-2), 2001, pp. 67-94. 702 M. L. Miller, “Chaos, Complexity, and Psychoanalysis”, Psychoananlytic Psychology, 16(3), 1999, pp. 372373. Cf. G. Globus y J.P. Arpaia, “Psychiatry and the new dynamics”, Biological Psychiatry, 35, 1993, pp. 352364. R. Robertson y A. Combs (eds.), Chaos theory in psychology and the life sciences, Nueva Jersey, 1995. Cf. F. Orsucci, “Morfogenesi e complessità. Verso la formazione di paradigmi generali in psicoanalisi”, Psiche, 5, 1997, pp. 107-22. “La teoría de sistemas dinámicos se centra en cómo la creación, mantenimiento y transformación de los estados de un sistema hace más que dirigir la atención del analista a los estados afectivos y fisiológicos del paciente como foco primario del tratamiento. También especifica que es en la coordinación de estos estados con los del analista cómo se forma la relación entre el paciente y el analista, M.L. Miller, “Dynamic Systems and the Therapeutic Action of the Analyst: II. Clinical Application and Illustrations”, op. cit., p. 68. 703 M. Silberstein y J. McGeever, “The Search for Ontological Emergence”, op. cit., p. 199. “La emergencia ontológica supone un monismo sin reduccionismo,” ibid., p. 200.
descorporeizado impide tal circunstancia. Si tal es el caso en los procesadores sintéticos, ¿no lo será igualmente en los de tipo orgánico? Es decir ¿no supondrá el cuerpo un aspecto propio de la cognición humana? La crítica al modelo clásico de las ciencias
cognitivas, basado
en la metáfora
computacional,
proviene
precisamente de una nueva comprensión de las relaciones entre cuerpo y mente que desplaza cualquier analogía con el hardware y software precisamente en su emboîtement, en su inseparabilidad: "el reultado del trabajo de treinta años... [es] brillantemente correcto en parte, pero en general un fracaso... El estudio de cerebros reales y computadores reales interactuando con el mundo... es el futuro de la ciencia cognitiva."704 Dicho fracaso apunta hacia una reconsideración de una ciencia cognitiva incorporada que incluya la aportación del cuerpo al desarrollo de la conciencia y a su integración en el mundo exterior; el paso de una mente cartesiana descarnada a una conciencia que se desarrolla como función corporal integrada, incoporada, dinámica. “En contraste, en la visión dinámica de la cognición las representaciones ya no son estructuras estáticas que no poseen relación con el hardware del cerebro. Por el contrario, son definidas por la evolución de patrones que emergen de un substrato de hardware subyacente y que son detectadas en la geometría del tiempo.”705 Una de las primeras lecciones que se ha extraído de los estudios de inteligencia artificial es la relación entre inteligencia e incorporación. El test de Turing suponía un computador que se comunicaba desde otra habitación con una persona mediante un teletipo, de tal modo que el sujeto no pudiese observar que las respuestas provenían de una masa de circuitos. Dicho test sería, en todo caso, 704
H.R. Pagels, The Dreams of Reason: The Computer and the Rise of the Sciences of Complexity, Nueva York, 1988, pp. 190-1. 705 R.M. French y E.Thomas, “The dynamical hypothesis in cognitive science: A review essay of Mind as Motion”, Minds and Machines, 11(1), 2001, p. 103.
una medida comportamental, en el sentido que señala Searle con su ejemplo de la habitación china.706 A un input x se responde con un output y, a un idiograma x se responde con otro y. Precisamente la debilidad de este concepto de manipulación de símbolos es que no se deshace del conductismo estímulo-respuesta, frente al cual se posicionaba la ciencia cognitiva. El procesador no piensa, sólo sabe dar respuestas adecuadas a los estímulos dados, pero no es capaz de producir respuestas en un sentido creativo. Si bien en un primer momento la ciencia cognitiva mantendría la clásica división cartesiana, asimilando la mente a un proceso sometido a leyes similares a las de un procesador del tipo de von Neumann, los desarrollos más recientes tienden a desechar el dualismo cartesiano por una mente incorporada que, como tal, sería una extensión, si bien privilegiada, del cuerpo, de su movimiento y su procesamiento primario en forma de emoción.707 Así se sostiene, junto con la incorporación, la intersubjetividad:
El grado en que una persona puede llegar a experimentar los afectos como mente (es decir, como sentimientos) en lugar de únicamente como cuerpo, dependerá [por tanto] de la presencia de un contexto intersubjetivo facilitador.708 Esta división de relaciones entre sistemas podría proponerse como niveles de procesamiento más o menos consciente. Mientras los procesos mentales actuarían 706
J.R. Searle, “Minds, brains and programs”, Behavioral and Brain Sciences, 3, 1980, pp. 417-424. La propia etimología de emoción relativa al latín emotionem vendría de motionem y motum que denota movimiento y el prefijo e que supuestamente añade fuerza a la acción. 708 R.D. Stolorow y G.E. Atwood, Los Contextos del Ser, Barcelona, 2004, p. 85. “Cuando la persona puede anticipar qué sentimientos más elaborados simbólicamente van a ser ignorados o rechazados, o que dañarán el vínculo con el otro, de manera que se producirá una repetición de aquella falta de sintonía que se había dado en la niñez, esta persona se repliega entonces hacia formas más arcaicas, exclusivamente somáticas, de la experiencia y de la expresión de la misma (...),” ibid., p. 86. Es el miedo a la falta de 'sintonía afectiva' lo que produce los bloqueos en el analizante frente al analista teñidas por su experiencia previa, en especial con sus cuidadores. Y dan una respuesta a las opciones filosóficas de relación entre mente y cuerpo correspondiendo a diversas formas de experimentarla de acuerdo con cierto pasado. 707
a niveles simbólicos otros procesos se llevarían a cabo de modo automático, subsimbólicamente, desde la información que el ARN lleva a la célula, hasta las respuestas del sistema nervioso ante determinados estímulos. Un modelo basado en la división entre mente y cuerpo podría ser reemplazado por uno similar al de la primera tópica freudiana, fundamentado sobre niveles de activación, distinguiendo grados dentro de un mismo proceso, antes que instancias.709 Frente al dualismo o 'instancialismo' nos situaríamos en un monismo jerárquico. La conciencia sería un mecanismo de acceso a diversos niveles de procesamiento con apercepción subjetiva, un medio de acceso global.
Existe evidencia firme de que cualquier neurona individual o cualquier población de neuronas puede llegar a ser controlada voluntariamente dando un feedback consciente a sus ritmos de disparo neuronal. Un pequeño electrodo en la base del pulgar puede activar una unidad motora individual, una fibra muscular controlada por una neurona motora proveniente de la columna vertebral, y una fibra sensorial volviendo a ésta. Cuando la señal de la fibra muscular es amplificada y repetida como un clic en un altavoz, el sujeto puede aprender a controlar su unidad motora individual -una entre millones- en unos diez minutos. ¡Algunos sujetos han aprendido a tocar redobles de batería después de treinta minutos practicando! Sin embargo si la señal de biofeedback no es consciente, el aprendizaje no se produce. El feedback subliminal, la distracción de la señal de feedback, o feedback mediante un estímulo de habituación, todos estos casos pueden evitar que se adquiera dicho control. Ya que este tipo de aprendizaje sólo funciona para señales de biofeedback conscientes, se sugiere de nuevo que la conciencia crea un acceso global a todas las partes del sistema nervioso.710
709
Una formulación similar desde las ciencias cognitivas lo podemos encontrar en Max Velmans. “Esto es, somos tanto procesos preconscientes generadores como los resultados conscientes. Visto desde una perspetiva de tercera persona, nuestros propios procesos mentales preconscientes aparecen como actividades neuroquímicas y sus actividades físicas asociadas. Visto introspectivamente, desde una perspectiva de primera persona, nuestra mente preconsciente aparece como un espacio personal, pero 'vacío', del cual pensamientos, imágenes y sentimientos surgen espontánemanete. Nosotros somos tanto una cosa como la otra y ello requiere un cambio en nuestro 'centro de gravedad' intuido a uno donde nuestro yo experiencial se vuelva la 'punta' visible de nuestro propia mente preconsciente inserta (embedding),”M. Velmans, “How could conscious experiences affect brains?” op. cit. 710 B.J. Baars y K. McGovern, “Cognitive views of consciousness: What are the facts? How can we explain them?” M. Velmans (ed.) The Science of Consciousness: Psychological, Neuropsychological, and Clinical Reviews, Londres, 1996, p. 75.
El problema de la conciencia puede resultar iluminado por el estudio del inconsciente
como
supuesto
complementario.
La
transferencia
se
sitúa
precisamente en la intersección donde la máxima de Freud de hacer consciente lo inconsciente obtiene su más clara significación. La transferencia como contexto intersubjetivo de aprendizaje permite una recuperación consciente de ciertos patrones y respuestas automáticas. Así, la conciencia se opone al automatismo como presupuesto del inconsciente; de ahí que se acentúe como fin de la terapia volver consciente, en el sentido de controlado por el sujeto. Esta conciencia habría de pasar por un aprendizaje como el que supone la terapia.
Ninguna pastilla me puede ayudar con el problema de no querer tomar más pastillas; del mismo modo, ninguna cantidad de psicoterapia solo puede prevenir mis manías y depresiones. Necesito ambas. Es extraño deberle la vida a las pastillas, a las propias rarezas y tenacidades propias, y a esta única, extraña y, en último término profunda relación llamada psicoterapia.711 De ahí la necesidad aún de una 'psicología de lo profundo' con bases empíricas, que no sólo trabaje como clínica sino que pueda ser informada por áreas de investigación anejas. Hablando de las perspectivas de una medicina informada biológicamente, Antonio Damasio recupera la reivindicación del aspecto conflictivo, desconcentrado de la enfermedad, frente a terapias más puntuales.
En tercer lugar, y quizás la razón más importante de todas: si la solución que se propone para el sufrimiento individual y social elude las causas del conflicto individual y social, no es probable que funcione durante mucho tiempo. Puede tratar un síntoma, pero no hace nada a las raíces de la enfermedad.712
711
Cit. E.R. Kandel, “Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry revisited,” American Journal of Psychiatry 156(4), 1999, p. 521. 712 A.R. Damasio, op. cit., p. 244.
Los estudios de 'miembros fantasmas' (phantom limbs) de Ramachandran muestran pacientes con dolores en brazos o piernas que han perdido o les han sido amputados. Mediante un dispositivo de espejos que permitía la simulación del movimiento del miembro perdido mostrando un reflejo del movimiento del miembro no amputado, el sujeto observaba el movimiento de su brazo sano. Al mover ambos brazos de forma simétrica desaparece el dolor fantasma. Se trata de una demostración más de la idea freudiana de cómo nuestra 'concepción' del cuerpo influye en la capacidad de sentir, como ocurre en los síntomas de conversión histéricos. El cuerpo ha de ser entendido como soporte material de la mente en tanto implicada en el medio en el que se produce. Una posible mente descorporeizada no poseería las mismas características que la mente tal como la conocemos. Ésta se desarrolla en estrecha relación, imbricada corporalmente, en el medio.
