La Mente Psicodélica

April 21, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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N.º 97 - 2019

Mente&Cerebro

Revista de psicología y neurociencias Julio / Agosto 2019 · N.º 97 · 6,90 € · menteycerebro.es

Mente&Cerebro ADOPCIÓN

Efectos psicológicos en padres e hijos

La mente psicodélica Los alucinógenos como herramienta para investigar la consciencia

Creatividad

¿Cómo funciona un cerebro creativo?

Sueño

Fin a las pesadillas recurrentes

Motricidad Distonía del músico

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EN ESTE NÚMERO

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50

Causalidad

78 Entrevista

12 

El efecto de no hacer nada

¿Podemos provocar algo sin intervenir en ello? Los filósofos explican mediante el concepto de causalidad negativa por qué nuestra responsabilidad va mucho más allá de lo que pensamos. Por David Hommen

60 

«La creatividad es resistente al desorden neuronal»

La neurocientífica cognitiva experta en creatividad, Anna Abraham, explica qué sucede en nuestro cerebro mientras creamos. Por Scott Barry Kaufman

Emociones

18 

Admiración, un sentimiento con muchos matices

Sentir admiración, estupor y quedarse sin respiración ante un hecho es un arma de doble filo: puede hacernos felices y ­reforzar nuestro vínculo con los demás, pero también provocarnos miedo e inseguridad. Se trata de una emoción con contrastes. Por Patricia Thivissen

Sueño

72 

Reescribir el guión de las pesadillas

Para los malos sueños recurrentes existe un tratamiento eficaz y sencillo que, sin embargo, es prácticamente desconocido. Se trata de la terapia de ensayo en imaginación. Por Joachim Retzbach Syllabus: Neurofisiología

Desarrollo cerebral

24 

Efectos neuropsicológicos de la adopción

Las experiencias negativas previas a la ­adopción, como los malos tratos y el abandono, o el consumo de drogas y alcohol por parte de la madre biológica pueden producir complicaciones cerebrales y psicológicas en el niño. Los cuidados de la familia adoptante pueden reparar ese daño. Por Félix Loizaga Latorre Neuroarte

50 

Neurociencia artística

Cada año, el Instituto de Neurociencia de los Países Bajos galardona las mejores imágenes artísticas creadas bajo la temática de «neurociencia». Les mostramos una selección de las obras más espectaculares. Por Daniel Ackerman y Liz Tormes

MENTE Y CEREBRO

78 

Distonía del músico

Keith Emerson, teclista de la banda británica ELP, padeció continuos calambres en las manos, que le dificultaban la ejecución instrumental, en el momento álgido de su carrera. La distonía focal afecta a muchos músicos, sobre todo a los virtuosos. Por Eckart ­Altenmüller Retrospectiva: Neuropsicología

89 

Ramachandran, el cazador de miembros fantasma

Vilayanur S. Ramachandran logró aliviar el dolor «fantasma» en pacientes amputados, haciéndoles ver el miembro que habían ­perdido. De esta manera, en su cerebro desaparecía la representación neuronal de la extremidad inexistente. Por Daniela Ovadia

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Encefaloscopio 

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Dolor infantil / Estrés / ­Cooperación / Miedo / ­Demencia / Creatividad / Fatiga crónica / ­Inteligencia Instantánea9

El dolor de una madre Cartas de los lectores 

10

Avances 

32

Demencia y problemas de sueño. Por Claudia Wallis El cuerpo calloso, clave para ­conocer la atrofia cerebral en la esclerosis múltiple. Por Ángel I. Pérez Álvarez, Pedro Oliva Nacarino y ­Montserrat González Delgado Preguntas con respuesta 48

¿Por qué tenemos dos ­hemisferios cerebrales? Por Onur Güntürkün Sinopsis66

Sesgos en la percepción del tiempo. Por Maike Hege GETTY IMAGES / POBYTOV / ISTOCK

Caso clínico

Psicodélicos, ¿una puerta a la consciencia? Estudio de la consciencia

36 

Investigación con drogas psicodélicas

Bajo la influencia de alucinógenos, las redes neuronales se comportan más desordenadamente que nunca. El neurocientífico Robin Carhart-Harris busca concebir un nuevo modelo de la consciencia a partir de sus estudios con psicodélicos. Por Theodor Schaarschmidt

El marinero que ­olvidó su ­travesía. Por Laurent Cohen Ilusiones86

La melodía ­interminable. Por Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknik Libros 

Neurobiología de las emociones. Por Luis Alonso Sistemas modelo en ­neurociencia. Por Luis Alonso

Entrevista

44 

«La embriaguez ­requiere sobriedad»

La socióloga Yvonne Niekrenz, de la Universidad de Rostock, explica por qué para muchas personas la desinhibición colectiva forma parte de su vida. Por Steve Ayan

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ENCEFALOSC OPIO

Pediatría

Las caricias alivian el dolor de los bebés

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xisten pomadas y aerosoles anestésicos que ayudan a atenuar la sensación de dolor, pero un método más natural parece aportar el mismo alivio en los neonatos. Unas suaves caricias antes de practicarles el pinchazo en el talón para extraerle unas gotas de sangre puede reducir en ellos la sensación de dolor. Un grupo dirigido por Deniz Gursul, de la Universidad de Oxford, ha comprobado este efecto tras analizar las reacciones y la actividad cerebral, mediante electroencefalografía (EEG), de recién nacidos cuando se les realizaba la punción de talón. Como han demostrado estudios anteriores, la actividad cerebral de los bebés aumentaba si sentían dolor. En cambio, los lactantes a los que se acarició la pierna con un cepillo de cerdas blandas justo antes de la punción mostraron oscilaciones menos acusadas en el EEG. Además, los científicos descubrieron que las caricias lentas (con una velocidad aproximada de tres centímetros por segundo) proporcionaban los mejores resultados. De hecho, esta velocidad la eligen muchos

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padres de forma intuitiva para calmar a su retoño, explica Rebeccah Slater, una de las autoras del estudio. Los investigadores sospechan que unas determinadas neuronas sensoriales en la piel, a las que se relaciona con el efecto de aliviar el dolor, reaccionan de manera óptima a ese ritmo. Como siguiente paso, Gursul y su equipo prevén investigar si el método también funciona en los neonatos prematuros, cuyo sistema nervioso sensorial todavía se está desarrollando. Current Biology, vol. 28, págs. R1380-R1381, 2018

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Neuropsicología

Somos más resistentes al estrés por la tarde

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l cuerpo humano reacciona ante el estrés con mayor intensidad por la mañana que por la tarde. A esta conclusión han llegado científicos dirigidos por Yujiro Yamanaka, de la Universidad de Hokkaido, después de analizar la sangre de un grupo reducido de participantes. Para su estudio, extrajeron muestras sanguíneas a los sujetos a lo largo de un día y cada dos horas. A continuación, analizaron la concentración en sangre de cortisol, considerado «la hormona del estrés», ya que se libera, sobre todo, cuando nos hallamos en circunstancias que nos resultan agobiantes. Así, se encarga, entre otras funciones, de que nuestro cuerpo disponga de suficiente energía para que estemos preparados para luchar o huir en situaciones peligrosas. Pero por nuestra sangre siempre circula una cantidad mínima de cortisol, que oscila a lo largo del día. Por lo general, la concentración de esta hormona alcanza su pico nada más levantarnos, y se va reduciendo conforme va pasando la jornada. Con el objetivo de averiguar si este proceso influye en nuestra reacción al estrés, los experimentadores so-

metieron a los probandos a situaciones de presión, bien por la mañana o bien por la tarde. En concreto, les pidieron que expusieran una presentación oral en público, tras lo cual debían resolver varias operaciones de cálculo mental ante un jurado. Con el objetivo de aumentar aún más la sensación de estrés, los experimentadores grabaron las intervenciones de cada sujeto en vídeo. Antes y después de cada prueba, volvieron a extraer sangre a los voluntarios. Descubrieron que los participantes generaban más cortisol en las situaciones estresantes matinales; en cambio, por la tarde, no manifestaban ese incremento tan acusado. ¿Sugieren los resultados que deberíamos gestionar los asuntos y las situaciones que nos resultan estresantes por la tarde? Yamanaka y su equipo señalan que este supuesto no puede afirmarse de manera rotunda. Si bien un aumento crónico de las concentraciones de cortisol resulta desfavorable, la liberación temporal de la hormona puede ayudarnos a manejar las cargas. Neuropsychopharmacology Reports, 10.1002/npr2.12042, 2018

Psicología social

Unidos por un mismo plato

L

as personas que comparten el aperitivo de un mismo cuenco tardan menos en llegar a un acuerdo en una negociación que los grupos de negocios en los que cada participante come de su propio plato. Kaitlin Woolley, de la Universidad Cornell, y Ayelet Fishbach, de la Universidad de Chicago, propusieron a unas 200 personas a que negociaran entre ellas por parejas. Mientras un individuo debía interpretar el papel de representante sindical que exigía un salario más alto para los trabajadores, la contraparte, en su rol de directivo, debía defender la decisión de mantener los sueldos lo más bajos posible. Los probandos disponían de 22 rondas de negociación para ponerse de acuerdo. Tras las dos ofertas iniciales, cada ronda

subsiguiente significaba un «día de huelga» más, lo que suponía un coste económico (ficticio) para ambas partes. Con la excusa de que el objetivo del estudio era investigar las consecuencias del hambre, se ofreció a los participantes una pequeña ración de nachos con salsa antes de proceder con la negociación. En unos casos, debían servirse el aperitivo de un bol en común; en otros, de un cuenco para cada uno. A los equipos que compartieron los nachos les costó, de media, nueve días de huelga para llegar a un acuerdo, lo que suponía cuatro días menos que los probandos que habían comido cada uno de su cuenco. Woolley y Fischbach repitieron el experimento con participantes que se conocían entre sí. Según

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comprobaron, los amigos alcanzaron un consenso más rápidamente que los que eran completos desconocidos. Pero, de nuevo, el hecho de comer del mismo recipiente parecía contribuir a que pactaran antes un sueldo; ello sucedía en ambas situaciones experimentales. Las psicólogas sugieren que servirse de manera coordinada el contenido de un mismo recipiente disminuye el espíritu competitivo en las negociaciones. El hallazgo también podría revelar diferencias entre culturas colectivas e individualistas. En China y la India, por ejemplo, es habitual comer de un mismo plato, por lo que los habitantes de esos lugares podrían aprender la conducta de cooperar a edades tempranas. Psychological Science, 4 de marzo de 2019

Neurofarmacología

Dopamina contra el miedo aprendido

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entro de la terapia cognitivo-conductual, un proceso terapéutico habitual para superar los traumas consiste en exponer al paciente de manera repetida a estímulos que le recuerden la situación traumática. Con ello se busca que desaprenda la conexión entre ambos (estímulos y traumas) y, de esa manera, también el miedo. Investigadores de la Universidad de Maguncia han descubierto que un conocido fármaco puede contribuir a ese objetivo. Para que la terapia de exposi­ ción surta efecto, se requiere que las ­nuevas experiencias de aprendizaje queden grabadas en la memoria del sujeto, explica Anna Gerlicher, autora principal del estudio. Como se sabe, la actividad espontánea en el lóbulo frontal del cerebro contribuye a ello, y esta, a su vez, depende del neurotransmisor dopamina. Los investigadores se plantearon la posibilidad de aumentar los niveles de dopamina de los pacientes mediante un fármaco; ello facilitaría el proceso de aprendizaje. Con ese fin, el equipo entrenó a 40 hombres para que sintieran miedo ante un determinado símbolo geométrico: si este aparecía en la pantalla que observaban, recibían, por término medio cada dos veces, una descarga eléctrica dolorosa. Con otro símbolo, eso no sucedía. Los investigadores comprobaron la reacción de miedo aprendida a través de la actividad electrodérmica de los participantes, entre otros métodos. Al día siguiente volvieron a presentarles los dos símbolos, esta vez sin aplicar las descargas eléctricas, pues los sujetos debían aprender que las figuras eran inofensivas. O en otras palabras, desaprender el miedo adquirido, como sucede con la terapia de exposición. Mediante resonancia magnética nuclear funcional se registró la ac-

tividad cerebral de los participantes a los 10 minutos, 45 minutos y hora y media de la exposición. Inmediatamente después de la experiencia «inofensiva», la mitad de los participantes recibió 150 miligramos de levodopa, un precursor de la dopamina (suele utilizarse para tratar la enfermedad de Parkinson). Su reacción ante el símbolo «peligroso» fue más débil en comparación con la de los in­ dividuos que habían tomado un placebo. Además, 45 minutos ­después de la exposición se apreciaron unos patrones de actividad neuronal en la corteza prefrontal ventromedial: cuanta más activi-

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dad, menor era la reacción de miedo ante el símbolo. Según los autores, el lóbulo frontal se activa cuando no se cumple una expectativa, como la idea de que se va a recibir una descarga eléctrica dolorosa (en el caso del miedo aprendido de los probandos). Gracias a unos niveles de dopamina elevados, la nueva experiencia «inofensiva» aprendida pudo fijarse mejor en la memoria. Con todo, queda por investigar en qué preciso momento se debería tomar levodopa para obtener el ­efecto óptimo. Nature Communications, vol. 9, art. 4294, 2018

ENCEFALOSC OPIO

Demencia

Transmisibilidad del alzhéimer

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n estudio con ratones refuerza la sospecha de que las proteínas vinculadas con la enfermedad de Alzheimer se transmiten en ciertas intervenciones médicas. Ello podría desencadenar trastornos neurológicos decenios después y bajo determinadas circunstancias. El estudio se ha basado en los resultados de una investigación de 2015 publicada en la revista Nature por el equipo de John Collinge, del Colegio Universitario de Londres. En aquella ocasión, los investigadores analizaron de manera exhaustiva el tejido cerebral de ocho personas con edades comprendidas entre los 36 y los 51 años y que habían muerto a causa de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ). Todos los sujetos habían recibido, cuando eran niños, la hormona del crecimiento procedente de la hipófisis de personas ya fallecidas. Hoy en día se sabe que los preparados estaban contaminados con priones, unas proteínas que presentan un plegamiento anómalo y que estimulan a otras proteínas a plegarse también de forma incorrecta. De esta manera, la ECJ puede transmitirse de una persona a otra. Además de los signos de ECJ, seis de los ocho pacientes presentaban una gran concentración del péptido amiloide beta en el cerebro, una de las características típicas del alzhéimer. Los investigadores supusieron que el péptido amiloide beta se comportaba de modo similar a un prion, por lo que podría desencadenar una cadena de reacciones nocivas en el cerebro del receptor. No obstante, esta hipótesis se basa en la suposición de que en los preparados de la hormona del cre-

cimiento que recibieron los sujetos entre 1958 y 1985 se hallaban péptidos amiloides beta junto a los priones. Collinge y su equipo han investigado ahora esta posibilidad. Para ello, localizaron el material sobrante de los preparados hormonales que se utilizaron en ese primer estudio, los cuales permanecían a buen recaudo en diferentes laboratorios británicos. Según hallaron, muchas partidas contenían grandes concentraciones del péptido amiloide beta y la proteína tau (también relacionada con la enfermedad de Alzhei­mer). Inyectaron las muestras a ratones trans­génicos que producían la misma proteína precursora del amiloide que los humanos. En la mitad de su vida, todos los roedores tratados presentaban grandes placas amiloideas, mientras que los animales que no habían ­recibido ningún tratamiento permanecían sanos. Estos resultados no suponen ninguna sorpresa para muchos investigadores, ya que otros equipos han encontrado depósitos de amiloide sospechosos en pacientes con historias clínicas similares. Los científicos prevén como siguiente paso examinar si las proteínas tau que han sido transmitidas también desencadenan otros depósitos tau. Los autores subrayan que no se debe tener miedo de contagiarse de familiares con demencia: solo resultan problemáticas las intervenciones médicas en las que se entra en contacto con tejido cerebral o instrumentos quirúrgicos contaminados. Nature, vol. 564, págs. 415-419, 2018

Estimulación cerebral

Las ondas alfa fomentan la creatividad

P

ara tener ideas originales deberíamos ­aban­donar los senderos habituales del pensamiento. Pero ¿cómo exactamente crea el cerebro nuevas ideas? Un equipo coordinado por Caroline di Bernardi Luft, de la Universidad Queen Mary de Londres, solicitó a 30 personas que buscaran nexos entre palabras. Al mismo tiempo, estimularon la actividad cerebral de los participantes con corriente alterna en los dos lóbulos temporales, ­donde se hallan las regiones que participan en los procesos creativos. Los tests que los sujetos llevaron a cabo en tres días diferentes mostraron que daban respuestas más creativas cuando se les estimulaba el lóbulo temporal derecho; al contrario de lo que sucedía si se aplicaba ese método

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en el lóbulo izquierdo o si se fingía la estimulación. Las oscilaciones eléctricas en una frecuencia de entre 8 y 13 hercios ayudaron a ocultar asociaciones de palabras obvias. Por lo general, las ondas cerebrales en esa frecuencia (ondas alfa) se presentan en los estados de relajación. Los autores esperan favorecer el camino para las ideas creativas mediante la estimulación cerebral transcraneal del lóbulo temporal derecho. «Cuando pensamos qué uso alternativo le podemos dar a un vaso, primero debemos suprimir nuestra perspectiva habitual de ese recipiente. Las oscilaciones en el lóbulo temporal derecho son un mecanismo clave para sobrescribir esas asociaciones evidentes.» PNAS, vol. 115, págs. E12144-E12152, 2018

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ENCEFALOSC OPIO

Psiconeuroinmunología

Relacionan la fatiga crónica con un sistema inmunitario hiperactivo

GETT Y IMAGES / VIZERSK AYA / ISTOCK

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na respuesta inmunitaria demasiado activa podría causar el síndrome de fatiga crónica. Esta enfermedad se caracteriza por un cansancio físico y mental a largo plazo. Un equipo liderado por Alice Russel, del King´s College de Londres, exploró a 54 pacientes con una infección de hepatitis C crónica. Un tercio de los sujetos desarrollaron el síndrome de fatiga crónica después de que recibieran durante varios meses un tratamiento con interferón alfa, medicamento que activa el sistema inmunitario. Observaron que estos pacientes reaccionaron de manera más intensa a la estimulación del sistema inmunitario. En concreto, las interleucinas 6 y 10 mostraron un aumento más pronunciado. Asimismo, un nivel elevado de interleucina antes del tratamiento parecía aumentar el riesgo de sufrir una fase de agotamiento después.

Sin embargo, todavía no está claro cómo se relacionan el sistema inmunitario y el síndrome de fatiga crónica. Los investigadores sugieren que la enfermedad puede

desencadenarse de diferentes ­maneras en función de cada ­situación. Psychoneuroendocrinology, 10.1016/j.psyneuen.2018.11.032, 2018

Inteligencia

Las neuronas de las personas listas son más grandes

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l resultado en el test del cociente intelectual (CI) depende del tamaño y la velocidad de trabajo de las neuronas, sostienen Natalia A. Goriounova, de la Universidad Libre de Ámsterdam, y su equipo. Para llegar a esta conclusiónn investigaron las neuronas de 46 personas a las que se había extirpado tejido cerebral a causa de un tumor o una epilepsia. En su estudio, se centraron en el tamaño de las células nerviosas, así como en la complejidad de las dendritas, las prolongaciones a través de las cuales las neuronas reciben señales eléctricas de otras neuronas. Además, midieron la rapidez con que transmitían estas señales a otras células del organismo, y compararon los datos con los resultados de una prueba de CI estandarizada, que los sujetos llevaron a cabo previa-

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mente. Descubrieron que las neuronas de los probandos con un CI superior presentaban, de media, dendritas más largas y complejas. De ese modo, las neuronas que recibían información podrían transmitirla más rápidamente. Mediante un modelo informático, los científicos ­demostraron que las neuronas de las personas más ­inteligentes procesaban una mayor cantidad de señales y podían transmitir información detallada a las neuronas adyacentes. Estas características en una sola neurona no comportan un efecto muy destacable, pero si se tiene en cuenta que el cerebro humano contiene casi cien mil millones de neuronas, el efecto se multiplica, señalan los investigadores. eLife 7, e41714, 2018

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RICARDO NÚÑEZ MONTERO / LITTLE SILVERBACK

INSTANTÁNEA

El dolor de una madre

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a joven gorila de las montañas, Kuhirva, llora la muerte de su bebé en la selva Bwindi de Uganda. Durante varias semanas, llevó el cadáver a su espalda y siguió acariciándolo. Este tipo de conducta se ha observado en otros animales, lo que apunta a que no solo el ser humano llora la muerte de sus congéneres. El fotógrafo Ricardo Núñez Montero ganó con esta imagen el premio Fotógrafo de la vida salvaje 2018 en la categoría de «Comportamiento de los mamíferos».

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CARTAS DE LOS LECTORES Publicado en:

Cáncer y vitamina C Gero Knittel, Colonia (Alemania): Estoy básicamente de acuerdo con el artículo de los psicólogos Sara Plviano y Sergio Della Sala [«El autoengaño de los antivacunas», Mente y Cerebro n.o 95, 2019]. No obstante, un párrafo sobre Linus Pauling me disgusta bastante. Me dedico a la investigación del cáncer y, aunque el estrés oxidativo no es uno de mis puntos fuertes, conozco dos investigaciones publicadas en revistas especializadas que demuestran el efecto sobre las células tumorales de la vitamina C in vitro [Yun et al. en Science, 2015] y en vivo [Ma et al., en Science Translational Medicine, 2014]. La idea de Pauling de que la vitamina C puede ser un complemento en la terapia oncológica vuelve a debatirse: el efecto antitu­ moral de altas dosis de ácido ascórbico parece demos­ trado en el escenario preclínico. Por ello, la propuesta de Pauling no debería meterse como una «locura» en el mismo saco que el de los «antivacunas».

El lenguaje de las matemáticas Camilo Rodríguez: Me ha resultado muy interesante el artículo «El hombre que ya no sabía calcular» de Laurent Cohen [Mente y Cerebro n.o 96, 2019]. El título me recuerda al instructivo y ameno libro de Malban Tahan El hombre que calculaba, que leí hace ya dema­ siados años. La diferenciación entre un sistema innato de evaluación de cantidades y el de un lenguaje matemático que se aprende creo que también se puede observar en algunas tribus amazónicas que no poseen el concepto de número en su cultura ni, por tanto, en su lengua, denominadas por ello lenguas anuméricas. Evalúan cantidades, como el señor N. del artículo, pero son incapaces de contar números pequeños, pasando de uno y dos a unos pocos. Siempre pensé que apren­ der matemáticas es como aprender una lengua que, con sus reglas y herramientas, nos permite expresar ideas con rigor. Este artículo y sus explicaciones fisiológicas creo que confirman ese pensamiento.

MyC 96/2019

MyC 89/2018

siones. Para nosotros, nuestra consciencia puede ser directa y evidente; para otros, ese nunca es el caso. Pauen sugiere que este problema, en un principio, se puede solucionar. Describe la percepción de colores de una persona en un espacio de color como muestra de que las sensaciones subjetivas se podrían objetivar. Por desgracia, la psicométrica no es la solución, ya que la misma exploración se podría realizar con un programa de ordenador especializado en la detección del color, de manera que se obtendrían diagramas similares. Sin embargo, yo no concedería por ello a ese software la facultad de consciencia. Puede que algún día seamos capaces de registrar la consciencia a través de la psicometría, del mismo modo que somos capaces de detectar otros fenómenos físicos y psicoló­ gicos, como el miedo. Pero la experiencia con todos estos fenómenos­nos demuestra que, en la mayoría de los casos, seguimos siendo meros espec­tadores de una caja negra. La consciencia constituye un caso particu­ lar, ya que no solo debemos destapar y describir regularidades, sino también explicar la creación de las vivencias subjetivas. Si seremos capaces de tapar esa laguna es todavía una incógnita.

Cartas de los lectores

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Mente y Cerebro agradece la opinión de los lectores. Te animamos a enviar tus comentarios a:

El estudio de la consciencia Christian Hornstein: La consciencia no es un fenó­ meno categórico, sino gradual. Muchos factores se encargan de modularla. Todos estamos en la primera fila cuando se trata de nuestra propia consciencia. Es nuestra experiencia privilegiada, como describe Michael Pauen en «Escepticismo en torno al estudio de la consciencia» [Mente y Cerebro n.o 89, 2018]. Los observadores, en cambio, deben sacar siempre conclu­

MENTE Y CEREBRO

MyC 95/2019

PRENSA CIENTÍFICA, S.A. Muntaner 339, pral. 1.a, 08021 BARCELONA o a la dirección de correo electrónico [email protected] La longitud de las cartas no deberá exceder los 1500 caracteres, espacios incluidos. Mente y Cerebro se reserva el derecho a resumirlas por cuestiones de espacio o claridad. No se garantiza la respuesta a todas las cartas publicadas.

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FILOSOFÍA

El

o t c e f e er c a h o n de

NA

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r algo sin interca vo ro p s o em d o ¿P CAUSALIDAD plican mediante el ex s fo so ló fi s o L ? lo venir en el por qué nuestra a iv at eg n ad d li sa u concepto de ca más allá de lo que o ch u m va ad id il b responsa pensamos EN D AV I D H O M M

A D A

E L AU TO R

ctor en filosofía David Hommen es do o del Instituto fic y colaborador cientí iversidad Un la de a de Filosofí Düsseldorf. Heinrich-Heine de

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En síntesis: ¿No sale nada de la nada?

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Si la omisión de una acción puede tener un efecto causal es una cuestión espinosa tanto filosófica como jurídicamente. ¿Cómo puede algo que no es causar algo?

2

Para entenderlo debemos reflexionar sobre nuestra comprensión de la nada y la causalidad. Así, por ejemplo, la primera no se refiere a la cosa que falta, sino al vacío.

S

upongamos que sale a pasear por un parque. Casualmente observa cómo un niño se cae en un estanque alrededor del cual se extiende una zona verde. El pequeño está a punto de morir ahogado. Podría ayudarle, pero titubea; al fin y al cabo, usted no es muy buen nadador. No se ve a nadie más en el parque aparte de usted, y se ha dejado el móvil en casa. Supongamos que se queda paralizado en la inacción con tantos pensamientos y el niño muere. ¿Es usted responsable de la muerte del pequeño? «Yo estaba allí», podría decir, «pero ¡no hice nada! El muchacho cayó al agua sin que yo contribuyera a ello. Si no hubiera pasado por allí casualmente en ese momento, al final se hubiera ahogado igual». ¿Es eso una objeción justificada o solo rizar el rizo para quitarse un peso de encima? Una cosa está clara: si hacemos a alguien responsable de un suceso, por lo general presuponemos que ese alguien ha contribuido de alguna forma a causar ese resultado. Pero ¿cómo sería esta relación en el caso descrito? Cuando el niño cayó en el estanque, usted no hizo nada. Por tanto, no hubo contribución alguna por su parte. ¿Podría usted haber causado la muerte del chaval a pesar de ello? Puede que este tipo de reflexiones no sean habituales, pero tampoco resultan triviales. Los filósofos las discuten bajo el concepto de «causalidad negativa». Con ello analizan en qué medida la omisión de una acción puede contemplarse como causa de un suceso. Si aceptamos la causalidad negativa, es decir, si entendemos las omisiones como causas de manera similar a las acciones, eso tendría consecuencias de peso a la hora de interpretar de qué somos moralmente responsables. En muchos casos, atribuimos intuitivamente responsabilidad a las omisiones de las personas, aunque no en la misma medida que en la conducta activa. Tomemos como ejemplo el debate sobre la eutanasia: muchos la rechazarán en su forma activa, es decir, como intervención en el proceso de morir para que el fallecimiento ocurra antes. La mayoría de los consultados encuentran, en cambio, menos alarmante dejar morir a alguien al no mantener las medidas que le alargan la vida, aunque las consecuencias sean básicamente las mismas. Esta valoración contradictoria entre actuar y omitir la acción también influye en la jurisprudencia. En general, el derecho penal sanciona la conducta activa que causa

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Tomar la omisión como una «posibilidad de acción latente» proporciona una salida al dilema de que la ausencia (aparente) no puede causar un efecto.

perjuicios a otros. Dicho de otro modo: quien hace algo prohibido recibe un castigo. Pero la ley también prevé castigos en determinados casos cuando no hacemos algo. Distingue entre delitos de omisión propios e impropios.

El delito de no hacer nada

Su (supuesto) comportamiento en el parque se considera un típico caso de delito de omisión propia. Se castigará independientemente de que se haya producido un daño. Por tanto, usted habrá incurrido en delito en cualquier caso, incluso si el muchacho sobrevive y sale ileso. Algo similar sucede en la «ocultación de delitos planeados»: si nos enteramos de que alguien proyecta cometer un delito y no lo notificamos, recibiremos un castigo, incluso si el plan no llega a materializarse. Algo más complejos son los delitos de omisión impropia. Los juristas hablan de ellos cuando el autor del delito tendría que haber evitado un perjuicio desde la denominada posición especial de garante. El deber de garante lo tienen, por ejemplo, los cónyuges o quienes aceptan un deber contractual de ese tipo, como los médicos o los socorristas, o los padres para con sus hijos. Si existe un deber de garante, una omisión puede, por principio, conllevar un delito. Así, por ejemplo, se comete un asesinato si se deja morir de hambre y postrada en la cama a la tía rica que se ha tomado bajo protección. De igual forma se considera una estafa ocultar información importante a un socio. Curiosamente, los delitos de omisión impropia, en contraste con los de omisión propia, solo son punibles si se produce un perjuicio; son los denominados delitos de resultado. En ambos casos se presupone tácitamente que la inacción origina el daño. ¿Cómo se entiende? Esta cuestión fue motivo de debate entre los juristas durante decenios. Aunque corroboraban la adjudicación de responsabilidad penal por omisión, los líderes más influyentes del sector se aferraban, a pesar de todas las críticas, a la no causalidad de las omisiones. ¿Cómo puede hablarse al mismo tiempo de las «consecuencias» de estas y reprochárselas al que omite? ¿Cómo puede alguien ser culpable de una omisión si no existe relación causal alguna entre la persona y el correspondiente suceso? En este contexto, los juristas manejan una construcción auxiliar: la causalidad hipotética. Funciona más o menos de la siguiente manera: en un experimento mental, se

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FILOSOFÍA / CAUSALIDAD

comprueba hipotéticamente si el resultado delictivo habría sido evitable mediante la conducta que no se realizó de facto. Si ese es el caso, la omisión es válida como «cuasi causal» para el resultado delictivo. Sin embargo, esta propuesta resulta problemática, dado que una mera causalidad hipotética no es una causalidad, como el dinero falso no es dinero, y una supuesta verdad no es una verdad. ¿No sería mucho más sencillo reconocer la causalidad negativa sin rodeos? ¿Por qué nos lo ponemos tan difícil reflexionando acerca de si las omisiones podrían originar algo? En parte, eso se encuentra viculado con el hecho de que en nuestro pensamiento cotidiano nos imaginamos la relación entre causa y efecto como la colisión de dos bolas de billar. De la misma manera que una bola golpea a la otra, la causa transmite impulso, el cual se transfiere en su efecto. Por consiguiente, una causa siempre es activa: hace algo que produce un efecto. Por el contrario, las omisiones son pasivas: no hacen nada. Por ese motivo nos parece obvio que una omisión no pueda suponer impulso alguno. ¿Estamos quizá totalmente equivocados con nuestra representación cotidiana de causalidad? A esta idea llegó por primera vez el empirista británico David Hume (1711-1776). Constató que con frecuencia no resulta observable el traspaso de energía de una causa al efecto. Además, advirtió que en ocasiones la causalidad existe donde se interrumpe una transferencia de energía (por ejemplo, cuando una persona hace una señal a otra de que apague la luz de la habitación) o donde se retira energía al objeto sobre el que algo actúa (como el viento que enfría el agua de un lago). Similar resultó la crítica de John Stuart Mill (1806-1873), compatriota de Hume, al modelo de transferencia de causalidad. Sostenía que lo que llamamos causa y efecto no es otra cosa que la sucesión de resultados de las leyes naturales o la aparición simultánea de dos o más acontecimientos. Hasta la actualidad, una gran parte de la investigación de las ciencias sociales se ha orientado en esta representación de la causalidad. Por regla general, las hipótesis causales no se apoyan en las mediciones de algún tipo de interacción o de transferencia de energía, sino en las regularidades empíricas. ¿Qué factores influyen en el desempleo? ¿Y en la agresividad de los jóvenes? En sus análisis estadísticos, los investigadores encontraron relaciones correlativas: si A, entonces también B. Incluso en experimentos en los que determinadas variables se alteran sistemáticamente para comprobar si también varían otros valores de medición, se trata, al fin y al cabo, de que ciertas condiciones de partida se hallen conectadas de forma estable con un acontecimiento determinado. Entonces, se consideran causas (parciales). Si se corresponden con nuestra representación de las causas como algo que de alguna manera conlleva efectos y cómo se produce esto exactamente son aspectos que suelen quedar abiertos.

