La Idea de Europa - Steiner

October 2, 2017 | Author: Puke Poole | Category: Europe, Edmund Husserl, Science, Plato, Aristotle
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La idea de Europa

Es un gran privilegio para mí hallarme de nuevo en el Nexus Institute: no es mi primera visita. Este instituto se ha convertido en uno de los centros del intercambio europeo y transatlántico

de diálogo, de debate, de

temas que van mucho más allá de lo político. Abarca cuestiones filosóficas, estéticas, musicales, artísticas. El instituto tiene ya un lugar único en el mapa de la conciencia europea Yha hecho de Tilburg mucho más un lugar del futuro, un lieu de l'avenir, que la ciudad que la habitual y muy enérgica expresión francesa denomina un lieu de la mémoire [lugar de la memoria]. Es en verdad un privilegio

pronunciar

la décima Confe-

rencia Nexus., Los pararrayos tienen que estar conectados a la tierra. Hasta las ideas más abstractas y especulativas deben 33

estar ancladas en la realidad, a la esencia de las cosas.

va, en el París de Baudelaire, el café albergó a la oposi-

¿Qué sucede, pues, con la «idea de Europa»?

ción política que existía, al liberalismo

Europa está compuesta de cafés. Éstos se extien-

clandestino.

Tres cafés principales de la Viena imperial y de entre-

den desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los

guerras ofrecieron el ágora, el centro de la elocuencia y

cafés de Odesa frecuentados por los gangsters de Isaak

la rivalidad a escuelas contrapuestas

Bábel. Van desde los cafés de Copenhague

ante los

nomía política, de psicoanálisis y filosofía. Quienes qui-

cuales pasaba Kierkegaard en sus concentrados paseos

sieran conocer a Freud o a Karl Kraus, a Musil o a Car-

hasta los mostradores

de Palermo. No hay cafés pri-

nap, sabían exactamente en qué café buscarlos, a qué

en Moscú, que es ya un su-

Stammtisch [mesa] se sentaban. Danton y Robespierre

meros ni determinantes

de estética y eco-

burbio de Asia. Muy pocos en Inglaterra después de

se reunieron por última vez en el Procope. Cuando las

una moda pasajera en el siglo

Ninguno en Nor-

luces se apagaron en Europa, en 'agosto de 1914, Jaures

teamérica fuera del puesto avanzado galo de Nueva Or-

fue as~sinado en un café. En un café de Génova escribe

leans. Si trazamos el mapa de los cafés, tendremos uno

Lenin su tratado sobre empirocriticismo

de los indicadores

drez con Trotski.

XVIII.

esenciales de la «idea de Europa».

El café es un lugar para la cita y la conspiración,

y juega al aje-

Obsérvense las diferencias ontológicas.

para el debate intelectual y para el cotilleo, para el fla-

Un pub

inglés, un bar irlandés tienen su propia aura y sus

neur y para el poeta o el metafísico con su cuaderno.

mitologías. ¿Qué sería de la literatura irlandesa sin los

Está abierto a todos; sin embargo, es también un club,

bares de Dublín? Si no hubiera existido la Museum

una masonería de reconocimiento

Tavern, ¿dónde se habría tropezado el Dr. Watson con

político o artístico-

literario y de presencia programática. Una taza de café, una copa de vino, un té con ron proporcionan

un local

Sherlock Holmes? Pero no son cafés. No tienen mesas

l'

de ajedrez, ni periódicos

gratuitos en sus perchas, a

en el que trabajar, soñar, jugar al ajedrez o simplemen-

disposición de los clientes. Sólo muy recientemente se

te mantenerse caliente todo el día. Es el club del espíritu

ha convertido el propio café en una costumbre pública

y la poste-restante [apartado de correos] de los home-

en Gran Bretaña, y conserva su halo italiano. El bar

less. En el Milán de Stendhal, en la Venecia de Casano-

americano desempeña un papel vital en la literatura y

34

35

el eros norteamericano,

li

en el carisma icónico de Scott

Compostela, por el promeneur, ya sea solitario, ya gre-

Fitzgerald y Humphrey Bogart. La historia del jazz es

gario. Hay trechos de terreno árido, intimidatorio; hay

inseparable de él. Pero el bar americano es un santua-

ciénagas; se elevan altas cumbres. Pero ninguna de es-

rio de luz tenue, incluso de oscuridad. Retumba con la

tas cosas constituye un obstáculo definitivo. No hay

música, muchas veces ensordecedora. Su sociología, su

Saharas, no hay Badlands,l no hay tundras impracti-

tejido psicológico están impregnados

cables. Los tramos montañosos

de sexualidad,

\

de la presencia de muje-res, bien sea esperada, soñada o "

real. Nadie escribe tomos sobre fenomenología mesa de un bar americano

(compárese

en la

tienen sus refugios

como los parques tienen sus bancos. Los Holzwege [caminos de bosque

1 de Heidegger

guían por el más tene-

con Sartre).

broso de los bosques. Europa no tiene ningún Valle de

Hay que pedir nuevas bebidas si uno quiere seguir

la Muerte, ninguna Amazonia, ningún «outback»2 in-

siendo bienvenido. Hay «gorilas» para expulsar a los

transitable para el viajero.

no deseados. Cada uno de estos rasgos define un ethos radicalmente

distinto del propio del Café Central, el

Este hecho determina una relación esencial entre la humanidad

europea y su paisaje. Metafóricamente

Deux Magots o el FIorian. «Habrá mitología mientras

-pero

haya mendigos», dijo Walter Benjamin, un apasionado

moldeado, humanizado

entendido

en cafés y peregrino entre ellos. Mientras

haya cafés, la «idea de Europa» tendrá contenido. Europa ha sido y es paseada. Esto es fundamental.

también materialmente-,

ese paisaje ha sido

por pies y manos. Como en

ninguna otra parte del planeta, a las costas, campos, bosques y colinas de Europa, desde La Coruña hasta San Petersburgo, desde Estocolmo hasta Messina, les

La cartografía de Europa tiene su origen en las capaci-

ha dado forma no tanto el tiempo cronológico como

dades de los pies humanos, en lo que se considera son

el humano e histórico. En el borde del glaciar está sen-

sus horizontes. Los hombres y mujeres europeos han

tado Manfredo. Chateaubriand

caminado por sus mapas, de aldea en aldea, de pueblo

peñascosos. Nuestros campos, estén cubiertos de nieve

en pueblo, de ciudad en ciudad. La mayoría de las ve-

o en el amarillo mediodía del verano, son los que co-

ces, las distancias poseen una escala humana, pueden ser dominadas por el viajero a pie, por el peregrino a

1

Zona desértica de Dakota del Sur. [T.]

