La Regla de Oracion [San Teofano El Recluso]

January 30, 2017 | Author: Krankle32 | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

«Es bueno tener una regla de oración debido a nuestra debilidad, de manera que por un lado no sucumbamos a ...

Description

La Regla de Oración San Teófano el Recluso* Traducción y edición en PDF por J.F. – Noviembre’2014

Preguntas sobre la regla de oración. Sí, es bueno tener una regla de oración debido a nuestra debilidad, de manera que por un lado no sucumbamos a la pereza, y por el otro frenemos nuestro entusiasmo en su justa medida. Los más grandes practicantes de la oración siguieron una regla de oración. Ellos siempre empezaban con oraciones establecidas, y si durante el curso de estas se iniciaba una oración por sí misma, ponían a un lado las demás y rezaban esa oración. Si esto es lo que los grandes practicantes de la oración hicieron, razón de más para que nosotros lo hagamos así. Sin oraciones establecidas, no sabríamos cómo orar en absoluto. Sin ellas, nos veríamos privados completamente de la oración. Sin embargo, uno no tiene que hacer muchas oraciones. Es mejor realizar correctamente un pequeño número de oraciones que ir a toda prisa a través de un gran número de ellas, porque es difícil mantener el calor de un fervoroso celo cuando se realizan en exceso. Yo consideraría las oraciones de la mañana y de la tarde, como figura en los libros de oración, totalmente suficientes para ti. Solo trata de hacerlas cada vez con plena atención y con los sentimientos correspondientes. Para tener más éxito en esto, dedica un poco de tu tiempo libre a leer todas las oraciones por separado. Piensalas y sientelas, de manera que cuando las recites en tu regla de oración, conocerás los santos pensamientos y sentimientos qué están contenidos en ellas. Oración no significa sólo que recitamos oraciones, sino que asimilamos su contenido en nuestro interior, y las pronunciamos como si surgieran de nuestras [propias] mentes y corazones. Después que hayas considerado y sentido las oraciones, trabaja en su memorización. No tendrás que buscar entonces a tientas tu libro de oraciones ni la luz cuando sea el momento de orar; ni te distraerás por cualquier cosa que veas mientras realizas tus oraciones, sino que podrás mantener más fácilmente una atenta petición hacia Dios. Verás por ti mism(o/a) que gran ayuda es esto. El hecho de que tendrás tu libro de oraciones contigo en todo momento y en todo lugar es de gran significado. Estando así preparad(o/a), cuando permanezcas en oración ten cuidado de no mantener tu mente a la deriva ni tus sentimientos en la frialdad y la indiferencia, esforzándote de todas las maneras posibles por mantener tu atención y provocar una calidez de sentimiento. Después que hayas recitado cada oración, haz postraciones, tantas como quieras, acompañadas de una oración por cualquier necesidad que sientas, o por la habitual oración corta. Esto alargará un poco tu tiempo de oración, pero su poder se incrementará. Deberías orar un poco más por tu cuenta especialmente al final de tus oraciones, pidiendo perdón por el extravío involuntario de la mente, y poniendote a ti mism(o/a) en las manos de Dios durante todo el día. * Fuente: http://orthodoxinfo.com/praxis/prayrule.aspx

