La Teoria de Los Tres Cerebros
November 30, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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La teoría de los tres cerebros Paul Mac Lean, celebre psicólogo, gran estudioso del cerebro humano, definió lo que se conoce como la teoría de los tres cerebros. Este concepto distingue tres niveles dentro del cerebro. Estos son el cerebro reptiliano, que compartimos con los reptiles; el cerebro límbico que nos asemeja a los mamíferos y el cerebro cortical que también han desarrollado algunos mamíferos, pero que tiene su máximo exponente en el ser humano. Estos tres cerebros se encuentran en permanente comunicación entre ellos, aunque conservan sin embargo, una cierta independencia y controlan además cada uno, algunos rasgos específicos.
Cerebro reptiliano El cerebro reptiliano es la parte más primitiva de nuestro cerebro, que se remonta a más de doscientos millones de años de evolución, el que nos conecta con el hombre primitivo. Dirige parte de nuestro comportamiento, al cortejar, tener relaciones personales, elegir dirigentes y es responsable de algunos de nuestros ritos y costumbres. Aquí se procesan los instintos básicos de la supervivencia, del deseo sexual, de la búsqueda de comida, o las respuestas agresivas y pasivas, tipo lucha o huída. Estas respuestas tienden a ser automáticas y programadas. Muchos experimentos han demostrado que gran parte del comportamiento humano, se origina en zonas profundamente enterradas del cerebro, que nos entronca con nuestras raíces, con las tradiciones, con los rituales, con nuestro atávico miedo al cambio, a lo novedoso. Nuestros prejuicios tienen su origen en ese cerebro primitivo. Este cerebro se encarga de automatizar todas nuestras respuestas, de la repetición, de la rutina, pero también de marcar nuestro territorio, de defendernos ante cualquier agresión externa.
Cerebro límbico El sistema límbico está compuesto por un conjunto de estructuras, cuya función está relacionada con las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria. Este cerebro se remonta a sesenta millones de años. Nuestra personalidad, nuestros recuerdos y en definitiva el hecho de ser como somos, depende en gran medida del sistema límbico. Todo lo que ocurre en el medio exterior es procesado en nuestro cerebro límbico, dándole el matiz emocional al experimentarlo. Son comportamientos mamíferos: el amor, el odio, el altruismo, el deseo, los celos, la angustia, el temor, la culpa. El cerebro límbico, permite el clima emocional para propiciar la motivación al logro, ya que trabaja con una serie de descargas neuroquímicas que propician el impulso eléctrico para dar C/Alemania, 1
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órdenes al cerebro reptiliano de movilizarse para efectuar el deseo, o lo que queramos alcanzar. A la forma efectiva de alcanzar lo que nos mueve o motiva se le ha denominado “inteligencia motivacional”. Las emociones tienen un lenguaje que puede ser leído al igual que leemos un libro. Experimentar una emoción, vivirla, sentirla, concentrarse en el cuerpo, en la emoción, permite descifrar qué es lo que se siente. También se pueden pasar de un estado de ánimo a otro en pocos segundos. En un determinado momento podemos estar melancólicos y al recibir una buena noticia pasar a estar felices. A estos cambios de ánimo, y el poder experimentarlos sin negarlos, se le ha llamado “Inteligencia Anímica” e “Inteligencia Afectiva” respectivamente.
Cerebro cortical
Por último, el cerebro cortical, es el cerebro superior, el que nos distingue del resto de los animales. Es la culminación de la evolución. El neocortex ha alcanzado en el hombre un tamaño tan grande, que debe plegarse sobre sí mismo para tener cabida dentro de nuestra cabeza. Es el más joven joven y de mayor evolución, el que permitió el desarrollo del homo sapiens. Este cerebro sólo tiene un millón de años. En él se encuentran las funciones más complejas, como son todos los procesos básicos de aprendizaje, memoria y razonamiento, entre otros. Según Mac Lean, en él se desarrollan una serie de células nerviosas dedicadas a la producción del lenguaje simbólico, a la función asociada a la lectura, escritura y aritmética. Está dividido en dos hemisferios, izquierdo y derecho, y a su vez en cuatro lóbulos, cada uno de los cuales tiene funciones específicas. Los lóbulos temporales se ocupan del lenguaje y es también donde parece alojarse la memoria. También se ocupan de la audición. Lo lóbulos occipitales son los encargados de la vista y los lóbulos parietales son los que rigen nuestros sentidos. El cerebro cortical es el que nos permite pensar, hablar, percibir, imaginar, analizar y comportarnos como seres civilizados. Recibe las primeras señales de los ojos, oídos y piel, ya que las del gusto y el olfato provienen del límbico. En los lóbulos frontales es donde se aloja lo que denominamos inteligencia. Es aquí donde se planean y deciden nuestras estrategias. Donde pensamos lo que debemos o no hacer y cómo hacerlo. Este nivel del cerebro es muy inestable e imprevisible. Es el cerebro creador, el que nos
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impulsa a emprender nuevos caminos, a inventar, a no conformarnos con lo que tenemos o lo que somos, a buscar lo novedoso. Es la parte del cerebro que nos permite tomar un plan de acción ante cualquier hecho, es donde nacen la inteligencias intrapersonal e interpersonal, además de llevarnos hacia el próximo paso de evolución humana.
