La Ley de La Madre [Geneviève Morel]
April 7, 2017 | Author: Javier Rojas | Category: N/A
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-c:::c::>-ólico a la que se apunta aquí es claramente el símbolo, es decir, el Nombre-del-Padre como emblema de la ley divina, como un S1 del cual Lacan se había burlado en su con ferencia sobre Joyce, bajo la forma metafórica de "Jones el símbolo". El Nombre-del-Padre no está más implícito en lo simbólico, no como ley, ni siquiera como función de nominación. 18 Muy por el contrario, él es considerado en el nivel del síntoma que lo engloba como un caso particular, pero donde todavía ocupa un lugar distinguido. En la teoría de Lacan, el
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La creación llamada divina se redobla, entonces, por el palabreo del hablanser, como lo llamé, por el cual Evida hace de la serpiente lo que me permitirán llamar el aprieta-nalgas, posteriormente designado como falla, o mejor como falo - ya que es bien necesario uno para hacer el paso-en-falta 15 . Es la falta, el sin, que es la ventaja de mi sinthome de empezar por allí. En inglés eso quiere decir el pecado, Ja primera falta. 16 De Dios el padre, henos aquí llevado a la madre, es decir, a una mujer y su "parloteo" con fines de goce. Del símbolo divino hemos pasado a la génesis del síntoma. En efecto, la nominación divina no existe. Tal es la primera respuesta a la pregunta que insistía en RSJ: no hay punto de capitón que, operado a priori por el Nombre-del-Padre entre lo real y lo simbólico, cosería estos dos registros uno a otro, sin reslo, como era el caso en la teoría de 1958 sobre el redoblamiento del Otro de lo simbólico por aquel de la ley. Este era, entonces, Otro del Otro interno a lo simbólico. El redoblamiento se desplazó de la ley, interna a lo simbólico, al síntoma que no le pertenece más. Asimismo, Lacan agrega: "El complejo de 14 La a utora utiliza aquí e l nombre por medio del cual, e n el se minario sob1-e el sinthome, Lacan se refi e1-e a Eva, a sabet~ Évie. Se lrata de un nombre propio que no constituye estrictamente un neologismo , s ino una variante del mencionado nombre que, como este, deriva de l hebreo havvah (111adre de los vivos) . No obstante, en francés la variante deja escuchar la palabra vicia (vie}, por lo qu e tracluci111os Évie por el neo logismo Evida. (N. ele Jos T.) 15 Lacan usa aquí el neo logismo faut-pas que, construido por pas (paso} y por faute (falta, cu lpa}, es ho111ófono ele la expresión fau x -pas (paso en fa lso}. (N. ele los T.) 16 S23, p. 13.
17 Vo, p . 167. 18 S22, sesión del 11 de marzo de 1975.
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síntoma ha, entonces, abolido el símbolo, tomado aquí como el significante amo absoluto. He aquí, en consecuencia, una segunda significación, metateórica, de la frase: el síntoma suprime el símbolo. · No obstante, otra parte de lo simbólico queda aún en su lugar, a saber, aquella que es rechazada del lado de Evida, de su lengua bien dotada y de su deseo: lo simbólico como el lugar de los equívocos, como "lalengua" (en una sola palabra) que usa el hablanser en su "parloteo", el cual no le sirve tanto para comunicar como para gozar. Este tema se remonta al seminario Aún. 19 Con él se marca el momento de un anterior agarre del goce sobre el lenguaje que deviene una superestructura en relación a "lalengua", definida la integralidad de sus equívocos. 20 Sin embargo, es posible preguntarse si acaso esta Evida no sería el doble femenino de Dios, lo cual nos traería nuevamente al punto de partida, es decir, al Nombre-del-Padre. Lacan se previene inmediatamente de esta objeción. Primero, por una suerte de pirueta: en efecto, dice, Evida es "la única, la mujer" , "mítica en el sentido de que la mujer la hizo singular"; "la mujer de la cual se trata es otro nombre de Dios, y es por ello que ella no existe, como variadas veces lo he dicho". Pero, más adelante en el seminario, recuerda que:
Así, sólo la creación (designada trivialmente aquí como la obra de "ponedoras") podría hacerla única y divina, pero el sujeto aprende, por el análisis, que sólo hubo una madre particular cuyo deseo marcó , por su singularidad, la lengua materna: lo que nos es realmente transmitido es esta singularidad y no un universal femenino mítico que es una invención ideal secundaria. Siguiendo probablemente esta dirección, Lacan induce el rol crucial de las mujeres en el hecho de que la lengua sea viviente. El hombre, "portador de la idea de significante" y de la sintaxis -donde "idea" se entiende en un sentido platónico, imaginario y teórico (o sea, siempre en el sentido de la superestructura del lenguaje)-, es opuesto al "conjunto de mujeres que engendró lo que llamé !alengua", es decir, los equívocos que son posibles en ella, lo real de la lengua que soporta el síntoma de cada quien . Por este hecho, el síntoma hereda del carácter "notodo" 22 de la feminidad, de la
La única cosa que permite suponer a La mujer, es que, como Dios, ella sea ponedora. No obstante, el progreso que el análisis nos ha hecho hacer, ha sido percatarnos de que, pese a que el mito la haga salir toda de una sola madre, a sabe1~ de Eva, solo hay ponedoras particulares. 2 1
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E] notodo (V) es la invención ese ncial de l lado muj er de las "formulas de la sexuació n" de Laca n. La estructura de es tas fórmul as opone dos lados: a la izqui erda, el lacio hombre y, a la de recha, el lacio rn uj e1~ reconocidos por sus modos ele inscripción e n la func ión fá li ca,. Las fór mulas utili za n los proscl iorisrnos ele Ar istóteles, ll amados cuantifi cadores en la lóg ica moderna y cuantores por Lacan, además ele las barras ele negac ión ubicadas e ncim a de ellos. 22
Fó nnu las ele la sexuación Hombre
Mujer
3x x Vx x
3x x Vx x (S20, p. 73)
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En Aún, Lacan sitúa el s ig nifi cante en e] nivel de "la susta ncia goza nte" : "El s ignificante es la causa de l goce". La li ngüística es un d iscurso c ien tífico que define el leng uaje y las propiedades de la pareja sig nifi cante-sign ificado . En adelante, Lacan d iferenc ia lo que él estudia co rno ps icoa na li sta, i.e., el significante corno sustancia gozante, bajo el nombre de "lingüisteria". Cf. S20, pp. 20, 26-27, 35. 20 "Este dec ir sólo procede del hecho de que lo inconsciente, por esta r estructurado corno un .l enguaj e, es dec ir, !a lengua que él habita , está sujeto a l equívoco con el que cada una se d istingue . Una .l engua entre otras no es nada más que la integra lid ad de los equívocos que su historia ha dejado persistir en ell a". Laca n, J., (1972), I.:étoutd it, en Autres écrits, op. cit., p . 490. 21 S23, pp. 128 y 117, respectivamente.