2

Interior desértico de Australia. [T.]

declama en los cabos

37

nacieron Brueghel o Monet o Van Gogh. Los bosques

son desconocidos

más umbríos contienen ninfas o hadas, ogros o pinto-

cluso las nubes europeas pueden parecer domestica-

rescos ermitaños. Al viajero nunca le parece estar muy

das: atestadas están de antiguos dioses con vestiduras

lejos del campanario del próximo pueblo. Desde tiem-

de Tiépolo.

po inmemorial, los ríos han tenido vados, vados inclu-

en Europa. A ojos americanos, in-

Algunos elementos integrantes del pensamiento y

so para bueyes, «Oxfords»,3 y puentes para bailar en

la sensibilidad europeos son, en el sentido originario

ellos, como el de Avignon. Las bellezas de Europa son

de la palabra, «pedestres». Su cadencia y su secuencia

totalmente manizado.

son las del caminante.

inseparables

de la pátina del tiempo hu-

En la filosofía y en la retórica

griegas, los peripatéticos son, literalmente, los que via-

Una vez más, la diferencia con Norteamérica, mu-

jan a pie de una polis a otra, aquellos cuyas enseñanzas

cho más con África y Australia, es radical. Uno no va a

son itinerantes.

pie de una población americana a la siguiente. Los de-

poéticas de Occidente, el «pie», el «compás», el enjam-

En la métrica y en las convenciones

1 de

siertos del interior australiano, del sudoeste america-

bement [encabalgamiento

no, los «grandes bosques» de los estados del Pacífico o

recuerda la estrecha intimidad que existe entre el cuer-

de Alaska, son casi impracticables.

po humano recorriendo la tierra y las artes de la ima-

La magnificencia

versos o estrofas nos

del Gran Cañón, de los pantanos de Florida., de Ayer's

ginería. Buena parte de la teorización más incisiva es

Rack, en la inmensidad

generada por el acto de caminar. El cotidiano Fussgang

australiana, es la de un dina-

mismo tectónico, geológico, casi amenazadoramente

[paseo a piel de Kant, su ruta, cronométricamente

irrelevante para el hombre. De ahí la sensación, con

exacta, a través de Kanigsberg, llegó a ser legendario.

frecuencia

que viajan desde

Las meditaciones, los ritmos perceptivos de Rousseau

expresada por turistas

Europa al Nuevo Mundo o a los Antípodas, de que los

son los del promeneur. Los largos paseos de Kierke-

paisajes europeos han ido a la manicura, de que sus ho-

gaard por Copenhague y sus suburbios resultaron ser

rizontes sofocan. De ahí la sensación de que los «gran-

un espectáculo

des cielos» americanos,

son estos paseos, con sus desviaciones, sus repentinos

3

«Oxford» significa, literalmente,

sudafricanos,

australianos,

«vado del buey». [T.J

público y objeto de caricatura.

Pero

cambios de rumbo y paso, lo que se refleja en las sín39

copas de su prosa. La de Charles Péguy es probable-

mendigo que acaso sea un enviado de los dioses o un

mente la más pulsante, la que más se ajusta a un redo-

agente demoniaco disfrazado, viene andando.

ble de tambor

de la literatura

moderna.

Las frases

La historia europea ha sido una historia de largas

avanzan inexorables; sus conclusiones son remachadas

marchas. Las tropas de Alejandro marcharon -lo

a fondo por los taconazos de estos pesados zapatos y

equivale a decir «anduvieron»-

estas botas de infantería, emblemáticas de la visión de

nental hasta las fronteras de la India y el desierto libio.

Péguy. De ahí el incomparable

La Anábasis de Jenofonte sigue siendo el clásico de la

«himno de marcha» de

su peregrinación a Chartres y de la oda que la celebra. En una era americana, que es la del automóvil y el

desesperación

que

desde la Grecia conti-

del soldado de infantería,

del agota-

miento y la resistencia en una marcha forzada por la

avión a reacción, apenas podemos imaginar las distan-

supervivencia. La distancia recorrida por las legiones

cias que los maestros europeos recorrían y utilizaban

de Napoleón, de Portugal a Moscú, desafía lo creíble,

para finalidades intelectuales y poéticas. Halderlin va

al igual que la capacidad de Stendhal para sobrevivir a

a pie desde Westfalia a Burdeos, ida y vuelta. El joven

la retirada de Rusia, caminando

Wordsworth camina desde Calais hasta el Oberland de

tancias. Las Wehrmacht

interminables

dis-

[fuerzas armadas alemanas],

Berna, ida y vuelta. Coleri¡:lge, un individuo corpulen-

durante

to y con diversos achaques físicos, cubre de manera

unidades de infantería que avanzaron a pie desde las

habitual entre treinta y cinco y cincuenta kilómetros

regiones atlánticas más occidentales de Francia hasta

per diem por terreno peligroso, montañoso,

el Cáucaso. Elocuentemente,

compo-

la segunda Guerra Mundial, contaban

con

Julien Benda titula sus

niendo a un tiempo poesía o intrincados argumentos

memorias Un Régulier dans le siecle, un soldado de in-

teológicos. Y pensemos en el papel del wanderer

fantería atravesando a pie el trágico atlas de la historia

minante

1 en

[ca-

algunos de los más grandes de nuestra

música: en las fantasías y canciones de Schubert, en

moderna de Europa, un mapamundi que es también el del tiempo europeo.

Mahler. Una vez más, la enigmática profecía de Benja-

Las calles, las plazas recorridas a pie por los hom-

min acude a nuestro recuerdo: en toda la alegoría y la

bres, mujeres y niños europeos llevan, centenares de

leyenda europea, el mendigo que llama a la puerta, el

veces, nombres de estadistas, militares, poetas, artistas,

40

41

científicos y filósofos. Éste es mi tercer

azules identifica las casas en las que se piensa que han

En mi propia infancia en París tomé, en

vivido no sólo escritores, artistas o científicos natura-

ocasiones, la Rue Lafontaine, la Place

les medievales, renacentistas o victorianos, sino tam-

compositores, parámetro. innumerables

Victor Hugo, el Pont Henri IV, la Rue Théophile Gau-

bién los relacionados

tier. Las calles de alrededor de la Sorbona llevan los

los modernos.

nombres de los grandes maestros de la escolástica me-

con el grupo de Bloomsbury y

Obsérvese la diferencia, casi dramática. En Esta-

a Descartes y a Auguste Comte.

