La Teoria Del Apego de John Bowlby

March 22, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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La teoría del apego de John Bowlby La necesidad de bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos, protegido y cuidado ha sido estudiada científicamente. La experiencia de su trabajo en e n instituciones con niños privados de la figura materna condujo al psicólogo John Bowlby a formular la teoría del apego. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus cuidadores o figuras de apego (Caregivers) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo). El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Este planteamiento también puede observarse en distintas especies animales y que tiene las mismas consecuencias: la proximidad deseada de la madre como  base para la protección y la continuidad de la especie. El trabajo de Bowlby estuvo influenciado por Konrad Lorenz (1903-1989) quien en sus estudios con gansos y patos en los años 50, reveló que las aves podían desarrollar un fuerte vínculo con la madre (teoría instintiva) sin que el alimento estuviera por medio. Pero fue Harry Harlow (1905-1981) con sus experimentos con monos, y su descubrimiento de la necesidad universal de contacto quien le encaminó de manera decisiva en la construcción de la Teoría del Apego. El bebé –según ésta teoría- nace con un repertorio de conductas las cuales tienen como finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la necesidad de ser acunado y el llanto, no son más que estrategias por decirlo de alguna manera del bebé para vincularse con sus papás. Con este repertorio los bebés buscan mantener la proximidad con la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se lleva a cabo (ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad desde la que explora el mundo. Más tarde Mary Ainsworth (1913-1999) en su trabajo con niños en Uganda, encontró una información muy valiosa para el estudio de las diferencias en la calidad de la interacción madre-hijo y su influencia sobre la formación del apego. Ainsworth encontró tres patrones  principales de apego: niños de apego seguro que lloraban poco y se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la madre; niños de apego inseguro, que lloraban frecuentemente, incluso cuando estaban en brazos de sus madres; y niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres. Estos comportamientos dependían de la sensibilidad de la madre a las peticiones del niño. La teoría del apego tiene una relevancia universal, la importancia del contacto continuo con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad a sus demandas están presentes en todos los modelos

 

de crianza, con variaciones según el medio cultural, pero manteniéndose la universalidad de la importancia del apego. “Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación” (John Bowlby).

  M. Ainsworth Ainsworth  

J.

Bowlby  

La Teoría del Apego, esta es una teoría iniciada en los años cincuenta que parte de una perspecva etológica, bien a tono con los derroteros epistemológicos de su empo. Sus principales exponentes, J. Bolwby y M. Aisworth plantean que la separación producida entre un niño pequeño y una fgura de apego es de por sí perturbadora y suministra las condiciones necesarias para que se experimente con acilidad un miedo muy intenso. Como resultado, cuando el niño visualiza ulteriores perspecvas de separación, surge en él cierto grado de ansiedad. El propio Bolwby cree que su planteo es una combinación de la Teoría de las señales y de la Teoría del apego rustrado (Bolwby, 1985).

 

 

  Bolwby pensaba que la relación entre lo que provoca temor y lo que realmente puede dañarnos es indirecta. Sin embargo comparmos con los animales ciertos temores: el desconocimiento del otro ser o de un objeto; el temor a objetos que aumentan de tamaño o se aproximan rápidamente; rápidamente; el temor a los ruidos intensos intensos y el temor temor a la oscuridad y el aislamiento. aislamiento. Nada de esto es peligroso en sí mismo pero desde el punto de vista evoluvo ene explicación: explicación: son señales de peligro, por ejemplo, la presencia de depredadores que se perciben como seres extraños y que se aproximan comúnmente durante la noche y la cercanía de un desastre natural (Bolwby, 1985).   La tesis undamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o zozobra de un niño o un adulto es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal fgura de aecto. Cuando Bowlby se refere a presencia de la fgura de apego quiere decir no tanto presencia real inmediata sino accesibilidad inmediata. La fgura de apego no sólo debe estar accesible sino responder de manera apropiada dando protección y consuelo. Su teoría defende tres postulados básicos: Cuando un individuo cona en contar con la presencia o apoyo de la fgura de apego siempre que la necesite, será mucho menos propenso a experimentar miedos intensos o crónicos que otra persona que no albergue tal grado de confanza. La confanza se va adquiriendo adquiriendo gradualmente durante los años d dee inmadurez y ende a subsisr por el resto de la vida. Las diversas expectavas reerentes a la accesibilidad y capacidad de respuesta de la fgura de apego orjados por dierentes individuos durante sus años inmaduros constuyen un reejo relavamente fel de sus experiencias reales.  

Relevancia de la Teoría del Apego

  Es una teoría que a pesar de su declarada filiación etológica, de adaptación, maneja muchos conceptos propiamente psicológicos y de cualificación de la relación. Se destaca además por investigar la perspectiva evolutiva del apego, lo cual no es común en otros modelos.   Bolwby parte de una perspectiva evolutiva de sesgo darwiniano, sin embargo, a  pesar de mostrar una indudable orientación etológica al considerar el apego entre madre e hijo como una conducta instintiva con un claro valor adaptativo de sobrevivencia, su concepción de la conducta instintiva iba más allá de las explicaciones que habían ofrecido etólogos como Lorenz, con un modelo energético-hidraúlico muy en consonancia con los antiguos postulados de la física mecánica. Basándose en la teoría de los sistemas de control,

Bolwlby que instintiva no es una pauta fija de comportamiento que se reproduceplanteó siempre dela laconducta misma forma ante una determinada estimulación, sino un plan

 

 programado con corrección de objetivos en función de la retroalimentación, que se adapta, modificándose, a las condiciones ambientales (Oliva, s/a)

  Es interesante señalar que la Teoría del Apego invesga la ontogenia de las respuestas a la separación e incluye reerencias a Piaget al hablar de la interacción del apego con el desarrollo cognivo del bebé en la segunda mitad del primer año de vida, cuando este logra permanencia del objeto. En las 28-30 semanas de vida se da el punto de viraje es decir aparecen las respuestas a la separación como evidentes; el bebé bebé ha empezado a percibir el objeto como algo que existe independientemente de sí mismo, aún cuando no lo perciba directamente por lo cual puede iniciar su búsqueda. Hay experimentos de los 70 que demuestran que la permanencia de las personas se produce primero que la permanencia de los objetos inanimados (Oliva, s/a).   La tendencia a reaccionar con temor a la presencia de extraños, la oscuridad, los ruidos uertes, etc, son interpretados por Bolwby como el desarrollo de tendencias genécamente determinadas que redundan en una predisposición a enrentar peligros reales de la especie y que existen en el hombre durante toda la vida. Aunque inicialmente esta postura podría evaluarse como demasiado sesgada hacia la carga biológica, en realidad, Bolwby completa su postura refriéndose a una serie de circunstancias psicológicas y culturales que dan lugar a estas reacciones. En este sendo hace reerencia a los peligros imaginarios, los indicios culturales aprendidos de otras personas sobre el peligro, la racionalización, la atribución de signifcado a las conductas de los niños por parte de los padres, la proyección y el contexto amiliar (Bolwby, 1985).  

A. La teoría formulada por John Bowlby y Mary Ainsworth sobre el

vínculo

afecvo que se establece entre madre e hijo es un planteo teórico de mucha fuerza en el área del desarrollo socio-emocional. Con el paso del empo esta teoría se ha fortalecido y enriquecido gracias a una gran candad de invesgaciones realizadas en los úlmos años que la han converdo en una de las principales áreas de invesgación evoluva (Oliva, s/a).

Esta teoría está basada en observaciones naturalistas y en una extensa invesgación empírica. En la década del 40, Anna Freud y Burlingham describieron la experiencia de cuidado de niños en una guardería separados de sus madres. Ellos observaron que los niños poco empo después de estar en las guarderías, desarrollaban un senmiento intenso de posesión hacia las niñeras y daban señales de inquietud cuando esta no estaba disponible. Durante los años sesenta, Schaer y Emerson (1964) realizaron en Escocia una serie de observaciones sobre sesenta bebés y sus amilias durante los dos primeros años de vida. Este estudio puso de manifesto que el po de vínculo que los niños establecían con sus padres dependía undamentalmente de la sensibilidad y capacidad de respuesta del adulto con respecto a las necesidades del bebé (en Bolwby, 1985).  