E ntre hombres y mujeres, la oposición ese ncial es aque ll a del tocio y del notoclo (Lí nea inferior). Lacio hombre, el todo está delimi tado poi- un borde que se exceptúa, donde se s it úa el padre. Se trata de una transcripción lógica del mito de Tolem y Tabú: la virilidad se obtiene a l precio de Ja castrac ión por el padre de ]a horda, qui en posee a todas las m uj eres (fórm ul a del padre, arriba a la izqui erda). Así, e l padre es, para el hombre, un obstáculo necesario : la contradicción rige esta pareja de fórmulas . Lado muj er, el notodo es ilimitado . La fórmu la de a rriba escribe la ausenc ia de excepción que haría borde de este .lado, como ]o es el padre de] lado de ]os hombres. Este ilim itado no hay qu e forzosame nte concebirlo corno un infi n ito. Milner da e] ejemplo del juego de damas corno paradigma de un n otodo finito: hay un número fi ni to de piezas, es decir, un núm ero finito de damas posibles, pero en Ja medida en q ue cualquier
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discordancia femenina en relación a lo universal: 23 decir que es notodo (lo que también es una propiedad de la verdad) ya implica a mínima, que será pluralizado en una serie de casos singulares y que será difícil hablar de síntomas-tipo . En este punto de nuestro comentario, el síntoma está, entonces, emparejado con la nominación, a la cual le ha sido quitada la exclusividad divina del Nombre-del-Padre para ser llevada al lado de la mujer-madre, notoda. Por este hecho, ya no se tratará más de hablar de símbolo aisladamente, sin el síntoma: el símbolo es redoblado por el síntoma. ¿En qué sentido? Lejos de la pureza del capitonaje sin resto de lo real por lo simbólico, la nominación por la madre está intrínsecamente cargada de pecado, de falta: la madre no es el símbolo, ni el sujeto de la pala bra plena, sino un ser en cuya chách ara las palabras están llenas de goce, el goce que "no se debe". ¿Qué es este último goce? En la parodia que Lacan hace del Génesis, es bastante claro. En lugar de gozar de la felicidad "como se debe" con Adán, ella habla a Ja serpien te y, así, se compromete en la vía de la desobediencia de Dios y de la falta. Lacan hace, enton ces, escuchar el equívoco del sin de sinthome, el cual en ingl és quiere decir pecado. Esta falta originaria, debida al apetito de goce matemo, es el punto de inserción del síntoma: este será cargado de las primeras palabras escuchadas, exclamaciones perentorias y equívocas, las cuales pesarán sobre el sujeto de una manera fa tídica y que, a veces, serán transmitidas por otros, particularmente aquellas del padre, aunque no siempre. El apetito de goce de la madre implica estructuralmente también, incluso si Lacan no habla de ello aquí, el incesto, la posesión corporal y sexual de los niños. A es te respecto, hemos es tudiado varios ejemplos clínicos: la madre infanticida, la Sra. P (la anestesista) y el caso de Paul. Lacan reescr ibe el
Génesis como una metáfora paterna completamente puesta patas para arrib a : al comienzo, hay por supues to Dios el padre, pero él se encuentra redoblado luego por la madre y su ilícito deseo del falo. En esta nueva lectura del mito, las mujeres se encuentran en una posición decididamente principal: donadoras de lengua, ellas son también el punto de partida de la ciencia (aunque no es seguro que Lacan valorice mucho la ciencia en esta época). En esta reescritura lacaniana del mito del Génesis, la ciencia aparece, en todo caso, como un síntoma que cesaría si se escribiera Ja relación sexual. En efecto, si la relación sexual hubiere existido y, en consecuencia, se hubiese escrito, si entre los sexos hubiera habido un discurso que no fuese semblante, la mujer se hubiese quedado con Adán y no habría ido a buscar el falo en otro lugar bajo Ja forma de un saber prohibido por Dios. De esta búsqueda del falo proviene Ja falla que no cesa de expandirse, aquella de la castración donde se aloja el "sin cesar" de la expansión del saber científico. En es te mito lacaniano, las raíces del árbol de la ciencia son intentos fallidos de establecer una relación sexual. Asimismo, el sín toma de cada quien brota desde el zócalo de la imposibilidad de escribir la relación sexual de sus padres. "La falta", el sin del sinthome proviene de allí. No se puede encontrar su significado de origen. De ahí el mito de Evida que es tablece Ja materia primera del síntoma, el equívoco significante anudado al goce materno. ¿Cómo traducir esto en el mundo borromeo? Lacan dirá que existe por cada quien una falta 24 [faute} particular de anudamiento, un error o un lapsus del nudo: "la falta" que el sinthome corrige. A partir de es ta primera sesión del seminario, volvamos a las "relaciones" del síntoma y del símbolo . "Relación" es, por lo demás, un térm ino que no conviene para nada aquí, ya que los redondeles tomados de a dos, en el mundo borromeo, 25 no
pieza puede llegar a se r dam a , el proceso es s in excepc.ió n, es d ec i 1~ notodo. Lo mi s mo ocurre e n el mito de Don Juan: ex iste un núm ero finito de mujeres e n e l mundo, pero c ualqu.i era de e!Jas, sin excepción, es susceptible de de ve nir s u amante, entonces, el proceso es notodo. E l notodo ·fá li co del goce fe me nino significa q ue ell a es, "en algun a pa rte", e n sí misma no fá li ca, pero que este "en alguna parte" es indeterminado, ya qu e esta muje r se insc ribe también sin excepció n e n la fun ció n fáli ca. Cf. Milner, J.-C., Les penchants criminels de l'Europe démocratique, Paris, Verdier, 2003, p articul arm e nte el capítulo l. 23 S23, p. 14; cf. tambi én More], G. , Ambigüités sexuelles. Sexuation et psychose, op. cit., p. 154 sq, particularmente p. 171.
24 E l texto francés utili za el término faute, el cua l tie ne una connotac ió n de pecado (fa lta moral) co mo q ueda de ma nifi esto a lgunas lín eas más an-iba. No obsta nte, la palabra fra ncesa también puede se r traduci da por falla, sin te ne r la connotación antes me ncionada. En ta l sentido, ex is te un equívoco qu e permite pasar, a Laca n y a la autora, desde la fa lta (moral) a la Fa ll a (error) implicado en el síntoma. En lo qu e s igue, fáute será traducido por falta cua ndo se impli que un a cues tión moral, o bie n por falla cua ndo lo co nn otado sea el error. (N. de los T.) 25 Lacan ja m ás hab la de "mundo borromeo", ya qu e la idea de mundo es emine nte mente im ag ina ri a, a l contra ri o de los nudos . No obstante, a fa lta de a lgo mejor, utilizo la expresión a la m anera de los lógicos, co m o
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ti enen relación entre sí. Cuando la tienen es una grave falla [faute ] que el síntoma debe reparar. Además, la idea de este redoblamiento del símbolo por el síntoma proviene decididamente de la lectura de Joyce, pues Lacan le atribuye, desde su conferencia, el haber anudado el inconsciente y el sinthome . De hecho, como lo veremos, Lacan se corrige en esta primera sesión de El sinthome p ara h ablar más bien de un "falso agujero" formado por la articulación del síntoma y del símbolo. En fin, más adelante, él hará con sistir la falla del nudo de Joyce en un anudamiento de lo real y de lo simbólico que vendrá a reparar el sinthome.