La distinción entre enfermedades “del cerebro” y “de la mente”, entre problemas “neurológicos” y problemas “psicológicos” o “psiquiátricos”, es una desafortunada herencia cultural que impregna nuestra sociedad y nuestra medicina. Refleja una ignorancia básica de la relación entre cerebro y mente. Las enfermedades del cerebro se consideran como tragedias inflingidas a personas a las que no se puede culpar por su condición, mientras que las enfermedades mentales, especialmente las que afectan a la conducta y a la emoción, se ven como inconveniencias sociales de las que los que las sufren tienen que responder en gran medida. Los individuos tienen la culpa de sus fallos de carácter, su modulación emocional defectuosa, etcétera; se supone que el principal problema es la fuerza de voluntad).713 713
Ibid., p. 52. “No es sólo la separación entre mente y cerebro la que es mítica: la separación entre mente y cuerpo es, probablemente, igual de ficticia. La mente forma parte del cuerpo tanto como el cerebro,” p. 117. “Este es el error de Descartes: la separación abismal entre el cuerpo y la mente, entre el material del que está hecho el cuerpo, medible, dimensionado, operado mecánicamente, infinitamente divisible, por un lado, y la esencia de la mente, que no se puede medir, no tiene dimensiones, es aimétrica, no divisible; la sugerencia de que el razonamiento, y el juicio moral, y el sufrimiento que proviene del dolor físico o de la conmoción emocional pueden existir separados del cuerpo. Más específicamente: que las operaciones más refinadas de la mente está separadas de la estructura y funcionamiento de un organismo biológico,” op. cit., p. 230. Damasio señala cómo esta forma de pensar se encuentra en cierta forma presente en las teorías computacionales de la mente que sólo se atienen al simple procesamiento de símbolos sin contenido biológico alguno.
Pese a la ilusión farmacológica, las teorías químicas del funcionamiento del cerebro, que identifican a la enfermedad mental como desequilibrio a nivel cerebral, no han servido para conocer el origen de los desórdenes mentales, ni siquiera de cómo funcionan exactamente dichas drogas. Un ejemplo es la 'teoría dopamínica de la esquizofrenia' que relaciona dicha enfermedad con la segregación de dicho neurotransmisor. Así se sitúa en contra de la idea de que la enfermedad mental sea una enfermedad física, haciendo abstracción de la importancia de factores psicosociales. “La aserción de que los desórdenes mentales son enfermedades físicas implica mucho más de lo que puede ser justificado.”714 Frente al estigma de enfermedad mental se intenta así reducirla a un tipo de enfermedad orgánica genérica. Por otro lado, los intereses en la idea orgánica de enfermedad mental se extienden a la industria farmacéutica, a las agencias sanitarias y al propio colectivo psiquíatrico. Dicha hipótesis, según Valenstein, consigue dar visos de aceptabilidad a la propia profesión psiquiátrica y produce un movimiento de sinergia con la industria farmacéutica. Por otro lado, poseería ventajas socio-políticas, pues el tratamiento farmacológico resulta más económico que el trabajo intenso terapéutico, que puede, no obstante, en muchos casos, ser más efectivo y duradero que la terapia farmacológica.
Más aún, los desórdenes mentales no son entidades simples homogéneas. Involucran un deterioro del lenguaje, la percepción, la memoria, motivación, emociones y mucho más. La creencia de que los estados cognitivos y emocionales complejos que subyacen a cualquier desorden mental están regulados por un solo subtipo de receptor neurotransmisor probablemente no sea más válida que la idea mantenida antes por los frenólogos, que creían que los atributos mentales complejos podían ser localizados en una parte específica del cerebro. Más aún, al igual que con cualquier sistema complejo, altamente integrado, el cambio de un 714
E. Valenstein, Blaming the Brain. The truth about drugs and mental health, Nueva York, 1997, p. 225.
componente posee efectos que inevitablemente se expanden por todo el sistema.715 La difícil línea divisoria entre mente y cerebro es establecida por los estudios de casos de transtornos orgánicos que aparecen como instancias comunes de desórdenes psicodinámicos habituales. Es decir, las lesiones cerebrales obedecen a una fenomenología similar a la de los trastornos psicológicos sin sustrato orgánico.716 Si se puede tratar a pacientes con lesiones cerebrales mediante la psicología
no
menos
se
podría
decir
de
desequilibrios
al
nivel
de
neurotransmisores. Tras el estudio de diversos casos de pacientes con lesiones cerebrales, Solms concluye que “...si es verdad que la naturaleza esencial y el mecanismo causal de un síntoma psicológico puede ser sólo revelado por medios psicológicos en casos donde ha habido daño físico reciente en una parte específica del cerebro, entonces cuanto más debe ser el caso si el correlato físico (o incluso el factor etiológico) es un desequilibrio neuroquímico, que puede no haber existido durante el resto de la vida del paciente.”717 Los síntomas mentales de un paciente con lesión cerebral sólo pueden ser comprendidos de forma psicológica. Así surge la necesidad de construir un auténtico modelo “biopsicosocial” de la enfermedad mental que incluya las diferentes interacciones entre organismo, medio y mente.
715
Ibid., p. 226. “Cuando comencé este proyecto planeaba describir los cambios que han tenido lugar en el modo en que la gente piensa sobre los desórdenes mentales y cuál es la mejor forma de tratarlos, así como los factores responsables en ocasionar los cambios. En el camino me he convencido de que es tan importante evaluar la evidencia y los argumentos que defienden la teoría hoy prevaleciente de que los desórdenes mentales son causados por errores químicos que son corregidos por drogas. He concluído que esta teoría, que guía buena parte de la práctica clínica y nuestros esfuerzos en investigaciçon, no posee base evindencial y que podía perfectamente ser incorrecta. No obstante por razones que tienen poco que ver con la ciencia, la teoría es seguida implacablemente en un sendero lleno de peligros. Es como un barco sin guía en la navegación impulsado por un poderoso motor a través de un mar con muchos arrecifes no descubiertos,” ibid., p. 241. 716 L.M. Miller, Neuropsychodynamic Foundations of Psychoanalysis, op. cit. 717 M. Solms, “Is the brain more real than the mind?” Psychoanalytic Psychotherapy, 9(2), 1995, p. 119.
3.5. Otras mentes: Interacción e Iteración El solipsismo metodológico ha sido una estrategia filosófica utilizada, en oposición al naturalismo, para señalar la imposibilidad de trazar una relación entre propiedades semánticas y mundo exterior. Así, el solipsismo supondría que la existencia de un estado psicológico sólo implica la existencia del sujeto de dicho estado y estaría estrechamente relacionado con una concepción descorporeizada como la cartesiana.718 De acuerdo con las concepciones que destacan el carácter incorporado de la cognición, así como el emergentismo de la conciencia, el ser humano estaría predispuesto intersubjetivamente, la comunicación no sería monadológica,
como
suponía
Locke,
los
sujetos
se
encontrarían
'intersubjetivamente abiertos'. No muy lejos de dicha formulación entendemos la idea de Thompson: “... la apercepción de uno mismo como individuo incorporado, inserto en el mundo, depende de la empatía, en particular la aprehensión empática de la aprehensión empática del Otro sobre uno mismo.”719 Bickhard720en sus estudios sobre emergencia y conciencia ha señalado, frente a los enfoques representacionales, la importancia de la interacción como generador de signos necesarios para el mantenimiento de un sistema abierto dinámico como es el hombre en relación con su medio, bajo el principio de incertidumbre. Así, surgen lo que denominamos emociones como adaptaciones a dicho medio. A su vez, dicha interacción viene dada por la existencia de ejemplares previos de 718
J.A. Fodor, “Methodological Solipsism Considered as a Research Strategy in Cognitive Psychology”, Behavioral and Brain Sciences, 3, 1980, pp. 63-73. “Mi idea, entonces, por supuesto no es que el solipsismo sea cierto; es simplemente que verdad, referencia y el resto de nociones semánticas no son categorías psicológicas. Lo que son es modos de Dasein,” p. 253. Fodor relaciona el solipsismo con un postulado de formalidad que iguala procesos mentales y teoría computacional. Para una perspectiva diferente cf. H. Putnam, “The meaning of meaning”, K. Gunderson (ed.), Language, Mind and Knowledge, Minneapolis, 1975. 719 E. Thompson, “Empathy and Consciousness”, op. cit., p. 14. 720 M.H. Bickhard, “Motivation and Emotion: An Interactive Process Model”, R. D. Ellis y N. Newton (eds.) The Caldron of Consciousness, Amsterdam, 2000. Cf. M.H. Bickhard, “Representational Content in Humans and Machines”, Journal of Experimental and Theoretical Artificial Intelligence, 5, 1993, pp. 285-333. M.H. Bickhard, “Interaction and Representation”, Theory & Psychology, 9(4), 1999, pp. 435-459.
interacción, es decir, por su iteración. Frente a las teorías que acentúan la codificación de las representaciones almacenadas, Bickhard hace hincapié en la modalidad de la interacción. El organismo se muestra así completamente involucrado en su medio. Tanto las representaciones como los estados motivacionales o emocionales son todos fruto del proceso interactivo. El hombre como organismo requiere aportes de su medio externo para mantenerse fuera de equilibrio. Se trata de un sistema auto-mantenedor recursivo, capaz de adaptarse a los cambios en el medio. Frente a la hipótesis solipsista, la conciencia sería el producto de una interacción y contendría los patrones de ésta que lo conforman como individuo. “La conciencia es un producto de esa parte del cerebro que se encarga de las relaciones humanas y es una propiedad de un cerebro que está y ha estado en comunicación con otros cerebros.”721 En un modelo tal, el núcleo del yo (self) vendría conformado por mecanismos de regulación de sentimientos que se incorporan fisiológicamente, mediante la activación de hormonas. Se trataría del primer tipo de comunicación que se produce entre el recién nacido y la madre, con efectos estructurales. Al igual que ha sucedido en la transición del magnetismo al psicoanálisis, Bickhard sostiene que la historia de la ciencia conlleva un paso de una ontología basada en substancias, como el fluido mesmérico, o el inconsciente, a una contenida en procesos, de los cuales han emergido propiedades no contenidas en dichos procesos.722 721
A.N. Schore, op. cit., p. 494. “... las substancias y estructuras compuestas de substancias son inherentemente estables. Cambian si algo las hace cambiar, no de otro modo. Si intentamos modelar la psicopatología y usamos un sistema basado en substancias/estructuras modelaremos de modo inherente los fenómenos patológicos como estables. Deasprender o cambiar dichas estructuras requerirá de una intervención específica. Pero si la mente es un proceso intrísecamente auto-organizador, entonces la profunda problemática de la psicopatología es precisamente lo que 722
Clásicamente se suponen dos tipos generales de teorías a la hora de adscribir significado a la acción de otro. El problema de las otras mentes es explicado mediante la 'teoría de teorías' (TT), según la cual poseemos cierta teoría acerca del comportamiento humano y la aplicamos a las observaciones que realizamos de otro. Por otro lado la 'teoría simulatoria' (TS) sostiene que entendemos al otro por la simple capacidad de simular su acción y comprender su comportamiento. Mientras que la TT se basa en una acepción de la interrelación fundada en una representación simbólica, de tipo más abstracto y teórico, la TS sostiene el carácter incorporado de la interacción que conlleva una replicación de la actividad del otro, nuestra personificación de su situación. La empatía como modo de entender al otro, no sólo de adscribirle sentido, sino de identificarnos con él, estaría del lado de la TS.723 Ésta parece poseer una validez ecológica superior a la TT, al reconocer la imitación como mecanismo fundamental no sólo del aprendizaje social, sino de nuestra teoría acerca de los otros, de sus estados físicos y, mediante éstos, de sus estados mentales, así como de sus sensaciones. Nuestra relación no sería con 'otras mentes', sino con 'otros cuerpos' que poseen formas semejantes de reflejar sus contenidos mentales en estados corporales reconocibles a modo de respuestas inmediatas. Las
investigaciones
de
Vittorio
Gallese,
Giaccomo
Rizzolatti
y
sus
colaboradores de la Universidad de Parma abren nuevas perspectivas en la atribución de significado a la acción de otros y a su carácter simulado. Cuando se mantiene estable. ¿Porqué no desaprendemos “simplemente” dichas patologías? Un modelo basado en substancias entonces, incluso como heurística, deja las cuestiones más básicas sobre estabilidad y cambio más allá de examen: la estabilidad se presupone y por ello no es un fenómeno que requiera explicación,” M.H. Bickhard, “Interactivism: A Manifesto,” http://www.lehigh.edu/~mhb0/InteractivismManifesto.pdf 723 V. Gallese y A. Goldman, “Mirror neurons and the simulation theory of mind-reading”, Trends in Cognitive Sciences, 2, 1998, pp. 493–501. A. Goldman, “Empathy, mind, and morals”, M. Davies y T. Stone, Folk Psychology. The Theory of Mind Debate, Oxford, 1995.
