La Historia de Mi Nacimiento

January 24, 2019 | Author: Beto Murr | Category: Suffering, Free Will, Love, Life, Psychological Egoism
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Jaime  D Delgado  O Orea

“  L LA  H HISTOR IA DE  M MI NACIMIENTO  ” ” ¿Por  q qué  n nacimos  d donde  n nacimos? ¿Por  q qué  ttenemos  llos  p padres  q que tenemos? ¿Por  q qué  h hemos  v vivido  llo  q que  h hemos vivido? 2ª  E Edición Febrero  d de  2 2001 Programación  M Mental  P Positiva  S S.A.  d de C.V. 8ª  R  R eimpresión Noviembre  d de  2 2007

“ LA HISTOR IA DE MI NACIMIENTO ”

DEDICATOR IA: Le dedico éste libro a mi madre. Porque aceptó ser mi madre, porque me escogió como hijo. Porque todos los días me muestra el rostro de Dios en su propio rostro. Porque me enseñó a amar con su amor. Me enseño a vivir respetando la vida, me enseñó a sopar respetando el Universo, me enseñó a ser feliz respetando a los seres humanos. A ti mamacita linda, te dedico este humilde libro y esta humilde vida. ¡Gracias Dios por haberme permitido ser tu hijo! Jaime

AGR ADECIMIENTOS: A Dios por haberme recordado la historia de mi nacimiento. A Lydia mi esposa por su amor, su alegría y su apoyo, sin los cuales no hubiera sido posible realizar este libro. A mis hermanos y mi tía, porque su amor ha sido una inspiración para toda mi vida. Y a todos aquellos, que después de escuchar o leer esta historia, cambió su vida.

“ LA HISTOR IA DE MI NACIMIENTO ”

DEDICATOR IA: Le dedico éste libro a mi madre. Porque aceptó ser mi madre, porque me escogió como hijo. Porque todos los días me muestra el rostro de Dios en su propio rostro. Porque me enseñó a amar con su amor. Me enseño a vivir respetando la vida, me enseñó a sopar respetando el Universo, me enseñó a ser feliz respetando a los seres humanos. A ti mamacita linda, te dedico este humilde libro y esta humilde vida. ¡Gracias Dios por haberme permitido ser tu hijo! Jaime

AGR ADECIMIENTOS: A Dios por haberme recordado la historia de mi nacimiento. A Lydia mi esposa por su amor, su alegría y su apoyo, sin los cuales no hubiera sido posible realizar este libro. A mis hermanos y mi tía, porque su amor ha sido una inspiración para toda mi vida. Y a todos aquellos, que después de escuchar o leer esta historia, cambió su vida.

PR OLOGO: Alguna vez te has puesto a pensar que los seres humanos construimos nuestra vida en función de lo que creemos de nosotros mismos y de lo que somos capaces de hacer? Cuando éramos niños nuestros padres nos enseñaron lo que era bueno y lo que era malo, lo correcto y lo incorrecto, lo más y lo menos importante. Aprendimos a calificar a las personas y a las circunstancias tomando como base las creencias que nuestros padres implantaron en nuestra mente. Al ser niños, difícilmente nos cuestionamos si lo que nos decían que era bueno o malo, realmente lo era. Aprendimos a describir al mundo en función de las creencias religiosas, políticas y sociales que nos transmitieron nuestros padres y que, seguramente, muchas de ellas las aprendieron de sus propios padres y de su entorno. Sin embargo, ¿qué habría pasado si hubiéramos nacido en otro país, si nuestros padres profesaran otra religión, pertenecieran a otra corriente política y tuvieran otra percepción de la realidad? Seguramente creeríamos en cosas totalmente diferentes a las que creemos ahora y, con esa percepción diferente de la realidad ¿estaríamos equivocados? ¿Cuál forma de pensar sería la correcta, la anterior o ésta? ¿Cuál de las dos sería la equivocada? Reflexionando sobre todo esto podríamos preguntarnos ¿Quiénes somos realmente?, ¿lo que nos han enseñado a creer que somos? O ¿podríamos ser diferentes? En alguna ocasión me encontraba dando una conferencia en una academia de policía y después de hacer reflexionar a los cadetes sobre el esfuerzo y la honestidad, uno de ellos se acercó y me dijo: -Señor Delgado, en mi casa me enseñaron que la vida no es justa y por lo tanto tanto a cada persona le corresponde hacerse hacerse  justicia; por eso los que nada tenemos, debemos robarles a los que les sobra. Aprendí a robar desde niño, esa era la ley de la vida: “si la vida no nos hace justicia, nos corresponde a nosotros hacérnosla”. En mi casa todos robábamos; en mi