locura es completamente vivida en el registro del sentido" .28 El tema de la brecha y de la discontinuidad, causa del síntoma, insistirá tanto más que, h abiendo devenido estructuralista, Lacan reinterpretará es te, ya no en términos de sentido, sino que, con la supremacía del significante, en términos de falla del saber y de retorno de la verdad. Así, en 1966, antes de precisar el estatus del síntoma psicoanalítico, escribe: "Es difícil no ver introducida, desde antes del psicoanálisis, una dimensión que se podría decir del síntoma, la cual se articula porque representa el re torno de la verdad como tal en la falla de un saber". 29 Luego agrega:
III. EL SÍNTOMA EN LO SIMBÓLICO Es tos tanteos sobre lo que sería por error anudado en Joyce, muestran que la articulación del síntoma y de lo sim bóli co es un asunto teórico verdaderamen le cen tral. Ello se concibe si se recuerda que el síntoma lacaniano pertenecía an leriormente, en lo esencial, al regislro de lo simbólico. En efecto, e n el con lexto del "retorno a Freud", 26 la puesta en serie del sín loma con las otras formaciones de lo inconsciente (el sueño, el lapsus y el chiste), implicaba la homogeneidad es lruclural de estos. Es la continuidad fue, en un principio, inlerprelada como semántica: el análi sis resliluiría el sentido de un mensaje perdido que había quedado prisionero del síntoma, co mo se interpretaría un a conducta, un lapsus, un sueñ.o o una fan tasía.27 La locura se concebía, tamb ién ella, en el registro del sentido: "Y cuando todo medio de expresarlos [l os fenómenos delirantes] llegan a faltarle [al s uj eto], su perplejidad nos manifiesta, a un en él, una brecha interrogativa: es decir que la
cua ndo se hab la de "m und os pos ibles" en la lógica moda l. E n re fe re nc ia a "lo có mi co" de toda conce pc ió n del mundo, ver S20, p. 32. 26 Cf. Laca n, J. (1956), La chose freudi enne ou Sens du reto ur a Fre ud e n psyc ha na lyse, en Écrils, op. cit., p. 401 . 27 "La experienc ia analí tica nos perlllite se ntir la presión inte ncio na l. La lee mos e n e l sentido s imbólico de los sínto mas e n cuanto el suje to despoja las de fensas por las cua les los desconecta de sus relacio nes co n su vida cotidia na y co n su historia - e n la finalidad implícita de sus co nductas y de sus rechazos- en las fa ll as de su acc ión -en la co nfes ión de sus fantasías privilegiadas-, e n los reb uses de la vida on írica" . (Laca n, J. (J 948), I.:agrnssivité e n psychanalyse, en Écrits, op. cit., p. l 03).
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el síntoma sólo se interpreta en el orden del significante. El significante sólo tiene sentido en s u relación con otro significante. En es ta articulación es donde reside la verdad del síntoma. El síntoma conserva un aspecto borroso por representar alguna irrupción de la verdad. De hecho, él es verdad por estar hecho de la mi sma madera con la que está h echa esta, si pos tulamos materialistamente que la verdad es aquello que se instaura por la cadena significante. Verdad a desvelar, mensaje in con sciente invertido, pregunta quedada prision era de la carne en la histeria, pen samiento en la obsesión, escudos de la fobia, m etáfora a deshacer, 30 el síntom a se presenta en todos Jos casos como una verdad a descifrar. Se lo puede leer sobre el esqu ema L de "La carta 28 Laca n, J. (1946) , Propos sur la ca usa li té psyc hiqu e, e n Écrits, op. cit., pp. 165-166. 29 Lacan, J. (1966), Du suj et enfin en question, en Écrits, op. cit., p. 234. 30 La teoría laca niana más clás ica es aq uella de l sínto ma como me táfo ra, es decir, como sus tituc ió n de un términ o (el s ignifi ca nte de l s íntoIlla) por otro (el s ignifica nte 1-e prim ido). O sea, un s íntoma de co nversió n colll o la afo nía de Dora . E l sí ntollla es leva ntado cua ndo en la cura surge la palabra del s ínto ma, unver mdgend, s ignifi ca nte re primido de la impotenc ia del padre que evoca con su fo rtun a, su riqueza . La afo nía mim a, en e fecto, las relaciones sexua les de su padre, impotente y ri co, a l cua l se identifi ca Dora, en un a relac ión ora l co n la a ma nte de este, la Sra. K. Ta l co nce pc ión del síntoma hace de este un a suerte ele formac ió n de lo inco nsc iente qu e puede desa pa recer: basta co n produc ir e l s ignifi ca nte rep rimido para deshacer la metáfora y desa nud a r el síntoma. E l s ínto ma co mo metáfora conti ene en sí mismo, e nto nces, la posibilidad ele cu rac ión . Cf. Lacan, J. (1957), Linstance de la lettre dans J'inco nscient, e n Écrits, op. cit., pp. 493-52 8.
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EL SÍNTOMA SUPRJME EL SÍMBOLO
robada", 31 donde la comunicación simbólica entre el sujeto y el Otro es interrumpida por el obstáculo imaginario y sus fenómenos de inercia. Esta interpretación toda simbólica del síntoma, comprendidos sus fenómenos de repetición que aparecen como el retorno inexorable de ciertos significantes, deja a un lado su especificidad de sufrimiento -y, por lo tanto, de goce si nos anticipamos en las siguientes teorizaciones de Lacan-, especificidad que Jo distingue clínicamente del sueño, del lapsus y del Witz donde no se suh-e forzosamente y donde se puede incluso tener placer. Lacan deja de lado, entonces, aquellas consideraciones económicas. Con el curso de los años, la vertiente semántica del síntoma cederá poco a poco el lugar a su vertiente significante, ya que el sentido, amalgamado al significado, está condicionado por el significante, consecuentemente con la autonomía de lo simbólico. El significante del síntoma cuenta bastante más que su significado y que su sentido: así, la interpretación debe llevar al sujeto a ver, más allá de la significación, "a cual significante -sin sentido, irreductible, traumático- está, como sujeto, sometido [assujetti]". 32 Pero un nuevo giro es tomado con la creciente importancia, en la teoría, de lo real del goce. 33 Primero, la introducción de "la Cosa" en La ética; luego, su reformulación bajo las especies del objeto a en el Seminario XI que se acompañan por una diferenciación nueva de la repetición y del inconsciente. Así, el objeto a se inserta corno encuentro fallido, tyché, en el automaton de la repetición, mientras que lo inconsciente se presenta bajo una forma cada vez más discontinua a favor de brechas significantes, de pulsaciones temporales; esta estructura lo aparea con Ja pulsión freudiana en tanto que ella está conectada con las zonas erógenas en torno a orificios del cuerpo. Al comienzo de su enseñanza, en efecto, Lacan había dejado de lado la pulsión, considerándola primero en lo imaginario (esquema L) y luego en lo simbólico, donde ella se escribía como la relación del sujeto con la demanda($ D, en el Grafo del deseo ). 34 Entonces, ella vuelve a la escena como
uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Por su parte, el cuerpo sigue un trayecto análogo: al comienzo, imaginario y soportado por la imagen especular en el "Estadio del espejo", deviene luego significante por pedazos hasta que, en "Radiofonía" 35 sólo existe gracias a lo simbólico que constituye la armadura de este. El otro momento decisivo de este recorrido es el seminario El reverso del psicoanálisis, donde el goce adquiere prioridad por sobre el significante en la repetición. Persecución de un goce "ruinoso" por siempre perdido, se origina en una pérdida primera, cada vez conmemorada y renovada por el retorno del rasgo unario (St), marca que lo identifica parcialmente. Esta pérdida perpetua, calificada de "entropía" bajo el modelo de la termodinámica, se acompaña sin embargo de una ganancia de goce, el plus-de-gozar, que se escribe también como el objeto a. Por este hecho, este se pluraliza en gadgets de consumo, particularmente, los "lathouses". 36 Este plus-de-gozar es concebido como una plus-valía engendrada por el trabajo del significante, es decir, del saber: "[El] saber es medio de goce", enuncia Lacan. En adelante, lo simbólico es, por lo tanto, subordinado al goce. El discurso del amo inscribe, en un mismo materna, la producción del plus-de-gozar como objeto a y la definición anterior del significante representando al sujeto para otro significante. El seminario Aún acentúa esta vertiente que subordina lo simbólico al goce. "Lalengua" deviene con ello, Jo hemos visto, una causa de goce más que un medio de comunicación, deviniendo el lenguaje una superestructura en relación a ese zócalo real.3 7
31
Lacan, J. (1956), Le sém inaire sur la lettre volée, en Écrits, op. cit.,
p. 53. 32
Sl1, p. 226. Para una periodización más sintética del goce en .l a enseñanza de Lacan, cf. Miller, J.-A., Les six paradigmes de la jouissance, La Cause Freudienne. Revue de psychanalyse, nº 43, oct. 1999, pp. 7-29. 34 Lacan, J., Subve1·s ion du sujet et dialectique du désir dans l'inconscient freudien, op. cit., p. 8 17. 33
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35 "Vuelvo en primer lugar a l cuerpo de lo simbólico que de ningún modo hay que entende r como metáfora. La prueba es que sólo él aísla el cue rpo tomado en sentid o ingenuo, es decir, que e l ser que en él se sostiene, no sabe que es el lenguaje e l que se lo otorga, hasta el punto de que no se constitu iría si no pudiera hablar. E l primer cuerpo hace que el segund o ahí se incorpore". Lacan, J., (1970), Radiophonie, en Autres écrits, op. cit., p. 409 . 36 Lathouse es fabi-icado con las palabras gi-iegas aletheia (verdad) y ousia (sustancia); en griego, lat house s ign ifica "cosa o lvidada" . Sl 7, pp. 188-189, lu ego p. 57. 37 Cf. Milner, J.-C., De la linguistique a la linguisterie, en J.-C. Milner (dir.), La.can, l'écril, l'image, París, ECF/Champs-Flammarion, 2000, p. 7 sq; y S20, p. 127: el lenguaje es "una elu cubración de saber sobre la lengua" .