dos Unidos, estos memoranda son escasos. Hasta el

Si Racine tiene su calle, también la tienen Corneille,

infinito, las calles se llaman Pine, Maple, Oak o Willow

Moliere, Boileau. Lo mismo vale para el mundo ger-

[Pino, Arce, Roble, Sauce l. Los bulevares llevan nom-

manohablante,

bres como Sunset [Crepúsculo

dieval. Conmemoran

de la infinidad de Goethepliitze [plazas

de Goethe 1 y Schillerstrassen [calles de Schiller l, de las

l, y la más noble de las

calles de Bastan es conocida como Beacon [Faro]. In-

plazas que reciben el nombre de Mozart o de Beetho-

cluso éstas son concesiones a lo humano. Las avenidas

ven. El colegial europeo, los hombres y mujeres urba-

y calles americanas

nos habitan literalmente en cámaras de resonancia de

en el mejor de los casos, como en Washington, se de-

los logros históricos, intelectuales, artísticos y científi-

nominan por su orientación: a su número sigue «Nor-

cos. Con gran frecuencia, el rótulo de la calle no sólo

te» u «Oeste». Los automóviles no tienen tiempo para

lleva el nombre ilustre o especializado

cavilar si van a la Rue Nerval o a la Explanada de Co-

sino también

las fechas relevantes y una descripción sumaria. Ciu-

están simplemente

numeradas o,

dades como París, Milán, Florencia, Frankfurt, Wei-

pérnico. Hay un lado oscuro en esta soberanía del recuer-

mar, Viena, Praga o San Petersburgo son crónicas vi-

do, en la auto definición de Europa como lieu de la mé-

vientes. Releer los rótulos de sus calles es hojear un

moire. Las placas fijadas a tantas casas europeas hablan

pasado presente. Y esta pietas no ha cesado en modo

no sólo de preeminencia en las artes, literatura, filoso-

alguno. La Place Saint-Germain

fía o gobierno. Conmemoran

Place Sartre- Beauvoir. Frankfurt

se ha convertido

en

siglos de matanza y su-

acaba de bautizar

frimiento, de odio y sacrificio humanos. En una ciu-

una Adornoplatz. En Londres, un derroche de placas

dad francesa, una placa dedicada a Lamartine, el más

42

43

idílico de los poetas, tiene enfrente, al otro lado de la

biente, el aura que el tiempo auténtico, el tiempo co-

calle, una inscripción que deja constancia de la tortura

mo proceso vivido, concede al juego de la luz en la pie-

y ejecución en 1944 de luchadores

dra, en los patios, en los tejados. En el artificio de lo

de la resistencia.

Europa es el lugar donde el jardín de Goethe es casi colindante

con Buchenwald,

reconstruido, la luz tiene sabor a neón.

donde la casa de Cor-

La cuestión, desde luego, es más profunda. Hasta

neille es contigua a la plaza en la que Juana de Arco fue

un niño europeo se inclina bajo el peso del pasado,

horriblemente

como tantas veces hace bajo el de la mochila escolar

ejecutada. Por doquier hay monumen-

tos conmemorativos

del asesinato,

individual

y

sobrecargada.

Caminando

cansinamente

por la Rue

colectivo. La lista marmórea de los muertos parece en

Descartes, cruzando el Ponte Vecchio o pasando ante

ocasiones superar en número a los vivos. Han sido en

la casa de Rembrandt en Amsterdam, cuántas veces no

extremo problemáticas

me abrumó,

las decisiones

tomadas, los

incluso en sentido físico, la pregunta:

métodos empleados en la reconstrucción de las ciuda-

«¿Para qué? ¿Qué puede añadir cualquiera de nosotros

des y el patrimonio

a las inmensidades del pasado europeo?» Cuando Paul

artístico destruido.

mente, la restauración,

Indudable-

milímetro a milímetro, de los

Celan se arroja al Sena para suicidarse, escoge el punto

antiguos barrios de Varsovia con arreglo a pinturas

exacto celebrado en la gran balada de Apollinaire, un

topográficas del siglo

punto situado bajo las ventanas de la habitación en la

de deliberada

XVIII

es un milagro de destreza y

remembranza.

Así también se ha de-

que Tsvietáieva pasó su última noche antes de regresar

vuelto a Dresde, en buena medida, su antiguo esplen-

a la desolación y a la muerte en la Unión Soviética. Un

dor, o el renacimiento

europeo culto queda atrapado en la telaraña de un in

a modo de facsímil de muchas

de las maravillas de Leningrado. Pero cuando caminamos entre estos sólidos espectros nos invade una sen-

memoriam a la vez luminoso y asfixiante.

Es precisamente

este tejido lo que Norteamérica

sación extraña, de enorme tristeza. En su misma co-

rechaza. Su ideología ha sido la del amanecer y la futuri-

rrección hay algo que no encaja. Como si, incluso, las

dad. Cuando Henry Ford declaró que «la historia es una

perspectivas en profundidad

no fueran más que una

estupidez», estaba ofreciendo una contraseña para la

fachada. Es muy difícil expresar con palabras el am-

amnesia creativa, una capacidad de olvidar que avala

44

45

una búsqueda pragmática de la utopía. El más elegan-

en la discusión teológica, filosófica y política desde los

te de los nuevos edificios quedará obsoleto en unos

Padres de la Iglesia hasta Lev Chestov, desde Pascal

cuarenta años. La guerra de Vietnam sí que proyectó

hasta Leo Strauss. El topos es hoy tan fértil y urgente

una sombra casi propia del viejo mundo; eln de sep-

como lo ha sido siempre. Ser europeo es tratar de ne-

tiembre sí que causó un estremecimiento, un memento

gociar, moral, intelectual y existencialmente los ideales

mori en la psique americana. Pero éstos son motivos

y las aseveraciones

excepcionales

Sócrates y de la de Isaías.

y muy probablemente

pasajeros. Los

recuerdos que tienen más arraigo en la sensibilidad y el lenguaje americanos ese contrato convertido

son los de la promesa, los de

con unos horizontes

abiertos que han

rivales, la praxis de la ciudad de

Somos un bípedo capaz de un sadismo indescriptible, de ferocidad territorial, de todo género de codicia, vulgaridad y abyección. Nuestra inclinación

a la

la expansión hacia el Oeste y, pronto, el

matanza, a la superstición, al materialismo y al egotis-

viaje planetario, en un nuevo Edén. De ahí el creciente

nio carnívoro apenas ha cambiado durante la breve

malestar que acompaña el mero pensamiento

de con-

historia de nuestra residencia en la tierra. Sin embar-

memorar la destrucción (pensamiento que durará po-

go, este malvado y peligroso mamífero ha generado tres

co) del World Trade Center. Entretanto, un mausoleo

ocupaciones, adicciones o juegos de una dignidad to-

simbólico deliberadamente

brutal y, a mi juicio, equi-

talmente trascendente. Son la música, las matemáticas y

vocado, sepultará un espacio central en Berlín. Cuanto

el pensamiento especulativo (en el cual incluyo la poe-

más fieles a la proclama de Jesús, «dejad que los muer-

sía, cuya mejor definición es: música del pensamien-

tos entierren a sus muertos», son los hombres y muje-

to). Esplendorosamente

res del Nuevo Mundo.

