La Teología Como Ciencia.

December 30, 2018 | Author: Samsam Hernandez | Category: Divinity (Academic Discipline), Ciencia, Knowledge, God, Truth
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Este Documento trata de describir porque la Teología es ciencia y describe claramente los tipos de ciencia que ha en las...

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SEMINARIO “LA ANUNCIACIÓN” INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA PBRO. LIC. BENITO CAMPUSANO ROLANDO MUÑOZ ROJAS LA TEOL OGÍA COMO CI ENCI A

1.- HACIA UN CONCEPTO VALIDO DE CIENCIA La definición de W. Beinert parece la mejor, porque incorpora el elemento de objeto formal: «Ciencia es el conocimiento general y sistemático de la realidad, bajo un determinado objetivo formal. Para que pueda darse una ciencia particular, bien determinada en su propia especificidad, es necesaria la existencia de un objeto formal, o perspectiva específica desde la cual se contempla la realidad. Quiere decir que, incluso modernamente, la ciencia sigue siendo un conocimiento de valor universal sobre una materia determinada y desde un punto de vista determinado, pero de ninguna manera es un simple saber enciclopédico sobre la totalidad de lo real. El conocimiento se hace profundo cuando se especifica su objeto material y su objeto formal. Pero esta especificación del objeto no garantiza que el conocimiento general de la totalidad crezca a medida que se especifica el objeto formal de una ciencia. La segunda observación que nos brinda el tema del objeto formal de las ciencias consiste en advertir que cada ciencia se lo juega todo en la elección del método adecuado para alcanzar su objetivo real.

2.- ¿CIENCIA EN LOS COMIENZOS DE LA TEOLOGÍA PATRÍSTICA? Inmediatamente después de haber fraguado el conjunto de los escritos del Nuevo Testamento, empiezan a producirse escritos teológicos en la Iglesia: tales los de Ignacio de Antioquía, Justino, Ireneo, etc. Es curioso observar que sus formulaciones doctrinales están escritas con un gran rigor. Si fuera posible preguntar a los Padres Apostólicos y a los Apologetas si ellos apostaban  por un discurso que q ue expresara ex presara la l a verdad verd ad de la fe, ellos hubieran contestado sin vacilar que,

evidentemente, ésa era su norma: la verdad de la fe, sin que les fuera lícito fábula; en el sentido platónico de contar narraciones mitológicas. Pero a pesar del intento de expresar la verdad y sólo la verdad de la fe cristiana, estos Padres y escritores hubieran permanecido en una total perplejidad si se les hubiera  preguntado por el carácter científico de sus reflexiones teológicas. Ni intentaban escribir ciencia, por tanto no eran conscientes de ser escritores científicos. La pregunta sobre la cientificidad de tales escritos les hubiera parecido fuera de lugar. La teología como ciencia empezará cuando una reflexión filosófica se constituya como método de reflexión habitual sobre la revelación cristiana. Dicho con precisión: la teología como ciencia empezará cuando un teólogo se proponga repensar racionalmente la revelación con un método riguroso; sobre todo, cuando la teología reciba el aporte de las categorías de comprensión propias de un determinado sistema filosófico. Los datos de la revelación asumirán ese aporte filosófico, que — al ser asumido e integrado en el horizonte de la revelación —   quedará flexibilizado y modificado por los datos de la fe. Agustín es también el primero que, de una manera refleja y consciente, llamará ciencia al conocimiento de Dios y del hombre. En su época de plena madurez, ésta será su concepción de la teología: «Se puede llamar sabiduría o ciencia al conocimiento de las cosas divinas o humanas, pero, a tenor de la distinción del Apóstol donde dice que a uno le ha sido dada  palabra de sabiduría y a otro palabra de ciencia, es menester dividir en sentido propio dicha definición, llamando en sentido propio sabiduría a la ciencia de las cosas divinas y dando el nombre de ciencia al conocimiento de las humanas [...]. Muchos fieles no están impuestos en la ciencia, aunque rebosen en plenitud de fe. Una cosa es saber tan sólo lo que el hombre ha de creer para alcanzar la vida feliz, que sólo la eterna lo es, y otra saber cómo esto que el Apóstol llama propiamente ciencia es útil a los pios y se ha de defender contra los impíos»1

3.- UN INTERMEDIO NECESARIO: LA CIENCIA ARISTOTÉLICA Para Aristóteles la ciencia consiste en acercarse cognitivamente al ser, de tal modo que se le llegue a entender a través de los conceptos y de las definiciones. Los conceptos funcionan como representaciones fehacientes de la realidad del ser. Hoy día disponemos del ejemplo de la máquina fotográfica que ofrece una representación objetiva de la realidad. Esta  perspectiva visual es el ideal de la epistemé (ciencia) de los griegos. 1

AGUSTÍN, De Trinitate, XIV, 1, 3.

