La Parroquia

October 15, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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SUMARIO Abril 2017

| Tomo 105 / 4 (Nº 1.221)

ESTUDIOS Teología de la parroquia. Su estatuto eclesiológico

 José Luis C ABRIA  ORTEGA 

295

Retos de una parroquia urbana

 José Ramón BUSTO S AIZ, SJ

313

Ser pastores y apóstoles en el mundo rural en esta tierra y en este momento

Policarpo DÍAZ

325

La parroquia: de Belén a Betel. Ideas creativas para el futuro próximo y lejano

VILA   Antonio Á VILA 

341

L A FAMILIA  FAMILIA  Matrimonio entre creyente y no creyente. Reflexiones jurídico-pastorales

 Juan José José ETXEBERRIA 

357

LOS LIBROS Recensiones

371

 

SalTerrae

Revista de Teología pastoral de la Compañía de Jesús en España

Revista mensual de divulgación científica sobre teología, Iglesia, sociedad, familia, psicología.

Fundada en 1912

ISSN: 1138 - 1094

Año 105 Número 1.221 ABRIL 2017

 

DIRECTOR:

José Ramón Busto Saiz, sj Maldonado, 1 / E-28006 Madrid Tfno.: + 34 915 759 848 E-mail: [email protected] j [email protected] / revistasalterra [email protected] [email protected]

CONSEJO DE REDACCIÓN:

Antonio Allende (Editorial Sal Terrae) Ana Berástegui Pedro-Viejo (Universidad Pontificia Comillas) Junkal Guevara (Facultad de Teología de Granada) Diego Molina (Facultad de Teología de Granada) José Mª Rodríguez Olaizola (Editorial Sal Terrae) Pedro Rodríguez Panizo (Universidad Pontificia Comillas) Abel Toraño Fernández (Pastoral Universitaria - Salamanca) Javier de la Torre (Universidad Pontificia Comillas)

COLABORADORES HABITUALES:

Dolores Aleixandre - Patxi Álvarez de los Mozos Lola Arrieta - Adela Cortina - Cipriano Díaz Marcos José Mª Fernández Martos - Jesús García Herrero Joaquín García Roca - José Antonio García Rodríguez Pedro José Gómez - José I. González Faus Luis González-Carvajal - Juan Antonio Guerrero Pablo Guerrero - Daniel Izuzquiza - Mariola López Luis López-Yarto - Juan Manuel Martín Moreno Xavier Melloni - Fernando Millán Jon Sobrino - Gabino Uríbarri

 

LUIS GONZÁLEZ-C AR  ARV VAJAL

Luces y sombras de la cultura actual Una guía moral  para moverse   por la modernidad tardía 

232 págs. P.V.P.: 14,95 €  Una visión global, clara y amena de la realidad actual desde la perspectiva El autor desgrana los rasgos característicos de la cultura actualcristiana. y descubre sus luces y sombras: la mentalidad científico-técnica, la  secularización, las ansias de emancipación, del individualismo, la tolerancia, la mentalidad capitalista-burguesa, la fe en el progreso, la erótica  del cambio y la posmodernidad. Y si existen estudios específicos de cada  una de las temáticas abordadas por González-Carvajal, el autor ofrece esta  visión de conjunto para orientarse en el mundo de hoy.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA) [email protected]

 

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PRESENTACIÓN PRESEN TACIÓN

Las parroquias nacieron a finales del siglo IV ante la imposibilidad de mantener el modelo de una Iglesia con una sola Eucaristía en cada ciudad presidida por el obispo, al que ayudaban los presbíteros y los diáconos. Con el aumento de los fieles cristianos, tras la libertad de la Iglesia  alcanzada con el emperador Constantino, y con la extensión del cristianismo a las presidir zonas rurales, se hizo necesario que el obispo confiara a los presbíteros otras celebraciones eucarísticas, la administración de algunos sacramentos, así como gestionar otros aspectos concretos de la  vida de las comunidades. Con la reforma gregoriana del siglo XI, aparece el presbítero como el encargado de la cura de almas  y del servicio (diakonía ).). En los siglos XIV y   XV sufrirá una gran crisis que llevará, más tarde, a la refor reforma ma promovida  promovida  por el concilio de Trento, junto con la reforma del clero y la creación de los seminarios conciliares para su formación. El concilio Vaticano II propicióellas unalasgran renovación de lasy parroquias ensus casograndes de quedocumentos. se viertan sobre líneas eclesiológicas pastorales de El momento actual se caracteriza por un gran cambio cultural y religioso, especialmente en nuestro contexto social: indiferencia religiosa, secularización, alejamiento de la Iglesia, envejecimiento de los fieles y presbíteros, vivencia rutinaria de la fe, falta de jóvenes; inercia pastoral... A  reflexionar sobre la situación actual de la parroquia y los desafíos socioculturales a los que ha de hacer frente está dedicado el presente número de S  AL T ERRAE  ERRAE . Luis Cabria , teniendo El primer trabajo, de la pluma de José aborda la como identidad teológica y elsalido estatuto eclesiológico de laLuis parroquia Sal Terrae | 105 (2017) 293-294

 

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presentación

punto de referencia la eclesiología del Concilio Vaticano II y el magisterio posconciliar.  José Ramón Busto parte de la definición de parroquia y de las funciones del párroco contempladas en el Código de Derecho Canónico para pasar al funcionamiento de las parroquias urbanas y los desafíos a  querevista se enfrentan en la actualidad. Policarpo Díaz aborda los retos y las posibilidades que las parroquias rurales ofrecen para la dimensión misionera de la Iglesia a que nos impulsa y envía el papa Francisco. El mundo rural español, a pesar de estar despoblado y envejecido, ofrece oportunidades –y no solo como periferia  existencial– para abrir nuevos caminos de evangelización.  A Ant  Antonio onio Ávila , en un cuarto artículo dedicado a proponer ideas creativas para el futuro, dos lugares bíblicos, Belén y Betel, le sirven para comprender presentedos de laelementos parroquiafundamentales: y para articularlaunparroquia proyecto como de futuro ende el que elconjugar lugar presencia de Dios en un mundo secularizado, y la parroquia como el lugar de la comunidad cristiana, en la que todos se sientan responsables del anuncio del Evangelio y de la marcha de la misma comunidad. Finalmente, dentro de la serie dedicada a la familia,  Ju  Juan an José Etxeberri Etxeberria  a , trata desde un punto de vista teológico, jurídico y pastoral el matrimonio entre dos personas de las cuales solo una es creyente: cómo ha de ser la preparación previa, qué requisitos mínimos han de pedirse para su admisión al matrimonio canónico y, por último, ha de ser el modo de acompañamiento que se les puede prestar para cuál su vida conyugal y familiar.

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ESTUDIOS

TEOLOGÍA DE LA PARROQUIA. SU ESTATUTO ECLESIOLÓGICO  José Luis Cabria Ortega*

Fecha de recepción: febrero de 2017 Fecha de aceptación y versión final: marzo de 2017

Resumen

La pregunta por la identidad teológica y el estatuto eclesiológico de la parroquia está  en la base de esta reflexión, que tiene como punto de partida la historia de esta entidad eclesial, y como punto de referencia la eclesiología del Concilio Vaticano II y  el magisterio posconciliar. La perspectiva adoptada es teológico-sistemática, sin olvidar las implicaciones jurídico-canónicas jurídico-canónicas y pastorales que envuelven a la parroquia  hoy, llamada a una permanente renovación. P ALABRAS CLA CLAVE VE: Parroquia. Eclesiología. Concilio Vaticano II. Iglesia local. Comunidad. Theology of the parish. Its ecclesiological essence Abstract

The question of theological identity and ecclesiological ecc lesiological essence of the parish is the  basis of this reflection, which begins with the history of this ecclesial entity and  takes the ecclesiology of the Second Vatican Council and the post-conciliar Magisterium as a point of reference. reference. A theological-systematic perspective is adopted,

*

Catedrático Cated rático de Teologí eología a Sistemá Sistemática. tica. Faculta acultadd de Teolog eología ía del del Norte Norte de de España. España. Sede de Burgos. .

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 José luis cabria ortega

without sacrificing the juridical-canonical and pastoral implications that swathe  the parish of today that is summoned to perpetual renewal.

K EY  EY  W   W ORDS ORDS: Parish. Ecclesiology. Second Vatican Council II. Local Church. Community 

––––––––––––––– «La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral (cura pastoralis ),), bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio». Así define el Código de Derecho Canónico de 1983 (can. 515, §1) la parroquia 1. En su brevedad, quedan recogidos de modo expreso, o simplemente aludidos, los principales elementos de la  identidad jurídico-teológica de la parroquia: 1) ante todo, la parroquia  es una comunidad fieles estable; espacial eclesialmente dentro de la Iglesia de particular o local;2) 3)se sesitúa halla bajo lay autoridad del obispo diocesano, que es quien la vincula de modo palpable con la Iglesia universal, una y única; 4) el párroco, como fiel colaborador del obispo, al ser propuesto y nombrado por él, atestigua la presencia de un ministerio ordenado que garantiza la constitutiva estructura jerárquica de toda la Iglesia; 5) el párroco, que es el pastor de la comunidad, es el responsable de asegurar la asistencia (cura) pastoral en sus múltiples aspectos (evangelización, sacramentos, orientación y guía espiritual, servicio caritativo...), sin que ello signifique que él es el único agente de la pastoral y la vida parroquial. 1. Las siguien siguientes tes siglas siglas se utilizará utilizaránn tanto tanto en el el cuerpo cuerpo del del texto texto como en las las notas a pie de página, seguidas del número correspondiente.  AA = CONCILIO V  A  ATICANO TICANO II, Decreto  Apostolicam actuositatem (1965). CD = CONCILIO V  A  ATICANO TICANO II, Decreto Christus dominus (1965). ChL = JUAN P ABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici (30 diciembre 1988). CIC = Codex Iuris Canonici (1983) LG = CONCILIO V  A  ATICANO TICANO II, Constitución dogmática Lumen gentium (1964)  ATICANO TICANO II, Constitución dogmática Sacrosanctum concilium SC (1963). = CONCILIO V  A

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teología de la parroquia

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comparar rar esta descripción de parroquia con la que ofrecía of recía el Código  Al compa de Derecho Canónico2 de 1917, se constata una evolución cuya explicación hay que buscarla en la eclesiología subyacente, que no es otra que la emanada del Concilio Vaticano II. Desde esta perspectiva conciliar es desde donde abordaré el tema del estatuto eclesiológico de la parroquia, como fundamento de una teología sobre ella 3.

2. En el Código de Derecho canónico del año 1917 se precisaban los elementos por los que se constituía una parroquia: «Divídase el territorio de cada diócesis en partes territoriales, asignando a cada una de ellas su iglesia propia con su población determinada, y poniendo al frente de ellas a un rector especial como pastor propio de la misma para la necesaria cura de almas». ORRÁS, La nueva parroquia , Sal Terrae, 3. En estaa pers est perspe pect ctiv iva, a, ent eBntre re ot otro ros: s:, A. A Santander 2009. F.G. RAMBILLA  La. Bparrocchia oggi e domani , Cittadella, Assisi 2003. E. BUENO DE LA FUENTE, «Teología de la parroquia»: Teología y catequesis 28 (1988), 517-540. ID., Eclesiología, BAC, Madrid 1998, 111-115. E. B UENO DE LA  FUENTE – R. C AL  ALVO VO PÉREZ, La Iglesia local, San Pablo, Madrid 2000, 11911 9-14 148. 8. R. C AL  ALVO VO PÉREZ, «Parroquia», en R. C AL  ALVO VO (dir.), Diccionario del  animador pastoral , Monte Carmelo, Burgos 2005, 600-610. E. C ASTELLUCI, La   famiglia di Dio nel mondo. Manuale di ecclesiologia, Citadella Editrice, Assisi 2008, 465-474. CELAM, La parroquia en el tercer milenio, Publicaciones CELAM, Santa Fe de Bogotá 1999. F. COCCOPALMERIO, La parroquia , BAC, Madrid 2015 (traducción de La parrocchia. Tra concilio Vaticano II e codice di di-

ritto canonico evangelizadora », ). Congreso », Edice, Madrid Brescia  1989, 91-126. S. DIANICH – S. «NParroquia OCETI, Trattato sulla Chiesa  , Queriniana, 2002, 511–515. C. FLORISTÁN, Para comprender la parroquia , Editorial Verbo divino, Estella (Navarra) 1998. ID., Iglesia, comunidad de creyentes , Sígueme, Salamanca 1999, 497-517. ID., «Parroquia», en C. FLORISTÁN (dir.), Nuevo diccionario de pastoral , San Pablo, Madrid 2002, 1068-1079. W. K  ASPER , Iglesia  católica. Esencia, realidad, misión, Sígueme, Salamanca 2011, 408-414. A. M AST  ASTANTUONO ANTUONO, «Parroquia», en Diccionario de eclesiología , BAC, Madrid 2016, 1022-1 1022-1033. 033. J. PEREA , Otra Iglesia es posible. Eclesiología práctica para cristianos laicos , Ediciones Hoac, Madrid 2010, 261-294. S. PIÉ-NINOT, Eclesiolo gía. La sacramentalidad de la comunidad cristiana , Sígueme, Salamanca 2007, UPER ERIO IOR R DE TE TEOL OLOG OGÍA ÍA PAS AST TOR ORAL AL, A vueltas con la parro363-369. INSTITUTO SUP quia , Verbo Verbo Divino, Estella (Navarra) 2008.

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La parroquia, comunidad de fieles estable dentro de la Iglesia local La vivencia inmediata de la fe se realiza en el espacio eclesial más cercano, que suele ser, en la inmensa mayoría de los casos, la parroquia. Por medio de la parroquia, el fiel cristiano que pertenece a ella se vincula eclesialmente con la Iglesia local y con la Iglesia universal, una y única; de algún modo, la parroquia se convierte en sacramento, signo y realización de aquellas. Con ser una realidad eclesial muy concreta, la parroquia es, a un tiempo, católica , en el doble sentido de universalidad e integridad: 1) la parroquia, abierta a la universalidad de la Iglesia y del mundo, lleva a cabo la  tarea misionera y evangelizadora dentro de los límites y posibilidades de su actuación; y 2) lo hace desde la custodia integral de la fe, la liturgia, los sacramentos, el ministerio y demás medios de salvación.  Junto a la nota not a de catolicidad, cato licidad, también, en la parroquia parroqui a se viven con intensidadselasfomenta otras propiedades de la Iglesia. En la pa-y  rroquia y alienta la (notas) (de fe, sacramentos, ministerio unidad esenciales caridad). En la parroquia se vive la apostolicidad en sus diversas formas: la apo aposto stolic licida idadd min minist isteri erial  al  (garantizada a través del párroco/presbítero, que es colaborador directo del obispo, sucesor de los apóstoles); la apostolicidad doctrinal  y misionera  (fidelidad a la enseñanza recibida de los apóstoles y sus sucesores continuando la misión apostólica de ser testimonios vivos de la Pascua); y la apostolicidad existencial (vivir al estilo de los apóstoles según el evangelio recibido de ellos). La santidad  constituye la meta de toda acción parroquial y la motivación última del quehacer pastoral: familiaridad el Evangelio, apertura Dios dones en la oración comunitaria e individual,con el compartir carismas que acomo del Espíritu están al servicio de la Iglesia y del mundo, la participación en la liturgia y los sacramentos, especialmente la Eucaristía... son los medios por los que la parroquia se santifica y, aun contando con pecadores, muestra su santidad esencial y ontológica, de la que dan testimonio los santos junto con la santísima Virgen María. La parroquia es, pues, una verdader verdaderaa cristalización de la Iglesia que confesamos en el Credo como una, santa católica y apostólica . Par Parecería ecería que la parroquia suplantara o se solapara con la Iglesia local; sin s iny  embargo, la realidad es que la parroquia es una concreción circunscrita Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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realización estable  de la Iglesia local, dentro de la cual adquiere todo su valor eclesiológico. Dicho de otro modo, la parroquia es una entidad eclesiológicamente subordinada a la Iglesia local 4, puesto que no posee la  totalidad de los elementos eclesiológicos que constituyen a una Iglesia, como el ser presidida por un obispo y, por ende, no poder administrar la  totalidad de los sacramentos (algunos de ellos tienen al obispo como ministro) ni participar de la plenitud del sacerdocio; no posee la totalidad de ministerios y carismas, como tampoco integra (necesariamente) la totalidad de modos existenciales de vida cristiana (la vida consagrada está  ausente de muchas parroquias). Dentro de la Iglesia local se insertan, como parte esencial suya, las parroquias y otras comunidades de vida cristiana. Más aún, la Iglesia local se realiza en las parroquias  y a partir de  ellas (in et ex paroeciis ),), aunque ciertamente no de modo exclusivo, ya que en la Iglesia local se dan otras

formas comunidad cristiana que también la realizan. Entre la, puesto Iglesia  local y ladeparroquia existe una diferencia eclesiológica cualitativa  que solo de las Iglesias locales se puede afirmar que están «formadas a  imagen de la Iglesia universal», la «constituyen», y en ellas «está y obra la  Iglesia de Cristo» (LG 23). De la parroquia se podrá afirmar su  plena  identidad eclesiológica – más allá de su mera consideración pastoral 5– en tanto en cuanto mediada por la Iglesia local. La parroquia es, pues, una realidad eclesial dependiente 6 de otras estructuras eclesiales, como son la Iglesia local y la Iglesia universal, de las cua4. Cf. S. PIÉ-NINOT, Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad cristiana , Sígueme, Salamanca 2007, 368. 5. Cf. A. M AST  ASTANTUONO ANTUONO, «Parroquia», en Diccionario de eclesiología , BAC, Madrid 2016, 1027-1028. E. BUENO DE LA  FUENTE – R. C AL  ALVO VO PÉREZ, La Iglesia local, San Pablo, Madrid 2000, 127-131. 6. «La parro parroquia quia es la reali realidad dad espirit espiritual ual y social que Cristo Cristo opera por su su presenpresencia sacramental y apostólica en una comunidad local observable, obser vable, con sus miembros, sus funciones, sus actividades, sus relaciones, que es mediación representativa de la obra salvadora de Cristo... Con una diferencia clave respecto de la  Iglesia local: la parroquia realiza  parcialmente  parcialmente y en dependencia lo que realiza la  Iglesia2010, es posible. Iglesia Igl esiacristianos locall diocesa loca dio cesana» (J. PEREA  , Otra  para laicos  ,na» Ediciones Hoac, Madrid 279). Eclesiología práctica  Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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les es manifestación legítima, aunque sea como una actualización concreta, básica, sucinta. Así lo ponen de manifiesto tanto el origen histórico de la parroquia como su condición de « ser una parte »7 de la diócesis, «dentro y después » de la cual se constituye. Y ello, entre otras razones, porque la parroquia, en sus orígenes, nació como descentralización de la diócesis/Iglesia local y se fue estableciendo como entidad eclesial estable muy  lentamente, al ritmo de los tiempos, al ser adjudicada una porción de la  Iglesia local a un presbítero/pastor/párroco por parte del obispo diocesano; dicho de otro modo, las parroquias no hacen a la Iglesia local, sino al revés: la parroquia nace de la Iglesia local. La Iglesia local es históricamente anterior a la parroquia y, por ende, también lo es teológicamente.

Siguiendo las enseñanzas del Concilio Vaticano II 8

¿Cómoaeslacategorizada la parroquia por los conciliares? Si nos nemos nomenclatura, encontramos quetextos el Concilio Vaticano II ateutiliza diversos apelativos para referirse a la parroquia. Todos son muy significativos a nivel eclesiológico. Así, la parroquia es «grupo de fieles»9, «congregación de fieles»10, «familia eclesial»11, «porción de grey del Señor»12, «Iglesia universal visible en un lugar»13, «comunidad local»14, «célula de la diócesis»15. 7. «El «El vínculo vínculo intr intríns ínseco eco con con la comu comunid nidad ad dioce diocesan sanaa y con su Obis Obispo, po, en en comunión jerárquica con el sucesor de Pedro, asegura a la comunidad parroquial dioecesis anila pertenencia a la Iglesia universal. Se trata, por de una pars mada por un mismo espíritu de comunión, por tanto, una ordenada corresponsabilidad bautismal, por una misma vida litúrgica, centrada en la celebración de la  Eucaristía, y por un mismo espíritu de misión, que caracteriza a toda la comunidad parroquial» (CON ONGR GREG EGAC ACIÓ IÓN N PAR ARA A EL CL CLER ERO O, El presbítero, pastor y guía  de la comunidad parroquial , Instrucción n. 18 (Edice, Madrid 2002, 36). 8. Cf. F. COCCOPALMERIO, «Il concetto di parrocchia nel Vaticano Vaticano II»: Scuola cattolica 106 (1978), 123-142. 9. SC 42: «Fidelium coetus ». ». F. COCCOPALMERIO, «Il concetto di parrocchia nel Vaticano II»: Scuola Cattolica 106 (1978), 127-128, 129-131. 10. LG 26 26:: «Congregatio fidelium». ecclesiastica  1112.. A A 1208:: ««Familia ». ». ». LG Portio gregis dominici  Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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Vista en su conjunto, la terminología elegida por el Concilio para referirse a la parroquia apunta en una doble dirección. Por un lado, la parroquia es definida como grupo, congregación, grey, comunidad o familia de fieles cristianos. De este modo queda de manifiesto el aspecto constitutivo esencial de la parroquia: está formada por personas que han aceptado la vida cristiana y se constituyen como un grupo estable con lazos que van más allá de la simple (y sola) participación en una misma fe dentro de un espacio (territorio) determinado. Entre quienes pertenecen a una parroquia existe un vínculo que se manifiesta en la fidelidad de pertenencia a «la grey del Señor» y en la unión que ella propicia; unión que podemos calificar como comunidad . La fe común y la vinculación al mismo Señor vivida de un modo grupal y comunitario, al modo de una familia, está en la base del concepto de parroquia propuesto por el Vaticano II. Ahora bien, una comunidad de fieles cristianos establecida en un lugarindicado no es, sinenmás, una parroquia. De ahíla elrelación segundo aspecto queIglesia  aparece la terminología vaticana: tanto con la local como con la Iglesia universal, de las que, por una parte, es «porción» y, por otra, es su «visibilidad en un lugar» 16. Aparecen así dos elementos muy necesarios para clarificar la noción de parroquia. Por lo que se refiere al primero, con el concepto de « por  porción ción» (expresión que se recoge también en Christus dominus , 11) se quiere indicar que, aun no siendo toda la Iglesia (en su totalidad), sí está en ella el todo de la misma, pues, siendo una porción, no es algo distinto de ella; tampoco es una  mera parte (fragmentaria), es la misma Iglesia en su esencia. En este sentido puede ser aclaratorio el texto de Lumen Gentium 26 cuando afirma: «En estas comunidades , aunque sean frecuentemente  pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Cristo, por cuya virtud se  congrega la Iglesia una, santa, católica y apostólica ». ». 13. 14. 15. 16.

LG 28: «Ecclesiam universalem in suo loco vivibilem faciunt ». AA 30: «In locale communitate paroeciae » AA 10: «Dioecesis , cuius paroecia velut cellula est ». S. PIÉ-NINOT (Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad cristiana , Sígueme, Salamancaentre 2007,parroquia, 368) señala muylocal acertadamente esta mutua y simultánea vinculación Iglesia e Iglesia universal.

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Esta idea de que se trata de la misma y única Iglesia que se congrega y  actualiza en la parroquia queda ratificada en la comparación de la parroquia con una «célula » de la diócesis 17. Si se entiende por «célula» una parte viva de un organismo mayor, quedará resaltada la identidad esencial, de la parroquia, en cuanto realidad eclesial (menor) con respecto a la  diócesis (mayor), al tiempo que se insinúa la dependencia vital de aquella respecto de esta: la parroquia no es una realidad eclesial completa, sino que está en referencia permanente a la Iglesia local. Si se prefiere la  definición de célula como una «unidad fundamental de los organismos vivos» de tamaño mínimo (RAE), entonces se pondría más de manifiesto que la parroquia, en su pequeñez, es una expresión/acontecimiento vivo de la Iglesia: es Iglesia misma realizada, actual, inmediata. El segundo elemento implicado en la noción conciliar de parroquia es la  «visibilidad ». ». Así lo podemos encontrar, por ejemplo, en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, 28: «Los presbíteros... en cada una de las congregaciones locales de fieles  representan al Obispo, con el que están confiada y animosamente unidos, y toman sobre sí una parte de la carga y solicitud pastoral y  la ejercen en el diario trabajo. Ellos, bajo la autoridad del Obispo, santifican y rigen la  porción de la grey del Señor  a ellos encomendada, hacen visible en cada lugar a la Iglesia universal  y prestan eficaz ayuda en la edificación de todo el Cuerpo de Cristo (cf. Ef 4,12)». La parroquia es, pues, la que hace «visible en cada lugar » a la Iglesia universal a través de la «porción de pueblo de Dios» que ha sido confiada a un obispo (Iglesia local), quien, a su vez, encomienda pequeñas «congregaciones locales» (parroquias) a sus presbíteros (párrocos). Hay una triple especificidad de la misma realidad eclesial: 1) Iglesia universal  (Cuerpo de Cristo); 2) Iglesia local (porción de la grey del Señor confiada a un obispo); 3) parr  parroquia  oquia (pequeña congregación de fieles confiada a presbíteros/párroco). Igualmente hay una doble mediación: el obispo y el presbítero (en representación y en unidad con el obispo) (cf. CIC 529,2). 17. «[Los laicos laicos]] cultiven cultiven sin cesar cesar el sentid sentidoo de diócesis, de la que la parroquia es  como una célula , siempre prontos a aplicar también sus esfuerzos en las obras diocesanas a la invitación de su Pastor» (AA 10). Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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Con idéntico sentido podemos leer la Constitución sobre la sagrada liturgia, Sacrosanctum concilium, 42, cuando afirma que las parroquias (comunidades locales de fieles bajo un pastor representante del obispo) hacen «visible en un lugar» a la Iglesia local (la Iglesia del obispo) y, en cierto modo (quodammodo), a la Iglesia universal (extendida y constituida por todo el mundo), a la que «representan»: «Como no le es posible al Obispo, siempre y en todas partes, presidir personalmente en su Iglesia a toda su grey, debe por necesidad erigir diversas comunidades de fieles. Entre ellas sobresalen las parroquias, distribuidas localmente  bajo un pastor que hace las veces del Obispo, ya que de alguna manera representan a la Iglesia visible  establecida por todo el orbe  (nam quodammodo repraesentant Ecclesiam visibilem per orbem terrarum constitutam)»18. El Decreto sobre el apostolado de los laicos, Ap  Aposto ostolicam licam actuosit actuositatem atem, 10, señala la vinculación la parroquia con la Iglesia universal o, mejor mejor,, con «la universalidad de ladeIglesia»: «La parroquia ofrece un ejemplo luminoso de apostolado comunitario, fundiendo en la unidad todas las diferencias humanas que allí se dan e insertándolas en la universalidad de la Iglesia (Ecclesiae universalitati inserens )» )»19.  Así mismo, el Decreto sobre la actividad misionera misioner a de la Iglesia, Ad gentes divinitus , 37, indica cómo la Iglesia universal (Pueblo de Dios) se hace visible en las diócesis y en las parroquias: todo diocesanas «Viviendo el Pueblo de de Dios en comunidades, , a ellas corres-y   parroquiales, en las que algún modo se hace sobre visible  ponde también dar testimonio de Cristo delante de las gentes». 18. Con más más claridad claridad afirmar afirmaráá posteriorm posteriormente ente Christifideles laici: «La comunión eclesial, aun conservando siempre su dimensión universal, encuentra su expresión más visible e inmediata en la  parroquia . Ella es la última localización de la  Iglesia » (ChL 26). 19.. En el 19 el núme número ro 30 de de Apostolicam actuositatem se afirma: «Es necesario, además, educar a los niños para que, rebasando los límites de la familia, abran su alma  a las comunidades, tanto eclesiásticas como temporales. Sean recibidos en la comunidad local de la parroquia, de suerte que adquieran en ella conciencia de que  son miembros activos del Pueblo de Dios ». ». Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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En los dos textos de las constituciones conciliares (LG y SC) se pone de manifiesto explícitamente el dato de la territorialidad o localización de la  parroquia como uno de sus elementos determinantes20. El aspecto territorial de la parroquia está en sus mismos orígenes, puesto que fue la imposibilidad del obispo de estar «siempre y en todas partes» lo que llevó a  erigir comunidades de fieles circunscritos a un lugar, entendiendo que el lugar es más un medio que se utiliza para individuar indi viduar y singularizar a cada  parroquia que un componente esencial de la parroquia en sí, como si fuera una conditio sine qua non. Conviene observar que, antes y por encima del lugar, lo que define a una parroquia es su condición de ser «porción del pueblo de Dios» y ser «comunidad de fieles». En cuanto es «porción del pueblo de Dios», se garantiza la condición e identidad eclesial de la parroquia; en cuanto es «comunidad de fieles», se subraya la dimensión dinámica de la parroquia, dado que la comunidad supone una  interacción personas (no pues, solo de estructuras) vinculadas pora lalamisma  fe y fidelidaddeen ella. Hay, una subordinación del lugar comunidad . Y será precisamente esta consideración la que permita entender que puedan establecerse otras formas de parroquia que no se circunscriban estrictamente a un territorio geográfico. Existen, de hecho, parroquias personales (cf. CIC 518)21. Por otra parte, el concepto de «territorio» se está ampliando para ser considerado no solo en el modo espacial, sino en un sentido cultural y antropológico. Tal ampliación viene determinada en nuestro contexto más inmediato por el cambio de horizonte: hoy estamos tendiendo a dejar de ser «sedentarios» para convertirnos en una sociedad eminentemente nómada . 20. «La territorial territorialidad idad de la parroquia, parroquia, aunque aunque con la flexibilidad flexibilidad oportuna, oportuna, conconserva su importancia. Esta territorialidad favorece la visibilidad de la Iglesia, su carácter público, la continuidad de la misma, la apertura a todos y a todas las situaciones humano-religiosas» (Congreso «Evangelización y hombre de hoy », », Edice, Madrid 1986, 182; también en 115-117). El territorio también entendido como lugar de misión-evangelización, cf. Congreso «Parroquia evangelizaevangeli zadora », », Edice, Madrid 1989, 115-117. La parroquia en el tercer milenio, Publicaciones CELAM, Santa Fe 21. C CELAM,1999, def.Bogotá 15. Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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textos que que venimos venimos comen comentando tando ha aparec aparecido ido un terce tercerr ele A la luz de los textos mento esencial de la noción de parroquia: el presbítero, que es pastor de la  misma y «hace las veces» del obispo («vices gerente espiscopi »). »). A este propósito,, dos son los puntos pósito puntos a señalar: señalar: en primer lugar luga r, la necesidad del ministerio ordenado en la parroquia, quien, como colaborador directo del obispo (cf. LG 28), lo representa. De este modo, por medio del presbítero/párroco se garantiza tanto la apostolicidad como la constitución jerárquica que acompaña a la Iglesia (según el capítulo III de Lumen gentium) y, y, por extensión, a toda comunidad eclesial. También También así, se sale al paso de una consideración de la comunidad como mero conjunto de fieles, sin ninguna referencia al ministerio jerárquico. En segundo lugar, el presbítero está llamado a realizar un servicio pastoral dentro de la parroquia, entendido como «cuidado de las almas de una parte determinada de la diócesis, bajo la autoridad del Obispo» (CD 30). Este ministerio pastoral ha de ser considerado, en su untriple sentido amplio,(«entriacontinuidad con el modo en que el obispo ejerce ministerio »): «enmunera »): señar, santificar y regir de tal forma que los fieles y las comunidades parroquiales se sientan, en realidad, miembros tanto de la diócesis como de toda la Iglesia universal» (CD 30). Así es como se garantiza la vivencia  de la martyría, leiturgía y diakonía en la parroquia, como actuaciones básicas de toda la Iglesia 22 y que expresan su «naturaleza íntima»23. La administración pastoral en una parroquia puede ser encomendada a un laico o a un consagrado, si bien siempre ha de estar vinculada a un presbítero, que realizará los oficios propios de su sacerdocio24, especialmente presi22. «Otro «Otro elemento elemento básico básico de la noción noción de parroquia parroquia es la cura pastoral  o cura de  almas , propia del oficio de párroco, que se manifiesta principalmente en la predicación de la Palabra de Dios, en la administración de los sacramentos y en la  guía pastoral de la comunidad (cf. Concilio de Trento, Sesión XXIV , can. 18; CD 30). En la parroquia, ámbito de la cura pastoral ordinaria» (C ONGREGA CIÓN CI ÓN PAR ARA A EL CL CLER ERO O, El presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial , Instrucción n. 19 (Edice, Madrid 2002, 38). También se suele utilizar la terminología conciliar de misión profética, sacerdotal y real: cf. J. BESTARD, Corresponsabilidad y participación en la parroquia , PPC, Madrid 1995, 59. 23. BENEDICTO XVI, Carta Carta encíclica encíclica Deus caritas est , 25 (25 de diciembre de 2005). ONGR GREG EGAC ACIÓ IÓN N PAR ARA A EL CL CLER ERO O, El presbítero, pastor y guía de la comunidad  24. Cf. CON  parroquial , Instrucción, n. 20 (Edice, Madrid 2002, 40). Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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dir la eucaristía, en torno a la cual se constituye el centro de la vida eclesial, y, por ende, de la parroquia: «Procuren los párrocos que la celebración del sacrificio eucarístico sea el centro y la cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana, ypor procuren, además, que los se nutran del alimento espiritual la recepción frecuente defieles los sacramentos y por la participación consciente y activa en la liturgia» (CD 30).

En esta misma línea, el papa san Juan Pablo II ha definido teológicamente a la parroquia como «comunidad eucarística »: »: «La parroquia está fundada sobre una realidad teológica, porque ella es una comunidad eucarística . Esto significa que es una comunidad idónea para celebrar la Eucaristía, en la que se encuentran la raíz viva de su edificación y el vínculo sacramental de su existir en plena comunión con toda la Iglesia» (ChL 26). En síntesis, la parroquia parroqui a en el Concilio Vaticano Vaticano II se presenta como una  realización eclesiológica, eclesi ológica, como una forma de vivir y expresar la pertenencia a la Iglesia (local y universal) desde la lógica de comunión. A saber, la  pertenencia a la parroquia solo es posible siendo comunidad, es decir, estando en comunión unos con otros a partir y en virtud de la primigenia  comunión con Dios Padre, por medio de Jesucristo, en la fuerza del Espíritu Santo. La parroquia, a su vez, solo existe en comunión con otras parroquias y formas de vida cristiana y en comunión con la Iglesia local de la que forma parte (territorialmente) y depende (eclesiológicamente). La Iglesia local tiene, igualmente, su razón de ser y de existir en la comunión con las otras Iglesias locales (communio ecclesiarum), junto con las cuales, en y a partir de las cuales subsiste la Iglesia universal (LG 8). Estos tres niveles de comunión no son sucesivos, sino simultáneos ; no son de carácter diacrónico, sino sincrónico: son formas diversas de realización eclesial de la única Iglesia de Jesucristo. Esta simultaneidad de comunión es la que propicia que, perteneciendo a una parroquia, se pertenezca –y  visibilice a un tiempo– la Iglesia local y la universal; más aún, la forma  más común y extendida de pertenecer a la Iglesia es a través de la parroquia. He ahí su fundamento eclesiológico: es una realización local de la  Iglesia  una, católica y apostólica. Salvador Piésanta Ninot, podemos concluir: En este sentido, con palabras de Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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«La pertenencia a la parroquia es el grado más inmediato de pertenencia a la Iglesia, pues la parroquia existe solo en relación de comunión con otras formas de realización de la misma Iglesia. En ella  la misma Palabra viene anunciada y escuchada, la misma eucaristía  celebrada, y el mismo ministerio ejercido, elementos que hacen posible que en este lugar se reúna el pueblo de Dios como signo e instrumento de comunión (cf. LG 26). De ahí que, siendo la diócesis primariamente la realización local de la Iglesia, la parroquia como articulación territorial de la diócesis es también una realización local de la Iglesia (cf. LG 28; AA 30); aunque de forma subordinada, dado que la diócesis es la condición de posibilidad de la existencia  de la parroquia (cf. SC 42)»25.

 A la escucha del magisterio posconciliar La enseñanza conciliar ha marcado las pautas de la teología de la parroquia. Es el referente fundamental. También el magisterio de los papas ha  incidido en la importancia teológico-pastoral de la parroquia, así como las distintas conferencias episcopales nacionales o continentales. De clara orientación pastoral cuando aluden a la parroquia son, por ejemplo, las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano [CELAM]: Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992), Aparecida (2007)26, así como las exhortaciones postsinodales continentales continental es de san Juan Pablo Pablo II: Iglesia en África (1995),  América (1999), Asia (1999), Oceanía (2001), Europa (2003); las de Benedicto XVI: Africae munus  (segundo sínodo sobre África, 2011) e Iglesia en Oriente Medio (2012); y la exhortación apostólica de Francisco, Evangelii gaudium (2013)27. 25. S. PIÉ-NINOT, Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad cristiana , Sígueme, Salamanca 2007, 368. 26. Cf. Río de Janeiro, 55, 59;  Medellín, 15-16; Puebla , 631-633, 649-650; Santo Domingo, 58;  Aparecida , 304-306. Cf. CELAM, La parroquia en el tercer mile,erencias Publicaciones CELAM, Santa Fe de Bogotá 1999, sespecialmente 28-41. 27. nio Referenci Ref as a la parroquia parroqui a se encuentran encuentra n en los números número que a continuación continuac ión se Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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Una especial profundización en el sentido teológico de la parroquia la  encontramos en la exhortación postsinodal Christifideles laici  del papa   Juan Pablo Pablo II, fruto del sínodo de obispos obis pos del año 1988 sobre los laicos, y en la exhortación Evangelii gaudium de Francisco.  paroikía   A de la etimología de parroquia ( paroikía  ),), términolaici  derivadopartir de « pará-oikía  » («juntogriega a las casas»), el texto de Christifideles define a la parroquia como «la última localización de la Iglesia; es, en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas  (cf. SC 42)» (ChL 26) y, por ello, la parroquia «vive y obra profundamente injertada en la sociedad, humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dramas» (ChL 27). La identificación entre «localización (lugar) de la Iglesia» y «casa donde viven los cristianos» contribuye a dar un sentido más antropológico que espacial al territorio parroquial, entendido como casa, hogar, lugar de convivencia, historia compartida, es-

tilo y cultura, comunión. Desde esta perspectiva entendemos el párrafo siguiente: «La parroquia [...tiene una] originaria vocación y misión: ser en el mundo el “lugar” de la comunión de los creyentes  y, a la vez, “signo e  instrumento” de la común vocación a la comunión; en una palabra, ser la casa abierta a todos y al servicio de todos; o, como prefería llamarla el papa Juan XXIII, ser la fuente de la aldea , a la que todos acuden para calmar su sed» (ChL 27). La parroquia, sea en su pequeñez y pobreza (material y personal), sea en su amplitud y dispersión, en «su verdadero rostro», que» (ChL no es otro que «el “misterio” 26). mismoesdedescrita la Iglesia presente y operante en ella  En este sentido, la parroquia no puede ser, sin más, «una estructura, un territorio, un edificio»; hay otros elementos que la definen y que Christifideles laici  (26-27) señala concisamente: – La parro parroqui quiaa es «la fami familia lia de Dios, Dios, com comoo una una frater fraternid nidad ad anima animada  da  por el Espíritu de unidad». indican: Ecclesia in Africa , 89, 100; Ecclesia in America , 41; Ecclesia in Asia , 25; Ecclesia Ecclesia in Europa   Africae e munus  m107, unus ,175. , 13, 19; , 19,gaudium 24-25,,32; 133; Ecclesia in in Oceania  Medio Oriente  , 12, 49, 53; Evangelii 28, Africa 29, 63, Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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La par parro roqu quia ia es «un «unaa casa casa de de famil familia, ia, frat fratern ernaa y acoge acogedo dora» ra»28. La pa parr rroq oquia uia es la «c «com omun unida idadd de de los los fifiele eles» s»29. La parroquia es una «comunidad eucarística ». ». La parroquia es una «comunidad de fe ». La parroquia es una «comunidad orgánica » de ministros ordenados y  demás cristianos. – La pa parr rroq oquia uia es un unaa rea realid lidad ad ec ecle lesia siall con con una «misión indispensable y  de gran actualidad» que, en palabras del papa Pablo VI, se concreta  en estos aspectos: «Crear la primera comunidad del pueblo cristiano; iniciar y congregar al pueblo en la normal expresión de la vida litúrgica; conservar y reavivar la fe en la gente de hoy; suministrarle la doctrina salvadora de Cristo; practicar en el sentimiento y en las obras la caridad sencilla de las obras buenas y fraternas» 30. El papa Francisco, en Evangelii gaudium 28, tras citar el número 26 de Christifidelis laici , recuerda otros aspectos igualmente significativos sobre la identidad teológica de la parroquia, que, además de ser « presencia eclesial en un territorio», es «comunidad de comunidades », », ámbito y santuario de vida cristiana y comunidad misionera y evangelizador e vangelizadora  a : «La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración.  A través de d e todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus de  miembros para que seanadonde agenteslos desedientos evangelización. Es comunidad , santuario van a beber para seguir comunidades  caminando, y centro de constante envío misionero».

Dado el carácter eminentemente pastoral de su exhortación, el papa  Francisco advierte en ese mismo número del peligro de que la parroquia  «se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un gru28. Cf. JUAN P ABLO II, Exhortación Apostólica Catechesi tradendae , 67. 29.. Cf 29 Cf.. CIC, CIC, can. can. 515, 515,1. 1. Discurso 30. tado P ABLOenVI, ChL 26. al Clero romano (24 Junio 1963): AAS 55 (1963) 674. CiSal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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po de selectos que se miran a sí mismos», al tiempo que anima a que sea  «capaz de reformarse y adaptarse continuamente», de permanecer abierta a una «revisión y renovación» constante, desde su «gran plasticidad» y  «docilidad a la creatividad misionera». Solo así, las parroquias estarán «más cerca de la gente» y serán «ámbitos de viva comunión y participación» y orientadas «completamente a la misión». Es decir, solo volviendo a su identidad teológica podrá la parroquia cumplir su cometido y su razón de ser.

 A modo de recapitul recapitulación ación y propuesta   A la luz de las enseñanzas conciliares y posconciliares, la teología de la  parroquia adquiere una fundamentación indiscutible. Aunque es la perspectiva pastoral (sin olvidar la canónica) la que prima en la reflexión sobre la parroquia, es su consideración eclesiológica la que aporta su razón de ser. En otras palabras, una pastoral parroquial ha de basarse en una  teología de la parroquia. Desde este punto de vista, podemos señalar algunas líneas transversales. En primer lugar, la identidad eclesiológica de la parroquia: es una realización local de la Iglesia local  y, en virtud del principio de comunión, es una actualización concreta de la Iglesia universal ; es, por tanto, encarnación de la Iglesia, es Iglesia: la parroquia «encarna, en cada lugar concreto, el acontecimiento de gracia que es la Iglesia» 31. En consecuencia, y en segundo lugar, la parroquia participa en su ser y  actuar de las implicaciones teológico-pastorales de una Iglesia que es Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo Templo del Espíritu y Sacramento de comunión. No es necesario buscar otras tareas y cometidos específicos para la parroquia; simplemente, habrá que concretar, según las circunstancias de tiempo, lugar, cultura e historia, posibilidades y realidades, cómo actualizar su condición de tales. De ahí nace la urgencia, por citar solo unos ejemplos, de que en toda parroquia: 31. Congreso «Parroquia evangelizadora », », Edice, Madrid 1989, 302. Sal Terrae | 105 (2017) 295-311

 

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viva la con convic vicció ciónn de igual igualdad dad de de pertenen pertenencia cia al al Pueblo de Dios , 1) se viva aun con carismas y vocaciones diversas, y se tome conciencia de la  condición peregrina (ni asentada, ni desesperanzada) de la vida parroquial, que conlleva una implicación efectiva en la misión evangelizadora universal en el marco de su contexto (lugar) como participación responsable y corresponsable; 2) se co cons nsti titu tuya ya co como mo Cuerpo de Cristo a través de la comunión eucarística, haciendo de la celebración de la eucaristía (y de los demás sacramentos y oraciones) el centro de su vida litúrgica y el fundamento de su acción caritativa en favor de los pobres y necesitados; 3) se abra abra a la la acción acción del del Espíritu, Espíritu, para para que que este habit habitee en ella ella como como en su casa, y se deje renovar constantemente en sus estructuras, instituciones y funcionamiento, con el fin de revitalizarse, pues, sin ser de verdad lugar (Templo) del Espíritu, la parroquia no podrá contagiar la alegría  pascual de creer, ni el don del amor que crea y expresa la comunión, ni tampoco la frescura y novedad permanente del evangelio; 4) se viva viva la fraterni fraternidad dad crean creando do comunid comunidad ad cristia cristiana na (y siendo siendo comucomunidad de comunidades) desde la común conciencia de filiación, sin caer en sociologismos, propiciando la relación interpersonal y no meramente formal, siendo signo e instrumento (Sacramento) de la  Comunión con Dios y con todos los hombres en todas sus actuaciones (ad intra y ad extra ).). La de concreción de caday una de estas propuestas, explicitación as acción pastoral de planificación efectiva su constituye todo en un línereto para nuestras parroquias, llamadas a un permanente proceso de renovación necesaria. Todo Todo ello sin apagar apag ar el eco de la eclesiología de comunión del Concilio Vaticano Vaticano II, que fundamenta y sostiene sost iene a la parroquia en su ser comunidad eclesial.

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LEIXANDRE DOLORES  A LEIXANDRE La contemplación

para alcanzar amor

Una aproximación bíblica 

112 págs. P.V.P.: 9,90 €  Este libro es el resultado de tejer juntos el hilo del lenguaje de Ignacio de Loyola en su Contemplación para alcanzar amor  y el de la Escritura. Detrás de sus palabras resuena la Palabra, y por debajo de sus expresiones se pueden reconocer las de aquellos que intentaron reflejar en sus escritos la  experiencia de su encuentro en cuentro con Dios: desbordamiento por su amor inaudito, estremecimiento ante su presencia, asombro por su cercanía, gratitud por sus dones, deseo apremiante de responder a través de la propia  entrega. Estamos ante un texto plantado como un árbol junto al manantial de la Escritura, recibiendo su savia y nutriendo ahí sus raíces para que sus ramas nos inviten hoy a sentarnos a su sombra.

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RETOS DE UNA PARROQUIA URBANA  José Ramón Busto Saiz,

SJ*

Fecha de recepción: febrero de 2017 Fecha de aceptación y versión final: marzo de 2017

Resumen

Partiendo de la definición de parroquia y de las funciones del párroco contem pladas en el Código Cód igo de Derecho Canónico, el artículo pasa revista al funcionamiento de las parroquias y los desafíos a que se enfrentan en la actualidad, lo que supone una generalización, dada la pluralidad de parroquias urbanas existente. Los desafíos detectados son: formación de comunidad, formación en la fe, vivencia profunda de las celebraciones sacramentales, escasez de oración comunitaria, gestión de la solidaridad de modo organizado, transparencia en la gestión y, finalmente, impulso misionero y vocacional. P ALABRAS CLA CLAVE VE: parroquia, sacramentos, oración, comunidad, catequesis, caridad, transparencia. Challenges of an urban parish Abstract

On the basis of the definition of parish and the roles of the priest set forth in the  Code of Canon Law, the article reviews the inner workings of parishes and the  challenges they face in modern day, implying a generalization given the current   plurality of urban parishes. The challenges identified are: building b uilding of community, nurturing faith, profound experience of sacramental celebrations, lack of   *

Profe Pr ofesor sor Ordi Ordinar nario io de Sagra Sagrada da Escrit Escritura ura.. Unive Universi rsidad dad Pont Pontific ificia ia Comil Comillas. las. Párroco de S. Francisco de Borja (Madrid). Director de la revista Sal Terrae . .