1

2

Debes mantener también una fervorosa atención hacia Dios a lo largo del día. Para esto, como hemos mencionado ya más de una vez, está el recuerdo de Dios; y para el recuerdo de Dios, existen oraciones cortas. Es bueno, muy bueno, memorizar varios salmos y recitarlos mientras estás trabajando o entre tareas, haciendo esto algunas veces en lugar de las oraciones cortas, con concentración. Esta es una de las más antiguas costumbres Cristianas, mencionada por e incluidas en las reglas de San Pacomio y San Antonio. Después de pasar el día de esta manera, debes orar con mayor diligencia y con más concentración al anochecer. Aumenta tus postraciones y peticiones a Dios, y después de que te hayas puesto en manos Divinas una vez más, vete a dormir con una corta oración en tus labios y duermete con ella o recita algún salmo. ¿Qué salmos debes memorizar? Memoriza aquellos que toquen tu corazón mientras los lees. Cada persona encontrará aquellos salmos que sean más eficaces para si mism(o/a). Empieza con «Ten piedad de mí, oh Dios» (Sal 51); luego «Bendice al Señor, alma mía» (Sal 103); y «Alabado sea el Señor, alma mía» (Sal 146). Estos dos últimos son los himnos antífonas de la liturgia. También están los salmos del Canon de la Divina Comunión: «El Señor es mi pastor» (Sal 23); «Del Señor es la tierra y su plenitud» (Sal 24); «Creí, por tanto hablé» (Sal 116); y el primer salmo de la vigilia de la noche, «Apresúrate, oh Dios, a socorrerme» (Sal 70). Están los salmos de las horas, y similares. Lee el Salterio y selecciona. Después que los hayas memorizado todos, estarás siempre bien armado con la oración. Cuando se produzca algún pensamiento perturbador, apresurate a postrarte ante el Señor ya sea con una oración corta o con uno de los salmos, especialmente «Apresúrate, oh Dios, a socorrerme», y la perturbadora nube se dispersará inmediatamente. Ahí lo tienes; todo sobre el tema de la regla de oración. Yo, sin embargo, mencionaré una vez más que deberías recordar que todo esto son ayudas, y que lo más importante es permanecer ante Dios con la mente en el corazón con devoción y una sincera postración ante Él. ¡Pensé en decirte algo más! Puedes limitar la totalidad de la regla de oración sólo a postraciones con oraciones cortas y a la oración con tus propias palabras. Ponte de pie y haz postraciones, diciendo: «Señor, ten misericordia. . . », o alguna otra oración, expresando tus necesidades u ofreciendo alabanza y agradecimiento a Dios. Deberías establecer ya sea un número de oraciones, o un límite de tiempo para la oración, o hacer ambas cosas, de modo que no te vuelvas vago. Esto es necesario, porque existe cierta incomprensible peculiaridad acerca de nosotros. Cuando nos ocupamos, por ejemplo, de alguna actividad externa, las horas pasan como si fueran minutos. Cuando permanecemos en oración, sin embargo, apenas si han pasado unos minutos, y parece que hemos estado orando por un tiempo extremadamente largo. Este pensamiento no causa daño cuando realizamos la oración de acuerdo con una regla establecida; pero cuando alguien ora y solo hace postraciones con oraciones cortas, ello presenta una gran tentación. Esto puede detener la oración que apenas acaba de empezar, dejando la falsa seguridad de que se ha hecho correctamente. Por consiguiente, los buenos practicantes de la oración elaboraron las cuerdas de oración para que no estuvieran sujetos a este auto-engaño. Las cuerdas de oración se sugieren para su uso por aquellos que desean orar usando sus propias oraciones, no las oraciones de un libro de oraciones. Se utilizan de la siguiente manera: Di «Señor Jesucristo, ten misericordia de mí, pecador», y avanza una cuenta entre tus dedos. Repite la oración de nuevo

3

y mueve otro cuenta, y así sucesivamente. Haz una postración durante cada repetición de la oración, ya sea una parcial desde la cintura o una completa hacia el suelo, como prefieras; o, para la cuentas pequeñas, haz una postración desde la cintura, y para las más grandes, una completa hacia el suelo. La regla en todo esto, consiste en tener un número definido de repeticiones de la oración con postraciones a las que se añaden otras oraciones con tus propias palabras. Al decidir sobre el número de postraciones y oraciones, establece un límite de tiempo, de manera que no te engañes a ti mismo con la prisa cuando las realices. Si se cuela la prisa, puedes llenar el tiempo haciendo más postraciones. La cantidad de postraciones que deberían hacerse para cada oración es establecido al final del Salterio con secuencias en dos categorías, una para personas diligentes y la otra para la gente ocupada o perezosa. Los ancianos que viven ahora entre nosotros en sketes o en una kellia especial en lugares como Valaam o Solovki sirven todo el servicio de acuerdo a esto. Si quieres, ahora o en otro momento, puedes llevar a cabo tu propia regla de oración de esta manera. Antes de que hagas esto, sin embargo, acostumbrate a llevarla a cabo en la forma prescrita para ti. Tal vez no necesitarás una nueva regla. En cualquier caso, te envío una cuerda de oración. ¡Pruébalo! Toma nota de cuanto tiempo pasas con la oración de la mañana y de la tarde; a continuación, sientate y di tus oraciones cortas con la cuerda de oración, y observa cuántas veces das la vuelta a la cuerda durante el tiempo normalmente requerido para tu oración. Deja que sea esta cantidad la medida de tu regla. No hagas esto durante tu tiempo habitual de oración, sino en algún otro momento, aunque hazlo con el mismo tipo de atención. La regla de oración, entonces, se lleva a cabo de esta manera, de pie y haciendo postraciones. Después de leer esto, no pienses que te estoy conduciendo a un monasterio. Yo escuché hablar por primera vez acerca del orar con una cuerda de oración de una persona laica, no de un monje. Muchos laicos y monjes oran de esta manera. Debería ser adecuado también para ti. Cuando estés orando con oraciones que hayas memorizado y ellas no te conmuevan, puedes orar ese día utilizando la cuerda de oración, y hacer las oraciones memorizadas otro día. De este modo, las cosas irán mejor. Repetiré una vez más que la esencia de la oración es la elevación de la mente y el corazón hacia Dios; estas pequeñas reglas son una ayuda. No podemos arreglarnoslas sin ellas debido a nuestra debilidad. ¡Que el Señor te bendiga!

De The Spiritual Life and How to Be Attuned to It (Platina, CA: St. Herman of Alaska Brotherhood, 1996), Cap. 47, pp 204–209. Este es el mejor libro sobre la vida espiritual que he leído jamás. Si sólo pudiera tener dos libros, serían éste y la Biblia. Espero que lo leas1 .

1 Nota del Traductor: Estos comentarios no son mios sino del que hizo el post original en el sitio web mencionado al inicio como fuente del texto de esta traducción.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF