La modernización en Colombia Los años de Lauraneo Gómez , 1889-1965 (1)

July 12, 2017 | Author: Andres Felipe Betancourt Larrahondo | Category: Colombia, Europe, Bogotá, Nation, Colonialism
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DEPARTAMENTO DE BIBLIOTECAS

James D. Henderson

La modernización en Colombia Los años de Laureano Gómez,1889-1965

Traducción Magdalena Holguín

Cho Editorial Universidad de Antioquia Facultad de Ciencias Humanas y Económicas Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín

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B)-7?(-7 qEG, 1(7)&2. Colección Clío C James D. Henderson Editorial Universidad de Antioquia © Facultad de Ciencias Humanas y Económicas cíe la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín ISBN: 958-655-965-3 Título original: Modernization in Colombia. The Laureano Gómez Years, 1889-1965 Primera edición (en inglés): University Press of Florida, Estados Unidos, 2001 Primera edición (en español): julio de 2006 Traducción: Magdalena Holguín Los editores agradecen a la Fundación para la Promoción de la Investigación y la Tecnología del Banco de la República la cesión de la traducción del libro Diseño de cubierta: Sandra Arango Mejía, Imprenta Universidad de Antioquia Motivo de cubierta: Ilustración de C. Leudo y Alejandro Gómez Leal, en: Diego Monsalve, Colombia Cafetera: Información general de la república y estadística de la industria del café, Barcelona, Artes gráficas sucesores de Henrich y C., 1927, p. 619 Diagramación: Luz Elena Ochoa Vélez Impresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia

Contenido

Ilustraciones Introducción Agradecimientos

Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la Editorial Universidad de Antioquia

Primera parte Hacia la modernidad 1889-1934

Editorial Universidad de Antioquia Teléfono: (574) 210 50 10. Telefax: (574) 263 82 82 E-mail: mercadeo@editorial udea.com Página web: www.editorial udea.com Apartado 1226. Medellín. Colombia

1. Colombia a fines del siglo xix

Colombia en el mundo De Ocaña a Bogotá Las carreteras de Colombia Colombia en La Regeneración Éli tes modernizadotás Lugar de nacimiento

Facultad de Ciencias Humanas y Económicas Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín Teléfono: (574) 430 92 07 Imprenta Universidad de Antioquia Teléfono: (574) 210 53 30 E-mail: [email protected] Henderson, James David, 1942La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez 1889-1965 / James D. Henderson — Medellín : Editorial Universidad de Antioquia, 2006. 708 p. : il., mapas ; 24 cm. — (Colección clío) Incluye bibliografía e índice analítico. ISBN: 958-655-965-3 Título original. Modernization in Colombia. The Laureano Gómez years, 1889-1965. 1.Gómez, Laureano, 1889-1965 - Pensamiento político 2.Colombia - Historia. - 1889-1965 3. Colombia - Política y Gobierno - Historia - 1889-1965 I. Tít. II. Serie. 986.1062 cd 19 ed. A1083844

CEP-Banco de la República- Biblioteca Luis Ángel Arango

2. Cómo se educó la Generación del Centenario

La mentalidad victoriana Educación pOlitizada en su contexto histórico ¿Educación liberal o educación conservadora? Guerra e ignominia

3. Reyes y el republicanismo ti

Repercusiones Quinquenio Comienzos de Gómez Interludio republicano

1

3 3 6 14 16 22 25 .

34 34 43 48 54 68 68 76 90 107

ix

vi ii 4. La república burguesa Urbanidad y mentalidades Vida cotidiana Las tribulaciones de Marco Fidel Suárez

116 116 127 140

5. El dinero llega a Colombia Pedro Nel Ospina: presidente empresario Las consecuencias de la prosperidad Dinero y mentalidades El hombre más popular de Colombia descubre el dinero

167 167 172 182 192

6. El cambio social y el desafio ala autoridad tradicional El espectro del bolchevismo El fatídico 1929 Olaya Herrera y la Gran depresión Por qué fracasó el bipartidismo Violencia en el cambio de regímenes

222 222 242 254 259 264

Segunda parte Los peligros de la inautenticidad política, 1934-1965

277

7. La república liberal y sus críticos Esperando a Laureano Vacaloca La revolución de la década del treinta Anatomía de un engaño

279 279 294 308 329

8. Una sociedad cambiante Depresión global y guerra mundial: el auge económico en Colombia Visiones del cambio social Hacer invivible la república

351

9. Orquestando la guerra de los siete mil días Introducción: la Violencia temprana El fenómeno Gaitán Las elecciones presidenciales de 1946 Hacer invivible la república, repetición Asesinato, interés propio, guerra civil

420 420 422 430 437 450

351 368 392

10.Progreso económico y cambio social: de Ospina Pérez al Frente Nacional La falsa paradoja del progreso económico en medio de la Violencia La edad dorada de la economía colombiana Movimientos laborales, gremios, programas sociales y bonanza económica Cambio social, 1946-1960

475 475 479 491 501

11.Política y violencia bajo Gómez y Rojas Pinilla Laureano Gómez y la búsqueda de la armonía Gustavo Rojas Pinilla: cuasipopulista y anticomunista

510 510 533

12.Una época de transición, 1957-1965 El Frente Nacional La primera presidencia del Frente Nacional Termina la Violencia, sigue el conflicto armado Frustraciones de la Generación del estado de sitio Colombia en 1965

557 557 567 579 593 605

Epilogo El ocaso de los Centenaristas El legado de los Centenaristas El lugar de Laureano Gómez en la historia y en la historiografia colombianas Anexo 1 Distribución por departamento de las muertes ocasionadas por la Violencia Anexo 2 Muertes ocasionadas por la Violencia, por año, 1947-1966 Anexo 3 Muertes ocasionadas por la Violencia en Colombia comparadas con muertes violentas en otros países

609 609610

617 618

619

Bibliografía Libros Artículos Diarios, revistas, publicaciones periódicas Archivos Entrevistas Fuentes inéditas

621 621 639 645 646 646 647

Índice analítico

649

Ilustraciones Figura 1.1 Colombia: geografía física Figura 1.2 Colombia: división política 1965

7 8

Figura 2.1 Tropas gubernamentales durante la Guerra de los Mil

Días, hacia 1901

Figura 2.2 Aristides Fernández, hacia 1902

59 61

Figura 3.1 Bogotá, vista panorámica, hacia 1907 Figura 3.2 El congresista Laureano Gómez, 1912

70 103

Figura 4.1 Laureano Gómez, 1921

162

Figura 5.1 Recolectores de café en Antioquia, hacia 1920 Figura 5.2 El presidente Pedro Nel Ospina y el ministro

186

de obras públicas, Laureano Gómez, en Bucaramanga, 1926. 204

Figura 6.1 De izquierda a derecha: Ignacio Torres Giraldo,

María Cano, Raúl Mahecha; de pie: Sofía López; hacia 1926. 231

Figura 7.1 Laureano Gómez y su familia, Berlín, 1931 Figura 7.2 Laureano Gómez, Alfonso López Pumarejo

(segundo de izquierda a derecha) y amigos, Berlín, 1931 Figura 9.1 Jorge Eliécer Gaitán, 1946 Figura 9.2 Laureano Gómez y Mariano Ospina,

poco antes del 9 de abril de 1948

Figura 10.1 Las acerías Paz del Río

283 286 430 451 488

x ii Figura 11.1 Laureano Gómez, discurso inaugural,

512 7 de agosto de 1950 Alfonso López Pumarejo y Mariano Ospina Pérez Figura 11.2 con el presidente Gustavo Rojas Pinilla, mayo de 1953 • 534 Figura 11.3 Un padre guerrillero abraza a su hijo militar durante la entrega en Tolima, agosto y septiembre de 1953 538 Figura 12.1 Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo en Sitges,

España, julio de 1957 Figura 12.2 El Conjunto Carrera Treinta

562 607

Figura 13.1 Laureano Gómez felicita a Alfonso López Pumarejo 612 con ocasión de su doctorado honoris causa, conferido 1959 Figura 13.2 Alfonso López Pumarejo visita a Laureano Gómez, 1959 612 Figura 13.3 Alberto Lleras Camargo visita a Laureano Gómez, 1959 613

Este libro está dedicado a la memoria de mis padres, James Henderson y Barbara Pardue Henderson

Introducción

C

olombia es un país que se describe mejor en superlativos. Sus montañas son las más frondosas, su café el más suave, su burocracia la más exasperante, y su sistema de transporte público el menos costoso y más accesible del mundo. La historia de Colombia es la más desconcertante, y su transición a la modernidad la más abrupta. Durante la mayor parte del siglo xx, su vida civil ha sido una de las más violentas de las repúblicas americanas. Esto hace de Colombia un lugar intrigante, atractivo, más aún cuando se llega a conocer a los colombianos, su cortesía, su paciencia ante la adversidad. La extraordinaria complejidad del pasado reciente de Colombia contrasta radicalmente con el carácter no inusual de su historia durante el siglo xix. Al igual que en otros lugares de América Latina, la tranquilidad social del país se veía alterada regularmente por guerras civiles, en las cuales los miembros de las élites políticas y sociales dirigían ejércitos enfrentados cuyo propósito era derrocar al gobierno central. Durante los períodos de paz, la sociedad colombiana regresaba a su soñoliento carácter premoderno. Los soldados campesinos dejaban sus rifles y regresaban a sus tierras. Como el resto de América Latina, Colombia era un país básicamente rural, cuya población se encontraba encerrada en un sistema señorial, caracterizado por una enorme desigualdad social, jerarquías y redes de interdependencia. Los vínculos de parentesco, así como los del clientelismo, eran las principales fuerzas de cohesión en esta nación premoderna. En el siglo xix, con anterioridad a la época de rápidos y violentos cambios sociales que constituye el principal objeto de este estudio, Colombia era más estática que la mayoría de las naciones latinoamericanas. Debido a la ausencia de exportaciones lucrativas, pues el café no había comenzado a dominar la economía nacional, los extranjeros y el capital foráneo se mantenían a distancia. Los colombianos viajaban poco,pues tenían escasas razones para hacerlo. No circulaba mucho dinero y la gente disponía de pocos bienes de consumo, incluso quienes tenían la suerte de poseer ingresos suficientes. Volcados sobre sí mismos y provincianos, los colombianos vivían encerrados en una fortaleza montañosa que los separaba casi tan efectivamente a los unos de los otros como del mundo exterior.

El estudio que presentamos a continuación sigue las huellas de la transición gracias a la cual Colombia pasó del equilibrio social, el aislamiento y la pobreza del siglo xix, a una rápida integración a la economía global de mercados durante el primer tercio del siglo xx. La floreciente exportación de café le dio ímpetu al desarrollo tísico que los líderes nacionales habían buscado durante largo tiempo. Principalmente gracias al café, Colombia se convirtió rápidamente en una sociedad móvil y adquisitiva, cuyo rasgo fundamental era una agresiva clase media rural. El político del Partido Conservador, Laureano Gómez, es prominente en el presente estudio. La vida de Gómez abarcó la época durante la cual la sociedad colombiana se hizo cada vez más individualizada y violenta. Aunque había sido educado en la tradición de la polémica política de su país, intelectualmente formado por jesuitas españoles militantes, el joven Gómez fue animado por sus mayores a convertirse en un cruzado de la perspectiva religiosa ortodoxa frente a los asuntos nacionales. Primero periodista y luego político, Laureano Gómez llegó a ser el más grande orador y congresista, de la nación, en un momento en el cual la elocuencia en los cuerpos representativos se valoraba por sobre todas las cosas. Laureano Gómez y sus contemporáneos, Alfonso López Pumarejo (1886' 1959) y Jorge Eliécer Gaitán (1898-1948), disputaron batallas políticas durante las décadas del treinta y del cuarenta, mientras las masas los contemplaban embelesadas. El caudillo conservador y sus compañeros se complacían en la política del espectáculo. Sin embargo, mientras hombres como Gómez dominaban el mundo público, la Colombia más amplia cambiaba aceleradamente. El creciente pluralismo social, acompañado de un espíritu cada vez mayor de promoción de los intereses individuales, estaba debilitando la lealtad popular de los colombianos a las élites políticas tradicionales. Laureano Gómez, el dirigente de los conservadores, junto con sus contrapartes liberales, estaba en condiciones de esgrimir un inmenso poder e influencia sobre una población que rápidamente superaba su sistema político oligárquico, cuasi democrático. Las élites políticas colombianas, atrapadas en sus amargas disputas, se convertían en líderes sin seguidores. El debilitamiento de las lealtades tra, dicionales se hizo evidente durante los ocho años comprendidos entre 1949 y 1957, cuando la sociedad en general floreció en un ambiente de colapso político y violencia rural. Ese convulsionado período, la época de la Violencia, tuvo, en última instancia, un costo de miles de vidas y destruyó el prestigio de la clase dirigente tradicional en Colombia, especialmente el de Laureano Gómez, quien fue presidente durante la fase más intensa del conflicto. Colombia experimentó una bonanza económica en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Los académicos han llamado a este período la

dorada de la industria colombiana.' Fueron también los años en que la l edad floreciente producción de café coincidió con precios históricamente altos, lo

cual amplió y fortaleció a su vez a la clase de pequeños propietarios que lo cul.tivaban. Los indicadores sociales cambiaron de forma igualmente dramática durante esa época. Mientras que, en 1951 el 71% de los colombianos vivían en el campo, sólo un tercio de ellos lo hacía una generación después. Los niveles de mortalidad infantil y de analfabetismo descendieron rápidamente, y se incrementó el promedio de la expectativa de vida. Una creciente proporción de niños colombianos se matriculó en la escuela primaria, población que se incrementó del 55% en 1950 al 80% en 1980. 2

Elproductineb(PIB)aumntóexrodi al5,6%nu entre 1946 y 1955, y a una tasa anual promedio del 5,15% durante los veinticinco años siguientes.' Este gran crecimiento económico coincidió con el colapso político y la ,violencia rural. Era como si la Colombia más amplia continuara con sus negocios, indiferente al hecho de que este mundo público, anteriormente reve, renciado, se encontrara en ruinas. La nación aplaudió cuando Laureano Gómez y sus antiguos enemigos liberales restablecieron relaciones amistosas en 1957, y aplaudió de nuevo cuando lanzaron el gobierno de coalición del Frente Nacional un año después. Sin embargo, ni los conservadores ni los !liberales recuperaron los antiguos electorados que conjuntamente habían 'abarrado alguna vez la totalidad de la nación. Para 1965, a la muerte de Gómez, una ciudadanía políticamente alienada perseguía sus fines personales con indiferencia, si no con desprecio, por las instituciones tradicionales de goIbierno de su país. La antigua tranquilidad social, el gran mundo público, !habían desaparecido. Los acuerdos políticos colombianos no expresaban ya la voluntad popular. Durante los restantes años del siglo, los políticos colombianos lucharon dolorosamente por crear una organización gubernamental más sensible a las necesidades de esta compleja y pluralista sociedad, poblada de ciudadanos belicosos y descontentos.

1 Alberto Mayor Mora, "Historia de la industria colombiana, 1886-1930", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva Historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 319-332. 2 Ricardo Santamaría S. y Gabriel Silva Luján, Proceso político en Colombia. Del Frente Nacional a la apertura democrática, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1984, p. 29. 3 Colombia, DANE, Colombia. Plan general de desarrollo económico y social, 2 vols., Bogotá, Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 1961-1962, vol.!, p. 7; Robert H. Dix, Colombia: The Political Dimáisions of Change, New Haven, Yale University Press, 1967, p. 32; Colombia, Banco de la República, Cuentas nacionales, Bogotá, Banco de la República, 1961-1964; Jonathan Hartlyn, "Colombia: The Politics of Violencia asid Accommodation", en: Larry Diamond el al., eds., Democracy in Demloping Countries. Latin Ame rica, Boulder, Lynne Rienner Publishers, 1989, p. 311.

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XIX

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decieron la violencia de 1930 a 1932, fueron víctimas de un sistema altamente politizado. El capítulo 7 trata aspectos políticos de la década del treinta, prestando especial atención a las reformas introducidas por el Partido Liberal y la oposición conservadora a las mismas. El capítulo 8 se centra en el cambio económico y social ' de las décadas del treinta y del cuarenta, y en el apasionado ataque, liderado ,por Gómez, al gobierno del Partido Liberal. El capítulo 9 se refiere a la aparición de la Violencia, una descomposición Idel orden civil, intensificada por el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer 'Gaitán en abril de 1948. El capítulo 10 se centra en el desarrollo económico y el cambio social a fines de la década del cuarenta y en la del cincuenta. La política de esta última década es el tema del capítulo 11. El capítulo 12 está dedicado al gobierno del Frente Nacional y su funcionamiento durante los primeros años; Í se refiere también al desarrollo socioeconómico y cultural del país entre 1958 y 1965. Él libro concluye con un epílogo, en el cual se evalúa el papel de la Generación del Centenario en la historia de Colombia en general, y el de Laureano Gómez en particular.

i

Agradecimientos

E

stoy en deuda con muchas personas e instituciones por el estímulo y apoyo que me prestaron durante los años que trabajé en este libro. Mi esposa Linda, mis hijos y mis padres, fueron especialmente comprensivos con la necesidad que tuve de dedicar tiempo y atención al "estudio sobre Gómez". Mis colegas de la Coastal Carolina University colaboraron conmigo en muchas formas. Los miembros del Departamento de Política y Estudios Internacionales apoyaron colectivamente mi solicitud de dejar mis tareas docentes durante 1990 y 1991, época en la que comencé a escribir sobre Colombia en los tiempos de Laureano Gómez. .La asistente administrativa de nuestro Departamento, la señora Bonnie Senser, me prestó invariablemente su ayuda, y se mostró siempre de buen humor durante los años en los que redacté el manuscrito. El personal asignado a referencias bibliográficas en la biblioteca &rabel de la misma universidad —Margaret Fain, Marchita Pfiffer y Blake Deegan— me ayudaron a ubicar volúmenes de dificil consecución sobre la historia de Colombia a través de préstamos entre bibliotecas. Los colombianistas Jane Rausch, de la Universidad de Massachusetts, Maurice Brungardt, de la Universidad de Loyola en Nueva Orleans, y J. León Helguera, de la Universidad de Vanderbilt, hicieron invaluables sugerencias durante la preparación del manuscrito para su publicación. Por otra parte, una gran cantidad de colombianos colaboraron en mi investigación. De especial ayuda fueron Álvaro Gómez Hurtado, Roberto Herrera Soto, Alberto Bermúdez y el personal de la Sala de Investigadores de la Biblioteca Nacional en Bogotá. Recibí apoyo institucional de la University of South Carolina y de la Coastal Carolina University, como de la institución donde había trabajado anteriormente, la Grambling State University de Louisiana. La American Philosophical Society, el American Council of Learned Societies y el Council for International Exchange of Scholars, y la Foreign Scholarship Board de la Fundación Fulbright proporcionaron una generosa ayuda durante el período 1980-1993, que me permitió pasar tres años en Colombia. Estoy profundamente agradecido con todas estas personas e instituciones. El Banco de la"República, Bogotá, Colombia, patrocinó la traducción de esta obra.

Primera parte Hacia la modernidad 1889-1934

1 Colombia a fines del siglo xIx Colombia en el mundo uando nació Laureano Gómez, en C 1889, extraordinarias fuerzas se habían desatado en el mundo. Un proceso histórico iniciado mucho antes en Occidente había elevado a Gran Bretaña, Alemania, Francia y otras naciones de la metrópoli europea al punto más alto del poder y la influencia. Los europeos habían dominado todas las naciones mediante la conquista, la colonización y el comercio. A fines del siglo, deslumbraban al resto del mundo con sus maravillosas invenciones. Los médicos anunciaban curas para enfermedades que habían afligido a la humanidad desde tiempo inmemorial. Los motores a vapor y de combustión interna revolucionaron el transporte y, poco después, los inventores procedieron a probar con éxito el aeroplano. Los teléfonos y los cables telegráficos submarinos estaban operando desde hacía varias décadas y, en Francia, los esposos Curie se dedicaban al estudio de la radioactivi-

dad. En el extranjero, los europeos extendían su civilización, por la fuerza cuando era necesario, a Asia y África. Soportaban con alegría "la carga del hombre blanco" al servicio de sus respectivos países. Esta fue la "era europea", la Europa que mantuvo cautivo al mundo del joven Laureano Gómez. Mientras el norte de Europa se encontraba a la cabeza del sistema cultural y económico occidental durante aquellos años, Colombia languidecía. Como antigua colonia de España, adalid de la Europa católica en el combate contra la herejía protestante en el siglo xvt, y contra el racionalismo de la Ilustración en los siglos )(vil y xvm, Colombia' había sido deliberadamente aislada de las fuerzas que pusieron al norte de Europa en el camino del dominio mundial. Los colombianos no se opusieron a las estructuras sociales, ideológicas ni económicas implantadas en toda la América Hispana en el momento del Descubrimiento. Conformismo y control fueron sus consignas durante los

1 llamada Nueva Granada durante la época colonial y durante la mayor parte del siglo xix.

4 / La modernización en Colombia siglos que presenciaron cambios dra- que poseía Alemania sola.' Y esta demáticos en aquellos lugares de Euro- cadencia se prolongó durante un pepa, cambios que habrían de conducir ríodo de cien años, en el transcurso al mundo hacia la moderna era in- del cual el comercio mundial multidustrial. plicó cincuenta veces su tamaños El desventajoso lugar que ocupaba Colombia fue tal vez una de las Colombia en el mundo eurocéntrico grandes naciones latinoamericanas de fines del siglo xix se revela con ma- menos favorecidas durante el siglo del yor claridad en el ámbito del desarro- crecimiento explosivo del comercio llo económico. Con África hacia el mundial. Con excepción del tabaco, oriente y el Pacífico hacia el occiden- que gozó de cierto éxito en los merte, Colombia y el resto de Latinoa- cados mundiales en el siglo xix, el país mérica se encontraban aislados y dis- tenía poco que ofrecer que fuese de tantes de los principales centros interés para las metrópolis. Y debido comerciales. Incluso antes de que se a lo quebrado del terreno, al mal esagotaran los metales preciosos, anta- tado de las carreteras y a su tormentoño importantes para la expansión eu- so clima político, era prácticamente ropea, América Latina desempeñaba inaccesible al capital extranjero. Los un papel secundario dentro del co- colombianos eventualmente se aferramercio mundial. Su participación en rían al café como su producto más luel comercio global sólo alcanzó un pro- crativo de exportación, pero este sólo medio del 11% durante el siglo xvm, llegaría a dominar la economía coy decreció notoriamente después. No lombiana en el siglo xx. 4 surgieron exportaciones regionales de Los colombianos educados se queimportancia durante el siglo xix, así jaban de la "parálisis" comercial del que, para la década del ochenta, la país, que condenaba incluso a los ciuparticipación de la región en el co- dadanos que habitaban en los lugamercio mundial fue de un insignifi- res más favorecidos a una existencia cante 5%, menos de la mitad de la primitiva, completamente inapropia-

2 Walt W. Rostow, The World Economy, History and Prospect, Austin, University ofTexas Press, 1978, pp. 70-71. 3 William Woodruff, The Emergente of an International Econonry, 1700-1914, Londres, Fontana Economic History Studies, 1971, p. 7. 4 En 1887, por ejemplo, la producción colombiana de café representaba menos del 20% del total de exportaciones (aunque esta proporción habría de aumentar al 40% para fines del siglo —de ciento cinco mil sacos de sesenta kilos, a medio millón de sacos—). Brasil, por su parte, exportaba dieciséis millones de sacos en 1902, y proveía el 76% del mercado mundial. Véase: Jorge Orlando Melo, "La República Conservadora, 1880-1930", en: Mario Anubla, ed., Colombia hoy, ed., Bogotá, Siglo XXI, 1980, p. 77; Jesús A. Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", en Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, p. 16; E. Bradford Burns, A History of Brasil, 2.' ed., Nueva York, Columbia University Press, 1980, pp. 301, 311.

Colombia a fines del siglo xix 1 5

da para la época en que vivían. Como lo dijo un escritor, sus conciudadanos estaban sumidos en "la inercia y en un deprimente status quo", habitando "chozas tristes e indolentes de tejados de teja como en los tiempos de la Colonia".5 La gente de esta nación andina experimentaba tantas dificultades para internalizar el ethos liberal prevaleciente por aquella época en Occidente, como para encontrar su lugar en el sistema económico mundial. Poco antes del nacimiento de Laureano Gómez, Colombia se estableció en un período de gobiernos conservadores, destinado a prolongarse por cerca de medio siglo, ,y que sólo terminó en 1930. El liberalismo político, que había estado en el poder desde 1853 y se había fortalecido durante las décadas del sesenta y del setenta, perdió su ímpetu y confianza en la década del ochenta y fue derrotado, no tanto debido a la inferioridad de sus programas, como a la incapacidad de la nación para implementarlos. Colombia sencillamente carecía de la infraestructura económica que le permitiera integrarse al mercado mundial, y de la estructura social necesaria para adaptarse a las premisas igualitarias del liberalismo. Los pequeños avances obtenidos durante la ascendencia liberal desaparecieron con las incesantes guerras civiles. Nada de esto sucedía en Europa, donde el liberalismo ;

había triunfado hacía largo tiempo En Gran Bretaña, Suecia, Noruega,: Alemania e incluso en los países de Europa Oriental, como Serbia, los par-„ . eran la regla. La Iglesia se separaba del Estado, y él fue desafiado con éxito de innumerables maneras. A medida que los colombianos evidenciaban su incapacidad para realizar el programa del liberalismo del siglo xix a nivel económico, político y social, los europeos avanzaban más allá del liberalismo. Las ideas socialistas ganaban terreno entre un proletariado urbano, que había considerado durante largo tiempo a la filosofía prevaleciente como una pantalla de humo que ocultaba su explotación por parte de las clases adineradas. Bismarck había llegado a preocuparse tanto por la militancia de los trabajadores alemanes, que intentó declarar ilegal el socialismo en 1876. En Suecia y en Gran Bretaña se crearon partidos social demócratas el año del nacimiento de Laureano Gómez y, en este último país, el movimiento laboral organizado paralizó la industria durante la gran huelga de los muelles en 1889. Aquel mismo año, se fundó la Segunda Internacional en París y, mucho más al oriente, se escuchaban truenos contra las metrópolis de un tipo diferente pero relacionado. Las Indias Orientales estaban en abierta revuelta contra los holandeses; los hindúes realizaban

5 El editorial al que nos referimos apareció en Diario de Cundinamarca, y está citado por Helen Delpar, Red against Blue, the Liberal Party in Colombian Politics, 1863-1899, Alabama, University of Alabama Press, 1981, p. 70.

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6 / La modernización en Colombia



Colombia a fines del siglo xix I 7

su primer Congreso Nacional, y el re- la apertura de rutas más directas a Vevolucionario chino Sun Yat-Sen esta- nezuela y con los barcos de vapor, que blecía las bases para la sublevación con- hacían infinitamente preferible el viatra los rapaces extranjeros. En todas je a Bogotá por el río Magdalena, al estas manifestaciones, el pueblo euro- recorrido por tierra. A medida que peo y de otros lugares proclamaban los Ocaña pasaba a un segundo plano en grandes problemas que habrían de la historia nacional, sus ambiciosos habitantes, como el comerciante de aquejar al próximo siglo. En Colombia existían pocos presa- joyas José Laureano Gómez, se torgios de la era por venir. No había fá- naban impacientes e irritables. No hacía falta mucho para enojar bricas, sindicatos, partidos socialistas, urbanización. A fines de la década del a José Gómez. La gente de Ocaña haochenta, Colombia era un lugar dis- bía aprendido a saber cuándo se entante del mundo moderno, sumida en contraba el comerciante en uno de sus una soledad que no duró cien, sino cua- ataques de mal humor, y hacían lo potrocientos años. Hombres ambiciosos sible por evitarlo, en ocasiones cruzanse sentían frustrados por esta situación, do la calle para no encontrarse con él. aunque era poco lo que podían hacer Los miembros de la familia sabían, al respecto.6 Uno de estos hombres fue incluso antes de que llegara a casa, el padre de Laureano Gómez, un co- cuándo no había sido un buen día pamerciante de modestos medios que vi- ra José Gómez. Al entrar a su hogar, vía en Ocaña, en el departamento de el irascible ocañero tenía la costumbre de anunciar su presencia lanzanSantander, cerca -del río Magdalena. do su sombrero al patio y retirándose, iracundo, a sus aposentos privados. Su De Ocaña a Bogotá esposa, Dolores Castro, descrita como una mujer inteligente y prudente, no Ocaña era una provincia situada en ahorraba esfuerzos para aplacarlo. la carretera que comunicaba a Carta- Como sabía que a su esposo le gustagena con Caracas al occidente, y con ban los huevos en determinado punel montañoso interior del país hacia el to, llegaba al extremo de comprar gasur. Para mediados del siglo xng Ocaña llinas cuyos huevos se prestaban, en había perdido la importancia que ha- su opinión, para la preparación adebía gozado en épocas anteriores, con cuada.'

6 Los intentos realizados en el siglo lux por modernizar a Colombia son presentados por Frank Safford en TU Ideal of the Practical: Colombia's Struggle to Form a Technical Elite, Austin, Texas, Institute of Latin American Studies, 1976; y Hernán Horna, Wansport Modernization and Enhspreneurship in Nineteenth Century Colombia. Cisneros & Friends, Estocolmo, Almqvist & Wiskell International, 1992. 7 Esta información, que corresponde a la naturaleza de las tradiciones de la familia Gómez, fue obtenida en conversaciones con los hijos de Laureano Gómez, Álvaro y Enrique

Figura 1.1 Colombia: geografía física

8 / La modernización en Colombia

Colombia a fines del siglo xix / 9

Conservador por tradición familiar, José Gómez compartía la tesis económica de los liberales, según la cual Colombia, y su tranquilo pueblo de Ocaña, debían ser mucho más prósperos de lo que eran en 1888. De hecho, su mal carácter puede haber sido el resultado tanto del estancamiento del país, de su obstinación ante las fuerzas del cambio, como de su idiosincrasia personal. El padre de José Gómez fue también un hombre impaciente y, en cierto sentido, un visionario. En una ocasión ideó una máquina voladora con base en el famoso diseño de Leonardo da Vinci. La construyó con madera y tela, e hizo que dos esclavos la llevaran a un monte cercano, donde intentó hacer un despegue que constituyó un espectacular fracaso. Infortunadamente, la tela utilizada para cubrir las alas era excesivamente pesada para la función que se le había asignado. Como sucedía con mucho de lo que ocurría en Colombia por aquella época, la visión y el entusiasmo no bastaban para superar los errores de técnica y la falta de tecnología apropiada. Era un punto que el abuelo de Laureano Gómez apreció cuando cojeó de regreso a casa, ayudado por los sirvientes, entristecidos y a la vez divertidos por la locura de su amo.8 Para mediados de 1888, Ocaña se había convertido en una carga para

Figura 1.2 Colombia: división política, 1965

José Laureano Gómez. Su negocio, construido en torno a la venta de filigrana de oro y de plata que se fabricaba en el pueblo ribereño de Mompós, estaba en decadencia. Y no había nada que permitiera pensar que Ocaña recuperaría algún día su antigua prosperidad. Su familia también crecía. La noticia de que su esposa esperaba su tercer hijo, hizo que el joyero se preguntara si no sería conveniente establecer su negocio en otro lugar, quizás en Bogotá, donde tenía vínculos comerciales. Su plan de partir se cristalizó un día en que los ocañeros celebraban una fiesta cuyo punto culminante era un desfile de llamativas figuras en papel maché llamadas gigantes y cabezudos. Estas figuras habitualmente se hacían a semejanza de personajes de renombre a nivel nacional y local, pero el ingenio de los habitantes incluía también caricaturas de los "personajes" más notables del pueblo. Así, sólo una persona se sorprendió al encontrar entre los "cabezudos" al irascible joyero de Ocaña, con ojos verdes saltones e irritados: el ciudadano que llevaba la máscara vociferando y haciendo divertidas cabriolas. No hay registros de la reacción de José Gómez en el momento en el que se reconoció. Sin embargo, en lo sucesivo, los miembros de la familia se deleitaban relatando la historia de su regreso a casa. Su sombrero llegó

Gómez Hurtado, y con Cecilia Mazuera de Gómez. Sus recuerdos están basados en historias que les refería Laureano Gómez. Álvaro Gómez le concedió al autor del presente libro extensas entrevistas durante los días 15 y 18 de abril de 1984. 8 Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1989.

10 I La modernización en Colombia



primero con inusitada velocidad. Convocó a su esposa y a sus sirvientes, con el rostro congestionado y los ojos desorbitados, y anunció en tono estentóreo: "Nos mudamos a Bogotá. iEste pueblo se ha vuelto insoportable!" . 9 Como viajaba con una cantidad apreciable de equipaje, su esposa, sus hijos y los sirvientes de la familia, José Gómez eligió la ruta terrestre hacia Bogotá, más económica. No era un viaje que debiera tomarse a la ligera, pues eran seiscientos kilómetros de senderos serpenteantes que se internaban cada vez más alto en la Cordillera de los Andes. No había seguridad de encontrar alojamiento en los pueblos donde llegaban; era posible que los accidentes del camino obligaran a los viajeros a acampar bajo las estrellas o bajo lluvias heladas. Los deslizamientos de tierra eran un peligro constante, y cuando los ríos y quebradas crecían, el viajero sencillamente tenía que aguardar para poderlos vadear. Todos cabalgaban armados, porque existía también la posibilidad de ser asaltado en algún paraje solitario. Estas eran las realidades de los viajes por el país a fines del siglo xix en Colombia. La comitiva que salió de Ocaña a mediados de 1888 se dirigió primero hacia el oriente, a través del pie de monte de la cordillera, atravesando innumerables riscos y valles. En cierto punto, el sendero se extendía por un trecho desolado de cien kilómetros, elevándose a una altura de más de dos

mil quinientos metros. Luego descendía hasta llegar a la población de Cúcuta, cerca de la frontera con Venezuela. Desde Cúcuta, capital de Santander del Norte, el camino se dirigía hacia el sur, al pueblo de Pamplona, que distaba dos días a caballo.° Pamplona señalaba el comienzo de la parte más ardua del trayecto. Allí se ramificaba el camino hacia Bogotá. Había una ruta un poco más larga, aunque ligeramente más fácil, que se dirigía al occidente a través de Bucaramanga, Socorro y Barbosa. La ruta más directa se dirigía hacia el sur por el Páramo del Almorzadero, atravesando el árido cañón del río Chicamocha, y luego ascendiendo de nuevo ala altiplanicie de Bogotá. Ambos caminos convergían finalmente en la ciudad de Tunja, antiguo centro de la cultura indígena chibcha. José Gómez optó por el camino más directo y dificil. Saliendo de Pamplona, ubicada a dos mil trescientos metros de altura, los viajeros pasaron el primer día escalando hacia el páramo, una llanura desértica azotada por lluvias y vientos helados, a menudo oscurecida por la niebla. El Páramo del Almorzadero hace parte de la Sierra Nevada del Cocuy, que se extiende a su costado occidental. Durante dos días enfrentaron el frío interminable, hasta cuando finalmente descendieron a Málaga, una agradable población situada en el valle del río Servitá. Después de

9 »íd. 10 En 1910, el departamento de Santander se dividió; su parte norte recibió el nombre de Norte de Santander. Su capital siguió siendo Cúcuta.

Colombia a fines del siglo xnc / 11 descansar en Málaga, se dirigieron a Sogamoso, que se encontraba a cinco días a caballo, subiendo por el escarpado cañón del río Chicamocha, rodeando siempre el macizo de El Co-

cuy. Fue en aquel trecho del camino donde los viajeros advirtieron que algunos jinetes los seguían a cierta distancia. Temiendo lo peor, abandonaron el sendero y se refugiaron en una cueva que encontraron en lo alto del valle, donde se escondieron hasta que pasó el potencial peligro. Esta era una de las anécdotas predilectas de Laureano Gómez, a quien le agradaba recordar que fue en esa cueva donde su padre descubrió una rica veta de rocas de esmeralda. Después de registrar cuidadosamente la ubicación de la cueva, orientada hacia el pico de El Cocuy hacia el nororiente, un pico coronado de nieve y situado a cinco mil metros de altura, juró que algún día regresaría a recuperar el tesoro." Finalmente, la comitiva abandonó la cueva y el cañón, y salió al fresco altiplano de Boyacá. Habían llegado al corazón de ColoMbia. Con relativa rapidez atravesaron los pueblos de la cordillera, Paz del Río, Sogamoso, Duitama y Paipa, para entrar a Tunja, la capital de Boyará, una población de cerca de cinco mil trescientos habitantes." El final de la travesía estaba ala vista. Habían transcurrido más

de tres semanas, de las cuales llevaban dieciséis días a lomo de mula. Pero faltaba todavía una dura prueba. A dos días de camino de Tunja, sobre el campo de batalla donde Bolívar había asegurado la independencia de Colombia sesenta y nueve años antes,

después del pueblo de Ventaquemada, se encontraba otro páramo, el Páramo de Chocontá. Un viajero francés de la misma época registró sus impresiones de este trecho del camino que siguieron José Gómez y sus acompañantes en 1888. . El explorador Gaspard Mollien estaba aterrado por los caminos de Boyacá y, a la vez, lleno de admiración por los colombianos que los desafiaban. Se encontraba especialmente asombrado por el valor de varias de las mujeres de su comitiva, quienes llevaban niños pequeños en brazos: A pesar de los peligros que corrían a cada momento, reían y cantaban con la misma alegría como si hubiesen ido en el mejor de los coches y por la mejor de las carreteras de Francia."

Sobre el paisaje, escribió: En el Páramo de Chocontá hacía frío, y el viento soplaba con tanta fuerza como al borde del mar. Una lluvia fina y fría nos helaba la cara y las manos. La tierra es de color negro; el suelo es ondulado, como el de las dunas, y la

11 Nunca lo hizo. José Laureano Gómez murió en Bogotá dieciséis años más tarde, agradecido sin duda de no blber tenido que recorrer de nuevo los pasos que lo habían conducido hasta allí. 12 Eliseo Redus, Colombia, 2.' ed., Bogotá, Banco de la República, 1958, p. 324. 13 Gaspard Mollien, "Recorriendo la provincia del Socorro", en: Enrique Congrains Martín, ed., Las maravillas de Colombia, vol. 1, Bogotá, Forja, 1979, p. 19.

Y

12 / La modernización en Colombia hierba es tan fina que las huellas de los viajeros desaparecen tan rápidamente como en las arenas de los desiertos africanos."

El europeo se maravillaba del "terrible frío" de las tierras altas colombianas y de la resistencia de la población nativa, que lo soportaba con vestidos ligeros y desdeñaba las fogatas como algo perjudicial para la salud. En una anécdota que bien pudiera haber sido referida por José Gómez, Mollien describe el final feliz de una noche en el páramo, que no comenzó bien. A pesar de estar completamente vestido, envuelto en varias frazadas de lana, y de que ocupaba el lugar más protegido de la choza, "estaba yerto", se sentía desdichado y era incapaz de conciliar el sueño. Por fortuna, como lo recuerda, El anfitrión había tenido la singular idea de criar una cantidad de gatos, y de acostumbrarlos a echarse sobre los pies de los viajeros, de modo que dos de ellos se me subieron encima y, con ayuda del calor de estos animalitos, acabé por reaccionar."

Había transcurrido un mes desde que la familia Gómez salió de Ocaña, pero finalmente Bogotá estaba cerca. Al bajar del páramo por el pueblo de Sesquilé, entraron a la amplia y fértil llanura del altiplano conocida como la Sabana de Bogotá. De cerca de ochenta kilómetros de norte a sur, y cincuenta de oriente a occidente, era el primer llano que habían visto desde

14 /bid, p. 18. 15 Ibíd., p.31.

que salieron de Cúcuta. Cabalgaron lentamente entre campos de maíz, ajonjolí, trigo y cebada, llegando finalmente al pueblo dé Usaquén, a quince kilómetros de la capital. Diez kilómetros más los condujeron a un conjunto de casas en las afueras de la capital, un lugar llamado Chapinero, por el negocio de un herrero cojo que alguna vez existió allí. Desde Chapinero podían ver las torres de la catedral de Bogotá, y pronto divisaron a lo lejos los rojos tejados de la ciudad. En menos de una hora, el paso de sus mulas resonaba sobre el tosco puente que cruzaba la quebrada de San Diego, cerca de la iglesia que daba su nombre al puente y a la quebrada. Las montañas ya estaban cerca; la ciudad estaba enclavada contra una cadena de picos de mil metros de altura que se alzan hacia el oriente. El San Diego y sus quebradas hermanas, la de San Francisco y San Agustín, pocas cuadras hacia el sur, bajaban desde estas montañas y recorrían la ciudad, uniéndose al serpenteante río Bogotá en la Sabana. Es probable que el ruido, la congestión y la sordidez que encontraron José Gómez y sus compañeros cuando llegaron a la capital de Colombia aquella tarde los hubiera asombrado, inmediatamente después de semanas de viaje por parajes selváticos. Aunque apenas contaba con cien mil habitantes, Bogotá estaba concentrada en ciento noventa y tres congestionadas

Colombia a fines del siglo xix / 13

manzanas, dispuestas en forma de rectángulo a lo largo de las montañas. Su densidad, de más de cuatrocientos habitantes por hectárea, nunca sería mayor.'6 El tráfico más pesado era, por tradición, el de la principal arteria de la capital, la Calle Real, que recorría la ciudad de norte a sur, y por donde se encaminaron José Gómez y su comitiva. Multitud de bogotanos se estrujaba en la vía polvorienta y mal pavimentada. La mayor parte de los transeúntes eran sombríos y de baja estatura, hombres y mujeres doblados bajo alguna carga. Sus atezadas facciones revelaban su ancestro indígena. A lo largo de las aceras, los vendedores ambulantes pregonaban sus mercancías, y los mendigos, algunos sentados, otros deambulando, exhibían llagas supurantes, o los pies y manos destrozados por la lepra. Aquí y allá, había borrachos que dormían para reponerse de los efectos de un popular brebaje indígena llamado chicha. Varias plazas se abrían a la Calle Real. En estas también pululaba la gente, pues eran los lugares donde los campesinos vendían sus productos a los moradores urbanos. Sólo recientemente se había prohibido la prácti-

ca de utilizar las principales plazas como mercados, por considerarlo poco higiénico y poco estético. Cansado de ver la basura que se apilaba en el Parque Santander, cerca del centro de la ciudad, un bogotano adornó la estatua del reverenciado Santander-y' con un sombrero de paja y una ruana," y colgó un letrero alrededor de su cuello que decía, "Si no me limpian, me voy". 19 Los concejales respondieron a la amenaza, y cuando José Gómez y su esposa Dolores pasaron por el parque aquella tarde de 1888, estaba relativamente limpia y descongestionada. A la dificultad de recorrer la calle principal de Bogotá, llena como estaba de tráfico humano y animal, se agregaba el hecho de que la estaban excavando a todo lo largo. Estaban instalando los primeros tubos de hierro destinados a llevar agua potable al centro de la ciudad; y nubes de mugre y polvo contaminaban el aire, desagradables subproductos del desarrollo urbano. Durante el año siguiente, casi un tercio de la ciudad habría de recibir el servicio de tubería subterránea, instalada por la recién fundada Compañía de Acueducto de Bogotá." La capital de Colombia era, en

16 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 19. 17 Francisco de Paula Santander, 1792-1840, héroe de la guerra colombiana de independencia, segundo dd)imón Bolívar en el mando. 18 La ruana es el abrigo tradicional del altiplano colombiano. Es una pieza de tela de lana cuadrada con una abertura en la mitad, que se introduce por la cabeza y cuelga sin ceñir. 19 Laureano García Ortiz, Conversando..., Bogotá, Kelly, 1966, p. 313. 20 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 38.



Colombia a fines del siglo xtx I 15

14 / La modernización en Colombia síntesis, todo lo que no era Ocaña. Su bullicio sugería que era el lugar donde podía prosperar un negociante emprendedor, proveniente de un pequeño pueblo, como lo era José Gómez. Mientras meditaba sobre todo esto, el padre de Laureano Gómez condujo a sus acompañantes por la Calle Real, más allá de la Plaza de Bolívar y del palacio presidencial. Atravesaron el maloliente río San Agustín, hasta que llegaron finalmente al barrio Santa Bárbara, donde los aguardaba una casa que había alquilado. Caía la tarde. Las luces de la ciudad comenzaban a encenderse cuando la comitiva de Ocaña llegó a su destino."

Las carreteras de Colombia El viaje de Ocaña a Bogotá había conducido - a José Gómez y a su familia por la rama oriental de las tres cordilleras andinas que atraviesan el país de sur a norte. Si hubiesen continuado más allá de Bogotá, habrían bajado por la Cordillera Oriental al valle del río Magdalena, el vínculo fluvial de Colombia con el mundo exterior. Diseminadas en la parte alta del valle se encuentran las poblaciones de Neiva, Ibagué, Girardot y Honda, siendo esta última

el centro de la navegación río arriba desde el puerto de Barranquilla. Otros dos importantes centros urbanos, Popayán y Cali, están situados a varios días de camino atravesando la Cordillera Central en lo alto del valle del río Cauca. Medellín, la segunda ciudad de Colombia y centro de los cultivos de café que se extendieron rápidamente por aquel entonces, se encuentra a cuatrocientos sesenta kilómetros al norte de Cali. Una ruta frecuentemente utilizada a la capital de Antioquía era la de Puerto Berrio, sobre el río Magdalena. Con excepción de los pueblos sobre este río, más abajo de Honda, prácticamente a todas las poblaciones del interior se llegaba a caballo, a lomo de mula o a pie. Si bien Colombia tenía algunos ferrocarriles dispersos en 1889, eran líneas cortas, utilizadas principalmente para transportar carga a los puertos del río Magdalena." El terreno quebrado y las constantes guerras civiles frustraron el desarrollo económico de la nación durante el siglo xix. Este estancamiento no sólo se evidenciaba en la relativa ausencia de vías férreas, sino en el atroz estado general de las carreteras del país. En Colombia, ese era un hecho que se hacía cada vez más exasperante a medida que los trenes

21 Por aquella época, la iluminación pública de Bogotá era muy insuficiente. Aunque había proyectos en marcha para instalar la luz eléctrica en el centro, los bogotanos todavía se defendían con una mezcla de lámpara de gas carbónico y otros faroles más tradicionales, que utilizaban como combustible el sebo, el alcohol y el queroseno. Ibid., p. 57. 22 Véase William P. McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845 1930, Nueva York, Cambridge University Press, 1971, p. 256, para una tabla donde se sintetiza la construcción de vías férreas en Colombia durante el período comprendido entre 1885 y 1946. -

revolucionaban el transporte en otras repúblicas americanas. A fines del siglo, Estados Unidos tenía la asombrosa cifra de trescientos mil kilómetros de vías férreas, mientras que Argentina tenía veinte mil. Colombia, por su parte, sólo poseía un ridículo recorrido de 565 kilómetros." &ro la incapacidad de Colombia de construir ferrocarriles no se debía a la falta de esfuerzo. En 1884, se hizo un gran intento por conectar Girardot con Bogotá. La compañía estadounidense Baldwin Locomotive Works fue contratada para el suministro de rieles y equipos, y los colombianos prepararon los caminos, los cruces, y construyeron las estaciones. Todo estaba listo, incluso los billetes y las controladoras de billetes en los mostradores de las estaciones, cuando llegó la noticia de que los rieles que habían llegado a Girardot eran demasiado pesados para transportarlos a lomo de mula. Se tomó la decisión de fabricar rieles más pequeños en la acería recientemente inaugurada de Subachoque. Pero la guerra civil estalló a comienzos de 1885, lo cual ocasionó una suspensión del proyecto que tardó veinticuatro años." Avanzado ya el siglo xix, la carretera más importante de Colombia,

aquella que comunicaba a Honda con la capital, tenía trechos tan descuidados que había transportadores humanos para cargar a los viajeros en aquellos sitios en que era peligroso induso atravesar a lomo de mula." Un ingeniero norteamericano que viajó por lo que describió como "la llamada carretera de la capital a Honda" en la década del sesenta, encontró que los bienes importados de Estados Unidos eran a menudo menos costosos en Honda que los mismos artículos traídos de la Sabana de Bogotá." Veinte años más tarde, un comisionado de comercio, William Elroy Curtis, fue enviado al sur por el presidente de Estados Unidos, Chester A. Arthur, "para establecer relaciones comerciales y políticas más cercanas con nuestros vecinos hispanoamericanos". Curtis describe la manera como se transportaban a Bogotá implementos agrícolas, carruajes y otros vehículos de pasajeros, "todos importados de Estados Unidos o de Inglaterra": Son llevados a Honda en barcos de vapor, empacados en pequeñas secciones, y luego acarreados por las montañas pieza por pieza. Un peón lleva una rueda, otro un eje, un tarero una pértiga de acoplaje, y las tuercas

23 lbíd. 24 Alfred Hettner, Viajes por los Andes colombianos, Bogotá, Banco de la República, 1976, pp. 106-107. 25 Una ilustración popular de esta manera de viajar muestra a un viajero barbado y con botas, destilando ¡gua del ala de su sombrero de paja, sentado impasiblemente en una silla atada a la espalda de un silletero descalzo. El joven, con una vara en la mano, se abre camino por una trocha andina llena de lodo; la carga está apoyada en su espalda y sostenida por una ancha banda que le atraviesa la frente. Véase E. Congrains Martín, Op. cit., vol. 4. 26 W. E McGreevey, Op. cit., p. 245.

16 / La modernización en Colombia y tornillos se empacan en pequeñas cajas en la carga de las mulas. La parte superior o cuerpo dei vehículo se desarma de igual manera y se empaca por secciones. Es posible que un hombre tarde un mes en transportar una rueda de vagón desde Honda hasta la planicie. Su método es cargarla cincuenta o cien pasos, descansar y seguir, con lo cual recorre algunas veces menos de dos millas al día." Otro visitante, que escribe en el año del nacimiento de Laureano Gómez, describe las terribles consecuencias económicas de la primitiva red de transporte del país: Quizás el principal impedimento a la

extensión del comercio en Colombia durante el año pasado fue la terrible condición en la que se encuentran las principales carreteras del país. Se ha permitido, por negligencia, que la carretera entre Honda y Bogotá, sin duda la más importante de Colombia, haya llegado aun estado en el cual es casi intransitable [-J. El tiempo que se emplea en transportar bienes en esta corta distancia es mayor del que toman de Europa a Honda."

El camino mismo fue descrito por William E. Curtis como "alternando entre profundos valles e impresionantes picos montañosos". Había lugares, escribía, donde era [...] poco más que una trocha, ni siquiera lo suficientemente ancha en

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algunos sitios para que cupieran dos mulas, y tan tortuoso y lleno de precipicios que resultaba intransitable excepto a lomo de animales especialmente entrenados." Curtis admitió, no obstante, que los inconvenientes y dificultades del viaje eran compensados por el cautivador paisaje. Este, sin embargo, era un pobre elogio, particularmente para los oídos de hombres como José Laureano Gómez y todos los que estaban impacientes porque Colombia llegara a la modernidad.

Colombia en La Regeneración Cuando llegó la década del nacimiento de Laureano Gómez, los dirigentes colombianos desesperaban por su capacidad de lograr orden y progreso. Desde la época en la que el Partido Liberal había llegado al poder, en 1860, y luego había impuesto a la nación una constitución notable por su extremo federalismo y por la debilidad del gobierno central, la Constitución de Rionegro de 1863, Colombia se había sumido en un letargo interrumpido únicamente por enfrentamientos esporádicos de naturaleza partidista, uno de los cuales creció hasta convertirse en una revolución a gran escala. En la derrotada revolución conservadora de 1876, los soldados rebeldes marcharon con

27 Wyilliam Elroy Curtis, The CapitaLs of Spanish America, Nueva York, Harper asid Brothers, 1888, pp. 224-248. En este pasaje, Curtis cita libremente del informe de un enviado estadounidense anterior, el señor Scruggs. 28 W. P. McGreevey, Op. cit., pp. 245-246. 29 W. E. Curtis, Op. cit., p. 241.

imágenes de Jesús y del papa Pío IX, y su dominio mundial, no había tenido con estandartes que proclamaba su lu- lugar todavía en Colombia. El debate cha en nombre de Dios. Miembros de político era allí una "conversación enla comunidad eclesiástica apoyaron tre caballeros", como lo dijo un escriabiertamente la sublevación, una de tor.3 ' La controversia sobre los princuyas causas fue la legislación liberal cipios liberales y conservadores era un que promovía la educación laica." asunto interno de las élites, en el cual Los miembros de la élite colombia- los dirigentes tradicionales de la sona eran sinceros en sus creencias poli- ciedad luchaban por imponer sus ideaticas: los liberales enfatizaban en la des- les, mientras que marchaban a la cacentralización del poder del Estado, en beza de ejércitos de campesinos, cuyos la economía y en la libertad perso- 'dirigentes eran ante todo clientes y, nal, mientras que los conservadores en segundo lugar, compañeros de defendían las prerrogativas de la Igle- ideología. sia y se oponían a la secularización y Bajo estas circunstancias, no debe al debilitamiento de las jerarquías so- sorprendernos que, para 1888, los ciales. No obstante, el debate en Co- liberales colombianos no hubieran lombia entre liberales y conservado- grado el éxito de sus contrapartes eures poseía cierta artificialidad. Si bien - ropeas. Su movimiento no sólo había los miembros de los bandos opuestos sido gravemente debilitado por la au-

luchaban por el control del Estado, sencia de una clase media independerramando sangre y malgastando sus diente, sino que sus programas eran 'escasos recursos, lo hacían dentro de obstaculizados constantemente por un un contexto social que no había cam- Partido Conservador coherente y agrebiado desde la época de la Colonia. sivo, que gozaba de un apoyo consiNo había una clase media emergen- - derable entre el campesinado. Los te, como sucedía en Europa, donde conservadores habían tenido la astulos triunfantes revolucionarios burgue- cia de volver el alardeado federalismo ses habían obligado a los antiguos re- de los liberales contra ellos. En cuangímenes a liberarlos de las restriccio- to fue aprobada la Constitución de nes feudales y a concederles una voz 1863, arrebataron al partido de goen el gobierno. El proceso de diversi- bierno el control de varios importanficación social, nacido de la revolu- tes departamentos." ción comercial a la que Europa debía Especialmente irritante para los

30 Manuel Briceño, La revolución (1876-1877): recuerdos para la historia, ed., Biblioteca de Historia Nacional, Lxxvii, Bogotá, Imprenta Nacional, 1947, pp. 212-322, passim. 31 Alexander W "Conversations Among Gentlemen: Oligarchical Democracy in Colombia", en: Juan J. Linz y Alfred Stepan, eds., The Breakdown of Democratic Regimes: Latin America, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1978, pp. 28-81. 32 H. Delpar, Op. di., p. 57. El más importante de ellos era el grande y vigoroso departamento de Antioquia. El otro, el departamento adyacente, Tolima.

Colombia a fines del siglo xnc I

18 / La modernización en Colombia liberales era su fracaso en el campo de la economía. Durante al menos cien años, había sido artículo de fe entre los liberales del mundo occidental que el libre intercambio, a través de la baja de aranceles y de otras limitaciones artificiales, fortalecería el comercio. Una nación como Colombia actuaría con base en sus ventajas naturales, suministrando productos como tabaco, quina y café al mercado mundial, y aseguraría así su posición en la red de comercio occidental. La teoría era correcta en el sentido de que las materias primas gozaron de una comparativa ventaja de precios sobre los bienes manufacturados durante las últimas décadas del siglo xix." Ejemplo de lo anterior fueron las bonanzas producidas por la carne argentina, el trigo canadiense y los fertilizantes pe- ruanos, que atrajeron grandes sumas de capital extranjero a estos países durante la década del ochenta. Sin embargo, Colombia no había sido capaz de aprovechar estas condiciones favorables. Durante la década del setenta," las exportaciones de café habían aumentado, pero a un ritmo muy lento. Para el año 1880, los precios del tabaco y la quina estaban cayendo y existía una grave escasez de capital de inversión debido a las leyes que autorizaban la exportación de lingotes de oro, la adherencia al patrón oro, y

la ausencia de un sistema bancario nacional." Confrontados por el fracaso de los programas políticos, económicos y sociales del liberalismo, influyentes miembros de la élite colombiana se prepararon para emprender una drástica reestructuración del Estado. Esta tarea, que llegó a ser conocida como La Regeneración, le correspondió al político liberal Rafael Núñez, elegido presidente en 1880. Núñez se había dedicado activamente a la política durante cerca de treinta años, desempeñándose inicialmente en los gabinetes conservadores durante la década del cincuenta. Poco después de que los liberales llegaran al poder, tras la guerra civil de 1860, Núñez salió de Colombia para actuar como representante comercial en Estados Unidos, y más tarde en El Havre y Liverpool. Durante los once años que pasó en el extranjero, meditó sobre la política nacional, mientras mantenía su visibilidad política a través de ensayos publicados en los diarios colombianos. Cuando regresó al país en 1874, y en vísperas de otra guerra civil, Núñez intensificó su crítica a la turbulencia política que asolaba a Colombia. El objetivo principal de sus escritos era mostrar que el progreso económico y un mayor control estatal estaban inextricablemente ligados. Para 1878,

33 Véase W. W. Rostow, Op. cit., pp. 95-99. 34 Indalecio Liévano Aguirre, Rafael Núñez, Bogotá, Compañía Grancolombiana de Libros, 1946, p. 373, ofrece la siguiente cifra de sacos de cincuenta kilos de café exportados durante los últimos arios de la década del setenta así: 1876, 57.147; 1877, 36.999; 1878, 76.807; 1879, 77.645. 35 lbíd., pp. 107-116.

Núñez dirigió una facción liberal reformista, conocida como los independientes. Aquel ario, pronunció un discurso en el que advirtió: "Hemos llegado a un punto en que estamos confrontando este preciso dilema: regeneración administrativa fundamental, o catástrofe"." En concepto de Núñez, la disolución de Colombia era una posibilidad real: En vez de la gran frontera nacional, tenemos muchas fronteras locales. En vez de un ejército, tenemos nueve; y cada dos años, con motivo de las elecciones, se habla de proyectos de campaña de un Estado contra otros, o contra la autoridad en general."

Cuando fue elegido para su primer período presidencial de dos años, en 1880, Núñez emprendió un programa que, ocho años después, habría de fortalecer al gobierno central a expensas de los departamentos, renovaría y reforzaría los vínculos entre la Iglesia y el Estado, y abandonaría las políticas extremas del laissez faire. A los independientes liberales de Núñez se unieron conservadores moderados, y las dos facciones habrían de proclamarse como el "Partido Nacionalista" en 1888." El movimiento de Rafael Núñez hacia la derecha reflejaba a la vez su metamorfosis personal y el giro hacia

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el conservatismo que se dio en todos los países occidentales a fines del siglo xlx. Entre las fuerzas que explican este cambio estaba el temor de las élites de que la democracia, de no ser controlada, llevara al gobierno de "la chusma". Un personaje de la estatura de John Stuart Mill se convenció, durante la década del setenta, de que las masas debían ser refrenadas mediante recursos tales como el de dar un mayor peso al voto de las Bases adineradas." Colombia, desde luego, no tenía un proletariado agresivo en la época en que Mill invocaba límites para la democracia británica. Pero el reciente conservatismo de Mill y de muchos otros liberales europeos hizo más fácil que hombres como Núñez encontraran un terreno común con los conservadores, quienes siempre habían desconfiado de la democracia. Los liberales occidentales hallaron motivos para su giro hacia la derecha, en el complejo ideológico conocido comopositivismo. El historiador Charles Hale ha explicado que los liberales latinoamericanos encontraron consuelo en las enseñanzas de Augusto Comte, según las cuales la humanidad avanza inexorablemente hacia una era de bienestar generalizado, caracterizada por un manejo racional, "científico",

36 Rafael Núñez, La reforma política en Colombia, vol. 1, Bogotá, Biblioteca Popular, s.f., p. 87. 37 lbíd., pp. xi-xii. 'Indrade, "Estudio preliminar", en: Carlos Valderrama Andrade, ed., 38 Carlos Valderram&S Miguel Antonio Caro, ducursos y otras intervenciones en el Senado de la República, 1903-1904, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1979, p. 21. 39 Anthony Arblaster, The Rise and Decline of Western Liberalism, Oxford, Basil Blackwell, 1984, pp. 279-280.

20 / La modernización en Colombia de la política y de la sociedad." Bien daderas necesidades y refleje las insea a través de acuerdos institucionales clinaciones de la gran mayoría del o mediante la imposición de una dic- pueblo colombiano"." La Constitución redactada por la tadura benévola, los dirigentes progresistas estaban seguros de que po- Asamblea Constituyente de Núñez y drían forzar el ingreso de sus países a presentada a la nación a mediados de la edad moderna. En México, Porfirio 1886, reflejaba el giro estatista y conDíaz y su camarilla de tecnócratas, los servador de fines del siglo xix en el "científicos", supervisaban la indus- pensamiento político latinoamericano. trialización del país. El desarrollo de Fortalecía el gobierno central, espeBrasil fue dirigido por una élite mi- cialmente las funciones presidenciales. litar que llegó incluso a inscribir el Muchos de los cargos que anteriormenlema de Comte, "orden y progreso", , te habían sido de elección se conviren su bandera nacional. En Colom- tieron en cargos de designación. Se bia, fue Rafael Núñez, El Regenerador, introdujeron nuevas restricciones al quien sentó las bases del progreso en derecho de voto y a la libertad de exuna nueva Constitución nacional, re- _ presión. De especial importancia fue dactada en 1886. renovado énfasis que se le dio a la La Constitución de 1886 se convir- Iglesia como una de las principales tió en una realidad durante el segundo instituciones del gobierno. Aunque perperíodo de Núñez como presidente. sonalmente era un escéptico, Núñez Los miembros del ala izquierda de su adoptó una concepción funcional de la partido, los radicales, se sublevaron religión, a la que consideraba como un contra el gobierno a comienzos de instrumento para armonizar los inte1885, poco después de haberse pose- reses de clase —la "pelea a cuchilladas sionado Núñez. Estaban enojados con entre las masas y la élite socioeconómila traición de Núñez a su causa, ma- ca" que había observado durante sus nifiesta en el nombramiento de con- años en Europa—. 42 Propugnaba por servadores en altos cargos de gobier- un cristianismo práctico que habría de no. La sublevación fue aplastada sin llenar el "vado moral" que percibía dificultad y, en diciembre de aquel mis- en la sociedad moderna. Fue con ese mo año, Núñez pudo anunciar que la ánimo que apoyó las disposiciones Constitución liberal de Rionegro ha- constitucionales que hacían del catobía "dejado de existir". "Pronto el licismo romano la religión del Estapueblo se dará una nueva Constitu- do, y exigían que toda la educación ción", agregó, "que satisfaga sus ver- pública en Colombia se ajustara a la 40 Charles A. Hale, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, pp. 382-414. 41 Citado en H. Delpar, Op. cit., p. 31. 42 I. Liévano Aguirre, Op. cit., p. 319.

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doctrina de la Iglesia. Un año después de la ratificación de la Constitución, Colombia había firmado un Concordato con el Vaticano, que le confería a la Iglesia considerable libertad respecto del control estatal, asignaba recursos nacionales al mantenimiento de sus obras, y le devolvía propiedades confiscadas durante la época de los go.,biernos liberales." Núñez creía que él era el hombre que necesitaba Colombia para reconciliar y armonizar las instituciones nacionales. Al unir la Iglesia y el Estado, y a los dos partidos, consideró que desempeñaba un papel necesario para allanar el camino para la evolución de su país hacia el estado de desarrollo alcanzado por naciones como Inglaterra y Estados Unidos. Suscribía la idea de Herbert Spencer, según la cual los individuos son parte orgánica de la sociedad en general. Su progreso personal, así como el de la sociedad, necesariamente se consigue mediante la armonía y no mediante la lucha. La prudencia, la moderación y la moralidad eran cualidades que Núñez deseaba integrar a las instituciones colombianas. Escribió que "[...] estas seis palabras: justicia, seguridad, orden, estabilidad, libertad y progreso, tienen para el filósofo un mismo e idéntico significado"." Tres años antes de poder llevar a cabo su reforma, Núñez escribió un

ensayo donde ofrecía una justificación económica de la misma. Titulado "Trabajemos juntos", comenzaba con una sombría evaluación del atraso de la economía colombiana: Carecemos de seria industria doméstica, porque no tenemos maquinaria, ni arte, ni plena seguridad, ni otras cosas más indispensables, y debemos importar para nuestro consumo más de 12 millones de pesos anuales, que hoy no podemos pagar, porque lo costoso y tardío del transporte coloca nuestros productos exportables en el exterior en condiciones muy desventajosas respecto de las que reúnen los productos similares de otros países."

Señalaba que México, Argentina y Chile habían entrado en una nueva era gracias a los ferrocarriles, que les permitieron alcanzar paz y prosperidad. "Para Colombia", concluye, "ha llegado el momento, pues, de entrar en la corriente, si no queremos quedarnos clavados como postes en la ribera inmóvil y árida". Continuando con la metáfora, compara a Colombia con un navío presa de una peligrosa tormenta, que se aproxima a un promontorio: "y lo doblamos resueltamente, o sucumbimos"." La reforma económica ocupaba un lugar destacado en La Regeneración. Entre las primeras medidas adoptadas por Núñez para estimular la economía

43 El texto del Concottliato de 1887 se encuentra en J. Lloyd Mecham, Church and State in Latin America, Revised edition, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1966, p. 224. 44 R. Núñez, Op. cit., p. 357. 45 Ibíd., p. 387. 46 ltdd., pp. 393-394.

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22 / La modernización en Colombia estuvo la creación del Banco Nacional en 1881. Aproximadamente por la misma época, retiró a Colombia del patrón oro y pronto introdujo el uso del papel moneda. 47 Impuso tarifas para promover la naciente industria, así como impuestos internos que incrementaron los ingresos nacionales, aunque no lo suficiente como para eliminar el déficit." Núñez se esforzó también por promover la construcción de vías férreas, pero sus primeros intentos se vieron frustrados por la sublevación liberal de 1885. Sin embargo, continuó con su empeño y, para fines de la década del noventa, Colombia contaba con cerca de 650 kilómetros de vías férreas, más del doble de las tendidas hasta 1885. 49 Élites modernizadoras

La Regeneración consistió en una serie de medidas a través de las cuales las élites modernizadoras racionalizaron el Estado con el fm de alcanzar el progreso que consideraban deseable, necesario e ineludible. Era parte de un proceso de construcción del Estado que continúa actualmente, si bien en una atmósfera menos impetuosa que la del eurocéntrico mundo de los tiempos de Núñez. Los académicos moder-

nos señalan que Núñez y sus sucesores inmediatos no consiguieron gran cosa mediante sus reformas. Núñez no pudo captar mucho dinero con su arancel proteccionista, el Banco Nacional parecía generar sólo inflación, y la industrialización fracasó porque no había una infraestructura que la apoyara.5° Y El Regenerador no llevaba aún diez arios en su tumba cuando una nueva serie de desastres habría de azotar a la nación. No obstante, los colombianos no podían saberlo a comienzos de la década del noventa. Para ellos, el futuro no parecía tan sombrío. En efecto, muchos se veían animados y complacidos por los cambios que observaban a su alrededor. Típico de la optimista era de La Regeneración en Colombia fue Julio Palacio, de dieciocho años, quien se jactaba, en 1890, de haber "roto las marcas" en su viaje de cuatro días de Bogotá a Barranquilla, situada en la costa Caribe. Un trecho de noventa kilómetros, de Facatativá, en la Sabana de Bogotá, hasta Honda, había sido recorrido en sólo catorce horas. Esto sólo podía hacerse por una carretera enormemente mejorada respecto a la que existía diez años atrás. En Honda, Palacio observó "la intensa, casi febril" actividad del puerto ribereño, una de las primeras consecuencias de

47 W. P. McGreevey, Op. cit., p. 107. 48 Los impuestos produjeron de cinco a seis millones de pesos entre 1881 y 1883; los gastos correspondientes a este período fueron cerca de dieciséis millones de pesos. Luis Ospina Medellín, Santafé, 1955, p. 277. Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, 49 Ice., pp. 280-281. 50 Estos son los argumentos presentados por Jorge Orlando Melo, "La evolución económica de Colombia, 1830-1900", en: J. G. Cobo Borda y J. E. Ruiz, eds., Manual de Historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1979, pp. 203-205.

la bonanza de las exportaciones de café, que habría de revolucionar las finanzas nacionales durante las siguientes décadas." Las exportaciones de café se triplicaron durante los ocho años comprendidos entre 1887 y 1894, pasando de 111 mil a 338 mil sacos. Para 1898, el total ascendió a más de medio millón de sacos." En opinión de Antonio Roldán, un prominente político "nacionalista" de la época, fue el régimen del papel moneda de Núñez lo que alimentó la expansión del cultivo del café. Su única queja era la escasez de mano de obra, ocasionada por el traslado de los campesinos quienes, animados por las leyes agrarias aprobadas en las décadas del setenta y del ochenta, se mudaron a las frescas laderas donde se daba el café." Había otros indicios del progreso industrial que anhelaban los dirigen. tes colombianos. Tanto la Escuela Nacional de Minas como la Sociedad Colombiana de Ingenieros se fundaron en 1887. Dos años más tarde, la United Fruit Company se incorporó a Colombia, y aquel mismo año se estableció una planta para la producción de ácido sulfúrico en Bogotá. En 1891 se fundó la cervecería Bavaria en las afueras de Bogotá." Ésta representaba un progreso tangible y especialmente bienvenido. Por prime-

ra vez, los colombianos tenían acceso a una bebida higiénica, mucho más segura que la bebida indígena fermentada, la chicha, preparada en condiciones altamente insalubres. La nación estaba, en síntesis, lenta y dolorosamente, asumiendo los arreos de la vida moderna. Un daro indicio de que los tiempos estaban cambiando apareció bajo la forma de avisos de prensa que anunciaban los nuevos productos de la tecnología moderna. Conscientes, incluso en la década del noventa, de que el apoyo a las celebridades locales aumentaría las ventas, los comerciantes de los nuevos productos importunaron a conocidas figuras locales para que hablaran a favor de sus mercancías. Bavaria, la nueva cervecería, se aseguró el apoyo del ministro de relaciones exteriores, Marco Fidel Suárez. En Suárez tenían a una de las lumbreras de la política de la era de La Regeneración, un protegido del presidente encargado Miguel Antonio Caro. Suárez complació a los ejecutivos de Bavaria con el siguiente respaldo: Certifico que con el uso de la cerveza Bavaria me he mejorado mucho de una dispepsia que sufro hace algún tiempo. Las cervezas extranjeras, en vez de producirme este resultado, me producen el contrario.55

51 Julio H. Palacio, Historia de mi vida, Bogotá, Camacho Roldán, 1942, pp. 178-182. 52 I. Liévano Aguirre, Op. di., p. 372, ofrece las siguientes cifras para la producción de café colombiano a fines de la década del ochenta y comienzos de la del noventa: 1887, 110.866; 1894, 33726; 1895, 358.341; 1896, 475.356; 1897, 459.461; 1899, 531.432 (sacos de cincuenta kilos). 53 /bid., p. 360. 54 L Ospina Vásquez, Op. cit., pp. 308-309. 55 J. H. Palacio, Op. cit., p. 176.

24 / La modernización en Colombia Este hecho incitó a otro literato bo- durante la década del noventa, la tigotano a escribir, en un periódico de rada promedio de la prensa era sólo la ciudad, reprochando al ministro de mil copias. En una capital cuya su falta de elegancia, incluso su mal población alfabetizada no superaba los gusto, al escribir "Sufro de dispep- tres mil habitantes, y cuya élite intesia" y advirtiendo a Suárez que po- lectual estaba constituida por unos ponía en peligro su bien ganada repu- cos cientos de personas, los altos funtación como gramático y estilista cionarios del gobierno citaban bien y literario. Al día siguiente, Suárez con propiedad a los clásicos en dereplicó en un extenso artículo lleno fensa de su estilo literario. Fue este de referencias a los clásicos, en el que tipo de cosas lo que llevó a los bogotademostraba ampliamente que era nos a llamar a su ciudad la Atenas perfectamente correcto escribir, "Su- Suramericana. Dado el carácter cerrado de la élite fro de dispepsia"." Esta era la atmósfera pueblerina colombiana del siglo xix, no es de sorde la capital colombiana cuando na- prender que el famoso Marco Fidel ció Laureano Gómez a fines del siglo. Suárez fuese amigo de José Laureano En la época de este animado y culto Gómez, el irascible comerciante de intercambio, Bogotá contaba apenas joyas recientemente llegado de Sancon 85 mil habitantes, y otros 50 mil tander. Tampoco es de sorprender en su entorno inmediato." Y esta po- que Suárez ocasionalmente visitara la blación continuaba siendo notable- primera residencia de los Gómez en mente indiferenciada, como lo evi- la carrera Sexta, a pocas cuadras del dencian varios aspectos de las palacio presidencial y de los ministecampañas publicitarias de la cervece- rios de gobierno. Y la oficina de Suáría Bavaria. La mayor parte de los re- rez, en el Ministerio de Relaciones sidentes, cerca del 80%, no podían Exteriores, se encontraba a sólo dos leer el elogio que hacía Marco Fidel cuadras de la residencia de los Gómez. Suárez de la cerveza Bavaria. Pero Fue así como Suárez, futuro presidenesto carecía de importancia, pues la te de Colombia, llegó a conocer al fumayor parte de la dase baja colom- turo presidente Laureano Gómez, biana no podía permitirse el lujo de cuando éste contaba sólo con dos años comprar los periódicos ni la costosa de edad. Con el transcurso del tiemcerveza embotellada. El tamaño del po, se veían con frecuencia. Ciertaestrato superior de la sociedad colom- mente, se vieron con excesiva frecuenbiana se deduce del hecho de que, cia para el gusto de Suárez.

56 Ibkl., pp. 176-177. 57 E. Reclus, Op. cit., p. 193. José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santa Fe de Bogotá, Madrid, Aguilar, 1957, sostiene que la población ampliada de Bogotá en 1893 era de ciento cincuenta y tres mil habitantes.

Colombia a fines del siglo xix I 25

Lugar de nacimiento Laureano Gómez era el tercero de los seis hijos de José Gómez y su esposa Dolores." Cuando aún no había cumplido un mes de edad, sus padres lo llevaron a la iglesia del barrio Santa Bárbara, a tres cuadras de su casa por la carrera Sexta, donde fue bautizado Laureano Eleuterio Gómez Castro. El joven sacerdote Carlos Cortés Lee ofició la ceremonia." José Gómez prosperó en su negocio y pronto pudo mudarse con su creciente familia de su modesta casa de un piso en la carrera Sexta, a una imponente estructura de dos pisos en la carrera Séptima." La ubicación de esta nueva casa fue especialmente afortunada. Dado que estaba situada detrás de su residencia original, a la que se accedía a través de un portal abierto en un muro común trasero, las posesiones familiares sólo hubieron de ser trasladadas unos pocos metros a su nueva morada.61 Espaciosa y de estilo colonial, estaba situada en la principal avenida de la capital, conocida como calle Real, calle de la Carrera o, sencillamente, Séptima. Por el hecho de encontrarse al frente de la plaza de la histórica

iglesia San Agustín, en ocasiones se referían a la cuadra donde estaba la casa por su nombre colonial, el Camellón de San Agustín. A media cuadra se encontraba el puente que cruzaba el río San Agustín. A la izquierda, en la siguiente cuadra, se alzaba el Palacio de la Carrera, residencia del presidente de Colombia. Tres cuadras arriba, sobre la carrera Séptima, estaba el epicentro de la ciudad, la Plaza de Bolívar. En el costado sur de la plaza se hallaba el Capitolio, y en su costado oriental la catedral. Al lado de la catedral, cruzando la carrera Séptima desde el Capitolio, estaba el Colegio de San Bartolomé, una escuela dirigida por los jesuitas, a la que habría de asistir más tarde Laureano Gómez." La casa San Agustín fue el hogar de Laureano Gómez hasta cuando la dejó para formar su propia familia más de veinte años después. Al igual que muchas otras casas similares del centro de Bogotá, tenía altas puertas de madera, ventanas de postigos, y un

balcón que ofrecía una vista de la ciudad y de sus alrededores, así como de las montañas que bordeaban el altiplano cerca de treinta kilómetros

58 Los hijos fueron, en orden de edad, Ana Josefa, Anatolia, Laureano, José (Pepe), Jesús y Dolores. Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1984. 59 El padre Cortés Lee, quien ofició el bautismo el 15 de abril de 1889, se habría de convertir en uno de los principales dirigentes espirituales de Colombia, y se hizo famoso por su elocuencia y sus escritos religiosos. 60 Es probable que ambas casas fueran alquiladas. Poco se sabe de la naturaleza específica del negocio de José.)Gómez, excepto que involucraba comercio al detal, especialmente en joyas localmente trabajadas. Es posible también que prestara dinero. 61 Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1984. 62 Los planos de Bogotá de 1792, 1852 y 1965 están agrupados en las páginas 122-123 de Eduardo Acevedo Latorre, ed., Atlas de Colombia, Bogotá, Litografía Arco, 1967.

26 / La modernización en Colombia

Colombia a fines del siglo xix I 27



al occidente. El portón se abría sobre un zaguán, o pasillo corto, que llevaba al espacioso patio central. Detrás de éste, por otro pasillo, se llegaba a un patio más pequeño con la cocina y el lavadero, que daba acceso a las habitaciones de los sirvientes. Detrás de la casa había un espacio abierto y sin pavimento, el solar. Tenía un gallinero, cuerdas para colgar la ropa, una pequeña huerta de hierbas aromáticas y la miscelánea necesaria para el mantenimiento de la casa. El salón, el comedor, la oficina de José Gómez y varias habitaciones más se abrían sobre el patio principal. Las habitaciones de la familia se encontraban en el segundo piso. Por el costado izquierdo había un balcón que se extendía a lo largo de la casa sobre el patio, donde se recibía el sol de la tarde en aquellos días en los que el cielo estaba despejado. Aquél era el lugar predilecto de Dolores de Gómez. A menudo se sentaba en el balcón, ocupada con su costura y conversando con las señoras de la comunidad de Ocaña que vivían en Bogotá, quienes la visitaban para compartir taus de chocolate caliente o de tinto. La vida era placentera en la gran casa cerca del puente de San Agustín. Las mañanas resonaban con las lecciones de los niños pequeños quienes, en aquella época, recibían educación primaria en su hogar. Bajo la tutela de su madre, Laureano y sus hermanas aprendieron a leer, a escribir, matemáticas básicas y rudimentos de geografia y literatura. Se prestaba especial atención a la instrucción de Laureano pues, por ser el hijo mayor, sería el primero en obtener su

diploma de secundaria, el bachillerato, un objeto preciado al que sólo una

pequeña minoría de colombianos tenía acceso. Los niños pasaban las tardes estudiando o jugando en el agradable patio central, lleno de jaulas de pájaros, flores y arbustos en macetas. Dolores de Gómez y sus hijos permanecían cerca de la casa, pues las calles les pertenecían a los hombres y a los miembros de las clases bajas. Los sirvientes salían por lo general para hacer las compras necesarias, y un desfile de vendedores ambulantes ofrecían su mercancía en carretas que atravesaban regularmente el distrito residencial. Las únicas incursiones al mundo exterior tenían lugar los domingos, cuando cruzaban la calle para oír misa. Aquellas ocasiones eran de especial importancia para Laureano quien, después de cumplir cinco años, ayudaba en la misa como acólito. Así transcurrían los días para la familia del comerciante José Laureano Gómez. Seguro en su casa de dos pisos, el joven Laureano sólo tenía que aguardar el día en que, libros en mano, ingresara a la vida de la dudad. José Gómez no era un miembro de la élite adinerada de Colombia. No poseía riqueza en tierras, ni estaba directamente involucrado en la industria del café. Sin embargo, él y su familia eran miembros de la clase alta colombiana, así no fuese más que por la casa que alquilaron desde comienzos de la década del noventa hasta 1916. Había únicamente cuatrocientas casas de dos o más pisos en Bogotá por aquella época, y el alquiler de una de ellas, en una ubicación privilegiada como la de

la casa de San Agustín era, en promedio, de doscientos pesos mensuales.° Esto representaba veinte veces el salario mensual promedio de un trabajador capacitado, y era igual al salario total del alcalde de la ciudad." Los ciudadanos más acaudalados de Bogotá se distinguían fácilmente de la población en general, a fines del siglo xix. No sólo habitaban en los ve-

cindarios del centro en casas imponentes, sino que habitualmente eran más altos y blancos que sus conciudadanos, ya que eran criollos —personas de ascendencia europea—, o bien, como la familia Gómez, mestizos de ancestro predominantemente europeo. Usaban las últimas modas europeas, vestidos que compraban en almacenes exdusivos situados en la calle de Florián, al norte de la Plaza de Bolívar. Los extranjeros que visitaban a Boga tá observaban que los miembros de la élite se esforzaban por distanciarse de los otros ciudadanos. William Curtis, quien dirigió la misión comercial de Estados Unidos a Colombia en la década del ochenta, advirtió que, cuando se trataba con la dase alta, "es absolutamente necesario hablar francés para entenderse". Observó también que sus esfuerzos por diferenciarse se extendían incluso a las comidas —o

al menos a las comidas que servían a los visitantes extranjeros—: "Las quebradas están llenas de peces, y las montañas de caza; sin embargo, la gente prefiere el tocino y el bacalao a los lujos naturales de su país".° En opinión de Curtis, los miembros de la élite, para quienes los via-

jes a Europa y los estudios avanzados allí eran la norma, preferían a Francia por sobre otros países. Otro extranjero, el alemán Alfred Hettner, quien vivió de 1882 a 1884 en Colombia, coincidió en afirmar que si bien los habitantes más adinerados de Bogotá visitaban a Inglaterra o a Estados Unidos por razones comerciales, París era su destino predilecto. TM El 'hecho de que ni José Gómez ni su esposa hubieran viajado nunca a Europa sugiere que no pertenecían al estrato social más alto de la ciudad.° Alrededor de los exclusivos barrios residenciales del centro se encontraban los hogares de la clase media. Tenderos, comerciantes y funcionarios del gobierno vivían en modestas casas de un piso, más pequeñas en todos los aspectos que las mansiones de balcones de los ricos. El alquiler mensual de una casa de techo de teja oscilaba entre los sesenta y los ciento veinte pesos, cifra mucho mayor al salario

63 A. Hettner, Op. cit., pp. 83-84. 64 Miguel Urrutia y Mario Arrubla, Compendio de estadísticas históricas de Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1970, pp. 47, 55-56. 65 W. E. Curtis, Op. cit., pp. 248, 252. 66 A. Hettner, Op. cit.,Qit. 91. 67 Laureano Gómez no pudo viajar a Europa hasta después de haber llegado a la edad madura. La herencia que recibió de su padre, quien murió en 1905, no fue cuantiosa. Gómez y su familia partieron para una larga estadía en Europa en 1928, poco después de la muerte de su suegro. Su destino principal fue París.

28 / La modernización en Colombia mensual promedio de un bogotano que tuviera un empleo de cuello blanco." Esto obligaba a las familias a recibir arrendatarios o familiares para pagar el alquiler. A Alfred Hettner le impresionaron los alquileres en Bogotá, pues eran más altos que en la mayoría de las ciudades alemanas. El hecho de que sólo hubiera tres mil casas de uno y dos pisos en Bogotá, en una época en la que su población llegaba a cien mil personas, sugiere que se daban condiciones de aglomeración y presión al alza de los alquileres. Muchos de los miembros de la dase media baja eran tenderos que vivían en la parte de atrás de sus establecimientos, que se alquilaba hasta por ochenta pesos mensuales." Las condiciones de vivienda eran inhumanas si las juzgamos con criterios modernos, pues la gente carecía de instalaciones adecuadas para el aseo y la cocción de los alimentos. Los desperdicios de las casas, por lo general se botaban a la calle, y los desechos de la noche se depositaban en desagües que corrían por el centro de las calles de la ciudad. Como la mayor parte de las edificaciones de la época eran construidas con ladrillos de adobe sin cocer que absorbían la humedad, eran frías y húmedas, e insalubres durante todo el año. La mayoría de los bogotanos de fines del siglo xix pertenecían a las da-

Colombia a fines del siglo xix / 29 ses bajas. Vivían aún más lejos del centro, en congestionadas chozas de techo de paja. Su dieta y estilo de vida eran sencillos, pues induso los trabajadores capacitados ganaban, en aquella época, un promedio de quince pesos mensuales, y los artesanos veinte." El vestido distinguía y diferenciaba a la clase baja de las clases media y alta. Estos últimos usaban trajes europeos, mientras que los primeros llevaban alpargatas, sombreros de paja y ruanas. La dase baja de Bogotá era amplia y amorfa. Su élite estaba conformada por artesanos, muchos de los cuales eran propietarios de sus talleres, y su franja inferior estaba poblada de jornaleros, desempleados y una considerable subclase de mendigos y rateros. Los visitantes extranjeros advirtieron la ausencia de industria en la Bogotá de las décadas del ochenta y del noventa. El geógrafo francés Eliseo Reclus escribió que Colombia, con el doble de la población de Venezuela, tenía la mitad de su industria; Alfred Hettner dudaba de si la cervecería Bavaria y unas pocas imprentas podían siquiera ser consideradas como industrias." Con excepción de bienes de lujo importados y costosos, disponibles en unas pocas tiendas, los bienes nacionales eran de mala calidad, induso primitivos. "Pocos países habrá, dominados como éste por el principio de 'barato y malo m, escribió

68 Los empleados de oficina del sector público ganaban setenta pesos mensuales. Esto indufa secretarias, contadores y dependientes. M. Urrutia y M. Anubla, Op. cit., p. 59. 69 A. Hettner, Op. cit., p. 83. 70 M. Urrutia y M. Anubla, Op. cit., p. 147. 71 E. Redus, Op. cit., pp. 193-194; A. Hettner, Op. cit., p. 91.

Hettner, explicando que "gran parte de la población apenas vive al día, y no puede, por lo tanto, incurrir en el momento en desembolsos mayores"." Los precios en la mayoría de las tiendas de Bogotá no eran fijos, razón por la cual los compradores podían negociarlos hasta bajarlos a niveles aceptables. El espíritu comercial que predominaba en naciones más

desarrolladas no se había afianzado en la Bogotá de la juventud de Laureano Gómez. Como observó Alfred Hettner: El apuro febril, tan de usanza en los Estados Unidos, no se conoce aquí. Todo se hace de manera acompasada, habiendo siempre tiempo para una charla. Uno se pasea lentamente por la calle, se encuentra con un amigo [...] para continuar todos charlando por horas, parados en medio del andén, cerrándoles así despreocupadamente el paso a los transeúntes. O se entra al almacén de algún amigo, no pensando en hacer una compra o en cerrar un negocio, sino simplemente para pasarse una horita charlando." Las interminables conversaciones de los tenderos de la ciudad evidentemente irritaban al alemán, quien agregaba que, gracias a la costumbre de bromear con los extranjeros sin experiencia,

Toda transacción requiere el doble, el triple, y hasta diez veces el tiempo que nosotros solemos concederle. Pero, sea en pro o en contra, el factor tiempo todavía no ha llegado a tener importancia en la vida de los colombianos." No es de sorprender, entonces, que en un contexto semejante, los ciudadanos se relacionaran entre sí de maneras que podían caracterizarse como premodernas. Bogotá era diminuta según los criterios urbanos actuales, y había poca conciencia de clase en el sentido moderno de la palabra. Las distancias sociales a fines del siglo xix en Colombia no promovían la conciencia de dase del proletariado, como lo observa el historiador Malcolm Deas:

La distancia entre los extremos en Colombia era tal vez modesta comparada con otras sociedades, pero en cualquier caso, los nuevos conflictos no se daban entre tales extremos y, sin embargo, había conflictos en una sociedad donde la escala era mínima."

El escritor Rafael Serrano observa lo mismo cuando evoca la Bogotá de su juventud como un lugar con un estilo de vida plácido y monótono, "sujeto a las mismas reglas que habían prevalecido desde la Colonia"."

72 A. Hettner, 'bid., p. 116. 73 Ibíd., p. 85. 74 Ibíd., p. 117. C.5 75 Malcolm Deas, "Colombia, Ecuador y Venezuela, c. 1880-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, vol. 5, Nueva York, Cambridge University Press, 1991, pp. 660, 661. 76 Rafael Serrano Camargo, En aquella ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, p. 24.

Colombia a fines del siglo xix 1 31



30 / La modernización en Colombia La dinámica de la relación entre clases en las ciudades colombianas de aquella época está sugerida en el estallido de viólencia de las clases obreras ocurrido en 1893. A comienzos de enero de aquel año, José Ignacio Gutiérrez publicó, en el semanario bogotano Colombia Cristiana, varios artículos que llevaban por título común "Mendicidad". El tema eran los pobres de Bogotá, a quienes acusaba de haberse convertido en personas disolutas e inmorales, adictas a las bebidas fuertes, una vez que abandonaban el campo para establecerse en la ciudad. Su condena indiscriminada de los pobres como una clase sencilla e indiferenciada, unida a la inferencia de que las personas adineradas eran intrínsecamente superiores al resto, encolerizó a los artesanos de la ciudad. Ocasionó acaloradas reuniones, donde se acordó amenazar a Gutiérrez. Los funcionarios de la ciudad le ofrecieron al periodista protección policial, lo cual caldeó aún más los ánimos. El segundo día de los disturbios, el 16 de enero, hubo un enfrentamiento. La policía disparó sobre una muchedumbre de artesanos para terminar una tarde de lanzamiento de piedra. La mayor parte de las estaciones de policía de la ciudad fueron sitiadas, y el mobiliario de

las casas del ministro de gobierno, del alcalde de Bogotá, del gobernador de Cundinamarca y de varios ciudadanos particulares fue destruido. Los huelguistas irrumpieron también en un correccional dirigido por José Ignacio Gutiérrez, el Asilo de San José, y liberaron a todos los prisioneros. Entre tanto, el presidente encargado, Miguel Antonio Caro, declaró perturbado el orden público y envió tropas a Bogotá. Esto terminó con los disturbios, pero no antes de que hubiera muerto un policía, y veintiún policías y treinta y un artesanos resultaran heridos, según los estimativos oficiales. Las fuentes extraoficiales hablaban de cincuenta muertos." La huelga de los artesanos bogotanos en 1893 no fue realmente un movimiento de conciencia de clase, sino más bien el clamor de hombres honorables de la clase baja en defensa de su honor. En palabras del gobernador Antonio B. Cuervo, [...] no fue un asunto de movimiento político, ni de un plan comparable a aquellos a los que el socialismo y el espíritu del anarquismo acostumbran engendrar en la sociedad." Sin embargo, había ya indicios de las protestas urbanas que habrían de ocurrir después. Se ha sugerido

77 J. H. Palacio, Op. cit., pp. 186-192; H. Delpar, Op. cit.., p. 156. David L Sowell, historiador del

movimiento laboral durante aquellos años, escribe que los disturbios "reflejaron la división de la clase [obrera] más que su unidad". Véase Early Latin America Labor Movement Artisans and Polla in Bogotá, 1832-1919, Filadelfia, Temple University Press, 1992, p. 108. Véase también el artículo de David L. Sowell, "The Bogotazo: Artisans and Public Violente in Late Nineteenth Century Bogotá", Journal of Latin American Studies, 21(2), may., 1989, pp. 267-282. 78 H. Delpar, Op. cit., p. 156.

que algunos de los manifestantes estaban inspirados por ideas anarquistas, y lo mostraban al agitar banderas negras. A otros se les escuchó gritar, "!Viva la comuna!"." Rafael Núñez, al recordar los desórdenes públicos que había presenciado durante sus años en Europa, consideró esta manifestación como evidencia de que "el flagelo del socialismo" había invadir do a Colombia." Incluso más diciente que el hecho de que los disturbios ocasionados por los artesanos contuvieran algunos elementos de protesta de clase contra la autoridad, fue que la mayor parte del nuevo alumbrado público a base de electricidad fuera destruido por los manifestantes. No habían transcurrido tres años desde que se colocaron los primeros doscientos faroles de arco eléctrico de mil ochocientas velas en el centro de la ciudad. Tres cuartas parte de ellos fueron destruidos en los disturbios del 14 y 15 de enero de 1893. El sistema nunca fue reparado, y habrían de pasar varios años antes de que estos faroles de arco fueran sustituidos por nuevos faroles de luz incandescente."

A la mayor parte de los viajeros que visitó la capital de Colombia durante las décadas del ochenta y del noventa les impresionó la piedad y el carácter inofensivo de los pobres, que tanto abundaban. En palabras del infatigable Hettner, los pobres "acostumbran arrodillarse humildemente ante el crucifijo". Eran un conjunto sombrío. "Por cierto que tampoco prevalece una emoción hilarante entre el pueblo". Agrega Hettner que la gente tampoco era dada a "casos de apreturas o empujones censurables" en las ceremonias religiosas." Ocasionalmente, sin embargo, ocurrían tragedias en las atestadas iglesias de aquella época, como la que tocó a la familia de José Gómez. Durante una misa especialmente congestionada en la iglesia San Agustín, el niño Jesús Gómez fue presionado contra uno de los pilares del altar por una muchedumbre de devotos. Esto le ocasionó lesiones internas, de las que murió días después." La muerte no era una extraña en los hogares de la ciudad. Las tasas de mortalidad eran altas en Bogotá y, en general, en Colombia, a fines del

79 Mauricio Archila, "La clase obrera colombiana, 1886-1930", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, p. 220. 80 H. Delpar, Op. cit., p. 156. 81 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 58. Las implicaciones sociales de la destrucción del alumbrado público son exploradas por Wolfgang Schivelbusch, en: Disenchanted Night. The Industrialization of Light in the Nineteenth Century, Berkely, University of California Press, 1989, passim. Schivelbusch encuentra que "cada ataque contra un farol público [en las ciudades europeas del siglo XIX] era un pequeño acto de rebelión contra el orden que encarnaba" (p. 98)1.1I primer alumbrado público europeo estaba bajo la autoridad de la policía; París perdió la mayoría de sus faroles públicos en la revuelta popular contra la autoridad ocurrida en julio de 1830. 82 A. Hettner, Op. cit., pp. 74, 128. 83 Entrevista personal con Álvaro Gómez, 15 de abril de 1984.

32 / La modernización en Colombia siglo xix. Las malas condiciones sanitarias y la comida y el agua potable contaminadas hacían que la disentería, la amibiasis y la gastroenteritis fuesen endémicas en la población. La lepra y la elefantiasis eran enfermedades frecuentes, y cada cierto tiempo brotes de tifo y de cólera azotaban la ciudad. El alcantarillado fluía a los dos principales ríos de Bogotá, el San Agustín y el San Francisco, cuyas nubes de moscas y malos olores eran sus características más notables. Prisioneros provistos de varas de bambú empujaban hacia el río las aguas negras que se posaban en las riberas. Durante los aguaceros, tan frecuentes en Bogotá, torrentes de agua diseminaban los desperdicios hacia las puertas de las casas, incluso cuando se limpiaban los canales de los ríos." Se decía que los buitres, que se contaban por miles en Bogotá, eran los principales funcionarios de higiene de la ciudad. Estos desagradables hechos de la vida de la Bogotá preindustrial llevaron a uno de sus visitantes, el viajero norteamericano Francis Nicholas, a escribir lo que sigue, que constituye la descripción menos favorable de la ciudad a fines del siglo: La ciudad es un lugar lleno de alima-

ñas y de mugre en descomposición; un lugar donde los incidentes comunes que ocurren en las calles no son

Colombia a fines del siglo xtx / 33

objeto apropiado de descripción; donde hay un enjambre de mendigos, que exhibe llagas asquerosas y miembros descompuestos, que incluso lanza sus sucios cuerpos para tocar a los transeúntes, mientras que exigen, no piden, limosnas; donde gente de malos modales, arrogante y excesivamente ataviada, hace una vulgar exhibición de su ropa, mientras se pavonea y se pelea por el primer lugar.85 Los servicios de bienestar social

eran prácticamente inexistentes. Al otro lado de la Plaza Santander, sobre la Séptima, se encontraba un orfanato. En el muro había una pequeña abertura donde niños enfermos o no deseados eran abandonados bajo el amparo de la oscuridad.86 Escenas de imprevista crueldad pasaban casi desapercibidas en las calles. Francis Nicholas observó un caso de maltrato infantil tan sobrecogedor, que recordó "cómo añoraba la Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Niños". Pero luego recordó también que era un extraño en la ciudad, que no conocía a nadie allí, y que "sólo había encontrado escasa cortesía en los asuntos ordinarios". Así que se apresuró a marcharse de Bogotá, lugar que recordaba como un sitio cuyas leyes no contemplaban a los desamparados, cuyos ciudadanos no prestaban atención a los pobres y cuyas

calles "están llenas de escenas de suciedad, miseria y degradación"." Bogotá era una ciudad fría, azotada frecuentemente por lluvias que bajan de la cadena de montañas que se encuentra en su costado oriental. El clima frío y húmedo, y el cielo nublado parecían afectar a la población, cuyo color predilecto para el vestido era el negro, y cuya actitud era sombría, por no decir melancólica. Los transeúntes lucían caras fúnebres mientras se apresuraban por las calles, con los ojos fijos en el suelo. Al menos esa era la impresión de Julio Palacio, uno de los aproximadamente diez mil estudiantes que se encontraban en la ciudad en la década del noventa.88 Su recuento de la sociedad y la política en la capital de la nación constituye en ocasiones una de las más penetrantes descripciones de la vida en Bogotá a fines del siglo. Es particularmente valioso porque, como colombiano y como "intruso", pudo redactar una crónica a la vez informada y desapasionada. A través de la obra de Palacio, llegamos a percibir la Bogotá de la década del noventa como una ciudad cerrada, algo hostil. La Bogotá de Palacio era un lugar aislado del mundo exterior, poco accesible para quienes querían hacer parte de su vida. Puede sentirse su aislamiento en la descripción de un gran baile en el

palacio presidencial en 1891. Se trataba de un evento exclusivo al que sólo había sido invitada "la crema" de la sociedad capitalina. Al joven de dieciséis arios se le permitió observar, desde el otro lado de la calle, la llegada de los "cachacos" 89 y sus damas, integrantes de la élite bogotana. La mayoría llegaba en carruajes tirados por caballos, llamados landós. Palacio re-

cordaba:

Hacían un ruido infernal las ruedas sin llantas y los cascos de los caballos al chocar con los pavimentos de anchas y duras piedras. De pie sólo veíamos pasar a los caballeros solteros y solterones, a los elegantes de la época, y a unas pocas familias que tenían sus casas cerca del Palacio de la Carrera. 9°

José Gómez y su esposa, casi con seguridad no asistieron a aquella velada, aunque su amigo soltero, Marco Fidel Suárez, seguramente sí había sido invitado. Probablemente había llegado a pie, y había pasado cerca del joven Julio Palacio. Y Laureano Gómez escuchó sin duda el ruido de las ruedas de los carruajes en la Avenida de la Carrera. Es posible que Dolores de Gómez haya salido al balcón de su casa, sosteniendo a su primogénito, para que él también pudiera ver la incitante escena que se desarrollaba calle arriba, poco más allá del puente de San Agustín.

84 La mayor parte de quienes escribían sobre la ciudad comentaban sobre los ríos contami-

nados de Bogotá. Estos ríos fueron pavimentados durante el gobierno de Rafael Reyes, 1904-1909. Actualmente corren bajo la calle Séptima y la Avenida Jiménez. 85 Francis C. Nicholas, Across Panama and Around the Caribbean, ed., Nueva York, H. M. Caldwell, 1909, p. 345. 86 A. Hettner, Op. cit., p. 71.

87 88 89 90

E C. Nicholas, Op. cit., p. 347. J. H. Palacio, Op. cit., p. 154. Cachaco; sinónimo del bogotano vestido a la moda. J. H. Palacio, Op. cit., p. 33.

Cómo se educó la Generación del Centenario /

1930 y 1953. Aquellos años pueden acertadamente llamarse El reinado de los centenaristas.

2 Cómo se educó la Generación del Centenario La mentalidad victoriana comienzos de 1897, Laureano A Gómez, que acababa de cumplir ocho

años, comenzó sus estudios formales en el Colegio de San Bartolomé, una institución dirigida por jesuitas, que se encontraba apenas a dos cuadras de su casa. Gómez y los otros escolares que se apresuraban por las heladas calles de Bogotá aquella mañana de febrero habrían de ser conocidos como la Generación del Centenario, pues ingresarían a la vida pública por la época en la que Colombia celebraba el primer aniversario de su independencia, en 1910.' Entre los jóvénes que habrían de convertirse en prominentes hombres públicos en Colombia estaba Eduardo Santos, de nueve

años. Al igual que Gómez, había nacido en Bogotá en una familia recién llegada de provincia. Otro era Alfonso López Pumarejo, de once años, hijo de un próspero comerciante de Honda. En aquel momento, López era conocido principalmente por sus grandes dientes, lo cual le ganó el apodo de El melón. Caminando en la misma dirección de López, pues asistían al mismo colegio, sobresaliente por su extraordinaria estatura y rubia tez, estaba Enrique Olaya, de diecisiete años, a quien se referían como El mono de Guateque, población al norte de Bogotá, a un día de camino. Todos estos jóvenes, y otro más, como Mariano Ospina Pérez, de siete años, quien había asistido al colegio en Medellín, habrían de ser presidentes de Colombia entre

1 Los historiadores colombianos han encontrado que el concepto generación es un útil recurso heurístico. Luis López de Mesa hizo extenso uso de él. Véanse sus observaciones sobre los Centenaristas en su libro Escrutinio sociológico de la historia colombiana, 2•' ed•, Bogotá, ABC, 1955, pp. 198 y u.; y en Obras selectas, Ramiro Carranza, comp., Bogotá, Cámara de Representantes de Colombia, 1981, pp. 45-48. Dos estudios generacionales completos son: Abel Naranjo Villegas, Generaciones colombianas, Bogotá, Banco de la República, 1976; y Ernesto Cortés Ahumada, Las generaciones colombianas, Tunja, Imprenta Departamental, 1968.

Entre sus compañeros, todos escolares en 1897, se encontraban también Luis López de Mesa, de diez años, Luis Eduardo Nieto Caballero, de nueve, y Luis Cano, de ocho años. Roberto Urdaneta, quien, como Laureano Gómez, asistía al Colegio de San Bartolomé, tenía siete años, y Esteban Jaramillo, diez. Un extraordinario cuerpo de profesores aguardaba a los jóvenes escolares. En su mayoría eran hombres maduros, pertenecientes a la llamada Generación de 1870, aunque en ocasiones se alude a ellos como la Generación clásica; eran versados en latín, griego y filosofía, y en su mayoría habían sido entrenados para carreras en derecho y, en general, para los más escogidos cargos públicos. Algunos pocos podrían clasificarse como educadores profesionales, pues dedicaron buena parte de su vida a enseñar en los colegios que ellos mismos fundaron. Entre estos se encontraban Jesús Casas, Ignacio Espinoza, Antonio José Iregüi, Luis A. Robles. Muchos sacerdotes eran miembros de órdenes de enseñanza. Se destacaban en este aspecto los agustinos, los jesuitas y los hermanos cristianos. Los profesores de los Centenaristas pasaban más tiempo de sus vidas productivas fuera de las aulas que dentro de ellas. Esto era especialmente cierto en los niveles laperiores de educación, donde doctores, abogados y funcionarios públicos buscaban el tiempo para enseñar una o dos clases

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en un colegio privado de su preferencia. La mayoría de los presidentes colombianos del siglo xix y comienzos del xx se desempeñaron como docentes antes o después de ser elegidos para esa dignidad. Santiago Pérez, Miguel Antonio Cato, José Manuel Marroquín y Nicolás Esguerra fueron profesores durante una etapa anterior; Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez algo más tarde. Abadía, quien era considerado por muchos mejor profesor que jefe de Estado, fue una excepción, pues continuó enseñando derecho en la Universidad Nacional de Colombia durante su período presidencial. Aquellos dirigentes de la sociedad colombiana eran conscientes de que el destino de la nación estaba en sus manos. Altamente cultivados como grupo, miembros de una élite para la cual los viajes y los estudios en el extranjero eran algo común, se esforzaban por mantenerse al tanto de los acontecimientos que se desarrollaban en Europa y en otros lugares, y por impartir sus percepciones a sus estudiantes. Los profesores de los Centenaristas representaban, en síntesis, el mejor cuerpo profesoral, el más cosmopolita que podía ofrecer la nación a sus futuros dirigentes. A pesar de sus diferencias políticas inmediatas, compartían una visión del mundo, una concepción victoriana, que trascendía el país. Los profesores de Laureano Gómez, Alfonso López y sus compañeros, eran hombres confiados, conscientes de que vivían un momento de cambios asombrosos en el mundo. Sabían también

36 / La modernización en Colombia con certeza que estaban situados en el ápice de la estructura social colombiana. En un país como Colombia, donde las masas respetaban tanto más a quienes eran mejores que ellos cuanto más pobres e ignorantes eran, nadie tenía razones para dudar de que serían aquellos quienes conducirían al país hacia el inevitable progreso. A pesar de que ocupaban un lugar periférico en el maravilloso mundo euro-

céntrico, hacían, sin embargo, parte de él, y estaban destinados a lograr

grandes cosas. Durante décadas, los dirigentes colombianos habían intensificado su elocuencia cuando hablaban de los cambios inminentes. A mediados del siglo, José Eusebio Caro, uno de los fundadores del Partido Conservador y padre de Miguel Antonio Caro, aseguraba a sus hijos que, para fines del siglo, los barcos de vapor, las carreteras y el telégrafo fortalecerían la economía nacional, garantizando así una continua estabilidad social. Miguel Samper, un contemporáneo de Caro, contemplaba domar los ríos del país, en especial el Salto del Tequendama, cuya fuerza, predijo, "transmitiría eventualmente luz y calor a Bogotá".2

Casiveloufcntprse sueño convertido en realidad, pues su

hijo, Miguel Samper Brush, utilizó,

en efecto, el río Bogotá para alimentar el primer, generador eléctrico de la capital, el cual entró en operación a mediados de la primera década del siglo xx.3 Su contemporáneo, Salvador Camacho Roldán, hizo eco de su fe en el poder redentor de la tecnología: "Quedarse atrás en la carrera de las ciencias —dijo en un discurso pronunciado en 1882— es morir".4 Incluso el austero Rafael Núñez no pudo dejar de verse profundamente afectado por los avances físicos realizados en Inglaterra durante los años en que residió en dicho país. Sus escritos abundan en pasajes que muestran que también él compartía el optimismo fundamental de la época. "Las sociedades progresan a través de un movimiento uniformemente acelerado —escribió—. Es la doctrina positivista y utilitaria de la evolución científica". 5 Los dirigentes colombianos eran versados en las obras de los principales teóricos sociales europeos —"provecho de nuestro idealismo", como solía llamarlos Armando Solano—. Al igual que sus contemporáneos en otros países de América Latina, encontraban esperanza y consuelo en las enseñanzas de Herbert Spencer, según

2 Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo xtx, Bogotá, Temis, 1964, pp. 202203; Miguel Samper, Escritos político-económicos, vol. 2, Bogotá, Banco de la República, 1977, p. 161. 3 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 arios. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, pp. 58-59. 4 Salvador Camacho Roldán, Artículos escogidos, Bogotá, Librería Colombiana, s.f., p. 71. 5 Joaquín Estrada Monsalve, Núñez, el político y el hombre, Bogotá, Siglo XX, 1946, p. 132.

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las cuales la sociedad humana es análoga a un organismo vivo. Así como evolucionan los organismos, evoluciona también la sociedad. Spencer enseñaba que las diferentes sociedades se desarrollan de acuerdo con sus propias y únicas características. Los colombianos podían entonces inferir que, si se dedicaban con ahínco al estudio de "la verdad científica y práctica", en palabras de Carlos Martínez Silva, Colombia llegaría a "satisfacer los requisitos de nuestra era de progreso y desarrollo".' Esta convicción fue la justificación de la colaboración entre Núñez y Caro durante la década del ochenta y después. Comprendían que la nación era una entidad cuyo destino ellos mismos podían moldear si reconocían como su principal prioridad la necesidad de calmar las pasiones nacionales con el fm de hacer posible el progreso que hasta entonces había eludido al país. Los liberales también actuaban con base en la premisa spenceriana, según la cual la sociedad es un todo orgánico. Camacho Roldán dijo a sus estudiantes en 1882 que debían verse todos a sí mismos como jardineros, y a la nación como un fruto en maduración que, mediante especiales cuidados, podría llegar a su perfección. Pedagogo y liberal radical, Antonio José Iregüi prefería las metáforas inorgánicas. Para él, la "historia evolucionista" y la "historia geológica" eran

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una y la misma cosa. En una conferencia dictada en 1896, les aseguró a los estudiantes que el registro de los logros humanos en el tiempo es fácil objeto de estudio empírico, similar al de las capas de la corteza terrestre.' Los dirigentes colombianos de la era de La Regeneración creían que Inglaterra era el país al que debían imitar. Inglaterra era la patria del gran Herbert Spencer, y un modelo para las naciones menos afortunadas, que se esforzaban por iniciar su propio proceso de industrialización. Inglaterra, Alemania y Francia habían llegado a la "edad adulta", decía Antonio José Iregüi a sus interesados estudiantes.' Mediante el uso de este tipo de frases, los miembros de la élite colombiana reconocían la posición de inferioridad de su país dentro de la jerarquía global. Sin embargo, no consideraban que esto fuese una razón para enojarse —así como el niño no debe irritarse por no ser todavía un adulto—. El momento de su maduración llegaría inevitablemente. El sentimiento de atraso expresado constantemente por los dirigentes colombianos durante el siglo xix, que contrastaba paradójicamente con su profundo optimismo, se basaba, al menos en parte, en la pobreza de su país. Esto los motivaba a anhelar la ayuda y tutela de las potencias metropolitanas. José Eusebio Caro escribió, a mediados del siglo: "Nosotros

6 Luis Martínez Delgado, A propósito del doctor Carlos Martínez Silva, Bogotá, Marconi, 1930, p. 209. 7 Antonio José Iregüi, Tercera conferencia, Bogotá, Imprenta de la Crónica, 1898, p. 65. 8 Ibkl., p. 32.

38 / La modernización en Colombia



no podemos salvarnos por nosotros mismos; la mano inglesa será la que produzca nuestra redención social". Una vez que los colombianos consigan el orden, proseguía, [...] al fin vendrá el inglés con sus capitales y el norteamericano con su es-

píritu de empresa, que nos abran las puertas y ventanas y nos den movimiento y luz"

Después de medio siglo y numerosas guerras civiles, Carlos Martínez Silva sugirió que Colombia contratara a una firma inglesa para recaudar los impuestos nacionales. "¿No ha ganadoinmensamente el Egipto bajo la sabia y honrada administración de los ingleses?", preguntó.' ° Los europeos que vivían en Colombia reforzaban la percepción de sus anfitriones; si bien estos no eran personalmente inferiores a los extranjeros, ellos y su país ocupaban un lugar evidentemente periférico en el concierto de las naciones. "Estos bogotanos son superficialmente leídos", escribió un funcionario del Consulado británico en 1906, agregando solícitamente, "realmente muy cultivados para su medio". Por otra parte, admitió, son capaces de entrar en debates acerca de los temas de Darwin y Spencer y, "en algunos casos, sobre los últimos escritores franceses e ingleses"."

A menudo, los visitantes extranjeros matizaban su condescendencia con la burla, especialmente cuando se referían al pretencioso apodo de Bogotá, la Atenas Suramericana. Un escritor comentaba con humor en 1861, "En esta Atenas de Sudamérica sólo encienden siete faroles públicos, en memoria de los siete sabios de Grecia"." Años más tarde, un funcionario del Consulado Británico observó irónicamente que lo único que tenían en común Bogotá y Atenas era que en ambos países el juego de bridge de contrato se prefiere al Royal Auction." Y no pudo haber escapado a los colombianos que Bogotá era la última de las preferencias de los diplomáticos británicos. La concepción orgánica de las jerarquías nacionales, de las naciones superiores e inferiores, que habían aprendido los dirigentes colombianos de sus profesores europeos, encuadraba perfectamente con lo que se observaba a nivel humano en su país. Esta sociedad era en extremo jerárquica; enormes distancias separaban los estratos sociales. Nueve de diez colombianos eran analfabetas en 1897, cuando Laureano Gómez ingresó al colegio en Bogotá. Más del 90% de la población era campesina y vivía fuera de los pueblos y ciudades. La mayor parte de ellos reconocían su

9 J. Jaramillo Uribe, Op. cit., pp. 203-204. 10 Carlos Martínez Silva, Capítulos de historia política de Colombia, vol. 1, Gustavo Otero Muñoz y Luis Martínez Delgado, eds., Bogotá, Imprenta Nacional, 1937, p. 142. 11 Marco Palacios, Estado y doses sociales en Colombia, Bogotá, linotipo Bolívar, 1986, p. 30. 12 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 56. 13 M. Palacios, Op. cit., p. t9.

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Los campesinos colombianos maninferioridad frente a las personas adineradas y educadas. Cuando el pa- tuvieron este comportamiento pacífitrón viajaba al campo desde la ciudad, co frente a sus superiores sociales hasta era común, en la Colombia del siglo bien entrado el siglo xx —al menos xix, que el campesino lo saludara con hasta la década del veinte—. Extraorla rodilla doblada y sombrero en ma- dinarios a este respecto fueron aqueno." La docilidad de estos colombia- llos que vivían a lo largo de la frontera nos generó constantes comentarios cafetera que comenzaba a despertar. durante el siglo xix e incluso bien en- Miles de personas humildes habían trado el siglo xx. "No hay en el mun- tomado posesión de la tierra, de do cristiano pueblo ninguno tan fácil acuerdo con el derecho que les conde gobernar y amoldar", escribió José cedían las leyes agrarias aprobadas María Samper a mediados del siglo. en las décadas del setenta y del ochen"La policía es casi nula en todas par- ta, que abrían los baldíos o las partes tes [...] el espíritu de obediencia se ma- del país no colonizadas. Casi de innifiesta porque nuestras masas son mediato, sin embargo, las rentas de esencialmente sumisas"." Cerca de la venta del café hicieron evidente sesenta años más tarde, en 1906, un que las laderas de los montes tenían visitante británico observó el alto gra- un inmenso valor potencial. Los codo de seguridad personal de que go- lonos pronto encontraron que los zaban los extranjeros en todo el país. empresarios que residían en las ciu"En realidad no hay una calle en Bo- dades invadían sus tierras e incluso gotá ni en otro lugar del país [...] don- se las arrebataban. Los recién llegade un extranjero o un nativo no pueda dos, a menudo lo hacían con la ayucaminar a cualquier hora del día o da de bandidos a sueldo, quienes abusaban de los que protestaban y, de la noche". 1°

14 El censo de 1870 mostró que Colombia era un país rural en un 95%. Para fines del siglo, se había dado poco movimiento del campo a la ciudad. El analfabetismo en Colombia alcanzó el 90% durante el siglo =c. Según Afine Helg, Civiliser le peuple et former les élites. L'éducation en Colombia, 1918-1957, París, L'Harmattan, 1984, p. 29, el analfabetismo llegaba al 83% en 1913. Véase también William Paul McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845-1930, Nueva York, Cambridge University Press, 1971, p. 110; Marco Palacios, Coffee in Colombia, 1850-1970. An Econornic, Social and Political History, Nueva York, Cambridge University Press, 1980, p. 213; Michael F. Jiménez, "Class, Gender, and Peasant Resistence in Central Colombia, 1900-1930", en: Forrest D. Colburn, ed., Everyday Forres of Peasant Resistena, Nueva York, M. E. Sharp, 1989, p. 129. 15 José María Samper, Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las repúblicas colombianas, 2' ed., Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1963, pp. 267-268, 269, 278-279. 16 M. Palacios, Estada) clases sociales en Colombia, Op. a., p. 26. Incluso para 1930, observa Palacios, un diplomático británico pudo describir la "dase nativa" de Colombia, de la cual el 80%, según sus estimativos, vivía en el campo, como un grupo que manifestaba "docilidad, lealtad a sus amos y, aunque indolente, con infinita capacidad de trabajo cuando se la dirigía adecuadamente" (p. 22).

40 / La modernización en Colombia en ocasiones, los asesinaban?' Estas intrusiones de los capitalistas residentes en las ciudades frustraron a algunos políticos colombianos, quienes deseaban que su legislación agraria estimulara la formación de una clase autónoma y económicamente productiva de pequeños propietarios.'s Lo importante aquí no es tanto que las fuerzas del mercado, el motivo de las utilidades y el poder superior de los cultivadores de café bien conectados obrara en contra de los pequeños terratenientes campesinos. Lo que resulta extraordinario es la manera como respondieron inicialmente los campesinos al abuso de que fueron objeto. Rara vez emprendieron acciones directas en contra de los cultivadores que los acosaron entre 1870 y 1920. Recurrieron más bien a los canales establecidos, contratando abogados para que formularan peticiones respetuosamente redactadas, que eran remitidas a las autoridades en la capital. Lejos de hacer exigencias, se acercaban a los poderes metropolitanos como mendigos. "Imploramos justicia", decía una de las peticiones, que proseguía lamentando la ley "mediante la cual los pode-

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rosos siempre imponen su voluntad a los débiles"?9 La difidencia y la aparente impotencia de la gente del común fortalecía la percepción de la élite colombiana, en su mayor parte conformada por blancos criollos, de que las masas no sólo eran socialmente inferiores a ellos, sino que también lo eran físicamente. La superioridad de la raza blanca sobre todas las otras razas fue uno de los primeros hallazgos de los científicos sociales del siglo xix, hallazgo que sólo habría de ser seriamente controvertido ya avanzado el siglo xx. Los escritos de la época están llenos de sugerencias, y en ocasiones de afirmaciones directas, de talante racista. José María Samper publicó su popular Ensayo sobre Las revoluciones políticas, en París, poco después de la edición de la disquisición de J. A. Gobineau, Sobre la desigualdad de las razas." La influencia de Gobineau parece evidente en la caracterización que hace Samper del indio de Nariño, "reacio a la civilización, impasible ante el progreso [...] un salvaje sedentario". Esperaba que mediante la inmigración, la sangre europea revitalizara a Colombia, para que la nación desarrollara

17 Catherine LeGrand, Rontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1986, pp. 64-83, describe exhaustivamente este proceso. 18 El deseo de crear una nueva clase social compuesta por campesinos autónomos fue una idea común entre los liberales latinoamericanos durante mediados del siglo xix. El historiador Charles Hale la ha llamado "el ideal burgués". Véase su artículo, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge Histcny of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, pp. 380-382. 19 C. LeGrand, Op. cit., p. 65. 20 Joseph Arthur Conde de Gobineau, Essai sur I 'inegalité des mees humaines, 4 vols., París, 1967 (1853-1855).