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josé ramón busto saiz, sj

community prayer, structured management of togetherness, transparency of    management and, lastly, missionary and vocational zeal. K EY  EY  W ORDS ORDS: parish, sacraments, prayer, community, catechesis, charity, transparency 

Escribir sobre las parroquias urbanas supone generalizar. Pues las parroquias urbanas son muy distintas. No es lo mismo la parroquia de una  gran ciudad que la de una ciudad pequeña o mediana, con medidas más humanas que permiten relaciones más cercanas. No son lo mismo las parroquias en el centro de la ciudad que en los barrios jóvenes, y ambas son distintas de las ubicadas en barrios marginales. Por otra parte, cualquier análisis que se haga depende de una experiencia, y esa experiencia está  condicionada por muchas circunstancias particulares. Esto supuesto, y  tratando de hacer referencia a rasgos comunes y compartidos por muchas parroquias, ofrezco la siguiente reflexión.

1. La naturaleza de una parroquia   A partir del siglo IV, IV, con el edicto de Milán del emperador Constantino Constantino –año 313–, que da libertad a la Iglesia, y, sobre todo, con el edicto de Tesalónica del emperador Teodosio –año 380– que establece el cristianismo como la religión del imperio, comienzan a aparecer las parroquias. Hasta  ese momento había en cada ciudad una sola comunidad cristiana que, presidida por el obispo, celebraba una única Eucaristía. Al aumentar masivamente las conversiones a la fe cristiana, surge la imposibilidad de que todos los cristianos de una ciudad se reúnan en una sola Eucaristía. Se optó entonces porque los presbíteros dirigieran comunidades más pequeñas, de vecinos –«parroquia», en griego, significa «vecindad»– y las congregaran para celebrar la Eucaristía, siempre bajo la autoridad del obispo local.  A raíz del concilio de Trento Trento quedó establecido que una diócesis debía  dividirse en parroquias. Así lo mantiene el Código de Derecho Canónico actualmente en vigor: «Toda diócesis o cualquier otra Iglesia particular  debe dividirse en partes distintas o parroquias » (CIC 374,1). La parroquia  es, pues,y participa la parte deenlalaIglesia a través de la cual el fiel cristiano se inserta Iglesialocal universal. Sal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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El mismo Código (canon 515) define la parroquia como « una determinada comunidad de fieles ». ». A mi modo de ver, aquí radica uno de los principales desafíos a los que se enfrenta en la actualidad una parroquia urbana: ser la comunidad que debe ser, de acuerdo con su propia definición. La religión se vive muchas veces como una lapráctica piadosa personal incluso individual. Falta conciencia de que fe cristiana, que, por su-e puesto, tiene una dimensión personal, ha de ser vivida comunitariamente. A los cristianos les falta conciencia de ser Iglesia, es decir, «congregación de los llamados». Esto se percibe de modo patente en la celebración de los sacramentos. La promesa del Señor –«donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos » (Mt 18,20)– apenas ha  calado en la conciencia cristiana. Los cristianos no van a celebrar la Eucaristía reuniéndose con otros cristianos, sino que van a asistir personalmente a una acción litúrgica que realiza el sacerdote. Quizá la celebración sacramental en la que esta deficiencia se manifiesta  de modo más claro es la del bautismo. Muchos cristianos conciben el bautismo como una fiesta fie sta familiar, la del nacimiento de un nuevo miembro de la familia. De ahí que traten de evitar los bautizos comunitarios. No son conscientes de que el bautismo es la incorporación de un nuevo miembro al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. De modo que, en consecuencia, el bautismo ha de ser una fiesta de la comunidad cristiana a la  que el niño queda incorporado por la celebración de ese sacramento. Tampoco la celebración de la penitencia ni la del matrimonio matr imonio hacen transparente existencia de la comunidad cristiana en cuanto La celebración de lala penitencia es casi habitualmente individual, y la tal. celebración del matrimonio es familiar, en ambos casos sin referencia explícita a lo comunitario. Desde hace años, en muchas parroquias se celebra comunitariamente la unción de los enfermos. Creo que es una buena práctica que la  comunidad cristiana se reúna a pedir la gracia de Dios para llevar con garbo cristiano la enfermedad y la vejez. Sin embargo, creo que estas celebraciones deben pasar todavía, de vivirse como un sacramento que reciben varias o muchas personas a la vez, a ser una verdadera celebración de la  comunidad cristiana. Por el contrario, tanto la celebración del orden en cada uno de como la celebración de lase confirmación son celebraciones en sus las grados que la dimensión comunitaria hace más presente. Sal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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Otro aspecto, relacionado con lo comunitario, sobre el que conviene reflexionar es la dimensión territorial de la parroquia. Poco más arriba he escrito que «parroquia» en griego significa «vecindad». El Código de Derecho Canónico establece que, en general, las parroquias han de ser territoriales. Aunque pueden «existir parroquias en razón del rito, de la len gua o la nacionalidad de los fieles de un territorio, o incluso por otra  determinada razó razónn», sin embargo, «como regla general, la parroquia ha de  ser territorial, es decir, ha de comprender a todos los fieles de un determinado territorio» (CIC 518). Es fácil constatar que en la actualidad la configuración territorial de las parroquias urbanas está muy desdibujada. Los fieles asisten al culto y participan en las actividades de aquella parroquia  o lugar de culto con el que se sienten identificados por su sensibilidad religiosa. Esto viene a incidir también en la dificultad de que la parroquia sea de verdad una auténtica comunidad que interacciona para llevar a cabo los objetivos que le son propios. 2. Las funciones de una parroquia  Las funciones de una parroquia se dejan agrupar en tres ámbitos: primero, el anuncio de la Palabra de Dios, que comprende la catequesis primaria de niños y jóvenes y la formación continua en la fe de todos los fieles cristianos; segundo, dar culto a Dios mediante la oración y los sacramentos, por medio de los cuales los cristianos crecen en gracia y santidad; y, por último, el ejercicio de la caridad, atendiendo a las necesidades de los menos favorecidos, empezando por los más cercanos, los necesitados de la propia parroquia, pero sin olvidar la dimensión universal de la caridad cristiana. a) La formación en la fe  «El párroco está obligado a procurar que la palabra de Dios se anuncie en su integridad a quienes viven en la parroquia; cuide, por tanto, de que los fieles laicos sean adoctrinados en las verdades de fe, sobre todo mediante la homilía, que ha de hacerse los domingos y  fiestas de precepto, y la formación catequética; [...] debe procurar de manera venes» (CICparticular 528.1). la formación católica de los niños y de los jóSal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

retos de una parroquia urbana

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El primer apartado del canon 528 deja clara la primera función de las parroquias, que es la formación cristiana, cuyo cuidado aparece aquí como una obligación personal del párroco. Se afirma la importancia de la homilía 1, pero es obvio que la formación en la fe de los cristianos no puede pivotar exclusivamente sobre la homilía. A mi modo de ver, la catequesis es otro de los grandes retos a los que las parroquias urbanas deben hacer frente. Me refiero tanto a la catequesis primera de niños y jóvenes como a la formación continua en la fe de los cristianos adultos. Creo no exagerar si afirmo que la formación en la fe, es decir, la catequesis, ha fallado en grandes ámbitos de nuestra Iglesia española. Con mucha frecuencia es posible constatar que los fieles cristianos desconocen los elementos esenciales de la fe en la que creen y su significado. Esta situación no tiende a mejorar, sino que probablemente va a ir a  peor. Porque se están perdiendo muchos de los ámbitos en que se aprendía a conocer la fe. Muchas de las familias ya no son evangelizadoras. La  mayoría de los niños y jóvenes bautizados estudian en colegios donde, o bien no se enseña la religión, o bien se enseña de modo deficiente, a pesar del interés mostrado por las autoridades de la Iglesia y los esfuerzos de los profesores. En la sociedad y en el momento en que vivimos no puede dudarse de que la formación en la fe de los niños y los jóvenes se ha convertido en un importante reto. Pero también lo es la formación en la fe de los adultos: la formación bíblica es prácticamente inexistente, excepto en algunos grupos muy concienciados escasos. mismoes pasa con la formación moral.enLasudoctrina  de la Iglesiayen temasLo morales prácticamente desconocida profundidad. Para muchos cristianos, la única fuente de información para conocer la enseñanza de la Iglesia en temas morales son los medios de comunicación, que, por decirlo suavemente, dejan mucho que desear al respecto. b) La oración y los sacramentos 

«Esfuércese el párroco para que la santísima Eucaristía sea el centro de la comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fie1. A la la ho homilía de dedicó Sal Terrae  el número de abril de 2016. Sal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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les se alimenten con la celebración piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la recepción frecuente de la santísima Eucaristía ris tía y de la penitencia; procure procure moverlos moverlos a la oración, oración, también en el seno de las familias, y a la participación consciente y activa  en la sagrada liturgia...» (528.2).  Junto a la formac formación, ión, la celebración celebración de los sacramentos sacramentos ha de ser un medio de vivir y alimentar la fe. De nuevo el Código de Derecho Canónico personaliza esta necesidad eclesial entre los deberes del párroco. Tengo la  impresión de que, en general, los sacerdotes cuidan las celebraciones sacramentales y se esfuerzan para que sean participadas y vividas por los fieles. Sin embargo, creo también que la participación de los fieles cristianos deja bastante que desear. Es frecuente que los fieles se quejen de las homilías, pero los sacerdotes podríamos quejarnos tanto o más de la atención de los fieles y del aprecio de estos por las celebraciones litúrgicas. Como exponente de esa falta de interés, basta fijarse en cómo los fieles llegan habitualmente tarde a la celebración de la Eucaristía dominical. Obviamente, mucha culpa de esto la tiene la predicación secular, que ha señalado como partes más importantes de la Eucaristía la consagración y la  comunión. Los fieles cristianos no tienen conciencia de que se ha de «oír misa entera» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2.042), sino que se cumple con el precepto –y con Dios– con tal de llegar al ofertorio. Si se comulga, ya se ha hecho lo más importante que se puede hacer en la celebración eucarística. Y, sin embargo, celebrar la Eucaristía supone tanto comer a Cristo como comer con él, lo que significa celebrar Eucaristía supone tanto recibir sacramentalmente al Señorque como recibirla su Palabra y responder oracionalmente en la primera parte de la celebración. Así lo enseña el concilio Vaticano Vaticano II (cf. SC, 7) cuando dice: «Las dos partes de  que consta la Misa, a saber, saber, la liturgia de la palabra y la eucarística, están tan íntimamente unidas que constituyen un solo acto de culto. Por eso el sagrado Sínodo exhorta vehementemente a los pastores de almas para que en las catequesis instruyan cuidadosamente a los fieles acerca de la participación en toda  la Misa, sobre todo los domingos y fiestas de precepto » (SC, 56).  Algo análogo sucede con las celebraciones celebracione s de los funerales: funerale s: los fieles van llegando a lo largo de la celebración, porque muy frecuentemente su inSal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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terés no estriba en rezar por el difunto ni en celebrar la esperanza cristiana ante la muerte, sino en expresar sus condolencias a la familia del difunto, lo que suele hacerse al final. Fuera de la celebración de los sacramentos, son muy pocas las parroquias enquedó las quemuy se dan de oración comunitaria. A raízdedellaVaticano II claramomentos en la conciencia cristiana la centralidad Eucaristía, pero con la consiguiente desvalorización de otras celebraciones paralitúrgicas, y en concreto las oraciones comunitarias. Casi únicamente en torno a los monasterios, los fieles cristianos se reúnen a rezar vísperas u otras partes de la liturgia de las horas, y solo ocasionalmente se suelen celebrar vigilias de oración en las parroquias. Me parece importante que en las parroquias se recuperen espacios para la oración comunitaria, distintos de las celebraciones sacramentales. La oración es el ejercicio unívoco de la fe y su alimento principal, al tiempo que la oración celebrada comunitariamente contribuiría a cohesionar la comunidad parroquial. c) El ejercicio de la caridad  «[El párroco] ha de fomentar las iniciativas con las que se promueva el espíritu evangélico, también por lo que se refiere a la justicia  social» (CIC, 528.2). «... [el párroco] ha de ayudar con pródiga caridad a los enfermos, especialmente a los moribundos...; debe dedicarse con particular diligencia a los pobres, a los afligidos, a quienes se encuentren solos, a los emigrantes o a los que sufren especiales dificultades» (CIC, 529.1). Llegamos al tercer aspecto de la actividad de una parroquia: la concienciación en la justicia social y el ejercicio de la caridad carida d y la solidaridad. De nuevo el Código de Derecho Canónico lo personaliza en las obligaciones del párroco. Sin embargo, sin disminuir para nada la responsabilidad responsabili dad que tiene el párroco de promover el espíritu evangélico por lo que toca  a la justicia social y de ayudar caritativamente a los necesitados, es obvio que ambos aspectos son obligación de todos los fieles cristianos. Probablemente, lo primero que haya que decir es que el ejercicio de la 

caridad no consiste solo (y quizá principalmente en el auxiliocristiana económico. El canon citado hablatampoco) de los enfermos, de los moSal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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ribundos, de los afligidos y de quienes se encuentran solos. Son muchas las personas de nuestras parroquias que necesitan una ayuda caritativa de los demás no consistente en ayuda económica. Y no es solo entre las personas mayores entre quienes puede darse con más frecuencia la enfermedad o la soledad. Otros muchos, también los jóvenes, pueden necesitar ayuda en una sociedad aparentemente tan tecnológica y tan bien organizada, pero tan inhumana y tan individualista en muchos casos. Con respecto a la ayuda económica a los cercanos, los miembros de la  propia parroquia, así como a los lejanos que se nos hacen presentes con ocasión de catástrofes como huracanes o terremotos, mi percepción es que los cristianos de nuestro país están bastante bien concienciados y suelen ser generosos. Desde luego, sienten la obligación cristiana de la solidaridad mucho más vivamente de lo que perciben su obligación de colaborar económicamente al sostenimiento de la Iglesia. Así lo demuestran habitualmente las colectas que, domingo a domingo, se realizan en las iglesias. Los fieles cristianos son generosos en las grandes colectas extraordinarias, como pueden ser las destinadas a las Obras Misionales Pontificias (DOMUND) o a Manos Unidas, pero dejan algo que desear si la colecta está destinada  al sostenimiento de la propia parroquia. No toca hoy hablar de la responsabilidad de los cristianos en el sostenimiento económico de la Iglesia, así que este aspecto queda para más oportuna ocasión. Es verdad que una sociedad desarrollada, como se supone que es la nuestra, debería atender a las necesidades primarias de todos sus miembros, ypobreza que los extrema servicios entre socialessuspúblicos no deberían permitirlosla existencia de miembros. Sin embargo, recursos son siempre escasos, y en estos tiempos de crisis los servicios sociales no llegan a cubrir todas las necesidades perentorias, de modo que se hace imprescindible la caridad en forma de una ayuda económica que ha de sobrepasar los derechos y deberes establecidos en una sociedad.  Así lo reconoció el papa Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est  (n. 28): «El amor –caritas– siempre será necesario, incluso en la sociedad  más justa. No hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor. [...] Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán también situaciones de necesiSal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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dad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor  concreto al prójimo».

Pero el ejercicio de la caridad debe estar organizado. Probablemente, en este punto el desafío de los cristianos está en acabar con el deprimente espectáculo que a las puertasconsecuencia, de las iglesias ahaya habitualmente de mendigos de pidiendo limosna, mi modo de ver, degrupos una inadecuada percepción también por parte de los cristianos de lo que ha de ser la caridad. «Pobre» y «mendigo» no son lo mismo. Pobre es quien carece de dinero o de los bienes necesarios para vivir. vivir. Un mendigo es quien ha hecho del pedir limosna su oficio. La Escritura tiene palabras positivas sobre la pobreza, a la que alaba con frecuencia, pero no hace lo mismo con la  mendicidad. Para muestra basta un botón: «Dichosos los pobres porque vuestro es el Reino de Dios », », dice el evangelio (Lc 6,20). Sin embargo, en el libro del Eclesiástico podemos leer: «Hijo mío, no vivas de mendigar; más vale  morir que andar mendigando» (Eclo 40,28). Y en la Segunda Carta a los Tesalonicenses dice san Pablo: «Quien no trabaja, que no coma ». ». El mismo libro del Eclesiástico, que critica la mendicidad, alaba la limosna cuando dice: «El agua apaga el fuego ardiente, la limosna expía el pecado» (Eclo 3,30). En una palabra, la Escritura alaba a los pobres y la limosna, pero rechaza  la mendicidad. Los cristianos hemos de ayudar a los pobres, pero no debemos alimentar la mendicidad con nuestra limosna incontrolada. Recuerdo haber leído en Hermann Hesse una leyenda medieval según la  cual un viajero llegó a una ciudad alemana y, al entrar en su catedral, se vio porque había presidenciales exactamente iguales. sorprendido Extrañado, preguntó si es dos quesedes en aquella ciudad había dos obispos. Le respondieron: «No; uno de los dos tronos es para el obispo; el otro es para el pobre de la comunidad, a quien tanto alaba el evangelio». Al domingo siguiente, el viajero fue a la catedral para asistir a la misa dominical. Y quedó todavía más sorprendido. El obispo celebraba la Eucaristía y ocupaba su sede, pero el otro trono estaba vacío. Entonces preguntó: «¿No me dijisteis que el otro trono era para el pobre de la comunidad?» Le respondieron: «Efectivamente, así es; pero en esta comunidad cristiana no hay ningún pobre. Cuando venga uno, ocupará el trono pocos días, porque le ayudaremos a que salga inmediatamente de launos pobreza». Sal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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El ejercicio de la caridad cristiana tiene t iene como objetivo que los pobres salgan de su pobreza. Los cristianos hemos de dar limosna, pero al darla nuestro objetivo ha de ser sacar a los pobres de su pobreza y conseguir que en poco tiempo lleven una vida digna, es decir, una vida en la que no les falte lo necesario para vivir, y eso lo consigan con su trabajo. Una acción caritativa que tuviera como resultado mantener a los pobres en su pobreza  año tras año, es decir, a que los pobres se conviertan en mendigos porque han hecho de la pobreza su oficio, es una acción inapropiada que no respeta la dignidad humana ni se corresponde con el mensaje del evangelio. Únicamente los dementes o los tullidos han de vivir perpetuamente de la  caridad; pero en estos casos también es imprescindible que las Caritas parroquiales se ocupen organizada y razonablemente de ellos2.

3. La organización de una parroquia  Como venimos viendo, el Código de Derecho Canónico personaliza en el párroco las funciones que ha de realizar la parroquia, pero añadiendo que ha de contar «con la cooperación también de otros presbíteros o diáconos y con la ayuda de los fieles laicos, conforme a la norma del derecho » (CIC, 519). Las parroquias deben contar obligatoriamente con un Consejo Económico (CIC, 537) y si es oportuno, a juicio del Obispo, también con un Consejo Pastoral (CIC, 536). Para el correcto funcionamiento de una institución se necesita siempre liderazgo y participación. dos aspectos se potencian mutuamente. El Son liderazgo supone complementarios siempre concitar que esfuerzos, animar voluntades, infundir optimismo y esperanza, pero también corregir desviaciones y señalar los caminos inadecuados. Ahora bien, el liderazgo exige colaboración y participación del grupo. Estos dos elementos son imprescindibles para que una parroquia funcione, como sucede en cualquier institución. El liderazgo corresponde al párroco, pero los liderazgos más fecundos son los liderazgos lidera zgos compartidos. El párroco no tie2. Al temaa de tem de la lim limos osna na de dedi dicó có la la rev revist istaa Sal Terrae  el número de noviembre de 2015. Sal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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ne por qué ser el más capaz, el más listo o el mejor dotado, y además, ade más, habitualmente no lo será. Seguro que en su parroquia hay otras personas, sacerdotes, religiosas o laicos más competentes que él en muchos de los ámbitos que una parroquia ha de desarrollar. De nuevo, en este aspecto también se presentan desafíos a las parroquias: la organización necesaria  para el correcto desempeño de sus funciones; la participación activa de los feligreses, de modo que todos puedan aportar, según sus capacidades y disponibilidades, al buen funcionamiento de la parroquia; y un elemento muy importante, del que las autoridades de la Iglesia van tomando cada vez más conciencia: la transparencia en la gestión económica de los recursos de la parroquia, que siempre son, de una u otra manera, aportaciones de los fieles.

4. La dimensión misionera de la parroquia  «El párroco... debe procurar... también con la colaboración de los fieles, que el mensaje evangélico llegue igualmente a quienes hayan dejado de practicar o no profesen la verdadera fe» (CIC, 528,1)

Hasta ahora he escrito, sobre todo, de los desafíos que una parroquia tiene para con los fieles cristianos: lo que podríamos llamar las «actividades de mantenimiento». Pero, como ocurrió en las bodas de Caná, he dejado el vino bueno para el final. El reto principal de una parroquia es la  evangelización de los que han dejado de ser fieles cristianos o no lo han sido nunca. Una parroquia nunca podrá contentarse con atender a los que van; tiene que salir a encontrarse con los que no van. Voy a reproducir el n. 28 de la exhortación apostólica Evangelii gaudium, del papa  Francisco, que, a mi modo de ver, lo dice excelentemente: «La parroquia no es una estructura caduca; precisamente porque tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy diversas que requieren la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y de la  comunidad. Aunque ciertamente no es la única institución evangelizadora, si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo “la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y  de sus hijas”. que realmente esté en en contacto con eslos hogares y con Esto la vidasupone del pueblo y no se convierta una prolija Sal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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tructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos. La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración. A través de todas sus actividades, la parroquia  alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero. Pero Pero tenemos que reconocer que el llamado a la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación y se orienten completamente a la misión.

Si la parroquia está viva, estará viva la Iglesia. Es característico de los seres 3 vivos reproducirse. Los seres vivos dan a luzclaro otrosdeseres semejantes a ellos. La escasez de vocaciones es un exponente la falta de vitalidad de la Iglesia en el mundo desarrollado, aunque también coadyuven otros factores. Con la mención de este último reto concluyo este artículo: la labor evangelizadora de la parroquia tiene una dimensión que es la promoción y el trabajo vocacional. No podemos dejar que nos ocurra como a la higuera del evangelio de Marcos, que no tenía fruto porque no era tiempo de higos (cf. Mc 11,13), lo que le valió recibir la recriminación de Jesús.  Aunque  Aunq ue no no sea tiemp tiempoo de vocac vocaciones, iones, la vitalid vitalidad ad evange evangelizado lizadora ra de de las las paparroquias tiene que triunfar sobre las circunstancias sociológicas y cultura-

les, pues tenemos promesa Señor, de«que la oración podemos conseguir todo lo la bueno que del necesitamos: Todocon cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis » (Mc 11,24).

3. A las voc las vocaci acion ones es ha ha dedi dedica cado do la la rev revis ista ta Sal Terrae  el número de octubre de 2016. Sal Terrae | 105 (2017) 313-324

 

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SER PASTORES Y APÓSTOLES EN EL MUNDO RURAL EN ESTA TIERRA Y EN ESTE MOMENTO Policarpo Díaz Díaz* Fecha de recepción: febrero de 2017 Fecha de aceptación y versión final: marzo de 2017 Resumen

 A pesar de que vivimos tiempos muy difíciles, con especial dificultad para el  mundo rural español, enormemente despoblado, envejecido y abandonado por  muchos, sin embargo, la Iglesia debe seguir apostando fuertemente por el mundo rural. No solo porque es una «periferia existencial» a la que el papa Francisco nos impulsa y envía, sino porque la propia configuración de los pueblos, su idiosincrasia humana y geográfica, otorga a sus parroquias nuevas posibilidades  de trabajo misionero que los pastores y apóstoles vivos, despiertos y con actitudes   propias de «conversión pastoral» –como lo es el trabajo más fraternal en unidades pastorales y arciprestazgos– no deben dejar de aprovechar para abrir nuevos  caminos en la Evangelización. P ALABRAS CLA CLAVE VE: sacer sacerdotes, dotes, cultura, cultura, olvido, misioneros misioneros,, unidades pastorales, posibilidades pastorales. Being pastors and apostles in the rural world on this earth and at present Abstract

Whilst we live in the midst of challenging times, particularly troublesome for the  Spanish rural world, tremendously depopulated, worn out and abandoned by  *

Sacerdot Sacer dotee diocesa diocesano no.. Párr Párroco oco en en la Unid Unidad ad Past Pastora orall del Cent Centro ro Hist Históri órico co de la  ciudad de Salamanca y Subdelegado de la Pastoral Juvenil de la Diócesis. .

