La Soberanía Divina Charles Spurgeon PDF

October 8, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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LA SOBERANÍA DIVINA  Sermón predicado por Charles Spurgeon

 

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VIII. LA SOBERANÍA DIVINA «¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?» (Mateo 20:15). El padre de familia dice: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?” Y esta mañana, el Dios de cielos y tierra os hace la misma pregunta: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?” No hay un atributo de Dios más consolador para sus hijos que la doctrina de la soberanía divina. Bajo las más adversas circuns circunstancias, tancias, en los más graves contratiempos, contratiempos, ellos creen que esa soberanía ha ordenado sus aflicciones, aflicciones, que las gobiern gobiernaa y que las santifica. No hay otra cosa por la que los hijos de Dios deban contender más firmemente que por el dominio de su Señor sobre toda la creación, trono suyo -la realeza de Dios sobre las obras de sus manos-, y el derecho a sentarse en ese trono. Por otra parte, tamp tampoco oco hay doctrina más odiada odiada por los munda mundanos, nos, ni verdad convertida en semejante pelota de fútbol, como la de la grande, maravillosa y certísima soberanía del infinito Jehová. Jehová. Los hombres perm permitirán itirán a Dios estar en cualquier ssitio itio menos en su trono. Consentirán eenn hallarlo en el taller form formando ando los mundos y haciendo las estrellas. Accederán a que esté esté en su casa de caridad repartiendo limosnas y oto otorgando rgando merced mercedes. es. Le tolerarán mantener firme la tierra y sostener Sus pilares, o iluminar las lámparas del cielo, o gobernar al inquieto océano; pero cuando Dios sube a su trono, sus criaturas rechinan los dientes. Y cuando proclamamos un  Dios entronizado y su derecho a hacer según le plazca con lo suyo, a disponer de sus criaturas como le parezca sin consultar con ellas, entonces somos silbados y despreciados, y los hombres cierran sus oídos a nuestras palabras, porque un Dios en su trono no es el Dios ellosy aman. Lesen agradaría contemplar contemplarle en cualquier sitio menos en su solio connos su cetro en suque mano la corona sus sienes. sienes. Pero esle un Dios entro entronizado nizado el que a nosotros gusta predicar, en quien confiamos, de quien hemos cantado y de quien hablaremos en esta plática. Sin embargo, haré hincapié solamente solamente sobre una parte de la soberanía de Dios, y es la que toca a la distribución de sus dádivas. En este aspecto creo que, no solamente tiene derecho derecho a hacer lo que quiera con lo suyo, sino que, en realidad, lo hace. Antes de comenzar nuestro sermón, debemos reconocer como cierto que todas las bendiciones son regalos de Dios, a los que no tenemos derecho por nuestros propios méritos; y creo que toda  persona que piense un poco debe reconocerlo así. Una vez admitido esto, nos ocuparemos en demostrar que si hace lo que quiere con lo suyo es porque tiene derecho a quedárselo todo si le  place, a repartirlo si así lo prefiere, a dar a unos y a otros no, o bien a no dar a nadie o dar a todos, según parezca bien a sus ojos. “¿No me es lícito hacer lo que quiero quiero con lo mío?” Dividiremos los dones de Dios en cinco clases: Temporales, salvadores, honoríficos, útiles y consoladores. De todos ellos debemos decir: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?” I. Empezarem Empezaremos, os, pues, con LOS DONES TEMPORALES. Es un hecho indiscutible que Dios, en las cosas temporales, no ha repartido a todos por igual; no todas sus criaturas han recibido la misma misma cantidad de ventur venturaa y posición en est estee mundo. Existe una desigua desigualdad. ldad. Notadla sobre todo en los hombres, porque porque de ellos nos ocuparemos principalmente. principalmente. Unos nacen como Saúl, que “del hombro arriba sobrepujaba a cualquiera del pueblo”; otros serán toda su vida como un Zaqueo, hombre hombre de corta estatura. Unos tienen un ccuerpo uerpo musculo musculoso so y son físicam físicamente ente atractivos; otros son débiles débiles y distan de tener una figura figura hermosa. Cuantos encontram encontramos os cuyos ojos nunca han gozado de la luz del sol; cuyos oídos jamás han escuchado el encanto de la música y cuyos labios en la vida han pronunciado pronunciado palabras inteligibles inteligibles o armoniosas armoniosas.. Id por el mundo y hallaréis hombres superiores a vosotros en vigor, salud y figura; y otros inferiores en todas estas mismas cosas. cosas. Algunos de los que están aquí son preferidos por su aspecto exterior al resto de sus semejantes, mientras que otros son dejados a un lado y no tienen nada de que puedan gloriarse en la carne. ha dado Dios belleza a un hombre y a otro no? ¿Adel unoentendimiento, todos sus sentidos ya otro sólo ¿Por partequé de ellos? ¿Por qué ha despertado en unos el sentido mientras que otros se ven obligados a tener una mente obtusa obtusa y terca? Digan lo que digan los hombres hombres,, no Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

