La Opinión Pública a través de la Historia-SXX

July 22, 2017 | Author: llamaga | Category: Nazi Germany, Propaganda, Adolf Hitler, The United States, Watergate Scandal
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La Opinión Pública a través de la Historia: El Siglo XX En las comunicaciones humanas se registra el siglo xx como la del crecimiento extraordinario de los medios. Se perfeccionan y lanzan a los grandes públicos la radio y la televisión; la prensa se beneficia con los adelanto técnicos; proliferan las editoriales, surgen diversidad de publicaciones, cada vez más especializadas, se agigantan los diarios hasta convertirse en verdaderos monstruos de la información, debido a la cantidad de tiradas; aparecen los pluridiarios, se organizan cadenas periodísticas, con criterio comercial, sobre todo en la órbita occidental. En la oriental, la unidireccionalidad de los medios responde a los propósitos de los partidos comunistas, marxistasleninistas. Se sistematiza la propaganda política y comercial, brota el interés científico en las comunicaciones y nace la ciencia de la comunicación. El reino de las comunicaciones masivas resulta de los acelerados avances técnicos, por una parte, y la evolución política y su correspondiente establecimiento del sistema democrático en países de estructura económica liberal. En las democracias populares, la forma de gobierno estimula la educación, pero controla y dirige todo aquello que no está de acuerdo con la doctrina de la cual emana el concepto de Estado. Los medios técnicos ensanchan el habitat del hombre y provocan grandes cambios en sus modos de vida. La radio, la televisión y el cine se convirtieron en poco tiempo en los más poderosos influyentes sobre la sociedad organizada: relacionan a los hombres; a éstos, con las instituciones, a las instituciones entre sí, de múltiples maneras; llegaron como medios característicamente masivos; nacieron a tomar contacto directo con los grandes públicos. Schramm comenta este hecho de la siguiente manera: "Cuando uno trata de analizar los impactos sociales logrados por la comunicación a través de máquinas, se llega a la conclusión de que así como la imprenta jugó un papel muy importante en ciertas grandes revoluciones de la mente y del estado, así el cine, y las trasmisiones radiofónicas y de la televisión llegaron a lograr gran significación en el notorio cambio operado dentro de nuestra forma de vida. Resulta prematuro calcular el papel exacto que han jugado dichos medios en el cambio a la «dirección hacia los demás», pero sin duda es muy importante. Podemos decir que mientras la imprenta conquistó al hombre por su habilidad para informar, el cine y las trasmisiones lo conquistaron por su habilidad para divertir. Y, en tanto que la palabra impresa se inició como el medio de comunicación más íntimo y estrecho y se desenvolvió hasta convertirse en una forma masiva, el cine y las trasmisiones nacieron para el propio público y nunca supieron de otro modo de comunicación; aun más que la palabra impresa, exigieron grandes organizaciones para producirse". Los inventos del siglo XIX fueron perfeccionados en el XX. El telégrafo inalámbrico de Marconi da lugar a la radio telefonía y ésta es felizmente utilizada para realizar trasmisiones de costa a costa en 1922. Pero 1900comienza con un estado psicosocial definido que prepara el ambiente belicista para la primera gran conflagración.mundial. Tal estado psicosocial madura en los nacionalismos asentados en Europa, sobre todo los que identifican a los imperios ruso, alemán, austrohúngar, inglés y francés, que mantuvieron desde el siglo anterior sus pretensiones hegemónicas, pretensiones que motivaban una carrera industrial y armamentista en la que se produjeron nuevos y rápidos progresos, principalmente en la aeronavegación y las comunicaciones marítimas.

