La Terapia Gestalt en La Vida c - Pierret, G
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Doctor Georges Pierret
La terapia Gestalt
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A mis compañeros de formación Hugette nguyen túóng ván, mi esposa Jean-Marie Robine Nicola Paternostre Simone lavianne Olga byns Francoise Bastin Marie-Anne Pierson Jörg thalmann
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@G.Pierret @MANDALA Ediciones S.A. (1.990) c/Costanilla de Santiago, 2 28012 MADRID tel.: (91) 247 75 21 Traducción de: Bibi Sanjurjo De la edición srcinal belga: “Ma forme cotidianne”1
Realización gráfica: Navagraf S.A. Impreso en España Dep. legal: M-5075-1990 I.S.B.N. : 84-86961-17-3 Producción: Mandala ediciones S.A. 3
Prefacio
El documento del doctor Georges Pierret es una obra maestra de sabiduría cotidiana al alcance de todos. Interesa a toda persona que desee conocer lo que es la Gestal-Praxis y la
Terapia-Gestalt nacida de las corrientes humanistas
contemporáneas. Este manual de información refleja maravillosamente los últimos descubrimientos de la terapia psico-corporal, emocional y de relaciones necesarias a todas las personas que se sienten mal Esta síntesis, escrita por un médico psicoterapeuta de gran experiencia, expresa clara y de manera simple lo que es bueno conocer y experimentar en la vida cotidiana para tener una buena salud física y psíquica. En Europa, el doctor Pierret es uno de los pocos formadores de psicoterapeutas. Tras veinte años de práctica y de estudio médico y psicoterapéutico, ha recibido de multiversité, el diploma europeo de “formador de terapeutas en Gestalt y en artes psicoterapéuticas”.
Es un verdadero maestro del pensamiento y de la curación que reúne: competencia y humildad. Conocimiento y humos. Inteligencia y curiosidad.
Michel KATZEFF
Director de Multiversité Escuela europea de formaciones en artes y ciencias psicoterapéuticas, educación y relaciones humanas 4
Querido lector, Esta pequeña obra sobre la Gestalt, de antemano te digo que no es un tratado. No es mi deseo presentar un estudio profundo ni un trabajo de investigación. Este pequeño libro claro, simple, para la vida cotidiana, lo he escrito en principio para las persona que vienen a verme a casa. Por lo tanto es para ti. Quiero compartir contigo las líneas de fuerza teóricas que guían mi trabajo durante nuestras entrevistas. Hasta ahora, los libros de la Gestalt son bastante arduos para lo que no están familiarizados con la jerga psicológica y además, casi toda la lectura gestáltica es de srcen anglosajón y muy pocas de estas obras han sido traducidas al francés'. Este documento está igualmente destinado a aquellos que deseen tener una idea general sobre qué es la Gestalt. Sería un poco como catar una muestra antes de profundizar más en esta corriente de psicología humanista. Espero cque con este pequeño libro se te abra el "apetito" y suscite en ti el deseo de saber más y experimentar más a través de esta vía. ¡Qué lo disfrutes!
Doctor Georges Pierret
_______________ 1.- Entre otros: Gestalt-Thérapie, techique d’épanouissement personal, Perls Herffelline et Goodman, ed Stanké (no traducido al castellano. Se encuentra tam bién en inglés: “Gestalt -Therapy”. F. Perls, Hefferline, Goodman, Julian Press, Nueva York, 1951.
Réves et existence en Gestalt-thérapie, F. Perls, éd. Epi (traducido al español con el titulo “sueños y existencia”. F. Perls, Cuatro Vientos, Chile, 1974).
Le moi, la dain el l’ agressivité, F. Perls, éd Tchou (traducido al espalon con el titulo “Yo, hombre y Agresión”. F. Perls, fondo de cultura, Mexico, 1975).
La Gestalt, Marie Petit, éd Retz (traducido al español, Kairós, Barcelona, 1988). Ma Gestalt-théapie, F. Perls, éd Tchou (no traducido al español).
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Prólogo Gestalt, palabra de srcen alemán, significa “forma”, es decir: configuración de cuerpos y objetos, su aspecto exterior perceptible, su estructura.
Gestalt tiene también el sentido de “Formación”: conjunto de elementos que forman un todo.
Gestalt contiene incluso la nocion de “formador”, el arquitecto que compone la nueva forma, el nuevo conjunto, que modela, que induce a expresarse. Finalmente, Gestalt, en el vocabulario teológico, significa igualmente “especies”. La teoría de la Gestalt (llamada también Gestalt-Teoría), gestaltismo o teoría de la forma) primero fue una teoría psicológica y filosófica debida a Koler, Wertheimer y Kofka, a principios del siglo XX. Esta teoría rehusar aislar los fenómenos entre si para explicarlos; por el contrario los considera conjuntos indisociables estructurados (la forma). Esta teoría ha permitido poner en evidencia las leyes de la percepción. El doctor Fredich S. Perls, psiconalista judío de srcen alemán ha introducido en la teoría psicoanalítica la aportación de teoría de la forma. Así nacio la terapiaGestalt2. Desde la guerra del 40-45, la terapia-Gestalt se ha enriquecido con la contribución de filosofías orientales tales como el Zen, el Budismo, el Tantrismo y las filosofías existenciales.
_______________ 2.- señalo de pasada que la esposa de F.S. Perls, Laura Posner, fue diplomada en Psicología-Gestalt en la Universidad de Franción IN: El padre de la Gestalt, Martin Shepard, ed Stanké
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Se trata, pues de un movimiento del pensamiento en plena evolución, que se enriquece y se expande sin cesar con el contacto de hombres y experiencias. Hoy a sugerencia del profesor Michel Katzeff3, se tiene a reemplazar el término de “Terapia-Gestalt” por “Gestalt-praxis”, haciendo hincapié sobre un estilo de vida,
una manera de concebir la propia vida y de actuar, más que atenerse sólo a la terapia. Procuraré pues iniciarte en esta terapia-Gestalt o Gestalt-praxis. Para simplificar,
empleare la palabra “Gestalt” simplemente para toda “Teoria-Gestalt – Terapia y Praxis”. Por el contrario gestalt (sin mayúscula) la consideraremos en el sentido de “figura” en relación con el entorno.
_______________ 3.- Que dirige en España, Belgica, Suiza y Francia: Multiversidad, Escual Europea de Formación en Artes y Ciencias Terapéuticas. Educación y Relaciones Humanas. 7
1. Fundamentos de la Gestalt
A. Aquí y Ahora
AHORA
“Hic et nunc”, vieja expresión latina que significa “aquí y ahora”. En Gestalt le
damos un sentido más importante. Para mí, nada existe verdaderamente fuera del aquí y ahora. Sólo existe el presente, aquello que sucede ahora, en el instante en que tú lees estas líneas. El pasado ya no existe y el futuro no existe aún. Lo único que podemos vivir, experimentar y degusta es el presente. Lo que yo siento o experimento, lo que me toca, me hace vibrar, me daña o place, existe en el presente. Si yo quiero cambiar, actuar, decidir, no puedo hacerlo más que en el presente. Cuanto más vivo el presente, más importancia le doy y más intensamente vivo la vida, más intensas son mis alegrías, mi felicidad y también mi sufrimiento. A la inversa, cuanto más minimizo el presente más se escapa el tiempo insípido y banal. Esta intensidad de la vida en el presente me da miedo, el miedo de perder la cabeza en una felicidad demasiado grande y demasiado fuerte, el miedo de hundirme en una desesperación demasiado profunda de esta manera he aprendido a evitar el presente, a distraerme de su fuerza explosiva. Si estoy intensamente emocionado (se trate de alegría, tristeza, cólera o miedo) puedo ponerme nervioso, sacar un cigarrillo, moverme, proponer salir a dar una vuelta, beber cualquier cosa. Puedo también servirme del humor, bromear, relativizar lo que me pasa, distanciarme con el respecto a la situación cargada de emoción. Puedo decirme a mí mismo: “¡Vamos, no me voy a dejar llevar!, ¡no soy un niño!, ¡recapacitemos!.
Para evitar el presente, puedo concentrarme sobre el futuro, preparar el porvenir. “Hoy no es importante, pero mañana sí: cuando sea mayor, cuando tenga un
oficio, cuando tenga dinero, cuando esté casado, cuando tenga niños, cuando tenga
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una casa, cuando los niños sean mayores, cuando estén casados, cuando me jubile... La verdadera vida no es para ahora, es para más tarde”. De esta manera pasó mi tiempo preparándome para sucesos futuros que o no llegan nunca o se retrasan de tal modo que me desilusiono antes de tiempo. Es un poco como si durante un viaje me prohibiera disfrutar del paisaje que desfila ante mis ojos o de la presencia de mi compañero de ruta, bajo el pretexto de que ¡lo importante es llegar a otro sitio!. Otra manera de evitar el presente es concentrarme en el pasado: puedo rememorar sin parar mis antiguas desgracias, mi pobre infancia y todas las miserias que he sufrido; puedo pasar el tiempo reconcomiéndome en mi cólera y mi rencor hacia mis padres, hermanos y hermanas, y el mundo entero; puedo, a lo largo del día, añorar los “viejos buenos tiempos”, la juventud que se desvanece: “si yo hubiera hecho aquello… Si no hubiera dicho eso…” y, durante ese tiempo, mi vida
prosigue y no la disfruto. Los días se escapan sin alegría ni placer reales pero también (y ahí reside el interés) sin gran pena ni desesperación. Es una característica del neurótico el aferrarse y el vivir en su pasado inacabado. Sólo su sombra, su fantasma existe en el presente; el fantasma es la imagen actual de un ser que vivía en el pasado. Y todo esto viene del miedo a vivir el contacto exaltante con el presente.
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Para escapar del presente, puedo irme, despegar, irme a la luna o a cualquier lugar utópico. Los niños emplean a menudo este método y se construyen una vida imaginaria donde detentan el poder. Los adultos pueden utilizar la televisión, el cine, novelas para evadirse. El alcohol y las drogas, incluidos los calmantes, ofrecen también evasiones agradables y “viajes” fuera del presente. La psicoterapia por ella
misma es también a veces utilizada para evitar una situación difícil. Otra técnica para escapar del presente es la dispersión, la hiperactividad. Si hago muchas cosas a la vez, disminuyo la intensidad de cada una. Por ejemplo, me acomodo al atardecer en un buen sillón, delante del fuego de chimenea, escucho la música que me gusta, saboreo un pequeño Calvados, fumo un cigarrillo, leo un libro de Gestalt, como patatas fritas y disfruto de la presencia de mi esposa a mi lado… ¡Es demasiado! Finalmente, no disfruto nada realmente, estoy flotando en
un placer cómodo, confortable pero nada exaltante: mi presente es demasiado rico y demasiado disperso para que conozca el éxtasis y la satisfacción plena. Si yo disfruto cada bocanada de humo de mi cigarrillo concentrándome únicamente sobre este placer, uno solo me satisfacerá y no sentiré más necesidad de encender otro unos minutos después. Lo mismo para el pequeño vaso de Calvados y para todo lo demás…
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Te invito a buscar cuáles son tus maneras de evitar el presente. Cada uno posee su propio surtido de medios para escapar al “Ahora”.
Quiero sin embargo atraer tu atención sobre un punto importante de la Gestalt: no hay reglas, ningún “es necesario”. Así pues, vivir el presente no es ninguna
obligación. No digo: es necesario concentrarse sobre el presente. Digo: si tú quieres disfrutar la sal de la vida, prueba a vivir el presente; al mismo tiempo trata de ser consciente de la forma en que evitas el presente. Pero no es una orden, no es un “es necesario” o un “tú deberías”.
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No es así. La forma en que evito el presente es precisamente mi presente actual. A veces resulta “útil” evitar e l presente. Por ejemplo, cerrar los ojos ante un espectáculo insoportable, cae en un sincope ante una situación demasiado dura…
Así, en Gestalt, la pregunta que planteo más a menudo es: ¿Qué es lo que pasa ahora? Es una invitación a concentrarme siempre sobre el presente, para no perderme en explicaciones, justificadas y sueños de todas clases. “¿Qué es lo que pasa?” es una de las claves de la Gestalt. Para responderla, describo aquello que
ocurre, lo que yo siento en mi ahora, lo que yo percibo en mi cuerpo, aquello que percibo a mi alrededor de mi por medio de mis sentidos, lo que veo, oigo, siento, gusto y toco, lo que percibo por mi inteligencia ahora. No hago ni comentarios, ni explicaciones, ni juicios de valor: describo simplemente aquello que pasa. Te propongo seguidamente hacer la experiencia: durante algunos minutos, describe lo que ves a tu alrededor en la habitación donde te encuentras. Únicamente describe, toma conciencia de lo que es. ¡Ahora, yo veo…”. Trata de permanecer atento a lo
que ocurre, sin interpretar, sin evadirte en ensoñaciones. ¡Prueba, experimenta y verás!
AQUÍ Aquí es el complementario directo del ahora. Lo que me pasa, me pasa evidentemente aquí, donde yo me encuentro ahora. Para evitar vivir el aquí, puedo por ejemplo hablar de otros, de los vecinos, de los ausentes, de lo que ocurre alrededor. Puedo habar también en general, hablar de la vida, en vez de mi vida; de los niños, en vez de en mis niños, del feminismo, en vez de en mi condición de mujer, de filosofía en vez de mi dificultad de ser, de Gestalt, en vez de mi contacto contigo ahora. Querido lector, te saludo, a ti que lees mi texto hoy, me agrada pensar que lees estas páginas. Deseo que esta lectura te guste y la disfrutes. El hecho de compartir 11
contigo esta Gestalt donde yo me siento buen me procura un placer real. Y además es por esto que lo hago. Percibo también en mí una inquietud: ¿Te gusta lo que escribo? ¿Soy bastante claro? ¿Puedes comprender fácilmente?
Aquí tengo mis preguntas y nos las puedo contestar. Estoy solo ante el papel. Por el momento mi contacto contigo tiene una sola dirección y ello me angustia un poco…
Vivir el aquí y ahora no excluye de ninguna manera la acción presente de acordarse, hacer proyectos o de referirse a realidades lejanas. Lo que la Gestalt me propone es permanecer consciente de aquello que me pasa a mí, incluso cuando evito el aquí y ahora . ¿Qué es lo que me hace ahora pensar en tal o tal cosa? ¿Cuál es la emoción actual? Y así, estoy conectado con mi presente.
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B. El “fondo” y la “forma”
El gran mérito de la psicología Gestalt es la de haber mostrado que es imposible aislar un proceso de su entorno, es un trámite mental sin duda útil pero no a tono con la realidad. Un ejemplo: tú asistes a un espectáculo. El fondo está compuesto, por una parte, de todo lo que te rodea: los artistas, la sala, los espectadores, el aire que respiras. El fondo esta también compuesto de todo aquello que forma parte de ti en ese momento: tu estado de ánimo, tu grado de cansancio, tus preocupaciones cotidianas, tu cultura, tus intereses, tus convicciones…
La gestalt, es decir, la figura o la forma que va a destacar del fondo global para estructurarse, tomar relieve, dependerá de todos estos elementos diferentes: Para el músico, las frases musicales serán la figura principal, relegando los maquillajes y los efectos luminosos a un segundo plano. Para el guitarrista aficionado, el acompañamiento es, quien será por un tiempo, la gestalt principal. Aquel que tenga el olfato muy fino le molestara el perfume penetrante de su vecina, a menos que esté tan ensimismado por el espectáculo que no se haya dado cuenta. Es al final del espectáculo cuando nos daremos cuenta que las sillas eran incomodas; salvo si no hemos aburrido porque entonces haría ya mucho tiempo que lo hubiéramos notado. Aquél que tenga una cita amorosa después del espectáculo, este le parecerá interminable. Por el contrario, si alguno hace estallar un petardo en la sala, la sorpresa y la noción de peligro será inmediatamente la gestalt principal, preeminente para todos,
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barriendo todo el resto ¡salvo para el bromista que ha acabado su gestalt y la saborea! Prácticamente esto significa que no se puede separar la forma, la figura de la gestalt, lo que ocurre, lo que se percibe, lo que aparece, lo que es consciente, del
fondo, del conjunto total, de todo lo que está subyacente, inconsciente, en el segundo plano. Así todo lo que pasa en terapia, en la consulta, no se puede disociar, de ningún modo, de la persona, del cliente, de su historia… ni de la del terapeuta, ni del hecho
de que se trata de una sesión de psicoterapia, ni de un montón de otras cosas como el lugar, el tiempo, etc. Todo esto interviene en el segundo plano, el proyector mental no puede acabar todo pero existe y si yo lo quiero, o bien si es urgente, puedo hacer salir de la sombra tal o tal suceso del fondo oscuro y crear una nueva forma que se convierte en el centro de interés. Por ejemplo, una persona sufre de la incomprensión de su cónyuge. La figura principal es pues en este momento: “¡Mi pareja no me comprende, no soy feliz!”. Esta persona se obsesiona, no ve más que esto, está bloqueada. Es interesante indagar en el segundo plano, buscando otras formas que están reprimidas por la primera. Esto podría ser: “¡de todas maneras, nadie me ha comprendido nunca!” o bien “será mejor callarse que arriesgarse a hablar abiertamente” o incluso “¡en la vida no hay más que incomprensión!”.
Sacar todos estos elementos del segundo plano es muy útil para esclarecer de nuevo la situación, una nueva toma de conciencia y, de ahí, la apertura sobre una posibilidad de cambio. El deseo y la voluntad de elegir este cambio influirán la percepción de elementos nuevos: la motivación influye la percepción. Si tú me dices, por ejemplo, “nadie quiere nunca escucharme” está claro que es
tu percepción. Pero al mismo tiempo yo te estoy escuchando. ¿Cuál es pues la motivación que hace que no percibas el que yo te estoy escuchando en este momento? ¿Qué interés, que ventajas tiene para continuar percibiendo la incomprensión? Otro ejemplo, yo te muestro un dibujo y después te pregunto lo que has visto. Tu respuesta será muy diferente si además te pregunto: 14
¿cuál es el autor de este dibujo? ¡busca la anomalía en este dibujo! ¡dame una estimación de tu valor en el mercado!
He aquí tres motivaciones exteriores que modificaran tu percepción. Por otra parte tu respuesta va a diferir si eres tú mismo el dibujante. eres coleccionista de este tupo de dibujos ¡si tienes prisa y temes perder el tren!
Hemos visto tus propias motivaciones, que también influirán tu percepción. En efecto, en cada caso, tu visión está integrada con un fondo diferente.
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Cuando el organismo funciona bien, la relación entre la figura y el fondo se hace de manera más flexible y armoniosa: en un momento dado un elemento del fondo se separa, se esboza, se delinea, toma forma, emerge, ocupa todo el campo de la percepción, produce un tipo de cautivación de éxtasis y después se disuelve, vuelve a un segundo plano para que otra figura pueda emerger. Por ejemplo, en el momento en que estoy redactando este texto (la consciencia de ser alguien del sexo masculino no está fuertemente presente en mí. ¿Y entonces?, ¿por qué habré yo elegido precisamente este ejemplo?, en fin pongo esta reflexión entre paréntesis y sigo con mi ejemplo). Por el contrario, cuando yo hago el amor, mi sexo se convierte ahora en la figura, en protagonista principal. ¿Puedes imaginar lo que ocurriría en ese momento si el primer plano estuviera ocupado por preocupaciones de impuestos o por un viejo rencor con respecto a mi compañera? En este caso, ciertamente la relación sexual no sería muy satisfactoria para mí: en última instancia, sería imposible.