 

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 puede haber otra respuesta que esta: “Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos”. Los antiguos fariseos preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó este o sus padres, para que naciese ciego?” Sabemos que no fueron los pecados de los padres ni los del hijo la causa de que éste naciera ciego, como tampoco es por eso por lo que otros han sufrido desgracias parecidas; sino porque Dios ha actuado según la ha placido en el reparto de sus beneficios terrenales, diciendo de este modo al mundo: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?”  Notad, también, la desigualdad que existe en la distribución de los dones intelectuales.  No todos los hombres son como Sócrates; hay pocos como Platón; los hombres como Bacon aparecen muy de tarde en tarde; no se da muy frecuentemente la ocasión de poder hablar con algún Isaac  Newton. Algunoslastienen maravillosa con la la altura que pueden desentrañar grandes misterios, sondear profundidades de losinteligencia océanos, medir de las montañas, analizar los rayos del del sol y pesar los as astros. tros. Otros no tiene tienenn sino pocos alcances. Podéis educarlos y educarlos, que nunca lograréis hacer de ellos grandes hombres. hombres. Es imposible m mejorar, ejorar, lo que no tienen. Carecen de genio y vo vosotros sotros no podéis im impartírselo. partírselo. Cualquiera puede ver que hay una diferencia inherente en el hombre hombre desde su mis mismo mo nacimiento nacimiento.. Algunos, con poc pocaa instrucción, aventajan a aquellos aquellos que han sido concienzudame concienzudamente nte preparado preparados. s. Tomad do doss muchac muchachos, hos, educadlos en el mismo colegio, por el mismo maestro; los dos se aplicarán en sus estudios con la misma diligencia, diligencia, pero uno de ellos dejará rezagad rezagadoo a su compañero. ¿Por ¿Por qué es esto? Porque Dios hace sentir su soberanía tanto sobre la inteligencia como sobre el cuerpo. Él no nos ha hecho a todos iguales; sino que ha dado variedad a sus dones. Un hombre es elocuente com comoo Whitefield, y otro tartamudea aunque sólo tenga que hablar tres palabras en su propia lengua. -Qué es lo que establece estas marcadas marcadas diferencias diferencias entre homb hombre re y hombre? Tenemos qu quee responder qu quee debemos atribuirlo todo a la soberanía de Dios, quien hace lo que quiere con lo suyo. Reparad de nuevo en las diferentes condiciones de los  hombres en el mundo.  De vez en cuando han surgido preclaras inteligencias entre hombres cuyos miembros han arrastrado las cadenas de la esclavitud y cuyas espaldas han sido ofrecidas al látigo; hombres de piel negra, pero de entendimiento inmensamente inmensamente superio superiorr al de sus brutales amos. También en Inglaterra es frecuente frecuente encontrar a sabios que viven en la po pobreza, breza, y ricos no ppocas ocas veces ignora ignorantes ntes y vanos. Unos vienen a este mundo para ser ataviados con la púrpura imperial, otros no llevaran más que sus humildes ropas de campesino. Unos tienen un ppalacio alacio para mora morarr y colchón de plum plumas as para descansar, mientras otros no tienen sino un duro catre y nunca les cobijará más suntuoso techo que el de paja de su cabaña. Si de nuevo preguntásemos preguntásemos la razón de todo eesto, sto, la respuesta se seguiría guiría siendo la misma: “Así, “Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos”. A vuestro paso por la vida podréis podréis observar de otras muchas muchas maneras la manifestac manifestación ión de la soberanía de Dios. Da a algunos hombres una salud recia durante toda su vida, de forma que apenas saben lo que es una indisposición; mientras que otros se arrastran vacilantes por el mundo esperando encontrar la tumbapersonas, abierta acomo cada Moisés, paso, viviendo miles de temer constantemente alarga una. Hay que aunmiles en losdeúltimos díasmuertes de unaalvida extraordinariamente tienen una vista aguda y que, aunque tengan el cabello blanco, se mantienen firmes sobre sus pies, como cuando cuando eran jóvenes. Nuevamente preguntamos preguntamos:: ¿cuál es la causa de esta difere diferencia? ncia? Y otra vez aparece la única respuesta respuesta adecuada: La sobera soberanía nía de Jehová. Encontraréis tam también bién que, mientras a unos se les quita la vida prematuramente -en la flor de su vida-, a otros les es dado llegar más allá de los setenta; unos parten antes de haber cubierto la primera etapa de su existencia, mientras otros prolongan prolongan sus días hasta convertirse totalm totalmente ente en un estorbo. Estimo que necesariamente debemos atribuir la causa de todas estas diferencias de la vida a la soberanía de Dios. Él es Rey y Soberano y, ¿no hará lo que quiera con lo suyo? Vamos a dejar este extremo de la cuestión; pero antes de hacerlo, debemos recapacitar un poco más sobre él. ¡Oh!, tú que has sido dotado de una noble figura, de un, cuerpo hermoso: no te enorgullezcas de ello, ello, porque tus dones dones proceden de Dios. No te gloríes, porque si lo haces, desaparecerá en un momento momento toda tu apostura. Las flores no presumen de su belleza ni los pájaros cantan su plumaje. plumaje. Hijas, no os envanezcáis con vu vuestra estra hermosu hermosura; ra; hijos, no os engriáis de vuestra gallardía. Y vosotros, ¡oh! hhombres, ombres, podero poderosos sos e inteligentes, recor recordad dad que todo cuanto Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

