La modernización en Colombia Los años de Lauraneo Gómez , 1889-1965 (1)

July 12, 2017 | Author: Andres Felipe Betancourt Larrahondo | Category: Colombia, Europe, Bogotá, Nation, Colonialism
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DEPARTAMENTO DE BIBLIOTECAS

James D. Henderson

La modernización en Colombia Los años de Laureano Gómez,1889-1965

Traducción Magdalena Holguín

Cho Editorial Universidad de Antioquia Facultad de Ciencias Humanas y Económicas Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín

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B)-7?(-7 qEG, 1(7)&2. Colección Clío C James D. Henderson Editorial Universidad de Antioquia © Facultad de Ciencias Humanas y Económicas cíe la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín ISBN: 958-655-965-3 Título original: Modernization in Colombia. The Laureano Gómez Years, 1889-1965 Primera edición (en inglés): University Press of Florida, Estados Unidos, 2001 Primera edición (en español): julio de 2006 Traducción: Magdalena Holguín Los editores agradecen a la Fundación para la Promoción de la Investigación y la Tecnología del Banco de la República la cesión de la traducción del libro Diseño de cubierta: Sandra Arango Mejía, Imprenta Universidad de Antioquia Motivo de cubierta: Ilustración de C. Leudo y Alejandro Gómez Leal, en: Diego Monsalve, Colombia Cafetera: Información general de la república y estadística de la industria del café, Barcelona, Artes gráficas sucesores de Henrich y C., 1927, p. 619 Diagramación: Luz Elena Ochoa Vélez Impresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia

Contenido

Ilustraciones Introducción Agradecimientos

Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la Editorial Universidad de Antioquia

Primera parte Hacia la modernidad 1889-1934

Editorial Universidad de Antioquia Teléfono: (574) 210 50 10. Telefax: (574) 263 82 82 E-mail: mercadeo@editorial udea.com Página web: www.editorial udea.com Apartado 1226. Medellín. Colombia

1. Colombia a fines del siglo xix

Colombia en el mundo De Ocaña a Bogotá Las carreteras de Colombia Colombia en La Regeneración Éli tes modernizadotás Lugar de nacimiento

Facultad de Ciencias Humanas y Económicas Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín Teléfono: (574) 430 92 07 Imprenta Universidad de Antioquia Teléfono: (574) 210 53 30 E-mail: [email protected] Henderson, James David, 1942La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez 1889-1965 / James D. Henderson — Medellín : Editorial Universidad de Antioquia, 2006. 708 p. : il., mapas ; 24 cm. — (Colección clío) Incluye bibliografía e índice analítico. ISBN: 958-655-965-3 Título original. Modernization in Colombia. The Laureano Gómez years, 1889-1965. 1.Gómez, Laureano, 1889-1965 - Pensamiento político 2.Colombia - Historia. - 1889-1965 3. Colombia - Política y Gobierno - Historia - 1889-1965 I. Tít. II. Serie. 986.1062 cd 19 ed. A1083844

CEP-Banco de la República- Biblioteca Luis Ángel Arango

2. Cómo se educó la Generación del Centenario

La mentalidad victoriana Educación pOlitizada en su contexto histórico ¿Educación liberal o educación conservadora? Guerra e ignominia

3. Reyes y el republicanismo ti

Repercusiones Quinquenio Comienzos de Gómez Interludio republicano

1

3 3 6 14 16 22 25 .

34 34 43 48 54 68 68 76 90 107

ix

vi ii 4. La república burguesa Urbanidad y mentalidades Vida cotidiana Las tribulaciones de Marco Fidel Suárez

116 116 127 140

5. El dinero llega a Colombia Pedro Nel Ospina: presidente empresario Las consecuencias de la prosperidad Dinero y mentalidades El hombre más popular de Colombia descubre el dinero

167 167 172 182 192

6. El cambio social y el desafio ala autoridad tradicional El espectro del bolchevismo El fatídico 1929 Olaya Herrera y la Gran depresión Por qué fracasó el bipartidismo Violencia en el cambio de regímenes

222 222 242 254 259 264

Segunda parte Los peligros de la inautenticidad política, 1934-1965

277

7. La república liberal y sus críticos Esperando a Laureano Vacaloca La revolución de la década del treinta Anatomía de un engaño

279 279 294 308 329

8. Una sociedad cambiante Depresión global y guerra mundial: el auge económico en Colombia Visiones del cambio social Hacer invivible la república

351

9. Orquestando la guerra de los siete mil días Introducción: la Violencia temprana El fenómeno Gaitán Las elecciones presidenciales de 1946 Hacer invivible la república, repetición Asesinato, interés propio, guerra civil

420 420 422 430 437 450

351 368 392

10.Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional La falsa paradoja del progreso económico en medio de la Violencia La edad dorada de la economía colombiana Movimientos laborales, gremios, programas sociales y bonanza económica Cambio social, 1946-1960

475 475 479 491 501

11.Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla Laureano Gómez y la búsqueda de la armonía Gustavo Rojas Pinilla: cuasipopulista y anticomunista

510 510 533

12.Una época de transición, 1957-1965 El Frente Nacional La primera presidencia del Frente Nacional Termina la Violencia, sigue el conflicto armado Frustraciones de la Generación del estado de sitio Colombia en 1965

557 557 567 579 593 605

Epilogo El ocaso de los Centenaristas El legado de los Centenaristas El lugar de Laureano Gómez en la historia y en la historiografia colombianas Anexo 1 Distribución por departamento de las muertes ocasionadas por la Violencia Anexo 2 Muertes ocasionadas por la Violencia, por año, 1947-1966 Anexo 3 Muertes ocasionadas por la Violencia en Colombia comparadas con muertes violentas en otros países

609 609610

617 618

619

Bibliografía Libros Artículos Diarios, revistas, publicaciones periódicas Archivos Entrevistas Fuentes inéditas

621 621 639 645 646 646 647

Índice analítico

649

Ilustraciones Figura 1.1 Colombia: geografía física Figura 1.2 Colombia: división política 1965

7 8

Figura 2.1 Tropas gubernamentales durante la Guerra de los Mil

Días, hacia 1901

Figura 2.2 Aristides Fernández, hacia 1902

59 61

Figura 3.1 Bogotá, vista panorámica, hacia 1907 Figura 3.2 El congresista Laureano Gómez, 1912

70 103

Figura 4.1 Laureano Gómez, 1921

162

Figura 5.1 Recolectores de café en Antioquia, hacia 1920 Figura 5.2 El presidente Pedro Nel Ospina y el ministro

186

de obras públicas, Laureano Gómez, en Bucaramanga, 1926. 204

Figura 6.1 De izquierda a derecha: Ignacio Torres Giraldo,

María Cano, Raúl Mahecha; de pie: Sofía López; hacia 1926. 231

Figura 7.1 Laureano Gómez y su familia, Berlín, 1931 Figura 7.2 Laureano Gómez, Alfonso López Pumarejo

(segundo de izquierda a derecha) y amigos, Berlín, 1931 Figura 9.1 Jorge Eliécer Gaitán, 1946 Figura 9.2 Laureano Gómez y Mariano Ospina,

poco antes del 9 de abril de 1948

Figura 10.1 Las acerías Paz del Río

283 286 430 451 488

x ii Figura 11.1 Laureano Gómez, discurso inaugural,

512 7 de agosto de 1950 Alfonso López Pumarejo y Mariano Ospina Pérez Figura 11.2 con el presidente Gustavo Rojas Pinilla, mayo de 1953 • 534 Figura 11.3 Un padre guerrillero abraza a su hijo militar durante la entrega en Tolima, agosto y septiembre de 1953 538 Figura 12.1 Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo en Sitges,

España, julio de 1957 Figura 12.2 El Conjunto Carrera Treinta

562 607

Figura 13.1 Laureano Gómez felicita a Alfonso López Pumarejo 612 con ocasión de su doctorado honoris causa, conferido 1959 Figura 13.2 Alfonso López Pumarejo visita a Laureano Gómez, 1959 612 Figura 13.3 Alberto Lleras Camargo visita a Laureano Gómez, 1959 613

Este libro está dedicado a la memoria de mis padres, James Henderson y Barbara Pardue Henderson

Introducción

C

olombia es un país que se describe mejor en superlativos. Sus montañas son las más frondosas, su café el más suave, su burocracia la más exasperante, y su sistema de transporte público el menos costoso y más accesible del mundo. La historia de Colombia es la más desconcertante, y su transición a la modernidad la más abrupta. Durante la mayor parte del siglo xx, su vida civil ha sido una de las más violentas de las repúblicas americanas. Esto hace de Colombia un lugar intrigante, atractivo, más aún cuando se llega a conocer a los colombianos, su cortesía, su paciencia ante la adversidad. La extraordinaria complejidad del pasado reciente de Colombia contrasta radicalmente con el carácter no inusual de su historia durante el siglo xix. Al igual que en otros lugares de América Latina, la tranquilidad social del país se veía alterada regularmente por guerras civiles, en las cuales los miembros de las élites políticas y sociales dirigían ejércitos enfrentados cuyo propósito era derrocar al gobierno central. Durante los períodos de paz, la sociedad colombiana regresaba a su soñoliento carácter premoderno. Los soldados campesinos dejaban sus rifles y regresaban a sus tierras. Como el resto de América Latina, Colombia era un país básicamente rural, cuya población se encontraba encerrada en un sistema señorial, caracterizado por una enorme desigualdad social, jerarquías y redes de interdependencia. Los vínculos de parentesco, así como los del clientelismo, eran las principales fuerzas de cohesión en esta nación premoderna. En el siglo xix, con anterioridad a la época de rápidos y violentos cambios sociales que constituye el principal objeto de este estudio, Colombia era más estática que la mayoría de las naciones latinoamericanas. Debido a la ausencia de exportaciones lucrativas, pues el café no había comenzado a dominar la economía nacional, los extranjeros y el capital foráneo se mantenían a distancia. Los colombianos viajaban poco,pues tenían escasas razones para hacerlo. No circulaba mucho dinero y la gente disponía de pocos bienes de consumo, incluso quienes tenían la suerte de poseer ingresos suficientes. Volcados sobre sí mismos y provincianos, los colombianos vivían encerrados en una fortaleza montañosa que los separaba casi tan efectivamente a los unos de los otros como del mundo exterior.

El estudio que presentamos a continuación sigue las huellas de la transición gracias a la cual Colombia pasó del equilibrio social, el aislamiento y la pobreza del siglo xix, a una rápida integración a la economía global de mercados durante el primer tercio del siglo xx. La floreciente exportación de café le dio ímpetu al desarrollo tísico que los líderes nacionales habían buscado durante largo tiempo. Principalmente gracias al café, Colombia se convirtió rápidamente en una sociedad móvil y adquisitiva, cuyo rasgo fundamental era una agresiva clase media rural. El político del Partido Conservador, Laureano Gómez, es prominente en el presente estudio. La vida de Gómez abarcó la época durante la cual la sociedad colombiana se hizo cada vez más individualizada y violenta. Aunque había sido educado en la tradición de la polémica política de su país, intelectualmente formado por jesuitas españoles militantes, el joven Gómez fue animado por sus mayores a convertirse en un cruzado de la perspectiva religiosa ortodoxa frente a los asuntos nacionales. Primero periodista y luego político, Laureano Gómez llegó a ser el más grande orador y congresista, de la nación, en un momento en el cual la elocuencia en los cuerpos representativos se valoraba por sobre todas las cosas. Laureano Gómez y sus contemporáneos, Alfonso López Pumarejo (1886' 1959) y Jorge Eliécer Gaitán (1898-1948), disputaron batallas políticas durante las décadas del treinta y del cuarenta, mientras las masas los contemplaban embelesadas. El caudillo conservador y sus compañeros se complacían en la política del espectáculo. Sin embargo, mientras hombres como Gómez dominaban el mundo público, la Colombia más amplia cambiaba aceleradamente. El creciente pluralismo social, acompañado de un espíritu cada vez mayor de promoción de los intereses individuales, estaba debilitando la lealtad popular de los colombianos a las élites políticas tradicionales. Laureano Gómez, el dirigente de los conservadores, junto con sus contrapartes liberales, estaba en condiciones de esgrimir un inmenso poder e influencia sobre una población que rápidamente superaba su sistema político oligárquico, cuasi democrático. Las élites políticas colombianas, atrapadas en sus amargas disputas, se convertían en líderes sin seguidores. El debilitamiento de las lealtades tra, dicionales se hizo evidente durante los ocho años comprendidos entre 1949 y 1957, cuando la sociedad en general floreció en un ambiente de colapso político y violencia rural. Ese convulsionado período, la época de la Violencia, tuvo, en última instancia, un costo de miles de vidas y destruyó el prestigio de la clase dirigente tradicional en Colombia, especialmente el de Laureano Gómez, quien fue presidente durante la fase más intensa del conflicto. Colombia experimentó una bonanza económica en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Los académicos han llamado a este período la

dorada de la industria colombiana.' Fueron también los años en que la l edad floreciente producción de café coincidió con precios históricamente altos, lo

cual amplió y fortaleció a su vez a la clase de pequeños propietarios que lo cul.tivaban. Los indicadores sociales cambiaron de forma igualmente dramática durante esa época. Mientras que, en 1951 el 71% de los colombianos vivían en el campo, sólo un tercio de ellos lo hacía una generación después. Los niveles de mortalidad infantil y de analfabetismo descendieron rápidamente, y se incrementó el promedio de la expectativa de vida. Una creciente proporción de niños colombianos se matriculó en la escuela primaria, población que se incrementó del 55% en 1950 al 80% en 1980. 2

Elproductineb(PIB)aumntóexrodi al5,6%nu entre 1946 y 1955, y a una tasa anual promedio del 5,15% durante los veinticinco años siguientes.' Este gran crecimiento económico coincidió con el colapso político y la ,violencia rural. Era como si la Colombia más amplia continuara con sus negocios, indiferente al hecho de que este mundo público, anteriormente reve, renciado, se encontrara en ruinas. La nación aplaudió cuando Laureano Gómez y sus antiguos enemigos liberales restablecieron relaciones amistosas en 1957, y aplaudió de nuevo cuando lanzaron el gobierno de coalición del Frente Nacional un año después. Sin embargo, ni los conservadores ni los !liberales recuperaron los antiguos electorados que conjuntamente habían 'abarrado alguna vez la totalidad de la nación. Para 1965, a la muerte de Gómez, una ciudadanía políticamente alienada perseguía sus fines personales con indiferencia, si no con desprecio, por las instituciones tradicionales de goIbierno de su país. La antigua tranquilidad social, el gran mundo público, !habían desaparecido. Los acuerdos políticos colombianos no expresaban ya la voluntad popular. Durante los restantes años del siglo, los políticos colombianos lucharon dolorosamente por crear una organización gubernamental más sensible a las necesidades de esta compleja y pluralista sociedad, poblada de ciudadanos belicosos y descontentos.

1 Alberto Mayor Mora, "Historia de la industria colombiana, 1886-1930", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva Historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 319-332. 2 Ricardo Santamaría S. y Gabriel Silva Luján, Proceso político en Colombia. Del Frente Nacional a la apertura democrática, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1984, p. 29. 3 Colombia, DANE, Colombia. Plan general de desarrollo económico y social, 2 vols., Bogotá, Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 1961-1962, vol.!, p. 7; Robert H. Dix, Colombia: The Political Dimáisions of Change, New Haven, Yale University Press, 1967, p. 32; Colombia, Banco de la República, Cuentas nacionales, Bogotá, Banco de la República, 1961-1964; Jonathan Hartlyn, "Colombia: The Politics of Violencia asid Accommodation", en: Larry Diamond el al., eds., Democracy in Demloping Countries. Latin Ame rica, Boulder, Lynne Rienner Publishers, 1989, p. 311.

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XIX

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decieron la violencia de 1930 a 1932, fueron víctimas de un sistema altamente politizado. El capítulo 7 trata aspectos políticos de la década del treinta, prestando especial atención a las reformas introducidas por el Partido Liberal y la oposición conservadora a las mismas. El capítulo 8 se centra en el cambio económico y social ' de las décadas del treinta y del cuarenta, y en el apasionado ataque, liderado ,por Gómez, al gobierno del Partido Liberal. El capítulo 9 se refiere a la aparición de la Violencia, una descomposición Idel orden civil, intensificada por el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer 'Gaitán en abril de 1948. El capítulo 10 se centra en el desarrollo económico y el cambio social a fines de la década del cuarenta y en la del cincuenta. La política de esta última década es el tema del capítulo 11. El capítulo 12 está dedicado al gobierno del Frente Nacional y su funcionamiento durante los primeros años; Í se refiere también al desarrollo socioeconómico y cultural del país entre 1958 y 1965. Él libro concluye con un epílogo, en el cual se evalúa el papel de la Generación del Centenario en la historia de Colombia en general, y el de Laureano Gómez en particular.

i

Agradecimientos

E

stoy en deuda con muchas personas e instituciones por el estímulo y apoyo que me prestaron durante los años que trabajé en este libro. Mi esposa Linda, mis hijos y mis padres, fueron especialmente comprensivos con la necesidad que tuve de dedicar tiempo y atención al "estudio sobre Gómez". Mis colegas de la Coastal Carolina University colaboraron conmigo en muchas formas. Los miembros del Departamento de Política y Estudios Internacionales apoyaron colectivamente mi solicitud de dejar mis tareas docentes durante 1990 y 1991, época en la que comencé a escribir sobre Colombia en los tiempos de Laureano Gómez. .La asistente administrativa de nuestro Departamento, la señora Bonnie Senser, me prestó invariablemente su ayuda, y se mostró siempre de buen humor durante los años en los que redacté el manuscrito. El personal asignado a referencias bibliográficas en la biblioteca &rabel de la misma universidad —Margaret Fain, Marchita Pfiffer y Blake Deegan— me ayudaron a ubicar volúmenes de dificil consecución sobre la historia de Colombia a través de préstamos entre bibliotecas. Los colombianistas Jane Rausch, de la Universidad de Massachusetts, Maurice Brungardt, de la Universidad de Loyola en Nueva Orleans, y J. León Helguera, de la Universidad de Vanderbilt, hicieron invaluables sugerencias durante la preparación del manuscrito para su publicación. Por otra parte, una gran cantidad de colombianos colaboraron en mi investigación. De especial ayuda fueron Álvaro Gómez Hurtado, Roberto Herrera Soto, Alberto Bermúdez y el personal de la Sala de Investigadores de la Biblioteca Nacional en Bogotá. Recibí apoyo institucional de la University of South Carolina y de la Coastal Carolina University, como de la institución donde había trabajado anteriormente, la Grambling State University de Louisiana. La American Philosophical Society, el American Council of Learned Societies y el Council for International Exchange of Scholars, y la Foreign Scholarship Board de la Fundación Fulbright proporcionaron una generosa ayuda durante el período 1980-1993, que me permitió pasar tres años en Colombia. Estoy profundamente agradecido con todas estas personas e instituciones. El Banco de la"República, Bogotá, Colombia, patrocinó la traducción de esta obra.

Primera parte Hacia la modernidad 1889-1934

1 Colombia a fines del siglo xIx Colombia en el mundo uando nació Laureano Gómez, en C 1889, extraordinarias fuerzas se habían desatado en el mundo. Un proceso histórico iniciado mucho antes en Occidente había elevado a Gran Bretaña, Alemania, Francia y otras naciones de la metrópoli europea al punto más alto del poder y la influencia. Los europeos habían dominado todas las naciones mediante la conquista, la colonización y el comercio. A fines del siglo, deslumbraban al resto del mundo con sus maravillosas invenciones. Los médicos anunciaban curas para enfermedades que habían afligido a la humanidad desde tiempo inmemorial. Los motores a vapor y de combustión interna revolucionaron el transporte y, poco después, los inventores procedieron a probar con éxito el aeroplano. Los teléfonos y los cables telegráficos submarinos estaban operando desde hacía varias décadas y, en Francia, los esposos Curie se dedicaban al estudio de la radioactivi-

dad. En el extranjero, los europeos extendían su civilización, por la fuerza cuando era necesario, a Asia y África. Soportaban con alegría "la carga del hombre blanco" al servicio de sus respectivos países. Esta fue la "era europea", la Europa que mantuvo cautivo al mundo del joven Laureano Gómez. Mientras el norte de Europa se encontraba a la cabeza del sistema cultural y económico occidental durante aquellos años, Colombia languidecía. Como antigua colonia de España, adalid de la Europa católica en el combate contra la herejía protestante en el siglo xvt, y contra el racionalismo de la Ilustración en los siglos )(vil y xvm, Colombia' había sido deliberadamente aislada de las fuerzas que pusieron al norte de Europa en el camino del dominio mundial. Los colombianos no se opusieron a las estructuras sociales, ideológicas ni económicas implantadas en toda la América Hispana en el momento del Descubrimiento. Conformismo y control fueron sus consignas durante los

1 llamada Nueva Granada durante la época colonial y durante la mayor parte del siglo xix.

4 / La modernización en Colombia siglos que presenciaron cambios dra- que poseía Alemania sola.' Y esta demáticos en aquellos lugares de Euro- cadencia se prolongó durante un pepa, cambios que habrían de conducir ríodo de cien años, en el transcurso al mundo hacia la moderna era in- del cual el comercio mundial multidustrial. plicó cincuenta veces su tamaños El desventajoso lugar que ocupaba Colombia fue tal vez una de las Colombia en el mundo eurocéntrico grandes naciones latinoamericanas de fines del siglo xix se revela con ma- menos favorecidas durante el siglo del yor claridad en el ámbito del desarro- crecimiento explosivo del comercio llo económico. Con África hacia el mundial. Con excepción del tabaco, oriente y el Pacífico hacia el occiden- que gozó de cierto éxito en los merte, Colombia y el resto de Latinoa- cados mundiales en el siglo xix, el país mérica se encontraban aislados y dis- tenía poco que ofrecer que fuese de tantes de los principales centros interés para las metrópolis. Y debido comerciales. Incluso antes de que se a lo quebrado del terreno, al mal esagotaran los metales preciosos, anta- tado de las carreteras y a su tormentoño importantes para la expansión eu- so clima político, era prácticamente ropea, América Latina desempeñaba inaccesible al capital extranjero. Los un papel secundario dentro del co- colombianos eventualmente se aferramercio mundial. Su participación en rían al café como su producto más luel comercio global sólo alcanzó un pro- crativo de exportación, pero este sólo medio del 11% durante el siglo xvm, llegaría a dominar la economía coy decreció notoriamente después. No lombiana en el siglo xx. 4 surgieron exportaciones regionales de Los colombianos educados se queimportancia durante el siglo xix, así jaban de la "parálisis" comercial del que, para la década del ochenta, la país, que condenaba incluso a los ciuparticipación de la región en el co- dadanos que habitaban en los lugamercio mundial fue de un insignifi- res más favorecidos a una existencia cante 5%, menos de la mitad de la primitiva, completamente inapropia-

2 Walt W. Rostow, The World Economy, History and Prospect, Austin, University ofTexas Press, 1978, pp. 70-71. 3 William Woodruff, The Emergente of an International Econonry, 1700-1914, Londres, Fontana Economic History Studies, 1971, p. 7. 4 En 1887, por ejemplo, la producción colombiana de café representaba menos del 20% del total de exportaciones (aunque esta proporción habría de aumentar al 40% para fines del siglo —de ciento cinco mil sacos de sesenta kilos, a medio millón de sacos—). Brasil, por su parte, exportaba dieciséis millones de sacos en 1902, y proveía el 76% del mercado mundial. Véase: Jorge Orlando Melo, "La República Conservadora, 1880-1930", en: Mario Anubla, ed., Colombia hoy, ed., Bogotá, Siglo XXI, 1980, p. 77; Jesús A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", en Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, p. 16; E. Bradford Burns, A History of Brasil, 2.' ed., Nueva York, Columbia University Press, 1980, pp. 301, 311.

Colombia a fines del siglo xix 1 5

da para la época en que vivían. Como lo dijo un escritor, sus conciudadanos estaban sumidos en "la inercia y en un deprimente status quo", habitando "chozas tristes e indolentes de tejados de teja como en los tiempos de la Colonia".5 La gente de esta nación andina experimentaba tantas dificultades para internalizar el ethos liberal prevaleciente por aquella época en Occidente, como para encontrar su lugar en el sistema económico mundial. Poco antes del nacimiento de Laureano Gómez, Colombia se estableció en un período de gobiernos conservadores, destinado a prolongarse por cerca de medio siglo, ,y que sólo terminó en 1930. El liberalismo político, que había estado en el poder desde 1853 y se había fortalecido durante las décadas del sesenta y del setenta, perdió su ímpetu y confianza en la década del ochenta y fue derrotado, no tanto debido a la inferioridad de sus programas, como a la incapacidad de la nación para implementarlos. Colombia sencillamente carecía de la infraestructura económica que le permitiera integrarse al mercado mundial, y de la estructura social necesaria para adaptarse a las premisas igualitarias del liberalismo. Los pequeños avances obtenidos durante la ascendencia liberal desaparecieron con las incesantes guerras civiles. Nada de esto sucedía en Europa, donde el liberalismo ;

había triunfado hacía largo tiempo En Gran Bretaña, Suecia, Noruega,: Alemania e incluso en los países de Europa Oriental, como Serbia, los par-„ . eran la regla. La Iglesia se separaba del Estado, y él fue desafiado con éxito de innumerables maneras. A medida que los colombianos evidenciaban su incapacidad para realizar el programa del liberalismo del siglo xix a nivel económico, político y social, los europeos avanzaban más allá del liberalismo. Las ideas socialistas ganaban terreno entre un proletariado urbano, que había considerado durante largo tiempo a la filosofía prevaleciente como una pantalla de humo que ocultaba su explotación por parte de las clases adineradas. Bismarck había llegado a preocuparse tanto por la militancia de los trabajadores alemanes, que intentó declarar ilegal el socialismo en 1876. En Suecia y en Gran Bretaña se crearon partidos social demócratas el año del nacimiento de Laureano Gómez y, en este último país, el movimiento laboral organizado paralizó la industria durante la gran huelga de los muelles en 1889. Aquel mismo año, se fundó la Segunda Internacional en París y, mucho más al oriente, se escuchaban truenos contra las metrópolis de un tipo diferente pero relacionado. Las Indias Orientales estaban en abierta revuelta contra los holandeses; los hindúes realizaban

5 El editorial al que nos referimos apareció en Diario de Cundinamarca, y está citado por Helen Delpar, Red against Blue, the Liberal Party in Colombian Politics, 1863-1899, Alabama, University of Alabama Press, 1981, p. 70.

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6 / La modernización en Colombia



Colombia a fines del siglo xix I 7

su primer Congreso Nacional, y el re- la apertura de rutas más directas a Vevolucionario chino Sun Yat-Sen esta- nezuela y con los barcos de vapor, que blecía las bases para la sublevación con- hacían infinitamente preferible el viatra los rapaces extranjeros. En todas je a Bogotá por el río Magdalena, al estas manifestaciones, el pueblo euro- recorrido por tierra. A medida que peo y de otros lugares proclamaban los Ocaña pasaba a un segundo plano en grandes problemas que habrían de la historia nacional, sus ambiciosos habitantes, como el comerciante de aquejar al próximo siglo. En Colombia existían pocos presa- joyas José Laureano Gómez, se torgios de la era por venir. No había fá- naban impacientes e irritables. No hacía falta mucho para enojar bricas, sindicatos, partidos socialistas, urbanización. A fines de la década del a José Gómez. La gente de Ocaña haochenta, Colombia era un lugar dis- bía aprendido a saber cuándo se entante del mundo moderno, sumida en contraba el comerciante en uno de sus una soledad que no duró cien, sino cua- ataques de mal humor, y hacían lo potrocientos años. Hombres ambiciosos sible por evitarlo, en ocasiones cruzanse sentían frustrados por esta situación, do la calle para no encontrarse con él. aunque era poco lo que podían hacer Los miembros de la familia sabían, al respecto.6 Uno de estos hombres fue incluso antes de que llegara a casa, el padre de Laureano Gómez, un co- cuándo no había sido un buen día pamerciante de modestos medios que vi- ra José Gómez. Al entrar a su hogar, vía en Ocaña, en el departamento de el irascible ocañero tenía la costumbre de anunciar su presencia lanzanSantander, cerca -del río Magdalena. do su sombrero al patio y retirándose, iracundo, a sus aposentos privados. Su De Ocaña a Bogotá esposa, Dolores Castro, descrita como una mujer inteligente y prudente, no Ocaña era una provincia situada en ahorraba esfuerzos para aplacarlo. la carretera que comunicaba a Carta- Como sabía que a su esposo le gustagena con Caracas al occidente, y con ban los huevos en determinado punel montañoso interior del país hacia el to, llegaba al extremo de comprar gasur. Para mediados del siglo xng Ocaña llinas cuyos huevos se prestaban, en había perdido la importancia que ha- su opinión, para la preparación adebía gozado en épocas anteriores, con cuada.'

6 Los intentos realizados en el siglo lux por modernizar a Colombia son presentados por Frank Safford en TU Ideal of the Practical: Colombia's Struggle to Form a Technical Elite, Austin, Texas, Institute of Latin American Studies, 1976; y Hernán Horna, Wansport Modernization and Enhspreneurship in Nineteenth Century Colombia. Cisneros & Friends, Estocolmo, Almqvist & Wiskell International, 1992. 7 Esta información, que corresponde a la naturaleza de las tradiciones de la familia Gómez, fue obtenida en conversaciones con los hijos de Laureano Gómez, Álvaro y Enrique

Figura 1.1 Colombia: geografía física

8 / La modernización en Colombia

Colombia a fines del siglo xix / 9

Conservador por tradición familiar, José Gómez compartía la tesis económica de los liberales, según la cual Colombia, y su tranquilo pueblo de Ocaña, debían ser mucho más prósperos de lo que eran en 1888. De hecho, su mal carácter puede haber sido el resultado tanto del estancamiento del país, de su obstinación ante las fuerzas del cambio, como de su idiosincrasia personal. El padre de José Gómez fue también un hombre impaciente y, en cierto sentido, un visionario. En una ocasión ideó una máquina voladora con base en el famoso diseño de Leonardo da Vinci. La construyó con madera y tela, e hizo que dos esclavos la llevaran a un monte cercano, donde intentó hacer un despegue que constituyó un espectacular fracaso. Infortunadamente, la tela utilizada para cubrir las alas era excesivamente pesada para la función que se le había asignado. Como sucedía con mucho de lo que ocurría en Colombia por aquella época, la visión y el entusiasmo no bastaban para superar los errores de técnica y la falta de tecnología apropiada. Era un punto que el abuelo de Laureano Gómez apreció cuando cojeó de regreso a casa, ayudado por los sirvientes, entristecidos y a la vez divertidos por la locura de su amo.8 Para mediados de 1888, Ocaña se había convertido en una carga para

Figura 1.2 Colombia: división política, 1965

José Laureano Gómez. Su negocio, construido en torno a la venta de filigrana de oro y de plata que se fabricaba en el pueblo ribereño de Mompós, estaba en decadencia. Y no había nada que permitiera pensar que Ocaña recuperaría algún día su antigua prosperidad. Su familia también crecía. La noticia de que su esposa esperaba su tercer hijo, hizo que el joyero se preguntara si no sería conveniente establecer su negocio en otro lugar, quizás en Bogotá, donde tenía vínculos comerciales. Su plan de partir se cristalizó un día en que los ocañeros celebraban una fiesta cuyo punto culminante era un desfile de llamativas figuras en papel maché llamadas gigantes y cabezudos. Estas figuras habitualmente se hacían a semejanza de personajes de renombre a nivel nacional y local, pero el ingenio de los habitantes incluía también caricaturas de los "personajes" más notables del pueblo. Así, sólo una persona se sorprendió al encontrar entre los "cabezudos" al irascible joyero de Ocaña, con ojos verdes saltones e irritados: el ciudadano que llevaba la máscara vociferando y haciendo divertidas cabriolas. No hay registros de la reacción de José Gómez en el momento en el que se reconoció. Sin embargo, en lo sucesivo, los miembros de la familia se deleitaban relatando la historia de su regreso a casa. Su sombrero llegó

Gómez Hurtado, y con Cecilia Mazuera de Gómez. Sus recuerdos están basados en historias que les refería Laureano Gómez. Álvaro Gómez le concedió al autor del presente libro extensas entrevistas durante los días 15 y 18 de abril de 1984. 8 Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1989.

10 I La modernización en Colombia



primero con inusitada velocidad. Convocó a su esposa y a sus sirvientes, con el rostro congestionado y los ojos desorbitados, y anunció en tono estentóreo: "Nos mudamos a Bogotá. iEste pueblo se ha vuelto insoportable!" . 9 Como viajaba con una cantidad apreciable de equipaje, su esposa, sus hijos y los sirvientes de la familia, José Gómez eligió la ruta terrestre hacia Bogotá, más económica. No era un viaje que debiera tomarse a la ligera, pues eran seiscientos kilómetros de senderos serpenteantes que se internaban cada vez más alto en la Cordillera de los Andes. No había seguridad de encontrar alojamiento en los pueblos donde llegaban; era posible que los accidentes del camino obligaran a los viajeros a acampar bajo las estrellas o bajo lluvias heladas. Los deslizamientos de tierra eran un peligro constante, y cuando los ríos y quebradas crecían, el viajero sencillamente tenía que aguardar para poderlos vadear. Todos cabalgaban armados, porque existía también la posibilidad de ser asaltado en algún paraje solitario. Estas eran las realidades de los viajes por el país a fines del siglo xix en Colombia. La comitiva que salió de Ocaña a mediados de 1888 se dirigió primero hacia el oriente, a través del pie de monte de la cordillera, atravesando innumerables riscos y valles. En cierto punto, el sendero se extendía por un trecho desolado de cien kilómetros, elevándose a una altura de más de dos

mil quinientos metros. Luego descendía hasta llegar a la población de Cúcuta, cerca de la frontera con Venezuela. Desde Cúcuta, capital de Santander del Norte, el camino se dirigía hacia el sur, al pueblo de Pamplona, que distaba dos días a caballo.° Pamplona señalaba el comienzo de la parte más ardua del trayecto. Allí se ramificaba el camino hacia Bogotá. Había una ruta un poco más larga, aunque ligeramente más fácil, que se dirigía al occidente a través de Bucaramanga, Socorro y Barbosa. La ruta más directa se dirigía hacia el sur por el Páramo del Almorzadero, atravesando el árido cañón del río Chicamocha, y luego ascendiendo de nuevo ala altiplanicie de Bogotá. Ambos caminos convergían finalmente en la ciudad de Tunja, antiguo centro de la cultura indígena chibcha. José Gómez optó por el camino más directo y dificil. Saliendo de Pamplona, ubicada a dos mil trescientos metros de altura, los viajeros pasaron el primer día escalando hacia el páramo, una llanura desértica azotada por lluvias y vientos helados, a menudo oscurecida por la niebla. El Páramo del Almorzadero hace parte de la Sierra Nevada del Cocuy, que se extiende a su costado occidental. Durante dos días enfrentaron el frío interminable, hasta cuando finalmente descendieron a Málaga, una agradable población situada en el valle del río Servitá. Después de

9 »íd. 10 En 1910, el departamento de Santander se dividió; su parte norte recibió el nombre de Norte de Santander. Su capital siguió siendo Cúcuta.

Colombia a fines del siglo xnc / 11 descansar en Málaga, se dirigieron a Sogamoso, que se encontraba a cinco días a caballo, subiendo por el escarpado cañón del río Chicamocha, rodeando siempre el macizo de El Co-

cuy. Fue en aquel trecho del camino donde los viajeros advirtieron que algunos jinetes los seguían a cierta distancia. Temiendo lo peor, abandonaron el sendero y se refugiaron en una cueva que encontraron en lo alto del valle, donde se escondieron hasta que pasó el potencial peligro. Esta era una de las anécdotas predilectas de Laureano Gómez, a quien le agradaba recordar que fue en esa cueva donde su padre descubrió una rica veta de rocas de esmeralda. Después de registrar cuidadosamente la ubicación de la cueva, orientada hacia el pico de El Cocuy hacia el nororiente, un pico coronado de nieve y situado a cinco mil metros de altura, juró que algún día regresaría a recuperar el tesoro." Finalmente, la comitiva abandonó la cueva y el cañón, y salió al fresco altiplano de Boyacá. Habían llegado al corazón de ColoMbia. Con relativa rapidez atravesaron los pueblos de la cordillera, Paz del Río, Sogamoso, Duitama y Paipa, para entrar a Tunja, la capital de Boyará, una población de cerca de cinco mil trescientos habitantes." El final de la travesía estaba ala vista. Habían transcurrido más

de tres semanas, de las cuales llevaban dieciséis días a lomo de mula. Pero faltaba todavía una dura prueba. A dos días de camino de Tunja, sobre el campo de batalla donde Bolívar había asegurado la independencia de Colombia sesenta y nueve años antes,

después del pueblo de Ventaquemada, se encontraba otro páramo, el Páramo de Chocontá. Un viajero francés de la misma época registró sus impresiones de este trecho del camino que siguieron José Gómez y sus acompañantes en 1888. . El explorador Gaspard Mollien estaba aterrado por los caminos de Boyacá y, a la vez, lleno de admiración por los colombianos que los desafiaban. Se encontraba especialmente asombrado por el valor de varias de las mujeres de su comitiva, quienes llevaban niños pequeños en brazos: A pesar de los peligros que corrían a cada momento, reían y cantaban con la misma alegría como si hubiesen ido en el mejor de los coches y por la mejor de las carreteras de Francia."

Sobre el paisaje, escribió: En el Páramo de Chocontá hacía frío, y el viento soplaba con tanta fuerza como al borde del mar. Una lluvia fina y fría nos helaba la cara y las manos. La tierra es de color negro; el suelo es ondulado, como el de las dunas, y la

11 Nunca lo hizo. José Laureano Gómez murió en Bogotá dieciséis años más tarde, agradecido sin duda de no blber tenido que recorrer de nuevo los pasos que lo habían conducido hasta allí. 12 Eliseo Redus, Colombia, 2.' ed., Bogotá, Banco de la República, 1958, p. 324. 13 Gaspard Mollien, "Recorriendo la provincia del Socorro", en: Enrique Congrains Martín, ed., Las maravillas de Colombia, vol. 1, Bogotá, Forja, 1979, p. 19.

Y

12 / La modernización en Colombia hierba es tan fina que las huellas de los viajeros desaparecen tan rápidamente como en las arenas de los desiertos africanos."

El europeo se maravillaba del "terrible frío" de las tierras altas colombianas y de la resistencia de la población nativa, que lo soportaba con vestidos ligeros y desdeñaba las fogatas como algo perjudicial para la salud. En una anécdota que bien pudiera haber sido referida por José Gómez, Mollien describe el final feliz de una noche en el páramo, que no comenzó bien. A pesar de estar completamente vestido, envuelto en varias frazadas de lana, y de que ocupaba el lugar más protegido de la choza, "estaba yerto", se sentía desdichado y era incapaz de conciliar el sueño. Por fortuna, como lo recuerda, El anfitrión había tenido la singular idea de criar una cantidad de gatos, y de acostumbrarlos a echarse sobre los pies de los viajeros, de modo que dos de ellos se me subieron encima y, con ayuda del calor de estos animalitos, acabé por reaccionar."

Había transcurrido un mes desde que la familia Gómez salió de Ocaña, pero finalmente Bogotá estaba cerca. Al bajar del páramo por el pueblo de Sesquilé, entraron a la amplia y fértil llanura del altiplano conocida como la Sabana de Bogotá. De cerca de ochenta kilómetros de norte a sur, y cincuenta de oriente a occidente, era el primer llano que habían visto desde

14 /bid, p. 18. 15 Ibíd., p.31.

que salieron de Cúcuta. Cabalgaron lentamente entre campos de maíz, ajonjolí, trigo y cebada, llegando finalmente al pueblo dé Usaquén, a quince kilómetros de la capital. Diez kilómetros más los condujeron a un conjunto de casas en las afueras de la capital, un lugar llamado Chapinero, por el negocio de un herrero cojo que alguna vez existió allí. Desde Chapinero podían ver las torres de la catedral de Bogotá, y pronto divisaron a lo lejos los rojos tejados de la ciudad. En menos de una hora, el paso de sus mulas resonaba sobre el tosco puente que cruzaba la quebrada de San Diego, cerca de la iglesia que daba su nombre al puente y a la quebrada. Las montañas ya estaban cerca; la ciudad estaba enclavada contra una cadena de picos de mil metros de altura que se alzan hacia el oriente. El San Diego y sus quebradas hermanas, la de San Francisco y San Agustín, pocas cuadras hacia el sur, bajaban desde estas montañas y recorrían la ciudad, uniéndose al serpenteante río Bogotá en la Sabana. Es probable que el ruido, la congestión y la sordidez que encontraron José Gómez y sus compañeros cuando llegaron a la capital de Colombia aquella tarde los hubiera asombrado, inmediatamente después de semanas de viaje por parajes selváticos. Aunque apenas contaba con cien mil habitantes, Bogotá estaba concentrada en ciento noventa y tres congestionadas

Colombia a fines del siglo xix / 13

manzanas, dispuestas en forma de rectángulo a lo largo de las montañas. Su densidad, de más de cuatrocientos habitantes por hectárea, nunca sería mayor.'6 El tráfico más pesado era, por tradición, el de la principal arteria de la capital, la Calle Real, que recorría la ciudad de norte a sur, y por donde se encaminaron José Gómez y su comitiva. Multitud de bogotanos se estrujaba en la vía polvorienta y mal pavimentada. La mayor parte de los transeúntes eran sombríos y de baja estatura, hombres y mujeres doblados bajo alguna carga. Sus atezadas facciones revelaban su ancestro indígena. A lo largo de las aceras, los vendedores ambulantes pregonaban sus mercancías, y los mendigos, algunos sentados, otros deambulando, exhibían llagas supurantes, o los pies y manos destrozados por la lepra. Aquí y allá, había borrachos que dormían para reponerse de los efectos de un popular brebaje indígena llamado chicha. Varias plazas se abrían a la Calle Real. En estas también pululaba la gente, pues eran los lugares donde los campesinos vendían sus productos a los moradores urbanos. Sólo recientemente se había prohibido la prácti-

ca de utilizar las principales plazas como mercados, por considerarlo poco higiénico y poco estético. Cansado de ver la basura que se apilaba en el Parque Santander, cerca del centro de la ciudad, un bogotano adornó la estatua del reverenciado Santander-y' con un sombrero de paja y una ruana," y colgó un letrero alrededor de su cuello que decía, "Si no me limpian, me voy". 19 Los concejales respondieron a la amenaza, y cuando José Gómez y su esposa Dolores pasaron por el parque aquella tarde de 1888, estaba relativamente limpia y descongestionada. A la dificultad de recorrer la calle principal de Bogotá, llena como estaba de tráfico humano y animal, se agregaba el hecho de que la estaban excavando a todo lo largo. Estaban instalando los primeros tubos de hierro destinados a llevar agua potable al centro de la ciudad; y nubes de mugre y polvo contaminaban el aire, desagradables subproductos del desarrollo urbano. Durante el año siguiente, casi un tercio de la ciudad habría de recibir el servicio de tubería subterránea, instalada por la recién fundada Compañía de Acueducto de Bogotá." La capital de Colombia era, en

16 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 19. 17 Francisco de Paula Santander, 1792-1840, héroe de la guerra colombiana de independencia, segundo dd)imón Bolívar en el mando. 18 La ruana es el abrigo tradicional del altiplano colombiano. Es una pieza de tela de lana cuadrada con una abertura en la mitad, que se introduce por la cabeza y cuelga sin ceñir. 19 Laureano García Ortiz, Conversando..., Bogotá, Kelly, 1966, p. 313. 20 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 38.



Colombia a fines del siglo xtx I 15

14 / La modernización en Colombia síntesis, todo lo que no era Ocaña. Su bullicio sugería que era el lugar donde podía prosperar un negociante emprendedor, proveniente de un pequeño pueblo, como lo era José Gómez. Mientras meditaba sobre todo esto, el padre de Laureano Gómez condujo a sus acompañantes por la Calle Real, más allá de la Plaza de Bolívar y del palacio presidencial. Atravesaron el maloliente río San Agustín, hasta que llegaron finalmente al barrio Santa Bárbara, donde los aguardaba una casa que había alquilado. Caía la tarde. Las luces de la ciudad comenzaban a encenderse cuando la comitiva de Ocaña llegó a su destino."

Las carreteras de Colombia El viaje de Ocaña a Bogotá había conducido - a José Gómez y a su familia por la rama oriental de las tres cordilleras andinas que atraviesan el país de sur a norte. Si hubiesen continuado más allá de Bogotá, habrían bajado por la Cordillera Oriental al valle del río Magdalena, el vínculo fluvial de Colombia con el mundo exterior. Diseminadas en la parte alta del valle se encuentran las poblaciones de Neiva, Ibagué, Girardot y Honda, siendo esta última

el centro de la navegación río arriba desde el puerto de Barranquilla. Otros dos importantes centros urbanos, Popayán y Cali, están situados a varios días de camino atravesando la Cordillera Central en lo alto del valle del río Cauca. Medellín, la segunda ciudad de Colombia y centro de los cultivos de café que se extendieron rápidamente por aquel entonces, se encuentra a cuatrocientos sesenta kilómetros al norte de Cali. Una ruta frecuentemente utilizada a la capital de Antioquía era la de Puerto Berrio, sobre el río Magdalena. Con excepción de los pueblos sobre este río, más abajo de Honda, prácticamente a todas las poblaciones del interior se llegaba a caballo, a lomo de mula o a pie. Si bien Colombia tenía algunos ferrocarriles dispersos en 1889, eran líneas cortas, utilizadas principalmente para transportar carga a los puertos del río Magdalena." El terreno quebrado y las constantes guerras civiles frustraron el desarrollo económico de la nación durante el siglo xix. Este estancamiento no sólo se evidenciaba en la relativa ausencia de vías férreas, sino en el atroz estado general de las carreteras del país. En Colombia, ese era un hecho que se hacía cada vez más exasperante a medida que los trenes

21 Por aquella época, la iluminación pública de Bogotá era muy insuficiente. Aunque había proyectos en marcha para instalar la luz eléctrica en el centro, los bogotanos todavía se defendían con una mezcla de lámpara de gas carbónico y otros faroles más tradicionales, que utilizaban como combustible el sebo, el alcohol y el queroseno. Ibid., p. 57. 22 Véase William P. McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845 1930, Nueva York, Cambridge University Press, 1971, p. 256, para una tabla donde se sintetiza la construcción de vías férreas en Colombia durante el período comprendido entre 1885 y 1946. -

revolucionaban el transporte en otras repúblicas americanas. A fines del siglo, Estados Unidos tenía la asombrosa cifra de trescientos mil kilómetros de vías férreas, mientras que Argentina tenía veinte mil. Colombia, por su parte, sólo poseía un ridículo recorrido de 565 kilómetros." &ro la incapacidad de Colombia de construir ferrocarriles no se debía a la falta de esfuerzo. En 1884, se hizo un gran intento por conectar Girardot con Bogotá. La compañía estadounidense Baldwin Locomotive Works fue contratada para el suministro de rieles y equipos, y los colombianos prepararon los caminos, los cruces, y construyeron las estaciones. Todo estaba listo, incluso los billetes y las controladoras de billetes en los mostradores de las estaciones, cuando llegó la noticia de que los rieles que habían llegado a Girardot eran demasiado pesados para transportarlos a lomo de mula. Se tomó la decisión de fabricar rieles más pequeños en la acería recientemente inaugurada de Subachoque. Pero la guerra civil estalló a comienzos de 1885, lo cual ocasionó una suspensión del proyecto que tardó veinticuatro años." Avanzado ya el siglo xix, la carretera más importante de Colombia,

aquella que comunicaba a Honda con la capital, tenía trechos tan descuidados que había transportadores humanos para cargar a los viajeros en aquellos sitios en que era peligroso induso atravesar a lomo de mula." Un ingeniero norteamericano que viajó por lo que describió como "la llamada carretera de la capital a Honda" en la década del sesenta, encontró que los bienes importados de Estados Unidos eran a menudo menos costosos en Honda que los mismos artículos traídos de la Sabana de Bogotá." Veinte años más tarde, un comisionado de comercio, William Elroy Curtis, fue enviado al sur por el presidente de Estados Unidos, Chester A. Arthur, "para establecer relaciones comerciales y políticas más cercanas con nuestros vecinos hispanoamericanos". Curtis describe la manera como se transportaban a Bogotá implementos agrícolas, carruajes y otros vehículos de pasajeros, "todos importados de Estados Unidos o de Inglaterra": Son llevados a Honda en barcos de vapor, empacados en pequeñas secciones, y luego acarreados por las montañas pieza por pieza. Un peón lleva una rueda, otro un eje, un tarero una pértiga de acoplaje, y las tuercas

23 lbíd. 24 Alfred Hettner, Viajes por los Andes colombianos, Bogotá, Banco de la República, 1976, pp. 106-107. 25 Una ilustración popular de esta manera de viajar muestra a un viajero barbado y con botas, destilando ¡gua del ala de su sombrero de paja, sentado impasiblemente en una silla atada a la espalda de un silletero descalzo. El joven, con una vara en la mano, se abre camino por una trocha andina llena de lodo; la carga está apoyada en su espalda y sostenida por una ancha banda que le atraviesa la frente. Véase E. Congrains Martín, Op. cit., vol. 4. 26 W. E McGreevey, Op. cit., p. 245.

16 / La modernización en Colombia y tornillos se empacan en pequeñas cajas en la carga de las mulas. La parte superior o cuerpo dei vehículo se desarma de igual manera y se empaca por secciones. Es posible que un hombre tarde un mes en transportar una rueda de vagón desde Honda hasta la planicie. Su método es cargarla cincuenta o cien pasos, descansar y seguir, con lo cual recorre algunas veces menos de dos millas al día." Otro visitante, que escribe en el año del nacimiento de Laureano Gómez, describe las terribles consecuencias económicas de la primitiva red de transporte del país: Quizás el principal impedimento a la

extensión del comercio en Colombia durante el año pasado fue la terrible condición en la que se encuentran las principales carreteras del país. Se ha permitido, por negligencia, que la carretera entre Honda y Bogotá, sin duda la más importante de Colombia, haya llegado aun estado en el cual es casi intransitable [-J. El tiempo que se emplea en transportar bienes en esta corta distancia es mayor del que toman de Europa a Honda."

El camino mismo fue descrito por William E. Curtis como "alternando entre profundos valles e impresionantes picos montañosos". Había lugares, escribía, donde era [...] poco más que una trocha, ni siquiera lo suficientemente ancha en

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algunos sitios para que cupieran dos mulas, y tan tortuoso y lleno de precipicios que resultaba intransitable excepto a lomo de animales especialmente entrenados." Curtis admitió, no obstante, que los inconvenientes y dificultades del viaje eran compensados por el cautivador paisaje. Este, sin embargo, era un pobre elogio, particularmente para los oídos de hombres como José Laureano Gómez y todos los que estaban impacientes porque Colombia llegara a la modernidad.

Colombia en La Regeneración Cuando llegó la década del nacimiento de Laureano Gómez, los dirigentes colombianos desesperaban por su capacidad de lograr orden y progreso. Desde la época en la que el Partido Liberal había llegado al poder, en 1860, y luego había impuesto a la nación una constitución notable por su extremo federalismo y por la debilidad del gobierno central, la Constitución de Rionegro de 1863, Colombia se había sumido en un letargo interrumpido únicamente por enfrentamientos esporádicos de naturaleza partidista, uno de los cuales creció hasta convertirse en una revolución a gran escala. En la derrotada revolución conservadora de 1876, los soldados rebeldes marcharon con

27 Wyilliam Elroy Curtis, The CapitaLs of Spanish America, Nueva York, Harper asid Brothers, 1888, pp. 224-248. En este pasaje, Curtis cita libremente del informe de un enviado estadounidense anterior, el señor Scruggs. 28 W. P. McGreevey, Op. cit., pp. 245-246. 29 W. E. Curtis, Op. cit., p. 241.

imágenes de Jesús y del papa Pío IX, y su dominio mundial, no había tenido con estandartes que proclamaba su lu- lugar todavía en Colombia. El debate cha en nombre de Dios. Miembros de político era allí una "conversación enla comunidad eclesiástica apoyaron tre caballeros", como lo dijo un escriabiertamente la sublevación, una de tor.3 ' La controversia sobre los princuyas causas fue la legislación liberal cipios liberales y conservadores era un que promovía la educación laica." asunto interno de las élites, en el cual Los miembros de la élite colombia- los dirigentes tradicionales de la sona eran sinceros en sus creencias poli- ciedad luchaban por imponer sus ideaticas: los liberales enfatizaban en la des- les, mientras que marchaban a la cacentralización del poder del Estado, en beza de ejércitos de campesinos, cuyos la economía y en la libertad perso- 'dirigentes eran ante todo clientes y, nal, mientras que los conservadores en segundo lugar, compañeros de defendían las prerrogativas de la Igle- ideología. sia y se oponían a la secularización y Bajo estas circunstancias, no debe al debilitamiento de las jerarquías so- sorprendernos que, para 1888, los ciales. No obstante, el debate en Co- liberales colombianos no hubieran lombia entre liberales y conservado- grado el éxito de sus contrapartes eures poseía cierta artificialidad. Si bien - ropeas. Su movimiento no sólo había los miembros de los bandos opuestos sido gravemente debilitado por la au-

luchaban por el control del Estado, sencia de una clase media independerramando sangre y malgastando sus diente, sino que sus programas eran 'escasos recursos, lo hacían dentro de obstaculizados constantemente por un un contexto social que no había cam- Partido Conservador coherente y agrebiado desde la época de la Colonia. sivo, que gozaba de un apoyo consiNo había una clase media emergen- - derable entre el campesinado. Los te, como sucedía en Europa, donde conservadores habían tenido la astulos triunfantes revolucionarios burgue- cia de volver el alardeado federalismo ses habían obligado a los antiguos re- de los liberales contra ellos. En cuangímenes a liberarlos de las restriccio- to fue aprobada la Constitución de nes feudales y a concederles una voz 1863, arrebataron al partido de goen el gobierno. El proceso de diversi- bierno el control de varios importanficación social, nacido de la revolu- tes departamentos." ción comercial a la que Europa debía Especialmente irritante para los

30 Manuel Briceño, La revolución (1876-1877): recuerdos para la historia, ed., Biblioteca de Historia Nacional, Lxxvii, Bogotá, Imprenta Nacional, 1947, pp. 212-322, passim. 31 Alexander W "Conversations Among Gentlemen: Oligarchical Democracy in Colombia", en: Juan J. Linz y Alfred Stepan, eds., The Breakdown of Democratic Regimes: Latin America, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1978, pp. 28-81. 32 H. Delpar, Op. di., p. 57. El más importante de ellos era el grande y vigoroso departamento de Antioquia. El otro, el departamento adyacente, Tolima.

Colombia a fines del siglo xnc I

18 / La modernización en Colombia liberales era su fracaso en el campo de la economía. Durante al menos cien años, había sido artículo de fe entre los liberales del mundo occidental que el libre intercambio, a través de la baja de aranceles y de otras limitaciones artificiales, fortalecería el comercio. Una nación como Colombia actuaría con base en sus ventajas naturales, suministrando productos como tabaco, quina y café al mercado mundial, y aseguraría así su posición en la red de comercio occidental. La teoría era correcta en el sentido de que las materias primas gozaron de una comparativa ventaja de precios sobre los bienes manufacturados durante las últimas décadas del siglo xix." Ejemplo de lo anterior fueron las bonanzas producidas por la carne argentina, el trigo canadiense y los fertilizantes pe- ruanos, que atrajeron grandes sumas de capital extranjero a estos países durante la década del ochenta. Sin embargo, Colombia no había sido capaz de aprovechar estas condiciones favorables. Durante la década del setenta," las exportaciones de café habían aumentado, pero a un ritmo muy lento. Para el año 1880, los precios del tabaco y la quina estaban cayendo y existía una grave escasez de capital de inversión debido a las leyes que autorizaban la exportación de lingotes de oro, la adherencia al patrón oro, y

la ausencia de un sistema bancario nacional." Confrontados por el fracaso de los programas políticos, económicos y sociales del liberalismo, influyentes miembros de la élite colombiana se prepararon para emprender una drástica reestructuración del Estado. Esta tarea, que llegó a ser conocida como La Regeneración, le correspondió al político liberal Rafael Núñez, elegido presidente en 1880. Núñez se había dedicado activamente a la política durante cerca de treinta años, desempeñándose inicialmente en los gabinetes conservadores durante la década del cincuenta. Poco después de que los liberales llegaran al poder, tras la guerra civil de 1860, Núñez salió de Colombia para actuar como representante comercial en Estados Unidos, y más tarde en El Havre y Liverpool. Durante los once años que pasó en el extranjero, meditó sobre la política nacional, mientras mantenía su visibilidad política a través de ensayos publicados en los diarios colombianos. Cuando regresó al país en 1874, y en vísperas de otra guerra civil, Núñez intensificó su crítica a la turbulencia política que asolaba a Colombia. El objetivo principal de sus escritos era mostrar que el progreso económico y un mayor control estatal estaban inextricablemente ligados. Para 1878,

33 Véase W. W. Rostow, Op. cit., pp. 95-99. 34 Indalecio Liévano Aguirre, Rafael Núñez, Bogotá, Compañía Grancolombiana de Libros, 1946, p. 373, ofrece la siguiente cifra de sacos de cincuenta kilos de café exportados durante los últimos arios de la década del setenta así: 1876, 57.147; 1877, 36.999; 1878, 76.807; 1879, 77.645. 35 lbíd., pp. 107-116.

Núñez dirigió una facción liberal reformista, conocida como los independientes. Aquel ario, pronunció un discurso en el que advirtió: "Hemos llegado a un punto en que estamos confrontando este preciso dilema: regeneración administrativa fundamental, o catástrofe"." En concepto de Núñez, la disolución de Colombia era una posibilidad real: En vez de la gran frontera nacional, tenemos muchas fronteras locales. En vez de un ejército, tenemos nueve; y cada dos años, con motivo de las elecciones, se habla de proyectos de campaña de un Estado contra otros, o contra la autoridad en general."

Cuando fue elegido para su primer período presidencial de dos años, en 1880, Núñez emprendió un programa que, ocho años después, habría de fortalecer al gobierno central a expensas de los departamentos, renovaría y reforzaría los vínculos entre la Iglesia y el Estado, y abandonaría las políticas extremas del laissez faire. A los independientes liberales de Núñez se unieron conservadores moderados, y las dos facciones habrían de proclamarse como el "Partido Nacionalista" en 1888." El movimiento de Rafael Núñez hacia la derecha reflejaba a la vez su metamorfosis personal y el giro hacia

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el conservatismo que se dio en todos los países occidentales a fines del siglo xlx. Entre las fuerzas que explican este cambio estaba el temor de las élites de que la democracia, de no ser controlada, llevara al gobierno de "la chusma". Un personaje de la estatura de John Stuart Mill se convenció, durante la década del setenta, de que las masas debían ser refrenadas mediante recursos tales como el de dar un mayor peso al voto de las Bases adineradas." Colombia, desde luego, no tenía un proletariado agresivo en la época en que Mill invocaba límites para la democracia británica. Pero el reciente conservatismo de Mill y de muchos otros liberales europeos hizo más fácil que hombres como Núñez encontraran un terreno común con los conservadores, quienes siempre habían desconfiado de la democracia. Los liberales occidentales hallaron motivos para su giro hacia la derecha, en el complejo ideológico conocido comopositivismo. El historiador Charles Hale ha explicado que los liberales latinoamericanos encontraron consuelo en las enseñanzas de Augusto Comte, según las cuales la humanidad avanza inexorablemente hacia una era de bienestar generalizado, caracterizada por un manejo racional, "científico",

36 Rafael Núñez, La reforma política en Colombia, vol. 1, Bogotá, Biblioteca Popular, s.f., p. 87. 37 lbíd., pp. xi-xii. 'Indrade, "Estudio preliminar", en: Carlos Valderrama Andrade, ed., 38 Carlos Valderram&S Miguel Antonio Caro, ducursos y otras intervenciones en el Senado de la República, 1903-1904, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1979, p. 21. 39 Anthony Arblaster, The Rise and Decline of Western Liberalism, Oxford, Basil Blackwell, 1984, pp. 279-280.

20 / La modernización en Colombia de la política y de la sociedad." Bien daderas necesidades y refleje las insea a través de acuerdos institucionales clinaciones de la gran mayoría del o mediante la imposición de una dic- pueblo colombiano"." La Constitución redactada por la tadura benévola, los dirigentes progresistas estaban seguros de que po- Asamblea Constituyente de Núñez y drían forzar el ingreso de sus países a presentada a la nación a mediados de la edad moderna. En México, Porfirio 1886, reflejaba el giro estatista y conDíaz y su camarilla de tecnócratas, los servador de fines del siglo xix en el "científicos", supervisaban la indus- pensamiento político latinoamericano. trialización del país. El desarrollo de Fortalecía el gobierno central, espeBrasil fue dirigido por una élite mi- cialmente las funciones presidenciales. litar que llegó incluso a inscribir el Muchos de los cargos que anteriormenlema de Comte, "orden y progreso", , te habían sido de elección se conviren su bandera nacional. En Colom- tieron en cargos de designación. Se bia, fue Rafael Núñez, El Regenerador, introdujeron nuevas restricciones al quien sentó las bases del progreso en derecho de voto y a la libertad de exuna nueva Constitución nacional, re- _ presión. De especial importancia fue dactada en 1886. renovado énfasis que se le dio a la La Constitución de 1886 se convir- Iglesia como una de las principales tió en una realidad durante el segundo instituciones del gobierno. Aunque perperíodo de Núñez como presidente. sonalmente era un escéptico, Núñez Los miembros del ala izquierda de su adoptó una concepción funcional de la partido, los radicales, se sublevaron religión, a la que consideraba como un contra el gobierno a comienzos de instrumento para armonizar los inte1885, poco después de haberse pose- reses de clase —la "pelea a cuchilladas sionado Núñez. Estaban enojados con entre las masas y la élite socioeconómila traición de Núñez a su causa, ma- ca" que había observado durante sus nifiesta en el nombramiento de con- años en Europa—. 42 Propugnaba por servadores en altos cargos de gobier- un cristianismo práctico que habría de no. La sublevación fue aplastada sin llenar el "vado moral" que percibía dificultad y, en diciembre de aquel mis- en la sociedad moderna. Fue con ese mo año, Núñez pudo anunciar que la ánimo que apoyó las disposiciones Constitución liberal de Rionegro ha- constitucionales que hacían del catobía "dejado de existir". "Pronto el licismo romano la religión del Estapueblo se dará una nueva Constitu- do, y exigían que toda la educación ción", agregó, "que satisfaga sus ver- pública en Colombia se ajustara a la 40 Charles A. Hale, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, pp. 382-414. 41 Citado en H. Delpar, Op. cit., p. 31. 42 I. Liévano Aguirre, Op. cit., p. 319.

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doctrina de la Iglesia. Un año después de la ratificación de la Constitución, Colombia había firmado un Concordato con el Vaticano, que le confería a la Iglesia considerable libertad respecto del control estatal, asignaba recursos nacionales al mantenimiento de sus obras, y le devolvía propiedades confiscadas durante la época de los go.,biernos liberales." Núñez creía que él era el hombre que necesitaba Colombia para reconciliar y armonizar las instituciones nacionales. Al unir la Iglesia y el Estado, y a los dos partidos, consideró que desempeñaba un papel necesario para allanar el camino para la evolución de su país hacia el estado de desarrollo alcanzado por naciones como Inglaterra y Estados Unidos. Suscribía la idea de Herbert Spencer, según la cual los individuos son parte orgánica de la sociedad en general. Su progreso personal, así como el de la sociedad, necesariamente se consigue mediante la armonía y no mediante la lucha. La prudencia, la moderación y la moralidad eran cualidades que Núñez deseaba integrar a las instituciones colombianas. Escribió que "[...] estas seis palabras: justicia, seguridad, orden, estabilidad, libertad y progreso, tienen para el filósofo un mismo e idéntico significado"." Tres años antes de poder llevar a cabo su reforma, Núñez escribió un

ensayo donde ofrecía una justificación económica de la misma. Titulado "Trabajemos juntos", comenzaba con una sombría evaluación del atraso de la economía colombiana: Carecemos de seria industria doméstica, porque no tenemos maquinaria, ni arte, ni plena seguridad, ni otras cosas más indispensables, y debemos importar para nuestro consumo más de 12 millones de pesos anuales, que hoy no podemos pagar, porque lo costoso y tardío del transporte coloca nuestros productos exportables en el exterior en condiciones muy desventajosas respecto de las que reúnen los productos similares de otros países."

Señalaba que México, Argentina y Chile habían entrado en una nueva era gracias a los ferrocarriles, que les permitieron alcanzar paz y prosperidad. "Para Colombia", concluye, "ha llegado el momento, pues, de entrar en la corriente, si no queremos quedarnos clavados como postes en la ribera inmóvil y árida". Continuando con la metáfora, compara a Colombia con un navío presa de una peligrosa tormenta, que se aproxima a un promontorio: "y lo doblamos resueltamente, o sucumbimos"." La reforma económica ocupaba un lugar destacado en La Regeneración. Entre las primeras medidas adoptadas por Núñez para estimular la economía

43 El texto del Concottliato de 1887 se encuentra en J. Lloyd Mecham, Church and State in Latin America, Revised edition, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1966, p. 224. 44 R. Núñez, Op. cit., p. 357. 45 Ibíd., p. 387. 46 ltdd., pp. 393-394.

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22 / La modernización en Colombia estuvo la creación del Banco Nacional en 1881. Aproximadamente por la misma época, retiró a Colombia del patrón oro y pronto introdujo el uso del papel moneda. 47 Impuso tarifas para promover la naciente industria, así como impuestos internos que incrementaron los ingresos nacionales, aunque no lo suficiente como para eliminar el déficit." Núñez se esforzó también por promover la construcción de vías férreas, pero sus primeros intentos se vieron frustrados por la sublevación liberal de 1885. Sin embargo, continuó con su empeño y, para fines de la década del noventa, Colombia contaba con cerca de 650 kilómetros de vías férreas, más del doble de las tendidas hasta 1885. 49 Élites modernizadoras

La Regeneración consistió en una serie de medidas a través de las cuales las élites modernizadoras racionalizaron el Estado con el fm de alcanzar el progreso que consideraban deseable, necesario e ineludible. Era parte de un proceso de construcción del Estado que continúa actualmente, si bien en una atmósfera menos impetuosa que la del eurocéntrico mundo de los tiempos de Núñez. Los académicos moder-

nos señalan que Núñez y sus sucesores inmediatos no consiguieron gran cosa mediante sus reformas. Núñez no pudo captar mucho dinero con su arancel proteccionista, el Banco Nacional parecía generar sólo inflación, y la industrialización fracasó porque no había una infraestructura que la apoyara.5° Y El Regenerador no llevaba aún diez arios en su tumba cuando una nueva serie de desastres habría de azotar a la nación. No obstante, los colombianos no podían saberlo a comienzos de la década del noventa. Para ellos, el futuro no parecía tan sombrío. En efecto, muchos se veían animados y complacidos por los cambios que observaban a su alrededor. Típico de la optimista era de La Regeneración en Colombia fue Julio Palacio, de dieciocho años, quien se jactaba, en 1890, de haber "roto las marcas" en su viaje de cuatro días de Bogotá a Barranquilla, situada en la costa Caribe. Un trecho de noventa kilómetros, de Facatativá, en la Sabana de Bogotá, hasta Honda, había sido recorrido en sólo catorce horas. Esto sólo podía hacerse por una carretera enormemente mejorada respecto a la que existía diez años atrás. En Honda, Palacio observó "la intensa, casi febril" actividad del puerto ribereño, una de las primeras consecuencias de

47 W. P. McGreevey, Op. cit., p. 107. 48 Los impuestos produjeron de cinco a seis millones de pesos entre 1881 y 1883; los gastos correspondientes a este período fueron cerca de dieciséis millones de pesos. Luis Ospina Medellín, Santafé, 1955, p. 277. Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, 49 Ice., pp. 280-281. 50 Estos son los argumentos presentados por Jorge Orlando Melo, "La evolución económica de Colombia, 1830-1900", en: J. G. Cobo Borda y J. E. Ruiz, eds., Manual de Historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1979, pp. 203-205.

la bonanza de las exportaciones de café, que habría de revolucionar las finanzas nacionales durante las siguientes décadas." Las exportaciones de café se triplicaron durante los ocho años comprendidos entre 1887 y 1894, pasando de 111 mil a 338 mil sacos. Para 1898, el total ascendió a más de medio millón de sacos." En opinión de Antonio Roldán, un prominente político "nacionalista" de la época, fue el régimen del papel moneda de Núñez lo que alimentó la expansión del cultivo del café. Su única queja era la escasez de mano de obra, ocasionada por el traslado de los campesinos quienes, animados por las leyes agrarias aprobadas en las décadas del setenta y del ochenta, se mudaron a las frescas laderas donde se daba el café." Había otros indicios del progreso industrial que anhelaban los dirigen. tes colombianos. Tanto la Escuela Nacional de Minas como la Sociedad Colombiana de Ingenieros se fundaron en 1887. Dos años más tarde, la United Fruit Company se incorporó a Colombia, y aquel mismo año se estableció una planta para la producción de ácido sulfúrico en Bogotá. En 1891 se fundó la cervecería Bavaria en las afueras de Bogotá." Ésta representaba un progreso tangible y especialmente bienvenido. Por prime-

ra vez, los colombianos tenían acceso a una bebida higiénica, mucho más segura que la bebida indígena fermentada, la chicha, preparada en condiciones altamente insalubres. La nación estaba, en síntesis, lenta y dolorosamente, asumiendo los arreos de la vida moderna. Un daro indicio de que los tiempos estaban cambiando apareció bajo la forma de avisos de prensa que anunciaban los nuevos productos de la tecnología moderna. Conscientes, incluso en la década del noventa, de que el apoyo a las celebridades locales aumentaría las ventas, los comerciantes de los nuevos productos importunaron a conocidas figuras locales para que hablaran a favor de sus mercancías. Bavaria, la nueva cervecería, se aseguró el apoyo del ministro de relaciones exteriores, Marco Fidel Suárez. En Suárez tenían a una de las lumbreras de la política de la era de La Regeneración, un protegido del presidente encargado Miguel Antonio Caro. Suárez complació a los ejecutivos de Bavaria con el siguiente respaldo: Certifico que con el uso de la cerveza Bavaria me he mejorado mucho de una dispepsia que sufro hace algún tiempo. Las cervezas extranjeras, en vez de producirme este resultado, me producen el contrario.55

51 Julio H. Palacio, Historia de mi vida, Bogotá, Camacho Roldán, 1942, pp. 178-182. 52 I. Liévano Aguirre, Op. di., p. 372, ofrece las siguientes cifras para la producción de café colombiano a fines de la década del ochenta y comienzos de la del noventa: 1887, 110.866; 1894, 33726; 1895, 358.341; 1896, 475.356; 1897, 459.461; 1899, 531.432 (sacos de cincuenta kilos). 53 /bid., p. 360. 54 L Ospina Vásquez, Op. cit., pp. 308-309. 55 J. H. Palacio, Op. cit., p. 176.

24 / La modernización en Colombia Este hecho incitó a otro literato bo- durante la década del noventa, la tigotano a escribir, en un periódico de rada promedio de la prensa era sólo la ciudad, reprochando al ministro de mil copias. En una capital cuya su falta de elegancia, incluso su mal población alfabetizada no superaba los gusto, al escribir "Sufro de dispep- tres mil habitantes, y cuya élite intesia" y advirtiendo a Suárez que po- lectual estaba constituida por unos ponía en peligro su bien ganada repu- cos cientos de personas, los altos funtación como gramático y estilista cionarios del gobierno citaban bien y literario. Al día siguiente, Suárez con propiedad a los clásicos en dereplicó en un extenso artículo lleno fensa de su estilo literario. Fue este de referencias a los clásicos, en el que tipo de cosas lo que llevó a los bogotademostraba ampliamente que era nos a llamar a su ciudad la Atenas perfectamente correcto escribir, "Su- Suramericana. Dado el carácter cerrado de la élite fro de dispepsia"." Esta era la atmósfera pueblerina colombiana del siglo xix, no es de sorde la capital colombiana cuando na- prender que el famoso Marco Fidel ció Laureano Gómez a fines del siglo. Suárez fuese amigo de José Laureano En la época de este animado y culto Gómez, el irascible comerciante de intercambio, Bogotá contaba apenas joyas recientemente llegado de Sancon 85 mil habitantes, y otros 50 mil tander. Tampoco es de sorprender en su entorno inmediato." Y esta po- que Suárez ocasionalmente visitara la blación continuaba siendo notable- primera residencia de los Gómez en mente indiferenciada, como lo evi- la carrera Sexta, a pocas cuadras del dencian varios aspectos de las palacio presidencial y de los ministecampañas publicitarias de la cervece- rios de gobierno. Y la oficina de Suáría Bavaria. La mayor parte de los re- rez, en el Ministerio de Relaciones sidentes, cerca del 80%, no podían Exteriores, se encontraba a sólo dos leer el elogio que hacía Marco Fidel cuadras de la residencia de los Gómez. Suárez de la cerveza Bavaria. Pero Fue así como Suárez, futuro presidenesto carecía de importancia, pues la te de Colombia, llegó a conocer al fumayor parte de la dase baja colom- turo presidente Laureano Gómez, biana no podía permitirse el lujo de cuando éste contaba sólo con dos años comprar los periódicos ni la costosa de edad. Con el transcurso del tiemcerveza embotellada. El tamaño del po, se veían con frecuencia. Ciertaestrato superior de la sociedad colom- mente, se vieron con excesiva frecuenbiana se deduce del hecho de que, cia para el gusto de Suárez.

56 Ibkl., pp. 176-177. 57 E. Reclus, Op. cit., p. 193. José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santa Fe de Bogotá, Madrid, Aguilar, 1957, sostiene que la población ampliada de Bogotá en 1893 era de ciento cincuenta y tres mil habitantes.

Colombia a fines del siglo xix I 25

Lugar de nacimiento Laureano Gómez era el tercero de los seis hijos de José Gómez y su esposa Dolores." Cuando aún no había cumplido un mes de edad, sus padres lo llevaron a la iglesia del barrio Santa Bárbara, a tres cuadras de su casa por la carrera Sexta, donde fue bautizado Laureano Eleuterio Gómez Castro. El joven sacerdote Carlos Cortés Lee ofició la ceremonia." José Gómez prosperó en su negocio y pronto pudo mudarse con su creciente familia de su modesta casa de un piso en la carrera Sexta, a una imponente estructura de dos pisos en la carrera Séptima." La ubicación de esta nueva casa fue especialmente afortunada. Dado que estaba situada detrás de su residencia original, a la que se accedía a través de un portal abierto en un muro común trasero, las posesiones familiares sólo hubieron de ser trasladadas unos pocos metros a su nueva morada.61 Espaciosa y de estilo colonial, estaba situada en la principal avenida de la capital, conocida como calle Real, calle de la Carrera o, sencillamente, Séptima. Por el hecho de encontrarse al frente de la plaza de la histórica

iglesia San Agustín, en ocasiones se referían a la cuadra donde estaba la casa por su nombre colonial, el Camellón de San Agustín. A media cuadra se encontraba el puente que cruzaba el río San Agustín. A la izquierda, en la siguiente cuadra, se alzaba el Palacio de la Carrera, residencia del presidente de Colombia. Tres cuadras arriba, sobre la carrera Séptima, estaba el epicentro de la ciudad, la Plaza de Bolívar. En el costado sur de la plaza se hallaba el Capitolio, y en su costado oriental la catedral. Al lado de la catedral, cruzando la carrera Séptima desde el Capitolio, estaba el Colegio de San Bartolomé, una escuela dirigida por los jesuitas, a la que habría de asistir más tarde Laureano Gómez." La casa San Agustín fue el hogar de Laureano Gómez hasta cuando la dejó para formar su propia familia más de veinte años después. Al igual que muchas otras casas similares del centro de Bogotá, tenía altas puertas de madera, ventanas de postigos, y un

balcón que ofrecía una vista de la ciudad y de sus alrededores, así como de las montañas que bordeaban el altiplano cerca de treinta kilómetros

58 Los hijos fueron, en orden de edad, Ana Josefa, Anatolia, Laureano, José (Pepe), Jesús y Dolores. Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1984. 59 El padre Cortés Lee, quien ofició el bautismo el 15 de abril de 1889, se habría de convertir en uno de los principales dirigentes espirituales de Colombia, y se hizo famoso por su elocuencia y sus escritos religiosos. 60 Es probable que ambas casas fueran alquiladas. Poco se sabe de la naturaleza específica del negocio de José.)Gómez, excepto que involucraba comercio al detal, especialmente en joyas localmente trabajadas. Es posible también que prestara dinero. 61 Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1984. 62 Los planos de Bogotá de 1792, 1852 y 1965 están agrupados en las páginas 122-123 de Eduardo Acevedo Latorre, ed., Atlas de Colombia, Bogotá, Litografía Arco, 1967.

26 / La modernización en Colombia

Colombia a fines del siglo xix I 27



al occidente. El portón se abría sobre un zaguán, o pasillo corto, que llevaba al espacioso patio central. Detrás de éste, por otro pasillo, se llegaba a un patio más pequeño con la cocina y el lavadero, que daba acceso a las habitaciones de los sirvientes. Detrás de la casa había un espacio abierto y sin pavimento, el solar. Tenía un gallinero, cuerdas para colgar la ropa, una pequeña huerta de hierbas aromáticas y la miscelánea necesaria para el mantenimiento de la casa. El salón, el comedor, la oficina de José Gómez y varias habitaciones más se abrían sobre el patio principal. Las habitaciones de la familia se encontraban en el segundo piso. Por el costado izquierdo había un balcón que se extendía a lo largo de la casa sobre el patio, donde se recibía el sol de la tarde en aquellos días en los que el cielo estaba despejado. Aquél era el lugar predilecto de Dolores de Gómez. A menudo se sentaba en el balcón, ocupada con su costura y conversando con las señoras de la comunidad de Ocaña que vivían en Bogotá, quienes la visitaban para compartir taus de chocolate caliente o de tinto. La vida era placentera en la gran casa cerca del puente de San Agustín. Las mañanas resonaban con las lecciones de los niños pequeños quienes, en aquella época, recibían educación primaria en su hogar. Bajo la tutela de su madre, Laureano y sus hermanas aprendieron a leer, a escribir, matemáticas básicas y rudimentos de geografia y literatura. Se prestaba especial atención a la instrucción de Laureano pues, por ser el hijo mayor, sería el primero en obtener su

diploma de secundaria, el bachillerato, un objeto preciado al que sólo una

pequeña minoría de colombianos tenía acceso. Los niños pasaban las tardes estudiando o jugando en el agradable patio central, lleno de jaulas de pájaros, flores y arbustos en macetas. Dolores de Gómez y sus hijos permanecían cerca de la casa, pues las calles les pertenecían a los hombres y a los miembros de las clases bajas. Los sirvientes salían por lo general para hacer las compras necesarias, y un desfile de vendedores ambulantes ofrecían su mercancía en carretas que atravesaban regularmente el distrito residencial. Las únicas incursiones al mundo exterior tenían lugar los domingos, cuando cruzaban la calle para oír misa. Aquellas ocasiones eran de especial importancia para Laureano quien, después de cumplir cinco años, ayudaba en la misa como acólito. Así transcurrían los días para la familia del comerciante José Laureano Gómez. Seguro en su casa de dos pisos, el joven Laureano sólo tenía que aguardar el día en que, libros en mano, ingresara a la vida de la dudad. José Gómez no era un miembro de la élite adinerada de Colombia. No poseía riqueza en tierras, ni estaba directamente involucrado en la industria del café. Sin embargo, él y su familia eran miembros de la clase alta colombiana, así no fuese más que por la casa que alquilaron desde comienzos de la década del noventa hasta 1916. Había únicamente cuatrocientas casas de dos o más pisos en Bogotá por aquella época, y el alquiler de una de ellas, en una ubicación privilegiada como la de

la casa de San Agustín era, en promedio, de doscientos pesos mensuales.° Esto representaba veinte veces el salario mensual promedio de un trabajador capacitado, y era igual al salario total del alcalde de la ciudad." Los ciudadanos más acaudalados de Bogotá se distinguían fácilmente de la población en general, a fines del siglo xix. No sólo habitaban en los ve-

cindarios del centro en casas imponentes, sino que habitualmente eran más altos y blancos que sus conciudadanos, ya que eran criollos —personas de ascendencia europea—, o bien, como la familia Gómez, mestizos de ancestro predominantemente europeo. Usaban las últimas modas europeas, vestidos que compraban en almacenes exdusivos situados en la calle de Florián, al norte de la Plaza de Bolívar. Los extranjeros que visitaban a Boga tá observaban que los miembros de la élite se esforzaban por distanciarse de los otros ciudadanos. William Curtis, quien dirigió la misión comercial de Estados Unidos a Colombia en la década del ochenta, advirtió que, cuando se trataba con la dase alta, "es absolutamente necesario hablar francés para entenderse". Observó también que sus esfuerzos por diferenciarse se extendían incluso a las comidas —o

al menos a las comidas que servían a los visitantes extranjeros—: "Las quebradas están llenas de peces, y las montañas de caza; sin embargo, la gente prefiere el tocino y el bacalao a los lujos naturales de su país".° En opinión de Curtis, los miembros de la élite, para quienes los via-

jes a Europa y los estudios avanzados allí eran la norma, preferían a Francia por sobre otros países. Otro extranjero, el alemán Alfred Hettner, quien vivió de 1882 a 1884 en Colombia, coincidió en afirmar que si bien los habitantes más adinerados de Bogotá visitaban a Inglaterra o a Estados Unidos por razones comerciales, París era su destino predilecto. TM El 'hecho de que ni José Gómez ni su esposa hubieran viajado nunca a Europa sugiere que no pertenecían al estrato social más alto de la ciudad.° Alrededor de los exclusivos barrios residenciales del centro se encontraban los hogares de la clase media. Tenderos, comerciantes y funcionarios del gobierno vivían en modestas casas de un piso, más pequeñas en todos los aspectos que las mansiones de balcones de los ricos. El alquiler mensual de una casa de techo de teja oscilaba entre los sesenta y los ciento veinte pesos, cifra mucho mayor al salario

63 A. Hettner, Op. cit., pp. 83-84. 64 Miguel Urrutia y Mario Arrubla, Compendio de estadísticas históricas de Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1970, pp. 47, 55-56. 65 W. E. Curtis, Op. cit., pp. 248, 252. 66 A. Hettner, Op. cit.,Qit. 91. 67 Laureano Gómez no pudo viajar a Europa hasta después de haber llegado a la edad madura. La herencia que recibió de su padre, quien murió en 1905, no fue cuantiosa. Gómez y su familia partieron para una larga estadía en Europa en 1928, poco después de la muerte de su suegro. Su destino principal fue París.

28 / La modernización en Colombia mensual promedio de un bogotano que tuviera un empleo de cuello blanco." Esto obligaba a las familias a recibir arrendatarios o familiares para pagar el alquiler. A Alfred Hettner le impresionaron los alquileres en Bogotá, pues eran más altos que en la mayoría de las ciudades alemanas. El hecho de que sólo hubiera tres mil casas de uno y dos pisos en Bogotá, en una época en la que su población llegaba a cien mil personas, sugiere que se daban condiciones de aglomeración y presión al alza de los alquileres. Muchos de los miembros de la dase media baja eran tenderos que vivían en la parte de atrás de sus establecimientos, que se alquilaba hasta por ochenta pesos mensuales." Las condiciones de vivienda eran inhumanas si las juzgamos con criterios modernos, pues la gente carecía de instalaciones adecuadas para el aseo y la cocción de los alimentos. Los desperdicios de las casas, por lo general se botaban a la calle, y los desechos de la noche se depositaban en desagües que corrían por el centro de las calles de la ciudad. Como la mayor parte de las edificaciones de la época eran construidas con ladrillos de adobe sin cocer que absorbían la humedad, eran frías y húmedas, e insalubres durante todo el año. La mayoría de los bogotanos de fines del siglo xix pertenecían a las da-

Colombia a fines del siglo xix / 29 ses bajas. Vivían aún más lejos del centro, en congestionadas chozas de techo de paja. Su dieta y estilo de vida eran sencillos, pues induso los trabajadores capacitados ganaban, en aquella época, un promedio de quince pesos mensuales, y los artesanos veinte." El vestido distinguía y diferenciaba a la clase baja de las clases media y alta. Estos últimos usaban trajes europeos, mientras que los primeros llevaban alpargatas, sombreros de paja y ruanas. La dase baja de Bogotá era amplia y amorfa. Su élite estaba conformada por artesanos, muchos de los cuales eran propietarios de sus talleres, y su franja inferior estaba poblada de jornaleros, desempleados y una considerable subclase de mendigos y rateros. Los visitantes extranjeros advirtieron la ausencia de industria en la Bogotá de las décadas del ochenta y del noventa. El geógrafo francés Eliseo Reclus escribió que Colombia, con el doble de la población de Venezuela, tenía la mitad de su industria; Alfred Hettner dudaba de si la cervecería Bavaria y unas pocas imprentas podían siquiera ser consideradas como industrias." Con excepción de bienes de lujo importados y costosos, disponibles en unas pocas tiendas, los bienes nacionales eran de mala calidad, induso primitivos. "Pocos países habrá, dominados como éste por el principio de 'barato y malo m, escribió

68 Los empleados de oficina del sector público ganaban setenta pesos mensuales. Esto indufa secretarias, contadores y dependientes. M. Urrutia y M. Anubla, Op. cit., p. 59. 69 A. Hettner, Op. cit., p. 83. 70 M. Urrutia y M. Anubla, Op. cit., p. 147. 71 E. Redus, Op. cit., pp. 193-194; A. Hettner, Op. cit., p. 91.

Hettner, explicando que "gran parte de la población apenas vive al día, y no puede, por lo tanto, incurrir en el momento en desembolsos mayores"." Los precios en la mayoría de las tiendas de Bogotá no eran fijos, razón por la cual los compradores podían negociarlos hasta bajarlos a niveles aceptables. El espíritu comercial que predominaba en naciones más

desarrolladas no se había afianzado en la Bogotá de la juventud de Laureano Gómez. Como observó Alfred Hettner: El apuro febril, tan de usanza en los Estados Unidos, no se conoce aquí. Todo se hace de manera acompasada, habiendo siempre tiempo para una charla. Uno se pasea lentamente por la calle, se encuentra con un amigo [...] para continuar todos charlando por horas, parados en medio del andén, cerrándoles así despreocupadamente el paso a los transeúntes. O se entra al almacén de algún amigo, no pensando en hacer una compra o en cerrar un negocio, sino simplemente para pasarse una horita charlando." Las interminables conversaciones de los tenderos de la ciudad evidentemente irritaban al alemán, quien agregaba que, gracias a la costumbre de bromear con los extranjeros sin experiencia,

Toda transacción requiere el doble, el triple, y hasta diez veces el tiempo que nosotros solemos concederle. Pero, sea en pro o en contra, el factor tiempo todavía no ha llegado a tener importancia en la vida de los colombianos." No es de sorprender, entonces, que en un contexto semejante, los ciudadanos se relacionaran entre sí de maneras que podían caracterizarse como premodernas. Bogotá era diminuta según los criterios urbanos actuales, y había poca conciencia de clase en el sentido moderno de la palabra. Las distancias sociales a fines del siglo xix en Colombia no promovían la conciencia de dase del proletariado, como lo observa el historiador Malcolm Deas:

La distancia entre los extremos en Colombia era tal vez modesta comparada con otras sociedades, pero en cualquier caso, los nuevos conflictos no se daban entre tales extremos y, sin embargo, había conflictos en una sociedad donde la escala era mínima."

El escritor Rafael Serrano observa lo mismo cuando evoca la Bogotá de su juventud como un lugar con un estilo de vida plácido y monótono, "sujeto a las mismas reglas que habían prevalecido desde la Colonia"."

72 A. Hettner, 'bid., p. 116. 73 Ibíd., p. 85. 74 Ibíd., p. 117. C.5 75 Malcolm Deas, "Colombia, Ecuador y Venezuela, c. 1880-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, vol. 5, Nueva York, Cambridge University Press, 1991, pp. 660, 661. 76 Rafael Serrano Camargo, En aquella ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, p. 24.

Colombia a fines del siglo xix 1 31



30 / La modernización en Colombia La dinámica de la relación entre clases en las ciudades colombianas de aquella época está sugerida en el estallido de viólencia de las clases obreras ocurrido en 1893. A comienzos de enero de aquel año, José Ignacio Gutiérrez publicó, en el semanario bogotano Colombia Cristiana, varios artículos que llevaban por título común "Mendicidad". El tema eran los pobres de Bogotá, a quienes acusaba de haberse convertido en personas disolutas e inmorales, adictas a las bebidas fuertes, una vez que abandonaban el campo para establecerse en la ciudad. Su condena indiscriminada de los pobres como una clase sencilla e indiferenciada, unida a la inferencia de que las personas adineradas eran intrínsecamente superiores al resto, encolerizó a los artesanos de la ciudad. Ocasionó acaloradas reuniones, donde se acordó amenazar a Gutiérrez. Los funcionarios de la ciudad le ofrecieron al periodista protección policial, lo cual caldeó aún más los ánimos. El segundo día de los disturbios, el 16 de enero, hubo un enfrentamiento. La policía disparó sobre una muchedumbre de artesanos para terminar una tarde de lanzamiento de piedra. La mayor parte de las estaciones de policía de la ciudad fueron sitiadas, y el mobiliario de

las casas del ministro de gobierno, del alcalde de Bogotá, del gobernador de Cundinamarca y de varios ciudadanos particulares fue destruido. Los huelguistas irrumpieron también en un correccional dirigido por José Ignacio Gutiérrez, el Asilo de San José, y liberaron a todos los prisioneros. Entre tanto, el presidente encargado, Miguel Antonio Caro, declaró perturbado el orden público y envió tropas a Bogotá. Esto terminó con los disturbios, pero no antes de que hubiera muerto un policía, y veintiún policías y treinta y un artesanos resultaran heridos, según los estimativos oficiales. Las fuentes extraoficiales hablaban de cincuenta muertos." La huelga de los artesanos bogotanos en 1893 no fue realmente un movimiento de conciencia de clase, sino más bien el clamor de hombres honorables de la clase baja en defensa de su honor. En palabras del gobernador Antonio B. Cuervo, [...] no fue un asunto de movimiento político, ni de un plan comparable a aquellos a los que el socialismo y el espíritu del anarquismo acostumbran engendrar en la sociedad." Sin embargo, había ya indicios de las protestas urbanas que habrían de ocurrir después. Se ha sugerido

77 J. H. Palacio, Op. cit., pp. 186-192; H. Delpar, Op. cit.., p. 156. David L Sowell, historiador del

movimiento laboral durante aquellos años, escribe que los disturbios "reflejaron la división de la clase [obrera] más que su unidad". Véase Early Latin America Labor Movement Artisans and Polla in Bogotá, 1832-1919, Filadelfia, Temple University Press, 1992, p. 108. Véase también el artículo de David L. Sowell, "The Bogotazo: Artisans and Public Violente in Late Nineteenth Century Bogotá", Journal of Latin American Studies, 21(2), may., 1989, pp. 267-282. 78 H. Delpar, Op. cit., p. 156.

que algunos de los manifestantes estaban inspirados por ideas anarquistas, y lo mostraban al agitar banderas negras. A otros se les escuchó gritar, "!Viva la comuna!"." Rafael Núñez, al recordar los desórdenes públicos que había presenciado durante sus años en Europa, consideró esta manifestación como evidencia de que "el flagelo del socialismo" había invadir do a Colombia." Incluso más diciente que el hecho de que los disturbios ocasionados por los artesanos contuvieran algunos elementos de protesta de clase contra la autoridad, fue que la mayor parte del nuevo alumbrado público a base de electricidad fuera destruido por los manifestantes. No habían transcurrido tres años desde que se colocaron los primeros doscientos faroles de arco eléctrico de mil ochocientas velas en el centro de la ciudad. Tres cuartas parte de ellos fueron destruidos en los disturbios del 14 y 15 de enero de 1893. El sistema nunca fue reparado, y habrían de pasar varios años antes de que estos faroles de arco fueran sustituidos por nuevos faroles de luz incandescente."

A la mayor parte de los viajeros que visitó la capital de Colombia durante las décadas del ochenta y del noventa les impresionó la piedad y el carácter inofensivo de los pobres, que tanto abundaban. En palabras del infatigable Hettner, los pobres "acostumbran arrodillarse humildemente ante el crucifijo". Eran un conjunto sombrío. "Por cierto que tampoco prevalece una emoción hilarante entre el pueblo". Agrega Hettner que la gente tampoco era dada a "casos de apreturas o empujones censurables" en las ceremonias religiosas." Ocasionalmente, sin embargo, ocurrían tragedias en las atestadas iglesias de aquella época, como la que tocó a la familia de José Gómez. Durante una misa especialmente congestionada en la iglesia San Agustín, el niño Jesús Gómez fue presionado contra uno de los pilares del altar por una muchedumbre de devotos. Esto le ocasionó lesiones internas, de las que murió días después." La muerte no era una extraña en los hogares de la ciudad. Las tasas de mortalidad eran altas en Bogotá y, en general, en Colombia, a fines del

79 Mauricio Archila, "La clase obrera colombiana, 1886-1930", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 220. 80 H. Delpar, Op. cit., p. 156. 81 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 58. Las implicaciones sociales de la destrucción del alumbrado público son exploradas por Wolfgang Schivelbusch, en: Disenchanted Night. The Industrialization of Light in the Nineteenth Century, Berkely, University of California Press, 1989, passim. Schivelbusch encuentra que "cada ataque contra un farol público [en las ciudades europeas del siglo XIX] era un pequeño acto de rebelión contra el orden que encarnaba" (p. 98)1.1I primer alumbrado público europeo estaba bajo la autoridad de la policía; París perdió la mayoría de sus faroles públicos en la revuelta popular contra la autoridad ocurrida en julio de 1830. 82 A. Hettner, Op. cit., pp. 74, 128. 83 Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1984.

32 / La modernización en Colombia siglo xix. Las malas condiciones sanitarias y la comida y el agua potable contaminadas hacían que la disentería, la amibiasis y la gastroenteritis fuesen endémicas en la población. La lepra y la elefantiasis eran enfermedades frecuentes, y cada cierto tiempo brotes de tifo y de cólera azotaban la ciudad. El alcantarillado fluía a los dos principales ríos de Bogotá, el San Agustín y el San Francisco, cuyas nubes de moscas y malos olores eran sus características más notables. Prisioneros provistos de varas de bambú empujaban hacia el río las aguas negras que se posaban en las riberas. Durante los aguaceros, tan frecuentes en Bogotá, torrentes de agua diseminaban los desperdicios hacia las puertas de las casas, incluso cuando se limpiaban los canales de los ríos." Se decía que los buitres, que se contaban por miles en Bogotá, eran los principales funcionarios de higiene de la ciudad. Estos desagradables hechos de la vida de la Bogotá preindustrial llevaron a uno de sus visitantes, el viajero norteamericano Francis Nicholas, a escribir lo que sigue, que constituye la descripción menos favorable de la ciudad a fines del siglo: La ciudad es un lugar lleno de alima-

ñas y de mugre en descomposición; un lugar donde los incidentes comunes que ocurren en las calles no son

Colombia a fines del siglo xtx / 33

objeto apropiado de descripción; donde hay un enjambre de mendigos, que exhibe llagas asquerosas y miembros descompuestos, que incluso lanza sus sucios cuerpos para tocar a los transeúntes, mientras que exigen, no piden, limosnas; donde gente de malos modales, arrogante y excesivamente ataviada, hace una vulgar exhibición de su ropa, mientras se pavonea y se pelea por el primer lugar.85 Los servicios de bienestar social

eran prácticamente inexistentes. Al otro lado de la Plaza Santander, sobre la Séptima, se encontraba un orfanato. En el muro había una pequeña abertura donde niños enfermos o no deseados eran abandonados bajo el amparo de la oscuridad.86 Escenas de imprevista crueldad pasaban casi desapercibidas en las calles. Francis Nicholas observó un caso de maltrato infantil tan sobrecogedor, que recordó "cómo añoraba la Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Niños". Pero luego recordó también que era un extraño en la ciudad, que no conocía a nadie allí, y que "sólo había encontrado escasa cortesía en los asuntos ordinarios". Así que se apresuró a marcharse de Bogotá, lugar que recordaba como un sitio cuyas leyes no contemplaban a los desamparados, cuyos ciudadanos no prestaban atención a los pobres y cuyas

calles "están llenas de escenas de suciedad, miseria y degradación"." Bogotá era una ciudad fría, azotada frecuentemente por lluvias que bajan de la cadena de montañas que se encuentra en su costado oriental. El clima frío y húmedo, y el cielo nublado parecían afectar a la población, cuyo color predilecto para el vestido era el negro, y cuya actitud era sombría, por no decir melancólica. Los transeúntes lucían caras fúnebres mientras se apresuraban por las calles, con los ojos fijos en el suelo. Al menos esa era la impresión de Julio Palacio, uno de los aproximadamente diez mil estudiantes que se encontraban en la ciudad en la década del noventa.88 Su recuento de la sociedad y la política en la capital de la nación constituye en ocasiones una de las más penetrantes descripciones de la vida en Bogotá a fines del siglo. Es particularmente valioso porque, como colombiano y como "intruso", pudo redactar una crónica a la vez informada y desapasionada. A través de la obra de Palacio, llegamos a percibir la Bogotá de la década del noventa como una ciudad cerrada, algo hostil. La Bogotá de Palacio era un lugar aislado del mundo exterior, poco accesible para quienes querían hacer parte de su vida. Puede sentirse su aislamiento en la descripción de un gran baile en el

palacio presidencial en 1891. Se trataba de un evento exclusivo al que sólo había sido invitada "la crema" de la sociedad capitalina. Al joven de dieciséis arios se le permitió observar, desde el otro lado de la calle, la llegada de los "cachacos" 89 y sus damas, integrantes de la élite bogotana. La mayoría llegaba en carruajes tirados por caballos, llamados landós. Palacio re-

cordaba:

Hacían un ruido infernal las ruedas sin llantas y los cascos de los caballos al chocar con los pavimentos de anchas y duras piedras. De pie sólo veíamos pasar a los caballeros solteros y solterones, a los elegantes de la época, y a unas pocas familias que tenían sus casas cerca del Palacio de la Carrera. 9°

José Gómez y su esposa, casi con seguridad no asistieron a aquella velada, aunque su amigo soltero, Marco Fidel Suárez, seguramente sí había sido invitado. Probablemente había llegado a pie, y había pasado cerca del joven Julio Palacio. Y Laureano Gómez escuchó sin duda el ruido de las ruedas de los carruajes en la Avenida de la Carrera. Es posible que Dolores de Gómez haya salido al balcón de su casa, sosteniendo a su primogénito, para que él también pudiera ver la incitante escena que se desarrollaba calle arriba, poco más allá del puente de San Agustín.

84 La mayor parte de quienes escribían sobre la ciudad comentaban sobre los ríos contami-

nados de Bogotá. Estos ríos fueron pavimentados durante el gobierno de Rafael Reyes, 1904-1909. Actualmente corren bajo la calle Séptima y la Avenida Jiménez. 85 Francis C. Nicholas, Across Panama and Around the Caribbean, ed., Nueva York, H. M. Caldwell, 1909, p. 345. 86 A. Hettner, Op. cit., p. 71.

87 88 89 90

E C. Nicholas, Op. cit., p. 347. J. H. Palacio, Op. cit., p. 154. Cachaco; sinónimo del bogotano vestido a la moda. J. H. Palacio, Op. cit., p. 33.

Cómo se educó la Generación del Centenario /

1930 y 1953. Aquellos años pueden acertadamente llamarse El reinado de los centenaristas.

2 Cómo se educó la Generación del Centenario La mentalidad victoriana comienzos de 1897, Laureano A Gómez, que acababa de cumplir ocho

años, comenzó sus estudios formales en el Colegio de San Bartolomé, una institución dirigida por jesuitas, que se encontraba apenas a dos cuadras de su casa. Gómez y los otros escolares que se apresuraban por las heladas calles de Bogotá aquella mañana de febrero habrían de ser conocidos como la Generación del Centenario, pues ingresarían a la vida pública por la época en la que Colombia celebraba el primer aniversario de su independencia, en 1910.' Entre los jóvénes que habrían de convertirse en prominentes hombres públicos en Colombia estaba Eduardo Santos, de nueve

años. Al igual que Gómez, había nacido en Bogotá en una familia recién llegada de provincia. Otro era Alfonso López Pumarejo, de once años, hijo de un próspero comerciante de Honda. En aquel momento, López era conocido principalmente por sus grandes dientes, lo cual le ganó el apodo de El melón. Caminando en la misma dirección de López, pues asistían al mismo colegio, sobresaliente por su extraordinaria estatura y rubia tez, estaba Enrique Olaya, de diecisiete años, a quien se referían como El mono de Guateque, población al norte de Bogotá, a un día de camino. Todos estos jóvenes, y otro más, como Mariano Ospina Pérez, de siete años, quien había asistido al colegio en Medellín, habrían de ser presidentes de Colombia entre

1 Los historiadores colombianos han encontrado que el concepto generación es un útil recurso heurístico. Luis López de Mesa hizo extenso uso de él. Véanse sus observaciones sobre los Centenaristas en su libro Escrutinio sociológico de la historia colombiana, 2•' ed•, Bogotá, ABC, 1955, pp. 198 y u.; y en Obras selectas, Ramiro Carranza, comp., Bogotá, Cámara de Representantes de Colombia, 1981, pp. 45-48. Dos estudios generacionales completos son: Abel Naranjo Villegas, Generaciones colombianas, Bogotá, Banco de la República, 1976; y Ernesto Cortés Ahumada, Las generaciones colombianas, Tunja, Imprenta Departamental, 1968.

Entre sus compañeros, todos escolares en 1897, se encontraban también Luis López de Mesa, de diez años, Luis Eduardo Nieto Caballero, de nueve, y Luis Cano, de ocho años. Roberto Urdaneta, quien, como Laureano Gómez, asistía al Colegio de San Bartolomé, tenía siete años, y Esteban Jaramillo, diez. Un extraordinario cuerpo de profesores aguardaba a los jóvenes escolares. En su mayoría eran hombres maduros, pertenecientes a la llamada Generación de 1870, aunque en ocasiones se alude a ellos como la Generación clásica; eran versados en latín, griego y filosofía, y en su mayoría habían sido entrenados para carreras en derecho y, en general, para los más escogidos cargos públicos. Algunos pocos podrían clasificarse como educadores profesionales, pues dedicaron buena parte de su vida a enseñar en los colegios que ellos mismos fundaron. Entre estos se encontraban Jesús Casas, Ignacio Espinoza, Antonio José Iregüi, Luis A. Robles. Muchos sacerdotes eran miembros de órdenes de enseñanza. Se destacaban en este aspecto los agustinos, los jesuitas y los hermanos cristianos. Los profesores de los Centenaristas pasaban más tiempo de sus vidas productivas fuera de las aulas que dentro de ellas. Esto era especialmente cierto en los niveles laperiores de educación, donde doctores, abogados y funcionarios públicos buscaban el tiempo para enseñar una o dos clases

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en un colegio privado de su preferencia. La mayoría de los presidentes colombianos del siglo xix y comienzos del xx se desempeñaron como docentes antes o después de ser elegidos para esa dignidad. Santiago Pérez, Miguel Antonio Cato, José Manuel Marroquín y Nicolás Esguerra fueron profesores durante una etapa anterior; Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez algo más tarde. Abadía, quien era considerado por muchos mejor profesor que jefe de Estado, fue una excepción, pues continuó enseñando derecho en la Universidad Nacional de Colombia durante su período presidencial. Aquellos dirigentes de la sociedad colombiana eran conscientes de que el destino de la nación estaba en sus manos. Altamente cultivados como grupo, miembros de una élite para la cual los viajes y los estudios en el extranjero eran algo común, se esforzaban por mantenerse al tanto de los acontecimientos que se desarrollaban en Europa y en otros lugares, y por impartir sus percepciones a sus estudiantes. Los profesores de los Centenaristas representaban, en síntesis, el mejor cuerpo profesoral, el más cosmopolita que podía ofrecer la nación a sus futuros dirigentes. A pesar de sus diferencias políticas inmediatas, compartían una visión del mundo, una concepción victoriana, que trascendía el país. Los profesores de Laureano Gómez, Alfonso López y sus compañeros, eran hombres confiados, conscientes de que vivían un momento de cambios asombrosos en el mundo. Sabían también

36 / La modernización en Colombia con certeza que estaban situados en el ápice de la estructura social colombiana. En un país como Colombia, donde las masas respetaban tanto más a quienes eran mejores que ellos cuanto más pobres e ignorantes eran, nadie tenía razones para dudar de que serían aquellos quienes conducirían al país hacia el inevitable progreso. A pesar de que ocupaban un lugar periférico en el maravilloso mundo euro-

céntrico, hacían, sin embargo, parte de él, y estaban destinados a lograr

grandes cosas. Durante décadas, los dirigentes colombianos habían intensificado su elocuencia cuando hablaban de los cambios inminentes. A mediados del siglo, José Eusebio Caro, uno de los fundadores del Partido Conservador y padre de Miguel Antonio Caro, aseguraba a sus hijos que, para fines del siglo, los barcos de vapor, las carreteras y el telégrafo fortalecerían la economía nacional, garantizando así una continua estabilidad social. Miguel Samper, un contemporáneo de Caro, contemplaba domar los ríos del país, en especial el Salto del Tequendama, cuya fuerza, predijo, "transmitiría eventualmente luz y calor a Bogotá".2

Casiveloufcntprse sueño convertido en realidad, pues su

hijo, Miguel Samper Brush, utilizó,

en efecto, el río Bogotá para alimentar el primer, generador eléctrico de la capital, el cual entró en operación a mediados de la primera década del siglo xx.3 Su contemporáneo, Salvador Camacho Roldán, hizo eco de su fe en el poder redentor de la tecnología: "Quedarse atrás en la carrera de las ciencias —dijo en un discurso pronunciado en 1882— es morir".4 Incluso el austero Rafael Núñez no pudo dejar de verse profundamente afectado por los avances físicos realizados en Inglaterra durante los años en que residió en dicho país. Sus escritos abundan en pasajes que muestran que también él compartía el optimismo fundamental de la época. "Las sociedades progresan a través de un movimiento uniformemente acelerado —escribió—. Es la doctrina positivista y utilitaria de la evolución científica". 5 Los dirigentes colombianos eran versados en las obras de los principales teóricos sociales europeos —"provecho de nuestro idealismo", como solía llamarlos Armando Solano—. Al igual que sus contemporáneos en otros países de América Latina, encontraban esperanza y consuelo en las enseñanzas de Herbert Spencer, según

2 Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo xtx, Bogotá, Temis, 1964, pp. 202203; Miguel Samper, Escritos político-económicos, vol. 2, Bogotá, Banco de la República, 1977, p. 161. 3 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 arios. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, pp. 58-59. 4 Salvador Camacho Roldán, Artículos escogidos, Bogotá, Librería Colombiana, s.f., p. 71. 5 Joaquín Estrada Monsalve, Núñez, el político y el hombre, Bogotá, Siglo XX, 1946, p. 132.

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las cuales la sociedad humana es análoga a un organismo vivo. Así como evolucionan los organismos, evoluciona también la sociedad. Spencer enseñaba que las diferentes sociedades se desarrollan de acuerdo con sus propias y únicas características. Los colombianos podían entonces inferir que, si se dedicaban con ahínco al estudio de "la verdad científica y práctica", en palabras de Carlos Martínez Silva, Colombia llegaría a "satisfacer los requisitos de nuestra era de progreso y desarrollo".' Esta convicción fue la justificación de la colaboración entre Núñez y Caro durante la década del ochenta y después. Comprendían que la nación era una entidad cuyo destino ellos mismos podían moldear si reconocían como su principal prioridad la necesidad de calmar las pasiones nacionales con el fm de hacer posible el progreso que hasta entonces había eludido al país. Los liberales también actuaban con base en la premisa spenceriana, según la cual la sociedad es un todo orgánico. Camacho Roldán dijo a sus estudiantes en 1882 que debían verse todos a sí mismos como jardineros, y a la nación como un fruto en maduración que, mediante especiales cuidados, podría llegar a su perfección. Pedagogo y liberal radical, Antonio José Iregüi prefería las metáforas inorgánicas. Para él, la "historia evolucionista" y la "historia geológica" eran

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una y la misma cosa. En una conferencia dictada en 1896, les aseguró a los estudiantes que el registro de los logros humanos en el tiempo es fácil objeto de estudio empírico, similar al de las capas de la corteza terrestre.' Los dirigentes colombianos de la era de La Regeneración creían que Inglaterra era el país al que debían imitar. Inglaterra era la patria del gran Herbert Spencer, y un modelo para las naciones menos afortunadas, que se esforzaban por iniciar su propio proceso de industrialización. Inglaterra, Alemania y Francia habían llegado a la "edad adulta", decía Antonio José Iregüi a sus interesados estudiantes.' Mediante el uso de este tipo de frases, los miembros de la élite colombiana reconocían la posición de inferioridad de su país dentro de la jerarquía global. Sin embargo, no consideraban que esto fuese una razón para enojarse —así como el niño no debe irritarse por no ser todavía un adulto—. El momento de su maduración llegaría inevitablemente. El sentimiento de atraso expresado constantemente por los dirigentes colombianos durante el siglo xix, que contrastaba paradójicamente con su profundo optimismo, se basaba, al menos en parte, en la pobreza de su país. Esto los motivaba a anhelar la ayuda y tutela de las potencias metropolitanas. José Eusebio Caro escribió, a mediados del siglo: "Nosotros

6 Luis Martínez Delgado, A propósito del doctor Carlos Martínez Silva, Bogotá, Marconi, 1930, p. 209. 7 Antonio José Iregüi, Tercera conferencia, Bogotá, Imprenta de la Crónica, 1898, p. 65. 8 Ibkl., p. 32.

38 / La modernización en Colombia



no podemos salvarnos por nosotros mismos; la mano inglesa será la que produzca nuestra redención social". Una vez que los colombianos consigan el orden, proseguía, [...] al fin vendrá el inglés con sus capitales y el norteamericano con su es-

píritu de empresa, que nos abran las puertas y ventanas y nos den movimiento y luz"

Después de medio siglo y numerosas guerras civiles, Carlos Martínez Silva sugirió que Colombia contratara a una firma inglesa para recaudar los impuestos nacionales. "¿No ha ganadoinmensamente el Egipto bajo la sabia y honrada administración de los ingleses?", preguntó.' ° Los europeos que vivían en Colombia reforzaban la percepción de sus anfitriones; si bien estos no eran personalmente inferiores a los extranjeros, ellos y su país ocupaban un lugar evidentemente periférico en el concierto de las naciones. "Estos bogotanos son superficialmente leídos", escribió un funcionario del Consulado británico en 1906, agregando solícitamente, "realmente muy cultivados para su medio". Por otra parte, admitió, son capaces de entrar en debates acerca de los temas de Darwin y Spencer y, "en algunos casos, sobre los últimos escritores franceses e ingleses"."

A menudo, los visitantes extranjeros matizaban su condescendencia con la burla, especialmente cuando se referían al pretencioso apodo de Bogotá, la Atenas Suramericana. Un escritor comentaba con humor en 1861, "En esta Atenas de Sudamérica sólo encienden siete faroles públicos, en memoria de los siete sabios de Grecia"." Años más tarde, un funcionario del Consulado Británico observó irónicamente que lo único que tenían en común Bogotá y Atenas era que en ambos países el juego de bridge de contrato se prefiere al Royal Auction." Y no pudo haber escapado a los colombianos que Bogotá era la última de las preferencias de los diplomáticos británicos. La concepción orgánica de las jerarquías nacionales, de las naciones superiores e inferiores, que habían aprendido los dirigentes colombianos de sus profesores europeos, encuadraba perfectamente con lo que se observaba a nivel humano en su país. Esta sociedad era en extremo jerárquica; enormes distancias separaban los estratos sociales. Nueve de diez colombianos eran analfabetas en 1897, cuando Laureano Gómez ingresó al colegio en Bogotá. Más del 90% de la población era campesina y vivía fuera de los pueblos y ciudades. La mayor parte de ellos reconocían su

9 J. Jaramillo Uribe, Op. cit., pp. 203-204. 10 Carlos Martínez Silva, Capítulos de historia política de Colombia, vol. 1, Gustavo Otero Muñoz y Luis Martínez Delgado, eds., Bogotá, Imprenta Nacional, 1937, p. 142. 11 Marco Palacios, Estado y doses sociales en Colombia, Bogotá, linotipo Bolívar, 1986, p. 30. 12 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 56. 13 M. Palacios, Op. cit., p. t9.

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Los campesinos colombianos maninferioridad frente a las personas adineradas y educadas. Cuando el pa- tuvieron este comportamiento pacífitrón viajaba al campo desde la ciudad, co frente a sus superiores sociales hasta era común, en la Colombia del siglo bien entrado el siglo xx —al menos xix, que el campesino lo saludara con hasta la década del veinte—. Extraorla rodilla doblada y sombrero en ma- dinarios a este respecto fueron aqueno." La docilidad de estos colombia- llos que vivían a lo largo de la frontera nos generó constantes comentarios cafetera que comenzaba a despertar. durante el siglo xix e incluso bien en- Miles de personas humildes habían trado el siglo xx. "No hay en el mun- tomado posesión de la tierra, de do cristiano pueblo ninguno tan fácil acuerdo con el derecho que les conde gobernar y amoldar", escribió José cedían las leyes agrarias aprobadas María Samper a mediados del siglo. en las décadas del setenta y del ochen"La policía es casi nula en todas par- ta, que abrían los baldíos o las partes tes [...] el espíritu de obediencia se ma- del país no colonizadas. Casi de innifiesta porque nuestras masas son mediato, sin embargo, las rentas de esencialmente sumisas"." Cerca de la venta del café hicieron evidente sesenta años más tarde, en 1906, un que las laderas de los montes tenían visitante británico observó el alto gra- un inmenso valor potencial. Los codo de seguridad personal de que go- lonos pronto encontraron que los zaban los extranjeros en todo el país. empresarios que residían en las ciu"En realidad no hay una calle en Bo- dades invadían sus tierras e incluso gotá ni en otro lugar del país [...] don- se las arrebataban. Los recién llegade un extranjero o un nativo no pueda dos, a menudo lo hacían con la ayucaminar a cualquier hora del día o da de bandidos a sueldo, quienes abusaban de los que protestaban y, de la noche". 1°

14 El censo de 1870 mostró que Colombia era un país rural en un 95%. Para fines del siglo, se había dado poco movimiento del campo a la ciudad. El analfabetismo en Colombia alcanzó el 90% durante el siglo =c. Según Afine Helg, Civiliser le peuple et former les élites. L'éducation en Colombia, 1918-1957, París, L'Harmattan, 1984, p. 29, el analfabetismo llegaba al 83% en 1913. Véase también William Paul McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845-1930, Nueva York, Cambridge University Press, 1971, p. 110; Marco Palacios, Coffee in Colombia, 1850-1970. An Econornic, Social and Political History, Nueva York, Cambridge University Press, 1980, p. 213; Michael F. Jiménez, "Class, Gender, and Peasant Resistence in Central Colombia, 1900-1930", en: Forrest D. Colburn, ed., Everyday Forres of Peasant Resistena, Nueva York, M. E. Sharp, 1989, p. 129. 15 José María Samper, Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las repúblicas colombianas, 2' ed., Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1963, pp. 267-268, 269, 278-279. 16 M. Palacios, Estada) clases sociales en Colombia, Op. a., p. 26. Incluso para 1930, observa Palacios, un diplomático británico pudo describir la "dase nativa" de Colombia, de la cual el 80%, según sus estimativos, vivía en el campo, como un grupo que manifestaba "docilidad, lealtad a sus amos y, aunque indolente, con infinita capacidad de trabajo cuando se la dirigía adecuadamente" (p. 22).

40 / La modernización en Colombia en ocasiones, los asesinaban?' Estas intrusiones de los capitalistas residentes en las ciudades frustraron a algunos políticos colombianos, quienes deseaban que su legislación agraria estimulara la formación de una clase autónoma y económicamente productiva de pequeños propietarios.'s Lo importante aquí no es tanto que las fuerzas del mercado, el motivo de las utilidades y el poder superior de los cultivadores de café bien conectados obrara en contra de los pequeños terratenientes campesinos. Lo que resulta extraordinario es la manera como respondieron inicialmente los campesinos al abuso de que fueron objeto. Rara vez emprendieron acciones directas en contra de los cultivadores que los acosaron entre 1870 y 1920. Recurrieron más bien a los canales establecidos, contratando abogados para que formularan peticiones respetuosamente redactadas, que eran remitidas a las autoridades en la capital. Lejos de hacer exigencias, se acercaban a los poderes metropolitanos como mendigos. "Imploramos justicia", decía una de las peticiones, que proseguía lamentando la ley "mediante la cual los pode-

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rosos siempre imponen su voluntad a los débiles"?9 La difidencia y la aparente impotencia de la gente del común fortalecía la percepción de la élite colombiana, en su mayor parte conformada por blancos criollos, de que las masas no sólo eran socialmente inferiores a ellos, sino que también lo eran físicamente. La superioridad de la raza blanca sobre todas las otras razas fue uno de los primeros hallazgos de los científicos sociales del siglo xix, hallazgo que sólo habría de ser seriamente controvertido ya avanzado el siglo xx. Los escritos de la época están llenos de sugerencias, y en ocasiones de afirmaciones directas, de talante racista. José María Samper publicó su popular Ensayo sobre Las revoluciones políticas, en París, poco después de la edición de la disquisición de J. A. Gobineau, Sobre la desigualdad de las razas." La influencia de Gobineau parece evidente en la caracterización que hace Samper del indio de Nariño, "reacio a la civilización, impasible ante el progreso [...] un salvaje sedentario". Esperaba que mediante la inmigración, la sangre europea revitalizara a Colombia, para que la nación desarrollara

17 Catherine LeGrand, Rontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1986, pp. 64-83, describe exhaustivamente este proceso. 18 El deseo de crear una nueva clase social compuesta por campesinos autónomos fue una idea común entre los liberales latinoamericanos durante mediados del siglo xix. El historiador Charles Hale la ha llamado "el ideal burgués". Véase su artículo, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge Histcny of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, pp. 380-382. 19 C. LeGrand, Op. cit., p. 65. 20 Joseph Arthur Conde de Gobineau, Essai sur I 'inegalité des mees humaines, 4 vols., París, 1967 (1853-1855).

[...] una bellísima raza, mestiza pero caucásica, [que combinara el vigor hispano] con el genio positivista, individualista, emprendedor y tenaz del anglosajón, del alemán, del holandés, del suizo."

La popularidad de las ideas de Samper está sugerida por las leyes de inmigración destinadas a atraer a la población blanca, aprobadas en los años 1845, 1847, 1870, 1871 y 1922.22 Esta infusión de sangre europea nunca llegó, lo cual llevó a Enrique Cortés, ministro de educación entre 1868 y 1870, a quejarse de que los residentes de las tierras bajas eran "una raza fea, incolora, que trabaja poco y escarba en medio de una vegetación exuberante" .n _ Gómez, López, Olaya, Ospina y el resto no necesitaban que se les dijera que eran miembros de un grupo selecto. Según algunas estadísticas, menos de tres de cada cien de sus contemporáneos en edad escolar recibía algún tipo de educación." Y un número relativamente menor asistía a colegios mejores que, por lo general, se encontraban en las poblaciones más

grandes y en las ciudades. Gómez, en efecto, fue afortunado al poder asistir a San Bartolomé, pues este colegio era considerado por muchos como el mejor del país. Sólo una pequeña minoría de los estudiantes admitidos en esta institución jesuita se graduaba. Entre 1891 y 1934, veintiséis mil jóvenes fueron admitidos, y sólo mil ciento noventa obtuvieron el

título." De esta manera, la clase de Gómez de seis personas en 1904, representaba una pequeña fracción de los jóvenes admitidos con él ocho arios antes. Los textos de la época transmiten ampliamente la convicción de los autores de que los estudiantes que ingresaban a estos colegios estaban destinados a cargos de importancia en la esfera pública. El Libro de lecturas escogidas, un manual semejante al que Gómez probablemente utilizó, contiene una introducción de treinta y siete páginas sobre la oratoria, que se apoya en gran parte en las advertencias de Cicerón a los oradores públicos." Hace parte integral de la discusión una sección de trece páginas sobre los

21 J. M. Samper, Op. cit., pp. 80, 86. 22 Myriam Jimeno Santoyo, "Los procesos de colonización. Siglo XX", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Bogotá, Planeta, 1989, p. 373. 23 Marco Palacios, Coffee in Colombia,Op. cit., p. 72. 24 Carlos Martínez Silva, Escritos políticos, literarios y económicos, vol. 8, Gustavo Otero Muñoz y Luis Martínez Delgado, eds., Bogotá, Imprenta Nacional, 1937, p. 377. Estas cifras aparecen en un ensayo sobre la educación en Colombia, publicado en octubre de 1896, pp. 273-278, del volumen citado. 25 Robert Vincent Farrell, "The Catholic Church and Colombian Education, 1886-1930. In Search of a Tradítion", disertación de doctorado inédita, Columbia University, 1983, p. 65. Entre 1891 y 1910, sólo se graduaron 284 estudiantes de este colegio. 26 Rodolfo D. Bernal, Libro de lecturas escogidas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1897, pp. 7-34.

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gestos apropiados para los oradores, tomada de las obras de Quintiliano. A los jóvenes que tuvieran preguntas adicionales sobre la oratoria, se los remitía a las obras de varias autoridades francesas e inglesas. Sigue luego una extensa colección de "Lecturas ideológicas", que trata temas como el respeto a la familia, el amor a Dios y al país, la caridad para con los menos favorecidos, las buenas maneras y las ventajas de prestar atención. La sección epistolar contiene siete de las cartas de Lord Chesterfield a su hijo, y un extracto de siete páginas de "Consejos para una joven" de José María Vagara y Vergara. Aunque es poco probable que las niñas estudiaran el Libro de lecturas escogidas, y ciertamente no lo hicieron en los colegios exclusivamente masculinos de Bogotá en la década del noventa, su mensaje patriarcal seguro no se perdió en quienes lo leyeron: Niña, vive feliz; si llegas a ser esposa, sé fiel y humilde. Obedece siempre para no dejar de reinar. Dios, tus padres, tu esposo, serán tus únicos dueños; el mundo los llama algunas veces tiranos; la felicidad los llama guardianes. La vida no es la mala, sino sus habitantes." Los libros de educación cívica de la época conminaban ala persona bien educada a respetar a la autoridad, tener buena conducta y mostrar deferencia a las personas importantes.

Debe saludar con el sombrero al señor Presidente de la República y al señor Arzobispo cuando pasen a su lado, [decía el texto], induso si no profesa la misma religión del segundo." A los estudiantes se les advertía que debían comportarse correctamente cuando asistieran a los debates del Congreso: "Funesta ha sido en nuestra patria esa libertad que se ha tomado el público para vociferar en las barras"." De esta manera, a través de los textos que estudiaban, de las clases de sus profesores, de lo que veían a su alrededor y absorbían de la élite cultural a la que pertenecían, los escolares asimilaban los valores de la época victoriana en Colombia. Aprendían que eran ellos quienes conducirían a su ignorante país al glorioso nuevo siglo, quienes encontrarían el camino para elevar a las masas atrasadas. Aprendían a entonar el conmovedor párrafo final del homenaje de Santiago Pérez al Libertador, leído por primera vez en el Ateneo de Bogotá en 1884, y reproducido en los textos de literatura durante muchos años después: Feliz, pues, el Ateneo, si cuando los antiguos Encélados se están levantando, llevándose tras sí las rocas a que se vieron atados; si cuando los nuevos Prometeos se están robando el fuego del cielo en cada escalamiento de la ciencia, aúna y avigora los esfuerzos

27 Ibid., p. 163. 28 Eduardo Posada y Roberto Cortázar, Instrucción cívica para escuelas y colegios, Bogotá, Selecta, 1913, p. 56. 29 lbíd., p. 59.

de los colombianos, para que la patria común haga sentir su impulso propio en la obra del progreso universal, y su nueva generación mezcle su propio acento pacífico y profético, en el himno infinito de la palabra humana!"

Educación politizada en su contexto histórico Tristemente, las esperanzas de paz

y de progreso de Santiago Pérez se vieron burladas por tres guerras civiles que azotaron a Colombia durante los dieciséis años que transcurrieron entre este discurso y su muerte, ocurrida en solitario exilio en el año de 1900. Los profesores colombianos del siglo xix pudieron haber transmitido valores victorianos en el aula, pero, a través de sus acciones públicas, revelaron que gran parte de lo que enseñaban estaba cargado de significado político. Esto era tan cierto en la década del noventa como lo había sido durante el anterior medio siglo. Colombia no era un lugar feliz aquel febrero de 1897, cuando Laureano Gómez y sus compañeros se dirigían a sus respectivos colegios. Graves problemas políticos asediaban al gobierno. La Regeneración llegaba a su decimosegundo año, y su autor, el austero Rafael Núñez, había muerto dos años atrás. El académico Miguel Antonio Caro, protegido de Núñez, era

ahora presidente. Caro no era un político; su dirección impositiva e inepta del partido nacionalista que se encontraba en el poder, alienó con rapidez incluso a quienes habían sido alguna vez sus más ardientes propulsores. Una de estas personas era el militante conservador Carlos Martínez Silva, antiguo ministro del gabinete de Núñez, periodista y educador. Un año antes, en febrero de 1896, Martínez Silva y veinte prominentes conservadores más, que se denominaban a sí mismos conservadores históricos, rompieron con Caro, a quien acusaban de traicionar los valores del partido.m Laureano Gómez, a los ocho años, era demasiado joven para comprender las maquinaciones, a menudo bizantinas, de la alta política colombiana, aunque aun a esa edad temprana debía haber tenido algún sentido de la importancia de la política y sus consecuencias prácticas. Era lo suficientemente mayor para recordar la guerra civil que había terminado apenas dos años antes. El elegante general liberal Rafael Uribe Uribe había desempeñado un papel preponderante en ella y ahora el incendiario general, de treinta y ocho años, se preparaba para entablar una guerra contra el gobierno, al que abiertamente se refería como una "tiranía abyectamente corrupta". 32 Fuertes palabras aparecían en el temprano

30 R. D. Bernal, Op. @„ p. 329. 31 L Martínez Delgado, Op. cit., pp. 209-231, contiene el famoso "Manifiesto de los 21". 32 Eduardo Santa, Rafael Uribe Uribe, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1974, p. 100; Charles W. Bergquist, Cobee and Conflict in Colombia, 1886-1910, Durham, Duke University Press, 1978, p. 83. En enero de 1897, Uribe solicitó la autorización del directorio liberal

44 / La modernización en Colombia léxico político de los escolares de Bogotá, muchos de los cuales llenaban las galerías del Senado y de la Cámara de Representantes para escuchar los debates. Alfonso López era uno de ellos. Recordaba los discursos de Uribe como "vibrantes", pronunciados con "una voz finamente timbrada, gestos romanos y documentación irrefutable"." En el siglo xix, la sociedad colombiana estaba, en efecto, altamente politizada, intensa y amargamente al nivel de la élite. Los padres de los Centenaristas sabían que las fortunas de su familia crecerían o desaparecían dependiendo de qué partido se encontrara en el poder. Muchas de aquellas noches, sus hijos se dormían escuchando acaloradas discusiones acerca de los acontecimientos políticos más recientes. Bajo estas circunstancias, no debe sorprendernos que las escuelas de la época también estuviesen politizadas. El Colegio de San Bartolomé, al que asistía Laureano Gómez, había estado bajo la dirección de la orden de los jesuitas durante trece arios. Los padres jesuitas habían sido encargados de esta institución estatal como parte

del plan de Núñez y de Caro dirigido a restaurar los valores católicos tradicionales en el aula y a combatir, simultáneamente, las enseñanzas liberales, a las que consideraban perjudiciales para la moral pública. Los liberales estaban enfurecidos con el programa de educación de Núñez, especialmente con el papel que estaba llamado a desempeñar en él la Iglesia. Sostenían, enojados, que los regeneradores habían convertido al país "en una pintoresca finca que los curas tenían en el trópico"," y se atareaban fundando escuelas privadas donde se enseñaran los valores liberales, donde los inspectores del gobierno no podían prescribir el uso de los textos, ni obligar a los profesores a firmar juramentos de fidelidad a la Iglesia y a sus doctrinas." Una multitud de escuelas liberales fueron fundadas durante las décadas del ochenta y del noventa, entre ellas la Universidad Externado de Colombia y el Colegio Araújo, fundados por Simón Araújo en la década del ochenta, el Colegio Académico y el Liceo Mercantil, fundados por Manuel Antonio Rueda en 1886 y 1891, respectivamente, y la Universidad Republicana, fundada

para unirse a Aquileo Parra y a Luis R. Robles en el extranjero, con el fin de ayudarles a adquirir armas para la inminente revuelta. 33 Hugo Latorre Cabral, Mi novela: apuntes autobiográficos de Alfonso López, Bogotá, Mito, 1952, p. 241. Las cámaras del Congreso se encontraban al frente del Colegio de San Bartolomé, y a sólo dos cuadras del colegio al que asistían López y Olaya Herrera. 34 Ibíd., p. 37. Esta observación se atribuye a César Julio Rodríguez, profesor de Alfonso López en el Liceo Mercantil. En 1887, el gobierno firmó un Concordato con el Vaticano. Según las disposiciones contenidas en él, la educación pública en Colombia sería, en lo sucesivo, de naturaleza confesional, y la Iglesia estaría a cargo de todas las actividades educativas en la extensa región de la frontera oriental del país. 35 Julio Hoenigsberg, Las fronteras de los partidos en Colombia, Bogotá, ABC, 1953, p. 126.

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por Luis A. Robles, Antonio José Iregüi y Eugenio J. Gómez." La controversia sobre la política educativa no era nueva en Colombia. Más de un siglo antes, en 1774, el virrey Guirior comisionó a uno de sus subalternos, Francisco Antonio Moreno y Escandón, para que desarrollara un currículo moderno para las instituciones de educación superior en todo

el virreinato." Inspirados en parte por las ideas de la Ilustración europea, los cambios estaban dirigidos a apartar a Nueva Granada de la tradición escolástica, y llevarla hacia una modalidad de enseñanza que promoviera un mayor análisis empírico. El plan entregado por Moreno y Escandón apenas podía considerarse revolucionario. Su gran diferencia con los planes anteriores era la exigencia de que a los estudiantes se les permitiera comparar las ideas de varios textos, para que sus condusiones estuviesen regidas por el libre ejercicio de la razón. A pesar de su moderación, el plan de Moreno y Escandón no fue plenamente aprobado por el comité designado para evaluarlo, por el temor de que autorizar el debate de los textos entre los estudiantes pudiera llevar a la creación de peligrosas facciones.

Después de la independencia, líderes como Francisco de Paula Santander dedicaron gran atención a la mejora de la educación. Se fundaron nuevas escuelas normales, se revisó el currículo y se aumentó el número de profesores." Estas medidas fueron aplaudidas por los educadores en la nueva república, aunque otro aspecto del programa de Santander de

1826 provocó un escándalo entre los tradicionalistas. Este incluía obras del inglés Jeremy Bentham y del economista liberal francés Jean Baptiste Say en el programa común de estudios. A los conservadores les desagradó especialmente la identificación que hace Bentham entre el placer y lo bueno, por considerarla contraria a la moral cristiana. Insistieron ante Simón Bolívar para que vetara los textos ofensivos, y éste lo hizo mediante un decreto de 1827." Durante la década del cuarenta, la dirigencia política de Nueva Granada regresó a manos de los conservadores. El presidente Mariano Ospina Rodríguez se encargó de que los textos ofensivos fueran expurgados del currículo oficial, para ser sustituidos por los escritos de los filósofos neoescolásticos Francisco Suárez y Jaime

36 Ibid., p. 126; Julio H. Palacio, Historia de mi vida, Bogotá, Camacho Roldán, 1942, p. 76; Luis Eduardo Nieto Caballero, Escritos escogidos, vol. 2, Luis C. Adames Santos, comp., Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 29-30. 37 Esta discusión de la política educativa en Colombia desde fines del siglo xvni hasta fines del siglo xix, se basa ampliamente en un ensayo de Jaime Jaramillo Uribe, "El proceso de la educación del v1-einato a la época contemporánea", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980. 38 Esto se hizo mediante el método lancasteriano de educación, según el cual los estudiantes mayores enseñaban a los más jóvenes. 39 Sin embargo, regresaron a las aulas cuando Santander asumió la presidencia en 1832.

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46 / La modernización en Colombia Balmes. A nivel universitario, la instrucción religiosa era obligatoria, junto con el estudio del derecho romano. Los estudiantes estaban sometidos a un estricto código disciplinario, basado en la teoría de que esto mejoraría su condición moral y sus hábitos personales. La "contrarreforma" de Ospina fue breve, y pronto dio lugar a una era de experimentación liberal que se prolongó por cerca de treinta años y terminó con el advenimiento de Núñez y La Regeneración. Aquellos fueron años turbulentos, signados por la guerra civil y por una rápida diferenciación de la ciudadanía en bandos partidistas. El liberalismo romántico fue el catalizador que generó la formación de los partidos. ° Primero, bajo el gobierno de José Hilario López, y más tarde bajo una sucesión de presidentes "radicales", 4' los liberales implementaron una serie de reformas dirigidas a extender drásticamente el ámbito de las libertades personales del ciudadano. El impulso individualista e igualitario de las reformas era sugerido por una ley de 1850, mediante la cual se eliminaba

el requisito de que los profesores tuvieran credenciales académicas. Esto, creían los liberales radicales, representaba una forma de monopolio que limitaba la libertad del individuo para enseñar.42 El liberalismo radical alcanzó su máxima expresión en la Constitución de 1863, la cual, entre otras cosas, descentralizaba el poder político, consagraba la absoluta libertad de credos, reducía el período presidencial a dos años y garantizaba la libertad de expresión y el derecho al porte de armas en tiempos de paz 4' Poco después de haber entrado en vigencia la nueva Constitución, el militante partidista Santiago Pérez publicó un texto de instrucción cívica dirigido a las escuelas públicas. En él articulaba la fe de los liberales radicales en la democracia y el individualismo. "El individuo es, pues, el verdadero origen de toda soberanía", escribió, agregando que el fin principal del Estado reside en garantizar los derechos individuales.« La fe de la generación radical en la educación como un medio para el

40 Mucho se ha escrito acerca del proceso mediante el cual se conformaron los partidos colombianos Liberal y Conservador. Los estudios más recientes son los de Germán Colmenares, Partidos políticos y clases sociales en Colombia, Bogotá, Universidad de loa Andes, 1964; Álvaro Tirado Mejía, "El Estado y la política en el siglo xix", en: J. G. Cobo Borda y J. E. Ruiz, eds., Manual de historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980; Jorge Orlando Melo, ed., Orígenes de los partidos políticos en Colombia, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1978; Fondo Cultural Cafetero, Aspectos polémicos de k t historia colombiana del siglo ;az, memorias de un seminario, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1983. 41 Miembros de la facción radical del liberalismo, llamados inicialmente Gólgotas. 42 Extrañamente, los profesores de farmacia fueron excluidos de esta ley. 43 La Constitución de 1863 se discute en mayor detalle en Helen Delpar, Red again.« Blue, the Liberal Patty in Colombian Politcs, 1863-1899, Alabama, University of Alabama Press, 1981, pp. 10-13. 44 Santiago Pérez, El manual del ciudadano, Bogotá, Banco de Colombia, 1974, pp. 64-65.

progreso y la civilización, adoptó forma objetiva en el Decreto Orgánico de 1870. Esta ley, que exigía que la educación elemental fuese libre y obligatoria para los niños de la república, buscaba también neutralidad desde el punto de vista religioso en las escuelas. Considerada por los liberales como el inicio de una edad de oro de la educación colombiana, la ley representó un desafio para los conservadores, quienes la citaron como el motivo principal de la sublevación contra el gobierno en 1876." Simultáneamente con la secularización de las escuelas, los programas de las universidades fueron modificados también de una manera que resultó muy ofensiva para los conservadores. Durante la década del setenta, los funcionarios del gobierno estipularon el uso de textos específicos para los cursos. Uno de los libros más aborrecibles para los conservadores era la Ideología, del filósofo francés Destut de Tracy. Esta obra, destinada a los cursos de filosofia, enseñaba que todas las ideas humanas surgían de fuentes objetivas externas. Los conservadores exigieron "eclecticismo" en la selección de los textos, queriendo decir con ello que debían presentarse en clase una diversidad de puntos de vista, incluyendo los tradicionales católicos romanos.

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La lista de lecturas del gobierno desencadenó lo que Jaime Jaramillo Uribe ha llamado "la polémica de los textos"." Conservadores como Miguel Antonio Caro, en el diario del partido, El Tradicionalista, se quejaron de que el Estado confundía su obligación de educar con el derecho de la Iglesia a adoctrinar. Era evidente, para Caro y sus copartidarios, que el Estado, "armado de la espada de la ley", estaba imponiendo su sesgo de una manera injustificada y caprichosa, "invadiendo así, a la vez, con escándalo y violencia, los derechos de la religión y de la dencia".° Aníbal Galindo respondió, en nombre de los liberales: Si hemos fundado una universidad, si tenemos universidad, es para enseñar las doctrinas liberales, para formar liberales. Nada de eclecticismo. Balines y Bentham no pueden darse la mano en los claustros universitarios. Mientras el Partido Liberal esté en el poder; debe enseñar liberalismo. Así lo pide la honradez política. Si creemos de buena fe que el liberalismo es lo que le conviene al país, eso es lo que debemos enseña'r a la juventud. Cuando el partido católico suba al poder mandará, a ejemplo de Felipe II, enseñar catolicismo, y estará en su derecho para proceder así."

Así instruidos, los conservadores

45 R. V. Farrell, Op. cit., p. 7; Jane Meyer Loy, "Modernization and Educational Reform in Colombia (1863-1886)", disertación de doctorado, University of Wisconsin, 1968, pp. 203-207; J. Jaramillo Uribe, "El proceso de la educación del virreinato a la época cit., pp. 264-265. contemporánea", 46 Jaime Jaramillo Uribe presenta este debate en "El proceso de la educación del virreinato a la época contemporánea", Op. cit., pp. 314322. 47 lbíd., pp. 316-317. 48 Ibíd., p. 317.

4.

48 / La modernización en Colombia procedieron a fundar sus propias escuelas privadas, y planearon cómo desterrar al liberalismo de los programas de educación una vez que llegaran al poder. Entre sus instituciones educativas estaban el Colegio Pío IX, fundado en 1864 por José Vicente Concha, el Colegio Yerbabuena, de José Manuel Marroquín, y el Colegio de la Independencia, fundado por Joaquín Gutiérrez Celis en la década del

setenta. Otras fueron la Universidad Católica y el Colegio del Espíritu Santo, de Carlos Martínez Silva, fundados en la década del ochenta."

¿Educación liberal o educación conservadora? Las batallas políticas e ideológicas de fines del siglo xix en Colombia hacían parte de idénticas batallas desarrolladas en otros lugares del mundo occidental por la misma época. Liberales y conservadores en Europa y América se inspiraron por igual en los escritos filosóficos que favorecían sus puntos de vista. Eso fue especialmente cierto en Colombia, donde las ideas resonaban fuertemente en una atmósfera política sobrecargada. El más importante proveedor de municiones ideológicas para los conservadores

colombianos fue el italiano Giovanni María Mastai-Ferreti, mejor conocido como el papa Pío IX. Considerado como liberal cuando accedió al papado en 1846, Pío IX se convirtió en el más fuerte detractor del liberalismo después de las revueltas de 1848 en Europa." Pocos meses después de su investidura, comenzó a advertir a sus seguidores que los revolucionarios estaban en guerra contra la fe católica." Algunos años más tarde, en 1864, Pío IX publicó lo que se conoce como las detracciones más fuertes del liberalismo en la historia. En Quanta cura y Compendio de errores, publicados simultáneamente con la encíclica, denunciaba una "terrible conspiración" contra la Iglesia católica. "Aquellos", que mediante "ardides criminales" buscan "depravar y engañar" a los jóvenes con sus escritos, afirmaba, "deben ser tenidos como réprobos, denunciados y condenados por todos los hijos de la Iglesia católica". Proseguía describiendo a los enemigos de la Iglesia como gente de "opiniones perversas, depravadas [...] animados por el espíritu de Satanás". Eran "los enemigos de las ciencias útiles, del progreso", detentores de "opiniones monstruosas y ominosas [...] para gran pérdida de almas e incluso para detrimento de la sociedad civil"."

49 Luis María Mora, Croniquillas de mi ciudad, Bogotá, Banco Popular, 1972, p. 58; José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, Madrid, Aguilar, 1957, pp. 46-48; Joaquín Ospina, ed., Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia, vol. 2, Bogotá, Águila, 1937, pp. 154-155. 50 Ami Ftemantle, Tic Papal Encydicals in their Historie Contad, Nueva York, G. P. Putnam's Sons, 1956, p. 130. 51 lbfd., pp. 130-131. 52 lbíd., pp. 130-142.

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entre la Iglesia y el Estado, o colocar al Estado por encima de la Iglesia. El

preparó "las huestes de gladiadores" para luchar contra "la apostasía universal" en Colombia. En el año de 1875, Pío IX envió a Concha una extensa carta, en la cual el Pontífice alaba al colombiano por su firmeza en la lucha contra las doctrinas erróneas y falsas. El papa dice también que está complacido por el hecho de que Concha le haya puesto su nombre al colegio que fundó." Poco antes, el papa, en su última encíclica, Et al multa luc-

Compendio condenaba también a los proponentes de la educación secular, a los kantianos (o a quienes creen que "las leyes morales no necesitan sanción divina"), a las personas completamente motivadas por el lucro, a quienes creen en la gratificación por el placer, a quienes creen en el gobierno de la mayoría, en el matrimonio civil y en la libertad de cultos. Finalmente, y para no descuidar ningún aspecto, Pío IX condenaba a quienes creen que el papa "puede y debe reconciliarse con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna, y llegar a un acuerdo con ellos"." Los conservadores colombianos y sus aliados eclesiásticos utilizaron los pronunciamientos del papa como armas, tanto en el campo de batalla como en las aulas. José Vicente Concha es recordado como un educador que

tuosa, había utilizado de nuevo las metáforas militares, al advertir sobre "la gran guerra" adelantada contra la Iglesia. Se decía que los masones y otros grupos estaban levantando un ejército en su "sinagoga de Satanás", para convertirse pronto en "los amos del mundo"." Se recuerda que, cuando en Colombia estalló la guerra civil conservadora de 1876, algunos soldados llevaban estandartes con la imagen de Pío IX. Los obispos de Popayán, Pasto y Antioquia, quienes justificaban sus acciones citando pasajes de Quanta cura, fueron acusados luego de ser los principales instigadores de la guerra, y exiliados de Colombia por un período de diez años." En Bogotá, las escuelas públicas fueron cerradas, pues la mayor parte del cuerpo estudiantil liberal se apresuró a unirse a los ejércitos del gobierno, y

El Compendio de errores aclaraba exactamente cuán peligrosa y depravada era esta gente. Incluía a los racionalistas, los latitudinarios (o relativistas, tales como los protestantes, quienes creían que su fe era tan cristiana como la de los católicos romanos), a socialistas, comunistas, masones y otros miembros de sociedades secretas, y a aquellas personas que deseaban la separación

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Ibicl., pp. 143-152. 54 J. Ospina, Op. cit., vol. 1, 568. La carta del papa puede encontrarse en J. M. Cordovez Moure, Op. cit., ppa6-48. 55 En otro pasaje, formula de nuevo la teoría de la conspiración: "Estos malvados grupos piensan que ya se han convertido en amos del mundo, y que han alcanzado su objetivo preestablecido". A. Fremantle, Op. cit., p. 153. 56 H. Delpar, Op. cit., pp. 118-119.

50 / La modernización en Colombia



los muchachos demasiado jóvenes para luchar escenificaban simulacros de guerra los domingos en la tarde en las afueras de la ciudad. Entre los muchos niños de siete a doce años formados bajos las banderas azules del Partido Conservador, se encontraban estudiantes del Colegio Pío IX, de Concha." Las aulas, los campos de batalla y la Santa Sede vivieron en un balance simbiótico en la Colombia de la década del setenta. Tres años después de la sublevación conservadora, la suerte comenzó a sonreírle a esta causa. Rafael Núñez fue elegido presidente en 1880, y nuevamente en 1884. Después de la insurrección liberal de 1885, y de la reestructuración de las instituciones nacionales, consagrada en la Constitución de 1886, los conservadores reinsertaron la religión en la educación pública. Núñez y Caro creían que la religión ayudaría a sanar el cuerpo político. Por consiguiente, designaron a devotos católicos en cargos claves, y les dieron toda la libertad necesaria para llevar a cabo reformas en favor del clero. Una de las más fuertes comunidades religiosas que se invitó a colaborar en la regeneración de la educación colombiana fue la Compañía de Jesús. Esta comunidad fue encargada del Colegio de San Bartolomé, donde enseñaron a muchos de los futuros dirigentes del país, inculcándo-

les lo que Laureano Gómez llamaba "un concepto viril de la vida"." La mayor parte de los estudiantes que terminaban el riguroso ratio studiorum de los jesuitas, que incluía el estudio de los dásicos, latín, griego y filosofía religiosa, continuaban luego con estudios profesionales. Quienes lo hacían, optaban por lo general por el derecho o la medicina, aunque, a comienzos del siglo xx, buena parte de los bartolinos elegían, como Laureano Gómez, carreras en el comercio o la industria." Laureano Gómez adoraba su colegio. Fue un excelente estudiante, recordado tanto por su extraordinaria memoria como por el hábito de sonrojarse cuando era llamado a recitar, rasgo que le valió el apodo de Electricidad. Se adaptó fácilmente ala vida escolar y se complacía en su competitividad, especialmente en las "concertaciones", actos públicos donde los estudiantes demostraban su habilidad en las áreas académicas. El único aspecto de la vida escolar en el que no sobresalía el joven Gómez era el atletismo, para el cual lo ponía en desventaja una ligera malformación del pie derecho. A quienes más amaba y respetaba Laureano Gómez era a sus austeros profesores jesuitas. Su ascetismo, intelectualidad y lealtad para con los valores religiosos lo inspiraban continuamente. Los sacerdotes

57 L M. Mora, Op. cit., pp. 39-41. 58 La Unidad, 16 de agosto de 1911. 59 De los egresados de San Bartolomé, 216 estudiaron derecho, 140 medicina, 60 religión, 59 ingeniería, 38 comercio y 9 hicieron la carrera militar. Estas cifras corresponden al periodo comprendido entre 1891 y 1934.

Cómo se educó la Generación del Centenario I

le presentaban una visión cristiana del mundo, fortalecida por enseñanzas filosóficas que él encontraba convincentes, coherentes y satisfactorias. Gómez sostenía que nunca había olvidado ni traicionado las doctrinas que había aprendido en San Bartolomé." Los liberales estaban horrorizados por el giro que tomaban los acontecimientos; al parecer, de la noche a la mañana, había regresado la educación confesional a las escuelas colombianas. Su descontento podría haber sido menor si el cambio no se hubiera llevado a cabo de manera draconiana. Infortunadamente para Colombia, la Iglesia católica romana estaba entrando en la fase más militante de su resistencia al complejo de ideas y actitudes basadas en el racionalismo y el empirismo de la Ilustración, que habían llegado a dominar el mundo occidental." Y fue doblemente desafortunado el que los sacerdotes extranjeros, muchos de ellos españoles que huían de las guerras carlistas —o

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que habían sido exiliados por su excesiva militancia—, fuesen invitados a colaborar en la reinserción de la religión en las escuelas colombianas. Los fanáticos españoles, que llegaron en un número cada vez más grande durante las décadas del ochenta y el noventa, intensificaron la furia liberal contra las reformas religiosas de La Regeneración." Incluso en el momento en el que los liberales perdían su aciaga guerra civil de 1885, el sacerdote español Félix Sardá y Salvany publicaba su incendiario y popular libro El liberalismo es pecado.63 Monseñor Rafael Marfa Carrasquilla, inspirado tanto en la guerra civil liberal de 1895 como en la obra anterior de su colega español, publicó Ensayo sobre la doctrina liberal, que alcanzó tres ediciones en cuatro años, donde concluía que ningún liberal podía ser un buen católico." Para no ser menos, el arzobispo de Pasto, Nicolás Casas, quien escribió durante el momento más álgido de la guerra

60 El Siglo, 17 de noviembre de 1953. 61 Un espléndido ensayo que ubica esta resistencia en un contexto histórico es el de Isaiah Berlin, "The Counter Enlightment", en: Henry Hardy, ed., Ming the Current, Essays in ¿he History of Ideas, Nueva York, The Viking Press, 1980. 62 Entre las muchas fuentes que documentan el efecto desestabilizador que tuvieron los sacerdotes españoles y otros sacerdotes extranjeros sobre la vida política de este período, se encuentran Tomás Rueda Vargas, Escritos, Bogotá, Amares, 1963, pp. 354-359; L. M. Mora, Op. cit., pp. 75-77; M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Op. cit., p. 79; R. V. Farrell, Op. cit., pp. 50, 77. 63 Esta publicación generó durante varios años una serie de respuestas indignadas por parte de los liberales, una de las cuales es el ensayo de Rafael Uribe Uribe, "De cómo el liberalismo político colombiano no es pecado", en: Jorge Mario Eastman, ed., Obras selectas, vol. 1, Bogesá, Imprenta Nacional, 1979. Félix Sardá y Salvany, El liberalismo es pecado, Bogotá, Imprenta de F. Torres Amaya, 1886. 64 Rafael M. Carrasquilla, Ensayo sobre la doctrina liberal, 3' ed, Bogotá, Imprenta de Luis M., Holguín, 1899, p. 196. Carrasquilla se desempeñó como ministro de educación a fines de la década del noventa.

52 / La modernización en Colombia civil de 1899-1902, publicó, en rápida sucesión, dos volúmenes en los cuales instruía a sus seguidores sobre la malvada filosofía política. Su tenor puede juzgarse por el pasaje en el cual el obispo condena al liberalismo doctrinario por "su inmensa malicia; horrible por lo impío, blasfemo y ateo de sus principios", y "por su enorme monstruosidad". 65 Según el Concordato de 1887, a los obispos diocesanos se les concedía el derecho de despedir a los maestros de escuela cuyas ideas consideraran poco ortodoxas desde el punto de vista religioso. En 1888, el educador y católico militante Jesús Casas, ministro de educación bajo el presidente encargado Miguel Antonio Caro, identificaba el anticatolicismo con la traición. Criticó la educación pública propiciada por los gobiernos liberales como la causa de los desórdenes civiles; ésta debía ser "arrancada de raíz"." La hipérbole antiliberal de los líderes civiles y religiosos adoptó una forma oficial en el "Juramento de fe para profesores", el cual, a partir de 1901, exigía que todos los profesores de las instituciones públicas juraran: Creo en Dios Padre y en todos los principios relacionados con la fe, el

Cómo se educó la Generación del Centenario / 53 dogma, la moralidad y la disciplina adoptados por la Iglesia católica romana [...]. Rechazo y condeno absolutamente, como lo hizo el Compendio, varias encíclicas papáles y el Consejo Latinoamericano, los conceptos básicos del liberalismo, naturalismo, socialismo y racionalismo 6 7

Los hijos de las familias liberales más adineradas podían escapar a los rasgos absurdos de la política educativa conservadora asistiendo a las escuelas fundadas para ellos. El joven

Luis Eduardo Nieto Caballero fue uno de ellos; ingresó al Colegio Araújo incluso después de que la gente le había aconsejado que estudiara con los jesuitas, pues Araújo era un hereje. 68 Nieto encontró que el librepensador Araújo era, en realidad, un hombre ponderado y humano. No obstante, el rector y su escuela eran liberales, y Nieto admitió después que durante aquellos años "me saturaba, sin que yo lo supiera, de liberalismo". 69 Esta fue la reacción de Alfonso López Pumarejo ante sus estudios en el Liceo Mercantil: Me enseñaron a leer en la Cartilla Liberal, que dejó huellas indelebles. A lo mejor, si los maestros se valen de la Cartilla Conservadora, ¡sería hoy el Jefe de ese partido!."

65 Los pasajes citados fueron tomados del libro de Nicolás Casas, Enseñanzas de la Iglesia sobre el liberalismo, Bogotá, Tipografía Salesiana, 1901, y del segundo volumen de otro libro suyo, Instrucciones del Ilustrísimo Señor Obispo de Pasto al clero de su diócesis, sobre la conducta que ha de observar con los liberales en el púlpito y en algunas cuestiones del confesionario, Pasto, 1902.

66 R. V. Farrea, Op. cit., pp. 305-306. 67 Ibíd., p. 308. 68 L. E. Nieto Caballero, Op. cit., pp. 28-29. 69 'bid., p. 29. 70 Gustavo Humberto Rodríguez, Olaya Herrera. político, estadista y caudillo, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, p. 10.

La educación en algunos de los colegios liberales era tan excluyente como la de los conservadores. Julio Palacio, quien estudió en la Universidad Republicana durante la década del noventa, tenía un profesor de derecho constitucional que no enseñaba la Constitución de 1886. Para él, la Constitución de Rionegro de 1863 era la verdadera carta fundamental de

apareció en los diarios liberales y conservadores de la ciudad. La discusión se centraba en la instrucción ofrecida por los jesuitas en San Bartolomé, considerada por los escritores liberales como anticuada y completamente inapropiada 'para la edad moderna. Ambos bandos manifestaron gran emotividad y, finalmente, estallaron desórdenes en las calles cercanas a

Colombia, y la de 1886, simplemente,

San Bartolomé. Jóvenes de dieciséis y diecisiete años, de las mejores instituciones educativas de Colombia —la

"un paréntesis que bien pronto habrá

de cerrarse"." Luis María Mora, quien estudió en la Universidad Externado de Colombia, recordaba que sus profesores no les presentaban las ideas de Bentham y de De Tracy como conceptos filosóficos, sino como "un axioma que imponer, con fanático entusiasmo, y una bandera de guerra para anonadar al adversario". 72 La clase de religión en su colegio era "objeto de las más irreverentes burlas", y profesores y alumnos por igual se complacían en "destruir" la doctrina escolástica que, a pocas cuadras de allí, impresionaba tanto a Laureano Gómez." Durante 1899, los escolares de Bogotá recibieron vívidas pruebas de la estrecha conexión que existía entre sus aulas y el mundo público que se

encontraba más allá de ellas. El año lectivo se inició con un acalorado debate sobre la política educativa, que

Universidad Republicana, el Liceo Mercantil y el Colegio Araújo, liberales, y el Colegio de San Bartolomé, conservador— se golpeaban a puños bajo la mirada atónita de sus mayores.74 Es probable que cuatro de los futuros presidentes de la nación observaran la pelea o participaran en ella. Posiblemente los bartolinos Laureano Gómez y Roberto Urdaneta, de diez y nueve años respectivamente, la observaron a cierta distancia. Del lado de los liberales, las habilidades para la lucha callejera de Alfonso López, de trece años, probablemente no fueron necesarias, pues su colegio, el Liceo Mercantil, estaba muy bien representado por el gigante rubio Enrique Olaya, quien alegremente quebraba las narices del enemigo animado por los sacerdotes."

71 J. H. Palacio, Op. cit., p. 26. 72 L M. Mora, Op. cit., p. 74. 73 lbíd., p. 74. 74 Luis Eduardo Nieaballero se refirió a la reyerta como algo horrible, y dijo que había sido inspirada por los profesores de San Bartolomé. Nieto Caballero, Op. cit., pp. 28-30. Véase también H. Delpar, Op. cit., p. 142. 75 El biógrafo de Olaya, Gustavo Rodríguez, relata que la única diversión del serio y estudioso Olaya consistía en unirse a su hermano Leonidas para las peleas semanales con los

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54 I la modernización en Colombia Durante las vacaciones de aquel aciago 1899, a fines de junio, Rafael Uribe fue encarcelado bajo el cargo de organizár la guerra civil. Fue conducido a prisión con otros dirigentes liberales entre dos columnas de soldados fuertemente armados, por las calles más concurridas de Bogotá. Para mediados de julio fue dejado en libertad, y dos meses después se dirigía hacia el norte, al departamento de Santander, para ayudar a organizar la revolución." Miles de liberales bogotanos siguieron a Uribe durante las semanas siguientes. Las tristes despedidas en las estaciones de tren de Bogotá alarmaron tanto a las autoridades, que éstas declararon el estado de sitio el 18 de octubre, con la esperanza de retrasar el éxodo. No sirvió de mucho. Los colegios liberales perdieron profesores y a muchos de sus estudiantes mayores por la guerra, entre ellos a Enrique Olaya Herrera, quien se unió a las fuerzas liberales en el occidente de Cundinamarca." Muchos de los colegios liberales se cerraron para siempre. Uno de ellos fue el. Colegio Araújo, confiscado por decreto gubernamental y convertido en barracas del ejército. Estos acontecimientos sustentan la verdad de la observación de

Luis María Mora: "en el estado de continua revolución que vivía Colombia, la guerra era, en cierto sentido, la manera de completar la propia educación"?

Guerra e ignominia La Guerra de los Mil Días en Colombia, escribió el estadista Laureano García Ortiz, comenzó en 1840." Quería decir con ello, desde luego, que la guerra había surgido de la misma exclusión política, regionalismo y faccionalismo de la élite que, según Jorge Holguín, había generado nueve guerras civiles de importancia, catorce conflictos localizados, tres golpes de estado militares y dos guerras internacionales durante el primer siglo de historia nacional 80 No obstante, si bien la mayor parte de las causas subyacentes a la guerra colombiana de 18991902 eran iguales a las que habían ocasionado conflictos anteriores, existían factores agravantes que se conjugaron para hacer que esta guerra civil fuera peor que cualquiera de las anteriores. El surgimiento del café como una fuerza cada vez más vital para la economía nacional profundizó las divi-

estudiantes de San Bartolomé. Seguramente exageraba, pues sólo se dio una de estas peleas. Véase el libro de G. H. Rodríguez, Op. cit., pp. 23-24. a., 76 Rafael Serrano, El general Uribe, Bogotá, Tercer Mundo, 1976, p. 124; C.W. Bergquist, Op. p. 124. 77 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 124, 141. 78 L M. Mora, Op. al, pp. 133-134. 79 Laureano García Ortiz, Estudios históricos y fisonomías colombianas, Bogotá, ABC, 1939, p. 209. 80 Citado por Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes, biografía de un gran colombiano, 3.a ed., Bogotá, Espiral, 1967, pp. 237-238.

siones existentes entre los dirigentes colombianos, y fortaleció el conflicto una vez iniciado. Las exportaciones cada vez mayores de este lucrativo producto trastornaron los antiguos equilibrios regionales y propiciaron el crecimiento de nuevas élites locales, la mayor parte de las cuales tenían vínculos con el Partido Liberal." Los liberales tendían a estar más involucrados en el comercio del café, pues habían sido obligados a retirarse de la vida pública justamente cuando comenzó la bonanza cafetera en la década del ochenta. Los liberales más directamente comprometidos con las exportaciones de café tendían a ser hombres jóvenes y enérgicos, tales como Rafael Uribe, quien, durante las décadas del ochenta y el noventa, estableció cultivos al occidente montañoso de Cundinamarca, sobre el río Magdalena. Los cultivadores como Uribe detestaban las tarifas, impuestos y políticas monetarias inflacionarias de la era de La Regeneración, que obstaculizaban. el comercio del café. Cuando se aproximaba la guerra, a fines de la década del noventa, liberales de todas partes de Colombia, a menudo unidos por lazos económicos y políticos, consiguieron utilizar las redes comerciales para la organización de la guerra. Tales vínculos se extendían a todos los rincones de la nación y también a nivel internacional.

Para 1887, gran parte de la correspondencia comercial entre los cultivadores liberales de café, contenía información codificada sobre los preparativos de su partido para la guerra. En el extranjero, sus colaboradores induían liberales radicados en América Central, Ecuador y Venezuela. En este último país, su más ferviente partidario era el caudillo liberal Cipriano Castro, cuya exitosa toma del gobierno venezolano en octubre de 1899 esperaban emular los liberales colombianos.82 El faccionalismo de la élite se había intensificado también por el surgimiento del café en Colombia. Liberales y conservadores históricos compartían la creencia en el liberalismo económico y esto hacía de ellos aliados naturales. Este hecho contribuye a explicar su campaña en contra de los dirigentes del partido nacionalista como Caro y Marco Fidel Suárez, quienes no eran comerciantes y, por consiguiente, no poseían vínculos con la economía de las exportaciones e importaciones. Los nacionalistas tendían a ser hombres cuyo pensamiento económico estaba coloreado por el sesgo mercantilista de una época anterior, hecho que se ilustra en el impuesto establecido por Caro a las exportaciones de café, y el extenso uso que hizo de los monopolios gubernamentales como productores

81 M. Palacios, Estada »ases sociales en Colombia, Op. cit., p. 112. 82 Carlos Eduardo Jaramillo, "Antecedentes generales de la Guerra de los Mil Días y golpe de Estado del 31 de julio de 1900", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 68, 72, 76-77.

56 / La modernización en Colombia de ingresos." Y a medida que el café surgía con mayor fuerza en el panorama nacional, el ciclo de las ruinosas bajas de precios, que culminó en 1899, debe ser induido como otro factor que contribuyó al estallido de la guerra." Carlos Martínez Silva, líder de los históricos, describió a las clases adineradas como las que sufrían una "profunda angustia" por la baja de los precios que, unida a la política monetaria inflacionaria del gobierno, había limitado las exportaciones y causado la baja de las acciones colombianas en el intercambio europeo y estadounidense." Un número cada vez mayor de miembros de las clases media y baja encontraba su sustento en actividades relacionadas con el café. En 1899, Martínez Silva notó un incremento en la delincuencia común, al que vinculó con la caída de los precios. Se había convertido en un hecho corriente ver a hombres arma-

dos en los pueblos y en los campos para defender sus propiedades. Otros, cuyas manas habían sido robadas, se amontonaban miserablemente en las heladas calles de Bogotá. 86 Al menos tan importante como el surgimiento del cultivo del café, en la perturbación del panorama nacional, fue la continua pobreza del gobierno central. Esta, a su vez, se arraigaba en el carácter subdesarrollado de la economía. A pesar del auge del café, la economía colombiana era, en 1899, una de las menos productivas de América Latina. En exportaciones per capita e inversión extranjera, para mencionar sólo dos indicadores, Colombia fue el último y el penúltimo país respectivamente dentro de las veinte naciones latinoamericanas." Nunca fue más visible la pobreza del gobierno que a fines del siglo, cuando se presagiaba la guerra. El gobierno se vio obligado a despedir a

83 El mejor estudio sobre los orígenes económicos de la Guerra de los Mil Días, y sobre los vínculos económicos de la élite, es el de C. W. Bergquist, Op. cit. 84 Los precios del café alcanzaron aquel ario su más bajo nivel histórico de siete centavos por libra. En Brasil, también la baja de los precios ocasionó disturbios sociales. Allí, sin embargo, la principal consecuencia de los problemas económicos fue la emigración, no la guerra. Entre 1900 y 1913, época en la cual los inmigrantes europeos inundaron América, la emigración de los trabajadores europeos de Brasil alcanzó a ser el 65% de la inmigración total. Véase: Celso Furtado, The Economic Grough of Brasil. A Surveyfimo& Colonial to Modern Times, Berkeley, University of California Press, 1971, pp. 190-195; William Arthur Lewis, Gima and Fluctuations, 1870-1913, Princeton, Princeton University Press, 1978, p. 190. 85 C. Martínez Silva, Capítulos de historia política de Colombia, Op. cit., vol. 3, pp. 409-410. 86 /bid., pp. 269-272. W. McGreevey, Op. cit., p. 198, estima que durante el período transcurrido entre 1870 y 1930, casi un cuarto de la población rural de Colombia abandonó los cultivos para la subsistencia e ingresó al mercado a través de su vinculación con la industria del café. 87 En exportaciones per copita clasificó de último, detrás de República Dominicana. En inversión extranjera per rápita, Colombia quedó ligeramente delante de ésta, y muy por debajo de países como México, Perú y Argentina. Y, aún más significativo, estas generalizaciones se basaron en datos recopilados una década después de la Guerra de los Mil Días. Véanse: José Antonio Ocampo, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, Bogotá, Siglo XXI, 1984, p. 53; Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, pp. 169-177.

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mil hombres de su ya reducido ejército en junio de 1899, y a vender dos cruceros del Ejército por aquella misma época —y esto en un momento en el que todos consideraban la guerra como algo inminente—. Los esfuerzos por obtener dinero a través de empréstitos extranjeros fueron inútiles. La caída de los precios del café y los efectos tardíos de la guerra civil de 1895, ocasionaron un incumplimiento del pago de la deuda externa, que había arruinado la evaluación de crédito de la nación. Esto fue doblemente vergonzoso, pues la deuda pública de Colombia, de sólo cinco dólares per capita, era una de las más pequeñas del mundo." Seis meses después de iniciada la guerra, en abril de 1900, el desesperado gobierno colombiano obtuvo cinco millones de francos, al acordar una extensión de seis años a la concesión de la Nueva Compañía del Canal de Panamá. Esta fue una jugada imprudente, adoptada bajo la presión de la guerra, que habría de debilitar la posición del país en las negociaciones con Estados Unidos sobre Panamá tres años más tarde." A pesar de los graves problemas que aquejaban a Colombia a fines de la década del noventa, hubiera sido posible evitar la guerra si su presidente hubiera sido una persona diferente de Miguel Antonio Caro. Durante

aquella década, el dirigente del partido nacionalista había insistido en aferrarse al poder, actitud que invariablemente generó graves contiendas políticas. En 1896 intentó una maniobra mediante la cual le sería permitido postularse para la reelección en 1898, sin violar la respectiva prohibición constitucional. Renunció ala presidencia a favor de su copartidario Guillermo Quintero Calderón. Pero cuando Quintero tuvo la audacia de nombrar a un conservador histórico en su gabinete, Caro lo destituyó y asumió de nuevo la presidencia, observando que "no es posible mantener la armonía entre los católicos mediante el nombramiento de cardenales protestantes"." Luego tuvo Caro la idea de nombrar candidatos a la presidencia y vicepresidencia para el período 1898-1904 a quienes creía que podía controlar. Para presidente eligió a un octogenario enfermizo llamado Manuel Antonio Sandemente, un hombre caracterizado por el escritor José María Vargas Vila como "una momia, cubierta de polvo venerable"?' Su opción para vicepresidente fue José Manuel Marroquín, un prominente nacionalista, cuyo catolicismo militante había llevado a los liberales a apodarlo Torquemada." Según el plan de Caro, Marroquín actuaría como presidente

88 C. W. Bergquist, Op'kit., pp. 117-118; C. E. Jaramillo, Op. cit., p. 75. 89 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 148-149. 90 C. E. Jaramillo, Op. cit., p. 70. 91 Malcolm Deas, ed., llagas Vila, sufragio, selección, epitafio, Bogotá, Banco Popular, 1985, p. 160. 92 L E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 1, p. 281.

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del débil Sanclemente, así como Caro se había desempeñado como presidente de Rafael Núñez. El plan de Caro pronto se malogró después de que sus candidatos ganaron la elección de julio de 1898, contienda electoral cuya equidad puede evaluarse por el hecho de que los impopulares candidatos nacionalistas obtuvieron una aplastante victoria.° En cuanto Marroquín comenzó a actuar como presidente, asumió sus propias decisiones. En primer lugar, abolió el impopular impuesto a las exportaciones de café, y avanzó hacia garantizar la representación política de los liberales. Luego adoptó medidas para abolir la ley que privaba de derechos civiles a las personas sospechosas de subversión.° Caro procedió rápidamente a deshacerse de Marroquín, esta vez obligando a Sandemente a asumir la presidencia. Para noviembre de 1898, el anciano fue instalado en el palacio presidencial en Bogotá, y aseguró a los miembros del partido que no haría nada para desmantelar las leyes promulgadas durante La Regeneración. En su visión retrospectiva de diez años, Rafael Uribe Uribe recordó que eran acontecimientos como aquellos —la arrogante manipulación de la política nacional— lo que "nos cegó y nos llevó a la guerra"?'

Una vez que el presidente Sanclemente regresó vacilante al poder, los preparativos para la guerra se adelantaron con presteza.. Pronto Sanclemente se marchó de nuevo en busca de un clima más saludable. Dejó tras de sí un sello de caucho fabricado con su firma, para que fuese utilizado por sus subalternos de confianza. Todas estas cosas eran especialmente perturbadoras para los conservadores históricos, cuyas primeras cartas de protesta habían desempeñado un importante papel en el tema de la corrupción bajo los nacionalistas. Era ampliamente conocido, por ejemplo, que uno de los monopolios más lucrativos del gobierno, las minas de sal de Zipaquirá, no seguía procedimientos fijos de contabilidad; de hecho, no mantenía libros. Estos abusos y muchos otros serían ridiculizados públicamente en la novela Fhx, escrita después de la guerra por Lorenzo Marroquín, senador nacionalista e hijo del vicepresidente. 96 Los conservadores históricos, tales como Carlos Martínez Silva, fueron tan críticos del gobierno en los meses anteriores a la guerra, que muchos liberales creyeron que los disidentes se unirían a su revuelta. Unos pocos históricos lucharon al lado de los liberales en las primeras etapas del conflicto,

93 Manuel Antonio Sandemente obtuvo 1.606 votos; Rafael Reyes, el candidato nacionalista, 121 votos; Miguel Samper, el candidato liberal, 310 votos. 94 La medida antisubversiva suministró la base legal para la deportación de Santiago Pérez en 1892. Se originó en una ley de 1888, la infame "Ley de los Caballos". Para más detalles sobre esta impopular ley de La Regeneración, véase H. Delpar, Op. cit., pp. 144 y ss.; C. W Bergquist, Op. cit., pp. 37 y ss. 95 E. Santa, Op. cit., p. 304. 96 Lorenzo Marroquín, Pax, 2." ed., Bogotá, Imprenta de La Luz, 1907.

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Rgura2.1 Tropas gubernamentales durante la Guerra de los Mil Días, hacia 1901 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

y los históricos del departamento de Santander firmaron un acuerdo formal de neutralidad con los liberales, pero en su mayoría se alinearon rápidamente con el esfuerzo de guerra del gobierno .° En noviembre de 1899, el pacifista liberal Aquileo Parra expresó los sentimientos de los pacifistas liberales y conservadores cuando escribió: "el torrente nos está arrastrando, y no sería sensato ni patriótico insistir en oponernos a él"." De manera sorpresiva, los libera-

les ganaron el primer enfrentamiento de la guerra, la batalla de Peralonso, a mediados de diciembre de 1899. Esta victoria alimentó las esperanzas de todos aquellos que deseaban el pronto fin de la guerra. Los liberales en general, y Uribe en particular, esperaban que Sanclemente se mostrara dispuesto a iniciar conversaciones de paz, mediante las cuales los liberales pudieran obtener las garantías que no habían logrado conseguir por medios pacíficos. Cuando el presidente,

97 Años más tarde, L. E. Nieto Caballero, Op. cit.. vol. 2, pp. 238-243, observó amargamente que los históricos habían mantenido su palabra de que lo apoyarían durante veinte días. Véase también C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 79 y ss.; C. E. Jaramillo, Op. cit., p. 74. 98 H. Delpar, ()p. cit., p. 182.

60 / La modernización en Colombia durante uno de sus pocos momentos de lucidez, rechazó la propuesta, muchos de quienes estaban interesados en terminar con la guerra comenzaron a conspirar para derrocarlo. El golpe de Estado del 3 -1 de julio de 1900 fue obra principalmente de los conservadores históricos, dirigidos por Carlos Martínez Silva, junto con algunos pacifistas liberales y nacionalistas. Según su plan, el vicepresidente Marroquín asumiría la presidencia, iniciaría conversaciones de paz con los liberales y, eventualmente, reformaría la Constitución, como había acordado hacerlo a fines de 1898, cuando actuó como presidente. Infortunadamente para los conspiradores, y para Colombia, el cambio ilegal de gobierno tuvo funestos resultados. Una vez posesionado el nuevo presidente, la serie de acontecimientos pacíficos que debía poner en marcha nunca se dio. Marroquín, por el contrario, continuó vigorosamente la guerra, que habría de prolongarse, con incrementada virulencia, por más de dos años. La explicación de lo anterior se halla tanto en el carácter ideológico de la lucha partidista en Colombia, como en el hecho de que Marroquín hubiera encontrado un lugarteniente capaz de conducir la guerra con la unicidad de propósito de la que él mismo carecía. Este hombre fue Aristides Fernández. Aristides Fernández era un hombre vigoroso, de treinta y ocho años,

cuando el destino decidió que debía desempeñar un papel clave en el golpe que llevaría al derrocamiento de Sandemente. En aquel momento, era director de la fuerza de policía de Bogotá, y fue su oportuna llegada con un escuadrón de cuatrocientos policías, todos los cuales habían jurado apoyar a los históricos, lo que convenció a Marroquín, quien se ocultaba en casa de un amigo, de que el golpe tendría éxito. Desde ese momento hasta el final de la guerra, dos años más tarde, Fernández se convertiría en el alter ego de Marroquín, prosiguiendo la guerra con una fuerza que hizo de él una persona temida por todos los colombianos, y odiada por los liberales." Antes de su caída, Aristides Fernández se desempeñó como gobernador de Cundinamarca, ministro de guerra, ministro del interior y ministro de hacienda. A comienzos de 1902 asumió dos de estos ministerios simultáneamente, algo que pocos colombianos han hecho. El ascenso de Fernández y su súbito eclipse en junio de 1903 dicen mucho acerca de la política y de la sociedad colombianas a comienzos del siglo xx. Bajo circunstancias normales, un hombre de oscuros orígenes como Fernández nunca habría alcanzado tan altas dignidades en el servicio público. Los cargos ministeriales estaban reservados para los ricos y bien nacidos, o para quienes poseían una extraordinaria habilidad intelectual y

99 Una de las mejores semblanzas de Aristides Fernández se encuentra en C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 176-178. Sin embargo, un estudio moderno sobre Fernández es indispensable.

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éste representaba. Los unía la convicción de que la virtud pública, la Colombia cristiana y todas las cosas buenas y puras estaban en juego en la guerra. Se identificaban con José Vicente Concha quien, a comienzos del conflicto, sé había referido a ella como una guerra santa, y con el obispo Ezequiel Moreno, quien incitaba a los soldados del gobierno: "Luchen por nuestra religión". 193 Fernández utilizaba el mismo lenguaje de los extremistas conservadores, saturado de la fraseología de las encíclicas papales y al que confería realidad inmediata y urgencia el enemigo liberal. Mientras mantenía una feroz presión sobre las guerrillas liberales a comienzos de 1902, Fernández dijo a sus entusiastas seguidores en Bogotá que se proponía llevar a cabo "una pronta cauterización de la herida" que le había infligido a Colombia el liberalismo, una Figura22 Aristides Fernández, hacia "enfermedad endémica [...] que corroe 1902 y envenena el organismo social".' 01 Se actuó con base en estos ideales a meFuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte diados de 1902, cuando Fernández, Moderno, Bogotá como ministro de guerra, ordenó a tenían amigos en altas posiciones. Pero, los comandantes del gobierno aplien julio de 1900, la Atenas Sura- car justicia sumaria a los prisioneros mericana era una ciudad sitiada, y la liberales. Cuando Carlos Martínez capacidad organizativa y la corrección Silva protestó por las ejecuciones ideológica eran las cualidades más ante el presidente Marroquín, en una apreciadas en los funcionarios guber- carta de septiembre de 1902, namentales. Por fortuna para Fer- Fernández no vaciló en encerrarlo en nández, compartía con Marroquín el la prisión de Bogotá, el Panóptico, odio por el liberalismo y todo lo que junto con el liberal Agustín Nieto y

100 L. E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 1, p. 86.

101 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 182.

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62 / La modernización en Colombia otras dos prominentes figuras del partido histórico.'" Marco Fidel Suárez decía que Fernández "no era un caballero" y, para Uribe Uribe, era "una desgracia nacional". 9" Pero era precisamente por eso que le resultaba tan útil al presidente Marroquín quien, por convencionalismos sociales, no podría haber tratado cruelmente a iguales como Martínez Silva y Agustín Nieto. Pero Fernández no tenía vínculos semejantes que le impidieran cumplir con su deber de continuar la guerra por los medios que considerara apropiados. El inmisericorde perseguidor de los revolucionarios liberales era un hombre de mentalidad premoderna. En una época en la que habría podido hacerse rico mediante la guerra, como muchos a su alrededor, por medios legales e ilegales, Fernández no robó nada.'" Después de la guerra y de su desaparición de la vida política, se ganaba a duras penas la vida vendien-

do muñecas en una desvencijada tienda en el centro de Bogotá, y murió finalmente en la más grande miseria.'" Quizá la mayor tragedia de la guerra no residió en su impacto inmediato sobre Colombia, sino en la forma gimo politizó y radicalizó ala siguiente generación de líderes nacionales. "La guerra me fue enseñando el odio", escribió Luis Eduardo Nieto Caballoro, quien cumplió trece años cuando el conflicto entró en su fase más álgida. Nieto y sus amigos coleccionaban e intercambiaban tarjetas, pedazos de papel e induso billetes viejos con la imagen de famosos líderes liberales del pasado. Después convirtió su colección en un mosaico montado sobre un cartón, decorado con una cinta roja y colocado en un sitio de honor, "como si fuesen seis o siete santos". Durante el primer año de la guerra, Nieto publicó un "periódico", y donó las utilidades de su venta al Partido Liberal. Esto terminó cuando la policía entró

102 Carlos Martínez Silva firmó una carta, junto con el liberal Isidro Nieto, y con los históricos Francisco A. Gutiérrez y Bernardo Escobar. Los cuatro fueron encarcelados y, tres días después, exilados al pueblo de Gachalá. Martínez no podía creer lo que estaba ocurriendo, como lo narra su hijo Luis Martínez Delgado en A propósito del doctor Carlos Martínez Silva, cig., pp. 469-477. Los soldados no sólo obligaron a los distinguidos cachacos a caminar Op. a su exilio, sino que los forzaron a dormir en el piso de tierra de loa cobertizos de propiedad de viejas que se burlaban de ellos. Tres meses más tarde, se permitió a los exiliados regresar a Bogotá. Esta experiencia agravó la deteriorada salud de Martínez Silva, quien murió dos meses después, en febrero de 1903. 103 C. W. Bergquist, Op. ciL, p. 186. 104 El especulador de tierras antioque6o, Pepe Sierra, fue uno de los que se enriqueció por medios legales, si ha de creerse a su biógrafo, Bernardo Jaramillo Sierra. Escritores posteriores no fueron tan caritativos con Marroquín. En opinión de Vargas Vila, "al no tener nada mejor que hacer, [Marroquín] se dedicó al pillaje. Metió sus manos, hasta los codos, en el tesoro nacional y lo vació. Nada saciaba su avaricia. Vendió todo, aguardando Véase: Bernardo Jaramillo Sierra, el momento en el que pudiera vender la nación Op. Pepe Sierra. El método de un campesino millonario, Medellín, Bedout, 1947, y M. Deas, pp. 165-166. 105 L E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 2, p. 31. [...]".

a su casa y confiscó los ofensivos documentos.w° Alfonso López publicó

también un periódico liberal clandestino durante la guerra. Fue arrestado por ello y arrastrado ante Aristides Fernández, quien lo puso en libertad, no sin antes observar en tono lúgubre, "el joven ya está infectado".'" Las lealtades partidistas de Laureano Gómez también fueron moldeadas por la guerra. Para él, los ejércitos liberales eran "bandas de incendiarios y asesinos que ensangrentaban y arrasaban el país".'" Aristides Fernández había ayudado a convencer a Gómez de que esto era así cuando exhibió los cuerpos de tres soldados mutilados por las guerrillas liberales en la calle de San Bartolomé. El 25 de febrero de 1902, menos de una semana después del día en que Laureano Gómez cumplió trece años, Fernández escribió una carta al general liberal Juan McAlister, en la que juraba comenzar a ejecutar a los prisioneros liberales detenidos en el Panóptico, a menos que dejara en libertad a varios oficiales conservadores apresados por los liberales. Gómez y sus compañeros de clase aplaudieron la acción, e induso enviaron una

carta a Fernández felicitándolo por la posición que había adoptado. Laureano Gómez admiraba inmensamente a José Joaquín Casas, la persona que reemplazó a Fernández como ministro de guerra poco después del incidente de Juan McAlister. Fue Casas quien, en octubre de 1902, ordenó que el derrotado Uribe fuese sometido a una corte marcial y luego ajusticiado, "sin contemplación alguna". Esta orden nunca se ejecutó.m° No obstante, en opinión de Gómez, Casas fue un ministro de guerra eficiente, cuya energía se aunaba a "su perspicacia y Jara visión"."° La Guerra de los Mil Días terminó durante los últimos meses de 1902, con la firma de dos importantes tratados de paz. El general Uribe firmó el primero en una plantación de bananos de propiedad holandesa, llamada Neerlandia, situada cerca de la costa Atlántica. El general Benjamín Herrera firmó el segundo a bordo del barco del Ejército estadounidense Wisconsin, anclado cerca de la dudad panameña de Colón. Uribe había hecho de la destitución de Fernández una de las principales condiciones de su rendición, lo cual había

106 lbfd., pp. 31-41. 107 H. Latorre Cabral, Op. cit., pp. 290-291. 108 Laureano Gómez, "José Joaquín Casas", en: Ricardo Ruiz Santos, ed., Obras completas, vol. 3, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 13. 109 El general Juan B. Tovar, quien capturó a Rafael Uribe, respondió a la orden en los siguientes términos: "He ganado la espada que llevo al costado luchando lealmente en los campos de ballla. Preferiría romperla en mi rodilla que mancharla con sangre vilmente derramada, violando el juramento que he hecho a nombre del gobierno". Carlos Eduardo Jaramillo, "La Guerra de los Mil Días 1899-1902", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 107. 110 L Gómez, Op. cit., vol. 3, p. 13.

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llevado a Marroquín a retirar transitoriamente a su ministro de guerra." Nadie dudaba, sin embargo, de que había sido Fernández, con su draconiana continuación de la guerra, quien había llevado a los liberales a la mesa de negociación. Como lo dijo el escritor Vargas Vila, Fernández acabó en los patíbulos la revolución que los generales habían sido incapaces de acabar en los campos de batalla; y levantó en lo alto de la horca el cadáver de la Guerra, que la ineptitud de Rafael Uribe Uribe había apuñaleado ya, en los campos de Neerlandia."2 Un mes después de terminada la guerra, Aristides Fernández se encontraba de nuevo en el gobierno. En una reorganización del gabinete en enero de 1903, fue nombrado ministro de hacienda. Mientras luchaba aún con las fmanzas nacionales, se unió al ministro de educación Casas para presentar un ultimátum al presidente Marroquín. El documento, que induía siete puntos, representaba el intento de estos ministros por continuar con la proscripción del liberalismo en el período de la posguerra. Respaldaban sus exigencias con la amenaza de renunciar a sus cargos si éstas eran negadas. Puesto que ambos hombres se habían convertido, en cierta forma, en un problema para él, Marroquín acep-

tó sus renuncias a pesar de las vehementes protestas de sus seguidores. Diez días más tarde, el primero de junio, emitió un decreto mediante el cual ponía fui al estado de sitio y declaraba restablecido el orden público."' Sólo dos meses después del decreto de Marroquín, Colombia se deslizó hacia una nueva crisis. El 10 de agosto, el Senado colombiano rechazó el

Tratado Hay-Herrán, bajo cuyos términos se construiría un canal interoceánico en el Istmo de Panamá. Mi-

guel Antonio Caro dirigió a las fuerzas del Senado que se oponían al acuerdo, en parte debido a la amarga enemistad que sentía por Marroquín. Los acontecimientos se precipitaron después de la votación. Los representantes de Panamá en el Congreso regresaron a casa y se unieron a otros que planeaban la secesión de Colombia. El 2 de noviembre de 1903, Panamá dedaró su independencia. Tres días después, el gobierno de Estados Unidos, que había propiciado la revolución y luego le había prestado su apoyo y ayuda, extendió su reconocimiento a la nueva nación. Colombia no pudo hacer más que protestar, pues los buques de guerra protegían de manera efectiva la soberanía panameña." 4 Bogotá se convirtió en un caos en la tarde del 3 de noviembre, cuando

111 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 186. 112 M. Deas, Op. cit., p. 117. 113 Los últimos meses de Aristides Fernández en el gabinete de José Manuel Marroquín se discuten en detalle en C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 204-210. 114 Buenos recuentos recientes de los incidentes arriba descritos son: Richard L. Leal, Arrogant Diplomacy: U. S. Fblicy toward Colombia, 1903-1922, Wilmington Scholarly Resources, 1987;

Cómo se educó la Generación del Centenario / 65 llegaron los telegramas que anunciaban la temida pérdida de Panamá. Ciudadanos de todas las edades y condiciones llenaron las calles, con la vana esperanza de que se dijera algo que deshiciera el desmembramiento de su país. Muchos de ellos, como Laureano Gómez, quien entonces tenía catorce arios, lloraron de rabia y rogaron que se les permitiera unirse a cualquier

expedición militar que se enviara para recuperar el departamento secesionista.' " No se organizó una expedición semejante, pues el gobierno permanecía extrañamente inactivo ante lo que la mayoría de los ciudadanos consideraba como una tragedia nacional. Más de veinte años después, Laureano Gómez narró lo que el general Pedro Nel Ospina le había contado de su reunión con el presidente Marroquín la tarde de aquel día. Al igual que muchos otros, Ospina se dirigió al palacio presidencial a ofrecer sus servicios para la recuperación de Panamá. Cuando llegó el general, la edificación estaba oscura y desierta. Caminando de una habitación a otra, se encontró finalmente con el presidente, que sentado bajo una de las bombillas incandescentes, recién instala-

das en el palacio, leía una novela francesa. Marroquín sonrió, lo miró y dijo: "Oh, Pedro Nel, no hay bien que por mal no venga. Se nos ha separado Panamá, ipero tengo el gusto de volverlo a ver en esta casa!"."6 Fue evidente para Ospina que el presidente, quien para entonces tenía setenta y siete arios, no haría nada para poner fin a la rebelión en Panamá."'

José Manuel Marroquín no dejó registro alguno de aquel encuentro con Pedro Nel Ospina. Pero no hay duda de que su aparente falta de preocupación por los acontecimientos del día y su alegre disposición ocultaban descontento y resignación y, posiblemente, cierto grado de sardónica satisfacción. Sus seis años en el alto cargo no habían sido placenteros ni fáciles. No obstante, había conseguido ganar la guerra civil más sangrienta y prolongada del país, preservando así una Colombia cristiana. Sus tribulaciones se habían iniciado en 1896 cuando, como vicepresidente, Miguel Antonio Caro había intentado hacer de él un títere suyo. Descontento con el intento de Marroquín por aplacar a los liberales y evitar así la guerra, Caro lo destituyó de una manera autoritaria y humillante. Luego llegaron a pedir

Dwight Carroll Miner, The Fight for the Panamá Route. The Story of the Spooner Act and the HayHerrán Treaty, Nueva York, Octagon Books, 1971; Eduardo Lemaitre, "1903: Panamá se separa de Colombia", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989. 115 El Siglo, 5 de diciembre de 1939. 116 Laureano Gómez, (lilas completas, Op. cit., vol. 3, p. 41. 117 José Manuel Marroquín, de hecho, envió al general Rafael Reyes, a Jorge Holguín y a Lucas Caballero primero a Panamá y luego a Washington durante los meses siguientes, con la esperanza de que Colombia pudiera salvar algo de la situación. Estas iniciativas fueron infructuosas.

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66 I La modernización en Colombia ayuda los conservadores históricos. Ellos también deseaban hacer de él un instrumento para terminar una guerra que ellos mismos, al conspirar con los liberales, habían contribuido a iniciar. Y cuando él, Marroquín, había decidido ganar la guerra, la misma facción que lo había llevado al poder intentó derrocarlo mediante otro golpe de Estado. Carlos Martínez Silva fue el cabecilla, tanto del golpe de Estado exitoso e ilegal del 31 de julio de 1900, como del fallido e ilegal intento de golpe del 31 de agosto de 1901.'" A pesar de todo esto, Marroquín tuvo el control de sí y el buen sentido necesarios para nombrar a Martínez Silva jefe de la misión diplomática encargada de negociar un tratado con Estados Unidos sobre el canal de Panamá. Martínez, sin embargo, abusó de nuevo de su autoridad al entrar en negociaciones con el general Uribe, quien vivía por aquel entonces en Nueva York.'" ¿Puede culpárselo entonces de que se viera obligado a retirar a Martínez de su cargo en el momento más crucial de las negociaciones con el

secretario de Estado Hay, y a enviar a José Vicente Concha para reemplazarlo —un hombre que sabía poco de lo que había estado ocurriendo y ni siquiera hablaba inglés—? En el momento de la indiscreción de Martínez, las guerrillas liberales estaban organizando ataques en las afueras de Bogotá, cometiendo atrocidades con sus machetes, como lo reveló vívidamente el ministro de guerra Fernández. ¿No era entonces justicia poética que Carlos Martínez Silva entrara en conflicto con Fernández poco después de su regreso a Colombia? Su prisión y exilio, en efecto, aceleraron su muerte. Pero esto le ahorró a Martínez la angustia de ver cómo el tratado que habría debido negociar era estruendosamente derrotado en el Senado.'" Y, ¿qué sucedió con la campaña de Miguel Antonio Caro contra el tratado? Nadie dudaba de que el acuerdo Hay-Herrán era malo. Pero tampoco dudaban del poder de Estados Unidos, o de que Colombia perdería a Panamá si el Congreso rechazaba el acuerdo. Esto, sin embargo, no detuvo a Caro en su venganza contra

118 El intento de golpe del 31 de agosto de 1901 llevó a la destitución y al exilio del ministro de guerra, Pedro Nel Ospina, quien lo había apoyado. Después de su caída, Ospina aprovechó la oportunidad para denunciar a los hombres de negocios que habían hecho fortuna durante la guerra gracias al apoyo del presidente Marroquín y de sus hijos. Para más detalles sobre estos incidentes, véase Jorge Orlando Melo, "La República conservadora, 1880-1930", en: Mario Arrubla, ed., Colombia hoy, 6.' ed., Bogotá, Siglo XXI, 1980, p. 65; L Martínez Delgado, Op. cit., pp. 290-335. 119 La explicación de las actuaciones de Martínez, relatada desde su punto de vista y a través de la correspondencia entre él y Marroquín, se encuentra en el libro de L. Martínez Delgado, Op. cit., pp. 378-416. 120 Los debates de Miguel Antonio Caro contra el tratado se encuentran en Carlos Valderrama, ed., Miguel Antonio Caro, discursas y otras intervenciones en el Senado de la República, 1903-1904, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1979.

Marroquín. "Y, finalmente, general Ospina", tal vez pensó Marroquín levantando la vista de su novela, "usted se encuentra ante mí, con una mirada que me condena como a un tembloroso anciano que permitió que su patria se redujera; —usted, que cons-

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piró contra mí en 1901 con Martínez Silva, y pagó por ello con el exilio—; usted tiene tanta culpa como yo de estos terribles acontecimientos recientes. Colombia tiene ahora un departamento menos. ¿Soy yo el responsable de ello?".

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3 Reyes y el republicanismo Repercusiones

C olombia ingresó en el período inmediatamente posterior a la guerra con su economía en pedazos, con la mayoría de su gente sumida en la pobreza, la enfermedad y la ignorancia, y sus dirigentes invadidos por una mezcla de reproche, frustración, rabia y vergüenza. El impacto inmediato de la guerra fue pasmoso: quizá cerca de cien mil jóvenes colombianos habían muerto, edificaciones incendiadas y abandonadas llenaban los campos, y los cultivos estaban invadidos de maleza.' La pérdida de Panamá, ocurrida pocos meses después de la conclusión formal de la guerra, acrecentó la angustia nacional. Las miserias del período de la posguerra se vieron intensificadas por la imagen de Colombia en el exterior.

En la bolsa de valores de Londres, el nombre de Colombia figuraba prominentemente en la lista de los países que habían incumplido con los pagos de la deuda externa, y en la Exposición de París de 1901, un gran mapa del mundo mostraba a Colombia en amarillo, significando con ello que era la nación más leprosa del mundo.' Era una distinción poco envidiable, debido al hecho de que el hospital para leprosos de Agua de Dios se había cerrado, llevando a miles de internos a las ciudades y a los pueblos, donde vivían en las calles como mendigos.' El periodista Luis Cano habló en nombre de la mayoría de sus compatriotas cuando maldijo las circunstancias que hacían a su país, "vil por la corrupción, mendigo por su ineptitud, desperdicio e impropiedad".' El conservador Herrando Martínez Santamaría

1 Esta es la descripción de Colombia que ofrece Fidel Cano después de la guerra, citada en Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes, biografía de un gran colombiano, 3' ed., Bogotá, Espiral, 1967, p. 243. 2 Humberto Vélez, "Rafael Reyes: Quinquenio, régimen político y capitalismo", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 203. 3 E. Lemaitre, Op. cit., p. 243, afirma que, según uno de los estimativos, había más de sesenta mil leprosos. Cree también que ese estimativo era exagerado. 4 El Espectador, 27 de junio de 1904.

culpó a la guerra por arruinar la imagen de Colombia ante "las naciones civilizadas del mundo".5 Durante los mil días de guerra, las condiciones de vida se habían deteriorado en todos los niveles de la sociedad. Familias antes pudientes se sumieron en una "decente pobreza", mientras que las masas experimentaron una pobreza que sería mejor

que durante la gran epidemia de tifoidea de 1908-1909, el 2% de la población de la ciudad había sucumbido a esta enfermedad.' Las personas con mejor educación mejoraron sus posibilidades de sobrevivir filtrando el agua a través de piedra pómez y luego hirviéndola. Los pobres por lo general no hacían ninguna de estas dos cosas. Un agravante del problema de salud pública de fines del siglo xix en

descrita como devastadora. 6 En todos los lugares había escasez de alimentos, y algún grado de insalubridad

Colombia fue el hecho de que la mayor parte de la gente no sabía de dón-

afectaba ala población en general. La mortalidad infantil en Bogotá era del 25%, tasa que probablemente era igual en el resto del país.' La expectativa de vida se encontraba cerca de los treinta años. 8 Junto con la lepra, la elefantiasis era endémica, y las epidemias transmitidas por el agua y las enfermedades contagiosas azotaban periódicamente pueblos y ciudades. En Bogotá, donde la población poco había crecido en quince años, 675 personas murieron de fiebre tifoidea sólo en 1905. Los médicos estimaban

de provenía su enfermedad. Los procedimientos antisépticos no eran una práctica general en los hospitales, y el primer laboratorio bacteriológico de Colombia apenas se abrió en 1905. 10 Unidcoelagr nizada acerca de los procedimientos sanitarios era el hecho de que aproximadamente el 70% de los jóvenes en la capital colombiana, en palabras de José Lombana Barreneche, habían "recibido el bautismo de la sífilis"." No es necesario agregar que las difíciles condiciones sociales aseguraban

5 Felipe Pérez, ed., Periodistas liberales, Bogotá, Minerva, 1937, p. 257; Carlos Martínez Silva, Fhr qué caen los partidos políticos. Política colombiana interna e internacional —separación de Panamá-Epistolario, Bogotá, Imprenta de Juan Casas, 1934, p. iv. 6 Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 60. 7 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servidos públicos, 1600-1967", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 arios. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 26. 8 Jorge P. Osterling, Dentocracy in Colombia. Clientelist Politics and Guerrilla Warfare, New Bnsnswick, NJ., Transaction Publishers, 1989, p. 9. En 1910, la expectativa de vida promedio en Colombia era de 30,5 años. 9 Néstor José Miranda Canal, "La medicina colombiana, de La Regeneración a los años de la Segunda Guerra Mundial", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 266-267. 10 .lbíd., p. 37. 11 /bid., p. 266. Lombana posiblemente utilizó la palabra "sífilis" para indicar todo el espectro de enfermedades venéreas.

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70/ La modernización en Colombia

Figuraal Bogotá, vista panorámica, hacia 1907 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

la zon a urb ana

la disponibilidad de prostitutas para practicar el rito carnal.' s Sumado al miserable aspecto de la Colombia urbana al final de la guerra, y un elemento que contribuye a explicar el desastroso estado de la salud pública, fue el colapso del servicio de sanidad. Los residentes de Bogotá describieron ala ciudad como "naufragando" en desperdicios sin re-

colectar, y en "un estado de colapso sanitario"." Los bogotanos continuaban deshaciéndose de los desperdicios nocturnos en alcantarillas abiertas, lo cual hizo que un visitante cubano acusara a la capital colombiana de oler como "una ciudad insepulta"." A la caída de la noche, la gente se encerraba en sus casas, dejando las calles prácticamente desiertas. Tampoco

12 Un estimativo de 1929 sugiere que el 2% de la población femenina de Bogotá se ganaba total o parcialmente la vida con la prostitución. Esta cifra es tomada de Alcides Argüedas, "La danza de las sombras", en: Luis Alberto, Sánchez, ed., Obras selectas, vol. 1, México, Aguilar, 1959, p. 743. Argüedas afirma que había cuatro mil prostitutas registradas en una ciudad de aproximadamente doscientos mil habitantes. 13 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 43. 14 E. Lemaitre, op. cit., p. 236.

había mucho movimiento de vehículos durante el día. Un visitante británico señaló que era posible caminar por las calles de Bogotá a cualquier hora, sin correr peligro de ser arrollado, "pues el presidente, el arzobispo y otra media docena de personas son los únicos propietarios de carruajes privados".'s Los bogotanos de todas las clases sociales caminaban por las enlodadas calles, los más adinerados con gabardinas y sombrillas para defenderse del agua que salpicaba al paso de los jinetes. Las condiciones no eran mejores en el campo, donde vivía la mayoría de los colombianos al final de la guerra.'s la agricultura y la cría de ganado sufrieron una importante desorganización durante los años de guerra de guerrillas, y muchas de las plantaciones de café establecidas durante la década del noventa quebraron.' 7 Los problemas del campo se veían agravados por los terratenientes que intentaban recuperar sus fortunas a expensas de los trabajadores. En las

tierras cafeteras del occidente de Cundinamarca, los patronos reclutaban obreros en otros departamentos, especialmente en Boyacá, y luego se retractaban de los contratos. Para 1906, un magistrado de la zona cafetera informó sobre el alarmante grado de desmoralización entre los obreros por contrato, evidenciado en el torrente de quejas proveniente de las haciendas cafeteras.'s La perturbación de la agricultura había generado fuertes incrementos en el costo de los alimentos. En Bogotá, los precios aumentaron seis veces entre 1898 y 1901, y luego tres veces más en 1904.' 9 El deterioro de la red de transporte del país tenía parte de la culpa. Entre 1895 y 1903, los ferrocarriles y los barcos fluviales incrementaron sus tarifas treinta y siete y veintisiete veces respectivamente. Y el transporte a lomo de mula, de especial importancia, incrementó su costo cincuenta y siete veces." Entretanto, el salario real cayó en una tercera parte, y sólo alcanzó los niveles

15 Francis Loraine Pene, The Republic of Colombia, an Account of the Country, its People, its Institutions, and its Resources, Londres, Edward Standford, 1906. 16 Keith H. Christe encontró que Colombia ocupaba el décimo séptimo lugar dentro de los países latinoamericanos en términos de urbanización en ese momento. Sólo el 7,7% de la población vivía en pueblos de veinte mil o más habitantes. Véase su libro, Oligarcas, campesinos y política en Colombia: aspectos de la historia sociopolitica de la frontera antioqueña, Bogotá, Univérsidad Nacional de Colombia, 1986, pp. 11-12. 17 Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, p. 223. Sin embargo, Charles W. Bergquist, Coffee asid Col:fija in Colombia, 1886-1910, Durham, Duke University Press, 1978, p. 203, encontró evidencia de que algunas de las afirmaciones en relikón con la destrucción de las plantaciones de café eran exageradas. 18 Pierre Gilhodes, "La cuestión agraria en Colombia, 1900-1946", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 307-388. 19 Keith H. Christe, Colombia, Hong Kong, Continental Printing, 1975, p. 91. 20 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 203.

72 / La modernización en Colombia anteriores a la guerra doce años más tarde? El lamentable estado de las carreteras colombianas se sugiere en un recuento sobre el viaje de Honda a Bogotá en 1905. Francis L. Petre recuerda el temor que sintió cuando se aproximaba a "una piscina de barro líquido" que bloqueaba un trecho de la trocha que constituía entonces el principal vínculo de la capital con el mundo exterior. Su animal se hundió hasta la cruz; otros jinetes se hundieron casi por completo en pozos de lodo similares? Los problemas de transporte obstaculizaron efectivamente la unificación nacional hasta mediados de la década del veinte del siglo xx. Al rico valle del río Cauca, para citar tan sólo el ejemplo más prominente, sólo se podía ácceder desde el río Magdalena después de una infernal jornada de cuatro días por uno de los dos caminos que atravesaban la Cordillera Central. Un equipo de estudio viajó en 1910 por el camino que se encuentra más al norte, la ruta de Quindío, que une a Cartago por el occidente con Ibagué, en el oriente. Su director, el doctor Luis Garzón Nieto, describió la trocha como "un cementerio de hombres y animales". Durante un

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recorrido de sólo cuatro kilómetros, contó nueve carcasas de animales que "se habían deslizado por enormes pendientes, perdiéndose junto con su cargamento". Concluyó que el camino de Quindío "era un absurdo de principio a fin", y recomendó que se estudiara y construyera un camino completamente nuevo." El caos de los mercados financieros colombianos acompañó al deterioro de la infraestructura física del país. El 16 de octubre de 1899, el gobierno declaró la obligatoria aceptación del papel moneda, y procedió luego a emitir un inmenso número de billetes con los que financió el esfuerzo de la guerra." Para el final de la guerra, la inflación había alcanzado el 20.000%. En una ocasión, las impresoras del omnívoro gobierno imprimieron los billetes en papel destinado a envolver caramelos.25 El dinero malo desterró al bueno, pues fue declarado ilegal comerciar en moneda dura. En 1905, Francis Petre sostuvo que no había visto usar una sola moneda de plata ni de oro en ningún lugar del país? Pocos comerciantes prosperaron durante la guerra. Algunos de ellos, como el empresario antioqueño José María Sierra, Pepe Sierra, incrementaron su

21 K. H. Christe, Colombia, Op. cit., p. 91. 22 F. L Petre, Op. cit., p. 189. 23 Arthur Clifford Veatch, Quito lo Bogotá, Londres, Hodder and Stoughton, 1917, pp. 202-203. 24 Los recuentos sobre la política fiscal colombiana durante la guerra, el primero escrito en 1903, y el segundo en 1989, en: F. L Petre, Op. cit., pp. 305-306, y Bernardo Tovar Zambrano, "La economía colombiana, 1886-1922", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 33-36. 25 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 200. 26 F. L. Petre, Op. cit., p. 303.

fortuna ayudando a financiar el esfuerzo bélico del gobierno? Otros, como el hombre de negocios Pedro A. López, liberal, sencillamente huyeron de Colombia. López consiguió convertir sus bienes en oro y en dólares estadounidenses a comienzos del conflicto? Quienes se vieron obligados a quedarse se las arreglaban como podían. Los banqueros alquilaban cámaras blindadas para almacenar las crecientes pilas de billetes. La especulación en esta moneda salvajemente inflacionaria se convirtió en el único medio de defensa para muchos de los empresarios que, a fines de 1902, solicitaban préstamos a altas tasas de interés, suponiendo que la inflación subiría de 22.500 al 30.000% o incluso al 40.000%. Muchos de ellos se arruinaron cuando las tasas bajaron al 9.500% con la declaración de paz a mediados de 1903? Los especuladores compraban oro, plata e incluso café a crédito, haciendo utilidades al ritmo de la inflación, y en Antioquia se fundaron bancos específicamente para atender a los comerciantes involucrados en la especulación con la moneda. Se aceptaban depósitos al 5% de interés mensual, y

se prestaba al 10%. Tal era el frágil estado de la economía colombiana al final de la guerra, que todos menos uno de los bancos de Medellín quebraron durante la breve crisis financiera de 1904. 30 Muchos de los habitantes rurales regresaron a formas primitivas de trueque. Los asalariados de las ciudades se las arreglaban a menudo vendiendo sus salarios futuros por dinero en efectivo. Durante los arios de la austeridad inducida por la guerra, cuando los gobiernos rara vez podían pagar a los funcionarios públicos a tiempo, era común en Medellín y en otras ciudades ver carteles que anunciaban "Se compran sueldos", y "Se cambian cheques"." Antioquia, un departamento que salió relativamente ileso de la guerra, y conocido por la energía y el talento empresarial de su gente, se paralizó durante e inmediatamente después de aquélla. Su capital, Medellín, descrita en 1883 como una de las ciudades más ricas de Sudamérica en proporción a su población, sólo aumentó de tamaño en un 26% durante los dieciséis años comprendidos entre 1889 y 1905. 32 Dos de los futuros gigantes industriales

27 La única biografía de Sierra sigue siendo la de Bernardo Jaramillo Sierra, Pepe Sierra, el método de un campesino millonario, Medellín, Bedout, 1947. Un estudio moderno de Sierra es indispensable. 28 Aun así, tuvo pérdidas, pues se vio obligado a pagar 300% más de la tasa prescrita por los dólares. Hugo Latorre Cabral, Mi novela: apuntes autobiográficos de Alfonso López, Bogotá, Mito, 1952, p. 17. 29 F. L Petre, Op. 30 K. H. Christe, Colon a, Op. cit., p. 91; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 201-202. 31 E. Lemaitre, Op. cit., p. 240. Desde luego, se descontaba una buena suma de los ingresos. 32 Entre 1905 y 1908 aumentó de tamaño en un 131%. Constanza Toro, "Medellín: desarrollo urbano, 1880-1950", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, p. 300.

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primer sindicato de colombia fruto de la modernizacion

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antioqueños, la Cervecería Antioqueña y la Compañía Antioqueña de Tejidos se fundaron en 1901, y quebraron tres años más tarde en la crisis financiera de 1904. La organización sindical era tan rudimentaria que podía considerarse inexistente. La Sociedad de Artesanos de Sonsón, Antioquia, fundada en 1903, fue uno de los primeros sindicatos legalmente reconocidos en Colombia. Pero apenas percibía su misión como la de luchar por aumentos salariales y mejorar las condiciones de trabajo. Más bien, los objetivos propuestos eran dirigir las procesiones en honor de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, comprar medicinas para los miembros enfermos y pagar "un funeral de primera clase para los asociados difuntos"." Dado el hecho de que las condiciones de salud en Antioquia no eran mejores que las de otras partes del país, los servicios ofrecidos por el sindicato de Sonsón sin duda resultaban apropiados para ese tiempo y lugar. Mientras que el período comprendido entre 1902 y 1903 marcó el nadir de la existencia nacional de Colom-

bia, había signos de que el país seguramente se recuperaría. En diciembre de 1902, el general Rafael Uribe Uribe declaró que la Guerra de los Mil Días sería el último de estos conflictos, agregando que había aprendido una amarga lección de ella." El mismo mes, y en encantador contrapunto con la observación de Uribe Uribe, José Joaquín Casas, el hombre que había ordenado recientemente la ejecución sumaria del comandante liberal, inauguró la nueva Academia Colombiana de Historia. A comienzos de 1903 se abrieron de nuevo las escuelas públicas por decreto presidencial, como también las facultades de matemáticas, ingeniería y medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Esta última institución había sido cerrada por Aristides Fernández en 1901, porque la mayoría de sus estudiantes simpatizaban con la revolución." En otro lugar, se fundó la Sociedad Geográfica de Colombia, y en el colegio de los jesuitas, un precoz estudiante de quinto año, llamado Laureano Gómez, fundó una revista literaria llamada El Ateneo de miscelánea."

33 Manuel Restrepo Yustl, "Historia de la industria 1880-1950", en: Jorge Orlando Melo, ed., Medellín, Presencia, 1988, p. 270; Iván Darío Osorio O., "El sindicalismo Historia de Antioquia, antioqueño en formación. Primeras organizaciones", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquía, Medellín, Presencia, 1988, p. 280. in Cambian Fblitics, 1863-1899, Alabama, 34 Helen Delpar, Red against Blue, the Liberal Party University of Alabama Press, 1981, p. 188. 35 Gabriel Poveda Ramos, "Cien años de ciencia colombiana", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 164. 36 El joven Gómez impresionó a quienes lo conocieron por la seriedad de su propósito. Su contemporáneo, Julio Holguín Arboleda, recordó haber escuchado a Gómez, quien por entonces tenía siete u ocho años, dirigiéndose a varios adultos que se encontraban presentes en ese momento. "Tuve la sensación de estar en presencia del Niño predicando broma, Bogotá, Pío X, entre los Doctores". Julio Holguín Arboleda, Mucho en serio y algo en 1959, pp. 44-45.

Y en Medellín, el millonario antioqueño Carlos C. Amador asombró a sus conciudadanos con una maraviel llosa invención importada de Francia automovil poco antes de la guerra. Se llamaba automóvil, y venía equipado con un conductor y un mecánico franceses." La situación de Colombia en 1903 era, en síntesis, anómala. El pequeño número de extranjeros no latinoamericanos que sabían algo sobre el país lo consideraban con una mezcla de burla y desdén. Un ingeniero norteamericano a quien se le preguntó por qué había bautizado a su nueva locomotora "Colombia", replicó que era por el número sin precedentes de revoluciones por minuto generadas por sus ruedas de conducción. Los colombianos se veían como personas que poseían, según Rafael Reyes, "la debilidad de los convalecientes", y se quejaban de que, al alba de una nueva centuria, el suyo era "el único país en el que no había penetrado el capital extranjero"." Esta percepción era correcta. Los extranjeros tenían pocas razones para invertir en Colombia, pues el país prometía pocas ganancias. Calculadas per cápita, las exportaciones colombianas se hallaban entre las más bajas

del mundo, apenas el 20% de las exportaciones argentinas, brasileras y peruanas, y una tercera parte de las mexicanas." A pesar de su descontento por la calamitosa situación del país después de su reciente guerra civil, los dirigentes colombianos coincidían en la creencia de que el país podía progresar y lo haría si el hombre adecuado se hacía cargo de él. El nuevo presidente debía ser fuerte, estar familiarizado con las fuerzas económicas que transformaban el mundo en aquella época y debía ser independiente de las camarillas políticas responsables de arruinar a la nación. Encontraron a este hombre en Rafael Reyes, de cuarenta y cuatro años, quien había hecho su fortuna en los negocios antes de ser atraído por las armas y la política, y quien había pasado buena parte de los últimos diez años representando a Colombia en Europa y en otros lugares. Una vez que Reyes fue elegido presidente y se posesionó, la mayoría de los colombianos pensó que había sido una buena elección. Según el periodista Eduardo Santos, cuando Reyes asumió el cargo, "la nación entera, con una simplicidad infantil, se entregó a él".4°

37 Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 320-321. 38 Rafael Reyes, Escritos varios, Bogotá, 'Tipografía Arconvar, 1920, p. 218. Reyes hizo esta observación en un discurso pronunciado en 1919. 39 José Antonio Ocanilo, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, Bogotá, Siglo XXI, 1984, p. 25; Roger E Davis, "Bogotá and the Athens of the America (sic). Coincident Cultures in Nineteenth Century Colombia", Tempe, Arizona, Center for Latin American Studies, Arizona State University, 1977, p. 6. 40 Eduardo Santos, citado en H. Vélez, Op. cit., p. 192.

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nes de la familia. Para el momento de su posesión, Reyes, como se dijo antes, había realizado varios viajes al extranjero, en relación con los negocios de su familia, y luego como representante del gobierno. Había dedicado años a la exploración de grandes extensiones de la amazonia colombiana, había dirigido tropas en el campo de batalla durante dos guerras civiles, y se había desempeñado activamente en el gobierno en diversos cargos. Era un hombre de familia con nietos y, más importante aún, conservaba la ebullición y el entusiasmo que habían caracterizado todas sus acciones. Era, en síntesis, la antítesis del austero presidente a quien reemplazaba en el poder." Reyes no se ajustaba al estereotipo de los nativos de Boyacá. En realidad, se asemejaba a los empresarios antioqueños, quienes arriesgaban su capital y su bienestar personal en busca de oportunidades fuera de su departamento." Cuando era aún un

adolescente, Reyes se unió a sus her- car el departamento de Panamá de los manos Elías, Enrique y Néstor para rebeldes liberales que se lo habían torecolectar quina de las selvas tropi- mado durante la guerra civil de 1885. cales del sur de Colombia. Cuando Reyes tuvo éxito, a pesar de difíciles el mercado internacional de la qui- obstáculos en su contra, ganándose el na quebró a comienzos de la década elogio de Núñez como "el conquistadel ochenta, él y sus hermanos ex- dor de lo imposible". Poco después el tendieron sus operaciones hacia el presidente lo envió a Estados Unidos oriente, en las selvas del Putumayo y y a Europa en misiones económicas y del Amazonas, donde se enfrentaron políticas, y luego recurrió a él para a los intereses peruanos por el con- aplastar la sublevación liberal de 1895, trol del suministro de caucho natural cosa que hizo de manera ejemplar. de esta región. Infortunadamente, El estallido de la Guerra de los Mil esta nueva aventura no prosperó. A Días lo encontró en París, donde ademediados de la década del ochenta, lantaba asuntos del gobierno. Para enElías, Enrique, Néstor y otros mil em- tonces ya era viudo, y padecía los pleados de la compañía habían su- tempranos efectos de una enfermedad cumbido a los rigores de la vida en que finalmente le dejó el brazo izesta aislada región, y el negoció fra- quierdo paralizado. Cuando el miniscasó." tro de guerra, Guillermo Valencia, Reyes, sin embargo, había conse- sugirió que lo llamaran de nuevo al guido sobrevivir y, mediante su talento servicio activo, Reyes se rehusó, dipara promoverse, incluso había lla- ciendo, "¡Díganle que yo no soy una mado la atención de Rafael Núñez." bomba para apagar incendios!"." ReEn Reyes, el presidente sabía que te- yes pudo, entonces, lanzarse de cannía el tipo de persona capaz de arran- didato a la presidencia como héroe

41 Las tribulaciones políticas de Marroquín han sido descritas anteriormente. Caro, quien fue el responsable de muchas de las dificultades de Marroquín, se quejaba, en una carta de marzo 19 de 1897, de que "la vida pública en el cargo que he desempeñado como sustituto, es escuela de grandes desengaños, donde la ambición de honores y el afán de mando no pueden caber sino como caso de demencia". Citado en Carlos Valderrama Andrade, ed., Epistolario del Beato Ezequiel Moreno y otros Agustinos Recoletos con Miguel Antonio Caro y nifamilia, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983, p. 53. 42 Ni Caro ni Marroquín habían viajado más allá de la Sabana de Bogotá. Se dice que Caro ni siquiera dejaba su casa para hacer compras en los almacenes de la ciudad; prefería que sus familiares las hicieran por él. Marroquín se jactaba alguna vez: "Ni siquiera conozco el mar, y si Dios me da vida y licencia, he de ver cumplido el antojo de morirme sin conocerlo". Martín Alonso Pinzón, Historia del conservatismo, Bogotá, Tercer Mundo, 1979, p. 283. La observación sobre el método de hacer compras de Miguel Antonio Caro se atribuye a Rafael Núñez, quien la antecedió de las palabras: "Caro es sabio, pero no es mundano". Julio H. Palacio, Historia de mi vida, Bogotá, Camacho Roldán, 1942, p. 303. 43 James J. Parsons, Antioqueño Colonization in Western Colombia, Berkeley, University of California Press, 1949, es el estudio clásico sobre este proceso de colonización.

44 Información sobre la juventud de Reyes puede hallarse en E. Lemaitre, Op. cit., pp. 53103, y en Ramón C. Correa, Diccionario de boyacenses ilustres, Tunja, Academia Boyacense de Historia, 1957, pp. 173-174. Dos elogiosas semblanzas de Reyes son: Baldomero Sanín Cano, 'Administración Reyes", en: Escritos, Bogotá, s.e., 1977, pp. 65-105; y José María Cordovez Moure, "Reminiscencias: Rafael Reyes Prieto", Boletín de Historia y Antigüedades, 4(44), 1907, pp. 449-509. 45 A Reyes le agradaba relatar la captura de su hermano Néstor por indios caníbales, y su jornada a través de las infernales selvas amazónicas en su exitosa búsqueda de los restos de Néstor. Según Carlos J. Infante, Dios y patria, vol. 2, Bogotá, Minerva, 1938, pp. 189-190, Néstor, deprimido por el fracaso de sus negocios, se había ahogado en el río Putumayo. Los indios que sostenían haber presenciado el evento, dicen que Néstor tropezó y cayó al río mientras se paseaba ebrio por la orilla. José María Vargas Vila, persona amiga de la hipérbole, mas no íQ, Reyes, sostuvo que, en su fracasada aventura, Reyes y sus hermanos habían asesinado a más de seis mil indios amazónicos, y vendido otros seis mil como esclavos en Brasil. Véase: Malcolm Deas, ed., Vargas lila sufragio, selección, epitafio, Bogotá, Banco Popular, 1985, p. 180. Este controvertido aspecto de la vida colombiana amerita mayor estudio. 46 E. Lemaitre, Op. cit., pp. 102, 180.

Rafael Reyes, cuyos cinco años en el poder se conocen como el Quinquenio, tomó posesión de su cargo en Bogotá el 7 de agosto de 1904. Reyes era un conservador, al igual que José Manuel Marroquín, a quien remplazó como presidente, y como Miguel Antonio Caro, el líder de la mayoría conservadora nacionalista del Congreso. Al igual que ellos, era nativo de tierras altas del interior de Colombia; había nacido en el pueblo de Santa Rosa de Viterbo, unos doscientos kilómetros al norte de Bogotá. Pero ahí terminaban las semejanzas. Mientras que Caro y Marroquín eran eruditos que se movían con facilidad, si no con alegría, dentro del estrecho mundo de la alta política en Colombia, Reyes era un intruso." Su educación formal era rudimentaria, pues abandonó el hogar a los diecisiete años para unirse a sus tres hermanos mayores en el negocio de exportacio-

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78 / La modernización en Colombia militar, pero como un héroe que no estaba vinculado con el terrible conflicto que acababa de terminar. Los miembros de la élite conservadora de Colombia no estaban satisfechos con la candidatura de Reyes. 47 Caro,lídesncita,que nunca le había gustado Reyes, le agradaba repetir una advertencia que presuntamente había hecho Rafael Núñez: "iQué desgracia para Colombia si Reyes llegara al poder!". El candidato de su partido en la campaña de 1904, Joaquín F. Vélez, advirtió que, una vez en la presidencia, Reyes impondría una dictadura similar a la que Porfirio Díaz, en 1904, llevaba más de veinte años imponiendo en México." Entretanto, Miguel Antonio Caro intentó propiciar los temores ante una dictadura de Reyes, "Tengan cuidado", dijo públicamente, "este hombre es peligroso ahora que llega de México [...]". 49 Los conservadores históricos desconfiaban de Reyes desde 1898, cuando lo propusieron como su candidato presidencial. Sólo dos días antes de la elección, circuló una carta en la que Reyes admitía que no era un histórico. Los históricos y su

candidato sustituto, apresuradamente presentado, perdieron de forma abrumadora frente a Sandemente y Marroquín." La oposición de ambas facciones conservadoras aumentó después de la elección, cuando se supo que Reyes había derrotado al candidato nadonalista Joaquín F. Vélez, gracias a fraudulentos manejos en un lugar remoto del país." Los políticos se pusieron frenéticos cuando, un mes antes de su posesión, el presidente electo se presentó ante el Congreso para pedir autorización para imponer nuevos impuestos, aumentar los ingresos de aduanas, crear un banco central, reorganizar la burocracia nacional y cambiar las divisiones territoriales." El Senado respondió nombrando presidente de esa corporación a Joaquín F. Vélez quien, ardido todavía por su derrota, se negó a recibir el juramento presidencial, función que habitualmente desempeña el presidente del Senado. El 7 de agosto de 1904 fue un día doblemente lúgubre en la historia de Colombia. El país continuaba postrado, un Congreso hostil miraba con

47 Desconfiaban del impetuoso Reyes de manera similar a como los políticos de la maquinaria conservadora republicana de Estados Unidos temían a Theodore Roosevelt, cuando fue elegido presidente en 1901. afirmando que 48 Fidel Cano, en El Espectador de julio de 1904, descartó la acusación de Vélez,Op. cit., p. 174. Reyes carecía de la habilidad necesaria para crear un Porfiriato. F. Pérez, 49 E. Lemaitre, Op. cit., p. 267. 50 Ibíd., p. 177. 51 El famoso incidente de la Registraduría de Padilla. Padilla está situado en la península de la Guajira, que entonces hacía parte del departamento de Magdalena. E. Lemaitre, Op. pp. 246-255. Wilmington, Scholarly 52 Richard L Leal, Arrogant pes,; U.S. Nig tomad Colombia, 1903-1922, Resources, 1987, p. 65.

odio al nuevo jefe del ejecutivo, mientras el presidente de la Cámara de Representantes, José Vicente Concha, le tomaba el juramento de posesión. En sus observaciones preliminares, Concha lamentaba la historia de estrechos partidismos en Colombia, cuyo resultado final era, invariablemente, "profundizar el abismo de miseria generar." Reyes respondió en análogos términos. "Estoy seguro de que hemos llegado al punto más bajo de nuestras calamidades", dijo, y prosiguió lamentando la incapacidad de Colombia incluso para defender su territorio nacional, situación que había llevado a que fuese pérfidamente despojada "de uno de sus más importantes departamentos". Aún peor, continuó, [...] como éramos considerados per-

sonas de una civilización inferior [...] el crimen no sólo fue permitido y sancionado [por otras naciones], sino que se consideró como un servicio trascendental a la civilización universal.

El nuevo presidente concluyó jurando preservar el orden y dar lo mejor de sí para llevar a cabo la labor de reconstrucción nacional." La única levedad en esta ceremonia sombría se dio después del discurso de los miembros de la convención nacionalista. Se burlaban del hecho de que Reyes no hubiera escrito su discurso presidencial, encargando de esta tarea a su sobrino Clímaco Cal-

derón Reyes. Cuando uno de los congresistas expresó la opinión de que Reyes era medio loco, Miguel Antonio Caro respondió, "iEntonces ha mejorado!"." El Congreso estaba decidido a obstaculizar el ambicioso programa de renovación nacional propuesto por Reyes. Sus miembros se escandalizaron aún más cuando el nuevo presidente incluyó a dos liberales en su gabinete, haciendo de él uno de los pocos gabinetes bipartidistas desde el de Manuel María Mallarino, quince años atrás. Otro de los primeros actos de Reyes fue nombrar un cuerpo de consulta que se reunía regularmente con él para discutir problemas nacionales. Este cuerpo, que llevaba el sonoro nombre de Junta de Notables, incluyó a los liberales. La inclusión de estos en el gobierno enfureció especialmente a los conservadores intransigentes, quienes estaban a favor de proscribir a todos los integrantes del partido enemigo. Los intereses económicos regionales generaron también oposición del Congreso a Reyes y a su programa legislativo. Colombia en 1904 era, en gran parte, una nación de regiones desarticuladas, hecho que se revelaba más notoriamente en el ámbito económico. Cuando Reyes intentó renovar las fmanzas nacionales, se encontró en competencia con los líderes locales, tales como el comerciante y político Pedro Nel Ospina, quienes

53 Alfredo Vásquez Carrizosa, El poder presidencial en Colombia, Bogotá, Dobry, 1979, p. 242. 54 Colombia, Presidencia, 10 de febrero, Nueva York, Imprenta Hispano-Americana, 1908. 55 E. Lemaitre, Op. cit., p. 267.

80 / La modernización en Colombia estaban igualmente interesados en promover el desarrollo de cada uno de sus departamentos. 58 Así, como lo dice el biógrafo de Reyes, Eduardo Lemaitre, el ambicioso programa del presidente de obtener dinero para su gobierno, a menudo a expensas de los departamentos, cristalizó una oposición "auténticamente democrática" y "republicana" dirigida a bloquear su proyecto." A comienzos de octubre de 1904, Reyes se presentó ante el Congreso de nuevo para pedir la aprobación de una legislación que le permitiera llevar a cabo sus reformas. Luego envió un mensaje escrito a esta corporación urgiéndola a actuar. El 19 de octubre, apeló de nuevo personalmente al Congreso.58 Pero los congresistas no adoptaban ninguna medida. Para comienzos de diciembre, miembros de la diminuta minoría liberal recriminaron a sus colegas conservadores. Antonio José Restrepo, prominente liberal antioqueño, le deseó buena suerte a cualquier dirigente nacional que pudiera estar "mirando hacia otros horizontes".

Rafael Uribe Uribe fue más explícito. El 3 de diciembre de 1904, prometió abiertamente apoyar a Reyes, si éste decidía apoderarse del poder necesario para implementar sus reformas.'" Tres días más tarde, aparecieron pasquines en las calles de la capital donde se denunciaba a los "inútiles" del Congreso, y cinco días después de esto, Reyes recibió dos cartas. La primera era del presidente de la Cámara de Representantes, Dionisio Arango, quejándose de la continuada falta de quórum en la corporación; la otra era del poeta Guillermo Valencia, recordando al presidente que, "desde los tiempos de Cromwell, los gobiernos han alquilado las casas de los parlamentarios hostiles". Al día siguiente, Reyes disolvió el Congreso y envió telegramas a todos los lugares de la nación solicitando apoyo para esta medida.8° Cinco días más tarde, el 18 de diciembre, otro pasquín apareció en las calles de Bogotá. Llevaba por título "Una explicación necesaria", y enunciaba en detalle las razones de la oposición parlamentaria al presidente. Estaba firmado por veintidós

56 La lucha de Ospina en condiciones cada vez más adversas se discute en Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, Bogotá, Santafé, 1955, pp. 341-343. 57 E. Lemaitre, Op. cit., p. 275. 58 Una de las necesidades apremiantes era el pago de salarios atrasados al ejército y a los funcionarios públicos, que ascendía a cerca de $2.5 millones de dólares. F. L Petre, Op. cit., p. 313, escribió que Reyes pidió autorización a los congresistas para 1) aumentar la deuda nacional; 2) aumentar las tarifas aduaneras; 3) readecuar el servicio público; 4) reorganizar la administración de las minas de sal de Zipaquirá; 5) construir caminos de acceso a la región del Amazonas y a los Llanos Orientales; 6) construir nuevas carreteras; 7) promover la educación pública; 8) negociar los empréstitos extranjeros, y 9) aumentar los impuestos a nivel departamental. 59 José Joaquín Guerra, Estudias históricos, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, vol. 158, Bogotá, Kelly, 1952, p. 244. 60 E. Lemaitre, Op. cit., p. 279.

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congresistas, la mayor parte de ellos conservadores históricos. Reyes, animado por el masivo apoyo que había tenido la suspensión del Congreso, acusó a los signatarios de "criminales obstruccionistas y rebeldes". Citando uno de sus propios decretos presidenciales, amenazó con el exilio en los Llanos Orientales a todos aquellos que no se retractaran públicamente.