fundamente

El ambiguo peso del pretérito

en la idea y sus-

inútiles, muchas veces pro-

antiintuitivas,

estas tres actividades son

exclusivas de hombres y mujeres, y están lo más cerca

tancia de Europa tiene su origen en una primordial

posible de la intuición metafórica de que hemos sido

dualidad. En ella consiste mi cuarto axioma, que es el

efectivamente creados a imagen y semejanza de Dios.

de la doble herencia de Atenas y Jerusalén. Esta relación, a la vez conflictiva y sincrética, ha tenido parte

Indudablemente,

la música es planetaria. No sa-

bemos de ninguna comunidad étnica, por rudimenta47

ria que sea, que no cultive alguna forma de música.

stein, Bergson y Heidegger, de Plotino a Spinoza y a

Pero deberíamos reflexionar sobre la cuestión de si al-

Kant. Nuestro legado ontológico es, como insistía Hei-

gúno de estos múltiples constructo s musicales o for-

degger, el de la indagación. y a veces tan enigmático

mas de ejecución implica el milagro de los significados

como los números primos entrando en lo desconoci-

del significado

do, las tres acta cardinales se unen. Las matemáticas

que nos transmiten

Bach, Mozart,

Beethoven o Schubert. Un pequeño número de cen-

viven en la música, en la gran filosofía hay una mágica

tros no europeos han hecho vitales aportaciones

cadencia y secuencia axiomática. Como han intuido

a las

la India y, durante un pe-

algunos místicos y lógicos como Leibniz, cuando Dios

riodo, el islam. Pero la epopeya de la conjetura y la

monologa canta álgebra. En consecuencia, el influyente papel de la Hélade

matemáticas, notablemente prueba matemáticas,

de unas hipótesis radicalmente

más allá de la representación

material o del sentido

es ya manifiesto. Tres mitos, que se encuentran

entre

común, es, en esencia, una epopeya europea y, por

los más antiguos de nuestra cultura, hablan de los orí-

transferencia directa, norteamericana.

Es muy posible

genes y el misterio de la música. El resultado es la per-

que el cultivo de la matemática pura, desde las intui-

cepción en la antigua Grecia, a través de los relatos de

ciones axiomáticas

Orfeo, de las Sirenas y de la sangrienta

de Euclides hasta la Hipótesis de

competición

Riemann, desde el Teorema de Pitágoras hasta la re-

entre Apolo y Marsias, de los elementos musicales que

ciente prueba del Último Teorema de Fermat, sea el

están más allá de la racionalidad humana, del poder de

singular y más elevado capítulo, el prolongado

la música para enloquecer y destruir. Nuestras mate-

cenit

del ser del hombre. Guarda relación con la inmateria-

máticas han sido «griegas», al menos hasta la propuesta

lidad, con la juguetona gravedad de la indagación me-

de la geometría no euclidiana y la crisis de los sistemas

tafísica. Una vez más, hay momentos y sistemas filo-

axiomáticos implícita en el Teorema de Gadel de la no

sóficos extraterritoriales

consistencia. Pensar, soñar matemáticamente

a Europa. Pero la corriente

es seguir

soberana de suposición y discusión, especialmente en

los pasos de Euclides y Arquímedes, seguir las primeras

lógica y epistemología, fluye, como empujada por un

conjeturas sobre la insolubilidad paradójica de Zenón.

impulso misterioso,

Platón no permitía entrar en su Academia a ningún

de los presocráticos

a Wittgen-

49

hombre que no fuese geómetra. Él mismo, sin embar-

mismo, una visión específica, un esquema particular

go, encaminó el intelecto occidental hacia las cuestio-

de la realidad y sus horizontes abiertos. Es una exagera-

nes universales del significado, de la moral, de la ley y

ción por parte de Heidegger, pero una exageración

de la política. Como dijo A. N. Whitehead en célebres

sugestiva, afirmar que una traducción equivocada del

palabras, la filosofía occidental es una nota a pie de pá-

griego «sen> al latín ciceroniano determinó el destino

gina a Platón y -quisiéramos

de Europa.

Plotino, a Parménides

añadir-

a Aristóteles y

y Heráclito. El ideal socrático

Pero no es ninguna exageración añadir que este

del examen de la vida, de la búsqueda de certidumbres

destino no brota en menor medida de Jerusalén. Ape-

trascendentes,

las investigaciones

nas hay un nudo vital en la textura de la existencia oc-

problemáticas

relaciones entre palabra y mundo, han

aristotélicas de las

cidental, de la conciencia que tienen de sí mismos los

marcado el camino que tomaron Aquino y Descartes,

hombres y mujeres occidentales

Kant y Heidegger. De este modo, estas tres preeminen-

americanos)

(y por consiguiente

que no haya sido tocado por la herencia

tes dignidades del intelecto humano y de unasensibi-

de lo hebraico. Esto es así tanto para el positivista,

lidad configuradora

la

para el teísta, para el agnóstico como para el creyente.

apoyan la afirmación de Shelley de que

El desafío monoteísta, la definición de nuestra huma-

metafísica-

-la

música, las matemáticas,

nidad en diálogo con lo trascendente,

«todos somos griegos». Pero la herencia de Atenas va much0 más lejos. El

el concepto de

un Libro Supremo, la idea de la ley como algo insepa-

vocabulario de nuestras teorías y conflictos políticos y

rable de unos mandamientos

sociales, de nuestro deporte y de nuestra arquitectura,

sentido de la historia como un tiempo orientado a un

de nuestros

propósito, tienen su origen en la singularidad y la dis-

modelos estéticos y ciencias naturales

morales, nuestro mismo

sigue estando saturado de raíces griegas en ambos sen-

persión, tan enigmáticas, de Israel. Es un lugar común

tidos de la palabra. Física, genética, biología, astrono-

citar a Marx, Freud y Einstein (yo añadiría a Proust)

mía, geología, zoología, antropología son términos que

como los creadores de la modernidad,

se derivan directamente

sanos de nuestra condición actual. Pero bajo el lugar

del griego clásico. Al mismo

tiempo, estos nombres llevan consigo, como el de lógica 50

como los arte-

común pervive una situación de una formidable com51

Las relaciones nunca han sido fáciles. La tensión

plejidad: la del judaísmo secular y su traducción a términos y valores seculares de profunda