MENTE Y CEREBRO

«Jamás conseguirás entender lo que sería el no ser» Parménides (aprox. 520/515-460/455 a.C.)

¿Qué significa causalidad?

Sin embargo, no es solo la idea de que las causas produzcan de forma activa sus efectos lo que lleva a desarrollar el concepto de la causalidad negativa. Se trata, sobre todo, de nuestro convencimiento de que la causalidad es una conexión entre lo que existe realmente. Lo que se «realiza» tiene que ser «real», como la propia palabra indica. Por ello, causas y efectos no pueden ser la pura nada. Pero las omisiones parecen ser eso exactamente: una nada. ¿Cómo puede una omisión provocar algo si ella misma no existe? Pero a veces hablamos de omisiones en forma activa: alguien calla o falta, por ejemplo. Aunque esas formas de expresarse parecen no corresponderse con la realidad, puesto que quien calla no habla, y quien falta no está. Esto conduce a una pregunta que remueve con fuerza el fundamento de nuestra comprensión del mundo: ¿puede una nada ser algo? «Jamás conseguirás entender lo que sería el no ser... de tal camino se mantiene alejada el alma exploradora.» Estas palabras que el filósofo Platón (alrededor de 428-348 a.C.) puso en boca de Parménides, resuenan hasta hoy en día en la cabeza de aquellos que

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rehúsan una realidad de las omisiones por motivos lógicos. Su argumento nuclear es que una omisión no puede ser algo, puesto que, si no, sería al mismo tiempo ser (la omisión) y no ser (lo omitido), una contradicción evidente. Del propio Platón se ha transmitido una famosa propuesta que resuelve la paradoja. «Si decimos algo que no es», escribe en su obra tardía El sofista, «entonces no queremos decir, como parece, algo opuesto al ser, sino solo algo distinto».

Lo ausente y su vacío en el mundo

Esta es la idea que se oculta detrás: si hablamos de ausencias, no nos referimos a lo ausente propiamente dicho, puesto que lo estaríamos subordinando a una forma de existencia fantasmal. Más bien nos referimos a un aspecto de la realidad, el cual no definimos en detalle a través de cómo es, sino de cómo no es. Dicho de forma simplificada, no nos referimos a lo ausente en sí mismo, sino al vacío que lo ausente deja en el mundo. Y este vacío es probablemente un componente de la realidad. Aplicado a las omisiones, no identificamos el estado de un actor con lo que hace, sino con lo que no hace.

«Lo que no es no es algo opuesto a lo que es, sino solo algo distinto» Platón (aprox. 428-348 a.C.)

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Si las omisiones no son pura nada, ¿cómo tenemos que representárnoslas? Algunos teóricos, entre los que nos encontramos la filósofa Sara Bernstein, el especialista en ética Dieter Birnbacher y yo mismo, proponemos interpretar las omisiones de los actores como sus posibilidades de conducta latente. De forma distinta, por tanto, a la simple no existencia, las posibilidades son componentes respetables de la realidad y, como tales, reconocidas en la filosofía desde Aristóteles (384-322 a.C.), si no antes. La posibilidad de que se desate una tormenta, la facilidad de un jarrón para romperse o la capacidad de alguien para tocar el piano son reales. En filosofía se las denomina potenciales o disposiciones. Son propiedades que pueden atribuirse a personas u objetos también si no se actualizan, es decir, si no se muestran en ese momento o no se pueden observar directamente. ¿Qué hay que entender bajo una posibilidad? La mejor manera de definirla es la constancia: si alguien o algo no hace realidad sus posibilidades, permanece igual en cuanto a esas posibilidades. El estado de partida se mantiene. Por el contrario, la manifestación de una posibilidad siempre se halla vinculada al cambio: una tormenta se desata, un jarrón se rompe, alguien comienza a tocar el piano. Las manifestaciones siempre contienen algo de eventualidad y dinamismo; las posibilidades, de condicionalidad y estatismo. Si entendemos las omisiones como posibilidades latentes, podríamos de alguna forma resolver el problema de la causalidad negativa. No hay duda de que las posibilidades existen: la posibilidad de actuar es una propiedad de las personas tan real como su capacidad de ver. Las posibilidades latentes son simplemente aquellas cuya existencia permanece cuando se mantiene el statu quo. Por tanto, si alguien omite una acción se mantiene en cuanto a su posibilidad de actuar en el estado en que se encuentra. Como factores causales, ese tipo de constancias (la persistencia de condiciones) no son problemáticas. Las condiciones desempeñan un papel en casi todas las relacio­ nes causales, y serían como condiciones marco o secundarias que tienen que darse adicionalmente a los cambios que «provocan» cuando tiene que causarse el efecto. Tan pronto como dejamos de ver la causalidad como algo en lo que la acción produce activamente el efecto, para considerarla una sucesión de acontecimientos basada en la correlación, también la omisión pasiva o la facilitación de una circunstancia a través de una posibilidad latente de acción se convierten en factores causales necesarios para que la circunstancia se produzca. ¿Qué significa nuestra propuesta para el suceso al inicio del artículo? Una consecuencia es que los actores solo pueden omitir lo que por principio podrían hacer. En tanto que usted puede salvar al niño del estanque y, sin embargo, no lo hace, omite un salvamento. Si usted estuviera maniatado o paralítico, o no supiera nadar, no tendría la posibilidad de salvarlo; en consecuencia,

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FILOSOFÍA / CAUSALIDAD

«Una mala acción conduce a otras, en los autores y en los espectadores» John Stuart Mill (1806-1873)

sería impropio decir que usted omite un salvamento. Por tanto, nuestras omisiones pueden alcanzar como máximo nuestras posibilidades latentes de acción. Con todo, resta la dificultad de determinar hasta dónde llegan. El filósofo moral Peter Singer opina que, de la misma manera que se podría rescatar a un niño de ahogarse saltando al agua y sacándolo de ahí, también podríamos evitar que las personas del tercer mundo muriesen de hambre si invirtiéramos en ayuda al desarrollo. Quien omite hacerlo, aunque pueda y sería exigible que lo hiciera, no solo participa de manera causal en la muerte de muchas personas, sino que también incurre en culpabilidad moral, continúa Singer. Por ese motivo, el filósofo reclama un deber individual de prestar ayuda que va más allá de lo que los legisladores actuales exigen de cada individuo. ¿Nos obliga la suposición de causalidad negativa a un ensanchamiento tan drástico de la responsabilidad y del deber moral? Es una pregunta difícil. Hay que tener en cuenta que de la responsabilidad causal no se deriva

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forzosamente una responsabilidad moral. Si alguien causa un daño, no siempre es automáticamente culpable. Para la atribución de responsabilidad y culpabilidad, los legisladores deben reflexionar sobre diversos puntos de vista, y no todos ellos tienen que ver con la justicia. Por motivos puramente pragmáticos hay que tener cuidado con no cargar demasiada responsabilidad sobre los actores. Así, por ejemplo, sería exigir demasiado a una persona adocenada que tuviera que contemplar todas las consecuencias de sus acciones e inacciones. En muchas ocasiones tampoco sabemos qué omitimos o en qué influimos en cada momento. Además, por regla general, a los actores les resulta más difícil tener que hacer algo que no poder hacerlo. Por tanto, las obligaciones de acción suelen ir acompañadas de mayor carga psicológica que las obligaciones de omisión. Entonces, ¿es usted responsable de las consecuencias de su inacción? Como hemos visto, el quid de la cuestión reside en si es posible originar daños mediante la omisión de acciones. Aparentemente, solo puede producirse un efecto causal si nos desprendemos de la representación de que las acciones tendrían que «aplicar una fuerza» para «producir» sus efectos. Necesitamos más bien un modelo de causación en el que los efectos resulten de determinadas condiciones precedentes en el tiempo sin que forzosamente tengan que ser producidas de forma activa. En el marco de semejante modelo de causalidad, también tenemos que conceder una realidad a las omisiones. El concepto de posibilidades de acción latentes ofrece una solución: nos ayuda a comprender las omisiones como estados reales de los actores sin tener que cosificarlas como «entidades negativas». Sin embargo, esta propuesta tiene consecuencias de gran alcance. La aceptación de la causalidad negativa amplía el número de relaciones causales casi hasta el infinito. Siempre que omitimos algo que habríamos podido hacer tenemos una (co)responsabilidad causal de lo que sucederá a continuación (y de lo que no habría sucedido si hubiéramos actuado). Solo tenemos una responsabilidad moral si, además, estábamos obligados a actuar. H

PA R A S A B E R M Á S

Causation and responsibility: An essay in law, morals and metaphysics. Michael S. Moore. Oxford University Press, 2009.

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Omissions as possibilities. Sara Bernstein en Philosophical Studies, vol. 167, págs. 1-23, 2014. Absences as latent potentialities. David Hommen en P ­ hilosophical Papers, vol. 45, págs. 401-435, 2016. EN NUESTRO ARCHIVO

Causalidad y epidemiología. Alfredo Morabia y Miquel Porta en IyC, julio de 2008.

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PSIC OLO GÍA

Sentir admiración, estupor y quedarse sin respiración ante un hecho es un arma de doble filo: puede hacernos felices y ­reforzar nuestro vínculo con los demás, pero también provocarnos miedo e inseguridad. Se trata de una emoción con contrastes

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EMOCIONES

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Admiración, un sentimiento con muchos matices PAT R I C I A T H I V I S S E N

Observar una puesta de sol causa admiración en muchas personas.

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En síntesis: Maravillados por lo sublime

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La admiración es un sentimiento ambivalente. Solemos sentirlo como positivo y enriquecedor, pero dado que hace que nos sintamos pequeños, también puede afectar el ánimo.

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En este estado, el sí mismo se torna menos importante y entra a formar parte de un marco más grande, generalmente, social. Con frecuencia, ello fortalece el sentimiento de comunidad.

E

xisten esos momentos especiales que cada uno de nosotros ha vivido alguna vez. El corazón de nuestro bebé que vemos latir en la pantalla del ecógrafo; cuando la abuela, en fase terminal, nos aprieta la mano y nos sonríe, o cuando vemos una puesta de sol un cálido día de verano. En esos momentos se encoge el ego y nos sentimos unidos a algo grandioso. Dicho en pocas palabras: sentimos admiración, estupor, asombro, y nos quedamos casi sin respiración. Una emoción que los ingleses resumen con la palabra awe. Esa palabra esconde, por una parte, temor y, por otra, tiene un componente contemplativo y casi solemne. Experimentamos admiración en situaciones muy distintas­: una experiencia íntima, un fenómeno de la naturaleza, una revelación espiritual o, simplemente, un encuentro con una persona carismática. Incluso el casi imposible tiro a puerta del futbolista en el tiempo de descuento provoca ese sentimiento en algunos de sus seguidores. También la observación banal puede despertar admiración, como ver a un niño que está inmerso en su juego. Los psicólogos investigan esta compleja emoción desde hace relativamente poco tiempo. En el año 2003, Dacher Keltner, de la Universidad de California en Berkeley, y Jonathan Haidt, de la Universidad de Nueva York, presentaron una teoría de la admiración que comprendía dos aspectos: inmensidad y acomodación. El término inmensidad se refiere a que experimentamos algo que se nos muestra más grande o poderoso que nosotros mismos y que nuestra existencia. Con acomodación, el psicólogo del desarrollo Jean Piaget (1896-1980) describió el proceso por el que los niños pequeños ajustan sus esquemas cognitivos a la realidad: si se encuentran con un animal (un gato) que no encaja muy bien con el concepto ya aprendido de «guau guau» (perro), construyen con rapidez una nueva categoría, «miau». De forma análoga, según Keltner y Haidt, la acomodación describe en este caso un impulso hacia la adaptación mental. Queremos dar sentido a lo que nos parece grande o significativo e integrarlo en nuestro mundo personal de pensamientos y experiencias. Si lo conseguimos, nos sentimos, en cierto modo, iluminados. Pero, por otro lado, la admiración puede llevarnos al miedo y al malestar. Es, por tanto, algo completamente ambivalente.

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Para fomentar las experiencias positivas de la admiración deberíamos prestar atención más a menudo a los «pequeños milagros» cotidianos. Ello favorece la salud y bienestar.

Según un estudio de 2016, las personas concedemos un gran valor a la sensación de admiración sin que en ello tenga que ver la cultura de cada uno. Investigadores del equipo de Pooya Razavi, de la Universidad de Oregón, compararon la experiencia y la valoración de reacciones que dejaron casi sin respiración a cerca de 1200 sujetos procedentes de distintos países: Estados Unidos, Irán, Malasia y Polonia. Los estadounidenses fueron los que mostraron una inclinación más fuerte a dicha emoción, mientras que los iraníes manifestaron la forma más débil. Sin embargo, todos los encuestados valoraron alto la sensación de admiración.

Del yo al nosotros

Al parecer, este estado emocional tiene un efecto, sobre todo, en el ámbito interpersonal. «La admiración une», señala Paul Piff, catedrático de psicología en la Universidad de California en Irvine. Según explica, se genera una especie de sentimiento colectivo. «La admiración surge a menudo en relación con experiencias colectivas, como la música, la danza, la oración o las competiciones deportivas. En este sentido, por lo general produce que el individuo se sitúe en un contexto social supraorde­nado y que la atención se desvíe del ego hacia un todo mayor.» Para Piff, la admiración favorece, además, la conducta altruista, puesto que promueve que nos dediquemos más al bien común. En 2015, investigadores de Berkeley, Nueva York y Toronto indagaron esta hipótesis. El equipo analizó, a partir de cinco estudios, la conexión entre la admiración y la conducta prosocial. En primer lugar, midieron la tendencia de los sujetos a sentir, además de admiración, diversas emociones, como entusiasmo, empatía, amor y orgullo. A continuación, los probandos participaron en un juego grupal: recibieron diez boletos de lotería (en unos, la ganancia posible era de 10 dólares; en otros, de 500 dólares). Explicaron a los probandos que

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Patricia Thivissen es periodista científica especializada en psicología.

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La indomable fuerza de la naturaleza hace que las personas parezcamos pequeñas e indefensas.

podían decidir si querían dar alguno de esos billetes de lotería a otro participante y, en ese caso, cuántos estaban dispuestos a entregarle. Los investigadores utilizaron esa prueba para evaluar la propensión social de cada sujeto. Según hallaron, los participantes que sentían admiración con frecuencia eran más generosos repartiendo boletos de 500 dólares, con independencia de su edad o sexo. Este efecto se producía incluso si los experimentadores tenían en cuenta otras emociones, como el amor o la empatía. Pero este tipo de correlaciones revela poca información. Por ese motivo, en un experimento posterior, el equipo de Piff intentó influir de manera activa en el sentimiento de admiración de los participantes. Para ello pidieron a los sujetos que describieran alguna experiencia en la que hubieran sentido devoción u orgullo. Mediante un cuestionario comprobaron que se trataba de ese sentimiento. A continuación, los probandos leyeron diferentes pasajes relacionados con normas morales (por ejemplo, cómo reaccionarían si la cajera de la cafetería les devolviera cambio de más). En otra prueba, mostraron a los participantes un documental en el que aparecían imágenes de naturaleza impresionantes o bien un vídeo con contenido neutro. Después, les pidieron que respondieran un cuestionario para valorar su autoimagen o les solicitaron que participaran otra vez en el juego mencionado para valorar la generosidad. De nuevo, los probandos reverentes se mostraron más generosos y manifestaron un sí mismo «reducido»; dicho de otro modo, un sentimiento

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de que estaban conectados con algo más grande que ellos. Eso favoreció, asimismo, su disposición a compartir. Un cuarto estudio confirmó que la conducta prosocial aumentaba con la sensación de admiración. Bastaron vídeos de fenómenos naturales (erupciones volcánicas y tornados) o de gotas de agua de colores que caían a cámara lenta en un recipiente lleno de leche y dejaban coloridas estrías. Según Piff, los humanos ayudamos a nuestros congéneres si tenemos la sensación de que nuestra existencia y nuestro propio destino son menos importantes. Pero ¿pueden compararse las experiencias de admiración en el laboratorio con las de la vida real? «Naturalmente, es casi imposible emular en el laboratorio vivencias de admiración transformadoras, como el nacimiento de un hijo», señala el investigador. Por ello, es importante combinar los experimentos de laboratorio con estudios de campo. «Si llevamos a los participantes a lugares que causen admiración, observamos efectos similares a los que se registran en el laboratorio.»

Observar árboles nos predispone a ayudar

Los psicólogos aprovecharon el impresionante bosque de árboles de eucalipto con ejemplares de hasta 60 me­ tros de altura y próximo al campus de la Universidad de California en Berkeley para su investigación. Dividieron a 90 sujetos en dos grupos: unos tenían que observar las copas de los árboles durante un minuto; los otros, situados a pocos metros de distancia, contemplaban los

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Pequeña historia de la sensación de admiración Asombro, respeto, humildad, inspiración son solo algunas de las cosas que vinculamos actualmente con el ambiguo término admiración. El Diccionario Enciclopédico Brock­ haus lo definía en 1896 como «el más alto grado de respeto, el sentimiento de entrega hacia aquello que se estima como más elevado que uno mismo». Desde siempre, este sentimiento ha desempeñado un importante papel en la historia cultural de los humanos. Para muchos eruditos e investigadores, la admiración por la propia existencia, el universo y la vida constituye el punto de partida por antonomasia de la filosofía, la ciencia y el arte. Así, por ejemplo, el idealista alemán Immanuel Kant (1724-1804) admitía en su Crítica de la razón práctica que dos cosas le colmaban el ánimo de «creciente admiración y respeto» siempre que pensaba y profundizaba en ellas: «El cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí». Tradicionalmente, la admiración destaca, sobre todo, en el contexto

religioso. En casi todos los grandes dogmas se encuentra, de forma más o menos explícita, un llamamiento al temor a Dios, es decir, al reconocimiento y respeto de una fuerza superior a la que no solo debemos nuestra existencia, sino que también dirige nuestro destino. Este ámbito domina la indefensión, el miedo ante una autoridad sobrenatural, algo que más tarde han rechazado, en parte con fuerza, algunos pensadores críticos con la religión. Solo a partir del siglo xviii, la admiración comenzó a considerarse cada vez más una experiencia secular y no (solo) religiosa. Para el filósofo y político británico-irlandés Edmund Burke (17291797), la admiración por la naturaleza o las obras de grandes artistas caracterizaba nuestro sentimiento estético. En su obra sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y la belleza (A philosophical enquiry into the origin of our ideas of the sublime and the beautiful, de 1757), explicaba que ante la incon-

edificios universitarios poco espectaculares durante el mismo tiempo. Una vez transcurrido el minuto, el experimentador pasó por delante de los probandos cargado con cuestionarios y una caja llena de lápices que, supuestamente de manera accidental, le cayeron de las manos. ¿Qué reveló el experimento? Los sujetos que habían e­ stado observando los árboles recogieron, en promedio, más lápices. También se representaron a sí mismos con círculos pequeños en una prueba en la que debían simbolizar su «yo» y «los otros» mediante círculos de diversos tamaños. Asimismo, se mostraron menos conformes con afirmaciones como «Creo que me corresponde más que a los demás». En pocas palabras, fueron menos exigentes que los probandos que habían contemplado los edificios. «La admiración modifica el autoconcepto y, con ello, la conducta», resumen Piff y sus colaboradores. Frente a la inmensidad nos tenemos a nosotros mismos por menos importantes. Aunque eso no tiene necesariamente que hacernos sentir bien, ya que puede provocar estados desagradables. En 2017, Amie Gordon, de la Universidad de California en San Francisco, y Jennifer Stellar, de

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mensurabilidad y la inaccesibilidad de las creaciones grandiosas siempre percibiríamos un agradable sobresalto. Albert Schweitzer (1875-1965), teólogo, médico y filósofo de Alsacia, centró su ética en un concepto similar. Veía en la «admiración de la vida» el impulso decisivo no solo para la humildad y la bondad, sino también para la responsabilidad frente a los demás. Schweitzer recibió en 1953 el premio Nobel de la paz, entre otras razones, por su trabajo y compromiso como «doctor de la selva» en Gabón. Además, se le considera pionero del vegetarianismo (a una edad avanzada renunció a los alimentos de origen animal por respeto a las criaturas). Ya sea como acto de humildad religiosa, como experiencia estética o como brújula moral, la admiración hacia lo sublime constituye, como Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) formuló, una «piedra angular del mundo». Sin ella seríamos más pobres en un sentimiento muy rico en matices.

la Universidad de Toronto, investigaron el modo en que el «lado oscuro» de la admiración influía en la salud o la sensación de estrés. Primero, solicitaron a 200 probandos que describieran circunstancias de su vida en las que se sintieron asombrados. Alrededor de uno de cada cinco se refirió a situaciones de amenaza, entre ellas, el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 o el accidente del transbordador espacial Challenger en 1986. Tales vivencias reflejaban, sobre todo, un sentimiento de pérdida de control (los participantes tenían la impresión de que no eran capaces de hacer nada, por lo que sentían una gran inseguridad). Fisiológicamente, esta sensación se refle­ jó a través de las señales típicas del estrés, a saber, un pulso acelerado y una elevada conductividad de la piel (sudoración). En otro estudio, Stellar y Gordon repartieron 600 sujetos en cuatro grupos. Unos vieron vídeos con tintes positivos (escenas de la naturaleza impresionantes) o negativos (tornados) que debían despertar admiración. A otros se les intentó provocar la sensación de miedo (les mostraron una escena de la película de terror clásica El resplandor) o no les provocaron ninguna emoción en

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La experiencia de admiración puede surgir en muchas circunstancias, entre ellas, el nacimiento de un hijo, un paseo por la montaña o al romper las olas del mar contra las rocas

particular. Una investigación previa había demostrado manera, el sentimiento de vínculo con los demás podría que los cortes del film provocaban las reacciones deseadas. ser favorable para la salud. Finalmente, los participantes cumplimentaron cuestioPiff da un paso más allá: para él, la admiración suscinarios sobre su estado emocional y autoestima. ta una importante cohesión en la sociedad, y a la inversa, el creciente individualismo actual podría estar relacio¿Una terapia que causa «piel de gallina»? nado con el retroceso de este tipo de experiencias en la Como era de esperar, los participantes del grupo que vida cotidiana. «Hoy en día, las personas tienden a endebía sentir miedo fueron los que más incómodos se contrar menos importante la admiración. Quizá quieran sintieron en su piel; también una sensación de admiración hacer un estupendo viaje por el Gran Cañón, pero no lo negativa alteró su bienestar. En cambio, el sentimiento ven como algo grande en su vida.» de admiración por la belleza de la naturaleza aumentó la El investigador aboga por cultivar el sentimiento de sensación de sentirse bien. La diferencia decisiva fue, de admiración hacia lo sublime de forma activa, como una nuevo y sobre todo, la percepción de la propia impoten- especie de pequeños momentos en los que se pone la cia: si bien en ambas condiciones los participantes se sin- piel de gallina. Estos lo pueden provocar la visión de tieron pequeños, solo ante la admiración negativa se un cielo estrellado desde una montaña o escuchar un alcanzó la percepción de indefensión. «Según nuestros concierto en directo de nuestro grupo favorito. Es poresultados, hasta una cuarta parte de todas las experien- sible que incluso se puedan utilizar los lugares que cias de admiración presenta tintes negativos», escriben producen admiración de manera terapéutica, especula. Stellar y Gordon. A menudo, estas resultan perjudiciales Todavía no existen principios fundamentados sobre la para el bienestar. No obstante, se necesitan más estudios posible aplicación de una terapia «de piel de gallina». que investiguen la otra cara de la admiración. «Pero sabemos que las intervenciones cortas incremenPor otra parte, la mayoría de las experiencias de ad- tan la conducta prosocial. Este efecto no se mantiene miración son bellas, incluso a veces embriagadoras, lo necesariamente. Pero un paseo diario por un entorno que sugiere un potencial terapéutico. En 2015, Stellar evocador puede ayudar a incrementar el bienestar y las demostró, junto con otros investigadores, que la admi- relaciones con los demás.» Por otra parte, no se requieración positiva lleva aparejada una reducción de los va- ren grandes cosas para sentir admiración. A veces es lores de determinados marcadores de procesos inflama- suficiente con prestar más atención a aquello que damos torios en el cuerpo, las llamadas citoquinas. De esta por hecho. H

PA R A S A B E R M Á S

Approaching awe, a moral, spiritual, and aesthetic emotion. D. Keltner y J. Haidt en Cognition and Emotion, vol. 17, págs. 297-314, 2003. Awe, the small self, and prosocial behavior. P. Piff et al. en Journal of Personality and Social Psychology, vol. 108, págs. 883-899, 2015. Positive affect and markers of inflammation: Discrete positive emotions predict lower levels of inflammatory cytokines. J. E. Stellar et al. en Emotion, vol. 15, págs. 129-133, 2015. Cross-cultural similarities and differences in the experience of awe. P. Razavi et al. en Emotion, vol. 16, págs. 1097-1101, 2016. The dark side of the sublime: Distinguishing a threat-based variant of awe. A. M. Gordon et al. en Journal of Personality and Social Psychology, vol. 113, págs. 310-328, 2017.

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NEUROPSIC OLO GÍA Las experiencias negativas previas a la a­ dopción, como los malos tratos y el abandono, o el consumo de drogas y alcohol por parte de la madre biológica pueden producir complicaciones cerebrales y psicológicas en el niño. Los cuidados de la familia adoptante pueden reparar ese daño DESARROLLO CEREBRAL

Efectos neuropsicológicos de la adopción F É L I X L O I Z AG A L AT O R R E

E L AU TO R

Félix Loizaga Latorre, doctor en psicología, ejerce de psicoterapeuta familiar e imparte clases de psicología de la educación familiar en la Universidad de Deusto.

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Alrededor del 50 por ciento de los niños adoptados tienen menos de tres años cuando llegan a su nueva familia. A esa edad, su cerebro se encuentra en pleno desarrollo.

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En síntesis: Vivencias que marcan

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Experiencias como el maltrato o el abandono, además del con­ sumo de drogas y alcohol du­ rante la gestación, alteran el desa­ rrollo cerebral del niño. La mayoría de los adoptados han vivido alguna de esas circunstancias en su familia biológica o en el orfanato.

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Los pequeños que han vivido sin la atención de adultos que ofrezcan buenos tratos y cuidados pueden presentar difi­ cultades de lenguaje y cognición social, así como alteraciones emo­ cionales, entre otros problemas psicológicos.

A

lo largo de las dos últimas décadas, Espa­ ña ha sido el segundo país del mundo, por detrás de Estados Unidos, donde más adopciones internacionales se han produ­ cido. Desde 1997 y hasta la actualidad se han traído alrededor de 55.000 menores por esta vía. El punto álgido fue en los años 2004 y 2005, cuando se adoptaron casi 11.000 menores, hoy en día ya en plena adolescencia. Carlo*, de 14 años, es uno de ellos. Sus actuales padres tuvieron que esperar algo más de tres años para, tras mucho papeleo y varios viajes a Moscú, conseguir adoptarlo. La pareja regresó a Barcelona con el niño cuando este contaba un año de vida. Como Carlo, muchos de esos niños han experimentado situaciones de desatención, abandono o malos tratos antes de vivir con una nueva familia. En muchos casos, las vi­ vencias con los progenitores o en orfanatos en malas condiciones han originado un daño funcional en su cere­ bro que ha afectado al sistema límbico, donde se procesan las emociones, como el miedo, el placer o la agresividad, entre otras. Por lo general, el trabajo psicoemocional y educativo por parte de las familias adoptantes mejora el estado fí­ sico, mental y emocional del niño. No obstante, esa «reparación» resulta más difícil cuanto mayor es el pe­ queño adoptado, sobre todo cuanto más ha sufrido con la familia biológica o en el orfanato. A partir de la edad de 3 o 4 años, se requieren grandes dosis de atención y cuidados para lograr ese cambio.

Neurobiología emocional

Los humanos somos una especie con una infancia muy prolongada, precisamente para que las redes cerebrales se potencien gracias a las experiencias vitales. Los padres biológicos, por lo general, nos dan cuidado y apoyo en ese proceso de crecimiento. Pero a los menores en situa­ ción de desprotección suele faltarles ese requisito, el cual se intenta suplir con familias adoptantes que les ofrezcan estabilidad, afecto y cariño. Los cuidadores de un niño contribuyen al desarrollo de su cerebro a través de la estimulación positiva, sobre todo durante los primeros años de vida. El volumen del cerebro se multiplica por tres durante ese período, por lo que se trata de una fase crucial para su desarrollo. A

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El cerebro infantil es muy plás­ tico. No obstante, cuando la adopción se produce en eda­ des tardías, el niño requiere, por lo general, una fuerte dosis de cuida­ dos y atención por parte de la fami­ lia adoptante para un desarrollo psicológico sano.

través de la estimulación, el afecto, el buen trato y el lenguaje familiar se favorecen las conexiones neuronales positivas para que la mente del niño razone y reflexione; también para que el pequeño se relacione con el mundo y las personas de su entorno. De este modo, el cerebro alcanza un desarrollo funcional y armónico. El cerebro emocional está compuesto, principalmente, por la amígdala y el hipocampo, estructuras ligadas al sistema límbico y que afectan directamente al aprendiza­ je cotidiano, la memoria y las respuestas emocionales asociadas (por ejemplo, la ira, la tristeza o la alegría). El ser humano es capaz de recordar o reprimir pensamien­ tos a partir de una edad muy temprana, a través de la memoria emocional. Por ese motivo, en muchas ocasio­ nes los niños recuerdan la sensación de bienestar o ma­ lestar en lugares concretos y con determinadas personas. Esta memoria emocional puede mantenerse en nuestra mente ligada a un trauma y reprimida durante muchos años. Las relaciones interpersonales y los cuidados que se han recibido en la infancia dibujan, por tanto, unos esquemas mentales que sirven para concebir el mundo y la realidad en que vivimos. Las redes neuronales permiten que el aprendizaje, las experiencias y las emociones sean coordinadas y autorre­ guladas desde la corteza prefrontal, la cual se relaciona con las funciones ejecutivas (planifica y regula la perso­ nalidad, el pensamiento, el lenguaje y el autocontrol, de manera que favorece las habilidades sociales). Para ello, los adultos (familiares y educadores) deben generar una reflexión lógica, respetuosa, sana y que suscite un auto­ control positivo hacia uno mismo y hacia las demás personas. Son estos procesos los que mayoritariamente articulan las familias adoptantes en la mente adoptada, para reparar lo que no pudieron hacer las familias bio­ lógicas.

Los pilares emocionales

Los adultos que rodean a un niño deben favorecer los tres pilares que determina la Declaración de los Derechos del Niño: amparo, amor y comprensión. El amparo consiste en proporcionar comida, cuidados básicos de higiene, acompañamiento en la enfermedad, espacio para el des­ canso y calma ante el daño que pueden producir el mun­ do y las personas. El amor es cariño, afecto, contacto y * Nombre alterado por la redacción.

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juego. Y la comprensión se resume en escuchar, entender y propiciar un pensamiento sano a partir de la conversa­ ción y la reflexión interpersonal. En pocas palabras, ge­ nerar una ética de respeto hacia uno mismo y hacia el otro. Estas claves constituyen los pilares para lograr un buen desarrollo psicoafectivo, empatizar con los demás y comprenderse a sí mismo. Algo que no todas las familias son capaces de ofrecer. Estos pilares se afianzan día a día mediante acciones, casi invisibles, que desarrollan emociones, cogniciones y comportamientos que van quedando enlazados a tra­ vés de sinapsis, podas neuronales, recuerdos y experien­ cias vividas. Son las tareas que toda la familia debe de­ sarrollar cuando tiene menores a su cargo. Las personas adoptantes y sus familias extensas (abuelos y tíos, entre otros) tienen por delante un enorme trabajo al acoger menores provenientes de entornos sociales donde los pilares se han tambaleado, por lo que han afectado el desarrollo cerebral del niño. Entre los menores que han sido adoptados con edades superiores a los tres años (adopción tardía), algunos manifiestan el dolor y el maltrato que sufrieron con su familia biológica o en orfanatos de baja calidad, situaciones frecuentes en muchos países pobres.

sitos que exige una parentalidad positiva, por lo que el Estado debe intervenir para asegurarla. Dicho de otro modo, la parentalidad consanguínea no da derecho por sí sola a ejercer de padre o de madre. Cuando las familias biológicas no cumplen con las funciones cuidadoras, deberían dar al niño en adopción o los servicios de pro­ tección a la infancia tendrían que intervenir y retirar lo antes posible al menor desprotegido. Pero también se necesita evaluar y seleccionar de manera exhaustiva a las personas que van a realizar esas funciones de reparación.