cuadra y en mi colonia la mayoría de la gente ha robado alguna vez. Para todos nosotros solo había una ley: “quítale al que tiene para dárselo a los que no tenemos”. Sin embargo, después de escucharlo hoy, por primera vez en mi vida, me he cuestionado si lo que creo es correcto. Se me quedó viendo fijamente a los ojos y me dijo: -Voy a creer en lo que usted dice, pero, por favor ¡no me falle! Lo interesante de esta historia es que nos muestra cómo este joven es el resultado de sus creencias; cuando alguien le argumentó, con bases, sobre su forma de vida, no solo uso en duda lo que había creído hasta ese momento, sino que su propia identidad se vulneró. Así como las creencias de este joven habían determinado su vida, de igual manera, existen miles de personas que determinan su vida en base a las creencias que siguen y profesan. Las creencias que tenemos en el transcurso de nuestras vidas, van cambiando conforme pasa el tiempo; dependen del medio ambiente en el que nos desarrollamos, de nuestra familia, de nuestras amistades, de nuestros éxitos o fracasos o simplemente se dan como un proceso natural de la madurez y del transcurso de los años. Las creencias que alguna vez determinaron nuestro comportamiento para ser felices o exitosos, posiblemente nos podrían producir en otro momento, dolor y sufrimiento. Había un joven atleta que era un exitoso deportista, su especialidad eran las pruebas de cien metros. En un viaje que hizo a Alemania se compró un par de “spikes”, los mejores zapatos deportivos que existían en el mundo para desarrollar el máximo de velocidad. Estos zapatos solamente los utilizaba cuando competía en piso de tartán. Ganó los campeonatos universitarios y regionales, se convirtió en el campeón nacional y compitió a nivel internacional haciendo un excelente papel. Al pasar del tiempo, sus cualidades físicas disminuyeron en la prueba de

los cien metros, pero eran óptimas para las carreras de media distancia, cinco y diez mil metros. Seguía con la regla de correr con sus “spikes”, ya que éstos le habían ayudado a ganar muchas competencias. Sin embargo, los resultados no fueron los mismos que en ocasiones anteriores, puesto que esos zapatos no eran los adecuados para las carreras de media distancia. Empezó a lastimarse, primero fueron los tobillos y después, las rodillas; la espalda le molestaba permanentemente, y lo peor de todo era que sus últimas competencias las había perdido. Llegó el día en el que comprendió que los zapatos que le habían ayudado a obtener tantos triunfos, solo le estaban provocando problemas y derrotas en sus nuevos retos competitivos. Tomó entonces sus “spikes” y agradeciéndoles todo lo que habían hecho por él, los guardó en una caja por si alguna vez volvía a necesitarlos. Fue a la tienda de artículos deportivos y se dio cuenta de que había varios modelos de zapatos adecuados para sus nuevas necesidades. Compró los mejores y un mes después logró nuevamente el triunfo… el sufrimiento que le habían causado los otros zapatos, había desaparecido. Lo mismo asa con las creencias: algunas que fueron útiles en el pasado, resultan inútiles en el presente, y de mantenerlas, podrían causarnos dolor y sufrimiento. Por eso es importante valorar lo que creemos y determinar si estas creencias son las que debemos tener para resolver adecuadamente los retos que la vida nos pone en diferentes momentos. En función de estas creencias, nos relacionamos con nuestros hijos y nuestra pareja, con nuestros padres y con nuestros amigos, con nuestros jefes y subalternos. Generalmente tenemos problemas cuando nuestras creencias difieren en algún punto de las de ellos. Muchas veces me he preguntado: ¿por qué defendemos con tanta pasión y, tal vez, con tanto miedo, las creencias que profesamos? ¿acaso no nos damos cuenta de que son solo creencias personales y que distan mucho de ser la verdad absoluta y la única realidad posible? ¿por qué tenemos tanto