La mitad de ellos se negó a hacerlo, y pronto se encontraron camino a los Llanos, vigilados por la guardia militar." Las actuaciones de Reyes a fines de 1904 eran ilegales según la ley colombiana, como lo fueron también muchas de las medidas que adoptó entre ese momento y su derrocamiento a mediados de 1909. Sin embargo, al comienzo, la mayoría de los colombianos aplaudieron el hecho de que se encargara de manera decisiva de la recuperación nacional. Prominentes miembros de ambas facciones conservadoras lo apoyaron. Guillermo Valencia, uno de los históricos, fue uno de sus primeros seguidores, así como el nacionalista

Marco Fidel Suárez. 82 Los liberales fueron, desde luego, entusiastas seguidores del presidente conservador quien, en la pintoresca frase de Juan E. Manrique, procedió "a colocarse oportunamente entre el látigo del vencedor y las espaldas de los vencidos". 88 FIgenralBjmíHseotró especialmente agradecido con Reyes, por "darle un respiro a los liberales"

por primera vez desde La Regeneración. Llegó incluso a referirse a Reyes como "el mejor dirigente que ha tenido Colombia desde Murillo Toro"." La ola de apoyo popular que sostuvo a Reyes durante casi cinco años fue sólo un aspecto de un estado de ánimo que predominó en el mundo occidental por aquella época. Desde la era de Bismarck, los nacionalistas habían suscrito un despotismo benévolo cuando se ejercía en beneficio de la patria. Durante el gobierno de Reyes en Colombia, el ejemplo del difunto Canciller de Hierro alemán continuó instruyendo a los líderes de las principales potencias europeas. En ambos continentes americanos, hombres fuertes como Reyes demostraron

61 Entre los exiliados se encontraban Manuel Dávila Flórez, Miguel Abadía Méndez y Sotelo Peñuela. Entre quienes se retractaron, escapando así al exilio, estaba José Joaquín Casas. Todos los exiliados fueron liberados en abril de 1905. Rafael Serrano Camargo, En aquella ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, p. 32; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 280-281; J. J. Guerra, Op. cit., pp. 341-342. 62 Marco Fidel Suárez, Obras, vol. 2, José J. Ortega Torres, Horacio Bejarano Díaz y Guillermo Hernández de Alba, eds., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1966, pp. 321-322. 63 Miembros de la generación liberal más joven no estaban tan entusiasmados con Reyes; "en cuanto a mí, no me gustaba", recuerda Luis Eduardo Nieto Caballero, quien criticó a sus mayores por aitular al caudillo conservador. Luis Eduardo Nieto Caballero, Escritos escogidos, vol. 1, Luis C. Adames Santos, comp., Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 37, 40-41. 64 Darío Mesa, "La vida política después de Panamá", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, p. 104; C. J. Infante, Op. cit., vol. 2, p. 177; L. E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 2, p. 55.



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82 / La modernización en Colombia cómo era posible apresurar la modernización cuando los líderes no se dejaban refrenar por conceptos previos jurídicos o éticos. En el momento en que Reyes asumió el poder en Colombia, los argentinos se despedían de su dos veces presidente el general Julio Roca, Conquistador del desierto, así llamado por abrir la pampa a la colonización al liquidar a los pueblos indígenas que la habitaban. Los brasileños -gozaban de una era de "orden y progreso", posibilitada sólo una década antes cuando el general Floriano Peixoto, Consolidador de Id República, derrocó al emperador Pedro II 6a Porfirio Díaz se encontraba en la cumbre de su prestigio en México (Rafael Reyes había regresado de recorrer a México y de reunirse personalmente con Díaz en 1903, lleno de admiración por los logros que había conseguido en dicho país 66 Pero fue menos elogioso del dictador mexicano que el secretario de Estado de Estados Unidos, Elihu Root, quien, en 1907, se refirió a él como "iuno de los grandes hombres que debe ser honrado como un héroe por la humanidad!") 67 Y en Estados Unidos, Theodore Roosevelt cautivaba la imaginación de su pueblo mediante sus hazañas en Cuba, la creación de una armada de primera calidad para el país y, desde luego,

por haberle arrebatado Panamá a Colombia. Reyes, Peixoto, Díaz y otros dirigentes latinoamericanos de la época no eran sólo figuras románticas que deslumbraban e intimidaban al resto con su carisma y su disposición a tratar brutalmente a quienes se les opusieran. Sus acciones, en realidad, fueron avaladas y apoyadas por miembros de sus respectivos grupos intelectuales, quienes adoptaron una posición según la cual sus sociedades necesitaban gobiernos centralizados, dirigidos por presidentes fuertes, si deseaban ponerse al ritmo de Europa y de Estados Unidos. Basados en el positivismo de Augusto Comte y en el determinismo biológico de Herbert Spencer, argumentaban que sus pueblos no habían avanzado lo suficiente en el camino de la evolución para que funcionara la autorregulación. Intelectuales tales como el positivista mexicano Emilio Rabasa, creían que los liberales se habían equivocado cuando escribieron constituciones democráticas que impedían la acción de sus líderes. Para Rabasa, sus experimentos se fundamentaban en lo que llamó una "ley sociológica inoperante e irreal".68 Rafael Uribe Uribe fue uno de quienes ayudó a Reyes a justificar su paso

65 "Orden y progreso" fue el lema del positivismo, colocado en la nueva bandera de la República en 1889. 66 L Ospina Vásquez, Op. cit, p. 358. 67 Lesley Byrd Simpson, Many Mexicos, 2' ed., Berkeley, University of California Press, 1962, p. 262. 68 Charles A. Hale, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethel, ed., 77ie Cambridge History of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, p. 412.

hacia un gobierno autoritario. Cuando Reyes comenzaba a ver que nunca conseguiría sus objetivos a través de medios democráticos, Uribe Uribe pronunció un discurso en el que argumentaba convincentemente a favor de una fuerte intervención del Estado en los asuntos nacionales. Utilizando la analogía de la exitosa batalla librada por Holanda para hacer retroceder al mar, argumentó que el gobierno central era la única institución con poder suficiente para salvar a Colombia de las dos fuerzas que impedían el progreso, "la barbarie y la selva". "¿Quién podrá defendernos de ambas?", preguntó. Y respondió así a su propia pregunta: "El Estado, el único poder verdadero", según Uribe, traería el progreso a Colombia, ahora sumida en la oscuridad. Uribe Uribe prosiguió a esbozar una diversidad de programas para el mejoramiento de la nación, dirigidos por la élite, a los que llamó "socialismo de Estado".69 Una vez que tuvo el control político en sus manos, Reyes actuó con rapidez. El 1 de febrero, instruyó a los gobernadores de los departamentos, todos designados por él, para que nombraran representantes a una nueva Asamblea Nacional. Una tercera parte de ellos era liberal. Esta corporación inició sus reuniones en Bogotá seis semanas después, el 15 de marzo

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de 1905. Este cuerpo de títeres se reunió anualmente desde entonces hasta marzo de 1909, cuando la presión popular obligó a Reyes a renunciar y ocasionó su posterior exilio de Colombia, impuesto por él mismo, el 13 de junio de 1909. Entre su reunión inicial a mediados de marzo de 1905 y la terminación de la misma seis semanas más tarde, la Asamblea Nacional creada por Reyes aprobó un paquete de reformas constitucionales que le conferían al presidente el poder que buscaba. Entre estas medidas había disposiciones que debilitaban a la Corte Suprema, permitían al presidente convocar y despedir al Congreso a voluntad, eliminaban las restricciones del presidente para fijar impuestos, anulaban algunas garantías constitucionales de los intereses regionales y permitían al presidente modificar las fronteras internas de los departamentos. Una de las últimas leyes consistía en una disposición que garantizaba al Partido Liberal un tercio de los puestos en todos los cuerpos elegidos. Poco antes de que terminara la sesión de la Asamblea Nacional, el último día de abril de 1905, los agradecidos liberales se unieron a sus colegas conservadores para extender el período presidencial de Reyes por cuatro años más, hasta el 31 de diciembre de 1914." La Asamblea sesionó apenas

69 Rafael Uribe Uribe,bras selectas, vol. 1, Jorge Mario Eastman, comp., Bogotá, Cámara de Representantes, 1979, pp. 29-47. 70 El trabajo realizado por la Asamblea Nacional de Reyes se discute en Miguel Antonio Pombo y José Joaquín Guerra, eds., Constituciones de Colombia, vol. 4, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Imprenta Nacional, 1951, pp. 278-313; J. J. Guerra,

contrucion de carreteras:, caminos vias ferreas en el gobierno de Reyes

84 / La modernización en Colombia cuarenta y siete días, durante los cuales sancionó la nueva condición de Colombia como Estado autoritario. "Nunca, en nuestros anales parlamentarios, ha existido mayor armonía entre el poder ejecutivo y el legislativo", fue la irónica evaluación de José Joaquín Guerra del Quinquenio. Lo mismo debieron pensar Dávila Flórez, Abadía Méndez y Sotelo Peñuela mientras entraban de nuevo a Bogotá después de su breve exilio en los llanos Orientales. A comienzos de 1905, Reyes inició una frenética actividad que sólo disminuiría con su caída del poder cuatro años después. Dado que sus más urgentes necesidades estaban en el ámbito de los asuntos fiscales, adoptó una serie de medidas dirigidas a mejorar las finanzas del país. Los derechos sobre exportaciones agrícolas y otros productos aumentaron al 70%, el papel moneda fue destruido hasta que su relación con el oro llegara a cien a uno (bajándolo de diez mil a uno), se fundó un banco central y se le confirieron amplios poderes en lo referente a la consecución de ingresos, y el general Jorge Holguín fue enviado a Londres

para informar a los inversionistas extranjeros que su nación estaba poniendo sus finanzas en orden." Las iniciativas fiscales de Reyes encontraron un rápido y gratificarte éxito. Los ingresos del gobierno se duplicaron inicialmente, y luego se triplicaron. Terminó la inflación, y la deuda externa de la nación se pagó durante 1907; el nombre de Colombia fue, por consiguiente, retirado de la lista de países que habían incumplido sus deudas en la bolsa de Londres." Los bonos colombianos, que anteriormente se habían vendido en Londres hasta por el 14% de su valor nominal, se vendían al 46% en 1906. Esto se debió al pago de una parte sustancial de la deuda externa a comienzos de aquel mismo año. Para cuando cayó Reyes, en 1909, se había invertido en el país un capital extranjero estimado en tres millones de dólares." Unas pocas compañías extranjeras iniciaron operaciones en Colombia, siendo la más importante de ellas la United Fruit de Boston, que respondió a la invitación de Reyes abriendo plantaciones de banano en el norte del país."

Op. cit., pp. 253-322; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 286-299; H. Vélez, Op. cit., pp. 208-211; Abel Cruz Santos, "La administración de Reyes", Boletín Cultural y Bibliográfico, 7(10), Bogotá,

Banco de la República, s. f., pp. 1.778-1.798. Las memorias oficiales presentadas por los ministros del gabinete de Reyes pueden encontrarse en Ricardo Sánchez Ramírez, La

reconstrucción nacional: estudio de la administración del Excelentísimo Señor General don Rafad Reyes,

Bogotá, Imprenta Nacional, 1908. 71 Uno de sus logros inmediatos fue la financiación de la deuda colombiana, formalizada en el Acuerdo Holguín-Avebury, de julio de 1905. 72 Jorge Holguín, Desde cerca, París, Librairie Générale et Internationale, 1908, p. 115; S. Kalmanovitz, Op. cit., p. 222; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 204, 232. 73 F. L Petre, Op. cit., pp. 2, 301 y ss.; C. W. Bergquist, Op. cit., p. 234. 74 Reyes incentivó también a los productores locales al pagarles un subsidio de quince pesos oro por cada hectárea de tierra cultivada y mediante otras iniciativas. Véase: Roberto

Reyes y el republicanismo I 85 El programa fiscal de gobierno estimuló también el desarrollo industrial y agrícola. La tarifa impuesta por Reyes a la importación de telas aseguró la prosperidad de la naciente industria textilera de Medellín. Resulta significativo que empresarios tales como el futuro presidente de la nación, Pedro Nel Ospina, apreciaran con claridad los beneficios, tanto de la protección como de la intervención del gobierno a favor de la economía en general." Antes de la terminación del Quinquenio, los agradecidos propietarios de una refinería de azúcar pagaron espontáneamente todos los subsidios que el gobierno les había concedido." El programa de Reyes puso a la industria colombiana en la vía de un crecimiento sostenido, que habría de prolongarse durante las dos décadas siguientes." Los productos agrícolas de exportación, especialmente el café, se beneficiaron durante el gobierno de Reyes. Los cultivadores habían prosperado tanto para 1907, que pidieron al presidente que tomara la bonificación de un peso oro por cien kilos de café y la utilizara para mejorar el transporte

fluvial por el río Magdalena." Consciente de las utilidades que producía el café y de su importancia para el desarrollo nacional, Reyes concedió diez millones de hectáreas del territorio nacional a capitalistas locales, quienes se comprometieron a colonizarlas y ponerlas a producir." Reyes invirtió mucho del dinero que obtuvo en mejorar el deficiente

sistema de transporte del país. Una de sus primeras acciones fue contratar a cuatro mil obreros para que trabajaran en la autopista del norte, que se dirigía de Bogotá hacia Bóyacá. Antes de dejar la presidencia, Reyes tuvo el placer de conducir su nuevo automóvil Cadillac por el trecho de doscientos kilómetros cuyo término era su pueblo natal, Santa Rosa de Viterbo, más de la mitad de la distancia entre Bogotá y Bucaramanga. De esta manera, había reducido el tiempo de viaje de cinco días a uno. Mucho dinero y esfuerzo se dedicaron a las vías férreas del país. Para el final de su régimen, Reyes había aumentado el kilometraje de vías férreas en un 50% respecto al existente cuando se posesionó." Más importante

Herrera Soto, La zona bananera del Magdalena, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 19'79, pp. 6-8; J. P. Ostaiing, Op. cit., pp. 75-76. 75 L Ospina Vásquez, Op. cit., p. 338, señala que, dado el carácter incipiente de la industria colombiana en ese momento, el efecto psicológico de la protección probablemente fue equivalente a su impacto sustantivo. 76 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 238. 77 La tasa anual de incremento fue del 5% entre 1905 y 1925. S. Kalmanovitz, Op. cit., p. 224. 78 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 238-239. 79 Myriam Jimeno Sadloyo, "Los procesos de colonización. Siglo XX", en: Álvaro Tirado Mejía, ed.,,Vueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Bogotá, Planeta, 1989, p. 375. 80 El kilometraje se incrementó a modestos novecientos kilómetros. L. Ospina Vásquez, Op. cit., p. 324.

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86 / La modernización en Colombia aún, consiguió completar el vínculo trabajadores y vigiló también la creaentre la capital y el río Magdalena, ción de una escuela de negocios." algo que los dirigentes colombianos Marco Fidel Suárez escribió elogiohabían intentado hacer durante más samente acerca de los nuevos parques de veinte años." De importancia tam- y calles construidos por el dictador, bién en un país donde la mayor parte así como sobre el hipódromo destide la carga era transportada por ani- nado a las carreras de automóviles. males, Reyes mejoró muchos kilóme- Suárez aprobó asimismo el uso que tros de caminos de herradura, y cons- hizo Reyes de los dineros públicos truyó 780 kilómetros de carreteras para restaurar el Palacio de San Carlos, así como para reconstruir el Panuevas." El gobierno invirtió dinero e in- lacio de la Carrera. Manuel Zamora, centivó de otras maneras una serie de autor de un directorio de la ciudad mejoras sociales y cívicas. Durante publicado en 1907, advirtió el período presidencial de Reyes, Bo[...] una gran profusión de carruajes gotá y Cartagena se beneficiaron con que circulaban por todas las calles, la construcción de nuevos sistemas de junto con automóviles [que llevaban acueducto. La colonia de leprosos pasajeros] a los pueblos cercanos. La ciudad tenía también un sistema perde Agua de Dios (Cundinamarca) se fectamente organizado de tranvías." abrió de nuevo y se fundaron dos hospitales adicionales en otros lugares La administración de Rafael Redel país. Dos de los grupos anterioryes fue en especial notoria por el gramente abandonados, las mujeres y los do en que involucró directamente obreros, encontraron que durante el nuevos intereses en los asuntos de goQuinquenio se atendió a sus necesidades educativas. Reyes invitó a las bierno. Tres días después de su posereligiosas francesas del Sagrado Co- sión, su ministro de hacienda, Lucas razón de Jesús a abrir el primer co- Caballero, reunió a cincuenta hombres legio para niñas del país; promovió de negocios y los encargó de la funcursos vocacionales nocturnos para los dación de la Cámara de Comercio a

81 Sin embargo, el viaje de la costa Atlántica a la capital, en 1909, exigía todavía diez cambios de medio de transporte y tardaba aproximadamente dos semanas. R. Leal, Op. cit., pp. 41-42. 82 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 237. 83 M. F. Suárez, Op. cit., vol. 3, p. 778; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 323, 332. Bogotá, Escala Ltda., 1978, 84 Carlos Martínez, ed., Bogotá reseñada por cronistas y viajeros ilustres, p. 130. Como autor de un directorio de la dudad, Zamora fue un poco exagerado en el tema. El tranvía, por ejemplo, era un transporte anticuado tirado por mulas, objeto de diversión y enojo de los bogotanos. Para más detalles sobre el tranvía y sobre el famoso boicot de que fueron objeto el tranvía y su dueño estadounidense, véase R. Serrano Camargo, Op. cit., pp. 48-49.

nivel nacional." El presidente mismo organizó la Sociedad de Productores de Café, la cual se convirtió luego en la Sociedad de Agricultores de Colombia. No siendo el tipo de persona que se sentara en una oficina solitaria a leer novelas, como lo era su predecesor, Marroquín, Reyes llenaba sus días con un flujo interminable de reuniones, decretos y directivas presidenciales. El historiador Humberto Vélez calcula que, durante su período, Reyes concedió 11.550 audiencias a particulares y grupos —cerca de quince al día—. Se reunió con su gabinete 324 veces, formuló 4.742 decretos y 1.316 acuerdos presidenciales y fiscales, y despachó 58.750 telegramas desde su oficina." El estilo de administración del presidente se sugiere en un incidente que al parecer ocurrió en relación con su controvertido Banco Central, y con su igualmente controvertido director, Pepe Sierra. Cuando el diario bogotano, El Nuevo Tiempo, atacó a Sierra por su manejo del banco, el rico paisa amenazó con renunciar al cargo de director. Reyes llamó al editor del periódico, Ismael Enrique Arciniegas, a su oficina, lo gritó y agitó sus puños bajo las narices del periodista. Se rumoraba que Reyes también lo ha-

bía golpeado y que había intentado lanzarlo al patio por uno de los balcones de la casa presidencial. Entre tanto, Pepe Sierra presuntamente escuchaba la conversación en una habitación contigua." A pesar del éxito de Reyes de revivir a Colombia después de su última guerra, su permanencia en el poder nunca se hubiera aproximado a los treinta y cinco años que detentó el poder Porfirio Díaz en México, ni siquiera a los ocho que había completado Cipriano Castro en el vecino país de Venezuela. Los colombianos, a diferencia de muchos latinoamericanos, tenían la tradición de no tolerar un gobierno arbitrario durante mucho tiempo. Para 1908, Reyes había ofendido a tantos de sus compatriotas que su poder se había debilitado. Su ataque a las prerrogativas departamentales, en especial la nacionalización de los licores, tabaco y otros monopolios, enfurecieron a las élites regionales. El presidente había dado un duro golpe a las regiones en 1905, al crear seis nuevos departamentos y un distrito federal a partir de los que existían antes. Para 1908 había creado dieciocho nuevos departamentos adicionales, llegando éstos a un total de treinta y cuatro, de los nueve que

85 H. Vélez, Op. cit., p. 196. 86 Ibid., pp. 186, 196. 87 El recuento de esta entrevista fue escrito por Laureano Gómez y publicado en su diario La Unidad, 21 de febrero de 1916. Gómez despreciaba a Reyes y era enemigo político de Arciniegas. Sería RTdente, por esta razón, desconfiar de ciertas partes del escrito. Se sospecha, por ejemplo, que si Reyes hubiera deseado lanzar por el balcón a Arciniegas, un académico de pacífico talante, habría podido hacerlo. Información sobre el Banco Central de Reyes puede encontrarse en S. Kalmanovitz, Op. cit., p. 272; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 305 y u.; H. Vélez, Op. cit., p. 196; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 233-234, 241-242.

88 / La modernización en Colombia existían cuando se posesionó." Solamente Antioquia se convirtió en cinco departamentos. En parte por esta razón, esta rica región se convirtió en el foco de la oposición al gobierno. En marzo de 1908, 250 influyentes antioqueños, liderados por el hombre de negocios Carlos E. Restrepo, fundaron el movimiento Unión Republicana. Este, pronto se convirtió en el principal mecanismo para agrupar y canalizar la oposición al régimen en Bogotá." Motivados también por consideraciones morales, los republicanos se basaron en buena parte en el nepotismo y la corrupción que florecieron bajo el gobierno de Reyes." Durante años, los enemigos de Reyes trataron de deshacerse de él por medios ilícitos. Para 1908, el presidente había sobrevivido a dos importantes intentos de golpe y a tres atentados contra su vida. Reyes había confrontado también un extraño complot mediante el cual conspiradores en los

departamentos de Antioquia, Cauca y Atlántico planeaban unirse a Panamá para conformar un nuevo Estado que habría de llamarse la República ístmica.9 ' El atentado más famoso contra Reyes tuvo lugar el 10 de febrero de 1906. Tres hombres dispararon sobre su carruaje cuando viajaba por las afueras al norte de Bogotá. Milagrosamente Reyes y su hija, quien lo acompañaba en ese momento, salieron ilesos' Cuando capturaron a los tres hombres y a uno de sus cómplices, Reyes los hizo juzgar y sentenciar a muerte, sentencia que ejecutó un pelotón de fusilamiento. Las cuatro ejecuciones, ilegales según la ley colombiana —doblemente ilegales puesto que Reyes y su hija no habían sufrido lesión alguna— se llevaron a cabo públicamente como un ejercicio poco sutil de moral victoriana. Fotógrafos oficiales registraron el espectáculo, que se llevó a cabo en el lugar del atentado, mientras una gran audiencia selecta, los prisioneros del

88 Nicolás García Samudio, "La división departamental", Boletín de Historia y Antigüedades, 20(227), Bogotá, Academia de Historia, feb. 1933, pp. 1-14; J. J. Guerra, Op. cit., pp. 278284; H. Vélez, Op. cit., p. 198; M. F. Suárez, Op. cit., vol. 3, p. 753. 89 El principal documento del republicanismo es Orientación republicana, 2 vols., 2' ed., Bogotá, Banco Popular, 1972, de Carlos E. Restrepo. Una descripción e interpretación recientes del republicanismo pueden encontrarse en Jorge Orlando Melo, "De Carlos E. Restrepo a Mamo Fidel Suárez. Republicanos y gobiernos conservadores", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 215-231. 90 Estos abusos comenzaron a comienzos del Quinquenio. Para un resumen conciso de ellos a diciembre de 1905, véase C. J. Infante, Op. cit., vol. 2, pp. 159-162. Las afirmaciones de Infante son una declaración tomada después de ser arrestado en conexión con un intento de golpe dirigido por Luis Martínez Silva y Felipe Angulo. La franqueza de Infante acerca de la corrupción durante el gobierno de Reyes le ganó el exilio a Mocoa, en la remota región amazónica del Putumayo. 91 Rafael Serrano Camargo, El general Uribe, Bogotá, Temer Mundo, 1976, p. 254. 92 El sitio donde ocurrió el atentado se llama Barro Colorado; actualmente se encuentra allí la sede de la Universidad Javeriana.

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Panóptico cercano, la observaban con horror." No fueron los asesinatos, las ejecuciones arbitrarias ni la oposición regional los que derrocaron a Reyes. Más bien, fue una serie de crisis centradas en la relación cada vez más estrecha de Colombia con Estados Unidos. El primero de esta cadena de acontecimientos fue el pánico financiero de 1907, que afectó a los bancos neoyorquinos y londinenses —la llamada crisis de los ricos—.94 Este revés económico no sólo contribuyó a la caída de los precios del café, sino que hizo que Jorge Holguín fracasara en sus esfuerzos por negociar nuevos empréstitos en Londres. Esto llevó a Reyes, desesperado por obtener dinero, a adoptar dos medidas imprudentes. En primer lugar, envió a Laureano García Ortiz a negociar el alquiler de las minas de esmeralda del gobierno con un consorcio extranjero, negocio que consiguió cerrar antes de la Navidad de 1908." Al mismo tiempo, urgió a su ministro de relaciones exteriores, Enrique Cortés, a continuar las negociaciones con los norteamericanos con el fin de restablecer buenas relaciones con esta rica nación. 96 El éxito de Cortés al firmar un tratado

en enero de 1909, el llamado Acuerdo Tripartito, desató una serie de acalorados debates públicos. Estos siguieron a la enfurecida carta enviada por un miembro de la Unión Republicana, Nicolás Esguerra, a la Asamblea Nacional, donde argumentaba que esta corporación no tenía facultades constitucionales para aprobar tratados. Pronto se reveló que, a cambio de 2.5 millones de dólares, que habría de pagar en cuotas iguales durante diez años, Colombia juraba paz y amistad a Estados Unidos y a Panamá." A mediados de marzo de 1909 estallaron manifestaciones estudiantiles, que llevaron a Reyes a renunciar a la presidencia a favor de su ministro del interior, Jorge Holguín. Enojado y desconcertado por las continuas manifestaciones, y por algunos incidentes aislados de lanzamiento de piedras, Reyes asumió de nuevo el poder y aplastó a los manifestantes. Sin embargo, Reyes sabía que la opinión pública estaba en su contra. El 4 de junio de 1909, el presidente y su familia abordaron el tren por Girardot para, según manifestó, hacer un recorrido por los departamentos de la costa. Después de detenerse brevemente en

93 Las fotografías y un recuento completo de la conspiración y sus consecuencias fueron publicados en Nueva York al año siguiente. Véase: Colombia, Presidencia, 10 de febrero, Op. cit. Otros detalles pueden encontrarse en R. Serrano Camargo, El general Uribe, Op. cit., pp. 255-256. 94 Para más detalles sobre el pánico, véase Charles Kindleberger, Manias, Fbnics, and Crashes. A History of Fínanciátrrises, Nueva York, Basic Books, 1978, pp. 76, 188-189, 191. 95 M. F. Suárez, Op. cit., vol. 2, pp. 1.053-1.054; L. E. Nieto Caballero, Op. cii., vol. 5, p. 495. 96 Un extenso tratamiento de estas negociaciones se encuentra en R. Leal, Op. cit., pp. 53-83. 97 Ulteriores detalles sobre el tratado propuesto pueden encontrarse en E. Lemaitre, Op. p. 350; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 243-244.



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La modernización en Colombia

Puerto Wilches para conferenciar con su antiguo vicepresidente Ramón González Valencia, Reyes prosiguió hasta Barranquilla, donde se había programado un baile de gala en su honor el 13 de junio. En la noche de aquel día, mientras la orquesta tocaba y los dignatarios miraban nerviosamente sus relojes, Rafael Reyes y su familia se adentraron en el mar en un carguero de propiedad de la United Fruit Company. Reyes jamás desempeñaría otra vez un papel importante en la política colombiana. El Quinquenio había terminado."

Comienzos de, Gómez Los "Días de marzo" de 1909 en Colombia fueron doblemente significativos para la historia política del país. No sólo apresuraron el final del Quinquenio de Reyes, sino que anunciaron también que una nueva generación política había llegado a la mayoría de edad —los estudiantes universitarios que habían desafiado con éxito al dictador se llamaron a sf mismos inicialmente los Trecemarcistas, pero pronto cambiaron este engorroso apodo por el título más sonoro de Generación del Centenario—. Dado que su madurez política coincidió con el movimiento bipartidista de Unión Republicana, cuyos líderes llenaron el vado político dejado por Reyes, pare-

ció durante algún tiempo que los Centenaristas podrían cerrar la brecha ideológica que había dividido a sus mentores. Resultó, sin embargo, que los Centenaristas eran tan incapaces de olvidar las grandes verdades del liberalismo y el conservatismo colombianos que tan recientemente les habían imbuido y subrayado con sangre durante la Guerra de los Mil Días, como sus mayores incapaces de hacer del republicanismo una alternativa viable al violento partidismo que había prevalecido durante cincuenta años. Las fuerzas que conspiraban contra el bipartidismo en Colombia no eran completamente autóctonas. En Europa, teóricos de izquierda y de derecha continuaban promoviendo sus visiones mutuamente antagónicas del orden social. Su inspiración resultó invaluable para aquellos colombianos que consideraban al republicanismo como un relativismo político o, peor aún, como apostasía política. En opinión de la generación mayor de colombianos partidistas intransigentes, el republicanismo que casaba, por decirlo así, a liberales y conservadores, era algo antinatural, inmoral, que debía eliminarse lo más pronto posible. Por consiguiente, induso cuando el movimiento bipartidista Unión Republicana creció y prosperó durante la época de la caída de Reyes, los partidarios comprometidos del liberalismo y del conservatismo comenzaron

98 Entre quienes narran los últimos meses del régimen de Reyes están J. J. Guerra, Op. cit., pp. 243-246; pp. 314-322; C. J. Infante, Op. cit., vol. 2, pp. 236-249; C. W. Bergquist, Op. cit., cit., pp. 345-357. E. Lemaitre, Op.

a planear su estrategia. Ellos también habían acogido con beneplácito la caída del dictador Reyes. Pero a diferencia de los impresionables Centenaristas, observaron los acontecimientos políticos de marzo de 1909 con ojos fríos y calculadores. En el transcurso del siglo xix y hasta bien avanzado el xx, los eventos más dramáticos de la vida pública colombiana ocurrían a menudo en las cámaras del Congreso. Durante los momentos más melodramáticos, como aquellos que acontecieron entre el 22 de febrero y el 13 de marzo de 1909, los espectadores atiborraban las largas galerías semicirculares que parecían suspendidas sobre el escenario de los debates. Estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad ocupaban por lo general muchos de los puestos, pues Bogotá era entonces, y es aún hoy, el centro de la educación superior en Colombia. Estudiantes de las mejores familias viajaban en gran número a la capital para adelantar sus estudios avanzados. Después de clases, a menudo se dirigían al Capitolio para observar las actividades políticas y para participar, indirectamente, en ellas. Lo hacían aplaudiendo a sus héroes y recibiendo con ruidosa desaprobación a sus enemigos

políticos. El estudiante Laureano Gómez, por ejemplo, dedicó muchas tardes a presenciar los debates. Como joven de catorce años había seguido embelesado las exitosas campañas de Miguel Antonio Caro contra el tratado de Panamá. Ahora, universitario de veinte años, observaba los esfuerzos de la Asamblea Nacional por conseguir la aprobación del complicado tratado de Reyes que involucraba a Panamá y a Estados Unidos. El 9 de marzo de 1909, él y todos los demás silbaron y abuchearon una petición a favor del tratado, presentada por el despreciado Aristides Fernández, y observaron con consternación cuando otro distinguido ciudadano, Adolfo León Gómez, fue llevado a prisión en el Panóptico por mostrar su vehemente oposición al pacto tripartita." Una semana antes, Reyes había encarcelado al connotado jurista Eduardo Rodríguez Piñeres y al general Carlos José Espinosa por oponerse a él. Rodríguez Piñeres, presidente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, había firmado las conclusiones de la organización que presidía, de acuerdo con las cuales la Asamblea Nacional no tenía facultades legales para aprobar tratados, pues no era un cuerpo legalmente constituido.'"

99 León Gómez, periodista, dramaturgo y político liberal, estuvo en prisión en el Panóptico durante la Guerra de los Mil Días. Relató sus experiencias en Secretos del Panóptico, Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1905. Sobre León Gómez véase también J. León Helguera y Jo Ann Rayfield, "Adolfo León Gómez, 1858-1927: Colombian Literateur, Social Critic asid Nationalist", SÍ OLAS Annals, (22), mar., 1991, pp. 5-16. 100 Carlos Arturo Díaz, Páginas de historia colombiana, Bucaramanga, Imprenta Departamental, 1967, p. 86. Díaz, un joven de trece arios en el momento en que ocurrieron los acontecimientos que describe en las páginas 83 a 100 de su libro, fue testigo presencial de muchos de ellos.

92 / La modernización en Colombia Las manifestaciones contra Reyes El presidente Reyes tenía la inteny el acuerdo tripartito comenzaron el ción de intimidar a sus invitados, 10 de marzo, un día después de que como lo había hecho con todos los se leyó la petición de Aristides Fer- colombianos durante casi cinco años. nández ante la Asamblea. Estaban Después de hacerlo, planeaba apladirigidas por estudiantes de la Facul- carlos con un almuerzo en su residentad de Medicina de la Universidad cia. Pero nada salió como lo esperaba. Nacional de Colombia, la institución Sólo Carrasquilla acordó impedir a proliberal que Fernández había cerra- sus estudiantes posteriores manifestado durante la Guerra de los Mil Días. ciones. El padre Leza escandalizó a Entre ellos se destacaban Jorge Mar- Reyes y deleitó a los estudiantes al netínez Santamaría y Luis López de Me- garse a aceptar responsabilidad algusa. Camino a protestar contra el na por lo que hicieran los estudiantes tratado propuesto ante la Embajada . de San Bartolomé fuera del colegio, y de Estados Unidos, pasaron por la otros estudiantes, dirigidos por MarUniversidad Republicana de Simón tínez Santamaría, se pronunciaron auAraújo, donde obtuvieron el apoyo de dazmente en contra de la aprobación Ramón Rosales, Pedro Juan Navarro, de los tratados. El estudiante Rafael y muchos otros. Pronto se les unieron Abello Salcedo dejó estupefactos a los estudiantes de la Facultad de Dere- miembros del gabinete que asistían a cho de la Universidad Nacional.'" la reunión cuando se dirigió a Reyes Al día siguiente, 11 de marzo, el como "Ciudadano Presidente". Se exipresidente Reyes llamó a los dirigen- gía a los miembros del gabinete que tes estudiantiles y a las directivas de se dirigieran al presidente como "Su las respectivas instituciones al pala- Excelencia". 102 cio presidencial. Entre estos últimos Al fmal, era evidente que Reyes se encontraban los decanos de las Fa- había perdido su compostura. Los escultades de Medicina y de Derecho tudiantes pudieron ver que estaba fuede la Universidad Nacional, así como ra de sí, sus manos temblaban, su voz monseñor Rafael María Carrasquilla asumía un tono suplicante. Poco andel Colegio del Rosario y el padre Vi- tes se había arrancado la banda precente Leza de San Bartolomé. Sólo el sidencial tricolor de su pecho y la había decano de la Facultad de Ingeniería lanzado al piso. Los estudiantes y las de la Universidad Nacional y los re- directivas abandonaron el palacio prepresentantes estudiantiles de dicha sidencial, despreciando el almuerzo Facultad se negaron a asistir. con el presidente?" 101 Ibíd., p. 91. 102 /bíd. 103 Ibid. , pp. 91-92. Algunos años más tarde, Laureano Gómez preguntó retóricamente, "¿Podremos sentir terror a la vista de aquel hombre a quien vimos tembloroso y casi suplicante ante una inerme comisión de estudiantes?". La Unidad, 12 de julio de 1915.

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Las noticias sobre la reunión se difundieron con rapidez, y en menos de dos horas un gran grupo de estudiantes se encaminaba a la casa de Jorge Martínez Santamaría para felicitarlo.'" Se destacó la presencia de varios estudiantes de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Nacional. Su dirigente, Laureano Gómez, pronunció un apasionado discurso en el que ofrecía al movimiento su apoyo y el de sus compañeros. Poco después, un destacamento de policía que llevaba rifles y bayonetas fijas rodeó y arrestó a los estudiantes. Laureano Gómez y Ramón Rosales fueron de los primeros en ser apresados. Cuando eran conducidos a la cárcel, por la calle Doce hacia la Calle Real, atravesando la Plaza de Bolívar, los estudiantes, con caras radiantes, entonaron una animada versión de la Marsellesa.'" Otras manifestaciones tuvieron lugar al día siguiente, 12 de marzo. El 13 de marzo, Reyes le entregó el poder a Jorge Holguín, quien se apresuró a retirar los tratados y liberó a todas aquellas personas que habían

sido apresadas durante las demostraciones. El 13 de marzo marcó también el estreno político de Enrique Olaya Herrera. Alto, rubio y diez años mayor que la mayoría de sus compañeros, Olaya cautivó a los más jóvenes con un discurso pronunciado en la Plaza de Bolívar, notable principalmente por ser una brillante improvisación. Al ver que dos de las hijas de Reyes pasaban en un carruaje, Olaya las señaló y tronó: "los diamantes que llevan las hijas de Reyes

son nada menos que lágrimas de un pueblo que hoy asume plenamente sus derechos y deberes"." Las palabras de Olaya fueron prematuras, pues Reyes habría de asumir la presidencia de nuevo pocas horas después. 10' Pero tres meses más tarde, Reyes ya no estaba. En julio, un Congreso elegido popularmente comenzó a sesionar y, para agosto, Ramón González Valencia se había posesionado como presidente para completar los años restantes del período original de Reyes de seis años." En cuanto a Enrique Olaya Herrera, se convirtió en activista del movimiento

104 Era el hijo del conservador histórico Carlos Martínez Silva. 105 C. A. Díaz, Op. cit., p. 92. 106 lbíd., p. 95. 107 El ministro de Estados Unidos, Thomas Dawson, describió a Bogotá a la mañana siguiente como una ciudad "tan silenciosa como una tumba". Se había declarado la ley marcial, se habían colocado ametralladoras alrededor de la Plaza de Bolívar, y la policía y el ejército estaban armados de mausers. R. Leal, Op. cit., p. 69. 108 Muchos temían que Jorge Holguín, quien decía que se había apegado a la residencia presidencial durante su corta estadía en ella, se negara a dejar posesionar a González Valencia, elegido villpresidente de Reyes cinco años antes. Pero se aplicó cierta presión, especialmente por parte del arzobispo Bernardo Herrera Restrepo, en una carta del 27 de julio de 1909 dirigida a Holguín. Diez días después, González Valencia asumió el poder sin incidentes. Véase Luis Martínez Delgado, "El incidente González Valencia", en: Jorge Holguín, o el político, Bogotá, Creditario, 1980, pp. 189-210.

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94 / La modernización en Colombia Unión Republicana, llegando a ser, finalmente, el ministro de relaciones exteriores más joven de Colombia —a la asombrosa edad de veintinueve años.'°° Los miembros del dero y sus aliados conservadores ultramontanos se vieron consternados por los "Días de marzo" en Bogotá. Veían en la sublevación masiva de los estudiantes y en el apremio concomitante hacia el bipartidismo un peligroso olvido de los valores fundamentales sociales y políticos. Creían que el liberalismo y el conservatismo jamás podrían reconciliarse. Sin embargo, esta verdad parecía haber sido olvidada por los líderes estudiantiles Martínez Santamaría y Olaya Herrera, enemigos en la guerra reciente. Y la visión del joven Laureano Gómez bramando acerca de "levantar la sangrienta bandera" y "marchar para que esta vil sangre empape nuestros surcos" mientras caminaba alegre hacia la prisión al lado de estudiantes liberales, debió sorprenderlos como algo realmente desconcertante. Gómez era, como bien lo sabían el rector, el sacerdote Antonio Leza, y el activista laico José Joaquín Casas, el mejor producto de la educación jesuita, un devoto católico, recién egresado de San Bartolomé a

la cabeza de su clase." 0 ¿Podría ser que, mientras estudiaba en la Universidad Nacional, hubiese sido presa de las ideas disociadoras que todos temían y a las cuales se había referido tan elocuentemente Aristides Fernández poco antes de su caída del poder?"' Había, en opinión del ala derecha religiosa de Colombia, un elemento de igual peligro en las recientes demostraciones. Inmediatamente después de asumir de nuevo el poder, el presidente Reyes advirtió que la sublevación en su contra era "fomentada y explotada por agentes revolucionarios"."2 Sus palabras constituían una temida confirmación de la advertencia de León XIII en la más famosa de las encíclicas modernas, De rerum novarum, acerca de "astutos agitadores" empeñados en explotar las diferencias entre ricos y pobres, para "pervertir el juicio de los hombres y agitar al pueblo para que se subleve"." 3 No obstante, en la Colombia de 1909 era evidente, como se señaló antes, que el socialismo no estaba a punto de invadir el país. Inmediatamente después de los "Días de marzo", los artesanos, trabajadores y obreros de las fábricas marcharon para apoyar las medidas de fuerza del gobierno

109 Fue nombrado en agosto de 1910, por el primer y único presidente del Partido Unión Republicana, Carlos E. Restrepo. 110 Gómez se graduó el 24 de noviembre de 1904. Había nueve jóvenes en su clase. Sus una rebeldía. Bogonombres aparecen en: Felipe Antonio Molina, Laureano Gómez: historia de tá, Voluntad, 1940, p. 101. p. 182. 111 El contexto de las observaciones de Fernández se describe en C. W Bergquist, op• cit., Bogotá, El Áncora, 1984, p. 29. en Colombia en el siglo xx, 112 Medófilo Medina, La protesta urbana Papal Encydicals fue publicada el 15 de mayo de 1891. Ami Fremantle, 71ie 113 De renos novarum Nueva York, G. P. Putman's Sons, 1956, p. 167. in their Historie C,ontext,

contra los estudiantes. Pero esto fue un pobre consuelo para el padre Leza, quien veía "la ola del comunismo incipiente hoy en Colombia" y que, advirtió, "si se ignora, puede asumir el carácter más desastroso en el futuro"." 4 Tales observaciones no eran expresiones únicas de los conservadores reaccionarios que vivían en uno de los países más aislados del mundo occidental. Más bien hacían eco a los activistas religiosos militantes de todos los lugares del mundo católico romano, comprometidos con la oposición a lo que percibían como una amenaza a la moral cristiana. La amenaza era el modernismo, definido como todo lo que cayera fuera de los parámetros de la enseñanza escolástica. El papa Pío X, quien había sucedido a León XIII en 1903, mostró el camino en encíclicas que se leían a los cristianos en todo el mundo en 1905 y 1907. Los dos documentos de este último año, Lamentabli sane y Pascendi dominici gregis, proscribían el "movimiento modernista" liberal dentro de la Iglesia, al que se refirió el papa Pío X como "la herejía de las herejías"."5 El principal pecado de los teólogos modernistas era su insis-

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tencia en un enfoque interpretativo de las Escrituras, por oposición a un enfoque literal. Dos años antes, en u ferino proposito, dirigido a los católicos italianos, el papa los instó a que se organizaran políticamente, "con el fm de combatir la civilización anticristiana por todos los medios justos y legales"."6 Si bien la encíclica estaba dirigida específicamente a los miembros italianos de la organización laica Acción Católica, los activistas de otras partes del mundo no pudieron dejar de advertir la observación del pontífice, según la cual, dada la presión de los acontecimientos, incumbía "a todos los católicos prepararse de manera prudente y seria para la vida política, en caso de ser llamados a ella [...]"."7 Poco después de la aparición de Pascendi dominici gregis, el líder político de los conservadores españoles, Antonio Maura (1853-1925), fortaleció el movimiento de Acción Católica en su país, lanzando un nuevo grupo aún más militante en 1909, llamado el Movimiento Juvenil Maurista."8 En Francia, Charles Maurras y sus seguidores se opusieron a la Tercera República Liberal, a la que llamaron la guese (la mujerzuela),

114 Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 230. la observación fue hecha por Leza en 1910. 115 El movimiento modernista dentro del catolicismo romano se discute en Lester R. Kurtz, The Poligics of Hensy, The Modernist Crisis in Roman Catholicism, Berkeley, University of California Press, 1986. Kurtz escribe: "Pío X estaba horrorizado por casi todos los aspectos del mundo moderno, actuaba con base en un profundo sentido de crisis" (p. 50). Las encíclicas citadas sencuentran en A. Fremantle, Op. cit., pp. 196-213. 116 A. Fremantle, Op. a., p. 212. 117 Ibid., p. 213. 118 Fredrick B. Pike, Hispanismo, 1898-1936. Spanish Conservatives and Liberals and their Relations with Spanish America, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1971, p. 100.

96 / La modernización en Colombia formando un bloque antiparlamen- torial recayó sobre el sacerdote Luis tario dentro del Parlamento fran- Jáuregui, un jesuita español que hacés. 19 Y en Colombia, José Joaquín bía sido profesor de Gómez en San Casas, el sacerdote Antonio Leza y sus Bartolomé, y a quien el joven aprecompañeros, decidieron congregar a ciaba y respetaba. Jáuregui le formula juventud católica a través de un pe- ló la necesidad de un nuevo periódico pro clerical, dedicado a responder a riódico. A mediados de 1909, Casas y otros los ataques que sus enemigos adelanse reunieron en privado con una se- taban contra la Iglesia. Describió el rie de jóvenes a los que habían iden- periodismo como la más noble de las tificado como fervientes católicos y, a ocupaciones, donde las recompensas la vez, inteligentes, coherentes y po- eran muchas y los desencantos pocos. líticamente activos. Laureano Gómez, Ante las protestas de Gómez, quien de veinte años, era de especial inte- argumentaba que ni él ni su familia rés para ellos, porque él, más que podrían sobrevivir con su salario como cualquiera de los otros, había mos- periodista, el sacerdote recurrió a las trado extraordinarias cualidades de Escrituras: "Buscad primero el reino liderazgo durante los recientes distur- de Dios y su justicia", entonó, "y todo bios.'" Sin embargo, Gómez exigía lo demás se os dará por añadiduun manejo especial, pues para aque- ra".'22 La persuasión del enviado de lla época ya era "doctor", por haber los jesuitas fue un tour de force. Cuanrecibido su título universitario, y jefe do Gómez salió de las habitaciones de de su familia. José Laureano Gómez Jáuregui, había aceptado unirse a ese había muerto en 1905, poco después proyecto editorial. de decirle a su hijo mayor que debía En septiembre de 1909 se organizó ser ingeniero.'" Lo que complicaba una reunión para el lanzamiento del aún más las cosas era el hecho de que periódico, que habría de llevar por Gómez había aceptado recientemen- nombre La Unidad. Ningún miembro te un cargo de ingeniero en los Ferro- del clero estaba presente, pero José Joaquín Casas, de cincuenta y cuacarriles de Antioquia. La responsabilidad de atraer a tro años, sí asistió. Casas, quien haLaureano Gómez a esta empresa edi- bía fundado el Colegio Pío X durante

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la guerra, y había coqueteado con la tuye el uso moderado y justo de esa idea de fundar un partido católico en misma libertad". 12 ' "Esta es la verdaColombia, junto con Aristides Fernán- dera libertad a la que aspiramos", esdez, hizo evidente el propósito pro cle- cribió. "Y ¿no es verdad que es más rical del diario. Todos los asistentes honroso predicar la rigidez y sobrieeran egresados de San Bartolomé.'" dad de Esparta, que la libre disipaAl igual que Gómez, la mayoría eran ción de Babilonia?".'" Apenas debe jóvenes y experimentaban por el fa- sorprendernos entonces que Laureano moso doctor Casas un respeto que Gómez apoyara la moderada suprerayaba en la veneración.'" Gracias a sión de la libertad de prensa y otras Casas y a su apoyo, tanto moral como libertades civiles. económico, La Unidad publicó su priGómez creía que, como las ideas mera edición el 2 de octubre de 1909. morales provienen de Dios, se transLaureano Gómez era su director. miten a los hombres a través de Su Gómez pronto demostró ser un bri- Iglesia y así llegan a gobernar las acllante defensor de la derecha religio- ciones humanas a través de las leyes periodico la unidad sa y de la idea de que el conservatismo seculares formuladas por la Iglesia y y la Iglesia eran una y la misma cosa el Estado, los cuales deberán, por con—los valores católicos eran valores siguiente, trabajar en estrecha colaconservadores y viceversa—. Como se boración. El Partido Conservador, colo dijo a José de la Vega cuando lo mo brazo político de la Iglesia deberá, conoció, en octubre de 1909, "debe- entonces, controlar al Estado si Comos defender los grandes valores del lombia ha de seguir siendo una verconservatismo".'" Dado que veía a dadera nación cristiana. Esta linea de Colombia como "un país ingoberna- pensamiento animaba el editorial de ble por excelencia", el bien común La Unidad del 16 de octubre de 1909, exigía, no la libertad por la que abo- en el cual escribió Gómez que todos gaban los liberales, sino más bien "la los asuntos políticos contenían un represión de las pasiones por el do- asunto religioso. Creía también que minio de la voluntad, lo cual consti- para ser liberal "es necesario sostener 123 E A. Molina, Op. cit. p. 168, da los nombres de diez de los asistentes. Junto con Casas había otro hombre maduro, Carlos Núñez Borda. El resto, como Gómez, eran jóvenes. 124 Político y activista católico, era también poeta y cofundador de la Academia Colombiana de Historia y del Boletín de Historia y Antigüedades. Un brillante tributo a Casas por parte de Laureano Gómez en julio de 1912 puede encontrarse en "José Joaquín Casas", en: Ricardo Ruiz Santos, ed., Obras completas, vol. 3, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, pp. 10-13. Gómez se refirió a Casas como un hombre en quien los jóvenes encontraban "un buen amigo y ojampañero así como un mentor, y quien, con la amorosa preocupación de un padre, se interesaba por su futuro y bienestar". 125 El Siglo, 3 de febrero de 1941. 126 La Unidad, 14 de octubre de 1905; 21 de octubre de 1911. 127 La Unidad, 5 de octubre de 1909. ,

119 Roger Magraw, France, 1815-1914: The Bourgeois Century, Nueva York, Oxford University Press, 1986, pp. 362-363. 120 Inmediatamente después de ser liberado de la cárcel el 13 de marzo, por ejemplo, había regresado a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional, donde pronunció un fogoso discurso contra Reyes, que fue elogiado por todos los que lo escucharon. F. A. Molina, Op. cit., p. 151. 121 El joven Gómez no estaba a gusto con los deseos de su padre, pues en realidad deseaba estudiar derecho. No obstante, acató su voluntad y estudió ingeniería, aunque esto representó para él "una completa disciplina espiritual". lbízl., p. 151. 122 El Siglo, 14 de julio de 1965.

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quien fue lauraneo gomez

la libertad absoluta, algo que la Iglesia condena". Por consiguiente, se veía obligado a concluir que "la principal y casi exclusiva causa de división política entre nosotros es la cuestión religiosa".'" Así, el joven director se destacó como una persona de firmes y fijas convicciones desde sus primeras declaraciones públicas. En la medida que su concepción de la sociedad estaba ordenada por un conjunto de creencias religiosas y, por consiguiente, metafisicas, y por convicciones personales, eran inmunes a los ataques de la argumentación racional. Laureano Gómez fue, en síntesis, un pensador ideológico, que abordaba todas las cosas con la certidumbre y la tenacidad intelectual que le habían sido inculcadas durante años de estudio con los jesuitas.'" Su visión del mundo se basaba, al menos en lo que se refiere a la moralidad y al orden social, en verdades de inspiración divina, en el bien y el mal, y en jerarquías claramente defmidas.'3° Como consideraba que los partidos colombianos Liberal y Conservador estaban arraigados en conjuntos de ideas diametralmente opuestos, se resistía a toda idea que promulgara un entendimiento entre ambos. Los elementos heterogéneos,

afirmó tajantemente en el editorial de La Unidad del 4 de diciembre de 1909, nunca podrían constituir la base de un partido político duradero. Laureano Gómez sólo podía ser enemigo declarado del movimiento Unión Republicana que, cuando comenzó su periódico, ejercía una poderosa atracción sobre los conservadores moderados, fatigados de la vieja lucha partidista. Gómez, por consiguiente, atacó al partido de coalición en repetidas ocasiones como un "híbrido", "una mezcla de ideas contradictorias". Aún peor para el joven director, quien creía que toda la sociedad humana consistía en una profusión de jerarquías orgánicas, donde los mejores y los más brillantes dirigían al resto, la Unión Republicana reunía "hombres de toda clase, sin ninguna selección"."' En repetidas ocasiones atacó al nuevo movimiento e instó a los conservadores a regresar a su partido. Durante 1912, Gómez apoyó a Marco Fidel Suárez como la persona más indicada para unir a los conservadores. Se refirió a Suárez como "un líder de primera magnitud", y animó continuamente a los miembros del partido a integrar ambas facciones para congregarlas en el movimiento Concentración, del líder nacionalista. " 2

128 La Unidad, 16 de octubre; 9 de diciembre de 1909. 129 Sobre el carácter del pensamiento ideológico, y el de Gómez como pensador ideológico, AMOritig, Athens, véase James D. Henderson, Conservativo Thought in Twentieth Century Latin Ohio University Press, 1988, pp. 88-92. 130 El análisis más completo del pensamiento de Laureano Gómez publicado hasta la fecha está en James D. Henderson, Las ideas de Laureano Gómez, Bogotá, Temer Mundo, 1985. 131 La Unidad, 4 de diciembre de 1909. 132 A fines de 1911, Gómez elogió a Suárez y le prometió su apoyo. En abril del año siguiente, felicitó a Suárez por enviar una circular a los conservadores nacionalistas invitándolos a

Nueve meses después de iniciada la publicación de La Unidad, en julio de 1910, los colombianos se preparaban para celebrar el centenario de su independencia nacional. En Bogotá, el escenario nocturno, habitualmente lúgubre, se vio iluminado por cadenas de luces incandescentes colocadas por la compañía de electricidad de propiedad privada; se preparaba la inauguración del nuevo Parque del Centenario; el antiguo tranvía tirado por mulas, recientemente nacionalizado, fue electrificado y se dispusieron varios pabellones para la inevitable ronda de discursos.'" La fiesta tenía un especial significado para la comunidad jesuita de Colombia, pues señalaba el vigésimo quinto aniversario de su regreso, por invitación de Rafael Núñez, del exilio impuesto por los liberales. El 17 de julio se realizó en San Bartolomé una celebración especial para conmemorar este acontecimiento, y uno de los ponentes principales fue el doctor Laureano Gómez, graduado en 1904, conocido entonces como editor del diario católico más vehemente de la ciudad. Esta habría de ser su primera presentación oficial y, como era de esperarse, honró a sus mentores jesuitas. Gómez comenzó evocando los amables recuerdos de quienes habían es-

tudiado en el colegio. Elogió a los padres jesuitas por su virtud y sabiduría, y expresó su sentida gratitud por el amor paternal que habían mostrado hacia sus discípulos. Agradeció a Dios por haberle permitido estudiar con los jesuitas, una comunidad religiosa cuyos miembros ponen "el sello de la perfección en todo lo que se somete a su influencia". Gómez terminó con una brillante metáfora. San Bartolomé era como un noble roble solitario en la llanura secular, que consolaba y daba esperanza a quienes vivían allí. Dentro de muchos años, concluyó, [...] cuando la senectud nos agobie y crucemos el claustro en busca de sosiego a las tribulaciones, cruzará por las amigadas mejillas una lágrima de amargura: [-J. Y nada importará que la impiedad, el aterido invierno de las almas, marchite en ocasiones la vida de este plantel ilustre; porque de la católica creencia popular, donde tiene su fundamento, surgirá de nuevo la savia vigorosa; y tronco venerable, siempre estará cubierto de flores y de frutos para la gloria de Dios y de la Patria.'" Las lágrimas rodaron por muchas mejillas, y el presidente González Valencia apenas pudo contenerse, apresurándose a abrazar sentidamente al

revitalizar el partido. La Unidad, 16 de octubre; 19 de diciembre de 1911; 23 de abril de 1912. Cl∎ 133 Y unas pocas de las principales calles de la ciudad, empedradas hasta entonces, fueron mejoradas mediante el proceso de macadamización, esto es, se cubrieron de adoquines. 134 Laureano Gómez, "Bodas de Plata", en: Recuerdo de las bodas de plata del Colegio Nacional de San Bartolomé, Bogotá, Imprenta Eléctrica, 1910, p. 62.

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orador. El padre Leza, visiblemente conmovido, agradeció al joven y dio por terminada la ceremonia. "Esto me confirió una relativa celebridad", dijo Gómez más tarde, refiriéndose al abrazo del presidente.'" Así fue, pues en menos de un año Laureano Gómez fue elegido a la Cámara de Representantes de Colombia como primer suplente, como integrante de la lista conservadora "auténtica" encabezada por Miguel Abadía Méndez. Así, a mediados de 1911, inició una carrera parlamentaria que se extendería por más de tres décadas, y que sería recordada como la más tempestuosa en la historia de la política colombiana. Laureano Gómez presentaba una figura espléndida cuando ocupó su puesto, a los veintidós años, en la legislatura nacional. Con su traje de tres piezas, su bastón de cabeza de oro y cigarrillo en mano, era la viva imagen de un cachaco bien vestido. Y era también bien parecido. De fuerte constitución, cabello castaño ondulado, penetrantes ojos gris azulados, rezumaba confianza y vigor. Gómez era una figura realmente carismática, que atraía primero a quienes compartían sus ideas, y luego mantenía su admiración mediante su talento personal y la certidumbre de su propósito. Su amigo, José de la Vega, fue uno de los primeros en caer bajo su

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hechizo. Por la época en que Gómez entró al Congreso, De la Vega dedicó su tesis doctoral en jurisprudencia a sus padres y a Gómez; a quien describió como "un espíritu fuerte y extraordinario", de "carácter íntegro y privilegiado talento".' El espíritu combativo de Gómez hacía parte importante de su personaje. Animado por el celo religioso, se comparaba a sí mismo y a sus compañeros con cruzados que medían su virtud por el número de infieles asesinados. Gómez admitía que el tiempo había cambiado la naturaleza del combate. "Hoy día", explicó en un discurso de 1914, [...] debemos saber cómo esgrimir la invisible espada de las palabras —palabras que, si se pronuncian con sinceridad y fe, hacen más daño al adversario que el acero.'"

Los jóvenes activistas conservadores colombianos encontraron un espléndido modelo de comportamiento en el líder del Partido Conservador español Antonio Maura. Gómez y sus compañeros militantes se encontraban entre los más ávidos lectores de Maura, y adoptaron su lema: "la libertad es ahora conservadora".'" Admiraban a Maura por ser un ideólogo y enemigo acérrimo del anticlericalismo, por ser un moralista poseído de una personalidad dominante, y

135 El Siglo, 14 de julio de 1965. 136 José de la Vega, La federación en Colombia, 1810-1912, Bogotá, ABC, 1952. 137 La Unidad, 14 de febrero de 1914. 138 El Siglo, 6 de julio de 1937.

porque proyectaba una arrogancia y confianza en sí mismo que llevó a algunos a decir: "Maura cree que él creó el mundo".'" De Maura se dijo también que "no puede hablar sin herir [...] sólo sabe convencer cayendo sobre sus adversarios y sus oyentes en un torrente desenfrenado [...]". 140 "Buscando ióplítquevtara la revolución desde abajo", escribe el historiador Fredrick Pike, Maura [...] insistía en que sólo aquellas políticas que respondieran al sentimiento

religioso del pueblo español podrían conservar la nación [-J. Polarizó a España en dos bandos acerbamente hostiles, "Maura, sí" y "Maura, no"."'

Lo mismo se diría después de la Colombia de Laureano Gómez. Los primeros actos públicos de Laureano Gómez estuvieron marcados por el estilo polémico que habría de convertirse en su sello personal. En agosto de 1911, durante su primera intervención en un debate parlamentario de poca importancia, Gómez terminó acusando a otro re-

presentante de violar a sabiendas la Constitución nacional."' Varios meses después, se aproximó a la galería de la prensa en el Congreso e intercambió fuertes palabras con el editor de uno de los diarios de oposición. Luego se abalanzaron el uno sobre el otro, Gómez blandiendo su bastón y el otro una pistola que sacó del bolsillo de su abrigo. Fueron separados antes de que pudieran causarse daño. 143 Alañosiguent,dr bas parlamentarios, su violencia verbal enfureció a tal punto a sus mayores, en especial al arzobispo Bernardo Herrera Restrepo, que La Unidad fue obligada a suspender sus publicaciones. El problema que se controvertía era el intento del gobierno de obtener ingresos mediante el alquiler de las minas de esmeralda de Muzo, en Boyacá, a intereses europeos. Gómez se mostró particularmente crítico de Laureano García Ortiz, distinguido jurista y diplomático, a quien acusó de beneficiarse personalmente de la transacción. Cuando Herrera Restrepo amenazó con anatemizar tanto a La Unidad como a su editor, Gómez

139 F. B. Pike, Op. cit., p. 100. 140 lbíd., p. 100. 141 Ibíd., pp. 99, 100. 142 Cámara de Representantes, Anales de la Cámara de Representantes, 2 de octubre de 1911, p. 411. 143 Ignacio Arizmendi Posada, Gobernantes colombianos, 1918-1980, Medellín, Albón, 1980, p. 285. En Colombia, tanto entonces como ahora, muchos ciudadanos llevan armas ocultas. Varios meses después del incidente descrito, el 3 de mayo de 1913, Laureano y su hermano José (Pepe) salían del Ministerio de Obras Públicas cuando una muchedumbre que vociferaba, "Muera Runta", "Abajo los godos" y "Vendidos a los curas" los atacó con piedras. Mientras ce1;"-irían a refugiarse en las oficinas de La Unidad, Pepe fue alcanzado por una piedra, momento en el cual sacó su pistola y disparó al aire, dispersando a la muchedumbre. Debe señalarse que este incidente tuvo lugar durante unas elecciones parlamentarias especialmente tormentosas. Véase: La Unidad, 4 de mayo de 1913; El Nuevo Tiempo, 4 de mayo de 1913.

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cedió —pero no sin tener la última palabra—. En un editorial en el que anunció la suspensión de su diario, Gómez explicó sus acciones como las de una persona que sólo intentaba defender los intereses nacionales. "Pero", afirmó mordazmente, "Muzo nos ha tapado la boca". Suspendemos esta publicación con tristeza,— conduyó—, no por nosotros, sino por este malhadado país, donde incluso los más altos funcionarios edesiásticos se prestan—sin duda con descaminada buena fe— a encubrir las acciones de un ladrón de levita.'*'

Por fortuna para Gómez, precisamente en el momento en que enojaba al arzobispo, hizo también algo que le agradó extraordinariamente. En junio de 1912, el joven congresista se había unido al intransigente conservador Sotelo Peiluela para promover una ley que proscribiera la Orden Masónica en Colombia, por ser una "sociedad secreta" y, por consiguiente, inconstitucional.'" Luego, el 30 de octubre, lanzó un movimiento desde las páginas de su diario para la realización de un congreso eucarístico nacional. La idea fue bien recibida por los conservadores y, para comienzos

lombia. Todo esto, agregado a sus declaraciones públicas de contrición, hizo que Gómez y su periódico recobraran el favor de la jerarquía eclesiástica. La Unidad apareció de nuevo en marzo de 1913. En lugar de un editorial, la publicación presentaba una carta dirigida por Gómez al arzobispo Herrera rogando su perdón por cualquier problema que hubiera causado, y agradeciéndole sus palabras, de una carta anterior, donde afirmaba que lo único que deseaba era verlo trabajar al servido de la Iglesia y "de acuerdo con las directivas de la Santa Sede".' 46 Su reconciliación con el arzobispo fue seguida, en abril, por una carta dirigida por Gómez a La Unidad, en la cual únicamente denigraba de sí mismo y pedía a sus amigos que no lo propusieran como candidato para las próximas elecciones parlamentarias. Como el partido actualmente sortea

momentos difíciles, debe —escnbió—, estar representado por un candidato de eximias virtudes, de grande inteligencia e ilustración; y como yo no

a Herrera, como 144 La Unidad, 30 de noviembre de 1912. Los jesuitas habían intentado aplacar tegido también lo había hecho el amigo de Gómez, José Joaquín Casas, quien le dijo a su pro quencahbívistoejdalrzbispo.T tículydisroeGómz sobre el asunto de Muzo están recopilados en Obras completas, Op. cit., vol. 4, pp. 7-24. 145 Cámara de Representantes, Op. cit., 9 de agosto de 1912, p. 62. El 5 de septiembre, publicó en La Unidad una lista de varios cientos de nombres, la mayor parte de ellos de liberales y personas prominentes. Indicó que todos ellos eran masones. Los conservadores moderados se unieron con los liberales para derrotar la ley propuesta, que se presentó sencillamente como una estratagema de los conservadores intransigentes para castigar a los liberales. 146 La Unidad, 8 y 10 de marzo de 1913.

Casas y otros conservadores pro cle-

de 1913, un importante esfuerzo por organizarlo estaba en pie en todo Co-

Figura32 El congresista Laureano Gó-

mez, 1912 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

reúno estas condiciones, considero como un deber renunciar ala posible candidatura para aquel cargo, cuyo buen desempeño está por encima de mis modestas capacidades."'

Sus palabras produjeron de inmediato una ola de apoyo entre los conservadores, que arrastró a Gómez de nuevo al Congreso por otro período. A medida que se aproximaban las sesiones de 1913, los representantes Gómez, Sotelo Pefilela, José Joaquín 147 La Unidad, 11 de abril de 1913.

ricales diseñaron una estratagema que sabían distraería a la minoría liberal y continuaría su trabajo para la renovación del partido en la línea de los históricos. Propondrían una resolución mediante la cual el Congreso colombiano "le rendiría homenaje a Jesucristo". Los liberales, que en principio no podían votar esta medida, por cuanto mezclaba religión y política, atacarían a sus proponentes por caer en baratos melodramas políticos, cosa que, desde luego, estaban haciendo. Pero esto importaba poco a Gómez y a sus colegas, pues los liberales se verían obligados a afirmar públicamente que se negaban a honrar al Redentor. Adicionalmente, esto uniría a los conservadores históricos y a los nacionalistas en el Congreso. Esta medida fue

debatida en las sesiones del 28, 29 y 30 de julio. El representante Ramón Rosales habló primero en nombre de los liberales, explicando con cierto detalle por qué él y sus colegas pensaban votar en contra de la propuesta. "Está dirigida contra el liberalismo", dijo; era sólo un ejemplo más de cómo, desde la década del ochenta, su partido se había visto forzado a combatir tanto al Partido Conservador como a la Iglesia. Por consiguiente, prosiguió Rosales, él y otros liberales tenían buenas razones para creer que tanto el asunto que se debatía como el próximo congreso eucarístico serían

104 / La modernización en Colombia utilizados contra ellos. Marco Fidel tiempo, una discusión bizantina e inSuárez ya había escrito en El Nuevo útil en un momento en el cual asunTiempo que el Congreso "haría políti- tos urgentes de interés nacional deca, y política de fina ley", dijo Rosa- bían ser objeto de controversia. Se les. "Si los sacerdotes se oponen refirió a La Regeneración como "una abiertamente a los liberales durante herida mortal para la República", porla misa, ¿por qué no habrían de ha- que había hecho que los problemas cerlo en el Congreso?; ¿por qué no hay religiosos estallaran entre ellos. Pidió liberales en él?". Rosales concluyó con que se procediera a votar, pues lo una figura retórica: que si no era lógi- único que hacía aquel debate era ilusco que los liberales se negaran "a te- trar la falta de cultura de los colomjer con nuestras propias manos la soga bianos.' 5° En aquel momento, Gómez tomó que ha de servir para nuestra propia garganta ". 148 la palabra para decir que había saEl debate continuó y, por último, bido todo el tiempo que no escuchael representante Felipe Escobar se ría nada diferente de desventuradas pronunció diciendo que, dado que la observaciones del partido minoritapropuesta evidentemente sería apro- rio, el tipo de argumentos inconstibada, el Congreso debía votar para tucionales y utilitaristas que podían modificarla, de manera que se erigie- esperarse de los liberales. La única ra una estatua de mármol de Jesús en idea novedosa que se había expreel campo de batalla de Palonegro. La sado, dijo, era la burla acerca de la estatua debería llevar la inscripción, estatua; y el representante Borda se "Amaos los unos a los otros". 149 A esto había rebajado al recurrir a la difarespondió el representante Gómez, mación. Cuando Borda preguntó, "iEsto es una ironía, un sarcasmo!". "¿Quién, yo?", Gómez desarrolló su El debate continuó; el liberal Fran- idea, diciendo que había escuchado cisco de Paula Borda finalmente per- antes el discurso de Borda en contra dió la paciencia y acusó a los conser- de La Regeneración, agregando que vadores de proponer la medida para la acusación liberal de que Núñez engañar y distraer a las masas; los había sido envenenado por un jesuiconservadores, dijo Borda, están uti- ta era una vil mentira. Gómez procelizando al Redentor como un jugue- dió luego a atacar al representante te. Entusiasmado con el tema, el re- José Manuel Saavedra Galindo por presentante liberal afirmó que el haber prestado juramento para dedebate era una estúpida pérdida de fender a la Iglesia cuando era un 148 Cámara de Representantes, Op. el, 9 de septiembre de 1913, p. 234. 149 La batalla de Palonegro fue la más sangrienta de la Guerra de los Mil Días. Se luchó cerca de Bucaramanga entre el 11 y el 24 de mayo de 1900 y tuvo como resultado la muerte de varios miles de combatientes de ambos bandos. 150 Cámara de Representantes, Op. cit., 9 de septiembre de 1913, p. 242.

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estudiante de bachillerato becado en lo había hecho cierto estudiante del el Colegio del Rosario. "Así, señor Colegio del Rosario".' 54 presidente", concluyó Gómez, diriFinalmente, el 30 de julio, la progiéndose al presidente de la Cáma- puesta de que la Cámara de Reprera, "al votar en contra de este pro- sentantes de Colombia "le rindiera yecto, el representante Saavedra no homenaje a Jesucristo" fue sometida sólo demuestra que es un hipócrita, a votación. Fue aprobada con faciliisino también un perjuro!". 15' dad, como todos sabían que ocurriAnte estas palabras, los conserva- ría. Sesenta conservadores votaron a dores presentes irrumpieron en "un favor, trece liberales en contra. grande y prolongado aplauso", y los Estos incidentes revelan que la remiembros de la mayoría parlamen- ligión continuaba siendo una fuerza taria se apiñaron en torno a Gómez divisoria a comienzos del siglo xx en para felicitarlo y estrecharle la ma- Colombia, y que jóvenes políticos, cono.'" Como el debate había consu- mo Laureano Gómez, mantendrían mido toda la tarde, el funcionario que esta situación en el futuro previsible. lo presidía levantó la sesión. De modo más general, sugieren que, Saavedra Galindo abrió el debate en la segunda década del nuevo sial día siguiente diciendo, entre otras glo, los extremistas de ambos particosas, que el representante Gómez dos tenían poca dificultad en revivir había incurrido en difamación al alu- antiguos patrones de enemistad pardir a sus humildes orígenes y a la pen- tidista, condenando así al naciente sión y alojamiento gratuitos que se movimiento Unión Republicana al frahabía visto obligado a aceptar cuan- caso. Y que tres días de discusiones do era un estudiante pobre. Se mos- pudieran dedicarse a un asunto de tró sorprendido por escuchar a alguien pocos resultados prácticos pero grandebatir temas tan mundanos en el des consecuencias ideológicas, indica Congreso nacional —temas que pro- que Colombia continuaba siendo un piamente pertenecían al ámbito de país donde la derecha ultramontana "los mal nacidos y de las camareras podía adelantar con éxito su lucha conde hotel"—.' 53 El sarcasmo de Saave- tra el modernismo. El representante dra tuvo poco efecto en Gómez. Más Pedro Sicard, quien también particitarde, durante el debate, Gómez agra- pó en el debate, tenía sin duda razón deció el no haber tenido que "malgas- al protestar que la Cámara debería tar los mejores años de su juventud estar debatiendo asuntos como la deen bajas escenas de hipocresía, como fensa nacional y la educación pública.

151 152 153 154

Ibíd., p. 24'7. Ibíd. Ibíd., 11 de septiembre de 1913, p. 251. Ibíd., p. 255.

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La modernización en Colombia

Pero no se sigue necesariamente de allí, como lo dijo su colega Francisco Borda, que los conservadores estuviesen simplemente "lanzando polvo a los ojos de [...] las masas ignorantes, fanatizadas por el espíritu del partido".'" En 1913 no había masas en Colombia, al menos en el sentido implicado por Borda. Más bien, la nación poseía una gran mayoría de campesinos piadosos e ignorantes, liberales y conservadores, quienes rutinaria y sinceramente rendían homenaje a Jesucristo y no le atribuían significado político a este hecho. Los debates sobre un asunto intrínsecamente trivial continuaron, porque no había razón alguna para que no fuera así. La política en Colombia era, por aquella época, en gran parte teatralidad. Los partidos Liberal y Conservador habían establecido desde hacía largo tiempo redes clientelistas mediante las cuales se distribuían la limitada generosidad política del gobierno, dependiendo, desde luego, de cuál partido detentaba el poder. El resto eran poses. Esto no significa que la mayoría de los colombianos no siguieran ávidamente las hazañas de sus líderes en los diferentes foros nacionales. Era tan di-

HombrescGózySavdrno representaban a colombianos individuales. Más bien, eran los representantes visibles de lo que seguían siendo asociaciones monolíticas de intereses —las más grandes y de mayor cobertura de la nación en ese momento—. Habiendo alcanzado esta exaltada condición, se esperaba de los políticos que representaran a sus electores con estilo y fanfarria, no con programas sustantivos dirigidos al bienestar público. De hecho, tales programas nunca se habían presentado en Colombia.'" La evolución de la política colombiana, de la teatralidad a los debates importantes sobre asuntos sustanciales, tendría que esperar hasta que el gobierno dispusiera de recursos suficientes y hasta que incluso las camareras de los hoteles y los mal nacidos pudieran ejercer una influencia directa y significativa sobre los procesos políticos.'"

155 ¡bid., 9 de septiembre de 1913, p. 241. 156 La Unidad„ 29 de julio de 1913. 157 Los liberales radicales habían propuesto numerosos programas sociales a mediados del siglo xix. &ro, dado que contaban con poco dinero para implementados, en su mayoría no fueron más que declaraciones de ideales que sólo condujeron a la guerra civil. 158 Estas personas sólo pudieron votar mucho tiempo después. Los analfabetas y los pobres sólo obtuvieron el derecho al voto en 1936; las mujeres votaron por primera vez en el plebiscito de 1957.

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vertido para ellos leer o escuchar a los seguidores de Laureano Gómez, "llevándolo en hombros de manera delirante por las calles"; como ver que los representantes Borda, Sicard y Saavedra se ocultaban, con "su reputación política destruida", gracias al razonado ataque del joven tribuno." 6

republicanismo

La Unión Republicana de Colombia se convirtió en partido político en 1909, y eligió a su primero y único presidente nacional, Carlos E. Restrepo, al ario siguiente.'" La decadencia del partido se inició casi de inmediato y, para 1918 no postularon siquiera un candidato presidencial. No obstante, el espíritu que le dio vida al republicanismo fue más amplio e importante que su efímero partido político. Si se entiende ese espíritu como un compromiso de los partidistas políticos de la élite con la causa de la paz nacional y el progreso económico, entonces los cinco presidentes colombianos entre 1906 y 1926 pueden considerarse otros republicanos. Las dos décadas comprendidas en este intervalo constituyeron, en efecto, una época de paz y de desarrollo económico en esta república andina. Lo mismo puede decirse de otros países latinoamericanos, donde las guerras civiles inspiradas por caudillos se habían convertido en algo del pasado, y las protestas sociales que habrían de ocupar la mayor parte del siglo xx aún no habían comenzado. Carlos E. Restrepo tuvo sus contrapartes en Arturo Alessandri en Chile, Hipólito Irigoyen en Argentina y,

en menor grado, en los presidentes brasileños de la burguesa Antigua República.'" Todos eran miembros de una élite política indiscutida, que compartían la convicción de que sus países debían apresurarse a unirse a los capitalistas promotores de la industrialización a cualquier costo. Los líderes que detentaron el poder durante el interludio republicano en Colombia no sólo gozaron de una época de relativa paz y prosperidad, desarrollo sino que compartieron una filosofla nacioanal que les permitió buscar el desarrollo nacional con un extraordinario grado de unanimidad. Esta filosofía era el positivismo que, como se señaló antes, enseñaba que las naciones inevi- positivismo tablemente pasan por etapas y llegan a la iluminación mediante el descubrimiento de verdades científicas racionalmente deducidas. Los positivistas latinoamericanos como Carlos E. Restrepo y sus compañeros encontraban la elaboración "sociológica" de esta filosofía por parte de Herbert Spencer especialmente pertinente. El proceso evolutivo descrito por Darwin, y aplicado a la sociedad humana por Spencer, parecía evidente en Colombia, donde las razas más favorecidas prosperaban a expensas de las menos favoreddas. 161 Restrepo y los demás decidieron

159 Fue elegido por los miembros de una Asamblea Constituyente. 160 C. W. A. Hale, Op. cit., pp. 422-428, discute "el impulso democrático y constitucional" del período comprendil» entre 1910 y 1920 en la historia latinoamericana. 161 En su monografía Hispanismo, Fredrick Pike escribe que los pensadores hispanoamericanos tendían a aceptar el orden, la autoridad y el gobierno elitista del positivismo, pero rechazaban su paternalismo y caridad, a favor de la dureza del darvinismo social hacia las "clases inferiores". E B. Pike, Op.

108 / La modernización en Colombia que, como miembros de la selecta minoría, era su deber ayudar al país a avanzar por el empinado camino del progreso. Esto no sería fácil, pues Restrepo sabía que sería un camino largo y sinuoso. Colombia seguía siendo, después de todo, "un país infantil, de impulsos caprichosos y epilépticos, guiado por instintos nacionales, políticos y religiosos".'62 Por ello, resultaba imperativo que hombres como él terminaran con el pueril apego de sus conciudadanos a las creencias políticas "metafísicas", para ayudarles a llegar a una aproximación "científica", verdaderamente madura, a los asuntos públicos. En repetidas ocasiones hizo un llamado a favor de "menos política y más administración", una de las doctrinas de la política científica durante el auge del positivismo latinoamericano. Rafael Reyes había

expresado lo mismo cuando, cerca del final de su presidencia, se refirió a la política como "una ciencia experimental". Rafael Uribe Uribe, uno de los antagonistas políticos de Restrepo, compartía con él su actitud empírica: "adoptemos el método experimental y evolucionista en política", dijo Uribe Uribe en un discurso pronunciado en 1911. 163 Y al igual que Restrepo, el caudillo liberal apreciaba el enorme esfuerzo que se requeriría para impulsar a su pueblo hacia un estadio superior de desarrollo. "Casi toda la circunferencia de Colombia está en manos de salvajes", escribió en 1907, procediendo a explicar su plan para elevar a la población e integrarla a la vida nadonal.'64 Los hombres del interludio republicano eran, en síntesis, entusiastas victorianos, impregnados de la filosofía

162 C. E. Restrepo, Orientación republicana, Op. vol. 1, p. 409. 163 El Liberal, 17 de abril de 1911. 164 Su panfleto, publicado aquel mismo año en Brasil, se titula Reducción de salvajes. La carátula de esta publicación fue reproducida en M. Jimeno, Op. cit., p. 373. El plan de Uribe Uribe para reducir la población indígena colombiana y animar a sus integrantes a convertirse en campesinos, es pertinente para la corriente general de pensamiento acerca de las poblaciones nativas y su lugar en el desarrollo nacional, que prevaleció en el hemisferio occidental a fines del siglo. Las reservas indígenas protegidas en la América anglosajona, los resguardos en Hispanoamérica, estaban en el centro de las preocupaciones acerca de los nativos americanos. Aunque Uribe no proponía la eliminación de los resguardos, muchos de sus contemporáneos sí lo hicieron. Fundamentaban su egoísta asalto a las tierras indígenas, en la doctrina liberal y positivista citada a menudo, según la cual las políticas sociales y económicas del laissez faire eran las que mejor propiciaban la causa del progreso. Aunque menos citada, pero implícita en todos los niveles del debate, estaba la creencia generalizada de que los nativos americanos eran miembros de una raza inferior. Laureano Gómez argumentó a favor de una continuada protección de las misiones indígenas, administradas por la Iglesia. El argumento que utilizó para este efecto es esclarecedor. En un escrito publicado en La Unidad, el 13 de septiembre de 1912, acusó al senador republicano Tomás Quevedo Álvarez de compartir la idea de Spencer de que los nativos americanos estaban en proceso de cometer un suicidio racial. Por consiguiente, concluyó Gómez, Quevedo Álvarez desea acelerar el proceso al proponer recortar los fondos para las misiones.

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dominante del momento. A pesar de las diferencias de personalidad y de partido, compartían un espíritu científico y una fe en el pro- greso que los unía con líderes de análogas ideas en todo el continente y en otros lugares del dinámico mundo occidental. Carlos E. Restrepo se posesionó el 7 de agosto de 1910, y se comprometió a continuar el trabajo de reconciliación comenzado por su predecesor Ramón González Valencia. El período de González fue conocido popularmente como El año cristiano, en un irónico reconocimiento a la extrema piedad y deseo de paz del presidente. La reforma constitucional fue la principal preocupación política de los colombianos durante la breve presidencia de González; fue llevada a cabo por una Asamblea Constituyente dominada por los unionistas republicanos, quienes procedieron a elegir presidente a Restrepo. Llevaba, por consiguiente, el sello civilista de Restrepo. Las reformas se esforzaban por disminuir el dominio de un partido único, en especial mediante la limitación del período presidencial a cuatro años, y especificando que no podría haber reelección inmediata. El presidente Carlos E. Restrepo estaba convencido de que los dos partidos tradicionales se encontraban en estado de "descomposición", pues se fundamentaban en preocupaciones metafísicas propias de una época anterior. Esta era la base de su convicción y de la esperanii de que el repu165 C. E. Restrepo, Op. cit., vol. 1, p. 32. 166 Ibíd., pp. 334-335.

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blicanismo sería la ola del futuro. .A través de ella, los colombianos podrían dejar atrás sus "sangrientos feudos primitivos" e ingresar "al terreno puramente social y económico, donde luchan actualmente sus batallas las naciones civilizadas".'" "Y si alguno me dice que no pueden pasar así las cosas; que lo que se discute son cuestiones metafísicas y trascendentalísimas", escribió Restrepo en 1904, entonces yo propongo: guardemos para un día de fiesta, para cuando podamos darnos ese lujo, nuestros partidos metafisicos".'66 Estas observaciones sugieren la gran distancia que separaba a los conservadores civilistas como Restrepo de los ultramontanos como Gómez, Casas y los demás. No es coincidencia) que los antioqueños hayan asumido el liderazgo durante las dos décadas de tranquilidad que transcurrieron entre la guerra y mediados de la década del veinte. Los antioqueños eran los más indinados a la empresa de todos los colombianos y dominaban también la principal región dedicada al cultivo de café. Las ganancias provenientes de las exportaciones de café contribuyeron a acelerar la modernización de Colombia a un intenso ritmo durante el interludio republicano. Carlos E. Restrepo estaba asociado con los negocios más exitosos de su departamento. Era el presidente de la Cámara de Comercio de Medellín cuando fue elegido presidente en 1910. Pedro Nel Ospina era otro de "

modernizacion

110 I La modernización en Colombia



los miembros de la Cámara de Comercio en aquel momento, así como su hermano Mariano Ospina Vásquez, otro ardiente republicano. Otro más de sus hermanos, Tulio Ospina, colaboró con el gobierno para ayudar a fomentar el desarrollo económico. Contribuyó a establecer lo que habría de convertirse en la principal organización de terratenientes colombianos, la Sociedad Colombiana de Agricultura. 167 El interludio republicano estuvo progreso economico acompañado por un gratificante progreso económico. Durante la administración de Restrepo, los precios del café se elevaron en un 50%, y se duplicaron las exportaciones del grano, llegando a un millón de sacos de sesenta kilos en 1913. 168 Este producto, que representaba el 42% de las exportaciones colombianas al final del primer año de la administración de Restrepo, había aumentado al 72% de las exportaciones cuando Pedro Nel Ospina inició su período presidencial en 1922. 16° Algo que indica el mejoramiento del panorama económico fue el hecho de que Restrepo pudiera pagar a muchos de los funcionarios públicos en libras esterlinas en lugar de pesos. El municipio de Bogotá dispuso de dinero suficiente para comprar su sistema de tranvías a sus propietarios privados en 1910, como

también el sistema de acueducto al año siguiente. Y aún quedó dinero para asfaltar la calle principal de la ciudad.'7 ° Mientras que diez años atrás los visitantes comentaban sobre la ausencia de tráfico en la capital del país, para 1912 los observadores describían alegremente "el animado bullicio de la Calle de Florián y de la Calle Real [...] los hervideros de la vida metropolitana"."' Otras regiones compartieron la recién adquirida prosperidad. En 1914, se terminó el Ferrocarril de Antioquia, que conectaba a Medellín con Puerto Berrío, sobre el río Magdalena. Y Cali, la tercera ciudad más grande de Colombia y centro comercial del valle del río Cauca, fue conectada por ferrocarril con el puerto de Buenaventura, sobre el océano Pacífico. Colombia incrementó la explotación de sus vastos recursos hidrológicos durante el interludio republicano. Los generadores importados comenzaron a sustituir a los motores de vapor utilizados anteriormente en los talleres y en las fábricas. Las plantas de textiles operadas con electricidad que se abrieron en Antioquia eran mucho más silenciosas y eficientes que sus predecesoras; la gente compraba boletos para ver funcionar la nueva maquinaria.' La electricidad

167 P. Gilhodes, Op. cit., p. 310. 168 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 254-255. 169 P. Gilhodes, Op. cit., p. 3 170 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 327. 171 C. Martínez Silva, Op. cit., p. 135. 172 Alberto Mayor Mora, "Historia de la industria colombiana, 1886-1930", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 318-320.

Reyes y el republicanismo I 111

fue la principal fuente de generación en la nueva cervecería Germania de Bogotá y en la nueva planta de vidrio plano de los hermanos Samper. La paz política y el desarrollo económico encontraron una dramática expresión simbólica el 19 de septiembre de 1908, menos de un año antes de la caída de Rafael Reyes. Aquel día, el Presidente, en Bogotá, oprimió un botón para inaugurar la planta de textiles Coltejer en Medellín. Coltejer habría de convertirse pronto en uno de los primeros gigantes industriales de Colombia. Un reportero captó el acontecimiento en un artículo admirable, tanto por su ingenuidad como por la descripción que ofrecía: Ha llegado el momento sensacional, señores, acérquense a observar el fenómeno. El general Reyes tiene en sus manos un botón eléctrico [...] pasan dos minutos [...] de repente, un electroimán activado por la corriente que viene de Bogotá a través de los hilos telegráficos atrae una palanca [...] ésta libera un peso que, al caer, cierra el switch que da paso ala electricidad proveniente de la instalación en Medellín, lo cual activa los dinamos cuyos ejes están en conexión con los de la maquinaria, y produce un vertiginoso movimiento.'"

La necesidad de capital fue un problema permanente para Colombia durante la era republicana. Santiago Pérez Triana, enviado por Reyes a buscar arrendatarios para las minas u

de esmeralda de Muzo, vio que esta era la necesidad más urgente de la nación. Dio a su argumento en favor de los empréstitos extranjeros un molde moral, al culpar "la miseria popular [y] los muchos males que afligen a Colombia" a la falta de capital personal. "Sin dinero [argüía] el progreso moral es imposible". 174 Modernos estudios confirman la percepción de Pérez, según la cual Colombia tenía muy poco capital disponible. En 1917, la moneda en circulación era únicamente de cuatro pesos per cápita, mientras que el promedio en Chile era de dieciséis pesos y en Argentina, cuarenta y seis.' 75 La escasez de inversión de capital extranjero hacía cada vez más importante que Colombia mejorara sus relaciones con Estados Unidos. La importancia de ese país en las fmanzas del hemisferio se manifestó en 1906 y 1907, cuando las quiebras bancarias en Nueva York agotaron los empréstitos europeos. Sin embargo, los colombianos continuaban enojados por la complicidad de los norteamericanos en la revuelta panameña, como se evidencia en el hecho de que el ministro de relaciones extranjeras, Pedro Nel Ospina, se negara a permitir una visita del secretario de Estado norteamericano Philander Knox en 1912. Finalmente, los mutuos intereses económicos prevalecieron y, para mediados de 1913,

,

173 Ibíd., p. 318. 174 Santiago Pérez Triana, Eslabones sueltos, Londres, Imprenta de Wertheimer, 1990, pp. XXXII, XLVII. 175 S. Kalmanovitz, Op. cit., 259.

112 / La modernización en Colombia las dos naciones reanudaron negociaciones dirigidas a solucionar el asunto de Panamá. Al año siguiente, ambos países firmaron, en Bogotá, el tratado Urrutia-Thompson. Entre los signatarios colombianos se encontraban el primer designado Marco Fidel Suárez, y el expresidente González Valencia. Para mayo, el Congreso colombiano había ratificado el tratado, mas no sin una fuerte oposición, dirigida por los conservadores históricos quienes, en un momento dado, interrumpieron las deliberaciones del Senado tirando asafétida en el piso del salón.'" Los oponentes incluían a Manuel Dávila Flórez en el Senado, y a Miguel Abadía Méndez, Laureano Gómez y José de la Vega en la Cámara de Representantes. El tratado incluía una cláusula donde se declaraba que Estados Unidos "lamentaban sinceramente" el incidente de Panamá, y otra donde establecía una indemnización de veinticinco millones de dólares, pagadera en el momento de la ratificación del tratado en el Senado de Estados Unidos. Esto, sin embargo, sólo ocurrió ocho años más tarde, pues los republicanos del Senado de Estados Unidos se negaron a suscribir y a votar a favor de un acuerdo que consideraban una afrenta a su mayor líder vivo, Theodore Roosevelt.'" Cuando finalizó el período presi-

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dencial de Carlos E. Restrepo, era claro que su partido no perduraría. Miembros prominentes de los dos partidos tradicionales desertaron del republicanismo a comienzos de la administración de Restrepo. En 1911, José Vicente Concha y Marco Fidel Suárez dejaron a un lado su mutua enemistad y trabajaron conjuntamente para unificar el conservatismo, al que Concha comparó con un "titán encadenado". Uribe Uribe fundó un periódico en contra de los republicanos, El Liberal, en 1911 y, al año siguiente, organizó el movimiento Bloque Liberal. La violencia irrumpió en muchas partes del país durante las elecciones de marzo de 1913, haciendo que Restrepo se lamentara públicamente del difundido fraude conservador que la había ocasionado. En privado, recriminó la "podredumbre" electoral colombiana, que demostraba "que todavía somos una nación inferior e indigna".'" En la elección presidencial de febrero de 1914, el candidato de Restrepo, Nicolás Esguerra, perdió frente al conservador José Vicente Concha por un asombroso margen de ocho a uno.'" A diferencia de su predecesor, y de las dos personas que le siguieron en la presidencia, José Vicente Concha no era antioqueño. Tampoco tenía formación en negocios como los industriales antioqueños Restrepo y

176 El Tiempo, 23 de mayo de 1914. 177 R. Leal, en Arrogant Diplomacy: US. l'olicy towani Colombia, 1903-1922, Op. cit., presenta un recuento detallado de estas negociaciones. 178 C. E. Restrepo, Op. a., vol. 2, pp. 81, 84, 85-92. 179 La votación fue de 36.763 contra 300.735.

Ospina. No obstante, compartía con ellos un odio por el partidismo que lo hizo impopular entre los extremistas de su propio partido. Muchos liberales lo admiraban por ser un buen ciudadano y por su compromiso filosófico con la descentralización administrativa y las políticas del laissez faire. Para el joven Juan Lozano y Lozano, Concha fue un liberal, un gran liberal —quizás el liberal más ortodoxo de Colombia [...]. La extrema derecha siempre sintió ante él un terror que ninguno de los grandes líderes liberales —el general Uribe Uribe, el general Herrera— jamás inspiraron. ' 8°

Concha se entendió tan bien con

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Rafael Uribe Uribe, que el caudillo liberal lo apoyó en las elecciones de 1914. Esto escandalizó a muchos, pues obligaba a-Uribe a oponerse al admirado candidato republicano, Nicolás Esguerra, otro liberal."' El nuevo presidente se proponía recompensar este apoyo nombrando a Uribe Uribe ministro en Gran Bretaña, cuando el asesinato del líder liberal lo eliminó del escenario político a fines de 1914. 1 "

La Primera Guerra Mundial coincidió precisamente con el período presidencial de Concha, lo cual significó que las perturbaciones económicas condenaron a su gobierno a una situación de penuria permanente. Las fuentes de crédito extranjeras

180 Juan Lozano y Lozano, Ensayos críticos, Bogotá, Santafé, 1934, p. 360. 181 Hay varias explicaciones sobre el apoyo de Uribe Uribe a Concha en 1914, aunque C. E. Restrepo, Op. cit., vol. 1, pp. 203-218, hablando en su nombre y en el de muchos liberales republicanos, sostiene que nunca entendió por qué Uribe Uribe no había apoyado al candidato liberal. Uribe Uribe intentó explicar su posición en un prolijo discurso titulado "Los elementos fundamentales de la política Liberal", pronunciado poco antes de la elección. Uribe Uribe había sido cercano a Reyes y, por esta razón, nunca fue bien acogido por los republicanos. Antes de la Guerra de los Mil Días, él y Concha, conservador histórico, actuaron concertadamente en su lucha común contra los nacionalistas. Concha había participado en el derrocamiento de Sandemente, organizado por los conservadores históricos con la vana esperanza de que él, Carlos Martínez Silva, y los otros pudieran influir sobre Marroquín para que iniciara negociaciones de paz con Uribe Uribe. Finalmente, existía aquella perversa atracción mutua que a menudo producía extrañas amistades entre los liberales radicales y los conservadores históricos, evidenciada por primera vez en la breve alianza de estas dos facciones, inmediatamente antes de estallar la Guerra de los Mil Días. 182 Dos artesanos que habían perdido recientemente su empleo debido a las medidas de austeridad adoptadas por Concha, ocasionadas por el estallido de la Primera Guerra Mundial, cometieron el acto. Su odio por Uribe Uribe pudo haber surgido de sus difíciles circunstancias econCmicas, del resentimiento creado por la reciente campaña presidencial, la inminente aceptación de una embajada por parte de Uribe, o incluso del hecho de que el ensayo de Uribe, Por qué el liberalismo no es pecado, había sido recientemente condenado por el Vaticano y puesto en el Índice. Los asesinos recibieron largas condenas y murieron sin explicar sus motivos.

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114 / La modernización en Colombia desaparecieron, cayeron los precios del café, se agotaron los impuestos de aduana.'" Leal a sus principios de laissez faire y de moneda dura, Concha se negó a inflar la moneda y a aumentar los impuestos, salvo por la imposición de un tributo a los lujos que producían pocos ingresos. Como consecuencia de ello, no se pagaron los salarios de los funcionarios públicos y las agencias gubernamentales se vieron obligadas a cerrar. El leprocomio de Agua de Dios sacó de nuevo a sus desventurados internos que inundaron los pueblos y ciudades de la parte central de Colombia. Una consecuencia especialmente notable del conflicto mundial fue la pérdida para Colombia de los mercados europeos y la ampliación concomitante de los negocios con Estados Unidos. Antes de la guerra, Colombia vendía el 40% de sus exportaciones a Europa, y el 50% a Estados Unidos. Después de la guerra, las cifras correspondientes eran aproximadamente del 15 y el 73%. La transformación de las importaciones fue aún más sorprendente. Mientras que en 1910 Colombia compraba aproximadamente dos tercios de sus importaciones a Europa y menos de un tercio a Estados Unidos, después de la guerra se invirtieron estas cifras.'"

A pesar de estos desarrollos, la relación entre Colombia y Estados Unidos se enfrió debido al problema de la neutralidad de Colombia durante la guerra. Aunque la política estaba basada en las buenas relaciones que habían sostenido durante largo tiempo Colombia y las potencias de Europa central, los funcionarios estadounidenses supusieron que esta política indicaba un prejuicio a favor de los alemanes. Por consiguiente, presionaron a Concha para que golpeara los intereses alemanes en Colombia. Concha se negó y los norteamericanos no pudieron obtener más de Colombia que una condena por parte del Congreso de los ataques de los submarinos alemanes a la navegación neutral.'85 La recuperación de las buenas relaciones entre Colombia y Estados Unidos se convertiría en el objetivo principal de la política exterior colombiana del sucesor de Concha, Marco Fidel Suárez. Líder del Partido Conservador y presidente entre 1918 y 1921, Suárez consiguió su objetivo, pero esto le costó su popularidad y, en última instancia, la presidencia. Su sucesor, Pedro Nel Ospina, y su ministro del interior, Laureano Gómez, quien se oponía a Estados Unidos, fueron, irónicamente, quienes cosecharon las

183 S. Kalmanovitz, Op. cit., pp. 257-259. 184 De hecho, para 1919, el 72,4% de las importaciones colombianas provenían de Estados Unidos. B. Tovar Zambrano, Op. cit•, pp. 46-47. 185 La resistencia de Concha a la presión de Estados Unidos es discutida en J. de la Vega, Op. pp. 121-129. Algo que indica los antiguos vínculos de Colombia con Alemania es el hecho de que, en 1898, eran los alemanes quienes suministraban más importaciones a Colombia que cualquier otro país, con excepción de Gran Bretaña B. Tovar Zambrano, Op. cit., pp. 46-47.

recompensas inmediatas de esta política. Para la tercera década del siglo, el republicanismo bipartidista estaba muerto como movimiento político. Fue derrotado en una competencia altamente desigual, que lo enfrentaba contra los partidos liberal y Conservador apuntalados por amplias redes clientelistas, animados por apegos emocionales generalizados entre la ciudadanía, y que se remontaban a varias décadas, y vigorizados por jóvenes estrellas nacientes, tales como el liberal Alfonso López Pumarejo, El muelón, y el bartolino Laureano Gómez.'" Los hombres comprometidos con el consenso republicano eran, por el contrario, secos tecnócratas, cuyos temperados discursos políticos suscitaban en los espectadores del

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proceso político —esto es, en la mayoría de los colombianos— principalmente tedio. Alfonso López Pumarejo habló en su nombre cuando llamó al republicanismo "una política apolítica". No obstante, al decirlo, identificó el gran logro de los procedimientos utilizados por el republicanismo: a través de su ideología y de su agenda, las élites modernizadoras encontraron un terreno común sobre el cual pudieron comenzar a construir una nación moderna. Su uso del Estado para fomentar el desarrollo económico, sus prudentes programas fiscales y su política exterior, dirigida a normalizar las relaciones con Estados Unidos, establecieron precedentes en Colombia que luego serían utilizados en beneficio del país durante los años siguientes.

es 186 La apariencia de los dientes de López mejoró mucho gracias a un nuevo procedimiento odontológico conocido como ortodoncia, al que se sometió cuando compartió el exilio de su familia en Londres.

La república burguesa l 117

El caso de Tulio Ospina ilustra este punto. Tulio Ospina era miembro de la que puede considerarse como una de las más distinguidas familias del período nacional colombiano. Hijo del presidente y cofundador del Partido Conservador Mariano Ospina Rodríguez (presidencia 1857-1861), y hermano del presidente Pedro Nel

4 La república burguesa Urbanidad y mentalidades

E l intervalo en la historia colombia-

el cafe como motor d progreso

na entre la Guerra de los Mil Días y el final de la hegemonía conservadora, en 1930, fue decisivo para el desarrollo económico de la nación. Durante este período, se liberaron las fuerzas del desarrollo económico represadas por largo tiempo; como resultado de lo anterior Colombia hizo dramáticos progresos para cerrar la brecha que existía respecto de otras naciones occidentales. El motor que impulsó el proceso de cambio fue el café y los ingresos que generaba. Un gran número de colombianos corrientes trabajaba en la industria cafetera; muchos de ellos eran pequeños propietarios campesinos. Este hecho tiene múltiples consecuencias, y explica en gran parte ciertos rasgos únicos de la vida colombiana del siglo xx. De importancia para esta discusión es la manera como los ingresos reportados por el café llegaron a un segmento relativamente amplio de la sociedad rural. El dinero que ingresaba a través de la producción, procesamiento, transporte y venta del café, así como

de otras múltiples actividades relacionadas con esta vigorosa y joven industria, causaron una revolución en la vida rural en gran parte de la nación. Miembros de la mayoría rural colombiana comenzaron súbitamente a ganar dinero con el que podían adquirir las cosas más finas, viajar, enviar a sus hijos a estudiar a otros lugares. Pudieron, en síntesis, aspirar al estilo de vida de la dase media. El proceso descrito no fue en absoluto pacífico. Violencia y pesos eran la moneda común en la frontera cafetera. Sin embargo, el hecho primordial es que, a pesar de la violencia —y a menudo gracias a ella— Colombia terminó el primer cuarto del siglo xx con una burguesía rural de apreciable tamaño, que fortalecía y complementaba a su contraparte urbana. Colombia no tenía una dase aristocrática. Los ciudadanos más ricos y competentes estaban completamente imbuidos de los valores de la dase media, pues ellos mismos sólo recientemente se habían elevado a la prominencia social. Esta es la razón de que a la Colombia de comienzos del siglo xx se la haya catalogado acertadamente como una república burguesa.

republica burguesa

rante el siglo xvm. No obstante, siendo personas de origen humilde, amás habrían avanzado socialmente, a no ser por la revuelta contra España en 1810, y la subsiguiente movilidad sodal ocasionada por la independencia nacional. Esto hizo posible que Santiago Ospina Urbina, nativo de Guasca, enviara a su hijo Mariano al Colegio de San Bartolomé durante la

Ospina, era un ciudadano prominente y activo por derecho propio.' Enviado a especializarse en ingeniería de minas en la Universidad de Ber-

década del veinte del siglo xix. De esta manera, Mariano Ospina Rodríguez y sus laboriosos descendientes tuvieron la oportunidad de llegar a des-

keley, California, en 1877, fue luego cofundador y rector de la prestigiosa Escuela Nacional de Minas de Medellín. Gran promotor de la industria antioqueña, Tulio Ospina encontró tiempo también para escribir un tratado sobre agricultura, ser miembro del Congreso y publicar eruditos volúmenes sobre filología. Sus considerables logros eran, en síntesis, muy diferentes de aquellos que habitualmente se asocian con aquellos de los ricos ociosos. De hecho, Ospina descendía de pequeños terratenientes de la región de Guasca-Gachetá, al nororiente de Cundinamarca. Gracias a su duro trabajo y a prudentes matrimonios, la familia Ospina mejoró su fortuna du-

empeñar importantes papeles en los asuntos nacionales. Cercanos a sus orígenes rurales, los hijos del primer presidente Ospina eran trabajadores y socialmente conservadores. Como católicos romanos y miembros del Partido Conservador, adherían a la filosofia moral y social de la Iglesia y del partido. Y como personas viajadas y bien educadas, internalizaron los valores y prejuicios del gran mundo burgués, cuyo centro estaba circunscrito por Londres, París y Berlín, y cuyos notables representantes en América eran Buenos Aires, Río de Janeiro y Nueva York.2 Como hombres de temperamento victoriano y eduardiano, los líderes de la burguesía colombiana no vacilaban

1 Tulio Ospina fue también el padre de Mariano Ospina Pérez, quien llegaría a ser presidente entre 1946 y 1950. 2 La información sobre los Ospina y sus orígenes socioeconómicos se tomó principalmente de J. León Helguel'á, "The Eighteenth and Nineteenth Century Ospinas", documento presentado en la reunión de la American Historical Association, realizada en Nueva York el 27 de diciembre de 1989, y de José Restrepo Posada y Bernardo Sanz de Santamaría, "Estudios genealógicos. Familia Ospina y Ospina Rodríguez", Boletín de Historia y Antigüedades, 61(660-662), pp. 635-645.

La república burguesa / 119

118 / La modernización en Colombia en aconsejar a sus conciudadanos sobre los criterios de conducta apropiados. Su condición social les permitía hacerlo, y su sentido de la responsabilidad social lo exigía. Ambos impulsos llevaron a Tulio Ospina a publicar en 1919 su Protocolo de urbanidad y del buen tono, libro que consideraba de utilidad para los colombianos interesados en su promoción social, tanto en Colombia como en el extranjero' Su sentido de responsabilidad paterna motivó a Rafael Reyes, en 1920, a enumerar para sus hijos y nietos los preceptos que debían seguir para llevar una vida exitosa. Los principios de Reyes eran templanza, silencio, orden, resolución, frugalidad, industria, sinceridad, justicia, moderación, limpieza, tranquilidad, castidad y humildad.4 Los colombianos prominentes se esforzaban arduamente por llevar vidas virtuosas. Desde la infancia, tanto sus padres como los sacerdotes y monjas encargados de la instrucción religiosa, los exhortaban a hacerlo. El idealismo moral contaba con poderosos proponentes en la Colombia eduardiana, donde los integrantes de la élite luchaban por apropiarse de las virtudes que creían debían ser practicadas por la sociedad en general, sociedad cuyos miembros respetaban la jerarquía, acataban el "principio del orden" y eran deferentes con sus superiores.

Una excelente declaración de filosofía personal, escrita durante la época de la era republicana burguesa en Colombia, fue la del joven ingeniero Julián Cock Arango. En 1922, mientras realizaba estudios avanzados en París, redactó lo que llamó su "Código de moral personal", que incluía los siguientes mandatos personales: Es imperativo triunfar. Has sido el juguete de tu indecisión, de tu imprudencia, de tu falta de atención. Huye siempre del terrible corrosivo de la emoción, que oscurece la realidad [...] Sé libre, absolutamente libre [...] que no te esclavicen ni los vicios ni los amigos [...] Come únicamente lo necesario, y con lentitud [...] No rehuyas responsabilidades, afróntalas, sé fuerte [...] Sé absolutamente ordenado y metódico. Vence la pereza siempre yen todo lugar, aunque no sea sino por el placer de vencerla [...] Sé reservado con las cosas íntimas. No las dejes ajar, exponiéndolas indiscriminadamente al análisis de todos [...] En resumen: sé siempre dueño de ti, domínate, y así dominarás y triunfarás sobre los otros. 5 Rafael Reyes trazó con cuidado su progreso personal hacia la virtud: Hice un pequeño libro, en el que destiné una página para cada una de las virtudes [...]. Así podía anotar contma cruz negra cada falta que al examinarme encontrara que había cometido contra esa virtud ese día. 6

3 Tulio Ospina, Protocolo de urbanidad y del buen tono, Medellín, s. e., 1919. 4 Rafael Reyes, Escritos varios, Bogotá, Arconvar, 1920, pp. 590-591. 5 Alberto Mayor Mora, Ética, trabajo y productividad en Antioquia, Bogotá, Tercer Mundo, 1984, pp. 101-102. 6 R. Reyes, Op. cit., p. 592.

alma femenina, una vez que dio cabida a un gran amor, cierra sus oídos a todo nuevo halago". 8 Durante comienzos del siglo xx, el lugar subordinado de las mujeres en la sociedad colombiana fue sancionado y reforzádo a través de dos tradiciones ideológicas diferentes. La primera era la católica romana, que sostenía que el matrimonio y el hogar eran el destino propio de la mayoría de las mujeres, y que las mujeres caEnvuélvete en esa tela, delicadamente sadas no debían ahorrar ningún saprestigiosa, tan lejana de lo vulgar, que se llama el misterio [-J. Mostrarse a la crificio en aras de su esposo y sus hiventana, salir a la calle con frecuencia, jos. La segunda, ejemplificada en los asistir a todo baile que te inviten [...] pronunciamientos de López de Mesa, hablar recio, reír ruidosamente, co- transmitía el mismo mensaje, pero dear libremente al vecino, estar en envuelto en el lenguaje del darwinismo boca de todos; esto, todo esto, sobri- social tan popular en la Colombia de na muy amada, te quita el prestigio, te vulgariza, te pone al alcance de la época. La enseñanza católica romana, setodos, y rompe el pedestal sagrado gún la cual las esposas deben sacrifique debe ocupar siempre una mujer: car sus placeres personales por su el misterio? familia, es llamada marianismo. Una El joven médico y erudito soltero, buena caracterización de este concepLuis López de Mesa, combinaba los to puede hallarse hacia el fmal de la hechos científicos y las metáforas ro- carta pastoral publicada en 1926 por mánticas y orgánicas para explicar la el arzobispo de Medellín, Manuel fidelidad femenina. Dirigiéndose a José Caycedo. una amplia audiencia femenina en 1920, comparó el alma de la mujer Reina y señora del hogar, la mujer con su óvulo, "que al recibir la cromacristiana despliega allí las cualidades tina fecundante del germen masculide que Dios la ha dotado, ejercita no, condensa su ectoplasma en pesus virtudes y las infimde y fortalece en torno suyo [...]. Por amor y por lícula impenetrable para los nuevos virtud, sufre, goza, vigila, trabaja sin elementos que lo buscan". "También descanso, renunciándose a sí misma así", concluyó López de Mesa, "el

Los hombres de la república burguesa no descuidaban instruir en la conducta correcta a quienes estaban en lugares inferiores de la jerarquía social. A las mujeres y niñas de las clases media y alta les agradaba especialmente leer Cartas ami sobrina, de Julián Páez, publicado por primera vez en 1912. "¿Deseas ser respetada, admirada y amada?", preguntaba Pérez en una de sus cartas:

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Julián M. Páez, Cartas a mi sobrina, Bogotá, Librería Americana, 1912, p. 130. Luis López de Mesa, Obras selectas, Ramiro Carranza, comp., Bogotá, Cámara de Representantes de Colombia, 1981, p. 161.

120 / La modernización en Colombia

con heroica abnegación en provecho de los suyos. El arzobispo se refirió a las labores domésticas como "el destino supremo de la madre", para quien "no hay fatiga que la canse, ni placer que la seduzca, ni sacrificio que no haga para ahorrar cualquier pena a su esposo y a sus hijos". El arzobispo Caycedo citaba a León XIII como la autoridad

en la que se basaba para reafirmar la antigua enseñanza, el varón es el jefe de la familia y la cabeza de la mujer; sométase ella al marido y obedézcale, no como esdava sino como compañera, es decir, con obediencia digna y decorosa. 9 En su conferencia de 1920, López de Mesa presentó una versión secularizada del mismo mensaje. En un lenguaje colorido, evocó la imagen del hombre prehistórico, "guerrero y andarín, vigilante, combativo y fuerte", quien después de un arduo día de caza, "regresa fatigoso en busca de su hembra". Entre tanto, ella "ha buscado las ramas secas para mantener el fuego, ha despejado mayor espacio en su caverna o en el ahuecado tronco de un árbol". Así, desde los tiempos primitivos, la mujer ha estado dedicada al hogar. Citando estudios científicos, López de Mesa aseguraba a su auditorio femenino que, debido al hecho de que su cerebro es más pequeño, compensa esta debili-

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dad en campos "más conformes con su misión femenina", entre los cuales están "la observación rápida, la memoria de los detalles, .etc., que hacen de ella consejera ideal y complemento del hombre". En su versión reformulada del mensaje del arzobispo Caycedo, afirmaba lo siguiente: Su voluntad es tenaz, su carácter bondadoso y dúctil, y el conjunto de su estructura moral tan aquilatado es y

pulcro, que enamora hasta en un frío análisis de psicología.m Los colombianos que no pertenecían a la élite compartieron los prejuicios de sus superiores sociales durante las primeras décadas del siglo xx. En general, no lo hacían por una única razón, sino por una serie de ellas. Como se sugirió antes, había una gran presión para honrar y obedecer a los superiores sociales. El cristianismo tradicional enseñaba que había una jerarquía de virtudes; por consiguiente, las personas de más alta condición social no sólo habían sido bendecidas con mayores bienes materiales, sino que eran por naturaleza más sabias, más inteligentes, más virtuosas. Para decirlo de otra manera, se creía que la virtud y la justicia eran distributivas por naturaleza. Induso los colombianos más educados y de mentalidad secular, tales como los ingenieros de la Escuela de

9 Manuel José Caycedo, El combate por la fe y por la Iglesia, Medellín, Bedout, 1931, pp. 165-166. 10 L. López de Mesa, Op. cit., p. 161.

Minas de Medellín, hablaban de la "ascendencia moral" que detentaban frente a personas socialmente inferiores, tales como los empleados a quienes estaban llamados a dirigir. A los ingenieros se les amonestaba siempre para que llevaran "vidas privadas irreprochables", que sirvieran de ejemplo a sus subalternos." Los obreros mismos eran típicamente humildes, y tendían a sentirse agradecidos con los propietarios de las fábricas por tener la amabilidad de contratarlos.' 2 Lasprimefotgíasdlábricas colombianas muestran lo que parecen ser grandes reuniones de familia, con hombres, mujeres y niños posando entre las correas, ejes y otros atributos semejantes de la moderna cultura mecánica? Existía la difundida creencia de que, en una sociedad religiosa y correcta, todos los ciudadanos acataban lo que comúnmente se denominaba el principio de autoridad. Este fue el título de una larga serie de artículos publicados durante la segunda

década del siglo por el mentor de Laureano Gómez, Manuel Dávila Flórez. Para Marco Fidel Suárez, el principio de autoridad había sido "el principal instrumento utilizado en la larga y complicada tarea de civilizar a la especie humana"." Laureano Gómez lo consideraba como el fundamento del catolicismo: "La sola doctrina, sin autoridad [escribió] sería un catolicismo muerto".' 5 Las campesinas que vivían cerca del montañoso obispado de Santa Rosa de Osos, en Antioquia, obedecían el principio de autoridad cuando caminaban kilómetros por las tortuosas sendas de la montaña, aunque el sentido común indicaba que deberían más bien montar los caballos o mulas de que disponían. Pero el obispo Miguel Ángel Bulles les había prohibido esta práctica a las mujeres de su diócesis, afirmando que la costumbre de que las mujeres cabalgaran a horcajadas era "un pecado contra la ley natural", por "los desastrosos efectos que causa". 16 Cuando el

11 A. Mayor Mora, Op. cit., pp. 106-107. 12 "No eran conscientes de la explotación a la que se sometían", explicó un anciano obrero, recordando la mentalidad de sus compañeros de trabajo en las textileras de Medellín durante la década del veinte. "Antes —agregó-- éramos más humildes". Mauricio Archila, "La memoria histórica de los trabajadores de Medellín y Bogotá, Colombia 1910-1945", documento inédito, ponencia presentada en Latin American Studies Association, Miami, 1989, pp. 6,7. 13 Véase, por ejemplo, la fotografia de los trabajadores en Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquía, Medellín, Presencia, 1988, p. 271. 14 Marco Fidel Suárez,tetios de Luciano Pulgar, vol. 5, Bogotá, Voluntad, 1942, p. 130. 15 Laureano Gómez, Obras selectas, tomo 2, Ricardo Ruiz Santos, ed., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984, p. 718. 16 Miguel Zapata Restrepo, La mitra azul. Miguel Ángel Buda: el hombre, el obispo, el caudillo, Medellín, Beta, 1973. Su dilema era doble. El obispo había declarado que usar pantalones era tam-

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122 / La modernización en Colombia general Benjamín Herrera expulsó a los trabajadores de su cultivo de banano que se encontraban en huelga a comienzos del siglo, lo hizo porque habían violado el principio de autoridad. Cuando exigieron un peso adicional por cada racimo cosechado, Herrera los sacó con la fuerza de las armas, insultándolos como "peones desobedientes".' 7 Algo que agravaba y endurecía aún más los prejuicios contra los pobres en la Colombia de comienzos del siglo xx era un conjunto de ideas relativas a la presunta inferioridad de los pueblos no caucásicos, y a la "decadencia racial" de aquellas sociedades donde predomina la gente de color. En un país como Colombia, donde una élite en su mayor parte caucásica dominaba a una mayoría morena, el impacto de una creencia semejante era necesariamente poderoso. La relativa tranquilidad de las masas colombianas durante aquellas décadas alimentaba los prejuicios raciales contra ellas. Importante también fue el hecho de que los eugenistas, sociólogos y antropólogos que formula-

ban teorías raciales hicieran extenso uso de datos empíricos. Esto no podía dejar de impresionar a las élites colombianas, inclinadas al positivismo. Tampoco las demeritaba el hecho de que estas teorías se originaran en los centros más avanzados de la civilización occidental." El médico y líder conservador boyacense, Miguel Jiménez López, fue el principal proponente de la teoría de que Colombia estaba sufriendo los efectos de la decadencia racial. Durante sus años como estudiante, había viajado extensamente por Europa, donde había escuchado debatir las teorías de Gobineau y de otros teóricos de la raza, y las había estudiado él mismo también. Durante los años en que adelantó sus estudios de posgrado, entre 1900 y 1909, solamente en París se publicaron tres biografías de Gobineau, y otra apareció en Leipzig. Entre 1910 y 1930, mientras que el debate racial hada furor en Colombia, diez estudios más sobre el conde de Gobineau fueron publicados en Francia, Alemania y otros países europeos." No es de sorprender,

bién un pecado mortal. Las campesinas usaban pantalones, cabalgaban a horcajadas y se mantenían alejadas del confesionario, o bien caminaban. Si elegían el primer curso de acción, escribe Zapata, corrían el riesgo de ser importunadas por niños que, en los momentos menos oportunos, las señalaban y gritaban: "lEsta montó a caballor. 17 Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, p. 225. La acción de Herrera confirma el recuerdo de Alberto Lleras Camargo, según el cual las relaciones entre patrones y peones por aquella época en el campo colombiano "eran la Edad Media personificada". Alberto Lleras Camargo, Nuestra revolución industrial, Bogotá, Aedita, 1957, p. 22. 18 Un importante estudio sobre este tema y sus nocivos efectos en otra república americana, Estados Unidos, es el de Stephen J. Gould, Tía Mis-msasure of Man, Nueva York, Viking Press, 1972. 19 Michael D. Biddis, Fatlier of Racist Ideology. The Social and Political Thought of Count Gobineau, Londres, Weidenfeld and Nicholson, 1970, pp. 305-306.

entonces, que Jiménez López publicara un erudito artículo en París, en 1917, donde conduía que la decadencia racial aniquilaba las oportunidades de progreso de Colombia." Sólo si sus compatriotas eventualmente aclaraban su piel a través de la inmigración europea, escribió Jiménez López, podría Colombia evitar rezagarse aún más respecto de las naciones más civilizadas. Las ideas de Jiménez López fueron ampliamente discutidas en los círculos intelectuales colombianos durante la segunda y tercera décadas del siglo. La controversia sobre la decadencia racial alcanzó su apogeo en 1920, durante un ciclo de conferencias titulado "Los problemas raciales en Colombia", realizado en el Teatro Colón de Bogotá. Jiménez López, Luis López de Mesa y otros médicos y científicos participaron en ellas." Había, desde luego, quienes disputaban la teoría de la decadencia racial. A medida que se desarrollaban los debates, un columnista de El Tiempo sugirió que se organizara otra serie de debates sobre la posibilidad de que la raza colombiana se estuviera fortaleciendo.22

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El hecho de que muchos colombianos compartieran los prejuicios de Jiménez López se evidencia en la observación de Rafael Reyes en 1919: si bien Colombia debía propiciar la inmigración —incluso la japonesa—, debería próhibir la entrada a los chinos y a los hindúes, "razas degeneradas por el servilismo"." Tres años más tarde, en 1922, miembros del Congreso nacional aprobaron una ley que prohibía la inmigración de chinos, hindúes y turcos (otomanos), pero propiciaba la europea. 24 Aquel mismo año, un columnista de El Tiempo protestó por el empleo de trabajadores jamaiquinos por parte de Tropical Oil en sus campos colombianos, cargo que la compañía "negó enfáticamente". No obstante, conduía el editorialista [...] esperamos que el gobierno habrá

tomado ya las medidas necesarias para poner coto a una inmigración absolutamente indeseable en todo sentido, no sólo por la competencia que viene a hacer a los trabajadores colombianos, sino por el grave daño que recibirá nuestra raza. 20

Un ocasional antisemitismo hizo parte también del pensamiento racial

20 Humberto Roselli, Historia de la psiquiatría en Colombia, 2 vols., Bogotá, Horizontes, 1986, tomo 1, p. 290. "Extremadamente pesimista en lo que respecta a su país", fue una de las opiniones de un europeo que reseñó el libro de Jiménez. 21 La mejor discusión de las teorías de las razas en Colombia hasta la fecha es la presentada en H. Patiño Roselli, Op. cit., vol. 1, pp. 262-298. 22 El Tiempo, 30 de marzo de 1920. 23 R. Reyes, Op. cit., P59. 24 Debe señalarse que Estados Unidos, al igual que otras naciones americanas, aprobaron análogas restricciones a la inmigración oriental durante la tercera década del siglo. 25 El Tiempo, "Cosas del día", 3 de octubre de 1922. El artículo era la respuesta a un telegrama enviado por una organización de trabajadores de Cartagena.

124 / La modernización en Colombia de la burguesía colombiana a comienzos del siglo xx. Aunque había pocos judíos en Colombia, se los mencionaba frecuentemente en relación con la Crucifixión, por su presunto control de la banca internacional y porque se los consideraba en general como personas codiciosas, poco atractivas y enemigas del catolicismo. Las alusiones a la raza hebrea son frecuentes en las cartas pastorales de los obispos colombianos a fines del siglo. El arzobispo Caycedo de Medellín reprendía a los impíos, quienes, "como los pérfidos judíos, se han amotinado contra Cristo", y atacaban el orden cristiano de Colombia. En otra de sus pastorales, reprobaba a "los enemigos de Cristo, unidos en las tenebrosas sociedades masónicas, quienes van gritando como los judíos [contra la Iglesia]". 26 Una fuente atávica del pensamiento racial colombiano se encuentra en la preocupación por la "pureza de sangre". Esta preocupación fue traída por los conquistadores españoles en el siglo xvi. La obsesión de los españoles por el linaje se remonta quizás a la cristianización de la Península Ibérica y a la casi simultánea llegada de los judíos allí, después de haber sido expulsados de su tierra por los romanos." Con la persecución de

los judíos españoles durante los siglos xrv y xv, su expulsión del país en 1492, y su posterior persecución tanto en España como en Hispañoamérica durante los dos siglos siguientes, resultaba importante establecer que no se estaba manchado de sangre mora, africana o judía. El no hacerlo podía llevar a que se rotulara a la persona de "conversa", alguien recientemente convertido al cristianismo. Y ser un converso, o descender de uno, sugería la posibilidad de que la familia continuara practicando el judaísmo clandestinamente, lo cual invitaba a que fuesen arrestados por el Santo Oficio y perdieran toda posición social. Las preocupaciones por la persecución desaparecieron con la independencia de Hispanoamérica. Aunque muchos conversos, o nuevos cristianos, como también se los llamaba, habían llegado a Nueva Granada durante la época colonial, no parecían ser objeto de extraordinarias persecuciones allí. No obstante, debido a un curioso conjunto de circunstancias, un buen segmento de la población colombiana, los antioqueños, llegaron a ser considerados como descendientes de los conversos españoles." La exploración de este tema está más allá del alcance

26 M. J. Caycedo, Op. cit., pp. 51, 232. La primera pastoral mencionada fue publicada en 1915, la segunda en 1913. 27 España fue cristianizada durante los siglos u y ni d.C. La comunidad sefardita comenzó a formarse en el siglo in d.C., y para el siglo rv ya estaba bien establecida. 28 Un viajero que pasó por Colombia en 1913 reportó que "se escucha con frecuencia en todas las regiones del país, que los antioqueños son los israelitas de la República". José Gutiérrez Piérola, Las capitales de la Gran Colombia, París, Librería de la viuda de Ch. Bouret, 1914, p. 334. En 1925, un diplomático británico reportó a su sede que los únicos campe-

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del presente estudio. 29 Pero la sabiduría popular acerca de los judíos antioqueños es importante por cuanto hizo que estos fuesen particularmente sensibles tanto al antisemitismo como a los problemas más generales de la raza." Poco más tarde en la historia colombiana, durante las décadas del treinta y del cuarenta, cuando los refugiados judíos huyeron de Europa, algunos antioqueños propusieron ofrecerles asilo, mientras que otros se opusieron con vehemencia a una política semejante.3 ' La temprana sensibilidad de los antioqueños hacia la raza hizo de ellos unos de los

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más vehementes proponentes de las teorías raciales y de las actitudes racistas prevalecientes en la república burguesa. El erudito colombiano más respetado, Luis López de Mesa, ayudó a Jiménez López a difundir las teorías raciales que operaban en desventaja de sus conciudadanos de piel oscura. Al igual que Jiménez, López de Mesa veía que los colombianos adquirían una tez más clara gracias "a una fermentación debida al hecho de que la raza se está limpiando a sí misma de sus sedimentos negroides".32 En 1927, López de Mesa fue el autor de un

sinos inteligentes en Colombia eran "los judíos antioqueños". Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 27. 29 El autor considera que la prosperidad de Antioquia se explica mejor por el carácter relativamente auto-contenido de este departamento durante buena parte de su historia, el hecho de que las minas de oro ubicadas allí suministraron una fuente modesta pero constante de capital de inversión a los empresarios locales, y a la feliz circunstancia de encontrarse lejos de los embrollos políticos de Bogotá. De cierta importancia fue también el hecho de que estaba en mejor posición que muchos otros departamentos en términos de su proximidad al río Magdalena y, por consiguiente, al mundo exterior y a sus mercados. 30 Este problema es de considerable interés para los colombianos. El prestigioso antioqueño Antonio José Restrepo, por ejemplo, rechazó categóricamente la idea de que sus paisanos descendieran de los judíos. No obstante, el ensayista Carlos Arturo Díaz informa (equivocadamente) que Restrepo descendía del conquistador Antonio López de Restrepo, presuntamente un nuevo cristiano. Díaz induso presenta una anécdota referida por Juan Antonio Zuleta. Cuando, a comienzos de la década del treinta, Zuleta y Antonio José Restrepo fueron a comprar zapatos en una tienda de Berlín, el propietario, alertado por sus rasgos semitas, se refirió a ellos como "aquel par de perros judíos americanos". Carlos Arturo Díaz, Páginas de historia colombiana, Bucaramanga, Imprenta Departamental, 1967, pp. 322-323. El asunto del carácter "judío" de los antioqueños se discute en Ann Twinan, Merchante, Minen, and Farmers in Colonial Colombia, Austin, University of Texas Press, 1982, pp. 8-13. 31 El antioqueño Luis López de Mesa, ministro de relaciones exteriores de Colombia entre 1938 y 1942, fue uno de quienes dedicó considerables esfuerzos a tratar de impedir que los refugiados judíos ingresaran al país. Para más detalles acerca de los esfuerzos de Luis López de Mesa pór,bloquear la inmigración judía cuando se desempeñó como ministro de relaciones extdiéres, véase Silvia Galvis y Alberto Donadio, Colombia nazi, 1939-1945. Espionaje alemán, la cacería del FBI, Santos, López y los pactos secretos, Bogotá, Planeta, 1986, pp. 238-254. 32 Luis Antonio Restrepo, "El pensamiento social en Antioquia", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, p. 380. El pasaje es la tesis doctoral de

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126 / La modernización en Colombia informe comisionado titulado El factor étnico. Los altos jerarcas de la Iglesia y los funcionarios del gobierno recibieron copias del mismo, que representaba el pensamiento más avanzado del momento en temas de raza, mezcla racial y en las consecuencias calamitosas del "oscurecimiento de la población". El siguiente pasaje sugiere el tenor del informe: merda del indígena oon el elemento africano y aun con los mulatos que de él deriven, sería un error fatal para el espíritu y la riqueza del país; se sumarían, en lugar de eliminarse, los vacíos y defectos de las dos razas, y tendríamos un zambo astuto e indolente, ambicioso y sensual, hipócrita y vanidoso a la vez, amén de ignorante y enfermizo. Esta mezcla de sangres empobrecidas y de culturas inferiores determina productos inadaptables, perturbados nerviosos, débiles mentales, viciados de locura, de epilepsia, de delito, que llenan los asilosy las cárceles cuando se ponen en contacto con la civilización."

La contraparte literaria de López de Mesa, el teórico racial, era el ensayista antioqueño Fernando González.

Su obra Los negroides sorprendió por la forma como denigraba de América Latina, a cuya figura representativa llamó "el gran mulato". Los americanos, escribió González, sufren de un "complejo de ilegitimidad" que data de la conquista española, y de una "identidad mutilada" como consecuencia de ello. En el libro, González acumula sarcasmos sobre las principales figuras colombianas; se refiere a Enrique Olaya y a Laureano Gómez como "homúnculos", a Abadía Méndez y a Miguel Antonio Caro como "mulatos adormecidos cuyas lenguas son movidas por libros europeos", a Jorge Eliécer Gaitán como "un mestizo payaso"." El racismo de Fernando González constituye un caso que quizá sea más apropiado para un estudio psiquiátrico que histórico." Se aprecia una escalofriante similitud entre sus desvaríos y las arengas racistas que se escuchaban en las capitales europeas por aquella misma época. Sin embargo, incluso colombianos elitistas, pocos de los cuales podían estar absolutamente seguros de su pureza de

Luís López de Mesa, publicada en 1920. Basó su observación sobre un "blanquemiento" observado de las poblaciones del Cono Sur (Argentina, Chile y Uruguay). 33 Ibid., pp. 379-380. 34 Fernando González, Los negroides, 4' ed., Medellín, Bedout, 1976, pp. 97-98. 35 Unos pocos ejemplos de las observaciones racistas de LOS negroides son los siguientes: "En Sudamérica, se ven narices, ojos, frentes, labios, que son profundas simas, volcanes, desiertos, tempestades, perversiones. Casi todo es monstruoso. Hay tanta variedad de formas y tan bruscas, tan sin acabado y armonía, que el biólogo no puede menos de pensar que aquí existe el porvenir y existe una antiestética realidad" (p. 91). Sudamérica es una raza en gestación. Es el horno del hombre futuro, patria de cosas nuevas. Aquí es donde puede renovarse la expresión humana. El suramericano es hoy un animal apenas parecido al hombre [...] Mientras seamos mulatos, la acción humana será hija de puta, con lo cual quiero decir que será falsa" (p. 92).

sangre cuatrocientos años después de la Conquista, se negaban a tomar en serio a Fernando González." Uno de los columnistas de El Tiempo, que informaba acerca de una de las conferencia públicas de González, observó moderadamente que las interpretaciones del escritor eran un "cambio refrescante", que observarlo actuar era como "ver a un hombre desnudo"." La distancia que asume el redactor de El Tiempo al reportar las excentricidades de Fernando González refleja, el aplomo con que los colombianos educados observaron esta comedia durante casi todo el primer cuarto del nuevo siglo. La mayoría de quienes se encontraban en posiciones de liderazgo estaban inmersos en una cultura que se ha descrito como positivista, victoriana o burguesa. Sólo a fines de la década del veinte, cuando un espíritu de combatividad comenzó a invadir a ciertos sectores de quienes no pertenecían a la élite, sintieron los colombianos prominentes que una época relativamente benigna de su historia nacional estaba terminando. Existían profundas fuerzas operantes en la sociedad colombiana que habrían de oponerse a las antiguas suposiciones acerca de quiénes eran realmente los colombianos y qué podían hacer.

Vida cotidiana Durante el primer cuarto del siglo xx, la sociedad colombiana cambió de múltiples maneras. La mayoría de las transformaciones se dieron en la cultura material. Al comienzo de este período, los ciudadanos vivían más o menos como siempre lo habían hecho —viajaban a pie o a lomo de animales—. Al final de aquellos veinticinco años, viajaban en avión, automóvil o tranvía eléctrico. Las mejoras físicas tuvieron también el efecto de demostrar cuánto camino faltaba aún por recorrer en Colombia. Los ricos y los pobres continuaron viviendo en dos mundos diferentes, y aceptando esta condición como algo apropiado y normal. El status quo no se ponía en duda, aunque en ocasiones ocurrían incidentes cuando los pobres protestaban por desafueros especialmente notables, a veces con violencia. Pero incluso entonces, las protestas eran cortas y tenían poco efecto duradero sobre la sociedad. El cambio social en Colombia durante la época de la república burguesa tuvo implicaciones revolucionarias, aunque sólo el ojo más avizor lo percibía. Los voceros de la Iglesia notaban los cambios y protestaban fuertemente contra ellos, advirtiendo so-

36 Según Ernesto Corta Ahumada, Las generaciones colombianas, Tunja, Imprenta Departamental, 1968, p. 13, Colombia es la nación más mezclada racialmente de Latinoamérica, con un 68% de mestizos. Comparada con ella, la población de sangre mixta argentina es del 12% y la del vecino Ecuador del 44%. 37 El Tiempo, 25 de julio de 1931.

este parrafo refleja que aun secontinuaba en el siglo XIX

128 / La modernización en Colombia bre la amenaza que representaban para la sociedad tradicional. Pero debido a que estas transformaciones eran tan incipientes y sutiles, los clérigos conservadores no podían articular sus temores de manera coherente. No obstante, incluso si los sacerdotes hubieran podido hacerlo, esto hubiera importado poco, pues la mayoría de los colombianos estaban ávidos de un

cambio social, y lo abrazaron cálidamente cuando llegó. Estaban complacidos de que su pobre país, durante tanto tiempo rezagado respecto de las principales naciones occidentales, finalmente parecía estar recuperando su posición. Este espíritu llevó a un bromista a decir, en el punto más álgido de la epidemia de influenza en Colombia en 1918, que los ciudadanos de su país estaban felices de padecer una enfermedad que afectaba a las principales potencial mundiales por la misma época. El orden social y político no se vio seria y directamente amenazado hasta bien entrada la tercera década del siglo. Y cuando esto sucedió, quienes se opusieron a él fueron relativamente pocos y con infortunados resultados. La mayor parte de la gente, sencillamente se maravillaba ante los cambios, y los disfrutaba en la medida de lo posible. La nueva riqueza ya no podía ocultarse, como había suce-

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dido antes, en el interior de sombrías casas que sólo presentaban muros sucios y encalados a la mirada extraña. Había automóviles para conducir, modas para exhibir, licores importados para beber. Colombia tenía, por primera vez, una fuente sostenida de recursos. Y aunque no estaban bien distribuidos, induso los pobres podían pagar distracciones ocasionales —las transmisiones inalámbricas y el cine les traían un mundo que anteriormente sólo los ricos visitaban en sus viajes—. El diplomático boliviano Alcides Arguedas se vio tan impresionado por la devoción del público colombiano al cine, que observó durante su visita en 1928, "Este siglo tienen una religión: Charlot [Chaplin]"." Uno de los cambios más importantes en la vida cotidiana colombiana fue uno de los más graduales y menos advertidos. Había una dosis de doro en el agua potable de la nación que produjo una asombrosa reducción de la mortalidad debida a la fiebre tifoidea y a otras enfermedades transmitidas por el agua. La fiebre tifoidea, que en 1905 se había llevado a 672 ciudadanos bogotanos, sólo mató a 266 en 1920 y a 12 en 1924." Un comité de salud pública, creado en 1916, había conseguido que se aprobara una ley que exigía la canalización y co-

bertura de los ríos San Francisco y

38 Alcides Arguedas, "La danza en las sombras", en: Luis Alberto Sánchez, ed., Obras selectas, vol. 1, México, Aguilar, 1959, p. 827. 39 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano E, "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1660-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 47.

San Agustín, y la construcción de una planta de tratamiento de aguas adecuada para Bogotá. 4° Sin embargo, estas mejoras eran costosas y hubo poco progreso apreciable hacia su implementación hasta la década del veinte, cuando hubo dinero disponible. Para 1926, los proyectos estaban adelantados y camino a su conclusión." Costosos proyectos dirigidos a

mejorar la calidad del agua y de la sanidad fueron el resultado de un cambio en la situación financiera general, que había ocasionado el crecimiento geométrico de algunos de los presupuestos municipales después de la Guerra de los Mil Días, y que para 1913 generó el primer superávit del presupuesto nacional que se recordara recientemente.42 Consideradas desde otra perspectiva, estas mejoras no eran más que tentativas por transformar la inferior calidad de vida de los colombianos. En toda la nación, las calles se encontraban por lo general llenas de desperdicios y de basura que, cuando el tiempo era seco y con viento, se elevaban por los aires. Las calles de Bogotá eran tan asquerosas que uno de sus visitantes afirmó que

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tenía la impresión de vivir en una alcantarilla." Sólo los habitantes más adinerados de la capital se bañaban con regularidad, pues la mayoría no poseía nada que se asemejara a un baño moderno. Pedro Nel Ospina visitaba semanalmente la casa de su amigo Lucas Caballero para remojarse en la tina de hierro fundido de "estilo americano" que éste poseía. 44

Los servicios públicos eran casi inexistentes en todo el país. Cuando

Bogotá experimentó una huelga general en 1919, la ciudad se salvó por poco de una catástrofe de salud pública, pues su sistema sanitario se vino abajo." Periodistas dedicados a la investigación, como el joven José A. Osorio Lizarazo, reportaron que un gran número de residentes de Bogotá continuaban viviendo en condiciones inhumanas. En un artículo de 1926, titulado "Mansiones de pobreza", Osorio Lizarazo describió invasores miserables y enfermizos que vivían en las riberas del río San Francisco, y en los numerosos pasajes de la ciudad, tales como el Pasaje Rivas, donde los bohemios de una época anterior escribían

40 Jorge Posada Callejas, ed., Libro azul de Colombia, Nueva York, J. J. Little and hes, 1918, p. 353. 41 Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia, ideología y cultura, Bogotá, Aurora, 1985, p. 131. 42 El presupuesto de Medellín creció de cero durante la guerra, a $54.425 en 1906, a $105.516 en 1909, a $231.992 en 1913, a $288.108 en 1917. J. Posada Callejas, Op. cit., p. 212. En 1913, hubo un superávit de $1.5 millones de pesos en el presupuesto nacional. José María:kenao y Gerardo Arrubla, Compendio de la historia de Colombia, Bogotá, Voluntad, 1963, p. 835. 43 A. Arguedas, Op. cit., pp. 825-826. 44 Eduardo Caballero Calderón, Memorias infantiles, 1916-1924, Medellín, Bedout, 1964. 45 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano E, Op. cit., p. 44.

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130 / La modernización en Colombia poesías y usaban drogas heroicas. 46

Lastdenliprmaco bajas durante las primeras tres décadas, cerca de veinte por cien mil habitantes, y en 1930, la expectativa promedio de vida era de 34,2 años. 47 Durantelospim añdel siglo, la población casi se duplicó, pasando de cerca de cuatro millones a 7.5 millones en 1930. 48 El sorprendente crecimiento de la población se debió a la aguda disminución en la mortalidad infantil durante este período. A fines del siglo, el 60% de las muertes en Colombia correspondía a pequeños." Se termina con la paradójica conclusión de que el nivel de las condiciones de salud pública en Colombia mejoraba rápidamente, aunque continuaba siendo espantoso." Durante las primeras dos décadas del siglo, y hasta bien avanzada la

tercera, las relaciones entre los grupos sociales continuaron como habían sido siempre, y los grupos mismos permanecieron relativaménte indiferenciados, pues la creciente riqueza se encontraba apenas en la etapa temprana de ampliar y complicar las definiciones sociales. Seguía prevaleciendo un ethos corporativo, gracias al cual los miembros de varios estratos sociales continuaban considerándose a sí mismos y a los demás en términos de categorías: cachacos, hombres públicos, pobres meritorios, artesanos y otras categorías análogas. Los hombres públicos no dedicaban mucho tiempo a debatir el problema de la pobreza, pero cuando lo hacían, por lo general se referían a él en términos morales y no socioeconómicos. Tampoco se aplicaba el mismo criterio de análisis a diferentes grupos." El de-

46 José A. Osorio Lizarazo, Novelas y crónicas, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1978, pp. 302-308. El Pasaje Rivas, llamado así originalmente por su primer dueño, Felipe Paúl, y luego por Luis G. Rivas, era una madriguera de diminutos negocios donde se vendían mil objetos, manufacturados localmente. Descrito por Osorio como "un sito sucio y repulsivo", el Pase Rivas, con entrada sobre la carrera Décima, a pocos metros de su intersección con la calle Décima, continúa funcionando hoy como lo ha hecho durante al menos un siglo. 47 Myriam Jimeno Santoyo, "Los procesos de colonización. Siglo XX", en: Álvaro Tirado Bogotá, Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Democracy in Colombia. Clientelist Palillos and Guerrilla Planeta, 1989, p. 375; Jorge E Osterling, Warfare, New Brunswick, N. J., Transaction Publishers, 1989, p. 9. 48 Bernardo Tovar Zambrano, "La economía colombiana 1886-1922", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 17, da la cifra de 4,1 millones en 1905 y 7,2 millones en 1928. 49 José Olinto Rueda Plata, "Historia de la población en Colombia: 1880-2000", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 364. 50 El rápido ritmo de cambio en Colombia durante esta época se muestra en el hecho de que, un año después de los comentarios de Osorio sobre las horribles casuchas en la ribera del río San Francisco, estas viviendas habían desaparecido y el río había sido pavimentado. Posiblemente los invasores se trasladaron a barrios de invasión en las colinas cercanas, tales como Las Brisas, arriba de la calle Primera, uno de los barrios de invasión más antiguos de Bogotá. 51 En un momento tan tardío como 1925, el conservador Mario Fernández de Soto, Ideología política, París, Excelsior, 1926, podía afirmar, "no tenemos problemas sociales en Colom-

bate sobre el problema del alcoholismo sirve para ilustrar este punto. El exceso de alcohol era reconocido por los dirigentes políticos como un problema grave, aunque la crítica del mismo se presentaba por lo general en términos de las dases inferiores. El dirigente liberal Uribe Uribe odiaba la bebida, y la llamaba "el cáncer social que nos devora".52 La Iglesia también se pronunciaba constantemente en contra del alcoholismo, considerándolo "el peor enemigo de Colombia", y durante la mayor parte del período en cuestión, Colombia presenció un continuo movimiento a favor de la moderación.53 Aunque las clases altas realizaban campañas para promover la abstinencia entre los pobres, ellos mismos bebían en exceso. "Aquí se bebe como en ninguna otra parte del mundo", observó Alcides Arguedas, quien había recorrido muchos países. Describió una fiesta a la que asistió, en la cual dieciséis amigos habían invitado a doscientas personas. Tenían veinte cajas de whisky, diez

de champaña y cinco más de licores varios. Todo esto se consumió antes de que terminara la fiesta, y se envió un camión para que trajera provisiones adicionales." Durante el tiempo de la república burguesa, los pobres de Colombia se percibían a sí mismos como un elemento valioso que hacía parte integral de la sociedad, y se esforzaban por vivir tan dignamente como les era posible. Un visitante se maravilló de que los niños ganaran dinero vendiendo poemas a centavo a las vendedoras del mercado, la mayoría de las cuales no sabía leer. Sin embargo, les complacía saber que los poemas expresaban sentimientos de elevación moral, devoción filial y búsqueda de la virtud por parte de personas humildes como ellas." Por su parte, los campesinos soportaban los abusos de los grandes terratenientes con notable tranquilidad. Conscientes de que en muchos casos se violaban sus derechos, buscaban sin embargo que se atendieran sus que-

bia" (p. 73). El 1 de junio de 1921, Laureano Gómez, en un artículo publicado en El Tiempo, reconoció que Colombia tenía un "problema social", pero insistió en que el Partido Conservador era el que mejor podía solucionarlo. 52 Rafael Uribe Uribe, Obras selectas, vol. 1, Jorge Mario Eastman, comp., Bogotá, Cámara de Representantes, 1979, p. 236. 53 Ciertamente, el exceso de alcohol era un problema en Colombia. Durante los primeros cuatro meses de 1929, los pobres de Bogotá consumieron siete millones de litros de chicha, cerca de cinco litros per cdpita —diez, si se supone que casi la totalidad de los consumidores eran hombres—. Bebedores más adinerados consumieron setenta y dos mil botellas de aguardiente, y diez mil botellas de licores importados. Mauricio Archila, Cultura e identidad obrera, Colombia 1910-1945, Bogotá, Anthropos, 1991, pp. 16-17, 27. 54 A. Arguedas, Op. t, p. 763. En una ocasión, durante la década del veinte, adinerados jóvenes bogotanos organizaron un concurso para determinar quién se asemejaba más a Johnny Walker, el dandy de cubilete y chaqueta roja que aparece en las botellas de esta marca. 55 Blair Niles, Colombia, Land of Miracles, Nueva York, The Century Co., 1924, p. 289.

132 / La modernización en Colombia tradicionales. En vano se buscan signos significativos de protesta social antes de la década del veinte. Los pocos estallidos de violencia popular eran respuestas lógicas a evidentes desafueros. Los disturbios de 1893, como se recordará, surgieron de una serie de artículos periodísticos difamatorios que enfurecieron a los artesanos bogotanos. Un incidente similar ocurrió en Bogotá diecisiete años más tarde, el día de la Independencia de Colombia, el 20 de julio de 1911. El apogeo de la celebración debía ser una corrida de toros realizada en la nueva plaza, construida en el extremo norte de Bogotá, cerca de la cervecería Bavaria. Infortunadamente, la atracción principal, el popular torero Valentín (Antonio Olmedo), se desempeño tan mal que fue un insulto para los cientos de aficionados que habían acudido en tropel a verlo aquel día. El orden se deterioró rápidamente; la multitud fmalmente atacó a los toreros, arrancando tablas del ruedo, y se llevaron los toros. Se llamó a la policía, la cual, poco después de su llegada, comenzó a dispa-

rar contra la muchedumbre. Esto ocasionó importantes disturbios que dejaron nueve civiles muertos, docenas de policías heridos y la estación de policía sitiada. Sólo cuando apareció el ministro de guerra, Mariano Ospina Vásquez, junto con varios oficiales del ejército y un puñado de soldados, pudo restablecerse el orden." Como sucedió en 1893, los disturbios del día de la Independencia en 1911 fueron iniciados por ciudadanos corrientes que sentían que se los había agraviado. Su objetivo no era tanto el de destruir la propiedad, como el de recuperar el costo de sus boletos. Es por ello que muchas personas arrancaron tablas del ruedo y se las llevaron. El hecho de llevarse también los toros estaba más dentro del espíritu del bien común y no del robo, pues condujeron a los animales al Panóptico, los sacrificaron y les dieron carne a los presos. La muchedumbre atacó a la policía, no porque esta representara un símbolo de autoridad, sino porque no comprendió lo que sucedía y había disparado sobre la turba.58 No se presentó otro incidente

57 Camilo Pardo limalla, Los toros en Bogotá. Historia y crítica de las corridas, Bogotá, Kelly, 1946; David Lee Sowell, "The Rise of the Worker's Labor Movement, 1899-1919", manuscrito inédito, Huntington, Pensilvania, Juniata College, Departament of History, 1991, p. 20. A pesar de la paz que reinó sobre la mayor parte del territorio nacional durante su presidencia, Concha se vio obligado a manejar el endémico bandolerismo en algunas de las regiones fronterizas. En enero de 1916, por ejemplo, tuvo que dedarar el estado de sitio en el departamento de Arauca, y enviar tropas para sofocar la revuelta encabezada por un liberal llamado Humberto Gómez. A fines de 1915, Gómez capturó la ciudad de Arauca, proclamando la República de Arauca, que duró poco tiempo. Para detalles sobre "La Humbertera", véase James M. Rausch, The Llanos Frontier in Colombian History 1830-1930, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1993, pp. 269-279. 58 Los colombianos humildes no eran sumisos. Tampoco se olvidaban de los agravios que les había infligido la sociedad. Una excelente ilustración de lo anterior es el caso del militante

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arrancaron tablas del ruedo y se las llevaron. El hecho de llevarse también los toros estaba más dentro del espíritu del bien común y no del robo, pues condujeron a los animales al Panóptico, los sacrificaron y les dieron carne a los presos. La muchedumbre atacó a la policía, no porque esta representara un símbolo de autoridad, sino porque no comprendió lo que sucedía y había disparado sobre la turba. 58 No se presentó otro incidente importante de violencia urbana en Bogotá durante los ocho años siguientes. Por la misma época de los disturbios de 1911 en la plaza de toros, hubo signos de que Colombia finalmente hacía verdaderos progresos en la solución de su antiguo dilema respecto al transporte. Primero se conectaron las dos principales ciudades colombianas con el río Magdalena a través de la vía férrea y, poco después, el interior de Antioquia se conectó con el Valle del Cauca a través del Ferrocarril de Amagá. La terminación de este ferrocarril a fines de la segunda década del siglo creó un entusiasmo

tangible entre la gente de Antioquia y del Valle del Cauca. Una fotografía de 1920 sugiere este entusiasmo. Ella muestra damas en trajes de gala y caballeros con levitas, sentados en sillas dispuestas a lo largo de un carro de plataforma, de la línea Amagá. Una locomotora clásica de la década del ochenta del siglo xix, calentada con leña, lo empujaba cuesta arriba. Estos antioqueños elegantemente vestidos habían construido laboriosamente el ferrocarril y tenían la firme intención de ver el resultado de sus esfuerzos." A pesar de haber completado unas cuantas vías férreas importantes, el progreso en el área del transporte era de una lentitud exasperante. Para 1920, el 90% de las rutas terrestres de la nación seguían siendo caminos de herradura, y sólo se habían construido 743 millas de rieles. Un fragmento muy limitado de autopista era transitable por camión y automóvil. Rafael Uribe Uribe, durante una visita a Chicoral, ubicado entre Bogotá e Ibagué, cerca del río Magdalena, habló esperanzado del día en que un

58 Los colombianos humildes no eran sumisos. Tampoco se olvidaban de los agravios que les había infligido la sociedad. Una excelente ilustración de lo anterior es el caso del militante indígena Quintín Lame, conservador y abogado penal, quien desde la segunda hasta la cuarta década del siglo, buscó, a través de la acción legal, que se remediara la pérdida de las tierras tribales de su pueblo. Para más información sobre la lucha de Lame por la justicia, véase Manuel Quintín Lame, En defensa de mi raza, Bogotá, Comité de Defensa del Indio, 1971, y Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle de kI "civilización", Bogotá, Publicaciones de kRosca, 1973; Manuel Quintín Lame Chantre, Los pensamientos del indio que se educó dentro Mas selvas colombianas, Bogotá, Funcol, c. 1980; Diego Castrillón Arboleda, El indio Quintín Lame, Bogotá, Tercer Mundo, 1973. 59 La fotografia se encuentra en Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 325.

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134 / La modernización en Colombia viajero pudiera salir de Bogotá en la mañana, almorzar en Ibagué y llegar a dormir a Cali. "Qué inmenso cambio habrá", caviló." Rufino Gutiérrez, geógrafo, se quejó de las dificultades del transporte en la región cafetera del sur de Antioquia a fines de la década, y el visitante ecuatoriano José Gutiérrez Piérola describió el incongruente panorama de "personas ricas y poderosas" que, después de llegar a Girardot por tren, se veían obligadas a continuar el viaje hacia Honda, en el norte, "en miserables mulas alquiladas" debido a la falta de agua en el río Magdalena. El colombiano Gutiérrez, quien describía por lo general a Colombia en términos maravillosos, tuvo que admitir que el viaje río arriba de Barranquilla a Honda era de una interminable monotonía, interrumpida por mosquitos "inhumanamente tenaces" y un calor asfixiante, como de forja." La Colombia urbana experimentó también una especie de progreso desigual en el ámbito del transporte. A comienzos de la segunda década, la calle principal de Bogotá y varias otras

rutas de importancia en las grandes ciudades fueron asfaltadas. El alcalde de Bogotá estaba tan maravillado con esta superficie llana, que ordenó a los empleados del municipio limpiarla con queroseno después de barrer, con el resultado de que la carrera Séptima estuvo a punto de disolverse. Aunque los tranvías de la ciudad fueron electrificados en 1910, avanzaban con tanta lentitud que se ganaron el apelativo de "cometas", por desconocerse cuándo aparecerían. Otros se burlaban, afirmando que la electricidad en Bogotá se movía más lentamente que las mulas." Cuando se establecieron los primeros códigos de tránsito en Bogotá en 1912, la policía los hacía cumplir en bicicleta. No obstante, a pesar de todo, aquellos desarrollos presagiaban un cambio extraordinario para la segunda y tercera décadas del siglo. Mientras que en Bogotá había cien autos en 1912, en 1920 se había triplicado este número y, para 1930, se duplicó de nuevo." En 1921 se inauguró el servicio de buses entre Bogotá y Chapinero y, en 1923, la capital registró su primer accidente de

60 R. Uribe Uribe, Op. cit., vol. 2, p. 460. 2 vols., Biblioteca de Historia Nacional, vols. monis, xxx, 61 Rufino Gutiérrez, Monograjlas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1921, p. 330; J. Gutiérrez Piérola, Op. cit., pp. 207-210, 236. Incluso para 1929, los visitantes se quejaban del incómodo y monótono viaje fluvial, y de los numerosos cambios en el medio de transporte que se requerían para llegar a la capital de Colombia. Véanse las observaciones de Alcides Arguedas en "La danza en las sombas", Op. cit., pp. 734-736. 62 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 73. Una copla popular de la época decía: "son cualidades tan nulas / las que hay en esta ciudad / que anda la electricidad / más despacio que las mulas". pp. 76, 78-89. Según Vargas, de quienes conducían en Bogotá en 1923, el 14% usaba 63 »íd., autos, la mayoría de los cuales eran taxis, la mitad usaba bicicletas y un cuarto se desplazaba en coches; el restante 11% utilizaba caballos, mulas o burros.

tránsito, cuando un señor Pataquirá fue arrollado por un taxi. La aparición de un avión en los cielos de Bogotá presagió una verdadera revolución en el transporte colombiano. El primer avión nacional fue llevado a Medellín en 1913 y, para 1916, un grupo de entusiastas bogotanos había creado un club de aviación, aunque no tenían aviones. Empresarios alemanes fundaron una compañía en Barranquilla, llamada la Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo (SCADTA), en 1919, el mismo año de la inauguración en Europa de la primera ruta comercial entre Londres y París. Un año más tarde, SCADTA inauguró el primer servicio comercial en Colombia. Así Colombia fue la primera nación del hemisferio occidental con una aerolínea programada. En 1924, dos veces por semana, el servicio de correos conectaba a Barranquilla con Bogotá, y el servicio aéreo redujo el tiempo entre Bogotá y Girardot a veintidós minutos, lo cual representaba una reducción del 50% de la jornada. Para finales de la década, funcionarios gubernamentales como Laureano Gómez, volaban por todo el país en viajes de negocios, quejándose de que los ferrocarriles de la na-

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ción eran completamente insuficientes comparados con los aviones." Charles Lindbergh alabó los progresos colombianos en la aviación cuando visitó el país a comienzos de 1928. La agitada celebración de su llegada reveló la .alegría de un pueblo que al fin era libre de remontarse sobre sus montañas. Otros cambios en la vida cotidiana colombiana rivalizaban con aquellos primeros vuelos en simbolismo e importancia. Se hicieron posibles nuevos patrones residenciales gracias a las mejoras en el sistema de transporte y al incremento de la riqueza en toda la nación. Mientras que los ricos habían vivido siempre en casas de dos pisos de estilo colonial en el centro de Bogotá, por ejemplo, para la segunda década del siglo habían comenzado a mudarse a nuevos vecindarios residenciales ubicados en las afueras, hacia el norte, incluso cerca de Chapinero." Una dase media que se extendía con rapidez comenzó a instalarse en barrios especialmente construidos para ella. Uno de estos fue el barrio Santa Ana, desarrollado por Ernesto González, situado al sur de la dudad. Se enorgullecía de ofrecer casas a precios razonables, un ambiente sano y una ubicación cercana

64 El Espectador; 12 de abril de 1927. Información sobre los primeros viajes aéreos en Colombia se encuentra en Frank G. Carpenter, Lands of the Andes and the Desert, Nueva York, Doubleday, 1926, pp, 2-16; B. Niles, Op. cit., pp. 356-385; P. Londofio Vega y S. Londofio Vélez, Op. cit.., pp. 228 y ss. Los diarios colombianos de la época están llenos de noticias sobre la aviación. 65 Laureano Gómez trasladó a su madre y a otros miembros de su familia a Chapinero en 1916. Luego se mudó con su esposa e hijos a una casa en la Calle Décima, a una cuadra del capitolio nacional.

136 / La modernización en Colombia a la línea del tranvía, para desplazarse fácilmente hacia el trabajo. 66 Entreao,lspbmneciron en el centro de la ciudad. Los hogares construidos por los ricos se apartaban radicalmente de las viviendas tradicionales. El eclecticismo decorativo fue la regla en la Colombia de las décadas burguesas. Barrios enteros fueron construidos con un tema arquitectónico, tales como La Merced, al norte de Bogotá, cuyas imponentes hileras de casas seguían un modelo inglés. En ciudades como Cartagena, la diversidad era la regla. El historiador de la arquitectura, Germán Téllez, ha escrito sobre el "fantástico transplante formal" que tuvo lugar en aquella ciudad durante la segunda y la tercera décadas del siglo. Los cartageneros ricos eran como reyes burgueses" en sus palacios únicos, escribe Téllez; se refiere a sus fantasías como el "aburguesamiento" de la elegancia, la vulgarización del lujo. 67 Tales excesos arquitectónicos representaban un extremo consumismo. Era también una manera particularmente victoriana de comunicar "

la posición social de sus propietarios." Pero más allá de esto, los nuevos estilos arquitectónicos daban una expresión concreta a la creciente apertura de la sociedad colombiana, a un prolongado deseo entre los dirigentes nacionales de emular a los países más "civilizados". Sus nuevos proyectos urbanísticos de estilos inglés y francés, cuyas zonas verdes se trasladaron del patio interior al entorno exterior, eran un elocuente testimonio de este importante cambio en la psicología de la élite." El traslado de la élite colombiana hacia los suburbios y su experimentación con nuevas formas arquitectónicas, reflej aron otros cambios sociales significativos. A lo largo de toda la historia nacional con anterioridad a este momento, los ricos y los pobres habían vivido en una estrecha proximidad, donde los últimos servían con deferencia a los primeros que habitaban en el centro de la ciudad. Este patrón residencial, en el cual la élite ocupaba el centro y los demás vivían a su alrededor en círculos concéntricos caracterizados por decreciente riqueza y posición social, replicaba y refor-

66 J. Posada Callejas, Op. cit., p. 407, presenta un mapa del barrio y la información promocional. 67 Germán Téllez, "La arquitectura y el urbanismo en la época actual", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 499, 503, 509. 68 El "lenguaje" de la arquitectura victoriana es tratado en Roger Dixon y Stephan Muthesius, Vwtorian Architect" Nueva York, Oxford University Press, 1978, 17-18. La "jerarquía del decoro", reflejada en el carácter imponente de las casas victorianas, se trata en James A. Schmiechen, "The Victorians", American Historical Reviera, 92(2), abr., 1988, pp. 315-316. 69 Información adicional sobre la arquitectura colombiana de la época puede encontrarse en Alberto Saldarriaga Roa y Lorenzo Fonseca Martínez, "Un siglo de arquitectura", en: Álvaro Tirado Mejía, Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 185-192.

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zaba de manera tangible la "jerarquía de la virtud" propuesta por la filosofia moral de la época. Cuando abandonó el centro, la élite renunció a la antigua disposición residencial que expresaba realmente los esquemas filosóficos que continuaba suscribiendo. Incluso a medida que se desarrollaba este proceso, los factores que lo hacían posible —el cambio tecnológico y actitudinal, la creciente riqueza y la complejidad cada vez mayor de la estructura social— operaron transformaciones sutiles y no tan sutiles en la actitud de quienes no pertenecían a la élite. Las implicaciones de estos cambios, y del hecho de haber abandonado el centro de la ciudad a la clase urbana, se harían evidentes en la tarde del 9 de abril de 1948. Por ese tiempo, sólo unos pocos colombianos, en su mayoría vinculados con la derecha religiosa, se preocuparon por el carácter de la vida de la ciudad. Luis Serrano Blanco, uno de los colegas de Laureano Gómez advirtió a quienes asistían al Congreso Eucarístico de 1913 que la vida urbana ponía en peligro el orden de la sociedad, pues erosionaba

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la fe y despertaba un malsano materialismo en las masas. Mientras que el alma de la persona rústica abriga una fe pura, angelical, decía Serrano, el ambiente urbano la "ahoga": "Entre el libro y el periódico, la fraternidad y el comité, la conferencia y el tumulto, va ahuyentándose la limpieza de su alma". 7° Con el espíritu así perturbado, el habitante urbano cae con facilidad "en un torrente de anhelos, deseos y ambiciones sin medida ni colmo"." Dos años más tarde, el arzobispo José Manuel Caycedo comparó la ciudad moderna con la antigua Babilonia, lugar donde reinaba el mal, en medio [...) de las vanidades humanas y los falsos resplandores del progreso material que oscurece el verdadero bien y pervierte el ánimo con el fuego de la concupiscencia. Proclamó la bancarrota de la fe en el progreso nacional, cuyo fruto envenenado describió como la guerra que por entonces asolaba a Europa. 72 Finalmente, los miembros de la derecha religiosa se encontraron sencillamente hablándose unos a otros. Los

70 Primer Congreso Eucarístico Nacional de Colombia, Bogotá, Escuela Tipográfica Salesiana, 1914, p. 123. 71 Luis Serrano Blanco en Ibíd., p. 123. 72 M. J. Caycedo, Op. cit., p. 47. Estas observaciones de Serrano y de Caycedo son reformuladas por el sociólogo Peter Berger, quien escribe que "la forma específica de racionalidad relacionada con la ciencia moderna, la tecnología y la economía tecnologizada, se impone como una fuerza Ltxtrafia en la mayor parte de las sociedades tradicionales". Berger utiliza la expresión "colisión de conciencias" para indicar la incomodidad experimentada por hombres como Serrano y Caycedo cuando se enfrentan a los cambios generados por la modernización. Peter Berger, Brigitte Berger y Hansfried Kellner, The Homeless Mirad, Modernization and Consciousness, Nueva York, Vintage, 1974, p. 147.

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clérigos como el arzobispo Caycedo, podían anatemizar la vida urbana con sus "circos, salones, teatros, cines, dubes y conciertos", percibía como algo que despertaba en las masas "una sensualidad febril que lo invade y corrompe todo"." Pero fue el poeta Luis Tejada quien habló para el colombiano corriente y por él. "Yo no quiero la paz, maldita sea la tranquilidad sugestiva de la aldea"." A medida que se aproximaba la década del veinte, los colombianos habían visto la modernidad y se habían decidido a su favor. Los avances en los medios no impresos durante las primeras décadas del siglo intensificaron la sensibilidad de Colombia frente al mundo. La aparición de las primeras películas, y luego de la radio, completó el vínculo cuyos antecedentes se habían iniciado con los informes telegráficos de noticias que aparecían en los periódicos antes de la Primera Guerra Mundial. El primer teatro de cine de Bogotá, el Olimpia, se inauguró en 1919. Esto sucedió cinco años después de que los empresarios antioqueños

hubieran creado una compañía para la distribución de películas norteamericanas en Medellín. Durante la década del veinte, se abrieron decenas de teatros en las ciudades y poblaciones en toda la nación, y los colombianos de todas las clases sociales se aficionaron al cine. En algunas ciudades, las familias más acomodadas alquilaban palcos en los teatros para ir al cine todas las semanas. En una ocasión, cuando los espectadores bogotanos se enfadaron por la mala calidad de una película de Charles Chaplin que habían aguardado con gran expectativa, destruyeron el interior del teatro Olimpia. Hubieran hecho lo mismo con el teatro Faenza, donde se presentaba la misma película, de no haber sido por la oportuna llegada de la policía." Fue la pesadilla hecha realidad del arzobispo Caycedo sobre la llegada de la vida moderna a Colombia. El periodista Hernando Téllez hizo eco de las preocupaciones del buen arzobispo algunos años más tarde, cuando observó que el cine norteamericano "martillaba y deshacía" la vida tradicional de la antigua Santa

73 M. J. Caycedo, Op. cit., p. 47. Peter Berger ha sintetizado el dilema que enfrentaban los clérigos conservadores colombianos durante el siglo xx. "La crisis de la religión en el mundo moderno es una ordalía que surge de su incapacidad de integrar todos los aspectos de una vida compleja". El filósofo Alasdair MacIntyre, After Virtue, ecL, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1984, p. 60, ha descrito el problema de la Iglesia como un conflicto que surge de la "liberación de la persona" de "aquellas formas obsoletas de organización social que la han aprisionado, simultáneamente con la creencia en un orden del mundo teísta y teológico y dentro de aquellas estructuras jerárquicas que intentaban legitimarse como parte de un orden mundial semejante" (p. 60). 74 Citado en P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. a., p. 327. 75 A. Arguedas, Op. cit., pp. 828-829. La fachada art nouveau del teatro Faenza puede verse en A. Saldarriaga Roa y L Fonseca Martínez, Op. cit., p. 181.

Fe, al ofrecer "una nueva versión del amor, del deporte, de la moda, de la comodidad —de la vida en generar." La radio llegó a Colombia en 1923, cuando Pedro Nel Ospina contrató a la compañía Marconi Wireless para que estableciera una red de telecomunicaciones nacional. El 12 de abril de aquel año, el presidente inauguró el servicio con un efusivo saludo al propio Marconi, quien se encontraba en Londres en ese momento. Felicitó al italiano por su invento y manifestó la esperanza de que la radio "sea prenda de mejoramiento moral y material para el pueblo colombiano". Marconi respondió en análogos términos, felicitando a Colombia por "el mayor acercamiento de esa joven y rica nación a las grandes corrientes de la civilización"." Mientras que hombres públicos, filósofos y teólogos debatían los efectos que este nuevo invento podría tener

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sobre sus pueblos, los colombianos se precipitaron a iniciar su prolongado romance con los medios." Gracias a la pantalla de plata, a los servicios internacionales de radio y de telégrafo, podían finalmente complacer su avidez por aquellas cosas que se encontraban más allá del cerco de sus montañas. Se convirtieron en frenéticos admiradores de las estrellas de cine, los deportistas y las celebridades extranjeras, y los emulaban en sus propios clubes deportivos y en la industria de cine local." El Tiempo se maravillaba de que ningún acontecimiento político reciente hubiera agitado tanto a los bogotanos como la pelea entre Dempsey y Tunney en 1927. Una gran multitud de aficionados permaneció durante tres horas al frente de la oficina de telégrafos, aguardando los periódicos anuncios sobre el desarrollo de la contienda. Sin duda, muchos de ellos regresa-

76 Hernando Téllez, Textos no recogidos en libro, vol., 1, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultu-

ra, 1979, p. 243. Información adicional sobre el cine en Colombia puede hallarse en J. O. Melo, Op. cit., pp. 455-462; Luis Alberto González Córdoba, "Historia del cine colombiano", en: Alvaro Tirado Mejía, Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 237-268. 77 Herrando Téllez, Cincuenta años de radiodifusión colombiana, Bogotá, Caracol, 1974, pp. 9, 19-26. Ospina también transmitió mensajes por radio al presidente Harding de Estados Unidos y al rey Jorge V de Inglaterra. Según Téllez, el "despegue" de la industria radial en Colombia se remonta a la década del treinta. 78 Cuando se estrenó la película de Stephen Spielberg, E.T, en Bogotá a comienzos de 1983, fue exhibida cuatro veces al día en tres de los teatros de la ciudad, cada uno de los cuales tenía una capacidad de mil a dos mil espectadores. Sin embargo, este autor debió esperar tres meses antes de poder encontrar boletos para él y su familia. 79 La industria de cine colombiana se discute en J. O. Melo, Op. cit., pp. 459-462. La cultura del cine se menciona en' Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., pp. 364-366. El Club Deportivo de Cúcuta aparece en una fotografía tomada cerca de 1915, en J. Posada Callejas, Op. cit., p. 531. Sus miembros, descritos como "pertenecientes a lo mejor de la sociedad de Cúcuta", por "distinguirse tanto por su conducta ejemplar, como por su cultura", practicaban el fútbol, el tenis, el ciclismo y el béisbol.

140 / La modernización en Colombia ron conmovidos a sus hogares cuando el campeón Jack Dempsey perdió la famosa "lucha del largo conteo"." Los colombianos urbanos se convirtieron así en cercanos observadores del escenario mundial durante los años de la república burguesa. Era natural que se convirtieran en aficionados y espectadores, pues al hacerlo sencillamente continuaban desempeñando el papel que habían jugado en la vida política de su nación. Durante las primeras décadas del siglo y más allá de ellas, la mayoría del pueblo colombiano eran espectadores políticos que aclamaban a los dirigentes nacionales famosos, estrellas de los partidos tradicionales a quienes estaban apasionadamente apegados, a menudo a nivel del interés personal. La política significaba empleos, control de las políticas públicas y, en algunos casos, seguridad personal o falta de ella. Y, además era un espectáculo maravilloso. La política nacional estaba llena de drama, y ofrecía al espectador una serie interminable de anécdotas cargadas de emoción, que se desarrollaban con la regularidad de un moderno melodrama. Y, desde luego, era gratuita —al menos a corto plazo—. Uno de los más hechizantes

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dramas de comienzos del siglo en Colombia asumió la forma de una tragedia griega. Su protagonista era un anciano en quien la hubris y el desprecio de sí luchaban por triunfar. El anciano era perseguido por las furias, quienes primero hicieron de él un paria, y luego lo destruyeron. Pero el anciano se levantó de nuevo y atacó a sus verdugos en sueños. Era un drama maravilloso, que satisfacía a todos. Sirvió también como una especie de coda a una época plácida, pero compleja e importante de la historia colombiana. Las tribulaciones de Marco Fidel Suárez En la tarde del 6 de noviembre de 1923, el ex presidente Marco Fidel Suárez, quien para entonces tenía sesenta y nueve años, fue atropellado por un camión de carga cuando caminaba por la calle Doce en el centro de Bogotá. Por fortuna no se lesionó gravemente. 8 ' Los transeúntes lo ayudaron a regresar a su casa, a cuatro cuadras de allí, y continuó trabajando en su artículo "Primer sueño internacional", publicado en El Nuevo Tiempo una semana después." Este

80 El Tiempo, 24 de septiembre de 1927. 81 Pero el accidente sí tuvo consecuencias. Un mes más tarde, uno de sus colegas observó que caminaba con gran dificultad, y consideró que estaba muy enfermo. Juan Manuel Saldarriaga Betancur, De sima a cima, o Marco Fidel Suárez ante la conciencia colombiana, Medellín, Imprenta Departamental, 1950, p. 289. 82 Después de ser presidente, Marco Fidel Suárez vivió en una modesta casa ubicada en la calle Quince con la carrera Décima. El "sueño" en el que estaba trabajando —"El sueño de Cuba"— había sido publicado en El Nuevo Tiempo el día de su accidente. Hoy día se conoce con el título de "Un sueño internacional". Véase, Marco Fidel Suárez, Obras, vol. 2,

tipo de accidente no era algo inusual Suárez se encontraba en uno de sus para él pues, durante toda su vida, puntos bajos, el primero cuando soMarco Fidel Suárez acostumbró cami- portaba terribles críticas por su manar por el medio de la calle, con la nejo del cargo más alto de la nación, cabeza inclinada y como si se olvidara y el segundo poco después de que una de todo lo que lo rodeaba." Tres años poderosa coalición de enemigos poantes, cuando era presidente de la na- líticos lo hubiera sacado de la presición, había sido atropellado por un dencia. Sin embargo, de acuerdo con ciclista cuando caminaba por la in- su carácter, Suárez se levantó y contersección de la calle Décima con la tinuó con sus asuntos como antes, secarrera Octava. Tampoco aquella vez guro de que al fmal sería reivindicado. fue herido de gravedad, e hizo que la Y en cierta forma lo fue, pero de una policía dejara en libertad al ciclista." manera típica de los hombres públiLos incidentes descritos son signi- cos de su época en Colombia. Entre ficativos y simbólicos, pues ilustran su humillación pública en 1921, y su tanto el carácter y la vida de Suárez muerte en 1927, Suárez defendió sus como los de su país." Marco Fidel actuaciones y, en una serie de artícuSuárez era un hombre que pertene- los periodísticos, que habrían de llecía a la antigua Colombia, a la repú- nar doce volúmenes con el título de blica premoderna, adormilada, donde Sueños de Luciano Pulgar," se extendió salvo por un jinete o un lento carrua- sobre la política colombiana y puso en je, las calles eran completamente se- la picota a sus enemigos. Estos sueguras para los peatones. Al ser una ños eran construidos como diálogos persona de hábitos personales fijos, no entre Luciano Pulgar (Suárez) y vaestaba dispuesto a cambiar sus costum- rios hombres más jóvenes. Escritos en bres únicamente porque el país se veía un estilo mesurado y elegante, en el envuelto en una rápida metamorfosis. que abundaban las alusiones literaAmbos accidentes ocurrieron en rias y eruditas disquisiciones sobre liun momento en el que la carrera de teratura, gramática y vocabulario, los José J. Ortega Torres, Horacio Bejarano Díaz y Guillermo Hernández Alva, eds., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1966, pp. 1.551-1.693. 83 Alrededor de 1923, Suárez le dijo al periodista Nicolás Posada: "Gran parte de mis escritos tuvieron por cuna las calles por donde suelo caminar [...] Los ruidos de las calles me parecen los ruidos de un bosque por el que voy vagando. Miro a los hombres como si fueran árboles". J. M. Saldarriaga Betancur, Op. cit., p. 289. 84 Los detalles de ambos incidentes pueden encontrarse en Jorge Ortega Torres, Suárez, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1956, pp. 534, 542. 85 Suárez murió el 3 de abril de 1927, a la edad de 72 años. 86 Los Sueños de Luciaisé Pulgar llevan cuatro ediciones, la más reciente de las cuales, aún incompleta, hace parte de las Obras de Suárez. La cuarta edición (volúmenes 2-4 de las Obras, 1966-1984), que contiene los volúmenes 1-8 de los Sueñas, incluye un índice, además de extensas anotaciones de José J. Ortega y otros. Sólo estas anotaciones representan una importante contribución a la moderna erudición colombiana.

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Sueños constituyen a la vez un clásico

de la literatura política colombiana y un monumento a la época de Suárez y a hombres semejantes a él." Marco Fidel Suárez fue un erudito de la tradición de Miguel Antonio Caro, su mentor y amigo. Infortunadamente para él y para su partido, era, al igual que Caro, un político inepto y enemigo de los compromisos, que finalmente perjudicó su causa en lugar de promoverla. Ante todo, Suárez era una personalidad compleja, un hombre de problemas. que nunca se permitió a sí mismo ni a los demás olvidar este hecho. El segundo de los tres presidentes antioqueños de la época republicana burguesa, Suárez constituye una de las personalidades más intrigantes de la moderna historia colombiana. Suárez llegó al mundo cargado de dificultades que hubieran condenado a un hombre de menor valía a una vida oscura. Nació en la pobreza, hijo ilegítimo de una lavandera mestiza de la aldea de Bello. Su madre, sin embargo, lo mimaba, y luchó por darle

las ventajas que, con el tiempo, le permitirían al joven Marco ingresar al sacerdocio. Rosalía Suárez era conocida en Bello como una mujer de irreprochable carácter, a pesar de la relación que había sostenido de joven con un hombre llamado José María Barrientos. Se cree que Barrientos, quien luego desposó a una mujer de su propia clase social, contribuyó con un modesto apoyo financiero al sostenimiento de su hijo ilegítimo." No obstante, la mayor contribución al posterior éxito de Suárez provino de sí mismo. Desde sus primeros años manifestó una inteligencia brillante que asombraba a quienes lo conocían. Poco después de ingresar al seminario a la edad de catorce años, impresionó de tal forma a Manuel Uribe Ángel, quien le había prestado al joven un abstruso libro y luego lo había interrogado acerca de él, que Uribe lo abrazó y exclamó: "iUsted es el maestro y yo su discípulo. Usted puede digerir hierro', piedras, y cuanto se le ocurran" Suárez pasó diez años en el semi-

87 La "república de los gramáticos" es el título que dio Germán Arciniegas a la Colombia de la época de Suárez. 88 No obstante, se negó a reconocerlo hasta cuando Suárez hubo dejado su marca en Bogotá veinticinco años más tarde. Sin embargo, el hecho de que Suárez usara a menudo su apellido paterno en la correspondencia de familia sugiere que sus relaciones con la familia Barrientos eran relativamente amistosas. Debe señalarse que circunstancias semejantes a las que rodearon su nacimiento y su niñez han sido algo común en todas las épocas de la historia colombiana. Para información sobre la infancia y juventud de Suárez, véase Fernando Galvis Salazar, Don Marco Fidel Suárez, Bogotá, Kelly, 1966, pp. 25-36. 89 Las palabras elegidas por Uribe no fueron las más acertadas. Durante la mayor parte de su vida, Suárez sufrió de indigestión crónica. La reacción de Uribe Ángel ante el inteligente joven fue idéntica a la de Miguel Antonio Caro quien, unos diez años más tarde, dijo, "Yo no le pregunto a usted sobre su latín, porque nunca acostumbro interrogar alumnos que saben más que el maestro". C. A. Díaz, Op. cit., p. 135.

nario, abandonándolo cuando la guerra civil de 1876 condujo a su clausura. Fue por aquella época cuando decidió no ser sacerdote, insistiendo en que su "pequeñez humana" le impedía seguir esta sublime vocación. Se convirtió entonces en maestro de escuela. Dos años después uno de sus amigos, el padre Baltazar Vélez, convenció a Suárez de que continuara su educación en Bogotá, y lo apoyó financieramente con este fm. Esto puso al joven en contacto con Carlos Martínez Silva y Miguel Antonio Caro, quienes le brindaron su amistad, y con futuras figuras públicas, como José Vicente Concha y Miguel Abadía Méndez, quienes fueron sus alumnos. Cuando se inició La Regeneración, en la década del ochenta del siglo xix, Suárez ingresó al servicio del gobierno, primero como asistente de Caro en la Biblioteca Nacional, y luego como subsecretario en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Asumió estos cargos después de haber obtenido cierto grado de celebridad local, al derrotar a todos los otros aspirantes en un concurso con un ensayo sobre la gramá-

tica española. Sintiéndose incómodo cuando se lo llamó a aceptar el premio por el "Ensayo sobre la gramática de Andrés Bello", respondió con la humildad que lo caracterizaba: "Recibo este diploma, no como un premio, sino como un estímulo para hacerme digno de él"." La fortuna política de Marco Fidel Suárez iba a la par con la del partido nacionalista, cuya causa hizo suya. Gracias al partido, ocupó la presidencia cuando era relativamente joven. Y gracias al partido pudo ahorrar el dinero que le permitió casarse con el amor de su vida, Isabel Orrantia, con quien tuvo dos hijos antes de terminar el siglo." Su dedicación al nacionalismo lo llevó de lo sublime a lo ridículo. A mediados de la década del noventa, se encontró defendiendo con vehemencia al gobierno en un debate contra Rafael Uribe Uribe y José Vicente Concha en la Cámara de Representantes, y correteando de un lado a otro por la Plaza de Bolívar repartiendo voladores para que se lanzaran después de un discurso de Miguel Antonio Caro."

90 J. Ortega Torres, Op. cit., p. 505. Información adicional sobre esta etapa de la vida de Suárez puede hallarse en Sánchez Camacho, Marco Fidel Suárez, Bucaramanga, Imprenta del Departamento, 1955, pp. 27-60; F. Galvis Salazar, Op. cit., pp. 53-107. El ensayo está publicado en M. F. Suárez, Obras, Op. cit., vol. 1, pp. 3-88. 91 "Estoy perdidamente enamorado... de una monja", escribió a su amigo Luis Martínez Silva, refiriéndose a la erudita y estudiosa Isabel. Sin embargo, inicialmente no tenía dinero, y la boda hubo de posponerse durante varios años, hasta 1895. Al escribir sobre todo esto en su espléndido ensayo "El corazón del señor Suárez", Luis Eduardo Nieto Caballero hace este ,esclarecedor comentario: "pero como no todo ha de ser rigor, para distraerse y para consolarse [Suárez] se toma de tarde en tarde sus anisados y visita a niñas de las que venden sonrisas". 92 F. Galvis Salazar, Op. cit., pp. 117-119. En una ocasión, cuando debatía contra Uribe Uribe y Concha para defender el derecho del gobierno de suspender las libertades civiles en

144 / La modernización en Colombia El momento más brillante de Suárez llegó el 1 de agosto de 1900, cuando redactó su hiriente "Protesta" contra el derrocamiento del presidente Sanclemente. En su carta, calificaba al golpe militar de acto bárbaro y antipatriótico, que deshonraría a Colombia ante otras naciones del mundo y acabaría con el orden público al debilitar el principio de autoridad. En su opinión, el golpe anunciaba, a la vez, revueltas en las barracas y un gobierno pretoriano en Colombia, que haría de la autoridad pública "juguete de la opinión pública, es decir, de las pasiones de las turbas [...]". 93 La carta era una dedaración de principios y del ultraje moral que sentía Suárez, y expresaba su creencia en que, a través de las manifestaciones viriles de carácter, se ganaba sabiduría, virtud y gloria." Fue también un acto quijotesco, que señalaba su retiro de la política por un período indefinido. Con esta carta, Suárez trazó un derro-

tero que habría de llevarlo a interminables infortunios e infelicidad. Durante los dieciséis años siguientes, Suárez padeció un eclipse político.95 Aunque había apoyado la suspensión del Congreso por parte de Rafael Reyes a fines de 1904, atrajo la ira del general un año más tarde al aceptar la defensa del conservador Eutimio Sánchez quien, junto con el amigo de Suárez, Luis Martínez Silva, había intentado derrocar a Reyes a fines de 1905. 96 Cuando cayó Reyes en 1909, tanto los conservadores nacionalistas como los liberales propusieron a Suárez para terminar el período de Reyes, pero perdió frente Ramón González Valencia por una votación de 47 a 31. Al año siguiente, Suárez apoyó la candidatura de Carlos E. Restrepo, acto que llevó a que fuera rehabilitado políticamente por el partido republicano. 97 Entre 1910 y 1912, Suárez sirvió

épocas de perturbación, Suárez expresó su creencia de que los políticos deben gobernar con mano firme. "Lo que constituye la mayor desgracia de este país [...] es la falta de respeto a la autoridad; y es necesario por eso, inculcar el respeto en todas las clases sociales [...] para que [el pueblo] aprenda a respetar al gobierno". 93 Luis Martínez Delgado, A propósito del doctor Carlos Martínez Silva, Bogotá, Marconi, 1930, pp. 264-267. 94 Casi dos décadas antes, había dictado una conferencia a los alumnos del Colegio Espíritu Santo sobre el tema del carácter. "Sé un hombre, es decir, sé un gran carácter, que con esto toda sabiduría se alcanza, toda virtud se adquiere, y toda gloria es posible", les había dicho a sus estudiantes, dos de los cuales, Concha y Abadía, habían participado en el golpe que motivó la carta de Suárez del 1° de agosto de 1900. M. F. Suárez, Obras, Op. vol. 1, pp. 1.873-1.874. 95 Este período se vio aún más ensombrecido por la muerte de su esposa, con quien llevaba casado seis años, en 1901. Ella tenía treinta y cuatro años. 96 Más detalles sobre esto pueden hallarse en J. Ortega Torres, Op. ca., pp. 512-513. 97 Suárez ha sido calificado de ardiente partidario del movimiento Unión Republicana, pues creía que este inculcaba muchos de los valores de su partido nacionalista. En 1910, fue propuesto como candidato presidencial por los nacionalistas, pero los dirigentes del

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al gobierno de Reyes en diversos cargos, especialmente como ministro de instrucción pública, el mismo cargo que había abandonado de manera espectacular el 1 de agosto de 1900. Sin embargo, renunció en febrero de 1912, después de un desacuerdo con el presidente sobre el tema de la facultad para hacer nombramientos. Hacía poco se había posesionado del cargo. Dos meses después de su renuncia, Suárez rompió con el republicanismo y comenzó a trabajar a favor de la unión conservadora. Esta habría de convertirse en su principal objetivo político durante los quince años que le restaban de vida. Convocó a la paz y a la reconciliación dentro del partido, en una carta del 23 de abril de 1912. Entre quienes recibieron copia de ella estaban José Vicente Concha, Aristides Fernández, Jorge Holguín, José Joaquín Casas, Miguel Abadía Méndez, Alfredo Vásquez Cobo y Jorge Roa.98 Su iniciativa fructificó y, para fines de 1912, Suárez y Concha estaban a la cabeza de un directorio conservador rejuvenecido. Dos semanas antes del Congreso Eucarístico realizado entre el 8 y el 13 de septiembre de 1913, los conservadores

unidos habían decidido proponer a Concha como su candidato para las elecciones de 1914.99 Marco Fidel Suárez, de acuerdo con su carácter, sacrificó sus ambiciones personales a la causa más importante de la unidad conservadora. Sin duda, Suárez tenía su propia falta de egoísmo en mente cuando caminaba por las calles del centro de Bogotá a comienzos de septiembre, meditando sobre el que sería uno de sus mejores discursos, una oración titulada "Jesucristo", que debía leer en la sesión plenaria del Congreso Eucarístico el 11 de septiembre. Al parecer, el esfuerzo por reunir al fragmentado conservatismo había sido exitoso. El inminente Congreso, esperaba, serviría como una especie de bendición para el reciente trabajo de armonizar al partido que representaba a la Colombia católica. No obstante, su propio sacrificio no fue olvidado, especialmente tres años después, cuando llegó el momento de lanzar su propia campaña presidencial. Fue así como la piedad personal de Suárez, conjugada con sus ambiciones y decepciones políticas, produjo uno de los más conmovedores pasajes del discurso

partido optaron por otro antioqueño, Carlos E. Restrepo. Véase Gustavo Humberto Rodríguez, Benjamín Herrera en la guerra y la paz, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, pp. 215216; C. A. Díaz, Op. cit., p. 136; Jorge Sánchez Camacho, El general Ospina, Bogotá, ABC, 1960, pp. 133 y ss. 98 Suárez reproduce li'carta en Obras, Op. ea., vol. 3, pp. 1.631-1.632, al final del "Sueño del nacionalismo". 99 Concha renunció entonces a la dirección conjunta del partido para poder adelantar libremente su campaña. Suárez quedó así como único dirigente del partido. J. Ortega Torres, Op. cit., p. 518.

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146 / La modernización en Colombia "Jesucristo". En él, Suárez reflexiona sobre el sacrificio supremo del Dioshombre: Esas virtudes de Jesucristo purifican y enaltecen la naturaleza humana [...]. El martirio, que es un dolor heroico al servido de la verdad o la justicia, es fecundo en dicha porque produce gloria.m

Estas fueron palabras sobre las que Marco Fidel Suárez habría de reflexionar con frecuencia desde aquel momento hasta su muerte, ocurrida en 1927. Aunque no lo sospechó a tiempo, el proceso que habría•de conducir a su eventual martirio político ya estaba bien adelantado. La caída de Marco Fidel Suárez se inició en realidad en enero de 1896, cuando su antiguo jefe, Carlos Martínez Silva, y otros, publicaron sus "Motivos de disidencia" contra el partido nacionalista, formalizando así la ruptura entre históricos y nacionalistas dentro del conservatismo. Los históricos, liderados por José Vicente Concha, se habían negado a posesionar al presidente Sandemente en 1898, provocando el enojo de Suárez, quien amaba y admiraba al anciano. Su enojo se transformó en ira en 1900, cuando Martínez Silva, Concha y otros derrocaron a Sandemente, motivando a Suárez a injuriarlos en su carta del 1 de agosto de 1900. Suárez

demostró su ineptitud política cuatro años después, cuando escribió a Rafael Reyes felicitándolo por haber disuelto el Congreso nacional. Su carta constituyó una crítica indirecta a los conservadores históricos, cuya oposición en el Congreso había frustrado el programa de realización nacional de Reyes, y fue particularmente imprudente dado que importantes históricos, como José Joaquín Casas, Dávila Flórez y Abadía Méndez se habían humillado públicamente ante Reyes al retractarse de las críticas que le habían formulado, o bien habían sido exilados a Orocué. Suárez atacó al hijo de José Manuel Marroquín, Lorenzo, tres años más tarde, cuando este publicó su exitosa novela contra los históricos, Pax. Lorenzo Marroquín era un blanco especialmente apetecido, pues había sido consejero de Aristides Fernández durante el reino del terror que había instaurado. Pocos meses después de la publicación de Pax, apareció un delgado volumen, lujosamente encuadernado, titulado Análisis gramatical do "Rase ", cuyo autor se identificó sencillamente como "Un sobrino de González Mogollón" (el nombre ficticio que se le asignó a Miguel Antonio Caro en la novela). Los colombianos letrados lo identificaron de inmediato como obra de Suárez, y se regocijaron con lo que constituía, esencialmente, una filípica de 220 pá-

100 Marco Fidel Suárez, "Jesucristo", en: Primer Congreso Eucarístico Nacional de Colombia, Bogotá, Escuela Tipográfica Salesiana, 1914, p. 364.

giras contra el descuidado uso que ha-

cía Marroquín del idioma español. 11" Dos arios después de su ataque a Pax, Suárez ocasionó de nuevo la ira de los históricos al lanzarse como candidato presidencial contra el candidato que ellos habían propuesto, González Valencia, y al aceptar el voto de quien era su despreciado enemigo, Rafael Uribe Uribe. Al año siguiente, en 1910, pidió a sus seguidores nacionalistas que apoyaran a Carlos E. Restrepo contra el candidato de los Conservadores Históricos, Concha. Puede entenderse entonces que los conservadores históricos tuvieran buenas razones para mirar con desconfianza el llamado de Suárez a la unidad del partido a comienzos de 1912, luego de su ruptura con los republicanos. Si alguna vez hubo un matrimonio de conveniencia, la unidad del Partido Conservador colombiano lo demostró entre 1912-1913. Lo único que se necesitó para romper la frágil armonía del partido fue un discurso pronunciado por el joven histórico, el incendiario Laureano Gómez, en febrero de 1914, y la defensa que hizo Suárez del tratado Urrutia-Thompson en mayo de aquel mismo año. Los viejos nacionalistas y los jóve-

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nes conservadores históricos estaban predispuestos a desagradarse mutuamente. Suárez, y todos los bogotanos, sabían que Gómez y su periódico, La Unidad., representaban los intereses de los históricos y de los jesuitas. Tampoco era ui . secreto para nadie que Suárez tenía el fuerte apoyo de la jerarquía de la Iglesia secular, encabezada por el arzobispo Herrera Restrepo. Poco después de invocar Suárez la unión conservadora en 1912, la intemperancia de Gómez frente a quienes habían ocupado cargos prominentes en el gobierno de Carlos E. Restrepo había llevado al arzobispo a suspender La Unidad.'" Sin embargo, a comienzos de 1913, el periódico estaba de nuevo en funcionamiento y, a comienzos de 1914, reportó los incidentes que dieron lugar a la ruptura entre Gómez y Suárez. El 11 de febrero de 1914, Gómez pronunció un discurso ante la Academia de Caro, una sociedad literaria fundada en honor al gramático y político de la era de La Regeneración, Miguel Antonio Caro. En él, Gómez se comparó a sí mismo y a otros jóvenes conservadores extremistas con cruzados ideológicos que excitaban a las masas con palabras que herían más que espa-

101 Marco Fidel Suárez, Análisis gramatical de "Rue", Bogotá, Imprenta de la Luz, 1907. Desde luego, Marroquín atacaba a Suárez en la novela, aludiendo a él en una frase relativa a "la hipócrita sonrisa del subsecretario". 102 Gómez se refirió ala Unión Republicana de Restrepo como "el quinquenio de cuatro arios". Sus ataques contra quienes colaboraron con Restrepo, entre ellos Francisco Restrepo Plata, Lucas Caballero, Pedro Nel Ospina y Nicolás Esguerra, habían llevado a Ospina a observar, a fines de 1913: "no es hombre de bien aquel representante [Gómez]". El Tiempo, 15 y 24 de noviembre de 1915.

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das." Se dice que, al leer el discur- préstitos de los bancos estadounidenso, Suárez observó ácidamente que ses. Los conservadores históricos, por Gómez proponía una "demagogia mís- su parte, bajo cuyo régimen se perdió tica". El Tiempo y la comunidad liberal Panamá, abrigaban un desagrado por consideraron las palabras de Suárez la metrópoli del norte que rayaba en como un signo esperanzador de la el odio. En eso coincidían con mudivisión conservadora. Un curioso in- chos colombianos. Sin embargo, a dicidente ocurrido el mes anterior indi- ferencia de muchos otros, se mostracaba que los liberales colombianos ban intransigentes al insistir en que habían encontrado ya en Gómez a al- el honor de la nación exigía que no guien que creían podía ayudarles en hubiera reconciliación con los nortesu lucha contra el conservatismo. El americanos y, en especial, que no 26 de enero, sin que lo supieran los podía aceptarse su dinero. Históricos conservadores, la logia masónica de como Laureano Gómez dijeron que Bogotá recompensó a Antonio Rincón un acto semejante "envilecería el conGalvis por salvar la vida de Gómez, cepto de patriotismo". Marco Fidel Suárez comenzó a traquien había estado a punto de ahogarse en un río cerca del balneario bajar en la restauración de las buenas relaciones con Estados Unidos de Anapoima." La enemistad entre Gómez y después de marzo de 1913, cuando Suárez se hizo pública y cáustica du- el presidente Woodrow Wilson promerante los meses de abril y mayo de tió, en su discurso de posesión, termi1914, cuando Suárez adelantó una nar con la política del "garrote". Pocas exitosa campaña para obtener la apro- semanas después, Suárez había publibación del Congreso del tratado cado en El Nuevo Tiempo un artículo en Urrutia-Thompson. Suárez compar- el cual argumentaba a favor de la retía la esperanza de la mayoría de los anudación de las negociaciones, y se miembros de la Unión Republicana refería a Estados Unidos como "esa de que pudieran restablecerse las bue- gran nación"." El 8 de agosto, Suárez nas relaciones con Estados Unidos. y Nicolás Esguerra fueron designados Esto traería a Colombia un capital que para dirigir una Comisión Asesora, se necesitaba urgentemente, prove- encargada de renovar las negociacioniente de la compensación en efectivo nes del tratado con los norteamericapor la pérdida de Panamá. También nos." Todo esto explica probablemenanticipaba que se facilitarían los em- te la extraña yuxtaposición que hizo 103 La Unidad, 14 de febrero de 1914. 104 Américo Carnicelli, La masonería en la independencia de América, 2 vols., Bogotá, Artes Gráficas, 1970, vol. 1, pp. 394-395. Rincón fue promovido al grado 18 de la masonería. 105 Marco Fidel Suárez, Doctrinas internacionales, Bogotá, Imprenta Nacional, 1955, p. 148. 106 Otros miembros de la Comisión fueron José María González Valencia, Rafael Uribe Uribe y Antonio José Uribe.

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Suárez de George Washington y del ultraconservador ecuatoriano Gabriel García Moreno en su oración "Jesucristo", donde ambos eran presentados como ejemplos de la acción de la divina providencia en la historia." Los norteamericanos estaban igualmente ansiosos por restablecer buenas relaciones con Colombia pues, en agosto, el cónsul en Bogotá había notificado a su gobierno que los intereses británicos amenazaban con monopolizar la exploración de petróleo en Colombia. Por consiguiente, ambos países se apresuraron a completar el tratado para comienzos de 1914. Firmado el 6 de abril, el tratado Urrutia-Thompson estipulaba que Colombia recibiría una indemnización de veinticinco millones de dólares por la pérdida de Panamá. Incluía también una declaración en la que los norteamericanos "lamentaban sinceramente" los acontecimientos ocurridos en noviembre de 1903." El debate en el Congreso sobre el tratado tuvo lugar en mayo de 1914, y enfrentó a Suárez y a los miembros de su Comisión, contra los conservadores históricos en ambas cámaras. El 12 de mayo, el Senado se retiró a una sesión privada, donde Suárez y el liberal Nicolás Esguerra argumentaron con vehemencia a favor del tratado. Como solía hacerlo en sus declaraciones públicas, Suárez ofendió a sus

oponentes, de tal manera que esto de inmediato se volvió contra sus propios intereses. Insultó por igual a jóvenes y viejos conservadores históricos. En primer lugar, aseguró al Senado que no había nada que temer de los gritos y amenazas de los "héroes de la demagogia mística". Luego, después de que Esguerra concluyó su defensa del tratado, Suárez se volvió hacia uno de sus colegas y dijo en un fuerte susurro "esa argumentación es capaz de convencer a un burro, menos al doctor Dávila Flórez". El 14 de mayo, Laureano Gómez le respondió a Suárez en un hiriente y sarcástico editorial de La Unidad titulado "Demagogia mística". Es inconcebible, escribió Gómez, que un hombre como Suárez que poseía "la dulzura de los sabios [...] la mansedumbre evangélica del buen cristiano", hubiera pronunciado jamás las horribles y vulgares frases que se le atribuían. "Puesto que el señor Suárez jamás tuvo fama de ligero, ni amargo, ni agresivo, ni cruel, ni iracundo en sus discursos escritos, epístolas, glosas y parodias", y continuó, "de seguro que si tuvo palabras acerca del doctor Dávila Flórez, éstas fueron de encomio y lisonja". Gómez proseguía asegurando a sus lectores que Suárez jamás calificaría a alguien de demagogo místico. "Si algún día organizáramos la cofradía del misticismo, demagógico o tradicionalista, el

107 M. E Suárez, "Jesucristo", Op. cit., p. 369. 108 Un buen recuento del proceso diplomático aquí esbozado se encuentra en Richard L. Leal, ihrogant Diplomacy: U.S. Poli toreará Colombia, 1903-1922, Wihnington, Scholarly Resources, 1987, pp. 85-106.

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señor Suárez sería nuestro director obligado". Los oponentes del tratado recurrieron a todos los medios imaginables para obstruir su aprobación. Sus cargos eran que impugnaba el honor nacional y que el principal interés de sus negociadores era la indemnización. 109 Unodelsarugióqeést debería ser utilizada para comprar un terreno donde se erigieran patíbulos para que los miembros de la Comisión pudieran ahorcarse. Los negociadores fueron comparados con Judas Iscariote, y Dávila Flórez calificó a Suárez y a los otros miembros de la Comisión de "fariseos", más venales que aquellos denunciados por el Salvador. La metáfora semítica se extendió hasta el punto de encontrar que el tratado era un acto de judaísmo repugnante, algo que sólo podía esperarse de un documento firmado por miembros de una Comisión cuya mayoría eran antioqueños." ° Acusaron a Suárez en particular de querer poner a Colombia en la órbita de la "estrella polar". Suárez admitió la acu. sación, pero argumentó que unas mejores relaciones con Estados Uni-

dos tendrían beneficios económicos. Citó al cofundador del Partido Conservador, Mariano Ospina Rodríguez, quien, en 1857, había sugerido que Colombia debía buscar ser anexada por Estados Unidos."' Finalmente, el tratado fue aprobado por el Congreso colombiano, pues los históricos no tenían votos suficientes para bloquearlo. Sin embargo, tuvieron la satisfacción de saber que Henry Cabot Lodge había derrotado después el tratado en su propio Senado, y que ellos mismos habían desempeñado un papel en su éxito. En un momento del debate en el Senado, Lodge, republicano de Massachusetts, había esgrimido una copia de La Unidad, citándola como prueba de la acusación de Theodore Roosevelt, según la cual los colombianos eran venales, antipatrióticos y ladrones, interesados únicamente en hacerse a los dólares norteamericanos." 2 Habiendo perdido su batalla contra el tratado Urrutia-Thompson, los disidentes conservadores retrocedieron para reagruparse. Entre junio y octubre de 1914, La Unidad suspendió sus publicaciones; durante este úem-

109 Veinticinco millones de dólares era casi el doble de los ingresos totales del gobierno colombiano para 1914, $13'344.769. R. Leal, Op. cit., p. 120. 110 Los miembros antioqueños eran Suárez, Uribe Uribe y Antonio José Uribe. Suárez dijo que él personalmente no creía en la leyenda del semitismo antioqueño, y utilizó el ensayo escrito por Mariano Ospina Rodríguez en el siglo xnc, Los israelitas y los antioqueños, para sustentar su argumento. Ospina Rodríguez dudaba de que los antioqueños descendieran de los judíos. Pero escribió que si así fuera, esto sería sólo otro motivo de orgullo para ellos. M. F. Suárez, Doctrinas internacionales, op. cit., pp. 176-178. 111 Ibitl., p. 164. 112 Este incidente lo describe Luis Eduardo Nieto Caballero en El Tiempo, 14 de enero de 1935. Suárez menciona también la acción de Lodge en Sueños, op. cit., vol. 10, p. 71.

po, los históricos formaron su propio directorio de partido, presidido por Ramón González Valencia y Manuel Dávila Flórez. Para comienzos de 1915 se había dedarado la batalla. El edidivisiontor de los de Gil Blas, Benjamín Palacio conservado4es Uribe, lo llamó un "duelo a muerte". De un lado estaban Suárez y la jerarquía eclesiástica. Del otro los conservadores históricos y los jesuitas, y su órgano político, La Unidad, llamado por algunos "la pesadilla del arzobispo"." 3

Acomienzsd195,aprconsquines en las calles de Bogotá aconsejando a los católicos que no leyeran La Unidad y, en agosto, Suárez hizo circular un comunicado en el que se quejaba de que no podía continuar dirigiendo el partido debido a la oposición de Gómez y sus amigos. 114 Por su parte, Gómez publicó una carta de Suárez del 31 de diciembre de 1904, donde éste felicitaba a Reyes por haber cerrado el Congreso. En su comentario sobre la carta, Gómez presagiaba "en un porvenir no remoto se nos hará justicia"." 5 Los disidentes se habían compro-

metido en una batalla que no podían ganar. Mientras Gómez denunciaba a sus enemigos en la Cámara y en las páginas de su periódico, un nudo corredizo tejido por el poder político y eclesiástico, comenzó a cerrarse sobre él. En septiembre de 1915, aparecieron de nuevo los pasquines donde se aconsejaba a los católicos que no leyeran La Unidad. Inclusive el padre Leza, llamado "director técnico del misticismo demagógico", se encontró diciendo a los estudiantes de San Bartolomé que no leyeran el diario que él mismo había ayudado a fundar.'" Leza pronto fue víctima tanto de lo que Palacio había denominado "la terrible batalla subterránea" que hacía estragos dentro del conservatismo, como de "la magistral diplomacia" de Marco Fidel Suárez. El jesuita fue retirado de la rectoría y poco tiempo después enviado de regreso a España.'" En un debate realizado en la Cámara a fines de 1915, el hosco conservador Sotelo Peñuela se enojó

tanto con Gómez que se le abalanzó diciendo, "iEste canalla me las va a

113 Gil Blas, 19 de mayo de 1914. El editorialista del diario, Palacio Uribe, fue uno de los más cercanos y perspicaces observadores de las peleas internas del Partido Conservador durante este período. Su conciso comentario hizo que estuviera por un breve tiempo en la cárcel en 1917. Véase Jorge Villegas y José Yunis, Sucesos colombianos, 1900-1924, Medellín, Universidad de Antioquia, 1976, p. 288. 114 El Nuevo Tiempo, 8 de agosto de 1915. 115 La Unidad, 8 de mayo y 8 de julio de 1915. 116 Gil Blas, 24 de septiembre de 1915. 117 Gil Blas, 7 y 13 de mazo de 1916. En Gil Blas, del 8 de noviembre de 1915, Palacio Uribe discurría, pensando que si Gómez hubiera asistido al Colegio del Rosario, que se encontraba bajo la dirección del clero secular, en lugar de ir a San Bartolomé, dirigido por los jesuitas, hubiera surgido como un conservador "enérgico" en lugar de un carlista malhumorado.

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pagar!"."8 Incluso el director de prensa liberal Benjamín Palacio Uribe, quien había sugerido alguna vez que su partido contribuyera para apoyar La Unidad, y que se deleitaba con la pelea entre los conservadores, comenzó a criticar a Gómez. En el editorial del 27 de septiembre de 1915, titulado "Parangones de virtud y recolectores de basura", Palacio opinaba que

partido político, ambicioso y suspicaz" quien, junto con personas de igual talante, permitía que Estados Unidos los "llevaran a ovejós". Después de que hablaron Gómez y López, Suárez, quien los había escuchado con atención y con una irónica sonrisa en los labios, se levantó para responder. De pie, con la cabeza inclinada, los brazos cruzados con las manos entre las

los ciudadanos prominentes como Marco Fidel Suárez merecían respeto. Durante el tiempo de lucha, Gó-

mangas como un seminarista, aceptó responder a los cargos de López. Luego agregó que no respondería al discurso de Gómez, por hallarlo vacuo, contradictorio y poco inspirado. Prosiguió felicitando a Gómez por su buena memoria, que le permitía recitar sus discursos, memorizados durante días en el patio de su casa.

mez comenzó a recibir el apoyo de varios de los jóvenes seguidores del dirigente liberal Benjamín Herrera."9 El más importante de ellos fue Alfonso López Pumarejo, quien entonces tenía treinta años, tres más que Gómez. Los dos entablaron una relación de trabajo poco después de que López hubiera recibido uno de los ingeniosos golpes de oratoria de Gómez. López había concluido su primer discurso en el Congreso, cuando Gómez se levantó y observó que todos acababan de presenciar el milagro de un hombre que había hablado durante noventa minutos sin un tema discernible. Sin embargo, el 26 de junio de 1916 los encontró a ambos atacando a Marco Fidel Suárez y a otros ministros nacionalistas que habían sido citados a testificar ante la Cámara. Gómez habló primero, condenando a Suárez por no ser más que "el jefe de un

Lo único que no le perdono es el pecado gramatical, el delito que cometió aldea- ovejas, malhadado término que desluce tan brillante pieza [...]. El señor Gómez [...] no ha podido aprender la diferencia entre ovejo y cordero; pero esto lo discutiremos después, si Dios me da vida, y me la dará, porque los dicterios del señor Gómez no me han dado hepatitis.'"

Las palabras de Suárez suscitaron risotadas entre los representantes y el público. Durante arios, después de este incidente, Laureano fue conocido por el apodo de El ovejo. A menudo se lo caricaturizaba con un carnero enfurecido que se lanzaba al cuello de

118 Gil Blas, 10 de noviembre de 1915. 119 Herrera dirigió a los liberales que se oponían al movimiento colaboracionista "Bloquismo", lanzado por Rafael Uribe Uribe durante la administración de Carlos E. Restrepo. 120 Gil Blas, 11 de agosto de 1916.

Marco Fidel Suárez o lo atacaba de otra manera.'" Meses después del debate de junio de 1916, Suárez se anotó una impresionante victoria sobre su joven antagonista. Consiguió deshacerse de La Unidad gracias a la ayuda del arzobispo Herrera Restrepo y del Vaticano. A comienzos de agosto, hubo una reunión entre Gómez y el nuncio apostólico monseñor Enrique Gasparri.

Aunque todos los periódicos de Bogotá publicaron historias contradictorias acerca de quién había tenido la iniciativa de la reunión, y sobre lo que se había discutido en ella, parece claro que Gómez fue amenazado con fuertes sanciones eclesiásticas si continuaba publicando su diario. Es posible que Gasparri haya sugerido que Gómez obtendría un cargo diplomático en Europa si hacía las paces con Suárez. Gómez, ofendido, dio su versión de la reunión al periodista liberal Eduardo Santos, quien se adelantó a todos los otros diarios al publicar un artículo sobre el asunto.'" Menos de una semana más tarde, el arzobispo Herrera Restrepo condenó La Unidad. 123 Seis semanas después,

Herrera le dio el golpe de gracia al periódico mediante una circular, aprobada por los clérigos que asistían

a una conferencia eclesiástica reunida en Bogotá durante aquellas semanas. Según la circular, La Unidad no llenaba los requisitos establecidos por la Santa Sede y, por consiguiente, no debía ser leído por los católicos.' 24 Gómez no cerró su diario sin protestar. Antes de que cesara la publicación de La Unidad, a fines de sep-

tiembre de 1916, su director había declarado enérgicamente su catolicismo, había acusado a Suárez y a los nacionalistas de acabar con el conservatismo, había demandado por calumnia al editor de El Nuevo Tiempo, Ismael Enrique Arciniegas, y había dejado una declaración de principios que bien podría haber dado a Suárez, a sus seguidores, y a todos los demás colombianos, algo en que pensar:

Cuando todos los que se resistían a esa corriente vertiginosa de la revolución la temían y se ocultaban, aparecimos nosotros Nosotros (parodiamos a un gran tribuno español) [Antonio Maura] somos conservadores y católicos, con devoción e intransigencia; católicos y conservadores de toda la vida, por convicción y por conciencia, con el entendimiento y con el corazón. Lo fuimos ayer, lo somos hoy, lo seremos mañana y moriremos siéndolo [...]. Obedeceremos ciegamente todo mandato de autori-

121 Véase, por ejemplo, la caricatura de Ricardo Rendón titulada "El buen pastor", en Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 96. 122 El 71empo, 5 de agok/o de 1927. 123 Recuentos de este incidente pueden hallarse en Gil Blas, 9 y 11 de agosto de 1916; El Nuevo Tiempo, 6 de agosto de 1916; La Unidad, 7 de agosto de 1916. 124 El Nuevo Tiempo publicó la circular, fechada el 28 de septiembre de 1916, en su edición del 29 de septiembre.

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154 / La modernización en Colombia dad eclesiástica [...]. Si hemos de quedar solos, sin amigos, sin público, clamaremos en nuestro aislamiento un ¡Suárez no!'"

En los meses que siguieron a la victoria de Suárez sobre los históricos, la Colombia política se preparaba para la elección presidencial de 1918, aunque todos pensaban que Suárez seria candidato y ganador. Nadie dudaba de que llegaría a la presidencia gracias al control que tenía de los principales detentores del poder —la Iglesia y los jefes regionales, quienes pondrían los votos el día de las elecciones—. Los acontecimientos pronto demostrarían algo que muchos sospechaban entonces: que la presidencia de Suárez sería una de las menos exitosas de la historia nacional. Colombia ingresó en un estado de agitación al finalizar la segunda década del siglo. Con la terminación de la Primera Guerra Mundial y la recupe-

ración del comercio internacional, la demanda por el café colombiano se incrementó dramáticamente. Los ingresos de las exportaciones de café, cada vez más grandes, ayudarían a fortalecer la economía. También entraron al país nuevas ideas, que llevaron a un número cada vez mayor de personas corrientes a percibir el ambiente nacional de maneras novedosas, a menudo iconodastas. El período comprendido entre 1918 y 1922 marcó, en síntesis, una importante coyuntura en la historia nacional. Por esta razón, los colombianos debieron haber elegido a un dirigente vigoroso, orientado hacia el futuro, que pudiera haber respondido de manera creativa a las cambiantes realidades sociales y económicas. Pero eligieron como presidente a un anciano de otra época, a quien le agradaba pasearse por las calles de Bogotá meditando sobre su próxima creación literaria, a un "gramático fosilizado", en pala-

17 de agosto de 1916. Otros factores contribuyeron al retiro de Gómez después 125 La Unidad, de siete años como director del diario. Como al parecer Gómez se lo dijo tanto a Eduardo Santos como a Benjamín Herrera acerca de su reunión del 4 de septiembre con Gasparri, se percibía que había estrechado demasiado su amistad con los liberales. Esto llevó al padre Jáuregui a disputar la versión de Gómez acerca de lo que había sucedido durante la reunión con Gasparri. Esto no sólo representó una ruptura con uno de los promotores originales del periódico, sino una réplica de parte de una persona que Gómez respetaba. Además, la ayuda financiera alemana al periódico que se oponía a Estados Unidos fue suspendida. Un factor adicional fue el hecho de que varios de los más íntimos amigos de Gómez habían renunciado al periódico después de que este hubiera sido condenado por la circular edesiástica de fines de septiembre. Finalmente, y sólo en segundo lugar después del anatema del arzobispo y de la ruptura de Gómez con los jesuitas, estuvo el hecho de que Gómez se había casado con María Hurtado el 9 de septiembre de 1916. Todos estos acontecimientos llevaron a alguien a decir que, para fines de septiembre, "Gómez se sintió atacado por todos los flancos". La República, 29 de septiembre de 1916. Véase Gil también, El Nuevo Tiempo, 26, 29 y 30 de septiembre de 1916; 4 y 6 de octubre de 1916; Blas, 30 de septiembre de 1916.

bras del joven periodista liberal, Enrique Santos.'" No se trataba solamente de que Suárez no estuviera en contacto con la época cuando se preparaba para dirigir su inquieta nación en 1918. Durante toda su vida, había padecido una serie de dolencias físicas y psicológicas. Sus problemas de salud incluyeron molestias estomacales a los treinta años, sangrado intestinal a los cincuenta y un leve derrame que le paralizó el lado izquierdo de la cara por la época en que fue elegido presidente.'" Todo esto intensificaba el dolor que sentía cuando periódicamente lo atropellaban durante sus paseos por las calles de Bogotá. Su enfermedad física complementó el sentimiento de inferioridad que Suárez había tenido durante toda la vida. Los ancestros africanos por el lado materno lo vinculaban por lazos de sangre con un pueblo del que se creía, en aquella época, que sufría de "decadencia racial". Cuando finalmente Suárez, a

mediados de 1917, logró su meta de ganar la nominación presidencial conservadora, fingió rechazarla, al decir, Yo no puedo ser presidente porque me faltan ciertas ciramstancias, y éstas me lo impiden... Es que... yo soy hijo ilegítimo, y no faltarán fariseos que, queriendo dañarme a mí por esta circunstancia, ataquen al partido y aun a la misma patria." 8

Las tragedias domésticas intensificaron las incapacidades físicas y psicológicas que padecía Marco Fidel Suárez cuando llegó a la presidencia en 1918. No acababa de posesionarse cuando recibió la noticia de que su único hijo, un joven de diecinueve años, había sucumbido a la influenza mientras estudiaba en Estados Unidos.'" Todas sus dolencias se agravaron por el feroz ataque político que sufrió desde comienzos de 1914. Para cuando asumió sus deberes presidenciales, su estado emocional era tal que lloraba copiosamente

126 J. Villegas y J. Yunis, Op. cit., p. 317. 127 Su mala salud tuvo un permanente impacto sobre su carrera política. En octubre de 1895, la enfermedad lo obligó a renunciar al cargo de ministro de relaciones exteriores. Las fotografías de Suárez tomadas alrededor de 1920, revelan la parálisis facial que fue exagerada en las caricaturas políticas de la época. Poco después de dejar la presidencia, se quejó al presidente encargado, Jorge Holguín, de una hemorragia que acababa de sufrir, "quizás el último síntoma de mis dolencias crónicas". Luis Martínez Delgado, Jorge Holguín, o d político, Bogotá, Creditario, 1980, pp. 414-417. Véase también Luis López de Mesa, ed., Historia de la Cancillería, Bogotá, Imprenta del Estado Mayor General, 1942, p. 307. 128 C. A. Díaz, Op. cit., p. 148. 129 Gabriel Suárez murió en Filadelfia y fue sepultado en Nueva York. La epidemia de influenza golpeó dulamente a Colombia. En 1918, cobró mil cien vidas únicamente en Bogotá, habiendo contraído la enfermedad un cuarto de su población. Las estadísticas sobre la epidemia pueden encontrarse en J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., pp. 43-44. Horribles descripciones de testigos de los efectos de la epidemia en Bogotá pueden hallarse en J. A. Osorio Lizarazo, Op. cit., pp. 319-324.

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La república burguesa

cuando confrontaba una situación emotiva.'" La candidatura de Suárez suscitó tal oposición en todo Colombia que, cuando se le preguntó al presidente saliente, Concha, de qué se enorgullecía más durante sus cuatro años de gobierno, respondió que de haber impedido que el ejército disparara sobre las multitudes que protestaban

mentada en el odio y temor mutuos.'" Gracias a la candidatura de Suárez, los colombianos pudieron pres-enciar la incongruente unión de Benjamín Herrera y Alfonso López en representación de los liberales, Valencia y Laureano Gómez en representación de los históricos, y Eduardo Santos y Luis Eduardo Nieto Caballero en representación de los republicanos,

por la elección del 11 de febrero de 1918. 1 " A pesar de los esfuerzos de

haciendo política juntos por todo el país. Extrañas amistades se entablaron durante los tempestuosos meses

Concha por impedir el derramamiento de sangre, hubo considerable violencia en todo el país, cuando la maquinaria política conservadora se aseguró de que el candidato disidente, Guillermo Valencia, no ganara las elecciones. No se trataba de que quienes detentaban el poder político desconfiaran de Valencia, un conservador histórico, sino que temían la heterogénea coalición que encabezaba. Formalizada a fines de octubre de 1917, unía a liberales, conservadores históricos y miembros del partido republicano en una alianza que, como lo observó un bromista, estaba funda-

de fines de 1917 y comienzos de 1918, como la que surgió entre el joven Laureano Gómez y el anciano general Herrera. La coalición no funcionó tan bien como se esperaba, como lo sugiere la queja de Valencia: "hacer política con Laureano Gómez es como arar con un miura". No obstante, los políticos generaron gran entusiasmo en sus giras por el campo, hablando siempre a grandes y entusiastas muchedumbres, y experimentando en ocasiones la violencia. Fue durante aquellos meses cuando Guillermo Valencia caracterizó a

130 "Don Marco continúa llorando" rezaba un titular de la Gaceta Republicana de Bogotá. Según este artículo, Suárez se deshizo en llanto cuando visitó la casa de tejas de su madre en Bello, y luego cuando fue agasajado con un banquete en Medellín. El autor concluía su artículo burlándose de que, aun más tarde, cuando un grupo de banqueros y capitalistas antioqueños le anunciaron que le prestarían treinta mil pesos, Suárez "dio un grito y lloró de contento". Germán Colmenares, "Ospina y Abadía, la política en el decenio de los veinte", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 245. 131 Concha asumió el control directo del ejército, ordenó que no se montaran las ametralladoras en la Plaza de Bolívar, como lo había ordenado el comandante general, y restringió a los soldados a las barracas. Juan Lozano y Lozano, Ensayos críticos, Bogotá, Santafé, 1934, p. 368. 132 Uscátegui en Máscaras, noviembre de 1917. Información sobre la formación de esta coalición puede hallarse en Gil Blas, 26 de octubre de 1917, y en El Tiempo, 26 de octubre de 1917.

Laureano Gómez como "la tempestad humana".' 33 Desagradables incidentes acompañaron la campaña de 1918. Se disparó dentro de las casas de los liberales en muchos lugares del país.'" Los miembros de la coalición que se encontraban en gira fueron emboscados y golpeados en los pueblos de Guasca y Gachetá, al norte de Bogotá, cuando un sacerdote de la región los acusó

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de perseguir a la Iglesia y de difundir falsas doctrinas.'" Y hubo al menos un intento de asesinato real contra Laureano Gómez.' 36 Al final, triunfó la maquinaria política.'" Marco Fidel Suárez ganó sobradamente y tomó posesión el 7 de agosto de 1918. La primera crisis de su gobierno fue de naturaleza socioeconómica, y tuvo una decidida dimensión internacional. Fue el asesinato de obreros

133 Juan C. Martínez recuerda un discurso de Gómez durante la campaña contra Suárez, cuando el general Herrera se volvió hacia él y le dijo: "Decíamos, mi querido Juancé, que es una lástima que el país sólo conozca a Laureano Gómez por su aspecto político [...] Pero algún día lo tendrá que conocer como patriota, como estadista, como hombre de familia, como amigo [...] Ese día será, por aclamación, el presidente de Colombia". La Unidad, 3 de marzo de 1955. Si bien Martínez embelleció sin duda la observación entre el momento en que se la hizo Herrera y el momento en que se la relató al joven Belisario Betancur, director de la nueva versión de La Unidad, Herrera indudablemente dijo algo en ese sentido. Los dos hombres se hicieron tan amigos durante aquellos años, que Gómez nunca dejó de visitar o enviar saludos a Herrera cada vez que viajaba a la costa Atlántica. 134 Gonzalo Canal Ramírez escribió que su primera experiencia con la violencia política fue la noche en que las balas conservadoras traspasaron la cuna en que dormía en Gramalote, Santander del Norte. Gonzalo Canal Ramírez, Estampas y testimonios de violencia, Bogotá, Canal Ramírez, 1966, p. 14. 135 Guillermo Cote Bautista, Pedro León Acosta y Luis Rueda Concha, "los mártires de Guasca", fueron objeto de un recibimiento de héroes cuando regresaron a Bogotá. Laureano Gómez y Benjamín Herrera los salieron a recibir a la Estación de Ferrocarril del Norte, y pronunciaron discursos en su honor. Gil Blas, 16 de enero de 1918; Heraldo Conservador; 23 de enero de 1918. 136 El lanzamiento de piedras y disparos de pistola echó a perder la reunión política en el barrio Egipto. El jefe de sanidad, Ignacio J. Díaz, había movilizado a varios cientos de barrenderos para que hostilizaran a quienes hablaban en contra del gobierno. Dos de los compañeros de Gómez, Manuel Criales y Carlos Manuel Hurtado, fueron heridos, y el primero de ellos perdió un ojo. Varios días más tarde, después de una acalorada sesión en el Concejo de Bogotá, durante la cual Gómez pidió que Díaz fuera despedido, sostuvo que alguien había tratado de apuñalarlo durante unos disturbios en la Plaza de Bolívar. Gil Blas, 4 y 7 de febrero de 1918; El Tiempo, 17 de febrero de 1918; El Nuevo Tiempo, 7 de febrero de 1918; Felipe Antonio Molina, Laureano Gómez historia de una rebeldía, Bogotá, Voluntad, 1940, p. 206. 137 La coalición también perdió las elecciones locales aquel año. En las elecciones departamentales de mayólde 1919, Eduardo Santos encabezaba una lista que incluía a Alfonso López y a Gómez. Ninguno de ellos fue elegido, porque los conservadores nacionalistas y los republicanos colaboraron para "ahogar" la lista de coalición. Una votación extremadamente baja también perjudicó a la coalición. Gil Blas, 16 de mayo de 1919; El Tiempo, 20 de mayo de 1919.

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158 / La modernización en Colombia durante la manifestación realizada en la Plaza de Bolívar el 16 de marzo de 1919, incidente que dejó siete muertos y dieciocho heridos. El problema se originó en la decisión presidencial de adquirir telas extranjeras para confeccionar los uniformes del ejército, lo cual enfureció a los artesanos de la ciudad. Dirigidos por el presidente del recientemente creado Sindicato Central Obrero, Alberto Manrique Páramo, varios cientos de ellos se reunieron en la Plaza de Bolívar para protestar contra esta medida. Suárez les habló a los obreros, intentando explicar que había cancelado la adquisición extranjera, y que había decidido que los uniformes se elaboraran en el país. Pero su voz fue ahogada y se retiró al palacio presidencial, desde donde inició una pelea a gritos con Manrique Páramo. El dirigente sindical regresó a la plaza y animó a sus seguidores a continuar. Lanzaron piedras y la guardia presidencial abrió fuego.'" Fundamental para comprender la tragedia es el hecho de que miembros del establecimiento social y político colombiano interpretaron la manifestación como un posible primer paso de la toma comunista de Colombia. El 14 de marzo, el ministro de

gobierno, Marcelino Arango, había alertado a los gobernadores y a los prefectos en todo el país acerca de una inminente amenaza bolchevique. Al día siguiente, el director de El Nuevo Tiempo, Ismael Enrique Arciniegas, utilizó la circular de Arango como base de un incendiario editorial titulado "Previniendo el bolchevismo". Y el hecho de que los obreros de la Plaza de Bolívar mezclaran los gritos de " !Viva el socialismo!" con "iSuárez no!", intensificaron la impresión de que se trataba de peligrosos subversivos. No se tuvo en cuenta que los organizadores del sindicato habían adarado sólo un mes antes que su movimiento no era marxista, sino que suscribía más bien lo que llamaban un enfoque "cristiano" del progreso, dentro del contexto de la armonía de clases.'" Lo que personas como Suárez, Arciniegas y otras pertenecientes a la república burguesa colombiana creían ver, eran signos del mismo tipo de radicalismo que recientemente había derrocado el régimen zarista en Rusia. Visto desde esta perspectiva, disparar sobre obreros desarmados en el centro de Bogotá fue el resultado del mismo impulso que envió policías armados de cachiporras y de ametralladoras a los

del sindicalismo en Colombia, Bogotá, 138 El Tiempo, 17 de marzo de 1919; Miguel Urrutia, Historia Universidad de los Andes, 1969, pp. 91-94; D. L Sowell, Op. cit., pp. 44-47. Según el relato de El Tiempo, sólo permanecieron cerca de cincuenta manifestantes en la plaza cuando comenzaron los disparos. Es interesante advertir que Suárez personalizó la manifestación. Cuando escribió sobre ella tres años más tarde, la recordó como algo "sin la más mínima justificación", producto "de una refinada mala fe" de parte de Manrique Páramo, un incidente creado "con la obvia malicia de la premeditación". M. F. Suárez, Obras, Op. ca., vol. 2, p. 818. 139 M. Urrutia, Op. cit., pp. 91-92.

obreros que protestaron en Seattle, do parecía que el tratado y su indemWashington, pocas semanas antes de nización de veinticinco millones estalos disparos en la Plaza de Bolívar. ban por llegar, el Comité de Relaciones Tampoco era su dinámica muy dife- Exteriores del Senado de Estados Unirente de la de la violencia del Día de dos, encabezado por Henry Cabot Mayo que sacudió a París seis sema- Lodge, protestó. Los norteamericanos nas después.'" se habían enterado del Decreto presiProblemas de naturaleza tanto eco- dencial N.° 1255B, del 20 de junio de nómica como diplomática suscitaron 1919, mediante el cual Colombia prola segunda crisis del gobierno de clamaba el control nacional de su Suárez. A comienzos de 1919, asuntos subsuelo. Suárez respondió anunciande mutua preocupación económica do que suspendería el decreto únicallevaron de nuevo a Colombia y a Es- mente si los norteamericanos tados Unidos otra vez a la mesa de aprobaban el tratado. Con su habinegociación para resolver sus diferen- tual manera inoportuna y torpe de cias sobre el problema de Panamá y hacer las cosas, después de adoptar el tratado que les pondría fm. Para esta decisión, envió un telegrama al agosto de aquel año, los funcionarios cónsul colombiano en Nueva York, colombianos y norteamericanos ha- instruyéndolo para que "explicara a bían acordado aceptar una versión del personas interesadas e influyentes" tratado Urrutia-Thompson, donde se que su gobierno deseaba capital exomitía la declaración de los norte- tranjero para el desarrollo, y que no americanos según la cual "lamentaban permitiría que el asunto del petróleo sinceramente" lo ocurrido, frase que se atravesara en el camino del mejohabía hecho que el tratado fuera in- ramiento de las relaciones colomboaceptable para el partido republicano americanas. ' 41 El 16 de septiembre de 1919, la norteamericano. Precisamente cuan140 Pueden encontrase también rasgos comunes entre los disparos de la Marcha del 16 en Colombia y la matanza que ocurrió en Amristar, India, un mes más tarde. Las características de la mentalidad de élite que generaron los disparos de la Plaza de Bolívar puede hallarse en dos artículos publicados a comienzos de 1919 por el erudito y diplomático colombiano Antonio José Restrepo. En febrero de aquel año Restrepo, liberal antioqueño, informó desde Ginebra sobre la promesa de la Liga de las Naciones de descabezar "el mal del socialismo" mediante la ayuda a la institucionalización del libre comercio global. En junio de 1919, Restrepo publicó una elogiosa reseña del libro Cesarismo democrático, escrito por el venezolano Laureano Vallenilla Lanz. El libro constituía una justificación intelectual del gobierno autoritario, expuesta en el lenguaje del darwinismo social. Por aquella misma época, Laureano Gómez atacó al venezolano por ser "un inescrupuloso apologista y filósofo de la dictadura [la de Juan Vicente Gómez]". Véase: Antonio José Restrepo, El moderitti' imperialismo, 2.3 ed. ed. de 1919), Bogotá, Incunables, 1984, pp. 279-281; Laureano Vallenilla Lanz, Cesarismo democrático, Caracas, 'Tipografía Universal, 1929, pp. i-viii, 347. 141 R. Leal, Op. cit., pp. 144154. El telegrama se cita en su totalidad en Alejandro Galvis Galvis, Memorias de un político cetztenarista, 5." ed., vol. 1, Bucaramanga, s.e., 1975, p. 53.

