La teoría literaria contemporánea. Raman Selden et al. Introducción.

February 8, 2017 | Author: Raul Cabrera | Category: N/A
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Arie/ Literatura y Crítica

Raman Selden, Peter y Peter Brooker

La teoría literaria contemporanea ,/

3." edición

Ariel

Título _

A Reader 's Guide fo Comemporary Literary Them-y, 4th editíon

Traducción de: La y 2." ed. (conegida): JUAN GALíRJEL 3." ed. actualizada: BLANCA RIBERA DE Diseño cubierta: Nacho Soriano , edición: septiembre 1987 2." edición corregida: abril 1 3. edición actualizada: noviembre 2001 © 1985: Raman Selden © 1997: Peter Widdowson/Peter Brooker Esta traducción de A Reader s Cuide ro Contemporary Literary FOLlrth edition, ha sido publicada con permiso de Pearson Education Lill1ited Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo elll1undo y propiedad de la traducción: (i) 1987 Y 2001: Editorial Ariel, S. A. Provcnqa, 260 - 08008 Barcelona ISBN: 84-344-2504-1 Depósito legal: B. 46.161 - 2001 Impreso en España Ninguna parte de esta publicación. incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin penniso previo del editor.

En memoria de Raman

como

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'!I,

LA TEORÍA LITERARIA CONTEMPORÁNEA

está formada ahora por los últimos cuatro caoítulos. La In­ troducción incluye una serie de reflexiones nes que subyacen a estas revisiones. En la 3. edición, Peter Widdowson recibió la decisÍva de tres asesores: Peter Brooker (actual coautor), Maggie Humm (autora de A Readers Guide to Contemporary Feminist Criticism, Harvester Wheatsheaf, 1994) y Francis Mulhern. La deuda para con ellos aún perdura -sus con­ tribuciones están presentes en varios fragmentos de obra-, como también de los autores ya mencionados en los prefacios anteriores. En esta ocasión, los autores están en deuda con otros tres asesores más: Sonya Andermahr e Ian McCormick Nene College, Northampton, y Lynnette Tur­ ner de la Universidad de Hertfordshire. Los dos primeros eontribuyeron de modo inestimable a la redacción del nue­ vo capítulo sobre «Teorías gays, lesbianas y queen> y la úl­ tima a los capítulos sobre las teorías "feministas», «posmo­ dernistas» y «poscolonialistas» que han sido revisadas a fondo. Sin su profundo conocimiento y su percepción críti­ ca, esta nueva edición no sería más que una de lo que es. Nuestro más sincero agradecimiento. La anterior edición contenía numerosas referencias a la obra paralela de Raman Selden, Practising Theory and ReadLiterature (Harvester Wheatsheaf, 1989), en un intento por acercar a los estudiantes a estos ejemplos concretos de la teoría en la práctica. Este libro sigue siendo un instru­ mento de gran utilidad para tales menesteres y hemos con­ servado una bibliografía seleccionada de él (abreviada en las notas a pie de página en PTRL). Pero el volumen que de verdad complementa a esta 4." edición es el que los autores actuales publicaron recientemente, A Practical Reader in Contemporary Litemry Theory (Harvester Wheatsheaf, que es en muchos sentidos un compañero a la medida para La teoría literaria contemporánea. Incluye ejemplos de críti­ ca de textos literarios específicos, realizados por muchos de los teóricos que se discuten aquí y tiene remisiones a go de toda la obra como A Practical Reader (junto con los números de los capítulos importantes).

INTRODUCCIÓN Es desconcertante pensar cuánto han sas desde mediados de la de 1980 -tan cuando Raman Selden emprendió por vez pri­ fácil tarea de escribir una breve guía de a la teoría literaria contemporánea. En la In­ troducción a las ediciones previas de La teoría literaria con­ fpm1Joránea todavía podía afirmar que: Hasta hace muy poco, ni los lectores de literatura corrientes ni los críticos literarios tenían motivo para de los derroteros por la teoría literaria. parecía constituir una bastante poco ca­ en los departamentos de literatura, se ban contados individuos que, en realidad, eran filósofos zados de críticos litaarios ... La de los críticos, como Samuel Johnson, daban por sentado la literatura era universal las grandes vida humana ... se a hablar de la personal del autor, trasfondo histórico y social de obra, de su interés huma­ no, del imaginativo de la belleza noética de la verda­ dera literatura.

