La Relacion Del Hombre Con El Mundo (1)
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LA RELACION DEL HOMBRE CON EL MUNDO HOMBRE Y MUNDO El individuo no es en su origen puro yo aislado de todo lo demás, que se complete y experimente a sí mismo en la inmenencia inmenencia de la propia conciencia. Sólo en el conjunto de un mundo humano común llega el individuo a encontrarse a sí mismo. Sólo en la comunidad de la experiencia humana se forma y desarrolla desarrolla la propia comprensión. Aquí entra también sin duda el hecho de que cada uno experimente en su individualidad y singularidad; más aún, en su definitiva e insoslayable soledad, aislado de todos los demás y abocado a sí mismo, sabiéndose insustituible en su ser propio y personal, sabiendo el carácter inalienable de su decisión y responsabilidad personales. El fenómeno fundamental de la auto experiencia humana es que nos hallamos de antemano en medio de una realidad, en medio de las cosas y de los hombres con los que tratamos, que influyen en nosotros y con los que estamos en múltiples relaciones. relaciones. Nuestra existencia está referida referida al mundo, tanto al mundo de las cosas y de los objetos como, ante todo y sobre todo, al mundo humano personal. Por ende, nuestra existencia está condicionada y determinada determinada de múltiples formas. Tiene dadas unas posibilidades, pero también también está sujeta a ciertas ciertas limitaciones. Sólo el hombre está abiertamente abiertamente orientado hacia el entorno humano. De su comunidad surge el individuo y en ella crece de forma humana. Aprende el lenguaje de esa comunidad, adopta sus costumbres y participa de su espíritu y cultura. Todo esto marca de forma decisiva a la existencia existencia humana individual, que está por ende ligada a todo ello y condicionada por ese mundo, y tanto más cuanto mayor es el grado de cultura y civilización. La vida del individuo se entrelaza con el complejo montaje relacional del acontecer social y cultural del mundo humano histórico. No somos sólo un objeto del mundo, sino también sujeto del mundo. Tenemos un mundo concretamente concretamente humano sólo en la medida en que nos lo ganamos y realizamos de un modo activo. Con nuestra acción acción intervenimos en la realidad exterior exterior definiéndola y conformádola. Nuestros propios pensamientos pensamientos y planes, nuestros objetivos y decisiones los realizamos realizamos y objetivamos por una acción libre en la obra que realizamos en el mundo. El mundo de las cosas se hace un mundo humano que el hombre configura y monta con una actuación humana dándole un sentido nuevo. Por su propia propia naturaleza el hombre es un ser cultural. cultural. Y ha de transformar su mundo hasta hasta hacer de él un mundo de cultura. Sólo así podrá convertirse en el espacio vital humano. Aquí entra asi mismo el campo todo de la vida social, económica económica y política, las formas todas de la convivencia y colaboración humanas. EL MUNDO DEL HOMBRE El mundo se entiende cómo una realidad objetiva, tal como subsiste en sì. El mundo en sentido sociològico se entiende cómo un mundo humano como la comunidad humana y vida pùblica con las que operan una imàgenes y formas de conducta para que acabe siendo el espacio vital humano desde los puntos de vista social, polìtico y cultural. cultural. Kant con su concepto de mundo mundo trascendental. trascendental. Para èl el el mundo significa el “ compendio de todas las manifestaciones manifestaciones “ o fenòmenos; es decir, la totalidad de los objetos posibles de la experiencia experiencia proyectada “ a priori“. Para Kant ese mundo no pasa de ser ser una “idea de la razòn pura“ pura“ que no puede realizarse en la experiencia mediante mediante la correspondiente intuición. Se mantiene como un a priori formal, que sòlo se define como como un “ compendio de experiencias experiencias “. En el concepto fenomenológico del mundo, que no supone ya una oposiciòn rìgida entre sujeto y objeto, sino que centra su mirada en el fenòmeno general general y concreto del mundo del hombre. En la lìnea de este concepto fenomenològico y antropològico del mundo podemos podemos por el mumento definir el mundo como la totalidad de nuestro espacio vital y de nuestro horizonte intelectivo concreto. concreto. El mundo como horizonte te constituye ùnicamente gracias gracias a la realizaciòn actual. Ese horizonte es la totalidad actual, aunque entendida de forma asistemàtica, dentro de la cual se experimentan y comprenden los contenidos particulares. Asì pues la constitución esencial del hombre sòlo penetra penetra en su mundo de modo modo determinante cuando actùa y se manifiesta en la autorrealización efectiva.