160 / la modernización en Colombia Plaza de Bolívar se llenó otra vez de manifestantes contra el gobierno, que gritaban todos "¡Suárez no!" y vivas a la coalición contra Suárez. Habían acudido a escuchar a Eduardo Santos, quien leería una resolución en la que mencionaba el telegrama del presidente dirigido a "personas interesadas e influyentes" en Estados Unidos, y en la que este y su grupo pedían la renuncia de Suárez. Se hizo un gran silencio entre la muchedumbre cuando Laureano Gómez subió al auto convertible que había sido improvisado como escenario para los oradores, anticipando el hiriente ataque que habría de venir. Pero una serie de explosiones lo interrumpieron, y Gómez cayó como una piedra en el auto. La muchedumbre se dispersó; algunas personas gritaban "¡Mataron al doctor Gómez!". Cuando se acalló el tumulto, Gómez levantó cautelosamente la cabeza, para ver a un único miembro de su público que lo miraba boquiabierto, y le preguntó débilmente, "Doctor, ey el sombrero?". "Me lo quitaron de un balazo", respondió Gómez. Momentos después todos comprendieron que habían sido víctimas de una broma. Uno de los partidarios de Suárez había lanzado disimuladamente un paquete de triquitraques debajo del auto en el momento en que

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Gómez había comenzado su discurso. Marco Fidel Suárez se complació en el incidente, recordado en la historia de ColoMbia como "la conspiración de los triquitraques". Narró amorosamente la anécdota en varios de los Sueños de Luciano Pulgar, libro que comenzó a publicar poco después de renunciar a la presidencia en 1921. La versión más completa del incidente aparece en el sueño publicado el 24 de julio de 1923, titulado acertadamente "El sueño de la gratitud". '42 Durante 1920, una serie de problemas, económicos en su mayor parte, erosionaron aún más el apoyo a la presidencia de Suárez. Colombia había entrado finalmente en la era de crecimiento y de prosperidad que sus dirigentes habían anticipado. Pero a medida que comenzaron a entrar los ingresos provenientes de las ventas de café, la bonanza creó nuevos problemas, mientras que resaltó e intensificó otras dificultades anteriores. El costo de las necesidades básicas se disparó, elevado tanto por la disminución del suministro de alimentos ocasionada por el gran número de trabajadores que ingresaban a las plantaciones de café, como por la creciente cantidad de dinero en efectivo de que disponían los consumidores. Los habitantes urbanos fueron especialmente golpeados, pues los precios de los ali-

142 Marco Fidel Suárez, Obras, Op. cit. vol. 2, pp. 814-857. El Espectador, 17 de septiembre de 1919, reprodujo el discurso interrumpido. En él, Gómez identificaba a "las personas influyentes y poderosas" como "Shylocks inmisericordes y fríos, judíos duros y voraces, a quienes se ofrece legislación conforme a su voracidad y ante quienes se presenta de rodillas".

mentos en Bogotá aumentaron dos y tres veces comparados con el precio de los mismos artículos en Nueva York o en París. Los ingresos del café generaron una avalancha de importaciones que congestionó los puertos, poniendo de presente sus obsoletas condiciones y la impenetrabilidad de los trámites burocráticos que mantenía tales artículos en la aduana. Los cultivadores de café protestaron aún con mayor fuerza por la falta de ferrocarriles y de barcos necesarios para hacer llegar sus productos a los mercados extranjeros, y su presión a favor de una reforma se intensificó. Colombia aún no tenía un banco central, y el continuado embrollo con Estados Unidos limitaba fuertemente su acceso a fuentes extranjeras de capital. Y debido al carácter estacional de las cosechas de café, obreros desempleados y errantes aparecían periódicamente en los pueblos y ciudades. Cuando se daba la cosecha de café, dos veces al año, los otros productos agrícolas languidecían, pues los agricultores acudían en tropel para aprovechar los altos salarios que ganaban en las fincas cafeteras, grandes y pequeñas. Y como si lo anterior no fuese suficiente, Colombia y su presidente gramático se veían sacudidos por huelgas y manifestaciones, con lo cual cobraban mayor plausibilidad las férvidas visiones de una inminente revolución social.

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Sin embargo, ninguna de estas cosas parecía preocupar a Suárez tanto como la guerra que asolaba a su partido, y su continua incapacidad de avanzar en la firma del tratado Urrutia-Thompson. El 21 de julio de 1920, cinco días después de ser arrollado por un ciclista, el presidente recordó al Congreso que habían pasado diecisiete años desde la pérdida de Panamá y Colombia todavía no había recibido la justa reparación que merecía por parte de Estados Unidos. Más aún, señaló, haciendo referencia a una observación análoga formulada por el miembro del Comité de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Albert B. Fall, la falta de un tratado perjudicaba los intereses económicos y jurídicos de ambos países.' 43 Desde el comienzo de su período presidencial, Suárez se había visto a sí mismo, con acierto, como un paria político, y constantemente hablaba de renunciar a favor de una persona con mayor fuerza que él. El 17 de septiembre de 1920, envió un telegrama al gobernador del Valle, Ignacio Rengifo, en el que indicaba que cada vez estaba más ansioso por renunciar. Esto podría aplacar a aquellos enemigos que, en su opinión, sentían aversión por él, "a causa de considerarme representante de lo que llaman teocracia".'44 A comienzos de 1921, Suárez realizó un corto y penoso viaje de Bogotá a Calarcá, Caldas, para ofrecer

,

143 J. Villegas y J. Yunis„ Op. cit., p. 366. 144 Hernando Navia Varón, Caudillo y gobernante: doctor Ignacio Rengifo Borrero, Cali, Imprenta Departamental, 1964, pp. 97-98. Induso Laureano Gómez había atacado a Suárez, el 26

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162 / La modernización en Colombia personalmente la presidencia a Rengifo. Este rechazó la propuesta por complejas razones políticas, aunque Suárez explicó su negativa como consecuencia de la muerte de la esposa de Rengifo.'" El que el enfermizo y anciano presidente hubiera emprendido tan infernal viaje, que implicaba cruzar dos veces a lomo de mula el paso de Quindío en el espacio de tres días, indica hasta qué punto se sentía desesperado a comienzos de 1921. Y el hecho de que una figura secundaria como Rengifo hubiera rechazado su oferta, después de que Pedro Nel Ospina y Carlos Holguín también lo hubieran hecho, indica el desorden prevaleciente en el conservatismo. Todo esto contribuye a explicar cómo llegó Suárez a cometer el más lamentable Figura4.1 Laureano Gómez, 1921 error de su carrera política. Acogió Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte de nuevo a Laureano Gómez en el moderno, Bogotá seno del partido. Dos semanas después del apresu- do que seguía siendo un entusiasta derado viaje del presidente a Caldas, fensor de la causa conservadora, y que Gómez viajó al pueblo de Pacho, al estaba siempre preparado para servir noroccidente de Bogotá. Antes de re- a su partido si éste así se lo pedía.'" gresar, fue agasajado por los conser- Los conservadores que rodeaban a vadores locales. Gómez pronunció un Suárez interpretaron estas palabras emotivo discurso improvisado, donde como un signo claro de que encondijo que no sentía la necesidad de traban a un Gómez nuevo, moderarenovar las seductoras campañas pe- do. Ismael Enrique Arciniegas fue de riodísticas de sus años mozos, agregan- esta opinión, expresando su complade marzo de 1917, por "ultramontano". Esta observación apareció en una carta publicade La Mesa, Cundinamarca, y aparece en "El sueño de los peligros", da en Unión Liberal en: Suárez, Sueños, Op. cit., vol. 10, pp. 72-73. 145 Las razones de Rengifo para rechazar la presidencia se presentan en las páginas 89-126 de H. Navia Varón, Op. cit., Suárez partió para Bogotá el 4 de febrero, y llegó el 9 de este mismo mes. 146 El Tiempo, 23 de febrero de 1921.

cenia de que el doctor Gómez, "temporalmente retirado de las actividades políticas [...] esté listo a servir con sus energías y su claro talento, a la causa conservadora". 147 Durante los meses siguientes hubo conversaciones en las cuales Gómez aseguró a los dirigentes del partido que, en efecto, era otro hombre. Su nombre fue entonces agregado a la lista conservadora y, en las elecciones de mayo de 1921, fue reelegido a la Cámara de Representantes. 148 El 1 de junio, Gómez fue agasajado con un banquete en el nuevo y elegante Hotel Continental, en Bogotá. Las fotografias de la cena muestran a Gómez con los brazos cruzados y una leve sonrisa en los labios, mirando alegremente al maestro Arciniegas, sentado a su izquierda. No transcurrió mucho tiempo antes de que Arciniegas, Suárez y el resto de sus colaboradores descubrieran que habían cometido un terrible error. El primer signo de ello se dio a comienzos de julio, cuando Gómez y sus

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antiguos compañeros de La Unidad rompieron con Pedro Nel Ospina, quien había sido nombrado candidato "oficial" del partido para las elecciones presidenciales de 1922.' 49 Luego,l20djicanseciaron las sesiones del Congreso, los conservadores disidentes, la mayoría de ellos pertenecientes a los históricos, se unieron con los liberales para elegir a Laureano Gómez presidente de la Cámara de Diputados, derrotando al candidato del gobierno, Ismael Enrique .Arciniegas.'" Apoyado por una mayoría sustancial en la Cámara, Gómez al fin estaba preparado para confrontar el gobierno de Marco Fidel Suárez. Laureano Gómez utilizó su nuevo cargo en el Congreso para hostilizar a los partidarios de Suárez cada vez que se le presentaba la ocasión. El 6 de septiembre, su antiguo adversario, el viejo conservador de Boyacá, Sotelo Peñuela, no pudo terminar un discurso porque Gómez permitió que los bravucones que estaban en la galería

147 El Nuevo Tiempo, 22 de febrero de 1921. Otros informes sobre la reconciliación se encuentran en Cromos, 4 de junio de 1921; El Tiempo, 3 de junio de 1921; La Crónica, 2 de junio de 1921. La Nación del 2 de junio, informó que ahora todo marchaba bien en el conservatismo,

pues los disidentes se encontraban de nuevo "a la sombra de la vieja tienda de campaña". 148 El Nuevo Tiempo, 3 y 8 de mayo de 1921. Su viejo amigo, José Joaquín Casas, fue persuadido de que cediera a Gómez su lugar en la lista. 149 Uno de ellos, Luis Serrano Blanco, dijo que, comparado con las estrellas conservadoras de primera magnitud, Ospina era sólo "un asteroide más o menos luminoso". La Nación, 30 de junio de 1921. 150 Luis J. Sanmiguel, Recuerdos de un periodisla, Bucaramanga, Imprenta del Departamento, 1970, pp. 145-146;2describe los acontecimientos ocurridos durante aquellos días. Se encontraba cerca cuando Arciniegas se aproximó a Gómez y le dijo: "para hacerte representante gasté por lo menos un par de zapatos, y tú no gastaste unas mediasuelas para derrotarme en la presidencia". Según Sanmiguel, "una risa sarcástica del interpelado y un silencio prolongado finalizaron la queja dolida del maestro".

164 / La modernización en Colombia se lo impidieran con sus gritos. Cuando Gómez se lanzó a atacar a los ministros de Suárez acusándolos de corrupción, el público lo aclamó calurosamente. Esto llevó a Suárez, quien entre tanto había intentado renunciar una vez más, a sustituir a todo su gabinete el 19 de septiembre, con la esperanza de que esto aplacaría a los oponentes del tratado UrrutiaThompson. La acción tuvo buenos resultados y, el 13 de octubre, el Senado aprobó el tratado.'" Sin embargo, la aceptación del documento dependía de que fuese aprobado en la Cámara, a muchos de cuyos miembros les agradaba menos de lo que les agradaba su presidente. Tal como estaban las cosas, para mediados de octubre de 1921, el propio Suárez constituía el principal obstáculo para la firma del tratado. El 26 de octubre, Laureano Gómez tomó la palabra en la Cámara para debatir al ministro de gobierno de Suárez, Aristóbulo Archila. Comenzó su discurso de manera habitual, como si se limitara a responder la acusación de Archila, según la cual no había especificado los cargos contra el gobierno. Súbitamente, a la mitad del discurso, Gómez cambió de blanco y, en lugar de seguir atacando a Archila, comenzó a atacar a Suárez, sosteniendo que tenía en su poder en

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ese momento documentos que demostraban que el presidente era culpable de delitos oficiales tan asombrosos que estos lo habían a la vez sorprendido y atormentado. Tan dolorosos eran los pecados del presidente, prosiguió Gómez, que el mito de su "religiosidad y misticismo" se acabaría para siempre. Gómez continuó enumerando con gran detalle el cargo de que Suárez había pecado contra la nación al vender tanto sus salarios como su cuenta de gastos por dinero en efectivo, y había aceptado sobornos, bajo la forma de préstamos de las partes interesadas, a cambio de lucrativos contratos gubernamentales. Laureano Gómez terminó su acusación contra Suárez solicitando la investigación del presidente y su retiro de la presidencia. 152 Las acusaciones de Gómez causaron sensación. Los miembros del Congreso designaron un comité investigador y citaron al presidente para que se presentara ante ellos y explicara sus acciones. Luego la Cámara de Representantes dio por terminada la sesión, y Laureano Gómez fue llevado en hombros a su residencia por amigos y admiradores. Al día siguiente, Suárez compareció ante la Cámara, junto con miembros de su gabinete, para responder a Gómez.

151 Ambas Cámaras del Congreso de Estados Unidos, sin concederle gran importancia, habían ratificado el tratado en abril de aquel mismo año. 152 Cuando los documentos incriminadores salieron a la luz, los miembros de la facción antigobiernista se acercaron a Guillermo Valencia y a Alfredo Vásquez Cobo para ver si podían hacerlos públicos. Cuando éstos se negaron, Gómez aceptó ávidamente la tarea. Su acusación contra Suárez puede encontrarse en L Gómez, Obras selectas, Op. cit., vol. 1, pp. 359-369.

Fue un Suárez postrado el que se dirigió a este cuerpo legislativo, de cuyos 122 miembros sólo contaba con 22 simpatizantes. Con una voz vacilante y casi inaudible, Suárez dijo a los representantes que, en efecto, había vendido su salario por un menor precio y a cambio de dinero en efectivo, algo que no sólo era legal, sino que había hecho durante toda su vida. Sólo lo había hecho, prosiguió, porque necesitaba con urgencia el dinero. Admitió también que había aceptado un préstamo sustancial de un comerciante norteamericano, quien había vendido rieles al gobierno, pero sólo porque el banquero que habitualmente le hacía préstamos a corto plazo no disponía de dinero suficiente en aquel momento.'" Nada de esto, insistió Suárez, impugnaba su honor ni perjudicaba el prestigio nacional. Cuando se volvió para abandonar el podio y salir de la Cámara, un estruendo de gritos y silbidos se elevó de las atestadas galerías. Jesús Peri-

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lla no hizo nada para acallarlo. Mortificado y próxinio a desvanecerse, Marco Fidel Suárez tuvo que ser ayudado a salir de la Cámara por uno de los miembros de su gabinete.'" Una semana después, un comité del Congreso había exonerado a Suárez de los cargos, luego de lo cual él ofreció de nuevo su renuncia. Ésta fue aceptada y el 6 de noviembre de 1921, Jorge Holguín asumió la presidencia para terminar los nueve meses restantes del período de Suárez. Cerca de un mes más tarde, la Cámara de representantes aprobó el tratado Urrutia-Thompson. Entre tanto, Marco Fidel Suárez permanecía en su casa pensando cuál sería la mejor manera de recuperar su empañado honor. A los pocos meses, comenzó a hacer público el tormento que había sufrido durante los ocho arios anteriores a manos de quienes llamó las Euménides (las Furias). Uno de sus primeros sueños contiene el siguiente pasaje autobiográfico, apenas disimulado:

153 El historiador Enrique Santos Molano le sugirió a este autor que es posible que Suárez se hubiera dedicado al juego. Aun cuando no ofreció ninguna prueba en sustento de esta afirmación, cabe preguntarse por qué Suárez, un hombre de hábitos austeros, parecía siempre tL :ser necesidad de grandes cantidades de dinero en efectivo. En defensa de Suárez, al menos en lo que respecta a las acusaciones de Laureano Gómez, es cierto que, para junio de 1921, el pago de los salarios gubernamentales estaba retrasado de cuatro a cinco meses, debido a los efectos prolongados de la caída de los precios del café y de la valorización de los dólares estadounidenses. Más información sobre la corta depresión de 1920-1921 puede encontrarse en el capítulo 5. 154 Recuentos sobre loi' ,debates de la Cámara del 26 y 27 de octubre se encuentran en las siguientes fuentes: El Espectador, 27 y 28 de octubre de 1921; El Tiempo, 27 y 28 de octubre de 1921; F. Galvis Salazar, Op. cit., pp. 274-280; F. A. Molina, Op. a., pp. 209-213; Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, pp. 32-35; J. Sánchez Camacho, Op. cit., pp. 159-160; Luis Martínez Delgado, Op. cit., pp. 211-218.

166 / La modernización en Colombia A este viejo se le venía encima toda ese nublado de enemigos por ser fanático rancio, sectario empedernido y fariseo forrado de falsía y con ribetes y alanzares de maquiavelista; que por eso lo tratan como lo tratan, y que de aprenderse los versos del murciélago para que sepa lo que se le aguarda:

Te puncen y te sajen, Te tundan, te golpeen, te martillen, Te piquen, te acribillen, Te dividan, te corten y te rajen, Te desmiembren, te partan, te degüellen, Te hiendan, te desuellen, Te estrujen, te aporreen, te magullen, Te deshagan, te confundan y aturrullen.'"

5 El dinero llega a Colombia Pedro Nel Ospina: presidente empresario

Los dirigentes colombianos siempre habían soñado con el momento en que su país sería rico. Durante décadas, incluso siglos, se les había dicho repetidamente, y se habían dicho unos a otros, que su tierra era un depósito de riqueza sin explotar, una cornucopia en potencia. José Celestino Mutis, funcionario real nacido en España y sabio de fines del siglo xvm, había sido sólo uno de la procesión de extranjeros que, cuando contemplaban las frondosas montañas, la flora y la fauna, sucumbían ante su belleza y dedicaban buena parte de su vida a estudiarlas y escribir sobre ellas. El barón Alejandro de Humboldt se vio análogamente impresionado por Nueva Granada (Colombia), cuando visitó el país y lo estudió en vida de Mutis. Francisco José de Caldas y el

155 Marco Fidel Suárez, Obras, op. cit., vol. 2, p. 157. El pasaje es de su cuarto sueño, "Sueño y ensueño", publicado el 3 de abril de 1923.

gran Simón Bolívar fueron hijos, nativo y adoptivo respectivamente, que a comienzos de la época de . Colombia como nación, ofrendaron sus vidas para que los tesoros de su patria pudieran ser disfrutados por sus descendientes. Sin embargo, todos sus esfuerzos se vieron frustrados en un país que demostró ser una amante cruel, aunque sin duda bella. Más de un siglo después de la muerte de Bolívar, de Caldas y de otros héroes trágicos de la Independencia colombiana, la gente de su país continuaba siendo, en palabras de otro visitante extranjero, mendigos sentados en sillas de oro". No obstante, por fin en el tercer decenio del siglo xx, la bonanza colombiana, largamente anticipada, se materializó cuando una oleada de dólares invadió todo el país. La súbita aparición del dinero en aquella nación pobre, remota, tradicionalista, tuvo necesariamente profundas "

'

1 Caldas fue ejecutadh-el 29 de octubre de 1816 por un escuadrón español; Bolívar murió, amargado y tísico y Humboldt nunca regresó después de atravesar el paso del Quindío, al que describió como el peor de la Cordillera de los Andes. El maravilloso resultado de la extensa Expedición Botánica de Mutis permaneció olvidado en el Archivo del Real Jardín Botánico en Madrid durante más de un siglo.

llega el dinero

168 / La modernización en Colombia consecuencias. Y el hecho de que gran el dinero del cafe en zona rural para pequenos propietarios

parte de este dinero llegara de inmediato a manos de una proporción considerable de la ciudadanía, en especial de los habitantes rurales, hizo de Colombia un caso extraordinario. El que la mayor parte de este dinero fuera generado por el café, el que la mayor parte de este fuese cultivado por pequeños propietarios y el que estos agricultores estuviesen dispersos sobre el macizo central de la cordillera, habría de tener importantes implicaciones para la nación. El empresario y político Pedro Nel Ospina presidió la primera mitad de lo que habría de convertirse en ocho años en vertiginoso crecimiento económico. Elegido en la contienda electoral de marzo de 1922, oscurecida por la violencia y el fraude, asumió la presidencia en el preciso instante en el que sus habilidades empresariales podrían ser de la mayor utilidad para el país.' Ospina pertenecía a aquella generación de colombianos imbuidos de la certeza de que el progreso era inevitable y de que sabían exactamente cómo lograrlo. A los sesenta y cuatro años, había experimentado toda la frustración que la turbulencia politica y el indómito entorno

físico podían ofrecer en Colombia. Sus primeros recuerdos se remontaban a un largo exilio que pasó su familia en el extranjero, como 'resultado de maquinaciones políticas en contra de su padre, el presidente Mariano Ospina Rodríguez. En su madurez, combatió en la Guerra de los Mil Días, siendo testigo del funesto efecto sobre el país. En el transcurso de aquélla, el propio Ospina fue condenado al exilio por orden del presidente Marroquín, quien acusó a su entonces ministro de guerra de conspirar contra él. Cuando fue designado como candidato oficial de su partido en 1921, Ospina comenzó a pensar en la manera de mejorar la posición económica de Colombia. Su preocupación no era del todo desinteresada. Durante las dos décadas anteriores había dedicado grandes esfuerzos a empresas económicas personales, viendo a menudo cómo fracasaban debido al primitivo sistema bancario colombiano y a su dependencia de los ciclos comerciales internacionales. En 1920 había perdido dinero cuando Vásquez y Correa, una de las más grandes casas de comisión del país, quebró durante la crisis económica de 1920-1921. 3 Quinceañost,vrdu

2 En las elecciones de 1922, Ospina derrotó al candidato liberal Benjamín Herrera por 413.699 votos contra 256.231. 3 La quiebra de Vásquez y Correa, junto con la que sufrieron la mayor parte de otras grandes comercializadoras de café, tendría importantes consecuencias para la industria cafetera colombiana. Permitió, por ejemplo, que grandes firmas multinacionales, tales como Atlantic and Pacific Tea Company, ingresaran al mercado local. Estas y otras consecuencias de la depresión se discuten en Marco Palacios, Cofee in Colombia, 1850-1970, An Economic, Social and Political History, Nueva York, Cambridge University Press, 1980, pp. 153-160, 203-205; José Antonio Ocampo, "Los orígenes de la industria cafetera, 1830-1929", en: Alvaro Tirado Mejía, ed„ Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 229-230.

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empresas entraron en bancarrota durante la crisis de 1904, que arruinó a la mayoría de los bancos de Medellín.4 Esto contribuye a explicar por qué, en cuanto fue elegido, Pedro Nel Ospina viajó a Nueva York para consultar con economistas y financistas norteamericanos. Estos se mostraron más que atentos a sus solicitudes de ayuda económica, en parte porque se habían enterado del potencial de los yacimientos colombianos de petróleo.' Dos meses después de su posesión, en agosto de 1922, el gobierno de Ospina había negociado un empréstito por cinco millones de dólares con un banco estadounidense, suma casi equivalente al 20% de los

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ingresos totales del gobierno para el año 1920.6 Infinitamente más importante para el futuro inmediato de Colombia fue la llegada, poco después, del economista de la Universidad de Princeton, Edward Kemmerer, a quien habían contratado para ayudar a crear el banco central de Colombia.' El banco comenzó a funcionar al ario siguiente y, de inmediato produjo los resultados esperados.' Las tasas de cambio se estabilizaron, las tasas de interés bajaron y los depósitos, que crecían rápidamente, generaron una cantidad importante de nuevo capital de inversión. 9 A medida que el ritmo del comercio se aceleraba, los recaudos por impuestos a nivel

4 Para más detalles sobre "El pánico de los ricos" de 1904, véase Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, Medellín, E. S. F., 1955, pp. 373-374. 5 Los norteamericanos estaban preocupados de que los mexicanos pudieran golpear los intereses petroleros de Estados Unidos. Esto ocurrió en 1937, cuando nacionalizaron su industria petrolera. Las reservas colombianas resultaron luego más pequeñas de lo que inicialmente se había esperado. Por fortuna para los norteamericanos, el petróleo venezolano les ayudó a abastecer sus mercados. Al regresar a Colombia, en julio de 1922, Ospina causó sensación cuando relató que el tráfico en la Quinta Avenida había sido detenido para permitirle llegar cómodamente a su hotel. Ospina creyó que un accidente había congestionado el tráfico. 6 El contrato del empréstito, firmado con Blair & Co. de Nueva York, es reproducido en J. Fred Rippy, The Capitalisis and Colombia, Nueva York, The Vanguard Press, 1931, pp. 199-207. 7 La necesidad de una banca central había sido reconocida durante muchos años. Tres semanas antes de que Ospina asumiera la presidencia, el banco más grande del país, el Banco López, quebró. El presidente encargado, Jorge Holguín, se vio obligado a prolongar durante tres días la fiesta nacional de Independencia, hasta el 23 de julio, para que pudieran enviarse apresuradamente por avión a Bogotá $1,5 millones de dólares en certificados de oro de Estados Unidos. Blair Niles, Colombia, Land of Miradas, Nueva York, The Century Co., 1924, p. 71, quien hizo una gira aérea por el río Magdalena en aquel momento, dice haber visto las talegas de certificados de oro que venían de Nueva York. 8 La Ley 25 de 1923, mediante la cual se crea el Banco de la República, puede encontrarse en Diego Monsalve, Colombia cafetera, Barcelona, Artes Gráficas, 1927, pp. 124-133. 9 Estos desarrollos se discuten en mayor detalle en Alfonso Patiño Rosselli, La prosperidad a debe y la gran crisis, 1925-1935. Capítulos de historia económica de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 27-35; Bernardo Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936, Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 137-148.

banco central de colombia

El dinero llega a Colombia I

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170 / La modernización en Colombia nacional y departamental se incrementaron continuamente." Una vez que la Misión Kemmerer concluyó su tarea, Ospina contrató a uno de sus miembros, Thomas R. Lill, para que reorganizara los procedimientos contables de la nación. Lill dejó a Colombia con un sistema que un comentarista calificó como "algo que nuestros mayores competidores industriales podrían envidiar"." A medida que se fortalecieron las finanzas colombianas, apareció un dinero adicional bajo la forma de préstamos a los gobiernos departamentales y municipales, la mayor parte del cual provenía de bancos estadounidenses." Durante ese decenio se prestaron cerca de doscientos millones de dólares. La magnitud de la suma puede apreciarse si consideramos que equivalía casi a tres cuartos de los re-

caudos nacionales por impuestos de fuentes normales recolectados entre 1923 y 1928, los años durante los cuales se hicieron los empréstitos." La suma resulta aún más extraordinaria si se compara con la mísera cantidad de dinero que habían invertido los extranjeros en Colombia antes de que Pedro Nel Ospina asumiera la presidencia. En 1913, Colombia había recibido sólo el 1% de la inversión británica y estadounidense en América Latina." Con una inversión estado. unidense de dos a cuatro millones de dólares, Colombia era quizá la nación latinoamericana menos favorecida a este respecto." Veinticinco millones provenientes de la indemnización de Estados Unidos inflaron el torrente de dinero que ingresó a los cofres del gobierno durante la década del veinte.

10 Estos recaudos bajaron drásticamente en 1930, debido a los efectos de la contracción económica mundial. Los recaudos nacionales por impuestos para 1923-1930 se presentan en L Ospina Vásquez, Op. cit., p. 382. Otros datos sobre el incremento en la recaudación de impuestos aparecen en Jorge Sánchez Camacho, El general Ospina, Bogotá, ABC, 1960, p. 175. 11 'bid., p.172. 12 Albert O. Hirschman, "The Political Economy of Latin American Development: Seven 22(3), 1987, p. 32, describe Fatercises in Retrospection", Latin American Rasearch Review, aquello que denomina la "presión al endeudamiento" por parte de los bancos estadounidenses en relación con América Latina durante la década del veinte. 13 La cifra de doscientos millones de dólares es tomada de L Ospina Vásquez, Op. cit., p. 382. La mayoría de los estudiosos que han analizado el asunto de los empréstitos encuentran que los gobiernos nacionales, departamentales y municipales colombianos hicieron empréstitos por un valor de doscientos millones de dólares entre 1922 y 1928. Frontier Expansion and Prasant Véase, J. F. Rippy, Op. cit., pp. 154-161; Catherine LeGrand, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1986, p. 92; Pnxest in Colombia, 1850-1936, de la opinión pública, Bogotá, Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 222; Bernardo Tovar Zambrano, "La economía colombiana 1886-1922", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Bogotá, UniversiPlaneta, 1989, p. 32; Miguel Urrutia, Historia del sindicalismo en Colombia, dad de los Andes, 1969, p. 117. Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 154. 14 Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, 15 J. F. Rippy, op• cit., p. 152.

Esta suma, pagadera el ario en que Ospina asumió la presidencia, era diez veces mayor que todas las reservas bancarias colombianas en aquel momento. Cerca del 25% de ese dinero fue asignado al nuevo Banco de la República y a una nueva institución afín, el Banco Agrícola Hipotecario, que comenzó a funcionar en 1926. El resto se distribuyó entre dieciséis proyectos ferroviarios y seis proyectos adicionales, dirigidos a mejorar los puertos y el transporte fluvial." Mientras Pedro Nel Ospina se dedicaba a la agradable tarea de desembolsar el dinero acumulado en su tesorería, otro torrente de dinero ingresó al sector privado de la economía colombiana. Estos ingresos proindemnizacion venían del café, cuyo valor y cantidad por panama se habían incrementado continuaal sector privado el dinero mente después de la Guerra de los ingreso por el cafe Mil Días. Colombia tuvo medio billón de cafetos en producción o en semilleros durante la presidencia de Pedro Nel Ospina, un hombre que también "provenía del café", como lo dijo un escritor." Los colombianos habían sembrado café en grandes cantidades

después de la guerra. Hombres influyentes como Antonio José Restrepo se dedicaron a abrir tierras cafeteras por una vasta frontera al sur y al suroriente de Antioquia. La experiencia de Restrepo corno colonizador de la región de Caldas y Quindío se remontaba a la década del ochenta del siglo xrx.'8 Él, junto con otras personas, había financiado el traslado de colonos a la frontera cafetera. El éxito de su empresa se refleja en las estadísticas, que muestran un incremento del 300% en las exportaciones de café entre 1913 y 1929, y una expansión física de los cultivos del grano que lo llevó del 9% del área cultivada del país en 1915, al 15% en 1925, y al 22% en 1937. En 1920, el 70% de los ingresos por exportación provenían del café, cuando representaban apenas el 40% a fines del siglo.' 9 Este extraordinario incremento tuvo lugar en un contexto de precios cada vez más altos, deteriorado solamente por la breve crisis ocurrida entre 1920 y 1921. Los precios del café aumentaron en un 50% entre 1923 y 1928, y los ingresos provenientes de

16 Los detalles específicos de esta distribución se presentan en J. Sánchez Camacho, Op. cit., p. 176. 17 Luis Eduardo Nieto Arteta, El café, 2' ed., Bogotá, Litografía Villegas, 1958, p. 56. El estimativo sobre los cafetos se basa en el que presenta Diego Monsalve en Colombia cafetera, Op. cit., p. 203, según el cual había 350 millones de cafetos en plena producción para 1920. 18 Joaquín Ospina, Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia, vol. 3, Bogotá, Águila, 1939, pp. 427-429, alude a mitas actividades de colonización. 19 Jesús Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 26-31. En 1915, Colombia envió por barco 130 millones de libras de grano; en 1921, 260 millones de libras; en 1929, 390 millones de libras. C. LeGrand, Op. cit., p. 93.

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La modernización en Colombia



las exportaciones de este producto se duplicaron." Los ingresos del café, la mayor parte de los cuales beneficiaban a particulares, excedían consistente y sustancialmente a los obtenidos por el gobierno a través de los ingresos normales por tributación. Para 1928, la riqueza anual del gobierno alcanzó su punto más alto; los dineros provenientes de las exportaciones de café, que ascendían a 88 millones de pesos, excedieron todos los ingresos del gobierno —incluyendo los empréstitos extranjeros— cerca de 12 millones de pesos." Los ingresos provenientes del petróleo y de las exportaciones de banano produjeron 34 millones de pesos adicionales en 1928. 22 Colombia, para mediados de 1920, estaba inundada de dinero. Esto no significa que el país o su población fuesen ricos en términos absolutos, pero sí en un sentido relativo. En 1928, el incremento conjunto de los empréstitos extranjeros, los impuestos y los ingresos del café fue doce veces mayor que el de 1910. Y gran parte de este dinero pasó rápidamente a manos privadas, bien sea a través de los salarios recibidos por trabajos realizados en proyectos de obras públicas financiadas por el gobierno, o en for-

El dinero llega a Colombia / 173

ma de dineros ganados mediante alguna operación de comercio exterior. Los colombianos dieron a esta época el nombre de La danza de los millones. Y fue el industrial antioqueño Pedro Nel Ospina quien tocó la música para la danza. Instituyó reformas que, en palabras de Alfonso Patiño Roselli, "representan en la historia colombiana una de sus mejores horas". Sin las iniciativas de Ospina, escribe el mismo autor, Colombia no habría podido alcanzar el ritmo que logró [...] o al menos su comienzo en campos cruciales como el de la moneda, el crédito y el fisco."

Las consecuencias de la prosperidad El dinero indujo a los colombianos a cambiar de estilo de vida y de aspiraciones, también produjo cambios en las estructuras sociales. La nación se lanzó a una orgía de gastos. Los ciudadanos más ricos invirtieron en automóviles importados de Estados Unidos y Europa. Hacia fines de la década, más de cuarenta mil Pierce-Arrows, Cadillacs y Stutz-Bearcats transitaban por las carreteras colombianas, cinco

20 El café se vendía a 18,8 centavos por libra en 1923, y por 27,3 centavos por libra en 1928. El valor de las exportaciones de café fue de 45 millones de dólares en 1923, y de 88,2 millones de dólares en 1928. A. Patiño Roselli, Op. cit„ pp. 40-41. 21 El dólar estadounidense y el peso colombiano estuvieron a la par durante la década del veinte. 22 A. Patiño Roselli, Op. cit., pp. 40-41; B. Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, Op. cit., p. 92. 23 A. Patiño Roselli, Op. cii., p. 36.

cambio de estilos de vida por el dinero

veces más de los que transitaban sólo unos pocos arios antes. Los "nuevos ricos" cultivadores de café pedían dinero prestado sobre su tierra para construir edificios de varios pisos en las ciudades. El champaña francés se convirtió en algo de rigor en las celebraciones elegantes, y los hogares de la clase media ostentaban cada vez con mayor frecuencia nuevas vitrolas adquiridas a crédito. Los instrumentos musicales importados se triplicaron durante este período. En la época de la presidencia de Abadía Méndez (1926-1930), se solía repatriar los restos de conservadores prominentes que hubieran muerto en el extranjero, y celebrar sofisticadas ceremonias para sepultarlos cuando regresaban al país. Pedro Juan Navarro sostuvo que incluso las ciudades de tamaño mediano en Europa y en Estados Unidos tuvieron consulados colombianos durante la década del veinte; sólo la Unión Soviética se libró de la invasión de los colombianos adinerados." Según otros observadores, Colombia era un país donde la mayoría de

los ciudadanos usaban alpargatas y eran analfabetas, mientras que los ri-incremento de cos habitualmente malgastaban gran-la desigualdad social des sumas de dinero de manera ostentosa y a menudo ofensiva." La inundación de importaciones causó penurias a los fabricantes locales y, a medida que crecía la carga de la deuda, aparecieron preocupantes déficits presupuestales. Cuando se agotaron los créditos extranjeros, en 1928, y las naciones occidentales con las que comerciaba Colombia entraron en una crisis económica poco después, se hizo evidente que los empréstitos extranjeros y las florecientes exportaciones de café intensificaban la vulnerabilidad de Colombia frente a los ciclos económicos internacionales." Para comienzos de 1928, figuras públicas como Alfonso López Pumarejo proclaman sombrías advertencias sobre la inminente contracción económica debida a la balanza comercial negativa.n Cuando se inició la década del veinte, la mano de obra colombiana sufrió los efectos de los bajos salarios frente a la inflación, que sería del 3

24 Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, pp. 199-200; Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 320-322. 25 Alcides Arguedas, "La danza de las sombras", en: Luis Alberto Sánchez, ed., Obras selectas, 2 vols., México, Aguilar, 1959, p. 763. 26 B. Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936, Op. cit., pp. 177-188, discute este aspecto del desarrollo económico colombiano. El más importante caricaturista político de la época, Ricardo Rendón, sugirió la preocupación popular por la deuda mi-terna en 1927 en una caricatura que mostraba a los políticos aguardando a tomar una lluvia de dólares que caía de un rayo suspendido en el aire, rotulado "déficit". G. Colmenares, Op. cit., p. 226. 27 Lo hizo en una conferencia dictada en el Teatro Municipal de Bogotá, el 31 de mayo de 1928.

El dinero llega a Colombia I

174 / La modernización en Colombia

la poca organizacion de los trabajadores

al 8% anual durante esta década." Sin embargo, dado que sólo el 6% de la población vivía en las tres ciudades más grandes, Bogotá, Medellín y Cali, y otro 6% en las nueve ciudades que les seguían en tamaño, la organización laboral no tenía aún la fuerza que habría de poseer en los años siguientes." Además de su reducido número en una nación que aún no estaba urbanizada, los trabajadores experimentaban las desventajas adicionales de la incertidumbre respecto a los principios bajo los cuales debían organizarse, y la hostilidad del gobierno cuando lo hacían. Cuando la Confederación de Acción Social se creó en Bogotá, después de las epidemias de influenza y de fiebre tifoidea en 1918, contó con Laurean Gómez y con Marco Fidel Suárez entre sus miembros." Y cuando esta organización se afilió a la Unión Central de Trabajadores a comienzos del año siguiente, la corporación que cubría a ambas organizaciones formuló su llamado a favor de una legislación social avanzada en términos del bien común y de la caridad cristiana de parte de los poderes establecidos." Menos de un mes más tarde, en marzo de 1919, como se describió antes, el presidente del sindicato, Manrique Páramo,

tuvo una discusión con el presidente Suárez, cuyo desenlace fue la muerte de varios obreros en la Plaza de Bolívar. Poco tiempo después de este incidente, Pedro Nel Ospina envió un telegrama a Suárez en el que lo felicitaba por su decidida acción para sostener el principio de autoridad. El mensaje llevó al director de Gil Blas, Benjamín Palacio Uribe, a observar que el asesinato por la espalda de humildes obreros no era suficiente para Ospina. Lo que hubiera preferido era ver cientos de cabezas de obreros preservadas en aguardiente y colocadas a la entrada del barrio La Candelaria como advertencia para quienes consideraran sublevarse contra la autoridad civil. Palacio concluyó que el telegrama advertía a los trabajadores acerca de lo que podían esperar si alguna vez Ospina llegaba a la presidencia." Puede concluirse que, si bien se daba una creciente agitación dentro de la fuerza laboral colombiana durante la década del veinte, esta fuerza no alcanzó a convertirse en un movimiento político ni en una fuerza política importante durante este período. En los nueve años comprendidos entre 1922 y 1930, sólo hubo ochenta y tres huelgas en todo el país

28 A. Patiño Roselli, Op. cit., p. 88, presenta la cifra de 3% a 7,3% durante este período. 29 Estas cifras son tomadas de Germán Colmenares, "Ospina y Abadía: la política en el decenio de los veinte", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 244. 30 M. Urrutia, Op. cit., p. 90; David Sowell, "The Rise of the Worker's, Labor Movement, 1899-1919", Hunúngton, Pensilvania, Juniata College, Departament of History, 1991, p. 97. 31 M. Urrutia, Op. cit., pp. 91-92. 32 Gil Blas, 26 de abril de 1919.

el paso del agriculto al obrero

la fuerza laboral colombiana no se convirtio en una ferza politica

—menos de nueve por año—. Aunque algunos de estos movimientos fueron importantes históricamente, rara vez salieron triunfantes los trabajadores." Dado que los proyectos de obras públicas consumieron la mayor parte de los dólares extranjeros que ingresaron a Colombia entre 1923 y 1930, y como la mayor parte del dinero pagado en salarios pasó a manos de personas atraídas por los proyectos ferroviarios y viales en las áreas rurales, el campo cambió notablemente gracias a esta nueva riqueza. Cerca de treinta mil campesinos acudieron a los lugares donde se realizaban construcciones, donde cambiaban su trabajo por dinero en efectivo." Las sumas que ganaban no eran gran cosa en términos reales, pero eran fastuosas en comparación con la miseria que ganaban como jornaleros o agricultores. El trabajo en las obras públicas, de hecho, pagaba cinco veces lo que el trabajo agrícola." Ofrecía también el inestimable atractivo de los viajes y de las emociones después del trabajo. El ruido y la actividad de los campamentos de construcción del ferrocarril, las brillantes luces de las cantinas, los encantos de las mujeres que seguían a

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los campamentos —para no mencionar el dinero— demostraron ser señuelos irresistibles para los campesinos aventureros y mal pagados. Dos conjuntos de intereses se vieron amenazados por la aparición de dinero en la Colombia rural y por la perturbación social y económica que generaba. Los miembros del establecimiento religioso comprendieron rápidamente la importancia de los cambios, y montaron una campaña en su contra. La mayor parte de los hombres que encabezaban la Iglesia colombiana eran de origen rural. Se les había enseñado en el seminario que la sociedad humana era orgánica y jerárquica, y que todo lo que no se conformara con este ideal era impío y debía condenarse. La Colombia rural bucólica, tal como la recordaban de su infancia, y tal como la percibían a diario cuando ejercían sus deberes pastorales, replicaba más perfectamente que cualquier otra cosa aquel benigno jardín en el que vivieron alguna vez el primer hombre y la primera mujer. La vida moderna, con su ruidosa algarabía, vicio, movimiento y señuelos materiales era un mal corruptor que amenazaba con destruir su silvestre edén. Así,

33 Mauricio Archila, "¿De la revolución social a la conciliación? Algunas hipótesis sobre la transformación de la clase obrera colombiana, 1919-1955", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Bogotá, (12), 1984, pp. 93-102. Varias de las huelgas, sin embargo, tuvieron graves consecuencias, que se discutirán en el capítulo 6. 34 El movimiento laboral colombiano en la década del veinte se discute en mayor detalle en el capítulo 6. 35 Jorge Orlando Melo, "La República Conservadora, 1880-1930", en: Mario Arrubla, ed., Colombia hoy, 6' ed., Bogotá, Siglo XXI, 1980, p. 94. Alejandro López, un estudioso de estos acontecimientos, fija la cifra en treinta y cinco mil. J. Bejarano, Op. cit., p. 197. 36 J. A. Bejarano, Op. cit., p. 205.

la iglesia contra los cambios modernos

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176 / La

modernización en Colombia



en 1922, el arzobispo antioqueño Caycedo se lamentaba de "que el campo se despoblara" y de las tristes consecuencias de este hecho para la nación." Su joven contemporáneo, monseñor Miguel Ángel Bulles, denunció "la decadencia espiritual" producida por la cultura material. Builes se condolía de los jóvenes que parecían destinados "a perder en la carretera la inocencia conservada en sus montañas". "¿Habéis visto esa multitud de hombres que trabajan en las carreteras?", preguntaba Bulles. La mayor parte de ellos son víctimas del ambiente que en esos lugares se respira. Olvido de Dios, desprecio de los días santos, bailes, juegos, licores, gestos abominables, sonrisas que denuncian liviandad, molicie pavorosa, fornicación, adulterios, pensamientos lúbricos, deseos pecaminosos, es la carroza de Asmodeo, el demonio de la impureza, que arrastra una inmensidad de pueblos." Mientras los eclesiásticos proclamaban sus advertencias, otros actuaban para proteger los intereses económicos que se vieron en peligro cuando los trabajadores abandonaron los empleos mal pagados por otros más lucrativos. La migración a los proyec-

tos de obras públicas llevó a una escasez de mano de obra y a una presión hacia el alza de los salarios. En regiones tales como el altiplano de Boyacá, una región donde no había café y que contaba con una enorme y empobrecida población dedicada a la agricultura, el problema resultaba especialmente grave durante las épocas de la cosecha cafetera, dos veces al año. Tantos boyacenses comenzaron a abandonar sus empleos tradicionales durante la década del veinte, que la Asamblea Departamental aprobó una ley que prohibía la migración estacional. Esta medida, que luego fue abolida a nivel nacional era, desde luego, inaplicable. Generó protestas de los cultivadores de café quienes, a través de voceros como Alejandro López, denunciaron esta ley por inmoral.39 Análogas protestas se presentaron cuando los terratenientes de otros departamentos, especialmente los del Valle y Tolima, aprobaron "leyes de vagancia" que acarreaban condenas de prisión para los trabajadores migratorios que fueran encontrados haraganeando en las calles de las ciudades y se negaran a aceptar trabajo en la agricultura cuando se les ofrecía.40Todos estos esfuerzos por

37 Manuel José Caycedo, El combate por la fe y por la Iglesia, Medellín, Tipografía Bedout, 1931, p. 170. 38 Citado en Miguel Zapata, La mitra azul. Miguel Ángel Bulles: el hombre, el obispo, el caudillo, Medellín, Beta, 1973, pp. 171, 275. Las observaciones de Caycedo son de cartas pastorales del 29 de noviembre de 1922, y del 8 de septiembre de 1927, y están reproducidas en M. J. Caycedo, Op. cit., pp. 170-171, 275. 39 Alejandro López, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, p. 290. 40 Una de estas leyes, presentadas a la Asamblea del Valle en 1917, puede encontrarse en Jorge Villegas y José Yunis, Sucesos colombianos, 1900-1924, Medellín, Universidad de

El dinero llega a Colombia / 177

intentos de coercionar la fuerza de trabajo

industrias nacionales

coercionar a la fuerza de trabajo fueron inaplicables en la década del veinte, cuando la aparición de dinero en el campo dio a los trabajadores del agro los medios para resistirse a las punitivas prácticas laborales de épocas anteriores. Una vez que los colombianos comenzaron a tener dinero, empezaron a gastarlo. Esto tuvo un efecto revitalizador sobre los mercados naciona-

les, que pronto se expandieron para ofrecer los productos exigidos tanto para el consumo personal como para la inversión. Ciudades como Medellín, Manizales y Pereira, ubicadas en la principal región cafetera del país, experimentaron un crecimiento sin precedentes en los sectores de ventas al por mayor y al detal, como también en las manufacturas. Medellín, particularmente, presenció la proliferación de industrias que satisfacían las necesidades de los consumidores: textiles, cerveza, azúcar, cemento y aceite de cocina. Esto, a su vez, impulsó la construcción de nuevas viviendas y de escuelas, y la expansión de la capacidad de generación de energi'a.41 Una expansión económica simultánea tuvo lugar en el campo. Una cantidad cada vez mayor de café exigía mayor capacidad de los molinos, así como carreteras y trochas mejoradas para transportar el producto al

mercado. Se necesitaban aún más animales de carga, así como materiales para el empaque, bajo la forma de costales producidos localmente. Era necesario producir una mayor cantidad de alimentos para dar de comer a la multitud de trabajadores nuevos que ingresaban a esta frontera en expansión. Los la-

boriosos arrieros y los cultivadores de café necesitaban su carne, arroz y yuca, junto con grandes cantidades de chicha, cerveza y aguardiente. José Antonio Ocampo ha descrito de manera coherente el impacto del cultivo del café sobre la economía colombiana en general: El café había creado por fin el conjunto de actividades que resquebrajarían definitivamente la economía precapitalista que habíamos heredado de la Colonia, y que la expansión explotadora del siglo xix apenas había rasguñado.42

El economista Luis Eduardo Nieto Arteta extrajo las mismas conclusiones durante la década del cuarenta. El café, veía acertadamente, había dado a Colombia una economía capitalista, un desarrollo de implicaciones revolucionarias. Gracias al café y a los ingresos provenientes de él, escribió Nieto Arteta, los campesinos "empiezan a contemplar la vida a través de la

Antioquia, 1976, pp. 279-280. En 1923, Laureano Gómez argumentó en contra de una ley similar propuesia en la Asamblea de Cundinamarca. 41 Estos aspectos se presentan en mayor detalle en Alberto Mayor Mora, "Historia de la industria colombiana, 1886-1930", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 328-331. 42 J. A. °campo, Op. cit., p. 232.

El dinero llega a Colombia I

178 / La modernización en Colombia economía", y comienzan "a vivir intensamente las realidades económicas". 43 La verdad de las observaciones de Nieto Arteta se demostró en la historia de las relaciones laborales en las haciendas de Viotá durante la década del veinte. La mayor parte de los cultivos de Viotá, que comprendían algunas de las haciendas cafeteras más grandes y antiguas de Colombia, pertenecían a propietarios ausentes, eran dirigidas por administradores a sueldo y trabajados por campesinos que vivían como arrendatarios en pequeñas parcelas de tierra que cultivaban en su tiempo libre. Por décadas, los dueños de los cultivos de Viotá, ubicada al suroccidente de Bogotá, habían disfrutado de una fuerza de trabajo sumisa, gradas a la tradicional deferencia del campesino frente a hombres de dinero y posición, y debido al hecho de que se les impedía hacer dinero cultivando café en la tierra que ocupaban. Solamente se les permitía cultivar alimentos para su consumo personal. El dominio de los terratenientes sobre sus arrendatarios era tan completo que podían retractarse de los contratos laborales con la certeza de que la única consecuencia de hacerlo sería poco más que soportar las quejas de los trabajadores, contrariados pero impotentes. « Los trabajadores de las haciendas de Viotá se encontraban, en síntesis, entre los más explotados y abusados de los trabajadores de las regiones cafeteras co-

43 L E. Nieto Arteta, 0p. cit., pp. 79, 87. 44 Véase capítulo 3, supra.

lombianas. Al menos así era antes de que llegara dinero a Colombia en la década del veinte, hasta que la fuerza laboral de Viotá comenzara, como lo dijo Nieto Arteta, a contemplar la vida a través de la economía. Dado que se les prohibía cultivar café, los arrendatarios de Viotá se beneficiaban de la economía cafetera de otras maneras. Comenzaron a producir panela y chicha, y otra serie de productos para el consumo local. En ocasiones, de veinte a treinta arrendatarios se unían para montar pequeños molinos que suministraban panela a mercados de dos a tres mil personas. Los administradores de las haciendas sabían que la caña de donde provenía la panela era robada de las tierras de cultivo. Así que hicieron lo posible por disminuir las ganancias de los arrendatarios a través de peajes, licencias, tarifas y otros mecanismos. Pero, en general, no tuvieron mejor éxito en imponer impuestos a las industrias clandestinas de estas cabañas del que tuvo el Estado. Tanto hombres como mujeres desarrollaron una gran habilidad para ocultar el producto de sus esfuerzos, vendiéndolo disimuladamente e ingresándolo de contrabando en otras regiones donde podían venderlo con mayor facilidad. El capitalismo común de Viotá se difundió a tal punto y fue tan persistente durante la década del veinte, que la mitad de los arrestos por evasión de impuestos registrados en la

región entre 1925 y 1928, fueron de mujeres que fabricaban y vendían chicha sin licencia. Los arrendatarios de Viotá eran -tan hábiles en la evasión de impuestos, que finalmente los grandes terratenientes se unieron a ellos para evacuar a los cobradores de impuestos quienes, con su escolta armada, incursionaban en las haciendas cafeteras buscando evasores de impuestos de todo tipo." Así se inició la democratización de la violación de la ley en la frontera cafetera colombiana. El caso de Viotá y de toda la zona cafetera durante la rica década del veinte, ilustra la acertada observación del historiador de la economía, Ferel capitalismo nand Braudel, según la cual el capitalismo y el espíritu capitalista descansan "sobre la ancha espalda de la vida material", que se fortalece en proporción a la expansión de los mercados y de la disponibilidad de dinero." Los arrendatarios de Viotá querían prosperar desde que comenzaron a trabajar en las haciendas en 1880. Pero sólo en la década del veinte se comen-

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zaron a dar las condiciones objetivas que favorecieron sus esfuerzos. Durante esta década, el dinero llegó a manos de personas que deseaban comprar todo lo que ellos pudieran producir. Entre tanto, las mejoras en las carreteras hacían bajar los costos del transporte, en algunos casos incluso en un 400%.47 Investigaciones en el área de los cultivos de subsistencia, al occidente de la zona cafetera colombiana, han demostrado que cuando las mejoras en el transporte están complementadas por una economía de mercado, la acumulación de capital se hace posible incluso con base en el trabajo asalariado. Cuando se dan tales condiciones, los campesinos migratorios pueden, eventualmente, adquirir sus propias tierras." Estas condiciones estuvieron presentes en la zona cafetera colombiana desde 1920. Una vez que comenzaron a ganar dinero, los campesinos de toda la zona cafetera podían esperar, de manera realista, ser ellos también algún día dueños de una finca cafetera."

45 La información sobre Viotá proviene de Michael Jiménez, "Class, Gender and Peasant Resistanse in Central Colombia, 1900-1930", en: Forrest D. Colburn, ed., Everyday Formas of Peasara Relame, Nueva York, M. E. Sharp, 1989, pp. 127-128. 46 Femand Braudel,AfterthougM on Material Civilization and Capitalina, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1977, p. 63. 47 James J. Parsons,Antioqueño Colonization in Western Colombia, Berkeley, University of California Press, 1949, p. 213. 48 Nola Reinhardt, Our Daily Bread. The Peasatu Question arad Family Farming in das Colombian Andes, Berkeley, University_of California Press, 1988, pp. 17-37. El estudio de Reinhardt refuta, en general, la ideal de que el cambio tecnológico y una mayor integración comercial destruyen necesariamente la posición competitiva de los productores campesinos. 49 Una de las canciones folclóricas más populares de Colombia apareció durante esta época de grandes expectativas en la frontera cafetera. Su primera línea dice: "Yo tengo mi cafetal, y tú ya no tienes nada".

180 /

La modernización en Colombia



Durante las década del treinta y siguientes, era posible adquirir fincas cafeteras. Las estadísticas revelan que el número de fincas en Colombia se triplicó durante los diez años comprendidos entre 1923 y 1932." La producción se incrementó en un tercio durante estos años, de dos a tres millones de sacos de sesenta kilos. Durante los veintiún años siguientes, hasta 1953, la producción total de Colombia habría de duplicarse otra vez, lle-

gando a 6.6 millones de sacos." Y durante los veinte arios comprendidos entre 1932 y 1952, entrarían en producción cincuenta mil fincas cafeteras adicionales." Con excepción de una grave caída durante la década del treinta, los precios del café gozaron de un alza continua y sorprendente, que los llevó de treinta centavos hasta ochenta centavos de dólar a mediados de la década del cincuenta." El aspecto más extraordinario de la bonanza cafetera colombiana residió en lo que se llama con frecuencia su carácter "democrático". El hecho de que el número de fmcas se tripli-

El dinero llega a Colombia /

cara entre 1923 y 1932 se debió, por una parte, a la colonización de las tierras públicas y, por otra, y como factor de mayor importancia, a la división de grandes propiedades, a través de herencias o de adquisiciones. La finca La Julia, en Caldas, para citar un notable ejemplo de lo anterior, fue descrita como la más grande del departamento en 1916. Tenía doscientos mil cafetos en producción aquel

cafeteras del departamento tenía más de cien mil cafetos." De hecho, la mayor parte de estos miles de fincas eran pequeñas, y tenían en promedio unos pocos miles de cafetos cada una." Atentos observadores de Colombia señalan que la frontera cafetera no era el lugar democrático que los idealistas estudiosos del proceso de cola nización habían sugerido." Muchas de las mejores tierras, sostienen, eran adquiridas por las pocas personas que disponían de capital de inversión a fines del siglo xix y comienzos del xx. Y

año, y ocupaba más de seiscientas hectáreas de la mejor tierra cafetera colombiana." Diez años más tarde, su dueño original, Luis Jaramillo Walker,

había desaparecido, como también su enorme finca. Esta había sido dividida en una serie de propiedades más pequeñas, que pasaron a manos de sus herederos y de otras personas que compraron lotes a los parientes de Jaramillo Walker. Para mediados de 1920, ninguna de las fincas de Caldas se aproximaba en tamaño a La Julia, de Jaramillo Walker. Y con excepción de las haciendas del colonizador Antonio José Restrepo y de otra docena de personas adineradas, ninguna de las diez mil fmcas

50 J. A. Ocampo, op. cit., p. 232. 51 Charles W. Bergquist, Coffe and Conffict in Colombia, 1886-1910, Durham, Dulce University Press, 1978, p. 230; Marco Palacios, Cojee in Colombia, 1850-1970, An Economic, Social and Political History, Op. cit., p. 232. A comienzos de la década del noventa, Colombia estaba exportando 13 millones sacos de 60 kilos. Colombia Tbday, 25(4), 1990, p. 2. 52 José Antonio Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 240. 53 En la década del veinte, el café se vendía a cerca de treinta centavos por libra. Cayó a la mitad durante la década del treinta. Sin embargo, después de 1940, los precios del café aumentaron continuamente, llegando al nivel de ochenta centavos por libra. J. A. Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", Op. cit., p. 237. 54 Sólo ciento veinte hectáreas (cerca de trescientos acres) tenían en realidad cultivos de café. El resto eran bosques y pastos. Jorge Posada Callejas, ed., Libro azul de Colombia, Nueva York, J. J. Litle and Ives, 1918, p. 335.

clase medi rural empoderada

dado que el valor de la tierra aumentó rápidamente durante este último siglo, los terratenientes utilizaron todos los medios a su alcance, legales e ilegales, para mantener su posición privilegiada, e induso para mejorarla." No obstante, lo que deseamos plantear aquí es que, a pesar de las desigualdades y luchas que acarreó la colonización de la frontera cafetera colombiana, este proceso dio lugar al surgimiento de una nueva clase social, una dase media rural empoderada por la demanda global de la bebida, moderadamente adictiva, cuya mate-

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ria prima producían y enviaban a los mercados mundiales. Colombia había alcanzado, para mediados del siglo xx, el sueño de los liberales del xix: la nación había creado una clase de agricultores relativamente independiente y relativamente rica, con una visión capitalista y persuadida de las virtudes del libre mercado. Nieto Arteta lo percibió con claridad, llegando a afirmar que la revolución inspirada por el café había hecho que un "hombre nuevo" surgiera en Colombia:

En este siglo, el café ha colocado ante los sociólogos colombianos un conjunto de realidades que permitirá obtener una ampliación de aquel contenido. Sin el café [...] no se habría perfeccionado, no habría podido estudiar las condiciones internas del desarrollo del capitalismo en Colombia, la transformación del hombre colombiano, de sus modos de ser [...]. En suma, todo ese conjunto rico en realidades diversas que el café ha creado en Colombia." Nieto Arteta veía en el café la panacea para los problemas sociales y

55 D. Monsalve, Op. cit., pp. 331-358. 56 A mediados de la década del veinte, cuando Diego Monsalve recolectó los datos para su impresionante libro, Colombia cafetera, encontró que la finca más grande de Caldas tenía ciento cincuenta y cinco mil cafetos. Al menos la mitad de las aproximadamente diez mil fincas del departamento caían dentro de la categoría de "pequeñas", por tener menos de tres hectáreas (cerca de ocho acres) y menos de cinco mil cafetos cada una. 57 El principal proponente del concepto frontera cafetera democrática fue James Parsons, en su libro Antioqueño Colonization in Western Colombia, op. cit. Esta idea se encontraba implícita también en el libro de L. E. Nieto Arteta, Op. cit. 58 De especial importancia entre los estudios que argumentan este punto se encuentra C. LeGrand, Op. at. Véanse sus observaciones, pp. 167 y ss. 59 L E. Nieto Arteta, Op. cit., pp. 81-82. El último capítulo de su ensayo se titula "Nueva vida y nuevo hombre".

El dinero llega a Colombia I

182 / La modernización en Colombia políticos del país. Este producto era para él un remedio capaz de reformar el Estado y de inducir el olvido de las ideologías partidistas. Infortunadamente, para cuando comenzaron a ganar dinero derivado de las exportaciones de café, los recios campesinos que lo cultivaban ya tenían incorporado un complicado conjunto de valores culturales, históricamente inducidos. La tenacidad de estas creencias, y el optimismo de Nieto, lo llevaron a empañar su brillante análisis con una asombrosa equivocación. Cuando terminó su libro, en marzo de 1948, conduyó con la siguiente reflexión: "Los pequeños productores, los propietarios que han cultivado ellos mismos la tierra, han triunfado. La paz y la tranquilidad reinan en Colombia".6°

Dinero y mentalidades

el campesino y su pasividad

Como se señaló antes, la población colombiana era en su mayoría campesina antes de que llegara el dinero en cantidades sustanciales. La mayor parte de los pobres se dedicaba a la agricultura de subsistencia en tierras que no le pertenecían. Eran pasivos, respetuosos de la autoridad y de las jerarquías, ocupaban un lugar predeterminado en un orden patriarcal del que rara vez escapaban. El promedio de la gente disfrutaba de poca movilidad física en aquella época. Los viajes que realizaba el habitante ni-

60 'bid., p. 45.

ral promedio se efectuaban por orden de otros y para un beneficio económico directo: trabajaba como arriero o barquero de río, o -quizá partía a defender a su patrón en una de las frecuentes guerras civiles. Salvo por estas ocasiones, los pobres de la Colombia rural vivían y morían cerca del lugar donde habían nacido, desempeñando el papel que la sociedad les había prescrito. No eran servidumbre, pero no estaban lejos de ella. La suerte de los pobres no era necesariamente desagradable; tampoco se exasperaban siempre con las condiciones de su existencia. Sencillamente, era lo único que conocían. En regiones de antiguas colonizaciones, a menudo vivían como arrendatarios, cultivaban productos específicos, trabajaban como vaqueros, o desempeñaban cualquiera de las otras tareas que se llevan a cabo en las arquetípicas haciendas latinoamericanas. Servían a su patrón, y si uno de sus hijos preñaba a la hija del peón, el papá de la muchacha lo aceptaba filosóficamente: el bebé sería hijo natural de un hombre rico y poderoso, y quizá pudiera beneficiarse de esta relación. En cualquier caso, el pobre que vivía en la proximidad cercana del rico tenía pocos recursos, y estaba en una relación asimétrica de poder. Un viajero extranjero describió la vida de los propietarios de las haciendas y de su fuerza de trabajo campesina antes de que el dinero figurara en su ecuación social:

Vivía esta gente sin preocupación alguna, comiéndose el ganado que, casi en el estado natural, se criaba en la inmensa sabana y los frutos que los arrendatarios —especies de siervos de la gleba— produjeran con el sudor de su frente."

los pobres colombianos

Antes de que los colombianos comenzaran a ganar dinero y desarrollaran actitudes modernas respecto de su uso, las relaciones humanas en el país tendían a ser estáticas y orgánicas. El ritmo de la vida era lento, no comercial. La tierra era insuficientemente aprovechada, y la vida en general rústica, primitiva. Los patrones y ritmos de la vida concordaban perfectamente con las metáforas orgánicas tan citadas por los filósofos sociales conservadores de la época, quienes, desde sus púlpitos, describían la sociedad piadosa como una sociedad de jerarquías, sistemas cerrados y absolutos. En aquellos tiempos, la estructura social armonizaba perfectamente con la metafísica tomista, tan cara a los enemigos del cambio. Era aquella la visión de una totalidad estática, tan idealizada a comienzos del siglo xx por dérigos como el arzobispo Caycedo en su macizo montañoso, por políticos como José Manuel Marroquín en sus estancias del altiplano, por estudiantes como Laureano Gómez a las rodillas de sus mentores jesuitas La vida comercial moderna introdujo una serie de factores que destruyeron pronto el sistema tradicio-

183

nal de autoridad en Colombia y en otros países. Mucho antes de que el café revolucionara la vida de esta nación andina, la expansión de los mercados y el crecimiento del comercio internacional habían transformado a Europa, dando a los países de este continente una cultura urbana y capitalista. Los pensadores europeos reflexionaban sobre los cambios e intentaban interpretar su impacto sobre la sociedad humana. Karl Marx (1818-1883), quien en 1867 publicó el primer volumen de El capital, ofrecía una visión positivista que miraba más allá del capitalismo hacia un mundo benévolo, libre de luchas, donde los medios de producción serían de propiedad de todos. Si bien la visión marxista habría de tener cierta resonancia en la Colombia del siglo xx, fue otro pensador alemán, Georg Simmel (1858-1918), quien habló más directamente a la experiencia colombiana. Al dictar una conferencia en Berlín el año del nacimiento de Laureano Gómez, Simmel postuló el efecto liberador del dinero sobre la sociedad humana. En lugar de ser un instrumento para la esclavizadón de la humanidad, señaló, el dinero fue la Carta Magna de la libertad personal para el campesinado europeo. Una vez que el dinero se convirtió en el mecanismo para satisfacer las obligaciones contractuales, liberó a los siervos para que desempeñaran una serie de actividades remuneradas mediante las

61 E Pereira Gamba, La vida en los Andes colombianos, Quito, Imprenta de "El Progreso", 1919, p. 146.

el dinero liberador

184 / La modernización en Colombia El dinero llega a Colombia / 185

cuales podían descargarse de sus obligaciones. El dinero introdujo un elemento impersonal en los tratos entre subordinados y superiores. Cuando el dinero en efectivo, bajo la forma de salarios o de pagos para cumplir con las obligaciones legales entre sirviente y amo, se interpuso entre el señor y el vasallo, cortó el vínculo orgánico que anteriormente los unía, despersonalizando a ambas partes." El proceso de la liberación humana a través del dinero, descrito por Simmel, se dio en Europa durante siglos, a medida que la cultura comercial urbana sustituyó a la vida feudal. En Colombia, la transición tuvo lugar casi de la noche a la mañana. Mientras que la modernización europea se dio mediante la expansión mesurada de las redes comerciales, la acumulación de capital, la diversificación ocupacional y la evolución de modernas técnicas comerciales y tecnológicas, la de Colombia nació apresuradamente gracias a una infusión rápida y sostenida de dinero en efectivo y de bienes de consumo. Estos dos elementos vitales de la vida moderna aparecieron súbitamente durante la década del veinte, gracias a la disposición y capacidad de naciones ricas e industrializadas de hacer empréstitos a Colombia y de pagar altos precios por el producto agrícola que crecía de ma-

nera exuberante en sus montañas. Por primera vez en su historia, las montañas de Colombia contribuían al desarrollo nacional en lugar de impedirlo. Los campesinos colombianos no tenían necesidad de escapar a las nacientes ciudades para ganar dinero —para "respirar libremente", como lo formulaban los participantes medievales del proceso—. Es cierto que algunos lo hicieron, pero la mayor parte de ellos siguieron el camino más fácil hacia la frontera cafetera, donde podían aprovechar la bonanza agrícola. El dinero golpeó al campo como una bomba, revolucionando las estructuras sociales, los estilos de vida y las actitudes. Trastocó totalmente las viejas líneas de autoridad. Quienes se encontraban en la parte más baja de la pirámide social rural experimentaron por primera vez la alegría de un mercado de vendedores. Los humildes campesinos del altiplano de Boyacá y Cundinamarca eran tan valorados por su trabajo, que los legisladores boyacenses trataron inútilmente de mantenerlos en ese lugar. Los salarios rurales aumentaron a niveles sin precedentes. Si los propietarios de la tierra se negaban a pagar los salarios máximos, alguien más lo haría. El dinero, las presiones del mercado y las oportunidades que

62 El ensayo de Simmel de 1889 eventualmente se convirtió en su célebre tratado, The Philosophy of Money, publicado por primera vez en 1904. Una espléndida versión anotada del mismo es la traducción al inglés de David Frisby y Tom Bottomore, publicada por Routledge, Nueva York, 1990. Útiles comentarios sobre Simmel son: Nicholas J. Spykman, The Social Theory of Georg Simmel, Nueva York, Russell & Russell, 1964; Kurt H. Wolff, ed., The Sociology of Georg Simmel, Nueva York, The Free Press, 1950.

ofrecían al campesino caficultor ocasionaron cambios sorprendentes en las actitudes populares. Apareció una nueva militancia, que llevó a los arrendatarios sin tierra a desafiar por primera vez a la autoridad. Hemos dado ejemplos de aquellos agricultores colombianos menos favorecidos que se oponían a las convenciones montando negocios clandestinos, cuya materia prima era a menudo robada de la

tierra de su patrón. Los arrendatarios en lugares como Viotá también de-

jaron de hablar a sus patrones con la deferencia que solía caracterizarlos, comenzaron a sabotear las propiedades de la hacienda, matando reses y grabando mensajes amenazadores en sus cuerpos. "¿Por qué habríamos de gastar tiempo saludándolo?", respondían con insolencia los arrendatarios, conscientes ahora de su valía personal. "Mejor saludar a un árbol, que al menos responde el saludo". 63 La evidencia de la nueva mentalidad resultó aún más sorprendente cuando los boyacenses, históricamente sumisos, aparecieron en la frontera cafetera con dinero para adquirir sus propias tierras: Llama poderosamente la atención el modo como allí se transforma el boyacense. Llega encorvado, con la vista baja, caminando al trotecito y quitándose de para atrás el sombrero al saludar. No es miseria, porque en el

bolsillo lleva con qué emprender trabajos. Aguárdese a que recolecte las dos primeras cosechas, que compre el caballo de montar y se ponga machete al cinto; y entonces, !ábranle campo! Al contacto con otras tierras, otros soles y otras gentes, sacude el peso de todos los agobios ancestrales y, a menudo, se va entonces al lado opuesto, pasando a ser agresivo." Este pasaje sugiere, de manera pintoresca y anecdótica, el complicado proceso a través del cual los viejos

vínculos entre el patrón y el cliente se hicieron tenues. Al unirse a miles de personas como ellos en la frontera cafetera, al ganar el dinero que les permitía acceder a una posición social más alta, los campesinos descritos por Gonzalo París Lozano ilustraban lo que Simmel describía como el "efecto desintegrador" del dinero respecto de las antiguas instituciones sociales, así como su tendencia a crear nuevas instituciones. La nueva clase rural colombiana fue creada por los rendimientos del café. Y sus miembros expresaban "aquella independencia interna, el sentimiento de autosuficiencia individual" que se genera cuando se llega a tener dinero." El café impulsó a los colonizadores hacia un contexto dominado tanto por los mercados internacionales como por una competencia individual de dimensiones casi hobbeanas. El

63 Observación de un arrendatario de Viotá, cuando recordaba cómo sus propias actitudes habían cambiado durante la década del veinte. M. Jiménez, Op. cit., p. 130. 64 Gonzalo París Lozano, ed., Geografia económica de Colombia, vol. 5, Tolima, Bogotá, Contraloría General de la República, 1948, pp. 82-83. 65 Georg Simmel, Op. cit., pp. 298, 343-347.



El dinero llega a Colombia / 187

186 / La modernización en Colombia desarrollo personal en este impetuoso contexto exigía un espectro de habilidades que no eran necesarias cuan* do Colombia tenía una economía de subsistencia. Para tener éxito en este nuevo entorno era preciso ser indusnueva mentalidadtrioso, pragmático y, ante todo, racional —incluso calculador—. Estos nuevos hábitos mentales sólo podían destruir un orden social autoritario, basado en verdades reveladas. Los cultivadores de café, interesados en su propio progreso, cada vez tenían menos necesidad de las antiguas re-

des clientelistas que alguna vez permitieron a las élites políticas movilizar ejércitos campesinos a voluntad. El profesor Anthony McFarlane podía escribir que [...] las exportaciones de café demostraron ser un [...] vehículo durable y efectivo para el crecimiento económico y la estabilización política, y para la realinción de ambiciones frustradas durante el siglo xix.tm Varios científicos sociales han observado el vínculo entre la expansión

Figura 5.1 Recolectores de café en Antioquía, hada 1920 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

66 Anthony McFarlane, "The Transition from Colonialism in Colombia, 1819-1875", en: Christopher Abel y Colin M. Lewis, eds., Latin America, Economic Imperialism and the State, Londres, The Athlone Press, 1985, pp. 120-121.

de los mercados y los cambios ocurridos en las redes clientelistas. Encuentran que es de especial importancia la manera como aparecen nuevos vínculos complejos, que luego se oponen o incluso llegan a reemplazar el sencillo lazo patrón-cliente de la época premoderna.67 Nieto Arteta le dio gran importancia a este fenómeno en su ensayo de 1948. Estaba especialmente impresionado por la manera como la Federación Nacional de Cafeteros, una asociación gremial creada en 1927, había debilitado la dependencia que tenían los caficultores del Estado, y la manera como les había inculcado un mayor pragmatismo y racionalismo." En la medida que el café transformó las actitudes e instituciones, democratizó también la violencia en la frontera. En épocas anteriores, los propietarios de la tierra y los especuladores se habían salido con la suya con los campesinos impotentes y desarticulados. Pero una vez que el dinero les confirió poder a estos, convirtiéndolos en agricultores, se mostraron capaces y dispuestos a actuar, violentamente si era necesario, para promover y proteger sus propios intereses. Según la mayor parte de los recuen-

tos, la frontera colombiana era un lugar "secularizado y codicioso", que "elevó al dinero como el valor social la frontera más apetecible" .69 Este era ciertamen- cafetera te el mensaje de la novela naturalista de J. A. Osorio Lizarazo de 1935, La cosecha. Bajó el pretexto de describir la frontera cafetera del norte de Tolima, describía a los colonos como personas codiciosas, sin ley, y muy dados a los duelos a machete y a otro tipo de desórdenes.» Esto era precisamente lo que entristecía y desalentaba al arzobispo de Medellín, Caycedo, llevándolo a exclamar, en una carta pastoral de 1927, que "el ansia de ganar dinero hace olvidar las leyes de la justicia y del honor"." La prosperidad cafetera no hizo que la posición relativa de los ricos y los pobres se modificara dramáticamente. Pero la nueva cultura ma- nueva cultura terial adquirida con los ingresos del material café tenía, en sí misma, un efecto liberador e individualizador. Las tiendas de la zona cafetera se llenaron de artículos nunca vistos en el campo. El más pobre de los campesinos podía ahora comprar un nuevo machete con una funda de cuero decorada, un nuevo sombrero, una pistola o un caballo. Cada nueva adquisición intensificaba

67 Véase, por ejemplo, John Duncan Pbwell, "Peasant Society and Clientelist Politics", American Fblitical Science Reviere, (64), jun., 1970, y Ronald P. Archer, "The Transition from Traditional to Broker Clientelism in Colombia: Political Stability and Social Unrest", ponencia presentada en Latin American Studies Association, Miami, Florida, 1989. 68 L E. Nieto Arteta, Op cit., pp. 79-82. 69 M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, op. cit., p. 195. 70 J. A. Osorio Lizarazo, La cosecha, Manizales, Arturo Zapata, 1935. Se trata de un recuento novelado sobre la vereda de Santa Teresa, en el municipio de El Líbano, Tolima. 71 M. J. Caycedo, op. cit., p. 275.

188 / La modernización en Colombia su autoestima y le ofrecía pruebas tangibles de su progreso. A los campesinos les agradaba hacerse tomar fotografías con sus nuevas galas. Estas fotografías, enmarcadas y colgadas de las paredes de las rústicas viviendas diseminadas por la zona cafetera, mostraban habitualmente al jefe de la familia, en ocasiones acompañado de su esposa, resplandeciente con su traje, reloj de oro de cadena y zapatos de cuero, exhibiendo su nueva ruana y carriel, posando ante un telón de fondo que representaba escenas pastorales como aquellas de su antiguo hogar." Esta era sólo una de las formas en que los miembros de la nueva clase de agricultores colombianos sugerían un sentido intensificado de su personalidad, y evocaban el estilo de vida al que aspiraban. La cultura burguesa de la clase media era lo que esperaban conseguir los hombres y mujeres de la frontera cafetera para sí mismos y para sus familias. Fijaban sus patrones por lo que habían visto en la ciudad y por lo que conocían de la vida en los grandes centros metropolitanos de Europa y de Estados Unidos. Pobres de los dueños de las mejores tiendas de Marinilla y de Manizales, de Pereira y de Armenia, que no pudieran ofrecer mercancías finas. Es posible que los colombianos hayan vivido en el campo durante las décadas del vein-

te al cuarenta, pero sus mentes estaban fijadas en los estilos de vida citadinos. Manifestaban lo que un prominente sociólogo colómbiano describió como "un intenso deseo de identificación con las clases altas y urbanas"." Los agricultores de café de la dase media utilizaron su riqueza de maneras que nos permiten inferir la orientación de su pensamiento. Construyeron casas de dos pisos, en las cuales el primero estaba destinado a bodegas donde se almacenaba el café de la fmca, y donde el propietario tenía su oficina —que consistía, por lo general, sólo en un escritorio y una silla, los libros de cuentas y, en ocasiones, una máquina de escribir—. La familia vivía en el segundo piso, en un grado de elegancia proporcional a la cantidad de café que pasaba por la bodega del primero. Algunas veces, el propietario de la vivienda anunciaba sus lealtades políticas pintando los postigos y las puertas de rojo, si era liberal, y de azul, si era conservador. De esta manera, armonizaba a la fuerza una multiplicidad de identidades que a menudo se repelían unas a otras, que incluso se contradecían. Era lo que sucedía con las iglesias de la zona, construidas con frecuencia con una aparente "veneración ciega" del estilo arquitectónico moderno y que, por esta razón, desafiaban

72 Fotografías semejantes, que se remontan a principios del siglo, pueden encontrarse en Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquía, Medellín, Presencia, 1988, p. 372. 73 Orlando Fals Borda. La teoría y la realidad del cambio sociocultural en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, s.f., p. 24. Fals escribió acerca de los campesinos de Saucío, Cundinamarca, a quienes entrevistó durante la década del cincuenta.

El dinero llega a Colombia I

directamente la encíclica papal contra el modernismo." Sin embargo, los piadosos cultivadores de café no parecían advertir la contradicción y celebraban en ellas sus cultos, coincidiendo probablemente con el obispo Bulles en la idea de que sus hijas no deberían usar pantalones ni montar a horcajadas a caballo, pues ambas cosas eran una afrenta a su honor y también pecaminosas. El cafetero quindiano, Luis Jaramillo Walker, era uno de los que mostraba a los otros cultivadores el tipo de vida que podrían llegar a tener si se hacían ricos. Descrito como un hombre de "linaje inmaculado", el primero entre esa "raza de titanes", este empresario antioqueño del café fue uno de los primeros en desafiar las convenciones al mecanizar su hacienda, La Julia. La suya era la fmca más grande de Caldas en 1916; sus cascadas suministraban energía eléctrica a la vecina ciudad de Pereira, y el molino de su propiedad despachaba hasta novecientas mil libras de café por mes. Jaramillo Walker construyó una casa en su finca, descrita por alguien que la vio como [...] una maravillosa residencia, donde su propietario y sus amigos disfrutan

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en todo momento de las comodidades y lujos de la vida de la ciudad. Puede ser considerada como un verdadero lugar de placer; pues todo lo que el dinero puede comprar se encuentra allí."

Luis Jaramillo Walker aparece en el elegante recibo de su casa en una fotografía tomada cerca de 1916. Para esta época es ya un anciano; mira fijamente a la cámara, tiene el pelo blanco y un bastón con cabeza de marfil en la mano, lleva un sombrero hongo en la cabeza y un traje de tres piezas fabricado seguramente con el más fino paño inglés." La imagen misma de la respetabilidad de clase media era un modelo para imitar. Luis Jaramillo Walker era el nuevo hombre colombiano, un Kubla Khan antioqueño, cuya cúpula de placer en las montañas de Quindío proclamaba que la aristocracia podía ciertamente llegar a la frontera cafetera de Colombia. Entre tanto, los colombianos de las ciudades luchaban por mantenerse al tanto de las novedades y la moda. A medida que se expandió la cultura material, cada vez era más posible para los colombianos de dase media afectar la apariencia de sus superiores sociales, incluso si no podían mantener su estilo de vida. Tiendas baratas

74 M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Op. cit., p. 200. La referencia es a Pascendi dominici gregis, de Pío X, difundida en 1907. 75 J. Posada Callejas, Op. cit., p. 335. 76 La fotografía puede verse en la descripción de toda una página de La Julia que aparece en J. Posada Callejas, Op. cü., p. 335. Los Hermanos Piedrahita, de Manizales, ciudad cercana a la hacienda de Jaramillo Walker, anunciaban la venta de textiles y de otras finas mercancías importadas de Nueva York, París, Manchester, Liverpool, Londres, Barcelona, Milán, Génova, Zurich, Ginebra y otras ciudades. Véase: J. Posada Callejas, Op. cit., p. 329.

El dinero llega a Colombia I 191

190 / La modernización en Colombia y tiendas con nombres como El mundo al día, surgieron por todas partes, ofreciendo una variedad de productos a cómodos precios. Un nuevo carácter impersonal invadió la vida cotidiana, en la medida que el concepto de precios fijos sustituyó a las dispendiosas negociaciones de antaño." Los salones de belleza ofrecían a sus dientas una variedad de peinados —trenzas, cabello corto sobre la frente, ondulados, rizos y transformaciones— todas garantizadas como chic parisien. Los fotógrafos dedicados a los retratos prometían captar la imagen femenina con tal arte, que induso a la mujer menos agraciada se le aseguraba que aparecería "con un rostro radiante, del que desbordaba su alma"." Todas estas cosas eran claros indicios de que la nación se asemejaba cada vez más al gran mundo metropolitano, cuyas maneras anteriormente parecían inalcanzables. En Colombia, al igual que en Europa y en otros lugares, la expansión de la cultura física comenzaba a desdibujar la distinción establecida con claridad previamente entre los ricos y el resto de la población. Y la creciente disponibilidad de dinero estaba transformando la mentalidad popular de maneras que pronto habrían de pro-

ducir asombrosos cambios en la vida política nacional. En la década del veinte, Colombia tenía sus fiappers y su "grupo elegante", cuyos miembros se paseaban a toda velocidad en automóviles último modelo, bebiendo licor de sus licoreras personales, de manera abierta y escandalosa. Los años de la danza de los millones señalaron un breve tiempo de camaradería entre los jóvenes que habrían de ser los futuros líderes del país, cuando olvidaron sus diferencias y se dedicaron a divertirse. Vivían la buena vida con ingenio y en un nivel de riqueza que sus padres nunca habían conocido." Cuando los estudiantes universitarios de la ciudad inauguraron el carnaval de 1926, por ejemplo, lo hicieron mediante una complicada charada que publicaron en un folleto de cincuenta páginas, con fotografías y caricaturas de Pepe Gómez, el hermano menor de Laureano. Según el panfleto, titulado Proceso de Perides Caniavaly Neiru, en la noche del 14 de julio, siete "jóvenes disolutos", entre ellos Olga Noguera Dávila, Tonny Greiffestein, Germán Arciniegas y Miguel López Pumarejo, secuestraron al rico e imaginario Perides Carnaval, a quien planeaban extorsionar para obtener el

dinero necesario para el festival estudiantil de aquel año y para el baile de caridad." Infortunadamente, la víctima había sido herida durante el ataque y la cantidad de brandy que liberalmente se le aplicó no pudo impedir que falleciera. Los maleantes fueron juzgados por el "juez" Simón Araújo y por un jurado conformado por Alberto Lleras Camargo, Helena Ospinay otros. Herrando Uribe Cualla y Julio Holguín Arboleda encontraron a los acusados culpables de los cargos que se les imputaban y los sentenciaron a conseguir dinero para la nueva "fiesta de las flores", que tendría lugar en el Parque de la Independencia, y a buscar suficiente dinero para financiar varios proyectos más, relativos a la unión estudiantil y al Hospital San José. Germán Arciniegas, quien por entonces tenía veintiséis años, era el padre espiritual de los carnavales estudiantiles de Bogotá. La idea de realizarlos se le había ocurrido cuatro años antes, en 1922, y cuando se la propuso a sus amigos, "generó entusiasmo unánime" entre ellos." Las celebraciones, después de todo, parecían especialmente apropiadas en la Colombia de la década del veinte, cuando fluían el dinero y el champaña, y el cambio estaba en el aire. La bella Maruja Vega Jaramillo fue elegida rei-

na de los estudiantes. Se alquilaron disfraces, se construyeron carrozas y las festividades fueron programadas para el 21 de septiembre. El día del carnaval, todo salió como se esperaba: el desfile de los estudiantes obstaculizó el tráfico en las calles de Bogotá y luego los jóvenes llenaron el Teatro Colón para el baile de coronación. Maruja I fue coronada en una ceremonia cuyo punto culminante fue un discurso pronunciado en su honor por Laureano Gómez, a quien se le había pedido que fuese el "orador oficial" del evento. Gómez pronunció un discurso que se describió como "lírico", "impresionante" y "bello" —un discurso completamente apropiado para aquella noche memorable." En la década del veinte, Laureano Gómez se encontraba en el punto más alto de su popularidad. Muchos liberales y un número cada vez mayor de conservadores lo percibían como la persona que debía liderar a la nación. Como sucedió con su país, el dinero llegó a manos de Laureano Gómez durante este decenio, y lo utilizó para fmanciar tres años de viajes y estudios en el extranjero. Cuando regresó a su país en 1932, las circunstancias lo obligaron a alejar a muchos de sus antiguos amigos y, en última instancia, a ensombrecer su reputación histórica.

77 La importancia social de la moderna tienda por departamentos se explora en el clásico Londres, George Allen and Unwin, 1981. de M. B. Millo; The Bon Marché, 78 Las propagandas para el comercio a las que aludimos se encuentran en J. Posada Callejas, Oj. cit., pp. 370-371. 79 En 1906, un funcionario de la embajada inglesa en Bogotá observó acerca de la forma de vestir de la élite ciudadana: "Los vestidos vienen de París, aun cuando en muchos casos Op. cit., p. 30. no se sabe cómo se pagan", M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia,

80 Germán Arciniegas el aL, Proceso de Pendes Carnaval y Neira, Bogotá, "Patria", 1926. 81 Antonio Cacua Prada, Si viviera Laureano, Bogotá, Kelly, 1989, p. 33. 82 Mil., p. 33.

192 / La modernización en Colombia

El hombre más popular de Colombia descubre el dinero Poco después del 29 de septiembre de 1916, cuando cerró La Unidad, Laureano Gómez había establecido dos alianzas personales que mitigaban la derrota que le habían ocasionado Marco Fidel Suárez y el gobierno conservador. La primera fue su matrimonio con María Hurtado, pocas semanas antes de clausurar su diario. La segunda fue su colaboración política con Alfonso López Pumarejo, que se inició en 1915. En ambos casos, Gómez obtuvo una mayor seguridad económica personal, pues la familia de su esposa y la de su amigo liberal se encontraban entre las más ricas de Colombia. Gracias a la influencia de María Hurtado y de Alfonso López, Gómez aprendió a apreciar el dinero como algo más que un corruptor potencial de la moralidad y algo que empañaba el honor nacional. María Hurtado era la sexta de los once hijos de Simón Hurtado, un humilde nativo de Popayán quien, mediante su arduo trabajo y algo de suerte, se convirtió en un rico hombre de negocios.0 En su juventud, Hurtado había conseguido un pequeño capital, con el cual fundó una compañía dedicada principalmente a la exportación de quina. Invirtió sus ganancias

El dinero llega a Colombia / 193

en tierras y llegó eventualmente a poseer lo que se describió como "magníficos fundos campestres" en los distritos de Popayán, Puracé y Silvia. Su riqueza y su reputación como hombre recto y honorable le permitieron casarse con una joven perteneciente a una prominente familia de la región y, poco después, el destino y la quina lo pusieron en contacto con Rafael Reyes. Hurtado impresionó de tal forma al joven boyacense, diez años menor, que Reyes bautizó a una de sus hijas con el nombre de una de las de Simón Hurtado. Más tarde, durante el Quinquenio, el presidente Reyes nombró a su viejo amigo ministro del interior. Para entonces, la familia Hurtado se había establecido en Bogotá, un lugar que Hurtado juzgaba más conveniente para adelantar sus negocios que Popayán." Cuando Simón Hurtado y su familia viajaron a la Sabana de Bogotá antes de fines del siglo, su comitiva creó sensación. Un número semejante de bestias de carga y la cantidad de equipaje no habían sido vistos en el camino de Popayán desde cuando Francisco José de Caldas había pasado por allí un siglo antes. Al llegar al altiplano, Hurtado dejó a su comitiva durante algún tiempo en el pueblo de Madrid, a la entrada de la Sabana, mientras buscaba una residencia

83 Nueve de los once hijos de Hurtado llegaron a la edad adulta. Dos murieron de tifo cuando eran aún niños. Al igual que su contemporáneo, Marco Fidel Suárez, Simón Hurtado era el hijo natural de una madre humilde y de un padre prominente en la región, de ascendencia aristocrática, don Vicente Hurtado. 84 Gustavo Arboleda, Diccionario biográfico y genealógico del antiguo departamento del Cauca, 2.a ed., Bogotá, Librería Horizontes, 1962, pp. 215-216; entrevista con Álvaro Gómez.

apropiada en Bogotá. Adquirió una amplia casa en la parte norte de la ciudad, en la carrera Diecinueve, inaugurando así el traslado de los ricos bogotanos fuera del centro. Durante la Guerra de los Mil Días y de nuevo cuando la caída de Reyes en 1909, Hurtado envió a su familia a Europa. Con su sede en París, todos ellos se vieron expuestos a la cultura europea a través de giras por las principales ciudades del continente. Al final de cada viaje, regresaban a casa con un nuevo mobiliario y un nuevo guardarropa que hacía de ellos la envidia de sus amistades. Simón Hurtado "supo acendrar sus condiciones para la vida de sociedad con viajes al extranjero", como lo dijo un escritor. 85 Gracislmtdeuspoa,Ibel Cajiao, con Leonor Córdoba, la esposa de José Vicente Concha, el 7 de agosto de 1914 Simón Hurtado, su esposa Isabel y sus hijos fueron invitados a la posesión del nuevo presidente. Laureano Gómez conoció a María Hurtado aquella tarde de agosto en la entrada de la residencia presidencial, recientemente renovada, el Palacio de la Carrera. Ella se encontraba de pie al lado de una palmera sembrada en una maceta, lejos del ruido y el ajetreo que se desarrollaba adentro. Marfa Hurtado era silenciosa por naturaleza. Algunas personas la consideraban pretenciosa y distante; otras decían que era simplemente tímida y reservada. En cualquier caso,

era típico de su carácter el que estuviera alejada de la actividad principal en la recepción de Concha, observando el brillo a cierta distancia. Bastante atractiva, pero ya una joven madura de veintiséis años, había sobrepasado la edad establecida para el matrimonio entre las jóvenes de sociedad. El reciente viaje a Europa la había alejado de sus amigos y posibles pretendientes en un momento crucial de su vida. Mientras permanecía al lado de la palmera, mirando las idas y venidas de los otros invitados, es posible que ya se hubiera resignado a una vida de soltería. Podemos imaginar su sorpresa cuando el apuesto y elegante congresista y director de periódico, Laureano Gómez, organizador del reciente Congreso Eucarístico y flagelo del arzobispo y del dirigente del Partido Conservador, Marco Fidel Suárez, se le acercó y comenzó a conversar con ella. Ciertamente se mostró complacida y asombrada al ver que ella, quien durante tanto tiempo había sido ignorada, y nunca la reina de un baile, hubiera atraído la atención de uno de los solteros más apetecidos de la ciudad y quien, además, era un año menor. 86 Varias cosas atrajeron a Gómez hacia María Hurtado. La conocía a ella y a su familia, sabía que era decente y piadosa, que no era dada a mostrarse innecesariamente en la calle. En síntesis, era el tipo de mujer

85 G. Arboleda, .0p. cit., pp. 215-216; entrevista con Álvaro Gómez. 86 Entrevista con Álvaro Gómez.

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194 / La modernización en Colombia que mantendría el hogar tranquilo y ordenado que necesitaba un hombre público al final de un día fatigante ante la mirada pública. Dado que había viajado extensamente por Europa era más culta que la bogotana promedio de buena familia. Y Gómez, que amaba la cultura francesa sólo un poco menos que la de la Península Ibérica, debe haberse visto encantado e impresionado cuando supo que María Hurtado hablaba con perfección el francés. Sería una excelente compañera cuando él, Laureano Gómez, hiciera su propia gira por Europa. El noviazgo entre María Hurtado y Laureano Gómez duró poco más de dos años, y culminó con su matrimonio el 9 de septiembre de 1916." Su primera hija, Cecilia, nació un año después, y fue seguida, en 1919, por un hijo, Álvaro. Dos hijos más, Rafael y Enrique, nacieron en 1922 y 1927 respectivamente. Entre tanto, Gómez luchaba por sostener a su familia. En 1917, hizo una sociedad con el ingeniero civil Luis Vargas Vásquez. El Centro de Ingeniería Vargas y Gómez se anunciaba como especializado en construcción de vivienda y proyectos de irrigación, y prometía también desarrollar planos para obras de arte, proyectos de remodelación y decoración de interiores. Los ingenie-

ros ofrecían realizar presupuestos gratuitos y ostentaban una oficina ubicada en un lugar céntrico y con tres teléfonos." En mayo de 1917, Gómez aceptó un empleo como ingeniero departamental de Cundinamarca, cargo al que el periódico Gil Blas calificó hipócritamente de "humilde". No obstante, pronto dio a Laureano Gómez la oportunidad de inaugurar uno de los más importante edificios públicos de Colombia, La Estación de Ferrocarriles de la Sabana. Lo hizo el 20 de julio de 1917, con una apología del progreso, en la cual retomaba la idea del escritor español Ángel Ganivet, según la cual los ferrocarriles simbolizan el grado de nivel cultural de un pueblo y su capacidad administrativa." El nombramiento de Gómez como ingeniero departamental coincidió asimismo con un período de intensa actividad sísmica en la parte central de Colombia. Conocido como "el tiempo de los terremotos", exigía que Gómez inspeccionara los edificios afectados en todo el departamento. Hizo también que su novia, su madre y otros miembros de su extensa familia, incluido él mismo, durmieran en tiendas de campaña en el jardín de su nueva casa en Chapinero hasta cuando hubo pasado el peligro de las secuelas de los terremotos."

87 El anuncio de su matrimonio, acompañado por fotografías de ambos contrayentes, apareció en la primera página de La Unidad en esa fecha. 88 El Conservador, 15 de abril, 15 de mayo de 1917. 89 El discurso está contenido en Laureano Gómez, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 196-198. Parte de él se cita y discute en James D. Henderson, Las ideas de Laureano Gómez, Bogotá, Tercer Mundo, 1985, pp. 91-97. 90 Entrevista con Álvaro Gómez.

Durante sus primeros años de matrimonio, la amistad de Gómez con Alfonso López Pumarejo le fue de gran utilidad. Después de reprimir su aversión por alguien a quien inicialmente describió como un hombre "de extrema izquierda", que intervenía frívolamente en la política "como lo hiciera en una partida de polo, por deporte", los dos trabajaron alegremente contra Marco Fidel Suárez y el gobierno conservador. 91 Al hacerlo, recrearon la alianza entre los históricos y los liberales, formada inicialmente a fines de la década del noventa del siglo xnc, como un medio para atacar al partido nacionalista. José Vicente Concha y Rafael Uribe Uribe habían dirigido aquella coalición, y Marco Fidel Suárez había sido su principal antagonista en la Cámara de Representantes. Las conexiones de negocios de López eran especialmente bienvenidas para Gómez, quien luchaba por mejorar su suerte personal. En 1918, López fundó el Banco Mercantil de las Américas y, un año más tarde, informó a su gerente en Nueva York, Alfred Meyer, que acababa de contratar "a varios jóvenes importantes y altamente recomendados", uno de los cuales era su amigo Laureano Gó-

mez.92 Infortunadamente tanto para López como para Gómez, su entusiasmo por la política era mayor que su entusiasmo por los negocios. Pedro A. López pronto se cansó de que se encerraran en las oficinas del banco a fumar y a "hacer política", y los despidió a ambos." Este infortunio no fue especialmente perjudicial para Gómez, pues en 1919 obtuvo un cargo en la Compañía Ferroviaria de Tolima. La segunda década del siglo fue para Laureano Gómez la de su mayor popularidad en Colombia. Entre sus . amigos y partidarios se encontraban conservadores históricos como Manuel Dávila Flórez y José Joaquín Casas, quienes le habían ayudado a fundar La Unidad; Juan y Guillermo Uribe Cualla, y Guillermo Cote Bautista, quienes habían trabajado con él en el periódico. Muchos de sus amigos eran liberales. Alfonso López y Eduardo Santos, futuros dirigentes del partido, prodigaron extravagantes alabanzas a Gómez. Su alto aprecio de Gómez no era, sin embargo, enteramente interesado. Desde 1916, miembros de la alianza liberal-conservadora contra la corriente principal del conservatismo, habían combinado negocios y placer, honrándose unos a otros en un flujo interminable de celebraciones,

91 La Unidad, 22 de agosto de 1915. El pasaje completo dice: "Alfonso López es de la extrema izquierda. El único representante del partido radical en el parlamento. Educado en el extranjero, ilustrado, rico, joven, ha entrado en este turbión e interviene en la política como lo hiciera en una partida de polo, por sport". 92 Eduardo Zuleta Ángel, El presidente López, Medellín, Albón, 1966, p. 19. 93 En una entrevista publicada en El Siglo el 4 de mayo de 1959, Gómez recordó sus frecuentes visitas a la oficina de López en el Banco Mercantil, para "hacer política". El joven López fue frecuentemente criticado por haber contribuido a la quiebra del banco de su padre en 1923.

196 / La modernización en Colombia que incluían fiestas de cumpleaños, meriendas campestres, cenas formales, fiestas de hombres solos en el Jockey Club y en lugares menos elegantes en los alrededores de la ciudad. La sociabilidad bipartidista se extendía a los hog ares, donde se intercambiaban visitas amistosas los domingos en la tarde, y tertulias entre semana. A menudo se organizaban fiestas para jugar a las cartas en la noche del domingo en una de las casas de los amigos.% Dentro de este contexto, era lógico y natural que Laureano Gómez y Alfonso López Pumarejo se convirtieran en compadres, como lo hicieron durante los arios de su más cercana colaboración —hecho que resultaba imposible de creer a generaciones posteriores de colombianos—. Para fines de 1921, después de haber expuesto las indelicadezas financieras de Marco Fidel Suárez, Gómez fue felicitado por el liberal Armando Solano como el mejor aliado del liberalismo en su lucha por el progreso y la libertad, contra el "arcaico conservatismo". Dos arios antes, un escritor de El Espectador se había referido a Gómez como "el Lenin del moderno conservatismo". 95 Durante aquellos pacíficos días de sus ataques de la coalición contra el antiguo régimen, Gómez y López abordaban su trabajo con ánimo y espíritu de diversión. Así, a fines de mayo

de 1922, los dos estaban tramando otra de las campañas de su guerra permanente contra Marco Fidel Suárez. El derrotado dirigente conservador había estado políticamente activo durante los seis meses posteriores a su renuncia, componiendo, entre otras cosas, una larga defensa de sus acciones como presidente. Pensaba publicar esta obra con el título de Honores y deshonra. Infortunadamente para él, el manuscrito fue robado de la imprenta y cayó en manos de Laureano Gómez. Cuando Gómez descubrió que Suárez había induido un colorido ataque en su contra, comparándolo con un demagogo que, desde lo alto del Salto del Tequendama, acumulaba abusos sobre un desdichado anciano que yacía maltratado abajo en las rocas, Gómez y López concibieron una parodia que sometería de nuevo a Suárez al escarnio público y que, a la vez, los absolvería de toda complicidad en el robo del manuscrito. Su plan comenzó a desarrollarse el 29 de mayo de 1922, cuando el periódico de López, El Diario Nacional, presentó en la primera página un artículo acerca de un suicidio en el Salto del Tequendama. Lo acompañaba una fotografía de la víctima que era sacada de las aguas. El hombre, Aurelio Velandia, se había suicidado al enterarse de que había contraído elefantiasis, y quizá lepra, a raíz de la

94 Álvaro Gómez recuerda que su padre le dijo alguna vez que los juegos de cartas constituían un pretexto para discusiones más serias, cara a cara. Las apuestas de juego en casa de Gómez eran literalmente centavos, y nunca excedieron estas sumas. Entrevista con Alvaro Gómez. 95 El Espectador, 10 de diciembre de 1921; 11 de septiembre de 1919.

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amputación de su pierna izquierda. Laureano Gómez entre 1921 y 1927. Al día siguiente, el 30 de mayo, El Dia- Este hecho fue importante por dos rio Nacional publicó en la primera pá- razones adicionales. En primer lugina una fotografía de Laureano gar, hizo que Suárez regresara a su Gómez, una carta de Gómez dirigida estudio a ingeniarse una manera más al director del periódico, una versión segura de defender su honor ofendimuy editada de Honores y deshonra sal- do, mediante una serie de artículos picada de humorísticos subtítulos, y periodísticos —los Sueñas de Luciano Puluna caricatura de Ricardo Rendón gar—. En segundo lugar, gracias a Hoque mostraba a Suárez, desampara- nores y deshonra, puede apreciarse lo do, sobre una rocas, mientras los bui- que sintió Suárez aquel doloroso día tres giraban sobre su cabeza. Según en la Cámara de Representantes, Gómez, un hombre a quien le faltaba cuando intentaba defenderse de los una pierna había llevado misterio- cargos que le imputaba Laureano samente el manuscrito a su casa el día Gómez. Hacia la mitad de este docuanterior. Aunque él no se encontra- mento algo seco, Suárez insertó un ba allí en ese momento, el hombre párrafo que Alfonso López calificó de era seguramente Aurelio Velandia, "intermedio lírico", una descripción impulsado a conocer el lugar de la impresionista de su dura prueba ante fantasmagórica descripción de Suárez el Congreso. En ella, se compara con de manera íntima y definitiva. un anciano meritorio y agraviado, una Marco Fidel Suárez probablemen- víctima de la calumnia política, que te estaba en lo cierto cuando calificó ha sido lanzada sobre una de las grande patraña la entrega del manuscrito des rocas que se encuentran al pie del a Gómez por parte de Velandia. Lue- Salto del Tequendama. Suárez descrigo demandó a Gómez por robo de be una escena dantesca, donde hay propiedad literaria.% enormes rocas negras que alternatiEl incidente descrito sugiere de al- vamente se exponen al sol y de las que guna manera cómo era la relación salta el agua. Un hombre se encuenentre Gómez y López por aquella épo- tra sentado en una de ellas, "solo y ca, y el vigor con el que Marco Fidel desnudo, un réprobo de la malediSuárez continuó su lucha contra cencia política". Sobre él, en un risco

96 Suárez sugiere, con iniciales, la identidad de las personas a las que cree responsables del robo del manuscrito de su "Sueño del judío errante", Sueños de Luciano Pulgar, vol. 2, 3.' ed., Bogotá, Librería Voluntad, 1940, pp. 218-219. El texto completo de Honores y deshonra fue publicado en la segunda edición de Sueños, de 1927, vol. 1, pp. 10-122. La demanda de Suárez contra Gómez se suspendió luego por falta de pruebas. Copias anotadas de los documentos relacionados con la demanda legal se encuentran en Suárez, Obras, vol. 2. José Ortega Torres, Horacio Bejarano Díaz y Guillermo Hernández de Alba, eds., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1958-1984, pp. 1.143-1.158, contienen un testimonio sobre la manera como probablemente llegó el manuscrito a manos de Gómez.

El dinero llega a Colombia 1

198 / La modernización en Colombia al borde de las cataratas, se encuentra Gutemberg Bochica, quien "gesticula y grita en medio del estruendo de mil cañones, aquel baldón con el que aguijonea a la cansada acémila el indio sin entrañas". Entre tanto, una multitud de espectadores, en los acantilados que rodean al Salto, escucharon, felicitaron y alabaron a Gutemberg y le rindieron homenaje: Niños, obreros, oradores de la plaza, congregantes, el dub, el parlamento, muchos continuos y hasta algunos magistrados brindan y aplauden al escuchar la voz infalible de Bodúca.

Suárez conduye explicando que su derrota se debió toda a la acústica, y advierte que, a pesar de todo, "lleva dentro del pecho algo que no lo deja sucumbir y que le permite apelar y esperar [-X." Por la misma época en la que Gómez y López maltrataban al expresidente Suárez, Laureano Gómez se estaba convirtiendo en un problema para el nuevo presidente Pedro Nel Ospina. Gómez se había opuesto a Ospina desde mediados de 1921, cuando el empresario antioqueño había sido elegido para suceder a Suárez. A comienzos de 1922, cuando el presidente electo propuso que Colombia estableciera un banco nacional y negociara empréstitos extranjeros para el desarrollo, Gómez inició sus ata-

ques, aunque no con la misma vehemencia con la que atacó a Suárez. En el mes de marzo argumentó que el nuevo banco debía estar sometido a

restricciones, para que no diera lugar a una peligrosa "plutocracia de la riqueza" en el país. Deseaba también restringir el uso que haría Ospina de los primeros cinco millones de dólares correspondientes a la indemnización." Se opuso a varios proyectos ferroviarios a los que estaba destinado dinero proveniente de la indemnización, pero al mismo tiempo apoyó la asignación de partidas para el Ferrocarril del Pacffico, cuyo director era su aliado Alfredo Vásquez Cobo. La oposición inicial de Gómez a Pedro Nel Ospina se arraigaba en una tensión regional social, antigua y bien documentada, entre los antioqueños y los colombianos de las regiones de Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes. Laureano Gómez se veía a sí mismo acertadamente como el representante de los electorados de estos departamentos del interior del país. Sotelo Peñuela acusó a Gómez de hostilidad hacia el. Ferrocarril del Carare porque la comisión que lo proyectaba estaba dominada por antioqueños." En septiembre, Gómez pidió a sus colegas de la Cámara que estudiaran con cuidado el contrato para construir un ferrocarril en Antioquia antes de aprobarlo.'" Llegó induso a organizar una Sociedad Colombiana

97 M. F. Suárez, Sueñas, Op. cit., vol. 1, 2' ed., 1927, p. 34. 98 El Tiempo, 31 de marzo de 1922. 99 /bid., 24 de abril de 1922. 100 lbfel., 28 de septiembre de 1922.

de Ingenieros y luego hacerla acreditar como el cuerpo que expedía los certificados para los ingenieros de minas, con el fin de romper el monopolio que sobre tal acreditación tenía la Escuela de Minas de Medellín. En octubre se opuso a la propuesta de Ospina de hacer un empréstito de cien millones de dólares, argumentando que tales transacciones representaban una amenaza paradas instituciones nacionales. Según su razonamiento, grandes sumas como ésta podrían hacer que la Cámara de Representantes se convirtiera en una "pera de boxeo de quienes tenían intereses especiales". 10 ' Para noviembre, se había aficionado tanto a estos debates que agravió al ministro del interior de Ospina, Manuel María Marulanda, por sus actuaciones durante el Quinquenio, e insistió en que Ospina jurara utilizar el pago de la indemnización de Estados Unidos como aval para el empréstito propuesto.'" Cuando la Cámara de Representantes aprobó la propuesta para el empréstito el 30 de noviembre, Gómez y otros once representantes firmaron una declaración en la

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que sostenían que la medida perju dicaba las instituciones nacionales.'" Entre tanto, Pedro Nel Ospina adelantaba una astuta campaña para ganarse el favor de Laureano Gómez, cuyo resultado esperado era convertir a este ere su ardiente defensor y de su régimen. Ospina tenía muchas razones para hacerlo, de las cuales la primera y más evidente era silenciarlo. Esta estrategia, desde luego, lo enfrentaría con Marco Fidel Suárez. Pero frente a este hecho inevitable, ¿quién mejor que Gómez para defender su gobierno contra Suárez y sus seguidores? Más aún, Gómez sería útil para su administración. Después de todo, era el joven político más carismático y popular del país, un ardiente defensor del progreso y un ingeniero experimentado; era, además, un conservador dedicado. En otras palabras, Gómez tenía mucho en común con el propio Ospina. Perdonar a Gómez sus primeros ataques contra su candidatura, concluyó Ospina, sería lo más prudente.'" Laureano Gómez tenía sus propias y bien fundadas razones para mostrarse

101 /be, 31 de octubre de 1922. 102 El debate se encuentra en: Laureano Gómez, Obras completas, vol. 4, Ricardo Ruiz Santos, ed., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, Parte 1, pp. 286-296. Se reporta en El Tiempo, 6, 25 y 27 de noviembre de 1922. 103 El Tiempo, 1° de diciembre de 1922. La propuesta fue derrotada luego en el Senado. 104 Poco después de que Gómez ingresara al bando de Ospina, el político antioqueño Román Gómez le preguntó al presidente por qué había aceptado a un hombre que había hablado tan mal de él. Pedro Nel Ospina rió y respondió que lo había hecho para convertir a Gómez de un camero en una oveja. El Espectador, 6 de agosto de 1932. La reconciliación entre Ospina y Gómez convirtió instantáneamente a Suárez en el dirigente de los conservadores que se oponían al gobierno. Para 1923, había publicado un panfleto contra Ospina, en el que se refería al presidente como "un novillo muy gordo y muy lucio". Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Op. cit., pp. 288-289.

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receptivo a las propuestas de Ospina. Al aproximársele, el presidente había demostrado su voluntad de romper con Suárez, hecho que, sin duda, impresionó a Gómez. Este era ambicioso y contar con el apoyo del presidente podría contribuir a promover su propia carrera política. Más aún, era muy halagador que un hombre del poder y prestigio del presidente se mostrara dispuesto a tenderle la mano en un gesto de amistad, cuando él había hecho tan poco por merecer este gesto. Gómez siempre había respondido favorablemente ante hombres mayores de carácter fuerte, y a menudo se esforzaba por emularlos. Era lógico, entonces, que, dada la oportunidad, admirara a Ospina quien, entre muchas otras cosas, era el ingeniero más famoso del país. ¿No había aceptado con cortesía el presidente ser miembro honorario de la sede bogotana de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, fundada por Gómez, felicitando a la organización y a su fundador por la obra que adelantaban?'° 5 iQuégestománbl,vidoe

fundador de la Escuela de Minas de Medellín! El nuevo presidente obviamente no era un antioqueño egoísta y de estrechas miras, ávido por promover su región a expensas de otras menos afortunadas. Finalmente, y no de poca importancia a los ojos de Gómez, Ospina era un conservador histórico —que sabía lo que era sufrir por los ideales políticos.'° 6 Ospina selló su manejo de Gómez enviando al alborotado político a una misión diplomática que lo alejaría del escenario público colombiano durante dos años. Nombró a Gómez, junto con su viejo amigo Guillermo Valencia y con el liberal Carlos Uribe Echeverri, como delegados a la Quinta Conferencia Panamericana Internacional en Santiago, Chile. Después de la conferencia, Gómez debía continuar hacia Buenos Aires, donde representaría a Colombia como embajador?" Era su primer viaje al extranjero y cuando partió de Barranquilla el 27 de febrero de 1923, Gómez tuvo el tiempo suficiente para enviar un telegrama a Benjamín Herrera.

105 El Tiempo, 15 de octubre de 1922. 106 Ospina, como se recordará, fue exilado por el presidente Marroquín a mediados de 1901, después de un intento fallido de los conservadores históricos por derrocarlo. Tres años después de la reconciliación entre Ospina y Gómez, Marco Fidel Suárez, en su "Sueño de los peligros", Sueños, Op. cit., vol. 10, ed., 1954, pp. 67-87, sostuvo que finalmente había llegado a comprender que Ospina era un histórico: "Su Excelencia nunca, jamás, fue otra cosa que histórico calificado", escribió (p. 76). Habiendo explicado a satisfacción que Ospina era un histórico y, por ello, una de las Furias, agregó una reflexión que representa una inteligente evaluación de su propia apreciación política errada: "Pero lo que sí no se explica (diré yo por mi cuenta) es mi candidez, que merece el nombre de bobada. iVálgame Dios, señores! Al contemplarme y al contemplar los pasos de mi triste carrera, más de un suceso me parece contradictorio" (p. 77). 107 Su hijo Álvaro viajó con la comitiva inicial. María Hurtado, Cecilia y Rafael lo seguirían algunos meses más tarde.

Al dejar este país enyfole saludo —escribió—. Hago votos bienestar personal distinguido ciudadano de cuya probidad y rectitud espera grandes bienes la República. Amigo. Laureano.'"

En un artículo publicado en El Gráfico, Luis Eduardo Nieto Caballero observó que el viaje sería bueno para Gómez, a quien consideraba una persona "enfermizamente suspicaz", por su manera de frustrar las mejores intenciones de sus colegas con irónicos apuntes sobre sus ocultos motivos. Gómez "nos seduce con su talento y energía", proseguía Nieto, quien esperaba que, durante su viaje, aquél reflexionara sobre las ironías de la vida, [...] a fin de que llegue a olvidarse de la crueldad que de él se apodera cuando en los arrebatos de la inspiración, en pleno trance, injuria con sus labios la sibila [...J. Curado de aquel defecto, será posible que Gómez regrese mejor preparado "para asistir en la obra de nuestra redención". 1"

Prosiguiendo hacia Buenos Aires desde Santiago, por tren, Gómez presentó sus credenciales el 22 de mayo de 1923. Permaneció en este cargo hasta febrero de 1925. Una vez instalado como embajador, se dedicó a su trabajo con su característico entusiasmo. Dedicó escuelas, organizó una recepción de gala para la comunidad diplomática, mejoró la biblioteca de la embajada, viajó a Paraguay para la posesión del nuevo presidente de aquel país, e incluso tuvo tiempo de compartir sus pensamientos acerca de la Liga de las Naciones con el ministro de relaciones exteriores, Jorge Vélez. Atendía a los colombianos que visitaban Argentina, en ocasiones lujosamente. Cuando el célebre novelista y polemista José María Vargas Vila pasó por la ciudad, Gómez ofreció un banquete en su honor. El escritor se marchó complacido de Argentina, observando que "en Buenos Aires se me hicieron honores de pugilista"."° Al parecer, el diplomático conservador y el iconoclasta escritor se llevaron

108 El texto del telegrama aparece en El Tiempo de la misma fecha. 109 El Gráfico, 24 de febrero de 1923. 110 Malcolm Deas, ',fugas Yrla, sufragio, selección, epitafio, Bogotá, Banco Popular, 1985, p. 297. La información sobre el primer año que pasó Gómez en Argentina se encuentra en los despachos de Colombia, Ministerio de Relaciones Exteriores, Legajo Argentino, 1923-1931. Otra información proviene de La Nación, Buenos Aires, 30 de septiembre de 1923, y 20 de julio de 1924; La Prensa, Buenos Aires, 20 de julio de 1924. Mientras residió en Buenos Aires, es probable que Gómez haya asistido a las conferencias dictadas por el político derechista militante Leopoldo Lugones. Este enfatizaba en los peligros de una democracia mayoritaria, a la que se refería como "medio más uno" y que, en su opinión, rebajaba el nivel del debate político y en última instancia, llevaba a los pueblos a la demagogia y por ende, al bolchevismo. Gómez habría de decirle a los colombianos exactamente lo mismo durante la década de 1940. Véase: Sandra McGee Deutsch, Counterrevolution in Argentina, 1900-1932. The Argentine Patrio& League, Lincoln, University of Nebraska Press, 1986, pp. 191-192.



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202 / La modernización en Colombia bien. Poco después de conocer a Gómez, Vargas Vila lo describió como un parangón de virtudes y elocuencia, con una cabeza semejante a la de Dantón y "facciones como modeladas por un escultor de la India, encargado de tallar el ídolo de una tribu en el corazón de una encina sagrada". De acuerdo con Vargas Vila, Gómez había aparecido "como Jesús en el templo de los traficantes, sacudiendo su verbo como un fuete". Sus palabras fueron "el hacha que decapita el crimen, a plena luz del sor.'" Entre tanto, en Bogotá, Marco Fidel Suárez informaba a los lectores de El Nuevo Tm mpo que el apellido Gómez "parece venir de 'Goma', nombre propio gótico"." 2 Para 1924, Laureano Gómez había comenzado a comprender que las grandes empresas acarrean grandes costos financieros. En enero de aquel año envió al ministro de relaciones exteriores, Jorge Vélez, una larga carta en la que se quejaba del alto costo de la vida en Buenos Aires, de que su salario de mil dólares era doscientos dólares menos que el del embajador anterior, de las extraordinarias cuentas médicas que lo habían obligado a negociar un préstamo a corto plazo con la familia de su esposa, de los tres mil dólares que debía pagar para el transporte de su esposa e hijos a Buenos Aires. Amenazó con renunciar a menos que le enviaran mil dólares

para cubrir sus gastos. Gómez le recordó a Vélez que, en caso de renunciar, el gobierno estaba obligado, por ley, a enviarle dos mil dólares de indemnización. Vélez, a quien no le agradaba Gómez, instruyó a sus subordinados para que le enviaran al embajador los mil dólares que pedía, y mil más para su pasaje de regreso a Colombia."' El dinero fue remitido, pero al parecer la orden de regreso fue revocada, pues Gómez permaneció un año más en Argentina. Doce meses después, el 2 de. febrero de 1925, Gómez envió de nuevo un telegrama a Vélez, diciendo que consideraciones financieras exigían su renuncia inmediata. La noticia del inminente regreso de Gómez causó una ola de entusiasmo en Colombia, especialmente cuando se supo que le habían ofrecido y había aceptado el cargo de alcalde mayor de Bogotá. Los residentes de la capital del país tenían razones especiales para sentirse complacidos con la perspectiva de tener a este dinámico y progresista ingeniero y político como alcalde. El amigo de Gómez, Alfonso López Pumarejo, había negociado recientemente un enorme empréstito por seis millones de dólares, con Dillon Read Company, en Nueva York. Este dinero, en manos de quien supiera usarlo, significaba que todas las mejoras municipales, necesitadas con

Medellín, Gráficos Estilo, 1950, pp. 73.78. 111 Ernesto Bedoya Cardona, De desterrado a pnuidents, vol. 2, 1921. Op. cit., Obras, 112 M. E Suárez, 113 Colombia, Ministerio de Relaciones Exteriores, Legajo de Argentina, 1923-1931. La irritada nota de Vélez está garrapateada en la parte final de la carta de Gómez.

urgencia y deseadas durante largos años, pronto se realizarían. Alfonso López, cáusticamente descrito por los diplomáticos británicos como "un arribista social", "un hombre que vive más allá de sus medios", continuó así moldeando la apreciación que tenía Gómez del dinero, su poder y los placeres que conseguía."4 Antes de llegar a Colombia, Gómez se reunió en Nueva York con los representantes de Dillon Read, quienes lo trataron con toda la cortesía que habitualmente dispensaban a un cliente importante."' Después de pasar seis semanas en Nueva York, Laureano Gómez y su familia regresaron al país. Hubo una palpable sensación de entusiasmo en los círculos políticos cuando corrió el rumor de que sería propuesto como candidato presidencial. A pesar de su insistencia en que su único deseo era trabajar con dedicación en su alcaldía, y el entusiasta apoyo de Bogotá y

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Cundinamarca en el sentido de que le agradecían su voluntad de hacerlo, muchos expresaron dudas de que en realidad aceptara el cargo. Un columnista de El Tiempo estaba seguro de que Gómez regresaría a la política, y esperaba que lo hiciera más sosegado, como lo había hecho Uribe Uribe después de su misión diplomática en Argentina y Brasil. El autor felicitaba "al incomparable ingeniero y parlamentario" por haber terminado su formación como estadista en Buenos Aires, y por haber, "junto con su culta esposa, representado brillantemente a Colombia" en el Cono Sur." 6 Cuando se le pidió que comentara acerca de la política nacional, Gómez aplaudió al presidente Ospina por su actitud progresista y su buena voluntad, agregando que su carácter y habilidad lo colocaban en el primer rango entre los dirigentes americanos."' Tales comentarios enviaron el claro

114 M. Palacios, Estado y clases enColambia, Op. cit., p. 72. 115 La importancia del préstamo de Dillon Read se sugiere en Oliverio Perry, Quién es quién en Colombia, Bogotá, Kelly, 1944, p. 125, donde se describen las actuaciones de López para asegurar el empréstito en 1923 como "admirables". López representaba al Concejo de Bogotá, el cual necesitaba el dinero para terminar las mejoras cívicas que habían sido legalmente ordenadas diez años atrás. Según Ignacio Rengifo, Gómez fue "espléndidamente atendido" por los agentes de Dillon Read en Nueva York y luego llegó a Colombia "con el certificado del préstamo en el bolsillo". Rengifo prosiguió recordando a los senadores que Alfonso López era el compadre de Gómez y también el mejor agente de Dillon Read en Colombia. Citó a López como la fuente de su información, agregando que López y sus amigos ganarían una comisión entre novecientos mil pesos y ;1.2 millones de dólares en la transacción. Gómez no pudo defenderse de estos cargos que se presentaron contra él en el Senado, porque había sido declarado persona no grata por esta corporación. Su amigo, el senador Guillermo Cote Bautista, intentó defender a Gómez, diciendo que- era normal que los hombres de negocios trataran bien a sus clientes. El Tiempo, 16 de noviembre de 1925. 116 El Tiempo, "Cosas del día", 8 de abril de 1925. Véase también El Espectador, 4 de marzo de 1925; El Gráfico, 7 de marzo de 1925. 117 El Tiempo, 24 de mayo de 1925.

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mensaje de que Gómez se mostraría receptivo a cualquier propuesta que el presidente quisiera hacerle. Entre tanto, la ovación continuaba. El Diario del Comercio de Barranquilla se deshizo en elogios de Gómez, "la expresión sintética de nuestra ideología colectiva, en cuanto tiene de noble y hermoso", y se refirió a él como "este nuevo hombre verdadero"." 8 Incluso miembros de la misión diplomática inglesa, que no eran dados a un excesivo elogio de los políticos colombianos, declararon que Gómez era un [...]hombre capaz y ambicioso [...] que debe llegar muy lejos en la vida pública de su nación, y la presidencia, que indudablemente tiene como objetivo final, quizás caiga algún día en sus manos. "9

Los únicos colombianos que no se alegraron del regreso de Gómez fueron los miembros de la vieja guardia conservadora. Cuando, el 17 de junio, un miembro del Centro Social Conservador propuso un saludo al copartidario que había regresado, causó un tumulto y diez miembros se levantaron a atacar a Gómez.'" A comienzos de junio, Pedro Nel Ospina ofreció a Gómez el Ministerio de Obras Públicas. Gómez le hizo algunos reparos, observando que el cargo era muy exigente, y su ministro objeto de intensa presión social. Sin embargo, su indecisión no habría de

Figura 5.2 El presidente Pedro Nel Ospina y el ministro de obras públicas, Laureano Gómez, en Bucaramanga, 1926 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

durar mucho tiempo pues, para el 9 de junio de 1925, había aceptado.' 2' Gómez asumió sus deberes con el compromiso de un hombre que tiene una tarea por delante y recursos ilimitados para llevarla a cabo. Redobló

118 Citado en El Tiempo, 25 de mayo de 1925. 119 M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Op. cit., pp. 70-71. 120 El Tiempo, 19 de junio de 1925. 121 El Tiempo de aquel día publicó su fotografía junto con la de los otros ministros de Ospina.

los esfuerzos realizados por los dos an- alameda, que seguía el curso del río, teriores ministros de Ospina, apresu- se extendía por el centro de Bogotá rando los proyectos correspondientes desde la avenida Tercera hasta la Esa veintidós ferrocarriles y otros pro- tación del Ferrocarril de la Sabana, yectos de transporte para los que se cerca de veinte cuadras más lejos. La habían asignado cerca de veinte mi- obra exigió derribar varios edificios, llones de dólares de la indemnización lo cual enojó a personas como Marco estadounidense.'" El nuevo ministro Fidel Suárez quien, en su "Sueño de obviamente tenía acceso a dineros pro- la locura", culpó a Gómez por crear venientes del préstamo de Dillon vanidosamente una "Quinta Avenida Read, y también a otros fondos, pues colombiana", por completo inaprocontrató miles de trabajadores para la piada para una ciudad de sólo ciento realización de proyectos en Bogotá y cincuenta mil almas.'" en sus alrededores, así como en otros El nuevo ministro de obras públilugares del país. Al final de su ges- cas de Ospina también amplió y extión, a mediados de 1926, Bogotá y su tendió la carrera Catorce, desde el entorno parecían una inmensa obra centro de la ciudad hasta Chapinero, en construcción. Entre los proyectos dándole el nombre de avenida Caramás sobresalientes se cuentan el es- cas. Completó el edificio del Capitotrechamiento del espacio entre los rie- lio y remodeló la Plaza de Bolívar, les entre Bogotá y Facatativá, lo cual dotándola de fuentes luminosas y de permitió viajar ininterrumpidamente un estacionamiento para autos, y meentre la capital y el río Magdalena, y joró el trazado del tranvía. Remodeló la terminación de la canalización y cu- también el Parque del Centenario, brimiento del río San Francisco, pro- ubicando allí una escultura que inyectados desde hacía largo tiempo.'" cluía la estatua neoclásica de RoberEn uno de sus típicos gestos de extra- to Henao Buriticá, La Rebeca. Algunos vagancia, Gómez combinó el proyecto la calificaron como una exaltación del de canalización del río con la creación cuerpo humano; otros, ofendidos por de una nueva avenida, construida so- sus túrgidos senos y carnes desnudas, bre el río cubierto, a la que llamó Ave- la consideraron salaz.'" Los proyectos nida Jiménez de Quesada. La amplia de obras públicas proliferaron a tal 122 Seis millones fueron utilizados para crear el Banco de la República y el Banco Agrícola Hipotecario. El resto del dinero fue dividido en dieciséis proyectos ferroviarios, dos cables aéreos y cuatro proyectos fluviales y portuarios. J. Sánchez Camacho, Op. cit., p. 176. 123 El Tiempo del 1 de septiembre de 1926 publicó una fotografía del presidente Ospina y de sus ministros en la Estación del Sur, celebrando la llegada del primer tren directo desde Girardot. Gómez aparece en el trasfondo, fumando y satisfecho de sí mismo. 124 M. F. Suárez, Sueños, Op. cit., vol. 10, 3.a ed., 1940, p. 358. 125 Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia, ideología y cultura, Bogotá, Aurora, 1985, pp. 123, 128. Otra notable obra de arte adquirida con dineros públicos fue el tríptico pintado por Andrés Santamaría, utilizado para adornar la nueva Cámara de Representantes.

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206 / La modernización en Colombia ritmo durante su administración, que uno de los muros del nuevo Palacio de Gobierno de Cundinamarca permaneció sin términar porque Gómez lo había convertido en depósito de placas conmemorativas para sus creaciones. 126 Para mayo de 1926, a punto de terminar su primero y único año como ministro, se inauguró la celebrada extensión que hizo Gómez del ferrocarril hacia el norte, hasta Chiquinquirá, donde había construido una enorme y adornada estación neoclásica. Aquel mismo mes, inauguró otro de sus grandes proyectos, una nueva carretera que eventualmente haría posible viajar entre Bogotá y Honda por tierra.'" A comienzos de junio de 1926, Gómez presentó su informe anual al Congreso, donde consignó los logros alcanzados durante los últimos doce meses.'" Contenía numerosas fotografías de ferrocarriles, puentes, carreteras, estaciones de ferrocarril y monumentos. Si bien documentaba logros

que ningún ministro de obras públicas anterior hubiera podido atribuirse, muchas personas se quejaron por la falta de planeación y el desperdicio de dinero en el que se incurrió. Roberto Urdaneta Arbeláez llegó induso a calificar la gestión de Gómez en el Ministerio de "catástrofe administrativa".'" Eugenio J. Gómez dio rienda suelta a sus cargos en un libro publicado en 1942, el mismo año en el que José Francisco Socarrás publicara lo que es todavía hoy el recuento más devastador, detallado y entretenido de la frenética actividad de Gómez durante su año como ministro.'" Las acusaciones de falta de planeación eran ciertas, como lo sugiere el hecho de que Gómez jamás las respondió. Pero debe señalarse que Colombia no tenía ninguna tradición en la planeación de obras públicas cuando Laureano Gómez ocupó este Ministerio. Tampoco habría de tenerla durante los veinticinco años siguientes. Resulta significativo que cuando Colombia finalmente estableció su

126 El Nuevo Tiempo, 22 de octubre de 1926. 127 El Tiempo, 13 y 26 de mayo de 1929. En la ceremonia de inauguración de la carretera, Alberto L'eras Camargo se refirió elogiosamente a Gómez como "un hijo de Bogotá", cuyos esfuerzos habían sido de inestimable valor para la ciudad. 128 Colombia, Ministerio de Obras Públicas, Memoria, Bogotá, Imprenta Nacional, 1926. 129 Lo hizo en un debate realizado en la Cámara de Representantes el 22 de agosto de 1928. Véase: Roberto Urdaneta Arbeláez, Escritos y discursos, Bogotá, Presencia, 1985, pp. 37-44. Bogotá, Tipo130 Eugeniol. Gómez, Covuttairmo, socialismo, liberalismo, vol. 2. Problemas colombianos, grafía Colón, 1942, pp. 329-410. José Francisco Socarrás, Laureano Gómez, psicoanálisis de un resentido, Bogotá, Librería Siglo XX, 1942, pp. 16-24, 341-374. J. Socarrás incluye una serie de documentos detallados y en ocasiones divertidos para sustentar el cargo de que muchos de los proyectos fueron terminados apresuradamente sin estudios previos. Análogas acusaciones aparecieron en El Nuevo Tiempo, 25 de enero de 1926; El Tempo, 28 de abril de 1926; Alejandro Galvis Galvis, Memorias de un político centenarista, vol. 1, Bucaramanga, s. e., 1975, p. 159.

Oficina Nacional de Planeación, lo hizo durante el gobierno del presidente Laureano Gómez. La ironía de la posición de Gómez en 1925 y 1926 fue apreciada por los políticos colombianos. El hombre que durante ocho largos años había denigrado de quienes apoyaban el lucrativo tratado Urrutia-Thompson, fue el mismo que utilizó el dinero que se obtuvo por su intermedio. No sólo gastó buena parte de la indemnización, sino también buena parte del empréstito Dillon Read de 1925 y del préstamo de Baker Company, negociado a comienzos de la presidencia de Ospina. Incluso más irritante para algunos era el hecho de que a Gómez se le asignara la tarea de dirigir la campaña de Ospina para obtener la aprobación de un nuevo empréstito por sesenta millones de dólares en el Congreso. Para completar el extraordinario encuentro de Laureano Gómez y el dinero durante aquella época de su vida, Simón Hurtado falleció el 17 de junio de 1925. Esto hizo de María Hurtado una rica heredera, y de su esposo un hombre relativamente adinerado por primera vez en su vida. Esta circunstancia dio lugar a un significativo incidente en la sesión del Congreso del 20 de octubre de 1925, cuando Gómez le apostó al representante Abel Casabianca mil dólares a que el testimonio que acababa de dar era verdadero. Casabianca no quiso aceptar la apuesta, observando que,

al no haberse dado una muerte en su familia, no disponía de tal cantidad de dinero. Gómez correctamente atacó a Casabianca por aludir a su familia en el debate, pero la mayoría coincidió en que Casabianca había ganado la discusión."' Pedro Nel Ospina no hubiera podido haber hecho una peor elección para su propósito de engatusar al Congreso con el fm de que aprobara el nuevo empréstito. Gómez y la mayoría suarista convirtieron las sesiones de 1925-1926 en un conflicto lleno de drama, entre lo sublime y lo prosaico. La sesión fue emocionante, pero terminó con pocos asuntos importantes resueltos y con un rotundo rechazo a la propuesta de Ospina. No obstante, fue una gran diversión, que dio pie para grandiosos titulares de prensa, y estuvo llena de incidentes que perviven en la tradición política nacional. Momentos de humor fueron ofrecidos por el presidente del Senado, el irónico Jorge Holguín, quien afirmaba temer que la elocuencia de Gómez lo convenciera de votar a favor del empréstito contra su voluntad, y quien, en otra ocasión, fingió estar decepcionado cuando supo que los aplausos que se escucharon cuando se levantó para hablar eran en realidad para Laureano Gómez, quien acababa de ingresar a la Cámara. Hubo momentos de temor y casi de violencia, como cuando, en noviembre de 1925, Gómez debatió contra los

131 Este debate se encuentra en L. Gómez, "El incidente Gómez-Casabianca", en: Obra selecta, Op. cit., vol. 1, pp. 398-403, y en El Tiempo, 20 de octubre de 1925.

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La modernización en Colombia

senadores Ignacio Rengifo y Román Gómez. En cierto momento de los debates, los senadores llegaron a las manos, y se temió que Gómez fuese atacado físicamente por los iracundos miembros de la mayoría suarista. Durante la sesión del 14 de noviembre, que se prolongó hasta las primeras horas del 15, la Cámara votó para absolver a Marco Fidel Suárez de los cargos que Laureano Gómez había presentado contra él cuatro años atrás. El Senado votó para vetar la asistencia del ministro de obras públicas a las sesiones siguientes. El 17 de noviembre, el editorial de El Tiempo afirmaba que estos acontecimientos marcaban el completo colapso de la política colombiana.'" Nieto Caballero, que observaba con desaprobación desde afuera, llamó al Congreso de 1925 un circo, y opinó que el amor propio y el rencor de Laureano Gómez llevarían a su eventual caída.'" La batahola continuó cuando el Congreso se reunió de nuevo a mediados de 1926. Gómez y Ospina habían pasado los meses anteriores viajando por el país para visitar los proyectos de obras públicas, mientras Marco Fidel Suárez y El Nuevo Tiempo mantenían su barrera de críticas contra Gómez, refiriéndose a él como "el terror", "el alma del purgatorio" y

"hiena con el alma envenenada".' 34

AunqeaGómzslhbívtdoa entrada al Senado, podía entrar, y lo hacía, a la Cámara de Representantes, siempre ante galerías atiborradas de estudiantes, funcionarios públicos y otras personas que no se perdían una palabra que pronunciara, y que aplaudían la elocuente defensa que hacía de su administración y del gobierno de Ospina. Un momento memorable ocurrió en la sesión del 2 de agosto, cuando Gómez pareció sufrir un lapsus y confundir a Carlos Arango Vélez con su hermano, un médico que trabajaba para una compañía de petróleos norteamericana. Cuando Arango lo corrigió, afirmando ingenuamente: "No señor, usted se equivoca. Soy abogado", y el público aplaudió pensando que Gómez había cometido un error, este se volvió y desencadenó un violento ataque que comenzó: "ah! ¿Con que usted no es médico? Entonces declaro que este debate carece de toda importancia", conclusión que sustentó señalando que Arango era un pobre abogado que trabajaba "con una sociedad de abogados que se ha especializado justamente en perder grandes pleitos".'" Su actuación hizo que la cámara estallara en vítores. El 3 de agosto, Gómez entró al Senado para responder a las acusaciones

132 Parte del debate con Rengifo se encuentra también en L Gómez, Obras completas, op. cit., vol. 4, Parte 1, pp. 330-348. 133 El Gráfico, 21 de noviembre de 1925. 134 El Nuevo Tiempo, 17-24 de marzo de 1926; M. F. Suárez, "El sueño del purgatorio", Sueños, vol. 12, 4.' ed., 1952, p. 51. 135 El Tiempo, 3 de agosto de 1926; L. Gómez, Obras completas, O p. cit., vol. 4, Parte 1, pp. 349-363.

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que Rengifo y el senador liberal Antonio José Restrepo habían hecho en su ausencia. Los senadores confirmaron su negativa a escucharlo e hicieron que la policía lo sacara del recinto. En cuanto salió, Gómez se dirigió al patio que separa el ala del Senado de la de la Cámara en el Capitolio, pronunció un corto discurso y fue llevado a casa en hombros por sus seguidores. 136 Allí se dirigió a ellos desde el balcón. Varias horas después, la calle Décima estaba otra vez llena de gente que gritaba: "abajo Rengifo y Restrepo; viva Laureano Gómez!". En su mayor parte eran estudiantes, jóvenes liberales que se llamaban a sí mismos Los Nuevos, cuyo vocero, Alberto Lleras Camargo, pronunció un corto discurso contra Rengifo, Restrepo y el contralor nacional, Alfonso Palau, quien había rebajado el salario de Gómez algunos meses antes.'" Después de minutos de gran conmoción, vivas y peticiones de que hablara, Gómez apareció en el balcón y pronunció una hiriente perorata, centrada en Antonio José Restrepo, a quien acusó de carecer de principios morales, y de quien dijo que era sólo uno

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de los muchos liberales que habían arrastrado a su partido, como un mísero harapo, por el lodo de todas las infamias, de todas las corrupciones y de todos los servilismos".' 38 En aquel momento alguien gritó: "Todos los que estamos aquí somos liberales; icuidado con el liberalismo!", a lo cual Gómez respondió que si bien reconocía la grandeza y el prestigio de este partido, en aquel momento se encontraba postrado gracias al "corrupto servilismo" de personas como Antonio José Restrepo.'" Dos días más tarde, Carlos Arango Vélez se levantó de nuevo para debatir a Gómez en la Cámara. Sus observaciones son interesantes porque tocaron un tema que habría de seguir a Laureano Gómez hasta la tumba y más allá de ella, y también porque indican la naturaleza de las componendas que se dieron entre la élite política colombiana durante los años del marchitamiento de la "vieja república" conservadora. Arango citó primero la referencia que había hecho Gómez a La decadencia de Occidente, de Oswald Spengler, obra ala que acusó de ser fascista. El fascismo, sostuvo "

136 Su residencia estaba situada a menos de una cuadra de allí, en la calle Décima, al frente de la entrada del Pasaje Rivas. 137 La rama ejecutiva le devolvió el dinero a Gómez. 138 L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 1, p. 370. El hijo de Gómez, Álvaro, quien por entonces tenía nueve años, recuerda que él y su hermana se escondieron debajo de una cama cuando escucharon el ruido afuera. Entrevista con Álvaro Gómez. 139 Al día siguiente, Restrepo concedió una entrevista en la que defendió la sabiduría de no haber permitido qUe Gómez se dirigiera al Senado. Anunció asimismo su retiro de la vida pública. El Tiempo, 5 de agosto de 1926. Recuentos desfavorables a Gómez de los acontecimientos que aquí se relatan pueden encontrarse en Navia Varón, Caudillo y gobernante: doctor Ignacio Rengifo Borrero, Cali, Imprenta Departamental, 1964, pp. 83-88, y en P. J. Navarro, Op. cit., pp.161-163.

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Arango, quien había pasado varios años estudiando en Italia, estaba presente en todos los discursos de Gómez.'" Luego agregó, de manera algo incongruente, que Laureano Gómez representaba la "nueva política" colombiana, cuya fuente y carácter debería buscarse en los cines de la ciudad y en los lujosos confines del Friends Club.'" El dub al que aludía Arango fue una asociación conformada por los dirigentes sociales y políticos de Bogotá, que duró poco tiempo y que fue notable por su carácter bipartidista. Una semana antes del discurso de Arango, el Friends Club había homenajeado a Gómez en un baile cuyos invitados incluyeron al presidente Ospina y a su esposa, a todo el gabinete de Ospina, a Lucas Caballero y a su hija, a Enrique Santos, Luis Eduardo Nieto Caballero, Juan y Guillermo Cote Bautista, Juan Uribe Cualla, José Gómez Castro, Rafael Parga Cortés y Jorge Soto del Corral. Los invitados representaban a liberales moderados y a conservadores históricos, que compartían un compromiso con el progreso material, el de la lucha contra el antiguo régimen y principios políticos sostenidos ideológicamente. Por el momento, poco importaba que sus ideologías fuesen diametralmente opuestas.

El lugar de Gómez en la política colombiana fue anómalo a fines de la década del veinte. Aunque nunca pretendió ser nada diferente de un conservador doctrinario, fue celebrado por los liberales y condenado por miembros de su propio partido, el cual, en aquel momento, estaba controlado por miembros de la facción de Suárez. Sus propias ideas y actitudes al parecer se habían modernizado a la par con las de la nación y, en octubre de 1926, admitió que "por temperamento", se sentía "más cercano a Santos que a Pulgar".'" Lo extraño de su posición se hizo especialmente evidente en marzo de 1927, cuando intentó ocupar un puesto en la Asamblea Departamental de Santander, ganado bajo sospechosas circunstancias a un candidato liberal. Santander tenía una larga historia de fraude electoral, y a los liberales no les agradó ver que un conservador más los despojara de un puesto en la Asamblea, induso si se trataba de alguien tan renombrado como Laureano Gómez. Pero fue la mayoría conservadora suarista la que se negó a posesionar a Gómez cuando llegó para la sesión inicial. Se presentó entonces una situación sin salida; la Asamblea no pudo comenzar a trabajar y las pasiones políticas llegaron a un punto de gran efervescencia. Los

140 Gómez negó que él o Spengler fuesen fascistas, agregando que Vélez no debería presumir al comentar un libro que no había leído. 141 El Tumapo, 6 de agosto de 1926. Los miembros del grupo elegante de Bogotá preferían su nombre inglés a su equivalente español. 142 El Nuevo Tiempo, 10 de octubre de 1926, al citar un informe publicado en Ihnguardia Liberal, Bucaramanga.

liberales y los conservadores se insultaban mutuamente, al igual que las facciones a favor de Gómez y en su contra. Muchos temían estallidos violentos, pues los ciudadanos agotaron las existencias de revólveres en las tiendas locales.'" Después de una tormentosa semana, durante la cual se apostaron guardias armados en la casa de Gómez y de otros miembros de la Asamblea, esta se congregó. Gabriel Turbay encabezaba a los liberales opuestos a Gómez, quienes formaron un extraño frente unido con los suaristas. Entre tanto, Gómez protestó que él había ido a Santander únicamente para ayudar a que el departamento pudiera conseguir la aprobación de un empréstito para obras públicas.'" Mientras que el caos reinaba en la Asamblea Departamental, Laureano Gómez dictó una conferencia en el principal teatro de Bucaramanga, por invitación de la Cámara de Comercio local. Su tema eran los empréstitos destinados a las mejoras públicas, asunto que por lo general no suscita gran entusiasmo. Sin embargo, según el periodista liberal Milton Puentes, Gómez asombró a su audiencia con un discurso de tal pasión y elocuencia que

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se vio interrumpido constantemente por salvas de aplauso. Haciendo referencia a la teoría evolucionista, y utilizando coloridas metáforas, Gómez argumentó que cuando un pueblo no progresa, "retrocede y muere". Colombia, dijo, junto con sus "confederados" geográficos, Venezuela y Ecuador, constituye "un enorme emporio de inmensa riqueza" que aguarda ser explotada con la ayuda de empréstitos sabiamente administrados. El periodista Puentes salió convencido de que Laureano Gómez era [...] uno de los espíritus más revolucionarios que ha dado el país en los últimos tiempos, llamado a ser el abanderado de la enorme transformación que necesita Colombia.'" Pocos días más tarde, el 4 de abril, mientras Gómez continuaba tratando de desempeñarse en un ente legislativo maniatado por su presencia, llegó la noticia de la muerte de Marco Fidel Suárez. Hacia el final de la sesión, después de que los miembros de la Asamblea habían pasado algún tiempo redactando un mensaje de condolencia, Laureano Gómez pidió autorización para hablar. Uno de los testigos del evento lo describió como una

143 El Nuevo Tiempo, 8 de marzo de 1927. 144 El Diario Nacional, 21, 23, 25 de marzo de 1927. Véase también: El Nuevo Tiempo, 23 de marzo de 1927; Vanguardia Liberal, 30 de marzo de 1927. A medida que se conocieron los incidentes ocurridos en Bucaramanga, Ismael Enrique Arciniegas observó sarcásticamente que Gómez era de las pocas personas en la historia que vivía el refrán "quien no se alaba, de ruin se muere"; Armando Solano acusó a Gómez de "arrastrar su podio de plaza en plaza, proclamándose el salvador de la nación". El Nuevo Tiempo, 22 de marzo de 1927; El Tiempo, 19 de marzo de 1927. 145 Ihriguardia Liberal, 26 de marzo de 1927.

212 / La modernización en Colombia persona realmente conmovida por la noticia; su mirada "era la de alguien perdido en el misterio de lo desconocido". Habló lentamente, "su voz [...] en ese momento débil, temblorosa, delataba una intensa congoja espiritual", procediendo a pronunciar una elegante elegía en la que se refirió a Suárez como un gran ciudadano, un patriota y uno de los más ilustres hijos de la república. Terminó diciendo que un intenso sentimiento religioso lo movía a tartamudear las mismas palabras que en aquel momento se pronunciaban sobre Suárez, mientras yacía en su féretro: "perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden".'46 El hechizo se rompió cuando un representante observó que Gómez tenía audacia al elogiar a Suárez después de haber pasado varios años martirizándolo. Gómez le respondió agresivamente, recordando las palabras del escritor francés Bernard le Bovier de Fontenelle (1657-1757), quien alguna vez había lamentado la ausencia de una ley que prohibiera la entrada de los perros a los cementerios. No debe sorprender entonces que una lluvia de críticas cayera sobre la elegía de Gómez. Alfonso Palau resumió el juicio de la mayoría de la gente cuando lo acusó de querer "convertir el ataúd del señor Suárez

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en una canoa para continuar navegando en las aguas políticas".' 47 Había un elemento de verdad en esa observación. Un mes antes, Gómez había hablado también positivamente de otro de sus antiguos antagonistas, Ismael Enrique Arciniegas, pero en vano.'" El Partido Conservador continuó negándole un puesto en el Senado en las elecciones para el Congreso realizadas a fines de abril. 149 Excluido de los cargos públicos por su propio partido, era poco lo que Laureano Gómez podía hacer durante fines de 1927 y comienzos de 1928, excepto meditar sobre los problemas nacionales y criticar el manejo que daba el presidente Abadía Méndez a los asuntos del país. Durante el último año antes de su partida para Europa, Gómez y Alfonso López Pumarejo se concentraron en tres aspectos de la política a los que consideraban especialmente perturbadores. El primero era la manera en que el nuevo gobierno parecía privilegiar los intereses antioqueños. Creían que los antioqueños estaban recibiendo más de lo debido en términos de ayuda gubernamental, y que los industriales de esta región obtenían demasiados contratos del gobierno. En segundo lugar, denunciaron que las ramas ejecutiva y judicial, de manera descuidada y venal, regalaban las reservas de petróleo a astutos consorcios

146 Del informe de Misael Heleros, Vanguardia Liberal, 4 de abril de 1927. La elegía se encuentra en L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 1, pp. 372-373. 147 El Nuevo Tiempo, 5 de abril de 1927. 148 El Tiempo, 7 de marzo de 1927; El Nuevo Tiempo, 6 de marzo de 1927. 149 El Tiempo, 26 de abril de 1927.

petrolíferos internacionales. Su tercera queja era la incompetencia del gobierno. Gómez acusó a Abadía, a quien popularmente se lo caricaturizaba como durmiendo mientras la nación se desintegraba a su alrededor, de llevar a Colombia a la ruina. Gómez compartía los tradicionales celos, sospechas y temerosa admiración por el vigor económico de los antioqueños, propios de los colombianos que no provenían de esta región. Sus prejuicios en contra de los antioqueños se debían también a la creciente sofisticación con la que consideraba el dinero, sus usos e influencia. Lo anterior fue evidente a comienzos de 1926, cuando, como ministro de obras públicas, reprendió a los comerciantes antioqueños que se quejaban de haber dado prioridad a los materiales destinados a las obras públicas en el transporte por el río Magdalena, en lugar de permitir que el tráfico fluvial procediera de acuerdo con los turnos establecidos por ley. ¿Por qué, preguntó Gómez a los miembros de la Cámara de Comercio de Medellín, debería permitirles importar sus cargamentos de whisky, queso holandés y telas de seda, cuando los materiales de construcción se necesitaban para abrir paso a regiones menos afortunadas?'"

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Alfonso López Pumarejo fue el aliado natural de Gómez en su oposición al poderío económico de los antioqueños. En agosto de 1927, López dictó una conferencia en la que criticaba el carácter excluyente de la economía antioqueña y su actitud de superioridad en los asuntos financieros.'" Aproximadamente por la misma época, López y Gómez colaboraron en la denuncia de un consorcio antioqueño al que acusaron de malgastar fondos públicos en el ferrocarril entre Ibagué y Ambalema. Continuaron con sus críticas a fines de 1927 y al año siguiente. A comienzos de 1928, El Tiempo publicó una serie de cartas de Gómez, en las que se refería al grupo financiero antioqueño como El Leviatán, por su insaciable costumbre de devorar recursos materiales.'" El término cautivó la imaginación popular y pronto llegó a ser parte de expresiones comunes. Durante el carnaval estudiantil de 1928, un grupo que se llamó a sí mismo El Leviatán, ganó el concurso musical de aquel año.'" Su preocupación por la decencia y el buen sentido en el manejo de los recursos nacionales llevaron a López y a Gómez a oponerse conjuntamente a la propuesta del gobierno para que un consorcio británico explotara las reservas de petróleo ubicadas en

150 El Espectador, 3 de febrero de 1926. 151 El Tiempo, 19 de agosto de 1927. Víctor Cock y Pedro M. Carreño le respondieron a López al día siguiente en ese mismo diario. 152 Salomón Kalmanoviti, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, pp. 288-289. 153 A. Patiño Roselli, Op. cit., p. 112. Socios y amigos del grupo financiero antioqueño induían a Esteban Jaramillo, Víctor Cock, Pedro M. Carreño, Mariano Ospina Pérez y Jesús Marulanda.

214 / La modernización en Colombia



la región de Urabá, en el occidente colombiano. Anticipando futuros desarrollos en México y en la misma Colombia, los dos propusieron la nacionalización de las reservas de petróleo y que su explotación la adelantara una compañía petrolera de propiedad de la nación. Nos rebelamos [escribieron] contra la idea oficial de poner en manos de los hombres rubios que fueron ala India con Warren Hastings y en Sudáfrica realizaron los sueños imperialistas de Cecil Rhodes, los petróleos nacionales del occidente colombiano, bajo el pretexto de impedir que caigan en manos de los otros rubios que están aposentados en el oriente de la República. 154

Cuando Gómez se propuso hablar sobre el tema de la nacionalización de las reservas de petróleo en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, el ministro de educación se negó a autorizarlo. Enfurecidos estudiantes, encabezados por Carlos Lleras Restrepo, marcharon hacia el Ministerio de Educación y rompieron los vidrios del edificio.' 55 Poco después,

Gómez reveló que muchos de los profesores de la Facultad de Derecho estaban a sueldo de grandes compañías petroleras y que uno de ellos literalmente había llorado cuando él se había negado a abandonar su oposición ala British Andean National Oil Corporation.'" Dos semanas después del incidente, Gómez dictó una conferencia sobre la nacionalización del petróleo ante dos mil personas en el Teatro Municipal, la audiencia más grande que se haya congregado allí. Citando fuentes que incluían Izvestia y Current History, argumentó que Colombia era incapaz de controlar grandes corporaciones petroleras una vez que se hubieran instalado en el país.' 57

LuisEdaroNetCbl,quin encontró que la charla valía la pena aunque era poco profunda, se preguntó por qué el gobierno había sido tan incompetente como para provocar un conflicto con Gómez, "un hombre de vasto prestigio", dándole así una audiencia mucho más grande de la que tendría de no haberlo hecho.'" Al mes siguiente, estudiantes universitarios, encabezados por Germán

154 En la última parte del pasaje aluden a la Tropical Oil Company, de propiedad estadounidense. El Tiempo publicó su carta en lugar de la editorial del 27 de septiembre de 1927. 155 El Tiempo, 1 de octubre de 1927. Germán Arciniegas, quien entonces tenía veintisiete años, dirigía a los estudiantes. Lleras Restrepo, quien contaba con diecinueve años, representaba al Centro Departamental de Estudiantes de Cundinamarca. El ministro de educación, Juan Vicente Huertas, amenazó con cerrar la universidad si se presentaban otros actos de violencia. Arciniegas manifestó su desilusión de que el gobierno utilizara la fuerza pública para impedir el ejercicio de la libre expresión. El Tiempo, 4 de octubre de 1927. 156 Al final del mes, el decano de la Facultad, Pedro M. Carreño, renunció a su cargo. El Tiempo, 30 de octubre de 1927. 157 El Trempo, 14 de octubre de 1927. 158 El Tiempo, 19 de octubre de 1927.

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Arciniegas, aprobaron el "manifiesto de la juventud antiimperialista", que suscribía el programa del partido populista peruano Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). 159 Para 1928, Laureano Gómez había entrado en un período de introspección y estudio, destinado a extenderse durante su estadía en Europa. Había muchas cosas sobre las que podía meditar. Él, que había comenzado su carrera convencido de la verdad del conservatismo y de lo errado del liberalismo, había llegado a creer que los dos partidos políticos de la nación cada vez se asemejaban más, y que el pensamiento de sus dirigentes convergía. Él, que había sido lanzado a la política gracias a los jesuitas, había comenzado a creer que el clero no debía intervenir en política. Los liberales ya no eran los antiguos jacobinos, que se alimentaban de los cuerpos de los sacerdotes, decía, porque habían aprendido que los sacerdotes eran un pobre desayuno. Los conservadores se burlaban de estos comentarios, llamando a Gómez "pseudo conservador".160 En realidad, la mayoría de sus amigos eran liberales: Lucas Caballero, López de Mesa, Soto del Corral, los hermanos Santos, Alfonso López y

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muchos otros. Jóvenes liberales, como Germán Arciniegas y Alberto Lleras Camargo, lo admiraban y otros, aún más jóvenes, como Carlos Lleras Restrepo, recurrieron a la violencia cuando se negó a Gómez la libertad de expresión. El liberal Pedro Juan Navarro llegó incluso a referirse a Gómez como el candidato presidencial ideal.'6 ' Entre tanto, su futuro político inmediato parecía tan oscuro como el de sus amigos liberales. A pesar de su constante y mordaz crítica a la manera pusilánime como Abadía manejaba el bien común, la nación trastrabillaba de la forma habitual. Nada parecía cambiar. Laureano Gómez se deprimió. Gómez se volvió cada vez más a las lecturas en su esfuerzo por comprender el dilema de la nación.' 62 La naturaleza de estas se evidenció durante sus debates públicos y conferencias dictadas en 1926 y 1927, donde comenzó a citar a Spengler, Ratzel y Ganivet, para hacer énfasis en argumentos que, por lo general, eran optimistas. Para fines de 1927 y comienzos de 1928, estaba leyendo a Sigmund Freud y a Thomas Carlyle, y encontró que el análisis que ofrecían de la psiquis, la sociedad y los

159 Universidad, 57(526), 26 de noviembre de 1927. 160 El Tiempo, 10 de octubre de 1926. Gómez induso llegó a elogiar a Estados Unidos, citándolo como un país cuyos ciudadanos nunca habían tenido problemas con los asuntos de la relación entre la Iglesia y el Estado. 161 Lo hizo el día de agosto de 1926, cuando Gómez había enredado tan astutamente a Carlos Arango Vélez durante el debate en el Congreso. 162 Según su hijo, Álvaro, Gómez era un voraz y rápido lector, quien asimilaba efectivamente lo que leía. Alvaro Gómez recuerda que, durante el exilio de su padre en España, entre 1953 y 1957, cuando se encontraba mal de salud, los miembros de su familia se esforzaron porque mantuviera su hábito de leer un libro al día.

216 / La modernización en Colombia hombres públicos resultaba útil para interpretar el malestar de Colombia por aquella época. En la conferencia dictada en el Teatro Municipal en octubre de 1927, presentó un extenso análisis del país basado en el estudio freudiano sobre el sonambulismo, situación que consideraba la de Colombia bajo el gobierno de Abadía. Previno a su audiencia contra el uso de la violencia, recomendando el enfoque de Freud: "llamar suavemente al paciente por su nombre, tratando de despertarlo con gentileza". Una actitud más fuerte podría hacer que el paciente cayera en "una actitud desorbitada, loca [...] una dispersión de esfuerzos que demuestra actividades no controladas".'63 A comienzos de 1928, Germán Arciniegas le pidió a Gómez que comentara sobre la situación de Colombia. Replicó que la nación estaba sonámbula. Los colombianos parecían capaces de producir sólo dirigentes mediocres: el arte de gobernar se había reducido a un mantenimiento del status quo. Los sobornos y la corrupción florecían. La nación estaba en peligro.'" La campaña de los liberales y los disidentes conservadores contra Abadía Méndez fue, en muchos aspectos, una continuación del ataque a la hegemonía conservadora que se prolongaba desde el fracaso del republicanismo diez años atrás. Para 1928,

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sin embargo, la participación de Laureano Gómez en este movimiento era cada vez más una función de sus ambiciones políticas que, después de todo, habían sido efectivamente frustradas. Su crítica a Abadía se relacionaba también con el proceso de cambio intelectual, psicológico e ideológico por el que estaba atravesando por aquella época. Para 1928, estaba revisando su visión optimista de Colombia y de sus posibilidades, luchando por detener su propio cambio de rumbo ideológico, y aceptando el hecho de que una generación política estaba pasando y que pronto le llegaría el turno de dirigir a su partido —quizá al país—. Estos desarrollos pueden rastrearse en tres ensayos suyos de comienzos y mediados de 1928. Gómez publicó el primero de ellos en la revista bisemanal de cultura y política dirigida por Germán Arciniegas, Universidad. 165 Llevaba por título "El carácter del general Ospina", y era a la vez un panegírico en honor de Pedro Nel Ospina, quien había muerto en el mes de julio, y un lamento por la escasez de grandes lideres como Ospina en la historia de Colombia. El ensayo representaba también un intento por definir las principales debilidades políticas del país, a las que Gómez identificó como la tendencia histórica ala corrupción política y el dominio de la política

local por parte de jefes o caciques. Ambas tradiciones, argumentó, habían contribuido en gran parte a impedir que la república entrara en el camino del progreso. El caciquismo y la corrupción, unidos a la ausencia de figuras ejemplares en la historia de Colombia eran, en su opinión, las principales causas de la "languidez y el carácter raquítico" de la nación. En

la parte central del ensayo, sostuvo que Ospina había luchado efectivamente contra los males gemelos del caciquismo y la corrupción, a la vez que había realizado una labor ejemplar en la modernización del país. En el ensayo, citó al determinista ambiental Friedrich Ratzel (1844-1904), en cuyos escritos se había basado para el discurso pronunciado en Bucaramanga un año antes, y se refería asimismo al teórico Thomas Carlyle, "un gran hombre". El ensayo incluía referencias al historiador estructuralista Lucien Febvre (1878-1956), al teórico evolucionista Henri Beer (1847-1926), al filósofo político y psicólogo evolucionista Walter Bagehot, al filósofo del "vitalismo", Henri Bergson (1859-1941) y al poeta norteamericano del "trascendentalismo", Ralph Waldo Emerson. En un momento de cambios caleidoscópicos en Colombia, Gómez evidentemente se debatía por comprender las implicaciones que tenían estos para

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su país. Tres meses después de publicar "El carácter del general Ospina", Laureano Gómez habría de extender su análisis del país y hacer reveladores comentarios acerca de su propia posición filosófica. Alfonso López Pumarejo le ofreció un foro para presentar sus ideas cuando, en abril de 1928, organizó una serie de conferencias públicas sobre importantes temas de interés público.'66 Aunque se había pedido a Gómez que hablara sobre el tema de las obras públicas durante el gobierno de Abadía Méndez, optó por presentar una versión ampliada del melancólico escrito que había publicado cuatro meses antes en la revista de Germán Arciniegas. En ese artículo desarrollaba el interrogante: "¿Cuáles son las características predominantes de nuestra época en Colombia, cómo se explican y cuáles son sus posibles consecuencias?". Al desechar el tema de las obras públicas, Gómez había adoptado una sabia decisión. Si hubiera criticado la administración de las mismas bajo el gobierno de Abadía, sólo habría repetido las críticas que tan recientemente había recibido él mismo. Gómez dictó su primera conferencia en la tarde del 5 de junio. Esbozó primero el terreno quebrado y en su mayor parte tropical de Colombia, pasando luego a ofrecer una evaluación

166 Las conferencias se anunciaron mediante una carta del 28 de abril dirigida a Enrique

163 El Tiempo, 15 de octubre de 1927. 164 tiniversidad, 69 (119, 139), 18 de febrero de 1928. 165 Universidad, 11 de febrero de 1925, 10 y 31 de marzo de 1928. El ensayo aparece también en L. Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 3, pp. 28-60.

Santos y publicada en El Diario Nacional, del cual Santos era director. La serie de conferencias semanales se inició a comienzos de mayo y los boletos para los mejores puestos se vendían a un precio costoso, $7,50. Los puestos de la galería para estudiantes costaban cincuenta centavos. José Alejandro Bejarano inició la serie, con una conferencia sobre el tema del divorcio. El Tiempo, 12 de mayo de 1928.



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218 / La modernización en Colombia altamente negativa de la población mestiza colombiana. Basándose en algunas fuentes que su amigo López de Mesa había presentado un año antes en su estudio "El factor étnico", Gómez describió a los ciudadanos colombianos, la mayor parte de los cuales eran mestizos, como pertenecientes a un subgrupo étnico evidentemente inferior.'67 Citando a un defensor del determinismo etnográfico llamado Lucas Ayarragaray en lugar de a López de Mesa, concluyó que el clima, la geografía y la mezcla racial habían cargado a Colombia con una viciada mezcla de rasgos que el argentino, y ahora Laureano Gómez, denominaban "tropicalismo".'" Gómez se embarcó en un pesimista análisis de las deficiencias nacionales para conduir, como lo hizo tres veces en la confe-

rencia, que Colombia era "una especie de inmenso invernadero". Dado que era un lugar con una ecología social excesivamente frágil, dijo, [...] no nos podemos permitir el lujo de la ineptitud y de que por el camino que se nos lleva, avancemos hacia la dependencia económica y la pérdida de la soberanía.'"

La conferencia causó sensación entre el público y en todo el país. Los colombianos, y el propio Gómez, habían sido en general optimistas acerca del país y de sus perspectivas durante los años de la danza de los millones. Así, en palabras del columnista de El Tiempo, Enrique Santos, la conferencia "había caído sobre la ciudad alegre y confiada como una losa funeraria".'" A pesar de algunas reservas,

167 El estudio de López de Mesa se discute en el capítulo 4, supra. 168 Citó a Ayarragaray, quien había escrito: "El mestizo primario es inferior al progenitor europeo; pero al mismo tiempo es a menudo superior al antiguo indígena". Gómez continuó diciendo: "En los países donde el negro ha desaparecido, como en la Argentina, Chile y el Uruguay, se ha podido establecer una organización económica y política, con sólidas bases de estabilidad. El mulato y el zambo, que existen en nuestra población, son los verdaderos híbridos de América. Nada les debe a ellos la cultura americana. Ayarragaray afirma que los hijos de la unión de negros con zambos o con indios son inferiores a sus padres por la inteligencia y por la fuerza física; tienen una voluntad débil, dominada por pasiones groseras. A la flaqueza de carácter unen una inteligencia poco lúcida, incapaz de análisis profundo, de método, de ideas generales; el amor al bullido, el hábito de hablar a gritos, cierta abundancia oratoria y una retórica pomposa, que es precisamente lo que se Ilama`tropicalismo m . Laureano Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia, 2.a ed., Bogotá, Populibro, 1970, pp. 48-49. El uso que hizo Gómez del término "tropicalismo" sería recordado durante largo tiempo en Colombia, especialmente por el psiquiatra José Francisco Socarrás quien, en 1942, publicó su estudio psicoanalítico de Gómez. Años antes, cuando Socarrás era todavía un estudiante de medicina, recordaba haberse visto perturbado por una fijación con la palabra "tropical". Se sometió entonces a un análisis de asociación libre. "Los primeros términos asociativos que surgieron [...] fueron trópico, tropicalismo, Laureano Gómez". H. Rosselli, Historia de la psiquiatría en Colombia, vol. 2, Bogotá, Horizontes, 1968, p. 720. 169 Laureano Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia, Op. cit., p. 63. 170 El Tiempo, 5 de junio de 1928.

los liberales tendieron a aceptar el duro diagnóstico de los males del país; algunos induso elogiaron a Gómez por su refrescante revisionismo. Eduardo Santos se refirió a él como "un hombre superior" y se maravilló de la buena suerte que parecía acompañar inevitablemente a sus actos públicos. Seguramente, Laureano Gómez debe tener un ángel de la guarda, observó."' Luis Eduardo Nieto Caballero dijo de Gómez que era "uno de los elementos más valiosos de nuestra democracia", agregando, "aplaudimos con gusto al orador".'" Nieto Caballero se burló un poco de Gómez, al hacer referencia a "la selva de su elocuencia", y expresando su alegría de que una flor de invernadero como Gómez apareciera en un desierto como Colombia, para compartir su fragancia e inteligencia con otros menos afortunados.'"' No todos se mostraron tan generosos. El autor del editorial de El Espectador opinó que la mayor parte de las teorías sobre las que se basaba la conferencia de Gómez habían sido re-

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visadas y ya no se discutían en círculos académicos serios. El editorialista prosiguió argumentando que si bien era posible que Colombia no figurara a la cabeza de las naciones racialmente superiores, y que sin duda pasarían muchos años antes de que la raza blanca llegara a predominar allí, en ese momento se formaba en el altiplano "un tipo racial excelente". "Zambos, mulatos e indios degenerados hay todavía muchísimos en Colombia", admitió, recordando, sin embargo, que "otros [países] están aún peor poblados". 174 El geógrafo J. M. Rosales reaccionó ante la conferencia refutando la mayoría de los argumentos de Gómez en un trabajo académico, Colombia, tierra de humanidad, publicado dos años más tarde.'" Algunos de los miembros del Congreso debatieron la posibilidad de hacer de la crítica a la patria una ofensa punible. Y los conservadores que se oponían a Gómez renovaron sus acusaciones de que había dejado de ser un conservador. Gómez respondió a todas las críticas

171 El Tiempo, 7 de junio de 1928. 172 El Gráfico, 9 de junio de 1928. 173 "sub Eduardo Nieto sugirió lo que Socarrás había afirmado en su tesis doctoral de 1930: "siempre lo he considerado [a Gómez] como un producto representativo de las influencias que ejerce la zona ecuatorial sobre los hombres". H. Rosselli, Op. cit., vol. 2, p. 721. Nieto Caballero, quien difería de Gómez en muchos aspectos compartía, sin embargo, su determinismo etnográfico. Un año antes, en el elogio que hizo de Pedro Nel Ospina, se había referido a Ospina como un campeón del progreso, que creía que "un país de los trópicos, en donde el dima adormece y donde la raza tiene sangre del español abandonado, del indio melancólico y del negro indolente, ha menester de la acción de sus dirigentes para salir del marasmo". Ignacio Arizmendi Posada, Presidentes de Colombia, 1810-1990, Bogotá, Planeta, 1989, p. 224. 174 El Espectador, 6 de junio de 1928. 175 José Miguel Rosales, Colombia, tierra de humanidad, Bogotá, Santafé, 1930.

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El dinero llega a Colombia / 221

anteriores en una segunda conferen- cómo, después de esta derrota, él cia, dictada dos meses después. Aun- mismo "quedó convertido en un igque la mayor parte de esta era una norante, fracasado, a quien se le aparespuesta a las objeciones que se le ga la luz". Pero, a pesar de todo esto, habían formulado contra la primera, el antiguo discípulo de los jesuitas tocó dos nuevos temas importantes. En había sido siempre fiel a sus enseñanprimer lugar, habló duramente con- zas. "He sido constantemente fiel a tra el individualismo egoísta que ha- las enseñanzas recibidas [...] Han sido bía suplantado en Colombia la antigua los demás los que han cambiado".'" "vida colectiva de la nación". Observó En una de las secciones más inteque los ciudadanos de la nueva Colom- resantes de su segunda conferencia, bia "se interesan exclusivamente en Gómez atacó a quienes entregaban sus negocios y en su prosperidad in- recursos nacionales a compañías exdividual", hecho que ha reducido a tranjeras bajo el pretexto de defenla política a poco más que una vil pe- der a Colombia contra el comunismo. lea por impuestos. "La virtud que No era este quien amenazaba la intriunfa en el momento actual del país dependencia del país, insistió. Eran es la hipocresía", afirmó." más bien quienes, a través de su proFinalmente, Gómez respondió a pia ignorancia, incompetencia y lelos muchos miembros de su propio targo, alienaban el patrimonio de la partido que lo acusaban de haber nación a través de negocios interesadejado de ser conservador. Especial- dos con extranjeros.'" mente dolorosa para él fue la acusaLaureano Gómez apenas tuvo que ción de un jesuita no identificado de defender su conservatismo en la seque había abandonado los valores que gunda conferencia dictada en el Tease le habían enseñado en San Barto- tro Municipal en 1928. Las conferenlomé. Gómez disintió vigorosamente, cias como tal son una clara afirmación diciendo que nunca había olvidado las del mismo. Los "Interrogantes sobre normas de la ética cristiana que le el progreso de Colombia", como lleinculcaran los jesuitas. Si los había con- garon a ser conocidas, constituyen trariado, prosiguió, era sólo por res- hitos del camino de regreso que repetar su creencia de que un hombre corrió su autor hacia la ortodoxia de libre nunca se plegará a leyes inicuas su juventud. Es evidente en ellos que o a una autoridad tiránica. Aludien- Laureano Gómez había llegado a do a la derrota que había sufrido a percibir el efecto que la creciente rimanos de Marco Fidel Suárez y el de- queza y la expansión de la cultura ro seglar en 1916, Gómez recordó material comenzaban a tener sobre

176 L Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia, Op. di., pp. 141 43. 177 /bid., p. 148. 178 /Ud., pp. 150-151.

las actitudes tradicionales. Lo que vio en 1928 eran las consecuencias de estos cambios tal como se manifestaban en los estratos más altos de la sociedad colombiana. Durante los años siguientes, observó con creciente consternación cómo estas actitudes egoístas invadían todos los niveles de la sociedad colombiana. El año de 1928 y los tres ensayos publicados entonces, marcan el punto medio en el regreso de Gómez al abierto conservatismo de su juventud. Entre su partida para Europa poco después de estas conferencias y su regreso al país a mediados de 1932, habría de completar el trayecto. Pero esto pertenecía al futuro. En 1928, Laureano Gómez aún era percibido como el Nuevo Hombre colombiano, un con-

servador de pensamiento avanzado, cuyos más cercanos colaboradores eran liberales que sentían una fuerte afinidad intelectual con él. "La democracia colombiana está en deuda con Laureano Gómez por sus grandes servicios", escribió el columnista de El Tiempo, Enrique Santos, cuando Gómez partió para Europa el 3 de septiembre de 1928. Santos le deseó a Gómez buena suerte y un rápido regreso a

tierras colombianas, "donde su prestigio crece todos los días y en donde se

le mira como a una de las mejores esperanzas de la patria". Es "el unánime deseo de sus amigos", concluyó Santos, que la estadía de Laureano Gómez en el extranjero sea corta, pues "consideran su presencia indispensable en el país".'"

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179 "Cosas del día", en: El Tiempo, 3 de septiembre de 1928.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 223

6 El cambio social y el desafío a la autoridad tradicional El espectro . del bolchevismo

L

a década del veinte fue una época de agitación sodal en Colombia. Con el paso del decenio y la modernización de la economía, surgieron cada vez más exigencias para los cambios correspondientes en las instituciones politicas y sociales. Los reformadores confrontaron un obstáculo formidable en la persona del presidente Miguel Abadía Méndez. Dirigente sobrio y poco carismático, que asumió la presidencia en 1926, Abadía era un conservador ortodoxo cuyo servicio al partido se había iniciado en 1885 cuando, a la edad de diecisiete años, contribuyó a la derrota de los liberales en la guerra civil de aquel año. Abadía y quienes lo rodeaban se mantuvieron firmes contra una constelación de reformadores, que incluía liberales, obreros, estudiantes universitarios y un grupo diverso de socialistas que iba desde los socialdemócratas hasta quienes se declaraban abiertamente bolcheviques. Al final, las fuerzas del cambio pre-

valecieron, mas no con la ayuda de Abadía, quien dividió a su partido antes de las elecciones presidenciales de 1930. El liberal Enrique Olaya Herrera ganó esa contienda, terminando así con cuarenta y cinco años de gobierno conservador. La presidencia de Olaya fue una transición, en el sentido de que, si bien atendió varios de los problemas más urgentes de la reforma, especialmente aquellos relacionados con el aspecto laboral, gobernó con considerable apoyo del partido opositor. Conservador desde el punto de vista económico, Olaya luchó por mitigar los efectos de la contracción económica mundial, manteniendo buenas relaciones con Estados Unidos y con fuentes privadas de capital en dicho país. Su tarea se vio complicada por estallidos de violencia en muchos pueblos y aldeas remotas, donde liberales y conservadores disputaban la transferencia del poder político. Por consiguiente, Olaya sólo pudo responder a las exigencias más inmediatas a favor de una reforma social, pero no pudo controlar la

lucha de carácter político. Cuando había transcurrido la mitad de su período presidencial, Colombia continuaba en un ambiente tempestuoso. Pronto habría de agravarse esta situación. Laureano Gómez, quien había permanecido en el extranjero durante casi cuatro años, regresó para ocupar su puesto en el Senado. Los colombianos que habían vivido los impetuosos años que precedieron a la victoria liberal en 1930, los recuerdan como una época de cambios económicos y sociales fundamentales. Al reflexionar sobre la Colombia de su juventud, el escritor liberal Alberto Galindo sugiere el entusiasmo que experimentó durante la danza de los millones. Aquel repentino salto de la resignada pobreza a la ilusión de opulencia, del papel moneda inconvertible a la rutilante morrocota [...] sacudieron tan profundamente la mentalidad de nuestro pueblo y desquiciaron en tal forma la estructura de su economía pastoril, que abrieron paso a una nueva conciencia social.' En esta sola frase evocadora, Galindo captó la esencia de la década del veinte.' De especial importancia es el uso que hace Galindo de la frase "la ilusión de opulencia", con la que sugie-

re que, debajo del sonido y la furia del despertar económico colombiano, yacía un substrato de miseria que, de muchas maneras, se intensificó durante la década. La pobreza y la desigualdad tendieron a aumentar frente al rápido cambio económico. Esto, a su vez, fortaleció el movimiento laboral colombiano, haciendo de él un motor de la reforma social. La incipiente modernización produjo un apreciable movimiento de población a los pueblos más grandes y a las ciudades. Durante la década del veinte, el tamaño de Bogotá se incrementó casi en un 50%, llegando a tener cerca de 224 mil habitantes para 1929. En Medellín, Cali y Barranquilla se dieron incrementos análogos. Al mismo tiempo, la vivienda para los trabajadores no se incrementó de manera correspondiente. Esta era especialmente densa en Bogotá, donde cada vivienda albergaba un promedio de catorce personas' Entre tanto, los alquileres subieron en un 350% entre 1918 y 1928, llevando a los iracundos arrendatarios en la capital del país a protestar porque la mitad de sus ingresos mensuales eran consumidos por el pago del alquiler. A fines de 1927, los arrendatarios de Bogotá adoptaron la medida sin precedentes de declarar una huelga de alquileres.

1 Alberto Galindo, "La República Liberal", en: Plinio Mendoza Neira, ed., El liberalismo en el gobierno, vol. 1, Bogótá, Prag, 1946, p. 64. 2 Alberto Galindo nació en Neiva en 1920. Se hizo periodista y presentador de noticias, se desempeñó como congresista en varias ocasiones, y militó en el Partido Liberal. 3 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 25.

224 / la modernización en Colombia Las condiciones sanitarias en los barrios obreros de Bogotá continuaban siendo tan aterradoras en la década del veinte como lo habían sido un siglo antes. Sólo el 5% de las viviendas bogotanas tenía agua corriente, lo cual significaba que los desechos humanos todavía llegaban a alcantarillas abiertas. La escarlatina, la difteria y la tifoidea seguían siendo enfermedades endémicas en los centros urbanos, donde uno de cada cinco niños moría antes de cumplir un año. En 1929, el 42% de las muertes en Colombia se atribuía a causas indeterminadas, por la ausencia de un médico que las certificara.' El promedio de expectativa de vida en Colombia había aumentado sólo a 34,2 años para 1932. 5 Entodslca,pbreolvaban una carga desproporcionada del sufrimiento que implicaban tales estadísticas. La inflación incrementó la miseria de los pobres. Mientras que los precios aumentaron a una tasa anual del 7,3% durante este decenio, hubo alzas excepcionales durante los años intermedios de la década. En los primeros meses de 1926, el índice del costo de la vida en el país subió de 147 a 219, y para el final del decenio,

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional / 225 quienes visitaban a Bogotá notaron que era más costoso vivir allí que en Buenos Aires, París o Londres.° El prejuicio racial complicaba aún más el problema social colombiano. Los miembros de las clases altas miraban con desprecio a los pobres, quienes por lo general revelaban su ancestro indígena o africano, al ser morenos y bajos de estatura. Los colombianos adinerados eran con frecuencia más altos, rubios de tez blanca, debido a sus antepasados europeos. Durante la década del veinte, los colombianos mejor educados creían que los pueblos de piel oscura en todo el mundo sufrían un proceso de "decadencia racial", convicción que tendía a impedir el impulso reformador. Los colombianos más ricos creían que los pobres vivían en tugurios porque se lo merecían, y que si recibieran más dinero por su trabajo sólo lo malgastarían. Poco antes de que los trabajadores de las plantaciones bananeras fueran trágicamente abaleados por tropas del gobierno a fines de 1928, el ministro de industria, José Antonio Montalvo, quien por entonces estaba encargado de las relaciones laborales, opinó que si se concedía un aumento salarial a los trabajadores,

4 lbíd., p. 40. 5 Jorge P. Osterling, Democracy in Colombia. Clientelist Politics and Guerrilla Warfare, New Brunswick, N. J, Transaction Publishers, 1989, p. 9. 6 Alfonso Patiño, La prosperidad a debe, y la gran crisis, 1925-193 5. Capítulos de historia económica de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1981, p. 88; Germán Colmenares, "Ospina y Abadía: la política en el decenio de los veinte", en: Álvaro Tirado Mejía, Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 256. El índice se refiere a 1923 como año base. Alcides Arguedas se quejó del costo de la vida en Bogotá en: "La danza de las sombras", en: Luis Alberto Sánchez, ed., Obras selectas, 2 vols., México, Aguilar, 1959, p. 866.

ellos lo emplearían en pasatiempos disolutos. "El obrero gana cinco dólares diarios y vive con treinta centavos; lo demás lo despilfarra", escribió otro conservador.' Los colombianos pobres eran los más afectados por un sistema de educación nacional orientado a las necesidades de los más adinerados. La actitud prevaleciente, según la cual los pobres sencillamente no necesitaban mucha educación, fue sugerida en 1923, cuando una misión educativa alemana recomendó un plan que exigía educación primaria obligatoria para todos los niños colombianos. Esta propuesta provocó un escándalo que condujo a su rápido rechazo en el Congreso, y a la renuncia del ministro de educación, Miguel Arroyo Díez. El presidente Ospina sólo pudo llenar el cargo vacante meses después de este remezón.8 No debe sorprender, en-

tonces, que los niveles de alfabetización en Colombia cayeran ligeramente durante la década del veinte. 9 Los artesanos y obreros colombianos eran muy conscientes del desdén con el que los trataban los miembros de las clases pudientes, y de la falta de preocupación que mostraban los ricos por su dificil situación. 1° Esto lo revelaban en su actitud sombría y estoica frente a los miembros de la élite y

en la manera como respondían cálidamente a quienes manifestaban un auténtico interés por ellos." Fueron

capaces también de actuar en defensa de sus intereses cuando eran provocados, como lo demostraron periódicamente durante el siglo anterior.' 2 Habítmiénurdcóeoganizaciones del trabajo artesanal en Colombia, que se remontaba al siglo xix.'s El moderno movimiento laboral

Hernando Navia Varón, Caudillo y gobernante: doctor Ignacio Rengifo Borrero, Cali, Imprenta Departamental, 1964, p. 150. 8 Este incidente se discute en Fernán González, Educación y Estado en la historia colombiana, Bogotá, CINEP, 1978, pp. 71-75; Renán Silva Olarte, "La educación en Colombia, 1880-1930", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 85. 9 Las cifras del gobierno indican un 30% de analfabetismo en Colombia en 1930. William Paul McGreevey,An Econonui History of Colombia, 1845-1930, Nueva York, Cambridge University Press, 1971, p. 234. 10 "Bien sabemos que no existen en Colombia los problemas de carácter económico y social que hoy confronta el viejo mundo", escribió el abogado y político Mario Fernández de Soto en 1925. M. Fernández de Soto, Ideología política, París, Excelsior, 1926, p. 11. 11 El viajero alemán Ernst Rothlisberger observó en 1929 que "el extranjero libre de prejuicios y criado en contacto directo con gentes de todos los estratos sociales, suele estar en mejor situación que los aristocráticos colombianos para comprender la suerte de los pobres [...] y de la multitud de niños sin padre". Citado en Carlos Martínez ed., Bogotá reseñada por cronistas y viajeros ilustres, Bogotá, Escala Ltda., 1978, p. 156. 12 Los disturbios en Bogotá de 1891, 1911 y 1919 se discuten en los capítulos 1, 3, y 4, supra. 13 La historia de esta actividad se trata en David Lee Sowell, "The Early Latin American Labor Movement: Artisans and Politics ín Bogotá, Colombia, 1832-1919", disertación de doctorado, University of Florida, 1986. 7



226 / La modernización en Colombia colombiano nació a comienzos de 1919, con la formación del Sindicato Central Obrero, y su brazo político, el Partido Socialista." Su bautismo se dio en marzo de ese mismo año, cuando la guardia presidencial de Marco Fidel Suárez disparó a algunos obreros que se encontraban en la Plaza de Bolívar. Aquel incidente fue una metáfora de la interacción del movimiento laboral con el Estado hasta cuando los conservadores perdieron el poder en 1930. Fueron tres los factores que hicieron del trabajo, y de los problemas que afectaban a los pobres, una dificultad central en los asuntos colombianos durante la década del veinte. El primero fue el surgimiento de los obreros como fuerza política durante esta década. Los humildes y sus voceros sencillamente insistieron en que las relaciones laborales se incluyeran en la vida y en la política nacionales. En segundo lugar, y como consecuencia de la nueva actitud asertiva de los movimientos laborales, se dio el hecho de que el Partido Liberal adoptara las banderas de este movimiento y la "cuestión social" en general, como una manera de contrarrestar la influencia del Partido Socialista recientemente creado. El tercer factor de importancia fue el impacto del movimiento laboral sobre los conservadores. Los miembros del partido de gobierno se escandalizaron y aterraron por la militancia de un grupo que,

en su mayoría, había mostrado deferencia a quienes estaban por encima de ellos en la jerarquía social y que, por lo general, había aceptado su liderazgo social y político. Especialmente inquietante para los conservadores era la admiración que sentía la dase obrera por la Revolución rusa de 1917. Esto, unido al hecho de que la mayoría de los dirigentes sindicales y un número considerable de jóvenes activistas sociales que emergía por entonces, proclamaran su compromiso con el socialismo revolucionario, llenó de terror a los conservadores. Durante mucho tiempo, los liberales colombianos habían mostrado un interés de amo por la mano de obra. Los dirigentes del partido, por consiguiente, no se mostraron complacidos cuando los obreros comenzaron a mostrar signos de independencia a comienzos del siglo xx. Las élites liberales no aprobaban las huelgas, a las que consideraban como amenazas para la propiedad privada. Contemplaban el nuevo Partido Socialista con una preocupación que se convirtió en alarma cuando los socialistas los derrotaron en las elecciones realizadas en Medellín en noviembre de 1921. Los éxitos laborales, unidos con la adopción, por el Partido Socialista, de una plataforma más socialmente responsable que cualquiera de las que hubieran propuesto jamás los liberales, los movió a la acción. A comienzos de 1922, los liberales, encabezados por

14 Estos desarrollos se presentan en Miguel Urrutia, The Development of the Colombian Labor Movement, New Haven, Yale University Press, 1969, pp. 55-80.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

el general Benjamín Herrera, adoptaron una plataforma de partido que incluía la propuesta de la jornada laboral de ocho horas y el reconocimiento legal del derecho a la huelga. De esta manera, los liberales consiguieron rebasar con éxito a los socialistas. Un historiador de los movimientos laborales, Miguel Urrutia, considera que tales actos tuvieron como consecuencia una "socialización" del Partido Liberal. 15 Una vez los obreros colombianos percibieron que el Partido Liberal había abandonado su adherencia histórica a los principios del laissezfaire, se alejaron del Partido Socialista, pero continuaron realizando congresos sindicales anuales, habitualmente en la capital del país, durante la década del veinte. Con estas reuniones, los miembros de los sindicatos podían mantener contacto, afirmar cierto grado de independencia respecto a los partidos tradicionales y captar la atención pública. La principal característica del movimiento laboral en la década del veinte fue su diversidad. Otro historiador del movimiento laboral, Mauricio Archila, ha encontrado tres tradiciones ideológicamente diferentes, pero

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complementarias, en los inicios de este movimiento. La más antigua y quizá la más predominante fue el comunitarismo cristiano, el cual enfatizaba en el deber de la sociedad de proveer a las necesidades humanas de todos sus integrantes. Lo que en la doctrina social católica romana se denominaba el bien común, fue un principio fuertemente reafirmado en 1891 por el papa León XIII en la encídica De rerum novarum. Esta, la más famosa de las encíclicas modernas, con el correr del tiempo halló expresión política en los Partidos Demócrata Cristianos que se crearon en Europa y en muchos lugares de Latinoamérica a comienzos de la década del treinta. En Colombia, fueron los obreros quienes intentaron, como lo decían ellos mismos, "rescatar al cristianismo 'puro— de un dero en su mayor parte reaccionario, y del igualmente retrógrado Partido Conservador. ° La segunda tendencia ideológica del movimiento laboral colombiano fue el liberalismo clásico, el cual imbuía en los obreros un espíritu racional y una fe en el progreso que habría de venir a través de la cultura científica. El liberalismo era la fuente primordial de los principios igualitarios del

15 lbíd., pp. 73-76. 16 Véase la discusión que presenta Mauricio Archila en "La clase obrera colombiana, 1886-1930", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 224-231. Sobre el surgimiento de la democracia cristiana en América Latina, véase James D. Henderson, Conservativo Thought in Twentieth Century Latin America, Athens, Ohio University Press, 1988, pp. 125-130. En palabras de Archila, los obreros colombianos buscaban "los aspectos progresivos del cristianismo: la rebeldía de Jesús, las denuncias de los profetas y de los Santos Padres contra la riqueza, y las formas de vida colectiva desarrolladas por las primeras comunidades cristianas. En este sentido, se intentaba rescatar un cristianismo 'puro'".

228 / La modernización en Colombia movimiento laboral, mediante los cuales buscaba combatir los prejuicios raciales y de clase enfilados contra él. "En este sentido", escribe Archila, "la naciente clase obrera colombiana bebió primero de las fuentes de la Ilustración que del socialismo, cantó primero la Marsellesa que la Internacional". En tercer lugar; el movimiento laboral colombiano adoptó la promesa romántica de la Revolución rusa de 1917. Les fascinaba la idea de que obreros como ellos hubiesen tomado el control de una de las principales naciones europeas, y de que hubieran hecho de la distribución igualitaria de la propiedad la nueva religión del Estado. Como lo ha indagado Mauricio Archila, los obreros colombianos sabían poco acerca de la revuelta bolchevique, "pero se la admiraba entrañablemente". ts En síntesis, los obreros colombianos, desdeñados y maltratados por la sociedad durante tanto tiempo, suscribieron enseñanzas sociales que rechazaban la teoría según la cual eran miembros de un grupo social inferior, étnicamente distinto, inclinado a la criminalidad y condenado a la extinción: "

Ellos no se cerraban a ninguna idea nueva 'que ofreciera la posibilidad de redención. Aunque no era gente muy leída [...] estaban atentos ala palabra de los nuevos predicadores sociales?

Uno de los más exitosos proselitistas del nuevo pensamiento social en 17 M. Archila, Op. cit., p. 225. 18 Ibíd., p. 226. 19 lbíd.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

Colombia fue un inmigrante ruso, Stanislav Savitsky, quien abrió una imprenta en Bogotá a comienzos de la década del veinte. Habiendo llegado a Colombia vía Siberia y Japón, Savitsky reunió en torno a él a algunos de los más brillantes y elocuentes jóvenes bogotanos, entre ellos a Gabriel Turbay, Luis Tejada, Roberto García Peña y Jorge Eliécer Gaitán. Juntos leían y discutían la teoría marxista, y hablaban de rehacer la sociedad colombiana. La orientación de sus reflexiones revolucionarias se sugiere en el siguiente pasaje de una carta escrita por Luis Tejada en 1923: Esta mañana, volví a contemplar largamente el retrato de Lenin que preside mi pequeña biblioteca comunista. Y he sentido, más que nunca, una alegre emoción ante esa fisonomía clara, dulce y terrible, profundamente labrada por el pensamiento, inefablemente iluminada por invisibles llamas. Y luego pensé otra vez en todo lo que Lenin había hecho por mí, en todo lo que le debo a ese hombre verdadero, a ese único salvador del mundo. Siento también, y esto es lo más importante y útil para mí, que a su palabra ardiente, rica en ideas dinámicas, le debo mi fe y mi esperanza, la grandeza íntima de mi vida, mi adquisición de un motivo puro de lucha, mi razón de ser y de obrar, la visión fuerte y optimista que tengo del provenir; mi convicción sincera de que el mundo puede llegar a ser amable y más justo, y de que el hombre

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adquirió una actitud de ennoblecida dignidad humana sobre la tierra. 2°

De esta manera, los intelectuales socialistas podían participar en ambas Otros importantes socialistas ex-. reuniones. Ramón Manrique, quien tranjeosquhicpltmoen asistió al congreso de 1924, escribió acerca de la confrontación entre "los Colombia durante la década del veinexaltados socialistas campesinos" cente fueron el italiano Vicente Adamo y trados en Girardot y los "socialistas de el peruano Nicolás Gutama; ambos la Sabana", del altiplano bogotano. habían trabajado con el movimiento Según Manrique, los miembros del laboral en el Caribe. Adicionalmente, grupo de Bogotá citaban a Marx, a estaba Francisco de Heredia, un mar- Engels y a Lenin en cada frase, fumaxista colombiano que había viajado a ban pipa, se habían dejado crecer el Europa a estudiar los movimientos cabello y llevaban corbatines de flores revolucionarios en ese continente. y sombreros de ala ancha. Los miemGracias al flujo continuo de infor- bros del grupo de Girardot eran "hamación acerca de los movimientos pro- bladores, ostentosos, explosivos". Eran letarios en Europa y en el resto del también, en palabras de Manrique, mundo, el movimiento laboral colom- "prácticos, y tenían el mango de la sarbiano experimentó un considerable tén en lo que al presupuesto atañia' » .21 crecimiento a mediados de la década Todos ellos hablaban constantemente del veinte. Se realizaron importantes acerca de la "reivindicación proletacongresos sindicales en Bogotá durante ria" y de "las manos encalleddas por 1924, 1925 y 1926, y en cada uno de el trabajo", y aplaudieron con entuellos, los delegados aprobaron resolu- siasmo la resolución propuesta por ciones de solidaridad con los obreros Gabriel Turbay de que la reunión se soviéticos, votaron homenajes a Lenin llamara el Primer Congreso Comunisy manifestaron su adhesión a la Inter- ta Colombiano, y que sus miembros adnacional Comunista. Los socialistas co- hirieran ala Internacional de Moscú." lombianos programaron sus reuniones En 1925, se publicaron en Colomen las mismas fechas que los congre- bia cerca de ochenta periódicos sosos laborales. Usualmente, los movi- cialistas y laboristas; hubo quince mientos laborales se reunían duran- huelgas, nueve de ellas en la industria te el día y los socialistas en la noche. del transporte." Aquel año marcó la 20 Citado en Agustín Rodríguez Garavito, Gabriel 7/trbay: un solitario de la grandeza, biografía de una generación infortunada, Bogotá, Internacional de Publicaciones, 1965, p. 64. Luis Tejada murió en 1924, de encefalitis. 21 Ramón Manrique, Bajo el signo de la hoz, ABC, 1938, pp. 196-197. 22 Otros asistentes a la reunión fueron Luis Tejada, José Mar, Francisco de Heredia y Stanislav Savitsky. 23 Mauricio Archila, "¿De la revolución social a la conciliación? Algunas hipótesis sobre la transformación de la clase obrera colombiana, 1919-1935", en: Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (12), Bogotá, 1984, p. 95.

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se servía mejor mediante la colaboración con el Partido Liberal. Acto seguido, la mayoría abandonó el recinto y organizó el Partido Socialista Revolucionario, que se colocó a la vanguardia del sindicalismo militante en Colombia. Los presidentes conservadores colombianos estaban fastidiados por la agitación social que acompañó al despertar económico del país. Se habían preocupado por el radicalismo laboral desde 1910, cuando los obreros cartageneros fundaron un periódico llamado El Comunista. Allí proclamaban su intención de combatir el clericalismo, luchar por una verdadera democracia y buscar la igualdad y la equidad social." El periódico no oficial del gobierno, El Nuevo Tiempo, putrabajo. Los socialistas constituyeron la ma- blicaba con regularidad artículos aceryoría en el Tercer Congreso Obrero, ca de la actividad revolucionaria en reunido a fines de 1926 en Bogotá. El el extranjero. Igualmente, prestó pledebate se centró en la cuestión de si na atención a la sublevación esparlos delegados debían aprobar la for- taquista en Alemania durante 1918 y 1919, reportando favorablemente el mación de un nuevo partido laboral. Una minoría de ellos insistió, con in- aplastamiento de la misma. El periótransigencia, en que la causa laboral dico manifestó también su aprobación

aparición de una extraordinaria mujer convertida a la causa socialista, María Cano, de treinta y siete años, bibliotecaria y poetisa de la clase alta de Medellín. Inspirada por el mensaje del socialismo revolucionario y por el ejemplo de su contemporáneo Ignacio Torres Giraldo, se convirtió en una seguidora de tiempo completo de la causa de los trabajadores, siendo proclamada La flor del trabajo, en las celebraciones del 1 de mayo en Medellín." Al año siguiente, María Cano se embarcó en giras de conferencias que la llevaron a muchos lugares de Colombia durante cerca de dos años. Su elocuencia en favor de los obreros y de las reivindicaciones sociales le ganaron el apelativo de La flor roja del

24 Ignacio Torres Giraldo tenía treinta y tres años cuando María Cano surgió como dirigente laborista. Publicó una biografía de su colega, María Cano, mujer rebelde, Bogotá, Publicaciones de la Rosca, 1972. Torres Giraldo fue el director del periódico La Humanidad, creado en abril de 1925, y que fue declarado órgano oficial de la Confederación Obrera Nacional (CON) en julio de aquel mismo año. La CON, de la cual Torres era secretario, estaba conformada por los delegados comunistas al Segundo Congreso Obrero, que se reunió en Bogotá en julio de 1925. Reclutado a la fuerza por el ejército colombiano algunos meses después, Torres fue instantáneamente dado de alta por difundir el mensaje socialista entre los otros reclutas. Este episodio se discute en Mauricio Archila, "La Humanidad, el periódico obrero de los años veinte", Boletín Cultural y Bibliográfico, 12(3), Bogotá, Banco de la República, 1985, pp. 19-22. 25 La temprana actividad comunista en Colombia se discute en Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Colombia Nueva, 1980, pp. 3340, y en Medófilo Medina, "Los terceros partidos en Colombia, 1900-1960", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 263-294.

Figura6.1 Ignacio Torres Giraldo, María Cano, Raúl Mahecha; de pie: Sofía López; hacia 1926 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá a la manera

como el fiscal general de Estados Unidos, general A. Mitchell Palmer, había utilizado a la policía y a los agentes federales contra los radicales durante el Terror Rojo de 1919 en dicho país. Así, fue con temor que los conservadores colombianos presenciaron el crecimiento continuo del movimiento socialista local a comienzos de la década del veinte. Especialmente alarmantes eran los constantes votos de solidaridad con la Internacional Comunista, y el llamado a una reforma social radical en Colombia.

A comienzos y mediados de la década del veinte, los gobiernos conservadores respondieron a las exigencias de los trabajadores con algunas reformas moderadas. En 1922, se aprobó una ley de seguridad social y, en 1924, se creó una Oficina del Trabajo como dependencia del Ministerio de Industria. En 1926, se aprobó una ley según la cual a ningún trabajador podía pedírsele que trabajara los domingos. Pero lo que el gobierno parecía ofrecer con una mano, con la otra lo retiraba, al aprobar una legislación que declaraba ilegales las huelgas y

232 / La modernización en Colombia que permitía el uso del ejército y de la policía para disolverlas. Ávidos de capital extranjero, los gobiernos conservadores colombianos pretendían demostrar a los inversionistas norteamericanos que no tolerarían ninguna amenaza a la inversión extranjera. El manejo que dio Pedro Nel Ospina a la primera huelga de importancia contra la Tropical Oil Company ilustra lo anterior. Tropical Oil, una subsidiaria de Standard Oil, de Nueva Jersey, comenzó su producción en Colombia en 1922, bajo un contrato negociado durante la administración de Marco Fidel Suárez.» Los problemas laborales se iniciaron casi de inmediato, cuando la compañía estableció una escala salarial según la cual los colombianos recibían menos de la mitad del salario que ganaban los extranjeros por hacer el mismo trabajo. Estos no sólo ganaban $3,50 pesos al día, mientras que los colombianos ganaban $1,50, sino que recibían también vivienda y comida gratuitas. Las condiciones de salud eran aterradoras en la planta de Tropical Oil en Barrancabermeja, un lugar húmedo y propicio para la malaria a orillas de río Magdalena, cerca de doscientos kilómetros al norte de Honda. El 40% de la fuerza de trabajo enfermó durante 1923 y, al año siguiente, 1.023 de los 2.838 obreros contrajeron enfermedades que resultaron fatales en

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

cinco casos." Tropical Oil se negó con firmeza a incrementar los salarios y a mejorar las condiciones de trabajo. En octubre de 1924, las instalaciones de Tropical Oil en Barrancabermeja se cerraron debido a una huelga organizada por el carismático activista sindical Raúl Eduardo Mahecha. Los trabajadores exigían un incremento salarial, junto con el cumplimiento, por parte de la compañía, de un acuerdo previo para mejorar las condiciones sanitarias. La compañía se negó a negociar, alegando que Mahecha no tenía derecho a organizar a los trabajadores de Tropical Oil, pues no era uno de los empleados de la compañía. El paro generó violencia, cuando los trabajadores atacaron y destruyeron propiedades de la compañía y desfilaron por las calles, llevando banderas rojas en las que estaban inscritos tres ochos, indicando las exigencias de una jornada laboral de ocho horas, ocho horas de descanso y ocho horas de educación. El gobierno actuó con celeridad para aplastar la huelga, a la que consideraba subversiva además de ilegal. Mahecha fue encarcelado y se permitió a Tropical Oil despedir a cerca del 45% de su fuerza laboral —más de mil doscientas personas, a quienes el gobierno gustosamente transportó fuera de la región.» A pesar de la militancia sindical durante la década del veinte, el hecho

26 Las negociaciones que precedieron la firma del contrato se discuten en Jorge Villegas, Petróleo colombiano, ganancia gringa, Bogotá, El Áncora, 1985, pp. 37-38. 27 M. Urrutia, Op. cit., pp. 93-94. 28 lbíd., pp. 94-96.

era que en Colombia había poca industrialización y, por consiguiente, no había un verdadero proletariado. El país era todavía rural y agrícola, lo cual significó que las personas a quienes correspondió guiar los destinos de la nación durante este decenio, Suárez, Ospina y Abadía Méndez, nunca se vieron seriamente amenazadas por los sindicatos o por revolucionarios sociales. Esto explica en parte la

timidez con la que los gobiernos conservadores persiguieron a los activistas laborales. Había, ciertamente, un acoso constante a las personas relacionadas con este movimiento, encarcelamientos preventivos y otras violaciones semejantes de las garantías constitucionales." Pero las acciones del gobierno contra Torres Giraldo, Eduardo Mahecha y otras personas como ellos fueron, como lo recordaba alguien, "letárgicas e incruentas"." A mediados de la década, los conservadores no tenían razones para pensar que su largo predominio sobre los asuntos nacionales estaba próximo a su fin. Una serie de reuniones realizadas en 1925 tuvieron como resultado la concreción del sueño de Marco Fidel Suárez de unir al Partido Conservador, principalmente según las orientaciones nacionalis-

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tas y, a comienzos de 1926, el partido postuló a los candidatos que habrían de representarlo durante los dos períodos presidenciales siguientes. Esto se hizo cuando el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo llamó a los dos principales rivales por la presidencia, Miguel Abadía Méndez y Alfredo Vásquez Cobo a sus habitaciones privadas, a principios de 1926. Cuando

llegaron, los recibió el coadjutor del arzobispo, monseñor Ismael Perdomo, quien les informó que "autoridades superiores" habían decidido que Abadía debía desempeñarse como presidente durante el período comprendido entre 1926 y 1930, y que Vásquez Cobo debía sucederlo en 1930. Así se seleccionaron los candidatos presidenciales durante las primeras décadas del siglo xx. Cuando se filtraron las noticias acerca de la reunión, los bogotanos observaron irónicamente que el formidable general Vásquez, cuyo apodo era El león del Valle, había sido domesticado por el arzobispo, quien lo había convertido en un león de circo?' En el fracaso de Vásquez Cobo para obtener la nominación presidencial de su partido en 1926 había más que una simple decisión adoptada por la cabeza de la Iglesia en Colombia.

29 Gilberto Zapata Isaza, Patricios o asesinos; 50 años de cruda historia, Medellín, Ital Torina, 1969, p. 50, describe el escandaloso tratamiento de que fue objeto uno de sus parientes, Emilio Zapata, a quien se le encontró literatura comunista en su biblioteca personal. 30 Miguel Zapata, La mitra azul. Miguel Ángel Builes: el hombre, el obispo, el caudillo, Medellín, Beta, 1973, p. 117. 31 Vásquez era oriundo de Cali. Durante buena parte de la década del veinte dirigió el Ferrocarril del Pacífico, el cual conectaba la capital de Valle con el puerto de Buenaventura en el Pacífico.

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El hecho era que Vásquez no había podido obtener el apoyo del Congreso para su nominación, asunto que dependió de las maquinaciones de su principal oponente, Abadía Méndez. Las elecciones se habían realizado antes de las sesiones del Congreso de 1925, y luego surgió una controversia acerca de si los delegados comprometidos con Abadía o con Vásquez Cobo serían posesionados. Abadía, utilizando el poder que le confería el ser ministro del interior de Pedro Nel Ospina, puso en duda las credenciales de los vasquistas y, cuando intentaron tomar sus puestos el día de la apertura del Congreso, los hizo detener por la policía. La "detención de los mariscales", como se llamó al incidente, representaba no sólo un abuso del poder gubernamental por parte de Abadía, sino también una acción abiertamente ilegal de su parte;" pero era ésta la manera como se practicaba la política en Colombia en la época comprendida entre la Guerra de los Mil Días y 1930. Cuando Abadía Méndez se posesionó, en agosto de 1926, la bonanza

económica colombiana había llegado a su cúspide. Los proyectos de obras públicas avanzaban en muchos lugares del país y, aunque se había agotado el dinero de la indemnización por Panamá, los empréstitos extranjeros habían tomado su lugar. Abadía abandonó entonces toda restricción fiscal y suscribió grandes empréstitos en el extranjero, utilizando la mayor parte de este dinero para financiar proyectos de obras públicas." Cuando los precios de los alimentos se dispararon, debido a que los agricultores abandonaron el campo y acudieron en gran número a los empleos de mejor remuneración en las obras públicas, el nuevo gobierno aprobó rápidamente una ley de emergencia que bajaba las tarifas sobre los alimentos importados. No obstante, la inflación afectó los salarios de los trabajadores, generando un aumento en las huelgas. Vásquez Cobo se había ganado el respeto de los empleados del Ferrocarril del Pacífico cuando, en 1926, acordó un aumento salarial del 20%, poniendo fm a una huelga contra esa compañía. TM El descontento

32 Mientras que el Consejo de Estado falló inicialmente a favor de los partidarios de Abadía, luego se retractó. Todo esto ocurrió antes de la "detención" de los delegados de Vásquez Cobo. El mejor resumen de este incidente se encuentra en Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, pp. 188-189. Véase también Rafael Serrano, En aquella ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, pp. 161-162. 33 Esta acusación se le formuló tanto en el momento en que se hicieron los empréstitos como recientemente en Paul Drake, The Money Doctor, Durham, Carolina del Norte, Dulce University Press, 1989, pp. 53 y ss. 34 Junto con el aumento salarial, los trabajadores pedían una jornada laboral de ocho horas, los domingos libres y remunerados y escuelas para los empleados. A Ignacio Torres Giraldo, quien organizó y dirigió la huelga, le impresionó el manejo diplomático que hizo Vásquez Cobo de las negociaciones. Véase Ignacio Torres Giraldo, Los inconformes, historia de la rebeldía de las masas en Colombia, vol. 3, Bogotá, Latina, 1978, pp. 829-836.

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popular con las políticas económicas de Abadía fue un continuo tema de crítica por parte de las fuerzas antigobiernistas. 35 A pesar del desdén general que le manifestaban por fuera de los círculos oficiales, Abadía Méndez tenía excelentes credenciales en su partido. Había comenzado su carrera política en la década del ochenta del siglo xix como miembro del partido nacionalista, escribiendo ensayos a favor de Núñez y de La Regeneración. Su talento era tal que, para 1891, a la edad de veinticuatro años, fue nombrado director del periódico de Miguel Antonio Caro, El Colombiano. Cuando los nacionalistas decayeron durante la década del noventa, se unió a la facción disidente de los conservadores históricos, creada por su antiguo profesor, Carlos Martínez Silva. Durante la presidencia de Marroquín, se desempeñó como ministro de educación, del interior y de relaciones exteriores. Durante el Quinquenio, se opuso a Rafael Reyes y fue exilado por este motivo. Después de la restauración del gobierno constitucional en 1909, Abadía ocupó cargos en los gabinetes

de los presidentes González Valencia, Concha, Suárez y Ospina, y cuando no ejercía algún cargo en la presidencia, tenía un puesto en el Senado o en la Cámara de Representantes. Abadía fue también magistrado dela Corte Suprema de Justicia y, como se señaló antes, enseñó en la Universidad Nacional de Colombia, actividad que continuó ejerciendo durante los años en que fue presidente de Colombia." El éxito politico de Abadía se debió a su extrema ortodoxia religiosa, cualidad que había impresionado a Herrera Restrepo en 1926. Su conservatismo se hizo evidente siete años antes cuando, al aceptar la cátedra que Miguel Antonio Caro había ocupado alguna vez en la Academia Colombiana de la Lengua, Abadía citó al escritor romántico alemán Friedrich Schlegel (1772-1829), denigrando contra lo que percibía como un proceso continuo de corrupción lingüística, que dejaba a "la moderna Atenas Sudamericana [Bogotá] estremecida de dolor y de vergüenza". Culpó a la prensa por haber abandonado sus altos criterios anteriores,

35 La creciente deuda pública colombiana fue objeto de muchas de las caricaturas de Rendón en 1925 y 1926, como lo fue también el desmañado uso de los recursos públicos. Rendón satirizó a Abadía y al ministro de obras públicas, Sotelo Peñuela, en una caricatura publicada el 13 de mayo de 1927 en El Tiempo. En ella, el presidente le pregunta al ministro por qué agradece que Laureano Gómez ya no esté en el gobierno. "Porque sin Laureano aquí, no hay nadie que defienda el dinero de los empréstitos", responde Sotelo Peñuela. 36 Esbozos biográficos de Abadía Méndez pueden encontrarse en Luis López de Mesa, Historia de la Cancillería, Bogotá, Imprenta del Estado Mayor General, 1942, pp. 330-333; Joaquín Ospina, Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia, vol. 1, Bogotá, Águila, 1927, pp. 16-17; Oliverio Perry, ed., Quién es quien en Colombia, Bogotá, Kelly, 1944, p. 7.

236 / La modernización en Colombia para convertirse en "una academia de vulgaridad"." El gabinete reunido por Abadía reflejaba el estado de lós asuntos públicos en Colombia a mediados de la década del veinte. El ministro de industria, José Antonio Montalvo, era un abogado especializado en legislación petrolera, y el rico hombre de negocios antioqueño, Esteban Jaramillo, se desempeñó como ministro de hacienda. El éxito de Jaramillo en negociar empréstitos extranjeros le ganó el título extraoficial de "Financiador del régimen". El Ministerio de Obras Públicas, rico en patronazgos, fue ocupado sucesivamente por los activistas del partido, Sotelo Peñuela y Arturo Hernández. Sin embargo, el miembro más controvertido del gabinete de Abadía fue el ministro de guerra, Ignacio Rengifo Borrero. Este creía firmemente en las prerrogativas de los militares y en su deber constitucional de mantener el "principio de autoridad" ante cualquier fuerza social que pudiera disputarlo. Hombre de temperamento autoritario, preparado para atacara cualquier izquierdista que amenazara la paz social, Rengifo, un hombre de acción, era el complemento ideal de Abadía, un erudito político de partido." Una vez instalado en su Ministe-

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rio, Rengifo se ocupó en varios frentes, esforzándose por combatir las fuerzas del desorden, fuesen estas los trabajadores en htielga o revolucionarios confesos como Tomás Uribe Márquez, María Cano e Ignacio Torres Giraldo. Una de sus primeras actuaciones fue fortalecer al ejército regular, cosa que realizó para marzo de 1927, elevando sus fuerzas regulares de 1.200 a 6.500 hombres. Cerca de un mes después, Abadía le permitió atacar a los sindicalistas y a los izquierdistas al emitir el Decreto 707, popularmente conocido como el decreto de la "alta policía"." Rengifo envió a las tropas para disolver la segunda huelga organizada contra Tropical Oil en enero de 1927. El principal organizador de la misma era, de nuevo, Raúl Eduardo Mahecha, y la queja principal de los trabajadores colombianos era que el salario de $1,50 había estado vigente desde 1922. Los empleados rechazaron la oferta de la compañía de un aumento del 6%, exigiendo un 25%, así como seguridad laboral, cumplimiento de la nueva ley que ordenaba pagar el domingo libre, persianas en las casas de la compañía y mejora de las condiciones de trabajo." La huelga se prolongó durante dos semanas, en el transcurso de las cuales

37 Tuvo el cuidado, sin embargo, de exceptuar a El Nuevo Tiempo de sus acusaciones. Véase: Miguel Abadía Méndez, Discurso del doctor Miguel Abadía Méndez al recibirse como miembro de número en la sesión solemne del 6 de agosto de 1919, Bogotá, Imprenta La Luz, 1919, p. 34. 38 Una elogiosa biografía de Rengifo es la de H. Navia Varón, Op. cit. 39 El Decreto 707 le permitía a la policía encarcelar a cualquier persona sospechosa de subversión. 40 M. Urrutia, Op. cit., pp. 96-98, discute la huelga.

Tropical Oil se rehusó a negociar. Finalmente, el 21 de enero, la policía disparó sobre los trabajadores, matando a dos de ellos. Esto desencadenó un combate entre los trabajadores y la policía, que llevó a Abadía a dedarar el estado de sitio; una vez hecho esto, Mahecha y los otros dirigentes de la huelga fueron arrestados. Con la suspensión de las garantías

constitucionales y la movilización de la tropa, la huelga se deshizo. El gobierno se había aliado de nuevo con la gerencia extranjera a expensas del movimiento laboral." A mediados de 1927, hubo un gran revuelo en Colombia. María Cano y Torres Giraldo continuaron con sus giras por pueblos y ciudades, donde multitudes acudían a ver a la Virgen Roja y a escucharla denigrar del status quo." Entre tanto, continuaba la agi-

tación social en el frente laboral. Los legisladores boyacenses intentaron

detener las migraciones estacionales mediante leyes para este efecto, y los sastres de Bogotá, desesperados por obtener mejores salarios ante los disparados costos de los alimentos, entraron en paro. Marco Fidel Suárez, en el último de sus "Sueños", escrito un mes antes de su muerte, se quejaba de que el estado de los asuntos públicos lo dejaba "muy preocupado e

intranquilo"." El ministro de guerra Rengifo estaba aún más inquieto. En agosto, se había enterado de que el Partido Social Revolucionario (PSR) se proponía incitar a un levantamiento del proletariado a nivel nacional. Advirtió sobre las "nubes borrascosas" que se cernían sobre la nación. Cuando el partido anunció su intención de realizar una convención en La Dorada, Caldas, en el mes de septiembre, alertó al gobernador del departamento y le pidió que observara de cerca la reunión. Los oficiales de La Dorada

41 Un apasionado recuento de la huelga se encuentra en I. Torres Giraldo, Los inconformes, Op. cit., vol. 4, pp. 849-866. El antiimperialismo era uno de los temas importantes en los discursos en contra de Tropical Oil. La noticia de que Estados Unidos había enviado de nuevo tropas para ocupar a Nicaragua, llevó a Mahecha, Torres Giraldo y a otros a vincular la "agresión imperialista" de Estados Unidos en el Caribe con su "actividad colonizadora", cuya punta de lanza era la Tropical Oil Company. Un recuento personal único del castigo que se dio a los huelguistas se encuentra en Isaac Gutiérrez Navarro, La luz de una vida, Bogotá, ABC, 1949, pp. 202-204. 42 Aunque tenía cerca de cuarenta años por aquella época, se consideraba conveniente que María Cano viajase acompañada mientras recorría el país incitando a las masas a la revolución. Su hermano Alfredo la acompañaba con este fin. A pesar de aceptar las costumbres sociales, María Cano era una oradora persuasiva y valiente. Mientras pronunciaba un discurso en Manizales, en agosto de 1927, desde el balcón de un hotel, la policía local disparó al aire para tratar de dispersar a la muchedumbre que la escuchaba. Como la muchedumbre permaneció impasible, la policía disparó al muro del hotel, cerca de donde se encontraba Cano. Ella también se negó a moverse y terminó su discurso, al parecer sin perturbación alguna. Así, como lo recuerda Torres Giraldo, el Decreto 707, "licencia para matar", se convirtió en letra muerta. I. Torres Giraldo, María Cano, Op. cit., pp. 58 y ss., 99-102. 43 Marco Fidel Suárez, Sueños de Luciano Pulgar; vol. 12, Bogotá, Librería Voluntad, 1927, p. 386.

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cumplieron sus órdenes con tal celo que encarcelaron a los dirigentes del PSR en cuanto comenzó la reunión. Así, los miembros de la recientemente nombrada dirección del partido se vieron obligados a adelantar sus asuntos furtivamente, mientras sus compañeros distraían a sus carceleros con ruidosos juegos de cartas. « Una consecuencia importante de la convención de La Dorada fue la formación de un subcomité del Partido Social Revolucionario, conocido como el Consejo Central Conspirativo (CCC). Este organismo estaba encargado de planear el derrocamiento del gobierno mediante sublevaciones populares coordinadas. Los liberales vinculados a la facción militarista de este partido, siendo el general Leandro Cuberos Niño el principal entre ellos, participaron también en el trabajo del CCC. Para comienzos de 1928, los miembros del grupo fabricaron bombas para utilizarlas en el derrocamiento del odiado régimen conservador. Al mismo tiempo, dirigentes conservadores como Antonio José Uribe e Ignacio Rengifo pedían una nueva legislación que les permitiera actuar libremente en contra de los disidentes, sin tomar en cuenta las protecciones a los derechos civiles consagradas en la Constitución. El debate sobre el plan del go-

bierno para la aprobación de lo que llegó a ser conocido como la Ley heroica llenó los diarios colombianos desde febrero de 1928 hasta octubre del mismo año, cuando finalmente fue aprobada en el Congreso. Ignacio Rengifo lideró este esfuerzo, argumentando acaloradamente que tal legislación era indispensable para detener una revuelta comunista inminente. Rengifo sostuvo que los comunistas estaban a punto de someter al país a "una conflagración social de pavorosas dimensiones"." Los liberales, y un considerable número de conservadores, atacaron la propuesta, calificándola de arbitraria y dictatorial. Advirtieron que, de ser aprobada, la ley tendría consecuencias más calamitosas que aquellas que pretendía impedir. El representante conservador José Antonio Hoyos advirtió que "por huir del bolchevismo no podemos caer en un fascismo de la peor especie"." La Ley heroica fue aprobada el 30 de octubre de 1928, pero no sin que antes uno de los representantes liberales suscitara el debate sobre los miles de trabajadores empleados por la United Fruit Company, que violaba constantemente la ley laboral colombiana. ¿Qué sucedería si estos empleados se cansaran de esperar que el gobierno acudiera en su ayuda?, se preguntó uno de los representantes:

44 I. Torres Giraldo, Los inconformes, Op. di•, vol. 4, pp. 886-891. Miembros de esta Dirección fueron Torres Giraldo, Tomás Uribe Márquez, Pedro Narváez, Urbano Trujillo y María Cano. Bogotá, 45 Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 263. 46 Jorge Orlando Melo, Sobre historia y política, Bogotá, La Carreta, 1979, p. 146.

¿Se dirá, cuando los trabajadores redamen sus derechos, cansados de esperar, que se inicia un movimiento comunista, y enviará sus tropas a debelarlo el señor Rengifo?. 47

La pregunta del representante encontraría respuesta a los pocos días. Una semana después de aprobada la Ley heroica, la cual, en efecto, dedaraba ilegales organizaciones como el Partido Social Revolucionario, estalló un problema laboral en la zona costera del Caribe, en Santa Marta, donde la United Fruit Company tenía enormes plantaciones con cerca de veinticinco mil trabajadores. Favorecida por una sucesión de gobiernos nacionales y departamentales ansiosos por obtener inversión extranjera, la compañía estadounidense había operado en su endave costero de manera que recibía óptimas utilidades. Desde 1925, United Fruit se había beneficiado de una disposición del Ministerio de Industria, según la cual, dado que los cosechadores de banano trabajaban con base en contratos individuales, técnicamente no eran empleados de la compañía. Esta disposición era absurda en todos los sentidos de la palabra, pero confería a United Fruit el

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derecho de desacatar todas las leyes laborales colombianas. Para 1928, la situación de los trabajadores de las bananeras se había hecho insoportable, y habían decidido hacer una huelga a menos que la compañía mejorara las condiciones de trabajo. 48 La compañía se rehusó a negociar y, entre el 12 de noviembre y el 6 de diciembre, la zona bananera se paralizó. El momento de la huelga no hubiera podido ser peor. El año anterior, miembros del Partido Social Revolucionario y del CCC habían almacenado febrilmente municiones para utilizarlas en la inminente sublevación. Para abril de 1928, existía un plan según el cual los miembros del CCC declararían una huelga general y realizarían acciones militares coordinadas contra el gobierno. Los revolucionarios tenían tal fe romántica en el carácter inevitable del levantamiento del proletariado, que hablaban incesante y abiertamente acerca del nuevo orden inminente. A comienzos de 1928, Leonilde Riaño, la Flor Roja de Cundinamarca, advirtió a las mujeres colombianas que se prepararan para marchar al lado de sus hombres "en la revolución que se aproxima"."

47 lbíd., p. 151. 48 Mucho se ha escrito sobre la huelga bananera en Santa Marta y sobre su trágico desenlace. Un buen recuento histórico es el presentado por Catherine LeGrand, "El conflicto de las bananeras", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 183-218. 49 Diario Nacional, 23 de febrero de 1928. "Las mentes de los del CCC estaban llenas de ilusiones!", escribió I. Torres Giraldo, creo que es la única suya citada ya Los inconformes, Op. cit., vol. 4, p. 75. Los afiliados al CCC provenían de tres grupos. La mayoría eran socialistas como Torres Giraldo y Tomás Uribe Márquez, y anarco-sindicalistas como Raúl Eduardo Mahecha. Los liberales también estaban representados. Cuberos Niño y Felipe Lleras Camargo eran los más conocidos de ellos.

240 / la modernización en Colombia

Los miembros del gobierno de Abadía Méndez tomaron las amenazas revolucionarias en serio. "Estoy convencido de que el comunismo en Colombia está próximo a estallar", afirmó el ministro de industria Montalvo a comienzos de 1928. Montalvo prosiguió diciendo que se había sorprendido, en un viaje reciente a la zona bananera de Santa Marta, al ver que los trabajadores leían "alarmantes tratados bolcheviques". 50 Durante el mes de abril de 1928, el ministro de guerra Rengifo estuvo preocupado por la infiltración de los bolcheviques en el ejército. El arzobispo Ismael Perdomo, quien había reemplazado a Bernardo Herrera Restrepo cuando este falleció en enero de aquel año, elogió la posición anticomunista del gobierno e instó a los trabajadores a regresar a la Unión Colombiana Obrera, apoyada por la Iglesia. Los defensores del "principio del orden" advirtieron consternados los viajes de Guillermo Hernández Rodríguez y de otros a Moscú, y su tendencia a dar a los periódicos que fundaban nombres como El Moscovita, Ola Roja y El Sin-

dicalista, No había en Colombia una fuerza coherente en la vida pública ca-

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paz de atemperar el inminente enfrentamiento entre la izquierda y la derecha. El Partido Liberal estaba desorganizado; algunos de sus integrantes se aliaron con las fuerzas del orden, otros apoyaron a los revolucionarios. De gran importancia fue el hecho de que la mayoría de los liberales, y también un buen número de conservadores, desdeñaron a los revolucionarios como visionarios inocuos y se burlaron de los temores de conservadores como Rengifo. El caricaturista de El Tiempo, Ricardo Rendón, habitualmente hacía mofa de ambos bandos, para diversión general de los colombianos. 5' Esto sólo pareció enfurecer y fortalecer la decisión de ambas facciones extremistas. Fue en este contexto de extremismo de izquierda y de derecha que los trabajadores bananeros se lanzaron a la huelga. El día en que se inició, el 12 de noviembre de 1928, el gerente de United Fruit, Thomas Bradshaw, envió un telegrama a Abadía Méndez, donde decía: "la situación revolucionaria aquí es extremadamente peligrosa"." Abadía respondió enviando unidades del ejército a la región de Santa Marta. La huelga se prolongó durante casi un mes, amenazando

50 I. Torres Giraldo y María Cano habían estado organizando a los trabajadores justo antes de la visita de Montalvo. 51 Durante mayo de 1928, El Tiempo publicó una serie de caricaturas de Rendón sobre este tema. El 21 de mayo, el editorial de ese diario afirmó que María Cano, Torres Giraldo "y otras dos docenas de agitadores" no representaban una amenaza para la paz en Colombia. En esa misma edición, aparecía una larga carta de Laureano Gómez dirigida al congresista conservador Insignares Piñeres, donde Gómez argumentaba que los conservadores no debían aprobar la "Ley heroica", a la que consideraba como una restricción inconstitucional de los derechos civiles. 52 C. LeGrand, Op. cít., p. 206.

eventualmente con causar graves pérdidas a la United Fruit. El 2 de diciembre, el general Cortés Vargas, comandante de las tropas gubernamentales, sostuvo haber interceptado un mensaje de Tomás Uribe Márquez en el que instaba a los huelguistas a sabotear las propiedades de la compañía. Luego, dos días más tarde, se supo que United Fruit podría perder

ríos miles de huelguistas que acampaban cerca de la estación del ferrocarril. Ordenó a la muchedumbre que se dispersara, dándole tres minutos para hacerlo. Cuando la multitud, entre la cual se encontraban muchas personas dormidas, se negó a moverse, el general Cortés ordenó a sus tropas abrir fuego. Cerca de una docena de huelguistas murieron en

toda la cosecha, pues los huelguistas habían bloqueado los trenes que llevaban la fiuta hasta los barcos.

el acto y muchísimos resultaron heridos. En los días siguientes, mientras el ejército disolvía a la fuerza la

Por un instante, pareció que la huelga podría tener éxito. Pero este hecho, unido al rumor de que los buques de guerra estadounidenses, el crucero Des Moines y el acorazado North Dakota se dirigían hacia Santa Marta, llevó al gobierno a declarar el estado de sitio en la zona bananera en la noche del 5 de diciembre. Al recibir esta información, e inspirado por la insistencia de Rengifo en no dar cuartel "al enemigo", el general Carlos Cortés Vargas decidió dispersar a los trabajadores que habían bloqueado el envío por tren a través del pueblo de Ciénaga. Al llegar a la plaza principal del pueblo a la 1:30 de la madrugada del 6 de diciembre, desplegó trescientos soldados fuertemente armados contra va-

huelga en medio de esporádicas escaramuzas y de ataques a las propiedades de la compañía, cientos de trabajadores de la zona bananera perdieron la vida." La masacre de la zona bananera de fines de 1928 fue una terrible lección para los obreros colombianos. Ayudó a convencerlos de que una reivindicación revolucionaria de sus quejas era imposible ante la superioridad militar del gobierno central. Gustárales o no, la mayoría de los colombianos tuvieron que coincidir con la evaluación del activista liberal Heradio Uribe, cuando afirmó que si los trabajadores de la zona bananera hubieran continuado luchando por el cambio a través del Partido Liberal, en lugar de asociarse con los socialistas,

53 Los estimativos de las víctimas varían enormemente. Los registros oficiales, donde se informó únicamente de los disparos en Ciénaga, contaban ocho muertos y veinte heridos. Otros dicen que muchos miles de trabajadores fueron masacrados. Observadores menos apasionados, como el embajador de Estados Unidos en Bogotá, reportaron que cientos, quizá mil personas habían muerto. Este estimativo es confirmado por el dirigente socialista Julio Cuadros Caldas, uno de los testigos presenciales, citado en H. Navia Varón, Op. cit., pp. 316-317. Cuadros dijo que mil personas habían muerto, entre ellas mujeres y niños; tres mil habían sido heridas y quinientas encarceladas.

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242 / La modernización en Colombia el resultado de la huelga hubiera sido muy diferente." El fatídico 1929

Colombianos reflexivos se vieron desconcertados y entristecidos el primer día de 1929. El periódico de la mañana incluía un largo mensaje de Abadía Méndez sobre "el estado de la nación", donde el presidente elogiaba a la Iglesia católica por haber dado al país su cultura y civilización, y agradecía a los capitalistas extranjeros por haber contribuido tanto al desarrollo nacional. Abadía llegó incluso a decir que su gobierno continuaría protegiendo a United Fruit, Tropical Oil y a otras compañías extranjeras de las exigencias de sus empleados colombianos. Como lo explicó el presidente, la autoridad pública se convertiría en una burla, a menos que la industria y el capital extranjero recibieran "la más amplia protección"." Agradeció de manera especial el que las fuerzas de la verdad y de la justicia hubiesen triunfado sobre los propagadores de doctrinas anárquicas y

subversivas. Sin medir sus palabras, el presidente llamó felones y traidores a los líderes de la reciente huelga contra United Fruit, personas que, en su afán de triunfar, no vacilaban en "atravesar con su puñal el corazón amante de la patria". Las personas de mentalidad progresista encontraron, sin embargo, un poco de humor negro en el melancólico diario matutino. La caricatura de Rendón mostraba a Abadía durmiendo en su cama, mientras que sonaban a su alrededor alarmas alertando sobre el peligro a la nación, tituladas "capitalistas yanquis", "corrupción oficial" y "deuda externa". En las sombras se veía una figura de la muerte, rotulada "zona bananera". Pocos días antes, El Tiempo había publicado una caricatura de Rendón titulada "Regreso de una expedición de caza". Mostraba al general Cortés Vargas presentando un saludo militar al presidente Abadía. Detrás del general se veía una hilera de cadáveres; detrás de Abadía, una pila de patos. "'Maté a cien!", decía Cortés. "Eso no es nada", replicaba Abadía, "iyo maté doscientos!" .s

54 Citado en Terrence Burns Horgan, "The Liberals come to Power. Por debajo de la ruana: A Study of Enrique Olaya Herrera Administration, 1930-1934", disertación de doctorado, Gainesville, Florida, Vanderbilt University, 1983, p. 42. Uribe señaló también que los socialistas fueron los primeros en huir una vez que comenzó la violencia. I. Torres Giraldo, p. 125, describe la huida de Mahecha, la suya propia y la de Los inconformes, Op. cit., vol. 4, otros. Alberto Castrillón, quien no conocía la región, fue capturado, sometido a un juicio militar y condenado a veinticuatro años de prisión, de los cuales estuvo preso menos de un año. Un año después de la masacre de la zona bananera, se presentó como candidato presidencial por el Partido Social Revolucionario. La trascripción de su juicio se encuentra en Ciento veinte días bajo el terror militar, Bogotá, Tupac-Amarú, 1974. 55 El Tiempo, 1 de enero de 1929. 56 La caricatura está reproducida en Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, op. cit., p. 260.