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many; the Church must continue to make a bold commitment to the rural  world. Not only because it is an «existential periphery» towards which we are   guided and sent by Pope Francis, Francis, but also because the very profile of o f the peoples, their human and geographical idiosyncrasy, offer their parishes new possibilities  of missionary work, which the pastors and apostles, alive, awakened and with attitudes inherent to «pastoral conversion» –like the most fraternal endeavors by   pastoral units and archpriesthoods–, should not cease c ease to harness with a view to  forging new ways of evangelization. e vangelization.

K EY  EY  W   W ORDS ORDS: priests, culture, neglect, missionaries, pastoral units, pastoral possibilities.

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 A Marcelino Legido López, sacerdote en el mundo rural salmantino,  fallecido en el e l verano de 2016. Su luminosa vida espiritual, teológica y apostólica  ha orientado a muchos. Damos gracias a Dios por su ministerio. También a los 51 sacerdotes diocesanos  que pastorean el mundo rural salmantino.  Agradecido  Agr adecido por su entregado ministerio. ministerio.

Introducción: un cura en una ciudad castellana, ¿hablando de los curas rurales de España? Nací, crecí y escribo desde la diócesis de Salamanca, eminentemente rural por extensión, aunque no por su población, como ocurre en otras diócesis castellanas, aragonesas, manchegas, gallegas... Esto quiere decir que mi visión del mundo rural es muy pequeña y muy peculiar, porque los pueblos castellanos no son so n los pueblos de Levante, Andalucía o el País Vasco, por poner tres ejemplos. Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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d e haber sido desdes  Además, lo hago desde la capital, cinco años después de tinado como sacerdote diocesano a otras tareas lejos del mundo rural. Durante los últimos cuatro años fui Delegado Diocesano de Pastoral Universitaria de la Diócesis de Salamanca y capellán de la Universidad Pontificia, y este es el tercer curso que soy párroco de una nueva Unidad de Pastoral, formada por tres parroquias del centro histórico y artístico de la ciudad: San Martín-San Julián, San Sebastián y la Purísima, combinándolo con el trabajo en el equipo diocesano de Pastoral Juvenil, en el que sirvo como subdelegado. Por aquello del « Sitz im Leben» (el lugar en la vida), es justo y honrado arrancar de este dato y declarar que mi paso por el mundo rural ha sido «leve» y «fugaz», aunque intenso. En total diez años de un ministerio sacerdotal rural, dividido en dos etapas. Primero, de cura «primerizo» recién ordenado, atendiendo durante dos años a dos pequeños pueblos en la comarca de Vitigudino: Escuernavacas ocho y Moronta; entre los dos: unos 150responsable habitantes.del Y después de mi paso de años por el Seminario como Seminario Menor, otros ocho años de cura en ocho pueblos de la Sierra de Francia con una  población cercana a los 2.000 habitantes: La Alberca, Sotoserrano, Herguijuela de la Sierra-Rebollosa, Madroñal, Monforte de la Sierra, Nava  de Francia y El Cabaco. Después de ese tiempo, y hasta completar los veintitrés de ministerio, otros cinco en las tareas antedichas. Un poco menos de la mitad de mi vida sacerdotal la he pasado en el mundo rural. Ciertamente, lo estadístico y el porcentaje de los años son algo francamente relativo, porque la intensidad de las experiencias vividas ha configurado tallado mi despedido corazón dedepastor de manera y definitiva. Pero no,y no me he los pueblos. Soyirreversible un sacerdote diocesano que, cuando recibí las Sagradas Órdenes, prometí obediencia y disponibilidad a mi Obispo y a sus sucesores y, por tanto, estoy a disposición de él, para que, si lo estima oportuno, me envíe de nuevo al mundo rural, o a un barrio en la periferia, o a una delegación, o adonde lo considere necesario. Estuve en los pueblos. Antes había estado en el Seminario Diocesano. Ahora estoy en la pastoral urbana, ur bana, después de haber pasado por una pastoral sectorial como es la universitaria. ¿Quién me dice a mí que, en unos años, más tarde o más temprano, no pueda volver a  ser enviado al mundo rural? Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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1. En estos momentos, casi nadie mira al mundo al rural «Aunque la higuera no echa yemas y las viñas no tienen fruto, aunque el olivo olvida su aceituna y los campos no dan cosechas, aunque se acaban las ovejas del redil y no quedan vacas en el establo...» – Habacuc 3,17

Es conocido por todos el desmantelamiento que está sufriendo el mundo rural en nuestro país desde hace varias décadas. Sobre todo, en el nivel demográfico, con dos factores que son como armas letales: el éxodo masivo y reiterado en el tiempo de los jóvenes y el consiguiente envejecimiento. «En solo veinte años, entre 1950 y 1970, el campo español se vació. Las consecuencias de este éxodo marcan el carácter de la España de hoy   y no solo ha ha afectado y afecta a los pueblos. También afecta a la ciudad. Hay  que viajar muy al norte de Escandinavia, en Europa unas densidades de Europa, poblaciónhasta tan bajas como las para de “laencontrar España vacía” » (expresión acuñada por Sergio del Molino en un reciente libro así titulado). Han tratado este fenómeno en la narrativa contemporánea algunos autores como Paco Cerdá o Emilio Gancedo, con interesantes y  suculentas obras. Pero atrás han quedado los años en que el mundo rural era un tema de interés abordado por literatos como José María Gabriel y Galán, Miguel Delibes, Julio Llamazares o José Luis Cela; por cineastas como Víctor Erice, Jaime de Armiñán, José Luis Cuerda, Luis Buñuel, Mario Camus, Carlos Saura, Luis García Berlanga o Montxo

 Armendáriz; por cantantes como María Ostiz, José Luis Perales, Paco Ibáñez, José Antonio Labordeta, Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat, Luis Pastor... En una época en la que aún no estaban de moda las series como hoy, hubo series cuyo tema central era la vida en el medio rural: «La España de los Botejara » o «Crónicas de un pueblo». Incluso en este aspecto cultural, el mundo rural ha dejado de interesar.  Yaa no se canta, no se escribe,  Y escr ibe, no se rueda..., rueda.. ., como se hacía hace unas décadas, sobre el mundo rural. Parece que el único interés que sigue vivo y  en crecimiento es el fenómeno conocido como «turismo rural», en el que el medio rural se está convirtiendo en de el idílico lugar deelrecreo y descanso, «pulmón anti-estrés» de las gentes las ciudades, lugar donde ejerSal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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cer actividades como el senderismo, la caza, la pesca o los deportes de riesgo. Y, de paso, encontrar una alternativa más barata para el ocio. También hay una extensa producción artística (literaria y cinematográfica) sobre los sacerdotes rurales. Son clásicos Diario de un cura rural , de Bernanos; en elunámbito la obra de Miguel« San de Unamuno, protagonizadaypor cura deespañol, un pueblo de Zamora, Manuel Bueno, ». Encontramos un elenco y un estudio completo de estas y de mártir ». otras muchas obras más en el libro «Vasijas de barro. La figura del sacerdote en la literatura contemporánea », », estudiando muchas obras en las que aparecen todo tipo de sacerdotes, aunque para nuestro estudio nos fijamos especialmente en los sacerdotes rurales. En el cine, resaltamos tres obras, ciñéndonos al ámbito puramente español. La primera, de Francisco Camacho, «El cura de aldea »; »; las otras dos, de Rafael Gil: « La guerra de Dios » y «La fe » (aunque en esta cinta no se aborda directamente la  temática rural, sino la integridad ante el celibato). En cuanto a canciones, además de «El cura de aldea », », de Víctor Manuel San José, no hay  muchas, o al menos yo no las conozco. Nos conformamos con escuchar tres canciones de las ya aludidas: De José Perales, «Cosas de Doña Asunción»; de Víctor Manuel, «En la planta 14 »; »; y de Joan Manuel Serrat, «Fiesta » y «Pueblo blanco». Cuatro retazos «costumbristas», con cuatro diferentes matices, que nos dan idea de la vida y la influencia de los sacerdotes rurales. Destaco el reportaje, tanto impreso como en vídeo, que acaba de publicar el diario «El País», titulado « Vivir como un cura ya no es lo que era ». ».

2. El sustantivo y el adjetivo: esta es la cuestión Después de este repasto que ha pretendido ofrecer pinceladas sueltas sobre el contexto social y cultural, habría que añadir otros análisis sobre la  secularización, el paganismo, la desertización de la fe... Pero nuestro interés ahora se centra en afirmar con esperanza firme que es posible vivir el ministerio sacerdotal con alegría, intensidad y relativa fecundidad en el mundo rural. A la cita de Habacuc 3,17 que hemos puesto para ilustrar el punto ante«Yo anterior rior,exultaré , tendremos añadir, con realce y énfasis, los versículos 18 y 19: con elque Señor, me gloriaré en Dios mi salvador. Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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El Señor soberano es mi fuerza, Él me da piernas de gacela y me hace caminar por las alturas ». ».

Pero para ello quiero sugerir una reflexión inicial. Todos sabemos lo que significa en la gramática la función nuclear de un sustantivo y la función especificadora de un adjetivo. Pues bien, este asunto ejemplodelnos puede servir para lo que quiero explicar como clave de este sacerdocio. Los sustantivos  podrían ser, en este caso, la fe, el ministerio sacerdotal y la  iglesia formada por la comunidad cristiana en medio del mundo... Y los adjetivos serían el lugar donde todo esto anterior se vive. Es decir: no se es «cura urbano», o «cura rural», o cura «especializado» en la pastoral con enfermos o con jóvenes o con presos... «desde la cuna del ministerio» y  para toda la vida. No hay una vocación sacerdotal sectorial, diferente o enfrentada en su «cualidad» a la de cualquier otro sector o lugar donde vivir dicha vocación. Esto me parece de vital importancia. Todos los presbíteros, por nuestra llamada, identidad y ordenación, somos iguales.  Y, en principio, cualquiera puede estar  Y, es tar en e n cualquier lugar lugar.. Nosotros, sacerdotes diocesanos, nos ordenamos al servicio de una iglesia particular concreta, con unas características y variedades específicas, las que sean. En toda diócesis hay núcleos urbanos o semiurbanos con parroquias en el centro o en las periferias de las ciudades; hay zonas en las que proliferan nuevas configuraciones, como pueden ser las urbanizaciones (que ni están en un área urbana ni son propiamente pueblos); hay zonas, más o menos amplias de comarcas rurales, con mayor o menor meno r densidad de población, siempre en torno a un núcleo conocido como «cabecera de comarca», que es un pueblo más grande, con más servicios y con algunas características que pueden asimilarlo un poco más a la ciudad. También hay centros universitarios, hospitales, residencias... Además, hay curia  diocesana, secretariados, delegaciones... Somos ordenados al servicio de una Iglesia rica en matices y destinos. des tinos. Y cuando uno es ordenado, lo hace para poder ser enviado a «cualquier» lugar. No hay nada más bello que vivir libre de preferencias, para poder dejar que sea la Iglesia la que eduque la propia vocación y vaya sacando lo mejor que hay dentro de cada  uno, en cada uno de los lugares a los que somos enviados a vivir el ministerio. Pero con todo, es legítimo e incluso hermoso que haya lugares o matices, dentro del ministerio, en los que uno, por sensibilidad, eduSal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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cación, formación o simple tendencia natural, prefiere estar y vivir. Muchos hermanos sacerdotes viven su entrega apasionada, llena de sentido, en el mundo rural. Bastantes de ellos con una edad muy avanzada y en unas condiciones muy difíciles.

3 El cura rural ¿es «de segunda»? Claro que esto de ser cura de pueblo, tiene su «cosa». Les cuento una  anécdota que me ocurrió con mi difunto padre, que es muy reveladora  de una mentalidad que no solo está en el subconsciente colectivo de las gentes de los pueblos, sino que también puede estar latente dentro de los mismos sacerdotes. El caso es que, estando mi padre en el hospital, ingresado por una enfermedad, quiso llamar al capellán para confesarse. Celebraron el sacramento y, antes y después, charlaron amigablemente. El cura había sido compañero mío tanto en la comarca de Vitigudino (donde él estuvo muchísimos años) como en la Sierra (de donde tuvo que salir por una difícil enfermedad, hasta que, medianamente recuperado, el Obispo le asignó la tarea de capellán del Hospital de Salamanca). El asunto es que lo hizo muy bien con mi padre. Le escuchó, le habló con mucha naturalidad y amistad, amista d, y fue tal la confianza que –una vez que yo ya entré–, me dijo: «Este señor es un “sacerdotazo”. Lo que me extraña a mí es que haya tardado tantos años en venir a la capital ». ». Revelador de una mentalidad, ¿verdad? Que a nadie le extrañe que mi padre pensase así y que entonces estuviera tan contento de que su hijo estuviera en la capital. Es lo común en las personas que han crecido en los pueblos, donde veían cómo los curas se sucedían unos a otros hasta que, de pueblo en pueblo, cada vez «con más almas», al final llegaban a una parroquia «de término», es decir, una parroquia en la capital. Aún hoy, cuando llegamos a los pueblos, en las primeras semanas, una vez que nos han observado y nos han hecho el «escáner», nos dicen: «Usted nos dura   poco por aquí ». ». « A usted le dan un puesto de más rango prontito»... ¡Qué pena, esta mentalidad! Y es la que tenemos. Denota que ser cura de pueblo es como serlo «de segunda», y que el cura valioso está destinado a tratr abajar la ciudad. Nada Vaticano más lejos II, de en la hondura de decreto nuestra Presbyteroidentidad. No enenvano, el Concilio el precioso Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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rum ordinis , ha dicho en el número 15: «... gastándose  gastándose y agotándose de buena gana en cualquier servicio que se les haya confiado, por humilde y pobre  que sea ». ».

4. Las unidades despastoral pastorales pastora les y elmedio arcipres arcip restazg tazgo, fuel entes de vitalid vitalidad  ad  de launida acción en el rural (yo,enfuentes urbano) En el mundo rural castellano y de otras bastantes regiones de España, son pocos los núcleos de población cuyas parroquias pueden ser destinatarias de un plan de pastoral completo y dinámico. Los caminos de la  vida pastoral no pasan por la parroquia «autónoma y autosuficiente», al igual que cuando estos pueblos tenían entre cinco y seis veces más población, y en cada pueblo había uno o dos sacerdotes, y la comunidad cristiana tenía más vitalidad, y el entramado social era lo suficientemente como para ejercerno unase tarea esto«denso» no es posible, no poder solo porque puedemisionera sostener concreta. aquello deHoy, «un cura bajo cada campanario», sino porque ya no se sostiene ni siquiera la  comunidad cristiana y el tejido sociológico. so ciológico. El problema no es solo la falta de sacerdotes; también nos enfrentamos a un tiempo en el que se echa  en falta la masa de laicos y de vida consagrada y las estructuras básicas: personas e instituciones dentro de cada núcleo rural. Hoy necesitamos –también en el mundo urbano– vivir desde la clave de la unidad. Las unidades pastorales y el trabajo conjunto desde el arciprestazgo son las plataformas idóneas y necesarias para trabajar en las ciudades y, sobre todo, en el mundo rural. Las unidades de pastoral pueden ser un camino para expresar la llamada que hemos recibido en la Iglesia de Francisco de «conversión pastoral». Hablar de vitalidad de la comunidad cristiana es algo ambiguo. Por un lado, muchas de las personas del mundo rural tienen tal hondura y arraigo en su vivencia de la fe que son verdaderos «santos» y «santas» en la  sombra, que dan testimonio admirable de su vivencia de la fe. Resisten –por ejemplo– el paso de curas de todo tipo, y a todos acogen con el corazón abierto. Pero, a la vez, hay que constatar que en estas comunidades aún no selovive lo que Concilio Vaticano II pide a losmuy  laicos.cristianas (¡quizá tampoco viven los elcuras!). Existe una vida laical Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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limitada, por problemas de edad, de educación religiosa, de falta de costumbre para la corresponsabilidad, debido a muchos siglos de un traba jo centralizado centrali zado en los sacerdotes. Son comunidades envejecidas y pequeñas, que principalmente acuden con fidelidad la Eucaristía y entre semana, pero las pueden que les cuesta muchoadar pasos en dominical las actividades comunitarias quea se brindar semanal o quincenalmente en los pueblos más grandes o en las cabeceras de Unidad o de Comarca: lectio divina , escuela del Evangelio, formación Iglesia-Mundo, escuela de padres, equipos de liturgia, equipos de pastoral social y atención a los enfermos... En estas actividades semanales o quincenales «para adultos», allí donde se realizan, el grupo gru po que participa suele ser pequeño. Pero, con todo, hay que decir, sin exagerar, que el Señor va abriendo caminos en los corazones de las personas; que el Evangelio es vivido, anunciado y celebrado con gozo, con palabras valientes y gestos proféticos que no saldrán en la prensa, ni siquiera local, pero que van haciendo crecer la «cultura evangélica» en estos pueblos, a  pesar de una religiosidad popular que sí sale en la prensa, pero que con frecuencia se funde y se confunde con unos intereses turísticos y culturales que a veces son vecinos del paganismo.

5. Riquezas Riquezas pasto pastorale raless y oportu oportunida nidades des positi positivas vas en ord orden en a la evangelización que ofrecen las parroquias del mundo rural  A) La primera riquez riquezaa y oportuni oportunidad dad para vivir la evang evangelizac elización ión en los pueblos es la de poder realizar un ministerio pastoral serio, riguroso en lo ordinario y sencillo de la vida pastoral: la liturgia, la preparación para los sacramentos, la evangelización de niños, adolescentes, jóvenes y adultos; la  atención a los más pobres y sufrientes, a las personas mayores, a los enfermos. La vida cotidiana y ordinaria puede dar mucho más de sí, y esto, sobre todo en el pueblo, se puede hacer con más calidad humana, con mayor cercanía física y con un seguimiento de las personas más personalizado. «Lo de siempre» y «lo de todos los sitios» se puede y se debe hacer mejor, y ello exige energías, creatividad, tiempo, medios... En un grupo de seis, siete, o más parroquias, en mayor una unidad pastoral, y esta dentro deocho un arciprestazgo, hay deunidas, todo, en o menor medida: Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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niños, s, ado adolesc lescente entes, s, jó jóven venes, es, adul adultos, tos, anc anciano ianos, s, enfe enfermos rmos,, marmar* Hay niño ginados, turistas, universitarios que vuelven a casa de sus padres los fines de semana, obreros, parados, presos... Hay personas, situaciones, circunstancias... Hoy día, en la era er a de la globalización o de la «al«a ldea global», en el rincón más pequeño e insignificante del planeta, en el pueblo más pequeño y distante de la capital, puedes encontrar situaciones humanas y existenciales tan desafiantes y complejas como las que puedan encontrarse en el corazón del barrio más poblado de cualquier urbe. Esto exige a la comunidad cristiana y al sacerdote que la preside estar con suficiente formación en todos los campos, con «reflejos y cintura» humana y pastoral para poder aportar una palabra que oriente, que ilumine, que ayude a formar un criterio de juicio liberador. Y eso es igual en el barrio, en el centro de la  ciudad o en la aldea. Donde hay una sola persona, todo el misterio, la grandeza y la pequeñez del ser humano puede manifestarse en su plenitud. * Y sigue sigue habi habiend endoo mucho mucho que que ofre ofrece cer: r: Pal Palab abra ra de Dios Dios,, oraci oración, ón, liliturgias y sacramentos, acción social y caritativa, fe y arte, fe y cultura, fe y justicia, organismos de corresponsabilidad, como consejos pastorales y de economía... La vida pastoral, con toda su anchura y  amplitud, no tiene por qué ser patrimonio exclusivo de los lugares poblados. La vida pastoral es para las personas, sean muchas o pocas; vivan en un ambiente o en otro. Lo común, desde el Evangelio y los sacramentos, hasta cualquier experimento creativo y original, puede ponerse en marcha también en el mundo rural. * Y tamb también ién ha hayy gent gentee con con la que que trab trabaj ajar ar:: desde desde lo loss herm hermano anoss sace sacerrdotes del mismo arciprestazgo en búsqueda de caminos de mayor unidad y comunión, hasta los hermanos que trabajan en las delegaciones y secretariados diocesanos. En los pueblos también hay laicos llamados a crecer en responsabilidad apostólica y compromiso eclesial, alguno de ellos miembros de cofradías o de cualquier otra asociación laical o movimiento; incluso religiosos y religiosas con los que compartir carismas y tareas... En pocas comarcas rurales de España no hay consagrada. Y donde eso ocurre, ciertamente es unpresencia hándicapdenovida pequeño. Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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ambién ién hay muc muchos hos ale alejad jados os de de la fe, muc muchas has per person sonas as que, que, des despué puéss * Tamb de haber pasado por los procesos de iniciación de la Iglesia, han abandonado la fe y a la Iglesia, se han ido alejando progresiva o bruscamente y viven absolutamente ajenos a la fe. Desde reductos que salieron heridos del nacionalcatolicismo hasta grupos de personas de mediana edad, jóvenes y ¡niños! cuyo estado normal es el de alejamiento y no desear, ansiar y querer saber nada de Dios y de la Iglesia. B) En el mundo rural rural también también existen existen muchas muchas posibil posibilidades idades de «reinven «reinven-tar una pastoral en salida» en lo ordinario de la vida. Por ejemplo: * Vi Visita sitarr casa casa por por casa, casa, cal calle le por por calle calle,, pueblo pueblo por pueb pueblo lo.. Una Una visit visita  a  con deseos de conocer, contactar, servir, con-vivir. El oficio de «patear» las calles y plazas, los colegios e institutos; espacios de reuniones vecinales... Visitar, hacer presente, «olfatear posibilidades», conocer gentes, contactar con instituciones, que las hay y de todo tipo: instituciones municipales, autonómicas, partidos políticos, sindicatos, centros educativos, asociaciones solidarias, culturales... Quizá en un pueblo no haya nada de esto, o muy poca cosa; pero en una comarca hay de todo. * Sa Salilirr a busc buscar ar a los los qu quee vie viene nen. n. Par arec ecee una una «contradictio in terminis », », pero es cierto. Al día de hoy, todavía hay, en mayor o menor medida, desde novios que se quieren casar y acuden a la parroquia de su pueblo en busca de respuestas y soluciones a sus dudas, hasta padres que quieren bautizar a los hijos o que tomen la primera comunión o se confirmen... Pero Pero también personas que acuden a nuestras iglesias buscando paz, calma, belleza, experiencias de silencio, de estética... Quizá  esto ocurra más en las ciudades, pero –por lo que antes dijimos de la  proliferación del turismo rural– también en el mundo rural podemos encontrarnos con este tipo de situaciones, que piden de nosotros una  pastoral de «salida», de oferta y de propuesta. No olvidamos a la gente que viene a buscar ayuda social por diversas circunstancias: pobreza  económica, ayuda por adiciones varias, cárcel, paro, etc. En un pueblo, la gente que sufre este tipo de situaciones vive con mayor hondura su «estigmatización» social, y su dolor tiene un eco «público» más patente. fin: diferentes gente que ynos o la quedenosotros encontramos por milEn causas porbusca inmensidad caminos... Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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¡Qué bello que, cuando nos busquen con alguna causa de las anteriormente descritas u otras, nos encuentren dispuestos, despiertos, creativos, audaces... con ofertas y propuestas que ellos no se esperan, pero que, en el fondo del corazón, les hacen mucho bien! Este planteamiento supone una gran capacidad de adaptación, una buena «cintura pastoral», una  gran apertura de espíritu, para poder llegar a todos y estar disponible para quienes nos buscan, sean los que sean. Traigo Traigo aquí la cita de San Pablo: «Siendo del todo libre, me hice esclavo de todos para ganar a los más posibles. Con los judíos me hice judío para ganar a los judíos; con los sometidos a la ley, como si yo lo estuviera –aunque no lo estoy– para ganar a los  sometidos a la ley ley.. Con los que no tienen ley ley,, como si yo no la tuviera –aunque no rechazo la ley de Dios, pues estoy sometido a la del Mesías–, para para ganar a los que no tienen ley » (1 Cor 9,19-21).