El elemento determinante que configura nuestro mundo es lo que nosotros denominamos experiencia. El mundo humano es un mundo experimental. En la experiencia nos encontramos a nosotros mismos como seres entre otros seres, en medio de una realidad que nos abraza y supera. Mundo, en el sentido de experiencia humana del mismo, significa de por sì la totalidad de una realidad mundana a la que nosotros pertenecemos y que se nos abre. Pero experiencia no significa sòlo una percepciòn sensible, sino que es siempre su penetración espiritual con el pensamiento y l a inteligencia. En el contacto activo con las cosas y con los hombres comprendemos las relaciones de sentido y finalidad, entendemos los valores, nos proponemos unos objetivos y tomamos una decisiones. Todo entra en nuestro mundo experimental y constituye el horizonte para una comprensiòn ulterior. El mundo humano es un mundo de espacio y de tiempo, en el sentido de que espacio y tiempo se presentan siempre como un todo unitario. En nuestro mundo intelectivo se dan tambièn contenidos que se comprenden de un modo espacio-temporal, pero que no se inscriben en el espacio ni en el tiempo, sino que superan esencialmente tales dimensiones. Espacial y temporalmente son objetos y acontecimientos concretos, pero no contenidos de sentido y valor, contenidos de una idea, normas de conducta, etc. En el mundo experimental humano, la dimensiòn personal y social adquiere una importancia extraordinaria. Sòlo a travès de la relaciòn personal con otros hombres nos adentramos en una postura y comprensiòn mundanas; sòlo asì conseguimos un mundo humano. Nuestro mundo es un mundo transmitido y expuesto por el lenguaje. El lenguaje no consiste sòlo en la designaciòn posterior de unos contenidos que se conocen con anterioridad; màs primordial aùn es el hecho de que nos proporciona y transmite unos contenidos, abrièndonos asì un acceso al conocimiento y la comprensiòn de la realidad. No existe por consiguiente un mundo de comprensiòn humana sin lenguaje. Un lenguaje formado dentro de una comunidad y transmitido a travès de la historia, por cuyo medio se comunican a su vez determinadas formas de pensamiento, ideas y concepciones, y en el que se encuentra eco una tradiciòn ideològica y cultural. El lenguaje penetra en nuestro propio mundo intelectivo en el que la realidad ya ha experimentado una determinada interpretación. El individuo està condicionado por numerosos datos anteriores que desde el pasado influyen en el presente y determinan cada vez màs nuestra existencia en el mundo, interna y externamente. Al individuo le viene dada de antemano una situación històrica en los aspectos social y polìtico, cultural y espiritual. Cuanto màs vasto y lleno es el horizonte de nuestro saber històrico, tanto màs se dilata la mirada por encima del presente. Es parte esencial del fenòmeno de la existencia històrica no sòlo el acontecer universal en el que se nos asigna una situación determinada, sino tambièn la libertad del individuo con la que tiene que realizarse. Sòlo asì dominamos humanamente la historia; sòlo asì la historia se hace humana. Y sòlo asì se forma nuestro mundo històrico de experiencia y comprensiòn. El mundo de cada uno viene definido por su particularidad individual, su situación històrica, sus experiencias y decisiones personales, sì que pudeden señalarse unos rasgos formales bàsicos que pertenecen en general al mundo del hombre. A la esencia del hombre pertenece tener un mundo y estar en ese mundo. Por su misma esencia el hombre es un mundo preproyectado. Y eso es lo que hace posible que con la experiencia captemos la realidad y formemos nuestro mundo. El contenido concreto de mi mundo deriva de la experiencia. El mundo no viene asumido de forma meramente pasiva, sino que nos lo apropiamos y configuramos activamente. El querer y actuar representan una postura activa