Fleming inventa (1904) el primer tubo termo-iónico, dispositivo que sirve para colocar en el aire y sacar de él los sonidos, rectificando y aumentando la fuerza eléctrica indispensable para la reproducción de los que se emiten a través de un micrófono. En 1903, los hermanos Wright (Wilbur y Orville) hacían funcionar un extraño aparato, semejante a una libélula gigante y con las alas dobles. Orville logró mantener su nave en vuelo durante 59 segundos, recorriendo casi 300 metros. Se empezaba, con esa hazaña, a cristalizar el sueño que el hombre mantuvo durante siglos y recobraban actualidad los mitos griegos de Ícaro, Belerofonte y Mercurio. Por la misma época, el brasileño Santos Dumont maravilla a sus contemporáneos con su célebre globo en forma de cigarro; por su parte, el conde Zeppelin maniobraba, en Alemania, otra nave muy semejante a la de Dumont. En 1909, Bleriot, de Francia, atravesaba el Canal de la Mancha en un monoplano que lleva su nombre. El holandés Fokker inventó el biplano, con adaptaciones para la guerra. En Inglaterra, Estados Unidos, Francia y Alemania se hacían nuevos ensayos, con lo que la industria aeronáutica pasó a ocupar uno de los proyectos prioritarios de los gobiernos, con fines de vinculación continental, primero y con objetivos de supremacía bélica, después. Los progresos de la ingeniería mecánica y civil arrojan sus mejores frutos con las nuevas maquinarias ferroviarias y marítimas. El automóvil sustituye a la primitiva carreta tirada por bueyes o caballos; los atajos se ensanchan y se convierten en caminos; las montañas ceden ante la horadación de túneles para el ferrocarril. El progreso industrial es increíble y dentro de él fennentan condiciones sociales y políticas para los grandes cambios que sobrevienen con la revolución bolchevique y la Gran Guerra del 14. Al abrigo del sistema capitalista, se organizan las cadenas de diarios y el monopolio de la información, con las agencias noticiosas, de algunas de las cuales pasan a formar parte importantes diarios, principalmente en Estados Unidos. Progresivamente, desde el primer monopolio de Scripps, en 1887, las cadenas de diarios absorben gran cantidad de publicaciones pequeñas que irremediablemente confrontan la alternativa: o entran en el sistema de las cadenas o perecen. Young informa, por ejemplo, que en 1930 las cadenas periodísticas "controlaban el 43 %de los diarios y e1 54 % de los periódicos dominicales en Estados Unidos". Mientras esto sucedía en Norteamérica, en Europa el periodismo se caracterizaba por una tendencia hacia la comercialización del aviso publicitario y de contenidos informativos consonantes con los intereses nacionalistas; por otra parte, Lenin afirmaba (1901) que la función de la prensa no es solamente divulgar ideas o ganar adeptos políticos. El líder bolchevique proclamaba que "el periódico es no sólo un propagandista y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo”. Weill opina al respecto: "La guerra de 1914 puso de manifiesto la fuerza y la debilidad de la prensa política: su fuerza, pues jamás los hombres en el mundo entero sintieron tanto deseo de leer los periódicos; su debilidad, pues todos los gobiernos redujeron o suprimieron su libertad, imponiéndole una vigilancia minuciosa para impedirles suministrar informes que podrían servir al enemigo. Y, sin embargo, comprendían la necesidad de utilizar el poder de los periódicos para propagar las ideas y los sentimientos que debían contribuir al éxito final. Refrenar la prensa como órgano de

noticias, desarrollarla como medio de propaganda, las dos finalidades eran tal vez contradictorias, o al menos difíciles de conciliar”. Los países beligerantes soportaron una crisis que determinó la transformación de su prensa; basada ésta en el anuncio comercial, sufrió mermas económicas. Hubo carestía de papel, bloqueos marítimos, escasez de materias primas, especialmente de minerales. Y todo esto, sumado a la férrea censura, demarca una época de periodismo reducido en su contenido informativo y manipulado en beneficio de los objetivos bélicos. La propaganda interna, destinada a fomentar el espíritu de sacrificio y a levantar la moral de las naciones, encontró un poderoso vehículo en la prensa; pero los mejores esfuerzos propagandísticos se desplegaron en campañas dirigidas a los países neutrales para inclinarlos a tomar una posición definida o, por lo menos, a ganar simpatías. En este sentido, hubo una competencia alocada entre los servicios propagandísticos de Alemania, Francia, Estados Unidos e Inglaterra, principalmente. Erzberger dirigía (1914) una central de oficinas de propaganda al servicio de Alemania, tanto para los países neutrales como para los ocupados y también para los enemigos. La guerra fue eficientemente explotada por los diarios norteamericanos para aumentar sus tirajes: el New York Times que había elevado el número de ejemplares de 9 mil a 250 mil entre 1896 y 1914, durante la guerra (1914-1918), registró ediciones de 370 mil ejemplares. Florecieron al mismo tiempo los periódicos sensacionalistas. El interés del público fue disminuyendo en torno a los acontecimientos rutinarios y sus preferencias se volcaron hacia la información procedente de los frentes. Esta natural reacción de los consumidores de diarios y revistas fue aprovechada al máximo por los editores. El crecimiento de la prensa norteamericana se debe, entre otras cosas, a las migraciones masivas de refugiados europeos, ansiosos de saber lo que estaba ocurriendo en sus -países de origen. Inglaterra y Alemania pugnaban por influir sobre la opinión pública norteamericana y, a través de ella, en el gobierno de Washington. Inglaterra tenía como ventaja sus relaciones con los grandes diarios estadounidenses, pero Alemania opuso su excelente organización. Hammerling, a cargo de la Asociación Norteamericana de Diarios Editados en Lenguas Extranjeras consiguió un pronunciamiento de 450 directores de periódicos que se oponían a la fabricación y venta de armamento bélico pero, a pesar de las exhortaciones pacifistas, la Unión se adhirió al pacto y participó en la guerra. El gobierno echó mano de la publicidad para persuadir a los electores y grupos de opinión estadounidenses sobre la urgente participación de Estados Unidos en la contienda que sostenía en suelo europeo. Weill describe la situación: "Como la publicidad era la reina de este país, a ella recurrió el gobierno para justificar su causa, arrastrar a los vacilantes y difundir el espíritu de guerra; organizó el Committee of Public Information, conducido por jefes activos, sobre todo Creel y Josephine Roche. También fue preparada una colosal propaganda para los diarios, el cine y la radio; trabajó especialmente por conseguir a la Cruz Roja y suscriptores para los empréstitos de la Unión. El Comité impulsó a los diversos grupos de inmigrantes a formar, cada uno, una Loyalty League; se mantenía en relaciones directas con 14 de estos grupos, asegurándoles un servicio regular de despachos y de artículos que eran distribuidos a 645 periódicos escritos en diversas lenguas" .