6. Alguna Algunass clave clavess para para seg seguir uir ofr ofreci eciend endoo una presencia y un servicio apostólico al mundo rural 1. Cr Creern eernos os que Jesuc Jesucrist risto, o, el Señor Señor,, pasó y pisó pisó la tierra tierra humild humildee y sencilla del país en el que nació, vivió y murió –un país eminentemente rural–, naciendo y viviendo en un abajamiento total, creciendo entre la  gente sencilla de su pueblo y «pateando» aquellas comarcas y regiones; viviendo el misterio de la encarnación y haciendo de su vida el modelo y paradigma de los pastores de todo tiempo y lugar. 2. Ac Acoger oger el minist ministerio erio de de la vida vida apost apostólic ólicaa en el med medio io rural rural como como un verdadero regalo en tiempos en los que toda la pastoral pas toral está llamada a ser misionera y en salida y recibimos la invitación de hacernos presentes en las «periferias existenciales». Las extensas comarcas rurales, con todo su misterio, sus problemáticas y sus posibilidades, son un desafío para una  iglesia misionera. Aunque haya poca gente, cada vez menos, las personas que habitan en el mundo rural merecen la atención intensa de la Iglesia. No como un «mal menor», sino como el cumplimiento cumplimien to del mandato: «Id a todas las gentes». Ser pastor en el mundo rural y apóstol en los pueblos es un privilegio y regalo que el Señor, a través de la Iglesia, nos puede hacer. No es hay un castigo, no no es una no esnouna factura que tarde temprano que pagar, es uncondena, mal menor, es una vocación espe-o Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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cial o especializada, no es un lugar donde se echan a perder las cualidades de presbíteros muy cualificados... 3. Esto sup supone one y exige exige sac sacerd erdotes otes muy muy afianz afianzados ados en el Señ Señor or y muy  muy  unidos entre sí. Para vivir hoy en el mundo rural se necesita una espiritualidad fuerte para «estar» en medio lossacerdote, pueblos sin verpara frutoamar, aparente; soportar la insignificancia socialdedel pero sonreír,, estar muy cerca de la gente... Acompañar a unos pueblos que van sonreír a desaparecer. La espiritualidad de Nazaret que tanto vivió Foucauld. Llevar y vivir la Eucaristía, que es fuente de eternidad. 4. Es necesa necesario rio forjar forjar una una mayor mayor concie concienci nciaci ación ón de que que el mundo mundo rural rural no es el hermano pobre de la vida apostólica de la Iglesia. Invertir personas y medios en el aparente «desierto» del mundo rural, sin miedo a  que algunas voces puedan decir que es una apuesta infecunda. El canon con el que hemos de calcular no son los criterios del mundo. 5. Cla Claro ro que que hay que que seguir seguir trabaj trabajand andoo por cambia cambiarr la misma misma mental mentaliidad de los propios sacerdotes, promoviendo ya en los años de formación en los seminarios iniciativas que ayuden a descubrir que el valor del ministerio está en la vocación y en la respuesta generosa de entrega al Señor,, para servir a la Iglesia y al mundo, donde ñor dond e en cada momento el Obispo crea conveniente. De este modo, hay que desterrar ya de una vez los tópicos que laten en el subconsciente de muchos: la existencia de curas de primera y de segunda, el asunto de los ascensos (que tanto daño ha  hecho al ministerio), la asimilación del envío a los pueblos como un «destierro». Para ello, hay que hacer todo lo posible, por parte de los obispos y responsables, para generar medidas a fin de que no exista desproporción entre vivir en el mundo rural y vivir en el mundo urbano, ni en el estilo de vida, ni en la calidad de la vivienda, ni en los apoyos que necesitan estos sacerdotes por tener unas condiciones de vida especiales: la itinerancia de pueblo en pueblo por carreteras secundarias y con muchos kilómetros, la dureza de las condiciones climatológicas, etc. Pero, sobre todo, seguir apostando por fórmulas que ya se han ensayado ampliamente y durante décadas después del Concilio Vaticano II: envíos en fraternidad apostólica, «de dos en dos», fortaleciendo los equipos apostólicos como el arciprestazgo. No olvidar estos espacios: orar en común, Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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estudiar en común, tareas pastorales compartidas. Una vida común de los sacerdotes no funcionarial, sino fraterna, orante, apostólica. Y un arcipreste que realmente anime y cuide a todos los sacerdotes, en especial a los más mayores y a los más jóvenes. 6. Acomp Ac ompañar añar y cuida cuidarry mucho much a losque sacerdote sacer s rurales rural es y acompa acompañarl ñarles es de manera permanente tenaz,o para endotes cada arciprestazgo (urbano o rural) se puedan dar pasos que hagan avanzar la pastoral, junto con los equipos apostólicos (de laicos y de vida consagrada). Fortalecer las cabeceras de comarca como centros apostólicos de irradiación pastoral. Formar equipos interparroquiales para trabajar en los sectores, uniendo fuerzas y energías. En todos los ámbitos de la pastoral de la Iglesia. Cada  pueblo «no da de sí» para poner en marcha la totalidad, pero una comarca (o arciprestazgo) sí. Un solo sacerdote no tiene ni capacidad ni energías, quizá ni experiencia ni edad adecuada, para llevar a cabo todo un programa pastoral completo; pero un equipo apostólico arciprestal, con laicos, religiosos y sacerdotes, sí. En todas las dimensiones: pastoral litúrgica y eucarística, estableciendo en cada arciprestazgo «iglesias centrales» que sean centros eucarísticos y de irradiación pastoral; pastoral de la Iniciación cristiana y de los sacramentos; catequesis de niños y preadolescentes comunes, en sintonía con los agentes de pastoral que traba jan en los colegios y con la delegación de catequesis y catecumenado; cuidar mucho, arciprestalmente, la preparación a los sacramentos del matrimonio y del bautismo, porque es una posibilidad real de trabajar con gente joven que, al acercarse a la iglesia «para un trámite», puede ser la rampa de salida para proponer y ofrecer caminos nuevos de renovación espiritual y pastoral. Aunque en menor número, también es posible una pastoral juvenil, vocacional y universitaria, unificando en cada arciprestazgo, incluso varios arciprestazgos, los procesos de confirmación y  posconfirmación, de cara a crear comunidades cristianas de jóvenes. Introducir en esta etapa el acompañamiento espiritual como una herramienta utilísima para la fecundidad pastoral en general, y en particular para la pastoral vocacional, en la que tanto nos jugamos. No descuidar la  pastoral social y de enfermos, estudiando y teniendo muy en cuenta la situación social de cada comarca, con las peculiaridades y muchas cosas comunes que pueda haber entre unas zonas y otras. Hacer que los servicios Sal Terrae | 105 (2017) 325-339

 

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sociales que dignifican a la persona no sean olvidados por los organismos políticos: sanidad, residencias, acompañamiento social, servicios sociales básicos... También en los pueblos se puede y se debe trabajar una pastoral de la cultura, del arte y del patrimonio para responder a una verdadera demanda de estos tiempos y de estos lugares. Sin olvidar una rigurosa y seria  pastoral con adultos: formación bíblica y teológica, espiritualidad, acciones comunes y especiales para los tiempos litúrgicos fuertes... 7. Es import importante ante tene tenerr siempre siempre una una mirada mirada apos apostóli tólica ca lúcid lúcida, a, no conconformándonos con lo que modestamente se está haciendo, sino viviendo con la tensión de lo que queda por hacer... El paganismo, la secularización, la increencia..., de la que tanto se habla en los círculos intelectuales de la teología pastoral, está muy viva y detectable en el corazón de la  urbe y en el rincón más escondido del pueblo más pequeño. Es un ateísmo infiltrado en la cultura, en el ambiente..., incluso en los círculos más cercanos a la Iglesia: catequistas, miembros de los grupos de niños, adolescentes, jóvenes, padres, gentes que se acercan a pedir sacramentos, miembros de cofradías, los sacerdotes mismos... Esta es precisamente la  razón de la ilusión en el futuro. Hay mucho que evangelizar evangelizar,, hay que ponerse el traje de apóstol y tratar de abrir nuevos caminos: a tiempo y a  destiempo, en público y en privado, para ganar gentes para el Señor. Y  todo ello sin descuidar el rebaño que el Señor, a través de la Iglesia y de la sucesión de pastores en esta tierra a lo largo de muchos años, ha ido trabajando. Es una tarea preciosa, para la que siguen siendo necesarios apóstoles que estén dispuestos a seguir gastando y desgastando lo mejor de sus vidas, energías, creatividad y tiempo. Hay que seguir trabajando con concentración, empeño y ahínco para «taladrar» con humildad, pero con valentía, esta sociedad pagana con toda la frescura y potencia del Evangelio. Y esto es posible, necesario y urgente en el mundo rural.

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OBERT P. IMBELLI R OBERT Reavivar la imaginación crística 

 Meditaciones teológicas   para la nueva nueva evangelización

188 págs. P.V.P.: 15,90 €  El Concilio Vaticano II marcó el comienzo de la «nueva evangelización». Intentó comunicar al mundo contemporáneo la novedad perenne del evangelio con espíritu de alegría y esperanza. Sin embargo, determinados factores, tanto eclesiales como culturales, desviaron las energías evangélicas de la Iglesia. La radiante visión cristocéntrica del concilio se desvaneció en una Iglesia cada vez más polarizada. Este libro se inspira en los escritos del papa Benedicto y en el testimonio del papa Francisco para  promover una reavivación de la imaginación crística, con el fin de recuperar y explorar la amplia visión cristocéntrica del concilio y su imperativo evangélico.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA) [email protected]

 

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LA PARROQUIA: DE BELÉN A BETEL. IDEAS CREATIVAS PARA EL FUTURO PRÓXIMO Y LEJANO Antonio Ávila* Fecha de recepción: diciembre de 2016 Fecha de aceptación y versión final: marzo de 2017 Resumen

Dos lugares bíblicos, Belén y Betel, sirven para comprender el presente de la parroquia y permiten articular un proyecto de futuro en el que conjugar dos elementos fundamentales: la parroquia como lugar de presencia de Dios en un mundo secularizado, y la parroquia como el lugar de la comunidad cristiana, donde todos se sientan responsables del anuncio del Evangelio y de la marcha de  la misma comunidad. Una parroquia abierta a todos desde la realidad de un mundo plural, pero que no se deja contaminar de mundanidad. P ALABRAS CLA CLAVE VE: comunidad, hogar, pan, presencia. The parish: from Bethlehem to Jerusalem. Creative ideas for the future - Near and far Abstract

Two biblical places, Jerusalem and Bethlehem, facilitate comprehension of the  modern-day parish, and help conceive a future project in which two fundamental  elements merge: the parish as a place where God transpires in a secularized world; and the parish as a place of Christian community community,, where everyone strives to spread  the word of God and develop the community itself. A parish open to all, in the  reality of a plural plural world, yet purposefully evasive of worldliness. K EY WOR ORDS DS: community, home, bread, presence. *

Insti In stitut tutoo Supe Superio riorr de Past Pastora orall (Madr (Madrid). id). .

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1. Introducción En los años 60, cuando yo era un adolescente y la Iglesia española empezaba a recibir los primeros aires del Concilio, en Madrid, cerca de mi casa, abrieron una nueva parroquia. Sobre la puerta de entrada estaba colocado un letrero: «Esta es la casa de Dios y la puerta del cielo». Entonces yo no tenía conocimientos bíblicos suficientes para saber que aquel cartel hacía referencia al sueño de Jacob (Gn 28,10ss) ni, menos aún, que «bet » es el término hebreo con el que se designa la casa. Nombre, también, de la segunda letra del alefato hebreo, que en su grafía representa  precisamente de forma esquemática una casa. Años después, ya en el seminario de Madrid, empezó a fascinarme la Escritura, que se convirtió,  junto con la Eucaristía, Eucaristía, en la fuente de la que desde entonces bebe mi espiritualidad cristiana. Fue entonces cuando aquel cartel empezó a tener significación para mí. Aquel lugar donde Jacob se había quedado dormido y había tenido un sueño resultó ser un lugar «tremendo», del que  Jacob dirá: «es «betel» (la casa de El) y la puerta del cielo». Y, a partir de ese momento, aquel lugar dejó de llamarse «Luz» para denominarse «Betel» (el lugar donde Dios habita). Pasaron los años, y a lo largo de mi vida pastoral he ido pasando por diferentes parroquias del centro y de la periferia de Madrid y de Getafe. Parroquias muy diferentes entre sí, pero en las que he podido desarrollar mi vida cristiana y ministerial intentando responder a los retos a que cada una  de ellas se enfrentaba, que en líneas generales siempre era el mismo: pasar de una pastoral de mantenimiento a la articulación ar ticulación de una comunidad parroquial capaz de ser significativa en su contexto social. En una de estas parroquias coincidí con un compañero al que le gustaba recordar que Belén (bet-lehem) en hebreo significa «la casa del pan». ¡Otra vez «la casa»! Ciertamente, Belén, la patria de David y el lugar donde nació el Señor, tiene la  misma raíz que Betel, el lugar del sueño de Jacob: « bet » (la casa). Hoy, cuando me siento a escribir este artículo sobre la parroquia, su presente y su futuro, me surgen del fondo del inconsciente, casi como si emergieran de lo más profundo de mi memoria, estos dos toponímicos bíblicos, recuerdos de diferentes en las crecí y enque las me quetraen he desarrollado la las tarea pastoral.parroquias Y serán estas dos,que la  Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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Palabra y la acción pastoral, las fuentes principales de las que me sirva  para expresar mi reflexión sobre el presente y el futuro de las parroquias que oteo en el horizonte. Al desarrollar mi aportación, partiré de Belén para dirigirme hacia Betel. Pero igualmente podría hacer el recorrido contrario: partir de Betel para dirigir mis pasos hacia Belén. En el fondo, existe una circularidad entre una y otra casa. Una retroalimentación. Un ir y venir en el que se va tejiendo la vida de la comunidad parroquial.

2. Belén, la casa del pan Me parece una obviedad, pero no por obvio debe ser silenciado, que toda  parroquia está llamada a ser la casa del pan. Creo firmemente, y me servirá de punto de partida, que el objetivo prioritario de la acción pastoral desarrollada en la parroquia es que esta llegue a ser en verdad la casa del pan. Y si de esterenovación objetivo nodeselapropone y/oresultarán no se alcanza, nuestros esfuerzos parroquia vanos.todos La parroquia  está llamada a ser una casa, un hogar. hogar. Está llamada a ser el lugar lug ar en el que la comunidad, como una familia más, venga todos los domingos a sentarse como hijos, como hermanos, a la mesa paterna. Igual que ocurre en tantos hogares que existen en nuestros barrios, barrio s, en los que los padres esperan a sus hijos y a sus nietos a comer, nuestra familia, la de los hijos de Dios, vuelve cada domingo a la casa paterna para encontrar el descanso de los trabajos de la semana, sentarse a la mesa para charlar y, en algunas ocasiones, hacer las paces, celebrar los cumpleaños y las fiestas, dejar que la casa se llene de risas y de juegos... Nosotros, un domingo más, nos sentamos también en torno a la mesa familiar, presididos por el Hermano Mayor. Nuestra parroquia es, o debe llegar a ser, el lugar del encuentro y del reencuentro. El lugar del encuentro de los hermanos, al que llegamos a partir de los diferentes trabajos y avatares de la semana. Su mesa es la mesa en la que se comparten historias, anécdotas, esperanzas y, también, preocupaciones y fracasos. La casa es el lugar en el que no hay  que guardar las formas, sino en el que todos, «en zapatillas», podemos hablar «a calzón quitado». El espacio en el que no se dirimen las diferencias, sino que, gracias la mediación Padre/Madre, los causado. hijos podemos hacerenlaselpaces y pedira perdón por eldel dolor que le hemos Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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La parroquia es la «casa del pan», porque en ella este, que en nuestra cultura es el alimento básico, ha de ser amasado, horneado y repartido. Este es el mandato del Señor: «Dadles vosotros de comer» (Mt 14,16), a fin de que los hijos de la casa puedan seguir desarrollando sus tareas en la  vida y recorrer su propio camino. No en vano las primeras comunidades llamaron a este pan repartido el «viático», el alimento para el camino. Existe, pues, un presupuesto antropológico y sociológico de nuestras parroquias que no deberíamos nunca dar por supuesto y que siempre deberíamos trabajar y potenciar, que es la comprensión de la parroquia  como una casa, como un hogar, como una comunidad, como la familia  de Dios. Sin esto será muy difícil entender la dimensión espiritual y trascendente tanto de nuestras relaciones como de los gestos y ritos litúrgicos, de los símbolos y sacramentos de que Dios se sirve para manifestarnos su amor. Una mesa familiar, familiar, de la que caen migajas (Mc 7,28). ¡Ojalá no sean únicamente migajas, sino multitud de panes los que salgan de las mesas de nuestras comunidades y lleguen a los hambrientos de pan y de Evangelio! Migajas y panes que, cuando son repartidos, vuelven a nosotros para  llenar multitud de cestos (Mt 14,19-20). Cestos de alegría por la vida  compartida. Cestos de amor por la amistad alcanzada con los pobres y  los excluidos de la tierra. Cestos de esperanza de que algún día logremos alcanzar un mundo, su Reino, en el que todos nos sentemos a una mesa  en la que se servirán los vinos generosos de la Salvación (Is 25,6-9). De una parroquial queverdad vive así, es una auténtica «casa del pan»,comunidad se puede decir con toda queque la eucaristía es su centro. En ella, partir y repartir el pan no es un gesto litúrgico rutinario, sino que es el sacramento memorial del cuerpo de Cristo entregado por amor. Tomar conciencia de que la parroquia es la casa del pan es tomar conciencia de que un objetivo pastoral prioritario en la tarea parroquial es la  creación de la comunidad; una comunidad cuyo centro sea la eucaristía, y su celebración no sea únicamente el cumplimiento del precepto dominical, sino la expresión de lo que somos, la familia de Dios, y de lo que vivimos, el amor fraterno y servicial.

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a) El luga lugarr donde donde los los extr extranj anjero eross encuent encuentrran patri patria  a   y las mujeres no son marginadas 

Pero Belén es también el pueblo al que vuelven las viudas, como Noemí, a ahogar sus soledades (Rut 1,1-7). Donde una extranjera, Rut, encuentra una nueva patriaY todo y donde sueños pueden empezardea lo hacerse lidad (Rut 4,13ss). estosus como modelo arquetípico que lareaparroquia, como casa y comunidad de acogida, está llamada a ser: el lugar en el que muchos de nuestros ancianos se sientan como en su segunda  casa. El lugar en el que poder orar por los que ya no están y buscar consuelo en sus soledades. En el que poder expresar con sencillez sus sentimientos religiosos, muchas veces por medio de una religiosidad popular que no tiene por qué estar reñida con actitudes evangélicas, sino que debe ser acompañada para que sea expresión precisamente de estas con el lenguaje de los sencillos. El lugar cada vez más frecuentado por hombres y mujeres de otras latitudes, de otras culturas y de otras lenguas, que, como la joven Rut, la moabita, vienen a vivir entre nosotros con la  nostalgia de su patria de origen y con la esperanza de un futuro mejor para ellos y los suyos. Unas parroquias en las que no pueden sentirse a  gusto únicamente los nativos, sino que, precisamente por su catolicidad, están llamadas a ser patria de acogida para los ciudadanos de cualquier continente. Unas comunidades en las que muchas mujeres trabajan, se esfuerzan y desarrollan todo tipo de ministerios al servicio del bien común, que está reclamando a gritos una reflexión profunda y creativa sobre cuál es su papel en la Iglesia. Una reflexión que, como consecuencia, debe llevar a la puesta en marcha de cauces reales para que, como Rut, no sean relegadas a la marginalidad, sino que sean reconocidas y dignificadas en sus funciones. b) El lugar lugar de de los jóven jóvenes es y de los idealist idealistas, as, donde el hijo menor puede llegar a ser rey 

Belén, ese pueblo pequeño de las cercanías de Jerusalén, es la casa de Jesé, de la tribu de Judá, y de sus hijos (1 Sam 16,1ss). Una familia amplia, numerosa, en la que hijos diferentes entre sí cubren un amplio arco de edades en la que pequeño cuenta poco. En trabajos la que únicamente se le tiene eny cuenta paraelque eche una mano en los de la casa, pero Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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en la que su opinión y su presencia contaba poco. No así para Dios, que conoce los corazones y que sabe reconocer en los niños y en los jóvenes potencialidades y valores suficientes para que deban ser tenidos en cuenta. En la parroquia, al igual que en la casa de Jesé, los niños no pueden ni deben a un papel No pueden únicamente aquellossera relegados quienes tenemos que secundario. «dar catequesis». Los queser ocupan los salones parroquiales durante unos años, para abandonarlos definitivamente cuando reciben los sacramentos de la iniciación cristiana, que muchas veces les sirven también como fiesta de despedida de la Iglesia. Necesitamos parroquias que no se pasen el día lamentándose por la ausencia de  jóvenes, pero en las que son tratados como infantes, sin protagonismo alguno. Jóvenes Jóvenes que, cuando se atreven a acercarse, no encuentran lugar lu gar en ellas. Es necesario recuperar una mirada mi rada confiada sobre los niños y los jóvenes, semejante a la de Dios sobre David, que tenga como consecuencia un fiarnos de ellos. Es necesario que se sientan protagonistas en la  marcha de la comunidad, incluso con voz y voto, cuando sea posible. Es necesario que en los agentes de pastoral que los acompañan encuentren modelos de referencia, amigos cercanos, pero, sobre todo, mediadores capaces de disminuir para que ellos puedan crecer. Es necesario, también, que las comunidades cristianas abran su mentalidad a la sociedad y a la cultura de hoy con ilusión, y no en un permanente lamento de añoranzas de otros tiempos. Es necesario, como dice el Papa Francisco, superar la tentación del «siempre se hizo así». Necesitamos la creatividad atrevería a decir: temeridad– de los jóvenes. Necesitamos que «la –me casa del pan» sufra unalaprofunda conversión que le permita presentar un rostro joven a los jóvenes. Que sea una casa donde los niños y los jóvenes también cuenten. Pero no necesitamos cualq cualquier uier tipo de joven. joven. No necesitamo necesitamoss jóvenes jóvenes domesticados, integrados, aburguesados, consumistas... Necesitamos jóvenes capaces de ideales, soñadores... Jóvenes como David, puede que un poco ilusos, pero dispuestos a enfrentarse a los poderes de este mundo, aunque sea solo con cinco piedras (1 Sam 17,40). Necesitamos jóvenes capaces de enamorarse apasionadamente del proyecto de Jesús, del proyecto del Evangelio, y que, pertrechados con las armas de Dios (Ef 6,14ss), sean capaces Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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de afrontar los duros trabajos del Evangelio. Necesitamos jóvenes idealistas que, igual que David, sean capaces de enfrentarse al matonismo de una sociedad injusta. Capaces de ser reyes de sus propias vidas, para poder ser así profetas de este tiempo con una propuesta de salvación y de futuro para el mundo actual. Probablemente, esto será imposible si no es toda la comunidad la que asume un talante profético de anuncio, de denuncia, de construcción y realización de alternativas fraternas. Pero, si hemos señalado la necesidad de que la comunidad cristiana sea  renovada por este tipo de jóvenes, estos no se improvisan, sino que es necesario crear las condiciones adecuadas para que puedan llegar a ser. Para  ello necesitamos repensar los procesos de iniciación cristiana y la formación de los adolescentes y de los jóvenes. Cada día somos más los convencidos de que la catequesis infantil necesita superar una preocupación, me atrevería a decir que casi enfermiza, por la transmisión de contenidos, para  abrirse a una formación más integral, en la que pueda fructificar la experiencia de Dios. Esto es lo que los catequetas han dado en denominar una  catequesis de engendramiento. Parece también que la catequesis debería  contextualizarse, porque, si no, corremos el riesgo de que, en cuanto los adolescentes comiencen a desarrollar relaciones no gestionadas por nosotros, los adultos, se encontrarán inermes en una sociedad en la que predomina no solo una cultura de la indiferencia, sino de la sospecha y la crítica abierta de todo cuanto huela a cristianismo y a Iglesia. Necesitamos una  catequesis que eduque para la vida cristiana y el compromiso, donde la  apertura a Dios tenga como respuesta natural un estilo de vida, una escala de valores y unas actitudes que impliquen amistosidad, servicialidad, constancia, compromiso, alegría..., experiencia de Dios. c) El lugar de la promesa 

Belén, la casa del pan, es también el lugar de la promesa. Lo saben los sabios de Israel, porque lo ha anunciado el profeta Miqueas: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de   gobernar Israel » (Miq 5,1), y lo conocen los enemigos (Mt 2,3). Es el lugar de la promesa en el tiempo de esperanza, en el de desolación e, incluso, en está el deenpersecución (Mt 2,3-6),ni porque la razón de ser de la promesa no los éxitos alcanzados, siquiera en nuestros esfuerzos Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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por conseguirlos, sino en la elección gratuita de Dios, que no elige lo mejor de nuestro mundo, sino si no a gente normal, con sus luces y sus somso mbras (1 Cor 1,26-31); pero, sobre todo, a lo pequeño y lo débil. El lugar elegido para su manifestación mani festación no es Jerusalén, Jerusalén, ni el monte Sion, ni el Templo Templo que Él habita, sino una pequeña villa de las periferias, y en ella  un establo donde se guardan los ganados.  Y es que las parroquias, las casas del pan, no están llamadas a ser el centro al que todos van a divertirse o a saciar su deseo de consumo, como en los grandes centros comerciales, sino a estar insertas insertas en la ciudad o presentes en los pueblos, como la levadura en la masa. No pueden ni deben caracterizarse por su grandeza arquitectónica (aunque muchas posean un patrimonio histórico-artístico heredado que debamos conservar), ni por su prepotencia en las relaciones con la sociedad y la cultura en que se encuentran insertas (como ocurrió en tiempos pretéritos), sino por ser lugares donde, en un proceso de inserción, se manifieste la promesa de Dios a la humanidad. En las que se haga verdad lo que Dios dice en el pacto con su pueblo: «Yo soy un Dios fiel, un Dios cercano, un Dios de ternura y misericordia, que hace que cada día sea nuevo». Y en las que, por lo tanto, pueda florecer la esperanza: «Yo soy un Dios con vosotros y no un Dios contra vosotros». Un Dios que se manifiesta en Belén haciendo que un pueblo, ubicado en las afueras, se convierta en lugar de salvación. Las parroquias no están propiamente llamadas a salir sa lir a las periferias, sino a tomar conciencia de que están ubicadas en ese espacio geográfico que es la aldea,deque es la ciudad, en el que de lasituaciones humanas, periferias existenciales. Hanexisten de sermultitud el lugar de presencia  de Dios en la ciudad, que dirá el papa Francisco repetidamente 1. Unas ciudades y unos pueblos en los que se entrecruzan los caminos de la vida, llenos de dolor y de esperanza, caminos que tenemos que acompañar y  a los que no hemos de poner aduanas.