Los temores económicos acompa- tes y asertivos arrendatarios de la zona ñaban el descontento generalizado cafetera de Viotá. Cuando los campor la falta de sensibilidad de Abadía pesinos que anteriormente se enconfrente a los problemas laborales. A co- traban empleados en las obras públimienzos de 1928, los prestamistas es- cas regresaron a la agricultura, tadounidenses suspendieron el crédi- hallaron que les resultaba dificil gato, después de enterarse de que los nar dinero debido a la libre importadineros de los empréstitos eran des- ción de alimentos establecida en la Ley pilfarrados, como una manera de de emergencia de Abadía de 1927. Los protestar contra la legislación colom- comerciantes también comenzaron a biana que protegía las reservas na- verse afectados. Los precios de los bocionales de petróleo. 57 Los recortes en nos colombianos en la bolsa de Nuelos gastos de obras públicas que se si- va York cayeron constantemente, perguieron obligaron a despedir a miles diendo el 20% de su valor entre 1927 de trabajadores. Los precios del café, y fines de 1929." Una ola de incenque se encontraban en casi treinta cen- dios en Medellín en febrero de 1929 tavos de dólar por libra un año antes, sugirió que los constructores acosahabían empezado a caer. Para comien- dos estaban recurriendo a los incenzos de 1929, habían caído a veintitrés dios premeditados para reducir sus centavos de dólar, y para fines del año pérdidas." Casi un año antes de la llegaron a diecisiete centavos. A me- quiebra de la bolsa de valores, en ocdida que se agotaban los ingresos, los tubre de 1929, el director del diario, rentistas comenzaron a exigir exen- Eduardo Santos advirtió que Colomciones de sus obligaciones. Los pri- bia se hallaba en un estado de crisis meros en hacerlo fueron los elocuen- económica."

57 La legislación, que declaraba la soberanía nacional sobre las reservas petroleras, había llevado al Wall Street Journal, a comienzos de 1928, a publicar un editorial donde decía que "Colombia muestra signos de indinarse hacia los mismos puntos de vista radicales que han arruinado a México y a Rusia". Citado en Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Op. cit., p. 206. 58 Carlos Esteban Posada Posada, "La gran crisis en Colombia: el período 1928-1933", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 81. Para 1931, habían perdido el 50% de su valor. Y para fines de 1932 el 82%. 59 T B. Horgan, Op. cit., p. 22. En aquel momento se inauguró en Bogotá el primer "rascacielos" colombiano, el Hotel Estación, al frente de la Estación de Ferrocarriles de la Sabana. De ocho pisos, fue el primer edificio en el que se utilizó concreto armado en Colombia. El historiador de la arquitectura Germán Téllez, en "La arquitectura y el urbanismo en la época actual", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, cita el proyecto como un ejemplo del retraso tecnológico en Colombia. El concreto armado, usado por primera vez en Europa antes del siglo xix, fue una "innovación sensacional" a comienzos del siglo )0( en Colombia. 60 Su editorial del 15 de enero de 1919 llevaba por título "En presencia de la crisis". Véase Eduardo Santos, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 390-391.

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A comienzos de febrero, la policía nacional llevó a cabo redadas en las ciudades del país y descubrió cajas de bombas fabricadas por miembros del Comité Central Conspirativo. El secretario del Partido Social Revolucionario, Tomás Uribe Márquez, fue arrestado, y poco después el dirigente liberal Leandro Cuberos Niño, al descubrirse una bomba en su casa. Más de otra docena de personas fueron detenidas en conexión con "la conspiración de las bombas", entre ellas los infatigables Torres Giraldo y María Cano. Varios de los más prominentes conspiradores fueron liberados después, gracias ala hábil defensa que hicieron de ellos los abogados Jorge Eliécer Gaitán y Carlos Lozano. Los cargos contra María Cano fueron retirados. La prensa liberal minimizó el incidente y El Espectador acusó al presidente de utilizarlo para promover las aspiraciones presidenciales de Ignacio Rengifo. 61 El caricaturista Ricardo Rendón caracterizó a los fabricantes de bombas como figuras chaplinescas que no debían ser tomadas en serio, reflejando con ello una actitud popular que llevó a un re-

portero del New York Times a observar que el público colombiano no le daba mayor importancia a "la amenaza roj a" . 62 Para comienzos de 1929, era evidente que el partido de gobierno tenía problemas mucho más graves que el de los revolucionarios fabricantes de bombas, la caída de los indicadores económicos y su enorme impopularidad. La campaña para las próximas elecciones había comenzado, y los conservadores tenían dos candidatos presidenciales: Alfredo Vásquez Cobo y Guillermo Valencia, ninguno de los cuales estaba dispuesto a retirarse a favor del otro. No era esto lo que debía suceder, pues cuatro años antes el arzobispo Herrera Restrepo había indicado que Vásquez Cobo debía ser presidente para el período comprendido entre 1930 y 1934.° Sin embargo, con la muerte de Herrera, y el hecho de haber sido sucedido por Ismael Perdomo, una personalidad menos fuerte y menos ingeniosa desde el punto de vista político, la voz política de la Iglesia era más débil de lo que había sido hasta entonces durante el siglo xx. 64 La falta de experiencia

61 El Espectador, 7 de febrero de 1929. 62 Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, op. cit., pp. 261-263; T. B. Horgan, op. cit., pp. 46-50. Alcides Arguedas escribió que la mayoría de los colombianos se oponían a la ideología revolucionaria porque la clase pobre y los burócratas, por ser conservadores, dependían del gobierno. Los liberales, por su parte, siendo los ricos, no desean ver amenazadas sus propiedades. Véase: Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 63. 63 Un recuento de alguien "cercano" al embrollo entre la Iglesia y el Estado en 1929, es el presentado por José Restrepo Posada, La Iglesia en dos momentos difíciles de la historia, Bogotá, Kelly, 1971. 64 El Vaticano eligió a Perdomo por sobre un candidato más lógico, el obispo antioqueño Manuel José Caycedo, específicamente porque el primero no estaba profundamente

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política de Perdomo quizá no hubiera director de la lucrativa compañía de tenido importancia si Abadía Mén- tranvías de la ciudad, a quien acusadez no odiara a Vásquez Cobo y no ba de un sinnúmero de ofensas, una estuviera decidido a impedir que lle- de las cuáles era el robo. El hecho de gara a la presidencia. Su antipatía que Cuervo fuese destituido provocó se remontaba al menos a 1904, cuan- un clamor popular, pues era bien codo Abadía sufrió un humillante exi- nocido que * los recursos públicos eslio por orden de Rafael Reyes. Las taban siendo robados y dilapidados tropas que condujeron a Abadía y a por miembros de una rosca que mansus colegas a los Llanos Orientales es- tenía estrechos vínculos con el propio taban comandadas por Alfredo presidente. Esto, agregado al hecho de Vásquez Cobo, entonces ministro de que los servicios municipales se maguerra de Reyes.65 Abadía, el astuto nejaban de manera incompetente, político de las maquinarias, vivía la sacó a miles de bogotanos, muchos máxima según la cual "la venganza es de ellos estudiantes, a protestar en un plato que se saborea mejor cuan- las calles el 6 y el 7 de junio. El 6 de do se come frío", y estaba decidido a junio la policía, al mando del general hacer pagar a Vásquez Cobo la anti- Cortés Vargas, disparó sobre la mugua ofensa, sin importarle las conse- chedumbre y mató a un estudiante, cuencias. Gonzalo Bravo Pérez.° Miles de perA mediados de 1929, Abadía y el sonas llevaron el cadáver a la residengobierno conservador experimentaron cia presidencial y exigieron acciones una crisis más, que intensificó su de- contra todos los implicados en el asunbilidad y desunión. El 5 de junio, el to. No sólo le pidieron a Abadía que gobernador de Cundinamarca, Ru- destituyera al jefe de la policía, sino perto Melo, pidió la renuncia del al- también al ministro de obras públicas, calde de Bogotá, Luis Augusto Cuer- Hernández, y al ministro de guerra, vo, quien se había vuelto odioso para Rengifo. Abadía accedió a las peticiola clase política en el poder. La ofen- nes. Con la salida de Rengifo y de sa de Cuervo consistió en despedir al Hernández, caracterizados como "la

involucrado en las políticas partidistas conservadoras. Perdomo había mostrado también una habilidad excepcional en su trabajo con los pobres cuando fue obispo de Ibagué. Para más detalles sobre sus actividades allí durante las dos primeras décadas del siglo, véase James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Bogotá, El Áncora, 1984, p. 191. Es posible que la decisión de Roma de elegir a Perdomo por sobre Caycedo, más elocuente políticamente y más militante, hubiera estado determinada también por los continuos y graves problemas que afectaban a la Iglesia mexicana, fuertemente politizada. 65 Vásquez Cobo ocupó este cargo entre 1903 y 1904, y luego otra vez en 1909. Fue también ministro de relaciones exteriores de Reyes entre 1906 y 1908. 66 Irónicamente, Bravo Páez era ahijado de Abadía Méndez. Al parecer el alto joven fue alcanzado por una bala que rebotó.

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246 / La modernización en Colombia columna vertebral del régimen", el gobierno de Abadía se encontró a la deriva y jamás se recuperó 6 7 Julio y agosto fueron meses perdidos para la política partidista liberal y conservadora. Los conservadores no consiguieron resolver el problema de lanzar un (mico candidato presidencial. El arzobispo Perdomo demostró su ineptitud política al entregar los nombres de cinco candidatos de quienes dijo que aceptaría como nominados, y luego se decidió por Vásquez Cobo. 68 "Lo que más sorprende", dijo el arzobispo en una carta del 20 de agosto, "es que los obreros y aun parcialidades comunistas han hecho saber que apoyan a Vásquez Cobo". 69 El Partido Liberal, por su parte, estaba en aquel momento desacreditado y desanimado, y no parecía capaz de lanzar ningún candidato presidencial. El 18 de julio, Alfonso López Pumarejo había concedido una entrevista para el periódico en la que observó que su partido estaba "absolutamente liquidado"." En ese momento, los liberales estaban divididos entre las facciones "civilista" y "militarista". Los civilistas seguían a Paulo E. Bustamante y, hasta cuando murió en París en

julio de 1929, a Nemesio Camacho. Los militaristas seguían al general Cuberos Niño, recientemente liberado de prisión después de 'haber estado implicado en el incidente de las bombas en febrero de aquel año. A comienzos de junio, los civilistas se reunieron en Apulo, Cundinamarca. Esta reunión se destacó principalmente porque no se permitió asistir a los congresistas liberales recién elegidos. Fueron vetados de la convención porque habían desobedecido ala orden de Bustamante de abstenerse de participar en las elecciones de febrero. A fines de agosto, los liberales que tenían antecedentes en el partido republicano se reunieron en Bogotá con el expresidente Carlos E. Restrepo. Entre ellos se encontraban Simón Araújo, Eduardo Santos y Luis Eduardo Nieto Caballero. Ese grupo, los representantes no oficiales de los moderados liberales y conservadores, esperaban poder encontrar conjuntamente un candidato que, como lo dijeron Araújo y otros, pudiera "orientar y salvar a la nación"." Dado que esto no fue posible, la reunión terminó y Restrepo regresó a Medellín diciendo que no veía sino oscuridad en el frente político.

67 El "Movimiento 8 de junio", como se conoce, es discutido en Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo xx, Bogotá, El Áncora, 1984, pp. 38-44. R. Serrano Camargo, op• cit., pp. 59-63; H. Navia Varón, Op. cit.., pp. 161-188. 68 En julio dijo que las siguientes seis personas serían aceptables para él: José Vicente Casas, Mariano Ospina Pérez, Ignacio Rengifo, Antonio José Uribe, Guillermo Valencia y Vásquez Cobo. 69 El Espectador, 21 de agosto de 1929; J. Restrepo Posada, Op. cit., p. 61. La popularidad del general entre los trabajadores se debía en parte al manejo que había dado a la huelga de los Ferrocarriles del Pacífico tres años antes. 70 La Prensa, 18 de julio de 1929. 71 Carlos E. Restrepo, Orientación Republicana, vol. 2, Bogotá, Banco Popular, 1972, p. 505.

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Mientras los dos partidos luchaban se celebraba el carnaval estudiantil en por solucionar sus problemas inter- Bogotá, un fin de semana de desfiles, nos, el Partido Social Revolucionario baile en las calles, concursos de beagonizaba. Para julio, la mayoría de lleza y parrandas, aparentemente sus líderes estaban en prisión o en el dirigidas a conseguir fondos para la exilio." Sin embargo, muchos de sus Casa del Estudiante y para sus obras miembros persistían en su sueño de de caridad. Él punto culminante del que las masas, si se les diera la opor- carnaval de 1929 era la coronación tunidad, se levantarían como un solo de la reina de los estudiantes, honor hombre y abolirían el capitalismo y que se disputaban María Teresa Rolla propiedad privada." Según esta dán, Josefina Uribe Portocarrero y lógica, lanzaron lo que esperaban se Elenita Laserna. El Tiempo reportó convirtiera en un levantamiento na- "gran nerviosismo" en la capital cocional. El esfuerzo abortó. Sólo en El lombiana mientras los partidarios de Líbano, en la zona cafetera del norte las candidatas luchaban por elegirla de Tolima, y en otros dos pueblos de mediante la compra de votos que cosmenor importancia, hubo un esfuer- taban veinte centavos cada uno. Duzo concentrado por tomarse el poder. rante la última hora de la votación El levantamiento bolchevique de El Lí- hubo un frenesí de compra de votos; bano, dirigido por uno de los miem- los adinerados seguidores de las jóvebros del CCC, Pedro Narváez, fue nes pagaron hasta siete mil dólares por aplastado por una milicia bipartidista el triunfo de su candidata. Finalmente fue elegida María Teresa Roldán reunida apresuradamente." Julio era también el mes en que con ciento setenta mil votos. Quienes 72 Eduardo Mahecha estaba en el exilio; Tomás Uribe Márquez en prisión, sirviendo una condena de treinta meses "por fabricación y posesión de explosivos con propósitos subversivos". Uribe había sido arrestado de nuevo en junio, cuando se lo descubrió fabricando bombas en Bogotá. Torres Giraldo estaba a punto de salir de la cárcel. Cuando lo hizo, regresó a la zona bananera, donde fue detenido de nuevo y deportado. Viajó entonces a la Unión Soviética, donde pasó casi cinco años. I. Torres Giraldo, Los inconformes, Op. cit., vol. 4, p. 990. 73 Años después el Partido Comunista Colombiano, que sucedió al Partido Social Revolucionario en la década del treinta, criticó a Torres Giraldo y a sus compañeros por promover "una tendencia profundamente equivocada" y por seguir "una confusa mezcla de reivindicaciones sociales y tendencias putchistas". Partido Comunista de Colombia, Reinta años de lucha del partido comunista en Colombia, Bogotá, Paz y Socialismo, 1960, p. 11. Tan idealistas eran los bolchevistas colombianos que reformularon los ritos religiosos tradicionales. En el caso del bautismo, por ejemplo, ingresaban a los niños a su sociedad "en el Santo Nombre de la Humanidad Oprimida y en honor de la Hermandad Universal". Gonzalo Sánchez, Los bolcheviques de El Líbano (Tolima), Bogotá, Ecoe Ediciones, 1976, p. 79. 74 Unas pocas personas murieron en el ataque. Narváez fue arrestado y encarcelado por un tiempo. Un recuento excelente del levantamiento de El Líbano es Gonzalo Sánchez, Los bolcheviques. Una colección de las municiones caseras de Narváez y sus seguidores puede verse en James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Op. cit., p. 93.

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levantaban los fondos obtuvieron la considerable suma de US$21.545, haciendo del carnaval de 1929 uno de los más exitosos de la década. Según Alcides Arguedas, la coronación de la nueva reina tuvo lugar en el Teatro Colón, en medio de "lujosa disipación", acompañada de discursos, risas y una alegre fila de estudiantes que bailaban por los pasillos del teatro. Luego estos mismos estudiantes

convirtieron la calle Real en una "feria de locos", en la cual "casi todos estaban ebrios, o fingían estarlo". 75

El vertiginoso carnaval estudiantil de 1929 habría de ser el último de esta índole. El dima político cambió después de 1930; este, acompañado por una austeridad económica cada vez mayor, terminó con los carnavales. De muchas maneras, fueron el símbolo de la década del veinte, cuando la nueva riqueza hizo posible las extravagancias que personas como Arguedas observaban con sentimientos encontrados. Sin embargo, las celebraciones estudiantiles de aquella década fueron mucho más que fiestas exuberantes en las que los hijos de los privilegiados escandalizaban a

sus mayores." Fueron también declaraciones de la presencia estudiantil que había sido de señalada importancia en la vida pública colombiana durante toda la década. El movimiento estudiantil colombiano se inició formalmente en 1921, cuando tres jóvenes de veintiún años, Germán Arciniegas, Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno lanzaron la revista literaria Universidad. Esta revista y los carnavales de mitad de ario que pronto la siguieron, se inspiraban directamente en los acontecimientos que tenían lugar en el Cono Sur, especialmente en el Movimiento de Reforma Universitaria iniciado en Córdoba, Argentina, en 1919. En un sentido más amplio, hacían parte de la revuelta en contra de la cultura burguesa, el positivismo rígido y el imperialismo occidental que predominaban en Europa desde fines del siglo." Los estudiantes latinoamericanos encontraron especial inspiración en el derrocamiento de los regímenes políticos autoritarios en México y en Rusia. Y en Colombia estas ideas se vieron aún más fortalecidas por el despertar económico del país y por

75 A. Arguedas, Op. cit., p. 746. 76 Nadie se escandalizó más que Ignacio Rengifo. Convencido de que la Casa del Estudiante estaba infiltrada de comunistas, intentó organizar a los estudiantes de derecha para contrarrestar la organización de la Casa, dominada por los liberales. Apoyó el intento del jesuita Félix Restrepo de asumir el control de la Junta directiva de la Casa del Estudiante mediante una elección cuidadosamente supervisada que se llevó a cabo en el patio del edificio del Congreso. Los esfuerzos del padre Restrepo se vieron frustrados cuando los estudiantes liberales hicieron estallar en llamas las urnas al llenarlas con votos impregnados de fósforo blanco. Estos incidentes se describen en R. Serrano Camargo, Op. cit., pp. 170-172. 77 Esta revuelta es tratada magistralmente en H. Stuart Hughes, Consciousness and Sociely, the reorientation of European Social Thought, 1890-1930, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1958.

el estado general de agitación social en que vivía. Los carnavales estudiantiles de Bogotá eran, entonces, una ostentosa destilación de un despertar intelectual generalizado y profundo. El movimiento estudiantil encabezado primero por Germán Arciniegas y sus compañeros pronto se amplió y, para mediados de la década, contaba entre sus filas a un gran número de jóvenes que comenzaron a referirse a sí mismos como Los Nuevos."

Para mediados de 1925 lanzaron su propia revista literaria, Los Nuevos, y la utilizaron como una plataforma desde la cual difundían sus mensajes de cambio literario, político y social. Los Nuevos se enorgullecían de su nacionalismo, espiritualidad y sensibilidad ante las desigualdades sociales —especialmente por la suerte de los pobres—. Deseaban crear "un nuevo sentimiento de solidaridad humana" al "desatar una gran corriente netamente ideológica". Entre tanto, estaban orgullosos de su diversidad ideológica, y acogían a todos aquellos que desearan expresarse libremente." Los Nuevos proclamaron su enemistad con las generaciones anteriores, en especial con aquella que inmediatamente los precedía, la Generación del Centenario, a la que identificaban con una debilidad ideo-

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lógica análoga a la del antiguo movimiento republicano. Acusaban a los Centenaristas de tener un concepto mecanicista de la vida, "apetitos bastardizados" que habían despojado a los hombres de generaciones anteriores de su espiritualidad. Como grupo enamorado de la cultura material y casado con la idea del progreso, los Centenaristas habían hipotecado irreflexivamente la nación a capitalistas extranjeros a costa de su propio

pueblo, argumentaban Los Nuevos. Por consiguiente, estaban en bancarrota moral e intelectual, se alababan enfermizamente entre sí y eran completamente nefastos para el bienestar nacional. "¿Ha llegado el momento en que es preciso hacer el balance de la generaciones anteriores y deducir su parte de responsabilidad en la 'evolución' nacional?" Su respuesta fue un sonoro "iSí!". 80 Los Centenaristas eran hombres del pasado, de otra época. Su tiempo había pasado. Los Centenaristas no admitieron de buen grado el ataque de la generación más joven. Como hombres de cerca de treinta años y a quienes todavía faltaban algunos años para moldear el destino nacional, ridiculizaron su presunto retiro prematuro declarado por un grupo de jóvenes de veinte arios, precoces e inexpertos. Un

78 Incluían a Alberto y Felipe L'eras Camargo, Jorge Eliécer Gaitán, Jorge Zalamea, León de Greiff, Rafael Maya, Francisco y José Umaña Bernal, Luis Tejada, Moisés Prieto, José Mar, Juan Lozano, Gabriel Turbay, Joaquín Fidalgo Hermida, Eliseo Arango, José Camacho Carreño, Primitivo Crespo, José Enrique Gaviria, Luis Vidales, Abel Botero y C. A. Tapia. 79 Los pasajes citados pertenecen al primer número de Los Nuevos, publicado el 6 de junio de 1925, y que dejó de publicarse al final de aquel mismo año. Están incluidos en Jorge Zalamea, Literatura, política y arte, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1978. 80 J. Zalamea, Op. cii., p. 595.

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mes después de iniciada la publicación de Los Nuevos, Eduardo Santos negó las acusaciones que se hacían a su generación. 8 ' Cinco meses más tarde, Alfonso López Pumarejo, quien por entonces sólo tenía treinta y siete años, se burló de Los Nuevos, de quienes dijo, "con un criterio literario, casi musical, intervienen en los asuntos públicos". Se refirió a ellos como "nuestros radicales socialistas", acusándolos de ser miembros de un grupo privilegiado que había aprendido sobre el sufrimiento humano en los libros. Les recordó que no estaban solos en su celo reformista, sino que, por el contrario, se encontraban precisamente dentro de la tradición liberal de la reforma, tradición que hacía innecesario que imitaran a los bolcheviques rusos o a los sindicalistas europeos." Fue Armando Solano quien más se resintió de los ataques de Los Nuevos. Liberal progresista, militó en su juventud en el partido republicano, y atacó "el odio irracional, incomprensible" que sentían Los Nuevos por personas como él." Caracterizó a los Centenaristas como hombres amantes de la paz, que habían buscado eliminar la ideología de la política nacional. Al

mismo tiempo, veía a Los Nuevos como el producto de la fragmentación ideológica ocurrida después de la Primera Guerra Mundial, hecho que explicaba su heterodoxia. Encontraba también que estaban tan absortos en ellos mismos, que eran "una generación casi exclusivamente literaria", que "ama las emociones raras y lucha con talento por desmenuzarlas"." Desafió a Los Nuevos a dejar sus exploraciones del yo y a salir a hacer algo que beneficiara a la sociedad en general. Las observaciones de Solano enfurecieron a Alberto Lleras, quien le respondió en una polémica carta abierta. "¿Dónde está la labor de los del Centenario para reformar este trazo caduco de la Colonia, esta grotesca pesadilla universitaria?", escribió irritado. Acusó a los hombres de la generación de Solano de no tener sentido del mundo contemporáneo, y de utilizar sus diarios de manera escandalosa y "lasciva" para su propio engrandecimiento personal. "Hemos vivido más al corriente de las pulsaciones de la humanidad de ahora de lo que ustedes vivieron y viven actualmente", afirmó. "No es cuestión de catálogos ni de libros nuevos. Es cuestión de ideas.

81 Lo hizo en un editorial de El Tiempo del 19 de julio de 1925. Véase: E. Santos, Op. cit., vol. 1, pp. 470-471. 82 Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Jorge Mario Eastman, comp., Retina, 1978-1980, pp. 49-53. 83 Armando Solano, Paipa, mi pueblo, y otros ensayos, Bogotá, Banco de la República, 1983, pp. 317-318. Solano se había dedicado a la política activa durante veinte años. En 1905, había fundado una publicación llamada Revista Nueva. En 1923 hizo un llamado a los liberales para que suscribieran el socialismo. Véase: Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1915-1934, Bogotá, Tercer Mundo, 1974, pp. 132-133. 84 Armando Solano, Glosas y ensayos, 1923-1945, Bogotá, Colcultura, 1982, p. 329.

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No hemos temido desvinculamos del pasado para alzarnos a las nuevas corrientes"." El debate generacional resonó en la vida pública colombiana durante cerca de cuarenta años después de los exaltados intercambios de mediados de 1920." A corto plazo, tuvo exactamente el efecto que Los Nuevos deseaban. Como sucedió en el caso del levantamiento obrero durante la década del veinte, el radicalismo de la generación más joven y su sinceridad llevó a la corriente principal del liberalismo hacia la izquierda, intensificando su sensibilidad a los problemas sociales. En abril de 1928, Armando Solano renunció al Partido Liberal, aduciendo que había perdido contacto con el pueblo. Explicó que había suscrito el socialismo, al que entendía como un movimiento no violento, dirigido a la redistribución de la propiedad privada, no a su abolición." Menos de una semana después de la publicación de la carta de Solano, Alfonso López Pumarejo publicó una cáustica carta dirigida al jefe del Partido Liberal, Nemesio Camacho, en la que le pedía que regresara del "desierto mental" al que había entrado de la mano de los conservadores. "Nosotros los liberales nunca nos hemos

atrevido a protestar por la miseria en la que viven la mayoría de nuestros conciudadanos", dijo. "Nunca hemos creído que sea de nuestra incumbencia enseñarles los caminos de la independencia económica, política y social". Después de elogiar la labor adelantada por Uribe Márquez, Torres Giraldo y María Cano, López advirtió que en un momento de revolución social y económica, el Partido Liberal debía ser leal a sus propios valores, o sufrir las terribles consecuencias que acarrearía abandonarlos." Cuando, cerca de quince meses después, Alfonso López observó que su partido estaba "liquidado", lo dijo como una crítica ala dirección del partido, no como si hubiera perdido la fe en el Partido Liberal mismo. De hecho, en el transcurso de 1929, López y otros liberales comenzaron a creer que el atolladero en el que se encontraba el Partido Conservador podría ser beneficioso para ellos. A pesar de la declaración del arzobispo Perdomo a favor de Vásquez Cobo, Guillermo Valencia no daba señales de estar dispuesto a abandonar su candidatura a la presidencia. El presidente Abadía continuó ayudando a Valencia tras bambalinas, a la vez que trabajaba para debilitar a Vásquez Cobo. La

85 La carta de Lleras a Solano se cita en A. Rodríguez Garavito, Op. cit., p. 176. 86 Fue objeto de discusión en la vida pública colombiana hasta mediados de la década del sesenta, cuando ya habían fallecido la mayoría de los Centenaristas. En 1960, por ejemplo, el novelista Eduardo Caballero Calderón se refirió a los Centenaristas como una generación "estéril" e "inauténtica". Véase su artículo, "Historia privada de los colombianos", en: Obras, vol. 2, Medellín, Bedout, 1964, pp. 330-337. 87 A. Solano, Glosas y ensayos, 1923-1945, Op. cit., pp. 127-128. 88 A. López Pumarejo, Op. cit., vol. 1, pp. 55-61. López hizo estas observaciones en una carta del 25 de abril de 1928.

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popularidad del gobierno de Abadía cayó aún más durante el mes de septiembre, cuando el congresista Jorge Eliécer Gaitán presentó una exposición sensacional de la masacre de la zona bananera. La noticia de la quiebra de la bolsa de Nueva York, en octubre de 1929, intensificó los problemas económicos de Colombia. Un mes después de este acontecimiento, Alfonso López informó sobre los frenéticos esfuerzos que realizaban los industriales antioqueños por deshacerse de sus propias acciones.89 A1 final del año, el 80% de las personas empleadas en obras públicas habían sido despedidas y los salarios de los empleados públicos que permanecieron en servicio fueron reducidos en un 50%. Los propietarios de vivienda rebajaron los alquileres hasta en un 25%, mientras que los arrendatarios exigían que sus pagos se redujeran al menos en un 40%.90 El Directorio Liberal Nacional (DLN) se reunió a mediados de noviembre, y los miembros del partido sonrieron escépticos cuando Alfonso López Pumarejo les anunció que debían prepararse para asumir el poder. Los conservadores, por su parte, ignoraron las actividades de sus viejos antagonistas quienes, a medida que se aproximaban las elecciones del 9 de febrero, no habían siquiera postulado un candidato. Los liberales, sin embargo, se habían asegurado de que

sus integrantes estuvieran registrados para poder votar en las elecciones. A partir de la reunión del DLN realizada en noviembre, los liberales creyeron que tenían un candidato con credibilidad para la contienda presidencial que se avecinaba: Enrique Olaya Herrera, embajador de Colombia ante Estados Unidos durante largo tiempo. Cuando se le habló del asunto, Olaya manifestó su interés de participar, pero aclaró que no lo haría con base en una plataforma exclusivamente partidista. Esto desconcertó a liberales como Alfonso López y Gabriel Turbay, quienes deseaban que el candidato mostrara un liberalismo más militante. Pero esto agradó a muchos conservadores, que no se inclinaban ni por Vásquez Cobo ni por Guillermo Valencia. El bloque más importante de conservadores moderados estaba conformado por antioqueños que tenían vínculos históricos con el republicanismo, un partido que ni Valencia ni Vásquez Cobo habían visto con buenos ojos. Otra consideración de importancia era el aspecto económico. Antioquia era un departamento que probablemente se vería afectado en el área económica si cualquiera de los candidatos conservadores llegara al poder. Vásquez Cobo, quien era caleño, favorecería seguramente los intereses del Valle del Cauca si fuese elegido. Cuando fue director del Ferrocarril del Pacífico, el

89 Alfonso López Michelsen, Los últimos días de López, y cartas íntimas de tres campañas políticas ( 19291940-1958), Bogotá, Mito, 1961, pp. 95-96. 90 A. Patiño, Op. cit., pp. 248-249.

general le había asestado un duro golpe a los antioqueños al conectar a Cali con el puerto de Buenaventura, quitándole así negocios a las líneas antioqueñas que conectaban el bajo río Cauca con el Magdalena. Olaya Herrera, por otra parte, poseía importantes vínculos con Antioquia, pues había sido miembro entusiasta del partido republicano y ministro de relaciones exteriores de Carlos E. Restrepo. Tenía entonces excelentes credenciales para el bipartidismo y, por lo demás, aseguró explícitamente que respetaría las prerrogativas de la Iglesia en caso de ser elegido, y que formaría un gobierno en el que los conservadores serían escuchados tanto como los liberales. Todos estos elementos hicieron que Enrique Olaya Herrera fuera el candidato predilecto de los conservadores moderados de Antioquia y de los liberales que habían militado en el viejo partido republicano. A fines de diciembre, incluso Alfonso López había depuesto su rabia por el tibio liberalismo de Olaya, pues para entonces todos los liberales sabían que tenían excelentes posibilidades de asumir el poder después de haber pasado cuarenta y cinco años en el

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desierto político.9 ' A mediados de enero de 1930, Olaya regresó a Colombia proveniente de Washington. Durante enero y comienzos de febrero, adelantó su campaña ante muchedumbres entusiastas, mientras que los conservadores continuaban sufriendo por la división de su partido." La suerte de los conservadores se hundió en proporción inversa a la de los liberales. Pero al menos tenían las palabras del presidente Abadía para consolarlos. En el mensaje del 1 de enero, había animado a sus compatriotas a ser optimistas ante la adversidad. Los problemas personales eran, decía, "una fuente de innegable provecho", que "templa los caracteres". Si bien las palabras de Abadía se referían al desmedro económico del país, se aplicaban también perfectamente a su partido. Gracias a las maquinaciones de Abadía, el Vaticano le había ordenado al arzobispo Perdomo que trasladara su apoyo a Guillermo Valencia, en lugar de Vásquez Cobo." Este cambio de posición, ocurrido dos semanas antes del día de las elecciones, selló el destino del Partido Conservador. A muchos clérigos les desagradaba Valencia y desconfiaban de él y, por consiguiente,

91 A comienzos del año, Pedro José Berrío, el cacique conservador del oriente antioqueño, le había dicho a Eduardo Santos que Olaya Herrera sería el mejor candidato presidencial. Galvis Galvis, Memorias de un político centenarista, vol.', Bucaramanga, s. e., 1975, p. 212. 92 Una discusión de la intensa actividad política que tuvo lugar durante la agitada campaña de Olaya, de enero 17 a febrero 8 de 1930, se encuentra en Alfonso Rumazo G., Enrique Olaya Herrera, Santiago de Chile, Zigzag, 1940, pp. 109-144; Gustavo Humberto Rodríguez, Olaya Herrera, político, estadista y caudillo, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, pp. 145-153; C. E. Restrepo, Op. cit., vol. 2, pp. 510-613; T. B. Horgan, Op. cit., pp. 121-159. 93 Los acontecimientos que precedieron al cambio de posición de Perdomo se discuten en J. Restrepo Posada, Op. a., pp. 68-79.

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desobedecieron las órdenes de Perdomo. Recordaban la alianza poco santa que él había hecho con los liberales en 1918, su pasado bohemio y el hecho bien conocido de que Valencia era un mujeriego, cuyos hijos ilegítimos presuntamente llegaban a más de doscientos. Las muestras de piedad de Valencia en el transcurso de su campaña no los ablandaron ni convencieron. Por consiguiente, muchos sacerdotes ordenaron a sus parroquianos que continuaran apoyando a Vásquez Cobo. El día de las elecciones, Enrique Olaya Herrera ganó por una gran mayoría en unas elecciones en las que se dividió el voto conservador. Olaya obtuvo 396.934 votos; Valencia, 240.360 y Vásquez Cobo, 213.583. Alberto Castrillón, el candidato del Partido Social Revolucionario, obtuvo 577 votos. El 10 de febrero, al día siguiente de la elección, se lanzaron piedras a la residencia presidencial y a la casa de campo de Abadía. No se supo si habían sido lanzadas por liberales o por conservadores." Olaya Herrera y la Gran depresión

La elección de Enrique Olaya Herrera en 1930 le indicó a muchos que la República de Colombia había llegado a la mayoría de edad." La alter-

nación pacífica del poder que se daba allí era una feliz aberración en la época de la depresión en América Latina, región donde los golpes de Estado y las dictaduras militares eran la regla. Cuando inició su período de cuatro años, Olaya Herrera gozaba de relaciones extraordinariamente buenas con el Partido Conservador, lo cual le permitió atender con eficiencia los problemas económicos generados por la contracción económica mundial de comienzos de la década del treinta. Sólo los estallidos de violencia política nublaron un horizonte administrativo soleado. Pero incluso en este aspecto, Olaya tuvo suerte. La violencia, que fue especialmente grave durante sus primeros dos años de gobierno, tuvo lugar en una parte distante del país y no amenazó seriamente la estabilidad nacional. Fue afortunado que Olaya Herrera dispusiera de un gran apoyo conservador entre 1930 y 1932, pues fue esta la época cuando la Gran depresión afectó más gravemente a Colombia. El colapso del comercio mundial tuvo un efecto inmediato y devastador sobre las fmanzas del país. La mayor parte de los ingresos del gobierno provenían de recaudos de aduana, los cuales cayeron drásticamente después de 1929, cuando produjeron setenta y cinco millones de pesos. Tales ingresos bajaron casi 30% en 1931, a 54

94 Luis Eduardo Nieto Caballero, Escritos escogidos, vol. 1, Luis C. Adames Santos, comp., Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 198, 265. 95 Esta fue la opinión de dos de los historiadores más respetados del país, Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, en A History of Colombia, traducido y editado por J. Fred Rippy, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1938, p. 543.

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millones de pesos, y en casi 50% en 1932, cuando produjeron treinta y cinco millones de pesos. 96 Las obras públicas, que habían absorbido más de la mitad de todos los ingresos del gobierno en 1929, se redujeron al 15% del minúsculo presupuesto de 1931." Esto significó el despido de miles de obreros, quienes regresaron a la agricultura o vagaron por el campo en busca de empleo. Entre tanto, los salarios agrícolas habían caído de un 50 a un 60%. Bandas de obreros sin empleo merodeaban y robaban comida a los más pudientes, y en ocasiones exigían suministros a los atemorizados terratenientes." Cuando la masa monetaria se agotó y desapareció el crédito, los rentistas y propietarios enfrentaron momentos difíciles. Andrés Samper Gnecco recordaba que "una infinidad de gente" había perdido su casa en las ciudades colombianas. Al no poder pagar las hipotecas, muchos de ellos regresaron a las haciendas ancestrales." También las clases altas

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sufrieron reveses. Carlos Lleras Restrepo, un joven abogado que comenzaba a trabajar en Bogotá, recordó haber manejado los procedimientos de quiebra para la agencia de automóviles Fiat de la capital.'" El nuevo gobierno rápidamente adoptó medidas para enfrentar la crisis económica. El presidente electo Olaya viajó a Estados Unidos donde solicitó la ayuda de su amigo, el profesor de economía de Princeton, Edward Kemmerer. Kemmerer y seis colegas más, remunerados con cien mil dólares en certificados de oro, llegaron a Bogotá tres días antes de la posesión de Olaya. Permanecieron en Colombia hasta fines de noviembre de 1930, tiempo durante el cual diseñaron un plan fmanciero que combinaba la austeridad fiscal, un alza moderada de ingresos y ortodoxia económica.'" Los norteamericanos urgieron a Olaya a mantener el patrón oro y a extender el papel del Estado en los asuntos fiscales.'" De especial importancia entre los tributos

96 Antonio García, Gaitán y el problema de la revolución colombiana, Bogotá, Cooperativa de Artes Gráficas, 1955, p. 261. 97 John Pollock, "Evaluating Regime Performance in a Crisis: 'Violence, Political Demands, and Elite Accountability in Colombia 1932-1919", manuscrito inédito, University Stanford, Department of Political Science, 1969, pp. 14-15. 98 Catherine LeGrand, Prontier Expansion and hasant Protest in Colombia, 1850-1936, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1986, pp. 106-108. 99 Andrés Samper Gnecco, Cuando Bogotá no tuvo tranvía, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1973, pp. 78-79. 100 Carlos Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida, vol. 1, Bogotá, Stamato, 1983-1993, pp. 30-31. 101 El propio Kemmerer regresó a Estados Unidos a fines de octubre. 102 Cuando Olaya protestó que enfrentaría una fuerte oposición política si intentara extender la recolección de ingresos a campos que tradicionalmente eran de competencia de los departamentos, Kemmerer le dijo que no debía preocuparse por eso, e incluso utilizar la fuerza de ser necesario. Las actividades realizadas por la segunda misión Kemmerer se discuten en P. Drake, Op. cit., pp. 68-72.

256 / Laa modernización en Colombia aconsejados por Kemmerer fue el primer impuesto sobre el banano exportado por la United Fruit Company. Y gracias en parte a la influencia de Kemmerer y de sus colegas, Olaya pudo negociar un cuantioso empréstito con bancos privados estadounidenses. Este dinero fue de gran utilidad para el gobierno, pues con él pudo pagar las cuotas de su deuda externa, que ascendía a ochenta y un millones de dólares.'" Los servicios de Edward Kemmerer eran costosos, pero valían la pena, así fuese sólo por el apoyo que ganaron para el programa económico de Olaya. Dado que estaban recomendadas por el prestigioso doctor Kemmerer, el presidente obtuvo con facilidad la aprobación del Congreso para una serie de medidas que mitigaron los efectos del revés económico. A comienzos de 1931, el Congreso aprobó una ley que le confería al presidente nuevas y amplias facultades para intervenir en asuntos económicos. Olaya procedió de inmediato a revocar la Ley de emergencia de 1927, la cual permitía la importación libre de impuestos de algunos alimentos. Como consecuencia de ello, se incrementó la producción local de alimentos, así como los precios de la tierra. Otras leyes tributarias aprobadas en 1931 aceleraron la sustitución de importaciones, al prohi-

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

bir la importación de aquellos materiales que pudieran producirse en el país. Los intereses agrícolas y otros se beneficiaron con la creación de tres nuevas entidades crediticias, el Banco Central Hipotecario, la Caja Agraria y la Caja Colombiana de Ahorros. Adicionalmente, Olaya estimuló la expansión ulterior de la industria cafetera al ofrecer a los cultivadores una bonificación del 10% por nuevos cultivos.'" Los trabajadores se beneficiaron de una serie de medidas aprobadas durante el primer año de la presidencia de Olaya. La Ley 83 de 1931 protegió el derecho de los trabajadores a organizar sindicatos, y la disolución de los sindicatos fue declarada delito civil. Leyes posteriores establecieron la obligatoriedad de las vacaciones remuneradas y otros beneficios, así como la semana laboral de cuarenta horas y los domingos libres y remunerados. Gracias al apoyo de Olaya, el número de sindicatos creados entre 1930 y 1934 superó el número total de los creados entre 1920 y 1930. 1" No todos estaban contentos con la conmoción producida por las medidas a favor de los sindicatos. Cuando los miembros de la coalición liberalconservadora intentaron hacer aprobar la legislación que contemplaba compensación por desempleo, el

103 Ibíd., p. 56. 104 A. Patiño, Op. cit., pp. 372-75; I. Torres Giraldo, Las inconformes, Op. cit. vol. 4, pp. 1.039-1.042. 105 Durante el gobierno de Olaya, se organizaron sesenta y siete sindicatos nuevos, mientras que en la década del veinte se reconocieron sesenta y tres. M. Urrutia, Op. a., pp. 53, 117-118. Durante el gobierno de Alfonso López, 1934-1938, se concedió reconocimiento legal a 376 sindicatos nuevos. ,

representante conservador Sotelo Peñuela opinó que la mayoría de los desempleados no eran más que vagos. Más aún, dijo Sotelo, [...] detrás de ellos hay agitadores, demagogos, y otras personas de mala índole que están corrompiendo a la clase obrera al punto de llevarla a cometer crímenes y abusos, tales como aquellos que actualmente vemos que intentan realizar en la Cámara de Representantes."

Durante la presidencia de Olaya se hicieron grandes adelantos en el campo de la política de transporte. En mayo de 1931, se aprobó una ley mediante la cual la política nacional de transporte pasó de la construcción de ferrocarriles a la construcción de autopistas, carreteras y caminos secundarios. El complejo proyecto, denominado Ley 88, representó el primer paso hacia la planeación nacional en el ámbito del transporte. Bajo las disposiciones de la nueva ley, la Comisión Nacional de Vías Férreas asumió la operación del fragmentado sistema de ferrocarriles, se desarrolló un plan maestro para la construcción de un sistema integrado de vías férreas y carreteras en el oriente y en el oc-

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cidente colombianos, y la financiación de los diferentes proyectos fue retirada de los departamentos y reubicada en Bogotá. Los críticos de Laureano Gómez encontraron después fallas en la nueva burocracia del transporte, aunque los observadores imparciales estuvieron de acuerdo con que la iniciativa de Olaya constituyó un importante avance en un área vital de la vida pública.' 07 Si bien las reformas legislativas impulsadas por Olaya durante los primeros dieciocho meses de su gobierno tuvieron importantes consecuencias para la recuperación y el desarrollo nacionales, otros problemas de carácter más inmediato seguían presionando. Las marchas de hambre fueron eventos habituales en Bogotá y en otras ciudades colombianas entre 1930 y 1932. Uno de los editoriales de El Tiempo caracterizó a 1931 como "un ario terrible", aunque también observó que las condiciones eran peores en otros países.'" Un mes más tarde, en enero de 1932, los ciudadanos enfurecidos se reunieron en el centro de Bogotá exigiendo que se restablecieran los empleos en las obras públicas. Olaya Herrera se sintió lo suficientemente

106 A. Patino, op. cit., p. 375. 107 Laureano Gómez se mostró especialmente sarcástico en relación con la Comisión Nacional de Vías Férreas, a la cual se refirió en una entrevista publicada en El Tiempo el 16 de noviembre de 1934, como "el más extraordinario, más escandaloso y más repugnante excremento de la burocracia republicana liberal". Un examen detallado de la política de transporte durante el gobierno de Olaya Herrera se encuentra en Donald S. Barnhart, "Colombian Transport and the Reforms of 1931: An Evaluation", Hispanic American Historical Review, 382), Durham, Duke, University Press, 1958, pp. 1-24; Richard E. Hartwig, Roads to Reason. Transportation, Administration, and Rationality in Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1983, pp. 105-111. 108 El Tiempo, 24 de diciembre de 1931.

258 / La modernización en Colombia



amenazado como para encarcelar a Guillermo Hernández Rodríguez y a Gilberto Vieira, líderes comunistas de la protesta. La presión pública obligó al gobierno a abandonar gradualmente la austeridad económica prescrita por Edward Kemmerer. Colombia abandonó el patrón oro en octubre de 1931, y el gobierno se vio presionado continuamente para que declarara la moratoria en el pago de la deuda externa. Olaya cada vez estaba menos dispuesto a apoyar el riguroso programa de Kemmerer. "He tratado de jugar el juego de los americanos", se quejó. Hice aprobar las leyes petroleras que se me indicaron, se firmó el Contrato Barco, he intentado proteger los intereses norteamericanos en [nuestros] aranceles [...]. Me parte el alma que los norteamericanos me fallen al ftrial. 1°9

Las dificultades de Olaya para conseguir nuevos empréstitos de los bancos estadounidenses lo llevaron a aumentar la masa monetaria mediante la devaluación de la moneda y otras medidas. Eventualmente, se vio obligado a declarar una moratoria parcial en el pago de la deuda externa, la mayor parte de la cual se había contraído con bancos norteamericanos."° Estas medidas, junto con un

incremento en el gasto público, aseguraron que la decadencia económica colombiana no se prolongara más allá de 1932. De hecho, durante aquel terrible ario, hubo signos de recuperación. Ya para junio de 1932, Olaya pudo jactarse de que el sistema bancario de la nación era sólido, las exportaciones habían retomado un ritmo normal, la tasa de desempleo había disminuido, la cosecha de café era excelente y las nuevas entidades nacionales de crédito ofrecían nuevos préstamos."' Los proyectos de obras públicas, suspendidos desde 1930, se reanudaron en 1932, llevando al historiador Alfonso Patiño a afirmar que su restauración había sido "uno de los legítimos motivos de orgullo para el gobierno de Olaya"." 2 Los colombianos tuvieron suficiente buen ánimo durante 1932 como para crear una nueva institución social, el Concurso Nacional de Belleza. El 19 de mayo, Aura Gutiérrez, de Antioquia, fue coronada Señorita Colombia, después de derrotar a Margot Manotas del Atlántico y a Elvira Rengifo del Valle del Cauca."3 La mujer más bella de Colombia fue coronada en el Teatro Colón de Bogotá, en medio de una extravagancia que recordaba el ambiente de los viejos carnavales estudiantiles de la capital.

109 P. Drake, Op. cit., p. 66. 110 Iba, p. 74; A. Patiño, Op. a., p. 572. 111 El mensaje económico está sintetizado en A. Patiño, Op. cit., pp. 462-463. 112 Antes del fin del año, una guerra extranjera habría de llevar al gobierno a dar empleo a miles de personas más y a invertir millones adicionales en la economía nacional. 113 A. Patiño,

.Op. cit., pp. 458-459.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I

Por qué fracasó el bipartidismo

Olaya Herrera pudo enfrentar con eficiencia los problemas económicos de Colombia, en gran parte debido al gobierno de coalición que conformó cuando se posesionó, y que le fue muy útil durante tres de sus cuatro años como presidente. Dos mandatarios anteriores en el siglo xx habían gobernado mediante alianzas bipartidistas, aunque ninguno de ellos tuvo el éxito de Olaya. Rafael Reyes y Carlos E. Restrepo fueron conservadores que gobernaron con la ayuda de los liberales. Sin embargo, Reyes pasó la mayor parte del Quinquenio controlando a la oposición a través de la fuerza militar, y Restrepo fue reducido a la inoperancia por las débiles alianzas partidistas que aplastaron su moderado republicanismo, "como algodón entre cristal". " 4 Colombia y su nuevo presidente fueron doblemente afortunados. No sólo gobernó Olaya Herrera en un momento de relativa armonía entre las élites liberales y conservadoras, sino que lo hizo en una época en la cual los principales Estados occidentales se precipitaban hacia la dictadura y el desastre. Gracias al embrollo del Partido Conservador en 1928-1929, la élite política colombiana pudo manejar los urgentes problemas económicos de manera especialmente rápida. El gobierno de Olaya de "concentración nacional", extraordinariamente efectivo, fue en realidad algo

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accidental, producto de circunstancias fortuitas. Lo anterior apunta a una de las paradojas de la presidencia de Olaya Herrera. Este, un fino diplomático, amigo de presidentes y de magnates norteamericanos, líder equitativo y magnánimo, era el resultado del sistema político colombiano, polarizado y dirigido por las élites. Nació en una modesta familia liberal en Boyacá y vio cómo su familia se arruinó en las guerras civiles de 1885 y 1895. Las rivalidades entre los partidos y los odios heredados lo habían llevado a quebrar las narices de los jóvenes conservadores antes de cumplir veinte años, y había luchado en la Guerra de los Mil Días. Pero Olaya había aprendido a despreciar la militancia partidista. Aceptó la candidatura a la presidencia en 1930 únicamente cuando se le hubo asegurado un importante apoyo bipartidista. A falta de este apoyo, o enfrentado a un Partido Conservador unificado, Olaya Herrera jamás habría sido presidente. Esto revela que en 1930 Colombia continuaba siendo una nación cautiva de sus dos partidos políticos. A este respecto no era diferente de lo que había sido durante los ocho años anteriores. Como vocero principal de una alianza bipartidista, Olaya gozó de gran libertad en el manejo de los asuntos económicos. No obstante, los viejos odios y las tradiciones partidistas permanente e insidiosamente erosionaron el apoyo bipartidista que había

114 Frase acuñada por el director de El Tiempo, Eduardo Santos.

260 / La modernización en Colombia recibido al comienzo. El triste hecho de la vida política colombiana es que, a pesar de que Olaya afirmara su neutralidad, su partido estaba destinado a prosperar a expensas de los conservadores. El sistema político colombiano era enormemente centralizado. Además de los miembros de su propia familia oficial, el presidente de la nación nombraba a los gobernadores de los

departamentos, quienes, a su vez, nombraban a los alcaldes de más de ocho-

cientas ciudades y poblaciones." 5 Estos funcionarios proveían los cargos de sus oficinas y dependencias con amigos y aliados políticos, generando así una vasta reorganización burocrática con cada cambio de gobierno. Como sucedió en el caso de Olaya, cuando el nuevo régimen trajo al partido opositor al poder, pocos de los miembros de la colectividad que había perdido habrían de permanecer en sus cargos. Análogamente, era inevitable que, en la medida que los liberales asumieran posiciones claves dentro del gobierno, los cuerpos elegidos comenzaran a favorecerlos. Los partidos en el poder tenían innumerables maneras de ganar las elecciones. Los liberales colombianos habían estudiado las técnicas de fraude electoral de los 'conservadores durante los cuarenta y

cinco años anteriores —técnicas que los seguidores de Núñez habían aprendido de sus predecesores en el poder, y así sucesivamente hasta los albores del republicanismo en Colombia—. Los liberales no perdieron tiempo en utilizar todas las antiguas técnicas de manejo de votos para asumir el control de los cuerpos electorales. Para 1933, los liberales tenían

la mayoría en más de la mitad de los concejos municipales y de las asambleas departamentales. Cuando Olaya dejó la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes se encontraban en manos de los liberales. El inevitable predominio liberal había llenado de temor a los conservadores en febrero de 1930. Rafael Azula Barrera recordaba que la elección de Olaya había generado en él y en sus copartidarios la impresión de una catástrofe inminente." Los conservadores se agolparon en las iglesias el 10 de febrero, al día siguiente de las elecciones. Oraban para que se diera una intervención divina, por la muerte de Olaya Herrera, por cualquier cosa que le evitara a la nación y a ellos mismos los sufrimientos que se avecinaban.''' Tres guerras civiles habían seguido a su propio ascenso al poder en 1880, y en 1930 nadie podía estar seguro de que los jefes

115 Estas ochocientas cuatro comunidades eran designadas como "cabeceras" o pueblos principales, sedes del gobierno de la unidad básica de la administración política colombiana, el municipio. Un Concejo Municipal, elegido popularmente, compartía los deberes administrativos con el alcalde. 116 Rafael Azula Barrera, De la revolución al orden nuevo, Bogotá, Kelly, 1956, p. 23. 117 Mario Latorre Rueda, "1930-1934. Olaya Herrera: un nuevo régimen", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 283. Algunos sabían que por aquella época Olaya se encontraba gravemente enfermo.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 261 del partido no se lanzaran a la guerra para impedir ser despojados de su poder. La elección de Olaya, sin embargo, no originó ninguna guerra civil. Para 1930, el Estado era ya lo suficientemente poderoso como para no ser derrocado por jefes partidistas convertidos en generales. Pero no era todavía lo suficientemente poderoso como

para evitar que el derramamiento de sangre estropeara la cosecha de triunfos. Al final de la presidencia de Olaya, cientos de colombianos habían muerto y miles se vieron obligados a abandonar sus hogares. La violencia en Colombia durante el cambio de gobierno suscita una serie de interrogantes. El primero es: ¿qué dinámica envió a tantos ciudadanos al exilio o a la muerte en un momento en el cual los jefes de los partidos en Bogotá aconsejaban la moderación? Segundo: ¿qué le dio a los partidos Liberal y Conservador en Colombia su peculiar dinamismo en una época en la cual los partidos de la misma denominación habían desaparecido en casi toda América Latina?"8 Filialmente: ¿por qué no le fue posible a Olaya Herrera controlar una lucha política tan encarnizada que llevaba a la policía conservadora a acosar a los votantes liberales antes de 1930, y a la policía liberal a hacer lo propio con los conservadores después de la posesión de Olaya? Todo esto sugiere que había en juego más

que cargos gubernamentales mal remunerados y un deficiente control de la elaboración de políticas públicas. La particular intensidad de la política colombiana del siglo xx estaba arraigada en una convergencia única de factores ecológicos, culturales, económicos e ideológicos. Los colombianos eran una población que había vivido, a lo largo de su historia, aislada por las montañas y en una situación

de relativa pobreza. Su contexto social era de jerarquías y de interdependencias de índole dolorosamente locales e inmediatas. A comienzos del siglo xix rompió sus lazos con España y, al hacerlo, Colombia perdió la fuerza que la había unificado políticamente, la monarquía. Una vez lograda la independencia, y desaparecidos los reverenciados héroes de la revolución, se inició un proceso de disolución territorial que, entre 1840 y 1842, amenazó con reducir a Colombia, llamada entonces Nueva Granada, a un conjunto de regiones en guerra. Las lealtades políticas no se extendían más allá del caudillo o cacique local, o al patrón o superior social inmediato. El gobierno central en Bogotá era impotente y la nación se encontró al borde de la anarquía. Los colombianos necesitaban desesperadamente una fuerza capaz de unificar sus regiones y de permitir que sus voces se escucharan en Bogotá. Encontraron su fuerza unificadora en los partidos Liberal y Conservador.

118 La evolución de los Partidos Conservadores en Latinoamérica se discute en James D. Henderson, "Latin America Conservative Palies", en: Barbara A. Tanenbaum, ed., Encyclopedia of Latin American History, Nueva York, Scribner's, 1992.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 263

262 / La modernización en Colombia

El primer partido político moderno de Latinoamérica, el Partido Liberal, fue creado por hombres que deseaban promover los principios igualitarios y libertarios que habían dado lugar al movimiento revolucionario mismo. Deseaban atacar todo tipo de privilegio arraigado y de restricción ala libertad individual, sosteniendo que actuar de otra manera era irracional e inconsistente con el espíritu democrático de la época. En Colombia y en otros lugares, los liberales se dedicaron a su tarea con un celo que deleitó a algunos y horrorizó a otros. Miembros de este último grupo intentaron contrarrestar las reformas liberales creando los Partidos Conservadores. Durante las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo xix, los liberales colombianos lucharon por hacer que su programa revolucionario se convirtiera en el programa de la nación. Atacaron las restricciones individuales de toda índole y promovieron un programa social igualitario, argumentando, a partir de premisas racionales y utilitarias, que una sociedad buena era aquella que ofrecía el máximo de libertad individual. Coronaron sus logros en las constituciones redactadas en 1853 y 1863. En tales documentos se separaba la Iglesia del Estado y se garantizaba la libertad de cultos, se decretaba el sufragio universal masculino, se establecía un sis-

tema federal para la nación, se abolía la pena de muerte y se garantizaba plena libertad de expresión. Otras leyes aprobadas durante el predominio liberal abolían la esclavitud, establecían un sistema de educación pública, liberaban el comercio y golpeaban los arraigados privilegios sociales y económicos." 9 El liberalismo colombiano, originado en el racionalismo de la Ilustración, orientado por una vasta bibliografla de escritores políticos europeos y americanos, y concretado mediante leyes nacionales, puso en marcha un proceso de selección que pronto polarizó al país. Ningún hombre que dispusiera de medios en Colombia podía permanecer impasible ante la avalancha de la legislación reformista aprobada a mediados del siglo xix. Los miembros de la élite se unieron a los liberales o a las fuerzas que se les oponían, haciéndose miembros del Partido Conservador. Y a cada uno lo seguían sus familiares, amigos, adeptos, así como todos aquellos que dependían de alguna forma de él. Los conservadores colombianos ingresaron a las filas de su partido por diversos caminos. Muchos de sus más intransigentes miembros eran católicos practicantes, que encontraban el anticlericalismo liberal equivocado y perverso. Otros vieron perjudicados sus intereses económicos por las reformas liberales. Y un gran número

119 Estas Constituciones aparecen en Miguel Antonio Pombo y José Joaquín Guerra, eds., Constituciones de Colombia, vol. 4, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Imprenta Nacional, 1951, pp. 125-159.

de colombianos se afiliaron al Partido Conservador porque alguien a quien amaban, respetaban o temían lo había hecho. A través de sus partidos, los colombianos encontraron una nueva manera de promover sus intereses —e incluso de moldear la política gubernamental cuando tenían la suerte de acceder al poder—. En lo sucesivo, los dos partidos colombianos desempeñaron el mismo papel que los partidos políticos en Europa y en América del Norte. Al igual que en aquellos lugares, en Colombia las razones que motivaban la filiación política partidista eran diversas y a menudo idiosincrásicas. La particular perdurabilidad de los partidos Liberal y Conservador en Colombia fue, en gran medida, una función del largo predominio conservador que se extendió hasta 1930. Este, a su vez, se explica en parte por la tardía modernización del país. Dado que el cambio social tardó en llegar, y que el costo humano que invariablemente se paga en tales procesos tardó en manifestarse, fue relativamente sencillo para los conservadores colombianos mantener controlados a los reformadores entre 1880 y la tercera década del siglo xx. Hubo una época en la que el liberalismo ocupaba el primer pla-

no en la mayor parte de América Latina.'" La aparente impermeabilidad de la nación a la reforma era aquello que tanto había frustrado a Los Nuevos y a los activistas políticos que habían intentado crear partidos laboristas y socialistas en Colombia. Finalmente, en 1930, el Partido Liberal se anunciaba como el conducto lógico, en realidad como el único conducto político, mediante el cual podía introducirse una reforma en un país cuyo sistema político había hecho frarasnr siempre el. cambio. Los académicos colombianos han señalado una combinación de factores como fuente de la violencia y del glacial ritmo del cambio político y social en su país, tales como la debilidad del Estado central y la intensa politización de los ciudadanos. Luis López de Mesa contó seis "frustraciones" históricas del destino nacional, que se extendían desde la época precolombina hasta la Violencia de las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo xx. Atribuía las dos frustraciones de ese siglo, la Guerra de los Mil Días y la Violencia, a las élites políticas nacionales, "que arrojaron al país al abismo de todas las locuras imaginables".'" Orlando Fals Borda señaló tres momentos de la historia nacional en los cuales los sueños utópicos

120 Es importante señalar que el liberalismo de fines del siglo en América Latina fue una versión "conservatizada" de esta ideología. El proceso mediante el cual se dio esta metamorfosis se discute en Charles Hale, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, y en el libro del mismo autor, The Tratuformation of Liberalism in Late Nineteenth Century México, Princenton, Princeton University Press, 1989. 121 Luis López de Mesa, Esenstinio sociológico de /a historia colombiana, 2.' ed., Bogotá, ABC, 1955, p. 72.

264 / La modernización en Colombia



de los reformadores sociales fueron aplastados por el poder que ejercieron viejos patrones de pensamiento y de acción. La utopía socialista propuesta durante la década del veinte fracasó ante un sistema dominante dirigido por las élites liberal y conservadora, que encerró a Colombia dentro de una "tradición señorial burguesa".'" Frustración fue precisamente el sentimiento que experimentó Enrique Olaya Herrera cuando la violencia política debilitó el consenso republicano que tanto le había ayudado durante los primeros arios de su gobierno.

Violencia en el cambio de regímenes Lo más penoso para Olaya fue la extrema dificultad que tuvo en contener la violencia cuando esta se desató. Los incidentes de derramamiento de sangre por lo general ocurrían lejos de la sede del poder político, en la polvorienta plaza de algún pueblo remoto que se encontraba al fmal de un largo camino de herradura. Cuando se enviaban fuerzas especiales para la preservación de la paz a lugares semejantes, llegaban por lo general varios días después de ocurridos los incidentes. El proceso de selección que había llevado a los colombianos a seguir a uno de los dos partidos

había creado innumerables puntos de conflicto en todo el quebrado territorio nacional. Con el paso del tiempo, desde la creación. de los partidos Liberal y Conservador, los colombianos tendieron a emigrar a aquellos municipios donde podían hacer parte de la mayoría política. Para 1930, tres cuartas partes de los municipios, conformados por sus cabeceras y sus vecindarios, poseían apreciables mayorías liberales o conservadoras. En 159 de ellos —cerca del 20% del total— el 90% o más de los residentes votaban tradicionalmente por el Partido Liberal o por el Conservador.'" Así, cuando se posesionó y comenzó a llenar los cargos de las oficinas nacionales con liberales, Olaya, directa o indirectamente, envió a miembros de su partido a lugares en los cuales no se había visto un liberal en la administración durante cerca de medio siglo. Los conservadores que residían en aquellos lugares veían, desde luego, este cambio con preocupación, a veces con temor. Los liberales, por su parte, consideraban esta nueva situación en muchos casos como una oportunidad de deshacer viejos entuertos. Al igual que en los municipios, la mayor parte de los departamentos y regiones colombianos tenía mayorías liberales o conservadoras en 1930. El Partido Liberal dominaba en la costa Atlántica, en los departamentos de Atlántico, Bolívar y Magdalena. El

122 Orlando Fals Borda, La subversión en Colombia. Visión del cambio social en la historia, Bogotá, Tercer Mundo, 1967, p. 185. 123 Véase Paul Oquist, "Las elecciones presidenciales, 1930-1970", Boletín Mensual de Estadística, (268-269), 1973, pp. 63-334.

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Valle y los territorios de los Llanos Al noroccidente de Tolima se enconOrientales, escasamente poblados, traba el municipio de El Líbano, coeran en su mayor parte liberales. El lonizado por pioneros antioqueños liconservatismo predominaba entre los berales durante la década del sesenta piadosos antioqueños y entre la gen- del siglo xix.'" El liberalismo de El te de Nariño. Huila, en la parte alta Líbano se convirtió en una anomalía del valle del Magdalena, era predo- al lado de los municipios aledaños, minantemente conservador, mientras todos fuertemente conservadores: que Tolima, su vecino del norte, ten- Villahermosa, Casabianca, Herveo y día a ser de mayoría liberal. En los Fresno, hacia el norte, y Santa Isabel Santanderes ocurría lo contrario: y Anzoátegui hacia el sur. mientras que Santander del Norte Sin embargo, incluso municipios era conservador, Santander era en su como El Líbano, en los cuales predomayor parte liberal. La Cundinamarca minaba una filiación bien definida y rural era conservadora, y Bogotá, li- de larga data, tenían invariablemenberal. De hecho, todas las ciudades y te zonas habitadas por residentes del pueblos más importantes de Colom- partido opuesto. El Líbano es un bia tendían a ser liberales. Los boya- ejemplo pertinente de este hecho. Cocenses se encontraban entre los co- lonizado por los liberales y para los lombianos más pragmáticos, y quizá liberales, en El Líbano había veredas más maleables, pues tendían a votar como La Yuca, ubicada en su frontepor el partido que se encontrara en ra sur y vecina de Santa Isabel, preel poder. dominantemente conservadora. La Dentro de cada departamento ha- Yuca se originó como proyecto colobía regiones en las cuales predomi- nizador iniciado por el propio Ismael naba uno de los dos partidos. El sur Perdomo, entonces obispo de Ibagué. de Tolima, por ejemplo, era de ma- El obispo Perdomo había concebido yoría conservadora, con excepción de este vecindario rural como una obra la zona montañosa occidental, que caritativa, dentro del espíritu de De era liberal. Lo contrario sucedía en rerum novarum y, a la vez, como una el norte, donde los pueblos del valle manera conveniente de infiltrar concomo Honda, Mariquita y Armero servadores religiosos en El Líbano, un eran conocidos por su liberalismo, y municipio cuyo fundador había sido las montañas al occidente, coloniza- un libre pensador, y donde las persodas por antioqueños, eran en su ma- nas que no eran católicas tenían inyoría conservadoras. Pero incluso den- cluso su propio cementerio. Los nuetro de las regiones había reductos ve kilómetros cuadrados de tierra que donde primaba el partido contrario. se convirtieron en La Yuca habían sido 124 Dos historias de El Líbano pueden encontrarse en Eduardo Santa, Arrieros y ~adores. Aspectos de la colonización antioqueña, Bogotá, Cosmos, 1961, y en James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Op. cit., pp. 191-225.

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266 / La modernización en Colombia de propiedad del general conservador Manuel Casabianca, gobernador de Tolima durante muchos años. Sus herederos se los vendieron a la Iglesia precisamente para diluir la fuerza liberal en El Líbano.' 25 Estos antiguos hechos ilustran la verdad de que cada municipio colombiano tiene su propia historia de colonización y politización. El Líbano, como municipio liberal, padeció el gobierno conservador entre 1885 y 1930. Durante aquellos años, su gente vio cómo se anexaron partes del municipio a los municipios vecinos de Villahermosa y Santa Isabel, y presenció el asesinato del fundador, Isidro Parra, durante la guerra civil de 1895. Cuando los liberales de El líbano recobraron el poder después de 1930, continuaron con la tradicional práctica de acosar y finalmente asesinar conservadores. Una serie de abusos relacionados con las elecciones entre 1933 y 1934 tuvieron como resultado la muerte de varios campesinos de La Yuca, y el encarcelamiento del líder conservador José del Carmen Parra.'" Era inevitable que todo municipio colombiano experimentara algún grado de tensión política después del 7 de agosto de 1930, cuando asumió el poder el nuevo gobierno. A medida que se procedía al nombramiento de

gobernadores, alcaldes y funcionarios públicos, los viejos patrones de patronazgo se modificaron. Los conservadores comenzaron a perder cargos que pasaron a manos de liberales, quienes se apoyaron en las redes dientelistas locales. A los líderes cales, caciques y gamonales, se les pidió que hallaran maneras de mitigar o de eliminar el impacto de los cambios.'" La continuada actividad electoral desarrollada durante los meses siguientes a la posesión de Olaya contribuyó a intensificar las tensiones. A los votantes de cada municipio se les decía continuamente que se reservaran para los tres comicios importantes que tendrían lugar en 1931. En febrero habría elecciones para las Asambleas Departamentales; tres meses más tarde, en mayo, serían elegidos los miembros de la Cámara de Representantes, y en octubre los de los Concejos Municipales. Durante las semanas que precedieron a los primeros comicios, fijados para el 5 de febrero, hubo una continua revisión de las listas de votantes en muchos de los municipios colombianos. Donde ocurrió esto, veredas enteras se pusieron en marcha, a medida que acudían en gran número los campesinos a los pueblos para registrarse de nuevo, a menudo detrás de un patrón o

125 Más detalles sobre La Yuca y sus orígenes pueden encontrarse en James D. Henderson, lbíd., pp. 191, 297-302. 126 Estos incidentes se describen en mayor detalle en lbfd., pp. 208-209. 127 T. B. Horgan, op. cit., pp. 226 y ss•, discute la ruptura de las redes de patronazgo después de 1930 en el contexto de la política boyacense. Qui74% la mejor presentación acerca de los gamonales y caciques en Colombia sea la de Malcolm Deas, "Algunas notas sobre la historia del caciquismo en Colombia", Revista de Historia, 2(1), Bogotá, mayo, 1974, pp. 29-44.

cacique. Viajaban hasta la cabecera municipal, a la plaza central, donde se encontraban las oficinas del jurado electoral. Esto inevitablemente llevó a la confrontación entre grupos antagónicos, pues los bandos rivales se mezclaban en las calles del pueblo. Como cada campesino llevaba un machete y muchos estaban armados, las posibilidades de violencia eran infinitas. La violencia de 1930 y los años siguientes fue más fuerte en la parte nororiental de Colombia, en el territorio de la Cordillera Oriental. Esta zona abarcaba la mayor parte de Santander del Norte abajo de Cúcuta, y se extendía por las montañas contiguas del oriente de Santander y Boyacá. Por ser una zona de antiguos colonizadores, la parte nororiental de Colombia tenía fama de producir gente fuerte de espíritu independiente. Para la década del treinta era una región excesivamente poblada y en decadencia económica; sus laderas estaban deforestadas y erosionadas, y muchos de sus habitantes más capaces habían abandonado la región en busca de un futuro más promisorio.'" Con la llegada de la decadencia económica en 1928 y en años posteriores, esta zona de Colombia se encontró especialmente mal preparada para un importante cambio político.

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Hubo señales de un conflicto inminente en Santander, incluso antes de que Olaya Herrera se posesionara. En mayo de 1930, el joven santandereano Rafael Gómez Picón observó con creciente preocupación cómo se precipitában los acontecimientos, advirtiendo "la más absoluta desmoralización" entre quienes lo rodeaban. Escribió que el cambio político que se avecinaba había despertado una "brutal exuberancia" en los corazones de liberales y conservadores. Gómez Picón sabía que los liberales de Santander se preparaban para redamar justicia por lo que llamó [...] todo ese cortejo de espantosos crímenes perpetrados al amparo de una falsa libertad y de una república de cartón que era, precisamente, la negación de la república. Había escuchado a sus copartidarios liberales hablar en secreto de derrocar al enemigo conservador treinta años antes, había oído hablar de las gloriosas y terribles batallas de Peralonso y Palonegro. "¿Volverán las oscuras g-olondrinasr, se preguntaba Gómez Picón.'" No tuvo que esperar largo tiempo la respuesta. El presidente Olaya Herrera trató de ser equitativo en el nombramiento de los gobernadores de los departamentos. Siete de los trece gobernadores

128 Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 381, sugiere que los problemas políticos que se dieron allí pueden haber sido, en parte, el resultado de un vacío de liderazgo político. 129 Los pasajes citados son tomados de Rafael Gómez Picón, Estampillas de timbre parroquial, Bogotá, Renacimiento, 1936, pp. 172, 173, 179.

268 / La modernización en Colombia



nombrados eran conservadores, y fueron enviados a aquellos departamentos conocidos por sus mayorías conservadoras. Pero designó a miembros de su propio partido para que presidieran en los departamentos liberales del Valle, Tolima, Santander, como también en Boyacá y Cundinamarca.'" Alejandro Galvis era el más conocido de los nuevos designados del gobierno. Miembro incondicional del partido y originario de Bucaramanga, Galvis había publicado el diario Vanguardia Liberal durante más de diez arios —década en la cual había atacado la manera como los conservadores robaban habitualmente las elecciones a la mayoría liberal de su departamento—. Eran comicios que el joven Gómez Picón, uno de sus colaboradores, había caracterizado como [...] grotescos y bochornosos zafarranchos electoreros para burla cínica y descaradamente la voluntad popular [...] una persecución torpe, inmisericorde y brutal contra aquellos elementos que no se plegaban ante el halago ni ante la amenaza."'

El gobernador Galvis se dispuso a asegurar a los liberales su mayoría en cuanto se posesionó. Comenzó por nombrar a Felipe Cordero como secretario de la Gobernación, su principal lugarteniente administrativo. Cordero había nacido en el fuerte liberal de la provincia de García Rovira, una zona extremadamente mon-

tañosa del departamento, cuya población principal era Málaga, circundada por Capitanejo, veinte kilómetros al sureste, en la frontera con Boyacá, Molagavita, diez kilómetros al occidente; y San Andrés, Guaca y Cerrito, a un día de camino hacia el norte. Quince kilómetros al sur de Málaga domina el paisaje la Sierra Nevada del Cocuy, cuyos más altos picos exceden los cinco mil quinientos metros. Sobre su ladera oriental, al otro lado de la frontera, en Boyacá, se encuentran pueblos cuyos nombres habrían de hacerse famosos durante la violencia posterior en Colombia: Chiscas, Boavita, Güicán y Chulavita. Durante los ochenta años transcurridos desde la creación de los partidos colombianos la región del Cocuy, en Boyacá, había sido de mayoría conservadora; mientras que García Rovira, en Santander, había sido predominante y militante liberal. Los liberales de García Rovira habían sido privados de sus derechos civiles desde 1885; sin embargo, gracias a los esfuerzos del gobernador Galvis, tal situación estaba a punto de cambiar drásticamente. Sabiendo que los conservadores no renunciarían con facilidad a sus mayorías electorales, Galvis nombró alcalde de Málaga a un veterano de la Guerra de los Mil Días, el general Virgilio Amado. El general podía garantizar el control de la policía liberal recientemente contratada, enviada a García Rovira a sustituir a los

130 Lis nombramientos de Olaya se discuten en T. B. Horgan, Op. cit., pp. 216-224. 131 R. Gómez Picón, Op. cit., p. 18.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional / 269

conservadores que habían seguido las quería un esfuerzo máximo en los directrices del gobierno anterior. El comicios que se avecinaban, lo cual general Amado podía también obser- significaba ayudar a la nueva admivar de cerca a un grupo de sacerdo- nistración a asegurarse de que las cotes militantes, cuyo líder espiritual era misiones electorales conservadoras no el audaz obispo de Pamplona, Rafael alteraran las listas de votación como Afanador, cuyos incendiarios clérigos lo habían hecho desde la época de en García Rovira incluían al padre Rafael Núñez. José María Castilla en San Andrés y al Los conservadores de los municipadre Daniel Jordán en Málaga.'" pios cercanos a García Rovira estaOtros nombramientos claves incluye- ban preparados para enfrentamientos ron a los alcaldes liberales Ezequiel cuando se dirigieron a sus respectiHerrera, en Capitanejo, y Constantino vas sedes municipales en diciembre de Rueda en Guaca.'" Con hombres en 1930. Cada vez que abandonaban la quienes podía confiar rodeando a Gar- relativa seguridad de su terruño y viacía Rovira, y estos a su vez apoyados jaban al pueblo, entraban en territopor una policía simpatizante, el go- rio enemigo. La jornada por los esbernador Galvis sabía que las listas de carpados senderos de la montaña los votación pronto llegarían a reflejar la llevaba a cruzar por veredas liberaverdadera composición política de les para llegar a las cabeceras muniesta provincia.'34 cipales, donde predominaban los El primer paso para restablecer el miembros del partido contrario. Ahopredominio político de los liberales ra, sin embargo, no podían contar con consistió en revisar las listas de votan- la amistad de la policía y de los funtes habilitados en cada uno de los mu- cionarios municipales para protegernicipios de García Rovira. Y la revi- los. Ahora todos ellos eran liberales. sión debía hacerse apresuradamente. "Para estudiar y resolver nuestros Como los senadores colombianos eran problemas sociales y especialmente elegidos por las Asambleas Departa- el de la violencia partidista", escrimentales, las elecciones de febrero de bió el santandereano Manuel Serra1931 podrían dar a los liberales una no Blanco, mayoría en esta corporación nacional. Todos los liberales de García [...] debemos examinar diversos fenómenos: la miseria económica, la Rovira sabían, entonces, que se re132 Para más detalles sobre Daniel Jordán, véase C. Abel, Op. cit., pp. 218-220. 133 Los liberales y los conservadores habían dividido la votación de 1930 en estos dos pueblos. La gran votación conservadora en ellos había sido el resultado de un fraude electoral. Los votos municipales en las elecciones presidenciales entre 1930 y 1970 pueden encontrarse en el excelente trabajo de P. Oquist, Op. a., pp. 65-334. 134 Los nombramientos municipales de Galvis aparecen en sus Memorias, Op. cit., vol. 1, pp. 231-234. Según T. B. Horgan, Op. cit., pp. 245-246, García Rovira era una fortaleza de los militantes liberales.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I

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270 / La modernización en Colombia invencible ignorancia, la humana retanación, el afán burocrático, el egoísta vidualismo, la ambición política, el fraude electoral.'"

Todos estos factores se reunieron aquel lunes 29 de diciembre, cuando un grupo de campesinos conservadores se dirigía al pueblo de Capitanejo, proveniente de las altiplanicies ubicadas al suroriente del pueblo, en las estribaciones del Cocuy, fortaleza conservadora. Su enemigo, el destacamento local de policía, reforzado por numerosos civiles liberales, supo que venía y lo aguardaba en uno de los costados de la plaza, cerca de las oficinas del jurado electoral. Los conservadores estaban dirigidos por Alejandro Herrera quien, según un informe posterior sobre los incidentes de Capitanejo, publicado por El Tiempo, había estimulado su valor y el de sus seguidores con generosas dosis de aguardiente y de cocaína. En cuanto el grupo fuertemente armado se aproximó a las oficinas del jurado electoral, hubo un intercambio de palabras, se sacaron las armas y los conservadores se retiraron al otro lado de la plaza, mientras escuchaban los gritos, "iGodos miserables, somos nosotros quienes estamos ahora en el po-

der!". 1 " Ninguno de ellos se registró para votar aquel día. Durante la noche, otro grupo de campesinos conservadores se unió al de Alejandro Herrera. Entretanto, los liberales, al mando del cacique Joaquín Torres, llegaron de las veredas del norte del pueblo. Toda la noche y a la mañana siguiente, los miembros de ambos bandos se observaron cuidadosamente, anticipando el inminente enfrentamiento. Los disparos comenzaron en la tarde, abatiendo a un gran número de hombres en la plaza. El resto se dispersó, refugiándose en los edificios vecinos, inmersos en un duelo de rifles y pistolas que se prolongó durante varias horas. Tan pesado y sostenido fue el intercambio que muchos de los heridos se desangraron donde cayeron. No hubo manera de atenderlos hasta el día siguiente, cuando aminoró el fuego. Al menos una docena de hombres murieron en la Plaza de Capitanejo, y el doble resultó herido.'" Hubieran sido más las víctimas si los conservadores no hubieran cortado las líneas telefónicas y telegráficas, lo cual impidió a la policía llamar refuerzos de Málaga.'" García Rovira fue sólo uno de los

Bucaramanga, Imprenta Departamental, 135 Manuel Serrano Blanco, Las viñas del odio, 1949, p. 16. 31 de diciembre de 1930; Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y 136 El Tiempo, vol. 1, Bogotá, Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, Tercer Mundo, 1962, p. 23. del 29 de diciembre reportó 16 muertos y 50 heridos. 137 El Espectador 138 Los detalles sobre el incidente de Capitanejo del 29 de diciembre de 1930 son tomados Op. cit., pp. 245 y ss.; G. de A. Galvis Galvis, Op. cit., vol. 1, pp. 244-296; T. B. Horgan, vol. 1, p. 23; M. Latorre Rueda, Op. cit., p. 288; cit., Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaña, Op. Bogotá, Banco Popular, 1978, pp. 197-198; Paul Oquist, Vwlencia, conflicto y política en Colombia,

innumerables lugares donde se experimentó la violencia en Colombia a fines de 1930 y comienzos de 1931. El 1 de febrero, cuando se celebraron las elecciones para las Asambleas Departamentales, más de cien personas murieron en una serie de incidentes. Únicamente en Montería, veintiocho personas murieron cuando la fuerza de policía conservadora disparó sobre los votantes liberales, y cuando civiles conservadores quemaron a muchos liberales en sus hogares.'" En todas partes, una serie de factores locales complicaron el inexorable paso de un gobierno conservador a un gobierno liberal. El incidente de Capitanejo, así como numerosos asesinatos perpetrados en Santander durante las elecciones para la Asamblea, llevaron a Alejandro Galvis a renunciar a la Gobernación a fines de febrero de 1931. Pero no abandonó su cargo sin antes iniciar un cáustico debate con el obispo Afanador acerca de si la policía

liberal o los civiles conservadores habían sido los responsables del caos.'" Mientras los dirigentes de los respectivos partidos protestaban su inocencia, la violencia continuaba.'" A mediados de 1931, después de una batalla qué dejó catorce muertos en Guaca, el padre Hernán F. Sanmiguel, párroco del pueblo, escribió a sus superiores: Estamos peor que en guerra, y sólo Dios podría contener los odios políticos [-J. En los campos conservadores hay numerosos hombres armados con grases y lo mismo en los campos liberales [-J. Los conservadores de los campos de San Andrés, que son miles, tienen buenos grases [...] todos están armados y solamente esperan el momento de derribar el Gobierno.' 42

Para comienzos de 1931, Olaya Herrera estaba alarmado por el conflicto que se extendía cada vez más. Consideró adquirir armas de Estados Unidos, pero abandonó este plan, pues creyó que sería mal interpretado por

El Espectador 29 y 30 de diciembre de 1930; El Tiempo, 31 de diciembre de 1930, 29 de enero

de 1931. 139 Los complejos acontecimientos que llevaron a la tragedia de Montería se discuten en T. B. Horgan, Op. cit., pp. 252-253. 140 A. Galvis Galvis, Op. a., vol. 1, pp. 287-288. Después del incidente de Capitanejo, Galvis viajó a Bogotá donde se reunió con miembros del Directorio Nacional Liberal (DLN), quienes le manifestaron su apoyo. Véase la página 253 de Memorias, donde aparece una fotografía de Galvis rodeado por el DLN. En la fotografía, Galvis parece sostener un rosario en las manos. 141 Alejandro Galvis y Manuel Serrano Blanco eran dos de ellos. Mientras lamentaban los asesinatos, intensificaban las pasiones políticas en sus respectivos diarios, ifinguaniia Liberal y El Deber El 1 de enero de 1931, Serrano pronunció un incendiario discurso contra Galvis en la plaza de Málaga. Dieciocho meses más tarde, las muchedumbres liberales incendiaron El Deber. 142 G. Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaña, Op. a., vol. 1, pp. 20-21. El gras era un rifle francés de un tiro, fabricado después de la guerra franco-prusiana. Rafael Reyes adquirió miles de ellos para el ejército colombiano después de la Guerra de los Mil Días.

272 / La modernización en Colombia la oposición.'" Entretanto, se acercaba otra elección, la de los representantes a la Cámara. El líder conservador Supelio Medina pronunció un incendiario discurso en la Asamblea Departamental de Boyará, y días más tarde fue muerto de un balazo en la cabeza por un asesino oculto, cuando caminaba con su esposa por las calles de Chiquinquirá. A medida que se aproximaba la fecha de las elecciones, el Directorio Conservador de Chiquinquirá advirtió a los miembros del partido que no debían permanecer inactivos ante su "enemigo tradicional": "Que si consintieron dejarse vencer por papelitos, muy distinto será de ahora en adelante". w4 Los conservadores colombianos lograron preservar el 50% del control de la Cámara de Representantes después de las elecciones de mayo de 1931. Pero no tuvieron la misma suerte cinco meses más tarde, cuando, en las elecciones del 4 de octubre para los Concejos Municipales, sólo obtuvieron mayorías en 361 de los 804 Concejos. Para fines de 1931 y comienzos de 1932, García Rovira y las regiones adyacentes en Boyacá y Santander estaban sumidas en una guerra civil.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I

Eduardo Santos, quien había reemplazado a Alejandro Galvis como gobernador de Santander, resumió así la situación del departamento en aquel momento: Los conservadores [...] se sienten hostilizados, perseguidos y abandonados, con indudable exageración pasional. Los liberales son víctimas de una permanente alarma y, a pesar de su abrumadora superioridad, se creen perdidos en cualquier incidente y se precipitan a hacer escándalos y manifestaciones [...] indudablemente reprochables."'

Los diarios bogotanos publicaban regularmente informes sobre matanzas en pueblos como Molagavita, Florida, Guaca y San Antonio. Regiones enteras quedaron despobladas cuando los colombianos huyeron a Venezuela cruzando la frontera. Manuel Serrano recordó con tristeza una cabalgata por una región cafetera, antaño floreciente, al sur de Cúcuta, en Santander del Norte. Las casas que se encontraban en esta remota región estaban en ruinas e inhabitados pueblos como Arboledas, Ragonvalia, Pamplonita y Rosario. Sus antiguos residentes habían muerto o vivían como refugiados. 146 Serrano describió

143 T. B. Horgan, op. cit., p. 440, escribe que Olaya también temía que el disidente liberal Carlos Arango Vélez pudiera utilizar los disturbios como pretexto para dar un golpe de Estado. 144 Darío Betancourt E., "De los 'pájaros' a las cuadrillas liberales del norte del Valle", manuscrito inédito, ponencia presentada en el Quinto Congreso de Historia de Colombia, Armenia, 1985, p. 2. 145 Citado en T. B. Horgan, Op. cit., p. 250. 146 Informes sobre los incidentes más espectaculares pueden encontrarse en El Espectador, 30 de junio de 1931; 29 de marzo, 17 de mayo y 1 de julio de 1932. Véase también El Tiempo, 10 de diciembre de 1931.

las montañas de Santander del Norte COMO

[...] sitios silenciosos, de tal manera asolados y entristecidos por la barbarie [...] por desgracia, la lucha absurda los fue transformando en campos malditos, que por obra del odio y la violencia se convirtieron en tierra de nadie."' Un aspecto particularmente ominoso de la violencia fue la creación de milicias en las zonas de mayor perturbación. Los miembros de ambos bandos sintieron la necesidad de organizar su resistencia, y personas en altos cargos en Bogotá y en otros lugares colaboraron a menudo con este esfuerzo. Alejandro Galvis acusó al ministro de guerra, Carlos Villamizar, de distribuir rifles a sus copartidarios conservadores antes de renunciar a su cargo en 1932. Aquel mismo año, Olaya Herrera se vio obligado a detener la organización de las milicias liberales por parte de Jorge Eliécer Gaitán. El 17 de marzo de 1932, Olaya ordenó disolver todos "los ejércitos partidistas" en Colombia, nombrando a la guardia civil liberal, las milicias conservadoras y las milicias rojas en su mensaje. 148 Cada bando culpaba al otro de ayudar a organizar fuerzas militares. Cuando el párroco de San Andrés organizó una milicia conservadora, a mediados de 1932, el obispo

273

Afanador justificó su acción aduciendo que la policía liberal trataba a los conservadores como criminales, y por consiguiente la Iglesia tenía derecho a ayudarles a protegerse. La actitud del obispo llevó a Olaya Herrera a observar que los sacerdotes militantes eran responsables de "conducir a muchos pobres campesinos al matadero".' 49 Para mediados de 1932, era evidente que la violencia había sobrepasado la capacidad de Olaya Herrera de controlarla. Las milicias conservadoras estaban activas tanto en el oriente como en el occidente de Boyacá, y la pedrea contra el Directorio Conservador en Manizales, el 18 de junio, indicaba que la ilegalidad podía extenderse a la Cordillera Central. Sin embargo, en aquel momento, coincidieron una serie de factores que redujeron en gran parte la violencia durante el año siguiente. En primer lugar, Laureano Gómez regresó de Europa y asumió la dirección del Partido Conservador. Sus ataques contra Olaya Herrera, especialmente con motivo de la violencia, apaciguaron a los conservadores que vivían en sitios como García Rovira, al convencerlos de que finalmente tenían quién abogara por su causa en Bogotá. En segundo lugar, la guerra contra Perú, que estalló en septiembre de 1932,

147 M. Serrano Blanco, Op. cit., pp. 44, 46. 148 A. Galvis Galvis, Op. cit., vol. 1, p. 382; I. Torres Giraldo, Los inconformes, op. cit., vol. 4, p. 1.069. 149 T. B. Horgan, Op. a., pp. 550, 560. La evocadora novela de Eduardo Caballero Calderón, El Cristo de espaldas, en: Obras, vol. 3, Medellín, Bedout, 1964, pp. 452-484, se desarrolla en García Rovira, y tiene por tema el clero altamente politizado de la Colombia rural premoderna.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 275

274 / La modernización en Colombia actuó como una descarga eléctrica sobre los colombianos, quienes se unieron contra el invasor.'"También sacó a muchos jóvenes de las zonas de conflicto al reclutarlos en el ejército. Finalmente, la razón de ser política de la violencia se desvaneció con la consolidación de los liberales en el poder. Estos obtuvieron mayorías en las asambleas departamentales y en la Cámara de Representantes en 1933. Superaron con facilidad a los conservadores en Santander, donde el ejército y la policía vigilaron de cerca los lugares de conflicto potencial y donde había una fuerte abstención conservadora. La consecuencia efectiva de ello fue que, para 1933, los conservadores de Santander fueron excluidos de las corporaciones políticas. 151 Uno de los aspectos externos más curiosos de la pérdida de los derechos civiles de los conservadores en Santander fue que se denunciaron pocos de los hechos ilegales cometidos y que los testigos se negaron a testificar en los procesos legales. En realidad, lo que sucedía era que cuando

la parte agraviada era conservadora, no tenía recursos legales en lugares como Santander, donde el gobierno civil estaba controládo por fuerzas hostiles. Entre 1930 y 1932, cerca de dos mil miembros conservadores de la policía fueron despedidos y reemplazados por liberales. En Boyacá, los conservadores denunciaron que la policía departamental estaba al mando de Plinio Mendoza Neira, el dirigente liberal del departamento.'" A comienzos de 1934, el dirigente liberal Luis Eduardo Nieto Caballero manifestó su indignación por la manera como sus copartidarios en Santander se habían confabulado con un juez local para apoderarse de valiosas haciendas cafeteras a través de la manipulación de los impuestos prediales. Nieto Caballero se refirió a este hecho como "el robo, organizado de manera legal, la persecución sistemática, la reaparición del sentimiento cruel condensado en la frase 'odio al godo—.'" Mientras que incidentes como la batalla de Capitanejo de 1930 fueron poco frecuentes después de 1933, esto

150 Las hostilidades giraban en torno a la posesión de la dudad de Leticia, en el Amazonas, que fue invadida por tropas peruanas el 1 de septiembre de 1932. El combate entre las fuerzas colombianas y peruanas terminó con un armisticio firmado el 24 de octubre de 1933. 151 Este punto es presentado por T. B. Horgan, Op. cit., pp. 565-566, 599. 152 Ibid., pp. 560, 588-589. Op. cit., pp. 554-555, los 153 El Gráfico, 20 de enero de 1934, pp. 478-479. Según T. B. Horgan, conservadores desplazados recurrieron a actividades económicas ilegales, tales como el contrabando, y los arrendatarios liberales a menudo se aprovecharon de los propietarios conservadores negándose a pagar el alquiler. Esto llevó a los conservadores a quejarse de que sus arrendatarios, "con raras excepciones, y en pleno comunismo, han abolido el derecho a la propiedad". En una carta dirigida al presidente Olaya Herrera, en enero de 1932, G. Melo observó que en Santander la violencia se había convertido en un método para "derrotar a la competencia comercial".

no significó que la paz hubiera regresado a García Rovira y a otros lugares de conflicto. Los conservadores sencillamente se retiraron a posiciones defensivas y aguardaron su oportunidad para vengarse. Algunos de ellos actuaron individualmente, como sucedió en el caso de Heraclio Cañón, un campesino de Boyacá: Cuando en el año treinta empezaron a matar conservadores, llegó a la casa una noche la policía, mandada por don Siervo Castro, asesinaron a mi papá y quemaron la casa. Yo alcancé a esconderme entre una quebrada y desde allí vi a los asesinos. Todos pagaron ya su crimen, porque los tumbé con este mismo gras. 15' Otros se convirtieron en refugiados en las cabeceras municipales cercanas a la región de la que habían huido. En García Rovira, los pueblos

de Capitanejo, Málaga y Guaca alojaban una importante población de conservadores desplazados. Cuando había elecciones, la mayor parte de ellos se negaba a votar para evitar mayores problemas.'" Altamente significativo en términos de la violencia de 1946-1953 fue el movimiento de conservadores desplazados que salió de García Rovira hacia el suroriente y se radicó en la región de El Cocuy en Boyacá. Allí se unieron a copartidarios que vivían en veredas como Chulavita, reductos desde los cuales combatían a la policía liberal y a todos los demás. Pueblos como Boavita, Güidui, La Uvita, Guacamayas y San Mateo continuaron siendo completamente conservadores, llenos de hombres y mujeres que soñaban con el día en que pudieran vengarse de los odiados liberales."

154 Alfonso Hilarión S., Balas de la ley, Bogotá, Santafé, 1953, p. 129. 155 Durante los comicios fuertemente disputados para la elección presidencial de 1946, por ejemplo, ningún conservador votó en las comunidades de García Rovira, Miranda, Guaca, Concepción y Capitanejo. P. Oquist, "Las elecciones presidenciales, 1930-1970", Op. di., pp. 255-273. 156 Los resultados electorales de la contienda presidencial en 1930 y en 1946 revelan un promedio de votación conservadora del 97% en dichos pueblos. P. Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia, Op. cit., p. 177, escribe que la región de El Cocuy estuvo en guerra a comienzos de la década del treinta. A fines de esta década, se llegó a una situación de tregua armada, y así permaneció hasta 1946, cuando otro cambio de gobierno permitió a los conservadores que habitaban allí y en otros lugares comenzar a cobrar su venganza.

Segunda parte Los peligros de la inautenticidad política, 1934-1965

7 La república liberal y sus críticos Esperando a Laureano

L

aureano Gómez mantuvo una importante presencia política en Colombia durante su estadía en Europa, que se prolongó durante casi cuatro años. Una indicación de lo anterior fue el artículo titulado "Cómo entrevisté ayer al doctor Laureano Gómez", escrito por el periodista Mario Ibero [Fidel Torres González] en junio de 1930. 1 El artículo apareció en relación con las ceremonias que conmemoraban las manifestaciones contra el gobierno de junio de 1929, cuando los estudiantes protestaron por la corrupción del gobierno de Abadía Méndez, y uno de ellos había muerto a causa de una bala de la policía que rebotó. Poco después, Laureano Gómez presentó su análisis de estos acontecimientos en una carta dirigida a su amigo y simpatizante, Hernando Uri-

be Cualla. Gómez fulminó contra el gobierno de Abadía —"la normalidad nauseabunda que el país soporta"— llegando incluso a sugerir la acción popular directa para derrocar a Abadía.2 La política colombiana había cambiado dramáticamente entre las sangrientas manifestaciones estudiantiles y la publicación de la "entrevista" de Mario Ibero con Laureano Gómez. El 4 de febrero de 1930, Enrique Olaya Herrera había ganado las elecciones presidenciales, poniendo fm a cerca de medio siglo de predominio conservador en la política. Gómez siguió atentamente estos acontecimientos, con la ventajosa posición que le daba estar en Europa. Como conservador se sintió consternado y desalentado por la derrota de su partido en los comicios, pero se sintió también reivindicado por el repudio que expresaban de

1 Mario Ibero, "Cómo entrevisté ayer al doctor Laureano Gómez", El Tiempo, 10 de junio de 1930. 2 "Hay que pensar seriamente en la formación de algunas células que sirvan de núcleo para el día en que el pueblo hambriento por la mala situación y desencantado del gobierno y del Congreso, resuelva echarse a la calle", escribió Gómez en su carta a Uribe Cualla. El Tiempo, 10 de junio de 1930.

280 / La modernización en Colombia la maquinaria del Partido Conservador que él mismo había atacado con igual vehemencia que cualquier liberal. Al encontrarse lejos de Colombia cuando el Partido Conservador había perdido, no le incumbía ninguna responsabilidad por este hecho. Esto lo dejó en posición de asumir el liderazgo de su partido cuando regresara. Colombia estuvo siempre en el pensamiento de Laureano durante los años que vivió en el extranjero, pero Europa ejerció una enorme influencia sobre él mientras estuvo allí. La estadía en Europa constituyó para Gómez una época de "quietud y de estudio" que nunca habría de repetirse, y de la que debía aprovechar cada segundo.' Al partir de Bogotá, en septiembre de 1928, él y su familia se dirigieron directamente a París, llegando a la capital francesa a mediados de octubre. Una vez instalados en un apartamento amoblado en el distrito de L'Étoile, Gómez se abalanzó sobre las atracciones culturales que ofrecía la ciudad. Asistió a conferencias en la Sorbona, visitó

La república liberal y sus críticos / 281

museos, bibliotecas y librerías, y buscó a aquellas personas cuyos escritos habían influido en su propio pensamiento y acciones.' En palabras de Gómez, llegó a Europa "ávido de una poderosa conducción ideológica, desconcertado en medio de las contradicciones e incertidumbres del mundo contemporáneo". 5 Su amigo, el francófilo José de la Vega, encontró a Gómez "obsesionado" con el estudio de la civilización europea, y con la manera como esa cultura se veía replicada en los territorios americanos pertenecientes a Europa. 6 Alfonso López Pumarejo vio a Gómez con frecuencia durante su estadía en Europa. "Continúa estudiando", escribió López en marzo de 1929. Un mes más tarde, Gómez se quejaba: "el tiempo vuela aquí con una rapidez desconsoladora [...] Son muy poco ocho meses para saborear a París"? Aterrado por el costo de la vida en París, por la manera como los parisinos "colocan amables y eficaces sifones de desagüe en los bolsillos de los extranjeros", se mudó con su familia al suroccidente de Francia en

3 Laureano Gómez recordó la época que vivió en Europa en una entrevista concedida en 1943. El Siglo, 1 de julio de 1943. 4 Alvaro Gómez Hurtado, quien por entonces era un joven de diez años, recordaba haber acompañado a su padre a visitar a Léon Daudet quien, junto con Charles Maurras, era el director del diario L 'Action Franfaise, publicación polémica, realista y abiertamente reaccionaria. El joven Gómez recordaba a Daudet como un anciano que utilizaba una trompetilla para oír, y su oficina editorial como un lugar escuálido, ubicado en uno de los vecindarios más desaseados de París. Entrevista con Alvaro Gómez. 5 Laureano Gómez, "Decadencia y grandeza de España", Revista Colombiana, 9(105), 1 de feb., 1938, p. 257. 6 De la Vega escribió lo anterior en el prefacio a Laureano Gómez, El cuadrilátero, 4.' ed., Bogotá, Centro, 1935, pp. xxv-xxvi. 7 Felipe Antonio Molina, Laureano Gámez: historia de una rebeldía, Bogotá, Voluntad, 1940, p. 237.

junio de 1929. Allí, en St. Jean de Luz, un balneario sobre la Bahía de Viscaya, era posible vivir con mayor moderación. 8 Situado a pocos kilómetros de la frontera española, St. Jean de Luz era un lugar apacible, propicio para el estudio y la meditación, y ofrecía un fácil acceso a Madrid y a otros sitios de interés en España. St. Jean de Luz era también el hogar en el exilio del filósofo español Miguel de Unamuno. Gómez se encontraba a menudo con Unamuno en la playa, donde hablaban sobre Primo de Rivera, quien había exilado al filósofo seis arios atrás. Mientras conversaban, Unamuno distraía a los niños Gómez construyendo castillos de juguete con pedazos de papel. 9 A fines de 1929, Laureano Gómez se mudó de nuevo con su familia, esta vez hacia el norte, a Bruselas, Bélgica, donde matriculó a sus hijos en una escuela privada que ofrecía clases en español y en francés. Había allí un pequeño grupo de colombianos expatriados. José María

de Guzmán, uno de ellos, le ayudó a conseguir un apartamento. Bruselas se convirtió en el punto de partida para la fase principal del viaje de Góméz, una gira de seis meses por Italia y Suiza."' En el mes de noviembre de 1929, poco antes de partir para Italia, Gómez trató de intervenir en la política colombiana al convencer a José Vicente Concha de que se presentara como candidato conservador de compromiso para los comicios que se aproximaban. Este esfuerzo fracasó. Concha, quien era entonces embajador de Colombia ante el Vaticano, estaba gravemente enfermo y murió el 9 de diciembre de 1929, dos meses antes de las elecciones." Laureano Gómez acometió con energía la fase italiana y suiza de su gira. Se mostró especialmente seducido por Venecia, cuya gente admiraba por su habilidad para combinar la perspicacia comercial y los brillantes logros artísticos y arquitectónicos. María Hurtado, descrita por sus hijos como "una persona poco ágil",

8 Gómez era especialmente sensible a los costos pues, además de utilizar la herencia de su esposa, había solicitado un préstamo de cinco mil dólares para financiar su estadía anticipada de dos años en Europa. F. A. Molina, Op. cit., pp. 237-238. 9 Entrevista con Alvaro Gómez. Una foto de Gómez y Unamuno se encuentra en Laureano Gómez, Obras completas, vol. 2, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984, portada. En ella aparecen ambos hombres vestidos con trajes de tres piezas, ante una villa encalada. Unamuno, de larga barba, parece solemne. Gómez, recién afeitado, luce corpulento y un poco demacrado. 10 Alvaro Gómez recuerda que uno de sus compañeros de clase era Alfonso López Michelsen, cuyo padre pasaba buena parte de su tiempo en Europa por razones de negocios y quien, después de agosto de 1930, actuó como embajador ante Gran Bretaña. Entrevista con Alvaro Gómez. 11 Incluso antes de saber de la enfermedad de Concha, Gómez tuvo dificultades con las deficientes conexiones telefónicas europeas. Intentó comunicarse dos veces por teléfono con la Cancillería del Vaticano, pero no lo consiguió. Entrevista con Alvaro Gómez.

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282 / I_ a modernización en Colombia recordaba a Venecia principalmente como un lugar de sufrimiento personal. Odió las góndolas omnipresentes, en las cuales se sentía siempre a punto de caer en uno de los canales de la dudad." La pareja permaneció en la capital suiza el tiempo suficiente para que Laureano Gómez contemplara publicar un libro titulado Babiecas en Ginebra. Como este diario de viaje nunca fue escrito, nadie sabe si las "babiecas" se referían a Gómez y a su esposa, a otros turistas o a los habitantes de Ginebra." Durante su estadía en Italia, Gómez estudió también el régimen dictatorial que había instaurado allí recientemente Benito Mussolini. Pocos meses antes de que él y su esposa llegaran a Italia, las elecciones nacionales le dieron al Partido Fascista una enorme mayoría en . el Congreso. Para comienzos de 1930, los representantes de Mussolini habían finalizado una serie de acuerdos mediante los cuales el Vaticano abandonaría su pretensión a los viejos estados papales, a cambio de una compensación de cerca de un billón de liras y de la soberanía sobre la Ciudad del Vaticano. Ardiente defensor de las prerrogativas dericales, Laureano Gómez se mostró disgustado con los Tratados Laterinos de febrero de 1930. Despreció tanto a

Pío XI por firmarlos —"el papa jugaba por unos valores la soberanía de Roma", como dijo después— como a Benito Mussolini, a quien veía como el dictador de una ópera bufa. En mayo de 1930, Gómez y su esposa regresaron a Bruselas y, en unión de sus hijos, partieron de nuevo hacia St. Jean de Luz, donde se recuperaron de sus viajes y estudiaron las noticias políticas de Colombia. Los diarios colombianos, inundados de fotografias del día de las elecciones, donde aparecían los liberales triunfantes y los angustiados conservadores, los aguardaban allí." Como todos los demás conservadores, Laureano Gómez se encontró desorientado por el inminente cambio de gobierno. Decidió no decir nada hasta regresar a Bogotá en septiembre de aquel año, cuando el escenario nacional fuera más Claro." Gómez se ahorró la necesidad de ingresar de nuevo a la política activa cuando le llegó la noticia, en agosto de 1930, de que el presidente electo, Olaya Herrera, deseaba que aceptara el cargo de ministro en Alemania. Gómez aceptó con prontitud. Las maletas que preparaba para enviar a Colombia fueron enviadas a Berlín. Olaya y Gómez realizaron así un brillante matrimonio de conveniencia

12 Entrevista con Alvaro Gómez. como uno de los libros que Gómez habría de 13 Babiecas en Ginebra aparece en El cuadrilátero publicar próximamente. 14 Alvaro Gómez se enteró de la victoria liberal cuando visitó a un compañero de escuela colombiano en Bruselas y encontró a la madre de su amigo, una señora Pombo, deshecha en lágrimas. 15 Entrevista con Alvaro Gómez. El Tiempo, 10 de junio de 1930.

que pospuso el inevitable enfrentamiento entre ambos. Al vincular a Gómez con su gobierno, Olaya se aseguraba el silencio de su antiguo antagonista y, a la vez, lo mantenía a una conveniente distancia. Convencer a Gómez de que aceptara el Ministerio alemán le ahorró también los costos del transporte al deprimido presupuesto de su Ministerio de Relaciones Exteriores. El cargo diplomático le dio tiempo a Laureano Gómez para desarrollar una estrategia que instaurara de nuevo al conservatismo en el poder bajo su liderazgo. Otro factor importante era que tal cargo nutría de nuevo sus finanzas personales, tristemente vacías después de dos años de viaje por Europa. Finalmente, la aceptación del Ministerio ante Alemania no sólo lo enviaba a una región de Europa que no conocía, sino a la capital más apasionante del continente. El 11 de septiembre, el ministro saliente, Pablo Emilio Gurado, envió un cable a Bogotá informando que el gobierno alemán se complacía en aceptar a Laureano Gómez como nuevo ministro. Al día siguiente, Gómez envió un cable a Bogotá para pedir instrucciones.'6 La civilización alemana había llegado a su momento de mayor flore-

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Figura7.1 Laureano Gómez y su familia, Berlín, 1931 Fuente: Archivo fotográfico de Alvaro Gómez Hurtado

cimiento cuando Laureano Gómez y su familia llegaron a Berlín, a fines de 1930. Su gente era la mejor educada del mundo, y sus escuelas y universidades las de mayor renombre. En los campos de la arquitectura, la pintura, el arte, la música, el teatro, o del cine, Alemania fijaba los modelos

16 La correspondencia relativa al cargo diplomático de Gómez se encuentra en Colombia, Ministerio de Relaciones Exteriores, Legajo de Alemania, Bogotá, 1929-1936. Los alemanes tenían buenas razones para mostrarse complacidos con el nombramiento de Gómez, quien se había declarado abiertamente germanófilo. Apoyó la causa alemana durante la Primera Guerra Mundial y, cuando fue ministro de obras públicas, se había esforzado por dar los contratos gubernamentales a las casas comerciales alemanas en un intento por equilibrar la influencia de "otras naciones" (principalmente, de Estados Unidos). Lo anterior aparece en un discurso pronunciado por Gómez ante el Senado el 5 de septiembre de 1932. Véase: El Paú, 6 de septiembre de 1932.

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que todos los otros países se esforzaban por emular. Sólo un año antes, en 1929, el Festival de Música de Berlín había presentado a Richard Strauss, Bruno Walter, George Szell, Arturo Toscanini y Pablo Casals, así como a otros artistas de análogo renombre. Un año antes, La ópera de tres centavos de Berthold Brecht y Kurt Weil había sido presentada en toda Alemania y en el resto de Europa más de cuatro mil veces, estableciendo una marca mundial en este ámbito. El Bauhaus atraía artistas visitantes como Paul Klee y Wassily Kandinsky, y a compositores como Béla Bartók, Paul Hindemith e Igor Stravinsky. Películas atrevidas como El ángel azul de Joseph von Sternberg podían verse en Berlín, mas no en París, donde había sido prohibida su proyección; el teatro y los espectáculos tocaban temas que eran tabú en otras capitales europeas. La Alemania del último período de Weimar era, en síntesis, el lugar ideal para que Laureano Gómez completara su gira por Europa." A pesar de su encumbrada posición en las artes, Alemania era, en 1930, un país con graves problemas políticos. Un mes antes de la llegada de Gómez, el Partido Nacional So-

cialista de Adolfo Hitler había surgido como una fuerza en la política nacional, al obtener 107 puestos en el Reichstag. Esto lo convirtió en el segundo partido más popular de Alemania, después de los socialistas, quienes obtuvieron 143 puestos. La elección hizo que los nazis superaran a los comunistas, quienes sólo obtuvieron 77 puestos. Los partidos centristas perdieron en las elecciones del 14 de septiembre, pues los efectos de la depresión económica mundial intensificaron tanto las tensiones populares como el extremismo político. Las batallas entre la derecha y la izquierda estuvieron en su punto más álgido durante los veinte meses que permaneció Gómez en Alemania. En más de una ocasión, los miembros de la delegación colombiana miraban por las ventanas del edificio del Ministerio cómo se peleaban los nazis y los comunistas en las calles. 18 Álvaro Gómez, quien entonces tenía doce años, recordaba haberse refugiado en uno de los metros de Berlín con un compañero cuando se vieron atrapados en medio de uno de estos altercados. En otra ocasión, su padre lo llevó al Palacio de los Deportes de Berlín para escuchar uno de los discursos

17 Dos buenas fuentes recientes sobre la cultura alemana durante los años que Gómez vivió en Berlín son Thomas G. Plummer, et al. HM and Fblitics in the Weimar Republic, Nueva York, Holmes and Meier, 1983, y John Willett, Art and Fblitics in the Weimar Period. The New Sobriety, 1917-1933, Nueva York, Pantheon Books, 1978. 18 Alberto Dangond Uribe, Hacia una nueva política, Bogotá, Plaza y Janés, 1977, pp. 62-74. Según Dangond, Gómez observó una de estas peleas en compañía de Gabriel Turbay, quien se encontraba de visita en Berlín en aquel momento. Uno de los propósitos de la visita de Turbay era hacerse una cirugía plástica en sus prominentes orejas. Por aquella época, Turbay era ministro de Colombia ante Bélgica y Roma. Entrevista con Álvaro Gómez. ,

de Hitler. Ninguno de los dos comprendió lo que dijo el líder nazi, pero ambos se mostraron impresionados por sus gestos, por la manera como golpeaba el podio al hablar y por el frenético placer con el que el numeroso público recibía sus palabras. El joven Gómez recordaba este evento como una pesadilla. Su padre manifestó su asombro de que un pueblo tan civilizado como el alemán pudiera conmoverse de esa manera con la demagogia de Hitler. 19 Laureano Gómez se involucró indirectamente en la tragedia política que se desarrollaba allí. Siete años antes, cuando era ministro de obras públicas en Colombia, había autorizado un contrato por $4.5 millones con el consorcio Julius Berger, una firma de ingeniería alemana contratada para adelantar un estudio exhaustivo del río Magdalena y luego canalizar trechos daves del mismo. Si bien se completó la parte técnica del estudio, nunca se llevó a cabo la excavación con dragas. Laureano Gómez acusó después al ingeniero supervisor de esta compañía por cobrar equipos importados que no se utilizaron, agotando así los recursos que se habían asigna-

do al proyecto. Aunque los abusos más graves ocurrieron durante la presidencia de Abadía, Gómez siempre se mostró sensible a la acusación de que había sido él quien firmara el contrato Berger." El cargó diplomático en Berlín le permitió a Laureano Gómez investigar personalmente el caso Berger. Tal acción caía dentro del alcance de sus instrucciones, según las cuales debía agilizar las relaciones comerciales colombo-alemanas. Según uno de sus más elocuentes críticos el liberal Pedro Juan Navarro, Gómez llegó induso a contratar espías para que robaran los archivos de la compañía Berger con la esperanza de obtener pruebas de su delito." La prosecución del asunto Berger llevó al menos a una entrevista excesivamente desagradable entre Gómez y el canciller von Hindenberg. 22 Sólo podemos especular acerca del acalorado intercambio entre el austero octogenario alemán y el fogoso joven sudamericano. El consorcio Julius Berger era una compañía judía. Esto, unido al hecho de que Laureano Gómez solía denigrar de los "Shylocks extranjeros"

19 Entrevista con Álvaro Gómez. 20 Donald S. Barnhart, "Colombian Transport and the Reforms of 1931: An Evaluation", Hispanic American Historial Revino, 38(2), Durham, Duke University Press, 1958, p. 7. Alfonso Patiño Rosselli, La prosperidad a debe y la gran crisis, 1925-1935. Capítulos de historia económica de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 66-67; El País, 6 de septiembre de 1932; entrevista con Álvaro Gómez. Según Álvaro Gómez, la parte técnica del estudio sigue siendo la mejor investigación sobre el río más importante de Colombia; instituciones tales como el Banco Mundial continúan utilizándola en relación con los préstamos para el desarrollo del país. 21 Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, p. 136. 22 Entrevista con Álvaro Gómez.

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La república liberal y SUS críticos



Rgura72 Laureano Gómez, Alfonso López Pumarejo (segundo de izquierda a

derecha) y amigos, Berlín, 1931 Fuente: Archivo fotográfico de Alvaro Gómez Hurtado

que, en su opinión, estaban siempre preparados para explotar a quienes eran menos astutos que ellos, llamó la atención del propagandista nazi Josef Goebbles." Goebbles se puso en contacto con Gómez, para ver si podía publicar una presentación del asunto Berger en su diario Der Angriff El ministro colombiano se negó, pues el haberlo hecho habría constituido una violación de la etiqueta diplomática y de la reticencia de Gómez a ven-

tilar problemas internos colombianos más allá de las fronteras nacionales." La cancillería colombiana en Berlín era un abrigo seguro para Laureano Gómez y su familia. Gómez visitaba con regularidad el Staatliche Museen de Berlín, donde le agradaba meditar sobre El hombre del casco dorado de Rembrandt. Solía ir a los museos y galerías de Dresden, Leipzig y Postdam, e incluso viajó a Polonia, donde adquirió varias pinturas." En

23 Por la época en la que estaba dedicado al asunto Berger, Gómez escribía un ensayo sobre la política alemana en el que atacaba a los judíos "por su egoísmo y exclusivismo, su implacable y cruel codicia, y la naturalidad y efectividad de sus métodos y prácticas comerciales". L. Gómez, El cuadrilátero, Op. cit., pp. 115-116. 24 Entrevista con Álvaro Gómez. 25

marzo, cuando se disponía a regresar a Colombia, tuvo lugar una elección presidencial en la que Hindenburg obtuvo una fácil mayoría con dieciocho millones de votos. Sin embargo, Hitler obtuvo once millones, y su creciente popularidad llevó al primer ministro Brüning a declarar ilegales las tropas de asalto nazis. Dos meses después cayó el gobierno de Brüning y el nuevo Canciller, Franz von Papen, levantó la sanción contra el ejército privado de Hitler. Laureano Gómez y su familia no presenciaron la caída del gobierno de Brüning. Para junio de 1932, se encontraban camino de regreso a Colombia. Cuando Gómez renunció a su cargo diplomático, a comienzos de 1932, su propio partido estaba desorientado y dividido. Induso antes de la posesión de Olaya Herrera, la vieja enemistad entre los nacionalistas y los históricos se inflamó de nuevo. El 20 de julio de 1930, cuando se reunió el congreso, el nacionalista Alfredo Vásquez Cobo y el histórico Guillermo Valencia tuvieron un altercado en el Senado." Olaya Herrera contribuyó a la división conservadora al revivir al viejo partido republicano, consiguiendo el apoyo del único candidato presidencial de ese partido que había tenido éxito, Carlos E. Restrepo." Entretanto, la desacreditada facción de Suárez y Abadía Méndez luchaba

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por mantenerse, apoyada en su diario, El Nuevo Tiempo. Como enemigo declarado de este grupo, Laureano Gómez les lanzaba dardos epistolares desde Europa. En sus cartas, acusaba al grupo de Abadía de educar a las juventudes* conservadoras "en seminarios de servilismo, de insinceridad y, sobre todo, de minúsculas intrigas burocráticas". El Nuevo Tiempo, tronaba, "idebería ser sepultado!". 28 En la extrema derecha del Partido Conservador, un grupo de jóvenes coherentes, muchos de ellos de apenas veinte años, abogaban por una reforma del partido según la línea fascista. Llamaron a este grupo Los Leopardos, y sus líderes fueron Silvio Villegas, Augusto Ramírez Moreno y José Camacho Carreño. Sin embargo, la mayor contribución de Olaya Herrera ala división del Partido Conservador fue haber adoptado como política colaborar con sus miembros. Su gobierno de Concertación Nacional tentó a los conservadores con ministerios y gobernaciones, y luchó por forjar una coalición bipartidista de gobierno. Con tal fin, cultivó al disidente conservador del oriente antioqueño, Román Gómez (1879-1954). La principal fuente de poder e influencia de Román Gómez residía en una enorme red de patronazgo que había construido durante veinticinco años de actividad política y comercial

26 El Tiempo, 21 de julio de 1930. 27 Olaya recompensó a Restrepo su ayuda nombrándolo ministro de relaciones exteriores. 28 El Tiempo, 28 de abril de 1931; La Unidad, 15 de junio de 1932. El pasaje anterior es tomado de una carta del 26 de marzo de 1931, dirigida a Antonio Martínez Delgado; y el último, de una carta del 16 de septiembre de 1931, dirigida a Hernando Uribe Cualla.

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modernización en Colombia

en el municipio de Marinilla, una región cafetera a cuarenta kilómetros de Medellín. Su principal motivo de orgullo era su exitoso esfuerzo por hacer que el gobierno apoyara la construcción de un ferrocarril que conectaba a Marinilla con la capital del departamento. El Tranvía de Oriente selló su reputación como el más famoso hijo de Marinilla y, a la vez, se convirtió en una prodigiosa fuente de empleo para la extensa familia del cacique y para su clientela política." Román Gómez llegó a ser una figura clave de la política colombiana después de las elecciones de febrero de 1931 para las Asambleas Departamentales. Los liberales obtuvieron una nutrida votación, pero no la suficiente como para obtener la mayoría de ellas. Esto era de crucial importancia, pues las Asambleas elegían a los miembros del Senado. Con los resultados de las elecciones para las Asambleas, Olaya Herrera supo que su partido no controlaría el Congreso; esto significaba

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que sus esfuerzos legislativos se verían obstaculizados, a menos que encontrara siquiera un conservador que estuviera dispuesto a votar con los liberales cuando se lo pidiera. Olaya encontró en Román Gómez al hombre que buscaba." Todos los aspectos de la elección de Román Gómez al Senado en 1931 fueron irregulares y generaron discordia en su partido. En marzo de 1931, el bloque romanista de la Asamblea de Antioquia se alió con los liberales para derrotar la facción de Conciliación, liderada por Pedro J. Berrío. 31 Al no tener votos suficientes para ganar en su propio departamento, Román Gómez y los liberales de Tolima acordaron que el disidente antioqueño encabezara su lista para el Senado. Los tolimenses enviaron así una delegación anómala a Bogotá en 1931: estaba conformada por el conservador Gómez y dos suplentes liberales." La desorganización de las filas

29 Una encantadora descripción del surgimiento y decadencia del Tranvía de Oriente y de su constructor se encuentra en Pedro Nel Giraldo Londoño, Don Fernando. Juicio sobre un hombre y una época, Medellín, Granamérica, 1963, pp. 93-96. 30 Román Gómez tenía antecedentes de tibio partidismo. Ingresó a la política durante la insurgencia republicana de 1910, actuando como miembro de la Asamblea Constituyente' que reformó la Constitución Nacional después de la caída de Rafael Reyes. Procedió luego a desempeñarse como congresista durante las décadas del veinte y del treinta. Durante esta época, se vinculó con el grupo de Suárez y Abadía. 31 El Tiempo, 13 de marzo de 1931. Los conservadores de la "Conciliación" eran aquellos que antes se habían dividido en el apoyo a Vásquez Cobo y a Guillermo Valencia. 32 Los suplentes son los reemplazos elegidos para la persona que encabeza la lista. Detalles sobre el arreglo que llevó a Román Gómez al Senado se encuentran en P. N. Giraldo, Op. cit., pp. 97-99. Carlos E. Restrepo le advirtió a Olaya Herrera que tuviera cuidado con Gómez: "Creo a este insecto extremadamente peligroso, capaz de todo tipo de malicia y doble juego", le escribió a Olaya en agosto de 1932. Terrence B. Horgan, "The Liberals come to Power. Por debajo de la ruana: A Study of Enrique Olaya Herrera Administration, 1930-1934", disertación de doctorado, Vanderbilt University, 1983, p. 220.

conservadoras producida por la política bipartidista de Olaya llegó a su punto más alto a mediados de 1931. Gracias a los votos de Román Gómez y de sus seguidores, el liberal Pedro Juan Navarro fue elegido presidente del Senado —la primera persona de su partido en obtener este cargo en cuarenta y cinco años—. Esto representó una doble afrenta para los

conservadores, cuyo Directorio había intentado previamente llegar a un acuerdo con su antiguo colega. La posición de Román Gómez, sin embargo, era tal, que hizo a un lado sus ruegos y afirmó que la "anarquía" que reinaba dentro de su propio partido lo había obligado a trabajar con los liberales." Tampoco podía el Directorio Conservador, que luchaba por restablecer la disciplina de partido, recurrir

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a Laureano Gómez. No sólo era Gómez un funcionario del gobierno, sino que llegó incluso a felicitar a Olaya Herrera cuando este concluyó con éxito las negociaciones con los intereses petroleros norteamericanos." En agosto de 1931, los congresistas conservadores organizaron lo que hubiera debido ser un "banquete de unidad". Los romanistas, sin embargo, se negaron a asistir, al igual que

el general Berrío y Julio Holguín,

quienes habían renunciado al Directorio Conservador. Cuando Manuel Serrano Blanco apeló a los conservadores para que dejaran de invocar la revolución y retomaran los principios tradicionales del partido, el leopardo José Camacho Carreño se retiró dignamente del salón." El Tiempo, que por lo general se deleitaba con las aflicciones de los conservadores, esta

33 Navarro obtuvo la presidencia del Senado el 18 de agosto de 1931. La crítica que hizo Román Gómez de su partido apareció publicada en una carta en El Tiempo, 18 de marzo de 1931. 34 Detalles sobre estas negociaciones con la compañía Gulf Oil se encuentran en Stephen J. Randa'', The Diplomacy of Modernization: Colombian-American Relations, 1920-1940, Toronto, University of Toronto Press, 1977, pp. 108-115. El Tiempo, 16 de julio de 1931, publicó la carta de Gómez junto con la amistosa respuesta que le envió Olaya. Las duras negociaciones adelantadas por Olaya pudieron ser contraproducentes, por cuanto los directivos de la Gulf Oil, al parecer, consideraron que las condiciones del acuerdo "matarían las operaciones de las compañías petroleras" —palabras escuchadas por Virginia Paxton, una mujer norteamericana que vivía en Bogotá por aquella época, y quien observó poco después la partida de la mayor parte de los norteamericanos que trabajaban en el sector petrolero a fines de 1931 y comienzos de 1932—. Virginia Paxton, Penthouse in Bogotá, Nueva York, Reyval and Hitchcock, 1943, pp. 260, 288-289. Dos años más tarde, Laureano Gómez se arrepintió de las amables palabras dirigidas a Olaya. Durante el debate realizado en el Congreso el 20 de noviembre de 1933, Gómez acusó a Olaya de haber engañado al Congreso cuando entregó la Concesión Catatumbo a la "voracidad" norteamericana. El País, 21 de noviembre de 1933. 35 Los conservadores de fuerte temperamento, como Camacho, hablaron tanto de la revolución, durante la primera mitad del gobierno de Olaya, que la idea se había convertido en una especie de broma. Véanse las observaciones de V. Paxton, Op. cit., pp. 286-287.

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290 / La modernización en Colombia vez mostró compasión, llamando a la reunión "un banquete de dolor"." Tres meses después del banquete, los líderes conservadores intentaron resucitar sus desalentadas fuerzas al celebrar una convención nacional y redactar una plataforma de partido —la primera en cincuenta arios—. La convención resultó ser una reunión desprovista de propósito, marcada por el recrudecimiento de la antigua pelea entre los históricos y los nacionalistas, personificada en los altercados entre las facciones de Valencia y de Vásquez Cobo. Cerca de una cuarta parte de los conservadores se negaron a asistir al evento, enmarcado por una guerra civil virtual en el oriente de Santander, la victoria liberal en las elecciones para los Concejos Municipales realizadas el 4 de octubre, y las airadas acusaciones de Pedro J. Berrío de que los liberales estaban tratando de "acabar" con su partido mediante la violencia y el fraude electoral." Berrío advirtió que su partido iría a la guerra si no cesaban los abusos de los liberales." El único logro de la convención fue la redacción del "Programa de 1931", un documento poco inspirado, cuya

más notable cualidad era su heterogeneidad. El "Programa" se iniciaba con la reiteración de los principios tradicionales del partido, y afirmaba que el conservatismo apoyaba tanto la Constitución de 1886 como el Concordato de 1887. 39 Luego proponía dos reformas políticas moderadas, de carácter técnico y corporativo, la primera de las cuales contemplaba la creación de un Ministerio de Asuntos Sociales, encargado de armonizar los intereses de clase, y la segunda, aconsejaba modernizar el Congreso Nacional." Los dirigentes conservadores proponían también la educación pública gratuita, obligatoria y confesional, programas dirigidos a la protección del trabajo, y leyes que ampliaran la protección del Estado a las mujeres abandonadas y a los niños trabajadores. Al enfatizar estos puntos, los redactores de la plataforma de 1931 reflejaban su sensibilidad al llamado que había hecho el papa León XIII al progreso dentro de un contexto de orden social, cuarenta años atrás en la encíclica De rerum novarum, formulado de nuevo en Cuadragesimo anno por Pío XI. Las partes del documento que se

36 El Tiempo, 23 de agosto de 1932. 37 Los liberales obtuvieron el control de 443 de los 804 Concejos Municipales. Una semana después del discurso de Berrio, este cacique antioqueño renunció ruidosamente a la Dirección de su partido. 38 El discurso de Berilo se reseña en El Tiempo, 17 de noviembre de 1931. 39 Los congresistas liberales ya habían anunciado su intención de reformar la Constitución de 1886. 40 Esta parte del programa llevaba la marca de Mariano Ospina Pérez. Un año antes, Ospina había publicado en El Colombiano un artículo titulado "La organización técnica del Congreso Nacional". Véase: Mariano Ospina Pérez, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 23-26.

referían a la economía recordaban el liberalismo del siglo xix. Sus redactores abogaban por la democratización del crédito agrícola, el estímulo a las exportaciones y la inmigración de europeos capacitados —aspectos todos dirigidos a promover el crecimiento de una clase media agraria, "un elemento esencial de equilibrio social y factor muy importante del progreso moral y económico"—. 41 Otras secciones del documento se referían a los intereses comerciales, especialmente a aquellos de los industriales del agro. Invocaban protección para la industria naciente, mantener un mínimo de impuestos, preservar el patrón oro, el continuo mejoramiento de la infraestructura del transporte en Colombia y alejarse de la "diplomacia tradicional" hacia lo que se llamó una "diplomacia económica" —evidentemente un llamado de los nacionalistas para que los históricos suavizaran su tradicional antiamericanismo. 42 El "Programa de 1931" propuesto por los conservadores terminó con una apología de la democracia colombiana, manifestando la esperanza de que la arena política se mantuviera como "un campo neutral" para la realiza-

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ción de "verdaderos torneos democráticos en prosecución de altos ideales"." Los asistentes a la convención terminaron su reunión nombrando un nuevo Directorio de tres personas, compuesto por Pedro José Berrío, Miguel Jiménez López y Laureano Gómez. Pocos días después, Berrio y Jiménez López le enviaron un cable a Gómez pidiéndole que regresara para "ayudar a orientar" el conservatismo colombiano." Para comienzos de 1932, Laureano Gómez estaba preparado para atender a su solicitud. Su investigación del consorcio Berger había llegado a un final insatisfactorio, y un extenso reporte sobre sus actividades se encontraba en manos del abogado del Ministerio de Obras Públicas, Tulio Enrique Tascón." Ahora podía dedicar sus energías a la dirección del partido. Y era evidente que debía hacerlo pronto. En febrero recibió un telegrama de Manuel Serrano Blanco, Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno, en el cual le urgían que renunciara al Ministerio y regresara a Colombia de inmediato." Tres meses después, los miembros conservadores de la Asamblea Departamental

41 Partido Conservador de Colombia, Los programas del conservatismo, Bogotá, Directorio Nacional Conservador, 1967, p. 114. 42 Los funcionarios de la convención, con antecedentes antioqueños y nacionalistas, eran Mariano Ospina Pérez, Esteban Jaramillo, Emilio Robledo y Víctor M. Salazar. 43 Partido Conservador de Colombia, Op. cit., p. 115. 44 El Tiempo, 2 de diciembre de 1931. 45 Tascón felicitó a Gómez por haber adelantado este asunto con mucha mayor diligencia que el ministro en Alemania nombrado por Abadía. El Tiempo, 13 de enero de 1932. 46 Véase Manuel Serrano Blanco, La vida es así, Bucaramanga, Imprenta del Departamento, 1953, pp. 202-203.

292 / La modernización en Colombia de Cundinamarca enviaron un cable al "ilustre estadista", rogándole que asumiera de nuevo el liderazgo del partido.47 La exigencia cada vez más estridente de que Gómez regresara hacía parte de un llamado generalizado a la política partidista por los activistas de ambos bandos. Luego del discurso pronunciado por Manuel Serrano Blanco, en el que pedía a los conservadores reiterar sus creencias doctrinarias tradicionales, El Tiempo publicó varios editoriales en los que apoyaba con entusiasmo la renovación de la politización ideológica. El editorialista, probablemente Eduardo Santos, se quejaba de que la Concertación Nacional propuesta por Olaya Herrera sólo servía para debilitar los partidos tradicionales. "Nos seduce la idea de una lucha de principios políticos y económicos entre el liberalismo y el conservatismo", escribió." El llamado a una renovada competencia entre los partidos llevaba claramente la marca de Alfonso López Pumarejo y de Laureano Gómez, quienes durante largos arios habían afirmado en repetidas ocasiones su firme compromiso con los ideales del partido. Cuando se encontraban en Europa, habían hablado a menudo de la necesidad de revitalizar la política partidista. Durante una larga conversación sostenida en París, habían acor-

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dado luchar a favor de una reforma electoral que permitiera eliminar la violencia de la política colombiana. Ambos estaban pérsuadidos de que si pudiera debatirse el programa y la ideología de cada partido en un contexto desprovisto de violencia, su partido triunfaría. Confiado, al saber que todos lo percibían corno la mejor esperanza del conservatismo, Laureano Gómez procedió a aclarar la posición ideológica de su partido en una serie de ensayos que había comenzado a escribir antes de partir para Europa. Un aspecto importante de este trabajo implicaba fijar la posición del partido frente al marxismo-leninismo, al fascismo, al nacional socialismo, ideologías que por entonces se enfrentaban a la democracia liberal "burguesa". Gómez decidió presentar su crítica de los extremismos europeos de derecha y de izquierda en breves biografías de sus principales proponentes, José Stalin, Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Para equilibrar el estudio, incluyó también un ensayo sobre Mahatma Gandhi. Gómez incluyó a Gandhi en su estudio porque el político hindú, para 1930, estaba a punto de lograr por medios pacíficos lo que Stalin, Hitler y Mussolini habían obtenido por la fuerza. Y el éxito de Gandhi al conducir a sus seguidores contra el poderío superior de un adversario político

47 El País, 10 de mayo de 1932. 48 El brillante caricaturista de El Tiempo, Ricardo Rendón, quien por entonces tenía treinta y siete años, expresó su consternación por la situación prevaleciente suicidándose el 28 de octubre de 1931. Inclinado a la depresión, Rendón había sido criticado por algunos liberales por satirizar a Olaya Herrera.

era altamente sugestivo para Gómez después de que su propio partido había perdido el poder. Laureano Gómez se sentía atraído por la abnegación del hindú, por su espiritualismo y desprecio del materialismo, cualidades que armonizaban con la creencia conservadora en jerarquías dispuestas por Dios y en la aceptación personal del lugar que se le había asignado a cada quién en ellas. Gómez afirmó que Mahatma es grande por sus hechos, por su perseverancia, por la acerada dureza de su voluntad [...] Más grande es todavía por la fe", proseguía Gómez, "que ha demostrado tener en el poder del espíritu, en la fuerza de la verdad, en la indefectible preponderancia de la justicia"." En radical contraste con Gandhi se encontraban los tres dictadores europeos. Stalin era descrito como un "bárbaro de Georgia", cuya filosofía dominante violaba todos los valores occidentales y cristianos. "Cruel, implacable, desprendido, cauteloso [...] nadie lo ama", escribió Gómez. "Tampoco se le admira, ni se le respeta. Simplemente se le teme".5° No corrió mejor suerte Adolfo Hitler bajo la pluma de Gómez. Describió al líder nazi como un vil asesino, "quien, en el callejón oscuro, hunde el puñal en la "

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víctima indefensa". En la Alemania de Hitler, "no hay códigos Lino hay principios sagrados". Ya en 1932, Gómez sabía que Hitler fracasaría: La moral que condena los procedimientos de que Hitler ha hecho uso subsistirá intacta cuando del dictador no quede sino el recuerdo amargo que dejaron antes de él otros tiranos. Su nombre irá unido a la execración de las víctimas caídas a millares, cuyos acentos tienen el raro poder de perpetuarse y de cubrir de infamia eterna la mano que las hirió con injusticia» Gómez reservó sus más profundas acusaciones para el fascismo, la doctrina más peligrosa para el conservatismo ortodoxo, en razón de ciertos elementos comunes en sus respectivas ideologías. La doctrina de Mussolini, comenzó, había producido el espurio progreso económico de Italia, y "el largo y total edipse de la libertad". Lejos de restaurar la gloria de este país, el fascismo había devastado la vida intelectual de la nación, sustituyéndola por "asesinatos, incendios deliberados y violentas persecuciones". Aunque Mussolini afirmara que su ideología era única, el fascismo no era más que "una empresa de despotismo interno", siendo por ello igual a toda otra forma de dictadura. "Iguales

49 L Gómez, El cuadrilátero, Op. cit., p. 297. 50 Ibíd., p. 202. 51 Ibíd., p. 146. Gómez escribió estas palabras en momentos en los cuales otras personas alababan al líder alemán. Un diplomático liberal en servicio en Europa a fines de la década del treinta, describió a Hitler como "un gran demócrata, un ejemplo de austeridad y de patriotismo [...] Hitler, ante todo, es un hombre honrado [...]". José Vicente Castillo, De Colombia a Berlín, Bogotá, Camacho Roldán, 1983, pp. 45, 46.

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294 / La modernización en Colombia serán siempre los métodos de la tiranía", escribió Gómez." Concluyó el ensayo sobre Mussolini advirtiendo que los conservadores colombianos no debían buscar en el fascismo un antídoto para el comunismo. Y, sobre todo, prima la cuestión moral. El poder adquirido por la violencia; la victoria material amasada con sangre, cimentada sobre las ruinas de la dignidad y la libertad de los hombres, no pueden dar frutos de bendición. La apariencia puede ser fastuosa, la fachada imponente, con alardes de perennidad. Mas la experiencia universal lo enseña. Todo lo más la duración de una vida humana, de dos vidas quizás. Después sobreviene el infalible derrumbamiento. Y sabemos, muy, bien sabido, que esto es así."

A través de sus ensayos sobre Stalin, Hitler y Mussolini, Gómez defmió lo que no era el conservatismo ortodoxo. Restaba explicar cuáles eran las doctrinas del conservatismo. A esto se dedicaría poco después de su regreso a Colombia. Entretanto, había algunos detalles de los que debía ocuparse. En primer lugar, debía empacar y regresar a Colombia para ocupar su puesto en el Senado. Luego debía acabar con la disidencia de Román Gómez. Sólo entonces podría orientar y dirigir el conservatismo. Tres semanas antes de

entregar su renuncia, Gómez le escribió a un amigo en Bogotá: Voy a meterme en el torbellino, sin ilusiones de ninguna especie. Voy perfectamente curado contra los desencantos, con la receta de no tener ninguna ambición personal [...]."

Vacaloca Hubo gran animación en la política colombiana durante las semanas que precedieron el regreso de Laureano Gómez. La pregunta que todos se hacían era qué posición asumiría el "ardiente tribuno" para confrontar la situación política del momento. Gómez se negó a conceder entrevistas, lo cual sólo aumentó la especulación acerca del curso de acción que adoptaría. Los miembros de la alianza liberalromanista fingieron indiferencia ante todo esto, y afirmaron: "Estos son tiempos muy distintos a aquellos en los que era fácil triunfar con la retórica"." En realidad, sintieron pánico cuando se aproximaba la apertura de las sesiones del Congreso." Algunos, como Carlos E. Restrepo, no dudaban de que Gómez regresaría "a las violencias que han sido el resorte y la explicación casi única de su notoriedad"." Otros no estaban tan seguros.

52 L Gómez, El cuadrilátero, op• cit., pp. 72-74, 75. 53 pp. 78-79. 54 E A. Molina, op. cit., p. 243. 55 El Espectador 15 de julio de 1932. 56 Enrique Santos, en: El Tiempo, 26 de julio de 1932. 57 Afirmación que aparece en una carta personal dirigida a Enrique Olaya Herrera, citada en T. B. Horgan, Op. cit., p. 544, nota 7.

Luis Eduardo Nieto Caballero (Lene), quien había observado a Gómez durante largo tiempo, escribió que había oído decir que "el magnífico tribuno" había cambiado, que se había convertido en una persona "juiciosa, viajada y tolerante". No obstante, Lenc reflexionaba, era posible que Gómez fuera objeto de algunas críticas personales y perdiera el control de sí: "Cuando estemos más desprevenidos, veremos la nube de polvo, y en la nube a Laureano Gómez que corre tras de alguno [...]"" Enrique Santos, quien acababa de iniciar su columna "Danza de las horas" en El Tiempo, se mostró optimista: "La época de la política pequeña, de la violencia como razón única, ha pasado para Laureano Gómez y para el país", escribió el 4 de julio de 1932." Gómez, su esposa, sus cuatro hijos y su ama de llaves, Ana María Camacho, llegaron a Bogotá por avión el 13 de julio, sólo una semana antes del inicio de las sesiones del Congreso. Por tierra enviaron cerca de tres docenas de baúles, cajas y maletas —todas las posesiones adquiridas durante los años de su estadía en el extranjero—. Gómez continuó negándose a dar en-

trevistas, sosteniendo que había "resuelto desinflar el tropicalismo eterno de los personajes que llegan haciendo famosas declaraciones que resultan ridículas en el exterior"." Entretanto, corrían rumores de que se disponía. a sacar a Román Gómez y a otros del Partido Conservador." El 19 de julio, la víspera de la apertura del Congreso, el diario laureanista La Unidad publicó una lista de once antioqueños que habían sido calificados de "traidores" al partido. Román Gómez encabezaba la lista, "el más odiado de los traidores"." Apenas fue juramentado como senador conservador por Cundinamarca, Gómez pidió una sesión cerrada en la que acusó a Román Gómez de traicionar a su partido, y procedió a impugnar al Senado en general por crímenes contra el Estado." Luego, en una sesión abierta, Román Gómez defendió sus acciones y acusó, a su vez, a su antagonista. Durante el mes siguiente, el Congreso se vio estancado y la nación hechizada por el drama que se desarrollaba en su seno. Aunque los debates —"Gómez vs. Gómez", como los llamó Nieto Caballero— se prolongaron durante casi

58 El Gráfico, 7 de mayo de 1932, pp. 1.367-1.368 59 Su columna periodística, publicada bajo el seudónimo de Calibán, apareció regularmente en El Tiempo durante los cuarenta años siguientes. 60 El Espectador, 4 de julio de 1932. 61 "Reconquista" fue la palabra que usó Gómez veinte años después para describir las acciones que realizó en julio y agosto de 1932. Véase su "Discurso contra Ospina Pérez", Obra selecta, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, p. 290. 62 No debe confundirse con el primero que fundó Gómez. Este, publicado por poco tiempo en 1932, fue fundado por Daniel Valois Arce, un joven de veintidós años. 63 Acusó al Senado de violar la Constitución al desconocer una reciente sentencia del Consejo de Estado. El País, 22 de julio de 1932.

296 / La modernización en Colombia seis semanas, llegaron a su punto culminante durante las sesiones del 8 y el 9 de agosto. Laureano Gómez comenzó su discurso del 8 evocando brillantemente el famoso drama de Jacinto Benavente, Los intereses creados." "¡He aquí el tinglado de la antigua farsa!", dijo el orador, procediendo a recordar al Crispín de Benavente, un sirviente bufonesco quien, eventualmente, se salva al ayudar a su amo a realizar su sueño. Pero, continuó Gómez, tenemos aquí a un moderno Crispín, que no es el personaje de un interesante relato moral, sino que se presenta como la personificación del más puro interés personal. El día 9, Laureano Gómez intensificó los ataques contra Roznáis Gómez en una perorata que se prolongó durante dos horas, recordada como una de las más devastadoras en la historia parlamentaria de Colombia. Se concentró en los negocios de Román Gómez, especialmente en aquellos relacionados con el Tranvía de Oriente, al que Gómez se refirió como "el caso más extraordinario en la historia de las empresas públicas del país". 65 Enumoetda,suvpr leer una larga lista que enumeraba los parientes de Román Gómez que detentaban posiciones bien remuneradas en el ferrocarril, después de lo cual alguien que se encontraba en las atiborradas galerías gritó: "¡Que viva la familia de Román Gómez!".

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A medida que procedía el largo discurso, el público comenzó a apoyar al orador, "aplaudiendo frenéticamente" cuando Gómez presentaba un argumento especialmente pertinente. Cuando se acusó a Román Gómez de haber construido y operado una destilería ilegal en Marinilla, el cacique exclamó. "¡Miente miserablemente!". Esto generó una frenética ovación del público, el cual agitaba pañuelos blancos, gritaba, silbaba y abucheaba a tal punto que las mujeres, que ocupaban una sección especial reservada para ellas, "estaban invadidas por la angustia de la expectativa". Entretanto, los senadores se apresuraron a rodear a Román y a Laureano Gómez, temerosos de que hubiera una confrontación fisica entre ellos. El enfurecido funcionario que presidía la sesión ordenó a los guardias que desalojaran las galerías, provocando "una algarabía verdaderamente infernal" entre el público, que rápidamente comenzó a cantar; "iRomán no! ¡Sáquenlo, sáquenlo!". Al fm se restableció la calma y Laureano Gómez continuó, interrumpido periódicamente por aplausos descritos alternativamente como "delirantes" y "prolongados". Cerca del final de su discurso, Laureano Gómez pronunció lo que se conoce como su más devastadora denuncia de otra figura pública: Y tú, Crispín, mal hombre, el del tinglado de la farsa, violador de la

64 Benavente (1866-1954) escribió esta pieza en 1922, y recibió por ella el Premio Nobel de Literatura. 65 L Gómez, Obras ~pidas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, p. 30. El debate completo del 9 de agosto se encuentra en las páginas 20-39.

constitución y de las leyes. Tú, Crispín, que aprovechaste las influencias oficiales en favor de tus personales ambidones y de las de tus parientes, allegados y servidores. Tú, Crispín, negociador mendicante de viles granujerías, robadas al bienestar de los afligidos que gimen en las cárceles! Tú, violador del sagrado secreto de la correspondencia, para aprovecharlo en tus negocios y maquinaciones políticas! Tú, Crispín, que te disimulas mal por los pasillos de los Ministerios, las administraciones y las pagadurías,

recogiendo los proventos de una administración complaciente para alimentar la inmensa caterva de los tíos, los sobrinos y los parientes [...}1 Tú, Crispín, que violas el sacrosanto silencio de las tumbas, que no debiera ser perturbado, para hacer cieno con las cenizas y tratar de arrojarlo contra mí, creyendo, iluso, que me detendrías en el camino de la justicia! Tú, calumniador sin imaginación, que no has podido respaldar tus osados dichos sino con el anónimo! Tú, sobre cuyos hombros pesa, y pesará eternamente, la tragedia horrible de una vida despedazada por tu codicia criminosa, y a cuyos oídos llega el inextinguible reproche de tu delito que ha hecho víctima a un hogar inocente! Tú, Crispín, que mandllas con tu presencia el Senado, llenas el ámbito con la sombra de tus crímenes, has querido convertir la república en una cosa abyecta que no podemos venerar, porque con tu inmerecida exaltación la envileces y la rebajas, y no podrá volver a ser grande mientras te halles aquí sentado.66

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Los siete debates entre Laureano Gómez y el cacique conservador de Marinilla fueron un resonante triunfo para el primero y una abyecta derrota para el segundo. Después de agosto de 1932, el dominio que tenía Laureano Gómez sobre su partido estaba asegurado, y no sería disputado durante los veinte años siguientes. Román Gómez pronto se deslizó a la oscuridad política de la que había surgido. Y en cuanto al iY tú, Crispín! de Laureano Gómez, pronto suplantó el Nocturno de José Asunción Silva como la pieza predilecta de declamación en las tertulias de Bogotá y de todo el país.67 Luis Eduardo Nieto Caballero trazó una excelente descripción del político conservador cuando apareció en el foro público: Gómez, como orador, es un maravilloso espectáculo. Da la sensación del rey de la selva [...]. Desconoce la piedad. No se sacia jamás. Tritura, desmenuza y se relame con las contorsiones de la víctima. Mientras habla, el contendor se ve del tamaño de un ratón. La zarpa cae y lo destripa. Y mientras tanto, la garganta es un clarín, es una campana, es un Tequendama que se precipita de los labios de donde brota la belleza verbal [...] Es un formidable actor que, como tal, sólo aplausos merece.68

Como solía hacerlo, Nieto Caballero acierta al señalar el valor de entretenimiento de la política colombiana.

66 Ibkl., p. 38. 67 Observación de A. Patiño en La prosperidad a debe, Op. cit., p. 464. 68 El Gráfico, 13 de agosto de 1932, pp. 2.013-2.015.

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298 / La modernización en Colombia A la mayoría de los colombianos les encantaban los espectáculos públicos que los distraían de su monótona vida. Agitar los pañuelos en las galerías del Senado era un gesto de entusiasmo que por lo general se veía en los eventos deportivos, y los cantos de "iSáquenlo!" cuando Román Gómez perdió su compostura no eran diferentes del 101é1" que se grita al matador cuando se dispone a asestar la estocada mortal. Nieto Caballero se preguntaba si el duelo que se había desarrollado en el Senado había sido en algún sentido perjudicial para el cuerpo político colombiano. Si bien esto ciertamente pudo haber ocurrido, era inútil formularse la pregunta. No había alternativa a este tipo de despliegues de teatralidad política. Colombia continuaba siendo un país altamente politizado en 1932, y los ciudadanos sabían que el éxito relativo o la ausencia de él entre los dirigentes del partido se reflejaba en ellos, a menudo de manera directa e inmediata. Esto, añadido a la distancia, todavía muy grande, entre el ámbito público y el privado en Colombia, hacía de los políticos celebridades y convertía a la política nacional en tema de perdurable interés. Durante más de dos años después de haber desacreditado al "hombre de Marinilla", Laureano Gómez continuó fortaleciendo su dominio del Partido Conservador. Era tan amplio en

sus ataques contra sus enemigos políticos y contra quienquiera que no estuviese completamente de acuerdo con su concepción de lo que representaba el partido y de cómo debía proceder, que todos los colombianos se vieron obligados a encararlo de una manera o de otra. Los conservadores históricos asumieron una actitud de idolatría, alabando su defensa de los principios y su firmeza para negar cualquier punto a los proponentes de ideologías rivales. El leopardo Silvio Villegas reconoció que Laureano Gómez "le debe todo su prestigio en el Partido Conservador a la extraordinaria tarea cumplida en el Senado, como jefe de la oposición, de 1932 a 1935".69 Los miembros más leales del partido en las provincias colombianas se vieron inspirados por su carisma y por su elocuente defensa de sus intereses ante la violencia política. A los ojos de muchos, el vehemente polemista era la única persona que hablaba por ellos. La casi reverencia que experimentaban por él se intensificó después del 31 de enero de 1935, cuando Gómez sufrió una hemorragia cerebral. Desde la década del treinta hasta bien entrada la del sesenta, era común encontrar fotografías y bustos de Laureano Gómez al lado de las figuras de Cristo y de la Virgen en los santuarios familiares en todas las zonas rurales de Colombia." Los conservadores moderados se

69 Silvio Villegas, No hay enemigos a la derecha, Manizales, Zapata, 1937, p. 208. 70 El caldense Alberto Bermúdez recuerda que sus padres habían colocado la fotografía de Gómez en un lugar semejante. Cerca de cuarenta años después, Bermúdez pudo reírse de este hecho, en una conversación con el autor: "Cuando era niño, rezábamos para

mostraron menos entusiasmados con Laureano Gómez y con su estilo de liderazgo. Desde fines del siglo xix, muchos de ellos habían dado prioridad al desarrollo económico y a las transacciones políticas por sobre el partidismo. A menudo, los llamados conservadores nacionalistas, en nombre del partido de corta vida fundado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, induían a muchos empresarios antioqueños, así como a personas cosmopolitas tales como Roberto Urdaneta Arbeláez. Este, amigo personal de Laureano Gómez, fue el único conservador de importancia que se atrevió a hacer parte del gabinete del presidente Olaya después de mediados de 1932. Y fue Urdaneta quien, a la manera de los conservadores moderados, increpó a Gómez por su partidismo extremo. Al hacerlo acuñó uno de los más divertidos apodos que se le dieron al volátil político. La ocasión fue el debate del Senado del 17 de octubre de 1932, sólo dos meses después del devastador debate contra Román Gómez, y un mes después de que las tropas peruanas se hubieran tomado la ciudad de Leticia, en el Amazonas. 7 ' Gómez estaba pronunciando una arenga contra Olaya

Herrera por no haber guarnecido adecuadamente a Leticia, acusación que, aunque sin duda era verdadera, se aplicaría igualmente contra todos los presidentes colombianos desde Simón Bolívar, incluyéndolo a él. En un momento de su defensa del gobierno, el ministro de relaciones exteriores, Urdaneta, comparó a Gómez con una especie de volador que era popular en los juegos de pólvora en el campo. Se llamaba vacaloca; en palabras de Urdaneta, [...] corre por todas partes, ataca todo lo que encuentra, se estrella contra señoras, contra niños, contra los postes y contra las piedras. Nada respeta, nada lo detiene, no lleva rumbo alguno. Aveces ofrece ligeros peligros (-1 sin que al final haya nada que lamentar.

Lanzando una penetrante mirada a Laureano Gómez, Urdaneta concluyó que, en tiempos de guerra, Colombia no podía darse el lujo de soportar las payasadas de su "vacaloca"." Durante los meses que siguieron al regreso de Gómez, la actitud de los liberales frente a él cambió drásticamente. En julio de 1932, las apreciaciones eran amistosas, pero después de septiembre fueron cada vez

pedir protección con igual fervor a la Virgen y a Laureano Gómez". Entrevista con Alberto Bermúdez, Bogotá, 10 de junio de 1985. 71 Un conveniente estudio del incidente de Leticia se encuentra en Álvaro Valencia Tovar, "Historia militar contemporánea", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 318-326. Véase también G. Luis Gómez Jurado, Conflicto colombo peruano, Pasto, Javier Editorial, 1981. Recuentos de testigos presenciales incluyen Luis Eduardo Nieto Caballero, Mielo al Amazonas, Bogotá, Minerva, 1933, y Juan Lozano y Lozano, La patria y yo, Bogotá, Litografía Colombia, 1933. 72 Roberto Urdaneta Arbeláez, Escritos y discursos, Bogotá, Presencia, 1985, pp. 101-102. -

300 / La modernización en Colombia más hostiles. A medida que su ataque a Olaya Herrera ganaba impulso, comenzaron a aborrecerlo. El columnista Enrique Santos empezó a referirse a Gómez como "nuestro Hitler", mientras que el periodista de El Tiempo, Antolín Díaz, prefería llamarlo El monstruo." A comienzos de 1933, Nieto Caballero acusó a Gómez de traidor, y el 11 de febrero de 1933, el editorial de El Tiempo hizo una de las primeras referencias a Gómez como "fascista". Gómez, por su parte, no cejó en sus ataques a Olaya y a todo lo que este representaba. La ferocidad de aquellos asaltos verbales sugiere el carácter interno, íntimo, de la política colombiana. Laureano Gómez siempre se había sentido físicamente intimidado por Olaya, quien era alto y rubio. Cuando tenía diez años, Gómez había presenciado cómo Olaya, de diecinueve, y sus compañeros liberales, golpeaban a los estudiantes conservadores de San Bartolomé. En 1919,

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cuando Olaya se desempeñó como el joven ministro de relaciones exteriores de Carlos E. Restrepo, Gómez se quejó, impotente, -de que su enemigo era una persona sin cultura, dado a pronunciar discursos mal concebidos, "copiados de Iregui y de autores rancios [...]". 74 Olaya era amigo de Estados Unidos, nación que Gómez detestaba, y contribuyó de manera unportante al restablecimiento de las buenas relaciones con este país en 1921. Gómez le hizo varios debates en la Cámara a Olaya en diciembre de 1929, refiriéndose sarcásticamente a él en una ocasión como "el primer orador del país, a quien en lo sucesivo pondré todo empeño en imitar"." Sólo esta larga historia de rivalidad política, con su mezcla de factores psicológicos y partidistas, puede explicar la profundidad de la aversión que sentía Gómez por Olaya, el liberal moderado y apacible que había logrado tantas cosas con tan poco esfuerzo aparente.

73 Los liberales tomaron el apodo de El monstruo, de los conservadores, quienes lo usaban con admiración y como un término afectuoso. Según Francisco Plata Bermúdez, seguidor de Gómez durante muchos años, el apodo se originó en uno de los discursos pronunciados por Gómez, cuando uno de sus copartidarios lo comparó con el famoso parlamentario español Juan Vásquez de Mella. Durante una de las sesiones del parlamento español, Vásquez de Mella había hablado con tal vehemencia que un visitante preguntó: "¿Quién es ese monstruo?". Le respondieron: "Un monstruo, sí —de la oratoria, del mejor decir y el mejor razonar—". Entrevista personal con Francisco Plata Bermúdez, 14 de mayo de 1989. 74 Gómez se refería al pedagogo liberal Antonio José Iregüi (1864-1937). 75 Poco después de la caída de Marco Fidel Suárez, el presidente encargado, Jorge Holguín, llamó a Olaya a ocupar el Ministerio de Relaciones Exteriores el tiempo suficiente para hacer aprobar en la Cámara de Representantes el Tratado Urrutia-Thompson sobre el canal de Panamá. Olaya cumplió con esta tarea, haciendo que Gómez y sus colegas, que se oponían al Tratado, salieran de Bogotá antes de que se clausuraran las sesiones del Congreso. Las intervenciones de Gómez en esos debates se encuentran en L. Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte I, pp. 252-270.

Los ataques verbales de Gómez contra Olaya se hicieron más estridentes cuando el Partido Liberal consolidó su dominio del poder en sucesivas elecciones aquejadas por la violencia. Cuando Olaya terminó su período presidencial, Gómez lo culpó abiertamente de la violencia. La presidencia de Olaya estaba "chorreante de sangre, hundida en sangre de colombianos", dijo en julio de 1934, afirmando que el asesinato era "el más eficaz de los recursos políticos de su partido y el incendio de las propiedades de sus adverSarios un fenómeno habitual". 76 Enrique Olaya Herrera, desde luego, no era responsable de la violencia, a la que había condenado desde sus inicios. Pero tampoco había intentado detenerla con el ejército o la policía. En realidad, la posición de Olaya frente a la violencia era evidentemente intolerable. Deliberadamente se había abstenido de intervenir en las provincias para no poner en peligro su frágil Concertación Nacional. Lamentaba la violencia, pero negaba su responsabilidad en ella, atribuyéndola más bien a "procesos históricos". 77 A medida que los liberales obtenían mayorías en las corporaciones locales, departamentales y nacionales, algunos de los dirigentes del Partido Conservador comenzaron a hablar de

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abstención electoral. Según sus argumentos, sus seguidores debían mantenerse alejados de los comicios hasta que se les garantizara protección contra la violencia en los días de las elecciones. Los llamados a la abstención se intensificaron después de que los liberales obtuvieron la mayoría en la Cámara de Representantes, el 14 de mayo de 1933. Sin embargo, algunos miembros del Directorio Conservador objetaron la abstención con base en que pronto Alfonso López sería presidente, y que Gómez y López habían hablado extensamente acerca de reformar el proceso electoral para eliminar el fraude y la violencia. Los conservadores que se oponían a la abstención estaban liderados por Guillermo Valencia y Augusto Ramírez Moreno. Valencia, uno de los miembros más antiguos de la facción de los históricos, consideraba a Alfonso López Pumarejo como un liberal moderado cuya anticipada reforma constitucional no pondría en peligro los intereses conservadores, siempre y cuando estos no se opusieran a ella en el Congreso. El propio Valencia se proclamaba a favor de una reforma moderada, especialmente en el ámbito de la tenencia de la tierra. Su temor era que la abstención conservadora fuera aprovechada por los "izquierdistas", quienes podrían obligar a López a

76 El País, 27 de julio de 1934; El Espectador, 24 de julio de 1934. 77 T B. Horgan, Op. cit., pp. 222-224, 226, profundiza en las razones que tuvo Olaya para su relativa falta de acción contra la violencia. Horgan señala que Olaya temía también perder la inversión extranjera si intervenía decididamente, poniendo en peligro su reputación. Las observaciones de Olaya sobre las causas de la violencia se encuentran en El Tiempo, 6 de febrero de 1935.

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adoptar medidas verdaderamente radicales." Laureano Gómez lideró el grupo que proponía la abstención. Su posición se basaba principalmente en el hecho de que, desde su regreso de Europa, había trabajado en contra de la colaboración entre liberales y conservadores, y a favor del resurgimiento del partidismo tradicional. Incluso antes de renunciar al cargo que detentaba en el gobierno de Olaya a comienzos de 1932, corría el rumor en Colombia de que Gómez y López Pumarejo cooperarían para su mutuo provecho una vez que este último fuese presidente. Tales razonamientos eran comunes entre quienes creían que Gómez era una persona sin escrúpulos e interesada únicamente en sus propios fines. Así fuese tan sólo para poner fin a estas suspicacias, Laureano Gómez no tenía otro recurso que adelantar una política en contra de la colaboración con el gobier-

no de López. Cualquier otra actitud le hubiera hecho imposible mantener la disciplina del partido." Gómez impuso su política abstencionista al partido de manera dramática. El 9 de junio de 1933 anunció su retiro de la política activa. Durante las semanas siguientes se ocupó ostensiblemente del jardín en su casa recién construida de Torcoroma, en Fontibón, y habló de regresar a su antigua profesión de ingeniero." La estratagema surtió exactamente el efecto deseado por Gómez. Los conservadores de todas las denominaciones se apresuraron a manifestarle su apoyo. Se realizó un plebiscito de partido que reveló el abrumador deseo entre sus miembros de que Gómez regresara como su líder supremo. Delegados de los jóvenes conservadores viajaron hasta Fontibón durante el mes de julio para rogarle que se uniera de nuevo al Directorio. Gómez se rehusó, aduciendo en un "Manifiesto a mis

78 El Tlempo, 12 de junio de 1933. 79 Gómez desarrolló su política abstencionista durante un período de cerca de dieciocho meses. Su habilidad extraordinaria para articular una posición política durante 1933 y 1934 se debió principalmente a su amistad con Alfonso López. Luis Eduardo Nieto Caballero, en El Gráfico del 23 de julio de 1933, comentó la circunspección de Gómez frente a López. Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 356, informa que, a pesar del movimiento a favor del abstencionismo, Gómez accedió a la solicitud de López de presentar un candidato conservador para las elecciones de 1934, pero otros miembros del Directorio Conservador se opusieron a ello. Estos acuerdos tras bambalinas entre Gómez y López contribuyen también a explicar las tonterías que expresó el Directorio Conservador sobre el carácter de la abstención antes de la elección presidencial del 11 de febrero de 1934. Algo que indica la vacilación de Gómez respecto a la táctica que debía adoptar antes de 1935 fueron las frases que repetía continuamente antes de 1935. "No se me ocurre nada. Mi salud y mi imaginación están agotadas. No veo nada". En Augusto Ramírez Moreno, La crisis del Partido Conservador en Colombia, Bogotá, Tipografía Granados, 1937, p. 27. 80 Para un humorístico artículo sobre estas actividades, véase Antolín Díaz, El Tiempo, 3 de julio de 1933.

amigos políticos", que no podía colaborar con Guillermo Valencia, un hombre que había ayudado a redactar el Protocolo de Río, que sancionaba el "acto de piratería" perpetrado por Perú contra Colombia y quien, además, nunca se había pronunciado a favor de "los miles de víctimas conservadoras de la violencia liberar." Guillermo Valencia comprendió el mensaje que le enviaba Gómez. El 29 de julio de 1933 anunció su retiro de la política. Poco después renunció a su puesto en el Senado y regresó a la hacienda de su familia en las afueras de Popayán. 82 La prensa liberal respondió a estos acontecimientos caricaturizando a Gómez como un Hitler colombiano, con el brazalete de la esvástica, imponiendo un dominio dictatorial sobre su partido. Aparte de lo poco apropiada que pudiera ser la alusión hideriana, Laureano Gómez en realidad no tenía aún el pleno control de su partido. Tampoco estaba seguro de cómo debía proceder la naciente política de la no cooperación. Las elecciones municipales del 1 de octubre de 1933 contribuyeron a precisar aún más el problema. La mayor parte de los conservadores colombianos se abstuvieron de votar, lo que le permitió a los liberales asumir el control de la mayoría de los Concejos Municipales. Esto

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consolidó su dominio en todos los niveles del gobierno colombiano. La nueva derrota electoral ayudó a convencer a la mayoría de los integrantes del Directorio Conservador de que no serviría de nada votar en las eleccioñes presidenciales que se avecinaban. Sólo Augusto Ramírez Moreno continuó oponiéndose a la política abstencionista. Durante los meses siguientes, los conservadores adelantaron la doble política de negarse a participar en las próximas elecciones, y de no hacer nada para oponerse a la candidatura de Alfonso López Pumarejo. 83 Durante la consolidación de su política abstencionista, el Directorio Conservador envió señales confusas a la nación. El 15 de octubre anunció la posibilidad de una eventual colaboración con el gobierno de López Pumarejo, "si resultara necesario". Cuatro días más tarde, Laureano Gómez afirmó que López sería un presidente "ilegítimo" si fuese elegido sin la participación conservadora. Cuatro días después de esta declaración, Gómez sugirió que los conservadores se dedicarían a una especie de resistencia pasiva frente al nuevo régimen, similar a la de Gandhi, que incluía negarse a pagar impuestos, haciendo imposible así que López gobernara."

81 El País, 22 de julio de 1933. 82 En aquella época, Valencia tenía sesenta años. Nunca intervino de nuevo en la política nacional, sino que se dedicó a la política local y a actividades rurales. 83 Ramírez, miembro del Directorio Conservador, afirmó que no confiaba en Alfonso López, mientras que Gómez insistió en que su amigo era "un gran hombre". A. Ramírez Moreno, Op. cit., p. 89. 84 El Tiempo, 16 de octubre de 1933.

304 / La modernización en Colombia Finalmente, el 14 de noviembre de 1933, el Directorio Nacional Conservador (DNC) formalizó su programa abstencionista, informando que sus miembros no votarían en las próximas elecciones ni aceptarían cargos en el gobierno de López. 85 Había buenas razones para poner en duda que Gómez y los otros dirigentes conservadores mantuvieran su decisión de no cooperar con el gobierno entrante. Dos semanas antes de su posesión, López Pumarejo reafirmó públicamente su "profunda y leal amistad" por Laureano Gómez, y cuatro días antes de iniciar su gobierno, reiteró la oferta de incluir en su gabinete a prestantes conservadores.86 El día de la posesión fue una fiesta de amor en la que Gómez, actuando como presidente del Senado, tomó el juramento como presidente a un hombre cuya amistad había sido, en sus palabras, " una honra especial en mi vida". No obstante, quienes estudiaron los discursos de Gómez y de López Pumarejo advirtieron que cada uno de ellos combinaba su afirmación de amistad personal con un sincero reconocimiento de sus diferencias ideológicas.

La república liberal y sus críticos / 305 Profesáis vos, señor, doctrinas que a la mente conservadora no le es dable compartir, alimentáis ideas que ella no puede aceptar, preconizáis sistemas filosóficos y políticos que tampoco la entusiasman ni seducen", dijo Gómez."

López respondió que si bien evitaba las "aventuras revolucionarias", tenía la intención de presidir un movimiento de masas que habría de "sacudir la estructura ideológica de la República con vigor". 88 De esta manera, los dos amigos proclamaron su intención de batallar políticamente en sus propios términos. Laureano Gómez había estado preparando a los conservadores para la batalla ideológica desde el momento en que regresó de Europa dos años atrás. Uno de sus principales discursos doctrinarios fue el que pronunció en una convención del partido reunida en Chía, Cundinamarca, en septiembre de 1932. En él enfatizó sobre el soporte católico romano del conservatismo colombiano, describiendo al catolicismo como "un tesoro ideológico y sentimental que se constituye por las creencias religiosas más puras de la humanidad"." Todas las

85 El País, 15 de noviembre de 1933. No todos estaban convencidos de que la política abstencionista perduraría. Nieto Caballero, en El Gráfico, se burló de que en menos de un año, Laureano Gómez haría parte del gabinete de López y estaría criticando a todos los que insistieran en que el gobierno estaba asesinando gente en el campo. 86 Alfonso López Michelsen, Alonso López Pumarejo, polemista político, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1986, pp. 33-37. 87 L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, pp. 33-40. 88 A. López Michelsen, Op. cit., pp. 39, 47. 89 Laureano Gómez, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 789-794. El liberal tolimense Jorge Ferreira Parra se mostró tan impresionado por este discurso que compuso una Novena al glorioso senador san Laureano de Chía, en cuya portada aparecía un

declaraciones doctrinarias de Gómez llevaban el mensaje de que los verdaderos conservadores eran católicos romanos, guiados por la ley natural y divina. Esta era la verdad que los jesuitas españoles le habían enseñado en el Colegio de San Bartolomé, treinta y cinco arios atrás. Según esta enseñanza, todas las ideologías que no estuvieran de acuerdo con la doctrina conservadora eran erradas y, por

Mala fortuna para el doctor Olaya y para el país fue su dilatada residencia en Estados Unidos. Si hubiera tenido ocasión de residir en otros países, se habría convencido de que sobre la faz de la tierra hay valores distintos de los peculiares de Norteamérica, que se pueden amar y respetar. 9'

Los liberales a menudo se vieron tomados por sorpresa por el Gómez filosófico, como sucedió a fines de 1934

consiguiente, peligrosas en uno u otro

cuando el líder conservador entabló

grado. Entretanto, personas para quienes la ideología carecía de importancia —Enrique Olaya Herrera, por ejemplo— no merecían el respeto que se le debe a un digno adversario sino, más bien, desprecio. Esta actitud contribuye a explicar tanto el tono despectivo de las observaciones contra Olaya, como la dificultad que tenía este de comprender el menosprecio que Gómez siempre le manifestaba." Gómez explicaba la presunta indiferencia de Olaya frente a la ley natural como una consecuencia de su relativismo liberal y por su larga residencia en Estados Unidos:

un erudito debate con el ministro de educación, Luis López de Mesa, sobre el tema de la reforma educativa. El elevado tono del intercambio resultó aún más sorprendente por cuanto, sólo dos semanas antes, Gómez había sido el centro de un tormentoso debate en el Senado que amenazó con degenerar en violencia física, y que terminó con Gómez y sus colegas cantando, "iNo más atropellos!", mientras abandonaban en masa el recinto." Pero cuando inició el debate con López de Mesa, Gómez adoptó un tono razonado y académico en su defensa de la educación clásica. Hizo un contraste entre esta y lo que llamó la educación "cientificista" moderna. Esta última puede hacer que un hombre se eduque, afirmó, pero nunca

Olaya [...] no es un hombre de convicciones arraigadas ni de un pensamiento filosófico caudaloso y continuo [...1.

dibujo de "San Laureano" con hábito y polainas, y con una mirada petulante, mientras que sobre él dos querubines, Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno, anunciaban con trompetas su gloria. Jorge Ferreira Parra, Novena al glorioso senador san Laureano de Chía, El Líbano, Tipografía Renovación, 1932. 90 El propio Olaya explicaba la antipatía de Gómez como algo que provenía de su ambición personal y de una enemistad personal. El Espectador, 3 de julio de 1934. 91 Laureano Gómez, Comentarios a un régimen, 3.' ed., Bogotá, Minerva, 1934, p. 227. 92 El Ibis, 20 de octubre de 1934; El Tiempo, 20 de octubre de 1934. El problema se centraba en la insistencia liberal en que Román Gómez se convirtiera en miembro del Consejo de Estado.

La república liberal y sus críticos /

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306 / La modernización en Colombia podrá hacer de él un hombre culto. Gómez procedió luego a mostrar a Alemania como una nación imbuida del "espíritu kantiano", moderno relativista, que había hecho posible las matanzas hiderianas, "que serían exóticas en una nación latina cuya estructura jurídica se fundamenta en el Derecho Romano"." Luis Eduardo Nieto Caballero, seducido por el erudito intercambio, elogió a Laureano Gómez por sus observaciones sutiles, comedidas e irónicas, que intensificaban su prestigio en lugar de disminuirlo." El elogio que hizo Lene de Laureano Gómez fue prematuro. El 3 de diciembre, Alfonso López convocó una sesión especial del Congreso para aprobar el Protocolo de Río que, una vez firmado, normalizaría las relaciones colombo-peruanas. Laureano Gómez se oponía violentamente a este acuerdo, que había sido firmado antes de posesionarse López. Los debates fueron tan tempestuosos como cualquiera de los anteriores en los que había estado involucrado Gómez; el dirigente conservador atacó a todos aquellos que habían tomado parte en las negociaciones que llevaron al acuerdo. En un momento dado, Luis Cano, habitualmente pacífico, intentó estrangular a Gómez, quien acababa de llamarlo traidor. Gómez des-

acreditó sin piedad a Eduardo Santos, quien había presentado el caso de Colombia contra Perú ante la Liga de las Naciones 'en febrero de 1933, acusándolo de total ineptitud. Fue casi igualmente duro con su copartidario, el ministro de relaciones exteriores Roberto Urdaneta Arbeláez. De hecho, este llevó la peor parte de la ira de Gómez a través de una interminable serie de debates descritos como "martillazos" En el transcurso de 1935, la tensión de dirigir su partido durante más de dos años comenzó a advertirse en Laureano Gómez. A fines del mes, comenzó a pedir períodos de descanso durante los debates. El 17 de enero, sufrió un desmayo cuando se encontraba en una cena en honor de los congresistas conservadores. Nieto Caballero advirtió el deterioro en la condición física de Gómez y en sus discursos. "Rechoncho el cuerpo, rubicunda la tez, dispersos los cabellos", decía Lenc; procedía luego a describir los discursos de Gómez, mal redactados y repetitivos, con palabras como "torpe, imbécil, babiecas, blandengue y cretino" repetidas incansablemente.96 Hubo una especie de ataque de la muchedumbre a Gómez el 26 de enero cuando abandonaba la sesión del Congreso, y el hecho de que unos jóvenes de la edad de su hijo . 95

93 Los debates más importantes, que se prolongaron hasta el mes de diciembre, se encuentran en El País y en El Tiempo, 3 y 4 de noviembre de 1934. 94 El Gráfico, 10 de noviembre de 1934. 95 Las transcripciones de los debates se encuentran en R. Urdaneta Arbeláez, op. cit., pp. 163-233, y Laureano Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, pp. 304-381. 27 de enero de 1935. 96 El Gráfico, 26 de enero de 1935; El Tiempo,

Álvaro, quien por aquella época tenía quince años, lo hubieran golpeado, aumentó la tensión de esos días .97 Sin embargo, el 28 y 29 de enero, Gómez se enfrentó de nuevo a Urdaneta en otro debate, pronunciando el que muchos consideraron como su mejor discurso de la temporada parlamentaria. A pesar de su deficiente estado de salud, parecía que gracias a Gómez el Congreso permanecería estancado. Laureano Gómez, por sí solo, estaba cumpliendo el juramento de su partido de obstruir los grandiosos planes de reforma de su amigo. A medida que esto se hada más evidente, Alfonso López Pumarejo, desesperado, recurrió a la única persona que creía capaz de desafiar y derrotar a Laureano Gómez en el Senado: Enrique Olaya Herrera. Este fue nombrado ministro de relaciones exteriores el 30 de enero, y estaba programado para un debate contra Gómez en la tarde del día siguiente. En la mañana del 31, Laureano Gómez se veía complacido por la perspectiva de cruzar espadas con un hombre cuyas dotes de orador al menos respetaba. "No hay duda de que es hombre brillante y notable orador", había dicho algunos meses antes refiriéndose a Olaya. "Tiene bella voz, ademanes arrogantes, facilidad de im-

provisación, destreza para emplear recursos oratorios"." Antes de salir de su casa aquella mañana, había discutido con su hijo Álvaro la estrategia que se proponía utilizar." Un poco más tarde, su antiguo mentor, José Vicente Casas, se encontró con Gómez cuando este abandonaba el ministerio de relaciones exteriores llevando algunos documentos; le confió que estaba seguro de derrotar a Olaya por la fuerza de sus argumentos. Casas advirtió que Gómez no lucía bien, que su rostro estaba congestionado.'" A las tres de la tarde llegó Gómez a la sesión del Senado quejándose de que no se sentía bien. A las cuatro y media se sentía decididamente enfermo. Hizo señas a dos de sus colegas para que lo ayudaran a salir del salón. De repente, se hizo un completo silencio en el recinto. Fue un espectáculo que nadie había visto antes. Cuando Gómez trató de incorporarse, ayudado por los senadores Francisco Angulo y Ricardo Tirado Mafias, cayó bruscamente sobre su curul. La sesión del Congreso se dio por terminada y el público fue evacuado de las silenciosas galerías. Cuando se desocupaba el salón, se escuchó a uno de los senadores conservadores que le susurraba a uno de sus colegas: "iAh, el Bergantín! iTodos a las lanchas!".'°'

97 Ambos incidentes ocurrieron a la salida del edificio del Congreso. Lene informó en El Tiempo, del 27 de enero, que un policía había conducido a los manifestantes hacia el auto de Gómez, que había partido velozmente justo a tiempo. 98 L Gómez, Comentarios a un régimen, Op. cit., p. 226. 99 Entrevista con Álvaro Gómez. 100 L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, p. 381. 101 Atribuido a Julio H. Palacio. Entrevista con Francisco Plata Bermúdez.

308 / La modernización en Colombia Durante las dos horas siguientes, Laureano Gómez permaneció inconsciente en una camilla en el Capitolio, mientras lo atendían los médicos y se hacían preparativos para transportarlo a una clínica cercana. Entretanto, había gran conmoción en la calle. El rumor se había extendido con rapidez por las calles de Bogotá y la gente corría hacia la Plaza de Bolívar. Muchos de ellos habían estado escuchando los debates del Senado en la estación radial HJN de propiedad de los conservadores, la Voz de Colombia, cuando oyeron que Gómez había sufrido un colapso después de tomar un vaso de agua. La inferencia evidente era que había sido envenenado.'" Miles de curiosos se agolparon en la Plaza de Bolívar a las siete de la noche, cuando Laureano Gómez fue sacado del edificio. Se recuperaría, pero su recuperación tardó un año completo. Durante aquel tiempo, Alfonso López Pumarejo y su gobierno diseñaron el más extenso conjunto de reformas políticas que había visto Colombia en los últimos cincuenta arios. En cuanto al Protocolo de Río, fue aprobado por unanimidad en un Senado liberal el 20 de agosto de 1935.

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La revolución de la década del treinta El primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, 1934-1938, fue indudablemente el más exitoso de la historia colombiana del siglo xx. La Revolución en Marcha de López era abiertamente reformista, y estaba dirigida a acelerar la modernización del país a través de la vigorosa acción de un Estado intervencionista. Admirador de Franklin D. Roosevelt, a quien conocía personalmente,'° 3 Alfonso López presidió un régimen que tuvo mucho en común con el "New Deal" del presidente norteamericano. Ambos programas de reforma se basaron en los principios económicos keynesianos; ambos fueron impulsados por brillantes políticos jóvenes comprometidos con la visión de sus extraordinarios jefes; tanto el programa colombiano como el norteamericano culminaron con la racionalización de un sector agrícola sumido en crisis por una excesiva adherencia a los principios económicos del laissez faire. Quizá la mayor diferencia entre los esfuerzos adelantados en Colombia y en Estados Unidos fue que Franklin Roosevelt presenció la destrucción de una gran

102 Algunos conservadores especularon que Gómez había sido envenenado con una taza de café que había tomado en el restaurante del Congreso poco antes de su colapso. Entrevista con Álvaro Gómez. Eddy Torres, de seis años, hijo del dirigente sindical Ignacio Torres Giraldo, estaba jugando afuera del apartamento de sus padres cuando Gómez cayó. Recordó cómo corrían por la calle los transeúntes hacia el Capitolio. Entrevista personal con Eddy Torres, Bogotá, 30 de mayo de 1982. 103 Álvaro Tirado Mejía, "El pensamiento de Alfonso López Pumarejo", Quinto Congreso de Historia de Colombia, Armenia, 1986.

parte del "New Deal" casi inmediatamente después de haber sido puesto en práctica, mientras que la legislación promovida por Alfonso López durante su gobierno no sufrió tales reveses. 104 Hay tres factores que explican el éxito de las reformas adelantadas por López Pumarejo. El primero y más importante de ellos fue la ausencia de una oposición formal del Partido Conservador, gracias en parte al boicoteo que hicieron al proceso legislativo durante todo el primer período de López. El segundo fue la feliz coincidencia de que López se hubiera posesionado precisamente en el momento en que Colombia superaba la depresión económica e ingresaba en una época de crecimiento económico destinado a extenderse mucho más allá de su gobierno. El tercero era el carisma personal de López y el dinamismo inherente a su programa. A diferencia de muchos de quienes lo precedieron en la presidencia, Alfonso López era una figura que despertaba entusiasmo y que prometía prontas realizaciones. "Mi gobierno quiere ser un animador de toda actividad pública o privada que se encamine al beneficio popular", dijo en su discurso de posesión el 7 de agosto de 1934.

En aquel mismo discurso, se refirió a la cuestión social, aludiendo a lo que llamó "las monstruosas injusticias" que pesaban sobre la sociedad colombiana, muchas de las cuales, en su opinión, estaban apoyadas por leyes que favorecían los intereses de la oligarquía. "El concepto de la igualdad ante la ley no es, ciertamente, una innovación jurídica ni moral mía", prosiguió López, y añadió: "Estoy seguro de que traerá sorprendentes resultados al practicarlo honradamente".'° 5 Losclmbianeuhrospalabras y estas los convencieron. Una vez posesionado, López actuó con rapidez para atacar el problema social de mayor urgencia, un movimiento agrario de graves proporciones centrado en las regiones cafeteras al sur y al suroccidente de la capital del país. Durante dos arios, el presidente halagó, sermoneó y reprendió al establecimiento político, consiguiendo finalmente arrancarle su célebre reforma agraria, concretada en la Ley 200 de 1936. Encapsulada en la frase del presidente, "el campesino busca estabilidad y no revolución; aspira a tener una parcela suya [...]"," la reforma puso en marcha un proceso a través del cual se introdujo una mayor equidad en la propiedad de la tierra en el

104 Una Corte Suprema hostil declaró inconstitucionales una serie de leyes del "New Deal", en especial aquellas que contemplaban la fijación de precios a través de la Administración de Recuperación Nacional. 105 Álvaro Tirado Mejía, El pensamiento de Alfonso López Pumarejo, Bogotá, Banco de la República, 1986, pp. 41, 46. 106 Alfonso López Pumarejo, La política oficial. Mensajes, cartas y discursos del presidente López, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1935, pp. 85. Esta observación fue hecha el 20 de julio de 1935, en el mensaje del presidente al Congreso.

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centro de la región cafetera. Puso fin así a la incertidumbre acerca de la propiedad de la tierra y de su titulación, y las últimas grandes haciendas cafeteras fueron divididas en parcelas de mediano y pequeño tamaño. La Ley 200 fue una vigorosa respuesta política a la exigencia de mayor justicia y claridad en el ámbito de las disputas por la tierra y, a la vez, solucionó un problema grave y potencialmente perturbador. Desde fines del siglo xix, los colombianos que no pertenecían a la élite se quejaban de que el gobierno y los tribunales permanecían impasibles cuando los ricos y las personas con conexiones pisoteaban sus derechos o, peor aun, colaboraban con ellos. Esto era lo que invariablemente sucedía en los casos de disputas sobre propiedad de tierras, así como en aquellos que involucraban los derechos de los trabajadores del campo. Finalmente, más de diez años antes de la aprobación de la Ley 200, una serie de acciones gubernamentales y de sentencias judiciales durante los gobiernos de Pedro Nel Ospina y de Abadía Méndez incitaron de nuevo a la sublevación agraria, que había llegado a su punto culminante el año en que Alfonso López Pumarejo fue elegido presidente. El movimiento agrario de 1928-1936 marcó una coyuntura histórica en la vida de la nación. Señaló una transición de la difundida aceptación de las jerarquías sociales y de la idea de la

justicia distributiva hacia la aceptación pública de valores individualistas e igualitarios. Junto con el movimiento laboral que lo precedió por poco tiempo, la sublevación agraria en Colombia anunciaba, a quienes fueron lo suficientemente perspicaces para percibirlo, que el cambio social que se había desarrollado durante los últimos veinticinco años había generado una metamorfosis de las actitudes populares. 1°7 Por fortuna para Colombia, aquel momento de transición ocurrió cuando la nación poseía un régimen político dispuesto y capaz de acomodarse a la exigencia popular de cambio. La revolución colombiana de la década del treinta fue doble. En primer lugar, y de la mayor importancia, se trató de un movimiento auténticamente popular. En su primera fase, la sublevación no fue dirigida por élites políticas que buscaran aprovecharse de ella en favor de sus respectivos partidos; tampoco fue dirigida por grupos opuestos a las élites, impulsados por visiones radicales del cambio social. Fue producida por campesinos sin tierra, que percibían que su gobierno finalmente se mostraba receptivo a sus exigencias de reforma agraria, y que actuaron de manera decisiva basándose en ese supuesto. La revuelta agraria fue entonces de carácter democrático y populista. En segundo lugar de importancia después de su aspecto democrático,

107 Los cambios materiales ocurridos en la Colombia rural que produjeron estas modificadones de actitud se discuten en el capítulo 5, supra.

fue la manera única como Colombia respondió al movimiento agrario. El gobierno nacional procedió con rapidez y agilidad, y de una manera que satisfizo a la enorme mayoría de los afectados. Tal respuesta era algo sin precedentes y único en la escasa historia de los movimientos populares colombianos. Y no sería repetida en Colombia en lo que restaba del tormentoso siglo xx. La revolución de la década del treinta estaba arraigada en las transformaciones económicas que siguieron a la Guerra de los Mil Días. Aquellos años estuvieron marcados por un rápido crecimiento, impulsado por élites ansiosas de progreso, cuyo deseo de ganar dinero rápidamente se convirtió en un fenómeno generalizado en todo el país. Rafael Reyes (1904-1909), fue el primero de una serie de presidentes empresarios que dedicaron sus energías a la modernización del país. Al igual que su sucesor, Carlos E. Restrepo (1910-1914), y que Pedro Nel Ospina (1922-1926), Reyes era un hombre de negocios que había acumulado una fortuna gracias a la explotación de los enormes recursos naturales de Colombia, que en su mayor parte permanecían inutilizados. En su juventud, Reyes se había unido a miembros de su familia que explotaban quinina y caucho en las selvas tropicales en las vertientes del

Amazonas.'" Restrepo y Ospina eran industriales antioqueños que debían también su éxito a la tierra. Sus empresas fueron financiadas con dinero ganado a través del cultivo y la exportación de café. Como hombres cuyo éxito personal se debía principalmente a la explotación de los recursos naturales y a la agricultura, era lógico que Reyes, Restrepo y Ospina, así como otros presidentes de la época republicana, concentraran sus esfuerzos de desarrollo en el campo.'" Cuando Rafael Reyes asumió la presidencia, promovió una serie de iniciativas gubernamentales dirigidas a estimular la producción agrícola, especialmente en el área del cultivo del café, el banano y el azúcar. Con el fin de conseguir capital para estos proyectos, alquiló las minas de esmeralda de propiedad del gobierno y vendió extensiones de terrenos de propiedad de la nación a individuos y compañías agrícolas. Entre la Guerra de los Mil Días y 1917, él y los dos hombres que lo siguieron en este cargo concedieron cuatrocientas mil hectáreas de tierra a quien prometiera hacerlas productivas." ° La transferencia de terrenos públicos al sector privado mediante la venta y concesión de tierras baldías no fue una innovación de la era republicana en Colombia. Durante el siglo xix, más de dos millones de hectáreas de

108 Para más detalles sobre las actividades de Reyes, véase capítulo 3, supra. 109 Para una presentación de la era republicana en Colombia, 1904-1930, véanse capítulos 3 y 5, supra. 110 Catherine LeGrand, Firmiier Expansion and Peasant Pwiest in Colombia, 1850-1936, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1986, pp. 185-204. Una hectárea equivale a 2,47 acres.

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baldíos fueron vendidas o entregadas entre 1865 y 1891, proceso de valorizaen concesión, en su mayor parte con ción que continuó después de las guela esperanza de estimular la confor- rras civiles de 1895 y de 1899-1902. 1 " mación de un campesinado autosufi- Una vez restablecida la paz después ciente y productivo. Este fue el obje- de la Guerra de los Mil Días, comentivo explícito de los gobiernos zó realmente la bonanza cafetera coliberales de las décadas del sesenta y lombiana: la producción se incremendel setenta de ese siglo, bajo cuya égi- tó anualmente entre el 4 y el 10%, a la da se distribuyeron más de un millón vez que se obtenían precios cada vez de hectáreas."' Lamentablemente, más altos por este lucrativo renglón de sólo un pequeño número de estas exportación." 4 concesiones pasaron a manos de peLos estudiosos han diferido en su queños propietarios. Un estudio que concepción del proceso mediante el abarca el período comprendido en- cual la Colombia rural se comerciatre 1827 y 1931, encontró que las in- lizó durante las últimas décadas del feriores a cincuenta hectáreas sólo siglo xix y las primeras del xx. El geóconstituían el 3,3% de las ventas pú- grafo Francisco Javier Vergara y Veblicas de tierra en las regiones cafete- lasco, quien presenció la privatización ras de Antioquia y Caldas."2 masiva de los terrenos públicos antes La venta de terrenos públicos en y después de la Guerra de los Mil Días, Colombia durante los siglos xix y xx se asombraba de la especulación geno llenó quizá las aspiraciones de- nerada por ella. Condenó el comercio mocráticas de los liberales doctrina- en los terrenos baldíos refiriéndose a rios, pero sí cumplió con el objetivo ellos como "el cáncer del territorio"." 5 secundario de estimular el desarrollo LahistordCenLGah económico. El historiador Marco Pa- llamado la atención sobre la "mezquilacios señala que el precio de las bue- na especulación rampante en la sonas tierras cafeteras se quintuplicó ciedad de colonos", encontrando que

111 C. LeGrand, Ibid., pp. 185-204, muestra que las tierras baldías no colonizadas fueron distribuidas de la siguiente manera: 1827-1869: 548.985; 1870-1900: 1'701.817; 19011917: 398.940; 1918-1931: 535.958. 112 Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, pp. 160-161. 113 Marco Palacios, Coffee in Colombia, 1850-1970, An Economía, Social and Political History, Nueva York, Cambridge University Press, 1980, p. 37. 114 Paul Drake, The Money Docto; Durham, Carolina del Norte, Dulce University Press, 1989, p. 31; Diego Monsalve, Colombia cafetera, Barcelona, Artes Gráficas, 1927, p. 628; Charles W. Bergquist, Coffee arad Conflict in Colombia, 1896-1910, Durham, Duke University Press, 1978, p. 247; Carlos Esteban Posada, "La gran crisis en Colombia: el período 1928-1933", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 78. 115 Myriam Jimeno Santoyo, "Los procesos de Colombia. Siglo XX", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Bogotá, Planeta, 1989, p. 377.

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esta se convirtió en una de las principales fuentes de conflicto en toda la Colombia de fronteras." 6 En contraste, la antropóloga Nola Reinhardt revela que en la dinámica economía rural colombiana de comienzos del siglo xx, las fincas pequeñas no sólo competían con éxito con grandes operaciones comerciales, sino que, mediante un cuidadoso presupuesto de los salarios en efectivo, incluso los jornaleros sin tierra eventualmente estuvieron en condiciones de adquirir sus propias tierras. Su estudio, centrado en la región montañosa de Dagua, al oriente del Valle, rastrea la carrera de Juan Álvarez (1889-1957), quien emigró a esta zona con su familia en 1897. Con el dinero que había ahorrado como jornalero, alquiló inicialmente una tierra en la que cultivó una va-

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riedad de productos para los mercados locales. Finalmente, gracias al manejo cuidadoso de sus ganancias por la venta de productos agrícolas, pudo comprar varias fincas pequeñas que conjuntamente sumaban sesenta hectáreas. Ingresó así a las filas de los medianos propietarios en Colombia."' La historia de Juan Álvarez era un paralelo, a una escala infinitamente menor, de la de Jesús Sarmiento, un contemporáneo suyo un poco mayor, quien comenzó su carrera como vendedor ambulante de plátano en el Valle del Cauca. Sarmiento era un comerciante tan sagaz que llegó a ser uno de los hombres más ricos de Colombia. En el momento de su muerte, la frase "tiene casi tanta plata como don Jesús Sarmiento" era una expresión común en el Valle del Cauca."'

116 C. LeGrand, Op. cit., p. 36. 117 Nola Reinhardt, Our Daily Bread. The Peasant Question and Family Farming in the Colcmabian Andes, Berkeley, University of California Press, 1988, pp. 60-69. 118 José María Rojas, Empresarios y tecnología en la formación del sector azucarero en Colombia, 18601890, Bogotá, Banco Popular, 1983, pp. 82-87. Los estudiosos del conflicto agrario en Colombia se centran por lo general en la lucha entre los grandes y los pequeños intereses. No obstante, tanto los pequeños terratenientes como los grandes luchaban entre sí. Un ejemplo de lo anterior fue la disputa entre Jesús Sarmiento y otra persona, por un lote de tierra en el Valle del Cauca. Una tarde, Sarmiento se enteró de que su oponente había convencido a los funcionarios locales de que puesto que no había hecho nada para mejorar la propiedad, no tenía derecho a reclamarla. El historiador José María Rojas relata cómo Jesús Sarmiento enfrentó y superó este desafio: "A pesar de la hora avanzada —las seis de la tarde— montó nuevamente en su caballo y se dirigió a una de sus haciendas más próximas. Allí ordenó a su mayordomo que reuniera inmediatamente un buen número de trabajadores, tomados de las demás haciendas de su propiedad, para emprender un trabajo urgente durante la noche, como así se hizo. Habiendo reunido cerca de doscientos peones, Sarmiento se dirigió con ellos, provistos de herramientas, al sitio donde al día siguiente habría de tener lugar la diligencia decretada por la autoridad. Una vez llegados allí, Sarmiento dispuso abrir en un extenso bosque un ancho callejón y, a otra parte de su peonada, le ordenó cortar y clavar los postes necesarios para cercar de alambre de púas toda la extensión del globo sobre la que iba a recaer la diligencia decretada en la forma que se deja dicho. Toda la noche se trabajó a la luz de muchas lámparas de petróleo, intensamente y sin descanso, a tal extremo que, al amanecer, la obra estaba consumada en su integridad, pues cuando la autoridad de Tuluá llegó a ese

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314 / La modernización en Colombia Gracias a la prosperidad derivada del café y a la difundida propiedad de la tierra en la zona cafetera, la población rural de Colombia en las regiones de agricultura comercial adquirió rápidamente una mentalidad capitalista. En ese sentido, esta nación andina ocupó un lugar único a comienzos del siglo en América Latina, donde la mayor parte de los habitantes del campo eran campesinos sin tierra. Pero los colombianos Jesús Sarmiento, Juan Álvarez y muchos otros como ellos no eran personas de mentalidad campesina, y tampoco vivían como tales. Fueron agricultores comerciantes que, aunque a menudo eran analfabetas, no necesitaban aprender la lección que aparecía en un popular texto escolar de la época: "La ganancia es justa y legítima para el que tiene capital"." 9 Cientos de miles de campesinos como Sarmiento y Álvarez ya sabían mucho acerca del comercio, habiendo superado la condición de paisanaje de sus padres y de sus abuelos. Gracias a la rápida comercialización del campo en la región del centro de Colombia, habían llegado a ejercer un domino absoluto

de la tierra que explotaban comercialmente. Poseían movilidad geográfica y social en proporción al grado de su éxito comercial, y presidían sobre familias nucleares. Disfrutaban también de la perspectiva de una diferenciación económica casi ilimitada a largo plazo. Ninguna de estas eran condiciones que prevalecieran en la verdadera cultura campesina latinoamericana. Allí, los hogares extendidos, la propiedad colectiva de la tierra, la poca racionalidad de mer. cado y la poca movilidad social y geográfica eran la norma.'" El hecho de que, para comienzos del siglo xx, la mayor parte de los colombianos de la frontera cafetera hubieran dejado de ser campesinos, y se hubiesen convertido en personas de mentalidad moderna, explica su rápida y en ocasiones violenta respuesta a los abusos que los verdaderos campesinos soportaban tradicionalmente con estoicismo. A medida que avanzaba el siglo, los colonos colombianos registraban quejas cada vez más estridentes contra las agresiones de que eran objeto por parte de personas que detentaban un mayor poder

lugar a practicar la diligencia de señalamiento del lote solicitado, lo encontró con cultivos de pasto artificial, por lo cual el funcionario que decretó aquella diligencia fue suspendido de su práctica, debido a que sobre dicho lote existía ya una posesión del señor Sarmiento, principal interesado en este indiviso, y con esto cesó el peligro para aquel de que fuera interceptada una parte de su hacienda por un tercero". 119 Eduardo Posada y Roberto Cortázar, Instrucción cívica para escuelas y colegios, Bogotá, Selecta, 1913, p. 297. 120 Alan Macfarlane, cuando escribió The Origina of English Individualiun, Londres, Basil Blackwell, 1978, creó revuelo en los círculos de historiadores al argumentar que Inglaterra no era una sociedad campesina en los siglos xvi y xvii, sino más bien una sociedad capitalista preindustrial. Sus argumentos, ulteriormente desarrollados en The Culture of Capitalism, Nueva York, Basil Blackwell, 1978, pueden aplicarse a la región cafetera del centro de Colombia, al menos desde la década del setenta del siglo xix.

que ellos. Un ejemplo típico de tales protestas se encuentra en una petición dirigida al Ministerio de Obras Públicas, en 1910, mediante la cual se le solicitó que intercediera en una disputa entre un colono y un hombre llamado Jorge Walker. Soy un colono dentro del predio que quiere coger el señor Wallrer, y tengo allí casita, albergue de mi esposa y de mis hijos, y sería una injusticia echarlos de allí para darle catorce plazas más a quien tiene centenares."

Una queja similar fue presentada algunos años más tarde por campesinos del occidente del Valle: No creemos razonable que, por el hecho de colindar nuestra propiedad con la de los herederos del señor Sierra, éstos se llamen dueños de un terreno que, como es de dominio público, no les ha pertenecido nunca.'"

No obstante, otra petición advertía que "si la ley no respeta nuestros derechos de propiedad [...1 conocemos el camino que debemos seguir: bien sea el del crimen o el de la migración".'" Todas éstas eran expresiones de colo-

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nos ambiciosos, decididos a que no les fuera negado el acceso a la tierra de la que provenía toda la prosperidad nacional." La creciente exigencia de equidad por parte de la dase emergente de pequeños propietarios finalmente halló eco entre los campesinos menos favorecidos, los aparceros, empleados en las haciendas cafeteras al suroccidente de Cundinamarca y al oriente de Tolima. Estos agricultores vivían en fincas adquiridas por sus propietarios durante la bonanza de las concesiones de baldíos realizadas entre 1870 y la Guerra de los Mil. Días. Les estaba prohibido cultivar café en las pequeñas parcelas que alquilaban o bien, si se los permitían, estaban obligados a vendérselo a la hacienda a precios inferiores a los del mercado; entretanto, veían cómo los cafetos que cuidaban hacían ricos a los ausentes terratenientes. Los aparceros de las haciendas cafeteras se encontraban en un escalón inferior de la jerarquía rural a los exigentes jornaleros, quienes cambiaban su trabajo por dinero en efectivo. Los

121 Darío Betancourt y Martha L. García, Matones y cuadrillas. Origen y evolución de la Violencia en el occidente colombiano, Bogotá, Tercer Mundo, 1990, pp. 48-49. 122 Ibid., pp. 49-50. El tono de esta carta marginalmente iracunda fue una respuesta al intento de apoderarse de la tierra por parte de los ricos herederos de José, Pepe Sierra, campesino que había hecho millones gracias a su habilidad para los negocios. 123 C. LeGrand, Op. cit., p. 65. 124 Para detalles sobre el vínculo entre los ingresos agrícolas y la expansión del mercado interno colombiano y del sector industrial, véase: Rosemary Thorp, Economic Management and Econornic Development in Peru and Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1991, pp. 6-7; Miguel Urrutia, The Development of the Colombia?: Labor Movement, New Haven, Yale University Press, 1969, pp. 49 y ss.; José A. Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 231-232.

316 / La modernización en Colombia



dolo, aunque con dificultad cada vez mayor. La continua democratización de la tenencia de tierras en la zona cafetera agotaba la mano de obra disponible, y la comercialización del campo introdujo un conjunto de actitudes que erosionaba las tradicionales en las haciendas cafeteras. A medida que se acercaba la década del treinta, las grandes haciendas de Viotá y Sumapaz parecían dinosaurios institucionales, rodeadas por miles de fincas pequeñas cultivadas por sus propietarios.'" Se habían convertido, según la pintoresca metáfora de uno de sus estudiosos, en "islas en medio de las parcelas pequeñas y medianas de agricultores independientes".'" Los aparceros de las haciendas de Par1920,teinñosdpuée haber optado por un sistema laboral Viotá y de Sumapaz participaron, en la medida de sus posibilidades, de la esencialmente premoderno, dirigido prosperidad generada por el café a hombres de mentalidad campesina, durante las tres primeras décadas los propietarios de las haciendas continuaron manteniéndolo y defendién- del siglo, cultivando una variedad de

jornaleros de la región de Viotá, rica en café, "despreciaban a los aparceros y les tenían compasión", escribe un estudioso de esta región.'" Los propietarios de las haciendas cafeteras desarrollaron su sistema laboral a fines del siglo xix, antes de que Colombia iniciara su atropellada carrera hacia la modernidad, impulsada por la bonanza cafetera. En aquella primera época, cuando se establecieron las haciendas de Viotá y de Sumapaz, pocos terratenientes podían pagar a sus trabajadores en efectivo. Por consiguiente, la mayor parte de ellos adoptó la vía desaconsejable de asegurar su fuerza laboral a través de los cultivos compartidos, el alquiler y otras formas de tenencia.' 26

125 Michael Jiménez, "Class, Gender, and Peasant Resistente in Central Colombia, 19001930", en: Forrest D. Colburn, ed., Evesyday Forms of Peasant Resistance, Nueva York, M. E. Sharp, 1989, p. 126. 126 Un manual para caficultores, publicado en 1892, aconsejaba no llevar a cabo este tipo de arreglos, haciendo énfasis en las ventajas de pagar a los trabajadores en efectivo. 'bid., p. 125. 127 El Sumapaz es una zona quebrada de aproximadamente dieciséis mil kilómetros cuadrados, ubicada en la Cordillera Oriental. Se encuentra al sur de la Sabana de Bogotá y se extiende a los departamentos de Tolima, Huila y Meta. Su mayor altura es la Sierra Nevada de Sumapaz, a 4.300 metros, 70 kilómetros al suroriente de la población de Fusagasugá. Toda la región comprende cerca de 180 kilómetros sobre su eje nororientalsuroccidental, y 80 kilómetros sobre su eje noroccidental-suroriental. Viotá es una región mucho más pequeña, ubicada a menor altura, más poblada y de fácil acceso, al suroccidente de Bogotá. Comprende cerca de 250 kilómetros cuadrados y es la principal zona cafetera de Cundinamarca. p. 103. 128 M. Palacios, Coffee in Colombia, 1850-1970, An Economic, Social and Political Histosy, Op. cit., Para 1923, el 56% del café colombiano se cultivaba en parcelas de doce hectáreas o menos. Para 1932, esta cifra se aproximó al 60%. J. A. Ocampo, Op. cit., pp. 239-240. El primer censo del café, realizado en 1932, reveló que el 87% de las fincas caían dentro de la categoría de pequeñas, con cinco mil o menos cafetos. N. Reínhardt, Op. cit., p. 83.

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alimentos en sus parcelas, montando pequeños negocios, por lo general clandestinos, y dedicándose a todas las actividades que se les ocurrían para beneficiarse de la riqueza generada por el café.' 29 Sin embargo, los dueños de las haciendas no abandonaron su decisión de negarles una participación directa en la bonanza cafetera. Esto era aún más exasperante para los arrendatarios, pues sabían que los propietarios habían reclamado ilegalmente extensos baldíos que no estaban en capacidad de cultivar. En uno de los casos más flagrantes, el de la Hacienda Sumapaz, de trescientas mil hectáreas, sus presuntos propietarios sólo tenían los títulos legítimos de nueve mil trescientas hectáreas.'" Únicamente una fracción de la Hacienda Sumapaz y de otras como ella estaba dedicada a la producción de café; en su mayor parte estaba sin cultivar, sin ocupar, y no podía ser colonizada. Lo que agravaba el descontento en las haciendas cafeteras colombianas era el hecho de que los propietarios continuaban tratando a sus empleados irrespetuosamente, como lo sugiere la negativa generalizada a dar contratos de servicio por escrito, no ofrecer educación para los hijos de los

arrendatarios y la falta de preocupación por el hecho de que los trabajadores, que laboraban en las laderas cubiertas de café, no tuvieran ninguna protección contra los elementos. Los aparceros de Viotá y de Sumapaz, en síntesis,' eran conscientes de que los dueños de las haciendas los trataban como campesinos y los consideraban como tales. Finalmente, los aparceros de Viotá y de Sumapaz recibieron el apoyo que necesitaban para desafiar sus condiciones de trabajo. Este apoyo provino del propio gobierno nacional, el cual, durante la década del veinte, comenzó a implementar una serie de leyes dirigidas a aplacar el belicoso e incipiente movimiento laboral. Aunque se encarcelaba a los dirigentes sindicales y se utilizaba al ejército para disolver las huelgas, los presidentes Suárez, Ospina y Abadía promovieron leyes que contemplaban una jornada laboral de ocho horas, y que mejoraban las condiciones de trabajo y protegían la salud de los trabajadores. En 1924 se creó la Oficina del Trabajo, y dos años después se había elaborado el Código Nacional del Trabajo."' La mayoría de quienes presenciaron esta avalancha de legislación laboral la consideraron de carácter

129 Para más detalles sobre este aspecto de la actividad económica de los aparceros antes de su sublevación contra los dueños de las haciendas, véase capítulo 5, supra. 130 C. LeGrand, Op. cit., p. 113, sugiere que incluso los títulos de las nueve mil trescientas hectáreas iniciales eran legalmente dudosos. 131 Este código nunca se convirtió en ley. La discusión de estas medidas se encuentra en Mauricio A,chila Neira, Cultura e identidad obrera, Colombia: 1910-1945, Bogotá, Anthropos, 1991. Véase también C. LeGrand, Op. cit., p. 132; Bernardo Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936, Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 148-149.

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318 / La modernización en Colombia defensivo, diseñada para contrarrestar lo que un reportero extranjero describió como "el creciente sentimiento socialista" en Colombia.' 32 Pero pocos percibieron que las leyes ofrecerían justificación legal para la sublevación agraria en Colombia. Los colombianos son gente conservadora, legalista, y los aparceros y colonos de Viotá y de Sumapaz no fueron la excepción.' 33 Durante décadas habían aguardado algún signo de que el gobierno podría ayudarles a ellos, en lugar de ponerse siempre del lado de los influyentes hombres para quienes trabajaban. Súbitamente, gradas ala legislación laboral mencionada, se recompensó su paciencia. En cuanto la legislación propuesta por el presidente Ospina sobre accidentes y salud se convirtió en ley, en 1925, los aparceros de Viotá y Sumapaz comenzaron a pedir a los dueños de las haciendas que acataran las nuevas reglamentaciones del trabajo. La mayor parte de los terratenientes se horrorizaron al ver que sus iletrados

peones les hacían exigencias, y pronto rechazaron sus solicitudes sin pensarlo dos veces. Sólo en los municipios de Quipile- y de Cachipay, que cubren una región al norte de Viotá y al occidente de Bogotá, los hacendados acataron las nuevas leyes laborales. En 1925 firmaron con sus arrendatarios el Pacto de Quipile, según el cual se comprometían a acortar la jornada y la semana laboral, y a mejorar las asignaciones de alimentos a sus empleados. "4 Al mismo tiempo que se negociaba el Pacto de Quipile, los aparceros de la hacienda El Chocho, ubicada en el municipio de Fusagasugá, al norte de Sumapaz, exigieron concesiones similares de sus empleadores.'" Infortunadamente, los hermanos Carlos y Manuel Caballero, copropietarios de El Chocho, los ignoraron. El problema permaneció estancado más de un año. Finalmente, los arrendatarios viajaron a Bogotá donde presentaron sus quejas ante el ministro de industria, José A. Montalvo.' 36

Op. cit., nota 80. B. Tovar, 132 Del New York Times, 4 de marzo de 1928, citado en M. Archila, Op. cit., coloca las nuevas leyes en perspectiva, al observar que su cumplimiento "fue muy restringido durante los años siguientes, llegando en algunos casos a ser inexistente" (p. 149). 133 Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo mí, Bogotá, Temis, 1964, p. 143, atribuye el conservatismo y el legalismo de los colombianos al hecho de que la nación careció de una poderosa aristocracia territorial durante la época colonial, como también al hecho de que, durante esta misma época, tuvo clases artesanas urbanas comerciales, y burocráticas, fuertes y coherentes. Bogotá, La 134 Jesús A. Bejarano, El régimen agrario de la economía aportadora a la economía industrial, Carreta, 1979, pp. 262-264. 135 La historiadora Catherine LeGrand, en: "Campesinos y asalariados en la zona bananera de Santa Marta, 1900-1935", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cu/hita, (11), 1983, p. 242, encontró que los trabajadores de la zona bananera del norte de Colombia también conocían las nuevas leyes laborales. En 1925, iniciaron protestas que terminaron trágicamente en diciembre de 1928, como se describe en el capítulo 6, supra. 136 La Oficina del Trabajo era una dependencia del Ministerio de Industria.

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Los once puntos del "Manifiesto de tos escritos con los trabajadores, los los arrendatarios de El Chocho" re- protegieran de las inclemencias del velan con claridad que estos traba- tiempo, les concedieran el privilegio jadores eran completamente moder- de tomar materiales para vivienda, nos en su enfoque de los asuntos especialmente madera, de las tierras económicos y conscientes de sus dere- de la hacienda, y que se acatara la chos como ciudadanos colombianos. jornada laboral de ocho horas conSiete de los artículos se relacionan templada en la ley.'" Carlos y Manuel Caballero reacespecíficamente con el dinero, reflejando la idea que tenían los arrenda- cionaron como era predecible a la detarios del poder del mismo para claración de independencia de sus liberarlos del humillante y anticuado arrendatarios: trataron de expulsarsistema laboral al que estaban some- los de su propiedad —de una tierra que muchos de ellos habían ocupado tidos. durante varias décadas—. Pero el es"Exigimos" —escribieron-- la liber- fuerzo de los Caballero resultó, en últad de comercio que consagra nues- tima instancia, vano. La época de las tra Constitución Nacional [-J. Que grandes propiedades sin explotar en el arrendamiento de las tierras [...]. se nos exija únicamente en dinero el centro de Colombia tocaba a su fin, Que el avalúo que se haga para pues tanto los campesinos sin tierra fijar los arrendamientos no se repita como el gobierno se levantaban en su sino cada tres años [...]. Que la ha- contra. Pronto, incluso los hermanos cienda debe pagar las mejoras por Caballero llegaron a reconocer este un justo precio (en caso de lanzamien- hecho. Después de resistirse a las exito) Que la hacienda suprima del gencias de sus aparceros durante casi reglamento el sistema de multas [–]. Que la hacienda pague el jornal se- ocho años, hasta 1933, vendieron El gún el precio corriente Que si los Chocho ala Gobernación de Cundinaseñores Caballero no aceptan estas marca, la cual lo subdividió y vendió bases, se convenga y se celebre un las parcelas a precios modestos.'" plan, mediante el cual los arrendaLa coincidencia de exigencias potarios reclamantes puedan adquirir pulares de cambio del sistema de teen propiedad, por intermedio de un nencia de la tierra en Colombia y la banco, las hipotecas y amortizaciones disposición del gobierno de responder acostumbradas para estos casos [...].'" a ellas, se debió a la difundida idea de Otros artículos pedían que los due- que el progreso nacional se veía obsños de la hacienda firmaran contra- taculizado por un régimen agrícola 137 Hermes Tovar, El movimiento campesino en Colombia, Bogotá, Ediciones Libres, 1975, pp. 78-80. 138 Ibíd., pp. 78-80. 139 La mejor discusión sobre la lucha por El Chocho se encuentra en: Elsy Marulanda, Colonización y conflicto. Las lecturas del Sumapaz, Bogotá, Tercer Mundo, 1991, pp. 103-119. Véase también H. Tovar, Op. cit., pp. 76-88, y J. A. Bejarano, Op. cit., pp. 264-266.

320 / LA modernización en Colombia anticuado, tipificado por la hacienda El Chocho. Incluso antes de la que legislación laboral pusiera en marcha la sublevación agraria, inteligentes miembros de la élite política habían criticado una política económica que toleraba la propiedad de grandes extensiones de terreno mal cultivadas. El teórico liberal Alejandro López fue uno de estos enemigos de lo que llamó las actitudes "feudales" de los

grandes terratenientes de su país. En 1931, López propuso una reforma agraria, fundamentada en la idea de que la propiedad implica ciertas obligaciones sociales. Este era un concepto radicalmente nuevo en la jurisprudencia colombiana, aunque tenía antecedentes tanto en el pensamiento liberal como en el conservador. A través de sus escritos, Alejandro López contribuyó a difundir los principios que más tarde fueron elaborados en la Ley 200 de 1936. "El Partido Liberal es un partido agrario", escribió en 1931, prosiguiendo a proponer que sus copartidarios suscribieran una redistribución radical de la tierra. Se propone subdividir la tierra colombiana por medios legales, racionales y científicos, a expensas de los latifundios y ejerciendo presión fiscal para que no haya en Colombia tierra asignada que no desempeñe su función social de servir para el mante-

La república liberal y sus críticos / nimiento y vivienda de la población. Tendrá protección especial y ayuda del Estado todo hogar actual o en vía de formación que desee poseer tierras bien situadas por medio del esfuerzo individual, para asegurarse un trabajo independiente y lucrativo. ' 4°

López era un propagandista de tanto éxito y sus ideas resultaban tan

atractivas para la mayoría rural colombiana que, para 1931, los campesinos justificaron su invasión de las haciendas y de los baldíos en términos de la función social de la propiedad.'" El plan de Alejandro López para la reforma agraria estaba arraigado en la creencia liberal tradicional de que la difundida propiedad de los terrenos en el campo intensificaba la estabilidad en las sociedades democráticas. "En todo país civilizado", escribió en 1926, "la columna vertebral de la sociedad, el nervio de la paz y de la estabilidad, es el campesino terrateniente". 142 Durante la década del veinte, muchos conservadores llegaron también a aceptar esta idea. En 1929, el ministro de minas, José A. Montalvo, afirmó que era "imperativo" que la propiedad de la tierra fuese popularizada, pues las fincas pequeñas y cultivadas intensamente incrementaban el valor de la tierra y contribuían así "al enriquecimiento colectivo de la sociedad". 193 En 1931, los delegados a la convención del Partido Conservador

140 Alejandro López, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, p. 412. 141 Este fue uno de los puntos a los que aludió el ministro de industria, Francisco José Chaux, en su mensaje al Congreso aquel año. C. LeGrand, Fmntier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., p. 119. 142 A. López, Op. cit., p. 22. 143 C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., p. 97.

se comprometieron con "el estímulo de la pequeña propiedad y del cultivo familiar" a través de la provisión de préstamos avalados por el gobierno para quienes aspiraban a adquirir tierras.' 44 A pesar del considerable apoyo que tenía entonces la reforma agraria en los altos niveles del gobierno y entre la población en general, los representantes de los intereses de los terratenientes intentaron preservar el antiguo sistema. En 1933, el ala derechista del liberalismo se unió a los conservadores para derrotar la reforma agraria propuesta.'" Dos años más tarde, en marzo de 1936, los grandes terratenientes conformaron su grupo de cabildeo contra la reforma, la Asociación Patronal Económica Nacional (APEN).'" Pero incluso si tal asociación hubiera sido más ineficaz de lo que fue, el creciente desasosiego rural y los temores que este generaba entre las élites, llevó a que estas

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la rechazaran y condujo a sus antiguos seguidores al campo de la reforma. Entre 1930 y la aprobación de la Ley 200, el descontento rural aumentó geométricamente. Para 1933, la agitación había llegado a tal punto en Sumapaz que El Tiempo reportó "una guerra de guerrillas" en toda esta región."' Los colombianos ricos temían que su país se encontrara al

borde de la revolución social. Antes de la revuelta agraria de la década del treinta, los aparceros de las grandes haciendas cafeteras solían desafiar el sistema político mediante la evasión de impuestos, negarse a comparecer para responder a requerimientos legales y el contrabando. Una vez iniciada la sublevación agraria, sin embargo, su oposición se hizo más directa, como sucedió en el caso de la hacienda Tolima, en el municipio de Ibagué. A mediados de 1934, sus propietarios iniciaron una acción legal para el lanzamiento de Santos

144 Partido Conservador, Op. cit., pp. 110-111. Cerca de un año antes de la convención del Partido Conservador, el 29 de diciembre de 1930, una de sus figuras más importantes, Mariano Ospina Pérez, promovió la legislación que produjo la Ley 67 de 1931, mediante la cual se autorizaba la creación de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero (Caja Agraria). Para el texto de la propuesta de Ospina, véase M. Ospina Pérez, Op. cit., pp. 37-41. 145 El programa de Olaya hubiera devuelto una cantidad de tierras ilegalmente poseídas y subdesarrolladas a la condición de baldíos. Esta tierra hubiera sido entonces distribuida entre los colonos. Las grandes propiedades en producción hubieran sido adquiridas por el gobierno, y luego parceladas y vendidas a los campesinos, quienes las hubieran adquirido a través de los préstamos de la recién creada Caja Agraria. 146 La declaración oficial de los objetivos de la APEN se encuentra en Abel Carbonell, La quincena política, vol. 3, Bogotá, Imprenta Nacional, 1952. 147 El Tiempo, 3 de septiembre de 1933. Antes de que la Ley 200 le pusiera fin, la invasión de tierras se extendió más allá de Viotá y de Sumapaz, a Caldas y al norte del Valle, y a zonas dispersas donde había grandes haciendas, en Santander, Antioquia, Bolívar y Magdalena. El mejor tratamiento general de este problema se encuentra en C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 109-134.

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en Colombia

Vergel y su familia de una parcela al- quierdistas desempeñaron un imporquilada que habían ocupado duran- tante papel en el éxito del movimiento te algunos años. Los otros arrendata- agrario. Por una parte, como persorios unieron fuerzas con Vergel para nas coherentes, carismáticas, y por lo ayudarle a oponerse al lanzamiento. general instruidas en derecho, ofreDe allí se siguió una confrontación ar- cían a los colonos y a los aparceros el mada entre los arrendatarios y la po- liderazgo que tanto necesitaban. Por licía local, en la cual murieron dos otra, como miembros de una contraélite abiertamente socialista que policías y trece arrendatarios. Las muertes ocurridas en la ha- abogaba por la confiscación directa de cienda Tolima y otros episodios simi- las grandes haciendas, cumplieron con lares acaecidos a comienzos de la el propósito adicional de llevar a los década del treinta intensificaron el temerosos terratenientes a apoyar la sentimiento público a favor de los reforma mucho más moderada del arrendatarios y fortalecieron a los po- gobierno. Alfonso López Pumarejo se líticos partidarios de la reforma. El comprometió a que el Estado compen15 de agosto de 1934, un día después sara a los propietarios por todas las de la tragedia, tanto El Espectador, dia- propiedades privadas confiscadas por rio liberal, como El Anís, conservador, el gobierno, y a exigir que los camdefendieron la acción de los arren- pesinos pagaran por todas las tierras datarios y condenaron a la policía recibidas de esta manera. En el punto culminante del movitolimense. Aquel mismo día, el joven miento agrario, 1933-1935, Jorge y ardiente reformador liberal, Jorge Eliécer Gaitán y otro abogado de izEliécer Gaitán, se levantó en el Conquierda, Erasmo Valencia, organizagreso para atacar "los apolillados córon partidos políticos dedicados a digos, elaborados para el sostenimiento de una situación feudal [...I programas más radicales de reforma apoyados por las autoridades crimina- agraria que el propuesto por López les que nos oprimen".'" Un mes des- Pumarejo. Pero ni la Unión Nacional pués de la trágica confrontación, el Izquierdista Revolucionaria (UNIR), presidente Alfonso López Pumarejo, ni el Partido Agrario Nacional (PAN), recién posesionado, hizo eco de la ai- tuvieron larga vida. El UNIR, creado rada opinión pública cuando se re- en 1933, fue disuelto por su fundahusó a hacer cumplir lo que llamó dor en 1935, después de una terrible "leyes antidemocráticas que favorecen derrota en las elecciones para el Congreso. El PAN fue aún más efímero. a los terratenientes" . 149 Gaitán y otros críticos sociales iz- Creado en 1935, fue abandonado por Gaitán, 2' ed., Bogotá, Jorvi, 1968, p. 61. 148 Jorge Eliécer Gaitán, Los mejores discursos de 149 Lo hizo en una célebre carta dirigida a prominentes terratenientes, quienes le habían escrito pidiendo que el presidente defendiera sus intereses. La famosa respuesta de López se encuentra en A. López Pumarejo, op. cit., tomo 1, pp. 69-70.

su fundador cerca de un año después. Sin embargo, ambas colectividades, cuyo apoyo provenía principalmente de los aparceros y pequeños propietarios de Sumapaz, contribuyó al multifacético movimiento agrario. Uno de los más notables éxitos organizativos de UNIR y de PAN involucró a la hacienda El Chocho. En agosto de 1933, Gaitán y Erasmo Valencia animaron a tres mil miembros de sus partidos a invadir la hacienda. Dos meses más tarde, la Gobernación de Cundinamarca adquirió El Chocho y comenzó a parcelarla. Los miembros de la UNIR fueron también activos en la organización de los arrendatarios de la hacienda Tolima.'" El Partido Comunista de Colombia (PCC) desempeñó asimismo un papel útil en los esfuerzos de reforma. Fundado en 1930, después de la disolución de su antecesor, el Partido Socialista Revolucionario, operó principalmente en Viotá, donde ayudó a

organizar ligas campesinas, promovió la invasión de tierras y ayudó a los miembros de las ligas a desafiar a los hacendados sembrando cafetos en sus tierras de alquiler."' Alfonso López Pumarejo no hubiera podido pedir un escenario más propicio para su iniciativa reformista de 1935-1936. El creciente desasosiego social dio especial peso a la propuesta de reforma agraria que constituía el núcleo de su mensaje al Congreso del 20 de julio de 1935. Una semana después del mensaje, López tomó prestada una página del Idearium liberal de Alejandro López, al pedir a su partido que adoptara la siguiente declaración: El Partido Liberal es un partido agrario. Se propone subdividir la tierra colombiana [...] a expensas de los latifundios y generando presión fiscal para que no haya en Colombia tierra asignada que no desempeñe su función social [...]. El Partido Liberal

150 Fuentes originales sobre Gaitán y la UNIR pueden encontrarse en J. E. Gaitán, Op. cit., y en Luis Emiro Valencia, Gaitán: antología de su pensamiento social y económico, Bogotá, Colombia Nueva, 1968. Una buena visión general de Gaitán y la UNIR aparece en Richard E. Sharpless, Gaitán of Colombia. A Political Biography, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1977, pp. 71-84. No existe un estudio detallado sobre Erasmo 'Valencia y su partido. No obstante, hay breves descripciones de ambos en E. Marulanda, Op. cit., pp. 126-129; C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant PrOkSt in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 124-125; Medófilo Medina, "Los terceros partidos en Colombia, 1900-1960", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 284-285. 151 El Partido Comunista, sin embargo, debilitó también el movimiento agrario. Habiendo recibido instrucciones de la Internacional Comunista de identificar y atacar el fascismo, los líderes del partido atacaron a Gaitán y a la UNIR por fascistas. UNIR les respondió de la misma manera. El 28 de noviembre de 1933, el periódico de la UNIR, El Diario, de Cali, atacó ferozmente a los comunistas, "incapaces por sí mismos de formarse un ambiente, por sus teorías utópicas e inadaptables a nuestro medio". La hostilidad entre estos dos partidos llegó a su punto más álgido durante los enfrentamientos armados entre miembros de ambos grupos a comienzos de 1934. Para más detalles sobre las actividades comunistas en Viotá y Sumapaz, véase Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Colombia Nueva, 1980, pp. 114-131; M. Archila, Op. cit., p. 293.

324 / La modernización en Colombia considera la pequeña propiedad como un medio de liberación económica necesario e imprescindible.

La mayoría de los copartidarios de López rechazaron esta nueva definición de su partido como partido agrario. Se negaron también a apoyar la idea de López de que fuese el Partido Liberal el que favoreciera a colonos y arrendatarios a expensas de los grandes terratenientes. Apoyar el llamado populista del presidente alienaría aún más a los liberales dedicados al cabildeo en contra de la reforma, APEN, e igualmente a la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), organización conservadora.'" Sin embargo, la mayoría de los miembros de la convención liberal estaban a favor de la reforma, y coincidían con el presidente en pensar que los latifundios debían ser divididos y puestos a disposición de quienes no tenían tierras. Durante el resto de 1935 y todo 1936, los liberales partidarios de la reforma, encabezados por Darío Echandía, Carlos Lleras Restrepo y Francis-

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co José Chaux, se unieron para hacer aprobar la Ley 200 en el Congreso.'" A medida que la Ley se aproximaba a su aprobación definitiva, nuevos acontecimientos se combinaron para facilitarla. En el transcurso de 1935, la oposición por parte de la izquierda al programa de reforma de López Pumarejo cesó abruptamente. En marzo de aquel año, Jorge Eliécer Gaitán abandonó la UNIR, después de la apabullante derrota de este partido en las elecciones nacionales. Posteriormente se reintegró al Partido Liberal y orientó sus esfuerzos reformistas hacia la Colombia urbana. Simbólico del cambio de orientación de Gaitán fue su aceptación de la Alcaldía de Bogotá catorce meses después.'" La oposición comunista a López Pumarejo y a su programa de reforma terminó en noviembre de 1935, cuando los dirigentes de este partido aconsejaron a sus miembros que se unieran a los elementos "burgueses progresistas" en la lucha mundial contra el fascismo. Los miembros del

152 Fundada en 1871, la SAC contó tradicionalmente con los hombres más ricos e influyentes del país entre sus miembros. Una discusión de la oposición de la SAC a la reforma agraria se encuentra en Jesús A. Bejarano, Economía y poder. La SAC y el desarrollo agropecuario colombiano, 1871-1984, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1985, pp. 194-206. 153 Un buen resumen de este proceso puede encontrarse en Piare Gilhodes, "La cuestión agraria en Colombia, 1900-1946", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 194-206. 154 "La liquidación de facto de la UNIR marca un cambio de orientación de Gaitán hacia la ciudad", escribe P. Gilhodes, Op. cit., pp. 324-325. Gilhodes continúa diciendo que la repentina acción de Gaitán no disminuyó su prestigio de "adalid agrario". Hubo, sin embargo, al menos un miembro de la UNIR que se ofendió por la manera como Gaitán había abandonado este partido. En 1936, el cofundador de la UNIR, Fermín López Giraldo, denunció públicamente a Gaitán como traidor a la causa agraria en su libro El apóstol desnudo, o dos años al lado de un mito, Manizales, Arturo Zapata, 1936.

Partido Comunista obedecieron, y se convirtieron en seguidores de Alfonso López y oponentes de todas las facciones políticas de ideas más derechistas.'" El Partido Agrario Nacional de Erasmo Valencia sufrió una suerte análoga a la de la UNIR, con la diferencia de que fue el partido quien abandonó a Valencia y no al contrario. Un año después de que los miembros del PAN eligieron a su dirigente en la Asamblea de Cundinamarca, Valencia los irritó al oponerse a los pmgramas de parcelación del departamento. Cuando el PAN se desintegró y sus miembros, imitando a Gaitán, regresaron a sus partidos anteriores, los antiguos integrantes del PAN le dirigieron una carta a Valencia, en la que expresaron su desencanto: Estamos, naturalmente, confundidos, sin saber si usted es liberal, conservador, socialista, comunista, y menos aún si está afiliado a lo que se llama actualmente izquierdas o derechas. 156

La Ley 200 fue aprobada el 14 de diciembre de 1936. Uno de los elementos más importantes de dicha ley fue que aclaró los títulos de propie-

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dad en toda la zona de invasión de tierras. Los terratenientes que habían sufrido este problema antes de 1935, y que no demostraron la posesión legal de sus tierras, fueron obligados a reintegrar estas propiedades a la nación; esta, 'a su vez, las declaró baldías y las ofreció a los colonos. Los campesinos que habían invadido estas tierras adquirieron la condición de colonos, y pudieron obtener gratuitamente los títulos de las tierras que ocupaban. Todos los demás, incluyendo a los propietarios que se encontraban en la zona cafetera y otros lugares del país, podían establecer su posesión legal si suministraban evidencia escrita de la misma, fechada al menos treinta años antes de la aprobación de la Ley 200. En este sentido, dicha ley abolió la sentencia de la Corte Suprema de 1926, según la cual todos los terratenientes debían mostrar el título original de propiedad de cualquier terreno.'" La Ley 200 estableció también tribunales especiales de solución de disputas sobre la propiedad de tierras. En los casos legales en los que los terratenientes convencían a los arrendatarios y luego los desalojaban, se les

155 Lo que se describe como "el viraje" en la estrategia del partido es tratado en M. Medina, Op. cit., pp. 263-269. 156 De una carta enviada por campesinos a Erasmo Valencia, marzo de 1937, citada en E. Marulanda, Op. cit., p. 111. 157 Esta disposición fue la base de críticas posteriores en el sentido de que la Ley 200 "legitimó la usurpación de terrenos públicos ocurrida en el siglo pasado". C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 150-151. Otra parte de la ley, el Artículo 6, fue diseñada para obligar a los terratenientes a poner sus tierras en producción en un plazo de diez arios, o correr el riesgo de perderlas. Esta disposición, dirigida precisamente a aplacar a quienes criticaban la Ley 200 por permitir que los terratenientes se salieran con la suya con excesiva facilidad, nunca fue aplicada.