En 1970 Ainsworth y Bell diseñaron la Situación del Extraño (en Bolwby, 1985) para

examinar el equilibrio entre las conductas de apego y de exploración, bajo condiciones de alto

 

estrés. Desde este momento la Situación del Extraño se conviró en el paradigma experimental por excelencia de la Teoría del Apego. La Situación del Extraño es una situación de laboratorio de unos veinte minutos de duración con ocho episodios. La madre y el niño son introducidos en una sala de juego en la que se incorpora una desconocida. Mientras esta persona juega con el niño, la madre sale de la habitación dejando al niño con lacompletamente persona extraña. La madre regresa y vuelve a salir, yesta vez con la desconocida, dejando al niño solo. Finalmente regresan la madre la extraña. Tal y como esperaba, Ainsworth encontró que los niños exploraban y jugaban más en presencia de su madre, y que esta conducta disminuía cuando entraba la desconocida y, sobre todo, cuando salía la madre. A parr, de estos datos, quedaba claro que el niño ulizaba a la madre como una base segura para la exploración, y que la percepción de cualquier amenaza acvaba las conductas de apego y hacía desaparecer las conductas exploratorias (Oliva, s/a).   Como resultado de este experimento Aisworth y Bell postularon lo que se conoce como los dierentes pos de apego: Apego seguro: Es un po de relación con la fgura de apego que se caracteriza porque en la situación experimental los niños lloraban poco y se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la madre. Inmediatamente después de entrar en la sala de juego, estos niños usaban a su madre como una base a parr de la que comenzaban a explorar. Cuando la madre salía de la habitación, su conducta exploratoria disminuía y se mostraban claramente aectados. Su regreso les alegraba claramente y se acercaban a ella buscando el contacto sico durante unos instantes para luego connuar su conducta exploratoria. Al mismo empo en observaciones naturalistas llevadas a cabo en el hogar de estas amilias se encontró que las madres se habían comportado en la casa como muy sensibles y responsivas a las llamadas del bebé, mostrándose disponibles cuando sus hijos las necesitaban.  Apego inseguro-evitavo: 

Es un po de relación con la fgura de apego que se caracteriza porque los niños se mostraban bastante independientes en la Situación del Extraño. Desde el primer momento comenzaban a explorar e inspeccionar los juguetes, aunque sin ulizar a su madre como base segura, ya que no la miraban para comprobar su presencia, por el contrario la ignoraban. Cuando la madre abandonaba la habitación no parecían verse aectados y tampoco buscaban acercarse y contactar sicamente con ella a su regreso. Incluso si su madre buscaba el contacto, ellos rechazaban el acercamiento. Su desapego era semejante

 

al mostrado por los niños que habían experimentado separaciones dolorosas. En la observación en el hogar las madres de estos niños se habían mostrado relavamente insensibless a las peciones del niño y/o rechazantes. Los niños se mostraban inseguros, y insensible en algunos casos muy preocupados por la proximidad de la madre, lloraban incluso en sus brazos.

La interpretación global de Ainsworth en este caso era que cuando estos niños entraban en la Situación del Extraño comprendían que no podían contar con el apoyo de su madre y reaccionaban de forma defensiva, adoptando una postura de indiferencia. Como habían sufrido muchos rechazos en el pasado, intentaban negar la necesidad que tenían de su madre para evitar frustraciones. Así, cuando la madre regresaba a la habitación, ellos renunciaban a mirarla, negando cualquier tipo de sentimientos hacia ella (Oliva, s/a). Apego inseguro-ambivalente: Estos niños se mostraban muy preocupados por el paradero de sus madres y apenas exploraban en la Situación del Extraño. La pasaban mal cuando ésta salía de la habitación, y ante su regreso se mostraban ambivalentes. Estos niños vacilaban entre la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y las conductas de mantenimiento de contacto. En el hogar, ho gar, las madres de estos niños habían p procedido rocedido de forma inconsistente, se habían mostrado sensibles y cálidas en algunas ocasiones y frías e insensibles en otras. Estas pautas de comportamiento habían llevado al niño a la inseguridad sobre la disponibilidad de su madre cuando la necesitasen (Oliva, s/a).   Además de los datos de Ainsworth, diversos estudios realizados en distintas culturas han encontrado relación entre el apego inseguro-ambivalente y la escasa disponibilidad de la madre. Frente a las madres de los niños de apego seguro que se muestran disponibles y responsivas, y las de apego inseguro-evitativo que se muestran rechazantes, el rasgo que mejor define a estas madres es el no estar siempre disponibles  para atender las llamadas del niño. Son poco sensibles y atienden menos al niño, iniciando menos interacciones.

Otros estudios (Isabella, Stevenson-Hinde y Shouldice, en Oliva, s/a) encontraron que en ciertas circunstancias estas madres se mostraban responsivas y sensibles, lo que habla de una capacidad de actuar adecuadamente a las necesidades de sus hijos. Sin embargo, el no hacerlo siempre hace pensar a los invesgadores que el comportamiento de las madres está aectado por su humor y su grado de tolerancia al estrés. El niño en este caso se comporta de modo tal que responde a una fgura de apego que esta mínima o inestablemente disponible; el niño puede desarrollar una estrategia para conseguir su atención: exhibir mucha dependencia. dependencia. Entonces acentúa su inmadurez y la dependencia dependencia puede resultar adaptava a nivel biológico, ya que sirve para mantener la proximidad de la fgura de

 

apego. Sin embargo, a nivel psicológico no es tan adaptava, ya que impide al niño desarrollar sus tareas evoluvas (Oliva, s/a).

B.  Teoría que centra el interés en el vínculo y la calidad de la interacción afectiva inicial, congruente con toda la investigación posterior.

El término interacción fue utilizado por primera vez por po r Bolwby en un famoso artículo “La índole del vínculo del hijo con su madre” (Brazelton, 1993). Este artículo ejerció una poderosa influencia en la aplicación de un modelo observacional de la relación. Bowlby a diferencia de los psicoanalistas anteriores sostuvo que el intercambio con la madre no se basa únicamente en la simple gratificación oral y su concomitante reducción de la tensión.

  Bowlby tomó en cuenta la etología al describir el carácter muy acvo de las conductas de vínculo del niño. El pensamiento analíco anterior hacía mucho hincapié en la dependencia del bebé con respecto a la madre, en la necesidad de grafcación para mantener bajo control la tensión insntual. A dierencia de esto, en Bowlby se aprecia el reconocimiento del rol del bebé en su voluntad de suscitar respuestas en su madre, y se hace énasis en la acvidad y no en la indeensión, en la acultad de promover conductas y no en la pasividad (Brazelton, 1993).  Al hacer reerencia al rol de la interacción Bowlby plantea que la experiencia de separación real mina la confanza pero no es sufciente para que surja la ansiedad de separación. Para ello es necesario que intervengan otras variables como amenazas de abandono con fnes disciplinarios, discusiones de los padres con signifcado implícito de riesgo de separación, etc. Es muy pico escuchar a muchos padres con la amenaza de: “Si no te portas bien, te llamo al policía para que te lleve”; o “Te dejaremos solo”; o “Papá se marchará”; o “Mamá se enermará y se morirá”, o amenazas y/o intentos reales de suicidio.

C.

Teoría de alto valor heurísco, que connúa generando invesgación invesgación y debate en la psicología. 

Es sorprendente el número de invesgaciones en Psicología que se ha generado a parr de la Teoría del Apego. En su arculo “Estado actual de la Teoría del Apego”, A. Oliva resume varias líneas de invesgación invesgación que se han abierto a parr de los debates que gen generan eran aún hoy los planteamientos cincuentenarios cincuentenarios de Ainsworth y Bolwby. Reseñaremos a connuación algunas de las polémicas más importantes al interior de cada una de estas líneas de invesgación. 1. 

Trasmisión generacional del apego. La transmisión intergeneracional de la seguridad en el apego ha sido cuesonada e invesgada en varios estudios. El hecho de que los padres seguros tengan hijos con apego seguro, los padres preocupados niños con

 

apego inseguro-ambivalente, y los padres rechazados niños de apego inseguroevitavo, ha sido probado en varias invesgaciones (Benoit y Parker, 1994; Fonagy, Steele y Steele, en Oliva, s/a). Se ha encontrado que la capacidad predicva que las representaciones maternas enen sobre el po de apego que establecen sus hijos es de alrededor del 80%.

Estos datos ponen el acento en la transmisión intergeneracional del po de apego entre padres e hijos. Los invesgadores explican este enómeno a parr de los modelos internos acvos que son trasmidos a los hijos; que ueron construidos durante la inancia y reelaborados posteriormente. Este úlmo aspecto es muy importante, ya que como señala Bretherton (en Oliva, s/a) lo importante no es el po de relación que el adulto sostuvo durante su inancia con sus fguras de apego, sino la posterior elaboración e interpretación de estas experiencias. Es decir, no es tan determinante el po de apego que se tuvo con los padres propios sino la reelaboración consciente e inconsciente que luego, durante la vida y el cumplimiento del rol de padres se haga de aquella experiencia. El hecho de que exista la transmisión generacional del apego no debe llevarnos a pensar que siempre es una copia exacta del apego materno. Si bien los modelos representacionales representacio nales del po de apego parecen tener mucha estabilidad, algunos acontecimientos en la vida de los padres, pueden provocar su cambio. 2.