El crecimiento industrial de las naciones europeas a partir de la segunda mitad del siglo xix reflejaba un afán competitivo que se convirtió, a comienzos del siglo xx, en una abierta pugna por los mercados de consumo; en esa carrera industrial participaban también Estados Unidos y Japón. Las potencias tenían sus zonas debidamente repartidas, especialmente Gran Bretaña, que dominaba los mercados de Asia, parte de África y América Latina y, con su gigantesca flota mercante se sentía dueña de los mares. Pero el dominio inglés avizoraba sombras sobre su esplendor comercial; veía crecer a otros países, entre ellos Francia, Bélgica y ¡peligrosamente! a Alemania, la única nación que sólo había podido obtener una migaja en el reparto de mercado y colonias en ultramar. Londres temía la competencia alemana y desconfiaba de los fines aparentemente pacifistas del progreso tecnológico germano. Alemania, paralelamente, crecía como potencia militar; construía acorazados, ensanchaba el Canal de Kiel, experimentaba con nuevos modelos de aviones y desarrollaba modernos explosivos. Todo esto despertó susceptibilidades y desató aversión contra Alemania en los medios ingleses. Ferro relata: "En lo sucesivo, la rivalidad angloalemana se convirtió en un enfrentamiento público que crearon y alentaron la gran prensa y las actualidades cinematográficas". Los franceses abrigaban iguales sentimientos respecto a sus vecinos alemanes. La Ruisa zarista tampoco veía con buenos ojos la expansión industrial germana. En lo político, la Internacional Socialista amenazaba con producir un estado de revolución permanente en Europa, pese a que dicha organiza acción había proclamado "guerra a la guerra", durante el congreso de 1907 celebrado en Stuttgart y exhibía un muy poco fiable espíritu pacifista. El asesinato de Francisco Fernando, heredero al trono del imperio austrohúngaro, atribuido a los activistas servios es, probablemente, el dato histórico mencionado con más frecuencia como punto de partida de la guerra; pero, en realidad, el espíritu europeo estaba predispuesto para la conflagración desde mucho antes. Existía un clima propicio para dejar caer sobre suelo europeo una terrible tormenta de fuego. En el arte de la guerra se reconocen dos estilos: el indirecto y el directo que, según el general Gambiez, suponen dos fases que apuntan a un mismo objetivo: la destrucción total del enemigo. Con el primer método (indirecto) se busca el debilitamiento interno o la "asfixia", como dice Ferro. Con el estilo directo se pretende el aniquilamiento, la destrucción total del adversario en el campo de batalla, poniendo en juego todo el poderío de que un ejército es capaz. Uno de los métodos más eficaces en la etapa de debilitamiento del enemigo es la propaganda. Rovigatti ha definido la propaganda como ¿del arte de penetrar, superando prevenciones y prejuicios... recurriendo aun a los sentimientos, a la fantasía y a la emotividad" . Ese arte de penetrar la conciencia fue ejercitado, perfeccionado y metodizado durante la Primera Guerra Mundial, usando todos los medios de comunicación disponibles y sin descuidar ni desperdiciar posibilidad alguna. Ferro anota cómo se utilizó entonces la prensa: “Desde el comienzo de las hostilidades, los alemanes gozaron de una ventaja sobre sus adversarios, cuyos territorios ocupaban gran parte y donde, por tanto, podían publicar periódicos de gran tirada, tales como La Gazette des Ardenes, los Antwerpsche Tydingen, la Gazet van Brusel, Glos Stolicy, de

Varsovia, etc.- así podían dar a conocer a grandes sectores de la opinión, el punto de vista de las potencias centrales y luego, dada la movilidad de los frentes, algunas de estas ideas alcanzaban a las poblaciones de la retaguardia. Los medios oficiales de París conocían perfectamente los temas desarrollados en La Gazette des Ardenes, sabían que contribuían a alimentar las querellas políticas y a debilitar la unión sagrada o la solidaridad entre los aliados. La Gazette no dejaba de recordar las simpatías del social-patriota Sembat por Alemania, a la que consideraba antes de la guerra como "el país más democrático de, Europa"; asimismo, la misma publicación atizaba la antigua desconfianza de los franceses frente al aliado británico, insistiendo en las inmensas pérdidas sufridas por los primeros, mientras los ingleses dejaban que éstos se dejaran matar por ellos, etcétera. "Los franceses difundían también periódicos en Alsacia y al otro lado de las líneas alemanas, como el Die Feldpost, que mostraba la responsabilidad de Alemania en la guerra vigente, los horrores cometidos por el káiser en Bélgica, los de la guerra submarina, etc. En Venecia, los servicios de Watson difundían, incluso de Austria, informaciones que tenían por objetivo mostrar que el propósito del káiser era, a fin de cuentas, resucitar en su provecho una gran Alemania. "Pero, los amos de la intoxicación fueron, sin ningún lugar a dudas, los