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Entre los desarreglos del funcionamiento del organismo, se pueden encontrar tres tipos diferentes: el caso de las personas en las que el primer plano está siempre ocupado por la misma figura; es lo que llamamos los obsesionados. El caso de aquellas personas en que una figura no puede jamás llegar al primer plano: son los reprimidos. Y finalmente el caso de personas en que ninguna figura puede jamás imponerse con fuerza en el primer plano: los perpetuos indecisos. En la obsesión, una sola figura está fijada en el primer plano: sea el éxito social, el sexo, gustar, ganar dinero, ser el mártir, estar enfermo, controlarse, etc. Esta actitud puede ser temporalmente muy eficaz para obtener un resultado cuesto lo que cueste. Lo aburrido es que a menudo no existen resultados y mientras tanto se pasa de largo de una multitud de otras realidades, más o menos agradables, vivificantes y excitantes que a fin de cuentas merecen vivirse. En los reprimidos, es a la inversa: ciertas figuras están “prohibidas” y rechazadas, perpetuamente reprimidas en un segundo plano, sea la cólera, la tristeza, la alegría, la fuerza, la debilidad, el miedo, la necesidad de estar solo, etc. Esta represión en un segundo plano demanda energía, mucha energía, ya que la figura rechazada es fuerte. Se puede verdaderamente estar muy cansado, agotado, a fuerza de rechazar en el fondo de sí mismo una gran cólera, por ejemplo. Seguramente, la represión puede ser también muy útil. Mientras estoy escribiendo, las ganas de telefonear a un amigo toma forma para mí. Puedo decidir rechazar temporalmente estas ganas para acabar mi capitulo. Po ngo así la nueva “figura” entre paréntesis conscientemente y continuo trabajando: pero sí debo realizar un gran esfuerzo para impedirme telefonear, no dispondré de la suficiente energía para llevar a cabo mi trabajo, y esto me llevará a tomar otra decisión. Finalmente en el caso del indeciso, las figuras toman forma y se destacan en primer plano pero nunca de forma nítida, ni fulgurante, ni primordial. Ninguna concentración de energía es posible, todo es a medias tintas. Por ejemplo, la alegría esta mezclada de tristeza y añoranza, el amor no se destaca claramente de la indiferencia ni de la agresividad: todo es mediocre. Gran ventaja: ni gran pena, ni gran sufrimiento o profunda desesperación. En contrapartida ninguna alegría ni pasión, ni exaltación, y la vida parece insípida.
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Todo esto concierne el marco de los sentimientos. El mismo cuando se vuelve a encontrar en las relaciones humanas: muchos “conocidos”, pero ninguna amistad verdadera; o en las actividades: “muchos intereses”, ninguna opción fundamental…
¡es una forma de vivir! En conclusión: la Gestalt nos propone considerar nuestra vida y nuestro entorno como una reserva muy rica y variable donde se destacan figuras vivas, gestalts, que nos interesan un tiempo y después se reintegran en un segundo plano.
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C. El ciclo de satisfacción de las necesidades
El ciclo de satisfacción de necesidades es un enfoque dinamico 4 que ayuda a comprender como una necesidad nace, se desarrolla, se realiza y luego desaparece 5
del primer plano . Está compuesto por 7 etapas sucesivas: la sensación, la toma de conciencia, la energetización, la acción, el contacto, la realización y la retirada.
He aquí un ejemplo simple para ilustrar el funcionamiento de este ciclo: 1.- Me noto la cabeza vacía, un poco irritado, mis tripas hacen ruido y to no trabajo bien. 2.- Me doy cuenta de que tengo hambre. 3.- Dejo de trabajar, me levanto y voy a la cocina. 4.- Me preparo una rebanada de pan con queso 5.- Me como la rebanada: : la saboreo, la mastico y la trago 6.- La digiero, asimilo y exclamo “¡Delicioso!”. 7.- He acabado, no tengo más hambre, me levanto de la mesa y hago otra cosa. _______________ 4.- Las primeras etapas de este ciclo las desarrollo Fritz Perls. J. Zinker y B. Wamer le han dado forma cíclica, y Michel Katzeff hhizp la presentación actual. 5.- Los gestaltistas americanos emplean la formulación siguiente: “Ciclo de formación y disolución de una gestalt”. 18
En este ejemplo, el ciclo se ha desarrollado de manera satisfactoria y armoniosa. Cada una de las siete etapas se articula a la precedente y desencadena la siguiente hasta la satisfacción de la necesidad. Veamos detalladamente cada una de estas etapas.
LA SENSACIÓN Todo comienza por la sensación, es decir por la percepción de un cambio en mi relación con mi entorno. Esto no quiere decir que el entorno, forzosamente, haya cambiado, sino que mi relación con mi entorno se modifica: -
En este instante siento frio, aunque hace dos horas que estoy en esta habitación.
-
En un momento del día me siento solo, aunque de hecho estoy solo desde por la mañana.
La sesión es, en el primer nivel, tributaria de los órganos de los sentidos dirigidos hacia mi entorno: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Gracias a estos instrumentos de relación hacia el exterior, percibiré las modificaciones de mi entorno y las clasificare según mi interés actual. Responderé con un iniciativa positiva hacia ese interés, o bien por evitar, o incluso por voluntad de destrucción. Sí, paseándome, percibo un perfume de flores agradables, voy a aspirar, orientarme y tratar de descubrir la fuente; o simplemente me paro y disfruto este placer olfativo. Si, por el contrario, es un olor de basura que irrita mi olfato, me daré prisa para evitar esa sensación desagradable, o incluso me tapare la nariz. La sensación se relaciona también con mi cuerpo y espíritu, puedo percibir cambios en el interior de mi organismo: el desequilibrio, el movimiento, la sed, el hambre, la necesidad de orinar o de defecar, la falta de oxígeno, etc. Puedo percibir sensaciones de la esfera activa: las ganas de llorar, de enfadarme, de hacerme querer, de ser protegido, etc. En la esfera intelectual, las sensaciones que pueden aparecer son, por ejemplo, la de estar perdido, de no comprender; la necesidad de hacer proyectos, de buscar una solución a un problema, de crear, de ver claro, etc.
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Es difícil hablar de la “sensación” en estado puro, ya que el hecho de hablar de
ella, de nombrarla, es pasar a la etapa siguiente y hacer intervenir la consciencia en estado bruto, seria únicamente: “¡Atención! ¡Está pasando algo!”. Una analogía que me gusta mucho es la de comprar la sensación con los indicadores luminosos en un cuadro de mandos. Es un momento dado, un indicador se enciende o se poner intermitente. Me advierte que pasa algo anormal, que debo tener cuidado para evitar el accidente. La sensación es la percepción de un cambio, de un desequilibrio. Si estoy habituado a los ruidos de la ciudad, termino por dejar de percibirlos. Por el contrario estaré impresionado por el silencio del ca mpo… Si estoy en una sala donde se fuma mucho, sólo al respirar el aire exterior percibiré el aire puro que penetra en mí y el placer que ello me procura. Como la sensación es la percepción de un desequilibrio, toda la energía del ciclo va a orientarse hacia la restauración del equilibrio precedente o hacia un nuevo equilibrio que sea satisfactorio para el organismo.
LA TOMA DE CONSCIENCIA La toma de consciencia es la etapa siguiente en la que, tras desarrollarse, la
sensación toma forma, se convierte en una gestalt identificable por mi intelecto. La toma de consciencia es, en cierto modo, el tiempo que trascurre entre la sensación y la satisfacción de la necesidad. Si la satisfacción es inmediata, no hay consciencia. Por ejemplo, si noto un cosquilleo en mi frente y paso la mano por ella automáticamente (sin por ello ser consciente), es un acto reflejo. Pero si es imposible hacer ese gesto en ese momento, si mis manos están ocupadas, entonces seré consciente del cosquilleo y me pondré nervioso. Durante el tiempo que transcurre entre la sensación y la satisfacción de la necesidad, mi mente estudiara lo que pasa, tratará de encontrar puntos de referencia, buscará en experiencias pasadas situaciones análogas para apreciar la situación actual y encontrarle el sentido.
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“¿Qué es lo que me pasa? No respiro bien… tengo el ceño fruncido… ¿Qué es?, siento vibrar mi pie… ¿Estaré impaciente? ¡El tiempo pasa, no podré acabar este capítulo hoy!”.
Y así la consciencia surge de la sensación, la clarifica, le da una forma precisa, una imagen más nítida que me permitirá actuar eficazmente. Y siguiendo con la analogía de los indicadores luminosos del tablero de mandos, diré que la toma de conciencia es el desciframiento mental: cuando el indicador rojo se enciende significa, por ejemplo, que hay un problema en la presión del aceite. Gracias a esta forma de conciencia, actuaré lo más adecuadamente posible. El conocimiento se puede extraer directamente desde el exterior y no a través de una sensación previa: es lo que se llama “ciencia”. Puedo leer o escuchar a alguien
que me dice que fumar es simbólicamente equivalente a mamar el seno materno. Si esto no corresponde a ninguna sensación por mi parte actual o anterior, no seré realmente consciente, incluso aunque lo “sepa” y no se va engranar ningún ciclo…
Del mismo modo, cuando llevo mi coche, si un pasajero me dice que conduzco demasiado deprisa, recibo la información pero no cambiaré nada hasta que no comparta esa “sensación” de exceso de velocidad.
La imposibilidad de iniciar el ciclo en la etapa “consciencia” saltando la etapa de “sensación” es de una importancia capital, sobre todo en el campo de la educación y la psicoterapia. Es inútil que digas a tu hijo: “¡Cuando te levantas al medio día, has perdido la mitad de tu jornada!”. Si tu hijo no siente esto. Quizás haga un esfuerzo por complacerte o para evitar reproches (que el “sentirá”), pero no habrá ningún cambio si no tiene la “sensación” de una pérdida real de tiempo. En psicoterapia, decir “¡actuando así, manipulas tu entorno!” no se va a provocar una
toma de conciencia si la persona no lo siente en alguna parte de su persona. La toma de conciencia provoca un “Aah…” de satisfacción, con los ojos
abiertos, maravillados de comprender, la alegría de descubrir un aspecto nuevo de las cosas que se viven. Es un momento muy agradable también para el psicoterapeuta…
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ENERGETIZACIÓN La toma de conciencia libera la energía: “¡Ah!. ¡es esto!” ahora yo me enderezo,
respiro ampliamente, sacudo mis hombros, me estiro, me despierto, me siento preparado para afrontar la situación de la que tengo ahora una visión clara. La energetización se manifiesta principalmente por una actividad muscular: me muevo, me levanto camino, me cambio de sitio, me agito, “caliento el motor”,
preparado para arrancar. Estoy en forma e impaciente por pasar a la acción. Aquí también es ilusorio querer engranar un ciclo en este punto. Si no hay sensación ni toma de conciencia previa, interjecciones como: ¡levántate!, ¡venga!, ¡muévete!, son perfectamente inútiles. Todo lo que se puede hacer es remolcar al otro como un peso muerto, lo cual es muy cansado…
ACCIÓN Con este paquete de energía, cuando la caldera está bajo presión, puedo pasar a la acción, ponerme en marcha, arrancar, dar un paso hacia lo que me rodea. Es decir, una “agresión” (del latín ad-gredere, dirigirse-hacía con energía, atacar) en el
sentido estricto de la palabra. Una acción siempre es agresiva: hago un trámite algo, quiero cambiar lo externo, me lanzo a un elemento de mi entorno…
Desafortunadamente, en nuestra cultura, la agresividad tiene mala presa. Decir a alguien: “¡Tú eres muy agresivo!” rara vez es un cumplido. “¡Eres demasiado atrevido!” ya es el colmo del reproche.
Por tanto, toda acción es agresiva por fuerza: desde la acción de cortar mi filete en el plato y morderlo, pasando por la campaña publicitaria para hacer conocer un producto, hasta la escena conyugal donde los esposos quieren obtener un cambio en su vida común. La agresividad forma parte de nuestra vida y es la clave de nuestra supervivencia. Nuestra cultura judeo-cristiana, al autorizar sólo un débil nivel de agresividad, estamos acostumbrados a volverla contra nosotros, a “tirar piedras sobre nuestro propio tejado”. Es lo que se llama la retroflexión de la agresividad o la auto-
agresividad. 22
La acción es la gestión para conseguir un cambio en mi relación con lo que me rodea. Es, pues, también una tentativa de destrucción de la relaciona actual para construir una nueva. Cuando ofrezco flores a mi madre, quiero crear una nueva relación y destruir la relación precedente que era el alejamiento físico. Si concierto una cita con alguien, quiero destruir la barrera que nos separaba y construir una relación. Sobre el plano material, cuando me pongo a arreglar mi despacho, ataco el desorden quiero destruir el lío y arreglarlo de manera que me satisfaga. Pero la destrucción da miedo. El paso entre la situación antigua y la nueva es insegura. Todo cambio da miedo. Tengo pocas garantías en cuanto al éxito y a la satisfacción de la situación futura. Incluso aunque lo haya experimentado alguna otra vez, cada vez es una aventura. Todo cambio contiene un germen de “revolución”, y ¡¿qué es más espantoso que
una revolución?! El periodo entre la destrucción de lo antiguo y la creación de lo nuevo es un periodo muy inseguro, tan inseguro que hace que muchas personas se
retiren. Finalmente, se dice que ¡más vale la situación actual incomoda que el miedo al vacío que precede a la instauración de una nueva situación! ¡Más vale callarse que entrar en una discusión delicada! Más vale morderse los labios que reclamar los derechos pisoteados. Aquí, todavía más que en otras etapas, resulta imposible poner algo en acción sin pasar por la sensación, la toma de conciencia, la energetización. Sólo cuando noto mis dificultades financieras, tomo conciencia y salgo de mi atontamiento, paso a la acción y hago las gestiones necesarias que me permitan salir del atolladero. Incluso si a mi alrededor se me dice desde hace tiempo que haga algo.
CONTACTO El contacto es la fase en la que por fin puedo satisfacer mi necesidad. Es el momento en el que los alimentos entran en mi organismo y calman mi hambre. Es el momento en el que el agua fresca se vierte en mí y apaga mi sed. Es el instante en el que puedo encontrar a mi amigo, decirle aquello que tengo en mi corazón y vivir ese instante de proximidad. Es el momento del coito, de la penetración en la relación sexual. 23
El contacto es la supresión de la distancia que me separaba del objeto de mi necesidad. Me siento próximo. Puedo tocarlo. Se ha de tomar el contacto en el sentido que tiene en electricidad: la corriente pasa porque los terminales se toca. Finalmente puedo tocar, ver, sentir, disfrutar, comprender (tomar en mí) aquello que había suscitado mi interés. Estoy en contacto con el exterior. Me siento muy próximo a aquello que no soy, que es diferente. El resultado inevitable del contacto es el cambio: ya no soy el mismo después, he tomado en mi algo que no era yo srcinalmente. He incorporado, he hecho mías cosas exteriores. Si como un azucarillo, este azúcar era en principio el mismo. Entrando en contacto con él, lo destruye, lo trago, lo incorporo en mí, a mi sangre, a mis músculos y se convierte en parte de mí. De este modo, he cambiado. Si paso una tarde en casa de mis amigos, me alimento de su amabilidad, de su personalidad, de su experiencia, de su saber, y al despedirme estoy, “cagado”, no
soy el mimo que llegó, y sin embargo, sigo siendo yo. En el momento del contacto, me siento tan cerca que hasta me puedo identificar con el otro, vivir la impresión de que los dos somos uno. Cuando percibo que vibro al unísono con otro, vivo algo delicioso, un momento paradisíaco. Este contacto paradisíaco puedo vivirlo en la deliciosa comunión con los alimentos de mi almuerzo, en la comunión amorosa con mi esposa, o incluso en esta gigantesca comunión que siento a veces en la muchedumbre de un concierto o de una ceremonia religiosa. Y al mismo tiempo me siento diferente. Soy yo, me defino por mis límites, mis fronteras. El punto de contacto no es más que un puente establecido entre tú y yo. Para el resto, soy consciente de mi diferencia, de mi cuerpo diferente, de mi historia diferente, de mis reacciones diferentes. El contacto se sitúa en el límite entre la unión y la separación, entre la fusión y la distinción. El contacto es a la vez esos dos polos y será por otra parte más satisfactorio, cuando esas dos fuerzas sean equilibradas y armoniosas. Si prima el polo “unión y fusión”, perderé poco a poco la conciencia de mí, de
mi identidad, de mis límites. Me perderé en el otro y me arriesgaré a desaparecer 24
en cuanto a mí mismo. Es lo propio del “flechazo”, del “enamoramiento”. Sólo existo para el otro: él lo es todo para mí… ¡lo cual es muy alienante, en sentido
propio!. Si prima el polo “separación-distinción”, consagraré toda mi energía para
proteger mis límites, para defender mis fronteras. Estaré como en estado de guerra perpetua y no podré conocer un contacto satisfactorio. También percibiré dolorosamente mi diferencia, la incomunicación con el otro. Sufriré la barrera que me separa y protege de los demás. Viviré en una burbuja, observando la vida pero incapaz de tocarla, de sentir a esas personas que pasan a mi lado. Todo esto es alienante, llevado al extremo, conduce a la esquizofrenia. El verdadero contacto se sitúa entre dos polos: es el punto flexible y móvil siempre precario- entre dos fuerzas. Para poder vivir en el contacto de manera armoniosa, es necesario poder estar a gusto con las dos polaridades: el miedo a la separación puede impulsarme a una fusión donde me pierdo y el pánico a la fusión puede forzarme a perpetuarme en mi torre de marfil.
LA REALIZACIÓN (CUMPLIMIENTO) Es Michel Katzeff6 quien ha puesto en evidencia esta sexta etapa del ciclo de satisfacción de necesidad, la realización, el disfrute del contacto obtenido. Es la etapa donde me doy el placer de saborear, gozar, disfrutar el instante presente. Al final, he conseguido lo que quería mediante el contacto y ahora ¡me doy una fiesta, celebro ese momento delicioso! Como ejemplo te propongo considerar la diferencia entre aquel que bebe ávidamente un gran vaso de agua para calmar su sed y la de aquel que bebe, sorbo a sorbo, que disfruta el sabor del agua en su lengua, esta sensación fresca deslizándose por la garganta y le permite exclamar “¡Dios mío, que buena!” entre trago y trago. Los dos están en contacto con su necesidad, pero el primero quizás tendrá que beber tres vasos de agua antes de estar satisfecho, mientas que el segundo degustara cada sorbo y se sentirá colmado. _______________ 6.- Pionero europeo de la Gestalt y de la psicología humanista. 25
En el momento del contacto, establezco un puente entre lo que me rodea y yo. Toco, palpo, tomo contacto con el objeto de mi deseo. He logrado obtener lo que quería: mi necesidad está satisfecha. Y, sin embargo, si me quedo ahí no me siento feliz, ni plenamente satisfecho; me falta la consumación, la celebración de mi felicidad, la fiesta. La actividad sexual nos da varios ejemplos de la no consumación: según los 7
antiguos, el macho está triste tras el coito . Y bien, si después del orgasmo él considera que se acabó, permanece en su hambre, se siente mal. No consuma, no se “realiza”, le falta la acción de gracias, el postludio . Hay mil maneras de celebrar la
felicidad de hacer el amor con la bienamada: palabras dulces, caricias, profundos suspiros que lo dicen todo. Se puede cantar, bailar, beber o comer alguna cosa juntos… Y la satisfacción se duplicara.