El trauma de muchos adoptados

Los niños que han vivido sin la atención de uno o más adultos (no tienen por qué ser necesariamente sus padres) presentan, en la mayoría de los casos, disfuncionalidades que la psicología y, sobre todo, la psiquiatría han anali­ zado. Entre las principales consecuencias se hallan las dificultades para adquirir el lenguaje, los problemas en la cognición social y las relaciones interpersonales (dé­ ficits para empatizar o captar estados mentales en los otros, por ejemplo), el menor uso de simbolismo o las alteraciones emocionales (como un pobre manejo de la inteligencia emocional). El amor resulta esencial para el desarrollo humano. Se ha demostrado que el amor y el buen trato pueden ayu­ La parentalidad positiva como prioridad dar a mejorar (o a modificar) las problemáticas anterio­ Las prácticas educativas basadas en el afecto positivo y res. En cambio, el odio, la venganza, el abandono y la la estructuración de rutinas y hábitos, así como en los humillación aumentan los niveles de cortisol en la sangre, límites, el reconocimiento y el interés por el mundo del que pasa por todo el cuerpo y, por supuesto, llega hasta niño conforman la denominada parentalidad positiva. el cerebro, lo que activa el sistema nervioso y aumenta Pero no solo eso. Este concepto también incluye la los niveles de estrés. Esos vínculos negativos, para los responsabilidad de asegurar espacios familiares libres que el humano no viene preparado y que algunos niños de violencia. De este modo, los conflictos conyugales viven antes de ser adoptados, minan el establecimiento nunca deben provocar un sufrimiento emocional en los de unas conexiones neuronales así como la poda de otras, hijos. proceso en el que el cerebro elimina las conexiones de No obstante, en la actualidad, muchas familias no bajo uso y mantiene las de mayor utilización. En el caso proporcionan al niño las condiciones de parentalidad de los niños maltratados, estas últimas son aquellas que positiva. En 2017, los servicios de infancia españoles les permiten adaptarse a los ambientes complicados de tuvieron que atender a 47.493 menores. Entre otros casos, violencia y negación. En definitiva, el desarrollo neu­ se produjeron 17.527 acogimientos en residencias para roevolutivo cerebral se rompe con los malos tratos. menores y 19.004 en familias extensas o ajenas. Estas Los bebés vienen «de serie» para sonreír con otras cifras revelan que muchos padres no satisfacen los requi­ personas (a partir de los dos y tres meses), evitar el con­

Número de adopciones

FUENTE: BOLETÍN DE DATOS ESTADÍSTICOS DE MEDIDAS DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA, 2016

6000

En los últimos 20 años se han adoptado en España alrededor de 55.000 menores p ­ rovenientes de otros países.

5000 4000 3000 2000 1000 0

2000

2005

Año

2010

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Felicidad, satisfacción vital y salud El estudio que hemos coordinado desde la Universidad de Deusto, dentro del Proyecto Aristos Campus Mundus, y en el que han participado adolescentes, revela que la mayoría de los jóvenes adoptados se sienten, en general, felices y muestran un buen grado de satisfacción y bienestar. Al otro lado de la balanza se sitúan entre un 10 y un 15 por ciento de sujetos que no presentan este perfil.

Asimismo, la comparación con el informe anual de la Organización de las Naciones Unidas sobre la felicidad mundial refleja que la media de felicidad de los adoptados y no adoptados es la misma. La mayoría de los participantes adoptados, tanto hombres como mujeres, marcaba la valoración «soy bastante feliz». Los que provenían de países de Europa del Este eran los que menos

tacto con los desconocidos (en torno a los ocho meses, para crear un mayor vínculo con los suyos), decir a sus familiares las primeras palabras (a los doce meses) y andar guiados (a los catorce meses, aproximadamente). Cuando no hay una madre o un padre que sonríe o sigue emocionalmente de cerca el desarrollo de su hijo debido a la falta de presencia o cuidados, violencia, abuso, hu­ millación o consumo de alcohol o drogas, el niño no

Adopción internacional en España Prácticamente el 51 por ciento de los menores adoptados internacionalmente en España provienen de países asiáticos (destacan Vietnam, China, India y Filipinas), el 27 por ciento del este de Europa (preferentemente Hungría, Bulgaria y Polonia), un 13 por ciento de África (destacan Etiopía y Madagascar) y el 9 por ciento de América Latina (Colombia, Costa Rica y Perú). De los 3000 niños en adopción procedentes de otros países en el año 2012, se descendió a 1144 en 2016, y a 693 en 2017. La mayoría de las adopciones más tardías (niños mayores de tres años) provienen de Latinoamérica y del este de Europa. Con todo, las familias españolas que quedan pendientes de que se les asigne un hijo adoptivo son alrededor de 3568.

Este de Europa 27% Asia 51%

13% África América Latina

9%

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dichosos se consideraban. En cambio, se hallaron diferencias entre adoptados y no adoptados en los tests sobre satisfacción vital, concepto más relacionado con el bienestar personal y la esperanza de futuro. Los primeros obtenían, de promedio, puntuaciones más altas. De nuevo, los adoptados de los países europeos del este se mostraban menos satisfechos.

puede crear un vínculo genuino ni positivo hacia ese adulto. De esta manera, la cadena neuroevolutiva se fractura porque el adulto no responde con la madurez necesaria para potenciar su desarrollo. Esto ha pasado en la vida de bastantes adoptados. Según el «Estudio sobre adopción en la adolescencia y juventud», que publiqué en 2017, el 71 por ciento de los niños adoptados han vivido durante un tiempo con su familia biológica. De estos, el 35 por ciento permane­ ció casi dos años con ella; posteriormente, los poderes públicos de protección los separaron de sus padres. (Un tercio de los adoptados, o de sus familias, no pudo con­ testar a esa cuestión; es decir, no sabía si había vivido con sus padres biológicos.) Otro 82 por ciento de los adoptados han vivido en orfanatos o centros de acogida. De estos, el 37 por ciento han permanecido al menos dos años en dichos centros. Por otro lado, diversos estudios demuestran una correlación importante entre el apego inseguro y los niveles de traumatización, ligada en muchos casos al tiempo vivido en orfanatos de baja calidad. Las familias adoptantes tienen por delante un gran reto para recupe­ rar el desarrollo neuroevolutivo y fisiológico del niño.

Los adoptantes y su arte para educar

Muchas personas adoptadas en Europa durante la pri­ mera década de este siglo se encuentran ahora en plena adolescencia, con lo que los procesos adoptivos se complican en una mezcla de ingredientes que nadie puede negar: adolescencia, adopción, parentalidad y nuevas familias. Muchas de esas familias adoptivas son heterosexuales, algunas están formadas por lesbianas (cerca del 5 por ciento) y, en pocos casos, por gays (alrededor del 2 por ciento). Bastantes son biparentales (71 por ciento), otras monoparentales (alrededor de un 23 por ciento), mientras que algunas son familias ex­ tensas (padre, madre, hijos y abuelos). Por otra parte, las hay con diversos hijos adoptivos de distintas proce­ dencias (Asia, Latinoamérica, África o Europa) o con hijos biológicos.

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En la adopción participan tres integrantes inseparables: el adoptado, la familia adoptante y la biológica.

El perfil de los adoptantes suele ser el siguiente: per­ sona de más de 41 años, con una formación superior (alrededor del 65 por ciento tiene estudios universitarios) y, por lo general, con una economía saneada. Algo que, por lo común, contrasta con las raíces de pobreza de los adoptados, quienes al tomar consciencia de sus orígenes biológicos (muchos tienen hermanos y familiares en su tierra natal), sienten un dolor o, al menos, una incomo­ didad emocional sobre aquellos que también son parte de su familia y que se quedaron allí. Las agencias de idoneidad se encargan de validar a las personas adoptantes. Para ello, analizan sus posibilidades y capacidades para dar amparo, amor, comprensión y límites al niño, de manera que contribuyan al desarrollo y crecimiento sano de un cerebro infantil, en muchos casos dañado por la pobreza, las guerras, la falta de re­ cursos o las vivencias negativas dentro de su familia biológica. Entre estas se encuentran el maltrato, el aban­ dono, la tensión emocional, el sufrimiento, la violencia o el consumo de drogas por parte de los padres (entre ellas, el alcohol en la etapa fetal o en su vida postnatal), además de las carencias básicas. También en los países desarrollados existen personas que abandonan o maltra­ tan a sus hijos en contextos muy desestructurados, de manera que perjudican la evolución psicológica y social para la que toda persona viene programado a este mun­ do: querer y ser querido, sonreír y que te sonrían. Adoptar supone hacerse responsable de alguien como hijo de por vida. Sin embargo, cerca de un 3 por ciento de los adoptados son devueltos a los centros de protección. También es preparar a un niño de una etnia diferente a la de los padres adoptantes para integrarse en su sociedad

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y avanzar en la superación del racismo y la xenofobia. En general, las personas adoptadas que presentan un fuerte daño emocional maduran en edades más tardías. Por otra parte, los adoptados transitan y pasan de unas familias a otras. Al menos en su imaginación. Ambas familias, la biológica y la adoptiva, están más presen­ tes de lo que podemos imaginar. Esto también sucede en los adoptantes y los progenitores, aunque no se vean ni se conozcan entre ellos. Todos fantasean unos sobre otros, pese a que, en ocasiones, se produce con un duro silencio familiar. Además, en caso de divorcio y cuando parejas nuevas entran a formar parte de la vida de los adoptan­ tes (alrededor de un 10 por ciento de las familias adop­ tivas se divorcian), la familia de los adoptados vuelve a aumentar, produciéndose una multiplicación de inter­ cambios familiares. Esta vivencia puede ser enriquece­ dora, pero también muy dolorosa, al haberlos separado previamente de su familia biológica y, de nuevo, vivir el duelo que produce la separación de los padres adoptivos. Los niños deben elaborar estos cambios y duelos a través de nuevas energías y un plus de sobresfuerzo.

Procedencia de los adoptados

En la actualidad, la adopción internacional en España se encuentra a la baja: 567 adopciones en 2016, mientras que en 2017 fueron 531. Cada vez resulta más complica­ do para el Ministerio de Asuntos Exteriores español, responsable final del movimiento de menores, así como para otros países europeos, alcanzar acuerdos para traer niños adoptados. Así, por ejemplo, las niñas adoptadas procedentes de China han pasado de 611 en 2011 a 85 en 2017.

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La adopción nacional también ha experimentado un ligero descenso. En 2017, se propusieron 680 menores en adopción frente a 693 en 2016. Alrededor de 1313 familias se ofrecieron en 2017, de las que un 93 por cien­ to se consideraron idóneas (por encima de otros países europeos) para adoptar dentro de nuestro país, frente a 1510 en 2016. Los menores adoptados en España son un 53 por ciento niños y un 47 por ciento niñas. En su ma­ yoría (46 por ciento), tienen menos de 3 años, seguidos de los adoptados de edades comprendidas entre los 4 y 6 años (23 por ciento), de niños de 7 a 10 años (21 por ciento) y de adolescentes entre 11 y 17 años (10 por ciento). En total, en uno de cada dos casos se trata de una adopción tardía. Por lo común, estos niños requieren grandes dosis de cuidados y una fuerte atención por parte de las familias adoptantes para conseguir un ajuste lento y progresivo de su desarrollo psicoafectivo. Por comunidades autónomas, donde más menores se adop­ taron a nivel nacional fue en Andalucía (99 niños), Co­ munidad Valenciana (98), Madrid (74), Murcia (56) y Cataluña (52). Todos estos datos reflejan, por un lado, las dificultades para adoptar niños de corta edad dentro del Estado, así como para encontrar nuevos países que lleguen a acuer­ dos con el nuestro, y, por otro, la tendencia creciente de la adopción subrogada (gestación por «vientres de alqui­ ler») que tendrá que ser necesariamente estudiada en estos próximos años.

14 por ciento de adoptados que sufren en su hogar adop­ tivo por diferentes motivos, entre los que destacan los secretos asociados al proceso de adopción, la toma de consciencia del abandono por parte de la familia biológi­ ca, y el trauma psicológico, vivencial y cerebral que sufren por las experiencias dramáticas que han vivido. Pero, por lo común, las familias adoptantes dedican más tiempo y atención y ofrecen mejores condiciones de salud a sus hijos que incluso las familias convencionales (no adoptivas) y, por supuesto, que las familias biológicas, muchas de ellas desestructuradas o inexistentes. La calidad de la vida familiar guarda una estrecha relación con la satisfacción escolar y el optimismo ante la vida. También con los vínculos positivos y de seguridad en las relaciones interpersonales. Por ello, debe darse cada vez más importancia a los buenos tratos de las fa­ milias y los educadores. Todos ellos son quienes, en de­ finitiva, desarrollan el cerebro de los niños. H

Tránsito por diferentes familias

Diferencias entre adultos adoptantes y no adoptantes en salud y satisfacción vital. Arantxa Aguirre y Félix Loizaga en Apuntes de Psicología, vol. 34, n.o 1, págs. 15-21, 2016.

PA R A S A B E R M Á S

Adopción hoy. Nuevos desafíos, nuevas estrategias. Dirigido por Félix Loizaga. Mensajero, Bilbao, 2010. 15 ideas clave para entender la adopción en la actualidad. (Reflexiones y sugerencias para el futuro de la adopción). Félix Loizaga en Revista Familia, n.o 48, págs. 79-92, 2014.

En el viaje de la adopción participan tres integrantes inseparables: el adoptado, la familia adoptante y la bio­ Adopción en la adolescencia y juventud. Dirigido por Félix lógica. Internet y las redes sociales permiten que unos Loizaga. Mensajero, Bilbao, 2017. busquen a otros. Cada vez más, los adoptados y su fami­ lia (adoptiva) intentan conocer la historia previa a la Impacto de la adopción en familias con adolescentes: Niveles adopción, que por lo común suele ser muy complicada de satisfacción de padres, madres e hijos. Yolanda Sandoval en Adopción en la adolescencia y juventud, dirigido por Félix y desestructurada. A corto plazo, esa búsqueda puede Loizaga. Mensajero, Bilbao, 2017. asustar a la familia adoptante y al propio adoptado; pero, Boletín de datos estadísticos de medidas de protección a la a medio plazo, suele resultar positiva, puesto que ayuda infancia. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, a entender y a cerrar viejas heridas. n.o 20, 2019. Casi siempre, este proceso de búsqueda debe ser me­ diado por personas expertas en adopción: psicólogos que EN NUESTRO ARCHIVO ayudan a situar en posibles e hipotéticas situaciones fa­ Neurobiología del maltrato en la infancia. Martin H. Teicher miliares que pueden encontrarse cuando vayan a conocer en IyC, mayo de 2002. a su familia biológica o para los adoptados que desean conocer la historia de su infancia. El viaje de la adopción, Los años sensibles. Charles Nelson III et al. en MyC n.o 46, 2011. como cualquier viaje humano, no termina hasta que WEBS DE INTERÉS todos los implicados (adoptados, adoptantes y familias biológicas) son capaces de asimilarse con respeto, agra­ Blog del autor sobre la adopción familiar: decimiento, perdón, comprensión y empatía. adopcion-loizaga.blogspot.com.es En este sentido, la calidad de vida familiar es una va­ Página web de la asociación «La voz de los adoptados», en la riable fundamental para el adoptado. En la mayoría de que personas adoptadas intercambian sus experiencias: los casos, esta resulta satisfactoria: cerca del 75 por cien­ www.lavozdelosadoptados.es to de los adolescentes adoptados afirman sentirse muy a Página web de la Coordinadora de Asociaciones gusto en su hogar, y el 78 por ciento se sienten queridos de Adopción y Acogimiento: www.coraenlared.org por sus padres adoptivos. La otra cara de la moneda es el

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AVANCES NEUROCIENCIA

Demencia y problemas de sueño

¿Podría un mejor descanso nocturno retrasar los síntomas del alzhéimer?

CELIA KRAMPIEN

Claudia Wallis

E

ntre las muchas cosas que se pueden estropear cuando la enfermedad de Alzheimer «tensa la soga» se encuentra el ciclo de sueño y vigilia. Este problema es tan habitual que una residencia geriátrica de la ciudad de Nueva York, el Hogar Hebreo de Riverdale, organizó durante muchos años un programa nocturno para que los miembros de la comunidad afligidos tomaran refrigerios y participaran en una serie de juegos, labores manuales y otras actividades desde el atardecer hasta el amanecer, y así sus agotados familiares pudieran descansar un poco.

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Los problemas de sueño comienzan a menudo bastante antes de que se manifieste la demencia. En los últimos años, la investigación se ha centrado en dos cuestiones esenciales: ¿podría el sueño alterado constituir una señal de alerta fiable y precoz de los cambios cerebrales incipientes en la enfermedad de Alzheimer? Y una cuestión más interesante, pero aún especulativa: ¿podría el tratamiento de los problemas del sueño retrasar la aparición o la progresión de esta demencia? La enfermedad neurodegenerativa del alzhéimer empieza unos veinte años antes de que se manifiesten

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L A AU TO R A

Claudia Wallis es periodista científica. Ha publicado artículos en The New York Times, Time, Fortune y New Republic. Trabajó como editora científica en Time y como redactora jefa de Scientific American Mind.

boradores exploraron la fase del sueño que podría ser más relevante para la enfermedad de Alzheimer. Descubrieron que si una fase muy profunda, llamada sueño de ondas lentas sin movimientos oculares rápidos, resulta reducida, se acumula más tau y, hasta cierto punto, amiloide beta. Esta fase del sueño también reviste importancia para la consolidación de la memoria. Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurre antes: ¿perjudica el exceso de amiloide beta y tau el sueño o la falta de sueño lleva a una acumulación de estas proteínas? La hipótesis principal es que la relación se da en ambos sentidos como una especie de círculo vicioso. Lucey propone: «Se empieza por la apnea del sueño, por dormir mal, de manera que se incrementan los síntomas de la enfermedad de Alzheimer, la cual empeora el sueño y acelera el trastorno». ¿Podría evitarse la demencia interrumpiendo este ciclo? Es demasiado pronto para afirmarlo, pero como señala Spira, «cada vez existe un mayor interés por encontrar vías que solucionen los problemas del sueño como una posible medida para prevenir el alzhéimer». Un pequeño estudio publicado a principios de este año en Journal of Alzheimer’s Disease por un equipo de la Universidad de California en San Francisco ofrece un rayo de esperanza. Los científicos examinaron a 50 personas mayores con alzhéimer, deterioro cognitivo leve o sin problemas de cognición. Según comprobaron, los 25 sujetos que habían tomado trazodona, un medicamento que ayuda a dormir, mostraban un deterioro cognitivo más lento que los 25 que no lo habían recibido. Se sabe que la trazodona aumenta el sueño de ondas lentas. Por desgracia, el camino hacia el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer está repleto de desencanto y frustración. Actuar sobre el sueño quizá resulte otro sueño imposible, pero cuesta imaginar que pueda ser perjudicial. H

síntomas como los lapsus de memoria y la confusión. Los investigadores creen que la fatídica secuencia transcurre de esta suerte: la proteína amiloide beta, un producto de desecho de las células nerviosas, comienza a acumularse en los espacios situados alrededor de las neuronas y acaba formando las placas reveladoras de la enfermedad de Alzheimer. A continuación, se forman ovillos tóxicos de proteína tau dentro de las células nerviosas, primero en la porción medial (interna) del lóbulo temporal y luego en otras regiones. Estos cambios provocan la muerte de las neuronas, la pérdida de sinapsis y la atrofia general que se observa en el cerebro de los afectados, así como un deterioro visible de la cognición y la conducta. El sueño, como se ha comprobado, afecta tanto a la proteína amiloide beta como a la tau. Los estudios en humanos y ratones indican que los niveles de ambas proteínas descienden durante el sueño. Las personas que duermen mal tienen niveles más altos de amiloide beta y tau en su líquido cefalorraquídeo, incluso después de una sola noche en vela. Lo que quizá resulte más relevante es lo que sucede a largo plazo. La tomografía por emisión de positrones (TEP) muestra que en el cerebro de las personas mayores con problemas de sueño crónicos se deposita más amiloide beta. La investigación publicada a comienzos de este año en la revista Science y llevada a cabo con ratones transgénicos con alzhéimer reveló que la falta de sueño fomenta la propagación anómala de tau en ciertas regiones del cerebro. «Al parecer, el trastorno del sueño, si se perpetúa noche tras noche, expone al sujeto a concentraciones más altas de estas proteínas y aumenta el riesgo de PA R A S A B E R M Á S alzhéimer», afirma Brendan Lucey, uno de los autores del estudio y profesor de neurología en la Universidad de The sleep-wake cycle regulates brain interstitial fluid tau in mice and CSF tau in humans. Jerrah K. Holth et al en Science, Washington en San Luis. vol. 363, n.o 6429, págs. 880-884, 2019. Un trabajo de 2018 confirma este «daño acumulativo». Tras examinar los datos de 124 personas mayores que Reduced non-rapid eye movement sleep is associated with tau participaron en un estudio a largo plazo del Instituto pathology in early Alzheimer’s disease . Brendan P. Lucey et al. en Science Translational Medicine, vol. 11, n.o 474, 2019. Nacional sobre el Envejecimiento (NIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU., el investigador del sueño Adam Long term trazodone use and cognition: A potencial therapeutic role for slow-wave sleep enhancers. Alice L. La et al. en Spira, junto con otros científicos de la Universidad Johns Journal of Alzheimer’s Disease, vol. 67, n.o 3, págs. 911-921, 2019. Hopkins y el NIA, descubrió que los individuos que referían una «somnolencia diurna excesiva» a los 60 EN NUESTRO ARCHIVO años de edad tenían una probabilidad 2,75 veces mayor de mostrar placas de amiloide beta en su cerebro 16 Drenaje cerebral. Maiken Nedergaad y Steven A. Goldman en IyC, mayo de 2016. años más tarde. En otra investigación publicada a principios de este Efectos cerebrales de la falta de sueño. Eva María Elmenhorst y David Elmenhorst en MyC n.o 96, 2019. año en Science Translational Medicine, Lucey y sus cola-

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NEUROLOGÍA

El cuerpo calloso, clave para conocer la atrofia cerebral en la esclerosis múltiple

La medición del volumen del cuerpo calloso puede ayudar a determinar el deterioro cerebral de los pacientes con esclerosis múltiple y, de esta manera, contribuir a la optimización de su tratamiento Ángel I. Pérez Álvarez, Pedro Oliva Nacarino y Montserrat González Delgado

El tamaño del cuerpo calloso (azul) puede revelar el daño cerebral en las personas con esclerosis múltiple.

A

unque la esclerosis múltiple (EM) suele definirse como una enfermedad inflamatoria del sistema nervioso central, esa es solo una cara de la mone­ da. Existe también un componente degenerativo. Dife­ rentes estudios han demostrado que, con el paso de los años, los afectados presentan una pérdida de volumen cerebral. Este proceso contribuye a que, de manera pro­ gresiva, aumente la discapacidad física (alteraciones en la movilidad, la sensibilidad, la visión y el equilibrio) y el deterioro de las funciones cognitivas del paciente (entre ellas, la atención, la memoria y la velocidad de procesamiento de la información). En la EM se producen focos de desmielinización en el cerebro y la médula espinal. Una de las estructuras cerebrales que con frecuencia sufre esa pérdida de mie­ lina es el cuerpo calloso. Se trata de una lámina gruesa

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de sustancia blanca compuesta por más de 300 millones de fibras nerviosas y que constituye el punto de unión más importante entre ambos hemisferios del cerebro. De esta manera, participa en funciones cognitivas complejas, como son el lenguaje, la visión y la habilidad espacial. Puesto que el cuerpo calloso es una de las principales regiones que sufren la acción desmielinizante de la EM, es previsible que se atrofie con el paso del tiempo. En los pacientes con esta enfermedad es importante conocer la

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Ángel I. Pérez Álvarez, Pedro Oliva Nacario y Montserrat González Delgado investigan en el Servicio de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias.

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AVANCES

La medición del índice del cuerpo calloso (ICC) puede revelar el tamaño global del cerebro. Para calcular el ICC se divide el cuerpo calloso (azul) en tres segmentos: uno anterior o rodilla (A), otro posterior, el esplenio (B), y uno medio o cuerpo (C). La suma de estas tres áreas se divide entre la longitud anteroposterior del cuerpo calloso para obtener el valor del ICC.

C

A B

evolución de la atrofia cerebral para determinar si el tratamiento que reciben disminuye la actividad inflama­ toria y, con ello, ralentiza la pérdida de volumen cerebral. Sin embargo, los métodos actuales para este fin resultan complejos, por lo que se precisan otros más sencillos y accesibles. Nuestro grupo ha comprobado que medir el índice del cuerpo calloso (ICC) puede ser una estrategia alter­ nativa para evaluar el tamaño global del cerebro y, de este modo, el grado de daño cerebral. Ello, a su vez, puede ayudar a optimizar el tratamiento.

Mesurar el tamaño del cerebro

Existen diferentes formas de medir el volumen cerebral. La más básica consiste en un examen visual por parte de un radiólogo o examinador experimentado capaz de identificar la retracción del cerebro y el ensanchamiento de los compartimentos del líquido cefalorraquídeo. Sin embargo, este sistema resulta poco preciso y reproducible y no aporta información numérica. También se utilizan técnicas cuantitativas que permiten una estimación sobre el tamaño o volumen del encéfalo en su conjunto o de di­ ferentes estructuras. Estas evaluaciones se efectúan, de forma manual o automatizada, sobre secuencias de imá­ genes de resonancia magnética (RM) o tridimensionales. Sin embargo, los programas de análisis volumétrico tri­ dimensional automatizados entrañan ciertas dificul­ tades, como son su accesibilidad, la necesidad de un aprendizaje progresivo de la técnica y una supervisión de los análisis. Ello resulta un inconveniente en la práctica clínica diaria, donde se requiere una técnica rápida, de manejo sencillo y reproducible. En nuestro estudio, nos centramos en el ICC. Este parámetro, que definió en 2007 Fernando F. Figueira, del departamento de neurología del Hospital Penitencia de Río de Janeiro, junto con otros investigadores, incluye distintos segmentos del cuerpo calloso. De esta manera, se obtiene un valor numérico de la atrofia de la región en su conjunto, así como del parénquima cerebral, es decir, del tejido encargado de procesar la información. Mediante RM exploramos el cerebro de 109 pacientes con diagnóstico reciente de EM, así como el de 101 su­ jetos sanos. Calculamos el ICC de todos ellos. Asimismo, evaluamos el volumen cerebral de cada uno a través de un programa informático en línea automatizado (MSme­ trix). La medición del ICC fue rápida y los resultados se

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pudieron reproducir en otros experimentos. En concre­ to, hallamos que el ICC en los pacientes con EM era in­ ferior al de los sujetos sanos. Además, se correlacionaba con los resultados obtenidos a través de las técnicas auto­ matizadas más complejas.

Método prometedor

Nuestros hallazgos demuestran, por un lado, que el vo­ lumen del cuerpo calloso se encuentra reducido desde el momento del diagnóstico de la EM. Por otro, que el ICC es un fiel reflejo del proceso degenerativo global que afecta al cerebro de los pacientes con EM y, por ello, una medida útil y de fácil uso para valorar, de forma indirec­ ta, el volumen cerebral y su grado de atrofia. En conclusión, el ICC puede ser una alternativa fiable a las técnicas tridimensionales de análisis del volumen cerebral más complejas, lentas y costosas. Además, este procedimiento permitirá determinar si la pérdida de volumen cerebral en los pacientes con EM se ajusta a lo esperable para su edad o si, por el contrario, la tasa de atrofia es mayor de lo esperado. Esa información adicio­ nal puede contribuir a valorar la idoneidad de un deter­ minado fármaco para un paciente concreto. Con todo, se requieren nuevos estudios que evalúen otras herramientas volumétricas y medidas bidimensio­ nales para su uso clínico, es decir, para valorar el grado de discapacidad de los pacientes con EM durante el brote inicial, así como el número de brotes y la idoneidad del tratamiento, entre otros factores.  H

PA R A S A B E R M Á S

Corpus callosum index: a practical method for long-term follow-up in multiple sclerosis. F. F. Figueira et al. en Arquivos de Neuropsiquiatria, vol. 65, n.o 4A, págs. 931-935, 2007.

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Valoración de la atrofia cerebral en la esclerosis múltiple mediante el índice de cuerpo calloso. A. I. Pérez-Álvarez en Revista de Neurología, vol. 67, n.o 11, págs. 417-424, 2018. EN NUESTRO ARCHIVO

Esclerosis múltiple. Howard Weiner en MyC n.o 15, 2005. Avances en la lucha contra la esclerosis múltiple. Bernhard Hemmer en MyC n.o 63, 2013.

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NEURO CIENCIA Bajo la influencia de alucinógenos, las redes neuronales se comportan más desordenadamente que nunca. El neurocientífico Robin Carhart-Harris busca concebir un nuevo modelo de la consciencia a partir de sus estudios con psicodélicos ESTUDIO DE LA CONSCIENCIA

Investigación con drogas psicodélicas THEOD OR SCHAARSCHMIDT

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GETTY IMAGES / AFP / FABRICE COFFRINI

El químico Albert Hofmann descubrió en 1938 la droga LSD. Comprobó su efecto alucinógeno en su persona.

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Theodor Schaarschmidt es psicólogo y periodista científico.

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n torno a las cinco de la tarde, el químico notó que algo le sucedía. Apuntó unos conceptos clave en su protocolo: «Vértigo, sensación de miedo, trastornos visuales, parálisis, ganas de reír». El camino de regreso a casa montado en su bicicleta le resultó agotador. «En mi campo de visión, todo oscilaba y estaba distorsionado, como en un espejo curvo. También tenía la sensación de no avanzar», recuerda. La vecina, la señora R, le pareció, de repente, una «bruja pérfida y malvada con una cara grotesca de colores». Unas horas más tarde, cambiaría por completo lo que había empezado como una experiencia desagradable. «Poco a poco, comencé a disfrutar de una sucesión de colores y formas sin precedentes tras mis ojos cerrados. Fantásticas imágenes que se transformaban como en un caleidoscopio surgían en mí, se abrían y cerraban en círculos y espirales, y explotaban como fuentes de color, se reordenaban y mezclaban en un flujo constante.» Incluso los ruidos se transformaron en sensaciones ópticas, informaba el investigador. El ruido de un coche que pasó sin detenerse se convirtió en una «imagen cambiante y vívida de formas y colores». La experiencia que vivió Albert Hofmann en la primavera de 1943 pasó a la historia como la primera intoxicación por LSD documentada. Todavía hoy, los entusiastas de esta droga de todo el mundo celebran el 19 de abril el «día de la bicicleta» en recuerdo a la memorable excursión sobre dos ruedas de Hofmann. Ese lunes, el prudente científico tomó una «minúscula» dosis de 250 microgramos (en realidad, una cantidad mucho más elevada de la necesaria para que la sustancia surta efecto). A Hofmann le desagradó lo que ocurrió en las décadas posteriores: Timothy Leary, psicólogo de Harvard y gurú del movimiento hippie, propagó el consumo de masas

de LSD. Asimismo, los servicios secretos abusaron de la droga para realizar experimentos militares cuestionables. A finales de los años sesenta, muchos países incluyeron el LSD en la lista de sustancias prohibidas. Ello supuso un final repentino para numerosos y ambiciosos proyectos de investigación que pretendían, entre otros objetivos, estudiar el efecto de la droga en la consciencia con el fin de posibilitar su uso en psicoterapia. Durante varias décadas, solo unos pocos científicos serios se aventuraron con el LSD y drogas parecidas. Las comisiones de ética competentes y los entes responsables de la gestión de subvenciones se encargaban de descalabrar esos planes. En la actualidad, la situación parece que ha cambiado radicalmente. La en su día censurada sustancia regresa, poco a poco, de su destierro. Cada vez más científicos emplean LSD y otras drogas emparentadas para sus estudios. No pocos hablan de un renacimiento psicodélico en la investigación. Desde 2014, más de 30 estudios con técnicas de neuroimagen investigan el efecto de esta droga en el cerebro. La mayoría se llevan a cabo en Gran Bretaña, Suiza y España. Uno de los científicos, Robin Carhart-Harris, de 37 años, psicólogo y director del grupo de trabajo psicodélico del Colegio Imperial de Londres, parece especialmente encantado con las nuevas posibilidades.