observamos otro sujeto llevando a cabo ciertas rutinas motoras, en concreto aquellas relacionadas con
la aprehensión de un objeto, se activan las áreas
cerebrales correspondientes a la propia acción motora, como si el propio observador estuviese llevando a cabo la acción, son las denominadas 'neuronas espejo'.724 Estos autores tratan de reformular bajo una perspectiva post-solipsista el problema de las otras mentes y de la psicología social afirmando la 'incorporación' de la mente y su relación en un campo pericorporal, cercana a la fenomenología desarrollada por Merleau-Ponty y a su noción de 'quiasmo', donde el cuerpo se inserta en el mundo en relación con los otros.
No estamos alienados de las acciones, emociones y sensaciones de otros, porque poseemos una perspectiva mucho más rica y matizada afectivamente de aquello que hacen otros individuos, experimentan y sienten. Lo que hace ésto posible es el hecho de que poseemos esas mismas acciones, emociones y sensaciones.725 La interacción estaría basada en nuestra capacidad de replicar determinadas acciones con idénticos fines, de poder entenderla. De este modo la experiencia en primera y en tercera persona se correlacionan en acción y simulación, en la imitación de patrones que produce tanto la observación de acciones como de emociones. Si bien sólo podemos reconocer en el otro las emociones que podemos poseer privadamente, en los casos de lesiones de áreas cerebrales relacionadas con éstas, no sólo el sujeto no es capaz de obtener una experiencia subjetiva, sino tampoco puede observar dicha reacción en el otro: “...la emoción del otro es constitutida y entendida por medio de una simulación incorporada que produce un 724
Los artículos pioneros fueron V. Gallese, L. Fadiga, L. Fogassi y G. Rizzolatti, “Action recognition in the premotor cortex”, Brain, 119, 1996, pp. 593-609. G. Rizzolatti, L. Fadiga, V. Gallese y L. Fogassi, “Premotor cortex and the recognition of motor actions”, Cognitive Brain Research, 3, 1996, pp. 131-141. G. Rizzolatti, L. Fadiga, M. Matelli, V. Bettinardi, E. Paulesu, D. Perani y G. Fazio “ Localization of grasp representations in humans by PET: 1. Observation versus execution”, Experimental Brain Research, 111, 1996, pp. 246-252. 725 V. Gallesse, “Embodied Simulation: From Neurons to Phenomenal Experience” (en prensa).
estado corporal compartido. Es el estado corporal compartido por el observador y el observado lo que habilita la comprensión directa.”726 Se trata de lo que ha sido denominado 'resonancia immediata', “...el mecanismo fundamental que nos permite una aprehensión experimental directa de la mente de los otros no es el razonamiento conceptual, sino una simulación directa de los eventos observados mediante el mecanismo espejo.”727 En la zona motor prefrontal del cerebro se unirían las perspectivas en primera y tercera persona: reconocemos mediante la recreación
cerebral
de
comportamientos
observables.
La
comprensión
intersubjetiva primordial conlleva la generación de patrones de interacción adaptados a un 'espacio interpersonal multidimensional compartido'.728 Estas investigaciones han puesto de relieve la relación de la zona cerebral encargada de comportamientos motores y el lenguaje, el cortex prefrontal, mostrando la base neurológica de las teorías de la metáfora que muestran el surgimiento del lenguaje de acuerdo con un sustrato somático, incorporado. Se trata de un contínuo entre las habilidades cognitivas y las de tipo físico, más primitivas filogenéticamente.729
726
Ibid., p. 28. V. Gallese, Ch. Kaysers y G. Rizzolatti, “A unifying view of the basis of social cognition”, Trends in Cognitive Science, 8 (9), 2004, p. 397. 728 V. Gallese, “The manifold nature of interpersonal relations:the quest for a common mechanism”, Philosophical Transactions of the Royal Society of London, B 2003, p. 519. Cf. V. Gallese, “The roots of empathy: The shared manifold hypothesis and the neural basis of intersubjectivity”, Psychopathology, 36, 2003, pp. 171-180. 729 F. Pulvermüller,“Brain mechanisms linking language and action”, Nature Reviews Neuroscience, 6, 2005, pp. 576-582. Así la información somática y lingüística tendrían cierta interacción, lo que explicaría cómo el lenguaje podría influir sobre ciertas formas de acción corporal. Acerca de una 'hipótesis deíctica', por la que el significado se basa en la acción cf. A.M. Glenberg y M.P. Kaschak, “Grounding language in action”, Psychonomic Bulletin & Review, 9(3), 2002, pp. 558-565. Según los autores, el propio lenguaje estaría basado en cierta base corporal, en cierta experiencia cinestética, así por ejemplo “... durante el aprendizaje de la construcción de doble objeto en inglés, aprendemos a tratar la construcción como una instrucción para simular una transferencia literal de una entidad a otra, incluso cuando el objeto transferido no es un objeto físico. Esta simulación es consistente con la afirmación de que la gente comprende la comunicación como un tipo de transferencia en la que las palabras funcionan como contenedores de información...” ibid., p. 563. 727
A su vez, la 'imaginería mental', la capacidad de imaginarse una acción, posee como base los mismos procesos que la observación de dicha acción, la activación de idénticas áreas corticales.730 Según Gallese, ambos tipos de procesamiento, acción e imaginación, están basados en idénticos mecanismos,731 en el sentido de activar los mismos circuitos que cuando el sujeto lleva a cabo la acción, “...la conciencia propia de uno como individuo incorporado en el mundo se basa en la empatía, en la cognición empática de otros, y la cognición empática de otros sobre uno.”732 El concepto de transferencia que Freud hereda de Theodor Lipps también estaba relacionado con el de Einfühlung o empatía. Así, sin bases empíricas como las aportadas por Gallese y Rizzolati, era difícil otorgar una referencia precisa a dichos mecanismos. De este modo se ponen en contacto estas áreas separadas, permitiendo una integración conceptual. La teoría de los ’enactments’ en psicoanálisis es heredera de las concepciones empáticas. Ésta sitúa a la transferencia como proceso, como una serie de interacciones emocionales entre analista y analizante con capacidad de alterar el comportamiento del paciente. Los enactments se refieren a las complejas modalidades de interrelación, solapamiento y convergencia que se producen por medio de la transferencia en la terapia. Enactment se ha utilizado también para referirse a la conversión de la experiencia interna en comportamiento, dando cuenta de transacciones entre los dos participantes en el análisis que se influyen mútua y constantemente. Si la intersubjetividad se mostraba como obstáculo irremontable en la teorización de la transferencia, por medio de esta teoría se le da cabida, no sólo desde la óptica de la contratransferencia del analista, sino desde 730
R.A. Finke (ed.), Principles of mental imagery, Cambridge, 1989. V. Gallesse, “Embodied Simulation: From Neurons to Phenomenal Experience”, (en prensa). 732 E. Thompson, “Empathy and Consciousness,” op. cit., p. 2. 731
una perspectiva dinámica y procedimental de co-implicación. Antes que la anulación de la subjetividad del analista como medio de objetividad, se admite su implicación y se le otorga la relevancia correspondiente. Dentro de esta teoría se han aclarado una buena parte de los conceptos teóricos psicoanalíticos, en relación con la intersubjetividad y los enactments.
La intersubjetividad es el modelo teórico genérico. Enactment es el proceso intersubjetivo en acción. Insight es el reconocimiento consciente de los significados del enactment. Resistencia es la oposición interna a la atención del enactment y sus significados. La interpretación es la comunicación verbal de la conciencia del enactment y sus significados. La libre asociación está basada en los aspectos internos, silenciosos del enactment. La transferencia-contratransferencia es esencialmente un sinónimo para el fenómeno de enactment.733 Una de las señales de hasta qué punto la intersubjetividad juega un papel importante en la práctica analítica es la superación del postulado conflictual según el cual el cambio se produciría como resultado de la resolución de conflictos internos mediante el insight. La falta de una correlación clara entre insight y cambio terapéutico ha puesto de relieve la importancia de la díada transferenciacontratransferencia, frente a una perspectiva exclusivamente intrapsíquica, basada en la resolución de conflictos y el insight, en el sentido de apercepción, de ‘darse cuenta’.734 Si bien el psicoanálisis freudiano veía en el insight un tipo de 733
R.J. Friedman y J.M. Natterson, “Enactments: An Intersubjective Perspective”, Psychoanalytic Quarterly 68, 1999, p. 246. Cf. H.B. Levine y R.J. Friedman, “Intersubjectivity and Interaction in the Analytic Relationship: A mainstream view”, Psychoanalytic Quarterly, 69, 2000, pp. 63-92. “...la información fundamental y más inmediata del psicoanálisis es la experiencia de la relación que se desarrolla entre analista y analizante,” ibid. p. 68. I.Z. Hoffman, “Discussion: towards a social-contructivist view of the psychoanalytic situation”, Pychoanalytical Dialogues, 2, 1991, pp. 287-304. O las discusiones de Ogden con respecto a una instancia intermedia el 'tercero analítico' T.H. Ogden, “The analytic Third: working with intersubjective clinical facts,” International Journal of Psychoanalysis, 75, 1994, pp. 3-19. S.M. Andersen y S. Chen, “The relational self: An interpersonal social-cognitive theory”, Psychological Review, 109, 2002, pp. 619-645. Un repertorio de acciones estaría disponible al sujeto en función de sus experiencias con otros, sus modelos de interacción. El 'yo' no sería absoluto, sino dependiente de la activación de cierta representación de un otro significativo en función de las pistas ofrecidas por la situación. 734 Así lo muestra Wallerstein en su seguimiento del Proyecto de Investigación de Psicoterapia (PRP) en una de sus tajantes conclusiones: “La resolución efectiva de conflictos resultó no ser necesaria para el cambio terapéutico,” p. 304. R.S. Wallerstein, “The Effectiveness of Psychotherapy ans Psychoanalysis: Conceptual
introspección terapéutica y una forma de curación de estilo cartesiano, parece que sólo poseemos realmente un acceso inferencial a nuestros contenidos mentales.735 Igualmente se ha puesto de manifiesto la importancia de la unión analistaanalizante para el fin terapéutico. Así la personalidad del analista influiría decisivamente en la posibilidad de generar el cambio terapéutico en el analizante.736 Entre las conclusiones de sus estudios empíricos, Robert Emde señala cómo el psicoanálisis es tanto un tratamiento intra- como interpsíquico.737 Se abren las vías a una comprensión post-intencional, post-solipsista, de la transferencia apelando a la intersubjetividad.