americanos; pues gracias a sus avances en el dominio de las ciencias sociales utilizaron técnicas más elaboradas que los franceses y los alemanes”. Los socialistas aliados agitaron a las masas contra la guerra, instando a los proletarios del mundo a unirse para conseguir la paz, y acusaron en todos los tonos al capitalismo, a los pervertidos burgueses, a la Iglesia, a las organizaciones patronales, de ser los únicos causantes de esa guerra "nacida de un orden social que los nutre, que ellos defienden y que no sirve más que a sus intereses", como decía el pronunciamiento de la convención socialista de Zimmerwald (Suiza), de septiembre de 1915. En Rusia crecía la agitación bolchevique y dos años más tarde daría sus frutos la difundidísima proclama, bandera de lucha: "Paz, pan y trabajo", consigna revolucionaria dirigida por los bolcheviques. Pasada la guerra, se restableció la libertad de prensa en Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia, principalmente. Los nuevos Estados que nacieron sobre la base de poblaciones y territorios del despedazado imperio austrohúngaro, como Checoeslovaquia, pronto asimilaron las ideas democráticas e introdujeron en sus constituciones políticas y normas que garantizaban el libre ejercicio de la prensa y protegían la independencia de información. A partir de 1919, se robustece la industria en varios países; sobre todo en Estados Unidos, donde se elabora una publicidad con criterio científico, fruto de las experiencias de las campañas propagandísticas de la guerra, con la transferencia de métodos de tiempos bélicos a una propaganda de tiempo de paz. Aumentan su poderío los consorcios y monopolios periodísticos y se desarrollan la radio y la televisión, se perfecciona el cine. Aparece el fenómeno del sindicalismo con influencia política; es decir, que el sindicalismo "reivindicacionista" evoluciona a un sindicalismo de lucha ideológica, con contenido y conciencia clasistas. La Primera Guerra Mundial demostró una participación más nítida de la opinión pública en la conducción de la política internacional de los países beligerantes y de influencia en las actitudes de los neutrales. Wilson, presidente de Estados Unidos, definió el

cometido de esa opinión, señalando: "Por eso es que he dicho que ésta es una guerra del pueblo, no es la guerra de un estadista. Los estadistas deben seguir el pensamiento común, claro, o se arruinarán"; sin embargo, esa alta expresión de influencia de la opinión pública declinó notablemente en los años de posguerra, por lo menos en Estados Unidos, a consecuencia de varios hechos que van desde el fracaso de la Liga de las Naciones en sus intentos por contener el estallido de la conflagración, hasta el recelo sobre la legitimidad y licitud de la propaganda. La radiodifusión, si bien conocida ya antes de la guerra, inició regularmente sus trasmisiones después de aquélla. Durante la contienda, el cine tuvo un destacado papel, por el atractivo que como todo invento despertaba, y más aun siendo capaz de reproducir imágenes vívidas. La Warner Brothers de Hollywood introdujo en 1926 el sonido, aditamento técnico que desarrolló enormemente la industria del celuloide, convirtiendo al cine en lo que Inglis llama: "órgano maduro de comunicación con el público". De 1920 a 1932 se producen acontecimientos tan importantes como los movimientos políticos socialistas en Europa, alentados por el triunfo bolchevique en Rusia; la crisis económica degenera en un caos de consecuencias terribles para todo el mundo. Se observa una creciente participación de la opinión pública no sólo en el manejo de la política interna, sino también en las políticas exteriores de las naciones y, del 30 en adelante, en el desarrollo de la radio. Pero vuelven a descender sobre Europa negros nubarrones que anticipaban otra guerra; una nueva, fermentada en la levadura de viejas pendencias, heridas no restañadas que había dejado la anterior, especialmente en Alemania; de afanes expansionistas con fines de dominación. El nacionalismo del siglo XIX resucita fortalecido, más radical, más agresivo, más exclusivista. Los intereses imperialistas se entreverán con las necesidades sociales de los trabajadores. Hay desocupación y hambre. El ascenso de Hitler al poder ocurre en momentos en que Europa trata de salir del desastre económico de la crisis que con mayor fiereza afectaba al 11 Reich fundado por Bismarck. Quiebras, desocupación, agitación política, se mezclaban amasando el pan de cada día de los alemanes; se sumaba la fuga de capitales o repatriación de aquellos que habían acudido después de la guerra del 14, amparados en el plan Dawes. El Reich caía en total insolvencia y no podía pagar las reparaciones de guerra-, pero la hábil diplomacia de Berlín pudo conseguir en la conferencia de Lausana (1932) la condonación de sus obligaciones. La lucha política emprendida por el fundador del Partido Nacional, Socialista Alemán de los