[...] una bellísima raza, mestiza pero caucásica, [que combinara el vigor hispano] con el genio positivista, individualista, emprendedor y tenaz del anglosajón, del alemán, del holandés, del suizo."

La popularidad de las ideas de Samper está sugerida por las leyes de inmigración destinadas a atraer a la población blanca, aprobadas en los años 1845, 1847, 1870, 1871 y 1922.22 Esta infusión de sangre europea nunca llegó, lo cual llevó a Enrique Cortés, ministro de educación entre 1868 y 1870, a quejarse de que los residentes de las tierras bajas eran "una raza fea, incolora, que trabaja poco y escarba en medio de una vegetación exuberante" .n _ Gómez, López, Olaya, Ospina y el resto no necesitaban que se les dijera que eran miembros de un grupo selecto. Según algunas estadísticas, menos de tres de cada cien de sus contemporáneos en edad escolar recibía algún tipo de educación." Y un número relativamente menor asistía a colegios mejores que, por lo general, se encontraban en las poblaciones más

grandes y en las ciudades. Gómez, en efecto, fue afortunado al poder asistir a San Bartolomé, pues este colegio era considerado por muchos como el mejor del país. Sólo una pequeña minoría de los estudiantes admitidos en esta institución jesuita se graduaba. Entre 1891 y 1934, veintiséis mil jóvenes fueron admitidos, y sólo mil ciento noventa obtuvieron el

título." De esta manera, la clase de Gómez de seis personas en 1904, representaba una pequeña fracción de los jóvenes admitidos con él ocho arios antes. Los textos de la época transmiten ampliamente la convicción de los autores de que los estudiantes que ingresaban a estos colegios estaban destinados a cargos de importancia en la esfera pública. El Libro de lecturas escogidas, un manual semejante al que Gómez probablemente utilizó, contiene una introducción de treinta y siete páginas sobre la oratoria, que se apoya en gran parte en las advertencias de Cicerón a los oradores públicos." Hace parte integral de la discusión una sección de trece páginas sobre los

21 J. M. Samper, Op. cit., pp. 80, 86. 22 Myriam Jimeno Santoyo, "Los procesos de colonización. Siglo XX", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Bogotá, Planeta, 1989, p. 373. 23 Marco Palacios, Coffee in Colombia,Op. cit., p. 72. 24 Carlos Martínez Silva, Escritos políticos, literarios y económicos, vol. 8, Gustavo Otero Muñoz y Luis Martínez Delgado, eds., Bogotá, Imprenta Nacional, 1937, p. 377. Estas cifras aparecen en un ensayo sobre la educación en Colombia, publicado en octubre de 1896, pp. 273-278, del volumen citado. 25 Robert Vincent Farrell, "The Catholic Church and Colombian Education, 1886-1930. In Search of a Tradítion", disertación de doctorado inédita, Columbia University, 1983, p. 65. Entre 1891 y 1910, sólo se graduaron 284 estudiantes de este colegio. 26 Rodolfo D. Bernal, Libro de lecturas escogidas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1897, pp. 7-34.

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gestos apropiados para los oradores, tomada de las obras de Quintiliano. A los jóvenes que tuvieran preguntas adicionales sobre la oratoria, se los remitía a las obras de varias autoridades francesas e inglesas. Sigue luego una extensa colección de "Lecturas ideológicas", que trata temas como el respeto a la familia, el amor a Dios y al país, la caridad para con los menos favorecidos, las buenas maneras y las ventajas de prestar atención. La sección epistolar contiene siete de las cartas de Lord Chesterfield a su hijo, y un extracto de siete páginas de "Consejos para una joven" de José María Vagara y Vergara. Aunque es poco probable que las niñas estudiaran el Libro de lecturas escogidas, y ciertamente no lo hicieron en los colegios exclusivamente masculinos de Bogotá en la década del noventa, su mensaje patriarcal seguro no se perdió en quienes lo leyeron: Niña, vive feliz; si llegas a ser esposa, sé fiel y humilde. Obedece siempre para no dejar de reinar. Dios, tus padres, tu esposo, serán tus únicos dueños; el mundo los llama algunas veces tiranos; la felicidad los llama guardianes. La vida no es la mala, sino sus habitantes." Los libros de educación cívica de la época conminaban ala persona bien educada a respetar a la autoridad, tener buena conducta y mostrar deferencia a las personas importantes.

Debe saludar con el sombrero al señor Presidente de la República y al señor Arzobispo cuando pasen a su lado, [decía el texto], induso si no profesa la misma religión del segundo." A los estudiantes se les advertía que debían comportarse correctamente cuando asistieran a los debates del Congreso: "Funesta ha sido en nuestra patria esa libertad que se ha tomado el público para vociferar en las barras"." De esta manera, a través de los textos que estudiaban, de las clases de sus profesores, de lo que veían a su alrededor y absorbían de la élite cultural a la que pertenecían, los escolares asimilaban los valores de la época victoriana en Colombia. Aprendían que eran ellos quienes conducirían a su ignorante país al glorioso nuevo siglo, quienes encontrarían el camino para elevar a las masas atrasadas. Aprendían a entonar el conmovedor párrafo final del homenaje de Santiago Pérez al Libertador, leído por primera vez en el Ateneo de Bogotá en 1884, y reproducido en los textos de literatura durante muchos años después: Feliz, pues, el Ateneo, si cuando los antiguos Encélados se están levantando, llevándose tras sí las rocas a que se vieron atados; si cuando los nuevos Prometeos se están robando el fuego del cielo en cada escalamiento de la ciencia, aúna y avigora los esfuerzos

27 Ibid., p. 163. 28 Eduardo Posada y Roberto Cortázar, Instrucción cívica para escuelas y colegios, Bogotá, Selecta, 1913, p. 56. 29 lbíd., p. 59.

de los colombianos, para que la patria común haga sentir su impulso propio en la obra del progreso universal, y su nueva generación mezcle su propio acento pacífico y profético, en el himno infinito de la palabra humana!"

Educación politizada en su contexto histórico Tristemente, las esperanzas de paz

y de progreso de Santiago Pérez se vieron burladas por tres guerras civiles que azotaron a Colombia durante los dieciséis años que transcurrieron entre este discurso y su muerte, ocurrida en solitario exilio en el año de 1900. Los profesores colombianos del siglo xix pudieron haber transmitido valores victorianos en el aula, pero, a través de sus acciones públicas, revelaron que gran parte de lo que enseñaban estaba cargado de significado político. Esto era tan cierto en la década del noventa como lo había sido durante el anterior medio siglo. Colombia no era un lugar feliz aquel febrero de 1897, cuando Laureano Gómez y sus compañeros se dirigían a sus respectivos colegios. Graves problemas políticos asediaban al gobierno. La Regeneración llegaba a su decimosegundo año, y su autor, el austero Rafael Núñez, había muerto dos años atrás. El académico Miguel Antonio Caro, protegido de Núñez, era

ahora presidente. Caro no era un político; su dirección impositiva e inepta del partido nacionalista que se encontraba en el poder, alienó con rapidez incluso a quienes habían sido alguna vez sus más ardientes propulsores. Una de estas personas era el militante conservador Carlos Martínez Silva, antiguo ministro del gabinete de Núñez, periodista y educador. Un año antes, en febrero de 1896, Martínez Silva y veinte prominentes conservadores más, que se denominaban a sí mismos conservadores históricos, rompieron con Caro, a quien acusaban de traicionar los valores del partido.m Laureano Gómez, a los ocho años, era demasiado joven para comprender las maquinaciones, a menudo bizantinas, de la alta política colombiana, aunque aun a esa edad temprana debía haber tenido algún sentido de la importancia de la política y sus consecuencias prácticas. Era lo suficientemente mayor para recordar la guerra civil que había terminado apenas dos años antes. El elegante general liberal Rafael Uribe Uribe había desempeñado un papel preponderante en ella y ahora el incendiario general, de treinta y ocho años, se preparaba para entablar una guerra contra el gobierno, al que abiertamente se refería como una "tiranía abyectamente corrupta". 32 Fuertes palabras aparecían en el temprano

30 R. D. Bernal, Op. @„ p. 329. 31 L Martínez Delgado, Op. cit., pp. 209-231, contiene el famoso "Manifiesto de los 21". 32 Eduardo Santa, Rafael Uribe Uribe, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1974, p. 100; Charles W. Bergquist, Cobee and Conflict in Colombia, 1886-1910, Durham, Duke University Press, 1978, p. 83. En enero de 1897, Uribe solicitó la autorización del directorio liberal

44 / La modernización en Colombia léxico político de los escolares de Bogotá, muchos de los cuales llenaban las galerías del Senado y de la Cámara de Representantes para escuchar los debates. Alfonso López era uno de ellos. Recordaba los discursos de Uribe como "vibrantes", pronunciados con "una voz finamente timbrada, gestos romanos y documentación irrefutable"." En el siglo xix, la sociedad colombiana estaba, en efecto, altamente politizada, intensa y amargamente al nivel de la élite. Los padres de los Centenaristas sabían que las fortunas de su familia crecerían o desaparecían dependiendo de qué partido se encontrara en el poder. Muchas de aquellas noches, sus hijos se dormían escuchando acaloradas discusiones acerca de los acontecimientos políticos más recientes. Bajo estas circunstancias, no debe sorprendernos que las escuelas de la época también estuviesen politizadas. El Colegio de San Bartolomé, al que asistía Laureano Gómez, había estado bajo la dirección de la orden de los jesuitas durante trece arios. Los padres jesuitas habían sido encargados de esta institución estatal como parte

del plan de Núñez y de Caro dirigido a restaurar los valores católicos tradicionales en el aula y a combatir, simultáneamente, las enseñanzas liberales, a las que consideraban perjudiciales para la moral pública. Los liberales estaban enfurecidos con el programa de educación de Núñez, especialmente con el papel que estaba llamado a desempeñar en él la Iglesia. Sostenían, enojados, que los regeneradores habían convertido al país "en una pintoresca finca que los curas tenían en el trópico"," y se atareaban fundando escuelas privadas donde se enseñaran los valores liberales, donde los inspectores del gobierno no podían prescribir el uso de los textos, ni obligar a los profesores a firmar juramentos de fidelidad a la Iglesia y a sus doctrinas." Una multitud de escuelas liberales fueron fundadas durante las décadas del ochenta y del noventa, entre ellas la Universidad Externado de Colombia y el Colegio Araújo, fundados por Simón Araújo en la década del ochenta, el Colegio Académico y el Liceo Mercantil, fundados por Manuel Antonio Rueda en 1886 y 1891, respectivamente, y la Universidad Republicana, fundada

para unirse a Aquileo Parra y a Luis R. Robles en el extranjero, con el fin de ayudarles a adquirir armas para la inminente revuelta. 33 Hugo Latorre Cabral, Mi novela: apuntes autobiográficos de Alfonso López, Bogotá, Mito, 1952, p. 241. Las cámaras del Congreso se encontraban al frente del Colegio de San Bartolomé, y a sólo dos cuadras del colegio al que asistían López y Olaya Herrera. 34 Ibíd., p. 37. Esta observación se atribuye a César Julio Rodríguez, profesor de Alfonso López en el Liceo Mercantil. En 1887, el gobierno firmó un Concordato con el Vaticano. Según las disposiciones contenidas en él, la educación pública en Colombia sería, en lo sucesivo, de naturaleza confesional, y la Iglesia estaría a cargo de todas las actividades educativas en la extensa región de la frontera oriental del país. 35 Julio Hoenigsberg, Las fronteras de los partidos en Colombia, Bogotá, ABC, 1953, p. 126.

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por Luis A. Robles, Antonio José Iregüi y Eugenio J. Gómez." La controversia sobre la política educativa no era nueva en Colombia. Más de un siglo antes, en 1774, el virrey Guirior comisionó a uno de sus subalternos, Francisco Antonio Moreno y Escandón, para que desarrollara un currículo moderno para las instituciones de educación superior en todo

el virreinato." Inspirados en parte por las ideas de la Ilustración europea, los cambios estaban dirigidos a apartar a Nueva Granada de la tradición escolástica, y llevarla hacia una modalidad de enseñanza que promoviera un mayor análisis empírico. El plan entregado por Moreno y Escandón apenas podía considerarse revolucionario. Su gran diferencia con los planes anteriores era la exigencia de que a los estudiantes se les permitiera comparar las ideas de varios textos, para que sus condusiones estuviesen regidas por el libre ejercicio de la razón. A pesar de su moderación, el plan de Moreno y Escandón no fue plenamente aprobado por el comité designado para evaluarlo, por el temor de que autorizar el debate de los textos entre los estudiantes pudiera llevar a la creación de peligrosas facciones.

Después de la independencia, líderes como Francisco de Paula Santander dedicaron gran atención a la mejora de la educación. Se fundaron nuevas escuelas normales, se revisó el currículo y se aumentó el número de profesores." Estas medidas fueron aplaudidas por los educadores en la nueva república, aunque otro aspecto del programa de Santander de

1826 provocó un escándalo entre los tradicionalistas. Este incluía obras del inglés Jeremy Bentham y del economista liberal francés Jean Baptiste Say en el programa común de estudios. A los conservadores les desagradó especialmente la identificación que hace Bentham entre el placer y lo bueno, por considerarla contraria a la moral cristiana. Insistieron ante Simón Bolívar para que vetara los textos ofensivos, y éste lo hizo mediante un decreto de 1827." Durante la década del cuarenta, la dirigencia política de Nueva Granada regresó a manos de los conservadores. El presidente Mariano Ospina Rodríguez se encargó de que los textos ofensivos fueran expurgados del currículo oficial, para ser sustituidos por los escritos de los filósofos neoescolásticos Francisco Suárez y Jaime

36 Ibid., p. 126; Julio H. Palacio, Historia de mi vida, Bogotá, Camacho Roldán, 1942, p. 76; Luis Eduardo Nieto Caballero, Escritos escogidos, vol. 2, Luis C. Adames Santos, comp., Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 29-30. 37 Esta discusión de la política educativa en Colombia desde fines del siglo xvni hasta fines del siglo xix, se basa ampliamente en un ensayo de Jaime Jaramillo Uribe, "El proceso de la educación del v1-einato a la época contemporánea", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980. 38 Esto se hizo mediante el método lancasteriano de educación, según el cual los estudiantes mayores enseñaban a los más jóvenes. 39 Sin embargo, regresaron a las aulas cuando Santander asumió la presidencia en 1832.

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46 / La modernización en Colombia Balmes. A nivel universitario, la instrucción religiosa era obligatoria, junto con el estudio del derecho romano. Los estudiantes estaban sometidos a un estricto código disciplinario, basado en la teoría de que esto mejoraría su condición moral y sus hábitos personales. La "contrarreforma" de Ospina fue breve, y pronto dio lugar a una era de experimentación liberal que se prolongó por cerca de treinta años y terminó con el advenimiento de Núñez y La Regeneración. Aquellos fueron años turbulentos, signados por la guerra civil y por una rápida diferenciación de la ciudadanía en bandos partidistas. El liberalismo romántico fue el catalizador que generó la formación de los partidos. ° Primero, bajo el gobierno de José Hilario López, y más tarde bajo una sucesión de presidentes "radicales", 4' los liberales implementaron una serie de reformas dirigidas a extender drásticamente el ámbito de las libertades personales del ciudadano. El impulso individualista e igualitario de las reformas era sugerido por una ley de 1850, mediante la cual se eliminaba

el requisito de que los profesores tuvieran credenciales académicas. Esto, creían los liberales radicales, representaba una forma de monopolio que limitaba la libertad del individuo para enseñar.42 El liberalismo radical alcanzó su máxima expresión en la Constitución de 1863, la cual, entre otras cosas, descentralizaba el poder político, consagraba la absoluta libertad de credos, reducía el período presidencial a dos años y garantizaba la libertad de expresión y el derecho al porte de armas en tiempos de paz 4' Poco después de haber entrado en vigencia la nueva Constitución, el militante partidista Santiago Pérez publicó un texto de instrucción cívica dirigido a las escuelas públicas. En él articulaba la fe de los liberales radicales en la democracia y el individualismo. "El individuo es, pues, el verdadero origen de toda soberanía", escribió, agregando que el fin principal del Estado reside en garantizar los derechos individuales.« La fe de la generación radical en la educación como un medio para el

40 Mucho se ha escrito acerca del proceso mediante el cual se conformaron los partidos colombianos Liberal y Conservador. Los estudios más recientes son los de Germán Colmenares, Partidos políticos y clases sociales en Colombia, Bogotá, Universidad de loa Andes, 1964; Álvaro Tirado Mejía, "El Estado y la política en el siglo xix", en: J. G. Cobo Borda y J. E. Ruiz, eds., Manual de historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980; Jorge Orlando Melo, ed., Orígenes de los partidos políticos en Colombia, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1978; Fondo Cultural Cafetero, Aspectos polémicos de k t historia colombiana del siglo ;az, memorias de un seminario, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1983. 41 Miembros de la facción radical del liberalismo, llamados inicialmente Gólgotas. 42 Extrañamente, los profesores de farmacia fueron excluidos de esta ley. 43 La Constitución de 1863 se discute en mayor detalle en Helen Delpar, Red again.« Blue, the Liberal Patty in Colombian Politcs, 1863-1899, Alabama, University of Alabama Press, 1981, pp. 10-13. 44 Santiago Pérez, El manual del ciudadano, Bogotá, Banco de Colombia, 1974, pp. 64-65.

progreso y la civilización, adoptó forma objetiva en el Decreto Orgánico de 1870. Esta ley, que exigía que la educación elemental fuese libre y obligatoria para los niños de la república, buscaba también neutralidad desde el punto de vista religioso en las escuelas. Considerada por los liberales como el inicio de una edad de oro de la educación colombiana, la ley representó un desafio para los conservadores, quienes la citaron como el motivo principal de la sublevación contra el gobierno en 1876." Simultáneamente con la secularización de las escuelas, los programas de las universidades fueron modificados también de una manera que resultó muy ofensiva para los conservadores. Durante la década del setenta, los funcionarios del gobierno estipularon el uso de textos específicos para los cursos. Uno de los libros más aborrecibles para los conservadores era la Ideología, del filósofo francés Destut de Tracy. Esta obra, destinada a los cursos de filosofia, enseñaba que todas las ideas humanas surgían de fuentes objetivas externas. Los conservadores exigieron "eclecticismo" en la selección de los textos, queriendo decir con ello que debían presentarse en clase una diversidad de puntos de vista, incluyendo los tradicionales católicos romanos.

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La lista de lecturas del gobierno desencadenó lo que Jaime Jaramillo Uribe ha llamado "la polémica de los textos"." Conservadores como Miguel Antonio Caro, en el diario del partido, El Tradicionalista, se quejaron de que el Estado confundía su obligación de educar con el derecho de la Iglesia a adoctrinar. Era evidente, para Caro y sus copartidarios, que el Estado, "armado de la espada de la ley", estaba imponiendo su sesgo de una manera injustificada y caprichosa, "invadiendo así, a la vez, con escándalo y violencia, los derechos de la religión y de la dencia".° Aníbal Galindo respondió, en nombre de los liberales: Si hemos fundado una universidad, si tenemos universidad, es para enseñar las doctrinas liberales, para formar liberales. Nada de eclecticismo. Balines y Bentham no pueden darse la mano en los claustros universitarios. Mientras el Partido Liberal esté en el poder; debe enseñar liberalismo. Así lo pide la honradez política. Si creemos de buena fe que el liberalismo es lo que le conviene al país, eso es lo que debemos enseña'r a la juventud. Cuando el partido católico suba al poder mandará, a ejemplo de Felipe II, enseñar catolicismo, y estará en su derecho para proceder así."

Así instruidos, los conservadores

45 R. V. Farrell, Op. cit., p. 7; Jane Meyer Loy, "Modernization and Educational Reform in Colombia (1863-1886)", disertación de doctorado, University of Wisconsin, 1968, pp. 203-207; J. Jaramillo Uribe, "El proceso de la educación del virreinato a la época cit., pp. 264-265. contemporánea", 46 Jaime Jaramillo Uribe presenta este debate en "El proceso de la educación del virreinato a la época contemporánea", Op. cit., pp. 314322. 47 lbíd., pp. 316-317. 48 Ibíd., p. 317.

4.

48 / La modernización en Colombia procedieron a fundar sus propias escuelas privadas, y planearon cómo desterrar al liberalismo de los programas de educación una vez que llegaran al poder. Entre sus instituciones educativas estaban el Colegio Pío IX, fundado en 1864 por José Vicente Concha, el Colegio Yerbabuena, de José Manuel Marroquín, y el Colegio de la Independencia, fundado por Joaquín Gutiérrez Celis en la década del

setenta. Otras fueron la Universidad Católica y el Colegio del Espíritu Santo, de Carlos Martínez Silva, fundados en la década del ochenta."

¿Educación liberal o educación conservadora? Las batallas políticas e ideológicas de fines del siglo xix en Colombia hacían parte de idénticas batallas desarrolladas en otros lugares del mundo occidental por la misma época. Liberales y conservadores en Europa y América se inspiraron por igual en los escritos filosóficos que favorecían sus puntos de vista. Eso fue especialmente cierto en Colombia, donde las ideas resonaban fuertemente en una atmósfera política sobrecargada. El más importante proveedor de municiones ideológicas para los conservadores

colombianos fue el italiano Giovanni María Mastai-Ferreti, mejor conocido como el papa Pío IX. Considerado como liberal cuando accedió al papado en 1846, Pío IX se convirtió en el más fuerte detractor del liberalismo después de las revueltas de 1848 en Europa." Pocos meses después de su investidura, comenzó a advertir a sus seguidores que los revolucionarios estaban en guerra contra la fe católica." Algunos años más tarde, en 1864, Pío IX publicó lo que se conoce como las detracciones más fuertes del liberalismo en la historia. En Quanta cura y Compendio de errores, publicados simultáneamente con la encíclica, denunciaba una "terrible conspiración" contra la Iglesia católica. "Aquellos", que mediante "ardides criminales" buscan "depravar y engañar" a los jóvenes con sus escritos, afirmaba, "deben ser tenidos como réprobos, denunciados y condenados por todos los hijos de la Iglesia católica". Proseguía describiendo a los enemigos de la Iglesia como gente de "opiniones perversas, depravadas [...] animados por el espíritu de Satanás". Eran "los enemigos de las ciencias útiles, del progreso", detentores de "opiniones monstruosas y ominosas [...] para gran pérdida de almas e incluso para detrimento de la sociedad civil"."

49 Luis María Mora, Croniquillas de mi ciudad, Bogotá, Banco Popular, 1972, p. 58; José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, Madrid, Aguilar, 1957, pp. 46-48; Joaquín Ospina, ed., Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia, vol. 2, Bogotá, Águila, 1937, pp. 154-155. 50 Ami Ftemantle, Tic Papal Encydicals in their Historie Contad, Nueva York, G. P. Putnam's Sons, 1956, p. 130. 51 lbfd., pp. 130-131. 52 lbíd., pp. 130-142.

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entre la Iglesia y el Estado, o colocar al Estado por encima de la Iglesia. El

preparó "las huestes de gladiadores" para luchar contra "la apostasía universal" en Colombia. En el año de 1875, Pío IX envió a Concha una extensa carta, en la cual el Pontífice alaba al colombiano por su firmeza en la lucha contra las doctrinas erróneas y falsas. El papa dice también que está complacido por el hecho de que Concha le haya puesto su nombre al colegio que fundó." Poco antes, el papa, en su última encíclica, Et al multa luc-

Compendio condenaba también a los proponentes de la educación secular, a los kantianos (o a quienes creen que "las leyes morales no necesitan sanción divina"), a las personas completamente motivadas por el lucro, a quienes creen en la gratificación por el placer, a quienes creen en el gobierno de la mayoría, en el matrimonio civil y en la libertad de cultos. Finalmente, y para no descuidar ningún aspecto, Pío IX condenaba a quienes creen que el papa "puede y debe reconciliarse con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna, y llegar a un acuerdo con ellos"." Los conservadores colombianos y sus aliados eclesiásticos utilizaron los pronunciamientos del papa como armas, tanto en el campo de batalla como en las aulas. José Vicente Concha es recordado como un educador que

tuosa, había utilizado de nuevo las metáforas militares, al advertir sobre "la gran guerra" adelantada contra la Iglesia. Se decía que los masones y otros grupos estaban levantando un ejército en su "sinagoga de Satanás", para convertirse pronto en "los amos del mundo"." Se recuerda que, cuando en Colombia estalló la guerra civil conservadora de 1876, algunos soldados llevaban estandartes con la imagen de Pío IX. Los obispos de Popayán, Pasto y Antioquia, quienes justificaban sus acciones citando pasajes de Quanta cura, fueron acusados luego de ser los principales instigadores de la guerra, y exiliados de Colombia por un período de diez años." En Bogotá, las escuelas públicas fueron cerradas, pues la mayor parte del cuerpo estudiantil liberal se apresuró a unirse a los ejércitos del gobierno, y

El Compendio de errores aclaraba exactamente cuán peligrosa y depravada era esta gente. Incluía a los racionalistas, los latitudinarios (o relativistas, tales como los protestantes, quienes creían que su fe era tan cristiana como la de los católicos romanos), a socialistas, comunistas, masones y otros miembros de sociedades secretas, y a aquellas personas que deseaban la separación

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Ibicl., pp. 143-152. 54 J. Ospina, Op. cit., vol. 1, 568. La carta del papa puede encontrarse en J. M. Cordovez Moure, Op. cit., ppa6-48. 55 En otro pasaje, formula de nuevo la teoría de la conspiración: "Estos malvados grupos piensan que ya se han convertido en amos del mundo, y que han alcanzado su objetivo preestablecido". A. Fremantle, Op. cit., p. 153. 56 H. Delpar, Op. cit., pp. 118-119.

50 / La modernización en Colombia



los muchachos demasiado jóvenes para luchar escenificaban simulacros de guerra los domingos en la tarde en las afueras de la ciudad. Entre los muchos niños de siete a doce años formados bajos las banderas azules del Partido Conservador, se encontraban estudiantes del Colegio Pío IX, de Concha." Las aulas, los campos de batalla y la Santa Sede vivieron en un balance simbiótico en la Colombia de la década del setenta. Tres años después de la sublevación conservadora, la suerte comenzó a sonreírle a esta causa. Rafael Núñez fue elegido presidente en 1880, y nuevamente en 1884. Después de la insurrección liberal de 1885, y de la reestructuración de las instituciones nacionales, consagrada en la Constitución de 1886, los conservadores reinsertaron la religión en la educación pública. Núñez y Caro creían que la religión ayudaría a sanar el cuerpo político. Por consiguiente, designaron a devotos católicos en cargos claves, y les dieron toda la libertad necesaria para llevar a cabo reformas en favor del clero. Una de las más fuertes comunidades religiosas que se invitó a colaborar en la regeneración de la educación colombiana fue la Compañía de Jesús. Esta comunidad fue encargada del Colegio de San Bartolomé, donde enseñaron a muchos de los futuros dirigentes del país, inculcándo-

les lo que Laureano Gómez llamaba "un concepto viril de la vida"." La mayor parte de los estudiantes que terminaban el riguroso ratio studiorum de los jesuitas, que incluía el estudio de los dásicos, latín, griego y filosofía religiosa, continuaban luego con estudios profesionales. Quienes lo hacían, optaban por lo general por el derecho o la medicina, aunque, a comienzos del siglo xx, buena parte de los bartolinos elegían, como Laureano Gómez, carreras en el comercio o la industria." Laureano Gómez adoraba su colegio. Fue un excelente estudiante, recordado tanto por su extraordinaria memoria como por el hábito de sonrojarse cuando era llamado a recitar, rasgo que le valió el apodo de Electricidad. Se adaptó fácilmente ala vida escolar y se complacía en su competitividad, especialmente en las "concertaciones", actos públicos donde los estudiantes demostraban su habilidad en las áreas académicas. El único aspecto de la vida escolar en el que no sobresalía el joven Gómez era el atletismo, para el cual lo ponía en desventaja una ligera malformación del pie derecho. A quienes más amaba y respetaba Laureano Gómez era a sus austeros profesores jesuitas. Su ascetismo, intelectualidad y lealtad para con los valores religiosos lo inspiraban continuamente. Los sacerdotes

57 L M. Mora, Op. cit., pp. 39-41. 58 La Unidad, 16 de agosto de 1911. 59 De los egresados de San Bartolomé, 216 estudiaron derecho, 140 medicina, 60 religión, 59 ingeniería, 38 comercio y 9 hicieron la carrera militar. Estas cifras corresponden al periodo comprendido entre 1891 y 1934.

Cómo se educó la Generación del Centenario I

le presentaban una visión cristiana del mundo, fortalecida por enseñanzas filosóficas que él encontraba convincentes, coherentes y satisfactorias. Gómez sostenía que nunca había olvidado ni traicionado las doctrinas que había aprendido en San Bartolomé." Los liberales estaban horrorizados por el giro que tomaban los acontecimientos; al parecer, de la noche a la mañana, había regresado la educación confesional a las escuelas colombianas. Su descontento podría haber sido menor si el cambio no se hubiera llevado a cabo de manera draconiana. Infortunadamente para Colombia, la Iglesia católica romana estaba entrando en la fase más militante de su resistencia al complejo de ideas y actitudes basadas en el racionalismo y el empirismo de la Ilustración, que habían llegado a dominar el mundo occidental." Y fue doblemente desafortunado el que los sacerdotes extranjeros, muchos de ellos españoles que huían de las guerras carlistas —o

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que habían sido exiliados por su excesiva militancia—, fuesen invitados a colaborar en la reinserción de la religión en las escuelas colombianas. Los fanáticos españoles, que llegaron en un número cada vez más grande durante las décadas del ochenta y el noventa, intensificaron la furia liberal contra las reformas religiosas de La Regeneración." Incluso en el momento en el que los liberales perdían su aciaga guerra civil de 1885, el sacerdote español Félix Sardá y Salvany publicaba su incendiario y popular libro El liberalismo es pecado.63 Monseñor Rafael Marfa Carrasquilla, inspirado tanto en la guerra civil liberal de 1895 como en la obra anterior de su colega español, publicó Ensayo sobre la doctrina liberal, que alcanzó tres ediciones en cuatro años, donde concluía que ningún liberal podía ser un buen católico." Para no ser menos, el arzobispo de Pasto, Nicolás Casas, quien escribió durante el momento más álgido de la guerra

60 El Siglo, 17 de noviembre de 1953. 61 Un espléndido ensayo que ubica esta resistencia en un contexto histórico es el de Isaiah Berlin, "The Counter Enlightment", en: Henry Hardy, ed., Ming the Current, Essays in ¿he History of Ideas, Nueva York, The Viking Press, 1980. 62 Entre las muchas fuentes que documentan el efecto desestabilizador que tuvieron los sacerdotes españoles y otros sacerdotes extranjeros sobre la vida política de este período, se encuentran Tomás Rueda Vargas, Escritos, Bogotá, Amares, 1963, pp. 354-359; L. M. Mora, Op. cit., pp. 75-77; M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Op. cit., p. 79; R. V. Farrell, Op. cit., pp. 50, 77. 63 Esta publicación generó durante varios años una serie de respuestas indignadas por parte de los liberales, una de las cuales es el ensayo de Rafael Uribe Uribe, "De cómo el liberalismo político colombiano no es pecado", en: Jorge Mario Eastman, ed., Obras selectas, vol. 1, Bogesá, Imprenta Nacional, 1979. Félix Sardá y Salvany, El liberalismo es pecado, Bogotá, Imprenta de F. Torres Amaya, 1886. 64 Rafael M. Carrasquilla, Ensayo sobre la doctrina liberal, 3' ed, Bogotá, Imprenta de Luis M., Holguín, 1899, p. 196. Carrasquilla se desempeñó como ministro de educación a fines de la década del noventa.

52 / La modernización en Colombia civil de 1899-1902, publicó, en rápida sucesión, dos volúmenes en los cuales instruía a sus seguidores sobre la malvada filosofía política. Su tenor puede juzgarse por el pasaje en el cual el obispo condena al liberalismo doctrinario por "su inmensa malicia; horrible por lo impío, blasfemo y ateo de sus principios", y "por su enorme monstruosidad". 65 Según el Concordato de 1887, a los obispos diocesanos se les concedía el derecho de despedir a los maestros de escuela cuyas ideas consideraran poco ortodoxas desde el punto de vista religioso. En 1888, el educador y católico militante Jesús Casas, ministro de educación bajo el presidente encargado Miguel Antonio Caro, identificaba el anticatolicismo con la traición. Criticó la educación pública propiciada por los gobiernos liberales como la causa de los desórdenes civiles; ésta debía ser "arrancada de raíz"." La hipérbole antiliberal de los líderes civiles y religiosos adoptó una forma oficial en el "Juramento de fe para profesores", el cual, a partir de 1901, exigía que todos los profesores de las instituciones públicas juraran: Creo en Dios Padre y en todos los principios relacionados con la fe, el

Cómo se educó la Generación del Centenario / 53 dogma, la moralidad y la disciplina adoptados por la Iglesia católica romana [...]. Rechazo y condeno absolutamente, como lo hizo el Compendio, varias encíclicas papáles y el Consejo Latinoamericano, los conceptos básicos del liberalismo, naturalismo, socialismo y racionalismo 6 7

Los hijos de las familias liberales más adineradas podían escapar a los rasgos absurdos de la política educativa conservadora asistiendo a las escuelas fundadas para ellos. El joven

Luis Eduardo Nieto Caballero fue uno de ellos; ingresó al Colegio Araújo incluso después de que la gente le había aconsejado que estudiara con los jesuitas, pues Araújo era un hereje. 68 Nieto encontró que el librepensador Araújo era, en realidad, un hombre ponderado y humano. No obstante, el rector y su escuela eran liberales, y Nieto admitió después que durante aquellos años "me saturaba, sin que yo lo supiera, de liberalismo". 69 Esta fue la reacción de Alfonso López Pumarejo ante sus estudios en el Liceo Mercantil: Me enseñaron a leer en la Cartilla Liberal, que dejó huellas indelebles. A lo mejor, si los maestros se valen de la Cartilla Conservadora, ¡sería hoy el Jefe de ese partido!."

65 Los pasajes citados fueron tomados del libro de Nicolás Casas, Enseñanzas de la Iglesia sobre el liberalismo, Bogotá, Tipografía Salesiana, 1901, y del segundo volumen de otro libro suyo, Instrucciones del Ilustrísimo Señor Obispo de Pasto al clero de su diócesis, sobre la conducta que ha de observar con los liberales en el púlpito y en algunas cuestiones del confesionario, Pasto, 1902.

66 R. V. Farrea, Op. cit., pp. 305-306. 67 Ibíd., p. 308. 68 L. E. Nieto Caballero, Op. cit., pp. 28-29. 69 'bid., p. 29. 70 Gustavo Humberto Rodríguez, Olaya Herrera. político, estadista y caudillo, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, p. 10.

La educación en algunos de los colegios liberales era tan excluyente como la de los conservadores. Julio Palacio, quien estudió en la Universidad Republicana durante la década del noventa, tenía un profesor de derecho constitucional que no enseñaba la Constitución de 1886. Para él, la Constitución de Rionegro de 1863 era la verdadera carta fundamental de

apareció en los diarios liberales y conservadores de la ciudad. La discusión se centraba en la instrucción ofrecida por los jesuitas en San Bartolomé, considerada por los escritores liberales como anticuada y completamente inapropiada 'para la edad moderna. Ambos bandos manifestaron gran emotividad y, finalmente, estallaron desórdenes en las calles cercanas a

Colombia, y la de 1886, simplemente,

San Bartolomé. Jóvenes de dieciséis y diecisiete años, de las mejores instituciones educativas de Colombia —la

"un paréntesis que bien pronto habrá

de cerrarse"." Luis María Mora, quien estudió en la Universidad Externado de Colombia, recordaba que sus profesores no les presentaban las ideas de Bentham y de De Tracy como conceptos filosóficos, sino como "un axioma que imponer, con fanático entusiasmo, y una bandera de guerra para anonadar al adversario". 72 La clase de religión en su colegio era "objeto de las más irreverentes burlas", y profesores y alumnos por igual se complacían en "destruir" la doctrina escolástica que, a pocas cuadras de allí, impresionaba tanto a Laureano Gómez." Durante 1899, los escolares de Bogotá recibieron vívidas pruebas de la estrecha conexión que existía entre sus aulas y el mundo público que se

encontraba más allá de ellas. El año lectivo se inició con un acalorado debate sobre la política educativa, que

Universidad Republicana, el Liceo Mercantil y el Colegio Araújo, liberales, y el Colegio de San Bartolomé, conservador— se golpeaban a puños bajo la mirada atónita de sus mayores.74 Es probable que cuatro de los futuros presidentes de la nación observaran la pelea o participaran en ella. Posiblemente los bartolinos Laureano Gómez y Roberto Urdaneta, de diez y nueve años respectivamente, la observaron a cierta distancia. Del lado de los liberales, las habilidades para la lucha callejera de Alfonso López, de trece años, probablemente no fueron necesarias, pues su colegio, el Liceo Mercantil, estaba muy bien representado por el gigante rubio Enrique Olaya, quien alegremente quebraba las narices del enemigo animado por los sacerdotes."

71 J. H. Palacio, Op. cit., p. 26. 72 L M. Mora, Op. cit., p. 74. 73 lbíd., p. 74. 74 Luis Eduardo Nieaballero se refirió a la reyerta como algo horrible, y dijo que había sido inspirada por los profesores de San Bartolomé. Nieto Caballero, Op. cit., pp. 28-30. Véase también H. Delpar, Op. cit., p. 142. 75 El biógrafo de Olaya, Gustavo Rodríguez, relata que la única diversión del serio y estudioso Olaya consistía en unirse a su hermano Leonidas para las peleas semanales con los

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54 I la modernización en Colombia Durante las vacaciones de aquel aciago 1899, a fines de junio, Rafael Uribe fue encarcelado bajo el cargo de organizár la guerra civil. Fue conducido a prisión con otros dirigentes liberales entre dos columnas de soldados fuertemente armados, por las calles más concurridas de Bogotá. Para mediados de julio fue dejado en libertad, y dos meses después se dirigía hacia el norte, al departamento de Santander, para ayudar a organizar la revolución." Miles de liberales bogotanos siguieron a Uribe durante las semanas siguientes. Las tristes despedidas en las estaciones de tren de Bogotá alarmaron tanto a las autoridades, que éstas declararon el estado de sitio el 18 de octubre, con la esperanza de retrasar el éxodo. No sirvió de mucho. Los colegios liberales perdieron profesores y a muchos de sus estudiantes mayores por la guerra, entre ellos a Enrique Olaya Herrera, quien se unió a las fuerzas liberales en el occidente de Cundinamarca." Muchos de los colegios liberales se cerraron para siempre. Uno de ellos fue el. Colegio Araújo, confiscado por decreto gubernamental y convertido en barracas del ejército. Estos acontecimientos sustentan la verdad de la observación de

Luis María Mora: "en el estado de continua revolución que vivía Colombia, la guerra era, en cierto sentido, la manera de completar la propia educación"?

Guerra e ignominia La Guerra de los Mil Días en Colombia, escribió el estadista Laureano García Ortiz, comenzó en 1840." Quería decir con ello, desde luego, que la guerra había surgido de la misma exclusión política, regionalismo y faccionalismo de la élite que, según Jorge Holguín, había generado nueve guerras civiles de importancia, catorce conflictos localizados, tres golpes de estado militares y dos guerras internacionales durante el primer siglo de historia nacional 80 No obstante, si bien la mayor parte de las causas subyacentes a la guerra colombiana de 18991902 eran iguales a las que habían ocasionado conflictos anteriores, existían factores agravantes que se conjugaron para hacer que esta guerra civil fuera peor que cualquiera de las anteriores. El surgimiento del café como una fuerza cada vez más vital para la economía nacional profundizó las divi-

estudiantes de San Bartolomé. Seguramente exageraba, pues sólo se dio una de estas peleas. Véase el libro de G. H. Rodríguez, Op. cit., pp. 23-24. a., 76 Rafael Serrano, El general Uribe, Bogotá, Tercer Mundo, 1976, p. 124; C.W. Bergquist, Op. p. 124. 77 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 124, 141. 78 L M. Mora, Op. al, pp. 133-134. 79 Laureano García Ortiz, Estudios históricos y fisonomías colombianas, Bogotá, ABC, 1939, p. 209. 80 Citado por Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes, biografía de un gran colombiano, 3.a ed., Bogotá, Espiral, 1967, pp. 237-238.

siones existentes entre los dirigentes colombianos, y fortaleció el conflicto una vez iniciado. Las exportaciones cada vez mayores de este lucrativo producto trastornaron los antiguos equilibrios regionales y propiciaron el crecimiento de nuevas élites locales, la mayor parte de las cuales tenían vínculos con el Partido Liberal." Los liberales tendían a estar más involucrados en el comercio del café, pues habían sido obligados a retirarse de la vida pública justamente cuando comenzó la bonanza cafetera en la década del ochenta. Los liberales más directamente comprometidos con las exportaciones de café tendían a ser hombres jóvenes y enérgicos, tales como Rafael Uribe, quien, durante las décadas del ochenta y el noventa, estableció cultivos al occidente montañoso de Cundinamarca, sobre el río Magdalena. Los cultivadores como Uribe detestaban las tarifas, impuestos y políticas monetarias inflacionarias de la era de La Regeneración, que obstaculizaban. el comercio del café. Cuando se aproximaba la guerra, a fines de la década del noventa, liberales de todas partes de Colombia, a menudo unidos por lazos económicos y políticos, consiguieron utilizar las redes comerciales para la organización de la guerra. Tales vínculos se extendían a todos los rincones de la nación y también a nivel internacional.

Para 1887, gran parte de la correspondencia comercial entre los cultivadores liberales de café, contenía información codificada sobre los preparativos de su partido para la guerra. En el extranjero, sus colaboradores induían liberales radicados en América Central, Ecuador y Venezuela. En este último país, su más ferviente partidario era el caudillo liberal Cipriano Castro, cuya exitosa toma del gobierno venezolano en octubre de 1899 esperaban emular los liberales colombianos.82 El faccionalismo de la élite se había intensificado también por el surgimiento del café en Colombia. Liberales y conservadores históricos compartían la creencia en el liberalismo económico y esto hacía de ellos aliados naturales. Este hecho contribuye a explicar su campaña en contra de los dirigentes del partido nacionalista como Caro y Marco Fidel Suárez, quienes no eran comerciantes y, por consiguiente, no poseían vínculos con la economía de las exportaciones e importaciones. Los nacionalistas tendían a ser hombres cuyo pensamiento económico estaba coloreado por el sesgo mercantilista de una época anterior, hecho que se ilustra en el impuesto establecido por Caro a las exportaciones de café, y el extenso uso que hizo de los monopolios gubernamentales como productores

81 M. Palacios, Estada »ases sociales en Colombia, Op. cit., p. 112. 82 Carlos Eduardo Jaramillo, "Antecedentes generales de la Guerra de los Mil Días y golpe de Estado del 31 de julio de 1900", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 68, 72, 76-77.

56 / La modernización en Colombia de ingresos." Y a medida que el café surgía con mayor fuerza en el panorama nacional, el ciclo de las ruinosas bajas de precios, que culminó en 1899, debe ser induido como otro factor que contribuyó al estallido de la guerra." Carlos Martínez Silva, líder de los históricos, describió a las clases adineradas como las que sufrían una "profunda angustia" por la baja de los precios que, unida a la política monetaria inflacionaria del gobierno, había limitado las exportaciones y causado la baja de las acciones colombianas en el intercambio europeo y estadounidense." Un número cada vez mayor de miembros de las clases media y baja encontraba su sustento en actividades relacionadas con el café. En 1899, Martínez Silva notó un incremento en la delincuencia común, al que vinculó con la caída de los precios. Se había convertido en un hecho corriente ver a hombres arma-

dos en los pueblos y en los campos para defender sus propiedades. Otros, cuyas manas habían sido robadas, se amontonaban miserablemente en las heladas calles de Bogotá. 86 Al menos tan importante como el surgimiento del cultivo del café, en la perturbación del panorama nacional, fue la continua pobreza del gobierno central. Esta, a su vez, se arraigaba en el carácter subdesarrollado de la economía. A pesar del auge del café, la economía colombiana era, en 1899, una de las menos productivas de América Latina. En exportaciones per capita e inversión extranjera, para mencionar sólo dos indicadores, Colombia fue el último y el penúltimo país respectivamente dentro de las veinte naciones latinoamericanas." Nunca fue más visible la pobreza del gobierno que a fines del siglo, cuando se presagiaba la guerra. El gobierno se vio obligado a despedir a

83 El mejor estudio sobre los orígenes económicos de la Guerra de los Mil Días, y sobre los vínculos económicos de la élite, es el de C. W. Bergquist, Op. cit. 84 Los precios del café alcanzaron aquel ario su más bajo nivel histórico de siete centavos por libra. En Brasil, también la baja de los precios ocasionó disturbios sociales. Allí, sin embargo, la principal consecuencia de los problemas económicos fue la emigración, no la guerra. Entre 1900 y 1913, época en la cual los inmigrantes europeos inundaron América, la emigración de los trabajadores europeos de Brasil alcanzó a ser el 65% de la inmigración total. Véase: Celso Furtado, The Economic Grough of Brasil. A Surveyfimo& Colonial to Modern Times, Berkeley, University of California Press, 1971, pp. 190-195; William Arthur Lewis, Gima and Fluctuations, 1870-1913, Princeton, Princeton University Press, 1978, p. 190. 85 C. Martínez Silva, Capítulos de historia política de Colombia, Op. cit., vol. 3, pp. 409-410. 86 /bid., pp. 269-272. W. McGreevey, Op. cit., p. 198, estima que durante el período transcurrido entre 1870 y 1930, casi un cuarto de la población rural de Colombia abandonó los cultivos para la subsistencia e ingresó al mercado a través de su vinculación con la industria del café. 87 En exportaciones per copita clasificó de último, detrás de República Dominicana. En inversión extranjera per rápita, Colombia quedó ligeramente delante de ésta, y muy por debajo de países como México, Perú y Argentina. Y, aún más significativo, estas generalizaciones se basaron en datos recopilados una década después de la Guerra de los Mil Días. Véanse: José Antonio Ocampo, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, Bogotá, Siglo XXI, 1984, p. 53; Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, pp. 169-177.

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mil hombres de su ya reducido ejército en junio de 1899, y a vender dos cruceros del Ejército por aquella misma época —y esto en un momento en el que todos consideraban la guerra como algo inminente—. Los esfuerzos por obtener dinero a través de empréstitos extranjeros fueron inútiles. La caída de los precios del café y los efectos tardíos de la guerra civil de 1895, ocasionaron un incumplimiento del pago de la deuda externa, que había arruinado la evaluación de crédito de la nación. Esto fue doblemente vergonzoso, pues la deuda pública de Colombia, de sólo cinco dólares per capita, era una de las más pequeñas del mundo." Seis meses después de iniciada la guerra, en abril de 1900, el desesperado gobierno colombiano obtuvo cinco millones de francos, al acordar una extensión de seis años a la concesión de la Nueva Compañía del Canal de Panamá. Esta fue una jugada imprudente, adoptada bajo la presión de la guerra, que habría de debilitar la posición del país en las negociaciones con Estados Unidos sobre Panamá tres años más tarde." A pesar de los graves problemas que aquejaban a Colombia a fines de la década del noventa, hubiera sido posible evitar la guerra si su presidente hubiera sido una persona diferente de Miguel Antonio Caro. Durante

aquella década, el dirigente del partido nacionalista había insistido en aferrarse al poder, actitud que invariablemente generó graves contiendas políticas. En 1896 intentó una maniobra mediante la cual le sería permitido postularse para la reelección en 1898, sin violar la respectiva prohibición constitucional. Renunció ala presidencia a favor de su copartidario Guillermo Quintero Calderón. Pero cuando Quintero tuvo la audacia de nombrar a un conservador histórico en su gabinete, Caro lo destituyó y asumió de nuevo la presidencia, observando que "no es posible mantener la armonía entre los católicos mediante el nombramiento de cardenales protestantes"." Luego tuvo Caro la idea de nombrar candidatos a la presidencia y vicepresidencia para el período 1898-1904 a quienes creía que podía controlar. Para presidente eligió a un octogenario enfermizo llamado Manuel Antonio Sandemente, un hombre caracterizado por el escritor José María Vargas Vila como "una momia, cubierta de polvo venerable"?' Su opción para vicepresidente fue José Manuel Marroquín, un prominente nacionalista, cuyo catolicismo militante había llevado a los liberales a apodarlo Torquemada." Según el plan de Caro, Marroquín actuaría como presidente

88 C. W. Bergquist, Op'kit., pp. 117-118; C. E. Jaramillo, Op. cit., p. 75. 89 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 148-149. 90 C. E. Jaramillo, Op. cit., p. 70. 91 Malcolm Deas, ed., llagas Vila, sufragio, selección, epitafio, Bogotá, Banco Popular, 1985, p. 160. 92 L E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 1, p. 281.

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del débil Sanclemente, así como Caro se había desempeñado como presidente de Rafael Núñez. El plan de Caro pronto se malogró después de que sus candidatos ganaron la elección de julio de 1898, contienda electoral cuya equidad puede evaluarse por el hecho de que los impopulares candidatos nacionalistas obtuvieron una aplastante victoria.° En cuanto Marroquín comenzó a actuar como presidente, asumió sus propias decisiones. En primer lugar, abolió el impopular impuesto a las exportaciones de café, y avanzó hacia garantizar la representación política de los liberales. Luego adoptó medidas para abolir la ley que privaba de derechos civiles a las personas sospechosas de subversión.° Caro procedió rápidamente a deshacerse de Marroquín, esta vez obligando a Sandemente a asumir la presidencia. Para noviembre de 1898, el anciano fue instalado en el palacio presidencial en Bogotá, y aseguró a los miembros del partido que no haría nada para desmantelar las leyes promulgadas durante La Regeneración. En su visión retrospectiva de diez años, Rafael Uribe Uribe recordó que eran acontecimientos como aquellos —la arrogante manipulación de la política nacional— lo que "nos cegó y nos llevó a la guerra"?'

Una vez que el presidente Sanclemente regresó vacilante al poder, los preparativos para la guerra se adelantaron con presteza.. Pronto Sanclemente se marchó de nuevo en busca de un clima más saludable. Dejó tras de sí un sello de caucho fabricado con su firma, para que fuese utilizado por sus subalternos de confianza. Todas estas cosas eran especialmente perturbadoras para los conservadores históricos, cuyas primeras cartas de protesta habían desempeñado un importante papel en el tema de la corrupción bajo los nacionalistas. Era ampliamente conocido, por ejemplo, que uno de los monopolios más lucrativos del gobierno, las minas de sal de Zipaquirá, no seguía procedimientos fijos de contabilidad; de hecho, no mantenía libros. Estos abusos y muchos otros serían ridiculizados públicamente en la novela Fhx, escrita después de la guerra por Lorenzo Marroquín, senador nacionalista e hijo del vicepresidente. 96 Los conservadores históricos, tales como Carlos Martínez Silva, fueron tan críticos del gobierno en los meses anteriores a la guerra, que muchos liberales creyeron que los disidentes se unirían a su revuelta. Unos pocos históricos lucharon al lado de los liberales en las primeras etapas del conflicto,

93 Manuel Antonio Sandemente obtuvo 1.606 votos; Rafael Reyes, el candidato nacionalista, 121 votos; Miguel Samper, el candidato liberal, 310 votos. 94 La medida antisubversiva suministró la base legal para la deportación de Santiago Pérez en 1892. Se originó en una ley de 1888, la infame "Ley de los Caballos". Para más detalles sobre esta impopular ley de La Regeneración, véase H. Delpar, Op. cit., pp. 144 y ss.; C. W Bergquist, Op. cit., pp. 37 y ss. 95 E. Santa, Op. cit., p. 304. 96 Lorenzo Marroquín, Pax, 2." ed., Bogotá, Imprenta de La Luz, 1907.

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Rgura2.1 Tropas gubernamentales durante la Guerra de los Mil Días, hacia 1901 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

y los históricos del departamento de Santander firmaron un acuerdo formal de neutralidad con los liberales, pero en su mayoría se alinearon rápidamente con el esfuerzo de guerra del gobierno .° En noviembre de 1899, el pacifista liberal Aquileo Parra expresó los sentimientos de los pacifistas liberales y conservadores cuando escribió: "el torrente nos está arrastrando, y no sería sensato ni patriótico insistir en oponernos a él"." De manera sorpresiva, los libera-

les ganaron el primer enfrentamiento de la guerra, la batalla de Peralonso, a mediados de diciembre de 1899. Esta victoria alimentó las esperanzas de todos aquellos que deseaban el pronto fin de la guerra. Los liberales en general, y Uribe en particular, esperaban que Sanclemente se mostrara dispuesto a iniciar conversaciones de paz, mediante las cuales los liberales pudieran obtener las garantías que no habían logrado conseguir por medios pacíficos. Cuando el presidente,

97 Años más tarde, L. E. Nieto Caballero, Op. cit.. vol. 2, pp. 238-243, observó amargamente que los históricos habían mantenido su palabra de que lo apoyarían durante veinte días. Véase también C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 79 y ss.; C. E. Jaramillo, Op. cit., p. 74. 98 H. Delpar, ()p. cit., p. 182.

60 / La modernización en Colombia durante uno de sus pocos momentos de lucidez, rechazó la propuesta, muchos de quienes estaban interesados en terminar con la guerra comenzaron a conspirar para derrocarlo. El golpe de Estado del 3 -1 de julio de 1900 fue obra principalmente de los conservadores históricos, dirigidos por Carlos Martínez Silva, junto con algunos pacifistas liberales y nacionalistas. Según su plan, el vicepresidente Marroquín asumiría la presidencia, iniciaría conversaciones de paz con los liberales y, eventualmente, reformaría la Constitución, como había acordado hacerlo a fines de 1898, cuando actuó como presidente. Infortunadamente para los conspiradores, y para Colombia, el cambio ilegal de gobierno tuvo funestos resultados. Una vez posesionado el nuevo presidente, la serie de acontecimientos pacíficos que debía poner en marcha nunca se dio. Marroquín, por el contrario, continuó vigorosamente la guerra, que habría de prolongarse, con incrementada virulencia, por más de dos años. La explicación de lo anterior se halla tanto en el carácter ideológico de la lucha partidista en Colombia, como en el hecho de que Marroquín hubiera encontrado un lugarteniente capaz de conducir la guerra con la unicidad de propósito de la que él mismo carecía. Este hombre fue Aristides Fernández. Aristides Fernández era un hombre vigoroso, de treinta y ocho años,

cuando el destino decidió que debía desempeñar un papel clave en el golpe que llevaría al derrocamiento de Sandemente. En aquel momento, era director de la fuerza de policía de Bogotá, y fue su oportuna llegada con un escuadrón de cuatrocientos policías, todos los cuales habían jurado apoyar a los históricos, lo que convenció a Marroquín, quien se ocultaba en casa de un amigo, de que el golpe tendría éxito. Desde ese momento hasta el final de la guerra, dos años más tarde, Fernández se convertiría en el alter ego de Marroquín, prosiguiendo la guerra con una fuerza que hizo de él una persona temida por todos los colombianos, y odiada por los liberales." Antes de su caída, Aristides Fernández se desempeñó como gobernador de Cundinamarca, ministro de guerra, ministro del interior y ministro de hacienda. A comienzos de 1902 asumió dos de estos ministerios simultáneamente, algo que pocos colombianos han hecho. El ascenso de Fernández y su súbito eclipse en junio de 1903 dicen mucho acerca de la política y de la sociedad colombianas a comienzos del siglo xx. Bajo circunstancias normales, un hombre de oscuros orígenes como Fernández nunca habría alcanzado tan altas dignidades en el servicio público. Los cargos ministeriales estaban reservados para los ricos y bien nacidos, o para quienes poseían una extraordinaria habilidad intelectual y

99 Una de las mejores semblanzas de Aristides Fernández se encuentra en C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 176-178. Sin embargo, un estudio moderno sobre Fernández es indispensable.

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éste representaba. Los unía la convicción de que la virtud pública, la Colombia cristiana y todas las cosas buenas y puras estaban en juego en la guerra. Se identificaban con José Vicente Concha quien, a comienzos del conflicto, sé había referido a ella como una guerra santa, y con el obispo Ezequiel Moreno, quien incitaba a los soldados del gobierno: "Luchen por nuestra religión". 193 Fernández utilizaba el mismo lenguaje de los extremistas conservadores, saturado de la fraseología de las encíclicas papales y al que confería realidad inmediata y urgencia el enemigo liberal. Mientras mantenía una feroz presión sobre las guerrillas liberales a comienzos de 1902, Fernández dijo a sus entusiastas seguidores en Bogotá que se proponía llevar a cabo "una pronta cauterización de la herida" que le había infligido a Colombia el liberalismo, una Figura22 Aristides Fernández, hacia "enfermedad endémica [...] que corroe 1902 y envenena el organismo social".' 01 Se actuó con base en estos ideales a meFuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte diados de 1902, cuando Fernández, Moderno, Bogotá como ministro de guerra, ordenó a tenían amigos en altas posiciones. Pero, los comandantes del gobierno aplien julio de 1900, la Atenas Sura- car justicia sumaria a los prisioneros mericana era una ciudad sitiada, y la liberales. Cuando Carlos Martínez capacidad organizativa y la corrección Silva protestó por las ejecuciones ideológica eran las cualidades más ante el presidente Marroquín, en una apreciadas en los funcionarios guber- carta de septiembre de 1902, namentales. Por fortuna para Fer- Fernández no vaciló en encerrarlo en nández, compartía con Marroquín el la prisión de Bogotá, el Panóptico, odio por el liberalismo y todo lo que junto con el liberal Agustín Nieto y

100 L. E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 1, p. 86.

101 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 182.

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62 / La modernización en Colombia otras dos prominentes figuras del partido histórico.'" Marco Fidel Suárez decía que Fernández "no era un caballero" y, para Uribe Uribe, era "una desgracia nacional". 9" Pero era precisamente por eso que le resultaba tan útil al presidente Marroquín quien, por convencionalismos sociales, no podría haber tratado cruelmente a iguales como Martínez Silva y Agustín Nieto. Pero Fernández no tenía vínculos semejantes que le impidieran cumplir con su deber de continuar la guerra por los medios que considerara apropiados. El inmisericorde perseguidor de los revolucionarios liberales era un hombre de mentalidad premoderna. En una época en la que habría podido hacerse rico mediante la guerra, como muchos a su alrededor, por medios legales e ilegales, Fernández no robó nada.'" Después de la guerra y de su desaparición de la vida política, se ganaba a duras penas la vida vendien-

do muñecas en una desvencijada tienda en el centro de Bogotá, y murió finalmente en la más grande miseria.'" Quizá la mayor tragedia de la guerra no residió en su impacto inmediato sobre Colombia, sino en la forma gimo politizó y radicalizó ala siguiente generación de líderes nacionales. "La guerra me fue enseñando el odio", escribió Luis Eduardo Nieto Caballoro, quien cumplió trece años cuando el conflicto entró en su fase más álgida. Nieto y sus amigos coleccionaban e intercambiaban tarjetas, pedazos de papel e induso billetes viejos con la imagen de famosos líderes liberales del pasado. Después convirtió su colección en un mosaico montado sobre un cartón, decorado con una cinta roja y colocado en un sitio de honor, "como si fuesen seis o siete santos". Durante el primer año de la guerra, Nieto publicó un "periódico", y donó las utilidades de su venta al Partido Liberal. Esto terminó cuando la policía entró

102 Carlos Martínez Silva firmó una carta, junto con el liberal Isidro Nieto, y con los históricos Francisco A. Gutiérrez y Bernardo Escobar. Los cuatro fueron encarcelados y, tres días después, exilados al pueblo de Gachalá. Martínez no podía creer lo que estaba ocurriendo, como lo narra su hijo Luis Martínez Delgado en A propósito del doctor Carlos Martínez Silva, cig., pp. 469-477. Los soldados no sólo obligaron a los distinguidos cachacos a caminar Op. a su exilio, sino que los forzaron a dormir en el piso de tierra de loa cobertizos de propiedad de viejas que se burlaban de ellos. Tres meses más tarde, se permitió a los exiliados regresar a Bogotá. Esta experiencia agravó la deteriorada salud de Martínez Silva, quien murió dos meses después, en febrero de 1903. 103 C. W. Bergquist, Op. ciL, p. 186. 104 El especulador de tierras antioque6o, Pepe Sierra, fue uno de los que se enriqueció por medios legales, si ha de creerse a su biógrafo, Bernardo Jaramillo Sierra. Escritores posteriores no fueron tan caritativos con Marroquín. En opinión de Vargas Vila, "al no tener nada mejor que hacer, [Marroquín] se dedicó al pillaje. Metió sus manos, hasta los codos, en el tesoro nacional y lo vació. Nada saciaba su avaricia. Vendió todo, aguardando Véase: Bernardo Jaramillo Sierra, el momento en el que pudiera vender la nación Op. Pepe Sierra. El método de un campesino millonario, Medellín, Bedout, 1947, y M. Deas, pp. 165-166. 105 L E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 2, p. 31. [...]".

a su casa y confiscó los ofensivos documentos.w° Alfonso López publicó

también un periódico liberal clandestino durante la guerra. Fue arrestado por ello y arrastrado ante Aristides Fernández, quien lo puso en libertad, no sin antes observar en tono lúgubre, "el joven ya está infectado".'" Las lealtades partidistas de Laureano Gómez también fueron moldeadas por la guerra. Para él, los ejércitos liberales eran "bandas de incendiarios y asesinos que ensangrentaban y arrasaban el país".'" Aristides Fernández había ayudado a convencer a Gómez de que esto era así cuando exhibió los cuerpos de tres soldados mutilados por las guerrillas liberales en la calle de San Bartolomé. El 25 de febrero de 1902, menos de una semana después del día en que Laureano Gómez cumplió trece años, Fernández escribió una carta al general liberal Juan McAlister, en la que juraba comenzar a ejecutar a los prisioneros liberales detenidos en el Panóptico, a menos que dejara en libertad a varios oficiales conservadores apresados por los liberales. Gómez y sus compañeros de clase aplaudieron la acción, e induso enviaron una

carta a Fernández felicitándolo por la posición que había adoptado. Laureano Gómez admiraba inmensamente a José Joaquín Casas, la persona que reemplazó a Fernández como ministro de guerra poco después del incidente de Juan McAlister. Fue Casas quien, en octubre de 1902, ordenó que el derrotado Uribe fuese sometido a una corte marcial y luego ajusticiado, "sin contemplación alguna". Esta orden nunca se ejecutó.m° No obstante, en opinión de Gómez, Casas fue un ministro de guerra eficiente, cuya energía se aunaba a "su perspicacia y Jara visión"."° La Guerra de los Mil Días terminó durante los últimos meses de 1902, con la firma de dos importantes tratados de paz. El general Uribe firmó el primero en una plantación de bananos de propiedad holandesa, llamada Neerlandia, situada cerca de la costa Atlántica. El general Benjamín Herrera firmó el segundo a bordo del barco del Ejército estadounidense Wisconsin, anclado cerca de la dudad panameña de Colón. Uribe había hecho de la destitución de Fernández una de las principales condiciones de su rendición, lo cual había

106 lbfd., pp. 31-41. 107 H. Latorre Cabral, Op. cit., pp. 290-291. 108 Laureano Gómez, "José Joaquín Casas", en: Ricardo Ruiz Santos, ed., Obras completas, vol. 3, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 13. 109 El general Juan B. Tovar, quien capturó a Rafael Uribe, respondió a la orden en los siguientes términos: "He ganado la espada que llevo al costado luchando lealmente en los campos de ballla. Preferiría romperla en mi rodilla que mancharla con sangre vilmente derramada, violando el juramento que he hecho a nombre del gobierno". Carlos Eduardo Jaramillo, "La Guerra de los Mil Días 1899-1902", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 107. 110 L Gómez, Op. cit., vol. 3, p. 13.

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llevado a Marroquín a retirar transitoriamente a su ministro de guerra." Nadie dudaba, sin embargo, de que había sido Fernández, con su draconiana continuación de la guerra, quien había llevado a los liberales a la mesa de negociación. Como lo dijo el escritor Vargas Vila, Fernández acabó en los patíbulos la revolución que los generales habían sido incapaces de acabar en los campos de batalla; y levantó en lo alto de la horca el cadáver de la Guerra, que la ineptitud de Rafael Uribe Uribe había apuñaleado ya, en los campos de Neerlandia."2 Un mes después de terminada la guerra, Aristides Fernández se encontraba de nuevo en el gobierno. En una reorganización del gabinete en enero de 1903, fue nombrado ministro de hacienda. Mientras luchaba aún con las fmanzas nacionales, se unió al ministro de educación Casas para presentar un ultimátum al presidente Marroquín. El documento, que induía siete puntos, representaba el intento de estos ministros por continuar con la proscripción del liberalismo en el período de la posguerra. Respaldaban sus exigencias con la amenaza de renunciar a sus cargos si éstas eran negadas. Puesto que ambos hombres se habían convertido, en cierta forma, en un problema para él, Marroquín acep-

tó sus renuncias a pesar de las vehementes protestas de sus seguidores. Diez días más tarde, el primero de junio, emitió un decreto mediante el cual ponía fui al estado de sitio y declaraba restablecido el orden público."' Sólo dos meses después del decreto de Marroquín, Colombia se deslizó hacia una nueva crisis. El 10 de agosto, el Senado colombiano rechazó el

Tratado Hay-Herrán, bajo cuyos términos se construiría un canal interoceánico en el Istmo de Panamá. Mi-

guel Antonio Caro dirigió a las fuerzas del Senado que se oponían al acuerdo, en parte debido a la amarga enemistad que sentía por Marroquín. Los acontecimientos se precipitaron después de la votación. Los representantes de Panamá en el Congreso regresaron a casa y se unieron a otros que planeaban la secesión de Colombia. El 2 de noviembre de 1903, Panamá dedaró su independencia. Tres días después, el gobierno de Estados Unidos, que había propiciado la revolución y luego le había prestado su apoyo y ayuda, extendió su reconocimiento a la nueva nación. Colombia no pudo hacer más que protestar, pues los buques de guerra protegían de manera efectiva la soberanía panameña." 4 Bogotá se convirtió en un caos en la tarde del 3 de noviembre, cuando

111 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 186. 112 M. Deas, Op. cit., p. 117. 113 Los últimos meses de Aristides Fernández en el gabinete de José Manuel Marroquín se discuten en detalle en C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 204-210. 114 Buenos recuentos recientes de los incidentes arriba descritos son: Richard L. Leal, Arrogant Diplomacy: U. S. Fblicy toward Colombia, 1903-1922, Wilmington Scholarly Resources, 1987;

Cómo se educó la Generación del Centenario / 65 llegaron los telegramas que anunciaban la temida pérdida de Panamá. Ciudadanos de todas las edades y condiciones llenaron las calles, con la vana esperanza de que se dijera algo que deshiciera el desmembramiento de su país. Muchos de ellos, como Laureano Gómez, quien entonces tenía catorce arios, lloraron de rabia y rogaron que se les permitiera unirse a cualquier

expedición militar que se enviara para recuperar el departamento secesionista.' " No se organizó una expedición semejante, pues el gobierno permanecía extrañamente inactivo ante lo que la mayoría de los ciudadanos consideraba como una tragedia nacional. Más de veinte años después, Laureano Gómez narró lo que el general Pedro Nel Ospina le había contado de su reunión con el presidente Marroquín la tarde de aquel día. Al igual que muchos otros, Ospina se dirigió al palacio presidencial a ofrecer sus servicios para la recuperación de Panamá. Cuando llegó el general, la edificación estaba oscura y desierta. Caminando de una habitación a otra, se encontró finalmente con el presidente, que sentado bajo una de las bombillas incandescentes, recién instala-

das en el palacio, leía una novela francesa. Marroquín sonrió, lo miró y dijo: "Oh, Pedro Nel, no hay bien que por mal no venga. Se nos ha separado Panamá, ipero tengo el gusto de volverlo a ver en esta casa!"."6 Fue evidente para Ospina que el presidente, quien para entonces tenía setenta y siete arios, no haría nada para poner fin a la rebelión en Panamá."'

José Manuel Marroquín no dejó registro alguno de aquel encuentro con Pedro Nel Ospina. Pero no hay duda de que su aparente falta de preocupación por los acontecimientos del día y su alegre disposición ocultaban descontento y resignación y, posiblemente, cierto grado de sardónica satisfacción. Sus seis años en el alto cargo no habían sido placenteros ni fáciles. No obstante, había conseguido ganar la guerra civil más sangrienta y prolongada del país, preservando así una Colombia cristiana. Sus tribulaciones se habían iniciado en 1896 cuando, como vicepresidente, Miguel Antonio Caro había intentado hacer de él un títere suyo. Descontento con el intento de Marroquín por aplacar a los liberales y evitar así la guerra, Caro lo destituyó de una manera autoritaria y humillante. Luego llegaron a pedir

Dwight Carroll Miner, The Fight for the Panamá Route. The Story of the Spooner Act and the HayHerrán Treaty, Nueva York, Octagon Books, 1971; Eduardo Lemaitre, "1903: Panamá se separa de Colombia", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989. 115 El Siglo, 5 de diciembre de 1939. 116 Laureano Gómez, (lilas completas, Op. cit., vol. 3, p. 41. 117 José Manuel Marroquín, de hecho, envió al general Rafael Reyes, a Jorge Holguín y a Lucas Caballero primero a Panamá y luego a Washington durante los meses siguientes, con la esperanza de que Colombia pudiera salvar algo de la situación. Estas iniciativas fueron infructuosas.

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66 I La modernización en Colombia ayuda los conservadores históricos. Ellos también deseaban hacer de él un instrumento para terminar una guerra que ellos mismos, al conspirar con los liberales, habían contribuido a iniciar. Y cuando él, Marroquín, había decidido ganar la guerra, la misma facción que lo había llevado al poder intentó derrocarlo mediante otro golpe de Estado. Carlos Martínez Silva fue el cabecilla, tanto del golpe de Estado exitoso e ilegal del 31 de julio de 1900, como del fallido e ilegal intento de golpe del 31 de agosto de 1901.'" A pesar de todo esto, Marroquín tuvo el control de sí y el buen sentido necesarios para nombrar a Martínez Silva jefe de la misión diplomática encargada de negociar un tratado con Estados Unidos sobre el canal de Panamá. Martínez, sin embargo, abusó de nuevo de su autoridad al entrar en negociaciones con el general Uribe, quien vivía por aquel entonces en Nueva York.'" ¿Puede culpárselo entonces de que se viera obligado a retirar a Martínez de su cargo en el momento más crucial de las negociaciones con el

secretario de Estado Hay, y a enviar a José Vicente Concha para reemplazarlo —un hombre que sabía poco de lo que había estado ocurriendo y ni siquiera hablaba inglés—? En el momento de la indiscreción de Martínez, las guerrillas liberales estaban organizando ataques en las afueras de Bogotá, cometiendo atrocidades con sus machetes, como lo reveló vívidamente el ministro de guerra Fernández. ¿No era entonces justicia poética que Carlos Martínez Silva entrara en conflicto con Fernández poco después de su regreso a Colombia? Su prisión y exilio, en efecto, aceleraron su muerte. Pero esto le ahorró a Martínez la angustia de ver cómo el tratado que habría debido negociar era estruendosamente derrotado en el Senado.'" Y, ¿qué sucedió con la campaña de Miguel Antonio Caro contra el tratado? Nadie dudaba de que el acuerdo Hay-Herrán era malo. Pero tampoco dudaban del poder de Estados Unidos, o de que Colombia perdería a Panamá si el Congreso rechazaba el acuerdo. Esto, sin embargo, no detuvo a Caro en su venganza contra

118 El intento de golpe del 31 de agosto de 1901 llevó a la destitución y al exilio del ministro de guerra, Pedro Nel Ospina, quien lo había apoyado. Después de su caída, Ospina aprovechó la oportunidad para denunciar a los hombres de negocios que habían hecho fortuna durante la guerra gracias al apoyo del presidente Marroquín y de sus hijos. Para más detalles sobre estos incidentes, véase Jorge Orlando Melo, "La República conservadora, 1880-1930", en: Mario Arrubla, ed., Colombia hoy, 6.' ed., Bogotá, Siglo XXI, 1980, p. 65; L Martínez Delgado, Op. cit., pp. 290-335. 119 La explicación de las actuaciones de Martínez, relatada desde su punto de vista y a través de la correspondencia entre él y Marroquín, se encuentra en el libro de L. Martínez Delgado, Op. cit., pp. 378-416. 120 Los debates de Miguel Antonio Caro contra el tratado se encuentran en Carlos Valderrama, ed., Miguel Antonio Caro, discursas y otras intervenciones en el Senado de la República, 1903-1904, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1979.

Marroquín. "Y, finalmente, general Ospina", tal vez pensó Marroquín levantando la vista de su novela, "usted se encuentra ante mí, con una mirada que me condena como a un tembloroso anciano que permitió que su patria se redujera; —usted, que cons-

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piró contra mí en 1901 con Martínez Silva, y pagó por ello con el exilio—; usted tiene tanta culpa como yo de estos terribles acontecimientos recientes. Colombia tiene ahora un departamento menos. ¿Soy yo el responsable de ello?".

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3 Reyes y el republicanismo Repercusiones

C olombia ingresó en el período inmediatamente posterior a la guerra con su economía en pedazos, con la mayoría de su gente sumida en la pobreza, la enfermedad y la ignorancia, y sus dirigentes invadidos por una mezcla de reproche, frustración, rabia y vergüenza. El impacto inmediato de la guerra fue pasmoso: quizá cerca de cien mil jóvenes colombianos habían muerto, edificaciones incendiadas y abandonadas llenaban los campos, y los cultivos estaban invadidos de maleza.' La pérdida de Panamá, ocurrida pocos meses después de la conclusión formal de la guerra, acrecentó la angustia nacional. Las miserias del período de la posguerra se vieron intensificadas por la imagen de Colombia en el exterior.

En la bolsa de valores de Londres, el nombre de Colombia figuraba prominentemente en la lista de los países que habían incumplido con los pagos de la deuda externa, y en la Exposición de París de 1901, un gran mapa del mundo mostraba a Colombia en amarillo, significando con ello que era la nación más leprosa del mundo.' Era una distinción poco envidiable, debido al hecho de que el hospital para leprosos de Agua de Dios se había cerrado, llevando a miles de internos a las ciudades y a los pueblos, donde vivían en las calles como mendigos.' El periodista Luis Cano habló en nombre de la mayoría de sus compatriotas cuando maldijo las circunstancias que hacían a su país, "vil por la corrupción, mendigo por su ineptitud, desperdicio e impropiedad".' El conservador Herrando Martínez Santamaría

1 Esta es la descripción de Colombia que ofrece Fidel Cano después de la guerra, citada en Eduardo Lemaitre, Rafael Reyes, biografía de un gran colombiano, 3' ed., Bogotá, Espiral, 1967, p. 243. 2 Humberto Vélez, "Rafael Reyes: Quinquenio, régimen político y capitalismo", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 203. 3 E. Lemaitre, Op. cit., p. 243, afirma que, según uno de los estimativos, había más de sesenta mil leprosos. Cree también que ese estimativo era exagerado. 4 El Espectador, 27 de junio de 1904.

culpó a la guerra por arruinar la imagen de Colombia ante "las naciones civilizadas del mundo".5 Durante los mil días de guerra, las condiciones de vida se habían deteriorado en todos los niveles de la sociedad. Familias antes pudientes se sumieron en una "decente pobreza", mientras que las masas experimentaron una pobreza que sería mejor

que durante la gran epidemia de tifoidea de 1908-1909, el 2% de la población de la ciudad había sucumbido a esta enfermedad.' Las personas con mejor educación mejoraron sus posibilidades de sobrevivir filtrando el agua a través de piedra pómez y luego hirviéndola. Los pobres por lo general no hacían ninguna de estas dos cosas. Un agravante del problema de salud pública de fines del siglo xix en

descrita como devastadora. 6 En todos los lugares había escasez de alimentos, y algún grado de insalubridad

Colombia fue el hecho de que la mayor parte de la gente no sabía de dón-

afectaba ala población en general. La mortalidad infantil en Bogotá era del 25%, tasa que probablemente era igual en el resto del país.' La expectativa de vida se encontraba cerca de los treinta años. 8 Junto con la lepra, la elefantiasis era endémica, y las epidemias transmitidas por el agua y las enfermedades contagiosas azotaban periódicamente pueblos y ciudades. En Bogotá, donde la población poco había crecido en quince años, 675 personas murieron de fiebre tifoidea sólo en 1905. Los médicos estimaban

de provenía su enfermedad. Los procedimientos antisépticos no eran una práctica general en los hospitales, y el primer laboratorio bacteriológico de Colombia apenas se abrió en 1905. 10 Unidcoelagr nizada acerca de los procedimientos sanitarios era el hecho de que aproximadamente el 70% de los jóvenes en la capital colombiana, en palabras de José Lombana Barreneche, habían "recibido el bautismo de la sífilis"." No es necesario agregar que las difíciles condiciones sociales aseguraban

5 Felipe Pérez, ed., Periodistas liberales, Bogotá, Minerva, 1937, p. 257; Carlos Martínez Silva, Fhr qué caen los partidos políticos. Política colombiana interna e internacional —separación de Panamá-Epistolario, Bogotá, Imprenta de Juan Casas, 1934, p. iv. 6 Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 60. 7 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servidos públicos, 1600-1967", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 arios. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 26. 8 Jorge P. Osterling, Dentocracy in Colombia. Clientelist Politics and Guerrilla Warfare, New Bnsnswick, NJ., Transaction Publishers, 1989, p. 9. En 1910, la expectativa de vida promedio en Colombia era de 30,5 años. 9 Néstor José Miranda Canal, "La medicina colombiana, de La Regeneración a los años de la Segunda Guerra Mundial", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 266-267. 10 .lbíd., p. 37. 11 /bid., p. 266. Lombana posiblemente utilizó la palabra "sífilis" para indicar todo el espectro de enfermedades venéreas.

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70/ La modernización en Colombia

Figuraal Bogotá, vista panorámica, hacia 1907 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

la zon a urb ana

la disponibilidad de prostitutas para practicar el rito carnal.' s Sumado al miserable aspecto de la Colombia urbana al final de la guerra, y un elemento que contribuye a explicar el desastroso estado de la salud pública, fue el colapso del servicio de sanidad. Los residentes de Bogotá describieron ala ciudad como "naufragando" en desperdicios sin re-

colectar, y en "un estado de colapso sanitario"." Los bogotanos continuaban deshaciéndose de los desperdicios nocturnos en alcantarillas abiertas, lo cual hizo que un visitante cubano acusara a la capital colombiana de oler como "una ciudad insepulta"." A la caída de la noche, la gente se encerraba en sus casas, dejando las calles prácticamente desiertas. Tampoco

12 Un estimativo de 1929 sugiere que el 2% de la población femenina de Bogotá se ganaba total o parcialmente la vida con la prostitución. Esta cifra es tomada de Alcides Argüedas, "La danza de las sombras", en: Luis Alberto, Sánchez, ed., Obras selectas, vol. 1, México, Aguilar, 1959, p. 743. Argüedas afirma que había cuatro mil prostitutas registradas en una ciudad de aproximadamente doscientos mil habitantes. 13 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 43. 14 E. Lemaitre, op. cit., p. 236.

había mucho movimiento de vehículos durante el día. Un visitante británico señaló que era posible caminar por las calles de Bogotá a cualquier hora, sin correr peligro de ser arrollado, "pues el presidente, el arzobispo y otra media docena de personas son los únicos propietarios de carruajes privados".'s Los bogotanos de todas las clases sociales caminaban por las enlodadas calles, los más adinerados con gabardinas y sombrillas para defenderse del agua que salpicaba al paso de los jinetes. Las condiciones no eran mejores en el campo, donde vivía la mayoría de los colombianos al final de la guerra.'s la agricultura y la cría de ganado sufrieron una importante desorganización durante los años de guerra de guerrillas, y muchas de las plantaciones de café establecidas durante la década del noventa quebraron.' 7 Los problemas del campo se veían agravados por los terratenientes que intentaban recuperar sus fortunas a expensas de los trabajadores. En las

tierras cafeteras del occidente de Cundinamarca, los patronos reclutaban obreros en otros departamentos, especialmente en Boyacá, y luego se retractaban de los contratos. Para 1906, un magistrado de la zona cafetera informó sobre el alarmante grado de desmoralización entre los obreros por contrato, evidenciado en el torrente de quejas proveniente de las haciendas cafeteras.'s La perturbación de la agricultura había generado fuertes incrementos en el costo de los alimentos. En Bogotá, los precios aumentaron seis veces entre 1898 y 1901, y luego tres veces más en 1904.' 9 El deterioro de la red de transporte del país tenía parte de la culpa. Entre 1895 y 1903, los ferrocarriles y los barcos fluviales incrementaron sus tarifas treinta y siete y veintisiete veces respectivamente. Y el transporte a lomo de mula, de especial importancia, incrementó su costo cincuenta y siete veces." Entretanto, el salario real cayó en una tercera parte, y sólo alcanzó los niveles

15 Francis Loraine Pene, The Republic of Colombia, an Account of the Country, its People, its Institutions, and its Resources, Londres, Edward Standford, 1906. 16 Keith H. Christe encontró que Colombia ocupaba el décimo séptimo lugar dentro de los países latinoamericanos en términos de urbanización en ese momento. Sólo el 7,7% de la población vivía en pueblos de veinte mil o más habitantes. Véase su libro, Oligarcas, campesinos y política en Colombia: aspectos de la historia sociopolitica de la frontera antioqueña, Bogotá, Univérsidad Nacional de Colombia, 1986, pp. 11-12. 17 Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, p. 223. Sin embargo, Charles W. Bergquist, Coffee asid Col:fija in Colombia, 1886-1910, Durham, Duke University Press, 1978, p. 203, encontró evidencia de que algunas de las afirmaciones en relikón con la destrucción de las plantaciones de café eran exageradas. 18 Pierre Gilhodes, "La cuestión agraria en Colombia, 1900-1946", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 307-388. 19 Keith H. Christe, Colombia, Hong Kong, Continental Printing, 1975, p. 91. 20 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 203.

72 / La modernización en Colombia anteriores a la guerra doce años más tarde? El lamentable estado de las carreteras colombianas se sugiere en un recuento sobre el viaje de Honda a Bogotá en 1905. Francis L. Petre recuerda el temor que sintió cuando se aproximaba a "una piscina de barro líquido" que bloqueaba un trecho de la trocha que constituía entonces el principal vínculo de la capital con el mundo exterior. Su animal se hundió hasta la cruz; otros jinetes se hundieron casi por completo en pozos de lodo similares? Los problemas de transporte obstaculizaron efectivamente la unificación nacional hasta mediados de la década del veinte del siglo xx. Al rico valle del río Cauca, para citar tan sólo el ejemplo más prominente, sólo se podía ácceder desde el río Magdalena después de una infernal jornada de cuatro días por uno de los dos caminos que atravesaban la Cordillera Central. Un equipo de estudio viajó en 1910 por el camino que se encuentra más al norte, la ruta de Quindío, que une a Cartago por el occidente con Ibagué, en el oriente. Su director, el doctor Luis Garzón Nieto, describió la trocha como "un cementerio de hombres y animales". Durante un

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recorrido de sólo cuatro kilómetros, contó nueve carcasas de animales que "se habían deslizado por enormes pendientes, perdiéndose junto con su cargamento". Concluyó que el camino de Quindío "era un absurdo de principio a fin", y recomendó que se estudiara y construyera un camino completamente nuevo." El caos de los mercados financieros colombianos acompañó al deterioro de la infraestructura física del país. El 16 de octubre de 1899, el gobierno declaró la obligatoria aceptación del papel moneda, y procedió luego a emitir un inmenso número de billetes con los que financió el esfuerzo de la guerra." Para el final de la guerra, la inflación había alcanzado el 20.000%. En una ocasión, las impresoras del omnívoro gobierno imprimieron los billetes en papel destinado a envolver caramelos.25 El dinero malo desterró al bueno, pues fue declarado ilegal comerciar en moneda dura. En 1905, Francis Petre sostuvo que no había visto usar una sola moneda de plata ni de oro en ningún lugar del país? Pocos comerciantes prosperaron durante la guerra. Algunos de ellos, como el empresario antioqueño José María Sierra, Pepe Sierra, incrementaron su

21 K. H. Christe, Colombia, Op. cit., p. 91. 22 F. L Petre, Op. cit., p. 189. 23 Arthur Clifford Veatch, Quito lo Bogotá, Londres, Hodder and Stoughton, 1917, pp. 202-203. 24 Los recuentos sobre la política fiscal colombiana durante la guerra, el primero escrito en 1903, y el segundo en 1989, en: F. L Petre, Op. cit., pp. 305-306, y Bernardo Tovar Zambrano, "La economía colombiana, 1886-1922", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 33-36. 25 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 200. 26 F. L. Petre, Op. cit., p. 303.

fortuna ayudando a financiar el esfuerzo bélico del gobierno? Otros, como el hombre de negocios Pedro A. López, liberal, sencillamente huyeron de Colombia. López consiguió convertir sus bienes en oro y en dólares estadounidenses a comienzos del conflicto? Quienes se vieron obligados a quedarse se las arreglaban como podían. Los banqueros alquilaban cámaras blindadas para almacenar las crecientes pilas de billetes. La especulación en esta moneda salvajemente inflacionaria se convirtió en el único medio de defensa para muchos de los empresarios que, a fines de 1902, solicitaban préstamos a altas tasas de interés, suponiendo que la inflación subiría de 22.500 al 30.000% o incluso al 40.000%. Muchos de ellos se arruinaron cuando las tasas bajaron al 9.500% con la declaración de paz a mediados de 1903? Los especuladores compraban oro, plata e incluso café a crédito, haciendo utilidades al ritmo de la inflación, y en Antioquia se fundaron bancos específicamente para atender a los comerciantes involucrados en la especulación con la moneda. Se aceptaban depósitos al 5% de interés mensual, y

se prestaba al 10%. Tal era el frágil estado de la economía colombiana al final de la guerra, que todos menos uno de los bancos de Medellín quebraron durante la breve crisis financiera de 1904. 30 Muchos de los habitantes rurales regresaron a formas primitivas de trueque. Los asalariados de las ciudades se las arreglaban a menudo vendiendo sus salarios futuros por dinero en efectivo. Durante los arios de la austeridad inducida por la guerra, cuando los gobiernos rara vez podían pagar a los funcionarios públicos a tiempo, era común en Medellín y en otras ciudades ver carteles que anunciaban "Se compran sueldos", y "Se cambian cheques"." Antioquia, un departamento que salió relativamente ileso de la guerra, y conocido por la energía y el talento empresarial de su gente, se paralizó durante e inmediatamente después de aquélla. Su capital, Medellín, descrita en 1883 como una de las ciudades más ricas de Sudamérica en proporción a su población, sólo aumentó de tamaño en un 26% durante los dieciséis años comprendidos entre 1889 y 1905. 32 Dos de los futuros gigantes industriales

27 La única biografía de Sierra sigue siendo la de Bernardo Jaramillo Sierra, Pepe Sierra, el método de un campesino millonario, Medellín, Bedout, 1947. Un estudio moderno de Sierra es indispensable. 28 Aun así, tuvo pérdidas, pues se vio obligado a pagar 300% más de la tasa prescrita por los dólares. Hugo Latorre Cabral, Mi novela: apuntes autobiográficos de Alfonso López, Bogotá, Mito, 1952, p. 17. 29 F. L Petre, Op. 30 K. H. Christe, Colon a, Op. cit., p. 91; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 201-202. 31 E. Lemaitre, Op. cit., p. 240. Desde luego, se descontaba una buena suma de los ingresos. 32 Entre 1905 y 1908 aumentó de tamaño en un 131%. Constanza Toro, "Medellín: desarrollo urbano, 1880-1950", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, p. 300.

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primer sindicato de colombia fruto de la modernizacion

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antioqueños, la Cervecería Antioqueña y la Compañía Antioqueña de Tejidos se fundaron en 1901, y quebraron tres años más tarde en la crisis financiera de 1904. La organización sindical era tan rudimentaria que podía considerarse inexistente. La Sociedad de Artesanos de Sonsón, Antioquia, fundada en 1903, fue uno de los primeros sindicatos legalmente reconocidos en Colombia. Pero apenas percibía su misión como la de luchar por aumentos salariales y mejorar las condiciones de trabajo. Más bien, los objetivos propuestos eran dirigir las procesiones en honor de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, comprar medicinas para los miembros enfermos y pagar "un funeral de primera clase para los asociados difuntos"." Dado el hecho de que las condiciones de salud en Antioquia no eran mejores que las de otras partes del país, los servicios ofrecidos por el sindicato de Sonsón sin duda resultaban apropiados para ese tiempo y lugar. Mientras que el período comprendido entre 1902 y 1903 marcó el nadir de la existencia nacional de Colom-

bia, había signos de que el país seguramente se recuperaría. En diciembre de 1902, el general Rafael Uribe Uribe declaró que la Guerra de los Mil Días sería el último de estos conflictos, agregando que había aprendido una amarga lección de ella." El mismo mes, y en encantador contrapunto con la observación de Uribe Uribe, José Joaquín Casas, el hombre que había ordenado recientemente la ejecución sumaria del comandante liberal, inauguró la nueva Academia Colombiana de Historia. A comienzos de 1903 se abrieron de nuevo las escuelas públicas por decreto presidencial, como también las facultades de matemáticas, ingeniería y medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Esta última institución había sido cerrada por Aristides Fernández en 1901, porque la mayoría de sus estudiantes simpatizaban con la revolución." En otro lugar, se fundó la Sociedad Geográfica de Colombia, y en el colegio de los jesuitas, un precoz estudiante de quinto año, llamado Laureano Gómez, fundó una revista literaria llamada El Ateneo de miscelánea."

33 Manuel Restrepo Yustl, "Historia de la industria 1880-1950", en: Jorge Orlando Melo, ed., Medellín, Presencia, 1988, p. 270; Iván Darío Osorio O., "El sindicalismo Historia de Antioquia, antioqueño en formación. Primeras organizaciones", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquía, Medellín, Presencia, 1988, p. 280. in Cambian Fblitics, 1863-1899, Alabama, 34 Helen Delpar, Red against Blue, the Liberal Party University of Alabama Press, 1981, p. 188. 35 Gabriel Poveda Ramos, "Cien años de ciencia colombiana", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 164. 36 El joven Gómez impresionó a quienes lo conocieron por la seriedad de su propósito. Su contemporáneo, Julio Holguín Arboleda, recordó haber escuchado a Gómez, quien por entonces tenía siete u ocho años, dirigiéndose a varios adultos que se encontraban presentes en ese momento. "Tuve la sensación de estar en presencia del Niño predicando broma, Bogotá, Pío X, entre los Doctores". Julio Holguín Arboleda, Mucho en serio y algo en 1959, pp. 44-45.

Y en Medellín, el millonario antioqueño Carlos C. Amador asombró a sus conciudadanos con una maraviel llosa invención importada de Francia automovil poco antes de la guerra. Se llamaba automóvil, y venía equipado con un conductor y un mecánico franceses." La situación de Colombia en 1903 era, en síntesis, anómala. El pequeño número de extranjeros no latinoamericanos que sabían algo sobre el país lo consideraban con una mezcla de burla y desdén. Un ingeniero norteamericano a quien se le preguntó por qué había bautizado a su nueva locomotora "Colombia", replicó que era por el número sin precedentes de revoluciones por minuto generadas por sus ruedas de conducción. Los colombianos se veían como personas que poseían, según Rafael Reyes, "la debilidad de los convalecientes", y se quejaban de que, al alba de una nueva centuria, el suyo era "el único país en el que no había penetrado el capital extranjero"." Esta percepción era correcta. Los extranjeros tenían pocas razones para invertir en Colombia, pues el país prometía pocas ganancias. Calculadas per cápita, las exportaciones colombianas se hallaban entre las más bajas

del mundo, apenas el 20% de las exportaciones argentinas, brasileras y peruanas, y una tercera parte de las mexicanas." A pesar de su descontento por la calamitosa situación del país después de su reciente guerra civil, los dirigentes colombianos coincidían en la creencia de que el país podía progresar y lo haría si el hombre adecuado se hacía cargo de él. El nuevo presidente debía ser fuerte, estar familiarizado con las fuerzas económicas que transformaban el mundo en aquella época y debía ser independiente de las camarillas políticas responsables de arruinar a la nación. Encontraron a este hombre en Rafael Reyes, de cuarenta y cuatro años, quien había hecho su fortuna en los negocios antes de ser atraído por las armas y la política, y quien había pasado buena parte de los últimos diez años representando a Colombia en Europa y en otros lugares. Una vez que Reyes fue elegido presidente y se posesionó, la mayoría de los colombianos pensó que había sido una buena elección. Según el periodista Eduardo Santos, cuando Reyes asumió el cargo, "la nación entera, con una simplicidad infantil, se entregó a él".4°

37 Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 320-321. 38 Rafael Reyes, Escritos varios, Bogotá, 'Tipografía Arconvar, 1920, p. 218. Reyes hizo esta observación en un discurso pronunciado en 1919. 39 José Antonio Ocanilo, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, Bogotá, Siglo XXI, 1984, p. 25; Roger E Davis, "Bogotá and the Athens of the America (sic). Coincident Cultures in Nineteenth Century Colombia", Tempe, Arizona, Center for Latin American Studies, Arizona State University, 1977, p. 6. 40 Eduardo Santos, citado en H. Vélez, Op. cit., p. 192.

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nes de la familia. Para el momento de su posesión, Reyes, como se dijo antes, había realizado varios viajes al extranjero, en relación con los negocios de su familia, y luego como representante del gobierno. Había dedicado años a la exploración de grandes extensiones de la amazonia colombiana, había dirigido tropas en el campo de batalla durante dos guerras civiles, y se había desempeñado activamente en el gobierno en diversos cargos. Era un hombre de familia con nietos y, más importante aún, conservaba la ebullición y el entusiasmo que habían caracterizado todas sus acciones. Era, en síntesis, la antítesis del austero presidente a quien reemplazaba en el poder." Reyes no se ajustaba al estereotipo de los nativos de Boyacá. En realidad, se asemejaba a los empresarios antioqueños, quienes arriesgaban su capital y su bienestar personal en busca de oportunidades fuera de su departamento." Cuando era aún un

adolescente, Reyes se unió a sus her- car el departamento de Panamá de los manos Elías, Enrique y Néstor para rebeldes liberales que se lo habían torecolectar quina de las selvas tropi- mado durante la guerra civil de 1885. cales del sur de Colombia. Cuando Reyes tuvo éxito, a pesar de difíciles el mercado internacional de la qui- obstáculos en su contra, ganándose el na quebró a comienzos de la década elogio de Núñez como "el conquistadel ochenta, él y sus hermanos ex- dor de lo imposible". Poco después el tendieron sus operaciones hacia el presidente lo envió a Estados Unidos oriente, en las selvas del Putumayo y y a Europa en misiones económicas y del Amazonas, donde se enfrentaron políticas, y luego recurrió a él para a los intereses peruanos por el con- aplastar la sublevación liberal de 1895, trol del suministro de caucho natural cosa que hizo de manera ejemplar. de esta región. Infortunadamente, El estallido de la Guerra de los Mil esta nueva aventura no prosperó. A Días lo encontró en París, donde ademediados de la década del ochenta, lantaba asuntos del gobierno. Para enElías, Enrique, Néstor y otros mil em- tonces ya era viudo, y padecía los pleados de la compañía habían su- tempranos efectos de una enfermedad cumbido a los rigores de la vida en que finalmente le dejó el brazo izesta aislada región, y el negoció fra- quierdo paralizado. Cuando el miniscasó." tro de guerra, Guillermo Valencia, Reyes, sin embargo, había conse- sugirió que lo llamaran de nuevo al guido sobrevivir y, mediante su talento servicio activo, Reyes se rehusó, dipara promoverse, incluso había lla- ciendo, "¡Díganle que yo no soy una mado la atención de Rafael Núñez." bomba para apagar incendios!"." ReEn Reyes, el presidente sabía que te- yes pudo, entonces, lanzarse de cannía el tipo de persona capaz de arran- didato a la presidencia como héroe

41 Las tribulaciones políticas de Marroquín han sido descritas anteriormente. Caro, quien fue el responsable de muchas de las dificultades de Marroquín, se quejaba, en una carta de marzo 19 de 1897, de que "la vida pública en el cargo que he desempeñado como sustituto, es escuela de grandes desengaños, donde la ambición de honores y el afán de mando no pueden caber sino como caso de demencia". Citado en Carlos Valderrama Andrade, ed., Epistolario del Beato Ezequiel Moreno y otros Agustinos Recoletos con Miguel Antonio Caro y nifamilia, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983, p. 53. 42 Ni Caro ni Marroquín habían viajado más allá de la Sabana de Bogotá. Se dice que Caro ni siquiera dejaba su casa para hacer compras en los almacenes de la ciudad; prefería que sus familiares las hicieran por él. Marroquín se jactaba alguna vez: "Ni siquiera conozco el mar, y si Dios me da vida y licencia, he de ver cumplido el antojo de morirme sin conocerlo". Martín Alonso Pinzón, Historia del conservatismo, Bogotá, Tercer Mundo, 1979, p. 283. La observación sobre el método de hacer compras de Miguel Antonio Caro se atribuye a Rafael Núñez, quien la antecedió de las palabras: "Caro es sabio, pero no es mundano". Julio H. Palacio, Historia de mi vida, Bogotá, Camacho Roldán, 1942, p. 303. 43 James J. Parsons, Antioqueño Colonization in Western Colombia, Berkeley, University of California Press, 1949, es el estudio clásico sobre este proceso de colonización.

44 Información sobre la juventud de Reyes puede hallarse en E. Lemaitre, Op. cit., pp. 53103, y en Ramón C. Correa, Diccionario de boyacenses ilustres, Tunja, Academia Boyacense de Historia, 1957, pp. 173-174. Dos elogiosas semblanzas de Reyes son: Baldomero Sanín Cano, 'Administración Reyes", en: Escritos, Bogotá, s.e., 1977, pp. 65-105; y José María Cordovez Moure, "Reminiscencias: Rafael Reyes Prieto", Boletín de Historia y Antigüedades, 4(44), 1907, pp. 449-509. 45 A Reyes le agradaba relatar la captura de su hermano Néstor por indios caníbales, y su jornada a través de las infernales selvas amazónicas en su exitosa búsqueda de los restos de Néstor. Según Carlos J. Infante, Dios y patria, vol. 2, Bogotá, Minerva, 1938, pp. 189-190, Néstor, deprimido por el fracaso de sus negocios, se había ahogado en el río Putumayo. Los indios que sostenían haber presenciado el evento, dicen que Néstor tropezó y cayó al río mientras se paseaba ebrio por la orilla. José María Vargas Vila, persona amiga de la hipérbole, mas no íQ, Reyes, sostuvo que, en su fracasada aventura, Reyes y sus hermanos habían asesinado a más de seis mil indios amazónicos, y vendido otros seis mil como esclavos en Brasil. Véase: Malcolm Deas, ed., Vargas lila sufragio, selección, epitafio, Bogotá, Banco Popular, 1985, p. 180. Este controvertido aspecto de la vida colombiana amerita mayor estudio. 46 E. Lemaitre, Op. cit., pp. 102, 180.

Rafael Reyes, cuyos cinco años en el poder se conocen como el Quinquenio, tomó posesión de su cargo en Bogotá el 7 de agosto de 1904. Reyes era un conservador, al igual que José Manuel Marroquín, a quien remplazó como presidente, y como Miguel Antonio Caro, el líder de la mayoría conservadora nacionalista del Congreso. Al igual que ellos, era nativo de tierras altas del interior de Colombia; había nacido en el pueblo de Santa Rosa de Viterbo, unos doscientos kilómetros al norte de Bogotá. Pero ahí terminaban las semejanzas. Mientras que Caro y Marroquín eran eruditos que se movían con facilidad, si no con alegría, dentro del estrecho mundo de la alta política en Colombia, Reyes era un intruso." Su educación formal era rudimentaria, pues abandonó el hogar a los diecisiete años para unirse a sus tres hermanos mayores en el negocio de exportacio-

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78 / La modernización en Colombia militar, pero como un héroe que no estaba vinculado con el terrible conflicto que acababa de terminar. Los miembros de la élite conservadora de Colombia no estaban satisfechos con la candidatura de Reyes. 47 Caro,lídesncita,que nunca le había gustado Reyes, le agradaba repetir una advertencia que presuntamente había hecho Rafael Núñez: "iQué desgracia para Colombia si Reyes llegara al poder!". El candidato de su partido en la campaña de 1904, Joaquín F. Vélez, advirtió que, una vez en la presidencia, Reyes impondría una dictadura similar a la que Porfirio Díaz, en 1904, llevaba más de veinte años imponiendo en México." Entretanto, Miguel Antonio Caro intentó propiciar los temores ante una dictadura de Reyes, "Tengan cuidado", dijo públicamente, "este hombre es peligroso ahora que llega de México [...]". 49 Los conservadores históricos desconfiaban de Reyes desde 1898, cuando lo propusieron como su candidato presidencial. Sólo dos días antes de la elección, circuló una carta en la que Reyes admitía que no era un histórico. Los históricos y su

candidato sustituto, apresuradamente presentado, perdieron de forma abrumadora frente a Sandemente y Marroquín." La oposición de ambas facciones conservadoras aumentó después de la elección, cuando se supo que Reyes había derrotado al candidato nadonalista Joaquín F. Vélez, gracias a fraudulentos manejos en un lugar remoto del país." Los políticos se pusieron frenéticos cuando, un mes antes de su posesión, el presidente electo se presentó ante el Congreso para pedir autorización para imponer nuevos impuestos, aumentar los ingresos de aduanas, crear un banco central, reorganizar la burocracia nacional y cambiar las divisiones territoriales." El Senado respondió nombrando presidente de esa corporación a Joaquín F. Vélez quien, ardido todavía por su derrota, se negó a recibir el juramento presidencial, función que habitualmente desempeña el presidente del Senado. El 7 de agosto de 1904 fue un día doblemente lúgubre en la historia de Colombia. El país continuaba postrado, un Congreso hostil miraba con

47 Desconfiaban del impetuoso Reyes de manera similar a como los políticos de la maquinaria conservadora republicana de Estados Unidos temían a Theodore Roosevelt, cuando fue elegido presidente en 1901. afirmando que 48 Fidel Cano, en El Espectador de julio de 1904, descartó la acusación de Vélez,Op. cit., p. 174. Reyes carecía de la habilidad necesaria para crear un Porfiriato. F. Pérez, 49 E. Lemaitre, Op. cit., p. 267. 50 Ibíd., p. 177. 51 El famoso incidente de la Registraduría de Padilla. Padilla está situado en la península de la Guajira, que entonces hacía parte del departamento de Magdalena. E. Lemaitre, Op. pp. 246-255. Wilmington, Scholarly 52 Richard L Leal, Arrogant pes,; U.S. Nig tomad Colombia, 1903-1922, Resources, 1987, p. 65.

odio al nuevo jefe del ejecutivo, mientras el presidente de la Cámara de Representantes, José Vicente Concha, le tomaba el juramento de posesión. En sus observaciones preliminares, Concha lamentaba la historia de estrechos partidismos en Colombia, cuyo resultado final era, invariablemente, "profundizar el abismo de miseria generar." Reyes respondió en análogos términos. "Estoy seguro de que hemos llegado al punto más bajo de nuestras calamidades", dijo, y prosiguió lamentando la incapacidad de Colombia incluso para defender su territorio nacional, situación que había llevado a que fuese pérfidamente despojada "de uno de sus más importantes departamentos". Aún peor, continuó, [...] como éramos considerados per-

sonas de una civilización inferior [...] el crimen no sólo fue permitido y sancionado [por otras naciones], sino que se consideró como un servicio trascendental a la civilización universal.

El nuevo presidente concluyó jurando preservar el orden y dar lo mejor de sí para llevar a cabo la labor de reconstrucción nacional." La única levedad en esta ceremonia sombría se dio después del discurso de los miembros de la convención nacionalista. Se burlaban del hecho de que Reyes no hubiera escrito su discurso presidencial, encargando de esta tarea a su sobrino Clímaco Cal-

derón Reyes. Cuando uno de los congresistas expresó la opinión de que Reyes era medio loco, Miguel Antonio Caro respondió, "iEntonces ha mejorado!"." El Congreso estaba decidido a obstaculizar el ambicioso programa de renovación nacional propuesto por Reyes. Sus miembros se escandalizaron aún más cuando el nuevo presidente incluyó a dos liberales en su gabinete, haciendo de él uno de los pocos gabinetes bipartidistas desde el de Manuel María Mallarino, quince años atrás. Otro de los primeros actos de Reyes fue nombrar un cuerpo de consulta que se reunía regularmente con él para discutir problemas nacionales. Este cuerpo, que llevaba el sonoro nombre de Junta de Notables, incluyó a los liberales. La inclusión de estos en el gobierno enfureció especialmente a los conservadores intransigentes, quienes estaban a favor de proscribir a todos los integrantes del partido enemigo. Los intereses económicos regionales generaron también oposición del Congreso a Reyes y a su programa legislativo. Colombia en 1904 era, en gran parte, una nación de regiones desarticuladas, hecho que se revelaba más notoriamente en el ámbito económico. Cuando Reyes intentó renovar las fmanzas nacionales, se encontró en competencia con los líderes locales, tales como el comerciante y político Pedro Nel Ospina, quienes

53 Alfredo Vásquez Carrizosa, El poder presidencial en Colombia, Bogotá, Dobry, 1979, p. 242. 54 Colombia, Presidencia, 10 de febrero, Nueva York, Imprenta Hispano-Americana, 1908. 55 E. Lemaitre, Op. cit., p. 267.

80 / La modernización en Colombia estaban igualmente interesados en promover el desarrollo de cada uno de sus departamentos. 58 Así, como lo dice el biógrafo de Reyes, Eduardo Lemaitre, el ambicioso programa del presidente de obtener dinero para su gobierno, a menudo a expensas de los departamentos, cristalizó una oposición "auténticamente democrática" y "republicana" dirigida a bloquear su proyecto." A comienzos de octubre de 1904, Reyes se presentó ante el Congreso de nuevo para pedir la aprobación de una legislación que le permitiera llevar a cabo sus reformas. Luego envió un mensaje escrito a esta corporación urgiéndola a actuar. El 19 de octubre, apeló de nuevo personalmente al Congreso.58 Pero los congresistas no adoptaban ninguna medida. Para comienzos de diciembre, miembros de la diminuta minoría liberal recriminaron a sus colegas conservadores. Antonio José Restrepo, prominente liberal antioqueño, le deseó buena suerte a cualquier dirigente nacional que pudiera estar "mirando hacia otros horizontes".

Rafael Uribe Uribe fue más explícito. El 3 de diciembre de 1904, prometió abiertamente apoyar a Reyes, si éste decidía apoderarse del poder necesario para implementar sus reformas.'" Tres días más tarde, aparecieron pasquines en las calles de la capital donde se denunciaba a los "inútiles" del Congreso, y cinco días después de esto, Reyes recibió dos cartas. La primera era del presidente de la Cámara de Representantes, Dionisio Arango, quejándose de la continuada falta de quórum en la corporación; la otra era del poeta Guillermo Valencia, recordando al presidente que, "desde los tiempos de Cromwell, los gobiernos han alquilado las casas de los parlamentarios hostiles". Al día siguiente, Reyes disolvió el Congreso y envió telegramas a todos los lugares de la nación solicitando apoyo para esta medida.8° Cinco días más tarde, el 18 de diciembre, otro pasquín apareció en las calles de Bogotá. Llevaba por título "Una explicación necesaria", y enunciaba en detalle las razones de la oposición parlamentaria al presidente. Estaba firmado por veintidós

56 La lucha de Ospina en condiciones cada vez más adversas se discute en Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, Bogotá, Santafé, 1955, pp. 341-343. 57 E. Lemaitre, Op. cit., p. 275. 58 Una de las necesidades apremiantes era el pago de salarios atrasados al ejército y a los funcionarios públicos, que ascendía a cerca de $2.5 millones de dólares. F. L Petre, Op. cit., p. 313, escribió que Reyes pidió autorización a los congresistas para 1) aumentar la deuda nacional; 2) aumentar las tarifas aduaneras; 3) readecuar el servicio público; 4) reorganizar la administración de las minas de sal de Zipaquirá; 5) construir caminos de acceso a la región del Amazonas y a los Llanos Orientales; 6) construir nuevas carreteras; 7) promover la educación pública; 8) negociar los empréstitos extranjeros, y 9) aumentar los impuestos a nivel departamental. 59 José Joaquín Guerra, Estudias históricos, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, vol. 158, Bogotá, Kelly, 1952, p. 244. 60 E. Lemaitre, Op. cit., p. 279.

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congresistas, la mayor parte de ellos conservadores históricos. Reyes, animado por el masivo apoyo que había tenido la suspensión del Congreso, acusó a los signatarios de "criminales obstruccionistas y rebeldes". Citando uno de sus propios decretos presidenciales, amenazó con el exilio en los Llanos Orientales a todos aquellos que no se retractaran públicamente.

La mitad de ellos se negó a hacerlo, y pronto se encontraron camino a los Llanos, vigilados por la guardia militar." Las actuaciones de Reyes a fines de 1904 eran ilegales según la ley colombiana, como lo fueron también muchas de las medidas que adoptó entre ese momento y su derrocamiento a mediados de 1909. Sin embargo, al comienzo, la mayoría de los colombianos aplaudieron el hecho de que se encargara de manera decisiva de la recuperación nacional. Prominentes miembros de ambas facciones conservadoras lo apoyaron. Guillermo Valencia, uno de los históricos, fue uno de sus primeros seguidores, así como el nacionalista

Marco Fidel Suárez. 82 Los liberales fueron, desde luego, entusiastas seguidores del presidente conservador quien, en la pintoresca frase de Juan E. Manrique, procedió "a colocarse oportunamente entre el látigo del vencedor y las espaldas de los vencidos". 88 FIgenralBjmíHseotró especialmente agradecido con Reyes, por "darle un respiro a los liberales"

por primera vez desde La Regeneración. Llegó incluso a referirse a Reyes como "el mejor dirigente que ha tenido Colombia desde Murillo Toro"." La ola de apoyo popular que sostuvo a Reyes durante casi cinco años fue sólo un aspecto de un estado de ánimo que predominó en el mundo occidental por aquella época. Desde la era de Bismarck, los nacionalistas habían suscrito un despotismo benévolo cuando se ejercía en beneficio de la patria. Durante el gobierno de Reyes en Colombia, el ejemplo del difunto Canciller de Hierro alemán continuó instruyendo a los líderes de las principales potencias europeas. En ambos continentes americanos, hombres fuertes como Reyes demostraron

61 Entre los exiliados se encontraban Manuel Dávila Flórez, Miguel Abadía Méndez y Sotelo Peñuela. Entre quienes se retractaron, escapando así al exilio, estaba José Joaquín Casas. Todos los exiliados fueron liberados en abril de 1905. Rafael Serrano Camargo, En aquella ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, p. 32; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 280-281; J. J. Guerra, Op. cit., pp. 341-342. 62 Marco Fidel Suárez, Obras, vol. 2, José J. Ortega Torres, Horacio Bejarano Díaz y Guillermo Hernández de Alba, eds., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1966, pp. 321-322. 63 Miembros de la generación liberal más joven no estaban tan entusiasmados con Reyes; "en cuanto a mí, no me gustaba", recuerda Luis Eduardo Nieto Caballero, quien criticó a sus mayores por aitular al caudillo conservador. Luis Eduardo Nieto Caballero, Escritos escogidos, vol. 1, Luis C. Adames Santos, comp., Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 37, 40-41. 64 Darío Mesa, "La vida política después de Panamá", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, p. 104; C. J. Infante, Op. cit., vol. 2, p. 177; L. E. Nieto Caballero, Op. cit., vol. 2, p. 55.



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82 / La modernización en Colombia cómo era posible apresurar la modernización cuando los líderes no se dejaban refrenar por conceptos previos jurídicos o éticos. En el momento en que Reyes asumió el poder en Colombia, los argentinos se despedían de su dos veces presidente el general Julio Roca, Conquistador del desierto, así llamado por abrir la pampa a la colonización al liquidar a los pueblos indígenas que la habitaban. Los brasileños -gozaban de una era de "orden y progreso", posibilitada sólo una década antes cuando el general Floriano Peixoto, Consolidador de Id República, derrocó al emperador Pedro II 6a Porfirio Díaz se encontraba en la cumbre de su prestigio en México (Rafael Reyes había regresado de recorrer a México y de reunirse personalmente con Díaz en 1903, lleno de admiración por los logros que había conseguido en dicho país 66 Pero fue menos elogioso del dictador mexicano que el secretario de Estado de Estados Unidos, Elihu Root, quien, en 1907, se refirió a él como "iuno de los grandes hombres que debe ser honrado como un héroe por la humanidad!") 67 Y en Estados Unidos, Theodore Roosevelt cautivaba la imaginación de su pueblo mediante sus hazañas en Cuba, la creación de una armada de primera calidad para el país y, desde luego,

por haberle arrebatado Panamá a Colombia. Reyes, Peixoto, Díaz y otros dirigentes latinoamericanos de la época no eran sólo figuras románticas que deslumbraban e intimidaban al resto con su carisma y su disposición a tratar brutalmente a quienes se les opusieran. Sus acciones, en realidad, fueron avaladas y apoyadas por miembros de sus respectivos grupos intelectuales, quienes adoptaron una posición según la cual sus sociedades necesitaban gobiernos centralizados, dirigidos por presidentes fuertes, si deseaban ponerse al ritmo de Europa y de Estados Unidos. Basados en el positivismo de Augusto Comte y en el determinismo biológico de Herbert Spencer, argumentaban que sus pueblos no habían avanzado lo suficiente en el camino de la evolución para que funcionara la autorregulación. Intelectuales tales como el positivista mexicano Emilio Rabasa, creían que los liberales se habían equivocado cuando escribieron constituciones democráticas que impedían la acción de sus líderes. Para Rabasa, sus experimentos se fundamentaban en lo que llamó una "ley sociológica inoperante e irreal".68 Rafael Uribe Uribe fue uno de quienes ayudó a Reyes a justificar su paso

65 "Orden y progreso" fue el lema del positivismo, colocado en la nueva bandera de la República en 1889. 66 L Ospina Vásquez, Op. cit, p. 358. 67 Lesley Byrd Simpson, Many Mexicos, 2' ed., Berkeley, University of California Press, 1962, p. 262. 68 Charles A. Hale, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethel, ed., 77ie Cambridge History of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, p. 412.

hacia un gobierno autoritario. Cuando Reyes comenzaba a ver que nunca conseguiría sus objetivos a través de medios democráticos, Uribe Uribe pronunció un discurso en el que argumentaba convincentemente a favor de una fuerte intervención del Estado en los asuntos nacionales. Utilizando la analogía de la exitosa batalla librada por Holanda para hacer retroceder al mar, argumentó que el gobierno central era la única institución con poder suficiente para salvar a Colombia de las dos fuerzas que impedían el progreso, "la barbarie y la selva". "¿Quién podrá defendernos de ambas?", preguntó. Y respondió así a su propia pregunta: "El Estado, el único poder verdadero", según Uribe, traería el progreso a Colombia, ahora sumida en la oscuridad. Uribe Uribe prosiguió a esbozar una diversidad de programas para el mejoramiento de la nación, dirigidos por la élite, a los que llamó "socialismo de Estado".69 Una vez que tuvo el control político en sus manos, Reyes actuó con rapidez. El 1 de febrero, instruyó a los gobernadores de los departamentos, todos designados por él, para que nombraran representantes a una nueva Asamblea Nacional. Una tercera parte de ellos era liberal. Esta corporación inició sus reuniones en Bogotá seis semanas después, el 15 de marzo

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de 1905. Este cuerpo de títeres se reunió anualmente desde entonces hasta marzo de 1909, cuando la presión popular obligó a Reyes a renunciar y ocasionó su posterior exilio de Colombia, impuesto por él mismo, el 13 de junio de 1909. Entre su reunión inicial a mediados de marzo de 1905 y la terminación de la misma seis semanas más tarde, la Asamblea Nacional creada por Reyes aprobó un paquete de reformas constitucionales que le conferían al presidente el poder que buscaba. Entre estas medidas había disposiciones que debilitaban a la Corte Suprema, permitían al presidente convocar y despedir al Congreso a voluntad, eliminaban las restricciones del presidente para fijar impuestos, anulaban algunas garantías constitucionales de los intereses regionales y permitían al presidente modificar las fronteras internas de los departamentos. Una de las últimas leyes consistía en una disposición que garantizaba al Partido Liberal un tercio de los puestos en todos los cuerpos elegidos. Poco antes de que terminara la sesión de la Asamblea Nacional, el último día de abril de 1905, los agradecidos liberales se unieron a sus colegas conservadores para extender el período presidencial de Reyes por cuatro años más, hasta el 31 de diciembre de 1914." La Asamblea sesionó apenas

69 Rafael Uribe Uribe,bras selectas, vol. 1, Jorge Mario Eastman, comp., Bogotá, Cámara de Representantes, 1979, pp. 29-47. 70 El trabajo realizado por la Asamblea Nacional de Reyes se discute en Miguel Antonio Pombo y José Joaquín Guerra, eds., Constituciones de Colombia, vol. 4, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Imprenta Nacional, 1951, pp. 278-313; J. J. Guerra,

contrucion de carreteras:, caminos vias ferreas en el gobierno de Reyes

84 / La modernización en Colombia cuarenta y siete días, durante los cuales sancionó la nueva condición de Colombia como Estado autoritario. "Nunca, en nuestros anales parlamentarios, ha existido mayor armonía entre el poder ejecutivo y el legislativo", fue la irónica evaluación de José Joaquín Guerra del Quinquenio. Lo mismo debieron pensar Dávila Flórez, Abadía Méndez y Sotelo Peñuela mientras entraban de nuevo a Bogotá después de su breve exilio en los llanos Orientales. A comienzos de 1905, Reyes inició una frenética actividad que sólo disminuiría con su caída del poder cuatro años después. Dado que sus más urgentes necesidades estaban en el ámbito de los asuntos fiscales, adoptó una serie de medidas dirigidas a mejorar las finanzas del país. Los derechos sobre exportaciones agrícolas y otros productos aumentaron al 70%, el papel moneda fue destruido hasta que su relación con el oro llegara a cien a uno (bajándolo de diez mil a uno), se fundó un banco central y se le confirieron amplios poderes en lo referente a la consecución de ingresos, y el general Jorge Holguín fue enviado a Londres

para informar a los inversionistas extranjeros que su nación estaba poniendo sus finanzas en orden." Las iniciativas fiscales de Reyes encontraron un rápido y gratificarte éxito. Los ingresos del gobierno se duplicaron inicialmente, y luego se triplicaron. Terminó la inflación, y la deuda externa de la nación se pagó durante 1907; el nombre de Colombia fue, por consiguiente, retirado de la lista de países que habían incumplido sus deudas en la bolsa de Londres." Los bonos colombianos, que anteriormente se habían vendido en Londres hasta por el 14% de su valor nominal, se vendían al 46% en 1906. Esto se debió al pago de una parte sustancial de la deuda externa a comienzos de aquel mismo año. Para cuando cayó Reyes, en 1909, se había invertido en el país un capital extranjero estimado en tres millones de dólares." Unas pocas compañías extranjeras iniciaron operaciones en Colombia, siendo la más importante de ellas la United Fruit de Boston, que respondió a la invitación de Reyes abriendo plantaciones de banano en el norte del país."