miedo de aceptar que lo que creen los demás podría estar basado en argumentos tan sólidos como los nuestros? ¿por qué nos cuesta tanto trabajo reconocer que su percepción puede ser tan parte de la realidad como lo es la nuestra? Es por estas razones que he llegado a la conclusión de que solamente existen dos tipos de creencias: las útiles y las inútiles. Una creencia útil es la que te ayuda a ti y a los que te rodean, a ser más felices además de que te puede permitir alcanzar aquello que es importante en tu vida. Una creencia inútil es la que te hace sufrir, la que te lastima y no te permite alcanzar tus objetivos en tu vida. Por lo tanto, lo verdaderamente importante no es preguntarte si tu creencia es buena o mala, pregúntate si lo que crees es bueno para ti en estos momentos. ¿Es una creencia útil?, si no lo es ¡cámbiala! ¡déjala! ¡guárdala! Y solo dale importancia a aquellas que te lleven a un estado de equilibrio, de paz y de éxito personal, familiar y laboral.  “La historia de mi nacimiento” es una creencia útil para mí, me ha cambiado la vida y ha eliminado el odio, el rencor y el resentimiento. Me ha enseñado a comprender por qué suceden las cosas, por qué he vivido lo que me ha tocado vivir, por qué tuve los padres que tengo y, tal vez lo más importante, me ha dado una percepción diferente de cómo vivir sin conflictos conmigo mismo y con los demás.  “La historia de mi nacimiento” se puede convertir en una creencia útil, capaz de cambiar favorablemente la vida de cualquier persona que decida convertirla en su propia creencia y realidad. Para mí, esta historia es verdadera, espero que tú la aceptes de igual manera y que “La historia de mi nacimiento” se convierta en... la historia de tu nacimiento. Jaime Delgado Orea

INTR ODUCCION: ¿Por qué nacemos? ¿por qué nos tocaron los padres que tenemos? ¿qué ha pasado en nuestra vida? ¿por qué siendo hermanos, a unos les toca vivir una situación y a otros una totalmente distinta? Alguna vez nos hemos preguntado ¿por qué hay niños que nacen en cuna de seda y otros que nacen en un arrabal entre periódicos? ¿por qué hay niños que nacen bajo el estigma de la miseria, de la enfermedad, de la pobreza, de la humillación y hay otros que nacen bajo los dones del beneficio, de la riqueza, del cuidado y del amor? ¿por qué hay mujeres y hombres que tienen una excelente pareja e hijos y yo no? ¿por qué no tengo la suerte en el trabajo y otros si? Así surge en nosotros el principal de los cuestionamientos: ¿Dónde está la justicia de Dios? ¿por qué a unos des da y a otros les quita? ¿dónde está el amor divino? ¿qué pecado cometí para haber nacido en estas circunstancias? Los budistas lo explican de una manera muy simple, creen en la reencarnación, es decir, toman como base lo que tú viviste en la vida anterior, para determinar cómo nacerás en esta nueva vida. Explicación válida para los que creen en ella, pero para aquellos- sobretodo para los católicos- que no fueron formados en la idea de la reencarnación, ¿cuál es la explicación de la justicia divina? Muchas veces se ha dicho que en esta vida tenemos que cargar con nuestra cruz para encontrar la gloria eterna en el Reino de Dios. Sin embargo, Cristo nunca dijo que veníamos a sufrir; El dijo que venía a sufrir por todos nosotros para que fuéramos felices y la realidad es que no lo somos; también dijo que amáramos a nuestro prójimo como a nosotros mismos y no lo hacemos. Si Dios es todo amor, ¿por qué nos castiga? La explicación la tenemos dentro de nosotros mismos, “La historia de mi nacimiento”, es una historia que pretende explicar los cuestionamientos de vida que no han encontrado respuesta en ningún otro lugar.

 “La historia de mi nacimiento” es un relato que abarca percepciones y filosofías de vida que te permitirá adentrarte en ti mismo y encontrar de una manera simple y práctica, soluciones a los diversos problemas que te rodean. Algunos de nosotros hemos vivido en el engaño al pensar que los problemas que se nos presentan tienen solución en nuestro exterior. En el mundo que nos rodea, siempre existirán circunstancias negativas, eso es parte de la vida misma; por lo tanto, más que crear un mundo irreal donde no exista el dolor, debemos aprender a fortalecernos para que las circunstancias que producen sufrimiento no nos afecten. Si caminando descalzo, te ves en la necesidad de cruzar un camino lleno de espinas y éste fuese el único camino para llegar a tu destino, no vas a cubrir todo el camino de pieles para poder pasar. Lo Que debes hacer es amarrarte en los pies dos pedazos de piel para no lastimarte. De igual manera es la vida. No puedes vivir esperando un mundo perfecto para no sufrir, debes aprender a fortalecerte para que pase lo que pase, la vida te lastime lo menos posible… o sea, amarrarte los pedazos de piel en tus pies.  “La historia de mi nacimiento” es una creencia útil, es una filosofía que te fortalecerá para que las circunstancias adversas te afecten lo menos posible y, tal vez lo más importante, es una percepción de vida diferente que te da la posibilidad de vivir en paz y feliz.

