La Respiracion Consciente
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Descripción: El bienestar del cuerpo, la mente y el espíritu a traves de una respiracion consciente. Aprende a respira...
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Gay Hendricks
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LA RESPIRACION CONSCIENTE Para conservar la salud, liberarse del estrés y alcanzar el dominio de uno mismo
EDICIONES URANO Argentina - Chile- Colombia- España !\léxico- Venezuela
INDICE
La prueba de la respiración: Descubre en un minuto SI necesttas practicar los ejercic1os de respiración que propongo en este libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
PREFACIO Una práctica que mejorará
tu
calidad de vida .................. 15
PRJ!-.IERA PARTE EL ALIENTO DE LA VIDA l. El bienestar del cuerpo, la mente y el espíritu: Ocho razones para practicarla respiración consciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 2. Cómo usar todos los días la respiración consciente . . . . . . . . . . . . 53
SEGIDIDA PARTE LA PRÁCTICA DE LA RESPIRACI ÓN CONSCIENTE 3. Lns tres lecciones básicas de la respiración consciente ......... 63 Primera leccidn: La exploración de la respiración desde dentro
hacia fuera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Segundo lmión: El cultivo de la respiración d.ia&agmattca plena ........................... . ................. 81 T"uro lección: La respiración para la integración de la mente y el cuerpo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
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4. Las cinco lecciones avanzadas de la respiración consciente . . . . . 99 Primera lección: Abrir espacio en el cuerpo para una respiración más profunda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Segunda lección: Poner a punto la respiración de todo el cuerpo . . 111 Tercera lección: Liberar el aliento dentro del aliento . . . . . . . . . . . 121 Cuarta lección: Entrar en un estado de relajación profunda mediante la respiración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Quinta lección: Generar una experiencia profunda de la corriente de energía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133 5. El método breve: Diez minutos para el Programa diario de respiración ... . ................ . ........... . ......... 139
TERCERA PARTE LA RESPIRACIÓN CONSCIENTE PARA SITUACIONES ESPECIALES Introducción a la Tercera parte ............................ 147 6. La liberación de traumas: Cómo sanar heridas pasadas y presentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 La técnica informal e inmediata de la liberación de la tensión . . . 151 La técnica formal de la liberación de traumas . . . . . . . . . . . . . . . 154 7. El trabajo respiratorio en la recuperación de adicciones
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8. La respiración consciente para tratar el asma y otros problemas respiratorios .......................... 165 Ejercicios respiratorios: Primer ejercicio: Respirar con el abdomen ................... Segundo ejercicio: Hacer una espiración completa . . . . . . . . . . . . . Tercer ejercicio: Alargar y profundizar la espiración . . . . . . . . . . . . Cuarto ejercicio: Coordinar la respiración con el movimiento corporal integrado ............................. . .....
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9. Respiremos juntos: El trabajo respiratorio en pareja
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Ejercicios en pareja: Primer ejercicio: Sintonizar con la respiración del otro . . . . . . . . . 180 Segundo eJercicio: Respirar mirándose el uno al otro . . . . . . . . . . . 182 Tercer ejercicio: Respirar para intensificar la sensación sexual . . . . 184
10. Cómo aumentar el rendimiento deportivo
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Técnicas para atletas: Primera técnica: Cómo incrementar la resistencia . . . . . . . . . . . . . 191 Segunda técnica: Cómo mejorar la concentración . . . . . . . . . . . . . 193 Tercera técnica: Cómo entrar rápidamente en el presente . . . . . . . 195
11. Preguntas frecuentes sobre la respiración ................. 197
APÉNDICES
A. Mi historia personal: Cómo empecé a interesarme en la respiración consciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
B. Nota bibliográfica ..................................... 217 C. Nota para profesionales y practicantes avanzados de la respiraci6n consciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219 Agradecimientos ........................................ 213 Sobre el autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
La prueba de la respiración Descubre en un minuto si necesitas practicar los ejercicios de respiración que propongo en este libro Tómate un momento para responder a estas doce preguntas:
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Cuando haces una inspiración profunda, ¿hinchas el pecho? ¿Te cansas fácilmente o te despiertas cansado? ¿Tienes palpitaciones o una leve sensación de náuseas? ¿Sientes a menudo que sólo utilizas parte de tu capacidad respiratoria? ¿Sueles tener dolores de cabeza más o menos intensos, frecuentemente por la tarde? ¿Tu respiración es superficial? ¿Tu respiración se sitúa sobre todo en la parte alta del pecho? ¿Sueles tener los músculos tensos o doloridos al tacto? ¿Suspiras con frecuencia? ¿Sientes a menudo dolores en la caja torácica o puntadas que te hacen contener el aliento? ¿Te quedas a menudo sin aliento? En reposo, ¿respiras más de quince veces por minuto?
Todos estos síntomas pueden deberse a una respiración ineficaz. Y todos ellos desaparecerán a medida que vayas aprendiendo a respirar con más eficacia. Si has respondido que sí a cualquiera de estas preguntas, puedes beneficiarte de las prácticas que te ensefia el libro. Si has respondido que sí a tres o más, estas actividades te serán sumamente útiles, e incluso puede ser que te cambien la vida.
PREFACIO
U na práctica que mejorará tu calidad de vida Más vive la vida quien más aire respira. ELIZA11ETH BARRF.TT BROWN!J'iG
¡Respirar, invisible poes1a! Espacio del mundo en consrante y puro intercambio con nuestro propio seL Contrapeso en donde, rítmicamente, yo sucedo.
RAlN.t::R MARIA RJLKE
Siento como un especial privilegio el hecho de estar escribiendo este libro. Llevo ya casi la mitad de mi vida ayudando a la gente a sentirse mejor por medio de la respiración consciente, y durante todo ese tiempo, yo mismo he sido el mejor de mis clientes. De todas las maneras imaginables, me he beneficiado de las ideas y los procesos que quiero compartir con mis lectores en este libro. Ofreceros lo que sé sobre la respiración es la culminación de mi sueño de toda la vida. Cuando inicié mi carrera, había poca información sobre el «trabajo con la respiración». En realidad, creo que incluso puedo haber sido yo quien acuñó la expresión. Empecé a usarla a comienzos de los años setenta, para denotar el uso consciente de la respiración como instrumento de curación, útil para la reducción del estrés y para el crecimiento personal. En el trabajo con la respiración, el practicante se vale de su propia percepción de cómo respira, unida a una diversidad de técnicas específi-
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PREFACIO
que era un pesado en mi celo por ganar adeptos cuando descubrí el poder del trabajo con la respiración. Como muchos nuevos conversos, estaba entusiasmado con lo que acababa de comprender y quería que el resto del mundo también se entusiasmara con ello. Y aunque desde entonces he conseguido atemperar un poco mi celo «evangelizador>,, en realidad me siento más entusiasta ahora que entonces, cuando empecé, a comienzos de los años setenta. Pero hoy se va haciendo cada vez más difícil encontrar escépticos. En la actualidad, tras varios centenares de estudios sobre la eficacia del trabajo con la respiración en el tratamiento de multitud de dolencias psicológicas y físicas, la comunidad científica ya ha verificado lo que había descubierto la comunidad de terapeutas: que el trabajo con la respiración produce frutos.