Op. cit., pp. 253-322; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 286-299; H. Vélez, Op. cit., pp. 208-211; Abel Cruz Santos, "La administración de Reyes", Boletín Cultural y Bibliográfico, 7(10), Bogotá,

Banco de la República, s. f., pp. 1.778-1.798. Las memorias oficiales presentadas por los ministros del gabinete de Reyes pueden encontrarse en Ricardo Sánchez Ramírez, La

reconstrucción nacional: estudio de la administración del Excelentísimo Señor General don Rafad Reyes,

Bogotá, Imprenta Nacional, 1908. 71 Uno de sus logros inmediatos fue la financiación de la deuda colombiana, formalizada en el Acuerdo Holguín-Avebury, de julio de 1905. 72 Jorge Holguín, Desde cerca, París, Librairie Générale et Internationale, 1908, p. 115; S. Kalmanovitz, Op. cit., p. 222; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 204, 232. 73 F. L Petre, Op. cit., pp. 2, 301 y ss.; C. W. Bergquist, Op. cit., p. 234. 74 Reyes incentivó también a los productores locales al pagarles un subsidio de quince pesos oro por cada hectárea de tierra cultivada y mediante otras iniciativas. Véase: Roberto

Reyes y el republicanismo I 85 El programa fiscal de gobierno estimuló también el desarrollo industrial y agrícola. La tarifa impuesta por Reyes a la importación de telas aseguró la prosperidad de la naciente industria textilera de Medellín. Resulta significativo que empresarios tales como el futuro presidente de la nación, Pedro Nel Ospina, apreciaran con claridad los beneficios, tanto de la protección como de la intervención del gobierno a favor de la economía en general." Antes de la terminación del Quinquenio, los agradecidos propietarios de una refinería de azúcar pagaron espontáneamente todos los subsidios que el gobierno les había concedido." El programa de Reyes puso a la industria colombiana en la vía de un crecimiento sostenido, que habría de prolongarse durante las dos décadas siguientes." Los productos agrícolas de exportación, especialmente el café, se beneficiaron durante el gobierno de Reyes. Los cultivadores habían prosperado tanto para 1907, que pidieron al presidente que tomara la bonificación de un peso oro por cien kilos de café y la utilizara para mejorar el transporte

fluvial por el río Magdalena." Consciente de las utilidades que producía el café y de su importancia para el desarrollo nacional, Reyes concedió diez millones de hectáreas del territorio nacional a capitalistas locales, quienes se comprometieron a colonizarlas y ponerlas a producir." Reyes invirtió mucho del dinero que obtuvo en mejorar el deficiente

sistema de transporte del país. Una de sus primeras acciones fue contratar a cuatro mil obreros para que trabajaran en la autopista del norte, que se dirigía de Bogotá hacia Bóyacá. Antes de dejar la presidencia, Reyes tuvo el placer de conducir su nuevo automóvil Cadillac por el trecho de doscientos kilómetros cuyo término era su pueblo natal, Santa Rosa de Viterbo, más de la mitad de la distancia entre Bogotá y Bucaramanga. De esta manera, había reducido el tiempo de viaje de cinco días a uno. Mucho dinero y esfuerzo se dedicaron a las vías férreas del país. Para el final de su régimen, Reyes había aumentado el kilometraje de vías férreas en un 50% respecto al existente cuando se posesionó." Más importante

Herrera Soto, La zona bananera del Magdalena, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 19'79, pp. 6-8; J. P. Ostaiing, Op. cit., pp. 75-76. 75 L Ospina Vásquez, Op. cit., p. 338, señala que, dado el carácter incipiente de la industria colombiana en ese momento, el efecto psicológico de la protección probablemente fue equivalente a su impacto sustantivo. 76 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 238. 77 La tasa anual de incremento fue del 5% entre 1905 y 1925. S. Kalmanovitz, Op. cit., p. 224. 78 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 238-239. 79 Myriam Jimeno Sadloyo, "Los procesos de colonización. Siglo XX", en: Álvaro Tirado Mejía, ed.,,Vueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Bogotá, Planeta, 1989, p. 375. 80 El kilometraje se incrementó a modestos novecientos kilómetros. L. Ospina Vásquez, Op. cit., p. 324.

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86 / La modernización en Colombia aún, consiguió completar el vínculo trabajadores y vigiló también la creaentre la capital y el río Magdalena, ción de una escuela de negocios." algo que los dirigentes colombianos Marco Fidel Suárez escribió elogiohabían intentado hacer durante más samente acerca de los nuevos parques de veinte años." De importancia tam- y calles construidos por el dictador, bién en un país donde la mayor parte así como sobre el hipódromo destide la carga era transportada por ani- nado a las carreras de automóviles. males, Reyes mejoró muchos kilóme- Suárez aprobó asimismo el uso que tros de caminos de herradura, y cons- hizo Reyes de los dineros públicos truyó 780 kilómetros de carreteras para restaurar el Palacio de San Carlos, así como para reconstruir el Panuevas." El gobierno invirtió dinero e in- lacio de la Carrera. Manuel Zamora, centivó de otras maneras una serie de autor de un directorio de la ciudad mejoras sociales y cívicas. Durante publicado en 1907, advirtió el período presidencial de Reyes, Bo[...] una gran profusión de carruajes gotá y Cartagena se beneficiaron con que circulaban por todas las calles, la construcción de nuevos sistemas de junto con automóviles [que llevaban acueducto. La colonia de leprosos pasajeros] a los pueblos cercanos. La ciudad tenía también un sistema perde Agua de Dios (Cundinamarca) se fectamente organizado de tranvías." abrió de nuevo y se fundaron dos hospitales adicionales en otros lugares La administración de Rafael Redel país. Dos de los grupos anterioryes fue en especial notoria por el gramente abandonados, las mujeres y los do en que involucró directamente obreros, encontraron que durante el nuevos intereses en los asuntos de goQuinquenio se atendió a sus necesidades educativas. Reyes invitó a las bierno. Tres días después de su posereligiosas francesas del Sagrado Co- sión, su ministro de hacienda, Lucas razón de Jesús a abrir el primer co- Caballero, reunió a cincuenta hombres legio para niñas del país; promovió de negocios y los encargó de la funcursos vocacionales nocturnos para los dación de la Cámara de Comercio a

81 Sin embargo, el viaje de la costa Atlántica a la capital, en 1909, exigía todavía diez cambios de medio de transporte y tardaba aproximadamente dos semanas. R. Leal, Op. cit., pp. 41-42. 82 C. W. Bergquist, Op. cit., p. 237. 83 M. F. Suárez, Op. cit., vol. 3, p. 778; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 323, 332. Bogotá, Escala Ltda., 1978, 84 Carlos Martínez, ed., Bogotá reseñada por cronistas y viajeros ilustres, p. 130. Como autor de un directorio de la dudad, Zamora fue un poco exagerado en el tema. El tranvía, por ejemplo, era un transporte anticuado tirado por mulas, objeto de diversión y enojo de los bogotanos. Para más detalles sobre el tranvía y sobre el famoso boicot de que fueron objeto el tranvía y su dueño estadounidense, véase R. Serrano Camargo, Op. cit., pp. 48-49.

nivel nacional." El presidente mismo organizó la Sociedad de Productores de Café, la cual se convirtió luego en la Sociedad de Agricultores de Colombia. No siendo el tipo de persona que se sentara en una oficina solitaria a leer novelas, como lo era su predecesor, Marroquín, Reyes llenaba sus días con un flujo interminable de reuniones, decretos y directivas presidenciales. El historiador Humberto Vélez calcula que, durante su período, Reyes concedió 11.550 audiencias a particulares y grupos —cerca de quince al día—. Se reunió con su gabinete 324 veces, formuló 4.742 decretos y 1.316 acuerdos presidenciales y fiscales, y despachó 58.750 telegramas desde su oficina." El estilo de administración del presidente se sugiere en un incidente que al parecer ocurrió en relación con su controvertido Banco Central, y con su igualmente controvertido director, Pepe Sierra. Cuando el diario bogotano, El Nuevo Tiempo, atacó a Sierra por su manejo del banco, el rico paisa amenazó con renunciar al cargo de director. Reyes llamó al editor del periódico, Ismael Enrique Arciniegas, a su oficina, lo gritó y agitó sus puños bajo las narices del periodista. Se rumoraba que Reyes también lo ha-

bía golpeado y que había intentado lanzarlo al patio por uno de los balcones de la casa presidencial. Entre tanto, Pepe Sierra presuntamente escuchaba la conversación en una habitación contigua." A pesar del éxito de Reyes de revivir a Colombia después de su última guerra, su permanencia en el poder nunca se hubiera aproximado a los treinta y cinco años que detentó el poder Porfirio Díaz en México, ni siquiera a los ocho que había completado Cipriano Castro en el vecino país de Venezuela. Los colombianos, a diferencia de muchos latinoamericanos, tenían la tradición de no tolerar un gobierno arbitrario durante mucho tiempo. Para 1908, Reyes había ofendido a tantos de sus compatriotas que su poder se había debilitado. Su ataque a las prerrogativas departamentales, en especial la nacionalización de los licores, tabaco y otros monopolios, enfurecieron a las élites regionales. El presidente había dado un duro golpe a las regiones en 1905, al crear seis nuevos departamentos y un distrito federal a partir de los que existían antes. Para 1908 había creado dieciocho nuevos departamentos adicionales, llegando éstos a un total de treinta y cuatro, de los nueve que

85 H. Vélez, Op. cit., p. 196. 86 Ibid., pp. 186, 196. 87 El recuento de esta entrevista fue escrito por Laureano Gómez y publicado en su diario La Unidad, 21 de febrero de 1916. Gómez despreciaba a Reyes y era enemigo político de Arciniegas. Sería RTdente, por esta razón, desconfiar de ciertas partes del escrito. Se sospecha, por ejemplo, que si Reyes hubiera deseado lanzar por el balcón a Arciniegas, un académico de pacífico talante, habría podido hacerlo. Información sobre el Banco Central de Reyes puede encontrarse en S. Kalmanovitz, Op. cit., p. 272; E. Lemaitre, Op. cit., pp. 305 y u.; H. Vélez, Op. cit., p. 196; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 233-234, 241-242.

88 / La modernización en Colombia existían cuando se posesionó." Solamente Antioquia se convirtió en cinco departamentos. En parte por esta razón, esta rica región se convirtió en el foco de la oposición al gobierno. En marzo de 1908, 250 influyentes antioqueños, liderados por el hombre de negocios Carlos E. Restrepo, fundaron el movimiento Unión Republicana. Este, pronto se convirtió en el principal mecanismo para agrupar y canalizar la oposición al régimen en Bogotá." Motivados también por consideraciones morales, los republicanos se basaron en buena parte en el nepotismo y la corrupción que florecieron bajo el gobierno de Reyes." Durante años, los enemigos de Reyes trataron de deshacerse de él por medios ilícitos. Para 1908, el presidente había sobrevivido a dos importantes intentos de golpe y a tres atentados contra su vida. Reyes había confrontado también un extraño complot mediante el cual conspiradores en los

departamentos de Antioquia, Cauca y Atlántico planeaban unirse a Panamá para conformar un nuevo Estado que habría de llamarse la República ístmica.9 ' El atentado más famoso contra Reyes tuvo lugar el 10 de febrero de 1906. Tres hombres dispararon sobre su carruaje cuando viajaba por las afueras al norte de Bogotá. Milagrosamente Reyes y su hija, quien lo acompañaba en ese momento, salieron ilesos' Cuando capturaron a los tres hombres y a uno de sus cómplices, Reyes los hizo juzgar y sentenciar a muerte, sentencia que ejecutó un pelotón de fusilamiento. Las cuatro ejecuciones, ilegales según la ley colombiana —doblemente ilegales puesto que Reyes y su hija no habían sufrido lesión alguna— se llevaron a cabo públicamente como un ejercicio poco sutil de moral victoriana. Fotógrafos oficiales registraron el espectáculo, que se llevó a cabo en el lugar del atentado, mientras una gran audiencia selecta, los prisioneros del

88 Nicolás García Samudio, "La división departamental", Boletín de Historia y Antigüedades, 20(227), Bogotá, Academia de Historia, feb. 1933, pp. 1-14; J. J. Guerra, Op. cit., pp. 278284; H. Vélez, Op. cit., p. 198; M. F. Suárez, Op. cit., vol. 3, p. 753. 89 El principal documento del republicanismo es Orientación republicana, 2 vols., 2' ed., Bogotá, Banco Popular, 1972, de Carlos E. Restrepo. Una descripción e interpretación recientes del republicanismo pueden encontrarse en Jorge Orlando Melo, "De Carlos E. Restrepo a Mamo Fidel Suárez. Republicanos y gobiernos conservadores", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 215-231. 90 Estos abusos comenzaron a comienzos del Quinquenio. Para un resumen conciso de ellos a diciembre de 1905, véase C. J. Infante, Op. cit., vol. 2, pp. 159-162. Las afirmaciones de Infante son una declaración tomada después de ser arrestado en conexión con un intento de golpe dirigido por Luis Martínez Silva y Felipe Angulo. La franqueza de Infante acerca de la corrupción durante el gobierno de Reyes le ganó el exilio a Mocoa, en la remota región amazónica del Putumayo. 91 Rafael Serrano Camargo, El general Uribe, Bogotá, Temer Mundo, 1976, p. 254. 92 El sitio donde ocurrió el atentado se llama Barro Colorado; actualmente se encuentra allí la sede de la Universidad Javeriana.

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Panóptico cercano, la observaban con horror." No fueron los asesinatos, las ejecuciones arbitrarias ni la oposición regional los que derrocaron a Reyes. Más bien, fue una serie de crisis centradas en la relación cada vez más estrecha de Colombia con Estados Unidos. El primero de esta cadena de acontecimientos fue el pánico financiero de 1907, que afectó a los bancos neoyorquinos y londinenses —la llamada crisis de los ricos—.94 Este revés económico no sólo contribuyó a la caída de los precios del café, sino que hizo que Jorge Holguín fracasara en sus esfuerzos por negociar nuevos empréstitos en Londres. Esto llevó a Reyes, desesperado por obtener dinero, a adoptar dos medidas imprudentes. En primer lugar, envió a Laureano García Ortiz a negociar el alquiler de las minas de esmeralda del gobierno con un consorcio extranjero, negocio que consiguió cerrar antes de la Navidad de 1908." Al mismo tiempo, urgió a su ministro de relaciones exteriores, Enrique Cortés, a continuar las negociaciones con los norteamericanos con el fin de restablecer buenas relaciones con esta rica nación. 96 El éxito de Cortés al firmar un tratado

en enero de 1909, el llamado Acuerdo Tripartito, desató una serie de acalorados debates públicos. Estos siguieron a la enfurecida carta enviada por un miembro de la Unión Republicana, Nicolás Esguerra, a la Asamblea Nacional, donde argumentaba que esta corporación no tenía facultades constitucionales para aprobar tratados. Pronto se reveló que, a cambio de 2.5 millones de dólares, que habría de pagar en cuotas iguales durante diez años, Colombia juraba paz y amistad a Estados Unidos y a Panamá." A mediados de marzo de 1909 estallaron manifestaciones estudiantiles, que llevaron a Reyes a renunciar a la presidencia a favor de su ministro del interior, Jorge Holguín. Enojado y desconcertado por las continuas manifestaciones, y por algunos incidentes aislados de lanzamiento de piedras, Reyes asumió de nuevo el poder y aplastó a los manifestantes. Sin embargo, Reyes sabía que la opinión pública estaba en su contra. El 4 de junio de 1909, el presidente y su familia abordaron el tren por Girardot para, según manifestó, hacer un recorrido por los departamentos de la costa. Después de detenerse brevemente en

93 Las fotografías y un recuento completo de la conspiración y sus consecuencias fueron publicados en Nueva York al año siguiente. Véase: Colombia, Presidencia, 10 de febrero, Op. cit. Otros detalles pueden encontrarse en R. Serrano Camargo, El general Uribe, Op. cit., pp. 255-256. 94 Para más detalles sobre el pánico, véase Charles Kindleberger, Manias, Fbnics, and Crashes. A History of Fínanciátrrises, Nueva York, Basic Books, 1978, pp. 76, 188-189, 191. 95 M. F. Suárez, Op. cit., vol. 2, pp. 1.053-1.054; L. E. Nieto Caballero, Op. cii., vol. 5, p. 495. 96 Un extenso tratamiento de estas negociaciones se encuentra en R. Leal, Op. cit., pp. 53-83. 97 Ulteriores detalles sobre el tratado propuesto pueden encontrarse en E. Lemaitre, Op. p. 350; C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 243-244.



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La modernización en Colombia

Puerto Wilches para conferenciar con su antiguo vicepresidente Ramón González Valencia, Reyes prosiguió hasta Barranquilla, donde se había programado un baile de gala en su honor el 13 de junio. En la noche de aquel día, mientras la orquesta tocaba y los dignatarios miraban nerviosamente sus relojes, Rafael Reyes y su familia se adentraron en el mar en un carguero de propiedad de la United Fruit Company. Reyes jamás desempeñaría otra vez un papel importante en la política colombiana. El Quinquenio había terminado."

Comienzos de, Gómez Los "Días de marzo" de 1909 en Colombia fueron doblemente significativos para la historia política del país. No sólo apresuraron el final del Quinquenio de Reyes, sino que anunciaron también que una nueva generación política había llegado a la mayoría de edad —los estudiantes universitarios que habían desafiado con éxito al dictador se llamaron a sf mismos inicialmente los Trecemarcistas, pero pronto cambiaron este engorroso apodo por el título más sonoro de Generación del Centenario—. Dado que su madurez política coincidió con el movimiento bipartidista de Unión Republicana, cuyos líderes llenaron el vado político dejado por Reyes, pare-

ció durante algún tiempo que los Centenaristas podrían cerrar la brecha ideológica que había dividido a sus mentores. Resultó, sin embargo, que los Centenaristas eran tan incapaces de olvidar las grandes verdades del liberalismo y el conservatismo colombianos que tan recientemente les habían imbuido y subrayado con sangre durante la Guerra de los Mil Días, como sus mayores incapaces de hacer del republicanismo una alternativa viable al violento partidismo que había prevalecido durante cincuenta años. Las fuerzas que conspiraban contra el bipartidismo en Colombia no eran completamente autóctonas. En Europa, teóricos de izquierda y de derecha continuaban promoviendo sus visiones mutuamente antagónicas del orden social. Su inspiración resultó invaluable para aquellos colombianos que consideraban al republicanismo como un relativismo político o, peor aún, como apostasía política. En opinión de la generación mayor de colombianos partidistas intransigentes, el republicanismo que casaba, por decirlo así, a liberales y conservadores, era algo antinatural, inmoral, que debía eliminarse lo más pronto posible. Por consiguiente, induso cuando el movimiento bipartidista Unión Republicana creció y prosperó durante la época de la caída de Reyes, los partidarios comprometidos del liberalismo y del conservatismo comenzaron

98 Entre quienes narran los últimos meses del régimen de Reyes están J. J. Guerra, Op. cit., pp. 243-246; pp. 314-322; C. J. Infante, Op. cit., vol. 2, pp. 236-249; C. W. Bergquist, Op. cit., cit., pp. 345-357. E. Lemaitre, Op.

a planear su estrategia. Ellos también habían acogido con beneplácito la caída del dictador Reyes. Pero a diferencia de los impresionables Centenaristas, observaron los acontecimientos políticos de marzo de 1909 con ojos fríos y calculadores. En el transcurso del siglo xix y hasta bien avanzado el xx, los eventos más dramáticos de la vida pública colombiana ocurrían a menudo en las cámaras del Congreso. Durante los momentos más melodramáticos, como aquellos que acontecieron entre el 22 de febrero y el 13 de marzo de 1909, los espectadores atiborraban las largas galerías semicirculares que parecían suspendidas sobre el escenario de los debates. Estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad ocupaban por lo general muchos de los puestos, pues Bogotá era entonces, y es aún hoy, el centro de la educación superior en Colombia. Estudiantes de las mejores familias viajaban en gran número a la capital para adelantar sus estudios avanzados. Después de clases, a menudo se dirigían al Capitolio para observar las actividades políticas y para participar, indirectamente, en ellas. Lo hacían aplaudiendo a sus héroes y recibiendo con ruidosa desaprobación a sus enemigos

políticos. El estudiante Laureano Gómez, por ejemplo, dedicó muchas tardes a presenciar los debates. Como joven de catorce años había seguido embelesado las exitosas campañas de Miguel Antonio Caro contra el tratado de Panamá. Ahora, universitario de veinte años, observaba los esfuerzos de la Asamblea Nacional por conseguir la aprobación del complicado tratado de Reyes que involucraba a Panamá y a Estados Unidos. El 9 de marzo de 1909, él y todos los demás silbaron y abuchearon una petición a favor del tratado, presentada por el despreciado Aristides Fernández, y observaron con consternación cuando otro distinguido ciudadano, Adolfo León Gómez, fue llevado a prisión en el Panóptico por mostrar su vehemente oposición al pacto tripartita." Una semana antes, Reyes había encarcelado al connotado jurista Eduardo Rodríguez Piñeres y al general Carlos José Espinosa por oponerse a él. Rodríguez Piñeres, presidente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, había firmado las conclusiones de la organización que presidía, de acuerdo con las cuales la Asamblea Nacional no tenía facultades legales para aprobar tratados, pues no era un cuerpo legalmente constituido.'"

99 León Gómez, periodista, dramaturgo y político liberal, estuvo en prisión en el Panóptico durante la Guerra de los Mil Días. Relató sus experiencias en Secretos del Panóptico, Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1905. Sobre León Gómez véase también J. León Helguera y Jo Ann Rayfield, "Adolfo León Gómez, 1858-1927: Colombian Literateur, Social Critic asid Nationalist", SÍ OLAS Annals, (22), mar., 1991, pp. 5-16. 100 Carlos Arturo Díaz, Páginas de historia colombiana, Bucaramanga, Imprenta Departamental, 1967, p. 86. Díaz, un joven de trece arios en el momento en que ocurrieron los acontecimientos que describe en las páginas 83 a 100 de su libro, fue testigo presencial de muchos de ellos.

92 / La modernización en Colombia Las manifestaciones contra Reyes El presidente Reyes tenía la inteny el acuerdo tripartito comenzaron el ción de intimidar a sus invitados, 10 de marzo, un día después de que como lo había hecho con todos los se leyó la petición de Aristides Fer- colombianos durante casi cinco años. nández ante la Asamblea. Estaban Después de hacerlo, planeaba apladirigidas por estudiantes de la Facul- carlos con un almuerzo en su residentad de Medicina de la Universidad cia. Pero nada salió como lo esperaba. Nacional de Colombia, la institución Sólo Carrasquilla acordó impedir a proliberal que Fernández había cerra- sus estudiantes posteriores manifestado durante la Guerra de los Mil Días. ciones. El padre Leza escandalizó a Entre ellos se destacaban Jorge Mar- Reyes y deleitó a los estudiantes al netínez Santamaría y Luis López de Me- garse a aceptar responsabilidad algusa. Camino a protestar contra el na por lo que hicieran los estudiantes tratado propuesto ante la Embajada . de San Bartolomé fuera del colegio, y de Estados Unidos, pasaron por la otros estudiantes, dirigidos por MarUniversidad Republicana de Simón tínez Santamaría, se pronunciaron auAraújo, donde obtuvieron el apoyo de dazmente en contra de la aprobación Ramón Rosales, Pedro Juan Navarro, de los tratados. El estudiante Rafael y muchos otros. Pronto se les unieron Abello Salcedo dejó estupefactos a los estudiantes de la Facultad de Dere- miembros del gabinete que asistían a cho de la Universidad Nacional.'" la reunión cuando se dirigió a Reyes Al día siguiente, 11 de marzo, el como "Ciudadano Presidente". Se exipresidente Reyes llamó a los dirigen- gía a los miembros del gabinete que tes estudiantiles y a las directivas de se dirigieran al presidente como "Su las respectivas instituciones al pala- Excelencia". 102 cio presidencial. Entre estos últimos Al fmal, era evidente que Reyes se encontraban los decanos de las Fa- había perdido su compostura. Los escultades de Medicina y de Derecho tudiantes pudieron ver que estaba fuede la Universidad Nacional, así como ra de sí, sus manos temblaban, su voz monseñor Rafael María Carrasquilla asumía un tono suplicante. Poco andel Colegio del Rosario y el padre Vi- tes se había arrancado la banda precente Leza de San Bartolomé. Sólo el sidencial tricolor de su pecho y la había decano de la Facultad de Ingeniería lanzado al piso. Los estudiantes y las de la Universidad Nacional y los re- directivas abandonaron el palacio prepresentantes estudiantiles de dicha sidencial, despreciando el almuerzo Facultad se negaron a asistir. con el presidente?" 101 Ibíd., p. 91. 102 /bíd. 103 Ibid. , pp. 91-92. Algunos años más tarde, Laureano Gómez preguntó retóricamente, "¿Podremos sentir terror a la vista de aquel hombre a quien vimos tembloroso y casi suplicante ante una inerme comisión de estudiantes?". La Unidad, 12 de julio de 1915.

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Las noticias sobre la reunión se difundieron con rapidez, y en menos de dos horas un gran grupo de estudiantes se encaminaba a la casa de Jorge Martínez Santamaría para felicitarlo.'" Se destacó la presencia de varios estudiantes de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Nacional. Su dirigente, Laureano Gómez, pronunció un apasionado discurso en el que ofrecía al movimiento su apoyo y el de sus compañeros. Poco después, un destacamento de policía que llevaba rifles y bayonetas fijas rodeó y arrestó a los estudiantes. Laureano Gómez y Ramón Rosales fueron de los primeros en ser apresados. Cuando eran conducidos a la cárcel, por la calle Doce hacia la Calle Real, atravesando la Plaza de Bolívar, los estudiantes, con caras radiantes, entonaron una animada versión de la Marsellesa.'" Otras manifestaciones tuvieron lugar al día siguiente, 12 de marzo. El 13 de marzo, Reyes le entregó el poder a Jorge Holguín, quien se apresuró a retirar los tratados y liberó a todas aquellas personas que habían

sido apresadas durante las demostraciones. El 13 de marzo marcó también el estreno político de Enrique Olaya Herrera. Alto, rubio y diez años mayor que la mayoría de sus compañeros, Olaya cautivó a los más jóvenes con un discurso pronunciado en la Plaza de Bolívar, notable principalmente por ser una brillante improvisación. Al ver que dos de las hijas de Reyes pasaban en un carruaje, Olaya las señaló y tronó: "los diamantes que llevan las hijas de Reyes

son nada menos que lágrimas de un pueblo que hoy asume plenamente sus derechos y deberes"." Las palabras de Olaya fueron prematuras, pues Reyes habría de asumir la presidencia de nuevo pocas horas después. 10' Pero tres meses más tarde, Reyes ya no estaba. En julio, un Congreso elegido popularmente comenzó a sesionar y, para agosto, Ramón González Valencia se había posesionado como presidente para completar los años restantes del período original de Reyes de seis años." En cuanto a Enrique Olaya Herrera, se convirtió en activista del movimiento

104 Era el hijo del conservador histórico Carlos Martínez Silva. 105 C. A. Díaz, Op. cit., p. 92. 106 lbíd., p. 95. 107 El ministro de Estados Unidos, Thomas Dawson, describió a Bogotá a la mañana siguiente como una ciudad "tan silenciosa como una tumba". Se había declarado la ley marcial, se habían colocado ametralladoras alrededor de la Plaza de Bolívar, y la policía y el ejército estaban armados de mausers. R. Leal, Op. cit., p. 69. 108 Muchos temían que Jorge Holguín, quien decía que se había apegado a la residencia presidencial durante su corta estadía en ella, se negara a dejar posesionar a González Valencia, elegido villpresidente de Reyes cinco años antes. Pero se aplicó cierta presión, especialmente por parte del arzobispo Bernardo Herrera Restrepo, en una carta del 27 de julio de 1909 dirigida a Holguín. Diez días después, González Valencia asumió el poder sin incidentes. Véase Luis Martínez Delgado, "El incidente González Valencia", en: Jorge Holguín, o el político, Bogotá, Creditario, 1980, pp. 189-210.

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94 / La modernización en Colombia Unión Republicana, llegando a ser, finalmente, el ministro de relaciones exteriores más joven de Colombia —a la asombrosa edad de veintinueve años.'°° Los miembros del dero y sus aliados conservadores ultramontanos se vieron consternados por los "Días de marzo" en Bogotá. Veían en la sublevación masiva de los estudiantes y en el apremio concomitante hacia el bipartidismo un peligroso olvido de los valores fundamentales sociales y políticos. Creían que el liberalismo y el conservatismo jamás podrían reconciliarse. Sin embargo, esta verdad parecía haber sido olvidada por los líderes estudiantiles Martínez Santamaría y Olaya Herrera, enemigos en la guerra reciente. Y la visión del joven Laureano Gómez bramando acerca de "levantar la sangrienta bandera" y "marchar para que esta vil sangre empape nuestros surcos" mientras caminaba alegre hacia la prisión al lado de estudiantes liberales, debió sorprenderlos como algo realmente desconcertante. Gómez era, como bien lo sabían el rector, el sacerdote Antonio Leza, y el activista laico José Joaquín Casas, el mejor producto de la educación jesuita, un devoto católico, recién egresado de San Bartolomé a

la cabeza de su clase." 0 ¿Podría ser que, mientras estudiaba en la Universidad Nacional, hubiese sido presa de las ideas disociadoras que todos temían y a las cuales se había referido tan elocuentemente Aristides Fernández poco antes de su caída del poder?"' Había, en opinión del ala derecha religiosa de Colombia, un elemento de igual peligro en las recientes demostraciones. Inmediatamente después de asumir de nuevo el poder, el presidente Reyes advirtió que la sublevación en su contra era "fomentada y explotada por agentes revolucionarios"."2 Sus palabras constituían una temida confirmación de la advertencia de León XIII en la más famosa de las encíclicas modernas, De rerum novarum, acerca de "astutos agitadores" empeñados en explotar las diferencias entre ricos y pobres, para "pervertir el juicio de los hombres y agitar al pueblo para que se subleve"." 3 No obstante, en la Colombia de 1909 era evidente, como se señaló antes, que el socialismo no estaba a punto de invadir el país. Inmediatamente después de los "Días de marzo", los artesanos, trabajadores y obreros de las fábricas marcharon para apoyar las medidas de fuerza del gobierno

109 Fue nombrado en agosto de 1910, por el primer y único presidente del Partido Unión Republicana, Carlos E. Restrepo. 110 Gómez se graduó el 24 de noviembre de 1904. Había nueve jóvenes en su clase. Sus una rebeldía. Bogonombres aparecen en: Felipe Antonio Molina, Laureano Gómez: historia de tá, Voluntad, 1940, p. 101. p. 182. 111 El contexto de las observaciones de Fernández se describe en C. W Bergquist, op• cit., Bogotá, El Áncora, 1984, p. 29. en Colombia en el siglo xx, 112 Medófilo Medina, La protesta urbana Papal Encydicals fue publicada el 15 de mayo de 1891. Ami Fremantle, 71ie 113 De renos novarum Nueva York, G. P. Putman's Sons, 1956, p. 167. in their Historie C,ontext,

contra los estudiantes. Pero esto fue un pobre consuelo para el padre Leza, quien veía "la ola del comunismo incipiente hoy en Colombia" y que, advirtió, "si se ignora, puede asumir el carácter más desastroso en el futuro"." 4 Tales observaciones no eran expresiones únicas de los conservadores reaccionarios que vivían en uno de los países más aislados del mundo occidental. Más bien hacían eco a los activistas religiosos militantes de todos los lugares del mundo católico romano, comprometidos con la oposición a lo que percibían como una amenaza a la moral cristiana. La amenaza era el modernismo, definido como todo lo que cayera fuera de los parámetros de la enseñanza escolástica. El papa Pío X, quien había sucedido a León XIII en 1903, mostró el camino en encíclicas que se leían a los cristianos en todo el mundo en 1905 y 1907. Los dos documentos de este último año, Lamentabli sane y Pascendi dominici gregis, proscribían el "movimiento modernista" liberal dentro de la Iglesia, al que se refirió el papa Pío X como "la herejía de las herejías"."5 El principal pecado de los teólogos modernistas era su insis-

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tencia en un enfoque interpretativo de las Escrituras, por oposición a un enfoque literal. Dos años antes, en u ferino proposito, dirigido a los católicos italianos, el papa los instó a que se organizaran políticamente, "con el fm de combatir la civilización anticristiana por todos los medios justos y legales"."6 Si bien la encíclica estaba dirigida específicamente a los miembros italianos de la organización laica Acción Católica, los activistas de otras partes del mundo no pudieron dejar de advertir la observación del pontífice, según la cual, dada la presión de los acontecimientos, incumbía "a todos los católicos prepararse de manera prudente y seria para la vida política, en caso de ser llamados a ella [...]"."7 Poco después de la aparición de Pascendi dominici gregis, el líder político de los conservadores españoles, Antonio Maura (1853-1925), fortaleció el movimiento de Acción Católica en su país, lanzando un nuevo grupo aún más militante en 1909, llamado el Movimiento Juvenil Maurista."8 En Francia, Charles Maurras y sus seguidores se opusieron a la Tercera República Liberal, a la que llamaron la guese (la mujerzuela),

114 Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 230. la observación fue hecha por Leza en 1910. 115 El movimiento modernista dentro del catolicismo romano se discute en Lester R. Kurtz, The Poligics of Hensy, The Modernist Crisis in Roman Catholicism, Berkeley, University of California Press, 1986. Kurtz escribe: "Pío X estaba horrorizado por casi todos los aspectos del mundo moderno, actuaba con base en un profundo sentido de crisis" (p. 50). Las encíclicas citadas sencuentran en A. Fremantle, Op. cit., pp. 196-213. 116 A. Fremantle, Op. a., p. 212. 117 Ibid., p. 213. 118 Fredrick B. Pike, Hispanismo, 1898-1936. Spanish Conservatives and Liberals and their Relations with Spanish America, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1971, p. 100.

96 / La modernización en Colombia formando un bloque antiparlamen- torial recayó sobre el sacerdote Luis tario dentro del Parlamento fran- Jáuregui, un jesuita español que hacés. 19 Y en Colombia, José Joaquín bía sido profesor de Gómez en San Casas, el sacerdote Antonio Leza y sus Bartolomé, y a quien el joven aprecompañeros, decidieron congregar a ciaba y respetaba. Jáuregui le formula juventud católica a través de un pe- ló la necesidad de un nuevo periódico pro clerical, dedicado a responder a riódico. A mediados de 1909, Casas y otros los ataques que sus enemigos adelanse reunieron en privado con una se- taban contra la Iglesia. Describió el rie de jóvenes a los que habían iden- periodismo como la más noble de las tificado como fervientes católicos y, a ocupaciones, donde las recompensas la vez, inteligentes, coherentes y po- eran muchas y los desencantos pocos. líticamente activos. Laureano Gómez, Ante las protestas de Gómez, quien de veinte años, era de especial inte- argumentaba que ni él ni su familia rés para ellos, porque él, más que podrían sobrevivir con su salario como cualquiera de los otros, había mos- periodista, el sacerdote recurrió a las trado extraordinarias cualidades de Escrituras: "Buscad primero el reino liderazgo durante los recientes distur- de Dios y su justicia", entonó, "y todo bios.'" Sin embargo, Gómez exigía lo demás se os dará por añadiduun manejo especial, pues para aque- ra".'22 La persuasión del enviado de lla época ya era "doctor", por haber los jesuitas fue un tour de force. Cuanrecibido su título universitario, y jefe do Gómez salió de las habitaciones de de su familia. José Laureano Gómez Jáuregui, había aceptado unirse a ese había muerto en 1905, poco después proyecto editorial. de decirle a su hijo mayor que debía En septiembre de 1909 se organizó ser ingeniero.'" Lo que complicaba una reunión para el lanzamiento del aún más las cosas era el hecho de que periódico, que habría de llevar por Gómez había aceptado recientemen- nombre La Unidad. Ningún miembro te un cargo de ingeniero en los Ferro- del clero estaba presente, pero José Joaquín Casas, de cincuenta y cuacarriles de Antioquia. La responsabilidad de atraer a tro años, sí asistió. Casas, quien haLaureano Gómez a esta empresa edi- bía fundado el Colegio Pío X durante

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la guerra, y había coqueteado con la tuye el uso moderado y justo de esa idea de fundar un partido católico en misma libertad". 12 ' "Esta es la verdaColombia, junto con Aristides Fernán- dera libertad a la que aspiramos", esdez, hizo evidente el propósito pro cle- cribió. "Y ¿no es verdad que es más rical del diario. Todos los asistentes honroso predicar la rigidez y sobrieeran egresados de San Bartolomé.'" dad de Esparta, que la libre disipaAl igual que Gómez, la mayoría eran ción de Babilonia?".'" Apenas debe jóvenes y experimentaban por el fa- sorprendernos entonces que Laureano moso doctor Casas un respeto que Gómez apoyara la moderada suprerayaba en la veneración.'" Gracias a sión de la libertad de prensa y otras Casas y a su apoyo, tanto moral como libertades civiles. económico, La Unidad publicó su priGómez creía que, como las ideas mera edición el 2 de octubre de 1909. morales provienen de Dios, se transLaureano Gómez era su director. miten a los hombres a través de Su Gómez pronto demostró ser un bri- Iglesia y así llegan a gobernar las acllante defensor de la derecha religio- ciones humanas a través de las leyes periodico la unidad sa y de la idea de que el conservatismo seculares formuladas por la Iglesia y y la Iglesia eran una y la misma cosa el Estado, los cuales deberán, por con—los valores católicos eran valores siguiente, trabajar en estrecha colaconservadores y viceversa—. Como se boración. El Partido Conservador, colo dijo a José de la Vega cuando lo mo brazo político de la Iglesia deberá, conoció, en octubre de 1909, "debe- entonces, controlar al Estado si Comos defender los grandes valores del lombia ha de seguir siendo una verconservatismo".'" Dado que veía a dadera nación cristiana. Esta linea de Colombia como "un país ingoberna- pensamiento animaba el editorial de ble por excelencia", el bien común La Unidad del 16 de octubre de 1909, exigía, no la libertad por la que abo- en el cual escribió Gómez que todos gaban los liberales, sino más bien "la los asuntos políticos contenían un represión de las pasiones por el do- asunto religioso. Creía también que minio de la voluntad, lo cual consti- para ser liberal "es necesario sostener 123 E A. Molina, Op. cit. p. 168, da los nombres de diez de los asistentes. Junto con Casas había otro hombre maduro, Carlos Núñez Borda. El resto, como Gómez, eran jóvenes. 124 Político y activista católico, era también poeta y cofundador de la Academia Colombiana de Historia y del Boletín de Historia y Antigüedades. Un brillante tributo a Casas por parte de Laureano Gómez en julio de 1912 puede encontrarse en "José Joaquín Casas", en: Ricardo Ruiz Santos, ed., Obras completas, vol. 3, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, pp. 10-13. Gómez se refirió a Casas como un hombre en quien los jóvenes encontraban "un buen amigo y ojampañero así como un mentor, y quien, con la amorosa preocupación de un padre, se interesaba por su futuro y bienestar". 125 El Siglo, 3 de febrero de 1941. 126 La Unidad, 14 de octubre de 1905; 21 de octubre de 1911. 127 La Unidad, 5 de octubre de 1909. ,

119 Roger Magraw, France, 1815-1914: The Bourgeois Century, Nueva York, Oxford University Press, 1986, pp. 362-363. 120 Inmediatamente después de ser liberado de la cárcel el 13 de marzo, por ejemplo, había regresado a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional, donde pronunció un fogoso discurso contra Reyes, que fue elogiado por todos los que lo escucharon. F. A. Molina, Op. cit., p. 151. 121 El joven Gómez no estaba a gusto con los deseos de su padre, pues en realidad deseaba estudiar derecho. No obstante, acató su voluntad y estudió ingeniería, aunque esto representó para él "una completa disciplina espiritual". lbízl., p. 151. 122 El Siglo, 14 de julio de 1965.

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quien fue lauraneo gomez

la libertad absoluta, algo que la Iglesia condena". Por consiguiente, se veía obligado a concluir que "la principal y casi exclusiva causa de división política entre nosotros es la cuestión religiosa".'" Así, el joven director se destacó como una persona de firmes y fijas convicciones desde sus primeras declaraciones públicas. En la medida que su concepción de la sociedad estaba ordenada por un conjunto de creencias religiosas y, por consiguiente, metafisicas, y por convicciones personales, eran inmunes a los ataques de la argumentación racional. Laureano Gómez fue, en síntesis, un pensador ideológico, que abordaba todas las cosas con la certidumbre y la tenacidad intelectual que le habían sido inculcadas durante años de estudio con los jesuitas.'" Su visión del mundo se basaba, al menos en lo que se refiere a la moralidad y al orden social, en verdades de inspiración divina, en el bien y el mal, y en jerarquías claramente defmidas.'3° Como consideraba que los partidos colombianos Liberal y Conservador estaban arraigados en conjuntos de ideas diametralmente opuestos, se resistía a toda idea que promulgara un entendimiento entre ambos. Los elementos heterogéneos,

afirmó tajantemente en el editorial de La Unidad del 4 de diciembre de 1909, nunca podrían constituir la base de un partido político duradero. Laureano Gómez sólo podía ser enemigo declarado del movimiento Unión Republicana que, cuando comenzó su periódico, ejercía una poderosa atracción sobre los conservadores moderados, fatigados de la vieja lucha partidista. Gómez, por consiguiente, atacó al partido de coalición en repetidas ocasiones como un "híbrido", "una mezcla de ideas contradictorias". Aún peor para el joven director, quien creía que toda la sociedad humana consistía en una profusión de jerarquías orgánicas, donde los mejores y los más brillantes dirigían al resto, la Unión Republicana reunía "hombres de toda clase, sin ninguna selección"."' En repetidas ocasiones atacó al nuevo movimiento e instó a los conservadores a regresar a su partido. Durante 1912, Gómez apoyó a Marco Fidel Suárez como la persona más indicada para unir a los conservadores. Se refirió a Suárez como "un líder de primera magnitud", y animó continuamente a los miembros del partido a integrar ambas facciones para congregarlas en el movimiento Concentración, del líder nacionalista. " 2

128 La Unidad, 16 de octubre; 9 de diciembre de 1909. 129 Sobre el carácter del pensamiento ideológico, y el de Gómez como pensador ideológico, AMOritig, Athens, véase James D. Henderson, Conservativo Thought in Twentieth Century Latin Ohio University Press, 1988, pp. 88-92. 130 El análisis más completo del pensamiento de Laureano Gómez publicado hasta la fecha está en James D. Henderson, Las ideas de Laureano Gómez, Bogotá, Temer Mundo, 1985. 131 La Unidad, 4 de diciembre de 1909. 132 A fines de 1911, Gómez elogió a Suárez y le prometió su apoyo. En abril del año siguiente, felicitó a Suárez por enviar una circular a los conservadores nacionalistas invitándolos a

Nueve meses después de iniciada la publicación de La Unidad, en julio de 1910, los colombianos se preparaban para celebrar el centenario de su independencia nacional. En Bogotá, el escenario nocturno, habitualmente lúgubre, se vio iluminado por cadenas de luces incandescentes colocadas por la compañía de electricidad de propiedad privada; se preparaba la inauguración del nuevo Parque del Centenario; el antiguo tranvía tirado por mulas, recientemente nacionalizado, fue electrificado y se dispusieron varios pabellones para la inevitable ronda de discursos.'" La fiesta tenía un especial significado para la comunidad jesuita de Colombia, pues señalaba el vigésimo quinto aniversario de su regreso, por invitación de Rafael Núñez, del exilio impuesto por los liberales. El 17 de julio se realizó en San Bartolomé una celebración especial para conmemorar este acontecimiento, y uno de los ponentes principales fue el doctor Laureano Gómez, graduado en 1904, conocido entonces como editor del diario católico más vehemente de la ciudad. Esta habría de ser su primera presentación oficial y, como era de esperarse, honró a sus mentores jesuitas. Gómez comenzó evocando los amables recuerdos de quienes habían es-

tudiado en el colegio. Elogió a los padres jesuitas por su virtud y sabiduría, y expresó su sentida gratitud por el amor paternal que habían mostrado hacia sus discípulos. Agradeció a Dios por haberle permitido estudiar con los jesuitas, una comunidad religiosa cuyos miembros ponen "el sello de la perfección en todo lo que se somete a su influencia". Gómez terminó con una brillante metáfora. San Bartolomé era como un noble roble solitario en la llanura secular, que consolaba y daba esperanza a quienes vivían allí. Dentro de muchos años, concluyó, [...] cuando la senectud nos agobie y crucemos el claustro en busca de sosiego a las tribulaciones, cruzará por las amigadas mejillas una lágrima de amargura: [-J. Y nada importará que la impiedad, el aterido invierno de las almas, marchite en ocasiones la vida de este plantel ilustre; porque de la católica creencia popular, donde tiene su fundamento, surgirá de nuevo la savia vigorosa; y tronco venerable, siempre estará cubierto de flores y de frutos para la gloria de Dios y de la Patria.'" Las lágrimas rodaron por muchas mejillas, y el presidente González Valencia apenas pudo contenerse, apresurándose a abrazar sentidamente al

revitalizar el partido. La Unidad, 16 de octubre; 19 de diciembre de 1911; 23 de abril de 1912. Cl∎ 133 Y unas pocas de las principales calles de la ciudad, empedradas hasta entonces, fueron mejoradas mediante el proceso de macadamización, esto es, se cubrieron de adoquines. 134 Laureano Gómez, "Bodas de Plata", en: Recuerdo de las bodas de plata del Colegio Nacional de San Bartolomé, Bogotá, Imprenta Eléctrica, 1910, p. 62.

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orador. El padre Leza, visiblemente conmovido, agradeció al joven y dio por terminada la ceremonia. "Esto me confirió una relativa celebridad", dijo Gómez más tarde, refiriéndose al abrazo del presidente.'" Así fue, pues en menos de un año Laureano Gómez fue elegido a la Cámara de Representantes de Colombia como primer suplente, como integrante de la lista conservadora "auténtica" encabezada por Miguel Abadía Méndez. Así, a mediados de 1911, inició una carrera parlamentaria que se extendería por más de tres décadas, y que sería recordada como la más tempestuosa en la historia de la política colombiana. Laureano Gómez presentaba una figura espléndida cuando ocupó su puesto, a los veintidós años, en la legislatura nacional. Con su traje de tres piezas, su bastón de cabeza de oro y cigarrillo en mano, era la viva imagen de un cachaco bien vestido. Y era también bien parecido. De fuerte constitución, cabello castaño ondulado, penetrantes ojos gris azulados, rezumaba confianza y vigor. Gómez era una figura realmente carismática, que atraía primero a quienes compartían sus ideas, y luego mantenía su admiración mediante su talento personal y la certidumbre de su propósito. Su amigo, José de la Vega, fue uno de los primeros en caer bajo su

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hechizo. Por la época en que Gómez entró al Congreso, De la Vega dedicó su tesis doctoral en jurisprudencia a sus padres y a Gómez; a quien describió como "un espíritu fuerte y extraordinario", de "carácter íntegro y privilegiado talento".' El espíritu combativo de Gómez hacía parte importante de su personaje. Animado por el celo religioso, se comparaba a sí mismo y a sus compañeros con cruzados que medían su virtud por el número de infieles asesinados. Gómez admitía que el tiempo había cambiado la naturaleza del combate. "Hoy día", explicó en un discurso de 1914, [...] debemos saber cómo esgrimir la invisible espada de las palabras —palabras que, si se pronuncian con sinceridad y fe, hacen más daño al adversario que el acero.'"

Los jóvenes activistas conservadores colombianos encontraron un espléndido modelo de comportamiento en el líder del Partido Conservador español Antonio Maura. Gómez y sus compañeros militantes se encontraban entre los más ávidos lectores de Maura, y adoptaron su lema: "la libertad es ahora conservadora".'" Admiraban a Maura por ser un ideólogo y enemigo acérrimo del anticlericalismo, por ser un moralista poseído de una personalidad dominante, y

135 El Siglo, 14 de julio de 1965. 136 José de la Vega, La federación en Colombia, 1810-1912, Bogotá, ABC, 1952. 137 La Unidad, 14 de febrero de 1914. 138 El Siglo, 6 de julio de 1937.

porque proyectaba una arrogancia y confianza en sí mismo que llevó a algunos a decir: "Maura cree que él creó el mundo".'" De Maura se dijo también que "no puede hablar sin herir [...] sólo sabe convencer cayendo sobre sus adversarios y sus oyentes en un torrente desenfrenado [...]". 140 "Buscando ióplítquevtara la revolución desde abajo", escribe el historiador Fredrick Pike, Maura [...] insistía en que sólo aquellas políticas que respondieran al sentimiento

religioso del pueblo español podrían conservar la nación [-J. Polarizó a España en dos bandos acerbamente hostiles, "Maura, sí" y "Maura, no"."'

Lo mismo se diría después de la Colombia de Laureano Gómez. Los primeros actos públicos de Laureano Gómez estuvieron marcados por el estilo polémico que habría de convertirse en su sello personal. En agosto de 1911, durante su primera intervención en un debate parlamentario de poca importancia, Gómez terminó acusando a otro re-

presentante de violar a sabiendas la Constitución nacional."' Varios meses después, se aproximó a la galería de la prensa en el Congreso e intercambió fuertes palabras con el editor de uno de los diarios de oposición. Luego se abalanzaron el uno sobre el otro, Gómez blandiendo su bastón y el otro una pistola que sacó del bolsillo de su abrigo. Fueron separados antes de que pudieran causarse daño. 143 Alañosiguent,dr bas parlamentarios, su violencia verbal enfureció a tal punto a sus mayores, en especial al arzobispo Bernardo Herrera Restrepo, que La Unidad fue obligada a suspender sus publicaciones. El problema que se controvertía era el intento del gobierno de obtener ingresos mediante el alquiler de las minas de esmeralda de Muzo, en Boyacá, a intereses europeos. Gómez se mostró particularmente crítico de Laureano García Ortiz, distinguido jurista y diplomático, a quien acusó de beneficiarse personalmente de la transacción. Cuando Herrera Restrepo amenazó con anatemizar tanto a La Unidad como a su editor, Gómez

139 F. B. Pike, Op. cit., p. 100. 140 lbíd., p. 100. 141 Ibíd., pp. 99, 100. 142 Cámara de Representantes, Anales de la Cámara de Representantes, 2 de octubre de 1911, p. 411. 143 Ignacio Arizmendi Posada, Gobernantes colombianos, 1918-1980, Medellín, Albón, 1980, p. 285. En Colombia, tanto entonces como ahora, muchos ciudadanos llevan armas ocultas. Varios meses después del incidente descrito, el 3 de mayo de 1913, Laureano y su hermano José (Pepe) salían del Ministerio de Obras Públicas cuando una muchedumbre que vociferaba, "Muera Runta", "Abajo los godos" y "Vendidos a los curas" los atacó con piedras. Mientras ce1;"-irían a refugiarse en las oficinas de La Unidad, Pepe fue alcanzado por una piedra, momento en el cual sacó su pistola y disparó al aire, dispersando a la muchedumbre. Debe señalarse que este incidente tuvo lugar durante unas elecciones parlamentarias especialmente tormentosas. Véase: La Unidad, 4 de mayo de 1913; El Nuevo Tiempo, 4 de mayo de 1913.

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cedió —pero no sin tener la última palabra—. En un editorial en el que anunció la suspensión de su diario, Gómez explicó sus acciones como las de una persona que sólo intentaba defender los intereses nacionales. "Pero", afirmó mordazmente, "Muzo nos ha tapado la boca". Suspendemos esta publicación con tristeza,— conduyó—, no por nosotros, sino por este malhadado país, donde incluso los más altos funcionarios edesiásticos se prestan—sin duda con descaminada buena fe— a encubrir las acciones de un ladrón de levita.'*'

Por fortuna para Gómez, precisamente en el momento en que enojaba al arzobispo, hizo también algo que le agradó extraordinariamente. En junio de 1912, el joven congresista se había unido al intransigente conservador Sotelo Peiluela para promover una ley que proscribiera la Orden Masónica en Colombia, por ser una "sociedad secreta" y, por consiguiente, inconstitucional.'" Luego, el 30 de octubre, lanzó un movimiento desde las páginas de su diario para la realización de un congreso eucarístico nacional. La idea fue bien recibida por los conservadores y, para comienzos

lombia. Todo esto, agregado a sus declaraciones públicas de contrición, hizo que Gómez y su periódico recobraran el favor de la jerarquía eclesiástica. La Unidad apareció de nuevo en marzo de 1913. En lugar de un editorial, la publicación presentaba una carta dirigida por Gómez al arzobispo Herrera rogando su perdón por cualquier problema que hubiera causado, y agradeciéndole sus palabras, de una carta anterior, donde afirmaba que lo único que deseaba era verlo trabajar al servido de la Iglesia y "de acuerdo con las directivas de la Santa Sede".' 46 Su reconciliación con el arzobispo fue seguida, en abril, por una carta dirigida por Gómez a La Unidad, en la cual únicamente denigraba de sí mismo y pedía a sus amigos que no lo propusieran como candidato para las próximas elecciones parlamentarias. Como el partido actualmente sortea

momentos difíciles, debe —escnbió—, estar representado por un candidato de eximias virtudes, de grande inteligencia e ilustración; y como yo no

a Herrera, como 144 La Unidad, 30 de noviembre de 1912. Los jesuitas habían intentado aplacar tegido también lo había hecho el amigo de Gómez, José Joaquín Casas, quien le dijo a su pro quencahbívistoejdalrzbispo.T tículydisroeGómz sobre el asunto de Muzo están recopilados en Obras completas, Op. cit., vol. 4, pp. 7-24. 145 Cámara de Representantes, Op. cit., 9 de agosto de 1912, p. 62. El 5 de septiembre, publicó en La Unidad una lista de varios cientos de nombres, la mayor parte de ellos de liberales y personas prominentes. Indicó que todos ellos eran masones. Los conservadores moderados se unieron con los liberales para derrotar la ley propuesta, que se presentó sencillamente como una estratagema de los conservadores intransigentes para castigar a los liberales. 146 La Unidad, 8 y 10 de marzo de 1913.

Casas y otros conservadores pro cle-

de 1913, un importante esfuerzo por organizarlo estaba en pie en todo Co-

Figura32 El congresista Laureano Gó-

mez, 1912 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

reúno estas condiciones, considero como un deber renunciar ala posible candidatura para aquel cargo, cuyo buen desempeño está por encima de mis modestas capacidades."'

Sus palabras produjeron de inmediato una ola de apoyo entre los conservadores, que arrastró a Gómez de nuevo al Congreso por otro período. A medida que se aproximaban las sesiones de 1913, los representantes Gómez, Sotelo Pefilela, José Joaquín 147 La Unidad, 11 de abril de 1913.

ricales diseñaron una estratagema que sabían distraería a la minoría liberal y continuaría su trabajo para la renovación del partido en la línea de los históricos. Propondrían una resolución mediante la cual el Congreso colombiano "le rendiría homenaje a Jesucristo". Los liberales, que en principio no podían votar esta medida, por cuanto mezclaba religión y política, atacarían a sus proponentes por caer en baratos melodramas políticos, cosa que, desde luego, estaban haciendo. Pero esto importaba poco a Gómez y a sus colegas, pues los liberales se verían obligados a afirmar públicamente que se negaban a honrar al Redentor. Adicionalmente, esto uniría a los conservadores históricos y a los nacionalistas en el Congreso. Esta medida fue

debatida en las sesiones del 28, 29 y 30 de julio. El representante Ramón Rosales habló primero en nombre de los liberales, explicando con cierto detalle por qué él y sus colegas pensaban votar en contra de la propuesta. "Está dirigida contra el liberalismo", dijo; era sólo un ejemplo más de cómo, desde la década del ochenta, su partido se había visto forzado a combatir tanto al Partido Conservador como a la Iglesia. Por consiguiente, prosiguió Rosales, él y otros liberales tenían buenas razones para creer que tanto el asunto que se debatía como el próximo congreso eucarístico serían

104 / La modernización en Colombia utilizados contra ellos. Marco Fidel tiempo, una discusión bizantina e inSuárez ya había escrito en El Nuevo útil en un momento en el cual asunTiempo que el Congreso "haría políti- tos urgentes de interés nacional deca, y política de fina ley", dijo Rosa- bían ser objeto de controversia. Se les. "Si los sacerdotes se oponen refirió a La Regeneración como "una abiertamente a los liberales durante herida mortal para la República", porla misa, ¿por qué no habrían de ha- que había hecho que los problemas cerlo en el Congreso?; ¿por qué no hay religiosos estallaran entre ellos. Pidió liberales en él?". Rosales concluyó con que se procediera a votar, pues lo una figura retórica: que si no era lógi- único que hacía aquel debate era ilusco que los liberales se negaran "a te- trar la falta de cultura de los colomjer con nuestras propias manos la soga bianos.' 5° En aquel momento, Gómez tomó que ha de servir para nuestra propia garganta ". 148 la palabra para decir que había saEl debate continuó y, por último, bido todo el tiempo que no escuchael representante Felipe Escobar se ría nada diferente de desventuradas pronunció diciendo que, dado que la observaciones del partido minoritapropuesta evidentemente sería apro- rio, el tipo de argumentos inconstibada, el Congreso debía votar para tucionales y utilitaristas que podían modificarla, de manera que se erigie- esperarse de los liberales. La única ra una estatua de mármol de Jesús en idea novedosa que se había expreel campo de batalla de Palonegro. La sado, dijo, era la burla acerca de la estatua debería llevar la inscripción, estatua; y el representante Borda se "Amaos los unos a los otros". 149 A esto había rebajado al recurrir a la difarespondió el representante Gómez, mación. Cuando Borda preguntó, "iEsto es una ironía, un sarcasmo!". "¿Quién, yo?", Gómez desarrolló su El debate continuó; el liberal Fran- idea, diciendo que había escuchado cisco de Paula Borda finalmente per- antes el discurso de Borda en contra dió la paciencia y acusó a los conser- de La Regeneración, agregando que vadores de proponer la medida para la acusación liberal de que Núñez engañar y distraer a las masas; los había sido envenenado por un jesuiconservadores, dijo Borda, están uti- ta era una vil mentira. Gómez procelizando al Redentor como un jugue- dió luego a atacar al representante te. Entusiasmado con el tema, el re- José Manuel Saavedra Galindo por presentante liberal afirmó que el haber prestado juramento para dedebate era una estúpida pérdida de fender a la Iglesia cuando era un 148 Cámara de Representantes, Op. el, 9 de septiembre de 1913, p. 234. 149 La batalla de Palonegro fue la más sangrienta de la Guerra de los Mil Días. Se luchó cerca de Bucaramanga entre el 11 y el 24 de mayo de 1900 y tuvo como resultado la muerte de varios miles de combatientes de ambos bandos. 150 Cámara de Representantes, Op. cit., 9 de septiembre de 1913, p. 242.

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estudiante de bachillerato becado en lo había hecho cierto estudiante del el Colegio del Rosario. "Así, señor Colegio del Rosario".' 54 presidente", concluyó Gómez, diriFinalmente, el 30 de julio, la progiéndose al presidente de la Cáma- puesta de que la Cámara de Reprera, "al votar en contra de este pro- sentantes de Colombia "le rindiera yecto, el representante Saavedra no homenaje a Jesucristo" fue sometida sólo demuestra que es un hipócrita, a votación. Fue aprobada con faciliisino también un perjuro!". 15' dad, como todos sabían que ocurriAnte estas palabras, los conserva- ría. Sesenta conservadores votaron a dores presentes irrumpieron en "un favor, trece liberales en contra. grande y prolongado aplauso", y los Estos incidentes revelan que la remiembros de la mayoría parlamen- ligión continuaba siendo una fuerza taria se apiñaron en torno a Gómez divisoria a comienzos del siglo xx en para felicitarlo y estrecharle la ma- Colombia, y que jóvenes políticos, cono.'" Como el debate había consu- mo Laureano Gómez, mantendrían mido toda la tarde, el funcionario que esta situación en el futuro previsible. lo presidía levantó la sesión. De modo más general, sugieren que, Saavedra Galindo abrió el debate en la segunda década del nuevo sial día siguiente diciendo, entre otras glo, los extremistas de ambos particosas, que el representante Gómez dos tenían poca dificultad en revivir había incurrido en difamación al alu- antiguos patrones de enemistad pardir a sus humildes orígenes y a la pen- tidista, condenando así al naciente sión y alojamiento gratuitos que se movimiento Unión Republicana al frahabía visto obligado a aceptar cuan- caso. Y que tres días de discusiones do era un estudiante pobre. Se mos- pudieran dedicarse a un asunto de tró sorprendido por escuchar a alguien pocos resultados prácticos pero grandebatir temas tan mundanos en el des consecuencias ideológicas, indica Congreso nacional —temas que pro- que Colombia continuaba siendo un piamente pertenecían al ámbito de país donde la derecha ultramontana "los mal nacidos y de las camareras podía adelantar con éxito su lucha conde hotel"—.' 53 El sarcasmo de Saave- tra el modernismo. El representante dra tuvo poco efecto en Gómez. Más Pedro Sicard, quien también particitarde, durante el debate, Gómez agra- pó en el debate, tenía sin duda razón deció el no haber tenido que "malgas- al protestar que la Cámara debería tar los mejores años de su juventud estar debatiendo asuntos como la deen bajas escenas de hipocresía, como fensa nacional y la educación pública.

151 152 153 154

Ibíd., p. 24'7. Ibíd. Ibíd., 11 de septiembre de 1913, p. 251. Ibíd., p. 255.

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La modernización en Colombia

Pero no se sigue necesariamente de allí, como lo dijo su colega Francisco Borda, que los conservadores estuviesen simplemente "lanzando polvo a los ojos de [...] las masas ignorantes, fanatizadas por el espíritu del partido".'" En 1913 no había masas en Colombia, al menos en el sentido implicado por Borda. Más bien, la nación poseía una gran mayoría de campesinos piadosos e ignorantes, liberales y conservadores, quienes rutinaria y sinceramente rendían homenaje a Jesucristo y no le atribuían significado político a este hecho. Los debates sobre un asunto intrínsecamente trivial continuaron, porque no había razón alguna para que no fuera así. La política en Colombia era, por aquella época, en gran parte teatralidad. Los partidos Liberal y Conservador habían establecido desde hacía largo tiempo redes clientelistas mediante las cuales se distribuían la limitada generosidad política del gobierno, dependiendo, desde luego, de cuál partido detentaba el poder. El resto eran poses. Esto no significa que la mayoría de los colombianos no siguieran ávidamente las hazañas de sus líderes en los diferentes foros nacionales. Era tan di-

HombrescGózySavdrno representaban a colombianos individuales. Más bien, eran los representantes visibles de lo que seguían siendo asociaciones monolíticas de intereses —las más grandes y de mayor cobertura de la nación en ese momento—. Habiendo alcanzado esta exaltada condición, se esperaba de los políticos que representaran a sus electores con estilo y fanfarria, no con programas sustantivos dirigidos al bienestar público. De hecho, tales programas nunca se habían presentado en Colombia.'" La evolución de la política colombiana, de la teatralidad a los debates importantes sobre asuntos sustanciales, tendría que esperar hasta que el gobierno dispusiera de recursos suficientes y hasta que incluso las camareras de los hoteles y los mal nacidos pudieran ejercer una influencia directa y significativa sobre los procesos políticos.'"

155 ¡bid., 9 de septiembre de 1913, p. 241. 156 La Unidad„ 29 de julio de 1913. 157 Los liberales radicales habían propuesto numerosos programas sociales a mediados del siglo xix. &ro, dado que contaban con poco dinero para implementados, en su mayoría no fueron más que declaraciones de ideales que sólo condujeron a la guerra civil. 158 Estas personas sólo pudieron votar mucho tiempo después. Los analfabetas y los pobres sólo obtuvieron el derecho al voto en 1936; las mujeres votaron por primera vez en el plebiscito de 1957.

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vertido para ellos leer o escuchar a los seguidores de Laureano Gómez, "llevándolo en hombros de manera delirante por las calles"; como ver que los representantes Borda, Sicard y Saavedra se ocultaban, con "su reputación política destruida", gracias al razonado ataque del joven tribuno." 6

republicanismo

La Unión Republicana de Colombia se convirtió en partido político en 1909, y eligió a su primero y único presidente nacional, Carlos E. Restrepo, al ario siguiente.'" La decadencia del partido se inició casi de inmediato y, para 1918 no postularon siquiera un candidato presidencial. No obstante, el espíritu que le dio vida al republicanismo fue más amplio e importante que su efímero partido político. Si se entiende ese espíritu como un compromiso de los partidistas políticos de la élite con la causa de la paz nacional y el progreso económico, entonces los cinco presidentes colombianos entre 1906 y 1926 pueden considerarse otros republicanos. Las dos décadas comprendidas en este intervalo constituyeron, en efecto, una época de paz y de desarrollo económico en esta república andina. Lo mismo puede decirse de otros países latinoamericanos, donde las guerras civiles inspiradas por caudillos se habían convertido en algo del pasado, y las protestas sociales que habrían de ocupar la mayor parte del siglo xx aún no habían comenzado. Carlos E. Restrepo tuvo sus contrapartes en Arturo Alessandri en Chile, Hipólito Irigoyen en Argentina y,

en menor grado, en los presidentes brasileños de la burguesa Antigua República.'" Todos eran miembros de una élite política indiscutida, que compartían la convicción de que sus países debían apresurarse a unirse a los capitalistas promotores de la industrialización a cualquier costo. Los líderes que detentaron el poder durante el interludio republicano en Colombia no sólo gozaron de una época de relativa paz y prosperidad, desarrollo sino que compartieron una filosofla nacioanal que les permitió buscar el desarrollo nacional con un extraordinario grado de unanimidad. Esta filosofía era el positivismo que, como se señaló antes, enseñaba que las naciones inevi- positivismo tablemente pasan por etapas y llegan a la iluminación mediante el descubrimiento de verdades científicas racionalmente deducidas. Los positivistas latinoamericanos como Carlos E. Restrepo y sus compañeros encontraban la elaboración "sociológica" de esta filosofía por parte de Herbert Spencer especialmente pertinente. El proceso evolutivo descrito por Darwin, y aplicado a la sociedad humana por Spencer, parecía evidente en Colombia, donde las razas más favorecidas prosperaban a expensas de las menos favoreddas. 161 Restrepo y los demás decidieron

159 Fue elegido por los miembros de una Asamblea Constituyente. 160 C. W. A. Hale, Op. cit., pp. 422-428, discute "el impulso democrático y constitucional" del período comprendil» entre 1910 y 1920 en la historia latinoamericana. 161 En su monografía Hispanismo, Fredrick Pike escribe que los pensadores hispanoamericanos tendían a aceptar el orden, la autoridad y el gobierno elitista del positivismo, pero rechazaban su paternalismo y caridad, a favor de la dureza del darvinismo social hacia las "clases inferiores". E B. Pike, Op.

108 / La modernización en Colombia que, como miembros de la selecta minoría, era su deber ayudar al país a avanzar por el empinado camino del progreso. Esto no sería fácil, pues Restrepo sabía que sería un camino largo y sinuoso. Colombia seguía siendo, después de todo, "un país infantil, de impulsos caprichosos y epilépticos, guiado por instintos nacionales, políticos y religiosos".'62 Por ello, resultaba imperativo que hombres como él terminaran con el pueril apego de sus conciudadanos a las creencias políticas "metafísicas", para ayudarles a llegar a una aproximación "científica", verdaderamente madura, a los asuntos públicos. En repetidas ocasiones hizo un llamado a favor de "menos política y más administración", una de las doctrinas de la política científica durante el auge del positivismo latinoamericano. Rafael Reyes había

expresado lo mismo cuando, cerca del final de su presidencia, se refirió a la política como "una ciencia experimental". Rafael Uribe Uribe, uno de los antagonistas políticos de Restrepo, compartía con él su actitud empírica: "adoptemos el método experimental y evolucionista en política", dijo Uribe Uribe en un discurso pronunciado en 1911. 163 Y al igual que Restrepo, el caudillo liberal apreciaba el enorme esfuerzo que se requeriría para impulsar a su pueblo hacia un estadio superior de desarrollo. "Casi toda la circunferencia de Colombia está en manos de salvajes", escribió en 1907, procediendo a explicar su plan para elevar a la población e integrarla a la vida nadonal.'64 Los hombres del interludio republicano eran, en síntesis, entusiastas victorianos, impregnados de la filosofía

162 C. E. Restrepo, Orientación republicana, Op. vol. 1, p. 409. 163 El Liberal, 17 de abril de 1911. 164 Su panfleto, publicado aquel mismo año en Brasil, se titula Reducción de salvajes. La carátula de esta publicación fue reproducida en M. Jimeno, Op. cit., p. 373. El plan de Uribe Uribe para reducir la población indígena colombiana y animar a sus integrantes a convertirse en campesinos, es pertinente para la corriente general de pensamiento acerca de las poblaciones nativas y su lugar en el desarrollo nacional, que prevaleció en el hemisferio occidental a fines del siglo. Las reservas indígenas protegidas en la América anglosajona, los resguardos en Hispanoamérica, estaban en el centro de las preocupaciones acerca de los nativos americanos. Aunque Uribe no proponía la eliminación de los resguardos, muchos de sus contemporáneos sí lo hicieron. Fundamentaban su egoísta asalto a las tierras indígenas, en la doctrina liberal y positivista citada a menudo, según la cual las políticas sociales y económicas del laissez faire eran las que mejor propiciaban la causa del progreso. Aunque menos citada, pero implícita en todos los niveles del debate, estaba la creencia generalizada de que los nativos americanos eran miembros de una raza inferior. Laureano Gómez argumentó a favor de una continuada protección de las misiones indígenas, administradas por la Iglesia. El argumento que utilizó para este efecto es esclarecedor. En un escrito publicado en La Unidad, el 13 de septiembre de 1912, acusó al senador republicano Tomás Quevedo Álvarez de compartir la idea de Spencer de que los nativos americanos estaban en proceso de cometer un suicidio racial. Por consiguiente, concluyó Gómez, Quevedo Álvarez desea acelerar el proceso al proponer recortar los fondos para las misiones.

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dominante del momento. A pesar de las diferencias de personalidad y de partido, compartían un espíritu científico y una fe en el pro- greso que los unía con líderes de análogas ideas en todo el continente y en otros lugares del dinámico mundo occidental. Carlos E. Restrepo se posesionó el 7 de agosto de 1910, y se comprometió a continuar el trabajo de reconciliación comenzado por su predecesor Ramón González Valencia. El período de González fue conocido popularmente como El año cristiano, en un irónico reconocimiento a la extrema piedad y deseo de paz del presidente. La reforma constitucional fue la principal preocupación política de los colombianos durante la breve presidencia de González; fue llevada a cabo por una Asamblea Constituyente dominada por los unionistas republicanos, quienes procedieron a elegir presidente a Restrepo. Llevaba, por consiguiente, el sello civilista de Restrepo. Las reformas se esforzaban por disminuir el dominio de un partido único, en especial mediante la limitación del período presidencial a cuatro años, y especificando que no podría haber reelección inmediata. El presidente Carlos E. Restrepo estaba convencido de que los dos partidos tradicionales se encontraban en estado de "descomposición", pues se fundamentaban en preocupaciones metafísicas propias de una época anterior. Esta era la base de su convicción y de la esperanii de que el repu165 C. E. Restrepo, Op. cit., vol. 1, p. 32. 166 Ibíd., pp. 334-335.

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blicanismo sería la ola del futuro. .A través de ella, los colombianos podrían dejar atrás sus "sangrientos feudos primitivos" e ingresar "al terreno puramente social y económico, donde luchan actualmente sus batallas las naciones civilizadas".'" "Y si alguno me dice que no pueden pasar así las cosas; que lo que se discute son cuestiones metafísicas y trascendentalísimas", escribió Restrepo en 1904, entonces yo propongo: guardemos para un día de fiesta, para cuando podamos darnos ese lujo, nuestros partidos metafisicos".'66 Estas observaciones sugieren la gran distancia que separaba a los conservadores civilistas como Restrepo de los ultramontanos como Gómez, Casas y los demás. No es coincidencia) que los antioqueños hayan asumido el liderazgo durante las dos décadas de tranquilidad que transcurrieron entre la guerra y mediados de la década del veinte. Los antioqueños eran los más indinados a la empresa de todos los colombianos y dominaban también la principal región dedicada al cultivo de café. Las ganancias provenientes de las exportaciones de café contribuyeron a acelerar la modernización de Colombia a un intenso ritmo durante el interludio republicano. Carlos E. Restrepo estaba asociado con los negocios más exitosos de su departamento. Era el presidente de la Cámara de Comercio de Medellín cuando fue elegido presidente en 1910. Pedro Nel Ospina era otro de "

modernizacion

110 I La modernización en Colombia



los miembros de la Cámara de Comercio en aquel momento, así como su hermano Mariano Ospina Vásquez, otro ardiente republicano. Otro más de sus hermanos, Tulio Ospina, colaboró con el gobierno para ayudar a fomentar el desarrollo económico. Contribuyó a establecer lo que habría de convertirse en la principal organización de terratenientes colombianos, la Sociedad Colombiana de Agricultura. 167 El interludio republicano estuvo progreso economico acompañado por un gratificante progreso económico. Durante la administración de Restrepo, los precios del café se elevaron en un 50%, y se duplicaron las exportaciones del grano, llegando a un millón de sacos de sesenta kilos en 1913. 168 Este producto, que representaba el 42% de las exportaciones colombianas al final del primer año de la administración de Restrepo, había aumentado al 72% de las exportaciones cuando Pedro Nel Ospina inició su período presidencial en 1922. 16° Algo que indica el mejoramiento del panorama económico fue el hecho de que Restrepo pudiera pagar a muchos de los funcionarios públicos en libras esterlinas en lugar de pesos. El municipio de Bogotá dispuso de dinero suficiente para comprar su sistema de tranvías a sus propietarios privados en 1910, como

también el sistema de acueducto al año siguiente. Y aún quedó dinero para asfaltar la calle principal de la ciudad.'7 ° Mientras que diez años atrás los visitantes comentaban sobre la ausencia de tráfico en la capital del país, para 1912 los observadores describían alegremente "el animado bullicio de la Calle de Florián y de la Calle Real [...] los hervideros de la vida metropolitana"."' Otras regiones compartieron la recién adquirida prosperidad. En 1914, se terminó el Ferrocarril de Antioquia, que conectaba a Medellín con Puerto Berrío, sobre el río Magdalena. Y Cali, la tercera ciudad más grande de Colombia y centro comercial del valle del río Cauca, fue conectada por ferrocarril con el puerto de Buenaventura, sobre el océano Pacífico. Colombia incrementó la explotación de sus vastos recursos hidrológicos durante el interludio republicano. Los generadores importados comenzaron a sustituir a los motores de vapor utilizados anteriormente en los talleres y en las fábricas. Las plantas de textiles operadas con electricidad que se abrieron en Antioquia eran mucho más silenciosas y eficientes que sus predecesoras; la gente compraba boletos para ver funcionar la nueva maquinaria.' La electricidad

167 P. Gilhodes, Op. cit., p. 310. 168 C. W. Bergquist, Op. cit., pp. 254-255. 169 P. Gilhodes, Op. cit., p. 3 170 P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., p. 327. 171 C. Martínez Silva, Op. cit., p. 135. 172 Alberto Mayor Mora, "Historia de la industria colombiana, 1886-1930", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 318-320.

Reyes y el republicanismo I 111

fue la principal fuente de generación en la nueva cervecería Germania de Bogotá y en la nueva planta de vidrio plano de los hermanos Samper. La paz política y el desarrollo económico encontraron una dramática expresión simbólica el 19 de septiembre de 1908, menos de un año antes de la caída de Rafael Reyes. Aquel día, el Presidente, en Bogotá, oprimió un botón para inaugurar la planta de textiles Coltejer en Medellín. Coltejer habría de convertirse pronto en uno de los primeros gigantes industriales de Colombia. Un reportero captó el acontecimiento en un artículo admirable, tanto por su ingenuidad como por la descripción que ofrecía: Ha llegado el momento sensacional, señores, acérquense a observar el fenómeno. El general Reyes tiene en sus manos un botón eléctrico [...] pasan dos minutos [...] de repente, un electroimán activado por la corriente que viene de Bogotá a través de los hilos telegráficos atrae una palanca [...] ésta libera un peso que, al caer, cierra el switch que da paso ala electricidad proveniente de la instalación en Medellín, lo cual activa los dinamos cuyos ejes están en conexión con los de la maquinaria, y produce un vertiginoso movimiento.'"

La necesidad de capital fue un problema permanente para Colombia durante la era republicana. Santiago Pérez Triana, enviado por Reyes a buscar arrendatarios para las minas u

de esmeralda de Muzo, vio que esta era la necesidad más urgente de la nación. Dio a su argumento en favor de los empréstitos extranjeros un molde moral, al culpar "la miseria popular [y] los muchos males que afligen a Colombia" a la falta de capital personal. "Sin dinero [argüía] el progreso moral es imposible". 174 Modernos estudios confirman la percepción de Pérez, según la cual Colombia tenía muy poco capital disponible. En 1917, la moneda en circulación era únicamente de cuatro pesos per cápita, mientras que el promedio en Chile era de dieciséis pesos y en Argentina, cuarenta y seis.' 75 La escasez de inversión de capital extranjero hacía cada vez más importante que Colombia mejorara sus relaciones con Estados Unidos. La importancia de ese país en las fmanzas del hemisferio se manifestó en 1906 y 1907, cuando las quiebras bancarias en Nueva York agotaron los empréstitos europeos. Sin embargo, los colombianos continuaban enojados por la complicidad de los norteamericanos en la revuelta panameña, como se evidencia en el hecho de que el ministro de relaciones extranjeras, Pedro Nel Ospina, se negara a permitir una visita del secretario de Estado norteamericano Philander Knox en 1912. Finalmente, los mutuos intereses económicos prevalecieron y, para mediados de 1913,

,

173 Ibíd., p. 318. 174 Santiago Pérez Triana, Eslabones sueltos, Londres, Imprenta de Wertheimer, 1990, pp. XXXII, XLVII. 175 S. Kalmanovitz, Op. cit., 259.

112 / La modernización en Colombia las dos naciones reanudaron negociaciones dirigidas a solucionar el asunto de Panamá. Al año siguiente, ambos países firmaron, en Bogotá, el tratado Urrutia-Thompson. Entre los signatarios colombianos se encontraban el primer designado Marco Fidel Suárez, y el expresidente González Valencia. Para mayo, el Congreso colombiano había ratificado el tratado, mas no sin una fuerte oposición, dirigida por los conservadores históricos quienes, en un momento dado, interrumpieron las deliberaciones del Senado tirando asafétida en el piso del salón.'" Los oponentes incluían a Manuel Dávila Flórez en el Senado, y a Miguel Abadía Méndez, Laureano Gómez y José de la Vega en la Cámara de Representantes. El tratado incluía una cláusula donde se declaraba que Estados Unidos "lamentaban sinceramente" el incidente de Panamá, y otra donde establecía una indemnización de veinticinco millones de dólares, pagadera en el momento de la ratificación del tratado en el Senado de Estados Unidos. Esto, sin embargo, sólo ocurrió ocho años más tarde, pues los republicanos del Senado de Estados Unidos se negaron a suscribir y a votar a favor de un acuerdo que consideraban una afrenta a su mayor líder vivo, Theodore Roosevelt.'" Cuando finalizó el período presi-

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dencial de Carlos E. Restrepo, era claro que su partido no perduraría. Miembros prominentes de los dos partidos tradicionales desertaron del republicanismo a comienzos de la administración de Restrepo. En 1911, José Vicente Concha y Marco Fidel Suárez dejaron a un lado su mutua enemistad y trabajaron conjuntamente para unificar el conservatismo, al que Concha comparó con un "titán encadenado". Uribe Uribe fundó un periódico en contra de los republicanos, El Liberal, en 1911 y, al año siguiente, organizó el movimiento Bloque Liberal. La violencia irrumpió en muchas partes del país durante las elecciones de marzo de 1913, haciendo que Restrepo se lamentara públicamente del difundido fraude conservador que la había ocasionado. En privado, recriminó la "podredumbre" electoral colombiana, que demostraba "que todavía somos una nación inferior e indigna".'" En la elección presidencial de febrero de 1914, el candidato de Restrepo, Nicolás Esguerra, perdió frente al conservador José Vicente Concha por un asombroso margen de ocho a uno.'" A diferencia de su predecesor, y de las dos personas que le siguieron en la presidencia, José Vicente Concha no era antioqueño. Tampoco tenía formación en negocios como los industriales antioqueños Restrepo y

176 El Tiempo, 23 de mayo de 1914. 177 R. Leal, en Arrogant Diplomacy: US. l'olicy towani Colombia, 1903-1922, Op. cit., presenta un recuento detallado de estas negociaciones. 178 C. E. Restrepo, Op. a., vol. 2, pp. 81, 84, 85-92. 179 La votación fue de 36.763 contra 300.735.

Ospina. No obstante, compartía con ellos un odio por el partidismo que lo hizo impopular entre los extremistas de su propio partido. Muchos liberales lo admiraban por ser un buen ciudadano y por su compromiso filosófico con la descentralización administrativa y las políticas del laissez faire. Para el joven Juan Lozano y Lozano, Concha fue un liberal, un gran liberal —quizás el liberal más ortodoxo de Colombia [...]. La extrema derecha siempre sintió ante él un terror que ninguno de los grandes líderes liberales —el general Uribe Uribe, el general Herrera— jamás inspiraron. ' 8°

Concha se entendió tan bien con

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Rafael Uribe Uribe, que el caudillo liberal lo apoyó en las elecciones de 1914. Esto escandalizó a muchos, pues obligaba a-Uribe a oponerse al admirado candidato republicano, Nicolás Esguerra, otro liberal."' El nuevo presidente se proponía recompensar este apoyo nombrando a Uribe Uribe ministro en Gran Bretaña, cuando el asesinato del líder liberal lo eliminó del escenario político a fines de 1914. 1 "

La Primera Guerra Mundial coincidió precisamente con el período presidencial de Concha, lo cual significó que las perturbaciones económicas condenaron a su gobierno a una situación de penuria permanente. Las fuentes de crédito extranjeras

180 Juan Lozano y Lozano, Ensayos críticos, Bogotá, Santafé, 1934, p. 360. 181 Hay varias explicaciones sobre el apoyo de Uribe Uribe a Concha en 1914, aunque C. E. Restrepo, Op. cit., vol. 1, pp. 203-218, hablando en su nombre y en el de muchos liberales republicanos, sostiene que nunca entendió por qué Uribe Uribe no había apoyado al candidato liberal. Uribe Uribe intentó explicar su posición en un prolijo discurso titulado "Los elementos fundamentales de la política Liberal", pronunciado poco antes de la elección. Uribe Uribe había sido cercano a Reyes y, por esta razón, nunca fue bien acogido por los republicanos. Antes de la Guerra de los Mil Días, él y Concha, conservador histórico, actuaron concertadamente en su lucha común contra los nacionalistas. Concha había participado en el derrocamiento de Sandemente, organizado por los conservadores históricos con la vana esperanza de que él, Carlos Martínez Silva, y los otros pudieran influir sobre Marroquín para que iniciara negociaciones de paz con Uribe Uribe. Finalmente, existía aquella perversa atracción mutua que a menudo producía extrañas amistades entre los liberales radicales y los conservadores históricos, evidenciada por primera vez en la breve alianza de estas dos facciones, inmediatamente antes de estallar la Guerra de los Mil Días. 182 Dos artesanos que habían perdido recientemente su empleo debido a las medidas de austeridad adoptadas por Concha, ocasionadas por el estallido de la Primera Guerra Mundial, cometieron el acto. Su odio por Uribe Uribe pudo haber surgido de sus difíciles circunstancias econCmicas, del resentimiento creado por la reciente campaña presidencial, la inminente aceptación de una embajada por parte de Uribe, o incluso del hecho de que el ensayo de Uribe, Por qué el liberalismo no es pecado, había sido recientemente condenado por el Vaticano y puesto en el Índice. Los asesinos recibieron largas condenas y murieron sin explicar sus motivos.

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114 / La modernización en Colombia desaparecieron, cayeron los precios del café, se agotaron los impuestos de aduana.'" Leal a sus principios de laissez faire y de moneda dura, Concha se negó a inflar la moneda y a aumentar los impuestos, salvo por la imposición de un tributo a los lujos que producían pocos ingresos. Como consecuencia de ello, no se pagaron los salarios de los funcionarios públicos y las agencias gubernamentales se vieron obligadas a cerrar. El leprocomio de Agua de Dios sacó de nuevo a sus desventurados internos que inundaron los pueblos y ciudades de la parte central de Colombia. Una consecuencia especialmente notable del conflicto mundial fue la pérdida para Colombia de los mercados europeos y la ampliación concomitante de los negocios con Estados Unidos. Antes de la guerra, Colombia vendía el 40% de sus exportaciones a Europa, y el 50% a Estados Unidos. Después de la guerra, las cifras correspondientes eran aproximadamente del 15 y el 73%. La transformación de las importaciones fue aún más sorprendente. Mientras que en 1910 Colombia compraba aproximadamente dos tercios de sus importaciones a Europa y menos de un tercio a Estados Unidos, después de la guerra se invirtieron estas cifras.'"

A pesar de estos desarrollos, la relación entre Colombia y Estados Unidos se enfrió debido al problema de la neutralidad de Colombia durante la guerra. Aunque la política estaba basada en las buenas relaciones que habían sostenido durante largo tiempo Colombia y las potencias de Europa central, los funcionarios estadounidenses supusieron que esta política indicaba un prejuicio a favor de los alemanes. Por consiguiente, presionaron a Concha para que golpeara los intereses alemanes en Colombia. Concha se negó y los norteamericanos no pudieron obtener más de Colombia que una condena por parte del Congreso de los ataques de los submarinos alemanes a la navegación neutral.'85 La recuperación de las buenas relaciones entre Colombia y Estados Unidos se convertiría en el objetivo principal de la política exterior colombiana del sucesor de Concha, Marco Fidel Suárez. Líder del Partido Conservador y presidente entre 1918 y 1921, Suárez consiguió su objetivo, pero esto le costó su popularidad y, en última instancia, la presidencia. Su sucesor, Pedro Nel Ospina, y su ministro del interior, Laureano Gómez, quien se oponía a Estados Unidos, fueron, irónicamente, quienes cosecharon las

183 S. Kalmanovitz, Op. cit., pp. 257-259. 184 De hecho, para 1919, el 72,4% de las importaciones colombianas provenían de Estados Unidos. B. Tovar Zambrano, Op. cit•, pp. 46-47. 185 La resistencia de Concha a la presión de Estados Unidos es discutida en J. de la Vega, Op. pp. 121-129. Algo que indica los antiguos vínculos de Colombia con Alemania es el hecho de que, en 1898, eran los alemanes quienes suministraban más importaciones a Colombia que cualquier otro país, con excepción de Gran Bretaña B. Tovar Zambrano, Op. cit., pp. 46-47.

recompensas inmediatas de esta política. Para la tercera década del siglo, el republicanismo bipartidista estaba muerto como movimiento político. Fue derrotado en una competencia altamente desigual, que lo enfrentaba contra los partidos liberal y Conservador apuntalados por amplias redes clientelistas, animados por apegos emocionales generalizados entre la ciudadanía, y que se remontaban a varias décadas, y vigorizados por jóvenes estrellas nacientes, tales como el liberal Alfonso López Pumarejo, El muelón, y el bartolino Laureano Gómez.'" Los hombres comprometidos con el consenso republicano eran, por el contrario, secos tecnócratas, cuyos temperados discursos políticos suscitaban en los espectadores del

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proceso político —esto es, en la mayoría de los colombianos— principalmente tedio. Alfonso López Pumarejo habló en su nombre cuando llamó al republicanismo "una política apolítica". No obstante, al decirlo, identificó el gran logro de los procedimientos utilizados por el republicanismo: a través de su ideología y de su agenda, las élites modernizadoras encontraron un terreno común sobre el cual pudieron comenzar a construir una nación moderna. Su uso del Estado para fomentar el desarrollo económico, sus prudentes programas fiscales y su política exterior, dirigida a normalizar las relaciones con Estados Unidos, establecieron precedentes en Colombia que luego serían utilizados en beneficio del país durante los años siguientes.

es 186 La apariencia de los dientes de López mejoró mucho gracias a un nuevo procedimiento odontológico conocido como ortodoncia, al que se sometió cuando compartió el exilio de su familia en Londres.

La república burguesa l 117

El caso de Tulio Ospina ilustra este punto. Tulio Ospina era miembro de la que puede considerarse como una de las más distinguidas familias del período nacional colombiano. Hijo del presidente y cofundador del Partido Conservador Mariano Ospina Rodríguez (presidencia 1857-1861), y hermano del presidente Pedro Nel

4 La república burguesa Urbanidad y mentalidades

E l intervalo en la historia colombia-

el cafe como motor d progreso

na entre la Guerra de los Mil Días y el final de la hegemonía conservadora, en 1930, fue decisivo para el desarrollo económico de la nación. Durante este período, se liberaron las fuerzas del desarrollo económico represadas por largo tiempo; como resultado de lo anterior Colombia hizo dramáticos progresos para cerrar la brecha que existía respecto de otras naciones occidentales. El motor que impulsó el proceso de cambio fue el café y los ingresos que generaba. Un gran número de colombianos corrientes trabajaba en la industria cafetera; muchos de ellos eran pequeños propietarios campesinos. Este hecho tiene múltiples consecuencias, y explica en gran parte ciertos rasgos únicos de la vida colombiana del siglo xx. De importancia para esta discusión es la manera como los ingresos reportados por el café llegaron a un segmento relativamente amplio de la sociedad rural. El dinero que ingresaba a través de la producción, procesamiento, transporte y venta del café, así como

de otras múltiples actividades relacionadas con esta vigorosa y joven industria, causaron una revolución en la vida rural en gran parte de la nación. Miembros de la mayoría rural colombiana comenzaron súbitamente a ganar dinero con el que podían adquirir las cosas más finas, viajar, enviar a sus hijos a estudiar a otros lugares. Pudieron, en síntesis, aspirar al estilo de vida de la dase media. El proceso descrito no fue en absoluto pacífico. Violencia y pesos eran la moneda común en la frontera cafetera. Sin embargo, el hecho primordial es que, a pesar de la violencia —y a menudo gracias a ella— Colombia terminó el primer cuarto del siglo xx con una burguesía rural de apreciable tamaño, que fortalecía y complementaba a su contraparte urbana. Colombia no tenía una dase aristocrática. Los ciudadanos más ricos y competentes estaban completamente imbuidos de los valores de la dase media, pues ellos mismos sólo recientemente se habían elevado a la prominencia social. Esta es la razón de que a la Colombia de comienzos del siglo xx se la haya catalogado acertadamente como una república burguesa.

republica burguesa

rante el siglo xvm. No obstante, siendo personas de origen humilde, amás habrían avanzado socialmente, a no ser por la revuelta contra España en 1810, y la subsiguiente movilidad sodal ocasionada por la independencia nacional. Esto hizo posible que Santiago Ospina Urbina, nativo de Guasca, enviara a su hijo Mariano al Colegio de San Bartolomé durante la

Ospina, era un ciudadano prominente y activo por derecho propio.' Enviado a especializarse en ingeniería de minas en la Universidad de Ber-

década del veinte del siglo xix. De esta manera, Mariano Ospina Rodríguez y sus laboriosos descendientes tuvieron la oportunidad de llegar a des-

keley, California, en 1877, fue luego cofundador y rector de la prestigiosa Escuela Nacional de Minas de Medellín. Gran promotor de la industria antioqueña, Tulio Ospina encontró tiempo también para escribir un tratado sobre agricultura, ser miembro del Congreso y publicar eruditos volúmenes sobre filología. Sus considerables logros eran, en síntesis, muy diferentes de aquellos que habitualmente se asocian con aquellos de los ricos ociosos. De hecho, Ospina descendía de pequeños terratenientes de la región de Guasca-Gachetá, al nororiente de Cundinamarca. Gracias a su duro trabajo y a prudentes matrimonios, la familia Ospina mejoró su fortuna du-

empeñar importantes papeles en los asuntos nacionales. Cercanos a sus orígenes rurales, los hijos del primer presidente Ospina eran trabajadores y socialmente conservadores. Como católicos romanos y miembros del Partido Conservador, adherían a la filosofia moral y social de la Iglesia y del partido. Y como personas viajadas y bien educadas, internalizaron los valores y prejuicios del gran mundo burgués, cuyo centro estaba circunscrito por Londres, París y Berlín, y cuyos notables representantes en América eran Buenos Aires, Río de Janeiro y Nueva York.2 Como hombres de temperamento victoriano y eduardiano, los líderes de la burguesía colombiana no vacilaban

1 Tulio Ospina fue también el padre de Mariano Ospina Pérez, quien llegaría a ser presidente entre 1946 y 1950. 2 La información sobre los Ospina y sus orígenes socioeconómicos se tomó principalmente de J. León Helguel'á, "The Eighteenth and Nineteenth Century Ospinas", documento presentado en la reunión de la American Historical Association, realizada en Nueva York el 27 de diciembre de 1989, y de José Restrepo Posada y Bernardo Sanz de Santamaría, "Estudios genealógicos. Familia Ospina y Ospina Rodríguez", Boletín de Historia y Antigüedades, 61(660-662), pp. 635-645.

La república burguesa / 119

118 / La modernización en Colombia en aconsejar a sus conciudadanos sobre los criterios de conducta apropiados. Su condición social les permitía hacerlo, y su sentido de la responsabilidad social lo exigía. Ambos impulsos llevaron a Tulio Ospina a publicar en 1919 su Protocolo de urbanidad y del buen tono, libro que consideraba de utilidad para los colombianos interesados en su promoción social, tanto en Colombia como en el extranjero' Su sentido de responsabilidad paterna motivó a Rafael Reyes, en 1920, a enumerar para sus hijos y nietos los preceptos que debían seguir para llevar una vida exitosa. Los principios de Reyes eran templanza, silencio, orden, resolución, frugalidad, industria, sinceridad, justicia, moderación, limpieza, tranquilidad, castidad y humildad.4 Los colombianos prominentes se esforzaban arduamente por llevar vidas virtuosas. Desde la infancia, tanto sus padres como los sacerdotes y monjas encargados de la instrucción religiosa, los exhortaban a hacerlo. El idealismo moral contaba con poderosos proponentes en la Colombia eduardiana, donde los integrantes de la élite luchaban por apropiarse de las virtudes que creían debían ser practicadas por la sociedad en general, sociedad cuyos miembros respetaban la jerarquía, acataban el "principio del orden" y eran deferentes con sus superiores.

Una excelente declaración de filosofía personal, escrita durante la época de la era republicana burguesa en Colombia, fue la del joven ingeniero Julián Cock Arango. En 1922, mientras realizaba estudios avanzados en París, redactó lo que llamó su "Código de moral personal", que incluía los siguientes mandatos personales: Es imperativo triunfar. Has sido el juguete de tu indecisión, de tu imprudencia, de tu falta de atención. Huye siempre del terrible corrosivo de la emoción, que oscurece la realidad [...] Sé libre, absolutamente libre [...] que no te esclavicen ni los vicios ni los amigos [...] Come únicamente lo necesario, y con lentitud [...] No rehuyas responsabilidades, afróntalas, sé fuerte [...] Sé absolutamente ordenado y metódico. Vence la pereza siempre yen todo lugar, aunque no sea sino por el placer de vencerla [...] Sé reservado con las cosas íntimas. No las dejes ajar, exponiéndolas indiscriminadamente al análisis de todos [...] En resumen: sé siempre dueño de ti, domínate, y así dominarás y triunfarás sobre los otros. 5 Rafael Reyes trazó con cuidado su progreso personal hacia la virtud: Hice un pequeño libro, en el que destiné una página para cada una de las virtudes [...]. Así podía anotar contma cruz negra cada falta que al examinarme encontrara que había cometido contra esa virtud ese día. 6

3 Tulio Ospina, Protocolo de urbanidad y del buen tono, Medellín, s. e., 1919. 4 Rafael Reyes, Escritos varios, Bogotá, Arconvar, 1920, pp. 590-591. 5 Alberto Mayor Mora, Ética, trabajo y productividad en Antioquia, Bogotá, Tercer Mundo, 1984, pp. 101-102. 6 R. Reyes, Op. cit., p. 592.

alma femenina, una vez que dio cabida a un gran amor, cierra sus oídos a todo nuevo halago". 8 Durante comienzos del siglo xx, el lugar subordinado de las mujeres en la sociedad colombiana fue sancionado y reforzádo a través de dos tradiciones ideológicas diferentes. La primera era la católica romana, que sostenía que el matrimonio y el hogar eran el destino propio de la mayoría de las mujeres, y que las mujeres caEnvuélvete en esa tela, delicadamente sadas no debían ahorrar ningún saprestigiosa, tan lejana de lo vulgar, que se llama el misterio [-J. Mostrarse a la crificio en aras de su esposo y sus hiventana, salir a la calle con frecuencia, jos. La segunda, ejemplificada en los asistir a todo baile que te inviten [...] pronunciamientos de López de Mesa, hablar recio, reír ruidosamente, co- transmitía el mismo mensaje, pero dear libremente al vecino, estar en envuelto en el lenguaje del darwinismo boca de todos; esto, todo esto, sobri- social tan popular en la Colombia de na muy amada, te quita el prestigio, te vulgariza, te pone al alcance de la época. La enseñanza católica romana, setodos, y rompe el pedestal sagrado gún la cual las esposas deben sacrifique debe ocupar siempre una mujer: car sus placeres personales por su el misterio? familia, es llamada marianismo. Una El joven médico y erudito soltero, buena caracterización de este concepLuis López de Mesa, combinaba los to puede hallarse hacia el fmal de la hechos científicos y las metáforas ro- carta pastoral publicada en 1926 por mánticas y orgánicas para explicar la el arzobispo de Medellín, Manuel fidelidad femenina. Dirigiéndose a José Caycedo. una amplia audiencia femenina en 1920, comparó el alma de la mujer Reina y señora del hogar, la mujer con su óvulo, "que al recibir la cromacristiana despliega allí las cualidades tina fecundante del germen masculide que Dios la ha dotado, ejercita no, condensa su ectoplasma en pesus virtudes y las infimde y fortalece en torno suyo [...]. Por amor y por lícula impenetrable para los nuevos virtud, sufre, goza, vigila, trabaja sin elementos que lo buscan". "También descanso, renunciándose a sí misma así", concluyó López de Mesa, "el

Los hombres de la república burguesa no descuidaban instruir en la conducta correcta a quienes estaban en lugares inferiores de la jerarquía social. A las mujeres y niñas de las clases media y alta les agradaba especialmente leer Cartas ami sobrina, de Julián Páez, publicado por primera vez en 1912. "¿Deseas ser respetada, admirada y amada?", preguntaba Pérez en una de sus cartas:

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Julián M. Páez, Cartas a mi sobrina, Bogotá, Librería Americana, 1912, p. 130. Luis López de Mesa, Obras selectas, Ramiro Carranza, comp., Bogotá, Cámara de Representantes de Colombia, 1981, p. 161.

120 / La modernización en Colombia

con heroica abnegación en provecho de los suyos. El arzobispo se refirió a las labores domésticas como "el destino supremo de la madre", para quien "no hay fatiga que la canse, ni placer que la seduzca, ni sacrificio que no haga para ahorrar cualquier pena a su esposo y a sus hijos". El arzobispo Caycedo citaba a León XIII como la autoridad

en la que se basaba para reafirmar la antigua enseñanza, el varón es el jefe de la familia y la cabeza de la mujer; sométase ella al marido y obedézcale, no como esdava sino como compañera, es decir, con obediencia digna y decorosa. 9 En su conferencia de 1920, López de Mesa presentó una versión secularizada del mismo mensaje. En un lenguaje colorido, evocó la imagen del hombre prehistórico, "guerrero y andarín, vigilante, combativo y fuerte", quien después de un arduo día de caza, "regresa fatigoso en busca de su hembra". Entre tanto, ella "ha buscado las ramas secas para mantener el fuego, ha despejado mayor espacio en su caverna o en el ahuecado tronco de un árbol". Así, desde los tiempos primitivos, la mujer ha estado dedicada al hogar. Citando estudios científicos, López de Mesa aseguraba a su auditorio femenino que, debido al hecho de que su cerebro es más pequeño, compensa esta debili-

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dad en campos "más conformes con su misión femenina", entre los cuales están "la observación rápida, la memoria de los detalles, .etc., que hacen de ella consejera ideal y complemento del hombre". En su versión reformulada del mensaje del arzobispo Caycedo, afirmaba lo siguiente: Su voluntad es tenaz, su carácter bondadoso y dúctil, y el conjunto de su estructura moral tan aquilatado es y

pulcro, que enamora hasta en un frío análisis de psicología.m Los colombianos que no pertenecían a la élite compartieron los prejuicios de sus superiores sociales durante las primeras décadas del siglo xx. En general, no lo hacían por una única razón, sino por una serie de ellas. Como se sugirió antes, había una gran presión para honrar y obedecer a los superiores sociales. El cristianismo tradicional enseñaba que había una jerarquía de virtudes; por consiguiente, las personas de más alta condición social no sólo habían sido bendecidas con mayores bienes materiales, sino que eran por naturaleza más sabias, más inteligentes, más virtuosas. Para decirlo de otra manera, se creía que la virtud y la justicia eran distributivas por naturaleza. Induso los colombianos más educados y de mentalidad secular, tales como los ingenieros de la Escuela de

9 Manuel José Caycedo, El combate por la fe y por la Iglesia, Medellín, Bedout, 1931, pp. 165-166. 10 L. López de Mesa, Op. cit., p. 161.

Minas de Medellín, hablaban de la "ascendencia moral" que detentaban frente a personas socialmente inferiores, tales como los empleados a quienes estaban llamados a dirigir. A los ingenieros se les amonestaba siempre para que llevaran "vidas privadas irreprochables", que sirvieran de ejemplo a sus subalternos." Los obreros mismos eran típicamente humildes, y tendían a sentirse agradecidos con los propietarios de las fábricas por tener la amabilidad de contratarlos.' 2 Lasprimefotgíasdlábricas colombianas muestran lo que parecen ser grandes reuniones de familia, con hombres, mujeres y niños posando entre las correas, ejes y otros atributos semejantes de la moderna cultura mecánica? Existía la difundida creencia de que, en una sociedad religiosa y correcta, todos los ciudadanos acataban lo que comúnmente se denominaba el principio de autoridad. Este fue el título de una larga serie de artículos publicados durante la segunda

década del siglo por el mentor de Laureano Gómez, Manuel Dávila Flórez. Para Marco Fidel Suárez, el principio de autoridad había sido "el principal instrumento utilizado en la larga y complicada tarea de civilizar a la especie humana"." Laureano Gómez lo consideraba como el fundamento del catolicismo: "La sola doctrina, sin autoridad [escribió] sería un catolicismo muerto".' 5 Las campesinas que vivían cerca del montañoso obispado de Santa Rosa de Osos, en Antioquia, obedecían el principio de autoridad cuando caminaban kilómetros por las tortuosas sendas de la montaña, aunque el sentido común indicaba que deberían más bien montar los caballos o mulas de que disponían. Pero el obispo Miguel Ángel Bulles les había prohibido esta práctica a las mujeres de su diócesis, afirmando que la costumbre de que las mujeres cabalgaran a horcajadas era "un pecado contra la ley natural", por "los desastrosos efectos que causa". 16 Cuando el

11 A. Mayor Mora, Op. cit., pp. 106-107. 12 "No eran conscientes de la explotación a la que se sometían", explicó un anciano obrero, recordando la mentalidad de sus compañeros de trabajo en las textileras de Medellín durante la década del veinte. "Antes —agregó-- éramos más humildes". Mauricio Archila, "La memoria histórica de los trabajadores de Medellín y Bogotá, Colombia 1910-1945", documento inédito, ponencia presentada en Latin American Studies Association, Miami, 1989, pp. 6,7. 13 Véase, por ejemplo, la fotografia de los trabajadores en Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquía, Medellín, Presencia, 1988, p. 271. 14 Marco Fidel Suárez,tetios de Luciano Pulgar, vol. 5, Bogotá, Voluntad, 1942, p. 130. 15 Laureano Gómez, Obras selectas, tomo 2, Ricardo Ruiz Santos, ed., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984, p. 718. 16 Miguel Zapata Restrepo, La mitra azul. Miguel Ángel Buda: el hombre, el obispo, el caudillo, Medellín, Beta, 1973. Su dilema era doble. El obispo había declarado que usar pantalones era tam-

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122 / La modernización en Colombia general Benjamín Herrera expulsó a los trabajadores de su cultivo de banano que se encontraban en huelga a comienzos del siglo, lo hizo porque habían violado el principio de autoridad. Cuando exigieron un peso adicional por cada racimo cosechado, Herrera los sacó con la fuerza de las armas, insultándolos como "peones desobedientes".' 7 Algo que agravaba y endurecía aún más los prejuicios contra los pobres en la Colombia de comienzos del siglo xx era un conjunto de ideas relativas a la presunta inferioridad de los pueblos no caucásicos, y a la "decadencia racial" de aquellas sociedades donde predomina la gente de color. En un país como Colombia, donde una élite en su mayor parte caucásica dominaba a una mayoría morena, el impacto de una creencia semejante era necesariamente poderoso. La relativa tranquilidad de las masas colombianas durante aquellas décadas alimentaba los prejuicios raciales contra ellas. Importante también fue el hecho de que los eugenistas, sociólogos y antropólogos que formula-

ban teorías raciales hicieran extenso uso de datos empíricos. Esto no podía dejar de impresionar a las élites colombianas, inclinadas al positivismo. Tampoco las demeritaba el hecho de que estas teorías se originaran en los centros más avanzados de la civilización occidental." El médico y líder conservador boyacense, Miguel Jiménez López, fue el principal proponente de la teoría de que Colombia estaba sufriendo los efectos de la decadencia racial. Durante sus años como estudiante, había viajado extensamente por Europa, donde había escuchado debatir las teorías de Gobineau y de otros teóricos de la raza, y las había estudiado él mismo también. Durante los años en que adelantó sus estudios de posgrado, entre 1900 y 1909, solamente en París se publicaron tres biografías de Gobineau, y otra apareció en Leipzig. Entre 1910 y 1930, mientras que el debate racial hada furor en Colombia, diez estudios más sobre el conde de Gobineau fueron publicados en Francia, Alemania y otros países europeos." No es de sorprender,

bién un pecado mortal. Las campesinas usaban pantalones, cabalgaban a horcajadas y se mantenían alejadas del confesionario, o bien caminaban. Si elegían el primer curso de acción, escribe Zapata, corrían el riesgo de ser importunadas por niños que, en los momentos menos oportunos, las señalaban y gritaban: "lEsta montó a caballor. 17 Salomón Kalmanovitz, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, p. 225. La acción de Herrera confirma el recuerdo de Alberto Lleras Camargo, según el cual las relaciones entre patrones y peones por aquella época en el campo colombiano "eran la Edad Media personificada". Alberto Lleras Camargo, Nuestra revolución industrial, Bogotá, Aedita, 1957, p. 22. 18 Un importante estudio sobre este tema y sus nocivos efectos en otra república americana, Estados Unidos, es el de Stephen J. Gould, Tía Mis-msasure of Man, Nueva York, Viking Press, 1972. 19 Michael D. Biddis, Fatlier of Racist Ideology. The Social and Political Thought of Count Gobineau, Londres, Weidenfeld and Nicholson, 1970, pp. 305-306.

entonces, que Jiménez López publicara un erudito artículo en París, en 1917, donde conduía que la decadencia racial aniquilaba las oportunidades de progreso de Colombia." Sólo si sus compatriotas eventualmente aclaraban su piel a través de la inmigración europea, escribió Jiménez López, podría Colombia evitar rezagarse aún más respecto de las naciones más civilizadas. Las ideas de Jiménez López fueron ampliamente discutidas en los círculos intelectuales colombianos durante la segunda y tercera décadas del siglo. La controversia sobre la decadencia racial alcanzó su apogeo en 1920, durante un ciclo de conferencias titulado "Los problemas raciales en Colombia", realizado en el Teatro Colón de Bogotá. Jiménez López, Luis López de Mesa y otros médicos y científicos participaron en ellas." Había, desde luego, quienes disputaban la teoría de la decadencia racial. A medida que se desarrollaban los debates, un columnista de El Tiempo sugirió que se organizara otra serie de debates sobre la posibilidad de que la raza colombiana se estuviera fortaleciendo.22

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El hecho de que muchos colombianos compartieran los prejuicios de Jiménez López se evidencia en la observación de Rafael Reyes en 1919: si bien Colombia debía propiciar la inmigración —incluso la japonesa—, debería próhibir la entrada a los chinos y a los hindúes, "razas degeneradas por el servilismo"." Tres años más tarde, en 1922, miembros del Congreso nacional aprobaron una ley que prohibía la inmigración de chinos, hindúes y turcos (otomanos), pero propiciaba la europea. 24 Aquel mismo año, un columnista de El Tiempo protestó por el empleo de trabajadores jamaiquinos por parte de Tropical Oil en sus campos colombianos, cargo que la compañía "negó enfáticamente". No obstante, conduía el editorialista [...] esperamos que el gobierno habrá

tomado ya las medidas necesarias para poner coto a una inmigración absolutamente indeseable en todo sentido, no sólo por la competencia que viene a hacer a los trabajadores colombianos, sino por el grave daño que recibirá nuestra raza. 20

Un ocasional antisemitismo hizo parte también del pensamiento racial

20 Humberto Roselli, Historia de la psiquiatría en Colombia, 2 vols., Bogotá, Horizontes, 1986, tomo 1, p. 290. "Extremadamente pesimista en lo que respecta a su país", fue una de las opiniones de un europeo que reseñó el libro de Jiménez. 21 La mejor discusión de las teorías de las razas en Colombia hasta la fecha es la presentada en H. Patiño Roselli, Op. cit., vol. 1, pp. 262-298. 22 El Tiempo, 30 de marzo de 1920. 23 R. Reyes, Op. cit., P59. 24 Debe señalarse que Estados Unidos, al igual que otras naciones americanas, aprobaron análogas restricciones a la inmigración oriental durante la tercera década del siglo. 25 El Tiempo, "Cosas del día", 3 de octubre de 1922. El artículo era la respuesta a un telegrama enviado por una organización de trabajadores de Cartagena.

124 / La modernización en Colombia de la burguesía colombiana a comienzos del siglo xx. Aunque había pocos judíos en Colombia, se los mencionaba frecuentemente en relación con la Crucifixión, por su presunto control de la banca internacional y porque se los consideraba en general como personas codiciosas, poco atractivas y enemigas del catolicismo. Las alusiones a la raza hebrea son frecuentes en las cartas pastorales de los obispos colombianos a fines del siglo. El arzobispo Caycedo de Medellín reprendía a los impíos, quienes, "como los pérfidos judíos, se han amotinado contra Cristo", y atacaban el orden cristiano de Colombia. En otra de sus pastorales, reprobaba a "los enemigos de Cristo, unidos en las tenebrosas sociedades masónicas, quienes van gritando como los judíos [contra la Iglesia]". 26 Una fuente atávica del pensamiento racial colombiano se encuentra en la preocupación por la "pureza de sangre". Esta preocupación fue traída por los conquistadores españoles en el siglo xvi. La obsesión de los españoles por el linaje se remonta quizás a la cristianización de la Península Ibérica y a la casi simultánea llegada de los judíos allí, después de haber sido expulsados de su tierra por los romanos." Con la persecución de

los judíos españoles durante los siglos xrv y xv, su expulsión del país en 1492, y su posterior persecución tanto en España como en Hispañoamérica durante los dos siglos siguientes, resultaba importante establecer que no se estaba manchado de sangre mora, africana o judía. El no hacerlo podía llevar a que se rotulara a la persona de "conversa", alguien recientemente convertido al cristianismo. Y ser un converso, o descender de uno, sugería la posibilidad de que la familia continuara practicando el judaísmo clandestinamente, lo cual invitaba a que fuesen arrestados por el Santo Oficio y perdieran toda posición social. Las preocupaciones por la persecución desaparecieron con la independencia de Hispanoamérica. Aunque muchos conversos, o nuevos cristianos, como también se los llamaba, habían llegado a Nueva Granada durante la época colonial, no parecían ser objeto de extraordinarias persecuciones allí. No obstante, debido a un curioso conjunto de circunstancias, un buen segmento de la población colombiana, los antioqueños, llegaron a ser considerados como descendientes de los conversos españoles." La exploración de este tema está más allá del alcance

26 M. J. Caycedo, Op. cit., pp. 51, 232. La primera pastoral mencionada fue publicada en 1915, la segunda en 1913. 27 España fue cristianizada durante los siglos u y ni d.C. La comunidad sefardita comenzó a formarse en el siglo in d.C., y para el siglo rv ya estaba bien establecida. 28 Un viajero que pasó por Colombia en 1913 reportó que "se escucha con frecuencia en todas las regiones del país, que los antioqueños son los israelitas de la República". José Gutiérrez Piérola, Las capitales de la Gran Colombia, París, Librería de la viuda de Ch. Bouret, 1914, p. 334. En 1925, un diplomático británico reportó a su sede que los únicos campe-

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del presente estudio. 29 Pero la sabiduría popular acerca de los judíos antioqueños es importante por cuanto hizo que estos fuesen particularmente sensibles tanto al antisemitismo como a los problemas más generales de la raza." Poco más tarde en la historia colombiana, durante las décadas del treinta y del cuarenta, cuando los refugiados judíos huyeron de Europa, algunos antioqueños propusieron ofrecerles asilo, mientras que otros se opusieron con vehemencia a una política semejante.3 ' La temprana sensibilidad de los antioqueños hacia la raza hizo de ellos unos de los

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más vehementes proponentes de las teorías raciales y de las actitudes racistas prevalecientes en la república burguesa. El erudito colombiano más respetado, Luis López de Mesa, ayudó a Jiménez López a difundir las teorías raciales que operaban en desventaja de sus conciudadanos de piel oscura. Al igual que Jiménez, López de Mesa veía que los colombianos adquirían una tez más clara gracias "a una fermentación debida al hecho de que la raza se está limpiando a sí misma de sus sedimentos negroides".32 En 1927, López de Mesa fue el autor de un

sinos inteligentes en Colombia eran "los judíos antioqueños". Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 27. 29 El autor considera que la prosperidad de Antioquia se explica mejor por el carácter relativamente auto-contenido de este departamento durante buena parte de su historia, el hecho de que las minas de oro ubicadas allí suministraron una fuente modesta pero constante de capital de inversión a los empresarios locales, y a la feliz circunstancia de encontrarse lejos de los embrollos políticos de Bogotá. De cierta importancia fue también el hecho de que estaba en mejor posición que muchos otros departamentos en términos de su proximidad al río Magdalena y, por consiguiente, al mundo exterior y a sus mercados. 30 Este problema es de considerable interés para los colombianos. El prestigioso antioqueño Antonio José Restrepo, por ejemplo, rechazó categóricamente la idea de que sus paisanos descendieran de los judíos. No obstante, el ensayista Carlos Arturo Díaz informa (equivocadamente) que Restrepo descendía del conquistador Antonio López de Restrepo, presuntamente un nuevo cristiano. Díaz induso presenta una anécdota referida por Juan Antonio Zuleta. Cuando, a comienzos de la década del treinta, Zuleta y Antonio José Restrepo fueron a comprar zapatos en una tienda de Berlín, el propietario, alertado por sus rasgos semitas, se refirió a ellos como "aquel par de perros judíos americanos". Carlos Arturo Díaz, Páginas de historia colombiana, Bucaramanga, Imprenta Departamental, 1967, pp. 322-323. El asunto del carácter "judío" de los antioqueños se discute en Ann Twinan, Merchante, Minen, and Farmers in Colonial Colombia, Austin, University of Texas Press, 1982, pp. 8-13. 31 El antioqueño Luis López de Mesa, ministro de relaciones exteriores de Colombia entre 1938 y 1942, fue uno de quienes dedicó considerables esfuerzos a tratar de impedir que los refugiados judíos ingresaran al país. Para más detalles acerca de los esfuerzos de Luis López de Mesa pór,bloquear la inmigración judía cuando se desempeñó como ministro de relaciones extdiéres, véase Silvia Galvis y Alberto Donadio, Colombia nazi, 1939-1945. Espionaje alemán, la cacería del FBI, Santos, López y los pactos secretos, Bogotá, Planeta, 1986, pp. 238-254. 32 Luis Antonio Restrepo, "El pensamiento social en Antioquia", en: Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquia, Medellín, Presencia, 1988, p. 380. El pasaje es la tesis doctoral de

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126 / La modernización en Colombia informe comisionado titulado El factor étnico. Los altos jerarcas de la Iglesia y los funcionarios del gobierno recibieron copias del mismo, que representaba el pensamiento más avanzado del momento en temas de raza, mezcla racial y en las consecuencias calamitosas del "oscurecimiento de la población". El siguiente pasaje sugiere el tenor del informe: merda del indígena oon el elemento africano y aun con los mulatos que de él deriven, sería un error fatal para el espíritu y la riqueza del país; se sumarían, en lugar de eliminarse, los vacíos y defectos de las dos razas, y tendríamos un zambo astuto e indolente, ambicioso y sensual, hipócrita y vanidoso a la vez, amén de ignorante y enfermizo. Esta mezcla de sangres empobrecidas y de culturas inferiores determina productos inadaptables, perturbados nerviosos, débiles mentales, viciados de locura, de epilepsia, de delito, que llenan los asilosy las cárceles cuando se ponen en contacto con la civilización."

La contraparte literaria de López de Mesa, el teórico racial, era el ensayista antioqueño Fernando González.