entre judíos y griegos obsesiona la invención paulina

raigambre

judaica. La virulencia de Marx por la justicia social y

del cristianismo. Los Padres de la Iglesia están ansiosa-

su historicismo mesiánico concuerdan de manera di-

mente alerta al dual magnetismo de la Atenas pagana y

recta con los de Amós o Jeremías. La extraña premisa

la Jerusalén hebrea. ¿Cómo debe integrar la verdad de

freudiana de un crimen originario -matar

Jesús el indispensable

al padre-

legado de la Grecia clásica? Un

refleja, de forma gráfica, el escenario de la caída adáni-

legado aún más perturbador

ca. Hay muchas cosas asombrosamente

cercanas a la

a través del mundo árabe y musulmán. Una y otra vez,

en la con-

las polaridades se agudizan. Hay un consciente neopa-

en el orden cósmico, en su tenaz

ganismo en la filosofía y en la estética del Renacimien-

promesa de los Salmos y de Maimónides fianza einsteiniana

a causa de su transmisión

rechazo del caos. El judaísmo y sus dos principales

to florentino. El puritanismo

notas a pie de página, el cristianismo

definido de una manera muy ajustada como un inten-

y el socialismo

del siglo

XVII

puede ser

to de recuperar Sión. El helenismo romántico

utópico, son descendientes del Sinaí, incluso en luga-

se ex-

res donde los judíos eran una minoría despreciada y

presa con frecuencia en los términos de una amarga

acosada.*

.crítica de los valores hebraico-nazarenos.

Aún con

mayor frecuencia, el humanismo europeo, desde Eras* Mi

esposa y yo tuvimos

Nadine Gordimer momentos, gentes del

los momentos ANC

anteriores

(Congreso

Resistencia, incluyendo aparcados

a la liberación. Invitó a cenar a los diri-

Nacional Africano),

el Movimiento

Nacional

de

nota de todos los invitados,

totalmente

seguros. Se limitaron

pero no tocaron

a

a tOlnar nota de quién

iba a cenar. A lo largo de toda mi vida, mi don principal ha sido una cómica falta de tacto: me declaro culpable. De manera que al final pregunté a aquellos tres grandes líderes: «Miren, la ocupación les daba muy bien aquello a uno de aquellos bastardos.

52

por las Waffen-SS fue muy mala; se

de ocupar. Pero de vez en cuando

matábamos

Ustedes no han tocado a un hombre

mo hasta Hegel, busca diversas formas de transacción Ni a uno solo. En Johannesburgo,

blanco.

la proporción

es de 13 a uno. En la calle, lo

único que tienen ustedes que hacer es cerrar los brazos y ahogarán al blanco. Ni siquiera necesitan

a los jefes militares. Los coches de la policía estaban

fuera y tomaron

Nadine. Estábamos

el gran privilegio de ser invitados a cenar por'

en su hermosa casa de Ciudad del Cabo durante los malos

ustedes armas. Trece a uno. ¿Qué demonios

pasa?» Uno de los dirigentes del

ANC

es lo que

dijo: «Yo puedo contestar. Los cristianos

tienen los Evangelios; ustedes, los judíos, tienen el Talmud, el Antiguo Testamento, la Mishná; mis camaradas

comunistas

tienen en su mesa Das Kapital.

Nosotros, los negros, no tenemos ningún libro)}. Para mí fue un momento

tremendo.

La herencia que dejó Atenas a Jeru-

salén: que tenemos un libro, tenemos varios libros. Aquélla fue una respuesta apabullantemente

triste y convincente:

«Nosotros no tenemos ningún libro».

53

entre los ideales ático y hebraico. Pero tras una vida de

menos educados. Dieron qué hacer nada menos que a

escrupulosa indagación Leo Strauss, impregnado

una mente como la de Newton. En un formato secular,

del

Talmud y de Aristóteles, de Sócrates y de Maimónides,

intelectualizado, hay una explícita «sensación de final»

concluyó que no era posible negociar ningún entendi-

en la teoría de la historia de Hegel, como la hubo en la

miento satisfactorio entre los imperativos de razón filo-

trascendente formulación de Carnot de la entropía, de

sófico-científica

tal como están establecidos en nues-

la inevitable extinción de toda energía. O pensemos en

tra herencia griega y los imperativos de fe y revelación

los cuadros panorámicos de ciudades europeas en lla-

proclamados en la Torá. Un sincretismo, por ingenio-

mas o bajo virulentas inundaciones, pinturas que cons-

so que sea, siempre sería defectuoso. Así, la «idea de

tituyen un aspecto tan curioso del arte romántico. Es

Europa» es en realidad una «historia en dos ciudades».

como si Europa, a diferencia de otras civilizaciones,

Mi quinto criterio es una autoconciencia

escato-

hubiera intuido que un día se hundiría bajo el paradó-

lógica que, a mi modo de ver, es tal vez única en la

jico peso de sus conquistas y de la riqueza y compleji-

conciencia europea. Mucho antes del reconocimiento

dad sin parangón de su historia.

por Valéry de la «mortalidad

de la civilización» o del

Dos guerras mundiales,

*

que fueron en realidad

apocalíptico diagnóstico de Spengler, el pensamiento y

guerras civiles europeas, llevaron este presentimiento

la sensibilidad europeos han concebido un final más o

al paroxismo. De ahí el moderno apocalipsis de los Úl-

menos trágico. La cristiandad

timos días de la humanidad de Karl Kraus. Entre agos-

nunca ha abandonado

del todo sus expectativas de un final de nuestro mun-

to de 1914 y mayo de 1945, desde Madrid hasta el Volga,

do, unas expectativas que tan profundamente

habían

desde el Ártico hasta Sicilia, se calcula que un centenar

días sinópticos. Mucho des-

de millones de hombres, mujeres y niños perecieron

marcado sus tempranos

pués de lo que los historiadores

han denominado

«el

pánico del año mil», la imaginación popular europea

a-causa de la guerra, la hambruna,

la deportación,

la

limpieza étnica. Europa occidental y el occidente de Ru-

está llena a rebosar de profecías de un juicio escatológico, de numerologías

que pretenden

fijar su fecha.

Pero tales expectativas no sólo se divulgaban entre los 54

>1-

En alemán hay una palabra que no podemos traducir) como ocurre tan-

tas veces: Geschichtsmüde, cansado de la Historia. Es una palabra muy extraña e inquietante.