TRABAJAR CON LA RESPIRACIÓN ES UNA PRÁCTICA QUE RECIBE CADA VEZ MAYOR RECONOCIMIENTO Nuestra respiración es el frágil velero que nos transporta del nacimiento a la muerte. Doctor FR.EoERJCK Lf:BOYER
Durante los últimos quince afios que he pasado dando conferencias me he encontrado frecuentemente con el doctor Andrew Weil. Por lo general, nuestros encuentros se reducen a una charla de cinco minutos a la entrada o a la salida de una conferencia en la que ambos participamos. De todas las personas que he conocido, Andy es una de las más educadas, cultas, y de mentalidad más abierta. Sus estudios en la Facultad de Medicina de Harvard le proporcionaron una rigurosa inmersión en el modelo médico de Occidente, pero él no se detuvo allí. Ha seguido estudiando las hierbas, las plantas psicoactivas, la acupuntura, la osteopatía y una docena más de artes curativas diferentes. Lo que le interesa no es proteger su sistema de creencias, sino descubrir todo lo que pueda funcionar. Generalmente, cuando nos vemos, lo primero que hago es preguntarle por lo que lo tiene más ocupado en ese momento. Y no hace mucho tiempo que, con enorme satisfacción, le oí decir que uno de los temas que en ese momento más le interesaban ¡era el uso terapéutico de la respiración! Un interés que comparten muchas otras personas que están en primera ünea de la comu-
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PREFACIO
nidad terapéutica. Su opinión, como la mía, era que el trabajo con la respiración es uno de los pilares de la curación y el crecimiento personal. Actualmente, son muchas las personas que andan en busca de maneras orgánicas de sanar y de sentirse bien. Los fármacos recetados, por más necesarios que puedan ser en muchas circunstancias, también tienen fuertes efectos secundarios. Las drogas recreativas van perdiendo favor entre los más sensatos, porque se paga un alto precio, a veces fatal, por las sensaciones de bienestar que pueden producir. Incluso aunque los fármacos no tuvieran estos costosos efectos secundarios, la persona consciente de su salud terminaría queriendo hallar un recurso permanente y beneficioso para mantenerse sana y elevar su conciencia. La alternativa ideal es trabajar con la respiración, ya que es gratuita y está completamente dentro de nuestro control consciente. Por estas razones, y también debido a su poder, el trabajo con la respiración merece que lo vayamos convirtiendo en una de las principales artes curativas. Bastantes de nosotros {aunque todavía pocos, nuestro número va creciendo) creemos que, a la larga, el trabajo con la respiración terminará popularizándose hasta convertirse en la principal técnica de curación de nuestra época.
UN INSTRUMENTO DE CURACIÓN DE AMPLIO ALCANCE La palabra latina que designa la respiración es spiritus. Deja que ru aliento fluya a través de ti como si sintieras que el espíritu fluye a través
de tu cuerpo. ]F.RRY BRAZA
Estoy profundamente agradecido al poder de la respiración consciente por todo lo que nos ha aportado no sólo a mí, personalmente, sino también a los miles de clientes con quienes la he empleado. Yo echo mano de ella todos los dias en mi propia y personal búsqueda de la salud, y lo mismo hago en cada sesión con mis pacientes de psicoterapia. Alrededor de un centenar de días al año, se la enseño también a públicos especializados, de profesionales que quieren incorporarla a sus prácticas. La he enseñado en Europa, Asia y Norteamérica. No importa si estoy en Praga o en Kalamazoo; siempre encuentro que el trabajo con la respiración salva las
PREFACIO
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barreras culturales con mucha más eficacia que cualquier otra cosa que yo haya conocido. H ay una palabra hawaiana -ohan~ que en la actualidad significa «familia». Su significado más antiguo alt~día a una comunidad más amplia, y quería decir, literalmente, «persona~ que respiran juntas». Cuando los misioneros llegaron a las islas, los nativos los llamaron hao/es, un epíteto muy poco lisonjero, ya que signifiq «gente que no respira». Tras la reciente disolución del bloque soviético, he recibido cartas de personas de la República Checa, de Bulgaria y de Rusia, que quieren aprender a trabajar con la respiración. Tal como me decía un corresponsal de Croacia, en una carta muy conmovedora; «Finalmente, después de cuatro años de restricciones, podemos re~ipirar con libertad. Ahora queremos aprender a respirar con eficacia». Si este es tu deseo, lector, te felicito por ello, Has elegido una senda profundamente interesante y saludable. Te damos la bienvenida a nuestra amplia y siempre creciente ohana.
PRIMERA PARTE
El aliento de la vida A tu aliento añado mi aliento para que nuestros días en la Tierra se alarguen, para que los días de nuestro pueblo se alarguen y seamos una sola persona... ANTIGUA CANCIÓN KERE!f
• Pueblo indígena norteamericano establecido en Nuevo México. (N del E.)
CAPÍTULO 1
El bienestar del cuerpo, la mente y el espíritu Ocho razones para practicar la respiración consciente A nuestra conciencia ordinaria, la respiración no le sirve más que para el mantenimiento del cuerpo. Pero si vamos más alla de la menre, la respiración puede c>. A veces, quedarse dormido significa simplemente que estás cansado y necesitas un descanso extra. Sin embargo, hay personas que utilizan el sueño como un mecanismo de evitación. He tenido clientes cuya pauta era quedarse dormidos durante las sesiones de trabajo respiratorio cuando éste hacía aflorar determinadas emociones. Qyizá quieras sintonizar con el momento en que te da sueño y con los sentimientos y pensamientos que hayas tenido justo antes de que
Preguntasfrecuentes sobre la respiración
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empezara la somnolencia. Esto podría darte una visión más clara de aquello de lo cual depende la somnolencia: si de las necesidades biológicas del cuerpo o bien de factores psicológicos. Después de algunas sesiones de práctica, notarás que puedes mantener tu estado de alerta durante la sesión. Sin embargo, entretanto limítate a disfrutar de este «ir a la deriva>>, y cuando regreses del viaje, retoma el contacto con la respiración.