Por el contrario, los trucos para evitar la realización son, por ejemplo, dormirse inmediatamente, romper el contacto (yendo al baño, encendiendo un cigarrillo), retomando en el acto sus actividades cotidianas o incluso hablando de cualquier otra cosa. La eyaculación precoz es otro síntoma del miedo a gozar plenamente. Ahora, deprisa, deprisa un pequeño orgasmo suficiente para satisfacer la tensión sexual pero insuficiente a nivel de placer. En las relaciones interpersonales la realización es el arte de celebrar la presencia del otro. Es la botella que se va a buscar a la bodega, el paquete de galletas que se abre, las exclamaciones como “me hace verdaderamente feliz que tú estés aquí”.
También es una forma de decir adiós rememorando los bueno momentos pasados juntos, compartiendo aquello que aprecio en ti, lo que he disfrutado contigo. Tengo amigos con los que despedirme es una verdadera ceremonia, un momento de profundo recogimiento e intimidad, una verdadera celebración de la amistad que nos une.
_______________ 7.- Triste animal post coitum… nisi gallus qui cantat. Tras el coito, el animal está triste, ¡excepto el fallo, que canta! 26
Otro ejemplo de la realización que duplica la satisfacción: la manera de recibir simplemente un masaje. Puedo sentir las manos deslizándose sobre mi piel, puedo sentir mi cuerpo que se afloja y es agradable… Pero si realmente quiero realizar, saborear, respiraré a fondo, suspiraré de relación, dejaré escapar pequeños gemidos de placer… ¡y mi masaje tendrá una dimensión completamente diferente!, ¡lo peor
sería, claro está, que me durmiera mientras dura el masaje! La diferencia entre contacto y realización es el paso del nivel cuantitativo al cualitativo. En cierto modo es el paso a lo sagrado, a lo contemplativo. Resulta asombroso darse cuenta de la importancia de la respiración en esta etapa: los suspiros, los silbidos admirativos, los “¡Guau!... ¡Increíble!... ¡Dios mío!... ¡Santo Dios!...”.
En realidad, la realización es el punto culminante con el que se termina el ciclo, es la explosión de la alegría, es el Deo gracias, el aleluya final que me permite retirarme plenamente satisfecho. Tú, que eres escéptico, te invito a intentar una experiencia: la próxima vez que hagas alguna cosa, que bebas un vaso de cerveza o una taza de café, que comas una manzana o un filete con patatas, que entres en tu baño de espuma o en tu cama mullida, te invito a respirar profundamente, a expresar en alto un “¡Guau , qué bueno!”, a dejar cantar a tu corazón un cántico de odas a la vida. Entonces
conocerás el perfume sutil de la realización.
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LA RETIRADA Tras la experiencia fascinante y nutriente del contacto y la realización, el organismo necesita un periodo de reposo, “retirarse”, es el momento de la digestión, de la siesta, del sueño. Ya que mi necesidad está satisfecha, me retiro y descanso. Es necesario un tiempo de latencia antes de iniciar un nuevo ciclo por una nueva sensación. Además, el organismo está cansado: ha gastado energía, debe recuperarse. He acabado de comer, me levanto de la mesa y me hecho un rato para digerirla… He tenido un buen momento con un amigo, lo dejo y me vuelvo a encontrar solo, contento… Acabo de hacer el amor, me separo de mi compañera y me adormezco… He acabado un libro, lo cierro, lo coloco en la biblioteca y me quedó un tiempo rumiándolo…
Es difícil incorporarse de nuevo a otra cosa, hay que respirar un poco. Es una necesidad orgánica de recuperación. Para esto sirven los recreos, interrupciones y otros interludios. Es una necesidad vital y no una pérdida de tiempo. A veces, es difícil aceptar la retirada, aceptar que se acabó, que es el momento de levantarse y partir. Algunas personas se quedan con la impresión de que no han tenido bastante, que no les han dado suficiente por su dinero. Esto es revelador de un contacto y de una realización insuficiente, no satisfactoria. La duración de la retirada puede variar según la naturaleza de la necesidad: algunos segundos para la respiración, algunas horas para la comida, una noche para el trabajo cotidiano, algunos días para la actividad sexual, algunas semanas para volver a ver a un amigo, d os o tres años para concebir un nuevo hijo, etc… Tras el periodo de retirada, el organismo está preparado para volver a sentir la nueva sensación de carencia, su nueva necesidad y entonces vuelvo a comenzar un nuevo ciclo de satisfacción de necesidad. Para terminar quisiera hacerte participe de la reseña de un amigo: en el interior de cada una de estas etapas también se puede encontrar un mini-ciclo de siete etapas. Tomemos el ejemplo de la retirada tras una mañana de trabajo:
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1. Estoy cansado (sensación) 2. Me doy cuenta de que necesito descansar (toma de conciencia) 3. Comienzo a mover mi cuerpo (energetización) 4. Me levanto y me retiro (acción) 5. Descanzo (contacto) 6. “¡Qué bien me ha sentado!” (realización) 7. ¡Ya basta! ¡Empecemos otra cosa! (retirada)
He aquí otra menta de representar gráficamente el ciclo de la satisfacción de necesidades que se debe a la creatividad artística de Michel Katzeff. Este esquema saca a la luz dos puntos importantes:
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1.- La energía, representada por el grosor del trazo, pasa con agilidad de una etapa a otra, de un nivel a otro. Primero es el mundo de las sensaciones el que se energetiza, después es la toma de conciencia quien ocupa un primer lugar, seguida de la energetización del organismo que domina. Después es la acción quien ocupa un lugar privilegiado. Viene el contacto y su apogeo, la realización. Finalmente, es la retirada quien representa la gestalt principal. 2.- En todo momento del ciclo, las siete funciones permanecen presentes, incluso estando latentes. Por ejemplo, no se suprimen las sensaciones cuando se ha llegado al punto de la toma de conciencia.
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Este último esquema permite visualizar la presencia constante de las siete funciones y también el encadenamiento fluido de las etapas entre sí.
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Con Michel Katzeff hablo de forma voluntaria del ciclo de satisfacción de
necesidades y no de deseos. Freud y los psicoanalistas nos ha acostumbrado a pensar en términos de deseo, de ganas, de libido… que son las expresiones de necesidades psicológicas de la esfera mental. Estas necesidades están muy marcadas por la educación, el medio familiar, e influidas por los prejuicios, la cultura, la religión la clase social…
El riesgo mayor es que estos deseos estén separados de la realidad, separados del cuerpo y de las emociones. El riesgo mayor es que el objeto de estos deseos sea los sueños y las ilusiones. El término necesidad tiene un sentido más físico, corporal, fisiológico: es mucho más creíble, más fiable. Si el espíritu puede ser retorcido y embustero, el cuerpo difícilmente lo es. Por ejemplo. La persona que dice “tengo ganas de hacer el amor”
sin sentir el deseo ni el calor de su sexo se está ilusionando: expresa un deseo, que no corresponde a una necesidad del momento. Su verdadera necesidad puede ser: “me siento solo y necesito sentirte cerca de mí”.
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D. LAS RESISTENCIAS Tras haber leído lo precedente sobre el ciclo de la satisfacción de las necesidades puede que estés asustando: “¡Pero si es una puerta abierta a todos los exce sos! ¡Es
liberar todos los instintos! ¿¡ a dónde vamos a llegar si cada uno se pone hacer lo que le viene en gana, en cada momento!?”.
Es verdad que la vida no sería posible sin freno, sin control o resistencia. La resistencia es el freno que permite ir más despacio o incluso parar el ciclo que se ha puesto en marcha espontáneamente. Entre cada etapa del ciclo es posible frenar o parar. Puedo decidir libremente no ir más lejos, cortar el ciclo si, por ejemplo, lo percibo como demasiado peligroso, como inútil o formalmente prohibido. Las resistencias son de hecho fuerzas dinámicas, vivas, creativas, gracias a las cuales puedo desviar la fuerza vital del ciclo de satisfacción de necesidades hacia otra vía más interesante para mí, en la situación actual precisa. Imagina que eres atacado en la esquina de la calle por un bandido armado que te pide el monedero. Tu sensación es una mezcla de cólera y de miedo. El ciclo normal sería destruir este obstáculo o huir. También podrías pensar que es más interesante resistirse a esta reacción espontánea, someterte provisionalmente al bandido y, más tarde, ir a expresar tu miedo y tu cólera a la comisaría de policía. Este es un ejemplo de resistencia positiva y salvadora. Si tu padre te da un azote y sólo tienes cuatro años es, sin duda más sabio llorar en un rincón que tratar de defenderte y de devolver los golpes. A la edad de cuatro años, se puede decir que es una buena resistencia. Lo malo es que a menudo las resistencias se convierten en habituales y repetitivas. No aguanto más porque dadas las circunstancias actuales no me interesa; no sé incluso porque. Es un poco como si circulase en cocje con el freno de mano echado. Entonces las resistencia me moleta, me crea tensiones y bloqueos a nivel psicológico e incluso corporal.
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Es en este momento cuando las resistencias se convierten en obstáculos a mi crecimiento, a una vida agradable. Pasaré revista a las diferentes maneras de resistir a cada etapa del ciclo, poniendo el acento también sobre el aspecto positivo y creativo de las resistencias. Las siete etapas del ciclo de satisfacción de necesidades y las siete resistencias entre estas etapas.
Nota importante: Propongo atraer su atención sobre el hecho de que este esquema es teórico y simplificado. De hecho, las distintas resistencias se pueden situar en cualquier punto del ciclo, puesto que cada etapa contiene en sí misma un miniciclo. Para facilitar el estudio los he situado en un lugar preciso, según la lógica del desarrollo del ciclo. La realidad de la vida es más flexible y más compleja.
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LA DESENSIBILIZACIÓN La primera resistencia es aquella que no permite “sentir” ni percibir, así el ciclo
ni siquiera se pone en marcha. Corto mi sensibilidad, cierro mis órganos de percepción e inhibo cualquier reacción. El ejemplo más conocido, sobre el plano fisiológico, es el de la sordera profesional. El oído sometido cierto tiempo a un ruido insoportable se desensibiliza y ya no percibe la gama de sonidos desagradables. Esta sordera selectiva se puede medir con el audiograma. Puedo desensibilizar mi paladar para no arriesgarme a sentir asco por ciertos alimentos. De ese modo como mecánicamente, sin percibir sensaciones, ni placer ni disgusto. Para desensibilizarme me entreno en endurecerme. Así los paracomandos se entrenan para sufrir y soportar los golpes sin percibir el dolor. El cirujano se entrena para ver entrañas abiertas sin darle asco. El juez se endurece para poder aplicar la ley sin dejarse influir por otros factores que se niega a considerar (la justicia tiene los ojos vendados). La desensibilización puede erigirse en modelo o filosofía como en el estoicismo y en ciertas escuelas europeas de yoga.
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Desgraciadamente, el cambio de sensibilidad disminuye tanto las sensaciones agradables como las desagradables. El médico, ac ostumbrado a palpar “fríamente” los senos de sus pacientes, sufre el riesgo de no volver a conocer el éxtasis acariciando el pecho de su amada… Por otro lado, se será muy difícil practicar su
oficio si, en cada examen ¡se deja llevar por sus sensaciones paradisíacas! La manera más simple de no sentir es cortar la respiración, es evidente desde el punto de vista del olfato; para no percibir un olor insoportable, para no sentir el asco causado por este olor, me impidió respirar. Pero también es cierto en el dominio de las emociones: para evitar ponerme a llorar a lágrima viva o estallar de cólera, bloquearé mi respiración: “¡me he quedado sin aire!”. El organismo tiene
necesidad de oxígeno para funcionar y, sobre todo, para percibir sensaciones: disminuir la llegada de oxígeno no es una manera de desensibilizarse: es lo que hace el fumador empobreciendo el aire del oxígeno que inhala. El alcohol y la mayor parte de las sensaciones y, en dosis elevadas, suprimen todas las sensaciones, provocando así el adormecimiento7. La Gestalt-praxis propone utilizar libremente y conscientemente la resistencia a la sensación, según las necesidades y las circunstancias. Tú no llevas gafas oscuras todo el tiempo: A pleno sol es útil proteger los ojos de una luz demasiado fuerte. Fuera de estas circunstancias, te las quitas… ¡a menos que el espectáculo de la vida te hagas demasiado daño o que tengas miedo de mirar al otro directamente a los ojos. Prueba a abrir tu sensibilidad en las situaciones no peligrosas para ti. Permítete ver, sentir, tocas, saborear y escuchar cómo niño que descubre el mundo y va a su encuentro. Permítete sentir la vida en ti, el corazón se hincha de emoción. El estómago que se encoje, las mandíbulas apretadas, el aire que penetra en ti al respirar, las tripas que se retuercen de miedo, los órganos sexuales que se llenan de sangre… Permítete seguir todo esto en ciertas ocasiones, cuando te convenga…. Cuando
más te permitas sentir estarás más desbordante de energía para actuar y hacer funcionar armoniosamente el ciclo de satisfacción de necesidades. _______________ 7.- el café tiene el efecto inverso 37
Añadamos que el efecto positivo de la desensibilización se encuentra en el proceso de “concentración” por el cual se elimina la mayoría de las percepciones e
beneficio de una sola: el estudiante que se tapa los oídos para empollar, el aficionado al vino que cierra los ojos para degustar mejor, los enamorados que se aíslan del mundo entero para no verse más que a ellos son ejemplos de desensibilización creativa.
LA INTROYECCIÓN
La sensación conduce naturalmente a la toma de conciencia, ya lo hemos visto. La introyección es la resistencia que permite evitar la toma de conciencia, evitar “saber” lo que pasa justamente aquí y ahora.
La introyección es lo que mantiene el equilibrio con mi entorno: evito pues el significado de una sensación que me advierte de un desequilibrio. El mundo exterior entra en mí, “me lo trago sin masticar”, sin cuestionármelo. “Engullo” el
exterior sin control, me convenga o no. Por ejemplo: una persona dice que está cansada. Le pregunto qué es lo que le cansa. “¡Ah, pero esto es normal en mí, yo 38
siempre estoy cansado!”. Esto es una introyección. El hecho de decir “es normal, así son las cosas” impide formularse las preguntas sobre qué es lo que pasa. La
persona se encuentra así en equilibrio con su estilo de vida, aunque esté incómodo. No va hacer nada para cambiar su estado, y sobre todo no van a tomar conciencia de que es lo que pasa ahora. No, es normal: estoy siempre cansado “además , mi médico me ha dicho que estoy deprimido…”. !Y así con las cosas!”. Todas las expresiones del estilo: en la vida es preciso siempre… sobre todo no se debe nunca… mi padre decía siempre… mi madre me repetía…, en la Biblia está escrito…, mi terapeuta siempre me dice… son introyecciones, los principios que he
engullido y registrado sin habérmelos planteado nunca. Los principios introyecciones se pueden decir de todas las maneras: “¡Cállate y come la sopa!..., ¡todas las mujeres son tontas…!, ¡todos los homb res son unos cerdos…!, ¡la vida es un valle de lágrimas…!”; pero también se pueden expresar por
medios no verbales: a fuerza de ver un padre duro e insensible puedo introyectar la regla de “no expresar nunca mis sentimientos”. A fuerza de ver a una madre
miedosa y dependiente, puedo registrar “la vida es peligrosa y es preciso siempre colgarse a alguien”.
Existe un parelilismo entre el proceso de introyección y la alimentación que se distingue en tres fases: 1.- Fase de introyección total: es la etapa en que el bebé traga con ganas la leche materna, con confianza: incorpora (de incorporare, incorpore, de corpus, el cuerpo) un elemento extraño y lo acepta en sí, sin la menor discriminación. 2.- Fase de introyección parcial: El bebé comienza a utilizar las encías, después sus dientes para mordisquear la mama materna, comienza a saber mejor qué es lo que quiere y lo expresa. 3.- Fase de masticación: El niño aprende a utilizar sus dientes; primero sus incisivos, para cortar la comida sólida, después los caninos para desgarrar y los molares para triturar y masticar los alimentos. A partir de la segunda fase, la agresividad aparece como un ingrediente necesario del proceso de alimentación: morder, cortar, desgarrar, triturar, reducir la 39
papilla… Nuestro modo de alimentación moderna ya no nos permite utilizar este energía: comemos sopas, purés, cremas y “sopas de pan”, la carne ya está embutida
en salchichas, patés y hamburguesas. ¡Incluso los alimentos curruscantes t crujientes que dan la impresión de hacer trabajar los dientes, también se deshacen en la boca como un trozo de chocolate! El mismo proceso se da en el plano psicológico: para poderme nutrir de lo que es bueno a mi alrededor, debo desarrollar mi agresividad, criticar, analizar, diseccionar, descuartizar aquello que se me ofrece como cebo, ¡Sean los medios de comunicación, las enseñanzas de mis profesores, los preceptos de religión, las normas de la sociedad, los oráculos de los psicoterapeutas! ¡Si no iré derecho a la indigestión, al asco, a la saturación y al hartazgo general!
No solo los recuerdos del pasado pueden ser el material introyectado. Puedo hacerlo en el presente, cuando vivo en mí una cualidad que pertenece a mi entorno. Por ejemplo, en el curso de una reunión donde los participantes expresan ideas difusas y raras, puedo sentirme estúpido e idiota. Trago su imbecilidad, en lugar de denunciar, y rechazar su propia idiotez. Trago su idiotez, la introyecto sin crítica, la hago mía: “¡es normal que yo no comprenda lo que dicen porque soy tonto!”
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El aspecto creativo de la introyección es lo que F. Perls llama la asimilación: yo decido libremente, con conocimientos de causa y en mi propio interés, aceptar y hacer míos los preceptos que se me han enseñado. Puedo, por ejemplo, integrar la
amabilidad que mis padres me han inculcado, la filosofía de vida de mis maestros, mi lengua materna, el estilo de vida de mi clase social, la religión de mis antepasados… La gran ventaja de la introyección asimilación es que voy a poderme
apoyar y guiar por esos principios sin ponerlos en duda todas las mañanas, lo cual sería agotador.
LA PROYECCIÓN
La proyección es la resistencia que me impide pasar a la etapa de energetización. Se trata de un proceso mental por el cual yo atribuyo a mi entorno algo que me es
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propio: una cualidad, un defecto, un sentimiento, una emoción, un pensamiento, una afección.
Es el ejemplo de mi dibujo, la proyección consiste en persuadirme de que son
ellos los que no se atreven a acercarse. Si ella admitiera que es ella misma la que no se atreve a invitarle, no le quedaría más remedio que revisar su principio de base según el cual una mujer no invita a un hombre y a tomar la responsabilidad de su elección. Viendo la lluvia o la niebla de la mañana, declaro “¡qué tiempo tan triste!”. De hecho, el tiempo no está triste, el tiempo no tiene sentimientos. Soy yo quien está triste viendo la lluvia, ya que esta lluvia matinal despierta todo aquello que hay en
mí de melancólico y triste. En la introyección tomo en mí, mi entorno, lo hago mío sin distinción. En la proyección, reniego de lo que forma parte de mí y lo plasmo en los demás. El proyector (en su acepción) es un aparato que contienen una imagen, una diapositiva; los espectadores no se vuelven hacia el aparato: miran la pantalla sobre la que está proyectada la imagen.