Para hien o para mal, tales generalizaciones acerca del campo de la crítica literaria no podrían hacerse hoy día. De la misma forma, en 1985 Raman señalaría acertadamente el final de la década de 1960 como el momento en el que empezaron a cambiar las cosas y comentó que durante los últimos veinte aúos, aproximadamente, los estudiantes han tenido que soportar una aparentemente in­ terminable serie de desafíos a ese consenso' del sentido co­ mún que provenían, en su mayoría. de fuentes europeas (yen especial francesas y

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LA TEORíA LITERARIA CONTEMPORÁNEA

anglosajona, esto fue una sorpresa especialmente desagraPero Raman presentó aún el «estructuralismo» como «un nuevo intruso vergonzoso en el lecho del alma mater del doctor Leavis» (Cambridge), especialmente un estructu­ ralismo con «un toque de marxismo}) y subravó el hecho una . en las que se encontraba el «estructuralismo del escritor Jacques Lacan. Todo lo cual, anrmo en entonces, «no hacía sino confirmar unos cuantos pre­ juicios arraigados». No albergo la menor intención de críti­ ca hacia Raman, por descontado -en que decir esto para con la sino que una coyun­ tura así en el seno de los estudios literarios o pa­ rece pertenecer ahora forma irrevocable al pasado oscu­ ro y distante. Tal y como atestiguan las últimas de esta introducción, durante los últimos doce años ha lugar un cambio sísmico que ha transformado el mapa de la «teoría literaria contemporánea» y que, por te, ha requerido una reconfiguración de La teoría li­ teraria contemporánea. No obstante, hemos conservado -junto con, todo decirlo, una buena proporción de lo que Raman escri­ originalmente en las primeras ediciones de la obra- un compromiso con muchas de sus ideas originales sobre la necesidad de una guía concisa e introductoria del tema. Hay que afiadir que constantes fisuras y re>''-",'r,", de teoría contemporánea desde entonces parecen mar la continua necesidad de algún tipo de mapa básico este escolloso y complejo terreno y la amplia adopción de esta en todas las universidades de habla inglesa también Raman Selden decidió escribir La teo­ ría literaria contemporánea porque estaba firmemente con­ vencido de que las cuestiones planteadas por la crítica lite­ raria moderna son lo bastante importantes como para semejante esfuerzo de clarificación y porque en aquel entonces muchos lectores no estaban de acuerdo con el habitual rechazo desddíoso de lo teórico. Por lo menos, deseaban saber con exactitud qué se les pedía que despre­

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[NTRODUCCIÓN

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ciaran. Como Raman, hemos dado por supuestos la curio­ sidad y el interés del lector en el tema y, por lo tanto, tamque de un mapa descriptivo como guía preli­ minar para recorrer el difícil terreno de la teoría por sí mismo. A propósito de esto, también creemos firmemente que las secciones de «Bibliografía seleccionada» al final cada capítulo, con sus listas de «Textos básicos» y «Lectu­ ras avanzadas», forman una parte integrante de nuestro proyecto para familiarizar al lector con el pensamiento que compone el actual campo de estudio: la leoría, al principio y al final, no es un sustituto de las teorías originales. Inevitablemente, cualquier intento por redactar un resu­ men breve de conceptos complejos y discutibles, al querer decir mucho con pocas palabras, se incurre en simplifica­ ciones compresiones, generalizaciones y omisio­ nes. Por ejemplo, hemos tomado la decisión de que los teamientos basados en premisas de la lingüística omnipre­ sente y de las teorías psicoanalíticas están mejor separados a lo largo de diversos capítulos que agrupados en secciones discretas dedicadas a ellos. "La crítica del mito», que cuen­ ta con una Y variada historia e incluye la obra de Gil­ bert Murray, James Frazel~ Carl Jung, Maud Bodkin y Northrop Frye, se ha omitido porque nos pareció que no ha­ bía penetrado en la corriente principal de la cultura acadé­ mica ni popular y tampoco ha desafiado las ideas heredadas tan vigorosamente como las teorías que px;:¡minamos. ca­ sobre la «Nueva Crítica, el Leavis» está situado antes del formalismo ruso, cuando has­ ta una rápida ojeada indicará que cronológicamente el últi­ mo precede al primero. Esto obedece a que aunque el for­ malismo ruso se desarrolló principalmente en las dos segundas décadas del siglo xx, no tuvo un