1. Mu Muyy interesa interesante nte en en este este sentido sentido es el congr congreso eso celebrad celebradoo en Barc Barcelona elona sobre «La las grandes ciudades» en mayo de 2014. C ARD . LLUÍS M ARTÍNEZ pastoral SISTACH en (ed.), La pastoral de las grandes ciudades  , PPC, Madrid 2015. Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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d) No había sitio en el mesón

El hecho es que, si algo debe hacer la parroquia, como casa de la comunidad, es parecerse más a un establo que a un mesón. Porque el mesón es un lugar en el que todos van de paso y nadie permanece. Es un sitio donde y el huecorecibidas donde descansar sonuna cedidos cambio¡No de dinero.elEnalimento él, las atenciones se pagan de u otraa forma. así entre vosotros! Necesitamos superar una concepción y una forma de organizar la parroquia concebida como un lugar en el que se dispensan servicios a cambio de dinero. Necesitamos superar la concepción de la  parroquia como una fábrica de sacramentos que pueden ser dispensados al margen de una estructura y una vida comunitaria. Y necesitamos superar una forma de ejercicio del ministerio presbiteral como una «profesión» sacral, que tiene en la parroquia su s u propia franquicia, de la que vive y de la que se siente dueño y señor. Probablemente, no hay nada más esterilizante y más mortal para la vida de la parroquia que la presencia de un clero «profesionalizado», que vive el ministerio no como una vocación, sino como una profesión, y que ha perdido la tensión existencial de sentirse llamado a dinamizar la vida de la comunidad y a tener una  actitud misionera y de acogida de los que llegan. Probablemente, la parroquia debería estar más cerca del establo, ese lugar donde, en las noches de frío, los peregrinos de la vida encuentran el calor y la acogida que no encontraron en otras partes. Donde un calor nada sofisticado ni artificial es capaz de caldear nuestros fríos, esos que nos calanEs hasta los huesos, y elloos, precisamente su autenticidad su sencillez. el calor de los sencillos, sencill el de los quepor en nuestra socieda dyson sociedad tratados como animales, el que muchas veces es capaz de dar un calor humano gracias a su simplicidad y naturalidad, a su falta de afectación, el que permite que la salvación que se nos acerca pueda ser acogida y  transparentada. Es fuera del mesón, el lugar de la exclusión, el que con su oscuridad denuncia las falsas luces de una sociedad injusta y artificial, que precisamente a causa de su artificialidad y superficialidad es incapaz de iluminar y dar sentido a las vidas de quienes lo habitan. No en vano, muchos de los más conscientes de entre los cristianos han sentido a lo largo de la  Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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historia la necesidad de partir hacia el establo, para encontrar lo que no encontraban en el mesón. La tragedia sería que nuestras parroquias fueran únicamente lugares de paso y no lugares donde anidar. e) Vayamos, pues, a Belén Cada vez resulta más urgente tomar conciencia de los cambios tan rápidos y profundos que se han dado entre nosotros en todos los órdenes, pero especialmente en el ámbito de la fe y del cristianismo en concreto. Esto es lo que ha llevado a algunos autores a hablar del «malestar religioso de nuestra cultura» y a certificar que «el hilo de la transmisión de la fe se ha roto»2.

Caminemos, pues, con paso decidido en la dirección de la casa del pan. Demos todos los pasos que sean necesarios para empujar nuestras parroquias direcciónadministrativos adecuada, queyalassuperados, permita pasar, ser concebidas a partirendela criterios a ser de comunidades significativas para la sociedad de hoy. Esto es, superemos una concepción de la parroquia propia de una Iglesia en régimen de cristiandad. Una parroquia concebida y comprendida desde su territorialidad, en la que todos los que la habitan son los fieles, para asumir que vivimos en una sociedad plural en la que muchas de las personas con las que compartimos el espacio geográfico, la ciudad o el pueblo tienen otras creencias o no tienen ninguna, y comprender que nuestro papel en esta sociedad es ser como «mica salis », », como levadura, testigos de la fe capaces de ser agentes transformación Esculto necesario queélpasemos de unadeparroquia centraday de en evangelización. el templo y en el que en se celebra, dispensadora de la gracia por medio de los sacramentos, a una comunidad viva, toda ella sacramento de Cristo, capaz de iluminar el espacio e spacio social con su presencia, lo cual permitirá que cada uno de los sacramentos recupere su dimensión salvadora y no se reduzca a un rito social de trán-

2. J. M ARTÍN V ELASCO ELASCO, El malestar religioso en nuestra cultura , San Pablo, Madrid en una contemporánea  cultura posmoderna  1993; PPC, Madrid sión deSer la fecristiano en la sociedad , Sal ,Terrae 2002. 1996; La transmiSal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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sito. Necesitamos superar un modelo de parroquia esencialmente clerical, en el que los ministros ordenados desempeñan una función sacral, administran y gobiernan la marcha de todo, como si fueran los señores indiscutibles, para pasar a una parroquia entendida como una unidad pastoral, en la que la pluralidad de ministerios y de carismas construyan un cuerpo armónico en el que todos los miembros encuentren su lugar y en el que el caminar de cada día, bajo la animación y la presidencia de los ministros ordenados, suponga un ejercicio de corresponsabilidad. El horizonte hacia el que caminamos está cada vez más perfilado. Caminamos hacia parroquias comprendidas como comunidades cristianas sencillas, insertas, que sienten la alegría del Evangelio e intentan hacerlo presente de forma comprensible en su contexto social. La Evangelii gaudium, el programa del papa Francisco para este pontificado, nos invita a  ponernos en camino en esta dirección. ¡Vayamos a Belén!, dicen los sencillos que cuidan sus rebaños en los campos (Lc 2,15). ¡Vayamos a Belén! ¡Orientemos ¡Orientemos el caminar de nuestras parroquias hacia la articulación de la vida comunitaria! Es este un objetivo que necesitamos también nosotros repetirnos y llevarlo a cabo.

3. Betel, la casa de Dios y la puerta del cielo Pero si la parroquia está llamada a ser Belén, no es e s menos verdad que está  llamada igualmente a ser Betel, la casa de Dios y la puerta del cielo en medio de la ciudad o de la aldea. Una de las necesidades urgentes que tienen nuestras ciudades y nuestros pueblos, en una sociedad globalizada y secularizada como la nuestra, son espacios abiertos a la trascendencia. Tragaluces que transparenten la presencia de lo Otro, de la divinidad, en nuestro mundo3.

3. J. L. CORZO, «Tragaluces «Tragaluces de lo divino», en Instituto Superior de Pastoral, Invitar hoy a la fe. XXIV Semana de Teología Pastoral , Verbo Divino, Estella 2013, pp. 47-74. Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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a) La casa donde Él habita 

«La casa donde Él habita» es el nombre que dio Jacob al lugar donde, al quedarse dormido, había tenido un sueño. Para Jacob es un lugar estremecedor (Gn 28,12-17). Es el lugar en el que, como Moisés ante la zarza se experimenta la presencia Totalmente delelMisterio,ardiente, que lo convierte no solamente en undellugar sagrado,Otro, sino en lugar que no puede dejarnos indiferentes, que nos estremece íntimamente, que nos invita a cambios profundos, a descalzarnos, a echar rostro a tierra, aceptando nuestra nadería, y a adorar su grandeza (Ex 3,4-6). Es la casa que Él habita, y con su presencia se nos hacen patentes todas las insuficiencias de nuestras personas, llamadas a ser superadas, porque el encuentro con el Santo de Israel supone la llamada a nuestra misma  santidad (Lv 11,44). Y que, a la vez, con su presencia denuncia todas las incoherencias del mundo que hemos construido los seres humanos. Denuncia todas las injusticias y esclavitudes, todas las exclusiones injustificadas, todas las pobrezas impuestas, todas las violencias provocadas... Y  es en este ir y venir entre lo que somos y lo que estamos llamados a ser, donde nos debatimos y deambulamos los seres humanos, como en una  escala que asciende a los cielos y desciende a los abismos. El hecho es que la parroquia no puede ser, pues, un simple club social, como no puede ser tampoco una ONG. No puede ser simplemente un lugar de encuentro de los feligreses, en el que se tienen actividades de todo tipo para llenar el ocio, para mantenerse en forma o para el aprendizaje de las cosas más variadas. Como tampoco es únicamente una escuela de voluntariado social, un centro asistencial ni de integración social. Sin duda. en el seno de la comunidad y en sus locales parroquiales todo esto puede y debe tener cabida cuando las necesidades así lo aconsejen; pero la parroquia, la comunidad cristiana, en toda ocasión, pero especialmente en nuestras circunstancias actuales, en que se encuentra ubicada en una cultura de indiferencia religiosa, está llamada a ser la tienda del encuentro, el espacio que Él ha elegido para habitar entre nosotros. La parroquia tampoco puede ser un lugar que, de tanto mirar al cielo, sirva de evasión realidad. La trascendencia, que laestáevasión llamadadea este hacer presente en de el la mundo circundante, no supone Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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mundo. La parroquia no es un monasterio ni un lugar exclusivo de oración, sino una plataforma de la presencia de Dios en medio de nuestro mundo. El Antiguo Testamento diría que la parroquia es el escabel donde Dios reposa sus pies, donde se hace presente, donde toma carne. Esto supone que la gloria de Dios la habita, que los ángeles que suben y ba jan por la escala es cala de Jacob (Gn 28,12) son los mismos mis mos que canta la gloria  de Dios y la Paz a los hombres (Lc 2,13-14), que Betel es Belén, y Belén es Betel. Que el Dios que ha elegido morar aquí es el Dios creador, el Dios liberador, el Dios salvador, salvador, al que estamos est amos llamados a adorar ador ar en verdad y santidad (Jn 4,23). Es el lugar del único Dios. Un Dios celoso, que no admite más dioses en su presencia. No en vano, cuando decide volver a Betel, Jacob pide a toda su familia que retire todos los dioses extranjeros y se purifique (Gn 35,1-3). La parroquia está llamada a ser el lugar de acogida de los que vuelven a la fe decepcionados de los ídolos que nos propone nuestra  sociedad y que al final no son capaces de dar sentido a nuestras vidas. La  parroquia es el lugar de todos los que buscan al Dios único y verdadero, incluso sin saberlo. En los proyectos de pastoral de las diferentes diócesis y parroquias de Francia, país que tiene una más larga experiencia que nosotros de secularización y de respuestas pastorales a los que retornan a  la fe, existen espacios, que ellos denominan « foyers de accueil » (hogares de acogida), en los que los caminantes de la vida pueden decir, al igual que  Jacob: «construiré un altar al Dios, que me escuchó en el peligro y me acompañó en mi viaje» (Gn 35,3), en el viaje de la búsqueda de sentido para mi vida. Para ello nuestras comunidades y nuestros templos parroquiales están llamados a generar espacios de silencio, de oración y de encuentro personal con Él. Su Palabra necesita ser proclamada, estudiada, acogida, orada, vivida... Su presencia celebrada. Su llamada escuchada y seguida. Su voluntad realizada. Lo que hace que la parroquia no sea únicamente un grupo de amigos o un club social, ni un proyecto social o político, ni un lugar de evasión en una falsa espiritualidad... es, precisamente, que Él esté ahí y que esta sea la casa que Él habita. El lugar de la trascendencia  y de su presencia. Sal Terrae | 105 (2017) 341-355

 

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 Ahora bien, para que sea una parroquia cristiana y no un tribunal de justicia, es necesario que el Dios que la habita sea el Dios verdadero. Esto es, el Dios de la misericordia. El Dios que hace presente su justicia en el amor y en el perdón. Necesitamos evitar dos peligros. De una parte, expulsar a Dios de nuestras parroquias para hacerlas cómodamente habitables, sin grandes exigencias, comunidades «light»; de otra, la presencia de un Dios tan grande, tan lejano y justiciero, que tenga más que ver con  Júpiter tonante que con el Padre anunciado por Jesucristo. Necesitamos una purificación de los ídolos que habitan nuestras parroquias y una recuperación de sus ausencias. Si es importante que Dios habite nuestras parroquias y que recuperemos en ellas una espiritualidad de trascendencia, una espiritualidad de su presencia, no lo es menos la necesidad de que sea una presencia en el aquí y ahora. Su morada, cuando a la parroquia nos referimos, no está sobre los cielos ni en el alto firmamento, sino aquí, en de laLa ciudad, en este barrio, estasson calles, en aquella  plaza, enmedio esta aldea. parroquia y los que laentre forman el lugar de la  presencia. Necesitamos convertir su casa, nuestra casa y nuestra vida, en un lugar donde se canta, se danza y se hace fiesta. fiest a. El lugar de la celebración. Una  celebración alegre y gozosa, conectada con la vida. Celebraciones litúrgicas que no pierdan la dimensión sacramental, en las que los símbolos sean expresión de la profundidad de la existencia y, por lo tanto, dadores de sentido último. Necesitamos recuperar el uso común del lengua je, que no tiene por qué ser simpló simplónn ni chabac chabacano, ano, pero sí clara claramente mente alejado de las fórmulas estereotipadas, muchas veces engoladas y casi siempre faltas de expresividad para la asamblea que está celebrando. (No sería una tarea inútil revisar a fondo el lenguaje y las fórmulas de nuestros misales, con el fin de avanzar lo que propuso el concilio Vaticano II: que el pueblo de Dios pudiera celebrar los sacramentos en su propia lengua).

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4. Construir la casa de Dios en la ciudad   A modo de conclusi conclusión ón podríamo podríamoss decir que, en el momento presente –puede que en todo momento de la historia– nos encontramos liados en este ir y venir entre Belén y Betel, entre Betel y Belén, entre la trascendencia y la encarnación, entre la contemplación y el compromiso. Y  en lo que a la parroquia se refiere, necesitamos construir la casa, una  casa construida sobre roca (Mt 7,24-27), una casa que es la comunidad de Dios (1 Tim 3,15; Heb 3,1-6; 1Pe 2,5; 4,17), siendo conscientes de que, si el Señor no construye la casa, nuestros esfuerzos serán en vano (Sal 127,1), pero conscientes también de que Dios necesita operarios que enviar a su viña (Mt 20,1ss).

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 JOSÉ C ARLOS BERMEJO /  ATXI TXI  A   YERRA  M ARI P A Orar el duelo

152 págs. P.V.P.: 10,00 €  Cuando perdemos a un ser querido, el corazón enmudece, el corazón quiere gritar, el corazón no entiende. Puede ser un momento para orar. Orar la pérdida, la desolación, el sinsentido; orar porque necesitamos que alguien nos entienda y porque necesitamos decir que no entendemos: para eso son estas páginas. Darle palabras al corazón, expresar la propia  pequeñez y necesidad, dar gracias, reconocer el misterio, contemplar la  belleza... Hacerlo ante Dios es orar. En intimidad íntima, junto con un grupo en sintonía de corazones o en medio de una gran asamblea son formas distintas y hermosas de tratar de expresar la sed que tenemos de fuentes vivas para el espíritu.

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MATRIMONIO ENTRE CREYENTE Y NO CREYENTE. REFLEXIONES JURÍDICO-P JURÍDICO-PASTORALES ASTORALES  Juan José Etxeberria, sj*

Fecha de recepción: febrero de 2017 Fecha de aceptación y versión final: marzo de 2017

Resumen

En el contexto social secularizado, intercultural y multirreligioso, el matrimonio entre creyentes y no creyentes impulsados por diversas motivaciones (sociales, familiares, etc.) plantea una serie de cuestiones teológicas y jurídico-pastorales que  este artículo pretende abordar. abordar. En ese marco, será importante determinar el grado fe de los contrayentes, grado depara conocimiento de layesencia sacramental  del de matrimonio católico, los el requisitos la preparación preparación admisión al matrimonio canónico y el modo de acompañarlos. Todos ellos serán algunos de los temas abordados y profundizados. P ALABRAS CLA CLAVE VE: sacramento del matrimonio, fe, propiedades esenciales del matrimonio, pastoral prematrimonial, impedimentos.

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Vi Vicerr or de Com Comunid unidad ad Univ Universi ersitar taria ia e Iden Identid tidad ad y Misió Misiónn de la la Univ Univers ersiidadcerrect deector Deusto. .

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Marriage between believers and non-believe non-believers. rs. Juridical-pastoral Juridical-pastor al reflections Abstract

In a secularized, intercultural and multi-religious context, marriage between believers and non-believers conditioned by various reasons (social, family-related, etc.) raises a series of theological and juridical-pastoral issues that this article seeks  to explore. In this framework, several several aspects to be discussed and examined include  i nclude  the need to determine the level of faith of believers, their level of knowledge of the  sacramental essence of Catholic marriage, the requir requirements ements for preparing them for  engaging in canonical marriage, and the support they are given.

K EY  EY  W   W ORDS ORDS: sacrament of marriage, faith, essential properties of marriage, pre-matrimonial ministry, impediments.

––––––––––––––– 1. Introducción Uno de los fenómenos que surgen en nuestra sociedad secularizada e intercultural es la voluntad de personas que se declaran no practicantes o no creyentes y desean contraer matrimonio en la Iglesia, impulsados por motivaciones sociales o familiares. Se trata de personas bautizadas, en su mayoría en la niñez, y que en su madurez humana no han asumido lo que implica ser creyente y seguidor de Jesucristo. Por otra parte, la diversidad de en nuestra origina también quereligiones creyentesactualmente católicos y depresentes otras religiones, quesociedad tienen perspectivas muy  diferentes con respecto al matrimonio, deseen contraer matrimonio en la  Iglesia. Estas situaciones presentan una especial problemática que debe ser analizada desde un punto de vista pastoral y canónico. Pretendemos afrontar con un sentido pastoral la problemática que estos hechos suscitan, teniendo en cuenta factores teológicos (la relación de la fe y la intención de los contrayentes; la estructura del sacramento del matrimonio; las relaciones ecuménicas...), pastorales (la comprobación de la fe, la preparación matrimonio...) canónicos (relaciones forma canónica,del indisolubilidad delymatrimonio...). AlgunosIglesia-Estado, au tores dicen autores Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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que se puede dudar de la validez sacramental de los matrimonios entre no practicantes y no creyentes, porque no aparece claro que los contrayentes tengan la intención de hacer lo que la Iglesia hace en los sacramentos. Sin embargo, toda esta complejidad no puede ser un impedimento para buscar soluciones eclesialmente apropiadas al tema planteado. Surgen muchas cuestiones ante la petición del sacramento del matrimonio por parte de bautizados católicos que se consideran no creyentes o no practicantes, como también en el caso de un matrimonio entre creyente y no creyente: ¿es la fe una condición necesaria para la validez del sacramento?; ¿qué se debe exigir a los contrayentes para considerar que se está celebrando un sacramento?; ¿qué actitud adoptar por parte de la  autoridad religiosa ante las motivaciones no religiosas para acercarse al matrimonio?; ¿han de tener los contrayentes la intención sacramental o basta con que acepten las propiedades esenciales del matrimonio?; ¿cómo acompañar a personas en diferentes situaciones de fe que plantean un matrimonio canónico? Estas cuestiones y otras semejantes brotan al acercarnos a esta realidad tan compleja que vamos a abordar. No se trata de cuestiones meramente teóricas, sino que afectan a la pastoral y a la práctica de los responsables de parroquias en contextos secularizados de nuestro entorno social. Por tanto, es muy importante determinar la relación entre la fe y la validez del sacramento, es decir, entender el carácter sacramental del matrimonio. Así mismo, es necesario considerar la pastoral pastor al más adecuada para  acompañar el acceso al matrimonio de los contrayentes en las situaciones planteadas anteriormente.

2. Cará Carácte cterr sacra sacramen mental tal del mat matri rimon monio io hoy  hoy  en el derecho canónico En la Exhortación Apostólica Post-sinodal Post-sinodal Amoris laetitia (AL), n. 43, se nos recuerda la importancia de la fe en el ámbito matrimonial: « El debilitamiento de la fe y de la práctica religiosa en algunas sociedades afecta a las   familias y las deja más solas con sus dificultades ». ». Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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 2.2. Identidad contrato-sacramento contrato-sacramento

Este tema de la fe necesaria para el sacramento ha sido un tema muy debatido en la historia, aunque al final el Código ha mantenido la inseparabilidad contrato-sacramento entre bautizados. La Comisión Teológica  Internacional plantea la problemática con mucha claridad: «Allí donde no hay vestigio alguno de fe como tal, ni ningún deseo de gracia y salvación, se plantea el problema de saber, al nivel de los hechos, si la intención general y verdaderamente sacramental está o no presente, y si el matrimonio se ha contraído válidamente o no. La fe personal de los contrayentes no constituye... la sacramentalidad del matrimonio, pero la ausencia de fe personal compromete la validez del sacramento» 1. El Concilio Vaticano II afirma la necesidad de la fe en la acción sacramental: «[los sacramentos] no solo suponen la fe, sino que, a la vez, la  alimentan, la robustecen y la expresan» (SC,lan.fe59). eso, brota problemática teológico-jurídica: ¿es necesaria paraPor la validez dellasacramento? La Comisión codificadora rechazó la propuesta, defendida por algunos teólogos y canonistas, de cambiar la norma «entre bautizados» por «entre creyentes», teniendo en cuenta la identidad contrato-sacramento. En 1977 la Comisión Teológica Internacional afirmaba dicha identidad: «Entre dos bautizados, el matrimonio, como institución querida por Dios Creador, no puede separarse del matrimonio-sacramento, porque la sacramentalidad del matrimonio entre bautizados no le es accidental, de forma  que pueda ser o no ser, sino que de tal forma es inherente a la esencia del matrimonio que no puede separarse de la sacramentalidad»2. En consecuencia, todos los matrimonios entre bautizados son siempre sacramentos. El ordenamiento canónico considera la sacramentalidad de los matrimonios de los católicos, y también del de los ortodoxos, calvinistas, luteranos, anglicanos... siempre que el matrimonio contraído sea válido. 1. Doctrina canónica sobre el matrimonio, n.2.3.: COMISIÓN TEOLÓGICA  INTER NACIONAL, Documentos 1969-1996. Veinticinco años de servicio a la teología de  Iglesia , canónica Madrid 1998, 2. la Doctrina sobre el178. matrimonio, n. 3.2-3, op. cit., 179. Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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 2.3. Fe e intención como condición para la validez del matrimonio

En la Iglesia Católica se pide que los contrayentes tengan la «intención general de realizar lo que hace la Iglesia», es decir, aspirar a los fines del matrimonio para la validez del sacramento. Ahora bien, ¿qué significa dicha afirmación? el rechazo explícito de la fepuede y, en modo particular, Sin de laduda, doctrina de la Iglesia sobrey elformal matrimonio, hacer pensar que la persona no tiene la intención de entrar en el misterio sacramental, que implica la indisolubilidad del matrimonio.  Juan Pablo II, en su s u Exhortación Apostólica Familiaris consortio, afirma  que la fe puede tener diversos grados y que razones de tipo social pueden primar en los novios cuando piden casarse por la Iglesia. Al considerar dicho documento se pueden extraer algunos criterios interesantes: 1) No se requier requieree una fe viva viva,, absoluta absoluta y explíc explícita ita para para la valid validez ez del 2) matrimonio; Se exige, en cambio, cambio, la intención intención de darse darse y aceptar aceptarse se recíproc recíprocamenamente, aceptando las propiedades esenciales del matrimonio; 3) El rech rechazo azo total total de de la fe puede puede dar lugar lugar a una una presunc presunción ión del del error error pervicaz3 y de una voluntad de situar el matrimonio fuera de la iglesia, rechazando la sacramentalidad o la indisolubilidad 4. En definitiva, tal como afirma Carmen Peña, «la fe necesaria para poder hablar de sacramento sería la fe teologal, la que viene otorgada por la misma recepción válida del bautismo»; y añade posteriormente: «la falta de fe no afectará tampoco directamente a la validez matrimonio; la exclusión de de  la  sacramentalidad viene configurada como del un supuesto de simulación total, modo que solo será relevante si supone la exclusión del matrimonio mismo»5.