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Los niños, que son muy perspicaces, descubren en enseguida la proyección y reaccionan con expresiones como: “¡el que lo dice lo es…!”. Es también la historia de “la pala y la viga” segú n decía Jesucristo.
Una experiencia psicológica muy interesante ha sido realizada a este propósito: se ha filmado en un primer plano los ojos de un hombre a quien se le había pedido fijar la mirada en el objetivo de la cámara. Seguidamente se recortó la película en fragmentos de cinco segundos, intercalándolos en diferentes escenas: una violenta, otra tierna, una tercera triste y otra más cómica. Después de pasar la película, la opinión de los espectadores era unánime: “¡es increíble cómo los ojos del personaje reflejan la emoción de las secuencias, la violencia, la ternura, la tristeza y la alegría!”. Era una proyección de los sentimientos de los espectadores.
En la vida corriente, la proyección se hace cada vez que no soy yo el sujeto de una acción que me concierne. Proyecto sobre el otro la responsabilidad de lo que me pasa: Esto me pone nervioso... en vez de… Yo me pongo nervioso frente a eso. Este libro me aburre…………………..Yo me aburro leyendo este libro. Esta reunión me jode………………….Yo me jodo al quedarme aquí. Mis padres no me quieren…………….Yo no quiero a mis padres. ¿Me quieres?....................................¿Te quiero yo a ti?, ¿me quiero yo a mí?
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Volviéndome a poner como sujeto de la acción, me reapropio mi sentimiento y recupero la responsabilidad de mi vida. Este ejercicio que tiene el aspecto de un juego lingüístico es, en realidad, apasionante sobre el plano psicológico. Te invito a practicarlo, a retomar tu responsabilidad, definiéndote como sujeto del verbo: reemplazar eso por yo. Como la proyección es un rehusar ver en mí cosas que yo percibo muy bien con otros, la puesta en marcha necesaria para eliminarla requiere la decisión de aceptarla en uno mismo, de reconocer en uno mismo los sentimientos proyectados. Te propongo un pequeño ejercicio: elige una persona que conozcas bien, una persona de tu entorno cercano, tu cónyuge, por ejemplo, (él es el que se lleva la mayoría de tus proyecciones). Haz una pequeña lista de sus características más importantes a tus ojos. Trata de ver y de aceptar que estas sin también proyecciones, que esos trazos de carácter forman también parte de ti, aunque los niegues… Tú, por ejemplo, juzgas a tu pareja gastadora, y tú te representas como modelo ahorrador… ¿Cuántas veces no
has soñado con hacer gastos alocados, tirar el dinero y vivir a lo grande?, pero te lo prohíbes…
¿Juzgas a tu pareja fría y distante? Percibiéndote a ti mismo como una persoa calidad y amante… ¿No es a menudo una fachada? A veces las personas te fastidian
y te gustaría mostrarte fría y distante, pero te lo prohíbes… La iniciativa difícil es la de aceptar que eso podría ser cierto para mí, en efecto de esa manera pierdo, en cuanto a mí se refiere, todas las ilusiones, también pierdo en ocasión de acusar a otro de ser tal como es; pierdo finalmente la posibilidad de darle al otro toda la responsabilidad de mi infelicidad personal. La proyección se hace también muy bien sobre un conjunto de individuos: los hombres sobre las mujeres, los jóvenes sobre los viejos, los obreros sobre los patrones, los asalarios sobre los independientes, los “privados” sobre las funcionarios, los catalanes sobre los castellanos, los blancos sobre los negros (y viceversa).
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A partir del momento en que proyecto ya n me siento responsable de lo que me ocurre, no tengo energ ía, no me muevo: “¡no es culpa mía!”, “no puedo hacer nada! “Son los otros quienes…”.
Cuando me reapropio la proyección, cuando la reconozco y la recupero, entonces siento mi parte de responsabilidad, me concierne y puedo hacer algo. Automáticamente, la energía está ahí para sostener mi acción y el ciclo puede continuar funcionando. El aspecto positivo de la proyección es que me permite encontrar al otro, poner “en su pellejo”, proyectarme en él. Si veo a un amigo con cara de cansancio, los
ojos enrojecidos y los labios caídos puedo decirle “¡qué aspecto más triste tienes!” por proyección. De hecho, los rasgos de su cara despiertan en mí la sensación de tristeza, de mi propia tristeza, de mi cara triste. En muchos casos la proyección es exacta y permite alimentar una buena relación. A la inversa, también es verdad, en el sentido de que no soy capaz de percibir, de descifrar una emoción en alguien si yo mismo no la he experimentado por mi cuenta. Cuando era pequeño, escuche a mis padres decir a propósito de una pareja: “se ve que están muy enamorados”, y yo, no veía nada y estaba muy intrigado.
¿Cómo podían verlo ellos?
LA RETROFLEXIÓN
La retroflexión es la resistencia que permite evita el paso a la acción a pesar de la energía acumulada para este propósito. La energía se utiliza, volviéndose contra uno mismo. La persona se sitúa como objeto y diana de su propia acción.
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Ejemplo clásico: me siento tan contrariado y despreciado por mi jefe que me entran unas ganas locas de partirle la cara. Me aguanto y, en el camino de vuelta, ¡me parto la cara contra un árbol! El punto central de la retroflexión es el control de uno mimo, el dominio de uno mismo, inculcando muy pronto a los niños: “¡contrólate, no te dejes llevar, piensa antes de actuar!”
El control es muy útil y muy eficaz en un montón de situaciones: si te apetece ir a mirar un escaparate en la otra acera de la Gran Vía, será más sensato que controles tus ganas de lanzarte a cruzar la avenida. Realmente te conviene “reflexionar” evitando confrontar tu propia resistencia con la de un coche en
marcha. El aprendizaje de control se hace a través de la educación por medio del sistema de la gratificación-castigo. El niño describe enseguida el reproche que le merece la satisfacción espontanea de alguna de sus necesidades. Descubre obstáculos a su alrededor: es castigado y frustrado. Comprende deprisa que, por el hecho de su condición de niño, saldrá siempre perdiendo contra los mayores. Abandona la lucha abierta por sus necesidades y ponen en marcha un sistema para reprimirse, controlarse. El control es al principio muscular: no quiere hace más caca encima aprieta el ano las nalgas; no quiere llorar y su barbilla tiembla; no quiere gritar más y aprende a “ahogar” el grito; no quiere hacer más ruido y contiene la respi ración; no quiere
morder más y aprieta los dientes; no quiere golpear más y su mano tiembla. El resultado final de este bloqueo de la acción es un modo e parálisis, la persona está tiene, envarada, torpe, vacilante. Muy poca acción hacia el exterior y hacia los que le rodean para disminuir los riesgos: poca iniciativa y aún menos espontaneidad. Toda acción está tan bien calculada, sopesada, estudiada, pensada que la persona no hace ya nada; se queda en el sitio, bullendo en el interior la energía no utilizada. Toda esta energía va a ser empleada en un solo objetivo: impedir la exteriorización de lo que, a la larga, va a resulta agotador.
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En contraposición, la vida interior será muy rica, imaginativa, desbordante de actividad mental: la persona retroflexiva no para de hablarse, de contarse historias, de
hacerse caricias, de hacerse daño, de montarse películas, de admirarse, de detestarse. Toda la necesidad de acción y de contacto se vuelve hacia uno mimos, está retroflexionando, lo que proporciona una descarga y una cierta tranquilidad. De esta manera la persona va de un lado para otro y se vuelve autosuficiente. Como tiene mucho miedo de dirigir su acción hacia el exterior está poco motivado para cambiar.
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Por su vida imaginativa y desbordante, la persona retroflexiva amplifica la importancia de sus deseos de “controlar”. “Si no me contengo romperé toda la casa, mataré a todo el mundo…” Esta es una buena manera de darse miedo a sí
mismo y de reafirmar todavía un poco más, el dominio de sí mismo. Pero esto es una ilusión, un delirio de grandeza, una exageración infantil que dará del tiempo en que los padres eran diez veces más grandes grades y cien veces más fuerte que el niño. Los signos de una retroflexión ineficaz, en el sentido de la economía general del organismo son: Temblor, agitación, insomnio. Autocritica y autodiagnóstico. Autoagresividad: morderse las uñas, morderse los labios, darse golpes contra
la pared con la cabeza, suicidarse. Culpabilización: yo me juzgo, yo me condeno, yo no me perdono: la tomo
conmigo en vez de con el otro. El aspecto positivo y creador de la retroflexión es lo que se llama la reflexión: es decir, el tiempo en que invierto toda mi energía en actividad mental, en el que puedo crear hipótesis, proyectos, planes sin pasar a la acción inmediatamente.
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LA DESVIACIÓN
Percibo una sensación, tomo conciencia, me movilizo para realizarla, entro en acción y, en el último segundo, me desvió y evito el contacto directo. Tengo un poco de frío en la espalda, me doy cuenta de que tengo necesidad de calor y de caricias, me levanto, me dirijo hacia mi mujer… y le doy un beso en la
frente, aunque hubiera querido poner mi cabeza sobre sus rodillas y hacerme acunar. Esto es una desviación: evito el contacto directo con mi present e, con mi “aquí y ahora”. Lo propio de la desviación es procurar la ilusión del contacto. La persona que desvía piensa obtener lo que ella quiere verdaderamente y da a los demás la misma impresión, con la gran ventaja de que evita el momento difícil de la confrontación con el otro. Desviándolo, relativizo mi presente, lo desdramatizo, y evito la escena o el altercado. Desvío expresándome por imágenes, metáforas, proverbios o máximas. Desvío cuando hablo “solo”, en general, en abstracto, con sobreentendidos,
en lugar de abordar el contacto directo entre Tú y Yo. Desvío cuando respondo a mi interlocutor: “sí, pero…”, en lugar de “no estoy de acuerdo”, “perdón”, en lugar de “¡no te estoy escuchando!”.
Desvío si siempre hago preguntas en lugar de dar mi opinión, mi
sentimiento. Desvío cuando hago un poema o una canción de amor en lugar de decirte cara a cara “te quiero”.
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Desvío cuando escribo a alguien lo que no me atrevo a decir directamente. Desvío cuando bromeo sobre un tema o una emoción que está en mi
corazón, cuando sonrió al mismo tiempo que explico mi tristeza y mi cólera. Desvío cuando hago “teatro”, que me permite en todo momento pararme en caso de peligro declarando “esto no era verdad”.
Desvío cuando hago psicoterapia (como cliente o terapeuta) con el único
propósito de vivir un contacto profundo e íntimo. Desvío cuando tomo sobre mí la responsabilidad de un malentendido en
lugar de tomar mi parte y mostrarte tu parte. Desvío cuando renuncio a formular de nuevo mi pregunta aunque tu
respuesta no me haya satisfecho. Desvío cuando “voy de seductor” en lugar de pedir directamente el amor y
el afecto necesario. Desvío cuando hago rabiar a mis amigos en lugar de mostrar mi ternura. Desvío cuando dejo una sala de reunión “para fumar un cigarro o beber una
taza de café” en lugar de declarar que me muero de aburrimiento. Desvío cuando dejo para más tarde una idea y una acción de las cuales ya
estoy seguro. En todos los casos, actúo, utilizo mi energía activamente y… paso de largo del
asunto. Así pues, no estoy nunca realmente satisfecho, y entro en una hiperactividad que nunca me colmará. Cara a un “desviador” me siento perdido, intrigado, desarmado. Soy incapaz de
seguirle, de comprender lo que él quiere y a dónde quiere llegar. Finalmente tengo dolor de cabeza y me irrito. Al igual que en las otras resistencias quisiera insistir sobre el aspecto positivo, creador y benéfico de la desviación. Será mejor ponerse a dar puñetazos a un cojín que a su pareja, romper un plato antes que la cara a su padre, hacer una justa oratoria mejor que un duelo con espadas, ir a cazar conejos antes que cometer u asesinato. Y, ¿qué decir de la expresión artística, esa magnífica sublimación de las emociones? ¡Eso sí que es una desviación rica y creadora!
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LA DESVALORIZACIÓN
El obstáculo principal que estorba o impide el paso del contacto a la realización de la desvalorización. En lugar de festejar mi alegría y mi satisfacción, voy a relativizar, desdramatizar, minimizar mi vivencia: “¡Ah, no es para tanto!”, ¡no hay que exagerar!, en fin, ¡no vale la pena hacer tanto ruido por tan poco!, ¡pero si no es nada!... Y pasamos nuestra visa sin disfrutar nunca las mil cosas buenas que nos trae cada día: el primer rayo del sol, el aroma del café fresco, el aroma del pan recién tostado, la sonrisa de los niños, lo guapa que es mi chica, la gente con la que me cruzo por la calle, el saludo que me diriges, el cumplido que recibo… Nosotros trabajamos, jalamos, follamos, dormimos… tenemos todo lo necesario para ser
felices y la vida nos parece tibia e insípida. Entonces corremos, hacemos cantidad de cosas: vamos al cine, al concierto, a casa de los amigos. Se visita el mundo a toda velocidad y uno se encuentra amargado, desengañado…
Nuestra cultura europea fría, reservada y flemática desaprueba las expresiones de alegría, las exuberancias y otras “excentricidades”. ¡Eso es propio del carnaval y el
año nuevo! Nosotros lo toleramos, con una sonrisa de condescendencia en los niños, en los americanos (“son niños grandes”) o en los africanos (“son
primitivos”). En nuestras iglesias el cura proclama “alegrémonos en el Señor” y es un “Amén” triste y lúgubre lo que hace eco.
La misma diferencia la vuelvo a encontrar comprando la música americana (jazz, dixieland, espirituales negros) con nuestra música europea.
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Para nosotros la exteriorización ruidosa y pública de nuestra alegría, de nuestra satisfacción tiene un tufo de vulgaridad. Se nos ruega permanecer dignos, controlar nuestra emoción es verdaderamente demasiado fuerte no nos queda más que llorar de alegría, ¡lo que es el colmo! ¿Puede haber un aspecto positivo en esta resistencia? Sí, claro que sí. Si disfrutando a fondo el instante presente es extraordinario y maravilloso en una situación agradable, por el contrario, en una situación penosa esto significa caer en las profundidades de la desesperación y del sufrimiento. Es muchas veces útil desdramatizar, relativizar su cólera, su miedo o su pena y no hace “¡un mundo de la nada!”
Por otro lado, si me extasío en cada contacto en cada bocanada de aire que respiro, en cada latido de mi corazón, (¡es tan maravilloso!) no tendría suficiente con toda mi vida para contar las maravillas del mundo y de mí mismo. Consagrarla todo mi tiempo a la contemplación, a la meditación. En Sí mismo esto no sería negativo. Sin embargo nos arriesgaremos seguidamente a ser confrontados a las realidades cotidianas como el frio, el hambre,…
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LA CONFLUENCIA
Tras el contacto y la realización, con los que me apropio de todo lo que hay de bueno y de nutriente en mi entorno, me retiro, me encuentro “a mí mismo”, con mis límites y mis fronteras: es la retirada. Después de haber comido, me levanto de la mesa; después de una jornada de trabajo, vuelvo a mi casa; después de una velada en casa de mis amigos, les dejo; después de haber hecho el amor, me separo de mi mujer; después de haber disfrutado del sueño, abandono mi cama, etc. La confluencia es la expresión de la dificultad para terminar algo, acabar, retirarme y encontrarme solo. Así prolongo el contacto más allá de mi necesidad real, más allá de mi satisfacción personal. Cuando como, me sirvo una porción que corresponde a mi apetito (o al apetito que debería tener si me sirven). Puedo comer el plato entero sin comprobar ni una sola vez que ya tengo bastante… también
puedo continuar y no pararme hasta que la fuente esté vacía. Así ignoro mi limite personal, la pequeña señal que me dice “¡stop!, estoy lleno”. Sólo me detengo en los
límites exteriores: cuando el plato está vacío, cuando el paquete de chocolates está vacío, cuando el paquete de cigarrillos está vacío, cuando el monedero está vacío, cuando la cama está vacía… La gran ventaja de esta táctica es que me dispensa de decir: “paro, ya tengo bastante y me voy”. Una declaración de este tipo corre el riesgo de ser
malinterpretado por el otro, de ser percibida como un rechazo, una falta de amistad, incluso una agresión, existe el riesgo de represalias: “¡Ah, no quieres más!, pues bien, no tendrás más (¡nunca!)”. Del estilo de “si te vas de casa no esperes
volver a poner los pies aquí un día. ¡Se acabó!” Esta exageración me va a dar miedo, me va a impedir tomar distancias. En efecto, la retirada se convertirá en exclusión, en alejamiento. Así pues me quedaré 54
donde estoy, prolongaré el contacto y haré que parezca que todo va bien. Tendré que eclipsarme y quedarme en un segundo plano, yo y todos mis deseos de libertad y de independencia. Acumulare rencor y cólera contra la persona con la que confluyo. Sostendré el golpe más o menos tiempo y después será el “estallido”, el
trueno en un cielo azul: “¿Quién hubiera pensado esto?. ¡todo iba tan bien!. El estallido, la fuga, el drama, son síntomas del estado de confluencia. La confluencia se puede definir también por la prioridad acordada al status-quo de una relación, el rechazo y el miedo da lugar al cambio. El status-quo en el amor o su simulacro, como en la guerra: la confluencia es tan grande en un pareja (o en una familia o grupo) donde todo el mundo está siempre de acuerdo, siempre amable o “unidos”, como en una pareja que está si empre de pelea. En ambos casos
existe la rigidez de la distancia: nunca verdaderamente unidos y nunca verdaderamente separados. Para salir de este impase la praxis-gestalt propone vivir el “aquí y el ahora” y abandonar las ilusiones de “en todas partes y para siempre”… “por el momento ya tengo bastante, ahora te dejo, volveré sin duda cuando tenga ganas, libremente…” Cuando digo: “no tengo más hambre”, es evidente que esto no significa que no
tendré más hambre nunca. Por el contrario, yo sé que esta noche o mañana o más tarde tendré hambre de nuevo. Pero cuando digo: “y ya no tengo ganas de estar contigo”, esto es siempre comprendido como definitivo y sin vuelta posible,
mientras que es simplemente mi estado del momento. Comprender ya aceptar esto aporta una gran liberación y una gran expansión en la vida cotidiana. ¿En qué circunstancias la confluencia es útil o eficaz? En todos los casos en que estar juntos es más eficaz que estar separados. Un equipo deportivo en un partido, un grupo de trabajo, un sindicato en huelga, un país en crisis, una pareja cara a un peligro exterior, una familia enfrentada a dificultades…
En estas situaciones de peligro real quizás sea preferible confluir. Pero no es obligatorio. Hay que tomar una decisión a cada nueva situación para vivir mejor el momento presente o por venir. Pienso que la noción de “fidelidad” representa bien el lado positivo y creador de
la confluencia. 55
2. Las Polaridades1
Es su libro la indiferencia creadora, Friedlander expone que todo suceso puede estar vinculado a un punto cero a partir del cual se desarrolla una diferenciación en opuestos. Estos opuestos presentan, en un contexto especifico, una estrecha relación entre ellos. Estando atentos al punto central neutro de referencia, podemos adquirir la facultad creadora de observar las dos caras de un suceso y de completar la cara deficitaria. Las ejemplos físicos de esta teoría son numerosos: Cuando el sol sale en nuestro país, automáticamente sucede lo opuesto: el
sol se pone en Australia. Cuando el sepulturero cava una fosa, a la vez realiza lo contrario a la fosa,
es decir un montículo de tierra, al lado, cuando más profundo es el hoyo, más se eleva el montón de tierra. El punto cero indiferenciado sería: El polo norte, donde la diferencia entre el día y la noche es la minina en
verano. El nivel del suelo entre el hoyo y el montículo.
