La Letra G en La Masonería

November 17, 2021 | Author: Anonymous | Category: N/A
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La Letra G en la Masonería Especulativa Posted on May 12, 2013 by gonzalezm83 1. Introducción Como todos los símbolos que acompañan a la masonería especulativa desde sus inicios, la letra G tiene un conjunto enorme de significados; como todo símbolo, no puede reducirse a uno sólo de ellos sin caer en la simplificación excesiva que haría decaer toda su potencia, ni intentar acabarlo en un trabajo como este dadas las limitaciones de su propio autor. Pero además, como todo símbolo, más aún como todo símbolo masónico, necesita una vivencia para su comprensión. La simbología mística y esotérica de la masonería especulativa no tiene sino una comprensión muy superficial en la lectura, puesto que es en la vivencia del simbolismo que se conoce en su verdadera profundidad.

La letra G es probablemente uno de los símbolos más importantes de la vida masónica, prueba de lo cual es su ubicación al centro de la Estrella Flamígera en el Templo. Desde allí, le recuerda al Compañero, cinco palabras fundamentales, como cinco fueron sus viajes de exaltación: Geometría; Generación; Gravitación; Genio y Gnosis. He decidido acompañar este trabajo con imágenes que me parecieron completaban el sentido simbólico de aquello que nos ocupa y referencias históricas y bibliográficas que den respaldo a las afirmaciones que aquí encontrarán. 

2.

Un poco de Historia.

Conforme declara Oswald Wirth en el Libro del Compañero (Wirth), la letra G aparece en el culto masónico después de 1737, una idea que me parece es secundada por René Guenón (Guenón) quien va incluso más allá al señalar que tal letra proviene de un alfabeto moderno y por tanto carente de carácter sagrado y tradicional, razón por la cual, debe asociarse su simbolismo con la letra Yod del alfabeto hebreo que es la primera letra de uno de los nombres de Dios, asociándose más tarde tal significado con la palabra inglesa God.

Por otra parte, el Diccionario Enciclopédico Masónico (Diccionario Enciclopédico de la Masonería) la describe simplemente como la octava letra del abecedario en España y el séptimo en el resto de los países hispanos; acto seguido la asocia con las letras Gamma griega y Ghimel hebrea, pero que ocuparían el tercer lugar de sus abecedarios respectivos. Para el Diccionario Masónico, es la letra que en inglés designa a God, Dios en español. Desde esta perspectiva, las logias masónicas modernas iniciales, nos legaron el sentido de un Dios creador al que hasta el día de hoy denominan en las ordenes deístas el Gran Arquitecto del Universo, G.:A.:D.:U No parece haber disenso en lo que respecta al concepto de Geometría, cuyo origen griego y

latino (dimensión de la tierra) se identifica con una masonería profunda vinculada a una lengua antigua, que se liga históricamente con la sabiduría Pitagórica y con lo que el artículo de Francisco Ariza nos recuerda sería la “quinta disciplina” (René Génon y la Masonería) de las siete que se enseñaban durante la Edad Media (suma del antiguo Trivium y el Quadrivium que organizó la enseñanza de las llamadas “artes liberales”). Creo que esta referencia a la Geometría la vincula con la totalidad del Templo, con la historia de Hiram Abiff, con la historia de los constructores de catedrales y en fin, con una larga cadena de unión hacia los conocimientos más profundos de la herencia masónica. De algún modo es como si pudiéramos tener el placer de conversar con Hiram, Pitágoras y Platón al mismo tiempo en única lengua Universal.