Su obra Los negroides sorprendió por la forma como denigraba de América Latina, a cuya figura representativa llamó "el gran mulato". Los americanos, escribió González, sufren de un "complejo de ilegitimidad" que data de la conquista española, y de una "identidad mutilada" como consecuencia de ello. En el libro, González acumula sarcasmos sobre las principales figuras colombianas; se refiere a Enrique Olaya y a Laureano Gómez como "homúnculos", a Abadía Méndez y a Miguel Antonio Caro como "mulatos adormecidos cuyas lenguas son movidas por libros europeos", a Jorge Eliécer Gaitán como "un mestizo payaso"." El racismo de Fernando González constituye un caso que quizá sea más apropiado para un estudio psiquiátrico que histórico." Se aprecia una escalofriante similitud entre sus desvaríos y las arengas racistas que se escuchaban en las capitales europeas por aquella misma época. Sin embargo, incluso colombianos elitistas, pocos de los cuales podían estar absolutamente seguros de su pureza de

Luís López de Mesa, publicada en 1920. Basó su observación sobre un "blanquemiento" observado de las poblaciones del Cono Sur (Argentina, Chile y Uruguay). 33 Ibid., pp. 379-380. 34 Fernando González, Los negroides, 4' ed., Medellín, Bedout, 1976, pp. 97-98. 35 Unos pocos ejemplos de las observaciones racistas de LOS negroides son los siguientes: "En Sudamérica, se ven narices, ojos, frentes, labios, que son profundas simas, volcanes, desiertos, tempestades, perversiones. Casi todo es monstruoso. Hay tanta variedad de formas y tan bruscas, tan sin acabado y armonía, que el biólogo no puede menos de pensar que aquí existe el porvenir y existe una antiestética realidad" (p. 91). Sudamérica es una raza en gestación. Es el horno del hombre futuro, patria de cosas nuevas. Aquí es donde puede renovarse la expresión humana. El suramericano es hoy un animal apenas parecido al hombre [...] Mientras seamos mulatos, la acción humana será hija de puta, con lo cual quiero decir que será falsa" (p. 92).

sangre cuatrocientos años después de la Conquista, se negaban a tomar en serio a Fernando González." Uno de los columnistas de El Tiempo, que informaba acerca de una de las conferencia públicas de González, observó moderadamente que las interpretaciones del escritor eran un "cambio refrescante", que observarlo actuar era como "ver a un hombre desnudo"." La distancia que asume el redactor de El Tiempo al reportar las excentricidades de Fernando González refleja, el aplomo con que los colombianos educados observaron esta comedia durante casi todo el primer cuarto del nuevo siglo. La mayoría de quienes se encontraban en posiciones de liderazgo estaban inmersos en una cultura que se ha descrito como positivista, victoriana o burguesa. Sólo a fines de la década del veinte, cuando un espíritu de combatividad comenzó a invadir a ciertos sectores de quienes no pertenecían a la élite, sintieron los colombianos prominentes que una época relativamente benigna de su historia nacional estaba terminando. Existían profundas fuerzas operantes en la sociedad colombiana que habrían de oponerse a las antiguas suposiciones acerca de quiénes eran realmente los colombianos y qué podían hacer.

Vida cotidiana Durante el primer cuarto del siglo xx, la sociedad colombiana cambió de múltiples maneras. La mayoría de las transformaciones se dieron en la cultura material. Al comienzo de este período, los ciudadanos vivían más o menos como siempre lo habían hecho —viajaban a pie o a lomo de animales—. Al final de aquellos veinticinco años, viajaban en avión, automóvil o tranvía eléctrico. Las mejoras físicas tuvieron también el efecto de demostrar cuánto camino faltaba aún por recorrer en Colombia. Los ricos y los pobres continuaron viviendo en dos mundos diferentes, y aceptando esta condición como algo apropiado y normal. El status quo no se ponía en duda, aunque en ocasiones ocurrían incidentes cuando los pobres protestaban por desafueros especialmente notables, a veces con violencia. Pero incluso entonces, las protestas eran cortas y tenían poco efecto duradero sobre la sociedad. El cambio social en Colombia durante la época de la república burguesa tuvo implicaciones revolucionarias, aunque sólo el ojo más avizor lo percibía. Los voceros de la Iglesia notaban los cambios y protestaban fuertemente contra ellos, advirtiendo so-

36 Según Ernesto Corta Ahumada, Las generaciones colombianas, Tunja, Imprenta Departamental, 1968, p. 13, Colombia es la nación más mezclada racialmente de Latinoamérica, con un 68% de mestizos. Comparada con ella, la población de sangre mixta argentina es del 12% y la del vecino Ecuador del 44%. 37 El Tiempo, 25 de julio de 1931.

este parrafo refleja que aun secontinuaba en el siglo XIX

128 / La modernización en Colombia bre la amenaza que representaban para la sociedad tradicional. Pero debido a que estas transformaciones eran tan incipientes y sutiles, los clérigos conservadores no podían articular sus temores de manera coherente. No obstante, incluso si los sacerdotes hubieran podido hacerlo, esto hubiera importado poco, pues la mayoría de los colombianos estaban ávidos de un

cambio social, y lo abrazaron cálidamente cuando llegó. Estaban complacidos de que su pobre país, durante tanto tiempo rezagado respecto de las principales naciones occidentales, finalmente parecía estar recuperando su posición. Este espíritu llevó a un bromista a decir, en el punto más álgido de la epidemia de influenza en Colombia en 1918, que los ciudadanos de su país estaban felices de padecer una enfermedad que afectaba a las principales potencial mundiales por la misma época. El orden social y político no se vio seria y directamente amenazado hasta bien entrada la tercera década del siglo. Y cuando esto sucedió, quienes se opusieron a él fueron relativamente pocos y con infortunados resultados. La mayor parte de la gente, sencillamente se maravillaba ante los cambios, y los disfrutaba en la medida de lo posible. La nueva riqueza ya no podía ocultarse, como había suce-

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dido antes, en el interior de sombrías casas que sólo presentaban muros sucios y encalados a la mirada extraña. Había automóviles para conducir, modas para exhibir, licores importados para beber. Colombia tenía, por primera vez, una fuente sostenida de recursos. Y aunque no estaban bien distribuidos, induso los pobres podían pagar distracciones ocasionales —las transmisiones inalámbricas y el cine les traían un mundo que anteriormente sólo los ricos visitaban en sus viajes—. El diplomático boliviano Alcides Arguedas se vio tan impresionado por la devoción del público colombiano al cine, que observó durante su visita en 1928, "Este siglo tienen una religión: Charlot [Chaplin]"." Uno de los cambios más importantes en la vida cotidiana colombiana fue uno de los más graduales y menos advertidos. Había una dosis de doro en el agua potable de la nación que produjo una asombrosa reducción de la mortalidad debida a la fiebre tifoidea y a otras enfermedades transmitidas por el agua. La fiebre tifoidea, que en 1905 se había llevado a 672 ciudadanos bogotanos, sólo mató a 266 en 1920 y a 12 en 1924." Un comité de salud pública, creado en 1916, había conseguido que se aprobara una ley que exigía la canalización y co-

bertura de los ríos San Francisco y

38 Alcides Arguedas, "La danza en las sombras", en: Luis Alberto Sánchez, ed., Obras selectas, vol. 1, México, Aguilar, 1959, p. 827. 39 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano E, "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1660-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 47.

San Agustín, y la construcción de una planta de tratamiento de aguas adecuada para Bogotá. 4° Sin embargo, estas mejoras eran costosas y hubo poco progreso apreciable hacia su implementación hasta la década del veinte, cuando hubo dinero disponible. Para 1926, los proyectos estaban adelantados y camino a su conclusión." Costosos proyectos dirigidos a

mejorar la calidad del agua y de la sanidad fueron el resultado de un cambio en la situación financiera general, que había ocasionado el crecimiento geométrico de algunos de los presupuestos municipales después de la Guerra de los Mil Días, y que para 1913 generó el primer superávit del presupuesto nacional que se recordara recientemente.42 Consideradas desde otra perspectiva, estas mejoras no eran más que tentativas por transformar la inferior calidad de vida de los colombianos. En toda la nación, las calles se encontraban por lo general llenas de desperdicios y de basura que, cuando el tiempo era seco y con viento, se elevaban por los aires. Las calles de Bogotá eran tan asquerosas que uno de sus visitantes afirmó que

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tenía la impresión de vivir en una alcantarilla." Sólo los habitantes más adinerados de la capital se bañaban con regularidad, pues la mayoría no poseía nada que se asemejara a un baño moderno. Pedro Nel Ospina visitaba semanalmente la casa de su amigo Lucas Caballero para remojarse en la tina de hierro fundido de "estilo americano" que éste poseía. 44

Los servicios públicos eran casi inexistentes en todo el país. Cuando

Bogotá experimentó una huelga general en 1919, la ciudad se salvó por poco de una catástrofe de salud pública, pues su sistema sanitario se vino abajo." Periodistas dedicados a la investigación, como el joven José A. Osorio Lizarazo, reportaron que un gran número de residentes de Bogotá continuaban viviendo en condiciones inhumanas. En un artículo de 1926, titulado "Mansiones de pobreza", Osorio Lizarazo describió invasores miserables y enfermizos que vivían en las riberas del río San Francisco, y en los numerosos pasajes de la ciudad, tales como el Pasaje Rivas, donde los bohemios de una época anterior escribían

40 Jorge Posada Callejas, ed., Libro azul de Colombia, Nueva York, J. J. Little and hes, 1918, p. 353. 41 Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia, ideología y cultura, Bogotá, Aurora, 1985, p. 131. 42 El presupuesto de Medellín creció de cero durante la guerra, a $54.425 en 1906, a $105.516 en 1909, a $231.992 en 1913, a $288.108 en 1917. J. Posada Callejas, Op. cit., p. 212. En 1913, hubo un superávit de $1.5 millones de pesos en el presupuesto nacional. José María:kenao y Gerardo Arrubla, Compendio de la historia de Colombia, Bogotá, Voluntad, 1963, p. 835. 43 A. Arguedas, Op. cit., pp. 825-826. 44 Eduardo Caballero Calderón, Memorias infantiles, 1916-1924, Medellín, Bedout, 1964. 45 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano E, Op. cit., p. 44.

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130 / La modernización en Colombia poesías y usaban drogas heroicas. 46

Lastdenliprmaco bajas durante las primeras tres décadas, cerca de veinte por cien mil habitantes, y en 1930, la expectativa promedio de vida era de 34,2 años. 47 Durantelospim añdel siglo, la población casi se duplicó, pasando de cerca de cuatro millones a 7.5 millones en 1930. 48 El sorprendente crecimiento de la población se debió a la aguda disminución en la mortalidad infantil durante este período. A fines del siglo, el 60% de las muertes en Colombia correspondía a pequeños." Se termina con la paradójica conclusión de que el nivel de las condiciones de salud pública en Colombia mejoraba rápidamente, aunque continuaba siendo espantoso." Durante las primeras dos décadas del siglo, y hasta bien avanzada la

tercera, las relaciones entre los grupos sociales continuaron como habían sido siempre, y los grupos mismos permanecieron relativaménte indiferenciados, pues la creciente riqueza se encontraba apenas en la etapa temprana de ampliar y complicar las definiciones sociales. Seguía prevaleciendo un ethos corporativo, gracias al cual los miembros de varios estratos sociales continuaban considerándose a sí mismos y a los demás en términos de categorías: cachacos, hombres públicos, pobres meritorios, artesanos y otras categorías análogas. Los hombres públicos no dedicaban mucho tiempo a debatir el problema de la pobreza, pero cuando lo hacían, por lo general se referían a él en términos morales y no socioeconómicos. Tampoco se aplicaba el mismo criterio de análisis a diferentes grupos." El de-

46 José A. Osorio Lizarazo, Novelas y crónicas, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1978, pp. 302-308. El Pasaje Rivas, llamado así originalmente por su primer dueño, Felipe Paúl, y luego por Luis G. Rivas, era una madriguera de diminutos negocios donde se vendían mil objetos, manufacturados localmente. Descrito por Osorio como "un sito sucio y repulsivo", el Pase Rivas, con entrada sobre la carrera Décima, a pocos metros de su intersección con la calle Décima, continúa funcionando hoy como lo ha hecho durante al menos un siglo. 47 Myriam Jimeno Santoyo, "Los procesos de colonización. Siglo XX", en: Álvaro Tirado Bogotá, Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Democracy in Colombia. Clientelist Palillos and Guerrilla Planeta, 1989, p. 375; Jorge E Osterling, Warfare, New Brunswick, N. J., Transaction Publishers, 1989, p. 9. 48 Bernardo Tovar Zambrano, "La economía colombiana 1886-1922", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 17, da la cifra de 4,1 millones en 1905 y 7,2 millones en 1928. 49 José Olinto Rueda Plata, "Historia de la población en Colombia: 1880-2000", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 364. 50 El rápido ritmo de cambio en Colombia durante esta época se muestra en el hecho de que, un año después de los comentarios de Osorio sobre las horribles casuchas en la ribera del río San Francisco, estas viviendas habían desaparecido y el río había sido pavimentado. Posiblemente los invasores se trasladaron a barrios de invasión en las colinas cercanas, tales como Las Brisas, arriba de la calle Primera, uno de los barrios de invasión más antiguos de Bogotá. 51 En un momento tan tardío como 1925, el conservador Mario Fernández de Soto, Ideología política, París, Excelsior, 1926, podía afirmar, "no tenemos problemas sociales en Colom-

bate sobre el problema del alcoholismo sirve para ilustrar este punto. El exceso de alcohol era reconocido por los dirigentes políticos como un problema grave, aunque la crítica del mismo se presentaba por lo general en términos de las dases inferiores. El dirigente liberal Uribe Uribe odiaba la bebida, y la llamaba "el cáncer social que nos devora".52 La Iglesia también se pronunciaba constantemente en contra del alcoholismo, considerándolo "el peor enemigo de Colombia", y durante la mayor parte del período en cuestión, Colombia presenció un continuo movimiento a favor de la moderación.53 Aunque las clases altas realizaban campañas para promover la abstinencia entre los pobres, ellos mismos bebían en exceso. "Aquí se bebe como en ninguna otra parte del mundo", observó Alcides Arguedas, quien había recorrido muchos países. Describió una fiesta a la que asistió, en la cual dieciséis amigos habían invitado a doscientas personas. Tenían veinte cajas de whisky, diez

de champaña y cinco más de licores varios. Todo esto se consumió antes de que terminara la fiesta, y se envió un camión para que trajera provisiones adicionales." Durante el tiempo de la república burguesa, los pobres de Colombia se percibían a sí mismos como un elemento valioso que hacía parte integral de la sociedad, y se esforzaban por vivir tan dignamente como les era posible. Un visitante se maravilló de que los niños ganaran dinero vendiendo poemas a centavo a las vendedoras del mercado, la mayoría de las cuales no sabía leer. Sin embargo, les complacía saber que los poemas expresaban sentimientos de elevación moral, devoción filial y búsqueda de la virtud por parte de personas humildes como ellas." Por su parte, los campesinos soportaban los abusos de los grandes terratenientes con notable tranquilidad. Conscientes de que en muchos casos se violaban sus derechos, buscaban sin embargo que se atendieran sus que-

bia" (p. 73). El 1 de junio de 1921, Laureano Gómez, en un artículo publicado en El Tiempo, reconoció que Colombia tenía un "problema social", pero insistió en que el Partido Conservador era el que mejor podía solucionarlo. 52 Rafael Uribe Uribe, Obras selectas, vol. 1, Jorge Mario Eastman, comp., Bogotá, Cámara de Representantes, 1979, p. 236. 53 Ciertamente, el exceso de alcohol era un problema en Colombia. Durante los primeros cuatro meses de 1929, los pobres de Bogotá consumieron siete millones de litros de chicha, cerca de cinco litros per cdpita —diez, si se supone que casi la totalidad de los consumidores eran hombres—. Bebedores más adinerados consumieron setenta y dos mil botellas de aguardiente, y diez mil botellas de licores importados. Mauricio Archila, Cultura e identidad obrera, Colombia 1910-1945, Bogotá, Anthropos, 1991, pp. 16-17, 27. 54 A. Arguedas, Op. t, p. 763. En una ocasión, durante la década del veinte, adinerados jóvenes bogotanos organizaron un concurso para determinar quién se asemejaba más a Johnny Walker, el dandy de cubilete y chaqueta roja que aparece en las botellas de esta marca. 55 Blair Niles, Colombia, Land of Miracles, Nueva York, The Century Co., 1924, p. 289.

132 / La modernización en Colombia tradicionales. En vano se buscan signos significativos de protesta social antes de la década del veinte. Los pocos estallidos de violencia popular eran respuestas lógicas a evidentes desafueros. Los disturbios de 1893, como se recordará, surgieron de una serie de artículos periodísticos difamatorios que enfurecieron a los artesanos bogotanos. Un incidente similar ocurrió en Bogotá diecisiete años más tarde, el día de la Independencia de Colombia, el 20 de julio de 1911. El apogeo de la celebración debía ser una corrida de toros realizada en la nueva plaza, construida en el extremo norte de Bogotá, cerca de la cervecería Bavaria. Infortunadamente, la atracción principal, el popular torero Valentín (Antonio Olmedo), se desempeño tan mal que fue un insulto para los cientos de aficionados que habían acudido en tropel a verlo aquel día. El orden se deterioró rápidamente; la multitud fmalmente atacó a los toreros, arrancando tablas del ruedo, y se llevaron los toros. Se llamó a la policía, la cual, poco después de su llegada, comenzó a dispa-

rar contra la muchedumbre. Esto ocasionó importantes disturbios que dejaron nueve civiles muertos, docenas de policías heridos y la estación de policía sitiada. Sólo cuando apareció el ministro de guerra, Mariano Ospina Vásquez, junto con varios oficiales del ejército y un puñado de soldados, pudo restablecerse el orden." Como sucedió en 1893, los disturbios del día de la Independencia en 1911 fueron iniciados por ciudadanos corrientes que sentían que se los había agraviado. Su objetivo no era tanto el de destruir la propiedad, como el de recuperar el costo de sus boletos. Es por ello que muchas personas arrancaron tablas del ruedo y se las llevaron. El hecho de llevarse también los toros estaba más dentro del espíritu del bien común y no del robo, pues condujeron a los animales al Panóptico, los sacrificaron y les dieron carne a los presos. La muchedumbre atacó a la policía, no porque esta representara un símbolo de autoridad, sino porque no comprendió lo que sucedía y había disparado sobre la turba.58 No se presentó otro incidente

57 Camilo Pardo limalla, Los toros en Bogotá. Historia y crítica de las corridas, Bogotá, Kelly, 1946; David Lee Sowell, "The Rise of the Worker's Labor Movement, 1899-1919", manuscrito inédito, Huntington, Pensilvania, Juniata College, Departament of History, 1991, p. 20. A pesar de la paz que reinó sobre la mayor parte del territorio nacional durante su presidencia, Concha se vio obligado a manejar el endémico bandolerismo en algunas de las regiones fronterizas. En enero de 1916, por ejemplo, tuvo que dedarar el estado de sitio en el departamento de Arauca, y enviar tropas para sofocar la revuelta encabezada por un liberal llamado Humberto Gómez. A fines de 1915, Gómez capturó la ciudad de Arauca, proclamando la República de Arauca, que duró poco tiempo. Para detalles sobre "La Humbertera", véase James M. Rausch, The Llanos Frontier in Colombian History 1830-1930, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1993, pp. 269-279. 58 Los colombianos humildes no eran sumisos. Tampoco se olvidaban de los agravios que les había infligido la sociedad. Una excelente ilustración de lo anterior es el caso del militante

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arrancaron tablas del ruedo y se las llevaron. El hecho de llevarse también los toros estaba más dentro del espíritu del bien común y no del robo, pues condujeron a los animales al Panóptico, los sacrificaron y les dieron carne a los presos. La muchedumbre atacó a la policía, no porque esta representara un símbolo de autoridad, sino porque no comprendió lo que sucedía y había disparado sobre la turba. 58 No se presentó otro incidente importante de violencia urbana en Bogotá durante los ocho años siguientes. Por la misma época de los disturbios de 1911 en la plaza de toros, hubo signos de que Colombia finalmente hacía verdaderos progresos en la solución de su antiguo dilema respecto al transporte. Primero se conectaron las dos principales ciudades colombianas con el río Magdalena a través de la vía férrea y, poco después, el interior de Antioquia se conectó con el Valle del Cauca a través del Ferrocarril de Amagá. La terminación de este ferrocarril a fines de la segunda década del siglo creó un entusiasmo

tangible entre la gente de Antioquia y del Valle del Cauca. Una fotografía de 1920 sugiere este entusiasmo. Ella muestra damas en trajes de gala y caballeros con levitas, sentados en sillas dispuestas a lo largo de un carro de plataforma, de la línea Amagá. Una locomotora clásica de la década del ochenta del siglo xix, calentada con leña, lo empujaba cuesta arriba. Estos antioqueños elegantemente vestidos habían construido laboriosamente el ferrocarril y tenían la firme intención de ver el resultado de sus esfuerzos." A pesar de haber completado unas cuantas vías férreas importantes, el progreso en el área del transporte era de una lentitud exasperante. Para 1920, el 90% de las rutas terrestres de la nación seguían siendo caminos de herradura, y sólo se habían construido 743 millas de rieles. Un fragmento muy limitado de autopista era transitable por camión y automóvil. Rafael Uribe Uribe, durante una visita a Chicoral, ubicado entre Bogotá e Ibagué, cerca del río Magdalena, habló esperanzado del día en que un

58 Los colombianos humildes no eran sumisos. Tampoco se olvidaban de los agravios que les había infligido la sociedad. Una excelente ilustración de lo anterior es el caso del militante indígena Quintín Lame, conservador y abogado penal, quien desde la segunda hasta la cuarta década del siglo, buscó, a través de la acción legal, que se remediara la pérdida de las tierras tribales de su pueblo. Para más información sobre la lucha de Lame por la justicia, véase Manuel Quintín Lame, En defensa de mi raza, Bogotá, Comité de Defensa del Indio, 1971, y Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle de kI "civilización", Bogotá, Publicaciones de kRosca, 1973; Manuel Quintín Lame Chantre, Los pensamientos del indio que se educó dentro Mas selvas colombianas, Bogotá, Funcol, c. 1980; Diego Castrillón Arboleda, El indio Quintín Lame, Bogotá, Tercer Mundo, 1973. 59 La fotografia se encuentra en Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 325.

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134 / La modernización en Colombia viajero pudiera salir de Bogotá en la mañana, almorzar en Ibagué y llegar a dormir a Cali. "Qué inmenso cambio habrá", caviló." Rufino Gutiérrez, geógrafo, se quejó de las dificultades del transporte en la región cafetera del sur de Antioquia a fines de la década, y el visitante ecuatoriano José Gutiérrez Piérola describió el incongruente panorama de "personas ricas y poderosas" que, después de llegar a Girardot por tren, se veían obligadas a continuar el viaje hacia Honda, en el norte, "en miserables mulas alquiladas" debido a la falta de agua en el río Magdalena. El colombiano Gutiérrez, quien describía por lo general a Colombia en términos maravillosos, tuvo que admitir que el viaje río arriba de Barranquilla a Honda era de una interminable monotonía, interrumpida por mosquitos "inhumanamente tenaces" y un calor asfixiante, como de forja." La Colombia urbana experimentó también una especie de progreso desigual en el ámbito del transporte. A comienzos de la segunda década, la calle principal de Bogotá y varias otras

rutas de importancia en las grandes ciudades fueron asfaltadas. El alcalde de Bogotá estaba tan maravillado con esta superficie llana, que ordenó a los empleados del municipio limpiarla con queroseno después de barrer, con el resultado de que la carrera Séptima estuvo a punto de disolverse. Aunque los tranvías de la ciudad fueron electrificados en 1910, avanzaban con tanta lentitud que se ganaron el apelativo de "cometas", por desconocerse cuándo aparecerían. Otros se burlaban, afirmando que la electricidad en Bogotá se movía más lentamente que las mulas." Cuando se establecieron los primeros códigos de tránsito en Bogotá en 1912, la policía los hacía cumplir en bicicleta. No obstante, a pesar de todo, aquellos desarrollos presagiaban un cambio extraordinario para la segunda y tercera décadas del siglo. Mientras que en Bogotá había cien autos en 1912, en 1920 se había triplicado este número y, para 1930, se duplicó de nuevo." En 1921 se inauguró el servicio de buses entre Bogotá y Chapinero y, en 1923, la capital registró su primer accidente de

60 R. Uribe Uribe, Op. cit., vol. 2, p. 460. 2 vols., Biblioteca de Historia Nacional, vols. monis, xxx, 61 Rufino Gutiérrez, Monograjlas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1921, p. 330; J. Gutiérrez Piérola, Op. cit., pp. 207-210, 236. Incluso para 1929, los visitantes se quejaban del incómodo y monótono viaje fluvial, y de los numerosos cambios en el medio de transporte que se requerían para llegar a la capital de Colombia. Véanse las observaciones de Alcides Arguedas en "La danza en las sombas", Op. cit., pp. 734-736. 62 J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., p. 73. Una copla popular de la época decía: "son cualidades tan nulas / las que hay en esta ciudad / que anda la electricidad / más despacio que las mulas". pp. 76, 78-89. Según Vargas, de quienes conducían en Bogotá en 1923, el 14% usaba 63 »íd., autos, la mayoría de los cuales eran taxis, la mitad usaba bicicletas y un cuarto se desplazaba en coches; el restante 11% utilizaba caballos, mulas o burros.

tránsito, cuando un señor Pataquirá fue arrollado por un taxi. La aparición de un avión en los cielos de Bogotá presagió una verdadera revolución en el transporte colombiano. El primer avión nacional fue llevado a Medellín en 1913 y, para 1916, un grupo de entusiastas bogotanos había creado un club de aviación, aunque no tenían aviones. Empresarios alemanes fundaron una compañía en Barranquilla, llamada la Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo (SCADTA), en 1919, el mismo año de la inauguración en Europa de la primera ruta comercial entre Londres y París. Un año más tarde, SCADTA inauguró el primer servicio comercial en Colombia. Así Colombia fue la primera nación del hemisferio occidental con una aerolínea programada. En 1924, dos veces por semana, el servicio de correos conectaba a Barranquilla con Bogotá, y el servicio aéreo redujo el tiempo entre Bogotá y Girardot a veintidós minutos, lo cual representaba una reducción del 50% de la jornada. Para finales de la década, funcionarios gubernamentales como Laureano Gómez, volaban por todo el país en viajes de negocios, quejándose de que los ferrocarriles de la na-

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ción eran completamente insuficientes comparados con los aviones." Charles Lindbergh alabó los progresos colombianos en la aviación cuando visitó el país a comienzos de 1928. La agitada celebración de su llegada reveló la .alegría de un pueblo que al fin era libre de remontarse sobre sus montañas. Otros cambios en la vida cotidiana colombiana rivalizaban con aquellos primeros vuelos en simbolismo e importancia. Se hicieron posibles nuevos patrones residenciales gracias a las mejoras en el sistema de transporte y al incremento de la riqueza en toda la nación. Mientras que los ricos habían vivido siempre en casas de dos pisos de estilo colonial en el centro de Bogotá, por ejemplo, para la segunda década del siglo habían comenzado a mudarse a nuevos vecindarios residenciales ubicados en las afueras, hacia el norte, incluso cerca de Chapinero." Una dase media que se extendía con rapidez comenzó a instalarse en barrios especialmente construidos para ella. Uno de estos fue el barrio Santa Ana, desarrollado por Ernesto González, situado al sur de la dudad. Se enorgullecía de ofrecer casas a precios razonables, un ambiente sano y una ubicación cercana

64 El Espectador; 12 de abril de 1927. Información sobre los primeros viajes aéreos en Colombia se encuentra en Frank G. Carpenter, Lands of the Andes and the Desert, Nueva York, Doubleday, 1926, pp, 2-16; B. Niles, Op. cit., pp. 356-385; P. Londofio Vega y S. Londofio Vélez, Op. cit.., pp. 228 y ss. Los diarios colombianos de la época están llenos de noticias sobre la aviación. 65 Laureano Gómez trasladó a su madre y a otros miembros de su familia a Chapinero en 1916. Luego se mudó con su esposa e hijos a una casa en la Calle Décima, a una cuadra del capitolio nacional.

136 / La modernización en Colombia a la línea del tranvía, para desplazarse fácilmente hacia el trabajo. 66 Entreao,lspbmneciron en el centro de la ciudad. Los hogares construidos por los ricos se apartaban radicalmente de las viviendas tradicionales. El eclecticismo decorativo fue la regla en la Colombia de las décadas burguesas. Barrios enteros fueron construidos con un tema arquitectónico, tales como La Merced, al norte de Bogotá, cuyas imponentes hileras de casas seguían un modelo inglés. En ciudades como Cartagena, la diversidad era la regla. El historiador de la arquitectura, Germán Téllez, ha escrito sobre el "fantástico transplante formal" que tuvo lugar en aquella ciudad durante la segunda y la tercera décadas del siglo. Los cartageneros ricos eran como reyes burgueses" en sus palacios únicos, escribe Téllez; se refiere a sus fantasías como el "aburguesamiento" de la elegancia, la vulgarización del lujo. 67 Tales excesos arquitectónicos representaban un extremo consumismo. Era también una manera particularmente victoriana de comunicar "

la posición social de sus propietarios." Pero más allá de esto, los nuevos estilos arquitectónicos daban una expresión concreta a la creciente apertura de la sociedad colombiana, a un prolongado deseo entre los dirigentes nacionales de emular a los países más "civilizados". Sus nuevos proyectos urbanísticos de estilos inglés y francés, cuyas zonas verdes se trasladaron del patio interior al entorno exterior, eran un elocuente testimonio de este importante cambio en la psicología de la élite." El traslado de la élite colombiana hacia los suburbios y su experimentación con nuevas formas arquitectónicas, reflej aron otros cambios sociales significativos. A lo largo de toda la historia nacional con anterioridad a este momento, los ricos y los pobres habían vivido en una estrecha proximidad, donde los últimos servían con deferencia a los primeros que habitaban en el centro de la ciudad. Este patrón residencial, en el cual la élite ocupaba el centro y los demás vivían a su alrededor en círculos concéntricos caracterizados por decreciente riqueza y posición social, replicaba y refor-

66 J. Posada Callejas, Op. cit., p. 407, presenta un mapa del barrio y la información promocional. 67 Germán Téllez, "La arquitectura y el urbanismo en la época actual", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 499, 503, 509. 68 El "lenguaje" de la arquitectura victoriana es tratado en Roger Dixon y Stephan Muthesius, Vwtorian Architect" Nueva York, Oxford University Press, 1978, 17-18. La "jerarquía del decoro", reflejada en el carácter imponente de las casas victorianas, se trata en James A. Schmiechen, "The Victorians", American Historical Reviera, 92(2), abr., 1988, pp. 315-316. 69 Información adicional sobre la arquitectura colombiana de la época puede encontrarse en Alberto Saldarriaga Roa y Lorenzo Fonseca Martínez, "Un siglo de arquitectura", en: Álvaro Tirado Mejía, Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 185-192.

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zaba de manera tangible la "jerarquía de la virtud" propuesta por la filosofia moral de la época. Cuando abandonó el centro, la élite renunció a la antigua disposición residencial que expresaba realmente los esquemas filosóficos que continuaba suscribiendo. Incluso a medida que se desarrollaba este proceso, los factores que lo hacían posible —el cambio tecnológico y actitudinal, la creciente riqueza y la complejidad cada vez mayor de la estructura social— operaron transformaciones sutiles y no tan sutiles en la actitud de quienes no pertenecían a la élite. Las implicaciones de estos cambios, y del hecho de haber abandonado el centro de la ciudad a la clase urbana, se harían evidentes en la tarde del 9 de abril de 1948. Por ese tiempo, sólo unos pocos colombianos, en su mayoría vinculados con la derecha religiosa, se preocuparon por el carácter de la vida de la ciudad. Luis Serrano Blanco, uno de los colegas de Laureano Gómez advirtió a quienes asistían al Congreso Eucarístico de 1913 que la vida urbana ponía en peligro el orden de la sociedad, pues erosionaba

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la fe y despertaba un malsano materialismo en las masas. Mientras que el alma de la persona rústica abriga una fe pura, angelical, decía Serrano, el ambiente urbano la "ahoga": "Entre el libro y el periódico, la fraternidad y el comité, la conferencia y el tumulto, va ahuyentándose la limpieza de su alma". 7° Con el espíritu así perturbado, el habitante urbano cae con facilidad "en un torrente de anhelos, deseos y ambiciones sin medida ni colmo"." Dos años más tarde, el arzobispo José Manuel Caycedo comparó la ciudad moderna con la antigua Babilonia, lugar donde reinaba el mal, en medio [...) de las vanidades humanas y los falsos resplandores del progreso material que oscurece el verdadero bien y pervierte el ánimo con el fuego de la concupiscencia. Proclamó la bancarrota de la fe en el progreso nacional, cuyo fruto envenenado describió como la guerra que por entonces asolaba a Europa. 72 Finalmente, los miembros de la derecha religiosa se encontraron sencillamente hablándose unos a otros. Los

70 Primer Congreso Eucarístico Nacional de Colombia, Bogotá, Escuela Tipográfica Salesiana, 1914, p. 123. 71 Luis Serrano Blanco en Ibíd., p. 123. 72 M. J. Caycedo, Op. cit., p. 47. Estas observaciones de Serrano y de Caycedo son reformuladas por el sociólogo Peter Berger, quien escribe que "la forma específica de racionalidad relacionada con la ciencia moderna, la tecnología y la economía tecnologizada, se impone como una fuerza Ltxtrafia en la mayor parte de las sociedades tradicionales". Berger utiliza la expresión "colisión de conciencias" para indicar la incomodidad experimentada por hombres como Serrano y Caycedo cuando se enfrentan a los cambios generados por la modernización. Peter Berger, Brigitte Berger y Hansfried Kellner, The Homeless Mirad, Modernization and Consciousness, Nueva York, Vintage, 1974, p. 147.

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clérigos como el arzobispo Caycedo, podían anatemizar la vida urbana con sus "circos, salones, teatros, cines, dubes y conciertos", percibía como algo que despertaba en las masas "una sensualidad febril que lo invade y corrompe todo"." Pero fue el poeta Luis Tejada quien habló para el colombiano corriente y por él. "Yo no quiero la paz, maldita sea la tranquilidad sugestiva de la aldea"." A medida que se aproximaba la década del veinte, los colombianos habían visto la modernidad y se habían decidido a su favor. Los avances en los medios no impresos durante las primeras décadas del siglo intensificaron la sensibilidad de Colombia frente al mundo. La aparición de las primeras películas, y luego de la radio, completó el vínculo cuyos antecedentes se habían iniciado con los informes telegráficos de noticias que aparecían en los periódicos antes de la Primera Guerra Mundial. El primer teatro de cine de Bogotá, el Olimpia, se inauguró en 1919. Esto sucedió cinco años después de que los empresarios antioqueños

hubieran creado una compañía para la distribución de películas norteamericanas en Medellín. Durante la década del veinte, se abrieron decenas de teatros en las ciudades y poblaciones en toda la nación, y los colombianos de todas las clases sociales se aficionaron al cine. En algunas ciudades, las familias más acomodadas alquilaban palcos en los teatros para ir al cine todas las semanas. En una ocasión, cuando los espectadores bogotanos se enfadaron por la mala calidad de una película de Charles Chaplin que habían aguardado con gran expectativa, destruyeron el interior del teatro Olimpia. Hubieran hecho lo mismo con el teatro Faenza, donde se presentaba la misma película, de no haber sido por la oportuna llegada de la policía." Fue la pesadilla hecha realidad del arzobispo Caycedo sobre la llegada de la vida moderna a Colombia. El periodista Hernando Téllez hizo eco de las preocupaciones del buen arzobispo algunos años más tarde, cuando observó que el cine norteamericano "martillaba y deshacía" la vida tradicional de la antigua Santa

73 M. J. Caycedo, Op. cit., p. 47. Peter Berger ha sintetizado el dilema que enfrentaban los clérigos conservadores colombianos durante el siglo xx. "La crisis de la religión en el mundo moderno es una ordalía que surge de su incapacidad de integrar todos los aspectos de una vida compleja". El filósofo Alasdair MacIntyre, After Virtue, ecL, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1984, p. 60, ha descrito el problema de la Iglesia como un conflicto que surge de la "liberación de la persona" de "aquellas formas obsoletas de organización social que la han aprisionado, simultáneamente con la creencia en un orden del mundo teísta y teológico y dentro de aquellas estructuras jerárquicas que intentaban legitimarse como parte de un orden mundial semejante" (p. 60). 74 Citado en P. Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. a., p. 327. 75 A. Arguedas, Op. cit., pp. 828-829. La fachada art nouveau del teatro Faenza puede verse en A. Saldarriaga Roa y L Fonseca Martínez, Op. cit., p. 181.

Fe, al ofrecer "una nueva versión del amor, del deporte, de la moda, de la comodidad —de la vida en generar." La radio llegó a Colombia en 1923, cuando Pedro Nel Ospina contrató a la compañía Marconi Wireless para que estableciera una red de telecomunicaciones nacional. El 12 de abril de aquel año, el presidente inauguró el servicio con un efusivo saludo al propio Marconi, quien se encontraba en Londres en ese momento. Felicitó al italiano por su invento y manifestó la esperanza de que la radio "sea prenda de mejoramiento moral y material para el pueblo colombiano". Marconi respondió en análogos términos, felicitando a Colombia por "el mayor acercamiento de esa joven y rica nación a las grandes corrientes de la civilización"." Mientras que hombres públicos, filósofos y teólogos debatían los efectos que este nuevo invento podría tener

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sobre sus pueblos, los colombianos se precipitaron a iniciar su prolongado romance con los medios." Gracias a la pantalla de plata, a los servicios internacionales de radio y de telégrafo, podían finalmente complacer su avidez por aquellas cosas que se encontraban más allá del cerco de sus montañas. Se convirtieron en frenéticos admiradores de las estrellas de cine, los deportistas y las celebridades extranjeras, y los emulaban en sus propios clubes deportivos y en la industria de cine local." El Tiempo se maravillaba de que ningún acontecimiento político reciente hubiera agitado tanto a los bogotanos como la pelea entre Dempsey y Tunney en 1927. Una gran multitud de aficionados permaneció durante tres horas al frente de la oficina de telégrafos, aguardando los periódicos anuncios sobre el desarrollo de la contienda. Sin duda, muchos de ellos regresa-

76 Hernando Téllez, Textos no recogidos en libro, vol., 1, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultu-

ra, 1979, p. 243. Información adicional sobre el cine en Colombia puede hallarse en J. O. Melo, Op. cit., pp. 455-462; Luis Alberto González Córdoba, "Historia del cine colombiano", en: Alvaro Tirado Mejía, Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 237-268. 77 Herrando Téllez, Cincuenta años de radiodifusión colombiana, Bogotá, Caracol, 1974, pp. 9, 19-26. Ospina también transmitió mensajes por radio al presidente Harding de Estados Unidos y al rey Jorge V de Inglaterra. Según Téllez, el "despegue" de la industria radial en Colombia se remonta a la década del treinta. 78 Cuando se estrenó la película de Stephen Spielberg, E.T, en Bogotá a comienzos de 1983, fue exhibida cuatro veces al día en tres de los teatros de la ciudad, cada uno de los cuales tenía una capacidad de mil a dos mil espectadores. Sin embargo, este autor debió esperar tres meses antes de poder encontrar boletos para él y su familia. 79 La industria de cine colombiana se discute en J. O. Melo, Op. cit., pp. 459-462. La cultura del cine se menciona en' Londoño Vega y S. Londoño Vélez, Op. cit., pp. 364-366. El Club Deportivo de Cúcuta aparece en una fotografía tomada cerca de 1915, en J. Posada Callejas, Op. cit., p. 531. Sus miembros, descritos como "pertenecientes a lo mejor de la sociedad de Cúcuta", por "distinguirse tanto por su conducta ejemplar, como por su cultura", practicaban el fútbol, el tenis, el ciclismo y el béisbol.

140 / La modernización en Colombia ron conmovidos a sus hogares cuando el campeón Jack Dempsey perdió la famosa "lucha del largo conteo"." Los colombianos urbanos se convirtieron así en cercanos observadores del escenario mundial durante los años de la república burguesa. Era natural que se convirtieran en aficionados y espectadores, pues al hacerlo sencillamente continuaban desempeñando el papel que habían jugado en la vida política de su nación. Durante las primeras décadas del siglo y más allá de ellas, la mayoría del pueblo colombiano eran espectadores políticos que aclamaban a los dirigentes nacionales famosos, estrellas de los partidos tradicionales a quienes estaban apasionadamente apegados, a menudo a nivel del interés personal. La política significaba empleos, control de las políticas públicas y, en algunos casos, seguridad personal o falta de ella. Y, además era un espectáculo maravilloso. La política nacional estaba llena de drama, y ofrecía al espectador una serie interminable de anécdotas cargadas de emoción, que se desarrollaban con la regularidad de un moderno melodrama. Y, desde luego, era gratuita —al menos a corto plazo—. Uno de los más hechizantes

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dramas de comienzos del siglo en Colombia asumió la forma de una tragedia griega. Su protagonista era un anciano en quien la hubris y el desprecio de sí luchaban por triunfar. El anciano era perseguido por las furias, quienes primero hicieron de él un paria, y luego lo destruyeron. Pero el anciano se levantó de nuevo y atacó a sus verdugos en sueños. Era un drama maravilloso, que satisfacía a todos. Sirvió también como una especie de coda a una época plácida, pero compleja e importante de la historia colombiana. Las tribulaciones de Marco Fidel Suárez En la tarde del 6 de noviembre de 1923, el ex presidente Marco Fidel Suárez, quien para entonces tenía sesenta y nueve años, fue atropellado por un camión de carga cuando caminaba por la calle Doce en el centro de Bogotá. Por fortuna no se lesionó gravemente. 8 ' Los transeúntes lo ayudaron a regresar a su casa, a cuatro cuadras de allí, y continuó trabajando en su artículo "Primer sueño internacional", publicado en El Nuevo Tiempo una semana después." Este

80 El Tiempo, 24 de septiembre de 1927. 81 Pero el accidente sí tuvo consecuencias. Un mes más tarde, uno de sus colegas observó que caminaba con gran dificultad, y consideró que estaba muy enfermo. Juan Manuel Saldarriaga Betancur, De sima a cima, o Marco Fidel Suárez ante la conciencia colombiana, Medellín, Imprenta Departamental, 1950, p. 289. 82 Después de ser presidente, Marco Fidel Suárez vivió en una modesta casa ubicada en la calle Quince con la carrera Décima. El "sueño" en el que estaba trabajando —"El sueño de Cuba"— había sido publicado en El Nuevo Tiempo el día de su accidente. Hoy día se conoce con el título de "Un sueño internacional". Véase, Marco Fidel Suárez, Obras, vol. 2,

tipo de accidente no era algo inusual Suárez se encontraba en uno de sus para él pues, durante toda su vida, puntos bajos, el primero cuando soMarco Fidel Suárez acostumbró cami- portaba terribles críticas por su manar por el medio de la calle, con la nejo del cargo más alto de la nación, cabeza inclinada y como si se olvidara y el segundo poco después de que una de todo lo que lo rodeaba." Tres años poderosa coalición de enemigos poantes, cuando era presidente de la na- líticos lo hubiera sacado de la presición, había sido atropellado por un dencia. Sin embargo, de acuerdo con ciclista cuando caminaba por la in- su carácter, Suárez se levantó y contersección de la calle Décima con la tinuó con sus asuntos como antes, secarrera Octava. Tampoco aquella vez guro de que al fmal sería reivindicado. fue herido de gravedad, e hizo que la Y en cierta forma lo fue, pero de una policía dejara en libertad al ciclista." manera típica de los hombres públiLos incidentes descritos son signi- cos de su época en Colombia. Entre ficativos y simbólicos, pues ilustran su humillación pública en 1921, y su tanto el carácter y la vida de Suárez muerte en 1927, Suárez defendió sus como los de su país." Marco Fidel actuaciones y, en una serie de artícuSuárez era un hombre que pertene- los periodísticos, que habrían de llecía a la antigua Colombia, a la repú- nar doce volúmenes con el título de blica premoderna, adormilada, donde Sueños de Luciano Pulgar," se extendió salvo por un jinete o un lento carrua- sobre la política colombiana y puso en je, las calles eran completamente se- la picota a sus enemigos. Estos sueguras para los peatones. Al ser una ños eran construidos como diálogos persona de hábitos personales fijos, no entre Luciano Pulgar (Suárez) y vaestaba dispuesto a cambiar sus costum- rios hombres más jóvenes. Escritos en bres únicamente porque el país se veía un estilo mesurado y elegante, en el envuelto en una rápida metamorfosis. que abundaban las alusiones literaAmbos accidentes ocurrieron en rias y eruditas disquisiciones sobre liun momento en el que la carrera de teratura, gramática y vocabulario, los José J. Ortega Torres, Horacio Bejarano Díaz y Guillermo Hernández Alva, eds., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1966, pp. 1.551-1.693. 83 Alrededor de 1923, Suárez le dijo al periodista Nicolás Posada: "Gran parte de mis escritos tuvieron por cuna las calles por donde suelo caminar [...] Los ruidos de las calles me parecen los ruidos de un bosque por el que voy vagando. Miro a los hombres como si fueran árboles". J. M. Saldarriaga Betancur, Op. cit., p. 289. 84 Los detalles de ambos incidentes pueden encontrarse en Jorge Ortega Torres, Suárez, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1956, pp. 534, 542. 85 Suárez murió el 3 de abril de 1927, a la edad de 72 años. 86 Los Sueños de Luciaisé Pulgar llevan cuatro ediciones, la más reciente de las cuales, aún incompleta, hace parte de las Obras de Suárez. La cuarta edición (volúmenes 2-4 de las Obras, 1966-1984), que contiene los volúmenes 1-8 de los Sueñas, incluye un índice, además de extensas anotaciones de José J. Ortega y otros. Sólo estas anotaciones representan una importante contribución a la moderna erudición colombiana.

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Sueños constituyen a la vez un clásico

de la literatura política colombiana y un monumento a la época de Suárez y a hombres semejantes a él." Marco Fidel Suárez fue un erudito de la tradición de Miguel Antonio Caro, su mentor y amigo. Infortunadamente para él y para su partido, era, al igual que Caro, un político inepto y enemigo de los compromisos, que finalmente perjudicó su causa en lugar de promoverla. Ante todo, Suárez era una personalidad compleja, un hombre de problemas. que nunca se permitió a sí mismo ni a los demás olvidar este hecho. El segundo de los tres presidentes antioqueños de la época republicana burguesa, Suárez constituye una de las personalidades más intrigantes de la moderna historia colombiana. Suárez llegó al mundo cargado de dificultades que hubieran condenado a un hombre de menor valía a una vida oscura. Nació en la pobreza, hijo ilegítimo de una lavandera mestiza de la aldea de Bello. Su madre, sin embargo, lo mimaba, y luchó por darle

las ventajas que, con el tiempo, le permitirían al joven Marco ingresar al sacerdocio. Rosalía Suárez era conocida en Bello como una mujer de irreprochable carácter, a pesar de la relación que había sostenido de joven con un hombre llamado José María Barrientos. Se cree que Barrientos, quien luego desposó a una mujer de su propia clase social, contribuyó con un modesto apoyo financiero al sostenimiento de su hijo ilegítimo." No obstante, la mayor contribución al posterior éxito de Suárez provino de sí mismo. Desde sus primeros años manifestó una inteligencia brillante que asombraba a quienes lo conocían. Poco después de ingresar al seminario a la edad de catorce años, impresionó de tal forma a Manuel Uribe Ángel, quien le había prestado al joven un abstruso libro y luego lo había interrogado acerca de él, que Uribe lo abrazó y exclamó: "iUsted es el maestro y yo su discípulo. Usted puede digerir hierro', piedras, y cuanto se le ocurran" Suárez pasó diez años en el semi-

87 La "república de los gramáticos" es el título que dio Germán Arciniegas a la Colombia de la época de Suárez. 88 No obstante, se negó a reconocerlo hasta cuando Suárez hubo dejado su marca en Bogotá veinticinco años más tarde. Sin embargo, el hecho de que Suárez usara a menudo su apellido paterno en la correspondencia de familia sugiere que sus relaciones con la familia Barrientos eran relativamente amistosas. Debe señalarse que circunstancias semejantes a las que rodearon su nacimiento y su niñez han sido algo común en todas las épocas de la historia colombiana. Para información sobre la infancia y juventud de Suárez, véase Fernando Galvis Salazar, Don Marco Fidel Suárez, Bogotá, Kelly, 1966, pp. 25-36. 89 Las palabras elegidas por Uribe no fueron las más acertadas. Durante la mayor parte de su vida, Suárez sufrió de indigestión crónica. La reacción de Uribe Ángel ante el inteligente joven fue idéntica a la de Miguel Antonio Caro quien, unos diez años más tarde, dijo, "Yo no le pregunto a usted sobre su latín, porque nunca acostumbro interrogar alumnos que saben más que el maestro". C. A. Díaz, Op. cit., p. 135.

nario, abandonándolo cuando la guerra civil de 1876 condujo a su clausura. Fue por aquella época cuando decidió no ser sacerdote, insistiendo en que su "pequeñez humana" le impedía seguir esta sublime vocación. Se convirtió entonces en maestro de escuela. Dos años después uno de sus amigos, el padre Baltazar Vélez, convenció a Suárez de que continuara su educación en Bogotá, y lo apoyó financieramente con este fm. Esto puso al joven en contacto con Carlos Martínez Silva y Miguel Antonio Caro, quienes le brindaron su amistad, y con futuras figuras públicas, como José Vicente Concha y Miguel Abadía Méndez, quienes fueron sus alumnos. Cuando se inició La Regeneración, en la década del ochenta del siglo xix, Suárez ingresó al servicio del gobierno, primero como asistente de Caro en la Biblioteca Nacional, y luego como subsecretario en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Asumió estos cargos después de haber obtenido cierto grado de celebridad local, al derrotar a todos los otros aspirantes en un concurso con un ensayo sobre la gramá-

tica española. Sintiéndose incómodo cuando se lo llamó a aceptar el premio por el "Ensayo sobre la gramática de Andrés Bello", respondió con la humildad que lo caracterizaba: "Recibo este diploma, no como un premio, sino como un estímulo para hacerme digno de él"." La fortuna política de Marco Fidel Suárez iba a la par con la del partido nacionalista, cuya causa hizo suya. Gracias al partido, ocupó la presidencia cuando era relativamente joven. Y gracias al partido pudo ahorrar el dinero que le permitió casarse con el amor de su vida, Isabel Orrantia, con quien tuvo dos hijos antes de terminar el siglo." Su dedicación al nacionalismo lo llevó de lo sublime a lo ridículo. A mediados de la década del noventa, se encontró defendiendo con vehemencia al gobierno en un debate contra Rafael Uribe Uribe y José Vicente Concha en la Cámara de Representantes, y correteando de un lado a otro por la Plaza de Bolívar repartiendo voladores para que se lanzaran después de un discurso de Miguel Antonio Caro."

90 J. Ortega Torres, Op. cit., p. 505. Información adicional sobre esta etapa de la vida de Suárez puede hallarse en Sánchez Camacho, Marco Fidel Suárez, Bucaramanga, Imprenta del Departamento, 1955, pp. 27-60; F. Galvis Salazar, Op. cit., pp. 53-107. El ensayo está publicado en M. F. Suárez, Obras, Op. cit., vol. 1, pp. 3-88. 91 "Estoy perdidamente enamorado... de una monja", escribió a su amigo Luis Martínez Silva, refiriéndose a la erudita y estudiosa Isabel. Sin embargo, inicialmente no tenía dinero, y la boda hubo de posponerse durante varios años, hasta 1895. Al escribir sobre todo esto en su espléndido ensayo "El corazón del señor Suárez", Luis Eduardo Nieto Caballero hace este ,esclarecedor comentario: "pero como no todo ha de ser rigor, para distraerse y para consolarse [Suárez] se toma de tarde en tarde sus anisados y visita a niñas de las que venden sonrisas". 92 F. Galvis Salazar, Op. cit., pp. 117-119. En una ocasión, cuando debatía contra Uribe Uribe y Concha para defender el derecho del gobierno de suspender las libertades civiles en

144 / La modernización en Colombia El momento más brillante de Suárez llegó el 1 de agosto de 1900, cuando redactó su hiriente "Protesta" contra el derrocamiento del presidente Sanclemente. En su carta, calificaba al golpe militar de acto bárbaro y antipatriótico, que deshonraría a Colombia ante otras naciones del mundo y acabaría con el orden público al debilitar el principio de autoridad. En su opinión, el golpe anunciaba, a la vez, revueltas en las barracas y un gobierno pretoriano en Colombia, que haría de la autoridad pública "juguete de la opinión pública, es decir, de las pasiones de las turbas [...]". 93 La carta era una dedaración de principios y del ultraje moral que sentía Suárez, y expresaba su creencia en que, a través de las manifestaciones viriles de carácter, se ganaba sabiduría, virtud y gloria." Fue también un acto quijotesco, que señalaba su retiro de la política por un período indefinido. Con esta carta, Suárez trazó un derro-

tero que habría de llevarlo a interminables infortunios e infelicidad. Durante los dieciséis años siguientes, Suárez padeció un eclipse político.95 Aunque había apoyado la suspensión del Congreso por parte de Rafael Reyes a fines de 1904, atrajo la ira del general un año más tarde al aceptar la defensa del conservador Eutimio Sánchez quien, junto con el amigo de Suárez, Luis Martínez Silva, había intentado derrocar a Reyes a fines de 1905. 96 Cuando cayó Reyes en 1909, tanto los conservadores nacionalistas como los liberales propusieron a Suárez para terminar el período de Reyes, pero perdió frente Ramón González Valencia por una votación de 47 a 31. Al año siguiente, Suárez apoyó la candidatura de Carlos E. Restrepo, acto que llevó a que fuera rehabilitado políticamente por el partido republicano. 97 Entre 1910 y 1912, Suárez sirvió

épocas de perturbación, Suárez expresó su creencia de que los políticos deben gobernar con mano firme. "Lo que constituye la mayor desgracia de este país [...] es la falta de respeto a la autoridad; y es necesario por eso, inculcar el respeto en todas las clases sociales [...] para que [el pueblo] aprenda a respetar al gobierno". 93 Luis Martínez Delgado, A propósito del doctor Carlos Martínez Silva, Bogotá, Marconi, 1930, pp. 264-267. 94 Casi dos décadas antes, había dictado una conferencia a los alumnos del Colegio Espíritu Santo sobre el tema del carácter. "Sé un hombre, es decir, sé un gran carácter, que con esto toda sabiduría se alcanza, toda virtud se adquiere, y toda gloria es posible", les había dicho a sus estudiantes, dos de los cuales, Concha y Abadía, habían participado en el golpe que motivó la carta de Suárez del 1° de agosto de 1900. M. F. Suárez, Obras, Op. vol. 1, pp. 1.873-1.874. 95 Este período se vio aún más ensombrecido por la muerte de su esposa, con quien llevaba casado seis años, en 1901. Ella tenía treinta y cuatro años. 96 Más detalles sobre esto pueden hallarse en J. Ortega Torres, Op. ca., pp. 512-513. 97 Suárez ha sido calificado de ardiente partidario del movimiento Unión Republicana, pues creía que este inculcaba muchos de los valores de su partido nacionalista. En 1910, fue propuesto como candidato presidencial por los nacionalistas, pero los dirigentes del

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al gobierno de Reyes en diversos cargos, especialmente como ministro de instrucción pública, el mismo cargo que había abandonado de manera espectacular el 1 de agosto de 1900. Sin embargo, renunció en febrero de 1912, después de un desacuerdo con el presidente sobre el tema de la facultad para hacer nombramientos. Hacía poco se había posesionado del cargo. Dos meses después de su renuncia, Suárez rompió con el republicanismo y comenzó a trabajar a favor de la unión conservadora. Esta habría de convertirse en su principal objetivo político durante los quince años que le restaban de vida. Convocó a la paz y a la reconciliación dentro del partido, en una carta del 23 de abril de 1912. Entre quienes recibieron copia de ella estaban José Vicente Concha, Aristides Fernández, Jorge Holguín, José Joaquín Casas, Miguel Abadía Méndez, Alfredo Vásquez Cobo y Jorge Roa.98 Su iniciativa fructificó y, para fines de 1912, Suárez y Concha estaban a la cabeza de un directorio conservador rejuvenecido. Dos semanas antes del Congreso Eucarístico realizado entre el 8 y el 13 de septiembre de 1913, los conservadores

unidos habían decidido proponer a Concha como su candidato para las elecciones de 1914.99 Marco Fidel Suárez, de acuerdo con su carácter, sacrificó sus ambiciones personales a la causa más importante de la unidad conservadora. Sin duda, Suárez tenía su propia falta de egoísmo en mente cuando caminaba por las calles del centro de Bogotá a comienzos de septiembre, meditando sobre el que sería uno de sus mejores discursos, una oración titulada "Jesucristo", que debía leer en la sesión plenaria del Congreso Eucarístico el 11 de septiembre. Al parecer, el esfuerzo por reunir al fragmentado conservatismo había sido exitoso. El inminente Congreso, esperaba, serviría como una especie de bendición para el reciente trabajo de armonizar al partido que representaba a la Colombia católica. No obstante, su propio sacrificio no fue olvidado, especialmente tres años después, cuando llegó el momento de lanzar su propia campaña presidencial. Fue así como la piedad personal de Suárez, conjugada con sus ambiciones y decepciones políticas, produjo uno de los más conmovedores pasajes del discurso

partido optaron por otro antioqueño, Carlos E. Restrepo. Véase Gustavo Humberto Rodríguez, Benjamín Herrera en la guerra y la paz, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, pp. 215216; C. A. Díaz, Op. cit., p. 136; Jorge Sánchez Camacho, El general Ospina, Bogotá, ABC, 1960, pp. 133 y ss. 98 Suárez reproduce li'carta en Obras, Op. ea., vol. 3, pp. 1.631-1.632, al final del "Sueño del nacionalismo". 99 Concha renunció entonces a la dirección conjunta del partido para poder adelantar libremente su campaña. Suárez quedó así como único dirigente del partido. J. Ortega Torres, Op. cit., p. 518.

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146 / La modernización en Colombia "Jesucristo". En él, Suárez reflexiona sobre el sacrificio supremo del Dioshombre: Esas virtudes de Jesucristo purifican y enaltecen la naturaleza humana [...]. El martirio, que es un dolor heroico al servido de la verdad o la justicia, es fecundo en dicha porque produce gloria.m

Estas fueron palabras sobre las que Marco Fidel Suárez habría de reflexionar con frecuencia desde aquel momento hasta su muerte, ocurrida en 1927. Aunque no lo sospechó a tiempo, el proceso que habría•de conducir a su eventual martirio político ya estaba bien adelantado. La caída de Marco Fidel Suárez se inició en realidad en enero de 1896, cuando su antiguo jefe, Carlos Martínez Silva, y otros, publicaron sus "Motivos de disidencia" contra el partido nacionalista, formalizando así la ruptura entre históricos y nacionalistas dentro del conservatismo. Los históricos, liderados por José Vicente Concha, se habían negado a posesionar al presidente Sandemente en 1898, provocando el enojo de Suárez, quien amaba y admiraba al anciano. Su enojo se transformó en ira en 1900, cuando Martínez Silva, Concha y otros derrocaron a Sandemente, motivando a Suárez a injuriarlos en su carta del 1 de agosto de 1900. Suárez

demostró su ineptitud política cuatro años después, cuando escribió a Rafael Reyes felicitándolo por haber disuelto el Congreso nacional. Su carta constituyó una crítica indirecta a los conservadores históricos, cuya oposición en el Congreso había frustrado el programa de realización nacional de Reyes, y fue particularmente imprudente dado que importantes históricos, como José Joaquín Casas, Dávila Flórez y Abadía Méndez se habían humillado públicamente ante Reyes al retractarse de las críticas que le habían formulado, o bien habían sido exilados a Orocué. Suárez atacó al hijo de José Manuel Marroquín, Lorenzo, tres años más tarde, cuando este publicó su exitosa novela contra los históricos, Pax. Lorenzo Marroquín era un blanco especialmente apetecido, pues había sido consejero de Aristides Fernández durante el reino del terror que había instaurado. Pocos meses después de la publicación de Pax, apareció un delgado volumen, lujosamente encuadernado, titulado Análisis gramatical do "Rase ", cuyo autor se identificó sencillamente como "Un sobrino de González Mogollón" (el nombre ficticio que se le asignó a Miguel Antonio Caro en la novela). Los colombianos letrados lo identificaron de inmediato como obra de Suárez, y se regocijaron con lo que constituía, esencialmente, una filípica de 220 pá-

100 Marco Fidel Suárez, "Jesucristo", en: Primer Congreso Eucarístico Nacional de Colombia, Bogotá, Escuela Tipográfica Salesiana, 1914, p. 364.

giras contra el descuidado uso que ha-

cía Marroquín del idioma español. 11" Dos arios después de su ataque a Pax, Suárez ocasionó de nuevo la ira de los históricos al lanzarse como candidato presidencial contra el candidato que ellos habían propuesto, González Valencia, y al aceptar el voto de quien era su despreciado enemigo, Rafael Uribe Uribe. Al año siguiente, en 1910, pidió a sus seguidores nacionalistas que apoyaran a Carlos E. Restrepo contra el candidato de los Conservadores Históricos, Concha. Puede entenderse entonces que los conservadores históricos tuvieran buenas razones para mirar con desconfianza el llamado de Suárez a la unidad del partido a comienzos de 1912, luego de su ruptura con los republicanos. Si alguna vez hubo un matrimonio de conveniencia, la unidad del Partido Conservador colombiano lo demostró entre 1912-1913. Lo único que se necesitó para romper la frágil armonía del partido fue un discurso pronunciado por el joven histórico, el incendiario Laureano Gómez, en febrero de 1914, y la defensa que hizo Suárez del tratado Urrutia-Thompson en mayo de aquel mismo año. Los viejos nacionalistas y los jóve-

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nes conservadores históricos estaban predispuestos a desagradarse mutuamente. Suárez, y todos los bogotanos, sabían que Gómez y su periódico, La Unidad., representaban los intereses de los históricos y de los jesuitas. Tampoco era ui . secreto para nadie que Suárez tenía el fuerte apoyo de la jerarquía de la Iglesia secular, encabezada por el arzobispo Herrera Restrepo. Poco después de invocar Suárez la unión conservadora en 1912, la intemperancia de Gómez frente a quienes habían ocupado cargos prominentes en el gobierno de Carlos E. Restrepo había llevado al arzobispo a suspender La Unidad.'" Sin embargo, a comienzos de 1913, el periódico estaba de nuevo en funcionamiento y, a comienzos de 1914, reportó los incidentes que dieron lugar a la ruptura entre Gómez y Suárez. El 11 de febrero de 1914, Gómez pronunció un discurso ante la Academia de Caro, una sociedad literaria fundada en honor al gramático y político de la era de La Regeneración, Miguel Antonio Caro. En él, Gómez se comparó a sí mismo y a otros jóvenes conservadores extremistas con cruzados ideológicos que excitaban a las masas con palabras que herían más que espa-

101 Marco Fidel Suárez, Análisis gramatical de "Rue", Bogotá, Imprenta de la Luz, 1907. Desde luego, Marroquín atacaba a Suárez en la novela, aludiendo a él en una frase relativa a "la hipócrita sonrisa del subsecretario". 102 Gómez se refirió ala Unión Republicana de Restrepo como "el quinquenio de cuatro arios". Sus ataques contra quienes colaboraron con Restrepo, entre ellos Francisco Restrepo Plata, Lucas Caballero, Pedro Nel Ospina y Nicolás Esguerra, habían llevado a Ospina a observar, a fines de 1913: "no es hombre de bien aquel representante [Gómez]". El Tiempo, 15 y 24 de noviembre de 1915.

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das." Se dice que, al leer el discur- préstitos de los bancos estadounidenso, Suárez observó ácidamente que ses. Los conservadores históricos, por Gómez proponía una "demagogia mís- su parte, bajo cuyo régimen se perdió tica". El Tiempo y la comunidad liberal Panamá, abrigaban un desagrado por consideraron las palabras de Suárez la metrópoli del norte que rayaba en como un signo esperanzador de la el odio. En eso coincidían con mudivisión conservadora. Un curioso in- chos colombianos. Sin embargo, a dicidente ocurrido el mes anterior indi- ferencia de muchos otros, se mostracaba que los liberales colombianos ban intransigentes al insistir en que habían encontrado ya en Gómez a al- el honor de la nación exigía que no guien que creían podía ayudarles en hubiera reconciliación con los nortesu lucha contra el conservatismo. El americanos y, en especial, que no 26 de enero, sin que lo supieran los podía aceptarse su dinero. Históricos conservadores, la logia masónica de como Laureano Gómez dijeron que Bogotá recompensó a Antonio Rincón un acto semejante "envilecería el conGalvis por salvar la vida de Gómez, cepto de patriotismo". Marco Fidel Suárez comenzó a traquien había estado a punto de ahogarse en un río cerca del balneario bajar en la restauración de las buenas relaciones con Estados Unidos de Anapoima." La enemistad entre Gómez y después de marzo de 1913, cuando Suárez se hizo pública y cáustica du- el presidente Woodrow Wilson promerante los meses de abril y mayo de tió, en su discurso de posesión, termi1914, cuando Suárez adelantó una nar con la política del "garrote". Pocas exitosa campaña para obtener la apro- semanas después, Suárez había publibación del Congreso del tratado cado en El Nuevo Tiempo un artículo en Urrutia-Thompson. Suárez compar- el cual argumentaba a favor de la retía la esperanza de la mayoría de los anudación de las negociaciones, y se miembros de la Unión Republicana refería a Estados Unidos como "esa de que pudieran restablecerse las bue- gran nación"." El 8 de agosto, Suárez nas relaciones con Estados Unidos. y Nicolás Esguerra fueron designados Esto traería a Colombia un capital que para dirigir una Comisión Asesora, se necesitaba urgentemente, prove- encargada de renovar las negociacioniente de la compensación en efectivo nes del tratado con los norteamericapor la pérdida de Panamá. También nos." Todo esto explica probablemenanticipaba que se facilitarían los em- te la extraña yuxtaposición que hizo 103 La Unidad, 14 de febrero de 1914. 104 Américo Carnicelli, La masonería en la independencia de América, 2 vols., Bogotá, Artes Gráficas, 1970, vol. 1, pp. 394-395. Rincón fue promovido al grado 18 de la masonería. 105 Marco Fidel Suárez, Doctrinas internacionales, Bogotá, Imprenta Nacional, 1955, p. 148. 106 Otros miembros de la Comisión fueron José María González Valencia, Rafael Uribe Uribe y Antonio José Uribe.

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Suárez de George Washington y del ultraconservador ecuatoriano Gabriel García Moreno en su oración "Jesucristo", donde ambos eran presentados como ejemplos de la acción de la divina providencia en la historia." Los norteamericanos estaban igualmente ansiosos por restablecer buenas relaciones con Colombia pues, en agosto, el cónsul en Bogotá había notificado a su gobierno que los intereses británicos amenazaban con monopolizar la exploración de petróleo en Colombia. Por consiguiente, ambos países se apresuraron a completar el tratado para comienzos de 1914. Firmado el 6 de abril, el tratado Urrutia-Thompson estipulaba que Colombia recibiría una indemnización de veinticinco millones de dólares por la pérdida de Panamá. Incluía también una declaración en la que los norteamericanos "lamentaban sinceramente" los acontecimientos ocurridos en noviembre de 1903." El debate en el Congreso sobre el tratado tuvo lugar en mayo de 1914, y enfrentó a Suárez y a los miembros de su Comisión, contra los conservadores históricos en ambas cámaras. El 12 de mayo, el Senado se retiró a una sesión privada, donde Suárez y el liberal Nicolás Esguerra argumentaron con vehemencia a favor del tratado. Como solía hacerlo en sus declaraciones públicas, Suárez ofendió a sus

oponentes, de tal manera que esto de inmediato se volvió contra sus propios intereses. Insultó por igual a jóvenes y viejos conservadores históricos. En primer lugar, aseguró al Senado que no había nada que temer de los gritos y amenazas de los "héroes de la demagogia mística". Luego, después de que Esguerra concluyó su defensa del tratado, Suárez se volvió hacia uno de sus colegas y dijo en un fuerte susurro "esa argumentación es capaz de convencer a un burro, menos al doctor Dávila Flórez". El 14 de mayo, Laureano Gómez le respondió a Suárez en un hiriente y sarcástico editorial de La Unidad titulado "Demagogia mística". Es inconcebible, escribió Gómez, que un hombre como Suárez que poseía "la dulzura de los sabios [...] la mansedumbre evangélica del buen cristiano", hubiera pronunciado jamás las horribles y vulgares frases que se le atribuían. "Puesto que el señor Suárez jamás tuvo fama de ligero, ni amargo, ni agresivo, ni cruel, ni iracundo en sus discursos escritos, epístolas, glosas y parodias", y continuó, "de seguro que si tuvo palabras acerca del doctor Dávila Flórez, éstas fueron de encomio y lisonja". Gómez proseguía asegurando a sus lectores que Suárez jamás calificaría a alguien de demagogo místico. "Si algún día organizáramos la cofradía del misticismo, demagógico o tradicionalista, el

107 M. E Suárez, "Jesucristo", Op. cit., p. 369. 108 Un buen recuento del proceso diplomático aquí esbozado se encuentra en Richard L. Leal, ihrogant Diplomacy: U.S. Poli toreará Colombia, 1903-1922, Wihnington, Scholarly Resources, 1987, pp. 85-106.

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señor Suárez sería nuestro director obligado". Los oponentes del tratado recurrieron a todos los medios imaginables para obstruir su aprobación. Sus cargos eran que impugnaba el honor nacional y que el principal interés de sus negociadores era la indemnización. 109 Unodelsarugióqeést debería ser utilizada para comprar un terreno donde se erigieran patíbulos para que los miembros de la Comisión pudieran ahorcarse. Los negociadores fueron comparados con Judas Iscariote, y Dávila Flórez calificó a Suárez y a los otros miembros de la Comisión de "fariseos", más venales que aquellos denunciados por el Salvador. La metáfora semítica se extendió hasta el punto de encontrar que el tratado era un acto de judaísmo repugnante, algo que sólo podía esperarse de un documento firmado por miembros de una Comisión cuya mayoría eran antioqueños." ° Acusaron a Suárez en particular de querer poner a Colombia en la órbita de la "estrella polar". Suárez admitió la acu. sación, pero argumentó que unas mejores relaciones con Estados Uni-

dos tendrían beneficios económicos. Citó al cofundador del Partido Conservador, Mariano Ospina Rodríguez, quien, en 1857, había sugerido que Colombia debía buscar ser anexada por Estados Unidos."' Finalmente, el tratado fue aprobado por el Congreso colombiano, pues los históricos no tenían votos suficientes para bloquearlo. Sin embargo, tuvieron la satisfacción de saber que Henry Cabot Lodge había derrotado después el tratado en su propio Senado, y que ellos mismos habían desempeñado un papel en su éxito. En un momento del debate en el Senado, Lodge, republicano de Massachusetts, había esgrimido una copia de La Unidad, citándola como prueba de la acusación de Theodore Roosevelt, según la cual los colombianos eran venales, antipatrióticos y ladrones, interesados únicamente en hacerse a los dólares norteamericanos." 2 Habiendo perdido su batalla contra el tratado Urrutia-Thompson, los disidentes conservadores retrocedieron para reagruparse. Entre junio y octubre de 1914, La Unidad suspendió sus publicaciones; durante este úem-

109 Veinticinco millones de dólares era casi el doble de los ingresos totales del gobierno colombiano para 1914, $13'344.769. R. Leal, Op. cit., p. 120. 110 Los miembros antioqueños eran Suárez, Uribe Uribe y Antonio José Uribe. Suárez dijo que él personalmente no creía en la leyenda del semitismo antioqueño, y utilizó el ensayo escrito por Mariano Ospina Rodríguez en el siglo xnc, Los israelitas y los antioqueños, para sustentar su argumento. Ospina Rodríguez dudaba de que los antioqueños descendieran de los judíos. Pero escribió que si así fuera, esto sería sólo otro motivo de orgullo para ellos. M. F. Suárez, Doctrinas internacionales, op. cit., pp. 176-178. 111 Ibitl., p. 164. 112 Este incidente lo describe Luis Eduardo Nieto Caballero en El Tiempo, 14 de enero de 1935. Suárez menciona también la acción de Lodge en Sueños, op. cit., vol. 10, p. 71.

po, los históricos formaron su propio directorio de partido, presidido por Ramón González Valencia y Manuel Dávila Flórez. Para comienzos de 1915 se había dedarado la batalla. El edidivisiontor de los de Gil Blas, Benjamín Palacio conservado4es Uribe, lo llamó un "duelo a muerte". De un lado estaban Suárez y la jerarquía eclesiástica. Del otro los conservadores históricos y los jesuitas, y su órgano político, La Unidad, llamado por algunos "la pesadilla del arzobispo"." 3

Acomienzsd195,aprconsquines en las calles de Bogotá aconsejando a los católicos que no leyeran La Unidad y, en agosto, Suárez hizo circular un comunicado en el que se quejaba de que no podía continuar dirigiendo el partido debido a la oposición de Gómez y sus amigos. 114 Por su parte, Gómez publicó una carta de Suárez del 31 de diciembre de 1904, donde éste felicitaba a Reyes por haber cerrado el Congreso. En su comentario sobre la carta, Gómez presagiaba "en un porvenir no remoto se nos hará justicia"." 5 Los disidentes se habían compro-

metido en una batalla que no podían ganar. Mientras Gómez denunciaba a sus enemigos en la Cámara y en las páginas de su periódico, un nudo corredizo tejido por el poder político y eclesiástico, comenzó a cerrarse sobre él. En septiembre de 1915, aparecieron de nuevo los pasquines donde se aconsejaba a los católicos que no leyeran La Unidad. Inclusive el padre Leza, llamado "director técnico del misticismo demagógico", se encontró diciendo a los estudiantes de San Bartolomé que no leyeran el diario que él mismo había ayudado a fundar.'" Leza pronto fue víctima tanto de lo que Palacio había denominado "la terrible batalla subterránea" que hacía estragos dentro del conservatismo, como de "la magistral diplomacia" de Marco Fidel Suárez. El jesuita fue retirado de la rectoría y poco tiempo después enviado de regreso a España.'" En un debate realizado en la Cámara a fines de 1915, el hosco conservador Sotelo Peñuela se enojó

tanto con Gómez que se le abalanzó diciendo, "iEste canalla me las va a

113 Gil Blas, 19 de mayo de 1914. El editorialista del diario, Palacio Uribe, fue uno de los más cercanos y perspicaces observadores de las peleas internas del Partido Conservador durante este período. Su conciso comentario hizo que estuviera por un breve tiempo en la cárcel en 1917. Véase Jorge Villegas y José Yunis, Sucesos colombianos, 1900-1924, Medellín, Universidad de Antioquia, 1976, p. 288. 114 El Nuevo Tiempo, 8 de agosto de 1915. 115 La Unidad, 8 de mayo y 8 de julio de 1915. 116 Gil Blas, 24 de septiembre de 1915. 117 Gil Blas, 7 y 13 de mazo de 1916. En Gil Blas, del 8 de noviembre de 1915, Palacio Uribe discurría, pensando que si Gómez hubiera asistido al Colegio del Rosario, que se encontraba bajo la dirección del clero secular, en lugar de ir a San Bartolomé, dirigido por los jesuitas, hubiera surgido como un conservador "enérgico" en lugar de un carlista malhumorado.

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pagar!"."8 Incluso el director de prensa liberal Benjamín Palacio Uribe, quien había sugerido alguna vez que su partido contribuyera para apoyar La Unidad, y que se deleitaba con la pelea entre los conservadores, comenzó a criticar a Gómez. En el editorial del 27 de septiembre de 1915, titulado "Parangones de virtud y recolectores de basura", Palacio opinaba que

partido político, ambicioso y suspicaz" quien, junto con personas de igual talante, permitía que Estados Unidos los "llevaran a ovejós". Después de que hablaron Gómez y López, Suárez, quien los había escuchado con atención y con una irónica sonrisa en los labios, se levantó para responder. De pie, con la cabeza inclinada, los brazos cruzados con las manos entre las

los ciudadanos prominentes como Marco Fidel Suárez merecían respeto. Durante el tiempo de lucha, Gó-

mangas como un seminarista, aceptó responder a los cargos de López. Luego agregó que no respondería al discurso de Gómez, por hallarlo vacuo, contradictorio y poco inspirado. Prosiguió felicitando a Gómez por su buena memoria, que le permitía recitar sus discursos, memorizados durante días en el patio de su casa.

mez comenzó a recibir el apoyo de varios de los jóvenes seguidores del dirigente liberal Benjamín Herrera."9 El más importante de ellos fue Alfonso López Pumarejo, quien entonces tenía treinta años, tres más que Gómez. Los dos entablaron una relación de trabajo poco después de que López hubiera recibido uno de los ingeniosos golpes de oratoria de Gómez. López había concluido su primer discurso en el Congreso, cuando Gómez se levantó y observó que todos acababan de presenciar el milagro de un hombre que había hablado durante noventa minutos sin un tema discernible. Sin embargo, el 26 de junio de 1916 los encontró a ambos atacando a Marco Fidel Suárez y a otros ministros nacionalistas que habían sido citados a testificar ante la Cámara. Gómez habló primero, condenando a Suárez por no ser más que "el jefe de un

Lo único que no le perdono es el pecado gramatical, el delito que cometió aldea- ovejas, malhadado término que desluce tan brillante pieza [...]. El señor Gómez [...] no ha podido aprender la diferencia entre ovejo y cordero; pero esto lo discutiremos después, si Dios me da vida, y me la dará, porque los dicterios del señor Gómez no me han dado hepatitis.'"

Las palabras de Suárez suscitaron risotadas entre los representantes y el público. Durante arios, después de este incidente, Laureano fue conocido por el apodo de El ovejo. A menudo se lo caricaturizaba con un carnero enfurecido que se lanzaba al cuello de

118 Gil Blas, 10 de noviembre de 1915. 119 Herrera dirigió a los liberales que se oponían al movimiento colaboracionista "Bloquismo", lanzado por Rafael Uribe Uribe durante la administración de Carlos E. Restrepo. 120 Gil Blas, 11 de agosto de 1916.

Marco Fidel Suárez o lo atacaba de otra manera.'" Meses después del debate de junio de 1916, Suárez se anotó una impresionante victoria sobre su joven antagonista. Consiguió deshacerse de La Unidad gracias a la ayuda del arzobispo Herrera Restrepo y del Vaticano. A comienzos de agosto, hubo una reunión entre Gómez y el nuncio apostólico monseñor Enrique Gasparri.

Aunque todos los periódicos de Bogotá publicaron historias contradictorias acerca de quién había tenido la iniciativa de la reunión, y sobre lo que se había discutido en ella, parece claro que Gómez fue amenazado con fuertes sanciones eclesiásticas si continuaba publicando su diario. Es posible que Gasparri haya sugerido que Gómez obtendría un cargo diplomático en Europa si hacía las paces con Suárez. Gómez, ofendido, dio su versión de la reunión al periodista liberal Eduardo Santos, quien se adelantó a todos los otros diarios al publicar un artículo sobre el asunto.'" Menos de una semana más tarde, el arzobispo Herrera Restrepo condenó La Unidad. 123 Seis semanas después,

Herrera le dio el golpe de gracia al periódico mediante una circular, aprobada por los clérigos que asistían

a una conferencia eclesiástica reunida en Bogotá durante aquellas semanas. Según la circular, La Unidad no llenaba los requisitos establecidos por la Santa Sede y, por consiguiente, no debía ser leído por los católicos.' 24 Gómez no cerró su diario sin protestar. Antes de que cesara la publicación de La Unidad, a fines de sep-

tiembre de 1916, su director había declarado enérgicamente su catolicismo, había acusado a Suárez y a los nacionalistas de acabar con el conservatismo, había demandado por calumnia al editor de El Nuevo Tiempo, Ismael Enrique Arciniegas, y había dejado una declaración de principios que bien podría haber dado a Suárez, a sus seguidores, y a todos los demás colombianos, algo en que pensar:

Cuando todos los que se resistían a esa corriente vertiginosa de la revolución la temían y se ocultaban, aparecimos nosotros Nosotros (parodiamos a un gran tribuno español) [Antonio Maura] somos conservadores y católicos, con devoción e intransigencia; católicos y conservadores de toda la vida, por convicción y por conciencia, con el entendimiento y con el corazón. Lo fuimos ayer, lo somos hoy, lo seremos mañana y moriremos siéndolo [...]. Obedeceremos ciegamente todo mandato de autori-

121 Véase, por ejemplo, la caricatura de Ricardo Rendón titulada "El buen pastor", en Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 96. 122 El 71empo, 5 de agok/o de 1927. 123 Recuentos de este incidente pueden hallarse en Gil Blas, 9 y 11 de agosto de 1916; El Nuevo Tiempo, 6 de agosto de 1916; La Unidad, 7 de agosto de 1916. 124 El Nuevo Tiempo publicó la circular, fechada el 28 de septiembre de 1916, en su edición del 29 de septiembre.

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154 / La modernización en Colombia dad eclesiástica [...]. Si hemos de quedar solos, sin amigos, sin público, clamaremos en nuestro aislamiento un ¡Suárez no!'"

En los meses que siguieron a la victoria de Suárez sobre los históricos, la Colombia política se preparaba para la elección presidencial de 1918, aunque todos pensaban que Suárez seria candidato y ganador. Nadie dudaba de que llegaría a la presidencia gracias al control que tenía de los principales detentores del poder —la Iglesia y los jefes regionales, quienes pondrían los votos el día de las elecciones—. Los acontecimientos pronto demostrarían algo que muchos sospechaban entonces: que la presidencia de Suárez sería una de las menos exitosas de la historia nacional. Colombia ingresó en un estado de agitación al finalizar la segunda década del siglo. Con la terminación de la Primera Guerra Mundial y la recupe-

ración del comercio internacional, la demanda por el café colombiano se incrementó dramáticamente. Los ingresos de las exportaciones de café, cada vez más grandes, ayudarían a fortalecer la economía. También entraron al país nuevas ideas, que llevaron a un número cada vez mayor de personas corrientes a percibir el ambiente nacional de maneras novedosas, a menudo iconodastas. El período comprendido entre 1918 y 1922 marcó, en síntesis, una importante coyuntura en la historia nacional. Por esta razón, los colombianos debieron haber elegido a un dirigente vigoroso, orientado hacia el futuro, que pudiera haber respondido de manera creativa a las cambiantes realidades sociales y económicas. Pero eligieron como presidente a un anciano de otra época, a quien le agradaba pasearse por las calles de Bogotá meditando sobre su próxima creación literaria, a un "gramático fosilizado", en pala-

17 de agosto de 1916. Otros factores contribuyeron al retiro de Gómez después 125 La Unidad, de siete años como director del diario. Como al parecer Gómez se lo dijo tanto a Eduardo Santos como a Benjamín Herrera acerca de su reunión del 4 de septiembre con Gasparri, se percibía que había estrechado demasiado su amistad con los liberales. Esto llevó al padre Jáuregui a disputar la versión de Gómez acerca de lo que había sucedido durante la reunión con Gasparri. Esto no sólo representó una ruptura con uno de los promotores originales del periódico, sino una réplica de parte de una persona que Gómez respetaba. Además, la ayuda financiera alemana al periódico que se oponía a Estados Unidos fue suspendida. Un factor adicional fue el hecho de que varios de los más íntimos amigos de Gómez habían renunciado al periódico después de que este hubiera sido condenado por la circular edesiástica de fines de septiembre. Finalmente, y sólo en segundo lugar después del anatema del arzobispo y de la ruptura de Gómez con los jesuitas, estuvo el hecho de que Gómez se había casado con María Hurtado el 9 de septiembre de 1916. Todos estos acontecimientos llevaron a alguien a decir que, para fines de septiembre, "Gómez se sintió atacado por todos los flancos". La República, 29 de septiembre de 1916. Véase Gil también, El Nuevo Tiempo, 26, 29 y 30 de septiembre de 1916; 4 y 6 de octubre de 1916; Blas, 30 de septiembre de 1916.

bras del joven periodista liberal, Enrique Santos.'" No se trataba solamente de que Suárez no estuviera en contacto con la época cuando se preparaba para dirigir su inquieta nación en 1918. Durante toda su vida, había padecido una serie de dolencias físicas y psicológicas. Sus problemas de salud incluyeron molestias estomacales a los treinta años, sangrado intestinal a los cincuenta y un leve derrame que le paralizó el lado izquierdo de la cara por la época en que fue elegido presidente.'" Todo esto intensificaba el dolor que sentía cuando periódicamente lo atropellaban durante sus paseos por las calles de Bogotá. Su enfermedad física complementó el sentimiento de inferioridad que Suárez había tenido durante toda la vida. Los ancestros africanos por el lado materno lo vinculaban por lazos de sangre con un pueblo del que se creía, en aquella época, que sufría de "decadencia racial". Cuando finalmente Suárez, a

mediados de 1917, logró su meta de ganar la nominación presidencial conservadora, fingió rechazarla, al decir, Yo no puedo ser presidente porque me faltan ciertas ciramstancias, y éstas me lo impiden... Es que... yo soy hijo ilegítimo, y no faltarán fariseos que, queriendo dañarme a mí por esta circunstancia, ataquen al partido y aun a la misma patria." 8

Las tragedias domésticas intensificaron las incapacidades físicas y psicológicas que padecía Marco Fidel Suárez cuando llegó a la presidencia en 1918. No acababa de posesionarse cuando recibió la noticia de que su único hijo, un joven de diecinueve años, había sucumbido a la influenza mientras estudiaba en Estados Unidos.'" Todas sus dolencias se agravaron por el feroz ataque político que sufrió desde comienzos de 1914. Para cuando asumió sus deberes presidenciales, su estado emocional era tal que lloraba copiosamente

126 J. Villegas y J. Yunis, Op. cit., p. 317. 127 Su mala salud tuvo un permanente impacto sobre su carrera política. En octubre de 1895, la enfermedad lo obligó a renunciar al cargo de ministro de relaciones exteriores. Las fotografías de Suárez tomadas alrededor de 1920, revelan la parálisis facial que fue exagerada en las caricaturas políticas de la época. Poco después de dejar la presidencia, se quejó al presidente encargado, Jorge Holguín, de una hemorragia que acababa de sufrir, "quizás el último síntoma de mis dolencias crónicas". Luis Martínez Delgado, Jorge Holguín, o d político, Bogotá, Creditario, 1980, pp. 414-417. Véase también Luis López de Mesa, ed., Historia de la Cancillería, Bogotá, Imprenta del Estado Mayor General, 1942, p. 307. 128 C. A. Díaz, Op. cit., p. 148. 129 Gabriel Suárez murió en Filadelfia y fue sepultado en Nueva York. La epidemia de influenza golpeó dulamente a Colombia. En 1918, cobró mil cien vidas únicamente en Bogotá, habiendo contraído la enfermedad un cuarto de su población. Las estadísticas sobre la epidemia pueden encontrarse en J. Vargas Lesmes y F. Zambrano P., Op. cit., pp. 43-44. Horribles descripciones de testigos de los efectos de la epidemia en Bogotá pueden hallarse en J. A. Osorio Lizarazo, Op. cit., pp. 319-324.

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La república burguesa

cuando confrontaba una situación emotiva.'" La candidatura de Suárez suscitó tal oposición en todo Colombia que, cuando se le preguntó al presidente saliente, Concha, de qué se enorgullecía más durante sus cuatro años de gobierno, respondió que de haber impedido que el ejército disparara sobre las multitudes que protestaban

mentada en el odio y temor mutuos.'" Gracias a la candidatura de Suárez, los colombianos pudieron pres-enciar la incongruente unión de Benjamín Herrera y Alfonso López en representación de los liberales, Valencia y Laureano Gómez en representación de los históricos, y Eduardo Santos y Luis Eduardo Nieto Caballero en representación de los republicanos,

por la elección del 11 de febrero de 1918. 1 " A pesar de los esfuerzos de

haciendo política juntos por todo el país. Extrañas amistades se entablaron durante los tempestuosos meses

Concha por impedir el derramamiento de sangre, hubo considerable violencia en todo el país, cuando la maquinaria política conservadora se aseguró de que el candidato disidente, Guillermo Valencia, no ganara las elecciones. No se trataba de que quienes detentaban el poder político desconfiaran de Valencia, un conservador histórico, sino que temían la heterogénea coalición que encabezaba. Formalizada a fines de octubre de 1917, unía a liberales, conservadores históricos y miembros del partido republicano en una alianza que, como lo observó un bromista, estaba funda-

de fines de 1917 y comienzos de 1918, como la que surgió entre el joven Laureano Gómez y el anciano general Herrera. La coalición no funcionó tan bien como se esperaba, como lo sugiere la queja de Valencia: "hacer política con Laureano Gómez es como arar con un miura". No obstante, los políticos generaron gran entusiasmo en sus giras por el campo, hablando siempre a grandes y entusiastas muchedumbres, y experimentando en ocasiones la violencia. Fue durante aquellos meses cuando Guillermo Valencia caracterizó a

130 "Don Marco continúa llorando" rezaba un titular de la Gaceta Republicana de Bogotá. Según este artículo, Suárez se deshizo en llanto cuando visitó la casa de tejas de su madre en Bello, y luego cuando fue agasajado con un banquete en Medellín. El autor concluía su artículo burlándose de que, aun más tarde, cuando un grupo de banqueros y capitalistas antioqueños le anunciaron que le prestarían treinta mil pesos, Suárez "dio un grito y lloró de contento". Germán Colmenares, "Ospina y Abadía, la política en el decenio de los veinte", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 245. 131 Concha asumió el control directo del ejército, ordenó que no se montaran las ametralladoras en la Plaza de Bolívar, como lo había ordenado el comandante general, y restringió a los soldados a las barracas. Juan Lozano y Lozano, Ensayos críticos, Bogotá, Santafé, 1934, p. 368. 132 Uscátegui en Máscaras, noviembre de 1917. Información sobre la formación de esta coalición puede hallarse en Gil Blas, 26 de octubre de 1917, y en El Tiempo, 26 de octubre de 1917.

Laureano Gómez como "la tempestad humana".' 33 Desagradables incidentes acompañaron la campaña de 1918. Se disparó dentro de las casas de los liberales en muchos lugares del país.'" Los miembros de la coalición que se encontraban en gira fueron emboscados y golpeados en los pueblos de Guasca y Gachetá, al norte de Bogotá, cuando un sacerdote de la región los acusó

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de perseguir a la Iglesia y de difundir falsas doctrinas.'" Y hubo al menos un intento de asesinato real contra Laureano Gómez.' 36 Al final, triunfó la maquinaria política.'" Marco Fidel Suárez ganó sobradamente y tomó posesión el 7 de agosto de 1918. La primera crisis de su gobierno fue de naturaleza socioeconómica, y tuvo una decidida dimensión internacional. Fue el asesinato de obreros

133 Juan C. Martínez recuerda un discurso de Gómez durante la campaña contra Suárez, cuando el general Herrera se volvió hacia él y le dijo: "Decíamos, mi querido Juancé, que es una lástima que el país sólo conozca a Laureano Gómez por su aspecto político [...] Pero algún día lo tendrá que conocer como patriota, como estadista, como hombre de familia, como amigo [...] Ese día será, por aclamación, el presidente de Colombia". La Unidad, 3 de marzo de 1955. Si bien Martínez embelleció sin duda la observación entre el momento en que se la hizo Herrera y el momento en que se la relató al joven Belisario Betancur, director de la nueva versión de La Unidad, Herrera indudablemente dijo algo en ese sentido. Los dos hombres se hicieron tan amigos durante aquellos años, que Gómez nunca dejó de visitar o enviar saludos a Herrera cada vez que viajaba a la costa Atlántica. 134 Gonzalo Canal Ramírez escribió que su primera experiencia con la violencia política fue la noche en que las balas conservadoras traspasaron la cuna en que dormía en Gramalote, Santander del Norte. Gonzalo Canal Ramírez, Estampas y testimonios de violencia, Bogotá, Canal Ramírez, 1966, p. 14. 135 Guillermo Cote Bautista, Pedro León Acosta y Luis Rueda Concha, "los mártires de Guasca", fueron objeto de un recibimiento de héroes cuando regresaron a Bogotá. Laureano Gómez y Benjamín Herrera los salieron a recibir a la Estación de Ferrocarril del Norte, y pronunciaron discursos en su honor. Gil Blas, 16 de enero de 1918; Heraldo Conservador; 23 de enero de 1918. 136 El lanzamiento de piedras y disparos de pistola echó a perder la reunión política en el barrio Egipto. El jefe de sanidad, Ignacio J. Díaz, había movilizado a varios cientos de barrenderos para que hostilizaran a quienes hablaban en contra del gobierno. Dos de los compañeros de Gómez, Manuel Criales y Carlos Manuel Hurtado, fueron heridos, y el primero de ellos perdió un ojo. Varios días más tarde, después de una acalorada sesión en el Concejo de Bogotá, durante la cual Gómez pidió que Díaz fuera despedido, sostuvo que alguien había tratado de apuñalarlo durante unos disturbios en la Plaza de Bolívar. Gil Blas, 4 y 7 de febrero de 1918; El Tiempo, 17 de febrero de 1918; El Nuevo Tiempo, 7 de febrero de 1918; Felipe Antonio Molina, Laureano Gómez historia de una rebeldía, Bogotá, Voluntad, 1940, p. 206. 137 La coalición también perdió las elecciones locales aquel año. En las elecciones departamentales de mayólde 1919, Eduardo Santos encabezaba una lista que incluía a Alfonso López y a Gómez. Ninguno de ellos fue elegido, porque los conservadores nacionalistas y los republicanos colaboraron para "ahogar" la lista de coalición. Una votación extremadamente baja también perjudicó a la coalición. Gil Blas, 16 de mayo de 1919; El Tiempo, 20 de mayo de 1919.

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158 / La modernización en Colombia durante la manifestación realizada en la Plaza de Bolívar el 16 de marzo de 1919, incidente que dejó siete muertos y dieciocho heridos. El problema se originó en la decisión presidencial de adquirir telas extranjeras para confeccionar los uniformes del ejército, lo cual enfureció a los artesanos de la ciudad. Dirigidos por el presidente del recientemente creado Sindicato Central Obrero, Alberto Manrique Páramo, varios cientos de ellos se reunieron en la Plaza de Bolívar para protestar contra esta medida. Suárez les habló a los obreros, intentando explicar que había cancelado la adquisición extranjera, y que había decidido que los uniformes se elaboraran en el país. Pero su voz fue ahogada y se retiró al palacio presidencial, desde donde inició una pelea a gritos con Manrique Páramo. El dirigente sindical regresó a la plaza y animó a sus seguidores a continuar. Lanzaron piedras y la guardia presidencial abrió fuego.'" Fundamental para comprender la tragedia es el hecho de que miembros del establecimiento social y político colombiano interpretaron la manifestación como un posible primer paso de la toma comunista de Colombia. El 14 de marzo, el ministro de

gobierno, Marcelino Arango, había alertado a los gobernadores y a los prefectos en todo el país acerca de una inminente amenaza bolchevique. Al día siguiente, el director de El Nuevo Tiempo, Ismael Enrique Arciniegas, utilizó la circular de Arango como base de un incendiario editorial titulado "Previniendo el bolchevismo". Y el hecho de que los obreros de la Plaza de Bolívar mezclaran los gritos de " !Viva el socialismo!" con "iSuárez no!", intensificaron la impresión de que se trataba de peligrosos subversivos. No se tuvo en cuenta que los organizadores del sindicato habían adarado sólo un mes antes que su movimiento no era marxista, sino que suscribía más bien lo que llamaban un enfoque "cristiano" del progreso, dentro del contexto de la armonía de clases.'" Lo que personas como Suárez, Arciniegas y otras pertenecientes a la república burguesa colombiana creían ver, eran signos del mismo tipo de radicalismo que recientemente había derrocado el régimen zarista en Rusia. Visto desde esta perspectiva, disparar sobre obreros desarmados en el centro de Bogotá fue el resultado del mismo impulso que envió policías armados de cachiporras y de ametralladoras a los

del sindicalismo en Colombia, Bogotá, 138 El Tiempo, 17 de marzo de 1919; Miguel Urrutia, Historia Universidad de los Andes, 1969, pp. 91-94; D. L Sowell, Op. cit., pp. 44-47. Según el relato de El Tiempo, sólo permanecieron cerca de cincuenta manifestantes en la plaza cuando comenzaron los disparos. Es interesante advertir que Suárez personalizó la manifestación. Cuando escribió sobre ella tres años más tarde, la recordó como algo "sin la más mínima justificación", producto "de una refinada mala fe" de parte de Manrique Páramo, un incidente creado "con la obvia malicia de la premeditación". M. F. Suárez, Obras, Op. ca., vol. 2, p. 818. 139 M. Urrutia, Op. cit., pp. 91-92.

obreros que protestaron en Seattle, do parecía que el tratado y su indemWashington, pocas semanas antes de nización de veinticinco millones estalos disparos en la Plaza de Bolívar. ban por llegar, el Comité de Relaciones Tampoco era su dinámica muy dife- Exteriores del Senado de Estados Unirente de la de la violencia del Día de dos, encabezado por Henry Cabot Mayo que sacudió a París seis sema- Lodge, protestó. Los norteamericanos nas después.'" se habían enterado del Decreto presiProblemas de naturaleza tanto eco- dencial N.° 1255B, del 20 de junio de nómica como diplomática suscitaron 1919, mediante el cual Colombia prola segunda crisis del gobierno de clamaba el control nacional de su Suárez. A comienzos de 1919, asuntos subsuelo. Suárez respondió anunciande mutua preocupación económica do que suspendería el decreto únicallevaron de nuevo a Colombia y a Es- mente si los norteamericanos tados Unidos otra vez a la mesa de aprobaban el tratado. Con su habinegociación para resolver sus diferen- tual manera inoportuna y torpe de cias sobre el problema de Panamá y hacer las cosas, después de adoptar el tratado que les pondría fm. Para esta decisión, envió un telegrama al agosto de aquel año, los funcionarios cónsul colombiano en Nueva York, colombianos y norteamericanos ha- instruyéndolo para que "explicara a bían acordado aceptar una versión del personas interesadas e influyentes" tratado Urrutia-Thompson, donde se que su gobierno deseaba capital exomitía la declaración de los norte- tranjero para el desarrollo, y que no americanos según la cual "lamentaban permitiría que el asunto del petróleo sinceramente" lo ocurrido, frase que se atravesara en el camino del mejohabía hecho que el tratado fuera in- ramiento de las relaciones colomboaceptable para el partido republicano americanas. ' 41 El 16 de septiembre de 1919, la norteamericano. Precisamente cuan140 Pueden encontrase también rasgos comunes entre los disparos de la Marcha del 16 en Colombia y la matanza que ocurrió en Amristar, India, un mes más tarde. Las características de la mentalidad de élite que generaron los disparos de la Plaza de Bolívar puede hallarse en dos artículos publicados a comienzos de 1919 por el erudito y diplomático colombiano Antonio José Restrepo. En febrero de aquel año Restrepo, liberal antioqueño, informó desde Ginebra sobre la promesa de la Liga de las Naciones de descabezar "el mal del socialismo" mediante la ayuda a la institucionalización del libre comercio global. En junio de 1919, Restrepo publicó una elogiosa reseña del libro Cesarismo democrático, escrito por el venezolano Laureano Vallenilla Lanz. El libro constituía una justificación intelectual del gobierno autoritario, expuesta en el lenguaje del darwinismo social. Por aquella misma época, Laureano Gómez atacó al venezolano por ser "un inescrupuloso apologista y filósofo de la dictadura [la de Juan Vicente Gómez]". Véase: Antonio José Restrepo, El moderitti' imperialismo, 2.3 ed. ed. de 1919), Bogotá, Incunables, 1984, pp. 279-281; Laureano Vallenilla Lanz, Cesarismo democrático, Caracas, 'Tipografía Universal, 1929, pp. i-viii, 347. 141 R. Leal, Op. cit., pp. 144154. El telegrama se cita en su totalidad en Alejandro Galvis Galvis, Memorias de un político cetztenarista, 5." ed., vol. 1, Bucaramanga, s.e., 1975, p. 53.

160 / la modernización en Colombia Plaza de Bolívar se llenó otra vez de manifestantes contra el gobierno, que gritaban todos "¡Suárez no!" y vivas a la coalición contra Suárez. Habían acudido a escuchar a Eduardo Santos, quien leería una resolución en la que mencionaba el telegrama del presidente dirigido a "personas interesadas e influyentes" en Estados Unidos, y en la que este y su grupo pedían la renuncia de Suárez. Se hizo un gran silencio entre la muchedumbre cuando Laureano Gómez subió al auto convertible que había sido improvisado como escenario para los oradores, anticipando el hiriente ataque que habría de venir. Pero una serie de explosiones lo interrumpieron, y Gómez cayó como una piedra en el auto. La muchedumbre se dispersó; algunas personas gritaban "¡Mataron al doctor Gómez!". Cuando se acalló el tumulto, Gómez levantó cautelosamente la cabeza, para ver a un único miembro de su público que lo miraba boquiabierto, y le preguntó débilmente, "Doctor, ey el sombrero?". "Me lo quitaron de un balazo", respondió Gómez. Momentos después todos comprendieron que habían sido víctimas de una broma. Uno de los partidarios de Suárez había lanzado disimuladamente un paquete de triquitraques debajo del auto en el momento en que

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Gómez había comenzado su discurso. Marco Fidel Suárez se complació en el incidente, recordado en la historia de ColoMbia como "la conspiración de los triquitraques". Narró amorosamente la anécdota en varios de los Sueños de Luciano Pulgar, libro que comenzó a publicar poco después de renunciar a la presidencia en 1921. La versión más completa del incidente aparece en el sueño publicado el 24 de julio de 1923, titulado acertadamente "El sueño de la gratitud". '42 Durante 1920, una serie de problemas, económicos en su mayor parte, erosionaron aún más el apoyo a la presidencia de Suárez. Colombia había entrado finalmente en la era de crecimiento y de prosperidad que sus dirigentes habían anticipado. Pero a medida que comenzaron a entrar los ingresos provenientes de las ventas de café, la bonanza creó nuevos problemas, mientras que resaltó e intensificó otras dificultades anteriores. El costo de las necesidades básicas se disparó, elevado tanto por la disminución del suministro de alimentos ocasionada por el gran número de trabajadores que ingresaban a las plantaciones de café, como por la creciente cantidad de dinero en efectivo de que disponían los consumidores. Los habitantes urbanos fueron especialmente golpeados, pues los precios de los ali-

142 Marco Fidel Suárez, Obras, Op. cit. vol. 2, pp. 814-857. El Espectador, 17 de septiembre de 1919, reprodujo el discurso interrumpido. En él, Gómez identificaba a "las personas influyentes y poderosas" como "Shylocks inmisericordes y fríos, judíos duros y voraces, a quienes se ofrece legislación conforme a su voracidad y ante quienes se presenta de rodillas".

mentos en Bogotá aumentaron dos y tres veces comparados con el precio de los mismos artículos en Nueva York o en París. Los ingresos del café generaron una avalancha de importaciones que congestionó los puertos, poniendo de presente sus obsoletas condiciones y la impenetrabilidad de los trámites burocráticos que mantenía tales artículos en la aduana. Los cultivadores de café protestaron aún con mayor fuerza por la falta de ferrocarriles y de barcos necesarios para hacer llegar sus productos a los mercados extranjeros, y su presión a favor de una reforma se intensificó. Colombia aún no tenía un banco central, y el continuado embrollo con Estados Unidos limitaba fuertemente su acceso a fuentes extranjeras de capital. Y debido al carácter estacional de las cosechas de café, obreros desempleados y errantes aparecían periódicamente en los pueblos y ciudades. Cuando se daba la cosecha de café, dos veces al año, los otros productos agrícolas languidecían, pues los agricultores acudían en tropel para aprovechar los altos salarios que ganaban en las fincas cafeteras, grandes y pequeñas. Y como si lo anterior no fuese suficiente, Colombia y su presidente gramático se veían sacudidos por huelgas y manifestaciones, con lo cual cobraban mayor plausibilidad las férvidas visiones de una inminente revolución social.

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Sin embargo, ninguna de estas cosas parecía preocupar a Suárez tanto como la guerra que asolaba a su partido, y su continua incapacidad de avanzar en la firma del tratado Urrutia-Thompson. El 21 de julio de 1920, cinco días después de ser arrollado por un ciclista, el presidente recordó al Congreso que habían pasado diecisiete años desde la pérdida de Panamá y Colombia todavía no había recibido la justa reparación que merecía por parte de Estados Unidos. Más aún, señaló, haciendo referencia a una observación análoga formulada por el miembro del Comité de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Albert B. Fall, la falta de un tratado perjudicaba los intereses económicos y jurídicos de ambos países.' 43 Desde el comienzo de su período presidencial, Suárez se había visto a sí mismo, con acierto, como un paria político, y constantemente hablaba de renunciar a favor de una persona con mayor fuerza que él. El 17 de septiembre de 1920, envió un telegrama al gobernador del Valle, Ignacio Rengifo, en el que indicaba que cada vez estaba más ansioso por renunciar. Esto podría aplacar a aquellos enemigos que, en su opinión, sentían aversión por él, "a causa de considerarme representante de lo que llaman teocracia".'44 A comienzos de 1921, Suárez realizó un corto y penoso viaje de Bogotá a Calarcá, Caldas, para ofrecer

,

143 J. Villegas y J. Yunis„ Op. cit., p. 366. 144 Hernando Navia Varón, Caudillo y gobernante: doctor Ignacio Rengifo Borrero, Cali, Imprenta Departamental, 1964, pp. 97-98. Induso Laureano Gómez había atacado a Suárez, el 26

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162 / La modernización en Colombia personalmente la presidencia a Rengifo. Este rechazó la propuesta por complejas razones políticas, aunque Suárez explicó su negativa como consecuencia de la muerte de la esposa de Rengifo.'" El que el enfermizo y anciano presidente hubiera emprendido tan infernal viaje, que implicaba cruzar dos veces a lomo de mula el paso de Quindío en el espacio de tres días, indica hasta qué punto se sentía desesperado a comienzos de 1921. Y el hecho de que una figura secundaria como Rengifo hubiera rechazado su oferta, después de que Pedro Nel Ospina y Carlos Holguín también lo hubieran hecho, indica el desorden prevaleciente en el conservatismo. Todo esto contribuye a explicar cómo llegó Suárez a cometer el más lamentable Figura4.1 Laureano Gómez, 1921 error de su carrera política. Acogió Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte de nuevo a Laureano Gómez en el moderno, Bogotá seno del partido. Dos semanas después del apresu- do que seguía siendo un entusiasta derado viaje del presidente a Caldas, fensor de la causa conservadora, y que Gómez viajó al pueblo de Pacho, al estaba siempre preparado para servir noroccidente de Bogotá. Antes de re- a su partido si éste así se lo pedía.'" gresar, fue agasajado por los conser- Los conservadores que rodeaban a vadores locales. Gómez pronunció un Suárez interpretaron estas palabras emotivo discurso improvisado, donde como un signo claro de que encondijo que no sentía la necesidad de traban a un Gómez nuevo, moderarenovar las seductoras campañas pe- do. Ismael Enrique Arciniegas fue de riodísticas de sus años mozos, agregan- esta opinión, expresando su complade marzo de 1917, por "ultramontano". Esta observación apareció en una carta publicade La Mesa, Cundinamarca, y aparece en "El sueño de los peligros", da en Unión Liberal en: Suárez, Sueños, Op. cit., vol. 10, pp. 72-73. 145 Las razones de Rengifo para rechazar la presidencia se presentan en las páginas 89-126 de H. Navia Varón, Op. cit., Suárez partió para Bogotá el 4 de febrero, y llegó el 9 de este mismo mes. 146 El Tiempo, 23 de febrero de 1921.

cenia de que el doctor Gómez, "temporalmente retirado de las actividades políticas [...] esté listo a servir con sus energías y su claro talento, a la causa conservadora". 147 Durante los meses siguientes hubo conversaciones en las cuales Gómez aseguró a los dirigentes del partido que, en efecto, era otro hombre. Su nombre fue entonces agregado a la lista conservadora y, en las elecciones de mayo de 1921, fue reelegido a la Cámara de Representantes. 148 El 1 de junio, Gómez fue agasajado con un banquete en el nuevo y elegante Hotel Continental, en Bogotá. Las fotografias de la cena muestran a Gómez con los brazos cruzados y una leve sonrisa en los labios, mirando alegremente al maestro Arciniegas, sentado a su izquierda. No transcurrió mucho tiempo antes de que Arciniegas, Suárez y el resto de sus colaboradores descubrieran que habían cometido un terrible error. El primer signo de ello se dio a comienzos de julio, cuando Gómez y sus

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antiguos compañeros de La Unidad rompieron con Pedro Nel Ospina, quien había sido nombrado candidato "oficial" del partido para las elecciones presidenciales de 1922.' 49 Luego,l20djicanseciaron las sesiones del Congreso, los conservadores disidentes, la mayoría de ellos pertenecientes a los históricos, se unieron con los liberales para elegir a Laureano Gómez presidente de la Cámara de Diputados, derrotando al candidato del gobierno, Ismael Enrique .Arciniegas.'" Apoyado por una mayoría sustancial en la Cámara, Gómez al fin estaba preparado para confrontar el gobierno de Marco Fidel Suárez. Laureano Gómez utilizó su nuevo cargo en el Congreso para hostilizar a los partidarios de Suárez cada vez que se le presentaba la ocasión. El 6 de septiembre, su antiguo adversario, el viejo conservador de Boyacá, Sotelo Peñuela, no pudo terminar un discurso porque Gómez permitió que los bravucones que estaban en la galería

147 El Nuevo Tiempo, 22 de febrero de 1921. Otros informes sobre la reconciliación se encuentran en Cromos, 4 de junio de 1921; El Tiempo, 3 de junio de 1921; La Crónica, 2 de junio de 1921. La Nación del 2 de junio, informó que ahora todo marchaba bien en el conservatismo,

pues los disidentes se encontraban de nuevo "a la sombra de la vieja tienda de campaña". 148 El Nuevo Tiempo, 3 y 8 de mayo de 1921. Su viejo amigo, José Joaquín Casas, fue persuadido de que cediera a Gómez su lugar en la lista. 149 Uno de ellos, Luis Serrano Blanco, dijo que, comparado con las estrellas conservadoras de primera magnitud, Ospina era sólo "un asteroide más o menos luminoso". La Nación, 30 de junio de 1921. 150 Luis J. Sanmiguel, Recuerdos de un periodisla, Bucaramanga, Imprenta del Departamento, 1970, pp. 145-146;2describe los acontecimientos ocurridos durante aquellos días. Se encontraba cerca cuando Arciniegas se aproximó a Gómez y le dijo: "para hacerte representante gasté por lo menos un par de zapatos, y tú no gastaste unas mediasuelas para derrotarme en la presidencia". Según Sanmiguel, "una risa sarcástica del interpelado y un silencio prolongado finalizaron la queja dolida del maestro".

164 / La modernización en Colombia se lo impidieran con sus gritos. Cuando Gómez se lanzó a atacar a los ministros de Suárez acusándolos de corrupción, el público lo aclamó calurosamente. Esto llevó a Suárez, quien entre tanto había intentado renunciar una vez más, a sustituir a todo su gabinete el 19 de septiembre, con la esperanza de que esto aplacaría a los oponentes del tratado UrrutiaThompson. La acción tuvo buenos resultados y, el 13 de octubre, el Senado aprobó el tratado.'" Sin embargo, la aceptación del documento dependía de que fuese aprobado en la Cámara, a muchos de cuyos miembros les agradaba menos de lo que les agradaba su presidente. Tal como estaban las cosas, para mediados de octubre de 1921, el propio Suárez constituía el principal obstáculo para la firma del tratado. El 26 de octubre, Laureano Gómez tomó la palabra en la Cámara para debatir al ministro de gobierno de Suárez, Aristóbulo Archila. Comenzó su discurso de manera habitual, como si se limitara a responder la acusación de Archila, según la cual no había especificado los cargos contra el gobierno. Súbitamente, a la mitad del discurso, Gómez cambió de blanco y, en lugar de seguir atacando a Archila, comenzó a atacar a Suárez, sosteniendo que tenía en su poder en

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ese momento documentos que demostraban que el presidente era culpable de delitos oficiales tan asombrosos que estos lo habían a la vez sorprendido y atormentado. Tan dolorosos eran los pecados del presidente, prosiguió Gómez, que el mito de su "religiosidad y misticismo" se acabaría para siempre. Gómez continuó enumerando con gran detalle el cargo de que Suárez había pecado contra la nación al vender tanto sus salarios como su cuenta de gastos por dinero en efectivo, y había aceptado sobornos, bajo la forma de préstamos de las partes interesadas, a cambio de lucrativos contratos gubernamentales. Laureano Gómez terminó su acusación contra Suárez solicitando la investigación del presidente y su retiro de la presidencia. 152 Las acusaciones de Gómez causaron sensación. Los miembros del Congreso designaron un comité investigador y citaron al presidente para que se presentara ante ellos y explicara sus acciones. Luego la Cámara de Representantes dio por terminada la sesión, y Laureano Gómez fue llevado en hombros a su residencia por amigos y admiradores. Al día siguiente, Suárez compareció ante la Cámara, junto con miembros de su gabinete, para responder a Gómez.

151 Ambas Cámaras del Congreso de Estados Unidos, sin concederle gran importancia, habían ratificado el tratado en abril de aquel mismo año. 152 Cuando los documentos incriminadores salieron a la luz, los miembros de la facción antigobiernista se acercaron a Guillermo Valencia y a Alfredo Vásquez Cobo para ver si podían hacerlos públicos. Cuando éstos se negaron, Gómez aceptó ávidamente la tarea. Su acusación contra Suárez puede encontrarse en L Gómez, Obras selectas, Op. cit., vol. 1, pp. 359-369.

Fue un Suárez postrado el que se dirigió a este cuerpo legislativo, de cuyos 122 miembros sólo contaba con 22 simpatizantes. Con una voz vacilante y casi inaudible, Suárez dijo a los representantes que, en efecto, había vendido su salario por un menor precio y a cambio de dinero en efectivo, algo que no sólo era legal, sino que había hecho durante toda su vida. Sólo lo había hecho, prosiguió, porque necesitaba con urgencia el dinero. Admitió también que había aceptado un préstamo sustancial de un comerciante norteamericano, quien había vendido rieles al gobierno, pero sólo porque el banquero que habitualmente le hacía préstamos a corto plazo no disponía de dinero suficiente en aquel momento.'" Nada de esto, insistió Suárez, impugnaba su honor ni perjudicaba el prestigio nacional. Cuando se volvió para abandonar el podio y salir de la Cámara, un estruendo de gritos y silbidos se elevó de las atestadas galerías. Jesús Peri-

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lla no hizo nada para acallarlo. Mortificado y próxinio a desvanecerse, Marco Fidel Suárez tuvo que ser ayudado a salir de la Cámara por uno de los miembros de su gabinete.'" Una semana después, un comité del Congreso había exonerado a Suárez de los cargos, luego de lo cual él ofreció de nuevo su renuncia. Ésta fue aceptada y el 6 de noviembre de 1921, Jorge Holguín asumió la presidencia para terminar los nueve meses restantes del período de Suárez. Cerca de un mes más tarde, la Cámara de representantes aprobó el tratado Urrutia-Thompson. Entre tanto, Marco Fidel Suárez permanecía en su casa pensando cuál sería la mejor manera de recuperar su empañado honor. A los pocos meses, comenzó a hacer público el tormento que había sufrido durante los ocho arios anteriores a manos de quienes llamó las Euménides (las Furias). Uno de sus primeros sueños contiene el siguiente pasaje autobiográfico, apenas disimulado:

153 El historiador Enrique Santos Molano le sugirió a este autor que es posible que Suárez se hubiera dedicado al juego. Aun cuando no ofreció ninguna prueba en sustento de esta afirmación, cabe preguntarse por qué Suárez, un hombre de hábitos austeros, parecía siempre tL :ser necesidad de grandes cantidades de dinero en efectivo. En defensa de Suárez, al menos en lo que respecta a las acusaciones de Laureano Gómez, es cierto que, para junio de 1921, el pago de los salarios gubernamentales estaba retrasado de cuatro a cinco meses, debido a los efectos prolongados de la caída de los precios del café y de la valorización de los dólares estadounidenses. Más información sobre la corta depresión de 1920-1921 puede encontrarse en el capítulo 5. 154 Recuentos sobre loi' ,debates de la Cámara del 26 y 27 de octubre se encuentran en las siguientes fuentes: El Espectador, 27 y 28 de octubre de 1921; El Tiempo, 27 y 28 de octubre de 1921; F. Galvis Salazar, Op. cit., pp. 274-280; F. A. Molina, Op. a., pp. 209-213; Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, pp. 32-35; J. Sánchez Camacho, Op. cit., pp. 159-160; Luis Martínez Delgado, Op. cit., pp. 211-218.

166 / La modernización en Colombia A este viejo se le venía encima toda ese nublado de enemigos por ser fanático rancio, sectario empedernido y fariseo forrado de falsía y con ribetes y alanzares de maquiavelista; que por eso lo tratan como lo tratan, y que de aprenderse los versos del murciélago para que sepa lo que se le aguarda:

Te puncen y te sajen, Te tundan, te golpeen, te martillen, Te piquen, te acribillen, Te dividan, te corten y te rajen, Te desmiembren, te partan, te degüellen, Te hiendan, te desuellen, Te estrujen, te aporreen, te magullen, Te deshagan, te confundan y aturrullen.'"