Pregunta: Yo suelo hacer pausas al terminar la inspiración, y a veces al iniciarla. ¿Qyé debo hacer con ello? Respuesta: Lo ideal es que la inspiración se funda con la espiración, y viveversa. Si observas la respiración de un bebé sano, verás una transición suave y fácil entre la una y la otra. Los bebés no se detienen ni al comienzo ni al final. En 1951, en uno de los primeros estudios importantes centrados en la respiración, un médico llamado Clausen observó que los individuos neuróticos que estaba estudiando tendían a hacer una transición brusca entre la inspiración y la espiración. Al parecer, algo relacionado con los traumas de la vida dificulta nuestra capacidad para hacer una transición suave entre la inspiración y la espiración. Haz tu respiración tan lenta como te sea posible y concéntrate en lograr una transición suave. Jamás es demasiado tarde para aprender. La que hasta hoy es mi clienta de más edad entre los que trabajan conmigo esta pauta respiratoria tenía 77 años cuando empecé a trabajar con ella; tiene 90 en estos momentos y sigue haciendo todos los días su trabajo respiratorio. Pregunta: ¿Qyé piensa usted de las visualizaciones durante el trabajo con la respiración? Respuesta: Si disfrutas de ellas y las encuentras útiles, ¡adelante! Al-· gunos de mis clientes las encuentran de mucha utilidad; a otros les resultan indiferentes. A veces utilizo la imagen de las olas en el océano para que la gente consiga dar un ritmo fluido a su respiración. No se trata de una técnica con la que yo trabaje mucho, de modo que no puedo darte más ayuda técnica que recomendarte que experimentes por tu cuenta. Pregunta: A mí me gusta emitir sonidos con la espiración mientras estoy practicando las lecciones. ¿Está bien hacerlo? Respuesta: Sí. A mucha gente le gusta canturrear o emitir ciertos sonidos mientras respira. Aunque se respire por la nariz, con la espiración se
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SITUACIONES ESPEC I ALES
puede producir toda clase de sonidos. Un suspiro o un canturreo proporciona una sensación de bienestar a todo el cuerpo.
Pregunta: ¿Qyé debo hacer si surgen algunos sentimientos mientras estoy trabajando con la respiración? Respuesta: Es perfectamente normal que al respirar con mayor profundidad afloren emociones a la superficie. Lo mejor que se puede hacer es pasar a un ritmo respiratorio más lento y aceptar la descarga emocional, participando en ella con lágrimas, por ejemplo, o bien concentrando la atención en las sensaciones de la ansiedad. Sigue manteniendo una respiración lenta y relajada, y evita cualquier juicio sobre ti o tus sentimientos. Los sentimientos son como una tormenta con rayos y truenos: tienen un comienzo, un transcurso y un final. Respira durante toda la evolución de los sentimientos, desde que surjan hasta que se resuelvan, y saldrás de ello sintiéndote muy renovado. Pregunta: Hay ocasiones en que me mareo cuando estoy practicando las lecciones. ¿Qyé debo hacer cuando me sucede? Respuesta: Generalmente, la causa de-la sensación de mareo es que te estás forzando demasiado. Cuando empieces a sentir los síntomas del mareo, que se te va la cabeza, relájate y respira más lentamente todavía. Si los síntomas persisten, haz una pausa y descansa hasta que se te pasen. Esto es válido para cualquier sensación desagradable, como pueden ser tensión en el cuello o un dolor en las costillas. No atravieses los síntomas a empujones; ve deslizándote por entre ellos, o bien descansa sobre ellos. Todos estos ejercicios se han de realizar de un modo que te resulte cómodo.
APÉNDICES
APÉNDI CE A
Mi historia personal Cómo empecé a interesarme en la respiración consciente
Puedo localizar el comienzo de mi interés por la respiración consciente en un momento específico de finales de los años sesenta. E n 1969 tenía yo 24 años y estaba en graves dificultades. Pesaba casi 136 kilos, cuar~nta y cinco más que mi peso actual. Fumaba casi dos paquetes de cigarrillos al día, y me encontraba atrapado en un pésimo matrimonio. Se puede decir que lo único que funcionaba bien en mi vida era mi relación con mi hija, un bebé a quien adoraba y a quien reconozco el mérito de haberme dado una razón para vivir y superar aquellos oscuros días. T ambién fue muy grata y valiosa para mí la amistad con Neil Marínello, amigo, maestro y consejero en el pequeño internado de New H ampshire donde entonces ambos trabajábamos. Un día, N eil me invitó a una excursión que había de cambiar el curso de mi vida. M e contó que uno de sus ex profesores de H arvard había estado en la India y allí había tenido un profundo despertar espiritual. Tras haber cambiado su nombre por el de Ram D ass, había vuelto a Estados Unidos para ofrecer sus enseñanzas y estaba viviendo en la propiedad de su padre, a poca distancia de allí. Ned me preguntó sí me interesaría conocerlo. Yo tenía la vaga idea de haber oído hablar de Ram D ass, pero con su antiguo nombre de Richard Alpert, en la época en que se había hecho famoso como uno de los de la banda de aventureros del L SD asociados con Timothy Leary. Y como no tenía nada mejor que hacer aquel domingo por la tarde, me decidí a ir. Aparte de haber fumado marihuana en la universidad, yo era prácticamente un extraño en relación con la contracultura. No sé cómo, pero
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APÉNDICE A