solamente en la medida en que damos una respuesta libre a las posibilidades y valores conocidos conformando automáticamente nuestra existencia en el mundo. El hombre està esencialmente abierto a la realidad, que va màs allà del cìrculo de su saber y comprensiòn personales. Preguntando e investigando sobrepasamos las fronteras del mundo que conocìamos hasta ahora. Hacemos nuevas experiencias, conocemos a otros hombres, estudiamos lenguas y pueblos extraños, aprendemos a entender otras culturas y situaciones històricas. Con todo ello se ensancha y enriquece continuamente nuestro propio horizonte mundano. Nuestro mundo es esencialmente limitado. Pero al mismo tiempo tenemos conciencia de sus limitaciones y, mediante el anàlisis y el estudio, intentamos superarlos. Con el progreso de la experiencia ensanchamos y enriquecemos nuestro mundo.
LA CONDUCTA DEL HOMBRE El comportamiento animal està vinculado al entorno mientras que la conducta humana està libre del entorno y por lo mismo es una conducta abierta al mundo. El animal tiene un entorno limitado. Uniamente el hombre vive en su mundo abierto, es un ser abierto al mundo. El hombre puede destacarse en su entorno, puede crear distancias, es capaz de acomodarse en cualquier momento a otras condiciones ambientales. Toda su conducta està fundamentalmente abierta màs allà de un determinado entorno. Es màs movible, modelable y adaptable que la de cualquier animal. No està irremediablemente vinculada a un entorno delimitado con rigidez. La conducta humana se caracteriza biológicamente por la evidente falta de especializaciòn del hombre. Por su misma estructura biològica es un ser abierto, movible y con capacidad de adaptación. El hombre no es un animal, sino un ser totalmente autònomo. Si fuese animal, es decir, si el ser biològico hombre tuviera que vivir con su disposición corporal y sus necesidades vitales como vive el animal, serìa absolutamente incapaz de subsistir. El hombre se mueve en una dimensiòn radicalmente distinta de la del animal y apunta a unas condiciones de posibilidad tambièn absolutamente diferentes. El hombre aprende las cosas que le salen al paso sin relacionarlas directamente con el instinto. No capta sòlo aquèllo que le promete una satisfacciòn del instinto, sino que percibe tambièn otros contenidos, conoce los diversos contenidos de la realidad. El hombre es independiente del entorno porque no està atado al instinto, porque es independiente del mismo. No està ligado al propio impulso instintivo; de ahì que tampoco èste le ate a un determinado entorno, sino que està fundamentalmente por encima de esas limitaciones, consiguiendo asì el horizonte propiamente humano. Unicamente el hombre està en grado de captar una forma lògica, un contenido lògico. Sòlo èl se enfrenta con valores que exigen una decisiòn. Sòlo èl puede configurar el mundo con su propia actuación, marcarse unos objetivos, aprnder y usar las cosas, realizar unos valores, hacer descubrimientos y crear un mundo de cultura. De ahì que su mundo nunca estè terminado, nunca estè definitivamente establecido. Es el suyo un mundo abierto que se ensancha y prolonga de continuo. La apertura al mundo significa dos cos * El hombre està abierto para el mundo * Su mundo es un mundo abierto Lo que el animal capta siempre es sòlo el contenido de la satisfacciòn de un instinto dado bajo un aquì y ahora, vinculado de una forma altamente asociativa con impresiones parecidas del pasado. El hombre, por el contrario, se encuentra en el conjunto de una realidad ya dada. La percibe como una totalidad espacio-temporal; en ella capta los contenidos particulares ordenàndolos dentro de ese conjunto. Por lo mismo, el hombre no està atado al dato particular, sino que lo trasciende para adentrarse en la totalidad. Entiende el dato particular desde el contexto toal, que se le abre desde los contenidos singulares