5 El dinero llega a Colombia Pedro Nel Ospina: presidente empresario

Los dirigentes colombianos siempre habían soñado con el momento en que su país sería rico. Durante décadas, incluso siglos, se les había dicho repetidamente, y se habían dicho unos a otros, que su tierra era un depósito de riqueza sin explotar, una cornucopia en potencia. José Celestino Mutis, funcionario real nacido en España y sabio de fines del siglo xvm, había sido sólo uno de la procesión de extranjeros que, cuando contemplaban las frondosas montañas, la flora y la fauna, sucumbían ante su belleza y dedicaban buena parte de su vida a estudiarlas y escribir sobre ellas. El barón Alejandro de Humboldt se vio análogamente impresionado por Nueva Granada (Colombia), cuando visitó el país y lo estudió en vida de Mutis. Francisco José de Caldas y el

155 Marco Fidel Suárez, Obras, op. cit., vol. 2, p. 157. El pasaje es de su cuarto sueño, "Sueño y ensueño", publicado el 3 de abril de 1923.

gran Simón Bolívar fueron hijos, nativo y adoptivo respectivamente, que a comienzos de la época de . Colombia como nación, ofrendaron sus vidas para que los tesoros de su patria pudieran ser disfrutados por sus descendientes. Sin embargo, todos sus esfuerzos se vieron frustrados en un país que demostró ser una amante cruel, aunque sin duda bella. Más de un siglo después de la muerte de Bolívar, de Caldas y de otros héroes trágicos de la Independencia colombiana, la gente de su país continuaba siendo, en palabras de otro visitante extranjero, mendigos sentados en sillas de oro". No obstante, por fin en el tercer decenio del siglo xx, la bonanza colombiana, largamente anticipada, se materializó cuando una oleada de dólares invadió todo el país. La súbita aparición del dinero en aquella nación pobre, remota, tradicionalista, tuvo necesariamente profundas "

'

1 Caldas fue ejecutadh-el 29 de octubre de 1816 por un escuadrón español; Bolívar murió, amargado y tísico y Humboldt nunca regresó después de atravesar el paso del Quindío, al que describió como el peor de la Cordillera de los Andes. El maravilloso resultado de la extensa Expedición Botánica de Mutis permaneció olvidado en el Archivo del Real Jardín Botánico en Madrid durante más de un siglo.

llega el dinero

168 / La modernización en Colombia consecuencias. Y el hecho de que gran el dinero del cafe en zona rural para pequenos propietarios

parte de este dinero llegara de inmediato a manos de una proporción considerable de la ciudadanía, en especial de los habitantes rurales, hizo de Colombia un caso extraordinario. El que la mayor parte de este dinero fuera generado por el café, el que la mayor parte de este fuese cultivado por pequeños propietarios y el que estos agricultores estuviesen dispersos sobre el macizo central de la cordillera, habría de tener importantes implicaciones para la nación. El empresario y político Pedro Nel Ospina presidió la primera mitad de lo que habría de convertirse en ocho años en vertiginoso crecimiento económico. Elegido en la contienda electoral de marzo de 1922, oscurecida por la violencia y el fraude, asumió la presidencia en el preciso instante en el que sus habilidades empresariales podrían ser de la mayor utilidad para el país.' Ospina pertenecía a aquella generación de colombianos imbuidos de la certeza de que el progreso era inevitable y de que sabían exactamente cómo lograrlo. A los sesenta y cuatro años, había experimentado toda la frustración que la turbulencia politica y el indómito entorno

físico podían ofrecer en Colombia. Sus primeros recuerdos se remontaban a un largo exilio que pasó su familia en el extranjero, como 'resultado de maquinaciones políticas en contra de su padre, el presidente Mariano Ospina Rodríguez. En su madurez, combatió en la Guerra de los Mil Días, siendo testigo del funesto efecto sobre el país. En el transcurso de aquélla, el propio Ospina fue condenado al exilio por orden del presidente Marroquín, quien acusó a su entonces ministro de guerra de conspirar contra él. Cuando fue designado como candidato oficial de su partido en 1921, Ospina comenzó a pensar en la manera de mejorar la posición económica de Colombia. Su preocupación no era del todo desinteresada. Durante las dos décadas anteriores había dedicado grandes esfuerzos a empresas económicas personales, viendo a menudo cómo fracasaban debido al primitivo sistema bancario colombiano y a su dependencia de los ciclos comerciales internacionales. En 1920 había perdido dinero cuando Vásquez y Correa, una de las más grandes casas de comisión del país, quebró durante la crisis económica de 1920-1921. 3 Quinceañost,vrdu

2 En las elecciones de 1922, Ospina derrotó al candidato liberal Benjamín Herrera por 413.699 votos contra 256.231. 3 La quiebra de Vásquez y Correa, junto con la que sufrieron la mayor parte de otras grandes comercializadoras de café, tendría importantes consecuencias para la industria cafetera colombiana. Permitió, por ejemplo, que grandes firmas multinacionales, tales como Atlantic and Pacific Tea Company, ingresaran al mercado local. Estas y otras consecuencias de la depresión se discuten en Marco Palacios, Cofee in Colombia, 1850-1970, An Economic, Social and Political History, Nueva York, Cambridge University Press, 1980, pp. 153-160, 203-205; José Antonio Ocampo, "Los orígenes de la industria cafetera, 1830-1929", en: Alvaro Tirado Mejía, ed„ Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 229-230.

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empresas entraron en bancarrota durante la crisis de 1904, que arruinó a la mayoría de los bancos de Medellín.4 Esto contribuye a explicar por qué, en cuanto fue elegido, Pedro Nel Ospina viajó a Nueva York para consultar con economistas y financistas norteamericanos. Estos se mostraron más que atentos a sus solicitudes de ayuda económica, en parte porque se habían enterado del potencial de los yacimientos colombianos de petróleo.' Dos meses después de su posesión, en agosto de 1922, el gobierno de Ospina había negociado un empréstito por cinco millones de dólares con un banco estadounidense, suma casi equivalente al 20% de los

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ingresos totales del gobierno para el año 1920.6 Infinitamente más importante para el futuro inmediato de Colombia fue la llegada, poco después, del economista de la Universidad de Princeton, Edward Kemmerer, a quien habían contratado para ayudar a crear el banco central de Colombia.' El banco comenzó a funcionar al ario siguiente y, de inmediato produjo los resultados esperados.' Las tasas de cambio se estabilizaron, las tasas de interés bajaron y los depósitos, que crecían rápidamente, generaron una cantidad importante de nuevo capital de inversión. 9 A medida que el ritmo del comercio se aceleraba, los recaudos por impuestos a nivel

4 Para más detalles sobre "El pánico de los ricos" de 1904, véase Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, Medellín, E. S. F., 1955, pp. 373-374. 5 Los norteamericanos estaban preocupados de que los mexicanos pudieran golpear los intereses petroleros de Estados Unidos. Esto ocurrió en 1937, cuando nacionalizaron su industria petrolera. Las reservas colombianas resultaron luego más pequeñas de lo que inicialmente se había esperado. Por fortuna para los norteamericanos, el petróleo venezolano les ayudó a abastecer sus mercados. Al regresar a Colombia, en julio de 1922, Ospina causó sensación cuando relató que el tráfico en la Quinta Avenida había sido detenido para permitirle llegar cómodamente a su hotel. Ospina creyó que un accidente había congestionado el tráfico. 6 El contrato del empréstito, firmado con Blair & Co. de Nueva York, es reproducido en J. Fred Rippy, The Capitalisis and Colombia, Nueva York, The Vanguard Press, 1931, pp. 199-207. 7 La necesidad de una banca central había sido reconocida durante muchos años. Tres semanas antes de que Ospina asumiera la presidencia, el banco más grande del país, el Banco López, quebró. El presidente encargado, Jorge Holguín, se vio obligado a prolongar durante tres días la fiesta nacional de Independencia, hasta el 23 de julio, para que pudieran enviarse apresuradamente por avión a Bogotá $1,5 millones de dólares en certificados de oro de Estados Unidos. Blair Niles, Colombia, Land of Miradas, Nueva York, The Century Co., 1924, p. 71, quien hizo una gira aérea por el río Magdalena en aquel momento, dice haber visto las talegas de certificados de oro que venían de Nueva York. 8 La Ley 25 de 1923, mediante la cual se crea el Banco de la República, puede encontrarse en Diego Monsalve, Colombia cafetera, Barcelona, Artes Gráficas, 1927, pp. 124-133. 9 Estos desarrollos se discuten en mayor detalle en Alfonso Patiño Rosselli, La prosperidad a debe y la gran crisis, 1925-1935. Capítulos de historia económica de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 27-35; Bernardo Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936, Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 137-148.

banco central de colombia

El dinero llega a Colombia I

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170 / La modernización en Colombia nacional y departamental se incrementaron continuamente." Una vez que la Misión Kemmerer concluyó su tarea, Ospina contrató a uno de sus miembros, Thomas R. Lill, para que reorganizara los procedimientos contables de la nación. Lill dejó a Colombia con un sistema que un comentarista calificó como "algo que nuestros mayores competidores industriales podrían envidiar"." A medida que se fortalecieron las finanzas colombianas, apareció un dinero adicional bajo la forma de préstamos a los gobiernos departamentales y municipales, la mayor parte del cual provenía de bancos estadounidenses." Durante ese decenio se prestaron cerca de doscientos millones de dólares. La magnitud de la suma puede apreciarse si consideramos que equivalía casi a tres cuartos de los re-

caudos nacionales por impuestos de fuentes normales recolectados entre 1923 y 1928, los años durante los cuales se hicieron los empréstitos." La suma resulta aún más extraordinaria si se compara con la mísera cantidad de dinero que habían invertido los extranjeros en Colombia antes de que Pedro Nel Ospina asumiera la presidencia. En 1913, Colombia había recibido sólo el 1% de la inversión británica y estadounidense en América Latina." Con una inversión estado. unidense de dos a cuatro millones de dólares, Colombia era quizá la nación latinoamericana menos favorecida a este respecto." Veinticinco millones provenientes de la indemnización de Estados Unidos inflaron el torrente de dinero que ingresó a los cofres del gobierno durante la década del veinte.

10 Estos recaudos bajaron drásticamente en 1930, debido a los efectos de la contracción económica mundial. Los recaudos nacionales por impuestos para 1923-1930 se presentan en L Ospina Vásquez, Op. cit., p. 382. Otros datos sobre el incremento en la recaudación de impuestos aparecen en Jorge Sánchez Camacho, El general Ospina, Bogotá, ABC, 1960, p. 175. 11 'bid., p.172. 12 Albert O. Hirschman, "The Political Economy of Latin American Development: Seven 22(3), 1987, p. 32, describe Fatercises in Retrospection", Latin American Rasearch Review, aquello que denomina la "presión al endeudamiento" por parte de los bancos estadounidenses en relación con América Latina durante la década del veinte. 13 La cifra de doscientos millones de dólares es tomada de L Ospina Vásquez, Op. cit., p. 382. La mayoría de los estudiosos que han analizado el asunto de los empréstitos encuentran que los gobiernos nacionales, departamentales y municipales colombianos hicieron empréstitos por un valor de doscientos millones de dólares entre 1922 y 1928. Frontier Expansion and Prasant Véase, J. F. Rippy, Op. cit., pp. 154-161; Catherine LeGrand, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1986, p. 92; Pnxest in Colombia, 1850-1936, de la opinión pública, Bogotá, Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 222; Bernardo Tovar Zambrano, "La economía colombiana 1886-1922", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Bogotá, UniversiPlaneta, 1989, p. 32; Miguel Urrutia, Historia del sindicalismo en Colombia, dad de los Andes, 1969, p. 117. Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 154. 14 Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, 15 J. F. Rippy, op• cit., p. 152.

Esta suma, pagadera el ario en que Ospina asumió la presidencia, era diez veces mayor que todas las reservas bancarias colombianas en aquel momento. Cerca del 25% de ese dinero fue asignado al nuevo Banco de la República y a una nueva institución afín, el Banco Agrícola Hipotecario, que comenzó a funcionar en 1926. El resto se distribuyó entre dieciséis proyectos ferroviarios y seis proyectos adicionales, dirigidos a mejorar los puertos y el transporte fluvial." Mientras Pedro Nel Ospina se dedicaba a la agradable tarea de desembolsar el dinero acumulado en su tesorería, otro torrente de dinero ingresó al sector privado de la economía colombiana. Estos ingresos proindemnizacion venían del café, cuyo valor y cantidad por panama se habían incrementado continuaal sector privado el dinero mente después de la Guerra de los ingreso por el cafe Mil Días. Colombia tuvo medio billón de cafetos en producción o en semilleros durante la presidencia de Pedro Nel Ospina, un hombre que también "provenía del café", como lo dijo un escritor." Los colombianos habían sembrado café en grandes cantidades

después de la guerra. Hombres influyentes como Antonio José Restrepo se dedicaron a abrir tierras cafeteras por una vasta frontera al sur y al suroriente de Antioquia. La experiencia de Restrepo corno colonizador de la región de Caldas y Quindío se remontaba a la década del ochenta del siglo xrx.'8 Él, junto con otras personas, había financiado el traslado de colonos a la frontera cafetera. El éxito de su empresa se refleja en las estadísticas, que muestran un incremento del 300% en las exportaciones de café entre 1913 y 1929, y una expansión física de los cultivos del grano que lo llevó del 9% del área cultivada del país en 1915, al 15% en 1925, y al 22% en 1937. En 1920, el 70% de los ingresos por exportación provenían del café, cuando representaban apenas el 40% a fines del siglo.' 9 Este extraordinario incremento tuvo lugar en un contexto de precios cada vez más altos, deteriorado solamente por la breve crisis ocurrida entre 1920 y 1921. Los precios del café aumentaron en un 50% entre 1923 y 1928, y los ingresos provenientes de

16 Los detalles específicos de esta distribución se presentan en J. Sánchez Camacho, Op. cit., p. 176. 17 Luis Eduardo Nieto Arteta, El café, 2' ed., Bogotá, Litografía Villegas, 1958, p. 56. El estimativo sobre los cafetos se basa en el que presenta Diego Monsalve en Colombia cafetera, Op. cit., p. 203, según el cual había 350 millones de cafetos en plena producción para 1920. 18 Joaquín Ospina, Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia, vol. 3, Bogotá, Águila, 1939, pp. 427-429, alude a mitas actividades de colonización. 19 Jesús Bejarano, "La economía colombiana entre 1946 y 1958", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, pp. 26-31. En 1915, Colombia envió por barco 130 millones de libras de grano; en 1921, 260 millones de libras; en 1929, 390 millones de libras. C. LeGrand, Op. cit., p. 93.

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La modernización en Colombia



las exportaciones de este producto se duplicaron." Los ingresos del café, la mayor parte de los cuales beneficiaban a particulares, excedían consistente y sustancialmente a los obtenidos por el gobierno a través de los ingresos normales por tributación. Para 1928, la riqueza anual del gobierno alcanzó su punto más alto; los dineros provenientes de las exportaciones de café, que ascendían a 88 millones de pesos, excedieron todos los ingresos del gobierno —incluyendo los empréstitos extranjeros— cerca de 12 millones de pesos." Los ingresos provenientes del petróleo y de las exportaciones de banano produjeron 34 millones de pesos adicionales en 1928. 22 Colombia, para mediados de 1920, estaba inundada de dinero. Esto no significa que el país o su población fuesen ricos en términos absolutos, pero sí en un sentido relativo. En 1928, el incremento conjunto de los empréstitos extranjeros, los impuestos y los ingresos del café fue doce veces mayor que el de 1910. Y gran parte de este dinero pasó rápidamente a manos privadas, bien sea a través de los salarios recibidos por trabajos realizados en proyectos de obras públicas financiadas por el gobierno, o en for-

El dinero llega a Colombia / 173

ma de dineros ganados mediante alguna operación de comercio exterior. Los colombianos dieron a esta época el nombre de La danza de los millones. Y fue el industrial antioqueño Pedro Nel Ospina quien tocó la música para la danza. Instituyó reformas que, en palabras de Alfonso Patiño Roselli, "representan en la historia colombiana una de sus mejores horas". Sin las iniciativas de Ospina, escribe el mismo autor, Colombia no habría podido alcanzar el ritmo que logró [...] o al menos su comienzo en campos cruciales como el de la moneda, el crédito y el fisco."

Las consecuencias de la prosperidad El dinero indujo a los colombianos a cambiar de estilo de vida y de aspiraciones, también produjo cambios en las estructuras sociales. La nación se lanzó a una orgía de gastos. Los ciudadanos más ricos invirtieron en automóviles importados de Estados Unidos y Europa. Hacia fines de la década, más de cuarenta mil Pierce-Arrows, Cadillacs y Stutz-Bearcats transitaban por las carreteras colombianas, cinco

20 El café se vendía a 18,8 centavos por libra en 1923, y por 27,3 centavos por libra en 1928. El valor de las exportaciones de café fue de 45 millones de dólares en 1923, y de 88,2 millones de dólares en 1928. A. Patiño Roselli, Op. cit„ pp. 40-41. 21 El dólar estadounidense y el peso colombiano estuvieron a la par durante la década del veinte. 22 A. Patiño Roselli, Op. cit., pp. 40-41; B. Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, Op. cit., p. 92. 23 A. Patiño Roselli, Op. cii., p. 36.

cambio de estilos de vida por el dinero

veces más de los que transitaban sólo unos pocos arios antes. Los "nuevos ricos" cultivadores de café pedían dinero prestado sobre su tierra para construir edificios de varios pisos en las ciudades. El champaña francés se convirtió en algo de rigor en las celebraciones elegantes, y los hogares de la clase media ostentaban cada vez con mayor frecuencia nuevas vitrolas adquiridas a crédito. Los instrumentos musicales importados se triplicaron durante este período. En la época de la presidencia de Abadía Méndez (1926-1930), se solía repatriar los restos de conservadores prominentes que hubieran muerto en el extranjero, y celebrar sofisticadas ceremonias para sepultarlos cuando regresaban al país. Pedro Juan Navarro sostuvo que incluso las ciudades de tamaño mediano en Europa y en Estados Unidos tuvieron consulados colombianos durante la década del veinte; sólo la Unión Soviética se libró de la invasión de los colombianos adinerados." Según otros observadores, Colombia era un país donde la mayoría de

los ciudadanos usaban alpargatas y eran analfabetas, mientras que los ri-incremento de cos habitualmente malgastaban gran-la desigualdad social des sumas de dinero de manera ostentosa y a menudo ofensiva." La inundación de importaciones causó penurias a los fabricantes locales y, a medida que crecía la carga de la deuda, aparecieron preocupantes déficits presupuestales. Cuando se agotaron los créditos extranjeros, en 1928, y las naciones occidentales con las que comerciaba Colombia entraron en una crisis económica poco después, se hizo evidente que los empréstitos extranjeros y las florecientes exportaciones de café intensificaban la vulnerabilidad de Colombia frente a los ciclos económicos internacionales." Para comienzos de 1928, figuras públicas como Alfonso López Pumarejo proclaman sombrías advertencias sobre la inminente contracción económica debida a la balanza comercial negativa.n Cuando se inició la década del veinte, la mano de obra colombiana sufrió los efectos de los bajos salarios frente a la inflación, que sería del 3

24 Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, pp. 199-200; Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, "Vida diaria en las ciudades colombianas", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 320-322. 25 Alcides Arguedas, "La danza de las sombras", en: Luis Alberto Sánchez, ed., Obras selectas, 2 vols., México, Aguilar, 1959, p. 763. 26 B. Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936, Op. cit., pp. 177-188, discute este aspecto del desarrollo económico colombiano. El más importante caricaturista político de la época, Ricardo Rendón, sugirió la preocupación popular por la deuda mi-terna en 1927 en una caricatura que mostraba a los políticos aguardando a tomar una lluvia de dólares que caía de un rayo suspendido en el aire, rotulado "déficit". G. Colmenares, Op. cit., p. 226. 27 Lo hizo en una conferencia dictada en el Teatro Municipal de Bogotá, el 31 de mayo de 1928.

El dinero llega a Colombia I

174 / La modernización en Colombia

la poca organizacion de los trabajadores

al 8% anual durante esta década." Sin embargo, dado que sólo el 6% de la población vivía en las tres ciudades más grandes, Bogotá, Medellín y Cali, y otro 6% en las nueve ciudades que les seguían en tamaño, la organización laboral no tenía aún la fuerza que habría de poseer en los años siguientes." Además de su reducido número en una nación que aún no estaba urbanizada, los trabajadores experimentaban las desventajas adicionales de la incertidumbre respecto a los principios bajo los cuales debían organizarse, y la hostilidad del gobierno cuando lo hacían. Cuando la Confederación de Acción Social se creó en Bogotá, después de las epidemias de influenza y de fiebre tifoidea en 1918, contó con Laurean Gómez y con Marco Fidel Suárez entre sus miembros." Y cuando esta organización se afilió a la Unión Central de Trabajadores a comienzos del año siguiente, la corporación que cubría a ambas organizaciones formuló su llamado a favor de una legislación social avanzada en términos del bien común y de la caridad cristiana de parte de los poderes establecidos." Menos de un mes más tarde, en marzo de 1919, como se describió antes, el presidente del sindicato, Manrique Páramo,

tuvo una discusión con el presidente Suárez, cuyo desenlace fue la muerte de varios obreros en la Plaza de Bolívar. Poco tiempo después de este incidente, Pedro Nel Ospina envió un telegrama a Suárez en el que lo felicitaba por su decidida acción para sostener el principio de autoridad. El mensaje llevó al director de Gil Blas, Benjamín Palacio Uribe, a observar que el asesinato por la espalda de humildes obreros no era suficiente para Ospina. Lo que hubiera preferido era ver cientos de cabezas de obreros preservadas en aguardiente y colocadas a la entrada del barrio La Candelaria como advertencia para quienes consideraran sublevarse contra la autoridad civil. Palacio concluyó que el telegrama advertía a los trabajadores acerca de lo que podían esperar si alguna vez Ospina llegaba a la presidencia." Puede concluirse que, si bien se daba una creciente agitación dentro de la fuerza laboral colombiana durante la década del veinte, esta fuerza no alcanzó a convertirse en un movimiento político ni en una fuerza política importante durante este período. En los nueve años comprendidos entre 1922 y 1930, sólo hubo ochenta y tres huelgas en todo el país

28 A. Patiño Roselli, Op. cit., p. 88, presenta la cifra de 3% a 7,3% durante este período. 29 Estas cifras son tomadas de Germán Colmenares, "Ospina y Abadía: la política en el decenio de los veinte", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 244. 30 M. Urrutia, Op. cit., p. 90; David Sowell, "The Rise of the Worker's, Labor Movement, 1899-1919", Hunúngton, Pensilvania, Juniata College, Departament of History, 1991, p. 97. 31 M. Urrutia, Op. cit., pp. 91-92. 32 Gil Blas, 26 de abril de 1919.

el paso del agriculto al obrero

la fuerza laboral colombiana no se convirtio en una ferza politica

—menos de nueve por año—. Aunque algunos de estos movimientos fueron importantes históricamente, rara vez salieron triunfantes los trabajadores." Dado que los proyectos de obras públicas consumieron la mayor parte de los dólares extranjeros que ingresaron a Colombia entre 1923 y 1930, y como la mayor parte del dinero pagado en salarios pasó a manos de personas atraídas por los proyectos ferroviarios y viales en las áreas rurales, el campo cambió notablemente gracias a esta nueva riqueza. Cerca de treinta mil campesinos acudieron a los lugares donde se realizaban construcciones, donde cambiaban su trabajo por dinero en efectivo." Las sumas que ganaban no eran gran cosa en términos reales, pero eran fastuosas en comparación con la miseria que ganaban como jornaleros o agricultores. El trabajo en las obras públicas, de hecho, pagaba cinco veces lo que el trabajo agrícola." Ofrecía también el inestimable atractivo de los viajes y de las emociones después del trabajo. El ruido y la actividad de los campamentos de construcción del ferrocarril, las brillantes luces de las cantinas, los encantos de las mujeres que seguían a

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los campamentos —para no mencionar el dinero— demostraron ser señuelos irresistibles para los campesinos aventureros y mal pagados. Dos conjuntos de intereses se vieron amenazados por la aparición de dinero en la Colombia rural y por la perturbación social y económica que generaba. Los miembros del establecimiento religioso comprendieron rápidamente la importancia de los cambios, y montaron una campaña en su contra. La mayor parte de los hombres que encabezaban la Iglesia colombiana eran de origen rural. Se les había enseñado en el seminario que la sociedad humana era orgánica y jerárquica, y que todo lo que no se conformara con este ideal era impío y debía condenarse. La Colombia rural bucólica, tal como la recordaban de su infancia, y tal como la percibían a diario cuando ejercían sus deberes pastorales, replicaba más perfectamente que cualquier otra cosa aquel benigno jardín en el que vivieron alguna vez el primer hombre y la primera mujer. La vida moderna, con su ruidosa algarabía, vicio, movimiento y señuelos materiales era un mal corruptor que amenazaba con destruir su silvestre edén. Así,

33 Mauricio Archila, "¿De la revolución social a la conciliación? Algunas hipótesis sobre la transformación de la clase obrera colombiana, 1919-1955", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Bogotá, (12), 1984, pp. 93-102. Varias de las huelgas, sin embargo, tuvieron graves consecuencias, que se discutirán en el capítulo 6. 34 El movimiento laboral colombiano en la década del veinte se discute en mayor detalle en el capítulo 6. 35 Jorge Orlando Melo, "La República Conservadora, 1880-1930", en: Mario Arrubla, ed., Colombia hoy, 6' ed., Bogotá, Siglo XXI, 1980, p. 94. Alejandro López, un estudioso de estos acontecimientos, fija la cifra en treinta y cinco mil. J. Bejarano, Op. cit., p. 197. 36 J. A. Bejarano, Op. cit., p. 205.

la iglesia contra los cambios modernos

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176 / La

modernización en Colombia



en 1922, el arzobispo antioqueño Caycedo se lamentaba de "que el campo se despoblara" y de las tristes consecuencias de este hecho para la nación." Su joven contemporáneo, monseñor Miguel Ángel Bulles, denunció "la decadencia espiritual" producida por la cultura material. Builes se condolía de los jóvenes que parecían destinados "a perder en la carretera la inocencia conservada en sus montañas". "¿Habéis visto esa multitud de hombres que trabajan en las carreteras?", preguntaba Bulles. La mayor parte de ellos son víctimas del ambiente que en esos lugares se respira. Olvido de Dios, desprecio de los días santos, bailes, juegos, licores, gestos abominables, sonrisas que denuncian liviandad, molicie pavorosa, fornicación, adulterios, pensamientos lúbricos, deseos pecaminosos, es la carroza de Asmodeo, el demonio de la impureza, que arrastra una inmensidad de pueblos." Mientras los eclesiásticos proclamaban sus advertencias, otros actuaban para proteger los intereses económicos que se vieron en peligro cuando los trabajadores abandonaron los empleos mal pagados por otros más lucrativos. La migración a los proyec-

tos de obras públicas llevó a una escasez de mano de obra y a una presión hacia el alza de los salarios. En regiones tales como el altiplano de Boyacá, una región donde no había café y que contaba con una enorme y empobrecida población dedicada a la agricultura, el problema resultaba especialmente grave durante las épocas de la cosecha cafetera, dos veces al año. Tantos boyacenses comenzaron a abandonar sus empleos tradicionales durante la década del veinte, que la Asamblea Departamental aprobó una ley que prohibía la migración estacional. Esta medida, que luego fue abolida a nivel nacional era, desde luego, inaplicable. Generó protestas de los cultivadores de café quienes, a través de voceros como Alejandro López, denunciaron esta ley por inmoral.39 Análogas protestas se presentaron cuando los terratenientes de otros departamentos, especialmente los del Valle y Tolima, aprobaron "leyes de vagancia" que acarreaban condenas de prisión para los trabajadores migratorios que fueran encontrados haraganeando en las calles de las ciudades y se negaran a aceptar trabajo en la agricultura cuando se les ofrecía.40Todos estos esfuerzos por

37 Manuel José Caycedo, El combate por la fe y por la Iglesia, Medellín, Tipografía Bedout, 1931, p. 170. 38 Citado en Miguel Zapata, La mitra azul. Miguel Ángel Bulles: el hombre, el obispo, el caudillo, Medellín, Beta, 1973, pp. 171, 275. Las observaciones de Caycedo son de cartas pastorales del 29 de noviembre de 1922, y del 8 de septiembre de 1927, y están reproducidas en M. J. Caycedo, Op. cit., pp. 170-171, 275. 39 Alejandro López, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, p. 290. 40 Una de estas leyes, presentadas a la Asamblea del Valle en 1917, puede encontrarse en Jorge Villegas y José Yunis, Sucesos colombianos, 1900-1924, Medellín, Universidad de

El dinero llega a Colombia / 177

intentos de coercionar la fuerza de trabajo

industrias nacionales

coercionar a la fuerza de trabajo fueron inaplicables en la década del veinte, cuando la aparición de dinero en el campo dio a los trabajadores del agro los medios para resistirse a las punitivas prácticas laborales de épocas anteriores. Una vez que los colombianos comenzaron a tener dinero, empezaron a gastarlo. Esto tuvo un efecto revitalizador sobre los mercados naciona-

les, que pronto se expandieron para ofrecer los productos exigidos tanto para el consumo personal como para la inversión. Ciudades como Medellín, Manizales y Pereira, ubicadas en la principal región cafetera del país, experimentaron un crecimiento sin precedentes en los sectores de ventas al por mayor y al detal, como también en las manufacturas. Medellín, particularmente, presenció la proliferación de industrias que satisfacían las necesidades de los consumidores: textiles, cerveza, azúcar, cemento y aceite de cocina. Esto, a su vez, impulsó la construcción de nuevas viviendas y de escuelas, y la expansión de la capacidad de generación de energi'a.41 Una expansión económica simultánea tuvo lugar en el campo. Una cantidad cada vez mayor de café exigía mayor capacidad de los molinos, así como carreteras y trochas mejoradas para transportar el producto al

mercado. Se necesitaban aún más animales de carga, así como materiales para el empaque, bajo la forma de costales producidos localmente. Era necesario producir una mayor cantidad de alimentos para dar de comer a la multitud de trabajadores nuevos que ingresaban a esta frontera en expansión. Los la-

boriosos arrieros y los cultivadores de café necesitaban su carne, arroz y yuca, junto con grandes cantidades de chicha, cerveza y aguardiente. José Antonio Ocampo ha descrito de manera coherente el impacto del cultivo del café sobre la economía colombiana en general: El café había creado por fin el conjunto de actividades que resquebrajarían definitivamente la economía precapitalista que habíamos heredado de la Colonia, y que la expansión explotadora del siglo xix apenas había rasguñado.42

El economista Luis Eduardo Nieto Arteta extrajo las mismas conclusiones durante la década del cuarenta. El café, veía acertadamente, había dado a Colombia una economía capitalista, un desarrollo de implicaciones revolucionarias. Gracias al café y a los ingresos provenientes de él, escribió Nieto Arteta, los campesinos "empiezan a contemplar la vida a través de la

Antioquia, 1976, pp. 279-280. En 1923, Laureano Gómez argumentó en contra de una ley similar propuesia en la Asamblea de Cundinamarca. 41 Estos aspectos se presentan en mayor detalle en Alberto Mayor Mora, "Historia de la industria colombiana, 1886-1930", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 328-331. 42 J. A. °campo, Op. cit., p. 232.

El dinero llega a Colombia I

178 / La modernización en Colombia economía", y comienzan "a vivir intensamente las realidades económicas". 43 La verdad de las observaciones de Nieto Arteta se demostró en la historia de las relaciones laborales en las haciendas de Viotá durante la década del veinte. La mayor parte de los cultivos de Viotá, que comprendían algunas de las haciendas cafeteras más grandes y antiguas de Colombia, pertenecían a propietarios ausentes, eran dirigidas por administradores a sueldo y trabajados por campesinos que vivían como arrendatarios en pequeñas parcelas de tierra que cultivaban en su tiempo libre. Por décadas, los dueños de los cultivos de Viotá, ubicada al suroccidente de Bogotá, habían disfrutado de una fuerza de trabajo sumisa, gradas a la tradicional deferencia del campesino frente a hombres de dinero y posición, y debido al hecho de que se les impedía hacer dinero cultivando café en la tierra que ocupaban. Solamente se les permitía cultivar alimentos para su consumo personal. El dominio de los terratenientes sobre sus arrendatarios era tan completo que podían retractarse de los contratos laborales con la certeza de que la única consecuencia de hacerlo sería poco más que soportar las quejas de los trabajadores, contrariados pero impotentes. « Los trabajadores de las haciendas de Viotá se encontraban, en síntesis, entre los más explotados y abusados de los trabajadores de las regiones cafeteras co-

43 L E. Nieto Arteta, 0p. cit., pp. 79, 87. 44 Véase capítulo 3, supra.

lombianas. Al menos así era antes de que llegara dinero a Colombia en la década del veinte, hasta que la fuerza laboral de Viotá comenzara, como lo dijo Nieto Arteta, a contemplar la vida a través de la economía. Dado que se les prohibía cultivar café, los arrendatarios de Viotá se beneficiaban de la economía cafetera de otras maneras. Comenzaron a producir panela y chicha, y otra serie de productos para el consumo local. En ocasiones, de veinte a treinta arrendatarios se unían para montar pequeños molinos que suministraban panela a mercados de dos a tres mil personas. Los administradores de las haciendas sabían que la caña de donde provenía la panela era robada de las tierras de cultivo. Así que hicieron lo posible por disminuir las ganancias de los arrendatarios a través de peajes, licencias, tarifas y otros mecanismos. Pero, en general, no tuvieron mejor éxito en imponer impuestos a las industrias clandestinas de estas cabañas del que tuvo el Estado. Tanto hombres como mujeres desarrollaron una gran habilidad para ocultar el producto de sus esfuerzos, vendiéndolo disimuladamente e ingresándolo de contrabando en otras regiones donde podían venderlo con mayor facilidad. El capitalismo común de Viotá se difundió a tal punto y fue tan persistente durante la década del veinte, que la mitad de los arrestos por evasión de impuestos registrados en la

región entre 1925 y 1928, fueron de mujeres que fabricaban y vendían chicha sin licencia. Los arrendatarios de Viotá eran -tan hábiles en la evasión de impuestos, que finalmente los grandes terratenientes se unieron a ellos para evacuar a los cobradores de impuestos quienes, con su escolta armada, incursionaban en las haciendas cafeteras buscando evasores de impuestos de todo tipo." Así se inició la democratización de la violación de la ley en la frontera cafetera colombiana. El caso de Viotá y de toda la zona cafetera durante la rica década del veinte, ilustra la acertada observación del historiador de la economía, Ferel capitalismo nand Braudel, según la cual el capitalismo y el espíritu capitalista descansan "sobre la ancha espalda de la vida material", que se fortalece en proporción a la expansión de los mercados y de la disponibilidad de dinero." Los arrendatarios de Viotá querían prosperar desde que comenzaron a trabajar en las haciendas en 1880. Pero sólo en la década del veinte se comen-

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zaron a dar las condiciones objetivas que favorecieron sus esfuerzos. Durante esta década, el dinero llegó a manos de personas que deseaban comprar todo lo que ellos pudieran producir. Entre tanto, las mejoras en las carreteras hacían bajar los costos del transporte, en algunos casos incluso en un 400%.47 Investigaciones en el área de los cultivos de subsistencia, al occidente de la zona cafetera colombiana, han demostrado que cuando las mejoras en el transporte están complementadas por una economía de mercado, la acumulación de capital se hace posible incluso con base en el trabajo asalariado. Cuando se dan tales condiciones, los campesinos migratorios pueden, eventualmente, adquirir sus propias tierras." Estas condiciones estuvieron presentes en la zona cafetera colombiana desde 1920. Una vez que comenzaron a ganar dinero, los campesinos de toda la zona cafetera podían esperar, de manera realista, ser ellos también algún día dueños de una finca cafetera."

45 La información sobre Viotá proviene de Michael Jiménez, "Class, Gender and Peasant Resistanse in Central Colombia, 1900-1930", en: Forrest D. Colburn, ed., Everyday Formas of Peasara Relame, Nueva York, M. E. Sharp, 1989, pp. 127-128. 46 Femand Braudel,AfterthougM on Material Civilization and Capitalina, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1977, p. 63. 47 James J. Parsons,Antioqueño Colonization in Western Colombia, Berkeley, University of California Press, 1949, p. 213. 48 Nola Reinhardt, Our Daily Bread. The Peasatu Question arad Family Farming in das Colombian Andes, Berkeley, University_of California Press, 1988, pp. 17-37. El estudio de Reinhardt refuta, en general, la ideal de que el cambio tecnológico y una mayor integración comercial destruyen necesariamente la posición competitiva de los productores campesinos. 49 Una de las canciones folclóricas más populares de Colombia apareció durante esta época de grandes expectativas en la frontera cafetera. Su primera línea dice: "Yo tengo mi cafetal, y tú ya no tienes nada".

180 /

La modernización en Colombia



Durante las década del treinta y siguientes, era posible adquirir fincas cafeteras. Las estadísticas revelan que el número de fincas en Colombia se triplicó durante los diez años comprendidos entre 1923 y 1932." La producción se incrementó en un tercio durante estos años, de dos a tres millones de sacos de sesenta kilos. Durante los veintiún años siguientes, hasta 1953, la producción total de Colombia habría de duplicarse otra vez, lle-

gando a 6.6 millones de sacos." Y durante los veinte arios comprendidos entre 1932 y 1952, entrarían en producción cincuenta mil fincas cafeteras adicionales." Con excepción de una grave caída durante la década del treinta, los precios del café gozaron de un alza continua y sorprendente, que los llevó de treinta centavos hasta ochenta centavos de dólar a mediados de la década del cincuenta." El aspecto más extraordinario de la bonanza cafetera colombiana residió en lo que se llama con frecuencia su carácter "democrático". El hecho de que el número de fmcas se tripli-

El dinero llega a Colombia /

cara entre 1923 y 1932 se debió, por una parte, a la colonización de las tierras públicas y, por otra, y como factor de mayor importancia, a la división de grandes propiedades, a través de herencias o de adquisiciones. La finca La Julia, en Caldas, para citar un notable ejemplo de lo anterior, fue descrita como la más grande del departamento en 1916. Tenía doscientos mil cafetos en producción aquel

cafeteras del departamento tenía más de cien mil cafetos." De hecho, la mayor parte de estos miles de fincas eran pequeñas, y tenían en promedio unos pocos miles de cafetos cada una." Atentos observadores de Colombia señalan que la frontera cafetera no era el lugar democrático que los idealistas estudiosos del proceso de cola nización habían sugerido." Muchas de las mejores tierras, sostienen, eran adquiridas por las pocas personas que disponían de capital de inversión a fines del siglo xix y comienzos del xx. Y

año, y ocupaba más de seiscientas hectáreas de la mejor tierra cafetera colombiana." Diez años más tarde, su dueño original, Luis Jaramillo Walker,

había desaparecido, como también su enorme finca. Esta había sido dividida en una serie de propiedades más pequeñas, que pasaron a manos de sus herederos y de otras personas que compraron lotes a los parientes de Jaramillo Walker. Para mediados de 1920, ninguna de las fincas de Caldas se aproximaba en tamaño a La Julia, de Jaramillo Walker. Y con excepción de las haciendas del colonizador Antonio José Restrepo y de otra docena de personas adineradas, ninguna de las diez mil fmcas

50 J. A. Ocampo, op. cit., p. 232. 51 Charles W. Bergquist, Coffe and Conffict in Colombia, 1886-1910, Durham, Dulce University Press, 1978, p. 230; Marco Palacios, Cojee in Colombia, 1850-1970, An Economic, Social and Political History, Op. cit., p. 232. A comienzos de la década del noventa, Colombia estaba exportando 13 millones sacos de 60 kilos. Colombia Tbday, 25(4), 1990, p. 2. 52 José Antonio Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 240. 53 En la década del veinte, el café se vendía a cerca de treinta centavos por libra. Cayó a la mitad durante la década del treinta. Sin embargo, después de 1940, los precios del café aumentaron continuamente, llegando al nivel de ochenta centavos por libra. J. A. Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", Op. cit., p. 237. 54 Sólo ciento veinte hectáreas (cerca de trescientos acres) tenían en realidad cultivos de café. El resto eran bosques y pastos. Jorge Posada Callejas, ed., Libro azul de Colombia, Nueva York, J. J. Litle and Ives, 1918, p. 335.

clase medi rural empoderada

dado que el valor de la tierra aumentó rápidamente durante este último siglo, los terratenientes utilizaron todos los medios a su alcance, legales e ilegales, para mantener su posición privilegiada, e induso para mejorarla." No obstante, lo que deseamos plantear aquí es que, a pesar de las desigualdades y luchas que acarreó la colonización de la frontera cafetera colombiana, este proceso dio lugar al surgimiento de una nueva clase social, una dase media rural empoderada por la demanda global de la bebida, moderadamente adictiva, cuya mate-

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ria prima producían y enviaban a los mercados mundiales. Colombia había alcanzado, para mediados del siglo xx, el sueño de los liberales del xix: la nación había creado una clase de agricultores relativamente independiente y relativamente rica, con una visión capitalista y persuadida de las virtudes del libre mercado. Nieto Arteta lo percibió con claridad, llegando a afirmar que la revolución inspirada por el café había hecho que un "hombre nuevo" surgiera en Colombia:

En este siglo, el café ha colocado ante los sociólogos colombianos un conjunto de realidades que permitirá obtener una ampliación de aquel contenido. Sin el café [...] no se habría perfeccionado, no habría podido estudiar las condiciones internas del desarrollo del capitalismo en Colombia, la transformación del hombre colombiano, de sus modos de ser [...]. En suma, todo ese conjunto rico en realidades diversas que el café ha creado en Colombia." Nieto Arteta veía en el café la panacea para los problemas sociales y

55 D. Monsalve, Op. cit., pp. 331-358. 56 A mediados de la década del veinte, cuando Diego Monsalve recolectó los datos para su impresionante libro, Colombia cafetera, encontró que la finca más grande de Caldas tenía ciento cincuenta y cinco mil cafetos. Al menos la mitad de las aproximadamente diez mil fincas del departamento caían dentro de la categoría de "pequeñas", por tener menos de tres hectáreas (cerca de ocho acres) y menos de cinco mil cafetos cada una. 57 El principal proponente del concepto frontera cafetera democrática fue James Parsons, en su libro Antioqueño Colonization in Western Colombia, op. cit. Esta idea se encontraba implícita también en el libro de L. E. Nieto Arteta, Op. cit. 58 De especial importancia entre los estudios que argumentan este punto se encuentra C. LeGrand, Op. at. Véanse sus observaciones, pp. 167 y ss. 59 L E. Nieto Arteta, Op. cit., pp. 81-82. El último capítulo de su ensayo se titula "Nueva vida y nuevo hombre".

El dinero llega a Colombia I

182 / La modernización en Colombia políticos del país. Este producto era para él un remedio capaz de reformar el Estado y de inducir el olvido de las ideologías partidistas. Infortunadamente, para cuando comenzaron a ganar dinero derivado de las exportaciones de café, los recios campesinos que lo cultivaban ya tenían incorporado un complicado conjunto de valores culturales, históricamente inducidos. La tenacidad de estas creencias, y el optimismo de Nieto, lo llevaron a empañar su brillante análisis con una asombrosa equivocación. Cuando terminó su libro, en marzo de 1948, conduyó con la siguiente reflexión: "Los pequeños productores, los propietarios que han cultivado ellos mismos la tierra, han triunfado. La paz y la tranquilidad reinan en Colombia".6°

Dinero y mentalidades

el campesino y su pasividad

Como se señaló antes, la población colombiana era en su mayoría campesina antes de que llegara el dinero en cantidades sustanciales. La mayor parte de los pobres se dedicaba a la agricultura de subsistencia en tierras que no le pertenecían. Eran pasivos, respetuosos de la autoridad y de las jerarquías, ocupaban un lugar predeterminado en un orden patriarcal del que rara vez escapaban. El promedio de la gente disfrutaba de poca movilidad física en aquella época. Los viajes que realizaba el habitante ni-

60 'bid., p. 45.

ral promedio se efectuaban por orden de otros y para un beneficio económico directo: trabajaba como arriero o barquero de río, o -quizá partía a defender a su patrón en una de las frecuentes guerras civiles. Salvo por estas ocasiones, los pobres de la Colombia rural vivían y morían cerca del lugar donde habían nacido, desempeñando el papel que la sociedad les había prescrito. No eran servidumbre, pero no estaban lejos de ella. La suerte de los pobres no era necesariamente desagradable; tampoco se exasperaban siempre con las condiciones de su existencia. Sencillamente, era lo único que conocían. En regiones de antiguas colonizaciones, a menudo vivían como arrendatarios, cultivaban productos específicos, trabajaban como vaqueros, o desempeñaban cualquiera de las otras tareas que se llevan a cabo en las arquetípicas haciendas latinoamericanas. Servían a su patrón, y si uno de sus hijos preñaba a la hija del peón, el papá de la muchacha lo aceptaba filosóficamente: el bebé sería hijo natural de un hombre rico y poderoso, y quizá pudiera beneficiarse de esta relación. En cualquier caso, el pobre que vivía en la proximidad cercana del rico tenía pocos recursos, y estaba en una relación asimétrica de poder. Un viajero extranjero describió la vida de los propietarios de las haciendas y de su fuerza de trabajo campesina antes de que el dinero figurara en su ecuación social:

Vivía esta gente sin preocupación alguna, comiéndose el ganado que, casi en el estado natural, se criaba en la inmensa sabana y los frutos que los arrendatarios —especies de siervos de la gleba— produjeran con el sudor de su frente."

los pobres colombianos

Antes de que los colombianos comenzaran a ganar dinero y desarrollaran actitudes modernas respecto de su uso, las relaciones humanas en el país tendían a ser estáticas y orgánicas. El ritmo de la vida era lento, no comercial. La tierra era insuficientemente aprovechada, y la vida en general rústica, primitiva. Los patrones y ritmos de la vida concordaban perfectamente con las metáforas orgánicas tan citadas por los filósofos sociales conservadores de la época, quienes, desde sus púlpitos, describían la sociedad piadosa como una sociedad de jerarquías, sistemas cerrados y absolutos. En aquellos tiempos, la estructura social armonizaba perfectamente con la metafísica tomista, tan cara a los enemigos del cambio. Era aquella la visión de una totalidad estática, tan idealizada a comienzos del siglo xx por dérigos como el arzobispo Caycedo en su macizo montañoso, por políticos como José Manuel Marroquín en sus estancias del altiplano, por estudiantes como Laureano Gómez a las rodillas de sus mentores jesuitas La vida comercial moderna introdujo una serie de factores que destruyeron pronto el sistema tradicio-

183

nal de autoridad en Colombia y en otros países. Mucho antes de que el café revolucionara la vida de esta nación andina, la expansión de los mercados y el crecimiento del comercio internacional habían transformado a Europa, dando a los países de este continente una cultura urbana y capitalista. Los pensadores europeos reflexionaban sobre los cambios e intentaban interpretar su impacto sobre la sociedad humana. Karl Marx (1818-1883), quien en 1867 publicó el primer volumen de El capital, ofrecía una visión positivista que miraba más allá del capitalismo hacia un mundo benévolo, libre de luchas, donde los medios de producción serían de propiedad de todos. Si bien la visión marxista habría de tener cierta resonancia en la Colombia del siglo xx, fue otro pensador alemán, Georg Simmel (1858-1918), quien habló más directamente a la experiencia colombiana. Al dictar una conferencia en Berlín el año del nacimiento de Laureano Gómez, Simmel postuló el efecto liberador del dinero sobre la sociedad humana. En lugar de ser un instrumento para la esclavizadón de la humanidad, señaló, el dinero fue la Carta Magna de la libertad personal para el campesinado europeo. Una vez que el dinero se convirtió en el mecanismo para satisfacer las obligaciones contractuales, liberó a los siervos para que desempeñaran una serie de actividades remuneradas mediante las

61 E Pereira Gamba, La vida en los Andes colombianos, Quito, Imprenta de "El Progreso", 1919, p. 146.

el dinero liberador

184 / La modernización en Colombia El dinero llega a Colombia / 185

cuales podían descargarse de sus obligaciones. El dinero introdujo un elemento impersonal en los tratos entre subordinados y superiores. Cuando el dinero en efectivo, bajo la forma de salarios o de pagos para cumplir con las obligaciones legales entre sirviente y amo, se interpuso entre el señor y el vasallo, cortó el vínculo orgánico que anteriormente los unía, despersonalizando a ambas partes." El proceso de la liberación humana a través del dinero, descrito por Simmel, se dio en Europa durante siglos, a medida que la cultura comercial urbana sustituyó a la vida feudal. En Colombia, la transición tuvo lugar casi de la noche a la mañana. Mientras que la modernización europea se dio mediante la expansión mesurada de las redes comerciales, la acumulación de capital, la diversificación ocupacional y la evolución de modernas técnicas comerciales y tecnológicas, la de Colombia nació apresuradamente gracias a una infusión rápida y sostenida de dinero en efectivo y de bienes de consumo. Estos dos elementos vitales de la vida moderna aparecieron súbitamente durante la década del veinte, gracias a la disposición y capacidad de naciones ricas e industrializadas de hacer empréstitos a Colombia y de pagar altos precios por el producto agrícola que crecía de ma-

nera exuberante en sus montañas. Por primera vez en su historia, las montañas de Colombia contribuían al desarrollo nacional en lugar de impedirlo. Los campesinos colombianos no tenían necesidad de escapar a las nacientes ciudades para ganar dinero —para "respirar libremente", como lo formulaban los participantes medievales del proceso—. Es cierto que algunos lo hicieron, pero la mayor parte de ellos siguieron el camino más fácil hacia la frontera cafetera, donde podían aprovechar la bonanza agrícola. El dinero golpeó al campo como una bomba, revolucionando las estructuras sociales, los estilos de vida y las actitudes. Trastocó totalmente las viejas líneas de autoridad. Quienes se encontraban en la parte más baja de la pirámide social rural experimentaron por primera vez la alegría de un mercado de vendedores. Los humildes campesinos del altiplano de Boyacá y Cundinamarca eran tan valorados por su trabajo, que los legisladores boyacenses trataron inútilmente de mantenerlos en ese lugar. Los salarios rurales aumentaron a niveles sin precedentes. Si los propietarios de la tierra se negaban a pagar los salarios máximos, alguien más lo haría. El dinero, las presiones del mercado y las oportunidades que

62 El ensayo de Simmel de 1889 eventualmente se convirtió en su célebre tratado, The Philosophy of Money, publicado por primera vez en 1904. Una espléndida versión anotada del mismo es la traducción al inglés de David Frisby y Tom Bottomore, publicada por Routledge, Nueva York, 1990. Útiles comentarios sobre Simmel son: Nicholas J. Spykman, The Social Theory of Georg Simmel, Nueva York, Russell & Russell, 1964; Kurt H. Wolff, ed., The Sociology of Georg Simmel, Nueva York, The Free Press, 1950.

ofrecían al campesino caficultor ocasionaron cambios sorprendentes en las actitudes populares. Apareció una nueva militancia, que llevó a los arrendatarios sin tierra a desafiar por primera vez a la autoridad. Hemos dado ejemplos de aquellos agricultores colombianos menos favorecidos que se oponían a las convenciones montando negocios clandestinos, cuya materia prima era a menudo robada de la

tierra de su patrón. Los arrendatarios en lugares como Viotá también de-

jaron de hablar a sus patrones con la deferencia que solía caracterizarlos, comenzaron a sabotear las propiedades de la hacienda, matando reses y grabando mensajes amenazadores en sus cuerpos. "¿Por qué habríamos de gastar tiempo saludándolo?", respondían con insolencia los arrendatarios, conscientes ahora de su valía personal. "Mejor saludar a un árbol, que al menos responde el saludo". 63 La evidencia de la nueva mentalidad resultó aún más sorprendente cuando los boyacenses, históricamente sumisos, aparecieron en la frontera cafetera con dinero para adquirir sus propias tierras: Llama poderosamente la atención el modo como allí se transforma el boyacense. Llega encorvado, con la vista baja, caminando al trotecito y quitándose de para atrás el sombrero al saludar. No es miseria, porque en el

bolsillo lleva con qué emprender trabajos. Aguárdese a que recolecte las dos primeras cosechas, que compre el caballo de montar y se ponga machete al cinto; y entonces, !ábranle campo! Al contacto con otras tierras, otros soles y otras gentes, sacude el peso de todos los agobios ancestrales y, a menudo, se va entonces al lado opuesto, pasando a ser agresivo." Este pasaje sugiere, de manera pintoresca y anecdótica, el complicado proceso a través del cual los viejos

vínculos entre el patrón y el cliente se hicieron tenues. Al unirse a miles de personas como ellos en la frontera cafetera, al ganar el dinero que les permitía acceder a una posición social más alta, los campesinos descritos por Gonzalo París Lozano ilustraban lo que Simmel describía como el "efecto desintegrador" del dinero respecto de las antiguas instituciones sociales, así como su tendencia a crear nuevas instituciones. La nueva clase rural colombiana fue creada por los rendimientos del café. Y sus miembros expresaban "aquella independencia interna, el sentimiento de autosuficiencia individual" que se genera cuando se llega a tener dinero." El café impulsó a los colonizadores hacia un contexto dominado tanto por los mercados internacionales como por una competencia individual de dimensiones casi hobbeanas. El

63 Observación de un arrendatario de Viotá, cuando recordaba cómo sus propias actitudes habían cambiado durante la década del veinte. M. Jiménez, Op. cit., p. 130. 64 Gonzalo París Lozano, ed., Geografia económica de Colombia, vol. 5, Tolima, Bogotá, Contraloría General de la República, 1948, pp. 82-83. 65 Georg Simmel, Op. cit., pp. 298, 343-347.



El dinero llega a Colombia / 187

186 / La modernización en Colombia desarrollo personal en este impetuoso contexto exigía un espectro de habilidades que no eran necesarias cuan* do Colombia tenía una economía de subsistencia. Para tener éxito en este nuevo entorno era preciso ser indusnueva mentalidadtrioso, pragmático y, ante todo, racional —incluso calculador—. Estos nuevos hábitos mentales sólo podían destruir un orden social autoritario, basado en verdades reveladas. Los cultivadores de café, interesados en su propio progreso, cada vez tenían menos necesidad de las antiguas re-

des clientelistas que alguna vez permitieron a las élites políticas movilizar ejércitos campesinos a voluntad. El profesor Anthony McFarlane podía escribir que [...] las exportaciones de café demostraron ser un [...] vehículo durable y efectivo para el crecimiento económico y la estabilización política, y para la realinción de ambiciones frustradas durante el siglo xix.tm Varios científicos sociales han observado el vínculo entre la expansión

Figura 5.1 Recolectores de café en Antioquía, hada 1920 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

66 Anthony McFarlane, "The Transition from Colonialism in Colombia, 1819-1875", en: Christopher Abel y Colin M. Lewis, eds., Latin America, Economic Imperialism and the State, Londres, The Athlone Press, 1985, pp. 120-121.

de los mercados y los cambios ocurridos en las redes clientelistas. Encuentran que es de especial importancia la manera como aparecen nuevos vínculos complejos, que luego se oponen o incluso llegan a reemplazar el sencillo lazo patrón-cliente de la época premoderna.67 Nieto Arteta le dio gran importancia a este fenómeno en su ensayo de 1948. Estaba especialmente impresionado por la manera como la Federación Nacional de Cafeteros, una asociación gremial creada en 1927, había debilitado la dependencia que tenían los caficultores del Estado, y la manera como les había inculcado un mayor pragmatismo y racionalismo." En la medida que el café transformó las actitudes e instituciones, democratizó también la violencia en la frontera. En épocas anteriores, los propietarios de la tierra y los especuladores se habían salido con la suya con los campesinos impotentes y desarticulados. Pero una vez que el dinero les confirió poder a estos, convirtiéndolos en agricultores, se mostraron capaces y dispuestos a actuar, violentamente si era necesario, para promover y proteger sus propios intereses. Según la mayor parte de los recuen-

tos, la frontera colombiana era un lugar "secularizado y codicioso", que "elevó al dinero como el valor social la frontera más apetecible" .69 Este era ciertamen- cafetera te el mensaje de la novela naturalista de J. A. Osorio Lizarazo de 1935, La cosecha. Bajó el pretexto de describir la frontera cafetera del norte de Tolima, describía a los colonos como personas codiciosas, sin ley, y muy dados a los duelos a machete y a otro tipo de desórdenes.» Esto era precisamente lo que entristecía y desalentaba al arzobispo de Medellín, Caycedo, llevándolo a exclamar, en una carta pastoral de 1927, que "el ansia de ganar dinero hace olvidar las leyes de la justicia y del honor"." La prosperidad cafetera no hizo que la posición relativa de los ricos y los pobres se modificara dramáticamente. Pero la nueva cultura ma- nueva cultura terial adquirida con los ingresos del material café tenía, en sí misma, un efecto liberador e individualizador. Las tiendas de la zona cafetera se llenaron de artículos nunca vistos en el campo. El más pobre de los campesinos podía ahora comprar un nuevo machete con una funda de cuero decorada, un nuevo sombrero, una pistola o un caballo. Cada nueva adquisición intensificaba

67 Véase, por ejemplo, John Duncan Pbwell, "Peasant Society and Clientelist Politics", American Fblitical Science Reviere, (64), jun., 1970, y Ronald P. Archer, "The Transition from Traditional to Broker Clientelism in Colombia: Political Stability and Social Unrest", ponencia presentada en Latin American Studies Association, Miami, Florida, 1989. 68 L E. Nieto Arteta, Op cit., pp. 79-82. 69 M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, op. cit., p. 195. 70 J. A. Osorio Lizarazo, La cosecha, Manizales, Arturo Zapata, 1935. Se trata de un recuento novelado sobre la vereda de Santa Teresa, en el municipio de El Líbano, Tolima. 71 M. J. Caycedo, op. cit., p. 275.

188 / La modernización en Colombia su autoestima y le ofrecía pruebas tangibles de su progreso. A los campesinos les agradaba hacerse tomar fotografías con sus nuevas galas. Estas fotografías, enmarcadas y colgadas de las paredes de las rústicas viviendas diseminadas por la zona cafetera, mostraban habitualmente al jefe de la familia, en ocasiones acompañado de su esposa, resplandeciente con su traje, reloj de oro de cadena y zapatos de cuero, exhibiendo su nueva ruana y carriel, posando ante un telón de fondo que representaba escenas pastorales como aquellas de su antiguo hogar." Esta era sólo una de las formas en que los miembros de la nueva clase de agricultores colombianos sugerían un sentido intensificado de su personalidad, y evocaban el estilo de vida al que aspiraban. La cultura burguesa de la clase media era lo que esperaban conseguir los hombres y mujeres de la frontera cafetera para sí mismos y para sus familias. Fijaban sus patrones por lo que habían visto en la ciudad y por lo que conocían de la vida en los grandes centros metropolitanos de Europa y de Estados Unidos. Pobres de los dueños de las mejores tiendas de Marinilla y de Manizales, de Pereira y de Armenia, que no pudieran ofrecer mercancías finas. Es posible que los colombianos hayan vivido en el campo durante las décadas del vein-

te al cuarenta, pero sus mentes estaban fijadas en los estilos de vida citadinos. Manifestaban lo que un prominente sociólogo colómbiano describió como "un intenso deseo de identificación con las clases altas y urbanas"." Los agricultores de café de la dase media utilizaron su riqueza de maneras que nos permiten inferir la orientación de su pensamiento. Construyeron casas de dos pisos, en las cuales el primero estaba destinado a bodegas donde se almacenaba el café de la fmca, y donde el propietario tenía su oficina —que consistía, por lo general, sólo en un escritorio y una silla, los libros de cuentas y, en ocasiones, una máquina de escribir—. La familia vivía en el segundo piso, en un grado de elegancia proporcional a la cantidad de café que pasaba por la bodega del primero. Algunas veces, el propietario de la vivienda anunciaba sus lealtades políticas pintando los postigos y las puertas de rojo, si era liberal, y de azul, si era conservador. De esta manera, armonizaba a la fuerza una multiplicidad de identidades que a menudo se repelían unas a otras, que incluso se contradecían. Era lo que sucedía con las iglesias de la zona, construidas con frecuencia con una aparente "veneración ciega" del estilo arquitectónico moderno y que, por esta razón, desafiaban

72 Fotografías semejantes, que se remontan a principios del siglo, pueden encontrarse en Jorge Orlando Melo, ed., Historia de Antioquía, Medellín, Presencia, 1988, p. 372. 73 Orlando Fals Borda. La teoría y la realidad del cambio sociocultural en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, s.f., p. 24. Fals escribió acerca de los campesinos de Saucío, Cundinamarca, a quienes entrevistó durante la década del cincuenta.

El dinero llega a Colombia I

directamente la encíclica papal contra el modernismo." Sin embargo, los piadosos cultivadores de café no parecían advertir la contradicción y celebraban en ellas sus cultos, coincidiendo probablemente con el obispo Bulles en la idea de que sus hijas no deberían usar pantalones ni montar a horcajadas a caballo, pues ambas cosas eran una afrenta a su honor y también pecaminosas. El cafetero quindiano, Luis Jaramillo Walker, era uno de los que mostraba a los otros cultivadores el tipo de vida que podrían llegar a tener si se hacían ricos. Descrito como un hombre de "linaje inmaculado", el primero entre esa "raza de titanes", este empresario antioqueño del café fue uno de los primeros en desafiar las convenciones al mecanizar su hacienda, La Julia. La suya era la fmca más grande de Caldas en 1916; sus cascadas suministraban energía eléctrica a la vecina ciudad de Pereira, y el molino de su propiedad despachaba hasta novecientas mil libras de café por mes. Jaramillo Walker construyó una casa en su finca, descrita por alguien que la vio como [...] una maravillosa residencia, donde su propietario y sus amigos disfrutan

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en todo momento de las comodidades y lujos de la vida de la ciudad. Puede ser considerada como un verdadero lugar de placer; pues todo lo que el dinero puede comprar se encuentra allí."

Luis Jaramillo Walker aparece en el elegante recibo de su casa en una fotografía tomada cerca de 1916. Para esta época es ya un anciano; mira fijamente a la cámara, tiene el pelo blanco y un bastón con cabeza de marfil en la mano, lleva un sombrero hongo en la cabeza y un traje de tres piezas fabricado seguramente con el más fino paño inglés." La imagen misma de la respetabilidad de clase media era un modelo para imitar. Luis Jaramillo Walker era el nuevo hombre colombiano, un Kubla Khan antioqueño, cuya cúpula de placer en las montañas de Quindío proclamaba que la aristocracia podía ciertamente llegar a la frontera cafetera de Colombia. Entre tanto, los colombianos de las ciudades luchaban por mantenerse al tanto de las novedades y la moda. A medida que se expandió la cultura material, cada vez era más posible para los colombianos de dase media afectar la apariencia de sus superiores sociales, incluso si no podían mantener su estilo de vida. Tiendas baratas

74 M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Op. cit., p. 200. La referencia es a Pascendi dominici gregis, de Pío X, difundida en 1907. 75 J. Posada Callejas, Op. cit., p. 335. 76 La fotografía puede verse en la descripción de toda una página de La Julia que aparece en J. Posada Callejas, Op. cü., p. 335. Los Hermanos Piedrahita, de Manizales, ciudad cercana a la hacienda de Jaramillo Walker, anunciaban la venta de textiles y de otras finas mercancías importadas de Nueva York, París, Manchester, Liverpool, Londres, Barcelona, Milán, Génova, Zurich, Ginebra y otras ciudades. Véase: J. Posada Callejas, Op. cit., p. 329.

El dinero llega a Colombia I 191

190 / La modernización en Colombia y tiendas con nombres como El mundo al día, surgieron por todas partes, ofreciendo una variedad de productos a cómodos precios. Un nuevo carácter impersonal invadió la vida cotidiana, en la medida que el concepto de precios fijos sustituyó a las dispendiosas negociaciones de antaño." Los salones de belleza ofrecían a sus dientas una variedad de peinados —trenzas, cabello corto sobre la frente, ondulados, rizos y transformaciones— todas garantizadas como chic parisien. Los fotógrafos dedicados a los retratos prometían captar la imagen femenina con tal arte, que induso a la mujer menos agraciada se le aseguraba que aparecería "con un rostro radiante, del que desbordaba su alma"." Todas estas cosas eran claros indicios de que la nación se asemejaba cada vez más al gran mundo metropolitano, cuyas maneras anteriormente parecían inalcanzables. En Colombia, al igual que en Europa y en otros lugares, la expansión de la cultura física comenzaba a desdibujar la distinción establecida con claridad previamente entre los ricos y el resto de la población. Y la creciente disponibilidad de dinero estaba transformando la mentalidad popular de maneras que pronto habrían de pro-

ducir asombrosos cambios en la vida política nacional. En la década del veinte, Colombia tenía sus fiappers y su "grupo elegante", cuyos miembros se paseaban a toda velocidad en automóviles último modelo, bebiendo licor de sus licoreras personales, de manera abierta y escandalosa. Los años de la danza de los millones señalaron un breve tiempo de camaradería entre los jóvenes que habrían de ser los futuros líderes del país, cuando olvidaron sus diferencias y se dedicaron a divertirse. Vivían la buena vida con ingenio y en un nivel de riqueza que sus padres nunca habían conocido." Cuando los estudiantes universitarios de la ciudad inauguraron el carnaval de 1926, por ejemplo, lo hicieron mediante una complicada charada que publicaron en un folleto de cincuenta páginas, con fotografías y caricaturas de Pepe Gómez, el hermano menor de Laureano. Según el panfleto, titulado Proceso de Perides Caniavaly Neiru, en la noche del 14 de julio, siete "jóvenes disolutos", entre ellos Olga Noguera Dávila, Tonny Greiffestein, Germán Arciniegas y Miguel López Pumarejo, secuestraron al rico e imaginario Perides Carnaval, a quien planeaban extorsionar para obtener el

dinero necesario para el festival estudiantil de aquel año y para el baile de caridad." Infortunadamente, la víctima había sido herida durante el ataque y la cantidad de brandy que liberalmente se le aplicó no pudo impedir que falleciera. Los maleantes fueron juzgados por el "juez" Simón Araújo y por un jurado conformado por Alberto Lleras Camargo, Helena Ospinay otros. Herrando Uribe Cualla y Julio Holguín Arboleda encontraron a los acusados culpables de los cargos que se les imputaban y los sentenciaron a conseguir dinero para la nueva "fiesta de las flores", que tendría lugar en el Parque de la Independencia, y a buscar suficiente dinero para financiar varios proyectos más, relativos a la unión estudiantil y al Hospital San José. Germán Arciniegas, quien por entonces tenía veintiséis años, era el padre espiritual de los carnavales estudiantiles de Bogotá. La idea de realizarlos se le había ocurrido cuatro años antes, en 1922, y cuando se la propuso a sus amigos, "generó entusiasmo unánime" entre ellos." Las celebraciones, después de todo, parecían especialmente apropiadas en la Colombia de la década del veinte, cuando fluían el dinero y el champaña, y el cambio estaba en el aire. La bella Maruja Vega Jaramillo fue elegida rei-

na de los estudiantes. Se alquilaron disfraces, se construyeron carrozas y las festividades fueron programadas para el 21 de septiembre. El día del carnaval, todo salió como se esperaba: el desfile de los estudiantes obstaculizó el tráfico en las calles de Bogotá y luego los jóvenes llenaron el Teatro Colón para el baile de coronación. Maruja I fue coronada en una ceremonia cuyo punto culminante fue un discurso pronunciado en su honor por Laureano Gómez, a quien se le había pedido que fuese el "orador oficial" del evento. Gómez pronunció un discurso que se describió como "lírico", "impresionante" y "bello" —un discurso completamente apropiado para aquella noche memorable." En la década del veinte, Laureano Gómez se encontraba en el punto más alto de su popularidad. Muchos liberales y un número cada vez mayor de conservadores lo percibían como la persona que debía liderar a la nación. Como sucedió con su país, el dinero llegó a manos de Laureano Gómez durante este decenio, y lo utilizó para fmanciar tres años de viajes y estudios en el extranjero. Cuando regresó a su país en 1932, las circunstancias lo obligaron a alejar a muchos de sus antiguos amigos y, en última instancia, a ensombrecer su reputación histórica.

77 La importancia social de la moderna tienda por departamentos se explora en el clásico Londres, George Allen and Unwin, 1981. de M. B. Millo; The Bon Marché, 78 Las propagandas para el comercio a las que aludimos se encuentran en J. Posada Callejas, Oj. cit., pp. 370-371. 79 En 1906, un funcionario de la embajada inglesa en Bogotá observó acerca de la forma de vestir de la élite ciudadana: "Los vestidos vienen de París, aun cuando en muchos casos Op. cit., p. 30. no se sabe cómo se pagan", M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia,

80 Germán Arciniegas el aL, Proceso de Pendes Carnaval y Neira, Bogotá, "Patria", 1926. 81 Antonio Cacua Prada, Si viviera Laureano, Bogotá, Kelly, 1989, p. 33. 82 Mil., p. 33.

192 / La modernización en Colombia

El hombre más popular de Colombia descubre el dinero Poco después del 29 de septiembre de 1916, cuando cerró La Unidad, Laureano Gómez había establecido dos alianzas personales que mitigaban la derrota que le habían ocasionado Marco Fidel Suárez y el gobierno conservador. La primera fue su matrimonio con María Hurtado, pocas semanas antes de clausurar su diario. La segunda fue su colaboración política con Alfonso López Pumarejo, que se inició en 1915. En ambos casos, Gómez obtuvo una mayor seguridad económica personal, pues la familia de su esposa y la de su amigo liberal se encontraban entre las más ricas de Colombia. Gracias a la influencia de María Hurtado y de Alfonso López, Gómez aprendió a apreciar el dinero como algo más que un corruptor potencial de la moralidad y algo que empañaba el honor nacional. María Hurtado era la sexta de los once hijos de Simón Hurtado, un humilde nativo de Popayán quien, mediante su arduo trabajo y algo de suerte, se convirtió en un rico hombre de negocios.0 En su juventud, Hurtado había conseguido un pequeño capital, con el cual fundó una compañía dedicada principalmente a la exportación de quina. Invirtió sus ganancias

El dinero llega a Colombia / 193

en tierras y llegó eventualmente a poseer lo que se describió como "magníficos fundos campestres" en los distritos de Popayán, Puracé y Silvia. Su riqueza y su reputación como hombre recto y honorable le permitieron casarse con una joven perteneciente a una prominente familia de la región y, poco después, el destino y la quina lo pusieron en contacto con Rafael Reyes. Hurtado impresionó de tal forma al joven boyacense, diez años menor, que Reyes bautizó a una de sus hijas con el nombre de una de las de Simón Hurtado. Más tarde, durante el Quinquenio, el presidente Reyes nombró a su viejo amigo ministro del interior. Para entonces, la familia Hurtado se había establecido en Bogotá, un lugar que Hurtado juzgaba más conveniente para adelantar sus negocios que Popayán." Cuando Simón Hurtado y su familia viajaron a la Sabana de Bogotá antes de fines del siglo, su comitiva creó sensación. Un número semejante de bestias de carga y la cantidad de equipaje no habían sido vistos en el camino de Popayán desde cuando Francisco José de Caldas había pasado por allí un siglo antes. Al llegar al altiplano, Hurtado dejó a su comitiva durante algún tiempo en el pueblo de Madrid, a la entrada de la Sabana, mientras buscaba una residencia

83 Nueve de los once hijos de Hurtado llegaron a la edad adulta. Dos murieron de tifo cuando eran aún niños. Al igual que su contemporáneo, Marco Fidel Suárez, Simón Hurtado era el hijo natural de una madre humilde y de un padre prominente en la región, de ascendencia aristocrática, don Vicente Hurtado. 84 Gustavo Arboleda, Diccionario biográfico y genealógico del antiguo departamento del Cauca, 2.a ed., Bogotá, Librería Horizontes, 1962, pp. 215-216; entrevista con Álvaro Gómez.

apropiada en Bogotá. Adquirió una amplia casa en la parte norte de la ciudad, en la carrera Diecinueve, inaugurando así el traslado de los ricos bogotanos fuera del centro. Durante la Guerra de los Mil Días y de nuevo cuando la caída de Reyes en 1909, Hurtado envió a su familia a Europa. Con su sede en París, todos ellos se vieron expuestos a la cultura europea a través de giras por las principales ciudades del continente. Al final de cada viaje, regresaban a casa con un nuevo mobiliario y un nuevo guardarropa que hacía de ellos la envidia de sus amistades. Simón Hurtado "supo acendrar sus condiciones para la vida de sociedad con viajes al extranjero", como lo dijo un escritor. 85 Gracislmtdeuspoa,Ibel Cajiao, con Leonor Córdoba, la esposa de José Vicente Concha, el 7 de agosto de 1914 Simón Hurtado, su esposa Isabel y sus hijos fueron invitados a la posesión del nuevo presidente. Laureano Gómez conoció a María Hurtado aquella tarde de agosto en la entrada de la residencia presidencial, recientemente renovada, el Palacio de la Carrera. Ella se encontraba de pie al lado de una palmera sembrada en una maceta, lejos del ruido y el ajetreo que se desarrollaba adentro. Marfa Hurtado era silenciosa por naturaleza. Algunas personas la consideraban pretenciosa y distante; otras decían que era simplemente tímida y reservada. En cualquier caso,

era típico de su carácter el que estuviera alejada de la actividad principal en la recepción de Concha, observando el brillo a cierta distancia. Bastante atractiva, pero ya una joven madura de veintiséis años, había sobrepasado la edad establecida para el matrimonio entre las jóvenes de sociedad. El reciente viaje a Europa la había alejado de sus amigos y posibles pretendientes en un momento crucial de su vida. Mientras permanecía al lado de la palmera, mirando las idas y venidas de los otros invitados, es posible que ya se hubiera resignado a una vida de soltería. Podemos imaginar su sorpresa cuando el apuesto y elegante congresista y director de periódico, Laureano Gómez, organizador del reciente Congreso Eucarístico y flagelo del arzobispo y del dirigente del Partido Conservador, Marco Fidel Suárez, se le acercó y comenzó a conversar con ella. Ciertamente se mostró complacida y asombrada al ver que ella, quien durante tanto tiempo había sido ignorada, y nunca la reina de un baile, hubiera atraído la atención de uno de los solteros más apetecidos de la ciudad y quien, además, era un año menor. 86 Varias cosas atrajeron a Gómez hacia María Hurtado. La conocía a ella y a su familia, sabía que era decente y piadosa, que no era dada a mostrarse innecesariamente en la calle. En síntesis, era el tipo de mujer

85 G. Arboleda, .0p. cit., pp. 215-216; entrevista con Álvaro Gómez. 86 Entrevista con Álvaro Gómez.

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194 / La modernización en Colombia que mantendría el hogar tranquilo y ordenado que necesitaba un hombre público al final de un día fatigante ante la mirada pública. Dado que había viajado extensamente por Europa era más culta que la bogotana promedio de buena familia. Y Gómez, que amaba la cultura francesa sólo un poco menos que la de la Península Ibérica, debe haberse visto encantado e impresionado cuando supo que María Hurtado hablaba con perfección el francés. Sería una excelente compañera cuando él, Laureano Gómez, hiciera su propia gira por Europa. El noviazgo entre María Hurtado y Laureano Gómez duró poco más de dos años, y culminó con su matrimonio el 9 de septiembre de 1916." Su primera hija, Cecilia, nació un año después, y fue seguida, en 1919, por un hijo, Álvaro. Dos hijos más, Rafael y Enrique, nacieron en 1922 y 1927 respectivamente. Entre tanto, Gómez luchaba por sostener a su familia. En 1917, hizo una sociedad con el ingeniero civil Luis Vargas Vásquez. El Centro de Ingeniería Vargas y Gómez se anunciaba como especializado en construcción de vivienda y proyectos de irrigación, y prometía también desarrollar planos para obras de arte, proyectos de remodelación y decoración de interiores. Los ingenie-

ros ofrecían realizar presupuestos gratuitos y ostentaban una oficina ubicada en un lugar céntrico y con tres teléfonos." En mayo de 1917, Gómez aceptó un empleo como ingeniero departamental de Cundinamarca, cargo al que el periódico Gil Blas calificó hipócritamente de "humilde". No obstante, pronto dio a Laureano Gómez la oportunidad de inaugurar uno de los más importante edificios públicos de Colombia, La Estación de Ferrocarriles de la Sabana. Lo hizo el 20 de julio de 1917, con una apología del progreso, en la cual retomaba la idea del escritor español Ángel Ganivet, según la cual los ferrocarriles simbolizan el grado de nivel cultural de un pueblo y su capacidad administrativa." El nombramiento de Gómez como ingeniero departamental coincidió asimismo con un período de intensa actividad sísmica en la parte central de Colombia. Conocido como "el tiempo de los terremotos", exigía que Gómez inspeccionara los edificios afectados en todo el departamento. Hizo también que su novia, su madre y otros miembros de su extensa familia, incluido él mismo, durmieran en tiendas de campaña en el jardín de su nueva casa en Chapinero hasta cuando hubo pasado el peligro de las secuelas de los terremotos."

87 El anuncio de su matrimonio, acompañado por fotografías de ambos contrayentes, apareció en la primera página de La Unidad en esa fecha. 88 El Conservador, 15 de abril, 15 de mayo de 1917. 89 El discurso está contenido en Laureano Gómez, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 196-198. Parte de él se cita y discute en James D. Henderson, Las ideas de Laureano Gómez, Bogotá, Tercer Mundo, 1985, pp. 91-97. 90 Entrevista con Álvaro Gómez.

Durante sus primeros años de matrimonio, la amistad de Gómez con Alfonso López Pumarejo le fue de gran utilidad. Después de reprimir su aversión por alguien a quien inicialmente describió como un hombre "de extrema izquierda", que intervenía frívolamente en la política "como lo hiciera en una partida de polo, por deporte", los dos trabajaron alegremente contra Marco Fidel Suárez y el gobierno conservador. 91 Al hacerlo, recrearon la alianza entre los históricos y los liberales, formada inicialmente a fines de la década del noventa del siglo xnc, como un medio para atacar al partido nacionalista. José Vicente Concha y Rafael Uribe Uribe habían dirigido aquella coalición, y Marco Fidel Suárez había sido su principal antagonista en la Cámara de Representantes. Las conexiones de negocios de López eran especialmente bienvenidas para Gómez, quien luchaba por mejorar su suerte personal. En 1918, López fundó el Banco Mercantil de las Américas y, un año más tarde, informó a su gerente en Nueva York, Alfred Meyer, que acababa de contratar "a varios jóvenes importantes y altamente recomendados", uno de los cuales era su amigo Laureano Gó-

mez.92 Infortunadamente tanto para López como para Gómez, su entusiasmo por la política era mayor que su entusiasmo por los negocios. Pedro A. López pronto se cansó de que se encerraran en las oficinas del banco a fumar y a "hacer política", y los despidió a ambos." Este infortunio no fue especialmente perjudicial para Gómez, pues en 1919 obtuvo un cargo en la Compañía Ferroviaria de Tolima. La segunda década del siglo fue para Laureano Gómez la de su mayor popularidad en Colombia. Entre sus . amigos y partidarios se encontraban conservadores históricos como Manuel Dávila Flórez y José Joaquín Casas, quienes le habían ayudado a fundar La Unidad; Juan y Guillermo Uribe Cualla, y Guillermo Cote Bautista, quienes habían trabajado con él en el periódico. Muchos de sus amigos eran liberales. Alfonso López y Eduardo Santos, futuros dirigentes del partido, prodigaron extravagantes alabanzas a Gómez. Su alto aprecio de Gómez no era, sin embargo, enteramente interesado. Desde 1916, miembros de la alianza liberal-conservadora contra la corriente principal del conservatismo, habían combinado negocios y placer, honrándose unos a otros en un flujo interminable de celebraciones,

91 La Unidad, 22 de agosto de 1915. El pasaje completo dice: "Alfonso López es de la extrema izquierda. El único representante del partido radical en el parlamento. Educado en el extranjero, ilustrado, rico, joven, ha entrado en este turbión e interviene en la política como lo hiciera en una partida de polo, por sport". 92 Eduardo Zuleta Ángel, El presidente López, Medellín, Albón, 1966, p. 19. 93 En una entrevista publicada en El Siglo el 4 de mayo de 1959, Gómez recordó sus frecuentes visitas a la oficina de López en el Banco Mercantil, para "hacer política". El joven López fue frecuentemente criticado por haber contribuido a la quiebra del banco de su padre en 1923.

196 / La modernización en Colombia que incluían fiestas de cumpleaños, meriendas campestres, cenas formales, fiestas de hombres solos en el Jockey Club y en lugares menos elegantes en los alrededores de la ciudad. La sociabilidad bipartidista se extendía a los hog ares, donde se intercambiaban visitas amistosas los domingos en la tarde, y tertulias entre semana. A menudo se organizaban fiestas para jugar a las cartas en la noche del domingo en una de las casas de los amigos.% Dentro de este contexto, era lógico y natural que Laureano Gómez y Alfonso López Pumarejo se convirtieran en compadres, como lo hicieron durante los arios de su más cercana colaboración —hecho que resultaba imposible de creer a generaciones posteriores de colombianos—. Para fines de 1921, después de haber expuesto las indelicadezas financieras de Marco Fidel Suárez, Gómez fue felicitado por el liberal Armando Solano como el mejor aliado del liberalismo en su lucha por el progreso y la libertad, contra el "arcaico conservatismo". Dos arios antes, un escritor de El Espectador se había referido a Gómez como "el Lenin del moderno conservatismo". 95 Durante aquellos pacíficos días de sus ataques de la coalición contra el antiguo régimen, Gómez y López abordaban su trabajo con ánimo y espíritu de diversión. Así, a fines de mayo

de 1922, los dos estaban tramando otra de las campañas de su guerra permanente contra Marco Fidel Suárez. El derrotado dirigente conservador había estado políticamente activo durante los seis meses posteriores a su renuncia, componiendo, entre otras cosas, una larga defensa de sus acciones como presidente. Pensaba publicar esta obra con el título de Honores y deshonra. Infortunadamente para él, el manuscrito fue robado de la imprenta y cayó en manos de Laureano Gómez. Cuando Gómez descubrió que Suárez había induido un colorido ataque en su contra, comparándolo con un demagogo que, desde lo alto del Salto del Tequendama, acumulaba abusos sobre un desdichado anciano que yacía maltratado abajo en las rocas, Gómez y López concibieron una parodia que sometería de nuevo a Suárez al escarnio público y que, a la vez, los absolvería de toda complicidad en el robo del manuscrito. Su plan comenzó a desarrollarse el 29 de mayo de 1922, cuando el periódico de López, El Diario Nacional, presentó en la primera página un artículo acerca de un suicidio en el Salto del Tequendama. Lo acompañaba una fotografía de la víctima que era sacada de las aguas. El hombre, Aurelio Velandia, se había suicidado al enterarse de que había contraído elefantiasis, y quizá lepra, a raíz de la

94 Álvaro Gómez recuerda que su padre le dijo alguna vez que los juegos de cartas constituían un pretexto para discusiones más serias, cara a cara. Las apuestas de juego en casa de Gómez eran literalmente centavos, y nunca excedieron estas sumas. Entrevista con Alvaro Gómez. 95 El Espectador, 10 de diciembre de 1921; 11 de septiembre de 1919.

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amputación de su pierna izquierda. Laureano Gómez entre 1921 y 1927. Al día siguiente, el 30 de mayo, El Dia- Este hecho fue importante por dos rio Nacional publicó en la primera pá- razones adicionales. En primer lugina una fotografía de Laureano gar, hizo que Suárez regresara a su Gómez, una carta de Gómez dirigida estudio a ingeniarse una manera más al director del periódico, una versión segura de defender su honor ofendimuy editada de Honores y deshonra sal- do, mediante una serie de artículos picada de humorísticos subtítulos, y periodísticos —los Sueñas de Luciano Puluna caricatura de Ricardo Rendón gar—. En segundo lugar, gracias a Hoque mostraba a Suárez, desampara- nores y deshonra, puede apreciarse lo do, sobre una rocas, mientras los bui- que sintió Suárez aquel doloroso día tres giraban sobre su cabeza. Según en la Cámara de Representantes, Gómez, un hombre a quien le faltaba cuando intentaba defenderse de los una pierna había llevado misterio- cargos que le imputaba Laureano samente el manuscrito a su casa el día Gómez. Hacia la mitad de este docuanterior. Aunque él no se encontra- mento algo seco, Suárez insertó un ba allí en ese momento, el hombre párrafo que Alfonso López calificó de era seguramente Aurelio Velandia, "intermedio lírico", una descripción impulsado a conocer el lugar de la impresionista de su dura prueba ante fantasmagórica descripción de Suárez el Congreso. En ella, se compara con de manera íntima y definitiva. un anciano meritorio y agraviado, una Marco Fidel Suárez probablemen- víctima de la calumnia política, que te estaba en lo cierto cuando calificó ha sido lanzada sobre una de las grande patraña la entrega del manuscrito des rocas que se encuentran al pie del a Gómez por parte de Velandia. Lue- Salto del Tequendama. Suárez descrigo demandó a Gómez por robo de be una escena dantesca, donde hay propiedad literaria.% enormes rocas negras que alternatiEl incidente descrito sugiere de al- vamente se exponen al sol y de las que guna manera cómo era la relación salta el agua. Un hombre se encuenentre Gómez y López por aquella épo- tra sentado en una de ellas, "solo y ca, y el vigor con el que Marco Fidel desnudo, un réprobo de la malediSuárez continuó su lucha contra cencia política". Sobre él, en un risco

96 Suárez sugiere, con iniciales, la identidad de las personas a las que cree responsables del robo del manuscrito de su "Sueño del judío errante", Sueños de Luciano Pulgar, vol. 2, 3.' ed., Bogotá, Librería Voluntad, 1940, pp. 218-219. El texto completo de Honores y deshonra fue publicado en la segunda edición de Sueños, de 1927, vol. 1, pp. 10-122. La demanda de Suárez contra Gómez se suspendió luego por falta de pruebas. Copias anotadas de los documentos relacionados con la demanda legal se encuentran en Suárez, Obras, vol. 2. José Ortega Torres, Horacio Bejarano Díaz y Guillermo Hernández de Alba, eds., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1958-1984, pp. 1.143-1.158, contienen un testimonio sobre la manera como probablemente llegó el manuscrito a manos de Gómez.

El dinero llega a Colombia 1

198 / La modernización en Colombia al borde de las cataratas, se encuentra Gutemberg Bochica, quien "gesticula y grita en medio del estruendo de mil cañones, aquel baldón con el que aguijonea a la cansada acémila el indio sin entrañas". Entre tanto, una multitud de espectadores, en los acantilados que rodean al Salto, escucharon, felicitaron y alabaron a Gutemberg y le rindieron homenaje: Niños, obreros, oradores de la plaza, congregantes, el dub, el parlamento, muchos continuos y hasta algunos magistrados brindan y aplauden al escuchar la voz infalible de Bodúca.

Suárez conduye explicando que su derrota se debió toda a la acústica, y advierte que, a pesar de todo, "lleva dentro del pecho algo que no lo deja sucumbir y que le permite apelar y esperar [-X." Por la misma época en la que Gómez y López maltrataban al expresidente Suárez, Laureano Gómez se estaba convirtiendo en un problema para el nuevo presidente Pedro Nel Ospina. Gómez se había opuesto a Ospina desde mediados de 1921, cuando el empresario antioqueño había sido elegido para suceder a Suárez. A comienzos de 1922, cuando el presidente electo propuso que Colombia estableciera un banco nacional y negociara empréstitos extranjeros para el desarrollo, Gómez inició sus ata-

ques, aunque no con la misma vehemencia con la que atacó a Suárez. En el mes de marzo argumentó que el nuevo banco debía estar sometido a

restricciones, para que no diera lugar a una peligrosa "plutocracia de la riqueza" en el país. Deseaba también restringir el uso que haría Ospina de los primeros cinco millones de dólares correspondientes a la indemnización." Se opuso a varios proyectos ferroviarios a los que estaba destinado dinero proveniente de la indemnización, pero al mismo tiempo apoyó la asignación de partidas para el Ferrocarril del Pacffico, cuyo director era su aliado Alfredo Vásquez Cobo. La oposición inicial de Gómez a Pedro Nel Ospina se arraigaba en una tensión regional social, antigua y bien documentada, entre los antioqueños y los colombianos de las regiones de Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes. Laureano Gómez se veía a sí mismo acertadamente como el representante de los electorados de estos departamentos del interior del país. Sotelo Peñuela acusó a Gómez de hostilidad hacia el. Ferrocarril del Carare porque la comisión que lo proyectaba estaba dominada por antioqueños." En septiembre, Gómez pidió a sus colegas de la Cámara que estudiaran con cuidado el contrato para construir un ferrocarril en Antioquia antes de aprobarlo.'" Llegó induso a organizar una Sociedad Colombiana

97 M. F. Suárez, Sueñas, Op. cit., vol. 1, 2' ed., 1927, p. 34. 98 El Tiempo, 31 de marzo de 1922. 99 /bid., 24 de abril de 1922. 100 lbfel., 28 de septiembre de 1922.

de Ingenieros y luego hacerla acreditar como el cuerpo que expedía los certificados para los ingenieros de minas, con el fin de romper el monopolio que sobre tal acreditación tenía la Escuela de Minas de Medellín. En octubre se opuso a la propuesta de Ospina de hacer un empréstito de cien millones de dólares, argumentando que tales transacciones representaban una amenaza paradas instituciones nacionales. Según su razonamiento, grandes sumas como ésta podrían hacer que la Cámara de Representantes se convirtiera en una "pera de boxeo de quienes tenían intereses especiales". 10 ' Para noviembre, se había aficionado tanto a estos debates que agravió al ministro del interior de Ospina, Manuel María Marulanda, por sus actuaciones durante el Quinquenio, e insistió en que Ospina jurara utilizar el pago de la indemnización de Estados Unidos como aval para el empréstito propuesto.'" Cuando la Cámara de Representantes aprobó la propuesta para el empréstito el 30 de noviembre, Gómez y otros once representantes firmaron una declaración en la

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que sostenían que la medida perju dicaba las instituciones nacionales.'" Entre tanto, Pedro Nel Ospina adelantaba una astuta campaña para ganarse el favor de Laureano Gómez, cuyo resultado esperado era convertir a este ere su ardiente defensor y de su régimen. Ospina tenía muchas razones para hacerlo, de las cuales la primera y más evidente era silenciarlo. Esta estrategia, desde luego, lo enfrentaría con Marco Fidel Suárez. Pero frente a este hecho inevitable, ¿quién mejor que Gómez para defender su gobierno contra Suárez y sus seguidores? Más aún, Gómez sería útil para su administración. Después de todo, era el joven político más carismático y popular del país, un ardiente defensor del progreso y un ingeniero experimentado; era, además, un conservador dedicado. En otras palabras, Gómez tenía mucho en común con el propio Ospina. Perdonar a Gómez sus primeros ataques contra su candidatura, concluyó Ospina, sería lo más prudente.'" Laureano Gómez tenía sus propias y bien fundadas razones para mostrarse

101 /be, 31 de octubre de 1922. 102 El debate se encuentra en: Laureano Gómez, Obras completas, vol. 4, Ricardo Ruiz Santos, ed., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, Parte 1, pp. 286-296. Se reporta en El Tiempo, 6, 25 y 27 de noviembre de 1922. 103 El Tiempo, 1° de diciembre de 1922. La propuesta fue derrotada luego en el Senado. 104 Poco después de que Gómez ingresara al bando de Ospina, el político antioqueño Román Gómez le preguntó al presidente por qué había aceptado a un hombre que había hablado tan mal de él. Pedro Nel Ospina rió y respondió que lo había hecho para convertir a Gómez de un camero en una oveja. El Espectador, 6 de agosto de 1932. La reconciliación entre Ospina y Gómez convirtió instantáneamente a Suárez en el dirigente de los conservadores que se oponían al gobierno. Para 1923, había publicado un panfleto contra Ospina, en el que se refería al presidente como "un novillo muy gordo y muy lucio". Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Op. cit., pp. 288-289.

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receptivo a las propuestas de Ospina. Al aproximársele, el presidente había demostrado su voluntad de romper con Suárez, hecho que, sin duda, impresionó a Gómez. Este era ambicioso y contar con el apoyo del presidente podría contribuir a promover su propia carrera política. Más aún, era muy halagador que un hombre del poder y prestigio del presidente se mostrara dispuesto a tenderle la mano en un gesto de amistad, cuando él había hecho tan poco por merecer este gesto. Gómez siempre había respondido favorablemente ante hombres mayores de carácter fuerte, y a menudo se esforzaba por emularlos. Era lógico, entonces, que, dada la oportunidad, admirara a Ospina quien, entre muchas otras cosas, era el ingeniero más famoso del país. ¿No había aceptado con cortesía el presidente ser miembro honorario de la sede bogotana de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, fundada por Gómez, felicitando a la organización y a su fundador por la obra que adelantaban?'° 5 iQuégestománbl,vidoe

fundador de la Escuela de Minas de Medellín! El nuevo presidente obviamente no era un antioqueño egoísta y de estrechas miras, ávido por promover su región a expensas de otras menos afortunadas. Finalmente, y no de poca importancia a los ojos de Gómez, Ospina era un conservador histórico —que sabía lo que era sufrir por los ideales políticos.'° 6 Ospina selló su manejo de Gómez enviando al alborotado político a una misión diplomática que lo alejaría del escenario público colombiano durante dos años. Nombró a Gómez, junto con su viejo amigo Guillermo Valencia y con el liberal Carlos Uribe Echeverri, como delegados a la Quinta Conferencia Panamericana Internacional en Santiago, Chile. Después de la conferencia, Gómez debía continuar hacia Buenos Aires, donde representaría a Colombia como embajador?" Era su primer viaje al extranjero y cuando partió de Barranquilla el 27 de febrero de 1923, Gómez tuvo el tiempo suficiente para enviar un telegrama a Benjamín Herrera.

105 El Tiempo, 15 de octubre de 1922. 106 Ospina, como se recordará, fue exilado por el presidente Marroquín a mediados de 1901, después de un intento fallido de los conservadores históricos por derrocarlo. Tres años después de la reconciliación entre Ospina y Gómez, Marco Fidel Suárez, en su "Sueño de los peligros", Sueños, Op. cit., vol. 10, ed., 1954, pp. 67-87, sostuvo que finalmente había llegado a comprender que Ospina era un histórico: "Su Excelencia nunca, jamás, fue otra cosa que histórico calificado", escribió (p. 76). Habiendo explicado a satisfacción que Ospina era un histórico y, por ello, una de las Furias, agregó una reflexión que representa una inteligente evaluación de su propia apreciación política errada: "Pero lo que sí no se explica (diré yo por mi cuenta) es mi candidez, que merece el nombre de bobada. iVálgame Dios, señores! Al contemplarme y al contemplar los pasos de mi triste carrera, más de un suceso me parece contradictorio" (p. 77). 107 Su hijo Álvaro viajó con la comitiva inicial. María Hurtado, Cecilia y Rafael lo seguirían algunos meses más tarde.

Al dejar este país enyfole saludo —escribió—. Hago votos bienestar personal distinguido ciudadano de cuya probidad y rectitud espera grandes bienes la República. Amigo. Laureano.'"

En un artículo publicado en El Gráfico, Luis Eduardo Nieto Caballero observó que el viaje sería bueno para Gómez, a quien consideraba una persona "enfermizamente suspicaz", por su manera de frustrar las mejores intenciones de sus colegas con irónicos apuntes sobre sus ocultos motivos. Gómez "nos seduce con su talento y energía", proseguía Nieto, quien esperaba que, durante su viaje, aquél reflexionara sobre las ironías de la vida, [...] a fin de que llegue a olvidarse de la crueldad que de él se apodera cuando en los arrebatos de la inspiración, en pleno trance, injuria con sus labios la sibila [...J. Curado de aquel defecto, será posible que Gómez regrese mejor preparado "para asistir en la obra de nuestra redención". 1"

Prosiguiendo hacia Buenos Aires desde Santiago, por tren, Gómez presentó sus credenciales el 22 de mayo de 1923. Permaneció en este cargo hasta febrero de 1925. Una vez instalado como embajador, se dedicó a su trabajo con su característico entusiasmo. Dedicó escuelas, organizó una recepción de gala para la comunidad diplomática, mejoró la biblioteca de la embajada, viajó a Paraguay para la posesión del nuevo presidente de aquel país, e incluso tuvo tiempo de compartir sus pensamientos acerca de la Liga de las Naciones con el ministro de relaciones exteriores, Jorge Vélez. Atendía a los colombianos que visitaban Argentina, en ocasiones lujosamente. Cuando el célebre novelista y polemista José María Vargas Vila pasó por la ciudad, Gómez ofreció un banquete en su honor. El escritor se marchó complacido de Argentina, observando que "en Buenos Aires se me hicieron honores de pugilista"."° Al parecer, el diplomático conservador y el iconoclasta escritor se llevaron

108 El texto del telegrama aparece en El Tiempo de la misma fecha. 109 El Gráfico, 24 de febrero de 1923. 110 Malcolm Deas, ',fugas Yrla, sufragio, selección, epitafio, Bogotá, Banco Popular, 1985, p. 297. La información sobre el primer año que pasó Gómez en Argentina se encuentra en los despachos de Colombia, Ministerio de Relaciones Exteriores, Legajo Argentino, 1923-1931. Otra información proviene de La Nación, Buenos Aires, 30 de septiembre de 1923, y 20 de julio de 1924; La Prensa, Buenos Aires, 20 de julio de 1924. Mientras residió en Buenos Aires, es probable que Gómez haya asistido a las conferencias dictadas por el político derechista militante Leopoldo Lugones. Este enfatizaba en los peligros de una democracia mayoritaria, a la que se refería como "medio más uno" y que, en su opinión, rebajaba el nivel del debate político y en última instancia, llevaba a los pueblos a la demagogia y por ende, al bolchevismo. Gómez habría de decirle a los colombianos exactamente lo mismo durante la década de 1940. Véase: Sandra McGee Deutsch, Counterrevolution in Argentina, 1900-1932. The Argentine Patrio& League, Lincoln, University of Nebraska Press, 1986, pp. 191-192.



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202 / La modernización en Colombia bien. Poco después de conocer a Gómez, Vargas Vila lo describió como un parangón de virtudes y elocuencia, con una cabeza semejante a la de Dantón y "facciones como modeladas por un escultor de la India, encargado de tallar el ídolo de una tribu en el corazón de una encina sagrada". De acuerdo con Vargas Vila, Gómez había aparecido "como Jesús en el templo de los traficantes, sacudiendo su verbo como un fuete". Sus palabras fueron "el hacha que decapita el crimen, a plena luz del sor.'" Entre tanto, en Bogotá, Marco Fidel Suárez informaba a los lectores de El Nuevo Tm mpo que el apellido Gómez "parece venir de 'Goma', nombre propio gótico"." 2 Para 1924, Laureano Gómez había comenzado a comprender que las grandes empresas acarrean grandes costos financieros. En enero de aquel año envió al ministro de relaciones exteriores, Jorge Vélez, una larga carta en la que se quejaba del alto costo de la vida en Buenos Aires, de que su salario de mil dólares era doscientos dólares menos que el del embajador anterior, de las extraordinarias cuentas médicas que lo habían obligado a negociar un préstamo a corto plazo con la familia de su esposa, de los tres mil dólares que debía pagar para el transporte de su esposa e hijos a Buenos Aires. Amenazó con renunciar a menos que le enviaran mil dólares

para cubrir sus gastos. Gómez le recordó a Vélez que, en caso de renunciar, el gobierno estaba obligado, por ley, a enviarle dos mil dólares de indemnización. Vélez, a quien no le agradaba Gómez, instruyó a sus subordinados para que le enviaran al embajador los mil dólares que pedía, y mil más para su pasaje de regreso a Colombia."' El dinero fue remitido, pero al parecer la orden de regreso fue revocada, pues Gómez permaneció un año más en Argentina. Doce meses después, el 2 de. febrero de 1925, Gómez envió de nuevo un telegrama a Vélez, diciendo que consideraciones financieras exigían su renuncia inmediata. La noticia del inminente regreso de Gómez causó una ola de entusiasmo en Colombia, especialmente cuando se supo que le habían ofrecido y había aceptado el cargo de alcalde mayor de Bogotá. Los residentes de la capital del país tenían razones especiales para sentirse complacidos con la perspectiva de tener a este dinámico y progresista ingeniero y político como alcalde. El amigo de Gómez, Alfonso López Pumarejo, había negociado recientemente un enorme empréstito por seis millones de dólares, con Dillon Read Company, en Nueva York. Este dinero, en manos de quien supiera usarlo, significaba que todas las mejoras municipales, necesitadas con

Medellín, Gráficos Estilo, 1950, pp. 73.78. 111 Ernesto Bedoya Cardona, De desterrado a pnuidents, vol. 2, 1921. Op. cit., Obras, 112 M. E Suárez, 113 Colombia, Ministerio de Relaciones Exteriores, Legajo de Argentina, 1923-1931. La irritada nota de Vélez está garrapateada en la parte final de la carta de Gómez.

urgencia y deseadas durante largos años, pronto se realizarían. Alfonso López, cáusticamente descrito por los diplomáticos británicos como "un arribista social", "un hombre que vive más allá de sus medios", continuó así moldeando la apreciación que tenía Gómez del dinero, su poder y los placeres que conseguía."4 Antes de llegar a Colombia, Gómez se reunió en Nueva York con los representantes de Dillon Read, quienes lo trataron con toda la cortesía que habitualmente dispensaban a un cliente importante."' Después de pasar seis semanas en Nueva York, Laureano Gómez y su familia regresaron al país. Hubo una palpable sensación de entusiasmo en los círculos políticos cuando corrió el rumor de que sería propuesto como candidato presidencial. A pesar de su insistencia en que su único deseo era trabajar con dedicación en su alcaldía, y el entusiasta apoyo de Bogotá y

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Cundinamarca en el sentido de que le agradecían su voluntad de hacerlo, muchos expresaron dudas de que en realidad aceptara el cargo. Un columnista de El Tiempo estaba seguro de que Gómez regresaría a la política, y esperaba que lo hiciera más sosegado, como lo había hecho Uribe Uribe después de su misión diplomática en Argentina y Brasil. El autor felicitaba "al incomparable ingeniero y parlamentario" por haber terminado su formación como estadista en Buenos Aires, y por haber, "junto con su culta esposa, representado brillantemente a Colombia" en el Cono Sur." 6 Cuando se le pidió que comentara acerca de la política nacional, Gómez aplaudió al presidente Ospina por su actitud progresista y su buena voluntad, agregando que su carácter y habilidad lo colocaban en el primer rango entre los dirigentes americanos."' Tales comentarios enviaron el claro

114 M. Palacios, Estado y clases enColambia, Op. cit., p. 72. 115 La importancia del préstamo de Dillon Read se sugiere en Oliverio Perry, Quién es quién en Colombia, Bogotá, Kelly, 1944, p. 125, donde se describen las actuaciones de López para asegurar el empréstito en 1923 como "admirables". López representaba al Concejo de Bogotá, el cual necesitaba el dinero para terminar las mejoras cívicas que habían sido legalmente ordenadas diez años atrás. Según Ignacio Rengifo, Gómez fue "espléndidamente atendido" por los agentes de Dillon Read en Nueva York y luego llegó a Colombia "con el certificado del préstamo en el bolsillo". Rengifo prosiguió recordando a los senadores que Alfonso López era el compadre de Gómez y también el mejor agente de Dillon Read en Colombia. Citó a López como la fuente de su información, agregando que López y sus amigos ganarían una comisión entre novecientos mil pesos y ;1.2 millones de dólares en la transacción. Gómez no pudo defenderse de estos cargos que se presentaron contra él en el Senado, porque había sido declarado persona no grata por esta corporación. Su amigo, el senador Guillermo Cote Bautista, intentó defender a Gómez, diciendo que- era normal que los hombres de negocios trataran bien a sus clientes. El Tiempo, 16 de noviembre de 1925. 116 El Tiempo, "Cosas del día", 8 de abril de 1925. Véase también El Espectador, 4 de marzo de 1925; El Gráfico, 7 de marzo de 1925. 117 El Tiempo, 24 de mayo de 1925.

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mensaje de que Gómez se mostraría receptivo a cualquier propuesta que el presidente quisiera hacerle. Entre tanto, la ovación continuaba. El Diario del Comercio de Barranquilla se deshizo en elogios de Gómez, "la expresión sintética de nuestra ideología colectiva, en cuanto tiene de noble y hermoso", y se refirió a él como "este nuevo hombre verdadero"." 8 Incluso miembros de la misión diplomática inglesa, que no eran dados a un excesivo elogio de los políticos colombianos, declararon que Gómez era un [...]hombre capaz y ambicioso [...] que debe llegar muy lejos en la vida pública de su nación, y la presidencia, que indudablemente tiene como objetivo final, quizás caiga algún día en sus manos. "9

Los únicos colombianos que no se alegraron del regreso de Gómez fueron los miembros de la vieja guardia conservadora. Cuando, el 17 de junio, un miembro del Centro Social Conservador propuso un saludo al copartidario que había regresado, causó un tumulto y diez miembros se levantaron a atacar a Gómez.'" A comienzos de junio, Pedro Nel Ospina ofreció a Gómez el Ministerio de Obras Públicas. Gómez le hizo algunos reparos, observando que el cargo era muy exigente, y su ministro objeto de intensa presión social. Sin embargo, su indecisión no habría de

Figura 5.2 El presidente Pedro Nel Ospina y el ministro de obras públicas, Laureano Gómez, en Bucaramanga, 1926 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá

durar mucho tiempo pues, para el 9 de junio de 1925, había aceptado.' 2' Gómez asumió sus deberes con el compromiso de un hombre que tiene una tarea por delante y recursos ilimitados para llevarla a cabo. Redobló

118 Citado en El Tiempo, 25 de mayo de 1925. 119 M. Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Op. cit., pp. 70-71. 120 El Tiempo, 19 de junio de 1925. 121 El Tiempo de aquel día publicó su fotografía junto con la de los otros ministros de Ospina.

los esfuerzos realizados por los dos an- alameda, que seguía el curso del río, teriores ministros de Ospina, apresu- se extendía por el centro de Bogotá rando los proyectos correspondientes desde la avenida Tercera hasta la Esa veintidós ferrocarriles y otros pro- tación del Ferrocarril de la Sabana, yectos de transporte para los que se cerca de veinte cuadras más lejos. La habían asignado cerca de veinte mi- obra exigió derribar varios edificios, llones de dólares de la indemnización lo cual enojó a personas como Marco estadounidense.'" El nuevo ministro Fidel Suárez quien, en su "Sueño de obviamente tenía acceso a dineros pro- la locura", culpó a Gómez por crear venientes del préstamo de Dillon vanidosamente una "Quinta Avenida Read, y también a otros fondos, pues colombiana", por completo inaprocontrató miles de trabajadores para la piada para una ciudad de sólo ciento realización de proyectos en Bogotá y cincuenta mil almas.'" en sus alrededores, así como en otros El nuevo ministro de obras públilugares del país. Al final de su ges- cas de Ospina también amplió y extión, a mediados de 1926, Bogotá y su tendió la carrera Catorce, desde el entorno parecían una inmensa obra centro de la ciudad hasta Chapinero, en construcción. Entre los proyectos dándole el nombre de avenida Caramás sobresalientes se cuentan el es- cas. Completó el edificio del Capitotrechamiento del espacio entre los rie- lio y remodeló la Plaza de Bolívar, les entre Bogotá y Facatativá, lo cual dotándola de fuentes luminosas y de permitió viajar ininterrumpidamente un estacionamiento para autos, y meentre la capital y el río Magdalena, y joró el trazado del tranvía. Remodeló la terminación de la canalización y cu- también el Parque del Centenario, brimiento del río San Francisco, pro- ubicando allí una escultura que inyectados desde hacía largo tiempo.'" cluía la estatua neoclásica de RoberEn uno de sus típicos gestos de extra- to Henao Buriticá, La Rebeca. Algunos vagancia, Gómez combinó el proyecto la calificaron como una exaltación del de canalización del río con la creación cuerpo humano; otros, ofendidos por de una nueva avenida, construida so- sus túrgidos senos y carnes desnudas, bre el río cubierto, a la que llamó Ave- la consideraron salaz.'" Los proyectos nida Jiménez de Quesada. La amplia de obras públicas proliferaron a tal 122 Seis millones fueron utilizados para crear el Banco de la República y el Banco Agrícola Hipotecario. El resto del dinero fue dividido en dieciséis proyectos ferroviarios, dos cables aéreos y cuatro proyectos fluviales y portuarios. J. Sánchez Camacho, Op. cit., p. 176. 123 El Tiempo del 1 de septiembre de 1926 publicó una fotografía del presidente Ospina y de sus ministros en la Estación del Sur, celebrando la llegada del primer tren directo desde Girardot. Gómez aparece en el trasfondo, fumando y satisfecho de sí mismo. 124 M. F. Suárez, Sueños, Op. cit., vol. 10, 3.a ed., 1940, p. 358. 125 Carlos Uribe Celis, Los años veinte en Colombia, ideología y cultura, Bogotá, Aurora, 1985, pp. 123, 128. Otra notable obra de arte adquirida con dineros públicos fue el tríptico pintado por Andrés Santamaría, utilizado para adornar la nueva Cámara de Representantes.

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206 / La modernización en Colombia ritmo durante su administración, que uno de los muros del nuevo Palacio de Gobierno de Cundinamarca permaneció sin términar porque Gómez lo había convertido en depósito de placas conmemorativas para sus creaciones. 126 Para mayo de 1926, a punto de terminar su primero y único año como ministro, se inauguró la celebrada extensión que hizo Gómez del ferrocarril hacia el norte, hasta Chiquinquirá, donde había construido una enorme y adornada estación neoclásica. Aquel mismo mes, inauguró otro de sus grandes proyectos, una nueva carretera que eventualmente haría posible viajar entre Bogotá y Honda por tierra.'" A comienzos de junio de 1926, Gómez presentó su informe anual al Congreso, donde consignó los logros alcanzados durante los últimos doce meses.'" Contenía numerosas fotografías de ferrocarriles, puentes, carreteras, estaciones de ferrocarril y monumentos. Si bien documentaba logros

que ningún ministro de obras públicas anterior hubiera podido atribuirse, muchas personas se quejaron por la falta de planeación y el desperdicio de dinero en el que se incurrió. Roberto Urdaneta Arbeláez llegó induso a calificar la gestión de Gómez en el Ministerio de "catástrofe administrativa".'" Eugenio J. Gómez dio rienda suelta a sus cargos en un libro publicado en 1942, el mismo año en el que José Francisco Socarrás publicara lo que es todavía hoy el recuento más devastador, detallado y entretenido de la frenética actividad de Gómez durante su año como ministro.'" Las acusaciones de falta de planeación eran ciertas, como lo sugiere el hecho de que Gómez jamás las respondió. Pero debe señalarse que Colombia no tenía ninguna tradición en la planeación de obras públicas cuando Laureano Gómez ocupó este Ministerio. Tampoco habría de tenerla durante los veinticinco años siguientes. Resulta significativo que cuando Colombia finalmente estableció su

126 El Nuevo Tiempo, 22 de octubre de 1926. 127 El Tiempo, 13 y 26 de mayo de 1929. En la ceremonia de inauguración de la carretera, Alberto L'eras Camargo se refirió elogiosamente a Gómez como "un hijo de Bogotá", cuyos esfuerzos habían sido de inestimable valor para la ciudad. 128 Colombia, Ministerio de Obras Públicas, Memoria, Bogotá, Imprenta Nacional, 1926. 129 Lo hizo en un debate realizado en la Cámara de Representantes el 22 de agosto de 1928. Véase: Roberto Urdaneta Arbeláez, Escritos y discursos, Bogotá, Presencia, 1985, pp. 37-44. Bogotá, Tipo130 Eugeniol. Gómez, Covuttairmo, socialismo, liberalismo, vol. 2. Problemas colombianos, grafía Colón, 1942, pp. 329-410. José Francisco Socarrás, Laureano Gómez, psicoanálisis de un resentido, Bogotá, Librería Siglo XX, 1942, pp. 16-24, 341-374. J. Socarrás incluye una serie de documentos detallados y en ocasiones divertidos para sustentar el cargo de que muchos de los proyectos fueron terminados apresuradamente sin estudios previos. Análogas acusaciones aparecieron en El Nuevo Tiempo, 25 de enero de 1926; El Tempo, 28 de abril de 1926; Alejandro Galvis Galvis, Memorias de un político centenarista, vol. 1, Bucaramanga, s. e., 1975, p. 159.

Oficina Nacional de Planeación, lo hizo durante el gobierno del presidente Laureano Gómez. La ironía de la posición de Gómez en 1925 y 1926 fue apreciada por los políticos colombianos. El hombre que durante ocho largos años había denigrado de quienes apoyaban el lucrativo tratado Urrutia-Thompson, fue el mismo que utilizó el dinero que se obtuvo por su intermedio. No sólo gastó buena parte de la indemnización, sino también buena parte del empréstito Dillon Read de 1925 y del préstamo de Baker Company, negociado a comienzos de la presidencia de Ospina. Incluso más irritante para algunos era el hecho de que a Gómez se le asignara la tarea de dirigir la campaña de Ospina para obtener la aprobación de un nuevo empréstito por sesenta millones de dólares en el Congreso. Para completar el extraordinario encuentro de Laureano Gómez y el dinero durante aquella época de su vida, Simón Hurtado falleció el 17 de junio de 1925. Esto hizo de María Hurtado una rica heredera, y de su esposo un hombre relativamente adinerado por primera vez en su vida. Esta circunstancia dio lugar a un significativo incidente en la sesión del Congreso del 20 de octubre de 1925, cuando Gómez le apostó al representante Abel Casabianca mil dólares a que el testimonio que acababa de dar era verdadero. Casabianca no quiso aceptar la apuesta, observando que,

al no haberse dado una muerte en su familia, no disponía de tal cantidad de dinero. Gómez correctamente atacó a Casabianca por aludir a su familia en el debate, pero la mayoría coincidió en que Casabianca había ganado la discusión."' Pedro Nel Ospina no hubiera podido haber hecho una peor elección para su propósito de engatusar al Congreso con el fm de que aprobara el nuevo empréstito. Gómez y la mayoría suarista convirtieron las sesiones de 1925-1926 en un conflicto lleno de drama, entre lo sublime y lo prosaico. La sesión fue emocionante, pero terminó con pocos asuntos importantes resueltos y con un rotundo rechazo a la propuesta de Ospina. No obstante, fue una gran diversión, que dio pie para grandiosos titulares de prensa, y estuvo llena de incidentes que perviven en la tradición política nacional. Momentos de humor fueron ofrecidos por el presidente del Senado, el irónico Jorge Holguín, quien afirmaba temer que la elocuencia de Gómez lo convenciera de votar a favor del empréstito contra su voluntad, y quien, en otra ocasión, fingió estar decepcionado cuando supo que los aplausos que se escucharon cuando se levantó para hablar eran en realidad para Laureano Gómez, quien acababa de ingresar a la Cámara. Hubo momentos de temor y casi de violencia, como cuando, en noviembre de 1925, Gómez debatió contra los

131 Este debate se encuentra en L. Gómez, "El incidente Gómez-Casabianca", en: Obra selecta, Op. cit., vol. 1, pp. 398-403, y en El Tiempo, 20 de octubre de 1925.

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La modernización en Colombia

senadores Ignacio Rengifo y Román Gómez. En cierto momento de los debates, los senadores llegaron a las manos, y se temió que Gómez fuese atacado físicamente por los iracundos miembros de la mayoría suarista. Durante la sesión del 14 de noviembre, que se prolongó hasta las primeras horas del 15, la Cámara votó para absolver a Marco Fidel Suárez de los cargos que Laureano Gómez había presentado contra él cuatro años atrás. El Senado votó para vetar la asistencia del ministro de obras públicas a las sesiones siguientes. El 17 de noviembre, el editorial de El Tiempo afirmaba que estos acontecimientos marcaban el completo colapso de la política colombiana.'" Nieto Caballero, que observaba con desaprobación desde afuera, llamó al Congreso de 1925 un circo, y opinó que el amor propio y el rencor de Laureano Gómez llevarían a su eventual caída.'" La batahola continuó cuando el Congreso se reunió de nuevo a mediados de 1926. Gómez y Ospina habían pasado los meses anteriores viajando por el país para visitar los proyectos de obras públicas, mientras Marco Fidel Suárez y El Nuevo Tiempo mantenían su barrera de críticas contra Gómez, refiriéndose a él como "el terror", "el alma del purgatorio" y

"hiena con el alma envenenada".' 34

AunqeaGómzslhbívtdoa entrada al Senado, podía entrar, y lo hacía, a la Cámara de Representantes, siempre ante galerías atiborradas de estudiantes, funcionarios públicos y otras personas que no se perdían una palabra que pronunciara, y que aplaudían la elocuente defensa que hacía de su administración y del gobierno de Ospina. Un momento memorable ocurrió en la sesión del 2 de agosto, cuando Gómez pareció sufrir un lapsus y confundir a Carlos Arango Vélez con su hermano, un médico que trabajaba para una compañía de petróleos norteamericana. Cuando Arango lo corrigió, afirmando ingenuamente: "No señor, usted se equivoca. Soy abogado", y el público aplaudió pensando que Gómez había cometido un error, este se volvió y desencadenó un violento ataque que comenzó: "ah! ¿Con que usted no es médico? Entonces declaro que este debate carece de toda importancia", conclusión que sustentó señalando que Arango era un pobre abogado que trabajaba "con una sociedad de abogados que se ha especializado justamente en perder grandes pleitos".'" Su actuación hizo que la cámara estallara en vítores. El 3 de agosto, Gómez entró al Senado para responder a las acusaciones

132 Parte del debate con Rengifo se encuentra también en L Gómez, Obras completas, op. cit., vol. 4, Parte 1, pp. 330-348. 133 El Gráfico, 21 de noviembre de 1925. 134 El Nuevo Tiempo, 17-24 de marzo de 1926; M. F. Suárez, "El sueño del purgatorio", Sueños, vol. 12, 4.' ed., 1952, p. 51. 135 El Tiempo, 3 de agosto de 1926; L. Gómez, Obras completas, O p. cit., vol. 4, Parte 1, pp. 349-363.

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que Rengifo y el senador liberal Antonio José Restrepo habían hecho en su ausencia. Los senadores confirmaron su negativa a escucharlo e hicieron que la policía lo sacara del recinto. En cuanto salió, Gómez se dirigió al patio que separa el ala del Senado de la de la Cámara en el Capitolio, pronunció un corto discurso y fue llevado a casa en hombros por sus seguidores. 136 Allí se dirigió a ellos desde el balcón. Varias horas después, la calle Décima estaba otra vez llena de gente que gritaba: "abajo Rengifo y Restrepo; viva Laureano Gómez!". En su mayor parte eran estudiantes, jóvenes liberales que se llamaban a sí mismos Los Nuevos, cuyo vocero, Alberto Lleras Camargo, pronunció un corto discurso contra Rengifo, Restrepo y el contralor nacional, Alfonso Palau, quien había rebajado el salario de Gómez algunos meses antes.'" Después de minutos de gran conmoción, vivas y peticiones de que hablara, Gómez apareció en el balcón y pronunció una hiriente perorata, centrada en Antonio José Restrepo, a quien acusó de carecer de principios morales, y de quien dijo que era sólo uno

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de los muchos liberales que habían arrastrado a su partido, como un mísero harapo, por el lodo de todas las infamias, de todas las corrupciones y de todos los servilismos".' 38 En aquel momento alguien gritó: "Todos los que estamos aquí somos liberales; icuidado con el liberalismo!", a lo cual Gómez respondió que si bien reconocía la grandeza y el prestigio de este partido, en aquel momento se encontraba postrado gracias al "corrupto servilismo" de personas como Antonio José Restrepo.'" Dos días más tarde, Carlos Arango Vélez se levantó de nuevo para debatir a Gómez en la Cámara. Sus observaciones son interesantes porque tocaron un tema que habría de seguir a Laureano Gómez hasta la tumba y más allá de ella, y también porque indican la naturaleza de las componendas que se dieron entre la élite política colombiana durante los años del marchitamiento de la "vieja república" conservadora. Arango citó primero la referencia que había hecho Gómez a La decadencia de Occidente, de Oswald Spengler, obra ala que acusó de ser fascista. El fascismo, sostuvo "

136 Su residencia estaba situada a menos de una cuadra de allí, en la calle Décima, al frente de la entrada del Pasaje Rivas. 137 La rama ejecutiva le devolvió el dinero a Gómez. 138 L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 1, p. 370. El hijo de Gómez, Álvaro, quien por entonces tenía nueve años, recuerda que él y su hermana se escondieron debajo de una cama cuando escucharon el ruido afuera. Entrevista con Álvaro Gómez. 139 Al día siguiente, Restrepo concedió una entrevista en la que defendió la sabiduría de no haber permitido qUe Gómez se dirigiera al Senado. Anunció asimismo su retiro de la vida pública. El Tiempo, 5 de agosto de 1926. Recuentos desfavorables a Gómez de los acontecimientos que aquí se relatan pueden encontrarse en Navia Varón, Caudillo y gobernante: doctor Ignacio Rengifo Borrero, Cali, Imprenta Departamental, 1964, pp. 83-88, y en P. J. Navarro, Op. cit., pp.161-163.