Nuestra visión de la intersubjetividad une la vida emocional del analista a la del paciente en la relación analítica y pone la relación analítica en el centro del proceso analítico. Esto implica que la cuestión analítica no se dirige a la mente del paciente solamente.738
Siguiendo la línea de la hermenéutica de Gadamer, la intersección del sujeto en un ámbito intersubjetivo no sólo se desprende de su relación transferencial con el analista, sino de su inserción en un horizonte en el que emerge con respecto a un contexto de pasado y futuro con formas textuales, frente a los prejuicios. Dichos prejuicios se pueden entender, desde una perspectiva cognitiva, como los esquemas conceptuales que utilizamos para Issues and Empirical Work”, T. Shapiro y R.N. Emde, Research in Psychoanalysis: Process, Development, Outcome, Madison, 1995. Con respecto al insight o apercepción individual, “La suposición original de Freud de que el insight llevaría directa y automáticamente al cambio ha resultado ser deficiente,” S. Fisher y R.P. Greenberg, Freud Scientifically Reappraised: Testing the Theory and Therapy, op. cit., p. 282. 735 R.E. Nisbett y T.D. Wilson, “Telling more than we can know: Verbal reports on mental processes”, Psychological Review, 84, 1977, pp. 231-259. 736 J.L. Kantorowicz, “Outcome Research in Psychoanalysis”, T. Shapiro y R.N. Emde, Research in Psychoanalysis: Process, Development, Outcome, Madison, 1995. Cf. A. Goldberg, “Farewell to the objective analyst”, International Journal of Psychoanalysis, 75(1), 1994, pp. 21-30, que señala cómo la experiencia propia del analista influye decisivamente en el repertorio de respuestas e interpretaciones que ofrece al analizante. 737 R.N. Emde, “Epilogue: A Beginning - Research Approaches and Expanding Horizons for Psychoanalysis,” p. 411 y ss, T. Shapiro y R.N. Emde, op. cit.. Señala la importancia de ‘unidades de relación’ antes que sujetos. 738 H.B. Levine y R.J. Friedman, op. cit., p. 89.
categorizar nuestra experiencia y que se activan en nuestra working memory mediante la actuación de la memoria. Estas teorías consiguen deshacerse del lastre de las teorías narrativas, generalizables, como el Edipo o las fases de la líbido, en aras de un análisis más desprejuiciado y abierto a la mera interacción sin puntos de apoyo teórico fuertes, primando el proceso frente al contenido. La transferencia sería así una propiedad emegente intersubjetiva. En este sentido Stolorow y Atwood si bien afirman la 'analizabilidad' generalizada, señalan cómo se requiere encontrar la persona adecuada para los fines terapéuticos, es decir, la relación no sería conmutativa, sino que habría mayor adecuación de un sujeto a otro, una mejor dialéctica intersubjetiva. Así diferencian 'mundo subjetivo', como contenido de la propia experiencia, y 'estructura subjetiva', para dar cuenta de la posición subjetiva o esquemas alredor de los cuales se vertebra el contenido específico de la experiencia, de acuerdo con ciertos patrones y modelos recurrentes, en buena parte, de fuera de la apercepción subjetiva. El trauma sería el prototipo de una perspectiva que da preferencia a la cranealización, en el sentido de la soledad y enajenación que sufre la persona alejada de los otros, incapaz de comunicar y ser entendida. La capacidad de ser comprendido,
de
entenderse
(reflexiva
e
intersubjetiva),
permite
una
reincorporación al mundo intersubjetivo, cuyo extrañamiento persiste en el fondo de toda psicopatología. Una reflexividad fallida debida a una intersubjetividad truncada apunta a cómo el hecho reflexivo comporta un elemento intersubjetivo de interiorización. Es precisamente dicha alienación la que delimita modos y grados nosológicos.
La teoría intersubjetiva es una teoría de campos o una teoría de sistemas en la que se busca la comprensión de los fenómenos psicológicos, no como productos de mecanismos intrapsíquicos aislados, sino como emergentes de la interacción recíproca de las subjetividades en relación [...] Desde esta perspectiva, tal como veremos, el concepto de mente individual o de psique es en sí mismo un producto que cristaliza a partir de un nexo de relación intersubjetivo y que sirve a unas funciones psicológicas específicas. 739
El caballo de batalla fundamental de las perspectivas intersubjetivas es la idea fundadora de mente como identidad eo ipso, y sus corolarios, tales como el solipsismo, la identidad, la constancia, el aislamiento o la cosificación de la experiencia, lo que Stolorow y Atwood llaman 'el mito de la mente aislada'. 740 Éste da lugar a la alienación del hombre en tanto mente de su entorno (solipsismo), de la vida social en tanto posibilidad de desarrollo en la ausencia de otros (aislacionismo), e incluso de la propia subjetividad en tanto constreñida a la mente (mentalismo). Para estos autores, el desarrollo emocional se regula siempre en contextos intersubjetivos mostrando la aportación propia de todo psicoanalista a la hora de interactuar con un analizante. Así la estructura subjetiva de uno posee invariablemente efectos en la relación con el otro y, en este sentido, la transferencia es bidireccional. No se defiende, como lo hacía Freud, la existencia de la transferencia y una contratransferencia, en la que el analista posee cierta posición de objetividad frente al analizante, sino que su propia experiencia subjetiva también determina la relación con el analizante. No existe, pues, la visión 'distorsionada' del analizante por la cual proyecta sus fantasías a un observador neutro, sino que son las dos visiones del analista y analizante las que se conjugan, ambas ajenas a una objetividad dada, ya sea 739 740
R.D. Stolorow y G.E. Atwood, op. cit., p. 27. Ibid., cap. 1.
por la protección que ofrece la teoría o bien por un ideal de análisis que sitúa al analista como previo analizante en una situación de extrañamiento de cualquier fantasía en el contexto terapéutico. En la transferencia el analizante tiene la posibilidad de modificar su subjetividad, de aprender nuevos patrones de respuesta y corregir los existentes, mediante una experiencia que enriquece su repertorio conductual con nuevas formas de constituirse frente al otro, a través de nuevas apreciaciones de su narrativa y el adecuado manejo de la transferencia por parte del analista. “Dicho en términos más generales, la formación de nuevos principios organizadores en un sistema intersubjetivo es lo que constituye la esencia del cambio que induce al desarrollo a lo largo del ciclo de la vida.”741 Ni siquiera Mesmer, al reconocer la importancia en sus curas del aspecto afectivo, podía traspasar la relación paciente-médico, en el sentido de una cierta posición de subordinación y de posición objetiva. De hecho, su teoría magnetista conseguía un rescoldo de objetividad en su práctica. Freud, por su parte, desarrolló toda una metapsicología que objetivaba intrapsíquicamente los confictos que eran reproducidos en sus sesiones. 742 Así metapsicología e intrapsiquismo convergían en una teoría adecuada a los usos científicos de su época. En Lacan, el intento de sustraer cualquier elemento intersubjetivo se vuelve absoluto al negar la interacción 'real' con otro y verlo siempre como 741
Ibid., p. 61. A la hora de explicar el aspecto dinámico del inconsciente los autores proponen el siguiente modelo: “Cuando las experiencias infantiles no son respondidas de forma regular, o son activamente rechazadas, el niño percibe qué aspectos de su propia experiencia no son bienvenidos o son peligrosos para el cuidador. Entonces se deben sacrificar (reprimir) ciertos sectores del mundo experiencial del niño para salvaguardar así la relación que es necesaria para la supervivencia,” ibid., p. 71. Asimismo la represión viene entendida como posibilidades frustadas de desarrollo emocional que fueron bloqueadas o no articuladas para evitar el posible daño de una relación fundamental para el niño con sus cuidadores y viene a conceptualizarse como incosciente invalidado. 742 El Edipo como modalidad básica de conflicto intersubjetivo no resuelto mantendría, no obstante, su prevalencia hasta el punto de articular buena parte de la clínica. Más allá de su carácter mitodológico, el Edipo permite formalizar las formas primeras de intersubjetividad experimentadas por el sujeto.
relación especular con Otro, con cierto modelo aprendido de interrelación. De este modo la intersubjetividad fue siempre anegada con vistas a ciertos ideales de ciencia en el sentido de un tratamiento objetivo de la subjetividad. Tras los nuevos avances en neurobiología, el psicoanálisis sólo podrá mantener su competencia en tanto sea capaz de profundizar su intuición original, su sentido terapéutico. Si bien las neurociencias y ciencias cognitivas pueden darnos un análisis detallado de explicaciones expertas, el psicoanálisis habrá de mostrar su validez como terapia. Su valor heurístico, su capacidad de integración datos ha quedado patente, ahora, antes de ser arrollado por la coherencia que ha podido introducir en el campo de la psicopatología de las diversas disciplinas, le queda mostrar su valor como práctica capaz de alterar la conciencia del analizante.