y que constituye su horizonte comprensivo. El hombre no vive como el animal en la inmediatez sino en la mediaciòn. H. Plessner formula tres leyes antropològicas fundamentales: * LEY DE LA ARTIFICIALIDAD NATURAL. Establece que el hombre no vive en el entorno inmediato, en la seguridad y protecciòn natural, sino que debe tomar el rodeo a travès de l as cosas artificiales, herramientas, viviendas, etc.; tiene que configurar una cultura desde la naturaleza * LEY DE LA INMEDIATEZ MEDIATA. Significa que el hombre està orientado ciertamente hacia la inmediatez de lo ya dado, pero a travès de su propio conocimiento, actividad y manipulación, a travès de hallazgos y descubrimientos siempre nuevos, la mediatiza constantemente para hacerla su mundo humano * LEY DEL PUESTO UTOPICO. Afirma que el hombre, mediante el distanciamiento de la inmediatez, experimenta al mundo y a sì mismo en su nulidad, desde donde avizora un terreno firme, un fundamento absoluto del mundo: a Dios. Toda la conducta del hombre està sostenida y marcada por una libertad radical, que tiene que medirse y desarrollarse en la realizaciòn del conocimiento, la voluntad y la actuación.
LA AUTORREALIZACION DEL HOMBRE EL SER PERSONAL ( ser uno mismo ) El hombre vive en el mundo, pero con su conducta específicamente humana se distancia de todo lo demàs. No vive en la inmediatez, sino en la mediaciòn de la libertad, que define su ser y configura su mundo humano. Por metido que viva en el mundo y en los acontecimientos mundanos, el hombre està definitivamente afincado sòlo en sì mismo, arrojado a su “yo personal“. En su decisiòn y responsabilidad el hombre se encuentra solo. Nadie, ni la persona màs ìntima y querida, puede sustituirnos, representarnos o relevarnos, “soy yo” quien tengo que cargar a solas con mi existencia. Se trata ùnica y exclusivamente de mì mismo. El propio lenguaje cotidiano revela que hablamos del yo en un doble sentido, entendiendo tanto el “yo centro“ como el “yo totalidad“. Entre el yo centro y yo totalidad no existe oposiciòn alguna, sino sòlo una relaciòn de condicionamiento recìproco. Y es asì ùnicamente como el todo resulta una unidad a travès de la cual apunta a un centro, desde el cual a su vez se realiza como tal totalidad; solo porque es el centro de la totalidad concreta que, vivificada y regida por èl, se cumple y experimenta como “ un todo “. De este modo, todo acontecer de la conciencia està condicionado, soportado y penetrado por la “conciencia del yo“ que siempre y necesariamente viene dada en cada realizaciòn consciente. El yo no se disuelve en cada realizaciòn, sino que subyace siempre a la misma y se corraliza en todos los actos particulares como su fundamente inmutable y en esa misma medida se co experimenta aunque de una forma asistemàtica. La distinciòn kantiana entre el yo empìrico y el yo trascendental. El “ yo empìrico “ equivale al yo sujeto en cuanto que se expresa y experimenta en la realizaciòn de sus actos conscientes; es la totalidad concreta de mi auto experiencia consciente. El “yo trascendental“ por el contrario, es el supremo punto unificador, que tambièn precede a cualquier experiencia, incluso a la personal; pero la condiciòn para que esto sea posible es que todos los contenidos experimentales se conviertan en datos en la unidad de mi conciencia. EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL El conocimiento precede a cualesquiera otras relaciones con la realidad, a las que condicona, rige y dirige. Està trenzado con todas las formas pràcticas de relaciòn, en las que adoptamos una postura, tomamos unas decisiones y desarrollamos una actividad. El conocimiento es un elemento integrante de la conducta general humana. Pero al propio tiempo es el elemento primero y bàsico en cuanto que precede a todas las formas de la autorrealización humana, hacièndolas posibles y dàndoles una direcciòn. El