 

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tenéis os ha sido concedido concedido por un Soberano Señor: Señor: Él creó, Él puede destruir. No hay mucha diferencia entre la más preclara inteligencia y el idiota más desvalido: las mentes penetrantes rayan en la locura. Vuestros cerebro cerebross pueden ser tr trastornados astornados en cualqu cualquier ier momen momento, to, y en adelante estar condenados condenados a vivir en la demencia. No os jactéis de vuestro saber, saber, porque aun el más pequeño conocimiento que poseéis os ha sido dado. Por lo tanto, yo os digo, no os enaltezcáis sobremanera, sino emplead para Su gloria los dones que Dios os ha dado, porque son dádivas reales que no podéis podéis rechazar. Si el Soberano Señor os ha da dado do un talento, y no más, no lo guardéis en vuestra faltriquera, sino haced buen uso de él y quizá os será aumentado. Bendecid a Dios porque tenéis más que algunos, y dadle gracias, también, porque os ha dado menos que a otros, así nocarga, es a,tanto lo que quevuestro llevar sobre vuestros ya que mása ligera porque sea vuestra carg menos gemiréis gemtenéis iréis en cam caminar inar hacia hombros; la tierra mejor mejor. . cuanto Bendecid Dios, pues, si poseéis menos que vuestros semejantes, y ved su bondad tanto en el dar como en el retener. En todo cuanto hemos dicho hasta aquí, probablemente la mayoría esta de acuerdo con nosotros; pero cuando entramos en el segundo punto, LAS DÁDIVAS SALVADORAS, gran número de personas discrepan, discrepan, porque no pueden aceptar nuestra nuestra doctrina. Cuando aplicamos eesta sta verdad con relación a la soberanía de Dios en la salvación del hombre, vemos como hay quien se levanta para defender a sus semejantes, a quienes consideran perjudicados por la predestinación divina. Pero nunca oí de alguno que se alzara para abogar por Satanás; y yo creo que si algunas algunas criaturas de Dios tuvieran derecho a quejarse de Su comportamiento, éstas serían los  ángeles caídos. Por su pecado fueron arrojados del cielo fulminantemente, y no leemos que nunca les fuera enviado un mensaje mensaje de misericordia. Una vez echados fuera, su con condenación denación fue sellada; mientras que a los hombres se les dio una tregua, fue enviada redención a su mundo, y un gran número de ellos fueron escogidos para vida eterna. ¿Por qué no contender con la soberanía tanto en un caso como en otro? otro? Afirmam Afirmamos os que Dios ha elegido un puebl puebloo de entre los hombres, y se le niega el derecho a obrar así. Y yo pregunto: ¿por qué no se discute igualmente igualmente el hecho de que haya escogido a los hombres y no a los ángeles caídos, o su justicia justicia por esa forma de procede proceder? r? Si la salvación fuese asunto de derecho, los ángeles tendrían en verdad tanto como los hombres. ¿No estaban situados en una dignidad superior?, ¿o es que pecaron más? Creemos qu quee no. El pecado de Adam fue tan intencionado y ple pleno no que no podem podemos os imaginar uno mayor. Si los ángeles expulsados del cielo hubiesen sido restaurados, ¿no habrían prestado mayor servicio a su Hacedor que el que nosotros podamos prestarle prestarle jamás? Sí se nos hubiera permitido juzgar en esta esta cuestión hubiéramos liberado liberado a los ángeles y no a los hombres. Así pues, admirad el amor amor y la soberanía divinos, ya que mientras aquellos fueron hechos pedazos, Dios levantó un número de elegidos de entre la raza humana para hacerles estar entre príncipes por los méritos de Jesucristo nuestro II.