En estos dos ejemplos se pueden ver que los dos opuestos están estrechamente ligados entre ellos, si nos colocamos en el punto de vista cero o indiferenciado. Sobre el plano fisiológico esto nos da: El dormir El reposo
(Actividad Cerebral) (Actividad Muscular)
El despertar La actividad
El hambre
(tensión del estómago)
La saciedad
_______________ 1.- El concepto polaridades no pertenece a la Gestalt pero se utiliza mucho.
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Las dos columnas se oponen entre ellas relación al punto de relación, al punto de referencia, al punto de vista central neutro. En el plano psicológico esto representa por ejemplo lo siguiente: (para ti esto puede no representar lo mismo. Timidez: arroga ncia… timidez: seguridad… timidez: pretensión…).
Estas
diferentes
cualidades
opuestas
no
son
“virtudes”
en
sí,
sino
diferenciaciones en relación a un punto central neutro. Esto quiere decir que si uno de los polos existe, el otro existe también. Por ejemplo, un hombre duro en el trabajo puede perfectamente ser tierno en familia. En el trabajo, por razones de eficacia, elige llevar su polaridad a la “rudeza” ; el deberá vivir la polaridad inversa
en alguna parte, en su casa o con su perro o con las flores d e su jardín… la polaridad opuesta debe salir y manifestarse. El hombre tímido con sus padres será arrogante con sus subordinados, el niño amorío en la escuela tendrá carácter en la calle o jugando fútbol. Esto quiere decir también que cuanto más esfuerzo una polaridad, más se manifestará la otra también: cuanto más me esfuerzo por permanecer tranquilo, más siento que me pongo nervioso. Cuanto más me digo que debo dormir, más 57
tarda el sueño en llegar. Cuando más esfuerzos hago para parar de beber, más ganas tengo de beber. Esto es válido también en la educación: cuanto más fuerzo a mi hijo a desarrollar sus buenos modales en casa, más grosero será con sus compañeros de juego o del colegio. Ejemplos de este tipo los encontraras a centenares…
Lo que tratamos de hacer en Gestalt es poner al día las dos polaridades para obtener una unificación, un reequilibro en el interior de la persona. En efecto, no acepta más que una de las dos polaridades es vivir sobre una pierna, distorsionando, aislado. Un cliente llega a la consulta y dice: “Tenía mucho miedo a venir hoy”. Yo propongo explorar la otra polaridad: “¡Trata de ver que es lo que deseabas
también
al venir aquí hoy!”: ella frunce el ceño, piensa durante algunos segundos, después su cara se ilumina. Sí, acaba de experimentar que es cierto tener a la vez miedo y 58
ganas, y este descubrimiento aporta un equilibrio interno, una especie de contrapeso que le permite no dar un paso en falso. Evidentemente esto rompe los esquemas de nuestra santa lógica aristotélica según la cual no se puede ser a la ves A y no A. no parece lógico ser a la vez negro y blanco, grande y pequeño, puro y perverso… Y sin embargo es así. Como
pequeño ejercicio, propongo que te plantees cuál es tu principal “defecto”. ¿Lo has encontrado? ¡Bien! Trata de ver también la “cualidad” opuesta a este defecto. Puede ser que te sientas cobarde… y sin embargo, en tal circunstancia precisa, te
manifiestas con mucho coraje. Te siente introvertido pero te apetece contar tus secretos… Ahora, considera la otra faceta del ejercicio: toma un “cualidad” que tú
te atributas y ¡mira! Como puedes a veces manifestar lo inverso! En conclusión, nuestra personalidad se compone de una multitud de facetas opuestas, de polaridades que se desarrollan en todo los sentimientos a partir de un centro. Cuanto más se expande la persona armoniosamente más tolera, acepta y reconoce sus propias polaridades. Cuando más se desarrolla una faceta, mas busca la faceta opuesta, automáticamente, a pesar de encontrarse pillado, torturado, desgarrado. Tomemos como ejemplo la polaridad amor-agresividad. La buena lógica dice: cuanto más amo menos agresivo soy: así pues como más ame más controlaré mi agresividad, mis ganas de morder, de atacar… Resultado: me siento enamorado y
no me atrevo a decírselo, porque declararse es ser ya “agresivo”, es ir al encuentro con el otro, invadirle, molestarle. Me siento enamorado y por lo tanto no puedo molestar al otro, no le haré ningún reproche, le perdonaré todo, cerraré todo, cerraré mis ojos y no reclamaré nada. Lo llevaré todo sobre mí. En realidad volveré la agresividad contra mí haciéndome reproches. No me atreveré a pedirle nada, esto sería ya invadir al otro. Menos aún me atrevería a exigir algo del otro: eso sería verdaderamente mostrar demasiada agres ividad y por tanto, “lógicamente”, una falta de amor. Tú sabes a donde conduce este esquema lógico. La situación se hace cada vez más intolerable y llega al estallido. Es el malentendido, la discusión o incluso la ruptura, que es una forma de extrema agresividad: la negación del otro. O bien se vuelve contra uno mismo este paquete de agresividad: la úlcera de estómago, la depresión y, llevadas al extremo, al suicidio. 59
La propuesta de la Gestalt es la de integrar la polaridad amor-agresividad, es decir, la de aceptar que cuanto más amo soy más agresivo, emprendedor, invasor, exigente, dispuesto a saltar los obstáculos, a cruzar las montañas. Mi agresividad no es el absoluto una prueba de no-amor, y viceversa por supuesto. El resultado de la aceptación de todas las polaridades no es una forma de neutralidad donde todo se anularía. Es lo contrario. La persona que acepta sus polaridades se siente libre de vivir su fortaleza y su debilidad, su amor y su agresividad, su cansancio y su energía. La persona que rehusa ciertas polaridades se encuentra obligatoriamente atrapada en una especia de neutralidad, sin tristeza y sin alegría, sin crueldad y sin verdadera dulzura, sin energía y sin autentico cansancio, sin odio y sin amor…
Aceptar las propias polaridades permite descubrir el centro, el corazón de su personalidad. Tomemos el ejemplo de la polaridad dulzura-violencia: si niego mi faceta “violencia”, mi margen de expresión sobre esta gama irá de la inmensa dulzura a la
fría reserva; mi centro estará al nivel de la dulzura, lo que me permite decir: “¡Yo soy una persona dulce”!
Si poco a poco, puedo aceptar y experimentar mi propia violencia prohibida, la situación se modificara así:
En primer lugar el margen de maniobra y de libertad de expresión se alarga y, en
segundo lugar, el centro cambia de sitio. Ya no puedo volver a decir, “¡Soy dulce”! Podré decir: “A veces soy dulce y a veces soy violento”: “¡soy yo y no me caracterizo por lo uno ni por lo otro de estos dos polos!” El centro ya no tiene más
calificativo general ni absoluto.
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He aquí algo que demuestra el peligro de hacer un juicio sobre mí o sobre otro. Si yo digo a alguien “¡Tú eres dulce!”, declaro que su centro es la dulzura; lo confirmo en su convicción de que es esa su cualidad central y le ayudo a reprimir su polaridad opuesta: “Te reconozco dulce, te quiero dulce. Si te muestras violento,
¡ya no te reconozco, ya no eres tú! Y esto es realmente entra en el lenguaje corriente: “¡Estaba fuera de sí (fuera de su margen permitido); no era él, era otro hombre!”
Es decir, esto significa que no se permite a esta persona integrar su cólera, se le niega esta polaridad, se le aliena. Es el juicio de otro (padres, familia, sociedad, religión, moral…) y, por
consiguiente, el propio juicio quienes seleccionaran en cada hombre las polaridades a desarrollar y aquellas a ocultar, a reprimir y a eliminar. El juicio introduce la polaridad bien/mal que tomará la batuta y regirá las demás polaridades.
El funámbulo utiliza para aumentar su equilibrio inestable dos fuerzas opuestas en su pértiga: una que tira hacia la izquierda y la otra hacia la derecha. Las dos juntas aseguran su equilibrio.
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APLICACIONES DEL PRINCIPIO DE LAS POLARIDADES 1. El ser humano, cuerpo/espíritu Cuerpo/espíritu es una de las polaridades capitales, vitales y existenciales. Considerar cuerpo/espíritu como polaridades, es decir, como dos facetas opuestas, dos aspectos diferentes de una sola y misma realidad, abre una nueva visión del sí mismo y de la vida, ofrece una síntesis armoniosa, rica y apaciguadora. Por el contrario, considerar cuerpo y espíritu como dos entidades reales en sí mismas, separables y disociables provoca una escisión grave en el interior del ser. Para ilustrar esto enumeraré dos series de polaridades que se las podrían clasificar según la oposición cuerpo-espíritu. Cuerpo………………………………………………………..espíritu Carnal……………………………………………………...Espiritual Mortal……………………………………………………….Inmortal Concreto…………………………………………….……..Abstracto
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Aquí y Ahora……………………………………………..Eternidad Piernas……………………………………………………….Cabeza Bajo……………………………….…………………………….Alto Vulgar…………………………………………………………Noble Manual…………………………………………………..Intelectual Secular…………………………………………………….Religioso Tierra…………………………….…………………………….Cielo Pecado…………………………….…………………………Gracia Animal……………………………………………….……Humano Bestia……………………………….…………………………Angel El (mi cuerpo)…………………….……………………………...Yo Cultura física………………………………..…..Cultura (sin más) Sexualidad……………………………………………...Misticismo Anima………………………………………………………Animus Femenino.……………………………………………….Masculino Niño………………………………………………………….Adulto Emotividad………………………………………………Raciocinio
Enfermedad física…………………….........Enfermedad psíquica Medico orgánico………………………………………..-Psiquiatra
Al leer estas dos columnas, puedes darte cuenta de la gravedad y de la profundidad de la ruptura entre estos dos conceptos cuerpo y espíritu. Esta ruptura, verdadera alineación existencial, conlleva en nuestra vida cotidiana vacilaciones, angustias y escisiones profundas del ser. Lo mismo en la vida de pareja, en la relación hijos-padres y en toda la vida social. 68
En efecto, tendemos aquí también a hacer juicios de valor, a considerar una de las facetas como positiva, buena loable y su opuesta como negativa, mala y despreciable. Vamos de manera voluntaria a hiperdesarrollar una polaridad y a reprimir la otra, encontrándonos así desequilibrados y distorsionados. El mismo lenguaje confirma esta escisión: la primera persona, el “yo” expresa más el espíritu que el cuerpo. Considera el matiz entre: Yo estoy triste Mi corazón está triste Me duelen los pies Mis pies sufren de dolor Mis pies me hacen sufrir.
Imagina que se pudiera decir: Mi corazón “soy triste” Yo, mis pies están sufriendo.
Cuando una parte del cuerpo es sujeto de la acción, me solidarizo de ella. No tomo la responsabilidad toral del acto o del estado que vivo. Todavía es más nítido cuando digo: “¡Mis pies no se han puesto en marcha sin darme cuenta !” O bien “¡No me eches a mí la culpa, son mis ojos lo que no funcionan!”
El uso de la tercera persona para hablar del propio cuerpo refuerza la idea de que yo tengo un cuerpo, que poseo un objeto y por tanto yo no soy ese cuerpo y, llevado al máximo, que yo podría pasarme sin él. Lo que nos revela el principio de las polaridades es que se trata de dos visiones diferentes de una misma realidad única e indivisible. Cuando separo cuerpo y espíritu, no es más una manera de ver, una manera de expresar y en absoluto el reflejo de la realidad. Sin cuerpo, no hay espíritu y sin espíritu no hay cuerpo humano; tan cierto como que sin el día no hay noche. En Gestalt utilizamos mucho estas polaridades invitando a las personas a identificarse alternativamente con los dos aspectos y a dialogar:
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Cuerpo, ¡estoy enfadado al verte tan flojo y tan perezoso! ¡Me decepcionas
mucho! Le invito entonces a ocupar el lugar de su cuerpo y a responder: (Cuerpo) - ¡Estoy tan cansado! ¡Estoy harto!, ¡no tengo ganas de moverme! (Espíritu) - ¡Haz un esfuerzo! ¡Hace meses que estas así! (Cuerpo) - ¡Me aburre que siempre me estés regañando! (Espíritu) - ¡Tengo motivos! ¡No vales para nada! Me pones nervioso, me impides ser feliz (Cuerpo) - Esto es demasiado. Pero si eres tú quien me impides vivir y respirar. ¡De hecho no me quieres! (Espíritu) - Es cierto que no te quiero. Tal dialogo permite experimentar la identificación de las polaridades del ser. Una de las dos está generalmente aceptada, la otra supone muchos problemas. Este tipo de trabajo aporta una sensación y un esclarecimiento nuevo de la situación y permitirá la integración de las partes divididas de la persona. Este tipo de diálogos es siempre posible entre las diversas polaridades del ser humano. A veces conduce temporalmente a un callejón sin salida, a la ruptura y a negarse a comprenderse a uno mismo. Hay al menos una consciencia de dos polaridades. Pero tarde o temprano, la necesidad de ser uno, de estar unificado e integrado forzará a la persona a promover una reconciliación entre las dos partes. Y esta reconciliado provoca una sensación de paz, de armonía, de amor a uno mismo que vale todo el oro del mundo.
2. El amor, receptividad/agresividad Del mismo modo que para definir al ser humano el acento ha sido situado en nuestra cultura más sobre el polo espíritu, así para el amor el acento está puesto más sobre receptividad que sobre agresividad, con las consecuencias que había señalado más arriba. 70
Receptividad…………………………………………………. Agresividad Aceptación……………………………………………………. Rechazo Sumisión……………………………………………………… Imposición Abandono…………………………………………………….. Poder Recibir………………………………………………………… Dar Olvido del sí………………………………………………….. Afirmación del yo
Altruismo…………………………………………………….. Egoísmo Ofrecer………………………………………………………... Tomar Construir……………………………………………………... Destruir Conservar…………………………………………………….. Renovar Abrir los brazos………………………………………………. Pegar Escuchar……………………………………………………….Hablar Interior………………………………………………………… Exterior Vulnerabilidad………………………………………………… Auto-defensa Inercia…………………………………………………………. Energía Sacrificio……………………………………………………… Victoria
Con la lectura de estas dos columnas, te das cuenta de que el amor comprendido sólo como “receptividad” es vanal, retorcido y que conduce a la catástrofe. El amor
(sea el amor por uno mismo o el amor por una persona) no puede desarrollarse en cada uno de nosotros más que con el completo desarrollo de estos dos polos.
3. La felicidad, necesidad/satisfacción La eterna pregunta, “¿qué es la felicidad?” no tiene respuesta satisfactoria si no consideras las dos polaridades de la felicidad: la necesidad y la satisfacción. En el ciclo gestáltico ninguna satisfacción es posible sin la sensación de la necesidad; una no funciona sin la otra. 71
Necesidad……………..………………………………… Satisfacción Carencia…………………………………………………. Plenitud Deseo…………………………………………………….. Obtención Anhelo……………………………………………………. Realización Dolor……………………………………………………… Alegría Tristeza…………………………………………………… Consuelo Miedo…………………………………………………….. Seguridad Depresión………………………………………………… Alegría de vivir Ausencia………………………………………………….. Presencia Pobreza…………………………………………………… Riqueza Preparación………………………………………………. Acción Lluvia…………………………………………………….. Buen tiempo Sequía…………………………………………………….. Lluvia
Aquí tampoco puede estar la felicidad en la columna de la derecha. ¡Es una ilusión, un sueño! La felicidad está en la armonía de estas dos polaridades. Y es también proporcional en intensidad a la fuerza de estos dos extremos. Te aconsejo leer o releer El Profeta de Khalil Gibran, acerca de la alegría.
* *
*
Nota: El Tao, Ying Yang. La polaridad fundamental Ying-Yang ha sido enseñada desde hace milenios por la filosofía china en la sabiduría del Tao, que es invisible, inaudible e intangible.
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3. El sistema a dos, la Dyada
A. Generalidades Hasta este momento, en los estudios de los principios de la Gestalt-praxis, no he considerado más que el individuo, el individuo en relación con su entorno, por supuesto, pero visto como un organismo que reacciona, se adapta, se nutre, se defiende, vive y mantiene esta vida: el individuo con todo el conjunto de sus mil facetas. Quiero ahora tomar como objeto de análisis un conjunto de numerosos individuos: una pareja, una familia, una asociación, un partido, una iglesia, una fábrica, un país… No se trata simplemente de una colección de individuos unos al
lado de otros, sino de un nuevo conjunto, una “gestalt” con todas las relaciones internas que unen a estas personas y externas que los ligan a su entorno. Para realizar este análisis, es indispensable distanciarse, apartarse, a fin de tener una visión de conjunto. Si estoy inmerso en la masa, sólo puedo tomar consciencia de mis propias reacciones y de las de mis vecinos más próximos. Si quiero percibir la “masa” como un conjunto debo salir y mirar desde el balcón. Desde mi
observatorio las caras desaparecerán y es una masa, una manera de colores, de ruidos y de movimientos lo que me aparecerá. Es una nueva “gestalt”, donde
puedo encontrar las polaridades y el ciclo de satisfacción de necesidades y sus resistencias. En nuestra sociedad parcelada la pareja es el sistema interpersonal más importante, aquel sobre el cual situamos las mayores expectativas y también el que nos ofrece los mayores desengaños. Los otros sistemas han perdido muchos valores: la familia, el barrio, el pueblo, la patria… Por tanto, me atenderé a estudiar el sistema “pareja” insistiendo sobre el hecho de que el mismo razonamiento y el
mismo método valen para cualquier otro sistema. Acabo de hacer alusión a los expectativas y a las decepciones. Quiero desarrollar este tema. Las personas forman un “sistema social” de dos o más para realizar un
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objetivo común que será la satisfacción de ciertas necesidades ( expectativas) comunes. Teniendo esto como meta, ellos definen los medios comunes para la realización de estos objetivos. Lee los estatutos de una a.s.b.l. y verás como los objetivos y los medios están claramente especificados. Es la condición necesaria para el buen funcionamiento del conjunto. En el proceso de la formación de la pareja, “el noviazgo”. La definición de los objetivos es mucho más vaga e implícita. ¡Cada uno quiere la felicidad… y la
satisfacción de todas sus necesidades! Maslow1 propone una clasificación de expectativas en tres tipos: Las necesidades deficitarias. Las necesidades funcionales. Las necesidades existenciales actuales.
LAS NECESIDADES DEFICITARIAS La necesidad deficitaria es la percepción de algo que me falta y que el otro puede aportarme. El postulado de base es: “Tú posees aquello que yo no tengo… tengo necesidad de ti para vivir… te necesito para llenar mi vacío interior… sin ti yo no soy nada de doy el poder de ser mi fuente de vida… ¡Sé mi razón de vivir! ¡Entrégate a serlo para siempre!” Enamorarse es el ejemplo más característico: ¡Lo
eres todo para mí! ¡Renuncio a mi propio poder de vida, te paso toda la responsabilidad de mi desarrollo personal! Todas las insatisfacciones pasadas, todas las carencias profundas, todas las necesidades existenciales no colmadas, heredadas desde la infancia, toda esa inmensa expectativa va finalmente, un día, a encontrar el alma gemela y entonces habrá chispas: flechazo.