conocimiento sensitivo del hombre se experimenta y entiende siempre en la conciencia, se capta y reelabora con el pensamiento. Lo propio del conocimiento humano y aquello que la caracteriza es “ el pensamiento “. Entra en nuestra propia esencia. No podemos dejar de pensar; el pensamiento responde a una necesidad de nuestro ser. Pensar es un conocer “ conceptual “. Con la misma constancia y necesidad con que pensamos, formamos tambien conceptos. Palabra y concepto no son la misma cosa. Algo que pensamos podemos expresarlo con distintas palabras; y a menudo buscamos tambièn la palabra exacta para decir lo que pensamos. Lo pensado es el concepto, por lo general todavía impreciso, en un lenguaje natural, y por tanto con un pensar precientìfico; no se trata de un concepto rìgidamente definido, pero sì con un contenido determinado que es lo que pensamos. El concepto pertenece a la esencia del pensamiento en general. El hombre no està fijado en el dato del aquì y del ahora, sino que se destaca del mismo, gana distancia y con ella un horizonte màs vasto, desde el cual ùnicamente puede captar las cosas de forma objetiva en su contenido esencial. Constituye un fenòmeno antropològico muy importante, y demuestra que incluso el pensamiento sòlo es posible desde la libertad por la que el hombre se libera de la vinculación a la naturaleza y actùa libremente en su autorrealización específicamente humana. Las cosas son concretas y singulares, mientras que el concepto es abstracto y general. Lo cual significa a su vez que el concepto es esencialmente algo distinto de un objeto material y concreto.
Al hombre le corresponde un “ conocimiento espiritual “, es un ser espiritual y no exclusivamente material. Sòlo desde el espìritu se puede entender de lleno lo que significa ser hombre y lo que nosotros experimentamos como ser humano. Espìritu humano. Su esencia sòlo puede entenderse desde la infinitud que le es propia. Sòlo desde ahì resultan comprensibles la hondura y riqueza, la diversidad y fuerza configurante de la vida espiritual. Sòlo asì se explica la increìble “dinàmica del espìritu“, que nunca descansa plenamente en el conocimiento de una cosa finita, sino que busca e investiga hasta las fronteras del mundo y hasta la ùltimas profundidades de lo cognoscible; pero sin que en ningùn conocimiento intramundano, es decir, en ninguna verdad finita, pueda encontrar su plenitud, sino que se sigue preguntando por el fundamento y sentido ùltimos de la propia existencia y del mundo en general, por el fundamento supremo, absoluto e infinito del ser, que està al fondo de todos los seres finitos, sostenièndolos y dàndoles sentido. No nos interesa la lògica formal, que pretende analizar las formas y leyes del pensamiento lògico y especialmente del deductivo. Lo que aquì nos interesa es lo que precede a cualquier lògica y cuanto que ahì se nos revela acerca de la esencia del espìritu humano. El pensamiento lògico - deductivo no es un conocimiento directo sino mediado. Algo no perceptible ni cognoscible en forma directa se nos manifiesta a travès de algo conocido ya de antemano. El ser en general està fundamentalmente abierto al “espìritu humano“ por el hecho de ser espìritu, aunque finito. Ser espìritu equivale a estar en la “ apertura del ser “, en el horizonte abierto del ser en general, en trance de realizarse en la salida hacia la totalidad limitada del ser. LIBRE ALBEDRIO El hombre es un ser que conoce, un espìritu que piensa. El conocimiento no es màs que una parte integrante, ciertamente esencial y bàsica, pero sòlo parcial, de la autorrealización humana completa. Màs aùn: el conocimiento no es, por su propia esencia, una realidad ùltima que descanse en sì y se dè sentido a sì misma. En el conjunto del ser humano tiene màs bien una funciòn esencialmente mediadora y està ordenada a algo distinto: el querer y la acciòn. El