hasta finales de las décadas de 1960 o

y puesto en circu­ lación por los intelectuales occidentales que formaban par­ te de los nuevos movimientos marxistas y estructuralistas de la época. En este sentido, los formalistas rusos «pertenecen» última época de su reproducción y fueron a por los nuevos críticos de izquierdas precisamente durante su asalto a la crítica literaria establecida, representada en las

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anglosajonas, de forma preeminente, por la Nueva Crítica y el leavisísmo. Por esta razón, presentamos el últi­ mo como previo al formalismo en términos de ideología teó­ rica crítica porque ellos representan las tradiciones de la crí­ tica, desde un principio y de forma básica, con el que la teoría literaria contemporánea tuvo que conectar. En cual­ quier caso, aunque la obra no pretende ofrecer un panora­ ma completo de su campo y no puede ser sino selectiva y parcial (en ambos sentidos), lo que ofrece es una panorámi­ ca sucinta de las tendencias más provocativas y sobresalien­ tes de los debates teóricos de los últimos treinta años. Pero de forma más general y dejando a un lado por el momento el hecho de que en 1996, si no en 1985, los tos de estos debates teóricos fueron objeto de estudios rarios tan señalados que es impensable ignorarlos, ¿por qué rompernos la cabeza con la teoría literaria? ¿En qué afecta todo esto a nuestra experiencia y nuestra comprensión de la literatura y la escritura? En primer lugar, el énfasis dado al aspecto teórico tiende a socavar la concepción de la lec­ tura en tanto actividad inocente. Si nos preguntamos por elaboración del significado en la ficción, por la presencia de la ideología en la poesía, o por la forma determinar el va­ lor de una obra literaria, no podemos al mismo tiempo se­ aceptando de modo ingenuo el «realismo» de una no­ o la «sinceridad» de un poema. Quizás algunos lectores quieran conservar sus ilusiones y lamenten la pérdida de inocencia pero, si son lectores serios, no pueden descono­ cer los avances realizados por los principales teóri­ cos en los últimos años. En segundo lugar, lejos de tener un efecto esterilizante sobre nuestra lectura, las nuevas formas de entender la literatura vigorizan nuestro compromiso con los textos. Por supuesto, si uno no tiene la intención de re­ sobre lo que poco será lo que pueda ofrecerle cualquier tipo de crítica literaria. Por otra parte, algunos quizás objeten que las teorías y los conceptos teóricos mer­ man la espontaneidad de su respuesta ante las obras rias. Olvidan que ese discurso «espontáneo» proviene de modo inconsciente de la teorización de las an­ teriores y que su discurso sobre «sentimiento«, ción», «genio», «sinceridad» y «realidad» está lleno de teo-

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INTRODUCCIÓN

LA TEORÍA LITERARIA CONTEMPORÁNEA

ría muerta que, santificada por el paso del tiempo, se ha convertido en parte del lenguaje del sentido común. Si pre­ tendemos ser aventureros y experimentadores en nuestras lecturas, debemos serlo también en nuestra concepción de la literatura. Podemos considerar que las diferentes teOlias literarias plantean diferentes cuestiones acerca de la literatura, desde el punto de vista del escritor, de la obra, del lector o de lo que normalmente llamamos «realidad». Ningún teórico, cla­ ro está, admitirá ser parcial y, por lo general, tendrá en cuen­ ta los otros puntos de vista en el interior del marco teórico elegido para su enfoque. El siguiente esquema, elaborado por Roman Jakobson para representar la comunicación lin­ vista: güística, es útil para distinguir los diversos puntos CONTEXTO EMISOR