Conclusiones. Ciencia e intersubjetividad Resumiendo ¿qué sería, en definitiva, la transferencia? Por un lado, desde una perspectiva intrateórica, aludiría a un concepto técnico que se desarrolla dentro de la práctica ideada por Freud y que se vincula con otra serie de términos teóricos que van siendo redefinidos progresivamente. Por otro lado, mediante esta intuición se aúnan una serie de procesos cognitivos y neuronales, referidos a nuestro modo de categorizar, a la organización de nuestra memoria, y a la modalidad de procesamiento propia de las emociones, que produce un tipo específico de aprendizaje, un cambio cognitivo dentro de un marco intersubjetivo. Es esta elucidación y puesta en relación de diversos marcos teóricos el aspecto novedoso de este trabajo de investigación. El psicoanálisis, en su búsqueda de una objetividad positivista, se mantuvo vuelto hacia lo intrasubjetivo, hacia lo mental. Recordemos que es de esta forma como aspiraba a convertirse en ciencia, en conocimiento objetivo, frente al hipnotismo y la sugestión. En la formulación primera del psicoanálisis el analista había de ser un 'espejo vacío' que reflejase ciertas pautas y modelos reinstanciados por el analizante.743 Se ponían en juego solamente los conflictos y deseos del analizante, sin intrusión del analista, se constituía en práctica objetiva, en el sentido de no sesgada por la presencia de otro ser humano, el analista. A similitud de la medicina, se trataba de asimilar el suceder mental como si se tratase de un órgano. Freud, no obstante, se dió cuenta pronto de las limitaciones dicho tratamiento y, reconociendo el carácter subjetivo de su práctica, intentó minimizar la influencia del analista, su aspecto intersubjetivo. 743
De tal modo que el analizante “...pueda tomar conciencia de sus relaciones no con el yo del analista sino con todos eso otros que son sus verdaderos garantes y que él todavía no ha reconocido,” J. Lacan, Séminaire II, p. 288.
Éste reactivaba en la psique del paciente cierto modelo internalizado, perturbando su pregnancia y robustez, permitiendo así una reinterpretación de los estímulos mediante una revisión de los almacenes mnésicos que confluyen en dotar de contenido a nuestra experiencia. Éste es el medio en que las ideas de Freud intentan dar explicación a un fenómeno que requería un tratamiento tan aséptico como fuese posible.744 No obstante, Erdelyi ha señalado el carácter dinámico del pensamiento freudiano, resaltando el concepto de interacción de diversos sistemas subjetivos. De alguna forma, Freud estaba dirigiéndose necesariamente también a una nueva conceptualización de la clínica a nivel no intra sino intersubjetivo, dinámico. Se oponía así a lo individual. “En suma, el significado más general de dinámico en psicología, al igual que en física, es interacción.[...] La característica crucial de cualquier teoría psicodinámica, freudiana o no, es la descripción de algún fenómeno interactivo.”745 Desde hace tiempo se viene resaltando, desde posiciones psicoanalíticas más o menos ortodoxas, la relación entre lo inter y lo intra, rechazando
la
teoría
proyectiva
psicoanalítica,
fundada
sobre
cimientos
cartesianos, y subrayando la importancia de lo interpersonal-real, frente a lo intrapsíquico-imaginario.746 744
En sus años como interno le escribiría a su prometida, Martha Bernays: “Podría imaginar muy bien lo penoso que sería para ti saber como me siento junto a un lecho de enfermo para observar de qué manera trato el sufrimiento humano como un objeto. Pero, niña mía, ello no puede hacerse de otro modo, y a mí debe parecerme distinto que a otros,” cit. en P. Gay, op. cit., p. 65 745 M.H. Erdelyi, op. cit., p. 216. “En esta coyuntura el carácter dinámico del psicoanálisis y la psicología cognitiva moderna son completamente compatibles y maduras para la integración. Las diferencias que pueden observarse son accidentes de matiz histórico y metafórico, y no ya de necesidad teórica. Debido a sus raíces en la teoría de la información, teoría de la decisión matemática y análogos computacionales, la psicología cognitiva ha tendido a ser moldeada en términos de 'observadores ideales' y 'procesamiento de información'; el psicoanálisis, de otro lado, con su trasfondo clínico, en términos de observadores no ideales y procesamiento equívoco y tendencioso de la información. No obstante, esto no constituye ya una diferencia en orientaciones teóricas sino en enfoque teórico,” ibid., p. 217. 746 Cf. K.A. Frank, “Action techniques in psychoanalysis”, Contemporary Psychoanalysis, 26, 1990, pp. 732-756, S. Mitchell, Relational Concepts in Psychoanalysis, Cambrdge, 1988, P.L. Wachtel, “Active intervention, psychic structure and the analysis of transference”, Psychoanalytic Dialogues, 3, pp. 589-603.
Sin embargo, el objetivo de la ciencia ha venido dado por su aproximación a la infalibilidad mediante la eliminación del juicio humano. De ahí las críticas a la contaminación subjetiva que se han elevado al psicoanálisis. Pese a ello, el intento de identificar racionalidad, característica, para bien o mal, definicional humana, con computabilidad algorítmica es algo extraña, pues considera racionales sólo aquellos actos humanos que podrían en principio llevarse a cabo sin la presencia de un ser humano. Como decía Lacan, “la ciencia es una ideología de la supresión del sujeto,”747 y quizás debería ser una de su superación. El propio Freud, sin la influencia de Kant sobre su idea de subjetividad, no habría desarrollado la idea de transferencia tal como lo hizo, consiguiendo una aproximación a la 'objetivación de lo subjetivo'.748 Los dos grandes caballos de batalla en una nueva concepción de las ciencias son la fenomenología y el positivismo, como ramificaciones de un cartesianismo fundado en la división objeto/sujeto y en el idealismo consiguiente, que sitúa al sujeto como condición de posibilidad de conocimiento alguno, ajeno al mundo que observa, de tal forma que la observación implica cierto grado de exterioridad. La objetividad no es más que la otra cara de la subjetividad, de un sujeto omitido, puesto en paréntesis por una metodología e instrumental cuidadosamente seleccionado, medi(a)do. Pero, como sabemos, el propio instrumental altera el comportamiento, produce regularidades propias al método. Una de las críticas más intensas que se ha librado a este respecto ha sido frente al solipsismo. Así, el externalismo sugiere que la unidad de análisis apropiada para estudiar la cognición no podría ser la mente aislada. Existe una 747
J. Lacan, “Radiophonie”, op. cit., p. 89. F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, op. cit. Cf. A.H. Modell, The private self, Cambridge, 1993. 748
interrelación tan importante con el medio que dicha segregación sería falaz; el medio formaría parte de la cognición, como sostienen Clark y Chalmers los procesos cognitivos no son todos craneales, no ocurren solamente en la cabeza.749 En psicoanálisis la transferencia tiende a una comprensión de este tipo, señalando su operatividad. Se recupera en un espacio intersubjetivo, no simplemente externo, a modo de input, sino de auténtica imbricación, la capacidad de reconfigurar la experiencia, permitiendo un aprendizaje basado en la modificación de pautas internalizadas que interactuan con nuestro medio, nuestra imbricación con éste en el acto. A finales del siglo XIX, poco antes de que Freud comenzara su práctica, Francis Galton estudiaba la actitud de varios individuos, en un contexto semiexperimental en su laboratorio antropométrico. Siguiendo su obsesión estadística los sentaba uno al lado de otro en dos sillas y evaluaba su inclinación hacia el otro midiendo la distancia que existía entre sus cuerpos a la hora de interactuar. La actitud estaba relacionada con la postura, con el cuerpo. El aprecio era relativo el peso que se dirigía hacia la parte delantera de una silla que estaba orientada hacia la otra persona.
Así cuando dos personas poseen una “inclinación” hacia la otra, se inclinan o acercan cuando están sentados al lado, como a la mesa, y llevan la presión de su peso en las patas más cercanas de las sillas. No se requiere mucho ingenio para arreglar un indicador de presión con un índice y que un cuadrante indique los cambios en la presión, pero es difícil concebir una disposición que pueda llevar a cabo la triple condición de ser efectivo, no atraer la atención y aplicable al mobiliario corriente. He realizado algunos experimentos descuidados, pero, ocupado por otros asuntos, no los he llevado a cabo como esperaba.750
749 750
A. Clark y D. Chalmers “The extended mind”, op. cit. F. Galton, “Measurement of Character”, Fortnightly Review, 36, 1884, p. 184.
Experimentos más recientes señalan cómo al mostrarles ciertas caras a una serie de participantes para evaluar las expresiones que contenían, éstos imitaban dicha expresión en sus propias caras, simulaban, incorporaban dicha experiencia para poder asignarle cierto valor.751 Al categorizar, se imita, y de dicha forma, se aprehende el contenido de dicha expresión, su relación con nuestra propia experiencia fenomenológica. No es la distancia de dos cuerpos ajenos lo que nos permite comunicarnos, sino la forma en que nuestra experiencia se solapa con la del otro y se vuelve comprensible.
La evidencia sugiere que existe un amplio paralelismo entre la comprensión por parte de los niños de sus propios estados mentales y su comprensión de los de otros. En cada uno de nuestros estudios los informes de sus estados psicológicos inmediatamente pasados son consistentes con sus crónicas de los estados psicológicos de otros. Cuando pueden informar y comprender los estados psicológicos de otros, en los casos de fingimiento, percepción e imaginación, también dan muestra de haber tenido dichos estados psicológicos ellos mismos. Cuando no pueden dar cuenta y comprender los estados psicológicos de otros, en el caso de falsas creencias y derivación, no informan de haber tenido esos estados ellos mismos. Más aún, y de algún modo más sorprendentemente, el caso intermedio del deseo es para uno mismo y el otro.752
El
inconsciente
freudiano
es
uno
de
los
mayores
esfuerzos
por
procedimentalizar un suceder mental que no quedase limitado a simple conducta y se basase en ciertos 'mecanismos', como el ingenioso artilugio ideado por Galton. Los únicos procesos que Freud recabó fueron de tipo significante con el fin de exponer las motivaciones y reflejos subyacentes a la conducta. En este sentido, Freud es un apto precedente de los esfuerzos por parte de la ciencia cognitiva por 751
H.G. Wallbott, “Recognition of emotion from facial expression via imitation? Some indirect evidence for an old theory”, British Journal of Social Psychology, 30, 1991, p. 207-219. 752 A. Gopnik y A. Meltzoff, “Minds, bodies, and persons: Young children's understanding of the self and others as reflected in imitation and theory of mind research”, S. Parker, R. Mitchell y M. Boccia (eds.), Self-awareness in animals and humans, Nueva York, 1994, pp 179-180.
explicar la mente, no simplemente como resíduo de la conducta, sino como operador básico.