Obreros, Strasser, halló acogida en un pueblo angustiado por dar urgente salida a sus apremiantes problemas. El “moderado" Strasser sería, empero, rebasado por Hitler, el "cabo bávaro", como despectivamente lo llamaba von Hindenburg, presidente del Reich. Strasser acabaría asesinado en junio de 1934, en la que los historiadores han bautizado como "la noche de San Bartolomé ", de Alemania. El nacional socialismo se propuso crear un imperio de mil años sobre la base del terror, la expansión territorial, el dominio económico total y la cohesión racial de los arios. La idea mítica de raza -y Hitler no era precisamente un digno representante de la pretendida "pureza" aria- fue un elemento inoculado a través de rigurosas medidas propagandísticas.

En 1932, Oliveira Salazar asumía la presidencia del Consejo de Estado portugués, con poderes dictatoriales. En 1924 moría Lenin y se instalaba en la URSS la terrorífica dictadura stalinista; en Italia dominaba el fascismo de Mussolini. En los países balcánicos se instauraban también regímenes totalitarios. España se aprestaba a regirse por un gobierno popular y construir la Segunda República, cuando los falangistas, apoyados por Hitler y Mussolini, iniciaron la guerra civil para instalar en la península otro régimen sanguinario. Europa sufre la epidemia de las dictaduras. Japón laborioso como el que más, incuba propósitos expansionistas. Un nuevo sistema de lucha hegemónico va a librarse en el próximo decenio. Alemania crece en poderío. El orgullo germano está alimentado por la propaganda intensiva sobre la "superioridad" racial. Italia comienza a ensanchar sus fronteras y ocupa el norte de África y Albania. Alemania se anexa Austria e invade Checoeslovaquia, en 1939. La propaganda fue para el nazismo y el fascismo el principal instrumento de penetración, de terror psicológico y distorsión total de los acontecimientos- sirvió, por ejemplo, para hacer aparecer ante los ojos del pueblo alemán y de otros países la anexión de Austria y la invasión de Checoslovaquia como clarmorosos pedidos de los gobiernos de ambas naciones para evitar catástrofes políticas. Al mismo tiempo, la propaganda mostraba a una Alemania maternalmente protectora. El aparato propagandístico nazi consiguió crear una opinión mundial desfavorable y hostil hacia Checoeslovaquia, cuando está adoptó medidas militares para evitar la agresión hitleriana. La asamblea general de la Liga de las Naciones condenó a Checoeslovaquia como país agresor de la Alemania nazi. La joven república quedó completamente sola. La prensa inglesa decía de los checos: itarrogantes, testarudos, desconsiderados, inhumanos"; los franceses los llamaban "desdeñosos de la opinión mundial, irresponsables, indignos de la confianza que hemos depositado en ellos", los soviéticos: rufianes, piratas, instrumentos del imperialismo". No menos calibrados eran los adjetivos empleados en Alemania: "criminales, violadores, gángsters". La radiodifusión fue inmediatamente aprovechada por los dictadores para sus fines políticos; en Alemania, aun los niños eran obligados a escuchar durante varias horas los discursos del Führer que trasmitía la radio. Pero la radio sirvió también para difundir velozmente las noticias. El ataque a Pearl Harbor realizado por la aviación japonesa fue conocido en Estados Unidos el mismo 7 de diciembre de 1941, merced a la trasmisión radiofónica. Al día siguiente, todo el pueblo norteamericano se informaría, por el mismo medio, sobre la decisión de declaratoria de guerra al Eje, dada a conocer por el presidente Roosevelt. La radio servía en el Tercer Reich para enfervorizar al pueblo con cánticos, marchas, discursos, slogans, casi todos elaborados por el equipo propagandístico de Goebbels. La prensa de oposición desapareció, así como todo vestigio de disidencia con el régimen. La información y opinión expresadas públicamente tenían el mismo origen, la misma imposición vertical y se dirigían al mismo objetivo: preparar a los alemanes para la Blitzkrieg de donde surgiría el imperio de los mil años. Goebbels supo aprovechar todos los mecanismos y formas propagandísticas en el mundo entero, atacando sucesivamente a Inglaterra -la eterna enemiga-, a Francia, a la