“LA  H HISTOR IA  D DE  M MI N NACIMIENTO”  “Aquel niño indio de 6 años se acerca a su padre y le dice: -Tata, quiero hablar con mi hermanita. -Claro hijito, vamos- le responde el padre con extrañeza. -No Tata, quiero hablar con ella a solas. El padre asombrado lo lleva hasta el tipi, la cabaña india, en donde se encuentran su esposa y una niña de apenas unas cuantas semanas de nacida. Los padres salen del tipi, el pequeño se acerca a la niña, se le queda viendo durante unos minutos y le dice: -Hermanita, hermanita… platícame de Dios que ya casi se me está olvidando. Tener seis años era un gran acontecimiento, era una fecha muy especial que se conmemoraba con toda la familia reunida. Se consideraba el momento en el que el niño tenía la capacidad para empezar a aprender formalmente, era el día en que le contarían la historia de su nacimiento. Era una fecha como ninguna otra, había que prepararse desde temprano. Su mamá lo levantó para bañarse antes de la ceremonia, el traje ara la ocasión estaba listo. Los invitados, todos ellos miembros de la familia, empezaron a llegar llevando consigo algún regalo: un detalle, unos dulces o un pensamiento. El niño con gran excitación recibía todos los presentes, mientras esperaba que llegara el Tata, al que consideraban el hombre más sabio de la familia, no solo por ser el mas viejo, sino porque a través de los años había demostrado ser congruente con sus pensamientos, con sus acciones y con su relación con las personas y la naturaleza. A el Tata le correspondía iniciar la narración de la historia de su nacimiento, en ella le contaría de donde venía, por qué había nacido en ese lugar, por qué ese hombre y esa mujer eran sus papás. El niño, sin comprenderlo realmente, sabía que de esa historia dependería el resto de su vida. El viejito de aspecto cansado pero emocionado, sabía que en ese momento abriría la mente del pequeño, enfrentándolo

a un mundo lleno de historias y expectativas. Se sentó frente a él, en medio de la enorme fogata que había sido prendida horas antes. Lo observó por varios minutos; sus ojos estaban más abiertos que de costumbre, y tenía sus manitas inquietas y sudorosas. Fue entonces cuando Tata empezó a contar la historia mientras los demás familiares, sentados alrededor de la fogata, escuchaban con inquietud. -Hijo mío, antes de nacer te encontrabas cerca de Dios, allá en el infinito bosque de estrellas; en el origen de todo lo creado; en el lugar donde el todo y la nada se unen en una luz que deslumbra y en un canto que embelesa; en donde se cambia el “yo siento” por el placer de la libertad. La única parte esencial de tu ser y de tu individualidad quería estar más cerca del origen creador, de su perfección y de su conciencia. Fue entonces cuando decidiste acercarte a Él y preguntarle: -¿Señor, qué necesito hacer para estar más cerca de ti? Quiero ser parte de tu luz que da vida, quiero ser parte de tu creación que llena el universo entero de color, ternura y de amor. -Hijo mío- te contestó- lo único que necesitas para estar más cerca de mi esencia, es ser más puro, y para serlo, debes pasar por algunas pruebas que tú mismo escogerás. -¿Qué tanto Padre? ¿Qué tan puro debo ser? -tienes que evolucionar disminuyendo la densidad de tu energía; mientras más sutil sea ésta, más te acercarás a mí en forma permanente. Pero dime hijo mío ¿qué tan cerca quieres estar de mi? -Quiero estar lo más cerca posible, para poder como tú, llenar el universo de amor y bellezaEntonces le preguntaste: -¿Cómo se cambia la densidad de la energía? -Es muy simple hijo mío, debes nacer como un ser vivo, con un cuerpo físico, en algún planeta de los que existen en el universo y, aún a pesar de cualquier adversidad, de cualquier prueba o reto que hayas escogido, debes mantener el