Apego múlple. Aunque Bowlby admió que el niño puede llegar a establecer establecer vínculos aecvos con disntas personas, pensaba que los niños estaban predispuestos a vincularse especialmente con una fgura principal, y que el apego con esta fgura sería especial y disnto cualitavamente del establecido con otras fguras secundarias. A esto lo llamó monotropía o monotropismo y planteaba que era lo más conveniente para el niño/a. Consecuentemente, una situación donde los niños ueran criados por varias personas no sería adecuada. Más tarde Bolwby afrmó haber sido malinterpretado sobre este parcular (Oliva, s/a). Es común que cuando un niño/a está triste o enermo busque la compañía de su madre preerentemente, pero también es posible que prefera al padre. Invesgaciones realizadas en este sendo prueban que en el momento del nacimiento los padres pueden comportarse tan sensibles y dispuestos a responder a los bebés como las madres (Oliva, s/a). El apego no sólo se produce produce con relación a las fguras parentales. Aunque Aunque se admite que hay poca invesgación al respecto, se sabe que con los hermanos se logran

 

verdaderas relaciones relaciones de apego. Los niños se orecen unos a otros ayuda y consuelo en situaciones desconocidas o amenazantes (Oliva, s/a). En conclusión, los niños son capaces de establecer vínculos de apego con disntas fguras, siempre que éstas se muestren sensibles y cariñosas. No es de antemano negava la existencia de varias fguras de apego. Por el contrario puede ser muy conveniente, pues acilita elaboración de los celos, el aprendizaje por imitación y la esmulación variada. Incluso es una garana para una mejor adaptación en caso de una inevitable separación de los padres en caso de accidente, enermedad o muerte (Oliva, s/a). 3.

Temperamento y Apego. Se ha pensado que existe una relación entre el temperamento del niño niño y el po de apego que pueda pueda llegar a establecerse. establecerse. Este tema ha creado un uerte debate en los úlmos años, sin que se haya llegado a un acuerdo absoluto. Hay varias hipótesis entre las cuales la que parece recibir mayor apoyo es la que se conoce como: el modelo de bondad de ajuste (Thomas y Chess, en Oliva, s/a). Esta postula que el actor clave es la interacción entre las caracteríscas temperamentales del niño y las caracteríscas de los padres. Es decir, ciertos rasgos del niño pueden inuir en el po de interacción adulto-niño y, por tanto, en la seguridad del apego, pero en unción de la personalidad y circunstancias del adulto. Por ejemplo, la irritabilidad en el niño puede suscitar respuestas completamente dierentes en dos personas de disntas caracteríscas de personalidad.

4.

Apego madre-apego padre. Bretherton, (en Oliva, s/a) plantea que hay una concordancia entre el po de apego que el niño establece con ambos progenitores. Cuando el niño muestra un po de apego seguro en la Situación del Extraño con la madre, es muy probable que también sea clasifcado como de apego seguro cuando es el padre quien acompaña al niño en esta situación. También hay una clara similitud en cuanto al po concreto de apego inseguro mostrado hacia ambos padres. Sin embargo, los resultados reseñados parecen contradecir la hipótesis de “bondad de ajuste”. Habría que invesgar la inuencia del paradigma experimental de la situación del extraño en el po de apego encontrado, según la clasifcación tradicional.

5.

Apego y “Day Care”. Hay muchas invesgaciones con datos algo contradictorios en torno al asunto de los cuidados cuidados alternavos a los bebés en su primera primera inancia y la relación de apego. Al parecer, los datos hacen dicil la generalización acerca de las inuencias de los cuidados alternavos sobre el vínculo que el niño establece con sus padres. No

 

puede decirse con certeza que estos cuidados necesariamente implican mayor probabilidad de inseguridad en este vínculo. El elemento esencial parece ser la calidad de los cuidados que se orecen al niño como alternava a los cuidados de los padres. Esto será lo que determinará determinará la seguridad del ape apego. go. Si los cuidados son adecuados y promueven que el niño pueda interactuar con los padres sin ansiedad, no se espera que aparezcan problemas emocionales. Por otra parte, la experiencia clínica ha aportado sobre ciertos elementos a tener en cuenta en estos casos. Brazelton (1992) indica la importancia de que los padres reconozcan los senmientos dolorosos asociados a dejar al bebé en un cuido; el tenerlos claros puede ser muy úl para manejar la situación emocional que se genera en el ambiente amiliar. Este autor recomienda para acilitar la transición del hogar al cuido, que los padres deben prepararse para ese proceso, deben comentar al niño/a , sobre lo atracvo de jugar con otros niños, presentarlo a su cuidador/ra, permirle que lleven consigo un objeto de casa y recordarle cuándo regresarán a buscarlo. 6.

Validez trascultural de la Teoría Teoría del del Apego. Apego. Siempre Siempre ha sido sido común común entre los invesgadores de este tema, la idea de que disntas culturas que representan disntos ambientes de adaptación, tendrán dierentes práccas de crianza consideradas como las más adecuadas. Esto traerá por consecuencia que variarán los comportamientos y reacciones de los padres ante las llamadas y señales de sus hijos. Las práccas establecidas con los niños, que se consideran adecuadas en la cultura de pertenencia, no enen porqué ser compables con los principios de adaptación flogenéca o individual (Hinde y Stevenson-Hinde, Stevenson-Hinde, en Oliva, s/a). Este es precisamente el punto central de la polémica. En tal sendo Oliva (s/a) reseña abundante invesgación transcultural que prueba que en ciertas culturas un po de respuesta ante las necesidades de los bebés es más recuente que en otras. Tomando como base el comportamiento pico de los niños/as en la Situación del extraño se ha llegado a plantear la mayor o menor recuencia de aparición de los tres pos de apego según disntas culturas, lo que desde el punto de vista teórico es cuesonable. Creemos que lo que está en evidencia aquí 

 

además de la dierenciación cultural es la validez de este diseño experimental para dar conclusiones sobre la “adecuación” “adecuación” de dierentes interacciones interacciones y práccas de apego. Otras voces se han levantado para apoyar la validez de una supuesta universalidad de la teoría del apego es decir, postular la existencia de una relación, también independiente de actores culturales, entre la responsividad materna y el po de

 

apego establecido por el niño. Tampoco sobre este punto se disponen de datos transculturales sufcientes. sufcientes. El propio Oliva cree que “…hay que defnir mejor la sensividad o responsividad materna/paterna, teniendo en cuenta los actores culturales. Pensamos que aunque puede haber un cuerpo o núcleo común de respuestas o conductas del adulto cuya relación con un desarrollo avorable en el niño sea ajena a la cultura, también habrá otras muchas que adquirirán su sendo en un determinado contexto cultural, de orma que su inuencia posiva o negava sobre el desarrollo socio-emocional del niño estará claramente mediada culturalmente”  (Oliva,  (Oliva, s/a, p.20). Referencias:

 

Bowlby, J. (1985). La separación aecva. Ediciones Paidos: Barcelona.

 

Brazelton, T. y Cramer, B. (1993). La relación más temprana. Padres, bebés y el drama

       

del apego inicial. Ediciones Paidos: Buenos Aires. Brazelton, T. (1992). 35 Separaon. En Touchpoints: your child’s emoonal and behavioral development. Perseus Books. Reading: Massachusses. Massachusses. Oliva, A. Estado actual de la teoría del apego. Universidad de Sevilla. hp://www.pdi hp://www.pdipas.us.es/o/ pas.us.es/o/oliva/invesgacio oliva/invesgacion.html n.html   [Accesado 1 de noviembre de 2004]

Revista Lanoamericana de Psicología 2006, volumen 38, No 3, 493-507

APEGO, EMOCIÓN Y REGULACIÓN EMOCIONAL. IMPLICACIONES PARA LA SALUD LUSMENIA GARRIDO-ROJAS1 Universidad Católica del Maule, Talca, Chile

ABSTRACT This arcle aims to make a theorecal revision on the relaons between dierent styles o aachment, emoons that characterize these styles, and emoonal regulaon strategies used in each one o them. It is also explained how these aachment styles develop in relaon with the appearance o emoons and regulaon strategies. This idea is discussed considering the main results o relevant research, and the implicaons o the presence o specifc emoons and the use

 

o dierent strategies o emoonal regulaon upon people’s well-being and physical health. Key words: aachment, emoons, emoonal regulaon.

RESUMEN El presente arculo ene como objevo realizar una revisión teórica, que permita conocer las relaciones que se han encontrado entre los disntos eslos de apego, las emociones que caracterizan estos eslos, y las disntas estrategias de regulación emocional ulizadas en cada uno de ellos. Para lograr una mayor comprensión, se explicita además cómo se van desarrollando los eslos de apego en los sujetos, en la medida que esto se encuentra en ínma relación con la aparición de las emociones y las estrategias de regulación. Se discute lo anterior considerando los principales hallazgos de invesgaciones relevantes en el tema, y las implicancias de la presencia de emociones específcas y ulización de las disntas estrategias de regulación emocional, en el bienestar y salud sica de las personas. Palabras clave: apego, emociones, regulación emocional.