Tampoco hay desacuerdo en asociar la letra G con el Concepto de Generación: “el griego gé es de un valor casi igual al de latín natura, que tiene la misma etimología (originariamente gna-tura), significando la “engendradora” o “productora” por excelencia, y por ende la “madre” del universo visible. Por consecuencia, geometría es sinónimo de “naturimensura”, o sea “estudio de la interna medida de la naturaleza, y de los Principios Matemáticos a los cuales se reconduce y por cuyo medio se hace manifiesta la creación”. (Lavagnini). Para algunos tratadistas, la palabra Generación sería el concepto más relevante que encierra la letra G y se asocia con la causa creadora, Principio y Fin, encuentro de los opuestos. El sentido de la palabra Genio aludido en El Manual del Compañero de Wirth (Wirth) puede asociarse con el concepto griego de Daimon, un Genio creativo e inspirador que acompaña al hombre, lo exalta para su obra creadora. Lavagnini en cambio, considera que epistemológicamente la palabra Genio deriva también de la raíz común gé, uniéndose con Geometría y Generación (Lavagnini).

En el caso de la palabra Gravitación, ella posee un doble significado: por un lado está la

acepción física de la palabra que la vincula con un conocimiento básico de todo constructor, “todo lo que sube tiene que bajar”. La palabra Gravitación hace entonces referencia a una Ley básica del Universo cuya comprensión parece evidente incluso para el profano. Pero una segunda acepción común a los textos consultados, permite entender ésta como una “fuerza amorosa” que liga a los hermanos y hermanas del taller y cada uno de ellos y ellas con el mundo, con el conocimiento y con los secretos simbólicos de su Logia. La Gravitación nos recuerda como en la ilustración (Musquera, 2009) que el trabajo de los constructores es un trabajo al mismo tiempo que individual colectivo, ante todo fruto de la “ley del amor universal”. Finalmente, la letra G revela un significado último y complejo: Gnosis, definida en Wirth como “…el Conocimiento característico de todo espíritu que haya sabido penetrar los misterios de la iniciación…” (Wirth). Por su parte, René Guenón describe la Gnosis en 1910, como un “conocimiento tradicional que constituye el fondo común de todas las iniciaciones, cuyas doctrinas y símbolos se han transmitido, desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, a través de todas las Fraternidades secretas cuya extensa cadena jamás ha sido interrumpida.” (Guenón, La Gnosis y la Francmasonería, Marzo, 1910). Cualquiera de las acepciones conduce a un conocimiento que parece intransferible y que es más bien el resultado de un descubrimiento personal e íntimo pero también guiado por un Maestro, entregado a veces por él, y que conforme a los principios metafísicos que la inspiran, provoca una “conciencia interior de la realidad” (Daza). La Gnosis está en la base de toda iniciación masónica pues es desde allí y en adelante que el masón recibe la luz de un conocimiento que está vedado al profano.

3.

El significado esotérico

En su condición hereditaria de la masonería objetiva y tributaria de un enorme cúmulo de conocimientos herméticos y místicos, la masonería especulativa contiene en su tradición, simbología y práctica, la idea de que el Universo puede manifestarse como una obra perfecta a través de símbolos que permiten entender su creación. La reiteración de algunos símbolos en el templo, la numerología, las leyes universales a las que tributamos reconocimiento y un número de actos simbólicos que hacen visible “lo invisible” construyen la obra esotérica que culmina en la idea

de un masón libre, hombre o mujer, que puede encontrar en su interior a través del trabajo de su piedra bruta, la verdad acerca de “lo creado”. Lo expresa más claramente aun Francisco Ariz en “Símbolos y Ritos” (Ariz, 2007): “…todo se trata de los vehículos de la edificación interior, del templo espiritual, que está en la esencia misma de lo que ha sido y es la Masonería, la cual nos enseña a conocer el sentido iniciático de su Arte, pues sólo a través de ese conocimiento podemos realizar, u operar, en nosotros mismos los principios derivados de él.” René Genón va incluso más allá cuando señala que nuestra masonería especulativa no puede