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EL SÍNTOMA SUPRIME EL SÍMBOLO
IV. LA MUJER NOTO DA, EL SÍMBOLO EQUÍVOCO Y EL SÍNTOMA
corrección, la progresión temporal del síntoma en la vida del sujeto, su relación con el cuerpo. En El sinthome, Lacan no insiste tanto como en RSI sobre Ja determinación inconsciente (por lo tanto, simbólica) del síntoma. Por lo demás, los términos de "redoblamiento" del símbolo por el síntoma, de "duplicidad del símbolo y del síntoma, de "falso-agujero", evocan un vínculo más débil entre el símbolo y el síntoma, a diferencia de una, bastante más rígida, correspondencia funcional. Pero sobre todo, como lo hemos visto, el símbolo determinante no es para nada el mismo significante susceptible de representar al sujeto frente a otro significante; no se trata más de la determinación de la nominación paterna por un S1 que, incluso multiplicado en un enjambre, 42 tendría la virtud de fijar unívocamente lo real a Jo simbólico. El símbolo del cual se trata ahora es el equívoco, el S2, el significante doble que, como nos lo indica el mito lacaniano, es extraído a l comienzo de los equívocos primeros ligados a la ambigüedad del deseo materno. La "nominación materna", por así decirlo, 43 es tá ciertamente "allí donde el parloteo[ ... ] se anuda a algo de lo real", 44 aunque no sin es tar junto a la falla [faute} y a l pecado que serán el ombligo mítico del síntoma. Lo que da a l síntoma su carácter notodo, es este origen femenino. Por lo tanto, existe una ecuación entre la mujer notada, el símbolo equívoco y el síntoma. En RSI, Lacan enuncia su fórmula que, destinada a tener un gran avenir, refiere que una mujer es un síntoma para un hombre. Un poco más tarde, precisa: "Ellas son reales e incluso terriblemente. Es más, ellas sólo son eso. Ellas sólo consisten en tanto que lo simbólico ek-siste, es decir, Jo que yo decía recién, lo inconsciente. Es precisamente por eso que ellas ek-sisten como síntoma, del cual este inconsciente provoca consistencia".
En el seminario RSI, la definición del síntoma como "la manera por medio de la cual cada quien goza del inconsciente en tanto que lo inconsciente Jo determina", 38 está en la prolongación de El reverso del psicoanálisis, pues allí el síntoma deviene, ante todo, un goce ligado a Jo inconsciente, es decir, a la lengua que, en la puesta en el plano del nudo borromeo de tres, está situada en el campo de lo real. Por lo demás, el seminario se abría con la afirmación: "el síntoma[ ... ] es real". Pero la noción de una determinación por lo inconsciente es, justamente, el elemento que es precisado en el seminario siguien te. En efecto, en RSI, aún no estaba puesta en duda la nominación como función del Nombre-del-Padre 39 y, por Jo tanto, esta determinación por lo inconsciente podía ser vista como viniendo, sobre todo, del padre. A su vez, la idea de una determinación inconsciente evoca la insistencia de Jo mismo y acentúa tanto más la vertiente de la repetición: 40 esta asegura la existencia de un elemento constante en el síntoma (la comparación del síntoma y de Jos puntos de suspensión va en esta misma dirección). Lo anterior me había llevado, en mi libro Ambigüedades sexuales, a hablar del síntoma como una "función síntoma" que era una función de goce, es decir, una función capaz de localizar el goce que podía escribirse a la manera de la "frase con agujeros" de Frege. 41 De hecho, esta escritura, cuando se pone el acento en la repetición de goce, me parece aún válida en consideración del sinthome. A decir verdad, el la no es de ninguna manera una noción caduca, incluso si el acento se encuentra ahora puesto en otras vertientes del síntoma: la 38 S22, sesión del 18 ele febrero de 1975; lu ego, sesión del 19 de noviembre de 1974. 39 Era, in cluso, la única función qu e Je qu edaba : "reduzco el Nombreclel-Pacli-e a su función radi ca l qu e es dar un nombre a las cosas" (S22, sesión del l I de marzo de 1975). Lo cual, como vimos, será puesto en eluda en El sinthome. 40 Lacan renueva a hí su referencia a Kierkegaar, realizada en e l Seminario XI, como habi e ndo puesto en valor la repetición e n tanto "u na función fundamental cuyo patrón se encuentra en el goce" (cf. S22, sesión del 18 de febrero ele 1975). 41 Morel, G., Ambiguilés sexu.elles. Sexuation el psychose, op. cit., p. 124.
42
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Cf. S20, p. 130. Laca n ant ic ipó la tesis ele la nomina c ión mate rn a e n el semina1-io ele 1973 a 1974, Los desengafíados erran, el cua l precede a RSI (cf. S2 1, sesión del 19 de marzo ele 1974). Allí notaba que es tábamos e n un momento de la historia donde el "nombrado para" de l niño por la madre sustituía a l Nombre-del-Padre. Era, segú n él, lo socia l que tomaba ahí una prevalencia de nudo, dando forma a la trama de numerosas ex istencias. En aque l mom e nto, Lacan consideraba esto como "el s igno ele una degeneración catastrófica". Parece que estuviera menos movido por aque ll a idea de la "declin ac ión del Nombre-del-Padre", denunciada a pa1-tir de su lec tura de Durkheim, o al menos se habituó a e ll o en El sinthome. 44 S22, sesiones del 11 ele marzo y del 21 de febrero de 1975. 43
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LACAN Y EL SINTHOME
EL SÍNTOMA SUPRIME EL SÍMBOLO
Incluso si no es la única razón, ellas devienen el síntoma del hombre pues, como madres, han sido la fuente misma de lo simbólico como el lugar de !alengua y de lo inconsciente del hombre-niño. Lo mismo vale para las niñas: el síntoma les viene primero de su madre, llegando incluso hasta el estrago por el hombre que tomó el lugar de esta. 4 s Una vez más, lo que Lacan destaca no es el lado nutricio o protector de las madres, sino más bien su poder en relación al lenguaje. No obstante, en lugar de ubicai~ como en el tiempo de la primada significante, el poder de la madre en el nivel de la demanda anudada a la necesidad, ahora lo que importa por sobre todo es el equívoco como real de lo simbólico, en tanto este condiciona materialmente el deseo y el goce. Por otra parte, a propósito de la expresión "duplicidad del símbolo y del síntoma", es necesario notar que, para Lacan, el término duplicidad a menudo ha caracterizado a lo femenino, y esto mucho antes de que, en Aún, hable de la división del goce femenino notodo entre el goce fálico y el goce del Otro. Desde 1958, Lacan lo había utilizado como un oxímoron para calificar una forma sutil de infidelidad monógama de la mujer: en cierta forma, ella engaña a su compañero con él mismo, redoblándolo en dos instancias: aquella de un falóforo deseo, por un lado; y aquella de un hombre muerto o de un · amante castrado, por el otro. 46 Desde RSI a El sinthome, el síntoma sigue, por lo tanto, un trayecto complejo que, del campo de lo real, donde Lacan entendía alojarlo al comienzo de RSI, vuelve hacia lo simbólico cuando la nominación y su relación con el Nombre-del-Padre son cuestionados. En El sinthome, el vínculo del síntoma con lo simbólico se precisa cuando la nominación es arrancada al Nombre-del-Padre para ser desplazada al lado materno: es al símbolo como 52 que, esencialmente, se articula el síntoma, devenido "notado" y, en consecuencia, real como el equívoco y las mujeres.