1

Correspondencia: LUSMENIA GARRIDO ROJAS, Universidad Católica del Maule, Talca, Chile. E-mail: Correspondencia: [email protected]

 

494 LA TEORÍA DE APEGO

GARRIDO-ROJAS

John Bowlby (1986, 1998), psiquiatra y psicoanalista, trabajó durante años en clínica inanl y planteó la teoría del apego, la que concibió como una tendencia de los seres humanos a establecer vínculos aecvos sólidos con personas determinadas a través de la vida. A través del empo, la propuesta de Bowlby se ha converdo en una de las teorías más inuyentes en la psicología, siendo de interés para disntos autores; incluso es considerada actualmente como un cuerpo sólido y sistemáco con importante invesgación empírica (Feeney & Noller, 2001; Hazan & Shaver, 1994; Lecannelier, 2001, 2002a; Marrone, 2001; Marnez & Santelices, 2005; Moneta, 2003; Shaver & Mikulincer, 2002b). Para Bowlby (1986), el comportamiento de apego es todo aquel que permite al sujeto conseguir o mantener proximidad con otra persona dierenciada y generalmente considerada más uerte y/o sabia, propio del ser humano, que mova la búsqueda de proximidad entre el niño pequeño y sus padres o cuidadores. Se enaza que la experiencia del niño con sus padres ene un rol undamental en la capacidad posterior del niño de establecer vínculos aecvos y que las unciones principales de ellos serían proporcionar al niño una base segura y, desde allí, animarlos a explorar; es importante que el niño pueda depender de sus fguras de apego y que éstas puedan contener y proteger al niño cuando lo necesita. La interacción que se produzca entre el cuidador y el niño podrá dar cuenta de la calidad del vínculo, lo que tendría que ver con lo que Bowlby (1980) idenfcó como modelos operantes internos, que serían expectavas que posee el niño acerca de sí mismo y de los demás, y que le hacen posible ancipar, interpretar y responder a la conducta de sus fguras de apego, ya que integran experiencias presentes y pasadas en esquemas cognivos y emocionales. En la misma línea, Fonagy et al. (1995) señalan que a parr de experiencias repedas con sus fguras de apego, los niños desarrollan expectavas en cuanto a la naturaleza de las interacciones. Así,

las relaciones tempranas de apego poseen amplia inuencia en la capacidad para regular el estrés, en la regulación de la atención y en la unción mentalizadora de los sujetos (Fonagy & Target, 2002). Crienden (1990, 1995) también habla de modelos internos, que implican cierta orma de procesar la inormación acerca de la conducta de las fguras de apego y, asimismo, mayor o menor tendencia a ciertos pos de psicopatología. Dierencias individuales en la calidad del apego Las primeras invesgaciones detalladas de las dierencias individual individuales es en apego ueron dirigidas por Ainsworth (Fenney & Noller, 2001), quien trabajó con Bowlby en una asociación importante y prolífca (Marrone, 2001). Basándose en una serie de observaciones realizadas a través de un procedimiento estandarizado de laboratorio llamado Situación Extraña (Strange Situaon), de

 

interacciones madre-hijo, Ainsworth, Blehar, Waters y Wall (1978) desarrollaron la primera clasifcación de apego en niños y describieron tres patrones generales: seguro, inseguro evitavo y ambivalente. A través de la situación extraña, bebés con apego seguro presentan conductas de exploración acva, se disgustan ante la separación del cuidador pero cuando éste vuelve enen una respuesta posiva rente a él y suelen consolarse con acilidad; bebés con apego evitavo presentan conductas de distanciamiento, no lloran al separarse del progenitor, suelen concentrarse en los juguetes y evitan el contacto cercano; por úlmo, bebés con apego ambivalente reaccionan uertemente a la separación, presentan conductas ansiosas y de protesta como llorar y aerrarse, suelen mostrar rabia, no se calman con acilidad y no retoman la exploración. Posteriormente, Main y Solomon (1986), agregaron una cuarta categoría desorganizada para algunos bebés que muestran conductas desorientadas en presencia del progenitor. Un aspecto interesante de esta clasifcación, es que se basa en la expresión y regulación emocional; la calidad del apego se establece undamentalmente dependiendo de cuán bien está la regulación emocional diádica

 

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al servicio de la exploración y el dominio (Sroue, 2000b). A través del empo, el interés por la evaluación se amplió al ámbito del apego adulto. Una de las pioneras ue Mary Main, quien junto a su equipo diseñaron la Adult Aachment Interview (George, Kaplan & Main, 1985, citado en Feeney & Noller, 2001), que mide las representaciones actuales de las experiencias de apego a través de la narrava. Se establecieron tres patrones de apego: seguro, indierente y preocupado. Más tarde se ormularon dos nuevas categorías: irresuelto/desorganizado irresuelto/desorganizado e inclasifcable (Marrone, 2001). Adultos seguros realizan relatos coherentes y consistentes de su inancia, integran experiencias disntas, reexionan acerca de sus vivencias y poseen sendo de equilibrio; adultos indierentes realizan relatos incoherentes e incompletos y enen vacíos en su memoria, minimizan la relevancia del apego, enen imagen posiva de las fguras de apego pero no logran dar ejemplos concretos de ello y suelen negar experiencias negavas; adultos preocupados se aprecian rabiosos, otorgan relatos detallados de los conictos que tuvieron con sus fguras de apego, oscilan entre evaluaciones posivas y negavas sin notarlo y su lenguaje suele ser conuso, vago y poco claro (Moneta, 2003). Marnez y Santelices (2005), señalan que luego de estos primeros intentos y hasta la actualidad, ha sido enorme la diversifcación en la medición del apego adulto. Esto ha implicado complejidades y desaos a los invesgadores, ya que los estudios han surgido desde áreas diversas de la psicología y, además, han realizado disntos énasis en la conceptualización del apego adulto, en la orma de evaluar, en el oco de la evaluación, en el po de instrumentos ulizados, entre otros (Bartholomew, 1994; Biulco, 2002; Grin & Bartholomew, 1994; Harris, 2002; Hazan & Shaver, 1994; Jacobvitz, Curran & Moller, 2002; Marnez & Santelices, 2005; Shaver & Mikulincer, 2002b; Stein, Jacobs, Ferguson, Allen & Fonagy, 1998; Stein et al., 2002; Waters, Crowell, Ellio, Corcoran & Treboux, 2002). Aún considerando

estas difcultades (para un análisis más exhausvo, dirigirse a las reerencias ya mencionadas), se reportarán los resultados más comunes de invesgaciones que han ulizado metodologías disntas en sus procesos de evaluación. ESTILOS DE APEGO Y EMOCIONES CARACTERÍSTIC CARACTERÍSTICAS AS Existe cierto acuerdo actualmente, en relación con la presencia de emociones específcas, en mayor o menor grado e intensidad, en cada eslo de apego. Tomando el aporte de disntos autores, es posible dilucidar qué relaciones se han ido estableciendo y, aunque existe un amplio espectro de invesgaciones en el área, se aprecian ciertas coincidencias que son las que se tratará de relevar. Apego seguro Ainsworth et al. (1978), señalan que las emociones más recuentes de los bebés con apego seguro en la situación extraña, son la angusa ante las separaciones del cuidador yseguridad. la calma cuando vuelve; en la conen eladolescentes cuidador relevan la calidez, confanza Kobak yéste Sceery (1988), eninteracción invesgación y apego, concluyen que y

 

cuando los pares evalúan a sujetos con apego seguro aprecian menores índices de ansiedad en comparación con ambos grupos inseguros, e índices más bajos de hoslidad que en el eslo evitavo; el reporte de los sujetos con apego seguro involucra menos síntomas de estrés. Mikulincer, Shaver y Pereg (2003), reportan que en el eslo seguro existe baja ansiedad y evitación, seguridad en el apego, comodidad con la cercanía y con la interdependencia, y confanza en la búsqueda de apoyo y otros medios construcvos de arontamiento al estrés. Para Magai, Hunziker, Mesias y Culver (2000), este eslo está marcado por expresiones aciales de alegría y un sesgo avorecedor de la vergüenza; por el contrario, está negavamente asociado al rasgo de emoción negava y a la tendencia de que los aectos negavos recorran

 

