LA HOMOSEXUALIDAD, ¿Es Una Opción?

November 27, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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LA HOMOSEXUALIDAD, ¿Es una opción? El tema de la homosexualidad presenta aristas que parecieran difíciles de tocar por su complejidad o por la confusión que cubre con un velo cada vez más denso este problema social. Desgraciadamente es muy raro que se distingan los complejos problemas psicológicos que caracterizan la personalidad con orientación homosexual de aquellas modas o costumbres relativas a una cultura gay y al estilo de vida derivado de ésta. Ciertamente antes de hacer cualquier consideración sobre la homosexualidad es preciso subrayar el respeto que se debe al homosexual por su característica misma de persona; una persona en sí misma tiene una validez intrínseca que no puede identificarse de forma despectiva bajo ningún concepto, incluyendo el de su orientación sexual. Un hecho muy lamentable es el de que por desgracia todavía existan personas que descalifiquen a otras por sus características y apariencia, y no por sus actos. Lo importante en esta discusión es encontrar criterios morales objetivos de valoración de la homosexualidad. La creciente pérdida del verdadero valor de la naturaleza humana y la subjetivización del sentido moral, asociada a un supuesto derecho al placer sexual apoyado en la libertad individual, está paradójicamente sometiendo la libertad de la persona al imperio de sus impulsos. Por ello, urge distinguir entre la persona del homosexual y el acto homosexual mismo. Así como hemos defendido al homosexual por la dignidad que tiene como persona, debemos analizar la libertad que la persona tiene para autodeterminarse a través de sus decisiones deliberadas. Los actos humanos en cuanto a decisiones deliberadas califican moralmente a la persona misma que los realiza. El comportamiento homosexual como acto humano debe determinarse a partir de criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona. El obrar sólo puede ser moralmente bueno cuando las elecciones de la libertad están conformes al verdadero bien del hombre. En este plano podemos afirmar sin lugar a dudas que el uso de la función sexual logra su verdadero sentido y rectitud moral exclusivamente cuando se habla de personas de distinto sexo, de ahí que el hombre y la mujer tengan una complementariedad sexual que llevada a sus últimas consecuencias puede significar la colaboración y responsabilidad de la procreación de una nueva persona. Esta diferencia sexual expresada en la corporeidad de los seres humanos nos pone en evidencia de una manera sencilla y desde luego natural que el hombre y la mujer están llamados a realizar dos valores íntimamente unidos: la entrega de sí, recibiendo y aceptando a su pareja, y la posibilidad de transmitir la vida a través de este acto.

 

El acto homosexual, por el contrario, impide la realización de esa reciprocidad, haciendo imposible el don de sí y la aceptación del otro, ya que al no existir tal complementariedad cada uno permanece aislado de sí mismo, aunque vive el contacto del cuerpo del otro, no existe la donación recíproca, sino un goce individualista. No existe ni siquiera una intimidad aunque se busque obsesivamente, ya que esto es inalcanzable, porque el otro no será nunca verdaderamente el otro, sino el semejante a sí mismo, el espejo de uno mismo en el que sólo se refleja la propia soledad. Aquí estamos precisamente frente al "narcisismo patológico" al que se han referido los estudios de numerosos psicólogos como Ovesey y Kernberg. El acto homosexual carece también del significado procreador de la sexualidad humana, ya que la lógica misma del amor exige una realidad posterior y trascendente que se expresa en la maravilla de la llegada de un nuevo ser, como máxima expresión del amor mismo. El acto homosexual no tiene raíces en la complementariedad, no se orienta hacia ningún futuro y tampoco representa valor alguno para la comunidad porque bloquea la sucesión de las generaciones. Hay algunos autores que afirman que en los actos homosexuales existe al menos una unión espiritual, sin embargo, es abundante la literatura de psicólogos como Keefe que soportan con gran experiencia clínica la frustración de los homosexuales, especialmente varones, en donde la relación sexual se hace insostenible en el momento en el que se profundiza una verdadera amistad personal. Después del análisis anterior podemos afirmar que los actos homosexuales deben ser calificados como intrínsecamente desordenados, ya que carecen de su finalidad esencial e indispensable, mientras que la orientación homosexual no puede definirse como una culpa moral por la que puede calificarse de una manera peyorativa a una persona. Esta problemática requiere de una gran prudencia en la valoración de la responsabilidad, ya que por más grandes que puedan ser las dificultades sería una grave falta de respeto y consideración el negar a los homosexuales su dignidad como personas. Más aún cuando pueden ser tan distintas las razones que los llevan a la homosexualidad, entre las cuales podemos citar lo siguiente: De acuerdo a psicólogos como Moberley, la homosexualidad sea masculina o femenina más que una causa en sí tiene entre sus orígenes la falta de relación e identificación con alguno de los padres que tienen el mismo sexo, y por tanto, el comportamiento homosexual es una especie de impulso para remediar esa falta. Zuanazzi nos dice que no es sólo la falta de la figura del progenitor del mismo sexo, sino el modo en el cual uno de los dos hace percibir al hijo la figura del otro. Es innegable que la percepción que el niño recibe de la otra

 

figura paterna es en gran medida condicionada a lo que el otro le haga ver. En el caso de una separación o divorcio, la situación más común es la de intentar ganar el reconocimiento de los hijos a través del menosprecio de la figura del otro progenitor, lo que puede servir de caldo de cultivo para futuros comportamientos homosexuales.  A los factores familiares se pueden sumar los sociales debido a algunos modelos de comportamiento del movimiento gay impuestos por los medios de comunicación, los cuales tienden a suprimir cualquier diferencia entre un comportamiento heterosexual y homosexual, presentándose en ocasiones como parte de la moda o de una supuesta evolución de los "derechos sexuales". El Estado no puede renunciar al reconocimiento y promoción de la familia fundada en un matrimonio entre hombre y mujer, sólo así haremos posible con el ejemplo una convivencia armoniosa, en la que pueda perpetrarse la continuidad y el desarrollo social de la civilización humana. Escrito por Bruno Ferrari

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