¿Cuál es la aspiración del psicoanálisis si no ser la más cognitiva de las ciencias neurales? El futuro del psicoanálisis, si ha de tener un futuro, está en el contexto de una psicología empírica, apoyada por las técnicas de neuroimagen, los métodos neuroanatómicos y la genética humana. Insertada en las ciencias de la cognición humana, las ideas del psicoanálisis pueden ser examinadas y es aquí donde estas ideas pueden tener su mayor impacto.753
Este es el reto que lanza Eric Kandel al psicoanálisis, emprender un diálogo que lo saque de su ostracismo y lo ponga en contacto con la empresa científica. El psicoanálisis está más cerca de poder responder a cuestiones cruciales acerca de la experiencia subjetiva al proveer con toda una batería de respuestas subjetivas, diversos modos de experiencia más allá de lo convencional. Así mismo su fundamento terapéutico apunta a su capacidad de alterar dicha experiencia. A través de la propio alteración de la experiencia subjetiva, mediada por mecanismos y procesos que se intersectan entre la memoria, la categorización y la emoción, se produce el cambio terapéutico, este peculiar tipo de aprendizaje. La clínica es, en cierto modo, un modelo de cambio de la experiencia subjetiva, de la conciencia, de los qualia. Así surge el denominado monismo de dos aspectos, según el cual sólo existiría un tipo de materia, pero que puede ser percibida de forma diversa, desde una perspectiva tanto de tercera como de primera persona. De este modo, el problema de conexión entre mente y cuerpo se disuelve en uno de perspectiva y todo vuelve a los 'sencillos' problemas neurocientíficos.754 753
E.R. Kandel, “A new intellectual framework for psychiatry”, op. cit., p. 468. M. Solms y O. Turnbull, The Brain and the Inner World, op. cit. Cf. J. Panksepp, “Affective consciousness: Core emotional feelings in animals and humans”, op. cit., A.R. Damasio, Looking for Spinoza. Joy, Sorrow and 754
El psicoanálisis supone un método que va más allá de la simple descripción y que consigue una cierta 'manipulación' -postulado básico de cualquier ciencia experimental con profundas raíces culturales- de dicha experiencia, de la interrelación entre dichas perspectivas, de cómo los qualia poseen una causalidad efectiva sobre los mecanismos estudiados desde una perspectiva de primera persona. Más allá, frente a las perspectivas de primera y tercera persona en filosofía de la mente se ha propuesto una perspectiva de segunda persona. En este sentido, la idea fenomenológica de acoplamiento muestra la intersubjetividad como algo básico, incluso innato, señalando la existencia de modos de acomodamiento y relación que se desarrollan en la evolución del sujeto y son interiorizadas. Ésta es la impronta que anima el planteamiento del Otro en Lacan, que se sitúa siempre como referente en la actuación de un sujeto. Lacan lo entendía de una manera fenomenológica tal como Husserl. La ciencia cognitiva incorporada asume que dicha imbricación se sitúa incluso a niveles fisiológicos básicos.
Incluso aunque los psicólogos han distinguido tradicionalmente entre eventos externos (objetivos, tercera persona) e internos (subjetivos, primera persona), en la investigación funcional del cerebro, especialmente en relación a los procesos que tienen ramificaciones en la apercepción consciente, dicha distinción ha de ser cuestionada. Para progresar en el entendimiento de cómo emergen los procesos psicológicos de funciones cerebrales deberemos probablemente combinar juiciosamente perspectivas de primera y tercera persona de las funciones cerebrales. 755
the Feeling Brain, Orlando, 2003, también señala una visión similar basada en el monismo bimodal spinoziano en el que las emociones reunirían cuerpo y mente, la mente sería modificada por el estado corporal y, a su vez, aquella modificaría éste. 755 J. Panksepp, Affective Neuroscience. The Foundations of Human and Animal Emotions, op. cit., p. 49.
De acuerdo con Vygotsky, todo proceso psicológico superior surge en una modalidad interpersonal y sólo después se incorpora, se inter-ioriza, se inter-naliza. El sujeto se individualiza en un contexto de indivisión, inter-subjetivo. No obstante, éste parece ser el caso también de otros procesos que clásicamente no habían obtenido la atención por parte de la ciencia, situados genéricamente dentro de la categoría de las emociones, que no eran objeto de estudio 'científico'. El hecho de que otros mamíferos posean un cerebro adecuado a las prácticas del cuidado de la progenie, ausente en otras especies, indica la importancia del vínculo familar, mediado por sentimientos pre-cognitivos, que compartimos con los grandes monos y que poseerían primacía filogenética. Las nuevas perspectivas de la ciencia cognitiva acentúan categorías de corte motivacional y emocional con base fisiológica, “...el propio objeto de la ciencia cognitiva -la mente incorporada como entidad natural- está constituida como objeto científico mediante empatía recíproca o reiterada en el mundo vital humano.”756 La intersubjetividad de la que Freud quiso escapar intentando unirse a un concepto de ciencia basado en el sujeto como unidad cognoscitiva quizás pueda reformularse en una futura ciencia cognitiva. Desde luego será dentro de un paradigma de ciencia totalmente remozado, más allá del fisicalismo y realismo metafísico que se esconde tras la idea de individuo. Podremos caracterizarlo como un naturalismo de diversos niveles que retome las unidades planteadas perennemente por la ciencia. Una formulación de este tipo se encuentra en la obra de Varela, en contra de la idealista pre-existencia del mundo en el que, por arte de magia, caemos, a modo de sujeto cartesiano, de mónada leibniziana. Varela 756
E. Thompson, op. cit., p. 20.
defiende una posición
enactiva que implica al organismo y su medio de forma inextricable en una coactualización mútua. Así, la categoría de experiencia se impone a otras de tipo epistemológico de corte clásico, como la de conocimiento. Una idea fundadora en este sentido en la filosofía clásica occidental es el yo como principio filosófico, un yo que conoce y que traza ya una demarcación en la modalidad de experiencia, una realidad y un conocedor. Según Varela, el yo estaría relacionado con la existencia de apegos, de narrativas que nos proveen con una identidad a la que nos aferramos y cuya transformación resulta necesaria. En este sentido, el psicoanálisis y las ciencias cognitivas se han desarrollado, pese a sus diferencias, de forma paralela, mostrando ambas su tendencia hacia la desconcentración subjetiva. Freud quizás cayó de nuevo, inadvertidamente, en la ilusión del yo después de haberse deshecho de él, al fundar el propio inconsciente. De acuerdo con Varela, la inflexibilidad, basada en un fundamento, el principio indubitable de la filosofía cartesiana, ha de trocarse por una flexibilidad sin fundamento que, en consonancia con la transferencia, permite deshacer condicionamientos y la repetición inflexible de patrones.757 Estas opciones pasan por la crítica al fundamentalismo que conlleva la admisión de un sujeto o agente, un yo, y la relativa existencia de una escena, objeto o mundo y una relación entre ambos de mera representación, de reflejo.758 La enacción, corporal, sin representación, desplaza al sujeto y al objeto a una relación de acoplamiento o inextricación (embeddedment).759 De hecho la
757
F. Varela, E. Thompson y E. Rosch, De Cuerpo Presente, Barcelona, 1997.“Mediante una presencia alerta y disciplinada en cada momento, se puede interrumpir la cadena del condicionamiento automático; uno puede no ir automáticamente del afán al apego y todo lo demás,” ibid., p. 143. 758 R. Rorty, Philosophy and the mirror of nature, Princeton, 1979. 759 “Al permanecer en el nivel de la descripción, la ciencia aún no ha despertado a la idea de que la experiencia en la mente -no sólo sin un yo impersonal e hipotético, fruto de una construcción teórica, sino sin ego- puede ser profundamente transformadora,” F. Varela, E. Thompson y E. Rosch, op. cit., p. 106.
experiencia analítica había puesto en cuestión la fijeza y absolutismo del yo clásico y su relación con su fundamento, la conciencia. Igualmente la ciencia cognitiva con su acento en lo subpersonal, los procesos antes que las instancias, supone así mismo una desconcentración del sujeto, una distribución de su ontología, alejada ya del sujeto trascendental kantiano. De este modo, ambas convergen en ciertas concepciones ontológicas, en especial en un psicoanálisis informado por la ciencia cognitiva, que apura sus intuiciones básicas y las acerca a su propio ideal de ciencia, proveyendo con una concepción del sujeto 'no yoíca' y que hace hincapié en su formación en relación, así como en la producción del cambio en su interacción frente a las concepciones solipsistas de la mente. La identidad absoluta en forma de individuo da paso a un vacío en el fondo del ser. “Las cosas
se originan de forma
codependiente;
carecen de
fundamento.”760 El fundamentalismo procede de la institución de instancias primeras inamovibles,
sobre las que hacer descansar el peso de todo
conocimiento. De hecho la propia categoría de conocimiento estaría basada en dichos fundamentos, sujeto, conciencia y mundo. Conservando las categorías heredadas, podemos entender aún ciertos rasgos del aspecto transindividual reseñado: “El enfoque alerta y abierto de la experiencia revela que momento a momento ese presunto yo aflora sólo en relación con el otro.”761 Tras referirse a la teoría budista de la presencia plena/conciencia abierta, Varela señala cómo el psicoanálisis es la disciplina más parecida a dicha forma de experiencia en cuanto práctica, puesto que la mente del analizante sufre cambios durante el análisis:
760 761
Ibid., p. 257. Ibid., op. cit., p. 281.
En este libro nos resulta de particular interés el hecho de que el psicoanálisis no es sólo una teoría sino una práctica. Los pacientes perturbados que acuden a un terapeuta de relaciones objetales aprenden a explorar la mente, la conducta y las emociones en términos de relaciones objetales: aprenden a ver sus reacciones como agentes internalizados. Nos preguntamos si esto les induce a cuestionar su sentido del yo, aunque es improbable que ello ocurra en el contexto cultural actual. En Gran Bretaña y América del Norte, el psicoanálisis está dominado por la psiquiatría; se lo ve más como una medicina que como un medio de obtener conocimiento acerca de la naturaleza de la mente. Se supone que un logrado análisis de relaciones objetales, como cualquier otro análisis, está destinado a mejorar al paciente: volverlo más funcional, afinar sus relaciones objetales y brindarle mayor confort emocional; no está destinado a lograr que se pregunte: “¿No es raro que yo persiga tan empeñosamente mis relaciones objetales y mi confort cuando sólo soy un conjunto de esquemas de relaciones objetales? ¿Qué está pasando?”.762
En realidad ocurre con frecuencia justo lo que Varela se pregunta: el propio sujeto se pone en cuestión, su propia autocomprensión se vuelve dudosa. Así los lapsus, sueños, o actos fallidos ponen al sujeto en contacto con un yo que no es el que reconoce (recordemos yo y conciencia forman una díada básica de nuestra autocomprensión clásica), con acciones que no son 'suyas', que le exceden. El psicoanálisis quizás toma la vía equivocada al referirse al sujeto haciéndole asumir dichas acciones, antes que mostrarlas como simple restos sin conexión necesaria con un yo supuesto. El deseo asume la coherencia de los hechos diversos actuados bajo el velo del yo. De algún modo el sujeto es entendido como producto de su discurso, como identidad, de ahí la posibilidad del cambio mediante un análisis discursivo y emotivo del enclave subjetivo que muestre su ausencia de fundamento, su carácter ilusorio.763 La ausencia de un yo como pilar de nuestra comprensión conlleva la falta
762
Ibid., pp. 136-7. “Durante mucho tiempo el individuo se autentificó gracias a la referencia de los demás y a la manifestación de su vínculo con otro (familia, juramento de fidelidad, proteccion); después se lo autentificó mediante el discurso verdadero que era capaz de formular sobre sí mismo o que se le obligaba a formular,” M. Foucault, Historia de la sexualidad, Madrid, 1995, p.74. 763
de fundamento, así la división objeto-sujeto está directamente implicada en una revisión de dicha categoría: “...el desafío que afrontan las ciencias cognitivas consiste en cuestionar uno de los supuestos más arraigados de nuestro legado científico: que el mundo es independiente del conocedor.”764 Objeto y sujeto, y con ello objetivismo y relativismo, son una díada que sólo permite reconciliación en la ausencia de fundamento, mediante la codependencia, la enactuación. Sólo el apego regula la necesidad de sostén. “El desafío filosófico que enfrentó Nietzsche, y que ha pasado a caracterizar la tarea del pensamiento posmoderno, es preparar una senda de pensamiento y práctica que abandone los cimientos sin transformarse
en
búsqueda
de
nuevos
cimientos.”765
Habría
así
una
codeterminación, una especificación mútua y constante entre organismo y medio. Piaget, en su estudio sobre niños, veía cómo éstos pasaban de estar enactuando a convertirse en observadores, teóricos objetivistas; cómo desarrollaban un yo. La transferencia puede ser redefinida de esta forma como una experiencia en la que el analizante enactúa al analista, produciendo nuevas provisiones con su medio “...la cognición en su sentido más abarcador consiste en la enactuación de un mundo -en hacer emerger un mundo- mediante una historia viable de acoplamiento estructural.”766 En este sentido, la transferencia nos ofrece un modelo de un mecanismo que coincide con esta concepción de la cognición. La transferencia supone un tipo de acoplamiento que se despliega y que posee regularidades propias, manifiestando precisamente las características de la enactuación. De hecho la transferencia aparece, de forma sorprendente, no sólo como lugar de encuentro del psicoanálisis y de las ciencias cognitivas mediante el
764
F. Varela, E. Thompson y E. Rosch, op. cit., p. 178. Ibid., p. 278. 766 Ibid., p. 238. 765
estudio de la forma de categorizar, la memoria y las emociones, sino mostrando propiamente un modelo de enactuación. Si la conducta es producto directo del procesamiento de información, la conciencia como fenómeno extra parece inútil; la conciencia no poseería poder causal, no sería más que un epifenómeno. El cambio terapéutico mostraría cómo los procedimientos mentales producen cambios computacionales y posiblemente neuronales y que, por tanto, la conciencia, no en términos clásicos, sino en su sentido incorporado, no es un mero epifenómeno, sino que posee poder causal, pudiendo incluso deshacer ciertos mecanismos fisiológicos. Freud creó un método que se encargaba de modificar la forma en que 'se siente'. Operaba así una transformación de la conciencia no en sentido metafísico, sino en su propio contenido. Por otro lado, señalaba cómo alguien que sólo posee acceso indirecto a la conciencia del sujeto, a través de su comportamiento, el analista, puede colaborar en dicho proceso.