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la conciencia. En la rabia en parcular, Mikulincer (1998) señala que cuando personas seguras están enojadas enden a aceptar su ira, expresar su enojo controladamente y buscar soluciones a la situación. En un estudio que explora la relación entre eslos de apego y síntomas de ansiedad y depresión (Muris, Mayer & Meesters, 2000), se reporta que niños con eslo de apego seguro exhiben menores niveles de ansiedad y depresión, comparado a los niños con eslos inseguros. Kerr, Melley, Travea y Pole (2003), exploran la relación entre apego adulto, experiencia y expresión emocional, y encuentran que el grupo seguro reporta niveles más altos de aecto posivo, gran candad de energía y placer, alta concentración y bajos niveles de tristeza y apaa. En la vejez, Consedine y Magai (2003) señalan que mayor seguridad en el apego se asocia con mayor alegría, interés, tristeza, rabia y miedo; esto se explica por la presencia de un repertorio emocional balanceado y apertura a la experiencia emocional, lo que incluye la habilidad de reconocer y expresar estrés emocional; además, este eslo se asocia no sólo con contacto más recuente y mayor inmidad, sino también con un mayor número de individuos en la red social, lo que posibilita en estos sujetos mayor candad de experiencia emocional. Apego ansioso ambivalente Ainsworth et al. (1978), señalan que las emociones más recuentes de los bebés con apego ambivalente en la situación extraña es la angusa exacerbada ante las separaciones del cuidador y la difcultad para lograr la calma cuando éste vuelve; en la interacción con el cuidador relevan la ambivalencia, enojo y preocupación. Kochanska (2001), en invesgación con niños pequeños, señala que el grupo ambivalente exhibe la mayor disminución en el desarrollo de emociones posivas entre los 9 y 33 meses, y el mayor malestar en episodios dirigidos a elicitar emociones posivas; responden más temerosos no sólo a esmulos que producen temor, sino también a esmulos

elicitadores de alegría. El miedo ue la emoción más uerte. Mikulincer (2003), enaza que en el eslo ansioso ambivalente se aprecia alta ansiedad y baja evitación, inseguridad en el apego, uerte necesidad de cercanía, preocupaciones en cuanto a las relaciones y miedo a ser rechazado. En la misma línea, Mikulincer, Gillath y Shaver (2002), señalan que en este eslo se acilita la accesibilidad a las preocupaciones en relación al rechazo; para Lecannelier (2002b), el estado emocional predominante es la preocupación y el miedo a la separación. Valdés (2002), además de enazar las emociones de miedo y ansiedad, indica una baja tolerancia al dolor. Consedine y Magai (2003) coinciden, al señalar que en la vejez tardía el eslo ambivalente posee alta aecvidad negava, presentando miedo, ansiedad y vergüenza. Kobak y Sceery (1988), incluso llaman preocupado a este eslo; se caracteriza por evidentes senmientos de ansiedad durante la entrevista de apego adulto; los pares también los caracterizan con un predominio en los índices de

 

ansiedad, y los sujetos con este patrón enen una percepción mayor de síntomas que el eslo seguro. Magai et al. (2000), coinciden en el eslo preocupado, encontrando que éste se asocia con la presencia de un conicto interno, emociones de rabia, enojo, estrés y aecto depresivo. Asimismo, Crienden (1995), enaza la presencia de rabia y ansiedad en este eslo. Considerando la rabia en parcular, Mikulincer (1998) señala que los sujetos ambivalentes propenden a la ira, caracterizándose por presentar enojos con alta hoslidad. Kerr et al. (2003), señalan que sujetos pertenecientes al eslo ambivalente reportan los niveles más altos de aecto negavo; malestar, enojo, repugnancia, culpa, miedo y nerviosismo y menores niveles de calma y serenidad. Apego ansioso evitavo Ainsworth et al. (1978), señalan que las emociones más recuentes de los bebés con

 

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apego evitavo en la situación extraña es la ausencia de angusa y de enojo ante las separaciones del cuidador, y la indierencia cuando vuelve; en la interacción relevan distancia y evitación. Mikulincer (2003), enaza que en el eslo evitavo no hay seguridad en el apego, se produce una autosufciencia compulsiva y existe preerencia por una distancia emocional de los otros. Sin embargo, se ha constatado en niños con este eslo que, aunque éstos parecen despreocupados por las separaciones, muestran signos fsiológicos que denotan la presencia de ansiedad y esta acvación se manene por mucho más empo que en los niños seguros (ByngHall, 1995), lo que también ha sido demostrado en bebés (Sroue & Waters, 1977). En una invesgación realizada con niños en la etapa de ingreso a la guardería, Ahnert, Gunnar, Lamb y Barthel (2004), encontraron mayores niveles de corsol, de llanto y agitación, en la ase de adaptación de los niños con apegos inseguros a la madre. Lo anterior concuerda con los resultados de Kobak y Sceery (1988), quienes señalan que el autoreporte de los sujetos con eslo evitavo no reeja aecto negavo ni síntomas de estrés y, sin embargo, los pares los consideran ansiosos y con un predominio de la hoslidad. Los autores conceptualizan esta incongruencia como un sesgo hacia el no reconocimiento de aecto negavo. Kochanska (2001) reporta que los niños evitavos son muy temerosos a los 33 meses, y con altas probabilidades de expresar ese temor, y que presentan los puntajes más altos al examinar el total de emociones negavas a esta edad. Kerr et al. (2003) coinciden al señalar que este grupo reporta bajos niveles de emociones posivas; experimentan más aecto negavo que el grupo seguro y menor aecto negavo que el grupo ambivalente. Específcamente en relación con la rabia, Mikulincer (1998) señala que el eslo evitavo se inclina a la ira pero, aunque presenten intensos episodios de enojo con alta hoslidad, enden a esconder su ira mediante la negación de su emoción o mostrándose posivo. En la vejez tardía, este eslo se asocia con menor alegría y más interés, menos vergüenza y

miedo; esto es conceptualizado por los autores como un indicador de la tendencia de este eslo a la minimización del aecto (Consedine & Magai, 2003). DESARROLLO DE LOS ESTILOS DE APEGO En la teoría e invesgación acerca del apego, se manene la hipótesis de que las reglas que regulan el estrés relacionado a los aectos, evolucionan en el contexto de la responsividad parental a las señales de estrés del niño (Kobak & Sceery, 1988; Sroue, 2000a). En esta línea, una propuesta interesante de cómo pueden desarrollarse los disntos eslos a través de la interacción de los niños con sus fguras de apego, es realizada por Crienden (1995). En el apego seguro, los cuidadores responden a las conductas reejas, aecvas y condicionadas del niño, y son capaces de conortarlos cuando es necesario, de modo que éstos son reorzados en su comportamiento (Crienden, 1995); las principales caracteríscas del cuidador son la capacidad de animar e

 

interactuar con el niño, sensibilidad a las señales emocionales y habilidades en apaciguar y modifcar conductas en respuesta a las señales del niño (Perris, 2000). Los sujetos de este grupo representan a sus padres como amables y disponibles en momentos de estrés, y enen un buen recuerdo de sus experiencias de apego (Kobak & Sceery, 1988). Lo anterior se relaciona con los resultados encontrados por Magai et. al. (2000), ya que el apego seguro presenta una asociación negava con las práccas de crianza que incluyen como método la rerada del amor al niño. En los niños con apego evitavo, de algún modo las madres han rechazado las señales aecvas lo que se convierte en un casgo, y el niño aprende a inhibir las respuestas casgadas. Si el niño protesta por el rechazo de la madre, ésta responde con la emoción de rabia; así, al inhibir la señal aecva se reduce el rechazo y la rabia de la madre y, a la vez, el niño aprende que la expresión de aectos es contraproducente (Crienden, 1995). Perris (2000), señala que los

 

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cuidadores de estos niños se caracterizan por una carencia en la validación de las señales emocionales, no disponibilidad emocional, rechazo en orma manifesta y aversión al contacto corporal cercano. También Byng-Hall (1995), refere que al observar niños con eslo evitavo en sus hogares, se aprecia que son rechazados por sus padres; éstos sienten aversivo que el niño busque contacto sico y enden a rerarse ante su tristeza. Esto coincide con el reporte de sujetos con este eslo, quienes señalan haber experimentado considerable rechazo y carencia de amor desde los padres (Kobak & Sceery, 1988). En cuanto a las práccas de crianza de los padres de niños con eslo evitavo, se señala que giran en torno al casgo sico y la rerada del amor (Magai et al., 2000). En el caso del apego ambivalente, la conducta aecva de los cuidadores es erráca, cambiante o inconsistente, ya que la mayoría de las veces no responden en orma adecuada a las necesidades del niño, pudiendo producirse una sobre o sub-responsividad. Así, el niño no logra predecir cómo responderán sus cuidadores, lo que les genera rabia y ansiedad (Crienden, 1995). Son cuidadores que se caracterizan por la intermitencia en su capacidad de responder con sensibilidad, inaccesibles en lo emocional, y con mezclas impredecibles de respuestas que no sasacen de modo consistente las necesidades de apego del niño (Perris, 2000). En relación con la teoría del aprendizaje esto se explica a través del condicionamiento operante, donde la conducta de la madre se estructura en un programa de reorzamiento impredecible, lo que aumentaría la tasa de respuesta del niño; éstos experimentan la asociación temporal de su deseo y sasacción, con emociones de rabia, miedo e incerdumbre (Crienden, 1995). Todo lo anterior, implica la generación de emociones diversas que integran estructuras cognivo-aecvas; niños seguros aprenden el valor predicvo y comunicacional de las señales interpersonales, dando sendo a cogniciones y aectos; niños evitavos aprenden a ulizar su cognición en ausencia de interpretación de seña-