Entender nuestros cerebros A veces, saber el funcionamiento de algo, nos ayuda a entender muchas cosas. Nos ayuda a desmontar ideas raras que nos hemos montado en la cabeza y, ya desde el conocimiento, a poner en orden muchas situaciones, relaciones, comportamientos, actitudes, respuestas, etc. En determinados momentos en los que nos sentimos amenazados por algo (sea real o imaginado), la amígdala (parte muy importante del cerebro límbico) activa una ruta neuronal que va directamente a la alerta, dejando "desactivado" el cerebro neocortical durante un tiempo, para tomar el límbico el control. En palabras sencillas: cuando percibimos que algo nos amenaza, se disparan nuestras alertas, nuestros cerebros prehistóricos toman el poder e impiden que el cerebro racional sopese la situación, vea si de verdad es una amenaza o no y tome las decisiones más adecuadas sobre qué hacer. Si la amenaza percibida es un coche que viene a gran velocidad hacia nosotros, está muy bien que no sea necesario pararse a reflexionar si es una amenaza real o no, si es más sensato que corramos o que nos quedemos parados, si es mejor correr hacia la derecha o hacia la izquierda. En esos momentos, nuestros cerebros más antiguos toman el control y nos salvan. Sin embargo, si la amenaza percibida es una persona que nos ha mirado mal y que parece que no le caemos bien... entonces saltan nuestras alarmas y nos ponemos a la defensiva o atacamos. En esos casos, es sumamente necesario aprender a gestionar esas emociones, aprender a dejar que el neocortex tome de nuevo el mando sobre los otros. Y que sopese si de verdad esa persona tiene malas intenciones y qué es lo más sensato y adecuado para nosotros. Porque quizás ese miedo que yo siento hacia mi jefe, jefe, no sólo no me está ayudando a dar lo mejor de mi, sino que me está perjudicando. Ayudar al neocortex a retomar el poder en esas circunstancias, me ayudará a relajarme, tranquilizarme y poder decir o hacer cosas que me beneficien, y así demostrar todo de lo que soy capaz. Es muy positivo entender que en nosotros tenemos tres cerebros, que cada uno de ellos cumple una misión importantísima. Entender que en ciertas ocasiones, ante una amenaza vamos a reaccionar de una determinada manera, y que podemos aprender a controlarla si es una manera que no nos beneficia.
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Entender todo esto, nos ayuda a no tratarnos mal cuando nuestro cerebro nos ha gastado una "mala pasada" (quedarnos en blanco en una ponencia, o en una explicación ante un jefe jefe o un cliente muy importante, por ejemplo). Porque en ese caso, nuestro cerebro reptil había detectado una amenaza y se había puesto en tensión. Eso significa que tenemos un cerebro reptiliano que funciona muy bien, felicitémonos por ello. Después, habrá que ayudarle, con el neocortex, a que se de cuenta de que la amenaza no era tal, tranquilizarle y retomar el poder: respirar, y empezar a hablar, desde el neocortex, tomando las decisiones desde la razón, sin que hable el "secuestro emocional". Estas habilidades de control de los tres cerebros se pueden entrenar con Coaching, que básicamente consiste en entrenamiento adecuado de las emociones, para mejorar el desempeño. Podemos aprender a "dominar y controlar" nuestros cerebros. Quizás no podremos evitar que salten las alarmas, pero si que podemos aprender a controlarlas y gestionarlas.
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