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Arango, quien había pasado varios años estudiando en Italia, estaba presente en todos los discursos de Gómez.'" Luego agregó, de manera algo incongruente, que Laureano Gómez representaba la "nueva política" colombiana, cuya fuente y carácter debería buscarse en los cines de la ciudad y en los lujosos confines del Friends Club.'" El dub al que aludía Arango fue una asociación conformada por los dirigentes sociales y políticos de Bogotá, que duró poco tiempo y que fue notable por su carácter bipartidista. Una semana antes del discurso de Arango, el Friends Club había homenajeado a Gómez en un baile cuyos invitados incluyeron al presidente Ospina y a su esposa, a todo el gabinete de Ospina, a Lucas Caballero y a su hija, a Enrique Santos, Luis Eduardo Nieto Caballero, Juan y Guillermo Cote Bautista, Juan Uribe Cualla, José Gómez Castro, Rafael Parga Cortés y Jorge Soto del Corral. Los invitados representaban a liberales moderados y a conservadores históricos, que compartían un compromiso con el progreso material, el de la lucha contra el antiguo régimen y principios políticos sostenidos ideológicamente. Por el momento, poco importaba que sus ideologías fuesen diametralmente opuestas.

El lugar de Gómez en la política colombiana fue anómalo a fines de la década del veinte. Aunque nunca pretendió ser nada diferente de un conservador doctrinario, fue celebrado por los liberales y condenado por miembros de su propio partido, el cual, en aquel momento, estaba controlado por miembros de la facción de Suárez. Sus propias ideas y actitudes al parecer se habían modernizado a la par con las de la nación y, en octubre de 1926, admitió que "por temperamento", se sentía "más cercano a Santos que a Pulgar".'" Lo extraño de su posición se hizo especialmente evidente en marzo de 1927, cuando intentó ocupar un puesto en la Asamblea Departamental de Santander, ganado bajo sospechosas circunstancias a un candidato liberal. Santander tenía una larga historia de fraude electoral, y a los liberales no les agradó ver que un conservador más los despojara de un puesto en la Asamblea, induso si se trataba de alguien tan renombrado como Laureano Gómez. Pero fue la mayoría conservadora suarista la que se negó a posesionar a Gómez cuando llegó para la sesión inicial. Se presentó entonces una situación sin salida; la Asamblea no pudo comenzar a trabajar y las pasiones políticas llegaron a un punto de gran efervescencia. Los

140 Gómez negó que él o Spengler fuesen fascistas, agregando que Vélez no debería presumir al comentar un libro que no había leído. 141 El Tumapo, 6 de agosto de 1926. Los miembros del grupo elegante de Bogotá preferían su nombre inglés a su equivalente español. 142 El Nuevo Tiempo, 10 de octubre de 1926, al citar un informe publicado en Ihnguardia Liberal, Bucaramanga.

liberales y los conservadores se insultaban mutuamente, al igual que las facciones a favor de Gómez y en su contra. Muchos temían estallidos violentos, pues los ciudadanos agotaron las existencias de revólveres en las tiendas locales.'" Después de una tormentosa semana, durante la cual se apostaron guardias armados en la casa de Gómez y de otros miembros de la Asamblea, esta se congregó. Gabriel Turbay encabezaba a los liberales opuestos a Gómez, quienes formaron un extraño frente unido con los suaristas. Entre tanto, Gómez protestó que él había ido a Santander únicamente para ayudar a que el departamento pudiera conseguir la aprobación de un empréstito para obras públicas.'" Mientras que el caos reinaba en la Asamblea Departamental, Laureano Gómez dictó una conferencia en el principal teatro de Bucaramanga, por invitación de la Cámara de Comercio local. Su tema eran los empréstitos destinados a las mejoras públicas, asunto que por lo general no suscita gran entusiasmo. Sin embargo, según el periodista liberal Milton Puentes, Gómez asombró a su audiencia con un discurso de tal pasión y elocuencia que

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se vio interrumpido constantemente por salvas de aplauso. Haciendo referencia a la teoría evolucionista, y utilizando coloridas metáforas, Gómez argumentó que cuando un pueblo no progresa, "retrocede y muere". Colombia, dijo, junto con sus "confederados" geográficos, Venezuela y Ecuador, constituye "un enorme emporio de inmensa riqueza" que aguarda ser explotada con la ayuda de empréstitos sabiamente administrados. El periodista Puentes salió convencido de que Laureano Gómez era [...] uno de los espíritus más revolucionarios que ha dado el país en los últimos tiempos, llamado a ser el abanderado de la enorme transformación que necesita Colombia.'" Pocos días más tarde, el 4 de abril, mientras Gómez continuaba tratando de desempeñarse en un ente legislativo maniatado por su presencia, llegó la noticia de la muerte de Marco Fidel Suárez. Hacia el final de la sesión, después de que los miembros de la Asamblea habían pasado algún tiempo redactando un mensaje de condolencia, Laureano Gómez pidió autorización para hablar. Uno de los testigos del evento lo describió como una

143 El Nuevo Tiempo, 8 de marzo de 1927. 144 El Diario Nacional, 21, 23, 25 de marzo de 1927. Véase también: El Nuevo Tiempo, 23 de marzo de 1927; Vanguardia Liberal, 30 de marzo de 1927. A medida que se conocieron los incidentes ocurridos en Bucaramanga, Ismael Enrique Arciniegas observó sarcásticamente que Gómez era de las pocas personas en la historia que vivía el refrán "quien no se alaba, de ruin se muere"; Armando Solano acusó a Gómez de "arrastrar su podio de plaza en plaza, proclamándose el salvador de la nación". El Nuevo Tiempo, 22 de marzo de 1927; El Tiempo, 19 de marzo de 1927. 145 Ihriguardia Liberal, 26 de marzo de 1927.

212 / La modernización en Colombia persona realmente conmovida por la noticia; su mirada "era la de alguien perdido en el misterio de lo desconocido". Habló lentamente, "su voz [...] en ese momento débil, temblorosa, delataba una intensa congoja espiritual", procediendo a pronunciar una elegante elegía en la que se refirió a Suárez como un gran ciudadano, un patriota y uno de los más ilustres hijos de la república. Terminó diciendo que un intenso sentimiento religioso lo movía a tartamudear las mismas palabras que en aquel momento se pronunciaban sobre Suárez, mientras yacía en su féretro: "perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden".'46 El hechizo se rompió cuando un representante observó que Gómez tenía audacia al elogiar a Suárez después de haber pasado varios años martirizándolo. Gómez le respondió agresivamente, recordando las palabras del escritor francés Bernard le Bovier de Fontenelle (1657-1757), quien alguna vez había lamentado la ausencia de una ley que prohibiera la entrada de los perros a los cementerios. No debe sorprender entonces que una lluvia de críticas cayera sobre la elegía de Gómez. Alfonso Palau resumió el juicio de la mayoría de la gente cuando lo acusó de querer "convertir el ataúd del señor Suárez

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en una canoa para continuar navegando en las aguas políticas".' 47 Había un elemento de verdad en esa observación. Un mes antes, Gómez había hablado también positivamente de otro de sus antiguos antagonistas, Ismael Enrique Arciniegas, pero en vano.'" El Partido Conservador continuó negándole un puesto en el Senado en las elecciones para el Congreso realizadas a fines de abril. 149 Excluido de los cargos públicos por su propio partido, era poco lo que Laureano Gómez podía hacer durante fines de 1927 y comienzos de 1928, excepto meditar sobre los problemas nacionales y criticar el manejo que daba el presidente Abadía Méndez a los asuntos del país. Durante el último año antes de su partida para Europa, Gómez y Alfonso López Pumarejo se concentraron en tres aspectos de la política a los que consideraban especialmente perturbadores. El primero era la manera en que el nuevo gobierno parecía privilegiar los intereses antioqueños. Creían que los antioqueños estaban recibiendo más de lo debido en términos de ayuda gubernamental, y que los industriales de esta región obtenían demasiados contratos del gobierno. En segundo lugar, denunciaron que las ramas ejecutiva y judicial, de manera descuidada y venal, regalaban las reservas de petróleo a astutos consorcios

146 Del informe de Misael Heleros, Vanguardia Liberal, 4 de abril de 1927. La elegía se encuentra en L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 1, pp. 372-373. 147 El Nuevo Tiempo, 5 de abril de 1927. 148 El Tiempo, 7 de marzo de 1927; El Nuevo Tiempo, 6 de marzo de 1927. 149 El Tiempo, 26 de abril de 1927.

petrolíferos internacionales. Su tercera queja era la incompetencia del gobierno. Gómez acusó a Abadía, a quien popularmente se lo caricaturizaba como durmiendo mientras la nación se desintegraba a su alrededor, de llevar a Colombia a la ruina. Gómez compartía los tradicionales celos, sospechas y temerosa admiración por el vigor económico de los antioqueños, propios de los colombianos que no provenían de esta región. Sus prejuicios en contra de los antioqueños se debían también a la creciente sofisticación con la que consideraba el dinero, sus usos e influencia. Lo anterior fue evidente a comienzos de 1926, cuando, como ministro de obras públicas, reprendió a los comerciantes antioqueños que se quejaban de haber dado prioridad a los materiales destinados a las obras públicas en el transporte por el río Magdalena, en lugar de permitir que el tráfico fluvial procediera de acuerdo con los turnos establecidos por ley. ¿Por qué, preguntó Gómez a los miembros de la Cámara de Comercio de Medellín, debería permitirles importar sus cargamentos de whisky, queso holandés y telas de seda, cuando los materiales de construcción se necesitaban para abrir paso a regiones menos afortunadas?'"

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Alfonso López Pumarejo fue el aliado natural de Gómez en su oposición al poderío económico de los antioqueños. En agosto de 1927, López dictó una conferencia en la que criticaba el carácter excluyente de la economía antioqueña y su actitud de superioridad en los asuntos financieros.'" Aproximadamente por la misma época, López y Gómez colaboraron en la denuncia de un consorcio antioqueño al que acusaron de malgastar fondos públicos en el ferrocarril entre Ibagué y Ambalema. Continuaron con sus críticas a fines de 1927 y al año siguiente. A comienzos de 1928, El Tiempo publicó una serie de cartas de Gómez, en las que se refería al grupo financiero antioqueño como El Leviatán, por su insaciable costumbre de devorar recursos materiales.'" El término cautivó la imaginación popular y pronto llegó a ser parte de expresiones comunes. Durante el carnaval estudiantil de 1928, un grupo que se llamó a sí mismo El Leviatán, ganó el concurso musical de aquel año.'" Su preocupación por la decencia y el buen sentido en el manejo de los recursos nacionales llevaron a López y a Gómez a oponerse conjuntamente a la propuesta del gobierno para que un consorcio británico explotara las reservas de petróleo ubicadas en

150 El Espectador, 3 de febrero de 1926. 151 El Tiempo, 19 de agosto de 1927. Víctor Cock y Pedro M. Carreño le respondieron a López al día siguiente en ese mismo diario. 152 Salomón Kalmanoviti, Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1988, pp. 288-289. 153 A. Patiño Roselli, Op. cit., p. 112. Socios y amigos del grupo financiero antioqueño induían a Esteban Jaramillo, Víctor Cock, Pedro M. Carreño, Mariano Ospina Pérez y Jesús Marulanda.

214 / La modernización en Colombia



la región de Urabá, en el occidente colombiano. Anticipando futuros desarrollos en México y en la misma Colombia, los dos propusieron la nacionalización de las reservas de petróleo y que su explotación la adelantara una compañía petrolera de propiedad de la nación. Nos rebelamos [escribieron] contra la idea oficial de poner en manos de los hombres rubios que fueron ala India con Warren Hastings y en Sudáfrica realizaron los sueños imperialistas de Cecil Rhodes, los petróleos nacionales del occidente colombiano, bajo el pretexto de impedir que caigan en manos de los otros rubios que están aposentados en el oriente de la República. 154

Cuando Gómez se propuso hablar sobre el tema de la nacionalización de las reservas de petróleo en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, el ministro de educación se negó a autorizarlo. Enfurecidos estudiantes, encabezados por Carlos Lleras Restrepo, marcharon hacia el Ministerio de Educación y rompieron los vidrios del edificio.' 55 Poco después,

Gómez reveló que muchos de los profesores de la Facultad de Derecho estaban a sueldo de grandes compañías petroleras y que uno de ellos literalmente había llorado cuando él se había negado a abandonar su oposición ala British Andean National Oil Corporation.'" Dos semanas después del incidente, Gómez dictó una conferencia sobre la nacionalización del petróleo ante dos mil personas en el Teatro Municipal, la audiencia más grande que se haya congregado allí. Citando fuentes que incluían Izvestia y Current History, argumentó que Colombia era incapaz de controlar grandes corporaciones petroleras una vez que se hubieran instalado en el país.' 57

LuisEdaroNetCbl,quin encontró que la charla valía la pena aunque era poco profunda, se preguntó por qué el gobierno había sido tan incompetente como para provocar un conflicto con Gómez, "un hombre de vasto prestigio", dándole así una audiencia mucho más grande de la que tendría de no haberlo hecho.'" Al mes siguiente, estudiantes universitarios, encabezados por Germán

154 En la última parte del pasaje aluden a la Tropical Oil Company, de propiedad estadounidense. El Tiempo publicó su carta en lugar de la editorial del 27 de septiembre de 1927. 155 El Tiempo, 1 de octubre de 1927. Germán Arciniegas, quien entonces tenía veintisiete años, dirigía a los estudiantes. Lleras Restrepo, quien contaba con diecinueve años, representaba al Centro Departamental de Estudiantes de Cundinamarca. El ministro de educación, Juan Vicente Huertas, amenazó con cerrar la universidad si se presentaban otros actos de violencia. Arciniegas manifestó su desilusión de que el gobierno utilizara la fuerza pública para impedir el ejercicio de la libre expresión. El Tiempo, 4 de octubre de 1927. 156 Al final del mes, el decano de la Facultad, Pedro M. Carreño, renunció a su cargo. El Tiempo, 30 de octubre de 1927. 157 El Trempo, 14 de octubre de 1927. 158 El Tiempo, 19 de octubre de 1927.

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Arciniegas, aprobaron el "manifiesto de la juventud antiimperialista", que suscribía el programa del partido populista peruano Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). 159 Para 1928, Laureano Gómez había entrado en un período de introspección y estudio, destinado a extenderse durante su estadía en Europa. Había muchas cosas sobre las que podía meditar. Él, que había comenzado su carrera convencido de la verdad del conservatismo y de lo errado del liberalismo, había llegado a creer que los dos partidos políticos de la nación cada vez se asemejaban más, y que el pensamiento de sus dirigentes convergía. Él, que había sido lanzado a la política gracias a los jesuitas, había comenzado a creer que el clero no debía intervenir en política. Los liberales ya no eran los antiguos jacobinos, que se alimentaban de los cuerpos de los sacerdotes, decía, porque habían aprendido que los sacerdotes eran un pobre desayuno. Los conservadores se burlaban de estos comentarios, llamando a Gómez "pseudo conservador".160 En realidad, la mayoría de sus amigos eran liberales: Lucas Caballero, López de Mesa, Soto del Corral, los hermanos Santos, Alfonso López y

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muchos otros. Jóvenes liberales, como Germán Arciniegas y Alberto Lleras Camargo, lo admiraban y otros, aún más jóvenes, como Carlos Lleras Restrepo, recurrieron a la violencia cuando se negó a Gómez la libertad de expresión. El liberal Pedro Juan Navarro llegó incluso a referirse a Gómez como el candidato presidencial ideal.'6 ' Entre tanto, su futuro político inmediato parecía tan oscuro como el de sus amigos liberales. A pesar de su constante y mordaz crítica a la manera pusilánime como Abadía manejaba el bien común, la nación trastrabillaba de la forma habitual. Nada parecía cambiar. Laureano Gómez se deprimió. Gómez se volvió cada vez más a las lecturas en su esfuerzo por comprender el dilema de la nación.' 62 La naturaleza de estas se evidenció durante sus debates públicos y conferencias dictadas en 1926 y 1927, donde comenzó a citar a Spengler, Ratzel y Ganivet, para hacer énfasis en argumentos que, por lo general, eran optimistas. Para fines de 1927 y comienzos de 1928, estaba leyendo a Sigmund Freud y a Thomas Carlyle, y encontró que el análisis que ofrecían de la psiquis, la sociedad y los

159 Universidad, 57(526), 26 de noviembre de 1927. 160 El Tiempo, 10 de octubre de 1926. Gómez induso llegó a elogiar a Estados Unidos, citándolo como un país cuyos ciudadanos nunca habían tenido problemas con los asuntos de la relación entre la Iglesia y el Estado. 161 Lo hizo el día de agosto de 1926, cuando Gómez había enredado tan astutamente a Carlos Arango Vélez durante el debate en el Congreso. 162 Según su hijo, Álvaro, Gómez era un voraz y rápido lector, quien asimilaba efectivamente lo que leía. Alvaro Gómez recuerda que, durante el exilio de su padre en España, entre 1953 y 1957, cuando se encontraba mal de salud, los miembros de su familia se esforzaron porque mantuviera su hábito de leer un libro al día.

216 / La modernización en Colombia hombres públicos resultaba útil para interpretar el malestar de Colombia por aquella época. En la conferencia dictada en el Teatro Municipal en octubre de 1927, presentó un extenso análisis del país basado en el estudio freudiano sobre el sonambulismo, situación que consideraba la de Colombia bajo el gobierno de Abadía. Previno a su audiencia contra el uso de la violencia, recomendando el enfoque de Freud: "llamar suavemente al paciente por su nombre, tratando de despertarlo con gentileza". Una actitud más fuerte podría hacer que el paciente cayera en "una actitud desorbitada, loca [...] una dispersión de esfuerzos que demuestra actividades no controladas".'63 A comienzos de 1928, Germán Arciniegas le pidió a Gómez que comentara sobre la situación de Colombia. Replicó que la nación estaba sonámbula. Los colombianos parecían capaces de producir sólo dirigentes mediocres: el arte de gobernar se había reducido a un mantenimiento del status quo. Los sobornos y la corrupción florecían. La nación estaba en peligro.'" La campaña de los liberales y los disidentes conservadores contra Abadía Méndez fue, en muchos aspectos, una continuación del ataque a la hegemonía conservadora que se prolongaba desde el fracaso del republicanismo diez años atrás. Para 1928,

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sin embargo, la participación de Laureano Gómez en este movimiento era cada vez más una función de sus ambiciones políticas que, después de todo, habían sido efectivamente frustradas. Su crítica a Abadía se relacionaba también con el proceso de cambio intelectual, psicológico e ideológico por el que estaba atravesando por aquella época. Para 1928, estaba revisando su visión optimista de Colombia y de sus posibilidades, luchando por detener su propio cambio de rumbo ideológico, y aceptando el hecho de que una generación política estaba pasando y que pronto le llegaría el turno de dirigir a su partido —quizá al país—. Estos desarrollos pueden rastrearse en tres ensayos suyos de comienzos y mediados de 1928. Gómez publicó el primero de ellos en la revista bisemanal de cultura y política dirigida por Germán Arciniegas, Universidad. 165 Llevaba por título "El carácter del general Ospina", y era a la vez un panegírico en honor de Pedro Nel Ospina, quien había muerto en el mes de julio, y un lamento por la escasez de grandes lideres como Ospina en la historia de Colombia. El ensayo representaba también un intento por definir las principales debilidades políticas del país, a las que Gómez identificó como la tendencia histórica ala corrupción política y el dominio de la política

local por parte de jefes o caciques. Ambas tradiciones, argumentó, habían contribuido en gran parte a impedir que la república entrara en el camino del progreso. El caciquismo y la corrupción, unidos a la ausencia de figuras ejemplares en la historia de Colombia eran, en su opinión, las principales causas de la "languidez y el carácter raquítico" de la nación. En

la parte central del ensayo, sostuvo que Ospina había luchado efectivamente contra los males gemelos del caciquismo y la corrupción, a la vez que había realizado una labor ejemplar en la modernización del país. En el ensayo, citó al determinista ambiental Friedrich Ratzel (1844-1904), en cuyos escritos se había basado para el discurso pronunciado en Bucaramanga un año antes, y se refería asimismo al teórico Thomas Carlyle, "un gran hombre". El ensayo incluía referencias al historiador estructuralista Lucien Febvre (1878-1956), al teórico evolucionista Henri Beer (1847-1926), al filósofo político y psicólogo evolucionista Walter Bagehot, al filósofo del "vitalismo", Henri Bergson (1859-1941) y al poeta norteamericano del "trascendentalismo", Ralph Waldo Emerson. En un momento de cambios caleidoscópicos en Colombia, Gómez evidentemente se debatía por comprender las implicaciones que tenían estos para

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su país. Tres meses después de publicar "El carácter del general Ospina", Laureano Gómez habría de extender su análisis del país y hacer reveladores comentarios acerca de su propia posición filosófica. Alfonso López Pumarejo le ofreció un foro para presentar sus ideas cuando, en abril de 1928, organizó una serie de conferencias públicas sobre importantes temas de interés público.'66 Aunque se había pedido a Gómez que hablara sobre el tema de las obras públicas durante el gobierno de Abadía Méndez, optó por presentar una versión ampliada del melancólico escrito que había publicado cuatro meses antes en la revista de Germán Arciniegas. En ese artículo desarrollaba el interrogante: "¿Cuáles son las características predominantes de nuestra época en Colombia, cómo se explican y cuáles son sus posibles consecuencias?". Al desechar el tema de las obras públicas, Gómez había adoptado una sabia decisión. Si hubiera criticado la administración de las mismas bajo el gobierno de Abadía, sólo habría repetido las críticas que tan recientemente había recibido él mismo. Gómez dictó su primera conferencia en la tarde del 5 de junio. Esbozó primero el terreno quebrado y en su mayor parte tropical de Colombia, pasando luego a ofrecer una evaluación

166 Las conferencias se anunciaron mediante una carta del 28 de abril dirigida a Enrique

163 El Tiempo, 15 de octubre de 1927. 164 tiniversidad, 69 (119, 139), 18 de febrero de 1928. 165 Universidad, 11 de febrero de 1925, 10 y 31 de marzo de 1928. El ensayo aparece también en L. Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 3, pp. 28-60.

Santos y publicada en El Diario Nacional, del cual Santos era director. La serie de conferencias semanales se inició a comienzos de mayo y los boletos para los mejores puestos se vendían a un precio costoso, $7,50. Los puestos de la galería para estudiantes costaban cincuenta centavos. José Alejandro Bejarano inició la serie, con una conferencia sobre el tema del divorcio. El Tiempo, 12 de mayo de 1928.



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218 / La modernización en Colombia altamente negativa de la población mestiza colombiana. Basándose en algunas fuentes que su amigo López de Mesa había presentado un año antes en su estudio "El factor étnico", Gómez describió a los ciudadanos colombianos, la mayor parte de los cuales eran mestizos, como pertenecientes a un subgrupo étnico evidentemente inferior.'67 Citando a un defensor del determinismo etnográfico llamado Lucas Ayarragaray en lugar de a López de Mesa, concluyó que el clima, la geografía y la mezcla racial habían cargado a Colombia con una viciada mezcla de rasgos que el argentino, y ahora Laureano Gómez, denominaban "tropicalismo".'" Gómez se embarcó en un pesimista análisis de las deficiencias nacionales para conduir, como lo hizo tres veces en la confe-

rencia, que Colombia era "una especie de inmenso invernadero". Dado que era un lugar con una ecología social excesivamente frágil, dijo, [...] no nos podemos permitir el lujo de la ineptitud y de que por el camino que se nos lleva, avancemos hacia la dependencia económica y la pérdida de la soberanía.'"

La conferencia causó sensación entre el público y en todo el país. Los colombianos, y el propio Gómez, habían sido en general optimistas acerca del país y de sus perspectivas durante los años de la danza de los millones. Así, en palabras del columnista de El Tiempo, Enrique Santos, la conferencia "había caído sobre la ciudad alegre y confiada como una losa funeraria".'" A pesar de algunas reservas,

167 El estudio de López de Mesa se discute en el capítulo 4, supra. 168 Citó a Ayarragaray, quien había escrito: "El mestizo primario es inferior al progenitor europeo; pero al mismo tiempo es a menudo superior al antiguo indígena". Gómez continuó diciendo: "En los países donde el negro ha desaparecido, como en la Argentina, Chile y el Uruguay, se ha podido establecer una organización económica y política, con sólidas bases de estabilidad. El mulato y el zambo, que existen en nuestra población, son los verdaderos híbridos de América. Nada les debe a ellos la cultura americana. Ayarragaray afirma que los hijos de la unión de negros con zambos o con indios son inferiores a sus padres por la inteligencia y por la fuerza física; tienen una voluntad débil, dominada por pasiones groseras. A la flaqueza de carácter unen una inteligencia poco lúcida, incapaz de análisis profundo, de método, de ideas generales; el amor al bullido, el hábito de hablar a gritos, cierta abundancia oratoria y una retórica pomposa, que es precisamente lo que se Ilama`tropicalismo m . Laureano Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia, 2.a ed., Bogotá, Populibro, 1970, pp. 48-49. El uso que hizo Gómez del término "tropicalismo" sería recordado durante largo tiempo en Colombia, especialmente por el psiquiatra José Francisco Socarrás quien, en 1942, publicó su estudio psicoanalítico de Gómez. Años antes, cuando Socarrás era todavía un estudiante de medicina, recordaba haberse visto perturbado por una fijación con la palabra "tropical". Se sometió entonces a un análisis de asociación libre. "Los primeros términos asociativos que surgieron [...] fueron trópico, tropicalismo, Laureano Gómez". H. Rosselli, Historia de la psiquiatría en Colombia, vol. 2, Bogotá, Horizontes, 1968, p. 720. 169 Laureano Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia, Op. cit., p. 63. 170 El Tiempo, 5 de junio de 1928.

los liberales tendieron a aceptar el duro diagnóstico de los males del país; algunos induso elogiaron a Gómez por su refrescante revisionismo. Eduardo Santos se refirió a él como "un hombre superior" y se maravilló de la buena suerte que parecía acompañar inevitablemente a sus actos públicos. Seguramente, Laureano Gómez debe tener un ángel de la guarda, observó."' Luis Eduardo Nieto Caballero dijo de Gómez que era "uno de los elementos más valiosos de nuestra democracia", agregando, "aplaudimos con gusto al orador".'" Nieto Caballero se burló un poco de Gómez, al hacer referencia a "la selva de su elocuencia", y expresando su alegría de que una flor de invernadero como Gómez apareciera en un desierto como Colombia, para compartir su fragancia e inteligencia con otros menos afortunados.'"' No todos se mostraron tan generosos. El autor del editorial de El Espectador opinó que la mayor parte de las teorías sobre las que se basaba la conferencia de Gómez habían sido re-

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visadas y ya no se discutían en círculos académicos serios. El editorialista prosiguió argumentando que si bien era posible que Colombia no figurara a la cabeza de las naciones racialmente superiores, y que sin duda pasarían muchos años antes de que la raza blanca llegara a predominar allí, en ese momento se formaba en el altiplano "un tipo racial excelente". "Zambos, mulatos e indios degenerados hay todavía muchísimos en Colombia", admitió, recordando, sin embargo, que "otros [países] están aún peor poblados". 174 El geógrafo J. M. Rosales reaccionó ante la conferencia refutando la mayoría de los argumentos de Gómez en un trabajo académico, Colombia, tierra de humanidad, publicado dos años más tarde.'" Algunos de los miembros del Congreso debatieron la posibilidad de hacer de la crítica a la patria una ofensa punible. Y los conservadores que se oponían a Gómez renovaron sus acusaciones de que había dejado de ser un conservador. Gómez respondió a todas las críticas

171 El Tiempo, 7 de junio de 1928. 172 El Gráfico, 9 de junio de 1928. 173 "sub Eduardo Nieto sugirió lo que Socarrás había afirmado en su tesis doctoral de 1930: "siempre lo he considerado [a Gómez] como un producto representativo de las influencias que ejerce la zona ecuatorial sobre los hombres". H. Rosselli, Op. cit., vol. 2, p. 721. Nieto Caballero, quien difería de Gómez en muchos aspectos compartía, sin embargo, su determinismo etnográfico. Un año antes, en el elogio que hizo de Pedro Nel Ospina, se había referido a Ospina como un campeón del progreso, que creía que "un país de los trópicos, en donde el dima adormece y donde la raza tiene sangre del español abandonado, del indio melancólico y del negro indolente, ha menester de la acción de sus dirigentes para salir del marasmo". Ignacio Arizmendi Posada, Presidentes de Colombia, 1810-1990, Bogotá, Planeta, 1989, p. 224. 174 El Espectador, 6 de junio de 1928. 175 José Miguel Rosales, Colombia, tierra de humanidad, Bogotá, Santafé, 1930.

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El dinero llega a Colombia / 221

anteriores en una segunda conferen- cómo, después de esta derrota, él cia, dictada dos meses después. Aun- mismo "quedó convertido en un igque la mayor parte de esta era una norante, fracasado, a quien se le aparespuesta a las objeciones que se le ga la luz". Pero, a pesar de todo esto, habían formulado contra la primera, el antiguo discípulo de los jesuitas tocó dos nuevos temas importantes. En había sido siempre fiel a sus enseñanprimer lugar, habló duramente con- zas. "He sido constantemente fiel a tra el individualismo egoísta que ha- las enseñanzas recibidas [...] Han sido bía suplantado en Colombia la antigua los demás los que han cambiado".'" "vida colectiva de la nación". Observó En una de las secciones más inteque los ciudadanos de la nueva Colom- resantes de su segunda conferencia, bia "se interesan exclusivamente en Gómez atacó a quienes entregaban sus negocios y en su prosperidad in- recursos nacionales a compañías exdividual", hecho que ha reducido a tranjeras bajo el pretexto de defenla política a poco más que una vil pe- der a Colombia contra el comunismo. lea por impuestos. "La virtud que No era este quien amenazaba la intriunfa en el momento actual del país dependencia del país, insistió. Eran es la hipocresía", afirmó." más bien quienes, a través de su proFinalmente, Gómez respondió a pia ignorancia, incompetencia y lelos muchos miembros de su propio targo, alienaban el patrimonio de la partido que lo acusaban de haber nación a través de negocios interesadejado de ser conservador. Especial- dos con extranjeros.'" mente dolorosa para él fue la acusaLaureano Gómez apenas tuvo que ción de un jesuita no identificado de defender su conservatismo en la seque había abandonado los valores que gunda conferencia dictada en el Tease le habían enseñado en San Barto- tro Municipal en 1928. Las conferenlomé. Gómez disintió vigorosamente, cias como tal son una clara afirmación diciendo que nunca había olvidado las del mismo. Los "Interrogantes sobre normas de la ética cristiana que le el progreso de Colombia", como lleinculcaran los jesuitas. Si los había con- garon a ser conocidas, constituyen trariado, prosiguió, era sólo por res- hitos del camino de regreso que repetar su creencia de que un hombre corrió su autor hacia la ortodoxia de libre nunca se plegará a leyes inicuas su juventud. Es evidente en ellos que o a una autoridad tiránica. Aludien- Laureano Gómez había llegado a do a la derrota que había sufrido a percibir el efecto que la creciente rimanos de Marco Fidel Suárez y el de- queza y la expansión de la cultura ro seglar en 1916, Gómez recordó material comenzaban a tener sobre

176 L Gómez, Interrogantes sobre el progreso de Colombia, Op. di., pp. 141 43. 177 /bid., p. 148. 178 /Ud., pp. 150-151.

las actitudes tradicionales. Lo que vio en 1928 eran las consecuencias de estos cambios tal como se manifestaban en los estratos más altos de la sociedad colombiana. Durante los años siguientes, observó con creciente consternación cómo estas actitudes egoístas invadían todos los niveles de la sociedad colombiana. El año de 1928 y los tres ensayos publicados entonces, marcan el punto medio en el regreso de Gómez al abierto conservatismo de su juventud. Entre su partida para Europa poco después de estas conferencias y su regreso al país a mediados de 1932, habría de completar el trayecto. Pero esto pertenecía al futuro. En 1928, Laureano Gómez aún era percibido como el Nuevo Hombre colombiano, un con-

servador de pensamiento avanzado, cuyos más cercanos colaboradores eran liberales que sentían una fuerte afinidad intelectual con él. "La democracia colombiana está en deuda con Laureano Gómez por sus grandes servicios", escribió el columnista de El Tiempo, Enrique Santos, cuando Gómez partió para Europa el 3 de septiembre de 1928. Santos le deseó a Gómez buena suerte y un rápido regreso a

tierras colombianas, "donde su prestigio crece todos los días y en donde se

le mira como a una de las mejores esperanzas de la patria". Es "el unánime deseo de sus amigos", concluyó Santos, que la estadía de Laureano Gómez en el extranjero sea corta, pues "consideran su presencia indispensable en el país".'"

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179 "Cosas del día", en: El Tiempo, 3 de septiembre de 1928.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 223

6 El cambio social y el desafío a la autoridad tradicional El espectro . del bolchevismo

L

a década del veinte fue una época de agitación sodal en Colombia. Con el paso del decenio y la modernización de la economía, surgieron cada vez más exigencias para los cambios correspondientes en las instituciones politicas y sociales. Los reformadores confrontaron un obstáculo formidable en la persona del presidente Miguel Abadía Méndez. Dirigente sobrio y poco carismático, que asumió la presidencia en 1926, Abadía era un conservador ortodoxo cuyo servicio al partido se había iniciado en 1885 cuando, a la edad de diecisiete años, contribuyó a la derrota de los liberales en la guerra civil de aquel año. Abadía y quienes lo rodeaban se mantuvieron firmes contra una constelación de reformadores, que incluía liberales, obreros, estudiantes universitarios y un grupo diverso de socialistas que iba desde los socialdemócratas hasta quienes se declaraban abiertamente bolcheviques. Al final, las fuerzas del cambio pre-

valecieron, mas no con la ayuda de Abadía, quien dividió a su partido antes de las elecciones presidenciales de 1930. El liberal Enrique Olaya Herrera ganó esa contienda, terminando así con cuarenta y cinco años de gobierno conservador. La presidencia de Olaya fue una transición, en el sentido de que, si bien atendió varios de los problemas más urgentes de la reforma, especialmente aquellos relacionados con el aspecto laboral, gobernó con considerable apoyo del partido opositor. Conservador desde el punto de vista económico, Olaya luchó por mitigar los efectos de la contracción económica mundial, manteniendo buenas relaciones con Estados Unidos y con fuentes privadas de capital en dicho país. Su tarea se vio complicada por estallidos de violencia en muchos pueblos y aldeas remotas, donde liberales y conservadores disputaban la transferencia del poder político. Por consiguiente, Olaya sólo pudo responder a las exigencias más inmediatas a favor de una reforma social, pero no pudo controlar la

lucha de carácter político. Cuando había transcurrido la mitad de su período presidencial, Colombia continuaba en un ambiente tempestuoso. Pronto habría de agravarse esta situación. Laureano Gómez, quien había permanecido en el extranjero durante casi cuatro años, regresó para ocupar su puesto en el Senado. Los colombianos que habían vivido los impetuosos años que precedieron a la victoria liberal en 1930, los recuerdan como una época de cambios económicos y sociales fundamentales. Al reflexionar sobre la Colombia de su juventud, el escritor liberal Alberto Galindo sugiere el entusiasmo que experimentó durante la danza de los millones. Aquel repentino salto de la resignada pobreza a la ilusión de opulencia, del papel moneda inconvertible a la rutilante morrocota [...] sacudieron tan profundamente la mentalidad de nuestro pueblo y desquiciaron en tal forma la estructura de su economía pastoril, que abrieron paso a una nueva conciencia social.' En esta sola frase evocadora, Galindo captó la esencia de la década del veinte.' De especial importancia es el uso que hace Galindo de la frase "la ilusión de opulencia", con la que sugie-

re que, debajo del sonido y la furia del despertar económico colombiano, yacía un substrato de miseria que, de muchas maneras, se intensificó durante la década. La pobreza y la desigualdad tendieron a aumentar frente al rápido cambio económico. Esto, a su vez, fortaleció el movimiento laboral colombiano, haciendo de él un motor de la reforma social. La incipiente modernización produjo un apreciable movimiento de población a los pueblos más grandes y a las ciudades. Durante la década del veinte, el tamaño de Bogotá se incrementó casi en un 50%, llegando a tener cerca de 224 mil habitantes para 1929. En Medellín, Cali y Barranquilla se dieron incrementos análogos. Al mismo tiempo, la vivienda para los trabajadores no se incrementó de manera correspondiente. Esta era especialmente densa en Bogotá, donde cada vivienda albergaba un promedio de catorce personas' Entre tanto, los alquileres subieron en un 350% entre 1918 y 1928, llevando a los iracundos arrendatarios en la capital del país a protestar porque la mitad de sus ingresos mensuales eran consumidos por el pago del alquiler. A fines de 1927, los arrendatarios de Bogotá adoptaron la medida sin precedentes de declarar una huelga de alquileres.

1 Alberto Galindo, "La República Liberal", en: Plinio Mendoza Neira, ed., El liberalismo en el gobierno, vol. 1, Bogótá, Prag, 1946, p. 64. 2 Alberto Galindo nació en Neiva en 1920. Se hizo periodista y presentador de noticias, se desempeñó como congresista en varias ocasiones, y militó en el Partido Liberal. 3 Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano P., "Santa Fe y Bogotá: evolución histórica y servicios públicos, 1600-1957", en: Pedro Santana R., ed., Bogotá 450 años. Retos y realidades, Bogotá, Servigraphics Ltda., 1988, p. 25.

224 / la modernización en Colombia Las condiciones sanitarias en los barrios obreros de Bogotá continuaban siendo tan aterradoras en la década del veinte como lo habían sido un siglo antes. Sólo el 5% de las viviendas bogotanas tenía agua corriente, lo cual significaba que los desechos humanos todavía llegaban a alcantarillas abiertas. La escarlatina, la difteria y la tifoidea seguían siendo enfermedades endémicas en los centros urbanos, donde uno de cada cinco niños moría antes de cumplir un año. En 1929, el 42% de las muertes en Colombia se atribuía a causas indeterminadas, por la ausencia de un médico que las certificara.' El promedio de expectativa de vida en Colombia había aumentado sólo a 34,2 años para 1932. 5 Entodslca,pbreolvaban una carga desproporcionada del sufrimiento que implicaban tales estadísticas. La inflación incrementó la miseria de los pobres. Mientras que los precios aumentaron a una tasa anual del 7,3% durante este decenio, hubo alzas excepcionales durante los años intermedios de la década. En los primeros meses de 1926, el índice del costo de la vida en el país subió de 147 a 219, y para el final del decenio,

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional / 225 quienes visitaban a Bogotá notaron que era más costoso vivir allí que en Buenos Aires, París o Londres.° El prejuicio racial complicaba aún más el problema social colombiano. Los miembros de las clases altas miraban con desprecio a los pobres, quienes por lo general revelaban su ancestro indígena o africano, al ser morenos y bajos de estatura. Los colombianos adinerados eran con frecuencia más altos, rubios de tez blanca, debido a sus antepasados europeos. Durante la década del veinte, los colombianos mejor educados creían que los pueblos de piel oscura en todo el mundo sufrían un proceso de "decadencia racial", convicción que tendía a impedir el impulso reformador. Los colombianos más ricos creían que los pobres vivían en tugurios porque se lo merecían, y que si recibieran más dinero por su trabajo sólo lo malgastarían. Poco antes de que los trabajadores de las plantaciones bananeras fueran trágicamente abaleados por tropas del gobierno a fines de 1928, el ministro de industria, José Antonio Montalvo, quien por entonces estaba encargado de las relaciones laborales, opinó que si se concedía un aumento salarial a los trabajadores,

4 lbíd., p. 40. 5 Jorge P. Osterling, Democracy in Colombia. Clientelist Politics and Guerrilla Warfare, New Brunswick, N. J, Transaction Publishers, 1989, p. 9. 6 Alfonso Patiño, La prosperidad a debe, y la gran crisis, 1925-193 5. Capítulos de historia económica de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1981, p. 88; Germán Colmenares, "Ospina y Abadía: la política en el decenio de los veinte", en: Álvaro Tirado Mejía, Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 256. El índice se refiere a 1923 como año base. Alcides Arguedas se quejó del costo de la vida en Bogotá en: "La danza de las sombras", en: Luis Alberto Sánchez, ed., Obras selectas, 2 vols., México, Aguilar, 1959, p. 866.

ellos lo emplearían en pasatiempos disolutos. "El obrero gana cinco dólares diarios y vive con treinta centavos; lo demás lo despilfarra", escribió otro conservador.' Los colombianos pobres eran los más afectados por un sistema de educación nacional orientado a las necesidades de los más adinerados. La actitud prevaleciente, según la cual los pobres sencillamente no necesitaban mucha educación, fue sugerida en 1923, cuando una misión educativa alemana recomendó un plan que exigía educación primaria obligatoria para todos los niños colombianos. Esta propuesta provocó un escándalo que condujo a su rápido rechazo en el Congreso, y a la renuncia del ministro de educación, Miguel Arroyo Díez. El presidente Ospina sólo pudo llenar el cargo vacante meses después de este remezón.8 No debe sorprender, en-

tonces, que los niveles de alfabetización en Colombia cayeran ligeramente durante la década del veinte. 9 Los artesanos y obreros colombianos eran muy conscientes del desdén con el que los trataban los miembros de las clases pudientes, y de la falta de preocupación que mostraban los ricos por su dificil situación. 1° Esto lo revelaban en su actitud sombría y estoica frente a los miembros de la élite y

en la manera como respondían cálidamente a quienes manifestaban un auténtico interés por ellos." Fueron

capaces también de actuar en defensa de sus intereses cuando eran provocados, como lo demostraron periódicamente durante el siglo anterior.' 2 Habítmiénurdcóeoganizaciones del trabajo artesanal en Colombia, que se remontaba al siglo xix.'s El moderno movimiento laboral

Hernando Navia Varón, Caudillo y gobernante: doctor Ignacio Rengifo Borrero, Cali, Imprenta Departamental, 1964, p. 150. 8 Este incidente se discute en Fernán González, Educación y Estado en la historia colombiana, Bogotá, CINEP, 1978, pp. 71-75; Renán Silva Olarte, "La educación en Colombia, 1880-1930", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 85. 9 Las cifras del gobierno indican un 30% de analfabetismo en Colombia en 1930. William Paul McGreevey,An Econonui History of Colombia, 1845-1930, Nueva York, Cambridge University Press, 1971, p. 234. 10 "Bien sabemos que no existen en Colombia los problemas de carácter económico y social que hoy confronta el viejo mundo", escribió el abogado y político Mario Fernández de Soto en 1925. M. Fernández de Soto, Ideología política, París, Excelsior, 1926, p. 11. 11 El viajero alemán Ernst Rothlisberger observó en 1929 que "el extranjero libre de prejuicios y criado en contacto directo con gentes de todos los estratos sociales, suele estar en mejor situación que los aristocráticos colombianos para comprender la suerte de los pobres [...] y de la multitud de niños sin padre". Citado en Carlos Martínez ed., Bogotá reseñada por cronistas y viajeros ilustres, Bogotá, Escala Ltda., 1978, p. 156. 12 Los disturbios en Bogotá de 1891, 1911 y 1919 se discuten en los capítulos 1, 3, y 4, supra. 13 La historia de esta actividad se trata en David Lee Sowell, "The Early Latin American Labor Movement: Artisans and Politics ín Bogotá, Colombia, 1832-1919", disertación de doctorado, University of Florida, 1986. 7



226 / La modernización en Colombia colombiano nació a comienzos de 1919, con la formación del Sindicato Central Obrero, y su brazo político, el Partido Socialista." Su bautismo se dio en marzo de ese mismo año, cuando la guardia presidencial de Marco Fidel Suárez disparó a algunos obreros que se encontraban en la Plaza de Bolívar. Aquel incidente fue una metáfora de la interacción del movimiento laboral con el Estado hasta cuando los conservadores perdieron el poder en 1930. Fueron tres los factores que hicieron del trabajo, y de los problemas que afectaban a los pobres, una dificultad central en los asuntos colombianos durante la década del veinte. El primero fue el surgimiento de los obreros como fuerza política durante esta década. Los humildes y sus voceros sencillamente insistieron en que las relaciones laborales se incluyeran en la vida y en la política nacionales. En segundo lugar, y como consecuencia de la nueva actitud asertiva de los movimientos laborales, se dio el hecho de que el Partido Liberal adoptara las banderas de este movimiento y la "cuestión social" en general, como una manera de contrarrestar la influencia del Partido Socialista recientemente creado. El tercer factor de importancia fue el impacto del movimiento laboral sobre los conservadores. Los miembros del partido de gobierno se escandalizaron y aterraron por la militancia de un grupo que,

en su mayoría, había mostrado deferencia a quienes estaban por encima de ellos en la jerarquía social y que, por lo general, había aceptado su liderazgo social y político. Especialmente inquietante para los conservadores era la admiración que sentía la dase obrera por la Revolución rusa de 1917. Esto, unido al hecho de que la mayoría de los dirigentes sindicales y un número considerable de jóvenes activistas sociales que emergía por entonces, proclamaran su compromiso con el socialismo revolucionario, llenó de terror a los conservadores. Durante mucho tiempo, los liberales colombianos habían mostrado un interés de amo por la mano de obra. Los dirigentes del partido, por consiguiente, no se mostraron complacidos cuando los obreros comenzaron a mostrar signos de independencia a comienzos del siglo xx. Las élites liberales no aprobaban las huelgas, a las que consideraban como amenazas para la propiedad privada. Contemplaban el nuevo Partido Socialista con una preocupación que se convirtió en alarma cuando los socialistas los derrotaron en las elecciones realizadas en Medellín en noviembre de 1921. Los éxitos laborales, unidos con la adopción, por el Partido Socialista, de una plataforma más socialmente responsable que cualquiera de las que hubieran propuesto jamás los liberales, los movió a la acción. A comienzos de 1922, los liberales, encabezados por

14 Estos desarrollos se presentan en Miguel Urrutia, The Development of the Colombian Labor Movement, New Haven, Yale University Press, 1969, pp. 55-80.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

el general Benjamín Herrera, adoptaron una plataforma de partido que incluía la propuesta de la jornada laboral de ocho horas y el reconocimiento legal del derecho a la huelga. De esta manera, los liberales consiguieron rebasar con éxito a los socialistas. Un historiador de los movimientos laborales, Miguel Urrutia, considera que tales actos tuvieron como consecuencia una "socialización" del Partido Liberal. 15 Una vez los obreros colombianos percibieron que el Partido Liberal había abandonado su adherencia histórica a los principios del laissezfaire, se alejaron del Partido Socialista, pero continuaron realizando congresos sindicales anuales, habitualmente en la capital del país, durante la década del veinte. Con estas reuniones, los miembros de los sindicatos podían mantener contacto, afirmar cierto grado de independencia respecto a los partidos tradicionales y captar la atención pública. La principal característica del movimiento laboral en la década del veinte fue su diversidad. Otro historiador del movimiento laboral, Mauricio Archila, ha encontrado tres tradiciones ideológicamente diferentes, pero

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complementarias, en los inicios de este movimiento. La más antigua y quizá la más predominante fue el comunitarismo cristiano, el cual enfatizaba en el deber de la sociedad de proveer a las necesidades humanas de todos sus integrantes. Lo que en la doctrina social católica romana se denominaba el bien común, fue un principio fuertemente reafirmado en 1891 por el papa León XIII en la encídica De rerum novarum. Esta, la más famosa de las encíclicas modernas, con el correr del tiempo halló expresión política en los Partidos Demócrata Cristianos que se crearon en Europa y en muchos lugares de Latinoamérica a comienzos de la década del treinta. En Colombia, fueron los obreros quienes intentaron, como lo decían ellos mismos, "rescatar al cristianismo 'puro— de un dero en su mayor parte reaccionario, y del igualmente retrógrado Partido Conservador. ° La segunda tendencia ideológica del movimiento laboral colombiano fue el liberalismo clásico, el cual imbuía en los obreros un espíritu racional y una fe en el progreso que habría de venir a través de la cultura científica. El liberalismo era la fuente primordial de los principios igualitarios del

15 lbíd., pp. 73-76. 16 Véase la discusión que presenta Mauricio Archila en "La clase obrera colombiana, 1886-1930", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 224-231. Sobre el surgimiento de la democracia cristiana en América Latina, véase James D. Henderson, Conservativo Thought in Twentieth Century Latin America, Athens, Ohio University Press, 1988, pp. 125-130. En palabras de Archila, los obreros colombianos buscaban "los aspectos progresivos del cristianismo: la rebeldía de Jesús, las denuncias de los profetas y de los Santos Padres contra la riqueza, y las formas de vida colectiva desarrolladas por las primeras comunidades cristianas. En este sentido, se intentaba rescatar un cristianismo 'puro'".

228 / La modernización en Colombia movimiento laboral, mediante los cuales buscaba combatir los prejuicios raciales y de clase enfilados contra él. "En este sentido", escribe Archila, "la naciente clase obrera colombiana bebió primero de las fuentes de la Ilustración que del socialismo, cantó primero la Marsellesa que la Internacional". En tercer lugar; el movimiento laboral colombiano adoptó la promesa romántica de la Revolución rusa de 1917. Les fascinaba la idea de que obreros como ellos hubiesen tomado el control de una de las principales naciones europeas, y de que hubieran hecho de la distribución igualitaria de la propiedad la nueva religión del Estado. Como lo ha indagado Mauricio Archila, los obreros colombianos sabían poco acerca de la revuelta bolchevique, "pero se la admiraba entrañablemente". ts En síntesis, los obreros colombianos, desdeñados y maltratados por la sociedad durante tanto tiempo, suscribieron enseñanzas sociales que rechazaban la teoría según la cual eran miembros de un grupo social inferior, étnicamente distinto, inclinado a la criminalidad y condenado a la extinción: "

Ellos no se cerraban a ninguna idea nueva 'que ofreciera la posibilidad de redención. Aunque no era gente muy leída [...] estaban atentos ala palabra de los nuevos predicadores sociales?

Uno de los más exitosos proselitistas del nuevo pensamiento social en 17 M. Archila, Op. cit., p. 225. 18 Ibíd., p. 226. 19 lbíd.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

Colombia fue un inmigrante ruso, Stanislav Savitsky, quien abrió una imprenta en Bogotá a comienzos de la década del veinte. Habiendo llegado a Colombia vía Siberia y Japón, Savitsky reunió en torno a él a algunos de los más brillantes y elocuentes jóvenes bogotanos, entre ellos a Gabriel Turbay, Luis Tejada, Roberto García Peña y Jorge Eliécer Gaitán. Juntos leían y discutían la teoría marxista, y hablaban de rehacer la sociedad colombiana. La orientación de sus reflexiones revolucionarias se sugiere en el siguiente pasaje de una carta escrita por Luis Tejada en 1923: Esta mañana, volví a contemplar largamente el retrato de Lenin que preside mi pequeña biblioteca comunista. Y he sentido, más que nunca, una alegre emoción ante esa fisonomía clara, dulce y terrible, profundamente labrada por el pensamiento, inefablemente iluminada por invisibles llamas. Y luego pensé otra vez en todo lo que Lenin había hecho por mí, en todo lo que le debo a ese hombre verdadero, a ese único salvador del mundo. Siento también, y esto es lo más importante y útil para mí, que a su palabra ardiente, rica en ideas dinámicas, le debo mi fe y mi esperanza, la grandeza íntima de mi vida, mi adquisición de un motivo puro de lucha, mi razón de ser y de obrar, la visión fuerte y optimista que tengo del provenir; mi convicción sincera de que el mundo puede llegar a ser amable y más justo, y de que el hombre

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adquirió una actitud de ennoblecida dignidad humana sobre la tierra. 2°

De esta manera, los intelectuales socialistas podían participar en ambas Otros importantes socialistas ex-. reuniones. Ramón Manrique, quien tranjeosquhicpltmoen asistió al congreso de 1924, escribió acerca de la confrontación entre "los Colombia durante la década del veinexaltados socialistas campesinos" cente fueron el italiano Vicente Adamo y trados en Girardot y los "socialistas de el peruano Nicolás Gutama; ambos la Sabana", del altiplano bogotano. habían trabajado con el movimiento Según Manrique, los miembros del laboral en el Caribe. Adicionalmente, grupo de Bogotá citaban a Marx, a estaba Francisco de Heredia, un mar- Engels y a Lenin en cada frase, fumaxista colombiano que había viajado a ban pipa, se habían dejado crecer el Europa a estudiar los movimientos cabello y llevaban corbatines de flores revolucionarios en ese continente. y sombreros de ala ancha. Los miemGracias al flujo continuo de infor- bros del grupo de Girardot eran "hamación acerca de los movimientos pro- bladores, ostentosos, explosivos". Eran letarios en Europa y en el resto del también, en palabras de Manrique, mundo, el movimiento laboral colom- "prácticos, y tenían el mango de la sarbiano experimentó un considerable tén en lo que al presupuesto atañia' » .21 crecimiento a mediados de la década Todos ellos hablaban constantemente del veinte. Se realizaron importantes acerca de la "reivindicación proletacongresos sindicales en Bogotá durante ria" y de "las manos encalleddas por 1924, 1925 y 1926, y en cada uno de el trabajo", y aplaudieron con entuellos, los delegados aprobaron resolu- siasmo la resolución propuesta por ciones de solidaridad con los obreros Gabriel Turbay de que la reunión se soviéticos, votaron homenajes a Lenin llamara el Primer Congreso Comunisy manifestaron su adhesión a la Inter- ta Colombiano, y que sus miembros adnacional Comunista. Los socialistas co- hirieran ala Internacional de Moscú." lombianos programaron sus reuniones En 1925, se publicaron en Colomen las mismas fechas que los congre- bia cerca de ochenta periódicos sosos laborales. Usualmente, los movi- cialistas y laboristas; hubo quince mientos laborales se reunían duran- huelgas, nueve de ellas en la industria te el día y los socialistas en la noche. del transporte." Aquel año marcó la 20 Citado en Agustín Rodríguez Garavito, Gabriel 7/trbay: un solitario de la grandeza, biografía de una generación infortunada, Bogotá, Internacional de Publicaciones, 1965, p. 64. Luis Tejada murió en 1924, de encefalitis. 21 Ramón Manrique, Bajo el signo de la hoz, ABC, 1938, pp. 196-197. 22 Otros asistentes a la reunión fueron Luis Tejada, José Mar, Francisco de Heredia y Stanislav Savitsky. 23 Mauricio Archila, "¿De la revolución social a la conciliación? Algunas hipótesis sobre la transformación de la clase obrera colombiana, 1919-1935", en: Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (12), Bogotá, 1984, p. 95.

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se servía mejor mediante la colaboración con el Partido Liberal. Acto seguido, la mayoría abandonó el recinto y organizó el Partido Socialista Revolucionario, que se colocó a la vanguardia del sindicalismo militante en Colombia. Los presidentes conservadores colombianos estaban fastidiados por la agitación social que acompañó al despertar económico del país. Se habían preocupado por el radicalismo laboral desde 1910, cuando los obreros cartageneros fundaron un periódico llamado El Comunista. Allí proclamaban su intención de combatir el clericalismo, luchar por una verdadera democracia y buscar la igualdad y la equidad social." El periódico no oficial del gobierno, El Nuevo Tiempo, putrabajo. Los socialistas constituyeron la ma- blicaba con regularidad artículos aceryoría en el Tercer Congreso Obrero, ca de la actividad revolucionaria en reunido a fines de 1926 en Bogotá. El el extranjero. Igualmente, prestó pledebate se centró en la cuestión de si na atención a la sublevación esparlos delegados debían aprobar la for- taquista en Alemania durante 1918 y 1919, reportando favorablemente el mación de un nuevo partido laboral. Una minoría de ellos insistió, con in- aplastamiento de la misma. El periótransigencia, en que la causa laboral dico manifestó también su aprobación

aparición de una extraordinaria mujer convertida a la causa socialista, María Cano, de treinta y siete años, bibliotecaria y poetisa de la clase alta de Medellín. Inspirada por el mensaje del socialismo revolucionario y por el ejemplo de su contemporáneo Ignacio Torres Giraldo, se convirtió en una seguidora de tiempo completo de la causa de los trabajadores, siendo proclamada La flor del trabajo, en las celebraciones del 1 de mayo en Medellín." Al año siguiente, María Cano se embarcó en giras de conferencias que la llevaron a muchos lugares de Colombia durante cerca de dos años. Su elocuencia en favor de los obreros y de las reivindicaciones sociales le ganaron el apelativo de La flor roja del

24 Ignacio Torres Giraldo tenía treinta y tres años cuando María Cano surgió como dirigente laborista. Publicó una biografía de su colega, María Cano, mujer rebelde, Bogotá, Publicaciones de la Rosca, 1972. Torres Giraldo fue el director del periódico La Humanidad, creado en abril de 1925, y que fue declarado órgano oficial de la Confederación Obrera Nacional (CON) en julio de aquel mismo año. La CON, de la cual Torres era secretario, estaba conformada por los delegados comunistas al Segundo Congreso Obrero, que se reunió en Bogotá en julio de 1925. Reclutado a la fuerza por el ejército colombiano algunos meses después, Torres fue instantáneamente dado de alta por difundir el mensaje socialista entre los otros reclutas. Este episodio se discute en Mauricio Archila, "La Humanidad, el periódico obrero de los años veinte", Boletín Cultural y Bibliográfico, 12(3), Bogotá, Banco de la República, 1985, pp. 19-22. 25 La temprana actividad comunista en Colombia se discute en Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Colombia Nueva, 1980, pp. 3340, y en Medófilo Medina, "Los terceros partidos en Colombia, 1900-1960", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 263-294.

Figura6.1 Ignacio Torres Giraldo, María Cano, Raúl Mahecha; de pie: Sofía López; hacia 1926 Fuente: Archivo fotográfico del Museo de Arte Moderno, Bogotá a la manera

como el fiscal general de Estados Unidos, general A. Mitchell Palmer, había utilizado a la policía y a los agentes federales contra los radicales durante el Terror Rojo de 1919 en dicho país. Así, fue con temor que los conservadores colombianos presenciaron el crecimiento continuo del movimiento socialista local a comienzos de la década del veinte. Especialmente alarmantes eran los constantes votos de solidaridad con la Internacional Comunista, y el llamado a una reforma social radical en Colombia.

A comienzos y mediados de la década del veinte, los gobiernos conservadores respondieron a las exigencias de los trabajadores con algunas reformas moderadas. En 1922, se aprobó una ley de seguridad social y, en 1924, se creó una Oficina del Trabajo como dependencia del Ministerio de Industria. En 1926, se aprobó una ley según la cual a ningún trabajador podía pedírsele que trabajara los domingos. Pero lo que el gobierno parecía ofrecer con una mano, con la otra lo retiraba, al aprobar una legislación que declaraba ilegales las huelgas y

232 / La modernización en Colombia que permitía el uso del ejército y de la policía para disolverlas. Ávidos de capital extranjero, los gobiernos conservadores colombianos pretendían demostrar a los inversionistas norteamericanos que no tolerarían ninguna amenaza a la inversión extranjera. El manejo que dio Pedro Nel Ospina a la primera huelga de importancia contra la Tropical Oil Company ilustra lo anterior. Tropical Oil, una subsidiaria de Standard Oil, de Nueva Jersey, comenzó su producción en Colombia en 1922, bajo un contrato negociado durante la administración de Marco Fidel Suárez.» Los problemas laborales se iniciaron casi de inmediato, cuando la compañía estableció una escala salarial según la cual los colombianos recibían menos de la mitad del salario que ganaban los extranjeros por hacer el mismo trabajo. Estos no sólo ganaban $3,50 pesos al día, mientras que los colombianos ganaban $1,50, sino que recibían también vivienda y comida gratuitas. Las condiciones de salud eran aterradoras en la planta de Tropical Oil en Barrancabermeja, un lugar húmedo y propicio para la malaria a orillas de río Magdalena, cerca de doscientos kilómetros al norte de Honda. El 40% de la fuerza de trabajo enfermó durante 1923 y, al año siguiente, 1.023 de los 2.838 obreros contrajeron enfermedades que resultaron fatales en

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

cinco casos." Tropical Oil se negó con firmeza a incrementar los salarios y a mejorar las condiciones de trabajo. En octubre de 1924, las instalaciones de Tropical Oil en Barrancabermeja se cerraron debido a una huelga organizada por el carismático activista sindical Raúl Eduardo Mahecha. Los trabajadores exigían un incremento salarial, junto con el cumplimiento, por parte de la compañía, de un acuerdo previo para mejorar las condiciones sanitarias. La compañía se negó a negociar, alegando que Mahecha no tenía derecho a organizar a los trabajadores de Tropical Oil, pues no era uno de los empleados de la compañía. El paro generó violencia, cuando los trabajadores atacaron y destruyeron propiedades de la compañía y desfilaron por las calles, llevando banderas rojas en las que estaban inscritos tres ochos, indicando las exigencias de una jornada laboral de ocho horas, ocho horas de descanso y ocho horas de educación. El gobierno actuó con celeridad para aplastar la huelga, a la que consideraba subversiva además de ilegal. Mahecha fue encarcelado y se permitió a Tropical Oil despedir a cerca del 45% de su fuerza laboral —más de mil doscientas personas, a quienes el gobierno gustosamente transportó fuera de la región.» A pesar de la militancia sindical durante la década del veinte, el hecho

26 Las negociaciones que precedieron la firma del contrato se discuten en Jorge Villegas, Petróleo colombiano, ganancia gringa, Bogotá, El Áncora, 1985, pp. 37-38. 27 M. Urrutia, Op. cit., pp. 93-94. 28 lbíd., pp. 94-96.

era que en Colombia había poca industrialización y, por consiguiente, no había un verdadero proletariado. El país era todavía rural y agrícola, lo cual significó que las personas a quienes correspondió guiar los destinos de la nación durante este decenio, Suárez, Ospina y Abadía Méndez, nunca se vieron seriamente amenazadas por los sindicatos o por revolucionarios sociales. Esto explica en parte la

timidez con la que los gobiernos conservadores persiguieron a los activistas laborales. Había, ciertamente, un acoso constante a las personas relacionadas con este movimiento, encarcelamientos preventivos y otras violaciones semejantes de las garantías constitucionales." Pero las acciones del gobierno contra Torres Giraldo, Eduardo Mahecha y otras personas como ellos fueron, como lo recordaba alguien, "letárgicas e incruentas"." A mediados de la década, los conservadores no tenían razones para pensar que su largo predominio sobre los asuntos nacionales estaba próximo a su fin. Una serie de reuniones realizadas en 1925 tuvieron como resultado la concreción del sueño de Marco Fidel Suárez de unir al Partido Conservador, principalmente según las orientaciones nacionalis-

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tas y, a comienzos de 1926, el partido postuló a los candidatos que habrían de representarlo durante los dos períodos presidenciales siguientes. Esto se hizo cuando el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo llamó a los dos principales rivales por la presidencia, Miguel Abadía Méndez y Alfredo Vásquez Cobo a sus habitaciones privadas, a principios de 1926. Cuando

llegaron, los recibió el coadjutor del arzobispo, monseñor Ismael Perdomo, quien les informó que "autoridades superiores" habían decidido que Abadía debía desempeñarse como presidente durante el período comprendido entre 1926 y 1930, y que Vásquez Cobo debía sucederlo en 1930. Así se seleccionaron los candidatos presidenciales durante las primeras décadas del siglo xx. Cuando se filtraron las noticias acerca de la reunión, los bogotanos observaron irónicamente que el formidable general Vásquez, cuyo apodo era El león del Valle, había sido domesticado por el arzobispo, quien lo había convertido en un león de circo?' En el fracaso de Vásquez Cobo para obtener la nominación presidencial de su partido en 1926 había más que una simple decisión adoptada por la cabeza de la Iglesia en Colombia.

29 Gilberto Zapata Isaza, Patricios o asesinos; 50 años de cruda historia, Medellín, Ital Torina, 1969, p. 50, describe el escandaloso tratamiento de que fue objeto uno de sus parientes, Emilio Zapata, a quien se le encontró literatura comunista en su biblioteca personal. 30 Miguel Zapata, La mitra azul. Miguel Ángel Builes: el hombre, el obispo, el caudillo, Medellín, Beta, 1973, p. 117. 31 Vásquez era oriundo de Cali. Durante buena parte de la década del veinte dirigió el Ferrocarril del Pacífico, el cual conectaba la capital de Valle con el puerto de Buenaventura en el Pacífico.

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El hecho era que Vásquez no había podido obtener el apoyo del Congreso para su nominación, asunto que dependió de las maquinaciones de su principal oponente, Abadía Méndez. Las elecciones se habían realizado antes de las sesiones del Congreso de 1925, y luego surgió una controversia acerca de si los delegados comprometidos con Abadía o con Vásquez Cobo serían posesionados. Abadía, utilizando el poder que le confería el ser ministro del interior de Pedro Nel Ospina, puso en duda las credenciales de los vasquistas y, cuando intentaron tomar sus puestos el día de la apertura del Congreso, los hizo detener por la policía. La "detención de los mariscales", como se llamó al incidente, representaba no sólo un abuso del poder gubernamental por parte de Abadía, sino también una acción abiertamente ilegal de su parte;" pero era ésta la manera como se practicaba la política en Colombia en la época comprendida entre la Guerra de los Mil Días y 1930. Cuando Abadía Méndez se posesionó, en agosto de 1926, la bonanza

económica colombiana había llegado a su cúspide. Los proyectos de obras públicas avanzaban en muchos lugares del país y, aunque se había agotado el dinero de la indemnización por Panamá, los empréstitos extranjeros habían tomado su lugar. Abadía abandonó entonces toda restricción fiscal y suscribió grandes empréstitos en el extranjero, utilizando la mayor parte de este dinero para financiar proyectos de obras públicas." Cuando los precios de los alimentos se dispararon, debido a que los agricultores abandonaron el campo y acudieron en gran número a los empleos de mejor remuneración en las obras públicas, el nuevo gobierno aprobó rápidamente una ley de emergencia que bajaba las tarifas sobre los alimentos importados. No obstante, la inflación afectó los salarios de los trabajadores, generando un aumento en las huelgas. Vásquez Cobo se había ganado el respeto de los empleados del Ferrocarril del Pacífico cuando, en 1926, acordó un aumento salarial del 20%, poniendo fm a una huelga contra esa compañía. TM El descontento

32 Mientras que el Consejo de Estado falló inicialmente a favor de los partidarios de Abadía, luego se retractó. Todo esto ocurrió antes de la "detención" de los delegados de Vásquez Cobo. El mejor resumen de este incidente se encuentra en Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, pp. 188-189. Véase también Rafael Serrano, En aquella ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, 1981, pp. 161-162. 33 Esta acusación se le formuló tanto en el momento en que se hicieron los empréstitos como recientemente en Paul Drake, The Money Doctor, Durham, Carolina del Norte, Dulce University Press, 1989, pp. 53 y ss. 34 Junto con el aumento salarial, los trabajadores pedían una jornada laboral de ocho horas, los domingos libres y remunerados y escuelas para los empleados. A Ignacio Torres Giraldo, quien organizó y dirigió la huelga, le impresionó el manejo diplomático que hizo Vásquez Cobo de las negociaciones. Véase Ignacio Torres Giraldo, Los inconformes, historia de la rebeldía de las masas en Colombia, vol. 3, Bogotá, Latina, 1978, pp. 829-836.

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popular con las políticas económicas de Abadía fue un continuo tema de crítica por parte de las fuerzas antigobiernistas. 35 A pesar del desdén general que le manifestaban por fuera de los círculos oficiales, Abadía Méndez tenía excelentes credenciales en su partido. Había comenzado su carrera política en la década del ochenta del siglo xix como miembro del partido nacionalista, escribiendo ensayos a favor de Núñez y de La Regeneración. Su talento era tal que, para 1891, a la edad de veinticuatro años, fue nombrado director del periódico de Miguel Antonio Caro, El Colombiano. Cuando los nacionalistas decayeron durante la década del noventa, se unió a la facción disidente de los conservadores históricos, creada por su antiguo profesor, Carlos Martínez Silva. Durante la presidencia de Marroquín, se desempeñó como ministro de educación, del interior y de relaciones exteriores. Durante el Quinquenio, se opuso a Rafael Reyes y fue exilado por este motivo. Después de la restauración del gobierno constitucional en 1909, Abadía ocupó cargos en los gabinetes

de los presidentes González Valencia, Concha, Suárez y Ospina, y cuando no ejercía algún cargo en la presidencia, tenía un puesto en el Senado o en la Cámara de Representantes. Abadía fue también magistrado dela Corte Suprema de Justicia y, como se señaló antes, enseñó en la Universidad Nacional de Colombia, actividad que continuó ejerciendo durante los años en que fue presidente de Colombia." El éxito politico de Abadía se debió a su extrema ortodoxia religiosa, cualidad que había impresionado a Herrera Restrepo en 1926. Su conservatismo se hizo evidente siete años antes cuando, al aceptar la cátedra que Miguel Antonio Caro había ocupado alguna vez en la Academia Colombiana de la Lengua, Abadía citó al escritor romántico alemán Friedrich Schlegel (1772-1829), denigrando contra lo que percibía como un proceso continuo de corrupción lingüística, que dejaba a "la moderna Atenas Sudamericana [Bogotá] estremecida de dolor y de vergüenza". Culpó a la prensa por haber abandonado sus altos criterios anteriores,

35 La creciente deuda pública colombiana fue objeto de muchas de las caricaturas de Rendón en 1925 y 1926, como lo fue también el desmañado uso de los recursos públicos. Rendón satirizó a Abadía y al ministro de obras públicas, Sotelo Peñuela, en una caricatura publicada el 13 de mayo de 1927 en El Tiempo. En ella, el presidente le pregunta al ministro por qué agradece que Laureano Gómez ya no esté en el gobierno. "Porque sin Laureano aquí, no hay nadie que defienda el dinero de los empréstitos", responde Sotelo Peñuela. 36 Esbozos biográficos de Abadía Méndez pueden encontrarse en Luis López de Mesa, Historia de la Cancillería, Bogotá, Imprenta del Estado Mayor General, 1942, pp. 330-333; Joaquín Ospina, Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia, vol. 1, Bogotá, Águila, 1927, pp. 16-17; Oliverio Perry, ed., Quién es quien en Colombia, Bogotá, Kelly, 1944, p. 7.

236 / La modernización en Colombia para convertirse en "una academia de vulgaridad"." El gabinete reunido por Abadía reflejaba el estado de lós asuntos públicos en Colombia a mediados de la década del veinte. El ministro de industria, José Antonio Montalvo, era un abogado especializado en legislación petrolera, y el rico hombre de negocios antioqueño, Esteban Jaramillo, se desempeñó como ministro de hacienda. El éxito de Jaramillo en negociar empréstitos extranjeros le ganó el título extraoficial de "Financiador del régimen". El Ministerio de Obras Públicas, rico en patronazgos, fue ocupado sucesivamente por los activistas del partido, Sotelo Peñuela y Arturo Hernández. Sin embargo, el miembro más controvertido del gabinete de Abadía fue el ministro de guerra, Ignacio Rengifo Borrero. Este creía firmemente en las prerrogativas de los militares y en su deber constitucional de mantener el "principio de autoridad" ante cualquier fuerza social que pudiera disputarlo. Hombre de temperamento autoritario, preparado para atacara cualquier izquierdista que amenazara la paz social, Rengifo, un hombre de acción, era el complemento ideal de Abadía, un erudito político de partido." Una vez instalado en su Ministe-

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rio, Rengifo se ocupó en varios frentes, esforzándose por combatir las fuerzas del desorden, fuesen estas los trabajadores en htielga o revolucionarios confesos como Tomás Uribe Márquez, María Cano e Ignacio Torres Giraldo. Una de sus primeras actuaciones fue fortalecer al ejército regular, cosa que realizó para marzo de 1927, elevando sus fuerzas regulares de 1.200 a 6.500 hombres. Cerca de un mes después, Abadía le permitió atacar a los sindicalistas y a los izquierdistas al emitir el Decreto 707, popularmente conocido como el decreto de la "alta policía"." Rengifo envió a las tropas para disolver la segunda huelga organizada contra Tropical Oil en enero de 1927. El principal organizador de la misma era, de nuevo, Raúl Eduardo Mahecha, y la queja principal de los trabajadores colombianos era que el salario de $1,50 había estado vigente desde 1922. Los empleados rechazaron la oferta de la compañía de un aumento del 6%, exigiendo un 25%, así como seguridad laboral, cumplimiento de la nueva ley que ordenaba pagar el domingo libre, persianas en las casas de la compañía y mejora de las condiciones de trabajo." La huelga se prolongó durante dos semanas, en el transcurso de las cuales

37 Tuvo el cuidado, sin embargo, de exceptuar a El Nuevo Tiempo de sus acusaciones. Véase: Miguel Abadía Méndez, Discurso del doctor Miguel Abadía Méndez al recibirse como miembro de número en la sesión solemne del 6 de agosto de 1919, Bogotá, Imprenta La Luz, 1919, p. 34. 38 Una elogiosa biografía de Rengifo es la de H. Navia Varón, Op. cit. 39 El Decreto 707 le permitía a la policía encarcelar a cualquier persona sospechosa de subversión. 40 M. Urrutia, Op. cit., pp. 96-98, discute la huelga.

Tropical Oil se rehusó a negociar. Finalmente, el 21 de enero, la policía disparó sobre los trabajadores, matando a dos de ellos. Esto desencadenó un combate entre los trabajadores y la policía, que llevó a Abadía a dedarar el estado de sitio; una vez hecho esto, Mahecha y los otros dirigentes de la huelga fueron arrestados. Con la suspensión de las garantías

constitucionales y la movilización de la tropa, la huelga se deshizo. El gobierno se había aliado de nuevo con la gerencia extranjera a expensas del movimiento laboral." A mediados de 1927, hubo un gran revuelo en Colombia. María Cano y Torres Giraldo continuaron con sus giras por pueblos y ciudades, donde multitudes acudían a ver a la Virgen Roja y a escucharla denigrar del status quo." Entre tanto, continuaba la agi-

tación social en el frente laboral. Los legisladores boyacenses intentaron

detener las migraciones estacionales mediante leyes para este efecto, y los sastres de Bogotá, desesperados por obtener mejores salarios ante los disparados costos de los alimentos, entraron en paro. Marco Fidel Suárez, en el último de sus "Sueños", escrito un mes antes de su muerte, se quejaba de que el estado de los asuntos públicos lo dejaba "muy preocupado e

intranquilo"." El ministro de guerra Rengifo estaba aún más inquieto. En agosto, se había enterado de que el Partido Social Revolucionario (PSR) se proponía incitar a un levantamiento del proletariado a nivel nacional. Advirtió sobre las "nubes borrascosas" que se cernían sobre la nación. Cuando el partido anunció su intención de realizar una convención en La Dorada, Caldas, en el mes de septiembre, alertó al gobernador del departamento y le pidió que observara de cerca la reunión. Los oficiales de La Dorada

41 Un apasionado recuento de la huelga se encuentra en I. Torres Giraldo, Los inconformes, Op. cit., vol. 4, pp. 849-866. El antiimperialismo era uno de los temas importantes en los discursos en contra de Tropical Oil. La noticia de que Estados Unidos había enviado de nuevo tropas para ocupar a Nicaragua, llevó a Mahecha, Torres Giraldo y a otros a vincular la "agresión imperialista" de Estados Unidos en el Caribe con su "actividad colonizadora", cuya punta de lanza era la Tropical Oil Company. Un recuento personal único del castigo que se dio a los huelguistas se encuentra en Isaac Gutiérrez Navarro, La luz de una vida, Bogotá, ABC, 1949, pp. 202-204. 42 Aunque tenía cerca de cuarenta años por aquella época, se consideraba conveniente que María Cano viajase acompañada mientras recorría el país incitando a las masas a la revolución. Su hermano Alfredo la acompañaba con este fin. A pesar de aceptar las costumbres sociales, María Cano era una oradora persuasiva y valiente. Mientras pronunciaba un discurso en Manizales, en agosto de 1927, desde el balcón de un hotel, la policía local disparó al aire para tratar de dispersar a la muchedumbre que la escuchaba. Como la muchedumbre permaneció impasible, la policía disparó al muro del hotel, cerca de donde se encontraba Cano. Ella también se negó a moverse y terminó su discurso, al parecer sin perturbación alguna. Así, como lo recuerda Torres Giraldo, el Decreto 707, "licencia para matar", se convirtió en letra muerta. I. Torres Giraldo, María Cano, Op. cit., pp. 58 y ss., 99-102. 43 Marco Fidel Suárez, Sueños de Luciano Pulgar; vol. 12, Bogotá, Librería Voluntad, 1927, p. 386.

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cumplieron sus órdenes con tal celo que encarcelaron a los dirigentes del PSR en cuanto comenzó la reunión. Así, los miembros de la recientemente nombrada dirección del partido se vieron obligados a adelantar sus asuntos furtivamente, mientras sus compañeros distraían a sus carceleros con ruidosos juegos de cartas. « Una consecuencia importante de la convención de La Dorada fue la formación de un subcomité del Partido Social Revolucionario, conocido como el Consejo Central Conspirativo (CCC). Este organismo estaba encargado de planear el derrocamiento del gobierno mediante sublevaciones populares coordinadas. Los liberales vinculados a la facción militarista de este partido, siendo el general Leandro Cuberos Niño el principal entre ellos, participaron también en el trabajo del CCC. Para comienzos de 1928, los miembros del grupo fabricaron bombas para utilizarlas en el derrocamiento del odiado régimen conservador. Al mismo tiempo, dirigentes conservadores como Antonio José Uribe e Ignacio Rengifo pedían una nueva legislación que les permitiera actuar libremente en contra de los disidentes, sin tomar en cuenta las protecciones a los derechos civiles consagradas en la Constitución. El debate sobre el plan del go-

bierno para la aprobación de lo que llegó a ser conocido como la Ley heroica llenó los diarios colombianos desde febrero de 1928 hasta octubre del mismo año, cuando finalmente fue aprobada en el Congreso. Ignacio Rengifo lideró este esfuerzo, argumentando acaloradamente que tal legislación era indispensable para detener una revuelta comunista inminente. Rengifo sostuvo que los comunistas estaban a punto de someter al país a "una conflagración social de pavorosas dimensiones"." Los liberales, y un considerable número de conservadores, atacaron la propuesta, calificándola de arbitraria y dictatorial. Advirtieron que, de ser aprobada, la ley tendría consecuencias más calamitosas que aquellas que pretendía impedir. El representante conservador José Antonio Hoyos advirtió que "por huir del bolchevismo no podemos caer en un fascismo de la peor especie"." La Ley heroica fue aprobada el 30 de octubre de 1928, pero no sin que antes uno de los representantes liberales suscitara el debate sobre los miles de trabajadores empleados por la United Fruit Company, que violaba constantemente la ley laboral colombiana. ¿Qué sucedería si estos empleados se cansaran de esperar que el gobierno acudiera en su ayuda?, se preguntó uno de los representantes:

44 I. Torres Giraldo, Los inconformes, Op. di•, vol. 4, pp. 886-891. Miembros de esta Dirección fueron Torres Giraldo, Tomás Uribe Márquez, Pedro Narváez, Urbano Trujillo y María Cano. Bogotá, 45 Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 263. 46 Jorge Orlando Melo, Sobre historia y política, Bogotá, La Carreta, 1979, p. 146.

¿Se dirá, cuando los trabajadores redamen sus derechos, cansados de esperar, que se inicia un movimiento comunista, y enviará sus tropas a debelarlo el señor Rengifo?. 47

La pregunta del representante encontraría respuesta a los pocos días. Una semana después de aprobada la Ley heroica, la cual, en efecto, dedaraba ilegales organizaciones como el Partido Social Revolucionario, estalló un problema laboral en la zona costera del Caribe, en Santa Marta, donde la United Fruit Company tenía enormes plantaciones con cerca de veinticinco mil trabajadores. Favorecida por una sucesión de gobiernos nacionales y departamentales ansiosos por obtener inversión extranjera, la compañía estadounidense había operado en su endave costero de manera que recibía óptimas utilidades. Desde 1925, United Fruit se había beneficiado de una disposición del Ministerio de Industria, según la cual, dado que los cosechadores de banano trabajaban con base en contratos individuales, técnicamente no eran empleados de la compañía. Esta disposición era absurda en todos los sentidos de la palabra, pero confería a United Fruit el

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derecho de desacatar todas las leyes laborales colombianas. Para 1928, la situación de los trabajadores de las bananeras se había hecho insoportable, y habían decidido hacer una huelga a menos que la compañía mejorara las condiciones de trabajo. 48 La compañía se rehusó a negociar y, entre el 12 de noviembre y el 6 de diciembre, la zona bananera se paralizó. El momento de la huelga no hubiera podido ser peor. El año anterior, miembros del Partido Social Revolucionario y del CCC habían almacenado febrilmente municiones para utilizarlas en la inminente sublevación. Para abril de 1928, existía un plan según el cual los miembros del CCC declararían una huelga general y realizarían acciones militares coordinadas contra el gobierno. Los revolucionarios tenían tal fe romántica en el carácter inevitable del levantamiento del proletariado, que hablaban incesante y abiertamente acerca del nuevo orden inminente. A comienzos de 1928, Leonilde Riaño, la Flor Roja de Cundinamarca, advirtió a las mujeres colombianas que se prepararan para marchar al lado de sus hombres "en la revolución que se aproxima"."

47 lbíd., p. 151. 48 Mucho se ha escrito sobre la huelga bananera en Santa Marta y sobre su trágico desenlace. Un buen recuento histórico es el presentado por Catherine LeGrand, "El conflicto de las bananeras", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 183-218. 49 Diario Nacional, 23 de febrero de 1928. "Las mentes de los del CCC estaban llenas de ilusiones!", escribió I. Torres Giraldo, creo que es la única suya citada ya Los inconformes, Op. cit., vol. 4, p. 75. Los afiliados al CCC provenían de tres grupos. La mayoría eran socialistas como Torres Giraldo y Tomás Uribe Márquez, y anarco-sindicalistas como Raúl Eduardo Mahecha. Los liberales también estaban representados. Cuberos Niño y Felipe Lleras Camargo eran los más conocidos de ellos.

240 / la modernización en Colombia

Los miembros del gobierno de Abadía Méndez tomaron las amenazas revolucionarias en serio. "Estoy convencido de que el comunismo en Colombia está próximo a estallar", afirmó el ministro de industria Montalvo a comienzos de 1928. Montalvo prosiguió diciendo que se había sorprendido, en un viaje reciente a la zona bananera de Santa Marta, al ver que los trabajadores leían "alarmantes tratados bolcheviques". 50 Durante el mes de abril de 1928, el ministro de guerra Rengifo estuvo preocupado por la infiltración de los bolcheviques en el ejército. El arzobispo Ismael Perdomo, quien había reemplazado a Bernardo Herrera Restrepo cuando este falleció en enero de aquel año, elogió la posición anticomunista del gobierno e instó a los trabajadores a regresar a la Unión Colombiana Obrera, apoyada por la Iglesia. Los defensores del "principio del orden" advirtieron consternados los viajes de Guillermo Hernández Rodríguez y de otros a Moscú, y su tendencia a dar a los periódicos que fundaban nombres como El Moscovita, Ola Roja y El Sin-

dicalista, No había en Colombia una fuerza coherente en la vida pública ca-

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paz de atemperar el inminente enfrentamiento entre la izquierda y la derecha. El Partido Liberal estaba desorganizado; algunos de sus integrantes se aliaron con las fuerzas del orden, otros apoyaron a los revolucionarios. De gran importancia fue el hecho de que la mayoría de los liberales, y también un buen número de conservadores, desdeñaron a los revolucionarios como visionarios inocuos y se burlaron de los temores de conservadores como Rengifo. El caricaturista de El Tiempo, Ricardo Rendón, habitualmente hacía mofa de ambos bandos, para diversión general de los colombianos. 5' Esto sólo pareció enfurecer y fortalecer la decisión de ambas facciones extremistas. Fue en este contexto de extremismo de izquierda y de derecha que los trabajadores bananeros se lanzaron a la huelga. El día en que se inició, el 12 de noviembre de 1928, el gerente de United Fruit, Thomas Bradshaw, envió un telegrama a Abadía Méndez, donde decía: "la situación revolucionaria aquí es extremadamente peligrosa"." Abadía respondió enviando unidades del ejército a la región de Santa Marta. La huelga se prolongó durante casi un mes, amenazando

50 I. Torres Giraldo y María Cano habían estado organizando a los trabajadores justo antes de la visita de Montalvo. 51 Durante mayo de 1928, El Tiempo publicó una serie de caricaturas de Rendón sobre este tema. El 21 de mayo, el editorial de ese diario afirmó que María Cano, Torres Giraldo "y otras dos docenas de agitadores" no representaban una amenaza para la paz en Colombia. En esa misma edición, aparecía una larga carta de Laureano Gómez dirigida al congresista conservador Insignares Piñeres, donde Gómez argumentaba que los conservadores no debían aprobar la "Ley heroica", a la que consideraba como una restricción inconstitucional de los derechos civiles. 52 C. LeGrand, Op. cít., p. 206.

eventualmente con causar graves pérdidas a la United Fruit. El 2 de diciembre, el general Cortés Vargas, comandante de las tropas gubernamentales, sostuvo haber interceptado un mensaje de Tomás Uribe Márquez en el que instaba a los huelguistas a sabotear las propiedades de la compañía. Luego, dos días más tarde, se supo que United Fruit podría perder

ríos miles de huelguistas que acampaban cerca de la estación del ferrocarril. Ordenó a la muchedumbre que se dispersara, dándole tres minutos para hacerlo. Cuando la multitud, entre la cual se encontraban muchas personas dormidas, se negó a moverse, el general Cortés ordenó a sus tropas abrir fuego. Cerca de una docena de huelguistas murieron en

toda la cosecha, pues los huelguistas habían bloqueado los trenes que llevaban la fiuta hasta los barcos.

el acto y muchísimos resultaron heridos. En los días siguientes, mientras el ejército disolvía a la fuerza la

Por un instante, pareció que la huelga podría tener éxito. Pero este hecho, unido al rumor de que los buques de guerra estadounidenses, el crucero Des Moines y el acorazado North Dakota se dirigían hacia Santa Marta, llevó al gobierno a declarar el estado de sitio en la zona bananera en la noche del 5 de diciembre. Al recibir esta información, e inspirado por la insistencia de Rengifo en no dar cuartel "al enemigo", el general Carlos Cortés Vargas decidió dispersar a los trabajadores que habían bloqueado el envío por tren a través del pueblo de Ciénaga. Al llegar a la plaza principal del pueblo a la 1:30 de la madrugada del 6 de diciembre, desplegó trescientos soldados fuertemente armados contra va-

huelga en medio de esporádicas escaramuzas y de ataques a las propiedades de la compañía, cientos de trabajadores de la zona bananera perdieron la vida." La masacre de la zona bananera de fines de 1928 fue una terrible lección para los obreros colombianos. Ayudó a convencerlos de que una reivindicación revolucionaria de sus quejas era imposible ante la superioridad militar del gobierno central. Gustárales o no, la mayoría de los colombianos tuvieron que coincidir con la evaluación del activista liberal Heradio Uribe, cuando afirmó que si los trabajadores de la zona bananera hubieran continuado luchando por el cambio a través del Partido Liberal, en lugar de asociarse con los socialistas,

53 Los estimativos de las víctimas varían enormemente. Los registros oficiales, donde se informó únicamente de los disparos en Ciénaga, contaban ocho muertos y veinte heridos. Otros dicen que muchos miles de trabajadores fueron masacrados. Observadores menos apasionados, como el embajador de Estados Unidos en Bogotá, reportaron que cientos, quizá mil personas habían muerto. Este estimativo es confirmado por el dirigente socialista Julio Cuadros Caldas, uno de los testigos presenciales, citado en H. Navia Varón, Op. cit., pp. 316-317. Cuadros dijo que mil personas habían muerto, entre ellas mujeres y niños; tres mil habían sido heridas y quinientas encarceladas.

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242 / La modernización en Colombia el resultado de la huelga hubiera sido muy diferente." El fatídico 1929

Colombianos reflexivos se vieron desconcertados y entristecidos el primer día de 1929. El periódico de la mañana incluía un largo mensaje de Abadía Méndez sobre "el estado de la nación", donde el presidente elogiaba a la Iglesia católica por haber dado al país su cultura y civilización, y agradecía a los capitalistas extranjeros por haber contribuido tanto al desarrollo nacional. Abadía llegó incluso a decir que su gobierno continuaría protegiendo a United Fruit, Tropical Oil y a otras compañías extranjeras de las exigencias de sus empleados colombianos. Como lo explicó el presidente, la autoridad pública se convertiría en una burla, a menos que la industria y el capital extranjero recibieran "la más amplia protección"." Agradeció de manera especial el que las fuerzas de la verdad y de la justicia hubiesen triunfado sobre los propagadores de doctrinas anárquicas y

subversivas. Sin medir sus palabras, el presidente llamó felones y traidores a los líderes de la reciente huelga contra United Fruit, personas que, en su afán de triunfar, no vacilaban en "atravesar con su puñal el corazón amante de la patria". Las personas de mentalidad progresista encontraron, sin embargo, un poco de humor negro en el melancólico diario matutino. La caricatura de Rendón mostraba a Abadía durmiendo en su cama, mientras que sonaban a su alrededor alarmas alertando sobre el peligro a la nación, tituladas "capitalistas yanquis", "corrupción oficial" y "deuda externa". En las sombras se veía una figura de la muerte, rotulada "zona bananera". Pocos días antes, El Tiempo había publicado una caricatura de Rendón titulada "Regreso de una expedición de caza". Mostraba al general Cortés Vargas presentando un saludo militar al presidente Abadía. Detrás del general se veía una hilera de cadáveres; detrás de Abadía, una pila de patos. "'Maté a cien!", decía Cortés. "Eso no es nada", replicaba Abadía, "iyo maté doscientos!" .s

54 Citado en Terrence Burns Horgan, "The Liberals come to Power. Por debajo de la ruana: A Study of Enrique Olaya Herrera Administration, 1930-1934", disertación de doctorado, Gainesville, Florida, Vanderbilt University, 1983, p. 42. Uribe señaló también que los socialistas fueron los primeros en huir una vez que comenzó la violencia. I. Torres Giraldo, p. 125, describe la huida de Mahecha, la suya propia y la de Los inconformes, Op. cit., vol. 4, otros. Alberto Castrillón, quien no conocía la región, fue capturado, sometido a un juicio militar y condenado a veinticuatro años de prisión, de los cuales estuvo preso menos de un año. Un año después de la masacre de la zona bananera, se presentó como candidato presidencial por el Partido Social Revolucionario. La trascripción de su juicio se encuentra en Ciento veinte días bajo el terror militar, Bogotá, Tupac-Amarú, 1974. 55 El Tiempo, 1 de enero de 1929. 56 La caricatura está reproducida en Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, op. cit., p. 260.

Los temores económicos acompa- tes y asertivos arrendatarios de la zona ñaban el descontento generalizado cafetera de Viotá. Cuando los campor la falta de sensibilidad de Abadía pesinos que anteriormente se enconfrente a los problemas laborales. A co- traban empleados en las obras públimienzos de 1928, los prestamistas es- cas regresaron a la agricultura, tadounidenses suspendieron el crédi- hallaron que les resultaba dificil gato, después de enterarse de que los nar dinero debido a la libre importadineros de los empréstitos eran des- ción de alimentos establecida en la Ley pilfarrados, como una manera de de emergencia de Abadía de 1927. Los protestar contra la legislación colom- comerciantes también comenzaron a biana que protegía las reservas na- verse afectados. Los precios de los bocionales de petróleo. 57 Los recortes en nos colombianos en la bolsa de Nuelos gastos de obras públicas que se si- va York cayeron constantemente, perguieron obligaron a despedir a miles diendo el 20% de su valor entre 1927 de trabajadores. Los precios del café, y fines de 1929." Una ola de incenque se encontraban en casi treinta cen- dios en Medellín en febrero de 1929 tavos de dólar por libra un año antes, sugirió que los constructores acosahabían empezado a caer. Para comien- dos estaban recurriendo a los incenzos de 1929, habían caído a veintitrés dios premeditados para reducir sus centavos de dólar, y para fines del año pérdidas." Casi un año antes de la llegaron a diecisiete centavos. A me- quiebra de la bolsa de valores, en ocdida que se agotaban los ingresos, los tubre de 1929, el director del diario, rentistas comenzaron a exigir exen- Eduardo Santos advirtió que Colomciones de sus obligaciones. Los pri- bia se hallaba en un estado de crisis meros en hacerlo fueron los elocuen- económica."

57 La legislación, que declaraba la soberanía nacional sobre las reservas petroleras, había llevado al Wall Street Journal, a comienzos de 1928, a publicar un editorial donde decía que "Colombia muestra signos de indinarse hacia los mismos puntos de vista radicales que han arruinado a México y a Rusia". Citado en Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, Op. cit., p. 206. 58 Carlos Esteban Posada Posada, "La gran crisis en Colombia: el período 1928-1933", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, p. 81. Para 1931, habían perdido el 50% de su valor. Y para fines de 1932 el 82%. 59 T B. Horgan, Op. cit., p. 22. En aquel momento se inauguró en Bogotá el primer "rascacielos" colombiano, el Hotel Estación, al frente de la Estación de Ferrocarriles de la Sabana. De ocho pisos, fue el primer edificio en el que se utilizó concreto armado en Colombia. El historiador de la arquitectura Germán Téllez, en "La arquitectura y el urbanismo en la época actual", en: Jaime Jaramillo Uribe, ed., Manual de historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1980, cita el proyecto como un ejemplo del retraso tecnológico en Colombia. El concreto armado, usado por primera vez en Europa antes del siglo xix, fue una "innovación sensacional" a comienzos del siglo )0( en Colombia. 60 Su editorial del 15 de enero de 1919 llevaba por título "En presencia de la crisis". Véase Eduardo Santos, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 390-391.

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A comienzos de febrero, la policía nacional llevó a cabo redadas en las ciudades del país y descubrió cajas de bombas fabricadas por miembros del Comité Central Conspirativo. El secretario del Partido Social Revolucionario, Tomás Uribe Márquez, fue arrestado, y poco después el dirigente liberal Leandro Cuberos Niño, al descubrirse una bomba en su casa. Más de otra docena de personas fueron detenidas en conexión con "la conspiración de las bombas", entre ellas los infatigables Torres Giraldo y María Cano. Varios de los más prominentes conspiradores fueron liberados después, gracias ala hábil defensa que hicieron de ellos los abogados Jorge Eliécer Gaitán y Carlos Lozano. Los cargos contra María Cano fueron retirados. La prensa liberal minimizó el incidente y El Espectador acusó al presidente de utilizarlo para promover las aspiraciones presidenciales de Ignacio Rengifo. 61 El caricaturista Ricardo Rendón caracterizó a los fabricantes de bombas como figuras chaplinescas que no debían ser tomadas en serio, reflejando con ello una actitud popular que llevó a un re-

portero del New York Times a observar que el público colombiano no le daba mayor importancia a "la amenaza roj a" . 62 Para comienzos de 1929, era evidente que el partido de gobierno tenía problemas mucho más graves que el de los revolucionarios fabricantes de bombas, la caída de los indicadores económicos y su enorme impopularidad. La campaña para las próximas elecciones había comenzado, y los conservadores tenían dos candidatos presidenciales: Alfredo Vásquez Cobo y Guillermo Valencia, ninguno de los cuales estaba dispuesto a retirarse a favor del otro. No era esto lo que debía suceder, pues cuatro años antes el arzobispo Herrera Restrepo había indicado que Vásquez Cobo debía ser presidente para el período comprendido entre 1930 y 1934.° Sin embargo, con la muerte de Herrera, y el hecho de haber sido sucedido por Ismael Perdomo, una personalidad menos fuerte y menos ingeniosa desde el punto de vista político, la voz política de la Iglesia era más débil de lo que había sido hasta entonces durante el siglo xx. 64 La falta de experiencia

61 El Espectador, 7 de febrero de 1929. 62 Germán Colmenares, Ricardo Rendón, una fuente para la historia de la opinión pública, op. cit., pp. 261-263; T. B. Horgan, op. cit., pp. 46-50. Alcides Arguedas escribió que la mayoría de los colombianos se oponían a la ideología revolucionaria porque la clase pobre y los burócratas, por ser conservadores, dependían del gobierno. Los liberales, por su parte, siendo los ricos, no desean ver amenazadas sus propiedades. Véase: Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, p. 63. 63 Un recuento de alguien "cercano" al embrollo entre la Iglesia y el Estado en 1929, es el presentado por José Restrepo Posada, La Iglesia en dos momentos difíciles de la historia, Bogotá, Kelly, 1971. 64 El Vaticano eligió a Perdomo por sobre un candidato más lógico, el obispo antioqueño Manuel José Caycedo, específicamente porque el primero no estaba profundamente

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política de Perdomo quizá no hubiera director de la lucrativa compañía de tenido importancia si Abadía Mén- tranvías de la ciudad, a quien acusadez no odiara a Vásquez Cobo y no ba de un sinnúmero de ofensas, una estuviera decidido a impedir que lle- de las cuáles era el robo. El hecho de gara a la presidencia. Su antipatía que Cuervo fuese destituido provocó se remontaba al menos a 1904, cuan- un clamor popular, pues era bien codo Abadía sufrió un humillante exi- nocido que * los recursos públicos eslio por orden de Rafael Reyes. Las taban siendo robados y dilapidados tropas que condujeron a Abadía y a por miembros de una rosca que mansus colegas a los Llanos Orientales es- tenía estrechos vínculos con el propio taban comandadas por Alfredo presidente. Esto, agregado al hecho de Vásquez Cobo, entonces ministro de que los servicios municipales se maguerra de Reyes.65 Abadía, el astuto nejaban de manera incompetente, político de las maquinarias, vivía la sacó a miles de bogotanos, muchos máxima según la cual "la venganza es de ellos estudiantes, a protestar en un plato que se saborea mejor cuan- las calles el 6 y el 7 de junio. El 6 de do se come frío", y estaba decidido a junio la policía, al mando del general hacer pagar a Vásquez Cobo la anti- Cortés Vargas, disparó sobre la mugua ofensa, sin importarle las conse- chedumbre y mató a un estudiante, cuencias. Gonzalo Bravo Pérez.° Miles de perA mediados de 1929, Abadía y el sonas llevaron el cadáver a la residengobierno conservador experimentaron cia presidencial y exigieron acciones una crisis más, que intensificó su de- contra todos los implicados en el asunbilidad y desunión. El 5 de junio, el to. No sólo le pidieron a Abadía que gobernador de Cundinamarca, Ru- destituyera al jefe de la policía, sino perto Melo, pidió la renuncia del al- también al ministro de obras públicas, calde de Bogotá, Luis Augusto Cuer- Hernández, y al ministro de guerra, vo, quien se había vuelto odioso para Rengifo. Abadía accedió a las peticiola clase política en el poder. La ofen- nes. Con la salida de Rengifo y de sa de Cuervo consistió en despedir al Hernández, caracterizados como "la

involucrado en las políticas partidistas conservadoras. Perdomo había mostrado también una habilidad excepcional en su trabajo con los pobres cuando fue obispo de Ibagué. Para más detalles sobre sus actividades allí durante las dos primeras décadas del siglo, véase James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Bogotá, El Áncora, 1984, p. 191. Es posible que la decisión de Roma de elegir a Perdomo por sobre Caycedo, más elocuente políticamente y más militante, hubiera estado determinada también por los continuos y graves problemas que afectaban a la Iglesia mexicana, fuertemente politizada. 65 Vásquez Cobo ocupó este cargo entre 1903 y 1904, y luego otra vez en 1909. Fue también ministro de relaciones exteriores de Reyes entre 1906 y 1908. 66 Irónicamente, Bravo Páez era ahijado de Abadía Méndez. Al parecer el alto joven fue alcanzado por una bala que rebotó.

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246 / La modernización en Colombia columna vertebral del régimen", el gobierno de Abadía se encontró a la deriva y jamás se recuperó 6 7 Julio y agosto fueron meses perdidos para la política partidista liberal y conservadora. Los conservadores no consiguieron resolver el problema de lanzar un (mico candidato presidencial. El arzobispo Perdomo demostró su ineptitud política al entregar los nombres de cinco candidatos de quienes dijo que aceptaría como nominados, y luego se decidió por Vásquez Cobo. 68 "Lo que más sorprende", dijo el arzobispo en una carta del 20 de agosto, "es que los obreros y aun parcialidades comunistas han hecho saber que apoyan a Vásquez Cobo". 69 El Partido Liberal, por su parte, estaba en aquel momento desacreditado y desanimado, y no parecía capaz de lanzar ningún candidato presidencial. El 18 de julio, Alfonso López Pumarejo había concedido una entrevista para el periódico en la que observó que su partido estaba "absolutamente liquidado"." En ese momento, los liberales estaban divididos entre las facciones "civilista" y "militarista". Los civilistas seguían a Paulo E. Bustamante y, hasta cuando murió en París en

julio de 1929, a Nemesio Camacho. Los militaristas seguían al general Cuberos Niño, recientemente liberado de prisión después de 'haber estado implicado en el incidente de las bombas en febrero de aquel año. A comienzos de junio, los civilistas se reunieron en Apulo, Cundinamarca. Esta reunión se destacó principalmente porque no se permitió asistir a los congresistas liberales recién elegidos. Fueron vetados de la convención porque habían desobedecido ala orden de Bustamante de abstenerse de participar en las elecciones de febrero. A fines de agosto, los liberales que tenían antecedentes en el partido republicano se reunieron en Bogotá con el expresidente Carlos E. Restrepo. Entre ellos se encontraban Simón Araújo, Eduardo Santos y Luis Eduardo Nieto Caballero. Ese grupo, los representantes no oficiales de los moderados liberales y conservadores, esperaban poder encontrar conjuntamente un candidato que, como lo dijeron Araújo y otros, pudiera "orientar y salvar a la nación"." Dado que esto no fue posible, la reunión terminó y Restrepo regresó a Medellín diciendo que no veía sino oscuridad en el frente político.

67 El "Movimiento 8 de junio", como se conoce, es discutido en Medófilo Medina, La protesta urbana en Colombia en el siglo xx, Bogotá, El Áncora, 1984, pp. 38-44. R. Serrano Camargo, op• cit., pp. 59-63; H. Navia Varón, Op. cit.., pp. 161-188. 68 En julio dijo que las siguientes seis personas serían aceptables para él: José Vicente Casas, Mariano Ospina Pérez, Ignacio Rengifo, Antonio José Uribe, Guillermo Valencia y Vásquez Cobo. 69 El Espectador, 21 de agosto de 1929; J. Restrepo Posada, Op. cit., p. 61. La popularidad del general entre los trabajadores se debía en parte al manejo que había dado a la huelga de los Ferrocarriles del Pacífico tres años antes. 70 La Prensa, 18 de julio de 1929. 71 Carlos E. Restrepo, Orientación Republicana, vol. 2, Bogotá, Banco Popular, 1972, p. 505.

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Mientras los dos partidos luchaban se celebraba el carnaval estudiantil en por solucionar sus problemas inter- Bogotá, un fin de semana de desfiles, nos, el Partido Social Revolucionario baile en las calles, concursos de beagonizaba. Para julio, la mayoría de lleza y parrandas, aparentemente sus líderes estaban en prisión o en el dirigidas a conseguir fondos para la exilio." Sin embargo, muchos de sus Casa del Estudiante y para sus obras miembros persistían en su sueño de de caridad. Él punto culminante del que las masas, si se les diera la opor- carnaval de 1929 era la coronación tunidad, se levantarían como un solo de la reina de los estudiantes, honor hombre y abolirían el capitalismo y que se disputaban María Teresa Rolla propiedad privada." Según esta dán, Josefina Uribe Portocarrero y lógica, lanzaron lo que esperaban se Elenita Laserna. El Tiempo reportó convirtiera en un levantamiento na- "gran nerviosismo" en la capital cocional. El esfuerzo abortó. Sólo en El lombiana mientras los partidarios de Líbano, en la zona cafetera del norte las candidatas luchaban por elegirla de Tolima, y en otros dos pueblos de mediante la compra de votos que cosmenor importancia, hubo un esfuer- taban veinte centavos cada uno. Duzo concentrado por tomarse el poder. rante la última hora de la votación El levantamiento bolchevique de El Lí- hubo un frenesí de compra de votos; bano, dirigido por uno de los miem- los adinerados seguidores de las jóvebros del CCC, Pedro Narváez, fue nes pagaron hasta siete mil dólares por aplastado por una milicia bipartidista el triunfo de su candidata. Finalmente fue elegida María Teresa Roldán reunida apresuradamente." Julio era también el mes en que con ciento setenta mil votos. Quienes 72 Eduardo Mahecha estaba en el exilio; Tomás Uribe Márquez en prisión, sirviendo una condena de treinta meses "por fabricación y posesión de explosivos con propósitos subversivos". Uribe había sido arrestado de nuevo en junio, cuando se lo descubrió fabricando bombas en Bogotá. Torres Giraldo estaba a punto de salir de la cárcel. Cuando lo hizo, regresó a la zona bananera, donde fue detenido de nuevo y deportado. Viajó entonces a la Unión Soviética, donde pasó casi cinco años. I. Torres Giraldo, Los inconformes, Op. cit., vol. 4, p. 990. 73 Años después el Partido Comunista Colombiano, que sucedió al Partido Social Revolucionario en la década del treinta, criticó a Torres Giraldo y a sus compañeros por promover "una tendencia profundamente equivocada" y por seguir "una confusa mezcla de reivindicaciones sociales y tendencias putchistas". Partido Comunista de Colombia, Reinta años de lucha del partido comunista en Colombia, Bogotá, Paz y Socialismo, 1960, p. 11. Tan idealistas eran los bolchevistas colombianos que reformularon los ritos religiosos tradicionales. En el caso del bautismo, por ejemplo, ingresaban a los niños a su sociedad "en el Santo Nombre de la Humanidad Oprimida y en honor de la Hermandad Universal". Gonzalo Sánchez, Los bolcheviques de El Líbano (Tolima), Bogotá, Ecoe Ediciones, 1976, p. 79. 74 Unas pocas personas murieron en el ataque. Narváez fue arrestado y encarcelado por un tiempo. Un recuento excelente del levantamiento de El Líbano es Gonzalo Sánchez, Los bolcheviques. Una colección de las municiones caseras de Narváez y sus seguidores puede verse en James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Op. cit., p. 93.

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levantaban los fondos obtuvieron la considerable suma de US$21.545, haciendo del carnaval de 1929 uno de los más exitosos de la década. Según Alcides Arguedas, la coronación de la nueva reina tuvo lugar en el Teatro Colón, en medio de "lujosa disipación", acompañada de discursos, risas y una alegre fila de estudiantes que bailaban por los pasillos del teatro. Luego estos mismos estudiantes

convirtieron la calle Real en una "feria de locos", en la cual "casi todos estaban ebrios, o fingían estarlo". 75

El vertiginoso carnaval estudiantil de 1929 habría de ser el último de esta índole. El dima político cambió después de 1930; este, acompañado por una austeridad económica cada vez mayor, terminó con los carnavales. De muchas maneras, fueron el símbolo de la década del veinte, cuando la nueva riqueza hizo posible las extravagancias que personas como Arguedas observaban con sentimientos encontrados. Sin embargo, las celebraciones estudiantiles de aquella década fueron mucho más que fiestas exuberantes en las que los hijos de los privilegiados escandalizaban a

sus mayores." Fueron también declaraciones de la presencia estudiantil que había sido de señalada importancia en la vida pública colombiana durante toda la década. El movimiento estudiantil colombiano se inició formalmente en 1921, cuando tres jóvenes de veintiún años, Germán Arciniegas, Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno lanzaron la revista literaria Universidad. Esta revista y los carnavales de mitad de ario que pronto la siguieron, se inspiraban directamente en los acontecimientos que tenían lugar en el Cono Sur, especialmente en el Movimiento de Reforma Universitaria iniciado en Córdoba, Argentina, en 1919. En un sentido más amplio, hacían parte de la revuelta en contra de la cultura burguesa, el positivismo rígido y el imperialismo occidental que predominaban en Europa desde fines del siglo." Los estudiantes latinoamericanos encontraron especial inspiración en el derrocamiento de los regímenes políticos autoritarios en México y en Rusia. Y en Colombia estas ideas se vieron aún más fortalecidas por el despertar económico del país y por

75 A. Arguedas, Op. cit., p. 746. 76 Nadie se escandalizó más que Ignacio Rengifo. Convencido de que la Casa del Estudiante estaba infiltrada de comunistas, intentó organizar a los estudiantes de derecha para contrarrestar la organización de la Casa, dominada por los liberales. Apoyó el intento del jesuita Félix Restrepo de asumir el control de la Junta directiva de la Casa del Estudiante mediante una elección cuidadosamente supervisada que se llevó a cabo en el patio del edificio del Congreso. Los esfuerzos del padre Restrepo se vieron frustrados cuando los estudiantes liberales hicieron estallar en llamas las urnas al llenarlas con votos impregnados de fósforo blanco. Estos incidentes se describen en R. Serrano Camargo, Op. cit., pp. 170-172. 77 Esta revuelta es tratada magistralmente en H. Stuart Hughes, Consciousness and Sociely, the reorientation of European Social Thought, 1890-1930, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1958.

el estado general de agitación social en que vivía. Los carnavales estudiantiles de Bogotá eran, entonces, una ostentosa destilación de un despertar intelectual generalizado y profundo. El movimiento estudiantil encabezado primero por Germán Arciniegas y sus compañeros pronto se amplió y, para mediados de la década, contaba entre sus filas a un gran número de jóvenes que comenzaron a referirse a sí mismos como Los Nuevos."

Para mediados de 1925 lanzaron su propia revista literaria, Los Nuevos, y la utilizaron como una plataforma desde la cual difundían sus mensajes de cambio literario, político y social. Los Nuevos se enorgullecían de su nacionalismo, espiritualidad y sensibilidad ante las desigualdades sociales —especialmente por la suerte de los pobres—. Deseaban crear "un nuevo sentimiento de solidaridad humana" al "desatar una gran corriente netamente ideológica". Entre tanto, estaban orgullosos de su diversidad ideológica, y acogían a todos aquellos que desearan expresarse libremente." Los Nuevos proclamaron su enemistad con las generaciones anteriores, en especial con aquella que inmediatamente los precedía, la Generación del Centenario, a la que identificaban con una debilidad ideo-

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lógica análoga a la del antiguo movimiento republicano. Acusaban a los Centenaristas de tener un concepto mecanicista de la vida, "apetitos bastardizados" que habían despojado a los hombres de generaciones anteriores de su espiritualidad. Como grupo enamorado de la cultura material y casado con la idea del progreso, los Centenaristas habían hipotecado irreflexivamente la nación a capitalistas extranjeros a costa de su propio

pueblo, argumentaban Los Nuevos. Por consiguiente, estaban en bancarrota moral e intelectual, se alababan enfermizamente entre sí y eran completamente nefastos para el bienestar nacional. "¿Ha llegado el momento en que es preciso hacer el balance de la generaciones anteriores y deducir su parte de responsabilidad en la 'evolución' nacional?" Su respuesta fue un sonoro "iSí!". 80 Los Centenaristas eran hombres del pasado, de otra época. Su tiempo había pasado. Los Centenaristas no admitieron de buen grado el ataque de la generación más joven. Como hombres de cerca de treinta años y a quienes todavía faltaban algunos años para moldear el destino nacional, ridiculizaron su presunto retiro prematuro declarado por un grupo de jóvenes de veinte arios, precoces e inexpertos. Un

78 Incluían a Alberto y Felipe L'eras Camargo, Jorge Eliécer Gaitán, Jorge Zalamea, León de Greiff, Rafael Maya, Francisco y José Umaña Bernal, Luis Tejada, Moisés Prieto, José Mar, Juan Lozano, Gabriel Turbay, Joaquín Fidalgo Hermida, Eliseo Arango, José Camacho Carreño, Primitivo Crespo, José Enrique Gaviria, Luis Vidales, Abel Botero y C. A. Tapia. 79 Los pasajes citados pertenecen al primer número de Los Nuevos, publicado el 6 de junio de 1925, y que dejó de publicarse al final de aquel mismo año. Están incluidos en Jorge Zalamea, Literatura, política y arte, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1978. 80 J. Zalamea, Op. cii., p. 595.

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mes después de iniciada la publicación de Los Nuevos, Eduardo Santos negó las acusaciones que se hacían a su generación. 8 ' Cinco meses más tarde, Alfonso López Pumarejo, quien por entonces sólo tenía treinta y siete años, se burló de Los Nuevos, de quienes dijo, "con un criterio literario, casi musical, intervienen en los asuntos públicos". Se refirió a ellos como "nuestros radicales socialistas", acusándolos de ser miembros de un grupo privilegiado que había aprendido sobre el sufrimiento humano en los libros. Les recordó que no estaban solos en su celo reformista, sino que, por el contrario, se encontraban precisamente dentro de la tradición liberal de la reforma, tradición que hacía innecesario que imitaran a los bolcheviques rusos o a los sindicalistas europeos." Fue Armando Solano quien más se resintió de los ataques de Los Nuevos. Liberal progresista, militó en su juventud en el partido republicano, y atacó "el odio irracional, incomprensible" que sentían Los Nuevos por personas como él." Caracterizó a los Centenaristas como hombres amantes de la paz, que habían buscado eliminar la ideología de la política nacional. Al

mismo tiempo, veía a Los Nuevos como el producto de la fragmentación ideológica ocurrida después de la Primera Guerra Mundial, hecho que explicaba su heterodoxia. Encontraba también que estaban tan absortos en ellos mismos, que eran "una generación casi exclusivamente literaria", que "ama las emociones raras y lucha con talento por desmenuzarlas"." Desafió a Los Nuevos a dejar sus exploraciones del yo y a salir a hacer algo que beneficiara a la sociedad en general. Las observaciones de Solano enfurecieron a Alberto Lleras, quien le respondió en una polémica carta abierta. "¿Dónde está la labor de los del Centenario para reformar este trazo caduco de la Colonia, esta grotesca pesadilla universitaria?", escribió irritado. Acusó a los hombres de la generación de Solano de no tener sentido del mundo contemporáneo, y de utilizar sus diarios de manera escandalosa y "lasciva" para su propio engrandecimiento personal. "Hemos vivido más al corriente de las pulsaciones de la humanidad de ahora de lo que ustedes vivieron y viven actualmente", afirmó. "No es cuestión de catálogos ni de libros nuevos. Es cuestión de ideas.

81 Lo hizo en un editorial de El Tiempo del 19 de julio de 1925. Véase: E. Santos, Op. cit., vol. 1, pp. 470-471. 82 Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Jorge Mario Eastman, comp., Retina, 1978-1980, pp. 49-53. 83 Armando Solano, Paipa, mi pueblo, y otros ensayos, Bogotá, Banco de la República, 1983, pp. 317-318. Solano se había dedicado a la política activa durante veinte años. En 1905, había fundado una publicación llamada Revista Nueva. En 1923 hizo un llamado a los liberales para que suscribieran el socialismo. Véase: Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1915-1934, Bogotá, Tercer Mundo, 1974, pp. 132-133. 84 Armando Solano, Glosas y ensayos, 1923-1945, Bogotá, Colcultura, 1982, p. 329.

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No hemos temido desvinculamos del pasado para alzarnos a las nuevas corrientes"." El debate generacional resonó en la vida pública colombiana durante cerca de cuarenta años después de los exaltados intercambios de mediados de 1920." A corto plazo, tuvo exactamente el efecto que Los Nuevos deseaban. Como sucedió en el caso del levantamiento obrero durante la década del veinte, el radicalismo de la generación más joven y su sinceridad llevó a la corriente principal del liberalismo hacia la izquierda, intensificando su sensibilidad a los problemas sociales. En abril de 1928, Armando Solano renunció al Partido Liberal, aduciendo que había perdido contacto con el pueblo. Explicó que había suscrito el socialismo, al que entendía como un movimiento no violento, dirigido a la redistribución de la propiedad privada, no a su abolición." Menos de una semana después de la publicación de la carta de Solano, Alfonso López Pumarejo publicó una cáustica carta dirigida al jefe del Partido Liberal, Nemesio Camacho, en la que le pedía que regresara del "desierto mental" al que había entrado de la mano de los conservadores. "Nosotros los liberales nunca nos hemos

atrevido a protestar por la miseria en la que viven la mayoría de nuestros conciudadanos", dijo. "Nunca hemos creído que sea de nuestra incumbencia enseñarles los caminos de la independencia económica, política y social". Después de elogiar la labor adelantada por Uribe Márquez, Torres Giraldo y María Cano, López advirtió que en un momento de revolución social y económica, el Partido Liberal debía ser leal a sus propios valores, o sufrir las terribles consecuencias que acarrearía abandonarlos." Cuando, cerca de quince meses después, Alfonso López observó que su partido estaba "liquidado", lo dijo como una crítica ala dirección del partido, no como si hubiera perdido la fe en el Partido Liberal mismo. De hecho, en el transcurso de 1929, López y otros liberales comenzaron a creer que el atolladero en el que se encontraba el Partido Conservador podría ser beneficioso para ellos. A pesar de la declaración del arzobispo Perdomo a favor de Vásquez Cobo, Guillermo Valencia no daba señales de estar dispuesto a abandonar su candidatura a la presidencia. El presidente Abadía continuó ayudando a Valencia tras bambalinas, a la vez que trabajaba para debilitar a Vásquez Cobo. La

85 La carta de Lleras a Solano se cita en A. Rodríguez Garavito, Op. cit., p. 176. 86 Fue objeto de discusión en la vida pública colombiana hasta mediados de la década del sesenta, cuando ya habían fallecido la mayoría de los Centenaristas. En 1960, por ejemplo, el novelista Eduardo Caballero Calderón se refirió a los Centenaristas como una generación "estéril" e "inauténtica". Véase su artículo, "Historia privada de los colombianos", en: Obras, vol. 2, Medellín, Bedout, 1964, pp. 330-337. 87 A. Solano, Glosas y ensayos, 1923-1945, Op. cit., pp. 127-128. 88 A. López Pumarejo, Op. cit., vol. 1, pp. 55-61. López hizo estas observaciones en una carta del 25 de abril de 1928.