INCONSCIENTE Y HABLANSER
En la medida en que lo simbólico ha sido sometido a tan importantes cambios teóricos, quizás deberíamos volver a la definición de lo inconsciente. En efecto, desde RSI y todavía en El sinthome, Lacan plantea en varios momentos la pregunta por saber si lo inconsciente es real o imaginario, lo cual no va sin desestabilizar al auditorio (o, ahora, al lector): "¿Cómo saber si lo inconsciente es real o imaginario? Esa es la pregunta. Él participa de un equívoco entre los dos". 47 Desde entonces, el término inconsciente toma, en efecto, dos acepciones diferentes. En la primera, lo inconsciente califica el hablanser, nuevo nombre dado por Lacan al sujeto 48 para acentuar la vertiente de goce del "parloteo". En aquel momento, lo inconsciente es caracterizado como real: "[ ... ] lo inconsciente es lo real en tanto que, en el hablanser está afligido por la única cosa[ ... ] que nos asegura del agujero, es lo que yo llamo lo simbólico, encarnándolo en el significante, del cual a fin de cuentas no hay otra definición que [ ... ]eso, el agujero. El significante hace agujero". 49 Lo que desapareció es la definción circular clásica del sujeto y del significante: "un significante representa un sujeto para otro significante". Lo hemos visto: la función representativa del significante, como S 1, tiene tendencia a suprimirse en provecho del equívoco. La palabra deviene un parásito, el lugar de las palabras impuestas, un "enchapado", un "cáncer" del cual lo humano está afligidosº y tanto más que "el significante se reduce a lo que es, al equívoco, a una torsión de voz". El lapsus, o sea, un error de la palabra o del escrito, sería "aquello sobre lo cµal se funda en parte la noción de lo inconsciente". En el seminario posterior al Sinthome, Lacan caracterizará lo inconsciente como el lugar de los desbarros: el "une-bévue" [un-desbarro}, jugando en francés con el Unbewusst [inconsciente} freudiano.si Por el contrario, y esta es la segunda acepción del término, Lacan emite la sospecha según la cual lo inconsciente sería 47 48
45 Lacan, J. (1972), Létourdit, en Autres écrits, op. cit., p. 465; y S23, p. 101. 46 Cf. More!, G., Conditions féminines de jouissance, La Cause freudienne, nº 24, junio 1993, pp. 96-106 .
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S23, pp. 101-102. "el sujeto soportándose del hablanser, el cual es lo que designo como siendo lo inconsciente" (S23, p. 56) . 49 S22, sesión del 15 de abril de 1975. 50 S23, p. 95; luego, p. 97. 51 S24, cuyo título es L'insu que sait de l'un.e-bévue s'aile a mourre.
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EL SÍNTOMA SUPRIME EL SÍMBOLO
imaginario cuando habla del uso de lo inconsciente en análisis (o de su propia posición en su seminario que, en la ocasión, él compara con aquella de un analizante): "Yo sólo estoy aquí por poca cosa, estando determinado como sujeto por lo inconsciente, o bien por la práctica, una práctica que implica al inconsciente como supuesto. ¿Quiere esto decir que, como todo supuesto, este sea imaginario? Es el sentido mismo de la palabra 'sujeto': supuesto como imaginario". 52 El inconsciente, supuesto, deviene entonces el sinónimo de lo que, con anterioridad, llamaba el sujeto supuesto saber, es decir, una formación a la que es necesario creer para analizarse, creencia que el analista debe sostener por su acto. En RSI, Lacan había redefinido el sujeto supuesto saber de la siguiente manera: "No hay duda, cualquiera que venga a presentarnos un síntoma cree en él. ¿Qué quiere decir esto? Si nos solicita nuestra ayuda, nuestro socorro, ello es porque cree que el síntoma es capaz de decir algo, sólo que hay que descifrarlo". Por lo tanto, para poder analizarse hay que "creer en él", es decir, creer que el síntoma tiene "algo en el vientre", algo que decir. Es la condición del desciframiento analítico. En su sentido imaginario, el inconsci ente es el efecto de esta creencia de la que no se puede hacer la economía: "formación, no de artificio sino de vena", decía Lacan, incluso "si él [el sujeto supuesto saber] no es real". 53 El amor de transferencia se engendra a partir de esta creencia que puede transformarse, como todo amor, en una creencia en el Otro, inclusive "creerle", lo que explica los efectos de sugestión, hasta de obediencia, debidos a la transferencia. Esta devaluación imaginaria de lo inconsciente, así reducido al sujeto supuesto saber, es paralela al cuestionamiento que Lacan realiza de la ciencia, del saber y de la existencia misma de un saber en lo real. Ciertamente, la ciencia supone que "lo real, eso and[a], eso gir[a] en redondo", 54 pero esta suposición ¿no es, también ella, imaginaria en la medida en que construimos el saber de la ciencia, como hacemos construcciones en análisis? Hemos visto el lugar en el que Lacan ubicaba la construcción científica en
"su" mito del Génesis. Como lo vimos en el capítulo precedente, reducir el síntoma es algo completamente distinto. En definitiva, una vez "renegado" el antiguo estatus, puramente simbólico, del inconsciente, vinculado con la representación significante del sujeto, Lacan se encuentra complicado por su localización borromea. Se puede lamentar esta nueva ambigüedad del concepto que parecía el mejor asegurado en el psicoanálisis. Sin embargo, se trata de una .ambigüedad que tiene el mérito de subrayar dos acepciones diferentes del término, real e imaginario, sin olvidar que el significante y lo simbólico son ahora, ante todo, reducidos al equívoco.
52 S22, sesiones del 13 de mayo y de l 21 de enero de 1975, respec ti va mente. 53 Lacan, J., Proposition du 9 octobre 1967 sur le psyc hana lyste. de l'école, op. cit., pp. 248-249. s4 S22, sesión del 18 de Febrero de 1975.
LA DUPLICIDAD DEL SÍMBOLO Y DEL SÍNTOMA
Lo real de lo simbólico es, entonces, el equívoco al cual se reduce el significante. "Símbolo" es a considerar en este sentido, cuando Lacan habla de redoblamiento del símbolo por el síntoma. Él intenta, en la primera sesión del Sinthome, enlazar su nueva articulación del símbolo y del síntoma con "el discurso del amo" que había producido en 1970, en El reverso del psicoanálisis, para inscribir allí la representación del sujeto. 55 En este nuevo comentario, el S 1 es el "Uno", pensable a partir del cuerpo que forma un todo imaginario, un saco, mientras el S2 es doble, corno lo indica su índice. Por este hecho, "confía en lo imaginario", favoreciendo la imaginación de la pareja y de la relación sexual. Pero, sobre todo, divide al sujeto entre la enunciación y el hecho, el cual sólo existe por ser dicho: el hecho queda "suspendido al enigma de la enunciación". El símbolo como S2 toma el lugar del antiguo symbolon, la pieza partida en dos de Jos griegos, salvo que ningún significado jamás viene a completar el significante, ni tampoco a dar la razón de la elección de un significante: no existe ningún significado originario al cual sea posible agarrarse (nueva forma de decir que, en relación al significante, ni el sentido ni el significado tienen la función de un "Otro del Otro" y que el Otro queda, entonces, irremediablemente barrado). Incluso si esta reinterpretación del discurso del amo se mantiene aproximativa, la nuevamente producida duplicidad del símbolo y del síntoma permite releer aquello que la refleja S1
S2
ss Cf. S 17, p. 12. E l discu1-so del amo: g ·-;¡ .