auténtico deseo de estar cerca de mí durante cada momento de tu vida. Una vez dicho esto, lo seguiste en medio de la nada llegando a un lugar obscuro, donde se rasga el negro terciopelo y el aullido de la muerte y de la vida paralizan la conciencia. Apareció de la nada la densidad de los planetas, un dolor poseyó el cuerpo que aún no tenías, un escalofrío recorrió la conciencia de todo el universo, lloró el alma que no existía, el silencio profundo se convirtió en gemidos, risas, palabras. La locura golpeó tu entendimiento, la sangre brotó bañándolo todo, los colores y sonidos se convirtieron en una orgía delirante, se crearon sentimientos y sensaciones en cada partícula del cosmos. Y de repente… la paz, el canto dulce del silencio despierto, el aroma que representa la vida y el movimiento… ¡Y todo apareció!, ¡Fue fantástico! El universo entero se presentó a tus pies, miles de estrellas, constelaciones, planetas y millones de seres vivos. Entonces lo volviste a escuchar: -Este es el universo, morada de todos aquellos que desean encontrar la última verdad, hogar de los hijos del cielo, puente a la sabiduría eterna, jardín de especies… ¡Aquí está la creación! Huevo y embrión de partículas semejantes a mí en medio de la nada. Nada de esto existe realmente, salvo en la conciencia de todo lo creado y es aquí, a través de todos estos seres, donde me purifico y engrandezco. Por un momento tambaleaste, te sentías conmocionado, el choque había sido demasiado fuerte e imprevisto; era todo tan maravilloso que no podías pensar, ¡estabas embriagado con tanta belleza y tanto placer! El creador te miró con dulzura infinita y te dijo: -Escoge entre todos los planetas, aquel en el que quieras vivir.

Entonces, hijito mío, te acercaste y observaste, como si fuera un estanque en el que a través del agua, se ven los peces, las plantas y las piedras. Viste un universo lleno de soles y planetas. Revisaste todos hasta que señalaste uno… -¡Ahí! En ese planeta quiero nacer… el azul- dijiste emocionado. -El planeta tierra… excelente elección. Ahora… escoge a tus padres. Quedaste asombrado y le preguntaste por qué tenías que escogerlos tú. -Porque eres tú el que ha decidido nacer como ser humano- te respondió. Empezaste a buscar en la Tierra entre todos los seres humanos. Encontraste a un hombre con muchos defectos y algunas cualidades y a una mujer con muchas cualidades y algunos defectos; entonces dijiste: -Ese hombre quiero que sea mi padre, quiero que sea él el que me enseñe a realizar el esfuerzo necesario para llegar a tu esencia. Esa mujer quiero que sea mi madre, ella me dará el amor que necesito para estar más cerca de ti. -Muy bien, ahora escribe la historia de tu propia vida. El pequeño de seis años, con los ojitos bien abiertos, volteó hacia donde estaba su papá y le preguntó: -Pa, ¿y yo escribí la historia de mi vida? -Así es hijito, tú mismo la escribiste. El anciano continuó con su relato, -fue entonces que Dios te dijo: -Escucha bien pequeño mío, escribe ahora la historia de tu vida y ten cuidado de incluir solamente aquellas pruebas y retos que te sientas capaz de superar. -¿Qué tan difíciles deben ser las pruebas?- preguntaste. -Eso lo decides tú, como te dije anteriormente todo depende de qué tan cerca quieras estar de mí y de la capacidad y fortaleza que sientas para poder superarlas.

