La paz. El problema de la definición Bobbio
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PAZ. El problema de la definición- Bobbio En este inciso Bobbio analizará dos conceptos: «paz y guerra», que se encuentran ligados estrecha e indisolublemente y que constituyen - según nuestro autor - en típicos ejemplos de antítesis, que pueden estar en términos de relación de contradicción cuando la paz “se entiende” como “situación de ausencia de guerra y por ésta la condición “carente de paz”. Pues uno “excluye al otro y ambos excluyen a un tercero”, o de “contrariedad”, entendiendo esta “cuando la condición de paz y la situación de guerra son considerados como dos polos extremos” siendo susceptibles estados intermedios o terceros Según Bobbio existe una clasificación de acuerdo al uso que se le de: es “descriptivo”, si su empleo es “propio en general del lenguaje jurídico histórico y de las relaciones internacionales” y será “axiológico”, cuando es “utilizado por la teología de la filosofía moral”. Más adelante señala que, “seamos conscientes o no (…) nuestra civilización, o lo que nosotros consideremos tal no sería lo que es sin todas las guerras que han contribuido a formarla”; porque toda la historia de la filosofía moderna, según Bobbio, se origina a partir de la siguiente interrogación: “¿Cuál es el significado de la guerra en el movimiento histórico general?”, ya que el fenómeno de la guerra, es cada vez más “destructiva” y siempre menos comprensible en sus “fines y efectos”. Paz negativa y positiva Sugiere que se tiene un escenario de conflicto “cada vez que las necesidades de un individuo o un grupo son incompatibles con los de otro individuo o grupo”; entonces, se resuelve a favor de uno o del otro, pero no de ambos. Afirmando que un “estado agonista” se caracteriza por estar “regido por reglas sustanciales y procedimentales que prevén varias formas de conflicto y las maneras de su solución pacífica” mientras que en el “estado polémico”, pese a existir normas para la “solución de las controversias”. No excluye el recurso al uso de la fuerza, aunque esté también en algunos casos regulados por normas. Aseverando, además, que “la violencia colectiva y no accidental de la guerra siempre presupone de alguna manera una organización, un aparato predispuesto, y adiestrado para el objetivo”; es decir, la guerra Siguiendo a nuestro autor, define la paz como un escenario de no- guerra; vale decir, cuando entre dos grupos no existe “conflicto a cuya solución ambos contribuyan recurriendo al ejercicio de una violencia colectiva durable y organizada”; remarcando, que la paz no “excluye el conflicto”; esto es en sentido negativo; en sentido positivo señala la paz como un “conjunto de acuerdos con los que dos grupos políticos cesan hostilidades delimitan las consecuencias de la guerra y norman sus relaciones futuras”. Subrayando que la abolición de la guerra es uno de los mayores retos al que se enfrenta el hombre contemporáneo. La paz como valor De acuerdo a Bobbio existen juicios positivos de la guerra que se justifican a sí mismos, como ser: 1) “guerra y derecho”: como “condición necesaria para el logro de todos los demás fines y por lo tanto se convierte en la razón misma de la existencia del derecho”; en este punto hay dos contextos en que la guerra y el derecho no son “antitéticos”: a) cuando es utilizado para restablecer el “derecho violado” y, b) cuando es utilizado como instancia para instaurar un derecho nuevo; es decir, “la guerra como revolución”; 2) “guerra y seguridad”, de suma importancia en el fundamento político de Hobbes: se
utiliza la guerra en situaciones límites; y, 3) “guerra y progreso”, como el paso “obligado o necesario de la barbarie a la civilización”. Calificando a la época, como “inclinada a la exaltación de los éxitos de la ciencia”, pero en este caso en detrimento del hombre. El ideal de la paz perpetua En este acápite va a señalar a Kant como el primer filósofo de la paz, en su “tratado internacional un proyecto de paz perpetua” , de la misma manera hará referencia al contenido del mensaje cristiano que llega a su fin al disolverse la unidad religiosa. En la historia de la humanidad existieron, según Bobbio, “la paz romana” que era una imposición imperial dentro los límites de su dominio, en el mismo sentido siglos después la “pax británica o norteamericana o rusa” (sic) Pacifismo institucional y pacifismo ético Aquí Bobbio hará referencia a la figura de “pacifismo institucional” que “ha tomado las tres siguientes formas”: 1) “pacifismo democrático”: en el entendido que, “no habrá paz verdadera más que cuando los pueblos se adueñen del poder estatal”; 2) “pacifismo mercantil”: “no habrá paz verdadera más que cuando la organización militar pierda gran parte de su vigor para el bien de la organización industrial”; y, 3) “pacifismo socialista” “no habrá paz verdadera más que cuando la sociedad sin clases haya vuelto inútil la relación de dominación en la que siempre ha consistido la organización política de una comunidad determinada”. El primero, según su ubicación pertenece al nivel de “organización política”; el segundo de la “sociedad civil”; y, el tercero del “modo de producción”. El rasgo común de las tres actitudes es la consideración de la paz como resultado de “un proceso histórico