-...-

MENSAJE

CONTACTO

-...-

RECEPTOR

CÓDIGO

Un emisor dirige un mensaje a un receptor, el mensaje un código (normalmente, un idioma que ambos co­ nocen), posee un contexto (o «referente») y se transmite por medio de un contacto (un medio, como puede serlo una charla, un teléfono o un escrüo). Para nuestros propósitos, podemos eliminar el «contacto}): en efecto, para los teóricos de la literatura no posee un interés especial ya que (excep­ to en el caso de las representaciones teatrales) éste siempre se lleva a cabo por medio de la letra impresa. Así, el esque­ ma queda del siguiente modo: CONTEXTO ESCRITOR

------}IIooo-

OBRA CÓDIGO

------}IIooo-

LECTOR

Si adoptarnos el punto de vista del emisor, damos al uso emotivo del lenguaje; si nos centramos en el contexto, aislamos su uso referencial, etc. De modo similar, las teorías literarias tienden a dar mayor énfasis a alguna en detrimento de las obras. Si tomamos las princi­

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pales teorías objeto de nuestro estudio, podemos colocarlas en el esquema del modo siguiente: MARXISTA ROMÁNTICA HUMANISTA

----'110­

FOE MALISTA ESTRUCTlJRALTSCrA

----'110­ TEOfÚA DE

LA RECEPCIÓN

Las teorías románticas hacen hincapié en la mente y la vida del las teorías orientadas a la recepción (críti­ ca fenomenológica) se centran en la experiencia del lector; las formalistas concentran su atención en la obra en sí misma; la crítica marxista considera fundamental el con­ texto social e histórico; y la estructuralista llama la atención sobre los utilizados en la elaboración del significa­ más brillantes, ninguno de estos ~ caso omiso de las demás de la comunicaClon literaria: por ejemplo, la crítica mar­ xista occidental no sostiene una perspectiva estrictamente del lenguaje y el escritOl~ el público y el texto se analizan en un marco sociológico general. Sin embargo, vale la pena señalar respecto a 10 que hemos esbozado an­ teriormente que ninguno de los ejemplos se han tomado de los campos teóricos más recientes del feminismo, postestruc­ turalíslTIo, posmodernismo, poscolonialismo y teorías gays, lesbianas u homosexuales. Esto es porque todas estas co­ rTientes, en sus diferentes formas, alteran y distorsionan las relaciones entre los términos en el diagrama original y son estos movimientos los que dan cuenta de la escala despro­ porcionada del intervalo de doce afíos existente entre el momento en que R:unan Selden empez6 el libro y el mo­ mento de su actual revisión. Las tendencias en la teoría y la práctica de la crítica se diversificado en progresión geométrica desde 1985 y Y la composición la actual versión de La teo­ ría literaria contemporánea trata de explicar esto y lo atesAunque no está demasiado estructurada para indi­ car un cambio aSÍ, la obra se divide ahora en dos partes diferenciadas. Las teorías que abarcaban la totalidad de las primeras ediciones (junto con la adición que se realizó en 1993 del cap. 1) se han reducido y comprimido en los