Toda la concepción de la ciencia, según Aristóteles, responde al aforismo: “investigatio methodica, expositio systematica”. En este aforismo, el término investigatio indica el esfuerzo del entendimiento por alcanzar los principios ciertos de la ciencia, mientras el término expositio indica no sólo el acto de exponer académica o pedagógicamente unos resultados, sino también el esfuerzo por ordenar mentalmente el material de la investigatio, ya sea una investigación deductiva o inductiva, hasta el punto de descubrir el sentido o las leyes que rigen el material investigado, sentido o leyes que vertebrarán la expositio systematica en su dimensión más didáctica.

4.- LA TEOLOGIA COMO CIENCIA DEDUCTIVA E INDUCTIVA El esquema de la ciencia aristotélica, aplicado a la teología, abre el campo a la perspectiva deductiva. Así lo comprendieron los autores escolásticos y, más aún, los autores de la segunda escolástica, en el siglo XVI. Para ellos, la teología, a partir de los principios conocidos por la Revelación, debe deducir conclusiones ciertas (scientia conclusionum). Para llegar a estas conclusiones ciertas, la premisa mayor debe ser siempre revelada. En cambio, la premisa menor puede ser una verdad cierta, conocida por la razón natural. En este caso, las conclusiones serán teológicamente ciertas (theologice certae). La teología se acerca al modelo de ciencia argumentativa que tiene como objetivo establecer conclusiones ciertas: con la certeza de la razón que deduce, pero con el respaldo de la Revelación que ofrece a la teología los primeros principios como un reflejo de la sabiduría divina. En la Antigüedad poseemos una especie típica de inducción: la que es propia del  pensamiento de san Agustín. Su testimonio es claro en favor de que la teología pueda considerarse como una ciencia inductiva, sui generis. En efecto, el entendimiento humano,  penetrando en profundidad a través de los hechos o acontecimientos que propone la Sagrada Escritura y que, por ello, pertenecen a la fe, puede llegar a encontrar las “radones aeternae” inscritas en estos hechos.

5.- LA TEOLOGÍA ¿ES UNA CIENCIA O NO ES CIENCIA? En efecto, Godofredo de Fontaines se opone tanto a santo Tomás de Aquino, que afirmaba que la teología era una ciencia subordinada al conocimiento de Dios y de los  bienaventurados, como a Enrique de Gante, que afirmaba que la teología era verdadera ciencia porque los teólogos alcanzaban mediante la luz «de los doctores» (superior a la luz de la fe) la evidencia de lo que creían.

6.- LA EDAD DE ORO DE LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA: LA UNIVERSIDAD EN LOS SIGLOS XII-XIII Las Universidades medievales tienen su precedente en las Escuelas episcopales o monacales que, desde el siglo IX, adquieren prestigio y un papel insustituible en la transmisión de la cultura de la antigua Roma. Un ejemplo señero se encuentra en la Escuela-catedral de York, regida por el arzobispo Egberto, discípulo de Beda el Venerable. Así aparece la continuidad de las nuevas Universidades respecto de las Escuelas del siglo XII: la de Laon, la de Saint-Víctor, la de Abelardo. La más emblemática de las universidades de la Cristiandad, la de París, surge por la confluencia de tres factores que determinarán su crecimiento y apogeo. En primer lugar la afluencia masiva de estudiantes de toda Europa, especialmente italianos, germánicos e ingleses, atraídos por el prestigio de los grandes maestros del siglo XII, concretamente los Victorinos, Flugo y Ricardo de San Víctor, y Abelardo. En segundo lugar, estos estudiantes, con sus maestros, se establecen y se concentran en la  pendiente del monte de Santa Genoveva y en las islas del Sena a su paso por la ciudad. La defensa frente a peligros comunes y sus intereses, asimismo comunes, les llevan a adquirir conciencia de su unidad. El tercer factor, el más importante, del apogeo de París es la protección del Rey de Francia y, sobre todo, la de los papas Inocencio III y Gregorio IX (el cardenal Flugolino, favorecedor de dominicos y franciscanos), quienes comprendieron que París era, en realidad, el centro de los estudios de la Cristiandad y que su fama e influencia trascendía el reino de Francia. Por eso dedicaron esfuerzos, dotaciones e influencias para hacer de la Facultad de Teología de París, dependiente por tanto de Roma, “el centro intelectual de toda la Cristiandad”. Si nos trasladamos a Salamanca dos o tres siglos más tarde, habrá que decir que también allí se entronizó la Teología como ciencia y como reina de las ciencias en su marco más connatural: el studium genérale, en el que las demás ciencias, como dirá el citado Gregorio IX (Hugolino), y especialmente la filosofía o dialéctica son esclavas cautivas en el séquito de la Teología

7.- LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA SEGÚN STO. TOMÁS DE AQUINO. 1º Es necesario que haya una doctrina distinta de las ciencias filosóficas.