perder de vista que la carga simbólica que heredamos no es sólo una forma de ocultismo que debemos desentrañar porque sus creadores debieran ocultar en un lenguaje simbólico algún secreto perseguido o vedado en el mundo medieval, “…el simbolismo es precisamente el modo de expresión normal de los conocimientos de este orden; tal es su verdadera razón de ser, y ello en todos los tiempos y en todos los países, incluso en los casos en los que no era cuestión de disimular lo que fuese, y muy simplemente porque hay cosas que, por su naturaleza misma, no pueden expresarse sino de esta forma….”. Esta idea puede ser simplemente comprendida y aceptada cuando recordamos que en cada iglesia –aún más en cada catedral medieval- un sinnúmero de símbolos portadores del mensaje evangélico o una doctrina moral, evangelizan sin ser explícitos en su lenguaje, sino más bien simbólicos. (Musquera, 2009) Ese es el primer peso de la simbología de la letra G. No sólo es un símbolo masónico, es una enseñanza oculta para la vida de un recto masón. Y la tarea del iniciado es develarla en el trabajo colectivo e individual en la vida de nuestros ritos y momentos de meditación, porque es allí donde el conocimiento esotérico venido desde el símbolo cobra sentido y significado. Tal es el caso de la letra G, que se expande por el Templo desde la Estrella Flamígera, ocupando el lugar central de toda forma de Generación o creación divina, al modo en que lo hace la Gran Explosión desde el “huevo cósmico”. Todo parece provenir y dirigirse al mismo tiempo desde ese único centro original, y nos reúne con una fuerza única que mantiene unida la materia del universo, aunque en ella haya más vacío que materia misma; esa unión que procede de este momento creativo se expresa desde la G hacia todo el templo en la cuerda de nudos que nos señala como parte del todo, como hermanos y hermanas en el todo. Por eso es que a pesar de conocernos poco y a pesar de vernos menos frecuentemente que nuestros propios compañeros de trabajo profanos, nos une un sentimiento amoroso y cálido al reencontrarnos, porque compartimos el calor del rito que se Genera y Germina desde la irradiación de la fuerza que estoy intentando comprender y hacer comprensible para todos y todas.

Pero el simbolismo generativo tiene a mi modo de ver una segunda lectura: no es una imagen

antropomórfica, ni es un símbolo al modo usual no alfabético. Es una letra, que casi podría girar sobre sí misma, pues el fin interior marca su centro. ¿Por qué marcar con esa forma el centro sino para marcar el sentido gravitacional, que genera un pilar de movimiento invisible sobre sí misma? Si tal lectura fuese posible, entonces la Letra G del alfabeto latino y que precedió al uso habitual de la C, podría recordarnos el viejo principio metafísico del eterno retorno: ciclos generativos que se repiten sobre reglas de causalidad que retornan siempre al origen. Supongo que esa es otra de las razones por las que el masón no se reconoce a sí mismo sino es reconocido como tal por sus hermanos, porque en sus ciclos de vida, comienza siempre de nuevo un camino eterno de aprendizaje, porque todo vuelve a comenzar, desde la evolución germinal de su alma y su corazón que ahora reconocen una parte nueva y más profunda del misterio gnóstico.

Pero la marca del centro también nos recuerda el lugar de la germinación, al modo en que lo hace el hombre de Vitrubio de Da Vinci. Como en la imagen, el centro de este medio circulo en donde descansa el yunque de la letra, marca el lugar de la germinación, del inicio nuevamente, de la vida misma: hombre o mujer, el yunque de la letra G descansa mostrándonos la potencia creadora en una simbología que al mismo tiempo nos devuelve al origen, eterno. El Templo se cuadra y del mismo modo en que los antiguos constructores lo hacían, nos recuerdan que somos todos y todas parte de un “Arte Real” al modo alquímico de transmutación por el conocimiento otorgado en la Gnosis de nuestra iniciación. Somos herederos de arquitectos que desde los más remotos tiempos conocían y protegían el arte constructivo en el símbolo gnóstico cuyo significado profundo sólo ellos conocían; somos herederos de esos constructores que enterraban simbólicamente a uno de sus maestros en el lugar del terreno en donde se erigiría el punto más alto del edificio, el mismo que renacía al día siguiente para iniciar la obra. Una Gnosis Geométrica de alta complejidad que unía la Generación y las más complejas formas de resolver los problemas constructivos impuestos por la Gravedad al momento de construir cúpulas de gran altura sin grúas ni horquillas mecánicas.

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