Portadora de esperanza

Carhart-Harris no cree que las comisiones de investigación se hayan vuelto más laxas en el manejo de las sustancias ilegales. ¿Por qué se han autorizado, entonces, tantos estudios con drogas psicodélicas? «Puede explicarse por una especie de efecto bola de nieve», afirma el investigador. Los solicitantes podrían acogerse a los múltiples proyectos exitosos de los últimos años. «Es posible que también sea una cuestión generacional. Los investigadores jóvenes, que quizá conozcan personalmente las drogas psicodélicas, saben a priori que la investigación de sustancias es importante.» Carhart-Harris pone grandes esperanzas en las sustancias psicodélicas: mediante su uso pretende crear un nuevo modelo de la consciencia humana. Con su planteamiento rompe de una tacada dos tabúes. Por un lado, trabaja con drogas ilegales; por otro, no huye de términos como el inconsciente o el yo freudiano, los

En síntesis: Caos en el cerebro

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Bajo la influencia de drogas psicodélicas, las neuronas se comportan de manera caótica. El pensamiento también se torna confuso: las fronteras entre el yo y el entorno se difuminan.

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La magnitud de la «entropía cerebral», el desorden en el cerebro, revela el estado de consciencia en el que nos encontramos. Mediante técnicas de neuroimagen puede evaluarse este ­fenómeno.

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Los científicos investigan el empleo de psicodélicos en la psicoterapia. El extraordinario estado de consciencia «abierta» inducido por las drogas podría mejorar el éxito del tratamiento, por ejemplo, de la depresión refractaria.

Participante 1

Fluctuaciones de la señal

«THE ENTROPIC BRAIN: A THEORY OF CONSCIOUS STATES INFORMED BY NEUROIMAGING RESEARCH WITH PSYCHEDELIC DRUGS». R. L. CARHART-HARRIS ET AL. EN FRONTIERS IN HUMAN NEUROSCIENCE, VOL. 8, 10.3389/FNHUM.2014.00020, 2014, FIG.3 (FRONTIERSIN.ORG/ ARTICLES/10.3389/FNHUM.2014.00020/FULL) / CC BY 3.0 (CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/BY/3.0/LEGALCODE)

NEURO CIENCIA / ESTUDIO DE L A C ONSCIENCIA

A través de la medición de la concentración de oxígeno (señales BOLD) en la sangre mediante tomografía por resonancia magnética funcional (RMf) puede determinarse de manera indirecta la actividad de las regiones cerebrales. Tras suministrar psilocibina (gráficos a la izquierda, barra roja) a los probandos, en tres sujetos la señal BOLD fluctuó con mayor intensidad en las áreas del hipocampo izquierdo (línea azul) y derecho (línea verde). Ese fenómeno se observó sobre todo en el hipocampo derecho (áreas coloreadas en los cortes cerebrales).

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Tiempo (minutos)

cuales muchos neurocientíficos solo emplean a disgusto. Estos investigadores quieren mantenerse alejados de las teorías psicoanalíticas, que en su mayoría se escapan del rigor de los tests empíricos, por lo que no se las considera científicas. Carhart-Harris toca, por tanto, un asunto delicado cuando en su artículo recurre una y otra vez a las teorías de Freud. No obstante, se esfuerza en ofrecer una nueva vida a las viejas ideas. Para comprobar sus hipótesis, utiliza drogas psicodélicas. A partir de sus métodos no convencionales, CarhartHarris busca resolver algunos de los huesos más duros de roer de la neurociencia: ¿qué genera el estado de vigilia en una persona? ¿Cuál es el correlato neuronal del sentido del yo? ¿Qué sucede en el cerebro cuando el estado de vigilia se desequilibra? Para encontrar las respuestas, diferencia entre dos estados básicos del yo. En primer lugar, la consciencia secundaria. Se trata, por así decirlo, del estado cotidiano, aquel en el que usted, querido lector, se halla en estos momentos mientras lee estas líneas. En condiciones normales, intentamos percibir el mundo de forma precisa, minimizar las sorpresas y reflexionar de manera crítica sobre las experiencias. Por el contrario, la consciencia primaria se encuentra marcada por el pensamiento ilimitado y un manejo despreocupado de las influencias exteriores. Incluso se crea un sentimiento de unidad con el universo. A veces, apenas podemos diferenciar entre el propio yo y el entorno. Las fronteras se difuminan. En este estado excepcional nos encontramos predispuestos al pensamiento

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mágico y a la paranoia, y tenemos una preferencia por lo sobrenatural. Con frecuencia, las personas experimentan este estado como positivo, místico y religioso; muchas lo consideran una base para la creatividad. De hecho, los sujetos que consumieron una microdosis de setas alucinógenas durante un experimento tuvieron ideas más originales que los que no consumieron (grupo de control), según publicaron Luisa Prochazkova, de la Universidad Leiden, y otros científicos en diciembre de 2018.

Anarquía en el cerebro

El joven investigador Carhart-Harris entiende la consciencia primaria como atavismo, un regreso a un estadio más temprano del desarrollo evolutivo. Se experimenta un estado regresivo, por ejemplo, en determinadas fases del sueño, tras tomar drogas psicodélicas o al inicio de una psicosis. Las reglas habituales y las limitaciones del

El caos en el sistema nervioso sería responsable del profundo efecto psicológico del LSD

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EN BREVE

ACCIPITER, R. ALTENKAMP, BERLIN (COMMONS.WIKIMEDIA.ORG/WIKI/FILE:MUTTERKORN_090719.JPG) / CC BY-SA 3.0 (CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/BY-SA/3.0/LEGALCODE)

Los alucinógenos son drogas que modifican la consciencia y distorsionan la visión de la realidad. El LSD (dietilamida de ácido lisérgico) es uno de los más potentes alucinógenos conocidos. El ácido lisérgico necesario para la fabricación de la droga sintética se obtiene del cornezuelo del centeno, un hongo tóxico (arriba). Un estado de embriaguez similar lo provoca la ­psilocibina. Esta sustancia se encuentra en los hongos psicoactivos, como el hongo de San Juan, muy extendido en Centroeuropa (abajo).

pensamiento humano quedan anuladas, y la anarquía reina en el sistema nervioso. Pero ¿qué diferencia la consciencia primaria de la secundaria a nivel neuronal? En este punto entra en juego un concepto que Carhart-Harris ha tomado prestado de la termodinámica: la entropía, que a grandes rasgos se podría definir como el desorden de un sistema. Los procesos en redes tan complejas como la del cerebro casi nunca transcurren de manera totalmente ordenada, pero tampoco en un completo caos. Con métodos neurocientíficos puede estimarse la correspondiente aleatoriedad. Los anestesistas emplean la denominada monitorización de la entropía, que consiste en medir, mediante electrodos, las oscilaciones de voltaje en la superficie de la cabeza. Cuanto más uniforme es la señal, más profunda es la anestesia. A medida que el paciente va despertando, la señal se torna más irregular. Según la teoría de Carhart-Harris, en el estado de consciencia primaria (por ejemplo, durante un «viaje» alucinógeno), el cerebro muestra más entropía que en un estado de vigilia normal. Así, las señales corren de manera más desordenada que en la consciencia secundaria, la habitual. Por lo general, los mecanismos neuronales reprimirían la entropía para asegurar un proceso ordenado. Sin embargo, bajo la influencia de las drogas, este mecanismo falla.

Pensamientos libres, sensaciones vívidas

2007 ARP (MUSHROOMOBSERVER.ORG/IMAGE/SHOW_IMAGE/6514) / CC BY-SA 3.0 (CREATIVECOMMONS.ORG/ LICENSES/BY-SA/3.0/LEGALCODE)

Para comprobar su hipótesis, el grupo de Carhart-Harris invitó a 15 voluntarios a un experimento poco común. Todos cumplían los requisitos estipulados: tenían más de 21 años, carecían de antecedentes psiquiátricos y habían experimentado en alguna ocasión con drogas psicodélicas. Antes de explorar a los participantes en un escáner cerebral, se les inyectó, de manera aleatoria, placebo o psilocibina (principio activo psicodélico de las «setas mágicas», muy similar al LSD). Bajo la influencia de la droga, los sujetos explicaron que sus pensamientos fluían libremente y cada vez más de un lado a otro; también informaron de sensaciones corporales extraordinarias y de una imaginación vívida, testimonios que coinciden con muchos informes anteriores. Más sorprendentes fueron los resultados de la tomografía por resonancia magnética funcional (RMf): determinadas regiones cerebrales, como la corteza prefrontal medial y la corteza cingulada posterior, que por lo general se encuentran estrechamente vinculadas entre sí, actuaron de forma independiente una de otra. También el desorden de las señales pareció aumentar bajo la influencia de la psilocibina. Los investigadores examinaron, asimismo, las diferencias que mostraba la intensidad de la señal en los distintos puntos de las imágenes por RMf con respecto de la media del grupo. Cuando inyectaban un placebo a los sujetos, las neuronas reaccionaban de manera uniforme. En cambio, tras suministrarles psilocibina, la intensidad de las señales mostraba un mayor

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distanciamiento de los valores medios: de repente, la red neuronal se comportaba de modo más caótico. El experimento, publicado en 2012, reveló a CarhartHarris y a su equipo una primera confirmación de su supuesto «entrópico». Aunque su más bien rudimentaria medición no proporcionaba una información exacta sobre la cantidad de entropía en el cerebro, demostraba que determinadas redes neuronales se comportaban más desorganizadamente bajo la influencia de las drogas psicodélicas. Desde entonces, han aparecido otros estudios que han llegado a resultados similares con otros métodos de medición. Michael Schartner y su equipo inyectaron a sus probandos ínfimas dosis de ketamina, LSD, psilocibina o placebo. A continuación, midieron la actividad electromagnética del cerebro mediante magnetoencefalografía (MEG). Descubrieron que, tras la inyección, las señales de la MEG variaban con mayor intensidad que en el grupo de control. También en ese caso parecía confirmarse que bajo la influencia de las drogas se elevaba la entropía cerebral. Pero la tesis de Carhart-Harris da todavía un paso más allá: según supone, el caos temporal en el sistema nervioso es el responsable del profundo efecto psicológico del LSD y de sustancias similares. En un experimento de su grupo publicado en 2016, informaron de que los probandos en los que bajo los efectos del LSD las barreras entre el propio yo y el entorno se volvieron difusas, el cerebro mostraba una comunicación reducida en una red de áreas que suelen hallarse activas incluso en estado de reposo. Sobre todo la actividad de las cortezas parahipocampal y retroesplenial se mostraba desacoplada. También experimentaron alucinaciones ópticas; en particular, los participantes que presentaban un flujo sanguíneo más elevado en la corteza visual y una disminución en la actividad de las ondas alfa. De esta manera, una alta entropía podría ayudar a romper estereotipos y patrones rígidos de pensamiento, opina Carhart-Harris. La psicóloga Katherine MacLean demostró en 2011 que la psilocibina puede actuar de manera persistente sobre la personalidad: la mayoría de los participantes manifestaron, incluso 16 meses después de haber consumido el alucinógeno, una elevada apertura a nuevas experiencias en un test de personalidad. No obstante, todavía no está claro si la breve desorganización neuronal en el cerebro a causa de la droga es el motivo de dicho efecto.

«THE ENTROPIC BRAIN: A THEORY OF CONSCIOUS STATES INFORMED BY NEUROIMAGING RESEARCH WITH PSYCHEDELIC DRUGS». R. L. CARHART-HARRIS ET AL. EN FRONTIERS IN HUMAN NEUROSCIENCE, VOL. 8, 10.3389/FNHUM.2014.00020, 2014, FIG.2C (FRONTIERSIN.ORG/ARTICLES/10.3389/FNHUM.2014.00020/FULL) / CC BY 3.0 (CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/BY/3.0/LEGALCODE)

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Bajo la influencia de la droga psicodélica psilocibina (arriba), la comunicación de la corteza prefrontal dorsolateral con una serie de áreas, que también se encuentran activas cuando estamos en reposo, se mostró reducida en comparación con su estado anterior (abajo).

y la extraversión. Los investigadores sugieren, por ello, que esos cambios podrían atribuirse al efecto psicodélico. Además, la forma en que los sujetos percibieron el estado de embriaguez estaba, al parecer, relacionada con las modificaciones de la personalidad. Carhart-Harris sugiere que ha establecido otra diferencia entre los estados de consciencia primario y secundario: la «criticidad» (o criticalidad). Con este concepto se describe una compleja propiedad de los sistemas que se componen de otros muchos elementos similares y relacionados entre sí. Se trata de un estado de inflexión entre orden y caos. Es algo que se puede observar en un reloj de arena. Cuando la arena fluye hasta el matraz de cristal inferior, se crea un montoncito con forma cónica. Al caer más arena sobre él, esta suele provocar pequeñas avalanchas que amplían la base y proporcionan nuevo espacio en la cima. El tamaño de las avalanchas obedece a lo que se denomina distribución de potencias: pueden observarse numerosas avalanchas pequeñas, pero solo unas pocas de ¿Cambia la psilocibina la personalidad? gran tamaño. Estos ajustes constantes ayudan a que la En un estudio de 2018, en el que también intervino colina de arena regrese una y otra vez a su forma típica. Carhart-Harris, los probandos que padecían una depreCon esta «criticidad autoorganizada» los científicos sión resistente a tratamiento presentaban, tres meses intentan explicar un gran número de fenómenos, entre después de tomar psilocibina, un aumento en los rasgos ellos, la tectónica de placas o los incendios forestales. de apertura a nuevas experiencias y de extraversión, así También en el cerebro pueden observarse descargas de como una reducción en los valores de neuroticismo. Si tipo avalancha en las células nerviosas conectadas entre bien algunos tratamientos contra la depresión reducen sí, que obedecen una ley de potencias. Por ese motivo, el neuroticismo, sorprendió que aumentaran la apertura algunos investigadores suponen que también el cerebro

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La teoría del cerebro entrópico Estado de consciencia

Escenarios

Entropía

Criticidad

Primario

Viaje psicodélico Fase del sueño MOR Fase temprana de una psicosis

Elevada

Supercriticidad

Secundario

Estado de vigilia

Intermedia

Criticidad

Reducido

Coma Anestesia Sueño profundo

Baja

Subcriticidad

Según el neurocientífico Robin Carhart-Harris, la magnitud de la entropía cerebral, es decir, del desorden a­ sociado a la actividad neuronal, es decisiva para el estado de consciencia en el que nos encontramos. Durante el sueño ­profundo, la actividad cerebral se desarrolla de manera uniforme. Por el contrario, durante una intoxicación por LSD la entropía se incrementa. A grandes rasgos, la criticidad es un estado de consciencia entre el caos y el orden. Es decir, entre el estado de consciencia primario (caótico) y secundario (ordenado). Fuentes: Frontiers in Humam Neuroscience, vol. 8, 2014; Neuropharmacology, vol. 142, 2018

se organiza a sí mismo de modo que se encuentra siempre cerca de la criticidad. De esta manera, las redes neuronales pueden trabajar de la forma más eficiente. La idea resulta controvertida, ya que los hallazgos son, por ahora, todavía escasos. ¿Qué relación tiene todo ello con el LSD y las setas mágicas? Durante el estado de consciencia secundario habitual, el cerebro se encuentra, según Carhart-Harris, muy cercano al punto de criticidad. Pero en el estado primario, esa frontera «mágica» se sobrepasa: el cerebro se halla en estado de «supercriticidad». Las descargas no solo son más caóticas que bajo circunstancias normales, sino que también resultan más inestables y sensibles a las influencias externas. «Ello podría explicar la mayor susceptibilidad ante los estímulos del entorno, tan típica en el estado psicodélico», sostiene el investigador. Durante un viaje psicodélico, muchas personas reaccionan a los estímulos exteriores de forma particularmente sensible. El psicólogo Timothy Leary (19201996) hablaba ya en los años 1960 de cómo el estado mental (set) y el ambiente físico y social (setting) pueden influir de manera determinante en una intoxicación por droga: después de todo, los estados de embriaguez con una misma droga pueden transcurrir de forma muy diferente. Los consumidores explican viajes de ensueño inspiradores, pero también hablan de experiencias terroríficas y estrafalarias. A veces, incluso las pequeñas modificaciones de los estímulos pueden provocar un rápido giro.

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Miedo por un concierto de piano

En 2018, el neurocientífico Mendel Kaelen y su equipo administraron una dosis alta de psilocibina sintética a pacientes con depresión resistente a tratamiento. A continuación, solicitaron a los participantes que se pusieran cómodos en una habitación amueblada de forma acogedora: debían colocarse un antifaz para dormir y escuchar con atención la música clásica que sonaba. Pero no todos los probandos gozaron del Concierto n.o 5 para piano de Beethoven. Solo una parte de los sujetos experimentó la música como agradable y describió la experiencia como un estado de armonía. A los demás, esa vivencia les resultó desagradable o incluso les infundió miedo. La reacción de un paciente hacia la música permitió predecir la mejoría de los síntomas depresivos en los siete días siguientes. En cambio, la intensidad del «viaje» no influyó en el estado anímico. No obstante, los investigadores prescindieron de un grupo de control, por lo que el estudio no aclara si la experiencia musical produjo la mejora de los síntomas depresivos. También la tesis de Carhart-Harris sobre el aumento de criticidad durante las fases de consciencia inhabituales dejan muchas cuestiones abiertas. Las drogas psicodélicas inducen en muchas personas una notable apertura frente a las influencias externas, aunque hasta la fecha los investigadores no han podido demostrar que se deba realmente a un estado de supercriticidad en el cerebro. Un primer indicio lo aportaron científicos de la Universidad de Auckland. Analizaron, me-

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diante distintos procedimientos de neuroimagen, las distribuciones potenciales de los patrones de actividad, tanto eléctrica como electromagnética, en la corteza cerebral. Constataron que bajo la influencia de LSD y de ketamina cambiaban las fluctuaciones eléctricas de los ritmos alfa y beta. Tales distribuciones potenciales son típicas de los estados críticos. Por ese motivo, Carhart-Harris considera que el estudio demuestra que las drogas psicodélicas influyen en la criticidad cerebral. No obstante, continúa sin saberse si estos efectos neuronales son los responsables de que los consumidores de drogas sean tan sensibles a los estímulos del entorno durante los estados de embriaguez. Los patrones de actividad que se han hallado hasta ahora no tienen por qué referirse forzosamente a la existencia de criticidad. Existen otras explicaciones para ello. A pesar de todo, algunos científicos continúan investigando la posibilidad de desarrollar un tratamiento para las enfermedades psíquicas con ayuda de LSD y drogas afines, ya que el estado de consciencia extraordinariamente intenso podría servir como catalizador para la psicoterapia. Mas la idea no es nueva. Desde los años cincuenta del siglo pasado, los investigadores ensayan el modo de tratar el alcoholismo o los trastornos neuróticos con una terapia psicolítica, es decir, con el uso de psicodélicos. No obstante, muchos estudios fueron metodológicamente deficientes o estaban mal documentados. Con la prohibición de esas drogas, el intento de establecer la psicodelia en la terapia se quedó en agua de borrajas.

timos años. Prueba de ello son los numerosos estudios actuales que emplean la psilocibina, el LSD o la decocción de la planta ayahuasca en busca de un tratamiento para los trastornos psíquicos, como la depresión refractaria, el alcoholismo, el tabaquismo o los trastornos compulsivos. El psiquiatra Peter Gasser investiga el uso del LSD en la medicina paliativa para ayudar a las personas con enfermedades incurables a afrontar su dolencia y muerte de la mejor manera posible. Subraya que la sustancia no puede sustituir la terapia psicológica, sino que se integraría en el tratamiento. Muchos de sus pacientes se beneficiaron de los «viajes» excepcionales e informaron que sentían poco miedo ante la posibilidad de morir. También los pacientes depresivos presentaron las semanas después de la embriaguez una mejoría de sus síntomas. No obstante, la investigación todavía está en mantillas. Un experimento a doble ciego no resulta adecuado para el estudio de las drogas psicodélicas: tanto los participantes como los experimentadores perciben en seguida si se trata de un placebo o de una droga. Además, en el análisis resulta difícil distinguir qué efectos son producto de la droga y cuáles se deben a la terapia psicológica. Todavía queda una cuestión: ¿qué les sucede a los pacientes durante sus «viajes» al servicio de la ciencia? La mayoría de las veces, los efectos secundarios más graves no aparecen. Si bien algunos experimentaron ansiedad, paranoia, cefaleas o náuseas, ninguno padeció un daño permanente. También los participantes en los estudios de neuroimagen de Carhart-Harris superaron su experiencia psicodélica sin problemas, a pesar de la estrechez y los fuertes ruidos de golpeteo del escáner Alucinógenos para la psicoterapia cerebral. «En más de cien exploraciones con RMf, solo También en la investigación de terapias se ha vivido un un voluntario nos pidió abandonar el escáner. Definitirenacimiento de las controvertidas sustancias en los úl- vamente, se puede hacer.» H

PA R A S A B E R M Á S

The entropic brain: A theory of conscious states informed by neroimaging research with psychedelic drugs. R. L. Carhart-Harris, et al. en Frontiers in Human Neuroscience, vol. 8, págs. 1-22, 2014. Increased spontaneous MEG signal diversity for psychoactive doses of ketamine, LSD and psilocybin. M. M. Schartner, et al. publicado en línea en Scientific Reports, abril de 2017. The entropic brain: Revisited. R. L. Carhart-Harris en Neuropharmacology, vol. 142, págs. 167-178, 2018. 1/f electrophysiological spectra in resting and drug-induced states can be explained by the dynamics of multiple oscillatory relaxation processes. S. D. Muthukumaraswamy, D. T. Liley en Neuroimage, vol. 1, n.o 179, págs. 582-595, 2018. Exploring the effect of microdosing psychedelics on creativity in an open-label natural setting. Luisa Prochazkova et al. en Phychopharmacology, vol. 235, n.o 12, págs. 3401-3413, 2018. EN NUESTRO ARCHIVO

Curación por psicodelia. David Jay Brown en MyC n.o 37, 2009. Sustancias alucinógenas. Felix Hasler en MyC n.o 37, 2009. El primer viaje alucinógeno. Gary Stix en IyC, enero de 2011. De viaje espiritual con el ayahuasca. Katharina Müller en MyC n.o 88, 2018.

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ENTREVISTA La socióloga YVONNE NIEKRENZ, de la Universidad de Rostock, explica por qué para muchas personas la desinhibición colectiva forma parte de su vida DESENFRENO

«La embriaguez ­requiere sobriedad» Doctora Niekrenz, ¿por qué dedicó su

tesis doctoral al estudio del carnaval del Rin? ¿Qué descubrió? El punto de partida de mi investigación fue la observación de que en todas las sociedades existen determinados enclaves en los que, de manera temporal, las normas del día a día se anulan. Sea en la fiesta de la cerveza, el carnaval, los partidos de fútbol o los festivales de música encontramos, como yo lo llamo, «las relaciones comunitarias embriagadoras». La alegría y la transgresión de las convenciones crean una forma especial de pertenencia al grupo. Me interesaba investigar el modo en que este fenómeno sucede. Los resultados de las entrevistas que llevé a cabo revelaron que, al parecer, deben darse ciertas condiciones previas. Una característica llamativa de estas situaciones excepcionales es su carácter fuertemente reglamentado, casi como una especie de ritual. El inicio y el final de la fiesta, su desarrollo temporal preciso, la ropa, el repertorio de las canciones. Estos elementos proporcionan al desenfreno aparente un esquema definido. Ello puede aplicarse tanto al carnaval como al comportamiento que muestran los aficionados en un campo de fútbol.

tos determinados. Ello también influye en el hecho de que uno se «acelera» cuando sabe que, por ejemplo, el miércoles de ceniza todo habrá acabado. Pero no solo el carnaval es finito, también lo es la propia vida. Este pensamiento de memento mori, esta mirada a lo efímero, aparece en la letra de algunos brindis: «No volveremos a ser así de jóvenes». Recordar la propia mortalidad es con frecuencia un importante estímulo y aumenta el exceso. La confrontación con la propia finitud une a las personas y las convierte, por ejemplo, en más patriotas, propone en psicología la teoría del manejo del terror. ¿Pudo confirmarlo en su estudio? Efectivamente. En el carnaval puede observarse cómo absolutos desconocidos se abrazan entre sí y celebran la fiesta. Por un breve período, el colectivo de asistentes se transforma en una gran familia feliz. Pero ello no implica obligaciones. Después de la fiesta, cada uno continúa su camino.

¿Por qué actuamos de esa manera? ¿Qué función cumple este tipo de conducta? Con otras palabras, es como si tuviera que establecerse Para muchas personas representa una válvula de escape. un marco para los eventos en los que las personas se En el discurso que mantuve en el carnaval de Colonia, desinhiben. mencionaba esta metáfora con frecuencia. La celebración Así es. Durante el carnaval, por ejemplo, la gente bebe desmesurada es, para la mayoría de los carnavaleros, mucho, baila, canta, bromea y se deja ir. Todas ellas son como una especie de ritual de purificación que libera de formas de desinhibirse. Sin embargo, este tipo de even- la carga del día a día. Pero eso funciona solo cuando todo tos se hallan bien delimitados tanto temporal como se termina en algún momento y se regresa a la rutina, y espacialmente. Como máximo, duran un par de días, con anhelo se espera a que llegue el próximo año para tienen un final definido y se organizan en lugares abier- una nueva juerga.

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YVONNE NIEKRENZ

SILKE PAUSTIAN; CORTESÍA DE YVONNE NIEKRENZ

Nació en 1980 en Güstrow. Estudió sociología y filología germánica en Rostock. Tras su estancia en las universidades de Bielefeld y Leuphana de Luneburgo, investiga e imparte clases en la Universidad de Rostock.

¿Tiene que gustarte el carnaval para llevar a cabo este Muchas formas de embriaguez resultan agotadoras a nivel corporal. También se busca experimentar situaciotipo de investigaciones? Yo soy del norte de Alemania, zona alejada de la célebre nes límite, como trasnochar o jugar al ordenador toda la fiesta de carnaval. Por ello, en mi investigación contaba noche. Las sustancias intervienen y, por lo general, las con una buena «distancia científica» para preguntar de consumen los jóvenes, que pueden recuperarse con ramanera objetiva cómo funciona este espectáculo. Los pidez. Pero también existe la embriaguez «ajustada a los habitantes de Renania contestaron abiertamente a todas sénior», por ejemplo, el festival de música clásica de mis preguntas y me llevaron a celebrar el carnaval con ellos. Bayreuth o las tertulias de bar. Hay muchas formas de embriaguez. ¿Existe algún denominador común? En general, se distingue entre los estados de embriaguez ligados a drogas, como el alcohol, la marihuana o el LSD, y los no relacionados con el consumo de sustancias. La música, el baile, los efectos lumínicos, los conciertos o los eventos organizados, como las convenciones de videojuegos o los acontecimientos deportivos, pueden tener un efecto embriagador. Estos eventos tienen en común que el individuo se siente parte de un estado de excepción colectivo.

Ha destacado el papel de válvula de escape de la embriaguez. ¿Existen otras funciones sociales? Los acontecimientos que hemos mencionado a menudo tienen un denominador común: crean colectividad. En lugar de entregarse a la sensación de embriaguez solos en casa, tiene más aliciente experimentar junto con otras personas un concierto o un evento. Allí, uno se siente parte de un todo. Además, para los jóvenes también es un momento de identificación. Se pertenece a ese o aquel grupo de fans. De esta manera, las personas desarrollan un sentido de unión comunitaria.

¿Es la embriaguez una prerrogativa de la juventud o se da en todas las edades?

¿No existe también un momento en el que se desmarcan unos de otros, hasta el punto de llegar a la hostilidad,

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ENTREVISTA / DESENFRENO

como sucede entre los clubs de fútbol o las ciudades rivales por su carnaval? Sí. Junto con el sentimiento de pertenencia, con frecuencia crece también el de separación; a veces incluso el de resentimiento hacia los otros. Las relaciones comunitarias embriagadoras resultan ambivalentes. En ocasiones, pueden incitar al individuo a comportarse de un modo que, estando sobrio, jamás aprobaría, como tomar demasiado alcohol o comportarse de manera violenta. En todos los aspectos positivos de la embriaguez debe ponerse atención para que las personas no se perjudiquen a sí mismas ni a las demás. Por ese motivo, las normas y los límites son importantes. No en vano existen una serie de reglas y rituales, como también sucede en el carnaval, que ayudan a regular la fiesta. La embriaguez lleva a una desinhibición que a veces libera ideas creativas, y otras prejuicios sin sentido y violencia. ¿De qué depende? Esta pregunta es difícil de contestar. Seguramente, el contexto y las expectativas desempeñan un papel importante. El individuo que, como los escritores de la generación beat de los años sesenta, pretende ser productivo a nivel artístico bajo el efecto de las drogas, presenta manifestaciones distintas que los rockeros que beben siguiendo rituales colectivos. Naturalmente, la desinhibición no solo fomenta pensamientos o asociaciones originales, sino también impulsos que, por lo general, las convenciones sociales limitan. De este modo, pueden surgir ataques racistas u otras tendencias altamente cuestionables. A causa de la duración de la embriaguez, eso a veces se tolera con frases como «déjalo hablar, está borracho». Pero las sustancias tóxicas albergan un peligro que no debe perderse de vista. Muchos estados de embriaguez se podrían experimentar a solas y cómodamente en casa. ¿Por qué, sin embargo, se prefiere hacerlo en grupo? A menudo, la embriaguez sirve para poner a prueba la sociedad a pequeña escala. De entrada, la sociedad es algo muy abstracto. Pero en las relaciones comunitarias, como el carnaval, esta resulta palpable. Ello resulta importante para la unión social. En esta situación de estado de excepción nos sentimos especialmente unidos al grupo y nos identificamos con él, sea un club deportivo, un grupo de música o, incluso, una comunidad local. ¿Deberíamos ser más permisivos con los estados de embriaguez? El informe más reciente del Gobierno Federal de Alemania sobre drogas y adicción subraya los peligros potenciales que supondría legalizar las drogas blandas como el THC [principio activo del cannabis]. Creo que nadie debe olvidarlo. Muchas sustancias están prohibidas pero el consumo de una pequeña cantidad se tolera o, al menos, no está perseguido por la ley. Por el contrario, la droga más consumida con diferencia, el alcohol, es casi de libre acceso.

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La desinhibición no solo fomenta ideas originales, sino también impulsos que, por lo general, las convenciones sociales limitan A pesar de que su venta a los menores de edad está prohibida, y de que en algunos lugares a partir de las diez de la noche no es tan fácil de comprarlo, los daños a la salud y sociales son inmensos. Por ello, resulta razonable regular ciertas sustancias, especialmente aquellas ligadas a estados de embriaguez. Para mostrar su mejor cara, los eventos y los estados de embriaguez deben canalizarse y necesitan reglas. Incluso cuando solo se trata de rituales. Pero ¿no vivimos en un momento en el que la embriaguez se exalta como una obligación, casi como un estado permanente? Por definición, la embriaguez requiere fases de sobriedad. La celebración permanente es una adicción, es decir, una enfermedad. El sujeto que cada tarde se emborracha o dedica todo el tiempo a jugar a juegos en línea tiene un problema y necesita ayuda. El número creciente de adicciones de la conducta revela que en la sociedad actual estamos, al menos, más sensibilizados sobre ello. La «festivalización» de la vida moderna ya la diagnosticaron los sociólogos hace unos cuantos años. En primer lugar, la fiesta se ha convertido en un gran mercado lucrativo y nos atiborran de ofertas para embriagarnos. En segundo lugar, si hablamos de prestigio social, las experiencias han desbancado a las posesiones materiales. Hoy en día no nos hacemos valer por lo que tenemos, sino por lo que experimentamos. Vacaciones a países exóticos, acontecimientos culturales divertidos, grandes eventos deportivos, etcétera. Hoy por hoy, comprar o incluso ir al peluquero debe convertirse en una experiencia [véase «Momentos de felicidad», por Marc Hassenzahl; Mente y Cerebro n.o 68, 2014]. A menudo, esto tiene que ver con una inflación de lo que en su día fue la embriaguez. Sin embargo, se acaba rápido. No hay embriaguez sin largas pausas entremedio. ¿Nos ayuda la embriaguez dosificada a manejar nuestra vida? Nos ayuda a fijar nuestra atención en los estados de «embriaguez» de cada día, los cuales nos proporcionan bienestar. También los sentimientos pueden ser embriagadores: la proximidad a otras personas, el esfuerzo físico realizado o el placer que proporciona la música. No siempre tienen que estar relacionados con grandes acontecimientos. H Entrevista realizada por Steve Ayan, redactor de Gehirn und Geist, edición alemana de Mente y Cerebro

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PREGUNTAS C ON RESPUESTA

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¿Por qué tenemos dos hemisferios cerebrales?