3. El «erro «errorr pervica pervicaz» z» es el erro errorr tan arra arraiga igado do en el el sujeto sujeto que que este este no puede puede acactuar si no es de acuerdo con lo que piensa, provocando tal vinculación de la voluntad a la idea falsa que puede hablarse de un determinismo. 4. P. G ARÍN, Legislación de la Iglesia católica. Teología-Derecho y Derecho matrimonial canónico, Universidad de Deusto, Bilbao 1998, 241-242. 5. C . PEÑA para , «Dimensión y celebración canónica 88 del(2013) matrimonio: quisitos el acceso asacramental las nupcias»: Estudios Eclesiásticos  394. reSal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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 2.3. Aceptación de las propiedades esenciales del matrimonio

Tras estas consideraciones, y viendo la complejidad teológica de los bautizados sin fe, una de las soluciones planteadas es la exigencia a los contrayentes de aceptar las propiedades esenciales del matrimonio, fundamentalmente la indisolubilidad. En un contexto una  mentalidad bastante favorable al divorcio, el caráctersociológico, indisolublecon del matrimonio no se acepta fácilmente, ya y a que no es algo evidente, si no es por motivos de fe.  Asimismo, la jurisprudencia jurispru dencia rotal mantiene la norma del c. 1055 § 2 sobre la no relevancia jurídica de la fe para la constitución del sacramento, salvo que ello implique la exclusión del matrimonio mismo6. Esto conlleva que los párrocos, antes de admitir a una pareja al sacramento del matrimonio, tendrán que examinar si los novios aceptan las propiedades esenciales del matrimonio.  2.4. Matrimonios mixtos y dispares 

En los matrimonios mixtos y dispares nos encontramos en la situación de una persona católica (creyente o no creyente) y otra persona no bautizada (matrimonio dispar) o perteneciente a otra confesión cristiana  (matrimonio mixto). Actualmente existe una prohibición canónica de contraer matrimonio entre católicos y no bautizados (can. 1086 § 1), por lo que hay que pedir la dispensa del impedimento de disparidad de cultos. Además, hay que tener en cuenta que, tal como hemos afirmado anteriormente, el matrimonio dispar no es sacramento, porque se celebra con un no bautizado. El fundamento último de este impedimento es preservar la fe del cónyuge católico, que puede tener sus riesgos al convivir con una persona no bautizada. Por otra parte, nos encontramos ante personas que parten de convicciones religiosas y morales diferentes, que pueden generar conflictos en la convivencia de la pareja. 6. F. R. AZNAR    GIL, «El matrimonio de los bautizados “no creyentes” o “no “no practicantes”: y Sacramento del matrimonio»: Revista Española de Derecho Canónico 72 Fe (2015), 47. Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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En estos matrimonios la Iglesia establece una serie de promesas y cautelas para que el Ordinario del lugar conceda la dispensa (matrimonio dispar) o licencia oportuna (matrimonio mixto). El derecho canónico establece los siguientes requisitos en dichos matrimonios: a) La pade rteperder católica católi ca de declarar declar ar que que hará está dispu está di spuesta esta a remo remover ver los lque os pelipel grosparte la debe fe be y promete todo lo posible para to-idos los hijos sean bautizados y educados en la Iglesia Católica (can. 1.125, 1º). Este tema puede entrar en conflicto con las legislaciones del Estado y de las costumbres. En el supuesto de que cada una de las partes se sienta obligada en conciencia a educar a la prole en su propia confesión, existe un caso de conciencia contra conciencia.  Así, en las la s legislaciones de los estados e stados islámicos es norma que los hihi  jos de padre musulmán no puedan educarse en una religión distinta. distint a. b) La parte parte no no bautizad bautizadaa debe debe conocer conocer en tiempo tiempo oportun oportunoo las las promesas promesas hechas por la parte católica, de manera que conste que es consciente de los problemas y obligaciones de la parte católica (can 1.125, 2º). En este supuesto, la Iglesia, siendo coherente con la Declaración sobre la libertad religiosa del Concilio Vaticano II, no exige nada que pueda ofender a su conciencia. c) Amb Ambas as partes partes son son instruid instruidas as acerca acerca de de los fines fines y propie propiedad dades es esenci esenciaales del matrimonio, que ninguno de los dos debe excluir. En el caso de que un musulmán que no está dispuesto a renunciar a la poligamia desee casarse una segunda o tercera vez, o declare su deseo de ejercer el derecho de repudio, la dispensa del impedimento debe serle negada 7. En estos casos es importante ser conscientes de todas las diferencias culturales, antropológicas, sociales y religiosas sobre la concepción del matrimonio y sus exigencias. Como hemos señalado, en el caso de un matrimonio con un varón musulmán en un estado islámico, hay que considerar la posibilidad de la poligamia, el derecho al repudio, el hecho 7. CONFERENCIA  EPISCOPAL ESPAÑOLA , «Orientaciones para la celebración de los matrimoniosEpiscopal entre católicos y, musulmanes Conferencia Española  n. 18, 1988. en España»: Boletín Oficial de la  Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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de que la mujer no hereda nada del marido en su viudez, ni siquiera el hogar, y en caso de disolución del matrimonio los hijos pueden pasar a  la familia del padre, pero no a la madre.

3. Reflexiones pastorales En estos matrimonios entre creyentes y no creyentes, o no practicantes y  no creyentes, aunque estén bautizados, la pastoral tiene que centrarse en discernir con los contrayentes el significado y el compromiso adquirido con el sacramento matrimonial. Asimismo, todo este proceso implica el acompañamiento de los contrayentes con acogida, misericordia e integración. En este sentido, las palabras del papa Francisco son provocadoras: «Dos lógicas recorren toda la historia de la Iglesia: marginar y reintegrar [...]. El camino de la Iglesia, desde el concilio de Jerusalén en adelante, es siempre el camino de Jesús, el de la misericordia y la integración [...]. El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero [...]. Porque la caridad verdadera  siempre es inmerecida, incondicional y gratuita »8.

Este acompañamiento supone la preparación al matrimonio, el tiempo de la preparación próxima y de la misma celebración y el acompañamiento después de la celebración.  3.1 Preparación Preparación del matrimonio La preparación remota, próxima e inmediata es esencial ese ncial para ayudar a los novios a ser conscientes de la trascendencia del compromiso adquirido con este sacramento9. En el derecho canónico10, tanto latino como oriental, se establece que los pastores de almas están obligados a procurar que 8. P APA  FRANCISCO, «Homilía en la Eucaristía celebrada con los nuevos cardenales» (15 de febrero de 2015): Acta Apostolicae Sedis 107 (215) 257. 9. B. ESPOSITO, «La fede come requisito per la validità del matrimonio sacraPeriodica  104 can (2015) 10. mentale?»: Can.. 1.063-1 Can 1.063-1.064 .064 CIC; CIC; ca n 783645. CCEO CCEO Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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la comunidad eclesial ofrezca la asistencia antes y después de la celebración. El documento del magisterio eclesiástico que aborda expresamente la cuestión de la preparación del matrimonio es la exhortación apostólica Familiaris Consortio. Todo tema queda en el Directorio Familiar (DPF),este aprobado en la recogido LXXXI Asamblea PlenariadedePastoral la Conferencia  Episcopal Española. En dicho DPF se afirma que la fe es un presupuesto necesario del matrimonio, y se pide discernir sobre el estado de fe de los contrayentes. Tras esto se distingue entre la fe necesaria y la existencia de un válido consentimiento matrimonial11, y se llama la atención sobre la necesidad de cuidar las precauciones en estos casos, puesto que el rechazo de la fe y de la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio puede ser un impedimento para la celebración del sacramento: «Sin embargo, el grado de increencia en los que van a casarse puede ser tal que impida la celebración del sacramento del matrimonio. Eso ocurre «cuando, a pesar de los esfuerzos hechos, los contrayentes dan muestras de rechazar de manera explícita y formal lo que la Iglesia realiza  cuando celebra el matrimonio de los bautizados». Entre estas características hay que tener especial cuidado en lo que corresponde a la unidad, la indisolubilidad y la apertura a la fecundidad. Entonces «el pastor de almas no puede admitirlos a la celebración. Y, aunque no sea de buena  gana, tiene obligación de tomar nota de la situación y de hacer comprender a los interesados que, en tales circunstancias, no es la Iglesia, sino ellos mismos, quienes impiden la celebración que a pesar de todo piden» (DPF, n.146). En este sentido, es conveniente recordar que el compromiso de los contrayentes de no excluir la unidad, la indisolubilidad y la apertura a la  prole se debe completar con el compromiso de buscar el bien común entre los contrayentes: «la íntima comunión de vida y amor exclusiva con el  otro cónyuge... lo que supone y exige una capacidad de relación interperso11. CONFERENCIA  EPISCOPAL ESPAÑOLA , Directorio de Pastoral Familiar , 21 de noviembre de 2003, en amiliar2.htm. línea: http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/ Conferencia/PastoralF Conferencia/P astoralFamiliar2.htm. (Consulta el 13 de febrero de 2017), n. 143. Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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nal, de abrirse y darse al otro con actitud oblativa, una voluntad decidida  de amar y proveer al bien del otro, de la que no siempre son conscientes los  contrayentes»12.

Todas estas consideraciones nos llevan a cuidar especialmente los cursillos  pastora  pasto rall pre prematr matriiprematrimoniales y el aexamen los contrayentes. afrontardemuchos de los retosLaplanteados, puesto monial  puede ayudar que es un momento privilegiado para reflexionar sobre el sentido del compromiso matrimonial por parte de los novios. Somos conscientes de que el secularismo presente en nuestra sociedad hace que un gran número de personas que se acercan a la Iglesia para pedir el matrimonio no sean conscientes de los compromisos inherentes a dicho sacramento. Por eso, es muy importante organizar y programar adecuadamente los contenidos de los cursos, así como el momento más oportuno para realizarlos. El DPF afirma que la preparación inmediata «debe tener lugar en los últimos meses y semanas que preceden a las nupcias». Y define cuatro elementos importantes en sus contenidos: «Y se dirige, sobre todo, a proporcionar a los contrayentes un conocimiento más profundo de las obligaciones  que se s e derivan del matrimonio, matrimonio, la madurez madurez necesaria para para afrontarlas, afrontarlas, la disdis posición  posic ión para para recibi recibirr fructuosam fructuosamente ente el sacr sacrament amentoo y,y, sobre sobre todo, todo, hacer pr presenesente la solicitud de la Iglesia por que cada matrimonio se sienta acompañado y  atendido en estos momentos de tanta importancia » (DPF 112). Sin duda, todo este proceso implica más tiempo y quizás podría incluso plantearse un tiempo más largo y sostenido para llevarlo a cabo. Por eso me parece oportuno adelantar algoy  muy acertada la apreciación « sería más esta preparación, permitiendodea C. los Peña: contrayentes hacer, con mayor libertad mayor ponderación, su juicio deliberativo sobre la conveniencia de contraer  matrimonio y sobre las implicaciones que este paso conlleva »13. Por otra parte, el DPF plantea que los cursos prematrimoniales se tienen que adecuar al nivel de los novios y suplir carencias de formación 14. 12. C. PEÑA , op. cit., 405. 13. Ibid., 406. 14. «Aunque «Aun queanuncio a vecesde nolaesfe,fácil fácun il distinguir disting en una pareja pareojasimplemente de novios novios si una necesit necesitan an un primer procesouircatequético preparaSal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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loss espo esposo sos s , realizado por medio de entrevistas de los novios El examen de lo con el párroco o con los responsables de la pastoral familiar, familiar, es indispensable, pues va a permitirnos ver si los novios tienen la intención de celebrar verdadero matrimonio, si carecen de impedimentos canónicos y civiles, si son libres para casarse y capaces para ello. Sin duda, una de las dificultades consiste en determinar la capacidad y la libertad de los contrayentes: «Uno de los puntos importantes de este examen es comprobar su capacidad de llevar  a cabo las obligaciones del matrimonio. No siempre se puede dar por supuesta  la madurez psicológica de los contrayentes. La percepción de un defecto en este  sentido debe conducir a un examen por parte de un experto»15. Sobre el examen de los contrayentes, Benedicto XVI insiste en la oportunidad pastoral de ese encuentro y en las condiciones necesarias para  desarrollar dicho diálogo: «Se trata... de una ocasión pastoral única... en la que, a través de un diálogo lleno de respeto y de cordialidad, el pastor intenta ayudar a  la persona a ponerse seriamente ante la verdad sobre sí misma y sobre su propia vocación humana y cristiana al matrimonio. En este sentido, el diálogo, siempre llevado de forma separada con cada uno de los dos contrayentes –sin disminuir la conveniencia de otros coloquios con la pareja– requiere un clima de plena sinceridad, en el que se debería subrayar el hecho de que los propios contrayentes son los primeros interesados y los primeros obligados en conciencia  a celebrar un matrimonio válido»16. ausencia  En dicho examen, el párroco también tendrámotivos que comprobar de impedimentos  (can. 1.083-1.094) u otros que hacenladesaconsejable el matrimonio.

ción para el sacramento. Habría que tener en cuenta esta triple distinción a la  hora de realizar ofertas de cursos prematrimoniales, para ajustarse mejor a la situación de los que se van a casar»: DPF, n. 113. 15.. DP 15 DPFF, n. 12 126. 6. 16. BENEDICTO  XVI, Discurso ante el Tribunal de la Rota Romana , 22 de enero de 2011, http://w2.vatican.va/ http://w2.v atican.va/content/b content/benedict-xvi/ enedict-xvi/es/speeches/2 es/speeches/2011/january/do 011/january/do cuments/hf_ben-xvi_spe_20110122_rota-romana.html) Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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 3.2. Acompañamiento posterior del matrimonio17

En los matrimonios entre creyentes y no creyentes considero que el acompañamiento tras el matrimonio puede ser de importancia vital para  afianzar la decisión libre de amarse totalmente en un proceso continuo de crecimiento humano y espiritual. Ese compromiso, adquirido desde una diversidad y un respeto de vivencias humanas y espirituales, no es un proceso acabado, sino que está abierto al misterio de la vida desde la esperanza: « En el noviazgo y en los primeros años del matrimonio la esperanza es la que lleva la fuerza de la levadura, la que hace mirar más allá de las contradicciones, de los conflictos, de las co yunturas,  yuntur as, la que que siempr siempree hace hace ver ver más más allá. allá. Es la que que pone pone en mar marcha cha toda toda inquietud para mantenerse en un camino de crecimiento» (AL 219). En el supuesto de que uno de los contrayentes no sea creyente o no quiera vivir los compromisos de la fe, podría darse una situación de dolor o incomprensión a lo largo de la vivencia matrimonial. Sin embargo, la exhortación postsinodal es muy positiva a la hora de valorar dicha situación: «No obstante, es posible encontrar algunos valores comunes que se puedan compartir y cultivar con entusiasmo. De todos modos, amar al cónyuge incrédulo, darle felicidad, aliviar sus sufrimientos y compartir la vida con él es un verdadero camino de santificación. Por otra parte, el amor es un don de Dios, y allí donde se derrama  hace sentir su fuerza transformadora, de maneras a veces misteriosas, hasta el punto de queno“elcreyente marido queda no creyente quedapor santificado por la mujer, y la mujer santificada el marido creyente” (1 Co 7,14)». (AL 228)

Por último, la exhortación nos invita a cuidar especialmente los matrimonios mixtos y dispares por sus peculiaridades, buscando siempre que la libertad religiosa sea respetada para todos (AL 247-248).

17. La exhort exhortación ación apost apostólica ólica posts postsinoda inodall «Amoris Laetitia » establece una serie de modos y ayudas muy vida matrimonial (nn.interesantes 217-230). para acompañar en los primeros años de la  Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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 3.3. Educación de los hijos 

En una sociedad secularizada, con perspectivas diversas y experiencias diferentes de fe por parte de los contrayentes, se plantea como reto la educación de los hijos. En los matrimonios mixtos y dispares existe un compromiso por parteello delconlleva miembrouna católico dedificultades. la pareja de educar edu car a los hijos en la fe, aunque serie de Esa educación en la fe es un compromiso familiar que se adquiere en el sasa cramento del matrimonio para que los hijos crezcan, se desarrollen y maduren en su vida de fe. Sin embargo, es cierto que no es una tarea fácil en un contexto secularizado y en matrimonios con aproximaciones diferentes a la fe. Es un reto que supone, sin duda, el acompañamiento y la cercanía  de los agentes pastorales, desde el respeto y la libertad, a la situación del matrimonio. ¿Cómo acompañar dichos procesos? ¿Qué recursos utilizar para aproximarse a dichos matrimonios entre creyentes y no creyentes? Es cierto, por otra parte, que la familia no es el único lugar de socialización de la fe. Así, los colegios religiosos desempeñan un papel importante en la educación de la fe de los hijos; pero sin el apoyo de las familias en ese proceso de crecimiento en la fe, dicha tarea no resulta evidente. De ahí la  importancia de subrayar la acción pastoral de toda familia en el desarrollo espiritual de sus hijos: «La familia se convierte en sujeto de la acción pastoral mediante el anuncio explícito del Evangelio y el legado de múltiples formas de testimonio, entre las cuales: la solidaridad con los pobres, la apertura a la diversidad de las personas, custodia de la sobre creación, solidaridad moral y material hacia laslaotras familias, todolahacia  las más necesitadas, el compromiso con la promoción del bien común, incluso mediante la transformación de las estructuras sociales injustas, a partir del territorio en el cual la familia vive, practicando las obras de misericordia corporal y espiritual» (AL 290).

4. Conclusiones El matrimonio entre creyente y no creyente plantea una serie de cuestiones que implican la sacramentalidad matrimonio. Lajurídico-pastorales doctrina de la Iglesia Católica en estos supuestos, del tanto a nivel Sal Terrae | 105 (2017) 357-370

 

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teológico como jurídico, parece clara. Así, la normativa latina y oriental afirma que el matrimonio entre bautizados es un contrato matrimonial válido y un sacramento (can. 1.055 § 2 CIC; can. 776 § 2 CCEO). Además, considerando la estrecha vinculación entre el bautismo y el matrimonio, es necesario indicar también la importancia de la seriedad en la  pastoral del bautismo. El bautismo actual produce unos bautizados no necesariamente creyentes y seguidores de Jesucristo. De ahí la oportunidad de discernir sobre la pastoral bautismal y su acompañamiento en todo el proceso de crecimiento en la fe de la persona bautizada. Un tema clave es determinar la fe necesaria para el sacramento del matrimonio que nos ha llevado a reconocer la aceptación por parte de los contrayentes de las propiedades esenciales del matrimonio, especialmente la indisolubilidad, la unidad y la apertura a la fecundidad. En la perspectiva pastoral, siendo conscientes de que la decisión de crear una familia es fruto de un discernimiento vocacional, la preparación y el acceso al matrimonio son fundamentales para acompañar adecuadamente estos matrimonios entre creyentes y no creyentes. Y no menos importante es el proceso posterior de acompañamiento de la familia, teniendo muy  presente todos los compromisos adquiridos con el sacramento.