Lo más interesante del artículo primero es el claro contraste, que establece Tomás de Aquino entre la filosofía, cuyo ámbito es “lo asequible a la razón”, y la “sacra doctrina”, cuyo ámbito es lo revelado. La Escritura, divinamente inspirada, no pertenece a las ciencias filosóficas descubiertas por la razón humana. Luego es útil que, aparte de las ciencias filosóficas, haya otra doctrina inspirada por Dios. Para Tomás, la distinción entre el campo filosófico y el teológico se  basa en la distinción que existe entre razón y revelación. Las disciplinas filosóficas  pertenecen al campo de la investigación de la razón humana. La Teología está fundada en la Revelación divina. 2º La teología (sacra doctrina) es ciencia, pero sus principios no son evidentes al teólogo  sino a Dios y a los bienaventurados. Por eso se trata de una ciencia subordinada a la de  Dios y los bienaventurados

El modo como son conocidos los principios de cada ciencia indica si se trata de una ciencia autónoma o subordinada. Los principios de una ciencia o son evidentes por sí mismos o se reducen a los conocidos con evidencia por otra ciencia superior. Por eso hay dos géneros de ciencia: 

La que está basada en principios conocidos por la luz natural del entendimiento:  principios evidentes o per se nolis.



La que está basada en principios conocidos por la luz de otra ciencia superior (evidentes en el ámbito de otra ciencia superior).

Por ejemplo, la perspectiva se basa en los principios que le ofrece la geometría, y la música se basa en los principios conocidos por la matemática. Tomás encuentra en estas dos ramas del Quadrivlum el ejemplo más claro de “ciencia subordinada”. La ciencia sagrada procede por los principios conocidos por la luz de una ciencia superior, cual es la de Dios y la de los bienaventurados. La teología es una ciencia subordinada al saber de Dios y de los santos, porque cree los principios que Dios conoce y que ha revelado al hombre. 3° La teología tiene unidad 4° La teología es también ciencia práctica

Es ciencia en parte especulativa y en parte práctica. Como ciencia práctica se cuenta  principalmente la teología moral, que trata de los comportamientos del hombre.

5º La teología es superior a las demás ciencias

Es superior por su objeto material y formal (Dios) y por su certeza, que no procede tan sólo de la razón natural sino de la revelación divina. 6° La teología es sabiduría

Una sabiduría a la cual pertenece ordenar y juzgar desde la causa primera que es Dios, quien se da a conocer no sólo en lo “cognoscible de Dios”  (su existencia y los atributos formales que dimanan del concepto de Ser Supremo, Primera Causa, etc.), sino en lo más  personal, “que sólo puede ser conocido por Dios mismo” y lo da a conocer por revelación. 7º El sujeto de la teología es Dios 8° La teología es argumentativa

En un sentido concreto la teología es argumentativa: discute con quienes niegan sus  principios. 9° La teología emplea metáforas

Es conveniente que la Escritura proponga las realidades espirituales envueltas en imágenes de cosas corpóreas. 10° La teología conoce los diversos sentidos de la Escritura

Tomás reconoce los cuatro sentidos tradicionales de la Biblia: el histórico o literal, el alegórico, el tropológico o moral y el anagógico. Tomás engloba en el sentido espiritual a los tres últimos, con lo que se obtiene la siguiente clasificación: a) La palabra significa una cosa. Es el sentido literal.  b) La cosa sensible significa una realidad espiritual: sentido espiritual, basado en el literal. Este sentido espiritual admite tres subdivisiones: 1.- La alegoría, en sentido amplio, se da cuando la ley antigua prefigura la nueva ley. 2.- El sentido tropológico o moral se da cuando lo cumplido en Cristo indica lo que debemos hacer nosotros. 3.- El sentido anagógico aparece cuando lo cumplido en Cristo significa lo que se dará en la gloria.