Unión Soviética y a Estados Unidos; pero los servicios ingleses y norteamericanos se encargaron de la contrapropaganda y la desarrollaron también hábilmente. El secreto de los propagandistas más célebres -eficaces por intuición más que por dominio de la ciencia de la comunicación- radicaba en que sabían interpretar el sentir colectivo, conocían las premiosas demandas de sus grupos sociales y sacar provecho de las necesidades sociales; fascinaban con discursos y actitudes demagógicas a gente desesperadas. Eso fue lo que hicieron Hitler y Mussolini. El Führer afirmaba que el primer encuentro del propagandista con su público sólo es posible cuando aquél se presenta como un buen intérprete de la más sentidas exigencias de éste. Durante el fascismo, el slogan mil veces repetido por la radio: "Mussolini siempre tiene la razón", produjo efectos impactantes aun en el espíritu tradicionalmente crítico de los italianos. Pasada la guerra, la propaganda dejó sentir todavía sus efectos con ocasión del famoso juicio de Nürenberg y tras la decisión de colocar a Alemania bajo ocupación de las cuatro fuerzas vencedoras. La propaganda adopta hasta nuestros días la forma de películas de acción, producidas en Hollywood, en las que sin exclusión alguna, los réprobos criminales son siempre los alemanes y japoneses, y los superhombres, los más valientes, justos y salvadores de la humanidad, resultan los soldados norteamericanos. La fuerza persuasiva de esas películas ha creado intensos grados de alineación, y muchos dictadores piensan que bien vale someterse a tan distinguidos amos. Y es que la imagen del "americano feo" quiere neutralizarse con argumentos de filmes difundidos por la televisión y en salas de todo el mundo. La televisión evolucionó rápidamente gracias a los experimentos electrónicos del siglo xix, hasta que en 1923 Zworkin registra como invento suyo el tubo denominado iconoscopio. Es en 1937 cuando se instalan las primeras estaciones, pero en vía experimental, pues las investigaciones respectivas se estancan durante la guerra. La televisión nace, sobre todo en Estados Unidos, con un pecado original: mercantilismo. Sea porque producir programas es demasiado costoso, o porque los consorcios comerciales descubren un nuevo filón de ingresos con la difusión de sus productos, resulta muy lento el avance hacia la cobertura de noticias, programación cultural o educativa (la cenicienta de los medios). Queda, en esta breve ojeada, mencionar el cine: poderoso medio propagandístico durante las dos guerras, el más apreciado medio de distracción de los grandes públicos en tiempo de paz; el más dócil servidor de la publicidad y el más efectivo medio para alcanzar la popularidad. El cine, "hecho sobre todo para expresar las cosas del pensamiento, el interior de la conciencia", como dice Artaud 113 se ha utilizado ampliamente para contar historias de un modo falsificado y ahí radica el secreto de los propagandistas: en utilizar la cámara para distorsionar imágenes, modelarlas a gusto, resaltar ciertos hechos, ocultar otros; manipular o adormecer conciencias con banalidades y oropeles. La Segunda Guerra Mundial deja también en el plano mundial una profunda transformación del equilibrio. Pirenne define tal modificación política de la siguiente manera: "Desde que terminó la guerra se vio que en lo sucesivo existirían en el mundo

dos potencias dominantes: Estados Unidos y la Unión Soviética";" en efecto, los dos violentos temporales de la primera mitad del siglo dejaron finalmente un mundo de hegemonías, delimitado ideológica y militarmente: Oriente y Occidente, capitalismo y socialismo, democracia liberal y democracia popular. Y si contemplamos los dos exponentes de dichas posiciones antagónicas -al parecer-, descubrimos que el poderío de ambos es militar y económico, y que cada uno ejerce influencia sobre sus órbitas respectivas, del modo que más le conviene. Esos dos grandes bloques sostienen, hasta la entrevista Kennedy-Kruschev una guerra fría y compiten en la carrera armamentista más asombrosa hasta ahora registrada, habiendo desarrollado armas nucleares capaces de destruir en pocas horas el planeta. China continental surge como el tercero en discordia, disidente con el "revisionismo" moscovita y con el "imperialismo" norteamericano, pero entra en el juego de la pacífica convivencia. El fenómeno llamado del "Tercer Mundo" es caracterizado del siglo xx, como producto de coincidencia política de los países atrasados, productores de materias primas y dependientes económica, política y culturalmente de otros altamente desarrollados. Estos pueblos, latinoamericanos, asiáticos y africanos, tienen en común su lucha por la liberación de atadura neocoloniales que impiden su desarrollo y los empobrecen cada día más. Si las dos conflagraciones mundiales, el triunfo de la revolución bolchevique y la guerra fría constituyen los acontecimientos más notables de la primera mitad del siglo xx, en la segunda suceden hechos aún más sorprendentes: la conquista del espacio, el armamentismo nuclear, la derrota de Estados Unidos en Vietnam, la caída de Richard Nixon, la reunificación de Alemania, la Perestroika y la desintegración de la Unión Soviética- el brote y expansión de la epidemia del SIDA, el creciente poder del narcotráfico y sus ¡aplicaciones políticas; la agudización de la pobreza en el Tercer Mundo y la hegemonía mundial que comienza a ejercer Estados Unidos al haber desaparecido el contrapeso político y militar que representaba la URSS. Casi al finalizar este siglo, se ponen en boga las economías "neoliberales" rescatadas por los economistas de la Escuela de Chicago para los países