les aecvas y niños ambivalentes se reuerzan por sus conductas aecvas, aunque no aprenden una organización cogniva que les permita reducir la inconsistencia en sus madres (Crienden, 1995). Aún considerando esta propuesta, es necesario señalar que no todas las invesgaciones muestran la primacía de las conductas de la madre como uente principal en la ormación de los eslos de apego (Grossmann et al., 2002; Grossmann, Grossmann & Zimmermann, 1999; Lamb, 2005). De Wol e Ijzendoorn (1997), realizan un meta-análisis que incluye 66 estudios con antecedentes parentales que se relacionan con seguridad en el apego, con el objevo de dilucidar si la sensibilidad materna se asocia con la seguridad del apego en el niño, y con qué uerza. Los resultados muestran una asociación mediana entre sensibilidad materna y apego seguro, concluyendo que es un actor importante pero no único, lo que subraya la necesidad de una

 

aproximación muldi-mensional de los determinantes del apego y la regulación emocional, en lugar de centrarse sólo en la sensibilidad materna; parece necesario acercarse al contexto global y ambiental, que incluya la interacción entre la sensibilidad materna, acumulación de estresores y actores de riesgo, sistemas amiliares y eventos vitales (De Wol & Ijzendoorn, 1997). Esto ya ha sido incorporado en invesgaciones actuales, en que se han integrado otras posibles fguras de apego como la presencia de abuelas en el caso de madres adolescentes (Carrillo, Maldonado, Saldarriaga, Vega & Díaz, 2004). ESTILOS DE APEGO Y ESTRATEGIAS DE REGULACIÓN EMOCIONAL Los eslos de apego se asocian a ciertas emociones y, además, se relacionan con la expresión de éstas y su regulación; de este modo, las estrategias ulizadas para expresar y regular emociones, actúan de acuerdo al eslo de apego (Kobak & Sceery, 1988; Lecannelier, 2002a; Valdés, 2002). En la literatura cienfca revisada, es posible apreciar la inexistencia de un acuerdo en relación al concepto de regulación emocional; se discute la delimitación entre emo-

 

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ción y regulación emocional (Cole, Marn & Dennis, 2004; Eisenberg & Spinrad, 2004; Reeve, 2003; Ulich, 1985); la presencia de disntas perspecvas tanto teóricas como metodológicas (Langlois, 2004); la insistencia en la complejidad y muldimensionalidad del concepto (Ser, 2002; Diamond & Aspinwall, 2003); las disnciones en la conceptualización, medición e importancia del contexto (Fox & Calkins, 2003; Kopp & Neueld, 2003); aspectos biológicos y eecvidad de las estrategias (Silva, 2003), y las relaciones entre desarrollo y regulación emocional (Bell & Calkins, 2000; Diener et al., 2002; Eisenberg & Moore, 1997; Lecannelier, 2002a; Sroue, 2000a, 2000b; Ser, 2002; Walden & Smith, 1997). No es tema de este arculo esta discusión, aunque parece relevante explicitarla, y señalar cuál es la conceptualización que se adopta en éste. Thompson (1994), defne regulación emocional como el “proceso de iniciar, mantener, modular o cambiar la ocurrencia, intensidad o duración de los estados aecvos internos y los procesos fsiológicos, a menudo con el objevo de alcanzar una meta” (p. 106). Esta defnición se considera como base, ya que permite conceptualizar la regulación emocional como un proceso que ayuda al ser humano a manejar sus estados emocionales, para lo que puede ulizar disntos pos de estrategias que conducen a ese objevo. Una de las tesis de este arculo, enaza que la elección de estas estrategias, ene que ver con el eslo de apego que tenga el sujeto, es decir, en cada eslo se enden a privilegiar ciertas ormas de manejar y regular las emociones. Para Sroue (2000a), el apego es concebido como la regulación diádica de la emoción; pronosca que cuando esta regulación es efcaz en la primera inancia a través de un apego seguro, tendrá consecuencias en la expresión, modulación y exibilidad en el control de las emociones por el niño. Señala que niños con apego seguro expresan directamente sus emociones, exhiben notable curiosidad, gusto por la exploración y expresividad aecva; en situaciones de aecto

intenso permanecen organizados, manifestan esuerzos por modular la excitación, presentan exibilidad en lo emocional adecuando la expresión de sus impulsos y emocionalidad al contexto. Además, acuden efcazmente a otros cuando sus propias capacidades allan. Por el contrario, Sroue enaza que en general, sujetos con historias de apego ansioso enden a experimentar difcultades para manejar los desaos emocionales de las relaciones con sus iguales. Lo anterior concuerda con los resultados de una invesgación realizada por Kerr et al. (2003), cuyo objevo era explorar la relación entre el eslo de apego adulto, experiencia y expresividad emocional, en que los parcipantes con eslo seguro son los más expresivos emocionalmente y reportan niveles más bajos de inhibición emocional; parcipantes con eslos inseguros, tanto ambivalentes como evivos, presentan indicadores de expresión emocional signifcavamente más bajos que los de eslo seguro y ambos grupos reportan mayor inhibición emocional que los del grupo seguro. En

 

cuanto a experiencia emocional, los grupos de eslos seguros y ambivalentes reportan los más altos niveles de intensidad emocional total y el grupo seguro es signifcavamente más alto que el grupo evitavo. Al examinar por separado experiencias aecvas posivas y negavas, el grupo ambivalente reporta los niveles más altos de aecto negavo, mientras que el grupo seguro reporta los niveles más altos de aecto posivo. El grupo evitavo reporta los niveles más bajos de experiencia emocional total y bajos niveles de emociones posivas. Kerr et al. (2003), concluyen que si bien el grupo ambivalente no se considera a sí mismo expresando más emoción que el grupo seguro, estos enen altos niveles de inhibición emocional y de experiencia emocional total, y los más altos niveles de aecto negavo. Estos resultados apoyan la noción que los niveles de expresividad en su conjunto, de sujetos con eslo ambivalente, no representan la candad de emoción que ellos experimentan, especialmente emociones negavas. Por otro lado, en el eslo evitavo se aprecia una incongruencia importante, ya que reporta niveles bajos de experiencia emocional total y, sin embargo, sus puntajes en inhibición ueron tan altos como

 

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los de los parcipantes ambivalentes, lo que sugiere una alta de conciencia o incapacidad de reconocer sus experiencias emocionales internas y difcultad en la expresión de emociones. Más aún, Kobak y Sceery (1988), señalan que existe difcultad en el recuerdo de experiencias estresantes en la niñez, y lo conceptualizan como un intento de aislar o minimizar el estrés en el ámbito de los aectos, asociado a la experiencia de rechazo. En una línea similar, Diener et al. (2002) realizan una invesgación que examina las estrategias conductuales para la regulación emocional, expresión emocional, eslos reguladores y calidad del apego con la madre y el padre de niños de 12 y 13 meses de edad. Los autores concluyen que los niños con apego seguro a ambos padres, muestran mayor consistencia en estrategias orientadas hacia éstos, que los niños con apego inseguro a uno o ambos padres. Otro aspecto relevante, es que el nivel de malestar y estrés experimentado es mayor en los niños ambivalentes que en los seguros, cuando se desvía la atención parental y el niño no ene alternavas de ocupar su atención. En relación a la ulización de estrategias conductuales, los resultados de Diener et al. (2002) muestran que niños con eslo de apego evitavo hacia el padre, son más propensos a comprometerse en técnicas distractoras en situaciones estresantes, que niños con apego seguro o ambivalente. En cambio, niños ambivalentes con sus padres enden a la auto-tranquilizaci auto-tranquilización, ón, compromeéndose en conductas tales como chuparse el pulgar. Los descubrimientos de esta invesgación aportan evidencia empírica en que la calidad del apego del niño al padre se encuentra asociado en orma signifcava al desarrollo de eslos de regulación emocional. Mikulincer y She (2000), relacionan eslos de apego con ciertas reacciones cognivas ante el aecto posivo; personas con apego seguro reaccionan a éste con una mejor ejecución en la resolución creava de problemas, personas con apego evitavo no presentan dierencias en sus reacciones cognivas tendiendo a

distanciarse mentalmente del material aecvo, y sujetos con apego ambivalente, no reportan aumento en el aecto posivo y muestran una peor ejecución en la resolución creava de problemas en aecto posivo. En este úlmo caso, los sujetos suelen adoptar una postura rígida y una actud hipervigilante hacia la novedad y la incerdumbre, y acvan reacciones deensivas que intentan negar la experiencia aecva; esto puede tener que ver con la emoción predominante de temor, encontrada en otras invesgaciones (Kochanska, 2001). Lecannelier (2002b) señala cómo niños con disntos patrones de apego presentan dierencias en su narrava, lo que muestra énasis en ciertas estrategias de regulación emocional. En el eslo de apego seguro, Lecannelier (2002b) plantea que existe una descripción y elaboración de las emociones, a la vez que una contextualización relacional de éstas; para el codifcador queda la percepción de un niño que se siente cómodo en la expresión de sus aectos, sin restricciones emocionales, y sin índices de