predeterminado y progresivo.” Al lado de la taxonomía detallada encuentra “un pacifismo menos ambicioso, aunque también menos eficaz”, estamos hablando del “pacifismo instrumental”. No se atribuye como las anteriores a “cambiar o destruir las instituciones” que promueven la guerra, “sino quitar de las manos de los sujetos que tienen el poder de hecho, y de derecho”, argumentando que la “política del desarme con respecto a la guerra tiene la misma naturaleza del prohibicionismo con respecto a la lucha contra la embriaguez” El equilibrio del terror De acuerdo a Bobbio, la paz actualmente reposa en el “equilibrio del terror” y en la llamada “estrategia de disuasión.”; pero inmediatamente se pregunta “¿Cuál paz?”, para luego sentenciar que “más que una paz” es “una tregua de armas”, donde la “única novedad de la estrategia actual”, con relación al antiguo «equilibrio de poder», es la confianza del “poder de las nuevas armas” y que ésta es la base para argumentar el equilibrio basado en algo mas que el miedo, el terror. Por consiguiente cualquier guerra “entre potencias atómicas terminaría sin vencidos ni vencedores”. Este “razonamiento es débil”, nos dirá, “por lo menos por dos razones”: 1) “el lapso trascurrido es demasiado breve con el futuro inmediato y mucho menos con el lejano”; y, 2) “no hay razón para pensar que si una tercera guerra mundial no ha estallado ello ha dependido únicamente del equilibrio del terror”. A continuación señala las dos paradojas que dio lugar esta doctrina: a) “Admitiendo que sea verdad que la posesión de las armas nucleares haga imposible la guerra, de allí se sigue que tales armas son objetivos cuyo propósito no es el de ser usados por uno de los dos contendientes contra el otro sino impedir que ambos la usen”; y, b) “el equilibrio del terror no sirve para eliminar la guerra; sino sólo para eliminar la guerra nuclear”; porque según Bobbio, el argumento de “las armas nucleares” ha producido
como nunca “tantas guerras convencionales (…) en estos últimos cuarenta años”. Pero además, siempre de acuerdo con nuestro autor, el “equilibrio del terror” se fundamenta en la eficiencia del “temor mutuo” y se pregunta si “¿esta igualdad es posible?”, caso contrario sólo se aplaza el término de la guerra, pues mientras más se prorrogue, ésta “se vuelve potencialmente más destructiva” A continuación analiza la clasificación de la paz realizada por Aron , de acuerdo a éste existen tres tipos de paz a saber: 1) “La paz de potencia”, que a su vez se subdivide es tres “subespecies a) “paz de equilibrio”, donde los grupos están “en relación de igualdad”, b) de “hegemonía”, significa “desigualdad o prepotencia de de unos sobre los demás”; y c) de “imperio”, como fue la “pax romana”; 2) “La paz de satisfacción”, porque en el grupo de Estados sus “relaciones están basadas en la mutua confianza” y no existe ningún tipo de conspiración de uno con respecto al otro; y 3) “la paz de impotencia”, es un acontecimiento nuevo según Aron, aparece después de la emergencia “de la guerra atómica” se denomina “equilibrio del terror”, donde cada Estado tiene capacidad de “infligir a la otra golpes mortales”. El tercero para la paz En la doctrina de Hobbes , el hombre que vive en “estado de equilibrio del terror”, de donde debe salir definitivamente, se preguntará “¿de qué manera?”; pues no existe probabilidad, para Bobbio, sin la existencia de “un Tercero en una estrategia de paz”; pero no la existencia de un “Tercer excluido” del “estado polémico”, ni el “Tercer incluido” del “estado agonista”; sino, de un “árbitro que cuenta con un poder coactivo tan fuerte que es capaz de someter al rijoso” Pero otra vez el dilema, “¿existe un Tercero para la paz del que se pueda esperar una solución diferente de esa paz de imperio, una paz negociada, de compromiso, o al final para retomar la tipología de Aron, una paz de satisfacción?”. Más adelante señala con cierto pesimismo, “En el actual sistema internacional este tercero no existe ni se perfila uno creíble en el horizonte”. Descarta concisamente a la ONU, a Europa, al Papa, a los Estados independientes del tercer mundo por su debilidad. De la misma forma descarta a China porque más que un “Tercero para la paz”, se transformaría en “Tercero para la guerra”. Entonces, para Bobbio, es “absolutamente impensable que un tercero por encima de las partes pueda nacer artificialmente de acuerdo con la hipótesis Hobbesiana, de un pacto Subiectonis entre los Estados” Bobbio concluye, este capítulo aludiendo la “propuesta llamada Iniciativa de Defensa Estratégica”, pregonada por el presidente de los EEUU Ronald Reagan, el 23 de marzo de 1983 denominada polémicamente “guerra de las galaxias”. Se trata del diseño de “un escudo espacial de amplitud y precisión tales que impida el despegue, el recorrido o la llegada de los misiles adversarios”. Bobbio objeta esta estrategia señalando: primero la viabilidad técnica del “sistema de defensa”; segundo, “si no es posible la invención de nuevas armas” donde no será suficiente el escudo espacial; y, tercero e importante, la “posesión del escudo espacial”, puede hacer realidad la sentencia del agudo pensador florentino para quien: “Primero se trata de no ser atacado y luego de atacar al otro”.
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