_______________ 1.- Maslow, A.H.: Towar a Psychology of being
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Este primer tipo de expectativas es el punto de partida de muchas parejas. Después de algunos años, la ilusión se derrumba y ambos descubren el engaño subyacente de u contrato tal. Mi cónyuge se revela incapaz de llenar mi vacío existencial, a pesar de sus promesas y su determinación de hacerlo todo para hacerme feliz: le hago responsable de mi desgracia actual. Mi decepción se convierte en rencor y es el principio de la crisis de la pareja: las escenas, las depresiones, las infidelidades, la separación, el divorcio y… ¡Ofreceré mi paquete de expectativas a una nueva alma gemela!
Este esquema de pareja está alimentado por nuestra cultura y por la intoxicación de las novelas: desde Romeo y Julieta, pasando por El Príncipe Azul, hasta los folletines, las fotonovelas, las canciones de amor… todo me lleva a creer que existe
el alma gemela, esa persona que no es como las otras, quien finalmente me amará y colmará todas mis necesidades. ¡Y eso funciona! Encuentro esa alma gemela. Nos ponemos de acuerdo para intercambiar nuestras expectativas y es la felicidad que emborracha… por algún tiempo, el tiempo que tarda en disiparse la ilusión y en el
que la realidad me confronta conmigo mismo. Pero yo rehusó esta confrontación demasiado dura y declaro: “Tú no eres la que necesito” Y vuelvo a comenzar mi
búsqueda sin fin. Porque yo soy el único capaz de colmar mi propio vacío, nadie puede hacerlo por mí, ¡ni siquiera el psicoterapeuta! 75
Observemos que en otras culturas rechazan totalmente este esquema. En extremo Oriente, por ejemplo, el amor no tiene nada que ver con el matrimonio, los miembros de una pareja hacen un contrato del tipo segundo, es decir.
LAS NECESIDADES FUNCIONALES
Las necesidades funcionales responden a la búsqueda de una mayor eficacia del sistema en el propio interés de los miembros de la pareja y del conjunto. Por ejemplo: La necesidad de seguridad material, económica y social. La necesidad de una anfitriona, de un ama de casa, de una madre para mis
hijos, de un amante para mi sexualidad. La necesidad de un padre para mis hijos, de un trabajador que traiga la
comida a casa, de un protector, de un amante para mi sexualidad. 76
LAS NECESIDADES EXISTENCIALES ACTUALES Yo necesito de alguien que me invite, que me anime, que me estimule a hacerme cargo de mí y a realizar mi potencial interior. Tú sabes cómo divertirte, empezar cosas, desenvolverte. Tú sabes cómo dar ternura. Tú me energetizas, me estimulas. Tengo ganas de aprender en tu escuela, de desarrollarme en esos dominios desconocidos para mí. Yo sé ser serio, dar fuerza, expresar mi cólera. Si tú quieres, yo quiero enseñarte cómo hacerlo. Al contrario del primer tipo de necesidades, conservo integra la responsabilidad sobre mí, de mi existencia. Pido a mi pareja la ayuda para aprender a crecer y a ser feliz en los dominios donde él se maneja bien. No espero que él lo haga por mí, no exijo que él hago o que él sea aquello que me es imposible hacer o ser. Las proposiciones de la Gestalt-praxis no es privilegiar un tipo de expectativas en relación a las otras dos. Los tres tipos existen en cada uno, con más o menos fuerza según el momento, la edad, y las circunstancias de la vida. La Gestalt-praxis te invita a no encerrarte en un solo tipo, a no encasillar a tu pareja en una sola gama de necesidades, a vivir un con flexibilidad el presente de la relac ión, sea cual se… incluida la relación de ayuda.
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B. El ciclo de satisfacción
de las necesidades en la Dyada La condición necesaria para que un sistema a dos funcione bien es la
sincronización de las etapas del ciclo de satisfacción de necesidades y una información reciproca de las dos partes en cuanto a su evolución en el ciclo.
El
Ella
1. Bosteza, respira
1. Se estira y bosteza también
2. “¡Estoy cansado!” 3. Se levanta del sillón
2. “¡Puf! ¡Estoy hecha polvo!”
4. Sabe a acostarse
4. Se mete en la cama
5. Duerme
5. Duerme
6. “¡Guau! ¡Qué bien he dormido!”
6. “¡Qué bien he descansado!”
7. Deja la cama
7. Se levanta
3. Cierra su libro y sube
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He aquí un ciclo a dos bien coordinados. Imagina que en el 5 él, en lugar de dormir o de relajarse. Se po ne a acariciar a su mujer y le dice: “¿Y si hiciéramos el amor?” Para él todo va bien: una nueva sensación nace, de la cual él ha tomado conciencia: se pone en marcha y pasa a la acción… Pero ella, ¿dónde está ella? Ella
iba a disfrutar del contacto con el descanso, y mira donde es invitada a pasar a la acción sin franquear las etapas precedentes. ¡Difícil!
Si informo a mi pareja de mi evolución desde principio de cada ciclo, las posibilidades de hacer el ciclo conjuntamente y de tener un buen contacto serán mayores que si yo arranco sólo e invito a mi pareja puesto ya en marcha. Más importante aún que toda la primera parte del ciclo (sensación, consciencia y energetización) es una parte interior, personal. Imagina que le aburres; tienes ganas de salir. Te preparas, te vistes y pones tu coche en marcha. En ese momento invitas a tu amiga a que te acompañe. Es muy probable que la relación del sistema a dos no será inmediatamente armoniosa. Tu 79
amiga estará, en efecto, invitada a comenzar su ciclo en la asociación sin el menor deseo, ni motivación, ni energía.
Los obstáculos a la satisfacción de necesidades de la pareja pueden existir en todos los niveles del ciclo. Tu compañera puede estar totalmente insensibilizada a ciertas sensaciones en la pareja: nunca se siente cansada o descansada, nunca triste o enfadada, nunca hambrienta ni molesta por el desorden, nunca deseosa de hacer el amor. Se trata de una desensibilización selectiva porque, en general, fuera de la pareja, percibirá su tristeza, su cansancio o su deseo sexual. Y el ciclo a dos está bloqueado desde el punto de partida. Un miembro de la pareja puede resistirse a la toma de conciencia común de todo lo que pasa en la pareja de diferentes maneras: rebatiendo las opiniones del otro: “¡Dices tonterías! ¡No sabes lo que estás hablando!” Considerándome el único consciente o inteligente de la pareja. “¡Aquí sólo yo sé lo que pasa! ¡Yo soy el 80
experto de la casa! O Guardando para mí sólo mi toma de conciencia individual: ¡No merece la pena hablarle !” Pero si yo no comparto mis informaciones y/o si yo no me pregunto lo que el otro sabe, bloqueo todo ciclo común. Pequeño ejemplo con “subtitulos”:
Mensaje verbal
Información ocultada
-
Quería hablarte
(No estoy contenta)
-
Sí, querida ¿Encuentras tu normal leer el periódico desde que vuelves a la oficina? Pues sí, me gusta estar al corriente de Las noticias
(Que coñazo!) (¡Esto me jode!)
-
(¡Necesito estar tranquilo!)
En este ejemplo, ves que ninguno de los dos da información sobre sus sentimientos o sensaciones. Impiden la toma de conciencia común de hacerlo y nada positivo surgirá de esta discusión. La resistencia a la energetización de la pareja, a encontrar el tono, es la proyección. Si tú no dices nada, si lo guardas todo para ti, imaginaré un montón de cosas, proyectaré sobre ti lo guardas todo para ti, imaginaré un montón de cosas, proyectaré sobre ti lo que sea, y así me descargaré de mi parte de responsabilidad en la puesta en marcha: tengo ganas de ir a pasearme pero, “¡mi mujer det esta hacerlo!” Entonces no hago nada y le guardo rencor. Tengo ganas de ir al cine pero, “¡a mi marido le horroriza!” Entonces me aburro en casa y ¡es por su culpa! y
¡todo está bloqueado! La resistencia a la acción está favorecida por la falta de respuestas del otro. Entonces volveré hacia mí la energía lista para la acción. Haré un solitario en lugar de jugar a las cartas contigo; me serviré una copa en lugar de tomarnos juntos el aperitivo; me masturbaré en lugar de hacer el amor contigo; leeré una novela en lugar de compartir contigo las novedades de nuestras vidas; me morderé los labios en lugar de lanzarte palabras hirientes… Y el ciclo de satisfacción de necesidades
está bloqueado. Todo esto puede ser evitado por la respuesta del compañero, respuesta en el sentido de “estoy aquí”. “No estás solo”. Y no necesariamente: “Estoy de acuerdo;
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como tú quieras”. La presencia de un interlocutor permite reducir la tendencia a la
retroflexión. La resistencia al contacto se hace por la desviación, escudo muy usado en la vida de pareja: “Ahora no… No Tengo tiempo… ¡No es tan importante…! Tengo tal jaqueca… Hablemos de otra cosa”. A pesar de la energía y la puesta en acción de la
pareja, desvío del contacto. Provoco un “cortocircuito” y el ciclo está bloqueado en el nivel de pareja, incluso si uno de los dos está satisfecho. En la pareja, el freno a la realización es la desvalorización: “¡Esto no merece la pena!” Cuando más numerosos son los años de vida en común, más grande es el
riesgo de desvalorización: no merece la pena decirse palabras de amor, arreglarse bien, celebrar los aniversarios, adornar una mesa bonita sólo para nosotros, hacerse todavía regalos, decirse “buenos días” y “buenas noches”… El peligro de
insatisfacción del sistema a dos es muy importante en este nivel. La resistencia a la retirada es la confluencia en la pareja. Confluencia que engendra una vida aburrida a insípida porque impide el cambio. “¡Siempre de acuerdo! ¡Es como tú quieras… por supuesto querido, me quedo contigo! ¡Haremos
todo siempre juntos!” Cierto grado de confluencia es necesario para una vida armoniosa donde no se cuestione todo cada mañana, donde ciertos puntos han sido fijados con previo acuerdo de no volver a ello en lo cotidiano. La retirada es la frase donde tomo mis distan cias: me encuentro a “mí” diferente de “ti”, donde me doy un respiro y me tomo el tiempo de “sentirme”. La pareja
confluyente es incapaz de tomarse ese tiempo. Entonces, para sobrevivir, necesitará de alguien que movilice, de un factor exterior perturbador (a menudo un hijo, a veces los amigos) que hará sonar el timbre de alarma y estimulará la necesidad de puesta a punto. Benditos los amigos ante los cuales discutís entre vosotros, ¡Vosotros, que sois una pareja tan unida! Benditos porque ellos os salvan del ahogo y os permiten reciclaros. En la pareja puedes encontrar todas las combinaciones posibles de resistencias que se encadenan y terminan por bloquear totalmente la relación a dos. Se puede incluso llegar a la paradoja siguiente: las dos partes, separadamente, funcionan 82
mejor, se expanden, redescubren la alegría de vivir, pero su sistema a dos queda dolorosamente bloqueado. La consigna para el desbloqueo es siempre volver al punto de partida del ciclo, a la sensación, y avanzar a dos, etapa por etapa, escalón por escalón, compartiendo toda la información a cada nivel. Los misterios, ocultamientos, mentiras e hipocresías forman un obstáculo irremontable a todo el ciclo de satisfacción de necesidades en la pareja. Por muy clara y juiciosa que sea la idea que tengas de lo que ocurre en tu pareja. Por mucha energía hercúlea que tengas, si no dices nada, nada cambiara. En un sistema a dos, el ciclo se hace a dos o no se hace.
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C. Las resistencias
Funciones de regularización Acabo de exponer el desarrollo del ciclo de satisfacción de necesidades en el sistema a dos. He hablado del lugar que ocupa las resistencias como freno a la satisfacción de las necesidades en el sistema, como instrumento de bloqueo del ciclo. No es más que una faceta de las resistencias. No he abordado más que el lado “negativo”. La Gestalt hace hincapié en el aspecto creativo y eficaz de las
resistencias: son parte integrante de la vida de cada organismo. Así como las resistencias eléctricas que aminoran el paso de la corriente despiden calor, de la misma manera que el freno disminuye la marcha del coche y nos permite tomar una curva sin derrapar, las resistencias son una función especial que permite al sistema vivir, mantenerse y adaptarse a las situaciones nuevas. De hecho el freno del coche no siempre es “freno”. Incluso la mayor parte del tiempo no se usa, lo que quiere decir permiso para ir adelante, libertad de circular. Por otra parte, frenar no es “calar”, bloquearse en el momento. Existe toda una
serie de grados: la posición libre sin freno, la posición de frenado ligero a base de pequeños toques, frenado más sostenido, frenado seco y, finalmente, bloqueo de las ruedas. Cuando se emplea la palabra freno se hace alusión solamente a un aspecto de la función del freno, sería más exacto hablar de regulador de frenado. Igualmente en Gestalt, las resistencias son percibidas como reguladores de las diferentes funciones del sistema. Gordon Wheeler, del Instituto de Gestalt de
Boston, me ayudó a ser consciente de este aspecto flexible y modulado de las resistencias, de su utilidad para el buen funcionamiento de todo organismo, individuo, pareja, familia, grupo o sociedad. Esta manera de abordar las resistencias se aleja radicalmente del punto de vista freudinano, donde éstas son consideradas como obstáculos a superar, muros a abatir para obtener la liberación del hombre. Abordare las siete resistencias insistiendo de nuevo sobre su función reguladora.
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1. Regulación de la sensibilidad Desensibilización – Hipersensibilización.
En el sistema diádico, regularé mi sensibilidad hacia mi compañera según mis motivaciones profundas. Si me siento tierno y deseoso de llevarme bien con ella, me desensibilizare a ciertas cosas: sus manías, sus pequeños defectos, la música que ella le gusta y que a mí no me gusta nada. Me desensibilizo sin esfuerzo y dejo e percibir lo desagradable de todo eso. Por el contrario, si yo estoy harto, si estoy contrariado y busca la ocasión de soltar mi agresividad, entonces abro todo lo posible mi sensibilidad y estoy al acecho de todas las señales que podrían desencadenar mis reproches. Otro ejemplo de regularización de la sensibilidad: si conduzco mi coche por una autopista y mi mujer me acaricia la cabeza, moderaré mi sensibilidad para evitar vivir un placer demasiado grande incompatible con la conducción del automóvil. Si conduzco mal tiempo por una carretera helada sin siquiera sentiré la caricia de su mano: desensibilización máxima. Pero si estamos a punto de hacer el amor, abriré a tope mi sensibilidad y sus dedos sobre mi cabeza tendrían un efecto prodigioso.
2. Regularización de entradas Introyeción – Destrucción, análisis. Cuando mi mujer me dice “te quiero” hay ocasiones donde yo introyecto a fondo, donde me creo todo lo que me dice, “¡Qué bien! ¡Dímelo otra vez! Otras
veces me niego a creérmelo: “¿Qué es lo que quieres decir exactamente? Amar, ¿qué es eso para ti? ¿Cómo me quieres? Toda la gama es posible entre la empatía y el rechazo, entre la receptividad y la desintegración. A cada necesidad del momento, a cada motivación corresponde un grado juicioso de regulación de entradas.
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3. Regulación de salidas Proyección – Restauración, síntesis.
El proceso de proyección, expulso al exterior una parte de mí que no reconozco como mía: es la “salida” máxima. La salida mínima es la inte gración de esta parte
de mi personalidad, es hacer una síntesis, reconstruirme. Cuando acaricio a mi compañera con ternura y amor y ella no reacciona, cuando la cubro de besos ardientes y ella continúa fría, puedo abrir a fondo mis “salidas”, tratarla de m ujer
frígida, insensible a mis caricias. Puedo decirle que ya no me quiere, que prefiere a otro, etc. Una salida más regulada sería hacer preguntas para verificarlo: “¿No te gusta? ¿Te aburro?”
La salida mínima seria integrar mi proyección, reestructurándome, aceptando, por ejemplo, que soy yo quien prefiere a otra y que mis caricias no son tan amorosas como pretendía.
4. Regulación de la intensidad de la relación Retroflexión – Extroversión. Cerrado – entreabierto – abierto
En la vida de la pareja puedo estar completamente abierto, transparente para el otro, hacer y pedir al otro espontáneamente y sin control, por el contrario, puedo reflexionar en mi rincón, tratar de salir solo, de encontrar la solución y actuar por mí mismo. Puedo rehusar compartir mis problemas, guardar en el fondo de mis dudas y de mis preguntas. Todo es posible. Lo importante es que haya regulación, que el grado de apertura y de cierre esté relacionado con la situación y la motivación. Lo más grave es una regulación rígida, fijada para siempre.
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6. Regulación del nivel de energía Desvalorización – Sobrevaloración Diletantismo – Dramatización Bajada de la excitación – Subida de la energía
Toda la gama entre desvalorización y la sobrevaloración se utiliza para regular el nivel de energía y de excitación en la vida de una pareja. Puede estar muy bien organizar una fiesta con bagatelas, extasiarse ante una sonrisa o una pequeña atención. A veces puede estar muy bien también no exagerar, disminuir la excitación, no hacer un mundo de nada. Esta capacidad de regularización es tan indispensable como las otras para la economía general de una pareja.
7. Regulación de espíritu dyádico Confluencia – Aserción Afirmación de la pareja – Afirmación del yo. Nosotros – Yo.
Esta última regulación es sin duda la más difícil de utilizar de manera flexible en una dyada (como en todos los grupos) porque los miembros de una dyada (como en todos los grupos) porque los miembros de una dyada tienen tendencia a confundir el espíritu de pareja con la confluencia, estar juntos, estar de acuerdo todo el tiempo: si no se está de acuerdo, ¡no es una verdadera pareja! Pero no hay acuerdo posible sin la afirmación del sí, sin la afirmación de su diferencia, de su particularidad. Por tanto, sólo se puede estar juntos por un tiempo, hasta el momento en el que la necesidad de una nueva definición de cada uno se hace sentir. Puesto que somos siempre seres en evolución y en constante cambio, las puestas a punto y confrontación son necesarias periódicamente. Es una ilusión creer que es posible obtener acuerdo de una vez por todas, firmar contratos para siempre. En ciertos momentos, es la pareja, el nosotros, la dyada, quien tiene la prioridad, en otros, es mi individualidad, mi punto de vista. La vida y la supervivencia de la pareja están íntimamente ligadas a la alternancia de estas dos polaridades. Dar su opinión y defenderla no es sabotear la dyada. Es, por el contrario, vivificarla y darle 87
una nueva base. Renunciar a su opinión, dejar de lado su punto de vista, es también vivificar la dyada. Te presento la “oración de la Gestalt” que es como la dirección indicada por
Fritz Perls1. Sigo mi camino, sigues el tuyo No estoy en este mundo para responder a tus expectativas, Tú no estás en este mundo para responder a las mías. Tú eres tú y yo soy yo. Y si por fortuna nos encontramos, será maravilloso. Si no, nada podemos hacer. He aquí la versión de Ed Elkin que expresa la polaridad confluencia 2. Sigo tu camino, sigues el mío Estoy en este mundo para responder a tus expectativas Tú estas en este mundo para responder a mis expectativas Porque tú eres yo y yo soy tú. Y si por fortuna nos encontramos, será maravilloso. Si no, sigue siendo maravilloso.
_______________ 1.- Sueños y existencia en Gestalt Terapia (Revés et existence en Gestalt thérapie). F. Perls, Ed. Epi. París, 1972, página 9. 2.- Ed Elkin en su sesión de Multiversité. Bruselas. Abril, 1979.