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326 / La modernización en Colombia exigía a los propietarios que reembolsaran a sus antiguos empleados cualquier mejora que hubieran realizado durante el tiempo que ocuparon la tierra. En caso de que los propietarios no pudieran pagar las mejoras, los arrendatarios tenían derecho a adquirir sus parcelas. La Caja Agraria les ayudaba a hacerlo. Cuando se aprobó la Ley 200, aquella había otorgado ya más de 133 mil préstamos. En el transcurso de los seis años siguientes, entre 1936 y 1943, se aprobaron 453.618 préstamos adicionales.' 58

AunqelosprétamdCjAgria eran de $450 a $650 cada uno, esta suma era suficiente para comprar una finca de cinco a seis hectáreas a la tasa prevaleciente de $70 por hectárea en las zonas de parcelación del gobierno.'" Así, un préstamo de la Caja Agraria permitía comprar una finca por lo general más grande que la finca cafetera típica de Cundinamarca, Tolima o Caldas.'" La Ley 200 fue complementada por un programa de parcelación del gobierno, que aceleró la redistribución

de la tierra en la zona central de Colombia. Para 1940, el gobierno y el Banco Agrícola habían adquirido 470 propiedades, qué fueron subdivididas en 20.140 fincas de tamaño familiar."' La multifacética respuesta del gobierno a la sublevación agraria disolvió lo que muchos consideraron como el problema social más grave que había enfrentado la nación en el transcurso de su historia. Una vez que las haciendas cafeteras arcaicas fueron parceladas y se aclaró la titulación de tierras, el movimiento agrario desapareció. Esto no significa que la Ley 200 y los programas de préstamos y de parcelación que la acompañaron hubieran llevado la paz a la Colombia rural. Sencillamente cambiaron el carácter del conflicto en estas regiones. La reforma agraria, por el contrario, intensificó el conflicto en las zonas rurales, al individualizar aún más la lucha por la tierra. Acontecimientos posteriores revelarían que el campo en Colombia era un lugar donde la competencia por la tierra

158 Los datos sobre el número de préstamos otorgados por la Caja Agraria entre 1936 y 1943, y su valor total, aparecen en Carlos Lleras Restrepo, "La obra económica y fiscal del Liberalismo", en: Plinio Mendoza Neira, ed., El liberalismo en el gobierno, vol. 2, Bogotá, Prag, 1946, p. 15. 159 C. Lleras Restrepo, Op. a.; C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasani Protest in Colombia, 18 50a Agraria 1936, Op. cit., pp. 139-140. Entre 1933 y 1938, el promedio de préstamos de la C aj era de $650 pesos. Entre 1939 y 1943, bajó a $450 pesos. Catherine LeGrand informa que los precios de la tierra cobrados a los campesinos por la gobernación de Cundinamarca en 1933 y 1934 iban de $75 a $110 pesos, el equivalente a US$46,50 —US$68,20 estadounidenses actuales. 160 Daniel Pécaut, Orden y violencia en Colombia, 1830-1953, Bogotá, Siglo XXI, 1987, p. 169, informa que en 1932, la finca promedio en Cundinamarca era de 2,70 hectáreas, en Tolima de 4,70 hectáreas, y en Caldas de 1,95 hectáreas. 161 Darío M. Fajardo, Haciendas, campesinos y políticas agrarias en Colombia, 1920-1980, Bogotá, Oveja Negra, 1984, p. 57.

alcanzaba a menudo proporciones hobbesianas. Unos pocos críticos de izquierda y de derecha se pronunciaron en contra de la reforma agraria colombiana, bien sea porque denunciaban su sesgo a favor de la propiedad privada, la exigencia de que los campesinos pagaran las tierras adquiridas a través de la parcelación y el hecho de que no se hubieran expropiado grandes propiedades legalmente poseídas, o bien por considerarla un asalto "comunista" al sagrado derecho a la propiedad privada. Pero las quejas de estos críticos se perdieron en el estruendo creado por los campesinos que se peleaban por establecer sus propias haciendas.'" Erasmo Valencia constituyó tal vez el caso más triste de un líder agrario que fue dejado atrás por el movimiento al que había dedicado tantos esfuerzos.

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Valencia fue uno de los primeros colombianos educado y residente de la ciudad que decidió ayudar a los campesinos sin tierra de Viotá y Sumapaz. Inició sus esfuerzos para organizarlos en 1928, el mismo año en que Abadía Méndez, involuntariamente, mediante el Decreto 1110, desencadenó invasiones masivas de tierras en el occidente de Sumapaz al propiciar la colonización de terrenos baldíos. Al igual que muchos de sus compañeros, Valencia articuló la filosofía marxista que había sido adoptada por tantos jóvenes críticos sociales de su generación.'" Apasionadamente comprometido con la causa de los arrendatarios, los aparceros y los colonos maltratados, promovió una estrategia para vincular la lucha de los trabajadores urbanos con aquellos a los que consideró como sus contrapartes rurales.'"

162 Albert Hirschman, enfourrieys Toward Progrus: Studies in Econtnnic Policy-Making in Latin America, Nueva York, Doubleday-Anchor, 1965, pp. 151-157, describe los principales argumentos esgrimidos contra la Ley 200 entre 1936 y comienzos de la década del sesenta. Tales críticas se encuentran reformuladas en C. LeGrand, Fnmtier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., p. 152, y en E. Marulanda, Op. cit., p. 246. Hirschman, un admirador de esta legislación, ignora a los "críticos conservadores y revolucionarios de esta ley" quienes, en su opinión, "consideraban el hecho de que la vida y sus problemas continuaran como prueba suficiente del fracaso de los anteriores esfuerzos humanos" (A. Hirschman, Op. cit., p. 157). 163 En 1921 y 1922, Valencia dirigió La Casa del Pueblo, una organización sindical con sede en Bogotá. En 1925 fue expulsado del Partido Socialista Revolucionario. Pocos años después fue secretario del Comité Socialista para la Organización y Propaganda y presidente del Centro Comunista de Bogotá. Al mismo tiempo, militaba en la Federación Sindicalista de Bogotá. Véase Ignacio Torres Giraldo, Los inconformes, historia de la rebeldía de las masas en Colombia, vol. 4, Bogotá, Latina, 1978, 11; E. Marulanda, Op. d¿., pp. 126-127; C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 124-126. 164 Valencia describió su estrategia revolucionaria como la de "hermanar la lucha de la ciudad con la del campo", enfoque que el historiador del sindicalismo, Mauricio Archila, considera como "una concepción todavía imbuida de vanguardismo obrero". M. Archila, Op. cit., p. 296. Arrestado en 1933 debido a las actividades que adelantaba en Sumapaz, Valencia negó ser un subversivo, afirmando que su único objetivo era obtener justicia para los campesinos colombianos.

328 / La modernización en Colombia Al igual que muchos de sus compañeros activistas, Erasmo Valencia no apreció plenamente que el objetivo principal de los campesinos a los que lideraba era poseer una finca y ponerla a producir, lo cual, a su vez, les permitiría elevar el nivel de vida de sus familias. Valencia fue un idealista que dedicó su vida a la causa de la revolución proletaria. Por consi-

guiente, se había opuesto a la subdivisión, privatización y venta de las haciendas cafeteras como algo contrario a los principios colectivistas y destructi-

vo del movimiento que lideraba. Entretanto, sus seguidores se horrorizaron al ver que Valencia parecía decidido a desechar todo aquello por lo que habían luchado. En 1937, un grupo de miembros del PAN, de la hacienda El Chocho, le escribió a Valencia: Nos hizo usted el pliego de peticiones para los señores Caballero y para los ministros, diciéndoles que no queríamos seguir de arrendatarios, pidiendo que se nos vendiera la tierra o se nos pagaran las mejoras [...] [Pero] después de tales peticiones, se pone la tierra a nuestra disposición para que la compremos, y entonces usted, como consejero de las masas campesinas, es enemigo de la compra de las parcelas, dando de esta manera margen para que personas extrañas a la región vinieran y las compraran [...] quedándose a veces sin nada quienes más habíamos luchado y sin que honradamente pudiéramos oponernos, porque los que llegaban también eran campesinos.' 65

La república liberal y sus críticos I 329

Los aparceros de la hacienda El Chocho, los colonos de Sumapaz y otros miles de campesinos ansiosos de tierra que se beneficiaron de la reforma agraria, completaron un proceso de democratización de la tenencia de la tierra que se había adelantado en la zona central de Colombia desde el inicio de la bonanza cafetera. "El proceso de parcelaciones", escribe el historiador José Antonio Ocampo, "no hizo más que afirmar una tendencia que tenía una base mucho más profunda".' 66 Mucho antes de la aprobación de la Ley 200, más de la mitad del café en Colombia era producido en propiedades de menos de diez hectáreas. Veinte años después de la famosa ley, casi dos tercios de las exportaciones de café eran producidos en propiedades medianas y pequeñas, de diez o menos hectáreas.' 67 La reforma agraria estaba destinada a darse en Colombia, y los miembros de todas las Bases sociales lo sabían. Incluso los grandes terratenientes finalmente aceptaron la Ley 200, de la misma manera como se toma un medicamento amargo para curar una enfermedad potencialmente mortal. "Estas nuevas leyes de López y de los liberales me acaban de costar seiscientas de mis mejores hectáreas", se quejó uno de ellos en 1937, mientras cenaba en el Jockey Club de Bogotá: Siempre había tenido la idea de que podía sacara esos indios si lo deseaba.

Pero ahora me entero de que no puedo. Me dicen que ellos son los propietarios de la tierra. Esa es la nueva regla, dicen. Algunos de ellos ni siquiera me dejan acercarme. ¿Qué puedo hacer? ¿Llamar al ejército para despojarlos de ella? No es probable. Este gobierno de López no me apoyaría [...]. Bien, hay muchísima tierra en Colombia. Cuando cabalgo ahora por mis tierras, me mantengo a gran distancia de estos indios.'"

La reforma agraria en Colombia no fue revolucionaria, pues estaba basada en un proceso primordialmente evolutivo y legislativo. Una fuente de descontento popular llevó a los políticos colombianos primero a temblar y luego a responder. La historia colombiana no ofrece un mejor ejemplo de acomodación política que el de la Ley 200 de 1936. El proceso que culminó en la expedición de la ley fue a la vez conflictivo y democrático. La revuelta agraria en Colombia es una de las primeras de una serie continua de exigencias populares de reforma social que llenaron el resto del siglo . xx en Colombia. A pesar de lo infortunados que resultaron para la nación y para su gente, los acontecimientos posteriores no conspiraron para allanar el curso de los cambios, como lo hicieron durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo.

Anatomía de un engaño A pesar de las transformaciones so-

165 E. Marulanda, Op. cit., p. 111. 166 J. A. Ocampo, Op. cit., p. 239. 167 Ibíd., p. 260.

ciales que comenzaban a tener lugar allí, Colombia seguía siendo una nación rural, subdesarrollada y socialmente indiferenciada a comienzos de la década del treinta. Más de un siglo después de la Independencia, continuaba confrontando la paradoja de un débil control nacional de las regiones apartadas, y una centralización política que dejaba la mayor parte de los ingresos tributarios en Bogotá. Por esta razón, la provincia en Colombia tenía poca capacidad para manejar sus necesidades inmediatas; era económicamente dependiente de un gobierno nacional negligente y en ocasiones abusivo. Durante sus cuatro años

de gobierno, Alfonso López Pumarejo intensificó la fuerte centralización impuesta en Colombia cincuenta años antes mediante la Constitución de 1886. Ambos esfuerzos se fortalecieron de los trescientos arios de dominio colonial, dirigido explícitamente a despojar a las provincias del poder político y de los ingresos tributarios. Por otra parte, había poco pluralismo social en Colombia. La industrialización apenas se iniciaba, el movimiento laboral estaba en su estadio formativo, y había

pocas organizaciones importantes no gubernamentales de carácter socioeconómico que no estuvieran sujetas a una fuerte manipulación política. Dos de las más importantes de ellas eran la Federación Nacional de Cafeteros y el Banco de la República, cuya Junta Directiva era bipartidista.

168 Negley Farson, Transgressor in the Trapitos, Nueva York, Harcourt Brace, 1938, p. 175.

La república liberal y sus críticos /

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330 / La modernización en Colombia Sólo los partidos Liberal y Conservador rivalizaban con el gobierno nacional en su poder de influir en la vida de los ciudadanos. En algunos aspectos, los partidos induso superaban al gobierno en su poder integrador. Los colombianos reverenciaban a sus partidos tradicionales, mientras que sólo toleraban al gobierno nacional en la medida que reflejara una orientación partidista correcta. La excesiva importancia de la lealtad partidista le confería un carácter algo tribal a la política en Colombia, hecho que explica la gran atención que se prestaba a los dirigentes de los partidos Liberal y Conservador. Es por ello que todos los colombianos se mostraron temerosos cuando el líder conservador Laureano Gómez cayó en el Senado en medio de rumores de que había sido envenenado por los liberales y se tranquilizaron cuando se recuperó pronto de lo que resultó ser un leve infarto, y por ello que reaccionaron con aprehensión cuando la primera declaración pública de Gómez al recuperarse fue: "Alfonso López me engañó".'" Su temor era justificado. Las palabras de Gómez señalaban el comienzo de un distanciamiento entre él y López Pumarejo que pronto

se convirtió en abierta enemistad.'" "Alfonso López me engañó" fue la primera descarga en una batalla de voluntades que pronto involucraría a toda la nación. Antes de terminar el año, López y Gómez estaban sumidos en una competencia que habría de tener funestas consecuencias a largo plazo para Colombia. Laureano Gómez intentó repetidas veces explicar cómo lo había engañado López Pumarejo durante la época posterior a mayo de 1935. Primero dijo que el "engaño" había consistido en la incapacidad de López de controlar el fraude en la expedición de las nuevas cédulas de identificación, requeridas para votar en las elecciones siguientes, y en haber incumplido la promesa de hacer una reforma electoral."' En septiembre de 1935, Gómez se refirió al apoyo de López al Protocolo de Río, al que llamó "un engaño" para toda la nación.'" Meses más tarde, habló de los actos de violencia de los liberales contra los conservadores, especialmente en Boyacá, como un claro indicio de que López mentía cuando hablaba de paz mientras permitía que los esbirros del partido persiguieran impunemente a sus seguidores.'" Para marzo de 1936,

169 El conservador A. Ramírez Moreno, Op. cit., p. 93, escribe que después Gómez solía decir. "Alfonso no quiso engañarme, pero hay algo detrás que no lo deja hacer lo que quiere, tal vez la masonería". 170 Uno de los hijos de López, Fernando López Michelsen, dijo en una entrevista concedida a El Tiempo el 1 de julio de 1984, que después de 1935, su padre y Laureano Gómez "fueron enemigos irreconciliables hasta la muerte". 171 Revista Colombiana, 1° de mayo de 1935, pp. 65-69. 172 El País, 21 de septiembre de 1935. 173 Se refirió específicamente a Hernán Salamanca Medina, nombrado gobernador de Boyacá por López. Gómez dijo que cuando le había pedido a López que cumpliera su

Gómez atacaba a López por haber utilizado su amistad como una estratagema para obtener la presidencia y, en octubre de 1936, acusó a López y a sus seguidores de haber dejado de ser verdaderos demócratas en razón de su corrupción por parte de los bolcheviques.'" Todo este tiempo, López protestó decididamente que él nunca había engañado a Gómez. El "engaño" no se aclaró con el tiempo. Veinte años después de la muerte del caudillo, en 1965, el amigo y admirador de Gómez, Arturo Abella, le dijo a un entrevistador: "Laureano nunca me explicó cómo había sido engañado".'" La dificultad para comprender exactamente qué era lo que Alfonso López Pumarejo le había hecho a Laureano Gómez, unida al hecho de que López negaba esta acusación, sugiere que el "engaño" fue complicado y multifacético." 6 En el nivel más obvio, era un eufemismo para expresar el sentimiento de traición experimentado por Gómez cuando su viejo amigo recurrió a uno de sus enemigos mutuos, Enrique Olaya Herrera,

para conseguir la aprobación del Protocolo de Río por sobre las acaloradas objeciones de Gómez. Este acto, a su vez, estaba basado en el deseo pragmático del presidente de proceder con sus reformas —en especial, con la reforma de la Constitución Nacional, anunciada en el mensaje de López al Congreso e120 de julio de 1935, cuando Gómez se recuperaba del infarto—. Alfonso López, en síntesis, había hecho a un lado las consideraciones personales para iniciar las reformas por las que clamaba su partido. El "engaño" fue también el efecto de cierta ingenuidad que Laureano Gómez admitía abiertamente. "Yo lo que he sido es un ingenuo", dijo más tarde en su carrera política, agregando que, "en más de una campaña se aprovecharon de mí por ingenuo". 177 Enotrascie,Gómzpots que él "no era un político", o era "un mal político", porque le desagradaban las intrigas, comunes en este campo.' 76 Alfonso López Pumarejo reconoció al menos esto cuando, en 1938, haciendo obvia referencia a Gómez y

promesa de castigar a liberales como Salamanca, quien permitía a los miembros de su partido perseguir a los conservadores, "Alfonso se calentó y se negó a hacer algo". Luego, continuó Gómez, cuando el Directorio Liberal sostuvo las acusaciones contra Salamanca, López sólo lo retiró para "premiarle sus delitos" con un cargo diplomático en Costa Rica. Hugo Velasco, Laureano Gómez, biografía de una tempestad, Bogotá, Argra, 1950, p. 139. 174 El Siglo, 27 de marzo de 1936. 175 El Tiempo, 27 de octubre de 1985. 176 "Yo nunca engañé a Gómez, y él nunca me engañó a mr, afirmó Alfonso López en una entrevista concedida a Acción Liberal. Cuando se le pidió que respondiera a esta declaración, Gómez replicó: "una amistad como la que yo cándidamente creía que existía entre los dos, no puede subsistir cuando por un lado hay generosidad y confianza sin límites y, por el otro, cálculo, doblez, vulgar conato de aprovechamiento. En fin, así es la vida". El Siglo, 31 de julio de 1936. 177 Observación hecha a Arturo Abella, El Tiempo, 27 de octubre de 1985. 178 El Siglo, 17 de septiembre de 1940; La Unidad, 11 de febrero de 1954.

332 / La modernización en Colombia al "engaño", el presidente elogió a los políticos "para quienes la mecánica politica no reserva sorpresas ni esconde engaños".'" Augusto Ramírez Moreno fue menos oblicuo en su evaluación del presunto engaño de Gómez por parte de López: "Laureano Gómez nos enseñó a creer en Alfonso López", escribió Ramírez en 1937, añadiendo: "es cierto que López engañó a Gómez, y no es menos exacto que Gómez engañó al partido".'" La ingenuidad de Gómez, basada en su tendencia a buscar un ideal platónico en todas las cosas, era común entre los conservadores de su generación que habían sido discípulos de los jesuitas, especialmente entre aquellos con tendencias doctrinarias. Aunque podía ser loale desde el punto de vista moral y ético, el hábito de pensar en términos de elaboraciones ideológicas contribuía a una mala política en la práctica.'8 ' La ruptura de Gómez con López Pumarejo se debió también a la tradición colombiana según la cual los dirigentes nacionales de los partidos nun-

La república liberal y sus críticos / 333

ca podrían convertirse en amigos del alma. Como tal, el "engaño" fue una idea conveniente y necesaria que le permitió a Gómez dedicarse a dirigir la oposición, tarea que la historia y la tradición exigían de él. Cerca de un año antes, López había intentado evadir el conflicto al ofrecer a los conservadores tres importantes cargos en su gabinete. Pero la oferta fue rechazada debido a la política abstencionista de los conservadores.'" Una vez aprobado el Protocolo de Río y cuando López procedió a poner en práctica sus reformas, Gómez supo que debía atacarlo o correr el riesgo de perder el control de su propio partido. La estridencia cada vez mayor sobre los dos problemas implicados en la presunta traición de López Pumarejo y de la abstención, pone de relieve la manera inexorable como la tradición partidista operaba para distanciar a liberales de conservadores. En febrero de 1935, cerca de dos años después de que los conservadores anunciaran su politica de abstención, había incertidumbre acerca de si tal

179 Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, vol. 2, Jorge Mario Eastman, comp., Bogotá, Retina, 1980, p. 184. 180 En su libro, La crisis del Partido Conservador en Colombia, Op. cit., pp. 92, 93, publicado algunos meses después de su ruptura con Laureano Gómez a mediados de 1937, Ramírez Moreno corroboró la evaluación que había hecho el propio Gómez de su falta de discernimiento político: "No sólo ahora, sino desde hace tiempo, he afirmado que nuestro estimado amigo, el doctor Laureano Gómez, no es un político". 181 Para una discusión más detallada del carácter ideológico de Gómez, véase James D. Henderson, Las ideas de Laurean Gómez, Bogotá, Tercer Mundo, 1985, pp. 19-20, 32, 35, 88-103, 121, 148, 158. 182 Los cargos ofrecidos a José Arturo Andrade, Alfredo García Cadena y a Mariano Ospina Pérez fueron los Ministerios de Finanzas y Crédito Público, Industria y Agricultura y el de Comercio. La carta de López a los conservadores se encuentra en Alfonso López, La política oficial, Op. cit., vol. 2, pp. 193-196.

política debía prolongarse.'" El propio Gómez dudaba de la sabiduría de la misma. Cuando habló por la radio desde su lecho de enfermo, el 6 de marzo de 1935, urgió a sus seguidores a continuar votando, afirmando

que la abstención era mala para el país. Un mes después Gómez, todavía convaleciente, se negó a reunirse con el Directorio de su partido, por-

que creía que sus miembros debían tener la libertad de decidir si deseaban participar en las elecciones para el Congreso, fijadas para el 4 de

mayo. El 8 de abril de 1935, el Directorio votó unánimemente a favor de la abstención.'" Los liberales se mostraron complacidos con este desarrollo, pues significaba que su propuesta de reforma constitucional no enfrentaría ninguna oposición conservadora en el Congreso. Laureano Gómez aceptó la decisión, aunque la triste mirada que tenía cuando leyó la declaración mediante la cual se prolongaba la abstención sugirió que estaba de acuerdo con la evaluación de El Tiempo, según la cual esta política presagiaba un desastre para el Partido Conservador.'" Durante los meses siguientes, a medida que un congreso uniformemente liberal procedía con sus reformas, un número

cada vez mayor de conservadores comenzó a sentir que la decisión de abstenerse de votar había sido un error. Pero la suerte estaba echada. El líder del partido, Laureano Gómez, había apoyado la abstención, obteniendo el apoyo de la totalidad de su partido para atacar a López Pumarejo, y a los liberales. Para tratar de entender el "engaño", es importante también considerar la generación a la que pertenecían Gómez y López Pumarejo. El hecho de que ambos fuesen miembros de la Generación del Centenario significa que sus más tempranos recuerdos fuesen los de amigos, parientes y héroes personales que se batían a muerte en la Guerra de los Mil Días. Como escolares, estaban sumidos en los ardientes ideales que habían llevado a sus seres queridos a luchar en aquella guerra devastadora y fratricida. De jóvenes, Gómez y López habían suscrito las filosofías opuestas que predominaron en la mayor parte de las guerras civiles del siglo xix, y permanecieron siempre fieles a ellas. Y cada uno re-

conocía su mutua incompatibilidad ideológica incluso antes de que se hicieran amigos. Previamente a su primer encuentro formal, Laureano Gómez había criticado a Alfonso

183 El Tiempo, 17 de febrero de 1935, reportó rumores de que el Directorio Conservador votaría para mantener la política de abstención. 184 El Faís, 7 y 9 de abril de 1935. 185 La fotografía de Gómez leyendo la declaración aparece en El País, del 17 de abril de 1935. La felicidad que ocasionó a tos liberales esta política se discute en A. Carbona, Op. cit., vol. 3, pp. 182-185. El extenso tratamiento que hace Carbonell del debate sobre la abstención, que apareció por primera vez en la laureanista Revista Colombiana, refleja el temor de Gómez de que la abstención beneficiara a los liberales y fuese perjudicial para los conservadores.

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López en las páginas de La Unidad, por ser "de la extrema izquierda", y se refirió a López como "el único representante del partido radical en el parlamento que es ilustrado, rico y joven". 186 Una semana más tarde, se refirió a López como "este brillante nuevo legislador, descendiente de comerciantes". 1 " En cuanto a López y a sus jóvenes contemporáneos liberales, ninguno dudaba de que Gómez, "el amado líder de una joven generación combativa", fuese, por ser su amigo, menos conservador o firme defensor de los privilegios de la Iglesia. 188 La admiración mutua y un común interés por la política fue lo que llevó a la amistad entre Gómez y López Pumarejo. Estos dos llamativos miembros de la Generación del Centenario encontraron primero un terreno común en su enemistad hacia la "vieja guardia" conservadora representada por Marco Fidel Suárez, y luego en su oposición a los miembros de sus respectivos partidos que habían cometido el pecado de lése-parti al unirse a

la coalición de la Unión Republicana en 1909 y 1910. El que a ambos les desagradara Enrique Olaya Herrera se fundaba precilamente en el hecho de que el liberal Olaya se había beneficiado personalmente al servir en el gobierno de Carlos E. Restrepo, fundador conservador de la Unión Republicana, y su único presidente nacional. Hasta la caída de los conservadores del poder, en 1930, y durante el gobierno de Olaya de Unión Nacional, Gómez y López habían luchado por el resurgimiento de la política partidista de acuerdo con los lineamientos ideológicos tradicionales. Finalmente, en 1935, cuando se restableció la competencia abierta entre liberales y conservadores, y desaparecieron todos los miembros colaboracionistas de sus partidos, Gómez y López estaban preparados para comenzar de nuevo la lucha partidista en sus propios términos. Hombres de encumbrado ego y de personalidad dominante, concebían la política en términos de cruzados que se batían por la verdadera fe.'" Sólo

186 La Unidad, 22 de agosto de 1915. 187 La Unidad, 27 de agosto de 1915. Bogotá, Arboleda y Valencia, 1918, p. 44. 188 Luis Eduardo Nieto Caballero, Colombia joven, 189 El principal historiador de López, Álvaro Tirado Mejía, en Sobre historia y literatura, Medellín, Ealon, 1991, p. 91, se refiere a López como "quizás el caudillo más importante de la historia en Borradores para una historia de la colombiana del siglo xx". El expresidente Carlos Iteras, Bogotá, Nueva Frontera, 1975, p. 286, alude a la "beligerancia" de República Liberal, López, mientras que el crítico de López, Carlos Galvis Gómez, en Por qué cayó López, Bogotá, ABC, 1946, p. 108, habla de su "temperamento rabioso e incomprensible". Otro de los liberales opositores de López, Ricardo Charria Tovar, en La República de Santos, Bogotá, Santafé, 1939, p. 108, acusó a López de ser el responsable de llevar a los conservadores a una inflexible oposición a su gobierno. Quizás la evaluación más mordaz de la personalidad de López es la de un diplomático británico quien, en 1932, lo consideró Op. cit., "un demagogo" y un "arribista social". Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, p. 72. Las apreciaciones sobre la personalidad de Gómez son igualmente exaltadas.

por razones de personalidad, es poco probable que no hubieran entrado en conflicto en los combates políticos, como gallos de pelea colocados el uno al lado del otro.'" El líder liberal López Pumarejo estaba tan atrapado por su educación y por la idiosincrasia política colombiana como lo estaba Gómez. Por esta razón, se vio obligado a reformar la Constitución en cuanto se posesionó. La tradición política colombiana exigía una reacción contra las reformas institucionales efectuadas en el gobierno anterior, cuando quien había estado en el poder era el partido opuesto. Las leyes aprobadas por el enemigo político necesariamente debían ser sustituidas por otras políticamente correctas, comenzando con el código más fundamental, la Constitución Nacional. Al menos desde la Constitución de Cúcuta de 1821, liberales y conservadores se habían turnado en dar a sus ideales una forma constitucional, y luego habían intentado imponérselos al país. El resultado de este ejercicio, fundado en el ideal romano de la búsqueda de la perfección teórica en los códigos legales, fue

que, entre 1821 y 1936, liberales y conservadores redactaron de nuevo la Constitución, o la modificaron sustancialmente, con una predecible regularidad, cada partido como reacción a la de su predecesor en el poder, en promedio una vez por década.' 9' Dado que la Constitución de 1886 había permanecido prácticamente idéntica por mayor tiempo que cualquier otra, fue la más odiada por el partido contrario en la historia de Colombia. Alfonso López Pumarejo y su partido tenían, entonces, buenas razones para llegar al poder con el ardiente deseo de revisar el documento de 1886. Evidentemente, tenían el mandato histórico de hacerlo. Es posible que el impulso a la reforma haya estado arraigado en la tradición partidista colombiana, pero buena parte de su motivación provino de actores políticos que no existían en la política de Colombia medio siglo antes. Fuera de los pasillos del Congreso, los trabajadores militantes y los campesinos sedientos de tierra utilizaron las huelgas y la invasión de tierras para forzar el cambio. En el Congreso, los socialistas y los

Amigos o enemigos, los analistas que se han referido a ellos dos han utilizado siempre superlativos. 190 Un motivo personal de la rabia de Gómez contra López, sugerido por Eduardo Zuleta Ángel, El presidente López, Medellín, Albón, 1966, p. 23, fue el hecho de que este hubiera despedido a su cuñado, Apolinar Isaza, de su cargo como tesorero general de la nación. Poco después, Gómez sufrió la pérdida de su hermana Ana Josefa, esposa de Apolinar Isaza, fallecida en febrero de 1936, y más tarde, aquel mismo año, la de su hermano y colaborador político, José Pepe Gómez, quien murió el 1 de octubre de 1936. 191 Las Constituciones (y las modificaciones a las mismas) de 1821, 1828, 1830, 1832, 1842, 1853, 1858, 1863, 1886 y 1910, se encuentran en Miguel Antonio Pombo y José Joaquín Guerra, Constituciones de Colombia, 2' ed., vols. 3-4, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Bogotá, 1951. La recodificación de 1936 aparece en Carlos Restrepo Piedrahita, Recopilación de actos legislativos, 1914-1986, Bogotá, Banco Popular, 1986, pp. 29-44.

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comunistas se unieron a los liberales de izquierda para impulsar cambios legales fundamentales altamente satisfactorios para el presidente Alfonso López, quien públicamente afirmó que deseaba, "en cierta forma, desconocer el orden social existente".' 92 El movimiento laboral se benefició de los nuevos Artículos 40 y 44 de la Constitución. El primero declaraba que el trabajo era una obligación

económicos creados mediante enmiendas constitucionales y otras leyes, que tenían el doble propósito de solucionar los problemas sociales del país y promover el desarrollo social. El nuevo Artículo 15 dedaraba que las autoridades nacionales debían "asegurar el cumplimiento de los derechos sociales", modificando drásticamente la disposición contenida en la Constitución de 1886, según la cual se de-

gundo garantizaba a los trabajadores el derecho a la huelga.' 93 Estas innovaciones constitucionales fueron complementadas por las leyes expedidas en 1937 y 1938, según las cuales los patronos debían pagar los domingos, ofrecer protección especial a las empleadas embarazadas y limitar el número de trabajadores extranjeros. El Artículo 140 aseguraba la protección estatal y el auspicio de congresos laborales. Gracias a este apoyo, los sindicatos colombianos se duplicaron durante los cuatro años del gobierno de López Pumarejo. En cumplimiento de sus promesas, López y los otros reformadores golpearon fuertemente los intereses

en especial el derecho a la propiedad. La idea de que la propiedad tiene una función social fue contemplada en el nuevo Artículo 26. Estos artículos se inspiraron, en forma y contenido, en los escritos del ensayista y pensador social francés Leon Duguit, cuya filosoRa "solidaria", de talante socialista, encendió la imaginación de los liberales colombianos progresistas.'" Otro concepto extranjero, el de la gerencia científica —o el estímulo a la producción industrial a través de técnicas automáticas y producción en línea— dio lugar al nuevo Artículo 28, el cual declaraba que el Estado podía intervenir en los negocios y en la industria privada con el fin de "racionalizar la producción, distribución y

social que disfrutaba de especial protección por parte del Estado, y el se-

bían proteger los "derechos naturales",

192 Álvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumar ejo, 1934-1938, Bogotá, Gráficos Cabrera e Hijos, 1981, p. 11. 193 Estos y otros nuevos artículos se resumen en Álvaro Tirado Mejía, "López Pumarejo: la Revolución en Marcha", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 338-346. Los debates del Congreso y otros documentos relativos a las modificaciones introducidas en 1936 se recogen en Álvaro Tirado Mejía y Magdalena Velásquez, La reforma constitucional de 1936, Bogotá, Oveja Negra, 1982. 194 El "solidarismo" de Duguit se discute en A. Tirado Mejía, "López Pumarejo: la Revolución en Marcha", Op. cit., pp. 322-323; Víctor Mosquera Chaux, El Tiempo, 1° de noviembre de 1992. Para una interpretación poco favorable de la filosofía de Duguit, véase A. Carbonell, Op. cit., vol. 4, pp. 175-178.

consumo de las riquezas, o de dar al trabajador la justa protección a la que tiene derecho". Este artículo, junto con otros que aumentaban el poder del Estado en relación con asuntos económicos privados, se inspiró también en otras fuentes extranjeras. Entre ellas estaban las Constituciones de México y de España de 1917 y 1931, el movimiento socialista e indigenista Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) de Perú, las iniciativas democráticas y comunistas que se da-

ban en Europa, y el "New Deal" en Estados Unidos. Como consecuencia de su programa de reforma, Alfonso López Pumarejo fue conocido en algunos sectores como el Roosevelt de los Andes. 195

Alfonso López y sus lugartenientes fueron muy keynesianos al insistir en que el Estado impusiera tributos a la

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riqueza privada, y redistribuyera el ingreso a través de programas estatales dirigidos a estimular el crecimiento económico y a promover el bienestar público.'98 Las nuevas leyes aprobadas durante el primer gobierno de López duplicaron el impuesto sobre el ingreso, pasando éste del 8 al 17%, e incrementaron los impuestos a las corporaciones nacionales y extranje-

ras. 197 En cuanto entraron los recursos adicionales, fueron destinados a

programas que cubrían desde el bienestar social hasta la construcción de carreteras.' 98 El presupuesto nacional de educación casi se cuadruplicó entre 1934 y 1936, gracias a la llegada de los nuevos dólares producto de los impuestos.' 99 Las reformas políticas de la década del treinta suscribieron la idea de que el liberalismo moderno exigía una

195 Información de N. Farson, Op. ci1., p. 169. C. Lleras Restrepo, en Borradores para una historia de la República Liberal, Op. cit., 228-31, ofrece información adicional sobre la influencia de Franklin D. Roosevelt sobre Alfonso López, haciendo énfasis en que los famosos primeros "cien días" del New Deal tuvieron un "profundo efecto" sobre el presidente colombiano. 196 El Artículo 39 de la Constitución reformada declaraba que "la asistencia pública es una función del Estado". 197 Entre 1926 y 1934, para citar sólo un ejemplo, Tropical Oil, una subsidiaria de Standard Oil, de Nueva Jersey, pagó sólo $3.7 millones de dólares en impuestos. Entre 1935 y 1936 únicamente, el Tesoro colombiano recolectó US$3.3 millones de esta compañía. B. Tovar, Op. cit., p. 225; A. Tirado Mejía, "López Pumarejo: la Revolución en Marcha", Op. cit., p. 336. 198 Las carreteras recibieron un fuerte apoyo de los presidentes de la República Liberal (1930-1946), quienes triplicaron las rutas para automóviles de 5.743 a 17.970 kilómetros. Sin embargo, el programa centralizado de construcción de carreteras también tuvo un aspecto negativo, pues representó una rica fuente de dinero para el patronazgo y el peculado. Antes de los esfuerzos centralizadores de la República Liberal, el dinero destinado a las carreteras se repartió arbitrariamente entre los departamentos. Véase D. S. Barnhardt, "Colombian Transport and the Reforms of 1931: An Evaluation", Hispanic American Historical Reviera, 38(2), Durham, Duke University Press, 1958, p. 12; Richard Hartwig, Roads to Reason. Transportation, Administration, and Racionality in Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1983, pp. 105-109. 199 Aline Helg, Civiliser le peuple et former les élites. Eéducation en Colombia, 1918-1957, París, Ellarmattan, 1984, p. 128.

1.

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modernización en Colombia

vigorosa acción del Estado para controlar los efectos destructivos del incontrolado capitalismo del laissezfaire. Si bien esto representó un rechazo de los principios decimonónicos de los partidos, fundados en un individualismo extremo, fue una posición adoptada por el liberalismo colombiano y compartida por todos los partidos liberales de Occidente en ese momento histórico. El ministro de gobierno, Alberto Lleras Camargo, afirmó sucintamente la justificación de la centralización estatal durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo: El pueblo nos había dado los instrumentos de acción, que eran los órganos del Estado. Pero el Estado que recibimos no estaba libre sino encarcelado, recortado, sujeto a limitaciones y mutilaciones. Hemos comenzado por liberarlo, y ya podemos anunciar que buena parte de tan ponderosa tarea se ha cumplido."'

El impulso colectivista de López Pumarejo y su camarilla de celosos jóvenes reformadores generó una poderosa oposición centrista. Los partidos políticos colombianos habían tenido siempre alas moderadas influyentes, que compartían la creencia común de que el desarrollo económico nacional tenía precedencia sobre toda otra consideración, especialmente sobre las ideológicas. Periódicamente, durante los cien años anteriores, los centristas liberales y conservado-

res habían colaborado mutuamente

en aras del desarrollo nacional. Aquellos intervalos de bipartidismo eran seguidos típicamente de extensos períodos en los cuales los extremistas liberales y conservadores sometían al país a una época perjudicial de experimentación inspirada ideológicamente, que por lo general culminaba con una guerra civil. A comienzos del siglo, los moderados encontraron un terreno común en el movimiento Unión Republicana. Treinta años antes, el liberal Rafael Núñez se había unido con Miguel Antonio Caro para organizar otra colectividad bipartidista moderada, el Partido Nacionalista. No obstante, en ambos casos, los moderados perdieron terreno progresivamente frente a los miembros más doctrinarios de su partido, quienes polarizaron de nuevo la política nacional con funestas consecuencias para el país. En un período anterior, los liberales civilistas y los conservadores nacionalistas, que representaban las alas moderadas de sus respectivos partidos, fracasaron en su intento de evitar la guerra. En una época posterior, los miembros de la antigua coalición republicana, conformada por liberales y conservadores moderados, fracasaron en su intento por detener la nueva politización del país de acuerdo con lineamientos ideológicos, proceso presidido por los Centenaristas Laureano Gómez y Alfonso López Pumarejo. A pesar de su incapacidad de

200 Alberto Lleras Camargo, "Pasado y presente del Liberalismo", en: Plinio Mendoza Neira, ed., El liberalismo en el poder, vol. 3, Bogotá, Minerva, 1946, p. 833.

detener a López, los moderados que favorecían el capitalismo en ambos partidos consiguieron que la avalancha de reformás fuese más lenta, reformas que además de perjudicar sus intereses económicos, atemorizaba a muchos de ellos, llevándolos a creer que López, una persona de su misma clase social, hijo de un comerciante y banquero capitalista, estaba organizando una revolución socialista. Liberales moderados como Ricardo Charria Tovar habló por muchos de sus compatriotas cuando escribió que la revolución de López Pumarejo "erizó la piel del país más de miedo que de entusiasmo".2 " Otros liberales de derecha se mostraron más estridentes. El propio hermano del presidente, Eduardo López Pumarejo, uno de los principales miembros del gremio en contra de la reforma, APEN, fue uno de los más fuertes críticos del gobierno, como lo fue también el estadista y miembro respetado del partido, Laureano García Ortiz, quien atacó a quienes "se han llamado y se siguen llamando liberales, pero que no son liberales sino comunistas". 202 Los conservadores moderados que se oponían a López eran, como los liberales de centro con quienes hicieron causa común, comerciantes e indus-

triales que habían estado asociados en el pasado con el Partido Unión Republicana, y que se identificaban con la facción conservadora nacionalista. Entre ellos se destacaba Carlos E. Restrepo, el único presidente de Colombia perteneciente a la Unión Republicana. En opinión de Restrepo, la Constitución de 1886 se estaba convirtiendo en algo que "ni era Constitución, ni era nacional". 2" Mariano Ospina Pérez, otro conservador nacionalista que compartía con Restrepo el disgusto de los antioqueños por la interferencia de Bogotá en los asuntos regionales, fue especialmente mordaz al acusar a los reformadores liberales de la Constitución de estar movidos por "intereses políticos bastardos". Como miembro del Directorio Nacional Conservador, colaboró en la redacción de una dedaración que condenaba "esta Revolución en Marcha", que "ha sido el ataque a la riqueza privada —por no decir al propio capitalismo". 2" Finalmente prosperó la oposición centrista a las reformas de López Pumarejo, secundada por ataques provenientes de la derecha ideológica. El 1 de enero de 1937, poco después de la aprobación definitiva de la reforma constitucional, López anunció una

201 R. Charria Tovar, Op. cit., p. 123. 202 La Razón, 23 de noviembre de 1936. Otros miembros de la derecha y del ala moderada del liberalismo que se opusieron a varias de las reformas de López fueron Pedro J. Navarro, Juan Lozano, Eduardo y Enrique Santos, Eugenio Gómez, Fabio Lozano Torrijos y Carlos Uribe Echeverri. 203 A. Carbonen, Op. cit., vol. 5, p. 347. Para información sobre Restrepo y el movimiento Republicano, véase capítulo 3, supra. 204 Citado en Darío Echandía, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 103-104.

340 / La modernización en Colombia pausa" en el ámbito de las reformas institucionales. Dijo que deseaba dar a la nación tiempo para asimilar los nuevos programas e iniciativas." Dieciocho meses más tarde, en el último discurso importante de su primer gobierno, López admitió que la pausa había sido un error, pues había tenido como consecuencia el fracaso de la mayor parte de las medidas pendientes en el momento en que hizo el anuncio. Los resultados para Colombia habían sido, afirmó, "descomposición, desaliento y desorden"." El descontento que sintió Alfonso López Pumarejo al final del período presidencial 1934-1938, fue el resultado tanto de la oposición proveniente de los intereses comerciales amenazados por sus reformas económicas, como de la campaña en contra de su gobierno, dirigida por la Iglesia y por los defensores conservadores de las prerrogativas de los católicos romanos. López y sus copartidarios habían dado prioridad a la eliminación del contenido confesional de la Constitución de 1886, mediante la anulación de cuatro artículos que declaraban al catolicismo romano como la religión del Estado, y que prescribían el control estatal de la educación (antiguos Artículos 3841).207 Dos nuevos artículos los sustituyeron, los Artículos 13 y 14, que establecieron libertad de conciencia y de enseñanza en Colombia, y encargaron al Estado de vigilar la "

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educación pública. Aunque las modificaciones pueden haber parecido inocuas, desencadenaron una fatídica y trágica cadena de acontecimientos. La religión había sido, durante un siglo, el principal muro de contención en la política colombiana antes de las reformas de López Pumarejo. Desde comienzos del siglo xix, los liberales doctrinarios en Colombia y en otras naciones latinoamericanas se habían esforzado por debilitar el poder de la Iglesia, a la que consideraban fuera de contacto con la edad moderna y el soporte principal de un status quo retrógrado. Los conservadores, por su parte, la defendían como la institución encargada de formular y defender los derechos humanos fundamentales, y como su principal fortaleza institucional contra la inmoralidad y el desorden social. Ambos conjuntos de ideas constituían el fundamento ideológico de los partidos Conservador y Liberal en Colombia y en otros lugares. Por esta razón, era inevitable que los liberales atacaran a la Iglesia cuando llegaban al poder, y que los conservadores la fortalecieran cuando ocupaban la presidencia. La reforma constitucional se convirtió en el orden del día después del 20 de julio de 1935, cuando López Pumarejo inauguró un nuevo Congreso, liberal en su totalidad, con un urgente llamado a modificar la Constitución vigente. Anticipando el

205 Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, p. 233. 206 Ibíd., p. 223. 207 Esta acción abrió el camino para la revisión del Concordato firmado entre Colombia y el Vaticano, proyecto iniciado por López en 1937.

inminente ataque a los privilegios eclesiásticos, Laureano Gómez encabezó la organización de un Congreso Ecuménico que debía celebrarse en Medellín en el mes de agosto, en el momento en que Darío Echandía presentó la posición del gobierno sobre lo que llamaban los liberales "el problema religioso". En el Congreso, el ministro de gobierno, Echandía, hizo eco a la promesa del presidente de "quebrar la vértebra [religiosa] de la Constitución de 1886". 208 Mientras los congresistas discutían en Bogotá sobre la mejor manera de secularizar la Constitución nacional, varios miles de conservadores acompañaban en Medellín al vehemente joven arzobispo coadjutor Juan Manuel González Arbeláez en su juramento a defender su fe indusó a costa de sus propias vidas.209 Durante las numerosas procesiones y reuniones públicas, bravucones apoyados por la policía liberal amedrentaron a más de uno de los conferencistas. En un determinado momento, Augusto Ramírez Moreno, enfurecido, denunció que las reformas "ateas" de Alfonso López Pumarejo estaban dirigidas a convertir a las hermanas de todos los colombianos en prostitutas. Luis Serrano Blanco reaccionó de manera similar ante una bandera roja enarbolada por los delegados comunistas en un congreso de trabajadores que se realizaba simultáneamente en Medellín:

"Los trapos rojos significan las sábanas ensangrentadas en las primeras noches del matrimonio", dijo, y continuó, "y ese trapo es mentiroso, porque en el Frente Popular nadie es virgen. Ni la mujer, ni la madre, ni la hija, ni la novia". 210 Las palabras de Serrano causaron el efecto deseado, pues la enorme muchedumbre abucheó a los comunistas y a los miembros del Frente Popular. Se produjo entonces una riña entre comunistas y liberales, en la cual la policía liberal hirió a numerosos conservadores. Poco después, la policía disparó sobre la muchedumbre conservadora, matando a dos personas, una de ellas el hijo de un miembro local del partido, Pedro C. Arango. Algunas horas más tarde, Laureano Gómez, quien se encontraba en Bogotá en ese momento, recibió el siguiente telegrama: "La policía acaba de asesinar a mi hijo. Es mi contribución de sangre. iViva el Partido Conservador! Pedro C. Arango". 211 El debate sobre el problema religioso se desarrolló durante 1935 y se prolongó hasta enero de 1936. El 26 de octubre, el Directorio Conservador publicó un boletín firmado por Ignacio Rengifo, Pedro J. Berrío, Laureano Gómez, Mariano Ospina Pérez, Augusto Ramírez Moreno, Pedro María Carreño y el general Amadeo Rodríguez, en el cual los dirigentes del partido declaraban que los

208 Á Tirado Mejía y M. Velásquez, Op. cit., p. 220. 209 Jorge O. Melo, Historia de Antioquía, Medellin, Presencia, 1988, p. 158. 210 Ibid., p. 158. 211 A. Carbonell, Op. cit., vol. 5, p. 77.

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342 / La modernización en Colombia conservadores no estaban obligados a acatar unas reformas constitucionales en cuya formulación no habían participado. Criticaron específicamente las reformas religiosas como perjudiciales para la salud y la estabilidad sociales. 212 Al mes siguiente, el arzobispo Ismael Perdomo envió cartas a Alfonso López Pumarejo y al Senado colombiano, para dejar constancia de su protesta contra las reformas en general, y señalando que las disposiciones que garantizaban la libertad de cultos tendrían posiblemente "consepaís. 213 Encuencias fatales" para el tretanto, el comité del Senado encargado de redactar su versión de la reforma estaba dedicado a esta tarea. La posición que habría de adoptar sobre el problema de las relaciones entre la Iglesia y el Estado se sugiere en una observación de José Vicente Combariza, quien presidió la comisión encargada de este problema: El objeto de la revolución [...] debe ser liquidar el feudalismo, y entre nosotros nunca se ha annplido ese objetivo histórico del liberalismo, y liquidarlo en lo político, puesto que aquí está consagrada la teocracia. Para mí, la revolución del 86 fue, por ese aspecto, eminentemente antiliberal. Me

parece que el partido debe suprimir este aspecto teocrático del Estado, y yo sería partidario, en principio, por doctrina, deprescindir radicalmente del artículo relativo ala Iglesia católica."

El 9 de enero de 1936, el Senado presentó una Constitución completamente modificada, de carácter tan secular que incluso el nombre de Dios fue eliminado del "Preámbulo". El senador Moisés Prieto, comunista, defendió el documento en el debate que siguió, afirmando que el comité había producido una nueva Carta fundamental, más que una revisión del documento de 1886, como se lo había solicitado el gobierno, porque "las grandes mayorías lo quieren". 215 El carácter excesivamente secular del documento del Senado estaba fundado en la idea de que si los colombianos permanecían casados con su religión tradicional, nunca se convertirían en buenos ciudadanos de mentalidad progresista. A comienzos del debate, el senador Manotas Wilches había expresado el sentimiento que originaba esta suposición: "a lo largo y ancho de este país, los analfabetas siguen al obispo y al sacerdote". 216 El socialista Gerardo Molina desarrolló otro

212 El País, 26 de octubre de 1935. 213 A. Tirado Mejía y M. Velásquez, Op. cit., pp. 225-233. 214 [bid., p. 118. 215 Ibíd., p. 301. y niveles bajos de educación formal impiden el 216 lbíd., p. 224. La idea de que la piedad desarrollo de las virtudes cívicas continúa prevaleciendo en Colombia. En 1990, el historiador Jorge Orlando Melo criticó a Alfonso López y a los otros reformadores por no comprender que era imposible, a corto plazo, "convertir al trabajador rural, al campesino, al empleado urbano, en ciudadanos". Melo prosigue diciendo que, como consecuencia de este error en el razonamiento, los reformadores de la Revolución en Marcha

aspecto del esfuerzo de secularización

de los otros senadores. Al referirse a la extirpación de la influencia clerical sobre la educación pública, Molina dijo que él y otros creían que las enseñanzas católicas ofrecían un terreno fértil para el crecimiento de doctrinas "fascistoides" en las instituciones."' Hubo tres semanas de acalorados debates sobre la nueva Constitución después de que fuese presentada el 9 de enero de 1936. Senadores liberales, comunistas y socialistas defendieron el documento como apropiado para el talante antiindividualista de la época, mientras que los liberales moderados y miembros del gobierno de López Pumarejo argumentaban que era excesivamente radical. En un momento dado, Timoleón Moncada defendió la eliminación del nombre de Dios del preámbulo, como consistente con el principio del derecho público según el cual el poder público emana del pueblo, no de un constructo metafísico. Dejar a Dios en el preámbulo, afirmó, perpetuaría la tendencia teocrática que él y muchos de sus colegas veían consagrada en la Constitución de 1886. 218 Mientras el Senado debatía si la reforma debería ser una modificación del documento de 1886, como lo deseaba Alfonso López Pumarejo, o una nueva carta completamente diferen-

te, como lo prefería el Congreso, los conservadores organizaron una poderosa defensa contra ambas alternativas. El 1 de febrero de 1936, Laureano Gómez y José de la Vega fundaron El Siglo, un diario abiertamente doctrinario, que pronto suplantó a El Pais, más moderado. En el primer editorial del nuevo órgano del partido, Laureano Gómez respondió a quienes creían que la salvación del país residía en "desfanatizar" a la ciudadanía mediante la obligada secularización. En formas varias y en ocasiones numerosas, casi ininterrumpidas, los directores y colaboradores de El Siglo han consagrado sus actividades a la defensa de aquellos principios filosóficos que en primer término ponen los deberes del individuo para con Dios y de allí deducen, con lógica cerrada, perfecta armonía y seductora exactitud de raciocinio, el luminoso sistema de deberes y de derechos que ligan, sostienen y alimentan la personalidad humana en la elevada categoría que la naturaleza le ha asignado, no envaneciéndola con prerrogativas ilusorias, ni abatiéndola y anonadándola ante un absolutismo que, en los tiempos modernos, se hace radicar en el Estado, como en los antiguos se consagraba en la persona del déspota."

Seis semanas después, el 14 de marzo, la guerra de palabras se intensificó

polarizaron innecesariamente la nación según lineamientos religiosos al golpear los privilegios de la Iglesia. Jorge Orlando Melo, "Algunas consideraciones globales sobre 'modernidad' en el caso colombiano", Análisis político, (10) may.-ag., 1990, p. 31. Bogotá, CINEP, 1978, p. 101. 217 Fernán González, Educación y Estado en la historia colombiana, 218 Á. Tirado Mejía y M. Velásquez, Op. cit., pp. 308-309. 219 L Gómez, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, p. 13.

344 / La modernización en Colombia con el inicio de una serie de ataques contra la reforma constitucional, emitidos por la estación radial conservadora, La Voz de Colombia. Laureano Gómez introdujo la serie con un breve charla que constituye uno de los mejores ejemplos de su mordaz oratoria: El país está siendo empujado a un

vórtice en cuyo centro está la ira homicida, la tea incendiaria, la abyecta pasión irreligiosa, la rencorosa envidia de todos los fracasados de la vida, la guerra civil, la disgregación de la nacionalidad, el fin de Colombia [...]. Los bárbaros hubieran querido destruir a Dios. Han borrado su nombre de la Constitución. Mal podría la Divina Esencia invocarse para aquella obra maligna."'

Al día siguiente, la discusión pública en Colombia se deterioró aún más cuando uno de los columnistas de El Tiempo atacó a Gómez, refiriéndose a él como "el gran hombre público enfermo", "el ilustre loco", "un hombre creado para el odio y la diatriba", "el orador hiena" y el "Hitler criollo". Poco después, el gobierno

La república liberal y sus críticos / 345

multó por una cuantiosa suma a La Voz de Colombia, y comenzó a redactar una legislación dirigida a controlar el contenido de las transmisiones radiales. Entretanto, los obispos colombianos publicaron una carta abierta, en la que lamentaban, entre otras cosas, el hecho de que la nueva Constitución "empieza por suprimir, en su encabezamiento, el nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad". 221 El 17 de marzo, en medio de nimores según los cuales el miembro del Directorio, Amadeo Rodríguez, estaba planeando una revolución, los dirigentes conservadores enviaron una carta a Alfonso López Pumarejo en la que le advertían que, si no detenía la reforma, se perdería el equilibrio democrático en Colombia, lo cual, a su vez, haría [...] imposible la armonía y la tranquila convivencia de los partidos, suscita luchas sociales y religiosas, siembra la inseguridad [...] multiplica los problemas del gobierno.222

Las advertencias conservadoras

220 Laureano Gómez et al., La Constitución de 1886 y las reformas proyectadas por la República Liberal. Discursos, conferencia y otros documentos, Bogotá, Centro, 1936, pp. 13, 15. 221 G. J. Iván Cadavid, Los fueros de la Iglesia ante el liberalismo y el conseniatismo en Colombia, Medellín, Bedout, 1955, p. 78. En el momento de la transmisión radial de Gómez y la carta de los obispos, no era cierto que el nombre de Dios hubiera sido suprimido del preámbulo de la Constitución. Para marzo de 1936, los seguidores del presidente en el Congreso habían derrotado el intento de sus colegas de izquierda de renovar el documento según lineamientos completamente seculares. Por consiguiente, habían preservado el preámbulo original de la Constitución de 1886, que comienza, "En el nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad [...]". 222 L. Gómez et al., Op. cit., p. 389. En el transcurso de 1936, se rumoraba que Amadeo Rodríguez estaba planeando un golpe de Estado. Para su negación de este hecho, véase su libro Caminos de guerra y conspiración, Barcelona, Gráficas Claret, 1955.

sólo sirvieron para enfurecer a los liberales. El 15 de abril, el Senado votó la aprobación definitiva de la reforma, de acuerdo con los deseos de López Pumarejo. El 18 de agosto de 1936, exactamente cincuenta años después de haber entrado en vigencia la Constitución de 1886, el documento fue presentado a la nación como su nueva Carta fundamental. Aquel mismo día, en toda Colombia, los conservadores conmemoraron el aniversario de la Constitución de 1886 en celebraciones que simbolizaron su rechazo de la reforma liberal. Poco después de entrar en vigencia la nueva Constitución, Alfonso López Pumarejo anunció la famosa "pausa" en su revolución. Esto fue conveniente, pues el impulso reformista ya había muerto en Colombia. Durante 1937 y buena parte de 1938, las fuerzas de la oposición obstaculizaron otros cambios adicionales. Los liberales de centro y de derecha se unieron en torno al liberal moderado Eduardo Santos, cuyas fuerzas derrotaron al sucesor escogido por el presidente, Darío Echandía, en las elecciones para el Congreso realizadas en abril

de 1937. Alfonso López, verdaderamente desalentado, intentó renunciar a la presidencia al mes siguiente, cuando resultó evidente que un nuevo Congreso, más conservador, no apoyaría su agenda legislativa. Entretanto, los conservadores doctrinarios, liderados por Laureano Gómez, atacaban al gobierno diariamente desde las páginas de El Siglo. Laureano Gómez obligó a su partido a continuar con la abstención política durante todo el primer período presidencial de López Pumarejo, aunque con la oposición cada vez mayor de los moderados y de jóvenes de la extrema derecha. 223 La posición de Gómez como líder del Partido Conservador se hizo más dificil con la aprobación de la reforma constitucional. Para mediados de 1936, el ala moderada del partido se convenció de que la abstención había sido un terrible error, y ejerció cada vez más presión sobre Gómez para que renunciara a esta política. Entretanto, una generación más joven de militantes partidistas, que habían creado recientemente la organización fascista Acción Nacional Derechista, exigió que los

223 El partido permitió a sus miembros votar en las elecciones municipales de 1937, aunque seguía prevaleciendo la abstención para los comicios a nivel presidencial, departamental y del Congreso realizados entre 1935 y 1939. La razón para suspender la abstención en las elecciones municipales fue el hecho de que los conservadores que residían en los municipios con mayorías conservadoras corrían menos riesgo de ser perseguidos o heridos el día de las elecciones que los conservadores que vivían en municipios de mayoría liberal. Alberto Bermúdez, cuyo padre fue un firme laureanista que vivía en el municipio predominantemente liberal de Manizales, recordaba que su padre votaba temprano el día de elecciones porque a media mañana, los liberales comenzaban a "echar bala". Mientras que el padre de Bermúdez salía a votar, su madre y el resto de la familia oraban. Cuando regresaba, el señor Bermúdez se encerraba en su casa el resto del día.

La república liberal y sus críticos /

346 / La modernización en Colombia conservadores realizaran acciones revolucionarias directas contra el gobierno de López. 224 Los moderados y los derechistas encontraron una causa común en el descontento que sentían por el autoritario liderazgo de Gómez. Ejercieron tal presión que se produjo una rebelión abierta durante la convención del partido realizada en julio de 1937. 225

LaurenoGómzjlacriscando a los fascistas del partido, y "expulsando" a Fernando Gómez Martínez, director del diario de Medellín El Colombiano, y líder de los antioqueños

moderados que se oponían a Gómez.'" Aunque esto les sirvió de poco ante la determinación de Gómez de no abandonar la abstención, los líderes de la Acción Nacional Derechista, Silvio Villegas y Gilberto Alzate, promovieron activamente la candidatura de una de las figuras del partido, Mariano Ospina Pérez, como candidato presidencial por el conservatismo para el período 1938-1942. 227 Si bien Ospina Pérez no rechazó la candidatura propuesta por Villegas, Alzate y otros derechistas, tampoco la apoyaron activamente.'"

224 La Acción Nacional Derechista fue creada en 1935. En 1939, bajo la dirección de Gilberto Alzate Avendaño, de veintinueve años, fue transformada en un partido fascista que duró poco, la Acción Nacional Popular. Para una discusión ulterior de estos desarrollos, véase M. Medina, "Los terceros partidos en Colombia, 1900-1960", Op. cit., pp. 289-290. 225 La batalla por la dirección del partido dentro del Directorio Conservador se discute extensamente en A. Carbonell, Op. cit., vol. 5, pp. 368-389. Op. cit., pp. 121226 Véase P. N. Giraldo Londoño, Don Fernando, juicio sobre un hombre y una época, 123, para el tratamiento que ofrece de las fuentes de su desacuerdo. Laureano Gómez y Fernando Gómez no eran parientes. 227 Silvio Villegas, de treinta y cinco años, fue uno de los fundadores del abortado movimiento fascista en Colombia. Anunció su creación en un manifiesto promulgado en 1923, junto con Augusto Ramírez Moreno y José Camacho Carreño. Los jóvenes, casi adolescentes, llamaron a su grupo Los Leopardos. Villegas y el joven Gilberto Alzate promovieron la candidatura de Ospina desde las páginas de La agria, un diario de Manizales dirigido por Villegas entre 1935 y 1940. Los artículos de Alzate a favor de la candidatura de Ospina, escritos entre el 17 de octubre y el 7 de noviembre de 1937, fueron recopilados en Gilberto Alzate, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, pp. 66-91. 228 El viejo matrimonio de conveniencia que unió a los ricos industriales, al conservador moderado Mariano Ospina Pérez y al extremista de derecha y utópico anticapitalista Silvio Villegas, poseía una justificación regionalista, además de su mutuo descontento con el rígido liderazgo de Laureano Gómez. Ambos movimientos conservadores disidentes se centraron en la región de la colonización antioqueña. Y se extendieron al occidente y al sur, a Chocó y Valle. Los antioqueños siempre se habían resistido al dominio de la capital, tanto a nivel político como económico. Y el eje Medellín-Manizales, a lo largo del cual se cristalizó la resistencia a la abstención política decretada por Laureano Gómez, definía el centro antioqueño. Chocó, hacia el occidente, se encontraba dentro de la esfera de influencia económica de Antioquia. Esta crecía también en el Valle, gracias a que buena parte del comercio antioqueño iba en esa dirección debido a la reciente terminación de vínculos por carretera y por ferrocarril entre Medellín y Cali, y a través de Cali, al puerto de Buenaventura en el Pacífico. Antioqueños como Mariano Ospina Pérez y Fernando Gómez Martínez tenían antecedentes nacionalistas, al igual que la mayoría de sus colegas moderados. En este sentido.

347

también con Gómez en julio de 1937. En su libro, La crisis del partido conservador, Ramírez argumentó que Laureano Gómez era un político inepto cuyo liderazgo había perjudicado gravemente a su partido.'" Gómez capoteó la tormenta que se desencadenó dentro de su partido de la manera que era previsible: procedió al ataque. En las semanas que precedieron a la convención del partido realizada en julio de 1937, publicó una serie de editoriales en El Siglo condenando al fascismo como "una táctica El doctor Gómez, que es impotente equivocada", debido a su inclinación para la violencia, lo es más todavía para por la violencia y su preferencia por la acción civil. Su temperamento dog- los gobiernos autoritarios, que contramático no permite la más leve contradicción. Se siente en posesión absolu- decían los principios conservadota de la verdad, lo mismo ante sus res."' En un discurso pronunciado en partidarios que ante sus enemigos. Y junio de 1938, se refirió al fascismo todo el que no obra de acuerdo con como

Después de la división del partido en julio de 1937, los disidentes conservadores se unieron para atacar a Gómez a través de libros, discursos y artículos periodísticos. Los fascistas Silvio Villegas y Daniel Valois Arce publicaron sus libros, No hay enemigos a la derecha e Itinerario espiritual, poco tiempo después de la turbulenta convención del partido. El primero de ellos, que elogiaba las violentas campañas de Hitler contra la izquierda alemana, criticó a Gómez por su pasividad:

sus ideas o sus caprichos, es un vendido, un traficante, un criminal, un pirómano, un hijo de la noche. Nunca encuentra un móvil elevado en los procedimientos de los demás.229

Augusto Ramírez Moreno rompió

[...] una desviación a la derecha que implica destrucción y muerte de la libertad. Es la dictadura preponderante en algunos grandes pueblos, que ofrece bienestar material a cambio de servidumbre.292

representaron una fuerza moderada influyente y siempre presente dentro del partido. Esto contribuye a explicar la presión que ejercieron sobre Laureano Gómez para que abandonara la política de abstención que cada vez dividía más al partido. Estas afinidades regionales y culturales ayudan a explicar el hecho, que de otra manera sería inexplicable, de que Silvio Villegas, Manuel Mosquera Garcés y otros jóvenes fascistas invocaran a Marco Fidel Suárez como el "padre espiritual" de su movimiento —a Suárez, el nacionalista más importante de su época, porque había continuado la lucha de Miguel Antonio Caro contra los conservadores históricos doctrinarios como Laureano Gómez—. Para más información sobre las observaciones de Mosquera a propósito de Suárez, véase El Tiempo, 24 de octubre de 1935. 229 S. Villegas, Op. cit., p. 216; Daniel Valois Arce, Itinerario espiritual, Manizales, Zapata, 1937. 230 Augusto Ramírez Moreno, Op. 231 "Una estrategia equivocada" fue el título de una carta abierta, publicada como editorial de El Siglo, enviada al miembro del partido Rodrigo Jiménez Mejía, quien le había escrito a Gómez argumentando que un gobierno fascista traería un infinito bienestar a Colombia. 232 El Siglo, 16 de junio de 1938.

348 / La modernización en Colombia Los conservadores que se oponían a la abstención argumentaron que esta política había sido nociva para su partido porque había dejado en libertad a Alfonso López Pumarejo y a "los jóvenes izquierdistas" que le habían ayudado a llevar a cabo sus reformas.'" Quienes apoyaban la abstención sostenían que tal política era necesaria para reducir la violencia electoral de los liberales contra los miembros del Partido Conservador, señalando a Boyacá y a Santander como lugares donde estos

habían sufrido gran cantidad de abusos con motivo de las elecciones, antes de que el abstencionismo los hubiera eximido de la obligación de votar. 24 Señalrontmbiéque,daol voto conservador disminuía en todo el país, como consecuencia de la tradicional y bien comprendida trampa electoral que acompañaba todo cambio de poder a nivel nacional, los liberales podían y habrían hecho aprobar sus reformas con o sin los conservadores en el Congreso. La abstención política ejercida durante el primer gobierno de López Pumarejo fue, en realidad, una brillante estrategia política a corto plazo, aunque dolorosa y frustrante para los conservadores. Al encontrarse estos excluidos del proceso político for-

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mal, los liberales moderados y de derecha se unieron para imponer la "pausa" al programa progresivo de reforma, poco después de que este fuera iniciado. Entretanto, esta política le permitió a Gómez y a otros lanzar inmisericordes ataques contra el gobierno por fuera del sistema político formal. El último año del gobierno de López, Gómez recurrió libremente a ejemplos de las atrocidades cometidas contra los sacerdotes durante la Guerra Civil española, las purgas estalinistas en Unión Soviética y el caos político que predominaba en

Francia bajo el régimen del Frente Popular, para advertir a los colombianos lo que les esperaba si no se controlaba a Alfonso López. Juremos formar un recto muro contra la infección moscovita, que hasta

ahora empiezan a descubrir quienes han apoyado la obra insensata del gobierno que padecemos, [...]

escribió Gómez en El Siglo del 29 de enero de 1938. Fue sólo una de docenas de acusaciones histriónicas dirigidas contra López y su gobierno en 1937 y 1938. No es preciso remontarse más allá del mensaje dirigido al Congreso por Alfonso López Pumarejo el

233 La expresión "jóvenes izquierdistas" es de José Francisco Socarrás, quien se contaba entre ellos. Identificó a los otros como Gerardo Molina, Diego Luis Córdoba, Jorge Zalamea, Carlos Alberto Bravo y Abel Borrero. Marta Herrera, Carlos Low y Hernán Suárez, "Formar docentes con buen criterio", Educación y Cultura, (7), Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, abr., 1986, p. 23. 234 Javier Guerrero, Los años del olvido. Boyacá y los orígenes de la Violencia, Bogotá, Tercer Mundo, 1991, pp. 118-216, describe el proceso mediante el cual se redujo en poco tiempo en Boyacá una gran mayoría conservadora a una minoría.

20 de julio de 1938 para demostrar

que la abstención política sirvió a los intereses del Partido Conservador y a todos aquellos que deseaban obstaculizar la reforma. El largo, amargo y belicoso mensaje se detiene en los efectos destructivos de la oposición conservadora a su gobierno. No obstante, aunque la abstención hubiera sido una buena estrategia para detener las reformas liberales, a largo plazo fue nociva para Colombia. La abstención y los ataques de Gómez contra

López hicieron de ellos enemigos irreconciliables y reavivaron los odios partidistas que se habían aplacado durante los treinta años anteriores de bipartidismo republicano. López Pumarejo y Gómez eran conscientes de su poder de convocar a los colombianos mediante llamados partidistas. Sabían también que tales invocaciones habían generado violencia en el pasado. Laureano Gómez solía caracterizar a su país como una "cultura de invernadero", un ambiente tropical delicado que requería cuidadoso manejo por parte de sus dirigentes. Sin embargo, cuando, en su madurez, él y su contraparte liberal tuvieron la oportunidad de ejercer el liderazgo nacional, no fueron capaces de dejar a un lado la ideología y la polémica. No sólo no consi-

349

guieron moderar sus acciones y su retórica, sino que denunciaron con mordacidad a aquellos de sus colegas que deseaban revivir el anterior consenso republicano. En su mensaje de julio de 1938 al Congreso, Alfonso Lópei enfatizó repetidamente el carácter doctrinario de su gobierno, vanagloriándose de haber sido capaz de organizar un "partido de gobierno" gracias a la abstención conservadora. Denigró del republicanismo

como "una ideología conformista [...] sin masas ni tradición en el pueblo". Se complació en el hecho de haber logrado establecer una República Liberal en Colombia." 5 A pesar de sus elevadas intenciones, Alfonso López Pumarejo y Laureano Gómez rebajaron el tono de la discusión política en Colombia y lo hicieron amargo. En última instancia, esto resultó desastroso para el país que se modernizaba rápidamente. La ira generada por ambos líderes políticos fue como un veneno que debilitó la cultura cívica en Colombia. Laureano Gómez debe sobrellevar la parte de culpa que le corresponde por la caída de Colombia en la incivilidad política, aunque como político que se encontraba fuera del poder y como líder del partido de oposición fuese su deber atacar al gobierno. Nos

235 El republicanismo bipartidista, que dominó la política durante la segunda década del siglo, fue condenado por todos los políticos de inclinaciones ideológicas. En una conversación del 21 de agosto de 1935, el liberal moderado y antiguo miembro del Partido Republicano, Luis Eduardo Nieto Caballero, reprochó al senador comunista Diego Montaña Cuellar su extremismo, recordándole que su padre había sido republicano. "¿Eso qué importa?", replicó Montaña, y agregó: "Mi generación se rige por las ideas. La suya se rigió por el culto de los antepasados". Á Tirado Mejía y M. Velásquez, La reforma, Op. cit., p. 223.

350 / La modernización en Colombia vemos obligados a preguntarnos si debiera culpársele de haber nacido en una cultura que recompensaba la ortodoxia política y la habilidad polémica. Es cierto que Gómez hubiera podido moderar sus intervenciones públicas. Pero, ¿por qué habría debido hacerlo, si creía que fuerzas impías amenazaban a su país? No se trata, desde luego, de una concepción moderna; Gómez, sin embargo, nunca ocultó el hecho de que su concepción del mundo era de inspiración metafisica y era una concepción que había jurado defender a toda costa. Dadas las reglas del juego político, tal como se entendía a principios del siglo xx en Colombia, nos preguntamos hasta qué punto debe condenarse a Gómez por jugar más duro y con mayor efecto que sus oponentes. Y, ¿qué decir de Alfonso López Pumarejo y sus reformas? ¿Habría podido López ser más circunspecto al reducir el contenido religioso de la

Constitución de 1886? Tal vez no. Los liberales ideológicos no podían tolerar de ninguna manera el documento a favor de la Igleiia que les había sido impuesto cincuenta afros antes. Sin embargo, López y los otros reformadores garantizaron la fanática reacción de los conservadores cuando golpearon a la Iglesia con el pretexto de "desfanatizar" a la nación. Si ha de atribuirse alguna culpa al apasionado intercambio que llevó al deterioro de la política colombiana, aquella debe ser proporcional, y Laureano Gómez llevar la mayor parte. Se movía con más facilidad que cualquiera de sus iguales en la atmósfera sobrecargada, polémica y punitiva de la política partidista colombiana. Siendo esto así, quizá lo mejor sea lamentar el poder y el alcance de una tradición política que despojó a hombres inteligentes de su capacidad de moderar la exclusividad ideológica en aras del bien común.

8 Una sociedad cambiante Depresión global y guerra mundial: el auge económico en Colombia

E

ntre comienzos del decenio del treinta hasta aproximadamente 1945, Colombia entró en una época de notable crecimiento económico, el cual generó a su vez un dramático cambio social. Los textiles marcaron el ritmo, llevando a esta industria colombiana a un crecimiento espectacular del 10,8% anual durante el período comprendido entre 1930 y 1945, mientras que el producto bruto nacional aumentó a una tasa extraordinaria anual del 4,7% entre 1933 y 1939, y a una tasa respetable del 3,5% entre 1939 y 1946.' Estos avances ocurrieron en medio de un deterioro asombroso de

la vida política nacional a fines de la década del treinta y comienzos de la del cuarenta. Un espléndido crecimiento del sector privado y un caos cada vez mayor en el mundo público se convirtieron en rasgos constantes de la vida nacional durante las décadas intermedias del siglo xx. Cuatro elementos se conjugaron para poner a Colombia en camino hacia una acelerada modernización económica durante los años de la depresión y de la guerra. En primer lugar, estaban las ganancias de la década del veinte, época en la cual la entrada de capital extranjero permitió a las élites locales, regionales y nacionales actualizar la red de transportes del país. En segundo lugar, se dio la guerra contra Perú, entre 1932 y

1 Estos y otros datos económicos de la época pueden encontrarse en Mauricio Archila, "La clase obrera colombiana, pp. 1930-1945", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, 246-247; Jesús A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1930 y 1945", en: Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 116-119; Mario Arrubla, Estudios sobre el subdesarrollo colombiano, 7.' ed., Medellín, La Carreta, 1974, p. 181. Bejarano, p. 117, señala asimismo que la expansión del sector manufacturero colombiano superó por mucho la de otros grandes países latinoamericanos durante la década del treinta. En el período de siete años comprendido entre 1933 y 1939, por ejemplo, la manufactura colombiana creció en un 86%, la mexicana en un 65,3%, la brasileña en un 60,4% y la argentina en un 44,7%.

352 / La modernización en Colombia 1933, que obligó a una explosión de gastos gubernamentales, los cuales contrarrestaron eficazmente la contracción económica producida por la deflación y por la depresión. En tercer lugar, se dieron numerosos acontecimientos y desarrollos internacionales, entre ellos principalmente la Gran depresión y la Segunda Guerra Mundial, gracias a las cuales se introdujeron una serie de medidas económicas que, en última instancia, resultaron provechosas para Colombia. 2 Encuartolg,hbseaci el modelo capitalista de desarrollo económico, compartido por la mayoría de los colombianos, y que fue especialmente marcado en la élite dirigente nacional. Antes de que empezara la depresión, los líderes nacionales hicieron uso eficiente de los recursos que ingresaron a su país durante la "danza de los millones". Invirtieron la increíble suma de doscientos ochenta millones de dólares —el 80% del total de la inversión pública entre 1925 y 1930en mejorar y ampliar las vías del ferro-

Una sociedad cambiante /

carril, las carreteras y otras redes de transporte.3 Si bien los 1.211 kilómetros de vías férreas y los 6.000 kilómetros de carreteras que resultaron de este esfuerzo no bastaron para generar una red vial integrada, facilitaron enormemente la exportación del café a los mercados mundiales, y abrieron el centro del país al comercio interno de manufacturas locales y alimentos. Así, cuando Colombia se aproximaba al momento de su despegue industrial a comienzos de la década del treinta, poseía al menos una infraestructura adecuada de transporte. 4 Durantelosqicñgunte, los gobiernos nacionales triplicaron el kilometraje de carreteras y, simultáneamente, extendieron las vías férreas aproximadamente en un 25%. Esto, a su vez, llevó a una gran expansión de los servicios de transporte, especialmente de los camiones. Para 1945, Colombia tenía 250 compañías de camiones, mientras que en 1930 contaba con menos de veinte.' La apertura del interior de Colombia por

2 Estos fueron los acontecimientos a los que aludió David S. Chu, "The Great Depression and Industrialization in Colombia", Santa Mónica, Rand Corporation, 1977, p. 47, cuando escribió "Colombian industrialization responded to a general sign from the international m arketpla ce" . 3 Rosemary Thorp y Carlos Londoño, 'The Effect of the Great Depression on the Economies of Peru and Colombia", en: Rosemary Thorp, ed., Lalin America in the 1930s. The Role of the Peripliery, Nueva York, St. Martin's Press, 1984, p. 90. Los autores contraponen el extraordinario esfuerzo de Colombia al de Perú, país que durante el mismo período de tiempo dedicó el 20% del gasto público —sólo treinta millones de dólares— a mejorar su sistema de transporte. 4 Donald S. Barnhardt, "Colombian Tkansport and the Reforms of 1931: An Evaluation", Hispanic American Historical Revivo, 38(2), Durham, Dulce University Press, 1958, p. 12. 5 Richard Hartwig, Roads to Reason. Transportador, Administration, and Rationality in Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1983, pp. 107-108.

353

medio de camiones y buses intensifi- montaba a Bolívar y Santander. No así có inevitablemente las aspiraciones la guerra contra Perú. La contienda, populares. Para mediados del siglo, que comenzó en septiembre de 1932, el escritor Eduardo Caballero Calde- precisamente en el momento en que rón observó que en todo el campo "los Colombia llegó a lo más profundo jóvenes campesinos sueñan con con- de la depresión, generó un estallido vertirse en conductores de buses y de de celo patriótico que disipó la mecamiones".6 Otros abrigaban sin duda lancolía producida por las dificultadeseos más grandiosos de llegar al- des económicas. El desempleo dismigún día a pilotear uno de los aviones nuyó dramáticamente, pues miles de que cada vez sobrevolaban con ma- jóvenes se precipitaron a responder yor frecuencia el país. Para 1931, la al llamado a las armas, y la deflación compañía de aviación nacional se detuvo cuando se consiguió dinero SCADTA, de propiedad alemana, ope- para repeler a los pérfidos peruanos. raba 3.410 kilómetros de servicio pro- El gobierno nacional hizo una nueva gramado, haciendo de Colombia el emisión y vendió sus bonos de defenpaís líder de América Latina a este sa para financiar la guerra. Los ciurespecto. En 1931, Medellín fue la dadanos suscribieron los bonos y lleprimera ciudad colombiana que puso garon induso a donar sus joyas para en funcionamiento un nuevo aero- contribuir a la guerra.' "En lugar de puerto moderno, mientras que El Tiem- tener costos económicos", escribe Mipo inició el envío diario por correo guel Urrutia, aéreo de periódicos a Medellín, Cali [...] la guerra con Perú sacó a la econoy otras de las principales ciudades.' mía de la Gran depresión: la guerra El sistema colombiano de carretefue en realidad un remedio lceynesiano ras, ferrocarriles, comunicaciones fluaplicado tres años antes de la publicaviales y aéreas, sin el cual el extraorción de la Teoría General de Keynes, dinario crecimiento que se dio entre y que tuvo el efecto, tal vez no previsto pero benéfico, de reanimar la deman1930 y 1945 no hubiera sido posible, da agregada antes de que esto ocufue el resultado de infinitos sacrificios rriera en los países industrializados. 9 y esfuerzos realizados por una falange de dirigentes nacionales que se reLos banqueros colombianos habían

6 Eduardo Caballero Calderón, Obras, vol. 2, Medellín, Bedout, 1964, p. 202. 7 Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 588; Jorge O. Melo, Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, p. 297; El Tiempo, 29 de agosto de 1931. 8 Cien familias ricas donaron quince kilogramos de joyas de oro, incluyendo argollas de matrimonio, para acelerar el esfuerzo bélico. Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 336. 9 Miguel Urrutia, Cincuenta años de desarrollo económico colombiano, Bogotá, La Carreta, 1979, p. 181.

354 / La

modernización

abandonado la economía ortodoxa política de devaluación del cambio y un año antes de que la guerra contra de expansión monetaria que, unida Perú los obligara a adoptar una posi- con el gasto en que incurrió el goción keynesiana. El 24 de septiembre bierno con ocasión de la guerra conde 1931, la Junta Directiva del Banco tra Perú, sacó efectivamente a Colomde la República abandono el patrón bia de la depresión. Entre las medidas oro. Lo hizo porque una acción análo- adoptadas por Olaya Herrera una vez ga en Gran Bretaña tres días antes que se renunció a la ortodoxia ecohabía desencadenado un pánico en nómica estuvieron la suspensión de los bancos colombianos, pues los dien- los pagos de la deuda externa, el intes exigían oro a cambio del papel mo- cremento de impuestos y tarifas, la imposición de un control de cambios neda. y la apertura de nuevas fuentes de Los bancos extranjeros, especialmen- crédito interno." Durante 1931 y te los americanos, cancelaban por ca1932, se fundaron tres nuevos bancos ble los créditos que habían abierto a nacionales, el Banco Central Hipotelas instituciones colombianas —era el cario, la Caja Agraria y la Caja Copleno pánico."' lombiana de Ahorros. Los tres sumiLas acciones de los británicos y de nistraron préstamos que necesitaban los norteamericanos fueron muy be- con urgencia los comerciantes y los inneficiosas para Colombia. Le permi- dividuos afectados por la depresión, tieron al presidente Olaya Herrera y se convirtieron en una fuente imabandonar la posición ortodoxa y mo- portante de expansión monetaria." netarista con la que había comprome- Gracias a estas medidas, la nación tido a su gobierno en septiembre de dejó atrás la depresión entre 1934 y 1930, debido a la insistencia del ase- 1935, y reanudó el crecimiento ecosor estadounidense Echvard Kemme- nómico y el desarrollo interrumpidos rer. Una vez abandonado el patrón entre 1929 y 1933." oro, el gobierno se embarcó en una 10 Fabio Sánchez Torres, "Aspectos monetarios de la gran depresión en Colombia: política 10(14), Bogotá, Universidad y evidencia empírica, 1928-1936", Cuadernos de Economía, Nacional de Colombia, ene:jun., 1990, p. 208. Véase también Óscar Rodríguez, Efectos de 2.* ed., Bogotá, Oveja Negra, 1981. la gran depresión en la industria colombiana, 11 Colombia continuó pagando intereses y amortizaciones sobre los préstamos, pero en Durham, Dulce University Press, 1989, papel moneda. Véase Paul Drake, 711e Money Doctor, pp. 74 y ss.; José Antonio Ocampo, "The Colombian Economy in the 1930s", en: Rosemary Nueva York, St. Martin's Press, Thorp, ed., Latin America in the 1930s, the Role of the IVriphety, 1984, p. 132. 12 J. A. Ocampo, Op. cit., pp. 131-132. 13 Un excelente recuento detallado sobre el manejo que hizo Colombia de las finanzas nacionales durante los años de la depresión se encuentra en Esteban Jaramillo, Memoria Bogotá, Banco de la República, 1990. Jaramillo fue ministro de hacienda y de Hacienda,

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en Colombia

crédito público de Olaya.

A un nivel más amplio, el giro de Colombia hacia una fuerte intervención estatal a partir de 1930 fue sólo un ejemplo de la revuelta en contra del capitalismo del laissez faire generalizado en todo el mundo occidental. Países europeos como Italia, España y Portugal buscaron moderar los excesos capitalistas a través de reformas políticas autoritarias y corporativas. Gran Bretaña y las naciones escandinavas experimentaron con soluciones social demócratas a los problemas creados por los anteriores excesos capitalistas. Los alemanes subordinaron su economía al interés de una violenta expansión nacional, mientras que los rusos sustituyeron el capitalismo por el control estatal de la economía, de acuerdo con la teoría marxista-leninista. Los países del hemisferio occidental fueron más moderados en su reacción en contra de la economía del laissez faire. Una tradición republicana común y el respeto por las formas democráticas, unidos a la creencia generalizada en la eficacia del capitalismo, especialmente entre las clases media y alta, atemperaron la acción de los líderes políticos. Los políticos brasileños y argentinos experimentaron con el gobierno corporativo de un único partido durante la tercera y cuarta décadas del siglo, mientras que la Constitución mexicana de 1917 y la subsiguiente evolución del Partido Revolucionario predominante en ese país, ofrecieron un ejemplo único y perdurable de la unión entre un corporativismo de partido único y el desarrollismo capitalista. En otros lugares, Colombia y Esta-

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dos Unidos entre ellos, donde los postulados de la economía del laissez faire estaban más arraigados en la tradición nacional, las reformas políticas fueron de carácter moderado. Adop-

taron allí la forma de una creciente intervención del Estado en el ámbito económico, principalmente con el fin de estimular el desarrollo. La disposición de Colombia y Estados Unidos de buscar fines desarrollistas explica por qué Alfonso López Pumarejo y Franklin D. Roosevelt fueron comparados a menudo. Ambos eran keynesianos y, aunque sensibles a las dificultades de los desposeídos en sus respectivas sociedades, sacrificaron gustosamente los intereses de los pobres a la causa del crecimiento económico cuando se vieron obligados a hacerlo. Las reformas agrícolas de López y de Roosevelt ilustran lo anterior. En cada caso, la reforma estaba dirigida a proteger y a estimular a los pequeños propietarios, y no a distribuir tierra a quienes no la tenían. Por consiguiente, una proporción considerable de la población marginal rural, tanto en Colombia como en Estados Unidos, se vio obligada a abandonar el campo durante la década del treinta

y en los años posteriores. Jesús Antonio Bejarano, historiador de la economía, coincide en afirmar que, durante las décadas del treinta y el cuarenta, los dirigentes colombianos estuvieron más preocupados por el desarrollo que por el bienestar público. "Lejos de asemejarse al 'Estado de bienestar– , escribe Bejarano, "la intervención de Estado en Colombia se restringió más bien al control

356 / La modernización en Colombia legal de las actividades económicas y al fomento del desarrollo"." Otro de los desarrollos internacionales que benefició económicamente a Colombia en el período comprendido entre 1930 y 1945 fue el surgimiento de Estados Unidos como potencia mundial y su creciente compromiso con hacer de Colombia un fiel aliado. El fortalecimiento de la amistad colombo-estadounidense fue un desarrollo que muchos dirigentes nacionales habían anticipado y por el cual se habían esforzado. Al menos desde mediados del siglo xix, prominentes colombianos creyeron que el bienestar económico de su país estaba vinculado con el de Estados Unidos. A comienzos del siglo xx, políticos inclinados por el desarrollo, como Marco Fidel Suárez, derrocharon elocuencia acerca de la "estrella polar" y su importancia para Colombia. Pero fue sólo en la tercera década del siglo que la ira por la complicidad de Estados Unidos en la separación de Panamá se aplacó lo suficiente como para permitir mejores relaciones entre los dos países. Con el cambio de gobierno en 1930, las relaciones entre Colombia y Estados Unidos se tornaron mucho

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más cálidas. Enrique Olaya Herrera fue amigo de los norteamericanos desde mucho antes de llegar a la presidencia, como lo fue también su sucesor, Alfonso López Pumarejo. Y el sucesor de López, Eduardo Santos, adoptó la "política del buen vecino" preconizada por Roosevelt, ocupándose de que Colombia se convirtiera en uno de los más firmes aliados hemisféricos de Estados Unidos.' 5 Por otra parte, el hecho de que ambas repúblicas fueran dirigidas por personas de filosofía liberal, partidarios de la democracia, la libertad económica, la interdependencia global, el crecimiento económico y el desarrollo según el modelo capitalista, hizo que las cálidas relaciones entre ambas naciones resultaran algo natural.' 6 Las bases objetivas de la amistad colombo-americana resultaron cada vez más daras a fines de la década del treinta. En 1936, los dos países firmaron un acuerdo comercial mediante el cual Colombia se comprometía a congelar los aranceles sobre ciento sesenta y una importaciones específicas norteamericanas, mientras que Estados Unidos garantizaba a Colombia el ingreso libre de impuestos del

14 J. A. Bejarano, Op. cit., demuestra que el gasto público dirigido al desarrollo económico se incrementó continuamente entre 1930 y 1945, llegando al 30% de los egresos totales en la década del cuarenta. Entretanto, el gasto asignado al bienestar social y a la educación permaneció estable entre el 10 y 11%. 15 David Bushnell, Eduardo Santos and the Good Neighbor 1938-1942, Gainesville, University of Florida Press, 1967, contiene el mejor tratamiento de la amistad entre Colombia y Estados Unidos durante la presidencia de Santos. 16 J. Stephen Randall, The Diplomacy of Modernization• Colombian-American Relations, 1920-1940. Toronto, University of Toronto Press, 1977, p. 16, sugiere también que la común mentalidad liberal fue uno de los factores que incidió en las buenas relaciones entre Colombia y Estados Unidos. en la década del treinta.

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café a sus mercados. Aunque este nas para actualizar su tecnología. 18 De acuerdo ha sido condenado por el his- esta manera, los intereses de ambos toriador de la economía Alfonso Patiño países se vincularon más estrechamencomo uno de los peores de su especie te en el ámbito económico durante las que haya firmado Colombia, debido décadas de la mitad del siglo xx. a su efecto adverso sobre la naciente La Segunda Guerra Mundial, que industria colombiana, este pacto co- cortó el suministro de las importaciomercial reflejó la creencia de Alfon- nes más tradicionales a Colombia, tuvo so López Pumarejo y de otros diri- el efecto de estimular aún más el cregentes nacionales de que asegurar el cimiento de la industria de sustitución libre acceso del café al mercado ame- de importaciones. El hecho afortunaricano era más importante que cui- do fue que Colombia se vio obligada dar de los intereses de un incipiente a sustituir sus importaciones en el mosector industrial. ' 7 mento preciso en que deseaba avanA medida que se aproximaba la zar en esta dirección. Desde 1931, CoSegunda Guerra Mundial, las relacio- lombia había estado persiguiendo lo nes colombo-americanas se hicieron que el ministro de hacienda Esteban más cálidas, para beneficio de Co- Jaramillo describió como una política lombia. A comienzos de 1940, las dos comercial "rigurosamente proteccionaciones cooperaban en la explota- nista", complementada por prácticas ción de materias primas estratégicas fiscales dirigidas a favorecer el crecipara Colombia, como petróleo, oro, miento industrial intemo.' 9 Una susplatino, cemento y caucho natural, y tancial devaluación del peso entre 1930 el gobierno de Estados Unidos ani- y 1935, y una tasa anual de inflación maba a sus propias industrias a cola- del 10 al 12% durante los años de la borar con sus contrapartes colombia- guerra, generaron en un incremento

17 Alfonso Patiño, La prosperidad a debe y la gran crisis, 1925-193 5. Capítulos de historia económica de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1981, p. 643. Dado el fuerte crecimiento de la industria de sustitución de importaciones que experimentó Colombia entre 1930 y 1946, discutido más adelante, resulta difícil tomar en serio la crítica de Patiño. Eduardo Sáenz Rovner, La ofensiva empresarial. Industriales, políticos y violencia en los años 40 en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo, 1992, pp. 17-18, considera que el apoyo brindado por Olaya y por López al tratado de 1936 evidencia que ninguno de ellos estaba casado con la causa de la industria colombiana. 18 Esteban Jaramillo, Memoria de Hacienda, vol. 2, Bogotá, Banco de la República, 1990, pp. 746, ofrece detalles sobre el esfuerzo conjunto colombo-americano para colaborar en el esfuerzo bélico de los Aliados mediante el desarrollo de materiales estratégicos. Ó. Rodríguez, Op. cit., pp. 120 y ss., presenta datos sobre el rápido incremento de las exportaciones colombianas de oro, platino y caucho natural durante la década del treinta. Alberto Mayor Mora, "Historia de la industria colombiana, 1930-1963", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, tiene datos sobre los esfuerzos norteamericanos por extender y actualizar la fábrica de Coltejer en Medellín. 19 E. Jaramillo, Op. cit. , p. 112.

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358 / La modernización en Colombia del 220% en la masa monetaria para 1941. Esto produjo un clima favorable para la inversión. Los ingresos provenientes de las exportaciones de café, que difícilmente hubieran podido gastarse en importaciones durante la guerra, fueron canalizados hacia el fortalecimiento de las industrias domésticas de sustitución de importaciones. Esta práctica siguió la tradición, establecida durante la década del veinte, de transferir las utilidades del café a la inversión en la industria." Debido a los factores anteriores, Colombia presenció un incremento del 62,8% en el número de empresas manufactureras —de 2.805 a 4.462— entre 1930 y 1939. Casi todas eran plantas dedicadas a la elaboración de aquellos bienes perecederos y alimentos que antes se importaban. Por consiguiente, tales productos disminuyeron del 30% del total de importaciones en 1930 al 9% en 1940. 21

Lamyorptedlsnuvamrsas eran pequeñas y de trabajo intensivo, pero disfrutaban de un gran potencial de crecimiento. La compañía Haceb, por ejemplo, fundada en un taller de reparaciones de Medellín por dos hermanos de apellido Ace-

vedo, creció hasta convertirse en uno de los principales fabricantes de electrodomésticos durante las décadas siguientes. La dinámica del crecimiento industrial quizá fue más clara en Antioquia, donde la depresión hizo que los antioqueños se mostraran más dispuestos a aceptar la intervención del Estado en sus asuntos económicos, especialmente cuando fue dirigida por uno de ellos, el prudente Esteban Jaramillo Después de que el nuevo Banco Central Hipotecario acudió a salvar a muchos negocios al borde de la quiebra, los empresarios antioqueños procedieron rápidamente a crear un sinnúmero de industrias nuevas. Entre ellas, las principales fueron Imusa (aluminio), Cementos Samper y Cementos Argos, Cauchosol y Croydon (caucho) y Pepalfa, Indulana, Paños Santafé (textiles). La cervecería Bavaria de Bogotá fue reorganizada y se fusionó con los más grandes fabricantes de cerveza de Antioquia y de Caldas.22 Entretanto, en la costa Atlántica, la familia Santo Domingo comenzó a construir su imperio industrial con la producción de cerveza. Para fines del

Economic Management arelEconornic Development in Peru and Colombia, Pittsburgh, 20 Rosemary Thorp, University of Pittsburgh Press, 1991, p. 6, indica que 65 de las 75 industrias antioqueftas fundadas durante la década del veinte obtuvieron capital proveniente directamente del comercio del café. The 21 Christopher Abel y Marco Palacios, "Colombia, 1930-1958", en: Leslie Bethell, ed., Nueva Latin America Since 1930: Spanish South America, Cambridge History of LatínAmerica, vol. 8, York, Cambridge University Press, 1991, apartado "Colombia", p. 590. Tales importaciodel total de importaciones en 1950. nes representaron únicamente el 3% Medellín, Lealon, 1990, pp. 43-35; J. O. Melo, Cien años de Bavaria, 22 Jorge Angel Vallejo, Op. cit., pp. 258-259, 276-277.

siglo, el Grupo Santo Domingo sería una de las corporaciones colombianas más grandes y diversificadas." La formación de compañías co-' menzó en Colombia durante el auge del crecimiento de las industrias de sustitución de importaciones (ISI) en la década del treinta. Las propiedades corporativas se quintuplicaron (de US$20 a US$109 millones de dólares) entre 1932 y 1938, y aumentaron once veces (a US$1.268) para 1941. 24 Esto propició la creación en 1932 de una bolsa de valores, que disfrutó de diez veces el aumento de los valores comercializados (de US$4.6 a US$55.5 millones de dólares) entre 1932 y 1939." El crecimiento de la incipiente industria durante la depresión en Colombia produjo un efecto de ola en toda la economía. La construcción se vio intensificada en todas las zonas urbanas. Los datos recolectados en Bogotá muestran que, entre 1933 y 1936, la construcción se incrementó en un 40% respecto del período comprendido entre 1926 y 1929, en el cual ya era considerable. 26 El consumo de energía aumentó continuamente entre 1930 y 1945, incrementándose en un 40% para 1935, y en 140% para 1945." Finalmente, otra de las fuentes del despegue económico en Colombia durante las décadas del treinta y el

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cuarenta fue el sesgo desarrollista compartido por la mayoría de los miembros de la élite política nacional. La mayor parte de los políticos eran también hombres de negocios, hecho que se explica parcialmente por la necesidad de ganar dinero durante las épocas de exclusión involuntaria de los cargos públicos que, en ocasiones, se extendía para toda la vida. Prominentes liberales como Rafael Uribe Uribe y Pedro A. López, activos durante el medio siglo de hegemonía conservadora (1880 a 1930), se dedicaron a la industria cafetera con excepción de algunos intervalos relativamente cortos, cuando participaron en la guerra civil o huyeron de ella. Análogamente, después de 1930, y durante los dieciséis años siguientes de la República Liberal, conservadores como Mariano Ospina Pérez debieron dedicar la mayor parte de sus energías a asuntos ajenos a la política. El hecho de que la mayoría de las figuras públicas en Colombia fuesen a la vez comerciantes y políticos, contribuye a explicar la facilidad osmótica con la que pasaban del mundo de la política al de los negocios y viceversa. Colombia contó con un sinnúmero de políticos hombres de negocios durante los años de su despegue industrial. Los más prominentes de ellos fueron Alfonso López Pumarejo y su hijo, el abogado y futuro presidente, Alfonso

23 J. A. Bejarano, Op. cit., pp. 334338; El Tiempo, 3 de diciembre de 1992. 24 Estas cifras no están ajustadas a la inflación. 25 J. A. Bejarano, Op. cit., pp. 121-122. 26 A. búho, Op. cit., p. 717. Bogotá, El Áncora, 1985, p. 212. 27 René de la Pedraja, Historia de la energía en Colombia,

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López Michelsen; el empresario cafetero y futuro presidente Mariano Ospina Pérez, sobrino del presidenteempresario más notable, Pedro Nel Ospina; el abogado y futuro presidente Carlos Lleras Restrepo, sobrino del banquero más importante del país, Julio Lleras. Carlos Lleras Restrepo ilustra mejor que la mayoría la dinámica entre lo público y lo privado que existía entre la élite dirigente colombiana. Después de estudiar derecho y ejercer la práctica privada a. comienzos de la década del treinta, Lleras fue elegido al Congreso en 1933, donde desempeñó un papel fundamental en el diseño de la reforma constitucional de 1936. Luego ingresó al gabinete de Eduardo Santos como ministro de hacienda y crédito público. En tal cargo, y leal a su compromiso con el principio del intervencionismo de Estado, promovió la creación del Instituto de Fomento Industrial (IFI), una agencia gubernamental encargada de propiciar el crecimiento de nuevas industrias. Cuando Lleras terminó su trabajo como ministro de hacienda, fundó y dirigió la Escuela de Administración Industrial y Comercial en el Gimnasio Moderno de Bogotá. 28 Dosañmátrde,n194acptó trabajar con un grupo industrial recientemente creado, la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), organizada para hacer cabildeo ante las

agencias gubernamentales, especialmente el IFI. Luego, con la creación del Frente Nacional en 1958, Lleras entró de nuevo al servicio del gobierno, llegando a ser uno de los más exitosos presidentes colombianos (1966-1970), particularmente en el ámbito del manejo económico. El fluido movimiento de empresarios, políticos e intelectuales en las esferas de los demás ha llevado a la mayoría de los académicos a utilizar el análisis de clase marxista para tratar de explicar este fenómeno. Durante la mayor parte del siglo xx, términos tales como "clase dominante", "oligarquía", "burguesía oligárquica" fueron empleados para describir a los pocos poderosos que, en palabras de un historiador, crearon "un sistema de privilegios e injusticias [...] que querían preservar a cualquier costo"." Tal interpretación, sin embargo, pierde mucho de su poder de persuasión cuando se considera en términos de la gran fluidez de la sociedad colombiana durante el siglo xx. En menos de cien años, la población pasó del 80% de analfabetismo al 90% de alfabetización. La clase media se extendió del 20 al 50% de la población. Estos datos sugieren una sociedad abierta y dinámica, no una sociedad dominada por una ambiciosa élite que despoja a las masas de su patrimonio. La filosofía liberal desarrollista que predominó entre los dirigentes

28 Es posible que al hacerlo hubiera actuado siguiendo la frase "gobernar es administrar", tomada del texto de Mariano Ospina Pérez, Economía industrial y administración, Bogotá, Minerva, 1936, p. xi. 29 E. Sáenz Rovner, Op. cit., p. 218.

colombianos desde mediados del siglo xix puede observarse con claridad en el manejo de la política agrícola nacional entre 1936 y 1944. Alfonso López Pumarejo, un presidente con amplios antecedentes en los negocios privados antes de 1930, había asegurado inicialmente a sus colegas que la reforma agraria concretada en la Ley 200 de 1936 estaba dirigida a promover la transformación capitalista de la Colombia rural, a través de la liberación de recursos inmovilizados en los latifundios. Atemorizados por la retórica izquierdista que acompañó a la aprobación de la Ley 200, los colegas de López obstaculizaron ulteriores reformas y procedieron a reemplazarlo por el más moderado Eduardo Santos. Luego de dejar la presidencia en 1938, y como para demostrar su moderación respecto al problema agrario, López aceptó dirigir la principal organización que representaba los intereses de los terratenientes, la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), en 1941." Poco tiempo después, afirmó de nuevo la lógica desarrollista en la que se fundamentaba la reforma agraria de 1936, cuando dijo públicamente que

[...] la ley de tierras no vino [...] sino a tutelar el derecho de los propietarios, pero limitándolo [...] para impedir que sirva de obstáculo al desarrollo nacionalY La comercialización y la especialización regional avanzaron simultáneamente en la Colombia rural durante los años que siguieron a la aprobación de la Ley 200. Para comienzos de la década del cuarenta, las mejores zonas agrícolas del Valle, los llanos de Tolima, el altiplano de Cundinamarca y Boyacá, y la costa Caribe, se dedicaron cada vez más al cultivo mecanizado de la caña de azúcar, el algodón, el arroz, el ajonjolí y el sorgo. En las zonas ganaderas, la tecnificación se convertía en la norma. Nuevas razas de ganado, como el cebú, resistente al calor y a las pestes, comenzaron a aparecer en muchos lugares, gracias en parte a las misiones de ayuda técnica provenientes del exterior." Aunque el sector agrícola colombiano no logró suministrar todos los productos necesarios para el consumo humano e industrial, la producción de alimentos superó consistentemente el crecimiento de la población. Los precios de la

30 Jesús A. Bejarano, Economía y poder. La SAC y el desarrollo agropecuario colombiano, 1871-1984, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1985, p. 229. Enrique Olaya Herrera, Eduardo Santos y Mariano Ospina Pérez fueron presidentes honorarios de la SAC en las décadas del treinta y del cuarenta. 31 Pierre Gilhodes, "La cuestión agraria en Colombia, 1900-1946", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 333. 32 Myriam Jimeno Santoyo, "Los procesos de colonización. Siglo XX", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia da Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Bogotá, Planeta, 1989, p. 383. Efraín Estrada, Sucesos colombianas, 1925-1950, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1990, p. 622, informa que, en mayo de 1945, 450 razas mejoradas de ganado lanar y vacuno fueron introducidas en Colombia por una misión técnica estadounidense.

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agricultura se incrementaron modestamente durante la década del cuarenta, y la importación de alimentos disminuyó del 63,3% a comienzos de la década del treinta al 37,3% para mediados de la década del cuarenta. Por otra parte, el crecimiento industrial colombiano superó la capacidad del país de satisfacer la demanda de materias primas." Entretanto, las poblaciones marginales se trasladaron a los centros urbanos o bien se mudaron o fueron enviadas a los Llanos Orientales, donde se dedicaron principalmente a la ganadería." El café, fuente principal de ingresos en Colombia, recibió continua atención por parte de las élites nacionales durante los años siguientes a la aprobación de la reforma agraria en 1936. La Ley 200 logró su principal objetivo de promover a los cultivadores de café; pero también hizo que los terratenientes temieran que sus arrendatarios reclamaran parte de sus haciendas según las disposiciones consagradas en la ley. Esto llevó a muchos terratenientes a expulsar a

los arrendatarios de sus fincas, acciones que generaron incertidumbre e induso violencia en muchas zonas rurales. La expulsión generó también una drástica caída en la inversión del sector privado en la agricultura, así como una disminución en el suministro de yuca, maíz, fríjol, plátano y muchos otros alimentos que cultivaban anteriormente los arrendatarios en sus parcelas alquiladas. 3 Para comienzos de la década del cuarenta, prominentes colombianos hacían un llamado a la revisión de la Ley 200, argumentando la "alarmante" disminución de los productos cultivados localmente. Políticos como Carlos L'eras Restrepo, quien había desempeñado un papel importante en la redacción de la reforma agraria, denunció que una interpretación equivocada de la Ley 200 estaba "destruyendo la noción jurídica del alquiler de la tierra en Colombia".36 La Colombia política afrontó estos problemas mediante la adopción de una serie de leyes que fortalecieron de inmediato a los terratenientes

33 Por ejemplo, entre el 40 y el 50% del algodón necesario para la floreciente industria señala que parte del problema residía textil era importado. Alberto Mayor Mora, Op. cit., en la baja calidad del algodón producido en Colombia. Darío M. Fajardo, Haciendas, campesinos y políticas agrarias en Colombia, 1920-1980, Bogotá, Oveja Negra, 1983, pp. 75-85, discute la situación agrícola, positiva en general, durante la década del cuarenta. ed., Bogotá, El 34 Alfredo Molano, Selva adentro. Una historia oral de la colonización del Guaviare, Áncora, 1992, p. 37, cita el caso de la familia Rocha, de terratenientes del Chaparral, Tolima, quienes enviaron a miles de sus trabajadores campesinos a los llanos de San Martín, Meta, para manejar sus nuevos ranchos de ganado en esa región. 35 La caída en la inversión privada en el campo fue parcialmente contrarrestada por lo que se ha llamado el "espectacular" incremento de la inversión del sector público en la vol. 1, agricultura entre 1937 y 1942. Daniel Pécaut, Orden y Violencia: Colombia, 1930-1953, Bogotá, Siglo XXI, 1987, p. 290, indica que mientras que el 8,9% de este gasto fue destinado a la agricultura en 1937, al año siguiente la cifra fue del 41,7%. 36 P. Gilhodes, Op. cit., pp. 333-335.

contra sus arrendatarios y militaron contra la proletarización de la mano de obra rural. Las Leyes 100 y 6 de 1944 aclararon y reglamentaron los procedimientos de arriendo, y eximieron a los terratenientes del pago de beneficios sociales a sus empleados. Un intento anterior de garantizar la paga del tiempo extra y la compensación laboral no fue aprobado por el Congreso. De esta manera, la Colombia política garantizó al sector privado que la inversión en la propiedad rural sería protegida. Con la "contrarreforma" agraria de 1944, el capital privado de inversión regresó al campo." La Segunda Guerra Mundial afectó inicialmente la economía colombiana, al acabar con los lucrativos mercados europeos —sólo Alemania consumía el 15% de las exportaciones nacionales de café en 1939— y al reducir drásticamente el flujo de importaciones. Pero como había sucedido a comienzos de la década del treinta, la economía surgió fortalecida de sus dificultades. El principal efecto de la guerra fue acelerar el crecimiento de la industria de sustitución de importaciones (ISI). Rivalizando con él en importancia, fue el efecto que tuvo la guerra de estrechar la amistad entre Colombia y Estados Unidos. El valor económico de la amistad de este país se hizo evidente induso antes de que Estados Unidos se

involucrara directamente en la guerra. Cuando los precios del café cayeron casi en un 50% en 1939, al miserable nivel de 7,5 centavos por libra, Estados Unidos intervino para invertir la tendencia mediante el patrocinio del Acuerdo Interamericano del Café, negociado en el transcurso de 1940." Este acuerdo, que establecía cuotas de importación para las naciones productoras de café, garantizaba a Colombia la venta del 80% de su producción anual en el mercado norteamericano. A los pocos meses de firmado, los precios se recuperaron llegando a 15,9 centavos, poniendo fin al pánico de los cafeteros. El acuerdo generó también un importante efecto secundario. Después de firmar el Acuerdo, Colombia enfrentó la necesidad de almacenar la mayor parte del café que no era adquirido por Estados Unidos. Dado que este país fue prácticamente el único diente extranjero de Colombia durante los años de la guerra, cerca del 18% de la cosecha anual debía ser conservada en bodegas hasta cuando se recuperaran los mercados europeos. La Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé) obtuvo fondos para la construcción de las costosas bodegas de almacenamiento mediante la creación del Fondo Nacional del Café, apoyado en impuestos y emisión de bonos. Como estos dineros se incrementaron rápidamente, Fedecafé no sólo pudo construir

37 J. A. Bejarano, "La economía entre 1930 y 1945", Op. cit., p. 130. p. 607; Mariano Arango, "El desarrollo de la 38 Ibíd., p. 124; C. Abel y M. Palacios, Op. cit., agricultura", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, p. 228.

364 / La modernización en Colombia cientos de bodegas en toda la zona cafetera, sino que pudo extender en gran medida los servicios que prestaba a los productores y procesadores, todos los cuales eran afiliados suyos." Otra manera como Estados Unidos ayudó a Colombia a resistir los reveses económicos ocasionados por la guerra fue mediante una serie de empréstitos del Export-Import Bank, concedidos entre 1940 y 1945. Estos préstamos sumaban más de cien millones de dólares en inversiones de cartera, y otros cien millones de dólares en inversión directa en minería y extracción de petróleo, y en el mejoramiento de los servicios públicos y de las carreteras.4° El país obtuvo beneficios adicionales del ataque dirigido por Estados Unidos contra las compañías alemanas en Colombia cuando se dedaró la guerra. A instancias de los norteamericanos, el gobierno colombiano puso en la lista negra todos los negocios alemanes en el país, sustituyendo a sus gerentes por gerentes colombianos. En la mayor parte de los casos, estos negocios fueron adquiridos eventualmente por colombianos a una fracción de su valor contable. Los dos más importantes eran la principal aerolínea del país, SCADTA, y el segundo banco privado, el Banco Alemán Antioqueño, radicado en Medellín. El

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primero se convirtió en el transportador aéreo semipúblico de Colombia, Avianca, y el segundo, bajo el nombre de Banco Comercial Antioqueño, llegó a ser el principal aval del crecimiento económico de Antioquia. 4 Losinter dlosextranj que vivían en países ocupados por las potencias del Eje fueron colocados bajo manejo fiduciario del Banco Central Hipotecario. La mayor parte de ellos, como la compañía de propiedad holandesa Handel en Industrie Maarschappi (Handel), principal accionista de la cervecería Bavaria, pasó también rápidamente a ser de propiedad colombiana. Por otra parte, Estados Unidos contribuyó al crecimiento económico de Colombia durante los años de la guerra a través de los negocios conjuntos con empresarios locales, principalmente en el área de los materiales estratégicos. Así, Corn Products of America se alió con Maizena, Container Corporation of America con Cartón de Colombia, Burlington Milis con Fabricato, y Grace Company con Coltejer. La participación de los norteamericanos fue de especial importancia para la industria textil, que expandió enormemente su capacidad de producción durante los años de la guerra. En aquella época, el gobierno de Estados Unidos otorgó contratos

39 Estos desarrollos son tratados en mayor detalle en José A. Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 255-259. 40 J. S. Randall, Op. cit., pp. 211-213. 41 Sobre SCADTA, véase J. S. Randall, Op. cit., pp. 146-161. El proceso adelantado con el Banco Alemán Antioqueño se discute en J. O. Melo, Op. cit., p. 261.

a las empresas colombianas para la fabricación de uniformes militares y colaboró con la importación de la maquinaria requerida. "Hubo maquinas trabajando bajo carpas especiales, mientras a su alrededor se levantaban rápidamente los edificios que habían de contenerlas", recordaba el empresario Carlos J. Echavarría." Entre 1933 y 1943, las plantas textileras colombianas triplicaron su capacidad —al punto de estar en condiciones de producir doce millones de metros cúbicos de tela en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial—. Una de las consecuencias de ello fue que la compañía Coltejer, que tenía sesenta y cinco mil acciones en el mercado de valores en 1937, llegó a tener más de tres millones para 1945." Su planta física, avaluada en US$760 mil en 1936, fue avaluada en US$8,7 millones al final de la guerra." Gracias a su éxito, Coltejer ingresó en los sectores de la banca y los seguros a mediados de la década del cuarenta. Tan grande era la operación de Coltejer en 1945, que el 16% de la población de Medellín estaba empleada en la compañía o bien dependía de sus empleados." El propio gobierno colombiano

desempeñó un importante papel al estimular el crecimiento de la ISI durante el período comprendido entre 1940 y 1945. Desde la década del noventa del siglo xix, había sido política nacional fomentar la actividad comercial propiciando la creación de cámaras de comercio y otros grupos de interés, e invitando a que participaran en consejos gubernamentales de toma de decisiones." Este enfoque corporativo al desarrollo nacional floreció después de 1930, cuando los gobiernos liberales adoptaron el intervencionismo de Estado. Las reformas bancarias de Enrique Olaya Herrera y el programa tributario de Alfonso López fueron explícitamente diseñados para promover la participación del gobierno en la economía con el fin de racionalizar los procesos capitalistas. Eduardo Santos continuó con esta tradición al apoyar la organización del Instituto de Fomento Industrial (IFI) propuesta por Carlos Lleras en 1940. Gradas a donaciones del IFI, al que un escritor se refirió como "uno de los mejores logros liberales",47 se crearon empresas para la fabricación de acero, llantas y productos químicos. Se fundó una industria naviera, así como plantas de procesamiento

42 Manuel Restrepo, "Historia de la industria, 1880-1950", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, p. 278. 43 A. Mayor Mora, Op. cit., p. 339. 44 M. Restrepo, Op. cit., p. 278. 45

lind., p. 342.

46 Una excelente discusión de la manera como el gobierno propició las asociaciones gremiales del sector privado y colaboró con ellas se encuentra en J. A. Bejarano, Economía y poder La SAC y el desarrollo agropecuario colombiano, 1871-1984 , Op. cit., pp. 214-233. 47 Heliodoro Ángel Echeverri, "Las industrias", en: Plinio Mendoza Neira, ed., El liberalismo en el gobierno, vol. 2, Bogotá, Prag, 1946, p. 221.

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366 / I.a modernización en Colombia de leche y otras similares de procesamiento complejo de alimentos." Saber que podían contar con la ayuda del gobierno para empresas costosas y de alto riesgo animó a la clase comercial colombiana durante la década del cuarenta. Durante la primera mitad de ella, sus miembros encontraron dos nuevas y poderosas organizaciones gremiales dirigidas a promover la colaboración entre el sector público y el privado. Eran la ANDI y la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO), creadas en 1944 y 1945. Tales asociaciones, que tenían sucursales en las principales ciudades, se unieron a las Cámaras de Comercio, Fedecafé, la Federación de Cultivadores de Trigo, los Distribuidores de Azúcar, la Federación Nacional de Transportes Terrestres y otras, que cabildeaban ante el gobierno con el fin de obtener un tratamiento favorable para sus respectivos grupos. Un artículo aparecido en El Tiempo el 9 de septiembre de 1942, sugiere la dinámica corporativa que operaba en la colaboración entre el sector público y el privado, tan importante para el desarrollo del país. Al informar sobre los primeros intentos de organizar la ANDI, el periodista reportó que

el comité directivo del grupo estaba conformado por [...] algunas de las más distinguidas

figuras de nuestra industria, por los ministros de hacienda y del trabajo, y por los gerentes de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero y del Instituto de Fomento Industrial.

Entre los representantes del sector privado estaba Miguel López Pumarejo, el hermano menor de Alfonso López, quien para entonces comenzaba su segundo período presidencial. Carlos Lleras, recientemente retirado del Ministerio de Hacienda, fue elegido por unanimidad como director del grupo. Instó a sus colegas a "llevar a cabo la inscripción de los industriales de todo el país y planear y poner en funcionamiento la organización" En 1945, los negocios colombianos tenían todas las razones para confiar. Los cinco años anteriores habían presenciado un crecimiento del 50% en la industria, en medio de una inflación moderada y de un aumento de precios favorable para la inversión doméstica." Entretanto, un incremento del 300% en la oferta de dinero y un incremento del 1.000% en las . 49

vol. 1, 1940, pp. xix-xx, 87-89; /bid., vol. 2, pp. 122-131. 48 C. Lleras Restrepo, Op. a., 49 Ese intento inicial de formar un grupo de interés industrial fracasó, pues no incluyó una fuerte representación antioqueña. La fundación de la ANDI se realizó verdaderamente en 1944, a instancias del presidente Alfonso López. Su primer presidente fue Cipriano Restrepo Jaramillo, director de la Compañía Colombiana de Tabaco. Carlos Lleras Restrepo fue nombrado después para representar los intereses de la ANDI ante el gobierno. D. Pécaut, Op. cit., pp. 1, 194. 50 R. Thorp, Op. cit., p. 17.

durante los últimos diez años, unido a la simpatía del gobierno por su causa, sugerían que el crecimiento se aceleraría en el período posterior a la guerra." El crecimiento corporativo colombiano había dado a la nación una clase ejecutiva agresiva y exitosa —hombres como Fernando Mazuera Villegas, quien regresó de Nueva York a comienzos de 1945, y se enorgullecía de haber pasado veinte minutos en el teléfono negociando la adquisición de rayón para una textilera de Medellín, y de haber ganado US$74.000 por la molestia—. 52 Tampoco era preciso que los hombres de negocios dejaran el país para hacer dinero. Los empresarios domésticos experimentaron su propia "danza de los millones", como lo sugiere la observación de Carlos Lleras en 1943: "el halago de ganancias conseguidas sin trabajo despertó en innumerables personas que nunca antes había negociado en valores el deseo de especular"." La modernización económica de Colombia produjo el beneficio adicional de promover la unificación nacional al vinculara las élites regionales a través de sus nuevas asociaciones comerciales." El sociólogo francés Daniel Pécaut ha aludido también a los reservas extranjeras

efectos integradores del crecimiento comercial: "El dinero circula de una actividad a otra [...I Sirve de vehículo entre las demás facciones dominantes"." Sin embargo, el cambio económico que vinculó regiones e intereses no se limitó sólo a los miembros de la élite. La ética comercial estaba profundamente arraigada en la cultura colombiana, en todos los estratos sociales, llegando a adoptar el carácter de una nueva ideología nacional. Este aspecto lo enfatiza el historiador Charles Bergquist, quien escribe que, durante la década del cuarenta, [...] el éxito de los pequeños produc-

tores del sector cafetero y de los capitalistas industriales en el sector de las manufacturasjunto con el crecimiento general y el desarrollo de la economía colombiana, ayudaron a consolidaren las mentes de los individuos de todas la clases la viabilidad fundamental de un sistema económico basado en los principios del capitalismo .5

Decir que el pequeño productor cafetero compartía el fuerte optimismo de este período significa también que la mayoría de los colombianos lo hacían. La industria cafetera apoyó a miles de personas involucradas en la cosecha, procesamiento, transporte,

Bogotá, 51 Banco de la República, El Banco de la República: antecedentes, evolución y estructura, Banco de la República, 1990, p. 364. 52 A. Mayor Mora, Op. cit., p. 339. 53 D. Pécaut, Op. cit., vol. 1, p. 29'7. 54 Como lo dicen Christopher Abel y Marco Palacios, "Colombia, 1930-1958", Op. cit., las élites regionales comenzaron a "yuxtaponerse" gracias a su membresía en Fedecafé y en otras agrupaciones semejantes. 55 D. Pécaut, Op. cit., vol. 1, p. 297. 56 Charles W. Bergquist, "Luchas del campesinado cafetero, 1930-1946", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 308.

368 / La modernización en Colombia comprendido entre 1930 y 1945. La sociedad se hizo más diversa, individualista y cosmopolita —en síntesis, más abierta y democrática—. La creciente riqueza tuvo como efecto la ampliación de la clase media y su creciente influencia política. Todos estos desarrollos significaron que Colombia estaba evolucionando de una manera satisfactoria para sus dirigentes nacionales, muchos de los cuales habían buscado estos adelantos por largo tiempo. Sin embargo, continuaban los obstinados problemas estructurales y actitudinales que impedían a la mayoría de los ciudadanos participar plenamente en la transición social. La modernización fue en especial un fenómeno urbano. No obstante, en 1945, sólo una tercera parte de los colombianos vivía en los pueblos y ciudades. Y los beneficios de la modernización se distribuyeron de manera desigual, incluso en las zonas urbanas. La admisión a las ocupaciones de cuello blanco y, por consiguiente, a la clase media, requerían alfabetización. Y casi el 60% de los colombianos no sabía leer ni escribir. En un contexto semejante, la tensión era inevitable. Los colombianos pobres que habitaban en las ciudades se consideraban rezagados en la lucha por la promoción personal, percepción que Visiones del cambio social los hizo cada vez más sensibles a las desigualdades sociales. Su insatisfacUn importante cambio social tuvo lu- ción fue agudizada por los políticos digar en Colombia durante el período sidentes, quienes trasladaron la culpa

venta y comercialización de este producto, así como en un sinnúmero de actividades periféricas que no estaban directamente relacionadas con su producción. Durante la década del cuarenta, el café continuó ocupando el primer lugar como el mayor productor de riqueza nacional, aportando entre el 75% y el 80% de las divisas extranjeras. Los precios del café se habían estabilizado después de 1940, en un promedio de casi veinte centavos por libra durante la primera mitad de esa década. La producción se incrementaba continuamente, duplicándose hasta alcanzar cerca de seis millones de sacos de sesenta kilos cosechados en 1945." Era también un buen augurio el que Estados Unidos, país que compraba el 96% de las exportaciones colombianas de café, hubiera salido relativamente incólume de la guerra. Más aún, ese país poseía una enorme población, ávida de comprar el café colombiano a precios moderados. El futuro económico inmediato era ciertamente brillante para los millones de colombianos cuyos intereses estaban atados al café. Sólo el empeoramiento de la situación política ensombrecía la feliz perspectiva de la prosperidad económica.

57 J. A. Bejarano, "La economía entre 1930 y 1945", Op. cit., pp. 237, 234.

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de las desigualdades y de todos los demás problemas sociales a la dirección del Partido Liberal, al que se consideraba venal y una agrupación que trabajaba sólo en beneficio propio. Las personas que se oponían a la élite fueron más eficaces que Laureano Gómez en denigrar de la clase política. Entre 1935 y 1945, Gómez elaboró una crítica en la que condenaba al liberalismo filosófico y al partido que constituía su manifestación en Colombia. Sus ataques desempeñaron un papel fundamental en la división liberal y allanaron el camino para que este partido perdiera el poder en 1946. Los indicadores sociales mejoraron notablemente entre 1930 y 1945, continuando así con una tendencia que se remontaba a 1904. La población colombiana pasó de un quinto a un tercio de residentes urbanos durante estos años, mientras que la población total creció en un 40%, de 7,5 a 10,5 millones de habitantes. Simultáneamente se dio un traslado interno de la población, debido a que jóvenes campesinos ambiciosos abandonaron el oriente y el sur del país para mudarse a las dinámicas zonas cafeteras de Antioquia, Caldas, Tolima y Valle." Mientras que el 75%

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de la población económicamente activa trabajaba en ocupaciones agrícolas y de explotación en 1945, sólo un tercio de los nuevos empleos pertenecían a estos sectores. Los dos tercios restantes pertenecían al sector de la industria que se expandía con rapidez." La mortalidad infantil cayó durante este período, de 201 muertes por mil en 1930 a 122 en 1950. De manera concomitante, el promedio de expectativa de vida se elevó de 36,1 años a 48,9 años. El analfabetismo también disminuyó, de casi el 70% a cerca del 60%.60 El mejoramiento de los indicadores sociales en Colombia estuvo íntimamente ligado a la urbanización. Las tasas decrecientes de mortalidad infantil, los niveles más altos de educación y todos los demás signos que indicaban una mejora general en las condiciones de vida, estaban relacionados con el acceso a médicos y a hospitales, a profesores y a escuelas —todo lo cual escaseaba en el campo—. El campo parecía primitivo, estancado. La ciudad ofrecía movimiento y oportunidades económicas, junto con la posibilidad de movilidad social. Más aún, había personas en las ciudades que parecían sinceramente interesadas

58 José Olinto Rueda Plata, "Historia de la población de Colombia: 1880-2000", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 367, indica que entre 1905 y 1951, la población de los departamentos occidentales de Cundinamarca, Boyacá, Santander, Norte de Santander y Meta cayó del 36,5 al 25% del total de la población nacional, mientras que la de los departamentos de Nariño, Cauca y Huila cayó del 14,5 al 11%. Entretanto, la proporción de los habitantes de Antioquia, Caldas, Tolima y Valle, se incrementó del 31,6 al 39.8%. 59 J. A. Bejarano, "La economía entre 1930 y 1945", Op. cit., p. 118. 60 J. O. Rueda Plata, Op. cit., p. 364; P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 346.

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en ayudar a los pobres y a sus familias, políticos como el liberal Jorge Eliécer Gaitán, quien durante su breve desempeño como alcalde de Bogotá, no sólo promovió la educación pública gratuita, sino que abrió los restaurantes escolares donde se daba desayuno gratuito a los niños necesitados. 6 ' Tales cosas eran milagrosas para los campesinos, pues el interés de sus patrones en su bienestar sólo parecía manifestarse en la época de elecciones. A medida que transcurría el siglo, las ciudades colombianas lideraban el progreso nacional. Dirigentes dinámicos como el alcalde de Bogotá, Gaitán, y su sucesor, Carlos Sanz de Santamaría, respondieron al acelerado crecimiento de la ciudad mediante la extensión de los servicios de electricidad y acueducto, el mejoramiento de las calles y del transporte público, y promoviendo la construcción de nuevas zonas residenciales." Bajo la administración de Sanz, 1942-1944,1a capital sobrepasó su límite tradicional hacia el norte, la calle Veintiséis,

que bordeaba el río San Diego. El alcalde prolongó la avenida Caracas, una de las principales vías norte-sur, para comunicar lá avenida Jiménez • (calle Trece) con la avenida Chile, cincuenta cuadras al norte, acelerando así la expansión de la capital en esa dirección." El cambio urbano en Colombia se manifestó en el tráfico que recorría las calles de la capital. A comienzos de la década del treinta, aparecieron los buses como una alternativa a los tranvías eléctricos, de propiedad del entonces municipio, muy usados pero lentos. En 1935 desapareció el último de los carros de caballos, que fueron sustituidos por taxis de propiedad del empresario Leonidas Lara. El número de automóviles privados creció también continuamente, elevándose de 1.100 en 1927, a 4.899 para 1940 y a 11.884 una década más tarde." Los primeros semáforos fueron instalados en 1935, y seis años después se impuso un severo conjunto de regulaciones de tránsito. Para 1945, año en el que la población de la ciudad llegó

61 El período de Gaitán como alcalde fue de junio de 1936 a febrero de 1937. Richard Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, Sharpless, Gaitán of Colombia. A Political Biography, 1977, pp. 90-93, ofrece más información sobre la alcaldía de Gaitán. 62 Hubo errores ocasionales, como cuando el visionario Gaitán declaró peatonal la calle principal de la ciudad, y la pavimentó de nuevo con un asfalto que, infortunadamente, resultó ser un material viscoso en el que se hundían los peatones, y que les arrancaba el calzado cuando trataban de salir. 63 Una excelente discusión de la expansión de Bogotá durante este período se encuentra en Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, pp. 11-91. Las actividades de Sanz de Santamaría como alcalde de Bogotá se presentan en Hernando Téllez, Cincuenta años de radiodifusión colombiana, Bogotá, Caracol, 1974, p. 41. p. 79. Véase también Carlos Uribe Celis, La 64 J. Vargas Lesmes y E Zambrano P., Op. cit., Bogotá, Nueva América, 1992, p. 70. mentalidad del colombiano: cultura y sociedad en el siglo xx,

al medio millón de habitantes, los bogotanos se quejaron de que, además del agua potable, el transporte era su principal problema. Se mostraron especialmente críticos de la línea de tranvía de propiedad del Estado, cuya expansión evidentemente no se había mantenido al ritmo del crecimiento de la dudad. En palabras del historiador Julián Vargas, para 1945 el viejo tranvía, rodeado cada vez más de un enjambre de buses y taxis más veloces, corría el peligro de "ser atravesado en la vía de la privatización total del transporte público".65 La disponibilidad cada vez mayor de radios democratizó rápidamente este importante medio de información y de esparcimiento. A comienzos del siglo, el "inalámbrico" sólo lo disfrutaban los ricos, quienes lo compartían con sus amigos. En la década del veinte, el presidente Pedro Nel Ospina invitaba a reuniones sociales de traje de etiqueta para que sus amigos pudieran escuchar programas radiales transmitidos desde Europa y Estados Unidos." Sólo dos décadas más tarde, Colombia ingresó plenamente en la edad dorada de la radio; millones de radioescuchas seguían las aventuras de las comedias producidas localmente y los programas de música, las radionovelas y los programas de detectives, como Las aventuras de Yon-Fu, adaptado de un programa cubano del mismo nombre. La trági-

ca muerte, ocurrida en 1935, del ídolo del tango Carlos Gardel en un accidente de aviación, marcó el inicio de los reportajes de noticias en directo. Para la década del cuarenta, los políticos habían adoptado la radio como un excelente complemento de los periódicos para difundir sus mensajes políticos. Durante su segundo gobierno, Alfonso López Pumarejo transmitía un programa semanal llamado La República Liberal, y los conservadores le respondían desde su propia estación, La Voz de Colombia. Entretanto, el liberal independiente Gaitán utilizaba a la personalidad de la radio, Rómulo Guzmán, para difundir sus mensajes a través del programa Últimas noticias. Y ya no fue necesario llenar las galerías del Senado para escuchar los emocionantes debates de Laureano Gómez, Gaitán y otros. En esa década, los colombianos pudieron escuchar cada palabra en la comodidad de sus hogares, sintonizando La Voz del Senado." Como sucedió con la radio, el cine desempeñó un papel cada vez más importante en la homogeneización de la cultura colombiana. Los miembros de la Iglesia temían al cine precisamente por las imágenes no tradicionales y cosmopolitas que le presentaban a sus sencillos espectadores. Un escritor católico advirtió en 1934: "el cine es para vosotros un enemigo terrible; os arrebata vuestra conciencia: ihuid

65 J. Vargas Lesmes y E Zambrano P., Op. cit., p. 83. 66 Entrevista con Álvaro Gómez. 67 C. Uribe Celis, Op. cit., pp. 82-83.

372 / La modernización en Colombia de él!"." Sin embargo, los colombianos de todas las descripciones hicieron exactamente lo contrario, acudiendo en un número cada vez mayor a los cines durante la década del treinta. Se fascinaron con el enorme simio en King kong, admiraron la figura de Hedi Lamar en la escena del desnudo en Éxtasis, y se asombraron al escuchar la voz de Greta Garbo en Hotel, la primera película "sonora" presentada en Colombia. A comienzos de la década del cuarenta, llenaron los teatros para ver Fantasía de Walt Disney,

admiraron a Humphrey Bogart en El halcón maltés yen Casablanca, y disfrutaron de una permanente selección de películas en las que aparecía el comediante mexicano Cantinflas. 69 El impulso globalizador, individualizante y democratizante en ningún campo fue más evidente que en el deporte. Durante las primeras décadas del siglo, los deportes individuales y de equipo sólo estaban al alcance de la élite, la cual competía para distraerse en el aislamiento de sus clubes." Sin embargo, al llegar la cuarta década del siglo, los deportes escaparon a estos estrechos límites y se convirtieron en algo popular. Y lo hicieron de una manera altamente simbólica. Las tripulaciones extranjeras de los barcos que transportaban

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café y bananos del puerto de Barranquilla solían pasar el tiempo en el muelle lanzando bolas de béisbol o pateando balones' de fútbol, según si eran norteamericanos o europeos. Los estibadores colombianos con quienes trabajaban pronto aprendieron ambos deportes y los dominaron. El fútbol pronto tomó posesión de los patios de las escuelas y de los lotes vacíos en toda Colombia, mientras que el béisbol floreció en los pueblos y ciudades de la costa Atlántica. En la década del cuarenta, los equipos colom-

bianos de béisbol participaron en una competencia internacional, La Liga Mundial de Béisbol Aficionado, que congregaba a equipos de la región del Caribe. En 1947, Colombia ganó el campeonato de la Liga. Fi fútbol tuvo aún más éxito. Surgieron equipos profesionales en las principales ciudades durante las décadas del treinta y del cuarenta, y para entonces Colombia ya estaba enviando sus equipos al extranjero para competir en la Copa Mundial." Altamente significativo en la difusión de los deportes fue su carácter democrático. Los miembros de la jerarquía deportiva en Colombia obtenían su fama por sus méritos personales, no por la riqueza heredada o las conexiones de su familia, como sucedía con casi todas las otras figuras

68 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 366. 69 C. Uribe Celis, Op. cit., p. 69. 70 El Libro azul, editado por Posada Callejas en 1918, esta lleno de fotografías de estos atletas, todos hombres, resplandecientes en sus uniformes de béisbol, sus vestidos de tenis, de equitación, de baño y similares. Jorge Posada Callejas, ed., Libro azul de Colombia, Nueva York, J. J. Líttle and Ives, 1918. 71 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 368.

públicas. Y los mejores deportistas colombianos conformaban un grupo racialmente mixto, representativo de la población mestiza del país. El aumento de la popularidad de los deportes, practicados individualmente o presenciados, estuvo relacionado con la privatización e individualización de la sociedad colombiana. Las actividades deportivas entretenían a los colombianos, distraían su atención del mundo público y de sus gladiadores en las salas del Congreso. Los espectá-

culos deportivos florecieron en proporción a la extensión del tiempo libre, especialmente después de 1934, cuando un decreto presidencial concedió a los empleados de las fábricas vacaciones pagadas los domingos. De repente se hizo posible convertirse en un aficionado, pasar las tardes dominicales en el estadio distrital o en casa, escuchando los partidos en la radio. La radio y otros elementos de consumo adquirieron una mayor importancia con la extensión del tiempo libre. Y con el crecimiento de industrias nacionales como Haceb y Centrales, se incrementaron las posibilidades de satisfacer la creciente demanda de bienes de consumo, como radios, tocadiscos, refrigeradores y calentadores de agua. Más aún, el final de la Segunda Guerra Mundial desencadenó una avalancha de importaciones de Estados Unidos. Revistas y periódicos se llenaron súbitamente de avisos que mostraban a las estrellas de Hollywood anunciando nuevos productos. La es72 Ibfd. , pp. 339, 383.

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trella Ivonne de Carlo recomendaba comprar el lujoso radio-fonógrafo Musophonic ofrecido por General Electric. En la promoción de sus nuevos productos, la RCA advertía que [...I ahora, con el advenimiento de la paz, muchos de los que han sido utilizados para armamento de guerra, ayudarán a traer serenidad ala vida de los hombres y mujeres libres del mundo. Los colombianos leían estos mensajes y se dejaban persuadir por ellos. Cuando los comerciantes Vásquez y Lalinde anunciaron, en diciembre de 1945, que un avión lleno de electrodomésticos de Philco llegaría a tiempo para la Navidad, los bogotanos respondieron bordeando la pista del aeropuerto de Techo con buses y automóviles cuyas luces ayudaron a aterrizar al avión que transportaba la preciosa carga." La urbanización y la industrialización, junto con la diversificación ocupacional que generaron, así como la rápida expansión de la cultura material en Colombia, hicieron posible el desarrollo social más importante del siglo xx en este país: el acelerado crecimiento de la dase media. La importancia de este desarrollo ha sido ampliamente destacada por los escritores colombianos. El académico y activista social José Gutiérrez escribió: Cuando los historiadores examinen los acontecimientos ocurridos durante el largo período de agitación social

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374 / La modernización en Colombia que se inició en Colombia en 1942 [...I encontrarán ciertamente como hecho explicativo de fundamental importancia la brusca aparición en la vida nacional de la dase media económica."

El historiador social Carlos Uribe Celis habla también de "la irrupción de la clase media" en Colombia durante. la década del cuarenta." La dase media colombiana anunció su llegada a la escena política en 1936, cuando fundó su propio cabildeo político, el Comité de Acción de la Clase Media Colombiana. Sus miembros provenían de las oficinas gubernamentales y de las filas de pequeños comerciantes; hizo un llamado a la democratización del crédito, para que los "hombres de trabajo" pudieran lograr "la conquista de su independencia económica, mediante su esfuerzo personal y el apoyo de las entidades públicas"? Las actividades de cabildeo del Comité pronto dieron resultado. Uno de sus principales objetivos era conseguir el apoyo del gobierno bajo la forma de préstamos de bajo costo para la construcción de vivienda de clase media. Su llamado llegó a oídos de Julio Lleras Acosta, quien se convirtió en una de las fuerzas que lideró el mejoramiento de este tipo de vivienda. Para fines de la década del treinta, una propor-

ción significativa de los préstamos con-

cedidos por el Banco Central Hipotecario, dirigido por Lleras Acosta, fue destinada a este fm. 76 Simbólico de la creciente influencia de la clase media fue también el hecho de que el futuro presidente de Colombia, Julio César Turbay, cuyo padre era comerciante, hiciera parte de las directivas del Comité. Representaba a un grupo que se autodenominaba Unión de Asociaciones de Clase Media No Organizadas. La emergente clase media encontró su más agresivo vocero en el antiguo activista agrario y reformador, alcalde de Bogotá, Jorge Eliécer Gaitán. Él simbolizaba al individuo capaz y de medios modestos que, mediante el sacrificio personal, había pasado de la pobreza a la riqueza. Gracias a sus esfuerzos y a los de su madre, Gaitán obtuvo un título en Derecho en la Universidad Nacional, y luego adelantó estudios avanzados en Italia bajo la dirección del eminente criminólogo Enrico Ferri. Al regresar a Colombia ingresó ala política, donde pronto ganó renombre como vocero de los trabajadores bananeros asesinados por el ejército a fines de 1928. A comienzos de la década del treinta, rompió con el Partido Liberal para crear su propio movimiento, UNIR, dedicado a ayudar a los campesinos en su

73 José Gutiérrez, La rebeldía colombiana, Bogotá, Antares, 1962, p. 22. 74 C. Uribe Celis, Op. cit., p. 51. 75 J. M. Quintana Pereyra, La redención de la clase media, Bogotá, ABC, 1936, p. 158. 76 En 1939, Lleras Acosta fue el delegado de Colombia ante el Congreso Internacional de Vivienda Popular, que se desplazó a Santiago, Buenos Aires y Montevideo. Oliverio Perry, Quién es quién en Colombia, Bogotá, Kelly, 1944, p. 135.

lucha por la tierra. Cuando, en 1935, resultó evidente que se encontraban a punto de conseguir sus objetivos gracias a la legislación sobre la reforma agraria de Alfonso López, Gaitán abandonó la UNIR y se unió de nuevo al Partido Liberal. En reconocimiento de este hecho, López lo nombró alcalde de Bogotá en junio de 1936." Como hombre de dase media que había ascendido por sus propios méritos, no es de sorprender que Gaitán concediera gran importancia a esta dase y a su potencial. Consideraba acertadamente que era la dase más dinámica surgida del proceso de modernización, y dedicó su vida a inculcar sus valores en los colombianos corrientes." Gaitán consideraba a la sociedad como una entidad compuesta de individuos dotados de diferentes grados de potencial. Agudamente consciente de los prejuicios sociales prevalecientes y de las muchas desigualdades generadas por ello —su propia piel morena le valió el apodo

de El Negro Gaitán— luchó por extender las oportunidades educativas a las ignoradas clases populares. Si se daba igual oportunidad educativa, pensó, los pobres podrían competir con los ricos en mayor pie de igualdad. Los más meritorios de ellos podrían, como él mismo lo había hecho, mejorar su posición social. Gaitán creía que la propiedad privada le ofrecía a la persona protección y que demostraba el progreso personal en la jerarquía social." Este tipo de pensamiento había llevado a los comunistas a calificar a Gaitán de fascista durante la época de la UNIR," y al joven liberal de izquierda, Germán Arciniegas, a condenar a la UNIR como un movimiento de derecha, dedicado a la causa de los pequeños propietarios y no a la causa más noble de la propiedad comunal. 81 Pero Gaitán no era un derechista ni un fascista. Era un imperturbable proponente del estilo de vida de la dase media, que vestía a su mujer de dase alta en pieles, conduda automóviles último modelo

77 Para ulteriores detalles sobre estos acontecimientos, véase R. Sharpless, Op. cit., pp. 29-94. 78 Este análisis de Gaitán como paladín de la clase media es tomado de Herbert Braun, The Assassination of Gaitlns. Public Lifis and Urban Vsolence in Colombia, Madison, University of Wisconsin Press, 1985, pp. 51-76. 79 En palabras de Herbert Braun, "El ideal igualitario de Gaitán estaba basado en una meritocracia del trabajo [...l Rara vez objetó la idea prevaleciente de que la gente era innatamente desigual", lbíd., p. 54. 80 Una década más tarde, a mediados de la década del cuarenta, los comunistas seguían calificando a Gaitán de fascista. Para ese momento, ambos grupos habían desplazado su centro de interés del campo, donde había triunfado la pequeña propiedad, a la ciudad, donde competían por el apoyo de los desfavorecidos. El ataque de los comunistas contra Gaitán se basó en el hecho de que este no tratara a los pobres como una clase, sino como a pobres que, si se trataban justamente, obtendrían mejoras económicas e ingresarían así a la clase media. Sobre este punto, véase M. Archila, Op. cit., p. 267. 81 H. Braun, Op. cit., p. 53. En aquel momento, Arciniegas abogaba por la creación de cooperativas agrícolas dirigidas por el Estado.

376 / La modernización en Colombia y había instalado a su familia en una bella casa en uno de los barrios más prestigiosos de Bogotá. Tampoco sus seguidores se resentían por ello. Sólo esperaban poder emular su ejemplo algún día. Fue un visitante extranjero quien, en su descripción de Bogotá en 1937, sugirió que las contradicciones sociales impulsarían el movimiento populista de Jorge Eliécer Gaitán de 1944-1948. Negley Farson describió el sentido de

irrealidad que sintió cuando llegó a la capital colombiana después de un extenso viaje por el centro del país. Se asombró al encontrar las calles llenas de "limosinas ronroneantes", camiones y taxis, enmarcados por tiendas "no inferiores a las de Picadilly o el Boulevard des Capucines". En medio del brillo que observaba, "enconados indios" evitaban el tráfico, "trotando ante las tiendas a las que nunca entraban [...] enanos que circulaban con una mirada resentida"." El escritor colombiano Joaquín Tamayo corroboró la visión de Farson de la Colombia urbana durante el intervalo comprendido entre 1930 y 1945, como un lugar de contrastes: Nunca antes la sociedad bogotana gozó de más lujo, ni fueron más elegantes sus reuniones, ni más numerosos los automóviles de alto costo, ni mostró el público mayores deseos de diversiones." Los cambios que se operaban en

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la sociedad colombiana fueron sentidos por los miembros de todas las clases sociales. Los ciudadanos más pobres abandonaron cada vez más las costumbres que los identificaban como miembros de la dase india "inferior", y los miembros preocupados de la clase media se esforzaban por fomentar esa transición. Como alcalde de Bogotá, Jorge Eliécer Gaitán había recorrido los barrios más pobres de la ciudad predicando las virtudes de la higiene oral y del baño

diario, y explicando la relación entre estas y un estilo de vida digno y decoroso. De esta manera, actuaba con base en su convicción de que la higiene era "la columna vertebral del Estado moderno"." Le declaró la guerra a la manera tradicional de vestir, especialmente a la ruana, prenda a la que consideraba "un transmisor de enfermedades" en la ciudad. Era igualmente enemigo de las alpargatas, usadas en todo el campo colombiano. Gaitán sostenía que debían sustituirse por zapatos de cuero que la ciudad compraba y vendía a sus empleados a cuotas. Su objetivo declarado de lograr "la total civilización del pueblo", a través de su elevación moral y física, lo obligó a abandonar su cargo sólo ocho meses después de posesionado. Su decreto de enero de 1937, mediante el cual se exigía que los conductores de taxi de Bogotá sustituyeran sus ruanas y alpargatas por uniformes, ocasionó

82 Negley Farson, Transgressor in the Tropics, Nueva York, Harcourt Brace, 1938, pp. 148-152. 83 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 338. 84 H. Braun, Op. cit., p. 70.

una huelga del transporte que llevó a Alfonso López Pumarejo a destituirlo. 85 Finalmente, los pobres urbanos fueron persuadidos de que abandonaran su vestimenta tradicional por trajes más modernos. Los comerciantes como Simón Guberek se alegraron por lo que consideraron su éxito en conseguir que los bogotanos corrientes cambiaran de indumentaria: "Y al fin se logró el triunfo, y dígase lo que se quiera, mejoró el gusto". 86

Los cambios tecnológicos hicieron que cada vez resultara más sencillo que los pobres que avanzaban en la escala social adquirieran un aspecto moderno. Trajes Everfit fabricados a máquina comenzaron a aparecer en los almacenes de fábrica de todas las ciudades colombianas. Y podían comprarse a crédito, que cuando se obtenía significaba que se había llegado a la clase media." Para la década del cuarenta, la idea del consumo como un indicador de progreso personal y nacional se había fijado en las mentes de los colombianos. Se argumentaba que una mayor sofisticación personal justificaba un nivel superior de consumo. Como lo dijo el economista político

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Guillermo Torres García en un texto publicado en 1942, [...] la necesidad del arte en una persona culta y rica exige cuantiosos gastos que en otra serían un lujo, y así sucesivamente. Con todo, no es posible condenarlo en absoluto, pues despierta, atrae y sostiene muchas actividades, y fomenta, desde cierto punto de vista, el desarrollo de la sodedad. 88

Torres fortaleció su argumento al señalar que los principales países de

mundo, "los pueblos escandinavos y los sajones", eran también aquellos donde se encontraban los mayores consumidores. El consumismo de las dases media y alta en Colombia halló su más dramática expresión en la nueva vivienda residencial construida en Bogotá y en otras ciudades durante estas décadas. Desdeñando las "casas antiguas", cuyas tejas de barro y amplios corredores les daban un aire de "monótona uniformidad", 89 se sumieron en "un despliegue de eclecticismo folclórico" que llenó los suburbios de hogares de estilo Tudor, normando, mediterráneo, colonial californiano, así como de estructuras más sofisticadas que incluían estilos como el cut lleco, el morisco y el egipcio." Para la historiadora Silvia

85 Ibíd., p. 73. 86 Simón Guberek, Yo vi crecer un país, Bogotá, Tercer Mundo, 1974, p. 44. 87 Véase Georg Simmel, "Credit", en: The Philosophy of Money, traducción de Tom Botlomore y David Frisby, 2' ed., Londres, Routledge, 1990, pp. 479-481. En palabras de Simmel, "no es necesario ser un caballero para obtener crédito, sino que la persona que pide un crédito es un caballero" (p. 54). 88 Guillermo Torres García, Nociones de economía política, Bogotá, Siglo XX, 1942, p. 177. 89 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 383, citando una edición de Cromos de 1945. 90 Silvia Arango, Historia de la arquitectura en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1989, pp. 181-182.

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378 / La modernización en Colombia das de acuerdo con el modelo tradicional de cuadrícula. Quienes se despertaban súbitamente en una de sus calles curvas, sombreadas de árboles y mirando al frente a mansiones imponentes de estilo Tudor, podrían pensar que se encontraban en un elegante suburbio londinense donde, curiosamente, todos hablaban español. Barrios como La Merced no fueron construidos de acuerdo con el abstracto principio comunitario concebido en épocas de la Colonia por el Estado español, autoritario y omnipresente." Fueron más bien el resultado de La publicidad de diversos productos un plan racional, dirigido a ofrecer a de tocador y aseo personal alcanza sus residentes un placer estético. Sus un gran despliegue. jabones, polvos, diseñadores se esforzaban por lograr ungüentos y dentífricos prometen a las damas belleza ensoñadora', 'la- una "autosuficiencia integral", la vibios tiernos', alivio a 'sufrimientos pe- sión agradable de la "ciudad jardín" riódicos'. El modelo del gusto es el inglesa. Con la creación aleatoria de zonas verdes, la construcción de caestilo de vida americano." lles curvas y transversales, "buscaban En la medida en que la minoría huir de la imagen del pasado, camadinerada de las ciudades colombiabiar su modo de vida"." nas se dirigía apresuradamente haEste distanciamiento arquitectónicia el eclecticismo cosmopolita, se iba co de lo tradicional fue sólo un asdistanciando de los antiguos modelos pecto de la continua privatización que comunitarios de la vida nacional. se dio en Colombia a partir de coMientras que los vecindarios tradicio- mienzos del siglo xx. El principio que nalmente daban a la plaza central, de seguía estaba perfectamente ilustradiseño rectangular y dominada por do en el diseño de las nuevas viviensímbolos de la autoridad civil ---la igledas. Habían desaparecido los altos y sia, los tribunales, la alcaldía—, los espaciosos corredores que unían las nuevos barrios como La Merced no habitaciones de las casas coloniales tenían una plaza ni calles construi-

Arango, esta explosión de estilos significó "una especie de esquizofrenia arquitectónica, que revela claramente el carácter transidonal del período".9 ' Desde otra perspectiva, la proliferación de estilos simbolizó la autocomplacencia de los colombianos impulsados por el consumo y que deseaban escalar socialmente. Sus nuevas casas reflejaban el egoísmo y el narcisismo propios de los nuevos ricos. Este aspecto se advierte también en el siguiente pasaje de la historiadora social Patricia Londoño:

91 Ibid., p. 183. 92 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit.,p. 338. 93 El plan rectilíneo de los pueblos y ciudades hispanoamericanos fue ordenado por la Corona española a comienzos del siglo xvi. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 94 Carlos Niño Murcia, Arquitectura y Estado, 1991, p. 104. ■.■

con los patios. El diseño arquitectónico moderno acentuaba los "espacios independientes", especializados, funcionales y separados unos de otros, a los que se llegaba mediante pasillos que los conectaban. Las nuevas casas ofrecían habitaciones y estudios aislados, a los que podían retirarse sus moradores cuando lo desearan. Habían desaparecido también los antiguos armarios. Fueron reemplazados por alacenas integradas que ofrecían el espacio requerido para albergar la cantidad de ropa y la acumulación de bienes de consumo desconocidos en las casas colombianas más antiguas. Los garajes también se habían convertido en una necesidad. Los propietarios de las casas exigían un modo de transporte rápido y privado. Durante las décadas del treinta y del cuarenta, los miembros de la comunidad artística colombiana interpretaron y alimentaron el espíritu iconoclasta de su época. En el campo de la pintura, apareció un grupo de jóvenes que se llamaban a sí mismos Los Bachués, dedicados a la exploración de temas colombianos." Liderados por el pintor antioqueño Pedro Nel Gómez, crearon murales, esculturas y telas cuyos motivos eran el pasado indígena y las luchas campesinas. En este

sentido, emulaban la obra de sus contemporáneos mexicanos, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. m Las artes plásticas colombianas recibieron un enorme impulso en la década del cuarenta, gracias a la iniciativa del entonces ministro de educación, Jorge Eliécer Gaitán, quien organizó el Primer Salón de Artistas. Gracias a estos Salones, realizados anualmente desde entonces, artistas más jóvenes como Enrique Grau, Alejandro Obregón y Fernando Botero pudieron obtener reconocimiento público. La controversia ensombreció el Segundo Salón cuando los jurados rechazaron la pintura de Carlos Correa, La Anunciación, que mostraba ala Virgen en un voluptuoso desnudo reclinado, por considerarla poco apropiada para la exposición. Esto llevó a muchos de los más conocidos artistas colombianos a retirar sus obras del concurso.° El artista la presentó de nuevo al Tercer Salón, con el título Desnudo, donde fue aceptada y declarada como la mejor de la exposición. No obstante, el premio, así como la obra misma, suscitaron gran controversia. Los miembros de la Iglesia la juzgaron de una "irreverencia precoz", y como una obra de "intensa perversidad blasfema". Emilia Pardo

95 Su nombre provenía de la escultura realizada en 1929 de la diosa indígena Bachué, del escultor Rómulo Rozo, para la Exposición Iberoamericana de Sevilla. 96 Los Bachués incluían a Luis Alberto Acuña, Ignacio Gómez Jaramillo, Carlos Correa y José Domingo Rodríguez. Para más información sobre este movimiento, véase Salvat, Historia del arte colombiano, Bogotá, Salvat, 1975; Germán Rubiano, "Las artes plásticas en el siglo xx", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 417-422. 97 La pintura de Correa aparece en Camilo Calderón Schrader, ed., Cincuenta años. Salón Nacional de Artistas, Bogotá, Colcultura, 1990, p. x.

380 / La modernización en Colombia Umaña, en El Espectador del 14 de octubre de 1942, observó: Este cuadro no se debió exhibir [...] Conviene no olvidar tan fácilmente que Colombia es un país católico [...] El hecho de cambiarle el título no cambia en nada la mezcla venenosa y maligna de un vitral sagrado y un desnudo más que desagradable' Ningún grupo fue más vehemente en su crítica de las antiguas costumbres que el de los poetas colombianos. Los integrantes de la generación Los Nuevos celebraban la nueva libertad, diversidad y eclecticismo que percibían en la sociedad contemporánea. Su reacción contra sus mayores iba desde la moderada crítica de Rafael Maya a los modernistas como Guillermo Valencia por su aceptación acrílica de teorías y doctrinas "que pugnaban con los sentimientos personales", hasta la condena de León de Greiff, quien los calificaba de "arlequinescos figurines prodigiosos de vaciedad, eslavos de un molde preciso"." Otros, como Luis Vidales y Porfirio Barba Jacob, dirigieron su iconodasia a la so-

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ciedad en general. El primero trabajó a menudo una modalidad anticlerical, proclamando que su objetivo era "la negación de lo'consagrado", mientras que el segundo, un bohemio que pasó la mayor parte de su vida fuera de Colombia, describió sus poemas como obras "diabólicas", que "desafiaban la moral tradicional".m La reacción ante este distanciamiento de las convenciones poéticas y sociales fue, como era de esperarse, muy fuerte entre las personas de mentalidad tradicionalista. El conservador Laureano Gómez, bajo el seudónimo deJacinto Ventura, respondió a los versos libres y terrenales de León de Greiff con una serie de artículos humorísticos en los que parodiaba su poesía, y donde sugería que cualquiera podría aprender a imitarla mediante cursos por correspondencia.m Gómez fue menos amable con el poeta Darío Samper, a quien consideraba un seguidor de De Greiff. Después de examinar el Cuaderno del trópico de Samper, Gómez concluyó que era "un folleto detestable, maloliente, asqueroso",

98 'bid., pp. 25, 27. El clamor ocasionado hizo que se restableciera la censura al año siguiente, lo cual dio lugar a otro saboteo por parte de reconocidos artistas. Sin embargo, los quince cuadros presentados fueron lo suficientemente ava7a garde como para que el periodista conservador Belisario Betancur observara que la exhibición acompañante de arte infantil era más valiosa que las principales obras expuestas. Es posible que Betancur, un admirador de Laureano Gómez, fuera influenciado por el ensayo de Gómez de 1937 titulado "El expresionismo como síntoma de pereza e inhabilidad en el arte", Obras completas, vol. I, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984, pp.162-173. 99 Cristina Maya, ed., Rafael Maya, obra crítica, vol. 2, Bogotá, Banco de la República, 1982, p. 120; Rafael Gutiérrez Girardot, "La literatura colombiana en el siglo xx", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, p. 491. 100 R. Gutiérrez Girardot, Op. cit., pp. 494, 499. Véase también C. Uribe Celia, Op. cit., p. 46, sobre el lugar de Barba Jacob en la literatura colombiana. 101 L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 1, pp. 16-20, 36-44, 52-61.

algo "que no tiene cabida en ninguna biblioteca y que las personas cultas se apresuran a arrojar a la basura". 102 Gómez descartó la poesía de Barba Jacob como "desprovista de valor". Cuando llegó la noticia de la muerte del poeta en México, Gómez condenó la obra de Barba Jacob como "el grito de un criminal o de un loco; el sitio adecuado de quien lo profirió es el manicomio o la cárcel". La totalidad de su producción poética, escribió Gómez, "debe ser arrojada a las gemonias".'" Durante las décadas del treinta y del cuarenta, la sociedad y la cultura colombianas titubeaban entre dos mundos, el de la tradición y el del cambio. Mientras que los individuos comprometidos con las antiguas costumbres tomaron la iniciativa, muchos otros se aferraron a actitudes y prejuicios arraigados. Entre las ideas a las que se aferraron había una serie de estereotipos raciales y sexuales, entre ellos las ideas relativas a las mujeres. Los problemas de las mujeres recibieron una atención sin preceden-

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tes cuando subió el gobierno liberal en 1930. Durante el régimen de Olaya Herrera, a las mujeres se les concedió el derecho de heredar propiedades y firmar contratos. Así, se abolió el concepto tradicional de las mujeres como personas bajo la custodia de su padre, su marido o su pariente masculino más próximo. Bajo la administración de Alfonso López Pumarejo, se dedaró ilegal la discriminación con base en el sexo, y se aprobaron leyes que concedían a las mujeres igual acceso a los programas profesionales. La Universidad Nacional recibió su primera estudiante en 1936, y la Escuela Nacional de Minas la suya cinco años después. Siguiendo la creencia de Alfonso López de que la democratización de la educación llevaría al despertar "del espíritu de casta" en Colombia, se adoptaron una serie de medidas para ampliar los currículos y para integrar a las mujeres a los programa educativos apoyados por el gobierno.'" Los programas de bachillerato fueron ampliados para permitir la especialización en las ciencias

102 lbíd., p. 67. 103 »íd., p. 106. 104 Alfonso López y sus seguidores demostraron su compromiso filosófico con la democracia y la apertura social a través de la arquitectura y diseño del nuevo campus de la Universidad Nacional de Colombia, cuya construcción fue autorizada por el Congreso en 1935, y terminada en 1944. El pedagogo alemán Fritz Karsen fue encargado del diseño general del campus universitario. Karsen aprovechó esta oportunidad única de crear una universidad cuyo diseño se haría "en forma absolutamente libre y abierta a todas las nuevas ideas de organización" (C. Niño Murcia, Op. cii., p. 169). Los principales edificios de la universidad fueron ubicados arbitrariamente de acuerdo con el principio de la "asimetría académica". Sin adornos, de lineamientos sencillos, pintados de blanco brillante, los edificios de la Universidad Nacional se erigieron como monumentos a la fe racionalista y secular de sus creadores. Carlos Niño, "La ciudad universitaria de Bogotá", en: Op. pp. 167-188, es un recuento profusamente ilustrado, de la construcción de la nueva Universidad Nacional de Colombia.

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382 / La modernización en Colombia sociales, y el Instituto Pedagógico Femenino entró a hacer parte de la nueva Escuela Normal Superior Nacional mixta.'" Los esfuerzos privados dirigidos a elevar el nivel de las mujeres se habían iniciado hacía largo tiempo. El Gimnasio Femenino, fundado por el educador Agustín Nieto Caballero, graduó su primera promoción en 1932. 106 A pesar de estos tempranos esfuerzos por mejorar la posición de la mujer en la sociedad colombiana, el progreso hacia esta meta fue dolorosamente lento. Pocas mujeres aprovecharon las ventajas que ofrecían estas nuevas oportunidades. Al final del gobierno de López Purnarejo, sólo catorce de los ciento veintisiete estudiantes de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional eran mujeres. Y para 1954, trece años después de aprobada la admisión de mujeres a la Escuela de Minas de Medellín, sólo cuatro se habían graduado."" La vacilación de las mujeres para ingresar a las profesiones obedeció en gran parte al prejuicio masculino genera-

lizado según el cual los hombres se oponían a que las mujeres entraran a la fuerza de trabajo. Incluso una figura pública de mentalidad tan liberal en otros aspectos como Germán Arciniegas, intentó bloquear la admisión de las mujeres a la Universidad Nacional, argumentando que "la mujer no es sujeto competente para ciertos menesteres y profesiones que pertenecen y corresponden a los hombres". 11 Después de 1936, con la pausa en la reforma, el progreso hacia la igualdad de la mujer en la educación secundaria se hizo más lento y, en algunos casos, retrocedió. El ministro de educación de Eduardo Santos, Guillermo Nanneti, implementó un programa especial de bachillerato para mujeres, que incluía costura, economía doméstica, diseño de interiores y formación moral. Durante el primer año de la presidencia de Santos, el colegio público de Tunja dejó de admitir mujeres, "porque las mujeres daban, mejor rendimiento que los varones, y esto causa problemas". Seis años más tarde, en 1944, el ministro

105 Dos estudios sobre la Escuela Normal Superior Nacional son los de Martha Herrera y Carlos Low, "La Escuela Normal Superior y la enseñanza de las ciencias sociales en Bogotá, Instituto Pedagógico Nacional, abr., 1987, pp. Colombia", Educación y cultura, (11), 61-65; Martha Herrera, Carlos Low y Hernán Suárez, "Formar docentes con buen critey Cultura, (2), Bogotá, Instituto Pedagógico Nacional, abr., 1986, pp. 20-26. rio", Educación 106 En aquel tiempo, quien tuviera un título de bachillerato estaba calificado para trabajar en todas las profesiones, con excepción de aquellas más especializadas. Para una excelente discusión sobre la educación en Colombia durante la República Liberal, véase J. Jaramillo Uribe, "El proceso de la educación del virreinato a la época contemporánea",

op_ cit., pp. 87-100. 107 Pamela Murry, "Feminizing the Fraternity: Colombia's First Women Engineers, 1941-1979", manuscrito inédito: ponencia presentada en la reunión anual de South Eastern Council and Latin American Studies, Charleston, Statistics Canada, 1992, pp. 4-5. 108 Magdalena Velásquez Toro, "Condición jurídica y social de la mujer", en: Alvaro Tirado vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 28. Mejía, ed., Nueva historia de Colombia,

de educación, Antonio Rocha, afirmó: "de no hacer regresar al campesino a su parcela y a la mujer al hogar, la integridad de la nación está en peligro" .I°9 Aún más desalentadores fueron los esfuerzos por extender los derechos de las mujeres a ámbitos diferentes del de la educación. Cuando en 1935, Jorge Eliécer Gaitán solicitó una legislación que concediera a las mujeres el derecho al voto, su colega Armando Solano respondió en un artículo afirmando que "los intereses de la democracia se verían gravemente amenazados si se concediera a las mujeres el derecho al sufragio", porque en Colombia "la influencia religiosa pesa demasiado sobre la conducta privada y pública de la mujer". 110 Germán Arciniegas, Armando So lano, Antonio Rocha y Guillermo Nanneti eran todos liberales cuyo pensamiento social reflejaba el de los hombres más progresistas de Colombia. Otros adoptaron posiciones tan extremas como la de monseñor Builes, en Antioquia, para quien el hecho de que las mujeres cabalgaran a horcajadas constituía un pecado mortal, y consideraba que la costumbre de que las mujeres usaran pantalones era evidencia de una conspiración masónica

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para "arrancarles el pudor a las mujeres"." Algunas actitudes relativas al sexo y a las preferencias sexuales permanecieron inmodificadas durante las décadas del treinta y del cuarenta. La prostitución floreció a la par con la prosperidad económica en la década del treinta y en los años siguientes. Las mujeres antioqueñas que asistían al Tercer Congreso de Mejoras Públicas, realizado en Medellín en 1935, se escandalizaron tanto por este comercio que cabildearon para obtener una estricta reglamentación de la zona de tolerancia de la dudad." 2 La homosexualidad continuó siendo un tabú social que no se mencionaba en público. Cuando en el año nuevo de 1938 el cuñado de José Camacho Carreño, Rafael Vásquez, llamó a Camacho Carreño "homosexual" y lo golpeó en público, el político conservador se armó, se dirigió a la casa de Vásquez y lo mató. Camacho luego redactó una elocuente defensa de su acción, donde hacía énfasis en el impropio y repetido uso público que hacía Vásquez de frases como "es un marica, un cabrón", "este hijo de puta marica" y "este desgraciado degenerado"."" En su declaración, Camacho nunca negó la acusación de homosexualidad

109 J. Jaramillo Uribe, "El proceso de la educación del virreinato a la época contemporánea", Op. cit., pp. 105-106. pp. 415-416. 110 C. Ueras Restrepo, Borradores para una historia de la República Liberal, Op. cit., 111 Patricia Londoíio, "La vida diaria: usos y costumbres", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, pp. 338-339. 112 /bid., 334. 113 José Camacho Carreño, El leopardo mártir. Memoria de una tragedia nacional inconmensurable, Bogotá, Romero, s.f., pp. 52, 61, 74.

384 / la modernización en Colombia de Vásquez. Un juez comprensivo absolvió a Camacho de asesinato y lo puso en libertad, basado en que su cuñado lo había amenazado con lesiones físicas. Menos de un año después de su absolución, Camacho Carreño se ahogó cuando nadaba en el mar, cerca de Barranquilla. 14 Los prejuicios raciales, y la creencia implícita en ellos de que la mezcla racial generaba inferioridad fue otra de las cargas que el acelerado cambio social no les quitó a los colombianos. Quince años y más después de que las teorías racistas europeas fueran debatidas por primera vez en el país, el columnista de El Tiempo, Alfonso del Corral, se inquietaba porque "los cruces con las razas europeas que han llegado a este continente no han dado a nuestro pueblo un valor psíquico propio y definido". Del Corral se mostró especialmente duro con la población no mestiza de su país: Indudablemente, nuestra herencia antropológica y étnica deja mucho que desear, pero no por eso debemos dejar de luchar contra estos elementos raciales [...] Si observamos el conglomerado indígena, vemos que en ellos se desarrolla una vida casi exdusivamente vegetativa, de actividades psíquicas inferiores. Ellas son completamente instintivas, rutinarias, con escasa tendencia a reacciones evolutivas."5

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La persistencia de este tipo de pensamiento propició la creación, en 1942, del Instituto Indigenista, cuyo principal objetivo éra combatir la teoría de la decadencia racial. "s La Colombia oficial reflejó el prejuicio de la sociedad respecto a los indígenas cuando renovó el ataque contra las tierras de los resguardos comunales indígenas durante el gobierno de Santos. Durante todo el siglo xix, había sido un artículo de fe para los liberales que hacer de los resguardos tierras de propiedad privada convertiría a los indígenas en agricultores productivos. En julio de 1940, el Congreso firmó el Acuerdo 1421, destinado a acelerar la división de los resguardos que quedaban en Colombia. Mientras que el ministro de agricultura, Miguel López Pumarejo, aseguró a sus colegas que el Acuerdo estaba diseñado para "despertar un mayor interés en el trabajador indígena", su verdadero efecto era transferir las tierras de los resguardos a manos de personas que no pertenecían a estas comunidades. Para comienzos de 1943, el intrépido líder indígena Manuel Quintín Lame se quejó de que él y su pueblo [...] estamos quedando anninados sin nuestras tierras [...] porque se nos están rematando las propiedades [los

114 Muchos creen que la muerte de Camacho fue un suicidio. Una fuente confidencial le dijo a este autor que una muerte accidental era poco probable en el lugar en el que nadaba Camacho. En la opinión del entrevistado, Camacho era bisexual. Para más información sobre Camacho, véase José Camacho Carreño, El último leopardo, Bogotá, Mundo al Día, 1935. 115 El Tiempo, 27 de junio de 1935. 116 M. Herrera y C. Low, Op. cit., p. 66.

resguardos] en nombre del fisco municipal de Ortega [Tolima]."7

Otro prejuicio que se resistía obstinadamente era el antisemitismo. Cuando las persecuciones de Hitler hicieron que los judíos huyeran de Alemania, Colombia se mostró reticente a aceptarlos. Esto se debió en parte al ministro de relaciones exteriores, Luis López de Mesa quien, cuando los funcionarios del Consulado le enviaron un cable de Berlín pidiendo que Colombia aceptara un número mayor de refugiados, respondió que "la cifra de cinco mil judíos actualmente establecidos en Colombia constituye ya un porcentaje imposible de superar"." 8 En aquel momento, la población judía en Colombia era cinco centésimas del 1%. En los despachos oficiales, López de Mesa se refirió a quienes buscaban asilo como "elementos judíos", la mayoría de los cuales eran "presuntos comerciantes de dudosa moralidad", que tenían "una concepción parasitaria de la vida". En 1941, cuando un industrial norteamericano judío se ofreció a construir una fábrica de papel de alu-

minio en Colombia, López de Mesa respondió: "Colombia estaría encantada de contar con la inversión, pero no con la presencia del industrial judío". "9 El cambio social en Colombia se desarrolló en el trasfondo de la Segunda Guerra Mundial, la cual contribuyó también a moldear esta nación entre 1939 y 1945. Colombia se unió a los Aliados, rompiendo relaciones diplomáticas con el Japón luego de que este país atacara a Estados Unidos a fines de 1941, y luego con Alemania, después del hundimiento de una goleta colombiana en junio de 1942. 1" La mayoría de los colombianos suscribieron el apoyo de su país a Estados Unidos y a sus aliados europeos. Una tradición republicana común y el compartido desagrado y temor de la dictadura alemana, dio a Colombia y a Estados Unidos amplias bases para la cooperación y colaboración. Los vínculos comerciales con Francia, Bélgica, Gran Bretaña y los otros países que sufrían la agresión de los nazis fortalecieron aún más el compromiso de

117 El Tiempo, 18 de enero de 1943. Quintín Lame había estado luchando por proteger los derechos de los indígenas en el sur de Tolima desde la década del veinte. Abogado autodidacta, 'inició innumerables pleitos judiciales dirigidos a proteger los resguardos de las incursiones de los terratenientes que no pertenecían a las comunidades indígenas. Fomentó también la acción directa, usualmente bajo la forma de invasiones de tierra, que invariablemente daban como resultado su arresto. Según sus propias cuentas, Quintín Lame fue arrestado ciento ocho veces sólo en Tolima. Véase Manuel Quintín Lame, Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle de la "civilización", Bogotá, Publicaciones de la Rosca, 1973 y Diego Castrillón, El indio Quintín Lame, Bogotá, Tercer Mundo, 1973. 118 Silvia Galvis y Alberto Donadlo, Colombia nazi, 1939-1945. Espionaje alemán, la cacería del FBI, Santos, López y los pactos secretos, Bogotá, Planeta, 1986, pp. 239-240. 119 lbíd., p. 249. 120 En »íd., se ofrecen detalles sobre este incidente.

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Colombia con la causa de los Aliados. Si bien es cierto que Colombia no hubiera podido hacer nada distinto, dado el peso preponderante de Estados Unidos en los asuntos hemisféricos, es cierto también que las solas consideraciones económicas le hubieran exigido adoptar una posición a favor de los Aliados. Los mercados del Eje se cerraron para Colombia después de 1939. Estados Unidos no sólo estaba deseoso de adquirir prácticamente todas las materias primas que Colombia produjera, yen condiciones de hacerlo, sino que estaba dispuesto también a suministrar la ayuda económica y técnica que se necesitaba con urgencia. Había, finalmente, una afinidad fundamental entre Colombia y las democracias capitalistas que luchaban contra Alemania y sus aliados. Cuando comenzó la guerra, Colombia, Estados Unidos y las naciones del Occidente de Europa se unieron tanto al nivel de sus propios intereses económicos como al de su fe compartida en el capitalismo liberal de libre mercado. Sólo las facciones conservadoras más extremistas lamentaron el apoyo de su país al esfuerzo bélico liderado por Estados Unidos.'" Estos induían al ala histórica tradicionalista del par-

tido, cuyo vocero principal era Laureano Gómez, y a unos pocos miembros de la facción Acción Nacional, aún más derechistas, asociados con Gilberto Alzate Avendaño. Es posible que su oposición no hubiera perturbado al gobierno liberal ni a sus aliados de guerra, a no ser porque el principal vocero de la posición antiamericana y de la neutralidad, Gómez, era el dirigente titular del partido al que pertenecían casi la mitad de los colombianos.'n Resulta también significativo que la oposición de Gómez fue más allá del antiamericanismo, para convertirse en una crítica de la civilización occidental en su totalidad. La pasión y habilidad con la que Gómez presentó su visión disidente del cambio social tuvo el doble efecto de inspirar a los conservadores y desconcertar a los liberales. Para comienzos de la década del cuarenta, cuando la división interna desgarraba al partido de gobierno, el mensaje de Gómez sobre la decadencia cultural universal, debida al pernicioso liberalismo, profundizó la desmoralización nacional. Los ataques de Gómez contra el liberalismo occidental estaban arraigados en la doctrina del conservatismo filosófico; derivaba su contenido

121 Los comunistas colombianos, que por lo general se oponían a los norteamericanos, apoyaron firmemente a los Aliados, especialmente después de que Hitler atacó a la Unión Soviética a mediados del cuarenta. 122 Si bien un gran número de conservadores moderados "nacionalistas", cuya fuerza tradicional residía en Antioquía, apoyaron con fuerza la posición del gobierno a favor de Estados Unidos, aceptaron también de mala gana que Gómez fuera el líder de su partido. Por consiguiente, no desafiaron abiertamente su antiamericanismo, pues el haberlo hecho los hubiera mostrado como traidores de la causa partidista.

intelectual específico de las encíclicas de Pío IX y de León XIII, y de la ideología que le habían inculcado los jesuitas en el Colegio de San Bartolomé. Sus primeras declaraciones públicas reflejaron un intento continuo de explicar los problemas nacionales y globales en términos de la subversión, inspirada por el liberalismo, de la sociedad ordenada y jerárquica descrita en la filosofla social de la Iglesia católica. La creencia de Gómez en el carácter benéfico de las normas sociales tradicionales se profundizó entre 1928 y 1932, cuando observó de primera mano la amenaza que presentaban las dictaduras fascista y comunista para una Europa fatalmente debilitada por dos siglos de errores liberales. Poco después de su regreso de Europa, Gómez redactó una serie de mensajes doctrinales, en los cuales explicaba el substrato católico romano de las creencias conservadoras, y denunciaba con vehemencia las filosoflas rivales fascista y comunista.'" En 1938, comenzó a desarrollar lo que no era el conservatismo colombiano en una serie de discursos, donde el tema general era la forma como la sociedad moderna envenenaba el espíritu humano. Anticipó así por un año la encíclica de Pío XII, Sumtni Ponttficatus, en la cual el pontífice se quejó del "va-

do espiritual" de la época y lamentó que "la negación y rechazo de una norma universal de la moralidad humana" por parte de la sociedad hubiera llevado a la humanidad al borde de un abismo aterrador.'" La crítica al liberalismo desarrollada por Gómez entre 1938 y 1942 comenzó con la recusación del racionalismo de la Ilustración que había minado la creencia del hombre occidental en la ley divina. Esto había generado una confusión en los principios morales que había hecho posible la Revolución francesa y sus excesos, una "pesadilla para la humanidad", con la cual se perseguía en el fondo, con diabóli-

ca persistencia, socavar las bases católicas y espiritualistas de la humanidad, encaminándola hacia el ateísmo jacobino, el culto de la diosa razón.'"

El moderno liberalismo era, en opinión de Gómez, el hijo bastardo del anticlericalismo revolucionario francés, y el liberal un relativista cuando no un declarado escéptico, así como un inveterado perseguidor de la Iglesia. Como la ley y la justicia tenían su expresión fundamental en la ley divina, el anticlericalismo de los liberales hacía de ellos enemigos de la civilización, en síntesis, bárbaros.'"

123 Véase capítulo 7, supra. 124 Ann Fremantle, use Papal Encydicals in their Historical Context, Nueva York, G. P. Putnam's Sons, 1956, pp. 263-264, 269. 125 Laurean Gómez, "la opresión del mundo moderno", en: Obras selectas, vol. 2; Bogotá, Imprenta Nacional, p. 808, discurso pronunciado el 24 de noviembre de 1938; El Siglo, 10 de mayo de 1953. 126 Gómez utilizó con frecuencia el término "barbarie" al referirse al antidericalismo liberal. En un artículo publicado en La Unidad del 21 de septiembre de 1910, cuando sólo

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Dado que Laureano Gómez percibía a los filósofos liberales como relativistas desprovistos de juicio sensato, creía que eran utilizados por personas que deseaban perjudicar a la nación. Para 1938, había llegado a ver que el secularismo, que avanzaba a grandes pasos en Colombia. obedecía a un plan maestro de los subversivos, ansiosos por desorientar a los católicos y alejarlos de sus tradiciones

rían convirtiéndose en "el hombre que alza el puño cerrado, el incendiario, cruel y frío, el homicida sin sentimientos, la máquina de destruir y de matar". Atribuyó en parte estos cambios a la influencia de los refugiados judíos recientemente contratados por el Ministerio de Educación, "hecho monstruoso, la mayor traición al espíritu nacional", por la cual el

cristianas. En los escritos de El Siglo,

nombre de Alfonso López Pumarejo sería execrado por siempre.

del 10 de enero de 1938, identificó a los judíos, masones y comunistas como los tres grupos principales dedicados a destruir a Colombia. Al referirse a ellos indistintamente como "la trinidad fatal" y el "trípode aciago", informó a sus lectores que estos tres grupos estaban "sustentando la actividad revolucionaria destinada a tender sobre los valles y collados de la patria un lúgubre manto de desolación y muerte". Hizo referencia específicamente a la modernización del currículo, adelantada por el gobierno en la escuela pública de Tunja, según la cual se quitaba el énfasis a la instrucción religiosa y se exigía que la escuela aceptara estudiantes mujeres. Veía estos cambios como un "crimen contra la religión", dirigido a despojar a los niños de su religión desde una tierna edad, amargando así sus espíritus. Inevitablemente madura-

Para 1942, Laureano Gómez había desarrollado una jerarquía de las tres fuerzas del mal que alejaban a los pueblos occidentales de sus creencias cristianas. En un discurso pronunciado en el Senado aquel año, señaló que del "fenómeno universal" del judaísmo había salido la filosofía comunista, mediante la cual se proponía avanzar en su programa de conquista, con la ayuda del "sombrío fenómeno social" conocido como masonería. Los judíos, dijo, eran los enemigos del cristianismo y, por tanto, gente peligrosa e indeseable que no cesaba de conspirar contra los pueblos entre quienes vivían. Es por ello que las naciones con población judía enfrentaron dos lúgubres opciones: "o la entrega de la nación a los judíos o la expulsión de los judíos".'" Gómez no utilizó la teoría de la conspiración para explicar cómo se

contaba con veintiún años, habló de "la barbarie que amenaza a la República en forma de la persecución religiosa y de la subversión del orden social". Veintidós años más tarde, calificó a los reformadores de la República Liberal de "bárbaros decididos a destruir la civilización". El Siglo, 14 de marzo de 1936. 127 Gómez hizo estas observaciones en un discurso pronunciado en el Senado el 11 de agosto de 1942, contenido en "La masonería y su historia", en: Obras selectas, Op. cit., vol. 1, pp. 677-694.

había deslizado Europa hacia la guerra. Más bien atribuyó esta debade al abandono, por parte del hombre moderno, de la ley moral en favor del "derecho positivo", basado en el racionalismo kantiano y en el relativismo moral. Ya desde 1934, en su mordaz denuncia de las tácticas políticas de Adolfo Hitler, Gómez argumentó que estos excesos se explicaban por el hecho de que los alemanes del siglo xix habían adoptado el

"cientificismo" kantiano, que constituía la base del derecho empírico positivo. Se apartaron así de las tradiciones del Derecho Romano, común a las naciones latinas y católicas. Fue entonces el derecho positivo liberal, relativista, el que hizo jurídicamente posibles los excesos de Hitler. Ocho años más tarde continuaba sosteniendo esta tesis. En una publicación de El Siglo, del 21 dejimio de 1942, Gómez sostuvo que la guerra no era más que una consecuencia "del conflicto fundamental entre la concepción católica de la moral y de la sociedad, y la concepción positivista". La guerra, para él, era sencillamente la culminación de un largo proceso iniciado en el siglo xvii, cuando el racionalismo cartesiano había animado al hombre a negar el derecho natural. Esto, a su vez, desencadenó "un salvaje naturalismo" sobre la tierra, entre cuyas consecuencias estuvo la Revolución francesa y las posteriores guerras europeas. Cuando Francia cayó ante el ejército de Hitler, a mediados de 1940, Gómez sostuvo que este acontecimiento era la prueba de que la Tercera Re-

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pública Liberal, invadida por la influencia y la corrupción de los masones, que habían perseguido a la Iglesia católica durante más de cincuenta años —"un régimen de sangre y pus"— había sido fatalmente debilitada por la subversión anticristiana. Señaló este hecho en tres editoriales, casi eufóricos, de El Siglo, aparecidos el 11, el 14 y el 18 de junio de 1940, el último de los cuales se titulaba "¡La Troisiéme ha muerto!". La España de Franco constituía

para Gómez el mayor éxito de la época de la guerra europea. España era la única nación de ese continente cuyo pueblo había sido capaz de detener el proceso de decadencia que avanzaba bajo los republicanos y, mediante una terrible guerra civil, había preservado sus bases católicas romanas. El general Francisco Franco, líder de los nacionalistas españoles, era para Gómez, "el paladín solitario de la batalla por la cultura cristiana", un hombre que había luchado y derrotado el régimen del Frente Nacional que antes había "ensangrentado y deshonrado a España". Bajo el régimen liberal que había derrocado en 1933 a la monarquía española, el país se había convertido en un "lugar espiritualmente árido", donde la voluntad de la gente había sido "doblegada por el yugo de la barbarie". El país fue "dominado por la revolución comunista, más completamente que por los moros". Gómez hizo estas observaciones en un discurso que concluía de la manera siguiente: ¡Bendecimos a Dios porque nos permitió presenciar esta época de

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390 / lit modernización en Colombia transformación imprevista! Benditos sean los acontecimientos que cada día nos embargan en lo más profundo de nosotros y nos hacen exclamar el ferviente saludo: "Arriba España, católica e imperial!'"

La visión cultural que presentó Laureano Gómez a sus seguidores fue altamente ideológica, dirigida a convencerlos de que había un tipo de sociedad apropiada para Colombia, la sociedad armónica descrita en la filosofla social del catolicismo romano. En una sociedad semejante, el buen ciudadano siempre antepone las preocupaciones espirituales a las fisicas, encaminando sus acciones de tal manera que el bien común tenga prioridad sobre las consideraciones personales. No debe sorprenden entonces, que Laureano Gómez estuviera perturbado por el cambio social que sobrevino en Colombia a fines de la década del treinta y a comienzos de la siguiente. No podía dejar de pensar que tal proceso había sido orquestado por los no católicos, por culturas enemigas que deseaban el mal para su patria.

La creencia de Gómez de que el materialismo y el espiritualismo estaban engarzados en un combate a muerte en todo el mundo, lo condujo ineludiblemente a oponerse al creciente contacto económico y diplomático de Colombia con Estados Unidos. Durante años se había mostrado más vehemente que los miembros de la izquierda política de su país en denunciar el imperialismo territorial, comercial y cultural norteamericano, que permitía a los capitalistas estadounidenses enriquecerse a expensas de América Latina. Cuando, a mediados de 1940, el ministro de relaciones exteriores, López de Mesa, le pidió al Senado que aprobara una declaración de solidaridad hemisférica, Gómez se opuso a ella, argumentando que la América anglosajona y la latina eran regiones culturalmente diferentes, que no tenían en común nada distinto de su proximidad geográfica. Argumentó asimismo que, lejos de ser "repúblicas hermanas" y "buenos vecinos", la relación entre los dos países era de depredación, en la cual Estados Unidos, como Moloch,

128 En este discurso, pronunciado con ocasión de la inauguración del Centro Cultural Español en Bogotá, el 29 de enero de 1938, Gómez insinuaba que Colombia, bajo la dirección de Alfonso López, se movía en la misma dirección que España bajo los republicanos. El Revista colombiadiscurso, titulado "Decadencia y grandeza de España", fue publicado en 10(105), 1 de feb., 1938, pp. 160-162. na, Estas y otras declaraciones han llevado a algunos historiadores a conduir erróneamente que Gómez era un fascista, aunque para 1938 el dirigente conservador se había manifestado abundantemente contra el fascismo. Si bien colaboró en la inauguración del centro cultural, por ejemplo, Gómez se rehusó a hacer el saludo fascista, aunque 30 de enero de 1938). todos los presentes lo hicieron (cf Fotografía del evento en El Siglo, Tampoco aprobaba Gómez el falangismo. Poco después de que Franco impusiera este sistema autoritario en España, Gómez se refirió a él como "un accidente histórico". El Siglo, 1 de julio de 1943.

había revelado históricamente un insaciable apetito por las tierras latinoamericanas, incluyendo a México, Panamá y a las que se extendían más allá de ellas. Pidió a sus colegas que se negaran "a ser influidos por la mala fe, por la propaganda tendenciosa de las culturas enemigas que nos viven sembrando conceptos delicuescentes"." 9 Como era típico en él, Gómez convirtió su defensa de Colombia en un ataque a los depredadores norteamericanos, ampliando simultáneamente el argumento para abarcar a todo el mundo occidental. Estados Unidos, afirmó, era una "civilización mecánica" típica, obligada a colonizar pueblos más débiles para que sus propios hijos vivieran de la manera "supercivilizada" permitida por la ciencia moderna. Pero como tal estilo de vida era costoso, era necesario que "una gran porción de la humanidad que no lo consigue, que vive en condiciones inferiores, le ayude a pagar el costo de los que sí lo poseen".'" Esta era la razón por la cual una minoría de los pueblos del mundo, entre ellos Colombia, había sido reducida a la

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condición de sirvientes por parte de las egoístas potencias imperialistas. Con base en este argumento, Gómez llegó a conduir que [...] la civilización mecánica ha fraca-

sado: ha descubierto y puesto en conocimiento de los hombres un modo de vida superior a aquel que la madre tierra es capaz de suministrar.'"

En última instancia, el argumento elaborado por Laureano Gómez era antimaterialista y metafísico. Dirigiéndose a los seguidores de su partido, en 1938, dijo que el drama materialista estaba llegando a su fatal desenlace, al haber producido "un hombre incompleto, mutilado [...] que no tiene razones para oponer a las propuestas del demonio". Confrontados por el dilema de tener que ganar su libertad mediante el sufrimiento o conseguir el placer a expensas de la libertad, los seres humanos modernos inevitablemente elegirían la segunda opción. Entregaban así a Satanás el patrimonio recibido de Cristo. Esta, concluía Gómez, "es la tragedia del hombre moderno".'"

129 L Gómez,Obras sekctas, Op. cit., p. 547. 130 Ibid., p. 535. 131 Ibid. La idea relacionada de la decadencia de la civilización occidental, de su "fracaso" y de la superioridad de las culturas latinas "espirituales" por sobre las culturas sajonas materialistas fue común entre los conservadores y otros grupos en el siglo xx. Laureano Gómez estaba familiarizado con estas teorías y le agradaba citarlas. Su concepto del fracaso de la moderna "civilización mecánica", por ejemplo, recuerda la tesis de Guglielmo Ferrero, según la cual, "la moderna civilización está quebrada", contenida en su libro El genio latino y el mundo moderno, Santiago, Mundo Nuevo, 1937, p. 128. El libro de Ferrero, que contiene artículos aparecidos originalmente en 1912 en Hearst 's Magazine, en Estados Unidos, circuló en Colombia por la época en que Gómez promulgaba su crítica del mundo moderno. 132 Tomado del discurso "Oración por la Libertad", pronunciado en la convención conservadora realizada en Cúatta, el 12 de octubre de 1938. L Gómez, Obras selectas, Op. cit., vol. 1, p. 807.

392 / La modernización en Colombia Para comienzos de la década del cuarenta, Laureano Gómez había conseguido pintar una imagen aterradora de un país cuyos fundamentoS espirituales habían sido carcomidos por las fuerzas disociadoras de la vida moderna. Si bien es posible que su análisis específico de los males de Colombia sólo convenciera a los conservadores doctrinarios como él mismo, no hizo nada para disminuir el creciente malestar que aquejaba al mundo público colombiano a medida que transcurría la década del cuarenta.

Hacer invivible la república Poco después de que el Directorio Conservador proclamara su abstención de la política electoral, a fines de 1933, Laureano Gómez propuso el principio de Gandhi de la resistencia civil al poder del Estado, que en lo sucesivo debía orientar sus acciones y las de sus seguidores: "Nuestro deber es hacer prácticamente invivible el ambiente de la república", escribió en un artículo publicado en El País a comienzos de 1934. 133 Gómez se mantuvo fiel a su palabra. Durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, el líder del Partido Conservador cada vez se mostró más estridente en sus ataques con-

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tra el régimen de López y contra todo lo que fuese liberal, hasta que resultó evidente que utilizaría cualquier táctica, con excepción de la violencia directa, para obstaculizar la Revolución en Marcha de López y para promover el regreso al poder de su propio partido. "Nací para tirar piedras", dijo Gómez y, en efecto, tiró piedras verbales y escritas, apedreando inmisericordemente a Alfonso López y a su sucesor, Eduardo Santos, entre 1935 y 1942. Cuando López fue reelegido en 1942, Gómez redobló sus ataques, haciendo verdaderamente invivible la nación política para López y para muchos otros colombianos. Finalmente, la implacable campaña obstruccionista de Gómez obtuvo resultados, llevando a López a renunciar a la presidencia en julio de 1945, un año antes de terminar su período. "No creo que tuviera energía suficiente para ponerla [la nueva legislación] en vigor", dijo López un mes antes de su renuncia, agregando, "y si la tuviera me faltaría la voluntad de aplicarla".'" Alfonso López dejó tras de sí un partido dividido y desalentado. Laureano Gómez tuvo un brillante éxito en su campaña de oposición política, que se prolongó durante diez años, aunque él y Colombia pagaron un alto precio por este éxito. Gómez se ganó el odio de la mayoría de los

133 Carlos Lleras Restrepo, Borradores para una historia de la República Liberal, Op. cit., p. 339. Gómez había estudiado la campaña de Mahatma contra el colonialismo inglés y exhibía en un lugar prominente la estatua del líder hindú a la entrada de su estudio. El Tiempo, 23 de octubre de 1933, en un editorial titulado "El héroe sin oficio", se burló del llamado de Gómez a los conservadores para que pusieran en práctica la desobediencia civil. 134 Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, vol. 2, Bogotá, Retina, 1980, p. 632.

liberales. Más aún, les enseñó con su ejemplo que era relativamente fácil hacer "invivible" una sociedad civil compleja. Menos de un año después de la renuncia de López Pumarejo, los liberales habrían de poner en práctica las misma estrategias divisionistas que habían aprendido de Laureano Gómez. Cuando Eduardo Santos se posesionó, el 7 de agosto de 1938, los colombianos tuvieron buenas razones para pensar que se restablecería la normalidad política. El líder conservador, Gómez, quien desde hacía largo tiempo estaba sometido a la presión de los moderados de su partido para que abandonara la política abstencionista, fmalmente lo hizo. Eduardo Santos había asegurado en repetidas ocasiones que si los conservadores regresaban a la participación política activa, les extendería todas las garantías necesarias durante los meses anteriores a las elecciones para el Congreso, fijadas para marzo de 1939. Laureano Gómez puso fm entonces a la abstención poco después de la posesión de Santos. Al poco tiempo, cuando adelantaba una campaña en el nororiente colombiano, envió un telegrama al presidente en el que decía: "hemos gozado de todas las garantías prometidas por su ilustre gobierno cuando viajamos por los Santanderes". 135 Este clima de armonía, infortunadamente,

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no habría de durar. Ningún presidente colombiano fue capaz de controlar los excesos de sus copartidarios en toda la nación, como resultó evidente ocho semanas antes de las elecciones en el pueblo de Gachetá, Cundinamarca. El 8 de enero de 1939, los dirigentes conservadores realizaron allí una manifestación política, sin saber que los liberales locales habían conspirado con la policía municipal, liberal también, para disolver violentamente el evento. Cuando se inició la manifestación, militantes liberales comenzaron a acosar y a golpear a los conservadores que se encontraban entre la muchedumbre, todos los cuales habían sido previamente requisados y desarmados. Cuando las víctimas se defendieron, la policía disparó, matando nueve personas e hiriendo a muchas otras.'" La masacre de Gachetá generó una airada confrontación entre Eduardo Santos y Laureano Gómez, en la cual este último acusó al primero de traicionar su juramento de proteger a los conservadores. Santos manifestó su propia consternación frente al incidente, y prometió investigarlo y castigar a los responsables. Pero sus acciones dejaron a Gómez y a los principales dirigentes conservadores de Cundinamarca, varios de los cuales habían presenciado la matanza, decididos a vengarse del cobarde ataque. En la

135 Eduardo Santos, Obras selectas, 2 vols., Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 2, 156. Gómez envió este mensaje el 14 de octubre, y el presidente lo citó orgullosamente en su transmisión radial a la nación del 25 de octubre. 136 Tres de los heridos murieron posteriormente.

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394 / La modernización en Colombia convención de su partido realizada el 21 de enero de 1939, se comprometieron con una política de defensa propia armada, a la que Eduardo Santos no tardó en llamar "acción intrépida".'" Laureano Gómez suscribió con entusiasmo esta política, a la que denominó "el derecho de defensa de las colectividades". El carácter de la misma, y la ira que la había generado, pueden medirse por un editorial de El Siglo, firmado por Gómez y publicado el 14 de febrero de 1939. Aludiendo al principio legal de la defensa propia, postuló que las colectividades políticas tienen el mismo derecho a defenderse que los individuos. Se refirió a los partidos como "asociaciones trascendentales", por las cuales generaciones enteras de colombianos habían sacrificado gustosos su vida. Siendo esto así, los miembros del partido tenían el legítimo derecho a matar a quienes amenazaran a su partido, pues al hacerlo "defienden lo que se estima más que la vida". Gómez desarrolló luego una teoría del asesinato profiláctico que escandalizó a muchos colombianos. La experiencia muestra en cada región quienes son los criminales que preparan las matanzas de los copartidarios. Sobre esos criminales ha de

ejercerse el derecho de defensa con la anticipación debida para frustrar sus planes. Las personas que les suministraban las armas de fuego, prosiguió, "también pueden ser eliminadas, si no hay otro medio de impedir que continúen con su criminal maniobra". Laureano Gómez concluyó el editorial enunciando las orientaciones que debían seguir los conservadores antes de aplicar su solución definitiva al problema de la violencia liberal: Pero no pueden darse golpes preventivos contra.personasdelascuales no haya certidumbre de que personalmente están maquinando laviolencia. Para que sea, pues, lícita la defensa violenta de una colectividad, deben llenarse estas condiciones: 1) Que la autoridad pública no quiera o no pueda defenderla eficazmente; 2) Que haya probabilidad sólida de buen resultado [...] 3) Que puedan localizarse con certeza, a juicio de los directores de la colectividad, los individuos que maquinan la agresión, para que sobre ellos se ejerza la defensa.

Las implicaciones de la doctrina del "derecho de defensa de las colectividades" atemorizaron a los colombianos.'" Ciertamente, no fue bien recibida por otros dirigentes

137 Santos lo hizo en una transmisión radial del 23 de enero de 1939, el día en que terminó la convención. El discurso fue reproducido en su libro Las etapas de la vida colombiana. Discursas y mensajes, 1938-1942, 13 vols., Bogotá, Imprenta Nacional, 1946, pp. 13, 46-55. La expresión "acción intrépida" habría de ser usada profusamente por los liberales para describir las acciones de Gómez, después de que Santos la utilizara en su discurso. 138 También debieron haber hecho reflexionar a Gómez, pues nunca formuló de nuevo su tesis acerca de la justicia de los asesinatos preventivos de los enemigos políticos en los términos del editorial de 1939. Nos preguntamos, sin embargo, hasta qué punto su

conservadores, quienes se negaron a suscribir estas ideas cuando se reunieron para la convención nacional del partido a comienzos de febrero de 1939. Un bloque importante de ellos, dirigido por el antioqueño Pedro José Berrío y por el disidente Augusto Ramírez Moreno, quien se oponía a Gómez, abandonaron el salón como protesta. Laureano Gómez debió saber que no tenía la posibilidad de convencer a sus colegas de otros departamentos, con excepción de los de Cundinamarca, de que adoptaran la defensa propia violenta contra los liberales, pues abandonó el país para tomarse unas vacaciones en Panamá y Ecuador antes de que terminara la convención.'" La plataforma del partido que surgió de la convención reflejó también el rechazo a la posición extremista de Gómez. No mencionó la política adoptada por los conservadores cundinamarqueses, y se limitó a deplorar la violencia liberal que, si no terminaba, tendría "catastróficas consecuencias" para la paz y la prosperidad del país.'" Las elecciones del 19 de marzo de 1939 se realizaron en una atmósfera de tranquilidad; los liberales obtuvieron 77 puestos en la Cámara de Representantes, frente a 40 ganados por los conservadores, y 142 puestos en las Asambleas Departamentales, frente

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a 94 obtenidos por los conservadores. Muchos conservadores consideraron satisfactorios estos resultados, dado que no habían participado en ningún comicio nacional durante los últimos seis años. Era evidente que los liberales y conservadores moderados habían prevalecido por sobre sus copartidarios más militantes. Al menos esta fue la conclusión que extrajo Ramírez Moreno quien, aunque su lista disidente no ganó ninguno de los puestos para la Cámara ni para las Asambleas, escribió el 20 de marzo: "Gané, pues, el debate político, porque hice regresar el conservatismo a la convivencia".'" Otra de las implicaciones de los comicios del 19 de marzo fue que Laureano Gómez regresó al Senado. Los senadores seguían siendo elegidos por las Asambleas Departamentales, y la fuerte votación conservadora en las elecciones departamentales significó que estarían bien representados en la Cámara alta durante el resto del gobierno de Eduardo Santos. Los liberales no estaban menos divididos que los conservadores cuando Eduardo Santos asumió la presidencia en 1938. Santos había ingresado a la política durante el auge del movimiento Unión Republicana (19091914), procediendo a defender el bipartidismo republicano desde su periódico El Tiempo, al que convirtió

llamado fue respondido en la Violencia posterior, la cual, en gran parte, aplicó las medidas propuestas por Laureano Gómez después de la masacre de Gachetá. 139 El editorial de El Siglo del 14 de febrero apareció después de terminada la convención. 140 Partido Conservador Colombiano, Los programas del conservatismo, Bogotá, Directorio Nacional Conservador, 1967, p. 121. 141 Carlos Lleras, Crónica de mi propia vida, vol. 2, Bogotá, Stamato, 1983, p. 152.

396 / La modernización en Colombia en el diario más influyente del país. El viejo republicanismo de Santos se reafirmó cuando Olaya conformó su gobierno bipartidista de Concertación Nacional, y el periodista fue nombrado ministro de relaciones exteriores del nuevo presidente. Cuatro años más tarde, cuando Alfonso López Pumarejo lanzó su campaña presidencial prometiendo liderar un gobierno "revolucionario", Santos se encontró en la posición de ser, después de Olaya Hen-era, el principal contrapeso al liberalismo militante y reformista de López. Con la muerte de Olaya, acaecida en 1937, Eduardo Santos heredó la dirigencia de los liberales moderados. Esta lo llevó a la presidencia un ario después, con una plataforma dirigida a aplacar a los liberales de centro. Así, en 1938, el Partido Liberal estaba dividido entre los "santistas" moderados que se apoyaban en las clases comerciales del país, y los "lopistas", que representaban a los liberales de izquierda, así como a muchos miembros rasos del partido. Los lopistas evidenciaron su oposición a Santos y a sus políticas moderadas lanzando su propio periódico, El Liberal, el primer día del nuevo gobierno. Su director, Alberto Lleras Camargo, surgió pronto como el heredero de las banderas de López Pumarejo. Eduardo Santos demostró su voluntad de combatir a los lopistas al nombrar en su gobierno a varias per-

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sonas que se oponían a ellos, y que cubrían todo el espectro político, desde el reformista Jorge Eliécer Gaitán, quién nunca perdonó a López la manera como lo había destituido de la alcaldía de Bogotá en 1937, hasta el liberal de derecha Miguel López Pumarejo, hermano menor del presidente anterior.'" Otro liberal extremadamente conservador incluido brevemente en el gobierno de Santos, Juan Lozano y Lozano fue uno de los más duros críticos de Alfonso López durante su primer gobierno. Durante el primer año de la presidencia de Eduardo Santos, surgió una tercera facción liberal dedicada expresamente a obstaculizar el regreso de Alfonso López al poder. Organizó un comité en contra de su reelección, a mediados de 1940, y se dedicó a explorar la posibilidad de promover la idea de una candidatura liberal contra López en 1942. Los políticos más prominentes de este grupo fueron Gabriel Turbay, Carlos Lozano y Carlos Arango Vélez. La principal preocupación de quienes se oponían a la reelección de López Pumarejo fue la de saber si podrían contar con el apoyo conservador para impedirla. Y este interrogante conllevaba uno aún más grave, cuya respuesta, de ser negativa, condenaría sus esfuerzos al fracaso. ¿Podrían sus copartidarios reunir un apoyo suficiente para votar por un candidato a

142 Gaitán se desempeñó como ministro de educación de Santos en dos gabinetes durante 1940. Miguel López Pumarejo fue ministro de hacienda de Santos durante diez meses aquel mismo ario.

quien apoyara también Laureano Gómez? Fue el mismo Gómez de siempre, enemigo de todo lo liberal, quien regresó al Congreso a mediados de 1939. El líder conservador se lanzó a un debate partidista con un impulso que no revelaba sus cincuenta arios, atacando al régimen de Santos, al que acusaba de una serie de pecados y de errores a los que describía como sólo Laureano Gómez sabía hacerlo. Después de la clausura de las sesiones del . Congreso, mientras el Partido Liberal organizaba la celebración del centenario de la muerte de Francisco de Paula Santander, a quien reverenciaban como fundador de su partido, Gómez comenzó a publicar una serie de ensayos, en los cuales sostenía que Santander era una figura malévola, no el dios de los mitos liberales. Si bien el verdadero Santander no se encontraba realmente en ninguno de estos dos extremos, Eduardo Santos y sus copartidarios se sintieron agraviados por el gratuito ataque contra su héroe por parte del líder conservador. Durante los arios siguientes, más de un liberal opinó que su partido podría llegar a perdonarle todo a Laureano Gómez, con excepción de su inopinado ataque a la reputación de Santander. '43 No se habían enfriado aún las pasiones ocasionadas por la polémica sobre Santander cuando se iniciaron las sesiones del Congreso de 1940. Du-

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rante la primera semana de debates, Laureano Gómez criticó las actividades del gobierno, desde la distribución de beneficios a los veteranos de la guerra contra Perú, hasta el uso que había hecho de las facultades especiales concedidas al presidente para manejar los asuntos internacionales relacionados con la Segunda Guerra Mundial, y haber expulsado a los jesuitas de un edificio de propiedad del gobierno, utilizado para albergar el Colegio de San Bartolomé. No fueron estos asuntos, sin embargo, sino uno surgido de una conversación privada entre Gómez y tres liberales, lo que se convirtió en la cause cél¿bre de los debates en el Congreso en 1940. El 19 de septiembre, Gómez estaba conversando en uno de los pasillos del Senado con Alfonso Romero Aguirre, Álvaro Díaz y Roberto Durán Durán, miembros del reciente comité creado para impedir la reelección de Alfonso López. En el transcurso de la conversación, se escuchó decir a Gómez que la reelección de López Pumarejo ocasionaría la reanudación de los ataques de los liberales contra los conservadores, lo cual, a su vez, llevaría "a la guerra civil y al atentado personal". El furor que ocasionaron sus palabras obligó a Laureano Gómez a adoptar una inusitada posición defensiva. Más tarde aquel día, cuando los liberales lo acusaron de amenazar con la guerra civil y los atentados personales, Gómez

143 Los artículos de Gómez están recopilados en El mito de Santander, 2 vols., 2' ed., Bogotá, Populibro, 1966.

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398 / La modernización en Colombia intentó restarle importancia a esta observación. Dijo que había sido mal interpretado, que los liberales se equivocaban al equiparar "el atentado personal" con el asesinato, "porque su verdadero nombre técnico es 'defensa personal' o 'defensa colectiva', según el caso". Procedió a señalar que, si bien no abogaba por la violencia, él y sus seguidores lucharían si se veían obligados a hacerlo. Añadió también, "que si se ejercita la violencia contra los responsables, será contra los de arriba y no contra los de abajo".14 Esta era una clara alusión a Alfonso López. Dos días antes, durante el debate del 25 de septiembre, Gómez había citado los escritos de los teólogos españoles Domingo de Soto (1494-1570), Juan de Mariana (15261624) y Francisco Suárez (1548-1617), en los que se justificaba el asesinato del jefe de Estado que permitiera que la violencia existiera en sus dominios: "Tirano es aquel que manda a súbditos que no le quieren obedecer"." 9 Un mes antes del embrollo del "atentado personal", Laureano Gómez pronunció su célebre discurso "Conflicto entre dos culturas", en el que comparaba desfavorablemente la cultura angloamericana con la de América Latina, recordando a su audiencia que Estados Unidos había maltratado a sus hermanas hispánicas más débi-

les durante los cien años anteriores. Propuso este tema para atacar a Santos por aquello que, en opinión de Gómez, había sido su acatamiento de las exigencias de Estados Unidos en una reciente reunión de los cancilleres del hemisferio occidental en La Habana, Cuba. Allí, el ministro de relaciones exteriores de Colombia, Luis López de Mesa, había comprometido a su país a cooperar con Estados Unidos en caso de una agresión de parte de cualquier potencia no americana.'" El discurso de Gómez, su amenaza de desencadenar una guerra civil si Alfonso López fuese reelegido y su larga trayectoria de antiamericanismo, le ganaron la enemistad y desconfianza del gobierno estadounidense. El desagrado que sentía Gómez por los norteamericanos se basaba en la furia que había experimentado, cuando presenció, de joven, la separación de Panamá. Para la época de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos recurrió a sus defensas hemisféricas, Gómez se convirtió en el principal proponente colombiano de una estricta neutralidad y en crítico de los crecientes vínculos con aquel país. Cuando, a fines de 1938, Colombia aceptó una misión militar estadounidense cuyo objetivo era proteger el Canal de Panamá de los ataques del Eje, Gómez sostuvo que los

vol. 4, Parte 3, 144 Estas observaciones aparecen en Laureano Gómez, Obras completas, Op. cit., 1989, pp. 170-171, 206, 208. Cuando se le pidieron cuentas de sus palabras, respondió que eran el tipo de cosas que se decían "por inadvertencia o descuido" (p. 171). 145 Ibíd., p. 199. 146 Para mayor información sobre la reunión realizada en La Habana, véase D. Bushnell, Op. cit., pp. 34, 51, 64.

norteamericanos se oponían a las dictaduras fascistas únicamente cuando veían amenazados sus propios intereses. De lo contrario, apoyaban alegremente a tiranos como Juan Vicente Gómez, en Venezuela, mientras tales personas se mostraran lo suficientemente partidarias de Estados Unidos."' Un año más tarde, en diciembre de 1939, poco después de que Colombia hubiera suscrito una propuesta promovida por Estados Unidos para declarar una "zona neutral" de trescientas millas alrededor del Canal de Panamá, Gómez ridiculizó esta idea. ¿Por qué, preguntó, debía su país suscribir la defensa norteamericana del territorio que los americanos habían robado inicialmente a Colombia?'" Antes del discurso "Conflicto de dos culturas", Gómez había atacado a Santos por su posición en favor de Estados Unidos, en editoriales de El Siglo que llevaban títulos como "En la boca del lobo", y "Órdenes extranjeras". 149 A fines de 1940 y comienzos de 1941, Gómez y su colega, José de la Vega, persistieron en su guerra verbal. Cuando, en octubre, Gómez se enteró de que Colombia había aceptado ayuda financiera a cambio de conceder derechos de aterrizaje a la ,

aviación militar estadounidense, acusó al gobierno de su país de prostituirse. En enero de 1941 se refirió a Estados Unidos como "un lobo lacrimoso" decidido a engañar a los dirigentes latinoamericanos con "propaganda inspirada en los judíos", para poder continuar explotando la región en beneficio de su codiciosa "cultura mecánica". 19° Entretanto, José de la Vega publicó su crítica a la política extranjera colombo-americana en El buen vecino. 151

Estados Unidos no vio con buenos ojos la hostilidad de Gómez y de sus seguidores, especialmente en un momento en el cual muchos norteamericanos temían que una agresión nazi a América Latina fuese inminente. En el transcurso de 1940, el embajador de Estados Unidos en Colombia, Spruille Braden, conduyó que el antiamericanismo del dirigente conservador estaba basado en una actitud pro nazi. La afirmación de Gómez, según la cual su partido estaba dispuesto a dedarar la guerra civil si Alfonso López Pumarejo subía a la presidencia, llevó a Braden a advertir al secretario de Estado de Estados Unidos, Sumner Wells, que "había buenas razones para creer [que Gómez] tenía un acuerdo con los nazis para

147 "El peligro fascista", El Siglo, 24 de noviembre de 1938. El 15 de diciembre de este mismo año, un editorial de El Siglo, titulado "Americanismo y democracia", argumentaba que sería más apropiado que Estados Unidos promoviera una política anticomunista en América Latina en lugar de una política antifascista. 148 El discurso del 4 de diciembre de 1939 está contenido en L. Gómez, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, pp. 30-67. 149 El Siglo, 25 de junio y 7 de julio de 1940. 150 El Siglo, 23 y 26 de enero de 1941. 151 José de la Vega, El buen vecino, Bogotá, Voluntad, 1941.

400 / La modernización en Colombia que ellos lo apoyaran en un posible La Patria, en Manizales, periódico golpe de Estado". 152 Liberales colom- fuertemente antiamericanista, para bianos como José Umaña Bernal ali- pedirle que suavizara su retórica. Laumentaron alegremente las sospechas reano Gómez hizo lo mismo. Aunque y temores de los norteamericanos. A no abandonó su actitud crítica frente fines de 1940, Bernal le dijo al tercer a la interferencia de Estados Unidos secretario estadounidense, Vernon en los asuntos colombianos, comenzó Fluharty, que estaba "absolutamente a elogiar, en lugar de atacan a los norseguro de que habría un intento de teamericanos. En un debate del 12 de los conservadores y los nazis por to- septiembre de 1941 en el Senado, dijo, marse el poder".'" Para fmes del año, Lo he dicho mudias veces: somos amifuncionarios norteamericanos se refegos de Estados Unidos [...]. Estamos rían a El Siglo como "la otra Quinta absolutamente obligados a que en Columna" en Colombia, advirtiendo nuestro territorio no haya conjura a sus superiores que debía ponerse contra ninguno de sus intereses." 5 pronto remedio a esta situación. Un mes más tarde, en un artículo Súbitamente, el 23 de marzo de 1941, los lectores de El Siglo notaron publicado en El Siglo, donde pedía un sorprendente cambio en la posi- cuentas a Estados Unidos por poner a ción editorial de este diario. Aparecía compañías colombianas en la lista neen la primera página, en un lugar pro- gra, y negando la insistencia del emminente, un artículo que elogiaba un bajador Braden de que había presendiscurso sobre la solidaridad hemisfé- cia nazi en Colombia, escribió: rica pronunciado el día anterior por Hemos dicho que somos amigos de el embajador Braden. Al día siguienEstados Unidos y lo seremos: el capite, este recibió una invitación a cenar tal, el esfuerzo y el talento americano con Laureano Gómez, su esposa y otros son necesarios para nuestro progreamigos en casa de Gómez. Un día so; son muy bienvenidos y los recibidespués, Braden llegó a una reunión mos con los brazos abiertos pero, a su en casa del diplomático Francisco turno, ese capital debe venir a respeUrrutia y descubrió que Laureano tar la soberanía colombiana, a someterse a las leyes, a buscar la cordialiGómez y José de la Vega lo aguardadad y no la hostilidad ni el predominio ban allí sonrientes. 154 Entretanto, hijusto."6 Gómez había telefoneado al editor de

152 Estados Unidos de América, Archivos del Departamento de Estado (en adelante USA/DS), Archivo Nacional, Braden al secretario de Estado, 9 de diciembre de 1940. DS 821.00/ 1304. 153 Ibíd., 19 de diciembre de 1940. 154 !Ud., 26 de marzo de 1941. 155 L. Gómez, Obras selectas, op. cit., p. 1.621. 156 El Siglo, 10 de octubre de 1941.

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La fuente del éxito de Spruille Braden en silenciar los ataques de El Siglo contra su gobierno residió en el poderío económico de su país y en su voluntad de ejercerlo para promover objetivos nacionales. A fmes de marzo de 1941, El Siglo estuvo a punto de cerrar, debido a que perdió la propaganda de las firmas estadounidenses y, más grave aún, por el corte del suministro de papel de impresión fabricado en Estados Unidos. Frente a la perspectiva de perder su más poderosa arma política contra el liberalismo colombiano, Gómez se humilló ante el símbolo de la autoridad estadounidense, el embajador Spruille Braden. Una vez hecho esto y cumpliendo luego su promesa de cesar sus ataques contra Estados Unidos, el suministro de papel de El Siglo fue restablecido y las propagandas de los cigarrillos, productos de belleza y electrodomésticos norteamericanos volvieron a aparecer en sus páginas. El memorando enviado por Spruille Braden al Departamento de Estado estadounidense un día después de su reunión con Gómez y de la Vega en casa de Francisco Urrutia, recomendaba que se retirara a El Siglo de la lista negra norteamericana. Tres días más tarde, el 29 de marzo de 1941, el secretario de la Embajada de Estados Unidos en Colombia, Gerald Keith, le escribió a Sumner Wells: Creo que sería conveniente que los fabricantes norteamericanos anun-

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ciaran otra vez sus productos [en El Siglo y La Patria], siempre y cuando continúen con su actitud amistosa hada nosotros."'

El caso de Laureano Gómez y sus seguidores, tachados de pro nazis y obligados a apoyar la política estadounidense por medio de la presión económica, es un ejemplo típico de la abrumadora presencia de Estados Unidos en los asuntos colombianos durante los años de la guerra. Por fortuna para Colombia, su amistad con la causa de los Aliados la salvó de la ira norteamericana. Únicamente al nivel de la política doméstica, la colaboración colombo-americana durante la guerra y las consecuencias económicas que se derivaron de ella, produjeron ciertos resultados funestos. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, se hizo evidente que la interferencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Colombia tuvo parte de la responsabilidad en los escándalos que contribuyeron a que los liberales perdieran el poder en 1946. Una de las primeras medidas adoptadas por el embajador Spruille Braden cuando asumió su cargo en Colombia, en 1939, fue pedir la cooperación de este país en contra de los intereses comerciales alemanes considerados peligrosos para la defensa hemisférica. Algunos de los negocios en cuestión, tales como la aerolínea SCADTA, operada por alemanes, eran de genuina importancia.'" Otros,

157 USA/DS, Gerald Keith al secretario de Estado, 26 de marzo de 1941. 158 Pan American Airlines, compañía estadounidense, tenía la mayoría de las acciones de SCADTA. Pilotos y mecánicos alemanes la operaban. Spruille Braden incluyó su denuncia

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402 / La modernización en Colombia como la Trilladora Tolima, de propiedad de un oficial nazi, eran inocuos. Sin embargo, todos ellos fueron incluidos en la lista negra o puestos bajo el control colombiano, pasando en última instancia a manos de propietarios colombianos. Si alguna de las acciones de un extranjero residente en Colombia era juzgada como poco amistosa para con Estados Unidos, su nombre y el de su compañía pronto aparecían en la lista negra de la embajada. Esto, a su vez, significaba la ruina financiera. Los colombianos tampoco eran inmunes a la lista negra, como lo demostró el caso de El Siglo. Dado que Braden había pagado

informantes diseminados en todo el país, ningún antiamericano o enemigo del esfuerzo de guerra podía estar seguro de cuándo uná acción inadvertida lo delataría. 159 Uno de estos informantes, por ejemplo, reportó que jóvenes colombianos en Barranquilla habían destruido una fotografía de Franklin D. Roosevelt, mientras gritaban: "iAl diablo las democracias! iViva Hitler!". Esto hizo que la compañía de su familia ingresara a la lista negra durante todo el tiempo que duró la guerra.'66 La presión norteamericana sobre las compañías de propiedad de la Alemania nazi o controladas por ella,

de la conexión entre Pan Am y SCADTA y el rompimiento de ella como uno de los actos más importantes de su carrera diplomática. Creía que al destruir la aerolínea operada por los alemanes, había "impedido un Pearl Harbor en Panamá". Véase John C. Kesler, "Spruille Braden as a Good Neighbor: the Latin American Pblicy of the United States, 1930-1947", disertación de doctorado, Kent State University, 1985, pp. 92-93. Véase también William Nueva York, Arno Press, 1977; Stetson A. M. Burden, The Struggle for Always in Latin America, Washington, D.C., Department Conn y Byron Fainhild, The Framework for Hemispheric Defense, of the Army, 1960. 159 Braden comenzó a promover el espionaje doméstico en Colombia en cuanto se posesionó de su cargo de embajador en 1939. Según una nota de Sumner Wells a Franklin D. Roosevelt, fechada el 29 de mayo de 1939, Braden se quejó de que el servicio de inteligencia colombiano era deficiente y afirmó que necesitaba especialistas del FBI "para ayudar a Colombia a erradicar extranjeros y a proveer para la defensa del Caop. cit., pp. 48-53, 120-121. nal". J. C. Kesler, Op. cit., p. 107; S. Galvis y A. Donadío, Spruille Braden no respetaba a los colombianos ni confiaba en ellos, hecho que resulta evidente en el reporte que envió en marzo de 1940 titulado "Fundamentals of the Colombian Character asid its Bearing on Relations with the U.S.". El sentido del reporte era que los colombianos carecían de fibra moral. Braden urgió que se tuvieran precauciones en conceder ayuda en empréstitos a Colombia; como resultado de ello, Colombia sólo recibió $5,3 millones de asistencia en préstamos, comparado con $14 millones para Perú, $20 millones para México, $154 millones para Brasil. J. C. Kesler, Op. cit., pp. 91, 108. 160 La fotografía en cuestión mostraba a Roosevelt posando con Alfonso López, y el incidente ocurrió durante la acalorada campaña presidencial de 1942. La compañía afectada fue el Laboratorio Román de Cartagena. Los miembros de la familia Román le rogaron a Spruille Braden que retirara a su compañía de la lista negra, como lo hizo también el presidente Eduardo Santos, pero sus ruegos fueron en vano. Una historia de la lista negra en Colombia puede encontrarse en S. Galvis y A Donadío, Op. cit., pp. 101-140. Según p. 109, el embajador "supervisaba la lista negra y la actualizaba J. C. Kesler, Op. cit., periódicamente".

junto con las medidas económicas extraordinarias adoptadas, hizo que Colombia entrara en estrecha colaboración con los americanos, y puso tentadoras oportunidades de negocios al alcance de los miembros de la élite del país. Esto creó un ambiente comercial alentador, pero no del todo sano. El socialista Antonio García recuerda esta época como un momento de crisis e incertidumbre, de crecimiento anárquico del capitalismo: La economía de guerra había obligado a multiplicar los órganos de intervención estatal en la vida económica [...] sin orden ni plan, algo que tenía que desembocar en la parcelación política del Estado, en su desguarnecimiento [...] y en el mayor acceso y mayor influencia de las clases altas en los órganos encargados de intervenirla.'61

García describe la usura incontrolada de "arribistas económicos amorales", quienes se aprovecharon alegremente de "un sistema privilegiado de enriquecimiento". La adquisición de una licencia gubernamental de importación o el permiso para dedicarse al cambio de moneda, escribió García, enriqueció a la gente tan rápido como nunca antes en Colombia." 2 gado que se vio envuelto en esta frenética actividad, pronto habría de convertirse en la figura principal de los

AlfonsLópezMich,jovnab-

escándalos que llevaron a la caída de su padre. Consignó el espíritu de aquellos días en su novela, Los elegidos, escrita siete años después del fin de la guerra. El joven López escribió sobre la dase que mejor conocía y a la que describió cómo "completamente divorciada del resto del país en su educación y en sus aspiraciones". Esta dase residía en los exdusivos barrios de Bogotá, "donde lo único que contaba era el dinero".'63 La novela es a la vez una condena de la fuerte interferencia de Estados Unidos en los asuntos colombianos y de la clase adinerada. Su protagonista, un comerciante alemán que se ve obligado a huir de su país, eventualmente cae en la infame lista negra, es reducido a la pobreza y termina confinado en un campo de concentración cerca de Bogotá, construido para alojar a los ciudadanos alemanes sospechosos de simpatizar con los nazis. Novelas como la de López Michelsen y estudios académicos como el de Antonio García, describen a un país llevado a los excesos por las fuerzas impersonales que alimentan una turbulenta economía de guerra y por las exigencias de su poderoso aliado. Para el final de la guerra, el embajador Spruille Braden y su sucesor, Arthur Bliss Lane, habían obligado al gobierno colombiano a violar los derechos de los residentes alemanes de muchas

161 Antonio García, Gaitán y el problema la revolución colombiana, Bogotá, Cooperativa de Artes Gráficas, 1955, pp. 286-287. 162 ¡bid, p. 287. 163 Alfonso López Michelsen, Los elegidos, 2' ed., Bogotá, Tercer Mundo, 1967, p. 37.

404 / La modernización en Colombia maneras: el despido intempestivo de los empleados de SCADTA, la confiscación y la liquidación forzada de propiedades alemanas, induso el encarcelamiento físico de alemanes en el campo de concentración descrito por López Michelsen.'" Habían promovido la vigilancia de los extranjeros residentes en Colombia por parte de la policía, que tuvo por efecto, según lo admitió el propio Spruille Braden, una dramática mejora en la capacidad del gobierno colombiano de vigilar las acciones de sus propios ciudadanos. Ese tumulto social ocasionado por la guerra, avivado por la atmósfera paranoica alimentada por los rumores de intentos golpistas propiciados por los nazis, pesó sobre la vida doméstica colombiana a medida que transcurría la década del cuarenta.' 65

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Alfonso López Pumarejo ganó con facilidad las elecciones presidenciales de 1942. Su contrincante fue Carlos Arango Vélez, candidato de los liberales que se oponían a la reelección de López, y fue apoyado por Laureano Gómez y por los conservadores en febrero de 1942. La victoria de López confirmó los temores de la oposición, según los cuales los liberales se negarían a votar por un candidato apoyado por los conservadores.' 66 La víspera de los comidos muchos ciudadanos, el presidente Santos entre ellos, estaban seguros de que estos se verían afectados por la violencia.'67 Por fortuna, tales temores resultaron infundados. Una de las pocas víctimas fue el militante conservador Silvio Villegas, quien fue apuñalado en una nalga cuando salía del puesto de votación.

164 En junio de 1943, Estados Unidos exigió que las compañías alemanas con hipotecas fueran liquidadas. El campo de concentración también fue una exigencia impuesta al gobierno colombiano, que se mostraba reticente a hacerlo. De los tres mil residentes alemanes en Colombia, sólo ciento cincuenta fueron en realidad internados allí. La vida en el campo no era especialmente dura. S. Galvis y A. Donadío, Op. cit., p. 273, muestran a algunos prisioneros tomando un baño de sol en compañía de familiares visitantes, mientras un guardia lee el periódico cerca de ellos. 165 La paranoia a la que aludimos se evidencia de manera especial en las páginas de S. Galvis y A. Donadío, Op. cit., y se basó casi exclusivamente en los registros diplomáticos de Estados Unidos, que abundan en advertencias sobre conspiraciones e inminentes golpes de Estado que en realidad nunca ocurrieron. C. Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida, Op. cit., vol. 3, p. 46, se refiere a estos documentos como "versiones novelescas" de la época de la guerra en Colombia, que "deformaron la realidad nacional". No obstante, como lo revela el libro de Galvis y Donadío, la historia de Colombia basada en esta visión deformada continúa escribiéndose. 166 López ganó con 673 mil votos, mientras que Carlos Arango Vélez obtuvo 474 mil. 167 Los miembros de la coalición que se oponía a López se quejaron de que Santos había abusado del poder presidencial para asegurarse de la derrota de Arango Vélez. Utilizó su poder para posponer la reunión de las Asambleas Departamentales, donde predominaban los políticos partidarios de Arango, programando su apertura para dos semanas después de realizadas las elecciones. Santos explicó que había adoptado esta medida para disminuir las posibilidades de que las Asambleas y otras corporaciones generaran violencia.

Aunque la herida fue dolorosa, ofreció a los colombianos momentos de humor en un día lleno de tensión. Sin conocer la naturaleza de su herida, dos de los admiradores de Villegas le enviaron un telegrama que decía: "Su herida lucirá como una condecoración para todos".' 68 La reelección de Alfonso López a la presidencia no negaba el hecho de que el nuevo presidente confrontaba una constelación de fuerzas decididas a frustrar todo intento por implementar de nuevo su programa de reforma. En primer lugar, estaba la emergente comunidad comercial, casada con los principios económicos del laissez faire, y dedicada a bloquear el restablecimiento de las políticas intervencionistas del primer gobierno de López. Compuesta por liberales moderados y de derecha, y apoyada por conservadores pertenecientes al ala moderada de su partido, este grupo adquirió coherencia política y poder durante la segunda administración de López por medio de sus grupos de interés recientemente creados, la ANDI y Fenako.'69 Otros dos grupos poderosos aliados contra López Pumarejo

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eran los conservadores ideológicos, liderados por Laureano Gómez, y el ejército colombiano. El ejército y el Partido Liberal no habían estado en buenos términos desde 1930, cuando los liberales llegaron al poder decididos a contrarrestar la influencia de los conservadores entre los militares. Alfonso López había insistido de manera especial en que necesitaba unas fuerzas armadas con cuya lealtad pudiera contar. El nombramiento del militante liberal Plinio Mendoza Neira como ministro de guerra a mediados de 1936 intimidó de tal manera al ejército, que una facción encabezada por el general retirado Amadeo Rodríguez consideró la posibilidad de dar un golpe de Estado.'" Nada resultó de ello, y las tensiones entre el gobierno de López y el ejército disminuyeron cuando las actividades reformistas del presidente adoptaron un ritmo más lento después de 1936. Las relaciones entre los militares y el gobierno fueron amistosas durante la presidencia de Santos, y sólo con el regreso de López al poder se reavivaron los antiguos antagonismos.'"

168 C. Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida, Op. cit., vol. 4, p. 269. 169 Para información sobre la creación de estas asociaciones, véase Daniel Pécaut, Op. vol. 1, p. 194. 170 Véase capítulo 7, supra. Véase también Anadeo Rodríguez, Caminas de guerra y conspiración, Barcelona, Gráficas Ciares, 1955. Alfredo Iriarte, Episodios bogotanos, ed., Bogotá, Oveja Negra, 1988, presenta un humorístico recuento de la conspiración, y Alvaro Tirado, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, 1934-1938, Bogotá, Gráficas Cabrera e Hijos, 1981, pp. 190-191, la discute también. C. Abel y M. Palacios, "Colombia 1930-1958", Op. cit., pp. 596, 602, se refieren a los esfuerzos realizados por Olaya Herrera para aumentar la influencia liberal sobre el ejército y la conspiración de 1936. 171 Véase Christopher Abel, Política, Iglesia y partidos en Colombia, 1886-1953, Bogotá, FAES Universidad Nacional de Colombia, 1987, pp. 231-239, para una excelente discusión sobre la policía y el ejército colombianos entre 1930 y 1932.