“La conciencia no es el único medio de generar
respuestas adecuadas a un medio y alcanzar así la homeostasis. La conciencia es simplemente el último y más sofisticado medio de hacerlo así, y lleva a cabo su función dando lugar a la creación de respuestas nuevas en el tipo de medio para el que el organismo ha sido diseñado, en términos de respuestas automatizadas.”767 La psicoterapia poseería entonces efectos subcorticales, es decir, la conciencia influiría en las funciones e incluso sobre los aspectos estructurales del cerebro puesto que el procesamiento de éste conforma nuestra experiencia.768
767
A.R. Damasio, The Feeling of What Happens, op. cit., p. 304. Cf. L.R. Baxter, J.M. Schwartz, K.S. Bergman, M.P. Szuba, et al., “Caudate Glucose Metabolic Rate Changes with Both Drug and Behavioral Therapy for Obsessive-Compulsive Disorder”, Archive of General Psychiatry, 49, 1992, pp. 681-689. Cf. J.M. Schwartz, P.W. Stoessel, L.R. Baxter, K.M. Martin, et al., “Systematic Changes in Cerebral Glucose Metabolic Rate After Successful Behavior Modification Treatment of ObsessiveCompulsive Disorder”, Archive of General Psychiatry, 53(2), 1996, pp. 109-113. 768
El individuo supuesto en la fundación del yo habría de ser aprehendido como la creación de un tipo de pensamiento enraizado en la modernidad occidental, relacionado con ciertas modalidades de apropiación en relación con el medio, y que define conocimiento como categoría basada en un yo y en una realidad externa a dicho yo, definida en relación a éste.
De ahí toda una concepción
'científica' del mundo que cuantifica y señala objetos y sujetos, individualidades escrutables. La distancia objetiva, en el intento de dominar la naturaleza, requiere una segregación de seres, una ontología, es decir, una morfología. Las asunciones de la filosofía moderna, tal como se desprenden del pensamiento de Descartes, pasan por la preeminencia de la introspección en lo mental, admitiendo la representación mediante la existencia de objetos mentales que son a su vez transparentes. Asume también un internalismo acerca del significado, el dualismo mente-cuerpo, cercano a la división sujeto-mundo, y está basado en un fundacionalismo que libera ciertas ideas de cualquier posible error, en un yo indubitable, en un individuo último.769 Frente a este paradigma clásico en el que la unidad es el individuo, Simondon entiende que la relación es el componente básico de la realidad. Una realidad no tamizada por nuestra precomprensión científica de la misma, ya que ésta contiene a aquél. “No podemos, en el sentido habitual del término, conocer la individuación; podemos solamente individuar e individuar en nosotros.”770 Así, el propio individuo es una creación producida por una cierta rejilla que utilizamos para comprender el mundo del que formamos parte y que obtiene un privilegio ontológico mediante una velada suposición metodológica. Para Simondon, es a esta realidad aparentemente 769
No obstante, como sostiene Cavell: “Hemos llegado al fin del cartesianismo: sólo una criatura que puede interpretar a otros puede decirse que piensa por sí misma. La subjetividad surge junto con la inter-subjetividad y no es un estado previo.” M. Cavell, The Psychoanalytic Mind. From Freud to Philosophy, op. cit., p. 40. 770 G. Simondon, L'individuation psychique et collective, París, 1989, p.30
última a la que hay que interrogar sobre sus condiciones de posibilidad. No se trata de una realidad trascendente, sino construida. No es el fundamento último y necesario desde el que poder observar la realidad, sino el sustrato empírico en el que se basa todo análisis, toda modalidad de formación de hipótesis, de dicha concepción científica, relativa a cierta modalidad de individuación, epistemológica y ontológica. El estudio del desarrollo del niño muestra cómo el surgimiento de una organización individual requiere de los cuidadores. La interacción social del niño con su medio se basa en las emociones que son reguladas en la propia interacción. La relación con los cuidadores, especialmente en los dos primeros años de vida del recién nacido, posee consecuencias funcionales y estructurales en el desarrollo de ciertas partes del cerebro, en especial de la zona orbitofrontal del hemisferio derecho, donde se autoregulan las emociones y ciertas pautas de comportamiento social, proveyendo con una forma de organización de éstas en principio externa, propiciada por la interacción con los cuidadores, y luego independiente, transida por el afecto.771 De hecho la existencia de un trauma o carencia afectiva limitan la capacidad de regulación de la intensidad y duración de los afectos. La acción terapéutica consistiría en la comprensión empática, enactiva, que conllevaría la regulación emocional del paciente.772
En la teoría psicoanalítica, la relación intersubjetiva es doblemente fundadora: de un lado, sobre el plano ontogenético, estructura el desarrollo psíquico del niño y constituye el centro de la dinámica intersubjetiva; de otro lado, y sobre todo, sobre el plano práctico, se vuelve el centro de la relación terapéutica en la cura, el psicoanalista y su paciente forman una unidad donde los dos psiquismos 771
“...el afecto es lo que es objeto de transacción en la díada madre-niño, y este sistema altamente eficiente de comunicación emocional es esencialmente no verbal,” A.N. Schore, op. cit., p. 7. 772 S.M. Davis, “Neurobiology and the Neuronal Group Selection Theory of Gerald Edelman Applied to Psychoanalysis The Relevance of Gerald Edelman's Theory of Neuronal Group Selection and Nonlinear Dynamic Systems for Psychoanalysis”, Psychoanalytic Inquiry, 22(5), 2002, pp. 814-840.
interactúan (...). La cura proviene de esta experiencia compartida. Es una de las fuerzas de la teoría psicoanalítica haber puesto el acento sobre el papel del vínculo interindividual en una época donde la psicología objetiva, behaviorista, no ofrecía sino un punto de vista solipsista, el de la adaptación del individuo a un medio constituido por estímulos pidiendo respuestas, o fuente de problemas a resolver.773
Así, el recién nacido experimenta la necesidad de estados emocionales compartidos y su ausencia acarrea efectos devastadores en la salud mental del niño. De hecho, la falta de estímulo social supone un decremento en las habilidades cognitivas y puede incluso provocar la muerte. Según la hipótesis de 'expansión diádica de la conciencia', la comunicación provee con modelos de regulación de sistemas auto-organizados, modelos de regulación mútuos, tanto en la relación madre-hijo como entre el analista y el analizante. Los estados de conciencia
se
generarían
en
colaboración
con
otros
sistemas
auto-
organizadores.774 Tras un proceso de regulación de los partenaires, la coordinación de los afectos y significados de uno con el otro produce un 'estado diádico de conciencia'. En el niño estos estados provocan la expansión de los estados de conciencia de los partenaires, produciendo la sensación de 'sentirse mayor que uno mismo'. “Así, la experiencia de los niños del mundo y los estados de conciencia está determinada no sólo por sus propios procesos auto-organizativos, sino
773
M. Jeannerod, “Psychanalyse et Science(s)” Institute Sciences Cognitives Working Paper 2000-4. “La dificultad impuesta por el papel del analista sobrepasa el problema clásico de la relación entre observador y objeto observado en la práctica científica: es la del reconocimiento de una relación intersubjetiva, de un intercambio intelectual de pensamiento y palabra de naturaleza particular. Hace falta redefinir el estatuto de las interpretaciones y construcciones producidas por el psicoanalista. No se trata ya de confrontar un cierto tipo de hipótesis y de explicación a los criterios de validación de las ciencias objetivas, sino reconocer la originalidad de un modo de comunicación, de pensamiento a dos. La interpretación psicoanalítica no es, desde ese punto de vista, nada más que una explicación de la acción del sujeto, una hipótesis sobre un objeto de investigación que sería el psiquis,o del paciente, construido por un observador externo a él. Ésta deviene un hecho clínico, es decir, una parte de dicho objeto, él mismo redefinido en la medida que engloba a la vez las actividades psíquicas del paciente y del analista y aquellos que les religa.” 774 E.Z. Tronick, N. Bruschweiler-Stern, A.M. Harrison, K. Lyons-Ruth, A.C. Morgan, J.P Nahum, L. Sander, y D.N. Stern, “Dyadically expanded states of consciousness and the process of therapeutic change”, Infant Mental Health Journal, 19, 1998, pp. 290-299.
también por procesos diádicos regulatorios que afectan sus estados de conciencia...”775 La propia empresa científica ha tendido a procedimentalizar todo fenómeno para pasar de una ontología de instancias a la instrumentalización de procesos, pero precisamente es la existencia, a un nivel mínimo, de estas instancias, la que permite un asiento estable y preciso (de ahí el paso del homunculismo a un homunculismo de tipo funcional). Una crítica última a estos fundamentos creados supone una deserción de su empresa, en tanto no se encuentra totalmente emancipada de un modo de pensar del cual intenta desligarse, pero que es simplemente desplazado a ciertos niveles de la explicación. Una ciencia que asumiese el valor de la relación y de lo intersubjetivo pasaría de la mera descripción a un análisis energético de la potencialidad de la interacción, “...una ciencia humana debe estar fundada sobre una energética humana, y no sólo sobre una morfología; una morfología es muy importante, pero una energética es necesaria.”776 Del mismo modo en que Freud hablaba de una energía psíquica, Schore señala cómo los aspectos de expresión y regulación de dicha energía son aprendidos en relación con el cuidador que sirve de regulador externo de los estados emocionales.
