LA RELACIÓN EDUCATIVA
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LA RELACIÓN EDUCATIVA Factores institucionales, institucionales, sociológicos y culturales MARCEL POSTIC 2000
El acto educativo El proceso enseñanza-aprendizaje enseñanza-aprendizaje
Se ha tenido tendencia, durante mucho tiempo, . considerar por una parte el acto de aprendizaje, por otra el acto de enseñanza, en lugar de estudiar la unidad de acción que suponen y de analizar el proceso de interacción que se establece entre los dos. Incluso teóricos del aprendizaje, como B. 1 ;. Skinner, conciben la enseñanza como la organización del aprendizaje, es decir como una acción simétrica. «Es posible definir la enseñanza como la ordenación ordenación de las contingencias de refuerzo que llevan consigo las modificaciones de comportamiento»1. Las definiciones analíticas del acto de enseñanza, como la de Hough y Duncan. Se centran igualmente sobre la estrategia general a poner en práctica para provocar cambios de comportamiento y facilitar el aprendizaje. ¿Qué comportamientos se quieren obtener? ¿Por qué? ¿En función de qué objetivos generales de educación se mantienen esos comportamientos? ¿Con qué criterio se escogen los objetivos? ¿Cuál es el sistema de valores que preside la elección? listas definiciones permanecen a un nivel pragmático y no se plantean esas cuestiones fundamentales.
La búsqueda de la significación de los actos de enseñar y de aprender
operatorio que se quiere adquirir o hacer adquirir se inscribe en un comportamiento social general correspondiente a una cierta concepción del hombre en la sociedad, lil puesto de los hombres en la estructura social y económica, la organización de las relaciones sociales, ordenan la selección y la jerarquización de los objetivos. Incluso cuando se enuncian objetivos generales que parecen poder convocar al mayor número de educadores —tales como la adquisición de la herencia cultural, la formación intelectual, por la puesta en práctica de métodos de trabajo, de pensamiento y de acción (desarrollo del espíritu de observación, de análisis, de síntesis; formación de juicio crítico, etc.), la formación social, por el aprendizaje de los roles sociales —, no siempre se les hace aparecer en objetivos específicos jerarquizados. A veces ni siquiera las finalidades se reconocen ya en las modalidades prácticas de organización pedagógica, cuando son proclamadas en declaraciones de intención, o bien, por razones de eficacia, uno se preocupa antes de los objetivos operacionales que de las finalidades.
La preocupación de racionalizar la pedagogía y de ajustar mejor el acto de enseñar y el acto de aprender ha conducido a los enseñantes a interesarse por la definición de los objetivos. B. S. Bloom y R. Mager han propuesto taxonomías que han ayudado a establecer racionalmente programas de aprendizaje y a examinar simultáneamente las trayectorias de aprendizaje y las de enseñanza. Se podría instaurar una verdadera dialéctica entre las dos trayectorias y permitir una regulación constante de ellas. Desgraciadamente, los teóricos del aprendizaje tienen tendencia a llevar el estudio del acto de enseñanza fundándose sobre condiciones de concepción y de utilización de las máquinas de-enseñar, y descuidan las influencias interpersonales que se ejercen en la situación pedagógica y que tienen por soporte la materia a aprender y por resultante, el aprendizaje.
Las teorías del aprendizaje corren el riesgo, en efecto, de hacer percibir al enseñante como el manipulador de estímulos y refuerzos, y al alumno como el sujeto que reacciona a las solicitaciones, como alguien cuyo comportamiento está enteramente bajo la dependencia de los estímulos externos. El olvidar que los alumnos son actores en el proceso aprender-enseñar, que actúan por sus
actitudes, por sus actos, que manifiestan comportamientos operantes, es decir, de decisión, que afectan a su aprendizaje y al de los otros con quienes ellos están en comunicación. Es también olvidar que el proceso enseñar-aprender se efectúa en un medio caracterizado sociológicamente, que sobrepasa el marco de la clase y de la escuela.
Se separa, pues, arbitrariamente acto de aprendizaje y acto de enseñanza. Su punto de articulación se encuentra en la finalidad común a uno y otro, la socialización del ser. El mecanismo de ajuste de las dos trayectorias se establece gracias a la comunicación que, por un movimiento de vaivén, asegura la regulación del proceso.
ONES MADRID
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