Señor. de nuevo la soberanía divina en el hecho de que Dios escogió al pueblo israelita y dejó a  Notad los gentiles en la oscuridad durante años. ¿Por qué fue Israel enseñado y salvado mientras Siria se  perdía en la idolatría? ¿Era una raza más pura en su origen y mejor en su condición que la otra? ¿No tuvieron los israelitas dioses falsos centenares de veces, que provocaron la ira y el aborrecimiento del Dios verdadero? ¿Por qué fueron favorecidos más que todos sus semejantes? ¿Por qué el sol brilló sobre ellos, mientras a su alrededor las naciones eran dejadas en la oscuridad, y miríadas miríadas eran sepultado sepultadoss en el infierno? infierno? ¿Por qué? La única respue respuesta sta que puede darse es esta: Que Dios es soberano y “del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece”. Y también, ¿cómo es que Dios nos ha dado su Palabra a nosotros, mientras multitud de personas están todavía sin ella?  ¿Por qué nos podemos acercar al tabernáculo de Dios cada uno de nosotros, domingo tras domingo, teniendo el privilegio de escuchar la voz de un ministro de Jesús, mientras otras naciones no han sido bendecidas del mismo modo? ¿No podía Dios haber hecho que la luz resplandeciera también en esos sitios de tinieblas? ¿No podía Él, si le hubiese placido, haber enviado mensajeros raudos como la luz para que proclamasen su Evangelio por toda la Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

 

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tierra? Podía haberlo hech hechoo si hubiera querid querido. o. Pero, puesto que sabemos que no ha ssido ido así, nos inclinamos con humildad, confesando su derecho de hacer lo que quiera con lo suyo. Mas permitidme permitidme que traiga, una vez más, la ddoctrina octrina a nuestro nuestross ámbitos. Observad cóm cómoo manifiesta Dios su soberanía en el hecho de que de la misma congregación, donde todos han oído al mismo predicador y escuchado idéntica verdad, es tomado el uno y dejado el otro. ¿Por qué será que en una de mis oyentes, sentada en los últimos bancos de la capilla junto a su hermana, el efecto de la predicación es diferente que en la ot otra ra que está a su lado? Ambas han sido criadas sobre las mismas rodillas, mecidas en la misma cuna y educadas con igual esmero; las dos han oído al mismo predicador y con idéntica atención; ¿por qué una será salvada y la otra dejada? Lejos estéIgualmente, de nosotroslejos el buscar hombre quepues se condena, hay ninguna. esté deexcusas noso nosotros trosenel favor restarledelgloria a Dios, sabemos sabemos cuando que es Élnoquien hace la diferencia; por eso la hermana que se ha salvado no debe agradecérselo a sí misma, sino a su Señor. Señor. Habrá también dos ho hombres mbres dados al vic vicio io de la beb bebida. ida. Unas palabras de la  predicación traspasarán traspasarán a uno de ellos de parte a parte, pero el otro permanecerá permanecerá impasible impasible,, aunque serán bajo todos los aspectos idénticamente iguales, tanto en temperamento como en educación. ¿Cuál es la razón? Tal vez digáis: porque uno ha acep aceptado tado el mensaje del Evangelio Evangelio y el otro lo ha rechazado. Pero debemos respon responder der con la misma pregun pregunta: ta: ¿quién hace que uno acepte y el otro rechace?  