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E L AU TO R

Onur Güntürkün, catedrático de biopsicología en la Universidad Ruhr de Bochum, investiga los procesos cerebrales de la percepción, el pensamiento y la conducta.

H

annover, 8 de marzo de 2003. Ya en el segundo asalto, Cornelius Johannes «Corrie» Sanders, noquea al favorito y hasta entonces campeón Wladimir Klitschko. Con su temible puño izquierdo, Sanders envía al suelo a su adversario. Alrededor de mil millones de años antes de ese combate de boxeo, aparecieron en el mar primordial los primeros bilaterales, animales que presentaban un cuerpo con dos mitades especularmente simétricas. También es probable que poseyeran un sistema nervioso simétrico, en el que cada una de las partes procesaba las señales del lado contralateral del cuerpo y controlaba los músculos correspondientes. De estos primeros bilaterales surgimos, entre otras especies, los humanos, con dos hemisferios cerebrales. Aunque estos son anatómicamente similares, cumplen funciones muy diferentes. Pero volvamos en este punto a aquel cuadrilátero, en el que un gancho izquierdo en la barbilla de Klitschko puso fin al combate. La derrota de ese boxeador tiene mucho que ver con las asimetrías de nuestro cerebro. En el boxeo, los zurdos juegan con ventaja. Son una minoría, por lo que sus oponentes diestros no están habituados a la estrategia de la lucha invertida. Además, tienen otra desventaja: puesto que el hemisferio cerebral derecho controla los procesos de atención, los diestros nos fijamos primero en el lado izquierdo de nuestro campo de visión. Si bien ello nos permite ver el puño derecho del contario con la antelación suficiente, registramos el izquierdo más tarde. Por esa misma razón, los zurdos tienen ventaja en otras disciplinas deportivas, como el tenis y la esgrima, en las que dos oponentes se encuentran frente a frente y dependen de milisegundos. Por motivos parecidos, la zurdera pudo asegurar la supervivencia en culturas guerreras preindustriales, entre ellas, la de los yanomamö en Brasil. En ese pueblo indígena, el porcentaje de zurdos ronda el 30 por ciento, supuestamente, porque destacaron en la lucha con arma cuerpo a cuerpo. De hecho, a escala mundial, los zurdos representan solo un 10 por ciento de la población. Una mano dominante y un foco de atención «más iluminado» constituyen solo dos de las muchas asimetrías funcionales del cerebro. Entre estas se hallan el lenguaje, la regulación emocional y la orientación espacial, capacidades estrechamente vinculadas con uno de nuestros hemisferios. Así, el hemisferio cerebral izquierdo es dominante en el lenguaje, por lo cual podemos leer la escritura mejor en el campo visual derecho. Pero ¿existen asimetrías cerebrales semejantes a las humanas en otros

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animales? ¿Y por qué se han fraguado a lo largo de la evolución? Más de cien especies animales presentan diferencias funcionales entre la parte izquierda y derecha del cerebro; desde las abejas hasta las ballenas asesinas. Así, pues, nos encontramos bien acompañados en este aspecto. De hecho, las diversas asimetrías cerebrales ofrecen tres ventajas esenciales. Primero, fomentan que se entrene con mayor intensidad un lado del cuerpo (por ejemplo, podemos tener un desempeño motriz de precisión con una mano, que apenas seríamos capaces de ejecutar sin una preferencia). Segundo, nos permiten un menor tiempo de reacción, ya que el entrenamiento lateral a lo largo de toda la vida favorece que los movimientos de la mano dominante y el procesamiento del lenguaje en el hemisferio cerebral correspondiente sean más rápidos. La tercera ventaja surge de la colaboración de las diferencias entre la izquierda y la derecha: los cerebros asimétricos procesan en paralelo informaciones distintas en el lado izquierdo y el derecho. Con ello, la potencia de cálculo se incrementa a la par que disminuye la duración del procesamiento. Pero la asimetría cerebral tiene un precio, como comprobó Klitschko de forma dolorosa en su barbilla. Sin embargo, las ventajas parecen mayores que los inconvenientes; de lo contrario, esa característica del cerebro no se habría impuesto a lo largo de la evolución. Con todo, los zurdos también pueden perder, como descubrió Sanders el 24 de abril de 2004. Ese día, Klitschko lo derrotó en el octavo asalto. Fue al estilo clásico: con la derecha. H

PA R A S A B E R M Á S

Limb preferences in non-human vertebrates. F. Ströckens, et al. en Laterality, vol. 18, págs. 536-575, 2013. The lateralized brain: The neuroscience and evolution of hemispheric asymmetries. S. Ocklenburg y O. Güntürkün. Academic Press, Londres, 2017. Ontogenesis of lateralization. O. Güntürkün y S. Ocklenburg en Neuron, vol. 94, págs. 249-263, 2017. EN NUESTRO ARCHIVO

Lateralización del cerebro. Peter F. MacNeilage, Lesley J. Rogers y Giorgio Vallortigara en IyC, septiembre de 2009.

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Armonía hormonal. Markus Hausmann y Ulrike Bayer en MyC n.o 50, 2011.

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NEURO CIENCIA Cada año, el Instituto de Neurociencia de los Países Bajos galardona las mejores imágenes artísticas creadas bajo la temática de «neurociencia». Les mostramos una selección de las obras más espectaculares

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Neurociencia artística DANIEL ACKERMAN Y LIZ TORMES

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veces, el lenguaje científico no consigue transmitir la abrumadora complejidad y la profunda belleza del encéfalo. ¡Demos paso al arte! El concurso Arte de la Neurociencia es una competición anual dirigida por el Instituto de Neurociencia de los Países Bajos que invita a investigadores y artistas a romper con la rígida estructura de los artículos académicos y captar el cerebro desde la creatividad. Los concursantes de la edición de 2018 mezclaron color, sonido, luz y, en un caso, sangre humana para celebrar las complejidades de nuestro órgano más misterioso. Presentamos la imagen ganadora y las menciones de honor, junto con una selección de nuestros editores.

L O S AU TO R E S

Daniel Ackerman es periodista científico. Liz Tormes es redactora de Scientifc American y formó parte del jurado del concurso El Arte de la Neurociencia 2018.

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GANADORA

Intercambio sanguíneo metafórico En esta obra ganadora, la artista Lynn Lu, junto con la neurocientífica Carmine Pariante, presenta la sangre como un camino vital que conecta el cuerpo, el cerebro y las emociones. La inflamación sanguínea a causa del estrés ralentiza la formación de neuronas en el cerebro, lo que puede provocar síntomas depresivos, según halló Pariante, del King’s College de Londres. Lu pidió a los participantes de su creación que le explicaran de lo que se sentían más arrepentidos mientras les extraía

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una gota de sangre «inflamada» del dedo y la depositaba en una placa de Petri. A cambio, ofreció a los donantes un trago de zumo de remolacha «antinflamatorio». A medida que las placas de Petri se acumulaban y los frasquitos de zumo se vaciaban, la pared se cubría de mensajes con los remordimientos de los participantes. Uno rezaba: «Lamento no haber tenido más conversaciones abiertas y honestas con mi padre antes de que muriera» (abajo, derecha).

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Paisajes de olores

Menciones de honor

CARLES BOSCH PIÑOL, INSTITUTO FRANCIS CRICK; FRANCESCA PIÑOL TORRENT, ESCUELA MASSANA

Estos tapices evocan escenas a vista de pájaro de una isla con abundante vegetación en un oscuro mar de canales navegables abriéndose paso por los pantanos. Pero más que una imagen de la tierra vista desde arriba, estos tejidos representan «paisajes neuronales» microscópicos en el glomérulo olfativo, la estructura cerebral que codifica nuestro sentido del olfato. Carles Bosch Piñol, científico del Instituto Francis Crick, se unió a Francesca Piñol Torrent, artista de la Escuela Massana de Barcelona, para tejer estas composiciones hipnóticas. En algunos casos, la artista usó un luminoso hilo verde para capturar la fluorescencia de las estructuras celulares que observó en el trabajo del investigador.

YISHUL WEI, INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS DE LOS PAÍSES BAJOS

JENNY WALSH, KATE JEFFERY Y JEREMY KEENAN; FOTOGRAFÍA DE KIP LOADES

ALWIN KAMERMANS, CENTRO MÉDICO DE LA UNIVERSIDAD DE ÁMSTERDAM

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Manchas coloridas agresivas Sistema de orientación musical



¿Qué conforma el sentido de orientación de un animal mientras explora el mundo? Cada vez que una rata gira la cabeza, se activan unas vías neuronales particulares de una dirección concreta. En esta instalación de vidrio y cables inspirada en la investigación de Kate Jeffery, del Colegio Universitario de Londres, el titileo de las bombillas representa la estimulación de esas vías neuronales mientras la rata explora el laboratorio. Cada cadena de neuronas se encuentra unida a un acorde musical, lo que ofrece una visión hipnótica del inquisitivo cerebro de uno de nuestros primos del reino animal. Los artistas Jenny Walsh y Jeremy Keenan fueron los creadores de esta obra.

Alwin Kamermans, investigador en el Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam, utiliza el color para representar una tercera dimensión, la profundidad, en este retrato íntimo de las células tumorales en el cerebro humano. La imagen está compuesta de 64 fotografías captadas con una distancia focal de diferentes tonalidades. Las estructuras azules son las más alejadas del espectador; las rojas, las más cercanas. La distancia entre los dos extremos de color es menor de dos centésimas de milímetro.

Los ritmos de la vida Los movimientos más necesarios del cuerpo son aquellos que no controlamos de forma consciente. El sistema nervioso autónomo se encarga de que nuestro corazón lata día y noche. Pero no marca un ritmo periódico estricto, ni siquiera cuando dormimos, según el investigador Yishul Wei, del Instituto de Neurociencia de los Países Bajos. La imagen de Wei superpone lecturas de electrocardiogramas de la actividad cardiaca durante 15 minutos de un paciente dormido. La descuidada propagación de los valores máximos y mínimos destaca el ritmo variable de los latidos; con un latido regular, las curvas mostrarían una alineación perfecta.

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KAROLINE HOVDE / KAVLI INSTITUTO PARA NEUROCIENCIA DE SISTEMAS / CENTRO PARA LA COMPUTACIÓN NEURAL / EGIL; PAULINE BRAATHEN Y FRED KAVLI / CENTRO PARA MICROCIRCUITOS CORTICALES

Vía láctea neuronal Esta fotografía aparentemente galáctica no fue tomada con un telescopio, sino con un microscopio. Una superautopista de axones (los largos y delgados transmisores de señales del cerebro) tintados de azul y naranja recorren a toda velocidad la neblina granate del cuerpo estriado cerca del centro cerebral. Los axones conducen información eléctrica a través de todo el cerebro. La neurocientífica Karoline Hovde, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, captó esta escena estelar.

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Selección de los editores

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Llamas de la eminencia

REBECCA MCDONALD, UNIVERSIDAD DE GUELPH

El gecko leopardo tiene la inusual capacidad de regenerar las extremidades perdidas. Según el estudio de Rebecca McDonald, de la Universidad de Guelph, este reptil también podría regenerar partes del cerebro dañadas. Para comprobar esta hipótesis, McDonald identificó posibles neurocitoblastos que podrían convertirse en constructores cerebrales si se produjeran lesiones. La investigadora creó esta brillante imagen de dichas células en el cerebro de un gecko leopardo mediante dos tintes fluorescentes: uno morado para los núcleos y otro naranja intenso para los filamentos.

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SARAH EZEKIEL

ÁLEX GÓMEZ MARÍN, INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS DE ALICANTE



DAN JAGGER / COLEGIO UNIVERSITARIO DE LONDRES, INSTITUTO DEL OÍDO

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El baile del nematodo

Oro líquido



Leída de arriba abajo, cada columna de esta ardiente matriz describe el movimiento de un nematodo. Álex Gómez Marín, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante, proyectó cada una de las 90 posturas corporales de este gusano con una tonalidad específica. Los ecos de color indican secuencias posturales repetidas, que suelen ocurrir cuando el animal avanza lentamente por su entorno. Gómez Marín se siente atraído por la dualidad de la figura. A pesar de ser un compendio de datos científicos rigurosos, su cálida estética y los ritmos tonales podrían corresponderse con una alfombra para el salón de casa.

Neuroíris La técnica Brainbow (acrónimo en inglés de «cerebro» y «arcoíris») se emplea para visualizar neuronas individuales, cada una tintada con un color, en una red neuronal más amplia. La artista Sarah Ezekiel completó esta obra de «cerebroiridiscencia» con un programa informático que registra el movimiento de los ojos de la artista. El cuadro oscila entre el caos y el orden en cada observación. Esta red de delicadas conexiones neuronales, representada con amplios barridos de ­color, evoca los dos conceptos aunados en el título de la obra.

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Como el agua en movimiento, la información fluye del oído al cerebro a través del nervio auditivo. El audiólogo del Colegio Universitario de Londres Dan Jagger se sirvió de un microscopio de fluorescencia para fotografiar dicha estructura en un ratón. Con esta técnica, un dorado brillante tiñe las neuronas, los lechos fluviales por los que discurre la información. El segundo tinte se une al ADN en los núcleos celulares y presenta las moléculas vitales más preciadas en un resplandeciente azul.

WEB DE INTERÉS

Página web del concurso El arte de la neurociencia https://aon.nin.knaw.nl/

ENTREVISTA La neurocientífica cognitiva experta en creatividad, ANNA ABRAHAM, explica qué sucede en nuestro cerebro mientras creamos

«La creatividad es resistente al desorden neuronal»

¿E

n qué difiere el cerebro de los genios creadores del de los investigadores? ¿Y del encéfalo del resto de mortales? ¿Qué limitaciones presenta el estudio del cerebro creativo? La neurociencia de la creatividad está en auge. En Estados Unidos incluso se ha creado una asociación, con su correspondiente conferencia anual, y se han editado varios libros sobre el tema. Anna Abraham, psicóloga y neurocientífica cognitiva que imparte clases en la Universidad Beckett de Leeds, recoge en el libro The neuroscience of creativity (Cambridge University Press, 2018) los últimos hallazgos en este ámbito, del que es experta. Sus respuestas resultan reveladoras.

¿Cómo surgió su interés por la neurociencia de la creatividad? La creatividad siempre me ha llamado la atención. En el fondo, creo que simplemente quería profundizar en el misterio de esta maravillosa habilidad que cada uno de nosotros posee. En particular, tenía la esperanza de descubrir el motivo por el que algunas personas son más creativas que otras. Cuando tuve la oportunidad de llevar a cabo un doctorado en neurociencia a principios de la década del 2000 sobre cualquier tema de mi interés, me lancé de cabeza a ello. Era un enfoque emocionante y prometedor que hasta el momento solo se había utilizado de forma limitada para explorar la mente creativa.

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¿Qúe es la creatividad? ¿Hay en este campo una defini­ ción unificada y consensuada que estime satisfactoria? Existe un sorprendente grado de uniformidad cuando se trata de proporcionar una definición estándar. La mayoría de los expertos coinciden en que la creatividad presenta dos elementos fundamentales. El primero, y el más importante, es que refleja nuestra capacidad de generar ideas originales, inusuales o, de una forma u otra, nuevas. El segundo elemento radica en que estas ideas también deben ser satisfactorias, apropiadas o adecuadas al contexto en cuestión. Como definición me parece bastante aceptable, pero no me gusta la forma en que guía la investigación científica. El solo hecho de que muchos de

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ANNA ABR AHAM

CORTESÍA DE ANNA ABRAHAM

Se doctoró en la Universidad Ruhr de Bochum y ha ampliado sus estudios en la Universidad de Essex y de Delhi. Ha trabajado en departamentos y laboratorios de biopsicología, neuropsicología, neurología, psicología clínica, educación general y medicina comunitaria en diferentes países del mundo. En la actualidad es profesora de psicología cognitiva y neuropsicología en la Universidad Beckett de Leeds. También investiga los sustratos neuronales de la creatividad.

los hallazgos más difundidos en relación con la creatividad no se encuentren relacionados con la originalidad, que es su característica fundamental, sino con factores asociados a ella, como la fluidez y la flexibilidad, dan una idea de la desconexión que abunda en nuestro discurso científico. ¿Qué retos surgen a la hora de definir la creatividad? Uno de los retos principales reside en disponer de una definición que pueda aplicarse satisfactoriamente a todas las manifestaciones creativas, con independencia de si el «objeto» que se juzga es una obra de arte, una teoría científica o una estrategia de política pública. Otro de los retos surge porque existe un problema de subjetividad inherente al juzgar y clasificar un «objeto» como algo más o menos creativo. ¿Qué vara de medir uso para ello? ¿Y cuánto se asemeja a la que tú utilizas? ¿Dispongo de conocimientos previos suficientes o de la experiencia necesaria como evaluador para tomar una decisión? Incluso en caso afirmativo, ¿de qué modo los límites de mi conocimiento o forma de pensar acotan mi capacidad de reconocer ejemplos de creatividad en otros?

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¿Puede medirse la creatividad? Algunos aspectos de la creatividad pueden medirse, sí. El problema estriba en que todavía no disponemos de suficientes herramientas para hacerlo. ¿Qué aproximación a la creatividad es más adecuada desde la perspectiva neurocientífica? La influyente conceptualización de las «cuatro P» hace referencia a las estrategias que pueden adoptarse en el estudio de la creatividad. Las estrategias centradas en los factores que favorecen o dificultan la creatividad pueden ser externas, en el sentido de que forman parte del entorno (presión/lugar), o internas, en forma de rasgos y aptitudes que caracterizan al individuo (persona). Se trata de estrategias distintas a las que observan la creatividad con relación a las operaciones mentales que tienen lugar durante la ideación creativa (proceso) y a los resultados obtenidos a partir de esta (producto). La perspectiva neurocientífica entra dentro de un enfoque más amplio: la aproximación fisiológica. En mi opinión, representa la «quinta P» de la creatividad, dado que es una aproximación de pleno derecho, con sus propios métodos

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Es incorrecto llegar a la conclusión de que el cerebro izquierdo no es creativo de estudio y con las perspectivas únicas que proporciona sobre la creatividad. El libro que he escrito da testimonio de esta forma de verlo. ¿Cuáles son algunos de los problemas con los que se topa el estudio neurocientífico de la creatividad y que no aparecen en la investigación de otras funciones psicológicas complejas? Hay varios. El problema más destacado es que la creatividad no se puede provocar. En muchas de las funciones relativamente complejas es posible dar pie a una respuesta con cierta facilidad si se utiliza la pregunta adecuada. Es posible determinar si alguien recuerda un acontecimiento en concreto («¿Qué hiciste el día de tu cumpleaños?»), conoce un hecho («¿Cuántos anillos tiene Saturno?»), si ha experimentado un estímulo («¿Oyes la sirena de policía?») o disfruta de una experiencia («¿Te gusta ir en bicicleta?»), entre otras. Pero, como muchos de nosotros sabemos por propia experiencia, lamentablemente no podemos desencadenar una cascada de pensamiento creativo simplemente con un estímulo. Podemos intentar ser creativos cuando se nos pide que lo seamos, pero eso no es lo mismo que ser creativo. ¿Qué diferencia la explicación de la creatividad «de cerebro a proceso» de la «de proceso a cerebro»? La diferencia entre las dos reside en la dirección en la que se enfoca la exploración para desvelar las bases cerebrales de la creatividad. Si tu punto de partida es un proceso de especial relevancia para la creatividad, como la improvisación, y examinas sus correlatos cerebrales, estarás llevando a cabo una exploración «de proceso a cerebro». También puede hacerse en dirección contraria, empezando a nivel de una estructura del cerebro o de un patrón

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de actividad cerebral que sea —o se piense— que es especialmente relevante para la creatividad. Supongamos que viajamos hacia atrás en el tiempo y que logramos hacernos con el cerebro de Mozart post mortem. Al examinarlo, descubrimos que los núcleos habenulares de su cerebro son de alguna manera atípicos. Podríamos considerar este hecho como una razón suficiente para conjeturar que la increíble capacidad de Mozart para componer podría estar relacionada con las diferencias encontradas en esta estructura neuroanatómica de su cerebro. Este sería un ejemplo de la exploración «de cerebro a proceso», que precisamente es la que se ha utilizado en el análisis del cerebro de Einstein. ¿Por qué persiste el mito del cerebro derecho «creativo»? ¿Hay algo de cierto en ello? Como sucede con la mayoría de los mitos que persisten a lo largo del tiempo, incluso si el desarrollo inicial de la idea contenía una pizca de verdad, la afirmación expresada de esa forma resulta una generalización vaga e incorrecta. El hemisferio cerebral derecho no es un órgano independiente cuyo funcionamiento pueda considerarse, en la mayoría de las personas, separado del izquierdo. También es incorrecto llegar a la conclusión de que el cerebro izquierdo no es creativo. Incluso los primeros académicos que exploraron la lateralización cerebral en relación con la creatividad hicieron hincapié en la importancia de ambos hemisferios. Se consideraba que esta era una característica específica de la creatividad en comparación con otras funciones psicológicas altamente lateralizadas. En una época que fue testigo del descubrimiento de la implicación dominante de un hemisferio sobre el otro para muchas funciones y en la que al hemisferio izquierdo se le otorgó un estatus preeminente

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ENTREVISTA / CREATIVIDAD

por su rol crucial en capacidades complejas como el lenguaje, apareció el impulso de ir a contracorriente enfatizando la necesidad de reconocer la importancia del hemisferio derecho para funciones complejas, como la creatividad. Con el tiempo, eso se tradujo en un meme según el cual «solo el cerebro derecho es creativo». Es lo que suele pasar cuando se utilizan frases con gancho para comunicar descubrimientos científicos.

namiento analógico; el giro frontal lateral inferior es más relevante en el procesamiento de metáforas, y las áreas anteriores del giro temporal superior destacan más en el conocimiento introspectivo. Una forma de obtener una confirmación de la relevancia de estas áreas del cerebro en cada uno de dichos procesos sería examinarlos todos en el contexto de un único paradigma experimental.

¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando operamos en un modo creativo frente a uno no creativo? Por el momento solo hemos rozado la superficie de una pregunta tan importante como esta. Se sabe que gran parte de lo que desencadena un modo creativo en lugar de uno no creativo es situacional. El modo creativo se activa en contextos poco claros, difusos y de final abierto. Sucede justo lo contrario para el modo no creativo. Así, este último implica transitar con firmeza por el «camino de menor resistencia» a través de la zona «en blanco y negro» de lo esperado, lo obvio, lo preciso o lo eficiente. Por el contrario, el modo creativo implica alejarse del camino de menor resistencia y aventurarse entre las zarzas, por así decirlo, en un intento de abrir un nuevo camino a través de la «zona gris» de lo inesperado, lo difuso, lo engañoso o lo desconocido. Sabemos mucho sobre el ciclo receptivo-predictivo del cerebro que se activa durante el modo no creativo en cambio, mucho menos sobre el ciclo explorativo-generativo que actúa durante el modo creativo. Pero lo que conocemos es fascinante. Por ejemplo, varias redes ce­ rebrales a gran escala, que sabemos que operan en caminos delimitados en el modo no creativo, se implican de forma integrada y dinámica durante el modo creativo. El hecho de examinar el pensamiento creativo como un constructo polifacético ha mejorado nuestra comprensión de los roles que desempeñan regiones cerebrales determinadas en aspectos específicos de la crea¿Cuáles son los correlatos cerebrales del procesamiento tividad, como el conocimiento introspectivo, las imágenes cognitivo del conocimiento introspectivo, la analogía simbólicas, el razonamiento analógico, la superación y la metáfora? de las restricciones del conocimiento y la expansión Todas estas operaciones de cognición creativa presentan conceptual, entre otras. Entre los hallazgos que más correlatos cerebrales superpuestos, pero lo que difiere invitan a la reflexión se halla nuestra capacidad de son las regiones cerebrales específicas que se consideran implicarnos en actividades creativas a pesar de la exisrelevantes en cada uno de los procesos. Los polos fron- tencia de desorden y degeneración a nivel neuronal. Ello tales desempeñan un papel predominante en el razo- da fe de la capacidad del cerebro para permitir la auto­ expresión y la comunicación, y de que dicha capacidad es resistente al desorden. ¿Cuáles son los aspectos más complejos del funcio­ namiento del lóbulo frontal en relación con la creati­ vidad? Intentar identificar la naturaleza de las funciones del lóbulo frontal relacionadas con la creatividad a menudo se asemeja a intentar sujetar una anguila. Lo primero que debemos tener presente es que se trata de una estructura muy grande y heterogénea que cubre cerca de un tercio de la neocorteza y que distintas partes de los lóbulos frontales participan en las tareas de ideación creativa. Otra característica de la función del lóbulo frontal es que las lesiones en diferentes partes de esta región cerebral provocan algunos inconvenientes en el rendimiento creativo, pero también ciertas ventajas específicas. Por ejemplo, los daños en la corteza prefrontal dorsolateral se han asociado con una mayor capacidad de solucionar problemas relacionados con el conocimiento introspectivo, y los daños en las regiones frontopolares se han relacionado con una mayor capacidad de superar las restricciones impuestas por los ejemplos más destacados cuando se intenta crear algo nuevo. Continúa siendo una incógnita si las ventajas y desventajas en la creatividad se basan en los aspectos de cognición creativa que se estén estudiando, en la localización y la extensión de la región de la lesión cerebral o en la dinámica de las redes cerebrales de mayor alcance.

¿Cómo puede determinarse qué aspectos de un campo, como podría ser el de la música y la musicalidad, son creativos y cuáles ordinarios? Esta es una pregunta maravillosa que tiene varias respuestas en función del nivel de análisis o de reflexión que se adopte. En los ámbitos que mencionas, en el de la música y el de la musicalidad, puede distinguirse entre los formatos de escucha, interpretación, improvisación y composición. Si se adopta la definición estándar

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ENTREVISTA / CREATIVIDAD

de creatividad, la improvisación y la composición se considerarían las formas más creativas, dado que las dos certifican la invención potencial de respuestas originales. Por supuesto, deben tomarse ciertas precauciones en este caso, entre ellas, que no toda la improvisación es necesariamente creativa. Pero hay buenas razones para considerar la interpretación musical como una tarea creativa, dado que las respuestas originales pueden existir no solo en la invención, sino también a nivel de expresión. Después de todo, esta es una de las razones principales por las que las personas pagan más dinero por una entrada para escuchar a ciertos músicos que por escuchar a otros: por su originalidad en la interpretación y la expresión. Algunos académicos van aún más lejos y afirman que el acto de escuchar música puede considerarse una actividad creativa, porque la capacidad de discernir la originalidad en los patrones de respuesta de otros, a través de la invención/expresión musical, implica expandir los propios límites conceptuales en el proceso. ¿Existe la plasticidad cerebral? ¿De qué forma puede el pensamiento creativo ser causa y efecto de esta? La plasticidad cerebral es un hecho. Nuestro cerebro cambia a lo largo de toda nuestra vida. Una prueba evidente de ello es la observación diaria de que nunca dejamos de aprender. El alcance de la plasticidad cerebral es más difícil de definir; tampoco ha sido examinado. El pensamiento creativo implica el descubrimiento de nuevas conexiones, por tanto, se encuentra íntimamente vinculado con el aprendizaje. Hace varias décadas, Arthur Koestler se refirió a ello de una forma muy bonita: «La actividad creativa es un tipo de proceso de aprendizaje en el que maestro y alumno se encuentran en la misma persona». ¿Cuál es la relación entre la dopamina, el funcionamien­ to neuronal y la creatividad? Existen pruebas indirectas que sugieren que la asociación entre estos factores es prometedora, pero se requieren más investigaciones para confirmar la naturaleza de dicha relación. La idea de que la dopamina influencia las facetas motivacionales del impulso creativo fue señalada de forma muy destacada por Alice Flaherty a principios de la década del 2000. Los planteamientos contemporáneos llevados a cabo por el grupo de Carsten de Dreu hacen énfasis en la necesidad de distinguir entre la dopamina prefrontal y la dopamina estriada como facilitadores de distintos aspectos de la ideación creativa; sobre todo la persistencia y la flexibilidad, respectivamente.

cerebro cuando generamos una nueva teoría o hipóte­ sis científica? Sabemos poco sobre los correlatos neuronales de la creatividad científica, porque no se ha investigado lo suficiente. Pero podemos extrapolar previsiones sólidas a partir de lo que sabemos sobre las bases cerebrales de distintos tipos de procesos de razonamiento y de solución de problemas; también a partir de estudios de la conducta. Estos últimos hacen referencia a la importancia de adquirir conocimiento más allá del propio campo en el que se es experto, de la capacidad de concentrarse en lo inesperado y de la influencia relevante de los factores grupales en el contexto de trabajo. Las investigaciones sobre distintas formas artísticas de creatividad —musical, literaria, cinestésica, visual— enfatizan de forma parecida el hecho de que las habilidades perceptivas, de creación de imágenes, cognitivas y motoras relevantes para cada caso aumentan como consecuencia del conocimiento experto, de la experiencia única de fluir y del dinamismo vital entre los factores exteroceptivos e interoceptivos durante el acto creativo. Las redes cerebrales subyacentes a estas funciones, por consiguiente, están involucradas en los mismos aspectos. También debe considerarse que existen varias diferencias entre las formas de creatividad artística en cuanto a las propiedades temporales de la experiencia creativa, los niveles de aislamiento social asociados a la práctica creativa, la relación creador-receptor y la propensión a la enfermedad mental, entre otros factores. Por ahora, la base cerebral de la creatividad en relación con los distintos dominios creativos aún se encuentra en su etapa inicial, principalmente porque todavía deben superarse importantes retos para poder examinar a nivel neurocientífico las formas de creatividad específicas para un dominio concreto. Por lo general, implican actividad motora gruesa (creatividad cinestésica) o actividad motora fina (creatividad musical, literaria o artístico-visual), y la mayor parte de los métodos neurocientíficos no nos proporcionan grandes avances en estos casos. En este sentido, los factores temporales también suponen un escollo notable. Los métodos neurocientíficos son excelentes para captar el funcionamiento del cerebro según se deriva de la actividad neuronal en un presente a corto plazo. Pero la creación de una obra de arte formidable, de una interpretación sobresaliente o de una nueva teoría científica tienen lugar a lo largo de períodos extensos y variables. Como consecuencia, se conoce mucho menos sobre la base neuronal de estos procesos. Por suerte para nosotros, cada vez más investigadores están siendo ingeniosos para lograr tener acceso a procesos creativos, en los que se hallan involucradas varias áreas, mediante estrategias indirectas. Estamos empezando a vislumbrar una imagen fascinante.  H

En general, ¿en qué se diferencian los correlatos neu­ ronales de la creación artística, como componer una E ntrevista realizada por Scott Barry Kaufman, psicólogo, autor melodía, escribir un poema, pintar un cuadro o coreo­ de más de 60 publicaciones sobre inteligencia, creatividad, grafiar una secuencia de baile, de lo que sucede en el personalidad y bienestar.

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SI NOPSI S

Sesgos en la percepción del tiempo El tiempo parece que no pasa siempre igual de rápido. Nuestra percepción de la duración de determinadas situaciones depende, entre otros factores, de cómo el cerebro procesa los estímulos. Veamos los siete sesgos «temporales» principales. Texto: Maike Hege | Gráfico: Martin Müller

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Efecto flash lag

Si un destello y un objeto en movimiento aparecen al mismo tiempo y en el mismo lugar, los percibimos como si estuviesen en sitios distintos. El efecto flash lag, que podría traducirse como «retraso del destello», tiene una posible explicación: nuestra visión procesa los estímulos móviles a mayor velocidad que los estáticos. Según estudios recientes, tomamos consciencia de los acontecimientos con una cierta demora, pues el cerebro «espera» primero al estímulo más lento. Realidad Tiempo

Percepción

2

Ilusión de la inversión

En ocasiones nos da la impresión de que los acontecimientos tienen lugar en el orden incorrecto, como lo demuestra el experimento siguiente: los sujetos pulsan un botón que hace que una luz se ilumine. Tras varias pulsaciones, el experimentador se encarga de que la luz se encienda más tarde, pero los participantes vuelven a percibirla casi de manera simultánea al momento en que aprietan el botón. Si no se produce la demora, «ven» el destello incluso antes de accionar el interruptor. Realidad

3 Efecto «bicho raro»

Percepción

Cuando hemos percibido con anterioridad una serie de estímulos idénticos repetitivos, tendemos a sobreestimar la duración de un estímulo nuevo o inesperado. Según varias investigaciones, nuestro cerebro comprime la duración de los estímulos monótonos, ya que con el tiempo puede procesarlos con mayor rapidez.