me las había arreglado para pasar por la década de los sesenta sin dejarme crecer el pelo ni participar en ninguna manifestación. Mis pasiones se orientaban hacia la letra impresa: era un fanático de la literatura. Mis héroes eran Proust, Faulkner, John Barth, Donald Barthelme. Y mis aspiraciones eran claras: trabajaría unos pocos años como maestro hasta que de mi pluma saliera la proverbial Gran Novela Estadounidense. Entonces me divorciaría y criaría a mi hija en una cabaña, en algún lugar de la costa de Maine, azotado por los vientos. Mis planes eran escribir, fumar pensativamente mi pipa, pontificar ... Pues vaya, menuda sorpresa me esperaba. Cuando Neil y yo nos paseábamos tranquilamente por los terrenos de la finca de Alpert, nos recibió con un saludo una maravillosa muchacha, esbelta y vestida con una flotante túnica india. Con un gorjeo nos dio la bienvenida y nos ofreció fruta que llevaba en una cesta. Después nos llevó hasta el círculo donde estaba sentado Ram Dass con unos pocos discípulos. La primera idea que se me ocurrió fue pensar qué venderían. Todo el mundo iba vestido con túnicas y vaporosos saris, y el incienso danzaba en el aire. Era una escena totalmente atípica en New Hampshire: yo, ciertamente, jamás había visto nada parecido. Neil y yo nos pasamos la tarde escuchándole hablar. Ram Dass contaba historias de su guru indio, Neem Karoli Baba, y habló también de sus múltiples experiencias espirituales en la India. Al principio me sentí desconcertado. Aunque resultaba entretenido, Ram Dass era empalagoso y demasiado misterioso. En un momento en que me levanté y me aparté del misticismo para ir al lavabo, descubrí que disfrutaba más hablando con el padre de Ram Dass, un hombrecillo dinámico que mostraba una actitud de divertida tolerancia hacia los tejemanejes espirituales que tenían lugar sobre su césped. Despierto, penetrante y rebosante de energía, ofrecía un nítido contraste con la multitud de bobos reunidos alrededor de su hijo, a quien se refería en un tono burlón pero afectuoso, con ese afecto tolerante que a veces consiguen mostrar los padres ante las rarezas de sus hijos. Sin embargo, a medida que avanzaba la tarde, Ram Dass empezó a llegarme de otra manera. Una vez que asimilé la túnica y los collares, comencé a oír lo que decía. Estaba frente a alguien que tenía el coraje de hablar sin ambages de su vida, de sus experiencias y de sus intentos de lograr una transformación. Se refería abiertamente a su sexualidad, incluso a su homosexualidad, y a sus diversas dificultades emocionales. Hablaba de su búsqueda de una íntima conexión espiritual con Dios y con el universo.
Mi historia pmonal
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Gran parte de lo que decía se centraba en su propia tozudez frente al intento de iluminarlo de su guru. Al mirarlo retrospectivamente, no creo que fueran en realidad las cuentas y demás elementos de la puesta en escena lo que me causó al principio una reacción negativa. Creo que fue el hecho de que hubiera allí tantas cosas con las que yo no me había enfrentado en mi propia vida. Estar cerca de alguien tan abiertamente expresivo era una amenaza para mi cúmulo de elementos neuróticos sin examinar y en equilibrio tan delicado. Inconscientemente, mi escepticismo echaba raíces en un miedo: el sentimiento de que si alguna vez empezaba a abrirme a las verdades que yo mismo me estaba ocultando -mis sentimientos, mis heridas y mis necesidades- me desintegraría o poco menos. No puedo recordar muchos de los temas que Ram Dass trató aquella tarde, pero un comentario suyo me orientó en una dirección nueva y fructífera. Estaba predicando el valor práctico de la psicología hindú por oposición a la versión occidental, de tendencia más cognitiva, y contó que él se había pasado diez años psicoanalizándose, tratando de enfrentarse a su ansiedad, pero que al final seguía estando exactamente tan angustiado como antes. Dicho de otra manera, después de diez años de terapia comprendía su ansiedad, pero seguía teniéndola. Dijo adem ás que lo que realmente se la redujo fue un sencillo ejercicio respiratorio que había aprendido en la India, pero no quiso decir en qué consistía la técnica, dando a entender que para aprenderla habría que ir a la India. Por alguna razón, aquel comentario me quedó grabado en la cabeza después de que Neil y yo volvimos a casa. A mí, realmente, no me interesaban en absoluto algunos aspectos de la prédica de Ram Dass, como la adoración de un guru, pero sí me fascinaban, como tales, las otras prácticas que él había mencionado: el yoga, los ejercicios respiratorios, las sal- · modias. e&ería aprender más al respecto, pero no estaba seguro de cómo conseguirlo. La sugerencia de Ram Dass de irse a vivir uno o dos años a la India era muy fácil para él, que no tenía hijos, pero sí un papá rico. Para mí, una peregrinación a Boston, a una hora de viaje, estaba más allá de mi alcance. Sin embargo, no tardaría en aparecer la sincronicidad. La semana siguiente, en un supermercado, di con un libro en rústica de Jess Steam, titulado Yoga, Youth and Reincarnation [Yoga, juventud y reencarnación]. El título me desconcertó un poco, ya que yo no creía entonces, ni creo todavía, en la reencarnación, pero por lo demás, el libro resultó estar muy bien escrito. Me interesó muchísimo la cuidadosa des-
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APÉNDICE A
cripción de las posturas de yoga, así como de las prácticas respiratorias y de meditación. Me pareció que aquello era precisamente lo que andaba buscando, y que allí estaban todos los detalles que Ram Dass había dado a entender, pero sin revelarlos. O sea que me lo llevé a casa y empecé a trabajar con él. La medianoche me sorprendió haciendo estiramientos y sentándome torpemente con las piernas cruzadas para mis primeros intentos de meditación. Tres prácticas que estrené aquella primera noche me impresionaron profundamente: la respiración alterna, la relajación para liberar tensiones y rigideces, y la meditación con mantras. Con sólo un par de minutos de práctica, la respiración alterna me proporcionó un claridad mental inmediata. Aquello fue importante para mí porque, por entonces, uno de mis mayores problemas era cómo llegar a liberarme de la aceleración mental. M e quedé asombrado de la rapidez y la simplicidad con que el ejercicio respiratorio conseguía algo en lo que mi voluntad había fracasado totalmente. Descubrí también que me había pasado casi toda la vida conteniendo la respiración, y que aquello se relacionaba con el hecho de tener crónicamente contraídos los músculos del vientre. Para mí, aquella tarde quedó marcada por el hecho de ser la primera vez en mi vida que usé la respiración consciente. El ejercicio de relajación para liberar tensiones consistía en tensar y relajar cada grupo muscular, empezando por los puños y trabajando progresivamente todo el cuerpo. Aunque parece simple, y lo es, de hecho es también una técnica muy poderosa para conseguir cambios de conciencia. Después de veinte minutos de práctica, ya me sentía como si tuviera un cuerpo completamente nuevo. Además, hice otro descubrimiento que me dejó atónito: ¡Sin saberlo, había estado tenso durante toda mi vida! Y no lo había sabido porque no tenía ningún estado de relajación que me permitiera establecer la comparación. Al comparar tensión y relajación varias docenas de veces mientras hacía el ejercicio, había incrementado enormemente mi percepción de mí mismo. Y lo más importante fue que mi sensación de bienestar corporal me hizo saber que iba por buen camino. La práctica de meditación con mantras que aprendí en el libro consistía en cerrar los ojos y repetir silenciosamente, una y otra vez, la sílaba sánscrita om. Aquello funcionó tan bien y con tal rapidez que de inmediato me convertí en un auténtico creyente en la meditación. Creo que mi mente estaba tan ávida de trascendencia que no necesité más de dos minutos de repetición del mantra para alcanzar una profunda experiencia mística. En un momento estaba repitiendo el mantra; al momento si-