Me figuro que diréis que el hombre mismo hizo la distinción; pero debéis admitir en vuestra conciencia que es a Dios solo a quien pertenece este poder; a pesar de ello, aquellos a los que no les agrada esta doctrina, están siempre en pugna contra nosotros y dicen: ¿Cómo puede Dios hacer tal acepción acepción entre los miembros miembros de su fam familia? ilia? Imaginaos uunn padre que tuv tuviese iese determinado número de hijos, y que a uno diera todos sus beneficios, relegando a los otros a la miseria: ¿no diríamos que era un padre duro y cruel? Admito que sí, pero no es el mis mismo mo caso,  porque no es con un padre  con quien tenéis que tratar, sino con un  juez. Decís que todos los hombres son hijos de Dios, y yo os emplazo a probarlo probarlo con la Biblia. Nunca he leído en ella nada  parecido, y jamás me atrevería a decir: “Padre nuestro que estás en el cielo”, hasta que fuese regenerado; no puedo gozarme de su paternidad hasta saber que soy uno con Él y coheredero con Cristo; no osaría llamarle Padre Padre mientras fuera una criatura sin regenera regenerar. r. No existe aquí la misma misma relación que entre padre e hijo -porque el hijo siempre tiene algún derecho sobre su padre- sino entre rey y súbdito; y aun ni siquiera ésta, porque el súbdito tiene a veces algo, por pequeño que sea, que reivindicar de su rey- Pero una criatura, una criatura pecadora, jamás puede tener derechos sobre Dios; Dios; porque si así fuera, la salvación sería sería por obras y no por gracia. Si el hombre  pudiera merecerla, el salvarlo sería entonces el pago de una deuda, y no se le daría más que lo que se le debía. debía. Sostenemos que la ggracia, racia, para que sea tal, ha de hacer diferencias. Alguno ddirá: irá: Pero, ¿no está escrito que “a cada uno le es dada  medida de gracia para provecho” Bien,  si os gusta podéis repetir esa maravillosa maravillosa cita hasta la saciedad, que seréis bien recibidos. recibidos. Pero tened en cuenta que esta no es una citasederefiere las Escrituras, a menos que sede halle una edición arminiana. El único pasaje parecido a este a los dones espirituales losen santos, y sólo de los santos. Ya que, admitiendo vuestra suposición, si a cada uno le es dada medida de gracia para provecho, es evidente que hay otros que la reciben con carácter especial para que, precisamente, les sea  provechosa. ¿Qué entendéis por gracia que puede usarse para provecho? Me es fácil comprender los adelantos humanos para perfeccionar la utilización de la grasa, pero lo que no entiendo es una gracia que sea perfeccionada para ser usada por los hombres. La gracia no es una cosa que yo pueda usar, sino algo que me usa a mí; sin embargo la gente habla de ella como pudiéndole pudiéndole manejar, y no como una in influencia fluencia que tiene poder sobre sobre ellos. No es algo que yo pueda perfeccionar, sino que me perfecciona a mí, que me emplea y obra sobre mí. Que los hombres hablen cuanto quieran sobre la gracia universal; absurdo por completo porque no existe tal cosa ni puede existir. De lo que pueden habla hablarr con propied propiedad ad es de bendiciones universales, porque vemos que los dones naturales de Dios han sido esparcidos por doquier, en mayor o menor profusión, profusión, y los hombres pueden aceptarlos o rechazarlos. rechazarlos. Pero que no digan lo mismo de la gracia, porque nadie puede cogerla para, por sí mismo, volverse de las tinieblas a la luz. La luz no viene a la oscuridad y le di dice: ce: úsame, sino sino que la toma y la echa fuera. La vida no acude al cadáver y le dice: válete de mi y torna a vivir, sino que con su propio poder lo resucita. Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