Demora

Demora

1

Realidad

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Percepción del tiempo dilatada MENTE Y CEREBRO

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Cámara lenta emocional

Cuando tenemos miedo de sufrir un accidente, parece que vemos el mundo a cámara lenta. Si la percepción se ralentizara, también debería parecernos que el suceso se produce a una mayor resolución temporal; pero no es así. Probablemente, los acontecimientos parecen dilatarse cuando echamos la vista atrás, porque en situaciones de estrés, el cerebro intenta almacenar toda la información posible.

Percepción del tiempo dilatada

5

Cronoestasis

Cuando miramos la hora, a veces nos parece que el segundero se detiene durante un momento. Se debe a un fenómeno llamado cronoestasis. Si movemos los ojos muy rápido, nos da la impresión de que el tiempo se dilata inmediatamente después de dicho movimiento sacádico. El motivo: durante ese movimiento, el cerebro no recibe ninguna impresión visual, sino que intenta construir una percepción continuada. Por tanto, «rellena» la información en blanco con las impresiones producidas tras las sacadas.

Movimiento sacádico

Pausa

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El efecto kappa

Cuando vemos dos luces parpadeantes sucesivas, sobreestimamos el intervalo de tiempo entre ellas si aparecen en lugares distantes entre sí. Por el contrario, si están más juntas, subestimamos dicho intervalo.

Realidad

Distancia

Percepción temporal

MARTIN MÜLLER

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La hipótesis del reloj de dopamina

La dopamina influye en el ritmo de nuestro reloj interno. Por esa razón, a algunos pacientes con párkinson, quienes presentan un déficit de dicha hormona, les resulta complicado aplaudir a un ritmo constante. Lo mismo ocurre en otras enfermedades, entre ellas el trastorno por déficit de atención e hiperactividad o la esquizofrenia. En esta última puede suceder que el cerebro del afectado perciba los estímulos multisensoriales (la voz y el movimiento de la boca de un hablante, por ejemplo) en distintos momentos, como si se tratara de una película mal sincronizada.

FUENTES Warum die Zeit verfliegt: Eine größtenteils wissenschaftliche Erkundung. A. Burdick. Karl Blessing Verlag, Múnich, 2017. Human time perception and its illusions. D. M. Eagleman en Current Opinion in Neurobiology, vol. 18, págs. 131-136, 2008. Why does time seem to fly when we‘re having fun? P. Simen, M. Matell en Science, vol. 354, págs. 1231-1232, 2016.

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CASO CLÍNIC O

El marinero que ­olvidó su travesía Mientras navegaba por las costas bretonas, Pierre se quedó de repente en blanco. ¿Qué hacía allí? ¿De dónde venía? ¿Adónde iba? Este estado inquietante, aunque poco grave, se conoce como ictus amnésico

GETTY IMAGES / SUTULASTOCK / ISTOCK

L AU R E N T C O H E N

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E L AU TO R

Laurent Cohen es profesor de neurología en el Hospital de la Pitié-Salpêtrière.

H

e aquí un trastorno cerebral llamativo, relativamente frecuente, pero que la mayoría de los neurólogos jamás llegan a ver porque los afectados suelen acudir a la consulta después del episodio, cuando todo se ha normalizado. En el hospital atendí a uno de estos pacientes. Pierre, así se llamaba, era un hombre de más de 60 años y me contó la curiosa jornada de pesca que había experimentado mientras navegaba en solitario con su lancha motora por las costas bretonas de un puerto a otro. A pesar de que llevó la embarcación a buen puerto, cuando arribó, se percató, extrañado, de que no recordaba absolutamente nada de su travesía. Además, la amiga que le esperaba en el muelle estaba alarmada: durante el trayecto, Pierre la había telefoneado al menos media docena de veces desde la embarcación. Parecía inquieto y perdido; además, en cada llamada le solicitaba que fuera a recogerlo al puerto.

Pérdida de memoria pasajera

A un neurólogo, esta historia le sugiere de inmediato un diagnóstico concreto: ictus amnésico. El cerebro del afectado deja de «grabar» información durante unas horas, de manera que no crea ningún recuerdo de lo que sucede. Como el sujeto no recuerda nada de lo ocurrido, suele ser alguien de su entorno quien describe el episodio. Los síntomas empiezan de manera brusca. De repente, la persona se encuentra perdida y, perpleja, se pregunta continuamente: «¿Dónde estoy? ¿Qué es lo que voy a hacer ahora? ¿Qué hora es?» Las personas que le rodean tratan de responder a sus preguntas de la mejor forma posible, pero el afectado sigue con su bucle interrogatorio, de manera que a menudo entra en un es-

tado de ansiedad que no logra aliviar, ya que olvida todas las respuestas. Aparte de esto, en principio, todo va bien (si se puede decir así). La persona está despierta y consciente, habla y actúa con normalidad, sabe quién es y reconoce el entorno. Asimismo, puede seguir con la actividad que estaba realizando, ya sea cocinar, conducir un vehículo o incluso navegar. Con relativa frecuencia también olvida ciertos acontecimientos de los días anteriores.

Sabe que tenía un propósito, pero ¿cuál?

¿Cómo viven los pacientes estos episodios? Para saberlo, deberíamos examinar e interrogar a los afectados en el transcurso del ictus, pero esta situación suele ser excepcional. Estas personas se dan perfecta cuenta de que algo no va bien: se encuentran angustiadas y presentan un estado de ánimo deprimido. Por otra parte, no tienen consciencia de que su memoria está fallando, y su perplejidad continúa. Por lo general, el ictus amnésico dura unas horas, en todo caso menos de veinticuatro, como le sucedió a nuestro marinero bretón. Luego, todo retorna a la normalidad de forma espontánea y progresiva. Pese a su carácter llamativo, no se trata de un trastorno grave, y la memoria recupera su funcionamiento normal. Durante un tiempo se produce un bache: el recuerdo de lo sucedido mientras se sufría el ictus desaparece, de manera similar a lo que ocurre después de una fuerte borrachera. Los pacientes y su entorno se preocupan, a menudo, por las secuelas a más largo plazo. Sin embargo, los estudios epidemiológicos indican que, en la mayoría de los casos, el ictus ocurre solo una vez, aun cuando exista una mayor probabilidad de repetición en comparación con quienes no han sufrido nunca este tipo de episodios. Es también habitual que los pacientes se pregunten si el ictus podría

En síntesis: Amnesia temporal

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De repente, el marinero Pierre olvidó por qué se hallaba surcando el mar en su embarcación y adónde se dirigía. Inquieto, llamó a una amiga en varias ocasiones para preguntarle sus dudas. Al final, arribó a puerto sano y salvo.

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Pierre sufrió un ictus amnésico, por lo que olvidó durante varias horas los eventos que había vivido. En general, este trastorno carece de consecuencias graves.

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El ictus amésico se debe a la disfunción pasajera del hipocampo, de manera que se produce un fallo temporal de la memoria episódica.

Las diferentes memorias El hipocampo (magenta), alojado en el centro del ­cerebro, trabaja junto con otras regiones y estructuras cerebrales para crear recuerdos episódicos.

Memoria a largo plazo Recuerdos más duraderos; desde minutos a decenios antes

Memoria implícita Conocimientos aprendidos y automáticos (escribir con teclado o ir en bicicleta)

Memoria a corto plazo (o de trabajo) Retención de información durante unos segundos

Memoria declarativa Todo lo que se puede describir verbalmente

Memoria semántica Conocimientos generales (vocabulario, conceptos, hechos, etcétera)

Memoria episódica Recuerdo de los episodios vitales

Aspecto anterógrado Nuevos recuerdos

Aspecto retrógrado Recuerdos pasados

ICTUS AMNÉSICO

constituir el primer signo de la enfermedad de Alzheimer. Por fortuna, no sucede así. Con todo, la pregunta resulta pertinente, si se tiene en cuenta que la edad de los afectados suele oscilar entre los 50 y 80 años, franja etaria en la que ocurre este tipo de problemas. El ictus amnésico puede sobrevenir en cualquier momento, sobre todo por la mañana, y sin motivo aparente. Pero en más de la mitad de los casos, su aparición viene propiciada por un acontecimiento previo: un esfuerzo físico o una emoción intensa, un estrés violento o un cambio brusco de temperatura. La inmersión en aguas muy frías es una de las causas mejor conocidas. Las relaciones sexuales, que conllevan un esfuerzo físico y emocional, constituyen otro ejemplo paradigmático. Me acuerdo de un paciente que vino a la consulta acompañado de su mujer tras sufrir un ictus poco después del acto sexual. Le tranquilicé, pero unos días más tarde regresó a la consulta. Esta vez solo. Después de dar unos rodeos, me confesó que había sufrido un ictus en tres circunstancias anteriores análogas, pero en compañía de distintas amigas. La repetición del fenómeno le inquie-

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taba mucho, si bien, tal y como le indiqué, no había razón alguna para alarmarse. ¿Qué sucede en la memoria durante un ictus amnésico? El término «memoria» engloba facultades mentales muy variadas, todas ellas relacionadas con las huellas que nuestras experiencias dejan grabadas en el cerebro. Se distinguen la memoria a corto plazo (que permite retener durante unos segundos un número de teléfono antes de anotarlo, por ejemplo) y la memoria a largo plazo (que abarca recuerdos más antiguos; desde unos minutos hasta varios decenios antes). Esta última se divide en memoria implícita, que trata, sobre todo, de conocimientos prácticos (escribir con el teclado, nadar, ir en bicicleta, etcétera) y la memoria declarativa o explícita, es decir, aquella que nos permite describir de manera consciente el contenido. Continuemos con esta disección: la memoria declarativa se corresponde, por una parte, con la memoria semántica, que agrupa los conocimientos enciclopédicos que tenemos del mundo en general (Londres es la capital de Inglaterra, por ejemplo) sin saber dónde ni cuándo los

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CASO CLÍNIC O

El ictus amnésico afecta de forma anterógrada la memoria episódica: resulta imposible crear nuevos recuerdos episódicos

que las conexiones entre el hipocampo y otras regiones con las que colabora se desorganizan, pero todo ello de forma pasajera.

¿Presión sanguínea excesiva?

aprendimos; por otra, con la memoria episódica. Como su propio nombre indica, esta última representa el recuerdo de los episodios de nuestra vida, situados en el tiempo y el espacio. En su funcionamiento, contiene una faceta retrógrada que permite recuperar recuerdos de vivencias pretéritas, y otra anterógrada, que fabrica nuevos recuerdos a partir de lo que nos sucede en ese momento. El ictus amnésico es una especie de fallo extraordinariamente selectivo, que afecta de forma anterógrada a la memoria episódica: resulta imposible crear nuevos recuerdos episódicos.

Una anomalía del hipocampo

Las regiones cerebrales esenciales para la creación de los recuerdos son el hipocampo y una serie de áreas asociadas. El hipocampo, cuyo nombre deriva de su forma parecida a la del célebre caballito de mar, se aloja en la cara interna del lóbulo temporal y es una de las primeras áreas que se dañan en la enfermedad de Alzheimer, lo que ilustra su importancia para la memorización. Es probable que el ictus amnésico se deba a una disfunción aguda, breve y sin consecuencias del hipocampo. De hecho, si se explora, mediante resonancia magnética, el cerebro durante un ictus amnésico pueden observarse pequeñas anomalías en las regiones hipocámpicas. Curiosamente, estas leves alteraciones se aprecian mejor uno o dos días después del ictus, es decir, cuando el paciente ya ha recobrado la normalidad. Al cabo de unas semanas, estas alteraciones desaparecen. Si se registra la actividad del hipocampo con otras técnicas de neuroimagen se comprueba que esta disminuye, y

Una cosa es conocer qué sistemas fallan y otra bien distinta comprender cómo se producen. En este sentido, la información sigue siendo bastante vaga. Se ha señalado una gama de factores —crisis epiléptica, migraña, accidente vascular, etcétera—, pero no existen pruebas contundentes. Cabe señalar que los ictus resultan más frecuentes entre las personas que padecen migraña. Una posible causa de ello es la alteración de la circulación sanguínea, aunque de naturaleza muy distinta a la de un accidente cerebrovascular, en el que una arteria se tapona (accidente isquémico) o se rompe (accidente hemorrágico). Las consecuencias a menudo son graves e irreversibles (parálisis, pérdida del habla o incluso muerte). En cambio, en el ictus amnésico se observa un aumento de la presión en las venas que drenan la sangre proveniente del cerebro. Esto suele ocurrir en el transcurso de esfuerzos físicos que, como hemos visto, favorecen los ictus. ¿Qué debemos hacer si presenciamos un ictus amnésico? En primer lugar, debe conservarse la calma e intentar tranquilizar a la persona afectada, respondiendo a sus preguntas reiterativas y explicándole qué sucede. En segundo lugar, hay que procurarle una atención médica inmediata. El objetivo principal de esta medida es constatar que se trata, efectivamente, de un ictus amnésico. A veces hay que efectuar lo que los médicos denominamos un diagnóstico diferencial, es decir, repasar la lista de afecciones que se asemejan a un ictus benigno para descartarlas. Por ese motivo, es imprescindible que un experto compruebe que, aparte de la amnesia, el afectado no presenta ninguna otra alteración neurológica que sugiera un accidente cerebrovascular o una crisis epiléptica, por ejemplo. Si se trata de un ictus amnésico, no es necesario actuar con urgencia, sino esperar a que termine el proceso para, a posteriori, realizar un examen médico al paciente. Como la exploración que llevé a cabo con el marinero Pierre, quien, por otro lado, jamás ha vuelto a sufrir una aventura parecida. H

PA R A S A B E R M Á S

What does transient global amnesia really mean? Review of the literature and thorough study of 142 cases. Peggy Quinette et al. en Brain, vol. 129, págs. 1640-1658, 2006. Transient global amnesia: Functional anatomy and clinical implications. Thorsten Bartsch y Günther Deuschl en Lancet ­Neurology, vol. 9, págs. 205-214, 2010. EN NUESTRO ARCHIVO

Hacia un modelo unificado de la memoria. Francis Eustache y Béatrice Desgranges en MyC n.o 43, 2010. El hipocampo, un enigma por resolver. Helmut Wicht en Cuadernos de MyC n.o 1, 2012.

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PSIC OTERAPIA Para los malos sueños recurrentes existe un tratamiento eficaz y sencillo que, sin embargo, es prácticamente desconocido. Se trata de la terapia de ensayo en imaginación SUEÑO

Reescribir el guión de las pesadillas JOACHIM RETZBACH

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UNSPLASH / STEFANO POLLIO (UNSPLASH.COM/PHOTOS/ZC0EBDLC8G0)

En síntesis: Películas de terror en la mente

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Las pesadillas recurrentes pueden guardar relación con una experiencia traumática, aunque a menudo surgen sin motivo aparente.

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La terapia de ensayo en imaginación se muestra como uno de los tratamientos más eficaces para este tipo de malos sueños. A grandes rasgos, consiste en imaginarse una nueva versión de la pesadilla.

M

aría* no tiene muchas ganas de ir a la fiesta. No conoce más que a la anfitriona y, sinceramente, preferiría pasar la tarde con su hija, a la que ahora tendrá que dejar al cuidado de la canguro. Pero tampoco quiere plantar a su amiga y compañera de universidad. Finalmente, se pone de camino a la cita. Mientras anda por la calle, de repente siente la entrepierna mojada: se ha orinado encima. Una indiscreta mancha delata su descuido. De todas formas, continúa andando. Cuando al fin llega a la fiesta, una hilera de gusanos y orugas se agrupa a su alrededor. Los invitados la miran atónitos y con repulsión. La vergüenza invade su cuerpo. Y en ese preciso momento… se despierta. «Casi todo el mundo ha tenido una pesadilla», afirma Annika Gieselmann, de la Universidad de Düsseldorf. Estas se distinguen de los sueños habituales, sobre todo, por las emociones negativas que las acompañan. En la mayoría de las ocasiones, se trata de un sentimiento intenso de angustia o miedo, pero también pueden imperar el dolor, la repugnancia, la vergüenza o la ira, explica la psicóloga. A veces, la sensación es tan fuerte que nos despertamos empapados en sudor. Casi siempre se recuerda qué causó el miedo, por lo que las pesadillas ocupan un lugar privilegiado en el mundo onírico. Los sueños inofensivos que experimentamos cada noche, en cambio, no los solemos recordar a la mañana siguiente. A pesar de que las pesadillas constituyen una experiencia común en los humanos, a veces se subestima su efecto. Para algunas personas, esos viajes mentales nocturnos pueden afectarlas hasta el punto de recibir el diagnóstico de trastorno por pesadillas. Hace unos años, María acudió en busca de ayuda a la consulta de Gieselmann, una de las pocas investigadoras del mundo que estudia este tipo de trastorno del sueño. Por ahora, los científicos saben, entre otras cosas, que la frecuencia de las pesadillas va cambiando con la edad. Así, antes del décimo año de vida acontecen con mayor asiduidad y a medida que nos hacemos mayores son menos frecuentes. El sexo y la genética también influyen. Las mujeres, según se desprende de su propio testimonio, experimentan más pesadillas que los hombres. Por otro lado, unos investigadores finlandeses constataron en 1999 a partir de una encuesta con unos 3700 gemelos heterocigóticos y homocigóticos, que la frecuencia de los en-

sueños angustiosos se halla condicionada genéticamente entre un 30 y un 50 por ciento. A menudo, el estrés aparece como uno de los factores predisponentes. Las personas con otros trastornos psicológicos también sufren pesadillas con mayor frecuencia, así como las más sensibles, creativas y artísticas. En 2017, un estudio llevado a cabo por Christoph Randler, biólogo de la Universidad de Tubinga, y otros investigadores, reveló que de los cinco rasgos principales de la personalidad (los llamados «cinco grandes»), dos se encuentran, sobre todo, asociados a las pesadillas: el neuroticismo, es decir, la inestabilidad emocional, y la apertura a nuevas experiencias.

El estrés favorece los sueños angustiosos

La paciente María explica que «desde siempre» ha sufrido pesadillas. Ahora bien, poco antes de acudir a la consulta de Gieselmann, sus circunstancias personales cambiaron: se convirtió en madre soltera, vivía con su pequeña en un apartamento de reducidas dimensiones y no sabía cómo iba a seguir financiándose los estudios. Además, después de terminar la carrera necesitaba disponer de un máster para mejorar profesionalmente, como había previsto. A menudo pasaba directamente de ver series de televisión o estudiar con el portátil a la cama. También se alimentaba mal. Siempre se acordaba de su terapeuta, sobre todo por los sueños extraños que, según Gieselmann, casaban con su personalidad creativa. Las pesadillas son tan habituales que a pocas personas se les ocurre buscar asesoramiento psicológico. «De las personas que sufren pesadillas al menos una vez a la semana, solo una cuarta parte ha hablado de ello con un médico o terapeuta», afirma Michael Schredl, del Instituto Central de Salud Mental de Mannheim. El mínimo de una pesadilla a la semana para determinar si existe un trastorno lo han fijado Schredl y otros investigadores del sueño.

E L AU TO R

Joachim Retzbach es doctor en psicología y periodista científico.

* Nombre alterado por la redacción. MENTE Y CEREBRO

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Las personas sin problemas de salud mental pueden utilizar este método solas en casa. A pesar de su utilidad y sencillez, aún es poco conocido.

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PSIC OTER APIA / SUEÑO

Sin embargo, para ese diagnóstico no solo la frecuencia es decisiva: también importa su repercusión en el día a día del afectado; por ejemplo, si perjudican el estado de ánimo y la capacidad de concentración al día siguiente. Con frecuencia, estas personas se preguntan el significado de sus malos sueños, o temen dormir a causa de ellos. «Aunque un individuo solo tenga una pesadilla al mes, pero esta le atormente en demasía, estaría justificado el diagnóstico», aclara Schredl. Muy pocas personas saben, incluso entre el colectivo sanitario, que el trastorno por pesadillas es una enfermedad y que puede tratarse con una terapia sencilla. «En nuestro estudio, solo el 30 por ciento de los afectados que buscaron ayuda obtuvieron buenos resultados. Por otro lado, numerosos médicos y psicoterapeutas parecen no ser conscientes del problema», afirma Schredl. Pero el trastorno por pesadillas constituye una enfermedad comórbida en alrededor de un tercio de los pacientes psiquiátricos. Entre las personas que padecen un trastorno por estrés postraumático (TEPT), la incidencia alcanza incluso el 70 por ciento de los pacientes. No obstante, las pesadillas postraumáticas son un caso especial, ya que conforman gran parte del TEPT. En ambas situaciones, sin embargo, la mayoría de los afectados desconoce que existe un tratamiento para los sueños perturbadores.

arrojado luz sobre el tipo de terapia más adecuado para este trastorno. En un documento de posición destacan como métodos más eficaces las técnicas de relajación (como la relajación muscular progresiva) y la terapia conductual. Pero uno de los tratamientos sobresale del resto, a saber, la terapia de ensayo en imaginación, desarrollada por el internista y médico del sueño Barry Krakow. Según numerosos estudios, este método ayuda a tratar de modo sencillo y eficaz los malos sueños. El grupo formado por Reinhard Pietrowsky y otros psicólogos de la Universidad de Düsseldorf, al que pertenece Gieselmann, ha investigado dicha terapia. En los años noventa del siglo pasado, Pietrowsky tuvo una pesadilla muy desagradable: le disparaban y sentía un dolor físico intenso. El sueño no se repitió, pero lo motivó a interesarse por las pesadillas y su tratamiento.

Enfrentarse al desencadenante del temor

Como otros métodos para combatir el miedo, la terapia de ensayo en imaginación se basa en enfrentarse a lo que provocó la angustia. «Muchos afectados quieren saber cómo pueden borrar las pesadillas de su memoria lo antes posible, o si puedo hacer algo para que dejen de soñar. Pero para los miedos en general sirve este dicho: cuanto más intentas evitarlos, más intensos se tornan», Diversas terapias eficaces señala Schredl. En fecha reciente, la Academia Estadounidense de MeLa terapia de ensayo en imaginación, por el contrario, dicina del sueño (AASM, por sus siglas en inglés) ha consiste en una huida hacia delante. Los pacientes se

¿Qué son las pesadillas? Al ser humano siempre le ha fascinado saber cómo surgen los sueños y las pesadillas. En la Edad Media se pensaba que un espíritu maligno, o elfo, se colocaba en el pecho del soñador y le deparaba malos sueños. En cambio, desde el psicoanálisis se señaló que las pesadillas surgen cuando las experiencias que se han vivido chocan con conflictos psicológicos inconscientes, lo cual se procesa de manera creativa en el sueño. De este modo, la interpretación de los sueños permite identificar las causas subyacentes para tratarlas en terapia. Hasta ahora, los investigadores del sueño solo están seguros de que en las ensoñaciones aparecen sobre todo pensamientos y experiencias del día que fueron importantes a nivel emocional. Las pesadillas reflejan, como si de un espejo de aumento se tratara, los miedos que hemos experimentado en estado de vigilia. De esta manera revelan intensamente y a menudo de forma creativa los factores de estrés y la carga del día. No obstante, los científicos aún no se ponen de acuerdo sobre si los sueños procesan información o solo reflejan ese procesamiento. Según se ha comprobado, durante el sueño los aprendizajes se fijan en la memoria

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y se asocian a la información ya existente. Sin embargo, se desconoce si los sueños son necesarios para consolidar los contenidos memorísticos o si, por el contrario, acontecen como un «subproducto», de manera que nos permiten revisar desde la memoria las impresiones vividas durante el día y compararlas con experiencias previas. En ese caso, los sueños no serían necesarios para la «limpieza» nocturna. El neurocientífico Antti Revonsuo, de la Universidad de Skövde, ha hallado otra explicación: los sueños ayudan a prepararnos ante futuras situaciones de riesgo. En ellos ensayamos cómo debemos comportarnos en caso de accidente, enfermedad y situaciones embarazosas; también de quién tenemos que huir. Eso explicaría por qué en alrededor de un tercio de las ensoñaciones se produce una amenaza directa sobre el soñador. Revonsuo argumenta que este «entrenamiento mental» se ha demostrado útil desde un punto de vista evolutivo. El hecho de que las pesadillas surjan a menudo tras experiencias negativas es una consecuencia de que las hormonas del estrés activen el sistema de defensa psicológico, a tenor de esta teoría.

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Tipos de miedo nocturno Por pesadilla se entiende un sueño cargado de sentimientos negativos intensos y que la mayoría de las veces lleva a que nos despertemos. Los temas más frecuentes son que nos persiguen, nos caemos, llegamos tarde a una cita, se ríen de nosotros o que fallece o enferma un ser querido. Los psicólogos hablan de un trastorno por pesadillas cuando estas aparecen de manera regular y van acompañadas de una fuerte carga psicológica. Pero las pesadillas no pertenecen al miedo nocturno, trastorno que afecta sobre todo a los niños. Quienes lo padecen se despiertan de repente y la mayoría de las veces gritando. También se muestran tensos y desorientados. Al contrario de lo que sucede en las pesadillas, no recuerdan lo que han soñado. Por lo general, al día siguiente se han olvidado del percance. UNSPLASH / VELIZAR IVANOV (UNSPLASH.COM/PHOTOS/SYOHB8KETO4)

introducen mentalmente en una pesadilla reciente e imaginan cómo podrían transformar la historia de forma que esta tenga un final positivo para ellos y el sueño pierda su componente perturbador. Una vez al día y al menos durante dos semanas, ensayan en la mente el sueño reescrito, imaginándose la nueva versión de la forma más vívida posible. «¡Mirad lo que tengo aquí!», anuncia María a los invitados de la fiesta en su versión reescrita del sueño, cuando llega acompañada del ejército de gusanos y orugas. Poco después, los insectos se transforman en coloridas mariposas que remontan el vuelo. Desde ese momento, María se convierte en la protagonista de la fiesta, pero ahora se siente como pez en el agua. «El nuevo sueño se parece a la pesadilla en muchos detalles, pero despierta sensaciones muy distintas», afirma Gieselmann. La ensoñación con el guión corregido no debe dejar ninguna sensación de miedo o impotencia tras de sí, de lo contrario, se deberá continuar trabajando en ello. La imaginación no conoce límites: la persona que sueña que alguien le controla, puede arrebatarle el telemando al bellaco de su pesadilla; el soñador que se cae, puede aterrizar sobre una enorme cama elástica, y el durmiente que es objeto de las burlas constantes de otros puede desaparecer dando un fuerte chasquido y dejar asombrados a sus adversarios. Aunque algunos afectados tengan siempre la misma pesadilla, no es necesario reescribir el mismo sueño recurrente para que la terapia funcione, ya que resulta eficaz con cualquier pesadilla. De hecho, el nuevo desenlace no se suele soñar tal y como se ha imaginado, pero ello no impide que actúen los efectos beneficiosos del tratamiento. «El principio de hallar una solución para un acontecimiento que nos atemoriza puede trasladarse a otras pesadillas. A menudo, la sola determinación de enfrentarse a los miedos ya surte efecto», señala Schredl. Incluso la impresión de que no se está impotente a merced del terror resulta suficiente. Aunque muchos pacientes continúan teniendo malos sueños tras la terapia, estos ya no les resultan una carga y consiguen deshacerse de ellos con mayor facilidad. Gieselmann recomienda que la nueva versión del sueño incluya apoyo social. Por lo general, el soñador se encuentra solo en su pesadilla, sin amigos o familiares que lo ayuden. Una de sus pacientes soñaba que una infinidad de minúsculas arañas caía sobre su cabeza. En la ensoñación que reescribió pedía a su madre que la ayudara, y esta le lavaba el pelo. De ese modo, convirtió la pesadilla en más llevadera. En 2017, Gieselmann, junto con otros científicos, demostró que el método también funciona como autoterapia. Para el estudio, los participantes, quienes sufrían pesadillas por la noche, recibían instrucciones sobre la terapia vía Internet. Dividieron a los probandos en dos grupos: unos contaban con el asesoramiento de

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PSIC OTER APIA / SUEÑO

un terapeuta; los otros, no. Todos los voluntarios se beneficiaron por igual del tratamiento. Por tanto, para que la terapia de ensayo en imaginación funcione, el apoyo profesional no es imprescindible, concluyen los autores. Con todo, la investigadora alerta de que la autoterapia tropieza con limitaciones cuando, además de las pesadillas, se dan otros problemas psíquicos o si los sueños se encuentran asociados a una experiencia traumática. En ese caso, las ensoñaciones perturbadoras se asemejan a los flashback que padecen las personas con TEPT, que reviven el suceso como si hubiesen regresado a aquel mismo momento y lugar. Las personas con TEPT también tienen más a menudo pesadillas que no guardan relación con el trauma. Al parecer, el motivo radica en que poseen una menor estabilidad psicológica y sufren más problemas de sueño. Ello contribuye a que, durante el día, tengan más sentimientos negativos, los cuales, por la noche, reaparecen en forma de pesadillas frecuentes.

Tratamiento complementario para los traumas

dicho estado de lucidez no saben cómo interferir en el desarrollo del sueño. «Según nuestros datos, las personas que tienen pesadillas a menudo también experimentan sueños lúcidos. Probablemente ello esté relacionado con que las pesadillas, por lo general, resultan más extravagantes que los sueños normales, por lo que se llega más fácilmente a la idea de que no se está en la realidad», explica Schredl. Por lo común, los sueños lúcidos acontecen en pocas ocasiones. Sin embargo, en la actualidad pueden encontrarse numerosos libros de autoayuda, así como aplicaciones para el teléfono inteligente, que revelan métodos para provocarlos intencionadamente. En los sueños lúcidos, la prueba de verificación de la realidad resulta esencial. Consiste en preguntarse uno mismo de cinco a seis veces al día, en estado de vigilia y siempre en determinadas situaciones (por ejemplo, mirándose las manos): «¿Estoy soñando?» Si en el sueño aparece esa situación o una particularmente extraña, la persona se preguntará si está soñando. Con un poco de suerte, consigue llegar al estado lúcido. Schredl no aconseja este método como primera opción para las personas que se encuentran muy afectadas por las pesadillas y que necesitan ayuda con urgencia, pues al contrario que en la terapia de ensayo en imaginación, que se puede aprender con facilidad, no todas las personas consiguen tomar el control de sus sueños. Además, hasta que se logra, transcurre más tiempo que el necesario para integrar una nueva versión de un sueño. «Interesarse por los sueños lúcidos y no escatimar en esfuerzos puede ser un método eficaz contra las pesadillas», recalca el psicólogo. Pero a la mayoría de los pacientes les bastaría con saber que ocuparse de sus pesadillas podría aliviarles, de una u otra manera. H

«Una terapia para las pesadillas no puede sustituir ningún tratamiento para un trauma grave», advierte Gieselmann. En un estudio con participantes que habían sufrido un trauma, Krakow registró una elevada tasa de abandono, lo que indicaba que el método podría ser bastante molesto para estos pacientes. No obstante, Schredl sostiene que la terapia de ensayo en imaginación podría utilizarse para complementar el tratamiento de un TEPT. Para esos casos, sería importante contar con el apoyo terapéutico adecuado, subraya. Por otro lado, se ha comprobado que un tratamiento de las pesadillas con ayuda de la terapia de ensayo en imaginación podría mejorar los síntomas de un TEPT en general. «En la actualidad estamos investigando si reescribir las pesadillas puede aportar a los pacientes con trauma una especie de puerta de salida», continúa GiePA R A S A B E R M Á S selmann. «Si mediante esta sencilla terapia, los afectados empiezan a dormir mejor, es probable que otros trata- The effects of an Internet-based imagery rehearsal intervention: A randomized controlled trial. A. Gieselmann et al. en mientos posteriores tengan un mayor efecto.» Se necesiP ­ sychotherapy and Psychosomatics, vol. 86, págs. 231-240, 2017. tan más estudios para probarlo. Chronotype, sleep behavior, and the big five personality Otra de las terapias que se menciona en el documenfactors. C. Randler et al. en Sage Open, vol. 7, n.o 3, 2017. to de la AASM es el sueño lúcido o consciente. Se denominan así aquellos sueños en los que somos conscientes Position paper for the treatment of nightmare disorder in adults: An American Academy of Sleep Medicine position de que nada de lo que experimentamos sucede realmente, paper. T. I. Morgenthaler et al. en Journal of Clinical Sleep porque sabemos que estamos dormidos. Si se practican Medicine, vol. 14, págs. 1041-1055, 2018. los sueños lúcidos con frecuencia, puede conseguirse sin mucho esfuerzo que un sueño transcurra a nuestra voEN NUESTRO ARCHIVO luntad. La sensación de realidad que caracteriza las viAhuyentar las pesadillas. Michael Schredl vencias de las ensoñaciones se mantiene en los sueños en MyC n.o 49, 2011. lúcidos. De ese modo, en principio, las pesadillas también acaban con un final feliz. Terminar con los traumas. Emmanuelle Vaniet en El sueño, colección Cuadernos de MyC n.o 79, 2014. Un estudio de Schredl demostró que los pacientes, en el transcurso de una pesadilla, suelen darse cuenta de Sumergirse en el mundo onírico. Irene Habich en MyC n.o 79, 2016. que están soñando. Sin embargo, por lo general, desde

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Distonía del músico Keith Emerson, teclista de la banda británica ELP, padeció continuos calambres en las manos, que le dificultaban la ejecución instrumental, en el momento álgido de su carrera. La distonía focal afecta a muchos músicos, sobre todo a los virtuosos E C K A RT A LT E N M Ü L L E R

GETTY IMAGES / HULTON ARCHIVE / MICHAEL PUTLAND

Keith Emerson (1944-2016) no solo fue un ­teclista genial, también fue un gran compositor. No obstante, su plena dedicación a los teclados derivó en una distonía del músico.