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406 / La modernización en Colombia López Pumarejo asumió sus deberes presidenciales decidido a tratar duramente con el ejército y con los conservadores laureanistas, pues creía que estos dos grupos estaban conspirando para derrocarlo. Una de sus primeras acciones fue reafirmar su idea de que el ejército era un cuerpo parasitario que serviría mejor a los intereses de la nación si supervisara la colonización en las regiones de frontera.'" Poco después desafio a los militares al insinuar que se proponía reducir el tamaño de las fuerzas armadas para financiar la reorganización de la policía.'" A comienzos de su segundo gobierno, Alfonso López desafió también a los conservadores al revivir el problema de la relación entre la Iglesia y el

Estado. En cuanto se reunió el Congreso en 1942, el ministro de gobierno, Darío Echandía, reciente embajador de Colombia ante el Vaticano, presentó el plan elaborado por el gobierno para revisar el Concordato de 1887. El nuevo documento contemplaba una extensión del poder del Estado en áreas tradicionalmente controladas por la Iglesia.'" Al introducir la religión como tema de debate, el gobierno se aseguró de que las sesiones de 1942 fuesen especialmente controvertidas.'" Laureano Gómez encabezaba la facción a favor de la Iglesia, en la defensa del documento de 1887, desafiando a todos los que querían reformarlo, incluyendo al propio papa Pío XII.'" El ministro de gobierno, Darío Echandía, quien

172 Durante su primer gobierno, López había escandalizado y ofendido a los militares al referirse al tema de la colonización, y lo hizo de nuevo en su segundo gobierno en un discurso pronunciado por su primer ministro de guerra, Alejandro Galvis Galvis. Véase Álvaro Valencia Tovar, Testimonio de una época, Bogotá, Planeta, 1992, pp. 58-59. 173 El ejército colombiano era uno de los más reducidos y peor financiados de América Latina. Christopher Abel, Op. cit., p. 261, nota 33, indica que sólo contaba con ocho mil hombres en 1943, y con un presupuesto anual de US$14 millones. Aquel año, el presupuesto argentino era de US$330 millones, el chileno de US$74 millones y el peruano de US$44 millones. La población colombiana en 1943 era ligeramente inferior a la de Argentina y mayor que las de Chile y Perú. 174 Los cambios específicos induían exigir la presencia de una autoridad civil en el matrimonio, establecer la separación legal de los esposos y la institución de la supervisión civil de los cementerios. El debate sobre la reforma del Concordato se sintetiza en Fernán González, "Iglesia católica y el Estado colombiano, 1930-1985", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 377-381. 175 Uno de los primeros incidentes fue un tiroteo entre dos representantes del Valle, en el transcurso del cual fue herido un espectador, el representante Manuel Castro. El Tiempo, 18 de agosto de 1942. 176 El confidente de Gómez, Arturo Abella, en El Tiempo, 27 de octubre de 1985, narra cómo llegó Gómez a lanzar su ardiente defensa del Concordato. Como se lo contó el propio Gómez, antes de la sesión en el Congreso recibió una visita en su casa de Fontibón del obispo Ángel María Ocampo, quien le dijo que venía a transmitirle "un mensaje de Dios para Laureano Gómez". "¿Un mensaje de Dios para Laureano Gómez?", preguntó sorprendido el caudillo. "Dígame, ¿cuál es el mensaje?". El obispo respondió que Gómez debía bloquear la revisión del Concordato. •

poco antes había negociado con éxito la revisión del Concordato en el Vaticano, fue el principal vocero del gobierno. El debate sobre esta iniciativa gubernamental se inició en la prensa a mediados de 1942 y continuó en el Congreso durante los meses de octubre y noviembre de aquel año. Finalmente, se convirtió en un debate tan acalorado, que hizo que las noticias sobre la guerra pasaran a un segundo lugar en los periódicos colombianos. Laureano Gómez afirmó que la revisión del documento era parte de una conspiración de la masonería, dirigida a erosionar la moralidad nacional para acelerar el ingreso del racionalismo ateo y de la "civilización mecánica". Del lado liberal, Alfonso Romero Aguirre defendió la masonería diciendo que no se trataba de un movimiento subversivo, mientras que Echandía insistía en que él no había sido un masón practicante desde hacía muchos años y que esto, en todo caso, no guardaba ninguna relación con la revisión del documento.'77 Filialmente, el documento fue aprobado en ambas Cámaras del Congreso dominadas por los liberales. Laureano Gómez terminó su parte del debate denunciando el sistema polí-

tico colombiano como una tiranía, en la cual los derechos de las minorías eran invariablemente aplastados por "la mitad más uno". Proclamó que la democracia mayoritaria adolecía de fallas fatales y prometió no regresar nunca al Congreso, escenario de sus mayores triunfos oratorios durante más de treinta años. En cuanto al Concordato, no entró en vigencia de inmediato debido al sobrecargado clima político. El año de 1943 se inició con una nota de incertidumbre para Alfonso López Pumarejo, y cada vez la situación se hizo más intolerable para el presidente, su familia y el gobierno. Durante los meses de enero y febrero, los rumores de una conspiración adquirieron mayor intensidad, culminando en marzo con el arresto del general Eduardo Bonitto, principal vocero de los oficiales que temían que el presupuesto del ejército fuera recortado y que estaban enojados por los comentarios públicos de López, según los cuales los oficiales del ejército estaban "fuera de contacto con la opinión política y constituían una dase aislada e inútil".'" Las duras palabras de López y la acusación de traición contra Bonitto, más dura aún, se dieron al final de una larga cadena

177 Los principales debates de Gómez, los del 28 y 29 de octubre y el 7 de noviembre, están contenidos en Obras selectas, Op. cit., vol. 2, pp. 695-767. Los discursos pronunciados por Darío Echandía e12 y e13 de noviembre se encuentran en sus Obras selectas, 5 vols., Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 180-229. Una buena presentación del debate sobre el Concordato, fuerte crítica de Gómez es la de C. Abel, "Conservative Party in Colombia", Op. cit., pp. 183-190. 178 Esta cita es una paráfrasis de las palabras de López, consignada en C. Abel, Fblítica, Iglesia y partidos en Colombia, 1886-1953, Op. cit., pp. 239-240. El primer ministro de guerra de López, ed., vol. 1, Bucaramanga, s. e., Alejandro Galvis Galvis, Memorias de un político centenarista,

408 / La modernización en Colombia de rumores, alimentados por los ca- derechista, a pesar de lo infundados, zadores de nazis de la embajada de no eran cosa de risa. Y eso era exacEstados Unidos, según los cuales el tamente lo que deseaba Laureano general estaba conspirando con un Gómez. Años atrás había aceptado el grupo nacionalista fuera de la ley, uno reto de Alfonso López de devolver la de cuyos miembros era el boxeador Revolución en Marcha si podía y haFrancisco A. Pérez, Mamatoco. Bonitto bía jurado hacer "invivible" la repúy Pérez habían sido interrogados blica hasta haber conseguido este obacerca de la presunta conspiración a jetivo. La creciente desesperación que comienzos de 1942 y Pérez fue encar- observaba Gómez en las filas liberacelado durante varios meses. Este les lo convencieron de que sus ataasunto fue ridiculizado por la prensa ques estaban debilitando el edificio conservadora, la cual se refería a él liberal. En agosto de 1943, Alfonso López como "la conspiración de Mamatoco". El propio boxeador se burló de las acu- entregó un largo mensaje al Congresaciones, que nunca fueron sustenta- so sobre el estado de la nación. Aundas, en un poema, uno de cuyos apar- que la mayor parte del discurso se retes decía: "En el recinto del Senado firió a la salud económica del país, se oyó voz sonora [...I el ministro dijo, otra parte considerable fue dedicada `Es que ahí está Mamatoco, que nos al análisis que hizo el presidente del vuelve locosm.'79 Incluso los liberales continuo malestar político de la naintentaron restar importancia a las ción. El discurso es de especial imconstantes alarmas del gobierno so- portancia para ayudar a interpretar bre un golpe de Estado inminente. A las esperanzas de los reformadores comienzos de 1943, el columnista de lopistas, y para explicar por qué nunEl Espectador, Darío Bautista, había he- ca podrían manejar el tipo de oposicho mofa de Laureano Gómez como ción ideológica practicada por "el jefe de los conspiradores", y de Laureano Gómez. López Pumarejo aprovechó la Jorge Eliécer Gaitán, "inquieto y revolucionario".'" Al gobierno no le ocasión para proponer la idea de hizo gracia. Para el presidente López que Colombia había avanzado más Pumarejo, sus seguidores y el perso- allá de la ideología, al punto de que nal de la embajada estadounidense, "la línea divisoria entre nuestras dos los rumores acerca de una revuelta colectividades históricas se ha ido

1975, p. 430, escribió que por aquella época el general Bonitto le había dicho que el ejército había considerado la posibilidad de remplazar a López por Galvis mediante un golpe de Estado. 179 Pedro Nel Rueda Uribe, El proceso Mamatoco, crimen de Estado, Bogotá, Hispana, 1984. Bonitto permaneció en prisión varios meses después de la "conspiración de Mamatoco" en 1942. 180 Darío Bautista Olaya, El personaje y los hechos, testimonio de un reportero, Bogotá, Andes, 1984, pp. 18-20.

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desdibujando", pues la ideología se tornaba insignificante debido a las fuerzas económicas que rápidamente modernizaban el país y lo casaban con la comunidad global. Para decirlo de una vez -prosiguió— me parece que el aspecto saliente de nuestra controversia civil reside en el hecho de que las hemos ido trasladando del campo dogmático de los principios religiosos, filosóficos y estrictamente politicos, al plano de las preocupaciones económicas [...] en que los partidos están abandonando voluntariamente sus viejas banderas de combate para reemplazarlas, con satisfactoria prontitud, por nuevas formas de diferenciación politica. 181

Explicó que algunos de sus conciudadanos continuaban aferrándose a ideas políticas pasadas, sólo porque sufrían de "incertidumbre en los conceptos", de "la falta de una apreciación madura del nuevo terreno de las aspiraciones políticas". 182 Alfonso López descartó así con claridad las convicciones ideológicas que diferían de las suyas como producto de una "falta de madurez apreciativa", una manera educada de decir ignorancia. Al adoptar la posición de que los de ideología tradicionalista que poblaban la derecha conservadora sencillamente no estaban lo suficientemente ilustrados, pudo desprestigiar sus preocupaciones como algo impertinente para una nación contemporá-

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nea. Esto explica la incapacidad de López y de otras personas como él de tomar en serio una crítica al liberalismo y a la sociedad moderna en general fundamentada en la religión, tal como la que conservadores como Gómez y sus predecesores habían estado proponiendo durante más de un siglo. El mensaje de López Pumarejo de agosto de 1943 fue entregado cuando crecían dos grandes escándalos que finalmente habrían de sacarlo de la presidencia. El primero fue el asesinato, el 14 de julio de 1943, del boxeador y tábano político Francisco Pérez, Mamatoco. El segundo involucró una serie de transacciones financieras relacionadas con el hijo del presidente, Alfonso López Michelsen, que, si bien no implicaban un delito evidente, indicaban ganancias privadas a través de favores personales concedidos por una constelación de funcionarios públicos encabezados por el propio presidente. Los escándalos y la inmisericorde explotación que hicieron de ellos Laureano Gómez y sus seguidores, crearon lo que un observador calificó como [...] un ambiente de descomposición e inseguridad, sensacionales escándalos financieros de personalidades que se enriquecían sin causa al amparo de medidas administrativas del gobierno, sensualismo burocrático, impotencia del gobierno para ordenar la crítica situación.' 8'

181 A. López Pumarejo, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, pp. 242, 243-244. 182 Ibíd., p. 244. 183 Diego Montaña Cuellar, Colombia, país formal y país real, Buenos Aires, Platina, 1963, p. 166.

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La modernización en Colombia

Mamatoco fue asesinado en un ex-

clusivo barrio de Bogotá y sus asesinos fueron identificados más tarde como suboficiales de la policía nacional. El boxeador se había granjeado la enemistad de los más importantes oficiales de la policía con la publicación de su modesto periódico, donde denunciaba la manera como se apropiaban indebidamente de fondos y otras ilegalidades. Más allá de eso, era conocido por su descontento y se decía que había estado implicado en varias conspiraciones contra el gobierno. Por estas y otras presuntas indiscreciones, altos mandos de la policía decidieron que Mamatoco debía ser eliminado. Con este fin, enviaron a algunos de sus subalternos, que atacaron a la víctima y la mataron a puñaladas.'" Los periódicos conservadores se apoderaron con entusiasmo del asesinato de Mamatoco, insinuando que había sido un crimen de Estado or-

denado por el propio Alfonso López. Estas acusaciones nunca fueron probadas. Pero en la atmósfera política de Colombia en aquelliépoca, las reglas de la evidencia no ocupaban un lugar prominente en el discurso político. Adicionalmente, el incidente fue providencial para los conservadores, pues les sirvió para fundamentar la vieja acusación de que los liberales habían politizado a la policía con el fin de usarla para sus propios fines.' 85 Loscnervad,ptmnos como Boyacá, habían sufrido la fuerte mano de la política liberal desde el cambio de gobierno en 1930 y, en Cundinamarca, la muerte de los conservadores de Gachetá por los disparos de la policía aún despertaba rencores en el corazón de los miembros de este partido.' 86 El problema de la impunidad en casos que involucraban a la policía liberal que había abusado de conservadores, y los casos en los que la policía liberal no perseguía El proceso Mamatoco,

184 El mejor estudio sobre el caso de Mamatoco es el de P. N. Rueda Uribe, crimen de Estado, Op. 185 Las dos mejores fuentes sobre la politización liberal de la policía son C. Abel, Mítica, Iglesia qué cayó y partidos en Colombia, 1886-1953, Op. cit., pp. 231-244, y Carlos Galvis Gómez, Fbr Bogotá, ABC, 1946. Galvis fue un oficial de policía liberal quien, mientras se enconLópez, traba en un exilio autoimpuesto, escribió una fuerte denuncia de la politización de la policía. Violencia, Bogotá, Tercer Mundo, 186 Javier Guerrero, Los años del olvido. Boyacá y los orígenes de la 1991, pp. 192-226, discute la liberalización de Boyacá durante la primera presidencia de López. El joven militante liberal Plinio Mendoza Neira fue el principal responsable de transformar la mayoría conservadora de Boyacá en una mayoría liberal. Los liberales se refrieron a Mendoza como un dinámico jefe político, cuya "impetuosa acción" durante la presidencia de Olaya había generado "una transformación política allí". J. A. Osorio ed., Buenos Aires, López Negri, 1952, Lizarazo, Gaitán, vida, muerte y permanente presencia, p. 189. las conservadores se quejaban de que Mendoza Neira dirigía a la policía departamental a través del Directorio Liberal de Boyacá. Darío Betancourt, Darío García y Martha Bogotá, L García, Matones y cuadrillas. Origen y evolución de la Valencia en el occidente colombiano, Tercer Mundo, 1990, p. 72, refiriéndose al departamento del Valle, encuentra que "la liberalización de la policía fue muy intensa durante el segundo gobierno de López".

efectivamente a civiles liberales, enojaba también a los conservadores. Los responsables de la masacre de Gachetá nunca fueron enjuiciados. Y en el igualmente célebre caso del conservador de Manizales, Clímaco Villegas, a quien, en 1935, el cacique liberal coronel Carlos Barrera Uribe le disparó por la espalda hiriéndolo de muerte, la justicia se mostró lenta e indulgente. Transcurrieron casi cinco años antes de que Barrera Uribe fuese encarcelado. Y, finalmente, sólo pagó quince meses de una sentencia de veinte meses.'r Todos estos acontecimientos contribuyen a explicar la manera inmisericorde como explotaron los conservadores el caso de Mamatoco en el Congreso y en la prensa. El caso Mamatoco les sirvió a los conservadores como contexto ideal para resaltar los escándalos financieros que manchaban al presidente y a los miembros más cercanos de su familia. Lo más perjudicial era la especulación de valores en la cual el hijo del presidente utilizó información privilegiada para que él mismo y

otros familiares obtuvieran extraordinarias ganancias en corto tiempo. La especulación involucraba acciones de Handel Maatschappij, la firma holandesa que tenía el control accionario de la cervecería Bavaria. Siendo uno de los abogadós de la Handel, López Michelsen se convirtió en su agente fiduciario cuando Holanda cayó en manos de los nazis. Cuando las acciones de la Handel cayeron en la bolsa de Nueva York, miembros de la familia de López las compraron y luego, gracias a la intervención del gobierno, las cambiaron por acciones de Bavaria valorizadas casi en un 100%. Entretanto, el presidente promulgó un decreto que rebajaba la sanción para este tipo de especulación del 100 al 15%. 188 Los amigos del gobierno quedaron consternados cuando se filtraron los detalles del asunto de la Handel en el transcurso de 1943. Carlos Lleras Restrepo había advertido un año antes que la participación de López Michelsen en la Handel presagiaba males para el Partido Liberal. El entonces

187 Barrera Uribe le disparó a Villegas cuando éste caminaba por una de las calles de Manizales. El caso se hizo célebre entre los conservadores. Véase Keith Christe, Oligarcas, campesinos y política en Colombia: aspectos de la historia sociopolítica de la frontera antioqueña, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1986, pp. 155-186, para una excelente discusión del mismo. Alfonso López, La política oficial. Mensajes, cartas y discursos del presidente López, vol. 3, Bogotá, Imprenta Nacional, 1935-1937, pp. 13-18, contiene una emotiva carta de Villegas a López, dictada desde su lecho de muerte, y la igualmente emotiva respuesta del presidente. 188 Según el informe del Congreso publicado en octubre de 1944, López Michelsen y sus familiares adquirieron dos mil quinientas acciones de la Handel por $649.785 (aproximadamente a la par con el dólar americano). Las cambiaron por cincuenta y siete mil quinientas acciones de Bavaria, evaluadas en $1'150.000. Pedro Nel Giraldo, Don Fernando. Juicio sobre un hombre y una época, Medellín, Granamérica, 1963, pp. 195-196. Otro estudioso de este caso, Ben G. Burnett, "The Recent Colombian Party System: lis Organization and Procedure", disertación de doctorado, Los Ángeles, University of California, 1955, pp. 88-89, afirma que el consorcio de López ganó más del 1.000% en la transacción.

412 / La modernización en Colombia ministro de hacienda le había dicho a Eduardo Santos que, a menos que las complicadas transacciones se resolvieran antes de la posesión de López Pumarejo, podría estallar un escándalo, y "el Partido Liberal correrá el riesgo de caerse".'" Durante los meses de septiembre y octubre de 1943, el presidente y su hijo mayor lucharon por combatir los escándalos.'" El 3 de octubre, Alfonso López Michelsen le envió una carta al ministro de gobierno, Darío Echandía, informándole que había renunciado a la vicepre-

sidencia de Bavaria, había alquilado la trilladora y se había retirado de los negocios. 19' Entretanto, el presidente mantuvo firmemente que no había

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habido ninguna acción ilícita de su parte, ni de la de ninguno de los miembros de su familia. Siete meses más tarde, desárrolló sus ideas sobre la riqueza, el privilegio y el uso de la influencia pública en favor de los intereses privados. En su mensaje al Congreso del 15 de mayo de 1944, gran parte del cual estaba dedicado a defender las transacciones comerciales de su hijo mayor, López escribió:

No veo razón válida para que, al entrar en la lucha por la vida, mis hijos no se beneficien de sus antecedentes de familia, de la educación y preparación que, para fortuna mía, he podido darles.

189 C. Iteras Restrepo, Crónica de mi propia vida, Op. cit., vol. 4, p. 371. Lo que complicó aún más las cosas para el gobierno fue el caso de una trilladora de café en Girardot, Tolima, la Trilladora Tolima, adquirida por López Michelsen a la Federación de Cafeteros en 1942. El propietario original de la trilladora, el nazi Joachim von Mellenthin, había dejado la trilladora bajo manejo fiduciario cuando regresó a Alemania en 1939. Como sucedió en el caso de la Handel, López Michelsen adquirió la trilladora legalmente. Sin embargo, lo hizo gracias a la ayuda de amigos influyentes, tales como Alfonso Araújo, quien era ministro de hacienda de su padre, y que pertenecía a la vez a la Junta Directiva de Fedecafé, y al banquero Roberto Michelsen, miembro de su familia que dirigía el Banco de Colombia. Para detalles sobre la transacción de la Trilladora Tolima, véase José Francisco Ocampo, Memorias inconclusas de un amnésico, Bogotá, Cosmos, 1979, pp. 317-319. 190 Alfonso López Pumarejo y su familia habían estado defendiéndose del escándalo financiero desde antes de la elección presidencial de 1942. Durante marzo de aquel año, Alfonso López y cuatro de sus hermanos, junto con su hijo Alfonso López Michelsen, fueron acusados en El Siglo por tratar de comprar ciento cincuenta mil fanegadas de tierras potencialmente ricas en petróleo bajo circunstancias sospechosas. El "escándalo del Carare" se describe en J. F. Ocampo, Op. cit., pp. 307-309; Refuta Vega Cantor, Crisis y caída de la República Liberal, 1942-1946, Ibagué, Mohan, 1988, pp. 74-76; C. Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida, op. cit., vol. 4, p. 267. Cuatro años antes, durante el primer gobierno de López, Laureano Gómez había acusado al presidente y a su familia de especular con tierras adyacentes a propiedades adquiridas por el gobierno para la construcción de la nueva Universidad Nacional de Colombia. El Siglo, 7 de abril de 1938. 191 E. Estrada, Op. cit., p. 676. Como dato curioso, aproximadamente por la misma época, López Michelsen dictó una conferencia en la Universidad Nacional de Colombia en la que criticaba a los capitalistas colombianos de generaciones anteriores por su tendencia a considerar al Estado como "un instrumento al servicio de sus intereses". Véase su libro, Cuestiones colombianas, México, Impresiones Modernas, 1955, p. 358.

Proseguía: [...] en el régimen capitalista liberal se especula con cualquier eventual determinación del gobierno, cuando se la cree posible, cuando se anuncia como probable. '92

Algunos meses más tarde, Darío Echandía se encontró defendiendo las transacciones financieras de la familia López en un célebre debate con Enrique Caballero Escovar, que llegó a ser conocido como "El discurso de las manos limpias". Durante el intercambio, Echandía señaló que, gracias a las acciones de López Michelsen, propiedades que antes pertenecían a extranjeros habían pasado a manos colombianas. En palabras de Echandía, "así se socializó esta riqueza". ' 93

El 16 de noviembre de 1943, Alfonso López Pumarejo solicitó y le fue concedida autorización para dejar la presidencia con el fin de acompañar a su esposa enferma a Estados Unidos, donde sería sometida a un tratamiento médico. Alfonso López Michelsen viajó con sus padres, pues había sido invitado por el gobierno de Estados Unidos para realizar una gira

en la que dictaría conferencias en varias universidades norteamericanas.'" La comitiva presidencial dejaba atrás un gobierno fuertemente atacado por enemigos que iban desde Laureano Gómez hasta Jorge Eliécer Gaitán. Los simpatizantes del gobierno, como Carlos Lleras Restrepo, quien ocupaba de nuevo el cargo de ministro de hacienda, ahora bajo el presidente encargado Darío Echandía, admitió que su constante testimonio ante un Congreso hostil se había con-

vertido en algo odioso para él. Lleras recordó en sus memorias que él también había llegado a sentir la atmósfera de descomposición política y social que se hizo más tensa en el transcurso del año.'" Entre quienes han tratado de explorar las implicaciones del caso Handel, el historiador Rafael Serrano Camargo es quien más se acerca a sugerir cómo fue percibido por el ciudadano corriente: Cerrado el caso en el Parlamento, el hombre de la calle siguió preguntándose qué era en verdad lo de la Handel; porque ni él, ni la mayoría de los padres de la patria, salidos todos del común, podían hacer

192 A. López Pumarejo, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, pp. 543, 545. 193 D. Echandía, Op. cit., vol. 4, p. 234. El debate tuvo lugar en noviembre de 1944. La intervención de Caballero se encuentra en Enrique Caballero Escovar, El Mesías de Handel, Medellín, Hombre Nuevo, 1982, pp. 39-100. 194 S. Galvis y A. Donadío, Op. cit., pp. 98-99. 195 C. Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida, op. cit., vol. 5, 1988, pp. 158, 335, 352-354. Lleras afirma también haber escuchado aquel grito que Gaitán habría de hacer famoso después, "1A la cargal", pronunciado primero por los conservadores del Senado durante un discurso de Silvio Villegas en el que denunciaba la corrupción política bajo el gobierno de López (p. 261).

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414 / La modernización en Colombia claridad en sus entendederas de lo que hubo o no hubo de torcido en tan complicados intríngulis.'"

Serrano también llama la atención sobre el hecho de que, de todos los que habían estado implicados en el caso Handel, diez de ellos habían ocupado o habrían de ocupar la presidencia. Los liberales Eduardo Santos, Alfonso López Pumarejo, Alfonso López Michelsen, Darío Echandía, Carlos Lleras Restrepo, Julio César Turbay Ayala y Alberto Lleras Camargo defendieron las transacciones. Los conservadores Laureano Gómez, Mariano Ospina Pérez y Guillermo León Valencia las atacaron. Si bien es posible que el ciudadano corriente no comprendiera las complejidades del caso, sabía que, de una manera u otra, vinculaba a los más prestigiosos dirigentes con manejos fmancieros de naturaleza cuestionable. Una vez que se encontró a salvo en Estados Unidos, Alfonso López Pumarejo hizo saber que no estaba ansioso de regresar a Colombia. Los mensajes que le llegaban de su país poco hicieron para convencerlo de lo contrario. Laureano Gómez, quien sentía que su larga campaña contra los liberales estaba dando resultado, había incrementado sus invectivas. El

9 de enero de 1944 publicó un editorial de El Siglo donde afirmaba: Creemos que existen razones suficientes para declarar una guerra civil, pero ante la imposibilidad material en que estamos de hacerlo, señalamos ante las maldiciones de la historia a este régimen que ha erigido el robo, el asesinato y el pealado como sistema de gobierno. Un mes más tarde, cuando el ministro de gobierno Alberto Lleras lo denunció legalmente por calumnia, el astuto jefe conservador permitió que lo llevaran a la cárcel, para poder pronunciar, histriónicamente, desde su celda, las siguientes palabras, "Cuando los asesinos, ladrones y prevaricadores están en el gobierno, mi único sitio en el país es la cárcel. iDesde ella hablaré hasta el fin!". Al ver que el encarcelamiento de Laureano Gómez había enfurecido incluso a los conservadores moderados, el gobierno pronto lo dejó en libertad.'" Cuando los frenéticos lopistas finalmente prevalecieron sobre su jefe para que regresara al país, López llegó en un ánimo belicoso, aunque no tanto como para asumir de nuevo sus deberes presidenciales. En una serie de discursos donde abundaban

196 Rafael Serrano, En aquella ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, p. 277. 197 El Siglo, 10 de febrero de 1944. El encarcelamiento de Gómez unió a todos los conservadores, incluso el antilauranista Fernando Gómez Martínez, editor de El Colombiano de Medellín. Se vio movido a protestar: "La prisión del doctor Laureano Gómez indica [...1 que la administración de justicia se está derrumbando. El proceso de descomposición ha llegado a su apogeo". Gilberto Zapata haza, Patricios o asesinos: 50 años de cruda historia, Medellín, Ital Torina, 1969, p. 121.

las insinuaciones de que no regresaría jamás a la presidencia, dio a los

conservadores una prueba de su propia retórica inmoderada. Al hablar en Barranquilla el día de su regreso, dijo López: En 1942, el Partido Conservador no solamente quería hacer oposición al gobierno constituido [...J sino que pretendía intervenir con su veto en la elección del candidato liberal, y combatió mi nombre con una serie de amenazas. La misma acción intrépida que se había ordenado contra el gobierno de Santos, la misma guerra civil que se había estimulado en los Santanderes contra el de Olaya, y un nuevo aditamento de violencia: el atentado personal para impedir que fuera elegido.'"

Prosiguió con acusaciones similares contra la oposición laureanista en discursos pronunciados luego en Medellín y en Bogotá. La Colombia política continuó en el caos hasta comienzos de 1944. Alfonso López Pumarejo se negó a reasumir la presidencia, los laureanistas continuaron con su ataque contra el liberal, "en bancarrota moral", y los sindicatos y seguidores de Jorge Eliécer Gaitán, cada vez más elocuente, promocionaron con fuerza y en ocasiones con violencia sus respectivas agendas. Finalmente, el 15 de

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mayo, Alfonso López presentó al Congreso la solicitud formal de que se le permitiera renunciar a la presidencia. Puesto que lo hizo la víspera de una huelga general convocada a su favor por los trabajadores de la nación, que eran sus más fervientes seguidores, era obvio que sabía que su solicitud sería negada. Así sucedió. Por consiguiente, López reasumió la presidencia para alivio de sus seguidores liberales y para alegría de los sindicatos y de la izquierda política.'" La nación continuó a la deriva durante los dos meses que siguieron al regreso de López como jefe de Estado. El Congreso no estaba en disposición de aprobar nuevas reformas, sus miembros estaban divididos, su atención se centraba en las elecciones presidenciales de 1946. Laureano Gómez y sus seguidores vociferaban que el partido de López se había suicidado y que el presidente había caído prisionero de los comunistas —refiriéndose a los sindicatos y a la izquierda—. 200 U n grave descontento continuaba difundiéndose entre las filas de los militares. Irónicamente, fue el ejército el que ayudó de forma indirecta a Alfonso López Pumarejo a salvar el tercer año de su segundo gobierno. El 10 de julio de 1944, mientras viajaba por el sur de Colombia, López fue arrestado

Pumarejo, 198 Alfonso López Pumarejo, Documentas relacionados con da renuncia del doctor Alfonso López Bogotá, Imprenta Nacional, 1946, p. 40. 199 El liberal antilopista, Atilio Velásquez, El padre de la victoria liberal y el autor de la derrota, Bogotá, Kelly, 1946, pp. 182-183, escribió que ninguno de sus colegas deseaba que López asumiera de nuevo la presidencia, pero que finalmente habían acordado apoyar su regreso, temiendo que, de no hacerlo, su partido sufriría una "catástrofe electoral". 200 Véase El Siglo, 21 de mayo y 1 de junio de 1944.

416 / La modernización en Colombia por soldados que le presentaron una hoja de papel sellado que contenía la declaración de su renuncia en favor del coronel Diógenes Gil. López, enfurecido, se negó a firmar el documento. Dado que en la Colombia legalista ninguna transacción era posible si no estaba acompañada por una hoja de papel sellado, que Gil no había usado, los secuestradores del presidente se desconcertaron y su intento de golpe fracasó. Diógenes Gil explicó luego que su acción había sido un impulso intempestivo, nacido de su frustración al ver el triste estado del ejército colombiano. Excepto por incidentes aislados en Ibagué y en Bucaramanga, los militares permanecieron fieles a López y hostiles a Gil y a sus seguidores."' El incidente ocurrido en Pasto dio nueva vida a López Pumarejo y a su gobierno. El movimiento laboral realizó manifestaciones en Bogotá y en otros lugares para celebrar el regreso de López al palacio presidencial el 12 de julio. Entretanto, se declaró el estado de sitio, cuyos términos permitieron que López impusiera las dos últimas reformas importantes de su presidencia. En septiembre de 1944 promulgó el Decreto 2350, que sirvió

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de modelo para la amplia ley laboral, la Ley 6 de 1945. Y a comienzos de 1945, impulsó una revisión constitucional, notable por el efecto que tuvo en el aumento de la democratización política y en el mayor fortalecimiento del Estado a expensas de los departamentos. Tanto la legislación laboral de 1944 y 1945, como la reforma constitucional, reflejaron el continuo compromiso liberal progresista con la promoción de la democracia y el bienestar social, guiados por la mano orientadora del Estado. El rasgo más notable de la reforma constitucional fue el de retirar a las Asambleas Departamentales el derecho de elegir a los senadores; tal privilegio se sometió a la votación popular. Al mismo tiempo, se impusieron nuevas limitaciones a las Asambleas Departamentales y se concedieron al Estado nuevas facultades para intervenir en los negocios y en la industria mediante la creación de nuevas corporaciones consultoras y reguladoras."2 Entretanto, se concedió a los trabajadores el derecho a exigir contratos por escrito, pago de despido y de retiro, seguro de enfermedad y de accidente, así como protección contra las prácticas injustas por parte de

201 El mejor estudio sobre el intento golpista de 1944 es el de Jaime Quintero, Consacá, Cali, Eza, 1944. 202 Para detalles sobre la reforma constitucional de 1945, véase Carlos Restrepo Piedrahita, Recopilación de Actos Legislativos, 1914-1986, Bogotá, Banco Popular, 1986, pp. 54-99; Colombia, Constitución Política de la República de Colombia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1945; Colombia, Congreso, La reforma constitucional en el Congreso, Bogotá, Imprenta Nacional, 1945. Otras medidas adoptadas en la reforma incluyeron eliminar el privilegio de votar a las fuerzas armadas y a la policía, y la creación del Distrito Especial de Bogotá, que abarcaba el área metropolitana inmediata y el terreno montañoso que se extendía hacia el sur hasta Sumapaz.

los empleadores. La nueva legislación restringió también a los trabajadores al declarar ilegales las huelgas en el transporte y en los servicios públicos, prescribiendo los procedimientos que se debían seguir en las negociaciones colectivas y prohibiendo el sindicalismo paralelo."' El año de 1945 comenzó con el regreso de Alfonso López Pumarejo al tema de que las diferencias partidistas —"odios que no se comparten [...] feudos místicamente arraigados en su suelo viejo"— rápidamente se convertían en algo del pasado en Colombia. Los partidos políticos, dijo, son instituciones de transición, basadas en preocupaciones pragmáticas e inmediatas de sus miembros, a sus programas se llega mediante la agregación racional de intereses, "no por actos de fe". 204 Y cada vez que López le ase-

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guraba a la nación que los liberales y los conservadores estaban olvidando sus viejas diferencias, Laureano Gómez respondía que él conservatismo ideológico estaba vivo y en buenas condiciones, dispuesto siempre a combatir "la desabrochada concepción materialista de la política", responsable "de este abatimiento espiritual de nuestro pueblo"."' Laureano Gómez no estaba solo en la oposición a la idea lopista de una Colombia que avanzaba rápidamente hacia el consenso político. Los miembros liberales de la coalición informal contra López Pumarejo continuaron acosando al gobierno. El 6 de febrero de 1945, el laureanista Guillermo León Valencia leyó en el Senado, una carta abierta del antiguo oficial de policía liberal Carlos Galvis Gómez. La carta acusaba a altos funcionarios

203 Las reformas laborales de 1944 y 1945 se discuten en mayor detalle en Mauricio Archila, Op. cit. y Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945, Bogotá, Anthropos, 1991, pp. 316-317; Charles Bergquist, Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda, eds., Violente in Colombia, the Contemporary Crisis in Historical Perspeclive, Wilmington, Delaware, Scholarly Resources, 1991, pp. 69-70; Miguel Urrutia, The Development of the Colombian Labor Movement, New Haven, Yale University Press, 1969, pp. 200-202; D. Pécaut, Op. cit., vol. 1, pp. 303-304; vol. 2, pp. 411-415, 435. 204 A. López Pumarejo, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, p. 610. Mensaje al Congreso del 22 de enero de 1945. 205 El Siglo, 29 de marzo de 1945. Gómez negó de inmediato la afirmación de López según la cual los partidos eran cada vez menos ideológicos en un editorial de El Siglo del 27 de enero, titulado "Las fronteras políticas". Gómez acababa de regresar de un exilio auto impuesto en el Ecuador cuando asumió de nuevo su campaña contra López en enero de 1945. Había huido del país después del intento de golpe de Pasto, junto con los laureanistas Francisco Plata Bermúdez y Jaime Uribe Holguín. Suponiendo que Gómez estaba implicado en el intento golpista, el gobierno cerró transitoriamente El Siglo y expidió una orden para el arresto de Gómez. Gómez buscó asilo en la embajada brasileña, la cual facilitó su salida del país. Al llegar a Quito, vivió durante varias semanas en una amplia habitación alquilada que compartía con sus dos jóvenes seguidores. Plata Bermúdez y Uribe Holguín recordaron que algunas mañanas su "caudillo y jefe" se detenía cuando se afeitaba y exclamaba, "ahora los tengo acorralados!", observación que les parecía extraña a sus compañeros, pues ellos estaban exilados y los liberales continuaban en el poder. Entrevista con Plata Bermúdez.

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418 / La modernización en Colombia del gobierno de complicidad en el asesinato de Mamatoco. Los lopistas se refirieron a las acusaciones como "calumnias tan villanas como ineptas". Sin embargo, este intercambio señaló que la política estaba descendiendo otra vez al nivel del año anterior. 206 Los meses siguientes estuvieron marcados por una serie de incidentes que, según el congresista santista Atilio Velásquez, crearon "una sensación de zozobra, de amenaza latente, de peligrosa inestabilidad"." Las elecciones para el Congreso realizadas en marzo de 1945 estuvieron acompañadas de nuevos rumores acerca de una conspiración, rumores que se acrecentaron cuando se descubrió un conjunto de explosivos escondidos en la catedral de Bogotá." Los liberales disputaban con motivo de la sucesión presidencial, tanto para el período de 1946-1950 como para el último año de la presidencia de Alfonso López Pumarejo. El presidente había decido otra vez retirarse de la

vida pública, motivado por las incesantes críticas a la manera como mezdaba el ámbito público y el privado, y temeroso de otro intento de golpe por parte de los militares." Fue un Alfonso López Pumarejo cansado y desalentado el que se dirigió al Congreso en una sesión especial el 26 de junio de 1945, convocada para anunciar el restablecimiento del orden público y para informar sobre las acciones de su gobierno después del incidente de Pasto. Aunque el presidente elogió la reforma constitucional y la adopción de las nuevas medidas laborales, condenó amargamente a todos los que se le habían opuesto. Se quejó de que las iniciativas en el campo laboral habían desencadenado una cruzada contra los comunistas entre sus oponentes, cuyo efecto había sido el de "encender de nuevo la antorcha de la guerra de Bases" en Colombia."° Cerca del final de su discurso del 26 de junio de 1945, Alfonso López

206 La carta aparece en C. Galvis, Op. cit., pp. 21-41; la respuesta de los liberales se encuentra en Alfonso López Pumarejo, Documentos, Op. cit., p. 283. 207 A. Velázquez, Op. cit., p. 213. 208 El sacerdote militante Daniel Jordán fue detenido para ser interrogado después del descubrimiento de los explosivos. Poco después el general Bonitto, encarcelado de nuevo después del intento golpista de Pasto, encabezó una revuelta en la prisión que atemorizó tanto al gobierno como al ejército. 209 Si bien López había aplacado al ejército al nombrar a uno de los suyos, el general Domingo Espinel, como ministro de guerra a comienzos de 1944, y aunque el ejército lo había apoyado contra Diógenes Gil, continuaba el descontento por el duro tratamiento que había dado López al ejército después del incidente de Pasto. El general Eduardo Bonitto fue sólo uno de los muchos militares encarcelados por sospecharse que estaban involucrados en la aventura de Gil. La mayoría de quienes participaron en el levantamiento del Panóptico, ocurrido el 1 de julio de 1944, en protesta por la conducta de los guardias de esta prisión, eran militares. vol. 2, pp. 627-628. López no hubiera debido 210 A. López Pumarejo, Obras selectas, Op. cit., sorprenderse de que su decreto en favor de los trabajadores encendiera una nueva ola de anticomunismo. El Partido Comunista Colombiano (que recientemente había cam-

Pumarejo manifestó de nuevo su deseo de retirarse de la presidencia, esperando que el Congreso pudiera encontrar a alguien que lo remplazara, [... I sobre cuya vida no gravite la amenaza de un crimen político, al que no se le haya ofrecido desde el augusto recinto del Senado la gloria que algunos teólogos españoles anunciaban a los presuntos homicidas de los tiranos peninsulares. 211 Era una referencia explícita a los discursos pronunciados por Laureano Gómez casi cinco años antes, donde hablaba de la probabilidad de que se renovaran los ataques contra los conservadores en caso de que Alfonso López fuera reelegido en 1942. Gómez insistió en que tal violencia justificaría el asesinato del diabólico López Pumarejo. Estas palabras desempeñaron un importante papel en hacer "invivible" la república para Alfonso López y para el resto del país. En su mensaje de renuncia enviado tres semanas después al Congreso y aceptada por este el 30 de julio de 1945, López se refirió al "sistemático propósito de fomentar malestar y zo-

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zobra" en Colombia, que había dado como resultado "una deformación del ánimo político" en toda la nación."' Admitió que una oposición política decidida había conseguido derrocar su presidencia. democráticamente. De esta manera, Laureano Gómez triunfó sobre su antiguo amigo Alfonso López Pumarejo, autor de la despreciada revolución liberal. No obstante, Gómez no había terminado de atacar a los liberales. Pronto su campaña habría de conseguir el objetivo largamente buscado dé sacar al Partido Liberal del poder. Con esto, llegaría el turno de los conservadores de experimentar la desgracia de tratar de dirigir una sociedad, donde la mitad de sus integrantes estaba dedicada a frustrar e impedir el proceso de gobierno. Después de su caída, en menos de un año, los liberales colombianos demostrarían que habían aprendido bien las tácticas obstruccionistas enseñadas por Laureano Gómez durante dieciséis años. Demostrarían también su habilidad para perfeccionar nuevas estrategias para hacer invivible la república.

biado su nombre por el Partido Social Democrático en el congreso realizado en agosto de 1944) disfrutó de un fuerte crecimiento entre agosto y octubre de 1944, cuyas razones discute Medófilo Medina en Historia del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Colombia Nueva, 1980, pp. 454-465. Fue en ese momento que la URSS abrió su misión diplomática en Bogotá bajo los términos de la reciente alianza Oriente-Occidente contra el fascismo. (cf. Vernon Lee Fluharty, Dance of the Millions. Military Rule and die Social Revolution in Colombia, 1930-1956, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1957, pp. 75-76). Todas estas actividades generaron una ráfaga de preocupaciones entre los liberales moderados y los miembros de ambas facciones del Partido Conservador. Los colombianos que se oponían al comunismo, la mayor parte de los cuales se oponía también a Alfonso López, se mostraron especialmente críticos del mensaje del presidente saludando a José Stalin el día del aniversario de la Revolución de Octubre en Rusia. 211 Ibíd., p. 632. 212 A. López Pumarejo, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, p. 636.

Orquestando la guerra de los siete mil días I

9 Orquestando la guerra de los siete mil días Introducción: la Violencia temprana

C

uando Alfonso López Pumarejo renunció a la presidencia, en 1945, la élite politica colombiana se embarcó en un proceso de autodestrucción que, en el transcurso de cinco años, sometió a la nación a la guerra civil y a la suspensión del gobierno democrático. La incapacidad de las principales figuras públicas de trabajar conjuntamente y su voluntad de enlistar a la ciudadanía en sus luchas partidistas y personales, difundió la violencia y la muerte sobre grandes extensiones del territorio nacional. Esta lucha armada, advertida primero en incidentes esporádicos ocurridos en 1946, se intensificó durante los años siguientes, ocasionando finalmente la suspensión de las libertades civiles y la imposición de un régimen autoritario a fines de 1949. Los disturbios sociales que se iniciaron a mediados de la década del cuarenta, conocidos en la historia colombiana como la Violencia, habrían de aquejar a Colombia durante casi dos décadas —un perío-

do siete veces más largo que el de la guerra civil de 1899-1902, la Guerra de los Mil Días—. La Violencia finalmente costó doscientas mil vidas y una parte considerable del tesoro nacional. Fue un fenómeno complejo, que sólo pudo enfrentarse efectivamente cuando se neutralizó su aspecto partidista tradicional en 1958, mediante un acuerdo entre liberales y conservadores para compartir el poder, llamado el Frente Nacional. La agitación civil colombiana de las décadas del cuarenta y siguientes ha demostrado ser difícil de evaluar, en parte porque se dio en un contexto de floreciente prosperidad económica y modernización social. Así, mientras los políticos se disputaban y los campesinos morían, el cambio social en Colombia avanzaba de prisa. La coexistencia de la violencia y el acelerado progreso económico no es necesariamente contradictoria. Sin duda, esto fue lo que ocurrió en Colombia. Una importante razón para que la Violencia y el progreso social pudieran darse de manera simultánea, fue que el derramamiento de

sangre fue inusual y rural, y por eso sólo perjudicó ocasionalmente la modernización económica.' Al ser un fenómeno eminentemente rural, restringido a los lugares más inaccesibles de los departamentos donde se dio, la Violencia nunca afectó de forma directa más que a una minoría de colombianos, incluso en departamentos fuertemente golpeados como el de Tolima.2 Como fenómeno que se extendió por más de dos décadas, durante las cuales Colombia se urbanizó e industrializó, la atroz y destructiva violencia evidentemente desempeñó un papel periférico en la vida nacional. Cuando se la examina año por año, se ve que la Violencia sólo causó la muerte de un diminuto porcentaje

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de la población colombiana.' No debe sorprender entonces que, a medida que progresaba la Violencia, la mayor parte de los colombianos pudiera mantener su distancia frente a ella e ignorar su gravedad. 4 Esta aparente paradoja ha dificultado comprender la reciente historia de Colombia, condición agravada por la tendencia a centrarse casi exclusivamente en la Violencia y en otras manifestaciones posteriores de inconformismo social, junto con el sistema político que las produjo. Entre tanto, la nación, en un sentido más amplio, ha sido poco estudiada, se han ignorado sus dramáticos cambios sociales y económicos, o bien se han aceptado sin reflexión.

1 El carácter ambulante de la Violencia es sugerido por Paul Oquist, quien tiene los mejores estudios sobre la mortalidad resultante de este fenómeno. En su libro Violencia, conflicto y política en Colombia, Bogotá, Banco Popular, 1978, pp. 16, 19, por ejemplo, revela que, entre 1947 y 1957, 40.309 de las muertes relacionadas con la Violencia ocurrieron en el Norte de Santander, y en Santander, el 23% de todas las muerte reportadas durante este período. Durante la fase posterior de la Violencia, de 1958 a 1966, sólo 649 muertes fueron reportadas en estos departamentos. Representaron sólo el 3,7% de las muertes relacionadas con la Violencia para este período. Entre tanto, Tolima y Valle, donde se reportaron el 25% de las muertes relacionadas con la Violencia en el período anterior, registraron el 59% de todos los asesinatos debidos a la Violencia posterior. Para una distribución de las muertes debidas a la Violencia, realizada por Oquist, véase Anexo 1. 2 James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Bogotá, El Áncora, 1984, pp. 287, 306-309, discute el papel de la geografía en la Violencia tolimense. 3 Este porcentaje se ha estimado en un promedio de menos de un décimo del uno por ciento por año. Para un estimativo de las muertes relacionadas con la Violencia por cien mil de la población nacional, véase Anexo 2. 4 Esto, a su vez, explica la sorpresa y la ira que experimentaron los colombianos residentes en las ciudades cuando, en 1962, leyeron el primer estudio riguroso de este fenómeno, La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, vol. 1, Bogotá, Tercer Mundo, de Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna. La tormentosa reacción producida por la publicación de este libro se discute en J. D. Henderson, Op. cit., pp. 16-18. Desde la publicación de La Violencia en Colombia, la violencia social y su relación con la política nacional han dominado la atención de historiadores y científicos sociales colombianos.



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El fenómeno Gaitán

Sólo ocasionalmente han llamado la atención algunos colombianos perceptivos a la infortunada ascendencia del ámbito público sobre el privado en su país, tratando de cerrar la brecha entre ellos para beneficio de ambos. Jorge Eliécer Gaitán fue una de las primeras personas que habló de la dicotomía entre "el país político", como lo llamó, y "el país nacional". Concedió gran importancia al hecho de que los pocos miembros de la sociedad que dominaban la política abusaban de su poder a expensas de la mayoría de los colombianos, ciudadanos del "país nacional". Durante la década del cuarenta, Gaitán construyó un movimiento político basado en la idea de que la mayor parte de las figuras políticas colombianas eran políticos de maquinaria, desprovistos de una visión de la comunidad. Los de la clase política, decía Gaitán, eran miembros de una plutocracia que consideraba a las oficinas públicas "como una granja" y no como "un lugar de trabajo para contribuir a la grandeza nacional". 5 Gaitánpromeósclundo público colombiano y asegurarse de que el ciudadano corriente recibiera justicia social. Condenó a la mayoría de las figuras nacionales, incluyendo a Alfonso López Pumarejo, como miembros del "país político", hombres siempre dispuestos a mover las palancas del poder público en bene-

ficio propio y en el de sus familiares y amigos. El mensaje de Gaitán, según el cual Colombia entera debía liberarse de la dominación de su dase política, resonó con fuerza en todo el país, especialmente en las zonas urbanas, donde la lucha por el progreso personal tendía a desdibujar los odios partidistas. Estos odios, sin embargo, siguieron siendo fuertes en el campo, donde vivían aún la mayoría de los colombianos durante la década del cuarenta, y donde se inició la Violencia. Finalmente, ni siquiera Gaitán pudo escapar al hecho de ser él mismo liberal y populista. Una vez que obtuvo el control del Partido Liberal, en 1947, le fue imposible reconciliar su liberalismo con su populismo. Cuando los liberales comenzaron a morir en el campo, Gaitán recurrió cada vez con mayor frecuencia a la retórica partidista del discurso político tradicional. Terminó entonces hablando como los miembros del "país político" a quienes antes criticaba. Cuando Gaitán fue asesinado, a comienzos de 1948, sus seguidores en el centro de Bogotá atacaron a quienes acusaban de asesinar a su líder. Los disturbios gaitanistas del 9 de abril de 1949, el Bogotazo, como se llamó luego, fracasó en su objetivo inmediato de derrocar el gobierno conservador que se encontraba en el poder en aquel momento. Cuando, después de dos horas, su fracaso se hizo evidente,

5 Jorge Eliécer Gaitán, Los mejores discursos de &titán, ed., Bogotá, Jorvi, 1968, p. 429.

los manifestantes pronto desviaron su atención a la satisfacción de sus fines personales, a través de una orgía de saqueos que se prolongó hasta la restauración del orden público cinco horas más tarde. Mientras se desarrollaban los disturbios y los saqueos, las élites políticas de oposición intentaron canalizar la ira y la energía popular en favor de propuestas partidistas. Los revoltosos ignoraron estos llamados y se dedicaron a satisfacer sus objetivos personales, mientras el orden público quedaba postrado ante ellos. El asesinato de Gaitán convenció a muchos colombianos de que no valía la pena salvar su mundo público. Aunque tuvo como efecto el recrudecimiento de la Violencia partidista en las regiones apartadas, la muerte de Gaitán llevó a los colombianos urbanos a adoptar una posición de indiferencia frente a los asuntos públicos. Los estudiosos de la historia de Colombia señalan el asesinato de Gaitán y la violenta reacción que produjo como algo que llevó aceleradamente al país hacia el resquebrajamiento político y a la guerra civil. Sin embargo, fue aún más importante la manera como propició el abismo afectivo que separó a los colombianos corrientes de sus dirigentes públicos, llevando a un gran número de ciudadanos

a cambiar el partidismo por la indiferencia política. Aquellos colombianos que, el 9 de abril de 1948, desconocieron el llamado a encauzar su ira hacia fines políticos, fueron los primeros en darle la espalda a un mundo político ineficiente y autodestructivo que no servía a sus intereses. La frustración que alienaba progresivamente a los colombianos de su dase política se hizo evidente por la época en que Alfonso López Pumarejo renunció a la presidencia, en 1945. López cayó debido a dos complejos problemas. En primer lugar, el progreso económico que él y sus copartidarios habían hecho tanto por generar, tuvo una consecuencia colateral negativa: la inflación. Una inflación de cerca del 12% anual que castigaba a las personas humildes en su lucha por la supervivencia. 6 En segundo lugar, existía la difundida creencia de que el gobierno estaba lleno de corrupción, creencia que el propio López . Pumarejo ayudó a fomentar en 1944 al defender las ventajas económicas de las que disfrutaron él y su familia. En una democracia liberal como la colombiana, dijo, los ciudadanos compiten en igualdad de condiciones para obtener ventajas personales; quienes tienen más dinero lógicamente serán más prósperos que los demás.'

Rin and Colombia, Pittsburgh, 6 RosernaryThorp, Economic Management and Economic Development in University of Pittsburgh Press, 1991, p. 17. El gobierno fue sensible al problema de la inflación. Una lectura de la prensa de fines de 1945 y comienzos de 1946, revela sus continuos esfuerzos por disminuirla. 7 Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, vol. 2, Bogotá, Retina, 1980, pp. 543, 545. Para la defensa de López de la riqueza y el privilegio en las democracias liberales, véase capítulo 8, supra.

424 / La modernización en Colombia La insatisfacción popular con es- de su partido en cualquier ocasión. tos dos problemas beneficiaba los inte- Cuando estos amenazaron con excluirreses del populismo y del más acérri- lo del Directorio del partido durante mo enemigo de López dentro del la convención de 1939, un camorrista Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán. grupo de seguidores de Gaitán entró En tanto que López y sus seguidores al salón y amenazó con la violencia si luchaban por responder a las acusa- su jefe era despreciado.' Durante la ciones de corrupción oficial de que convención del partido realizada en fueron objeto en 1943 y 1944, Gaitán 1941, cuando Alfonso López fue prohábilmente encauzó la ira popular puesto como candidato liberal para el contra el status quo político para su pro- período 1942-1946, Gaitán encabezó pio beneficio. un retiro de la sala en protesta por la Gaitán era ideal como líder de la forma "dictatorial" como había sido campaña contra la clase política co- postulada la candidatura de López.° lombiana. De origen humilde, se ha- La posterior reelección de López Pubía destacado en los debates del Con- marejo a la presidencia enojó de tal greso a fines de la década del veinte manera a Gaitán, que consideró abanpor atacar el régimen conservador en- donar el Partido Liberal como lo hatonces en el poder. Pero su agresivi- bía hecho diez años antes. A fines de dad y la alta opinión que tenía de sus 1942 acogió cálidamente la propuespropias capacidades, características ta de un grupo bipartidista que le ofreambas de la generación que ingresó ció encabezar una cruzada nacional a la política en la década del vein- dirigida a sustituir la Constitución de te, disgustó a sus mayores dentro del Colombia por una Constitución corPartido Liberal, entre ellos princi- porativa de corte tecnocrático, sustipalmente a Alfonso López Pumarejo. tuyendo así el "parlamento de políPara fines de la década del treinta y ticos" colombiano por uno "moral" y comienzos de la del cuarenta, Gai- apolítico.") Gaitán, sin embargo, era tán había establecido su reputación un político demasiado astuto como como liberal independiente, prepa- para suscribir el corporativismo en rado para combatir a los dirigentes un momento más propicio para un 8 Francisco José Ocampo, Memorias inconclusas de un amnésico, Bogotá, Cosmos, 1979, pp. 278279. Las tres personas originalmente propuestas para el Directorio eran Alfonso López, Gabriel Turbay y Carlos Lozano. Después de escuchar la exigencia de incluir a Gaitán, el Directorio se extendió para incluir a otras personas, Gaitán, Luis Cano, Carlos Lleras Restrepo y Lucas Caballero. 9 Carlos Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida, vol. 4, Bogotá, Stamato, 1987, p. 296; El Siglo, 24 de septiembre de 1941. 10 Gaitán luego se desanimó de esta idea, y para 1945 la rechazó totalmente. Los conservadores Rafael Azula Barrera y Eduardo Carranza, y el liberal Eduardo Caballero Calderón fueron quienes propusieron este plan a Gaitán. Herbert Braun, The Assassination of Gaitán. Public Life and Urban Violente in Colombia, Madison, University of'Wisconsin Press, 1985, p. 81.

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movimiento de masas de índole populista. Tres elementos se conjugaron en 1943 para poner a Jorge Eliécer Gaitán en el camino que habría de llevarlo a la jefatura única del Partido Liberal. El primero fue el súbito surgimiento y la estruendosa caída de Francisco A. Pérez, Mamatoco. Este, quien al igual que Gaitán había sido tildado de fascista, y de quien se burlaban por sus vanidosas afirmaciones, tales como "Yo soy un predestinado, que quiere redimirlo [al pueblo] de la coyunda de los oligarcas del dinero" y "Yo propongo luchar por el pueblo y para el pueblo", había comenzado a generar olas políticas en Bogotá cuando fue abatido por los asesinos." El feroz populismo de Pérez impresionó a Gaitán, como también a otros de los enemigos de Alfonso López y de su círculo. Simultáneamente con el asesinato de Mamatoco, el segundo de los factores que llevó a Gaitán a lanzar su ataque fmal contra la vieja guardia liberal fue la avalancha de escándalos financieros que mancharon al gobierno durante 1943 y que prestaron una importancia adicional a la pregunta, "¿Quién mató a Mamatoco?" Los incidentes de la Handel y de la Trilladora Tolima, junto con otros de. 12

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nunciados por la oposición conservadora, convencieron a Gaitán de que el gobierno era vulnerable a ataques éticos y morales." El tercer y último desarrollo político que le ayudó a Gaitán a definir su siguiente estrategia para ganar la presidencia fue el ataque furioso y casi populista a López Pumarejo y a su gobierno por parte de los congresistas conservadores a fines de 1943. Durante las sesiones del Congreso de aquel ario, mientras se desempeñaba como presidente del Senado, Gaitán vio cómo Silvio Villegas atacaba a altos funcionarios públicos, tildándolos de oligarcas venales y corruptos, y advirtió la forma como los complacidos seguidores de Villegas que se encontraban entre el público vitoreaban al senador laureanista con gritos de "iA la carga!". Gaitán anunció extraoficialmente su intención de desafiar al Directorio Liberal de nuevo cuando, en agosto de 1943, criticó a López por actuar con base en una simple "mecánica política y no con base en ideales de trascendencia social"." A comienzos del ario siguiente, Gaitán lanzó oficialmente su campaña presidencial, con la creación de comités gaitanistas en las principales ciudades y la apertura de su sede en Bogotá. Los miembros del Partido

11 Darío Bautista Olaya, El personaje y los hechos, testimonio de un reportero, Bogotá, Andes, 1984, pp. 27-31, de una entrevista realizada el 18 de marzo de 1943. Para detalles sobre el asesinato de Pérez, véase capítulo 8, supra. 12 El periódico de Laureano Gómez, El Siglo, formuló con frecuencia esta pregunta durante los meses posteriores al asesinato de Pérez, ocurrido el 14 de julio de 1943. El título invariablemente iba acompañado de una acusación según la cual altos funcionarios del gobierno de López estaban implicados en el crimen. 13 Para detalles sobre la Handel y la Trilladora Tolima, véase capítulo 8, supra. 14 C. Lleras Restrepo, op. cit., vol. 5, p. 219.

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426 / La modernización en Colombia Liberal intentaron ignorar el desafio de Gaitán, lo que no resultaba fácil, pues los gaitanistas fanáticos, conocidos ' como la Jega (acrónimo de las iniciales de Gaitán), perturbaban las reuniones del partido en las que se despreciaba a su caudillo y apedreaban los diarios que no le daban cubrimiento a Gaitán.'5 Tales incidentes fueron posibles porque la policía de Bogotá, que simpatizaba con el mensaje populista de Gaitán, se abstenía de intervenir cuando golpeaba la Jega, disfrutando de la incomodidad que producían estos ataques a la "oligarquía" política bogotana. Una de las primeras víctimas de la violencia gaitanista fue Carlos Lleras Restrepo, quien anunció su candidatura para la presidencia en una conferencia dictada en el Teatro Municipal el 24 de marzo de 1944. Miembros de la Jega habían llenado el salón para interrumpir el discurso de Lleras.' 6 Cuando Lleras y sus seguidores salían del auditorio, fueron amenazados por una muchedumbre gaitanista que los siguió hasta la casa de aquel, a la que luego apedrearon. Lleras renunció a su candidatura una semana después y pronto dejó el país para representar a Colombia en la Conferencia de Bretton Woods.

A fines de 1944, cuando Darío Echandía defendía valerosamente al gobierno contra las acusaciones relativas a la transacción de la Handel, en su "Debate de manos limpias" con Enrique Caballero Escovar, Gaitán lanzó lo que bautizó como el Movimiento Pro Restauración Moral y Democrática de la República.' 7 En las elecciones para el Congreso, realizadas en marzo de 1945, los gaitanistas demostraron su creciente fuerza al obtener tantos puestos como los liberales lopistas y santistas. Y en la víspera de la convención liberal del 22 de junio, dominada por los enemigos de Gaitán y, por consiguiente, saboteada por él, este denunció al Partido Liberal como "una oligarquía cerrada", decidida a frustrar las aspiraciones populares.i8 Entretanto, los convencionistas se vengaron de Gaitán al no mencionar su nombre en las actas, impulsando a Gabriel Turbay como candidato presidencial oficial del Partido Liberal para las elecciones de 1946 y designando a Alberto Lleras Camargo como la persona elegida para terminar el período presidencial de Alfonso López Pumarejo. Dos meses más tarde, en septiembre de 1945, Gaitán respondió a los miembros del partido organizando su

15 Tanto El Tiempo como El Espectador fueron apedreados el 11 de marzo de 1944. La Jega irrumpió tanto en la Asamblea de Cundinamarca el 25 de mano, como en la convención del Partido liberal realizada el 25 de junio. 16 En su Crónica de mi propia vida, Op. cit., p. 6, 93, Lleras recuerda que tanto Gaitán como Gabriel Turbay se encontraban entre el público, al parecer disfrutando de su incomodidad. 17 C. Lleras Restrepo, Op. cit., vol. 7, pp. 36-37. Para el "Debate de las manos limpias", véase capítulo 8, supra. 18 C. Lleras Restrepo, Op. cit.., p. 200.

propia convención para la candidatura en Bogotá. Anunciada como la primera convención partidista verdaderamente abierta y democrática en la historia de Colombia, el evento demostró el poder de los gaitanistas a través de impresionantes desfiles de antorchas, marchas y manifestaciones que paralizaron el tráfico en el centro de Bogotá durante casi toda una semana. En su discurso de aceptación de la candidatura, Gaitán elogió a quienes habían conseguido movilidad social y económica gracias al trabajo y a sus méritos personales, mientras que condenaba a los miembros del "país político" por corromper la moral pública mediante su favoritismo y venalidad. "Impera un maridaje inadmisible entre política y negocios", dijo, agregando que la corrupción interna de los partidos se ha elevado a niveles que causan desconcierto. El proceso de selección de los escogidos a través de asambleas, convenciones y comités está convertido en la bolsa negra de todas las concupiscencias. 9

A medida que miles de gaitanistas llenaban la plaza de toros donde Gaitán había pronunciado su discurso, cantaban: "En el Circo de Santamaría, murió la oligarquía"." La Colombia política nunca había visto algo semejante a la convención gaitanista de septiembre de 1945. Las

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manifestaciones masivas, los desfiles de antorchas y las arengas contra el establecimiento sociopolítico de la nación, "al fin le abrieron los ojos a la prensa liberal", escribió el columnista de El Tiempo, Enrique Santos, el 24 de septiembre de 1945. Pero, ¿qué era lo que veían en Gaitán los dirigentes liberales y los voceros de otros grupos políticos? Para los liberales moderados de orientación santista, Gaitán "era más peligroso para Colombia que Laureano Gómez", por ser un hombre que llevaría al país por el sendero de "la ambición personalista, la antidemocracia y el totalitarismo". 21 Los conservadores moderados apreciaban la posición de Gaitán contra el comunismo y su promesa de restablecer la moralidad en la administración pública; pero, al igual que sus contra partes liberales, temían a sus seguidores, a quienes uno de ellos caracterizó como "negros, indios, mulatos y mestizos, rencorosos, vengativos, hombres de palo y cuchillos, defraudados, frustrados y ambiciosos"." Los liberales lopistas, quienes resentían los ataques de Gaitán contra su líder, se rehusaron a mencionarlo en las páginas de su periódico El Liberal. Los izquierdistas también eran hostiles a Gaitán, quien había tenido más éxito que ellos en movilizar a las masas, y que había hecho del ataque al comunismo un elemento clave de

19 J. E. Gaitán, Op. cit., p. 397. 20 H. Braun, Op. cit., pp. 91-99, analiza el discurso de Gaitán. 21 lbíd., p. 99. 22 Pedro Nel Giraldo, Don Fernando. Juicio sobre un hombre y una época, Medellín, Granamérica, 1963, p. 217.

428 / La modernización en Colombia su plataforma política. Su típica respuesta fue tildar al líder popular de fascista." Quienes se encontraban en la extrema derecha, Laureano Gómez y sus seguidores, apreciaron la forma como Gaitán les había ayudado a dividir al Partido Liberal. Pero más allá de esto, encontraban aspectos para alabar en el programa de Gaitán. A Gómez le agradaba la manera "semejante a las Maurras" como azotaba Gaitán al gobierno con la expresión "país político" y la concepción orgánica de la sociedad implícita en

la expresión "país nacional"." Gómez aprobaba también el llamado de Gaitán a la restauración moral. Diez años antes, los dos hombres habían sido aliados políticos en una batalla contra la corrupción política en el departamento de Cundinamarca, de donde ambos eran oriundos. Durante aquella campaña, se habían elogiado mutuamente de manera exagerada." El atractivo material del programa de Gaitán residía en su promesa de movilidad dentro de un contexto de democracia social." A través de me-

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canismos tales como la intervención del Estado para beneficiar a los trabajadores y a la dase media, y de la regulación estatal de la actividad económica, Gaitán se proponía nivelar el campo de juego de la economía. Su movimiento, por consiguiente, se presta a un análisis de dase, aunque no de una manera aceptable para los marxistas. El historiador Herbert Braun señala que la clientela principal de Gaitán eran miembros de una clase emergente de pequeños burgueses, el propio caudillo pertenecía a la pequeña burguesía y su pensamiento estaba moldeado por el lugar subordinado que ocupaban tanto él como su nación en el orden capitalista internacional. Dado que se basaba en la idea de ayudar a los desfavorecidos a lograr movilidad social y económica en un país que ingresaba en una épo-

ca de fuerte crecimiento capitalista, el movimiento abierto y populista de Gaitán llevaba en sí mismo las semillas de su propia destrucción. Una vez que sus seguidores accedían a la clase media, dejaban atrás su militancia,

23 Como lo hizo Augusto Durán en abril de 1946. Medófilo Medina, Historia del Ftsrtido Comunista de Colombia, Bogotá, Colombia Nueva, 1980, p. 505. Cuatro meses antes, Gaitán había debilitado la Confederación de Trabajadores Colombianos, dominada por los comunistas, al organizar un sindicato rival, la Confederación Nacional de Trabajadores. Los dos grupos realizaron convenciones rivales en diciembre de 1945. 24 Gómez, en El Siglo, 29 de marzo de 1946. 25 Para detalles sobre esto, véase El Bib. 10 de marzo de 1934. En Orden y Holencia: Colombia, 1930-1953, Bogotá, Siglo XXI, 1987, Daniel Pécaut observa que "la oposición entre 'país real' y 'país político', entre unidad orgánica y divisiones políticas, no está menos inscrita en el laureanismo que en el gaitanismo". 26 Christopher Abel, Política, Iglesia y partidos en Colombia: 1886-1953, Bogotá, FAES, Universidad Nacional de Colombia, 1987, p. 143, sugiere que los miembros de la élite colombiana temían que si la campaña de Gaitán tenía éxito, era probable que el caudillo estableciera una versión colombiana del gobierno venezolano de Acción Democrática, de Rómulo Betancourt, cercano al socialismo.

pues comenzaban a identificar sus intereses con los del status quo. Los gaitanistas de izquierda, que asumieron el control del movimiento después del asesinato del caudillo, se quejaron amargamente de la continua deserción de quienes más se habían beneficiado de él. En 1949, uno de estos gaitanistas se lamentaba:

diendo el puño en alto, transpirando a través de su ropa. Los críticos decían que Gaitán se limitaba a imitar el estilo oratorio de Benito Mussolini y se burlaban de la manera como aceitaba ligeramente su cabello, para "que ceda sin dificultad al poder de la elocuencia"." Si bien estas críticas eran ciertas, le importaban poco a los leales gaitanistas, quienes se iden[...] cuando el joven de las clases ecotificaron plenamente con su ídolo, nómicamente débiles demuestra caGaitán induso se asemejaba a sus pacidades sobresalientes, su triunfo le significa d sometimiento a las ideas seguidores. Grueso y moreno, el joven de los opresores del pueblo, cuando Gaitán había impresionado a sus comno el ponerse al servido de los inte- pañeros de colegio con observaciones reses oligárquicos." como: "Yo debo mis éxitos con las muHabía una mística en el gaitanismo jeres, no a mis grandes aptitudes inteque los miembros urbanos de las Ba- lectuales, sino a mis ojos gitanos y a ses bajas y media baja, acosados, en- mi belleza morena"." La visión de contraron dificil de resistir. Gaitán Gaitán arengando a una multitud estableció un vínculo fisico entre él y de seguidores salvajemente entusiassus seguidores, tomando cerveza y ju- tas e igual de morenos que él intimigando tejo con ellos, y utilizando me- daba a los serios integrantes del "país táforas orgánicas cuando hablaba, de político" colombiano. Incluso los dienmanera sorprendentemente similar a tes de Gaitán intimidaban a sus enela de la terminología conocida del dis- migos políticos. Grandes y levemente curso social de la Iglesia católica. En protuberantes, eran considerados por aquellos discursos, Gaitán puntuaba algunos como metáforas del amenazasus frases con gestos dramáticos, blan- dor movimiento que dirigía."

27 De un documento de mayo de 1949, publicado por la Dirección Gaitanista citado en Carlos Miguel Ortiz Sarmiento, Estado y subversión en Colombia, Bogotá, CEREC, 1985, p. 96. 28 D. Bautista, Op. cit., p. 74. El gaitanista J. A. Osorio Lizarazo, Gaitán: vida, muerte y permanente presencia, 2.' ed., Buenos Aires, López Negri, 1952, pp. 117-118, escribió sinceramente que Gaitán había sido entrenado por "los grandes oradores fascistas" sobre la importancia de adoptar una postura teatral cuando hablaba, durante sus años de estudiante en la Italia de Mussolini. 29 Lucas Caballero Calderón, Figuras políticas de Colombia, Bogotá, Kelly, 1945, p. 52. 30 Los prominentes dientes de Gaitán fueron caricaturizados en la portada de Semana del 4 de noviembre de 1946. H. Braun, Op. cit., p. 117, la reproduce. En las páginas 82-86, describe de manera brillante el aspecto físico de Gaitán.

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Figura 9.1 Jorge Eliécer Gaitán, 1946 Fuente: Archivo fotográfico de Luis Gaitán R. (wnga)

Las elecciones presidenciales de 1946

La raza y el color de la piel desempeñaron un importante papel en las elecciones presidenciales de 1946 en Colombia. A medida que se aproximaba el día de la votación, el 5 de mayo,

miembros de la clase alta, en su mayoría blanca, se preocuparon por la eventualidad de sufrir daños físicos si "el negro Gaitán" y su chusma ganaban los comicios." Gaitán y sus seguidores respondieron señalando con orgullo su piel morena y los apellidos españoles, como pruebas irrefutables de que eran ciento por ciento colombianos y, por consiguiente, merecían la confianza pública más que Gabriel Turbay, a quien despectivamente llamaban El turco. El tema de la raza hizo que la campaña presidencial fuese especialmente desagradable para Gabriel Turbay, hijo de emigrantes sirios. En realidad, fue el principal partidario de Turbay, Eduardo Santos, quien primero dio importancia al carácter "extranjero" de su candidato, con una imprudente observación pronunciada el 25 de septiembre de 1945: "Si se llamara Juan Ramírez", dijo Santos. Los enemigos de Turbay convirtieron estas palabras en un arma, afirmando que no merecía gobernar al país, pues "ni una sola gota de sangre colombiana" corría por sus venas. Acusaron a Turbay de no haber nacido en tierra colombiana y este hecho, sostenían, le impedía ocupar el cargo más alto de la nación por razones constitucionales. Esta acusación era, sin embargo, indemostrable." Bautizado en

Bogotá, Kelly, 1956, p. 193, cuenta que 31 Rafael Azula Barrera, De la revolución al orden nuevo, tuvo que convencer a varias mujeres que conocía, invadidas por el pánico, de que no era probable que ganara Gaitán. 32 El Siglo, 26 de abril de 1946. Los conservadores y otros sostuvieron que Turbay había nacido a bordo del barco que transportó a sus padres a América. No obstante, el lugar exacto de su nacimiento no se conoce.

Bucaramanga y criado como católico, la ciudadanía de Turbay era irrecusable. ' Los conservadores laureanistas fueron especialmente vehementes en explotar el problema de la raza contra Gabriel Turbay. Existía una enemistad entre Gómez y Turbay desde que habían intercambiado palabras en la Asamblea de Santander en 1927. Debatieron uno contra otro siete años después en el Senado, cuando Turbay representó al gobierno de Olaya como ministro de gobierno. "Usted sólo me merece un profundo desprecio", dijo Laureano Gómez, enfurecido por la insistencia de Turbay de que los conservadores muertos debido a la violencia política se merecían su suerte, porque se habían rebelado contra las autoridades liberales." Seis años después, cuando Turbay se desempeñó como embajador ante Estados Unidos, los laureanistas publicaron una punzante aunque humorística historieta acerca de un emigrante izquierdista del Oriente Medio llamado Bengalí, que pasaba su vida tratando de salvar a un país occidental, sin nombre, de su atraso." FI divertido e ineficiente protagonista llevaba un turbante y se asemejaba a Gabriel Turbay. A medida que se enardecía la contienda por la presidencia en 1946, los conservadores llegaron incluso a utilizar una retórica en contra de los mu-

sulmanes para atacar la candidatura de Turbay, afirmando que veían "el Corán y sangrientas cimitarras" asomando detrás de ella. Desatemos una "nueva cruzada contra el Turco", "una nueva batalla de Lepanto", fulminaba GuillerMo León Valencia." En otras ocasiones, los conservadores se burlaron de los apellidos árabes de la madre de Turbay, Avinader Cafure. Tampoco se abstuvieron los gaitanistas de utilizar los ancestros extranjeros de Turbay en su contra. Hubo bravucones que interrumpían constantemente sus discursos gritando: "'Turco no!", y quienes trabajaron en la campaña de Gaitán insistían en que, mientras que su candidato era visceralmente colombiano, Turbay lo era sólo por "la piel de sus clientes". En una ocasión, los gaitanistas llegaron induso a denunciar que la candidatura de Turbay era una afrenta "a las entrañas de las madres colombianas"." Hubo abundantes razones políticas y personales para el vehemente ataque a la candidatura de Turbay. El liberal santandereano era un hombre orgulloso y arrogante, así como un consumado político de maquinaria quien, según se decía, manejaba su partido "como un teatro de marionetas"." Fue precisamente este fuerte dominio de la maquinaria del partido lo que llevó a Gaitán a sabotear la convención liberal de 1945, donde se

33 El País, 19 de octubre de 1933. 34 Mauricio Bedel, Bengalí, Bogotá, Santafé, 1939. 35 P. N. Giraldo, Op. cit., p. 235. 36 D. Pécaut, Op. cit., vol. 2, p. 390. 37 Gonzalo Buenahora, Biografía de una voluntad, Bogotá, ABC, 1948, pp. 141-142.

432 / La modernización en Colombia Orquestando la guerra de los siete mil días /

nombró por unanimidad a Turbay candidato para el período 1946-1950. En aquella reunión, Turbay había organizado también el nombramiento de Alberto Lleras como primer designado para terminar el período presidencial de Alfonso López Pumarejo. Parte de una compleja maniobra para bloquear un esfuerzo conjunto entre lopistas y conservadores para elegir

un designado que se opusiera a Turbay, la maniobra se volvió en su contra cuando luego, en el curso de su desig-

natura, Lleras no hizo nada para promover la candidatura de Turbay. De hecho, la perjudicó, al prohibir a los funcionarios liberales participar activamente en las campañas de Turbay y de Gaitán. Por esta razón, Turbay se quejó después de que Lleras lo había rodeado de "una cerca de alambre de púas de garantías". 38 Si bien es posible que Turbay haya considerado que Alberto lleras estaba perjudicando su candidatura mediante el ejercicio de una excesiva imparcialidad, los conservadores se mostraron complacidos por la mane-

ra como Lleras se esforzó por aplacar las pasiones políticas antes del 7 de octubre de 1945, día de las elecciones a los Concejos Municipales, y con sus esfuerzos por combatir la plaga del fraude electoral." A fines de 1947, Laureano Gómez anunció que su partido colaboraría con el gobierno de Lleras y alabó la equidad del presidente. Los conservadores podían dar-

se el lujo de ser magnánimos ante la autodestrucción del Partido Liberal. A comienzos de 1946, Alfonso López Pumarejo profundizó y complicó la división liberal al anunciar desde su retiro que, aunque no apoyaría a Gaitán ni a Turbay, estaría dispuesto a prestar su apoyo a un candidato presidencial liberal que fuese

aceptable para los liberales moderados y para los conservadores. Aquel candidato, que debía ser seleccionado por los conservadores de una lista de seis prominentes liberales, conformaría luego un gobierno "de Frente Nacional", en el cual se le garantizaría a los conservadores un tercio de todos los cargos." La propuesta de López

38 Las maniobras conservadoras para obstaculizar a Turbay incluyeron proponer a los lopistas que Luis López de Mesa, amigo tanto de López como de Laureano Gómez, fuese elegido primer designado a la presidencia. El candidato inicial de Turbay fue el antioqueño Julián Uribe Gaviria, hijo de Rafael Uribe Uribe, a quien abandonó luego para bloquear la candidatura de López de Mesa. En aquel momento, decidió apoyar más bien a Alberto Lleras Camargo. Como se sugirió antes, este fue un error táctico de parte de Turbay. A Lleras se lo percibía en general como el alter ego de Alfonso López; en efecto, se mostró reticente a ayudar a uno de los enemigos políticos de este último. El intento de parte de lopistas y de conservadores de combatir el manejo de Turbay de la convención liberal, se discute en Hernando Navia Varón, Yo vi cerrar el Congreso. La revolución de mayo de 1957 en el Palacio de San Carlos, Popayán, Universidad del Cauca, 1960, pp. 50-53. 39 Alberto Lleras Camargo, Un año de gobierno, 1945-1946, Bogotá, Imprenta Nacional, 1946. pp. 89 y ss.; "Contra el tropicalismo", El Siglo, 8 de diciembre de 1945. 40 La propuesta de López, detallada en entrevistas publicadas en el diario El Liberal, aparece en Hugo Latorre Cabral, Dos reportajes de Alfonso López, Bogotá, El Liberal, 1945. Los

fue una bomba política. Eduardo Santos dijo que el esquema propuesto del Frente Nacional significaba el para-kiri del Partido Liberal." Juan Lozano dijo que "reviviría la traición sobre las cenizas de Núñez"." Y Gabriel Turbay atacó a Alfonso López y a Alberto lleras, calificándolos de "fascistas nazis", decididos a destruir su candidatura y su partido a la vez. 43 los conservadores ridiculiza-Induso ron la idea de López Pumarejo. En

El Siglo del 23 de febrero de 1946,

Laureano Gómez opinó que su partido sería estúpido si aceptara un acuerdo semejante. Los conservadores se mostraron cada vez más confiados en que serían ellos y no los liberales quienes ganarían la inminente contienda electoral. No habían lanzado un candidato presidencial durante los últimos dieciséis años y, en el transcurso de los primeros meses de 1946, insistieron obstinadamente en que no tenían la intención de romper esa tradición. Sin embargo, de vez en cuando, los dirigentes conservadores insinuaban que las próximas elecciones traerían sorpresas, como cuando, en una reunión social, Laureano Gómez le apostó al

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liberal Abelardo Forero que Gabriel Turbay "lloraría [...] se le saldrían las lágrimas" el día de las elecciones." Esta observación sorprendió a algunos, pero no causó pánico en las filas liberales, puesto que Gómez había insistido durante meses en que tenía la intención de votar por Jorge Eliécer Gaitán. Hasta la víspera de la convención, realizada el 23 de marzo de 1946, los conservadores engañaron a los liberales al hacerles creer que no lanzarían un candidato. El 4 de marzo, Laureano Gómez escribió en El Siglo: "el Frente Nacional nos seduce hoy por hoy más que un candidato propio" y, el 15 de marzo, fingió sorpresa ante la sugerencia del columnista de El Tiempo, Enrique Santos, de que tal vez no había puesto todas sus cartas políticas sobre la mesa, observación que Gómez calificó de baja y poco patriótica.45 El 24 de marzo de 1946, los conservadores reunidos en la convención lanzaron su propia bomba política. Eligieron a Mariano Ospina Pérez, sobrino y nieto de presidentes, como candidato del partido para las elecciones del 5 de mayo. Su opción por Ospina

candidatos propuestos por López eran Luis López de Mesa, Antonio Rocha, Carlos Arango Vélez, Carlos Lleras Restrepo, Carlos Lozano y Lozano, y Carlos Sanz de Santamaría. Varias semanas más tarde, López de Mesa sugirió que, en un acuerdo semejante, los conservadores debían recibir una tercera parte de los cargos burocráticos, posición que apoyó Alfonso López. 41 PM., p.31. 42 P. N. Giraldo, Op. cit., p. 223. 43 Efraín Estrada, Sucesos colombianos, 1925-1950, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1990, p. 733. 44 El Siglo, 12 de febrero de 1946. 45 El Siglo, 15 de marzo de 1946.

Orquestando la guerra de los siete mil días / 435

434 / la modernización en Colombia fue brillante. Era un rico hombre de negocios e industrial antioqueño, que representaba al ala nacionalista moderada de su partido y que no transmitía la imagen del sectarismo conservador. De hecho, Ospina era más aceptable para los liberales moderados y de derecha que cualquiera de sus propios candidatos. Turbay, quien en su juventud había proclamado su simpatía por el marxismo, era apoyado por el Partido Comunista. Y Gaitán enojó y atemorizó a los liberales moderados con sus discursos sobre las reivindicaciones populares a costa de ellos. Para mitigar aún más los temores de los liberales de que un regreso de los conservadores al poder pudiera generar violencia y persecuciones, Ospina anunció que, de ser elegido, gobernaría de acuerdo con una fórmula de participación en el poder, análoga a la propuesta por Alfonso López. Ospina agregó que su gobierno sería un gobierno de unión nacional, en el cual los liberales disfrutarían de una representación igual a la de los conservadores. Durante los meses de marzo y abril de 1946, los dirigentes del Partido Liberal redoblaron sus esfuerzos por convencer a Gaitán de que renunciara a su candidatura en favor de Turbay. Parecían a punto de lograrlo gradas a prolongadas reuniones sostenidas entre los dos candidatos a comienzos de abril. Pero el

posible acuerdo fracasó por la arrogancia de Turbay ("Yo estoy más capacitado que tú para ser presidente de la República", le dijo a su rival en un momento de las discusiones) y por el hecho de que Gaitán sabía que el hacerse a un lado —incluso con la seguridad de que su partido lo nominaría a la presidencia en 1950-- alejaría a muchos de sus seguidores." Por consiguiente, Gaitán renovó sus ataques contra el "país político" y sus lacayos en el Teatro Municipal, dos días después de este fracaso. "Aquí ya no puede haber una conversación", dijo en un discurso que el historiador Braun describe como "sin aliento, confuso y sin dirección". 47 Caracterizando a Turbay y a otros miembros del partido como "gente fría" y "calculadores jugadores de ajedrez" que habían intentado jugar con él, Gaitán concluyó su arenga jurando ante sus seguidores, "en el momento de peligro, cuando haya que dar la orden de batalla [...] sepan que el signo de esa batalla será mi presencia en las calles a la cabeza de ustedes"." Las últimas semanas de la campaña presidencial de 1946 fueron difíciles para el liberalismo. Alfonso López Pumarejo afirmó de nuevo su decisión de no apoyar a ninguno de los candidatos, mientras que Turbay y Gaitán redoblaron sus mutuos ataques. Irónicamente, parte de la Violencia inicial en Colombia fue el hecho de

46 El comentario de Turbay está citado en Arturo Alape, El Bogotano. Memorias del olvido, 3.' ed., Bogotá, Pluma, 1984, p. 36. 47 H. Braun, Op. cit., p. 108. 48 lbíci.

que los gaitanistas lanzaran piedras contra Turbay en Barranquilla, incidente al que respondió el candidato esgrimiendo un revólver, y la lesión que sufrió la esposa de Gaitán, ocasionada por una piedra lanzada por un turbayista en Medellín. Entretanto, los gaitanistas atacaron la sede liberal y el edificio de El Tiempo en Bogotá, en desarrollo de unos disturbios que tuvieron que ser disueltos con gases lacrimógenos." Entretanto, Ospina Pérez proyectaba una imagen presidencial, viajando por el país y pronunciando discursos sobre los problemas económicos de la nación. El día de las elecciones, Gabriel Turbay estaba confiado en su victoria. Había invitado a algunos de sus amigos y a sus más cercanos colaboradores a vigilar los resultados de las elecciones en su casa en la tarde del 5 de mayo, y planeaba agasajarlos con un elegante banquete para celebrar la victoria aquella noche. Pero el entusiasmo de Turbay desapareció cuando los resultados de los centros urbanos comenzaron a darle a Gaitán un apreciable triunfo. Luego, más tarde, los resultados de las regiones mostraron que Ospina Pérez tenía una ventaja insuperable sobre ambos candidatos liberales. Finalmente, resultó evidente que la victoria le pertenecía a Mariano Ospina Pérez. La melancolía de Turbay se convirtió en de-

presión cuando, uno a uno, sus amigos le expresaron sus condolencias y se retiraron. Gabriel Turbay terminó la noche solo, delante de su chimenea, llorando mientras quemaba su archivo personal que contenía el registro de veinticinco años de servicio a su partido y a su patria." El triunfo de Ospina causó "estupor y sorpresa" entre los liberales, muchos de los cuales lo atribuyeron al fraude electoral." Entretanto, el líder conservador Laureano Gómez interpretó la votación como una clara evidencia de que las "masas tradicionalistas" constituían, de hecho, una mayoría nacional, pues consideraba que muchos de los votos liberales eran fraudulentos." A pesar de estos reclamos, es probable que la votación para presidente en 1946 fuese un reflejo preciso .de las fuerzas liberal y conservadora —después de todo, Alberto Iieras había hecho todo lo que podía para asegurar la honestidad de las elecciones—. Ospina Pérez obtuvo el 41%, Turbay el 32%, y Gaitán el 27% de los votos." En las elecciones siguientes, que no estuvieron manchadas por fraude ni abstención, los conservadores obtuvieron cerca del 40% de los votos, y los liberales cerca del 60%. La división liberal continuó durante los meses que siguieron a la elección. Alfonso López Pumarejo se retiró de

49 C. Ileras Restrepo, Op. cit., vol. 7, p. 461. 50 G. Buenahora, Op. cit., p. 147; R. Azula Barrera, Op. cit., p. 194. 51 Aúllo Velásquez, El padre de la victoria liberal y el autor de la dermta, Bogotá, Kelly, 1946, p. 257. 52 El Siglo, 7 de mayo de 1946. 53 Las cifras totales fueron 542.986, 417.086 y 348.474 respectivamente.

436 / La modernización

en Colombia Orquestando la guerra de los siete mil días /

la política y, un año más tarde, su principal colaborador, Alberto Lleras Camargo, dejó el país para dirigir la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington. Gabriel Turbay, profundamente amargado, abandonó la política y dio también la espalda a Colombia. Partió para Francia poco después de las elecciones y se radicó en París. Murió allí a comienzos de 1947, a los cuarenta y seis

años, de complicaciones generadas por un asma crónica. Sólo Eduardo Santos y uno de sus principales segui-

dores, Carlos Lleras Restrepo, permanecieron en Colombia como representantes del liberalismo moderado, disputando la jefatura del partido a Jorge Eliécer Gaitán. Ambas facciones liberales, los santistas y los gaitanistas, aguardaban las elecciones para el Congreso para decidir cuál de ellos orientaría la oposición liberal al gobierno de Ospina Pérez. Entretanto, Gaitán hizo saber que no estaba a favor de la colaboración liberal con el gobierno que habría de asumir el poder el 7 de agosto de 1946. Por consiguiente, Ospina no invitó a Gaitán ni a sus seguidores a hacer parte de su primer gabinete." A través de sus acciones, Gaitán demostró a los miembros de su partido que no descansaría hasta tener el control del Partido Liberal en sus

manos. Cinco meses después de la posesión de Ospina, en enero de 1947, Gaitán convocó una segunda convención gaitanista nacional. Durante ella, hizo aprobar un programa que exigía que cualquier liberal que fuese elegido o aceptara un cargo en el gobierno de Ospina Pérez debía acatar el documento gaitanista. Lejos de ser revolucionario, el programa gaitanista de 1947 reafirmó los objetivos tradi-

cionales de la izquierda liberal, una mayor intervención del Estado en la vida nacional, la extensión de las protecciones económicas y de los beneficios a las clases baja y media, y la preservación de las buenas relaciones con Estados Unidos y con los gobiernos reformistas del hemisferio." La moderación de la plataforma gaitanista, en 1947, representó en realidad un golpe para los liberales que no eran gaitanistas, y que debían aceptarla en caso de que Gaitán ganara en las elecciones para el Congreso que habrían de realizarse en el mes de marzo. Los seguidores de Gaitán derrotaron a sus rivales santistas en dichas elecciones, asegurándose así el control del Congreso durante los dos años siguientes y, a la vez, el control del Partido Liberal por parte de Gaitán. La magnitud del triunfo del caudillo se evidenció en la aplastante victoria que

54 C. Iteras Restrepo, Op. cit., vol. 7, 499, acusó a Gaitán de "torpedear" el gobierno de Unión Nacional de Ospina cuando, el 6 d e junio de 1946, anunció su intención de no colaborar con él. 55 La plataforma de 1947 aparece en Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1915-1934, Bogotá, Tercer Mundo, pp. 3, 191-204.

obtuvo sobre Carlos Lleras Restrepo en la contienda en Cundinamarca, 32.780 votos contra 9.761. 56 Eduardo Santos anunció su retiro de la política poco después de estas elecciones y Carlos Lleras regresó a la práctica del derecho. Gaitán había conseguido finalmente su objetivo de dominar al Partido Liberal. El único interrogante que faltaba por responder era si podría reconciliar su papel como caudillo populista con el de jefe de un partido que incluía a todas las dases sociales y del que hacía parte

más de la mitad de los colombianos.

Hacer invivible la república, repetición Los cambios de régimen político nunca fueron fáciles en Colombia durante su primer siglo y medio de existencia nacional. En el siglo xix y a comienzos del xx, hubo un ritmo en la transferencia del poder a nivel nacional que cambiaba poco y que siempre generaba conflicto. Primero se daba una elección presidencial que el partido en el poder conseguía perder, a pesar de controlar la maquinaria política en todo el país. En cuanto se posesionaba, el nuevo presidente reemplazaba a todos los gobernadores de los departamentos, los cuales, a su vez, enviaban alcaldes de su elección a los cientos de municipios. Quienes eran nombrados en

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los nuevos cargos, no tardaban en colocar a sus amigos, parientes y seguidores políticos en las oficinas municipales, enviando a los contratados por el régimen anterior a engrosar las filas de los desempleados. Entretanto, en Bogotá, el nuevo gobierno comenzaba a formular un conjunto de reformas que, por lo general, culminaban en una drástica modificación de la

Constitución nacional. La nueva legislación se justificaba alegando que corregía errores del gobierno ante-

rior, surgidos de su ideología política equivocada y perniciosa. Y puesto que todas estas iniciativas burocráticas y jurídicas exigían la aprobación de las corporaciones representativas elegidas a nivel nacional, departamental y municipal, resultaba indispensable obtener mayorías en cada una de ellas. Esto nunca fue dificil gracias al fraude electoral y a la intimidación de los votantes, en ocasiones violenta, por parte de los celosos designados del nuevo gobierno. En Colombia se realizaban constantemente elecciones. La elección para los Concejos Municipales y la Cámara de Representantes se realizaba cada dos años; las elecciones para las Asambleas Departamentales y para el Senado, cada cuatro. Y todos estos comicios, junto con las elecciones presidenciales cada cuatro años, se hacían de manera independiente. Durante el siglo xtx, la renovación política que hemos descrito llevaba,

56 Catalina Reyes, "El gobierno de Mariano Ospina Pérez, 1946-1950", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, p. 6.

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por lo general, a que el partido derrotado eventualmente le declarara la guerra al gobierno, al que acusaba, acertadamente, de haberse convertido en una hegemonía. Los dirigentes del partido perdedor vestían entonces uniformes militares y se convertían en comandantes de ejércitos que rara vez derrocaban al gobierno, pero que invariablemente asolaban extensos territorios del país. A comienzos del siglo xx, Colombia prosperaba y su gobierno se fortalecía. Su ejército resultaba entonces demasiado formidable como para que los ciudadanos soldados lo desafiaran como lo habían hecho durante el siglo anterior. A medida que avanzaba el siglo xx, lo único que podían hacer los líderes del partido derrotado era ver cómo los ganadores procedían inexorablemente a consolidar su poder sobre la nación. Después de la victoria liberal de 1930, el dirigente conservador Laureano Gómez respondió como mejor pudo a la limpieza burocrática de los liberales y a la violencia que la acompañó, organizando una especie de resistencia civil, dirigida a hacer "invivible" la república para los miembros del partido de gobierno. Dieciséis años después, cuando los conservadores regresaron al poder, los dirigentes liberales hicieron exactamente lo mismo. El cambio político de 1930 había generado violencia en extensos territorios de la Cordillera Oriental, al norte de Bogotá, una región con densa población y altamente politizada. Varios miles de ciudadanos, en su mayoría conservadores, murieron en una

lucha que por fortuna fue suspendida en 1932 por la corta guerra contra Perú, gracias a la cual se unieron los ciudadanos bajo la bandera y partieron a combatir contra los peruanos y no unos contra otros. Los colombianos no tuvieron la misma suerte en 1946. No sólo no tenían un agresor extranjero que los distrajera de la dolorosa transición política, sino que se conjugaron cuatro factores adicionales para hacer que los disturbios ocasionados por el cambio de régimen fuesen mucho peores de lo que habían sido bajo Olaya Herrera. Primero, los liberales veían a Ospina como una nulidad, cuya victoria había sido accidental; por consiguiente, podían considerar que su gobierno no era completamente legítimo. Segundo, Colombia experimentó un crecimiento económico sin precedentes y una mayor prosperidad que se extendió durante toda la época de la Violencia. Esto le dio un cariz decididamente financiero a gran parte de la Violencia, en especial en sus últimas fases. Tercero, dado que la Violencia coincidió con el inicio de la Guerra Fría, muchos conservadores llegaron a creer que había una conspiración comunista internacional detrás de ella. Esto hizo que su respuesta fuese especialmente violenta. Cuarto, y ciertamente el factor más importante que alimentó la Violencia atinente al cambio de régimen, fue el clima revolucionario que predominó en toda Colombia en el momento en que los conservadores asumieron el poder. Militantes que representaban una gran variedad de

Orquestando la guerra de los siete mil días /

movimientos opuestos a las élites se propusieron como objetivo principal derrocar a Ospina. Un día después de las elecciones, activistas partidarios de Gaitán le rogaron a su caudillo que diera un golpe de Estado, mientras que el pequeño pero vociferante Partido Social Demócrata (comunista) denunció que un "criminal fascista" como Ospina Pérez no tenía derecho a ser presidente." El movimiento laboral hizo todo lo posible para obligar a Ospina a renunciar, organizando cientos de paros y convocando dos huelgas generales los dos primeros años de su presidencia." La oposición se adelantó dentro de un contexto de violenda en la provincia, principalmente contra los liberales, lo cual convenció aún más a los opositores de que Ospina y los conservadores debían ser retirados del liderazgo de la nación. Durante los primeros meses del gobierno de Ospina, los grupos de oposición encontraron poco que contradijera su creencia de que el nuevo presidente era un dirigente débil y fácil de derrocar. Ospina parecía ansioso por evitar antagonismos con cualquiera de los grupos sociales, actitud que trasladó a las reuniones de su gabinete bipartidista, al que pre-

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sidía sin intentar dominarlo." El 28 de octubre de 1946, el ex presidente Alberto Lleras confirmó la sospecha acerca de la debilidad del nuevo jefe de Estado cuando escribió en la primera edición de su nueva revista Semana: "Cuando el señor Ospina empieza a entrar en decisiones, él siempre tan indeciso, volviéndole la espalda en los momentos decisivos". Tres días después del duro análisis de Lleras, y como para comprobar su validez, estallaron una serie de huelgas y disturbios en Cali y en Bogotá, que se extendieron rápidamente al centro petrolero de Barrancabermeja. El líder obrero Gilberto Zapata Isaza describió estas acciones como parte del plan de los sindicatos radicales de "crear conflictos para obligar a que mida sus pasos el gobierno y, si es posible, lograr la renuncia de un presidente que representa una minoría nacional"." Los disturbios del 31 de octubre y de 1 de noviembre en Bogotá fueron especialmente aterradores. La policía gaitanista se limitó a mirar mientras sindicalistas, gente de la calle y rateros —"una masa amorfa de delincuentes", como la describió Zapata Isaza— rompía vitrinas, saqueaba

57 J. A. Osorio Lizarazo, Op. cit., pp. 281-282, describe cómo Gaitán rechazó sus ruegos, llegando incluso a someterse a una apendectomía de emergencia para escapar a sus apasionados seguidores. La crítica comunista de Ospina apareció en el periódico de este partido, Diario Popular, el 16 de mayo de 1946. 58 El Ministerio del Trabajo colombiano reportó quinientos paros laborales entre mayo y diciembre de 1946. G. Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaña Luna, Op. cit., vol. 1, p. 28. 59 C. Abel, Op. cit., p. 147. 60 Gilberto Zapata Isaza, Patricios o asesinos: 50 años de cruda historia, Medellín, Ital Torina, 1969, p. 160.

440 / La modernización en Colombia almacenes e incendiaba automóviles." A medida que los disturbios ganaban impulso en las calles que rodeaban al palacio presidencial, adentro se desarrollaba una tensa escena. El director de la policía, el general Carlos Vanegas, liberal, se negó a obedecer la orden de Ospina de poner fin a los disturbios, explicando que "era buen amigo de esos muchachos" (los manifestantes) y asegurando al presidente que pronto se cansarían de sus desmanes." Enfrentado a la negativa de Vanegas de actuar ante una perturbación que enervaba a sus superiores, Ospina pronto lo reemplazó por un comandante de la policía en quien pudiera confiar, el general Delfín Torres Durán, conservador. Esto dio lugar también a una observación de Laureano Gómez que prefiguraba la transformación de la fuerza de policía, en su mayor parte liberal, en un cuerpo uniformemente conservador: Hemos recibido la herencia de una política enemiga del nuevo régimen, que se cree al servido del Partido Liberal y no del gobierno. Transformar este cuerpo no es obra de un día [...] pero hay que acometerla.°

La reacción de Ospina Pérez ante los disturbios laborales fue declarar el estado de sitio en el Valle, lo cual, a su vez, generó una crisis ministerial. Por fortuna, los problemas labo-

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rales pronto se calmaron, el estado de sitio fue levantado y Ospina pudo reconstituir su gabinete bipartidista en diciembre de 1946. La siguiente prueba que habría de enfrentar el presidente se dio con las elecciones para el Congreso realizadas en marzo de 1947. Los comidos fueron más turbulentos de lo normal, pues era la primera vez que los senadores serían elegidos por votación popular. Dos noches antes de la votación, Ospina invitó a los dirigentes liberales Eduardo Santos y Jorge Eliécer Gaitán, y al vocero de los conservadores, Laureano Gómez, a dirigirse a la nación desde el palacio presidencial. Los tres aceptaron la invitación y pidieron a sus seguidores actuar con moderación en los comicios. A pesar de ello, veinte colombianos murieron el día de las elecciones, un sacerdote entre ellos." Estas elecciones fortalecieron a los extremistas de derecha y de izquierda, e hicieron cada vez más dificil de sostener el consenso bipartidista de Ospina. Los conservadores que se oponían a la colaboración, tales como Gilberto Alzate Avendaño, Silvio Villegas y Guillermo León Valencia, se animaron al ver que los resultados electorales le daban a su partido mayorías en Boyacá, Norte de Santander y Nariño y casi también en Santander— y reducían sustancialmente —

61 Ibíd., pp. 162-163. 62 R. Azula Barrera, Op. 63 Gómez le hizo esta observación a Rafael Azula la víspera de los disturbios en Bogotá. Ibíd., p. 225. 64 G. Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaria Luna, Op. cit., vol. 1, p. 25.

las mayorías liberales en ambas cámaras." Entretanto, los liberales moderados perdieron ante sus enemigos gaitanistas. Los moderados no sintieron gran consuelo cuando Gaitán se jactó de que el liberalismo había votado "con un criterio izquierdista". 66 Una vez que las elecciones de marzo de 1947 lo confirmaron como jefe del partido, Gaitán se encontró indeciso acerca de si debía continuar con sus ataques populistas contra los oligarcas del "país político", o bien asu-

mir el liderazgo de un partido en el cual tales personas tenían fuerte representación. El resultado fue una vacilación que perjudicó tanto a su partido como su propia reputación. Después de las elecciones, Ospina invitó a tres ministros gaitanistas a su gabinete; Gaitán les retiró su apoyo. 67 Cuandoelmvitbraó de derrocar a Ospina mediante una huelga general en mayo de 1947, Gaitán permaneció en silencio hasta que resultó evidente que la huelga había fracasado y sólo entonces la denunció. Esto generó una ola de críticas en la prensa liberal que no era

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gaitanista. "Usted calló como un pez

durante el paro, a sabiendas de que iba a producirse", lo acusó Juan Lozano en su diario La Razón, denunciando la acción de Gaitán como un ejemplo de la "malicia indígena" del jefe liberal: Entre tanto, la violencia rural ocasionada por el cambio de régimen endureció las actitudes liberales y conservadoras, lo cual llevó a una parálisis legislativa." A fines de agosto de 1947, Gaitán se unió brevemente a los conservadores en un intento por detener la espiral de violencia rural. El 29 de agosto, él y Laureano Gómez emitieron una complicada propuesta, dirigida a reducir la violencia mediante una fuerte intervención del gobierno. 69 Tristemn,guodlsjef los partidos pudo conservar la ecuanimidad cuando crecieron los niveles de violencia, alimentados por los preparativos para una nueva ronda de elecciones a comienzos de octubre. El 7 de septiembre, Gaitán denunció al gobierno de Unión Nacional de Ospina por animar a los caciques regionales a asesinar a trabajadores."

65 D. Pécal, Op. cit., vol. 2, p. 468. 66 J. E. Gaitán, Op. cit., pp. 480-481, hizo esta observación en un discurso pronunciado el 16 de marzo de 1947. 67 Fueron el ministro del trabajo, Delio Jaramillo, el de desarrollo, Pedro Eliseo Cruz y el de economía, Moisés Prieto. Para el retiro del apoyo de Gaitán a los ministros, véase C. Reyes, Op. cit., p. 7. 68 Para mayores detalles sobre este punto, véase H. Braun, Op. cit., p. 119. 69 El ministro de gobierno, Roberto Urdaneta, se unió a Gómez y a Gaitán para representar al gobierno en la propuesta. Esta fue emitida después de una intervención radial del presidente Ospina, a nivel nacional. El motivo del discurso fue la matanza de seis liberales por la policía conservadora en Moniquirá, Boyacá. Los textos del mensaje radial de Ospina y del "Pacto Gaitán-Gómez" se encuentran en Noticias de Colombia, 5(47), sept., 1947, pp. 703-718. 70 El 7lempo, 7 de septiembre de 1947.

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442 / La modernización en Colombia Seis días después, atacó a Ospina por importar gases lacrimógenos que, en su opinión, serían utilizados por el gobierno para establecer una dictadura." Entretanto, el jefe del Partido Conservador, Laureano Gómez, refutó a los liberales, insistiendo en que "la violencia política es engendrada por el fraude" perpetrado por los liberales a través de su provisión de más de un millón de tarjetas de votación falsas." La política colombiana se tornó aún más caótica hacia fines de 194'7. Las elecciones del 5 de octubre, al igual que las de marzo, fortalecieron aún más las facciones extremistas de ambos partidos. Aunque no obtuvieron mayoría en los Concejos Municipales, los conservadores cerraron la brecha en el número de Concejos que controlaban, mientras que los liberales gaitanistas reemplazaron a sus colegas más moderados en los 779 Concejos." Y en el Congreso, los seguidores de Gaitán utilizaron sus mayorías para hostilizar al gobierno de Ospina. A fines de 1946, el Congreso había aprobado una revisión de la ley electoral que beneficiaba a los liberales y, en septiembre de 1947, lanzó una investigación de Ospina en relación con la compra de los gases la-

crimógenos. Esto generó otro cambio de gabinete en el que el ministro de gobierno, Roberto Urdaneta, fue reemplazado por José Antonio Montalvo, hombre de temperamento colérico. Después de las elecciones para los Concejos, realizadas en octubre, los liberales respondieron al problema de la violencia rural proponiendo una legislación según la cual el Ejecutivo perdería el control de la policía nacional y lo pondría bajo la jurisdicción del Congreso. Su acción reflejaba la creencia liberal de que la violencia era principalmente obra de una policía conservadora sectaria que actuaba bajo las órdenes de los funcionarios del Partido Conservador." Ospina y los demás conservadores se sintieron ultrajados con la propuesta y por la presunción implicada en ella. Envió entonces a su nuevo ministro de gobierno para que respondiera al desafío del Congreso. El 6 de noviembre, José Antonio Montalvo pronunció la frase que en lo sucesivo sería citada por los liberales como confirmación de que los conservadores se proponían destruirlos. Si la policía está encamada de la guar-

da del orden social—dijo Montalvo—,

La controversia sobre la "conspiración de los gases" resultó ser contraproducente para Gaitán, pues la compra de gases lacrimógenos que denunció, había sido negociada durante el gobierno de Alberto Lleras. 72 "El fraude y la Violencia", El Siglo, 2 de septiembre de 1947. Gómez insistió en que después de que se introdujeron las cédulas de ciudadanía, en 1936, los liberales habitualmente utilizaban cédulas falsas para mantener las mayorías electorales. 73 Semana, 6 de octubre de 1947, p. 3. 74 Se verá luego que buena parte de la Violencia, en efecto, se generó por esta causa.

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[y] "si el instrumento por excelencia de que disponen el gobierno y el presidente de la República para lograr estos fines constitucionales es la poli-

cía", [entonces], el gobierno tiene que defender a sangre y fuego las instituciones democráticas, la autoridad del presidente, la policía, elemento esencial del orden y de la estabilidad del Estado.

Las desafortunadas palabras de Montalvo crearon tal clamor entre los dirigentes liberales y despertaron tal temor entre los liberales del común, que el gobierno distribuyó el texto del discurso en un esfuerzo por demostrar que en realidad no había dicho que el gobierno tenía la intención de exterminar a los liberales a sangre y fuego." Cuando JoséAntonio Montalvo pronunció su acalorado discurso, a fines de 1947, la violencia política ya había emponzoñado la vida pública en Colombia. Desde comienzos del año, informes de que liberales y conservadores morían unos a manos de los otros en el campo llevaron a que los jefes de los partidos se atacaran en una serie de intercambios altamente publicitados, los cuales sólo contribuyeron a aumentar la tensión. Para fines de 1947, cerca de catorce mil colombianos habían

muerto, lo que convirtió aquel año en

uno de los peores de lo que llegó a conocerse como la Violencia." La matanza fratricida comenzó en Colombia incluso antes de que la posesión de Mariano Ospina Pérez desencadenara el conocido proceso de acción y reacción que solía acompañar el cambio de régimen. En cuanto se enteraron de su derrota en las elecciones presidenciales del 5 de mayo de 1947, los sorprendidos, ultrajados y temerosos liberales que residían en los departamentos que habían sufrido graves episodios de violencia entre 1930 y 1933, se apresuraron a golpear, anticipando la persecución que sabían que vendría. En Bucaramanga estallaron disturbios el 6 de mayo; los manifestantes incendiaron los periódicos conservadores El Deber y El Frente, y saquearon tiendas, casas y oficinas de propiedad de prominentes conservadores." Las patrullas del ejército controlaron los disturbios que siguieron a las elecciones en Cúcuta, capital de Norte de Santander. Sin embargo, sólo una semana después de que los conservadores agradecieran allí su victoria con un Te Deum celebrado en la catedral, esta se vio gravemente afectada por un incendio de origen sospechoso."

75 José Antonio Montalvo, Exposición hecha ante el honorable Senado en la sesión del 6 de noviembre de 1947, Bogotá, Imprenta Nacional, 1947. Para ulteriores discusiones de este incidente, véase Hugo Velasco A., Mariano Ospina Pérez, Bogotá, Cosmos, 1953, pp.147-148. 76 P Oquist, Op. cit., pp. 17, 18, 20, 59, estima que los seis años más violentos fueron 1950 (50 mil muertos), 1948 (44 mil), 1949 (19 mil), 1947 (14 mil), 1952 (13 mil) y 1953 (9 mil muertos). 77 Roberto Harker Valdivieso, Quinientos años de lágrimas. Borbotones de sangre en Santander, Bucaramanga, s. e., 1992, p. 37. 78 Guillermo Solano Benítez, 50 años de vida norksantandereana, vol. 4, Cúcuta, Imprenta Departamental, 1960, pp. 382 y ss.

444 / La modernización en Colombia Después de la primera reacción A fines de 1947, los congresistas inspirada por el pánico, los liberales gaitanistas comenzaron a discutir esde los Santanderes, Boyacá y otros lu- trategias para destituir a Ospina, comgares recurrieron a la resistencia ci- plot denunciado por El Siglo como "fasvil como una manera de enfrentar la cismo revolucionario". 8' inminente pérdida de poder. Incluso La Violencia en Colombia pareantes de la posesión de Ospina, miem- cía ineludible y los esfuerzos del gobros de la mayoría liberal en la Asam- bierno por detenerla surtieron poco blea Departamental de Norte de San- efecto. Uno de estos esfuerzos consistander desafiaron a los miembros de tió en nombrar alcaldes militares neula minoría votando a favor de un ho- trales en los pueblos amenazados de menaje al escritor santandereano José violencia política. Alberto Lleras María Vargas Vila, que consistía en dis- Camargo, en cuanto tomó posesión tribuir todos sus libros en las bibliote- en agosto de 1945, comenzó a enviar cas de las escuelas departamentales. alcaldes militares a los sitios conociLos conservadores reaccionaron como dos como violentos y, para el final de era de esperar, denunciando a Vargas su corto gobierno, había nombrado Vila como un "escritor pornográfico", a más de cien. Poco antes de las elecy afirmando que la acción liberal mos- ciones presidenciales de 1946, Lleras traba que los santandereanos eran denunció amargamente la dinámica "unos cafres, mulatos ignorantes y local de violencia, señalando la "oblicarentes de principios civilizados"." gación sectaria" impuesta a los ciuDespués de la posesión de Ospina, dadanos corrientes por todo tipo de la resistencia civil de los liberales au- líderes locales." mentó. Cuando el presidente nomOspina Pérez siguió el ejemplo de bró a un conservador en la goberna- Lleras: duplicó el número de alcaldes ción de Santander, la Asamblea militares durante su primer período de Departamental votó por una reduc- gobierno, esperando reducir así el conción de la fuerza policial de quinien- flicto sectario. Durante un tiempo, jótos hombres a sesenta, por una reba- venes oficiales como el lugarteniente ja de pesos a centavos en los salarios José Matallana, de veintidós años, quien de los gobernadores designados, por presidía en San Vicente de Chucurí, una rifa de los vehículos oficiales y por Santander, mantuvieron la paz, al conla eliminación de varios cargos oficia- fiscar y destruir las armas de los mililes que dependían del gobernador." tantes liberales y conservadores." 79 1141, p. 385. 80 Semana, 17 de mayo de 1947, p. 7; R. Harker Valdivieso, Op. cit., p. 38. 81 P. Oquist, Op. cit., p. 264; El Siglo, 6 de enero de 1948. 82 A. Lleras Camargo, Op. cit., pp. 233-234. 83 Para un recuento de las acciones de Matallana allí, a fines de 1946, véase Alejo Vargas Velásquez, Colonización y conflicto armado. Magdalena Medio santandereano, Bogotá, CINEP, 1992, pp. 101-102.

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Pero, finalmente, estas medidas re- te de Mendoza, el jefe del Partido sultaron insuficientes para contrarres- Conservador en Boyacá, José María tar la constelación de fuerzas decidi- Villareal, hizo exactamente lo mismo. da a conservatizar rápidamente la Ambos hombres suponían que Boyacá burocracia. Estas fuerzas incluían a tenía "mayorías naturales" que favola militancia conservadora, represen- recían a sus respectivos partidos, pero tada por el nuevo gobernador de que, debido a su dócil carácter, los suBoyacá, Alfonso Rivera Valderrama, fragantes habían sido obligados a voquien se jactaba de que, después de tar en contra de sus verdaderas inclila elecciones de marzo de 1947, "el naciones por políticos inescrupulosos conservatismo empezará a gobernar"; del partido opuesto. Durante la déa Gilberto Alzate, quien se deleitaba cada del treinta, Mendoza Neira no vadiciendo que su partido "exhumaría ciló en sacar a la luz la mayoría liberal los restos de la República Liberal", "natural" de Boyacá mediante la fuerasesinada en las elecciones presiden- za y la intimidación. Así, escribe un esciales del año anterior, y a conserva- tudioso de este departamento, dores que deseaban vengar ofensas La violencia oficial ejercida por el gopasadas, como sucedió en el caso de bierno liberal [de Olaya Herrera] dejó los empobrecidos campesinos del Vaen estado larvado una sed de venganlle, quienes comenzaron a matar a los za que afloró unos años más tarde, con liberales que les habían quitado sus la llegada de los conservadores nuetierras durante el gobierno anterior." vamente al poder en 1946." Parte de la peor violencia inicial se dio en el departamento de Boyacá, donJosé María Villareal ayudó a los de la población rural tenía la reputa- conservadores boyacenses a calmar ción de ser "gobiernista", esto es, de su sed de venganza en 1947 y a coestar dispuesta a votar por el partido mienzos de 1948, cuando utilizó su que en ese momento detentara el po- poder como gobernador para orgader. El estereotipo de "gobiernista" nizar un cuerpo sectario de policía había llevado al jefe del Partido Li- conocido como los chulavitas. beral en ese departamento, Plinio En cuanto fue nombrado gobernaMendoza Neira, a no ahorrar esfuer- dor, a comienzos de 1947, sucediendo zos para liberalizar el departamento al también conservador Alfredo Rivea comienzos de la década del treinta. ra, Villareal pronto puso en práctica Quince años más tarde, la contrapar- su plan de neutralizar la influencia

84 Las observaciones de Rivera y de Alzate fueron tomadas de G. Zapata Isaza, Op. cit., p. 179, y de P. N. Giraldo, Op. cit., pp. 244-245. Discusión de la violencia relacionada con la tierra en el Valle se encuentra en Darío Betancourt, Darío García y Martha L García, Matones y cuadrillas. Origen y evolución de la Violencia en el occidente colombiano, Bogotá, Tercer Mundo, 1990, p. 44. 85 María Victoria Uribe, Limpiarla tierra. Guerra y poder entre estneralderos, Bogotá, CINEP, 1992.

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446 / LA modernización en Colombia liberal dentro de la policía y en otros sitios. Su intención expresa era asegurar que los conservadores boyacenses pudieran ejercer libremente su derecho al voto en las dos elecciones generales de 1947. Para encontrar a los hombres que necesitaba, el gobernador recurrió a su patria chica, El Cocuy, en el altiplano al noreste de Boyacá, donde sabía que podía hallar "jóvenes duros y humildes que no eran fácilmente intimidados" por los liberales." Los hombres provenientes de los municipios conservadores en las laderas de El Cocuy habían demostrado su valor quince años antes cuando, junto con los refugiados de García Rovira, asolado por la guerra, en el vecino departamento de Santander, habían declarado vedada la región para los liberales. Cualquier policía liberal que se atreviera a entrar aun pueblo conservador como Boavita —especialmente a la vereda de Chúluva— durante la violencia de principios de la década del treinta, probablemente no saldría vivo. Uno de los hombres de Villareal reconoció este legado cuando, a comienzos de 1948, se describió a sí mismo y a sus compañeros en los siguientes términos: Somos chulavitas de los puros [...] de los del año treinta, de los que nos fuimos para Chúluva y nos estuvimos es-

perando hasta que cayeran los malditos rojos, de los que formamos con el gobernador Chepe Villareal y trabajamos en lo que se nos diga, de los que nos dejamos matar antes que humillarnos ante un hl:eral [...] Ellos nos persiguieron a nosotros cuando recién subieron y casi nos borraron de la faz de la tierra [...] [Pero] ahora estamos mandando."

Dados sus antecedentes, no fue difícil convencer a los hombres del nororiente de Boyacá de que su deber era castigar al enemigo liberal. Uno de los reclutas chulavitas describió el tipo de entrenamiento que recibió en los cuarteles de la policía de Tunja: Auno le ordenaban "Hay que ir a perseguir a matan porque acuérdense del año 33 lo que hicieron con nosotros". En la policía nos dedan: "¿Cuántos hay aquí a quienes les mataron su abuelo, sus familiares?". Los agentes de policí ► contestaban: Mb, mi capitánl", " ilb, mi teniente!". Bueno, iles Regó elmomentol IA armarse! Luego repartían tantos para tal parte, tantos para la otra. Esa era la misión. Cuando ordenaban a los

aialquier cosa, primero los llenaban de aguardiente o de cer-

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veza. Eso era como soltar unas fieras, pues imagínese a esa gente que no sabía ni firman iy borrachos1 88

Boyacá y los Santanderes fueron los semilleros de la Violencia en

86 Entrevista con José María Villareal, 1 de julio de 1971. 87 El Espectador, 23 de enero de 1948. 88 Entrevista con Darío Vargas, citada por Gladys Esther Rojas de Segura, "La Violencia en Boyacá, 1946-1950: protagonismo político del Directorio Departamental Conservador", tesis de maestría inédita, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1992, p. 302. La autora discute la formación de los chulavitas en las páginas 313-321 de su tesis.

Colombia durante 1947. El 4 de enero de aquel año, la revista Semana, que sólo ocho días antes afirmaba en su editorial que la nación se había escapado de una terrible violencia en 1946, afirmaba que Boyacá era el departamento colombiano más politizado y propenso a la violencia en todo Colombia." Una semana más tarde, el 11 de enero de 1947, un columnista de El Siglo se quejó de que la burocracia en Boyacá, aún bajo el abrumador control de los liberales, estaba persiguiendo a las minorías conservadoras en treinta de sus 128 municipios. Durante las semanas siguientes, la violencia boyacense se incrementó significativamente, cuando los conservadores, decididos a obtener reivindicaciones y venganza, combatieron a la policía y a los funcionarios liberales decididos a proteger sus personas y sus cargos. Y en todas estas acciones predominaba el tema del interés económico personal que surgiría cada vez más como un rasgo prominente de los disturbios políticos colombianos a medida que se prolongaba la Violencia. Incluso mientras los conservadores de Boyacá planeaban su regreso al poder, los miembros del Directorio vendían rifles y municiones al mejor postor, induso a los libera-

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les, que probablemente los utilizarían contra los conservadores." Los dirigentes políticos de todos los niveles atizaron las llamas que consumieron las vidas de sus seguidores en las zonas apartadas. El año de 1947 se vio aquejado por la amenaza de balaceras en varias de las legislaturas departamentales, así como en el propio Congreso nacional. El 17 de mayo, los diputados conservadores y gaitanistas de la Asamblea Departamental del Valle se amenazaron mutuamente con pistolas en una votación especialmente tensa. Durante la sesión del 24 de agosto en la Cámara de Representantes, el gaitanista César Ordóñez Quintero, representante de Santander, se enfureció a tal punto que lanzó un bote de basura contra uno de sus colegas conservadores y luego hizo ademán de sacar una pistola." Esto creó un pandemonium que llevó a los radioescuchas a concluir que un asesinato era inminente. Un incidente aún más grave, protagonizado por Ordóñez Quintero, se dio durante los debates de la Cámara del 13 de diciembre de 1947, cuando desafió primero al ministro de guerra, Roberto Urdaneta, a un duelo a machete, y luego puso una pistola en su pupitre mientras acusaba a los conservadores

89 Semana, 4 de enero de 1947, pp. 3-5; Semana, 30 de diciembre de 1946, p. 3. 90 Russell W. Ramsey, "The Modem Violente in Colombia, 1946-1965", tesis de doctorado inédita, Gainesville, University of Florida, 1970, p. 197. 91 Ordóñez Quintero estaba enfurecido por la matanza de seis liberales por la policía conservadora en el pueblo de Moniquirá, en Boyacá, ocurrida poco antes. Ambos incidentes se discuten en Semana, 30 de agosto de 1947, p. 3. Fue la matanza de Moniquirá lo que dio lugar al breve pacto para la paz entre Gómez y Caftán, el 29 de agosto de 1947.

448 / La modernización en Colombia Augusto Ramírez Moreno y Pablo A. Toro. Este último sacó su propio revólver y lo apuntó hacia Ordóñez, mientras que los otros representantes se tiraban al suelo para escapar de las balas que creían a punto de volar. Las fotografías de Toro blandiendo el revólver aparecieron luego en casi todos los periódicos del país." Como sucedió con el incidente ocurrido en agosto, miles de colombianos escucharon estos intercambios escandalosos y atemorizantes en sus radios. El año de 1948, el segundo más letal de la Violencia colombiana, se inició con una guerra entre liberales y conservadores por todo el suroriente de Norte de Santander y por otros lugares del país también. Desde Santander, miles de refugiados liberales huyeron hacia Venezuela en una trágica

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repetición del conflicto que dieciséis años atrás había desplazado a miles de conservadores." Venezuela contribuyó a alimentar el conflicto en 1948, suministrando una cantidad sustancial de implementos militares a los liberales." Lo mismo hicieron los comunistas colombianos, quienes organizaron guerrillas contra el gobierno a las que llamaron "Comités populares contra la violencia reaccionaria", y las enviaron a la zona de combate." El presidente Ospina puso al departamento bajo la dirección de los militares el 17 de enero de 1948 y el ejército pudo finalmente interponer sus unidades entre los combatientes, deteniendo así lo peor de la lucha." Durante aquellos tormentosos meses, los líderes de los partidos tradicionales, Gaitán y Gómez, no mostraron sismo alguno de moderar su retórica

92 Ramírez Moreno procedió a responder las acusaciones de Ordóñez en una sesión posterior, diciendo: "En una alta plataforma, inerme, lejos de mis colegas de minoría, podría decirle al país que no tengo miedo. Pero sí lo tengo". R. Azula Barrera, Op. cit., p. 298. 93 La guerra civil estalló en el Norte de Santander en mayo de 1932 y luego, en enero de 1946, en la misma región montañosa al sur de Cúcuta, la capital del departamento. Comparar, por ejemplo, El Espectador del 17 y 18 de mayo de 1932, y El Espectador del 10 al 12 de enero de 1948. Estos informes periodísticos indican que los mismos pueblos, Arboledas, Cucutilla, Mutuscua, Chinácota, Ragonvalia, Gramalote y Rosario sufrieron graves pérdidas durante los combates. En ambos casos, los activistas liberales y conservadores ayudaron a armar las milicias partidistas. Finalmente, en cada caso, el presidente, Olaya en 1932 y Ospina en 1948, intentó detener el derramamiento de sangre ordenando a los miembros de su partido abandonar la organización de las milicias. Es de interés señalar que, en marzo de 1932, Jorge Eliécer Gaitán, de veintinueve años, se encontraba entre los liberales a quienes Olaya Herrera ordenó que dejaran de armar a las milicias liberales. Véase Ignacio Torres Giraldo, Las inconfonres, historia de la rebeldía de las masas en Colombia, vol. 6, Bogotá, Latina, 1978, p. 1.069; Terrence Horgan, "The Liberals Come to Power. Por debajo de la ruana", disertación de doctorado, Gainesville, Florida, Vanderbilt University, 1983, p. 565. 94 Russell W. Ramsey, "The Bogotazo: Tentatively, as History", mimeógrafo inédito, Gainesville, University of Florida, 1969, p. 10. 95 M. Medina, Op. cit., p. 557. 96 G. Solano Benítez, Op. cit., pp. 529-544, discute las medidas adoptadas por el gobernador militar, general Gustavo Matamoros, para detener los combates.

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ni su mutua hostilidad, que desempeñaron un papel tan importante en alimentar la pasión de sus seguidores. Un día después de que Norte de Santander fuera colocado bajo gobierno militar, El Siglo culpó a la violencia gaitanista de los disturbios que se presentaron en dicho departamento. 97

Europa el lucrativo Plan Marshall, lo único que podía esperar de ellos América Latina era su oposición al movimiento en favor de las reivindicaciones populares. La inminente Conferencia Interamericana se convirtió entonces en otro motivo de discordia en la lucha entre el movimienDiezdíasmátr,Gnyos to liberal populista de Gaitán y el dirigentes liberales le presentaron al gobierno nacional, al que calificaba de presidente Ospina un memorial de reaccionario y oligárquico. agravios, en el cual detallaban gráfiOspina Pérez no invitó a Jorge camente cientos de muertes liberales Eliécer Gaitán como delegado a la reatribuidas a los esbirros del gobierno. unión, sino que designó más bien a La Colombia política se tomó cada liberales moderados y derechistas, envez más turbulenta durante los me- cabezados por Darío Echandía, Luis ses de febrero y marzo de 1948. Mien- López de Mesa y Carlos Lleras Restretras Ospina y su gobierno intentaban po, junto con los delegados conservamanejar la Violencia, se ocuparon dores Laureano Gómez y Roberto también de la preparación de la No- Urdaneta Arbeláez, para representar vena Conferencia Interamericana, a Colombia en la reunión. El hecho que debía inaugurarse el 30 de mar- de que Ospina no hubiera pedido a zo. Era de conocimiento público que Gaitán formar parte de la delegación la actividad principal de esta reunión colombiana fue un error táctico de su sería la redacción de una resolución parte. Sin embargo, fue un error comcontra los comunistas, promovida por prensible, considerando que poco Estados Unidos y presentada por el ge- antes de la Conferencia, el 7 de feneral George C. Marshall, el princi- brero, Gaitán había organizado una pal delegado de este país a la Confe- masiva marcha de antorchas en Borencia. Durante meses, Jorge Eliécer gotá, durante la cual sugirió que el Gaitán había criticado la iniciativa de presidente podía detener la ViolenMarshall, sugiriendo que, mientras cia si quisiera hacerlo." El 1 de marque los norteamericanos le daban a zo, Gaitán respondió a su exclusión

97 El Siglo, 18 de enero de 1948. 98 El texto del discurso de Gaitán, pronunciado ante una multitud a la cual se le había ordenado mantener absoluto silencio durante toda la manifestación, se encuentra en J. E. Gaitán, Op. cit., pp. 506-507. En respuesta a la intervención de Gaitán, Ospina Pérez señaló que la lucha en Santander no era sui generis, sino que tenía antecedentes que se remontaban a la década del treinta. El texto de ese discurso puede encontrarse en Mariano Ospina Pérez, El gobierno de Unión Nacional, Bogotá, Imprenta Nacional, 1948-1950, pp. 5. 321.



Orquestando la guerra de los siete mil días I

450 / La modernización en Colombia de la Conferencia Interamericana y a la escalada de la violencia política ordenando a los liberales que abandonaran toda colaboración con el gobierno de Ospina. La pérdida de los delegados liberales a la Conferencia abochornó a Ospina. Y la renuncia de los liberales que detentaban cargos públicos, después de la orden de Gaitán de no colaborar, aumentó la agitación política. A medida que se aproximaba la inauguración de la Novena Conferencia Interamericana, la vida en Bogotá y en otras ciudades del país se tornó insoportable. Los sindicatos aumentaron la confusión al realizar huelgas dirigidas a trastornar el sistema nacional de transporte. Hubo disturbios y manifestaciones estudiantiles en Bogotá a mediados de marzo, grave violencia en el campo y una continua llegada a la capital del país de izquierdistas provenientes de repúblicas hermanas, cuyo objetivo era protestar contra la resolución anticomunista." La víspera de la llegada de George Marshall a Bogotá, aparecieron signos en los muros de los edificios que decían: "!El pueblo debe reaccionar contra los chacales del Imperialismo Yanqui!". Los bogotanos del común estaban enojados porque los lujosos preparativos para la Conferencia habían aumentado el costo de la vida en la capital, y el edicto emitido por el organizador de la

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Conferencia, Laureano Gómez, según el cual toda la gente de la calle debía salir del centro de la ciudad enfureció a muchos, quienes lo consideraron como una ofensa contra el pueblo gaitanista. No fue entonces una Colombia feliz la que acogió a los delegados a la Novena Conferencia Interamericana de 1948. En cuanto se inició la Conferencia, una atmósfera sombría invadió a Bogotá y al resto de Colombia; parecía que nada podría empeorar la situación de este país lleno de conflictos y tristeza.

Asesinato, interés propio, guerra civil Minutos después de la una de la tarde del 9 de abril de 1948, Jorge Eliécer Gaitán, acompañado por Plinio Mendoza Neira y tres colegas más, abandonó su oficina de abogado en la esquina de la carrera Séptima con la Avenida Jiménez, la intersección más concurrida de la capital. No acababa de salir el grupo del edificio, cuando un oscuro individuo llamado Juan Roa Sierra avanzó detrás de Gaitán y le disparó dos balas calibre 38, una en la espalda y otra en la cabeza. Gaitán fue llevado apresuradamente a una clínica cercana, donde se le declaró muerto a la 1:55 p.m. Entretanto, la muchedum-

99 Estos acontecimientos y desarrollos se tratan con mayor detalle en G. Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaña Luna, Op. cit., vol. 1, p. 36. Uno de estos izquierdistas era el cubano de diecinueve años, Fidel Castro.

Figura 9.2

Laureano Gómez y Mariano Ospina Pérez poco antes del 9 de abril de 1948

Fuente: Archivo fotográfico de Luis Gaitán R. (Lunga)

bre se abalanzó sobre Roa Sierra y lo linchó.'" El asesinato de Gaitán desencadenó disturbios de proporciones nunca vistas en Colombia. Para cuando terminaron, cerca de dos mil quinientas personas yacían muertas en

las calles, varios miles estaban heridos y cerca de doscientos negocios privados, edificios gubernamentales, escuelas parroquiales e iglesias habían sido incendiados.'" Aunque los disturbios, o el Bogotazo como pronto se conoció, no trajeron

100 Se dice que Roa Sierra había mirado con odio a Gaitán mientras le disparaba, pero no se conocen sus motivos. Para más sobre Roa Sierra, véase Enrique Cuéllar Vargas, Trece años de violencia: asesinas intelectuales de Gaitán, dictaduras, militarismo, alternación, Bogotá, Cultura Social Colombiana, 1960, pp. 65-70; Luis David Peña, Gaitán íntimo, Bogotá, Iqueima, 1948, pp. 175-176; Jean Lartéguy, Los guerrilleros, Barcelona, s. e., 1970, p. 156; R. W. Ramsey, Op. cit., p. 19. 101 P. Oquist, Op. cit., p. 235, estima en 2.585 las personas asesinadas en los disturbios de Bogotá. Otros, como un testigo de la Cruz Roja, estima que hubo cerca de mil muertos y dos mil quinientos heridos. Según otros estimativos, los muertos ascenderían a tres mil e

452 / La modernización en Colombia consigo ningún cambio en el status quo cobardes, mátenme! ¡Los reto! Yo soy social o político, aceleraron el cami- liberal. iMátenme!".'" no de Colombia hacia el colapso poUn doble impulso se apoderó de lítico y la guerra civil que la aguarda- la muchedumbre en Bogotá. El priba diecinueve meses después. Los mero era el deseo de armarse; el seincidentes del 9 de abril ampliaron y gundo, el de obtener venganza del profundizaron la brecha entre el "país crimen. Por consiguiente, uno de los político" y "el país nacional". primeros actos de los manifestantes El asesinato de Gaitán lanzó a sus fue asaltar las ferreterías y las tien4seguidores a un frenesí. Incluso antes das de armas en busca de pistolas, fude que se anunciara la muerte del cau- siles, machetes y todo lo que pudiera dillo, el grito " i Mataron a Gaitán!" voló usarse para golpear al gobierno y a por las calles, donde pronto se agol- sus serviles agentes. Muchos sintieron paron miles de personas. Los bogota- que se trataba de una revolución ponos que vivieron aquellas primeras ho- lítica, cuyo resultado inevitable sería ras llenos de ira, recordaron que, en instaurar por la fuerza el régimen lila confusión, amigos íntimos se cruza- beral gaitanista que el caudillo asesiban con ellos en la calle, con la cara nado no había podido establecer por transformada por la pena y la rabia.'" medios democráticos. De allí los griLa suposición inicial de los ma- tos de "iViva Colombia!" y "iAbajo los nifestantes fue que el gobierno con- conservadores!". La mayor parte de la servador había ordenado el asesinato policía de la dudad se vio envuelta en de Gaitán. La expresión simbólica de el frenesí, apoyando el levantamiento esta convicción fue que arrastraron y entregando sus armas a los presunel cuerpo sin vida de Roa Sierra cinco tos líderes de la revuelta. A mediacuadras por la carrera Séptima, de- dos de la tarde, toda la estación de jándolo en el umbral del palacio pre- policía ubicada en el límite del barrio sidencial. El cariz de liberales con- de clase obrera, La Perseverancia, en tra conservadores que adoptaban los su mayoría gaitanista, se entregó a los disturbios fue captado por una solita- disturbios, invitando a establecerse allí ria figura que sollozaba en una es- una Junta Revolucionaria. Rifles y quina, gritándole al vacío: "iVamos, municiones fueron distribuidos con la

incluso a cuatro mil personas. En cuanto a la destrucción física, los corresponsales extranjeros que se encontraban en Bogotá para cubrir la Conferencia Interamericana, dijeron más tarde que las partes de la dudad más afectadas por los disturbios se asemejaban a las ciudades europeas bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial. Julio Ortiz Márquez, El hombre que fue un pueblo, Bogotá, Carlos Valencia, 1978, contiene buenas descripciones de testigos presenciales del Bogotazo. 102 H. Braun, Op. cit., pp. 157-158. 103 Ibíd., p. 159.

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orden de que debían ser utilizados "para matar godos".'" Los manifestantes se vieron irresistiblemente atraídos hacia el palacio presidencial, a pocas cuadras del lugar del asesinato. Un grupo de algunos cientos de gaitanistas se encaminaron en esta dirección en cuanto se confirmó la muerte de su líder, motivados por el deseo de pedir al presidente Ospina una explicación por el asesinato y, a la vez, exigir su renuncia. A medida que los dirigentes de la muchedumbre, los lugartenientes gaitanistas Gabriel Muñoz y Jorge Uribe Márquez se aproximaban al palacio, alguien le arrebató el rifle a un soldado y pronto fue muerto por otro miembro de la Guardia Presidencial. Poco después la muchedumbre aumentó y se dirigió hacia las escasas tropas ubicadas en la carrera Séptima, una cuadra al norte de la residencia del presidente. Los soldados abrieron fuego, matando e hiriendo a muchas personas. Estas muertes

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ocurrieron menos de una hora después de anunciado el fallecimiento de Gaitán. 105 Pocos minutos después de estos disparos, los seguidores de Gaitán, liberales militantes, socialistas y comunistas, se apoderaron de las estaciones de radio y comenzaron a transmitir una serie de apasionados informes sobre la muerte del caudillo y el levantamiento que la acompañó. Hablaron en los tonos más incendiarios, creando escenarios imaginativos según los cuales los cuerpos de Laureano Gómez, Guillermo León Valencia y José Antonio Montalvo colgaban de los postes de la luz, y Ospina Pérez había sido derrocado y sustituido por una Junta Revolucionaria liberal. Todo Bogotá, afirmaron, está en llamas.'" Estos informes radiales fueron enormemente perjudiciales para la vida pública colombiana, pues encendieron muchas revueltas locales contra el gobierno y desataron una enorme violencia contra los conservadores.

104 Entrevista con el testigo presencial Carlos Mojica, citado por Jacques Aprile Gniset, El impacto del 9 de abril sobre el centro de Bogotá, Bogotá, Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán, 1983, p. 90. Las estaciones de policía quinta y tercera acogieron también a los revoltosos. El joven Fidel Castro describió la situación en la estación tercera como caótica, mientras los manifestantes se apoderaban de las armas. Incapaz de encontrar un arma de fuego adecuada, Castro se acercó a un oficial y, según sus memorias, "Le pedí un arma y me dio su fusil con unas doce o catorce balas". Más tarde, Castro se ubicó cerca del Ministerio de Defensa, disparando desde allí varias veces. Dos días después, el embajador cubano evacuó a Castro quien, si bien se mostró impresionado con lo que consideró "una explosión completamente espontánea", estaba convencido de que "nadie la organizó, no la podía organizar nadie". A. Alape, Op. cit., pp. 192, 293-297, 510. 105 Estos acontecimientos se describen con mayores detalles en H. Braun, Op. cit., pp. 146-147. 106 El urbanista J. Aprile, Op. cit., pp. 202 y ss., concluye que los relatos acerca de la destrucción de Bogotá fueron enormemente exagerados. Durante los disturbios, las fuerzas que se oponían al gobierno intentaron promover la revolución exagerando la magnitud de la destrucción, y luego los funcionarios del gobierno hicieron lo mismo para justificar sus ambiciosos programas de renovación urbana.

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Las transmisiones tuvieron el efecto de llevar la Violencia a cientos de lugares que antes no se habían visto afectados por ella. Un conservador describió sucintamente la conexión entre las emisiones radiales transmitidas desde Bogotá y la suerte que corrieron muchos el 9 de abril: "Por la radio se invitaba a la matanza. Ellos querían hacer partícipes a sus compañeros". 107 Las emisiones radiales tuvieron el efecto de intensificar el propio Bogotazo. La afirmación pública de que prominentes conservadores habían ordenado el asesinato de Gaitán condujo a la destrucción de muchas propiedades de los conservadores en toda la ciudad. Menos de media hora después de los aciagos disparos de Roa Sierra, una gran muchedumbre se reunió en la calle donde se encontraban las oficinas de El Siglo, el diario casi oficial de propiedad de Laureano Gómez. Un hombre lloraba histéricamente mientras desgarraba la pared de ladrillo del edificio con sus uñas."' Los amotinados abrieron la puerta,

prendieron fuego al edificio y luego lo dinamitaron. En el pueblo de Viotá, al alcalde gaitanista Joaquín Tiberio Gálvez reunió a varios hombres y se dirigió directamente a la casa de Gómez en Fontibón, que fue incendiada.'°° Otros hicieron lo mismo con el lujoso restaurante El venado de oro, construido por Gómez para agasajar a los delegados a la Conferencia Interamericana. Decenas de hombres irrumpieron en el palacio de San Carlos, recientemente redecorado por Gómez y sede de la Conferencia, y procedieron a saquearlo. Su elegante mobiliario fue lanzado por las ventanas, apilado en la calle y quemado. Mientras esto sucedía, un transeúnte rescató un cojín del fuego e intentó llevárselo. Se lo arrebataron y lo lanzaron de nuevo a las llamas, diciéndole: "Hemos venido aquí a destruir [...] a acabar con todo, ino a robarr."° Otros edificios públicos objeto de los ataques fueron el Capitolio Nacional, donde los delegados a la Conferencia Interamericana consiguieron escapar por poco a la muchedumbre,

107 Gustavo Gómez Mejía, en una carta dirigida a Gonzalo Buenahora, citada en Roberto Harker Valdivieso, ed., Otros autores santandereanos, Bucaramanga, Impresores FRID, 1989, p. 376. Gómez Mejía se refugió en casa de unos amigos liberales después de que la Junta Revolucionaria del pueblo lo condenó a muerte. Después de pasar tres días escondido en el ático, se vio reducido a beber su propia orina. El mejor recuento del uso que hicieron los revolucionarios de la radio, que induye transcripciones de las emisiones, es el de Gonzalo Canal Ramírez, Nueve de abril de 1948, Bogotá, Litografía Cahur, 1948. Otras transcripciones de las emisiones radiales se encuentran en A. Alape, Op. cit., pp. 316-322, 336-337, 422-433. Véase también Hernando Téllez, Cincuenta años de radiodifusión colombiana, Bogotá, Caracol, 1974, pp. 88-92, para una discusión del efecto de las transmisiones por radio del 9 de abril. 108 H. Braun, Op. cit., p. 155. 109 Entrevista personal con Michael Jiménez, Nueva York, 30 de diciembre de 1989. 110 H. Braun, Op. cit., p. 160.

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la Gobernación de Cundinamarca, la oficina del procurador general y los ministerios de Educación, Gobierno y Justicia. Este último albergaba prisioneros que fueron liberados durante los disturbios. Antes de huir, los prófugos tuvieron el cuidado de destruir todos los archivos de las demandas judiciales que se adelantaban en su contra. Las iglesias y otras edificaciones religiosas se constituyeron también en objetivos predilectos de los amotinados. Ala Iglesia se la asociaba tradicionalmente con el Partido Conservador; por esta razón, cuando los francotiradores comenzaron a disparar sobre los transeúntes desde las torres de las iglesias, muchos concluyeron que eran los sacerdotes quienes disparaban. Durante el Bogotazo, el Colegio de La Salle fue incendiado y el colegio jesuita de San Bartolomé se escapó de correr la misma suerte gracias a la oportuna llegada de los militares. El palacio arzobispal, las oficinas de la Iglesia, la Catedral de Bogotá y muchas otras edificaciones religiosas fueron saqueadas. Al occidente de Bogotá, en la población de Apulo, ochenta y cuatro sacerdotes y monjas fueron puestos en prisión, y en Armero,

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Tolima, el sacerdote Pedro María Ramírez fue linchado."' Los negocios de propiedad de extranjeros fueron otro de los blancos de la ira gaitanista. Los comerciantes sirios, libaneses, judíos, turcos y europeos, a las que comúnmente se les llamaba turcos o polacos, cuyas tiendas se alineaban a lo largo de la carrera Séptima, al sur del lugar del asesinato, vieron cómo sus negocios eran no sólo saqueados e incendiados sino también dinamitados. Herbert Braun, cuyo padre, un inmigrante alemán, perdió su ferretería durante los disturbios, explica que este estallido xenófobo estaba justificado por los altos precios y antipáticas políticas de los comerciantes extranjeros." 2 El historiador Gonzalo Sánchez adopta una posición similar, al encontrar que los ataques a los negocios extranjeros fueron una protesta social contra la especulación de los extranjeros y, a la vez, contra el alto costo de la vida." 3 ElpsiquatrJoéGezvinls evidencia del racismo al que están predispuestos los movimientos populistas y que, en el caso del gaitanismo, fue la expresión de "un resentimiento atávico engendrado por la discriminación social y racial"." 4

111 Rodolfo Ramón de Roux, "Iglesia y sociedad en Colombia. 9 de abril de 1948. Funciones sociales y funcionamiento de la institución católica", disertación de doctorado, École des Hautes Études en Sciences Sociales, París, 1981, pp. 126-135. El linchamiento de Ramírez es descrito en J. D. Henderson, Op. cit., pp. 151-154. 112 H. Braun, Op. cit., p. 164. 113 Gonzalo Sánchez, "Violencia, guerrillas y estructuras agrarias", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, p. 132. 114 El argumento principal de Gutiérrez es que el incesante llamado de Gaitán al pueblo para que se levantara en contra de la oligarquía, "despertó un oscuro deseo de revancha"

456 / La modernización en Colombia Después de dos horas de fuertes Gilberto Vieira, consideró estos sadisturbios, terminó la primera fase queos como algo semejante a una predel Bogotazo, ostensiblemente políti- matura celebración de la victoria por ca, cuando camiones y tanques del parte de quienes creyeron que la reejército llegaron a reforzar a la sitia- volución había triunfado."' El Comité da Guardia Presidencial, la cual ha- Central de su partido adoptó la posibía repelido ya tres ataques desde el ción de que "la orgía de pillaje" que momento del asesinato de Gaitán. "desnaturalizó la revolución" fue culEran las cuatro de la tarde cuando el pa de varios miles de prisioneros que último de la columna de tres tanques se tomaron la ciudad cuando los mase detuvo en la Plaza de Bolívar y vol- nifestantes abrieron las puertas de las vió sus cañones contra los manifestan- cárceles. 16 La mayoría de los consertes. En aquel instante, murieron to- vadores coincidieron con la evaluadas las esperanzas de una rebelión ción de Laureano Gómez, según la liberal gaitanista exitosa. Los mani- cual "los horrendos sucesos se produfestantes se retiraron de la zona, cada jeron según infames planes y consigvez más peligrosa, que rodeaba a los nas extranjeras [comunistas] [...] a edificios del gobierno, la cual estaba cargo de las masas del Partido Libecubierta de cadáveres, y se dedicaron ral". En resumen, los liberales "se pua saquear las tiendas y almacenes des- sieron al servicio de 'la bestiam." 7 protegidos que se encontraban al norEstas dos posiciones desconocen el te de la Plaza de Bolívar. hecho de que los seguidores de La mayor parte de los políticos co- Gaitán no eran revolucionarios, sino lombianos han interpretado incorrec- más bien miembros de las clases potamente la segunda fase del Bogo- bre y pequeño burguesa, de alta motazo, durante la cual ciudadanos de vilidad social. Habían escuchado la todas las clases sociales se apoderaron promesa de Gaitán de representar de las mercancías que se encontra- sus intereses políticos en un gobierban en los almacenes, los cuales no encabezado por él mismo, y haquedaron sin protección cuando la po- bían creído que él podría lograrlo. licía se unió a los manifestantes. El se- En palabras de Herbert Braun, cretario del Partido Comunista, Gaitán había entre los pobres, canalizando sus rebeldes energías en direcciones destructivas y no creativa. José Gutiérrez, La rebeldía colombiana, Bogotá, Amares, 1962, pp. 52, 71. 115 D. Pécaut, Op. cit., vol. 2, pp. 477-478. 116 Partido Comunista colombiano, Treinta años de lucha del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Paz y Socialismo, 1960, p. 83. 117 Hugo Velasco, Laureano Gómez, biografía de una tempestad, Bogotá, Argra, 1950, p. 249. Lo que aumentó la confusión que rodeó al 9 de abril es el hecho de que muchos liberales moderados, aunque no estaban de acuerdo con el análisis de Laureano Gómez, según el cual los liberales habían sido manipulados por los comunistas, sí estaban convencidos de que habían sido los comunistas quienes habían asesinado a Gaitán.

Orquestando la guerra de los siete mil días / 457 llevado a sus seguidores de una vida en la que estaban excluidos de las decisiones que los afectaban, a otra en la cual sentían que estaban participando en estas decisiones."8

En este sentido, había descubierto una vía populista para reconciliar al "país nacional" con el "país político"." 9 La importancia simbólica del Boga tato no se encuentra tanto en los disturbios protagonizados por los gaitanistas entre las dos y las cuatro de la tarde de aquel día de abril, sino más bien en el saqueo del sector comercial de Bogotá que siguió después. Cuando los bogotanos se alejaron de la Plaza de Bolívar, el epicentro político de Colombia, y se desplegaron hacia el sector comercial para tomar lo que pudieran, anunciaron que de aquel momento en adelante la persecución de sus fines personales habría de dominar el pensamiento de una ciudadanía cada vez más alienada de su mundo público. Este fue el verdadero sentido en que el Bogotazo acabó simbólicamente con una fase de la historia nacional de Colombia e in-

trodujo una nueva.'" Al percibir que su única opción política se había cerrado, la muchedumbre gaitanista figurativamente se encogió de hombros y se dedicó a atender sus propias necesidades físicas inmediatas. Aquel momento señaló el fin del populismo gaitanista.' 2' Los testigos presenciales se asombraron de la presteza con la que bogotanos de todas las clases sociales se dedicaron al saqueo. Los cortos de los noticieros muestra a hombres y

mujeres arrebatándose mutuamente objetos robados.'" Una joven que observaba los acontecimientos desde la relativa seguridad del tejado de la casa de sus padres vio cómo un manifestante ebrio, con el brazo lleno de relojes robados, fue atacado por otro, quien le cortó el brazo con un machete.'23 A medida que se regó la voz de que en Bogotá había bienes disponibles para quienes quisieran tomarlos, los bogotanos inundaron el sector comercial. El embajador de Estados Unidos, Willard Beaulac, cuya residencia se

118 H. Braun, Op. cit., p. 203. 119 Una fuente útil sobre el populismo en América Latina es Ghita Ionescu y Ernest Gellner, eds., ibpulisna, Nueva York, Macmillan, 1969. Para una interpretación del populismo colombiano, véase Marco Palacios, El populismo en Colombia, Bogotá, Tigre de Papel, 1971. 120 Los colombianos coinciden en que el asesinato de Gaitán y sus repercusiones marcaron un punto divisorio en la historia de Colombia, pero no están de acuerdo sobre qué fue exactamente lo que dividió. Dos interpretaciones son las de Laureano Gómez, en H. Velasco, Op. cit., pp. 245-249, y la de Fernando Guillén Martínez, El poder político en Colombia, Bogotá, Punta de Lanza, 1979, pp. 525 y ss. Una tercera interpretación, análoga en varios aspectos a la presentada aquí, es la de H. Braun, Op. cit., pp. 200-204. 121 Este argumento se presenta también en D. Pécaut, Op. cit., vol. 2, p. 481. 122 Dos fuentes de esta película son Carlos Ronderos T., Rebelión y amnistía en Colombia, 19301986, Bogotá, Focine, 1986; y United States, National Archives, "Paramount Fílms, 21 de abril de 1948", N.° 200/PN/7.68. 123 Entrevista personal con Lucía Torres de Restrepo, Bogotá, 20 de abril de 1993.

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458 / La modernización en Colombia encontraba en el extremo de este barrio, recordó el pesado tráfico que afluyó hacia las tiendas y almacenes a media tarde, y luego en dirección contraria cuando los saqueadores regresaban a casa remolcando su botín. "En medio de la horrible tragedia que estábamos presenciando", escribió Beaulac, [...] no podía dejar de divertirnos la

metódica manera como esta gente adelantaba su nuevo negocio y algunos de los objetos que habían seleccionado para "liberar" de las tiendas del centro [...]: Mujeres descalzas avanzaban penosamente con los brazos llenos de abrigos de pieles o elegante ropa interior. Un hombre andrajoso cargaba un horno eléctrico en la espalda. Accesorios de baño, lámparas, sofás, máquinas calculadoras, todo tipo de cosas llegó a manos de los saqueadores.'" En el lenguaje de la filosofla social, los vándalos sacaron partido de un mundo público físicamente postrado para su beneficio privado. Una de las fotografías tomadas aquel día ilustra la dinámica social del saqueo. Muestra a tres mujeres, dos de ellas altas, rubias y bien vestidas, obviamente pertenecientes a la clase alta, conversando mientras arrastran abrigos de piel y una elegante lámpara de pie. Algunos pasos atrás, doblada por el peso de un costal, se encuentra

una tercera mujer, pequeña y morena, de sombrero y ruana. Los contenidos del costal no se ven, pero es evidente que no eran abrigos de piel y lámparas. Es probable que contuviera objetos más prosaicos, que llevaba a una casa donde probablemente no había electricidad.'" Muchas de las fotografías tomadas en el centro de Bogotá durante los disturbios del 9 de abril de 1948 muestran el incendio o las ruinas ardientes de los tranvías eléctricos municipales. Estos lentos e idiosincrásicos vehículos habían prestado su servicio a la ciudad durante treinta y ocho años, y eran vistos con afecto por los bogotanos como símbolo de las pintorescas épocas premodernas de la ciudad. La destrucción de los tranvías fue considerada inicialmente como una venganza de los manifestantes contra los símbolos de la autoridad pública. No obstante, recientes estudios sostienen que los fieros ataques contra el sistema de tranvías de Bogotá fue un acto calculado de oportunismo económico. La mitad de los tranvías destruidos aquel día fueron incinerados por empleados de las compañías privadas de buses de Bogotá, quienes utilizaron las perturbaciones del 9 de abril como una fachada conveniente para eliminar a sus principales competidores. Inmediatamente después del 9 de abril, la

124 Willard L Beaulac, Career Ambassador, Nueva York, Macmillan, 1951, p. 249. 125 Una copia de esta fotografía se reproduce en Aline Helg, "La educación en Colombia, 1946-1957", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 113.

tarifa de los buses se duplicó. Las compañías de buses recibieron también autorización para importar nuevos vehículos para sus flotas.' 26 Si bien el asesinato de Gaitán aceleró el distanciamiento de la política por parte de los ciudadanos ordinarios, tuvo también un efecto no menos perjudicial sobre la política nacional misma. Miembros de la fraccionada élite política se precipitaron a capitalizar la muerte del, caudillo, de maneras inmensamente destructivas de la cultura cívica y política. Los liberales de centro, enemigos de Gaitán cuando este vivía, utilizaron el asesinato como excusa para exigir la renuncia de Ospina Pérez, llegando incluso a enviar un telegrama a Eduardo Santos pidiéndole que asumiera la presidencia cuando esta quedara vacante. Los conservadores de derecha se tornaron aún más intransigentes

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después del 9 de abril, sosteniendo que el asesinato y la reacción que había producido demostraban la necesidad de una mayor represión de quienes se oponían al gobierno. Laureano Gómez, desde su refugio en el Ministerio de Defensa, telefoneó a Ospina Pérez para exigirle que renunciara a favor de una junta militar.'" Incluso los extranjeros utilizaron e19 de abril para sus propios fines. Los políticos estadounidenses citaron los acontecimientos de aquel día como una prueba de que la subversión comunista se había generalizado en todo el hemisferio y utilizaron esta presunta amenaza para justificar la escalada de actividades encubiertas. El asesinato de Gaitán fue, entonces, un estímulo indirecto para la creación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que inició sus actividades en América Latina poco después de 1950."a

126 J. Aprile, Op. cit., pp. 83-103. Según Aprile, diecisiete de los ciento veinte tranvías de la compañía fueron incinerados en zonas cercanas al sitio del asesinato de Gaitán. Sin embargo, un número igual fue quemado en lugares distantes del escenario de los disturbios. "Los señores de las cooperativas de bines quemaron los tranvías", fue la lacónica observación de una de las personas entrevistadas por Aprile (p. 81). 127 Un recuento poco amistoso de las acciones de Laureano Gómez aquel día se encuentra en H. Navia Varón, Op. cit., pp. 126 y ss. Es interesante anotar que, dieciocho años antes, Gómez había sugerido que las fuerzas antigubernamentales conformaran "células" que habrían de servir como núcleos organizativos, anticipando el día en que "el pueblo hambriento [...] y desencantado del gobierno y del Congreso, resuelva echarse a la calle". El Tiempo, 10 de junio de 1930, de una carta dirigida a comienzos de aquel mismo año a Hernando Uribe Cualla. 128 Marco Palacios, La delgada corteza de nuestra civilización, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 9 y ss., presenta este mismo argumento. Rhodi Jeffreys-Jones, lb CIA and Atnerican Dessocracy, New Haven, 'Vale University Press, 1989, p. 55, escribió que el Bogotazo indujo "una manía para la predicción" en la diplomacia estadounidense, cada vez más orientada hacia los "métodos clandestinos". Otros que encontraron que el Bogotazo fue utilizado para promover los intereses de la Guerra Fría de Estados Unidos son Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 108; H. Braun, Op. cit., p. 108.

460 / la modernización en Colombia Liberales de izquierda, socialistas y comunistas, la mayor parte de los cuales eran enemigos de Jorge Eliécer Gaitán, utilizaron también el asesinato del caudillo de maneras perjudiciales para el orden social. Cuando se tomaron las estaciones de radio de Bogotá y procedieron a ajustar las transmisiones a sus propias agendas políticas, incitaron a los políticos regionales a conformar Juntas Revolucionarias en un sinnúmero de lugares en todo el país.'" Muchos de los oyentes pagaron luego fuertes penas por creer en las emisiones transmitidas desde Bogotá. En Tolima, el gobernador Gonzalo París Lozano, designado de Ospina, se unió a la revuelta y arruinó así su carrera política. El líder de la Junta Revolucionaria de Cali, Humberto Jordán, no acababa de telegrafiar a los otros liberales del departamento del Valle, urgiéndolos a "hacer frente, con decisión y coraje, a los bandidos asesinos que sacrificaron al caudillo del pueblo", cuando él y otros miles fueron arrestados y enviados a una cárcel militar en Pasto. El optimismo revolucionario de Jordán y de muchos otros fue el resultado de las emisiones radiales transmitidas durante el breve intervalo que antecedió a la nueva

toma de las estaciones bogotanas por parte de unidades militares. Las acciones de la Junta de Cali ignoraban el hecho de que, aparte del edificio de la Gobernación que se habían tomado, los soldados, a órdenes del coronel Gustavo Rojas Pinilla, restablecían sin dificultad el orden en la dudad.'" Engañados por las incendiarias transmisiones radiales, los liberales

rebeldes en Medellín diseñaron complicados planes para liberar a todo el departamento de Antioquia del

control del gobierno, planes que incluso contemplaban la destrucción de puentes que comunicaban al departamento con otros. Sin que ellos lo supieran, en aquel momento el director del Partido Liberal, Darío Echandía, estaba reconstruyendo el gobierno bipartidista de Unión Nacional, roto sólo diez días antes. Cuando, en la tarde del 10 de abril, Echandía se dirigió a la nación desde el palacio presidencial para pedir a todos los liberales que apoyaran el reconstituido acuerdo bipartidista, los rebeldes en todo Colombia temblaron. "Sabíamos que, de ahí en adelante", escribió uno de ellos, "no se seguiría nada distinto a una [...] tremenda persecución"."' La Colombia política fue un lugar

129 Gonzalo Sánchez, Los días de la revolución. Gaiianismo y 9 de abril en provincia, Bogotá, Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán, 1983, es el mejor estudio acerca del 9 de abril fuera de Bogotá. 130 Silvia Galvis y Alberto Donadío, El jefe supremo, Rojas Pinilla, en la Nolenci a y el poder, Bogotá, ABC, 1946, pp. 113-128; D. Betancourt y M. L. García, op. eit., pp. 38-90. 131 G. Zapata Isaza, Op. cit., p. 218. Durante las prolongadas conversaciones sostenidas en el palacio presidencial el 9 y el 10 de abril entre Ospina Pérez y los dirigentes liberales, se acordó que los liberales regresarían al gobierno y que los miembros de este partido estarían a cargo de cinco ministerios, incluyendo el de Gobierno y el de Guerra. Entre los

Orquestando la guerra de los siete mil días / 461 sombrío durante los meses que siguierorí al asesinato de Gaitán. Aunque Darío Echandía, quien había reemplazado a Laureano Gómez como ministro de gobierno, y Ospina, se esforzaban por reprimir a los militantes de sus respectivos partidos, sus esfuerzos fueron en vano." 2 Antes de salir de Colombia hacia un exilio voluntario en España pocas semanas después del asesinato de Gaitán, Gómez le advirtió a Ospina que debía dejar sus intentos de colaborar con los liberales y construir más bien un. gobierno completamente conservador.'" Su lógica era que los liberales se habían mostrado poco confiables el 9 de abril. Los congresistas liberales, quienes constituían una mayoría importante en esta corporación, hicieron poco por contradecir este juicio durante los meses siguientes. El 20 de julio de 1948 permanecieron sentados cuando Ospina inauguraba las sesiones. Su primer acto oficial fue saludar "a los prisioneros políticos del 9 de abril", entre ellos Humberto Jordán de Cali y Gilberto Zapata de Medellín, quienes todavía se encontraban detenidos. A pesar de la intransigencia prevaleciente en ambos partidos, Ospina

y Echandía trabajaron durante el período del Congreso de 1948 para llevar a cabo reformas que, en su opinión, atenuarían la violencia política. Entre ellas eran fundamentales la nacionalización de la fuerza de policía en Colombia, la promoción de una administración bipartidista en todos los niveles de gobierno (llamada administración cruzada), y la aprobación de una ley cuyo objetivo principal era reducir el fraude electoral.

Otra de las acciones de Ospina dirigida a reducir la tensión política fue posponer las elecciones para el Congreso, de octubre de 1948 a junio de 1949. Infortunadamente, esto sólo extendió el período de tiempo en el cual los militantes de ambos partidos pudieron vituperar y denigrar uno de otro. El año de 1948 terminó, entonces, sin que la clase política hubiera aprendido nada de los sangrientos acontecimientos del 9 de abril. Políticos experimentados advirtieron que, a menos de enfriarse las pasiones, el país enfrentaría aún mayores perturbaciones. El 4 de diciembre, el conservador antioqueño Fernando Gómez Martínez advirtió a los ciudadanos de su departamento: "El arte de gobernar, lo vivimos en Colombia

numerosos recuentos de estas reuniones están R. Azula Barrera, Op. cit., pp. 365-374, 386-388, 399-402; H. Braun, Op. cit., pp. 178-184; A. Alape, Op. cit., pp. 255-280, 364-389; 459-487; Joaquín Estrada Monsalve, El 9 de abril en palacio: horario de un golpe de Estado, Bogotá, Cahur, 1948. 132 Echandía se reunía con Ospina todos los días durante los trece meses que duró la reconstitución de la Unión Nacional y la ruptura definitiva de los liberales con Ospina en mayo de 1949. 133 Se dice que uno de los confidentes de Gómez, Luis Ignacio Andrade, habría dado a Ospina un ultimátum en este sentido poco antes del 9 de abril. Entrevista personal con Hugo Escobar Sierra, 24 de junio de 1986.



462 / La modernización en Colombia con demasiada pasión", dijo; prosiguió pidiéndole a los padres que enseñaran a sus hijos, [...],que la política no es odio, que los partidos no son gladiadores, que el ejercicio del gobierno no es una función de represalias [...] que votar no es una manera de expresar rencor mientras llega la hora de matar.'"

Lamentablemente, sus palabras fueron escuchadas, pero no se actuó con base en ellas. Los jóvenes militantes de ambos partidos comenzaron a afilar sus armas para la contienda electoral de junio de 1949. "El Partido Liberal se encuentra armado, y si no triunfa en las elecciones, irá a la guerra civil", proclamaba el senador liberal Gilberto Moreno, mientras que su contra parte conservadora, Gilberto Abate, advertía a sus copartidarios: "Hay que obtener la victoria, porque si no, conservadores, iseréis barridos de la faz de la tierral"."5 Estos eran desafios que recordaban, de manera perturbadora, aquellos intercambiados inmediatamente antes de estallar la Guerra de los Mil Días. Colombia se dirigió aceleradamente hacia la guerra civil en el transcurso de 1949. Con excepción de breves e inexplicables lapsos, como aquel en el que Carlos Lleras y Guillermo León Valencia firmaron un acuerdo

bipartidista de paz, el 17 de marzo, los dirigentes de ambos partidos mantuvieron posiciones de intransigencia y mutua enemistad cuya consecuencia habría de ser nada menos que la suspensión del gobierno democrático. La estrategia liberal se basaba en la creencia de que su partido era mayoritario a nivel nacional y que, por consiguiente, tenían derecho a dirigir el gobierno. En mayo indicaron el curso que habían de seguir, al retirarse por cuarta y última vez del gobierno de Ospina, en protesta por su incapacidad de controlar la Violencia en varios departamentos." 6 Confirmaron su posición mayoritaria en las elecciones para el Congreso realizadas en junio, en las cuales obtuvieron una fácil victoria, y cuando se reunió el Congreso, el 20 de julio de 1949, los dirigentes liberales se prepararon para usar su poder legislativo con el fm de controlar a Ospina Pérez, a quien continuaban considerando como un presidente débil y accidental. La estrategia liberal fue, en realidad, enormemente defectuosa. Descansaba en dos presuposiciones: que las instituciones políticas colombianas eran lo suficientemente sólidas como para soportar una guerra continua entre las ramas legislativa y ejecutiva del gobierno y que, como lo creía el

134 P. N. Giraldo, Op. cit., p. 292. 135 lbíd., p. 293. 136 Como para ridiculizar la sugerencia de los liberales de que una sola persona podía controlar este fenómeno, las guerrillas protagonizaron una incursión en las afueras de Bogotá, hacia el norte, el 4 de mayo de 1949, sustrayendo un gran número de armas de la Escuela de Caballería del Ejército. El Tiempo, 5 de mayo de 1949.

Orquestando la guerra de los siete mil días /

director del Partido Liberal, Carlos Lleras, en las verdaderas repúblicas las minorías nunca deben dominar a las mayorías. "7 Lo que no tuvo en cuenta esta estrategia fueron los formidables poderes investidos en la presidencia, entre ellos el poder de suspender el Congreso cuando, en opinión del presidente, estuviese perturbado el orden público. El Directorio Liberal se comprometió entonces, en 1949, con un curso de acción que condujo a la exdusión total del partido del ejercicio formal del poder cuando Ospina Pérez impuso el estado de sitio en noviembre de 1949. Después de esta fecha, la dirigencia liberal creyó que no tenía más recursos que armar a las guerrillas en los Llanos Orientales y en otros lugares del país. El gobierno conservador y la oposición liberal se encontraron así en un estado de abierta guerra civil. Colombia experimentó entonces la peor Violencia en 1950, cuando cincuenta mil ciudadanos cayeron víctimas de la lucha entre las tropas del gobierno y las guerrillas primordialmente liberales.'" Si el prólogo a la tragedia política

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de Colombia fue el retiro de los liberales del gobierno de Ospina en mayo de 1949, su primer capítulo comenzó con la instalación del Congreso el 20 de julio. Por primera vez desde 1823, los congresistas liberales se negaron a ponerse de pie cuando entró el presidente acompañado de sus ministros. El tradicional mensaje de bienvenida fue retrasado inicialmente por una pelea a gritos entre miembros de los partidos opositores y luego no fue leído al presidente. Después del más corto discurso presidencial dirigido jamás al Congreso, hubo un intento de vetar a Ospina Pérez de todas las ulteriores reuniones del Congreso. Cuando este intento falló, Alfonso Romero Aguirre se levantó y le dijo a Ospina: Señor Presidente: usted engañó al

partido que es la gran mayoría en Colombia. Cuando este partido le tendía la mano y le gestionó con sus hombres [...] usted le correspondió innoblemente, dejándolo asesinar por sus subalternos.'"

Después de esta aciaga sesión inaugural, los congresistas liberales

137 Lleras se convirtió en el director del Partido Liberal en mayo de 1949, después de la ruptura definitiva con el gobierno de Ospina. Lleras articuló su creencia en el gobierno de la mayoría absoluta en un discurso pronunciado en diciembre de 1949, en el cual dijo: "No queremos la libertad para las minorías religiosas, políticas, filosóficas, raciales, que nos parecen desacatos y subversiones contra la voluntad mayoritaria, es decir, la fuerza del número". Citado en 1 Cuéllar Vargas, Op. cit., "Prólogo". 138 Estos hechos prestan credibilidad al informe de Enrique Cuéllar Vargas acerca de una reunión secreta en casa de Carlos Sanz de Santamaría a fines de 1949. Según E. Cuéllar Vargas, Op. cit., p. 101, Lleras argumentó en favor del apoyo de su partido a la guerrilla en los siguientes términos: "No está el liberalismo en capacidad de hacer una guerra organizada. Pero debe acogerse bajo los pliegues funerarios de las consignas de resistencia". 139 Colombia, Senado, Anales del Senado, Bogotá, 1949, p. 264.

464 / La modernización en Colombia propusieron un conjunto de leyes cuyo efecto sería despojar al presidente de su poder, principalmente quitándole el control de la policía y del ejército, exigiendo una aprobación previa de los nombramientos del gabinete y eliminando sus facultades de nombrar a los gobernadores y a otros funcionarios departamentales. Los congresistas liberales propusieron asimismo adelantar las elecciones presidenciales que debían realizarse en junio de 1950, para que tuvieran lugar el 27 de noviembre de 1949, explicando que lo hacían para que los empleados del gobierno, "que no han sido sino emisarios de la muerte", como dijo uno de ellos, no tuvieran la oportunidad de robar las elecciones mediante el fraude.'" Dos días más tarde, en la sesión del 22 de julio, los liberales propusieron que se conformara una comisión para investigar la violación de los derechos civiles, haciéndolo con tal agresividad que los congresistas conservadores atacaron físicamente al presidente de la Cámara de Representantes, Francisco Eladio Ramírez. En un momento posterior de esta sesión, el representante Manuel José Gaitán, hermano del caudillo asesinado, se levantó y dijo que tenía pruebas de la complicidad de Enrique Gómez Hurtado, hijo del director del Partido Conservador, en el asesinato de Gaitán. Al día siguien-

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te, cuando Gómez se levantó para defenderse de estas acusaciones, se le negó el derecho a la palabra."' Cuando se reunió de nuevo el Congreso, miembros de la minoría conservadora, dirigidos por Álvaro Gómez, interrumpieron las sesiones con silbatos. Esto ocasionó que se lanzaran por el aire ceniceros, uno de los cuales hirió gravemente al representante conservador Eusebio Cabrales. I" Los colombianos que se preguntaban hasta dónde caería su Congreso nacional recibieron su respuesta el 8 de septiembre, cuando estalló una balacera en la Cámara. El letal intercambio, que fue transmitido a la nación por la radio, fue el resultado de la sobrecargada atmósfera política del momento, así como de dos décadas de animosidad surgida de actos pasados de violencia política. Los principales protagonistas de la balacera fueron los representantes del martirizado departamento de Boyacá. El representante conservador Carlos del Castillo desencadenó el intercambio cuando se levantó para defenderse de un ataque anterior por parte del liberal Julio Salazar Ferro. Salazar había denunciado que los caciques conservadores de Boyacá (como Del Castillo), estaban ordenando que se violaran niñas de once y doce años en presencia de sus padres.'" Del Castillo respondió acusando a Salazar de asesino, por

140 Colombia, Cámara, Anales de la Cámara de Representantes, Bogotá, 1949, p. 219. Tomado de una declaración de Juan B. Barrios. 141 El Siglo, 24 de julio de 1949. 142 G. Zapata Isaza, Op. ci1., p. 258. 143 Jorge Villaveces, La derrota, 25 años de histolia 1930-195 5, Bogotá, Jorvi, 1963, pp. 26-27.

haber ayudado a planear la masacre de Gacheta de 1939. Ante esto, el funcionario que presidía la sesión, Julio César Turbay Ayala, declaró un receso. Esperaba que los representantes se hubieran calmado cuando se reanudó la sesión. Lamentablemente no fue así, pues la mayor parte de ellos aprovechó el receso para fortificarse para el próximo debate en el bar del Congreso.' 44 No acababa Del Castillo de comenzar de nuevo su andanada contra Salazar, cuando el gaitanista Gustavo Jiménez, quien había bebido fuertemente durante el receso, se levantó y acusó al conservador de no ser más que el hijo de unos pobres campesinos. "Yo soy hijo de unos campesinos humildes", respondió Castillo, pero no soy hijo natural como su señoría [...] ¡Reaccione, reaccione!". En ese momento, ambos hombres sacaron sus armas y, cinco minutos después, hubo una batalla durante la cual la mayoría de los representantes vaciaron sus armas salvajemente contra sus opositores políticos, mientras se protegían detrás de sus respectivos pupitres. Uno de quienes no se ocul"

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taron fue el general Amadeo Rodríguez, quien se puso de pie, apuntó y mató a Gustavo Jiménez de un tiro. Durante largos años, un brindis popular entre los conservadores fue "¡Viva la pistola de Amadeo!". El trágico saldo de aquél día fue un muerto, un hombre mortalmente herido y otros dos heridos de menor gravedad.'" La Guerra Fría se abatió sobre Colombia con furia durante 1949, complicando aún más la desastrosa situación política. Aproximadamente un mes antes del incidente ocurrido en la Cámara de Representantes, Laureano Gómez regresó de España después de una ausencia de trece meses, con la advertencia de que la subversión comunista invadía el país. Con las extravagantes maneras que eran típicas de él, Gómez electrizó a los colombianos con el mensaje de que el Partido Liberal había caído bajo la influencia de los comunistas, decididos a convertir a la católica Colombia en una dictadura marxista-leninista. Gómez sostuvo que el asesinato de Gaitán había sido, sin lugar a dudas, obra de agentes comunistas provocadores y que la sublevación liberal

144 Observadores del escenario político colombiano habían criticado de tiempo atrás las bebidas que acompañaban las sesiones del Congreso. Germán Arciniegas, quien fue congresista por primera vez en 1932, lo hizo en Memorias de un congresista, Bogotá, Cromos, 1933, pp. 74-76. 145 Si bien Gustavo Jiménez murió instantáneamente, un destino más trágico correspondió al notable liberal Jorge Soto del Corral. Este, observador inerme, fue herido en una pierna. Murió cuatro años después, como consecuencia de las complicaciones que surgieron de esta dolorosa herida. El mejor recuento de los incidentes de aquel día es el del testigo presencial, Abelardo Forero Benavides, Grandes fechas, Bogotá, DANE, 1979, pp. 153-157. Véase también Guillermo Fonnegra, El parlamento colombiano, Bogotá, Gráficos Centauro, 1953, pp. 233-238; Semana, 12 de septiembre de 1949; El Siglo, 8 y 10 de septiembre de 1949; Saúl Rincón Rosas, Biografia de Gustavo Jiménez, Bogotá, Coopnalgráficas, 1955.

466 / In modernización en Colombia



ocasionada por él demostraba que el minúsculo Partido Comunista Colombiano había aprendido cómo hacer que los liberales actuaran por él. Evocó a un monstruo mitológico, el basilisco, que tenía un cuerpo grotesco y aterrador y una cabeza diminuta y obscena. "El 9 de abril fue un fenómeno típicamente comunista", dijo Gómez, "pero ejecutado por el basilisco. La cabeza pequeña e imperceptible lo dispuso, y el cuerpo lo llevó a cabo para vergüenza nacional".'" La insistencia de Gómez en que Colombia había sido subvertida por el comunismo internacional enfureció a los liberales, muchos de los cuales eran tan fanáticos en su oposición al comunismo como el propio Gómez. En el momento en que este sugirió el problema, el dirigente liberal Carlos Lleras trabajaba asiduamente para sacar a los comunistas del sindicato más grande del país, de acuerdo con los deseos de Estados Unidos.' 47 En las semanas que siguieron a lo que se conoció como "El discurso del basilisco", los liberales atacaron a Gómez y a sus tesis, así como a Ospina Pérez, por hacer de Colombia el primer país latinoamericano que aceptó el dinero del Programa de Cuatro Puntos proveniente de Estados Unidos, para

efectos de combatir el comunismo soviético. 18 Su temor era que el dinero y el equipo recibido a través de este programa fuesen utilizados para perseguir a los liberales que, gracias a la ofensiva de Gómez, eran señalados como compañeros de los comunistas. Desde el momento en que Laureano Gómez pisó tierra colombiana en junio de 1949, el temor se apoderó de los corazones liberales. Era claro para ellos que su antiguo adversario se proponía asumir el control del país al ganar las próximas elecciones presidenciales. Los conservadores moderados, entre ellos Mariano Ospina Pérez, temían también que una victoria de Gómez el 27 de noviembre empeorara la Violencia, que ya era un fenómeno atroz. Tales consideraciones llevaron a los moderados de ambos partidos a esforzarse por reducir el derramamiento de sangre en el campo y unirse para frustrar las ambiciones presidenciales de Gómez. A comienzos de agosto se creó una comisión bipartidista de paz, entre cuyos miembros estaban Eduardo Zuleta Ángel y Francisco de Paula Pérez. Dos meses después, Ospina Pérez había lanzado una importante iniciativa para apaciguar las pasiones, al revivir la idea de Alfonso López Pumarejo de

146 El discurso aparece en Laureano Gómez, Obras selectas, vol. 2, Bogotá, Imprenta Nacional, 1989, pp. 413-417. 147 Eduardo Sáenz Rovner, "Documentos sobre el X Congreso Nacional de la CTC en 1950 y la persecución sindical en Colombia", Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (18-19), Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1990-1991, pp. 309-312. 148 Hispanic World Report Stanford, Stanford University, agosto de 1949. Eduardo Santos, en El Tunnpo del 25 de julio de 1949, criticó el Programa de Cuatro Puntos por poner en peligro la soberanía colombiana.

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un esquema bipartidista para compartir el poder que, de ser puesto en práctica, habría pospuesto las elecciones durante cuatro años, y habría confiado la dirección del país a un ejecutivo plural, conformado por dos liberales y dos conservadores que alternarían en el poder a intervalos de un año.'" Infortunadamente, las iniciativas de paz no prosperaron, pues los extremistas de ambos bandos continuaron atacándose mutuamente tanto en los foros públicos como en miles de jurisdicciones privadas en todo el país. Laureano Gómez formuló su apoyo a la paz en términos al parecer diseñados para irritar a los liberales: Cuando labios conservadores prodaman la paz, lo hacen con sinceridad; nuestros corazones no están envenenados con odiosos deseos de destruir el orden cristiano y sustituirlo por una tiranía comunista.'m

Liberales como el gaitanista César Ordóñez Quintero respondieron que sólo Gómez era el responsable de la violencia, refiriéndose a él como "mandllador de doncellas y destructor de ciudades". Poco después de que

Laureano Gómez aceptara la nominación presidencial de su partido, Carlos Lleras caracterizó al dirigente conservador como un hombre cuyo destino era transformar invectivas llenas de odio "en las llamas de los incendios y en las tremendas masacres"."' Lleras hizo esta destemplada observación en un famoso discurso pronunciado el 28 de octubre de 1949, en el cual ordenó a los liberales romper todo vínculo con los conservadores, inclusive a nivel personal. Esta extraordinaria acción era, en parte, una reacción contra la espantosa matanza de liberales a manos de pistoleros conservadores durante una manifestación liberal realizada en Cali seis días antes.'" La masacre de la Casa Liberal destruyó los esfuerzos por salvar la democracia bipartidista del país. Nada más se dijo acerca de compartir el poder entre los dos partidos hasta comienzos de 1956, cuando Alfonso López Pumarejo revivió esta idea como una manera de poner fin a la onerosa dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla.'" El hecho fue que, en octubre de 1949, incluso políticos experimentados como Alfonso

149 Sobre el pacto de paz, véase G. Fonnegra, Op. cit., p. 245; G. Guzmán, O. Fals Borda y E. Umafia Luna, Op. cit., vol. 1, pp. 241-242. Sobre el plan de Ospina para compartir el poder, véase Hernán Jaramillo Ocampo, 1946-1950. De la unidad nacional a la hegemonía conservadora, Bogotá, Pluma, 1980, pp. 326-332; E. Cuéllar Vargas, Op. cit., pp. 96-99. 150 Tune, 24 de octubre de 1949, p. 43. 151 Carlos Lleras Restrepo, De la república a la dictadura, Bogotá, Argra, 1955, p. 211. 152 El recuento más extenso sobre la masacre de la Casa Liberal es el de S. Galvis y A. Donadío, Op. cit., pp. 141-168. Cerca de veintidós liberales fueron asesinados a quemarropa por pistoleros que ingresaron a su sede durante una manifestación del partido. 153 Para entonces, Colombia se encontraba en el séptimo año de gobierno bajo estado de sitio. Durante el período comprendido entre 1950 y 1956, se estima que noventa y cinco mil personas murieron por causas relacionadas con la Violencia. Véase Anexo 2.

468 / La modernización en Colombia López, cuyo compromiso con acuerdos bipartidistas para compartir el poder fue ampliamente demostrado en 1946, fueron incapaces de llegar a un acuerdo con el enemigo político. Cuando Ospina anunció su propuesta de una presidencia plural, López la desechó, calificándola de invitación a "una dictadura pactada".'" El paso siguiente en el sombrío camino de Colombia hacia la guerra civil se dio a comienzos de noviembre, cuando los dirigentes liberales proclamaron su abstención de las elecciones del 27 de noviembre y comenzaron a planear cómo hacer renunciar a Ospina, acusándolo de "los asesinatos políticos protagonizados por los alcaldes y por la policía en la más salvaje orgía de sangre que registra la historia nacional".'" Sin embargo, este plan fracasó cuando, el 9 de noviembre, Ospina Pérez cerró el Congreso y declaró al país en estado de sitio. Carlos Lleras, Darío Echandía, Ordóñez Quintero y otros dirigentes liberales agotaron rápidamente los medios a través de los cuales podían oponerse

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legalmente al gobierno, al que consideraban como único culpable de la Violencia.'" A fines de la década del cincuenta, el historiador izquierdista Enrique Cuéllar Vargas se refirió al período comprendido entre fines de 1949 y comienzos de 1950 como "la segunda Patria Boba en Colombia". 157 Es difícil descalificar su juicio. En su desesperación por derrocar a Ospina como manera de terminar con la violencia, los dirigentes liberales diseñaron un plan en dos partes que sólo habría de empeorarla. Primero, se esforzaron por armar a sus seguidores, anticipando un levantamiento previsto para el 25 de noviembre, dos días antes de las elecciones, y, segundo, convocaron una huelga general para aquel mismo día. Ambas partes del plan fracasaron. En lugar de impedir la elección de Laureano Gómez, la revolución liberal que se quería hacer sólo produjo una nueva cosecha de muertos, entre ellos el hermano de Darío Echandía. i58 La dinámica de acción y reacción inherente a la Violencia colombiana

154 H. Jaramillo Ocampo, Op. cit., p. 331. 155 Paráfrasis de las observaciones del senador Efraín Delvalle en la sesión del 5 de noviembre de 1949, citado por G. Fonnegra, Op. cit., p. 257. 156 Alvaro Valencia Tovar, Testimonio de una época, Bogotá, Planeta, 1992, p. 119, recuerda que la mayoría de los colombianos aprobaron el que Ospina hubiera cerrado el Congreso, pues "tal era el desprestigio al que lo habían conducido la insensatez y falta de visión política de sus integrantes". Después de haber adoptado Ospina esta medida, Darío Echandía defendió el intento de destituirlo de la presidencia, en un discurso pronunciado aquel mismo día, "Lucha total por la libertad", en: Obras .electas, vol. 3, Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 120-125. 157 E. Cuéllar, Op. cit., p. 90, comparó el mal manejo que los liberales y los conservadores habían dado al país durante este período con la situación de Colombia entre 1810 y 1815, cuando las peleas entre los patriotas permitieron la reconquista española. 158 Vicente Echandía fue asesinado cuando acompañaba a su hermano y a otros liberales a una reunión pública, ilegal por encontrarse el país en estado de sitio. La policía abrió fuego

se hizo evidente de manera sobrecogedora en noviembre de 1949. En los Santanderes, los Llanos Orientales, Tolima, Antioquia y en otros lugares, liberales y conservadores respondieron al llamado a las armas de sus líderes con una presteza que llevó a la Violencia a su más alto nivel en casi dos décadas de conflicto. Los incidentes ocurridos el 16 de noviembre en El Carmen, Norte de Santander, y el 27 de noviembre en San Vicente de Chucurí, Santander, ilustran lo anterior. A fines de octubre de 1949, el ministro de gobierno, José Antonio Andrade, notificó al gobernador, Lucio Pabón Núñez, que los liberales estaban almacenando armas y hostilizando a la policía conservadora en la región de El Carmen, cien kilómetros al noroccidente de Cúcuta. Pabón, quien, como Andrade era un laureanista militante y sectario, envió policías y detectives que, debido a la resistencia de las guerrillas liberales, no pudieron cumplir con su objetivo de apoderarse de las municiones almacenadas en El Carmen. Pabón envió

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entonces un destacamento de 117 policías que, entre el 16 y el 17 de noviembre, ingresaron al pueblo y se lo tomaron después de una batalla que se prolongó todo un día, en la cual murieron dos policías y al menos dos docenas de liberales.' 59 Como había sucedido con la masacre de la Casa Liberal un mes antes, todos los liberales colombianos condenaron la matanza de El Carmen como resultado de los excesos de la inescrupulosa chulavita.m Aunque la mayor parte de ellos expresaron su afrenta verbalmente o por escrito, el líder guerrillero Rafael Rangel respondió a ella de una manera más directa. Diez días después de que Pabón Núñez enviara a sus policías a El Carmen, Rangel asaltó la plaza de San Vicente de Chucurí, matando a más de cien ciudadanos de todas las edades, la mayor parte de ellos conservadores, que se encontraban allí para votar por Laureano Gómez.' 6' El año de 1950 comenzó con una nota surrealista. Como presidente electo, un confiado Laureano Gómez dirigió el saludo de año nuevo a la

sobre el grupo, abatiendo a Echandía con una bala que probablemente estaba destinada a su hermano. La forma como planearon los liberales el levantamiento del 25 de noviembre se discute en J. Villaveces, Op. cit., pp. 19-50; E. Cuéllar Vargas, Op. cit., pp. 100-101. Ambos autores fueron testigos presenciales de los acontecimientos que describen. 159 Las estadísticas oficiales dicen que el número de liberales muertos fue de veinticuatro. Esta operación se describe en G. Solano Benítez, Op. cit., pp. 710-762. R. W. Ramsey, "The Modem Violence in Colombia, 1946-1965", Op. cit., dice que fueron treinta y tres los liberales muertos. Es posible que en realidad el número de muertos fuese mucho mayor. 160 El incidente fue investigado a solicitud de un grupo de liberales de Norte de Santander, uno de los cuales era el futuro presidente Virgilio Barco. G. Solano Benítez, Op. cit., pp. 4, 761. 161 R. W. Ramsey, "The Modern Violence in Colombia, 1946-1965", Op. cit., pp. 223-224. Rangel, líder del levantamiento de Barrancabermeja el 9 de abril de 1948, fue elegido como alcalde del pueblo y director de su junta revolucionaria aquel día. Para mayor información sobre estos eventos, véase A. Vargas Velásquez, Op. cit., pp. 105-109. Entre las

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470 / la modernización en Colombia nación en el tono de un padre amoroso cuyos hijos podrían anticipar un futuro brillante si seguían las verdades probadas por el tiempo. "La inmensa dificultad queda desvanecida", dijo, "al ser posible infundir a cada ciudadano la convicción de que no debe hacer a sus semejantes lo que no quisiera que se le hiciese a sí mismo".'82 El discurso rebosaba con el optimismo de Gómez de que 1950 sería un año espléndido para el país si todos trabajaban juntos en un espíritu de patriótica armonía. El optimismo del presidente electo, infortunadamente, estaba completamente fuera de lugar. En vez de ser un año marcado por los hijos de Colombia "laborando por su bienestar y grandeza", sus guerras fratricidas produjeron cincuenta mil muertos, un cuarto de todos los asesinatos ocurridos durante la Violencia. En gran parte del territorio nacional, una fuerza de polida conservatizada adelantó un régimen de terror, golpeando, violando y matando liberales a la menor provocación, o sin ningún pretexto en absoluto. "Y mataban, quemaban, insultaban, robaban, violaban y hacían tantas cosas por lo que éramos libe-

rales", dijo el tolimense Teófilo Rojas acerca de la policía chulavita que llegó a su pueblo a fines de 1949. 163 Algunos conservadores preocupados, incluso aquellos que habían experimentado el acoso de los liberales dieciséis años atrás, no podían explicar la feroz persecución contra los liberales en 1949 y 1950. "Me encontré perplejo ante el derroche de sadismo de que hicieron gala los vándalos conservadores, parapetados detrás de fusiles oficiales, que atacaban a media noche a los adversarios políticos acorralados en sus hogares", escribió el conservador antioqueño Miguel Zapata Restrepo. En su opinión, "la persecución contra los liberales se convirtió en una especie de guerra santa". 164 Era imposible que los liberales aceptaran una persecución semejante sin luchar contra ella. Dirigentes del partido como Carlos Lleras viajaron a Estados Unidos para buscar apoyo para las guerrillas; otros líderes buscaron armamento más cerca, en los vecinos países de Ecuador, Venezuela y Panamá.'" Entretanto, otros líderes del partido se esforzaban por hacer alianzas con cualquier

otras guerrillas liberales que respondieron al llamado a las armas de su directorio, estaban las de Guadalupe Salcedo y Eduardo Franco Isaza en los Llanos Orientales, las de Saúl Fajardo en Cundinamarca y las de Juan de Jesús Yepes en el suroccidente antioqueño. a los 162 El Siglo, 2 de enero de 1950. El 30 de noviembre de 1949, Gómez había invitado liberales moderados a unirse a su gobierno después de su posesión. Hispanic American Report, dic., 1949, p. 21. Cali, Progreso, 1968, p. 303. 163 Germán Guzmán, La Violencia en Colombia, parte descriptiva, Medellín, Beta, 164 Miguel Zapata, La mitra azul. Miguel Ángel Builes: el hombre, el obispo, el caudillo, 1973, pp. 448, 453. 165 Mientras Laureano Gómez dirigía su mensaje de año nuevo a la nación, Lleras hablaba en Nueva York, denunciando al "estado policial" conservador que había asesinado a

grupo cuyos miembros estuviesen dispuestos a alzarse en armas contra el gobierno. En diciembre de 1949, Plinio Mendoza Neira se acercó a los dirigentes del Partido Comunista para que colaboraran enviando hombres a las unidades guerrilleras.'" Como consecuencia de estos esfuerzos, los liberales pudieron establecer unidades guerrilleras en Antioquia, Caldas, Tolima, Huila, Cundinamarca, Boyacá, los Santanderes y los Llanos Orientales. Para mediados de 1950, la fuerza de los Llanos tenía cerca de dos mil quinientos hombres que operaban bajo un comando central. En otros lugares, las unidades de las guerrillas incluían cerca de dos mil hombres que operaban independientemente unos de otros en varios departamentos del centro de Colombia.' 87 Así, cuando estaba por terminar la presidencia de Ospina Pérez, había al menos cuatro mil quinientos hombres de las guerri-

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llas liberales enfrentados a la policía chulavita en todo Colombia.' 68 Desde el principio, los liberales colombianos dejaron en claro que no reconocerían como legítimo ningún gobierno constituido con base en las elecciones* del 27 de noviembre de 1949. Su Directorio afirmó esta posición en un mensaje del 9 de noviembre de 1949, que decía en uno de sus apartes: El liberalismo declara que la farsa electoral del 27 de noviembre no da a nadie el derecho de ejercer legítimamente el poder, como tampoco exige obediencia ni acatamiento de un pueblo libre.'"

Los activistas liberales mantuvieron esta actitud durante la primera mitad de 1950, concentrando sus esfuerzos en construir una fuerza de combate capaz de resistir a la polida del gobierno. Induso la más leve

miles de personas en Colombia desde 1947. Nem York Unes, 10 de enero de 1950. El embajador de Estados Unidos en el Ecuador, John F. Simmons, en una carta dirigida al embajador de Estados Unidos en Bogotá, reportó que los liberales hacían cuantiosas compras de armas a su paso por Quito y GuayaquiL Estados Unidos de América, Archivos del Departamento de Estado, Archivo Nacional, DS821.00/11-1549, Carta del 29 de noviembre de 1949. Semana, 4 de febrero de 1950, pp. 5-6, describe las quejas del ministro de gobierno, Luis Ignacio Andrade, acerca del flujo de armas de contrabando a Colombia desde Venezuela. 166 Eduardo Pizarro Leongómez, Las FARC, Bogotá, Tercer Mundo, 1992, p. 41. 167 R. W. Ramsey, 'The Modern Violence in Colombia, 1946-1965", Op. cit., p. 233. 168 Algunos estiman en un número mayor a los liberales alzados en armas. Hispanic American Report de junio de 1950, p. 33, indica que sólo en los Llanos Orientales había cerca de diez mil guerrilleros. El ejército colombiano y la guerrilla liberal intentaron mantener su distancia durante las primeras fases de la Violencia, pues por tradición el ejército se mantenía al margen de los conflictos políticos tradicionales. El 23 de noviembre de 1949, por ejemplo, las guerrillas liberales estaban a punto de matar al personal uniformado que se encontraba a bordo de un avión que había aterrizado en una pista en Los Llanos. Cuando descubrieron que el avión transportaba soldados y no policías chulavitas, la guerrilla se retiró. Zuleta Ángel, El presidente López, Medellín, Albón, 1966, pp. 155-156. 169 G. Guzmán, Op. cit., p. 78.

472 / La modernización en Colombia



sugerencia de que el partido pudiera considerar una negociación con el gobierno era rechazada de plano. Esto fue algo que aprendió Alfonso López Pumarejo para su consternación cuando, durante la convención liberal de abril de 1950, los miembros más jóvenes del partido gritaron y abuchearon cuando observó que sus colegas no deberían temer una renovación de su colaboración con los conservadores. Pálido y tembloroso, López prosiguió diciendo que no exigía acuerdo de sus copartidarios, sólo cortesía. Esta afirmación fue respondida por nuevos silbidos.'" La intransigencia de los dirigentes del Partido Liberal antes de la elección de Laureano Gómez se debía en parte al antiguo "pleito de las generaciones" que había aquejado la política colombiana durante más de veinticinco años. El director del partido, Carlos Lleras, y sus contemporáneos, eran miembros de un grupo conocido como Los Nuevos que, durante la década del veinte, había luchado contra el gobierno conservador de Abadía Méndez, así como contra los "mayores" de su propio partido, hombres que en aquella época tenían entre treinta y cuarenta años. Sin embargo, Los Nuevos habían sido siempre frustrados por miembros de la generación política que los precedía,

especialmente por Alfonso López y Laureano Gómez, miembros de la Generación del Centenario." El que López Pumarejo, antiguo amigo íntimo de Laureano Gómez, sugiriera colaboración con el gobierno que habría de iniciarse el 7 de agosto de 1950, en medio de una temible persecución contra los liberales, era más de lo que Los Nuevos podían soportan El director del partido, Carlos Lleras, hizo también caso omiso de los consejos de su mentor político, Eduardo Santos, quien, junto con su influyente hermano Enrique, era partidario de una política moderada y no de la intransigencia. Eduardo Santos le advirtió a sus copartidarios que no siguieran a quienes estaban "decididos a crear desorden con el fin de comprometer a los liberales en una ciega aventura que se convertiría en pretexto para represalias". 12 No sólo ignoraron los activistas del partido sus advertencias, sino que persistieron en desafiar al gobierno. Dos meses después de que Santos hiciera un llamado a la moderación, los líderes liberales enviaron "cálidos saludos" de la convención a Eliseo Velásquez, líder de la guerrilla en los Llanos Orientales, elogiándolo como "ilustre combatiente de la causa liberal, un ejemplo para el Partido Liberal".'" La belicosidad liberal logró poco,

170 John D. Martz, Colombia, a Contemporary Political Survey, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1962, p. 103. 171 Para más información sobre el conflicto entre Los Nuevos y los hombres de la Generación del Centenario, véase capítulo 6, supra. 172 J. Martz, Op. cit., citando Newszveek del 3 de abril de 1950. 173 Resolución de la convención, citada en R. W. Ramsey, "The Modem Violente in Colombia, 1946-1965", Op. cit., p. 243.

Orquestando la guerra de los siete mil días I

fuera de intensificar la intransigencia conservadora. Cuando se le preguntó, a comienzos de 1950, qué era lo que Colombia más necesitaba, el ministro de gobierno, Luis Ignacio Andrade, respondió irritado: "lo que este país necesita es la disciplina de la culata"."4 Cuando los liberales enviaron a Ospina Pérez una carta acusándolo de haber convertido a Colombia en una dictadura, el presidente respondió: "desconocer la responsabilidad que le cabe al Parlamento en el recrudecimiento de los odios sectarios [...] es deformar voluntariamente la realidad de los hec.hos". 175 Decir que, para el 7 de agosto de 1950, Colombia se encontraba en un estado de colapso político debido a la guerra civil, es reiterar lo evidente. Incluso Laureano Gómez lo sabía. Conversando con Abel Naranjo Villegas ante el Palacio de San Carlos el día de su posesión, quien sería presidente a las pocas horas le preguntó a Naranjo cómo veía la situación política. Naranjo respondió: "Terrible". "Estoy de acuerdo", dijo Gómez, y agregó: "si no me

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encontrara en medio de ella, estaría en la oposición") 76 La mayoría de los liberales sabotearon la posesión de Laureano Gómez. Quienes asistieron a ella fueron luego expulsados del partido.'" Los liberales adoptaron la medida sin precedentes de no mencionar el nombre de Gómez ni hablar de su posesión en los periódicos de su propiedad. Esto constituyó una elocuente respuesta al discurso de posesión de Gómez, lleno de referencias al bien común y de llamados a los colombianos para alcanzar la grandeza nacional trabajando juntos en un espíritu de solidaridad cristiana.'" Sin embargo, no fueron los liberales sino un conservador quien tuvo la última palabra para rechazar al nuevo presidente. Como muchos miembros de su familia, María Antonia Suárez nunca perdonó a Laureano Gómez el haber encabezado el movimiento que había sacado a su padre de la presidencia veintisiete años antes. En varias ocasiones, había afirmado que no podría soportar vivir en un país gobernado por Laureano Gómez. Fiel a su palabra, María Antonia Suárez

174 Julius Rivera, Latin America, a Sociocultural Interpretation, Nueva York, Houghton Mifflin, 1977, p. 243. 175 Colombia, Presidencia, La oposición y el gobierno. Del 9 de abril de 1948 al 9 de abril de 1950, Bogotá, Imprenta Nacional, 1950, p. 45. 176 Entrevista personal con Abel Naranjo Villegas, Bogotá, 18 de junio de 1986. 177 Dos de los liberales que asistieron eran miembros de la Corte Suprema, que estaban obligados a hacerlo, pues era la Corte la que recibía el juramento del nuevo presidente, dado que el Congreso estaba cerrado. 178 El discurso de posesión se encuentra en Laureano Gómez, Obras completas, vol. 2, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984, pp. 595-611.

474 / La modernización en Colombia murió, de las que fueron descritas como que Gómez tomara su juramento como causas naturales, pocas horas antes de presidente.'"

10 Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional La falsa paradoja del progreso económico en medio de la Violencia

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olombia gozó de un crecimiento económico sin precedentes durante los quince años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Esta bonanza se extendió hasta el primer gobierno compartido entre liberales y conservadores, el Frente Nacional, 1958-1962. Fue financiado por extraordinarias ganancias provenientes de las exportaciones de café y se le dio continuidad mediante un prudente manejo macroeconómico por parte de élites políticas y económicas de mentalidad

progresista. Estas élites trabajaron conjuntamente en armonía para asegurar el progreso económico y fueron ayudadas por agencias internacionales, especialmente por el Banco Mundial.' Para Colombia, el período comprendido entre 1945 y 1960 fue una "edad dorada" de crecimiento corporativo y de expansión de la industria de sustitución de importaciones (ISI). 2

Fuetambiénpocdrgesiva democratización de la tenencia de la tierra en toda la zona de producción de café suave.' Los movimientos laborales se mostraron relativamente pacíficos durante este período. Los

1 Solamente entre 1954 y 1957, cuando el general Gustavo Rojii Pinilla dilapidó las reservas económicas, tambaleó el progreso económico. 2 La expresión "edad dorada" es utilizada en este contexto por Alberto Mayor, "Historia de la industria colombiana, 1930-1968", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 344, así como por Rosemary Thorp, Economic Management and Economic Development in Perú atad Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, p. 49. 3 Este proceso se analiza en José Antonio Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, 179 La muerte de María Antonia Suárez de Morales se describe en Carlos A. Díaz, Páginas de historia colombiana, Bucaramanga, Imprenta Departamental, 1967.

Planeta, 1989, y en Charles Bergquist, "Luchas del campesinado cafetero, 1930-1946", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 309.

476 / La modernización en Colombia sindicatos estuvieron estrechamente controlados durante los años de la posguerra y los salarios reales eran bajos, pero también lo era el desempleo; inmigrantes del campo sin experiencia encontraban trabajo sin dificultad en el floreciente sector de la sustitución de importaciones' El crecimiento económico en la Colombia de la posguerra se vio acompañado de un cambio social de tal magnitud que los demógrafos lo describen como "uno de los más dramáticos de que tenga conocimiento la historia contemporánea". 5 La tasa de natalidad aumentó aun ritmo de treinta por mil durante la década del cincuenta, mientras que las mejoras correspondientes en salud pública permitieron que la población colombiana se duplicara durante los veintiséis años comprendidos entre 1938 y 1964 —y que se duplicara de nuevo durante las dos décadas y media siguientes—. 6 Así, una población de 8'701.800 en 1938 aumentó a 17'584.500 en 1964, y a cerca de 35'000.000 para fines del siglo., Este espectacular crecimiento d-emográfi-

co se basó en un incremento constante de las expectativas de vida, el cual, a su vez, obedeció a los niveles cada vez más bajos de mortalidad infantil. El promedio de expectativa de vida, que era de 40,2 años en 1940, saltó a 48,9 años en 1950 y a 58,2 en 1960. La mortalidad infantil cayó de 175 por mil nacimientos en 1940, a 122 por mil en 1950, y a 78,2 por mil a comienzos de la década del sesenta.' Entretanto, Colombia experimentó un dinámico proceso de urbanización que transformó su población de un .75% rural en 1930 a un 75% urbana medio siglo más tarde. La mitad de la población colombiana era urbana a comienzos de la década del sesenta y el proceso de urbanización se aceleró después.8 En medio de estos cambios, Colombia se integró cada vez más a la cultura occidental más amplia. La aparición de la televisión, de los peinados inflados y del hula-hula en la década del cincuenta fue un testimonio elocuente de este hecho. La Colombia tradicional protestó ante el ingreso acelerado a la modernidad;

4 Esto fue lo que halló el historiador de la clase obrera, Mauricio Archila, en "Los obreros colombianos y la Violencia, 1946-1958. ¿Infierno o paraíso?", manuscrito inédito, Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Historia, 1992, passim. 5 José Olinto Rueda Plata, "Historia de la población de Colombia: 1880-2000", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 382. Véase también Carmen Elisa Flórez, La transición demográfica en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo, 1990, p. 382. 6 lbíd. 7 Rocío Londoño Botero, "Crisis y recomposición del sindicalismo colombiano, 1946-1980", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 346; J. O. Rueda Plata, Op. cit., pp. 364, 383. 8 Jesús Antonio Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 158; J. O. Rueda Plata, Op. cit., p. 376.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

en 1951, por ejemplo, los obispos del país condenaron a los periódicos por publicar fotografías de las participantes en el concurso de belleza en traje de baño. "Estos hechos dolorosos nos obligan a exclamar con el Divino Maestro: ¡Ay de aquel por quien viene el escándalo!".9 Pero el cambio social en la Colombia de la posguerra no se detuvo ni pudo ser controlado. Y este cambio ofreció a los colombianos un grado de libertad y de individualismo desconocido para las generacio-

nes anteriores. La máxima expresión de esta tendencia se dio a fines de la década del cincuenta, con la aparición de poetas bohemios que se llamaron a sí mismos Nadaístas, las contrapartes colombianas de los beatniks norteamericanos. "Ofrecemos delincuente violencia contra la moralidad, contra los valores establecidos", escribió el nadaísta Eduardo Escobar, quien recordaba con cariño orgías realizadas en elegantes villas de los suburbios, como aquella de El Pedregal, en Medellín: Una nocturna concentración de locos y mendigos, de vagos y caminan-

tes, anacoretas desatados, señoras pudientes, viudas artificiales, ninfómanas decididas a todo, perfumados playboys y sus modelos de chocolate, putas puñaleteras, aleladas solteronas dispuestas a disfrutar su postre, coquetas menopáusicas, locas

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insidiosas, viejos intelectuales, conservadores arrepentidos, observadores socialistas, avezados tramposos saqueando las carteras, virtuosos sin escrúpulos que, por accidente —o por gracia de Dios otra vez—se emborracharon, copularon en los jardines de la casona, intentaron suicidios, botaron a uno por la ventana, se drogaron, violaron a las sirvientas, pisotearon a un borracho, se hirieron por celos, se ahogaron en la piscina. '0 La paradoja del floreciente crecimiento económico y el desordenado cambio social en un país aquejado por una difundida violencia rural es más aparente que real. El crecimiento económico colombiano durante el siglo xx fue guiado, en realidad, por moderados políticos que, discretamente, dirigieron la economía a través de los canales del desarrollo capitalista, incluso cuando los titulares de los diarios prodamaban las acciones de los militantes. De la misma manera, los ciudadanos del común cuidaron de sus propios intereses, mientras una desafortunada minoría se vio atrapada en las tradicionales batallas políticas en torno a asuntos que cada vez tenían menos significado. Lo que ocurrió de hecho en Colombia durante las décadas del cuarenta y del cincuenta fue que la mayoría de los ciudadanos se las arreglaron para evitar la violencia de inspiración política o

9 Conferencias episcopales, 1908-1953, vol. 1, Bogotá, Salesiana, 1953, pp. 497-498. 10 Eduardo Escobar, ed., Gonzalo Arango. Correspondencia violada, Bogotá, Colcultura, 1980, pp. 21-22. Escobar prosigue describiendo la redada por parte de la policía, que se llevó a los festejantes a la cárcel en Black María.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

478 / La modernización en Colombia bien la utilizaron en provecho propio." Y todo el tiempo, el centro de la vida nacional era cada vez más urbano. Las montañas, la selva y los Llanos Orientales, escasamente poblados, donde existía la violencia y donde residía una minoría de la población nacional, gradualmente se desvanecieron de la experiencia del colombiano promedio. A fines del siglo xx, los estudiosos colombianos han prestado una atención desproporcionada a la Violencia y a la tormentosa historia política de la nación. Por consiguiente, los cambios socioeconómicos que afectaron a muchos más colombianos y que ocurrieron simultáneamente con la violencia politica, han sido relativamente poco estudiados. Luis López de Mesa fue uno de los primeros en orientar los análisis académicos hacia los estudios sobre la Violencia, cuando afirmó que su país sufría de un "infarto" institucional, en noviembre de 1949.12 López de Mesa se refirió al cierre del Congreso por parte del presidente Ospina Pérez y ala formación de las fuerzas guerrilleras liberales antigobiernistas que lo siguieron. Según sus raciocinios, Colombia estuvo al borde de la muerte, en un estado de paro cardíaco institucional durante la década del cincuenta, hasta cuando la vida comenzó a correr nuevamente por sus venas en agosto

de 1958, cuando el Frente Nacional bipartidista entró en vigencia. La idea de que Colombia sufrió un colapso institucional casi fatal en 1949 ha llevado a los estudiosos a concentrarse en la política y la violencia, y a ignorar el desarrollo socioeconómico que tuvo lugar entre la década del cuarenta y la del cincuenta, que fue, en realidad, de mucha mayor importancia para el país. Les ha impedido percibir que, con excepción de los partidos Liberal y Conservador y de la estructura política formal definida por ellos, la mayoría de las instituciones colombianas se fortaleció significativamente durante los años de la Violencia. Asociaciones para la defensa de intereses de todo tipo gozaron de un rápido crecimiento durante los años de la Violencia en Colombia. El historiador del movimiento laboral, Miguel Urrutia, señala que las organizaciones industriales y comerciales para el cabildeo, conocidas como gremios, disfrutaron de "una edad dorada de poder e influencia" durante estos años." Era tal la eficiencia de estas instituciones para 1957, que pudieron coordinar un incruento golpe de Estado contra la dictadura de Rojas Pinilla en mayo de aquel año. Los movimientos laborales organizados fueron objeto de una importante reorganización táctica a fines de la década

11 Para mayores detalles sobre este aspecto, véase capítulo 12, infra. 12 Luis López de Mesa, Escrutinio sociológico de la historia colombiana, ed., Bogotá, ABC, 1955, p. 209. 13 Miguel Urrutia Montoya, Gremios, política económica y democracia, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1983.

del cuarenta y comienzos de la del cincuenta, al abandonar las tácticas de confrontación de las décadas anteriores y dedicarse a perseguir ventajas financieras. Así, para la época del Frente Nacional, los movimientos laborales estaban preparados para comenzar el crecimiento exponencial que se prolongaría durante la década del sesenta. Proliferaron también las agencias e instituciones del gobierno, y florecieron durante los arios de la Violencia, a medida que la sociedad colombiana se hizo cada vez más compleja. Una evolución semejante se dio en la Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé), institución cuasi pública, considerada por muchos como "un Estado dentro del Estado colombiano". Fedecafé hizo excelente uso de los enormes ingresos que recibió durante la década del cincuenta, creando con ellos el importante Banco Cafetero, comprando un gran número de barcos para su compañía naviera y fomentando miles de proyectos en toda la zona cafetera, induyendo varios dirigidos a restablecer la prosperidad a las zonas cafeteras más afectadas por la Violencia. Todos estos desarrollos reflejaron

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un crecimiento y fortalecimiento institucional en Colombia entre 1945 y 1960. Así, mientras que el "corazón" político de la nación perdió varios latidos durante aquellos turbulentos arios, otros órganos vitales para el cuerpo político 'se aseguraron de que la sociedad escapara a su fatal deterioro.

La edad dorada de la economía colombiana Desde mediados de la década del cuarenta hasta fines de la del cincuenta, la tasa de crecimiento económico en Colombia excedió incluso la de los quince años anteriores." Calificado de "continuo" y "constante" por los historiadores de la economía, este progreso económico fue aún más extraordinario por cuanto estuvo acompañado de bajos déficit fiscales nacionales y de niveles comparativamente bajos de inversión estatal en la infraestructura económica. 15 El Producto Interno Bruto (PIB) se incrementó a una tasa anual del 6% entre 1945 y 1953, y a una tasa ligeramente inferior al 5% anual durante todo el período comprendido entre 1945 y 1959. 16

14 Para una presentación de este crecimiento, sus fuentes y consecuencias, véase capítulo 8, supra. 15 Salomón Kalmanovitz, "Colombia: la industrialización a medias", Cuadernos de Economía, 9(12), Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1988, p. 71; Rosemary Thorp y Carlos Londoño, "The effect of the Great Depression on the Economies of Peru and Colombia", en: Rosemary Thorp, ed., Latin America in the 1930s. The role of the Periphery, Nueva York, St. Martin's Press, 1984, pp. 17-18. Jonathan Hartlyn, The Politics of Coalition Rule in Colombia, Nueva York, Cambridge University Press, 1988, pp. 10-16, muestran que el déficit presupuestal colombiano durante la década del cincuenta y en años posteriores fue proporcionalmente inferior al de la mayoría de las naciones latinoamericanas. 16 J. A. Bejarano, Op. cit., p. 150; Colombia, Consejo Nacional de Política Económica y Planeación y Servidos Técnicos, Colombia. Plan general de desarrollo económico y social, 2 vols., Bogotá,

480 / La modernización en Colombia Estos niveles excepcionales de crecimiento fueron alimentados inicialmente por las grandes reservas en moneda extranjera que tuvo Colombia a fines de la Segunda Guerra Mundial, y por las políticas monetarias del gobierno dirigidas a estimular la compra de equipo de capital por parte del sector privado.' 7 Un floreciente sector cafetero prestó continuidad y dinamismo al crecimiento industrial interno. Los precios del café aumentaron continuamente a fines de la guerra, entre quince y veinte centavos por libra entre 1941 y 1945, hasta más de cincuenta centavos por libra para 1950. Durante la década del cincuenta, Colombia ingresó en una época de bonanza cuando se alcanzó el precio históricamente más alto de 86,32 centavos en 1954, y sólo comenzó a caer hacia finales de ese decenio." La bonanza cafetera no sólo generó dinero para el desarrollo industrial, sino que benefició a los millones de colombianos involucrados en

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

la industria del café. La democratización de las ganancias siguió al ritmo de la extensa zona del cultivo del café, a través de un marcado incremento en el número de fmcas cafeteras, en el número de hectáreas explotadas y en la cantidad de café producido. Entre 1932 y 1955, el número de fincas cafeteras, de las cuales casi el 80% eran administradas por sus propietarios, aumentó de 149.300 a 234.700, y el área cubierta por estas fincas se duplicó. La producción se incrementó a la par, aumentando de 3,5 millones de sacos de sesenta kilos en 1932 a siete millones de sacos para 1960. Los altos precios del café y el aumento de la población condujeron a la parcelación de las últimas grandes haciendas cafeteras en Colombia durante la década del cincuenta. Para fines de esta década, el tamaño promedio de una fmca cafetera era de sólo 20,1 hectáreas, de las cuales sólo 3,3 hectáreas estaban sembradas de café."

Departamento Administrativo de Planeación, 1961-1962; Robert H. Dix, Colombia: The

lblilical Dimensions of Change, New Haven, Yale University Press, 1967, p. 32.

17 La inversión del sector público desempeñó también un importante papel en el incremento del PIB colombiano después de la guerra. Véase Jesús Antonio Bejarano, "La economía colombiana entre 1946-1958", en: Jaime Jaramillo U., ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1988, p. 150. Las reservas colombianas en moneda extranjera a fines de la guerra y la política monetaria del gobierno de ese momento se exponen en Adolfo Meisel Roca, "De la inflación de la posguerra a la bonanza cafetera", en: El Banco de la República, Bogotá, Banco de la República, 1989, pp. 403-442; A. Mayor, Op. cit., p. 343. Según Hernán Jaramillo Ocampo, 1946-1950. De la unidad nacional a la hegemonía conservadora, Bogotá, Pluma, 1980, p. 63, las reservas colombianas aumentaron a $293 millones entre 1942 y 1945. Jaramillo fue ministro de hacienda de Ospina Pérez. 18 J. A. Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera", Op. cit., p. 237. 19 Estos datos fueron tomados de Charles Bergquist, Op. cit., pp. 303-304; Roberto Junguito y Diego Pizano, eds., Producción de café en Colombia, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1991, pp. 12, 36-37, 51, 55; Absalón Machado, El café. De la aparcería al capitalismo, Bogotá, Tercer Mundo, 1988, p. 258.

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Algo que ilustra la continuidad de ras, pero con un creciente desarrollo la bonanza económica fue la reduc- de la manufactura de bienes intermeción en la participación del café en dios y de capital. Para 1960, estas inel PIB, a partir de 1950. De generar dustrias más elaboradas alcanzaron el más del 10% del PIB de la nación 40% de la totalidad de la producción entre 1950 y 1954, el café cayó al industrial." 8,2% entre 1960 y 1964, y al 4% enEl crecimiento de la industria de tre 1970 y 1975. En términos del por- sustitución de importaciones en la centaje del PIB en agricultura, el café Colombia de la posguerra generó dos cayó del 28% entre 1950 y 1954, al efectos adicionales a la independen16% entre 1960 y 1964, y al 17% en- cia de los bienes manufacturados extre 1970 y 1975.2° tranjeros. En primer lugar, las nueColombia tuvo la suerte de que su vas fábricas absorbieron una gran bonanza cafetera coincidiera con el proporción de emigrantes que llegamomento del impulso de la sustitu- ron a las ciudades en número cada ción de importaciones y contribuyera vez mayor durante la década del cina financiarlo. El proceso de indus- cuenta. En 1955, por ejemplo, los trialización se había iniciado veinte emigrantes encontraron el número inaños antes de la bonanza de la déca- usitado de dieciocho mil nuevos emda del cincuenta. Entre 1930 y 1950, pleos en fábricas aguardándolos en las la proporción de bienes perecederos ciudades de Colombia." En segundo como porcentaje del total de impor- lugar, el crecimiento de la ISI ocurritaciones cayó del 30 al 3%, gracias al do durante la década del cincuenta crecimiento de la industria de susti- se dio por fuera de los bastiones tratución de importaciones. No obstan- dicionales de la industria, Medellín y te, este proceso se hizo aún más sig- Bogotá. Muchas de estas nuevas innificativo después de la Segunda dustrias estuvieron ubicadas en el vaGuerra Mundial, cuando el país ace- lle del río Cauca, en la ciudad de Cali leró en gran medida la producción y en sus alrededores. Otras surgieron nacional de bienes intermedios y de en Bucaramanga, Pereira, Armenia capital. Entre 1950 y 1960, la industria y otras ciudades secundarias. Como colombiana creció en un 89,5%, sien- consecuencia de lo anterior, se redudo la producción de bienes de consu- jo la importancia relativa de la comumo la parte mayor de las manufactu- nidad comercial antioqueña en los

20 R. Junguito y D. Pizano, Op. cit., p. 43. 21 R. Thorp, Op. cit., p. 49. Para 1972, las manufacturas intermedias y de capital representaron el 42,7% de la producción industrial colombiana; aquel año, la participación de la industria en el PIB fue del 18,5%. 22 J. Hartlyn, Op. cit., p. 49. M. Archila, Op. cit., p. 14, indica que la principal industria de Medellín, Coltejer, que empleaba a 7.384 obreros en 1944, recibió 13.394 en 1950.

482 La modernización en Colombia



asuntos económicos nacionales. Esto, a su vez, hizo de Colombia el primer país latinoamericano en términos de equilibrio geoindustrial. 23 Como había sucedido quince años atrás, los desarrollos internacionales favorecieron a Colombia en el ámbito económico." Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y otras naciones industrializadas adoptaron la política de promover el libre comercio a través de la reducción de aranceles. Aunque esta estrategia fortaleció el comercio global, fue desventajosa para algunos países como Colombia, que se encontraba en las etapas tempranas de su industrialización y luchaba por proteger su incipiente industria. Por fortuna para los colombianos de mentalidad desarrollista, su país había sido un aliado incondicional de Estados Unidos durante la guerra y se encontraba, por consi-

guiente, en condiciones de resistir las iniciativas de rebaja de aranceles propuestas por dicho país. De hecho, Colombia, con la bendición de Estados Unidos, pudo incrementar fuertemente los aranceles para proteger su incipiente industria de sustitución de importaciones." Durante 1950 y 1951 y, luego, en 1958, Colombia negoció nuevos acuerdos con los norteamericanos, mediante los cuales pudo proteger su industria de sustitución de importaciones de la competencia extranjera.» Los norteamericanos exigieron, a cambio de esto, la promesa de que Colombia no expropiaría negocios estadounidenses y facilitaría la remesa de ganancias a los inversionistas extranjeros." Tales condiciones no imponían una carga a los dirigentes colombianos, pues estaban ansiosos de recibir inversión extranjera.

23 R. Thorp, Op. cit., p. 49; Kenneth N. Medhurst, The Church arel Labour in Colombia, Manchester, Manchester University Press, 1984, p. 96, señala que, con posterioridad a estos desarrollos, la región colombiana más industrializada sólo poseía el 23% de la totalidad de la industria, comparado con el 43% en Argentina, el 37% en México y el 56% en Chile. 24 Para una exposición acerca de cómo redundaron los acontecimientos internacionales en beneficio de Colombia durante la década del treinta y comienzos de la del cuarenta, véase capítulo 8, supra. 25 El abogado y político Carlos Lleras Restrepo, especialista autodidacta en asuntos económicos, fue el primer delegado de Colombia a las conferencias económicas internacionales durante la década del cuarenta, y se convirtió en un tormento para quienes abogaban por el libre comercio. En reuniones como la Conferencia de Bretton Woods, realizada en 1944, hizo énfasis sobre la inconveniencia del libre comercio para naciones en vía de industrialización como la suya. Lleras mantuvo esta posición no sólo en Bretton Woods, sino en las conferencias económicas realizadas en México en 1945 y en La Habana, Cuba, en 1947. Véase su relato de estas reuniones en Crónica de mi propia vida, vol. 6, Bogotá, Stamato, pp. 155-161. 26 La revisión de los aranceles se había hecho necesaria a fines de la década del cuarenta. La inflación había erosionado los aranceles que, durante la década del treinta, habían llegado al 35%. Para 1948, estas medidas sólo ofrecían una protección del 8%. 27 Eduardo Sáenz Rovner, La ofensiva empresarial. Industriales, políticos y violencia en los años 40 en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo, 1992, p. 212.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

El hecho de que los dirigentes colombianos estuviesen comprometidos con el desarrollo económico y con el capitalismo aseguraba que serían escuchados favorablemente por las agencias internacionales de crédito. Tampoco perjudicaba las expectativas colombianas el que todos los presidentes elegidos desde 1945 y durante toda la década del cincuenta se declararan enfáticamente en contra del comunismo, y se ajustaron claramente al perfil político requerido de quienes recibían ayuda del Banco Mundial o del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo a comienzos de la Guerra Fría. Así, cuando Colombia solicitó al Banco Mundial un empréstito por setenta y cinco millones de dólares poco después del asesinato de Gaitán, en 1948, la agencia, recién creada, asumió rápidamente el estudio de la propuesta y envió al prominente economista, Lauchlin Currie, para que explorara la factibilidad de una ayuda económica a gran escala a Colombia. 28 mediados de 1950, recomendaba un enfoque integrado y de amplia base al desarrollo económico, donde apa-

ElinformedCu,pstao

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recia la construcción de carreteras y las reformas fiscal y agraria. El informe Currie, el primero en su especie encargado por el Banco Mundial, ocasionó controversia en Colombia y asombro en Estados Unidos. "No podemos andar entrometiéndonos en la educación y la salud [...] somos un Banco!", exclamó Robert Gardner, vicepresidente del Banco Mundial, cuando leyó el informe." "Mire, doctor Currie", dijo Manuel Mejía, presidente de la poderosa Fedecafé, " lo que usted está diciendo, desde el punto de vista técnico, debe ser así. Pero le manifiesto que eso no dará resultado en Colombia"." Otros fueron más vehementes. Los terratenientes, a quienes Currie propuso obligarlos a comercializar sus tierras mediante impuestos punitivos, condenaron la propuesta como "de orientación marcadamente socialista", y a su autor como una malvada reencarnación de Henry George.m El crítico marxista Rafael Baquero se refirió a las reformas de Currie como "un plan de colonización imperialista", por haber propuesto la integración de las carreteras nacionales, con el fin de permitir al mundo desarrollado un

28 Sobre Currie, un canadiense que se hizo ciudadano de Estados Unidos para servir de consejero al presidente Franklin D. Roosevelt, véase J. Roger Sandilands, The Life and Fblitical Economy of Lauchlin Curio, Durham, Duke University Press, 1990. 29 Richard Hartwig, Roads to Reason. Ransportation, Administration, and Racionality in Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1983, p. 120. 30 Otto Morales Benítez, Historias económicas del café y de don Manuel, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1990. 31 Jesús A. Bejarano, Economía y poder. La SAC y el desarrollo agropecuario colombiano, 1871-1984, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1985, p. 283. Henry George fue un economista norteamericano de fines del siglo xnc, que propuso solucionar los problemas sociales mediante la imposición de un único impuesto.

484 / La modernización en Colombia acceso más fácil a las exportaciones colombianas. El socialista Antonio García rechazó el informe de inmediato." Laureano Gómez y los miembros de su gobierno adoptaron el plan de Currie. Gómez y sus asesores vieron que este les ayudaría a legitimar su propio programa económico, que hacía énfasis en la austeridad fiscal, el mejoramiento de las carreteras y otros aspectos de la infraestructura del país, y el impulso a la industria y el comercio. Los colaboradores del gobierno de Gómez coincidieron con los funcionarios del Banco Mundial en que las reformas de carácter social debían subordinarse a aquellas de carácter estrictamente fiscal y administrativo. 33 Porcnsiguet,lafmri propuesta por Currie fue archivada en favor de una serie de medidas heterogéneas que sólo penalizaban a los propietarios de las tierras más fértiles e inutilizadas." Por otra parte, se prestó gran atención a la aceleración

Progreso económico y

de aquellas partes de la propuesta que implicaban la construcción de carreteras, proyectos hidroeléctricos y de irrigación, y proyectos similares. La armonía entre los intereses de los funcionarios colombianos y los del Banco Mundial hizo de esta nación andina uno de los clientes predilectos del Banco durante los años siguientes. Para 1963, Colombia había recibido más apoyo del Banco Mundial para la construcción de carreteras que cualquier otro país." La consecuencia más inmediata y de mayor alcance de la forma como se involucró el Banco Mundial en los asuntos colombianos se dio en el ámbito de la banca y de la política monetaria. Durante la década del cuarenta y en el transcurso de la del cincuenta, Colombia se vio sujeta a la inestabilidad económica debida al frenesí especulativo desencadenado por la guerra." Después de esta, la moneda extranjera siguió fluyendo a manos públicas y privadas, y buena parte de

32 Rafael Baquero, "Un plan de colonización imperialista", en: Darío Mesa, ed., Colombia, estructura política y agraria, Bogotá, Oveja Negra, 1976, p. 110. 33 Las respuestas del gobierno al informe Currie se discuten en Ricardo Sánchez, Estado y planeación en Colombia, Bogotá, La Rosa, 1984; Alberto Bermúdez, El buen gobierno: administración de Laureano Gómez, Bogotá, Italgraf, 1974; Alberto Charry Lara, Desarrollo histórico de la estadística nacional en cambia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1954; Colombia, Departamento Nacional de Estadística, Boletín, (1), 25 de octubre de 1951. 34 J. A. Bejarano, Economía y pode,: La SAC y el desarrollo agropecuario colombiano, 1871 1984, Op. cit., p. 283. Albert Hirschman,fournoys Towards Progress: Studies of Economic Polig-Making in Latin America, Nueva York, Doubleday-Anchor, 1965, p. 163, le da el crédito al informe de Currie de haber mantenido con vida la idea de la reforma agraria en Colombia. 35 R. Hartwig, Op. cit., pp. 116-117. 36 El historiador de la economía, A. Meisel Roca, Op. cit., p. 406, escribe acerca de la "enorme inestabilidad de Colombia" que produjo la alta inflación prevaleciente durante los años de la guerra. Sin embargo, Rosemary Thorp, Economic Management, Op. citando un estudio de 1944, considera que el logro de Colombia en "neutralizar" el 50% de la inflación fue "asombrosamente exitoso". -

cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

ella ingresó a la economía para subvencionar la inversión especulativa." La inflación, por consiguiente, fue un problema continuo durante estos años, que afectó especialmente a los pobres y a quienes devengaban salarios fijos. Ospina Pérez luchó por detener los préstamos especulativos a comienzos de su gobierno, aunque su compromiso con la industrialización del país hizo que se retractara de esta posición cuando miembros de la comunidad comercial criticaron sus medidas." Los rápidos incrementos en el costo de la vida se convirtieron entonces en un rasgo constante de la vida nacional a fines de la década del cuarenta, y fue uno de los factores que agravaron tanto los disturbios del 9 de abril de 1948 como la violencia subsiguiente en Colombia." Su constante y vana lucha por controlar la inflación hizo que las élites económicas colombianas fuesen especialmente receptivas a las recomen-

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daciones del Banco Mundial dirigidas a asegurar una mayor estabilidad monetaria. Cuando Currie y sus colegas aconsejaron convertir al Banco de la República en un banco central, se apresuraron a hacerlo. Mediante el Decreto 756 de 1951, Laureano Gómez y su ministro de hacienda, Antonio Álvarez Restrepo, confirieron al Banco de la República amplias facultades sobre asuntos relativos a la política monetaria y de crédito a nivel nacional. De especial importancia en términos de la industrialización del país fueron las reglamentaciones que permitieron al banco ordenar y promover la financiación de industrias básicas claves." Gracias al mayor control sobre el sistema bancario, Gómez y Restrepo redujeron la inflación a niveles aceptables durante 1951, aunque eliminaron restricciones cambiarias y devaluaron fuertemente la moneda con el fin de aumentar las exportaciones

37 El ministro de hacienda de Mariano Ospina Pérez, Hernán Jaramillo Ocampo, estimó que el 66% de todos los empréstitos bancarios había sido asignado a empresas especulativas en 1946 y 1947. Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia. Bogotá, Siglo XXI, 1988, p. 318, revela que las reservas del Banco de la República se cuadruplicaron entre 1945 y 1950, y que las reservas bancarias totales se incrementaron en un 40%. 38 Argumento presentado por Gilberto Zapata Isaza, Patricios o asesinos: 50 años de cruda historia, Medellín, Ital Torina, 1969, p. 156. Véase también H. Jaramillo Ocampo, Op. cit., pp. 59 y ss. 39 A. Meisel Roca, Op. cit., p. 406, retorna este punto al describir "el profundo impacto de la inflación" durante el período comprendido entre 1946 y 1951. Sin embargo, James L. Payne, Patterns of Conflict in Colombia, New Haven, Yale University Press, 1968, p. 161, refuta la idea de que la "creciente privación de las masas" haya desempeñado un papel de importancia en el Bogotazo, al señalar el incremento de los salarios durante el período de la inflación. 40 Antonio Álvarez Restrepo, Testimonio de un lujo del siglo, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1992, p. 156. El mejor estudio sobre la reforma del banco hecha en 1951 es el de Adolfo Meisel Roca, "La reforma de 1951", en: El Banco de la República, Bogotá, Banco de la República, 1989, pp. 243-262.