conocimiento nos muestra las posibilidades de decidirnos y desarrollarnos de acuerdo con nuestro propio ser o de renegar de esa empresa. El conocimiento nos brinda la orientación en medio de nuestro mundo y en el conjunto del ser. Nos señala valores y desvalores, las posibilidades autènticas e inadecuadas, verdaderas y falsas de nuestro ser personal. Somos nosotros quienes hemos de elegir y decidirnos. En nuestra autorrealización somos libres. Y precisamente porque lo somos, necesitamos del conocimiento como orientación; y desde luego un conocimiento espiritual e intelectual que, en el horizonte infinito del ser, permite alcanzar la verdad y distinguir lo verdadero de lo falso. El conocimiento espiritual exige como correlato esencial el “ libre albedrìo “. Por ello casi resulta bizantina la cuestiòn del cuàl superior, si la inteligencia o la voluntad; cuestiòn que, sin embargo, motivò durante siglos una polèmica entre filòsofos y teòlogos. La autorrealización espiritual personal humana sòlo se cumple en: el querer y actuar libres. Lo cual demuestra que a ambas realidades, el conocer y el querer, les corresponde un cierto primado bajo un aspecto especìfico.. Ontològicamente, sin embargo, ambas forman parte por igual esencial y original de la existencia espiritual-personal del hombre. Una y otra estàn, por lo mismo, antológicamente, en el mismo plano del ser espiritual-personal, son dos funciones correlativas y complementarias del mismo hombre, que esencialmente te relacionan y coordinan una con otra, pero que sòlo en su unidad constituyen la totalidad de la autorrealización humana. De ahì que la libertad no signifique sòlo la capacidad de elegir objetivamente entre esto y aquello, sino una decisiòn sobre mì mismo y las posibilidades de mi propia existencia, la disposición y definiciòn de mì mismo. Ambas cosas se relacionan en una unidad dialèctica: la decisiòn sobre mì mismo en la decisiòn frente al otro; la definiciòn de mì mismo en la captaciòn y realizaciòn del otro. Pero la realizaciòn de la unidad de ambos elementos se cumple en “ la libertad “. La “libertad de elecciòn“ se expone a menudo como una libertad de especificación (libertas specificationis); es decir, como la facultad de actuar de èsta o de la otra forma, de elegir èsta o aquella posibilidad y de determinar por sì mismo el acto. Tambièn se denomina libertad de ejecuciòn (libertas excercitii), o sea, la facultad de poner o no poner un acto determinado.
La libertad de especificación se apoya en la libertad de ejecuciòn en cuanto que sòlo puedo elegir libremente entre varias posibilidades de actuación, cuando no estoy determinado necesariamente para abrazar una de ellas, sino que soy libre para ponerlo o no ponerlo en pràctica. La libertad de elecciòn en cuanto libertad de especificación o de ejecuciòn, es el orientarse hacia cualquier posibilidad concreta, decidir entre todas ellas. Pero anterior a este proceso y como condiciòn indispensable del mismo, està la “ libertad radical “. Para el materialismo sòlo existen los seres y acontecimientos materiales. La vida toda del hombre y de su conciencia està sujeta a la misma determinación casual que es propia de los procesos materiales de la naturaleza. Para el idealismo el hombre, ùnico ser espiritual finito, es absorbido en un espìritu infinito universal, que se desarrolla en todas las cosas y cobra conciencia en el espìritu humano hacièndose espìritu en sentido pleno. De esta forma el hombre individual no es màs que un elemento del proceso absoluto del Espìritu. Para el existencialismo establece la libertad del hombre de un modo absoluto, defendiendo por consiguiente un indeterminismo tambièn absoluto, que no reconoce vinculación o limitaciòn alguna de la libertad. El hombre es existencia; es decir, sòlo aquello que èl mismo se hace con su libre autorrealización. Para Tomàs de Aquino la libertad