55

sia se convirtieron

en la casa de la muerte, en el esce-

nario de una brutalidad

sin precedentes, ya sea la de

Auschwitz, ya la del Gulag. Más recientemente,

el ge-

do por escrito de forma incompleta, este discurso pronto se convirtió en un clásico. Europa se hallaba en ruinas. Su civilización,

su eminencia

intelectual,

cuya

nocidio y la tortura han vuelto a los Balcanes. A la luz

garantía emblemática había sido la enseñanza superior

-¿no

de estos

alemana, se había mostrado impotente ante la locura

hechos, la creencia en el final de la idea europea y sus

política. ¿Cómo se podía restablecer el prestigio, la inte-

moradas es casi una obligación moral. ¿Con qué dere-

gridad de la vocación del estudioso, el pensador y el

cho habríamos de sobrevivir a nuestra inhumanidad

profesor? De manera profética, Weber presagió la ame-

suicida?

ricanización, la reducción de la vida espiritual en Euro-

deberíamos decir «a la oscuridad»?-

Cinco axiomas para definir Europa: el café, el pai-

pa a la burocracia gerencial. ¿Cómo se podía volver a

saje a escala humana y transitable, estas calles y plazas

unir la enseñanza a la investigación académico-cientí-

que llevan los nombres de los estadistas, científicos,

fica,'a un intelecto especulativo de primer orden? La

artistas, escritores del pasado -en

abyecta rúbrica de la «corrección política» aún no había

Dublín hasta las

estaciones de autobús nos encaminan a las casas de los

sido inventada. Pero Weber vio y aseveró lo esencial: «La

poetas-,

nuestra doble ascendencia en Atenas y Jeru-

democracia debe ponerse en práctica donde sea apro-

salén y, por último, esa aprensión de un capítulo final,

piada. La formación científica, sin embargo [... ], supo-

de ese famoso crepúsculo hegeliano, que ensombreció·

ne la existencia de un cierto tipo de aristocracia intelec-

la idea y la sustancia de Europa incluso en sus horas de

tual». Antes de Benda, Weber afirmó el austero ideal de

mediodía.

una verdadera clase intelectual: «Aquel que no sea capaz de ponerse anteojeras [... ] y convencerse de que el des-

y ahora ¿qué?

tino de su alma depende de si su interpretación particuDos voces pueden ayudarnos en nuestro camino. En

lar de un determinado pasaje de un manuscrito es co-

Munich, en el desesperado invierno de 1918-1919, Max

rrecta, será siempre ajeno a la ciencia y al saber».

We,ber pronunció

su conferencia sobre el saber y la

ciencia (Wissenschaft) como vocación. Aunque registra-

Quienes sean insensibles a lo que Platón denominó «manía», a la posesión de su ser por la búsqueda de 57

abstractas, no

europeo se aplica lo teórico a lo práctico en forma de

prácticas, deberán irse a otra parte. Los científicos, los

unas verdades a menudo arduamente

crítica universal de toda vida y de sus objetivos. Es pre-

investigadores, los artistas están comprometidos,

co-

ciso establecer una clara distinción

entre esta feno-

mo insiste Weber, con un ideal sacrificial tan antiguo

menología y el tejido «mítico-práctico» de los modelos

como los presocráticos

de Extremo Oriente o la India. El acto primordial

y característico

del genio eu-

ropeo.

asombrarse

En un momento no menos trágico, no mucho an-

-thaumazein-

de

y el desarrollo teórico-

lógico es platónico y aristotélico hasta la médula. De ahí,

tes de su muerte solitaria, Edmund Husserl dio su fa-

en última instancia, el avance de la ciencia y la tecno-

mosa conferencia «Die Krisis des europaischen

logía europeas y, posteriormente,

schentums

und die Philosophie»

crisis de la humanidad

europea

Men-

[La filosofía en la

l. Europa, proclama

americana por enci-

ma de todas las demás culturas. El proceso general es un proceso de idealización, en el cual hasta el concep-

Husserl, «designa la unidad de una vida espiritual y una

to de Dios «es, por así decirlo, logizado y se convierte

actividad creativa». Esta espiritualidad

incluso en el portador

su lugar de nacimiento.

creativa tiene

dellogos absoluto». Europa se

como

olvida de sí misma cuando olvida que nació de la idea

Husserl la titula con expresión poco elegante, se origi-

de la razón y del espíritu de la filosofía. El peligro, con-

na en la antigua Grecia. Es el milagro ático el que ha

cluye Husserl, es «un gran cansancio».*

comprendido

La «filosofía-ciencia»,

que las ideas, «de una manera asombro-

samente nueva, ocultan dentro de sí mismas unas intencionales

infinitudes».

Estos horizontes

contienen

una nueva y determinante historicidad. Otras culturas y comunidades han hecho descubrimientos

científicos

Incluso cuando hablaba Husserl, la barbarie estaba una vez más anegando Europa, como ha seguido ocurriendo

desde Sarajevo hasta Sarajevo. Incluso ci-

tar las orgullosas esperanzas de Weber y Husserl supo* Es preciso recordar que hay mucho que recordar. Heródoto

planteó la

e intelectuales. Pero sólo en la antigua Grecia se des-

siguiente cuestión: «Todos los años enviamos nuestros barcos con gran peli-

arrolla el cultivo de la teoría, del pensamiento especu-

gro para las vidas y grandes gastos a África para preguntar:

lativo desinteresado a la luz de unas posibilidades infinitas. Además, sólo en la Grecia clásica y en su legado

(¿Quiénes

sois?

¿Cómo son vuestras leyes? ¿Cómo es vuestra lengua?> Ellos nunca enviaron un barco a preguntarnos

a nosotros»,

No hay corrección

política ni liberalis-

mo a la moda que pueda destruir esa cuestión.

59

ne una invitación

a la ironía. ¿Significa esto que la

Sólo me resta ofrecer la idea de que tal vez haya-

«idea de Europa» ya ha recorrido su trayectoria, que

mos estado planteando

no tiene ningún futuro sustantivo? Ésta es, qué duda

das. Que los elementos aparentemente

cabe, una clara posibilidad.

los que he aludido no son, en último término, total-

lógica de la mortalidad

Se corresponde

con esa

de las civilizaciones y de las

algunas preguntas equivoca-

mente o ni siquiera principalmente

dominantes

determinantes.

a Es

ideologías que antes he señalado. O ¿hay caminos de

posible que el futuro de la «idea de Europa», si lo tie-

esperanza que todavía merece la pena recorrer?

ne, dependa menos de unas subvenciones bancarias y

No son solamente

los elementos relevantes los

agrícolas centrales, de la inversión en tecnología o de

que poseen una complejidad y diversidad que casi de-

unos aranceles comunes de lo que nos han enseñado a

safía un análisis responsable. No es solamente la pre-

creer. Es posible que la

dicción la que es casi ridículamente miope (siempre la

tensión del euro o de las burocracias

interpretamos

en un espejo retrovisor). Pero la com-

OCDE

o la

OTAN,

la ulterior ex-

parlamentarias

según el modelo Luxemburgo no constituyan la diná-

petencia que se requiere en terrenos como la econo-

mica primordial

mía y la política monetaria, la demografía, el derecho,

cierto es que esa visión no es precisamente como para

las relaciones industriales

entusiasmar al alma humana.