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o tenía 16 años cuando la banda inglesa de rock progresivo Emerson, Lake & Palmer, o ELP, publicó en 1971 el álbum en directo Pictures at an exhibition. Sus novedosos y revolucionarios sonidos me cautivaron a mí y a mis amigos de inmediato. Keith Emerson, el teclista del grupo, era un talento excepcional. A menudo tocaba al mismo tiempo el teclado del órgano y el del sintetizador Moog, que proporcionaba el sonido característico de las canciones de ELP. Muchos consideraban a Emerson el líder de la banda: numerosas canciones del grupo brotaban de su cerebro. También compuso la banda sonora de varias películas. Además, adaptó piezas de música clásica como canciones de rock. Cuanto más talentoso era Emerson, más duro trabajaba para optimizar sus habilidades musicales. Pero su exigente programa no solo le trajo gloria y reconocimiento; también contribuyó a los trastornos del movimiento que padecería más tarde. A partir de los años noventa, empezó a luchar contra los calambres y las lesiones nerviosas que sufría en la mano derecha. En 1993, Emerson interrumpió su carrera musical durante un año para someterse a una operación de la extremidad afectada. En su biografía, que publicó en 2003, describió las preocupaciones, los miedos y los dolores físicos que le estaban torturando. Pero su estado mejoró. A principios del nuevo siglo pudo volver a tocar casi sin limitaciones. Sin embargo, los calambres le siguieron acompañando, y le perjudicaron tanto en lo profesional como en lo personal. El 11 de marzo de 2016, a los 71 años, se suicidó. La compañera de Emerson, Mari Kawaguchi, explicó que los problemas recurrentes en la mano diestra habían propiciado que sintiera miedo frente a la inminente gira que tenía programada en Japón. Según sus declaraciones, temía no poder tocar de nuevo y decepcionar a sus fans. Emerson padecía distonía focal. Este trastorno se manifiesta como una alteración del movimiento y del sistema nervioso que conduce a tensiones musculares en forma de espasmos, es decir, distonía. Aparece solo en adultos y la mayoría de las veces va ligada a un uso excesivo de las extremidades afectadas. Cuando la sufren músicos profesionales se habla de «distonía del músico» o «calambre del músico». Quienes padecen el trastorno pierden el control motor fino de la parte del cuerpo que someten a grandes exigencias. Cuanto más se esfuerzan, más difícil les resulta ejecutar movimientos complejos en el instrumento. Por lo general, los pacientes no experimentan dolor, pero su

E L AU TO R

Eckart Altenmüller es neurólogo, además de músico entusiasta. Dirige el Instituto de Fisiología Musical y Medicina para Músicos y el Ambulatorio para Músicos de la Escuela Superior de Música, Teatro y Medios de Hannover.

destreza musical se ve más o menos restringida según la gravedad del trastorno. La distonía en la mano produce una contracción (en la mayoría de los casos) o un estiramiento (son los menos) involuntario de los dedos. La enfermedad afectaba sobre todo a dos dedos de la mano derecha de Emerson: el anular y el meñique. En los conciertos de los años noventa podía apreciarse cómo se le agarrotaban una y otra vez.

Trinos entrecortados y teclas pegajosas

Como sucede en el caso de otras distonías, en el calambre del músico existen diferentes niveles de afectación y distintas manifestaciones. En el ambulatorio que dirijo en el Instituto de Fisiología Musical y Medicina para Músicos en Hannover, me encuentro con pacientes que presentan limitaciones de distinta gravedad. Algunos pianistas se quejan de dificultades sutiles en los cambios rápidos de movimiento (cuando realizan trinos sobre el teclado, por ejemplo) o pequeñas irregularidades en los recorridos (al tocar una escala con rapidez). Otros informan que sienten como si uno o más dedos de una mano se quedaran pegados sobre la tecla que tocan. Pero ni siquiera a los médicos experimentados les resulta fácil reconocer una distonía musical, pues también se dan alteraciones del movimiento similares en trastornos de ansiedad o lesiones por sobrecarga. Además, alrededor del 30 por ciento de los músicos con distonía padecen un trastorno de ansiedad, lo que dificulta aún más el diagnóstico. Emerson presentaba síntomas de ambas enfermedades; aunque se desconoce si ello retrasó el diagnóstico. Un distónico lucha en mayor o menor medida con las limitaciones que le produce la enfermedad. Los síntomas pueden estar influenciados, por ejemplo, por su estado de ánimo, la situación e incluso la pieza musi­ cal que interpreta en ese momento. En algunos músicos, los calambres disminuyen un poco durante los conciertos. En mi larga experiencia médica con músicos afectados he observado que, además, el cuadro clínico

¿Qué es?

Como su nombre indica, la distonía del músico es un tipo de distonía focal que afecta a los músicos. Se manifiesta con alteraciones en la motricidad fina y el sistema nervioso relacionadas con la extremidad que utilizan para tocar su instrumento y que conducen a tensiones musculares en forma de espasmos. Suele producirse por una práctica musical excesiva y exigente. Afecta sobre todo a los músicos profesionales.

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duradera que no se resuelve por sí sola cuando se deja reposar las extremidades. En un tercio de los pacientes, una distonía del músico se extiende a un calambre distónico de ese tipo. Al parecer, Emerson padeció los síntomas con diferente intensidad a lo largo de los años. Así, en 1993 tuvo que hacer una pausa durante todo un año a causa de la distonía, pero pudo actuar en los años siguientes. No obstante, en las grabaciones de conciertos de aquella época se podían reconocer una y otra vez las contracciones de sus dedos anular y meñique derechos. En aquel entonces podía compensar esos síntomas: la sincronización y la precisión de su mano diestra no parecían hallarse mermadas. Del acordeón a la cítara, tocar de manera intensiva cualquier instrumento puede desencadenar una distonía. Este trastorno también puede afectar cualquier extremi-

CORTESÍA DE ECKART ALTENMÜLLER

puede cambiar una y otra vez a lo largo de grandes períodos. Junto con otros investigadores definí la sintomatología, cuyas manifestaciones fluctúan de forma considerable, como «estereotipos dinámicos». Estos pueden ser una forma temprana de una pronunciada distonía del músico, pero también mantenerse igual en intensidad o incluso retroceder a través de una terapia de «reentrenamiento». Aunque una recuperación espontánea completa acontece rara vez, los síntomas disminuyen de manera reiterada a lo largo de grandes lapsos de tiempo en alrededor del 20 por ciento de los afectados. En el otro lado del espectro se encuentra el «calambre distónico», en el que la tensión involuntaria no solo se presenta al interpretar la música, sino también en otras tareas de motricidad fina, como escribir o cepillarse los dientes. A veces se convierte incluso en una contracción

Las imágenes muestran, de izquierda a derecha y de arriba abajo, un pianista, una violinista, un flautista y un trompetista con distonía del músico. En las tres primeras se contraen o separan de manera involuntaria diferentes dedos mientras los músicos distónicos tocan. En la última, se observa que la musculatura que rodea la boca del trompetista se agarrota. Según un estudio llevado a cabo por Jaume Rosset Llobet, director médico del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte en Terrassa, y sus colaboradores, hay muchos músicos que no saben que sufren distonía o que piensan que se trata de otro trastorno. En concreto, solo algo más del 24 por ciento que acude al médico recibe el diagnóstico de distonía del músico. «A nuestra consulta llegan músicos que hace 25 años que padecen distonía y no lo sabían. Habían visitado a médicos, consultado con sus profesores y compañeros, pero nadie sospechaba ese diagnóstico», explica Rosset. A tenor de su experiencia profesional y los datos obtenidos, el número de músicos afectados a nivel mundial es superior a un uno por ciento. «La distonía del músico es mucho más frecuente de lo que se ha contabilizado hasta ahora», afirma.

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Corteza motora

Corteza somatosensorial

Corteza premotora

Corte de la corteza del hemisferio derecho

D5 D4 D3 D2 D1

Entrada sensorial

Meñique Anular Corazón Índice Pulgar

Respuesta motora

YOUSUN KOH

Los grupos musculares antagónicos se contraen a la vez

Tensión en el cerebro Practicar de manera intensiva un instrumento musical provoca, bajo ciertas circunstancias, adaptaciones adversas en el cerebro. En la corteza somatosensorial de una pianista, las áreas que reaccionan al contacto de los distintos dedos pueden fusionarse entre sí. Eso altera la sensación háptica y perjudica la comunicación de estas áreas con la corteza motora, implicada en la planificación del movimiento. Como consecuencia, se contraen al mismo tiempo y de manera eventual los grupos musculares antagonistas (como los flexores y extensores de los dedos). Ello conduce a un calambre distónico en los dedos de la mano afectada.

dad que el músico someta a un gran esfuerzo. Los intérpretes de instrumentos de viento desarrollan una distonía focal que perjudica los músculos inferiores de la mandíbula y la cara. Con frecuencia, cuando empieza la enfermedad, el afectado experimenta pequeños problemas al matizar el tono, sobre todo si toca en un registro o intervalo dinámico determinado. En un estadio más avanzado de la distonía aumentan las dificultades en toda la escala tonal del instrumento: el músico ya no puede controlar los movimientos de la boca ni de los labios en ningún estilo musical.

En Alemania, la probabilidad de que un músico desarrolle una distonía focal en el transcurso de su carrera es de un uno por ciento aproximadamente. Comparado con otros grupos profesionales, el riesgo de padecer este trastorno es elevado. Por ejemplo, en el calambre del escribiente es, con 1 de cada 3000, aproximadamente 30 veces más bajo. Ello se debe, posiblemente, a un fenómeno de umbral: los músicos profesionales experimentan un alto grado de estrés, por lo que buscan ayuda médica ante los más mínimos problemas de motricidad, mientras que los afectados de otras profesiones consultan a un médico cuando las molestias son duraderas e intensas. Riesgo para los músicos profesionales Además, llama la atención que la distonía del músico se Las distonías de la mano atormentan, sobre todo, a gui- encuentra distribuida de manera desigual entre sexos. tarristas y pianistas. Más raras son las que afectan a Los hombres padecen la enfermedad con una frecuencia instrumentistas de arco y trombonistas (musculatura del unas cuatro veces mayor que las mujeres. brazo), o a baterías y organistas (coordinación de la musculatura de la pierna). Aunque el trastorno les obs- El castigo de los aplicados taculiza su trabajo, solo el 29 por ciento debe abandonar Las distonías se desarrollan, sobre todo, en los músicos la profesión de músico. que se exigen a sí mismo el máximo rendimiento. Largas

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horas de práctica favorecen el trastorno, sobre todo si el músico se otorga escasas pausas y estudia los pasajes una y otra vez hasta alcanzar la perfección. Los movimientos repetidos y rápidos, que requieren una enorme y excepcional precisión en la motricidad fina, predisponen a los calambres. También la personalidad del instrumentista desempeña un papel. Los músicos apasionados que se exigen mucho a sí mismos y a su arte corren gran peligro. Además, los afectados suelen padecer ansiedad o han tenido experiencias traumáticas en su vida. Muchos de estos factores son aplicables a Emerson. Su estilo particular fue con seguridad un desencadenante. Los desarrollos de movimientos rápidos y precisos caracterizaron su forma de tocar al teclado. Músicos amigos y su posterior compañera Kawaguchi describieron a Emerson como un perfeccionista que había luchado incansablemente contra los miedos y la depresión. La primera fase de su distonía, a comienzos de los años 1990, coincidió con varios golpes personales. Pasó por un divorcio, perdió su casa de Sussex en un incendio, y el descalabro financiero que ello le produjo le llevó al borde de la ruina. La edad a la que una persona comienza a tocar también influye en el riesgo de enfermar. Corren especial peligro las personas que se enganchan al instrumento relativamente tarde: a partir de los 11 años. Quizá se deba a que las redes neuronales de motricidad fina y el procesamiento de la percepción que se originan en la infancia temprana son más eficientes y estables que las que se forman posteriormente. Emerson comenzó a tocar el piano con 8 años, y siempre se describió como autodidacta. Según explicaba, «pequeñas damas ancianas del lugar» le dieron clases de piano de forma esporádica; el virtuosismo con el teclado lo adquirió, en gran parte, por sí mismo. Aparte de las circunstancias vitales, parece que también los genes repercuten en el riesgo de enfermar, según comprobamos en varios estudios. Casi un tercio de los afectados que evaluamos tenían, al menos, un pariente cercano que padecía o había sufrido una distonía. Entre los familiares de Emerson, sin embargo, no se conoce ningún caso con ese problema. Entonces, ¿cómo se llega a semejante trastorno? En principio, las distonías son una especie de mal hábito al que el músico se acostumbra al tocar de forma excesivamente intensa. El motivo de que los calambres se graben en el cerebro se encuentra en la denominada «plasticidad maladaptativa»: los procesos neurofisiológicos refuerzan

las adaptaciones desfavorables en las redes neuronales. Estas se producen, sobre todo, en el sistema neuromotor, en la corteza somatosensorial y en el área que conecta a ambos, el sistema sensoriomotor. Para tocar el teclado se necesitan rápidos, controlados y a menudo complicados movimientos de los dedos. Para ello, los músculos deben activarse a la vez y de manera sucesiva en una secuencia determinada para que cada dedo se doble o estire en la forma deseada. Ello se consigue si con la contracción de algunos músculos se inhibe también la activación de los dedos que no participan. En pacientes con una distonía de la mano, los músculos activados permanecen contraídos más tiempo, mientras que los grupos musculares antagónicos y los músculos colindantes se tensan. Así, en la distonía de la mano se incrementa la contracción de los flexores y extensores de las articulaciones de las manos, que son los músculos del antebrazo que intervienen al agarrar y soltar. La mano se tensa y se vuelve rígida. A menudo, esto conduce a una posición anormal, porque los músculos flexores se contraen con mayor fuerza y uno o varios dedos de la mano afectada se repliegan.

Dedos fundidos entre sí

El sentido del tacto de los músicos con distonía también puede presentar alteraciones. La causa se encuentra en este caso en la corteza cerebral. Las sensaciones de roce y tacto de la superficie de todas las regiones corporales llegan a la corteza somatosensorial, donde se procesan para obtener una impresión global coherente. Cada centímetro de piel, cada articulación de un dedo, cada inserción tendinosa, contiene terminaciones nerviosas que aportan a la corteza cerebral sensaciones como presión, dolor, calor, frío, vibración o cambio en la posición de la articulación. Para ello, la superficie del cuerpo se halla organizada «topográficamente» (es decir, como un mapa) en la corteza somatosensorial. Eso significa que una región del hemisferio derecho determinada tiene asignada el dedo índice izquierdo y las áreas colindantes, el dedo corazón o el pulgar izquierdo. Un pianista que ha entrenado sus dedos con esmero para ejecutar movimientos complejos de manera precisa y con rapidez adquiere en su corteza somatosensorial más espacio para el procesamiento neuronal de las más sutiles sensaciones digitales. En un principio, estas adaptaciones proporcionan ventajas a los músicos, pero en una distonía resultan

¿Hay tratamiento?

En la actualidad existen terapias que facilitan al músico a seguir con su profesión. Entre ellas se encuentran productos ergonómicos (férulas para los dedos de la mano), ciertos fármacos (anticonvulsivos) y la toxina botulínica para interrumpir de manera temporal los impulsos nerviosos desde el cerebro a los músculos. Se está investigando la utilización de la estimulación transcraneal de corriente continua para tratar a los pianistas y teclistas distónicos.

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Factores de riesgo A través de varios estudios, el autor y sus colaboradores preguntaron a cientos de músicos distónicos sobre su profesión y sus costumbres. Los datos revelan la frecuencia de determinados factores en la distonía del músico. Género musical Música clásica

Prevalencia familiar Parientes de primer grado afectados

95%

36%

Sexo Hombre

Alteración somatosensorial Dolor, síndrome de compresión del nervio

GETTY IMAGES / LEONTURA / ISTOCK (guitarrista)

81%

9%

Profesión Solistas

Instrumentos más frecuentes Piano, guitarra, instrumentos de viento de madera o de metal, instrumentos de arco

51%

Edad Inicio de la sintomatología antes de los 40 años

Rasgos psicológicos Trastornos de ansiedad y/o perfeccionismo

80%

70%

exageradas. Con la práctica excesiva, las regiones cerebrales relacionadas con cada uno de los dedos pueden comenzar a «fundirse» unas con otras. De la misma manera, en los instrumentistas de viento con distonía focal, la región cerebral conectada con los labios puede haber cambiado. De este modo, al cerebro le resulta cada vez más difícil diferenciar entre señales de áreas vecinas. Además, los pacientes desarrollan, en parte, problemas para percibir dos estímulos consecutivos por separado en el tiempo (posiblemente, ello se deba a un mal funcionamiento de sus ganglios basales). Con frecuencia, la interacción de las impresiones sensoriales y las señales motoras se hallan disminuidas en los sujetos distónicos. Por este motivo, una artimaña sensorial puede aliviar ciertos síntomas: algunos pacientes controlan mejor su motricidad fina tan pronto como se cubren las manos con guantes de látex o sostienen entre los dedos un objeto (por ejemplo, una goma de borrar) cuando se ponen a tocar. De esa forma, modifican sus sensaciones hápticas y evitan el circuito cerebral erróneo. No obstante, en la mayoría de los casos, ese efecto dura poco, ya que el cerebro se acostumbra con rapidez al estímulo extraño, de modo que retoma el patrón antiguo. El mismo principio se emplea en el «reentrena-

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miento» sensorial, en el que los pacientes desaprenden los procesos patológicos para adquirir, de nuevo, las secuencias de movimiento sanas. Curiosamente, los distónicos que encuentran una solución en los guantes de látex son los que presentan una mejor respuesta al reentrenamiento. En los últimos años, un grupo de investigadores hemos constatado que en el cerebro de los distónicos se modifican también las redes neuronales muy ramificadas. En nuestros pacientes observamos alteraciones en distintas áreas cerebrales. Los ganglios basales se comunicaban de modo menos eficiente con el cerebelo, el intercambio de información en la corteza premotora estaba dañada y la corteza sensitivomotora presentaba, en comparación con las personas sanas, una conexión con áreas de los lóbulos parietales debilitada. Pero aún debe averiguarse qué papel desempeña cada red en la aparición de la enfermedad y si las alteraciones en estas regiones cerebrales afectan de forma diferente a distintos pacientes.

¿El fin de su carrera?

Tan solo hace dos décadas, el diagnóstico de distonía del músico significaba un destructivo golpe profesional y emocional para la mayoría de los afectados. Emerson

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también describió ese tipo de sentimientos en su autobiografía Pictures of an exhibitionist. En la actualidad, existen terapias que posibilitan a los músicos distónicos seguir desempeñando su profesión. Los elementos ergonómicos de ayuda, como pequeñas férulas para los dedos que reducen el retraimiento de los mismos, aportan un alivio. Incluso la adaptación del estilo o del repertorio puede bastar para que continúe tocando a alto nivel. Aunque existen procedimientos de reentrenamiento, en su mayoría requieren una gran libertad de acción en lo profesional, así como una intensa cooperación del músico con terapeutas del movimiento especializados. En estos tratamientos, los afectados tienen que desaprender los patrones de movimiento patológicos y sustituirlos por otros más funcionales y favorables. Además, los ejercicios sirven para suprimir las contracciones musculares involuntarias. También pueden administrarse fármacos. Por lo general, suele utilizarse el trihexifenidilo, medicamento para aliviar los síntomas del párkinson, y el anticonvulsivo clonazepam. La estereotipia dinámica suele tratarse, a menudo con éxito, mediante antidepresivos del grupo de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, entre los que destacamos el escitalopram. También la toxina botulínica (más conocida como bótox) puede relajar los músculos que se agarrotan. Antes del tratamiento con la toxina nerviosa, determinamos el patrón de movimiento patológico en cada paciente. Le pedimos que toque su instrumento musical mientras lo examinamos con ultrasonidos o con un electromiógrafo, dispositivo que mide las corrientes eléctricas en el músculo. De esta manera, identificamos los grupos musculares que se contraen de forma involuntaria e inyectamos directamente la toxina nerviosa en ellos. Las zonas tratadas se distienden, porque el bótox interrumpe la transmisión de los impulsos nerviosos desde el cerebro a los músculos de manera temporal. El efecto terapéuti-

co se mantiene entre unos tres y nueve meses. Pasado ese tiempo, debe repetirse el procedimiento. Para los pianistas y teclistas es posible que pronto exista una opción terapéutica adicional: los investigadores están analizando la posibilidad de utilizar la estimulación transcraneal mediante corriente continua. Aplican una corriente continua débil directamente sobre el cráneo del músico con distonía con el objetivo de inhibir las regiones motoras del hemisferio que presenta lesiones y activar las del lado sano. Mientras estimulan una mitad de la cabeza del paciente eléctricamente, este ejecuta movimientos rápidos y simétricos con los dedos sobre el teclado. Los patrones de movimiento del hemisferio sano deberían «copiarse» sobre el hemisferio afectado y que se ha inhibido eléctricamente de manera provisional. Los primeros estudios han revelado que los síntomas tratados de esta manera mejoran. No obstante, hasta ahora los efectos han sido efímeros. Con todo, ya se están ideando nuevas investigaciones para estudiar la aplicación a largo plazo de este método. Durante años, Emerson se aplicó a sí mismo una y otra vez inyecciones de bótox. Al parecer, esto mitigó sus molestias, puesto que entre 1994 y 2015, de cuando en cuando volvía a pisar los escenarios. No obstante, en sus últimos años de vida, los síntomas aumentaron de tal manera que llegaron a provocarle el miedo al fracaso. El temor, la alta presión psicológica y el diagnóstico de alcoholismo asociado a depresión contribuyeron, probablemente, a que acabará suicidándose. Greg Lake (1947-2016), otro componente del grupo ELP, hizo un llamamiento en su página web a los fans de la banda para recordar a Emerson no por su muerte, sino por su trabajo. Escribió: «Yo me acordaré siempre del increíble talento musical de Keith Emerson y de su pasión por entretener a la gente. La música fue su vida, y estoy seguro de que la música que él ha creado seguirá viviendo por siempre». H

PA R A S A B E R M Á S

Pictures of an exhibitionist. K. Emerson. John Blake, Londres 2004. The challenge of diagnosing focal hand dystonia in musicians. Jaume Rosset Llobet et al. en European Journal of Neurology, vol. 16, n.o 7, págs. 864-869, 2009. Focal dystonia in musicians: Phenomenology, pathophysiology and triggering factors, and treatment. E. Altenmüller y H.-C. Jabusch en Medical Problems of Performing Artists, vol. 25, págs. 3-9, 2010. Finger-specific loss of independent control of movements in musicians with focal dystonia. S. Furuya y E. Altenmüller en Neuroscience vol. 247, págs. 152-163, 2013. Sensory trick phenomenon improves motor control in pianists with dystonia: Prognostic value of glove-effect. S. Furuya, E. Altenmüller, J. Paulig et al. en Frontiers in Psychology, vol. 5, art. 1012, 2014. VÍDEOS DE KEITH EMERSON

En plena forma: https://www.youtube.com/watch?v=4igIQ2TOASg Con distonía del músico. Budapest, 1992: https://www.youtube.com/watch?v=bWszM3-C4gM En el festival Tollwood. Múnich, 1997: https://www.youtube.com/watch?v=IzolW_zewUE

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La melodía ­interminable ¿Alguna vez se le ha metido una canción en la cabeza hasta llegar a taladrarle? Los científicos explican cómo librarse de los gusanos auditivos

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SUSANA MARTINEZ-CONDE Y STEPHEN L. MACKNIK

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n universitario llegó al centro de salud con una queja fuera de lo común: la música se le había quedado atascada en la cabeza desde hacía tres años y ya no era capaz de hacerle frente. Los constantes «bucles musicales» y los fallidos intentos de terminar con ellos se encontraban ahora perennes en su mente, de modo que afectaban a sus estudios y actividades diarias. Temía estar volviéndose loco. Todo empezó cuando todavía estaba en el instituto. Un día escuchó una canción pegadiza en la radio y de inmediato le preocupó que no podía quitársela de la cabeza. Un fragmento del estribillo comenzó a sonar en su mente una vez, y otra y otra más. El bucle repetitivo se mantuvo toda la tarde, hasta que se fue a la cama. Al levantarse, chequeó su mente en busca de la canción. Descubrió que todavía se encontraba allí, repitiéndose hasta el infinito. Más tarde empezó a escuchar en su cabeza fragmentos de otras canciones, pero también en forma de bucle. El silencio no existía para él. «Mi mente siempre se hallaba dividida en dos [...] Era como si estuviera viendo un espectáculo televisivo en el que los anuncios aparecen constantemente durante el show. Me preocupaba que los bucles pudieran aumentar de manera continua y ahogar mi sentido del yo. Pensé que me estaba volviendo loco y empleé toda mi fuerza de voluntad para razonar, argumentar, rezar y distraerme. Sin embargo, la música no cesaba.» Según el psiquiatra que informó sobre el caso, Zaid Yusufi Rafin, la obsesión musical del estudiante constituía una rara manifestación, más exagerada y duradera, de los gusanos auditivos, es decir, las melodías que se introducen en nuestra cabeza sin que queramos e incluso en contra de nuestra voluntad. Todo apuntaba a que el estudiante había desarrollado una forma de trastorno obsesivo-compulsivo, y el potente gusano auditivo anunciaba el primer síntoma. Tenía por entonces 19 años, y finalmente pudo reducir sus bucles auditivos hasta un nivel manejable con ayuda de la terapia cognitivo-conductual. Aún así, los síntomas empeoraban en las épocas de estrés. Aparte de acudir al médico, ¿qué podemos hacer para librarnos de los gusanos auditivos más comunes? Explicamos algunas de las estrategias que ha descubierto la ciencia hasta ahora.

Buscar la canción entera

Los gusanos auditivos raramente constituyen una pieza de música completa. Por el contrario, suelen consistir en pequeños fragmentos que se repiten una y otra vez (por lo general, se trata del estribillo de una canción o de la parte de la melodía que la persona conoce mejor). Un estudio de 2014 llevado a cabo por Victoria Williamson, de la Universidad de Lucerna, y su equipo reveló que una de las respuestas más extendidas y efectivas para hacer frente a un gusano auditivo radica en buscar y completar la melodía que se repite. Los participantes afirmaron que habían averiguado el título de la canción y el nombre del cantante, o que escucharon el tema ente­ ro en lugar de limitarse a oír repetidamente el fragmento­ en su cabeza. Para desterrarlo por completo, algunas per­ sonas escucharon otra música inmediatamente después de terminar la melodía que generaba el gusano auditivo. Un lector de la página de noticias en línea BBC News Magazine, describe la estrategia de esta manera: «Intento cantar la canción como si estuviera actuando. La canto con placer y la termino con un gran final, con la esperanza de que eso “acabará” con ella».

Una «melodía curativa»

Williamson y sus colaboradores constataron asimismo que algunas personas utilizan canciones competidoras o «melodías curativas» para controlar sus gusanos auditivos. Los investigadores identificaron entre sus probandos 64 canciones de este tipo, de las cuales seis eran las más nombradas. Esa media docena de melodías fueron: Cumpleaños feliz, God save the Queen (los participantes eran británicos), el tema principal de la serie televisiva El equipo A, Sledgehammer, de Peter Gabriel, Kashmir, de Led Zeppelin y Karma Chameleon, de la banda Culture Club. En la mayoría de los casos, las canciones ­curativas inhibían los gusanos auditivos sin convertirse a su vez en «gusanos musicales». En las raras ocasiones en que eso sucedía, los afectados explicaban que preferían que en su mente permanecieran atascadas las melodías curativas que los gusanos auditivos originales.

El truco de distraerse

Nuestro cerebro es incapaz de prestar atención a más de un asunto a la vez, por ello, cualquier intento de multitarea está neuronalmente condenado al fracaso. Esta limitación puede convertirse en una cualidad más que en

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Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknik son catedráticos de oftalmología, neurología, fisiología y farmacología en el Centro Médico Downstate de la Universidad Estatal de Nueva York.

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una desventaja cuando se trata de un gusano auditivo. Las estrategias exitosas para apartar la atención de los gusanos auditivos y centrarla en temas alternativos pueden ser o no ser de naturaleza musical, pero tienden a inclinarse hacia contenidos verbales. Así, algunos remedios efectivos incluyen medidas como la conversación, la meditación, la oración o, incluso, ver la televisión o leer.

Goma de mascar como alivio

los gusanos auditivos y los estados afectivos positivos: , tanto antes como durante la experimentación de melodías interiores. Además, los gusanos auditivos se producen por lo general con canciones que gustan, y la mayoría no suenan durante mucho tiempo ni requieren especiales esfuerzos para suprimirlos. En conclusión, si a usted le encanta su banda sonora interior, relájese y disfrútela mientras dure. Lo más probable es que desaparezca antes de que se dé cuenta. H

El psicólogo C. Phillip Beaman y su equipo de la Universidad de Reading informaron en 2015 que mascar chicle PA R A S A B E R M Á S de forma vigorosa reduce el número de pensamientos musicales no deseados. La investigación surgió bajo la The prevalence and nature of imagined music in the everyday lives of music students. Freya Bailes en Psychology of Music, hipótesis de que la acción de mascar podría interferir con vol. 35, págs. 555-570, 2007.  la formación de las imágenes auditivas necesarias para experimentar un gusano auditivo. Al parecer, mascar Earworms (stuck song syndrome): Towards a natural history of intrusive thoughts. C. Philip Beaman y Tim I. Williams en chicle podría impedir la programación motora implicaBritish Journal of Psychology, vol. 101, n.o 4, págs. 637-653, 2010. da en la articulación del habla y, por tanto, prevenir la subvocalización, es decir, el repetir mentalmente las Going gaga: Investigating, creating, and manipulating the song palabras de la letra de la canción. Con todo, los científi- stuck in my head. Ira E. Hyman Jr. et al. en Applied Cognitive Psychology, vol. 27, págs. 204-215, 2012. cos subrayaron que no cualquier actividad motora conHow do «earworms» start? Classifying the everyday circumsigue reducir los gusanos auditivos. Según observaron, stances of involuntary musical imagery. Victoria J. Williamson cuando los sujetos golpeteaban sus dedos sobre la mesa et al. en Psychology of Music, vol. 40, págs. 259-284, 2012. presentaban gusanos auditivos más persistentes que Sticky tunes: How do people react to involuntary musical imacuando masticaban goma de mascar. gery? V. J. Williamson et al. en PLOS ONE, vol. 9, n.o 1: e86170, 2014.

Dejar que exista

Pese a la naturaleza involuntaria e intrusiva de los gusanos auditivos, por lo general, suelen experimentarse como placenteros, sostienen los investigadores. En 2010, Beaman y Tim Williams, también de la Universidad de Reading, examinaron a diario los gusanos auditivos de una serie de personas. Según concluyeron, un porcentaje reducido de bucles musicales interfería en las actividades cotidianas de los sujetos. Un estudio previo halló vínculos entre

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Want to block earworms from conscious awareness? B(u)y gum!. C. Phillip Beaman, Kitty Powell y Ellie Rapley en The Quarterly Journal of Experimental Psychology , vol. 68, págs. 1049-1057, 2015. A 19-year-old with intrusive loops of music in his mind. Zaid Yusufi Rafin en Psychiatric Annals, vol. 46, págs. 671-673, 2016.