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guiente, mis procesos de pensamiento se acallaron en un total silencio. Allí donde un instante antes habían estado mis pensamientos, el ámbito de mi conciencia interior se llenó de una luz blanca que lo abarcaba todo. Fue como si hubiera quedado atrapado en la trama de una película, en el momento en que súbitamente el proyector se detenía y la luz blanca de la pantalla se convertía en el primer plano de mi mente. ¡Me di cuenta de que toda la vida había creído que yo era mis pensamientos! ;Ahora veía que era un vasto océano de conciencia pura, en cuya superficie flotaban los pensamientos. D urante toda la vida había estado tan perdido en mis pensamientos que no había llegado realmente a ser. Aquel momento hiw temblar todo mi mundo. Más adelante recibí instrucción formal en la meditación en un monasterio zen, y también practiqué la Meditación Trascendental, pero lo que me sacudió y me puso en marcha fueron aquellos dos primeros minutos. Y mientras escribo este libro, mi vena meditativa continúa: desde 1973 medito durante una hora diaria, sin haberme saltado un solo día.
UNA EXPERIENCIA FUNDAMENTAL
Hacia más o menos la misma época recibí una lección más fuerte aún, literalmente un golpe en la cabeza, que me despertó. Un día de invierno iba caminando por un sendero, en el campo, cuando resbalé con la escarcha. Perdí completamente el control de los pies y rápidamente caí de espaldas dándome un golpe en la cabeza que me dejó inconsciente (Puedo dar testimonio personal de que realmente en un caso así se ven las estrellas, lo mismo que en los dibujos animados.) Es probable que no haya estado más de un par de minutos sin conocimiento, pero aquella experiencia cambió toda la orientación de mi vida. Mientras flotaba en una scmiconciencia, disfruté de la capacidad de traspasar con la mirada los estratos de mi propio ser hasta llegar a la conciencia pura que es su fuente. Pude ver mi estrato emocional, el corporal y mi propia mente. Pude ver cómo cada estrato oscurecía el estado de clara luminosidad de la conciencia pura en la que todo descansa. Además, me di cuenta de que todos esos niveles estaban configurados por el guión familiar, que yo había aceptado sin cuestionarlo. Estaba, en esencia, volviendo a representar la vida de mi padre. Él había sido un gran
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fumador, había sido obeso y había muerto antes de poder realizar su potencial. Yo iba por el mismo camino, por una senda que jamás había elegido a conciencia. Mientras estuve inconsciente, se produjo un profundo cambio en mi respiración. Confusamente, me di cuenta de que mi respiración era profunda, plena y libre. El aire entraba y salía de mi cuerpo como un torrente, sin vacilaciones ni fallos, sin retenciones. Yo tenía la sensación de que un viento de primavera soplaba a través de mí, refrescándome hasta la última célula. Pero lo triste fue que al volver a mi estado de conciencia normal, «perdí mi respiración». Volvieron las antiguas limitaciones y pude sentir cómo me tensaba a medida que mi personalidad volvía a ser la de antes. Fue como si la tensión de no ser otra vez mi yo auténtico hiciera que el cuerpo se me pusiera tenso y mi respiración se volviera de nuevo áspera y contenida. ¡Pero si durante algunos minutos yo había respirado libremente! Me pregunté si no sería posible respirar de aquella misma manera todo el tiempo. Allí abajo, muy dentro de mí, ¿no habría un estilo de respiración libre, en espera de que le permitieran manifestarse? ¿No sería posible sentir continuamente, con cada movimiento respiratorio, esa constante renovación celular? Ahora ya sé la respuesta a aquellos tres interrogantes: sí, sí y sí. Lo único que se necesita es una práctica diaria, un camino mucho más tranquilo y eficaz que caerse y darse un golpe en la cabeza. Cuando me levanté del suelo, era otro hombre. Decidí precisar qué era lo que quería hacer con mi vida, dándome cuenta de que había dos cuestiones fundamentales que no me había planteado - quién era y qué quería- y de que por no haber emprendido aquella búsqueda me estaba matando. Me dediqué entonces a buscar las respuestas. Durante el año siguiente perdí 45 kilos, me divorcié y me trasladé a la Costa Oeste en persecución de mi recién hallado sueño de doctorarme en asesoramiento psicológico. Durante esa época, la respiración se convirtió en el punto central de mi trabajo consciente. La usé constantemente para volver a centrarme. Al recordar aquel momento de libertad sobre la escarcha, cuando me pareció que la respiración era el alimento mismo de mi alma, ya tenía un punto de referencia para guiarme. Supe por Neil que la Universidad de New Hampshire, situada apenas a veinte minutos de distane~a, tenía uno de los programas de asesoramiento psicológico más progresistas de todo el país. Me inscribí y pasé
Mi historia personal
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casi como una exhalación por el programa hasta conseguir un master, absorbiendo un tema tras otro como una esponja. Fue entonces cuando me encontré a mí mismo y entendí el objetivo de mi vida. Siempre había pensado que me pasaría toda la vida aburriéndome, pero desde que empecé mis estudios de asesoramiento psicológico jamás he vuelto a tener ni un solo minuto de aburrimiento. Y eso me parece un milagro.