 

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El poder espiritual no se acerca a los huesos resecos para decirles: usadme y revestíos de carne, sino que él los cubre, cubre, y acaba la obra. La gracia es, pues, aalgo lgo que se nos da y que ejerce su influjo sobre nosotros. «Solamente el deseo soberano De Dios, nos hace herederos de gracia;  Nacidos a la imagen imagen de su hijo, Restaurados de la caída raza.» Y nosotros a todos aquellos que llenos rechinan dientes al oír esta verdad, que,mientras tanto si no lo saben comodecimos si no, sus corazones están de sus enemistad contra Dios; porque lleguen al conocimiento de esta doctrina, hay algo que aun no han descubierto, y que les hace oponerse a la idea de un Dios absoluto, libre, sin cadenas, inmutable y teniendo libre albedrío, cosa que son tan dados a demostrar que las ccriaturas riaturas poseen. Estoy persuadido de que ddebemos ebemos mantener la doctrina de la soberanía de Dios, si tenemos tenemos una mente sana. “De Jehová es la salud.” Dad, pues, toda la gloria a su santo nombre, pues a Él le pertenece toda. III. En tercer lu lugar, gar, vamos a considerar las distincio distinciones nes que D Dios ios hace en su Ig Iglesia lesia al repartir los DONES HONORIFICOS. HONORIFICOS. Hay diferencia entre los propios hhijos ijos de Dios, cuando éstos son son tales. Fijaos en lo que quiero decir: Unos tie tienen, nen, por ejemplo, el don honorífico honorífico del conocimiento  en mayor grado que otros. Tropiezo de vez en cuando con un hermano con el que que podría hablar durante meses, y aprender aprender algo de él cada día. Posee una profunda exp experiencia eriencia -ha buscado en “lo  profundo de Dios”-, toda su vida ha sido un continuo estudio, dondequiera que ha estado. Parece haber sacado sus pensamientos, no de los libros meramente, sino de la vida de los hombres, de Dios, de su propio corazón; y conoce todas las vueltas y recodos de la experiencia cristiana: ha comprendido la anchura, longura, profundidad y altura del amor de Cristo, que excede a todo conocimiento. Ha conseguido una clar claraa idea e íntimo conocimie conocimiento nto del sistema de la gracia gracia,, y  puede vindicar la conducta conducta del Señor pa para ra con su pueblo. Os encontraréis con otro que ha pasado por multitud de tribulaciones, pero que no tiene un conocimiento profundo de la experiencia cristiana; no aprendió ni un solo secreto en todas sus calamidades. Surgía del barro ddee una charca pa para ra caer inmedia inmediatamente tamente en otra, ppero ero nunca se detuvo a recoger alguna de las joyas depositadas en el cieno, ni trató jamás de descubrir las perlas escondidas en sus aflicciones. aflicciones. Conoce muy poco de la altura y la profundidad del amor del Salvador. Podéis charlar co conn ese hombr hombree tanto como queráis, que no sacaréis de él nnada ada de  provecho. Si me preguntáis por qué es esto, os responderé que hay una soberanía de Dios que da el conocimiento a unos uno s y a otros Paseando día con un cristiano de edad me hablaba de cuánto provecho habíano. sacado de mielministerio. motro inisterio. Nada hay que me haga avanzada, humilla humillarr más que el pensamiento de que un creyente anciano reciba instrucción en los caminos del Señor de un neófito en la gracia. Pero yo espero, cuando cuando llegue a viejo, si es que llego, ser tam también bién instruido  por algún recién nacido en la fe; porque Dios cierra muchas muchas veces la boca de los mayores y abre la de los niños. ¿Por qué somos maestros de centenares de personas que, en otros aspectos, están mucho más capacitadas capacitadas para instruirno instruirnoss a nosotros? La única respuesta qu quee podemos eencontrar ncontrar reside en la soberanía de Dios, y debemos inclinarnos ante ella; porque, ¿no le es lícito a Él hacer lo que quiera con con lo suyo? En vez de tener envidia de aquellos que tienen el don del conocimiento, procuremos procuremos tener tenerlo lo nosotros también, si nos es posib posible. le. En lugar de mu murmurar, rmurar,  protestando por no tener más entendimiento, deberíamos recordar que ni el pie puede decirle a la cabeza, ni la cabeza al pie, no te necesito; porque Dios nos ha dado los talentos como a Él le ha  placido.  No penséis, cuando hablamos de dones honoríficos, que éstos se reducen solamente al del conocimiento; también el del servicio es un don honorífico. honorífico. No hay nada más honros honrosoo para un hombre que el cargo de diácono diácono o ministro de la Palabra. Engrandecemos nu nuestro estro oficio, pero no a nosotros mismos; porque estamos plenamente convencidos de que el desempeñar cualquier Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

 