latinoamericanos, políticas económicas que se fundan en la ley de la libre oferta y demanda, la privatización de los sectores productivos y de servicios que antes administraba él Estado, amplia apertura a las inversiones extranjeras y una tendencia creciente a disminuir la participación del Estado en la actividad económica. En el escenario y trama que ofrece la segunda mitad del siglo xx, los medios de comunicación social tienen un papel preponderante en cuanto son instrumentos que, bajo determinadas circunstancias, pueden influir decisivamente en la toma de decisiones de alcance nacional e internacional. Veamos algunos ejemplos: 1. Caso Watergate. La intensa campaña desatada por el diario The Washington Post para el esclarecimiento del escándalo Watergate (espionaje republicano en oficinas del Partido Demócrata, descubierto en junio de 1972) movilizó a toda la nación de tal manera que se ejerció sobre el asunto un control social extraordinario. La presión de la opinión pública, una vez conocida la verdad, obligó al presidente Richard Nixon a presentar su renuncia, el 9 de agosto de 1974. El poder movilizador de la opinión pública norteamericana fue acicateado por el sentimiento colectivo de frustración moral, que la revista Time, en su edición del 30 de

abril de 1973, interpretó así: "Escándalo increíble. El escándalo se ha erigido rápidamente como el exponente más alto de la inmoralidad en la historia de la nación". Casi todos los medios de comunicación mostraron el caso Watergate, dentro y fuera de su país como "una gran catástrofe para la democracia de Estados Unidos de Norteamérica" y lo manipularon de tal manera que del público se apoderó la sensación de estar frente a un asunto de vida o muerte y que por lo tanto le afectaba a cada ciudadano, de manera personal y directa. Sin esta sensación colectiva de estupor y miedo al futuro no habría sido fácil reunir consenso nacional en torno a la cuestión Watergate. Fue un gran triunfo de la opinión pública, casi como una respuesta clara a la pregunta que hacía Thompson, hace 100 años: "¿Debe un gobierno renunciar cuando hay señales inconfundibles de que la población en general no está de acuerdo con su política?" 2. Viet Nam. La opinión pública volvió a actuar de manera decisiva en el conflicto de Viet Nam. La abierta comunicación de episodios de la lucha, a través de los canales de televisión, revistas, diarios y cortos cinematográficos, llevaron los horrores de la guerra hasta los hogares de los norteamericanos en toda su crudeza. El público pudo ver y juzgar por sí mismo la matanza de niños, mujeres y ancianos en la devastada aldea de My Lai, así como las muertes, mutilaciones y agonías de jóvenes estadounidenses en tierras extrañas donde se hallaban peleando sin saber exactamente por qué causa. La retirada de Estados Unidos de esa guerra tuvo el valor de una incuestionable derrota debida, principalmente, a la presión social y a la opinión internacional adversa. La lección de Viet Nam fue bien aprovechada por el Pentágono y el Departamento de Estado, para evitar que en la guerra del Golfo Pérsico (febrero de 1991) estuvieran presentes los medios de información con la misma libertad que en Viet Nam.. E1 aparato de guerra hizo un control selectivo de la información sobre las operaciones en contra de Irak. Mantuvo a la opinión pública mundial y especialmente a la norteamericana bajo severa censura de prensa. En el ámbito internacional, Estados Unidos impuso en las Naciones Unidas sus puntos de vista y sus estrategias políticas, económicas y militares para aplastar a Irak. 3. Narcotráfíco. La pobreza crítica del Tercer Mundo debida en gran medida a la abultada deuda externa contraída en la década de los setenta; el poder alcanzado por el narcotráfico y la expansión del terrorismo son manifestaciones de una profunda crisis material y moral. Dentro de ella, surgen opiniones pública más o menos afines en los países más agobiados por esos males. Respecto al narcotráfico, el haber logrado que la comunidad internacional admita que hay una responsabilidad compartida entre los países productores y consumidores de narcóticos, es una muestra de la eficacia que puede tener una opinión pública sólidamente informada e inteligentemente conducida. Los esfuerzos de Bolivia, Colombia y Perú, por demostrar que coca y cocaína no son la misma cosa se hallan neutralizados por la deficiente información que tienen otros países sobre las bondades medicinales de la hoja de coca. Por otra parte, se imponen criterios de interdicción de la coca afirmando que, al desaparecer esta especie botánica, desaparecerá también el consumo de cocaína. Argumento lógico, pero demasiado simplista. El caso divide la opinión mundial, están de por medio aspectos sociales y económicos (situación crítica de los campesinos productores de coca), políticos y morales, además de las causas reales de la drogadición en los países de mayor consumo de alcaloides.