UNA SUGERENCIA QUE ME CAMBIÓ LA VIDA
Mientras estaba en la Universidad conocí a D wight Webb, una figura que fue clave en mi vida. En su condición de maestro cálido y generoso, durante los más de veinticinco años que estuvo en la Universidad de New Hampshire, D wight fue la inspiración de una generación de psicólogos. Un día estuve hablando con él de un conflicto que se me planteaba entre el asesoramiento psicológico y mi deseo de escribir, ya que me sentía en la necesidad de optar entre ambas posibilidades. «¿Por qué no haces las dos cosas?», me preguntó Dwight. «¿Por qué no utilizas tu pasión por escribir para escribir sobre el asesoramiento psicológico? ¿Por qué no escribir sobre lo que amas?» Ahora me parece tan simple como obvio, pero era una posibilidad que jamás se me había ocurrido. Pronto empecé a escribir una serie de poemas sobre el proceso de asesoramiento psicológico, poemas que finalmente llegaron a aparecer en algunas publicaciones especializadas y llamaron la atención de dos profesores de espú·itu innovador de Stanford, John K.rumboltz y Carl Thoresen, quienes me invitaron a ir a California a preparar allí mi doctorado. En la primavera de 1971, ya divorciado, cargué todas mis pertenencias terrenales en el Volkswagen. Para empezar, gracias a mi estado general de pobreza, no tenía muchas propiedades personales, y el proceso del divorcio también contribuyó eficazmente a disminuir mi apego a las cosas materiales. Me fui, pues, a California, donde no tardaría en iniciar el programa de doctorado en Stanford. Un mes después me siguió mi hija, y juntos nos instalamos en el campus, en un minúsculo apartamento. En los años setenta, Palo Alto era un semillero de fermentos psicoespirituales. Allí, The Plowshare [La reja del arado] era una librería que se había convertido en el centro de los buscadores espirituales. En la trastienda, The Seed Center [El centro de la siembra], no había más que
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libros sobre esoterismo y religiones orientales. Hoy en día, en todas las ciudades importantes hay tiendas de este tipo, pero entonces, para mí, era algo nunca visto. Me quedé asombrado al encontrar literalmente miles de libros sobre temas de cuya existencia no tenía la menor idea. Fue allí donde mi educación se profundizó. Durante el día me aprendía el canon de la psicología occidental, en el rígido estilo orientado a la investigación que caracterizaba a Stanford; por la noche me sumergía en las tradiciones espirituales. Para mí ambas ramas de la sabiduría tenían, y aún siguen teniendo, la misma importancia. La psicología occidental es un poderoso instrumento, pero le faltan el corazón y el alma; la psicología oriental cuenta con sólidos cimientos espirituales, pero carece de rigor intelectual. ¿Por qué no ha de darse entre ellas un feliz matrimonio? Eso era lo que yo buscaba. En The Seed Center había docenas de libros sobre la respiración. Al parecer, todas las tradiciones espirituales tenían algo que decir sobre las prácticas respiratorias como vía hacia la iluminación. Había libros impresos en la India, en un papel levemente aromatizado con pachulí, que describían prácticas respiratorias de hasta cuatro mil años de antigüedad. Había libros impresos en Hong Kong, con títulos como The Taoist Secret of the Primordial Breath [El secreto taoísta de la respiración primordial]. Con frecuencia, esos libros se reducían a una única práctica respiratoria en torno de la cual se organizaba toda una filosofía. A veces, como si se propusiera enfurecer al lector, algún libro dedicaba doscientas páginas a cantar las excelencias espirituales de tal o cual estilo de respiración, para terminar diciendo que aquello no se podía enseñar en un libro. Me los leí todos, y hoy es muy poco lo que recuerdo de ellos, excepto que todos me exhortaban a experimentar personalmente. Si algún libro describía un ejercicio respiratorio, ahí mismo me sentaba yo en uno de los cojines que nos ofrecía The Plowshare para ensayarlo sin pérdida de tiempo. Aquel era un lugar donde a nadie se le habría ocurrido jamás molestar a un lector ocioso, de modo que yo podía pasarme horas sumergido en mi búsqueda. En el Apéndice B encontrarás una lista de algunos libros sobre el tema de la respiración que yo, personalmente, considero valiosos. Fue en The Seed Center donde descubrí los trabajos de Wilhelm Reich sobre la respiración. Como en mi libro At the Speed ofLift me he referido ya a mis aventuras en terapia reichiana, no volveré a hablar aquí sobre este tema. Me quedé fascinado por Reich y me leí todo lo que pude encontrar de él, aunque hasta varios años más tarde no llegué a tener el di-
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nero suficiente para someterme a la terapia reichiana ni a su rama derivada, la bioenergética. Me fabriqué varios de los dispositivos «orgónicos» que él propone y practiqué diversos experimentos hasta llegar a convencerme de que el entusiasmo de Reich por la ciencia natural -contrariamente a su trabajo sobre la respiración- era fascinante, pero de escaso valor práctico. En su trabajo con la respiración, Reich insistía en una respiración profunda y rápida por la boca abierta. Después de un rato, si se hace con cuidado y/o contando con la ayuda de un experto, el resultado será una catarsis emocional o una corriente de sensaciones corporales profundamente placenteras. Sin embargo, es un proceso que puede ser imprevisible y peligroso. Reich y sus seguidores, muchos de los cuales tenían en gran medida la habilidad que da la práctica, precipitaron crisis psiquiátricas en una buena cantidad de client~s, debido a la gran ansiedad que puede generar un exceso de respiración profunda y rápida. Por esta razón fui apartándome de su estilo respiratorio y me orienté hacia prácticas más suaves, que considero más eficaces, y además totalmente seguras. Pronto empecé a encontrar maneras de aplicar mis nuevos conocimientos a la vida cotidiana. No mucho después de haber descubierto el poder de la respiración, me criticaron duramente por haber cometido un error administrativo. Ese día, mientras volvía a casa, me repetía para mis adentros la conversación con el decano que me había criticado. Cada vez que volvía a pasar revista a la conversación, le