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cometido en la iglesia es uno de los más grandes grandes honores. Preferiría ser diácono antes que alcalde de Londres. No hay honor más gr grande ande para mí que el ddee ser ministro de Cristo. Mi púlpito me es más apetecible que el más alto trono, y mi congregación es un gran imperio, ante el cual los más grandes reinos de la tierra quedan reducidos a algo sin importancia eterna. ¿Por qué Dios, por medio del Espíritu Santo, llama con especial vocación a unos para que sean pastores, y no a otros? Incluso hay personas mejor dotadas, pero no nos atreveríamos a darles el púlpito, porque no han sido llamadas con esa vocación. vocación. Igual ocurre con el diacon diaconado; ado; hombres a los que consideramo consideramoss los más capacitados capacitados son excluidos, mien mientras tras otros son escogidos. escogidos. Es la soberanía de Dios Dios,, que también se hace patente en el nombramiento de los que han de ser utilizados en cualquier cometido -al poner a Davidpara sobre el trono, al escoger a Moisés como caudillo de alos hijoscomo de Israel  por el desierto, y a Daniel desenvolverse en las esferas palaciegas; al elegir Pablo ministro de los gentiles, y a Pedro como apóstol apóstol de la circuncisión-. Y los que no habéis recibido ningún don honorífico, meditad humildemente en la verdad y razón de la pregunta del Señor: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?” Otro de los dones honoríficos de Dios es el de la expresión. La elocuencia ejerce mayor poder sobre los hombres que todos los demás dones  juntos, y si alguno quiere influir sobre las multitudes, deberá tocar sus corazones y encadenar sus oídos. Hay quienes son como vasos llenos ddee conocimiento hasta los mismos mismos bordes, per peroo sin recursos para darlos a conocer a los demás; poseen todas las perlas del saber, pero no saben cómo engarzarlas en el dorado anillo de la elocuencia; pueden cortar las más delicadas flores, pero no son capaces de trenzarlas en dulce guirnalda para ofrecerla a los ojos de su amada. ¿Cómo puede ocurrir esto? He aquí la misma e invariable respue respuesta: sta: la soberanía de Dios también se manifiesta manifiesta en el reparto de los dones honoríficos. Aprended, herm hermanos, anos, si tenéis algún don don,, a poner todo su honor a los pies del Salvador, y a no murmurar, si no los tenéis; porque, recordad que Dios es igualmente bondadoso bondadoso tanto cuando retiene retiene como cuando distribuye sus dádiva dádivas. s. Si hay entre vosotros alguno que está encumbrado, que no se envanezca, ni desprecie al humilde, porque Dios da a cada vaso su medida de gracia. Servidle según vuestra medida, medida, y adorad al Rey del cielo que hace según le place. IV. Considerarem Consideraremos os en cuarto lugar los do dones nes ddee utilidad. Muchas veces he hecho mal censurando a otros hermanos pastores por no tener más fruto, y he dicho que podían haber sido tan efectivos como yo si hubiesen mostrado mayor celo y diligencia; pero he llegado a comprender que hay otros cuya efectividad no guarda relación, ni mucho menos, con su gran celo y constancia. Por lo tanto, me retracto de mis censuras para afirmar que el don de la utilidad es otra manifestación de la soberanía de Dios. No reside en el hombre tal facultad, sin sinoo en Dios. Podemos desplegar tanta actividad como queramos, pero sólo en Él está la virtud de hacernos útiles. Izaremos todo nuestro velamen cuando el viento sople, pero no nos es dado el poder levantar ni la más ligera Vemos tambrisa. también bién la soberanía Div Divina ina en la diversidad ddee los dones minis ministeriales. teriales. Hay ministros cuya predicación es como mesa servida con ricos y abundantes manjares, mentiras que otros no tienen suficiente para dar de comer a un ratón; siempre que hablan es para censurar y no para alimentar a los hijos de Dios. Dios. Hay otros que pueden ofrecer gran consuelo, consuelo, pero son incapaces de reprender a los que caen; no tienen la suficiente fuerza de espíritu para dar unos cuantos azotes cariñosos que tantas veces sson on nec necesarios. esarios. Y, ¿¿cuál cuál es la razón? La sob soberanía eranía de Dio Dios. s. Hay algunos, también, que son la antítesis de lo anterior: manejan magníficamente el martillo, pero no saben curar un corazón quebrantado, y si intentaran hacerlo, su efecto sería tan deplorable que os imaginaríais a un elefante tratando de ensartar ensartar una aguja. Son buenos para reprender reprender,, pero inútiles  para aplicar aceite y vino a una conciencia abrasada. ¿Por qué? Porque Dios no les ha dado ese don. Asimism Asimismoo los hay que sólo predican teología experimental, experimental, y muy pocas veces sobre temas doctrinales. Otros son todo ddoctrina octrina y hablan poco de Cristo crucifica crucificado. do. ¿Por qué, de de nuevo? Dios no les ha dado el don de doctrina. doctrina. Otros -como los ddee la escuela Hawker- sólo ppredican redican a Jesús ¡bendito Jesús!-, y hay quienes se quejan porque no hablan de los problemas de la vida cristiana, porque no entran en detalles sobre la corrupción que experimentan y aflige a los hijos de Dios. Pero no les censuréis por eso. Habréis repara reparado do como de la mis misma ma perso persona na unas vveces eces Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

 