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en el discurso del amo: la división del sujeto entre el S t, que lo representa, y el S2, el otro significante. Por su insistencia repetitiva de representar el sujeto, el S1 encuentra su soporte en el síntoma (se reencuentra la idea de la repetición en el síntoma). El S2, tradicionalmente el esclavo según la inspiración hegeliana de discurso del amo, deviene aquí artesano, o sea, aquel que, por la conjunción de dos significantes, produce el objeto a (el saber como medio de goce). El término artesano obtiene, primero, su valor a partir de la alusión al alfarero de Aristóteles, el cual da forma a la materia ya ahí a diferencia del Dios de la Biblia que crea el universo ex nihilo. 56 Pero, por sobre todo, el término artesano obtiene su valor de la referencia a Joyce, "el artista", como lo indica el título de su primera gran obra: 57 "el artista" produce su obra a partir de la habilidad escrita con el equívoco, llevada hasta el punto donde desaparece el poder de división de este, punto en el que se suprime el símbolo. Esta ganancia absoluta del síntoma por sobre el símbolo, ¿puede ser aproximada gracias al saber-hacer del psicoanalista? Tal es la pregunta, crucial en la medida en que se refiere al efecto terapéutico del psicoanálisis y la curación del síntoma. Pregunta que Lacan se hace en esta primera sesión del seminario y que estaba ya presente al final de su conferencia sobre Joyce:
sinthome? ¿Es solamente un juego de palabras joyceano, uno más? ¿Esta modificación de la ortografía atestada históricamente no corresponde más bien a una diferencia conceptual? Al comienzo de RSI, en su abordaje -muy ampliado en comparación con la época "toda simbólica"- del síntoma como real, y en el contexto de un paralelismo entre el síntoma social de Marx y el síntoma freudiano, Lacan redefine el síntoma corno el signo de lo que no ancla en el campo de lo real. 59 Ahora bien, esta amplia definición de base, la cual podría ser llamada una definición "débil", seguirá manteniendo su valor. En efecto, el sinthome, aún sigue siendo el síntoma, pero en aquel el acento está puesto sobre la corrección, sobre la reparación del error del nudo, como se lo verá mejor con el ejemplo de Joyce. Por ello Ja definición del sinthome:
En este sentido, anuncio lo que va a ser, este año, mi interrogación sobre el arte. ¿En qué el artificio puede expresamente apuntar a lo que se presenta, en un comienzo, corno síntoma? ¿En qué el arte, la artesanía, puede frustrar -si se puede decir así- aquello que se impone por el síntoma, a saber, la verdad? 58
V. SÍNTOMA Y SINTHOME Este último pasaje contiene una paradoja que se refleja en la ambigüedad de estos dos términos casi homófonos: síntoma y sinthome . ¿Qué diferencia hay entre un síntoma y un 56
Ya en 522, sesión del J 8 de febrero de 1975. A portrait of the artistas a young man (1916). 58 S23, p. 22. 57
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el sinthome, aquello que este año llamé el sinthome, es lo que permite reparar la cadena borromea cuando no hacemos más una cadena, es decir, si en dos puntos hicimos lo que llamé un error. [ ... ] tenemos un medio para reparar eso. Es hacer lo que, por primera vez, definí como el sinthome. Es ese algo que permite a lo simbólico, a lo imaginario y a lo real, continuar manteniéndose reunidos, aunque allí, en razón de los dos errores, ninguno se mantiene reunido con el otro. 60
Esta definición es más fuerte que la precedente. Brevemente, el síntoma es el signo de un sufrimiento, mientras que el sinthome es el signo de la reparación del malestar. Pero esta dualidad es engañosa, pues Jos dos son uno solo al modo de las dos caras de un mismo objeto. En efecto, lo que repara puede encontrarse en el anverso mismo del error a corregir, al modo del parche tan bien pegado en el neumático pinchando de bicicleta que ni siquiera se distinguirían sus límites. Ciertamente, la corrección puede producirse en otro lugar que aquel donde la falla [faute) o el lapsus del anudamiento se realizaron, mientras que un desfase puede instaurarse entre la causa o el error primero y aquello que viene a 59 522, sesión del JO de diciembre de 1974 y retornado el J 8 de febrero de 1975. 6 S23, pp . 93-94 y, luego, pp. 97-98; las cursivas son mías.
º
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suplirlo, aunque entonces lo subrayado es más bien una diferencia de función antes que de esencia. Además, en tanto signo de un malestar, el síntoma no necesariamente contiene en sí mismo una función de suplencia suficiente como para llegar a ser considerado un sinthome: como lo vimos en el caso de Arno, no todo síntoma deviene sinthome . El término síntoma mantiene frecuentemente, entonces, su sentido amplio de "signo de lo que no anda". En consecuencia, se usaran indiferentemente los dos términos -y esta es la elección que tom é en los comentarios clínicos-, aunque se preferirá "sinthome" cuando se ponga el acento sobre la función de suplencia o, más bien, de corrección del síntoma.
Entonces, no se sabe si existe una lucha del sujeto contra el lenguaje impuesto que lo empuja a usar del equívoco para liberarse de él o si, por el contrario, hay una complacencia por dejarse ir en el goce. Por lo demás, ¿por qué no podrían coexistir las dos alternativas, incluso sucederse, en el sinthome?
¿CURAR EL SÍNTOMA O SER CURADO POR EL SINTHOME?
EL ARTE-DECIR
La ambigüedad del término se encuentra en la pregunta de Lacan sobre Ja terapéutica. En efecto, el arte de Joyce desbarata el síntoma fabricando un sinthome: jugando con el símbolo, el sinthome reemplaza el síntoma del com ienzo. Si el síntoma tiene su inicio en palabras antaño impuestas al sujeto, las cuales son transformadas mediante la escritura, el "progreso" del sinthome consiste, entonces, en un hábil juego con el S 1 de las palabras impuestas (matriz de repetición) y con el S2 del equívoco, pudiendo evidentemente estar presentes ambos (S1 y S2) de manera conjunta en las mismas expresiones escuchadas . Pero, ¿a qué lleva tal "progreso"? Por una parte, a la abolición del símbolo, ya que el equívoco no divid e más al sujeto al fin del proceso: es por ello que el sinthome joyceano no se analiza. Por otra parte, el efecto de las palabras impuestas se atenúa o, muy por el contrario, puede ser que su efecto aumente. ¿Es acaso el impacto insoportable de las palabras impuestas, aquello que empujó a Joyce a destrozar el lenguaje, a descompon erlo, a abolir el efecto equívoco impuesto? O ¿hay, más bien, consentimiento del sujeto a esta imposición realizada por el "parásito palabrero"? ¿Hay allí goce obtenido en dejarse ir contentándose con modificar el curso mediante su arte? Lacan no decide respecto de este punto:
La idea de Lacan sobre el arte que desbarata el síntoma parece entonces paradójica. Él rechazó siempre el uso de la interpre tac ión inequívoca, ya que ella sería un significante amo, un S 1 que alimentaría al síntoma para esclavizar aún más al sujeto. Por una parte, afirma que la única arma del analista contra el síntoma es, entonces, el decir-a-medias o el decir doble del equívoco, es decir, el símbolo en el sentido que explicité anteriormente. Pero, por otro lado, la manera en que Joyce hace uso de este le muestra que, lejos de suprimir el síntoma, el arte del equívoco es emp ujado a su extremo en el sinthome. Consecuentemente, en lugar de curar del síntoma, el sujeto estaría cada vez más invadido por este, aunque quizás ¡cada vez menos enfermo! Este tipo de consideración inquietante sumergió a gran parte de la comunidad analítica en un profundo desconcierto y, luego, en la consternación, confirmando lo que muchos analistas en ese momento pensaban en voz baja y que, rápidamente después de la muerte de Lacan, lo hicieron a viva voz: ¡charlatanería! De h echo, Lacan oscila y tantea durante su estudio sobre Joyce: reconoce que el uso del equívoco tiene un efecto radical sobre el síntoma. Por una parte, piensa que el analista puede, gracias a la interpretación equívoca, hacer resonar el significante en el cuerpo, o sea, tocar la "mecánica" de la pulsión o modificar su trayecto en la medida en que "las pulsiones son el eco en
Sin duda, hay allí una reflexión a nivel de la escritura. Es por intermedio de la escritura que la palabra
se descompone imponiéndose como tal, a saber, en una deformación en Ja cual queda la ambigüedad de saber si se trata de liberarse del parásito palabrero del que hablaba hace un rato o, por el contrario, se trata de dejarse invadir por las propiedades de orden esencialmente fonémico de la palabra, por la polifonía de la palabra. 61
61
S23, pp. 97 y 17, respectivamente .