486 / La modernización en Colombia



—ambas recomendaciones de la comisión Curie—. El 28 de agosto de 1951, El Siglo, que en ese momento era el diario semioficial de Colombia, elogió las medidas económicas adoptadas por el gobierno por conllevar beneficios reales para los colombianos promedio al reducir el costo de vida. Incluso el socialista Antonio García, que nunca hubiera elogiado a Laureano Gómez o a su partido, se mostró impresionado por la fuerte caída de la inflación en 1951" A medida que la banca nacional colombiana se alejaba de la ortodoxia que le había sido impuesta veinticinco años antes por Edward Kemmerer, y comenzaba a fomentar de manera agresiva el desarrollo nacional, se crearon tres nuevos bancos semioficiales. En 1950, se autorizó al municipio de Bogotá fundar lo que habría de convertirse en el Banco Popular, cuya misión era atender las necesidades de las clases baja y media. Tres años más tarde, se creó el Banco Cafetero, dirigido a los cultivadores de café. Sus activos fueron suministrados y contro-

lados por Fedecafé, y su primer presidente fue Antonio Alvarez Restrepo, quien se encontraba en retiro involuntario desde el golpe de Estado de Gustavo Rojas Pinilla. En 1955, Rojas Pinilla creó el Banco Ganadero, encargado de promover la industria agropecuaria. Algunos años antes, en 1949, los comerciantes colombianos, a través de su asociación gremial Fenalco, organizaron el Banco del Comercio. Su tarea inicial era redimir los bonos del gobierno expedidos a los comerciantes que habían sufrido pérdidas con ocasión de los disturbios del 9 de abril." Tal fue el dinamismo económico de Colombia durante la década del cincuenta, que pudo ignorar la insistencia de Lauchlin Currie en que el gobierno no emprendiera programas de desarrollo ambiciosos y costosos financiados por el Estado.43 Se autorizó la creación de dos grandes corporaciones estatales entre 1948 y 1951, la primera, una acería ubicada en Paz del Río, en Boyacá; la segunda, una compañía nacional de petróleos, la

41 Antonio Carda, Gaiteln y e/ problema de la revolución colombiana, Bogotá, Cooperativa de Artes Gráficas, 1955, p. 334. 42 Carlos Caballero Argáez, 50 arios de economía: de la crisis del treinta a la del ochenta, Bogotá, Presencia, 1987, pp. 78-80; Francisco José Ocampo, Memorias inconclusas de un amnésico, Bogotá, Cosmos, 1979, p. 486. Otras importantes agencias de crédito gubernamentales que operaron durante el período comprendido entre 1945 y 1960 fueron la Caja Agraria, el Instituto de Fomento Industrial, el Instituto de Fomento Algodonero y el Instituto de Fomento Municipal. 43 Currie, quien estuvo involucrado por el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara a fines de la década del cuarenta, se vio obligado a manifestar su compromiso con el liberalismo económico como condición previa para trabajar en el Banco Mundial. Se le pidió que renunciara explícitamente a toda intención de promover empresas estatales en los países en desarrollo que recibían misiones del Banco Mundial. J. R. Sandilands, Op. cit., pp. 141-161.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

Empresa Colombiana de Petróleo (Ecopetrol).44 Una tercera empresa onerosa, la compañía naviera Flota Mercante Grancolombiana, financiada por la Federación Nacional de Cafeteros, fue creada en julio de 1946. Estas tres empresas fueron, en cierta medida, el resultado del nacionalismo económico prevaleciente en los países en desarrollo a mediados del siglo xx. Muchos de estos países de América Latina, África y Asia intentaron alcanzar la autosuficiencia económica mediante la construcción de proyectos industriales costosos y financiados por el Estado. Aunque tales proyectos fueron con frecuencia poco eficientes en costos y terminaron drenando el tesoro público, los experimentos colombianos en la marina mercante, las acerías y la producción de petróleo fueron razonablemente exitosos. De los tres, Ecopetrol fue el menos exitoso de ellos, pues pronto se politizó. Sin embargo, el monopolio del petróleo le dio a Colombia por primera vez control sobre sus reservas petroleras, algo que los antiimperialistas habían exigido durante treinta años. 45 La Flota Mercante Grancolombiana fue considerablemente más exitosa. Formada inicialmente con la colaboración de Ecuador y de Venezuela, para mediados de la déca-

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da del cincuenta era completamente colombiana. Comprendía una flota de veintiún barcos, cuya carga principal era el café destinado a los puertos norteamericanos y europeos." A diferencia de Ecopetrol, la Flota evitó la politización gracias a que sus barcos eran comprados y controlados por la rica y apolítica Fedecafé. Paz del Río fue quizás el experimento de mayor éxito de los tres emprendidos por Colombia en proyectos industriales a gran escala financiados públicamente. Aunque no era una acería especialmente grande, entró en producción precisamente cuando la industria de sustitución de importaciones comenzó a demandar cantidades sustanciales de acero para diversos fines. Por consiguiente, a pesar de enfrentar graves problemas al inicio, la duplicación del trabajo y antecedentes abominables de seguridad y mantenimiento de la planta, Paz del Río desempeñó un importante papel en el desarrollo industrial colombiano. También rejuveneció la economía del altiplano donde estaba ubicada. El inicio de la producción de la acería en 1954 hizo posible la aparición de "un sinnúmero de fábricas medianas y pequeñas de muebles metálicos, herramientas agrícolas y artículos domésticos"" Paz del Río generó asimismo

44 La primera fue autorizada por el Congreso en diciembre de 1948. Ecopetrol fue creada en agosto de 1950 por decreto presidencial. 45 Cf. René de la Pedraja, Historia de la energía en Colombia, Bogotá, El Áncora, 1985, pp. 40-46. 46 Catorce navíos adicionales continuaron operando conjuntamente bajo control colomboecuatoriano. Otto Morales Benítez y Diego Pizano Salazar, eds., Don Manuel: Mister Coffee, 2 vols., Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1989, pp. 272-277. 47 A. Mayor, Op. cit., p. 348. Según Mayor Mora, entre 1954 y 1955, la muerte por accidentalidad laboral en las acerías de Paz del Río llegó en ocasiones a itreinta por mes!

488 / La modernización en Colombia

Figura 10.1 Las acerías Paz del Río Fuente: Archivo fotográfico de El Espectador

serie de industrias químicas subsidiarias, en especial Carboquímica en Bogotá, que comenzó sus operaciones en 1956, con la producción de benzol, xileno, nafta y otros químicos derivados del coque producido en la planta de Boyacá. Indicativo de su éxiuna

to fue el hecho de que, dos años después de entrar en producción, Gustavo Rojas Pinilla, quien se encontraba en apuros financieros, privatizó la planta, vendiendo la mayor parte de sus acciones al público." Gracias en parte a la creación de Paz del Río, Colombia experimentó una evolución satisfactoria de su perfil manufacturero. Entre 1950 y 1958, los bienes de capital aumentaron del 5 al 10% de la producción industrial total del país, mientras que la industria intermedia se incrementó hasta más del 25% de todos los bienes producidos.49 La base industrial del país aumentó continuamente durante las décadas del cuarenta y del cincuenta, expandiéndose a una tasa anual del 10% entre 1945 y 1950, y del 7,4% entre 1950 y 1958. 5° Con la expansión de la industria, la agricultura colombiana entró en una fase de transición extraordinaria. Cuando Lauchlin Currie publicó su famoso informe en 1950, llamó la atención sobre la grave subutilización de las tierras productivas que, conjuntamente con las considerables importaciones de bienes agrícolas para satisfacer las necesidades humanas e industriales, significaba problemas para la economía nacional." Pero lo

48 S. Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Op. cit., pp. 405-406. 49 J. A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. cit., p. 157. Entre 1950 y 1958, los bienes de consumo cayeron del 73,9% al 64,8% del total de las manufacturas. 50 Ibid., p. 155. 51 Currie y su equipo de asesores estaban asombrados por la falta de desarrollo social y económico en Colombia. Impresionado por el hecho de que en Nariño todas las jóvenes parecían "llevar un niño a la espalda y otro en su interior", uno de los miembros de la comisión, Joseph Mountin, pronto comenzó a trabajar en las pastillas de control natal. J. R. Sandilands, Op. cii., pp. 162-163.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional

que Currie no advirtió, descuido por el que fue criticado quince años más tarde por el economista Albert Hirschman, fue que Colombia había iniciado ya el proceso que en quince años habría de llevarla a hacer productivas sus mejores tierras y terminar así el antiguo problema de dejarlas sin cultivar o dedicadas a actividades prestigiosas y no lucrativas como el levante de ganado." Desde el momento en que Colombia comenzó a construir su base industrial, los economistas y los dirigentes políticos fueron conscientes de los costos de importar mercancías agrícolas que el país debía producir. Durante la década del cuarenta, comenzaron a adoptar medidas para promover una mayor producción agrícola, que sólo comenzaron a dar resultado cuando Lauchlin Currie llegó por primera vez al país en 1949. En 1945, el Congreso Nacional aprobó un plan quinquenal dirigido a promover la agricultura de exportación a través de un programa de protección y de crédito para la inversión, administrado por la Caja Agraria y fortalecido por el re-

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cientemente creado Instituto Nacional de Abastecimientos (INA). 53 Cinco años más tarde, en 1950, se autorizó a los bancos comerciales a conceder préstamos especiales a cinco años destinados exclusivamente al desarrollo agrícola, y un año después, el Banco de la República fue autorizado para obligar a los bancos comerciales a invertir en agricultura mediante la adquisición de bonos agrícolas." Mariano Ospina Pérez, un industrial con larga experiencia en la agricultura, estaba decidido, cuando se posesionó, a restringir la inversión especulativa en la industria y a canalizar más capital hacia la agricultura, la cual, a mediados de la década del cuarenta, apenas recibía el 5% de los dólares de inversión del país.

Por consiguiente, y ante las quejas de los magnates textileros, quienes afirmaban que sería "una utopía" pensar que Colombia alguna vez llegaría a ser autosuficiente en algodón, Ospina adoptó una política de protección integral" que obligó a la industria textil a complementar sus importaciones con algodón "

52 Hirschman hizo su agudo comentario acerca de los asesores extranjeros que "fueron incapaces de percibir el proceso de cambio que se adelantaba en la sociedad que trataban de comprender", Op. cit., p. 162. En toda América Latina, los miembros de la élite habían monopolizado tradicionalmente las mejores tierras, las que dedicaban a la recreación y como prueba objetiva de su condición social superior. 53 El 1NA, que contribuyó a mantener los precios de los alimentos básicos y el mercadeo de los mismos, recibió la mitad de su financiación de Fedecafé. J. A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. cit., pp. 160-161. 54 Isabel Robles Bohórquez, La agricultura colombiana en la encrucijada, 2.' ed., Bogotá, Tercer Mundo, 1983, p. 27; J. A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. cit., pp. 3, 76.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

490 / La modernización en Colombia nacional." En julio de 1948, Ospina decretó la creación del Instituto de Fomento Algodonero, agenda encargada de promover y supervisar la incipiente industria del algodón en Colombia. Entretanto, enfatizó sobre la importancia de invertir las ganandas provenientes de las exportaciones, por partes iguales, en los sectores de la agricultura, el transporte y la industria." Durante la década del cincuenta, los esfuerzos de Colombia por modernizar su sector agrícola comenzaron a dar resultado. La producción agrícola aumentó en más de un 40% entre 1945 y 1958 —y a una tasa continua del 3,7% durante los veinticinco años posteriores a 1950--. 57 El sector industrial desempeñó un papel importante en este crecimiento, aportando un conjunto cada vez más sofisticado de implementos y maquinaria agrícola. El uso de los fertilizantes se incrementó seis veces entre 1949 y 1961, gracias en parte a su producción en las acerías de Paz del Río. A pesar de las pesimistas predicciones de los textileros antioqueños, Colombia no sólo llegó a ser autosuficiente en algodón, sino que, debido

al enorme incremento en su producción, que fue de un 105% para 1960, comenzó a exportarlo." Entretanto, los inversionistas de ingresos medios y altos habían respondido a los incentivos fmanderos ganando acceso a las tierras no explotadas mediante compras o arriendos. En todo el país, desde el Valle del Cauca y los llanos de Tolima, hasta el altiplano de Cundinamarca y Boyacá, y en las sabanas tropicales de la Costa Atlántica, aparecieron el algodón, el arroz, el sorgo, el azúcar y el ajonjolí cultivados con fines comerciales, donde nada de esto se daba antes. Estos desarrollos de la agricultura colombiana tuvieron un impacto dramático sobre la población rural del país. Sólo entre 1938 y 1951, cerca de ochocientos cincuenta mil campesinos, el 10% del total, abandonó el campo y se mudó a zonas urbanas." Esta migración fue sólo el comienzo de un proceso de urbanización cuyas consecuencias se discuten a continuación en mayor detalle. Para fines de la década del cincuenta, la economía colombiana era tan próspera que induso el mal manejo que le impuso el presidente Gustavo

55 H. Jaramillo Ocampo, Op. cit., p. 59; R. Thorp, Op. cit., p. 18; Catalina Reyes, "El gobierno de Mariano Ospina Pérez 1946-1950", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, p. 5. 56 Hizo énfasis en este aspecto, por ejemplo, en su "Mensaje al Congreso" de 1947. H. Jaramillo Ocampo, Op. cit., pp. 64, 183-184. 57 J. A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. cit., p. 158; J. A. Bejarano, Economía y poder La SAC y d desarrollo agropecuario colombiano, 1871 1984, Op. cit., p. 243. 58 A. Hirschman, Op. cit., p. 177; J. A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. cit., p. 162. 59 J. O. Rueda Plata, Op. cit., p. 376. -

Rojas Pinilla no consiguió generar un efecto perjudicial duradero. 6° Un año después del "golpe de" opinión" que derrocó a Rojas Pinilla, y bajo la firme dirección de Antonio Alvarez Restrepo, restablecido en el cargo de ministro de hacienda por la junta militar que presidió el país, se equilibraron los presupuestos, la inflación cayó a niveles aceptables y lo mismo ocurrió con los índices del costo de vida. Cuando Alberto Lleras Camargo se posesionó, en agosto de 1958, pudo asumir de nuevo el prudente desarrollismo que había caracterizado su breve paso por la presidencia entre 1945 y 1946, y el de sus sucesores Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez.

Movimientos laborales, gremios, programas sociales y bonanza económica

Tanto los obreros como los gerentes lucharon por beneficiarse del crecimiento económico durante las décadas del cuarenta y del cincuenta. Entretanto, los gobiernos elegidos

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entre 1946 y 1958 aprovecharon la bonanza para lanzar una variedad de programas dirigidos a mejorar las condiciones de vida de las dases media y baja. Ospina, Gómez y Rojas Pinilla promovieron el bienestar social con la esperanza de que sus iniciativas disminuyeran la posibilidad de que las masas optaran por el camino marxistaleninista hacia el cambio social. El crecimiento económico que se dio en Colombia entre 1925 y 1950 duplicó los salarios de los trabajadores e introdujo mejoras en el nivel de vida,

que se reflejaron en una serie de indicadores básicos. El producto nacional bruto del país se incrementó en un 27% en promedio en cada una de las décadas siguientes a 1925. La productividad laboral aumentó 500% durante estos cincuenta años." Pero los trabajadores colombianos no consideraban que se hubieran beneficiado de estas ventajas, impresión que no era del todo falsa. Para 1951, Colombia había alcanzado su nadir en igualdad de distribución de ingreso, cuando el 5% más rico de la población recibió entre el 40 y el 45% del ingreso

60 Dos ataos antes del golpe de Rojas, el periodista liberal Abdón Espinosa Valderrama llegó incluso a quejarse de que la prosperidad económica había generado un "caos de crecimiento descontrolado". Véase su libro, Escritos políticos y económicos, Bogotá, Contraloría General de la República, 1986, pp. 279-280. 61 Según Miguel Urrutia Montoya, "El desarrollo del movimiento sindical y la situación de la clase obrera", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, voL 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 186-187, el producto interno bruto del país aumentó más rápidamente durante su impulso hacia la industrialización que el del Japón, Alemania y Estados Unidos durante estadios comparables de su crecimiento económico. Mientras que el PIB per capita aumentó en Colombia a un ritmo del 27% durante cada década entre 1925 y 1975, el de Alemania aumentó a una tasa por decenio del 9,2% entre 1855 y 1875, el del Japón a un 26,4% entre 1880 y 1960, y el de Estados Unidos a un 17,2% entre 1840 y 1960.

492 / La modernización en Colombia nacional y el 20% más pobre obtuvo sólo entre el 2 y el 3%. 62 Entretanto, el costo de vida se incrementó en más de un 100% entre 1945 y 1951, época durante la cual los salarios aumentaron en menos de un 15%; esto generó ira y frustración entre los trabajadores urbanos." Como se mencionó antes, los disturbios y saqueos que siguieron al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán a comienzos de 1948 pueden atribuirse en gran parte a estas desagradables realidades económicas." A pesar de la rápida urbanización e industrialización del país durante las décadas del cuarenta y del cincuenta, el movimiento laboral no entró en un período de crecimiento sostenido hasta cuando se inició el Frente Nacional al final de la década siguiente. La explicación para este retraso en su evolución residió en la fragmentación que aquejó al movimiento laboral durante la década del cuarenta, y que se intensificó durante la siguiente por la infiltración comunista de este movimiento. La década del cuarenta comenzó en Colombia con el sindicato más poderoso del país, la

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional

Confederación de Trabajadores Colombianos (CTC), debilitado desde adentro por el conflicto entre sus miembros liberales y comunistas, y atacado desde fuera por el movimiento laboral gaitanista y por un gobierno nacional crítico del "sindicalismo político". Desde 1938, el ministro del trabajo, Alberto Lleras Camargo, había previsto la inminente confrontación entre los sindicatos y el gobierno cuando dijo a los delegados al Congreso del Trabajo realizado en Cali que "el sindicalismo con finalidades políticas es corruptor", y señaló que el mejor amigo de los obreros colombianos era el Partido Libera1.65 El significado de las palabras de Lleras resultó claro en 1945, cuando el gobierno nacional, en ese momento presidido por el propio Lleras Camargo, aprobó una nueva y amplia ley laboral, y poco después aplastó a un poderoso sindicato cuyos miembros se negaron a acatarla. La Ley 6 de septiembre de 1945 marcó un punto decisivo para el movimiento laboral, pues sancionó el uso de las huelgas sólo en caso de que fracasaran los procedimientos

62 Ibkl., p. 198. Algunos economistas han mostrado que la distribución del ingreso es menos equitativa en períodos de crecimiento industrial de rápida sustitución de importaciones, como los que experimentó Colombia entre las décadas del cuarenta y la del sesenta. 63 Los trabajadores del campo se encontraban en condiciones aún peores. Sus salarios reales no aumentaron en absoluto durante los años de rápido crecimiento económico, situación a la que respondieron trasladándose a las ciudades. Ibid., p. 187; J. Hartlyn, Op. cit.; Adolfo Meisel Roca, "El Banco de la República y la reforma de 1951", en: El Banco de la República, Bogotá, Banco de la República, 1989, p. 417. 64 El embajador de Estados Unidos, Willard L Beaulac, Career Ambassador, Nueva York, Macmillan, 1951, recuerda que a fines de la década del cuarenta, "el costo de la vida en Bogotá era excesivo, incluso para los norteamericanos, quienes eran pagados en dólares según el nivel de salarios de Estados Unidos" (p. 249). 65 Efraín Estrada, Sucesos colombianos, 1925-1950, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1990, p. 557.

de arbitramento prescritos. Tres meses después de entrar en vigencia la ley, y como para ponerla a prueba, el sindicato Federación Nacional de Trabajadores de Transporte Fluvial, Marítimo, Portuario y Aéreo (Fedenal), dominado por los comunistas, paralizó el transporte por el río Magdalena mediante la declaración de una huelga ilegal. Anunciando que "Colombia no puede tener dos gobiernos, uno en Bogotá y otro en el Magdalena", Lleras militarizó el transporte fluvial y revocó la personería jurídica de Fedenal, poniendo fin a su existencia." El movimiento laboral no aprendió nada del incidente de Fedenal. En cuanto el presidente conservador Mariano Ospina Pérez se posesionó, a mediados de 1948, la CTC se unió a los liberales militantes para tratar de derrocarlo, lanzando una serie de huelgas, en apariencia interminables.° Los resultados de la desigual lucha entre la anarquizada CTC y el gobierno colombiano eran predecibles. Después de la fracasada huelga general

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de mayo de 1947, Ospina Pérez emuló a su predecesor, Lleras Camargo, revocando la personería jurídica de la CTC, organización que había coordinado la huelga, asestándole así un golpe del que no habría de recuperarse." El sindicalismo político militante declinó rápidamente con la descertificación de la CTC en 1947. Después del fracaso de las dos huelgas generales de abril de 1948 y noviembre de 1949, muchos de los líderes laboristas liberales y comunistas se unieron a las fuerzas guerrilleras que se opusieron a los gobiernos de Ospina Pérez y de Laureano Gómez. Esto dejó a los líderes sindicalistas liberales y comunistas que se oponían al gobierno mediante medios pacíficos, sujetos al acoso, la tortura e incluso el asesinato por parte de las fuerzas oficiales y paramilitares a comienzos de la década del cincuenta. Aurelio Rodríguez, Ángel María Cano, Julio Rincón y Manuel Marulanda Vélez fueron algunos de los principales líderes asesinados por la policía."

66 Para más detalles sobre la Ley 6 de 1945, véase M. Urrutia Montoya, "El desarrollo del movimiento sindical y la situación de clase obrera", Op. cit., pp. 238-239. Sobre la huelga en diciembre de 1945, véase Mauricio Archila, "La clase obrera colombiana, 1930-1945", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 268; Miguel Urrutia Montoya, Historia del sindicalismo en Colombia, Bogotá, Ediciones Universidad de los Andes, 1969, p. 203; C. Lleras Restrepo, Op. cit., vol. 7, pp. 335-353. 67 Para más detalles sobre los intentos de los movimientos laborales por derrocar a Ospina, véase capítulo 9, supra. Se registraron más de quinientas huelgas durante el primer año de la presidencia de Ospina. 68 Medófib Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Colombia Nueva, 1980, p. 527; El Siglo, 13 de mayo de 1947; E. Sáenz, Op. cit., pp. 80-81. 69 Marulanda Vélez fue arrestado durante una manifestación contra el gobierno en diciembre de 1951. Fue golpeado por las autoridades y murió como consecuencia de las heridas recibidas pocos días después de ser liberado. Es muy simbólico que el joven guerrillero comunista Pedro Antonio Marín (Tirofijo), honrara a Marulanda adoptando

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

494 / La modernización en Colombia Los trabajadores colombianos no desconocieron las repetidas derrotas de la políticamente militante CTC y de federaciones afiliadas a ella tales como Fedenal. La mayor parte de los obreros comprendieron que un cuerpo obrero todavía minúsculo —sólo el 5% de los trabajadores colombianos estaban sindicalizados en la década del cincuenta— gastaba inútilmente energía y racimos mediante tácticas de confrontación, hecho que los obreros evidenciaron al volverle la espalda a la CTC y unirse a "sindicatos de base" que no estaban afiliados, organizados dentro de las plantas y fábricas individuales según las disposiciones de la Ley 6 de 1945. Entre 1943 y 1947, se crearon 342 sindicatos independientes de este tipo, mientras que el número de sindicatos afiliados a federaciones cayó en igual medida, de 642 a 324. El éxito de los sindicatos de base en Colombia, consecuencia directa de la protección establecida en la ley general del trabajo de 1945, estimuló la rápida sindicalización de las fábricas ubicadas en Medellín y en Bogotá. Una vez completada la organización de estas industrias, para mediados de la década del cincuenta, los

salarios reales se incrementaron con rapidez y el sindicalismo creció significativamente, de ciento sesenta y cinco mil miembros en 1947 a doscientos cincuenta mil en 1959." También los trabajadores urbanos respondieron favorablemente a la nueva confederación sindical, la Unión de Trabajadores Colombianos (UTC), organizada a mediados de 1946. Creada por la Iglesia católica y fuertemente promovida por el gobierno, la UTC suscribió la idea del sindicalismo armonioso enunciada más de medio siglo antes en la encíclica De rerum rumarum, de León XIII.'' Opuesta a los liberales y a los comunistas, la UTC evitó la confrontación política; sus líderes se concentraron más bien en asuntos salariales locales. Calificado de "sindicato confesional" por sus críticos, todos los afiliados de la UTC tenían capellanes y "asesores morales" que predicaron un enfoque paternalista a las relaciones entre la gerencia y la fuerza de trabajo. Los asesores de la UTC, todos sacerdotes, con frecuencia decían misas en los locales de las compañías, realizaban retiros espirituales para los empleados y en ocasiones escuchaban las confesiones de

su nombre en un gesto de solidaridad revolucionaria. Entrevista personal con Jorge Regueros Peralta, Bogotá, 15 y 26 de junio de 1993. Eduardo Pizarro Leongómez, Las Farc, Bogotá, Tercer Mundo, 1992, p. 63; R. Londoño Botero, Op. cit., p. 281. 70 Y de 718 mil en 1965 a 1,2 millones en 1980. K. N. Medhurst, Op. cit., p. 184; M. Urrutia Montoya, "El desarrollo del movimiento sindical y la situación de la clase obrera", Op. cit., pp. 239-240; R. Londoño Borrero, Op. cit., p. 277. 71 Mariano Ospina Pérez hizo explícita esta conexión cuando, poco después de su posesión, propuso trasladar la celebración del día del trabajo en Colombia del 1 de mayo al 15 de mayo, ¡fecha de la publicación de De rerum novarum en 18911

los afiliados al sindicato al lado de las máquinas que estos operaban. 72 La UTC no era la organización apolítica que pretendía ser, pues la mayoría de sus afiliados eran también miembros del Partido Conservador. Sin embargo, dado que estaba comprometida con los principios de la negociación colectiva establecidos en la Ley 6 de 1945, y dedicada principalmente a mejorar los salarios, los beneficios de los empleados y sus condiciones de trabajo a través de medios no confrontacionales, muchos trabajadores que no pertenecían al Partido Conservador apoyaron a la UTC. Otro de los factores que benefició a la UTC fue su posición anticomunista. Muchos trabajadores colombianos se opusieron abiertamente a la manera como "los camaradas infiltraron el sindicato" antes de la creación de la UTC?' Un último factor, de gran importancia, que contribuyó al éxito del modelo de federación sindical de la UTC, fue el hecho de que coincidió con la bonanza económica colombiana de la década del cincuenta. A pesar de que los trabajadores, radica-

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les en su mayoría, consideraban que la administración se estaba beneficiando a costa suya, en realidad disfrutaron de mejores condiciones de trabajo durante esta década que en cualquier época anterior. Los empleos abundaban,. los salarios aumentaban y la violencia estaba lejos de las fábricas y talleres. Por estas razones, el historiador Mauricio Archila caracterizó a los trabajadores activos en los sindicatos de base durante la década del cincuenta como personas que, en general, se mostraron satisfechas con su experiencia sindical." A mediados de la década del cincuenta, el presidente Gustavo Rojas Pinilla emuló a sus predecesores al crear una unión sindical hecha a su propia imagen política. Copiando a Juan1Perón, cuyo éxito se debió al apoyo de los trabajadores de las ciudades argentinas, Rojas creó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), vinculada con el grupo sindical internacional peronista Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (Atlas). Al igual que su principal contrincante, la UTC, la CNT

The Development of the

72 Un extenso tratamiento de la UTC se encuentra en Miguel Urrutia, New Haven, Yale University Press, 1969, pp. 201-227; R. Londoño Colonibian Labor Movement, pp. 276-283; R. N. Medhurst, Op.cit., passim. La UTC se trata también Botero, Op. cit., dentro del contexto de la textilera antioqueña Fabricato, en Silvia Arango, Historia de la Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1989, pp. 153-174. arquitectura en Colombia, Los empleados entrevistados por Arango le dijeron a menudo que apoyaban a la UTC "uno nunca quería un porque sabían que este sindicato "no iba en contra de la fábrica" y mal para la fábrica" (p. 157). Op. cit., p. 17. 73 M. Archila, "Los obreros colombianos y la Violencia, 1946-1958", En general, el artículo de Archila sostiene que la prosperidad económica hizo que 74 Ildd, los trabajadores con quienes habló "olvidaran" la Violencia que tenía lugar en aquella época. Parece más probable que este "olvido" se explique más bien porque los trabajadores sencillamente no experimentaron la Violencia en sus actividades cotidianas.

496 / La modernización en Colombia

era anticomunista. No obstante, no tenía el carácter confesional de su rival, apoyada por la Iglesia. Por esta razón, la federación sindical creada por Rojas tuvo la oposición de la Iglesia, nunca disfrutó de mucho éxito y desapareció poco después de la caída del dictador." El sindicalismo colombiano entró en su etapa de mayor crecimiento en la época de la posesión de Alberto Lleras Camargo, el primer presidente del Frente Nacional, en 1958. Los salarios reales aumentaron en un 30% durante el período de quince años comprendido entre 1950 y 1965, y la distribución del ingreso comenzó a mejorar gracias a una más efectiva recolección de impuestos por parte del gobierno y a los programas gubernamentales de carácter redistributivo que se implementaron entonces." El sindicalismo no fue en realidad una fuerza de importancia en la sociedad colombiana a fines de la década del cincuenta. Su historia había sido, en su mayor parte, la de afiliados utilizados para promover causas políticas de diferentes tipos. Sin embargo, el sindicalismo no era impotente. A comienzos del gobierno de Alberto Lleras, los empleados de todos los bancos colombianos organizaron una huelga. Urgido por la influyente organización industrial, la Asociación Nacional de Industriales (ANDI),

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I 497

Lleras intentó disolver la huelga declarando la banca un servicio público. Pero los cajeros y otros empleados bancarios se mantuvieron firmes bajo el liderazgo de su sindicato afiliado a la UTC, la Asociación de Empleados Bancarios. Los bancos permanecieron cerrados. Finalmente, Lleras se vio obligado a arbitrar un acuerdo que dio como resultado la concesión de un aumento salarial y un paquete mejorado de beneficios para los empleados bancarios." Las asociaciones patronales como la ANDI, conocidas colectivamente como gremios, desempeñaron un papel importante en la promoción de la estabilidad social y económica durante las décadas políticamente turbulentas del cuarenta y del cincuenta. A diferencia de los sindicatos, que tendían a utilizar tácticas de confrontación, los gremios hacían cabildeo ante los funcionarios oficiales para obtener la aprobación de leyes que beneficiaran a sus respectivos afiliados. Los gremios debieron buena parte de su éxito al hecho de que eran entidades corporativas que servían a los intereses de todos los trabajadores de determinada industria o profesión. Desde luego, estaban encabezados por los miembros más ricos e influyentes de los grupos ocupacionales del país. A este respecto, eran la encarnación, en el siglo xx, de las organizaciones

75 R. Londoño Botero, Op. cit., pp. 281-282. 76 M. Urrutia, "El desarrollo del movimiento sindical y la situación de la Base obrera", Op. cit., p. 198. 77 John Martz, Colombia a Contemporary Political Survey, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1962, pp. 289-290.

corporativas que ejercieron una enorme influencia política tanto en la España medieval como en la América Latina de la Colonia. La mayoría de los gremios colombianos, sin embargo, fueron creados a mediados del siglo XX. 78 El economista Miguel Urrutia señala cuatro funciones de los gremios como entidades que aseguraron la democracia colombiana en un momento en el que irresponsables dirigentes de los partidos habían convertido al sistema político formal en un sistema disfuncional." En primer lugar, gracias a su existencia independiente, garantizaron que todos los principales intereses económicos tuvieran voz en la adopción de las políticas económicas que incidían sobre la suerte de los miembros de ese grupo. Los gremios poderosos en el ámbito nacional, que competían por conseguir influencia con este fm, introdujeron en su sector de la política colombiana un sano pluralismo. Incluso durante la época del proteccionismo económico, dirigido a promover el crecimiento

de la industria de sustitución de importaciones, los comerciantes colombianos adelantaron una campaña continua, a través de su agremiación, Fenalco, a favor del libre mercado, de acuerdo con los principios establecidos en el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT), implementado en 1949. Aunque avanzaron poco con sus argumentos durante la década del sesenta, los miembros de Fenalco sirvieron como contrapeso saludable a la preponderante influencia de los industriales. 8° Eventualmente, la posición de Fenalco sobre el libre mercado llegó a prevalecer en Colombia, y el proteccionismo promulgado por su principal antagonista, el gremio de los fabricantes, la ANDI, cedió terreno a políticas menos proteccionistas.81 Una segunda función clave de los gremios residió en su capacidad de servir de conducto para la articulación de los intereses regionales. Los principales gremios contaban con capítulos en todos los departamentos, asegurando así que las élites locales

78 Los catorce gremios más poderosos, en orden de creación, son los siguientes: 1) Sociedad de Agricultores Colombianos (SAC), 1871/1914; 2) Sociedad de Ingenieros, 1887; 3) Federación Nacional de Cafeteros, 1927; 4) Asociación Bancaria, 1936; 5) Asociación Nacional de Industriales (ANDI), 1944; 6) Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), 1945; 7) Federación de Arroceros (Fedearroz), 1947; 8) Asociación Colombiana Popular de Industriales (Acopi), 1951; 9) Federación Nacional de Algodoneros, 1953; 10) Federación Colombiana de Industrias Metalúrgicas, 1955; 11) Cámara Colombiana de la Construcción,1957; 12) Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar, 1959; 13) Federación Colombiana de Ganaderos, 1963; 14) Asociación Nacional de Instituciones Financieras, 1974. 79 Miguel Urrutia Montoya, en la monografia, &miar, política y democracia, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1983. 80 Un esbozo excelente acerca del origen y desarrollo de Fenalco se encuentra en E J. Ocampo, Op. a., pp. 482-497. 81 Desde la década del setenta, Colombia abrió gradualmente sus mercados, llegando en la década del noventa a promulgar un mercado relativamente libre.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

498 / La modernización en Colombia pudieran hacer conocer sus requerimientos a la sede del poder nacional. Esto fue de especial importancia durante el período comprendido entre 1949 y 1958, cuando los canales normales del discurso político estuvieron cerrados debido al estado de sitio. La tercera función política de los gremios fue la manera como ofrecieron a los dirigentes colombianos un escenario dentro del cual pudieron evitar los odios partidistas que tanto los dividían en la vida pública. Las élites colombianas encontraron un refugio de la política dentro de sus gremios, y actuaron de tal forma que aislaron a estas asociaciones comerciales del destructivo partidismo. En noviembre de 1951, durante una de las más intensas fases de la Violencia, el conservador Eugenio Gómez renunció a ser designado como presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), apoyando al liberal Luis Castillo de la Parra, argumentando que "debían buscar alternar la presidencia" de esta agremiación. 82 Tres años después, los ganaderos liberales y conservadores, a través de su gremio, la Federación Colombiana de Ganaderos, se agruparon para oponerse a las políticas del presidente Rojas Pinilla que afectaban negativamente sus intereses." Estos ejemplos ilustran

cómo los gremios ofrecieron mecanismos no partidistas de acción política en un momento en el que los partidos Liberal y Conservador estaban suspendidos, y cómo señalaron el camino hacia una participación bipartidista en el ámbito político. Una cuarta función importante de los gremios fue ayudar a aislar a Colombia del tipo de excesos populistas que aquejaron las economías y la política en Argentina, Perú y otros países latinoamericanos. Al dar poder y voz a un amplio espectro de grupos que representaban a millones de colombianos, los gremios disminuyeron las posibilidades de que la política nacional cayera en manos del caudillismo populista. A través de su efectiva representación de grupos en todos los lugares del país, los gremios pudieron moderar las exigencias de los ciudadanos concentrados en Bogotá y en otras áreas metropolitanas." La Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé) fue el gremio más responsable de moderar las exigencias populistas. Una de las más antiguas agrupaciones gremiales, y de lejos la más grande y rica, Fedecafé es más que un gremio, pues tiene mucho en ,común con las "asociaciones pico" de los modernos Estados europeos asociaciones que poseen vínculos orgánicos

82 J. A Bejarano, Economía y poder: La SAC y el desarrollo agropecuario colombiano, 1871-1984, op.a., p. 24. 83 Álvaro Echeverri Uruburu, Élitss y proceso político en Colombia, 1950-1978, Bogotá, Fundación Universitaria Autónoma de Colombia, 1987, pp. 34-35. 84 Para un desarrollo extenso de este argumento, véase Miguel Urrutia, "On the Absence of Economic Populism in Colombia", en: Rudiger Dornbusch y Sebastian Edwards, eds., The Macroeconomics of Populism in Latin America, Chicago, University of Chicago Press, 1991, pp. 369-389.

con el gobierno—. Tal es el poder de Fedecafé que ha sido calificado de "Estado paralelo" en Colombia; su presidente goza de suficiente influencia como para tener acceso directo e inmediato al presidente de la república, privilegio que ningún miembro del gabinete puede reclamar para sí." Aunque cinco de los once miembros de la Junta Directiva de Fedecafé son nombrados indirectamente por el gobierno nacional, la organización mantiene el control de sus propias operaciones. Por esta razón, pudo resistir los esfuerzos realizados por Rojas Pinilla para saquear el Fondo Cafetero a mediados de la década del cincuenta. Fedecafé desempeñó también un papel importante en el derrocamiento del dictador en 1957. La Junta Directiva de Fedecafé ha sido tradicionalmente dominada por los más importantes cultivadores, procesadores y exportadores de café del país. Sin embargo, la agremiación tiene una estructura democrática, con comités elegidos que funcionan en la mitad de los casi mil municipios colombianos. Gracias a su considerable liquidez financiera, depositada en el Fondo Cafetero, Fedecafé ofrece una variedad de servicios a los caficultores. Estos dineros avalan programas de crédito y servicios financieros, progra-

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mas de extensión educativa y agrícola, y la construcción de carreteras y de redes de energía eléctrica. Todos estos servicios se ofrecen adicionalmente a su función básica de apoyar los precios del café mediante almacenamiento y actividades de mercadeo. A través de estas actividades, Fedecafé, el principal gremio colombiano, ha actuado como voz y como anda institucional del grupo rural de mayor importancia, el campesino caficultor. Fedecafé, junto con la ANDI, Fenalco, la SAC y decenas de grupos semejantes de menor importancia, han sometido a Colombia a lo que el científico político Robert Dix ha llamado "una especie de anarquía de la acción directa", y a lo que los economistas Revéiz y Pérez se refieren como la "gremialización" del Estado colombiano." No obstante, a pesar de su carácter exdusivo, las asociaciones de grupos de interés rivales sirvieron al país como fuertes instituciones representativas durante una época dificil, cuando sus órganos formales de representación política, los partidos Liberal y Conservador, habían dejado de funcionar. A pesar de los graves problemas políticos que enfrentó Colombia durante el surgimiento de los gremios, en los años de la Violencia se iniciaron

Op. cit., pp. 115-123. Otra de las 85 M. Urrutia Montoya, Gremios, política económica y democracia,

fortalezas de esta organización ha residido en la longevidad de sus presidentes. Entre 1937 y 1985, Fedecafé sólo tuvo dos presidentes, Manuel Mejía y Arturo Gómez Jaramillo. 86 R. H. Dix, Op. cit., p. 322; Edgar Revéiz Roldán y María José Pérez Pifieros, "Algunas hipótesis sobre las formas de regulación de la economía y la estabilidad política colombiana entre 1950 y 1982", Desarrollo y Sociedad, (14), Bogotá, CEDE, Facultad de Economía, Universidad de los Andes, may., 1984, p. 44.

500 / La modernización en Colombia importantes programas sociales promovidos por el gobierno. Los disturbios generados por el asesinato de Gaitán, que demostraron el potencial revolucionario de las masas, obligaron a liberales y conservadores por igual a dirigir su atención a las necesidades de los ciudadanos más pobres. En los meses que siguieron al Bogotazo, Ospina Pérez ordenó la creación de un nuevo programa de colonización y parcelación de tierras, y la de un sistema de educación técnica, financiado por la industria privada. Aunque el primero fracasó, el segundo llegó a ser el exitoso Servido Nacional de Aprendizaje (SENA). Otra ley, motivada por preocupaciones relativas a la salud pública y por los excesos alcohólicos del 9 de abril de 1948, fue aquella que declaró ilegal la chicha, una bebida moderadamente alcohólica hecha de maíz fermentado, cuya preparación era poco higiénica.' Dos leyes sociales importantes decretadas a fines del gobierno de Mariano Ospina Pérez fueron la Ley de Seguridad Social de 1949 y el primer Código del Trabajo. El código incluía medidas que ordenaban el pago de cesantías, subsidios de vivienda, vacaciones pagadas y clubes recreativos privados para los empleados. Laureano Gómez procedió a implementar estas medidas durante su corto perío-

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional 501

do como jefe de Estado. En 1950 y 1951, creó el Instituto Colombiano de Segurós Sociales, y aprobó también una financiación especial para la educación técnica, el Instituto Colombiano para la Educación Técnica en el Exterior, Icetex. Los programas sociales promovidos por el gobierno se expandieron aún más durante la presidencia de Rojas Pinilla y durante el régimen militar de quince meses que siguió a su derrocamiento. El más ambicioso de los programas de Rojas Pinilla fue la creación de una agencia de bienestar con múltiples propósitos llamada Secretaría Nacional de Asistencia Social (Sendas), dirigida por la hija del general, María Eugenia, de veintiún años. Otra de las iniciativas de Rojas fue un sistema de centros comerciales semipúblicos conocidos como Colsubsidio. Rojas revivió asimismo el programa de colonización de tierras iniciado bajo el gobierno de Ospina Pérez. La Junta Militar que gobernó al país entre mayo de 1957 y agosto de 1958, extendió el sistema de centros comerciales semipúblicos con la creación de las Cajas de Compensación Familiar (como Cafam, Comfama), y al poner en funcionamiento el programa de capacitación y educación técnica SENA, aprobado durante el gobierno de Ospina Pérez.

87 Christopher Abel, "Themes in the History of Public Health. Colombia since the 1940's", ponencia inédita presentada en la American Historical Association, Nueva York, 28 de diciembre de 1991, informa que los programas modernos de salud pública comenzaron a implementarse en Colombia en 1947, cuando Mariano Ospina Pérez creó el Ministerio de Salud.

Cambio social, 1946-1960 El cambio social se aceleró en Colombia después de la Segunda Guerra Mundial. Para 1960, la mitad de los ciudadanos que antes vivían en un país abrumadoramente rural, se había desplazado a las ciudades. La urbanización en Colombia fue rápida y continua desde mediados del siglo. La población también creció con rapidez debido a las altas tasas de natalidad y a la disminución de la mortalidad infantil. Entretanto, las actitudes políticas sufrieron grandes transformaciones. Los activistas estaban cada vez más decepcionados de los partidos Liberal y Conservador, cuyas luchas intestinas habían generado la terrible Violencia. Los colombianos que no eran activistas, y la vasta mayoría caía en esta categoría, encontraron que era cada vez más fácil distanciarse de la política y de la violencia, gracias a los niveles más altos de ingreso y a la creciente complejidad social, así como a los procesos de urbanización que los

alejaban de las zonas aquejadas por la Violencia. 88 La agitación social experimentada por Colombia desde mediados del siglo tiene sus raíces en un proceso de explosivo crecimiento demográfico y urbanización que los demógrafos han descrito como "incontrolable" y como "una de las transformaciones demográficas más drásticas en la historia contemporánea".89 Para la década del cincuenta, el crecimiento de la población había alcanzado la tasa anual del treinta y dos por cien mil, tasa que habría de mantenerse hasta comienzos de la década del sesenta, cuando casi la mitad de los colombianos eran menores de quince años. Hacia 1960, la población colombiana se había duplicado en sólo veintidós año s .9° Colombia experimentó un asombroso crecimiento en el ámbito de la educación entre 1946 y 1958. Durante aquellos años, hubo un incremento del 111% en la educación primaria pública y un incremento del 537%

88 K. N. Medhurst, Op. cit., p. 54; R. H. Dix, Op. cit., p. 39. El fenómeno de la urbanización continuó después de 1960; más de las tres cuartas partes de los colombianos se trasladaron a los pueblos y ciudades en el transcurso del siglo. Por consiguiente, en el transcurso de cien años, Colombia experimentó una inversión de la población en términos de lugar de vivienda. Los descendientes del 80% de los colombianos que habían vivido en el campo en 1900, vivían en zonas urbanas un siglo después. Es lógico pensar que fue la Violencia, y no el cambio social normal, lo que llevó a la masiva urbanización que se dio a partir de 1940. Sin embargo, los estudiosos del tema no han conseguido establecer una correlación fuerte entre Violencia y urbanización. Dos de los estudios que se refieren a este tema son el de William McGreevey, Causas de la migración interna en Colombia, Berkeley, Center for Latin American Studies, Universidad de California, 1969, y el de James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Bogotá, El Áncora, 1984, pp. 218, 282-284, 310. 89 C. E. Flórez, Op. cit., p. 24; J. O. Rueda Plata, Op. cit., p. 382. 90 J. O. Rueda Plata, Op. cit., pp. 377, 383.



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502 / La modernización en Colombia en la educación primaria privada. La educación secundaria creció en un 209%, perteneciendo la mitad de esta expansión a los colegios privados,' Durante las décadas del cuarenta y del cincuenta, los colombianos se apresuraron a satisfacer la demanda cada vez mayor de la educación universitaria. El crecimiento más notable se dio en las instituciones privadas que, aunque eran más costosas, rara vez se veían perturbadas por la violencia estudiantil revolucionaria. Las principales universidades privadas de Colombia fueron fundadas en un período de diez años, iniciado en 1948. Entre las más importantes están la Universidad de los Andes (1948), la de Medellín (1950), la Gran Colombia (1951), la de América (1952), Jorge Tadeo Lozano (1954), INCCA (1955), Indesco (1958) y la Santiago de Cali (1958). Las universidades privadas colombianas se incrementaron en un 309% entre 1946 y 1958. 92 Entretanto, el gobierno nacional abrió universidades en varias de las capitales de los departamentos, Ibagué, Bucaramanga, Pereira y Barranquilla entre ellas, duplicando así la red de instituciones apoyadas por el Estado. Para fines de la década del cin-

cuenta, los colombianos inundaban estas instituciones y enviaban a sus hijos a las nuevas escuelas primarias y secundarias a una tasa sin precedentes. Mientras que en 1951 poco menos de la mitad de los niños en edad escolar asistía a la escuela, para 1964 el 86% lo hacía. El analfabetismo comenzó, por lo tanto, a disminuir, cayendo a menos del 50% a comienzos de la década del cincuenta, al 27% durante la del sesenta y alcanzando el 15% para la década del ochenta." Esta avidez por la educación, al igual que el proceso mismo de urbanización, tuvieron una relación directa e inmediata con el nivel de ingresos y la movilidad social. Los colombianos pobres sabían que era mucho más probable que su nivel de vida mejorara en la ciudad y no en el campo, y que sus hijos podrían escalar socialmente en la medida que se educaran. Esta idea, generalizada en toda la ferviente y floreciente Colombia de la época de la posguerra, no podía dejar de producir cambios en todos los niveles sociales. El cambio no significó necesariamente riqueza, excepto en un sentido relativo. Colombia era uno de los países más pobres de América Latina a comienzos del

91 Afine Helg, "La educación en Colombia, 1946-1957", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 118. 92 Fernán González, Educación y Estado en la historia colombiana, Bogotá, CINEP, 1978, pp. 110111; A. Helg, Op. cit., p. 118. 93 R. Thorp, Op. cit., p. 60. Hay un gran desacuerdo acerca del ritmo de la alfabetización en Colombia. Jesús A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. pp. 165-166, indica que había una tasa de analfabetismo del 43,1% en 1950, y del 37,7% en 1960. Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 346, afirman que esta tasa era del 56,7% en 1950 y del 40% en 1970.

siglo xx, con una tasa de analfabetismo del 80% y con menos del 20% de la población en las zonas urbanas. El hecho de que menos del 50% de la población fuese analfabeta y rural cincuenta años más tarde indica una notable evolución social en sólo cinco décadas. Un cuarto de la población era relativamente rica para la década del sesenta. Otro cuarto de la población pertenecía a la dase media. El historiador Jesús A. Bejarano describe acertadamente la posición algo ambigua de una Colombia pobre pero en vías de mejoramiento alrededor de 1960. Señala que si bien el colombiano promedio estaba lejos de tener una situación holgada, "se encontraba, en todo caso, mejor que diez años antes". 94 La rápida urbanización, el crecimiento de la población y las nuevas exigencias impuestas al sistema educativo fueron sólo tres aspectos de la transformación social que llevó al común de los colombianos a la corriente principal de la historia nacional. Estos aspectos aceleraron también el ataque contra las costumbres y con-

venciones tradicionales. Las mujeres fueron de las mayores beneficiarias del cambio social, pues al trasladarse a las ciudades fueron más libres de controlar su destino personal. Un número cada vez mayor de mujeres comenzó a desafiar las convenciones al entrar en uniones libres o recurriendo al matrimonio civil, dejando así de lado el matrimonió católico convencional. Mientras sólo un 10% de las mujeres urbanas se casaron por fuera de la Iglesia o vivía en unión libre en 1912, un 30% lo hacía en 1950 y un 60% a fines de la década del sesenta.95 El hecho de tener un mayor acceso a los servicios de salud hizo que las mujeres colombianas exploraran modernas técnicas de planificación familiar por primera vez en su historia. Por consiguiente, Colombia, que tuvo una de las tasas más altas del continente en aumento demográfico durante la década del cincuenta, para fines del siglo tenía una de las menores de América Latina gracias a la inversión de esta tendenda. 96 Otro de los logros de las mujeres colombianas

94 J. A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. cit., p. 166. La síntesis, poco entusiasta, que presenta Bejarano del progreso social colombiano hasta la década del sesenta puede explicarse por los siguientes aspectos negativos de la vida nacional: 1) a fines de esa década, se estimó que 45% de los colombianos vivían en la pobreza, de los cuales un 18% vivía en la pobreza absoluta; 2) cerca del 24% de los niños colombianos sufrían de desnutrición; 3) la distribución del ingreso en Colombia era inferior al promedio continental: el 20% de la población era dueño del 60% de la riqueza y el 40% más bajo del 10% de la riqueza (1965). Para mayores detalles sobre estos datos, véase R. Thorp, Haven, Yale Op. cit., pp. 59,62; Albert Berry y Miguel Urrutia, /mame Dishibution in Colombia, New University Press, 1976, pp. 172-173; R. H. Dix, Op. cit., pp. 49-57; J. Martz, Op. cit., p. 292. 95 Lucero Zamudio y Norma Rubiano, La nupcialidad en Colombia, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1991, p. 39. 96 J. O. Rueda Plata, Op. cit., p. 382, estima que, para la década del noventa, la tasa de natalidad en Colombia era del diecisiete por mil, cerca de la mitad de la tasa de cincuenta años antes, aproximadamente la de China.

504 / La modernización en Colombia fue el derecho al sufragio, concedido en 1954 por el presidente Gustavo Rojas Pinilla. 97 En la medida que los colombianos se trasladaron a las ciudades y la sociedad se tornó más compleja, la cultura popular comenzó a reflejar una creciente diversidad. Los colombianos compraron radios en tal cantidad que, para 1950, hubo medio millón de ellos en el país —uno por cada veinte personas— y eran sintonizados para recibir un espectro cada vez más diverso de programas. Las dases más humildes preferían los melodramas y la música, especialmente los ritmos caribeños, los vallenatos del norte colombiano y las rancheras mexicanas. Los adolescentes de dase media escandalizaron a su padres al escuchar el rock and roll norteamericano, al que los miembros de la generación anterior se referían como "ritmo de la selva". Las comedias y nuevos programas producidos localmente tuvieron gran éxito, así como los dramas de títulos como El derecho a nacer, Hotel Hubbub y El ángel de la calle. Liberales y Conservadores extendieron su rivalidad a las ondas sonoras, fundando la primera red de radio, Caracol, en 1948, Radio Cadena Nacional (RCN)

al ario siguiente. En 1949, la Iglesia católica entró en la competencia por la audiencia, fundando Radio Sutatenza en Boyacá y orientándola a los intereses del público rural." La televisión colombiana apareció el 13 de junio de 1954, en el aniversario de la toma del poder por Rojas Pinilla. Resultaba apropiado que fuese Rojas quien inaugurara la era de la televisión en su país, pues había sido uno de los primeros en ver este invento, como parte de una exposición militar alemana en 1936.99 Frustrados durante largo tiempo por las barreras culturales, económicas y ambientales que los aislaban del mundo, los colombianos se integraron a la modernidad en los arios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. El consumo se incrementó a una tasa anual del 6,2% entre 1945 y 1953, con una serie de almacenes de cadena como el Ley y el Tía, que ofrecían a las dases media y baja bienes producidos masivamente a bajo costo.'°° Los emporios de comida rápida y los restaurantes para autos atendían a las clases más adineradas, cuyos hijos llegaron a ser conocidos como cocacolos por la avidez con la que consumían esta bebida. En todas partes

97 Para entonces, incluso los conservadores pidieron que se permitiera votar a las mujeres, aunque algunos de los más influyentes consideraban que únicamente las mujeres casadas debían tener este derecho. Véanse las observaciones del presidente del Directorio Conservador Dionisio Arango Ferrer, en El Siglo, 29 de julio de 1951. 98 Hernando Téllez, Cincuenta años de radiodifusión colombiana, Bogotá, Caracol, 1974, pp. 93106, discute la "edad dorada" de la radio en Colombia. 99 11411., p. 161. Rojas, quien por aquella época era un joven oficial, hacía parte de la delegación invitada por los industriales alemanes. La exposición coincidió con los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. 100 J. A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", Op. cit., p. 150.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I

se denunciaban los viejos hábitos y las convenciones sociales anteriores de toda índole como símbolos de un pasado antediluviano. Los arquitectos y constructores se encontraban entre los más iconoclastas de todos los colombianos. A medida que ciudades como Bogotá crecían dieciséis veces en el medio siglo que siguió a 1935, los arquitectos adoptaron como credo el modernismo. Los rascacielos minimalistas, rectilíneos, de vidrio y acero eran para ellos expresiones prístinas de la edad moderna. "El urbanismo", escribió efusivamente uno de ellos, "es alegría, es vivir con anhelos, es luz y es higiene".'°' Cuando el sumo sacerdote del modernismo, Le Corbusier (CharlesEdouard Jeanneret, 1886-1965) visitó a Bogotá en 1947, sus seguidores se le entregaron con lo que ha sido descrito como "totalidad adolescente". Adoptando lemas corbusianos como "la casa es una máquina para vivir", se aliaron en contra del "urbanismo feudal" de Karl Brunner de fines de la década del treinta y comienzos de la del cuarenta, que había dado a Bogotá barrios como El Bosque Izquierdo y La Merced, con avenidas curvas bordeadas de árboles y calles cuyas intersecciones no eran ángulos rectos.'" Todo lo que había sido construido antes era despreciable en su

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concepto. Por tanto, a fines de la década del cuarenta y comienzos de la del cincuenta, se presenció la total destrucción de edificaciones que se remontaban a la época republicana, por considerarlas deleznables según los criterios modernos. Los jóvenes modernistas detestaban los barrios informales que surgían en desorden alrededor de los centros urbanos. Enfatizaban en el orden y la racionalidad de la planeación residencial. Concretaron sus ideas en el diseño de desarrollos de vivienda tales como el Centro Antonio Nariño y Ciudad Kennedy, caracterizados por edificios de apartamentos multifamiliares y de precios modestos. El primero, inaugurado a comienzos de la década del cincuenta, fue diseñado para la clase media. La segunda, inaugurada diez años después, presentaba estructuras de varios pisos, de diseño sencillo y desprovistas de decoración, destinadas a vivienda popular. Los idealistas jóvenes modernistas colombianos hicieron lo posible por introducir orden y racionalidad en un escenario urbano cada vez más caótico. Hicieron eco a la observación de Le Corbusier: [...] el caos urbanístico de Bogotá se me parece a una de esas señoritas que, a los diecisiete años, decide

101 S. Arango, Op. cit., p. 212. 102 Germán Téllez, "La arquitectura y el urbanismo en la época actual", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 373-374; S. Arango, Op. cit., p. 212.

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506 I La modernización en Colombia abandonar el hogar para lanzarse a la aventura de una vida sin controV e

Una generación posterior de arquitectos colombianos criticó este movimiento por considerarlo un "urbanismo de papel, ahistórico, que imita abyectamente modelos extranjeros", e impulsado "por un afán incontenible de transformación física" nacido de la aceptación acrílica de tendencias extranjeras, especialmente norteamericanas.'" Aunque esto fue, sin duda, lo que ocurrió, el encaprichamiento con el modernismo que afectó a la comunidad de arquitectos colombianos durante los años de la posguerra fue sólo un síntoma más del creciente carácter cosmopolita del país. El esfuerzo continuo de los colombianos por dejar atrás la tradición durante los años de la posguerra, y el aumento del individualismo en la sociedad en general, se revelan con claridad en el ámbito de la pintura. Los integrantes de la comunidad artística se encontraban en franca revuelta contra los cánones clásicos a fines de la década del cuarenta. Para 1949, el crítico Fernando Guillén Martínez pudo proclamar que la batalla contra el formalismo se había ganado, y decir con entusiasmo que el arte colombiano había "roto casi todos los lazos que podían unirlo a un pasado

académico". Después de ver las obras exhibidas en el Salón de 1949 realizado en Bogotá, Guillén escribió que "el mérito espiritual" había triunfado finalmente por sobre el banal naturalismo.'" Las palabras de Guillén fueron proféticas, pues en el transcurso de la década siguiente predominaron las obras surrealistas y abstractas en el mundo del arte colombiano. Al escribir sobre la exposición nacional de 1957, Luis Alberto Acuña se refirió al "homogéneo espíritu de tendenciosa modernidad que unifica el Salón".'" Un año más tarde, en el Salón Nacional de 1958, el joven artista Fernando Botero surgió como uno de los principales pintores del país, con su aclamada obra, La camera degli sposi. Sin ser abstracta ni surrealista, la pintura presentaba aquellas figuras obesas que habrían de convertirse en su sello. Marta Traba, quien por entonces estaba en camino de convertirse en la crítica más importante de Colombia, elogió la obra como algo de excepcional originalidad. La encontró "tan antibarroca como antidásica, tan antiexpresionista como antiabstracta".'°7 Con Botero, los artistas colombianos avanzaron hacia modos auténticos y autóctonos de expresión. Aún más importante para el presente análisis, los cuadros de Botero de 1958

103 Julián Vargas y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., p. 80. 104 S. Arango, Op. cit., p. 211. 105 Camilo Calderón Schrader, Cincuenta años. Salón Nacional de Artistas, Bogotá, Colcultura 1990, p. 49. 106 lbid., p. 74. 107 Ibid., p. 86.

captaron el aspecto individualista que dominó cada vez con mayor fuerza la vida colombiana. El crítico Walter Engel sugirió esta faceta de la desconcertante La camera degli sposi en un comentario que podría servir también de apóstrofe dirigido a Colombia y a su gente a mediados del siglo xx: Es una obra dificil y desconcertante al primer contacto. No hace concesiones. No se acerca al espectador, no le facilita su tarea receptiva, no trata de agradar. Se mantiene, en majestuosa distancia en su hierática inmovilidad, en una alejada, autónoma y arrogante existencia propia. 1m

La literatura colombiana evidenció una intensa politización durante los años de la posguerra. Los mejores novelistas del país, Jorge Zalamea, Eduardo Caballero Calderón y Gabriel García Márquez eran todos hombres que tenían fuertes lazos con la izquierda y con el Partido Liberal. Por consiguiente, durante el período de supremacía conservadora, centraron sus esfuerzos en exponer las deficiencias del gobierno. Laureano Gómez sirvió de modelo para dos de las mejores obras de Zalamea, La metamorfosis de su Excelencia (1949)y El gran Burundún Burundá ha muerto (1952). Eduardo Caballero Cal-

derón y García Márquez trataron as-

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pectos de la Violencia en sus obras más conocidas, El Cristo de espaldas (1952) del primero y El coronel no tiene quien le escriba (1957) del segundo. Así como notables ejemplos de escritos sobre la Violencia en Colombia, todas las obras citadas aquí sirvieron al fin político de describir a los liberales y a su partido como víctimas impotentes de la violencia conservadora.'" Menos cargados de bagaje político que los escritores de prosa, los poetas colombianos dirigieron su crítica de manera más general a la sociedad de la posguerra. Manifestaron su angustia por lo que percibían como la deshumanización de la sociedad contemporánea, debida al consumo y a la expansión de la cultura material, denunciando "un mundo entregado progresivamente a los valores utilitarios y a la máquina". Buscaron algún impulso que pudiera contrarrestar "las fuerzas extrañas en la sociedad que están desnaturalizando activamente a la humanidad"." ° Al no encontrar un antídoto semejante para el modernismo, muchos de los jóvenes poetas adoptaron el rechazo apolítico de los Nadaístas, sólo para ser denunciados por los críticos como "pseudo hippies", "sin bases teóricas serias [...] una mezcla de anarquismo con un existencialismo de cliché".

108 lbíd., p. 85. 109 Dos presentaciones generales de esta literatura son Jonathan Tittler, ittolentia y literatura en Colombia, Madrid, Orígenes, 1989, y Gerardo Suárez Rondón, La novela sobre la Violencia en Colombia. Bogotá, Luis F. Serrano, 1966. 110 Luis Antonio Restrepo Arango, "Literatura y pensamiento, 1958-1985", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 6, Bogotá, Planeta, 1989, p. 525.

508 / La modernización en Colombia La mayor parte de los Nadaístas se refugiaban del mundo en el alcohol y en la droga."' Por esta razón, varios de ellos, como su fundador, el antioqueño Gonzalo Arango (1931-1976), vivieron poco, legando a sus compatriotas un cuerpo de poesía repartido por igual entre el rechazo de las visiones marxista y capitalista de la sociedad colombiana. El poema de Gonzalo Arango, "La universidad", ilustra esta perspectiva poética: La universidad burguesa sólo puede producir valores de bolsa negra: privilegios de dase y secta [ idealismos de dub rosario y de jardinería, cultura sometida a los intereses de poder y de dinero. De la universidad política no se puede esperar más: es dogmática y demagógica, utópica y pasional Su ídolo es el dogma; su víctima la libertad de conciencia, su Biblia El

capital

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Al mirar retrospectivamente el período de la posguerra en Colombia, la historiadora social Patricia Londoño Vega considera que el fm de la década del cuarenta y el comienzo de la del cincuenta fue una época de fragmentación en la vida nacional. Durante estos años, "las cosas perdieron valor por sí mismas y se convirtieron en símbolos". Los colombia-

nos renunciaron a su "estilo de vida interior", se perdieron las sencillas virtudes y placeres de los tiempos premodernos.'" Alberto Niño hace eco a estas palabras, señalando "el empobrecimiento de la calidad de la vida" en Colombia a partir de mediados de la década del cuarenta, atribuyéndolo al impacto conjunto "del consumo y la masificación".' 4 Extranjeros que vivieron en Colombia durante la década del cincuenta tienden a coincidir con estas evaluaciones. El sacerdote francés Louis Joseph Lebret, comisionado en 1955 por Rojas Pinilla para evaluar las necesidades sociales de los colombianos, se asombró de la ausencia de organizaciones cooperativas en el país y se escandalizó cuando descubrió que el 70% de los estudiantes que aceptaban becas del gobierno para estudiar en las escuelas normales, utilizaban su capacitación para promoverse socialmente y volvían la espalda a la enseñanza a favor de empleos mejor remunerados. Lebret denunció esta tendencia como algo egoísta y poco honorable.'" Otro visitante francés, Yvon Le Bot, criticó los programas de capacitación fmanciados privadamente y promovidos por el gobierno, como el Icetex y el SENA, pues consideró que

111 lbíd., p. 536; Luis A. Restrepo, "Literatura y pensamiento, 1958-1985", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 6, Bogotá, Planeta, 1989, p. 96. 112 Gonzalo Arango, Fuego en el altar, Barcelona, Plaza y Janés, 1974, p. 33. 113 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 341. 114 Carlos Niño Murcia, Arquitectura y Estado, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1991, p. 240. 115 Louis-Joseph Lebret, Estudio sobre las condiciones del desarrollo de Colombia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1958, p. 83. Lebret y su libro se discuten en A. Helg, Op. cit., pp. 126-127.

Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional I 509

no hacían más que hacer avanzar a la fuerza laboral del país "del capitalismo primitivo al capitalismo organizad0". 116 Estas observaciones sugieren que el proceso de privatización y de dar la espalda a las preocupaciones colectivas públicas ganaron en realidad impulso durante la época de la posguerra en Colombia. Idealistas de diversas tendencias políticas protestaron contra estos desarrollos. Los fanáticos de derecha como monseñor Builes

fulminaban la creciente "descristianización y paganización" de los colombianos. Muchos de los miembros de la izquierda rechazaron a sus mayores de iguales convicciones por no haber podido imbuir a los ciudadanos de "comprensión, de solidaridad comunitaria, de respeto por los demás y de aprecio por la cosa pública". 117 Los marxistas rechazaron la cultura burguesa como algo irremediablemente individualista, y a la democracia partidista tal como se prac-

ticaba en Colombia, por considerarla una fuerza social anarquizante.'" Mientras las élites políticas debatían la forma más apropiada de organización política, derramando sangre a menudo en el proceso de tratar de imponer sus respectivas visiones políticas por sobre las de los demás, los colombianos rechazaron cada vez más estas soluciones como algo ajeno a la vida nacional. Esto significó una continua perturbación para el país. Entre 1950 y 1957, dos hombres intentaron imponer acuerdos políticos poco realistas a la nación. Primero, Laureano Gómez intentó reestructurar las instituciones nacionales de acuerdo con lineamientos corporativos, y luego Gustavo Rojas Pinilla trató de imponer un populismo autoritario en el país. Mientras se desarrollaban estos dos experimentos políticos, la nación entró en la segunda década de la Violencia, evidenciando así el carácter autodestructivo del partidismo político.

116 Yvon Le Bot, Educación e ideología en Colombia, 2.' ed., Bogotá, La Carreta, 1985, p. 46. 117 Miguel Ángel Builes, Cartas pastorales, 1949-1957, Bogotá, Imprenta Nacional de Publicadones, 1957, pp. 211-212. C. Niño Murcia, Op. cit., p. 323. 118 Un libro basado en esta crítica es el de Alfonso Torres Melo, ¿Qué es la oligarquía colombiana? Bogotá, Del Caribe, 1966.

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla I

11 Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla Laureano Gómez y la búsqueda de la armonía

N

ingún presidente colombiano se posesionó en condiciones más adversas que Laureano Gómez. Cuando recibió el primer cargo de la nación de Mariano Ospina Pérez, el 7 de agosto de 1950, Gómez enfrentó una intransigente oposición del Partido Liberal mayoritario. Aunque los dirigentes liberales coincidían en que su objetivo principal era derrocar a Gómez, todos diferían acerca de cómo debían hacerlo. Los moderados, como Darío Echandía, proponían estricta falta de cooperación con el gobierno y abstención electoral, mientras que los militantes, como Carlos Lleras, promovían la prolongación de la resistencia armada y pusieron a diez mil guerrilleros liberales en el campo durante los ocho meses que siguieron a la elección de Gómez, a

fines de 1949.' El propio partido del nuevo presidente enfrentó una grave división entre su facción ideológica y la de los moderados, encabezada por Mariano Ospina Pérez. La división conservadora se veía complicada por la disidencia de Gilberto Alzate Avendaño, líder de una generación más joven de políticos, cuyas ambiciones habían sido frustradas durante décadas por el implacable Gómez. Este se posesionó entonces como líder de un partido minoritario y fragmentado, con la tarea de gobernar una nación desgarrada por la guerra civil. Por añadidura, Gómez era un hombre enfermo cuando inició sus deberes como presidente. El hecho de haber fumado durante varias décadas había afectado al caudillo, quien para entonces tenía sesenta y un años, una enfermedad del corazón, arteriosclerosis e hipertensión arterial. Dadas sus limitaciones físicas y políticas, es

1 Las actividades liberales que siguieron a las elecciones presidenciales del 27 de noviembre de 1949, se exponen en el capítulo 9, supra.

extraordinario que Laureano Gómez hubiera continuado como jefe de Estado en Colombia hasta su derrocamiento por el golpe militar de junio de 1953. Gómez estaba lleno de buenas intenciones cuando tomó posesión. Desde su elección, había dado a sus pronunciamientos públicos el tono de un estadista, prometiendo ser "presidente de todos los colombianos" y al jurar que "la preocupación principal de su gobierno será garantizar todo el respeto a la vida humana". 2 En su discurso inaugural, afirmó estar cansado de la "politiquería" y prometió a la nación "un nuevo estilo político".' Después de que los liberales se negaran a hacer parte de su gobierno, Gómez nombró un gabinete que despertó la ira de laureanistas como Antonio Escobar Camargo, quien consideró que estaba lleno de "conservadores tibios, proliberales" Escobar consideró también que Gómez estaba "obsesionado" con dar a Colombia un gobierno nacional, no sectario. "Yo no sé qué quiere el liberalismo, pero hay que oírlo [...] Hay que sacrificar todo ala pacificación del país".4 Unos pocos meses después de su posesión, uno de los más acérrimos .

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enemigos políticos de Gómez, el columnista de El Tiempo, Enrique Santos, le escribió al presidente quejándose de que una de las personas que había designado, Carlos Arturo Torres Poveda, gobernador de Boyacá, lo había calumniado públicamente. Cuando Gómez se cercioró de que, en efecto, esto había sucedido, destituyó a Torres.' Los esfuerzos de Gómez por aplacar a los liberales fueron pocos y llegaron demasiado tarde. Era imposible que los liberales perdonaran u olvidaran los últimos veinte años durante los cuales el líder conservador había luchado contra la República Liberal, haciendo regresar a su partido al poder en 1946. Por otra parte, el Partido Liberal estaba irremediablemente fragmentado en 1950. Su facción más grande y elocuente era la encabezada por Eduardo Santos y Carlos Lleras, la cual, a su vez, se dividió cuando Santos desautorizó a las guerrillas y estas recibieron el apoyo de Lleras. Alfonso López Pumarejo abandonó su retiro para oponerse tanto a Santos como a Lleras. El objetivo de Santos era descubrir un mecanismo mediante el cual los liberales pudieran hacer un

2 El Siglo, 18 y 20 de junio de 1951. 3 Laureano Gómez, Obras selectas, vol. 2, Alberto Bermúdez, ed., Bogotá, Imprenta Nacional, 1989, pp. 597-611. 4 Antonio Escobar Camargo, En el salón de los virreyes. Testimonio civil de un golpe militar; Bogotá, Kelly, 1957, p. 134. El laureanista Hugo Escobar Sierra afirmó que miembros de su facción política creían que la caída de Gómez había comenzado por no haber nombrado en su gobierno a sus más inmediatos seguidores. Entrevista con Hugo Escobar Sierra, 24 de junio de 1986. 5 Torres había publicado un artículo periodístico en el que aludía a lo mujeriego que era Enrique Santos y a sus numerosos hijos naturales. Entrevista personal con Rodrigo Noguera Laborde, Bogotá, 18 de noviembre de 1992.

512 / La modernización en Colombia

Figura 11.1 Laureano Gómez durante el discurso inaugural, 7 de agosto de 1950 Fuente: Archivo fotográfico de Luis Gaitán R. (Lunga)

pacto con el gobierno de Gómez para lograr la paz. Su tarea era especialmente desagradecida, pues la mayoría de sus copartidarios no podían tolerar la idea de negociar con el

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Anilla /

odiado Gómez. Los delegados a la convención Liberal de 1951 rechazaron la propuesta de negociación de López a favor de una plataforma resumida en los siguientes términos: "abstención en todos los campos, oposición civil en todos los campos". López comentó luego lacónicamente, "me dejaron plantado". Después de otro año de inútiles esfuerzos por llevar a su partido a una negociación de paz, Alfonso López renunció a la Dirección Liberal y anunció su retiro de la política.' Una división más en las filas liberales, que presagió la grave división que ocurriría diez años más tarde, fue la disidencia gaitanista. A fines de la década del cincuenta, se organizó la Junta Popular Liberal (JPL). Su objetivo declarado era arrancar el control del partido a los "oligarcas derechistas" como Carlos Lleras y terminar la violencia apoyando el gobierno de Gómez. Los lideres de la JPL dijeron que lo harían [...] si es cierto que [Gómez] está inexorablemente en contra del crimen y de la impunidad, si se dedica a la tarea de curar las heridas de los colombianos, y si realmente cree que la mayor necesidad de la nación es la paz.' El callejón sin salida en el que se

6 Los esfuerzos de paz realizados por López entre 1950 y 1952 se discuten en Thomas Tirado, Alfonso López Pumarejo, el conciliador, Bogotá, Planeta, 1986, pp. 186-228. Véase también Pedro Nel Giraldo, Don Fernando. Juicio sobre un hombre y una época, Medellín, Granamérica, 1963, p. 321; Hispanic American Report, enero y septiembre de 1951. José Gutiérrez, La rebeldía colombiana, Bogotá, Amares, 1962, pp. 97-99, señala que, a pesar de sus esfuerzos por iniciar las conversaciones de paz entre liberales y conservadores, "López no desautorizó nunca a las guerrillas". 7 John D. Martz, Colombia, a Contemporary Fblitical Survey, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1962, p. 119.

encontraba la Colombia política a comienzos de la década del cincuenta se arraigaba en la Violencia y en las ideas mutuamente excluyentes de liberales y conservadores. Los liberales veían la guerra de guerrillas como una respuesta necesaria a lo que consideraban como tiranía conservadora. Para los liberales, el guerrillero era una figura heroica que desafiaba un destino incierto para defenderse a sí mismo y a su familia de la depredación de la policía chulavita. Los con-

servadores consideraban la guerra civil como otra faceta de la rebelión liberal en contra de los gobiernos legítimos, democráticamente elegidos, de Ospina Pérez y de Laureano Gómez. Veían a la guerrilla como una mezcla de liberales, comunistas y bandidos. Convencidos de que lo que predominaba entre los violentos eran simples criminales, los gobiernos de Ospina y de Gómez estaban decididos a atacarlos con todas las fuerzas que tenían a su disposición. Uno de los primeros actos de Roberto Urdaneta Arbeláez como ministro de guerra, fue advertir a todos los colombianos adultos que vivían en los Llanos Orientales que quien se opusiera al ejército o a la policía sería considerado como un bandido y sometido a una ejecución sumaria.' La Guerra Fría complicó aún más la Violencia en Colombia, pues ambos fenómenos compartieron el mismo momento histórico. Winston Chur-

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chill pronunció su famoso discurso sobre la "cortina de hierro" en Fulton, Missouri, dos meses antes de que fuera elegido presidente Laureano Gómez, y siete meses antes de que este, el más vehemente anticomunista de Colombia, se posesionara. No importó que Carlos Lleras y la mayoría de la Dirección Liberal se opusieran también al comunismo. El hecho de que aceptaran ayuda del minúsculo Partido Comunista de su país era suficiente para acusarlos de cómplices

de aquello que los combatientes de la guerra fría consideraban un ataque, respaldado por los soviéticos, contra el Occidente cristiano y capitalista. Pues para firmes anticomunistas como el ministro de gobierno, Roberto Urdaneta, el vínculo entre liberales y comunistas prestó credibilidad a la acusación proferida por Laureano Gómez en julio de 1949, según la cual los liberales eran peones en un juego dirigido desde Moscú, cuyo fm era la " comunización" del país. Por consiguiente, a mediados de 1951, Urdaneta anunció que el apoyo de los liberales a la guerrilla tenía un "estilo y sabor indudablemente comunista", y seguía un plan cuyo objetivo era "destruir la economía nacional y lanzar al país al caos".9 Algunos años más tarde, Urdaneta explicó la violencia misma como parte de una conspiración comunista global. Comenzando con la premisa, históricamente inadmisible, de que los guerrilleros eran

8 La "Advertencia a todos los ciudadanos" de Urdaneta fue emitida el 20 de octubre de 1950. lbíd., p. 116. 9 Colombia, Presidencia, Un año de gobierno, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1951, p. 181.

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinillo /

514 / La modernización en Colombia "exóticos entre nosotros" y que, por ende, no podían haber surgido espontáneamente en suelo colombiano, argumentó que la Violencia era necesariamente "fruto de un plan artero, preparado hábilmente por elementos extraños a los dos partidos"." Su propio anticomunismo, unido a su deseo de apoyar a la principal potencia anticomunista del hemisferio, Estados Unidos, fueron dos de las razones que hicieron que Laureano Gómez suscribiera con entusiasmo la acción policiva de las Naciones Unidas en Corea, propiciada por Estados Unidos. En su discurso inaugural, había prometido que Colombia se uniría a ese país en su esfuerzo por defender la soberanía de las naciones y "la libertad y dignidad de los hombres que la tiranía comunista destruye". En una parte anterior del discurso, y en alusión al 9 de abril, Gómez elogió al ejército por haber preser-

vado la cultura tradicional colombiana y por haber impedido que la nación cayera en manos de la "tiranía comunista".tt De acuerdo con lo anterior, tres meses después de posesionarse, Gómez había despachado la fragata Ahnirante Padilla para que se uniera a las fuerzas de Estados Unidos. A comienzos del año siguiente, un batallón de infantería colombiano se unió al esfuerzo bélico aliado en Corea, la única fuerza latinoamericana comprometida con él." Cinco semanas antes de que zarpara la fragata Almirante Padilla para su servicio en las costas de Corea, Laureano Gómez sufrió un peligroso ataque de hipertensión mientras visitaba las bases militares al sur de Colombia. Una rápida intervención quirúrgica bajó la tensión arterial del presidente y dos días más tarde Gómez se encontraba completamente recuperado." El ataque sorprendió y atemorizó

10 Roberto Urdaneta Arbeláez, El materialismo contra la dignidad del hombre, Bogotá, Lucros, 1960, p. 341. 11 L Gómez, Op. cit., vol. 2, pp. 610-611, 607. El asunto del anticomunismo le sirvió a Gómez como mecanismo para mejorar sus relaciones con Estados Unidos. No obstante, estas relaciones no mejoraron tanto como lo deseaba el presidente de Colombia. Crítico de la política norteamericana en América Latina durante años, Gómez nunca fue del agrado de los funcionarios estadounidenses ni obtuvo su confianza. En 1951 y 1952, por ejemplo, Estados Unidos negaron a Colombia una solicitud de napalm para utilizarlo en la guerra civil. Stephan J. Randall, Hegemony and Interdependence. Colombia and the United States sanar die Wars of Independence, Athens, University of Georgia Press, 1992, pp. 203-204. 12 Russell W. Ramsey, en "The Colombian Battalion in Korea and Suez", Journal of InterAmerican Studies, (9), oct., 1967, señala que Gómez gozó de considerable apoyo bipartidista en su iniciativa coreana. No obstante, su compromiso de enviar tropas al conflicto de Corea le dio a Gómez la oportunidad de enviar oficiales liberales. Douglas Alan Wakhout, "Laureano Gómez and Colombia in the Korean War: Interna' and External Factors in Foreign Policy Decision-Making", tesis inédita para el título de maestría, Austin, Universidad de Texas, 1990, concluye que Gómez envió el batallón a Corea principalmente por razones de conveniencia política. 13 Entrevista personal con Julio Tobón Páramo, Bogotá, 17 de enero de 1982.

a los conservadores, pues en ese momento quien estaba en línea para asumir la presidencia era nada menos que el liberal Eduardo Santos, a quien el Congreso había elegido designado antes de su disolución el año anterior. Gómez actuó con rapidez para decretar vacante la designación bajo el estado de sitio que había entrado en vigencia más de un ario antes, y para establecer un nuevo orden de sucesión presidencial a través del gabinete. El ministro de gobierno actuaría en lo sucesivo como primer designado, seguido por los ministros de relaciones extranjeras y de guerra." Gómez justificó su acción como algo vital para el bien común y exigido por la continuada hostilidad entre liberales y conservadores." Un día después de anunciarse el reemplazo de Santos por el ministro de gobierno Domingo Sarasty, Santos envió una carta abierta de protesta a Sarasty y a los otros miembros del ga binete. Esta carta y la respuesta que se le dio son dos de las más inmoderadas de la literatura política colombiana. En este sentido, ilustran la profundidad del resentimiento que existía entre las élites políticas y la imposibilidad de un arreglo político mientras Laureano Gómez ocupara la presidencia. Santos acusó al gobierno de ejercer un dominio dictatorial sobre la nación, mientras que Sarasty

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defendió la legalidad de las medidas adoptadas por el gobierno. Santos denunció que la violencia conservadora durante 1949 había tenido como resultado "unas elecciones totalitarias más satisfactorias que cuantas se hayan decretado en Moscú, en Madrid o en Ciudad Trujillo". Sarasty respondió con una concisa afirmación que sintetizaba la opinión de su partido acerca de la responsabilidad de los liberales en los prolongados disturbios políticos: Usted no defiende ni el derecho, ni la justicia, ni la libertad, ni la separación de los poderes públicos, ni las prerrogativas del Congreso, ni el imperio de la Constitución, sino una expectativa personal y politica hoy inexistente Su propósito es bien daro. Piensa que, por el camino de una gran desgracia nacional, puede alcanzar fácilmente para su partido la reconquista que no se logró con los fallidos golpes de Estado de 1948 y 1949, y redama para sí una suplencia cancelada. Al hacerlo, cumple con una dudosa labor de partido, pero no defiende una solución de deredio.16

Después de resolver el asunto de la sucesión presidencial a su gusto, Laureano Gómez se dedicó a poner en práctica su agenda política y económica. Sus esfuerzos, sin embargo, se vieron limitados por su mala salud. Sólo siguiendo un horario de trabajo

14 Gómez adoptó esta medida mediante el Decreto 2996 del 26 de septiembre de 1950. 15 L Gómez, Op. cit., vol. 2, pp. 615-616. 16 La carta de Santos y la respuesta de Sarasty a ella se encuentran en Colombia, Presidencia, Dos cartas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1950.

516 / La modernización en Colombia severamente reducido, pudo permanecer en el poder en 1950 y durante buena parte de 1951.' 7 Pero induso esto resultó demasiado. El 28 de octubre de 1951, sufrió un peligroso infarto que lo dejó inválido. Tres días después solicitó al Congreso su autorización para retirarse transitoriamente de la presidencia, y esta le fue concedida. Es posible que Laureano Gómez hubiera dejado la presidencia, pero se aseguró de poder controlar el gobierno desde su cama de enfermo. Lo hizo de tres maneras. En primer lugar, dejó un cuerpo de lugartenientes en quienes podía confiar para que llevaran a cabo sus programas. Entre ellos, los más importantes eran Roberto Urdaneta, confirmado como presidente encargado a comienzos de noviembre; Luis Ignacio Andrade, un laureanista de vieja data, quien fue nombrado ministro de gobierno; Jorge Leyva, un protegido de Gómez, quien mantuvo su cargo de ministro de obras públicas, y Álvaro Gómez Hurtado, quien encabezaba a los laureanistas en el Senado.'s En segundo lugar, Gómez mantuvo su dominio del Partido Conservador al impedir que Gilberto Alzate Avendaño obtuviera el

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla I

control del Directorio Conservador. Poco después de su derrota, Alzate murmuró: "Odio al gobierno, detesto a sus representantes, desprecio al presidente y a sus ministros, repudio su labor, combato sus errores".' 9 Luego habría de desempeñar un papel de importancia en el derrocamiento de Gómez. Finalmente Laureano Gómez intentó mantener su influencia mediante la reforma de la Constitución Nacional. Su plan era fortalecer enormemente la rama ejecutiva del gobierno a expensas del Congreso, al que se le daría un carácter corporativo y tecnocrático. La autonomía regional y local sería fuertemente coartada y a los hombres cabezas de familia se les daría un doble voto en las elecciones locales, con base en la teoría de que los hombres casados eran más prudentes que los solteros. Esta reforma, que debía entrar en vigencia a mediados de 1953, estaba dirigida a promover el bien común limitando los efectos disociadores y anarquistas de la democracia mayoritaria. Laureano Gómez no fue el primer presidente que intentó imponer su ideología legal y social a la nación mediante una reforma fundamental

17 En marzo de 1951, el embajador de Estados Unidos, Willard L. Beaulac, informó a su superior que Gómez sólo estaba en capacidad de trabajar dos horas al día. USA/DS, Willard Beaulac al secretario de Estado, 721.00/3-651, marzo, 1951. 18 Las elecciones para el Congreso se llevaron a cabo en septiembre de 1951, en medio de la abstención liberal. El Congreso, uniformemente conservador, se reunió a fines de octubre de 1951. 19 Alzate, cuyos seguidores controlaban el Senado, hizo esta observación en febrero de 1952. Arturo Alape, ed., La paz, la violencia: kstigos de excepción, 3.a ed., Bogotá, Planeta, 1987, p. 106.

de la Constitución. Alfonso López Pumarejo y Miguel Antonio Caro, así como otros jefes de Estado anteriores, habían realizado también enormes cambios constitucionales. La expectativa de que los líderes políticos podían y debían imponer sus ideas al país se arraigaba en la tradición legalista y administrativa latinoamericana, y se veía acrecentada por la suposición elitista de que los hombres altamente educados sabían qué era lo mejor para

sus conciudadanos y tenían, por tanto, la obligación de conducirlos por el camino de las más altas virtudes. Laureano Gómez mostró esta indinación poco después de posesionarse como presidente. Convencido de que el liberalismo había corrompido a la juventud, lanzó un programa dirigido a "recristianizar" las instituciones educativas del país, introduciendo altas dosis de religión en el currículo y despidiendo a los maestros que no fueran católicos practicantes." Su reforma de la Constitución, iniciada un año después de los decretos sobre la educación, fue considerada por Gómez y sus seguidores como un paso más hacia la armonía social y el bien común a través de la derrota del pernicioso liberalismo. Laureano Gómez esbozó su plan de reforma constitucional en el mensaje

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que dirigió al Congreso el 30 de octubre de 1951. Este documento, enviado desde su lecho de enfermo, hacía un llamado a. la transformación del Congreso nacional en un cuerpo parcialmente corporativo, cuya Cámara alta sería elegida entre las asociaciones de empleadores y de profesionales, las organizaciones de trabajadores, la Iglesia y otros grupos semejantes. El recuerdo de la desastrosa sesión de 1949, en la cual el Congreso intentó destituir a Ospina Pérez

y fue luego suspendido por él, estaba aún fresco en la memoria de los conservadores colombianos. Laureano Gómez y otros encontraron en el corporativismo lo que consideraron una manera apropiada de moderar los efectos de la democracia mayoritaria, mediante el fortalecimiento del control presidencial del Congreso. Los esquemas políticos corporativos no eran nada nuevo en Colombia. Ya en el siglo xix, políticos conservadores como Sergio Arboleda y Miguel Antonio Caro habían suscrito el corporativismo como compatible con su visión social orgánica y como útil antídoto contra la democracia mayoritaria a la que consideraban inevitablemente subversiva del orden social. Los liberales Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliécer Gaitán apoyaron en

20 Sobra decir que alaridos de protesta acompañaron el programa presidencial para "recristianizar" la educación pública y afirmar su control sobre ella. La mejor crítica contemporánea se encuentra en Julio Hoenisberg, Las fronteras de los partidos en Colombia, Bogotá, ABC, 1953, pp. 199-242. Críticas posteriores de las medidas adoptadas por Gómez se encuentran en Afine Helg, "La educación en Colombia, 1946-1957", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 114-115, y en Yvon Le Bot, Educación e ideología en Colombia, 2.a ed., Bogotá, La Carreta, 1985, pp. 37-40.

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ocasiones la idea de reorganizar el Senado nacional según lineamientos corporativos, convirtiéndolo en una "Cámara operativa", como lo dijo Uribe Uribe. En 1930, en uno de sus escritos, el joven industrial y político Mariano Ospina Pérez había propuesto una organización más técnica del Congreso. A fines de la década del treinta y comienzos de la del cuarenta, algunos intelectuales conservadores habían publicado una serie de escritos en los que abogaban a favor de acuerdos políticos corporativos, como una manera de inmunizar al país contra los experimentos políticos radicales promovidos por un electorado cada vez más basado en las masas." Laureano Gómez reflejó el creciente temor conservador ante la democracia mayoritaria cuando anunció su "desencanto" con el Congreso y su decisión de renunciar a su puesto en el Senado a fines de 1942. En aquel momento, comenzó a abogar por un sistema democrático "mixto", con matices corporativos, y a defender el corporativismo como algo que no era sinónimo de nazismo, fascismo o falangismo."

El interés de Gómez por la organización política corporativa aumentó drásticamente después del 9 de abril. Entrevistado en España, en octubre de 1948, opinó que si bien Colombia poseía una "democracia pura e intachable", el gobierno popular se había convertido en algo ineficaz, y que los dirigentes políticos eran "incapaces de impedir o siquiera de dominar la revolución comunista". Admitió que estaba buscando un sistema político que no fuese totalitario ni basado en el sufragio universal, agregando que había encontrado que el régimen corporativo, impuesto por el general Francisco Franco en España, era digno de estudio." Seis meses antes de su posesión como presidente, Gómez afirmó que cuando la legislación nacional es formulada por personas enviadas al Congreso por diferentes grupos ocupacionales —sindicatos, granjeros, industriales— mejora la calidad del gobierno representativo." El malhadado intento por reformular la Constitución nacional según lineamientos corporativos ocupó a los políticos laureanistas durante todo el año de 1952. Los liberales sabotearon

21 Los principales entre ellos son Félix Restrepo, Corporativismo, Bogotá, Ediciones Revista Javeriana, 1939, y Colombia en la encrucijada, Bogotá, Ministerio de Educación Nacional, 1951; Rafael Bernal Jiménez, La cuestión social y la lucha de clases, Bogotá, Centro, 1940, y El Hacia una democracia orgánica, Madrid, Afrodisio Aguado, 1951; Ignacio de Guzmán, Barranquilla, hombre frente al Estado, Bogotá, Antena, 1940; Víctor Dugand, Entre conservadores, América Española, 1941; Alfredo García Cadena, Unas ideas elementales sobre problemas colomEl último leopardo, bianos, Bogotá, Banco de la República, 1956; José Camacho Carreño, Bogotá, Mundo al Día, 1935. El 22 El Siglo, 1 de julio de 1943, reimpresión de una entrevista aparecida inicialmente en Liberal.

23 El Siglo, 14 de octubre de 1948. 24 El Siglo, 30 de enero de 1950.

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la Asamblea Constituyente convocada por el presidente encargado Urdaneta a mediados del ario, así como lo hicieron los antilaureanistas, quienes se unieron rápidamente bajo la dirección de Gilberto Alzate Avendaño y de Mariano Ospina Pérez. Aquellos que optaron por asistir a las sesiones de esta corporación, conocida por su acrónimo Anac —Asamblea Nacional Constituyente—, trabajaron diligentemente en la tarea que les había sido asignada, produciendo finalmente un documento que transmitía la intención de sus autores de crear un sistema de gobierno autoritario encabezado por un presidente todopoderoso. 25 Con este fin, proponían reducir la duración de las sesiones del Congreso (Artículo 68), aumentar el período presidencial a seis años (Artículo 114) y retirar al Congreso el derecho de elegir a los miembros de la Corte Suprema (Artículo 145), el de destituir al presidente (Artículo 131) y el desempeño de numerosas funciones que habían sido tradicionalmente de su competencia.26 Los miembros de la Anac se tomaron muchas molestias para invertir la tendencia secularizante que apa-

recia en la reforma constitucional de 1936. Renovaron los lazos entre la Iglesia y el Estado eliminados por los liberales, concediendo de nuevo al catolicismo romano la especial protección del Estado. El proselitismo por parte de otras religiones fue restringido (Título III, Nuevo Artículo), la educación pública debía ofrecerse de acuerdo con la doctrina de la religión católica (Título III, Nuevo Artículo), y se garantizó la soberanía de la Iglesia dentro de su propia esfera (Artículo 53). Los aspectos abiertamente corporativos de la reforma constitucional eran aquellos que dividían el Congreso nacional por partes iguales entre miembros directamente elegidos por los ciudadanos y aquellos provenientes de los grupos profesionales u ocupacionales? A la familia, definida como "la unidad principal y fundamental de la sociedad", le fue concedida especial protección del Estado (Nuevo Título IV, parágrafo 7). La creencia conservadora de que es la familia, y no el individuo, la unidad nuclear de la sociedad, llevó a una de las más curiosas disposiciones, aquella que concedía doble voto a las personas casadas en las elecciones

25 Las personas inicialmente nombradas en la Anac fueron los conservadores Evaristo Sourdis, Rafael Bernal Jiménez, Eleuterio Serna, Alvaro Gómez Hurtado, Alfredo Araújo Grau y Francisco de Paula Pérez. Los liberales fueron Alfonso López Michelsen, Carlos Arango Vélez, Antonio Rocha, Alfonso Araújo y Abelardo Forero Benavides. Todos los liberales se negaron a hacer parte de ella. En su carta al presidente del comité, Sourdis, Forero Benavides dijo que creía que los dirigentes colombianos deberían dedicar su tiempo más bien a buscar maneras de terminar con la Violencia. 26 Las artículos citados se encuentran en Colombia, Ministerio de Gobierno, Estudios constitucionales, 2 vols., Bogotá, Imprenta Nacional, 1952. 27 La Cámara baja y la Presidencia de la República continuaban siendo cargos de elección popular.

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para los Concejos Municipales (Nuevo Título XX, parágrafo 11). La convicción conservadora de que el Estado está ordenado según la ley natural, y que sus ciudadanos poseen ciertos derechos y obligaciones conferidos por Dios, explica el tono moralista de la Reforma de 1953. En todo el documento, se conmina a los ciudadanos a comportarse de una manera moral y armoniosa. El conflicto de clase se

prohíbe explícitamente (Nuevo Título IV, parágrafo 1), y se exige a los miembros del Congreso que tengan

siempre en mente el bien común en el transcurso de sus deliberaciones (Artículo 105). A los funcionarios públicos se les encarga mantener un alto nivel de responsabilidad social, y las faltas a este respecto son sancionadas despojándolos del derecho al sufragio (Artículos 143, 180)." Laureano Gómez se mostró satisfecho con el trabajo realizado por los redactores de su proyecto de constitución. A fines de 1952, publicó un ensayo titulado Los efectos de la Reforma de 1953, en el cual describía los saludables efectos que, en su opinión, tendría la reforma constitucional sobre la vida nacional. Entre ellos estaba la salvación del país de los izquierdistas decididos a introducir el comunismo en Colombia de acuerdo con un plan

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maestro diseñado en Moscú y Belgrado. Al permitir al presidente usar mano dura contra los subversivos, la nueva Constitución llevaría rápidamente a poner fin a la Violencia, a la que Gómez describió como un "trastorno" inspirado por los comunistas, quienes provocaban a la policía para que reaccionara excesivamente, con el fin de desacreditar al gobierno. Mediante el corporativismo establecido en el documento, los colombianos se liberarían del "mito del sufragio universal", que había condu-

cido a tantos otros pueblos a caer bajo el gobierno de la mitad más uno. La nueva carta respondería a la "sofistica enciclopedista" del sufragio universal, continuaba Gómez, a través de su organicismo y de su dependencia de la ley moral, extraída de "la inexhausta cantera de la filosofía perenne". Habiendo enderezado sus instituciones fundamentales de gobierno, concluía el caudillo conservador, Colombia pronto sería elogiada por todos los otros países como una nación "que supo liberarse de la angustia y de la incertidumbre que aquejan al mundo"." La lectura panglosiana que hacía Gómez de las perspectivas inmediatas de su país resaltaba la imagen perturbadora, incluso surrealista, que presentaba Colombia a fines de

28 Algunos de los rasgos progresistas de la Reforma de 1953 incluían disposiciones sobre la plataforma marítima continental y sobre la planeación económica. A las mujeres se les concedía también el derecho al voto, una vez aprobada la legislación que las habilitaba para ello. 29 Laureano Gómez, Los efectos de la Reforma de 1953, Bogotá, Imprenta Nacional, 1953.

1952.30 Por una parte, el país en realidad daba grandes pasos a nivel económico. El comercio florecía, los precios del café aumentaron como nunca antes y la modernización social estaba transformando la nación. Sin embargo, las relaciones entre los dirigentes de los partidos Liberal y Conservador se encontraban en su peor momento, y la Violencia empeoraba cada día. Más de trece mil personas perecieron durante 1952. 3 ' La guerra civil no sólo no mostraba signos de amainar

en las zonas donde las guerrillas liberales, la policía y el ejército se enfrentaban, sino que se extendió con rapidez a la quebrada región del Sumapaz al sur de Bogotá. Los colombianos tuvieron inicialmente la esperanza de que en el ario de 1952 se pusiera fm a la Violencia. El nuevo presidente encargado, Roberto Urdaneta, inició conversaciones con los líderes de la guerrilla que operaban en los Llanos Orientales, enviando a los líderes liberales de mayor edad a reunirse con Eduardo

Franco Isaza el 21 de diciembre de

1951.32 Antes, durante aquel mismo año, Urdaneta, quien era entonces ministro de guerra, había enviado al conservador José Gnecco Mozo para que discutiera perspectivas de paz con las guerrillas de los Llanos. Por la misma época de la visita de Gnecco, el líder de las fuerzas liberales en el suroccidente antioqueño, Juan de Jesús Franco, escribió a sus colegas de los Llanos pidiéndoles que no atacaran unidades del ejército sino que se concentraran más bien en la policía chulavita. Entretanto, el ejército respondió evitando los combates con la guerrilla de los Llanos en cuanto le fue posible." Infortunadamente, en 1952 la violencia ya estaba demasiado arraigada como para permitir una rápida terminación del conflicto. Roberto Urdaneta era, después de todo, un hombre de Laureano, y la guerrilla había jurado permanecer en la lucha hasta que el odiado Gómez dejara el poder. Incluso si hubiera sido posible llegar a

30 Algunos de los críticos conservadores de Gómez estaba enfurecido por el infundado optimismo que se revelaba en el ensayo del presidente. Hernando Navia Varón, Yo vi cerrar el Congreso. La revolución de mayo de 1957 en el Palacio ele San Carlos, Popayán, Universidad del Cauca, 1960, ridiculizó a Gómez por creer que esta nueva carta contenía "fórmulas mágicas y sabias para dirimir todas las controversias y promulgar la felicidad del pueblo colombiano, la salvación del régimen conservador, y por consiguiente, del partido de gobierno" (p. 188). 31 Véase Anexo 2. 32 Eduardo Franco Isaza, Las guerrillas del Llano, Bogotá, Librería Mundial, 1959, pp. 266-267. 33 Germán Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, vol. 1, Bogotá, Tercer Mundo, 1962-1964, pp. 203-205. Los oficiales del ejército, a menudo enviaban tropas bajo su mando a relevar los puestos de policía sitiados, por los caminos más indirectos y difíciles. Lo hacían bajo el pretexto de evitar emboscadas, aunque su verdadero motivo era evitar la confrontación con las guerrillas liberales. Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia, Bogotá, Banco Popular, 1978, pp. 309-310.

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un modus vivendi entre el gobierno y los diez mil guerrilleros que luchaban bajo las órdenes de Franco Isaza, Guadalupe Salcedo, Tulio Bautista y otros jefes de los Llanos, sencillamente había demasiados grupos armados adicionales en el territorio nacional para que alguna tregua regional los comprometiera a todos» En el momento en que Alfonso López Pumarejo y Eduardo Franco Isaza brindaban por sus conversaciones de paz con whisky importado a fines de 1951, había al menos diez mil guerrilleros que operaban fuera de los Llanos, en las Cordilleras Central y Oriental. Según un estimativo, Juan de Jesús Franco Yepes comandaba doce mil hombres que luchaban en veintidós frentes en el suroriente de Antioquia." El hecho de que liberales y conservadores estuviesen lejos de un acuerdo en su enfoque a las negociaciones de paz hizo imposible que Urdaneta y López

detuvieran la Violencia. Incluso cuando el presidente encargado promovió el diálogo entre las guerrillas y el gobierno, el ministro de gobierno, el intransigente Luis Ignacio Andrade, instruyó a los gobernadores de los departamentos para que utilizaran todos los medios a su alcance para detener la subversión liberal. Entretanto, El Siglo continuaba con sus diatribas contra "el bandolerismo liberal"» Los militantes liberales, encabezados por Carlos Lleras, continuaron con su vehemente apoyo a la guerrilla, a la que describieron como "nada más que uno de los frutos naturales de la situación que el conservatismo y las autoridades crearon en el país"» Un ejemplo del carácter recalcitrante de la Violencia en 1952 se dio el 6 de abril, cuando un grupo de liberales y conservadores, entre quienes se encontraban un hijo de

34 Para mayor información sobre estos líderes y sobre la violencia en los Llanos, véase Reinaldo De la guerrilla Barbosa Estepa, Guadalupe y sus centauros, Bogotá, CEREC, 1992; Ulises Caza, 1957,y Origen y desarrollo del movimiento revolucionario Bogotá, s. e., liberal a la guerrilla comunista, ed., Bogotá, s. e., 1980; Justo Casas Aguilar, La Violencia en los Llanos Orientales, colombiano, Tunja, Bogotá, Ecoe, 1986 y Tiilio Bautista, alma de la resistencia popular en el Llano, 1949-1952, Las Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1989; Gustavo Sierra Ochoa, Los años del tropel. Crónicas guerrillas en los Llanos Orientales, Manizales, s. e., 1954; Alfredo Molano, adentro. Una historia oral de la colonización de la Violencia, 2.' ed., Bogotá, El Áncora, 1991, y Selva Colonización del del Guaviare, 3.. ed., Bogotá, El Áncora, 1992; Óscar Gonzalo Londoño Díaz, Villavicencio, CENESOLL, 1989. historia regional, Aproximación a una Mari, 1950-1970, 35 Este estimativo, sin duda exagerado, es presentado por Patricia Londoño, "La vida diaria: usos y costumbres", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquía, Medellín, Presencia, 1988, p. 334. Para mayor información sobre la Violencia en Antioquia, véase Mary Roldán, "La política de 1946 a 1948", en: Jorge O. Melo ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, pp. 169-174; Ernesto León Herrera (pseudónimo Fidel Blandón Berrio), Lo que el cielo no perdona, 2.a ed., Bogotá, Argra, 1954. 36 Las instrucciones de Andrade a los gobernadores aparecieron en El Siglo, 10 de marzo de 1952. 37 De un discurso de Carlos Lleras, contenido en su libro De la república a la dictadura, Bogotá, Argra, 1955, p. 351.

Urdaneta Arbeláez y el gobernador de Tolima, fue emboscado por las guerrillas liberales cuando regresaba de una visita al pueblo montañoso de El Líbano, Tolima, azotado por la guerra. El hijo del presidente y otros dignatarios escaparon ilesos, pero la escolta armada que los acompañaba fue atrapada y masacrada. La respuesta del gobierno fue rápida y brutal. La zona fue acordonada y luego las unidades del ejército la recorrieron, matando a todos los sospechosos de ser guerrilleros. Cerca de mil quinientas personas murieron en este operativo, la mayor parte de ellas civiles que no habían estado implicados en la emboscada. Quienes habían organizado el ataque inicial habían huido hacía largo tiempo, dejando que quienes vivían en esta región de caficultores, densamente poblada, sufrieran la dureza de la furia militar." El orden público continuó deteriorándose con el paso de los años. Incidentes como el ocurrido en El Líbano generaron un damor que abortó la "Cruzada por la paz" lanzada por el presidente encargado Urdaneta y por el arzobispo cristiano Luque en mayo de 1952." La renovada violencia sólo aumentó la determinación de los combatientes de ambos bandos.

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Para mediados de 1952, la tregua parcial entre el ejército y las guerrillas de los Llanos Orientales se había roto. La progresiva integración de los miembros de la policía nacional a las unidades del ejército había deteriorado la imagen de este como mediador honesto en las luchas de los Llanos." Este hecho pasó a segundo plano el 12 de julio, cuando Guadalupe Salcedo y Alberto Hoyos emboscaron y eliminaron una compañía de noventa y seis hombres cerca de Puerto López, acción que marcó la agudización del conflicto en toda la región. La masacre de los soldados intensificó aún más el debate sobre el papel de los dirigentes liberales, al propiciar la resistencia armada en los llanos. Los seguidores del gobierno comenzaron a repetir uno de los aforismos predilectos de monseñor Builes, "la serpiente no mata con la cola sino con la cabeza". Incluso conservadores nominalmente benignos, como el director de El Colombiano, Fernando Gómez Martínez, comenzaron a atacar abiertamente a los liberales. "Ustedes los liberales [...] están jugando a la guerra", escribió iracundo Gómez Martínez en una carta abierta del 21 de agosto de 1952, dirigida al periodista Eduardo Uribe Escobar: "No la

38 El mejor recuento de este incidente es el de James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Bogotá, El Áncora, 1984, pp. 222-225. Henderson, así como Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, Bandoleros, gamonales y campesinos. El caso de la Violencia en Colombia, Bogotá, El Áncora, 1983, han tratado la Violencia en el departamento de Tolima. 39 La "Cruzada" se discute en un artículo de Semana del 17 de mayo de 1952. 40 En conversaciones con el autor, el general retirado Álvaro Valencia Tovar lamentó la integración. Para más información sobre este punto, véase el libro de Valencia, Testimonio de una época, Bogotá, Planeta, 1992, pp. 186-189.

524 / La modernización en Colombia hacen ustedes directamente (...] pero tampoco la condenan [...] cuando en alguna refriega pierden la vida los miembros de las fuerzas armadas"." Poco después de la emboscada en los Llanos Orientales, prominentes liberales bogotanos comenzaron a recibir amenazas de muerte. A fines de agosto, se lanzó una bomba a la casa del miembro de la Dirección Liberal, José Joaquín Castro Martínez. Los funcionarios del gobierno condenaron el atentado y, sin embargo, los liberales acertadamente lo interpretaron como una advertencia de que la Violencia pronto habría de tocarlos de forma directa." Un mes después del incidente de la bomba en la casa de Castro Martínez, la muchedumbre conservadora bogotana vandalizó la ciudad, destruyendo los edificios de El Tiempo y El Espectador, así como las casas de Carlos Lleras Restrepo y de Alfonso López Pumarejo. El presidente Urdaneta no se encontraba en Bogotá cuando ocurrieron los escandalosos acontecimientos del 6 de septiembre de 1952, pero de haber estado presente, es poco probable que hubiera podido detenerlos. Como ha-

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bía sucedido el 9 de abril, la policía partidista observó con aprobación cómo sus copartidarios destruían las propiedades de los odiados liberales.43 Alfonso López Pumarejo estaba devastado por los acontecimientos del 6 de septiembre. Los disturbios no sólo le produjeron pérdidas financieras y la destrucción de posesiones personales irremplazables, sino que ocasionaron su exilio de Colombia y pusieron de presente su incapacidad de mediar en la violencia entre conservadores y liberales. El 22 de agosto de 1952, renunció al Directorio Liberal, invocando el desencanto que sentía por su incapacidad de lograr la paz entre su partido y el gobierno. Cuando López y Lleras salieron de Bogotá para dirigirse al exilio, el 1 de octubre, dejaron tras de sí un Partido Liberal fragmentado, descorazonado y sin dirigentes. Entretanto, la Violencia florecía y se extendía. En el oriente de Tolima y en Sumapaz, donde veinte arios antes Juan de la Cruz Varela había liderado invasiones masivas de tierras, Varela estaba organizando de nuevo

41 P. N. Giraldo, Op. cit., p. 356. 42 Semana, 2 de agosto de 1952, p. 9. 43 Las descripciones de los testigos presenciales de los acontecimientos del 6 de septiembre de 1952 aparecen en Carlos Lleras, Crónica de mi propia vida, vol. 11, Bogotá, Stamato, 1993, pp. 417-436; Alfredo Molano, Siguiendo el corte: relatos de guerras y tierras, Bogotá, El Áncora, 1989, pp. 275 y ss. Los disturbios tuvieron su origen inmediato en la rabia ocasionada al ver los cuerpos mutilados de seis policías, expuestos en el Cementerio Central de Bogotá. Carlos Lleras denunció después que la policía había organizado el ataque, mientras que Alfonso López M. acusó al ahijado de su padre, Álvaro Gómez Hurtado, de ser quien lo había planeado. Gómez Hurtado, a su vez, denunció a López Michelsen por calumnia. Curiosamente, López Michelsen era el ahijado de Laureano Gómez.

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a los campesinos, esta vez para luchar tia el gobierno, aparte de su razón contra el ejército y la policía chula- principal, el deseo de ser elegido previta. 44 Hacia el occidente, un desarrosidente de Colombia en 1958." Homllo aún más ominoso tenía lugar. En bre de tendencias autoritarias, que, el norte del Valle, las fuerzas arma- durante la década del treinta había das y los líderes conservadores habían lanzado un partido nacionalista que comenzado a emplear asesinos priva- duró poco tiempo, Alzate había sido dos para que les ayudaran a dominar condenado por Gómez como un a una aterrorizada comunidad liberal. "sismático fascistoide". 46 Sólo a mediaAsí nacieron los infames pájaros, asedos de la década del cuarenta aceptó sinos itinerantes, el más célebre de Gómez de nuevo a Alzate dentro del los cuales fue León María Lozano, El círculo íntimo del conservatismo. AlCóndor. zate era de ascendencia paisa, nacido El exilio de López Pumarejo y de en Caldas. Tenía por ello afinidades Lleras confirmó lo que Uribe Uribe con conservadores como Ospina Pérez, y Benjamín Herrera habían apren- aunque esta atracción se basaba en la dido medio siglo atrás: las fuerzas tradicional resistencia de los andoirregulares en el campo de batalla queños contra el dominio de Bogotá no podían superar la supremacía de y no en una tendencia conservadora un gobierno central que tuviese la n acionalista compartida hacia la moconfianza y el apoyo de las fuerzas d eración política. Desde el punto de armadas. Sin embargo, los dirigen- vista generacional, sólo Alzate podía tes liberales hubieran dejado a Co- o ponerse a Gómez. El manizaleño lombia con un sentimiento de ma- h abía ingresado a la política con el yor alivio si hubieran sabido que grupo conocido como Los Nuevos, Gilberto Alzate Avendaño y otros di- jó yenes activistas que figuraron durigentes conser adores adelantaban v rante la década del veinte, pero que un complot para derrocar el débil vi eron frustradas sus ambiciones por régimen de Roberto Urdaneta y h ombres de la Generación del CenLaureano Gómez. te nario que se rehusaron a cederles Gilberto Alzate tenía buenas razo- el poder. 47 Finalmente, Alzate era nes para encabezar la campaña con- u n político carismático y de éxito por 44 Elsy Marulanda, Colonización y conflicto. Las lecturas del Sumapaz, Bogotá, Tercer Mundo, 1991, pp. 249-251. 45 J. Martz, Op. cit., p. 157, explica que Alzate, aunque sabía que no gozaba todavía de suficiente popularidad como para lanzarse de candidato en 1954, creía que bien valía la pena esperar cuatro arios para llegar a la presidencia. 46 Alzate se encontraba entre los muchos conservadores que admiraron a Benito Mussolini durante la década del treinta. El fornido político se asemejaba fisicamente a Mussolini, y luego se rapó la cabeza en un aparente esfuerzo por intensificar el parecido. 47 El conflicto generacional se discute en los capítulos 5 y 6, supra. Alzate era ligeramente menor que los líderes de la generación de Los Nuevos, pues había nacido en 1910. El

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Finilla /

526 / La modernización en Colombia derecho propio. En mayo de 1952 desafió al partido oficial al realizar una convención de conservadores alzatistas. Para fines del año, era generalmente reconocido como uno de los más peligrosos enemigos del presidente titular. "Hemos sido adversarios y víctimas del señor Laureano Gómez", escribió Alzate de su oponente enfermo: Nunca nos atrajeron sus métodos, su temperamento, su estilo, sus ideas obsesias, el postizo aire virtuoso con que revestía sus desatadas pasiones [...] su moral de patente, el uso espurio de los valores, sus incongruencias y contradicciones.°

Colombia era un erial político a comienzos de 1953. El primer día de aquel año, las guerrillas liberales organizaron un osado ataque a la base aérea de Palanquero, cerca de Bogotá, causando la muerte de seis aviadores. La prolongada violencia en los Llanos se vio acompañada por la extensión de las masacres al oriente de Tolima y a Sumapaz, y la intensificación de los combates en estos dos lugares durante el mes de febrero. A mediados de marzo se realizaron unas elecciones en medio de la nega-

tiva de los liberales a participar en ellas y de una apatía pública masiva, interrumpida sólo por la crítica generalizada a la reforma constitucional, recientemente publicada. Cuando los seguidores de Mariano Ospina Pérez anunciaron que se disponían a conmemorar su heroísmo del 9 de abril de 1948 con una manifestación en la Plaza de Bolívar de Bogotá, el gobierno la prohibió por considerar que se trataba de un gesto poco amistoso.49 Los furiosos ospinistas programaron de nuevo el evento como una cena de recolección de fondos que debía realizarse en el restaurante Temel, de Bogotá, diciendo que anunciarían allí, durante el evento, la candidatura de Ospina para las elecciones de 1954. Las invitaciones para el lanzamiento de la candidatura de Ospina Pérez el 11 de abril fueron muy solicitadas durante los días que precedieron al evento, pues muchos sospechaban que el ex presidente utilizaría la ocasión para formularle serias críticas al gobierno. El público no fue decepcionado. Ospina golpeó a Laureano Gómez con una crítica indirecta pero seria de su manejo de la presidencia

conservador Augusto Ramírez Moreno y el liberal Alberto Iteras Camargo, líderes de los que se opusieron a los centenaristas en la década del veinte, nacieron en 1900 y 1906 respectivamente. Armenia, Meridiano del 48 Evelio Henao Ospina, Gilberto Alude Avendaño, un hombre de carácter Quindío, 1984, pp. 152-153. Otras fuentes sobre Alzase son Rafael Lema Echeverri, ed., Gilberto Alude 40 años de opinión, Manizales, Renacimiento, 1961; Héctor Ocampo Marín, el cenit: Gilberto en ocaso 1977; Alvaro Salom Becerra, Un a ficas, Quingr' Avendaño, Armenia, intelectual de Alzak Avendaño, Bogotá, Tercer Mundo, 1985; Lino Gil Jaramillo, ed., Dimensión Gilberto Alzate Avendaño, Manizales, Imprenta Departamental, 1966. 49 J. Martz, Op. cit., p. 159.

desde su posesión, procediendo a comparar su propio gobierno favorablemente con el de Gómez. Ospina tuvo la temeridad de sugerir que había ganado la presidencia en 1946 sin mucha ayuda de Laureano Gómez y que, cuatro años después, había entregado una nación calmada y en orden a Gómez." Estas observaciones deleitaron a los seguidores de Ospina y fueron recibidas por los miembros del cuerpo diplomático "con una sorpresa que lindaba en la incredulidad"." Enfurecieron a Laureano Gómez, quien una semana después respondió con un mensaje radial transmitido a todo el país en el que ridiculizaba la pretensión de Ospina de haber llegado "casi solo" a la presidencia en 1946, contando las luchas que había adelantado entre 1930 y 1946 para hacer que el conservatismo regresara al poder, mientras que Ospina "gozaba del merecido privilegio de consagrar su tiempo completo a la gestión de valiosos negocios personales o de empresas privadas"." A Ospina luego se le negó tiempo en el aire para responder a Gómez, y se fortaleció la censura a los críticos del gobierno. Para evitar al censor, que no leía el inglés,

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El Colombiano, de Medellín, comenzó a

publicar avisos clasificados en inglés, avisos como el siguiente para el director ejecutivo de un negocio:

Wanted: a free and prosperous enterprise. urgendy needs all freedom to saywhat it believes should be raid and whatever free enterprise of its kind in the world is allowed to say."

La política colombiana revivió con el intercambio entre Ospina y Gómez de mediados de abril de 1953. "El actual momento político es como un ajedrez", dijo Laureano Gómez en la tarde de su discurso contra Ospina. Pronunció luego uno de los mejores discursos doctrinarios de su carrera política. El mismo estaba redactado en el estilo que los colombianos conocían bien: castigaba a la persona contra quien estaba dirigido, atacaba el liberalismo filosófico por ser una doctrina perniciosa que había llevado al país a la ruina y elogiaba al conservatismo ideológico como la única doctrina capaz de salvar a la república de sus enemigos." Durante las semanas que siguieron a su polémica contra Ospina Pérez, Gómez afirmó de nuevo sus argumentos a favor del orden y de la jerarquía, en una serie

50 Este discurso se encuentra en P. N. Giraldo, Op. cit., pp. 384-385. 51 Reporte del encargado de negocios R. F. Lankenau, 15 de abril de 1953. Estados Unidos de América, Archivos del Departamento de Estado, Archivo Nacional, 721.00/4-1953. 52 L Gómez, Obras selectas, Op. cit., vol. 2, p. 473. 53 "Se busca: una empresa libre y próspera necesita urgentemente toda la libertad para decir lo que cree que debe decirse y lo que a cualquier empresa libre de su clase en el mundo se le permite decir". E N. Giraldo, Op. cit., p. 389. 54 Su "Discurso contra Ospina Pérez" se encuentra en Obras completas, vol. 2, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984, pp. 471-483.

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de artículos en los que defendía su Constitución semicorporativa. Estos escritos, publicados en El Siglo durante el mes de mayo y comienzos de junio de 1953, se cuentan entre los más vehementes de su carrera. El 10 de mayo, por ejemplo, en un artículo titulado "La madre de todas las calamidades", hizo una crónica del ocaso de la nación desde la Constitución de Cúcuta de 1821, la cual, en su opinión, marcó el comienzo de la subversión liberal en la cristiana Colombia. El resurgimiento de Laureano Gómez sorprendió y desconcertó a sus enemigos políticos, muchos de los cuales esperaban que no se recupera de la enfermedad que casi lo había llevado a la muerte dieciocho meses antes. Sin embargo, allí estaba de nuevo, jugando al ajedrez político como siempre lo había hecho, seguro de la victoria y siempre al ataque. Esto los llevó a continuar con una apuesta que se apartaba del juego tradicional de la política colombiana desde 1900, cuando otro presidente enfermo e impopular fue derrocado: recurrieron al

apoyo de las fuerzas armadas." En el caso del derrocamiento de Laureano Gómez, fue Gilberto Alzate Avendaño quien planeó el complot. "Estoy comprometido hasta los tuétanos", dijo Alzate poco después del golpe del 13 de junio de 1953." Alzate se había inclinado por una solución militar a los problemas de Colombia hacía algún tiempo, elogiando continuamente al ejército y a su comandante, Gustavo Rojas Pinilla, en las columnas de su periódico, Diario Nacional." Había calificado a Rojas de "prócer", llamando la atención sobre la formación conservadora de Rojas y su manejo expedito de los disturbios del 9 de abril en Cali." En abril de 1953, cuando Laureano Gómez comenzó a dar señales de su deseo de reasumir la presidencia, Alzate y sus seguidores intensificaron sus intrigas. El 30 de mayo de 1953, dos semanas antes del golpe, Alzate afirmó que podía decir: "Todo está previsto, todos los caminos le están cerrados. Si intenta posesionarse, se lo impedirán las fuerzas armadas"." La fe de

55 Sobre el golpe del 31 de julio de 1900 contra el presidente Manuel Antonio Sandemente, véase el capítulo 2, supra, y José Ignacio Sandemente Villalón, El 31 de julio. la otra historia de un cambio de gobierno, Cali, Imprenta Departamental del Valle del Cauca, 1990. A los opositores de Laureano Gómez les agrada señalar que el presidente mismo había defendido las acciones de los conservadores históricos que derrocaron a Sandemente. En La Unidad del 10 de mayo de 1916, Gómez argumentó que la acción de Carlos Martínez Silva y de los otros "salvó el principio de autoridad en Colombia". 56 Carlos Miguel Ortiz Sarmiento, Estado y subversión en Colombia, Bogotá, CEREC, 1985, p. 173. 57 Alzate había fundado este diario a fines de 1952, expresamente para promover un movimiento contra Gómez dentro del conservartismo. 58 César Augusto Ayala Diago, "El discurso de la conciliación. Análisis cuantitativo de las intervenciones de Gustavo Rojas Finilla entre 1952 y 1959", Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (18-19), Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 19904991, p. 208. 59 Abelardo Forero Benavides, Grandes fechas, Bogotá, DANE, 1979, p. 231.

Alzate estaba depositada en el comandante del ejército, Gustavo Rojas Pinilla. Rojas Pinilla había prosperado después del regreso de los conservadores al poder en 1946. Un hombre afable, popular entre sus subordinados, había representado a Colombia en el extranjero en varios cargos, servido durante un breve período en el gabinete de Ospina Pérez como ministro de obras públicas y, en septiembre de 1952, había regresado al servicio activo como comandante de las fuerzas armadas de la nación. Laureano Gómez reconoció la amenaza que representaba Rojas. Por esta razón, impidió que Urdaneta lo nombrara como ministro de guerra e hizo que fuera enviado al extranjero en varias misiones. A medida que comenzó a circular el rumor de un golpe de Estado en abril de 1953, Gómez se aseguró de nuevo de que Rojas saliera de Colombia. Su intención era reemplazar a Rojas por el general laureanista Régulo Gaitán durante la ausencia del primero en Europa. Pero para entonces el complot para derrocar a Gómez ya estaba bien adelantado. Sus subordinados impidieron que Rojas abandonara el país, momento en el cual Alzate Avendaño se regocijó: "Ahora tenemos a Gómez donde

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queremos". 6° Sólo se necesitaba un pretexto para dar el golpe de Estado. Este se presentó a comienzos de junio cuando el ejército arrestó a Felipe Echavarría, un industrial antioqueño amigo del gobierno. Echavarría fue encarcelado bajo la acusación' de conspirar para asesinar a Rojas, Alzate y otros opositores de Gómez. Fue llevado a Bogotá, golpeado por sus captores y obligado a sentarse en un bloque de hielo para extraerle una confesión. Finalmente, el caso llegó a oídos de Gómez, hecho que lo condujo a poner en marcha los acontecimientos del 13 de junio. 6' A las diez de la mañana del 13 de junio, Laureano Gómez convocó a los miembros del gabinete de Urdaneta a una reunión en el palacio presidencial. El ministro de gobierno de Urdaneta, Antonio Escobar Camargo, recuerda que él y sus colegas se sorprendieron del llamado, pues Gómez y su familia habían estado recluidos desde la muerte del hijo más joven del caudillo, Rafael, ocurrida en un accidente de aviación pocos días antes. Gómez saludó al gabinete con un corto discurso sobre el carácter del Estado y los ideales del Partido Conservador. Luego pasó al caso de Echavarría y a su tortura por parte del ejército, concluyendo con el sorprendente

60 /bíd. 61 La apasionada negación de Echavarría de que estuviera conspirando contra Rojas se encuentra en Felipe Echavarría Olózaga, Historia de una monstruosa farsa. Selección de documen-

tos y escritos tomados de "El pmceso del gobierno del 13 de junio contra E Echavarría", Madrid, Blas Tipográfica, 1964. A. Forero Benavides, Op. cit., pp. 217, 234-235, presenta la perspectiva liberal sobre este incidente. El caso en contra del industrial antioqueño aparece en Gustavo Rojas Pinilla, ed., Rojas Pinillo ante el Senado, Bogotá, Excelsior, 1959, pp. 490-491.

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla I 531

530 / La modernización en Colombia anuncio de que había reasumido la presidencia, pues Urdaneta se había negado a destituir a Gustavo Rojas Pinilla, a quien Gómez culpaba directamente del escándalo. Gómez explicó, además, que estaba decidido a destituir a Rojas como comandante del ejército, instruyendo al ministro de guerra, Lucio Pabón Núñez, de que se lo hiciera saber a los militares. Pabón, a quien Urdaneta previamente le había comunicado que Gómez había reasumido la presidencia y porqué, leyó una declaración que había preparado y que concluía: Laureano Gómez ha sido para mí un padre. Yo, que no soy incondicional de nadie, lo sería de Laureano Gómez. Pero, en este caso, tengo que correr la misma suerte del doctor Urdaneta.

Gómez respondió: En mi casa, Lucio no es un amigo, sino un hijo más. Con ese carácter, juzgo que sus escrúpulos de solidaridad son infundados y le ruego que no rehuya la expedición del decreto."

Pero Pabón se negó de nuevo a cumplir con la orden, pidiéndole que la retirara. En aquel momento, Laureano Gómez supo sin duda que había perdido la partida del ajedrez político. Si sus más cercanos confiden-

tes lo desafiaban, la presidencia de Gómez estaba terminada. En cuanto se presentó Gómez en el palacio presidencial, el complot para derrocarlo se puso en marcha. Los conspiradores habían pedido a los sirvientes del palacio que los alertaran si Gómez aparecía por allí. Así, cuando el caudillo se reunió con el gabinete de Urdaneta, se hicieron llamadas telefónicas que comunicaron este hecho a las partes interesadas. Una de estas llamadas estaba dirigida a Berta Hernández de Ospina, esposa del expresidente, quien comenzó a hacer sus propias llamadas, la primera al general Gustavo Berrio. "El Titular está en Palacio, avísenle al General Rojas, ¡avíspense y muévanse!"." Actuando con base en estas advertencias, Berrio y los oficiales que le acompañaban se pusieron en contacto con su comandante, quien se encontraba de vacaciones en Melgar, Tolima. A comienzos de la tarde, Rojas y otros miembros de su familia se encontraban en un avión militar rumbo a Bogotá. Entretanto, el general Berrío informó personalmente a Ospina que el ejército se estaba movilizando contra el gobierno." Todo esto sucedía mientras Gómez estaba reunido a puerta cerrada con Pabón Núñez y los demás ministros. La reunión del gabinete terminó alrededor de la 1:30 p.m., con una

62 A. Escobar Camargo, Op. cit., pp. 25-26. 63 H. Navia Varón, Op. cit., p. 222, cita una entrevista concedida por Berta Hernández de Ospina poco después del golpe. 64 Hernán Jaramillo Ocampo, Momentos estelares de la política colombiana, Bogotá, Tercer Mundo, 1989, p. 75.

reorganización que pasó al ministro

de obras públicas, Jorge Leyva, al ministerio de guerra, en reemplazo de Pabón, quien se retiró de la reunión. El nuevo gabinete fue formalizado en uno de tres decretos; uno de los dos restantes destituía al general Rojas Pinilla como comandante del ejército, reemplazándolo por Régulo Gaitán. Cuando Gómez dio por terminada la sesión regresó a su casa, dejando a Jorge Leyva la ingrata y, en aquel momento, peligrosa tarea de informar al ejército que su comandante había sido destituido." Rumores sobre la inminente caída del gobierno se regaron rápidamente a través de los círculos oficiales colombianos. Las tropas de las bases que rodeaban el Distrito Especial habían sido previamente confinadas a sus barracas. Cerca de las tres de la tarde, los comandantes de las bases ordenaron a los mayores y a los capitanes a cargo de la tropa que se le comunicara lo que estaba ocurriendo. Así, los soldados del Instituto Militar de Bogotá escucharon al joven capitán Álvaro Valencia Tovar explicarles: Ante el caos evidente en el que se sumía la nación por causa de la lucha partidista, cerradas las salidas políticas, la acción militar [ha surgido] como la única viable en un país

profundamente escindido por la guerra civi1.66

Simultáneamente, Alfredo Vásquez Carrizosa, secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores, le comunicaba el siguiente mensaje telefónico a su hermano: "Vente, porque necesito que me ayudes a sacar mis papeles privados del escritorio. Esperamos un golpe de Estado". 67 Luego, en la tarde del 13 de junio, Jorge Leyva y los generales Régulo Gaitán y Mariano Ospina Rodríguez se dirigieron al Batallón Caldas para informar al comandante del ejército Alfredo Duarte Blum, que Rojas Pinilla había sido destituido por orden presidencial. Cuando llegaron fueron arrestados por soldados que llevaban rifles con bayonetas fijas. Fueron conducidos ante Rojas Pinilla, enfurecido, que acababa de llegar a Bogotá y quien, en un momento dado, acusó a Gaitán y a Ospina de traidores. Uno de los oficiales presentes desenfundó su pistola para matar a Gaitán, pero la esposa de Rojas, que había acompañado a su marido a Bogotá, intercedió en su favor." Poco después, Rojas ordenó a las tropas rodear la casa de Laureano Gómez. Luego llamó por teléfono a Roberto Urdaneta, y le pidió que se reuniera

65 A. Escobar Camargo, Op. cit., p. 31. 66 A. Valencia Tovar, Op. cit., p. 198. 67 Alfredo Vásquez Carrizosa, El poder presidencial en Colombia, Bogotá, Dobry, 1979, p. 295. Vásquez critica el golpe de Estado del 13 de junio de 1953 por inconstitucional y, por consiguiente, como algo perjudicial para las instituciones nacionales colombianas. 68 A. Escobar Camargo, Op. pp. 68-70.

532 / La modernización en Colombia



con él en el palacio presidencial dos horas más tarde. 69 El ministro de justicia, Antonio Escobar Camargo, y dos miembros del Directorio Conservador, llegaron a casa de Laureano Gómez a las 4:30 p.m. Alvaro Gómez les dijo que los generales Régulo Gaitán y Mariano Ospina Rodríguez se habían reunido brevemente con el presidente una hora antes y que se habían dirigido a destituir a Rojas Pinilla de su mando.

les jefes políticos a fines de la tarde. Los soldados que hacían guardia en las puertas sólo admitían a aquellas personas cuyos nombres aparecían en una lista encabezada por Mariano Ospina Pérez, Gilberto Alzate Avendaño y sus más cercanos colaboradores." Rojas Pinilla se reunió primero con Urdaneta Arbeláez y luego con Mariano Ospina Pérez, pidiéndoles sucesivamente que asumieran la presidencia. Pero Urdaneta insistió en

Durante los siguientes noventa minu- que, al haber sido destituido por Lautos, Escobar y sus acompañantes aguar- reano Gómez, no podía reasumir ledaron en vano para hablar con Gómez, galmente el cargo. Ospina se negó mientras el teléfono timbraba sin ce- rotundamente. Esto no le dejó a Rosar. Una de las personas que llama- jas más alternativa que asumir la preban al parecer informó que las tropas sidencia. Con el pretexto de que era se acercaban, pues poco después de las imposible encontrar a Laureano Gó5:30, Gómez y otros miembros de su mez y, como afirmó ingenuamente, familia salieron para refugiarse en "La nación no puede quedarse sin gocasa de un amigo. Entretanto, vehí- bierno", el teniente general Gustavo culos militares convergían en el pala- Rojas Pinilla se convirtió en el presidente de Colombia con las palabras, cio presidencial." Siendo el golpe contra Laureano "Yo asumo el poder". 72 Poco después, Gómez un hecho cumplido, lo único a las 10 p.m., la radio nacional inforque les restaba hacer a quienes lo ha- mó acerca del cambio de gobierno en bían dado era decidir exactamente Colombia. Dos horas más tarde, cómo se organizaría el nuevo gobier- Gustavo Rojas Pinilla se dirigió a la no. El pandemonium reinaba en el nación, pidiendo a los ciudadanos palacio cuando llegaron los principa- que lo apoyaran por el bien común. 69 Hispanic American Repon, julio de 1953, indica que la orden de enviar tropas a la casa de Gómez se dio a las 5:35 p.m. 70 A. Escobar Camargo, Op. cit., pp. 57-58. 71 /7M., p. 73. Alzate fue convocado al palacio a las 9 p.m., en el mismo momento en que los miembros del cuerpo diplomático en Colombia llegaban a su casa para asistir a una fiesta que el político ofrecía en su honor. A. Forero Benavides, Op. cit., p. 240, se encontraba entre los invitados. Escribe que los diplomáticos estaban encantados de observar de primera mano el desarrollo de un auténtico golpe militar latinoamericano. 72 Rojas recordó este momento durante el proceso que se le siguió diez años más tarde. "Como no se encontraba al señor Gómez y continuaba el impasse [...] me vi obligado a asumir la presidencia". G. Rojas Pinilla, ed., Op. cit., p. 601.

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla I

Durante su breve intervención, pronunció aquellas palabras que sus seguidores habrían de utilizar luego como plataforma para el período presidencial de cuatro años del general: No más sangre, no más depredaciones a nombre de ningún partido político, no más rencillas entre hijos de la misma Colombia inmortal. Paz, derecho, libertad, usticia para todos sin diferenciaciones, y de manera preferente para las dases menos favorecidas de la fortuna, para los obreros y menesterosos. La patria no puede vivir tranquila mientras tenga hijos con hambre o desnudos."

Gustavo Rojas Pinilla: cuasipopulista y anticomunista El golpe de Rojas Pinilla fue recibido con alivio por los colombianos. Algunos incluso han sugerido que Laureano Gómez, consciente de que no tenía otra alternativa, sencillamente se hizo a un lado y permitió que el golpe siguiera su curso." Gilberto Alzate escribió el 15 de junio que los colombianos habían aceptado el golpe "con alivio y júbilo", aunque la expresión describía mejor los sentimientos personales de Alzate acerca del cambio de gobierno que él mismo había organizado." Como había sucedido tan-

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tas veces en el pasado, Darío Echandía ofreció la caracterización más acertada del golpe militar. Lo llamó "un golpe de opinión", originado en la idea generalizada de que sería imposible poner fin a la Violencia mientras Laureano Gómez permaneciera en el poder. De acuerdo con ello, las fuerzas guerrilleras se prepararon para desmovilizarse cuando Rojas se instaló en el palacio presidencial, y los liberales en todo el país recitaron

la estrofa del himno nacional: "cesó la horrible noche". Otros colombianos reflexionaron sobre el antiguo refrán: "Colombia es un país de cosas singulares: dan guerra los civiles y paz los militares". El golpe militar del 13 de junio de 1953 fue, en muchos aspectos, una solución ideal para el impasse político colombiano. Con excepción del gremio más importante, Fedecafé, el ejército era la única institución que no estaba irremediablemente politizada. Por consiguiente, se encontró en una posición única para negociar con la guerrilla, la cual, para entonces, llevaba ya cuatro años de lucha contra el gobierno. Como militar, Gustavo Rojas Pinilla ofrecía una alternativa política atractiva a los colombianos hastiados del giro fratricida que había tomado la política tradicional. Muchos

73 Gustavo Rojas Pinilla, Seis meses de gobierno, Bogotá, Imprenta Nacional, 1954, p. 17. 74 El laureanista Abel Naranjo Villegas, en entrevista personal, Bogotá, 18 de junio de 1986, argumentó que si Gómez no hubiera sido abandonado por sus más cercanos colaboradores, habría permanecido en el palacio presidencial e impedido que lo derrocaran. 75 Alzate Avendaño, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, p. 345. Francisco José Ocampo, Memorias inconclusas de un amnésico, Bogotá, Cosmos, 1979, p. 477, comenta acerca de la "indiferencia fatalista" con la que aceptaron el golpe los bogotanos.

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla /

534 / La modernización en Colombia

ilustrado, titulado Seis meses de gobierno, que contenía los discursos pronunciados por Rojas desde el momento en que asumió la presidencia, mensajes de apoyo nacionales e internacionales, y reportes sobre el éxito de algunas de las iniciativas del gobierno, especialmente el de la Oficina de Ayuda y Rehabilitación que ofrecía apoyo financiero a las víctimas de la Violencia. Los editores anónimos de Seis meses de gobierno introdujeron el libro con una declaración que presagió el intento abortado de Rojas por lanzar un tercer partido populista cerca de un año más tarde. Era una fuerte condena de los partidos tradicionales y de sus dirigentes, a los que se responsabilizaba por la Violencia y por todos los otros problemas sociales:

Figurall2 Alfonso López Pumarejo y Mariano Ospina Pérez con el presidente Gustavo Rojas Pinilla, mayo de 1953 Fuente: Archivo fotográfico de Luis Gaitán R. (Lunga)

de ellos esperaban que pudiera llevarlos más allá del estéril bipartidismo liberal y conservador, hacia una política amplia y socialmente consciente, en la que pudieran participar todos los colombianos. En ese sentido, Rojas heredó el anhelo popular de cambio que antes había animado al gaitanismo. Esperando que su nuevo presidente pudiera llenar el vacío dejado por Gaitán, los movimientos de quienes se oponían a las élites se congregaron en torno a él. Rojas dio a conocer su filosofía po-

lítica en una serie de discursos pronunciados durante los meses que siguieron al golpe. Condenó a los partidos tradicionales por haber llevado al país a la ruina y prometió que "el gobierno de las Fuerzas Armadas" uniría a los colombianos mediante la aplicación de los principios cristianos y "bolivarianos". Creó una nueva agencia gubernamental, la Dirección de Información y Propaganda del Estado, con el fin de difundir sus ideas. El primer esfuerzo importante de esta entidad fue un libro, lujosamente

Las crecientes dificultades económicas de los de abajo, el clamor de las pardas montoneras anhelantes, la protesta o la simple insinuación de discrepancia por los manejos secretos, las apariencias o realidades de negociados, las muertes extrañas, se quedaron en una penumbra colmada de sospechas. El poco afán de adaración de esos delitos, llevó al país al caos social y a la anarquía política." En Rojas Pinilla, "personero de los deseos más auténticos de Bolívar", quienes trabajaban en el nuevo Ministerio de Propaganda, y muchos otros también, creían haber hallado al hombre que repararía una Colombia destrozada."

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Infortunadamente, las personas que ayudaron a Rojas a lanzar su movimiento populista terminaron repitiendo los errores cometidos por dirigentes políticos anteriores, pues intentaron solucionar los problemas nacionales *desde una posición de fuerza. Llenaron el gobierno de amigos personales e ideológicos del presidente, convirtiéndolo en una especie de corporación cerrada. Por esta razón, los miembros de los grupos excluidos del poder no tardaron mucho en unirse para buscar una manera de sacar a Rojas del poder. El rojismo se debilitó aún más por su falta de coherencia. Aunque proclamaba su superioridad por sobre las ideologías rivales, en realidad era una colección de ideas heterogéneas tomadas del liberalismo, el conservatismo y la doctrina socialista, y fuertemente sazonadas de nacionalismo y caudillismo. Por otra parte, estaba el problema de la historia personal de Rojas. A pesar de los esfuerzos de sus amigos por retratarlo como un líder suprapartidista, el nuevo presidente era conservador por familia y por inclinación personal, si no por filiación partidista oficial. En palabras del historiador César Ayala, "Rojas había sido, pues, obra del conservatismo"." Muchos de los contemporáneos del general eran conscientes de este hecho. Cuando el joven liberal José Consuegra llegó a Bogotá a ofrecer sus servicios a Rojas, refiriéndose al general como a un

76 G. Rojas Pinilla, Seis meses de gobierno, Op. cit., pp. 8, 9. 77 Iba 78 C. A. Ayala Diago, Op. cit., p. 207.

536 / La modernización en Colombia prócer, el director de El Tiempo, Roberto García Peña, lo aterrizó diciendo: "Qué prócer ni qué nada. Este Rojas Pinilla es un godo igual que los anteriores, y los demócratas y amigos de la libertad no tenemos nada que esperar".79 El nuevo presidente era también un guerrero comprometido con la Guerra Fría, que creía que Colombia podía caer en manos de la subversión comunista en cualquier momento. Habló de la necesidad de vigilar para que no hubiera una in-

filtración comunista durante un banquete en honor del general Anastasio Somoza de Nicaragua, ofrecido en octubre de 1953. En una entrevista concedida al novelista Camilo José Cela, dos semanas después de haber derrocado a Laureano Gómez, elogió a la España franquista como "un baluarte contra el comunismo", y como modelo para toda América Latina.80 Rojas era, en síntesis, un militar con todos los prejuicios comunes a los soldados en el Occidente anticomunista de comienzos de la década del cincuenta. Aunque eran cualidades indispensables que un líder de la época de la Guerra Fría mantuviera buenas relaciones con Estados Unidos, eran pobres calificaciones para gobernar una nación en proceso de modernización que históricamente ha-

bía demostrado poca tolerancia a la autoridad militar. Lo que la floreciente sociedad colombiana requería en 1953 era un gobierno que ofreciera espacio político tanto a los contendores de poderes emergentes como a los arraigados intereses tradicionales. Lo que ganó fue un dirigente de limitada capacidad, quien en lugar de ofrecer al país un

gobierno pluralista y democrático, se hizo cada vez más autoritario. Rojas

pronto se aficionó a la presidencia y a sus privilegios. Aceptó regalos de ganado de raza para su finca en Melgar, la cual aumentó mágicamente de tamaño, adquiriendo la condición de hacienda al final de su gobierno. El patrimonio de los miembros de su familia y de sus allegados se incrementó también rápidamente.'" A medida que sus pies de barro se hacían más evidentes, también lo era la oposición a su gobierno. En un primer momento, sólo los desacreditados laureanistas y los pocos comunistas lo atacaban. Pero la oposición al gobierno aumentó continuamente mientras Rojas cometía un error tras otro. Finalmente, a comienzos de 1957, la mayoría de los grupos sociales se unieron para obligarlo a abandonar el poder y a exiliarse. En retrospectiva, la presidencia

79 David Sánchez Juliao, Un hombre a través de la anécdota, Pereira, Universidad Simón Bolívar, 1979, p. 105. 80 G. Rojas Pinilla, Seis meses de gobierno, Op. cid., pp. 181, 311. 81 Las indelicadezas financieras de Rojas y de sus allegados fueron publicadas en el juicio que se le siguió en 1959 por malos manejos en el cargo. Véase Colombia, Senado, El proceso contra Gustavo Rojas Pinilla ante el Congreso e Colombia, 3 vols., Bogotá, Imprenta Nacional, 1960.

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinillo /

de Rojas Pinilla fue otra oportunidad perdida para Colombia, otro episodio en el que las élites políticas no consiguieron ofrecer la forma de gobierno abierta y democrática que sus ciudadanos exigían cada vez con mayor vehemencia. El presidente Rojas Pinilla no pudo escapar a cuatrocientos años de una tradición política que exigía un gobierno autocrático y preceptivo. Sin embargo, nadie podía saber, a mediados de 1953, que Rojas abusaría de la bienvenida que

había recibido. En aquel momento, fue aclamado como la persona ideal que podía poner fin a la Violencia y arreglar el país. Cuatro días después de que su ascenso al poder fuese legalizado por la Asamblea Constituyente, Rojas declaró una amnistía general para todos los involucrados en la Violencia, guerrillas liberales o miembros de los grupos paramilitares conservadores. Los aviones de las fuerzas armadas ya habían comenzado a lanzar volantes sobre los baluartes guerrilleros en los Llanos Orientales, Antioquia y Tolima, en los que se anunciaba la caída de Laureano Gómez y que el gobierno había extendido garantías para todos aquellos que desearan deponer las armas. Los líderes guerrilleros se precipitaron a aceptar la amnistía. Después de unas conversa-

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ciones preliminares durante las cuales se establecieron los términos de la rendición, hubo una serie de reuniones gratificantes y enormemente publicitadas entre el ejército y la guerrilla, durante las cuales los combatientes entregaron las armas y regresaron a sus abandonadas fincas. 82 Entrejulioyspmbd1953,á de diez mil guerrilleros aceptaron los términos del gobierno, y para el fm del año, quienes trabajaban en la

rehabilitación habían ayudado a casi cinco mil personas desplazadas por la Violencia a regresar a sus hogares, y a más de treinta mil que habían huido a Bogotá y a otros pueblos y ciudades. 83 ria desmovilización de las fuerzas irregulares por parte del ejército colombiano fue captado en una fotografla publicada en El Espectador después de la rendición de las guerrillas liberales en Rovira, Tolima, el 3 de agosto de 1953. Mostraba a un joven soldado abrazando a su padre guerrillero durante la desmovilización que tuvo lugar aquel día. Pocos presidentes colombianos gozaron de una luna de miel más satisfactoria que Gustavo Rojas Pinilla. Los dirigentes liberales apoyaron al nuevo presidente y algunos, como Abelardo Forero Benavides, colaboraron con él. La Iglesia apoyó también al nuevo

82 Gonzalo Sánchez, Ensayos de historia social y política del siglo )oc, Bogotá, El Áncora, 1985, pp. 223-258, discute los principales términos de la entrega cobijada por la amnistía del 19 de junio de 1953. 83 A. Alape, Op. cit., p. 130, indica que, en los Llanos Orientales, 3.450 guerrilleros se entregaron, y que en otros lugares la cifra llegó a 6.500. G. Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaña Luna, Op. cit. vol. 1, pp. 137-157, presentan un estudio sobre las entregas. ,

Eladohumnestxradi-



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Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla /

La modernización en Colombia

Figura 11.3 Un padre guerrillero abraza a su hijo militar durante las entregas en Tolima, agosto y septiembre de 1953 Fuente: Archivo fotográfico de El Espectador

gobierno. En una carta del 18 de agosto de 1953, el cardenal Crisanto Luque informó a Laureano Gómez que la Asamblea Constituyente, el público y el propio Luque suscribían la legalidad del golpe de Rojas." Incluso la naturaleza le sonrió al nuevo régimen. En el preciso momento del golpe, una helada asoló la cosecha de café

en el Brasil, haciendo qué el precio del café colombiano se disparara. Para 1954, Rojas pudo imponer un impuesto sobre el exceso de utilidades en la venta del café que inundó de dólares el erario colombiano. Entretanto, la Violencia descendió a niveles excepcionalmente bajos en medio de gritos de "iAleluyal" de los admiradores del general. 85

84 La carta se encuentra en Laureano Gómez, Desde el exilio, Bogotá, s. e., 1954, pp. 235-236. 85 "¡Aleluya! ¡Aleluya!" es el título de uno de los capítulos del libro de Julio Hernán Molina, Horizontes, 1954. P. Oquist, Op. cit., p. 63, estima que sólo novecienLa patria y el General, Cali, tos colombianos murieron por causas relacionadas con la Violencia en 1954, y sólo mil en 1955, comparado con 8.650 en 1953.

Rojas Pinilla atacó a sus enemigos políticos en varias ocasiones en 1953 y a comienzos de 1954, pero lo hizo de tal manera que esto poco afectó su popularidad. En septiembre de 1953 cerró El Siglo por desafiar a los censores del gobierno. El periódico había publicado cartas escritas por Laureano Gómez en las que el viejo caudillo colérico denunciaba el gobierno militar por ilegítimo. Rojas adoptó una medida similar cuando, en marzo de 1954, suspendió la joven revista laureanista La Unidad, fundada por el conservador antioqueño Belisario Betancur. De nuevo, el cargo era la publicación de cartas de Gómez, quien por entonces vivía en Barcelona. Algunos meses antes, en noviembre de 1953, Rojas había retirado al juez del circuito Rafael Rocha por anular la condena de Felipe Echavarría, el hombre acusado de conspirar para asesinar a Rojas antes del golpe del 13 de junio, y a otros acusados de conspirar con Echavarría. El presidente procedió luego a criticar a varios miembros de la judicatura por partidistas y corruptos, fuertes palabras que llevaron a la renuncia de todos los miembros de la Corte Suprema. El incidente se extendió cuando Rojas nombró ocho liberales en la Corte, dando así, por primera vez en cuatro años, paridad a este partido en dicha corporación. 88 Las severas medidas adoptadas por

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Rojas contra la rama judicial y contra los laureanistas palidecieron ante el incidente ocurrido a comienzos de junio de 1954, que hizo preguntarse a los colombianos si el nuevo gobierno militar era tan benigno como lo habían creído. El 8 de junio, la policía y el ejército se enfrentaron con estudiantes desarmados que regresaban de una ceremonia en honor de Gonzalo Bravo, el estudiante muerto durante las manifestaciones contra Abadía Méndez. Hubo disparos y murió un estudiante de la Universidad Nacional, Uriel Gutiérrez. Al día siguiente, miles de estudiantes marcharon por la carrera Séptima en protesta por el asesinato de Gutiérrez. Varias cuadras antes de llegar a la Plaza de Bolívar, encontraron el camino bloqueado por varias decenas de policías y soldados apresuradamente reunidos. Hubo un fuerte intercambio de palabras, la guardia armada entró en pánico y disparó sobre la apretada muchedumbre. Ocho estudiantes murieron y cuarenta más resultaron heridos. Los funcionarios del gobierno arrestaron luego a doscientos líderes comunistas y socialistas, entre ellos a Gilberto Vieira, Gerardo Molina y Antonio García, explicando a una incrédula nación que agentes provocadores comunistas y laureanistas se habían infiltrado entre la muchedumbre y habían obligado a los soldados a disparar."

86 J. Martz, Op. cit., pp. 180-181. Rojas sugirió que los industriales antioqueños que apoyaban a Echavarría y que probablemente habían conspirado con él, habían comprado a los jueces para que absolvieran a su colega. 87 Abraham Fernández de Soto, ¿Quién llamó a la policía? Bogotá, Minerva, 1954, presenta una interpretación oficial de los disparos. H. Navia Varón, Op. cit., pp. 296-300 coincide

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla /

540 / La modernización en Colombia Los trágicos acontecimientos del 8 y 9 de junio de 1954 escandalizaron a los colombianos, pero no afectaron gravemente su apoyo al gobierno. Rojas aseguró a sus compatriotas que aborrecía los asesinatos y les prometió una investigación exhaustiva. Veintisiete soldados y dieciocho policías fueron castigados por disparar sus armas sin provocación suficiente. Entretanto, una agitada actividad política, unida a buenas noticias en el campo de la economía, distrajo a los ciudadanos de la matanza. Rojas Pinilla había mantenido la Asamblea Nacional Constituyente (Anac), encargada originalmente de la reforma constitucional bajo el gobierno de Laureano Gómez, sesionando después del golpe. Al completarla con sus seguidores, Rojas convirtió a la Anac en su títere. En julio la Asamblea eligió a Rojas presidente de Colombia para el período 1954-1958. Previamente había elegido a Mariano Ospina Pérez como presidente de la Asamblea. La presencia de Ospina, así como la de prominentes liberales, le dio a este cuerpo cierta apariencia de legitimidad durante su primer año de activi-

dades después del golpe militar. Tal como quedó constituida, la Anac tenía cincuenta y nueve conservadores y treinta y tres liberales. Esta composición garantizaba al presidente que los ocho miembros laureanistas no incidieran en sus decisiones." En septiembre, Rojas creó una importante entidad social llamada el Secretariado Nacional de Asistencia Social (Sendas), demostrando así a colombianos y extranjeros por igual que su intención de ayudar a los pobres era sincera. Sendas invirtió dineros provenientes de la bonanza cafetera en una serie de programas sociales, desde hospitales y proyectos de vivienda hasta ayuda directa a las víctimas de la Violencia. Puso a su hija de veintiún años, María Eugenia, a la cabeza de esta ambiciosa entidad de cobertura social." Un mes más tarde, la popularidad del presidente aumentó aún más cuando inauguró las Acerías de Paz del Río en Boyacá. Convertirse en un país autosuficiente en la manufactura del acero había sido el sueño de las élites económicas y políticas colombianas durante varias generaciones. Paz del Río ofrecía así

también en apoyar el argumento de que Antonio García y otros animaron a los estudiantes a confrontar a los soldados. Más críticos de la versión oficial son J. Martz, Op. cit., pp. 186-188, y Silvia Galvis y Alberto Donadío, El jefe supremo, Rojas Pinilla en la Violencia y el poder, Bogotá, ABC, 1946, pp. 350-369. 88 J. Martz, Op. cit., pp. 184-185. Los laureanistas, encabezados por Luis Ignacio Andrade, se constituyeron en el "escuadrón suicida". Anunciaban su presencia en las sesiones de la Anac llevando corbatines y trajes azules brillantes, y protestaban fuertemente contra la mayoría de las medidas presentadas ante esta corporación. 89 Vernon Lee Fluharty, Dance ofthe Mations. Militaiy Rale and the Social Revolution in Colombia, 19301956, Pittsburgh, University of Píttsburgh Press, 1957, pp. 249-252, hace una exposición sobre esta entidad y de sus primeros seis meses de funcionamiento. El libro de Fluharty refleja el optimismo que acompañó al primer año y medio de gobierno de Rojas.

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una prueba objetiva de que, a pesar tructuras hermanas útiles desde el de sus múltiples problemas sociales y punto de vista afectivo y funcional. Los políticos, la nación progresaba enor- partidos eran como dos árboles fuermemente a nivel económico. temente arraigados en el suelo tropiEl año de 1954 terminó con una cal de la nación, luchando entre sí nota altamente satisfactoria, cuando continuamente por luz y sustento. Roregresó a Colombia el batallón de mil jas no ocultó su enemistad hacia las hombres que había partido para la dos colectividades y sus seguidores. Criguerra de Corea. Parecía un fin apro- ticaba en especial a los empresarios piado para un año marcado por al- antioqueños, quienes tradicionalmengunos puntos negativos, pero cuyo ba- te habían conformado la facción nalance era altamente favorable en cionalista del Partido Conservador." términos del desempeño del gobierLa segunda limitación que aqueno militar. jaba a Rojas y que inevitablemente haFue bueno que Gustavo Rojas bría de llevar a su pérdida de poder Pinilla hubiera disfrutado tal éxito era su apasionado anticomunismo. Rodurante los dieciocho meses que si- jas se asemejaba mucho a Laureano guieron al 13 de junio de 1953, pues Gómez en su reverencia por el legado los restantes veintiocho meses que per- hispánico y cristiano de Colombia, y maneció en el poder presenció una en su antipatía ante la forma en que continua caída en su popularidad, que la moderna sociedad secular había culminó con su expulsión de la presi- menoscabado la sociedad tradicional. dencia. En realidad, padecía una se- Y al igual que Gómez, Rojas culpaba rie de debilidades que conjuntamen- de muchos de los problemas sociales te condenaban su gobierno al fracaso. de Colombia, especialmente de la El primero de los problemas de Violencia, a personas partidarias de Rojas era su falta de filiación oficial a filosofías "disociadoras" y decididas a cualquiera de los dos principales par- acabar con las antiguas tradiciones. tidos políticos. Si bien es cierto que el Pero Rojas era más extremista en esconflicto entre liberales y conservado- tos aspectos que Gómez, pues los conres siempre había generado violen- sideraba de una manera más visceral cia en Colombia, los partidos habían y menos sofisticada. Gómez aprendesempeñado también un papel fun- dió a abrazar el tradicionalismo y a damental de integración para el país, rechazar el modernismo desde su uniendo las diferentes regiones en es- más tierna infancia de la mano de 90 El prejuicio de Rojas contra los industriales antioqueños quizá se intensificó por el mito del carácter "judío" de los antioqueños, aumentado en el caso del general por la percepción boyacense de que los paisas despreciaban a los boyacenses por considerarlos "indios", y por el hecho real de que los tenderos antioqueños habían prosperado tradicionalmente en Boyacá. Tal desconfianza y desagrado por el "poder del dinero" es, desde luego, uno de los principales componentes de la ideología populista.

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los pedagogos jesuitas, quienes enseñaban la filosofía perenne arraigada en la filosofía eclesiástica, que se remontaba a los escritos de los padres de la Iglesia. Rojas aprendió su odio por los comunistas en las barracas, donde el soldado estaba encargado de defender la civilización cristiana contra fuerzas oscuras y divisorias. Su desagrado por la ideología izquierdista se intensificó durante los años que pasó en Estados Unidos, durante los cuales hombres como Joseph McCarthy y el general Douglas McArthur predicaron que una conspiración dirigida desde Moscú estaba a punto de producir un holocausto ateo y comunista en todo el mundo cristiano. De tal modo, la credulidad de Rojas y su simpleza marcial lo llevaron a interpretar la Violencia en Colombia de manera paradigmática, desde la teoría de la conspiración comunista. En 1949, quienes observaron a Rojas en la embajada de Estados Unidos, se burlaban de que el emergente oficial del ejército "veía un rojo detrás de cada cafeto", y que "no podía distinguir un comunista de un liberar,' Tres años más tarde, sin embargo, cuando los funcionarios de la embajada de Estados Unidos se habían convencido también de que la amenaza comunista era real, temieron que Rojas y sus colegas militares no estuvieran lo suficientemente equi-

pados para combatir los elementos comunistas dentro del movimiento guerrillero. Por consiguiente, animaron al gobierno estadounidense para que lo asistiera materialmente en su lucha contra las fuerzas irregulares. 92 Una vez que asumió el poder, Rojas dio rienda suelta a su anticomunismo, con trágicas consecuencias para los campesinos que vivían en el oriente de Tolima y en la contigua región de Sumapaz, en Cundinamarca. Una incursión del ejército cerca de Villarrica, Tolima, a fines de 1954, ocasionó la muerte de varios campesinos acusados de ser comunistas, así como el arresto de Isauro Yosa (lister), quien había luchado con las fuerzas comunistas de Charronegro en el sur de Tolima antes del derrocamiento de Laureano Gómez. Las razones para que Villarrica hubiera participado en la Violencia eran complejas. Región montañosa, de mayoría liberal, había sido recientemente poblada y tenía antecedentes de conflicto agrario. Villarica había presenciado una lucha constante entre terratenientes poderosos y establecidos hacía largo tiempo, y campesinos pobres, muchos de los cuales habían peleado con la guerrilla liberal antes de su desmovilización en 1953. Muchos de quienes regresaban a los hogares, abandonados durante los combates, descubrían que otros ha-

91 Estados Unidos de América, Archivos del Departamento de Estado, Archivos Nacionales, H. Gerberich a Mills, 821.00/11-1549, 19 de noviembre de 1949. 92 S. J. Lindan, Op. cit., 1992, p. 210.

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bían redamado sus tierras y eran apoyados por el ejército." Un factor que complicaba enormemente la situación de los campesinos de la región era que entre sus habitantes había socialistas, marxistas y revolucionarios comunistas. Uno de ellos, el socialista Juan de la Cruz Varela, había sido activista en el movimiento agrario de la década del treinta. Había instado a sus seguidores a no entregar sus rifles cuando la guerrilla se desmovilizó, con el argumento de que no se podía confiar en el gobierno." Otros, como el comunista Manuel Marulanda Vélez (Tirofijo), hicieron más que explícito el desagrado que sentían por Rojas, refiriéndose a él, en junio de 1953, como "el más vil delincuente del país, que gobierna gracias al asesinato y a las masacres", y advirtiendo: "Nada de creer en las falsas promesas de la propaganda lanzada desde los aviones de la dictadura"." Los habitantes del oriente de Tolima y el ejército se miraron entonces mutuamente con hostilidad y temor a partir de 1952. El ejército, que había sido integrado oficialmente a la policía nacional poco después del golpe de Rojas, comenzó a patrullar la

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región después del arresto de Isauro Yosa. El trágico potencial de la situación se concretó a fines de marzo de 1955, cuando un grupo numeroso de hombres armados atacó una compañía de infantería que patrullaba la zona, matándolos a casi todos. Rojas Pinilla, iracundo, declaró al oriente de Tolima "zona de operativos militares" el 4 de abril de 1955, y se preparó para someter a los campesinos sublevados. La historia de "La guerra de ViIlarrica" se ha narrado en mayor detalle en otro lugar." Baste aquí decir que el ejército colombiano reaccionó exageradamente contra una ciudadanía pobremente armada, donde la presencia de los comunistas era escasa. Los habitantes de veredas enteras fueron desplazados cuando se estableció el círculo militar; muchos de ellos huyeron hacia las inhóspitas montañas de Sumapaz hacia el oriente, lejos de fuentes de alimentos y medicinas. "A muchos de los nuestros los mataron", escribió una de las mujeres que participó en el éxodo. Y se hicieron matar por defendernos La tropa lo quemaba todo; tumbaba a machete los cafetales, los

93 Para más información sobre este punto, véase Gonzalo Sánchez, "La Violencia: de Rojas al Frente Nacional", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol 2, Bogotá, Planeta, 1989, p. 166. 94 Una extensa discusión sobre Varela y el oriente de Tolima antes del operativo militar adelantado allí en 1955, se encuentra en E. Marulanda, Op. cit., pp. 250-262. 95 Terofijo habló desde su enclave en el sur de Tolima, al otro lado del valle del Magdalena, al frente de Villarrica. Para más información acerca de sus actividades durante esta época, ed., Bogotá, Abejón Mono, 1973. véase Manuel Marulanda Vélez, Cuadernos de campaña, 96 Especialmente en J. D. Henderson, Op. cit., pp. 239-247, y Russell Ramsey, Guerrilleros y soldados, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, pp. 240-243.

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544 / La modernización en Colombia yucales y cuanto podíamos comer De siete hijos, apenas me quedan tres. 97 Historias como la suya llegaron a oídos de los habitantes de las ciudades colombianas durante 1955, contribuyendo a que la actitud frente a Rojas Pinilla y a su gobierno se endureciera. A medida que la Violencia se extendió en Colombia, Rojas adoptó unas

medidas políticas que unieron cada vez más a liberales y conservadores en su contra. Los dirigentes liberales ha-

bían comenzado a complotar una estrategia en contra de Rojas poco después de que el general asumió el poder. Alfonso López Pumarejo fue uno de quienes sostuvo desde un principio que los miembros de su partido debían negarse a colaborar con el régimen militar." El apoyo a la posición de no colaboración aumentó también entre los conservadores y los liberales después del mensaje de Año Nuevo de 1955, en el cual Rojas Pinilla anunció que no estaba dispuesto a levantar el estado de sitio. Inmediatamente después, proclamó la creación de su propio partido político, el Movimiento de Acción Nacional (MAN), en el que una serie de prominentes liberales y conservadores aceptaron

participar. MAN no floreció durante los meses que siguieron a su creación. Los dirigentes de los partidos se unieron a miembros dé la jerarquía eclesiástica, la cual había condenado al componente obrero de MAN por "peronista y anticatólico". La popularidad de Rojas se redujo también con el refuerzo de la censura. Al igual que Laureano Gómez, no deseaba que la prensa informara sobre su fracaso en contener la Violencia. Pero Rojas restringió a la pren-

sa mucho más que Gómez, en parte porque la creía responsable de exacerbar los odios políticos tradicionales. Durante 1955 aumentó las restricciones y estableció su propio órgano de propaganda, el Diario Oficial. El recrudecimiento de la censura gubernamental ocasionó el cierre temporal de El Tiempo en agosto de 1955, y la suspensión de los principales diarios liberales capitalinos al año siguiente." Las luchas que involucraban la censura a la prensa eran sólo una faceta del creciente conflicto entre los líderes de los partidos tradicionales y el gobierno. No obstante, más importante que la oposición de los partidos a Rojas fue la compleja relación

97 Germán Guzmán, La Valencia en Colombia. Ftirte descriptiva, Cali, Progreso, 1968, pp. 178-179. 98 Lo hizo por primera vez en marzo de 1954, en una reunión a la que asistieron Eduardo Santos, Darío Echandía y otros. Jorge Gartner de la Cuesta, Mis memorias, o devaneos inútiles de un desocupado, Manizales, Imprenta Departamental de Caldas, 1991, pp. 319-320. 99 Dos títulos acerca de la censura de prensa durante el gobierno de Rojas nos ofrecen Luis E. Agudelo Ramírez y Rafáel Montoya y Montoya, Los guerrilleras intelectuales, cartas, documentos e informaciones que prohibió la censura, Medellín, Bedout, 1957, y Fernando Gómez Martínez, Mordaza, diario secreto de un escritor público, 1955-1957, Medellín, El Colombiano, 1958.

entre liberales y conservadores que comenzó seriamente en 1955 y culminó a mediados de 1956, con la célebre reunión en España de Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo. La ruta que condujo a esta reunión estuvo llena de rodeos y pasó por Antioquia. Alfonso López Pumarejo fue el principal instigador del movimiento que llevó a la unión de liberales y conservadores a poner fin a la presidencia de Rojas. El dirigente liberal ganó un valioso aliado cuando regresó Alberto Lleras a Colombia, a mediados de 1955, después de haberse desempeñado durante diez años como presidente de la Organización de Estados Americanos. Lleras, de temperamento conciliador, pronto suscribió la tesis colaboracionista de su antiguo mentor político.m Para fines del año, se había unido a López para convocar la creación de un "frente cívico" bipartidista, dirigido a restablecer la paz y el gobierno constitucional en el país. No obstante, era necesario superar todavía tres graves problemas antes de poder alcanzar un acuerdo bipartidista. En primer lugar, la facción de Santos debía ser persuadida de negociar con Laureano Gómez y sus seguidores, a quienes despreciaban Santos y sus partidarios. En segundo lugar, los moderados conservadores ospinistas, la mayoría de los cuales eran antioqueños, debía distanciarse del gobierno militar que había recom-

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pensado ampliamente su apoyo. Finalmente, Laureano Gómez, quien tradicionalmente se había opuesto al bipartidismo por considerarlo una traición de los principios del partido, debía ser persuadido de que suscribiera el acuerdo. El presidente militar de la república ayudó de manera efectiva —aunque involuntaria— a sus enemigos políticos en 1956. La popularidad de Rojas Pinilla sufrió duros golpes en febrero de aquel año, y luego en agos-

to, cuando sus subalternos cometieron errores de juicio que costaron lá vida a más de mil ciudadanos, lo cual, a su vez, hizo que la gente del común perdiera su fe en el gobierno. El primer incidente ocurrió en Bogotá el domingo 5 de febrero, durante una corrida de toros. Sin que Rojas lo supiera, cientos de sus seguidores habían llenado la Plaza de Toros de Santamaría para vengarse de un incidente sucedido la semana anterior, cuando miembros del público habían insultado a miembros de la familia presidencial. En el momento acordado, los rojistas lanzaron vivas al gobierno, observando con cuidado a quienes no se unían a ellos y a quienes las respondían con abucheos. Los rojistas los golpearon luego con tal brutalidad que ocho personas murieron y ciento doce más resultaron heridas. Seis meses después, el 6 de agosto de 1956, un oficial del ejército que conducía un convoy de municiones hacia

100 Thomas Tirado, Alfonso López Pumarejo, el conciliador, Bogotá, Planeta, 1986, describe la evolución de lo que llama la "Tesis [frente nacionalista] de López".

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546 / La modernización en Colombia Bogotá desde el puerto de Buenaven-

tura, ordenó estúpidamente que el cargamento se estacionara en el centro de Cali. Temprano en la mañana del 7 de agosto, la munición estalló, destruyendo manzanas enteras y matando más de mil personas. Pronto se supo que las víctimas eran muchas más de las que pudieran haberse previsto, porque el convoy había sido trasladado a un barrio densamente poblado del centro de la dudad para no poner en peligro el exdusivo barrio donde se encontraba inicialmente." Rojas calificó el incidente como un acto de sabotaje perpetrado por los dirigentes liberales y conservadores quienes, en ese momento, se habían unido para derrocarlo. El inverosímil intento del presidente de culpar a sus oponentes políticos de una tragedia ocasionada por la incompetencia de los militares causó escándalo y sorpresa entre los colombianos. Rojas se vio obligado a retractarse de mala gana de la absurda e infundada acusación de que Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos y otras personas semejantes habían volado una porción significativa de la tercera ciudad del país." Rojas Pinilla acusó a los líderes liberales y conservadores de complicidad en la tragedia de Cali porque en el momento en que esta ocurrió, sen-

tía que el nudo político se apretaba alrededor de su cuello. Fue un nudo bipartidista que había tardado varios meses en hacerse. A comienzos de marzo de 1956, Alfonso López había escrito a los liberales antioqueños advirtiéndoles que, en caso de que se llegara a un acuerdo bipartidista, debían estar preparados para votar por un candidato presidencial conservador." Las palabras de López Pumarejo sorprendieron a los liberales antioqueños. Pero su carta fue tan convincente para los dirigentes del partido, que autorizaron a Alberto Lleras para que iniciara contactos con los dirigentes conservadores. Lleras se dirigió primero a Mariano Ospina Pérez, para preguntarle si él y otros de sus seguidores se unirían a un frente cívico en contra de Rojas Pinilla. Ospina, quien había apCiyado nominalmente a Rojas hasta aquel momento, se negó, argumentando que, de hacerlo, el acuerdo entre los dos partidos seguramente fracasaría. Según los argumentos de Ospina, Laureano Gómez y sus seguidores nunca aceptarían unirse a una coalición entre liberales y ospinistas. Si esto fuese así, el frente cívico estaría condenado al fracaso.'" En julio de 1956, Alberto Lleras Camargo viajó a España, donde es-

101 Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo XX, Bogotá, El Áncora, 1984, p. 112. 102 Estos incidentes se exponen con mayor detalle en S. Galvis y A. Donadío, Op. cit., pp. 465476, 507-513; Robert Dix, Colombia: The Political Dimensions of Change, New Haven, Yale University Press, 1967, pp. 217-220, 224-225. 103 La carta del 2 de marzo de 1956 se encuentra en Alfonso López Michelsen, Alfonso López Pumarejo, polemista político, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1986, pp. 253-254. 104 Entrevista personal con Abel Naranjo Villegas, 18 de junio de 1986.

peraba conseguir el apoyo de Laureano Gómez para el acuerdo bipartidista.'" Fi viejo caudillo recibió cálidamente a Lleras, indicándole que estaba complacido de unirse a sus antiguos enemigos políticos con el fin de restablecer el gobierno civil en Colombia. El 24 de julio, él y Lleras firmaron el Pacto de Benidorm, mediante el cual se unían liberales y laureanistas en "la campaña por la recuperación de la patria".'" El pacto afirmaba que, puesto que no sería razonable que liberales y conservadores renovaran su lucha por el poder inmediatamente después de restablecerse el gobierno civil, ambos lados deberían explorar vías alternativas para compartir el poder de manera equitativa. Muchos liberales se enfurecieron cuando se enteraron de que, después de años de luchas intestinas, los dos partidos habían decidido cooperar con tal facilidad que induso llegaron a negociar con El monstruo Laureano Gómez. El semanario Sábado expresó estos sentimientos en su edición del 4 de agosto, donde se formulaba la pregunta: "¿Y ahora se espera que negociemos con el doctor Laureano, con

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el doctor Andrade, con el doctor Montalvo? ¡Santa Madre de Dios!". Dos semanas después, el 18 de agosto, Sábado respondió a la pregunta en un editorial titulado: "iNunca negociaremos con Laureano Gómez!".'" Sin embargo, mientras que Sábado y Semana hablaban en nombre de los liberales del común, no reflejaban la realidad de la política partidista liberal. El 4 de agosto, nadie menos que Carlos Lleras Restrepo envió un telegrama a Lleras Camargo a España, en el cual le manifestaba su entusiasta apoyo a la cooperación bipartidista.'" Para fines de 1956, sólo el ala ospinista del conservatismo y aquellos miembros del partido íntimamente relacionados con el gobierno militar no habían suscrito el acuerdo de Benidorm. A fines de 1956, cada vez resultaba más evidente para el pueblo colombiano que el gobierno de las Fuerzas Armadas de Gustavo Rojas Pinilla no había conseguido traer ni paz ni prosperidad a la nación. La Violencia cobró más de once mil víctimas en 1956, haciendo de este año el sexto peor en la sangrienta historia del conflicto. Tolima se vio especialmente

105 Gómez y miembros de su familia se habían establecido en el pueblo mediterráneo de Benidorm, en la costa del suroriente español, desde su exilio de Colombia tres años antes. La familia Gómez había vivido cómodamente allí, gracias a la asignación mensual de tres mil dólares suministrada por el gobierno colombiano. 106 Camilo Vásquez-Cobo Carrizosa, El Frente Nacional, su origen y desarrollo. Memorias de Camilo Vásquez Carrizosa, Cali, Carvajal, 1969, p. 165. El pacto aparece en las páginas 164-165, e información sobre Benidorm en las páginas 145-162. 107 Análogamente, el editorialista de Semana del 13 de agosto, opinaba que, dado que los liberales atribuían a Gómez su pérdida del poder en 1946, la mayoría de los miembros del partido creían que unir fuerzas con él "no era moral ni políticamente posible". 108 C. Vásquez-Cobo, Op. cit., pp. 196-197. Luis Eduardo Nieto Caballero firmaba el telegrama al lado de Lleras.

548 / La modernización en Colombia afectado. Un gran número de refugiados continuaban llegando de la zona de conflicto alrededor de Villarrica a los pueblos y aldeas del valle y, en el sur de Tolima, las guerrillas liberales le rogaban al gobierno que las apoyara en su lucha contra los grupos comunistas que operaban en la misma zona. Según el principal diario de Tolima, 71ibuna, en 1956 había entre siete y diez mil guerrilleros operando en las regiones montañosas del norte, el sur y el oriente del departamento.m Confrontados con la incapacidad del gobierno de expulsar a la guerrilla comunista del departamento, algunos oficiales del ejército abogaron por el apoyo del gobierno a las "ligas de autodefensa campesina"."° Tales grupos existían de hecho, y habían estado operando desde el momento en que se supo que los comunistas habían rechazado la propuesta de amnistía del gobierno en 1953. Pero las guerrillas liberales estaban cansadas de luchar. Al abandonar la esperanza de que Rojas Pinilla tuviera una solución para su problema, una de las fuerzas irregulares de mayor tamaño, el Movimiento Revolucionario Nacional Liberal del sur de Tolima, encabezado por Leopoldo García (el General Peligro), había recurrido a los líderes políticos civiles para que le ayudaran a

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restablecer la paz en su devastada región."' Un aspecto particularmente desolador del resurgimiento de la Violencia durante el gobierno de Rojas Pinilla fue la proliferación de organizaciones paramilitares conservadoras conocidas como pájaros azules o, sencillamente, pájaros. Estos grupos estaban conformados por civiles armados que actuaban individualmente o en grupo para ayudar al ejército y a la policía a imponer su autoridad. Pero era un tipo de orden temible, pues las víctimas de los pájaros nunca sabían que había sido dispuesto su asesinato. Y como los pájaros disponían de gran movilidad, y a menudo eran ajenos a las zonas a las que se los enviaba, representaban un aspecto especialmente aterrador de la Violencia. "Hacer las cosas como un pájaro es hacerlas volando y en el acto [...] Y en verdad así se hacían".' ' 2 Los pájaros se originaron en el departamento del Valle. Rojas Pinilla, de hecho, contribuyó a la creación de estas organizaciones, cuando recurrió a los civiles para pedirles su ayuda en la pacificación de Cali durante la sublevación liberal del 9 y 10 de abril de 1948. Siendo entonces comandante de la Tercera Brigada del ejército, Rojas utilizó a los pájaros en los años

109 Tribuna, 1° de diciembre de 1956. 110 Tfibuna, 6 de diciembre de 1956. 111 Para mayores detalles sobre las guerrillas liberales en Tolima y Quindío durante el período comprendido entre el 13 de junio 1953 y el 10 de mayo de 1957, véase J. D. Henderson, Op. cit., pp. 226-252, y C. M. Ortiz Sarmiento, Op. cit., pp. 211-234. 112 A. Molano, Los arios del tropel. Crónicas de la Violencia, op. cit., pp. 13-172, presenta entrevistas con liberales que describen sus experiencias en regiones azotadas por los pájaros.

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posteriores al 9 de abril, explicando luego que, al mantener contacto con hombres como León María Lozano, El Cóndor, podía controlar indirectamente la violencia en el Valle. Defendió su relación con Lozano declarando que, después de haberse visto obligado a expulsar al pájaro del Valle en 1955, por el clamor popular en su contra,

tar pájaros se veían frustrados por agentes del SIC, quienes les avisaban dónde y cuándo se harían las redadas.'" De esta manera, la Violencia regresó a Colombia en el transcurso del régimen de Rojas Pinilla. Como sucedió en el caso de los pájaros, el presidente fue responsable, al menos indirectamente, de su resurgimiento. Esto frustró y amargó a un número cada vez más grande de colombianos [...] la violencia, en vez de terminary contribuyó a allanar el camino para se, revivió, porque ya un montón de el derrocamiento de Rojas a comiengente quedó sin ningún control, porque a esa gente violenta la controla- zos de 1957. Rojas Pinilla no se desempeñó ba él [Lozano]." 3 mejor en el manejo de la economía Un factor que complicó aún más que en encontrar una solución durala Violencia durante el gobierno de dera para la Violencia. La fuerte ecoRojas Pinilla fue el hecho de que nomía que había heredado el 13 de miembros de la nueva policía secreta junio de 1953 pronto se debilitó y luedel gobierno, el Servicio de Inteligen- go entró en crisis debido a los gastos cia Colombiano (SIC), hacían uso fre- y malos manejos del gobierno. Abuncuente de los pájaros para que les ayu- dantes ingresos y el deseo de ganarse daran a controlar a personas que el el favor de los votantes llevaron al pregobierno consideraba indeseables. A sidente y a sus asesores a destinar su vez, los agentes del SIC protegían enormes sumas de dinero a proyeca menudo a los pájaros de otros miem- tos de obras públicas en todas partes bros de las fuerzas armadas decidi- del país. A menudo, los dineros asigdos a eliminarlos. Así, el 6 de sep- nados a estos proyectos eran mal matiembre de 1955, el gobernador militar nejados y buena parte de ellos, sencide Tolima, César Cuellar, se quejó an- llamente robada. El nombramiento te su superior, el coronel Luis Ordó- de María Eugenia Rojas, la hija del ñez, de que sus esfuerzos por arres- presidente, quien por entonces tenía

113 Colombia, Senado, El proceso contra Gustavo Rojas Pinilla, Op. cit., p. 726. S. Galvis y A. Donadío, Op. cit., pp. 207-244, hace una exposición sobre la cercana relación entre Rojas y Lozano, así como fotografías de ambos en una reunión política realizada en 1952. En el momento en que se tomó la fotografia, Lozano había sido acusado de asesinar a varios liberales. Información adicional sobre la carrera de Lozano puede encontrarse en El Tiempo, 10 de marzo de 1959. Una excelente novela basada en la vida de Lozano es la de Gustavo Álvarez Gardeazábal, Cóndores no entierran todos los días, Bogotá, Plaza y Janés, 1985. 114 G. Guzmán, Op. cit., p. 64.

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veintiún arios, como directora de la nueva entidad de bienestar, Sendas, simbolizó el enfoque informal y personalista del régimen frente al manejo de los recursos públicos. Los precios del café comenzaron a caer a fines de 1954, agravando y acelerando los problemas generados por el mal manejo fiscal. Aunque la caída continuó durante el resto del período de Rojas, el presidente no modificó sus prácticas de gasto. En el transcurso de 1956, la deuda externa aumentó a un ritmo alarmante y las agencias internacionales de crédito adoptaron medidas para suspender los empréstitos. Entretanto, Rojas solicitó nuevos jets para la fuerza aérea y acorazados para la armada, y prosiguió con la construcción de nuevas y lujosas instalaciones para las principales bases del ejército en el país. El único esfuerzo que hizo el presidente para resolver la creciente crisis fiscal fue reemplazar al ministro de hacienda, Carlos Villaveces, por Luis Morales Gómez, quien tenía un enfoque conservador de la política fiscal Aunque Morales consiguió aplacar a las agendas de crédito extranjeras al acelerar los pagos e imponer medidas de austeridad, estas medidas fueron adoptadas demasiado tarde para ayudar a Rojas a preservar el poder."

El fin del régimen de Rojas llegó con rapidez. A fines de enero de 1957, su principal soporte en el ejército, el ministro de guerra Gabriel París, informó al país que Rojas se proponía extender su gobierno para el período 1958-1962. Esta noticia desconcertó a los oficiales del ejército, especialmente al comandante Rafael Navas Pardo, quien, aunque era amigo y seguidor de Rojas, estaba alarmado por el hecho de que la Violencia se había incrementado diez veces en 1956." La decisión de Rojas de prolongar su presidencia dejó estupefactos a los políticos colombianos, llevando a los dirigentes de las principales facciones liberales y conservadoras a formalizar su oposición a la dictadura."' Lo hicieron mediante una declaración conjunta, el Pacto de Marzo, en el cual expresaban su intención de "luchar incesablemente para restablecer el gobierno constitucional en Colombia". Alberto Lleras Camargo y Guillermo León Valencia, presidentes de los Directorios Liberal y Conservador, firmaron en nombre de sus partidos. A sus firmas seguían las de otros ciento cinco políticos prominentes liberales y conservadores." 8

115 Una excelente síntesis de los problemas económicos que aquejaron a Colombia en 1956 y 1957, y de los tardíos esfuerzos de Rojas Pinilla por solucionarlos, se encuentra en J. Martz, Op. cit, pp. 231-233. 116 Las muertes ocasionadas por la Violencia habían aumentado de 1.013 en 1955, a 11.136 en 1956. Véase Anexo 2. 117 F. J. Ocampo, Op. de., pp. 462-463. 118 El texto de este pacto aparece en José Bernardo García, La explosión de 'sayo, Cali, Imprenta Departamental, 1957, pp. 24-35.

A medida que circulaba esta declaración conjunta, la Anac, ahora dirigida por el principal colaborador de Rojas, Ludo•Pabón Núñez, adoptaba medidas para asegurar la prolongación del presidente en el poder. La manipulación que hizo Pabón de esta corporación llevó a quienes no eran seguidores de Rojas a renunciar a sus cargos el 23 de marzo." 9 Dos semanas más tarde, el frente cívico bipartidista proclamó a Guillermo León Valencia como candidato presidencial para el período 1958-1962. En aquel momento, el 8 de abril de 1957, la batalla política colombiana se inició de nuevo. Rojas Pinilla aceleró su caída al tratar de responder al desafio bipartidista por la fuerza. Un día después de anunciarse la candidatura de Valencia, los agentes del SIC arrestaron y encarcelaron a Belisario Betancur y a otros políticos conservadores cuando salían de una reunión política en el Colegio Mayor del Rosario.'" La policía secreta del presidente aumentó la vigilancia de los dirigentes de la oposición, poniendo a Guillermo León Valencia bajo arresto domiciliario en Popayán. El 2 de mayo de 1957, un día después de que las tropas hubieran rodeado la casa de Valencia, se presentó un enfrentamiento entre

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la policía y los estudiantes bogotanos, mientras estos distribuían volantes que decían "iMuérete, Rojas!" Durante el período transcurrido entre el manifiesto conjunto bipartidista del 20 de marzo y los esporádicos enfrentamientos entre los estudiantes y las fuerzas armadas el 2 de mayo, dos nuevos y poderos intereses se aliaron contra el gobierno. A fines de abril, el arzobispo Crisanto Luque denunció al régimen de Rojas por "ilegal" a los ojos de la Iglesia y de sus seguidores. Sólo una semana antes, el presidente de la Asociación Colombiana de Industriales (ANDI), había escrito a Rojas pidiendo el restablecimiento del gobierno constitucional. Pero el presidente se obstinaba en permanecer en el poder. Respondió diciendo que el continuado trastorno social le hacía imposible levantar el estado de sitio.'" Su respuesta a la Iglesia fue menos diplomática. El domingo siguiente a la denuncia de Luque, los funcionarios del gobierno apostaron tropas alrededor de las iglesias, para advertir a los dérigos que no debían atizar el fuego de la disidencia. Cuando agentes del SIP informaron a las tropas que rodeaban la Porciúncula —una enorme iglesia situada en el norte de Bogotá—, que el padre Severo Velásquez había

119 Los desarrollos ocurridos dentro de la Asamblea Constituyente a fines de 1956 y comienzos de 1957 se exponen en J. Martz, Op. cit., pp. 228-231, 233-236. 120 Entrevista personal con Belisario Betancur Cuartas, Bogotá, 2 de julio de 1985. 121 M. Medina, Op. cit., p. 105. Los dramáticos acontecimientos ocurridos en casa de Valencia en Popayán, durante los cuales el político conservador amenazó con matar a quien tratara de entrar, se describen en J. B. García, Op. cit., pp. 55-61. 122 H. Navia Varón, Op. cit., pp. 378-379.

552 / La modernización en Colombia pronunciado una feroz homilía contra Rojas, los soldados anegaron con mangueras de agua a los feligreses que salían, los mancharon con tinte rojo y dispararon gases lacrimógenos sobre la muchedumbre. Al día siguiente, Crisanto Luque, enfurecido, publicó una carta abierta de protesta contra Rojas, en la cual denunciaba las acciones de la policía en Bogotá, Cali y en otro lugares del país, como "inhumanas", "anticristianas" y condenadas a "producir amargos frutos y aún mayores males". 123 Durante los días que precedieron a la carta de Luque del 7 de mayo, los dirigentes del frente cívico habían organizado una huelga general dirigida a paralizar el país y obligar a Rojas a dejar la presidencia. A diferencia de intentos anteriores por derrocar al gobierno mediante una huelga general y que habían fracasado, el paro laboral del 6 al 10 de mayo de 1957 involucró a la mayoría de los sectores sociales y no sólo a una selecta minoría. Los dirigentes de la huelga, Alberto Lleras Camargo y Guillermo León Valencia, le comunicaron con antelación a los militares que su movimiento se oponía exclusivamente a Rojas Pinilla y no estaba dirigido contra las Fuerzas Armadas.'" Esta declaración debilitó en efectivo el principal grupo de in-

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinillo /

terés que apoyaba la dictadura de Rojas. Entretanto, la huelga se apoderaba cada vez con mayor fuerza del país. Los bancos no abrieron el lunes 6 de mayo. Cuando el gobierno envió gerentes para que los hicieran funcionar en una situación de emergencia, se les dijo que los cajeros habían desaparecido con las llaves de todas las cajas. En Antioquia, las fábricas suspendieron sus operaciones. Sus dueños, cuyo apoyo había sido obtenido nada menos que por Alfonso López Pumarejo, prometieron a sus trabajadores salarios completos mientras se desarrollaba la huelga. Esto sucedió también con los empleados de cuello blanco en toda la nación. Sus empleadores, muchos de los cuales estaban asociados a Fenalco, les habían ordenado que tomaran vacaciones remuneradas.'" En Cali, el movimiento contra Rojas fue de amplia base, apasionado y sangriento. Los caleños nunca dejaron de culpar a Rojas por la explosión de municiones que había matado a cientos de ciudadanos ocho meses antes. Cali fue la ciudad colombiana más afectada por los pájaros. A medida que se hicieron sentir los efectos de la huelga civil en Cali, los oficiales del ejército utilizaron asesinos a sueldo para interrumpir la huelga. "Autos

123 J. B. García, Op. cit., pp. 82-83. 124 El mensaje contenía también una amenaza indirecta a los militares. Lleras y Valencia señalaron que si los militares se oponían activamente a la huelga, estarían combatiendo "a los sectores más respetables e ilustrados de la población". M. Medina, Op. cit., p. 109. 125 Detalles sobre la huelga y su organización se encuentran en E J. Ocampo, Op. a., pp. 164-166; M. Medina, Op. cit., p. 109.

fantasmas" llenos de pájaros atacaron a los manifestantes en las calles y, el 9 de mayo, los pájaros aguardaron a los caleños cuando se dirigían a sus casas después de haber participado en una gigantesca manifestación celebrada en la plaza principal. La matanza de civiles inocentes y desarmados por sicarios que disfrutaban de la protección de los militares indignó al país y lo puso en contra de las Fuerzas Armadas.'" Esto, a su vez, desempeñó un importante papel en acelerar la caída de Rojas. El ejército había sido respetado tradicionalmente por los colombianos y los informes que llegaban de Cali, según los cuales los caleños estaban sometiendo a los soldados a "ataques verbales", causaron gran consternación al comandante del ejército general Rafael Navas y a sus colegas.'" Pocas horas después de los incidentes ocurridos en Cali el 9 de mayo, Navas presenciaría la renuncia de Rojas Pinilla. Rojas Pinilla tardó en advertir que sus últimos momentos en la presidencia habían llegado.'28 El miércoles 8 de mayo, en medio de la parálisis casi total de las instituciones nacionales, agradeció su "reelección" para la presidencia por parte de la

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Asamblea Nacional Constituyente a la que controlaba. En observaciones que celebraron su espúrea elección, transmitidas por la radio en la tarde de aquel día, Rojas atacó a sus contendores con una retórica populista y socialistá: No quiero que se inicie la lucha de clases [...] pero es necesario que estos señores oligarcas, que siempre tienen dinero para vivir holgadamente, comprendan que el dinero no se debe emplear para sacrificara Colombia, sino para dignificar a las masas trabajadoras.'"

Las palabras sonaban vacías. Los colombianos escucharon la diatriba, pero lo que oyeron fue a un dirigente desacreditado que había perdido a la mayor parte de sus seguidores originales. Incapaz de despertar el entusiasmo popular para la continuación de su gobierno, Rojas intentó una última apuesta que, de haber tenido éxito, lo habría mantenido en el poder al menos hasta el 7 de agosto de 1958. Se unió al Partido Conservador, con la esperanza de conseguir que los dirigentes ospinistas y alzatistas apoyaran su gobierno, ofreciéndoles los más altos cargos. En la tarde del 9 de mayo,

126 Una escalofriante fotografía que aparece en J. Bernado García, Op. cit., p. 107, muestra a un "pájaro" junto con soldados y policías, pistola en mano, preparándose para disparar sobre la muchedumbre. 127 El general Navas afirmó lo anterior en una entrevista concedida a El Tiempo, el 10 de mayo de 1959. 128 No obstante, había anticipado dificultades. Algunos días antes, había enviado a algunos miembros de su familia a Nueva York. 129 H. Navia Varón, Op. cit., p. 431. Entre sus más obstinados seguidores y asesores intelectuales se encontraban el populista Carlos Villaveces y el socialista Antonio García.

Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla /

554 / La modernización en Colombia Rojas se reunió con su gabinete y con Antonio Álvarez Restrepo, antiguo ministro de hacienda en el gobierno de Laureano Gómez y, hasta su renuncia, presentada cuatro días antes, presidente del Banco Cafetero. Al final de la reunión, Álvarez Restrepo tuvo la temeridad de preguntar al presidente, "¿Por qué no devuelve usted la libertad?". Rojas ignoró la pregunta y pidió al banquero que organizara una reunión de "ciudadanos conservadores de la más alta representación" para que le ayudaran a resolver la crisis.'" Álvarez Restrepo abandonó el palacio presidencial y convocó una reunión de los más importantes dirigentes conservadores en su casa. Durante la noche del 9 de mayo y hasta altas horas de la madrugada del 10, el grupo discutió acerca de cómo debería gobernarse a Colombia una vez que Rojas renunciara. Ansioso por saber si habían aceptado su propuesta de constituir un gobierno hegemónico militar conservador, en el cual hubiera podido continuar como jefe de Estado, Rojas envió al general Navas Pardo a casa de Álvarez Restrepo. Navas llegó alrededor de las diez de la noche; seis horas después, se marchó para informar a Rojas que el futuro político inmediato de la nación había sido decidido.

La escena que se desarrolló en casa de Álvarez Restrepo fue a la vez dramática y algo que sólo hubiera podido ocurrir en Colombia. Antes de la llegada de Navas, los conservadores habían decidido que Rojas debía abandonar el cargo y que el gobierno que habría de sustituirlo debía ser bipartidista. Navas, quien representaba a los militares, había aceptado la condición de los civiles de que Rojas renunciara, pero insistió en que él y sus colegas debían gobernar la nación hasta la terminación del período presidencial de Rojas Pinilla, esto es, hasta el 7 de agosto de 1958, momento en el cual los civiles asumirían de nuevo la presidencia. En el transcurso de la noche, se aseguró telefónicamente a los líderes del frente cívico, Alberto Lleras Camargo y Guillermo León Valencia, que la idea del frente cívico bipartidista, formalizada un año antes mediante el Pacto de Benidorm, sería respetada. Gilberto Abate Avendaño y Carlos Villaveces llegaron sin ser invitados a participar en estas deliberaciones, pero fueron "rechazados bruscamente" por los asistentes, la mayoría de los cuales culpaba a Alzate por haber llevado a Rojas al poder.'" La forma que habría de adoptar la política colombiana en el período posterior a Rojas resultaba cada vez más clara.

130 Antonio Álvarez Restrepo, Testimonio de un hijo del siglo, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1992, pp. 201-206. 131 Las principales fuentes que tratan acerca de estos acontecimientos proceden de cinco de las personas que asistieron a esta reunión: A. Álvarez Restrepo, Op. cit., pp. 202-212; F. J. Ocampo, Op. cit., pp. 462-474; H. Jaramillo Ocampo, Op. cit., pp. 119-152; Hernando Navas Pardo, El Tiempo, 10 de mayo de 1959; H. Navia Varón, Op. de., p. 431. Este último,

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En medio de esta agitación, y de del 10 de mayo. Cuando se le comulas idas y venidas de aquella noche, nicó que su propuesta de constituir hubo quienes se aseguraron de que un gobierno conjunto entre los conlas partes interesadas que no se en- servadores y los militares encabezacontraban presentes se mantuvieran do por él mismo había sido rechazaplenamente informadas de lo que da, Rojas preguntó sencillamente: ocurría cuando Navas Pardo se re- "¿Y cuál proponen ellos entonces?". unió con los notables conservadores. Navas explicó que los civiles exigían Así, los felices bogotanos ya se encon- su renuncia inmediata, pero que hatraban en las calles, "preconizando bían aceptado un gobierno militar de jubilosamente la caída de Rojas", cuan- transición. "Navas, me parece que do Navas Pardo se dirigió a informar esta fórmula es aceptable", responal presidente que debía renunciar de dió Rojas, a quien se le permitiría inmediato. Entre quienes se tomaron seleccionar a los miembros de la Junlas calles, muchos de ellos haciendo ta Militar como un gesto que salvaba sonar la bocina de sus autos, y alguno su honor.'" Con esto, se retiró a sus tocando el saxofón, estaban los libera- habitaciones privadas, donde redacles, felices de que su partido pudiera tó su carta de renuncia y empacó sus ingresar de nuevo al proceso político efectos personales.'" Más tarde, Rocivil que se habían visto obligados a jas leyó su carta de renuncia en la abandonar más de siete años antes.'" Radio Nacional. El ruido que hacían Fue un Gustavo Rojas Pinilla bas- más de cien mil colombianos que cetante descontento quien saludó al co- lebraban alrededor de las edificaciomandante Navas Pardo en la mañana nes del gobierno podía escucharse en

publicado por el ministro de gobierno de Rojas, es una amarga diatriba en la que se describe a Navas Pardo como un traidor a Rojas Pinilla, y a Álvarez Restrepo y a otros conservadores que negociaron con Navas como personas que debilitaron fatalmente a su partido al acordar compartir el gobierno con los liberales. 132 La alegre celebración que se dio con ocasión de la caída de Rojas tuvo su lado político práctico. Los líderes liberales, temiendo una traición de último momento por parte de los conservadores y los militares, urgieron a sus copartidarios a tomarse las calles. Sabían que el clamor de miles de celebrantes reunidos en torno a los edificios del gobierno ayudaría a consagrar y a dar vigencia a su acuerdo para compartir el poder. 133 Rojas, desde luego, no tuvo la libertad de elegir a ninguno de sus más cercanos colaboradores como miembros de la Junta, hecho que se hizo evidente al induir al general Luis Ordóñez en este quíntuple cuerpo. Ordóñez había encabezado a aquellos militares que sostenían que Rojas debía renunciar. A. Escobar Camargo, Op. cit., p. 240; James M. Daniel, Rural Violence in Colombia since 1946, Princeton, Princeton University, 1965, p. 100. Sin embargo, Rojas tuvo la satisfacción de nombrar a su amigo el general Gabriel París como presidente de la Junta. 134 Un cheque por la suma de diez mil dólares, con cargo al Banco de la República y descrito como un avance de su pensión, le fue extendido para cubrir sus gastos iniciales en el exilio.

556 / La modernización en Colombia el trasfondo. A fines del día, el 10 de mayo de 1957, partió por avión, llegando finalmente a España, la mis-

ma nación que había albergado al hombre a quien él había enviado al exilio casi cuatro años antes."'

12 Una época de transición,1957-1965 El Frente Nacional

Durante los meses que siguieron a

la caída de Rojas Pinilla, los dirigentes liberales y conservadores desarrollaron los detalles del acuerdo para compartir el poder que fue llamado Frente Nacional. Según las disposiciones del acuerdo, enunciadas en el plebiscito de diciembre de 1957 y en la legislación subsiguiente, los dos partidos gobernarían conjuntamente durante doce años. Luego se extendió este período a dieciséis años. La presidencia sería alternada en intervalos de cuatro arios y todos los otros puestos de elección popular serían compartidos por partes iguales. Los políticos que no pertenecieran a los partidos Liberal o Conservador no podrían ocupar cargos de elección popular durante el período acordado.

135 Hubo un momento de pánico aquella tarde, cuando la comitiva que escoltaba a Rojas al alropuerto regresó súbitamente al palacio presidencial. Al bajarse de su auto, Rojas tranquilizó a los espectadores cuando se volvió hacia ellos y dijo: "Perdonen. Casi se me queda `131ackie' (mi perrito)". Semana, 17 de mayo de 1957, p. 7.

Los estudiosos de la política califican a estos regímenes legalmente constituidos en los que se comparte el poder como coasociativos, pues en ellos las élites políticas organizan los sistemas democráticos caóticos mediante negociaciones adelantadas a favor de sus electores.' La principal desventaja de estos acuerdos reside en las restricciones que les imponen a los procesos democráticos. Y el Frente Nacional fue una forma excepcionalmente limitada de coasociación, que restringía el acceso a los procesos electorales a los miembros de los partidos tradicionales del país. Sin embargo, cuando se concibió y durante sus primeros años de funcionamiento, la mayoría de los colombianos lo consideró un mecanismo ideal para restablecer el gobierno democrático y poner fin a la Violencia.'

1 Jonattian Hartlyn, The Politics of Coalition Ruiz in Colombia, Nueva York, Cambridge University Press, 1988, trata al Frente Nacional como un acuerdo coasociativo. Este término fue acuñado por Arend Lijphart, "Consociational Democracy", World Polla, (21), ene., 1969, pp. 207-225. 2 Para la década del sesenta, los colombianos habían designado al sangriento conflicto desarrollado entre 1947 y 1965 como la Violencia, para distinguirlo de otros casos anteriores de violencia civil y de casos posteriores a él.

Una época de transición, 1957 1965 / -

558 / La modernización en Colombia Adicionalmente, permitió al gobierno realizar una serie de reformas sociales que fueron bien acogidas por la mayor parte de los ciudadanos. Entre ellas, las principales fueron la notable expansión de la educación pública y el lanzamiento del publicitado programa de reforma agraria. Gracias a este acuerdo, Colombia pudo continuar con la modernización social y económica que había transformado de tal manera al país durante el siglo xx. El entusiasmo popular por el Frente Nacional fue matizado por las críticas que recibió de distintos sectores. Algunos liberales se opusieron al requisito de que a los conservadores, que eran una minoría, se les debieran garantizar cargos políticos a los que no hubieran accedido en condiciones normales. Entre los enemigos del Frente Nacional hubo una franja radical que eligió expresar su descontento en la manera tradicionalmente colombiana de armarse en contra del gobierno. La furia de quienes se encontraron legalmente exduidos del gobierno según las condiciones establecidas en el acuerdo aumentó con el transcurso del tiempo. También los ciudadanos corrientes se hastiaron pronto de esta modalidad de gobierno. En este sentido, el acuerdo tuvo demasiado éxito. Despolitizó ala sociedad colombiana en un momento en que la creciente sofisticación y diversidad social actuaban en detrimento de las creencias tradicionales de toda índole. Los políticos cada vez resultaban menos interesantes para los colombianos, pues su impacto sobre la vida cotidia-

na se había debilitado. Y en la medida que el Frente Nacional aumentó el tamaño del gobierno, e incrementó el amiguismo, el clientelismo, el derroche y la corrupción, tuvo el efecto adicional de alienar a los colombianos de la política en general. No obstante, la insatisfacción popular con el Frente Nacional semidemocrático fue lenta en un comienzo. Durante los años iniciales, hubo un período de luna de miel, durante el cual los colombianos corrientes agradecieron a los líderes tradicionales por haber restablecido el gobierno democrático. Inmediatamente después del derrocamiento de Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1957, Colombia se vio restringida a la visión de los líderes tradicionales que forjaron este pacto único. Alfonso López Pumarejo recibió honores como el hombre que, más que ningún otro, había suscrito el bipartidismo como manera de superar el conflicto entre liberales y conservadores. Años atrás, en 1946, había hecho la inviable sugerencia de que los líderes conservadores eligieran a su candidato presidencial para ese período de entre una lista presentada por el Directorio Liberal. Los conservadores rechazaron esta propuesta como una ridícula estratagena dirigida a unificar a los liberales para derrotar a su candidato, Mariano Ospina Pérez. López revivió la idea de la colaboración entre liberales y conservadores una década más tarde, cuando el país se vio afectado por el efecto conjunto de la Violencia y el creciente autoritarismo de Rojas Pinilla. En marzo de 1956, propuso

la cooperación bipartidista en la forma de compartir el poder en las corporaciones de elección popular, con la promesa de que los liberales votarían por un presidente conservador

después de la caída de Rojas. 3 Los liberales corrientes se mostraron espantados ante la idea de votar por un conservador —quizás induso por el odiado Laureano Gómez— como el precio que habrían de pagar por restablecer el gobierno civil. Pero la audaz propuesta de López los llevó a considerar alguna forma de acción conjunta con sus tradicionales enemigos' La construcción de la coalición continuó cuando, meses después, el jefe del Partido Liberal, Alberto Lleras Camargo, viajó a Benidorm, España, para obtener la aprobación de Gómez para el proyecto. Durante toda su carrera, Laureano Gómez se había opuesto a acuerdos semejantes por considerarlos una trai-

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ción a los principios conservadores. Pero tres años de exilio le habían dado oportunidad de reconsiderar su posición. Suscribió entonces la propuesta de Lleras de compartir el po-

der, llegando incluso a redactar él mismo la versión final del Pacto de Benidorm. Mientras que buena parte del texto estaba dedicada a condenar a Rojas y a su gobierno, contenía también la expresa aprobación de Gómez de la creación de "un gobierno o sucesión de gobiernos de coalición amplia de los dos partidos". 5 El paso siguiente para la consolidación del Frente Nacional colombiano se dio ocho meses después, en marzo de 1957, poco menos de dos meses antes de la caída de Rojas. El Pacto de Marzo, como se lo llamó, repitió el llamado a compartir el poder y a la alternación en la presidencia. Fue firmado por prominentes liberales y conservadores. El mismo grupo

3 Más detalles sobre las propuestas de López para promover el bipartidismo se encuentran en Álvaro Tirado Mejía, ed., El pensamiento de Alonso López Pumarejo, Bogotá, Banco de la República, 1986, p. 97, y en Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, vol. 2, Jorge Mario Eastman, comp., Bogotá, Retina, 1980, pp. 641-642. 4 López y sus más cercanos colaboradores, en realidad habían estado buscando un acuerdo con los conservadores que pusiera fin a la Violencia, al menos durante cinco años. En 1951, el lopista Alfonso Romero Aguirre, Caída y aniquilamiento del liberalismo, Bogotá, Iqueima, 1951, p. 45, propuso una solución para el impasse político, en la alternación del control político del gobierno. En febrero de 1954, a medida que Rojas se mostraba cada vez más autoritario, los liberales expresaron de nuevo la posibilidad de una acción conjunta con los conservadores. Un mes más tarde, el 25 de marzo, Alfonso López escribió en El Tiempo que un regreso al gobierno tradicional podría lograrse a través de un acuerdo para compartir el poder, sancionado por un plebiscito nacional. Jorge Gartner, Mis memorias o devaneos inútiles de un desocupado, Manizales, Imprenta Departamental de Caldas, 1991, pp. 319-320; Colombia, Cámara de Representantes, Por qué y cómo se folió el Frente Nacional, Bogotá, Imprenta Nacional, 1959, pp. 9-10. 5 Camilo Vásquez Cobo Carrizosa, El Frente Nacional, su origen y desarrollo. Memorias de Camilo Vásquez Carrizosa, Cali, Carvajal, 1969, p. 164. Véanse las páginas 147-165 donde se expone el viaje de Lleras. -

560 / La modernización en Colombia de dirigentes políticos, autodenominado Frente Cívico, planeó y ejecutó luego el derrocamiento de Rojas. Acordó también el nombre de Guillermo León Valencia como el conservador que se presentaría a las elecciones como primer presidente de la coalidón.° Durante los días inmediatamente siguientes a la caída de Rojas Pinilla, la mayoría de los colombianos, políticos y no políticos por igual, supusieron que Valencia, en efecto, sería presidente en 1958. No obstante, la candidatura de Valencia pronto naufragó debido a la división del Partido Conservador. Valencia no era un candidato aceptable para Laureano Gómez y su movimiento, al parecer porque los principales seguidores del político caucano eran aquellos conservadores que habían derrocado a Gómez en 1953. En un campo más sutil, Valencia fue víctima de una división que tenía a la vez un carácter regional y filosófico, y que siempre había enfrentado a los conservadores entre sí. Los conservadores moderados —los "nacionalistas" de antaño— cuyo bastión era Antioquia y sus alrededores, se habían resistido siempre a las propuestas de sus copartidarios más ideológicos, cuya fuente geográfica de poder se extendía del norte de Cundinamarca a Boyacá y Santander.

Una época de transición, 1957-1965 /

Diez días después de que Rojas saliera de Colombia, Laureano Gómez notificó que debía contarse con sus opiniones. "Yo no adhiero a la candidatura de Guillermo León Valencia", le dijo a Camilo Vásquez. Y añadió hipócritamente: "El partido me abandonó, y ahora no estoy obligado a decir qué se debe hacer". 7 Cuando Valencia se enteró de la oposición de Gómez, intentó aplacar al viejo caudillo mediante una serie de declaraciones públicas. Pero Valencia era un político cuyos discursos, aunque ingeniosos, "incurrían en inexactitudes e imprudencias tan torpes que, si por una parte hacían reír, por la otra resultaban aterradores". 8 Prontdemsóuiparl oratoria. En un discurso pronunciado en Medellín el 24 de junio de 1957, antes de un banquete ofrecido por prominentes conservadores antioqueños, dijo Valencia: "El retorno de Rojas sería el regreso de un prófugo y el de Laureano Gómez el retorno del corazón de la patria". 9 Sus palabras cayeron como agua helada sobre la audiencia. No se trataba solamente de que Valencia elogiara al hombre a quien más detestaban los ospinistas y contra quien alegremente complotaron en 1953 para derrocarlo, sino que lo hizo ante los principales seguidores de Ospina Pérez.'°

6 El texto del Pacto de Marzo se encuentra en J. Bernardo García, La explosión de mayo, Cali, Imprenta Departamental, 1957, pp. 24-35. 7 C. Vásquez, Op. cit., p. 261. 8 Ibíd., p. 269. 9 Pedro Nel Giraldo, Don Fernando. Juicio sobre un hombre y una época, Medellín, Granamérica, 1963, pp. 472-473. 10 Ibíd., p. 472.

Alberto lleras Camargo se encontraba presente aquella noche. Como lo recuerda Pedro Nel Giraldo, cuando Valencia denigró de Rojas y elogió a Gómez, "lleras alzó la vista más allá del horizonte". Luego se dirigió a la concurrencia "con palabras calibradas e intencionadas, de múltiples tonos y con timbrada voz de radiofonista". Los liberales que habían asistido aplaudieron su discurso con entusiasmo, dejando a los conservadores con la sensación de que sería Alberto Lleras, y no Guillermo León Valencia, el próximo presidente de la nación." Los dirigentes liberales no perdieron tiempo en aplacar a Laureano Gómez a expensas de Valencia y de los ospinistas. Menos de un mes después del banquete de Medellín, Alberto lleras viajó a España por segunda vez. Allí, él y Laureano Gómez redactaron un documento en el que suscribían explícitamente la paridad en las corporaciones de elección popular y de designación, y una alternación en la presidencia durante tres períodos, en los cuales el primer designado sería un conservador. Aunque el Pacto de Sitges fue redactado por Lleras, enunciaba claramente la tesis laureanista según la cual Rojas Pinilla había sido un tirano, y su Asamblea Nacional Constituyente, dominada por los ospinistas, una corporación espuria, "cuya invalidez quedó demostrada por la insurrección del país entero contra sus actos".' 2

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La discordia conservadora se intensificó mientras Gómez preparaba su regreso al país. Induso antes del Pacto de Sitges, la estrategia del exilado líder de atacar a los colaboradores ospinistas de Rojas Pinilla se había hecho evidente. El 4 de julio de 1957, el editorial de El Siglo decía que a Ospina Pérez, Gilberto Alzate y otros, que habían organizado el golpe del 13 de junio de 1953, no se les debía permitir participar en la reconstitución del gobierno civil. Gómez regresó a Colombia el 5 de octubre de 1957, haciendo que su llegada coincidiera con una convención de conservadores ospinistas que se realizaba en Bogotá. Viajó directamente a Cali, donde sus seguidores habían organizado una convención del partido. A su llegada, redactó una carta abierta a Luis Navarro Ospina, presidente de la reunión de Bogotá. Fue una de las más polémicas de Gómez, y revivió la antigua acusación de que los antioqueños —especialmente los ospinistas— anteponían las preocupaciones económicas a todas las demás: El equipo que colaboró con el tirano en la ruina de la República, que fue insensible ante el despilfarro y ante la inmoralidad administrativa, invoca ahora la grave situación económica que ellos contribuyeron a crear mientras se enriquecían, para que la opinión los perdone y para mantener usurpadas situaciones de predominio.

11 !bid., p. 473. 12 Este documento aparece en C. Vásquez, Op. cit., pp. 277-283.

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Una época de transición, 1957 - 1965 I

/ La modernización en Colombia

Rgura121 Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo en Sitges, España, julio de 1957 Fuente: Archivo fotográfico de Álvaro Gómez Hurtado

Si la división conservadora es un gran mal, y si el país está arruinado, los responsables son ustedes."

Nadie contradecía a Gómez en la campaña que emprendió para vengarse de los ospinistas. El 19 de octubre de 1957, pronunció el último de sus mensajes doctrinarios, un discurso titulado "Oro y escoria". Este discurso evocaba los primeros editoriales que había publicado cerca de medio siglo atrás en La Unidad. Con un

equipo de primeros auxilios preparado para revivirlo de ser necesario, Gómez elogió su propio tipo de conservatismo doctrinario como la única fe verdadera del partido. Mientras apelaba a la unidad del partido, deploraba la idea de unirse a "los delincuentes", como llamaba a quienes habían apoyado activamente o aceptado pasivamente a Rojas Pinilla. 14 En el transcurso de la reunión, los laureanistas denunciaron en repetidas

ocasiones a Mariano Ospina Pérez, a Roberto Urdaneta Arbeláez, a Lucio Pabón Núñez, a Gilberto Alzate Avendaño y a otros de los que habían negociado con Rojas entre el 13 de junio de 1953 y el 10 de mayo de 1957. Rechazaron también oficialmente la candidatura de Guillermo León Valencia. Luego de terminada la convención de Cali, Gómez se preparó de nuevo para doblegar la política nacional a su voluntad. Durante sus deliberaciones, los laureanistas habían decidido que podían invalidar la candidatura de Valencia, al insistir en que los conservadores que pertenecían al Congreso nacional, elegidos democráticamente, eligieran su propio candidato presidencial. Como era probable que los candidatos laureanistas obtuvieran una mayoría de cargos conservadores en la contienda electoral que se aproximaba, Gómez y sus seguidores estarían en condiciones de nombrar al primer presidente del Frente Nacional. Desde fines de 1957, las elecciones para presidente y para Congreso estaban establecidas para el mismo día, y Guillermo León Valencia era el único candidato proclamado para la jefatura del país. La tarea de Gómez era, entonces, forzar la aceptación de anticipar las elecciones para el Congreso, de manera que tuvieran lugar

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antes de la elección presidencial. Recurrió al sencillo expediente de exigir, en un discurso transmitido por la radio nacional, que las elecciones para el Congreso se hicieran antes de la contienda presidencial.' s El disairso tuvo el efecto previsto. Los miembros de la Junta Militar reunieron apresuradamente a los principales políticos de la nación y les pidieron que resolvieran el impasse. Después de varios días de negociaciones, Laureano Gómez obtuvo lo que deseaba. Se acordó que las elecciones para el Congreso antecedieran a la elección presidencial y que, después del voto, conservadores y liberales ratificarían la candidatura de Valencia o bien encontrarían a otra persona aceptable para ambos partidos. A cambio de ello, Gómez aceptó que el plebiscito se realizara en la fecha prevista, el 1 de diciembre de 1957. 16 Los colombianos sancionaron por una mayoría abrumadora el Frente Nacional en el plebiscito. Más de cuatro millones de votos fueron consignados a su favor y sólo doscientos mil en su contra. Esto representó la mayor votación obtenida hasta entonces en la historia nacional y se explicó, en parte, por el hecho de que las mujeres pudieron votar por primera vez. El plebiscito establecía asimismo que el 10% del presupuesto nacional

15 El discurso, contenido en Ibid., pp. 73-77, fue leído por Guillermo Salamanca. 16 El acuerdo, conocido como El Pacto de San Carlos, se encuentra en /Ud., pp. 78-79. Entre 13 El Siglo, 13 de octubre de 1957. 14 Partido Conservador, Directorio Conservador de Cundinamarca, Oro y escoria, Bogotá, Ediciones LV, 1958.

sus signatarios estaban Laureano Gómez, Alfonso López Pumarejo, Mariano Ospina Pérez y Alberto Lleras Camargo. Además, firmaron Carlos Lleras Restrepo y Álvaro Gómez Hurtado.

564 / La modernización en Colombia debería ser asignado en lo sucesivo a la educación." Una fuerte campaña para las siguientes elecciones legislativas ocupó los primeros meses de 1958. El Siglo publicó una serie de fotografías en primera página donde mostraba a prominentes ospinistas festejando a Rojas Pinilla durante los primeros días del gobierno del general. Entretanto, los enemigos de Gómez describían a su antagonista como un hombre que había establecido su propio régimen dictatorial. El 16 de marzo, las elecciones confirmaron la predicción de Gómez de que su partido ganaría. Cerca del 60% de los conservadores votaron por los laureanistas. La mayor parte de los conservadores restantes votaron por candidatos ospinistas. Una vez terminado el tonteo de los votos, fue evidente que la candidatura de Valencia estaba enterrada. Desde ese momento, se supo que serían Laureano Gómez y los liberales, cuyos candidatos habían obtenido el 60% de los votos, quienes elegirían al nuevo presidente. La historia política de Colombia tiene pocos momentos más llenos de extrañeza y paradojas que el período comprendido entre las elecciones legislativas de marzo y la contienda presidencial realizada a comienzos de mayo. Los líderes de la nación, en el transcurso del año anterior, habían di-

señado un extraordinario acuerdo dirigido a despolitizar un sistema cuyo colapso fue casi completo durante la truncada presidencia de Laureano Gómez. Él era el hombre a quien culpaba la mayoría de los colombianos por la Violencia, que para entonces había cobrado más de doscientas mil vidas. Era odiado por la mayor parte de sus compatriotas. Y, sin embargo, fue el centro de atención de todos durante los meses de marzo y abril de 1958. No sólo en eso residía la extrañeza de aquel momento. Convocado para que de nuevo eligiera al monarca, Laureano Gómez, el hombre que lo había sacrificado todo para defender al conservatismo, eligió a un liberal como primer presidente del Frente Nacional. A fines de marzo de 1958, le escribió a Alberto lleras, isugiriéndolo como su candidato para las elecciones de mayo! ' 8 La historia de las turbulentas semanas comprendidas entre la elección de Lleras y la contienda legislativa que la precedió se narran con mayores detalles en otro lugar.i9 Basta decir que los conservadores se sintieron sorprendidos y muchos de ellos, ultrajados, por el hecho de que Gómez hubiese elegido a un liberal. Lo condenaron como traidor a su partido y muchos desertaron de sus filas. Sin

17 El texto del documento se encuentra en Colombia, Cámara de Representantes, Op. cit., pp. 42-45. 18 Laureano Gómez, Obras selectas, vol. 2, Bogotá, Imprenta Nacional, 1989, pp. 797-799. Gómez le dijo a Lleras que el siguiente presidente debía ser un conservador. 19 Especialmente en John Martz, Colombia a Contemporary Political Survey, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1962, pp. 267-272.

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embargo, Alberto lleras era, sin duda, el hombre más popular de Colombia en aquel momento, el líder del partido político más grande del país, y un liberal que le agradaba a Gómez y en quien confiaba. Al elegir a Lleras, Gómez le dio el golpe de gracia a la candidatura de Guillermo León Valencia e infligió una hiriente derrota a sus enemigos ospinistas. Más importante aún, al promover la candidatura de Lleras, Gómez de hecho propició los intereses de su propio partido.

Cuando aceptaron a lleras, los liberales se comprometieron a apoyar a un conservador para el período presidencial de 1970-1974, prolongando así el Frente Nacional a dieciséis años. De esta manera, Gómez, el líder de una facción de un partido que no habría de tener una mayoría nacional durante muchos años, le garantizó no una, sino dos presidencias. Alberto Lleras tardó en aceptar la candidatura hasta una semana antes de las elecciones. Durante aquellos frenéticos días, él y Laureano Gómez promovieron con entusiasmo el acuerdo mediante el cual Colombia pondría fm a la violencia. El 27 de abril, Gómez cerró la campaña con una declaración de su confianza en el Frente Nacional: Estamos en los albores de una vida nueva que aspira a la paz, al bienestar y ala reconciliación [...J. Creo en ella, y por eso le he entregado la to-

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talidad de mis esfuerzos. Avancemos, pues, por las amplias sendas que se abren ante nosotros, con la serena confianza de quienes han sabido cumplir con su deber."

Alberto Lleras no fue menos elocuente. En un discurso pronunciado en Medellín el 21 de abril, prometió que el Frente Nacional ayudaría a educar a los colombianos en los procedimientos democráticos. Y, ¿cómo se logra tan singular proce-

so de educación democrática?, [preguntó]. Por lo pronto, quitando todos los incentivos al sectarismo, que no vive solamente de tradiciones, recuerdos crueles y pasiones puras, sino que se alimenta del indebido aprovechamiento de los dineros públicos, del reparto de empleos a los ineptos, de la premiación de servicios y el encubrimiento de la delincuencia."

Unos pocos se mostraron renuentes a aceptar la tutela que les ofrecían Lleras y Gómez. Algunos de los más fervientes seguidores de Rojas Pinilla intentaron sabotear las elecciones organizando un golpe militar. En Bogotá, las tropas al mando del oficial del ejército Hernando Forero, secuestraron brevemente a Lleras Camargo. Rojas cruzó la frontera venezolana y se preparaba para hacer su entrada triunfal en Bogotá. Gilberto Alzate Avendaño llegó incluso a redactar una proclama en nombre de la Asamblea Nacional Constituyente disuelta un

20 L Gómez, Op. cit., vol. 2, p. 805. 21 Alberto lleras Camargo, Sus mejores páginas, Bogotá, Compañía Grancolombiana de Ediciones, 1959, p. 193.

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año antes, anunciando la reanudación del gobierno del general. Pero el intento de golpe fracasó. Rojas regresó a Venezuela y Alzate rompió su proclama." Las elecciones se realizaron el 4 de mayo de 1958 y Lleras obtuvo cerca de dos millones y medio de votos. Un candidato conservador de protesta, surgido al último momento, Jorge Leyva, obtuvo seiscientos mil votos.23 El espíritu de la armonía bipartidista invadió a Colombia en las semanas que siguieron a la elección de Lleras. El 20 de julio, el Congreso se reunió por primera vez en casi nueve años. Los miembros de la mayoría laureanista-liberal se pusieron de pie y aplaudieron cuando Laureano Gómez, quien había obtenido uno de los puestos del Senado el 16 de marzo, entró a la sala. Los senadores procedieron a elegir a Gómez presidente de la corporación, como lo habían hecho veinticuatro años antes, cuando Alfonso López Pumarejo era presidente electo del país. Gómez agradeció al Congreso y reiteró su apoyo al Frente Nacional. Cuando uno de sus copartidarios comenzó a criticar a la Junta Militar que había gobernado al país desde la caída de Rojas, Gómez lo hizo callar diciendo:

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[...] aquí vinimos a trabajar por la reconstrucción de la patria, no a oír palabras destempladas que no vienen al caso. No vinimos a dañar el ambiente de paz. 24

El 7 de agosto de 1958, Laureano Gómez se encontró, una vez más, en el centro de la atención nacional cuando, como presidente del Senado, recibió el juramento de Alberto Lleras como presidente. Al advertir que había ocupado aquel lugar dos veces antes, en 1934 y en 1950, cuando él mismo había asumido la presidencia, Gómez expresó su esperanza por el futuro de Colombia así como cierta contrición por su antigua militancia: Cuando hayamos sido capaces de matar el sectarismo dentro de nosotros, estaremos próximos a alcanzar la armonía y la paz [...] iCuánto más grato es que de nuestros labios salgan palabras de amistad, de fraternidad, de colaboración y simpatía, y no amargas voces destinadas a encender rencoresy a promover discordias estériles! Todos nos hemos equivocado; pero la dura mano que nos oprimió, nos hizo comprender nuestro yerro y nos decidió a volver rápida y decididamente las espaldas a los antiguos métodos de lucha, para entregarnos a esta tarea generosa y fecunda, destinada a

22 Detalles sobre el fallido golpe del 2 de mayo de 1958 se encuentran en El Espectador; 20 de septiembre de 1992; Alvaro Valencia Tovar, Testimonio de una época, Bogotá, Planeta, 1992, pp. 335-347; J. Hartlyn, Op. cit., pp. 66-68; Daniel Lawrence Premo, "Alianza Nacional Popular: Pbpulism and the Politics of Social Class in Colombia, 1961-1970", tesis inédita de doctorado, Austin, Universidad de Texas, 1972, p. 71. 23 Hasta aquel momento, Leyva había sido uno de los protegidos de Laureano Gómez. Después de las elecciones, Gómez se refirió a los conservadores que habían votado por Leyva como "las basuras de la dictadura". El Siglo, 7 de mayo de 1958. 24 El Siglo, 21 de julio de 1958.

la rectificación fundamental de la vida de nuestro pueblo."

Alberto Lleras dedicó la mayor parte de su discurso de posesión a la discusión sobre la Violencia. Había hecho lo mismo el año anterior en Sitges, produciendo un documento lleno de referencias al derramamiento de sangre, cuya intensidad y persistencia escandalizaba a los colombianos y manchaba la imagen del país ante el mundo. Lleras llamó a la terminación de la Violencia "ese trabajo supremo", afirmando que el conflicto llenaba a las figuras públicas de la nación "de un espíritu de contrición". La violencia había imbuido en ellos la decisión de "enmendar sus errores" y de [...] arrepentirnos humildemente de que cualquiera de nuestras palabras o de nuestros actos hubiese podido contribuir al desbordamiento de la locura."

Para Lleras, la Violencia era una enfermedad que había encontrado un medio ideal en las dases bajas de Colombia. En sus palabras, Hemos comprendido, y tarde, pero todavía a tiempo, que la cultura y la civilización de nuestras costumbres eran epidérmicas y falaces, y que nuestras voces de controversia e intransigencia se iban transformando, a medida que caían en las capas inferiores de una sociedad primitiva, en

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el garrote sectario, en el disparo homicida, en el abuso y la crueldad que sólo esperaban una justificación desde lo alto para desatarse."

Fue un análisis formulado en el idioma elitista de la política colombiana tradicional. Sin embargo, transmitió la intención de Alberto Lleras de poner un pronto fin a la Violencia, de manera que pudiera dedicar su entera atención a promover el desarrollo económico de la nación. Esto, pensaba Lleras, sacaría a Colombia de su "precaria situación colonial" ante las naciones desarrolladas del mundo.28

La primera presidencia del Frente Nacional La Violencia, que llegaba entonces a su undécimo año, continuó azotando grandes regiones del centro de Colombia cuando se posesionó Alberto Lleras a mediados de 1958. Muy por debajo de los picos que había alcanzado en 1948 y 1950, años en los cuales murieron de cuarenta a cincuenta mil colombianos en sus sectarias luchas, el conflicto aún cobraba varios miles de vidas cada año." Solamente durante los primeros seis meses de 1958, más de dos mil trescientas personas murieron por causas relacionadas con la Violencia en Tolima, Valle

25 L Gómez, Op. cit., vol. 2, p. 810. 26 Alberto Lleras Camargo, El primer gobierno del Frente Nacional, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1962, p. 60. 27 Iba 28 lbíd., p. 69. 29 Las cifras de la Violencia, año por año, se encuentran en el Anexo 2.

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y Caldas.3° Tolima, el más pequeño de estos tres departamentos, fue el más afectado, con más de mil víctimas. A fines de mayo de 1958, los líderes tolimenses se quejaron en la prensa local de que estos disturbios estaban arruinando su departamento. Grupos de bandidos encabezados por hombres como Sangmegra, Chispas y Desquite asolaban las tierras altas donde se cultivaba el café, asesinando gente a su antojo. Las dificultades inherentes a la eliminación de estas bandas se aprecian en el hecho de que, a la mitad del período presidencial de Lleras, había cerca de ochocientos violentos en diecisiete bandas dispersas por Tolima, mientras que otros quince de estos grupos eran periódicamente activos." La Junta Militar que había gobernado desde mayo de 1957 hasta agosto de 1958, cuando se posesionó Alberto Lleras como presidente, ofreció una amnistía a los grupos armados en cuanto asumió el poder. Y muchos la aceptaron, con el resultado de que en el transcurso de 1957 las muertes causadas por la Violencia cayeron a 2.877, cuando en 1956 habían llegado a 11.136. Alberto Lleras extendió la

amnistía hasta mediados de 1959, y diseñó adicionalmente una serie de estrategias contra la Violencia. Incluso, antes de posesionarse, la Junta Militar le había permitido nombrar una comisión de siete personas para que estudiara este fenómeno e informara sobre é1.32 Inmediatamente después de posesionarse, creó un segundo comité encargado de la rehabilitación de las víctimas de la Violencia." Como resultado de ello, se asignaron recursos públicos a una serie de actividades de reubicación, de las cuales las más importantes tuvieron lugar en la región del Ariari, en el Meta, en los Llanos Orientales. Lleras envió también a distinguidos ciudadanos a gobernar los departamentos más aquejados por la Violencia. El principal de ellos fue Darío Echandía, quien fue nombrado gobernador de Tolima. Los esfuerzos de Lleras por reducir la Violencia tuvieron éxito, pero sólo en cierta medida. Durante 1959, las muertes ocasionadas por aquella se redujeron en una tercera parte en comparación con el año anterior. Pero esto significaba todavía que más de dos mil quinientos colombianos habían perdido la vida por esta causa. El fenómeno

30 Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, Bandoleras, gamonaksy campesinos. El caso de la Violencia en Colombia, Bogotá, El Áncora, 1983, p. 193. 31 Germán Guzmán, La Violencia en Colombia. Parte descriptiva, Cali, Progreso, 1968, pp. 397-398; James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Bogotá, El Áncora, 1984, p. 259. 32 Denominada Comisión para el Estudio de las Causas de la Violencia. Hicieron parte de este grupo los generales Ernesto Caicedo López y Hernando Mora Angueira, los sacerdotes Germán Guzmán Campos y Fabio Martínez, y los abogados Absalón Fernández de Soto, Otto Morales Benítez y Augusto Ramírez Moreno. 33 Este comité estaba conformado principalmente por miembros del gabinete y por oficiales de alto rango del ejército. Se discute en Gonzalo Sánchez, "Rehabilitación y violencia bajo el Frente Nacional", Análisis Político, (4), may.-ago., 1988, p. 21.

no se había terminado sencillamente con el advenimiento del bipartidismo. Si bien el ministro de guerra pudo anunciar en mayo de 1959 que el final del conflicto estaba a la vista, al mes siguiente Lleras se encontró aplacando a un grupo de mujeres tolimenses que no veían que disminuyera el derramamiento de sangre." Las dificultades atinentes a detener la Violencia se pueden ver en dos incidentes ocurridos en Tolima en 1959. A comienzos de aquel año, el joven Teófilo Rojas Varón (Chispas),

uno de los alzados en armas, le escribió al padre Germán Guzmán, quien había sido párroco en el municipio de El Líbano, uno de los más azotados por la violencia. Guzmán conocía a Teófilo Rojas desde la época en la que había trabajado en la Comisión en el sur de Tolima. El joven, quien por entonces sólo tenía veintitrés años, había intentado beneficiarse del programa de amnistía del gobierno, instalándose en una finca en el municipio de Rovira. Pero muchos de sus vecinos estaban interesados en saldar viejas cuentas, y esto, a su vez, hizo imposible que Rojas asumiera de nuevo la vida de un sencillo campesino. "Hable con esta gente para que no me persigan", le imploró Rojas Varón al padre Guzmán." Pero el sacerdote no tenía el poder suficiente para protegerlo. Poco después, Chispas or-

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ganizó de nuevo a su banda e inició operaciones en el occidente de Tolima y en el suroriente de Caldas. El segundo incidente, ocurrido en el norte de Tolima, ilustra con horribles detalles el problema de las bandas por fuera de la ley que actuaban periódicamente. El 18 de octubre de 1959, una banda de quince hombres armados asesinaron a machete a doce personas, entre ellas niños pequeños, cuando desayunaban en su casa en el Alto del Oso, ubicado en el munici-

pio de El Líbano. Esta atrocidad tuvo motivos tanto políticos como económicos. Quienes la perpetraron eran personas pobres que robaron todos los objetos de valor después de cometer los asesinatos. Las víctimas eran todas liberales y los asesinos conservadores. Esto sucedió como represalia al asesinato ocurrido, un día antes y en la misma zona, de doce miembros de una familia conservadora a manos de bandidos liberales." La masacre del Alto del Oso fue investigada y sus autores pronto arrestados y puestos en manos de la justicia. Pero, tristemente, este caso fue la excepción y no la regla en la fase tardía de la Violencia en Colombia. A fines de la década del cincuenta y comienzos de la década del sesenta, la vida de los pobladores rurales en la Cordillera Central de los Andes continuó peligrando debido a las

34 A. Lleras Camargo, El primer gobierno del Frente Nacional, Op. cit., vol. 1, pp. 391-394. 35 Germán Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, vol. 1, Bogotá, Tercer Mundo, 1962, p. 192. 36 Se supuso que la banda había sido dirigida por el temible Sangrenegra. La masacre del Alto del Oso se expone con mayores detalles en J. D. Henderson, Op. cit., pp. 260-264.