8.- LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA SEGÚN ENRIQUE DE GANTE Ciencia es noticia cierta de las cosas. En sentido estricto, no obstante, no se puede decir que toda noticia cierta sea ciencia. La ciencia estricta está pidiendo que la certeza esté fundada en una percepción evidente: en sentido estricto no se puede decir que sea ciencia cualquier

noticia cierta. Solamente se puede llamar ciencia a la verdad de aquellas cosas que aparecen con evidencia al entendimiento humano. Una evidencia es cuando el entendimiento es testigo de la verdad para sí mismo. En la concepción de Gante de la teología como sabiduría manifiesta que la diferencia entre ciencia y sabiduría consiste en que la primera trata de realidades humanas y temporales mientras la sabiduría trata de realidades divinas y eternas. Esto lo manifiesta teniendo como f uente el “De Trinitate” agustiniano. San Agustín afirma en primer lugar que la ciencia abarca el dominio de las realidades temporales: lo que está sucediendo, lo que se espera y lo que ha pasado ya, es decir, aquellos acontecimientos susceptibles de colocarse en la línea de la historia. En cambio, la sabiduría trata de entender las “rationes aeternae”, como objeto de contemplación propia, ya sea en la realidad de Dios, ya sea incluso en las realidades de este mundo, en cuanto están situadas en la eternidad de Dios. En su aspecto deductivo, el método teológico deducirá de estos principios supremos unas conclusiones igualmente ciertas. Pero Enrique de Gante no cierra la puerta a un posible método inductivo, ascendente y complementario de la deducción pura de los primeros  principios. El piensa que, así como bajo las realidades sensibles que se ofrecen a los sentidos está latente la inteligibilidad que se le ofrece al entendimiento, que quasifodiendo penetrat, de manera análoga, bajo las figuras de los profetas y de los signos sensibles de la historia en la que Dios interviene, late asimismo una inteligibilidad que sólo puede descubrir el entendimiento iluminado por la luz sobrenatural, ya que solamente a esta luz se puede leer el sentido oculto de las palabras o de los signos, que de otra suerte aparecerían dispersos y sin conexión. Efectivamente, necesitamos ser conducidos a la contemplación de lo espiritual a partir de lo sensible: “llevados de la mano por las cosas materiales”, dice Enrique de Gante.

9.- CRISIS SOBRE EL ESTATUTO CIENTÍFICO DE LA TEOLOGIA Produce el efecto de una ruptura la afirmación de Gabriel Vázquez (1549-1604), quien, por  primera vez desde que la Teología ocupó el centro de la universidad en la Edad Media y en el Renacimiento, afirma que la teología no es ciencia en sentido pleno: no lo es ante el foro universal compuesto por toda clase de personas, católicos, herejes e infieles, porque sus

 principios no son evidentes para todos, sino que — al ser recibidos por la revelación y la fe —  solamente son válidos para los fieles. Pero la teología podrá ser valorada como disciplina científica por aquel sector de la comunidad científica que acepte las llamadas ciencias del espíritu o ciencias del hombre (antropología, filosofía, historia...) si el saber teológico cumple los dos requisitos siguientes: 1° Que las mediaciones de las que se vale la teología  — la profundización racional y la investigación de la historia, para poner los ejemplos más claros —   sean en sí mismas de tanta precisión y consistencia que alcancen el rigor científico propio de las correspondientes disciplinas antropológicas, filosóficas o históricas en su despliegue universitario. 2° Que la teología tenga claro su objeto y el método de acceder a él, de suerte que la unidad de objeto y de método garantice la unidad del saber teológico. Del pensamiento de Gabriel Vázquez puede extraerse este aforismo: Cada ciencia debe tratar de conseguir un objeto razonable con el método más adaptado a ese objeto. Cuando al objeto a estudiar se le aplica el método adecuado, tenemos un nivel científico de conocimiento. ¿Qué consecuencias resultan de todo ello? Fácticamente, hay que admitir que un gran sector de la comunidad científica tan sólo admitirá la cientificidad de la teología como ciencia de la religión cristiana, lo que equivaldrá a valorar tan sólo el carácter científico de la mediación histórica o, en todo caso, de la mediación racional. No obstante, ello será suficiente para dar cabida en la Universidad a la teología como ciencia de los orígenes cristianos o como ciencia de la Religión cristiana. En esta misma línea, no sólo los creyentes, sino también miembros agnósticos de la comunidad científica, podrían admitir que la teología es ciencia no sólo porque emplea el método histórico-racional sino porque se aplica a un objeto razonable con un método de conocimiento proporcionado.

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