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el cuerpo del hecho de que hay un decir". Por este hecho, el síntoma, el cual no es más simbólico sino que en su nueva acepción, ha devenido "un acontecimiento de cuerpo" (para Joyce, la relación del síntoma con el cuerpo es crucial), podría encontrarse cambiado, incluso suprimido. En todo caso, la división del sujeto se desplazaría por olas sucesivas de efectos de verdad: la verdad emerge al momento en que se toca al síntoma por la interpretación. El analista, que ocupa el lugar de la causa del deseo en el discurso analítico, devendría el artesano capaz de obrar con el equívoco contra el síntoma.
como "arte-decir" se definiría, entonces, en relación a este falso-agujero de lo simbólico y del síntoma. 62 Se trataría de "realizar" este falso-agujero, transformándolo en un agujero verdadero: para ello es suficiente pasar algo que podría ser el cuerpo (equivalente a I). Así, ¿la praxis analítica consistiría en efectuar esta operación, tomando el cuerpo como tercer elemento separador para realizar este agujero? Se lo podría pensar en la medida en que, para Lacan, lo que habría hecho Freud sería hacer resonar el equívoco en el cuerpo para tocar
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Esquema 2: Verificación del falso-agujero
S-ICS
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Es en esta dirección, bastante especulativa por cierto, que va la parte más oscura de la primera sesión de El sirzthome. Lo real de la división del sujeto entre S1 y S2 refleja la duplicidad del símbolo y .del síntoma que está topológicamente definida por la figura del "falso-agujero". En el mundo borromeo, el agujero es, como hemos visto, la calidad de lo simbólico: se caracteriza por el hecho de que se pueda hacer pasar por él algo, por ejemplo, una recta. Salvo por error, el síntoma y el símbolo no están enlazados el uno al otro, de modo que cuando así aparecen es porque se encuentran plegados junto con un "falso-agujero" en el medio, el cual no es ni el agujero del uno ni aquel del otro, además de ser fundamentalmente inestable. La metáfora de los gemelos Shem y Shaun indica que síntoma y símbolo están separados, aunque uno no va sin el otro. En la comparación con el discurso del amo, aquel falso-agujero sería el equivalente de la dehiscencia de la división del sujeto entre Si y S2. No obstante, un falso-agujero puede transformarse en un agujero verdadero si se hace pasar una recta por él (cf. esquema 2). La praxis del analista
el síntoma. Pero, por otro lado, las investigaciones de Lacan sobre Joyce lo llevan en una dirección que tiene un aspecto opuesto: de manera alguna Joyce disminuyó su síntoma a golpes de equívocos; por el contrario, lo transformó en un sinthome que parece haberse reforzado con cada nuevo libro. Dos señalamientos se imponen aquí. El primero es que Lacan jamás dijo que el analista estuviera en la misma posición que Joyce. Ser el artesano, o sea, manejar el equívoco, el S2, se declina de manera diferente según se esté en el discurso del analista 63 o en el discurso del amo. En el discurso analítico, el analista está en el lugar del objeto causa del deseo, y por ello intenta conmover la división del sujeto medianle sus interpretaciones equívocas (S2). Correlativamente, el analizante produce poco a poco los significantes amos, los S 1, a los cuales primordialmente se arrimó en su síntoma, de modo que, una vez hechos nuevamente presentes estos significantes, le sea entonces posible renunciar o no a aquel sometimiento [assujetissement]. La idea de que el analizante reencuentre un cierto margen de elección es, pór lo demás, bastante próximo del Freud de 1937, al menos para el caso en donde este reconoce la posibilidad de un análisis definitivamente terminado, a saber, aquel concerniente a una etiología "esencialmente traumática". En ese caso, y a condición de que el yo no haya sido -según dice- demasiado deformado, se puede, "merced al fortalecimiento del yo, sustituir la decisión deficiente que viene de la edad temprana por una
tramitación correcta". 64 62
S23, p. 118 y, luego, p. 139.
·f.
El discurso del analista:~ Freud, S. (1937), Análisis terminable e interminable, en Obras completas, op. cit., vol. XXIII, p. 223; las cursivas son mías. 63
64
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Por el contrario, Joyce opera en el discurso del amo para crear una obra -que está en el lugar del objeto a producido por su arte del equívoco (sin hablar de los dones y del intenso trabajo necesarios para ello). En consecuencia, ¡el analista no tiene posibilidad alguna de obtener el mismo resultado! El segundo señalamiento concierne a la tesis de la función terapéutica del sinthome consistente en mantener reunidos R, S e I que, de otra manera, estarían desanudados: función de lazo o de relación sobre la cual volveremos. Evidentemente, se trata de una idea completamente nueva en la historia del psicoanálisis y que ha sido sobre todo explotada hasta el momento por el tratamiento de las psicosis, tomando a Joyce como modelo (el objeto de este libro es, precisamente, extender el uso del síntoma a otras estructuras). Ahora bien, la tesis lacaniana implica la necesidad estructural del sinthome y, por lo tanto, la imposibilidad de su supresión definitiva. Esta última consecuencia va contra la idea común de la curación mediante Ja supresión del síntoma. De hecho se lo acepta mejor para las psicosis que para las neurosis, ya que se piensa que los psicóticos están más enfermos que los neuróticos (o que los perversos). Por lo regular es verdad, pero se trata de un prejuicio que no tiene nada de evidente (comparar a Paul, Arno y la Sra. P para determinar cuál de ellos es el más enfermo no sería cosa fácil y, por lo demás, ¿tiene aquello el mismo sentido?). Admitir la incurabilidad del sinthome para los neuróticos ha aparecido como una confesión de impotencia por parte del psicoanálisis que pondría en grave peligro Ja profesión. No obstante, por un lado, esto no vale para todos los síntomas, mientras que, por otro lado, la transformación del síntoma en sinthome (o la creación de un sinthome) subentiende un consentimiento subjetivo y, en consecuencia, un alivio del sufrimiento, incluso un placer, como Lacan lo percibió en Joyce. En fin, ¿quién alguna vez ha visto a un psicoanalista, supuestamente archianalizado, sin síntoma alguno? Dan ganas de sonreír cuando se escuchan las protestas virtuosas de algunos y se arde en deseos de aconsejarles una relectura de "Análisis terminable e interminable": Freud no era tan pusilánime y miraba las cosas de frente. El acto analítico podría, entonces, considerarse según estas dos modalidades conjuntas o sucesivas: modificar el síntoma cuanto sea posible por la interpretación (lo cual depende de la estructura de los sujetos, pues toda la clínica psicoanalítica diferencial no queda enteramente abolida por la magia