Fue así, pequeño niño mío, que en la inmensidad del universo, empezaste la ardua tarea de escribir la historia de tu vida al igual que, en su momento, lo hicimos cada uno de nosotros. El tiempo en el infinito es muy distinto al nuestro, por lo tanto, en sólo un instante terminaste de escribir toda tu vida. Al presentársela al Señor, Él te contestó: -Eres muy ambicioso, te has puesto muchos y difíciles retos, pero al igual que tú, estoy seguro que podrás superarlos… ¡ACEPTO LA HISTORIA DE TU VIDA! Pero antes de que nazcas como ser humano, te daré las herramientas con las cuales, podrás alimentar tu fortaleza y tu auténtico deseo de evolucionar. -Herramientas? - preguntaste. - Así es, son los cinco dones que acercan al hombre imperfecto al origen creador. Son el camino para llegar y la inspiración para recorrerlo, de ellos dependerá que seas felíz en el planeta que escogiste, ya que te darán la visión y la conciencia de lo que es real. En tus peores momentos encontrarás en estas herramientas, las respuestas y soluciones que buscabas, porque ellas serán tus mejores consejeras; pero si no las escuchas, si no las sigues hijo mío, si no permites que iluminen tu vida e impulsen permanentemente tu esfuerzo, entonces por desgracia, tu camino por la tierra será lento y te creará sufrimiento y dolor. Y tú, pequeñito mío, así como ahora escuchas con tanta atención, así lo hiciste en ese momento y le preguntaste al Padre: “Señor, cuáles son estas herramientas?”…. El viejito se acomodó en su silla, tomó de su taza de café, y continuó: -Pequeño mío, ahora que cumples seis años, te tengo que de ir que las herramientas que te dio el Creador, no son para que las escuches hoy y las olvides mañana; son para que vivías permanentemente con ellas. No necesitas un libro para recordarlas ni para estar en contacto con Dios, porque El te

las escribió en el corazón, ahí está la enseñanza, ahí la puedes encontrar. El pequeño, con la ansiedad de un niño de seis años que ya quiere que se acabe le cuento, empezó a moverse desesperadamente, quería que su abuelo dejara de decir tantas cosas y que ele dijera cuáles eran esas herramientas que le permitirían ser felíz toda su vida. Todos los que estaban alrededor de la fogata observaban al niño, tratando de adivinar lo que pasaba dentro de él. El viejo entendía la emoción del pequeño ya que recordaba, como si hubiera sido ayer, lo que él mismo había sentido en esos momentos. Una vez más, se levantó el Tata, ese viejito que momentos antes parecía que tenía setenta años y que medía solamente un metro cincuenta, se enderezó, sus ojos brillaron como si la luz de la luna les diera una fuerza muy especial; se hizo como un gigante ante sus pequeños ojos y con una sonrisa que nunca más olvidaría, le siguió diciendo:  Las herramientas que te dio el Padre son:  La paciencia  El estar conscientes de que somos parte de un todo  La comprensión  El respeto  La alegría El Tata, que brillaba increíblemente, volvió a repetirlas. Todos los que estaban sentados alrededor de la fogata, se enderezaron y junto con él, las dijeron en voz alta: -Las herramientas que nos dio Dios para ser felices en esta vida son: La paciencia, el estar conscientes de que somos parte de un todo, el respeto, la comprensión y la alegría. El pequeño se quedó en silencio, el Tata continuó: -Allá en el cielo, donde está la más lejana de las estrellas, allá en la lejanía donde tal vez esté el Creador, donde tú estabas antes de nacer, el Señor te dijo:

-Antes de que nazcas hijo mío, tengo que decirte una cosa más. Vas a tener que enfrentarte a fuertes enemigos, éstos no serán los hombres o los pesares que ellos provoquen; tus peores enemigos serán entidades que se materializarán contigo cuando tomes el cuerpo de un ser humano. Estarán dentro de ti y tú serás el único que las alimente o las desintegre, dependiendo de la calidad de emociones que tengas. Vivirán en ti, se fortalecerán o se debilitarán con tus pensamientos, emociones y acciones. Tratarán de engañarte haciéndote creer que son parte de tu ser, que tú eres ellos y que no puedes cambiar; tratarán de convencerte que sin su compañía no puedes vivir. No les creas, recuerda que estas entidades tratarán de sabotear los retos o pruebas que has escogido; si te dejas engañar tu camino será difícil y doloroso. Dicho esto, llegó una nube y cubrió la luna, todo se obscureció; el pequeño veía al Tata, lo veía con miedo, en su mente de niño se preguntaba: “¿cuáles serán esas entidades con las que tendré que luchar toda mi vida? ¿En qué parte de mi cuerpo se encuentran?” El Tata, que guardaba silencio y lo observaba dándole tiempo para reflexionar, continuó: -¿Quieres saber quiénes son? -¡Sí! Quiero saber quiénes son y dónde están- respondió el pequeño ansioso. En su vocecita de niño se sentía el miedo de conocer a sus enemigos. -El creador te dijo: -Estos serán tus enemigos, solamente de ti dependerá que los enfrentes y los venzas para que seas felíz, se llaman: El miedo La soberbia La apatía La agresión La tristeza La avaricia 