 

ansiedad durante la entrevista. Al contrario, en el caso del eslo evitavo aparece una sobrerregulación emocional; es escasa la aparición de los aectos en la discusión, ya sean posivos o negavos, quedando la impresión de que el sujeto intenta dejar uera los estados emocionales, haciendo la menor reerencia posible a ellos. En el eslo ambivalente, una de las caracteríscas principales ene que ver con la presencia de un estado emocional constante que es la preocupación, sobretodo en relación con las fguras de apego, y el predominio del miedo a la separación, por lo que una estrategia es estar muy cerca de los padres. Otros autores como Mikulincer et al. (2003), también establecen relaciones entre eslos de apego y regulación emocional, y señalan que una de las mayores uentes de variación en las estrategias de regulación del aecto, ene que ver con la disponibilidad de la fgura de apego. En el apego seguro se describe una disponibilidad de esta fgura, que promueve la ormación de un sendo de seguridad; así, se orman expectavas posivas acerca de la disponibilidad

 

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de los otros y visiones posivas del sí mismo como competente y valorado. Cuando otros signifcavos no están disponibles o no responden a las necesidades, la búsqueda de proximidad racasa en aliviar el malestar y no se logra seguridad en el apego; así, se orman representaciones negavas del sí mismo y los otros, y se desarrollan estrategias de regulación aecva disntas a la búsqueda de proximidad (Mikulincer et al., 2003). Así, los eslos de apego inseguros son caracterizados por el racaso del alivio del estrés a través de la búsqueda de proximidad, lo que trae como consecuencia la adopción de otras estrategias de regulación emocional. Esto coincide con los resultados de Florian, Mikulincer y Bucholtz (1995), que reportan que personas con eslo seguro reportan una búsqueda mayor de apoyo emocional e instrumental que los eslos inseguros y, a su vez, enden a percibir a los otros signifcavos como entregando altos niveles de apoyo. Lo contrario sucede en personas con eslos inseguros, ya que enden a percibir un nivel relavamente bajo de disponibilidad en el apoyo emocional e instrumental de otros y presentan una baja tendencia a la búsqueda de apoyo social en empos de necesidad. Lo anterior es coherente con los resultados de Kobak y Sceery (1988), quienes señalan que sujetos con eslo seguro reconocen el estrés y recurren a otros en búsqueda de apoyo, en cambio, el eslo evitavo está organizado por reglas que limitan el reconocimiento del estrés y, asimismo, los intentos asociados de búsqueda de apoyo. En el eslo ambivalente, reportan una atención directa al estrés y a las fguras de apego, en un modo hipervigilante, que fnalmente inhibe el desarrollo de la autonomía y autoconfanza. En la misma línea se encuentra lo reportado por Byng-Hall (1995), quien señala que los niños que poseen un eslo evitavo tendrían como estrategia el mantener distancia, tanto sica como emocional, para reducir la probabilidad de arrebatos emocionales que puedan conducir al rechazo; de tal modo, el niño no aprende a explorar senmientos e inmidad. Al contrario, en el eslo ambivalente la estrategia es mantener cercanía, pegarse al padre, ser demandante, inan-

l, e incluso, amenazar con mayor distancia para esmular a la otra persona a estar más cerca. Shaver y Mikulincer (2002a), realizan una recopilación de una serie de invesgaciones en relación con eslos de apego y estrategias de regulación aecva. Señalan que individuos con apego seguro se sienten menos amenazados por inormación potencialmente potencialmente estresante, pueden experimentar, expresar y autorevelar verbalmente emociones, y no llegan a estar perdidos en una escalada de preocupaciones y memorias negavas. Buscan apoyo cuando se encuentran bajo estrés y ulizan medios construcvos de arontamiento; sienten comodidad al explorar nuevos esmulos, son menos hosles a miembros de otros grupos y más empácos hacia personas que lo necesitan. Los sujetos evitavos se caracterizan por realizar una desacvación de estrategias, incluyendo una

 

exclusión deensiva de pensamientos y recuerdos dolorosos, no reconocimiento de su propia hoslidad, segregación de los sistemas mentales y disociación entre los niveles conciente e inconsciente de respuesta. Por úlmo, individuos ansiosos exhiben una variedad de eectos compables con la noción de la hiperacvación de estrategias, incluyendo rápido acceso a recuerdos dolorosos, propagación automáca de la emoción negava desde un incidente recordado a otro, y un cierre cognivo paradójico en respuesta a la inducción de aecto posivo. Su inhabilidad para regular recuerdos emocionales negavos, es compable con la constante preocupación en que permanecen; a menudo pueden llegar a estar perdidos en recuerdos emocionales negavos (Shaver & Mikulincer, 2002a). En relación con lo anterior, y como una orma de organizar la inormación teórica y empírica que ha surgido en la temáca, Shaver y Mikulincer (2002a) proponen un modelo integravo de la acvación, sobreacvación y desacvación del sistema de apego. Sujetos con apego seguro, ante los signos de amenaza acvan el sistema de apego, buscan la proximidad de la fgura de apego y, si ésta es disponible, hay un sendo de base segura acvándose estrate-

 

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gias de compromiso en exploración, afliación, toma de riesgos, acvidades prosociales y dar cuidado. En cambio, cuando la fgura de apego no está disponible, hay inseguridad en el apego y pueden producirse dos situaciones; si la opción de búsqueda de proximidad no es viable, hay una desacvación de estrategias, como la supresión de emociones negavas y de cogniciones, y un distanciamiento de la amenaza y de los contextos de apego, lo que se produce comúnmente en el eslo evitavo; la distancia incluye inatención acva a los eventos amenazantes y supresión e inhibición de pensamientos y recuerdos evocadores de estrés y de senmientos de vulnerabilidad. La otra posibilidad, es que la búsqueda de proximidad sí sea viable y se produzca una sobreacvación de estrategias, con lo que aumenta el estrés, se produce una hipervigilancia y rumiación, lo que ende a suceder en el eslo ambivalente. Esto ende a mantener un sendo de malestar y dolor, lo que concuerda plenamente con la invesgación de Mikulincer et al. (2002), que reporta una aumentada acvación de las representaciones de las fguras de apego en el eslo ambivalente, tanto en contextos neutrales como amenazadores; lo anterior sugiere una acvación crónica y disuncional del sistema de apego, preocupaciones en relación al apego y la imposibilidad de dierenciar los contextos de amenaza, lo que exacerba el estrés. DISCUSIÓN Este arculo tenía como objevo realizar una revisión acerca de las relaciones que se han encontrado entre eslos de apego, emoción y regulación emocional y discur posibles relaciones con la salud sica de los seres humanos a parr de diversas invesgaciones en el área. Lo anterior surge como relevante ya que si bien la literatura en apego es sumamente amplia y variada, no es posible encontrar una sistemazación, en nuestro medio, que permita conectar los disntos temas; Waters et al. (2002), señalan que existe relavamente poca invesgación que conecte la seguridad en el apego a la regulación del aecto. Más dicil aún es encontrar invesgaciones que relacionen los eslos de apego con la salud sica.