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EN NUESTRO ARCHIVO

Neurología de la percepción musical. Eckart Altenmúller en MyC n.o 1, 2002.

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Ramachandran, el cazador de miembros fantasma Vilayanur S. Ramachandran logró aliviar el dolor «fantasma» en pacientes amputados, haciéndoles ver el miembro que habían ­perdido. De esta manera, en su cerebro desaparecía la representación neuronal de la extremidad inexistente D A N I E L A O VA D I A

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l Marco Polo de las neurociencias. Este sobrenombre es el que recibe Vilayanur Subramanlan Ramachandran por sus revolucionarios descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro. Nacido en 1951 en la región de Tamil Nadu, en el sur de la India, hijo de un ingeniero y diplomático de Naciones Unidas —que se llevaba consigo a su familia durante sus misiones en la India y en Tailandia—, Ramachandran estudió en las mejores escuelas de Madrás y de Bangkok. Aunque se doctoró en el celebérrimo Trinity College de Cambridge, fue en Estados Unidos donde se abrió camino en el campo de las neurociencias modernas. Allí se ocupó, entre otras cuestiones, de la relación entre el cuerpo, la inteligencia y la consciencia. A quienes le hacen notar que ha optado por estudiar mecanismos cognitivos raros o un tanto extravagantes (como los miembros fantasma) Ramachandran les responde: «Jamás he pensado que ciertos fenómenos no merezcan un estudio por medios científicos porque no se antojan suficientemente serios. Tal vez sea porque en la cultura de la que procedo, el misticismo se integra en la vida diaria». A principios de los años noventa del siglo pasado, este neurofisiólogo indio se convirtió en director del Centro del Cerebro y la Cognición de la Universidad de California en San Diego. Hasta ese momento, sus trabajos se centraban, sobre todo, en la percepción y la visión. Pero en California comenzó a interesarse por

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los trastornos que perturban la integridad del esquema corporal: síndromes neurológicos, como el de Capgras, que hace pensar al enfermo que las personas de su entorno han sido sustituidas por sosias, o problemas de identidad corporal. Y por los famosos «miembros fantasma».

En síntesis: Amputar en el cerebro

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A finales del siglo xx, Vilayanur S. Ramachandran estudió el miembro «fantasma» de pacientes amputados. Estas personas sienten todavía la extremidad que les falta, por lo que muchos sufren «dolores fantasma».

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Cada parte del cuerpo se halla representada en un área de la corteza cerebral. Aunque ya no se tenga un brazo, las neuronas que estaban asociadas a él continúan activas.

Mediante un sencillo dispositivo, compuesto por una caja y un espejo, Ramachandran logró que los pacientes «vieran» el miembro que habían perdido. El dolor desapareció.

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Sentir una parte del cuerpo que ya no existe

BEATRICE RING / CREATIVE COMMONS CC BY-SA 3.0 (HTTPS://CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/BY-SA/3.0/DEED.EN) (fotografía); DOMINIO PÚBLICO (esquema de la caja)

Vilayanur S. Ramachandran (derecha) muestra, junto con un estudiante de psicología, la caja-espejo original. Ramachandran descubrió el vínculo entre la percepción visual y la transmisión nerviosa en relación con el dolor de las extremidades «fantasma». Bajo estas líneas se presenta un esquema de la caja-espejo.

«Alrededor del 90 por ciento de quienes han sufrido una amputación continúan sintiendo el miembro ausente como si todavía lo tuvieran. En dos terceras partes de estos casos, lo perciben con dolores que nadie sabe aliviar. Porque ¿cómo puede tratarse una parte del cuerpo que ya no existe?», se preguntó en su día Ramachandran. Tal vez mediante una segunda amputación, a nivel cerebral. Pero el fenómeno del miembro fantasma no es un descubrimiento reciente. Los médicos militares lo señalan desde las campañas napoleónicas, y lo mismo los cirujanos de la Primera Guerra Mundial. El «fantasma» suele ser un brazo o una pierna, pero también, a veces, un pecho tras una mastectomía, o una víscera, como en el caso de las mujeres a las que se ha practicado una histerectomia y continúan experimentando los dolores uterinos que motivaron la intervención. Antes de los experimentos de Ramachandran, se creía que la persistencia de sensaciones procedentes de la parte del cuerpo ahora ausente se debía a la presencia de neuromas, es decir, irritaciones de las terminaciones nerviosas amputadas. Pero todos los tratamientos inspirados en esta hipótesis resultaron ineficaces, por lo que los médicos se veían obligados, en ocasiones, a seccionar las terminaciones nerviosas para librar al paciente de su dolor. En 1989, el psicólogo Ronald Melzack se preguntó si el origen del problema residiría en el sistema nervioso

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central (encéfalo y médula espinal), y no en el sistema periférico. Melzack conjeturaba la existencia de una especie de «neuromatriz»: una red de conexiones neuronales que las experiencias corpóreas producen en la corteza cerebral. Según el psicólogo, la neuromatriz se mantendría activa aunque dejase de llegar información desde la periferia y crearía la ilusión de persistencia de la parte ausente. Dos años después, un grupo de neurofisiólogos del Instituto de la Salud de Bethesda, dirigido por Tom Pons, demostró que la corteza somatosensorial primaria, que recibe la información que envía la periferia, tiende a reorganizarse cuando desaparece un estímulo corpóreo. En otras palabras, cuando el organismo sufre una modificación importante, se produce algún tipo de cambio a nivel cerebral. En aquel momento, Ramachandran tomó contacto con un paciente amputado, Víctor, que le orientó hacia un posible tratamiento. En el número de Science de noviembre de 1992, el neurofisiólogo expuso una elegante

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Daniela Ovadia es codirectora del Laboratorio Neurociencias y Sociedad de la Universidad de Pavía y periodista científica.

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teoría sobre los fenómenos de reorganización de la corteza cerebral, fundándose en un experimento que había llevado a cabo con este paciente. «Víctor sufrió una amputación del brazo izquierdo. Un mes más tarde, en el curso de una evaluación neurológica, le sometí a pruebas de percepción táctil. Cuando le toqué el rostro con una varilla, Víctor percibió el estímulo sobre el brazo y la mano amputados», explicaba el investigador. Fue entonces cuando Ramachandran descubrió, ateniéndose a un riguroso protocolo de exámenes, que las estructuras del brazo y de la mano que Víctor perdió cuando trataba de cruzar ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos estaban presentes ahora en el rostro y la mejilla. Los dedos amputados se hallaban representados ahí, uno a uno y en el orden normal. El paciente conservaba la sensibilidad táctil de la mejilla, pero percibía dos sensaciones: una relativa al rostro y, la otra, al brazo inexistente.

Cuando la mano invade el rostro

JOSEPH A. BOOMHOWER / ARMADA DE LOS ESTADOS UNIDOS / DOMINIO PÚBLICO

Allí estaba la prueba de que las intuiciones de Melzack y Pons eran correctas: en el cerebro humano existe una cartografía de las partes del cuerpo que se reorganiza cuando faltan sensaciones procedentes de la periferia.

Ramachandran lo confirma: «Mediante estudios de imagenología realizados en 1994 demostramos que el área correspondiente a la parte del cuerpo amputada se halla “contaminada” por la representación adyacente. En el caso de Víctor, la mano y el rostro ocupan regiones de la corteza contiguas, y la primera invade a la segunda. Se trata de una interpretación nueva del miembro fantasma». A mediados de los años noventa, Ramachandran estudió los trabajos del neurocientífico Giacomo Rizzolatti, quien había descubierto la existencia de las neuronas espejo. Estas no solo se activan en la corteza cuando su poseedor efectúa una acción, sino también cuando ve que otra persona la ejecuta. El científico aplicó la teoría de esas neuronas a los miembros fantasma: «Si las neuronas espejo se activan cuando vemos que alguien ejecuta una acción, se sigue que la percepción visual desempeña una función en la creación de la sensación de movimiento». De ahí surgió su idea para el tratamiento del miembro fantasma. Un experimento muy simple que le comportó renombre y que aún hoy en día se utiliza. Entre las cualidades de Ramachandran se cuenta el don de preparar experimentos sencillos y elegantes con una gran economía de medios. En una época en que se

El sencillo pero efectivo método terapéutico que ideó Vilayanur S. Ramachandran para tratar el miembro ­fantasma todavía sigue utilizándose. Por ejemplo, para ayudar a los marines de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos a aliviar sus «dolores fantasma».

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Representación del cuerpo en la corteza cerebral Cuando los receptores de la piel perciben un estímulo táctil o térmico, generan un impulso eléctrico que llega a las neuronas del tronco cerebral. La señal se transmite a la corteza somatosensorial tras pasar por el tálamo, que funciona como centro de cribado. Los influjos nerviosos procedentes del pulgar estimulan una región cortical dedicada exclusivamente a este dedo y alojada al lado del área correspondiente al índice y a las de los demás dedos. La región de la mano es vecina de la del brazo, la cual, a su vez, se codea con la del hombro, y así sucesivamente. Cuanto más activos sean los receptores en una parte del cuerpo, más extensa será su representación cerebral. Por ejemplo, la mano y la cara ocupan, cada una, una región importante próxima a la cuarta parte de la corteza somatosensorial, mucho más amplia que la del brazo o el hombro. Esta representación cerebral se traduce gráficamente en forma de un homúnculo sensitivo: las partes del cuerpo no se reproducen según sus proporciones reales, sino conforme a la superficie cortical que les es asignada. Desde que se estableció este esquema corporal, a finales de los años sesenta del siglo pasado, los científicos han podido explicar fenómenos como el miembro fantasma, pero con la convicción de que tal representación cerebral era modificable solo durante los primeros años de vida. La identificación de este período crítico les aportó a David Hubel y a Torsten Wiesel el premio Nobel de fisiología y medicina en 1981. Demostraron en animales que si se les obturaba un ojo desde el nacimiento, perdían el sentido de la vista para siempre. Existe, por tanto, una relación estrecha a nivel cerebral entre las señales sensoriales y el desarrollo de los sentidos correspondientes. El esquema corporal sería, pues, una estructura preexistente del cerebro, una especie de hardware previo a

las primeras señales sensoriales que llegan a la corteza y con capacidad tan solo de modificación parcial. Así lo demostró Vilayanur Ramachandran en 2012 a través del caso de una paciente que nació con un brazo derecho mal formado y la correspondiente mano sin dedo pulgar ni índice (padecía focomelia). A causa de un accidente, le amputaron esa extremidad. Tras la intervención, comenzó a sentir cinco dedos fantasma, incluidos los dos que nunca había tenido. En definitiva, poco importa que la parte de cuerpo afectada exista todavía o no, y que se utilice o no. Para el cerebro, esa parte se encuentra presente en tanto que no se demuestre lo contrario, lo que permite resolver la discrepancia cognitiva entre el hardware y las informaciones que recibe de la periferia.

presupone que solo se obtienen resultados en las neurociencias merced a dispositivos complejos y costosos, los trabajos de Ramachandran demuestran que todavía es posible lograr informaciones de gran valor con objetos cotidianos. Su experimento con la caja-espejo es un ejemplo llamativo: una caja con dos compartimientos, separados por un espejo. Los compartimientos disponen de sendas aberturas. El paciente introduce por una de ellas su brazo sano y, por la otra, el miembro amputado. Al mirar el interior de la caja puede ver, gracias al espejo, sus dos brazos íntegros, ya que observa el reflejo de su brazo sano en el lugar que ocuparía el inexistente. Cuando mueve el brazo sano, tiene la sensación de que el brazo amputado efectúa el movimiento.

La caja-espejo crea un conflicto sensorial

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Pierna

Pie

Codo Muñeca

Mano Cuello Frente Ojo Rostro Labios Mandíbula Lengua Garganta

Ramachandran recuerda: «A mediados de los años noventa vino a vernos Jimmy, un paciente amputado del brazo izquierdo. Fue el primero en ensayar con la cajaespejo. Su brazo fantasma le hacía sufrir mucho, sobre todo, porque sentía que tenía el puño tan fuertemente cerrado que las uñas se le clavaban en la palma de la mano inexistente». Ramachandran le pidió a Jimmy que moviera la mano sana y la fantasma de manera simultánea y mirando en el espejo el reflejo del miembro sano mientras lo hacía. «En cuanto vio abrirse la mano sana reflejada en el espejo, Jimmy sintió que su puño fantasma se relajaba y que el dolor desaparecía.» La explicación resulta sencilla. El espejo crea un conflicto sensorial. La vista informa de que «el brazo se

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mueve», mientras que la corteza cerebral «sabe» que el miembro, de seguro inexistente, está paralizado o es tan sumamente doloroso que permanece inmóvil. Ramachandran exclamó: «Para resolver el conflicto, el cerebro elimina la sensación del miembro fantasma. ¡Con nuestra caja-espejo, amputamos por primera vez un brazo fantasma!». El neurofisiólogo repitió el experimento con otros voluntarios y recogió los datos en un estudio que publicó en 1998 la revista Brain. Obtuvo resultados similares en la casi totalidad de los casos. De esta manera nació la terapia especular con retroalimentación visual, que se aplica a otras situaciones de miembros dolorosos o paralizados. «Los estudios sobre pacientes que han sufrido un ictus indican que esta terapia es útil para reducir los espasmos de brazo y favorecen la rehabilitación motriz. En tales casos, no se trata de la pérdida de un miembro, sino de la pérdida de la función, y la ilusión de movimiento generada por el espejo favorece los fenómenos de neuroplasticidad. También hemos demostrado el mismo efecto en ciertas formas de artrosis de la mano.»

En cuanto vio abrirse la mano sana reflejada en el espejo, Jimmy sintió que su puño fantasma se relajaba y que el dolor desaparecía

corteza sensorial primaria a causa de una deficiente adaptación a la amputación. Se trataría de una forma de neuroplasticidad «negativa», que no ayuda a recuperar la función perdida, dado que el instrumento que la ejecuta (el miembro amputado) ya no existe. En una tercera teoría, el miembro fantasma resultaría del recuerdo de nuestras posturas: el cuerpo no consigue olvidar lo que hasta entonces percibía de forma continua. Tamar Markin, neurofisióloga en la Universidad de ¿A qué se debe el fantasma? Oxford, publicó en 2013 un experimento que cofirmó la Con los experimentos de Ramachandran, la cuestión del teoría de la plasticidad negativa. Demostró que la repremiembro fantasma parecía resuelta. Pero en estos últimos sentación del miembro ausente es más intensa tras la veinte años, se han propuesto otras interpretaciones, que amputación de lo que previamente era. Así, pues, no se si bien conservan ciertos elementos de la teoría de Ra- produciría una reorganización negativa tras la amputación; machandran, contradicen otros. Aparte de la hipótesis por el contrario, acontecería una sobreexcitación de la de un conflicto entre visión y propiocepción (las infor- región cerebral implicada. maciones emitidas por el cuerpo), se considera que el Ese mismo año, Marshall Devor, de la Universidad efecto espejo corresponde a una modificación de la Hebrea de Jerusalén, llevó a cabo un estudio con 32 personas que tenían una pierna amputada. Les inyectó un anestésico local a nivel de la médula espinal, a la salida del sistema nervioso periférico. La sensación del fantasma y los dolores desaparecieron, mientras que el funcionamiento de las cartografías sensoriales en el cerebro permanecía intacto. Si este resultado se confirma, se trataría del primer tratamiento periférico de los dolores de miembro fantasma, lo que abriría una vía hacia nuevos experimentos. Estos deberían revelar por qué el fenómeno puede manipularse, bien actuando sobre el cerebro, como hizo Ramachandran, o bien sobre los nervios periféricos, como Devor ha constatado. H

En torno al 90 por ciento de los pacientes amputados sienten el miembro ausente como si aún estuviera

PA R A S A B E R M Á S

The appearance of new phantom fingers post-amputation in a phocomelus. P. D. McGeoch y V. S. Ramachandran en Neurocase, vol. 218, págs. 95-97, 2012. It’s all done with mirrors: V. S. Ramachandran and the material culture of phantom limb research. K. Guenther en Medical History, vol. 60, págs. 342-358, 2016. EN NUESTRO ARCHIVO

Miembros fantasma. Ronald Melzack en IyC, junio de 1992. Espejito, espejito… Vilayanur S. Ramachandran y Diane Rogers-Ramachandran en MyC n.o 45, 2010.

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LIBROS

THE NEUROSCIENCE OF EMOTION A NEW SYNTHESIS Por Ralph Adolphs y David J. Anderson Princeton University Press, Princeton, 2018

Neurobiología de las emociones

El complejo estudio de los estados emocionales

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lo largo de toda la escala animal encontramos emociones. Fenómenos fundamentalmente biológicos se hallan, en cuanto tales, sometidos a evolución por selección natural y sujetos a investigación experimental. Dependen de circuitos cerebrales específicos para el cumplimiento de unas funciones características, mecanismo este de acción que solo podremos comprender a través de un enfoque comparado que abarque los planos molecular, celular, de sistema y cognitivo. Para remedar los circuitos y establecer los fundamentos neuronales, ha servido de gran ayuda la incorporación reciente del mundo de la robótica. Pero estamos todavía muy lejos de disponer de un esquema global riguroso de las emociones, su relación con la consciencia o su distinción de los sentimientos. Los autores de esta primera aproximación sistemática se encuentran entre los estudiosos más indicados para la tarea. Ralph Adolphs, experto en la base neural del comportamiento social humano, ocupa la cátedra Bren de psicología, neurociencia y biología del Instituto de Tecnología de California y dirige el Centro de formación de imágenes cerebrales del Caltech. David J. Anderson, investigador de las emociones en ratones y en moscas, preside el Instituto Tianqiao y Chrissy Chen de Neurociencia en el Instituto de Tecnología de California. De entrada no es fácil siquiera determinar el significado del término emoción. Para unos, las emociones implican experiencias conscientes que solo pueden investigarse en humanos. Otros defenderán que los insectos y demás invertebrados exhiben indicios de emociones que vemos en los mamíferos. Para unos, las diferentes emociones se corresponden con áreas del cerebro anatómicamente delimitadas; para otros, se producen de una manera muy repartida. Y habrá quien se remonte al siglo xix para repetir con William James que las emociones son la consecuencia de la conducta, no su causa. El análisis de los estados emocionales de organismos inferiores facilita su interpretación del desarrollo en animales más complejos y evolucionados. Así, por ejemplo, se ha recurrido a la mosca de la fruta, Drosophila

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melanogaster, para dilucidar la circuitería y la química neural subyacentes bajo los comportamientos de aprendizaje asociativo de aversión, una conducta similar al condicionamiento del miedo pavloviano en mamíferos. Las respuestas innatas de defensa ante amenazas visuales consisten, en la mosca, en reacciones reflejas rápidas integradoras que muestran bloques de construcción de emociones observados también en mamíferos. El desarrollo de las emociones implica una interacción sutil entre genes y entorno, entre mecanismos programados de forma innata y asociaciones aprendidas. Conductas innatas como la sonrisa se dan incluso en recién nacidos o se expresan en sueños. Con tiempo y aprendizaje, pasan a ser incorporadas en expresiones plenamente manifestadas. Nada tiene, pues, de extraño que uno de los aspectos de la emoción que se ha estudiado con mayor intensidad sea su expresión facial. Los estudios pioneros de Paul Ekman y sus colaboradores en los años sesenta y setenta sugerían que algunas expresiones faciales se compartían en todas las culturas. Ekman viajó a Nueva Guinea para investigar sobre las emociones de los naturales, en particular sus expresiones faciales. De su observación dedujo que había expresiones de un conjunto de emociones, las emociones básicas, de alcance universal en el género humano, cuyo fundamento radicaba en módulos cerebrales innatos. Conformaban ese elenco básico la alegría, la sorpresa, el miedo, la angustia, la repugnancia y la tristeza; podría sumarse alguna otra, como el desprecio. La investigación reciente ha revelado que las expresiones faciales encierran otros aspectos que, por su finura, escapan a la observación común. Además, la antropología comparada ha demostrado que cada cultura categoriza las expresiones en distintos conceptos. El rostro humano expresa su emoción a través de 17 pares de músculos faciales, que compartimos en buena medida con los grandes primates. Una ciencia de las emociones requiere terminología clara, acotación semántica de los conceptos, medios sensibles, herramientas de análisis estadísticamente poderosas e hipótesis creativas. Aunque las emociones sean estados cerebrales y los mecanismos que las generan deban investigarse en neurobiología, sería una falacia deducir de ello que las emociones se hallan literalmente en el cerebro y pudiéramos descubrirlas con solo afinar las herramientas de observación y medición. No es lo mismo, explican los autores, producir emociones que tener emociones. Y recurren a la analogía de la visión: hay en el cerebro muchas áreas que participan en la visión, de la retina a la corteza, pero la visión no se observa en ninguna de esas regiones, ni ninguna de ellas tiene la experiencia de ver. Visión y emoción son propiedades del sistema, no propiedades de las partes constituyentes; todas las partes operan conjuntamente para generar la propiedad. Hay sistemas cerebrales que determinan que

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el sujeto experimente las emociones. La experiencia consciente de las emociones es propiedad global de la persona (o de un animal), pero los mecanismos en cuya virtud se produce no poseen en sí mismos esa propiedad. Varias son las características que describen a las emociones. Destacan su gradualidad, lo que significa que no todos los estados poseen la misma intensidad. Propio de

ellas es lo que se denomina en psicología su valencia, es decir, su dimensión dual (placer y desagrado, estímulo y respuesta); también, su persistencia, el estado emocional perdura más que el estímulo desencadenante. Los autores analizan de forma exhaustiva otras propiedades como la generalización, el automatismo o la comunicación social. —Luis Alonso

ra la respuesta de huida. Merced a sus trabajos con ese invertebrado, ganaron el Nobel Alan Hodgkin y Andrew Huxley. Fue Don Maynard quien reconoció que el ganglio LESSONS FROM estomatogástrico de los crustáceos encerraba un potenTHE LOBSTER cial enorme, porque constituía una red neuronal indeEVE MARDER’S WORK pendiente con un número escueto de neuronas, un solo IN NEUROSCIENCE nervio aferente y un eferente accesible a los músculos del Por Charlotte Nassim estómago. Maynard compartió su preparación con otros neurocientíficos, entre ellos los padres fundadores de las The MIT Press, Cambridge, Mass. 2018 investigaciones sobre el ganglio estomatogástrico: Allen I. Selverston, Dan Hartline y Maurice Moulins. Los cangrejos y las langostas presentan de una manera coherente y estereotípica el comportamiento de huida Neuronas estomatogástricas ante el peligro. Las contracciones rítmicas de los múscude langostas y cangrejos los abdominales impulsan la cola bajo el cuerpo y el n Estados Unidos el curso de 1969 supuso un cangrejo se autopropulsa hacia atrás en el agua. A Selpunto de inflexión en la incorporación de la mujer verston le interesaban las neuronas que desencadenaban en los departamentos universitarios. El predominio esos movimientos. Extendió el estudio del cangrejo a la absoluto de los varones llegaba a su fin. Muy pocos podían langosta. En esos ensayos participó Mader, ocupada en asirse a sus trabajos posdoctorales para librarse de la la estimulación de los axones del cordón nervioso. Se ha guerra del Vietnam. De la noche a la mañana, la mitad comprobado que los crustáceos sirven para conocer la de los investigadores de los laboratorios de biología eran función del sistema nervioso en propiedades y procesos mujeres. En 1968, el departamento de biología de San muy diversos, del mero celular al del comportamiento Diego de California tenía dos alumnas en una clase de global. Una función cuyas raíces se vienen investigando treinta. Al año siguiente, cuando entró Eve Marder, ya en secuencias codificadoras de sus respectivos genomas. eran trece las mujeres. La cifra se equiparó en un par de El ganglio estomatogástrico cuenta con una exigua años. Los recién graduados pasaban por rotaciones en treintena de neuronas, que se envían mutuamente señadiferentes laboratorios para familiarizarse con las distin- les y sincronizan su actividad rítmica. Veintitrés son tas técnicas antes de abordar sus propios proyectos. Pero neuronas motoras; las siete restantes, interneuronas, sin aquel departamento no ofrecía muchas opciones en contacto con los músculos. Todas las sinapsis químicas neurociencia. En una de las rondas, Marder pasó por el entre neuronas del circuito pilórico son inhibidoras, laboratorio de Allen Selverston, quien había trabajado aunque la mayoría de estas son también motoras y estasobre el sistema nervioso con cangrejos como modelo. blecen conexiones excitadoras con los músculos. Los En neurociencia importa sobremanera saber con qué somas celulares se hallan en la periferia del ganglio. Cada modelo animal hemos de trabajar. Los modelos animales uno envía una fibra sutil, una neurita, al ganglio, donde deseables han de ser asequibles y su conducta de interés se ramifica profusamente. A diferencia de las raíces de debe hallarse controlada por un grupo de neuronas ma- las plantas, con las que suele compararse, se ramifican y nejables en el laboratorio. Preferiblemente, esas neuronas forman fibras más consistentes. Las neuronas motoras deben haber adquirido el tamaño suficiente para ser del ganglio somatogástrico activan los músculos y partiabordables con el microscopio y permitir la instalación cipan en la generación y el mantenimiento de los ritmos. de microelectrodos para registrar su actividad eléctrica. El sistema presenta una ventaja ulterior: vive horas en Durante decenios, el arquetipo de neuronas grandes, con preparaciones salinas. El ganglio produce dos ritmos: el un axón imponente, fue el de calamar gigante que dispa- gástrico y el pilórico, controlados por dos conjuntos de

Sistemas modelo en neurociencia

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neuronas que se solapan. Uno de los primeros trabajos de Marder fue la identificación de los neurotransmisores empleados por el ganglio. Su conocimiento resultaba determinante para desentrañar los mecanismos de funcionamiento del ganglio y la producción de su actividad rítmica. En 1914, Henry Dale aisló acetilcolina de un hongo y comprobó que ralentizaba el ritmo cardíaco de la rana; infirió que esta o una sustancia similar podría usarse por neuronas para controlar el corazón. Fue Otto Loewi quien demostró, en 1926, la transmisión neurohumoral de acetilcolina en la sinapsis entre neurona y músculo. Cuando Marder inició sus investigaciones, la lista de neurotransmisores conocidos alcanzaba la decena; se suponía que una neurona solo podía liberar un solo neurotransmisor. ¿Por qué empleaban neuronas diferentes neurotransmisores distintos? Marder se aprestó a resolver la cuestión. En 1974, en uno de sus primeros trabajos, publicado en Nature, demostró que las células ganglionares utilizaban diferentes neurotransmisores. En otro artículo, de 1976, ahora en The Journal of Physiology, Marder, al pasar revista a los neurotransmisores (11) empleados por los diferentes tipos de neuronas motoras excitadoras, estableció correlaciones entre la distribución de células colinérgicas y glutaminérgicas y el acoplamiento eléctrico entre neuronas motoras del ganglio estomatogástrico. Aunque la diversidad de moléculas señalizadoras fascinó a los neuroquímicos de principios de los setenta, los interesados en los circuitos neurales que daban origen al comportamiento no prestaban atención a la perspectiva neuroquímica; procedían del dominio de la ingeniería y electrónica y se proponían desarrollar diagramas de conexión (o conectoma, por emplear el término hoy de moda) que sería el equivalente biológico de un diagrama

Novedades

de circuito electrónico, apoyándose en las neuronas identificables de circuitos sensoriales y motores de los invertebrados. Un decenio más tarde resultaba patente que las propiedades neuronales intrínsecas, las ondas de potencial de acción y las corrientes de membrana podían ser alteradas mediante la manipulación de las concentraciones intracelulares de segundos mensajeros, como el AMPc. La aplicación exógena de agonistas muscarínicos, aminas y neuropéptidos podía aumentar, o reducir, la amplitud de corrientes dependientes de voltaje muy dispares; la aplicación exógena de neuromoduladores podría alterar la intensidad de las sinapsis con implicaciones para los cambios de conducta dependientes de la experiencia. Cuarenta años de investigación sobre esa treintena de neuronas del estómago de langosta han permitido apuntalar con solidez el estudio del cerebro humano, como se reconoció cuando fue elegida para el grupo selecto de quince neurocientíficos que conformaron el consejo presidencial de Estados Unidos sobre el proyecto BRAIN, iniciado en 2013. Iniciativa esta que se propone cartografiar los circuitos cerebrales humanos, mide las pautas de fluctuación de la actividad eléctrica y química. El tránsito de la digestión de la langosta a los mecanismos cerebrales del pensamiento humano es un salto abismal. En efecto, nuestro cerebro recluta de forma selectiva redes de unos 90.000 millones de neuronas. Las conexiones son extremadamente complejas. Pero el estudio minucioso de Marder de un nudo microscópico de neuronas estomatogástricas de langostas y cangrejos, una red pequeña con un número insignificante de neuronas, ha permitido encarrilar la investigación cerebral sobre una senda segura.  —Luis Alonso

Una selección de los editores de Mente y Cerebro SOMOS LO QUE NOS CONTAMOS Cómo los relatos construyen el mundo en que vivimos

GENIAL MENTE Demuestra que eres un genio Begoña Ibarrola Ediciones Destino infantil, 2019 ISBN: 8408209590 120 págs. (11,95 €)

Óscar Vilarroya Editorial Ariel, 2019 ISBN: 8434429829 págs. 368 (19,90 €)

LA NUEVA BIOLOGÍA DE LA MENTE

TURISMO DARK

Eric R. Kandel

Ediciones Luciérnaga, 2019 ISBN: 9788417371746 224 págs (17,95 €)

Miriam del Río

Editorial Paidós, 2019 ISBN: 9788449335655 304 págs. (24 €)

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Mente y Cerebro n.o 98, septiembre de 2019 Neurociencia

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El origen ­inflamatorio de la depresión

Cuando una inflamación se instala en el ­organismo, perturba el funcionamiento del cerebro hasta el punto de que en ocasiones se desencadena una depresión. Ahora se empiezan a entender los mecanismos de este proceso. Por Lucile Capuron y Nathalie Castanon

Psicología social

NUEVA SERIE: Técnicas de la neurociencia

Virus para conocer el cerebro Los patógenos de la rabia genéticamente ­modificados facilitan el estudio de las ­conexiones neuronales con una precisión ­desconocida hasta la fecha. Por Andrew J. Murray

Comunicación sin violencia

El método de la comunicación no violenta, desarrollado por el psicólogo clínico Marshal B. Rosenberg, permite abordar las conversaciones conflictivas de manera pacífica. Se basa en la manera de expresarse. Por Katja Gaschler Comportamiento

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Psicología ­ambiental

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¿Cómo nos influye el ­ edioambiente? ¿Qué m nos mueve a comportarnos de forma ecológica? Por Jürgen Hellbrück y Elisabeth Kals

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Directora editorial: Laia Torres Casas Ediciones: Yvonne Buchholz, Anna Ferran Cabeza, Ernesto Lozano Tellechea Director de márquetin y ventas: Antoni Jiménez Arnay Desarrollo digital: Bruna Espar Gasset Producción: M.a Cruz Iglesias Capón, Albert Marín Garau Secretaría: Eva Rodríguez Veiga Administración: Victoria Andrés Laiglesia Suscripciones: Concepción Orenes Delgado, Olga Blanco Romero EDITA Prensa Científica, S.A. Muntaner, 339 pral. 1.a 08021 Barcelona (España) Teléfono 934 143 344 Fax 934 145 413 e-mail [email protected] www.investigacionyciencia.es

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Colaboradores de este número Asesoramiento y traducción:

Raquel Madrid: Encefaloscopio, El dolor de una madre, Neurociencia artística; Federico Fernández Gil: El efecto de no hacer nada, Admiración, un sentimiento con muchos m ­ atices, Investigación con drogas psicodélicas, ¿Por qué tenemos dos h ­ emisferios cerebrales?, Distonía del músico, La melodía i­nterminable; Ignacio Navascués: Problemas de sueño y demencia, El marinero que o­ lvidó su travesía; Núria Comas: «La embriaguez ­requiere sobriedad»; Rosa Pujol: «La creatividad es resistente al desorden neuronal»; Mónica Herrero: Sesgos en la percepción del tiempo, Reescribir el guión de las pesadillas; Luis Bou: Ramachandran, el cazador de miembros fantasma

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