Dos conclusiones esenciales de este volumen son que los desplazamientos de la energía son la más básica y fundamental característica de la emoción, y que las transacciones energéticas incorporadas en los intercambios socioemocionales entre un adulto y un cerebro en desarrollo forman indeleblemente la capacidad emergente del niño para la auto-organización.777 775
E.Z. Tronick, “"Of Course All Relationships Are Unique": How Co-creative Processes Generate Unique Mother-Infant and Patient-Therapist Relationships and Change Other Relationships”, Psychoanalytic Inquiry, 23 (3), 2003, p. 476. Los patrones de activación relacional van conformando el espacio relacional experiencial en función de su grosor, de la cantidad de experiencia relativa. 776 G. Simondon, op. cit., p. 63. 777 A.N. Schore, op. cit., p. 537.
Esta energética también antepone la modalidades 'brutas' de interacción que pasan por respuestas emocionales antes que por habilidades cognitivas. De hecho el primer modelo de interacción y la consecuente emergencia de un cierto modelo estable, de un sujeto, se produce mediante este tipo de comunicación afectiva. No cabe duda que una empresa de dicho tipo implica una reconfiguración de la idea de naturaleza y su conocimiento, ontología y epistemología, implicando las relaciones múltiples que poseemos con ella. Este carácter primigenio de nuestra inserción en la naturaleza no desaparece totalmente por nuestra configuración cultural como individuos: “el ser preindividual es un ser que es más que una unidad.”778 Unidad e identidad son efectos del proceso de individuación que permiten una morfología y desplazan el interés energético. Así emergen nuevas formas de relación con la naturaleza, pero no en una oposición entre técnica y hombre, sino en nuevos contextos interhumanos que producen diversas condiciones tecnológicas. La naturaleza se convierte en el principio general de existencia antes que en la colección de individualidades. Llegamos a una descripción de una naturaleza preindividual que puede responder a los nuevos retos que se plantean con respecto al hombre y su medio, de implicación auténtica, de imbricación: “el individuo sería siempre tomado como una realidad relativa, una cierta fase del ser que supone como éste una realidad preindividual y que, incluso después de la individuación, no existe solo, pues la individuación no agota de un solo golpe los potenciales de la realidad preindividual.”779 Nos referimos a un tipo de intersubjetividad metodológica, más 778
G. Simondon, op. cit., p.13. “Podríamos llamar naturaleza a esa realidad pre-individual que el individuo lleva consigo, buscando reencontrar en la palabra naturaleza la significación que los filósofos presocráticos le daban; los filósofos jónicos encontraban en ella el origen de todas las especies del ser, anteriores a la individuación: la naturaleza es la realidad de lo posible, bajo las especies de este apeiron del que Anaximandro hace salir toda forma individuada: la naturaleza no es lo contrario del hombre, sino la primera fase del ser, siendo la segunda la oposición del individuo y el medio, complemento del individuo en relación al todo,” ibid., p. 12. 779 Ibid.
que una de tipo ontológico, pues la propia definición de ontología requiere cierto grado de segregación de los seres y, por tanto, de un nivel mínimo de morfología. El proceso de individuación supone precisamente esa conversión de la naturaleza en individualidades, su paso de potencia a acto. El propio individuo contiene aún buena parte de esta potencialidad que lo religa últimamente con la naturaleza de la cual es aún parte; la naturaleza participa aún de su realidad como sujeto, se trata de un 'individuo-medio'. Así, la comunicación se sustancia entre diversas diadas 'individuo-medio' antes que entre átomos aislados. La dinámica de la comunicación depende de la autoregulación de ambos partenaires, cocreando un estado diádico dinámico.780
...un humanismo sin hombre que se edifica sobre las ruinas de la antropología. Un humanismo que a la cuestión kantiana: '¿qué es el hombre?' substituye la cuestión por '¿cuánto potencial posee el hombre para ir más allá de sí?' o aún '¿qué puede un hombre en tanto no está solo?'781 Más que individuos, lo que existen son procesos de individuación y éstos son los que son objeto de la transferencia. De ahí la importancia que posee el mito edípico forjado por Freud como enclave intersubjetivo. Éste dispone de forma simple una pluralidad de intuiciones acerca de la identidad en referencia a otro mediante afectos y su carácter procesal. Frente a cualquier tipo de individualismo, Simondon defiende un principio de inseparabilidad. Lacan ya señalaba que este separare se encuentra en la neurosis, pero separar viene a ser identificado con parirse a sí mismo, ideal de la noción clásica de individualidad que conduce sin duda a cierta forma de existencialismo. Sin embargo un pensamiento acerca de las condiciones de individuación presupone un colectivo transindividual:
780 781
Cf. R.M. Galatzer-Levy, “Emergence”, op. cit. M. Combes, Simondon. Individu et collectivité, París, 1999, p. 85.
Lo transindividual no localiza a los individuos; los hace coincidir; hace comunicar a los individuos mediante las significaciones: son las relaciones de información las que son primordiales, no las relaciones de solidaridad, de diferenciación funcional. Esta coincidencia de personalidades no es reductiva, pues no está fundada sobre la amputación de diferencias individuales ni sobre su utilización con fines de diferenciación funcional (lo que cerraría al individuo en sus particularidades), sino sobre una segunda estructuración a partir de lo que la estructuración biológica, haciendo a los individuos vivos, deja aún irresuelto.782
La existencia de procesos de individualización no puede eliminar la existencia de una naturaleza que provee con una transindividualidad que atraviesa a todo ser.783
Lo
transindividual
se
configura
como
impersonal,
individual,
y
correlativamente como 'íntimo de lo colectivo'.784 La formación del yo mediante el proceso de individuación viene acompañada de la estabilización del mundo exterior y la producción de la objetividad, la conformación del sujeto, su autoregulación, permite una nueva realidad que ya no aparece teñida de los aspectos intersubjetivos, emocionales, que la conformaron.
Hemos avanzado algo en la comprensión del cambio durante el desarrollo y el cambio terapéutico a nivel implícito. Ahora debemos movernos hacia la comprensión de cómo cambiar otras formas de saber cómo estar juntos... Para llevar a cabo este trabajo creo que debemos abandonar las ideas acerca de que las cosas son preformadas y formadas sólo dentro del individuo... los estados díadicos de conciencia -estados de significado posible según la edad- son el terreno fundamental para el cambio terapéutico y en el desarrollo y el carácter único de las relaciones.785
782
G. Simondon, op. cit., p. 192 (énfasis añadido). “Podemos entender por relación transindividual no tanto una relación que pone en relación a los individuos en medio de su individualidad constituida, separándolos unos de otros, ni por medio de lo que hay idéntico en todo sujeto humano (...), sino en medio de esta carga de realidad preindividual, de esta carga de naturaleza que se mantiene conservada en el ser individual y que contiene potenciales y virtualidad,” G. Simondon, Du mode d’existence des objets techniques, París, 1989, p. 248. 784 M. Combes, op. cit., p. 87. 785 E.Z. Tronick, op. cit., p. 488. 783
La naturaleza remite a un tipo de realidad transindividual que no se extingue completamente tras el proceso de individuación. “El individuo tiene conciencia del hecho de estar ligado a una realidad que está más allá de sí mismo como ser individuado.”786 Los seres se mantienen unidos en su sustrato preindividual, mediado por las emociones, en tanto sujetos, no en tanto individuos. Así la diferencia entre individuo y sujeto radicaría en el propio proceso de subjetivación. El sujeto posee esa unión inadvertida con la naturaleza aún no borrada por la individuación. Un reducto que, más que simple individuo, lo hace asumir su parte preindividual. En la propia angustia existencial el individuo no reconoce su subjetividad, se trata del lugar de la aparición del inconsciente como vacilación fantasmática, como irreconocimiento de lo que se es, “...en la angustia el sujeto se siente existir como problema puesto a sí mismo, y siente su división en naturaleza preindividual y en ser individuado.”787 Nos referimos a conciencia de no ser sólo consciente. La angustia es conceptualizada como “separación (départ) del ser.”788 La patología sucede a nivel transindividual, no sólo a nivel solipsista, sino como irreconocimiento de lo transindividual, como subjetividad en falta. Así las dos categorías nosológicas fundamentales, la histeria y la neurosis obsesiva, estarían relacionadas con dos extremos en la asunción de dicha intersubjetividad. En la neurosis obsesiva, se tendería a un irreconocimiento de la base intersubjetiva de la existencia, aparejada con una intelectualización, con una individuación solipsista y autárquica. La histeria, por el contrario, comprendería un énfasis del extremo opuesto, de la exacerbación
786
G. Simondon, L'individuation psychique et collective,op. cit., p. 194. Ibid., p. 111. 788 Ibid., p. 114. 787
del otro y de la correlativa dependencia de esta realidad, de las emociones como contenido propio del otro lado de la intersubjetividad. De acuerdo con Schore, la psicoterapia es siempre un proceso de regulación afectiva. En concreto de regulación de la activación de las estructuras frontales del hemisferio derecho que se formaron en el proceso interactivo entre el niño y la madre. La psicopatología provendría de un déficit de ligazón (attachment) y conllevaría problemas en regulación del yo (self) con respecto a estados internos y externos.789 Así, la regulación del afecto sería la tarea fundamental de toda psicoterapia.790 La psicoterapia atendería a una comunicación preindividual y una reparación afectiva que se dirige a los 'aspectos comunicativos en sentido amplio'; la comunicación preexistente entre organismos que no se encuentran totalmente segregados por el proceso de individuación. En vez de la 'cura por el habla' habría que denominar a este tipo de terapia la 'cura por la comunicación'.791 Una comunicación afectiva que ya no se fundaría en individuos aislados, sino que reconocería la implicación auténtica de los sujetos, su naturaleza preindividual y que trataría de dar forma a modalidades de individuación, inscritas fisiológicamente y con valor procesal, que han producido un irreconocimiento de esta realidad última, enactiva.
789
M. Hofer, “Relationships as regulators: A psychobiologic perspective on bereavement,” Psychosomatic Medicine, 46, 1984, pp. 183-197. 790 S. Bradley, Affect regulation and the development of psychopathology, Nueva York, 2000. 791 A.N. Schore, “Advances in Neuropsychoanalysis, Attachment Theory and Trauma Research: Implications for Self Psychology”, Psychoanalytic Inquiry, 22(3), 2002, pp. 433-484. Solms comenta el caso de un paciente con una lesión cerebral que casi le anulaba las habilidades lingüísticas pero que pudo ganar conciencia de sus procesos internos mediante la terapia psicoanalítica, M. Soms y O. Turnbull, op. cit.
Figura 3.2. Antoni Tàpies- Chaises
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