Lo anterior da cuenta de un área potencial de invesgación que ha sido escasamente explorada, ya que el énasis a través de la historia han sido las relaciones entre apego y psicopatología. En cuanto a eslos de apego y emociones más recuentes, en el apego seguro se presentan mayor candad de emociones como confanza, alegría, placer, calma y tranquilidad; en el eslo evitavo predominan emociones de ansiedad, miedo, rabia, hoslidad y desconfanza y, en el eslo ambivalente, resaltan emociones como preocupación, rabia, miedo, estrés y ansiedad. Con respecto a las estrategias de regulación emocional, en el eslo seguro se ulizan mayormente estrategias de búsqueda de proximidad, afliación, exploración; alta expresión de las emociones y búsqueda de apoyo social. En el eslo evitavo se enden a ulizar estrategias de inhibición emocional, distanciamiento distanciamiento de lo emocional y aecvo, exclusión de recuerdos y pensamientos

 

dolorosos, inhibición de búsqueda de proximidad, supresión de emociones negavas y distanciamiento de los contextos de apego. En el eslo ambivalente se ulizan con mayor recuencia estrategias de búsqueda de proximidad hacia las fguras de apego, hipervigilancia, rumiación, y sobreacvación general del organismo, inhibición emocional, atención directa al estrés, acceso constante a recuerdos emocionales negavos, acvación crónica y disuncional del sistema de apego. Considerando estos hallazgos, surgen algunos análisis que parece relevante destacar, y que se relacionan con tres áreas principales; por un lado, la presencia de ciertas emociones y estrategias en cada eslo, conducen a preguntarse por la salud sica de los sujetos, debido a la mulplicidad de invesgaciones que vinculan la presencia de emociones específcas y la salud del ser humano. Luego, este mismo análisis, conduce al cuesonamiento de la eecvidad de las estrategias de regulación ulizadas ya que, a la luz de estos hallazgos, algunas estrategias podrían parecer más bien desrreguladoras. Por úlmo, surge la relevancia de los eslos de apego por sus implicancias para el desarrollo de cada sujeto, y

 

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desde allí, rescatar el aporte de invesgaciones que enazan la importancia de disntos actores en la ormación de estos, enazando por cierto la amilia, y centrándose no sólo en la díada madrehijo, sino también en el vínculo que se produce entre padre-hijo, lo que puede inuir en el diseño y aplicación de programas de prevención, ampliando las posibilidades de avorecer el desarrollo de apego seguro en los niños. El primer análisis se relaciona con la presencia de disntas emociones en cada eslo y los eectos en la salud sica. Diversos autores enazan que se ha comprobado que hay ciertas emociones dañinas para la salud sica (Barra, 2003a, 2003b; Cacioppo, 2003; Crossley & Morgado, 2004; Fredrickson, 2001; Mendoza & Mendoza, 2001; NietoMunuera, Abad, Albert & Arreal, 2003; Ry & Singer, 2003; Salovey, Rothman, Detweiler & Steward, 2000; Suinn, 2001; Valdés & De Flores, 1990), entre las que destacan la rabia, ira, ansiedad, hoslidad y estrés; éstas pueden aectar la probabilidad, inicio y progresión de enermedades diversas, como aecciones cardíacas, cáncer, artris, SIDA, hipertensión arterial, entre otras. Al relacionar esto con los eslos de apego, se hipoteza que los eslos inseguros, tanto ambivalente como evitavo, están más expuestos a problemas de salud sica por la presencia constante, justamente, de las emociones que producen los mayores daños según lo reportado en la mayoría de las invesgaciones. Todo lo contrario debería ocurrir en el eslo de apego seguro; el hecho de presentar en mayor medida emociones como alegría, confanza, seguridad y tranquilidad, podría conducir a un mayor bienestar en la salud del individuo; según lo que reporta Fredrickson (2001), las emociones posivas ayudan al crecimiento social, a la resiliencia psicológica, a la conexión social, a ampliar repertorios de acción y pensamiento, a deshacer la persistencia de emociones negavas y mejorar el bienestar emocional. En la misma línea, Ry y Singer (2003) enazan que las emociones posivas pueden ser protectoras y promover una salud posiva.

En un segundo análisis, al considerar qué eectos podrían tener las estrategias de regulación emocional ulizadas en los disntos eslos, se podría connuar con hipótesis tendientes a esperar una mejor salud sica en eslos de apego seguro, y un deterioro mayor de ésta, en ambos eslos inseguros. El eslo seguro se caracteriza por estrategias centradas, por un lado, en la búsqueda de apoyo y proximidad, y por otro, en la expresión de las emociones que sienten, ya sean posivas o negavas; estas estrategias de regulación son consideradas como posivas y protectoras de la salud de los sujetos, especialmente el apoyo social y la expresión emocional (Barra, 2003a, 2003b; King & Miner, 1998; Pennebaker, 1997; Pennebaker & Seagal, 1999; Salovey et al., 2000). En el eslo evitavo en cambio, la tendencia central es a la supresión emocional e inhibición de búsqueda de proximidad. Las invesgaciones enazan que la supresión e inhibición de las

 

emociones produce eectos perjudiciales en la salud sica de los sujetos (Barra, 2003a, 2003b; Giese-Davis & Spiegel, 2003; Salovey et al., 2000; Silva, 2003), así como también la alta de apoyo social (Salovey et al., 2000). Por otra parte, el eslo ambivalente se caracteriza por una hipervigilancia, rumiación, y sobreacvación general del organismo como estrategias reguladoras, sumado a la inhibición emocional, atención directa al estrés y acceso constante a recuerdos emocionales negavos. Diversas invesgaciones señalan que la aecvidad negava perjudica la salud sica (Barra, 2003a, 2003b; Salovey et al., 2000); a lo anterior se suma lo perjudicial de la inhibición emocional, ya explicado anteriormente, y también la atención constante al estrés e hipervigilancia, que van perpetuando la sobreacvación del organismo y así, la generación y mantenimiento de diversa sintomatología en la salud sica de los individuos (Barra, 2003a, 2003b; Crossley & Morgado, 2004; Marnez-Sánchez, Páez, Pennebaker & Rimé, 2002; Mendoza & Mendoza, 2001; NietoMunuera, Abad, Albert & Arreal, 2003; Salovey et al., 2000; Suinn, 2001; Valdés & De Flores, 1990).

 

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A parr del análisis realizado, surge como relevante la pregunta de qué tan eecvas son las estrategias ulizadas por los sujetos en la regulación de sus emociones. Si se consideran los resultados más destacados de las invesgaciones, parece más bien que en el caso de ambos eslos inseguros, tanto evitavo como ambivalente, las estrategias escogidas pueden hacer al sujeto más vulnerable a determinadas problemácas en su salud sica, ya que además de no lograr terminar con las emociones que gallaron las estrategias, estas emociones enen eectos negavos en la salud de los sujetos. A parr de esto, parece pernente el cuesonamiento de si en este caso se podría hablar de estrategias que pueden llegar a ser incluso desrreguladoras para estos sujetos, debido a la inefcacia en la modulación de las emociones, y la mayor probabilidad de consecuencias negavas posterior a su ulización. Más aún, sería interesante dilucidar si existe mayor riesgo en uno de los dos eslos inseguros, o si, dependiendo de las disntas estrategias ulizadas, existan tendencias dierenciales en la generación y desarrollo de enermedades específcas. Esto conduce al tercer análisis, que se centra en la relevancia de los eslos de apego en la salud de los seres humanos y la consecuente sensación de una necesidad creciente de generar propuestas de promoción e intervención, en relación a mejorar la calidad del eslo de apego en búsqueda de la ormación de apegos seguros. Esto ya ha sido puesto en prácca en diversos lugares, y la invesgación da cuenta de resultados posivos; un ejemplo de ello, es el desarrollo que ha tenido en Colombia el Programa Madre Canguro (PMC), que ya ha sido objeto de estudio y que se ha evaluado como un actor protector de díadas madre-hijo (Orz, Borré, Carrillo & Guérrez,

2006). Además, parece también undamental poner atención a las diversas invesgaciones que han comenzado a relevar la importancia no sólo de la madre, sino también de otros vínculos en este proceso de ormación, lo que amplía las posibilidades de integrar a otros miembros de la amilia en el desarrollo de programas de prevención y/o intervención, aumentando a su vez, las opciones de generar un apego seguro con al menos uno de los padres. Un desao pendiente, es realizar invesgaciones que permitan evaluar relaciones entre eslos de apego y salud sica, para así poder evaluar las hipótesis aquí planteadas. Aunque en la literatura se han documentado relaciones entre eslos de apego y psicopatología (Allen et al., 2001; Andersson & Perris, 2000; Bowlby, 1986, 1988; Crienden, 1995; Egeland & Carlson, 2004; González & Méndez, 2006; Green & Goldwyn, 2002; Moneta, 2003; Muris, Mayer & Meesters; 2000; Sroue, 1997; Sroue, 2000b), se aprecia una carencia en torno a lo que sucede con la salud sica que sería importante dilucidar, ya que se esperaría confrmar que los eslos inseguros poseen diversos actores de riesgo, que implican una mayor propensión al desarrollo de aecciones en su salud sica. Por úlmo, es

 

necesario señalar que las invesgaciones ulizan instrumentos diversos que no necesariamente necesariamente coinciden en los resultados encontrados, lo que manene preguntas sin respuestas defnivas en disntas temácas relacionadas al apego. Esto reafrma la necesidad de seguir invesgando, con el objevo úlmo de llegar a resultados fables y así poder mejorar la calidad de vida del ser humano.

 

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APEGO, EMOCIÓN Y REGULACIÓN EMOCIONAL

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Recepción: mayo de 2005 Aceptación fnal: julio de 2006

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