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 brotan chorros de agua de vida, y otras no podría estar más seco. Por esto, un domingo os marcháis llenos y gozosos, y al siguiente vacíos e indiferentes. Debemos aprende aprenderr a reconocer y a admirar la mano mano poderosa de la sober soberanía anía de Dios obrando en tod todoo ello. Predicando a una gran muchedumbre, la semana pasada, ocurrió que, en cierto momento de la predicación, la emoción nos embargó a todos y sentí com comoo el poder de Dio Dioss estaba con nosotros. nosotros. Una pobre criatur criatura, a, movida por el horror de la ira de Dios contra el pecado, clamaba a voz en grito sin poderse reprimir. Aquellas misma mismass palabras podrán ser pronunciadas de nuevo, nuevo, con el mismo deseo en el corazón del predicador, predicador, y no producir nningún ingún efecto. En las dos ocas ocasiones, iones, pues, ddebemos ebemos atribuirlo a la soberanía divina. divina. La mano de Di Dios os está en todo. ¿¿Os Os habéis percata percatado do de que la generación actual es es padres la máscaía im impía pía haya ppisado isado ladecían tierra?queYoeraalDios men menos os así lo lo mandaba; cr creo. eo. Cuando en tiempos de nuestros unque fuerte aguacero, quien oraban  pidiendo la lluvia, o el sol, o la bondad de la cosecha; oraban por los almiares cuando se incendiaban, y oraban cuando el hambre azotaba la tierra; nuestros antepasados decían: El Señor lo ha querido. Pero ahora, nuestros filóso filósofos fos tratan de explicarlo todo, atribuyendo cuant cuantos os fenómenos ocurren ocurren a causas se secundarias. cundarias. Mas nosotros, hermanos, pen pensamos samos que el oorigen rigen y dirección de todas las cosas pertenecen al Señor y sólo al Señor. V. Finalment Finalmentee considerar consideraremos emos que los DONES CONSOLADORES son de Dios. Cuán reconfortantes son las dádivas que hacen que nos gocemos con las ordenanzas del culto y con un ministerio provechoso. provechoso. Pero, ¿cuántas iglesias hay que no lo tienen, y por qué nos nosotros otros sí? Porque Dios ha hecho la diferencia. Algunos ten tenéis éis una fe ffirme irme y pod podéis éis sonreír an ante te la adversidad; podéis cantar en todo tiempo, tiempo, tanto en la tempestad como en la calma. Sin embargo, hay otros con una fe tan flaca que están en peligro peligro de derrumbarse al menor menor soplo de viento. Unos nacen con un carácter melancólico y, aun en la calma, ven señales de borrasca; otros son de temperamento más alegre y, aunque las nubes sean negras, en cada una de ellas ven una cinta de  plata, y son felices. Pero, ¿por qué es esto? Porque los dones consoladores vienen de Dios. Podéis observar que nosotros mismos somos diferentes en determinados momentos de nuestra vida. ¿Por qué ha habido épocas en que hemos podido tener un bendito contacto con el cielo, y nos ha sido permitido permitido el mirar más aallá llá del velo? Y otras veces veces,, sin embargo, ese delicioso placer desaparece Repentinamente. ¿Murmuramos por ello? ¿No le es lícito a El hacer lo que quiere con lo suyo? ¿No puede quitar lo que antes antes había dado? El consuelo que nosotros ttenemos enemos era suyo suyo antes que nuestro. «Y aunque te lo llevaras Yo jamás me quejaría; Que antes que me lo dieras. Sólo Tú lo poseías.»  No hay gozo del Espíritu, ni bendita esperanza, ni fe fuerte, ni deseo ardiente, ni comunión íntima con Cristo que no sea una dádiva de Dios Dios y que no provenga de Él. Cuando esté en tinieb tinieblas las y sufra contrariedades, alzaré mis ojos y diré: Él da canciones en la noche; y cuando tenga que gozarme, diré: Mi monte monte permanecerá para siem siempre. pre. El Señor es el soberano Jehová, y por tanto,  postrado a sus pies pies estoy, y si perezco ppereceré ereceré allí. Pero permitid que os diga, queridos hermanos, que esta doctrina de la soberanía divina, lejos de hacer que os sentéis perezosamente, espero que, con la ayuda de Dios, os humille y os lleve a exclamar: “Indigno soy de la más pequeña de todas tus mercedes, y reconozco que tienes derecho a hacer conmigo lo que quieras. quieras. Si me aplastas como a un vil vil gusano, no serás afrentado; afrentado; no tengo derecho a pedirte que tengas compasión de mí; sólo te ruego que me mires según tu misericordia. Señor, si quieres puedes perdonarme, y jamás diste tu gracia a alguien que la deseara más ardientemente. Lléname del pan del cielo, porque estoy vac vacío; ío; vísteme de tus ropajes, porque es estoy toy desnudo; dame vida, vida, porque estoy muerto”. Si elevas esta plegaria con toda tu alma alma y con toda tu mente, aunque Jehová es soberano, extenderá su cetro y salvará, y vivirás para adorarle en la hermosura de la santidad, santidad, amando y bendiciendo su bon bondadosa dadosa soberanía. “El que creyere”, es la Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

 

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declaración de la Escritura, “y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere será condenado.” El que creyere en Cristo únicamente y fuere bautizado con agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, será salvo; pero el que rechaza a Cristo y no cree en Él, será condenado. Éste es el decreto soberano y la proclamación celestial; inclínate a él, reconócelo, obedécele, y Dios te  bendiga.

Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres

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