y la teoría de la informa-

ción, todos ellos interrelacionados

en múltiples aspec-

tos, está fuera de mi alcance. Para alguien que padece· estas limitaciones,

tratar el programa

de un posible

de la visión europea. O, si lo son, lo

Así pues, permítanme evitablemente

señalar, de una manera in-

provisional y de aficionado, unas muy

escasas posibilidades o desiderata por las que merece la

renacimiento europeo es algo que roza la impertinen-

pena luchar con la finalidad de que la «idea de Europa»

cia. En el mejor de los casos, el resultado serán unas

no se hunda y vaya a parar a ese gran museo de los pa-

intuiciones

sados sueños que llamamos historia.

impresionistas;

en el peor, esos lugares

comunes retóricos y patéticos que innumerables coloquios, conferencias, publicaciones y manifiestos sobre

Los odios étnicos, los nacionalismos

la question d'Europe nos han procurado

reivindicaciones

familiaridad. 60

una cansada

En este punto debería, pues, sentarme.

chovinistas, las

regionalistas han sido la pesadilla de

Europa. La limpieza étnica y el intento de genocidio en 61

los Balcanes no son más que el ejemplo más reciente

monotonía

de una peste que llega hasta Irlanda del Norte, hasta el

Jersey a las montañas de California, en contraste con esa

que se extiende desde el oeste de Nueva

País Vasco, hasta las divisiones entre flamencos y valo-

ansia de identidad que es al mismo tiempo la fuerza y la

nes. Legítimamente, la expansión mundial de la lengua

vacuidad de buena parte de la existencia americana, el

angloamericana,

mapa del espíritu europeo -escindido

la uniformización

tecnológica

de

y a menudo

la vida cotidiana, la universalidad de la internet, se con-

ridículamente

sideran los grandes pasos hacia una supresión de las

han sido inevitablemente

fronteras y los antiguos odios. Innumerables organiza-

Shakespeare, «una morada local y un nombre», identifi-

ciones, legales, económicas, militares y científicas, se

ca un carácter definitorio. No hay «lenguas pequeñas».

esfuerzan por alcanzar un grado cada vez mayor de

Cada lengua contiene, explora y transmite no solamen-

colaboración

te una carga única de recuerdos vividos, sino también la

y, en última instancia, de unión en Eu-

causante de divisiones-

y su herencia

fértiles. La sonora frase de

ropa. El fantástico éxito del modelo americano, de su

energía en desarrollo que poseen sus formas verbales de

federalismo,

futuro, una potencialidad

que cubre enormes distancias y climas

para el mañana. La muerte

diferentes, pide ser imitado. Nunca más debe sucum-

de una lengua es irreparable, disminuye las posibilida-

bir Europa a guerras intestinas.

des del hombre. No hay nada que amenace a Europa

Este ideal de concordia es innegable. Inspira im-

más radicalmente -«en

las raíces»-

que la detergente

portantes elementos del pensamiento y arte de gober-'

marea de lo angloamericano,

nar europeos desde Carlomagno. Pero es, a mi juicio,

geométricamente,

sólo una parte de la realidad.

del mundo que ese «esperanto» devorador trae consigo.

El genio de Europa es lo que William Blake habría denominado

«la sacralidad del detalle mínimo». Es el

de la diversidad lingüística, cultural, social, de un pródi-

una marea que aumenta

y los valores uniformes y la imagen

La computadora, la cultura del populismo y el mercado de masas hablan angloamericano desde los clubes nocturnos de Portugal hasta los emporios de comida rápida

go mosaico que con frecuencia convierte una distancia

de Vladivostok. Europa, en verdad, perecerá si no lucha

trivial, una separación

por sus lenguas, sus tradiciones locales y sus autono-

de veinte kilómetros,

en una

división entre mundos. En contraste con la imponente 62

mías sociales. Si se olvida de que «Dios está en el detalle».

Pero ¿qué debemos hacer para equilibrar las con-

millación social y política de los judíos ha sido parte

tradictorias exigencias de la unificación político-econó-

integrante

mica y las de la particularidad

axiomática-

creativa? ¿Cómo pode-

de la presencia

cristiana -que

ha sido

en la grandeza y en la abyección euro-

mos disociar una salvadora riqueza de diferencias de la

peas. Los campos de exterminio

larga crónica de los aborrecimientos mutuos? No conoz-

ropeos ubicados, por una intuición monstruosa, en las

co la respuesta. Sólo sé que quienes son más sabios que

más católicas de las naciones europeas. De nuevo, los

yo deben encontrarla y que ya se está haciendo tarde.

crucifijos se mofan del perímetro de Auschwitz.

La «idea de Europa» está entretejida con las doctrinas y con la historia del cristianismo

occidental.

son fenómenos

eu-

Dentro del catolicismo romano y de diversas ramas del protestantismo

ha habido valientes protestas con-

Nuestro arte, arquitectura, música, literatura y pensa-

tra el odio a los judíos. Más recientemente, se han ex-

miento filosófico están saturados de valores y referen-

presado cosméticas peticiones de perdón y se han ofre-

cias cristianos. La alfabetización europea surgió de la

cido enmiendas a algunos de los textos litúrgicos más

educación cristiana. Las guerras religiosas entre católi-

llenos de odio. Pero esto es muy poco. La brutal verdad

cos y protestantes han configurado el destino europeo

es que Europa, hasta ahora, se ha negado a reconocer y

y el mapa político del continente.

Otros factores de-

a analizar el múltiple papel del cristianismo en la me-

sempeñaron sin duda su papel, pero lo que es absoluta-

dianoche de la historia, cuanto más a retractarse de él.

mente inseparable

Se ha limitado a ignorar o a borrar de forma conven-

de la caída de Europa en la inhu-

manidad, desde la Shoah, es la designación

cristiana

cional el arraigo de su antisemitismo

en los Evange-

del judío como deicida, como heredero directo de Ju-

lios, en el repudio paulino de su pueblo, en innumera-

das. Es en el nombre de la sagrada venganza por el

bles textos teológicos e ideológicos

Gólgota como los primeros

(a principios

pogromos

arrasan toda

de la década de

1520,

desde entonces Lutero brama pi-

Renania a comienzos de la Edad Media. Desde estas

diendo que se queme a todos los judíos). Hasta que

matanzas hasta el Holocausto, la línea descendente es

Europa se enfrente al veneno del odio a los judíos en

desde luego compleja y en ocasiones subterránea, pero

su propio torrente sanguíneo, hasta que llegue a un

también inconfundible. El aislamienLu, el acoso, la hu-

reconocimiento

explícito de la larga prehistoria de las

cámaras de gas, muchas de las estrellas de nuestro firmamento europeo seguirán siendo amarillas.