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docenas de bandoleros que operaban en la región. La obstinada violencia era sólo una de las facetas del turbulento escenario rural colombiano. Mientras Alberto Lleras Camargo luchaba con los problemas de la Violencia, su país alcanzó y sobrepasó el punto medio de su rápido paso de lo rural a lo urbano. El traslado de los colombianos del campo a la ciudad estuvo íntimamente ligado a la mecanización de la agricultura, proceso que tuvo efectos tanto positivos como negativos. La comercialización de la agricultura intensificó las desigualdades en las ganancias de los granjeros, dejando al 5% de los hacendados con el 43% de los ingresos totales y al 70% de ellos con menos del 26% en 1960. Las pequeñas fincas de veinte hectáreas o menos constituían el 86% del total. La mayor parte de ellas producían café y alimentos básicos para los mercados locales, y tendían a estar menos mecanizadas que las propiedades más grandes." El rápido crecimiento de la población durante la década del cincuenta ejerció una presión adicional sobre estas propiedades pequeñas. Adicionalmente, había un numeroso grupo de agricultores sin tierra que vivía en la penuria y en la incertidumbre económica. El sector agrícola colombiano presentaba entonces una imagen en la que se mezclaba

un sector comercial modernizado que coexistía con un sector empobrecido de pequeños terratenientes y campesinos sin tierra. Las desigualdades sociales y económicas que se daban en la Colombia rural fueron, en parte, el resultado de las políticas gubernamentales dirigidas a promover el desarrollo industrial. Desde fines de la década del treinta, los dirigentes nacionales se habían esforzado por modernizar el campo, con el fin de que produjera la materia prima necesaria para alimentar a la industria de sustitución de importaciones. Alberto Lleras Camargo, quien había ingresado a la política en el momento en que la política económica desarrollista estaba tomando forma en Colombia, pertenecía a la tradición de las élites modernizadoras colombianas. En su discurso de posesión del 7 de agosto de 1958, recordó a sus oyentes el gran esfuerzo que la nación había hecho para promover la industrialización, y pidió su apoyo para ayudar a Colombia a consolidar su base industrial. Cuatro meses después, en su mensaje de año nuevo, enfatizó en la necesidad de incrementar la prosperidad industrial a todos los niveles. El fracaso en este ámbito, advirtió, podría someter a Colombia a potencias extranjeras y llevar a que los colombianos se convirtieran en "subalternos de fuerzas

37 Fierre Gilhodes, "la cuestión agraria en Colombia, 1958-1985", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 341-343; Jesús Antonio Bejarano, "Las técnicas agropecuarias en el siglo xx", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva Historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 301-310.

extrañas, y dejemos de ser una república independiente"?' Tal lenguaje, que revelaba la sensibilidad a la vulnerabilidad de Colombia frente a un mundo desarrollado que le vendía sus costosos productos manufacturados a cambio de sus subvaloradas materias primas, lo ponía a tono con el análisis económico de la escuela de la dependencia, suscrito por la mayoría de los líderes latinoamericanos de su generación. Formulada principalmente en los escritos del argentino Raúl Prebisch, director de la Comisión Económica para Latinoamérica (Cepal), esta doctrina proponía un proteccionismo dirigido a incrementar la sustitución de importaciones para liberar a las economías en desarrollo de la necesidad de adquirir costosos bienes fabricados en el extranjero." Para fines de la década del cincuenta, cuando ya casi estaba terminada la sustitución de importaciones en las economías latinoamericanas más desarrolladas, líderes como Lleras exploraban la idea de conformar bloques de comercio regionales capaces de exduir productos baratos provenientes de países externos a Latinoamérica y de ofrecer un mercado

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supranacional para los productos manufacturados por cada uno de los países que lo integraban." Alberto Lleras reconoció que muchos de los problemas rurales provenían del hecho de que el gobierno hubiese adelantado a largo plazo una economía desarrollista. El año de 1958 había estado marcado por invasiones de tierra en Viotá y en Sumapaz, las mismas regiones donde los campesinos sin tierra habían ocupado las haciendas veinticinco años antes. Lleras abordó la crisis del campo. recurriendo a la tradición de reforma agraria de su partido, específicamente a aquella establecida en la Ley 200 de 1936. Así, en su mensaje de año nuevo del 31 de diciembre de 1958, no sólo apeló a una disminución de la dependencia económica de Colombia mediante el incremento de la industrialización, sino que prometió también la implementación de un programa de reforma agraria. La lucha de Lleras por cumplir su promesa de redistribución de tierras y de coIonización de tierras baldías fue la actividad principal de su gobierno." Lleras aclaró desde un principio que su idea de reforma agraria se

38 Iba, p. 225. 39 Las ideas de Prebisch se presentan en Walt W. Rostow, Theories of Economic Growth from David Heme to the P,asent, Nueva York, Oxford University Press, 1990, pp. 378-379, 404-405. Las escuelas de pensamiento económico latinoamericano a partir de 1960 se exponen en Albert O. Hirschman, ed., Latin American Issues, Essays and Comments, Nueva York, The Twenieth Century Fund, 1961, pp. 3-42. 40 Véanse las observaciones de Lleras sobre este tema en Nuestra revolución industrial, Bogotá, Aedita, 1957, pp. 99-102. La Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, creada en 1961 y que tuvo relativamente poco éxito, surgió de este interés. Op. cit., vol. 41 Este discurso aparece en A. Lleras Camargo, El primer gobierno del Frente Nacional, 1, pp. 221-236.

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conformaba a la teoría liberal dásica acerca de la relación del hombre con la tierra. Los liberales del siglo xix consideraban al agricultor como uno de los pilares de la sociedad capitalista, dando gran prioridad a su protección y estímulo. Lleras expresó su concepción liberal de la reforma en términos del candente asunto del momento, la Guerra Fría: En Rusia, en China, en Polonia, en Hungría y, en general en todas las naciones sometidas a la dictadura comunista, el gran obstáculo al comunismo ha sido la resistencia heroica o pasiva del campesino a la colectivización de la tierra y a la destrucción del concepto de la propiedad privada. Esta sola consideración nos lleva a sugerir que la creación de más pequeños propietarios será la manera más efectiva de afirmar y de preservar el sistema político que los partidos tradicionales colombianos han suscrito con coherencia."

Lleras procedió luego a ordenar a los invasores que ocupaban tierras privadas a retirarse de ellas o a enfrentar la expulsión por parte del ejército. La propuesta de reforma agraria de Lleras pronto recibió un gran ímpetu de los acontecimientos que se desarrollaban en Cuba. La víspera de su mensaje de año nuevo, fuerzas guerrilleras al mando de Fidel Castro ocuparon La Habana, derrocando al

dictador Fulgencio Batista. Castro lanzó inmediatamente un extenso programa de redistribución de la tierra. Para fines de 1959, había confiscado y dividido la mayor parte de las grandes propiedades privadas, entregándolas a campesinos, en una serie de ceremonias muy publicitadas. Esto alarmó a los funcionarios estadounidenses y llevó al secretario de Estado asistente, Chester Bowles, a afirmar, en noviembre de 1959, que los grandes cambios

en la tenencia de la tierra eran inevitables en todo Latinoamérica. Sólo queda un interrogante [dijo Bowles] ¿cómo se darán estos cambios? ¿A través de una revolución sangrienta, o a través de una planeación democrática a largo plazo?."

Los colombianos de ambos partidos hicieron eco a la preocupación de Bowles. "Si el próximo Congreso no consigue aprobar una reforma agraria", dijo el Conservador Diego Tovar Concha en julio de 1960, "la revolución será inevitable"." Dos meses más tarde, en un discurso titulado "En medio de la incertidumbre nacional", Carlos Lleras Restrepo informó que, con el éxito de la Revolución Cubana, el comunismo ya no sería considerado "como una cosa remota y extraña, imposible de llegar jamás a tener consecuencias en naciones como la nuestra"."

42 lbíd., p. 249. 43 New York Times, 20 de noviembre de 1959. 44 Albert O. Hirschman, ourneys towards Pmgress: Studies of Economic Policy-Making in Latín America, Nueva York, Doubleday-Anchor, 1965, p. 193. 45 Carlos Lleras Restrepo, Hacia la restauración democrática y el cambio social. Nuevo testimonio sobre la política colombiana, vol. 2, 2.' ed., Bogotá, Argra, 1963, p. 280.

Durante la década del sesenta, Lleras Restrepo se convirtió en el principal vocero de la iniciativa de reforma agraria de Lleras Camargo. La continua perturbación en el campo, unida ala aparición del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (MOEC), de inspiración castrista, contribuyó a generar un fuerte apoyo a las medidas legislativas. La reforma fue redactada principalmente por Carlos Lleras Restrepo. La Ley 135 del

13 de diciembre de 1961 contemplaba la creación de un instituto de reforma agraria, el Instituto Colombiano de Reforma Agraria —Incora—. Poco después de su aprobación, el gobierno lanzó un programa de redistribución y colonización de la tierra y la construcción de caminos rurales de penetración. Se dispuso de crédito para la financiación de estos programas, los cuales continuaron la tendencia hacia la modernización agrícola y hacia la racionalización de las grandes propiedades." Estados Unidos apoyó la reforma agraria en Colombia. En respuesta a la velada amenaza de Alberto Lleras, según la cual, a menos de recibir ayuda estadounidense, habría una "revolución de la pobreza" en toda la

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región, los americanos suministraron una ayuda sustancial bajo el programa Alianza para el Progreso, lanzado por el presidente John F. Kennedy en 1961. Kennedy y su esposa se encontraban en Bogotá en la semana que se firmó la Ley 135. Posteriormente, Estados Unidos intentó hacer de Colombia el "modelo" de la Alianza para el Progreso en América Latina. Durante la duración del programa, Estados Unidos y las agencias internacionales de crédito le prestaron a Colombia más de un billón de dólares —el 11% de la financiación total de la Alianza—, del cual gran parte fue asignado a los proyectos del Incora. 47 Una variedad de ayuda periférica, como el envío de más de mil voluntarios de los Cuerpos de Paz estadounidenses para trabajar en proyectos de desarrollo durante la década del sesenta, hizo parte también de la contribución de Estados Unidos. La reforma agraria fue bien acogida en Colombia y en el extranjero. El economista norteamericano Albert O. Hirschman, quien se desempeñó como asesor durante la elaboración conceptual de la reforma, escribió que, con la aprobación de la Ley 135, Colombia "vivía lo que seguramente

46 Entre las mejores exposiciones extensas sobre la reforma agraria se encuentran Bruce M. Bagley, "Political Power, Public Policy and the State in Colombia", tesis doctoral inédita, Universidad de California, Los Ángeles, 1979; Ernest A. Duff, Agravian Reform in Colombia, Nueva York, Praeger, 1968; A. O. Hirschman, Journeys Towards Progress: Studies of Economy Fblicy-Making in Latin America, Op. cit., pp. 131-213. Buenas exposiciones más breves son J. A. Bejarano, Op. cit., pp. 301-310; P. Gilhodes, Op. cit., pp. 341-354. 47 La exposición de lo anterior se encuentra en J. S. Randall, Hegemony and Interdependence. Colombia and the United States since the Wars of Independence, Athens, University of Georgia Press, 1992, pp. 231-235.

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574 / La modernización en Colombia son sus mejores momentos" . 48 Después de aprobada, la reforma no satisfizo las expectativas que suscitó. Sin embargo, sus logros no fueron deleznables. El Incora no sólo concedió eventualmente tierra, en su mayor parte proveniente del dominio público, a cerca de doscientas cincuenta mil familias, sino que también contribuyó a consolidar la posición de los pequeños propietarios del sector agrario colombiano." La controversia suscitada por la reforma agraria ocasionó el resurgimiento de la facción conservadora ospinista. En la misma medida, eclipsó al laureanismo. Como fundador del Frente Nacional y por el hecho de haber apoyado a su primer presidente liberal, Laureano Gómez se vio obligado a apoyar la iniciativa de reforma cuando Lleras la anunció. Aunque lo hizo sin entusiasmo, pidiendo compensaciones previas por cualquier propiedad que se tomara, las acciones de Gómez le permitieron a Ospina Pérez asumir el mando de las fuerzas que se oponían a la reforma. Ospina procedió a encabezar el grupo de agroindustriales, de grandes y pequeños propietarios que se oponían a toda modificación de la legislación

prevaleciente sobre la tenencia de la tierra. Los candidatos ospinistas fueron especialmente efectivos en atacar un nuevo impuesto propuesto para las grandes propiedades." Esta estrategia dio resultados cuando los candidatos ospinistas para el Congreso prevalecieron sobre los laureanistas en las elecciones realizadas en marzo de 1960. Al ver que su facción se encontraba súbitamente en minoría, Gómez rompió con el gobierno y pronto se convirtió en una de los más duros críticos de la reforma agraria. A fines de 1960, atacaba la reforma por ser [...] un documento mal redactado, confuso y abstracto, que peca contra la hermenéutica de todo el derecho, mientras que esconde sus deficiencias y perjuicio en su excesiva extensión"." Entretanto, Alberto Lleras y su principal lugarteniente en la lucha por la reforma, Carlos Lleras, negociaron los puntos más delicados de la Ley con Mariano Ospina Pérez, cuyos seguidores habían reemplazado a los de Gómez como la facción principal del conservatismo." El ocaso del laureanismo y el avance del ospinismo se prolongaron durante el resto del gobierno de Alberto

48 Albert O. Hirschmandournoys towanis Progress: Studiss of Ecorwmy Polity-Making in LatinAmmica, Op. cit., p. 213. Hirschman dedicó su libro a Carlos Lleras Restrepo y al economista brasilero Cebo Furtado. 49 Argumento presentado por David Bushnell, Colombia, a Nalion in Spite of Itself Berkeley, University of California Press, 1993, 233-235. 50 A. O. Hirschman,jounitys towants Progress: sudies of Ecmwmy Policy-Making in LatinAmerica, Op. cit., p. 184, señala que, aunque el impuesto no se hubiera aplicado a la mayoría de los pequeños cultivadores de café, estos se opusieron a él por principio. 51 El Siglo, 29 de noviembre de 1960. 52 B. M. Bagley, Op. cit., pp. 169-171.

Lleras. En 1962, Laureano Gómez

apoyó a Belisario Betancur para el período presidencial 1962-1966. Los seguidores del caudillo, sin embargo, sufrieron una grave derrota frente a los candidatos ospinistas en las elecciones para el Congreso realizadas en marzo de 1962, permitiendo así que los ospinistas candidatizaran a Guillermo León Valencia para la presidencia. Esta derrota fue amarga para Laureano Gómez, quien intentó encararla de la mejor forma posible. "Estoy como nuevo", le dijo a Arturo Abella poco después; Siento que me han quitado una carga de ladrillos que tenía sobre los hombros. Yo no puedo "hacer" candidatos presidenciales. Ahora estoy tranquilo y ya tengo escogido mi palco de preferencia para el espectáculo que vamos a presenciar."

Las elecciones para el Congreso y los comicios presidenciales realizados

en 1962 en Colombia fueron extraordinarios porque se presentaron dos grupos de candidatos que se oponían fuertemente al Frente Nacional. Alfonso López Michelsen, hijo de López Pumarejo, se candidatizó como una alternativa auténticamente liberal a quienes se habían comprometido a entregar la presidencia cada cuatro años a la minoría conservadora. El segundo grupo estaba encabezado nada menos que por Gustavo Rojas Pinilla. Este había regresado a Colombia en

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octubre de 1958, después de su breve exilio en España. Los rojistas atacaron al Frente Nacional en todos sus aspectos, y se presentaron como una alternativa democrática al pacto convenido por hombres que habían dado a Colombia, entre otras cosas, la Violencia. Alfonso López Michelsen lanzó su Movimiento para la Recuperación Liberal en 1959, el año en que falleció López Pumarejo. Pronto cambió su nombre a Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y se esforzó por recrear el entusiasmo que había suscitado la Revolución en Marcha de su padre." El joven López esperaba emular los triunfos de su padre en 1934 cuando, siguiendo al régimen de poder compartido de Enrique Olaya Herrera (1930-1934), el viejo López logró ganar las elecciones de 1934 con una plataforma reformista. El MRL atrajo a los activistas liberales que valoraban la defensa militante de los principios y despreciaban las concesiones. Fue la voz de los ideólogos liberales, así como el laureanismo lo fue de los conservadores radicales. Su enfoque ideológico de la política contribuye a explicar la antigua amistad de Alfonso López Pumarejo y Laureano Gómez. Los dos hombres, opositores políticos en casi todos los aspectos, fueron lo bastante cercanos durante su juventud como para nombrarse mutuamente padrinos de sus primogénitos, Alfonso y

53 El Tiempo, 27 de octubre de 1985. 54 Mauricio Botero Montoya, El MRL, Bogotá, Universidad Central, 1990, p. 246.

576 / La modernización en Colombia Alvaro, quienes mantuvieron vivo el estilo doctrinario de sus padres. El partido disidente de López Michelsen llegó a la cima de su popularidad durante las elecciones de 1962, cuando obtuvo el 35% del voto liberal para el Congreso —cerca del 20% del total—. López había esperado enfrentarse a Guillermo León Valencia en la contienda presidencial, pero el presidente saliente, Lleras Camargo, se lo impidió. Lleras se vio en la enojosa posición de prohibir que el nombre de López se imprimiera en los votos para la presidencia. El MRL fue el vocero político de los militantes políticos de izquierda. Evocó hábilmente el éxito de Fidel Castro con lemas como "Pasajeros de la revolución, favor pasar a bordo". López Michelsen alió a su movimiento con el Partido Comunista, y proclamó su solidaridad con todos los otros grupos excluidos de la participación política por "las tácticas macartistas" del Frente Nacional." En su Plan de Enero de 1960, López y sus seguidores suscribieron la completa nacionalización de los recursos del país y una reforma agraria que no se viera entrabada por compromisos políticos. La plataforma incluía un saludo especial a Fidel Castro, "Gran Capitán de la Revolución Cubana".56 Durantelcmpñd1960arel

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Congreso, López invocó "una revolución para todos", denunciando a una clase dirigente que "encauza sus propios recursos a la adquisición de automóviles de lujo, pieles, joyas y otra clase de gastos suntuarios"." Después de alcanzar sus mayores éxitos en 1962, el MRL pasó a un inevitable declive; inevitable, porque la comprensión que tenía López Michelsen de la palabra "revolución" se contraponía seriamente a la de sus colegas más radicales. En el mejor de los casos, López era un socialdemó-

crata comprometido con la reducción de las desigualdades sociales. No tenía intenciones de oponerse al sistema capitalista al que su familia debía su surgimiento de una relativa oscuridad en menos de un siglo. Desde marzo de 1961, el ala radical del MRL había proclamado que el partido no podía representar simultáneamente "los intereses de dases capitalistas y terratenientes del país"." Un año más tarde, la línea dura del MRL envió al

Congreso al comunista y activista agrario Juan de la Cruz Varela. López Michelsen protestó, negándose a compartir el liderazgo del partido con un izquierdista de Sumapaz. La división que produjo su acción subrayó el hecho de que el MRL era, en palabras de uno de los historiadores de este movimiento, Mauricio Botero, "un

55 »íd., p. 225. 56 El Plan de Enero se discute en Gustavo Gallón Giraldo, Entre movimientos y caudillos. 51) años de bipartidismo, izquierda y alternativas populares en Colombia, Bogotá. CINEP, 1989, pp. 73-74. 57 Alfonso López Michelsen, Colombia en la hora cero, Bogotá, Tercer Mundo, 1963, p. 284. 58 G. Gallón Giraldo, Op. cit., p. 74.

lugar intermedio entre el Partido Liberal y la guerrilla"." Y, por lo demás, un lugar transitorio. A fines de la década del sesenta, López había regresado al Partido Liberal, mientras que la línea dura del MRL continuaba apoyando un auténtico cambio revolucionario." El Frente Nacional no sólo intensificó el faccionalismo dentro de los partidos políticos tradicionales, sino que estimuló también la creación de terceros partidos. El más importante de ellos fue el encabezado por Gustavo Rojas Pinillá. El movimiento de Rojas era, en algunos aspectos, la contraparte de aquel que encabezaba López Michelsen. Sus candidatos en 1962 para las elecciones del Congreso se presentaron como miembros del ala rojista del conservatismo. En esta condición, eligieron dos senadores y seis representantes, obteniendo el 3,4% del voto popular.6' El general había llamado a su partido inicialmente Alianza Nacional Popular Católica, pero eventualmente se decidió por Alianza Nacional Popular o Anapo. Durante sus primeros años, la Anapo fue la vocera de aquellos

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conservadores que sencillamente no podían tolerar gobiernos de coalición. La dirigencia de la Anapo en sus primeros tiempos provino primordialmente de personas que habían trabajado con Rojas Pinilla durante su presidencia. Un momento importante de sus primeros años fue 1960, cuando Gilberto Alzate Avendaño murió súbitamente de complicaciones derivadas de su glotonería." Hasta entonces, el político caldense había encabezado su propia facción conservadora conocida como alzatismo. Alzate fue, desde luego, la persona que mayor responsabilidad tuvo en llevar a Rojas Pinilla al poder en 1953. Por consiguiente, cuando murió, muchos de sus seguidores ingresaron a las filas del rojismo. El aspecto en que la Anapo difería radicalmente del MRL de López Michelsen era en su populismo. Rojas Pinilla proponía lo que él mismo llamaba la "dialéctica de la panela", queriendo decir con esto que cuando subían los precios de los artículos básicos como la panela, agregando nuevas cargas a los pobres, el apoyo a su partido aumentaba. Su "Primera

59 M. Botero Montoya, Op. cit., p. 188. 60 Ibíd., p. 188. Uno de los muchos jóvenes que ingresaron a la política a través del movimiento de López y que luego se convirtió en revolucionario activo fue Jaime Bateman, fundador del M-19 a comienzos de la década del setenta. Véase Patricia Lara, Siembra vientos y recogerás tempestades. La historia del M-19, sus protagonistas y sus destinos, Bogotá, Planeta, 1986, pp. 85-88. 61 César Augusto Ayala Diago, "Los orígenes del anapismo como variante colombiana del populismo, 1959-1965", en: Fabio López, comp., Ensayo sobre cultura política colombiana, Bogotá, CINEP, 1990, p. 38. 62 En palabras de su biógrafo, Alvaro Salom Becerra, Un ocaso en el cenit: Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá, Tercer Mundo, 1985, p. 73, a pesar de sus continuos problemas gástricos, "esa invencible glotonería suya fue más fuerte que el dolor".

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578 / La modernización en Colombia plataforma anapista", revelada a fines de 1961, prometió cambios sumamente atractivos para los colombianos pobres: empleos bien remunerados, educación primaria y secundaria gratuita, servicios médicos económicos y medicinas gratuitas, reforma urbana y precios razonables de vivienda para las clases medias y bajas. Enfatizando en su carácter de coalición, el de una "alianza" que unía a los pobres, con independencia de su filiación partidista tradicional, la Anapo se convirtió en lo que César Ayala ha llamado "un Frente Nacional para las clases deprimidas", que ofrecía una alternativa política a amplios sectores sociales que carecían de espacio político y estaban descontentos con la nueva estructura de poder establecida a fines de la década del cincuenta." En un primer momento, los anapistas creyeron que podrían llegar al poder a través de un golpe militar. Rojas Pinilla, después de todo, había sido destituido del poder a través de un golpe. Sus seguidores dentro del ejército intentaron actuar en contra de la Junta de Gobierno en noviembre de 1957 y de nuevo en mayo de 1958. Los rojistas trataron de derrocar a Lleras Camargo en dos ocasiones después de su posesión, la primera en diciembre de 1958 y luego

en enero de 1962. Hubo otro golpe fallido más, contra Guillermo León Valencia, a comienzos de 1963. Estas repetidas sublevaciones nacieron de la creencia rojista de que el gobierno estaba persiguiendo a su líder. Cuando Rojas regresó a Colombia, en octubre de 1958, fue puesto bajo arresto domiciliario y juzgado por mala conducta en el cargo tres meses más tarde. Fue hallado culpable por el Senado colombiano y despojado de su pensión y honores militares, junto con el derecho a votar y a ocupar cargos públicos. Luego fue sometido a arresto domiciliario modificado hasta mediados de 1960." Los intentos del gobierno por hacer un caso ejemplar de Rojas Pinilla se vieron frustrados y fueron luego utilizados en su contra. Los seguidores del general utilizaron el juicio como un foro para atacar al Frente Nacional y a sus creadores. Fueron especialmente críticos de Laureano Gómez, a quien acusaron de ser el autor de la Violencia." Gómez, por su parte, no midió sus palabras al hablar de los rojistas. En un discurso radial, en diciembre de 1958, describió uno de sus intentos de golpe como monstruoso, horrible y revelador de mentes enfermas y criminales,

63 C. A. Ayala Diago, Op. cit., p. 32. 64 Las transcripciones del juicio fueron publicadas por el gobierno en: Colombia, Senado, El proceso contra Gustavo Rojas Pinilla ante el Congreso de Colombia, 3 vol., Bogotá, Imprenta Nacional, 1960. Rojas publicó su versión de lo que había sucedido durante su juicio en Rojas Finilla ante el Senado, Bogotá, Excelsion 1959. 65 Véase, por ejemplo, Daniel Valois Arce, Enjuiciamiento de Laureano Gómez, Bogotá, Pérez y Díaz, 1959.

desprovistas de todo concepto de humanidad, que no saben nada de la virtud y alejadas de los más elementales principios de la moralidad social.

Quienes se encontraban detrás del complot tenían [...] mentes impregnadas de crimen, supurando jugos pestilentes y virus malos y perversos, alimentadas con la terrible podredumbre del odio, de la intransigencia y de la estupidez.66

El anapismo abandonó pronto el golpe de Estado como vía al poder, e hizo sentir su voz más bien a través de los canales democráticos. Las elecciones para el Congreso en 1962 señalaron el comienzo del éxito de la Anapo. El movimiento de Rojas Pinilla habría de aumentar su popularidad durante la década del sesenta, llegando finalmente casi a derrocar al Frente Nacional." Sin embargo, ni la Anapo de Rojas Pinilla, ni el MRL de López Michelsen pusieron gravemente en peligro al Frente Nacional en 1962. Guillermo León Valencia fue elegido presidente el 6 de mayo de aquel año. Su posesión fue uno de los principales logros de aquel acuerdo único para compartir el poder en Colombia.

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Termina la Violencia, sigue el conflicto armado La Violencia en Colombia tuvo su fase final y más perversa durante los primeros años del Frente Nacional. Cuando se posesionó Valencia, a mediados de 1962, grupos de bandoleros continuaban asesinando indefensos campesinos y emboscaban patrullas del ejército y de la policía a voluntad. La mayoría de los grupos armados eran pequeños, compuestos por diez o doce hombres, y casi todos se reclamaban miembros de uno de los dos partidos tradicionales. La mayor parte de los bandoleros eran campesinos jóvenes y analfabetas, atraídos a la vida del bandolerismo por las emociones que despertaba y las fáciles ganancias que producía." Numerosos factores se conjugaron para alimentar la difusa Violencia tardía. Durante la época en la que presidió el gobierno nacional, Alberto Lleras no utilizó al ejército para perseguir a los grupos de bandoleros con vigor. Su temor era que un enfoque semejante sencillamente empeoraría los combates. Se contentó entonces con fortalecer los puestos militares en aquellas regiones donde continuaba

66 El Siglo, 4 de diciembre de 1958. 67 Pudo hacerlo en las elecciones presidenciales de 1970, las que muchos consideraron que había ganado Rojas, pero frustradas por fraude electoral de parte del presidente saliente, Carlos Iteras Restrepo. 68 Víctor A. Delgado Mallarino, "El delito sexual y la violencia", Revista de las Fuerzas Amadas, 1(3), ago., 1960, pp. 609-613, encontró que la edad promedio de los violentos estaba entre dieciocho y veinticinco años. La mayor parte de ellos era analfabetas. Jaime Arocha, caficulton La Violencia en e 1 Quindío. DeklIninantis ecológicas y económicas del homicidio en un municipio Bogotá, Tercer Mundo, 1979, p. 24, encontró que la mayoría de los bandoleros eran pobres, no poseían tierra y trabajaban en las épocas de recolección del café.

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la Violencia, mientras que intentaba poner en práctica aproximaciones pacíficas a la crisis. Una consecuencia indeseada de su política fue convencer a algunos de que el ejército en realidad actuaba en complicidad con los bandidos. Era una inferencia fácil cuando asesinos como Sangrenegra provocaban a los militares con notas enviadas a sus puestos desde las montañas vecinas. Una de ellas decía:

y asesinaban civiles, invariablemente tenían por objetivo a liberales. Los bandoleros liberales, de forma análoga, actuaban casi exclusivamente contra los conservadores. Como los vecindarios rurales, y muchas veces municipios enteros, tendían a ser de predominio liberal o conservador, la gente que habitaba en ellos con frecuencia ayudaba a las personas por fuera de la ley

Carabineros de Murillo: los saluda su amigo Sangrenegra quien los invita a la cuchilla de Requintaderos para un ensayo. Llévense unos 150 compañeros a ver si charlamos. Los espero para probar su valor a ver qué tan guapos son?*

los habitantes locales desempeñaban a menudo un papel activo en animar a las fuerzas irregulares a las que consideraban sus protectores. Esta dinámica se hizo evidente cuando, después de la masacre de doce campesinos conservadores en las tierras altas de Tolima, el 17 de octubre de 1959, los conservadores que vivían en el pueblo vecino de Santa Isabel enviaron al bandolero Cabo Yate a que matara doce liberales cerca al Alto del Oso. Esto llevó a los líderes cívicos en el pueblo liberal de El Líbano a pedir protección de los famosos bandoleros liberales, Roberto González (Pedro Brincos) y William Aranguren

A fines de la década del cincuenta y comienzos de la del sesenta, los habitantes de Tolima y de Caldas rogaron al gobierno que golpeara con fuerza a los grupos de bandoleros, pero sus ruegos fueron inútiles. Así, un diario de Ibagué publicó lo que tituló "Una imagen realista del Tolima" a mediados de 1959. Mostraba a dos hombres contemplando una tumba abierta." Un conjunto de factores locales alimentaron la Violencia tardía en Colombia. El simple temor era una poderosa fuerza de motivación. Cuando los bandoleros conservadores asaltaban

con quienes compartían su filiación política. En zonas de fuerte Violencia,

(Desquite)."

La simple codicia y el deseo de aprovecharse a costa de otros fueron fuentes importantes de la Violencia tardía en Colombia. Personas que habitaban en toda la región afectada por

los últimos tiempos de la Violencia, y

que abarcaba gran parte de la zona cafetera, recibían café y otros artículos robados de parte de los violentos. La Violencia asolaba por lo general a la región durante las cosechas semestrales de café, cuando se robaba a menudo este producto de haciendas cuyos propietarios estaban demasiado atemorizados para impedirlo." Los comerciantes locales y otros pequeños capitalistas adquirían estas haciendas a precios de ocasión, a menudo a las viudas de las víctimas de la Violencia. Así, una clase entera de nuevos ricos ingresó a la estructura social en lugares como Quindío durante los años de la Violencia tardía. Carlos Miguel Ortiz escribe que quienes eran ricos antes de la Violencia siguieron siéndolo después, pero también muchas personas de origen humilde ganaron prominencia social durante ella." Un aspecto especialmente irritante de la Violencia tardía fue la declaración de los violentos de que estaban luchando en nombre del Partido Liberal —en un momento en el que los liberales que apoyaban al Frente Nacional luchaban por combatir el

en Tolima, Pedro Brincos, Desquite y otros, [...] militaban [...] a la sombra del MRL, que había copado el espacio dejado por los gamonales tradicionales y que, a nivel local y nacional, daba cabida a las más diversas interpretaciones de su discurso revolucionario."

Carlos Miguel Ortiz señala que, en Quindío, su filiación al MRL sirvió tanto a los bandoleros como a las élites políticas, especialmente en aquellos municipios donde "no se habían saldado viejas cuentas" cuando comenzó el Frente Nacional." Por su parte, los bandoleros utilizaron su alianza con el MRL como una pantalla conveniente. De esta manera, bandoleros oportunistas como Sangrenegra pa dían luchar contra el ejército mientras cacareaban, "iViva el MRL y sus campañas!"."

72 Entrevista personal con Rafael Parga Cortés, Ibagué, Tolima, 24 de marzo de 1971; J. Arocha, Op. a., pp. 190-193. 73 Carlos Miguel Ortiz Sarmiento, "The 'Business of the Violence': The Quindío in the 1950s and 1960s", en: Charles Bergquist et al. Violente in Colombia. The C,onterriporary Crisis in Historical itrspective, Wilmington, Delaware, Scholarly Resources, 1992, p. 151. Quindío se convirtió en departamento en 1966. Su historia se narra en Alberto Bermúdez, Historia de un pueblo rebelde. El Quindío; de la conquista al departamento, Armenia, Universidad del Quindío, 1992. 74 G. Sánchez y D. Meertens, Op. cit., p. 130. 75 Carlos Miguel Ortiz Sarmiento, "Las guerrillas liberales de los años 50 y 60 en el Quindío", Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (12), 1984, p. 142, nota 77. 76 G. Guzmán, Op. cit., p. 409. ,

69 G. Guzmán, Op. cit., p. 409. 70 Tribuna, 3 de septiembre de 1959. 71 G. Sánchez y D. Meertens, Op. cit., p. 126. Los nombres, ocupación y género de las víctimas de las masacres del 17 y del 18 de octubre aparecen en J. D. Henderson, Op. cit., pp. 260-263. La misma fuente describe la tormentosa historia política de Santa Isabel y El Líbano, pp. 153-180.

derramamiento de sangre—. Esta aparente paradoja se explica por el hecho de que la mayoría de los bandoleros liberales de la Violencia tardía proclamaban su lealtad tanto al divisionista MRL como a los políticos locales vinculados con este movimiento. Sánchez y Meertems, autores del mejor libro acerca de los bandoleros y sus aliados políticos, afirman que,

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582 / La modernización en Colombia Los factores ecológicos desempeñaron un papel crucial al permitir que la Violencia tardía floreciera en la Cordillera Central. Escarpada y llena de bosques, con enormes extensiones inexploradas en sus puntos más altos, la mayor parte de la región situada a menos de tres mil metros, estaba densamente poblada de aldeas y haciendas. Los grupos fuera de la ley tenían fácil acceso a abrigo y suministros, así como la capacidad de perderse en las montañas cuando eran perseguidos por el ejército o por la policía. La Cordillera Central tenía la ventaja adicional de dominar el rico y densamente poblado valle del Magdalena hacia el oriente y el valle del río Cauca hacia el occidente. Todo esto, conjugado con la ausencia casi total de carreteras y la escasa presencia del Estado en la región, hizo de la Cordillera Central un refugio para los bandoleros durante los últimos años de la Violencia." La compleja lógica de la Violencia tardía en Colombia puede apreciarse en las narraciones de los mismos bandoleros, hombres como William Aranguren (Desquite). Nacido en una familia de terratenientes en Rovira, Tolima, en 1936, Aranguren vio cómo un conservador asesinó a su padre durante la Violencia que asoló a Rovira des-

pués de 1948. 78 Varios días después, el joven dejó la finca de su madre para seguir la cosecha de café cerca de Sevilla en el norte del Valle. Allí se unió a unos compañeros que le enseñaron a fumar marihuana y a disfrutar de las atracciones disponibles para los jóvenes vagabundos con dinero para gastar. Como lo recordaba la hermana de Aranguren, el joven se convirtió en un irresponsable que dormía hasta el mediodía cuando estaba en casa, filmaba marihuana con sus primos y nunca escuchaba los consejos de los demás. Por esta razón, los miembros de su familia le dieron el apodo de El Orejón." Aranguren estaba obsesionado por encontrar y matar al asesino de su padre, un hombre llamado Ovidio Hinojosa. Finalmente descubrió dónde vivía. Armado con una pistola y un machete, y acompañado por sus primos, El Orejón se dirigió a la casa de Hinojosa, lo hizo salir y lo asesinó. En el frenesí del momento, Aranguren y sus familiares asesinaron también a la esposa de Hinojosa y a sus hijos. "Hoy se me enredó la pita", dijo Aranguren más tarde a sus primos. "De ahora en adelante, mi destino es el monten." El joven violento huyó al Valle donde cada cierto tiempo ayudaba a un

77 Carlos Miguel Ortiz Sarmiento, Estado y subversión en Colombia, Bogotá, CEREC, 1985, argumenta que la precariedad histórica del control del Estado sobre gran parte del territorio nacional en Colombia fue lo que hizo posible la Violencia. 78 Otro famoso bandolero, Chispas, también oriundo de Rovira, sufrió traumas similares. Presenció la violación de una prima por la policía en 1949. 79 Pedro Claver Téllez, Crónicas de la vida bandolera, Bogotá, Planeta, 1987, p. 156. 80 Ibíd., p. 158.

grupo de bandoleros a organizar sus depredaciones en el norte de este departamento. Pronto el grupo regresó a Tolima, donde se especializó en secuestrar motocicletas. En abril de 1957, Aranguren y ocho personas más fueron arrestadas después de asesinar al conductor de un camión de la Compañía Colombiana de Tabaco y de robar el dinero de la nómina. Fue juzgado, condenado y enviado a Bogotá a la cárcel La Picota.'" Mientras estuvo allí, le leyeron pasajes del libro Las guerrillas del Llano, de Eduardo Franco Isaza, y una colección de discursos de Jorge Eliécer Gaitán. Así se elevó su conciencia política. Poco después escapó de La Picota durante una sublevación de prisioneros el 10 de mayo de 1957. Regresó a Tolima donde se unió ala banda de Chispas. Pero un desacuerdo lo llevó al norte del departamento, al municipio de El Líbano, donde estaban refugiados Sangrenegra, Pedro Brincos y Tarzán (Noel Lombana Osorio). Para entonces, Aranguren ya había adquirido su propio nombre de batalla, Desquite. Se instaló cerca de la vereda Santa Teresa, donde vivió con Rosalba Velásquez, cuyo padre era propietario de una finca cafetera en la región." Desquite se trasladó a El Líbano precisamente cuando este municipio entró en la peor época de la Violencia."

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En promedio murieron allí una docena de personas cada mes entre 1957 y 1964, muchas de ellas en homicidios múltiples, como el cometido en el Alto del Oso. Los líderes locales se reunían esporádicamente para discutir maneras de reducir el derramamiento de sangre. A una de estas reuniones, realizada a comienzos de 1961, asistió el bandolero Pedro Brincos, confidente de Desquite."

A fines de 1961, Desquite era el bandolero más famoso de El Líbano. Organizó una banda que llegó a contar con sesenta y cinco hombres, y recibió apoyo en dinero de los terratenientes liberales, quienes lo consideraban su seguro contra los bandoleros conservadores. Su creciente éxito lo llevó, junto con Pedro Brincos y Sangrentgra, a organizar uno de los actos más audaces de la Violencia. El 12 de abril de 1962, emboscaron y aniquilaron una patrulla del ejército que viajaba por la carretera entre El Líbano y Santa Teresa. "El incidente del Taburete", como llegó a ser conocido, constituyó una vívida prueba de la fuerza de los bandoleros en el norte de Tolima, y del fracaso del Frente Nacional en poner fin a la Violencia. Este hecho fue transmitido a Guillermo León Valencia a comienzos de 1963, cuando los habitantes de El Líbano le escribieron amenazando con encargar a

81 El recuento del crimen, el arresto y el juicio posterior se encuentran en Tribuna, 14 y 22 de abril de 1957. 82 P. C. Téllez, Op. cit., pp. 159-168. 83 Exceptuando, desde luego, la operación militar de abril de 1952, en la que cerca de mil quinientos habitantes de la vereda Santa Teresa y sus alrededores perdieron la vida. 84 G. Sánchez y D. Meertens, Op. cit., p. 126.

584 / La modernización en Colombia Desquite de pacificar el municipio a

Para mediados del año, unidades esmenos que el batallón del ejército ra- pecialmente entrenadas perseguían dicado allí lo hiciera prontamente." en caliente a Desquite, Sangrenegra y al La carta del 8 de enero de 1963 resto de los líderes. El ejército estafue un duro enjuiciamiento de la in- bleció una base especial en la meseta capacidad del gobierno para mante- de Venadillo, un municipio cuya fronner el control de su territorio con la tera occidental limitaba con El Líbaayuda de las Fuerzas Armadas. Pero no, donde había vivido Desquite duranfue escrita en el momento en que co- te cinco años. Expulsado de los lugares menzaba a desenvolverse un ambicio- que frecuentaba, el bandolero huyó so plan para terminar con la Violen- hacia el norte, al altiplano entre cia. Conocido en general como Plan Tolima y Caldas. Se detuvo el 15 de Lazo, la estrategia fue desarrollada agosto para bloquear el camino enprincipalmente por el ejército. Y te- tre los pueblos La Italia y Marquetalia, nía como centro a Tolima, específi- en Caldas. Luego asesinó a treinta y camente el norte del departamento. nueve conservadores indefensos y El Plan Lazo tenía dimensiones continuó hacia el este, hacia el río tanto políticas como militares. Su as- Magdalena, ocultándose en un parapecto político estaba dirigido a obte- je rocoso e inhabitado al sur de Faner el apoyo del político liberal más llan. Pensando que lo tenía acorralaimportante de Tolima, Alfonso Jara- do, el ejército pidió apoyo aéreo, un millo Salazar. De esta manera, se ganó helicóptero recientemente llegado de la confianza de la mayor parte de la Estados Unidos. No obstante, Desquite población liberal del departamento evadió a sus perseguidores, quejáncuando Jaramillo aceptó el plan del dose luego de que no era correcto gobierno contra la Violencia. A me- "que el presidente Kennedy de Estadiados de 1962, Jaramillo fue nom- dos Unidos, a cambio de mandar dibrado gobernador de Tolima. Los nero para los pobres, hubiera manbandoleros locales perdieron así una dado helicópteros militares"." parte importante del apoyo regional. Sin embargo, a Desquite no le queEntretanto, el ministro de guerra de daba mucho tiempo de vida. Dejó de Valencia, Alberto Ruiz Novoa, puso en recibir el apoyo local, era acosado por práctica el componente militar del el ejército y condenado por sus excePlan Lazo. Durante la primera mi- sos tanto por liberales como por contad de 1963, el ejército inició una servadores. Desquite se ocultó en las agresiva campaña contra los bando- montañas cercanas a Venadillo a coleros en toda la Cordillera Central. mienzos de 1964. El 18 de marzo de

85 Ibid., pp. 126, 143. 86 Dario Fajardo, Violencia y desarrollo. Transformaciones sociales en tres regiones cafeteras del Tolima, 1936-1970, Bogotá, Fondo Editorial Suramericana, 1979, p. 202.

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aquel año, un joven campesino lo encontró en una cabaña abandonada. Desquite le pidió que le trajera baterías para su radio; el campesino lo delató a las autoridades. En menos de una hora, se vio rodeado por una unidad del ejército y fue muerto a balazos. Su cuerpo fue llevado entonces en un helicóptero a El Líbano, Santa Teresa y otros pueblos del norte de Tolima, donde se lo expuso durante algún tiempo en las plazas de los pueblos para que todos lo vieran. El ejército quería que no hubiese duda acerca del hecho ni de las circunstancias de su muerte. La mayoría de los bandoleros más famosos cayeron a manos del ejército entre 1963 y 1965, gracias a la solidez del programa militar organizado contra ellos y a la efectividad de su ejecución. El Plan Lazo estaba compuesto por cinco fases. La primera fue su conceptualización inicial, adelantada tanto en el contexto nacional como en el interamericano. El éxito de Fidel Castro a fines de 1958 intensificó en gran medida el interés por las técnicas de contrainsurgencia en toda América Latina. Así, cuando el general Ruiz Novoa reveló su plan de

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pacificación, en 1962, no lo hizo en Colombia, sino en una reunión que sostuvieron los líderes estadounidenses y latinoamericanos en Fort Gulick, en la zona del Canal de Panamá. Durante los dos años anteriores, Colombia y Estados Unidos habían realizado maniobras militares conjuntas y se habían reunido en numerosas ocasiones a través de una organización llamada Conferencia de Ejércitos Americanos." La segunda fase del Plan Lazo implicó una serie de actividades encubiertas y psicológicas. Se realizaron estudios de los violentos líderes y de sus seguidores, se enviaron agentes encubiertos a infiltrarse en sus bandas y se disfrazaron soldados de violentos para sembrar confusión entre ellos y los civiles. Entre tanto, miembros del ejército circulaban entre la población civil convenciéndola de que su único objetivo era llevar la paz a las zonas asoladas por la Violencia." Los militares ofrecieron recompensas por información que los llevara a la captura de los violentos. También el lenguaje simbólico tuvo un lugar en el Plan Lazo. Cuando caían bandoleros famosos, sus cuerpos eran atados

87 Información adicional sobre la cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos se encuentra en Alvaro Valencia Tovar, Testimonio de una época, op. cit., 1992, pp. 409-420, 421447; Gonzalo Bermúdez Rossi, El poder militar en Colombia, de la Colonia al Frente Nacional, Bogotá, Americana Latina, 1982, pp. 123-125; James Daniel, Rural Violente in Colombia sine 1946, Princeton, Princeton University Press, 1965, 129; Russell W. Ramsey, "Internal Defense in the 1980s: the Colombian Model", Comparative Strategy, 4(4), 1984, pp. 356-362. 88 G. Bermúdez Rossi, Op. cit., p. 134, hace énfasis sobre la efectividad del programa de guerra psicológica y de engaño establecido por el ejército. Evelio Buitrago Salazar, Zarpazo the Bandit. Memoirs oían Undercover Agent of the Colombian Army, Russell W. Ramsey, ed., traducción de Murray Lasley, Tuscaloosa, University of Alabama Press, 1977, es la narración autobiográfica de un soldado que se infiltró en varias cuadrillas de bandoleros.

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586 / La modernización en Colombia a puntales suspendidos debajo de los helicópteros y llevados de un pueblo a otro para exponerlos públicamente. Desde abajo, los helicópteros se asemejaban a aves de presa que aferraran indefensas criaturas en sus garras." La tercera fase del Plan Lazo consistía en montar bases especiales como la del norte de Tolima, desde la cual se persiguió con éxito a Desquite. Este campamento, y otros similares, servían como bases para entrenar y enviar unidades antiinsurgencia que mataron sistemáticamente a la mayoría de los bandoleros famosos de la Violencia tardía, entre 1963 y 1964. Los violentos eran emboscados, en algunos casos, cuando llegaban a recibir el dinero proveniente de las extorsiones a los campesinos; en otros, cuando viajaban desprevenidos por los caminos y trochas de la montaña. Fue una campaña brutal y efectiva, adelantada contra un enemigo inmisericorde."

La cuarta y última fase del Plan Lazo consistía en un período de tiempo dedicado al trabajo social y a la reconstrucción de las antiguas zonas de Violencia. El programa del ejército, llamado Acción Cívico-Militar, contemplaba aspectos tan variados como la construcción de carreteras, la vigilancia armada, y la enseñanza de la lectura y la escritura. Otras ramas del gobierno se unieron a este esfuerzo. El Incora adelantó programas de redistribución de tierras y de reasentamientos en las regiones más afectadas, y la Caja Agraria suministró préstamos para los campesinos que habitaban en ellas. Un programa de autoayuda comunitaria conocido como Acción Comunal, organizado durante la presidencia de Lleras Camargo, fue fuertemente promovido como mecanismo para ayudar a que los campesinos trabajaran conjuntamente por el bien común y, a la vez, reforzó la presencia del Estado en el campo. 9' Se

89 Entrevista personal con Alberto Gómez Botero, El Líbano, Tolima, 4 de marzo de 1971. 90 Alberto Gómez Botero, oriundo de El Líbano, Tolima, describe el terror que sentía mientras cabalgaba en medio de una de estas emboscadas, cuando se dirigía a su finca cafetera a comienzos de 1964. Gómez Botero dice que no sólo se le pusieron los pelos de punta, sino que incluso llegaron a levantar el sombrero que llevaba. Entrevista personal con Alberto Gómez Botero, 4 de marzo de 1971. A. Valencia Tovar, Op. cit., p. 413, ofrece escalofriantes descripciones del asesinato de Chispas en una emboscada en Quindío el 22 de enero de 1963. Otros líderes bandoleros que murieron durante esta campaña contra los violentos fueron Pedro Brincos (1963), Sangrenegra (1964) y Efraín González (1965). Sobre la espectacular muerte de Efraín González, considerado por muchos como el último de los tristemente famosos bandoleros, véase J. Tito Alba, Vida, confesión y muerte de Efraín González, 2.' ed., Bogotá, Tipografia Bermúdez, 1971, y P. C. Téllez, Op. a., pp. 112-119. Las masacres perpetradas por los bandoleros del Tolima y su manera característica de mutilar a sus víctimas se discuten en Marfa Victoria Uribe Alarcón, Matar, rematar y contramatar: Las masacres de la Violencia en el Tolima, 1948-1964, Bogotá, CINEP, 1978. 91 Este aspecto del programa de participación se discute en Humberto Triana y Antorvenza, La acción comunal en Colombia: resultados de una evaluación en 107 municipios, Bogotá, Imprenta Nacional, 1970.

recibió ayuda externa militar y social, gran parte de ella bajo los auspicios de la Alianza para el Progreso norteamericana. Significativa ayuda adicional fue canalizada hacia la Colombia rural durante la década del sesenta a través de organizaciones caritativas católicas y el programa internacional conocido como CARE." El Plan Lazo recibió una gran motivación de la Guerra Fría. Las relaciones entre Colombia y Cuba se enfriaron rápidamente a medida que Fidel Castro avanzaba hacia la izquierda después de 1959 y adoptaba una actitud hostil a fines del 1961, cuando Alberto Lleras Camargo se preparaba para recibir una visita de Estado del presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, acompañado por su esposa. Dos semanas antes de la visita de Kennedy del 17 de diciembre, Fidel Castro proclamó su filiación al marxismo-leninismo. Una semana más tarde, el 9 de diciembre de 1961, Colombia rompió relaciones diplomáticas con Cuba. Lleras Camargo explicó que esta medida se debía a los intentos de Castro por derrocar al gobierno colombiano." Los temores de Lleras tenían sólidos fundamentos. Durante sus prime-

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ros años en el poder, Castro había acogido a visitantes colombianos, la mayor parte de los cuales eran críticos vehementes, incluso violentos, del Frente Nacional. Entre ellos se encontraron líderes del movimiento de López MiChelsen, el MRL, y Antonio Larrota, fundador del movimiento revolucionario MOEC. Larrota, cuya organización había sido denunciada por el Partido Comunista Colombiano como extremista y anarquista, vivió en Cuba desde mediados de 1959 hasta mediados de 1961. Cuando re- . gresó al país, viajó a Cauca donde se unió al bandolero liberal Adán de Jesús Aguirre (El Águila), quien pronto lo asesinó para cobrar la recompensa ofrecida por el gobierno por la captura de Larrota." Los miembros del MOEC corrieron con relativa mejor suerte en los Llanos Orientales. En 1961, Ramón Larrota, hermano de Antonio, el médico anarquista Tulio Bayer y el ex guerrillero liberal Rosendo Colmenares, lanzaron un movimiento revolucionario en el remoto pueblo de Santa Rita, ubicado en la ribera del río Vichada. El ejército acabó fácilmente con esta sublevación en octubre de 1961, y arrestó a Bayer y a Colmenares.

92 Información adicional sobre esta ayuda aparece en Fernando Cepeda Ulloa y Rodrigo Pardo García-Peña, "La política exterior colombiana, 1964-1974", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 29-54; Francisco Leal Buitrago, "Surgimiento, auge y crisis de la doctrina de seguridad nacional en América Latina y Colombia", Análisis político, (15), Bogotá, Tercer Mundo, ene.-abr., 1992, pp. 6-34. 93 El discurso en el que anuncia el rompimiento se encuentra en A. Lleras Camargo, El primer gobierno del Frente Nacional, Op. cit., vol. 4, pp. 89-98. 94 Eduardo Pizarro, "Revolutionary Guerrilla Groups in Colombia", en: Charles Bergquist a al., Ir:Menee in Colombia. The Contemporary Crisis in Historical Perspective, Wilmington, Scholarly Resources, 1992, p. 176.

588 / La modernización en Colombia Ambos fueron entregados a las autoridades civiles, las cuales los sentenciaron a un corto período en prisión. Ramón Larrota escapó. El 7 de diciembre de 1961, tres días antes de que Iteras Camargo rompiera relaciones con Cuba, Larrota le escribió al Che Guevara para pedir ayuda militar. Tres días después, Larrota escribió de nuevo a Cuba, informando a Fidel Castro que, Empeñados en luchar por una Colombia libre del imperialismo yankee y las oligarquías colombianas, este comando ha resuelto [...] tratar con ustedes asuntos relacionados con nuestra Revolución.95

El movimiento revolucionario de Tulio Bayer produjo una ola de entusiasmo en Colombia, dando a los opositores conservadores del gobierno la oportunidad de usarlo en su contra." Así fue como, el 29 de noviembre, Álvaro Gómez Hurtado se dirigió al Senado sobre el asunto de los movimientos comunistas revolucionarios a los que consideraba endémicos en Colombia. Gómez argumentó que el gobierno permanecía cruzado de brazos mientras los comunistas establecían enclaves en todo el país. Parece que nadie ha advertido, dijo irónicamente,

Una época de transición, 1957 - 1965 /

[...] que en este país hay una serie de repúblicas independientes, que no reconocen la soberanía del Estado colombiano, donde el ejército colombiano no puede entrar, donde se le dice que su presencia es nefanda, que ahuyenta al pueblo o a los habitantes [...]. Hay la república independiente de Sumapaz [...] de Planadas [...] de Río Chiquito [...] y ahora, tenemos el nacimiento de una nueva república independiente del Vichada. La sobe-

ranía nacional se está encogiendo como un pañuelo."

El discurso de Álvaro Gómez fue oportuno por cuanto llegó dos días antes de que Fidel Castro suscribiera abiertamente al marxismo-leninismo, diez días antes de que Colombia rompiera relaciones con Cuba y dos semanas antes de la visita de John F. Kennedy. Esto incomodó al gobierno, al punto que inició acciones contra la república independiente de Planadas, un pequeño enclave comunista ubicado en el sur de Tolima. Aunque esta operación se canceló sin comentarios a comienzos de 1962, el entusiasmo producido por las palabras de Álvaro Gómez en los círculos anticomunistas tocó una cuerda sensible. Las autoridades colombianas sabían desde hacía años que existían pequeños enclaves controlados por

95 Las cartas de Larrota están publicadas en Alonso Moncada Abello, Un aspecto de la Violencia, Bogotá, Promotora Colombiana de Ediciones, 1963, pp. 407-408. No hay evidencia de que Guevara o Castro respondieran a la solicitud de ayuda de Larrota. 96 El movimiento es discutido en A. Valencia Tovar, Op. cit., pp. 370-396; A. Moncada Abello, Op. cit., pp. 391-430. Véase también Tulio Bayer, Carretera al mar, Bogotá, Iqueima, 1960, para una narración de ficción sobre el tema de su descontento con la sociedad y la política colombiana. 97 Arturo Alape, La paz, la violencia: testigos de excepción, 3.' ed., Bogotá, Planeta, 1987, p. 245.

los comunistas en partes remotas del territorio nacional. Originadas como zonas de autodefensa establecidas durante la guerra civil de 1949-1953, continuaron existiendo como comunas agrarias autogobeniadas durante el régimen de Rojas Pinilla. Durante la época de la desmovilización de las fuerzas guerrilleras que siguió a la caída de Rojas, los comunistas del sur de Tolima se negaron a entregar las armas. Ellos y su líder, Charronegro (Ja-

cobo Prías Alape), sabían que pronto las necesitarían para defenderse de los anticomunistas que los rodeaban. El endave de Charronegro estaba situado al sur de Planadas, Tolima, una región de estrechos valles y de escarpadas montañas pobladas de bosques que él y sus seguidores llamaron Marquetalia. Esta ocupaba el extremo sur del departamento y estaba a cerca de dos días de camino del endave más grande de Río Chiquito. Ciro Trujillo Castaño (El Mayor Ciro), comandaba Río Chiquito, una zona quebrada y bien irrigada que cubría una parte del nororiente del departamento del Cauca." Las dos regiones mantenían contacto a través de una formidable trocha escondida, construida a fines de la década del cincuenta y comienzos de la del sesenta. Esta ruta fue la que siguieron los comunistas de Marqueta-

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tia cuando el ejército los expulsó en mayo de 1964. Cuando Álvaro Gómez acuñó la expresión repúblicas independientes, existían dos escuelas de pensamiento respecto al grado de peligro que representaban. Según la primera, estos endaves representaban una amenaza insignificante o nula para la soberanía nacional y, por consiguiente, podía dejárselos en paz. La segunda sostenía que cada una de estas "repúblicas" albergaba a peligrosos revolucionarios, capaces de derrocar el régimen capitalista en Colombia. Según el historiador Álvaro Valencia Tovar, quien como sargento coronel del ejército contribuyó a diseñar y a ejecutar el Plan Lazo, la mayoría de los colombianos suscribía la primera. Marquetalia y otros endaves, pensaban, evolucionarían como lo había hecho Viotá en Cundinamarca, donde los habitantes se habían convertido en pequeños propietarios y, con el transcurso del tiempo, "se habían integrado a la comunidad [capitalista] nacional"." La segunda perspectiva estaba en línea con la Guerra Fría del momento, al sostener que el comunismo era como una enfermedad contagiosa que, a menos de ser combatida fuertemente, se esparciría a toda la sociedad. El sargento coronel José Joaquín

98 Algunas de las principales características de varios enclaves se presentan en A. Valencia Tovar, Op. di., pp. 450-454. El Pato, la tercera de las repúblicas independientes mencionadas por Gómez, estaba situada al otro lado del valle del río Magdalena, en el extremo oriental de la Cordillera Oriental, y se extendía desde Huila hasta la intendencia de Caquetá. 99 A. Valencia Tovar, Op. crt., p. 452.

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590 / 1.11 modernización en Colombia Matallana, contemporáneo de Valencia Tovar, suscribía esta perspectiva tradicional de la Guerra Fría. Afirmó, en 1963, que regiones enteras del sur de Tolima "poco a poco fueron transformándose a la filosofa comunista o procomunista".'" Nunca se sabrá si la comuna de Marquetalia hubiera seguido los pasos de Viotá hacia la respetabilidad burguesa, puesto que fue invadida y destruida por el ejército. Esto fue especialmente desafortunado, debido a la equivocada percepción del coronel Matallana de que el comunismo se estaba extendiendo por el sur de Tolima. Las pocas docenas de familias que componían la república independiente de Marquetalia apenas podían sobrevivir debido a la guerra intestina que sostenían con las guerrillas liberales cuando el ejército colombiano preparó su ataque. Las guerrillas liberales y comunistas que operaban en el sur de Tolima habían actuado conjuntamente a comienzos de la década del cincuenta, pero sus diferencias ideológicas eran insalvables y, pocos años después, luchaban entre sí. Cuando el ejército organizó su ataque contra Marquetalia en mayo de 1964, el enclave había sido reducido a una pequeña región al occidente del pueblo de Gaitania.

Las guerrillas liberales del sur de Tolima habían compartido siempre los valores de la mayoría de los colombianos. Protegían celosamente la libertad individual y perseguían sus intereses individuales en fortalezas montañosas donde el Estado colombiano nunca había establecido plenamente su presencia. En este sentido, vivían en un escenario que correspondía a la teoría clásica liberal. Los comunistas de Charronegro, por su parte, suscribían valores opuestos a los de los liberales. Valoraban un comunitarismo semejante al descrito en las obras de Karl Marx y de otros socialistas utópicos. El abismo ideológico que separaba a las guerrillas liberales de Tolima, o los "limpios", de los comunistas, o "comunes", fue señalado y comentado desde comienzos de la Violencia. Los comunistas consideraban que los liberales eran indisciplinados y centrados en sí mismos. Se quejaban del "morboso sentido de la propiedad privada, el individualismo enfermizo y la tendencia bandoleril" de los liberales. Los despreciaban por no aceptar "que la lucha no era para enriquecerse sino para alcanzar objetivos nobles y avanzados".'" Los liberales, por su parte, despreciaban aquello que veneraban los comunistas. En una carta a Gerardo

100 Carlos Arango Z., FARC, veinte años: de Manquetalia a La Uribe, Bogotá, Aurora, 1984, p. 210. 101 Comandante Olimpio, ex guerrillero de Marquetalia, en !bid., pp. 187-188. El libro publicado por el Partido Comunista, Treinta años de lucha del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Paz y Socialismo, 1960, admite que la excesiva rigidez ideológica de sus dirigentes durante la década del cincuenta llevó a un rompimiento perjudicial entre sus fuerzas en el sur de Tolima y las de los liberales. Para más información sobre este rompimiento véase Gonzalo Sánchez, Ensayos de historia social y política del siglo xx, Bogotá, El Áncora, 1985, pp. 264-271.

Loaiza, un líder "limpio" del sur de Tolima, los miembros del Directorio Liberal de Ibagué le enviaban las siguientes instrucciones: Ustedes son liberales limpios y los otros son los comunes o comunistas, y con ellos no podemos unirnos porque somos enemigos a muerte: los comunistas son enemigos de la propiedad que nosotros los liberales defendemos; los comunistas son enemigos de Dios, y nosotros somos creyentes católicos. Por eso ustedes no pueden ni deben seguir aliados con ellos. Inmediatamente se debe romper esa unidad. Los liberales nos vamos a tomar el gobierno para acabar con los comunistas.102

El Directorio Liberal prosiguió acusando a los comunistas de "romper la unidad y jerarquía de la familia", al dar a las mujeres y a los niños armas y uniformes y pedirles que lucharan al lado de los hombres. Esto, escribieron los liberales, "alejaba a las mujeres de sus tareas consuetudinarias en el hogar". 1°3 El desacuerdo entre liberales y comtmistas en el sur de Tolima desencadenó una serie de acontecimientos que contribuyeron a asegurar el éxito del Plan Lazo. En 1959, cuando la Violencia se extendía a todo el departamento, los dos grupos se reunieron brevemente para realizar una acción conjunta contra la policía en una zona

a la que llamaban El Davis. Luego, uno de los combatientes liberales, inadvertidamente, o porque no aceptaba la regla de los comunistas que ordenaba la redistribución de las armas tomadas en combate, regresó a casa con un rifle que había obtenido en la lucha. Meses después, una patrulla comunista se encontró con este hombre, cuyo nombre de batalla era El Diablo y, por órdenes de Charronegro, confiscaron el rifle. Esto enfureció a Gerardo Loaiza, quien juró vengar este crimen contra la propiedad privada más valorada de un guerrillero. Pocas semanas después, el 11 de enero de 1960, tres de los hombres de Loaiza llegaron a los cuarteles comunistas y pidieron hablar con Charronegro. Cuando éste salió, lo asesinaron a balazos y huyeron.'" El asesinato de Charronegro marcó la movilización de las fuerzas liberales y comunistas. En la guerra que siguió, murieron cerca de cincuenta liberales, entre ellos Gerardo Loaiza, y veinticinco comunistas. Esto permitió el surgimiento de nuevos líderes en ambos campos. El nuevo líder liberal fue un antiguo ministro protestante llamado Jesús María Oviedo (Mariachi). Pedro Antonio Marín (Thufijo, alias Manuel Marulanda Vélez), asumió el liderazgo de los comunistas. La guerra civil entre las guerrillas que se desarrolló en Tolima a

102 "Comandante °limpio", en C. Arango Z., op. cit., p. 188. p. 266, citando un documento 103 G. Sánchez, Ensayos de historia social y política del siglo mr, Op. cit., de 1955. C. 104 El mejor relato de un testigo presencial del incidente es el del Comandante ()limpio, en p. 273. Op. a., pp. 188-191. Véase también J. D. Henderson, Arango Z., Op. cit.,

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comienzos de la década del sesenta era sólo un aspecto de la Violencia amorfa que existía en aquel momento en esa región. Mientras que liberales y comunistas se asesinaban entre sí en el sur, y los bandoleros masacraban familias enteras en el norte, el ejército implementó metódicamente el Plan Lazo. La fase militar del plan, puesta en operación en 1963, había conseguido tal éxito contra los bandoleros de Tolima que, a comienzos de 1964, el ejército pudo dedicarse al problema de los comunistas del sur del departamento. Realizó entonces un ataque por sorpresa a Marquetalia, bajo el nombre secreto de "Operación Soberanía". Los tres objetivos del plan eran capturar a Tirofijo, liquidar la comuna de Marquetalia y establecer una presencia militar permanente en la región. 105 Tres batallones, que contaban con cerca de dos mil hombres, fueron asignados a la operación Marquetalia." Se realizaron complejos preparativos para el ataque, que comenzó el 27 de mayo. Los aviones bombardeaban los pueblos de la guerrilla mientras la artillería les lanzaba morteros. El 14 de junio, el sargento coronel Matallana

condujo a doscientos cincuenta soldados a un ataque por helicóptero contra los pocos hombres que habían permanecido rezagados para defender su cuartel. Las mujeres y los niños habían sido evacuados por una trocha escondida que llevaba a Río Chiquito."» Los comunistas resistieron a Matallana y a sus tropas durante todo aquel día, y luego se retiraron hacia Río Chiquito antes del amanecer del 15 de junio. Incendiaron sus chozas cuando partieron. Aunque la victoria del ejército sobre unas pocas docenas de campesinos pobremente armados no pudiera llamarse gloriosa, y fracasó en su objetivo de capturar a Tirofijo, la Operación Soberanía logró la meta de eliminar la presencia comunista del sur de Tolima y sustituirla por la del Estado colombiano. Tirofijo y sus seguidores pasaron los años siguientes con su colega El Mayor Ciro en Río Chiquito. Este enclave fue invadido y ocupado por el ejército en septiembre de 1965. Entre tanto, las otras repúblicas independientes fueron atacadas y sometidas por los militares. Al negárseles la posibilidad de defender una única región, los líderes comunistas se retiraron de la

105 En enero de 1962, el ejército había establecido una base en Planadas, a un día de camino de Gaitania, acabando así con la presencia de las guerrillas liberales en el sur de Tolima. 106 Los comunistas creyeron que los habían atacado de dieciséis mil a veinte mil hombres. En aquel momento, el ejército colombiano tenía cerca de veinticinco mil hombres. 107 El relato de un testigo presencial, desde la perspectiva de los atacantes, es el de José Joaquín Matallana, en Jacobo Arenas, Cese al fuego. Una historia política de las FARC, Bogotá. Oveja Negra, 1985, pp. 205-229. Los atacados narraron sus versiones en Manuel Marulanda, Cuadernos de campaña, 2.' ed., Bogotá, Abejón Mono, 1973, pp. 79-80; Arturo Alape, Diario de un guerrillero, ed., Bogotá, Eco Editor, 1978, pp. 71-74; C. Arango Z., Op. cit., pp. 125 (entrevista con Marulanda Vélez) y 155-160 (entrevista con Jaime Guaraca); Jacobo Arenas, Diario de la resistencia en Marquetalia, 2' ed., Bogotá, Abejón Mono, 1972.

Cordillera Central, cruzaron el valle del río Magdalena hacia las infranqueables montañas y selvas de la Cordillera Oriental, y de allí a las selvas prácticamente deshabitadas de Caquetá y de Meta.'" Reducidos así a una existencia itinerante, Tirofijo y sus compañeros reconstruyeron su movimiento como una fuerza guerrillera móvil.'" La destrucción de las repúblicas independientes y la casi simultánea eliminación del bandolerismo rural, cerraron el capítulo de la Violencia en Colombia, conflicto que se había iniciado en 1947 como una lucha de poder entre liberales y conservadores. Durante los dieciocho años que duró, cobró cerca de doscientas mil vidas. Sin embargo, con la huida de Tirofijo, El Mayor Ciro y sus seguidores, y la formación posterior de unidades revolucionarias comunistas ambulantes, se garantizó para Colombia la continuación de una violencia política, diferente del conflicto tradicional partidista que dio lugar a la Violencia.

Frustraciones de la Generación del estado de sitio El descontento popular se extendió

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en Colombia a comienzos de la década del sesenta. Los bajos precios del café y la desaceleración del crecimiento de la industria de sustitución de importaciones (ISI), complicados por niveles inaceptables de deuda pública, afectaban a los ciudadanos corrientes de diversas maneras. La inflación y el desempleo aumentaban continuamente. Los incrementos salariales, que se mantuvieron constantes durante la década del cincuenta, bajaron a comienzos de la década del sesenta y estaban en declive para mediados de la década. Estos signos de estancamiento económico alimentaron la percepción popular de que hombres poderosos y ricos, vinculados con asociaciones gremiales como la SAC, la ANDI y Fenalco, manipulaban el sistema en beneficio propio. El empeoramiento de la distribución del ingreso durante la década del sesenta parecía confirmar esta sospecha. Los economistas Albert Berry y Miguel Urrutia concluyeron que, en 1965, Colombia ocupaba el segundo lugar, después de Brasil, entre las principales naciones latinoamericanas en lo referente a la desigualdad en la distribución del ingreso. La mitad de la población colombiana vivía en lo que

108 Véase Eduardo Pizarro, Las FARC, Bogotá, Tercer Mundo, 1992, para un mapa de las rutas seguidas por Tirofijo y otros en su desplazamiento hacia el oriente. Para una monografía dedicada a las repúblicas independientes, véase José Jairo González, El estigma de las repúblicas independientes, Bogotá, CINEP, 1993. 109 En una reunión realizada en mayo de 1966, formaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Mayores detalles sobre las FARC y su historia subsiguiente se encuentran en E. Pizarro, Las FARC, Op. cit., p. 110.

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llamaron "niveles extremadamente jarse cada vez más de la política. La creciente indiferencia frente a la pobajos de vida"."o A pesar de la promesa de que los lítica pudo apreciarse de la manera programas de bienestar social recibi- más gráfica en la aguda caída de la rían prioridad bajo el Frente Nacio- votación durante los años del Frente nal, los gastos en bienestar público no Nacional. La participación electoral se incrementaron sustancialmente, cayó dramáticamente después de pues los ingresos tributarios colom- 1957, cuando alcanzó la cifra antes bianos eran demasiado bajos para insuperada del 72%. Para la segunfinanciar nuevos programas de im- da presidencia del Frente Nacional, portancia." Tampoco pudo hacer poco más de un tercio de los posimucho el gobierno para ayudar a los bles votantes ejercieron su derecho desempleados. En un momento en el al sufragio.' '3 Guillermo León Valencia fue resque la mayoría de las naciones latinoamericanas estaban comprometidas ponsable en parte de que disminuyecon políticas económicas estatales don- ra la aceptación del Frente Nacional. de predominaban los programas para Como conservador, nunca habría sido crear empleo y grandes inversiones elegido si la población liberal predogubernamentales en el sector públi- minante hubiera tenido la oportunico, el Estado colombiano desempeñó dad de votar por un candidato liberal. un papel relativamente insignificante Valencia fue un presidente mediocre. No tenía una buena comprensión de en la economía." Justa o injustamente, muchos co- la economía, ni le interesaba este tema lombianos culpaban al gobierno de —en un momento en el que el país sus problemas sociales y económicos. se deslizaba hacia graves dificultaManifestaban su descontento al ale- des de carácter económico—. Parecía

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dedicar la mayor parte de su tiempo a repartir cargos políticos según los términos del acuerdo del Frente Nacional, ofrecía banquetes de Estado y disfrutaba de la cacería de patos en su hacienda del Cauca." 4 Otro de los problemas de Valencia como jefe de la nación residió en la imagen anacrónica que proyectaba. Parecía salido de una era en la que a los liberales no se les permitía ganar las elecciones, y los conservadores sólo podían hacerlo cuando recibían el imprimatur del arzobispado. El político caucano intensificaba esta impresión al presentar la misma imagen emperifollada de su célebre padre, el poeta Valencia. Aunque la mayoría de los colombianos manifestaron su descontento con la política a través de su creciente indiferencia o su rechazo del mundo público, dos de sus minorías optaron por atacar el sistema. La primera fueron los obreros. La segunda estuvo conformada por una contraélite intelectual y política llamada Generación

del estado de sitio. 110 Albert Berry y Miguel Urrutia, Mann* Distribution in Colombia, New Haven, Yale University Press, 1976, pp. 31, 40. 111 Los impuestos constituían sólo el 3,6 del PIB en 1964. Lauchlin Currie, Accelerating Development. The Necessity arad the Mearas, Nueva York, McGraw Hill, 1966, pp. 191-193. En 1965, Lauchlin Currie desempeñó un papel cada vez más activo en la política económica colombiana. Promovió una estrategia de desarrollo mediante la cual el gobierno haría de la vivienda urbana "el sector líder". Se propiciaría que la mano de obra abandonara "el campo improductivo", encontrara empleos en las zonas urbanas y mejorara así su nivel de vida. Currie llamó a su programa Operación Colombia. Este fue adoptado por el último presidente del Frente Nacional, Misael Pastrana (1970-1974). 112 Rosemary Thorp, por ejemplo, en Economic Management and Econornic Development in Ftru and Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1991, p. 56, revela que mientras el gobierno peruano tenía un 30% de participación en la totalidad de la inversión en el sector público, la participación del gobierno colombiano era sólo del 17%. 113 Robert Dix, Colombia.- the Political Dimensions of Chango, New Haven, Yale University Press, 1967, p. 162, presenta un resumen estadístico de la participación electoral durante el período comprendido entre 1946 y 1966.

Los sindicatos aumentaron su proporción de la fuerza laboral entre 1958 y 1965, del 5,5% a un total del 13,4%."5 Esta rápida expansión y el

hecho de que la mayor parte de su crecimiento se dio en los sindicatos del sector público, les permitió una participación desproporcionada en los asuntos nacionales. Junto con el surgimiento del sindicalismo en . el sector público llegaron los cambios en la UTC y en la CTC. La primera, la federación sindical más grande del país a comienzos de la década del sesenta, se despojó de su carácter confesional y desarrolló una nueva militancia. La CTC, dominada por los liberales, expulsó a sus miembros comunistas en 1962. Dos años más tarde, los obreros comunistas fundaron su propia federación, la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia (CSTC). El sindicalismo colombiano realizó la extraordinaria hazaña de atraer la atención del presidente Valencia y llevarlo a la acción a comienzos de 1965. Lo hizo al amenazar con una huelga general, con la que culminaría la continua actividad huelguista de los primeros años de la década del sesenta. Valencia respondió con leyes de reforma laboral que ofrecían mayor protección a los trabajadores. Las huelgas disminuyeron radicalmente después de estas medidas." 6 Un rasgo

114 Durante uno de estos banquetes, Valencia se equivocó, presentando a Charles de Gaulle,

quien estaba en visita oficial a Colombia, ¡como presidente de España! 115 J. Hartlyn, Op. cit., pp. 183-184; Rocío Londoño, "Crisis y recomposición del sindicalismo colombiano, 1946-1980", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol.

3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 283, afirma que los sindicatos llegaron a su punto histórico más alto en su capacidad de organizar la mano de obra colombiana en 1965, al alcanzar un 15,5%.

116 La amenaza de una huelga general en enero de 1965 y sus consecuencias se analizan en Edgar Caicedo, Conflictos sociales del siglo xx en Colombia, Bogotá, Ediciones Colombia, 1976,

pp. 248-249.

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598 / La modernización en Colombia

marxista en su enfoque, muchas de estas obras se basaron en lo que Orlando Fals Borda denominó investigación acción, una forma comprometida de practicar las ciencias sociales que evitaba la objetividad "para tomar partido abiertamente sobre asuntos políticos reales [...] para acelerar el proceso del cambio estructural y revolucionario".'" Fals Borda instó a sus colegas a ir más allá de la era newtoniana y utilizar sus conocimientos en favor de quienes habían sido víctimas de las políticas desarrollistas, "identificar a los enemigos de clase" hasta el final y forjar un partido revolucionario exitoso.'" El nacionalismo y el antiimperialismo ocuparon un lugar predominante en el pensamiento de la Generación del estado de sitio. Desde el modesto llamado de Jorge Gaitán Durán a que la burguesía colombiana se convirtiera en "la punta de lanza contra el imperialismo" y en la fuente de la modernización nacional,

hasta las estridentes palabras de Mauricio Torres, "los imperialistas norteamericanos son y serán [...] los más odiados por nuestro pueblo", sus mensajes dieron cierta continuidad a la crítica generacional colombiana.' 28

LadenuciqhzoJrgClde Frente Nacional, por permitir que las ideas reformistas de la Alianza para el Progreso "circularan sin resistencia por todos los estratos de la vida nacional" se asemejó a las advertencias de Laureano Gómez tres décadas antes, según las cuales el desarrollo económico no debía adelantarse a expensas de regalar los recursos nacionales, hipotecar al país y corromper el sistema político.'29 Las preocupaciones de Laureano Gómez, expresadas en 1915, según las cuales las concesiones otorgadas a la United Fruit Company ponían la soberanía nacional en peligro, constituyeron un paralelo a las afirmaciones de Mario Arrubla, cincuenta años después, según las cuales la condición económica

126 Orlando Fals Borda, "The Negation of Sociology and its Promise: Perspectives of Social Science in Latin America Today", Latin America Research Reviere, 15(1), 1980, p. 165. 127 Mohammed Anisur Rahman y Orlando Fals Borda, "Romper el monopolio del conocimiento. Situación actual y perspectivas de la investigación-acción participativa en el mundo", Análisis político, (5), Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, sep., 1988, p. 46; Orlando Fals Borda, Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, Publicaciones de la Rosca, 1975, p. 149. Véase también su artículo "Filosofía de la participación y sus implicaciones políticas", en: Gustavo Gallón, comp., Entre movimientos y caudillos. 50 años de bipartidismo, izquierda y alternativas populares ten Colombia, Bogotá, CINEP, 1989, pp. 281-287. El argumento en favor de la investigación acción más allá de Colombia puede seguirse en Charles W. Bergquist, "On Paradigma and the Pursuit of the Practicar, Latin America Research Review, 8(2), 1978, pp. 247-251. 128 J. Gaitán Durán, Op. cit., p. 80; Mauricio Torres, La naturaleza de la revolución colombiana, Bogotá, Iqueima, 1959, p. 142. 129 Jorge Child, López y el pensamiento liberal, Bogotá, Tercer Mundo, 1974, p. 27; Laureano Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia, Bogotá, Populibro, 1970, pp. 62-63.

neocolonial de Colombia la exponía "al chantaje del imperialismo" por parte de las grandes potencias.'" La convicción de que Colombia se encontraba en una relación neocolonial respecto al mundo desarrollado hizo que la política económica del gobierno resultara absolutamente inadmisible para las contraélites. Mientras que los dirigentes gubernamentales basaban sus esquemas de modernización en el desarrollo capitalista y en la integración al sistema comercial occidental, las élites que se oponían al gobierno creían, con Lenin, que el imperialismo era la etapa más alta y más explotadora del capitalismo. Por consiguiente, rechazaron en su totalidad el desarrollismo económico promovido por el Frente Nacional. Colombia no podría llegar a ser un país moderno, argumentaban, mientras su economía estuviese atada y dependiera del comercio con países más desarrollados. El café a bajo precio beneficiaba a Estados Unidos, así como también la venta a

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Colombia de sus bienes de capital cada vez más costosos.'" Los integrantes de la Generación del estado de sitio se dedicaron a los análisis de la dependencia para orientar sus críticas a la economía. Propusieron sustituir al oligárquico Frente Nacional por un gobierno auténticamente popular e intervencionista, minimizar las relaciones comerciales con las naciones imperialistas de Occidente y buscar la industrialización del país a través de la sustitución de importaciones apoyada en altas tarifas. El socialista Antonio García, a fines de la década del sesenta, instó a los pensadores progresistas a realizar el análisis de la dependencia como "la más trascendental categoría analítica de las ciencias sociales en Latinoamérica".' 32 Con anterioridad, Mario Arrubla había escrito que los académicos que deseaban comprender a Colombia desde una perspectiva diferente de la de la dependencia "se reparten entre bufones y villanos".' 33

ed., Medellín, La Carreta, 1974, 130 Mario Arrubla, Estudios sobre el subdesarrollo colombiano, p. 222. 131 Héctor Melo e Iván López, El imperio clandestino del café, Bogotá, Latina, 1976, p. 149, fueron escritores antiimperialistas que citaban a Raúl Prebisch, datos de la Comisión Económica para Latinoamérica (Cepa!) y cifras relativas a la producción colombiana de café para argumentar que los bajos precios de exportación y los altos precios de importación eran los culpables de la estrangulación del desarrollo económico del país. 132 Antonio García, Hacia una teoría latinoamericana de las ciencias sociales del desarrollo, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1972, p. 34. 133 M. Arrubla, Op. cit., p. 33. Véase Joseph L Love, "Economic Ideas and Ideologies in Latin America sine 1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, vol. 6, parte 1, Economy and Society, Nueva York, Cambridge University Press, 1991, pp. 393-460, para un excelente análisis de la dependencia y su impacto en América Latina. El movimiento de la dependencia en los estudios latinoamericanos se presenta críticamente en Robert A. Packenham, The Dependene Movement. Scholarship and Politics in Developmental Studies, Cambridge, Harvard University Press, 1992.

600 / La modernización en Colombia La educación superior en Colombia fue transformada por la Generación del estado de sitio. El crecimiento geométrico de institutos y universidades durante las décadas del cincuenta y del sesenta, unido a la creencia prevaleciente entre los académicos de que los problemas nacionales podían solucionarse con la ayuda de las ciencias sociales, tuvieron el efecto de

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o Conservador los exponía a las consecuencias políticas de tratar temas sensibles. Así, la historia que escribían estaba cronológicamente alejada de sus lectores, y cargada de biografía y de historia política. Durante la década del cincuenta, los escritos históricos colombianos merecieron su reputación de

crear, al parecer de la noche a la mañana, un cuerpo de intelectuales activistas. Un número cada vez mayor

[...] una especie de extracto destilado con el exclusivo propósito de tor-

de egresados viajaba al exterior para adelantar estudios de posgrado en las mejores universidades de Europa y de Norteamérica, para no mencionar las instituciones del bloque soviético. Pronto regresaron para convertirse en profesores de los conceptos más avanzados a nivel teórico y metodológico. Al hacerlo, revolucionaron la elaboración teórica y el contenido de la escritura académica en Colombia. Este proceso fue especialmente evidente en el campo de la historia. Antes del Frente Nacional, la mayoría de los historiadores eran ciudadanos prominentes, en su mayor parte abogados de profesión, que se agrupaban en torno a la Academia Colombiana de Historia. Los miembros de la Academia evitaban escribir sobre temas controvertidos o recientes y preferían tratar temas de la época de la Independencia o de la Colonia. Lo hacían, en gran parte, debido a que su militancia en los partidos Liberal

imaginación de los estudiantes. 134

turar la memoria y, simultáneamente, adormecer el sentido crítico y la La Academia Colombiana de Historia, sus eruditos integrantes y su anquilosado conocimiento fueron desdeñados por los nuevos historiadores profesionales, cuya sede eran las universidades públicas. Los más vehementes de ellos condenaron a la Academia por considerarla el equivalente académico del Frente Nacional, llena de hombres complacientes y presumidos, dedicados a monopolizar su oficio y a perpetuar el status quo. "En Colombia, hasta hace muy poco", escribió Mario Arrubla, "escribían únicamente los miembros de las clases dominantes [...1 para confirmar que sus privilegios sociales eran solidarios". Arrubla continúa diciendo: "No es tanto que sean reaccionarios, o empíricos, o apologéticos, sino que sean todas esas cosas a la vez, con el agregado de un fondo de gran pobreza intelectual". 1 " Al igual que su

134 Darío Jaramillo Agudelo, comp., La nueva historia de Colombia, Bogotá, Colcultura, 1976, p. 8. 135 Mario Arrubla et al., eds., Colombia hoy, 6.' ed., Bogotá, Siglo XXI, 1980, pp. 8, 9.

contemporáneo, Orlando Fals Borda, Arrubla hacía un llamado a una academia ideológica y agresiva, capaz de iluminar el camino hacia la reforma de una sociedad "gobernada por un grupo de capitalistas que deciden sobre la vida y la muerte con sus juegos especulativos".' 36 La academia activista logró su máxima expresión en la Facultad de

el gobierno burgués y capitalista de su país, y luego a una muerte prematura. En este sentido, Camilo Torres, más que cualquier otro, encarnó tanto las más grandes esperanzas como las más amargas frustraciones de su generación.'" Nacido en una adinerada familia bogotana, Camilo Torres parecía destinado a ocupar altas posiciones en las

Sociología de la Universidad Nacional de Colombia. Fundada a fines de la década del sesenta por Orlando

instituciones eclesiásticas colombianas. Era físicamente imponente, agradable, inteligente y, ante todo, enérgico.

Fals Borda y por el sacerdote Camilo Torres Restrepo, sus profesores y estudiantes, por igual, buscaron combinar el activismo social y los intereses académicos para lograr la transformación social. Pero lo hicieron de tal manera que esto obstaculizó sus mejores esfuerzos. Las figuras principales de la Facultad se dedicaron con tal intensidad a fomentar el cambio revolucionario que, durante un tiempo, los egresados de sociología no fueron contratados en ninguna parte. La militancia de Camilo Torres finalmente lo llevó a rebelarse contra

Después de ser ordenado en 1954, el sacerdote de veinticinco años viajó a Estados Unidos y a Bélgica donde adelantó estudios de sociología. Al regresar al país, en 1959, fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. Inmediatamente después se vio envuelto en grandes controversias. Durante su primer año en este cargo, se ganó la simpatía de los estudiantes al afirmar su deseo de "reemplazar el espíritu universitario burgués por un cristianismo revolucionario, social y colombiano".' 38 Respaldó sus palabras con obras, llevando un ministerio

136 !bid., p. 11. Arrubla fue uno de los historiadores más serios de la Generación del estado de sitio. Su producción literaria dio inicio a la que llegó a ser conocida como la Nueva Historia. De tendencia marxista, este grupo de escritores hizo énfasis en la historia económica y publicaron una gran cantidad de estudios monográficos y ensayos. Entre los más destacados se encuentran, Darío Jaramillo Agudelo, La nueva historia de Colombia; Mario Arrubla et al., ed., Colombia hoy; Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, 3 vols.; Álvaro Tirado Mejía, Nueva historia de Colombia, 9 vols., Op. cit. Incluidos entre los escritores de la Nueva Historia están Jesús Antonio Bejarano, Germán Colmenares, Margarita González, Salomón Kalmanovitz, Medófilo Medina, Jorge Orlando Melo, Gonzalo Sánchez, Bernardo Tovar Zambrano, Hermes Tovar Pinzón y Miguel Urrutia. 137 Véase José Eduardo Rueda Enciso, "La antigua Facultad de Sociología de la Universidad Nacional y la creación de los Departamentos de Antropología", manuscrito inédito, Bogotá, Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia, 1992. 138 Reforma Universitaria, 1(2), abr., 1960, p. 1.

602 / La modernización en Colombia



activo a los barrios más pobres de sinos colombianos, preparándolos Bogotá. Atrajo a militantes estudian- para apoyar movimientos revoluciotiles, como al fundador del MOEC, narios. El ensayo, que se hizo famoso Antonio Larrota, a una colaboración entre los círculos marxistas, ilustraba que llevó a la fundación, en compa- la creciente radicalización del sacerñía de Fals Borda, de los Departamen- dote y, a la vez, su enojo ante el lento tos de Sociología y de Trabajo Social ritmo del cambio bajo el Frente Nacional.'" En él se refiría constande la Universidad Nacional. Un sermón pronunciado a media- temente a la frustración que experidos de 1962 puso fin a la capellanía mentaban los habitantes del campo en de Camilo Torres. La sugerencia de Colombia. Esto revelaba su propio que los estudiantes revolucionarios sentimiento de impotencia ante un iban al cielo cuando morían luchan- gobierno nacional que había desacedo por sus convicciones irritó a su an- lerado el ritmo de la reforma agratiguo protector, el cardenal Luis Con- ria. A fines de 1963, el gobierno, encha, quien lo retiró inmediatamente cabezado entonces por el conservador de su cargo. Torres prosiguió luego Guillermo León Valencia, vetó el procon su ministerio social mientras tra- yecto de Camilo Torres en los Llanos. bajaba en la Escuela Superior de Ad- Esto coincidió con las campañas miliministración Pública, entidad apoya- tares contra los diferentes endaves da por el Estado, entre 1962 y 1965. comunistas. A comienzos de 1964, cuando el Durante aquellos años colaboró también con el Instituto Colombiano de ejército se preparaba para lanzar Reforma Agraria —Incora—, promo- el ataque definitivo contra Marqueviendo un complejo programa de de- talia, Camilo Torres, Fals Borda y sarrollo rural en los Llanos Orienta- otros, cabildearon sin éxito en contra les.'39 Entre tanto, continuó con sus de esta operación. Luego Torres deconferencias e investigaciones sobre nunció a una dase dirigente que, en los problemas sociales colombianos en lugar de comunicarse con los pobres la universidad, y asistió a congresos de Colombia —que, en su opinión, de sociología con su amigo y colega conformaban el 85% de la poblaciónFals Borda. En uno de ellos presentó , gastaba millones de pesos "en la mauna ponencia en la cual argumenta- sacre de patrióticas guerrillas"."' Sus ba que la Violencia había generado comentarios enfurecieron al cardenal conciencia de dase entre los campe- Concha, quien lo reprendió y exigió 139 Walter J. Broderick, Camilo Torres: A Biography of the Priest-Guerrillero, Nueva York, Doubleday, 1975, pp. 165-172. 140 Camilo Torres Restrepo, "Social Change and Rural Violente in Colombia", en: Irving Louis Horowitz, ed., Masses in Latin America, Nueva York, Oxford University Press, 1970, pp. 503-546. 141 W. J. Broderick, Op. cit., p. 206.

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que moderara sus declaraciones públicas. A comienzos de 1965, tuvo lugar un evento que deleitó a los marxistasleninistas colombianos y puso a Camilo Torres en un sendero abiertamente revolucionario. El 7 de enero, el antiguo estudiante universitario Fabio Vásquez Castaño y diecisiete compañeros más se tomaron el pueblo de Simacota, en Santander, en nombre de una nueva organización revolucionaria, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Pronto se retiraron, dejando tras de sí un manifiesto que decía, en uno de sus apartes, iVira la unión de los campesinos, obreros, estudiantes, profesionales y gentes honradas que desean hacer de Colombia una patria digna para los colombianos honestos! !Liberación o muerter."2 Un guerrillero murió en el ataque y otros dos desertaron. Murieron tres policías y los guerrilleros robaron cincuenta y cuatro mil pesos de la Caja Agraria. t43

603

Camilo Torres estableció contacto con integrantes del ELN después de la toma de Simacota. De ahí en adelante, los acontecimientos se desarrollaron con rapidez. La izquierda colombiana mostró un enorme entusiasmo désde fines de 1964 hasta los primeros meses del año siguiente. El odiado Ruiz Novoa, quien había enviado tropas a Marquetalia siete meses antes, fue reemplazado como comandante del ejército, por Gabriel Revéiz Pizarro. Las tropas del ejército se trasladaron luego a Sumapaz y atacaron la comuna de El Pato, en marzo de 1965. Colonos que se llamaban a sí mismos el Comando Guerrillero de Guayabero le dirigieron una carta a Camilo Torres, en la que le rogaban: ¿Qué hacemos nosotros, Padre Camilo? ¿Quedamos con los brazos cruzados? [...]. Ante la violencia del gobierno, organizarnos; ahora somos guerrilleros [...] Padre Camilo Torres, reciba con esta nuestro respaldo a su nuevo apostolado. Con hombres como usted, con el aporte de los combatientes de Marquetalia, El Pato, Río

142 Jaime Arenas, La guerrilla por dentro. Análisis del EIN colombiano, Bogotá, Tercer Mundo, 1971, P. 48. 143 Fabio Vásquez Castaño viajó a La Habana con una beca otorgada por una universidad cubana poco antes de que Colombia rompiera relaciones diplomáticas con el gobierno de Castro. Inspirado por la crisis de los misiles de octubre de 1962, él y otros estudiantes colombianos que se encontraban en Cuba, solicitaron que se les entrenara en la guerra de guerrillas y recibieron este entrenamiento. A mediados de 1964, Vásquez y otros regresaron al departamento de Santander, donde organizaron el ELN. Después de un corto viaje a Cuba, a fines de 1964, Vásquez regresó a Colombia para organizar la operación de Simacota. Para mayores detalles sobre lo anterior, véase J. Arenas, Op. cit., pp. 7-62; Eduardo Pizarro, "Revolutionary Guerrilla Groups in Colombia", Op. cit., pp. 173-180; Oscar Castaño, El guerrillero y el político: Ricardo Lara Parada, Bogotá, Oveja Negra, 1984, passim; Editorial 8 de junio, ¿De dónde venimos, hacia dónde vamos, hacia dónde debemos ir?, Proletarización, Medellín, 8 de junio, 1975, pp. 107-112.

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Chiquito, Simacota y en la ciudad con el de los estudiantes, los obreros y el pueblo en general, se producirá por fin en Colombia el cambio que tanto necesitamos.'" Mientras que el ejército colombiano recorría Sumapaz a mediados de 1965, acción que coincidió con la invasión de Estados Unidos a República Dominicana, Camilo Torres inició comunicaciones regulares con el ELN. En julio visitó las montañas de Santander, donde se reunió con los líderes de este movimiento. Para entonces había renunciado al sacerdocio y estaba dedicado de lleno a la actividad revolucionaria. Su misión era unir a la izquierda en un movimiento capaz de derrocar al gobierno. 145 Lo hizo inmediatamente después de abandonar las montañas de Santander, llamando a su organización Frente Unido. Agosto y septiembre fueron meses de frenética actividad para Camilo Torres y quienes lo rodeaban. En el breve lapso de ocho semanas fundó un periódico, Frente Unido, recorrió todo el país pronunciando discursos dirigidos a unificar a la izquierda en

contra de los oligarcas del Frente Nacional y los imperialistas yankees, y redactó una serie de mensajes a los colombianos en los que explicaba sus objetivos revolucionarios. 146 Pero en octubre de 1965 se vio obligado a suspender todas estas actividades. Las autoridades de Santander habían decomisado documentos que lo implicaban como miembro del ELN. Resultaba excesivamente peligroso para el líder del Frente Unido permanecer en la vida civil mientras que sus colegas guerrilleros luchaban contra el gobierno. Huyó para unirse a ellos el 18 de octubre de 1965. Camilo Torres dejó detrás de sí un cuerpo de seguidores que lo adoraban, muchos de los cuales creían que la revolución era inminente."' Pero la mayoría de los colombianos no fueron persuadidos por su retórica. El ciudadano corriente consideraba a Camilo Torres de manera parecida a como lo hizo un cafetero de clase media quien, algunos años después de oírlo hablar durante su gira relámpago por Colombia, observó: "Era un hombre formidable, pero sus ideas no eran muy sensatas". 148

144 G. Guzmán, Op. cit., pp. 445-446. 145 W J. Broderick, Op. cit., pp. 260-270. 146 Los mensajes están publicados en John Álvarez García, Camilo Torres: biografía, plataforma, mensajes, Medellín, Carpel-Antorcha, 1966. 147 Cerca de veinte años después de este momento de ardor revolucionario, Arturo Alape observa que, al igual que Camilo Torres, muchos de los militantes de izquierda "creían que había llegado el momento decisivo [...] que existían todas la condiciones objetivas para lograrla [la revolución.]". "¡Cuántas veces", escribe Alape, "no pensamos que éramos toda la nación!". La paz, la violencia: testigos de excepción, Op. cit., pp. 233-234. 148 Entrevista personal con Alberto Gómez Botero, 4 de marzo de 1971. Jorge Orlando Melo, "Algunas consideraciones globales sobre 'modernidad' y 'modernización' en el caso colombiano", Análisis político, (10), may.-ago., 1990, p. 32, amplifica el sentido de la

605

Colombia en 1965

del progreso nacional después de 1950. Urrutia prosiguió señalando que el Los jóvenes radicales del Frente Uni- progreso del desarrollo "no sólo camdo de Camilo Torres pueden ser dis- bió radicalmente el estilo de vida de culpados por creer que el momento una gran masa de la población, sino revolucionario decisivo era inminen- que lo mejoró de manera radicar?' Para la mayor parte la Colombia te. En efecto, en 1965, Colombia se encontró en medio de un cambio so- modernizada de 1965 era un vaso cial caótico y revolucionario, cuando medio vacío. Desde su perspectiva, el fogoso joven exsacerdote se unió a la modernización no había mejorala guerrilla a fines de aquel año. 149 do notablemente la suerte de la maPerostabdunvlciópo yoría de los ciudadanos. A mediados conducente a la solidaridad de grupo de la década del sesenta, el 45% de y a la conciencia de dase. La transfor- los colombianos eran considerados mación social de Colombia, de hecho, pobres, sólo la mitad de la población fragmentó a la sociedad de maneras rural tenía acceso al agua potable y que resultaron destructivas del espí- la mortalidad infantil era ocho veces mayor que la de los países más avanritu comunitario y cívico. Sólo unos pocos colombianos se zados. 15 ' La lista de los problemas mostraron complacidos con los efec- sociales que aquejaba a la mitad más tos de la modernización sobre el país. pobre de la sociedad era interminaEl economista Miguel Urrutia fue el ble. Entretanto, Colombia era extraorúnico de los principales académicos dinariamente deficiente en términos que describió este proceso en térmi- de cultura cívica. En 1965, el ciudanos positivos. "No cabe duda que los dano naturalizado Lauchlin Currie beneficios del desarrollo económico en escribió que sus compatriotas colomColombia han sido muy superiores a bianos carecían de patriotismo, tenían los costos", escribió en una evaluación poco respecto por la ley y estaban observación de Gómez Botero cuando explica que el tipo de revolución que buscaba Camilo Torres en 1965 "resultaba completamente ilegítima a la luz de la aceptación casi unánime del modelo capitalista por la población colombiana". 149 Torres murió en un encuentro con una patrulla del ejército el 15 de febrero de 1966. Las circunstancias que rodearon su muerte se narran en Alvaro Valencia Tovar, El fanal de Camilo, Bogotá, Tercer Mundo, 1976. Otros biógrafos de Torres fueron Gustavo Pérez Ramírez, Camilo Torres: profeta para nuestro tiempo, Bogotá, Interamerican Press Service, 1966, y Orlando Villanueva Martínez, Camilo Torres: acción y utopía, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1995. 150 Miguel Urrutia Montoya, Cuarenta años de desarrollo. Su impacto social, Bogotá, Fedesarrollo, 1991, pp. 12, 14. 151 Rosemary Thorp, Economic Management, Op. cit., p. 224. Malcohn Deas, ed., /aún America in Perspectivo, Boston, Houghton MifIlin, 1991, sugiere que en 1965 la proporción de colombianos considerados pobres estaba a punto de disminuir. Fija este porcentaje en 45% en 1970 y en 43% diez años después.

Una época de transición, 1957-1965 / 607

606 / La modernización en Colombia desprovistos de un sentido de comunidad de propósitos.'" Sobrios analistas del escenario nacional culpáron al Frente Nacional de corromper la política. Álvaro Gómez Hurtado afirmaba que este arreglo hizo imposible tratar los problemas por sus propios méritos. Hizo que la política nacional girara en torno a un eje clientelista, despojó a los partidos tradicionales de sus fundamentos ideológicos y redujo la política a "una técnica para halagar a la gente".'" Álvaro Tirado Mejía señaló los efectos empalagosos del Frente Nacional sobre todas las instituciones políticas. Encontró que en una coyuntura crítica de la vida colombiana, cuando el Estado hubiera podido satisfacer las necesidades de su pueblo de maneras innovadoras, el acuerdo para compartir el poder desilusionó y alienó a los colombianos. Esto, a su vez, los llevó cada vez más a tratar los problemas sociales aparte de la política, recurriendo a limitadas asociaciones gremiales, a la acción individual y algunas veces a la violencia antisocial. El sentido de un propósito compartido se perdió en la lucha de todos contra todos. Bajo el Frente Nacional, el Estado se redujo a ser "un negociador de intereses individuales". Así, escribe Tirado,

[...] estamos llegando a una situación de inexistencia de un contrato o pacto social, en la medida en que no existen o desaparecen los elementos comunales globalizantes." 4 La cultura de masas y el consumismo, arraigados en el proceso de modernización, fueron criticados también por debilitar la unidad social. El historiador social Alberto Mayor encontró que, para mediados de la década del sesenta, los colombianos promedio se entregaban a un conjunto de diversiones a las que antes nunca habían tenido acceso. Televisión, deporte, novelas en serie de mala clase, literatura y cine pornográficos, revistas amarillas de gran tiraje —escribió— tendían a ocupar una fracción cada vez más importante de su tiempo libre."'

Los críticos marxistas del enfoque desarrollista colombiano de la modernización encontraron que la cultura popular había desempeñado un papel siniestro en la vida nacional. La televisión, omnipresente en la Colombia urbana en 1965, presentaba una visión de la sociedad liberal igualitaria, que los críticos consideraban contradictoria con las condiciones sociales prevalecientes. Las propagandas que

152 L. Currie, Op. cit., p. 152. 153 Alvaro Gómez Hurtado en el prólogo a Raimundo Emiliani Román, Laureano el grande, Bogotá, Italgraf, 1989, pp. xx-xxi. 154 Alvaro Tirado Mejía, "Del Frente Nacional al momento actual: diagnóstico de una crisis", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, p. 406. Véanse ulteriores reflexiones sobre el tema de la fragmentación social en la Colombia moderna en su libro Sobre historia y literatura, Medellín, Lealon, 1991, pp. 17-18. 155 Alberto Mayor, "Historia de la industria colombiana 1930-1968", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 362.

mostraban a los ricos en sus juegos sugerían que la movilidad social y la buena vida asociadas con estas imágenes estarían disponibles para quienes pudieran pagarlas. Esto, a su vez, reforzó la aceptación popular del capitalismo de mercado y diluyó aún más los llamados progresistas a la con• ciencia de clase.' 56 Las instituciones sociales tradicionales se debilitaron con la acometida de la modernización. Las mujeres dejaron sus hogares cada vez en mayor número, liberadas por las nuevas oportunidades educativas y de empleo, así como por la adopción de nuevos métodos anticonceptivos. En Colombia se difundió la píldora anticonceptiva en lo que el historiador social Carlos Uribe Celis llamó "tiempo de `records' mundiales".'" A mediados de la década del sesenta, los gustos de los jóvenes colombianos no diferían mucho de los de los jóvenes europeos o norteamericanos. Escuchaban la misma música, llevaban los mismos vaqueros y se deleitaban en la contracultura en la que predominaban la libertad sexual, la denuncia de la sociedad burguesa y sus valores, y la incipiente cultura de la droga.' 58 La Colombia de 1965 era, en síntesis, un lugar complejo e intrigante,

Figura 122 El conjunto carrera Treinta Fuente: Archivo fotográfico de El Espectador.

que se precipitaba hacia un futuro que habría de ser todo menos plácido. Los jets se alejaban del nuevo aeropuerto internacional de Bogotá sobrevolando una ciudad treinta y cinco veces más grande que aquella en la que había nacido Laureano Gómez ocho décadas antes, la de las calles polvorientas y sin asfaltar por las que

156 Este es el argumento presentado por Elsy Bonilla de Ramos, "Los sexos y la publicidad: el caso de la televisión colombiana", Desarrollo y sociedad, (11), CEDE, Universidad de los Andes, may., 1983, pp. 75-91. Bogotá, Nueva 157 Carlos Uribe, La mentalidad del colombiano: cultura y sociedad en el siglo xx, América, 1992, pp. 101-102. 158 Véase Alonso Salazar y Ana María Jaramillo, Medellín: las subculturas del narcotráfico, 19751990, Bogotá, CINEP, 1992, donde se hace referencia al escenario de la droga en Medellín en la década del sesenta. Su descripción es similar a la de la contracultura de la droga en Estados Unidos en aquel momento.

608 / La modernización en Colombia cabalgaron Dolores de Gómez y su hijo por nacer en 1888. ¿Cómo puede describirse aquello en lo que se había convertido Colombia en el transcurso de una vida? Una manera de aproximarnos a ello es mediante un símbolo: el edificio de apartamentos que se erguía en los límites occidentales de Bogotá el año en que murió Laureano Gómez puede servirnos para este fin. Financiado por el Banco Central Hipotecario, estaba diseñado para albergar a colombianos de clase media que tenían los medios para escapar del congestionado centro de la dudad. El proyecto de construcción, conocido sencillamente como Conjunto Carrera Treinta, debía mucho a la atmósfera revolucionaria que predominó en la Universidad Nacional y en su Facultad de Arquitectura a comienzos de la década del sesenta. Por aquel tiempo, los estudiantes de arquitectura participaron en coloquios radicales, en los cuales se discutía el papel político de los arquitectos. Críticas a la escuela modernista predominante por "formalista y elitista" y la idea de considerar el acto de diseño mismo como "reaccionario", paralizaron la actividad creativa durante algún tiempo. Pero, en general, su efecto fue beneficioso. La comunidad arquitectónica colombia-

na se vio obligada a pensar su disciplina de nuevo, a ampliar el universo del pensamiento referente a la producción arquitectónica y a elevar al • nivel de complejidad del diseño.'" El Conjunto Carrera Treinta, diseñado por los arquitectos Luis Esguerra y Ernesto Herrera, fue un producto de este movimiento, una obra de estudiado individualismo. Fue también una metáfora de la Colombia de 1965. Construido por y para integrantes de la clase media emergente del país, se levantaba sobriamente sobre una ciudad llena de gente sobria y diligente. Los apartamentos debían su carácter único a una crítica radical del diseño arquitectónico, orgánicamente vinculada con la frecuente crítica violenta de todas las instituciones nacionales. Angular e inconmovible, más notable que bello, el edificio proyectaba para el ojo entendido lo que la historiadora del arte, Silvia Arango, describe como "un interesante juego de luces y sombras".' 8° Esa era, entonces, Colombia en 1965: un lugar de contrastes, de luz y sombra, cuyo conjunto —cuya formidable historia—, aunque a veces desconcertante, era siempre iluminadora, definiéndose siempre a sí misma de nuevo de una manera sobria y, en ocasiones, ennoblecedora.

159 Silvia Arango, Historia de la arquitectura en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1989, p. 237. Procesos análogos tuvieron lugar en los campos de la literatura y del arte. De ellos salió el realismo mágico de Gabriel García Márquez, y el arte figurativo único de Fernando Botero y de Alejandro Obregón. Acerca de este último, un crítico observó en 1965: "¿Puede decirse que Obregón es un pintor pro-imperialista?". Alvaro Medina, Procesos del arte en Colombia, Bogotá, Colcultura, 1978, p. 439. 160 Ibíd., p. 238.

Epílogo El ocaso de los Centenaristas El legado de los Centenaristas

L

aureano Gómez murió en la-tarde del 13 de julio de 1965. Su homólogo liberal, Alfonso López Pumarejo, lo había precedido a la tumba más de cinco años antes, y otros personajes de su generación los habían antecedido a ambos: los liberales Luis Eduardo Nieto Caballero y Enrique Olaya Herrera, los conservadores José de la Vega y Aquilino Villegas. Todos fueron miembros de la Generación del Centenario, hombres que dominaron la sociedad y la política colombianas entre 1930 y 1966.' Colombia experimentó cambios profundos durante las décadas de predominio de los Centenaristas. Una población respetuosa de las distincio-

nes sociales y que aceptaba los enormes abismos que la separaban de clases superiores en el momento en que Laureano Gómez y Alfonso López ingresaron a la vida pública, rechazó progresivamente esta diferenciación a medida que comenzó a imponerse la modernización. La creciente riqueza, los niveles más elevados de educación y la extensión de la movilidad social permitieron a los jóvenes colombianos juzgar críticamente a los dirigentes que sus padres habían reverenciado. Estas percepciones cambiantes, nacidas de una revolución en las actitudes y valores en Colombia y en otras partes del mundo, ha hecho difícil evaluar a los Centenaristas y su legado. Las tentativas en este sentido han estado coloreadas por la violencia

1 Carlos Lleras Restrepo, quien se posesionó el 7 de agosto de 1966, fue el primer presidente, desde Miguel Abadía Méndez (1926-1930) que no pertenecía a la Generación del Centenario ni tampoco había recibido de ella el poder. Entre quienes sí lo recibieron están Gustavo Rojas Pinilla, Alberto lleras Camargo y Guillermo León Valencia. Otros miembros prominentes de la Generación del Centenario fueron Eduardo y Enrique Santos, Mariano Ospina Pérez, Luis López de Mesa, Roberto Urdaneta Arbeláez, Tomás Rueda Vargas, Miguel Jiménez López, Luis y Manuel Serrano Blanco, Francisco José Chaux, Juan, Carlos y Fabio Lozano y Lozano, José Antonio y Manuel Montalvo, Pedro Juan Navarro, Luis Cano, Fernando Gómez Martínez, Armando Solano, León de Greiff, José Eustasio Rivera, Ricardo Rendón y Porfirio Barba Jacob.

610 / La modernización en Colombia social y política que acompañó su gobierno. Todo esto se ha conjugado para ensombrecerlos y su contribución a la historia de Colombia, percepción compartida por muchos de los propios Centenaristas. Cuando se aproximaba al final de su vida, Luis López de Mesa escribió que su generación había sido "una generación tocada de locura". 2 Laureano Gómez opinó: "no son escasos ni afortunados los rastros que la Generación del Centenario deja".' Sin embargo, juzgar a los Centenaristas en términos de sus excesos políticos es una perspectiva miope y, en última instancia, desorientadora; es desconocer la contribución enormemente significativa de los miembros moderados de esa generación, hombres que aseguraron que el extraordinario desarrollo económico del país continuara sin interrupciones durante todo el período de su predominio. A pesar de la continua violencia política, los Centenaristas moderados de ambos partidos buscaron y hallaron constantemente maneras de obstaculizar a sus colegas extremistas. En este sentido, conformaron un partido bipartidista y en gran medida apolítico, comprometido con hacer avanzar al país en una dirección satisfactoria para ellos y para la ciudadanía en general. La constancia del crecimiento económico colombiano durante la época del predominio de los Centenaristas no tuvo paralelo en

Epílogo: El ocaso de los Centenaristas I

América Latina. Tal crecimiento suministró las bases de la transformación que, en unas pocas décadas, hizo que Colombia pasara de ser un país intensamente subdesarrollado a ser una nación en vía de rápida modernización. Este fue el principal legado de la Generación de los Centenaristas y de los millones de colombianos que la apoyaron. Los Centenaristas moderados evitaron la ideología y se concentraron más bien en la creación de riqueza. Sólo cuando se examine este aspecto del pensamiento y de las acciones de los Centenaristas se com -. prenderá plenamente el legado de esta generación.

El lugar de Laureano Gómez en la historia y en la historiografia colombianas Laureano Gómez fue único entre los militantes políticos de su generación. Nunca retrocedió ante una pelea y ganó la mayoría de sus batallas políticas. Maestro en el arte de doblegar a su voluntad la democracia dirigida por las élites, frustró tan completamente al Partido Liberal durante la década del cuarenta que, al final de ella, los extremistas liberales se armaron para luchar contra el gobierno dominado por los conservadores. Más tarde en su carrera, Gómez pareció moderar su militancia, abandonando el odio a los compromisos,

2 López de Mesa, la crónica de los tres comendadores, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1980, p. 157. 3 El Siglo, 27 de diciembre de 1957.

que lo había caracterizado durante toda su vida, para suscribir abiertamente el bipartidismo. Para entonces, él y sus colegas liberales habían comprendido su intemperancia anterior y se habían arrepentido de ella, reconociendo que sus acalorados intercambios habían producido de alguna manera la Violencia. La conversión de Gómez, análoga a la de Pablo, gratificó a los colombianos. Leyeron su extravagante elogio del Frente Nacional como prueba de que había abandonado su estrecho partidismo. Las acciones del viejo caudillo durante los primeros años del Frente Nacional confirmaron su cambio de posición. Pasó entonces tanto tiempo compartiendo con los liberales como lo había hecho treinta años atrás, cuando trabajó al lado de Alfonso López para sacar a la vieja guardia conservadora del poder. Un momento semejante de armonía bipartidista se dio en mayo de 1959, cuando Gómez asistió a una ceremonia en honor de López Pumarejo. Esta tuvo lugar en la Universidad Nacional, y en ella se confirió el doctorado honoris causa al dirigente liberal. El escenario era extraordinario. Fue presidido por el rector de la Universidad, Mario Laserna, y estuvieron presentes la mayoría de las principales figuras públicas de la nación. El presidente Alberto Iteras Camargo, Carlos Holguín y Mariano Ospina Pérez encabezaban la mesa, a la derecha del galardonado. Laserna estaba ubicado a su izquierda, acompañado de Laureano Gómez y de Darío Echandía. Una muchedumbre aguar-

611

daba afuera, esperando atisbar al menos a López antes de su partida como embajador de Colombia en Gran Bretaña. Había rumores de que el viejo político estaba enfermo y algunos adivinaron correctamente que aquel discurso sería su última alocución importante. López comenzó sus observaciones con una serie de reminiscencias de su infancia y los primeros años de su carrera. Reflexionó nostálgicamente sobre su padre y otros personajes fallecidos tiempo atrás. Cuando comenzó a hablar de su primera presidencia, se mostró más animado. Evocó los agitados años de la República Liberal y de la Revolución en Marcha, su primer gobierno reformista y su liderazgo inigualable del Partido Liberal. Entusiasmado con su tema, aprovechó la oportunidad para castigar públicamente a Laureano Gómez por la acalorada oposición a sus reformas. "Se practicaba la oposición entonces con caracteres de barbarie y de ferocidad que ojalá hayan desaparecido para siempre de nuestros anales", dijo López, quien daba la espalda a Gómez. Continuó aún más mordaz: Quienes hoy miran con malos ojos la existencia de cualquier brote de ino3nformidad, pregonaban la consigna de hacer imfiville la república. Las vías de hecho, el atentado personal, la acción intrépida, en una palabra, la violencia, que más tarde habría de dejar huella tan funesta en nuestras costumbres políticas hasta alcanzar las más bajas capas de la sociedad, se abría camino en los círculos más altos y responsables. Con razón se ha dicho que

612 / La modernización en Colombia

Epílogo: El ocaso de los Centenaristas / 613

ñores y de la perturbación política que los acompañó. López terminó su discurso y permaneció de pie, todavía dando la espalda a Gómez, recibiendo aplausos que iban desde el mayor entusiasmo hasta la mera cortesía. De repente, Laureano Gómez se levantó y asió a López del brazo para obligarlo a mirarlo de frente. Fue un momento dramático. ¿Habría una confrontación?

Pero la escena desapareció en un instante. Gómez sonrió, estrechó la mano

Figura 13.1 Laureano Gómez felicita a Alfonso López Pumarejo con ocasión de su doctorado honoris causa, conferido por la Universidad Nacional de Colombia, mayo de 1959 Fuente: Archivo fotográfico de Álvaro Gómez Hurtado

Figura 13.3 Alberto Lleras Camargo visita a Laureano Gómez, 1959 Fuente: Archivo fotográfico de Álvaro Gómez Hurtado

la Violencia no tuvo su origen en el pueblo sino que, como filosofia y como práctica, vino desde lo alto.'

Las palabras de Alfonso López eran un conciso recuento de la acusación liberal, según la cual Laureano Gómez fue el principal responsable de los veinte años de violencia ante-

Figure 13.2 Alfonso López Pumarejo visita a Laureano Gómez, 1959 Fuente: Archivo fotográfico de Alvaro Gómez Hurtado

de López y regresó a su lugar. El gesto amable del viejo conservador fue a la vez sorprendente y gratificante para quienes asistían al evento. El rector Laserna lanzó un suspiro de alivio y el histórico evento tocó a su fin. 5 Quienes creyeron que Laureano Gómez se había transformado aquel día de 1959 estaban equivocados. El hecho de estrecharle la mano a López fue, en realidad, el acto de un vencedor que felicita al oponente al que ha vencido. Quizá fue el momento más satisfactorio de Laureano Gómez en la política colombiana. A Alfonso López le quedaban seis meses de vida cuando Gómez asistió a la ceremonia en su honor. Colombia estaba gobernada por un presidente liberal, nombrado por Laureano Gómez y, por lo tanto, en deuda con él. El dirigente conservador se las había ingeniado

4 Aníbal Noguera Mendoza, ed., Aproximación a Alfonso López, 2 vols., Bogotá, Banco de la República, 1986, p. 460. 5 Entrevista personal con Mario Laserna, 17 de abril de 1994. La fotografía de Mario Laserna, atónito, mirando cómo Gómez asía por el brazo a Alfonso López, aparece en A. Noguera Mendoza, Op. cit., vol. 1, p. 454.

614 / La modernización en Colombia



para que la mayoría liberal le garantizara a su partido dos presidencias y el reparto por partes iguales del botín político durante largo tiempo. Había humillado y derrotado a sus propios enemigos conservadores: los ospinistas, los alzatistas y los rojistas. Era su hijo mayor y no el hijo de López Pumarejo quien se encontraba cercano a la fuente del poder presidencial, hablaba en nombre del conservatismo en el Congreso, y negociaba los nombramientos políticos según los términos del acuerdo del Frente Nacional. Laureano Gómez podía darse el lujo de tener ese gesto de estadista, de esbozar la sonrisa que le dedicó a un viejo adversario que acababa de atacarlo en lo personal. En aquel momento, se sintió ampliamente satisfecho por la manera como se había desarrollado la historia. Hasta el fmal, Laureano Gómez jugó a la política como se le había enseñado a hacerlo: sin cuartel. Fue un extraordinario producto de su medio político. Aunque sólo fue amado por la gente más cercana, fue respetado por todos, induso por quienes lo temían y lo detestaban. Los colombianos llamaron a Gómez El monstruo. Cuando se encontró al lado de la tumba del caudillo, en 1965, Malcolm Deas reflexionó sobre este apodo: Es un nombre que revela cierta admiración, que se le da a los prodigios y a los indestructibles, que se otorga en Francia a las actrices que están más allá de la crítica, y que en Co-

Epilogo: El ocaso de los Centendristas /

lombia se le dio con algo del mismo temor reverencial.6

¿Qué se puede decir del papel que desempeñó Gómez en la Violencia? Sin duda, los militantes políticos colombianos, y Gómez como uno de los principales, desencadenaron el trágico conflicto civil que existió en mayor o menor grado desde comienzos del gobierno de Enrique Olaya Herrera y que se intensificó durante la presidencia de Mariano Ospina Pérez. Cuando se diseñó el Frente Nacional, Gómez y los otros políticos admitieron y se disculparon por los excesos oratorios en que habían incurrido, y que fueron tomados como un signo de su aprobación de los excesos físicos cometidos por sus seguidores. Sin embargo, Laureano Gómez no fue el único político colombiano que pronunció palabras incendiarias. El lenguaje extremista fue acuñado por muchos de los políticos de la Generación del Centenario. Laureano Gómez sólo poseía un mayor acervo de él, y utilizaba sus palabras con mayor eficacia y con mayor elocuencia que cualquiera de sus contemporáneos. El gran caudillo conservador del siglo xx en Colombia ha sido apaleado por los historiadores. Mucho de lo que se ha escrito sobre Gómez se debe a sus más acérrimos enemigos políticos: los ospinistas y otros conservadores moderados, los seguidores de Gustavo Rojas Pinilla y de Gilberto Alzate Avendaño. Prácticamente

6 Malcolm Deas, "Laureano Gómez", manuscrito inédito, Bogotá, 30 de julio de 1965.

ningún liberal ha tratado al Laureano Gómez histórico con ecuanimidad. Y la izquierda lo condena unánimemente como el más malvado de todos los personajes públicos de la Colombia moderna. Esta visión histórica de Laureano Gómez es, en gran parte, el resultado de una tradición politizada del discurso, profundamente arraigada en la vida

615

colombiana. Gómez lo comprendió y lo aceptó, consolado sin duda por el hecho de que cuando se trataba de infligir castigos verbales, él era el mejor. No obstante, resulta desafortunado que el Laureano Gómez histórico haya sido tratado en general en términos polémicos. Esto nubla una historia nacional que es maravillosa en su complejidad y en su capacidad de instruir

Anexo 1 Distribución por departamento de las muertes ocasionadas por la Violencia

Departamento Norte de Santander Santander Boyacá Meta (Llanos Orientales) Cundinamarca Antioquia Valle Huila Tolima Antiguo Caldas Totales

1946-1957 20.885 19.424 5.363 5.842 4.033 26.115 13.106 4.111 30.912 44.255 174.046

1958-1966 no significativo 649 142 166 334 2.127 5.016 733 5257 2.606 17.030

Fuente: Paul Oquist, Violencia, conflicto y polftica en Colombia, Bogotá, Banco Popular, 1978, pp. 16, 19.

Anexo 3

Anexo 2 Muertes ocasionadas por la Violencia, por ario, 1947-1966

Año

1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966

Población' (estimado)

Muertesb

Muertes por cien mil habitantes

10.462.000 10.723.600 10.991.700 11.266.500 11.548.200 11.912.800 12.286.900 12.704.700 13.136.700 13.583.400 14.045.200 14.522.700 15.016.500 15.527.100 16.055.000 16.600.800 17.065.600 17.584.500 18.097.900 18.626.300

13.968 43.557 18.519 50.253 10.319 13250 8.650 900 1.013 11.136 2.877 3.796 2.550 2.557 3.173 2.370 1.711 972 950 496

133,5 406,2 168,5 446,0 89,4 111,2 70,4 7,1 7,7 82,0 20,5 26,1 17,0 16,5 20,0 14,3 10,0 5,5 5,2 2,7

Total muertes relacionadas con la Violencia Promedio de muertes por cien mil, 1947-1966

193.017 83,0

Fuentes: a) Los estimativos de población se basan en la población total para 1951 y 1964 y tasas de nacimiento anuales por mil. Estas cifras fueron tomadas de José Olinto Rueda Plata, "Historia de la población de Colombia: 1800-2000", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 283. b) Las muertes relacionadas con la Violencia son tomadas de Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia, Bogotá, Banco Popular, 1978, pp. 18, 20, 59.

Muertes ocasionadas por la Violencia en Colombia comparadas con muertes violentas en otros países Colombia 1960 y 1966 Por cien mil Total relacionadas Por cien mil Total muertes habitantes con la Violencia habitantes intencionales (aproximadamente) 2.557 496

5.300 3.900

16,5 2,7

34,4 21,3

Colombia y otros países

País Colombia México Nicaragua Sudáfrica Birmania Aden Guatemala Turquía Panamá

Muertes intencionales por cien mil habitantes 34,3 (1960) 31,1 (1958) 22,8 (1959) 21,2 (1959) 10,8 (1959) 9,9 (1956) 9,8 (1960) 6,1 (1959) 5,9 (1959)

21,3 (1966) 18,7 (1966) 29,3 (1965)

10,2 (1965) 4,8 (1966)

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Indice analítico A Abadía Méndez, Miguel, 35, 81, 84, 100, 112, 126, 142, 144-146, 173, 212, 215-217, 222, 234, 235, 237, 240, 243, 245, 251, 254, 279, 285, 287, 288, 291, 310, 317, 327, 472, 539, 609 Abella, Arturo, 331, 406, 575 Abello Salcedo, Rafael, 92 Academia Colombiana de Historia, 74, 97, 600 v. t. historia colombiana Academia Colombiana de Jurisprudencia, 91 Academia Colombiana de la Lengua, 235 Academia de Caro, 147 Acción Comunal, 586 Acopi v. gremios, Asociación Colombiana Popular de Industria Acosta, Pedro León, 156 Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio v. GATT Acuerdo Holguín-Avebury v. tratados, Acuerdo Holguín-Avebury Acuerdo Tripartito v. tratados, Acuerdo Tripartito Acuña, Luis Alberto, 379, 506 Adamo, Vicente, 229

aerolíneas Pan American Airlines, 401 Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo, 134, 353, 364, 401, 404 v. t. aviación; transporte aéreo Afanador, Rafael, 269, 271, 273 Agencia Central de Inteligencia v. CIA agricultura, 71, 117, 176, 182, 243, 255, 311, 314, 362, 384, 488-490 agricultores, 160, 175, 181, 185, 187, 188, 234, 314, 316, 384, 497, 570 comerciantes, 314 v. t. economía, comercio medianos propietarios, 313 bonos agrícolas, 489 comercial, 314 v. t. economía, comercio comercialización de la, 570 v. t. economía, comercio exportación, de, 489 u t. economía, exportaciones fertilizantes, 18, 490 fincas, 160, 180, 181, 313, 315, 316, 320, 326, 362, 480, 537, 570 cafeteras v. café, fincas cafeteras pequeñas, 181, 313, 316, 320

Índice analítico / 651

650 / La modernización en Colombia importaciones de bienes agrícolas, 488 ingreso de, 570 Instituto Nacional de Abastecimientos, 489 Ley 200 de 1936 v. reforma agraria, Ley 200 de 1936 mecanización de la, 570 movimiento agrario, 309 1928-1936, de, 311, 322, 323, 326, 543 perturbación de la, 71 porcentaje del PIB en, 481 precios de la, 362 producción agrícola, 311, 489, 490 Sociedad de Agricultores de Colombia u gremios, Sociedad de Agricultores de Colombia subsistencia, de, 182 u t. algodón; bancos, Caja Agraria; café; economía; reforma agraria Águila, El u Aguirre, Adán de Jesús, Aguirre, Adán de Jesús, 587 Alape, Arturo, 454, 604 Alemania, 3-5, 37, 114, 122, 230, 282-284, 291, 293, 306, 363, 385, 386, 402, 412, 491 Alessandri, Arturo, 107 algodón, 259, 361, 362, 489, 490 u t. agricultura; bancos, Instituto de Fomento Algodonero Alianza Nacional Popular v. Anapo Alianza Popular Revolucionaria Americana v. APRA Álvarez, Juan, 313, 314 Álvarez Restrepo, Antonio, 485, 486, 491, 554 Abate Avendaño, Gilberto, 346, 386, 440, 445, 462, 510, 516, 519, 525, 528, 529, 532, 533, 554, 561, 563, 565, 577, 614 Amado, Virgilio, 268 Amador, Carlos C., 75

Amazonas, 77, 80, 274, 299, 311 América Latina, xv, 4, 36, 56, 126, 170, 254, 261, 263, 314, 353, 390, 399, 406, 449, 457, 459, 487, 489, 497, 502, 503, 514, 536, 573, 585, 599, 610 analfabetismo, xvii, 39, 225, 360, 369, 502 u t. educación Anapo v. partidos políticos, Alianza Nacional Popular ANDI v. gremios, Asociación Nacional de Industriales Andrade, José Arturo, 332 Andrade, Luis Ignacio, 461, 471, 473, 516, 522, 540 Angulo, Felipe, 88 Angulo, Francisco, 307 anticomunismo, 418, 514, 542 v. L comunismo, preocupación de élites colombiana; Gaitán, Jorge Eliécer, anticomunismo de; Gómez Castro, Laureano, anticomunismo de; ideología política: Rojas Pinilla, Gustavo, anticomunismo de: sindicalismo, anticomunismo en antiimperialismo, 215, 237, 487, 599 petróleo y, 214, 237 u L Gómez Castro, Laureano, antiimperialismo de antioqueños, 88, 109, 124, 125, 133, 149, 155, 198, 212, 213, 252, 265, 291, 295, 339, 346, 358, 525, 541, 546, 561 comerciantes, 213 u t. economía, comercio conservadores, 560 empresarios, 76, 138, 299, 358, 541 industriales, 74, 112, 252, 311, 539, 541 v. t. Industria judíos, 124, 125 liberales, 546

presidentes, 141 tenderos, 541 teoría de ascendencia judía, 124 textileros, 490 Antioquia, 14, 17, 49, 73, 88, 96, 110, 121, 125, 133, 171, 186, 198, 253, 288, 312, 321, 346, 358, 364, 369, 383, 386, 460, 469, 471, 522, 537, 545, 552, 560, 617 v. t. Gómez Castro, Laureano, Antioquia y; ferrocarril(es), Ferrocarril de Antioquia antisemitismo, 123, 125, 385 u t. Gómez Castro, Laureano, antisemitismo de; racismo APEN u gremios, Asociación Patronal Económica Nacional APRA v. partidos políticos, Alianza Popular Revolucionaria Arango, Dionisio, 80 Arango, Eliseo, 249 Arango Ferrer, Domingo, 504 Arango, Gonzalo, 508 Arango, Marcelino, 157 Arango, Pedro C., 341 Arango, Silvia, 378, 608 Arango Vélez, Carlos, 208, 209, 215, 272, 396, 404, 433, 519 Aranguren, William, 568, 580-584, 586 Araújo, Alfonso, 412, 519 Araújo, Simón, 44, 52, 92, 191, 246 Arboleda, Sergio, 517 Arcila, Aristóbulo, 163 Arcila, Mauricio, 227, 228, 327, 495 Arciniegas, Germán, 141, 190, 191, 214-217, 249, 375, 382, 383, 465 Arciniegas, Ismael Enrique, 87, 153, 157, 161, 162, 211, 212 Arguedas, Alcides, 128, 131, 244, 248 arquitectura, 136, 243, 283, 381, 608 Conjunto Carrera Treinta, 607 modernismo, 105, 189, 505-507, 541

Universidad Nacional de Colombia, 35, 74, 92, 235, 612 v. t. Universidad; Universidad Nacional de Colombia vivienda, 28, 188, 194, 223, 232, 252, 319, 320, 374, 377, 500, 501, 505, 540, 578, 594 Arroyo Díez, Miguel, 225 Arrubla, Mario, 598-600 arte Bachués, Los, 379 pintura, 283, 379, 506 artesanos, 28, 30, 31, 94, 113, 130, 132, 157, 225 v. t. Bogotá, levantamiento de artesanos de 1893; sindicatos, La Sociedad de Artesanos de Sonsón; violencia urbana Asociación Colombiana Popular de Industria v. Acop Asociación Nacional de Industriales u ANDI Asociación Patronal Económica Nacional v. APEN aviación, 135, 353, 371, 399, 529 v. t. aerolíneas Ayala, César, 535, 578 Ayarragaray, Lucas, 218 Azula Barrera, Rafael, 260, 424, 440

B Bagehot, Walter, 217 Balmes, Jaime, 46 bancos, 73, 89, 148, 169, 170, 256, 258, 354, 486, 489, 496, 552 Banco Agrícola Hipotecario, 171, 205 Banco Alemán Antioqueño, 364 Banco Cafetero, 479, 486, 554 Banco Central Hipotecario, 256, 354, 358, 364, 374, 608 banco central v. bancos, Banco de la República

652 / La moderhización en Colombia Banco Comercial Antioqueño, 364 Banco de la República, 78, 84, 160, 169, 485 Banco del Comercio, 486 Banco Ganadero, 486 Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo, 483 Banco López, 169 Banco Mundial, 285, 475, 483-485 Banco Nacional, 22 Banco Popular, 486 Caja Agraria, 256, 321, 326, 354, 366, 486, 489, 586, 603 v. t. agricultura Caja Colombiana de Ahorros, 256, 354 Fondo Cafetero, 499 Instituto de Fomento Algodonero, 486, 490 Instituto de Fomento Industrial, 360, 365, 366 Instituto de Fomento Municipal, 486 v. t. economía Baquero, Rafael, 483 Barba Jacob, Porfirio, 380, 609 Barrera Uribe, Carlos, 411 Barrientos, José María, 142 Batalla de Palonegro (1900), 104 Batalla de Peralonso (1899), 59 Bateman, Jaime, 577 Batista, Fulgencio, 572 Bautista, Darío, 408 Bavariau industria, Bavaria (cervecería) Bayer, Tulio, 588 Beaulac, Willard L., 457, 492, 516 Beer, Henri, 217 Bejarano, Jesús Antonio, 355, 503, 601 Bejarano, José Alejandro, 217 Bentham, Jeremy, 45, 47, 53 Bergquist, Charles, 367 Bergson, Henri, 217 Bermúdez, Alberto, 298, 345 Berrío, Gustavo, 530

Índice analítico l 653

Berrío, Pedro J., 253, 288-291, 341, 395 Berry, Albert, 593 Betancourt, Rómulo, 428 Betancur, Belisario, 156, 380, 539, 551, 575 bienestar público Cajas de Compensación Familiar, 500 Colsubsidio, 500 Secretariado Nacional de Asistencia Social, 500, 540, 550 bipartidismo, mili, 90, 94, 115, 196, 210, 247, 253, 259, 287, 289, 329,

338, 349, 395, 424, 439, 440,

460-462, 466, 467, 478, 498, 514, 534, 545-547, 551, 554, 559, 566, 569,611,614 frente cívico, 545, 546, 551, 552, 554, 560 Pacto de Benidorm (1956), 547, 554, 559 Pacto de Marzo (1957), 550, 559, 560 v. t. Frente Nacional: Olaya Herrera, Enrique, gobierno de concentración nacional; Ospina Pérez, Mariano, gobierno de unión nacional; partido nacionalista; partido republicano v. t. Frente Nacional, Gómez Castro, Laureano, bipartidismo de; Partido Conservador; Partido Liberal, ala moderada/derecha; partidos políticos, partido nacionalista; partidos políticos, partido republicano; política; política, moderados; republicanismo Bismarck, Otto, 5, 81 Bogotá, 13, 24, 80, 86, 110, 134, 359, 370, 378 desarrollo urbano, 27 levantamiento de artesanos de 1893, 30 v. t. artesanos

premoderna, 458 v. t. Bogotazo, el (1948) Bogotazo, el (1948), 422, 451, 452, 454-457, 459, 485, 500 v. t. Bogotá, premoderna; Gaitán, Jorge Eliécer, asesinato de; radio, Bogotazo, el, y; violencia política, 1946-1050, bajo Mariano Ospina Pérez; violencia política, paramilitarismo; violencia urbana bolchevismo v. comunismo, bolchevismo Bonitto, Eduardo, 408, 418 Borda, Francisco de Paula, 104, 106 Botero, Abel, 249 Botero, Fernando, 379, 506, 608 Botero, Mauricio, 576 Bowles, Chester, 572 Boyacá, 11, 71, 76, 85, 101, 163, 176, 184, 198, 259, 267, 268, 272, 274, 275, 330, 348, 361, 369, 410, 440, 441, 444-447, 464, 471, 486, 488, 490, 504, 511, 540, 541, 560, 617 Braden, Spruille, 399, 401-403 Bradshaw, Tomás, 240 Brasil, 4, 20, 56, 77, 108, 203, 402, 538, 593 Braudel, Fernand, 179 Braun, Herbert, 375, 428, 434, 455, 456 Bravo Pérez, Gonzalo, 245 Bretton Woods, Conferencia de (1944), 426,482 Brunner, Karl, 505 Builes, Miguel Ángel, 121, 176, 189, 383 Bustamante, Paulo E., 246 Caballero Calderón, Eduardo, 251, 273, 353, 424, 507, 596, 597 Caballero, Carlos, 318, 319 Caballero Escovar, Enrique, 413, 426 Caballero, Lucas, 65, 86, 129, 147, 210, 215, 424 Caballero, Manuel, 318, 319

Cabrales, Eusebio, 464 Cafam v. bienestar público, Cajas de Compensación Familiar café, xv, xvi, 4, 18, 23, 55, 56, 73, 85, 109, 116, 154, 160, 168, 171, 172, 176-178, 180, 181, 183, 185-188, 311, 314, 316, 317, 328, 352, 357, 358, 362, 363, 368, 372, 412, 480, 481, 487, 499, 568, 570, 579, 581, 599

Acuerdo Interamericano del Café (1940), 363 agricultor(es) de(1), 188 área cultivada, 171 auge del, 56 bonanza cafetera, 55, 180, 312, 316, 317, 328, 480, 481, 540 caída del, 481 clase media y, 116 comercializadoras de, 168 v. t. economía, comercio comercio del, 55, 358 cosecha(s) de(1), 160, 258, 538, 582 cultivadores (de), 40, 85, 160, 173, 176, 177, 186, 189, 256, 362, 486, 499, 574 liberales de, 55 v. t. Partido Liberal, café y v. t. Campesino(s), caficultor cultivos de, 14, 180 Estados Unidos y, 363 v. L Estados Unidos exportación(es) de, xvi, 18, 23, 55, 58, 109, 154, 171-173, 186, 311, 328, 358, 363, 368, 475 Brasil, de, 4 Federación Nacional de Cafeteros v. gremios, Federación Nacional de Cafeteros fincas cafeteras, 160, 180, 181, 480 Fondo Nacional del Café, 363 v. t. gremios, Federación Nacional de Cafeteros

654 / La modernización en Colombia



frontera cafetera, 39, 116, 171, 179, 181, 184, 185, 187-189, 314 monetización de, 185 u t. economía, monetización haciendas cafeteras, 71, 178, 179, 274, 310, 315-317, 321, 326, 328, 480 industria del, 26, 56, 480 v. t. industria ingresos provenientes del, 160, 171, 172, 177, 187, 358 mano de obra, 71, 178, 182 u t. mano de obra modernización y, xvi, 116, 185 v. t. modernización Partido Liberal y v. Partido Liberal, café y plantaciones de, 71, 160 porcentaje del PIB, 481 precio(s) del, 56, 57, 89, 110, 114, 164, 171, 180, 243, 363, 368, 480, 499, 521, 538, 550, 593 producción colombiana de, 599 (1880-1890), 23 (1887), 4 producción de, xvii, 23, 317 Sociedad de Productores de Café v. gremios, Sociedad de Agricultores de Colombia Trilladora Tolima, 402, 412, 425 venta(s) de(1), 39, 116, 160, 538 zona cafetera, 71, 179, 187, 243, 247, 314, 316, 325, 364, 479, 581 democratización de tenencia, 475 mentalidad capitalista en, 312 u t. agricultura; mano de obra, sindicalización Caicedo López, Ernesto, 568 Caja Agraria v. bancos, Caja Agraria Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero v. bancos, Caja Agraria Cajas de Compensación Familiar v. Cafam Cajiao, Isabel, 193

Caldas, Francisco José de, 167, 192 Calderón Reyes, Clímaco, 79 Cali, 14, 110, 174, 223, 253, 346, 353, 439, 467, 481, 552 Camacho, Ana María, 295 Camacho, Nemesio, 246, 251 Camacho Carreño, José, 249, 287, 289, 346, 383 Camacho Roldán, Salvador, 36, 37 cambio social, xviii, xx, 127, 222, 263, 310, 351, 368, 384-386, 390, 420, 475-477, 491, 501, 605 campesino(s), xv, 13, 17, 23, 39, 40, 106, 108, 116, 124, 131, 175, 177-179, 182, 184-188, 229, 243, 266, 270, 273, 275, 309, 310, 314, 315, 317, 319-322, 325-328, 335, 342, 353, 362, 369, 370, 374, 383, 420, 445, 465, 490, 499, 525, 542, 543, 569-572, 579, 580, 585, 586, 592, 602, 603 caficultor, 185, 499 migratorios, 179 monetización y, 184, 185 v. t. economía, monetización tierra, sin, 310, 314, 319, 327, 570, 571 vida premoderna, 182 v. t. mano de obra, rural Canal Ramírez, Gonzalo, 156, 454 Cano, Ángel María, 493 Cano, Fidel, 68, 78 Cano, Luis, 35, 68, 306, 424, 609 Cano, María, 230, 231, 238, 240, 244, 251 Cañón, Heradio, 275 capitalismo, 178, 179, 181, 183, 247, 338, 339, 355, 367, 386, 403, 483, 509, 599, 607 acogida popular, 605, 606 crítica marxista del, 509 cultura material y, 179 liberal, 386

Índice analítico / 655

preocupación de élites colombianas, 598, 601 zona rural, 327 v. t. economía Carbonell, Abel, 333 Carlyle, Thomas, 215, 217 Caro, José Eusebio, 36, 37 Caro, Miguel Antonio, 23, 30, 35, 36, 43, 47, 52, 55, 57, 58, 64-66, 76, 78, 79, 91, 126, 141-143, 146, 147, 235, 299, 338, 347, 517 Carrasquilla, Rafael María, 51, 92 Carreño, Pedro María, 212-214, 341 carreteras, 4, 11, 14, 16, 36, 72, 80, 86, 176, 177, 179, 206, 257, 337, 352, 353, 364, 483, 484, 582 u t. transporte Casabianca, Abel, 207 Casabianca, Manuel, 266 Casas, Jesús, 35, 52 Casas, José Joaquín, 63, 74, 81, 94, 96, 102, 103, 144, 146, 162, 195 Casas, José Vicente, 246, 307 Casas, Nicolás, 51 Castilla, José María, 269 Castillo, Carlos del, 464 Castillo de la Parra, Luis, 498 Castrillón, Alberto, 242, 254 Castro, Cipriano, 55, 87 Castro, Fidel, 450, 453, 572, 576, 585, 587, 588 Castro, Siervo, 275 Castro de Gómez, Dolores, 6 Castro Martínez, José Joaquín, 524 Caycedo, Manuel José, 119, 120, 124, 137, 138, 176, 183, 187, 244 Cela, Camilo José, 536 censura u política, censura Cepal v. economía, Comisión Económica para Latinoamérica Chaplin, Charles, 128, 138 Charria Tovar, Ricardo, 334, 339 Charronegro v. Prías Álape, Jacobo Chaux, Francisco José, 320, 324, 609

Child, Jorge, 598 Chispas v. Rojas Varón, Teófilo Chocó, 346 Churchill, Wmston, 513 CIA u Estados Unidos, Agencia Central de Inteligencia cine, 128, 138, 139, 283, 371, 606 v. t. cultura popular; medios de comunicación clase aristocrática, 116 v. t. dase(s) sociales) clase comercial, 366 v. t. dase(s) sociales) clase de pequeños propietarios, 355, 375, 572, 574 v. t. dase(s) sociales) clase del proletariado, 29 v. t. dase(s) sociales) clase dominante, 360 v. t. dase(s) sociales) clase media, xvi, 17, 27, 116, 135, 173, 181, 188, 189, 291, 360, 368, 373, 374, 375, 376, 377, 428, 503, 504, 505, 604, 608 agraria, 291 baja, 28 Comité de Acción de la Clase Media, 374 rural, xvi, xvii, 116, 181, 188, 360 Unión de Asociaciones de Clase Media No Organizadas, 374 urbana, 116,135 v. t. dase(s) sociales) dase(s) alta(s), 26, 131, 188, 224, 230, 255, 375, 403, 430, 458 v. t. dase(s) sociales) dase(s) baja(s), 24, 26, 28, 30, 429, 567 v. t. dase(s) social(es) dase(s) obrera(s), 30, 226, 228, 257, 452, 476 v. t. dase(s) sociales) dase(s) social(es), 40, 71, 138, 142, 143, 181, 328, 339, 376, 437, 456, 457

656 / La modernización en Colombia conciencia de clase, 29, 30, 602, 605, 607 intereses de clase, 20, 290, 576 jerarquización de, xv, 17, 37, 38, 98, 102, 118, 120, 136, 147, 150, 182, 183, 226, 261, 293, 310, 315, 372, 375, 388, 527, 544, 591 relaciones premodernas entre v. modernización, premodernidad en relaciones de clases rural, xv, 39, 116, 175, 182, 184,

185, 233, 265, 273, 315, 320, 321, 326, 329, 342, 355, 361,

363, 421, 445, 476, 499, 501, 503, 504, 570, 587, 593, 602 subclase, 28 v. t. clase aristocrática; clase comercial; clase de pequeños propietarios; clase de proletariado; dase dominante; dase media; dase(s) alta(s); clase(s) baja(s); dase(s) obrera(s); clases adineradas; clases pudientes clases adineradas, 5, 19, 56 v. t. clase(s) sociales) clases populares, 375 v. t. dase(s) social(es) clases pudientes, 225 v. t. clase(s) social(es) dientelismo v. política, clientelismo CNT v. sindicatos, Confederación Nacional de Trabajadores Cock Arango, Julián, 118 colegios Colegio Académico, 44 Colegio Araújo, 44, 52-54 Colegio de San Bartolomé, 25, 34, 35, 41, 44, 50, 51, 53, 92, 94, 97, 99, 117, 151, 300, 305, 387, 397, 455 Colegio Pío IX, 50 Colegio Pío X, 96 Colegio Yerbabuena, 48

Espíritu Santo, 48, 144 Gimnasio Femenino, 382 Instituto Pedagógico Femenino, 382 Liceo Mercantil, 44, 53 v. t. educación Colmenares, Germán, 601 Colmenares, Rosendo, 587 Colombia debilidad del Estado v. Estado, debilidad del etnicidad, 126 golpes de Estado v. Estado, golpe(s) de ideología política en v. ideología política intervención(ismo) de(1) Estado v. Estado, intervención(ismo) de(1) legalismo, 318 monetización v. economía, monetización percepción de extranjeros, 11, 16, 27, 28, 32, 38, 39, 75, 124, 150, 334, 402, 501, 508, 605 población v. población porcentaje de pobreza, 605 premoderna, 4-6 regionalismo en, 19, 79, 87, 330 colonización, 3, 76, 82, 171, 180, 181, 266, 327, 346, 406, 483, 500, 571, 573 tierras, de, 3, 76, 82, 85, 171, 180, 181, 266, 327, 346, 406, 483, 500, 571, 573 colonos, 39, 171, 187, 312, 314, 318, 321, 322, 324, 325, 327, 328, 603 Coltejer, 111, 357, 364, 481 Combariza, José Vicente, 342 Comisión Económica para Latinoamérica v. Cepal Comisión para el Estudio de las Causas de la Violencia v. Violencia, la (19471965), Comisión para el Estudio de las Causas de la Violencia

Índice analítico / 657

Compañía de Jesús, xvi, 25, 34, 35, 41, 44, 50, 52, 53, 74, 94, 96, 98, 99, 104, 147, 150, 151, 153, 183, 215, 220, 248, 305, 332, 387, 397, 455 v. t. Gómez Castro, Laureano, Compañía de Jesús y Comte, Augusto, 19, 82 comunismo, 95, 220, 240, 274, 419, 427, 466, 483, 513, 520, 536, 572, 590 bolchevismo, 157, 201, 222, 238 v. t. comunismo, sindicatos y Internacional Comunista, 229, 231, 323 preocupación de élites colombianas, 94, 157, 230, 238, 240, 248, 274, 438, 459, 513, 520, 536, 572, 588, 589 v. t. anticomunismo Primer Congreso Comunista (1924), 229 repúblicas independientes v. Violencia, la (1947-1965), repúblicas independientes sindicatos y, 466 v. t. comunismo, bolchevismo; ideología política, marxismoleninismo; partidos políticos, Partido Comunista de Colombia; sindicatos; sindicatos, Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia; sindicatos, influencia comunista en v. t. ideología política; Violencia, la (1947-1965), guerrilla comunista CON v. sindicalismo, Confederación Obrera Nacional Concha, José Vicente, 48-50, 61, 66, 79, 112, 114, 142-145, 193, 195, 235, 281 Concha, Luis, 602 Concordato de 1887 v. tratados, Concordato de 1887 Cóndor, El v. Lozano, León María

Confederación de Acción Social, 174 Confederación de Trabajadores Colombianos v. CTC Confederación Nacional de Trabajadores v. CNT Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia v. CSTC Conferencia Interamericana, Novena v. Novena Conferencia Interamericana

conflicto armado, 579 conservatismo filosófico, 386 principio de autoridad, 121, 143, 174, 236, 528 principio de orden, 118, 240 v. t. Gómez Castro, Laureano, pensamiento ideológico de ideología política siglo xix, 17 ideología politica siglo xx, 97 v. t. ideología política Iglesia católica y, 97 v. t. Iglesia católica Constitución de 1853, 262 Constitución de 1863, 16, 17, 46, 53 Constitución de 1886, 20, 50, 53, 290, 329, 335, 336, 339, 341-344, 350 reforma abortiva de 1953, 516, 517 reforma de 1910, 109 reforma de 1936, 301, 308, 311, 329, 331, 333, 335, 345 reforma de 1945, 416 Constitución de Cúcuta (1821), 335, 528 Constitución de Rionegro v. Constitución de 1863 Consuegra, José, 535 consumismo v. economía, consumismo Corbusier, Le v. Jeanneret, CharlesEdouard Cordero, Felipe, 268 Córdoba, Leonor, 193 Corea, Guerra de v. Guerra de Corea (1950-1953) ,...."'"------, "--,

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!J. 1,



Índice analítico / 659

658 / La modernización en Colombia corporativismo, gremios y v. gremios, corporativismo y Correa, Carlos, 379 corrupción v. política, corrupción en Cortés, Enrique, 41, 89 Cortés Vargas, Carlos, 25, 241, 242, 245 costo, vida, de (la) v. economía, costo, vida, de (la) Cote Bautista, Guillermo, 156, 195, 203, 210 Cote Bautista, Juan, 195, 210 Crespo, Primitivo, 249 Criales, Manuel, 156 Cruz Uzma, Jacinto, 568, 569, 580, 581,583,584,586 CSTC u sindicatos, Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia CTC v. sindicatos, Confederación de Trabajadores Colombianos Cuadros Caldas, Julio, 241 Cuba, 82, 140, 398, 482, 572, 587, 588, 603 v. t. Revolución Cubana de 1959 Cuberos Niño, Leandro, 238, 239, 244, 246 Cuellar, César, 549 Cuellar Vargas, Enrique, 463, 468, 469 Cuervo, Antonio B., 30 Cuervo, Luis Augusto, 245 cultura material v. economía, cultura material cultura popular, 373, 476, 504, 606 concursos de belleza, 247, 258 contracultura, 607 v. t. cine; radio; televisión Currie, Lauchlin, 483-486, 488, 489, 594, 605 Curtis, William, 27

D Darwin, Charles, 38, 107 darwinismo social, 107, 119, 158 v. t. mujeres

Dávila Flórez, Manuel, 81, 84, 112, 121, 146, 149, 150 Deas, Malcolm, 29, 614 decadencia racial, teoría de la v. racismo, decadencia racial, teoría de la demografía v. población deporte, 138, 195, 606 Desquite v. Aranguren, William Díaz, Alvaro, 397 Díaz, Antolín, 300 Díaz, Carlos Arturo, 125 Díaz, Ignacio J., 156 Díaz, Porfirio, 20, 78, 82, 87 Dix, Robert, 499 Duarte Blum, Alfredo, 531 Duguit Leon, 336 Durán Durán, Roberto, 397

E Echandía, Darío, 324, 341, 345, 406, 407, 412, 414, 426, 449, 460, 461, 468, 510, 533, 544, 568, 611 Echandía, Vicente, 468 Echavarría, Carlos J., 365 Echavarría, Felipe, 529, 539 economía acería(s) v. industria, acería(s) Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio, 497 aranceles, 18, 22, 55, 71, 80, 178, 234, 258, 354, 356, 482, 599 v. t. economía, protección, integral balance comercial desfavorable, 173 bolsa de valores, 68, 243, 359 bonanza económica, xvi, xix, 234, 480, 491, 495 bonos colombianos, 84, 243 comercio, 3, 4, 15, 16, 18, 25, 50, 55, 154, 158, 169, 172, 183, 190, 254, 262, 312, 314, 316, 319, 346, 352, 358, 361, 365, 368, 482, 484, 521, 570, 571, 599

v. t. agricultura, agricultores co-

merciantes; agricultores comerciantes; agricultura, comercial; agricultura, comercialización de la; comerciantes; café, comercializadoras de; café, comercio del; dase comercial Comisión Económica para Latinoamérica, 571, 599 consumismo, 136, 377, 606 u t. economía, cultura material contrabando, 178, 274, 321, 471 costo, vida, de (la), 202, 224, 280, 450, 455, 485, 486, 491, 492 v. t. economía, inflación cultura material, 127, 176, 187, 189, 220, 249, 373, 507 u t. economía, consumismo depresión, xix, 164, 168, 254, 284, 292, 309, 351-354, 358, 359 global, década del treinta, 254, 351-353 desarrollismo, 355, 491, 599 desempleo, 256, 258, 353, 476, 593 despegue económico, 351, 359, 479, 480 deuda externa, 57, 68, 84, 173, 242, 256, 258, 354, 550 distribución del ingreso nacional, 491, 492, 496, 502, 503, 593 edad dorada de la, 479 empleo, 28, 113, 123, 194, 255, 258, 288, 594, 607 empréstitos internacionales, 57, 80, 89, 111, 148, 170, 172, 173, 184, 198, 211, 234-236, 243, 258, 364, 402, 485, 550 Estados Unidos y, 114, 258, 363, 364, 482 u t. Estados Unidos Europa y, 114, 363 u t. Europa exportaciones, xv, 4, 18, 23, 55, 56, 58, 75, 76, 84, 110, 114, 154,

171-173, 186, 258, 291, 328, 357, 358, 363, 368, 475, 484, 485, 490 v. t. agricultura, exportación, de; café, exportación(es) de per cápitd, 56 fmanzas, 23, 64, 79, 84, 111, 170, 254, 283, 354 gasto público, 258, 352 Grupo Santo Domingo, 359 importaciones, 55, 114, 160, 173, 356-358, 363, 373, 476, 481, 482, 488, 489, 571 alimentos, de, 243, 362 sustitución de, 256, 357, 363, 475, 481, 482, 487, 492, 497, 570, 593, 599 u t. industria, industrias de sustituciones de importaciones v. t. agricultura, importaciones de bienes agrícolas impuestos, 22, 38, 55, 78, 80, 83, 114, 170, 172, 178, 220, 256, 274, 291, 303, 321, 337, 354, 356, 363, 483, 496, 594 indemnización de veinticinco millones de dólares (1924), xix, 112, 148, 158, 170, 198, 202, 205, 207, 234 industrias de sustitución de importaciones v. industrias, industrias de sustitución de importaciones inflación, 22, 72, 73, 84, 173, 234, 357, 359, 366, 423, 482, 485, 491, 593 v. t. economía, costo de (la) vida inversión, xvüi, 18, 56, 111, 125, 169, 170, 177, 181, 232, 239, 301, 352, 358, 362-364, 366, 385, 479, 480, 482, 485, 489, 501, 503, 594 extranjera, 56, 111, 170, 232, 239, 301, 482 pública, 352, 362, 480, 594

660 / La modernización en Colombia

keynesianismo, 308, 337, 354, 355 moneda en circulación, 111 monetización, 36, 37, 167, 172, 175, 177, 190 v. t. Colombia, monetización, campesino(s), monetización; café, frontera cafetera, monetización de nacionalismo económico, 487 v. t. economía, teoría de dependencia Operación Colombia, 594 papel moneda, 22, 23, 72, 84, 223, 354 política monetaria, 56, 480, 484, 485 producto interno bruto, xvii, 479-481, 491, 594 per cápita, 491 progreso económico, 18, 107, 110, 293, 420, 423, 475, 479 protección, 85, 256, 497, 571 integral, 489 v. t. economía, aranceles recaudos nacionales, 170 salario(s), 27, 71, 73, 80, 96, 114, 160, 164, 172, 173, 175, 176, 184, 202, 209, 232, 234, 236, 237, 252, 255, 313, 476, 485, 492, 494-496, 552 real, 71, 476, 492, 494, 496 sectores económicos, 369 Segunda Guerra Mundial y, xvi, 352, 357,363,365,373,401,480 v. t. Guerra Mundial, Segunda teoría de dependencia, 571, 599 v. t. economía, nacionalismo económico v. t. agricultura; bancos; capitalismo; Estados Unidos, Programa de Cuatro Puntos; industria; mano de obra; modernización, económica; petróleo; violencia la (1947-1965), crecimiento económico durante

Ecopetrol v. industria, Empresa Colombiana de Petróleo educación, 17, 20, 26, 41-45, 48-51, 53, 54, -69, 76, 80, 91, 94, 106, 142, 225, 232, 262, 290, 305, 317, 335, 337, 340, 342, 356, 369, 382, 383, 403, 412, 455, 483, 500-502, 517, 519, 558, 564, 565, 578, 600, 609 carnaval estudiantil, 213, 248 Casa del Estudiante, 247, 248 cívica, 42 confesional, 51 conservadora, 44, 45, 48 democratización de la educación, 381, 565 elemental, 47 exclusividad de, siglo xix, 41 ilustración europea, 45 Instituto Colombiano de Especialización Técnica en el Exterior, 500, 508 laica, 17 liberal, 44, 48 método lancasteriano, 45 politización de estudiantes, 248 politizada, 43 primaria, 26, 225, 501, 578 privada, 502 pública, 20, 44, 50, 52, 80, 106, 262, 290, 340, 343, 370, 517, 519,558 reformas de Francisco de Paula Santander, 45 v. t. Santander, Francisco de Paula secular, 49 secundaria, 382, 502, 578 siglo xtx, 34, 53 técnica, 500 v. t. Servicio Nacional de Aprendizaje universitaria, 35, 45, 91, 502, 600 v. t. universidades

Índice analítico

v. t. analfabetismo; colegios; mujeres, educación de Ejército de Colombia, 19, 49, 54, 57, 80, 93, 132, 155, 157, 230, 232, 236, 240, 241, 271, 274, 301, 317, 329, 374, 389, 406, 408, 415, 418, 438, 443, 448, 456, 462, 464, 471, 513, 514, 521, 523, 525, 528-531, 533, 537, 539, 542, 543, 545, 548, 550, 552, 553, 565, 568, 572, 578, 579, 582, 584-588, 590, 592, 596, 602, 603, 605 Acción Cívico-Militar, 586 alcaldes militares, 444 • Conferencia de Ejércitos Americanos, 585 Plan Lazo (1963-1965), 584, 585, 587, 589, 592 v. t. Estado Ejército de Liberación Nacional v. ELN elecciones, 19, 101, 102, 113, 145, 153, 155, 157, 162, 168, 212, 222, 226, 234, 244, 246, 252, 254, 260, 266, 268, 269, 271, 272, 275, 279, 281, 282, 284, 288, 290, 301-304, 322, 324, 330, 333, 345, 348, 370, 393, 395, 404, 415, 418, 426, 430, 432, 433, 435-437, 439-446, 461, 462, 464, 466, 468, 471, 510, 515, 516, 519, 526, 560, 564-566, 575-577, 579, 595 presidenciales, 162, 222, 269, 279, 303, 404, 415, 430, 437, 443-445, 464, 466, 510, 579 1898, de, 58 1909, de, 84 1922, de, 168 1930, de, 254, 435 1942, de, 404 1946, de, 415, 430, 435, 444 v. t. política élite(s), xv, xvi, xviii, xix, 17-20, 22, 24, 27, 28, 33, 35, 37, 40, 42, 44, 54-56, 83, 87, 107, 115, 118, 120,

661

122, 127, 136, 186, 190, 209, 225, 226, 259, 262, 263, 310, 311, 320, 321, 351, 359, 360, 362, 367, 369, 372, 403, 420, 423, 439, 459, 475, 485, 489, 497, 498, 509, 515, 534, 537, 540, 557, 570, 581, 599, 610 política(s), xv, xvi, xix, 107, 186, 209, 259, 263, 310, 320, 359, 420, 423, 459, 475, 509, 515, 537, 557, 581 racismo de, 40, 122, 224 v. t. racismo ELN v. guerrilla comunista, Ejército de Liberación Nacional Emerson, Ralph Waldo, 217 Emprea Colombiana de Petróleo v. Ecopetrol Engel, Walter, 507 Escobar, Bernardo, 62 Escobar, Eduardo, 477 Escobar, Felipe, 104 Escobar Camargo, Antonio, 511, 529, 532 Escobar Sierra, Hugo, 511 Escuela Nacional de Minas v. Universidad, Escuela Nacional de Minas Esguerra, Luis, 608 Esguerra, Nicolás, 35, 89, 113, 147-149 Espinel, Domingo, 418 Espinosa, Carlos José, 91 Espinosa Valderrama, Abdón, 491 Espinoza, Ignacio, 35 Estado, 5, 17, 19, 22, 47, 49, 66, 83, 84, 88, 97, 115, 178, 187, 226, 255, 261, 262, 290, 295, 308, 320, 322, 336, 337, 340, 342, 343, 355, 371, 375, 376, 378, 403, 412, 416, 443, 479, 486, 487, 499, 502, 519, 529, 534, 587, 588, 590, 592, 594, 595, 602, 606 crimen de, 410 debilidad del, 261, 263 v. t. política



662 /

índice analítico /

La modernización en Colombia

español, 378 fin principal del, 46 golpe(s) de, 60, 66, 254, 272, 344, 400, 404, 405, 408, 439, 478, 486, 515, 529, 531, 579 1900, de, 60, 143, 528 1901 (fallido), de, 66 1905 (fallido), de, 144 1906 (fallido), de, 88 1944 (fallido), de, 415 1953, de, 528, 531, 533, 561 1957 (fallido), de, 478, 578 1958 (fallido), de, 566 1963 (fallido), de, 578 v. L política Iglesia y el, 19, 21, 49, 97, 215, 244, 342, 406, 519 u t. Iglesia católica intervención(ismo) de(1), 83, 355, 358, 360, 365, 428, 436 u t. Quinquenio, el intervencionista, 308, 599 paralelo v. gremios, Federación Nacional de Cafeteros poder del, 17, 337, 392, 406 presencia del, 582.586 racionalización del, 22 reestructuración del, 18 v. t. Regeneración, La reformar el, 182 religión del, 20, 228, 340 socialismo de, 83 v. t. Ejército de Colombia; Policía Estados Unidos, xviii, 15, 18, 21, 27, 29, 57, 64, 66, 77, 78, 82, 89, 91-93, 111, 114, 122, 123, 139, 148, 149, 151, 153, 155, 158-160, 163, 169, 170, 172, 188, 199, 215, 222, 237, 241, 252, 255, 271, 283, 300, 305, 308, 337, 355-357, 363, 364, 368, 371, 373, 385, 386, 390, 391, 399, 401, 402, 404, 408, 431, 436, 449, 457, 459, 466, 470, 482,

483, 491, 492, 514, 536, 542, 573, 584, 585, 587, 596, 599, 601, 604, 607 Agenda Central de Inteligencia, 459 Alianza para el Progreso, 573, 587,598 lista negra, 364, 400, 402, 403 Programa de Cuatro Puntos, 466 v. t. Economía v. t. café, Estados Unidos y; economía, Estados Unidos y; Gómez Castro, Laureano, Estados Unidos y Europa, 3, 5, 16, 17, 20, 27, 31, 35, 48, 75, 77, 82, 90, 114, 122, 125, 134, 137, 152, 172, 183, 184, 188, 190, 193, 194, 212, 221, 227, 229, 243, 248, 263, 273, 280, 281, 283, 284, 287, 292, 293, 302, 304, 337, 371, 386, 387, 389, 449, 529, 600 v. t. economía, Europa y; Gómez Castro, Laureano, estadía en Europa expectativa de vida v. salud pública, expectativa de vida

F Fabricato, 364, 495 Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, 601 v. t. sociología; Universidad Nacional de Colombia Fall, Albert B., 160 Fais Borda, Orlando, 263, 598, 601, 602 FARC v. guerrilla comunista, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Farson, Negley, 376 fascismo, 210, 238, 292, 293, 323, 324, 347, 390, 419, 444, 518 Acción Nacional Derechista, 346 v. t. Partido Conservador, Los Leopardos

Gómez Castro, Laureano, fascismo, acusación de Febvre, Lucien, 217 Fedearroz v. gremios, Federación de Arroceros Fedecafé v. gremios, Federación Nacional de Cafeteros Fedenal v. sindicatos, Federación Nacional de Trabajadores de Transporte Fluvial, Marítimo, Portuario y Aéreo Federación Nacional de Cafeteros v. Fedecafé Federación Nacional de Comerciantes v. Fenalco Federación Nacional de Trabajadores de Transporte fluvial, marítimo, portuario y aéreo v. Fedenal Fenalco v. gremios, Federación Nacional de Comerciantes Fernández, Aristides, 60-64, 74, 91, 92, 94, 97, 144 Fernández de Soto, Absalón, 568 Fernández de Soto, Mario, 130, 225 Ferrero, Guglielmo, 391 ferrocarril(es), 14, 15, 21, 71, 110, 133, 135, 160, 175, 194, 198, 205, 206, 213, 241, 257, 288, 296, 346, 352, 353 Comisión Nacional de Vías Férreas, 257 Compañía Ferroviaria de Tolima, 195 Ferrocarril de Amagá, 133 Ferrocarril de Antioquia, 110 Ferrocarril del Carare, 198 Ferrocarril del Pacífico, 198, 233, 234, 253 Tranvía de Oriente, 288, 296 V. t. transporte Fidalgo Hermida, Joaquín, 249 Flórez, Manuel Dávila, 195 Flota Mercante Grancolombiana, 487 v. t. gremios, Federación Nacional de Cafeteros v. t.

663

Fluharty, Vearnon, 400, 540 Forero, Herrando, 565 Forero Benavides, Abelardo, 433, 519, 537 Francia, 3, 11, 27, 37, 75, 95, 122, 280, 348, 385, 389, 436, 614 Franco, Francisco, 389, 518 Franco Isaza, Eduardo, 470, 521, 522, 583 Frente Nacional, xvii, xx, 360, 389, 420, 432, 433, 475, 478, 479, 492, 496, 557-559, 563-566, 574, 575, 577-579, 581, 587, 594, 596, 599, 600, 602, 604, 606, 611, 614 origen del, 105, 111 Pacto de San Carlos, 563 Pacto de Sitges, 561 Violencia, la (1958-1965) y, 1, 579 v. t. violencia política, 1958-1962, bajo Alberto Lleras Camargo; violencia política, 1962-1965, bajo Guillermo León Valencia v. t. bipartidismo; bipartidismo, Pacto de Marzo (1957) Freud, Sigmund, 215 frontera cafetera v. café, frontera cafetera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia v. FARC Furtado, Celso, 574

G Gachetá, masacre de, 393, 395, 411, 465 Gaitán, Jorge Eliécer, xvi, xx, 126, 228, 244, 249, 252, 273, 322-325, 370, 371, 374-376, 379, 383, 396, 408, 413, 415, 422-437, 439-442, 447-453, 455, 456, 459-461, 517, 531, 534, 583, 597 anticomunismo de, 427 v. t. anticomunismo asesinato de, 423, 450-452, 454, 456, 457, 459, 461, 464, 465, 483, 492, 500 v. t. Bogotazo, el (1948)



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Índice analítico

666 / la modernización en Colombia Asociación Nacional de Instituciones Financieras, 497 Asociación Patronal Económica Nacional, 321, 324, 339 Cámara Colombiana de la Construcción, 497 Cámaras de Comercio, 87, 109, 211, 213, 366 Comité de Acción de la Clase Media, 374 corporativismo y, 496 v. t. política, corporativismo Distribuidores de Azúcar, 366 Federación Colombiana de Ganaderos, 497 Federación Colombiana de Industrias Metalúrgicas, 497 Federación de Arroceros, 497 Federación de Cultivadores de Trigo, 366 Federación Nacional de Algodoneros, 497 Federación Nacional de Cafeteros, 187, 329, 363, 366, 367, 412, 479, 483, 486, 487, 489, 498, 499, 533 u t. Flota Mercante Grancolombiana; café, Fondo Nacional del Café Federación Nacional de Comerciantes, 366, 405, 486, 497, 499, 552, 593, 596 Federación Nacional de Transportes Terrestres, 366 función política de los, 496, 497 Sociedad Colombiana de Agricultura, 110 Sociedad Colombiana de Ingenieros, 23, 199, 200 Sociedad de Agricultores de Colombia, 87, 324, 361, 497-499, 593 Sociedad de Ingenieros, 497

Sociedad de Productores de Café v. gremios, Sociedad de Agricultores de Colombia Sociedad Geográfica de Colombia, 74 Unión Nacional de Ganaderos, 498 v. t. política, pluralismo Guberek, Simón, 377 Guerra, José Joaquín, 83, 84, 88 Guerra contra Perú, 273, 351, 354, 397, 438 u t. Perú Guerra de Corea (1950-1953), 514, 541 Guerra de los Mil Días, xviii, 52, 54, 56, 59, 63, 74, 77, 90, 91, 104, 113, 116, 129, 168, 171, 193, 234, 259, 263, 268, 271, 311, 312, 315, 333, 420, 462 efectos de la, 68 Guerra Fría, 438, 459, 465, 483, 513, 536, 572, 587, 589 Guerra Mundial Primera, 113, 138, 154, 250, 283 Segunda, 357, 385, 397, 398, 452, 475, 481, 482, 501, 504, 596 v. t. economía, Segunda Guerra Mundial y guerra(s) civil(es), xv, xviii, 5, 14, 18, 38, 43, 46, 51, 54, 57, 65, 75-77, 107, 182, 222, 259, 260, 266, 272, 290, 312, 333, 338, 344, 359, 389, 397-399, 414, 415, 420, 423, 448, 450, 452, 462, 463, 468, 473, 510, 513, 514, 521, 531, 589, 591 1876, de, 16, 47, 49, 142 1885, de, 20, 50, 77 1895, de, 51, 57, 266 1899-1902, de v. Guerra de los Mil Días u t. violencia política, paramilitarismo guerrilla Comando Guerrillero de Guayabero, 603

comunista Ejército de Liberación Nacional, 603, 604 Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, 593 v. t. Violencia, la (1947-1965), guerrilla comunista M-19, 577 Movimiento Obrero-EstudiantilCampesino, 573, 587, 602 u t. Violencia, la (1947-1965) v. t. Violencia, la (1947-1965), guerrilla comunista; Violencia, la (1947-1965), guerrilla liberal; violencia política, paramilitarismo Guevara, Ernesto (Che), 588 Guillén Martínez, Fernando, 506 Guirior, Manuel, 45 Gurado, Pablo Emilio, 283 Guama, Nicolás, 229 Gutiérrez, Ana, 258 Gutiérrez, Francisco A., 62 Gutiérrez, José, 373, 455, 596 Gutiérrez, José Ignacio, 30 Gutiérrez, Rufmo, 133 Gutiérrez, Uriel, 539 Gutiérrez Celis, Joaquín, 48 Gutiérrez Piérola, José, 133 Guzmán, José María de, 281 Guzmán Campos, Germán, 568, 569

667

Herrera, Benjamín, 63, 81, 122, 151, 153, 156, 168, 200, 227, 525 Herrera, Ernesto, 608 Herrera, Ezequiel, 269 Herrera Restrepo, Bernardo, 93, 101, 147, 152, 233, 235, 240, 244 Hettner, Alfred, 28, 29, 31 Hindenberg, Otto von, 285 Hinojosa, Ovidio, 582 Hirschman, Albert 0., 574 historia colombiana, 600, 601 interpretación de, 596 v. t. Academia Colombiana de Historia; Nueva Historia, la históricos v. Partido Conservador, históricos Hitler, Adolfo, 285, 287, 292-294, 300, 303, 344, 347, 385, 386, 389, 402 Holguín, Carlos, 161, 611 Holguín, Jorge, 54, 65, 84, 89, 93, 144, 154, 164, 169, 207, 300 Holguín Arboleda, Julio, 74, 191, 289 homosexualismo, 383 Hoyos, Alberto, 523 Hoyos, José Antonio, 238 Huertas, Juan Vicente, 214 Humboldt, Alejandro de, 167 Hurtado, Carlos Manuel, 156 Hurtado, María, 153, 192-194, 200, 207,281 Hurtado, Simón, 192, 207

H Hale, Charles, 19, 40, 82 Handel en Industrie Maarschappi, 364, 412, 413, 425, 426 Hay-Herrán v. tratados, Hay-Herrán Henao Buriticá, Roberto, 205 Heredia, Francisco de, 229 Hernández, Arturo, 236 Hernández de Ospina, Berta, 530 Hernández Rodríguez, Guillermo, 197, 240, 257 Herrera, Alejandro, 270

Icetex v. educación, Instituto Colombiano de Especialización Técnica en el Exterior ideología política, 18, 98, 250, 292, 304, 338, 339, 349, 437, 610 marxismo, 292, 434, 587, 588 marxismo-leninismo, 292, 587, 588 u t. comunismo, sindicatos y v. t. anticomunismo; comunismo; conservatismo, ideología política siglo xrx; conservatismo, ideología

668 / La modernización en Colombia política siglo xx; liberalismo filosófico; política Iglesia católica, 5, 17, 19-21, 44, 47, 48, 51, 52, 96, 102-104, 124, 126, 127, 131, 153, 156, 175, 233, 240, 242, 244, 253, 262, 273, 334, 340, 342, 350, 371, 379, 387, 389, 406, 429, 455, 494, 496, 504, 517, 519, 537, 542, 551 CARE, 587 Congreso Ecuménico (1935), 341 enemistad al modernismo, 95 enemistad filosófica con el liberalismo, 51,95 modernización e, 137 v. t. modernización reformas de Alfonso López Pumarejo, 339 v. t. conservatismo, Iglesia católica y; Estado, Iglesia y el; mujeres, Iglesia católica y; Regeneración, La, Iglesia católica y; tratados, Concordato de 1887 INA v. agricultura, Instituto Nacional de Abastecimientos Incora v. reforma agraria, Instituto Colombiano de Reforma Agraria indígenas, 82, 108, 385 resguardos, 108, 385 industria, xvii, 5, 21, 22, 26, 28, 50, 56, 85, 116, 117, 168, 169, 242, 256, 291, 336, 351, 357, 359, 363, 365, 366, 369, 416, 475, 481, 482, 484, 486-489, 496, 497, 500, 570 acería(s), 15, 486-488, 490, 540 v. t. Industria, Paz del Río Bavaria (cervecería), 23, 24, 28, 132, 358, 364, 411, 412 Cervecería Antioqueña, 74 Compañía Antioqueña de Tejidos, 74 Empresa Colombiana de Petróleo, 487 equilibrio geoindustrial, 482

industrias de sustitución de importaciones, 359, 363, 365, 475, 481, 593 Instituto de Fomento Industrial, 360, 365, 366, 486 Paz del Río, 486-488, 490, 540 textilera sindicatos de base en, 494 Unión de Trabajadores Colombianos en, 494 v. t. sindicatos; Unión de Trabajadores Colombianos textiles, 85, 111, 121, 177, 189, 351, 357, 358, 362, 364, 365, 481, 489, 495 v. t. antioqueños, industriales; café, industria del; economía; mano de obra, industrial, mentalidad burguesa; petróleo; Quinquenio, el, industria industrias de sustitución de importaciones v. ISI Infante, Carlos J., 81 inflación v. economía, costo de (la) vida Instituto Colombiano de Especialización Técnica en el Exterior v. Icetex Instituto Colombiano de Reforma Agraria u Incora Instituto Colombiano de Seguros Sociales, 500 Instituto de Fomento Industrial v. IFI Instituto Nacional de Abastecimientos v. INA Ireg-üi, Antonio José, 35, 37, 45, 300 Irigoyen, Hipólito, 107 Isaza, Apolinar, 335 ISI v. industria, industrias de sustitución de importaciones

J Jaramillo, Esteban, 35, 213, 236, 291, 357, 358

Índice analítico 1669

Jaramillo Ocampo, Hernán, 485 Jaramillo Salazar, Alfonso, 584 Jaramillo Uribe, Jaime, 45, 47 Jaramillo Walker, Luis, 180, 189 Jáuregui, Luis, 96 Jeanneret, Charles-Edouard, 505 jesuita(s) v. Compañía de Jesús Jiménez López, Miguel, 122, 123, 125, 291, 609 Jordán, Daniel, 269, 418 Jordán, Humberto, 460, 461 justicia distributiva, 120, 310

K Kalmanovitz, Salomón, 601 Karsen, Fritz, 381 Keith, Gerald, 401 Kemmerer, Edward, 169, 255, 258, 354, 486 Kennedy, John F., 573, 587, 588 Knox, Philander, 111

L Lame, Manuel Quintín, 133, 384, 385 Lane, Arthur Bliss, 403 Lara, Leonidas, 370 Larrota, Antonio, 587, 602 Larrota, Ramón, 587 Laserna, Elenita, 247 Laserna, Mario, 611, 613 Lebret, Louis Joseph, 508 Lee, Carlos Cortés, 25 LeGrand, Catherine, 312 Lemaitre, Eduardo, 80 Lene v. Nieto Caballero, Luis Eduardo Lenin, Vladimir Ilich Ulianof, 196, 228, 229, 599 León Gómez, Adolfo, 91 Leyva, Jorge, 516, 531, 566 Leza, Antonio, 94-96, 100, 151 Leza, Vicente, 92 Líbano, El (Tolima), 187, 247, 265, 266, 523, 569, 580, 583, 585, 586 liberalismo filosófico, 40, 262, 323, 369, 527

Lill, Thomas R., 170 Lindbergh, Charles, 135 Líster v. Yosa, Isauro literatura, 26, 42, 141, 296, 507, 606, 608 poesía, 380, 508 Nadaístas, 477, 507 realismo mágico, 608 Lleras Acosta, Julio, 360, 374 Lleras Camargo, Alberto, 122, 191, 206, 209, 215, 250, 338, 396, 414, 426, 432, 433, 435, 436, 439, 442, 444, 491, 492, 496, 526, 545, 546, 550, 552, 554, 559, 561-563, 565, 567, 568, 570, 571, 573, 575, 579, 587, 609, 611, 613 Lleras Camargo, Felipe, 239, 249 Lleras Restrepo, Carlos, 214, 215, 255, 324, 334, 360, 362, 365-367, 411, 413, 424, 426, 433, 436, 437, 449, 462, 463, 466-468, 470, 472, 482, 510-513, 522, 524, 547, 563, 573, 574, 579, 609 Loaiza, Gerardo, 591 Lodge, Henry Cabot, 150, 158 Lombana Barreneche, José, 69 Lombana Osorio, Noel, 583 Londoño, Patricia, 378, 508 López, Alejandro, 175, 176, 320, 323 López, José Hilario, 46 López, Pedro A., 73, 195, 200, 359 López de Mesa, Luis, 34, 35, 92, 119, 120, 123, 125, 126, 215, 218, 263, 305, 385, 390, 398, 432, 433, 449, 478, 597, 609, 610 López de Restrepo, Antonio, 125 López Giraldo, Fermín, 324 López Michelsen, Alfonso, 281, 360, 403, 409, 412, 414, 519, 524, 576, 577, 579, 587 López Pumarejo, Alfonso, 34, 52, 115, 151, 173, 192, 196, 202, 212, 213, 217, 246, 250, 252, 280, 286, 292, 302, 304, 307, 309, 310, 322-324,

Índice analítico I 671

670 / La modernización en Colombia 329-332, 335, 337-340, 342, 343, 345, 348-350, 355-357, 359, 361, 371, 377, 381, 382, 388, 392, 393, 396, 397, 399, 404, 406409, 412-420, 422-426, 432, 434, 435, 466, 467, 472, 511, 517, 522, 524, 525, 534, 544-546, 552, 558, 563, 566, 575, 609, 611, 612, 614 amistad con Laureano Gómez Castro v. Gómez Castro, Laureano, amistad con Alfonso López Pumarejo Ley 200 de 1936 v. reforma agraria, Ley 200 de 1936 oratoria polémica de, 348 pensamiento económico de, 355, 361 pensamiento ideológico de, 52, 292, 349 reformas de Alfonso López Pumarejo e Iglesia católica v. Iglesia católica, reformas de Alfonso López Pumarejo Revolución en Marcha, 308, 339, 342, 392, 408, 575, 611 violencia política, 1934-1938 y 1942-1945, bajo u violencia política, 1934-1938 y 1942-1945, bajo Alfonso López Pumarejo López Pumarejo, Eduardo, 339 López Pumarejo, Miguel, 190, 366, 384 Lozano, León María, 525, 549 Lozano Torrijos, Fabio, 339, 609 Lozano y Lozano, Carlos, 244, 424, 433 Lozano y Lozano, Fabio, 609 Lozano y Lozano, Juan, 113, 249, 339, 396, 433, 441 Lugones, Leopoldo, 201 Luque, Crisanto, 538, 551

M M-19 v. guerrilla, M-19 Mahecha, Raúl Eduardo, 232, 233, 237, 239 Mamatoco v. Pérez, Francisco A.

MAN v. partidos políticos, Movimiento de Acción Nacional mano de obra, 23, 173, 176, 226, 316, 363, 594, 595 industrial, mentalidad burguesa, 121 v. t. industria, mentalidad burguesa legislación laboral, 231, 238, 256, 317, 318, 320, 336, 416, 492, 495, 500 leyes de vagancia, 176 movimiento laboral, xix, 5, 30, 175, 223, 226-229, 237, 317, 416, 439, 491, 493 Oficina del Trabajo, 231, 317, 318 Pacto de Quipile, 318 porcentaje sindicalizado, 494 productividad, 491 rural, 363 u t. campesino(s) salario real, 71, 476, 492, 494, 496 sindicalización v. sindicatos v. t. café, mano de obra; economía Manotas, Margot, 258 Manrique, Juan E., 81 Manrique Páramo, Alberto, 157, 174 Manrique, Ramón, 229 Mar, José, 229, 249 Mariachi v. Oviedo, Jesús María Mariana, Juan de, 398 Marín, Pedro Antonio, 493, 543, 592, 593 Mario Ibero v. Torres González, Fidel Marquetalia -a Violencia, la (1947-1965), repúblicas independientes Marroquín, José Manuel, 35, 48, 58, 60-62, 64, 66, 67, 76, 78, 87, 113, 168, 183, 200, 235 Marroquín, Lorenzo, 58, 146 Marshall, George C., 449 Martínez, Fabio, 568 Martínez, Juan C., 156 Martínez Delgado, Luis, 62, 287 Martínez Santamaría, Hernando, 68 Martínez Santamaría, Jorge, 92-94

Martínez Silva, Carlos, 37, 38, 43, 48, 56, 58, 60, 62, 66, 86, 93, 113, 142, 145, 235, 528 Martínez Silva, Luis, 88, 143, 144 Marulanda, Manuel María, 199 Marulanda Vélez, Manuel v. Marín, Pedro Antonio Marx, Karl, 183, 229, 590 marxismo v. ideología política, marxismo marxismo-leninismo v. ideología política, marxismo-leninismo masones v. Orden Masónica Mastai-Ferreti v. Pío IX Matallana, José, 444, 590, 592 Maura, Antonio, 95, 100, 153 Maurras, Charles, 95, 280 Maya, Rafael, 249, 380 Mayor Ciro, El v. Trujillo Castaño, Ciro Mayor Mora, Alberto, 606 Mazuera Villegas, Fernando, 367 McAlister, Juan, 63 McArthur, Douglas, 542 McCarthy, Joseph, 542 McFarlane, Anthony, 186 Medellín, 14, 73, 75, 85, 111, 121, 129, 134, 138, 169, 174, 177, 223, 230, 243, 341, 346, 353, 357, 365, 481 desarrollo urbano, 73 Medina, Medófilo, 601 Medina, Supelio, 272 medios de comunicación, 138, 139, 371 v. t. cine; periódicos; radio; revistas Meertens, Donny, 523 Mejía, Manuel, 483, 499 Mellenthin, Joachim von, 412 Melo, Jorge Orlando, 342, 601 Melo, Ruperto, 245 Mendoza Neira, Plinio, 274, 405, 410, 445, 450, 471 mentalidad burguesa, 117 v. t. mano de obra, industrial, mentalidad burguesa; mujeres, mentalidad burguesa

Michelsen, Roberto, 412 migración v. población, migración Mill, John Stuart, 19 modernización, xix, 82, 109, 137, 184, 217, 222, 223, 263, 308, 311, 351, 367, 368, 375, 388, 420, 421, 521, 536, 558, 573, 598, 599, 605, 607, 609, 610 económica, 292, 353 v. t. economía premodernidad en relaciones de clases, 30, 36, 38, 40 v. t. café, modernización y; Iglesia católica, modernización e; mujeres, modernización y MOEC v. guerrilla, Movimiento Obrero-Estudiantil-Campesino Molina, Gerardo, 342, 348, 539 Mollien, Gaspard, 11, 12 monetización v. economía, monetización Montalvo, José Antonio, 224, 236, 318, 320, 442, 443, 453 Montaña Cuellar, Diego, 349 Mora Angueira, Herrando, 568 Mora, Luis María, 53, 54 Morales Benítez, Otto, 568 Morales Gómez, Luis, 550 Moreno, Ezequiel, 61 Moreno, Gilberto, 462 Moreno y Escandón, Francisco Antonio, 45 mortalidad infantil v. salud pública, mortalidad infantil Mosquera Garcés, Manuel, 347 Movimiento 19 de abril v. M-19 Movimiento de Acción Nacional v. MAN Movimiento Modernista u Iglesia católica, enemistad al modernismo Movimiento Obrero-EstudiantilCampesino v. MOEC Movimiento Revolucionario Liberal v. MRL

672 / La modernización en Colombia

MRL v. partidos políticos, Movimiento Revolucionario Liberal mujeres, 11, 13, 86, 106, 119, 121, 175, 178, 188, 239, 241, 275, 290, 296,373,381,383,388,429,457, 458,504,520,543,563,569,591, 592,607 control de natalidad, 503 discriminación contra, 381, 382 educación de, 382 v. t. educación Iglesia católica v. t. Iglesia católica Iglesia católica y, 119 matrimonio, 503 mentalidad burguesa y, 119 u t. mentalidad burguesa modernización y, 607 v. t. modernización sufragio, 504 Tercer Congreso de Mejoras Públicas, 383 u t. darwinismo social; prostitución Muñoz, Gabriel, 453 Mussolini, Benito, 282, 292-294, 429, 525 Mutis, José Celestino, 167 Muzo, 102, 111

N nacionalistas v. Partido Conservador, nacionalista Nadaístas v. literatura, poesía, nadaístas Nanneti, Guillermo, 382, 383 Naranjo Villegas, Abel, 473, 533 Narváez, Pedro, 238, 247 natalidad v. población, natalidad, tasa de Navarro Ospina, Luis, 561 Navarro, Pedro Juan, 92, 173, 215, 285, 289, 609 Navas Pardo, Rafael, 550, 553-555 Navia Varón, Hernando, 554

Neerlandia v. tratados, Neerlandia Nicholas, Francis, 32 Nieto, Agustín, 62, 382 Nieto, Isidro, 62 Nieto Arteta, Luis Eduardo, 177, 178, 181, 187 Nieto Caballero, Agustín, 62, 382 Nieto Caballero, Luis Eduardo, 35, 52, 53, 62, 81, 143, 156, 201, 210, 214, 219, 246, 274, 295, 297, 300, 306, 307, 349, 547, 609 Niño, Alberto, 508 Noguera Dávila, Olga, 190 Novena Conferencia Interamericana (1948), 449, 450 Nueva Historia, la, 601 u t. historia colombiana Núñez, Rafael, 18-23, 31, 36, 37, 43, 44, 46, 50, 58, 76, 78, 99, 104, 235, 260, 269, 299, 338, 433

O Obregón, Alejandro, 379, 608 Ocampo, Ángel María, 406 Ocampo, José Antonio, 177, 328 OEA, 436, 545 Olaya Herrera, Enrique, xix, 34, 44, 54, 93, 94, 126, 222, 253, 254, 257, 259, 261, 264, 267, 271, 273, 274, 279, 282, 287-289, 292, 300, 301, 305, 307, 331, 334, 354, 356, 361, 365, 381, 396, 405, 438, 445, 448, 575, 609, 614 gobierno de concentración nacional, 259 v. t. bipartidismo, Pacto de Marzo (1957) violencia política, 1930-1934, bajo u violencia política, 1930-1934, bajo Enrique Olaya Herrera Orden Masónica, 49, 102, 330, 388, 407 Ordóñez, Luis, 549, 555 Ordóñez Quintero, César, 447, 467, 468

Índice analítico / 673

Organización de Estados Americanos v. OEA Orrantia, Isabel, 143 Ortiz, Carlos Miguel, 581 Osorio Lizarazo, José, 129, 187 Ospina, Helena, 191 Ospina, Pedro Nel, xvüi, xix, 35, 65, 66, 79, 85, 110, 111, 114, 117, 129, 138, 147, 161, 162, 167-172, 174, 198,199,204,207,219,225, 232-235, 310, 311, 360, 371 conservador histórico, 200 v. t. Partido Conservador, históricos .Laureano Gómez Castro y v. Gómez Castro, Laureano, Pedro Nel Ospina y Ospina Tulio, 117, 118 Ospina Pérez, Mariano, 34, 117, 213, 246, 290, 291, 321, 332, 339, 341, 346, 360, 361, 414, 433, 435, 436, 439, 443, 444, 449, 451, 453, 459, 460, 462, 463, 466, 468, 471, 473, 475, 478, 480, 485, 489, 491, 493, 494, 500, 510, 513, 517-519, 525-527, 529, 532, 534, 540, 546, 558, 560, 561, 563, 574, 597, 609, 611, 614 gobierno de unión nacional, 434, 436 v. t. bipartidismo, Pacto de Marzo (1957) violencia política, 1946-1950, bajo v. violencia política, 1946-1950, bajo Mariano Ospina Pérez Ospina Rodríguez, Mariano, 45, 117, 149, 150, 168, 531, 532 Ospina Rodríguez, Mariano (general), 531, 532 Ospina, Tulio, 117, 118 Ospina Urbina, Santiago, 117 Ospina Vásquez, Mariano, 110, 132 Oviedo, Jesús María, 591

P Pabón Núñez, Lucio, 469, 530, 551, 563 Pacto de Benidorm v. bipartidismo, Pacto de Benidorm (1956) Pacto de Marzo v. biprtidismo, Pacto de Marzo (1957) Pacto de San Carlos v. Frente Nacional, Pacto de San Carlos Pacto de Sitges v. Frente Nacional, Pacto de Sitges Páez, Julián, 119 Palacio, Julio, 22, 33, 53 Palacio, Julio H., 307 Palacio Uribe, Benjamín, 150, 151, 174

Palacios, Marco, 312 Palau, Alfonso, 209, 212 Pan American Airlines v. aerolíneas, Pan American PAN v. partidos políticos, Partido Agrario Nacional Panamá, xviii, xix, 57, 65, 66, 68, 77, 81, 88, 89, 91, 112, 148, 158, 160, 234, 300, 356, 391, 395, 398, 402, 470, 585, 619 indemnización de veinticinco millones de dólares u economía, indemnización de veinticinco millones de dólares (1924) Nueva Compañía del Canal de Panamá, 57 paramilitarismo v. violencia política, Paramilitar

Pardo Umaña, Emilia, 380 Parga Cortés, Rafael, 210 París, Gabriel, 550, 555 París Lozano, Gonzalo, 185, 460 Parra, Aquileo, 43, 59 Parra, Isidro, 266 Parra, José del Carmen, 266 Partido Agrario Nacional v. PAN Partido Comunista de Colombia v. PCC Partido Conservador alzatistas, 526, 553, 614

Índice analítico 675

674 / La modernización en Colombia históricos, 43, 56, 58-60, 62, 66, 78, 81, 103, 112, 113, 146-148, 150, 153, 155, 195, 200, 210, 235, 252, 287, 290, 291, 298, 301, 347, 528, 597, 600 v. t. Partido Conservador, laureanistas; Partido Liberal, conservadores históricos y; Ospina, Pedro Nel, conservador histórico laureanistas, 406, 415, 417, 431, 511, 516, 518, 536, 539, 540, 547, 562-564, 574 v. t. Partido Conservador, históricos Leopardos, Los, 287, 346 v. t. fascismo, Acción Nacional Derechista milicias conservadoras, 273 u t. violencia política, paramilitarismo nacionalistas, 55, 58, 60, 78, 81, 98, 103, 113, 144, 146, 147, 151, 153, 157, 233, 235, 287, 290, 291, 299, 338, 346, 386, 389, 560 u t. Partido Conservador, ospinistas; partidos políticos, partido nacionalista, política, moderados ospinistas, 526, 545, 546, 553, 560-562, 565, 575, 614 v. t. Partido Conservador, nacionalistas Programa de 1931, 290, 291 v. t. bipartidismo; partidos políticos; politica, Partidos Liberal y Conservador en: sindicalismo, Partido Conservador y Partido Liberal ala izquierdista, 20, 336, 396, 436 v. t. Partido Liberal, facción militarista; Partido Liberal, lopistas; Partido Liberal,

radicales; partidos políticos, Movimiento Revolucionario Liberal ala moderada/derecha, 321, 339, 345, 405, 449 v. t. bipartidismo; Partido Liberal, facción civilista; Partido Liberal, santistas; política, moderados Bloque Liberal, 112 café y, 55 v. t. café, cultivadores (de), liberales de conservadores históricos y, 55, 156, 162, 195 v. t. Partido Conservador, históricos facción civilista, 246, 338 v. t. Partido Liberal, ala moderada/derecha; política, moderados facción militarista, 238 v. t. Partido Liberal, ala izquierdista gaitanistas, 422, 425-427, 429, 431, 435, 436, 441, 442, 444, 447, 453, 457, 512 guardia civil liberal v. violencia política, paramilitarismo independientes, 19, 316, 379 Junta Popular Liberal v. Partido Liberal, gaitanistas lopistas, 396, 408, 414, 418, 426, 427, 432 v. t. Partido Liberal, ala izquierdista milicias liberales, 273, 448 v. t. violencia política, paramilitarismo radicales, 20, 46, 106, 113, 231, 243, 250, 302, 310, 322, 439, 495, 518, 576, 605, 608 v. t. Partido Liberal, ala izquierdista

santistas, 396, 418, 426, 427, 436 v. t. Partido Liberal, ala moderada/derecha v. t. partidos políticos; política, Partidos Liberal y Conservador en; Quinquenio, el, Partido Liberal y;sindicalismo, Partido Liberal y partido nacionalista u partidos políticos, partido nacionalista partidos políticos, 263 Alianza Nacional Popular, 577, 579 Alianza Popular Revolucionaria Americana, 215, 337 Movimiento de Acción Nacional, 544 Movimiento Revolucionario Liberal, 576, 577, 579, 581, 587 u t. Partido Liberal, ala izquierdista Partido Agrario Nacional, 322, 325, 328 Partido Comunista de Colombia, 323 u t. comunismo, sindicatos y Partido Demócrata Cristiano, 227 partido nacionalista, 19, 43, 55, 57, 143, 144, 145, 195, 235, 525 u t. bipartidismo, Pacto de Marzo (1957); Partido Conservador, nacionalistas partido republicano, 144, 155, 158, 246, 250, 253, 287 u t. bipartidismo, Pacto de Marzo (1957); partidos políticos, Unión Republicana; política, moderados; republicanismo Partido Social Demócrata (comunista), 439 Partido Socialista, 226, 227, 323, 327 u t. socialismo Partido Socialista Revolucionario, 230, 323, 327 poder integrador de, 330 Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, 322-324, 374, 375

Unión Republicana, 88, 90, 94, 98, 105, 107, 144, 147, 334, 338, 339, 395 v. t. partidos políticos, partido republicano, republicanismo v. t. Partido Conservador; Partido Liberal Pasaje Rivas, 129, 209 Pastrana, Misael, 594 Paz del Río, 11, 486-490, 540 PCC v. partidos políticos, Partido Comunista de Colombia Pécaut, Daniel, 367, 428 Pedro Brincos v. González, Roberto Peixoto, Floriano, 82 Peñuela, Sotelo, 81, 84, 102, 103, 151, 163, 198, 235, 257 Pepe Gómez v. Gómez Castro, José Pepe Sierra v. Sierra, José María Perdomo, Ismael, 233, 240, 244, 246, 251, 253, 265, 342 Pérez, Francisco A., 408, 410, 411, 418, 425 Pérez, Francisco de Paula, 466, 519 Pérez, Santiago, 35, 42, 43, 46, 58 Pérez Piñeros, María José, 499 Pérez Triana, Santiago, 111 Perilla, Jesús, 164 periódicos, 23, 24, 97, 101, 138, 139, 152, 207, 229, 235, 240, 244, 303, 353, 371, 373, 378, 407, 408, 410, 423, 427, 441, 443, 448, 473, 477, 544, 568 El Liberal, 112, 396, 427, 432 El Siglo, 343, 345, 400-402, 417, 425, 444, 449, 454, 486, 522, 539 El Tiempo, 139, 147, 353, 396, 435, 524, 544 Frente Unido, 604, 605 La Humanidad, 230 La Unidad, 97, 99, 101, 102, 147, 150-152, 162, 192, 195, 295, 562 tiraje promedio, siglo xix, 24 v. t. medios de comunicación

676 / La modernización en Colombia perjuicio racial v. racismo Perú, 56, 303, 306, 337, 352, 353, 402, 406, 498 v. t. Guerra contra Perú Petre, Francis L., 72, 84 petróleo, 148, 159, 169, 212, 213, 243, 313, 357, 364, 412, 487 British Andean National Oil Corporation, 214 Concesión Catatumbo, 289 Empresa Colombiana de Petróleo v. industria, Empresa Colombiana de Petróleo Gulf Oil Company, 289 ingresos provenientes del, 172 Tropical Oil Company, 123, 214, 232, 237, 242, 337 v. t. economía; industria PIB v. economía, producto interno bruto Pike, Fredrick, 101, 107 pintura v. arte, pintura Piñeres, Insignares, 240 Pío IX, 17 Pío XI, 290 Pío XII, 387, 406 Plata Bermúdez, Francisco, 300, 417 población, xv-xviii, 10, 11, 12, 24, 27, 28, 32, 38, 41, 56, 69-71, 73, 108, 124, 126, 127, 130, 155, 172, 176, 190, 218, 223, 261, 268, 275, 314, 316, 320, 321, 355, 360, 361, 365, 368-370, 373, 384, 388, 406, 421, 445, 476, 478, 480, 490, 491, 503, 570, 584, 585, 593, 594, 602, 605, 609, 618 migración, 176, 315, 490 v. t. urbanismo natalidad, tasa de, 129, 369, 476, 501, 503 pobreza, xvi, 37, 56, 68, 69, 129, 130, 142, 223, 261, 374, 403, 503, 573, 600 rural, 56, 314, 490, 605

transición demográfica, 476 poesía v. literatura, poesía Policía departamental, 274, 410 nacional de Colombia, 244, 410, 442, 523, 543 v. t. Violencia, la (1947-1965), chulavitas v. t. Estado política asociaciones pico, 498 censura, 380, 527, 544 centralización en, 260, 329, 338 clientelismo, XV, 558 como espectáculo, 139, 296, 297 corporativismo, 355, 424, 517, 518, 520 v. t. gremios, corporativismo, y corrupción en, 58, 68, 88, 163, 216,235,242,279,331,413, 423,424,427,428,558 Corte Suprema de Justicia, 235 emisoras de radio y, 371 v. t. radio estado de sitio, 54, 64, 132, 237, 241, 416, 440, 463, 467, 468, 498, 515, 544, 551, 596 v. t. Generación del estado de sitio extremistas, 61, 105, 113, 147, 240, 338, 386, 440, 442, 467, 610 fraude electoral, 210, 260, 269, 270, 290, 432, 435, 437, 461, 579 Junta Militar (1957-1958), 500, 555, 563, 566, 568 moderados, 346, 610 v. t. bipartidismo; Partido Conservador, nacionalistas; Partido Liberal, ala moderada/derecha; Partido Liberal, facción civilista; partidos políticos, partido republicano; republicanismo municipios, 260, 264 Partidos Liberal y Conservador en, 261, 263

Índice analítico / 677

v. t. Partido Conservador; Partido Liberal pluralismo, xvi, 329, 497 v. t. gremios populismo, 422, 424, 425, 457, 509, 577 v. t. Gaitán, Jorge Eliécer; Rojas Pinilla, Gustavo, populismo de socialismo, xix, 5, 52, 83, 94, 158, 226, 228, 230, 250, 292, 428 v. t. partidos políticos, Partido Socialista sufragio, 262, 383, 518, 520, 594 votación, 64, 105, 112, 144, 157, 247, 269, 275, 288, 395, 404, 416, 430, 435, 440, 442, 447, 563, 594 v. t. bipartidismo; Estado, debilidad del; Estado, golpe(s) de; ideología política; elecciones; seguridad social; violencia, dinámica política en Posada, Nicolás, 140 positivismo, xix, 19, 82, 107, 122, 248 Prebisch, Raúl, 571, 599 Prías Alape, Jacobo, 542, 589,-591 Prieto, Moisés, 249, 342, 441 producto interno bruto v. PIB programas sociales, 106, 262, 491, 500, 540 propiedad, función social de la, 320 prostitución, 70, 383 v. t. mujeres Protocolo de Río de Janeiro v. tratados, Protocolo de Río de Janeiro Puentes, Milton, 211

Q Quevedo Álvarez, Tomás, 108 Quindío, camino de, 72 Quinquenio, el, 76, 84, 85, 86, 88, 90, 192, 199, 235, 259

Asamblea Nacional, 83, 89, 91, 553, 561, 565 finanzas nacionales, 80 industria, 85 v. t. industria Partido Liberal y, 79, 83 v. t. Partido Liberal reformas agrícolas, 84 v. t. reforma agraria financieras, 84 políticas, 83 Registraduría de Padilla, 78 v. t. Estado, intervención(ismo) de(1); Reyes, Rafael

R Rabasa, Emilio, 82 racismo, 108, 122-126, 218, 219, 384, 455 decadencia racial, teoría de la, 122, 123,154,224,384 Instituto Indigenista, 384 leyes nacionales, en, 41 mestizaje en, 384 v. t. antisemitismo; darwinismo social, élite(s), racismo de; Gómez Castro, Laureano, racismo de; positivismo, racismo en; Uribe Uribe, Rafael, racismo de radio, 138, 139, 333, 371, 373, 454, 464, 504, 532, 553, 555, 563, 585 Bogotazo, el, y, 453, 460 v. t. Bogotazo, el (1948) Caracol, 504 La Voz de Colombia, 344, 371 Radio Sutatenza, 504 RCN, 504 redes de, 504 v. t. cultura popular; medio de comunicación; política, emisoras de radio y Radio Cadena Nacional v. RCN

678 / La modernización en Colombia



Ramírez, Francisco Eladio, 464 Ramírez, Pedro María, 455 Ramírez Moreno, Augusto, 248, 287, 291, 301, 303, 305, 341, 346, 347, 395, 448, 526, 568 Rangel, Rafael, 469 Ratzel, Friedrich, 215, 217 RCV v. radio, RCN Reclus, Eliseo, 28 reforma agraria, 309, 310, 320-324, 327-329, 361, 362, 375, 484, 558, 571, 573, 574, 576, 602 Instituto Colombiano de Reforma Agraria, 574, 586, 602 Ley 200 de 1936, 310, 320, 321, 324-329, 361, 362, 571 v. t. agricultura; Quinquenio, el, reformas agrícolas; tierra Regeneración, La, 16, 18, 22, 23, 37, 43, 46, 51, 55, 58, 81, 104, 142, 147, 235 ambiente intelectual durante, 37 Iglesia católica y, 51 v. t. Iglesia católica v. t. Estado, reestructuración del Reinhardt, Nola, 313 Rendón, Ricardo, 152, 173, 240, 244, 292, 609 Rengifo, Elvira, 258 Rengifo, Ignacio, 161, 203, 208, 236, 239-241, 244, 246, 248, 341 República burguesa, 116, 119, 125, 127, 131, 139, 158 liberal, 95, 279 República de Arauca, 132 República Dominicana, 56, 596, 604 República Ístmica, la, 88 republicanismo, 68, 88, 90, 107, 109, 112, 115, 144, 216, 252, 259, 260, 349, 396 v. t. bipartidismo; partidos políticos, partido republicano; parti-

dos políticos, Unión Republicana; política, moderados Restrepo, Antonio José, 80, 125, 158, 171, 180, 209 Restrepo, Carlos E., xviii, 88, 94, 107, 109, 113, 144, 146, 147, 151, 246, 253, 259, 287, 288, 294, 300, 311, 334, 339 Unión Republicana v. partidos políticos, Unión Republicana violencia política, 1910-1914, bajo v. violencia política, 1910-1914, bajo Carlos E. Restrepo Restrepo, Félix, 248 Restrepo Plata, Francisco, 147 Reveiz Pizarro, Gabriel, 603 Reveiz Roldán, Edgar, 499 revistas Los Nuevos, 249 Revista Nueva, 250 Semana, 439 v. t. medios de comunicación Revolución Cubana (1959), 572, 576 v. t. Cuba Reyes, Elías, 77 Reyes, Enrique, 77 Reyes, Néstor, 77 Reyes, Rafael, xviii, 32, 58, 65, 68, 75-84, 86-94, 96, 108, 111, 113, 118, 123, 144, 146, 150, 192, 193, 235, 245, 259, 271, 288, 311 u t. Quinquenio, el Riaño, Leonilde, 239 Rincón, Julio, 493 Rincón Galvis, Antonio, 147 Rivera, Alfredo, 445 Rivera, Diego, 379 Rivera, José Eustasio, 609 Rivera Valderrama, Alfonso, 445 Roa, Jorge, 145 Roa Sierra, Juan, 450-452, 454 Robles, Luis A., 35, 45 Roca, Julio, 82

Índice analítico /

Rocha, Antonio, 383, 433, 519 Rocha, Rafael, 539 Rodríguez, Amadeo, 341, 344, 405, 465 Rodríguez, Aurelio, 493 Rodríguez, César Julio, 44 Rodríguez, José Domingo, 379 Rodríguez Piñeres, Eduardo, 91 Rojas de Moreno, María Eugenia, 549 Rojas, José María, 313 Rojas Pinilla, Gustavo, 460, 467, 475, 478, 486, 488, 491, 495, 498-500, 504, 508, 509, 510, 528-561, 563-566, 569, 575, 577, 579, 589, 609, 614 anticomunismo de, 541 u t. anticomunismo Movimiento de Acción Nacional v. partidos políticos, Movimiento de Acción Nacional populismo de, 534, 540, 541 v. t. populismo proceso judicial contra, 578 rojistas, 545, 575, 578, 614 Servicio de Inteligencia Colombiano, 549, 551 violencia política, 1953-1957, bajo v. violencia política, 1953-1957, bajo Gustavo Rojas Pinilla Rojas Varón, Teófilo, 470, 568, 569, 582, 586 Roldán, Antonio, 23 Roldán, María Teresa, 247 Romero Aguirre, Alfonso, 397, 407, 463 Roosevelt, Franklin D., 308, 337, 355, 356, 402, 483 Roosevelt, Theodore, 78, 82, 112, 150 Root, Elihu, 82 Rosales, J. M., 219 Rosales, Ramón, 92, 93, 103 Rothlisberger, Ernest, 225 Rozo, Rómulo, 379 Rueda, Constantino, 269 Rueda, Manuel Antonio, 44 Rueda Concha, Luis, 156

679

Rueda Vargas, Tomás, 609 Ruiz Novoa, Alberto, 584, 585, 603 S Saavedra Galindo, José Manuel, 104-106 SAC v. gremios, Sociedad de Agricultores de Colombia Salamanca Medina, Hernán, 330 Salazar Ferro, Julio, 464 Salcedo, Guadalupe, 470, 522, 523 salud pública, 69, 70, 128, 130, 476, 500 alcoholismo, 130 epidemia de influenza, 128, 155 expectativa de vida, xvii, 69, 130, 224, 369, 476 fiebre tifoidea, 69, 128, 174 lepra, 13, 32, 69, 196 mortalidad infantil, xvii, 69, 130, 369, 476, 501, 605 sífilis, 69 Samper, Darío, 380 Samper, José María, 39, 40 Samper, Miguel, 36, 58 Samper Brush, Miguel, 36 Samper Gnecco, Andrés, 255 Sandemente, Manuel Antonio, 58, 60, 143, 145 Sánchez, Eutimio, 144 Sánchez, Gonzalo, 247, 455, 523, 568, 601 Sangrenegra v. Cruz Uzma, Jacinto Sanmiguel, Hernán F., 271 Santander, Francisco de Paula, 13, 397 v. t. educación, reformas de Francisco de Paula Santander Santos, Eduardo, 34, 75, 152, 153, 156, 157, 159, 195, 219, 243, 246, 250, 253, 259, 272, 292, 306, 345, 356, 360, 361, 365, 382, 393-397, 402, 412, 414, 430, 433, 436, 437, 440, 459, 466, 472, 511, 515, 544, 546

680 / La modernización en Colombia



Santos, Enrique, 154, 210, 217, 218, 221, 295, 300, 339, 427, 433, 511, 609 Santos Molano, Enrique, 164 Sanz de Santamaría, Carlos, 370, 433, 463 Sarasty, Domingo, 515 Sardá y Salvany, Félix, 51 Sarmiento, Jesús, 313, 314 Savitsky, Stanislav, 228, 229 Soy, Jean Baptiste, 45 SCADTA v. aerolíneas, Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo Schlegel, Friedrich, 235 Secretariado Nacional de Asistencia Social v. Sendas seguridad social, 231 legislación, 500 v. t. política SENA, 500, 508 Sendas v. bienestar público, Secretariado Nacional Serrano Blanco, Luis, 137, 162, 341 Serrano Blanco, Manuel, 269, 271, 272, 289, 291, 609 Serrano Carilargo, Rafael, 29, 86, 413 Servicio de Inteligencia Colombiano v. SIC Servicio Nacional de Aprendizaje v. SENA SIC v. Rojas Pinilla, Gustavo, Servicio de Inteligencia Colombiano Sicard, Pedro, 106 Sierra, José María, 62, 73, 87, 315 Simmel, Georg, 183-185, 377 Simmons, John F., 471 sindicalismo, xix, 230, 327, 417, 492-494, 496, 595 anticomunismo en, 495 v. t. anticomunismo bananeras, huelga de (1928), 240 comunistas en v. sindicatos, influencia comunista en Confederación Obrera Nacional, 230

Congreso del Trabajo, 492 huelgas, xix, 160, 174, 175, 226, 229, 232, 234, 317, 335, 417, 439, 450, 492, 493, 595 legislación laboral v. mano de obra, legislación laboral Partido Conservador y, 237 v. t. Partido Conservador Partido Liberal y, 226 v. t. Partido Liberal Segunda Internacional (1889), 5 Segundo Congreso Obrero, 230 Tercer Congreso Obrero, 230 Violencia, la (1947-1965) y, 493, 495 sindicatos, 6, 74, 227, 233, 256, 336, 415, 439, 450, 476, 492, 494-496, 518, 595 Asociación de Empleados Bancarios, 496 base, de, 494, 495 Confederación de Trabajadores Colombianos, 428, 492-494, 595 Confederación Nacional de Trabajadores, 428, 495 Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia, 595 v. t. comunismo, sindicatos y Federación Nacional de Trabajadores de Transporte Fluvial, Marítimo, Portuario y Aéreo, 493, 494 Federación Sindicalista de Bogotá, 327 independientes v. sindicatos, base, de influencia comunista en, 284, 323, 341, 418, 492, 495, 542, 589, 591, 595 v. t. comunismo, sindicatos y La Casa del Pueblo, 327 Sindicato Central Obrero, 157, 226 Sociedad de Artesanos de Sonsón, 74 v. t. artesanos Unión Central de Trabajadores, 174

Índice analítico 681

Unión de Trabajadores Colombianos, 495, 496, 595 v. t. industria, textilera, Unión de Trabajadores Colombianos en v. t. comunismo, sindicatos y Siqueiros, David Alfaro, 379 Socarrás, José Francisco, 206, 218, 348 Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo v. SCADTA Sociedad de Agricultores de Colombia v. SAC

Sociedad de Productores de Café v. gremios, Sociedad de Agricultores de Colombia sociología, 601, 602 v. t. Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia Solano, Armando, 36, 196, 211, 250, 251, 383, 609 Somoza, Anastasio, 536 Soto, Domingo de, 398 Soto del Corral, Jorge, 210, 465 Spencer, Herbert, 21, 37, 38, 82, 107, 108 Spengler, Oswaldo, 209, 210, 215 Stalin, José, 292-294, 419 Suárez, Francisco, 45, 398 Suárez, Gabriel, 155 Suárez, Marco Fidel, xviii, xix, 24, 33, 55, 62, 81, 86, 98, 104, 112, 114, 121, 140-165, 174, 192, 193, 195-200, 202, 205, 208, 210-212, 220, 226, 232, 233, 235, 237, 287, 288, 300, 317, 334, 347, 356, 473 Laureano Gómez Castro y v. Gómez Castro, Laureano, Marco Fidel Suárez y protesta del 1 de agosto de 1900, 143, 144, 146 Sueños de Luciano Pulgar, 141, 159, 197, 237 violencia política (1918-1921), bajo

v. violencia política 1918-1921, bajo Marco Fidel Suárez Suárez, María Antonia, 473 Suárez, Rosalía, 142 Sumapaz, 316, 318, 321, 323, 327, 328, 416, 521, 524, 526, 542, 543, 571, 576, 588, 604 v. t. Violencia, la (1947-1965)

T Tamayo, Joaquín, 376

Tapia, C. A., 249 Tarzán v. Lombana Osorio, Noel Tascón, Tulio Enrique, 291 Tejada, Luis, 138, 228, 229, 249 televisión, 476, 504, 606 v. t. cultura popular; medios de comunicación Téllez, Germán, 135 tierra Asociación Patronal Económica Nacional v. gremios Asociación Patronal Económica Nacional baldía, 39, 312, 313, 315, 317, 320, 321, 325, 327 colonización v. colonización, tierras, de democratización en tenencia de, 316, 328, 475 función social de la, 320, 323 Ley 200 de 1936 v. reforma agraria, Ley 200 de 1936 Sociedad de Agricultores de Colombia v. gremios, Sociedad de Agricultores de Colombia tenencia, aparceros, 315, 317-319, 321, 323, 327, 328 tenencia, arrendatarios, 28, 111, 178, 179, 183, 185, 223, 243, 252, 274, 317, 319, 322, 324, 325, 327, 328, 363 v. t. reforma agraria Tirado Macías, Ricardo, 307

682 /

La modernización en Colombia



Tirado Mejía, Álvaro, 606 Tirofijo v. Marín, Pedro Antonio Toro, Pablo A., 448 Torres, Eddy, 308 Torres, Mauricio, 598 Torres Durán, Delfin, 440 Torms García, Guillermo, 377 Torres Giraldo, Ignacio, 230, 231, 233, 234, 236, 237, 240, 244, 247, 251, 308 Torres González, Fidel, 279 Torres, Mauricio, 598 Torres Poveda, Carlos Arturo, 511 Torres Restrepo, Camilo, 601-605 Tovar Concha, Diego, 572 Tovar, Juan B., 63 Tovar Pinzón, Hermes, 601 Tovar Zambrano, Bernardo, 601 Traba, Marta, 506 Tracy, Destut de, 47, 53 transporte, xv, 3, 15, 16, 21, 71, 85, 86, 116, 133-135, 171, 179, 202, 205, 213, 229, 257, 283, 291, 352, 353, 367, 370, 371, 377, 379, 417, 450, 490, 493 aéreo, 134, 353 u t. aerolíneas bus urbano, 134, 353, 370, 373, 458, 459 fluvial, 85, 171, 493 tranvías, 86, 99, 110, 127, 134, 135, 205, 245, 370, 458, 459 urbano, 370 vías terrestres, 14, 22, 72, 85, 133, 257, 337, 352, 483, 484, 499, 586 v. t. carreteras; ferrocarril(es) tratados Acuerdo Holguín-Avebury, 84 Acuerdo Tripartito, 89, 92 Concordato de 1887, 21, 52, 290, 406 v. t. Iglesia católica Hay-Herrán, 64, 66

Neerlandia, 63 Pacto de Benidorm v. bipartidismo, Pacto de Benidorm Pacto de Marzo v. bipartidismo, Pacto de Marzo (1957) Pacto de San Carlos v. Frente Nacional, Pacto de San Carlos Pacto de Sitges v. Frente Nacional, Pacto de Sitges Protocolo de Río de Janeiro, 303, 306, 308, 330-332 Tratados Laterinos, 282 Urrutia-Thompson, 112, 147, 148, 150, 158, 160, 163, 165, 207, 300 Tratados Laterinos v. tratados, Tratados Laterinos Trilladora Tolima v. café, Trilladora Tolima Tropical Oil Company u industria, petróleo, Tropical Oil Company tropicalismo, 218, 295 v. L Gómez Castro, Laureano, racismo de Trujillo Castaño, Ciro, 589, 592, 593 Turbay Ayala, Julio César, 374, 414, 465 Turbay, Gabriel, 211, 228, 229, 249, 252, 284, 396, 424, 426, 430, 431, 433, 435, 436, 597 U Umaña Bernal, Francisco, 249 Umaña Bernal, José, 249, 400 Unamuno, Miguel de, 281 Unión de Trabajadores Colombianos u UTC Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria v. UNIR Unión Republicana v. partidos políticos, Unión Republicana UNIR u partidos políticos, Unión Izquierdista Revolucionaria United Fruit Company, 23, 90, 238, 239, 256, 598

Índice analítico /

u t. zona bananera, masacre de 1928 Universidad América, lá, 502 Andes, de los, 10, 502, 569 Católica, 48 Colegio del Rosario, 92, 105, 151 Escuela Nacional de Minas, 23, 117, 381 Externado de Colombia, 44, 53 Gran Colombia, 502 INCCA, 502 Indesco, 502 Jorge Tadeo Lozano, 502 Medellín, de, 502 movimiento de reforma universitaria, 248 Nacional de Colombia, 35, 74, 92, 93, 94, 96, 214, 235, 374, 381, 382, 412, 539, 601, 608, 611, 612 v. t. arquitectura, Universidad Nacional de Colombia; Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia Republicana, 44, 53, 92 Santiago de Cali, 502 v. t. educación; universidades Universidades, 47, 283, 502, 600 v. t. educación; educación, universitaria; Universidad urbanismo, 505, 506 v. t. población, migración urbanización, 6, 71, 369, 373, 476, 490, 492, 501-503 derecha religiosa y, 137 taza de, xvii, 71, 476 urbanizaciones, 135 Bosque Izquierdo, 505 Centro Antonio Nariño, 505 Ciudad Kennedy, 505 La Merced, 135, 378, 505 Santa Ana, 135 Urdaneta Arbeláez, Roberto, 35, 53, 206, 299, 306, 441, 442, 447, 449,

683

513, 516, 519, 521, 523-525, 529-532, 563, 609 Uribe, Antonio José, 148, 149, 238, 246 Uribe, Heradio, 241 Uribe Ángel, Manuel, 142 Uribe Celis, Carlos, 374, 607 Uribe Cualla, Hernando, 191, 279, 287, 459 Uribe Cualla, Juan, 210 Uribe Echeverri, Carlos, 200, 339 Uribe Gaviria, Julián, 432 Uribe Holguín, Jaime, 417 Uribe Márquez, Jorge, 453 Uribe Márquez, Tomás, 236, 238, 239, 241, 244, 247 Uribe Portocarreño, Josefma, 247 Uribe Uribe, Rafael, 43, 44, 54, 55, 58, 59, 62-64, 66, 74, 80, 82, 108, 113, 130, 133, 143, 146, 148, 149, 151, 195, 203, 359, 432, 517, 525 asesinato de, 113 racismo de, 108 v. t. racismo Urrutia, Francisco, 400, 401 Urrutia, Miguel, 227, 353, 478, 497, 593, 601, 605 Urrutia-Thompson v. tratados, Urrutia:Thompson UTC v. sindicatos, Unión de Trabajadores Colombianos V Valencia, Erasmo, 322, 323, 325, 328 Valencia, Guillermo León, 77, 81, 155, 163, 200, 244, 246, 251-253, 287, 288, 301, 303, 380, 414, 417, 431, 440, 453, 462, 550-552, 554, 560, 561, 563, 565, 575, 576, 578, 579, 583, 594, 596, 602, 609 Valencia Tovar, Álvaro, 523, 531, 590 Valois Arce, Daniel, 295, 347 Vallenilla Lanz, Laureano, 158 Vanegas, Carlos, 440

684 / La modernización en Colombia Varela, Juan de la Cruz, 524, 543, 576 Vargas, Julián, 371 Vargas Velásquez, Luis, 194 Vargas Vila, José María, 57, 62, 64, 77, 201, 444 Vásquez Carrizosa, Alfredo, 531 Vásquez Castaño, Fabio, 603 Vásquez Cobo, Alfredo, 145, 163, 198, 233, 234, 245, 246, 251, 252, 254, 287, 288, 290 Vásquez Cobo Carrizosa, Camilo, 560 Vásquez de Mella, Juan, 300 Vásquez, Rafael, 383 Vega, José de la, 97, 100, 112, 280, 343, 399, 400, 609 Vega Jaramillo, Maruja, 191 Velásquez, Afilio, 415, 418 Velásquez, Eliseo, 472 Velásquez, Rosalba, 583 Velásquez, Severo, 551 Vélez, Baltazar, 142 Vélez, Humberto, 83, 87, 88 Vélez, Joaquín F., 78 Vélez, Jorge, 201, 202 Vergara y Vergara, José María, 42 Vergel, Santos, 322 vida cotidiana, 127, 128, 135, 190, 558 consumismo v. economía, consumismo moda, 33, 138, 189 Vidales, Luis, 249, 380 Vieira, Gilberto, 258, 456, 539 Villamizar, Carlos, 273 Villareal, José María, 445, 446 Villarrica (Tolima), 542, 543, 548 Villaveces, Carlos, 550, 553, 554 Villegas, Aquilino, 609 Villegas, Clímaco, 411 Villegas, Silvio, 248, 287, 291, 298, 305, 347, 404, 413, 425, 440 violencia dinámica política en, 261, 263, 292 v. t. política; violencia política; Violencia, la (1947-1965)

Índice analítico 1 685

rural, xvi, xvii, 441, 442, 477 urbana, 30, 131, 133 v. t. artesanos; Bogotazo, el (1948) Violencia, la (1947-1965), xvi, xx, 263, 395, 420-423, 434, 438, 442, 443, 446, 448, 449, 467, 468, 470, 471, 475, 478, 495, 498, 499, 501, 507, 509, 513, 520-522, 524, 533, 535, 537, 538, 540-542, 544, 548-550, 557-559, 564, 567, 568, 570, 575, 578, 580, 582, 584, 586, 590, 592, 593, 596, 597, 602, 611, 613, 614, 617-619 chulavitas, 445, 446, 469-471, 513, 521, 525 v. t. Policía Nacional de Colombia Comisión para el Estudio de las Causas de la Violencia, 568 crecimiento económico durante, 476 u t. economía Frente Nacional y v. Frente Nacional, Violencia, la (1958-1965) guerrilla comunista, 493, 542, 548 v. t. comunismo; guerrilla, comunista guerrilla liberal, 61, 63, 66, 462, 463, 469, 470, 471, 472, 493, 510, 513, 521, 523, 526, 534, 537, 542, 548, 590, 592 v. t. guerrilla interpretación del fenómeno, 478, 507, 514, 542, 567, 578, 597 ligas de autodefensa campesina, 548 Movimiento Revolucionario Nacional Liberal del sur de Tolima, 548 Oficina de Ayuda y Rehabilitación, 535 pájaros, 26, 525, 548, 549, 552 Plan Lazo v. Ejército de Colombia, Plan Lazo (1963-1965) repúblicas independientes, 571, 584, 588-590, 592, 593, 596, 602, 603

Venezuela en, 448 Villarrica (Tolima) v. Villarrica (Tolima) v. t. guerrilla; guerrilla, Movimiento Obrero-Estudiantil-Campesino; Sumapaz; violencia, dinámica política en; violencia política, 1950-1953, bajo Laureano Gómez Castro; violencia política, 19531957, bajo Gustavo Rojas Pinilla; violencia política, 1958-1962, bajo Alberto Lleras Camargo; violencia política, 1962-1965, bajo Guillermo León Valencia violencia política, xix, 156, 298, 431, 442-444, 450, 461, 464, 478, 593, 610 1910-1914, bajo Carlos E. Restrepo, 112 1914-1918, bajo José Vicente Concha, 155 1918-1921, bajo Marco Fidel Suárez, 174 1926-1930, bajo Miguel Abadía Méndez, 239, 240, 245 1930-1934, bajo Enrique Olaya Herrera, 254, 301 1934-1938 y 1942-1945, bajo Alfonso López Pumarejo, 330 1938-1942, bajo Eduardo Santos, 393, 404 1946-1950, bajo Mariano Ospina Pérez, 440, 443 v. t. Bogotazo, el (1948); Violencia, la (1947-1965) 1950-1953, bajo Laureano Gómez Castro, 513 v. t. Violencia, la (1947-1965) 1953-1957, bajo Gustavo Rojas Pinilla, 540, 542, 546, 547 v. t. Violencia, la (1947-1965)

1958-1962, bajo Alberto Lleras Camargo, 567, 579 v. t. Frente Nacional, Violencia, la (1947-1965) 1962-1965, bajo Guillermo León Valencia, 584 v. t. Frente Nacional, Violencia, la (1947-1965); violencia política, paramilitarismo paramilitarismo, 272, 273, 448, 547 v. t. Bogotazo, el (1948); guerras, guerra(s) civil(es); guerrilla; Partido Conservador, milicias conservadoras; Partido Liberal, milicias liberales; política; violencia, política, 1962-1965, bajo Guillermo León Valencia v. t. política; violencia, dinámica Política en Viotá, 178, 179, 185, 243, 316, 318, 321, 323, 327, 454, 571, 590 vivienda v. arquitectura, vivienda Wells, Sumner, 399, 401, 402 Wilches, Manotas, 342 Wilson, Woodrow, 148

Y Yosa, Isauro, 542, 543 Zalamea, Jorge, 249, 348, 507 Zapata Isaza, Gilberto, 439, 461 Zapata Restrepo, Miguel, 470 Zipaquirá, 58, 80 zona bananera, 241, 242, 247 masacre de 1928, 242, 252 v. t. United Fruit Company zona cafetera v. café, zona cafetera Zuleta, Juan Antonio, 125 Zuleta Angel, Eduardo, 466

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