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LOS LIBROS

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K  ASPER , W.,  Martín Lutero Lutero.. Una perspectiva ecuménica , Sal Terrae, Santander 2016, 95 pp. En el amplio y variado conjunto de textos que acompañan la celebración de los 500 años de la Reforma 

de la Unidad de los Cristianos, reconoce que «para los católicos Lutero fue durante largo tiempo el here-

protestante, hay que destacar Kaseste  je antonomasia, el culpable de pequeño volumen del cardenal la por división de la Iglesia occidental, per,, fruto de la reelaboración de una  con todas sus terribles consecuenper conferencia pronunciada en enero cias hasta hoy» (pp. 11-12). Pero de 2016. Walter Walter Kasper lleva a cabo aquellos tiempos han pasado, y la  en él un ejercicio de óptimo ecume- historiografía católica del siglo XX  nismo teológico, presentándonos ha llevado a cabo un importante un retrato fresco y actualizado del giro en la comprensión del reformareformador alemán que apunta al dor dor,, permitiendo reconocer su aspicorazón de los temas teológicos ración genuinamente religiosa y haplanteados por la Reforma, que to- ciendo posible un juicio más justo davía son yobjeto del debate católicoluterano ecuménico. Una comprensión positiva de las intenciones del reformador sajón, fruto de la  nueva historiografía católica y del mismo diálogo ecuménico, hace de trasfondo al texto, que de esta manera constituye también un instrumento útil para una lectura católica  de la teología de la Reforma. En el prólogo el autor, que des-

sobre de y, culpas por la divisióneldereparto la Iglesia por influencia  del ecumenismo, sobre la recepción de algunos de sus planteamientos, así como de sus himnos. Los últimos papas compartieron esta visión. Juan Pablo II y Benedicto XVI reconocieron la aspiración religiosa de Lutero, la centralidad, en su vida, de la pregunta por Dios y por Jesucristo. Y si, para al-

de 2001Consejo hasta 2010 el Pontificio parapresidió la Promoción

gunos, Lutero se de halaconvertido ya  casi en un «padre Iglesia», Kas-

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los libros

per afirma que «los numerosos posicionamientos realizados en el marco de los preparativos para la conmemoración del Quinto Centenario de la  Reforma no van tan lejos» (p. 12).

dor, hay que encuadrarlo en la transdor, formada situación de ambas Iglesias y del ecumenismo y tomar conciencia de la extemporaneidad tanto del mundo en que vivió Lutero como de

Todos en cuenta el cambio que se hatienen producido en la percepción ecuménica de Lutero, pero también afirman que entre las Iglesias siguen existiendo puntos controvertidos. El cardenal señala, además, que el mismo Lutero no fue un campeón del ecumenismo. Hacia el final de su vida no consideraba ya posible una unión con Roma. Difícilmente habría podido imaginar que

su mensaje. Precisamente esta extemporaneidad representa hoy, según Kasper, Kasper, la actualidad ecuménica  de Lutero. Pero no solo la figura moral de Lutero es acogida positivamente, sino también su teología, que Kasper interpreta a la luz de la vía abierta  por el Vaticano II y de la recepción que de él está proponiendo el papa  Francisco. Un tema como el de la 

los cristianos en sus oficioscatólicos religiososcantasen himnoshoy  litúrgicos compuestos por él, ni el diálogo de los católicos con los judíos, con los musulmanes, con los anabaptistas. Para Kasper, la extemporaneidad de Lutero llega aún más hondo. Para muchas personas, incluido un buen número de cristianos practicantes, hoy no resultan ya com-

teología del pueblo de Dios, por ejemplo, conoce interesantes consonancias transversales en este sentido. Es cierto que Kasper no deja de cuestionar la teología de Lutero desde el punto de vista de una teología  católica actualizada, planteando, por ejemplo, la cuestión de la relación entre iglesia, ministerio y eucaristía, un tema ampliamente debatido en la teología ecuménica. Kasper pone

prensibles por Lutero.lasEspreguntas lo que lesplanteadas ocurre a  numerosos católicos en el asunto de las indulgencias, pero también a  muchos cristianos evangélicos en el tema de la justificación del pecador. En un mundo en el que Dios es visto con frecuencia como un extraño, tanto lo uno como lo otro se han convertido para muchos de nuestros contemporáneos en algo ajeno,

el acento en ladellamada hacer de misericordia Dios elacentro de la  la  predicación evangélica, para orientar hacia el futuro no solo la recepción de Lutero, sino el espíritu mismo del movimiento ecuménico. No se olvida de señalar cómo el nexo entre la predicación de la misericordia de Dios, leitmotiv del pontificado de Francisco, y la de la justificación por la fe del pecador, núcleo de

anacrónico. Por tanto,del antes de hablar de la actualidad reforma-

la teología de Lutero, constituye inédita sintonía espiritual entreuna  el Sal Terrae | 105 (2017) 371-380

 

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mundo católico y el evangélico y una  prometedora vía para el futuro del dialogo ecuménico.  Acaba Kasper su texto diciendo: «La unidad está hoy más cerca que

ecuménica, 2017 podría representar una oportunidad para los cristianos tanto evangélicos como católicos. Deberíamos aprovecharla. Eso haría  mucho bien a las dos Iglesias, al

hace Nos frotaremos quinientos los ojos yaños... contemplaremos asombrados lo que el Espíritu de Dios ha logrado, quizá de manera  muy distinta de lo que nosotros imaginábamos. En esta perspectiva 

igual que aenumerosas personasque, que lo esperan incluso al mundo, especialmente hoy, necesita nuestro testimonio común» (pp. 75-76). Lázaro Sanz Velázquez

N AMIKA  AMIKAW WA , M., Paciencia para madurar. “Acostumbrar” para la comunión en san Ireneo de Lyon, Universidad Pontificia Comillas, Madrid 2014, 454 pp. Desde el principio, el pueblo heredero de la promesa hecha a Abrahán ha cantado sobrecogido: «¿Qué  es el hombre para que te acuerdes de  él, el ser humano, para darle poder? » (Sal 8). San Ireneo, considerado tradicionalmente, como dice Benedicto XVI, «el primer gran teólogo de la  Iglesia, el que creó la teología sistemática », », trasciende su objetivo inicial

«capax Dei », », capaz de acoger al Dios Trinidad. La antropología de san Ireneo, apoyada en san Pablo, es toda una  revolución consoladora, siempre actual y siempre nueva: el modelo de Dios para crear al hombre fue Cristo mismo, el Nuevo Adán. No se puede decir más. más. El Concilio Vaticano Vaticano II II potenció esta visión confiada y espe-

de las herejías entre gnósticas noscombatir ayuda a responder, otras,y  a esta pregunta, formulada por el pueblo de Dios. Su teología, siempre globalizadora, estudia conjuntamente la Economía de la salvación de Dios, desde la Creación hasta la  Encarnación recapituladora. El resultado es también un canto desbordante de positividad, de confianza y  de opti optimis mismo: mo: Di Dios os cr creado eadorr, por

ranzadora, así los estrechos límitessuperando de una antropología dicotómica (cuerpo/espíritu) que tanta  confusión había generado. Namikawa analiza en este libro una de las obras clásicas de san Ireneo:  Adversus haereses , objeto, a lo largo de los siglos, de multitud de estudios desde las más diversas perspectivas. Los textos clásicos tienen esa virtud: interactúan con el lector

Cristo en elmortal Espíritu, nuestraycarne y lahahaungido hecho

yciados se recrean cada lectura, potenpor laen sensibilidad y creativi-

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dad de los lectores y de la cultura de cada tiempo. Como dice Bécquer: «¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sepa 

Frente a toda dicotomía cuerpo/espíritu, queda claro cómo, ya  desde la creación, en camino hacia  la recapitulación por la maravillosa  gratuidad de la encarnación de Je-

arrancarlas!  » (Ri (Rima VII). I). nos regaLa autora de ma esteVI libro la las resonancias que la obra de san Ireneo ha desplegado en su exquisita sensibilidad de mujer y de religiosa del Sagrado Corazón, acostumbrada a conjugar en su propia existencia el universo cultural del oriente japonés y el occidente hispano. «Acostumbrar», como dice el

sucristo, salvación se nosdeofrece, no a pesarla de la debilidad nuestra carne, sino precisamente a causa  de ella, porque el Amor del Dios Trinidad ha querido fijarse en ella y  habitarla (como a María, la Nueva  Eva). En este sentido, somos superiores incluso a los ángeles, que no tienen carne. Y para que no quede duda, san Ireneo alude a la presencia real del Cuerpo y Sangre de

subtítulo, es toda la palabra subrayada  para articular su exposición en torno a la clave de toda la obra: la  encarnación de Jesucristo, eje de la  recapitulación en Él de toda la creación, especialmente de la persona  humana, plasmada por las Manos de Dios (el Hijo y el Espíritu) y naturalmente llamada a la comunión con Él en suprema libertad. «Acostumbrar» expresa la rela-

Cristo en la Eucaristía la transustanciación del pan ypor el vino. Y  desde su teología complexiva va aún más allá y subraya cómo crear de la  nada es más prodigioso que convertir una sustancia en otra. Por eso la perfección a que se nos invita no significa ausencia de pecado, pues se parte de nuestra debilidad, sino humilde ofrecimiento de nuestra propia indigencia para 

ción de Dios y Dios, la criatura. Ambos de Dios. Creados acostumbran: a habitar en se la  recibir llamadosel adon ser receptáculos de Dios,y  criatura; y esta, a dejarse inhabitar si lo acogemos en libertad, Él nos por Él. Creación, Libertad y Comu- habita como la lluvia empapa la tienión, claves de bóveda de esta obra, rra, haciéndose todo a todos. Esta es forman un conjunto armonioso, la paradoja: desde nuestra pobreza  unidas por el verbo «acostumbrar», libremente ofrecida a Dios, sin deexpresión de la acción desarrollada   jar de ser pobres, Él nos introduce en todo este proceso dinámico en en el dinamismo de su generosidad continua evolución. Se subraya así y nos permite enriquecer a muchos. el carácter relacional de la antropoEsta obra está estructurada en logía de trinitaria. san Ireneo, derivada de su teología

dos partes. En la primera, dividida  en tres capítulos (1: La creación; Sal Terrae | 105 (2017) 371-380

 

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2: La libertad; 3: La comunión), se analizan filológica y teológicamente los textos donde aparece el verbo «acostumbrar». En la segunda parte, dividida en cinco capítulos, se

nos permite participar ya de la eternidad de Dios. La realidad se transfigura, y entramos en la alegre y esperanzadora libertad de los hijos de Dios; la promesa hecha a Abrahán

desarrollan teológicamente los temas más relevantes de la primera, cuya clave última, como era de esperar en una teología trinitaria, es la  comunión. Las páginas de este libro, fieles al texto de san Ireneo, pedagógicamente reiterativo, nos permiten ir ahondando progresivamente en la  cara más amable, compasiva y consoladora de la fe: la ternura de Dios,

se encarna maravillosamente en nuestra cotidianidad, y desde la certeza de esa intuición, recibida en el silencio de nuestro corazón, salimos alegres y confiados a los caminos a  comunicarlo a los demás. Las metáforas de los textos originales se ven potenciadas por el acendrado sentido estético de la autora, tanto en la fuerza evocadoramente sugestiva de su expresión

delicadamente de nuestra  como su manejo de los símbolos. libertad, atrae respetuosa a sus criaturas con  Así se en explica la presencia en las pá Amor de Padre; Padre; estas, seducidas seducidas por ginas 34-35, e incluso en la portatanta gratuidad, acaban balbuciendo da, de la maqueta funicular, reflejo « Ab  Abba  ba » desde el fondo de su corazón de la magnífica conjunción de naagradecido. El resultado, una vez turaleza y belleza en la arquitectura  más, es un canto al gratuito e inme- de A. Gaudí y guía para la consrecido darse de Dios a nuestra carne trucción del templo de la Sagrada  mortal, llamada, desde su creación a  Familia. Namikawa se sirve tamimagen de Dios, a revestirse de in- bién de esta maqueta para mostrar mortalidad hasta la desbordante co- artísticamente cómo la teología glomunión con Él;decomo san Ireneo: «Exultaréis gozo dice inenarrable  ». ». La escatología, concebida desde esta dinámica evolutiva hacia la plena comunión con Dios, se distancia  así de la protología. Es un proceso de maduración necesitado de paciencia. Así lo expresa el título. Cada momento de nuestra existencia se une a la única historia de relación de Dios con el hombre, se

balizante de sandel Ireneo subraya la  bella impronta Creador en la  obra de sus Manos, y especialmente en el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios y tendente a la comunión con Él, principio y fin de toda belleza. San Ireneo resalta la fuerza vivificadora del aliento de Dios, de su Espíritu, en nuestra carne tantas veces violentada y humillada. Su teo-

convierte en revelación amistady  en lo íntimo de nuestrodecorazón

logía es mística hecha vida. Que la  Revelación, la sabiduría de los san-

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tos Padres y la teología dogmática  alienten nuestra vida y renueven nuestra pastoral es el reto de toda  evangelización. En este mundo nuestro tan herido, en este tiempo

ya, « poesía necesaria como el pan de  cada día ». ».  Y como a todo buen escribano se le escapa un borrón, en sucesivas ediciones se podría corregir tam-

donde técnicas están para en superar el estrés y las la ansiedad alza, libros como el que ahora presentamos son, como diría Gabriel Cela-

bién errata ortográfica que se ha alguna colado en el texto.

María Dolores de Miguel Poyard 

V  ALADO DOMÍNGUEZ, O., La música como Porta fidei en la conversión de Manuel García Morente (1886-1942). Una interpretación Teológica a partir de la relectura teológico-musical del “Hecho extraordinario” , Aracne, Ariccia 2015, 316 pp. Valado es sacerdote, doctor enmusiTeología y Maestro de Educación cal. Esta obra es su tesis doctoral, presentada en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma y con la  que obtuvo la máxima calificación.  Yaa en su tesis de Licenciatura había   Y estudiado la relación entre teología  y música, un tema tan apasionante como inexplorado. En sus páginas, conjuga la meti-

sitamente saber retirarse y dejardelicado hablar alpara Misterio, origen y sentido último del objeto de su estudio: el «hecho extraordinario» vivido por Morente el día de su conversión. Y todo ello expresado, cuando conviene, con la fuerza sugestiva  de las sinestesias y metáforas, que evocan más que dicen, como es propio del arte de lo inefable. Esto explica la autoridad académica del tex-

culosa pulcritud del científico investigador con la delicadeza del músico que, como mero operario del arte, sabe mantenerse en un discreto segundo plano, dejar que la música resuene en todo su esplendor y  señalar al Misterio, fuente última de toda belleza. Esta obra cautiva por ese equilibrio armonioso entre rigor y belleza, entre exactitud e inspiración. El

to su amenidad y atractivo formal, auny con toda su densidad. De este modo, sin pretenderlo directamente, da cumplida respuesta a la exhortación del salmo 146: « Alabad al Señor Señor,, que la música es  buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa ». ». Nos ofrece un texto tan bien modulado y acompasado que invita a cantar «con salmos, himnos y cánticos inspirados » (Col

autor es impecabley, en dad investigadora a lasu vez,honestiexqui-

3,16 3,16) a Dios, ta de)su libro verdadero (p. 200). protagonisSal Terrae | 105 (2017) 371-380

 

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Su objetivo último viene subrayado en el título: demostrar cómo la inefable seducción de la música  se convirtió para García Morente en Porta Fidei , en mediación del siem-

tra con la Belleza de Cristo; la gracia le inunda con la sonoridad de su luz, y el Señor le permite contemplar la Santidad de Dios. Verdad, Bondad y Belleza se dan cita armó-

pre gratuito e inmerecido miento del Amor de Diosdesbordasobre su criatura. El texto forma un conjunto melódico, dividido en tres partes de tres capítulos cada una. Avanza en gradación climática ascendente, adentrándose en campos en su mayoría inexplorados, hasta la culminación final, donde adquiere la plenitud de sentido todo el conjunto.

nicamente en suy,corazón; y fe se hermanan; como élrazón mismo dice, se queda como « petrificado» y  acaba reconociendo la huella de Dios en toda su vida: «tienes razón: nunca he perdido la fe ». ». A Dios lo conocemos experiencialmente en nuestro acontecer diario. Esta experiencia mística, propiciada en el contexto de una audición de tres fragmentos de música 

Presenta la vida Morente como itinerarium fidei .de Dios, encarnado y vivo en la historia de cada  uno y en la del conjunto de la humanidad, lo va acompañando en su recorrido existencial: en su infancia  creyente, de la mano man o de su madre; y, y, desde la muerte de su madre en adelante, como filósofo amante de la verdad y de la belleza musical. Buscador infatigable de la ver-

clásica su noche oscura,ylaenpercibe conexistencial absoluta más certeza, aun sin intervención de los sentidos corporales; como diría san Ignacio, «sin dudar ni poder dudar ». ». Es el sello propio de todo encuentro desbordante con Dios, que se recuerda con detalle aun después de los años: «Serían las cuatro de la tarde » (Jn 1,39). Queda claro así el carácter de la 

dad a través la filosofía, se encuentra, en eldeabismo de su kénosis  existencial, con la Verdad de Cristo crucificado: «Si Dios no hubiera venido al mundo, [...] la distancia entre mi pobre humanidad y ese Dios  teórico de la filosofía me habría resultado infranqueable [...]. Pero a Cristo sufriendo muchísimo más que yo, a  ese sí que lo entiendo». Y, melómano acostumbrado a escuchar durante

 porta ta fimúsica lugar al teológico, dei capazcomo de mover hombre por a transformar su existencia en vita fidei . Toda esta exposición viene acompañada de una exhaustiva investigación del contexto existencial, social y cultural de Morente, así como del análisis teológico-musical de las tres piezas clásicas escuchadas por él la noche de su conversión. Dado lo innovador de su enfo-

toda su vida el inefable de la belleza hecha música, silencio se encuen-

que y lo inédito de su estudio, el au-a  tor limita su ámbito de trabajo

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García Morente y, sobre todo, al «hecho extraordinario». La via   pulchritudinis es tan vasta e inexplorada en su relación con la Teología  Fundamental que el autor reitera la 

desbordante de la gracia de Dios. De la escucha atenta como placer estético se puede pasar al auditus fidei  y propiciar, como en Morente, la experiencia de fe, el «evento mu-

inviabilidad de abarcar ámbitos en una primera todos obra. los La  mayor parte de las cuestiones quedan abiertas a futuros trabajos. El valioso aparato crítico de la obra  puede ayudar en este sentido. Como buen profesor, al principio de cada capítulo presenta los puntos a desarrollar y el estado de la  cuestión; y al final detalla las conclusiones, los logros alcanzados, y seña-

sical fundante», en «revelación sonora».convertido Y todo ello por pura gracia de Dios, encarnado y  vivo en el aquí y el ahora. En el contexto, insiste en la importancia de contextualizar histórica y culturalmente al compositor y  al oyente y de contextualizar analíticamente la obra musical, tal como ha hecho en su tesis. Armonizar fe y  razón es imprescindible para acoger

la el Apoyado inmensoen campo por analizar.so- libremente el don de su investigación  Y,, por último,  Y en Dios. la prospectiva  bre García Morente expuesta a lo sacramental, reitera el valor de la  largo de la obra, en el último capí- música como lenguaje de trascentulo, a modo de colofón, presenta  dencia: la belleza del arte nos transsintéticamente los «elementos necesa- porta a la contemplación del Bello, rios para vertebrar una posible teolo- Dios Trinidad. «Dios parece velarse   gía de la música » (p. 269). La nove- (esconderse) detrás del arte de lo inedad es que invita a hacerlo desde la   fable » (p. 275). Teología Fundamental, no solo des Así lo canta Fray Luis de León: de la Teología Espiritual, como ha  «El aire se serena y viste de hermosura  herm osura  usada,extremada Salinas, cuando suesido lo habitualel modelo hasta ahora. Para   ynaluzla no ello, siguiendo epistemomúsica por vuestra  lógico de la Escuela Lateranense, sabia mano gobernada. [...] Ve cómo perfila con extraordinaria lucidez y  el gran Maestro a aquesta inmensa cíespíritu reflexivo y analítico las cla- tara aplicado, con movimiento diestro ves básicas para desarrollar los futu-  produce el son sagrado con que este  ros estudios: el fundamento, el con- eterno templo es sustentado. [...] Aquí  texto y la prospectiva sacramental. el alma navega por un mar de dulzuEn el fundamento, subraya el ra, y finalmente en él así se anega que  carácter de la música como lugar te- ningún accidente extraño o peregrino ológico, como camino de encuen- oye o siente. ¡Oh desmayo dichoso!  muerte que en dastuvida! ¡Ohsindulce  tro Misterio, vía para dispo-y   ¡Oh nersecona elrecibir el don gratuito olvido! ¡Durase reposo ser  Sal Terrae | 105 (2017) 371-380

 

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restituido jamás a aqueste baxo y vil  sentido!». El autor, como buen pastoralista, insiste en el inmenso potencial de la música como vía de evangeli-

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zación atractiva e inteligible para la  sociedad actual. Un libro, en definitiva, tan valioso como necesario. María Dolores de Miguel Poyard 

PRADO POSTIGO, A., DE, Con infinito exceso. La fe cristiana a la luz  de un Amor sobreabundante (PT 248), Sal Terrae, Maliaño (Cantabria) 2016, 432 pp. Esta obra sale al paso de cualquier prejuicio que acuse al quehacer teológico de carecer de corazón o de caminar alejado de la espiritualidad. El autor, un joven y prometedor teólo-

exceso como perspectiva desde la  que mirar cada tratado, el autor comienza a desgranar cada uno de ellos. El ser humano, capacitado por la Gracia para acoger el derroche di-

go, se ocupa preocupa la  vino en su finitaes existencia (Teología  reflexión más yrigurosa no de estéque reñifundamental), el destinatario de la  da con un lenguaje sugerente y una  revelación progresiva de un «Dios exinvitación a la vida espiritual. cesivo» (Trinidad). La existencia de El libro realiza una mirada aten-  Jesuc  Jesucris risto to se per percibe cibe com comoo un desta a los principales contenidos teo- bordarse a sí mismo en el Espíritu lógicos desde un prisma novedoso y  hacia el Padre y hacia la humanidad atrayente. El infinito exceso de Dios (Cristología). Así el autor va recopara con nosotros se convierte en la  rriendo una a una, desde esta persclave musical desde la que Adrián pectiva pectiva,, la Antropología Antropología Teológica Teológica,, la  de Prado compone su obra. Los co- Soteriología, la Eclesiología... nocimientos se dejan entreverliterarios a lo largodeldeautor sus páginas, pues en el desarrollo de la reflexión se van intercalando las referencias a la literatura española y a la  obra de San Juan de la Cruz. El himno de Efesios (Ef 3,1421) se convierte en el esquema subyacente a partir del cual se enhebra  lo nuclear de las principales disciplinas teológicas. Tras fundamentar

El enfoque resulta novedoso atractivo, pero en su virtud se es-y  conde también su pecado. Al subrayar la desbordante iniciativa divina, asume una visión «descendente» en la que queda muy atenuado el cotidiano vivir del ser humano y sus implicaciones éticas. Con todo, el objetivo de aunar la reflexión teológica desde una única mirada hace que este acento sea difícil de evitar.

bíblica, filosófica teológicamente la pertinencia de yelegir el infinito

Se trata de unreflexiones libro a caballo en entre las complejas teológi-

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cas y las obras divulgativas que permitirá al lector adquirir una visión panorámica de lo nuclear de la teología. Esto hace que resulte útil para  quienes pretenden dar el salto de la 

de este lenguaje poético a lo largo de tantas páginas requiere un esfuerzo notable que puede alejar al público de su lectura. Por otra parte, el exceso de expresiones latinas,

divulgación otro tipo escritos.y  Con todo, laa belleza deldelenguaje su riqueza es, a la vez, la fortaleza y  la debilidad del libro. Si bien resulta atractivo y sugerente, se convierte también en una dificultad, ya  que la poesía no está hecha para todos los paladares. La prolongación

que podríande haberse obviado por no tratarse tecnicismos, coopera  en hacer que la lectura resulte una  tarea exigente y correosa para quienes no tengan ciertos conocimientos teológicos. Ianire Angulo Ordorika 

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NGEL CORNAGO S ÁNCHE  ÁNCHEZ Z  Á NGEL

Salud y felicidad  296 págs. P.V.P.: 15,50 €  Es frecuente identificar salud y  felicidad  como vivencias, si no idénticas, al menos complementarias, asumiendo que lo fundamental es la salud y  que, si nos encontramos físicamente bien, llevamos mucho ganado para  ser felices. Si así fuera, no cabrían las personas con algún padecimiento, lo cual es una falacia, pero que está en boga en la sociedad actual, que sobrestima la belleza, la juventud, la fuerza; en definitiva, el culto al cuerpo y a todo lo que ello conlleva. Esta obra analiza los conceptos de salud y  felicidad, sus componentes físicos y psicológicos siempre presentes e interrelacionados; y los grados de felicidad: unos espontáneos y comunes, otros que requieren actitudes y trabajo personal.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA) [email protected]

 

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REVISTA

SAL TERRAE 

NSTR TRUC UCCI CION ONES ES PAR ARA A LO LOSS AUT UTOR ORES ES INS

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o diccionario en letra V ERSALITA  ERSALITA , dejand dejandoo un espacio entre entre la inicial inicial y el/los apellido (s); 4) ed./eds. entre paréntesis (ed./eds.); 5) título y subtítulo (si lo tiene) del libro o diccionario en letra cursiva ; 6) nombre de la editorial en letra redonda; 7) lugar y fecha de publicación en letra redonda y sin coma entre ambas (si existe número de edición de un libro, se cita, por supuesto a partir la segunda, superíndice, justonúmero a continuación del año de edición); 8) de precedido por en coma (,) y espacio, (s) de página (s) citada (s), sin que le (s) preceda (n) p. / pp. Ejemplo:  A. W ÉNIN ÉNIN, «David roi, de Goliath à Bethsabée. La figure de David dans les livres de Samuel», en L. DESROUSSEAUX  – J. V ERMEYLEN ERMEYLEN (eds.), Figures de  David à travers la Bible, Cerf, Paris 1999, 75-112. d)  A L CI CIT TAR RE REFER FEREN ENCIA CIASS EL ELEC ECTR TRÓN ÓNIC ICAS AS, se siguen los criterios de a, b y c, y  se añade: 1) después de autor, título, etc., y precedida y seguida por coma: en línea; 2) dirección web; 3) día de la consulta (entre paréntesis). Ejemplo:  J. P. P. FOKKELMAN, Narrative Art and Poetry in the Books of Samuel I . King David, Van Gorcum, Assen 1981, en línea, http://www.salterrae.es/catalogo/index.php (consulta el 14 de febrero de 2010). 10. Formato Formato de abreviatura abreviaturass de referencia referencia habitual habituales: es: Ibid. / op. cit. / art. cit. / cf. / cap. / ss. / n. (número) / nota / vol. /vols. 11. Otras indicacion indicaciones: es: Los textos textos sangrados sangrados van entre comillas. comillas. Se acentúan acentúan las mayúsculas. Se usan comillas bajas y, solo dentro de éstas, las comillas altas (Ejemplo: «Juan dijo: / Mt 6,1-3 6,1-3.12 .12-14 -14. . “Lo sé”»). Las citas bíblicas, según estos ejemplos: Mt 6,1-3 12. En acentos, acentos, puntos, puntos, signos de puntuació puntuación, n, etc., síganse síganse las normas normas de la Real  Academia Española (http://www.rae.es/rae.html). (http://www.rae.es/rae.html).

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