introducía algunas ligeras correcciones para incluir alguna respuesta devastadora, con la cual yo reducía a mi interlocutor a una temblorosa gelatina. Por supuesto, en realidad yo había aguantado el chaparrón sin decir palabra, como un ciervo inmovilizado por los faros delanteros de un coche. De pronto caí en la cuenta de que mi justa indignación era una manera de ocultarme éi mí mismo lo dolorido que estaba. Hice unas pocas respiraciones profundas en el interior del dolor, que entonces .fue disminuyendo hasta convertirse en tristeza. Volví a respirar varias veces dentro de la tristeza y se me planteó mentalmente un interrogante: ¿por qué una crítica me resultaba siempre tan dolorosa? ¿Por qué a unas pocas respiraciones por debajo de la superficie me encontraba con la tristeza? Entonces caí en la cuenta de que todo aquello se relacionaba en realidad con mi padre. Él había estado ausente mientras yo crecía, y creo que sentí agudamente aquella pérdida, aunque entonces no llegara a reconocerlo de un modo consciente. En aquel momento, con casi treinta años,
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APÉ NDI CE A
estaba proyectan.d o la necesidad de contar con la aprobación paterna sobre aquel menudo decano con pajarita que probablemente sólo tenía unos pocos años más que yo. El hecho de darme cuenta de todo aquello me ayudó, pero lo que me conmovió de veras fue la rapidez con que establecí contacto con aquel contenido anímico usando como proyector la respiración. Fue algo totalmente relajado, sin esfuerzo. Sólo respiré unas cuantas veces mientras me planteaba la pregunta, y de inmediato se me apareció la respuesta, como si hubiera estado esperando que mi respiración la llamara. También empecé a usar la respiración a modo de proyector en mitrabajo como terapeuta. Uno de los grandes aspectos positivos del programa de formación en Stanford era que los estudiantes de doctorado estábamos inmersos, prácticamente desde el primer día, en la actividad terapéutica. Los clientes pagaban unos honorarios bajísimos o ninguno. Había gran libertad para experimentar, porque a los clientes se les decía claramente que una de las funciones del centro de asesoramiento psicológico era poner a prueba métodos nuevos e innovadores. Fue aquí donde, entre los años 1971 y 1974, probé muchas de las técnicas que más adelante habrían de formar el núcleo de mi sistema terapéutico. Empezaba por pedir a mis clientes que estuvieran atentos a su cuerpo, que lo escucharan para advertir qué era lo que sentían, y dónde. Después les pedía que respiraran en el lugar donde sentían todo aquello. Esto, infaliblemente, daba resultado. Durante las sesiones se llegaba a soluciones más profundas que todo lo que yo había visto hasta entonces. Pero lo más importante era que ellos se iban de las sesiones con una herramienta natural que podían llevar consigo en su vida diaria. Y así seguí teniendo experiencias positivas con la respiración consciente. Algunos de aquellos hallazgos, aunque parecían triviales, me ayudaron a descubrir el valor de la respiración en mi propio cuerpo. Una noche fui con algunos amigos a cenar a un restaurante mexicano. Pedí un menú de degustación y más tarde, al volver a casa, me sentía pesado y con náuseas. Recordé mis nuevas habilidades y empecé a respirar dentro de las sensaciones incómodas de mi cuerpo. Como me resultaba difícil hacerlo en una sill,a, me tendí en el suelo y me aflojé el cinturón. Durante unos diez minutos me limité a concentrarme en las sensaciones y a hacer respiraciones lentas y profundas en la zona del estómago. Y aquellas sensaciones desaparecieron. Cuando me levanté, no quedaba rastro alguno del malestar que había sentido pocos minutos antes.
Mi historia personal
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En otra ocasión en que sentí que la ansiedad me provocaba náuseas, antes de uno de mis primeros compromisos para hablar en público, me senté entre bastidores y me puse a practicar, lenta y profundamente, la respiración abdominal. La ansiedad se convirtió en energía y entusiasmo, demostrando la máxima de Perls según la cual el miedo es el entusiasmo sin la respiración. En los campos de golf me acostumbré a hacer una inspiración profunda antes de un swing, una práctica que sigo manteniendo porque la encuentro muy útil para concentrarme. Y así he ido buscando todas las maneras posibles de incorporar a mi vida cotidiana el poder de la respiración consciente. En aquellos primeros años descubrí también a Moshe Feldenkrais y su forma de trabajar con el cuerpo. Su manera de entender la respiración y cómo funciona el cuerpo fue para mí una gran ayuda. No sólo he aprendido de sus libros y sus conferencias, ~ino que él me inspiró también el hábito de observar la respiración de los animales y de los bebés, y el de experimentar con la mía propia. Poco después de haberme mudado a Colorado, en 1974, una de mis clientas vino a decirme que estaba a punto de tener un ataque de ansiedad, trastornada por haber sabido que su marido estaba viéndose con otra. Había llegado respirando con esfuerzo, en la parte alta del pecho, y mostraba algunos de los síntomas iniciales de hiperventilación, entre ellos hormigueo en las manos y una palidez fría y húmeda en la piel. La invité a participar en su propio miedo, en vez de empeñarse en controlarlo o en hacerlo desaparecer. Su respiración iba in crescendo como un tren fuera de control. Le dije que se apoyara las manos en el vientre y orientara el aliento en esa dirección. Después empecé a contar con ella sus respiraciones, haciendo la cuenta cada vez más lenta. No tardó en respirar con un ritmo mucho más relajado, de unas ocho respiraciones por minuto, y empezó a sentirse lo bastante cómoda como para hablar de las posibles soluciones a su problema de relación. Aquella experiencia me enseñó que siempre hay que encarar los sentimientos y corregir la respiración antes de intentar resolver un problema, cualquiera que sea, en el nivel cognoscitivo. No tardé en tener más oportunidades de trabajar con la respiración (incluso más de las que podía asumir), ya que mi cuenta, una mujer sociable y bien relacionada, me envió ese mes a una docena de amigas suyas: mi carrera de terapeuta centrado en el cuerpo ya estaba encaminada.