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D.Las polaridades en el sistema a dos En un capitulo precedente ha hablado de las polaridades a nivel de individuo, en el interior de la persona: son las facetas diametralmente opuestas de una misma personalidad, facetas que pueden parecer contradictorias pero que están tan íntimamente vinculadas que son la cara y cruz de una moneda. He mostrado como el individuo llega a dar más importancia a algunas de sus polaridades y a inhibir su opuesta, con el desequilibrio que esto implica para la personalidad. En una pareja, los dos se repartirán casi automáticamente las polaridades de la misma manera que se reparten los papeles en la vida corriente. Esta repartición se produce desde el principio, desde la elección del cónyuge. Se acentuará seguidamente y se fijará a lo largo de los años de la vida en común. El hombre serio elegirá una compañera algo alocada. El hombre rudo elegirá una compañera dulce. El hombre autoritario elegirá una compañera sumisa. El resultado inmediato es que forman un sistema en común equilibrado y estable, una pareja armoniosa que funciona bien sobre el principio de la complementariedad. Todo parece perfecto: es una buena pareja. Al cabo de un tiempo, los inconvenientes aparecen: al principio, cada uno de los miembros de la pareja sólo puede alcanzar su plenitud a medias. No pueden desarrollar más que una de las caras de sus polaridades, la otra cara estará “reservada” al compañero. No lo pueden hacer, en efecto, sin temor a poner en
peligro el equilibrio de la pareja. Si el hombre serio comenzara a convertirse en un alocado como su mujer, ¡sería peligroso! ¿Quién llevaría el timón del barco conyugal? Debe pues absolutamente dominarse a sí mismo y no puede a ningún precio abandonarse (salvo si, temporalmente, ay no forma pareja). El segundo inconveniente parte del hecho de que cada uno cataloga sus polaridades moralmente en buenas y malas. El hombre serio y tranquilo valora mucho el autocontrol y desconfía de la parte de su lado expansivo y espontáneo, de 89
que tiene miedo, y acepta mal la idea de que podría dejarse llevar. Hará inevitablemente a su pareja el reproche de no ser capaz de controlarse mientras que, al principio, ¡la había elegido justamente por este aspecto! El hombre autoritario reprochará a su esposa el ser siempre sumisa y de no decidir nunca por ella misma. La esposa sumisa rápidamente reprochará a su marido el ser un déspota, un tirano…
El tercer inconveniente resulta el principio de que “cuando más desarrollo una polaridad, más se desarrolla también la polaridad opuesta”. Y es así como se desencadena el círculo vicioso de la pareja. Retomemos el ejemplo de nuestra pareja en la que el marido sería serio, tranquilo, “adulto” y la esposa alocada, emotiva e “infantil”. Para mantener el timón derecho nuestro hombre en todo momento conservará la calma. No hará nada para poner nerviosa a su esposa que comienza a inquietarse. Ante este espectáculo, el marido redoblará el esfuerzo para mantener su calma y como por encantamiento, la inquietud de su esposa se duplica. “¡No
comprender como
puedes estar tan tranquilo… no tienes corazón!”. “¡Eres más duro que una piedra!”. “¡Vamos, no te sirve de nada ponerte nerviosa! ¡Eres ridícula! ¡Haz como yo! ¡Esfuérzate por mantener la calma!”.
Y ces así como una pareja, que se complementaba tan bien al principio, se transforma en un infierno donde cada uno se pregunta a sí mismo qué demonios está haciendo con el otro y porqué ¡Santo Dios! Le ha elegido. He aquí una muestra de polaridades que se encuentran clásicamente en una pareja. Te sugiere anotar aquellas que mejor convengan a la relación con tu compañero. Tímido
Espabilado
Vacilante
Atrevido
Dulce
Brusco
Conciliante
Intransigente
Indeciso
Decidido 90
Lleno de energía
Depresivo
Expresa emociones
Controla emociones
Es exigente
No pide nunca nada
Hace preguntas
Conoce todas las respuestas
Trabaja
No hace nada
Limpia
Ensucia
Ordena
Desordena
Se preocupa
Le importa un bledo
Hace reproches
Traga lo que le echen
Expresa su tristeza
Consuela
Expresa su dependencia
Proclama su independencia
Habla de divorcio
Retiene al otro por todos los medios
Tiene un gran apetito sexual
Es impotente o frígido
Se plantea su vida
Rehúsa el cambio
Hace una psicoterapia
Rehúsa la aventura, etc…
¿Qué hacer para salir de este callejón sin salida? La única solución es la de aceptar y desarrollar en ti todas tus polaridades y dejar de transferir a tu compañera ciertas polaridades que tu juzgas negativas. Dicho de otro modo, ¡aprende a ser también aquello que reprochas ser a tu compañero! y en el fondo, es fácil: ¡tienes un excelente profesor a tu disposición!... Si tienes gran dominio de ti mismo, ¡ve a la escuela de tu compañero a seguir cursos de espontaneidad y de despreocupación!, si eres muy conciliador, tiene una magnifica profesor de peleas a tu lado… Al principio, durante las primeras “lecciones y ejercicios prácticos” , estarás
desorientado, deberás forzarte y no te reconocerás. Tu compañero tampoco te 91
reconocerá; existe el riesgo de que incluso no acepte inmediatamente este cambio. Y sin embargo, no haces más que recuperar la parte de ti que habías proyectado sobre el otro. De hecho aumentas tu unidad interior y tu integración personal. Al principio lo que asusta es el temor de ¡si yo hago igual que el otro, menuda la que se va a armar! En efecto, se armará una buena si el que tiene por costumbre callarse se pone a gritar como el otro… pero, tranquilízate, rápidamente y de fo rma
natural el equilibrio se restablecerá y el que siempre se enloquecía comenzará a calmarse. Es como si hasta ese momento, él gritara por los dos, ¡puesto que tú te callabas por los dos! Este trámite en el que te propongo desarrollar todas tus polaridades es muy diferente de una acción de “represalias” del estilo: “¡Ah, pones mala cara, pues bien
yo también pongo mala cara!... ¡Ah, me engañas, pues bien yo te engañaré también!... A eso se le llama manipulación: tú haces cualquier cosa para que el otro se dé cuenta del mal que hace pero, incluso si a veces da resultado, es necesario decir que, en general, es muy peligroso”.
El paso que te propongo a dar sería: Por lo general no expresaba tal polaridad en mí y esperaba que fueras tú quien lo hicieras. Tengo ganas de permitirme vivir este aspecto de mí, si la ocasión se presenta y cuando se presente. Tengo también ganas de aceptar esta parte en ti que yo consideraba como un defecto. Así podré aceptarme plenamente y aceptarte plenamente también. Nota: esta medida no conviene para actitudes y comportamientos que están afuera de las polaridades de una persona humana como el alcoholismo grave, el uso de drogas duras, la violencia sobre los niños. Me doy cuenta que estoy haciendo un juicio de valor, y lo hago.
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4. Las necesidades fundamentales
Al estudiar el ciclo de satisfacción de necesidades, he intentado explicar como una sensación puede revelar la naturaleza de una necesidad actual y como el organismo se mueve para satisfacerla. He mostrado el proceso de satisfacción de necesidades o de las resistencias a la satisfacción. Quisiera ahora decir algunas palabras sobre la naturaleza de estas necesidades. Hay en primer lugar necesidades inmediatamente vitales en el plano fisiológico: la necesidad de oxígeno, la necesidad de beber y comer, la necesidad de vitaminas, la necesidad del sueño… La no satisfacción total de estas necesidades entraña la
muerte del organismo en poco tiempo. Sobre el plano psicológico, encontramos tres necesidades vitales que condicionarán la vida de la persona y no la satisfacción total puede entrañar la muerte: la necesidad de amor, la necesidad de seguridad, y la necesidad de libertad.
A. La necesidad del amor La necesidad del amor es la necesidad vital de establecer una relación con otro ser, de dar y de recibir la ternura, prueba tangible de la relación, la necesidad de sentir el placer de la existencia del otro, de sentir el placer de existir para el otro. Para el niño pequeño, es en primer lugar el contacto físico, las caricias, el tacto directo sobre la piel. Los momentos que procuran más placer al bebe son el baño y el mamar. Más tarde, lo será más el contacto auditivo con las palabras de la madre sus cuentos, sus “nanas” o los sonidos sordos de su corazón.
La falta de amor se traduce por una sensación que llamamos tristeza, dolor, nostalgia, pena, melancolía… “No me siento bien, tengo frío, me siento sólo, tengo
la impresión de no existir para nadie, no recibo mi dosis de caricias y de ternura,
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lloro, sollozo, gimo…” Todo esto significa que necesito que alguien me consuele,
acaricie y mime. Es de esto de lo que tengo fundamentalmente necesidad. Pero me tragaré las lágrimas para no sollozar, me frotaré los ojos para no llorar, retendré mi respiración para cortar la emoción, subiré a mi habitación para esconderme, iré al cine para distraerme, beberé un vaso de alcohol o tomaré un calmante. Puedo incluso enfadarme o más aún ir a consolar a alguien, ofrecerle caricias y amor, mientras que soy yo quien lo necesita: haré lo que sea para no vivir mi tristeza. Ahora bien, cuanto más expreso y vivo mi tristeza, más consciente soy, tendré más energía y valor para satisfacer mi necesidad de amor, de ir acurrucarme en los brazos de alguien, percibir la caricia de su mano sobre mi cabeza, escuchar su voz y sentir su calor humano. Y no deja de ser bastante relevante que con los masajes “californianos” o “eufóricos”, la emoción que emerge siempre es la tristeza. El hecho de recibir
caricias me permite sentir cuanta falta me hacía, y esta necesidad revelada se expresa por la tristeza.
B. La necesidad de seguridad La necesidad de seguridad es en principio la necesidad de una presencia fuerte al lado mío, de una mano sólida con la que puedo contar, la certeza de que no se me abandonara. Para el niño pequeño, es también el contacto físico el que transmite esta seguridad. Pero en vez de las dulces caricias, es el contacto seguro, de estar sostenido firmemente en los brazos, son los pequeños golpes en la espalda e incluso engancharse a los dedos en sus padres. Más tarde, la necesidad de seguridad se convierte en la necesidad de tener asido el mundo, de comprender el mundo, de comprenderse a sí mismo. Es también la necesidad de dominar el porvenir a través de la inteligencia: la necesidad de asegurarse, de crear reglas y leyes, contratos y acuerdos. La falta de seguridad se traduce por una sensación llamada miedo, angustia, pánico, inquietud, nerviosismo, ansiedad: “no estoy bien, mi corazón late deprisa, respiro 94
entrecortadamente, tengo los ojos desorbitados, tiemblo, estoy pálido, tengo la boca seca, estoy inquieto, estoy al acecho, estoy nervioso, en peligro, tengo un nudo en el estómago y en el intestino, mi vejiga se contrae. Tengo ganas de hacer pis y de vomitar. Tengo ganas de gritar mi desesperación con un grito de terror. Siento mi cabeza vacía y tengo vértigo…” A un nivel menos intenso o más controlado, siento
vergüenza, me siento mal, dubitativo, esbozó una sonrisa e incluso estallo en una loca risa nerviosa. Todo esto me indica mi necesidad de estar seguro, de ser tomado fuertemente en los brazos, poderme agarrar sólidamente a una mano. ¡Necesito comprender lo que pasa, que me expliquen lo que ocurre…!
Para evitar el contacto con el miedo, la desensibilización es el método más empleado: me entreno para no sentir el miedo y llego a decir que no tengo miedo. Y para soltar de vez en cuando un poco del miedo acumulado dentro de mí, iré a ver una película de terror, de suspenso, leeré una novela policiaca, asistiré a una carrera de coche. Así podré vivir mi miedo, temblar y tener sudores fríos por “ellos”, sin tener conciencia de que es mi propio miedo el que se expresa. Puedo
también ir a toda pastilla con una moto a 180 por hora, jugar a la lotería, a la ruleta o a la bolsa. En todas estas actividades me siento vivir, disfruto el lado palpitante y excitante de la vida, desafío la muerte, y, cada vez suelto la válvula de escape de mi miedo. Puedo también ahogar mi angustia en el alcohol, los calmantes o las drogas. ¿Qué puedo hacer con mi miedo, con mi angustia? Permitirle expresarse: dejar que el cuerpo tiemble, dejar salir el grito del miedo y después una vez se haya descargado la emoción, hallar después, en mi o en los demás la seguridad que necesito.
C. La necesidad de libertad La tercera necesidad fundamenta es la necesidad de libertad. En un primer nivel, la del bebe o el niño, es ante todo la necesidad de moverse, menearse sin trabas: la necesidad de tener el propio espacio, del aire. Más tarde es la necesidad fundamental de poder elegir y de actuar según el propio gusto. 95
La falta de libertad se traduce por un sentimiento de cólera, de rebelión: no me siento bien, me siento encarcelado, aplastado, atado, ligado. Enrojezco, aprieto las mandíbulas, la respiración es profunda, la nariz dilatada, mis puños se cierran, siento toda mi fuerza en mí, lista para estallar, tengo ganas de ponerlo todo patas arriba, de romperlo todo, de hacer saltar mi prisión. Mi voz es fuerte y rugiente; los juramentos, insultos y palabrotas de todo tipo sirven para expresar mi cólera. Para evitar mi cólera puedo desensibilizarme. Puedo también tragármela o volverla contra mí y destruirme con mi propia furia. Puedo también exteriorizarla yendo a ver un combate de boxeo o alistándome en la legión. Aquí también merece más la pena de vivir directamente la propia cólera, golpear la mesa, blasfemar, ofrecerme una buena escena y montar una bronca épica. Cuando el manojo de emociones está descargado, encuentro la fuerza y la energía para cambiar la situación, para sentirme más libre en la vida. Por otro lado, ¡expresar tú cólera es ya modificar la situación! Si tengo amor, seguridad y libertad, tengo las condiciones básicas para alcanzar la plenitud como ser humano, para gozar plenamente de mí y de mi vida. La tristeza se convertirá entonces en la señal de mi tablero de mando que me advierte de mi necesidad actual de amor: el miedo, de mi necesidad de seguridad; la cólera de mi necesidad de libertad; igual que la sed, de mi necesidad de beber; el cansancio, de mi necesidad de descanso, etc…
Desafortunadamente, algunas personas han “adulterado” su tablero de mando emocional y sea cual sea la sensación fundamental, siempre es el mismo, sentimiento el que se expresa, por ejemplo, la tristeza, incluso aunque carezcan de seguridad o de libertad. Es lo que explica que algunas personas puedan llorar durante todo el día sin llegar a estar nunca totalmente apaciguadas, ni sin cosechar la toma de conciencia ni la energía contenidas en la sensación verdadera. Lo primero que hay que hacer es volver a encontrar el sentimiento fundamental y darle toda la amplitud existencial de modo que desbloqueen la energía, la cual dará la fuerza para satisfacer la necesidad fundamental.
* *
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¿Y EL SEXO? No lo he clasificado entre las necesidades fundamentales y puede que te preguntes por qué. No niego en absoluto la importancia de la sensación ni de la consciencia de la necesidad de actividad sexual. Sin embargo, si se puede morir de hambre, de sed, de falta de oxígeno; si se puede morir de pena, de miedo o de falta de libertad, no creo que la no satisfacción de la necesidad sexual entrañe la muerte del individuo. Por supuesto, es una necesidad fundamental a nivel de la especie, de la raza, de la sociedad, que corre el riesgo de perecer sin actividad sexual, pero no a nivel individual y personal. Estoy persuadido que toda la importancia dada al sexo en la psicología y en nuestra sociedad es más la expresión de una rebelión contra un tabú intolerable que la expresión de una necesidad existencial. Por otra parte, el sexo puede ser utilizado para dejar salir los sentimientos profundos de tristeza. En vez de descargar mi miedo y mi tristeza, puedo hacer el amor: en efecto, si recibo mi dosis de caricias y de contacto firme, me siento apaciguado. Pero al principio, la energía que utilizo no es una energía sexual; es la energía de mis emociones no expresadas de tristeza, miedo o cólera. El miedo es, por otra parte, un “buen” estimulante sexual: piensa en tus propias reacciones
cuando hay tormenta o en los efectos del famoso apagón de electricidad en Nueva York: nueve meses después…
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5. Las necesidades o los ciclos acabados
Imagina por un momento que estás leyendo una novela fascinante. Estás embobado por el argumento y no te queda más que algunas páginas para vivir el desenlace del asunto en ese momento te das cuenta de que las tres últimas páginas faltan, tu sentimiento de insatisfacción será enorme. Te sentirás verdaderamente frustrado, privado de algo. De hecho no has podido acabar tu ciclo, terminar la situación, cerrar las gestalt. Situaciones inacabadas nos la encontramos todos los días y afortunadamente, podemos asumirlas. Tenemos a nuestra disposición un abanico de resistencias pensativas y creadoras que podemos utilizar para salir flamantes de este impase. Evidentemente, el ejemplo de la novela amputada en sus tres últimas páginas no es dramático. En nuestra vida – y sobre todo en nuestra infancia – hemos conocido situaciones repetitivas muchas más frustrantes que no hemos podido acabar nunca, porque éramos niños, es decir pequeños e importantes: Mis padres no me tomaban en serio y debía callarme; ¡Mi madre mimaba más a mi hermano mayor y yo no decía nada! ¡Mis padres discutían a menudo y no me atrevía hacer nada! En 1940, las bombas caían muy cerca y no se podía hacer nada. Mi padre nos abandonó cuando yo tenía un mes… Y nunca he sabido
verdaderamente por qué. Todas estas situaciones donde me quedé impotente, incapaz de reaccionar, de expresar mi emoción y mi dolor, permanecerán en mi como una herida que no se cicatriza. Pararé por tanto mi vida tratando de cerrar esta herida. “cuando era pequeño nadie me escuchaba, no me tomaban enserio… Ahora,
como revancha, elegiré un oficio donde hablaré con seriedad: seré maestro, abogado, periodista, político… Elegiré también una esposa que me escuchará y me
tomará en serio. Desafortunadamente, los alumnos son indisciplinados y no escuchan; los magistrado no prestan atención a lo que yo defiendo; los lectores del periódico son idiotas no se interesan más que por la sección de sucesos; los 98
electores son poco conscientes y versátiles; mi esposa se cansa de escucharme hablar continuamente ¡Y ya no me escucha! Y yo vuelvo a encontrarme confrontado a mi frustración inicial. Es el circulo vicioso; daré vueltas y más vueltas hasta que no arregle la situación inacabada srcinal”. Para salir de ello, debo volver al punto de partida, decir a mis padres: “escucharme, ¡tengo cosas importantes que decir!” Lo que yo os quiero decir es importante y, más concretamente, ¡soy importante! “¡Vale la pena que me escuchéis!”. Poder expresar toda mi cólera o mi tristeza por no ser escuchado, toda
mi rabia por no ser tomado en serio. Entonces, tas la descarga emocional, puedo tomar una nueva decisión, válida para hoy, dadas las circunstancias actuales y renunciar al comportamiento estereotipado proveniente de la situación inacabada. Otra manera que se puede también emplear para “poder aguantar” es la de negar la situación inacabada. “¡fue demasiado terrible!, no quiere pensar más en ello: me
niego a hablarlo, incluso no lo recuerdo”, No se trata de una herida que supura como en el primer caso: es un absceso profundo, guardado en el fondo de mi memoria y, sobre todo, no hay que despertarlo. Pero sigue ahí y envenena la existencia. La persona que ha tenido mucho miedo, por ejemplo, y que no lo ha podido expresar en ese mismo momento, va a llevar consigo su angustia, un miedo difuso por todo o por algo concreto. Se dirá incluso de ella que tiene un temperamento ansioso. En realidad ella guarda dentro de si un viejo fardo de miedo inexpresado. Para poder liberar de todas estas situaciones inacabadas, es necesario a menudo liquidar el conflicto srcinal, de forma directa o indirecta. Directa seria tener una explicación franca y adulta con la persona que la causa: el padre, la madre, el hermano mayor… No es siempre posible y además no siempre es deseable.