[NTRODUCCION

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capítulos 1-6 o en menos de la mitad del volumen entero. Está claro que ahora forman de la historia de la "teo­ ría literaria contemporánea», pero no se describen de for­ ma precisa como «teoría literaria contemporánea» por sí mismas. Esto no decir que sean superfluas, estéri­ les o irrelevantes -sus premisas, metodologías y percepcio­ nes continúan ilustrando y pueden constituir aún la fuen­ te de nuevos e innovadores puntos de partida a la hora de teorizar sobre literatura-, pero en la medida en que ron los que han marcado la pauta de los nuevos líderes en este campo y, con obvias excepciones (p. ej., las teorías marxistas), han caducado y están fuera de la carrera actual. Una decisión difícil en este contexto fue cómo tra­ tar el capítulo de las teorías feministas. En ediciones an­ teriores, era donde concluía la obra -señalando que la acción se desarrollaba ahora aquí-; pero la cronología del capítulo, que con frecuencia discurría paralela a otras teorías de las décadas 1960 Y 1970, hizo que pareciera una ocurrencia tardía gestual: «y luego apareció el femi­ edición, hemos de­ nismo». Por lo tanto, en la vuelto al capítulo que comprende este lapso temporal, con su angloamericano y francés mayoritariamente «blanco», a un lugar más apropiado al final de la «histórica» del libro y relatos diseminados de los feminis­ mos más recientes, llevando la cuenta especialmente sus energías fundamentales fuera de Europa, en los mos capítulos «contemporáneos». largo capítulo sobre el postestructuralísmo contiene actualmente bastante más información sobre las teorías psicoanalíticas Y un trata­ miento actualizado del Nuevo Historicismo y el materia­ lismo cultural. capítulo de 1993 sobre el posmodernis­ mo y el poscolonialismo se ha dividido en dos capítulos con nuevas secciones que presentan tanto a los nuevos teóricos que acaban de iniciar sus contribuciones importantes en el campo como el impacto de las obras so­ bre sexualidad, raza y etnia. Además, hay un ca­ entero nuevo sobre las teorías gays, lesbianas y mosexuales, lo cual hace que la obra cubra áreas más dinámicas y actuales de la actividad. Finalmente, las sec­ ciones de la «Bibliografía seleccionada" se han rehecho

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para hacer que sean más ligeras, más accesibles y de nue­ vo, más actualizadas. Entonces, ¿qué ha ocurrido ta hoy en el campo de la «teoría literaria contemporánea»; cuál es el contexto que explica la radical revisión de La teo­ ría literaria contemporánea? Para empezar; «teoría» e inclu­ forma so «teoría literaria» ya no se puede considerar práctica como un cuerpo trabajo progresivamente emer­ _ desarrollándose a través una serie de defini­ producción, bles o «movimientos» formulaciones, etc. Esto era así a finales los años de 1970 y a principios de los años de 1980, aunque, sin duda, nunca fue cierto del todo- cuando parecía haber llegado «hora de la teoría» y reinaba un ansia, incluso entre los proy entusiasmados participantes, de que una nueva ma­ teria académica, peor, un nuevo escolasticismo -radical y subversivo, sí, pero también potencialmente exclusivo en su abstracción- estaba cobrando forma. Los libros brotaban de las prensas, abundaban las conferencias, los cursos de «teoría» en los programas universitarios llegaron a ser de ri­ Master of Arts y cualquier concepto gew; proliferaron residual «práctica» y «lo empírico» eran espantosa­ mente problemáticos. Esa «hora de la teoría» ya no obtiene porque paradójicamente coincidió con el auge del poder político de la nueva derecha, bien porque, por defi­ nición, en un mundo posmoderno no podía sobrevivir en un estado más o menos unitario, o bien porque como criatura posmoderna que era, los agentes catalizado­ res para su propia dispersión, están más allá de poder afir­ marse con certeza. Pero ha tenido un cambio- un cambio que ha originado una situación muy diferente a la campo intelectual cada vez más abstracto yobsesiona­ do con sí mismo en el que la edición original de esta obra tan sólo alcanzaba a describir y contener. En primer la «teoría» singular y capitalizada ha evolucionado con ra­ en una serie de «teorías» -a menudo sobrepuestas y mutuamente generativas, pero también en controversia pro­ En otras palabras, la «hora de la teoría» ha en­ una tribu enormemente diversa de praxes o ticas teorizadas, al mismo tiempo conscientes de sus pro­

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