no equivale al capricho insensato, sino que significa un autodesarrollo razonable en la afirmación y realizaciòn del bien ( en la persecución del bonum ) y como tal està vinculada al bien, a lo que debe ser. Sòlo entonces alcanza la libertad humana su sentido. La libertad es un dato fundamental originario de nuestra existencia humana que no puede remitirse a ningùn otro, y que por lo mismo no es posible ni eliminar ni contradecir. Reflexionamos, sopesamos los motivos, procuramos conocer la conducta màs sensata, y en todo ello sabemos de manera incontrovertible que tenemos que decidirnos nosotros mismos. La libertad se trata de un saber originario inevitable que, si bien està presente de modo implìcito y asistemàtico, condiciona y acompaña la realizaciòn de nuestros deseos y actuaciones. La voluntad no es màs que una capacidad de aspiraciòn subordinada al conocimiento reflexivo, transmitida por èste y acorde con su esencia. La inteligencia en su impulso cognoscitivo supera todo objeto concreto y finito, y aspira siempre a alcanzar otros contenidos de ser y de sentido, estratos siempre màs profundos de la realidad, y sòlo descansa plena y definitivamente cuando, por encima de todo ente, consigue la verdad del ser en l a infinitud de su riqueza y plenitud, lo que en esta vida jamàs es posible. La voluntad trasciende en la dinàmica de su impulso cualquier bien concreto y finito buscando siempre otros bienes y valores. Sin que, desde luego, encuentre jamàs su satisfacciòn definitiva. Esa sòlo puede encontrarla y descansar plenamente cuando consigue atrapar un bien que encierra en sì la plenitud ilimitada de posibilidades de bondad y valor; es decir, un bien infinito, un valor infinito. Parejas corren las cosas cuando el ser y operar infrahumanos, la materia inanimada, la vida vegetativa y la sensitiva de la naturalea arente de libertad, penetran en la unidad viva de la existencia humana, son asumidas por ella, transformadas y dirigidas en su acciòn por la voluntad libre. Lo cual demuestra que cualquier forma ontològica inferior està esencialmente abierta para ser asumida por otra forma superior que la abraza y transfigura. De este modo, todo el ser infrahumano està ciertamente sometido en su actuación neesaria a la determinada causalidad natural; pero al propio tiempo està abierto de tal forma que la “ acciòn libre del hombre “ penetra en el acontecer natural, pone las fuerzas de la naturaleza a su servicio y las dirige a los objetivos que èl se propone. La libertad es el elemento esencial de la existencia humana. Si la decisiòn, aislada se realiza en la libre elecciòn, esto supone ya l a libertad como condiciòn indispensable a travès de la cual nuestra existencia nos viene dada radical y esencialmente de un modo libre. La libertad de elecciòn supone como elemento determinante la libertad radical. La libertad radical està mediada precisamente por el conocimiento espiritual de los valores y posibilidades, en la decisiòn explìcita de cada elecciòn concreta. Cuanta mayor auto disposición y autodeterminación consciente represente esa elecciòn, tanto màs se realiza desde el centro de nuestra
mismidad con plena aportación y autèntica responsabilidad, y tanto mejor alcanza la libertad humana su realizaciòn y despliegue. Toda decisiòn por un bien es al mismo tiempo una renuncia a otros bienes y a otras posibilidades de nuestra propia existencia. El hombre para experimentar su libertad, requiere de un espacio libre que lo lleve a su autodefinición y desarrollo. Somos nosotros mismo quienes hemos de decidirnos, quienes debemos elegir libremente entre las distintas posibilidades de autorrealización con que cuenta nuestra propia existencia. Nosotros mismos ponemos con la decisiòn de nuestro querer y actuación personales, ahì precisamente està la esencia de la libertad.
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