APÉNDICE B
Nota bibliográfica
Hasta hace poco tiempo ha habido escasez de material contemporáneo práctico y actualizado sobre la respiración y el campo, más vasto aún, de las terapias centradas en el cuerpo. Las mejores informaciones sobre el trabajo con la respiración nos llegan, en su mayor parte, por la vía de tradiciones orales transmitidas por excelentes maestros que no suelen ser buenos escritores. Aunque todavía estamos en las etapas iniciales de la revolución centrada en el cuerpo, ya son muchos los recursos que van apareciendo o que están en preparación. No intentaré abarcar todo este campo, sino que mencionaré más bien un reducido número de libros que probablemente interesarán a quien quiera estudiar seriamente la respiración. A modo de introducción a la obra de Wilhelrn Reich recomiendo encarecidamente la brillante biografía de Myron Sharaf, Fury on Earth (Nueva York, St. Martin's Press, 1984). Es mejor que cualquiera de los libros del propio Reich para apreciar la evolución de su trabajo, y contiene también una visión comprensiva y ricamente detallada de la vida y la época de un verdadero genio creativo. Aunque mi admiración por su obra no tiene límites, no puedo recomendar ningún libro de Moshe Feldenkrais, que lamentablemente no era muy buen escritor. También las grabaciones en cinta de sus conferencias e instrucciones son muy desiguales, ya que en ocasiones se deja llevar por accesos de ira o por momentos de malhumor que echan a perder una presentación que, de no ser por eso, sería brillante. Sus discípulos, sin embargo, le han hecho un gran servicio. Hay muchas grabaciones en cinta de la primera y la segunda generación de terapeutas formados por él, y con frecuencia las veo anunciadas en las páginas de revistas como Yoga ]ournal, New Age journal y Natural Health. Sin recomendar ninguna específica-
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mente, diré que las tres o cuatro que he oído son, en general, buenas. El difunto Thomas Hanna escribió un excelente libro, The Body of Lije (Knopf, Nueva York, 1980) donde transmite la filosofía en la que se basa el trabajo de Feldenkrais, y un manual llamado Somatics (AddisonWesley, Reading, MA, 1988), que ofrece modificaciones simplificadas de algunos de los mejores ejercicios de Feldenkrais. Todos los que pertenecemos a la tradición occidental de terapias corporales andamos por terrenos que los primeros en hollar fueron los yoguis de la edad de oro de la psicología hindú, hace entre dos mil y cuatro mil años. Aquellos maestros sabían mucho sobre la respiración y la conciencia, un saber del cual algo ha sobrevivido hasta nuestros días. A quien quiera llegar a conocer la vastedad de su conocimiento puedo recomendarle Light on Pranayama* (Crossroad, Nueva York, 1985), de B. K. S. Iyengar, y The Science of Breathing (Himalayan Publishers, Honesdale, PA, 1979), de Swami Rama y dos colegas occidentales, Rudolph Ballentine y Alan Hymes. Son dignos de mención dos libros provenientes de las tradiciones occidentales en el campo médico y en el del biofeedback. Uno es The Breath Connection (Plenum Press, Nueva York, 1990), de Robert Fried, y el otro, The Oxygen Breakthrough (William Morrow, Nueva York, 1990), de Sheldon Saul Hendler. Ambos ofrecen completas introducciones a los problemas derivados de una respiración defectuosa, y también ejercicios sencillos que pueden ser útiles para el estudiante que se inicia. Es digno de especial mención el poético libro de Michael Sky, titulado Breathing** (Bear and Company, Santa Fe, NM, 1990). Sky ofrece un himno de alegría, tan inspirado como estimulante, consagrado al proceso de la respiración, y su hermosa visión del elevado potencial del arte es una pequeña obra maestra, tan elegante como elocuente. Si la modestia lo permite, quisiera mencionar también ellibroAt the Speed ofLife (Bantam, Nueva York, 1993), que presenta el enfoque de la terapia centrada en el cuerpo elaborada por mi mujer, Kathlyn, y por mí. Contiene una sección sobre la integración de la respiración en el trabajo terapéutico, acompañada por una serie de ejercicios.
* Hay traducción al castellano: La luz del yoga, Kairós, Barcelona, 1995. ** Hay traducción al castellano: Respirando: expande tu poder y energía, Edaf, Madrid, 1993.
APÉNDICE C
Nota para profesionales y practicantes adelantados de la respiración consciente
El trabajo con la respiración es uno de esos ámbitos de la investigación que contiene una infinidad .de riquezas siempre en expansión. Con todos los años que l~evo estudiando y practicando estas técnicas, cada semana sigo aprendiendo cosas nuevas. Dicho de forma simple, cuanto más hago, mejor me siento y más aprendo sobre el potencial de la respiración. Cuantas más técnicas_de las que he expuesto en este libro practiques -y hagas practicar a tus clientes si eres un profesional-, más milagros verás. Por mediación de The Hendricks Institute ofrecemos programas de formación en las muy diversas técnicas de terapia centrada en el cuerpo, además de un programa sobre nuestro enfoque de la terapia de las relaciones. El programa de terapia centrada en el cuerpo enseña cómo practicar y enseñar el programa completo de Respiración Consciente, de modo que los lectores puedan integrarlo en su propia práctica y dirigir talleres para enseñarlo a los demás. Actualmente ofrecemos estos programas de formación en Nueva York, California, el Noroeste del Pacífico, Canadá y Europa, así como también en Colorado. Si a alguien le interesa tener m:ás información, puede telefoneamos all-800-688-0772, de Estados Unidos, o bien escribir a nuestra directora, Kathy Allen, The Hendricks Institute, 409 East Bijou Street, Colorado Springs, CO 80903, USA. Como suplemento de este libro se puede obtener una versión en vídeo VHS del Conscious Breathing Program. Los pedidos con tarjeta de crédito se pueden hacer llamando al número 1-800-688-0772 de Estados Unidos.
AGRADECIMIENTOS Estoy profundamente agradecido a todas las personas que me ayudaron a descubrir y enseñar los poderes de la respiración, entre ellas: • El difunto doctor Jack Downing, que siempre me apoyó en mi época de principiante. • El doctor Loic Jassy, amigo valioso, colega y compañero en nuestro compartido entusiasmo por la respiración. • L os grandes pioneros europeos del concepto mente-cuerpo como una unidad, que influyeron sobre Reich y Feldenkrais, y entre ellos particularmente a George Groddeck. • Mis hijos Amanda y Chris, con quienes disfruté de muchas conversaciones mientras estaba echado en el suelo haciendo ejercicios respira tonos. • Todos los graduados de nuestros programas de formación en todo el mundo. • Kathy Allen, la directora de nuestro instituto. Cuento con la doble bendición de tener una agente literaria y una editora a quienes también valoro como amigas. Sandy Dijkstra es la agente de mis sueños, y Toni Burbank la revisora y correctora con que soñamos todos los escritores. Mi agradecimiento hacia las dos es total. Agradezco finalmente a mi esposa y compañera, la doctora Kathlyn Thatcher Hendricks, que me inspira día tras día, dándome a la vez espacio y motivo para respirar.
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