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de los nudos); y, al mismo tiempo (o enseguida), favorecer la transformación en sinthome de un síntoma que no cede o la creación de un nuevo sinthome. El síntoma suprime el símbolo, me parece que esta es la tesis fuerte del comienzo de El sinthome y que no es desmentida luego. Primero, ella significa, en un nivel metafórico, el fin de la supremacía de lo simbólico en relación con lo real y lo imaginario. Luego, ella también implica que Ja "naturaleza" del símbolo no es únicamente Ja de ser el "Uno", el significante amo S1 , sino de ser, sobre todo, doble y siempre lleno de equívoco, lo que escribe el materna S2. Asimismo, ella se refiere al fin de la representatividad del sujeto por el significante y, por lo tanto, de la definición conjunta y circular del significante y del sujeto. En consecuencia, el sujeto es sustituido por el hablanser. El significante se reduce al equívoco hablado, a una torsión de Ja voz. El registro fonemático toma mayor relevancia que aquel de lo escrito, incluso cuandq se trata de un escritor como Joyce. Su trabajo sobre el equívoco transformó la palabra impues ta gracias a una reflexión secundaria en la escri lura -volveremos a esto en los próximos dos capítulos. En un trabajo literario como aquel de Joyce, el mencionado sinthome , el poder de equívoco del símbolo es e n sí mi smo deslruido, pues al final no existe más sujeto dividido por él. Por lo tanto, el síntoma suprime el súnbolo que ha sido su medio, en este segundo sentido lambién. Y, el sinthome final no es analizable. El sinthome es el síntoma en tanto que corrige "la falta" primera de la cual este ha salido. Como no existe ningún significado de origen para esta falla [faute) primera, cuya única materialidad es un error de anudamiento en el nudo estructural del sujeto, un lapsus del nudo, Lacan, preocupado por alejar el psicoanálisis de toda orientación religiosa, construye un mito originario de Ja falta, parodiando el Génesis. El resultado es que la nominación también se le escapa al Nombredel-Padre: lo único que, junto con el síntoma, había quedado en RSI bajo hmción de este -en la en medida que ya no era más el significante de excepción de la ley-, ahora tampoco se encuentra bajo su designio. No existe fijación unívoca de lo real por el significante amo. En efecto, la nominación se hace siempre en la lengua materna que, llena de equívocos impuestos al sujeto, confiere el estatus ambiguo a aquellos dichos primeros: significantes amos unarios (S1) y, a su vez, con acción dos tiempos (S2), cuya importancia clínica hemos
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visto. El síntoma encuentra allí su materia primera. De ahi "la duplicidad del símbolo y del síntoma'', duplicidad venida del femenino creador de !alengua. El síntoma será, entonces, notado, como la verdad y como el goce de la mujer. Contra él, la única arma del psicoanalista será de la misma madera y difícil de manejar. Con la interpretación equívoca, deberá conmover el síntoma devenido un "acontecimiento de cuerpo", modificando la pulsión, "eco de un decir en el cuerpo" . Si esto no es (o no es más) posible, deberá dejar que se instale un sinthome del sujeto capaz de mantener juntos R, S e l. En fin, el Nombre-del-Padre es "recubierto" por el síntoma, lo que significa que pueden existir otros síntomas que aquellos que se apoyan en el padre y que el Nombre-del-Padre no le evita el síntoma al sujeto -a lo más le da a veces su base. Allí donde, anteriormente, "el cuarto elemento" del nudo borromeo de cuatro había sido, primero, el Nombre-del-Padre y sus teniendo-lugar65 freudianos y, luego, la nom inación, ahora es el síntoma. En este sentido, nuevamente, el síntoma suprime el símbolo en la teoría lacaniana.
CAPÍTULO V EL JOVEN HOMBRE SIN EGO
Venimos de medir la amplitud del viraje teórico de la teoría lacaniana, sensible desde la primera sesión de El sinthome. Ahora, leeré su última sesión en conjunto con el Retrato del artista adolescente y con otros textos de Joyce anteriores al Ulises, buscando seguir la génesis del síntoma joyceano.
l. EL NUDO DE JOYCE
Había una sefzorita parada en los escalones de una de esas casas de ladrillo pardo que parecen la m ismísima encarnación de la parálisis irlandesa. Un joven caballero se apoyaba en la herrumbrosa verja del espacio de delante. Stephen, al pasar en su búsqueda, oyó el siguiente fragmento del coloquio, por el que recibió un.a impresión. lo bastan.te aguda para afectar gravem ente su sensibilidad: La Sefiorita (modulando discretamente) ... Ah, sí... estuve... en la ... ca .. . pilla ... El Joven Caballero (casi in.audible) ... Yo ... (otra vez casi inaudible) ... yo ... La Señorita (suavemente) ... Ah. .. pero usted ... es ... muy .. . ma ... lo .. . JAMES JOYCE 1
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E l origin a l u tili za aquí la ex pres ió n "tenant lieu", Ja cua l proced e d e la re fl exión que Lacan rea li za e n lo rn o e l término freudiano Vorstellungsreprdsentanz (cf. Sl l, p . 58). E n francés se trata de un a expres ión qu e in vie rte los términos implicad os e n lieutenant (es deci1~ lugarteniente ) y qu e literalm e nte se traduce por teniendo lugar (en e l sentido de hacer las veces de) . (N. de los T.)
Contrariamente a las apariencias, la formalización borromea de Lacan es de una simplicidad casi infantil. Sin embargo, es más difícil atrapar aquello a lo cual ella se refiere en el texto joyceano, justificadamente reconocido por sus enigmas. La hipótesis de Lacan es que habría, desde un comienzo, un error o una falla [faute) en el nudo de Joyce que, por este hecho, no sería borromeo: los redondeles de lo simbólico (S) y 1 Joyce, J. (l 944[1904-06]), Stephen el héroe (trad. esp. J. M. Valverde), Barcelona, Lumen, 1978, p. 216.
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LACAN Y EL SJNTHOME
EL JOVEN HOMBRE SIN EGO
de lo real (R) estarían anudados entre ellos, lo que no es el caso en un nudo borromeo donde, recordémoslo, el corte de un redondel deja a todos separados -dos de ellos, por lo tanto, no están jamás anudados (cf. esquema O, p . 78). En razón de lo anterior, I, simplemente enganchado entre R y S, puede deslizarse entre ellos, pues nada lo retiene (cf. esquema 3). La corrección del nudo consiste, entonces, en colocar un broche, el sinthome, que impida al nudo deshacerse, manteniendo, así, lo imaginario (cf. esquema 4). Según Lacan,
Las epifanías, entonces, se sitúan en los puntos de agarre entre R y S en el nudo, los cuales se pueden localizar en la "puesta en el plano" de este (cf. esquemas 3 y 4).
Esquema 4: El nudo de Joyce con el sinthome-ego
R
cuaúdo da una lista, todas sus epifanías están siempre caracterizadas por la misma cosa, la cual es de manera muy precisa la consecuencia resultante del error en el nudo, a saber, que lo inconsciente está ligado a lo real. Cosa fantástica, Joyce mismo no habla de otra forma . Es perfectamente leíble en Joyce que la epifanía es aquello que hace que, gracias a la falla, inconsciente y real se anudan.2
~~ s ego < R < I < S < ego
Esquema 3: El nudo ele Joyce "antes" del sinthonze
El ego pasa bajo lo real (R) y sobre lo simbólico (S). Lo imaginario (I) no puede deslizarse más.
---Y
LA
s R
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