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popularidad del gobierno de Abadía cayó aún más durante el mes de septiembre, cuando el congresista Jorge Eliécer Gaitán presentó una exposición sensacional de la masacre de la zona bananera. La noticia de la quiebra de la bolsa de Nueva York, en octubre de 1929, intensificó los problemas económicos de Colombia. Un mes después de este acontecimiento, Alfonso López informó sobre los frenéticos esfuerzos que realizaban los industriales antioqueños por deshacerse de sus propias acciones.89 A1 final del año, el 80% de las personas empleadas en obras públicas habían sido despedidas y los salarios de los empleados públicos que permanecieron en servicio fueron reducidos en un 50%. Los propietarios de vivienda rebajaron los alquileres hasta en un 25%, mientras que los arrendatarios exigían que sus pagos se redujeran al menos en un 40%.90 El Directorio Liberal Nacional (DLN) se reunió a mediados de noviembre, y los miembros del partido sonrieron escépticos cuando Alfonso López Pumarejo les anunció que debían prepararse para asumir el poder. Los conservadores, por su parte, ignoraron las actividades de sus viejos antagonistas quienes, a medida que se aproximaban las elecciones del 9 de febrero, no habían siquiera postulado un candidato. Los liberales, sin embargo, se habían asegurado de que

sus integrantes estuvieran registrados para poder votar en las elecciones. A partir de la reunión del DLN realizada en noviembre, los liberales creyeron que tenían un candidato con credibilidad para la contienda presidencial que se avecinaba: Enrique Olaya Herrera, embajador de Colombia ante Estados Unidos durante largo tiempo. Cuando se le habló del asunto, Olaya manifestó su interés de participar, pero aclaró que no lo haría con base en una plataforma exclusivamente partidista. Esto desconcertó a liberales como Alfonso López y Gabriel Turbay, quienes deseaban que el candidato mostrara un liberalismo más militante. Pero esto agradó a muchos conservadores, que no se inclinaban ni por Vásquez Cobo ni por Guillermo Valencia. El bloque más importante de conservadores moderados estaba conformado por antioqueños que tenían vínculos históricos con el republicanismo, un partido que ni Valencia ni Vásquez Cobo habían visto con buenos ojos. Otra consideración de importancia era el aspecto económico. Antioquia era un departamento que probablemente se vería afectado en el área económica si cualquiera de los candidatos conservadores llegara al poder. Vásquez Cobo, quien era caleño, favorecería seguramente los intereses del Valle del Cauca si fuese elegido. Cuando fue director del Ferrocarril del Pacífico, el

89 Alfonso López Michelsen, Los últimos días de López, y cartas íntimas de tres campañas políticas ( 19291940-1958), Bogotá, Mito, 1961, pp. 95-96. 90 A. Patiño, Op. cit., pp. 248-249.

general le había asestado un duro golpe a los antioqueños al conectar a Cali con el puerto de Buenaventura, quitándole así negocios a las líneas antioqueñas que conectaban el bajo río Cauca con el Magdalena. Olaya Herrera, por otra parte, poseía importantes vínculos con Antioquia, pues había sido miembro entusiasta del partido republicano y ministro de relaciones exteriores de Carlos E. Restrepo. Tenía entonces excelentes credenciales para el bipartidismo y, por lo demás, aseguró explícitamente que respetaría las prerrogativas de la Iglesia en caso de ser elegido, y que formaría un gobierno en el que los conservadores serían escuchados tanto como los liberales. Todos estos elementos hicieron que Enrique Olaya Herrera fuera el candidato predilecto de los conservadores moderados de Antioquia y de los liberales que habían militado en el viejo partido republicano. A fines de diciembre, incluso Alfonso López había depuesto su rabia por el tibio liberalismo de Olaya, pues para entonces todos los liberales sabían que tenían excelentes posibilidades de asumir el poder después de haber pasado cuarenta y cinco años en el

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desierto político.9 ' A mediados de enero de 1930, Olaya regresó a Colombia proveniente de Washington. Durante enero y comienzos de febrero, adelantó su campaña ante muchedumbres entusiastas, mientras que los conservadores continuaban sufriendo por la división de su partido." La suerte de los conservadores se hundió en proporción inversa a la de los liberales. Pero al menos tenían las palabras del presidente Abadía para consolarlos. En el mensaje del 1 de enero, había animado a sus compatriotas a ser optimistas ante la adversidad. Los problemas personales eran, decía, "una fuente de innegable provecho", que "templa los caracteres". Si bien las palabras de Abadía se referían al desmedro económico del país, se aplicaban también perfectamente a su partido. Gracias a las maquinaciones de Abadía, el Vaticano le había ordenado al arzobispo Perdomo que trasladara su apoyo a Guillermo Valencia, en lugar de Vásquez Cobo." Este cambio de posición, ocurrido dos semanas antes del día de las elecciones, selló el destino del Partido Conservador. A muchos clérigos les desagradaba Valencia y desconfiaban de él y, por consiguiente,

91 A comienzos del año, Pedro José Berrío, el cacique conservador del oriente antioqueño, le había dicho a Eduardo Santos que Olaya Herrera sería el mejor candidato presidencial. Galvis Galvis, Memorias de un político centenarista, vol.', Bucaramanga, s. e., 1975, p. 212. 92 Una discusión de la intensa actividad política que tuvo lugar durante la agitada campaña de Olaya, de enero 17 a febrero 8 de 1930, se encuentra en Alfonso Rumazo G., Enrique Olaya Herrera, Santiago de Chile, Zigzag, 1940, pp. 109-144; Gustavo Humberto Rodríguez, Olaya Herrera, político, estadista y caudillo, Bogotá, Imprenta Nacional, 1979, pp. 145-153; C. E. Restrepo, Op. cit., vol. 2, pp. 510-613; T. B. Horgan, Op. cit., pp. 121-159. 93 Los acontecimientos que precedieron al cambio de posición de Perdomo se discuten en J. Restrepo Posada, Op. a., pp. 68-79.

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desobedecieron las órdenes de Perdomo. Recordaban la alianza poco santa que él había hecho con los liberales en 1918, su pasado bohemio y el hecho bien conocido de que Valencia era un mujeriego, cuyos hijos ilegítimos presuntamente llegaban a más de doscientos. Las muestras de piedad de Valencia en el transcurso de su campaña no los ablandaron ni convencieron. Por consiguiente, muchos sacerdotes ordenaron a sus parroquianos que continuaran apoyando a Vásquez Cobo. El día de las elecciones, Enrique Olaya Herrera ganó por una gran mayoría en unas elecciones en las que se dividió el voto conservador. Olaya obtuvo 396.934 votos; Valencia, 240.360 y Vásquez Cobo, 213.583. Alberto Castrillón, el candidato del Partido Social Revolucionario, obtuvo 577 votos. El 10 de febrero, al día siguiente de la elección, se lanzaron piedras a la residencia presidencial y a la casa de campo de Abadía. No se supo si habían sido lanzadas por liberales o por conservadores." Olaya Herrera y la Gran depresión

La elección de Enrique Olaya Herrera en 1930 le indicó a muchos que la República de Colombia había llegado a la mayoría de edad." La alter-

nación pacífica del poder que se daba allí era una feliz aberración en la época de la depresión en América Latina, región donde los golpes de Estado y las dictaduras militares eran la regla. Cuando inició su período de cuatro años, Olaya Herrera gozaba de relaciones extraordinariamente buenas con el Partido Conservador, lo cual le permitió atender con eficiencia los problemas económicos generados por la contracción económica mundial de comienzos de la década del treinta. Sólo los estallidos de violencia política nublaron un horizonte administrativo soleado. Pero incluso en este aspecto, Olaya tuvo suerte. La violencia, que fue especialmente grave durante sus primeros dos años de gobierno, tuvo lugar en una parte distante del país y no amenazó seriamente la estabilidad nacional. Fue afortunado que Olaya Herrera dispusiera de un gran apoyo conservador entre 1930 y 1932, pues fue esta la época cuando la Gran depresión afectó más gravemente a Colombia. El colapso del comercio mundial tuvo un efecto inmediato y devastador sobre las fmanzas del país. La mayor parte de los ingresos del gobierno provenían de recaudos de aduana, los cuales cayeron drásticamente después de 1929, cuando produjeron setenta y cinco millones de pesos. Tales ingresos bajaron casi 30% en 1931, a 54

94 Luis Eduardo Nieto Caballero, Escritos escogidos, vol. 1, Luis C. Adames Santos, comp., Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 198, 265. 95 Esta fue la opinión de dos de los historiadores más respetados del país, Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, en A History of Colombia, traducido y editado por J. Fred Rippy, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1938, p. 543.

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millones de pesos, y en casi 50% en 1932, cuando produjeron treinta y cinco millones de pesos. 96 Las obras públicas, que habían absorbido más de la mitad de todos los ingresos del gobierno en 1929, se redujeron al 15% del minúsculo presupuesto de 1931." Esto significó el despido de miles de obreros, quienes regresaron a la agricultura o vagaron por el campo en busca de empleo. Entre tanto, los salarios agrícolas habían caído de un 50 a un 60%. Bandas de obreros sin empleo merodeaban y robaban comida a los más pudientes, y en ocasiones exigían suministros a los atemorizados terratenientes." Cuando la masa monetaria se agotó y desapareció el crédito, los rentistas y propietarios enfrentaron momentos difíciles. Andrés Samper Gnecco recordaba que "una infinidad de gente" había perdido su casa en las ciudades colombianas. Al no poder pagar las hipotecas, muchos de ellos regresaron a las haciendas ancestrales." También las clases altas

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sufrieron reveses. Carlos Lleras Restrepo, un joven abogado que comenzaba a trabajar en Bogotá, recordó haber manejado los procedimientos de quiebra para la agencia de automóviles Fiat de la capital.'" El nuevo gobierno rápidamente adoptó medidas para enfrentar la crisis económica. El presidente electo Olaya viajó a Estados Unidos donde solicitó la ayuda de su amigo, el profesor de economía de Princeton, Edward Kemmerer. Kemmerer y seis colegas más, remunerados con cien mil dólares en certificados de oro, llegaron a Bogotá tres días antes de la posesión de Olaya. Permanecieron en Colombia hasta fines de noviembre de 1930, tiempo durante el cual diseñaron un plan fmanciero que combinaba la austeridad fiscal, un alza moderada de ingresos y ortodoxia económica.'" Los norteamericanos urgieron a Olaya a mantener el patrón oro y a extender el papel del Estado en los asuntos fiscales.'" De especial importancia entre los tributos

96 Antonio García, Gaitán y el problema de la revolución colombiana, Bogotá, Cooperativa de Artes Gráficas, 1955, p. 261. 97 John Pollock, "Evaluating Regime Performance in a Crisis: 'Violence, Political Demands, and Elite Accountability in Colombia 1932-1919", manuscrito inédito, University Stanford, Department of Political Science, 1969, pp. 14-15. 98 Catherine LeGrand, Prontier Expansion and hasant Protest in Colombia, 1850-1936, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1986, pp. 106-108. 99 Andrés Samper Gnecco, Cuando Bogotá no tuvo tranvía, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1973, pp. 78-79. 100 Carlos Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida, vol. 1, Bogotá, Stamato, 1983-1993, pp. 30-31. 101 El propio Kemmerer regresó a Estados Unidos a fines de octubre. 102 Cuando Olaya protestó que enfrentaría una fuerte oposición política si intentara extender la recolección de ingresos a campos que tradicionalmente eran de competencia de los departamentos, Kemmerer le dijo que no debía preocuparse por eso, e incluso utilizar la fuerza de ser necesario. Las actividades realizadas por la segunda misión Kemmerer se discuten en P. Drake, Op. cit., pp. 68-72.

256 / Laa modernización en Colombia aconsejados por Kemmerer fue el primer impuesto sobre el banano exportado por la United Fruit Company. Y gracias en parte a la influencia de Kemmerer y de sus colegas, Olaya pudo negociar un cuantioso empréstito con bancos privados estadounidenses. Este dinero fue de gran utilidad para el gobierno, pues con él pudo pagar las cuotas de su deuda externa, que ascendía a ochenta y un millones de dólares.'" Los servicios de Edward Kemmerer eran costosos, pero valían la pena, así fuese sólo por el apoyo que ganaron para el programa económico de Olaya. Dado que estaban recomendadas por el prestigioso doctor Kemmerer, el presidente obtuvo con facilidad la aprobación del Congreso para una serie de medidas que mitigaron los efectos del revés económico. A comienzos de 1931, el Congreso aprobó una ley que le confería al presidente nuevas y amplias facultades para intervenir en asuntos económicos. Olaya procedió de inmediato a revocar la Ley de emergencia de 1927, la cual permitía la importación libre de impuestos de algunos alimentos. Como consecuencia de ello, se incrementó la producción local de alimentos, así como los precios de la tierra. Otras leyes tributarias aprobadas en 1931 aceleraron la sustitución de importaciones, al prohi-

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional /

bir la importación de aquellos materiales que pudieran producirse en el país. Los intereses agrícolas y otros se beneficiaron con la creación de tres nuevas entidades crediticias, el Banco Central Hipotecario, la Caja Agraria y la Caja Colombiana de Ahorros. Adicionalmente, Olaya estimuló la expansión ulterior de la industria cafetera al ofrecer a los cultivadores una bonificación del 10% por nuevos cultivos.'" Los trabajadores se beneficiaron de una serie de medidas aprobadas durante el primer año de la presidencia de Olaya. La Ley 83 de 1931 protegió el derecho de los trabajadores a organizar sindicatos, y la disolución de los sindicatos fue declarada delito civil. Leyes posteriores establecieron la obligatoriedad de las vacaciones remuneradas y otros beneficios, así como la semana laboral de cuarenta horas y los domingos libres y remunerados. Gracias al apoyo de Olaya, el número de sindicatos creados entre 1930 y 1934 superó el número total de los creados entre 1920 y 1930. 1" No todos estaban contentos con la conmoción producida por las medidas a favor de los sindicatos. Cuando los miembros de la coalición liberalconservadora intentaron hacer aprobar la legislación que contemplaba compensación por desempleo, el

103 Ibíd., p. 56. 104 A. Patiño, Op. cit., pp. 372-75; I. Torres Giraldo, Las inconformes, Op. cit. vol. 4, pp. 1.039-1.042. 105 Durante el gobierno de Olaya, se organizaron sesenta y siete sindicatos nuevos, mientras que en la década del veinte se reconocieron sesenta y tres. M. Urrutia, Op. a., pp. 53, 117-118. Durante el gobierno de Alfonso López, 1934-1938, se concedió reconocimiento legal a 376 sindicatos nuevos. ,

representante conservador Sotelo Peñuela opinó que la mayoría de los desempleados no eran más que vagos. Más aún, dijo Sotelo, [...] detrás de ellos hay agitadores, demagogos, y otras personas de mala índole que están corrompiendo a la clase obrera al punto de llevarla a cometer crímenes y abusos, tales como aquellos que actualmente vemos que intentan realizar en la Cámara de Representantes."

Durante la presidencia de Olaya se hicieron grandes adelantos en el campo de la política de transporte. En mayo de 1931, se aprobó una ley mediante la cual la política nacional de transporte pasó de la construcción de ferrocarriles a la construcción de autopistas, carreteras y caminos secundarios. El complejo proyecto, denominado Ley 88, representó el primer paso hacia la planeación nacional en el ámbito del transporte. Bajo las disposiciones de la nueva ley, la Comisión Nacional de Vías Férreas asumió la operación del fragmentado sistema de ferrocarriles, se desarrolló un plan maestro para la construcción de un sistema integrado de vías férreas y carreteras en el oriente y en el oc-

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cidente colombianos, y la financiación de los diferentes proyectos fue retirada de los departamentos y reubicada en Bogotá. Los críticos de Laureano Gómez encontraron después fallas en la nueva burocracia del transporte, aunque los observadores imparciales estuvieron de acuerdo con que la iniciativa de Olaya constituyó un importante avance en un área vital de la vida pública.' 07 Si bien las reformas legislativas impulsadas por Olaya durante los primeros dieciocho meses de su gobierno tuvieron importantes consecuencias para la recuperación y el desarrollo nacionales, otros problemas de carácter más inmediato seguían presionando. Las marchas de hambre fueron eventos habituales en Bogotá y en otras ciudades colombianas entre 1930 y 1932. Uno de los editoriales de El Tiempo caracterizó a 1931 como "un ario terrible", aunque también observó que las condiciones eran peores en otros países.'" Un mes más tarde, en enero de 1932, los ciudadanos enfurecidos se reunieron en el centro de Bogotá exigiendo que se restablecieran los empleos en las obras públicas. Olaya Herrera se sintió lo suficientemente

106 A. Patino, op. cit., p. 375. 107 Laureano Gómez se mostró especialmente sarcástico en relación con la Comisión Nacional de Vías Férreas, a la cual se refirió en una entrevista publicada en El Tiempo el 16 de noviembre de 1934, como "el más extraordinario, más escandaloso y más repugnante excremento de la burocracia republicana liberal". Un examen detallado de la política de transporte durante el gobierno de Olaya Herrera se encuentra en Donald S. Barnhart, "Colombian Transport and the Reforms of 1931: An Evaluation", Hispanic American Historical Review, 382), Durham, Duke, University Press, 1958, pp. 1-24; Richard E. Hartwig, Roads to Reason. Transportation, Administration, and Rationality in Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1983, pp. 105-111. 108 El Tiempo, 24 de diciembre de 1931.

258 / La modernización en Colombia



amenazado como para encarcelar a Guillermo Hernández Rodríguez y a Gilberto Vieira, líderes comunistas de la protesta. La presión pública obligó al gobierno a abandonar gradualmente la austeridad económica prescrita por Edward Kemmerer. Colombia abandonó el patrón oro en octubre de 1931, y el gobierno se vio presionado continuamente para que declarara la moratoria en el pago de la deuda externa. Olaya cada vez estaba menos dispuesto a apoyar el riguroso programa de Kemmerer. "He tratado de jugar el juego de los americanos", se quejó. Hice aprobar las leyes petroleras que se me indicaron, se firmó el Contrato Barco, he intentado proteger los intereses norteamericanos en [nuestros] aranceles [...]. Me parte el alma que los norteamericanos me fallen al ftrial. 1°9

Las dificultades de Olaya para conseguir nuevos empréstitos de los bancos estadounidenses lo llevaron a aumentar la masa monetaria mediante la devaluación de la moneda y otras medidas. Eventualmente, se vio obligado a declarar una moratoria parcial en el pago de la deuda externa, la mayor parte de la cual se había contraído con bancos norteamericanos."° Estas medidas, junto con un

incremento en el gasto público, aseguraron que la decadencia económica colombiana no se prolongara más allá de 1932. De hecho, durante aquel terrible ario, hubo signos de recuperación. Ya para junio de 1932, Olaya pudo jactarse de que el sistema bancario de la nación era sólido, las exportaciones habían retomado un ritmo normal, la tasa de desempleo había disminuido, la cosecha de café era excelente y las nuevas entidades nacionales de crédito ofrecían nuevos préstamos."' Los proyectos de obras públicas, suspendidos desde 1930, se reanudaron en 1932, llevando al historiador Alfonso Patiño a afirmar que su restauración había sido "uno de los legítimos motivos de orgullo para el gobierno de Olaya"." 2 Los colombianos tuvieron suficiente buen ánimo durante 1932 como para crear una nueva institución social, el Concurso Nacional de Belleza. El 19 de mayo, Aura Gutiérrez, de Antioquia, fue coronada Señorita Colombia, después de derrotar a Margot Manotas del Atlántico y a Elvira Rengifo del Valle del Cauca."3 La mujer más bella de Colombia fue coronada en el Teatro Colón de Bogotá, en medio de una extravagancia que recordaba el ambiente de los viejos carnavales estudiantiles de la capital.

109 P. Drake, Op. cit., p. 66. 110 Iba, p. 74; A. Patiño, Op. a., p. 572. 111 El mensaje económico está sintetizado en A. Patiño, Op. cit., pp. 462-463. 112 Antes del fin del año, una guerra extranjera habría de llevar al gobierno a dar empleo a miles de personas más y a invertir millones adicionales en la economía nacional. 113 A. Patiño,

.Op. cit., pp. 458-459.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I

Por qué fracasó el bipartidismo

Olaya Herrera pudo enfrentar con eficiencia los problemas económicos de Colombia, en gran parte debido al gobierno de coalición que conformó cuando se posesionó, y que le fue muy útil durante tres de sus cuatro años como presidente. Dos mandatarios anteriores en el siglo xx habían gobernado mediante alianzas bipartidistas, aunque ninguno de ellos tuvo el éxito de Olaya. Rafael Reyes y Carlos E. Restrepo fueron conservadores que gobernaron con la ayuda de los liberales. Sin embargo, Reyes pasó la mayor parte del Quinquenio controlando a la oposición a través de la fuerza militar, y Restrepo fue reducido a la inoperancia por las débiles alianzas partidistas que aplastaron su moderado republicanismo, "como algodón entre cristal". " 4 Colombia y su nuevo presidente fueron doblemente afortunados. No sólo gobernó Olaya Herrera en un momento de relativa armonía entre las élites liberales y conservadoras, sino que lo hizo en una época en la cual los principales Estados occidentales se precipitaban hacia la dictadura y el desastre. Gracias al embrollo del Partido Conservador en 1928-1929, la élite política colombiana pudo manejar los urgentes problemas económicos de manera especialmente rápida. El gobierno de Olaya de "concentración nacional", extraordinariamente efectivo, fue en realidad algo

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accidental, producto de circunstancias fortuitas. Lo anterior apunta a una de las paradojas de la presidencia de Olaya Herrera. Este, un fino diplomático, amigo de presidentes y de magnates norteamericanos, líder equitativo y magnánimo, era el resultado del sistema político colombiano, polarizado y dirigido por las élites. Nació en una modesta familia liberal en Boyacá y vio cómo su familia se arruinó en las guerras civiles de 1885 y 1895. Las rivalidades entre los partidos y los odios heredados lo habían llevado a quebrar las narices de los jóvenes conservadores antes de cumplir veinte años, y había luchado en la Guerra de los Mil Días. Pero Olaya había aprendido a despreciar la militancia partidista. Aceptó la candidatura a la presidencia en 1930 únicamente cuando se le hubo asegurado un importante apoyo bipartidista. A falta de este apoyo, o enfrentado a un Partido Conservador unificado, Olaya Herrera jamás habría sido presidente. Esto revela que en 1930 Colombia continuaba siendo una nación cautiva de sus dos partidos políticos. A este respecto no era diferente de lo que había sido durante los ocho años anteriores. Como vocero principal de una alianza bipartidista, Olaya gozó de gran libertad en el manejo de los asuntos económicos. No obstante, los viejos odios y las tradiciones partidistas permanente e insidiosamente erosionaron el apoyo bipartidista que había

114 Frase acuñada por el director de El Tiempo, Eduardo Santos.

260 / La modernización en Colombia recibido al comienzo. El triste hecho de la vida política colombiana es que, a pesar de que Olaya afirmara su neutralidad, su partido estaba destinado a prosperar a expensas de los conservadores. El sistema político colombiano era enormemente centralizado. Además de los miembros de su propia familia oficial, el presidente de la nación nombraba a los gobernadores de los

departamentos, quienes, a su vez, nombraban a los alcaldes de más de ocho-

cientas ciudades y poblaciones." 5 Estos funcionarios proveían los cargos de sus oficinas y dependencias con amigos y aliados políticos, generando así una vasta reorganización burocrática con cada cambio de gobierno. Como sucedió en el caso de Olaya, cuando el nuevo régimen trajo al partido opositor al poder, pocos de los miembros de la colectividad que había perdido habrían de permanecer en sus cargos. Análogamente, era inevitable que, en la medida que los liberales asumieran posiciones claves dentro del gobierno, los cuerpos elegidos comenzaran a favorecerlos. Los partidos en el poder tenían innumerables maneras de ganar las elecciones. Los liberales colombianos habían estudiado las técnicas de fraude electoral de los 'conservadores durante los cuarenta y

cinco años anteriores —técnicas que los seguidores de Núñez habían aprendido de sus predecesores en el poder, y así sucesivamente hasta los albores del republicanismo en Colombia—. Los liberales no perdieron tiempo en utilizar todas las antiguas técnicas de manejo de votos para asumir el control de los cuerpos electorales. Para 1933, los liberales tenían

la mayoría en más de la mitad de los concejos municipales y de las asambleas departamentales. Cuando Olaya dejó la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes se encontraban en manos de los liberales. El inevitable predominio liberal había llenado de temor a los conservadores en febrero de 1930. Rafael Azula Barrera recordaba que la elección de Olaya había generado en él y en sus copartidarios la impresión de una catástrofe inminente." Los conservadores se agolparon en las iglesias el 10 de febrero, al día siguiente de las elecciones. Oraban para que se diera una intervención divina, por la muerte de Olaya Herrera, por cualquier cosa que le evitara a la nación y a ellos mismos los sufrimientos que se avecinaban.''' Tres guerras civiles habían seguido a su propio ascenso al poder en 1880, y en 1930 nadie podía estar seguro de que los jefes

115 Estas ochocientas cuatro comunidades eran designadas como "cabeceras" o pueblos principales, sedes del gobierno de la unidad básica de la administración política colombiana, el municipio. Un Concejo Municipal, elegido popularmente, compartía los deberes administrativos con el alcalde. 116 Rafael Azula Barrera, De la revolución al orden nuevo, Bogotá, Kelly, 1956, p. 23. 117 Mario Latorre Rueda, "1930-1934. Olaya Herrera: un nuevo régimen", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, p. 283. Algunos sabían que por aquella época Olaya se encontraba gravemente enfermo.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 261 del partido no se lanzaran a la guerra para impedir ser despojados de su poder. La elección de Olaya, sin embargo, no originó ninguna guerra civil. Para 1930, el Estado era ya lo suficientemente poderoso como para no ser derrocado por jefes partidistas convertidos en generales. Pero no era todavía lo suficientemente poderoso como

para evitar que el derramamiento de sangre estropeara la cosecha de triunfos. Al final de la presidencia de Olaya, cientos de colombianos habían muerto y miles se vieron obligados a abandonar sus hogares. La violencia en Colombia durante el cambio de gobierno suscita una serie de interrogantes. El primero es: ¿qué dinámica envió a tantos ciudadanos al exilio o a la muerte en un momento en el cual los jefes de los partidos en Bogotá aconsejaban la moderación? Segundo: ¿qué le dio a los partidos Liberal y Conservador en Colombia su peculiar dinamismo en una época en la cual los partidos de la misma denominación habían desaparecido en casi toda América Latina?"8 Filialmente: ¿por qué no le fue posible a Olaya Herrera controlar una lucha política tan encarnizada que llevaba a la policía conservadora a acosar a los votantes liberales antes de 1930, y a la policía liberal a hacer lo propio con los conservadores después de la posesión de Olaya? Todo esto sugiere que había en juego más

que cargos gubernamentales mal remunerados y un deficiente control de la elaboración de políticas públicas. La particular intensidad de la política colombiana del siglo xx estaba arraigada en una convergencia única de factores ecológicos, culturales, económicos e ideológicos. Los colombianos eran una población que había vivido, a lo largo de su historia, aislada por las montañas y en una situación

de relativa pobreza. Su contexto social era de jerarquías y de interdependencias de índole dolorosamente locales e inmediatas. A comienzos del siglo xix rompió sus lazos con España y, al hacerlo, Colombia perdió la fuerza que la había unificado políticamente, la monarquía. Una vez lograda la independencia, y desaparecidos los reverenciados héroes de la revolución, se inició un proceso de disolución territorial que, entre 1840 y 1842, amenazó con reducir a Colombia, llamada entonces Nueva Granada, a un conjunto de regiones en guerra. Las lealtades políticas no se extendían más allá del caudillo o cacique local, o al patrón o superior social inmediato. El gobierno central en Bogotá era impotente y la nación se encontró al borde de la anarquía. Los colombianos necesitaban desesperadamente una fuerza capaz de unificar sus regiones y de permitir que sus voces se escucharan en Bogotá. Encontraron su fuerza unificadora en los partidos Liberal y Conservador.

118 La evolución de los Partidos Conservadores en Latinoamérica se discute en James D. Henderson, "Latin America Conservative Palies", en: Barbara A. Tanenbaum, ed., Encyclopedia of Latin American History, Nueva York, Scribner's, 1992.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 263

262 / La modernización en Colombia

El primer partido político moderno de Latinoamérica, el Partido Liberal, fue creado por hombres que deseaban promover los principios igualitarios y libertarios que habían dado lugar al movimiento revolucionario mismo. Deseaban atacar todo tipo de privilegio arraigado y de restricción ala libertad individual, sosteniendo que actuar de otra manera era irracional e inconsistente con el espíritu democrático de la época. En Colombia y en otros lugares, los liberales se dedicaron a su tarea con un celo que deleitó a algunos y horrorizó a otros. Miembros de este último grupo intentaron contrarrestar las reformas liberales creando los Partidos Conservadores. Durante las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo xix, los liberales colombianos lucharon por hacer que su programa revolucionario se convirtiera en el programa de la nación. Atacaron las restricciones individuales de toda índole y promovieron un programa social igualitario, argumentando, a partir de premisas racionales y utilitarias, que una sociedad buena era aquella que ofrecía el máximo de libertad individual. Coronaron sus logros en las constituciones redactadas en 1853 y 1863. En tales documentos se separaba la Iglesia del Estado y se garantizaba la libertad de cultos, se decretaba el sufragio universal masculino, se establecía un sis-

tema federal para la nación, se abolía la pena de muerte y se garantizaba plena libertad de expresión. Otras leyes aprobadas durante el predominio liberal abolían la esclavitud, establecían un sistema de educación pública, liberaban el comercio y golpeaban los arraigados privilegios sociales y económicos." 9 El liberalismo colombiano, originado en el racionalismo de la Ilustración, orientado por una vasta bibliografla de escritores políticos europeos y americanos, y concretado mediante leyes nacionales, puso en marcha un proceso de selección que pronto polarizó al país. Ningún hombre que dispusiera de medios en Colombia podía permanecer impasible ante la avalancha de la legislación reformista aprobada a mediados del siglo xix. Los miembros de la élite se unieron a los liberales o a las fuerzas que se les oponían, haciéndose miembros del Partido Conservador. Y a cada uno lo seguían sus familiares, amigos, adeptos, así como todos aquellos que dependían de alguna forma de él. Los conservadores colombianos ingresaron a las filas de su partido por diversos caminos. Muchos de sus más intransigentes miembros eran católicos practicantes, que encontraban el anticlericalismo liberal equivocado y perverso. Otros vieron perjudicados sus intereses económicos por las reformas liberales. Y un gran número

119 Estas Constituciones aparecen en Miguel Antonio Pombo y José Joaquín Guerra, eds., Constituciones de Colombia, vol. 4, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Imprenta Nacional, 1951, pp. 125-159.

de colombianos se afiliaron al Partido Conservador porque alguien a quien amaban, respetaban o temían lo había hecho. A través de sus partidos, los colombianos encontraron una nueva manera de promover sus intereses —e incluso de moldear la política gubernamental cuando tenían la suerte de acceder al poder—. En lo sucesivo, los dos partidos colombianos desempeñaron el mismo papel que los partidos políticos en Europa y en América del Norte. Al igual que en aquellos lugares, en Colombia las razones que motivaban la filiación política partidista eran diversas y a menudo idiosincrásicas. La particular perdurabilidad de los partidos Liberal y Conservador en Colombia fue, en gran medida, una función del largo predominio conservador que se extendió hasta 1930. Este, a su vez, se explica en parte por la tardía modernización del país. Dado que el cambio social tardó en llegar, y que el costo humano que invariablemente se paga en tales procesos tardó en manifestarse, fue relativamente sencillo para los conservadores colombianos mantener controlados a los reformadores entre 1880 y la tercera década del siglo xx. Hubo una época en la que el liberalismo ocupaba el primer pla-

no en la mayor parte de América Latina.'" La aparente impermeabilidad de la nación a la reforma era aquello que tanto había frustrado a Los Nuevos y a los activistas políticos que habían intentado crear partidos laboristas y socialistas en Colombia. Finalmente, en 1930, el Partido Liberal se anunciaba como el conducto lógico, en realidad como el único conducto político, mediante el cual podía introducirse una reforma en un país cuyo sistema político había hecho frarasnr siempre el. cambio. Los académicos colombianos han señalado una combinación de factores como fuente de la violencia y del glacial ritmo del cambio político y social en su país, tales como la debilidad del Estado central y la intensa politización de los ciudadanos. Luis López de Mesa contó seis "frustraciones" históricas del destino nacional, que se extendían desde la época precolombina hasta la Violencia de las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo xx. Atribuía las dos frustraciones de ese siglo, la Guerra de los Mil Días y la Violencia, a las élites políticas nacionales, "que arrojaron al país al abismo de todas las locuras imaginables".'" Orlando Fals Borda señaló tres momentos de la historia nacional en los cuales los sueños utópicos

120 Es importante señalar que el liberalismo de fines del siglo en América Latina fue una versión "conservatizada" de esta ideología. El proceso mediante el cual se dio esta metamorfosis se discute en Charles Hale, "Political and Social Ideas, 1870-1930", en: Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, vol. 4, Nueva York, Cambridge University Press, 1986, y en el libro del mismo autor, The Tratuformation of Liberalism in Late Nineteenth Century México, Princenton, Princeton University Press, 1989. 121 Luis López de Mesa, Esenstinio sociológico de /a historia colombiana, 2.' ed., Bogotá, ABC, 1955, p. 72.

264 / La modernización en Colombia



de los reformadores sociales fueron aplastados por el poder que ejercieron viejos patrones de pensamiento y de acción. La utopía socialista propuesta durante la década del veinte fracasó ante un sistema dominante dirigido por las élites liberal y conservadora, que encerró a Colombia dentro de una "tradición señorial burguesa".'" Frustración fue precisamente el sentimiento que experimentó Enrique Olaya Herrera cuando la violencia política debilitó el consenso republicano que tanto le había ayudado durante los primeros arios de su gobierno.

Violencia en el cambio de regímenes Lo más penoso para Olaya fue la extrema dificultad que tuvo en contener la violencia cuando esta se desató. Los incidentes de derramamiento de sangre por lo general ocurrían lejos de la sede del poder político, en la polvorienta plaza de algún pueblo remoto que se encontraba al fmal de un largo camino de herradura. Cuando se enviaban fuerzas especiales para la preservación de la paz a lugares semejantes, llegaban por lo general varios días después de ocurridos los incidentes. El proceso de selección que había llevado a los colombianos a seguir a uno de los dos partidos

había creado innumerables puntos de conflicto en todo el quebrado territorio nacional. Con el paso del tiempo, desde la creación. de los partidos Liberal y Conservador, los colombianos tendieron a emigrar a aquellos municipios donde podían hacer parte de la mayoría política. Para 1930, tres cuartas partes de los municipios, conformados por sus cabeceras y sus vecindarios, poseían apreciables mayorías liberales o conservadoras. En 159 de ellos —cerca del 20% del total— el 90% o más de los residentes votaban tradicionalmente por el Partido Liberal o por el Conservador.'" Así, cuando se posesionó y comenzó a llenar los cargos de las oficinas nacionales con liberales, Olaya, directa o indirectamente, envió a miembros de su partido a lugares en los cuales no se había visto un liberal en la administración durante cerca de medio siglo. Los conservadores que residían en aquellos lugares veían, desde luego, este cambio con preocupación, a veces con temor. Los liberales, por su parte, consideraban esta nueva situación en muchos casos como una oportunidad de deshacer viejos entuertos. Al igual que en los municipios, la mayor parte de los departamentos y regiones colombianos tenía mayorías liberales o conservadoras en 1930. El Partido Liberal dominaba en la costa Atlántica, en los departamentos de Atlántico, Bolívar y Magdalena. El

122 Orlando Fals Borda, La subversión en Colombia. Visión del cambio social en la historia, Bogotá, Tercer Mundo, 1967, p. 185. 123 Véase Paul Oquist, "Las elecciones presidenciales, 1930-1970", Boletín Mensual de Estadística, (268-269), 1973, pp. 63-334.

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Valle y los territorios de los Llanos Al noroccidente de Tolima se enconOrientales, escasamente poblados, traba el municipio de El Líbano, coeran en su mayor parte liberales. El lonizado por pioneros antioqueños liconservatismo predominaba entre los berales durante la década del sesenta piadosos antioqueños y entre la gen- del siglo xix.'" El liberalismo de El te de Nariño. Huila, en la parte alta Líbano se convirtió en una anomalía del valle del Magdalena, era predo- al lado de los municipios aledaños, minantemente conservador, mientras todos fuertemente conservadores: que Tolima, su vecino del norte, ten- Villahermosa, Casabianca, Herveo y día a ser de mayoría liberal. En los Fresno, hacia el norte, y Santa Isabel Santanderes ocurría lo contrario: y Anzoátegui hacia el sur. mientras que Santander del Norte Sin embargo, incluso municipios era conservador, Santander era en su como El Líbano, en los cuales predomayor parte liberal. La Cundinamarca minaba una filiación bien definida y rural era conservadora, y Bogotá, li- de larga data, tenían invariablemenberal. De hecho, todas las ciudades y te zonas habitadas por residentes del pueblos más importantes de Colom- partido opuesto. El Líbano es un bia tendían a ser liberales. Los boya- ejemplo pertinente de este hecho. Cocenses se encontraban entre los co- lonizado por los liberales y para los lombianos más pragmáticos, y quizá liberales, en El Líbano había veredas más maleables, pues tendían a votar como La Yuca, ubicada en su frontepor el partido que se encontrara en ra sur y vecina de Santa Isabel, preel poder. dominantemente conservadora. La Dentro de cada departamento ha- Yuca se originó como proyecto colobía regiones en las cuales predomi- nizador iniciado por el propio Ismael naba uno de los dos partidos. El sur Perdomo, entonces obispo de Ibagué. de Tolima, por ejemplo, era de ma- El obispo Perdomo había concebido yoría conservadora, con excepción de este vecindario rural como una obra la zona montañosa occidental, que caritativa, dentro del espíritu de De era liberal. Lo contrario sucedía en rerum novarum y, a la vez, como una el norte, donde los pueblos del valle manera conveniente de infiltrar concomo Honda, Mariquita y Armero servadores religiosos en El Líbano, un eran conocidos por su liberalismo, y municipio cuyo fundador había sido las montañas al occidente, coloniza- un libre pensador, y donde las persodas por antioqueños, eran en su ma- nas que no eran católicas tenían inyoría conservadoras. Pero incluso den- cluso su propio cementerio. Los nuetro de las regiones había reductos ve kilómetros cuadrados de tierra que donde primaba el partido contrario. se convirtieron en La Yuca habían sido 124 Dos historias de El Líbano pueden encontrarse en Eduardo Santa, Arrieros y ~adores. Aspectos de la colonización antioqueña, Bogotá, Cosmos, 1961, y en James D. Henderson, Cuando Colombia se desangró, Op. cit., pp. 191-225.

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266 / La modernización en Colombia de propiedad del general conservador Manuel Casabianca, gobernador de Tolima durante muchos años. Sus herederos se los vendieron a la Iglesia precisamente para diluir la fuerza liberal en El Líbano.' 25 Estos antiguos hechos ilustran la verdad de que cada municipio colombiano tiene su propia historia de colonización y politización. El Líbano, como municipio liberal, padeció el gobierno conservador entre 1885 y 1930. Durante aquellos años, su gente vio cómo se anexaron partes del municipio a los municipios vecinos de Villahermosa y Santa Isabel, y presenció el asesinato del fundador, Isidro Parra, durante la guerra civil de 1895. Cuando los liberales de El líbano recobraron el poder después de 1930, continuaron con la tradicional práctica de acosar y finalmente asesinar conservadores. Una serie de abusos relacionados con las elecciones entre 1933 y 1934 tuvieron como resultado la muerte de varios campesinos de La Yuca, y el encarcelamiento del líder conservador José del Carmen Parra.'" Era inevitable que todo municipio colombiano experimentara algún grado de tensión política después del 7 de agosto de 1930, cuando asumió el poder el nuevo gobierno. A medida que se procedía al nombramiento de

gobernadores, alcaldes y funcionarios públicos, los viejos patrones de patronazgo se modificaron. Los conservadores comenzaron a perder cargos que pasaron a manos de liberales, quienes se apoyaron en las redes dientelistas locales. A los líderes cales, caciques y gamonales, se les pidió que hallaran maneras de mitigar o de eliminar el impacto de los cambios.'" La continuada actividad electoral desarrollada durante los meses siguientes a la posesión de Olaya contribuyó a intensificar las tensiones. A los votantes de cada municipio se les decía continuamente que se reservaran para los tres comicios importantes que tendrían lugar en 1931. En febrero habría elecciones para las Asambleas Departamentales; tres meses más tarde, en mayo, serían elegidos los miembros de la Cámara de Representantes, y en octubre los de los Concejos Municipales. Durante las semanas que precedieron a los primeros comicios, fijados para el 5 de febrero, hubo una continua revisión de las listas de votantes en muchos de los municipios colombianos. Donde ocurrió esto, veredas enteras se pusieron en marcha, a medida que acudían en gran número los campesinos a los pueblos para registrarse de nuevo, a menudo detrás de un patrón o

125 Más detalles sobre La Yuca y sus orígenes pueden encontrarse en James D. Henderson, lbíd., pp. 191, 297-302. 126 Estos incidentes se describen en mayor detalle en lbfd., pp. 208-209. 127 T. B. Horgan, op. cit., pp. 226 y ss•, discute la ruptura de las redes de patronazgo después de 1930 en el contexto de la política boyacense. Qui74% la mejor presentación acerca de los gamonales y caciques en Colombia sea la de Malcolm Deas, "Algunas notas sobre la historia del caciquismo en Colombia", Revista de Historia, 2(1), Bogotá, mayo, 1974, pp. 29-44.

cacique. Viajaban hasta la cabecera municipal, a la plaza central, donde se encontraban las oficinas del jurado electoral. Esto inevitablemente llevó a la confrontación entre grupos antagónicos, pues los bandos rivales se mezclaban en las calles del pueblo. Como cada campesino llevaba un machete y muchos estaban armados, las posibilidades de violencia eran infinitas. La violencia de 1930 y los años siguientes fue más fuerte en la parte nororiental de Colombia, en el territorio de la Cordillera Oriental. Esta zona abarcaba la mayor parte de Santander del Norte abajo de Cúcuta, y se extendía por las montañas contiguas del oriente de Santander y Boyacá. Por ser una zona de antiguos colonizadores, la parte nororiental de Colombia tenía fama de producir gente fuerte de espíritu independiente. Para la década del treinta era una región excesivamente poblada y en decadencia económica; sus laderas estaban deforestadas y erosionadas, y muchos de sus habitantes más capaces habían abandonado la región en busca de un futuro más promisorio.'" Con la llegada de la decadencia económica en 1928 y en años posteriores, esta zona de Colombia se encontró especialmente mal preparada para un importante cambio político.

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Hubo señales de un conflicto inminente en Santander, incluso antes de que Olaya Herrera se posesionara. En mayo de 1930, el joven santandereano Rafael Gómez Picón observó con creciente preocupación cómo se precipitában los acontecimientos, advirtiendo "la más absoluta desmoralización" entre quienes lo rodeaban. Escribió que el cambio político que se avecinaba había despertado una "brutal exuberancia" en los corazones de liberales y conservadores. Gómez Picón sabía que los liberales de Santander se preparaban para redamar justicia por lo que llamó [...] todo ese cortejo de espantosos crímenes perpetrados al amparo de una falsa libertad y de una república de cartón que era, precisamente, la negación de la república. Había escuchado a sus copartidarios liberales hablar en secreto de derrocar al enemigo conservador treinta años antes, había oído hablar de las gloriosas y terribles batallas de Peralonso y Palonegro. "¿Volverán las oscuras g-olondrinasr, se preguntaba Gómez Picón.'" No tuvo que esperar largo tiempo la respuesta. El presidente Olaya Herrera trató de ser equitativo en el nombramiento de los gobernadores de los departamentos. Siete de los trece gobernadores

128 Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 381, sugiere que los problemas políticos que se dieron allí pueden haber sido, en parte, el resultado de un vacío de liderazgo político. 129 Los pasajes citados son tomados de Rafael Gómez Picón, Estampillas de timbre parroquial, Bogotá, Renacimiento, 1936, pp. 172, 173, 179.

268 / La modernización en Colombia



nombrados eran conservadores, y fueron enviados a aquellos departamentos conocidos por sus mayorías conservadoras. Pero designó a miembros de su propio partido para que presidieran en los departamentos liberales del Valle, Tolima, Santander, como también en Boyacá y Cundinamarca.'" Alejandro Galvis era el más conocido de los nuevos designados del gobierno. Miembro incondicional del partido y originario de Bucaramanga, Galvis había publicado el diario Vanguardia Liberal durante más de diez arios —década en la cual había atacado la manera como los conservadores robaban habitualmente las elecciones a la mayoría liberal de su departamento—. Eran comicios que el joven Gómez Picón, uno de sus colaboradores, había caracterizado como [...] grotescos y bochornosos zafarranchos electoreros para burla cínica y descaradamente la voluntad popular [...] una persecución torpe, inmisericorde y brutal contra aquellos elementos que no se plegaban ante el halago ni ante la amenaza."'

El gobernador Galvis se dispuso a asegurar a los liberales su mayoría en cuanto se posesionó. Comenzó por nombrar a Felipe Cordero como secretario de la Gobernación, su principal lugarteniente administrativo. Cordero había nacido en el fuerte liberal de la provincia de García Rovira, una zona extremadamente mon-

tañosa del departamento, cuya población principal era Málaga, circundada por Capitanejo, veinte kilómetros al sureste, en la frontera con Boyacá, Molagavita, diez kilómetros al occidente; y San Andrés, Guaca y Cerrito, a un día de camino hacia el norte. Quince kilómetros al sur de Málaga domina el paisaje la Sierra Nevada del Cocuy, cuyos más altos picos exceden los cinco mil quinientos metros. Sobre su ladera oriental, al otro lado de la frontera, en Boyacá, se encuentran pueblos cuyos nombres habrían de hacerse famosos durante la violencia posterior en Colombia: Chiscas, Boavita, Güicán y Chulavita. Durante los ochenta años transcurridos desde la creación de los partidos colombianos la región del Cocuy, en Boyacá, había sido de mayoría conservadora; mientras que García Rovira, en Santander, había sido predominante y militante liberal. Los liberales de García Rovira habían sido privados de sus derechos civiles desde 1885; sin embargo, gracias a los esfuerzos del gobernador Galvis, tal situación estaba a punto de cambiar drásticamente. Sabiendo que los conservadores no renunciarían con facilidad a sus mayorías electorales, Galvis nombró alcalde de Málaga a un veterano de la Guerra de los Mil Días, el general Virgilio Amado. El general podía garantizar el control de la policía liberal recientemente contratada, enviada a García Rovira a sustituir a los

130 Lis nombramientos de Olaya se discuten en T. B. Horgan, Op. cit., pp. 216-224. 131 R. Gómez Picón, Op. cit., p. 18.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional / 269

conservadores que habían seguido las quería un esfuerzo máximo en los directrices del gobierno anterior. El comicios que se avecinaban, lo cual general Amado podía también obser- significaba ayudar a la nueva admivar de cerca a un grupo de sacerdo- nistración a asegurarse de que las cotes militantes, cuyo líder espiritual era misiones electorales conservadoras no el audaz obispo de Pamplona, Rafael alteraran las listas de votación como Afanador, cuyos incendiarios clérigos lo habían hecho desde la época de en García Rovira incluían al padre Rafael Núñez. José María Castilla en San Andrés y al Los conservadores de los municipadre Daniel Jordán en Málaga.'" pios cercanos a García Rovira estaOtros nombramientos claves incluye- ban preparados para enfrentamientos ron a los alcaldes liberales Ezequiel cuando se dirigieron a sus respectiHerrera, en Capitanejo, y Constantino vas sedes municipales en diciembre de Rueda en Guaca.'" Con hombres en 1930. Cada vez que abandonaban la quienes podía confiar rodeando a Gar- relativa seguridad de su terruño y viacía Rovira, y estos a su vez apoyados jaban al pueblo, entraban en territopor una policía simpatizante, el go- rio enemigo. La jornada por los esbernador Galvis sabía que las listas de carpados senderos de la montaña los votación pronto llegarían a reflejar la llevaba a cruzar por veredas liberaverdadera composición política de les para llegar a las cabeceras muniesta provincia.'34 cipales, donde predominaban los El primer paso para restablecer el miembros del partido contrario. Ahopredominio político de los liberales ra, sin embargo, no podían contar con consistió en revisar las listas de votan- la amistad de la policía y de los funtes habilitados en cada uno de los mu- cionarios municipales para protegernicipios de García Rovira. Y la revi- los. Ahora todos ellos eran liberales. sión debía hacerse apresuradamente. "Para estudiar y resolver nuestros Como los senadores colombianos eran problemas sociales y especialmente elegidos por las Asambleas Departa- el de la violencia partidista", escrimentales, las elecciones de febrero de bió el santandereano Manuel Serra1931 podrían dar a los liberales una no Blanco, mayoría en esta corporación nacional. Todos los liberales de García [...] debemos examinar diversos fenómenos: la miseria económica, la Rovira sabían, entonces, que se re132 Para más detalles sobre Daniel Jordán, véase C. Abel, Op. cit., pp. 218-220. 133 Los liberales y los conservadores habían dividido la votación de 1930 en estos dos pueblos. La gran votación conservadora en ellos había sido el resultado de un fraude electoral. Los votos municipales en las elecciones presidenciales entre 1930 y 1970 pueden encontrarse en el excelente trabajo de P. Oquist, Op. a., pp. 65-334. 134 Los nombramientos municipales de Galvis aparecen en sus Memorias, Op. cit., vol. 1, pp. 231-234. Según T. B. Horgan, Op. cit., pp. 245-246, García Rovira era una fortaleza de los militantes liberales.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I

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270 / La modernización en Colombia invencible ignorancia, la humana retanación, el afán burocrático, el egoísta vidualismo, la ambición política, el fraude electoral.'"

Todos estos factores se reunieron aquel lunes 29 de diciembre, cuando un grupo de campesinos conservadores se dirigía al pueblo de Capitanejo, proveniente de las altiplanicies ubicadas al suroriente del pueblo, en las estribaciones del Cocuy, fortaleza conservadora. Su enemigo, el destacamento local de policía, reforzado por numerosos civiles liberales, supo que venía y lo aguardaba en uno de los costados de la plaza, cerca de las oficinas del jurado electoral. Los conservadores estaban dirigidos por Alejandro Herrera quien, según un informe posterior sobre los incidentes de Capitanejo, publicado por El Tiempo, había estimulado su valor y el de sus seguidores con generosas dosis de aguardiente y de cocaína. En cuanto el grupo fuertemente armado se aproximó a las oficinas del jurado electoral, hubo un intercambio de palabras, se sacaron las armas y los conservadores se retiraron al otro lado de la plaza, mientras escuchaban los gritos, "iGodos miserables, somos nosotros quienes estamos ahora en el po-

der!". 1 " Ninguno de ellos se registró para votar aquel día. Durante la noche, otro grupo de campesinos conservadores se unió al de Alejandro Herrera. Entretanto, los liberales, al mando del cacique Joaquín Torres, llegaron de las veredas del norte del pueblo. Toda la noche y a la mañana siguiente, los miembros de ambos bandos se observaron cuidadosamente, anticipando el inminente enfrentamiento. Los disparos comenzaron en la tarde, abatiendo a un gran número de hombres en la plaza. El resto se dispersó, refugiándose en los edificios vecinos, inmersos en un duelo de rifles y pistolas que se prolongó durante varias horas. Tan pesado y sostenido fue el intercambio que muchos de los heridos se desangraron donde cayeron. No hubo manera de atenderlos hasta el día siguiente, cuando aminoró el fuego. Al menos una docena de hombres murieron en la Plaza de Capitanejo, y el doble resultó herido.'" Hubieran sido más las víctimas si los conservadores no hubieran cortado las líneas telefónicas y telegráficas, lo cual impidió a la policía llamar refuerzos de Málaga.'" García Rovira fue sólo uno de los

Bucaramanga, Imprenta Departamental, 135 Manuel Serrano Blanco, Las viñas del odio, 1949, p. 16. 31 de diciembre de 1930; Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y 136 El Tiempo, vol. 1, Bogotá, Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, Tercer Mundo, 1962, p. 23. del 29 de diciembre reportó 16 muertos y 50 heridos. 137 El Espectador 138 Los detalles sobre el incidente de Capitanejo del 29 de diciembre de 1930 son tomados Op. cit., pp. 245 y ss.; G. de A. Galvis Galvis, Op. cit., vol. 1, pp. 244-296; T. B. Horgan, vol. 1, p. 23; M. Latorre Rueda, Op. cit., p. 288; cit., Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaña, Op. Bogotá, Banco Popular, 1978, pp. 197-198; Paul Oquist, Vwlencia, conflicto y política en Colombia,

innumerables lugares donde se experimentó la violencia en Colombia a fines de 1930 y comienzos de 1931. El 1 de febrero, cuando se celebraron las elecciones para las Asambleas Departamentales, más de cien personas murieron en una serie de incidentes. Únicamente en Montería, veintiocho personas murieron cuando la fuerza de policía conservadora disparó sobre los votantes liberales, y cuando civiles conservadores quemaron a muchos liberales en sus hogares.'" En todas partes, una serie de factores locales complicaron el inexorable paso de un gobierno conservador a un gobierno liberal. El incidente de Capitanejo, así como numerosos asesinatos perpetrados en Santander durante las elecciones para la Asamblea, llevaron a Alejandro Galvis a renunciar a la Gobernación a fines de febrero de 1931. Pero no abandonó su cargo sin antes iniciar un cáustico debate con el obispo Afanador acerca de si la policía

liberal o los civiles conservadores habían sido los responsables del caos.'" Mientras los dirigentes de los respectivos partidos protestaban su inocencia, la violencia continuaba.'" A mediados de 1931, después de una batalla qué dejó catorce muertos en Guaca, el padre Hernán F. Sanmiguel, párroco del pueblo, escribió a sus superiores: Estamos peor que en guerra, y sólo Dios podría contener los odios políticos [-J. En los campos conservadores hay numerosos hombres armados con grases y lo mismo en los campos liberales [-J. Los conservadores de los campos de San Andrés, que son miles, tienen buenos grases [...] todos están armados y solamente esperan el momento de derribar el Gobierno.' 42

Para comienzos de 1931, Olaya Herrera estaba alarmado por el conflicto que se extendía cada vez más. Consideró adquirir armas de Estados Unidos, pero abandonó este plan, pues creyó que sería mal interpretado por

El Espectador 29 y 30 de diciembre de 1930; El Tiempo, 31 de diciembre de 1930, 29 de enero

de 1931. 139 Los complejos acontecimientos que llevaron a la tragedia de Montería se discuten en T. B. Horgan, Op. cit., pp. 252-253. 140 A. Galvis Galvis, Op. a., vol. 1, pp. 287-288. Después del incidente de Capitanejo, Galvis viajó a Bogotá donde se reunió con miembros del Directorio Nacional Liberal (DLN), quienes le manifestaron su apoyo. Véase la página 253 de Memorias, donde aparece una fotografía de Galvis rodeado por el DLN. En la fotografía, Galvis parece sostener un rosario en las manos. 141 Alejandro Galvis y Manuel Serrano Blanco eran dos de ellos. Mientras lamentaban los asesinatos, intensificaban las pasiones políticas en sus respectivos diarios, ifinguaniia Liberal y El Deber El 1 de enero de 1931, Serrano pronunció un incendiario discurso contra Galvis en la plaza de Málaga. Dieciocho meses más tarde, las muchedumbres liberales incendiaron El Deber. 142 G. Guzmán, O. Fals Borda y E. Umaña, Op. a., vol. 1, pp. 20-21. El gras era un rifle francés de un tiro, fabricado después de la guerra franco-prusiana. Rafael Reyes adquirió miles de ellos para el ejército colombiano después de la Guerra de los Mil Días.

272 / La modernización en Colombia la oposición.'" Entretanto, se acercaba otra elección, la de los representantes a la Cámara. El líder conservador Supelio Medina pronunció un incendiario discurso en la Asamblea Departamental de Boyará, y días más tarde fue muerto de un balazo en la cabeza por un asesino oculto, cuando caminaba con su esposa por las calles de Chiquinquirá. A medida que se aproximaba la fecha de las elecciones, el Directorio Conservador de Chiquinquirá advirtió a los miembros del partido que no debían permanecer inactivos ante su "enemigo tradicional": "Que si consintieron dejarse vencer por papelitos, muy distinto será de ahora en adelante". w4 Los conservadores colombianos lograron preservar el 50% del control de la Cámara de Representantes después de las elecciones de mayo de 1931. Pero no tuvieron la misma suerte cinco meses más tarde, cuando, en las elecciones del 4 de octubre para los Concejos Municipales, sólo obtuvieron mayorías en 361 de los 804 Concejos. Para fines de 1931 y comienzos de 1932, García Rovira y las regiones adyacentes en Boyacá y Santander estaban sumidas en una guerra civil.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I

Eduardo Santos, quien había reemplazado a Alejandro Galvis como gobernador de Santander, resumió así la situación del departamento en aquel momento: Los conservadores [...] se sienten hostilizados, perseguidos y abandonados, con indudable exageración pasional. Los liberales son víctimas de una permanente alarma y, a pesar de su abrumadora superioridad, se creen perdidos en cualquier incidente y se precipitan a hacer escándalos y manifestaciones [...] indudablemente reprochables."'

Los diarios bogotanos publicaban regularmente informes sobre matanzas en pueblos como Molagavita, Florida, Guaca y San Antonio. Regiones enteras quedaron despobladas cuando los colombianos huyeron a Venezuela cruzando la frontera. Manuel Serrano recordó con tristeza una cabalgata por una región cafetera, antaño floreciente, al sur de Cúcuta, en Santander del Norte. Las casas que se encontraban en esta remota región estaban en ruinas e inhabitados pueblos como Arboledas, Ragonvalia, Pamplonita y Rosario. Sus antiguos residentes habían muerto o vivían como refugiados. 146 Serrano describió

143 T. B. Horgan, op. cit., p. 440, escribe que Olaya también temía que el disidente liberal Carlos Arango Vélez pudiera utilizar los disturbios como pretexto para dar un golpe de Estado. 144 Darío Betancourt E., "De los 'pájaros' a las cuadrillas liberales del norte del Valle", manuscrito inédito, ponencia presentada en el Quinto Congreso de Historia de Colombia, Armenia, 1985, p. 2. 145 Citado en T. B. Horgan, Op. cit., p. 250. 146 Informes sobre los incidentes más espectaculares pueden encontrarse en El Espectador, 30 de junio de 1931; 29 de marzo, 17 de mayo y 1 de julio de 1932. Véase también El Tiempo, 10 de diciembre de 1931.

las montañas de Santander del Norte COMO

[...] sitios silenciosos, de tal manera asolados y entristecidos por la barbarie [...] por desgracia, la lucha absurda los fue transformando en campos malditos, que por obra del odio y la violencia se convirtieron en tierra de nadie."' Un aspecto particularmente ominoso de la violencia fue la creación de milicias en las zonas de mayor perturbación. Los miembros de ambos bandos sintieron la necesidad de organizar su resistencia, y personas en altos cargos en Bogotá y en otros lugares colaboraron a menudo con este esfuerzo. Alejandro Galvis acusó al ministro de guerra, Carlos Villamizar, de distribuir rifles a sus copartidarios conservadores antes de renunciar a su cargo en 1932. Aquel mismo año, Olaya Herrera se vio obligado a detener la organización de las milicias liberales por parte de Jorge Eliécer Gaitán. El 17 de marzo de 1932, Olaya ordenó disolver todos "los ejércitos partidistas" en Colombia, nombrando a la guardia civil liberal, las milicias conservadoras y las milicias rojas en su mensaje. 148 Cada bando culpaba al otro de ayudar a organizar fuerzas militares. Cuando el párroco de San Andrés organizó una milicia conservadora, a mediados de 1932, el obispo

273

Afanador justificó su acción aduciendo que la policía liberal trataba a los conservadores como criminales, y por consiguiente la Iglesia tenía derecho a ayudarles a protegerse. La actitud del obispo llevó a Olaya Herrera a observar que los sacerdotes militantes eran responsables de "conducir a muchos pobres campesinos al matadero".' 49 Para mediados de 1932, era evidente que la violencia había sobrepasado la capacidad de Olaya Herrera de controlarla. Las milicias conservadoras estaban activas tanto en el oriente como en el occidente de Boyacá, y la pedrea contra el Directorio Conservador en Manizales, el 18 de junio, indicaba que la ilegalidad podía extenderse a la Cordillera Central. Sin embargo, en aquel momento, coincidieron una serie de factores que redujeron en gran parte la violencia durante el año siguiente. En primer lugar, Laureano Gómez regresó de Europa y asumió la dirección del Partido Conservador. Sus ataques contra Olaya Herrera, especialmente con motivo de la violencia, apaciguaron a los conservadores que vivían en sitios como García Rovira, al convencerlos de que finalmente tenían quién abogara por su causa en Bogotá. En segundo lugar, la guerra contra Perú, que estalló en septiembre de 1932,

147 M. Serrano Blanco, Op. cit., pp. 44, 46. 148 A. Galvis Galvis, Op. cit., vol. 1, p. 382; I. Torres Giraldo, Los inconformes, op. cit., vol. 4, p. 1.069. 149 T. B. Horgan, Op. a., pp. 550, 560. La evocadora novela de Eduardo Caballero Calderón, El Cristo de espaldas, en: Obras, vol. 3, Medellín, Bedout, 1964, pp. 452-484, se desarrolla en García Rovira, y tiene por tema el clero altamente politizado de la Colombia rural premoderna.

El cambio social y el desafio a la autoridad tradicional I 275

274 / La modernización en Colombia actuó como una descarga eléctrica sobre los colombianos, quienes se unieron contra el invasor.'"También sacó a muchos jóvenes de las zonas de conflicto al reclutarlos en el ejército. Finalmente, la razón de ser política de la violencia se desvaneció con la consolidación de los liberales en el poder. Estos obtuvieron mayorías en las asambleas departamentales y en la Cámara de Representantes en 1933. Superaron con facilidad a los conservadores en Santander, donde el ejército y la policía vigilaron de cerca los lugares de conflicto potencial y donde había una fuerte abstención conservadora. La consecuencia efectiva de ello fue que, para 1933, los conservadores de Santander fueron excluidos de las corporaciones políticas. 151 Uno de los aspectos externos más curiosos de la pérdida de los derechos civiles de los conservadores en Santander fue que se denunciaron pocos de los hechos ilegales cometidos y que los testigos se negaron a testificar en los procesos legales. En realidad, lo que sucedía era que cuando

la parte agraviada era conservadora, no tenía recursos legales en lugares como Santander, donde el gobierno civil estaba controládo por fuerzas hostiles. Entre 1930 y 1932, cerca de dos mil miembros conservadores de la policía fueron despedidos y reemplazados por liberales. En Boyacá, los conservadores denunciaron que la policía departamental estaba al mando de Plinio Mendoza Neira, el dirigente liberal del departamento.'" A comienzos de 1934, el dirigente liberal Luis Eduardo Nieto Caballero manifestó su indignación por la manera como sus copartidarios en Santander se habían confabulado con un juez local para apoderarse de valiosas haciendas cafeteras a través de la manipulación de los impuestos prediales. Nieto Caballero se refirió a este hecho como "el robo, organizado de manera legal, la persecución sistemática, la reaparición del sentimiento cruel condensado en la frase 'odio al godo—.'" Mientras que incidentes como la batalla de Capitanejo de 1930 fueron poco frecuentes después de 1933, esto

150 Las hostilidades giraban en torno a la posesión de la dudad de Leticia, en el Amazonas, que fue invadida por tropas peruanas el 1 de septiembre de 1932. El combate entre las fuerzas colombianas y peruanas terminó con un armisticio firmado el 24 de octubre de 1933. 151 Este punto es presentado por T. B. Horgan, Op. cit., pp. 565-566, 599. 152 Ibid., pp. 560, 588-589. Op. cit., pp. 554-555, los 153 El Gráfico, 20 de enero de 1934, pp. 478-479. Según T. B. Horgan, conservadores desplazados recurrieron a actividades económicas ilegales, tales como el contrabando, y los arrendatarios liberales a menudo se aprovecharon de los propietarios conservadores negándose a pagar el alquiler. Esto llevó a los conservadores a quejarse de que sus arrendatarios, "con raras excepciones, y en pleno comunismo, han abolido el derecho a la propiedad". En una carta dirigida al presidente Olaya Herrera, en enero de 1932, G. Melo observó que en Santander la violencia se había convertido en un método para "derrotar a la competencia comercial".

no significó que la paz hubiera regresado a García Rovira y a otros lugares de conflicto. Los conservadores sencillamente se retiraron a posiciones defensivas y aguardaron su oportunidad para vengarse. Algunos de ellos actuaron individualmente, como sucedió en el caso de Heraclio Cañón, un campesino de Boyacá: Cuando en el año treinta empezaron a matar conservadores, llegó a la casa una noche la policía, mandada por don Siervo Castro, asesinaron a mi papá y quemaron la casa. Yo alcancé a esconderme entre una quebrada y desde allí vi a los asesinos. Todos pagaron ya su crimen, porque los tumbé con este mismo gras. 15' Otros se convirtieron en refugiados en las cabeceras municipales cercanas a la región de la que habían huido. En García Rovira, los pueblos

de Capitanejo, Málaga y Guaca alojaban una importante población de conservadores desplazados. Cuando había elecciones, la mayor parte de ellos se negaba a votar para evitar mayores problemas.'" Altamente significativo en términos de la violencia de 1946-1953 fue el movimiento de conservadores desplazados que salió de García Rovira hacia el suroriente y se radicó en la región de El Cocuy en Boyacá. Allí se unieron a copartidarios que vivían en veredas como Chulavita, reductos desde los cuales combatían a la policía liberal y a todos los demás. Pueblos como Boavita, Güidui, La Uvita, Guacamayas y San Mateo continuaron siendo completamente conservadores, llenos de hombres y mujeres que soñaban con el día en que pudieran vengarse de los odiados liberales."

154 Alfonso Hilarión S., Balas de la ley, Bogotá, Santafé, 1953, p. 129. 155 Durante los comicios fuertemente disputados para la elección presidencial de 1946, por ejemplo, ningún conservador votó en las comunidades de García Rovira, Miranda, Guaca, Concepción y Capitanejo. P. Oquist, "Las elecciones presidenciales, 1930-1970", Op. di., pp. 255-273. 156 Los resultados electorales de la contienda presidencial en 1930 y en 1946 revelan un promedio de votación conservadora del 97% en dichos pueblos. P. Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia, Op. cit., p. 177, escribe que la región de El Cocuy estuvo en guerra a comienzos de la década del treinta. A fines de esta década, se llegó a una situación de tregua armada, y así permaneció hasta 1946, cuando otro cambio de gobierno permitió a los conservadores que habitaban allí y en otros lugares comenzar a cobrar su venganza.

Segunda parte Los peligros de la inautenticidad política, 1934-1965

7 La república liberal y sus críticos Esperando a Laureano

L

aureano Gómez mantuvo una importante presencia política en Colombia durante su estadía en Europa, que se prolongó durante casi cuatro años. Una indicación de lo anterior fue el artículo titulado "Cómo entrevisté ayer al doctor Laureano Gómez", escrito por el periodista Mario Ibero [Fidel Torres González] en junio de 1930. 1 El artículo apareció en relación con las ceremonias que conmemoraban las manifestaciones contra el gobierno de junio de 1929, cuando los estudiantes protestaron por la corrupción del gobierno de Abadía Méndez, y uno de ellos había muerto a causa de una bala de la policía que rebotó. Poco después, Laureano Gómez presentó su análisis de estos acontecimientos en una carta dirigida a su amigo y simpatizante, Hernando Uri-

be Cualla. Gómez fulminó contra el gobierno de Abadía —"la normalidad nauseabunda que el país soporta"— llegando incluso a sugerir la acción popular directa para derrocar a Abadía.2 La política colombiana había cambiado dramáticamente entre las sangrientas manifestaciones estudiantiles y la publicación de la "entrevista" de Mario Ibero con Laureano Gómez. El 4 de febrero de 1930, Enrique Olaya Herrera había ganado las elecciones presidenciales, poniendo fm a cerca de medio siglo de predominio conservador en la política. Gómez siguió atentamente estos acontecimientos, con la ventajosa posición que le daba estar en Europa. Como conservador se sintió consternado y desalentado por la derrota de su partido en los comicios, pero se sintió también reivindicado por el repudio que expresaban de

1 Mario Ibero, "Cómo entrevisté ayer al doctor Laureano Gómez", El Tiempo, 10 de junio de 1930. 2 "Hay que pensar seriamente en la formación de algunas células que sirvan de núcleo para el día en que el pueblo hambriento por la mala situación y desencantado del gobierno y del Congreso, resuelva echarse a la calle", escribió Gómez en su carta a Uribe Cualla. El Tiempo, 10 de junio de 1930.

280 / La modernización en Colombia la maquinaria del Partido Conservador que él mismo había atacado con igual vehemencia que cualquier liberal. Al encontrarse lejos de Colombia cuando el Partido Conservador había perdido, no le incumbía ninguna responsabilidad por este hecho. Esto lo dejó en posición de asumir el liderazgo de su partido cuando regresara. Colombia estuvo siempre en el pensamiento de Laureano durante los años que vivió en el extranjero, pero Europa ejerció una enorme influencia sobre él mientras estuvo allí. La estadía en Europa constituyó para Gómez una época de "quietud y de estudio" que nunca habría de repetirse, y de la que debía aprovechar cada segundo.' Al partir de Bogotá, en septiembre de 1928, él y su familia se dirigieron directamente a París, llegando a la capital francesa a mediados de octubre. Una vez instalados en un apartamento amoblado en el distrito de L'Étoile, Gómez se abalanzó sobre las atracciones culturales que ofrecía la ciudad. Asistió a conferencias en la Sorbona, visitó

La república liberal y sus críticos / 281

museos, bibliotecas y librerías, y buscó a aquellas personas cuyos escritos habían influido en su propio pensamiento y acciones.' En palabras de Gómez, llegó a Europa "ávido de una poderosa conducción ideológica, desconcertado en medio de las contradicciones e incertidumbres del mundo contemporáneo". 5 Su amigo, el francófilo José de la Vega, encontró a Gómez "obsesionado" con el estudio de la civilización europea, y con la manera como esa cultura se veía replicada en los territorios americanos pertenecientes a Europa. 6 Alfonso López Pumarejo vio a Gómez con frecuencia durante su estadía en Europa. "Continúa estudiando", escribió López en marzo de 1929. Un mes más tarde, Gómez se quejaba: "el tiempo vuela aquí con una rapidez desconsoladora [...] Son muy poco ocho meses para saborear a París"? Aterrado por el costo de la vida en París, por la manera como los parisinos "colocan amables y eficaces sifones de desagüe en los bolsillos de los extranjeros", se mudó con su familia al suroccidente de Francia en

3 Laureano Gómez recordó la época que vivió en Europa en una entrevista concedida en 1943. El Siglo, 1 de julio de 1943. 4 Alvaro Gómez Hurtado, quien por entonces era un joven de diez años, recordaba haber acompañado a su padre a visitar a Léon Daudet quien, junto con Charles Maurras, era el director del diario L 'Action Franfaise, publicación polémica, realista y abiertamente reaccionaria. El joven Gómez recordaba a Daudet como un anciano que utilizaba una trompetilla para oír, y su oficina editorial como un lugar escuálido, ubicado en uno de los vecindarios más desaseados de París. Entrevista con Alvaro Gómez. 5 Laureano Gómez, "Decadencia y grandeza de España", Revista Colombiana, 9(105), 1 de feb., 1938, p. 257. 6 De la Vega escribió lo anterior en el prefacio a Laureano Gómez, El cuadrilátero, 4.' ed., Bogotá, Centro, 1935, pp. xxv-xxvi. 7 Felipe Antonio Molina, Laureano Gámez: historia de una rebeldía, Bogotá, Voluntad, 1940, p. 237.

junio de 1929. Allí, en St. Jean de Luz, un balneario sobre la Bahía de Viscaya, era posible vivir con mayor moderación. 8 Situado a pocos kilómetros de la frontera española, St. Jean de Luz era un lugar apacible, propicio para el estudio y la meditación, y ofrecía un fácil acceso a Madrid y a otros sitios de interés en España. St. Jean de Luz era también el hogar en el exilio del filósofo español Miguel de Unamuno. Gómez se encontraba a menudo con Unamuno en la playa, donde hablaban sobre Primo de Rivera, quien había exilado al filósofo seis arios atrás. Mientras conversaban, Unamuno distraía a los niños Gómez construyendo castillos de juguete con pedazos de papel. 9 A fines de 1929, Laureano Gómez se mudó de nuevo con su familia, esta vez hacia el norte, a Bruselas, Bélgica, donde matriculó a sus hijos en una escuela privada que ofrecía clases en español y en francés. Había allí un pequeño grupo de colombianos expatriados. José María

de Guzmán, uno de ellos, le ayudó a conseguir un apartamento. Bruselas se convirtió en el punto de partida para la fase principal del viaje de Góméz, una gira de seis meses por Italia y Suiza."' En el mes de noviembre de 1929, poco antes de partir para Italia, Gómez trató de intervenir en la política colombiana al convencer a José Vicente Concha de que se presentara como candidato conservador de compromiso para los comicios que se aproximaban. Este esfuerzo fracasó. Concha, quien era entonces embajador de Colombia ante el Vaticano, estaba gravemente enfermo y murió el 9 de diciembre de 1929, dos meses antes de las elecciones." Laureano Gómez acometió con energía la fase italiana y suiza de su gira. Se mostró especialmente seducido por Venecia, cuya gente admiraba por su habilidad para combinar la perspicacia comercial y los brillantes logros artísticos y arquitectónicos. María Hurtado, descrita por sus hijos como "una persona poco ágil",

8 Gómez era especialmente sensible a los costos pues, además de utilizar la herencia de su esposa, había solicitado un préstamo de cinco mil dólares para financiar su estadía anticipada de dos años en Europa. F. A. Molina, Op. cit., pp. 237-238. 9 Entrevista con Alvaro Gómez. Una foto de Gómez y Unamuno se encuentra en Laureano Gómez, Obras completas, vol. 2, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1984, portada. En ella aparecen ambos hombres vestidos con trajes de tres piezas, ante una villa encalada. Unamuno, de larga barba, parece solemne. Gómez, recién afeitado, luce corpulento y un poco demacrado. 10 Alvaro Gómez recuerda que uno de sus compañeros de clase era Alfonso López Michelsen, cuyo padre pasaba buena parte de su tiempo en Europa por razones de negocios y quien, después de agosto de 1930, actuó como embajador ante Gran Bretaña. Entrevista con Alvaro Gómez. 11 Incluso antes de saber de la enfermedad de Concha, Gómez tuvo dificultades con las deficientes conexiones telefónicas europeas. Intentó comunicarse dos veces por teléfono con la Cancillería del Vaticano, pero no lo consiguió. Entrevista con Alvaro Gómez.

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282 / I_ a modernización en Colombia recordaba a Venecia principalmente como un lugar de sufrimiento personal. Odió las góndolas omnipresentes, en las cuales se sentía siempre a punto de caer en uno de los canales de la dudad." La pareja permaneció en la capital suiza el tiempo suficiente para que Laureano Gómez contemplara publicar un libro titulado Babiecas en Ginebra. Como este diario de viaje nunca fue escrito, nadie sabe si las "babiecas" se referían a Gómez y a su esposa, a otros turistas o a los habitantes de Ginebra." Durante su estadía en Italia, Gómez estudió también el régimen dictatorial que había instaurado allí recientemente Benito Mussolini. Pocos meses antes de que él y su esposa llegaran a Italia, las elecciones nacionales le dieron al Partido Fascista una enorme mayoría en . el Congreso. Para comienzos de 1930, los representantes de Mussolini habían finalizado una serie de acuerdos mediante los cuales el Vaticano abandonaría su pretensión a los viejos estados papales, a cambio de una compensación de cerca de un billón de liras y de la soberanía sobre la Ciudad del Vaticano. Ardiente defensor de las prerrogativas dericales, Laureano Gómez se mostró disgustado con los Tratados Laterinos de febrero de 1930. Despreció tanto a

Pío XI por firmarlos —"el papa jugaba por unos valores la soberanía de Roma", como dijo después— como a Benito Mussolini, a quien veía como el dictador de una ópera bufa. En mayo de 1930, Gómez y su esposa regresaron a Bruselas y, en unión de sus hijos, partieron de nuevo hacia St. Jean de Luz, donde se recuperaron de sus viajes y estudiaron las noticias políticas de Colombia. Los diarios colombianos, inundados de fotografias del día de las elecciones, donde aparecían los liberales triunfantes y los angustiados conservadores, los aguardaban allí." Como todos los demás conservadores, Laureano Gómez se encontró desorientado por el inminente cambio de gobierno. Decidió no decir nada hasta regresar a Bogotá en septiembre de aquel año, cuando el escenario nacional fuera más Claro." Gómez se ahorró la necesidad de ingresar de nuevo a la política activa cuando le llegó la noticia, en agosto de 1930, de que el presidente electo, Olaya Herrera, deseaba que aceptara el cargo de ministro en Alemania. Gómez aceptó con prontitud. Las maletas que preparaba para enviar a Colombia fueron enviadas a Berlín. Olaya y Gómez realizaron así un brillante matrimonio de conveniencia

12 Entrevista con Alvaro Gómez. como uno de los libros que Gómez habría de 13 Babiecas en Ginebra aparece en El cuadrilátero publicar próximamente. 14 Alvaro Gómez se enteró de la victoria liberal cuando visitó a un compañero de escuela colombiano en Bruselas y encontró a la madre de su amigo, una señora Pombo, deshecha en lágrimas. 15 Entrevista con Alvaro Gómez. El Tiempo, 10 de junio de 1930.

que pospuso el inevitable enfrentamiento entre ambos. Al vincular a Gómez con su gobierno, Olaya se aseguraba el silencio de su antiguo antagonista y, a la vez, lo mantenía a una conveniente distancia. Convencer a Gómez de que aceptara el Ministerio alemán le ahorró también los costos del transporte al deprimido presupuesto de su Ministerio de Relaciones Exteriores. El cargo diplomático le dio tiempo a Laureano Gómez para desarrollar una estrategia que instaurara de nuevo al conservatismo en el poder bajo su liderazgo. Otro factor importante era que tal cargo nutría de nuevo sus finanzas personales, tristemente vacías después de dos años de viaje por Europa. Finalmente, la aceptación del Ministerio ante Alemania no sólo lo enviaba a una región de Europa que no conocía, sino a la capital más apasionante del continente. El 11 de septiembre, el ministro saliente, Pablo Emilio Gurado, envió un cable a Bogotá informando que el gobierno alemán se complacía en aceptar a Laureano Gómez como nuevo ministro. Al día siguiente, Gómez envió un cable a Bogotá para pedir instrucciones.'6 La civilización alemana había llegado a su momento de mayor flore-

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Figura7.1 Laureano Gómez y su familia, Berlín, 1931 Fuente: Archivo fotográfico de Alvaro Gómez Hurtado

cimiento cuando Laureano Gómez y su familia llegaron a Berlín, a fines de 1930. Su gente era la mejor educada del mundo, y sus escuelas y universidades las de mayor renombre. En los campos de la arquitectura, la pintura, el arte, la música, el teatro, o del cine, Alemania fijaba los modelos

16 La correspondencia relativa al cargo diplomático de Gómez se encuentra en Colombia, Ministerio de Relaciones Exteriores, Legajo de Alemania, Bogotá, 1929-1936. Los alemanes tenían buenas razones para mostrarse complacidos con el nombramiento de Gómez, quien se había declarado abiertamente germanófilo. Apoyó la causa alemana durante la Primera Guerra Mundial y, cuando fue ministro de obras públicas, se había esforzado por dar los contratos gubernamentales a las casas comerciales alemanas en un intento por equilibrar la influencia de "otras naciones" (principalmente, de Estados Unidos). Lo anterior aparece en un discurso pronunciado por Gómez ante el Senado el 5 de septiembre de 1932. Véase: El Paú, 6 de septiembre de 1932.

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que todos los otros países se esforzaban por emular. Sólo un año antes, en 1929, el Festival de Música de Berlín había presentado a Richard Strauss, Bruno Walter, George Szell, Arturo Toscanini y Pablo Casals, así como a otros artistas de análogo renombre. Un año antes, La ópera de tres centavos de Berthold Brecht y Kurt Weil había sido presentada en toda Alemania y en el resto de Europa más de cuatro mil veces, estableciendo una marca mundial en este ámbito. El Bauhaus atraía artistas visitantes como Paul Klee y Wassily Kandinsky, y a compositores como Béla Bartók, Paul Hindemith e Igor Stravinsky. Películas atrevidas como El ángel azul de Joseph von Sternberg podían verse en Berlín, mas no en París, donde había sido prohibida su proyección; el teatro y los espectáculos tocaban temas que eran tabú en otras capitales europeas. La Alemania del último período de Weimar era, en síntesis, el lugar ideal para que Laureano Gómez completara su gira por Europa." A pesar de su encumbrada posición en las artes, Alemania era, en 1930, un país con graves problemas políticos. Un mes antes de la llegada de Gómez, el Partido Nacional So-

cialista de Adolfo Hitler había surgido como una fuerza en la política nacional, al obtener 107 puestos en el Reichstag. Esto lo convirtió en el segundo partido más popular de Alemania, después de los socialistas, quienes obtuvieron 143 puestos. La elección hizo que los nazis superaran a los comunistas, quienes sólo obtuvieron 77 puestos. Los partidos centristas perdieron en las elecciones del 14 de septiembre, pues los efectos de la depresión económica mundial intensificaron tanto las tensiones populares como el extremismo político. Las batallas entre la derecha y la izquierda estuvieron en su punto más álgido durante los veinte meses que permaneció Gómez en Alemania. En más de una ocasión, los miembros de la delegación colombiana miraban por las ventanas del edificio del Ministerio cómo se peleaban los nazis y los comunistas en las calles. 18 Álvaro Gómez, quien entonces tenía doce años, recordaba haberse refugiado en uno de los metros de Berlín con un compañero cuando se vieron atrapados en medio de uno de estos altercados. En otra ocasión, su padre lo llevó al Palacio de los Deportes de Berlín para escuchar uno de los discursos

17 Dos buenas fuentes recientes sobre la cultura alemana durante los años que Gómez vivió en Berlín son Thomas G. Plummer, et al. HM and Fblitics in the Weimar Republic, Nueva York, Holmes and Meier, 1983, y John Willett, Art and Fblitics in the Weimar Period. The New Sobriety, 1917-1933, Nueva York, Pantheon Books, 1978. 18 Alberto Dangond Uribe, Hacia una nueva política, Bogotá, Plaza y Janés, 1977, pp. 62-74. Según Dangond, Gómez observó una de estas peleas en compañía de Gabriel Turbay, quien se encontraba de visita en Berlín en aquel momento. Uno de los propósitos de la visita de Turbay era hacerse una cirugía plástica en sus prominentes orejas. Por aquella época, Turbay era ministro de Colombia ante Bélgica y Roma. Entrevista con Álvaro Gómez. ,

de Hitler. Ninguno de los dos comprendió lo que dijo el líder nazi, pero ambos se mostraron impresionados por sus gestos, por la manera como golpeaba el podio al hablar y por el frenético placer con el que el numeroso público recibía sus palabras. El joven Gómez recordaba este evento como una pesadilla. Su padre manifestó su asombro de que un pueblo tan civilizado como el alemán pudiera conmoverse de esa manera con la demagogia de Hitler. 19 Laureano Gómez se involucró indirectamente en la tragedia política que se desarrollaba allí. Siete años antes, cuando era ministro de obras públicas en Colombia, había autorizado un contrato por $4.5 millones con el consorcio Julius Berger, una firma de ingeniería alemana contratada para adelantar un estudio exhaustivo del río Magdalena y luego canalizar trechos daves del mismo. Si bien se completó la parte técnica del estudio, nunca se llevó a cabo la excavación con dragas. Laureano Gómez acusó después al ingeniero supervisor de esta compañía por cobrar equipos importados que no se utilizaron, agotando así los recursos que se habían asigna-

do al proyecto. Aunque los abusos más graves ocurrieron durante la presidencia de Abadía, Gómez siempre se mostró sensible a la acusación de que había sido él quien firmara el contrato Berger." El cargó diplomático en Berlín le permitió a Laureano Gómez investigar personalmente el caso Berger. Tal acción caía dentro del alcance de sus instrucciones, según las cuales debía agilizar las relaciones comerciales colombo-alemanas. Según uno de sus más elocuentes críticos el liberal Pedro Juan Navarro, Gómez llegó induso a contratar espías para que robaran los archivos de la compañía Berger con la esperanza de obtener pruebas de su delito." La prosecución del asunto Berger llevó al menos a una entrevista excesivamente desagradable entre Gómez y el canciller von Hindenberg. 22 Sólo podemos especular acerca del acalorado intercambio entre el austero octogenario alemán y el fogoso joven sudamericano. El consorcio Julius Berger era una compañía judía. Esto, unido al hecho de que Laureano Gómez solía denigrar de los "Shylocks extranjeros"

19 Entrevista con Álvaro Gómez. 20 Donald S. Barnhart, "Colombian Transport and the Reforms of 1931: An Evaluation", Hispanic American Historial Revino, 38(2), Durham, Duke University Press, 1958, p. 7. Alfonso Patiño Rosselli, La prosperidad a debe y la gran crisis, 1925-1935. Capítulos de historia económica de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 66-67; El País, 6 de septiembre de 1932; entrevista con Álvaro Gómez. Según Álvaro Gómez, la parte técnica del estudio sigue siendo la mejor investigación sobre el río más importante de Colombia; instituciones tales como el Banco Mundial continúan utilizándola en relación con los préstamos para el desarrollo del país. 21 Pedro Juan Navarro, El parlamento en pijama, Bogotá, Mundo al Día, 1935, p. 136. 22 Entrevista con Álvaro Gómez.

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La república liberal y SUS críticos



Rgura72 Laureano Gómez, Alfonso López Pumarejo (segundo de izquierda a

derecha) y amigos, Berlín, 1931 Fuente: Archivo fotográfico de Alvaro Gómez Hurtado

que, en su opinión, estaban siempre preparados para explotar a quienes eran menos astutos que ellos, llamó la atención del propagandista nazi Josef Goebbles." Goebbles se puso en contacto con Gómez, para ver si podía publicar una presentación del asunto Berger en su diario Der Angriff El ministro colombiano se negó, pues el haberlo hecho habría constituido una violación de la etiqueta diplomática y de la reticencia de Gómez a ven-

tilar problemas internos colombianos más allá de las fronteras nacionales." La cancillería colombiana en Berlín era un abrigo seguro para Laureano Gómez y su familia. Gómez visitaba con regularidad el Staatliche Museen de Berlín, donde le agradaba meditar sobre El hombre del casco dorado de Rembrandt. Solía ir a los museos y galerías de Dresden, Leipzig y Postdam, e incluso viajó a Polonia, donde adquirió varias pinturas." En

23 Por la época en la que estaba dedicado al asunto Berger, Gómez escribía un ensayo sobre la política alemana en el que atacaba a los judíos "por su egoísmo y exclusivismo, su implacable y cruel codicia, y la naturalidad y efectividad de sus métodos y prácticas comerciales". L. Gómez, El cuadrilátero, Op. cit., pp. 115-116. 24 Entrevista con Álvaro Gómez. 25

marzo, cuando se disponía a regresar a Colombia, tuvo lugar una elección presidencial en la que Hindenburg obtuvo una fácil mayoría con dieciocho millones de votos. Sin embargo, Hitler obtuvo once millones, y su creciente popularidad llevó al primer ministro Brüning a declarar ilegales las tropas de asalto nazis. Dos meses después cayó el gobierno de Brüning y el nuevo Canciller, Franz von Papen, levantó la sanción contra el ejército privado de Hitler. Laureano Gómez y su familia no presenciaron la caída del gobierno de Brüning. Para junio de 1932, se encontraban camino de regreso a Colombia. Cuando Gómez renunció a su cargo diplomático, a comienzos de 1932, su propio partido estaba desorientado y dividido. Induso antes de la posesión de Olaya Herrera, la vieja enemistad entre los nacionalistas y los históricos se inflamó de nuevo. El 20 de julio de 1930, cuando se reunió el congreso, el nacionalista Alfredo Vásquez Cobo y el histórico Guillermo Valencia tuvieron un altercado en el Senado." Olaya Herrera contribuyó a la división conservadora al revivir al viejo partido republicano, consiguiendo el apoyo del único candidato presidencial de ese partido que había tenido éxito, Carlos E. Restrepo." Entretanto, la desacreditada facción de Suárez y Abadía Méndez luchaba

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por mantenerse, apoyada en su diario, El Nuevo Tiempo. Como enemigo declarado de este grupo, Laureano Gómez les lanzaba dardos epistolares desde Europa. En sus cartas, acusaba al grupo de Abadía de educar a las juventudes* conservadoras "en seminarios de servilismo, de insinceridad y, sobre todo, de minúsculas intrigas burocráticas". El Nuevo Tiempo, tronaba, "idebería ser sepultado!". 28 En la extrema derecha del Partido Conservador, un grupo de jóvenes coherentes, muchos de ellos de apenas veinte años, abogaban por una reforma del partido según la línea fascista. Llamaron a este grupo Los Leopardos, y sus líderes fueron Silvio Villegas, Augusto Ramírez Moreno y José Camacho Carreño. Sin embargo, la mayor contribución de Olaya Herrera ala división del Partido Conservador fue haber adoptado como política colaborar con sus miembros. Su gobierno de Concertación Nacional tentó a los conservadores con ministerios y gobernaciones, y luchó por forjar una coalición bipartidista de gobierno. Con tal fin, cultivó al disidente conservador del oriente antioqueño, Román Gómez (1879-1954). La principal fuente de poder e influencia de Román Gómez residía en una enorme red de patronazgo que había construido durante veinticinco años de actividad política y comercial

26 El Tiempo, 21 de julio de 1930. 27 Olaya recompensó a Restrepo su ayuda nombrándolo ministro de relaciones exteriores. 28 El Tiempo, 28 de abril de 1931; La Unidad, 15 de junio de 1932. El pasaje anterior es tomado de una carta del 26 de marzo de 1931, dirigida a Antonio Martínez Delgado; y el último, de una carta del 16 de septiembre de 1931, dirigida a Hernando Uribe Cualla.

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modernización en Colombia

en el municipio de Marinilla, una región cafetera a cuarenta kilómetros de Medellín. Su principal motivo de orgullo era su exitoso esfuerzo por hacer que el gobierno apoyara la construcción de un ferrocarril que conectaba a Marinilla con la capital del departamento. El Tranvía de Oriente selló su reputación como el más famoso hijo de Marinilla y, a la vez, se convirtió en una prodigiosa fuente de empleo para la extensa familia del cacique y para su clientela política." Román Gómez llegó a ser una figura clave de la política colombiana después de las elecciones de febrero de 1931 para las Asambleas Departamentales. Los liberales obtuvieron una nutrida votación, pero no la suficiente como para obtener la mayoría de ellas. Esto era de crucial importancia, pues las Asambleas elegían a los miembros del Senado. Con los resultados de las elecciones para las Asambleas, Olaya Herrera supo que su partido no controlaría el Congreso; esto significaba

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que sus esfuerzos legislativos se verían obstaculizados, a menos que encontrara siquiera un conservador que estuviera dispuesto a votar con los liberales cuando se lo pidiera. Olaya encontró en Román Gómez al hombre que buscaba." Todos los aspectos de la elección de Román Gómez al Senado en 1931 fueron irregulares y generaron discordia en su partido. En marzo de 1931, el bloque romanista de la Asamblea de Antioquia se alió con los liberales para derrotar la facción de Conciliación, liderada por Pedro J. Berrío. 31 Al no tener votos suficientes para ganar en su propio departamento, Román Gómez y los liberales de Tolima acordaron que el disidente antioqueño encabezara su lista para el Senado. Los tolimenses enviaron así una delegación anómala a Bogotá en 1931: estaba conformada por el conservador Gómez y dos suplentes liberales." La desorganización de las filas

29 Una encantadora descripción del surgimiento y decadencia del Tranvía de Oriente y de su constructor se encuentra en Pedro Nel Giraldo Londoño, Don Fernando. Juicio sobre un hombre y una época, Medellín, Granamérica, 1963, pp. 93-96. 30 Román Gómez tenía antecedentes de tibio partidismo. Ingresó a la política durante la insurgencia republicana de 1910, actuando como miembro de la Asamblea Constituyente' que reformó la Constitución Nacional después de la caída de Rafael Reyes. Procedió luego a desempeñarse como congresista durante las décadas del veinte y del treinta. Durante esta época, se vinculó con el grupo de Suárez y Abadía. 31 El Tiempo, 13 de marzo de 1931. Los conservadores de la "Conciliación" eran aquellos que antes se habían dividido en el apoyo a Vásquez Cobo y a Guillermo Valencia. 32 Los suplentes son los reemplazos elegidos para la persona que encabeza la lista. Detalles sobre el arreglo que llevó a Román Gómez al Senado se encuentran en P. N. Giraldo, Op. cit., pp. 97-99. Carlos E. Restrepo le advirtió a Olaya Herrera que tuviera cuidado con Gómez: "Creo a este insecto extremadamente peligroso, capaz de todo tipo de malicia y doble juego", le escribió a Olaya en agosto de 1932. Terrence B. Horgan, "The Liberals come to Power. Por debajo de la ruana: A Study of Enrique Olaya Herrera Administration, 1930-1934", disertación de doctorado, Vanderbilt University, 1983, p. 220.

conservadoras producida por la política bipartidista de Olaya llegó a su punto más alto a mediados de 1931. Gracias a los votos de Román Gómez y de sus seguidores, el liberal Pedro Juan Navarro fue elegido presidente del Senado —la primera persona de su partido en obtener este cargo en cuarenta y cinco años—. Esto representó una doble afrenta para los

conservadores, cuyo Directorio había intentado previamente llegar a un acuerdo con su antiguo colega. La posición de Román Gómez, sin embargo, era tal, que hizo a un lado sus ruegos y afirmó que la "anarquía" que reinaba dentro de su propio partido lo había obligado a trabajar con los liberales." Tampoco podía el Directorio Conservador, que luchaba por restablecer la disciplina de partido, recurrir

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a Laureano Gómez. No sólo era Gómez un funcionario del gobierno, sino que llegó incluso a felicitar a Olaya Herrera cuando este concluyó con éxito las negociaciones con los intereses petroleros norteamericanos." En agosto de 1931, los congresistas conservadores organizaron lo que hubiera debido ser un "banquete de unidad". Los romanistas, sin embargo, se negaron a asistir, al igual que

el general Berrío y Julio Holguín,

quienes habían renunciado al Directorio Conservador. Cuando Manuel Serrano Blanco apeló a los conservadores para que dejaran de invocar la revolución y retomaran los principios tradicionales del partido, el leopardo José Camacho Carreño se retiró dignamente del salón." El Tiempo, que por lo general se deleitaba con las aflicciones de los conservadores, esta

33 Navarro obtuvo la presidencia del Senado el 18 de agosto de 1931. La crítica que hizo Román Gómez de su partido apareció publicada en una carta en El Tiempo, 18 de marzo de 1931. 34 Detalles sobre estas negociaciones con la compañía Gulf Oil se encuentran en Stephen J. Randa'', The Diplomacy of Modernization: Colombian-American Relations, 1920-1940, Toronto, University of Toronto Press, 1977, pp. 108-115. El Tiempo, 16 de julio de 1931, publicó la carta de Gómez junto con la amistosa respuesta que le envió Olaya. Las duras negociaciones adelantadas por Olaya pudieron ser contraproducentes, por cuanto los directivos de la Gulf Oil, al parecer, consideraron que las condiciones del acuerdo "matarían las operaciones de las compañías petroleras" —palabras escuchadas por Virginia Paxton, una mujer norteamericana que vivía en Bogotá por aquella época, y quien observó poco después la partida de la mayor parte de los norteamericanos que trabajaban en el sector petrolero a fines de 1931 y comienzos de 1932—. Virginia Paxton, Penthouse in Bogotá, Nueva York, Reyval and Hitchcock, 1943, pp. 260, 288-289. Dos años más tarde, Laureano Gómez se arrepintió de las amables palabras dirigidas a Olaya. Durante el debate realizado en el Congreso el 20 de noviembre de 1933, Gómez acusó a Olaya de haber engañado al Congreso cuando entregó la Concesión Catatumbo a la "voracidad" norteamericana. El País, 21 de noviembre de 1933. 35 Los conservadores de fuerte temperamento, como Camacho, hablaron tanto de la revolución, durante la primera mitad del gobierno de Olaya, que la idea se había convertido en una especie de broma. Véanse las observaciones de V. Paxton, Op. cit., pp. 286-287.

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290 / La modernización en Colombia vez mostró compasión, llamando a la reunión "un banquete de dolor"." Tres meses después del banquete, los líderes conservadores intentaron resucitar sus desalentadas fuerzas al celebrar una convención nacional y redactar una plataforma de partido —la primera en cincuenta arios—. La convención resultó ser una reunión desprovista de propósito, marcada por el recrudecimiento de la antigua pelea entre los históricos y los nacionalistas, personificada en los altercados entre las facciones de Valencia y de Vásquez Cobo. Cerca de una cuarta parte de los conservadores se negaron a asistir al evento, enmarcado por una guerra civil virtual en el oriente de Santander, la victoria liberal en las elecciones para los Concejos Municipales realizadas el 4 de octubre, y las airadas acusaciones de Pedro J. Berrío de que los liberales estaban tratando de "acabar" con su partido mediante la violencia y el fraude electoral." Berrío advirtió que su partido iría a la guerra si no cesaban los abusos de los liberales." El único logro de la convención fue la redacción del "Programa de 1931", un documento poco inspirado, cuya

más notable cualidad era su heterogeneidad. El "Programa" se iniciaba con la reiteración de los principios tradicionales del partido, y afirmaba que el conservatismo apoyaba tanto la Constitución de 1886 como el Concordato de 1887. 39 Luego proponía dos reformas políticas moderadas, de carácter técnico y corporativo, la primera de las cuales contemplaba la creación de un Ministerio de Asuntos Sociales, encargado de armonizar los intereses de clase, y la segunda, aconsejaba modernizar el Congreso Nacional." Los dirigentes conservadores proponían también la educación pública gratuita, obligatoria y confesional, programas dirigidos a la protección del trabajo, y leyes que ampliaran la protección del Estado a las mujeres abandonadas y a los niños trabajadores. Al enfatizar estos puntos, los redactores de la plataforma de 1931 reflejaban su sensibilidad al llamado que había hecho el papa León XIII al progreso dentro de un contexto de orden social, cuarenta años atrás en la encíclica De rerum novarum, formulado de nuevo en Cuadragesimo anno por Pío XI. Las partes del documento que se

36 El Tiempo, 23 de agosto de 1932. 37 Los liberales obtuvieron el control de 443 de los 804 Concejos Municipales. Una semana después del discurso de Berrio, este cacique antioqueño renunció ruidosamente a la Dirección de su partido. 38 El discurso de Berilo se reseña en El Tiempo, 17 de noviembre de 1931. 39 Los congresistas liberales ya habían anunciado su intención de reformar la Constitución de 1886. 40 Esta parte del programa llevaba la marca de Mariano Ospina Pérez. Un año antes, Ospina había publicado en El Colombiano un artículo titulado "La organización técnica del Congreso Nacional". Véase: Mariano Ospina Pérez, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 23-26.

referían a la economía recordaban el liberalismo del siglo xix. Sus redactores abogaban por la democratización del crédito agrícola, el estímulo a las exportaciones y la inmigración de europeos capacitados —aspectos todos dirigidos a promover el crecimiento de una clase media agraria, "un elemento esencial de equilibrio social y factor muy importante del progreso moral y económico"—. 41 Otras secciones del documento se referían a los intereses comerciales, especialmente a aquellos de los industriales del agro. Invocaban protección para la industria naciente, mantener un mínimo de impuestos, preservar el patrón oro, el continuo mejoramiento de la infraestructura del transporte en Colombia y alejarse de la "diplomacia tradicional" hacia lo que se llamó una "diplomacia económica" —evidentemente un llamado de los nacionalistas para que los históricos suavizaran su tradicional antiamericanismo. 42 El "Programa de 1931" propuesto por los conservadores terminó con una apología de la democracia colombiana, manifestando la esperanza de que la arena política se mantuviera como "un campo neutral" para la realiza-

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ción de "verdaderos torneos democráticos en prosecución de altos ideales"." Los asistentes a la convención terminaron su reunión nombrando un nuevo Directorio de tres personas, compuesto por Pedro José Berrío, Miguel Jiménez López y Laureano Gómez. Pocos días después, Berrio y Jiménez López le enviaron un cable a Gómez pidiéndole que regresara para "ayudar a orientar" el conservatismo colombiano." Para comienzos de 1932, Laureano Gómez estaba preparado para atender a su solicitud. Su investigación del consorcio Berger había llegado a un final insatisfactorio, y un extenso reporte sobre sus actividades se encontraba en manos del abogado del Ministerio de Obras Públicas, Tulio Enrique Tascón." Ahora podía dedicar sus energías a la dirección del partido. Y era evidente que debía hacerlo pronto. En febrero recibió un telegrama de Manuel Serrano Blanco, Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno, en el cual le urgían que renunciara al Ministerio y regresara a Colombia de inmediato." Tres meses después, los miembros conservadores de la Asamblea Departamental

41 Partido Conservador de Colombia, Los programas del conservatismo, Bogotá, Directorio Nacional Conservador, 1967, p. 114. 42 Los funcionarios de la convención, con antecedentes antioqueños y nacionalistas, eran Mariano Ospina Pérez, Esteban Jaramillo, Emilio Robledo y Víctor M. Salazar. 43 Partido Conservador de Colombia, Op. cit., p. 115. 44 El Tiempo, 2 de diciembre de 1931. 45 Tascón felicitó a Gómez por haber adelantado este asunto con mucha mayor diligencia que el ministro en Alemania nombrado por Abadía. El Tiempo, 13 de enero de 1932. 46 Véase Manuel Serrano Blanco, La vida es así, Bucaramanga, Imprenta del Departamento, 1953, pp. 202-203.

292 / La modernización en Colombia de Cundinamarca enviaron un cable al "ilustre estadista", rogándole que asumiera de nuevo el liderazgo del partido.47 La exigencia cada vez más estridente de que Gómez regresara hacía parte de un llamado generalizado a la política partidista por los activistas de ambos bandos. Luego del discurso pronunciado por Manuel Serrano Blanco, en el que pedía a los conservadores reiterar sus creencias doctrinarias tradicionales, El Tiempo publicó varios editoriales en los que apoyaba con entusiasmo la renovación de la politización ideológica. El editorialista, probablemente Eduardo Santos, se quejaba de que la Concertación Nacional propuesta por Olaya Herrera sólo servía para debilitar los partidos tradicionales. "Nos seduce la idea de una lucha de principios políticos y económicos entre el liberalismo y el conservatismo", escribió." El llamado a una renovada competencia entre los partidos llevaba claramente la marca de Alfonso López Pumarejo y de Laureano Gómez, quienes durante largos arios habían afirmado en repetidas ocasiones su firme compromiso con los ideales del partido. Cuando se encontraban en Europa, habían hablado a menudo de la necesidad de revitalizar la política partidista. Durante una larga conversación sostenida en París, habían acor-

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dado luchar a favor de una reforma electoral que permitiera eliminar la violencia de la política colombiana. Ambos estaban pérsuadidos de que si pudiera debatirse el programa y la ideología de cada partido en un contexto desprovisto de violencia, su partido triunfaría. Confiado, al saber que todos lo percibían corno la mejor esperanza del conservatismo, Laureano Gómez procedió a aclarar la posición ideológica de su partido en una serie de ensayos que había comenzado a escribir antes de partir para Europa. Un aspecto importante de este trabajo implicaba fijar la posición del partido frente al marxismo-leninismo, al fascismo, al nacional socialismo, ideologías que por entonces se enfrentaban a la democracia liberal "burguesa". Gómez decidió presentar su crítica de los extremismos europeos de derecha y de izquierda en breves biografías de sus principales proponentes, José Stalin, Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Para equilibrar el estudio, incluyó también un ensayo sobre Mahatma Gandhi. Gómez incluyó a Gandhi en su estudio porque el político hindú, para 1930, estaba a punto de lograr por medios pacíficos lo que Stalin, Hitler y Mussolini habían obtenido por la fuerza. Y el éxito de Gandhi al conducir a sus seguidores contra el poderío superior de un adversario político

47 El País, 10 de mayo de 1932. 48 El brillante caricaturista de El Tiempo, Ricardo Rendón, quien por entonces tenía treinta y siete años, expresó su consternación por la situación prevaleciente suicidándose el 28 de octubre de 1931. Inclinado a la depresión, Rendón había sido criticado por algunos liberales por satirizar a Olaya Herrera.

era altamente sugestivo para Gómez después de que su propio partido había perdido el poder. Laureano Gómez se sentía atraído por la abnegación del hindú, por su espiritualismo y desprecio del materialismo, cualidades que armonizaban con la creencia conservadora en jerarquías dispuestas por Dios y en la aceptación personal del lugar que se le había asignado a cada quién en ellas. Gómez afirmó que Mahatma es grande por sus hechos, por su perseverancia, por la acerada dureza de su voluntad [...] Más grande es todavía por la fe", proseguía Gómez, "que ha demostrado tener en el poder del espíritu, en la fuerza de la verdad, en la indefectible preponderancia de la justicia"." En radical contraste con Gandhi se encontraban los tres dictadores europeos. Stalin era descrito como un "bárbaro de Georgia", cuya filosofía dominante violaba todos los valores occidentales y cristianos. "Cruel, implacable, desprendido, cauteloso [...] nadie lo ama", escribió Gómez. "Tampoco se le admira, ni se le respeta. Simplemente se le teme".5° No corrió mejor suerte Adolfo Hitler bajo la pluma de Gómez. Describió al líder nazi como un vil asesino, "quien, en el callejón oscuro, hunde el puñal en la "

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víctima indefensa". En la Alemania de Hitler, "no hay códigos Lino hay principios sagrados". Ya en 1932, Gómez sabía que Hitler fracasaría: La moral que condena los procedimientos de que Hitler ha hecho uso subsistirá intacta cuando del dictador no quede sino el recuerdo amargo que dejaron antes de él otros tiranos. Su nombre irá unido a la execración de las víctimas caídas a millares, cuyos acentos tienen el raro poder de perpetuarse y de cubrir de infamia eterna la mano que las hirió con injusticia» Gómez reservó sus más profundas acusaciones para el fascismo, la doctrina más peligrosa para el conservatismo ortodoxo, en razón de ciertos elementos comunes en sus respectivas ideologías. La doctrina de Mussolini, comenzó, había producido el espurio progreso económico de Italia, y "el largo y total edipse de la libertad". Lejos de restaurar la gloria de este país, el fascismo había devastado la vida intelectual de la nación, sustituyéndola por "asesinatos, incendios deliberados y violentas persecuciones". Aunque Mussolini afirmara que su ideología era única, el fascismo no era más que "una empresa de despotismo interno", siendo por ello igual a toda otra forma de dictadura. "Iguales

49 L Gómez, El cuadrilátero, Op. cit., p. 297. 50 Ibíd., p. 202. 51 Ibíd., p. 146. Gómez escribió estas palabras en momentos en los cuales otras personas alababan al líder alemán. Un diplomático liberal en servicio en Europa a fines de la década del treinta, describió a Hitler como "un gran demócrata, un ejemplo de austeridad y de patriotismo [...] Hitler, ante todo, es un hombre honrado [...]". José Vicente Castillo, De Colombia a Berlín, Bogotá, Camacho Roldán, 1983, pp. 45, 46.

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294 / La modernización en Colombia serán siempre los métodos de la tiranía", escribió Gómez." Concluyó el ensayo sobre Mussolini advirtiendo que los conservadores colombianos no debían buscar en el fascismo un antídoto para el comunismo. Y, sobre todo, prima la cuestión moral. El poder adquirido por la violencia; la victoria material amasada con sangre, cimentada sobre las ruinas de la dignidad y la libertad de los hombres, no pueden dar frutos de bendición. La apariencia puede ser fastuosa, la fachada imponente, con alardes de perennidad. Mas la experiencia universal lo enseña. Todo lo más la duración de una vida humana, de dos vidas quizás. Después sobreviene el infalible derrumbamiento. Y sabemos, muy, bien sabido, que esto es así."

A través de sus ensayos sobre Stalin, Hitler y Mussolini, Gómez defmió lo que no era el conservatismo ortodoxo. Restaba explicar cuáles eran las doctrinas del conservatismo. A esto se dedicaría poco después de su regreso a Colombia. Entretanto, había algunos detalles de los que debía ocuparse. En primer lugar, debía empacar y regresar a Colombia para ocupar su puesto en el Senado. Luego debía acabar con la disidencia de Román Gómez. Sólo entonces podría orientar y dirigir el conservatismo. Tres semanas antes de

entregar su renuncia, Gómez le escribió a un amigo en Bogotá: Voy a meterme en el torbellino, sin ilusiones de ninguna especie. Voy perfectamente curado contra los desencantos, con la receta de no tener ninguna ambición personal [...]."

Vacaloca Hubo gran animación en la política colombiana durante las semanas que precedieron el regreso de Laureano Gómez. La pregunta que todos se hacían era qué posición asumiría el "ardiente tribuno" para confrontar la situación política del momento. Gómez se negó a conceder entrevistas, lo cual sólo aumentó la especulación acerca del curso de acción que adoptaría. Los miembros de la alianza liberalromanista fingieron indiferencia ante todo esto, y afirmaron: "Estos son tiempos muy distintos a aquellos en los que era fácil triunfar con la retórica"." En realidad, sintieron pánico cuando se aproximaba la apertura de las sesiones del Congreso." Algunos, como Carlos E. Restrepo, no dudaban de que Gómez regresaría "a las violencias que han sido el resorte y la explicación casi única de su notoriedad"." Otros no estaban tan seguros.

52 L Gómez, El cuadrilátero, op• cit., pp. 72-74, 75. 53 pp. 78-79. 54 E A. Molina, op. cit., p. 243. 55 El Espectador 15 de julio de 1932. 56 Enrique Santos, en: El Tiempo, 26 de julio de 1932. 57 Afirmación que aparece en una carta personal dirigida a Enrique Olaya Herrera, citada en T. B. Horgan, Op. cit., p. 544, nota 7.

Luis Eduardo Nieto Caballero (Lene), quien había observado a Gómez durante largo tiempo, escribió que había oído decir que "el magnífico tribuno" había cambiado, que se había convertido en una persona "juiciosa, viajada y tolerante". No obstante, Lenc reflexionaba, era posible que Gómez fuera objeto de algunas críticas personales y perdiera el control de sí: "Cuando estemos más desprevenidos, veremos la nube de polvo, y en la nube a Laureano Gómez que corre tras de alguno [...]"" Enrique Santos, quien acababa de iniciar su columna "Danza de las horas" en El Tiempo, se mostró optimista: "La época de la política pequeña, de la violencia como razón única, ha pasado para Laureano Gómez y para el país", escribió el 4 de julio de 1932." Gómez, su esposa, sus cuatro hijos y su ama de llaves, Ana María Camacho, llegaron a Bogotá por avión el 13 de julio, sólo una semana antes del inicio de las sesiones del Congreso. Por tierra enviaron cerca de tres docenas de baúles, cajas y maletas —todas las posesiones adquiridas durante los años de su estadía en el extranjero—. Gómez continuó negándose a dar en-

trevistas, sosteniendo que había "resuelto desinflar el tropicalismo eterno de los personajes que llegan haciendo famosas declaraciones que resultan ridículas en el exterior"." Entretanto, corrían rumores de que se disponía. a sacar a Román Gómez y a otros del Partido Conservador." El 19 de julio, la víspera de la apertura del Congreso, el diario laureanista La Unidad publicó una lista de once antioqueños que habían sido calificados de "traidores" al partido. Román Gómez encabezaba la lista, "el más odiado de los traidores"." Apenas fue juramentado como senador conservador por Cundinamarca, Gómez pidió una sesión cerrada en la que acusó a Román Gómez de traicionar a su partido, y procedió a impugnar al Senado en general por crímenes contra el Estado." Luego, en una sesión abierta, Román Gómez defendió sus acciones y acusó, a su vez, a su antagonista. Durante el mes siguiente, el Congreso se vio estancado y la nación hechizada por el drama que se desarrollaba en su seno. Aunque los debates —"Gómez vs. Gómez", como los llamó Nieto Caballero— se prolongaron durante casi

58 El Gráfico, 7 de mayo de 1932, pp. 1.367-1.368 59 Su columna periodística, publicada bajo el seudónimo de Calibán, apareció regularmente en El Tiempo durante los cuarenta años siguientes. 60 El Espectador, 4 de julio de 1932. 61 "Reconquista" fue la palabra que usó Gómez veinte años después para describir las acciones que realizó en julio y agosto de 1932. Véase su "Discurso contra Ospina Pérez", Obra selecta, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, p. 290. 62 No debe confundirse con el primero que fundó Gómez. Este, publicado por poco tiempo en 1932, fue fundado por Daniel Valois Arce, un joven de veintidós años. 63 Acusó al Senado de violar la Constitución al desconocer una reciente sentencia del Consejo de Estado. El País, 22 de julio de 1932.

296 / La modernización en Colombia seis semanas, llegaron a su punto culminante durante las sesiones del 8 y el 9 de agosto. Laureano Gómez comenzó su discurso del 8 evocando brillantemente el famoso drama de Jacinto Benavente, Los intereses creados." "¡He aquí el tinglado de la antigua farsa!", dijo el orador, procediendo a recordar al Crispín de Benavente, un sirviente bufonesco quien, eventualmente, se salva al ayudar a su amo a realizar su sueño. Pero, continuó Gómez, tenemos aquí a un moderno Crispín, que no es el personaje de un interesante relato moral, sino que se presenta como la personificación del más puro interés personal. El día 9, Laureano Gómez intensificó los ataques contra Roznáis Gómez en una perorata que se prolongó durante dos horas, recordada como una de las más devastadoras en la historia parlamentaria de Colombia. Se concentró en los negocios de Román Gómez, especialmente en aquellos relacionados con el Tranvía de Oriente, al que Gómez se refirió como "el caso más extraordinario en la historia de las empresas públicas del país". 65 Enumoetda,suvpr leer una larga lista que enumeraba los parientes de Román Gómez que detentaban posiciones bien remuneradas en el ferrocarril, después de lo cual alguien que se encontraba en las atiborradas galerías gritó: "¡Que viva la familia de Román Gómez!".

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A medida que procedía el largo discurso, el público comenzó a apoyar al orador, "aplaudiendo frenéticamente" cuando Gómez presentaba un argumento especialmente pertinente. Cuando se acusó a Román Gómez de haber construido y operado una destilería ilegal en Marinilla, el cacique exclamó. "¡Miente miserablemente!". Esto generó una frenética ovación del público, el cual agitaba pañuelos blancos, gritaba, silbaba y abucheaba a tal punto que las mujeres, que ocupaban una sección especial reservada para ellas, "estaban invadidas por la angustia de la expectativa". Entretanto, los senadores se apresuraron a rodear a Román y a Laureano Gómez, temerosos de que hubiera una confrontación fisica entre ellos. El enfurecido funcionario que presidía la sesión ordenó a los guardias que desalojaran las galerías, provocando "una algarabía verdaderamente infernal" entre el público, que rápidamente comenzó a cantar; "iRomán no! ¡Sáquenlo, sáquenlo!". Al fm se restableció la calma y Laureano Gómez continuó, interrumpido periódicamente por aplausos descritos alternativamente como "delirantes" y "prolongados". Cerca del final de su discurso, Laureano Gómez pronunció lo que se conoce como su más devastadora denuncia de otra figura pública: Y tú, Crispín, mal hombre, el del tinglado de la farsa, violador de la

64 Benavente (1866-1954) escribió esta pieza en 1922, y recibió por ella el Premio Nobel de Literatura. 65 L Gómez, Obras ~pidas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, p. 30. El debate completo del 9 de agosto se encuentra en las páginas 20-39.

constitución y de las leyes. Tú, Crispín, que aprovechaste las influencias oficiales en favor de tus personales ambidones y de las de tus parientes, allegados y servidores. Tú, Crispín, negociador mendicante de viles granujerías, robadas al bienestar de los afligidos que gimen en las cárceles! Tú, violador del sagrado secreto de la correspondencia, para aprovecharlo en tus negocios y maquinaciones políticas! Tú, Crispín, que te disimulas mal por los pasillos de los Ministerios, las administraciones y las pagadurías,

recogiendo los proventos de una administración complaciente para alimentar la inmensa caterva de los tíos, los sobrinos y los parientes [...}1 Tú, Crispín, que violas el sacrosanto silencio de las tumbas, que no debiera ser perturbado, para hacer cieno con las cenizas y tratar de arrojarlo contra mí, creyendo, iluso, que me detendrías en el camino de la justicia! Tú, calumniador sin imaginación, que no has podido respaldar tus osados dichos sino con el anónimo! Tú, sobre cuyos hombros pesa, y pesará eternamente, la tragedia horrible de una vida despedazada por tu codicia criminosa, y a cuyos oídos llega el inextinguible reproche de tu delito que ha hecho víctima a un hogar inocente! Tú, Crispín, que mandllas con tu presencia el Senado, llenas el ámbito con la sombra de tus crímenes, has querido convertir la república en una cosa abyecta que no podemos venerar, porque con tu inmerecida exaltación la envileces y la rebajas, y no podrá volver a ser grande mientras te halles aquí sentado.66

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Los siete debates entre Laureano Gómez y el cacique conservador de Marinilla fueron un resonante triunfo para el primero y una abyecta derrota para el segundo. Después de agosto de 1932, el dominio que tenía Laureano Gómez sobre su partido estaba asegurado, y no sería disputado durante los veinte años siguientes. Román Gómez pronto se deslizó a la oscuridad política de la que había surgido. Y en cuanto al iY tú, Crispín! de Laureano Gómez, pronto suplantó el Nocturno de José Asunción Silva como la pieza predilecta de declamación en las tertulias de Bogotá y de todo el país.67 Luis Eduardo Nieto Caballero trazó una excelente descripción del político conservador cuando apareció en el foro público: Gómez, como orador, es un maravilloso espectáculo. Da la sensación del rey de la selva [...]. Desconoce la piedad. No se sacia jamás. Tritura, desmenuza y se relame con las contorsiones de la víctima. Mientras habla, el contendor se ve del tamaño de un ratón. La zarpa cae y lo destripa. Y mientras tanto, la garganta es un clarín, es una campana, es un Tequendama que se precipita de los labios de donde brota la belleza verbal [...] Es un formidable actor que, como tal, sólo aplausos merece.68

Como solía hacerlo, Nieto Caballero acierta al señalar el valor de entretenimiento de la política colombiana.