una tontería suponer que Europa vaya a rivalizar con

Hoy, el cristianismo es una fueria en decadencia. En numerosas quedando

Éste es un cometido del espíritu y del intelecto. Es

partes de Europa, las iglesias se están

vacías. En el centro mismo de la Europa

el poderío económico, militar y tecnológico de Estados Unidos.* YaAsia, especialmente China, lleva camino de superar a Europa en importancia

demográfica,

papal, en Italia, la tasa de natalidad está cayendo en pi-

industrial y, en último término, geopolítica. Los tiem-

cada. Unas seiscientas iglesias anglicanas han sido clasi-

pos del imperialismo

ficadas como superfluas. ¿Qué gran voz teológico-cris-

Europa han quedado ya tan lejos como el mundo de Ri-

tiana habla ahora por la Europa educada? El ascenso

chelieu, Palmerston y Bismarck. Las tareas, las oportu-

del agnosticismo, si no del ateísmo, está iniciando un

nidades que nos aguardan ahora son precisamente las

profundo cambio en la evolución milenaria de Euro-

que presenciaron

pa. Esta transmutación,

pensamiento

la posibilidad

por paulatina que sea, supone

de una tolerancia

una indiferencia

sin precedentes,

de

irónica hacia los mitos arcaicos del

y la hegemonía diplomática

el gran amanecer de Europa en el

griego y en la moral judía. Es vital que

Europa reafirme ciertas convicciones y audacias del alma que la americanización

del planeta -con

castigo. Quizá surja una Europa poscristiana, aunque

sus beneficios y generosidades-

lentamente

mítanme formularlas muy brevemente.

y en formas que es difícil predecir, de las

sombras de la persecución religiosa. En un mundo asolado ahora por un fundamentalismo

criminal, ya sea el

de

todos

ha oscurecido. Per-

La dignidad del Romo sapiens es exactamente eso: la realización de la sabiduría, la búsqueda del conoci-

del sur o el del medio oeste americano, ya el del islam,

miento desinteresado,

Europa occidental tiene tal vez el imperioso privilegio

dinero e inundar nuestras vidas de unos bienes mate-

de elaborar y llevar a efecto un humanismo secular. Si

riales cada vez más trivializados es una pasión profun-

la creación de belleza. Ganar

puede purgarse de su propia herencia oscura haciendo frente a esa herencia con perseverancia, tal vez la Euro-

* Esta semana han salido las cifras. Entre 75 y 80% de todos los europeos que hacen el doctorado

en América no regresan. No tenemos nada que ofre-

pa de Montaigne y Erasmo, de Voltaire y de Immanuel

cerles; por supuesto,

Kant pueda una vez más ofrecer orientación.

empezar: ¡en este sentido, soy un verdadero materialista!

66

no vuelven. Podrían1os

pagarles

decentemente,

para

damente vulgar, que nos deja vacíos. Puede que en

no se salva el abismo entre América y Europa en sala-

aspectos hasta ahora muy difíciles de discernir, Europa

rios, en oportunidades

genere una revolución antiindustrial

para la investigación y en descubrimiento

como generó la

de hacer carrera, en recursos cooperativo,

propia revolución industrial. Ciertos ideales de ocio,

estamos en efecto condenados

de privacidad,

ideales

segunda mano. La situación es ya desesperada en algu-

casi ahogados en el consumo ostentoso y en la unifor-

nos terrenos claves. Sin embargo, corregir esto tanto

de individualismo

anárquico,

a la esterilidad o a la

midad de los modelos americano yasiático-america-

económica como psicológicamente no se halla todavía

no, tienen tal vez su función natural en un contexto

-estoy

convencido-

fuera de nuestro alcance. Si los

europeo, aunque dicho contexto implique un cierto

jóvenes ingleses deciden poner a David Beckham por

grado de recorte material. Quienes conocen la Europa

encima de Shakespeare o Darwin en su lista de tesoros

oriental de las décadas negras, o Gran Bretaña en sus

n¡¡cionales, si las instituciones

tiempos de austeridad, sabrán que las solidaridades y

las salas de concierto y los teatros están luchando por

creatividades

sobrevivir en una Europa que es fundamentalmente

humanas pueden tener su origen en la

del saber, las librerías,

relativa pobreza. No es la censura política lo que mata:

próspera y cuya riqueza nunca ha hablado en voz más

es el despotismo

alta, el fallo, sencillamente,

es nuestro. Como podría

ser nuestra la reorientación

de la enseñanza secunda-

del mercado de masas y las recom-

pensas del estrellato comercializado. Son sueños, quizá imperdonablemente

ingenuos.

ria y de los medios de comunicación

que enmendara

Pero hay fines prácticos a los que vale la pena aspirar.

ese fallo. Al caer el marxismo en una bárbara tiranía y

Es extremadamente

hasta

en la nulidad económica, se perdió un gran sueño, co-

urgente que detengamos,

donde sea posible, la fuga de nuestros mejores y jóve-

mo proclamó Trotski, el del hombre corriente tras los

nes talentos de la ciencia (pero también del humanis-

pasos de Aristóteles y Goethe. Libre de una ideología

mo), que se marchan de Europa atraídos por las edé-

en bancarrota, es posible, es preciso tener de nuevo ese

nicas ofertas de Estados Unidos. Si nuestros mejores

sueño. Tal vez sea sólo en Europa donde los fundamen-

científicos, los más excelentes de nuestros arquitectos,

tos de alfabetización requeridos y la trágica vulnerabi-

nuestros músicos y estudiosos abandonan

lidad de la condition humaine pudieran proporcionar

68

Europa, si

una base. Es entre los hijos de Atenas y de Jerusalén, a menudo

cansados, divididos y confusos, donde po-

dríamos volver a la convicción de que «la vida 'no examinada» no merece realmente la pena de ser vivida. Es muy posible que esté diciendo tonterías, que ya sea demasiado tarde. Espero que no, sólo porque estoy pronunciando

estas palabras en Holanda: donde vivió

y pensó Baruch Spinoza.

La idea de Europa, de George Steiner, se terminó de imprimir y encuadernar en el mes de octubre de en Impresora Calzo

y

Encuadernadora

Progreso, S. A. de C. v.

San Lorenzo, 244; 09830 México, D. F. En su composición,

elaborada en el Departamento

de Integración

Digital del

se usaron tipos Minion de 10:14 y 9:14 puntos. La edición consta de

70

....

2007,

(IEPSA),

2000

ejemplares.

FCE,

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