Indirecta, sería entonces la utilización simbólica de un substituto; puede “quitármelo todo de encima” delante de alguien que acepta ser mi padre o mi
madre por un tiempo; puede expresar mi pena delante de la foto de la persona; puedo hacerlo igualmente delante de una silla vacía o de un cojín, imaginando que ella está ahí y finalmente decir y hacer todo aquello que siempre me he prohibido.
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Es la única manera de acabar la situación, liquidar el antiguo conflicto y de poder finalmente volver la página. El caso del duelo es el ejemplo mismo de la situación inacabada. La persona importante se ha ido, ha abandonado mi entorno antes de que yo haya podido arreglar todos mis asuntos con ella. Un montón de cosas quedas en suspense, me impiden ir hacia adelante. La finalización de una situación antigua exige revisar, simbólicamente, las escenas frustrantes en el presente. Esto quiere decir, por supuesto, hablar con el presente del indicativo, pero sobre todo dejar vibrar la emoción en el cuerpo, dejar salir la rabia, la tristeza o el miedo ahora. ¡El cuerpo y el corazón deben también hablar en el presente!. Es la condición indispensable.
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6. La Depresión En nuestra sociedad basada sobre la acción, la posesión, el poder y el consumo, nos encontramos cada vez más con personas desanimadas, desengañadas, infelices, deprimidas. Hay tantas cosas alrededor de nosotros que podemos preguntarnos si no se tratara del estado normal del hombre del siglo XX. Para nuestros contemporáneos, la carrera hacia la felicidad se convierte en un consumo desenfrenado de productos que “hacen feliz” coche, viajes, sexo, cine, casa, dinero, poder, gloria, alcohol, calmantes, drogas… ¡Y la felicidad no se encuentr a al final
de todo ésto!. Cuando la decepción es fuerte, el desánimo intenso y la esperanza se desvanece, es la depresión. La depresión se caracteriza por un profundo estado de agotamiento físico y moral, un abatimiento general que ni siquiera el descanso consigue compensar. A menudo la persona, incluso está más cansada por la mañana que por la noche. Este abatimiento corresponde a un descenso de todas las funciones vitales: respiración, apetito, movimiento, sexualidad, concentración, memoria, sueño, capacidad de expresar emociones. El tono general y el nivel de energía están en el más bajo, así como la presión arterial. Para comprender aquello que ha podido pasar en el caso de una persona deprimida, es interesante comparar su estado con el de la persona que está de luto, confrontando a una gran pena. La pérdida de un ser querido, de una fuente de amor provoca un estado que tiene muchos puntos comunes con la depresión: pérdida de apetito, desinterés general, abatimiento. Se trata de una reacción normal del duelo, a una situación de privación. Pero en este caso, los sentimientos son expresados: la cólera, la tristeza, las lágrimas, los gritos son significativos del dolor y de la desesperación profunda de la persona. Y la expresión de estas emociones suministra la energía necesaria para obtener una nueva satisfacción, aunque el principio sólo sea el afecto y el consuelo de los próximos a nosotros. La reacción del niño a la pérdida de su madre puede también esclarecernos los mecanismos de la depresión. El niño pequeño privado de su madre reacciona ante esta gran frustración sobre todo a través de su cólera: grita, llama y llora. Después 101
se cansa físicamente y se duerme por el agotamiento. A continuación empieza otra vez a llamar con la rabia de la desesperación. Pero poco a poco, se cansa también psicológicamente, se resigna, se convierte en apático y puede incluso dejarse morir, a menos que otra persona tome el papel de la madre. (La misma reacción se produce en la madre que pierde a su bebe). En el caso del niño, es la ausencia de una persona que le ame lo que desencadena la presión: la ausencia de caricias, de cuidad, de contacto físico y corporal, de risa y mimos. En efecto, esta reacción se produce incluso si el niño está “bien cuidado”, alimentado, calentito, lavado y vestido por una persona
competente, como por ejemplo en un orfelinato1. Pero tú dirás que la mayor parte de la gente deprimida no ha sufrido un duelo o la pérdida de un amor antes de caer en su depresión. Es exacto. La pérdida que sufre el deprimido es de oreo orden: ha perdido la esperanza de la conquista de su felicidad, ha perdido la ilusión en su búsqueda de la alegría. Ya no cree más. Ha perdido la fe. He aquí algunos ejemplos de ilusiones que conducen a la depresión: Si soy amable, se será amable conmigo. Si trabajo bien, se me amará. Si soy perfecto, seré apreciado y amado. Cuando sea mayor haré todo lo que quiera. Cuando tenga dinero, seré feliz. Si hago trabajos estupendos, soy maravilloso. Si hago cosas interesantes, soy interesante. Si tengo una casa bonita. Si tengo una buena situación. Si tengo una mujer guapa y niños maravillosos, entonces soy alguien. Si encuentro a mi príncipe azul, seré feliz. Fundamentalmente, la ilusión podría reducirse a: si hago, si tengo, entonces soy, ¡existo! _______________ 1.- Este tema ha sido magníficamente desarrollado por Ashely Montagu en Touching: The human significanse of the skin, traducido al francés bajo el título: la peau el le toucher, edition du Scuil, 1979. Publicado en español por Ediitorial Ka irós, con el título: Toqueme por favor” 102
Y de ahí lógicamente la carrera al trabajo, a la acción, al poder, a la posesión, para tener esa sensación de ser, ¡de existir! Esta carrera agotadora puede durar 25, 30 o 35 años y a veces toda una vida profesional, antes de que sea confrontado dolorosamente a la desilusión. ¡Porque esto no es verdad! ¡es una farsa, un timo!, ¡Jamás el tener, la fuerza y la acción pueden colmar la vida del ser, la sensación de no existir! Buda, Lao-Tse, Jesucristo, los padres de la iglesia, Hegel, Marx, todos los grandes profetas de nuestra humanidad lo proclaman. Por el contrario, lo inverso es verdad: es en principio porque existió que yo puedo realizarme, expresarme, exteriorizarme, actuar, hacer, disfrutar la alegría de vivir, amar. - ¿De dónde puede provenir esta certeza de existir real y verdaderamente? No proviene, contrariamente a lo que Descartes proclamó, de la consciencia que se tiene del propio intelecto y del pensamiento. Por el contrario, procede de la percepción y de la toma de conciencia de tu cuerpo real y material. Si sueñas o si te encuentras en una situación increíble, donde te preguntas sí es verdad, tu no dices “¡pienso, luego existo!”. No, te pellizcas, te frotas los ojos, sacudes tu cabeza para
procurarte esta sensación de realidad de existir ni para él ni para los otros. Imagina que le dices: “¡Tú piensas, luego existes!”. “¡Tú actúas, luego eres!”. ¿Cuál será el
impacto de estas palabras? ¡ninguno!, la certeza de existir nos es suministrada en primer lugar por la evidencia de la existencia del cuerpo. El deprimido ya no es capaz (si es que alguna vez lo ha sido) de estar en buena relación con su cuerpo, ¡con este inútil y estúpido cuerpo sin alegría ni placer! ESQUEMA DEPRESIVO, según el ciclo en siete etapas 1. Sensación. No estoy bien, me siento vacío 2. Consciencia: no tengo la sensación de existir verdaderamente. Me siento inútil. Tengo que hacer algo para realizarme (volverme real) 3. Energetización: ¡Valor! ¡esto irá mejor después! 4. Acción: actúo, realizo, lucho por alcanzar mi meta (y la acción, que contiene siempre un componente físico, me gratifica, me dá esta sensación de existir, de vivir) 103
5. Contacto: realizo finalmente mi proyecto, llevo mi acción a su término 6. Realización: no hay realización posible. No estoy plenamente contento porque no tengo lo que quería realmente. No me siento en absoluto feliz, no me siento lleno, no existe más que antes, aunque ahora tenga mi coche, mi diploma, la gloria, el dinero, el poder. Me quedo insatisfecho en lo más hondo de mí. Y sin embargo, ¡tengo todo para ser feliz! 7. Retirada: ninguna retirada es posible. Si hacer, actuar y poseer es existir, rehusaré vivirá la retirada. Aceptar pararme, descansar, no hacer nada, sería aceptar no existir. Me obligo entonces a recomenzar en seguida otra tarea y ésta hasta el agotamiento total: la depresión o la muerte. Este ciclo de “satisfacción” de necesidades es un ir de un lado para otro de manera insatisfactoria a causa de un error de orientación. Tras la sensación: la
introyección de ilusiones que falsean la toma de conciencia y lanza el ciclo en base a una pista errónea: ¡Mi vacío proviene de mi inutilidad! Pese a la evidencia de sucesos repetitivos, el candidato a la depresión no se plantea los principios introyectados. No, él se culpabiliza de ser tan débil, de no tener el coraje ni la voluntad necesarias para dominarse y llegar a su meta. Entonces duplica sus decisiones, resoluciones y “dar palos” que lo llevarán al fracaso total: la depresión.
Me gusta mucho comparar la depresión con una huelga general decretada por el cuerpo contra la tiranía del espíritu adoctrinado por la cultura, y es una huelga hasta el final. Desgraciadamente, el cuerpo no dispone el cuaderno de reivindicaciones en términos que el espíritu pudiera comprender. Se expresa en un lenguaje primario, no-mental, no-verbal, no-intelectual, y el espíritu no le escucha. La mente puede incluso hacer todo lo posible por el cuerpo: por su bien le ofrece descanso, vacaciones, alimentos sanos, deportes, visitas regulares al médico. Pero no se toma el tiempo necesario para escucharlo como se escucha a un ser amado. El dolor de cabeza le molesta, el nudo en la garganta le pone nervioso, el dolor de estómago le exaspera, el cansancio físico le pone furioso. El no escucha este lenguaje, no tiene un buen contacto con su cuerpo.
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Finalmente, el cuerpo no puede más, quiere dejarlo todo, abandonar; se cae ante el gran furor mental que no admite un fracaso tal y obliga a su cuerpo a recuperarse, a tomar antidepresivos, a tomar estimulantes, a seguir cursos de yoga o a comenzar una psicoterapia. Todo esto puede ser bueno en sí, y agradable para el cuerpo, pero la manera de encararlo reforzará aún más la ruptura interior y agravará el estado depresivo.
Salir del estado depresivo requiere: Renunciar a las ilusiones que habían guiado la vida hasta ahora, es una
renuncia dolorosa; La reconciliación con el cuerpo, sólo él es capaz de dar consciencia y
saber a nuestra existencia.
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7. Conclusión
A. La psicoterapia Para mí, la Gestalt-praxis es el aprendizaje del ciclo de satisfacción de las necesidades y este aprendizaje tiene dos aspectos: uno teórico y otro práctico. El aspecto teórico (o cognoscitivo) es de hecho la única razón de ser de este pequeño libro que tienes en las manos. Considero que es muy importante conocer el propio funcionamiento, comprender aquello que le ocurre a uno, poder analizar e interpretar tus sensaciones, tus emociones, tus deseos, tener todas las informaciones necesarias para decidir libre e inteligentemente tu actuación. Es importante, pero de ninguna manera imprescindible. Así, durante millones de años, nuestros antepasados han procreado sin saber nada de la fisiología de la reproducción. ¡Su ignorancia teórica no ha sido de ninguna manera un obstáculo! Actualmente nuestros conocimientos a este respecto se han ampliado y son accesibles a la gran mayoría. “No es por esto que procreamos mejor!, pero éste nos
aporta una mayor libertad y responsabilidad, lo cual considero como un gran adelanto. Pienso que esto se puede aplicar también al campo psicológico y, para mí, el “saber” no es propiedad privada del terapeuta.
El aspecto práctico o experimental se vive a lo largo de las entrevistas bajo la forma de experiencias concretas, donde la meta es la integración de la persona y su entrenamiento para satisfacer sus propias necesidades del momento. A través de estas experiencias puntuales y limitadas, trato también de ayudar a desdramatizar las situaciones difíciles. El aspecto artificial del diálogo psicoterapéutico permite más fácilmente dar un primer paso hacia una nueva vida. Una persona nos dice que no se atreve a expresar abiertamente sus críticas a alguien: le propondré decirme a mí, ahora, lo que no le gusta de mí; le invitaré a hacer la experiencia de comunicarme dos o tres puntos negativos y a ver lo que pasa. La primera vez, lo hará a petición mía y con mucha vacilación. A continuación se arriesgará ella misma, y tras cinco o seis pruebas de este estilo, 106
podrá sentirse lo bastante fuerte para hacerlo fuera, con su familia, su medio laboral, sus amigos…
Este aspecto práctico y experimental de la psicoterapia se da de manera más nítida aún en los “grupos”. En vez de estar cara a cara con una sola persona – el
terapeuta –, el interesado se encontrará frente a ocho o doce personas. El campo de experiencias posibles es mucho más amplio. La situación de grupo está también más cercana a la realidad cotidiana que la relación individual con el psicoterapeuta. Quién está efectivamente pagado para ayudar al cliente a progresar. En un grupo, los participantes ayudan si tienen ganas pero no tienen por qué ser pacientes y comprensivos. Es una excelente situación experimental que permite un entrenamiento eficaz, con la ayuda más o menos discreta del terapeuta. Defino pues la Gestalt-praxis como el aprendizaje del ciclo de satisfacción de necesidades. La puesta en marcha es, en sí misma, un ciclo de siete etapas. La persona viene con una sensación de partida que le motiva a consultar: “Algo no marcha… ¡Estoy harto!”. La etapa siguiente se rá la
toma de conciencia, el análisis de
la situación, y después la energetización, la acción, el contacto hasta la realización y la
retirada. Este ciclo va a englobar todo el proceso terapéutico, pero también de manera más parcial, cada sesión. Dicho de otro modo, estoy persuadido que el proceso psicoterapéutico tiene un fin. Se termina cuando el objetivo de partida está realizado.
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B. ¿y el psicoterapeuta? ¿Quién es este personaje que se otorga el derecho de guiar a los otros, de aconsejarles? ¿Quién es él para permitirse hacerse pagar su tiempo de escucha? ¿Quién es él para haber elegido la profesión extraña de comprender a las personas y sus miserias? No lo sé. Puede decir solamente que ejerzo como psicoterapeuta en este mes de Octubre de 1980. Soy alguien que cree en el hombre. Cree en el hombre y su capacidad de ser, de vivir, de sufrir, y de disfrutar la vida. Cree en la capacidad de crecimiento, de desarrollarse, de hacer florecer todas sus posibilidades. Creo con la misma convicción que creo cuando veo a una mujer encinta de poco tiempo que lleva en ella un pequeño embrión feo, deforme, incapaz de vivir solo y, sé que ese pequeño trozo de carne llegará a ser un día un hombre, una mujer a la búsqueda de la felicidad por las múltiples vías de la vida. De hecho él ya lo es; contiene ya en sí todas las potencialidades, todas las capacidades que explorará y desarrollará, una a una, a lo largo de su vida. Es por eso que soy psicoterapeuta. Trato de transmitir mi convicción, mi fe en ti que vienes a verme con tu desesperación. Y no con discurso ni recetas. ¡Lo importante está más allá! Me alegra ser consciente de todo esto y de podértelo expresar hoy.
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C. Mensajes: las bienaventuranzas
Un pequeño guiño afectuoso a mi viejo amigo J.C. Bienaventurados
los que lloran, ellos serán consolados.
Bienaventurados
los que tienen hambre, por si mismo serán resarcidos
Bienaventurados
los cansados, ellos saborearán el descanso
Bienaventurados
los que tiene sed, conocerán la felicidad de beber
Bienaventurados
los que tiemblan de miedo, conocerán la seguridad
Bienaventurados
los que piden, obtendrán satisfacción
Bienaventurados
los que insisten, porque ellos duplicaran sus oportunidades
Bienaventurados
los que pelean, porque ellos cambiaran su vida
Bienaventurados
los que estallan en cólera, porque ellos echaran abajo su prisión
Bienaventurados
los que viajan, porque ellos saborearan su propio hogar.
Bienaventurados
los castos, porque ellos irán al séptimo cielo.
Bienaventurados
los que sientes sus necesidades, Porque ellos serán satisfechos.
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Índice de materias Prefacio............................................................. .............................................................................. 4 Querido lector, ................................................................................................................................ 5 Prólogo ........................................................................................................................................... 6 1. Fundamentos de la Gestalt ..................................................................................... ........... 8 A. Aquí y Ahora ..................................................................................................................... 8 AHORA ................................................................................................................................... 8 AQUÍ....................................................................................................... ............................... 11 B. El “fondo” y la “forma” ........................................................................................... ......... 13 C. El ciclo de satisfacción de las necesidades ......................................................... .................... 18 LA SENSACIÓN ............................................................................................................ ...... 19 LA TOMA DE CONSCIENCIA ........................................................................................ 20 ENERGETIZACIÓN....................................................................................... .................... 22 ACCIÓN ....................................................................................................................... ......... 22 CONTACTO ......................................................................................................................... 23 LA REALIZACIÓN (CUMPLIMIENTO) ........................................................................ 25 LA RETIRADA .................................................................................................................... 28 D. LAS RESISTENCIAS ................................................................................................. 34 LA DESENSIBILIZACIÓN ............................................................................ .................... 36 LA INTROYECCIÓN ......................................................................................................... 38 LA PROYECCIÓN .............................................................................................................. 42 LA RETROFLEXIÓN ......................................................................................................... 46 LA DESVIACIÓN ............................................................................................ .................... 50 LA DESVALORIZACIÓN.................................................................................................. 52 LA CONFLUENCIA ........................................................................................................... 54 2. Las Polaridades1 ................................................................................. ............................... 56 3. El sistema a dos, la Dyada ........................................................................... .................... 73 A. Generalidades ............................................................................................................... 73 LAS NECESIDADES DEFICITARIAS ...................................................................... ...... 74 LAS NECESIDADES FUNCIONALES ........................................................................... 76 LAS NECESIDADES EXISTENCIALES ACTUALES ................................................. 77 B. El ciclo de satisfacción de las necesidade en la Dyada........................... ............................... 78 C. Las resistencias Funciones de Regularización................................................. .................... 84 D. Las polaridades en el sistema a dos .................................................................................... 89 4. Las necesidades fundamentales....................................................................................... 93 A. La necesidad del amor ............................................................ ........................................... 93 B. La necesidad de seguridad ................................................................................................. 94 C. La necesidad de libertad ................................................................................ .................... 95 ¿Y EL SEXO? ........................................................................................................................ 97 5. Las necesidades o los ciclos acabados ............................................................................ 98 6. La Depresión ................................................................................................................... 101 7. Conclusión.......................................................................................... ............................. 106 La psicoterapia........................................................ .................................................... 106 A. B. ¿y el psicoterapeuta? .................................................................................................... 108 C. Mensajes: las bienaventuranzas ................................................................................... 109 Índice de materias ....................................................................................................................... 110
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