Las acciones que desarrolla la Drug Enforcement Administration (DEA) y que comprometen las soberanías de los Estados, con el secuestro de ciudadanos, extradiciones impuestas, incursiones armadas en territorios ajenos y otros hechos, van conformando en América Latina una imagen odiosa y temible del poder estadounidense, que puede generar reacciones violentas contra el estereotipo del neo "americano feo' que actualmente parece dominar en todas partes. Los ejemplos anteriores demuestran que hay una fuerza invisible originada en leyes naturales, en principios éticos y religiosos, en una conciencia o por lo menos intuición de lo justo y verdadero, que mueve a los hombres, que les impele a actuar y que llamamos Opinión Pública; fuerza que, en algunos casos, puede ser una garantía social contra los excesos del individuo, del gobierno o de los pueblos en sus relaciones con otros individuos, gobiernos o naciones. Si en el siglo xix la opinión pública se integraba a través de formas comunicativas directas y la prensa como medio de poderosa influencia; en el siglo xx la radio, la televisión y el cine significan más receptores, más informaciones, mayores posibilidades de penetración en los grupos sociales, en cada individuo, con avalanchas de mensajes. La comercialización de los medios –las cadenas no sólo controlan periódicos, sino estaciones de radio y televisión- ha hecho que el periodismo pierda la fuerza de conducción que tenía en el siglo pasado. La competencia se estrecha, al mismo tiempo. En una aguda crítica al periodismo norteamericano, Tebbel expresa: "Al convertirse en instituciones mercantiles, los periódicos, salvo la honorable excepción de una docena de ellos, tal vez, han perdido completamente el sentido de la historia que poseyeron los gigantes del siglo xix. "Asimismo se extiende el monopolio hacia las comunicaciones masivas. En la actualidad, los periódicos poseen más de 750 estaciones de radio y televisión y, en 76 ciudades norteamericanas, el único diario es también dueño de la estación local de radio". Hace 100 años, las posibilidades de información estaban reducidas a los que sabían leer y escribir. Hoy, el analfabetismo no es obstáculo para recibir mensajes; éstos llegan por los medios audiovisuales, visuales y auditivos. El mayor acceso público a la información, otorga al proceso de formación de opinión elementos cada vez más abundantes. Estar informado equivale a poseer en los grupos sociales inputs energéticos de donde surgirá la opinión pública. A la avalancha informativa se le ha llamado "proceso de masificación". Mc Luhan y Fiore recurren a las diferencias tecnológicas para explicar: "La tecnología de la imprenta creó al público. La tecnología eléctrica creó la masa. El público consiste de individuos aislados que van de un lado a otro, con puntos de vista separados, fijos. La nueva tecnología exige que abandonemos el lujo de esta postura, de este enfoque fragmentario". Esta posición es científicamente reprobable. Si la imprenta gana lectores gracias a la multiplicación de mensajes impresos, no por ello crea públicos por sí misma; prueba fehaciente es que los avisos manuscritos sobreviven dos siglos; y antes, durante y después de la imprenta, existían públicos perfectamente definibles. La electrónica experimenta iguales resultados en el siglo xx, y la crítica fundada en los medios

masivos es atribuible al concepto de "masa" antes que la de "público", como hemos visto en capítulo anteriores. La arremetida que da McLuhan con su tesis del "masaje", no deja de ser una brillante descripción de un mundo interrelacionado por la comunicación en el reino de la cibernética; pero lo que ese autor no ha hecho es atacar las raíces mismas de la "masificación" ni proponer nuevos vehículos de comunicación.

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