66 Ibkl., p. 38. 67 Observación de A. Patiño en La prosperidad a debe, Op. cit., p. 464. 68 El Gráfico, 13 de agosto de 1932, pp. 2.013-2.015.

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298 / La modernización en Colombia A la mayoría de los colombianos les encantaban los espectáculos públicos que los distraían de su monótona vida. Agitar los pañuelos en las galerías del Senado era un gesto de entusiasmo que por lo general se veía en los eventos deportivos, y los cantos de "iSáquenlo!" cuando Román Gómez perdió su compostura no eran diferentes del 101é1" que se grita al matador cuando se dispone a asestar la estocada mortal. Nieto Caballero se preguntaba si el duelo que se había desarrollado en el Senado había sido en algún sentido perjudicial para el cuerpo político colombiano. Si bien esto ciertamente pudo haber ocurrido, era inútil formularse la pregunta. No había alternativa a este tipo de despliegues de teatralidad política. Colombia continuaba siendo un país altamente politizado en 1932, y los ciudadanos sabían que el éxito relativo o la ausencia de él entre los dirigentes del partido se reflejaba en ellos, a menudo de manera directa e inmediata. Esto, añadido a la distancia, todavía muy grande, entre el ámbito público y el privado en Colombia, hacía de los políticos celebridades y convertía a la política nacional en tema de perdurable interés. Durante más de dos años después de haber desacreditado al "hombre de Marinilla", Laureano Gómez continuó fortaleciendo su dominio del Partido Conservador. Era tan amplio en

sus ataques contra sus enemigos políticos y contra quienquiera que no estuviese completamente de acuerdo con su concepción de lo que representaba el partido y de cómo debía proceder, que todos los colombianos se vieron obligados a encararlo de una manera o de otra. Los conservadores históricos asumieron una actitud de idolatría, alabando su defensa de los principios y su firmeza para negar cualquier punto a los proponentes de ideologías rivales. El leopardo Silvio Villegas reconoció que Laureano Gómez "le debe todo su prestigio en el Partido Conservador a la extraordinaria tarea cumplida en el Senado, como jefe de la oposición, de 1932 a 1935".69 Los miembros más leales del partido en las provincias colombianas se vieron inspirados por su carisma y por su elocuente defensa de sus intereses ante la violencia política. A los ojos de muchos, el vehemente polemista era la única persona que hablaba por ellos. La casi reverencia que experimentaban por él se intensificó después del 31 de enero de 1935, cuando Gómez sufrió una hemorragia cerebral. Desde la década del treinta hasta bien entrada la del sesenta, era común encontrar fotografías y bustos de Laureano Gómez al lado de las figuras de Cristo y de la Virgen en los santuarios familiares en todas las zonas rurales de Colombia." Los conservadores moderados se

69 Silvio Villegas, No hay enemigos a la derecha, Manizales, Zapata, 1937, p. 208. 70 El caldense Alberto Bermúdez recuerda que sus padres habían colocado la fotografía de Gómez en un lugar semejante. Cerca de cuarenta años después, Bermúdez pudo reírse de este hecho, en una conversación con el autor: "Cuando era niño, rezábamos para

mostraron menos entusiasmados con Laureano Gómez y con su estilo de liderazgo. Desde fines del siglo xix, muchos de ellos habían dado prioridad al desarrollo económico y a las transacciones políticas por sobre el partidismo. A menudo, los llamados conservadores nacionalistas, en nombre del partido de corta vida fundado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, induían a muchos empresarios antioqueños, así como a personas cosmopolitas tales como Roberto Urdaneta Arbeláez. Este, amigo personal de Laureano Gómez, fue el único conservador de importancia que se atrevió a hacer parte del gabinete del presidente Olaya después de mediados de 1932. Y fue Urdaneta quien, a la manera de los conservadores moderados, increpó a Gómez por su partidismo extremo. Al hacerlo acuñó uno de los más divertidos apodos que se le dieron al volátil político. La ocasión fue el debate del Senado del 17 de octubre de 1932, sólo dos meses después del devastador debate contra Román Gómez, y un mes después de que las tropas peruanas se hubieran tomado la ciudad de Leticia, en el Amazonas. 7 ' Gómez estaba pronunciando una arenga contra Olaya

Herrera por no haber guarnecido adecuadamente a Leticia, acusación que, aunque sin duda era verdadera, se aplicaría igualmente contra todos los presidentes colombianos desde Simón Bolívar, incluyéndolo a él. En un momento de su defensa del gobierno, el ministro de relaciones exteriores, Urdaneta, comparó a Gómez con una especie de volador que era popular en los juegos de pólvora en el campo. Se llamaba vacaloca; en palabras de Urdaneta, [...] corre por todas partes, ataca todo lo que encuentra, se estrella contra señoras, contra niños, contra los postes y contra las piedras. Nada respeta, nada lo detiene, no lleva rumbo alguno. Aveces ofrece ligeros peligros (-1 sin que al final haya nada que lamentar.

Lanzando una penetrante mirada a Laureano Gómez, Urdaneta concluyó que, en tiempos de guerra, Colombia no podía darse el lujo de soportar las payasadas de su "vacaloca"." Durante los meses que siguieron al regreso de Gómez, la actitud de los liberales frente a él cambió drásticamente. En julio de 1932, las apreciaciones eran amistosas, pero después de septiembre fueron cada vez

pedir protección con igual fervor a la Virgen y a Laureano Gómez". Entrevista con Alberto Bermúdez, Bogotá, 10 de junio de 1985. 71 Un conveniente estudio del incidente de Leticia se encuentra en Álvaro Valencia Tovar, "Historia militar contemporánea", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 318-326. Véase también G. Luis Gómez Jurado, Conflicto colombo peruano, Pasto, Javier Editorial, 1981. Recuentos de testigos presenciales incluyen Luis Eduardo Nieto Caballero, Mielo al Amazonas, Bogotá, Minerva, 1933, y Juan Lozano y Lozano, La patria y yo, Bogotá, Litografía Colombia, 1933. 72 Roberto Urdaneta Arbeláez, Escritos y discursos, Bogotá, Presencia, 1985, pp. 101-102. -

300 / La modernización en Colombia más hostiles. A medida que su ataque a Olaya Herrera ganaba impulso, comenzaron a aborrecerlo. El columnista Enrique Santos empezó a referirse a Gómez como "nuestro Hitler", mientras que el periodista de El Tiempo, Antolín Díaz, prefería llamarlo El monstruo." A comienzos de 1933, Nieto Caballero acusó a Gómez de traidor, y el 11 de febrero de 1933, el editorial de El Tiempo hizo una de las primeras referencias a Gómez como "fascista". Gómez, por su parte, no cejó en sus ataques a Olaya y a todo lo que este representaba. La ferocidad de aquellos asaltos verbales sugiere el carácter interno, íntimo, de la política colombiana. Laureano Gómez siempre se había sentido físicamente intimidado por Olaya, quien era alto y rubio. Cuando tenía diez años, Gómez había presenciado cómo Olaya, de diecinueve, y sus compañeros liberales, golpeaban a los estudiantes conservadores de San Bartolomé. En 1919,

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cuando Olaya se desempeñó como el joven ministro de relaciones exteriores de Carlos E. Restrepo, Gómez se quejó, impotente, -de que su enemigo era una persona sin cultura, dado a pronunciar discursos mal concebidos, "copiados de Iregui y de autores rancios [...]". 74 Olaya era amigo de Estados Unidos, nación que Gómez detestaba, y contribuyó de manera unportante al restablecimiento de las buenas relaciones con este país en 1921. Gómez le hizo varios debates en la Cámara a Olaya en diciembre de 1929, refiriéndose sarcásticamente a él en una ocasión como "el primer orador del país, a quien en lo sucesivo pondré todo empeño en imitar"." Sólo esta larga historia de rivalidad política, con su mezcla de factores psicológicos y partidistas, puede explicar la profundidad de la aversión que sentía Gómez por Olaya, el liberal moderado y apacible que había logrado tantas cosas con tan poco esfuerzo aparente.

73 Los liberales tomaron el apodo de El monstruo, de los conservadores, quienes lo usaban con admiración y como un término afectuoso. Según Francisco Plata Bermúdez, seguidor de Gómez durante muchos años, el apodo se originó en uno de los discursos pronunciados por Gómez, cuando uno de sus copartidarios lo comparó con el famoso parlamentario español Juan Vásquez de Mella. Durante una de las sesiones del parlamento español, Vásquez de Mella había hablado con tal vehemencia que un visitante preguntó: "¿Quién es ese monstruo?". Le respondieron: "Un monstruo, sí —de la oratoria, del mejor decir y el mejor razonar—". Entrevista personal con Francisco Plata Bermúdez, 14 de mayo de 1989. 74 Gómez se refería al pedagogo liberal Antonio José Iregüi (1864-1937). 75 Poco después de la caída de Marco Fidel Suárez, el presidente encargado, Jorge Holguín, llamó a Olaya a ocupar el Ministerio de Relaciones Exteriores el tiempo suficiente para hacer aprobar en la Cámara de Representantes el Tratado Urrutia-Thompson sobre el canal de Panamá. Olaya cumplió con esta tarea, haciendo que Gómez y sus colegas, que se oponían al Tratado, salieran de Bogotá antes de que se clausuraran las sesiones del Congreso. Las intervenciones de Gómez en esos debates se encuentran en L. Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte I, pp. 252-270.

Los ataques verbales de Gómez contra Olaya se hicieron más estridentes cuando el Partido Liberal consolidó su dominio del poder en sucesivas elecciones aquejadas por la violencia. Cuando Olaya terminó su período presidencial, Gómez lo culpó abiertamente de la violencia. La presidencia de Olaya estaba "chorreante de sangre, hundida en sangre de colombianos", dijo en julio de 1934, afirmando que el asesinato era "el más eficaz de los recursos políticos de su partido y el incendio de las propiedades de sus adverSarios un fenómeno habitual". 76 Enrique Olaya Herrera, desde luego, no era responsable de la violencia, a la que había condenado desde sus inicios. Pero tampoco había intentado detenerla con el ejército o la policía. En realidad, la posición de Olaya frente a la violencia era evidentemente intolerable. Deliberadamente se había abstenido de intervenir en las provincias para no poner en peligro su frágil Concertación Nacional. Lamentaba la violencia, pero negaba su responsabilidad en ella, atribuyéndola más bien a "procesos históricos". 77 A medida que los liberales obtenían mayorías en las corporaciones locales, departamentales y nacionales, algunos de los dirigentes del Partido Conservador comenzaron a hablar de

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abstención electoral. Según sus argumentos, sus seguidores debían mantenerse alejados de los comicios hasta que se les garantizara protección contra la violencia en los días de las elecciones. Los llamados a la abstención se intensificaron después de que los liberales obtuvieron la mayoría en la Cámara de Representantes, el 14 de mayo de 1933. Sin embargo, algunos miembros del Directorio Conservador objetaron la abstención con base en que pronto Alfonso López sería presidente, y que Gómez y López habían hablado extensamente acerca de reformar el proceso electoral para eliminar el fraude y la violencia. Los conservadores que se oponían a la abstención estaban liderados por Guillermo Valencia y Augusto Ramírez Moreno. Valencia, uno de los miembros más antiguos de la facción de los históricos, consideraba a Alfonso López Pumarejo como un liberal moderado cuya anticipada reforma constitucional no pondría en peligro los intereses conservadores, siempre y cuando estos no se opusieran a ella en el Congreso. El propio Valencia se proclamaba a favor de una reforma moderada, especialmente en el ámbito de la tenencia de la tierra. Su temor era que la abstención conservadora fuera aprovechada por los "izquierdistas", quienes podrían obligar a López a

76 El País, 27 de julio de 1934; El Espectador, 24 de julio de 1934. 77 T B. Horgan, Op. cit., pp. 222-224, 226, profundiza en las razones que tuvo Olaya para su relativa falta de acción contra la violencia. Horgan señala que Olaya temía también perder la inversión extranjera si intervenía decididamente, poniendo en peligro su reputación. Las observaciones de Olaya sobre las causas de la violencia se encuentran en El Tiempo, 6 de febrero de 1935.

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adoptar medidas verdaderamente radicales." Laureano Gómez lideró el grupo que proponía la abstención. Su posición se basaba principalmente en el hecho de que, desde su regreso de Europa, había trabajado en contra de la colaboración entre liberales y conservadores, y a favor del resurgimiento del partidismo tradicional. Incluso antes de renunciar al cargo que detentaba en el gobierno de Olaya a comienzos de 1932, corría el rumor en Colombia de que Gómez y López Pumarejo cooperarían para su mutuo provecho una vez que este último fuese presidente. Tales razonamientos eran comunes entre quienes creían que Gómez era una persona sin escrúpulos e interesada únicamente en sus propios fines. Así fuese tan sólo para poner fin a estas suspicacias, Laureano Gómez no tenía otro recurso que adelantar una política en contra de la colaboración con el gobier-

no de López. Cualquier otra actitud le hubiera hecho imposible mantener la disciplina del partido." Gómez impuso su política abstencionista al partido de manera dramática. El 9 de junio de 1933 anunció su retiro de la política activa. Durante las semanas siguientes se ocupó ostensiblemente del jardín en su casa recién construida de Torcoroma, en Fontibón, y habló de regresar a su antigua profesión de ingeniero." La estratagema surtió exactamente el efecto deseado por Gómez. Los conservadores de todas las denominaciones se apresuraron a manifestarle su apoyo. Se realizó un plebiscito de partido que reveló el abrumador deseo entre sus miembros de que Gómez regresara como su líder supremo. Delegados de los jóvenes conservadores viajaron hasta Fontibón durante el mes de julio para rogarle que se uniera de nuevo al Directorio. Gómez se rehusó, aduciendo en un "Manifiesto a mis

78 El Tlempo, 12 de junio de 1933. 79 Gómez desarrolló su política abstencionista durante un período de cerca de dieciocho meses. Su habilidad extraordinaria para articular una posición política durante 1933 y 1934 se debió principalmente a su amistad con Alfonso López. Luis Eduardo Nieto Caballero, en El Gráfico del 23 de julio de 1933, comentó la circunspección de Gómez frente a López. Christopher Abel, "Conservative Party in Colombia", disertación de doctorado, Oxford, Inglaterra, University of Oxford, 1974, p. 356, informa que, a pesar del movimiento a favor del abstencionismo, Gómez accedió a la solicitud de López de presentar un candidato conservador para las elecciones de 1934, pero otros miembros del Directorio Conservador se opusieron a ello. Estos acuerdos tras bambalinas entre Gómez y López contribuyen también a explicar las tonterías que expresó el Directorio Conservador sobre el carácter de la abstención antes de la elección presidencial del 11 de febrero de 1934. Algo que indica la vacilación de Gómez respecto a la táctica que debía adoptar antes de 1935 fueron las frases que repetía continuamente antes de 1935. "No se me ocurre nada. Mi salud y mi imaginación están agotadas. No veo nada". En Augusto Ramírez Moreno, La crisis del Partido Conservador en Colombia, Bogotá, Tipografía Granados, 1937, p. 27. 80 Para un humorístico artículo sobre estas actividades, véase Antolín Díaz, El Tiempo, 3 de julio de 1933.

amigos políticos", que no podía colaborar con Guillermo Valencia, un hombre que había ayudado a redactar el Protocolo de Río, que sancionaba el "acto de piratería" perpetrado por Perú contra Colombia y quien, además, nunca se había pronunciado a favor de "los miles de víctimas conservadoras de la violencia liberar." Guillermo Valencia comprendió el mensaje que le enviaba Gómez. El 29 de julio de 1933 anunció su retiro de la política. Poco después renunció a su puesto en el Senado y regresó a la hacienda de su familia en las afueras de Popayán. 82 La prensa liberal respondió a estos acontecimientos caricaturizando a Gómez como un Hitler colombiano, con el brazalete de la esvástica, imponiendo un dominio dictatorial sobre su partido. Aparte de lo poco apropiada que pudiera ser la alusión hideriana, Laureano Gómez en realidad no tenía aún el pleno control de su partido. Tampoco estaba seguro de cómo debía proceder la naciente política de la no cooperación. Las elecciones municipales del 1 de octubre de 1933 contribuyeron a precisar aún más el problema. La mayor parte de los conservadores colombianos se abstuvieron de votar, lo que le permitió a los liberales asumir el control de la mayoría de los Concejos Municipales. Esto

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consolidó su dominio en todos los niveles del gobierno colombiano. La nueva derrota electoral ayudó a convencer a la mayoría de los integrantes del Directorio Conservador de que no serviría de nada votar en las eleccioñes presidenciales que se avecinaban. Sólo Augusto Ramírez Moreno continuó oponiéndose a la política abstencionista. Durante los meses siguientes, los conservadores adelantaron la doble política de negarse a participar en las próximas elecciones, y de no hacer nada para oponerse a la candidatura de Alfonso López Pumarejo. 83 Durante la consolidación de su política abstencionista, el Directorio Conservador envió señales confusas a la nación. El 15 de octubre anunció la posibilidad de una eventual colaboración con el gobierno de López Pumarejo, "si resultara necesario". Cuatro días más tarde, Laureano Gómez afirmó que López sería un presidente "ilegítimo" si fuese elegido sin la participación conservadora. Cuatro días después de esta declaración, Gómez sugirió que los conservadores se dedicarían a una especie de resistencia pasiva frente al nuevo régimen, similar a la de Gandhi, que incluía negarse a pagar impuestos, haciendo imposible así que López gobernara."

81 El País, 22 de julio de 1933. 82 En aquella época, Valencia tenía sesenta años. Nunca intervino de nuevo en la política nacional, sino que se dedicó a la política local y a actividades rurales. 83 Ramírez, miembro del Directorio Conservador, afirmó que no confiaba en Alfonso López, mientras que Gómez insistió en que su amigo era "un gran hombre". A. Ramírez Moreno, Op. cit., p. 89. 84 El Tiempo, 16 de octubre de 1933.

304 / La modernización en Colombia Finalmente, el 14 de noviembre de 1933, el Directorio Nacional Conservador (DNC) formalizó su programa abstencionista, informando que sus miembros no votarían en las próximas elecciones ni aceptarían cargos en el gobierno de López. 85 Había buenas razones para poner en duda que Gómez y los otros dirigentes conservadores mantuvieran su decisión de no cooperar con el gobierno entrante. Dos semanas antes de su posesión, López Pumarejo reafirmó públicamente su "profunda y leal amistad" por Laureano Gómez, y cuatro días antes de iniciar su gobierno, reiteró la oferta de incluir en su gabinete a prestantes conservadores.86 El día de la posesión fue una fiesta de amor en la que Gómez, actuando como presidente del Senado, tomó el juramento como presidente a un hombre cuya amistad había sido, en sus palabras, " una honra especial en mi vida". No obstante, quienes estudiaron los discursos de Gómez y de López Pumarejo advirtieron que cada uno de ellos combinaba su afirmación de amistad personal con un sincero reconocimiento de sus diferencias ideológicas.

La república liberal y sus críticos / 305 Profesáis vos, señor, doctrinas que a la mente conservadora no le es dable compartir, alimentáis ideas que ella no puede aceptar, preconizáis sistemas filosóficos y políticos que tampoco la entusiasman ni seducen", dijo Gómez."

López respondió que si bien evitaba las "aventuras revolucionarias", tenía la intención de presidir un movimiento de masas que habría de "sacudir la estructura ideológica de la República con vigor". 88 De esta manera, los dos amigos proclamaron su intención de batallar políticamente en sus propios términos. Laureano Gómez había estado preparando a los conservadores para la batalla ideológica desde el momento en que regresó de Europa dos años atrás. Uno de sus principales discursos doctrinarios fue el que pronunció en una convención del partido reunida en Chía, Cundinamarca, en septiembre de 1932. En él enfatizó sobre el soporte católico romano del conservatismo colombiano, describiendo al catolicismo como "un tesoro ideológico y sentimental que se constituye por las creencias religiosas más puras de la humanidad"." Todas las

85 El País, 15 de noviembre de 1933. No todos estaban convencidos de que la política abstencionista perduraría. Nieto Caballero, en El Gráfico, se burló de que en menos de un año, Laureano Gómez haría parte del gabinete de López y estaría criticando a todos los que insistieran en que el gobierno estaba asesinando gente en el campo. 86 Alfonso López Michelsen, Alonso López Pumarejo, polemista político, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1986, pp. 33-37. 87 L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, pp. 33-40. 88 A. López Michelsen, Op. cit., pp. 39, 47. 89 Laureano Gómez, Obras selectas, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, pp. 789-794. El liberal tolimense Jorge Ferreira Parra se mostró tan impresionado por este discurso que compuso una Novena al glorioso senador san Laureano de Chía, en cuya portada aparecía un

declaraciones doctrinarias de Gómez llevaban el mensaje de que los verdaderos conservadores eran católicos romanos, guiados por la ley natural y divina. Esta era la verdad que los jesuitas españoles le habían enseñado en el Colegio de San Bartolomé, treinta y cinco arios atrás. Según esta enseñanza, todas las ideologías que no estuvieran de acuerdo con la doctrina conservadora eran erradas y, por

Mala fortuna para el doctor Olaya y para el país fue su dilatada residencia en Estados Unidos. Si hubiera tenido ocasión de residir en otros países, se habría convencido de que sobre la faz de la tierra hay valores distintos de los peculiares de Norteamérica, que se pueden amar y respetar. 9'

Los liberales a menudo se vieron tomados por sorpresa por el Gómez filosófico, como sucedió a fines de 1934

consiguiente, peligrosas en uno u otro

cuando el líder conservador entabló

grado. Entretanto, personas para quienes la ideología carecía de importancia —Enrique Olaya Herrera, por ejemplo— no merecían el respeto que se le debe a un digno adversario sino, más bien, desprecio. Esta actitud contribuye a explicar tanto el tono despectivo de las observaciones contra Olaya, como la dificultad que tenía este de comprender el menosprecio que Gómez siempre le manifestaba." Gómez explicaba la presunta indiferencia de Olaya frente a la ley natural como una consecuencia de su relativismo liberal y por su larga residencia en Estados Unidos:

un erudito debate con el ministro de educación, Luis López de Mesa, sobre el tema de la reforma educativa. El elevado tono del intercambio resultó aún más sorprendente por cuanto, sólo dos semanas antes, Gómez había sido el centro de un tormentoso debate en el Senado que amenazó con degenerar en violencia física, y que terminó con Gómez y sus colegas cantando, "iNo más atropellos!", mientras abandonaban en masa el recinto." Pero cuando inició el debate con López de Mesa, Gómez adoptó un tono razonado y académico en su defensa de la educación clásica. Hizo un contraste entre esta y lo que llamó la educación "cientificista" moderna. Esta última puede hacer que un hombre se eduque, afirmó, pero nunca

Olaya [...] no es un hombre de convicciones arraigadas ni de un pensamiento filosófico caudaloso y continuo [...1.

dibujo de "San Laureano" con hábito y polainas, y con una mirada petulante, mientras que sobre él dos querubines, Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno, anunciaban con trompetas su gloria. Jorge Ferreira Parra, Novena al glorioso senador san Laureano de Chía, El Líbano, Tipografía Renovación, 1932. 90 El propio Olaya explicaba la antipatía de Gómez como algo que provenía de su ambición personal y de una enemistad personal. El Espectador, 3 de julio de 1934. 91 Laureano Gómez, Comentarios a un régimen, 3.' ed., Bogotá, Minerva, 1934, p. 227. 92 El Ibis, 20 de octubre de 1934; El Tiempo, 20 de octubre de 1934. El problema se centraba en la insistencia liberal en que Román Gómez se convirtiera en miembro del Consejo de Estado.

La república liberal y sus críticos /

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306 / La modernización en Colombia podrá hacer de él un hombre culto. Gómez procedió luego a mostrar a Alemania como una nación imbuida del "espíritu kantiano", moderno relativista, que había hecho posible las matanzas hiderianas, "que serían exóticas en una nación latina cuya estructura jurídica se fundamenta en el Derecho Romano"." Luis Eduardo Nieto Caballero, seducido por el erudito intercambio, elogió a Laureano Gómez por sus observaciones sutiles, comedidas e irónicas, que intensificaban su prestigio en lugar de disminuirlo." El elogio que hizo Lene de Laureano Gómez fue prematuro. El 3 de diciembre, Alfonso López convocó una sesión especial del Congreso para aprobar el Protocolo de Río que, una vez firmado, normalizaría las relaciones colombo-peruanas. Laureano Gómez se oponía violentamente a este acuerdo, que había sido firmado antes de posesionarse López. Los debates fueron tan tempestuosos como cualquiera de los anteriores en los que había estado involucrado Gómez; el dirigente conservador atacó a todos aquellos que habían tomado parte en las negociaciones que llevaron al acuerdo. En un momento dado, Luis Cano, habitualmente pacífico, intentó estrangular a Gómez, quien acababa de llamarlo traidor. Gómez des-

acreditó sin piedad a Eduardo Santos, quien había presentado el caso de Colombia contra Perú ante la Liga de las Naciones 'en febrero de 1933, acusándolo de total ineptitud. Fue casi igualmente duro con su copartidario, el ministro de relaciones exteriores Roberto Urdaneta Arbeláez. De hecho, este llevó la peor parte de la ira de Gómez a través de una interminable serie de debates descritos como "martillazos" En el transcurso de 1935, la tensión de dirigir su partido durante más de dos años comenzó a advertirse en Laureano Gómez. A fines del mes, comenzó a pedir períodos de descanso durante los debates. El 17 de enero, sufrió un desmayo cuando se encontraba en una cena en honor de los congresistas conservadores. Nieto Caballero advirtió el deterioro en la condición física de Gómez y en sus discursos. "Rechoncho el cuerpo, rubicunda la tez, dispersos los cabellos", decía Lenc; procedía luego a describir los discursos de Gómez, mal redactados y repetitivos, con palabras como "torpe, imbécil, babiecas, blandengue y cretino" repetidas incansablemente.96 Hubo una especie de ataque de la muchedumbre a Gómez el 26 de enero cuando abandonaba la sesión del Congreso, y el hecho de que unos jóvenes de la edad de su hijo . 95

93 Los debates más importantes, que se prolongaron hasta el mes de diciembre, se encuentran en El País y en El Tiempo, 3 y 4 de noviembre de 1934. 94 El Gráfico, 10 de noviembre de 1934. 95 Las transcripciones de los debates se encuentran en R. Urdaneta Arbeláez, op. cit., pp. 163-233, y Laureano Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, pp. 304-381. 27 de enero de 1935. 96 El Gráfico, 26 de enero de 1935; El Tiempo,

Álvaro, quien por aquella época tenía quince años, lo hubieran golpeado, aumentó la tensión de esos días .97 Sin embargo, el 28 y 29 de enero, Gómez se enfrentó de nuevo a Urdaneta en otro debate, pronunciando el que muchos consideraron como su mejor discurso de la temporada parlamentaria. A pesar de su deficiente estado de salud, parecía que gracias a Gómez el Congreso permanecería estancado. Laureano Gómez, por sí solo, estaba cumpliendo el juramento de su partido de obstruir los grandiosos planes de reforma de su amigo. A medida que esto se hada más evidente, Alfonso López Pumarejo, desesperado, recurrió a la única persona que creía capaz de desafiar y derrotar a Laureano Gómez en el Senado: Enrique Olaya Herrera. Este fue nombrado ministro de relaciones exteriores el 30 de enero, y estaba programado para un debate contra Gómez en la tarde del día siguiente. En la mañana del 31, Laureano Gómez se veía complacido por la perspectiva de cruzar espadas con un hombre cuyas dotes de orador al menos respetaba. "No hay duda de que es hombre brillante y notable orador", había dicho algunos meses antes refiriéndose a Olaya. "Tiene bella voz, ademanes arrogantes, facilidad de im-

provisación, destreza para emplear recursos oratorios"." Antes de salir de su casa aquella mañana, había discutido con su hijo Álvaro la estrategia que se proponía utilizar." Un poco más tarde, su antiguo mentor, José Vicente Casas, se encontró con Gómez cuando este abandonaba el ministerio de relaciones exteriores llevando algunos documentos; le confió que estaba seguro de derrotar a Olaya por la fuerza de sus argumentos. Casas advirtió que Gómez no lucía bien, que su rostro estaba congestionado.'" A las tres de la tarde llegó Gómez a la sesión del Senado quejándose de que no se sentía bien. A las cuatro y media se sentía decididamente enfermo. Hizo señas a dos de sus colegas para que lo ayudaran a salir del salón. De repente, se hizo un completo silencio en el recinto. Fue un espectáculo que nadie había visto antes. Cuando Gómez trató de incorporarse, ayudado por los senadores Francisco Angulo y Ricardo Tirado Mafias, cayó bruscamente sobre su curul. La sesión del Congreso se dio por terminada y el público fue evacuado de las silenciosas galerías. Cuando se desocupaba el salón, se escuchó a uno de los senadores conservadores que le susurraba a uno de sus colegas: "iAh, el Bergantín! iTodos a las lanchas!".'°'

97 Ambos incidentes ocurrieron a la salida del edificio del Congreso. Lene informó en El Tiempo, del 27 de enero, que un policía había conducido a los manifestantes hacia el auto de Gómez, que había partido velozmente justo a tiempo. 98 L Gómez, Comentarios a un régimen, Op. cit., p. 226. 99 Entrevista con Álvaro Gómez. 100 L Gómez, Obras completas, Op. cit., vol. 4, Parte 2, p. 381. 101 Atribuido a Julio H. Palacio. Entrevista con Francisco Plata Bermúdez.

308 / La modernización en Colombia Durante las dos horas siguientes, Laureano Gómez permaneció inconsciente en una camilla en el Capitolio, mientras lo atendían los médicos y se hacían preparativos para transportarlo a una clínica cercana. Entretanto, había gran conmoción en la calle. El rumor se había extendido con rapidez por las calles de Bogotá y la gente corría hacia la Plaza de Bolívar. Muchos de ellos habían estado escuchando los debates del Senado en la estación radial HJN de propiedad de los conservadores, la Voz de Colombia, cuando oyeron que Gómez había sufrido un colapso después de tomar un vaso de agua. La inferencia evidente era que había sido envenenado.'" Miles de curiosos se agolparon en la Plaza de Bolívar a las siete de la noche, cuando Laureano Gómez fue sacado del edificio. Se recuperaría, pero su recuperación tardó un año completo. Durante aquel tiempo, Alfonso López Pumarejo y su gobierno diseñaron el más extenso conjunto de reformas políticas que había visto Colombia en los últimos cincuenta arios. En cuanto al Protocolo de Río, fue aprobado por unanimidad en un Senado liberal el 20 de agosto de 1935.

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La revolución de la década del treinta El primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, 1934-1938, fue indudablemente el más exitoso de la historia colombiana del siglo xx. La Revolución en Marcha de López era abiertamente reformista, y estaba dirigida a acelerar la modernización del país a través de la vigorosa acción de un Estado intervencionista. Admirador de Franklin D. Roosevelt, a quien conocía personalmente,'° 3 Alfonso López presidió un régimen que tuvo mucho en común con el "New Deal" del presidente norteamericano. Ambos programas de reforma se basaron en los principios económicos keynesianos; ambos fueron impulsados por brillantes políticos jóvenes comprometidos con la visión de sus extraordinarios jefes; tanto el programa colombiano como el norteamericano culminaron con la racionalización de un sector agrícola sumido en crisis por una excesiva adherencia a los principios económicos del laissez faire. Quizá la mayor diferencia entre los esfuerzos adelantados en Colombia y en Estados Unidos fue que Franklin Roosevelt presenció la destrucción de una gran

102 Algunos conservadores especularon que Gómez había sido envenenado con una taza de café que había tomado en el restaurante del Congreso poco antes de su colapso. Entrevista con Álvaro Gómez. Eddy Torres, de seis años, hijo del dirigente sindical Ignacio Torres Giraldo, estaba jugando afuera del apartamento de sus padres cuando Gómez cayó. Recordó cómo corrían por la calle los transeúntes hacia el Capitolio. Entrevista personal con Eddy Torres, Bogotá, 30 de mayo de 1982. 103 Álvaro Tirado Mejía, "El pensamiento de Alfonso López Pumarejo", Quinto Congreso de Historia de Colombia, Armenia, 1986.

parte del "New Deal" casi inmediatamente después de haber sido puesto en práctica, mientras que la legislación promovida por Alfonso López durante su gobierno no sufrió tales reveses. 104 Hay tres factores que explican el éxito de las reformas adelantadas por López Pumarejo. El primero y más importante de ellos fue la ausencia de una oposición formal del Partido Conservador, gracias en parte al boicoteo que hicieron al proceso legislativo durante todo el primer período de López. El segundo fue la feliz coincidencia de que López se hubiera posesionado precisamente en el momento en que Colombia superaba la depresión económica e ingresaba en una época de crecimiento económico destinado a extenderse mucho más allá de su gobierno. El tercero era el carisma personal de López y el dinamismo inherente a su programa. A diferencia de muchos de quienes lo precedieron en la presidencia, Alfonso López era una figura que despertaba entusiasmo y que prometía prontas realizaciones. "Mi gobierno quiere ser un animador de toda actividad pública o privada que se encamine al beneficio popular", dijo en su discurso de posesión el 7 de agosto de 1934.

En aquel mismo discurso, se refirió a la cuestión social, aludiendo a lo que llamó "las monstruosas injusticias" que pesaban sobre la sociedad colombiana, muchas de las cuales, en su opinión, estaban apoyadas por leyes que favorecían los intereses de la oligarquía. "El concepto de la igualdad ante la ley no es, ciertamente, una innovación jurídica ni moral mía", prosiguió López, y añadió: "Estoy seguro de que traerá sorprendentes resultados al practicarlo honradamente".'° 5 Losclmbianeuhrospalabras y estas los convencieron. Una vez posesionado, López actuó con rapidez para atacar el problema social de mayor urgencia, un movimiento agrario de graves proporciones centrado en las regiones cafeteras al sur y al suroccidente de la capital del país. Durante dos arios, el presidente halagó, sermoneó y reprendió al establecimiento político, consiguiendo finalmente arrancarle su célebre reforma agraria, concretada en la Ley 200 de 1936. Encapsulada en la frase del presidente, "el campesino busca estabilidad y no revolución; aspira a tener una parcela suya [...]"," la reforma puso en marcha un proceso a través del cual se introdujo una mayor equidad en la propiedad de la tierra en el

104 Una Corte Suprema hostil declaró inconstitucionales una serie de leyes del "New Deal", en especial aquellas que contemplaban la fijación de precios a través de la Administración de Recuperación Nacional. 105 Álvaro Tirado Mejía, El pensamiento de Alfonso López Pumarejo, Bogotá, Banco de la República, 1986, pp. 41, 46. 106 Alfonso López Pumarejo, La política oficial. Mensajes, cartas y discursos del presidente López, vol. 1, Bogotá, Imprenta Nacional, 1935, pp. 85. Esta observación fue hecha el 20 de julio de 1935, en el mensaje del presidente al Congreso.

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centro de la región cafetera. Puso fin así a la incertidumbre acerca de la propiedad de la tierra y de su titulación, y las últimas grandes haciendas cafeteras fueron divididas en parcelas de mediano y pequeño tamaño. La Ley 200 fue una vigorosa respuesta política a la exigencia de mayor justicia y claridad en el ámbito de las disputas por la tierra y, a la vez, solucionó un problema grave y potencialmente perturbador. Desde fines del siglo xix, los colombianos que no pertenecían a la élite se quejaban de que el gobierno y los tribunales permanecían impasibles cuando los ricos y las personas con conexiones pisoteaban sus derechos o, peor aun, colaboraban con ellos. Esto era lo que invariablemente sucedía en los casos de disputas sobre propiedad de tierras, así como en aquellos que involucraban los derechos de los trabajadores del campo. Finalmente, más de diez años antes de la aprobación de la Ley 200, una serie de acciones gubernamentales y de sentencias judiciales durante los gobiernos de Pedro Nel Ospina y de Abadía Méndez incitaron de nuevo a la sublevación agraria, que había llegado a su punto culminante el año en que Alfonso López Pumarejo fue elegido presidente. El movimiento agrario de 1928-1936 marcó una coyuntura histórica en la vida de la nación. Señaló una transición de la difundida aceptación de las jerarquías sociales y de la idea de la

justicia distributiva hacia la aceptación pública de valores individualistas e igualitarios. Junto con el movimiento laboral que lo precedió por poco tiempo, la sublevación agraria en Colombia anunciaba, a quienes fueron lo suficientemente perspicaces para percibirlo, que el cambio social que se había desarrollado durante los últimos veinticinco años había generado una metamorfosis de las actitudes populares. 1°7 Por fortuna para Colombia, aquel momento de transición ocurrió cuando la nación poseía un régimen político dispuesto y capaz de acomodarse a la exigencia popular de cambio. La revolución colombiana de la década del treinta fue doble. En primer lugar, y de la mayor importancia, se trató de un movimiento auténticamente popular. En su primera fase, la sublevación no fue dirigida por élites políticas que buscaran aprovecharse de ella en favor de sus respectivos partidos; tampoco fue dirigida por grupos opuestos a las élites, impulsados por visiones radicales del cambio social. Fue producida por campesinos sin tierra, que percibían que su gobierno finalmente se mostraba receptivo a sus exigencias de reforma agraria, y que actuaron de manera decisiva basándose en ese supuesto. La revuelta agraria fue entonces de carácter democrático y populista. En segundo lugar de importancia después de su aspecto democrático,

107 Los cambios materiales ocurridos en la Colombia rural que produjeron estas modificadones de actitud se discuten en el capítulo 5, supra.

fue la manera única como Colombia respondió al movimiento agrario. El gobierno nacional procedió con rapidez y agilidad, y de una manera que satisfizo a la enorme mayoría de los afectados. Tal respuesta era algo sin precedentes y único en la escasa historia de los movimientos populares colombianos. Y no sería repetida en Colombia en lo que restaba del tormentoso siglo xx. La revolución de la década del treinta estaba arraigada en las transformaciones económicas que siguieron a la Guerra de los Mil Días. Aquellos años estuvieron marcados por un rápido crecimiento, impulsado por élites ansiosas de progreso, cuyo deseo de ganar dinero rápidamente se convirtió en un fenómeno generalizado en todo el país. Rafael Reyes (1904-1909), fue el primero de una serie de presidentes empresarios que dedicaron sus energías a la modernización del país. Al igual que su sucesor, Carlos E. Restrepo (1910-1914), y que Pedro Nel Ospina (1922-1926), Reyes era un hombre de negocios que había acumulado una fortuna gracias a la explotación de los enormes recursos naturales de Colombia, que en su mayor parte permanecían inutilizados. En su juventud, Reyes se había unido a miembros de su familia que explotaban quinina y caucho en las selvas tropicales en las vertientes del

Amazonas.'" Restrepo y Ospina eran industriales antioqueños que debían también su éxito a la tierra. Sus empresas fueron financiadas con dinero ganado a través del cultivo y la exportación de café. Como hombres cuyo éxito personal se debía principalmente a la explotación de los recursos naturales y a la agricultura, era lógico que Reyes, Restrepo y Ospina, así como otros presidentes de la época republicana, concentraran sus esfuerzos de desarrollo en el campo.'" Cuando Rafael Reyes asumió la presidencia, promovió una serie de iniciativas gubernamentales dirigidas a estimular la producción agrícola, especialmente en el área del cultivo del café, el banano y el azúcar. Con el fin de conseguir capital para estos proyectos, alquiló las minas de esmeralda de propiedad del gobierno y vendió extensiones de terrenos de propiedad de la nación a individuos y compañías agrícolas. Entre la Guerra de los Mil Días y 1917, él y los dos hombres que lo siguieron en este cargo concedieron cuatrocientas mil hectáreas de tierra a quien prometiera hacerlas productivas." ° La transferencia de terrenos públicos al sector privado mediante la venta y concesión de tierras baldías no fue una innovación de la era republicana en Colombia. Durante el siglo xix, más de dos millones de hectáreas de

108 Para más detalles sobre las actividades de Reyes, véase capítulo 3, supra. 109 Para una presentación de la era republicana en Colombia, 1904-1930, véanse capítulos 3 y 5, supra. 110 Catherine LeGrand, Firmiier Expansion and Peasant Pwiest in Colombia, 1850-1936, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1986, pp. 185-204. Una hectárea equivale a 2,47 acres.

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baldíos fueron vendidas o entregadas entre 1865 y 1891, proceso de valorizaen concesión, en su mayor parte con ción que continuó después de las guela esperanza de estimular la confor- rras civiles de 1895 y de 1899-1902. 1 " mación de un campesinado autosufi- Una vez restablecida la paz después ciente y productivo. Este fue el obje- de la Guerra de los Mil Días, comentivo explícito de los gobiernos zó realmente la bonanza cafetera coliberales de las décadas del sesenta y lombiana: la producción se incremendel setenta de ese siglo, bajo cuya égi- tó anualmente entre el 4 y el 10%, a la da se distribuyeron más de un millón vez que se obtenían precios cada vez de hectáreas."' Lamentablemente, más altos por este lucrativo renglón de sólo un pequeño número de estas exportación." 4 concesiones pasaron a manos de peLos estudiosos han diferido en su queños propietarios. Un estudio que concepción del proceso mediante el abarca el período comprendido en- cual la Colombia rural se comerciatre 1827 y 1931, encontró que las in- lizó durante las últimas décadas del feriores a cincuenta hectáreas sólo siglo xix y las primeras del xx. El geóconstituían el 3,3% de las ventas pú- grafo Francisco Javier Vergara y Veblicas de tierra en las regiones cafete- lasco, quien presenció la privatización ras de Antioquia y Caldas."2 masiva de los terrenos públicos antes La venta de terrenos públicos en y después de la Guerra de los Mil Días, Colombia durante los siglos xix y xx se asombraba de la especulación geno llenó quizá las aspiraciones de- nerada por ella. Condenó el comercio mocráticas de los liberales doctrina- en los terrenos baldíos refiriéndose a rios, pero sí cumplió con el objetivo ellos como "el cáncer del territorio"." 5 secundario de estimular el desarrollo LahistordCenLGah económico. El historiador Marco Pa- llamado la atención sobre la "mezquilacios señala que el precio de las bue- na especulación rampante en la sonas tierras cafeteras se quintuplicó ciedad de colonos", encontrando que

111 C. LeGrand, Ibid., pp. 185-204, muestra que las tierras baldías no colonizadas fueron distribuidas de la siguiente manera: 1827-1869: 548.985; 1870-1900: 1'701.817; 19011917: 398.940; 1918-1931: 535.958. 112 Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, Linotipo Bolívar, 1986, pp. 160-161. 113 Marco Palacios, Coffee in Colombia, 1850-1970, An Economía, Social and Political History, Nueva York, Cambridge University Press, 1980, p. 37. 114 Paul Drake, The Money Docto; Durham, Carolina del Norte, Dulce University Press, 1989, p. 31; Diego Monsalve, Colombia cafetera, Barcelona, Artes Gráficas, 1927, p. 628; Charles W. Bergquist, Coffee arad Conflict in Colombia, 1896-1910, Durham, Duke University Press, 1978, p. 247; Carlos Esteban Posada, "La gran crisis en Colombia: el período 1928-1933", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 4, Bogotá, Planeta, 1989, p. 78. 115 Myriam Jimeno Santoyo, "Los procesos de Colombia. Siglo XX", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Relaciones internacionales, movimientos sociales, Bogotá, Planeta, 1989, p. 377.

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esta se convirtió en una de las principales fuentes de conflicto en toda la Colombia de fronteras." 6 En contraste, la antropóloga Nola Reinhardt revela que en la dinámica economía rural colombiana de comienzos del siglo xx, las fincas pequeñas no sólo competían con éxito con grandes operaciones comerciales, sino que, mediante un cuidadoso presupuesto de los salarios en efectivo, incluso los jornaleros sin tierra eventualmente estuvieron en condiciones de adquirir sus propias tierras. Su estudio, centrado en la región montañosa de Dagua, al oriente del Valle, rastrea la carrera de Juan Álvarez (1889-1957), quien emigró a esta zona con su familia en 1897. Con el dinero que había ahorrado como jornalero, alquiló inicialmente una tierra en la que cultivó una va-

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riedad de productos para los mercados locales. Finalmente, gracias al manejo cuidadoso de sus ganancias por la venta de productos agrícolas, pudo comprar varias fincas pequeñas que conjuntamente sumaban sesenta hectáreas. Ingresó así a las filas de los medianos propietarios en Colombia."' La historia de Juan Álvarez era un paralelo, a una escala infinitamente menor, de la de Jesús Sarmiento, un contemporáneo suyo un poco mayor, quien comenzó su carrera como vendedor ambulante de plátano en el Valle del Cauca. Sarmiento era un comerciante tan sagaz que llegó a ser uno de los hombres más ricos de Colombia. En el momento de su muerte, la frase "tiene casi tanta plata como don Jesús Sarmiento" era una expresión común en el Valle del Cauca."'

116 C. LeGrand, Op. cit., p. 36. 117 Nola Reinhardt, Our Daily Bread. The Peasant Question and Family Farming in the Colcmabian Andes, Berkeley, University of California Press, 1988, pp. 60-69. 118 José María Rojas, Empresarios y tecnología en la formación del sector azucarero en Colombia, 18601890, Bogotá, Banco Popular, 1983, pp. 82-87. Los estudiosos del conflicto agrario en Colombia se centran por lo general en la lucha entre los grandes y los pequeños intereses. No obstante, tanto los pequeños terratenientes como los grandes luchaban entre sí. Un ejemplo de lo anterior fue la disputa entre Jesús Sarmiento y otra persona, por un lote de tierra en el Valle del Cauca. Una tarde, Sarmiento se enteró de que su oponente había convencido a los funcionarios locales de que puesto que no había hecho nada para mejorar la propiedad, no tenía derecho a reclamarla. El historiador José María Rojas relata cómo Jesús Sarmiento enfrentó y superó este desafio: "A pesar de la hora avanzada —las seis de la tarde— montó nuevamente en su caballo y se dirigió a una de sus haciendas más próximas. Allí ordenó a su mayordomo que reuniera inmediatamente un buen número de trabajadores, tomados de las demás haciendas de su propiedad, para emprender un trabajo urgente durante la noche, como así se hizo. Habiendo reunido cerca de doscientos peones, Sarmiento se dirigió con ellos, provistos de herramientas, al sitio donde al día siguiente habría de tener lugar la diligencia decretada por la autoridad. Una vez llegados allí, Sarmiento dispuso abrir en un extenso bosque un ancho callejón y, a otra parte de su peonada, le ordenó cortar y clavar los postes necesarios para cercar de alambre de púas toda la extensión del globo sobre la que iba a recaer la diligencia decretada en la forma que se deja dicho. Toda la noche se trabajó a la luz de muchas lámparas de petróleo, intensamente y sin descanso, a tal extremo que, al amanecer, la obra estaba consumada en su integridad, pues cuando la autoridad de Tuluá llegó a ese

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314 / La modernización en Colombia Gracias a la prosperidad derivada del café y a la difundida propiedad de la tierra en la zona cafetera, la población rural de Colombia en las regiones de agricultura comercial adquirió rápidamente una mentalidad capitalista. En ese sentido, esta nación andina ocupó un lugar único a comienzos del siglo en América Latina, donde la mayor parte de los habitantes del campo eran campesinos sin tierra. Pero los colombianos Jesús Sarmiento, Juan Álvarez y muchos otros como ellos no eran personas de mentalidad campesina, y tampoco vivían como tales. Fueron agricultores comerciantes que, aunque a menudo eran analfabetas, no necesitaban aprender la lección que aparecía en un popular texto escolar de la época: "La ganancia es justa y legítima para el que tiene capital"." 9 Cientos de miles de campesinos como Sarmiento y Álvarez ya sabían mucho acerca del comercio, habiendo superado la condición de paisanaje de sus padres y de sus abuelos. Gracias a la rápida comercialización del campo en la región del centro de Colombia, habían llegado a ejercer un domino absoluto

de la tierra que explotaban comercialmente. Poseían movilidad geográfica y social en proporción al grado de su éxito comercial, y presidían sobre familias nucleares. Disfrutaban también de la perspectiva de una diferenciación económica casi ilimitada a largo plazo. Ninguna de estas eran condiciones que prevalecieran en la verdadera cultura campesina latinoamericana. Allí, los hogares extendidos, la propiedad colectiva de la tierra, la poca racionalidad de mer. cado y la poca movilidad social y geográfica eran la norma.'" El hecho de que, para comienzos del siglo xx, la mayor parte de los colombianos de la frontera cafetera hubieran dejado de ser campesinos, y se hubiesen convertido en personas de mentalidad moderna, explica su rápida y en ocasiones violenta respuesta a los abusos que los verdaderos campesinos soportaban tradicionalmente con estoicismo. A medida que avanzaba el siglo, los colonos colombianos registraban quejas cada vez más estridentes contra las agresiones de que eran objeto por parte de personas que detentaban un mayor poder

lugar a practicar la diligencia de señalamiento del lote solicitado, lo encontró con cultivos de pasto artificial, por lo cual el funcionario que decretó aquella diligencia fue suspendido de su práctica, debido a que sobre dicho lote existía ya una posesión del señor Sarmiento, principal interesado en este indiviso, y con esto cesó el peligro para aquel de que fuera interceptada una parte de su hacienda por un tercero". 119 Eduardo Posada y Roberto Cortázar, Instrucción cívica para escuelas y colegios, Bogotá, Selecta, 1913, p. 297. 120 Alan Macfarlane, cuando escribió The Origina of English Individualiun, Londres, Basil Blackwell, 1978, creó revuelo en los círculos de historiadores al argumentar que Inglaterra no era una sociedad campesina en los siglos xvi y xvii, sino más bien una sociedad capitalista preindustrial. Sus argumentos, ulteriormente desarrollados en The Culture of Capitalism, Nueva York, Basil Blackwell, 1978, pueden aplicarse a la región cafetera del centro de Colombia, al menos desde la década del setenta del siglo xix.

que ellos. Un ejemplo típico de tales protestas se encuentra en una petición dirigida al Ministerio de Obras Públicas, en 1910, mediante la cual se le solicitó que intercediera en una disputa entre un colono y un hombre llamado Jorge Walker. Soy un colono dentro del predio que quiere coger el señor Wallrer, y tengo allí casita, albergue de mi esposa y de mis hijos, y sería una injusticia echarlos de allí para darle catorce plazas más a quien tiene centenares."

Una queja similar fue presentada algunos años más tarde por campesinos del occidente del Valle: No creemos razonable que, por el hecho de colindar nuestra propiedad con la de los herederos del señor Sierra, éstos se llamen dueños de un terreno que, como es de dominio público, no les ha pertenecido nunca.'"

No obstante, otra petición advertía que "si la ley no respeta nuestros derechos de propiedad [...1 conocemos el camino que debemos seguir: bien sea el del crimen o el de la migración".'" Todas éstas eran expresiones de colo-

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nos ambiciosos, decididos a que no les fuera negado el acceso a la tierra de la que provenía toda la prosperidad nacional." La creciente exigencia de equidad por parte de la dase emergente de pequeños propietarios finalmente halló eco entre los campesinos menos favorecidos, los aparceros, empleados en las haciendas cafeteras al suroccidente de Cundinamarca y al oriente de Tolima. Estos agricultores vivían en fincas adquiridas por sus propietarios durante la bonanza de las concesiones de baldíos realizadas entre 1870 y la Guerra de los Mil. Días. Les estaba prohibido cultivar café en las pequeñas parcelas que alquilaban o bien, si se los permitían, estaban obligados a vendérselo a la hacienda a precios inferiores a los del mercado; entretanto, veían cómo los cafetos que cuidaban hacían ricos a los ausentes terratenientes. Los aparceros de las haciendas cafeteras se encontraban en un escalón inferior de la jerarquía rural a los exigentes jornaleros, quienes cambiaban su trabajo por dinero en efectivo. Los

121 Darío Betancourt y Martha L. García, Matones y cuadrillas. Origen y evolución de la Violencia en el occidente colombiano, Bogotá, Tercer Mundo, 1990, pp. 48-49. 122 Ibid., pp. 49-50. El tono de esta carta marginalmente iracunda fue una respuesta al intento de apoderarse de la tierra por parte de los ricos herederos de José, Pepe Sierra, campesino que había hecho millones gracias a su habilidad para los negocios. 123 C. LeGrand, Op. cit., p. 65. 124 Para detalles sobre el vínculo entre los ingresos agrícolas y la expansión del mercado interno colombiano y del sector industrial, véase: Rosemary Thorp, Economic Management and Econornic Development in Peru and Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1991, pp. 6-7; Miguel Urrutia, The Development of the Colombia?: Labor Movement, New Haven, Yale University Press, 1969, pp. 49 y ss.; José A. Ocampo, "La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 5, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 231-232.

316 / La modernización en Colombia



dolo, aunque con dificultad cada vez mayor. La continua democratización de la tenencia de tierras en la zona cafetera agotaba la mano de obra disponible, y la comercialización del campo introdujo un conjunto de actitudes que erosionaba las tradicionales en las haciendas cafeteras. A medida que se acercaba la década del treinta, las grandes haciendas de Viotá y Sumapaz parecían dinosaurios institucionales, rodeadas por miles de fincas pequeñas cultivadas por sus propietarios.'" Se habían convertido, según la pintoresca metáfora de uno de sus estudiosos, en "islas en medio de las parcelas pequeñas y medianas de agricultores independientes".'" Los aparceros de las haciendas de Par1920,teinñosdpuée haber optado por un sistema laboral Viotá y de Sumapaz participaron, en la medida de sus posibilidades, de la esencialmente premoderno, dirigido prosperidad generada por el café a hombres de mentalidad campesina, durante las tres primeras décadas los propietarios de las haciendas continuaron manteniéndolo y defendién- del siglo, cultivando una variedad de

jornaleros de la región de Viotá, rica en café, "despreciaban a los aparceros y les tenían compasión", escribe un estudioso de esta región.'" Los propietarios de las haciendas cafeteras desarrollaron su sistema laboral a fines del siglo xix, antes de que Colombia iniciara su atropellada carrera hacia la modernidad, impulsada por la bonanza cafetera. En aquella primera época, cuando se establecieron las haciendas de Viotá y de Sumapaz, pocos terratenientes podían pagar a sus trabajadores en efectivo. Por consiguiente, la mayor parte de ellos adoptó la vía desaconsejable de asegurar su fuerza laboral a través de los cultivos compartidos, el alquiler y otras formas de tenencia.' 26

125 Michael Jiménez, "Class, Gender, and Peasant Resistente in Central Colombia, 19001930", en: Forrest D. Colburn, ed., Evesyday Forms of Peasant Resistance, Nueva York, M. E. Sharp, 1989, p. 126. 126 Un manual para caficultores, publicado en 1892, aconsejaba no llevar a cabo este tipo de arreglos, haciendo énfasis en las ventajas de pagar a los trabajadores en efectivo. 'bid., p. 125. 127 El Sumapaz es una zona quebrada de aproximadamente dieciséis mil kilómetros cuadrados, ubicada en la Cordillera Oriental. Se encuentra al sur de la Sabana de Bogotá y se extiende a los departamentos de Tolima, Huila y Meta. Su mayor altura es la Sierra Nevada de Sumapaz, a 4.300 metros, 70 kilómetros al suroriente de la población de Fusagasugá. Toda la región comprende cerca de 180 kilómetros sobre su eje nororientalsuroccidental, y 80 kilómetros sobre su eje noroccidental-suroriental. Viotá es una región mucho más pequeña, ubicada a menor altura, más poblada y de fácil acceso, al suroccidente de Bogotá. Comprende cerca de 250 kilómetros cuadrados y es la principal zona cafetera de Cundinamarca. p. 103. 128 M. Palacios, Coffee in Colombia, 1850-1970, An Economic, Social and Political Histosy, Op. cit., Para 1923, el 56% del café colombiano se cultivaba en parcelas de doce hectáreas o menos. Para 1932, esta cifra se aproximó al 60%. J. A. Ocampo, Op. cit., pp. 239-240. El primer censo del café, realizado en 1932, reveló que el 87% de las fincas caían dentro de la categoría de pequeñas, con cinco mil o menos cafetos. N. Reínhardt, Op. cit., p. 83.

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alimentos en sus parcelas, montando pequeños negocios, por lo general clandestinos, y dedicándose a todas las actividades que se les ocurrían para beneficiarse de la riqueza generada por el café.' 29 Sin embargo, los dueños de las haciendas no abandonaron su decisión de negarles una participación directa en la bonanza cafetera. Esto era aún más exasperante para los arrendatarios, pues sabían que los propietarios habían reclamado ilegalmente extensos baldíos que no estaban en capacidad de cultivar. En uno de los casos más flagrantes, el de la Hacienda Sumapaz, de trescientas mil hectáreas, sus presuntos propietarios sólo tenían los títulos legítimos de nueve mil trescientas hectáreas.'" Únicamente una fracción de la Hacienda Sumapaz y de otras como ella estaba dedicada a la producción de café; en su mayor parte estaba sin cultivar, sin ocupar, y no podía ser colonizada. Lo que agravaba el descontento en las haciendas cafeteras colombianas era el hecho de que los propietarios continuaban tratando a sus empleados irrespetuosamente, como lo sugiere la negativa generalizada a dar contratos de servicio por escrito, no ofrecer educación para los hijos de los

arrendatarios y la falta de preocupación por el hecho de que los trabajadores, que laboraban en las laderas cubiertas de café, no tuvieran ninguna protección contra los elementos. Los aparceros de Viotá y de Sumapaz, en síntesis,' eran conscientes de que los dueños de las haciendas los trataban como campesinos y los consideraban como tales. Finalmente, los aparceros de Viotá y de Sumapaz recibieron el apoyo que necesitaban para desafiar sus condiciones de trabajo. Este apoyo provino del propio gobierno nacional, el cual, durante la década del veinte, comenzó a implementar una serie de leyes dirigidas a aplacar el belicoso e incipiente movimiento laboral. Aunque se encarcelaba a los dirigentes sindicales y se utilizaba al ejército para disolver las huelgas, los presidentes Suárez, Ospina y Abadía promovieron leyes que contemplaban una jornada laboral de ocho horas, y que mejoraban las condiciones de trabajo y protegían la salud de los trabajadores. En 1924 se creó la Oficina del Trabajo, y dos años después se había elaborado el Código Nacional del Trabajo."' La mayoría de quienes presenciaron esta avalancha de legislación laboral la consideraron de carácter

129 Para más detalles sobre este aspecto de la actividad económica de los aparceros antes de su sublevación contra los dueños de las haciendas, véase capítulo 5, supra. 130 C. LeGrand, Op. cit., p. 113, sugiere que incluso los títulos de las nueve mil trescientas hectáreas iniciales eran legalmente dudosos. 131 Este código nunca se convirtió en ley. La discusión de estas medidas se encuentra en Mauricio A,chila Neira, Cultura e identidad obrera, Colombia: 1910-1945, Bogotá, Anthropos, 1991. Véase también C. LeGrand, Op. cit., p. 132; Bernardo Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936, Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 148-149.

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318 / La modernización en Colombia defensivo, diseñada para contrarrestar lo que un reportero extranjero describió como "el creciente sentimiento socialista" en Colombia.' 32 Pero pocos percibieron que las leyes ofrecerían justificación legal para la sublevación agraria en Colombia. Los colombianos son gente conservadora, legalista, y los aparceros y colonos de Viotá y de Sumapaz no fueron la excepción.' 33 Durante décadas habían aguardado algún signo de que el gobierno podría ayudarles a ellos, en lugar de ponerse siempre del lado de los influyentes hombres para quienes trabajaban. Súbitamente, gradas ala legislación laboral mencionada, se recompensó su paciencia. En cuanto la legislación propuesta por el presidente Ospina sobre accidentes y salud se convirtió en ley, en 1925, los aparceros de Viotá y Sumapaz comenzaron a pedir a los dueños de las haciendas que acataran las nuevas reglamentaciones del trabajo. La mayor parte de los terratenientes se horrorizaron al ver que sus iletrados

peones les hacían exigencias, y pronto rechazaron sus solicitudes sin pensarlo dos veces. Sólo en los municipios de Quipile- y de Cachipay, que cubren una región al norte de Viotá y al occidente de Bogotá, los hacendados acataron las nuevas leyes laborales. En 1925 firmaron con sus arrendatarios el Pacto de Quipile, según el cual se comprometían a acortar la jornada y la semana laboral, y a mejorar las asignaciones de alimentos a sus empleados. "4 Al mismo tiempo que se negociaba el Pacto de Quipile, los aparceros de la hacienda El Chocho, ubicada en el municipio de Fusagasugá, al norte de Sumapaz, exigieron concesiones similares de sus empleadores.'" Infortunadamente, los hermanos Carlos y Manuel Caballero, copropietarios de El Chocho, los ignoraron. El problema permaneció estancado más de un año. Finalmente, los arrendatarios viajaron a Bogotá donde presentaron sus quejas ante el ministro de industria, José A. Montalvo.' 36

Op. cit., nota 80. B. Tovar, 132 Del New York Times, 4 de marzo de 1928, citado en M. Archila, Op. cit., coloca las nuevas leyes en perspectiva, al observar que su cumplimiento "fue muy restringido durante los años siguientes, llegando en algunos casos a ser inexistente" (p. 149). 133 Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo mí, Bogotá, Temis, 1964, p. 143, atribuye el conservatismo y el legalismo de los colombianos al hecho de que la nación careció de una poderosa aristocracia territorial durante la época colonial, como también al hecho de que, durante esta misma época, tuvo clases artesanas urbanas comerciales, y burocráticas, fuertes y coherentes. Bogotá, La 134 Jesús A. Bejarano, El régimen agrario de la economía aportadora a la economía industrial, Carreta, 1979, pp. 262-264. 135 La historiadora Catherine LeGrand, en: "Campesinos y asalariados en la zona bananera de Santa Marta, 1900-1935", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cu/hita, (11), 1983, p. 242, encontró que los trabajadores de la zona bananera del norte de Colombia también conocían las nuevas leyes laborales. En 1925, iniciaron protestas que terminaron trágicamente en diciembre de 1928, como se describe en el capítulo 6, supra. 136 La Oficina del Trabajo era una dependencia del Ministerio de Industria.

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Los once puntos del "Manifiesto de tos escritos con los trabajadores, los los arrendatarios de El Chocho" re- protegieran de las inclemencias del velan con claridad que estos traba- tiempo, les concedieran el privilegio jadores eran completamente moder- de tomar materiales para vivienda, nos en su enfoque de los asuntos especialmente madera, de las tierras económicos y conscientes de sus dere- de la hacienda, y que se acatara la chos como ciudadanos colombianos. jornada laboral de ocho horas conSiete de los artículos se relacionan templada en la ley.'" Carlos y Manuel Caballero reacespecíficamente con el dinero, reflejando la idea que tenían los arrenda- cionaron como era predecible a la detarios del poder del mismo para claración de independencia de sus liberarlos del humillante y anticuado arrendatarios: trataron de expulsarsistema laboral al que estaban some- los de su propiedad —de una tierra que muchos de ellos habían ocupado tidos. durante varias décadas—. Pero el es"Exigimos" —escribieron-- la liber- fuerzo de los Caballero resultó, en últad de comercio que consagra nues- tima instancia, vano. La época de las tra Constitución Nacional [-J. Que grandes propiedades sin explotar en el arrendamiento de las tierras [...]. se nos exija únicamente en dinero el centro de Colombia tocaba a su fin, Que el avalúo que se haga para pues tanto los campesinos sin tierra fijar los arrendamientos no se repita como el gobierno se levantaban en su sino cada tres años [...]. Que la ha- contra. Pronto, incluso los hermanos cienda debe pagar las mejoras por Caballero llegaron a reconocer este un justo precio (en caso de lanzamien- hecho. Después de resistirse a las exito) Que la hacienda suprima del gencias de sus aparceros durante casi reglamento el sistema de multas [–]. Que la hacienda pague el jornal se- ocho años, hasta 1933, vendieron El gún el precio corriente Que si los Chocho ala Gobernación de Cundinaseñores Caballero no aceptan estas marca, la cual lo subdividió y vendió bases, se convenga y se celebre un las parcelas a precios modestos.'" plan, mediante el cual los arrendaLa coincidencia de exigencias potarios reclamantes puedan adquirir pulares de cambio del sistema de teen propiedad, por intermedio de un nencia de la tierra en Colombia y la banco, las hipotecas y amortizaciones disposición del gobierno de responder acostumbradas para estos casos [...].'" a ellas, se debió a la difundida idea de Otros artículos pedían que los due- que el progreso nacional se veía obsños de la hacienda firmaran contra- taculizado por un régimen agrícola 137 Hermes Tovar, El movimiento campesino en Colombia, Bogotá, Ediciones Libres, 1975, pp. 78-80. 138 Ibíd., pp. 78-80. 139 La mejor discusión sobre la lucha por El Chocho se encuentra en: Elsy Marulanda, Colonización y conflicto. Las lecturas del Sumapaz, Bogotá, Tercer Mundo, 1991, pp. 103-119. Véase también H. Tovar, Op. cit., pp. 76-88, y J. A. Bejarano, Op. cit., pp. 264-266.

320 / LA modernización en Colombia anticuado, tipificado por la hacienda El Chocho. Incluso antes de la que legislación laboral pusiera en marcha la sublevación agraria, inteligentes miembros de la élite política habían criticado una política económica que toleraba la propiedad de grandes extensiones de terreno mal cultivadas. El teórico liberal Alejandro López fue uno de estos enemigos de lo que llamó las actitudes "feudales" de los

grandes terratenientes de su país. En 1931, López propuso una reforma agraria, fundamentada en la idea de que la propiedad implica ciertas obligaciones sociales. Este era un concepto radicalmente nuevo en la jurisprudencia colombiana, aunque tenía antecedentes tanto en el pensamiento liberal como en el conservador. A través de sus escritos, Alejandro López contribuyó a difundir los principios que más tarde fueron elaborados en la Ley 200 de 1936. "El Partido Liberal es un partido agrario", escribió en 1931, prosiguiendo a proponer que sus copartidarios suscribieran una redistribución radical de la tierra. Se propone subdividir la tierra colombiana por medios legales, racionales y científicos, a expensas de los latifundios y ejerciendo presión fiscal para que no haya en Colombia tierra asignada que no desempeñe su función social de servir para el mante-

La república liberal y sus críticos / nimiento y vivienda de la población. Tendrá protección especial y ayuda del Estado todo hogar actual o en vía de formación que desee poseer tierras bien situadas por medio del esfuerzo individual, para asegurarse un trabajo independiente y lucrativo. ' 4°

López era un propagandista de tanto éxito y sus ideas resultaban tan

atractivas para la mayoría rural colombiana que, para 1931, los campesinos justificaron su invasión de las haciendas y de los baldíos en términos de la función social de la propiedad.'" El plan de Alejandro López para la reforma agraria estaba arraigado en la creencia liberal tradicional de que la difundida propiedad de los terrenos en el campo intensificaba la estabilidad en las sociedades democráticas. "En todo país civilizado", escribió en 1926, "la columna vertebral de la sociedad, el nervio de la paz y de la estabilidad, es el campesino terrateniente". 142 Durante la década del veinte, muchos conservadores llegaron también a aceptar esta idea. En 1929, el ministro de minas, José A. Montalvo, afirmó que era "imperativo" que la propiedad de la tierra fuese popularizada, pues las fincas pequeñas y cultivadas intensamente incrementaban el valor de la tierra y contribuían así "al enriquecimiento colectivo de la sociedad". 193 En 1931, los delegados a la convención del Partido Conservador

140 Alejandro López, Obras selectas, Bogotá, Imprenta Nacional, 1982, p. 412. 141 Este fue uno de los puntos a los que aludió el ministro de industria, Francisco José Chaux, en su mensaje al Congreso aquel año. C. LeGrand, Fmntier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., p. 119. 142 A. López, Op. cit., p. 22. 143 C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., p. 97.

se comprometieron con "el estímulo de la pequeña propiedad y del cultivo familiar" a través de la provisión de préstamos avalados por el gobierno para quienes aspiraban a adquirir tierras.' 44 A pesar del considerable apoyo que tenía entonces la reforma agraria en los altos niveles del gobierno y entre la población en general, los representantes de los intereses de los terratenientes intentaron preservar el antiguo sistema. En 1933, el ala derechista del liberalismo se unió a los conservadores para derrotar la reforma agraria propuesta.'" Dos años más tarde, en marzo de 1936, los grandes terratenientes conformaron su grupo de cabildeo contra la reforma, la Asociación Patronal Económica Nacional (APEN).'" Pero incluso si tal asociación hubiera sido más ineficaz de lo que fue, el creciente desasosiego rural y los temores que este generaba entre las élites, llevó a que estas

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la rechazaran y condujo a sus antiguos seguidores al campo de la reforma. Entre 1930 y la aprobación de la Ley 200, el descontento rural aumentó geométricamente. Para 1933, la agitación había llegado a tal punto en Sumapaz que El Tiempo reportó "una guerra de guerrillas" en toda esta región."' Los colombianos ricos temían que su país se encontrara al

borde de la revolución social. Antes de la revuelta agraria de la década del treinta, los aparceros de las grandes haciendas cafeteras solían desafiar el sistema político mediante la evasión de impuestos, negarse a comparecer para responder a requerimientos legales y el contrabando. Una vez iniciada la sublevación agraria, sin embargo, su oposición se hizo más directa, como sucedió en el caso de la hacienda Tolima, en el municipio de Ibagué. A mediados de 1934, sus propietarios iniciaron una acción legal para el lanzamiento de Santos

144 Partido Conservador, Op. cit., pp. 110-111. Cerca de un año antes de la convención del Partido Conservador, el 29 de diciembre de 1930, una de sus figuras más importantes, Mariano Ospina Pérez, promovió la legislación que produjo la Ley 67 de 1931, mediante la cual se autorizaba la creación de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero (Caja Agraria). Para el texto de la propuesta de Ospina, véase M. Ospina Pérez, Op. cit., pp. 37-41. 145 El programa de Olaya hubiera devuelto una cantidad de tierras ilegalmente poseídas y subdesarrolladas a la condición de baldíos. Esta tierra hubiera sido entonces distribuida entre los colonos. Las grandes propiedades en producción hubieran sido adquiridas por el gobierno, y luego parceladas y vendidas a los campesinos, quienes las hubieran adquirido a través de los préstamos de la recién creada Caja Agraria. 146 La declaración oficial de los objetivos de la APEN se encuentra en Abel Carbonell, La quincena política, vol. 3, Bogotá, Imprenta Nacional, 1952. 147 El Tiempo, 3 de septiembre de 1933. Antes de que la Ley 200 le pusiera fin, la invasión de tierras se extendió más allá de Viotá y de Sumapaz, a Caldas y al norte del Valle, y a zonas dispersas donde había grandes haciendas, en Santander, Antioquia, Bolívar y Magdalena. El mejor tratamiento general de este problema se encuentra en C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 109-134.

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en Colombia

Vergel y su familia de una parcela al- quierdistas desempeñaron un imporquilada que habían ocupado duran- tante papel en el éxito del movimiento te algunos años. Los otros arrendata- agrario. Por una parte, como persorios unieron fuerzas con Vergel para nas coherentes, carismáticas, y por lo ayudarle a oponerse al lanzamiento. general instruidas en derecho, ofreDe allí se siguió una confrontación ar- cían a los colonos y a los aparceros el mada entre los arrendatarios y la po- liderazgo que tanto necesitaban. Por licía local, en la cual murieron dos otra, como miembros de una contraélite abiertamente socialista que policías y trece arrendatarios. Las muertes ocurridas en la ha- abogaba por la confiscación directa de cienda Tolima y otros episodios simi- las grandes haciendas, cumplieron con lares acaecidos a comienzos de la el propósito adicional de llevar a los década del treinta intensificaron el temerosos terratenientes a apoyar la sentimiento público a favor de los reforma mucho más moderada del arrendatarios y fortalecieron a los po- gobierno. Alfonso López Pumarejo se líticos partidarios de la reforma. El comprometió a que el Estado compen15 de agosto de 1934, un día después sara a los propietarios por todas las de la tragedia, tanto El Espectador, dia- propiedades privadas confiscadas por rio liberal, como El Anís, conservador, el gobierno, y a exigir que los camdefendieron la acción de los arren- pesinos pagaran por todas las tierras datarios y condenaron a la policía recibidas de esta manera. En el punto culminante del movitolimense. Aquel mismo día, el joven miento agrario, 1933-1935, Jorge y ardiente reformador liberal, Jorge Eliécer Gaitán y otro abogado de izEliécer Gaitán, se levantó en el Conquierda, Erasmo Valencia, organizagreso para atacar "los apolillados córon partidos políticos dedicados a digos, elaborados para el sostenimiento de una situación feudal [...I programas más radicales de reforma apoyados por las autoridades crimina- agraria que el propuesto por López les que nos oprimen".'" Un mes des- Pumarejo. Pero ni la Unión Nacional pués de la trágica confrontación, el Izquierdista Revolucionaria (UNIR), presidente Alfonso López Pumarejo, ni el Partido Agrario Nacional (PAN), recién posesionado, hizo eco de la ai- tuvieron larga vida. El UNIR, creado rada opinión pública cuando se re- en 1933, fue disuelto por su fundahusó a hacer cumplir lo que llamó dor en 1935, después de una terrible "leyes antidemocráticas que favorecen derrota en las elecciones para el Congreso. El PAN fue aún más efímero. a los terratenientes" . 149 Gaitán y otros críticos sociales iz- Creado en 1935, fue abandonado por Gaitán, 2' ed., Bogotá, Jorvi, 1968, p. 61. 148 Jorge Eliécer Gaitán, Los mejores discursos de 149 Lo hizo en una célebre carta dirigida a prominentes terratenientes, quienes le habían escrito pidiendo que el presidente defendiera sus intereses. La famosa respuesta de López se encuentra en A. López Pumarejo, op. cit., tomo 1, pp. 69-70.

su fundador cerca de un año después. Sin embargo, ambas colectividades, cuyo apoyo provenía principalmente de los aparceros y pequeños propietarios de Sumapaz, contribuyó al multifacético movimiento agrario. Uno de los más notables éxitos organizativos de UNIR y de PAN involucró a la hacienda El Chocho. En agosto de 1933, Gaitán y Erasmo Valencia animaron a tres mil miembros de sus partidos a invadir la hacienda. Dos meses más tarde, la Gobernación de Cundinamarca adquirió El Chocho y comenzó a parcelarla. Los miembros de la UNIR fueron también activos en la organización de los arrendatarios de la hacienda Tolima.'" El Partido Comunista de Colombia (PCC) desempeñó asimismo un papel útil en los esfuerzos de reforma. Fundado en 1930, después de la disolución de su antecesor, el Partido Socialista Revolucionario, operó principalmente en Viotá, donde ayudó a

organizar ligas campesinas, promovió la invasión de tierras y ayudó a los miembros de las ligas a desafiar a los hacendados sembrando cafetos en sus tierras de alquiler."' Alfonso López Pumarejo no hubiera podido pedir un escenario más propicio para su iniciativa reformista de 1935-1936. El creciente desasosiego social dio especial peso a la propuesta de reforma agraria que constituía el núcleo de su mensaje al Congreso del 20 de julio de 1935. Una semana después del mensaje, López tomó prestada una página del Idearium liberal de Alejandro López, al pedir a su partido que adoptara la siguiente declaración: El Partido Liberal es un partido agrario. Se propone subdividir la tierra colombiana [...] a expensas de los latifundios y generando presión fiscal para que no haya en Colombia tierra asignada que no desempeñe su función social [...]. El Partido Liberal

150 Fuentes originales sobre Gaitán y la UNIR pueden encontrarse en J. E. Gaitán, Op. cit., y en Luis Emiro Valencia, Gaitán: antología de su pensamiento social y económico, Bogotá, Colombia Nueva, 1968. Una buena visión general de Gaitán y la UNIR aparece en Richard E. Sharpless, Gaitán of Colombia. A Political Biography, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1977, pp. 71-84. No existe un estudio detallado sobre Erasmo 'Valencia y su partido. No obstante, hay breves descripciones de ambos en E. Marulanda, Op. cit., pp. 126-129; C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant PrOkSt in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 124-125; Medófilo Medina, "Los terceros partidos en Colombia, 1900-1960", en: Alvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 284-285. 151 El Partido Comunista, sin embargo, debilitó también el movimiento agrario. Habiendo recibido instrucciones de la Internacional Comunista de identificar y atacar el fascismo, los líderes del partido atacaron a Gaitán y a la UNIR por fascistas. UNIR les respondió de la misma manera. El 28 de noviembre de 1933, el periódico de la UNIR, El Diario, de Cali, atacó ferozmente a los comunistas, "incapaces por sí mismos de formarse un ambiente, por sus teorías utópicas e inadaptables a nuestro medio". La hostilidad entre estos dos partidos llegó a su punto más álgido durante los enfrentamientos armados entre miembros de ambos grupos a comienzos de 1934. Para más detalles sobre las actividades comunistas en Viotá y Sumapaz, véase Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia, Bogotá, Colombia Nueva, 1980, pp. 114-131; M. Archila, Op. cit., p. 293.

324 / La modernización en Colombia considera la pequeña propiedad como un medio de liberación económica necesario e imprescindible.

La mayoría de los copartidarios de López rechazaron esta nueva definición de su partido como partido agrario. Se negaron también a apoyar la idea de López de que fuese el Partido Liberal el que favoreciera a colonos y arrendatarios a expensas de los grandes terratenientes. Apoyar el llamado populista del presidente alienaría aún más a los liberales dedicados al cabildeo en contra de la reforma, APEN, e igualmente a la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), organización conservadora.'" Sin embargo, la mayoría de los miembros de la convención liberal estaban a favor de la reforma, y coincidían con el presidente en pensar que los latifundios debían ser divididos y puestos a disposición de quienes no tenían tierras. Durante el resto de 1935 y todo 1936, los liberales partidarios de la reforma, encabezados por Darío Echandía, Carlos Lleras Restrepo y Francis-

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co José Chaux, se unieron para hacer aprobar la Ley 200 en el Congreso.'" A medida que la Ley se aproximaba a su aprobación definitiva, nuevos acontecimientos se combinaron para facilitarla. En el transcurso de 1935, la oposición por parte de la izquierda al programa de reforma de López Pumarejo cesó abruptamente. En marzo de aquel año, Jorge Eliécer Gaitán abandonó la UNIR, después de la apabullante derrota de este partido en las elecciones nacionales. Posteriormente se reintegró al Partido Liberal y orientó sus esfuerzos reformistas hacia la Colombia urbana. Simbólico del cambio de orientación de Gaitán fue su aceptación de la Alcaldía de Bogotá catorce meses después.'" La oposición comunista a López Pumarejo y a su programa de reforma terminó en noviembre de 1935, cuando los dirigentes de este partido aconsejaron a sus miembros que se unieran a los elementos "burgueses progresistas" en la lucha mundial contra el fascismo. Los miembros del

152 Fundada en 1871, la SAC contó tradicionalmente con los hombres más ricos e influyentes del país entre sus miembros. Una discusión de la oposición de la SAC a la reforma agraria se encuentra en Jesús A. Bejarano, Economía y poder. La SAC y el desarrollo agropecuario colombiano, 1871-1984, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1985, pp. 194-206. 153 Un buen resumen de este proceso puede encontrarse en Piare Gilhodes, "La cuestión agraria en Colombia, 1900-1946", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 3, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 194-206. 154 "La liquidación de facto de la UNIR marca un cambio de orientación de Gaitán hacia la ciudad", escribe P. Gilhodes, Op. cit., pp. 324-325. Gilhodes continúa diciendo que la repentina acción de Gaitán no disminuyó su prestigio de "adalid agrario". Hubo, sin embargo, al menos un miembro de la UNIR que se ofendió por la manera como Gaitán había abandonado este partido. En 1936, el cofundador de la UNIR, Fermín López Giraldo, denunció públicamente a Gaitán como traidor a la causa agraria en su libro El apóstol desnudo, o dos años al lado de un mito, Manizales, Arturo Zapata, 1936.

Partido Comunista obedecieron, y se convirtieron en seguidores de Alfonso López y oponentes de todas las facciones políticas de ideas más derechistas.'" El Partido Agrario Nacional de Erasmo Valencia sufrió una suerte análoga a la de la UNIR, con la diferencia de que fue el partido quien abandonó a Valencia y no al contrario. Un año después de que los miembros del PAN eligieron a su dirigente en la Asamblea de Cundinamarca, Valencia los irritó al oponerse a los pmgramas de parcelación del departamento. Cuando el PAN se desintegró y sus miembros, imitando a Gaitán, regresaron a sus partidos anteriores, los antiguos integrantes del PAN le dirigieron una carta a Valencia, en la que expresaron su desencanto: Estamos, naturalmente, confundidos, sin saber si usted es liberal, conservador, socialista, comunista, y menos aún si está afiliado a lo que se llama actualmente izquierdas o derechas. 156

La Ley 200 fue aprobada el 14 de diciembre de 1936. Uno de los elementos más importantes de dicha ley fue que aclaró los títulos de propie-

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dad en toda la zona de invasión de tierras. Los terratenientes que habían sufrido este problema antes de 1935, y que no demostraron la posesión legal de sus tierras, fueron obligados a reintegrar estas propiedades a la nación; esta, 'a su vez, las declaró baldías y las ofreció a los colonos. Los campesinos que habían invadido estas tierras adquirieron la condición de colonos, y pudieron obtener gratuitamente los títulos de las tierras que ocupaban. Todos los demás, incluyendo a los propietarios que se encontraban en la zona cafetera y otros lugares del país, podían establecer su posesión legal si suministraban evidencia escrita de la misma, fechada al menos treinta años antes de la aprobación de la Ley 200. En este sentido, dicha ley abolió la sentencia de la Corte Suprema de 1926, según la cual todos los terratenientes debían mostrar el título original de propiedad de cualquier terreno.'" La Ley 200 estableció también tribunales especiales de solución de disputas sobre la propiedad de tierras. En los casos legales en los que los terratenientes convencían a los arrendatarios y luego los desalojaban, se les

155 Lo que se describe como "el viraje" en la estrategia del partido es tratado en M. Medina, Op. cit., pp. 263-269. 156 De una carta enviada por campesinos a Erasmo Valencia, marzo de 1937, citada en E. Marulanda, Op. cit., p. 111. 157 Esta disposición fue la base de críticas posteriores en el sentido de que la Ley 200 "legitimó la usurpación de terrenos públicos ocurrida en el siglo pasado". C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 150-151. Otra parte de la ley, el Artículo 6, fue diseñada para obligar a los terratenientes a poner sus tierras en producción en un plazo de diez arios, o correr el riesgo de perderlas. Esta disposición, dirigida precisamente a aplacar a quienes criticaban la Ley 200 por permitir que los terratenientes se salieran con la suya con excesiva facilidad, nunca fue aplicada.

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326 / La modernización en Colombia exigía a los propietarios que reembolsaran a sus antiguos empleados cualquier mejora que hubieran realizado durante el tiempo que ocuparon la tierra. En caso de que los propietarios no pudieran pagar las mejoras, los arrendatarios tenían derecho a adquirir sus parcelas. La Caja Agraria les ayudaba a hacerlo. Cuando se aprobó la Ley 200, aquella había otorgado ya más de 133 mil préstamos. En el transcurso de los seis años siguientes, entre 1936 y 1943, se aprobaron 453.618 préstamos adicionales.' 58

AunqelosprétamdCjAgria eran de $450 a $650 cada uno, esta suma era suficiente para comprar una finca de cinco a seis hectáreas a la tasa prevaleciente de $70 por hectárea en las zonas de parcelación del gobierno.'" Así, un préstamo de la Caja Agraria permitía comprar una finca por lo general más grande que la finca cafetera típica de Cundinamarca, Tolima o Caldas.'" La Ley 200 fue complementada por un programa de parcelación del gobierno, que aceleró la redistribución

de la tierra en la zona central de Colombia. Para 1940, el gobierno y el Banco Agrícola habían adquirido 470 propiedades, qué fueron subdivididas en 20.140 fincas de tamaño familiar."' La multifacética respuesta del gobierno a la sublevación agraria disolvió lo que muchos consideraron como el problema social más grave que había enfrentado la nación en el transcurso de su historia. Una vez que las haciendas cafeteras arcaicas fueron parceladas y se aclaró la titulación de tierras, el movimiento agrario desapareció. Esto no significa que la Ley 200 y los programas de préstamos y de parcelación que la acompañaron hubieran llevado la paz a la Colombia rural. Sencillamente cambiaron el carácter del conflicto en estas regiones. La reforma agraria, por el contrario, intensificó el conflicto en las zonas rurales, al individualizar aún más la lucha por la tierra. Acontecimientos posteriores revelarían que el campo en Colombia era un lugar donde la competencia por la tierra

158 Los datos sobre el número de préstamos otorgados por la Caja Agraria entre 1936 y 1943, y su valor total, aparecen en Carlos Lleras Restrepo, "La obra económica y fiscal del Liberalismo", en: Plinio Mendoza Neira, ed., El liberalismo en el gobierno, vol. 2, Bogotá, Prag, 1946, p. 15. 159 C. Lleras Restrepo, Op. a.; C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasani Protest in Colombia, 18 50a Agraria 1936, Op. cit., pp. 139-140. Entre 1933 y 1938, el promedio de préstamos de la C aj era de $650 pesos. Entre 1939 y 1943, bajó a $450 pesos. Catherine LeGrand informa que los precios de la tierra cobrados a los campesinos por la gobernación de Cundinamarca en 1933 y 1934 iban de $75 a $110 pesos, el equivalente a US$46,50 —US$68,20 estadounidenses actuales. 160 Daniel Pécaut, Orden y violencia en Colombia, 1830-1953, Bogotá, Siglo XXI, 1987, p. 169, informa que en 1932, la finca promedio en Cundinamarca era de 2,70 hectáreas, en Tolima de 4,70 hectáreas, y en Caldas de 1,95 hectáreas. 161 Darío M. Fajardo, Haciendas, campesinos y políticas agrarias en Colombia, 1920-1980, Bogotá, Oveja Negra, 1984, p. 57.

alcanzaba a menudo proporciones hobbesianas. Unos pocos críticos de izquierda y de derecha se pronunciaron en contra de la reforma agraria colombiana, bien sea porque denunciaban su sesgo a favor de la propiedad privada, la exigencia de que los campesinos pagaran las tierras adquiridas a través de la parcelación y el hecho de que no se hubieran expropiado grandes propiedades legalmente poseídas, o bien por considerarla un asalto "comunista" al sagrado derecho a la propiedad privada. Pero las quejas de estos críticos se perdieron en el estruendo creado por los campesinos que se peleaban por establecer sus propias haciendas.'" Erasmo Valencia constituyó tal vez el caso más triste de un líder agrario que fue dejado atrás por el movimiento al que había dedicado tantos esfuerzos.

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Valencia fue uno de los primeros colombianos educado y residente de la ciudad que decidió ayudar a los campesinos sin tierra de Viotá y Sumapaz. Inició sus esfuerzos para organizarlos en 1928, el mismo año en que Abadía Méndez, involuntariamente, mediante el Decreto 1110, desencadenó invasiones masivas de tierras en el occidente de Sumapaz al propiciar la colonización de terrenos baldíos. Al igual que muchos de sus compañeros, Valencia articuló la filosofía marxista que había sido adoptada por tantos jóvenes críticos sociales de su generación.'" Apasionadamente comprometido con la causa de los arrendatarios, los aparceros y los colonos maltratados, promovió una estrategia para vincular la lucha de los trabajadores urbanos con aquellos a los que consideró como sus contrapartes rurales.'"

162 Albert Hirschman, enfourrieys Toward Progrus: Studies in Econtnnic Policy-Making in Latin America, Nueva York, Doubleday-Anchor, 1965, pp. 151-157, describe los principales argumentos esgrimidos contra la Ley 200 entre 1936 y comienzos de la década del sesenta. Tales críticas se encuentran reformuladas en C. LeGrand, Fnmtier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., p. 152, y en E. Marulanda, Op. cit., p. 246. Hirschman, un admirador de esta legislación, ignora a los "críticos conservadores y revolucionarios de esta ley" quienes, en su opinión, "consideraban el hecho de que la vida y sus problemas continuaran como prueba suficiente del fracaso de los anteriores esfuerzos humanos" (A. Hirschman, Op. cit., p. 157). 163 En 1921 y 1922, Valencia dirigió La Casa del Pueblo, una organización sindical con sede en Bogotá. En 1925 fue expulsado del Partido Socialista Revolucionario. Pocos años después fue secretario del Comité Socialista para la Organización y Propaganda y presidente del Centro Comunista de Bogotá. Al mismo tiempo, militaba en la Federación Sindicalista de Bogotá. Véase Ignacio Torres Giraldo, Los inconformes, historia de la rebeldía de las masas en Colombia, vol. 4, Bogotá, Latina, 1978, 11; E. Marulanda, Op. d¿., pp. 126-127; C. LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936, Op. cit., pp. 124-126. 164 Valencia describió su estrategia revolucionaria como la de "hermanar la lucha de la ciudad con la del campo", enfoque que el historiador del sindicalismo, Mauricio Archila, considera como "una concepción todavía imbuida de vanguardismo obrero". M. Archila, Op. cit., p. 296. Arrestado en 1933 debido a las actividades que adelantaba en Sumapaz, Valencia negó ser un subversivo, afirmando que su único objetivo era obtener justicia para los campesinos colombianos.

328 / La modernización en Colombia Al igual que muchos de sus compañeros activistas, Erasmo Valencia no apreció plenamente que el objetivo principal de los campesinos a los que lideraba era poseer una finca y ponerla a producir, lo cual, a su vez, les permitiría elevar el nivel de vida de sus familias. Valencia fue un idealista que dedicó su vida a la causa de la revolución proletaria. Por consi-

guiente, se había opuesto a la subdivisión, privatización y venta de las haciendas cafeteras como algo contrario a los principios colectivistas y destructi-

vo del movimiento que lideraba. Entretanto, sus seguidores se horrorizaron al ver que Valencia parecía decidido a desechar todo aquello por lo que habían luchado. En 1937, un grupo de miembros del PAN, de la hacienda El Chocho, le escribió a Valencia: Nos hizo usted el pliego de peticiones para los señores Caballero y para los ministros, diciéndoles que no queríamos seguir de arrendatarios, pidiendo que se nos vendiera la tierra o se nos pagaran las mejoras [...] [Pero] después de tales peticiones, se pone la tierra a nuestra disposición para que la compremos, y entonces usted, como consejero de las masas campesinas, es enemigo de la compra de las parcelas, dando de esta manera margen para que personas extrañas a la región vinieran y las compraran [...] quedándose a veces sin nada quienes más habíamos luchado y sin que honradamente pudiéramos oponernos, porque los que llegaban también eran campesinos.' 65

La república liberal y sus críticos I 329

Los aparceros de la hacienda El Chocho, los colonos de Sumapaz y otros miles de campesinos ansiosos de tierra que se beneficiaron de la reforma agraria, completaron un proceso de democratización de la tenencia de la tierra que se había adelantado en la zona central de Colombia desde el inicio de la bonanza cafetera. "El proceso de parcelaciones", escribe el historiador José Antonio Ocampo, "no hizo más que afirmar una tendencia que tenía una base mucho más profunda".' 66 Mucho antes de la aprobación de la Ley 200, más de la mitad del café en Colombia era producido en propiedades de menos de diez hectáreas. Veinte años después de la famosa ley, casi dos tercios de las exportaciones de café eran producidos en propiedades medianas y pequeñas, de diez o menos hectáreas.' 67 La reforma agraria estaba destinada a darse en Colombia, y los miembros de todas las Bases sociales lo sabían. Incluso los grandes terratenientes finalmente aceptaron la Ley 200, de la misma manera como se toma un medicamento amargo para curar una enfermedad potencialmente mortal. "Estas nuevas leyes de López y de los liberales me acaban de costar seiscientas de mis mejores hectáreas", se quejó uno de ellos en 1937, mientras cenaba en el Jockey Club de Bogotá: Siempre había tenido la idea de que podía sacara esos indios si lo deseaba.

Pero ahora me entero de que no puedo. Me dicen que ellos son los propietarios de la tierra. Esa es la nueva regla, dicen. Algunos de ellos ni siquiera me dejan acercarme. ¿Qué puedo hacer? ¿Llamar al ejército para despojarlos de ella? No es probable. Este gobierno de López no me apoyaría [...]. Bien, hay muchísima tierra en Colombia. Cuando cabalgo ahora por mis tierras, me mantengo a gran distancia de estos indios.'"

La reforma agraria en Colombia no fue revolucionaria, pues estaba basada en un proceso primordialmente evolutivo y legislativo. Una fuente de descontento popular llevó a los políticos colombianos primero a temblar y luego a responder. La historia colombiana no ofrece un mejor ejemplo de acomodación política que el de la Ley 200 de 1936. El proceso que culminó en la expedición de la ley fue a la vez conflictivo y democrático. La revuelta agraria en Colombia es una de las primeras de una serie continua de exigencias populares de reforma social que llenaron el resto del siglo . xx en Colombia. A pesar de lo infortunados que resultaron para la nación y para su gente, los acontecimientos posteriores no conspiraron para allanar el curso de los cambios, como lo hicieron durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo.

Anatomía de un engaño A pesar de las transformaciones so-

165 E. Marulanda, Op. cit., p. 111. 166 J. A. Ocampo, Op. cit., p. 239. 167 Ibíd., p. 260.

ciales que comenzaban a tener lugar allí, Colombia seguía siendo una nación rural, subdesarrollada y socialmente indiferenciada a comienzos de la década del treinta. Más de un siglo después de la Independencia, continuaba confrontando la paradoja de un débil control nacional de las regiones apartadas, y una centralización política que dejaba la mayor parte de los ingresos tributarios en Bogotá. Por esta razón, la provincia en Colombia tenía poca capacidad para manejar sus necesidades inmediatas; era económicamente dependiente de un gobierno nacional negligente y en ocasiones abusivo. Durante sus cuatro años

de gobierno, Alfonso López Pumarejo intensificó la fuerte centralización impuesta en Colombia cincuenta años antes mediante la Constitución de 1886. Ambos esfuerzos se fortalecieron de los trescientos arios de dominio colonial, dirigido explícitamente a despojar a las provincias del poder político y de los ingresos tributarios. Por otra parte, había poco pluralismo social en Colombia. La industrialización apenas se iniciaba, el movimiento laboral estaba en su estadio formativo, y había

pocas organizaciones importantes no gubernamentales de carácter socioeconómico que no estuvieran sujetas a una fuerte manipulación política. Dos de las más importantes de ellas eran la Federación Nacional de Cafeteros y el Banco de la República, cuya Junta Directiva era bipartidista.

168 Negley Farson, Transgressor in the Trapitos, Nueva York, Harcourt Brace, 1938, p. 175.

La república liberal y sus críticos /

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330 / La modernización en Colombia Sólo los partidos Liberal y Conservador rivalizaban con el gobierno nacional en su poder de influir en la vida de los ciudadanos. En algunos aspectos, los partidos induso superaban al gobierno en su poder integrador. Los colombianos reverenciaban a sus partidos tradicionales, mientras que sólo toleraban al gobierno nacional en la medida que reflejara una orientación partidista correcta. La excesiva importancia de la lealtad partidista le confería un carácter algo tribal a la política en Colombia, hecho que explica la gran atención que se prestaba a los dirigentes de los partidos Liberal y Conservador. Es por ello que todos los colombianos se mostraron temerosos cuando el líder conservador Laureano Gómez cayó en el Senado en medio de rumores de que había sido envenenado por los liberales y se tranquilizaron cuando se recuperó pronto de lo que resultó ser un leve infarto, y por ello que reaccionaron con aprehensión cuando la primera declaración pública de Gómez al recuperarse fue: "Alfonso López me engañó".'" Su temor era justificado. Las palabras de Gómez señalaban el comienzo de un distanciamiento entre él y López Pumarejo que pronto

se convirtió en abierta enemistad.'" "Alfonso López me engañó" fue la primera descarga en una batalla de voluntades que pronto involucraría a toda la nación. Antes de terminar el año, López y Gómez estaban sumidos en una competencia que habría de tener funestas consecuencias a largo plazo para Colombia. Laureano Gómez intentó repetidas veces explicar cómo lo había engañado López Pumarejo durante la época posterior a mayo de 1935. Primero dijo que el "engaño" había consistido en la incapacidad de López de controlar el fraude en la expedición de las nuevas cédulas de identificación, requeridas para votar en las elecciones siguientes, y en haber incumplido la promesa de hacer una reforma electoral."' En septiembre de 1935, Gómez se refirió al apoyo de López al Protocolo de Río, al que llamó "un engaño" para toda la nación.'" Meses más tarde, habló de los actos de violencia de los liberales contra los conservadores, especialmente en Boyacá, como un claro indicio de que López mentía cuando hablaba de paz mientras permitía que los esbirros del partido persiguieran impunemente a sus seguidores.'" Para marzo de 1936,

169 El conservador A. Ramírez Moreno, Op. cit., p. 93, escribe que después Gómez solía decir. "Alfonso no quiso engañarme, pero hay algo detrás que no lo deja hacer lo que quiere, tal vez la masonería". 170 Uno de los hijos de López, Fernando López Michelsen, dijo en una entrevista concedida a El Tiempo el 1 de julio de 1984, que después de 1935, su padre y Laureano Gómez "fueron enemigos irreconciliables hasta la muerte". 171 Revista Colombiana, 1° de mayo de 1935, pp. 65-69. 172 El País, 21 de septiembre de 1935. 173 Se refirió específicamente a Hernán Salamanca Medina, nombrado gobernador de Boyacá por López. Gómez dijo que cuando le había pedido a López que cumpliera su

Gómez atacaba a López por haber utilizado su amistad como una estratagema para obtener la presidencia y, en octubre de 1936, acusó a López y a sus seguidores de haber dejado de ser verdaderos demócratas en razón de su corrupción por parte de los bolcheviques.'" Todo este tiempo, López protestó decididamente que él nunca había engañado a Gómez. El "engaño" no se aclaró con el tiempo. Veinte años después de la muerte del caudillo, en 1965, el amigo y admirador de Gómez, Arturo Abella, le dijo a un entrevistador: "Laureano nunca me explicó cómo había sido engañado".'" La dificultad para comprender exactamente qué era lo que Alfonso López Pumarejo le había hecho a Laureano Gómez, unida al hecho de que López negaba esta acusación, sugiere que el "engaño" fue complicado y multifacético." 6 En el nivel más obvio, era un eufemismo para expresar el sentimiento de traición experimentado por Gómez cuando su viejo amigo recurrió a uno de sus enemigos mutuos, Enrique Olaya Herrera,

para conseguir la aprobación del Protocolo de Río por sobre las acaloradas objeciones de Gómez. Este acto, a su vez, estaba basado en el deseo pragmático del presidente de proceder con sus reformas —en especial, con la reforma de la Constitución Nacional, anunciada en el mensaje de López al Congreso e120 de julio de 1935, cuando Gómez se recuperaba del infarto—. Alfonso López, en síntesis, había hecho a un lado las consideraciones personales para iniciar las reformas por las que clamaba su partido. El "engaño" fue también el efecto de cierta ingenuidad que Laureano Gómez admitía abiertamente. "Yo lo que he sido es un ingenuo", dijo más tarde en su carrera política, agregando que, "en más de una campaña se aprovecharon de mí por ingenuo". 177 Enotrascie,Gómzpots que él "no era un político", o era "un mal político", porque le desagradaban las intrigas, comunes en este campo.' 76 Alfonso López Pumarejo reconoció al menos esto cuando, en 1938, haciendo obvia referencia a Gómez y

promesa de castigar a liberales como Salamanca, quien permitía a los miembros de su partido perseguir a los conservadores, "Alfonso se calentó y se negó a hacer algo". Luego, continuó Gómez, cuando el Directorio Liberal sostuvo las acusaciones contra Salamanca, López sólo lo retiró para "premiarle sus delitos" con un cargo diplomático en Costa Rica. Hugo Velasco, Laureano Gómez, biografía de una tempestad, Bogotá, Argra, 1950, p. 139. 174 El Siglo, 27 de marzo de 1936. 175 El Tiempo, 27 de octubre de 1985. 176 "Yo nunca engañé a Gómez, y él nunca me engañó a mr, afirmó Alfonso López en una entrevista concedida a Acción Liberal. Cuando se le pidió que respondiera a esta declaración, Gómez replicó: "una amistad como la que yo cándidamente creía que existía entre los dos, no puede subsistir cuando por un lado hay generosidad y confianza sin límites y, por el otro, cálculo, doblez, vulgar conato de aprovechamiento. En fin, así es la vida". El Siglo, 31 de julio de 1936. 177 Observación hecha a Arturo Abella, El Tiempo, 27 de octubre de 1985. 178 El Siglo, 17 de septiembre de 1940; La Unidad, 11 de febrero de 1954.

332 / La modernización en Colombia al "engaño", el presidente elogió a los políticos "para quienes la mecánica politica no reserva sorpresas ni esconde engaños".'" Augusto Ramírez Moreno fue menos oblicuo en su evaluación del presunto engaño de Gómez por parte de López: "Laureano Gómez nos enseñó a creer en Alfonso López", escribió Ramírez en 1937, añadiendo: "es cierto que López engañó a Gómez, y no es menos exacto que Gómez engañó al partido".'" La ingenuidad de Gómez, basada en su tendencia a buscar un ideal platónico en todas las cosas, era común entre los conservadores de su generación que habían sido discípulos de los jesuitas, especialmente entre aquellos con tendencias doctrinarias. Aunque podía ser loale desde el punto de vista moral y ético, el hábito de pensar en términos de elaboraciones ideológicas contribuía a una mala política en la práctica.'8 ' La ruptura de Gómez con López Pumarejo se debió también a la tradición colombiana según la cual los dirigentes nacionales de los partidos nun-

La república liberal y sus críticos / 333

ca podrían convertirse en amigos del alma. Como tal, el "engaño" fue una idea conveniente y necesaria que le permitió a Gómez dedicarse a dirigir la oposición, tarea que la historia y la tradición exigían de él. Cerca de un año antes, López había intentado evadir el conflicto al ofrecer a los conservadores tres importantes cargos en su gabinete. Pero la oferta fue rechazada debido a la política abstencionista de los conservadores.'" Una vez aprobado el Protocolo de Río y cuando López procedió a poner en práctica sus reformas, Gómez supo que debía atacarlo o correr el riesgo de perder el control de su propio partido. La estridencia cada vez mayor sobre los dos problemas implicados en la presunta traición de López Pumarejo y de la abstención, pone de relieve la manera inexorable como la tradición partidista operaba para distanciar a liberales de conservadores. En febrero de 1935, cerca de dos años después de que los conservadores anunciaran su politica de abstención, había incertidumbre acerca de si tal

179 Alfonso López Pumarejo, Obras selectas, vol. 2, Jorge Mario Eastman, comp., Bogotá, Retina, 1980, p. 184. 180 En su libro, La crisis del Partido Conservador en Colombia, Op. cit., pp. 92, 93, publicado algunos meses después de su ruptura con Laureano Gómez a mediados de 1937, Ramírez Moreno corroboró la evaluación que había hecho el propio Gómez de su falta de discernimiento político: "No sólo ahora, sino desde hace tiempo, he afirmado que nuestro estimado amigo, el doctor Laureano Gómez, no es un político". 181 Para una discusión más detallada del carácter ideológico de Gómez, véase James D. Henderson, Las ideas de Laurean Gómez, Bogotá, Tercer Mundo, 1985, pp. 19-20, 32, 35, 88-103, 121, 148, 158. 182 Los cargos ofrecidos a José Arturo Andrade, Alfredo García Cadena y a Mariano Ospina Pérez fueron los Ministerios de Finanzas y Crédito Público, Industria y Agricultura y el de Comercio. La carta de López a los conservadores se encuentra en Alfonso López, La política oficial, Op. cit., vol. 2, pp. 193-196.

política debía prolongarse.'" El propio Gómez dudaba de la sabiduría de la misma. Cuando habló por la radio desde su lecho de enfermo, el 6 de marzo de 1935, urgió a sus seguidores a continuar votando, afirmando

que la abstención era mala para el país. Un mes después Gómez, todavía convaleciente, se negó a reunirse con el Directorio de su partido, por-

que creía que sus miembros debían tener la libertad de decidir si deseaban participar en las elecciones para el Congreso, fijadas para el 4 de

mayo. El 8 de abril de 1935, el Directorio votó unánimemente a favor de la abstención.'" Los liberales se mostraron complacidos con este desarrollo, pues significaba que su propuesta de reforma constitucional no enfrentaría ninguna oposición conservadora en el Congreso. Laureano Gómez aceptó la decisión, aunque la triste mirada que tenía cuando leyó la declaración mediante la cual se prolongaba la abstención sugirió que estaba de acuerdo con la evaluación de El Tiempo, según la cual esta política presagiaba un desastre para el Partido Conservador.'" Durante los meses siguientes, a medida que un congreso uniformemente liberal procedía con sus reformas, un número

cada vez mayor de conservadores comenzó a sentir que la decisión de abstenerse de votar había sido un error. Pero la suerte estaba echada. El líder del partido, Laureano Gómez, había apoyado la abstención, obteniendo el apoyo de la totalidad de su partido para atacar a López Pumarejo, y a los liberales. Para tratar de entender el "engaño", es importante también considerar la generación a la que pertenecían Gómez y López Pumarejo. El hecho de que ambos fuesen miembros de la Generación del Centenario significa que sus más tempranos recuerdos fuesen los de amigos, parientes y héroes personales que se batían a muerte en la Guerra de los Mil Días. Como escolares, estaban sumidos en los ardientes ideales que habían llevado a sus seres queridos a luchar en aquella guerra devastadora y fratricida. De jóvenes, Gómez y López habían suscrito las filosofías opuestas que predominaron en la mayor parte de las guerras civiles del siglo xix, y permanecieron siempre fieles a ellas. Y cada uno re-

conocía su mutua incompatibilidad ideológica incluso antes de que se hicieran amigos. Previamente a su primer encuentro formal, Laureano Gómez había criticado a Alfonso

183 El Tiempo, 17 de febrero de 1935, reportó rumores de que el Directorio Conservador votaría para mantener la política de abstención. 184 El Faís, 7 y 9 de abril de 1935. 185 La fotografía de Gómez leyendo la declaración aparece en El País, del 17 de abril de 1935. La felicidad que ocasionó a tos liberales esta política se discute en A. Carbona, Op. cit., vol. 3, pp. 182-185. El extenso tratamiento que hace Carbonell del debate sobre la abstención, que apareció por primera vez en la laureanista Revista Colombiana, refleja el temor de Gómez de que la abstención beneficiara a los liberales y fuese perjudicial para los conservadores.

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López en las páginas de La Unidad, por ser "de la extrema izquierda", y se refirió a López como "el único representante del partido radical en el parlamento que es ilustrado, rico y joven". 186 Una semana más tarde, se refirió a López como "este brillante nuevo legislador, descendiente de comerciantes". 1 " En cuanto a López y a sus jóvenes contemporáneos liberales, ninguno dudaba de que Gómez, "el amado líder de una joven generación combativa", fuese, por ser su amigo, menos conservador o firme defensor de los privilegios de la Iglesia. 188 La admiración mutua y un común interés por la política fue lo que llevó a la amistad entre Gómez y López Pumarejo. Estos dos llamativos miembros de la Generación del Centenario encontraron primero un terreno común en su enemistad hacia la "vieja guardia" conservadora representada por Marco Fidel Suárez, y luego en su oposición a los miembros de sus respectivos partidos que habían cometido el pecado de lése-parti al unirse a

la coalición de la Unión Republicana en 1909 y 1910. El que a ambos les desagradara Enrique Olaya Herrera se fundaba precilamente en el hecho de que el liberal Olaya se había beneficiado personalmente al servir en el gobierno de Carlos E. Restrepo, fundador conservador de la Unión Republicana, y su único presidente nacional. Hasta la caída de los conservadores del poder, en 1930, y durante el gobierno de Olaya de Unión Nacional, Gómez y López habían luchado por el resurgimiento de la política partidista de acuerdo con los lineamientos ideológicos tradicionales. Finalmente, en 1935, cuando se restableció la competencia abierta entre liberales y conservadores, y desaparecieron todos los miembros colaboracionistas de sus partidos, Gómez y López estaban preparados para comenzar de nuevo la lucha partidista en sus propios términos. Hombres de encumbrado ego y de personalidad dominante, concebían la política en términos de cruzados que se batían por la verdadera fe.'" Sólo

186 La Unidad, 22 de agosto de 1915. 187 La Unidad, 27 de agosto de 1915. Bogotá, Arboleda y Valencia, 1918, p. 44. 188 Luis Eduardo Nieto Caballero, Colombia joven, 189 El principal historiador de López, Álvaro Tirado Mejía, en Sobre historia y literatura, Medellín, Ealon, 1991, p. 91, se refiere a López como "quizás el caudillo más importante de la historia en Borradores para una historia de la colombiana del siglo xx". El expresidente Carlos Iteras, Bogotá, Nueva Frontera, 1975, p. 286, alude a la "beligerancia" de República Liberal, López, mientras que el crítico de López, Carlos Galvis Gómez, en Por qué cayó López, Bogotá, ABC, 1946, p. 108, habla de su "temperamento rabioso e incomprensible". Otro de los liberales opositores de López, Ricardo Charria Tovar, en La República de Santos, Bogotá, Santafé, 1939, p. 108, acusó a López de ser el responsable de llevar a los conservadores a una inflexible oposición a su gobierno. Quizás la evaluación más mordaz de la personalidad de López es la de un diplomático británico quien, en 1932, lo consideró Op. cit., "un demagogo" y un "arribista social". Marco Palacios, Estado y clases sociales en Colombia, p. 72. Las apreciaciones sobre la personalidad de Gómez son igualmente exaltadas.

por razones de personalidad, es poco probable que no hubieran entrado en conflicto en los combates políticos, como gallos de pelea colocados el uno al lado del otro.'" El líder liberal López Pumarejo estaba tan atrapado por su educación y por la idiosincrasia política colombiana como lo estaba Gómez. Por esta razón, se vio obligado a reformar la Constitución en cuanto se posesionó. La tradición política colombiana exigía una reacción contra las reformas institucionales efectuadas en el gobierno anterior, cuando quien había estado en el poder era el partido opuesto. Las leyes aprobadas por el enemigo político necesariamente debían ser sustituidas por otras políticamente correctas, comenzando con el código más fundamental, la Constitución Nacional. Al menos desde la Constitución de Cúcuta de 1821, liberales y conservadores se habían turnado en dar a sus ideales una forma constitucional, y luego habían intentado imponérselos al país. El resultado de este ejercicio, fundado en el ideal romano de la búsqueda de la perfección teórica en los códigos legales, fue

que, entre 1821 y 1936, liberales y conservadores redactaron de nuevo la Constitución, o la modificaron sustancialmente, con una predecible regularidad, cada partido como reacción a la de su predecesor en el poder, en promedio una vez por década.' 9' Dado que la Constitución de 1886 había permanecido prácticamente idéntica por mayor tiempo que cualquier otra, fue la más odiada por el partido contrario en la historia de Colombia. Alfonso López Pumarejo y su partido tenían, entonces, buenas razones para llegar al poder con el ardiente deseo de revisar el documento de 1886. Evidentemente, tenían el mandato histórico de hacerlo. Es posible que el impulso a la reforma haya estado arraigado en la tradición partidista colombiana, pero buena parte de su motivación provino de actores políticos que no existían en la política de Colombia medio siglo antes. Fuera de los pasillos del Congreso, los trabajadores militantes y los campesinos sedientos de tierra utilizaron las huelgas y la invasión de tierras para forzar el cambio. En el Congreso, los socialistas y los

Amigos o enemigos, los analistas que se han referido a ellos dos han utilizado siempre superlativos. 190 Un motivo personal de la rabia de Gómez contra López, sugerido por Eduardo Zuleta Ángel, El presidente López, Medellín, Albón, 1966, p. 23, fue el hecho de que este hubiera despedido a su cuñado, Apolinar Isaza, de su cargo como tesorero general de la nación. Poco después, Gómez sufrió la pérdida de su hermana Ana Josefa, esposa de Apolinar Isaza, fallecida en febrero de 1936, y más tarde, aquel mismo año, la de su hermano y colaborador político, José Pepe Gómez, quien murió el 1 de octubre de 1936. 191 Las Constituciones (y las modificaciones a las mismas) de 1821, 1828, 1830, 1832, 1842, 1853, 1858, 1863, 1886 y 1910, se encuentran en Miguel Antonio Pombo y José Joaquín Guerra, Constituciones de Colombia, 2' ed., vols. 3-4, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Bogotá, 1951. La recodificación de 1936 aparece en Carlos Restrepo Piedrahita, Recopilación de actos legislativos, 1914-1986, Bogotá, Banco Popular, 1986, pp. 29-44.

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comunistas se unieron a los liberales de izquierda para impulsar cambios legales fundamentales altamente satisfactorios para el presidente Alfonso López, quien públicamente afirmó que deseaba, "en cierta forma, desconocer el orden social existente".' 92 El movimiento laboral se benefició de los nuevos Artículos 40 y 44 de la Constitución. El primero declaraba que el trabajo era una obligación

económicos creados mediante enmiendas constitucionales y otras leyes, que tenían el doble propósito de solucionar los problemas sociales del país y promover el desarrollo social. El nuevo Artículo 15 dedaraba que las autoridades nacionales debían "asegurar el cumplimiento de los derechos sociales", modificando drásticamente la disposición contenida en la Constitución de 1886, según la cual se de-

gundo garantizaba a los trabajadores el derecho a la huelga.' 93 Estas innovaciones constitucionales fueron complementadas por las leyes expedidas en 1937 y 1938, según las cuales los patronos debían pagar los domingos, ofrecer protección especial a las empleadas embarazadas y limitar el número de trabajadores extranjeros. El Artículo 140 aseguraba la protección estatal y el auspicio de congresos laborales. Gracias a este apoyo, los sindicatos colombianos se duplicaron durante los cuatro años del gobierno de López Pumarejo. En cumplimiento de sus promesas, López y los otros reformadores golpearon fuertemente los intereses

en especial el derecho a la propiedad. La idea de que la propiedad tiene una función social fue contemplada en el nuevo Artículo 26. Estos artículos se inspiraron, en forma y contenido, en los escritos del ensayista y pensador social francés Leon Duguit, cuya filosoRa "solidaria", de talante socialista, encendió la imaginación de los liberales colombianos progresistas.'" Otro concepto extranjero, el de la gerencia científica —o el estímulo a la producción industrial a través de técnicas automáticas y producción en línea— dio lugar al nuevo Artículo 28, el cual declaraba que el Estado podía intervenir en los negocios y en la industria privada con el fin de "racionalizar la producción, distribución y

social que disfrutaba de especial protección por parte del Estado, y el se-

bían proteger los "derechos naturales",

192 Álvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumar ejo, 1934-1938, Bogotá, Gráficos Cabrera e Hijos, 1981, p. 11. 193 Estos y otros nuevos artículos se resumen en Álvaro Tirado Mejía, "López Pumarejo: la Revolución en Marcha", en: Álvaro Tirado Mejía, ed., Nueva historia de Colombia, vol. 1, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 338-346. Los debates del Congreso y otros documentos relativos a las modificaciones introducidas en 1936 se recogen en Álvaro Tirado Mejía y Magdalena Velásquez, La reforma constitucional de 1936, Bogotá, Oveja Negra, 1982. 194 El "solidarismo" de Duguit se discute en A. Tirado Mejía, "López Pumarejo: la Revolución en Marcha", Op. cit., pp. 322-323; Víctor Mosquera Chaux, El Tiempo, 1° de noviembre de 1992. Para una interpretación poco favorable de la filosofía de Duguit, véase A. Carbonell, Op. cit., vol. 4, pp. 175-178.

consumo de las riquezas, o de dar al trabajador la justa protección a la que tiene derecho". Este artículo, junto con otros que aumentaban el poder del Estado en relación con asuntos económicos privados, se inspiró también en otras fuentes extranjeras. Entre ellas estaban las Constituciones de México y de España de 1917 y 1931, el movimiento socialista e indigenista Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) de Perú, las iniciativas democráticas y comunistas que se da-

ban en Europa, y el "New Deal" en Estados Unidos. Como consecuencia de su programa de reforma, Alfonso López Pumarejo fue conocido en algunos sectores como el Roosevelt de los Andes. 195

Alfonso López y sus lugartenientes fueron muy keynesianos al insistir en que el Estado impusiera tributos a la

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riqueza privada, y redistribuyera el ingreso a través de programas estatales dirigidos a estimular el crecimiento económico y a promover el bienestar público.'98 Las nuevas leyes aprobadas durante el primer gobierno de López duplicaron el impuesto sobre el ingreso, pasando éste del 8 al 17%, e incrementaron los impuestos a las corporaciones nacionales y extranje-

ras. 197 En cuanto entraron los recursos adicionales, fueron destinados a

programas que cubrían desde el bienestar social hasta la construcción de carreteras.' 98 El presupuesto nacional de educación casi se cuadruplicó entre 1934 y 1936, gracias a la llegada de los nuevos dólares producto de los impuestos.' 99 Las reformas políticas de la década del treinta suscribieron la idea de que el liberalismo moderno exigía una

195 Información de N. Farson, Op. ci1., p. 169. C. Lleras Restrepo, en Borradores para una historia de la República Liberal, Op. cit., 228-31, ofrece información adicional sobre la influencia de Franklin D. Roosevelt sobre Alfonso López, haciendo énfasis en que los famosos primeros "cien días" del New Deal tuvieron un "profundo efecto" sobre el presidente colombiano. 196 El Artículo 39 de la Constitución reformada declaraba que "la asistencia pública es una función del Estado". 197 Entre 1926 y 1934, para citar sólo un ejemplo, Tropical Oil, una subsidiaria de Standard Oil, de Nueva Jersey, pagó sólo $3.7 millones de dólares en impuestos. Entre 1935 y 1936 únicamente, el Tesoro colombiano recolectó US$3.3 millones de esta compañía. B. Tovar, Op. cit., p. 225; A. Tirado Mejía, "López Pumarejo: la Revolución en Marcha", Op. cit., p. 336. 198 Las carreteras recibieron un fuerte apoyo de los presidentes de la República Liberal (1930-1946), quienes triplicaron las rutas para automóviles de 5.743 a 17.970 kilómetros. Sin embargo, el programa centralizado de construcción de carreteras también tuvo un aspecto negativo, pues representó una rica fuente de dinero para el patronazgo y el peculado. Antes de los esfuerzos centralizadores de la República Liberal, el dinero destinado a las carreteras se repartió arbitrariamente entre los departamentos. Véase D. S. Barnhardt, "Colombian Transport and the Reforms of 1931: An Evaluation", Hispanic American Historical Reviera, 38(2), Durham, Duke University Press, 1958, p. 12; Richard Hartwig, Roads to Reason. Transportation, Administration, and Racionality in Colombia, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1983, pp. 105-109. 199 Aline Helg, Civiliser le peuple et forme