El niño temblaba, no sabía si por el frío de la noche o por lo que acababa de escuchar. Fue entonces cuando el anciano le dijo: -Pequeño mío, los que estamos aquí reunidos, tu familia, te vamos a platicar en qué consiste cada uno de ellos, los dones y las entidades y cómo se te pueden presentar en el transcurso de tu vida… EL  M MIEDO Se levantó una mujer anciana, con la cara marchita, castigada por la vida, con grandes ojeras y parpados cubriéndole casi en su totalidad los ojos. Su rostro transmitía tristeza y miedo. Se acercó al pequeño y le dijo: -Permíteme hablarte sobre el miedo. El pequeño cerró los ojos, el silencio se hizo total, no se escuchaba siquiera el viento, sólo se sentía el calor de la fogata que estaba en el centro del círculo. Todos voltearon hacia la anciana asombrados, quien empezó a hablar como si estuviera leyendo un poema: -El miedo descompone la percepción del mundo, nubla la visión de las cosas y vuelve sordo al entendimiento. Su propósito es transformar todo de tal manera que siempre tengas una idea equivocada de la realidad. Tratará de convertir tu mundo en algo tenebroso, en algo que te lastime. Con voz suave, apenas audible, continuó: -El miedo encierra a la cordura y a la inteligencia, desboca la desesperación y la locura, es frágil compañero y pésimo consejero; partirá siempre de una premisa equivocada, de algo irreal. Deformará los acontecimientos y te convertirá en el protagonista principal; creará una historia completamente a tu realidad. Excitará tus debilidades mostrándote vulnerable ante todos los acontecimientos y te sentirás atrapado en una prisión de pensamientos confusos.

El miedo te mostrará un mundo que no existe, tratará de irte conquistando y cuando tengas que tomar una decisión, se convertirá en tu consejero y dudarás en seguir adelante. Todo el mundo te atacará, te asecharán las injusticias, se debilitará tu cuerpo y perderás la esperanza en el futuro. -En ese momento pequeño mío, que siendo presa del miedo, te llegará la muerte en vida. Una pesada cadena atrapará tus piernas y no podrás moverte; lucharás desesperado contra monstruos Inexistentes, tus fuerzas se agotarán porque dirigirás tu lucha al lugar equivocado. Llorarás en la amargura de tu insignificancia., de tu torpeza, de tu ignorancia. En lo más profundo de tu ser te culparás de todo. Entonces el miedo habrá logrado su propósito, te habrá conquistado, tu autoestima se hundirá en el fango… ¡ese será su gran trofeo! ¡su engaño habrá funcionado! Tomará posesión de su nuevo reino, vivirás entonces en la amargura, en el dolor profundo, serás siempre victima de las circunstancias. Justificarás tu falta de decisiones en las reglas de la sociedad, en lo que se debe y no se debe hacer, en el “no puedo”, “no debo”, “tengo que hacerlo” y el “para qué si no vale la pena”. El miedo te convertirá en un experto en pretextos. Quiero que sepas pequeñito mío, que tú no eres el miedo, él no está en tu esencia. El miedo es una entidad, una prueba a vencer. Tu combate interno consiste en no escucharlo, en no seguirlo, en no sentirlo. La vieja dejó de hablar y se sentó, algunos suspiros se escucharon en el círculo y el pequeño se quedó pensativo.  “¿Miedo?... ¿sí!, tengo miedo de que me pegue un niño más grande, miedo a la obscuridad, miedo a que se muera mi papá o mi mamá, miedo a que me castiguen si no hago las cosas bien. Entonces… ¿todos esos miedos no existen?, ¿Sólo son imaginaciones mías?” -Mientras tú no identifiques a este miedo como algo ajeno a ti, entonces siempre vas a creer que tú eres el miedoso. Si

utilizas las herramientas que Dios te dio, entenderás que no existe nadie que te pueda hacer daño, salvo el miedo que permitas que crezca dentro de ti. Esto fue lo último que dijo la viejita y el Tata volvió a hablar: -Pequeño mío, la primera herramienta que depositó el Creador en tu corazón, fue la paciencia… LA  P PACIENCIA En ese momento se levantó un hombre de avanzada edad con una gran barba y cabello blanco, se quedó observando al pequeño fijamente sin pronunciar ni una palabra. El niño junto con los demás, hipnotizados por las llamas que se desprendían de la fogata, solamente esperaban. Entonces, con una enorme calma como si no existiera tiempo que lo detuviera, el anciano de gran barba y cabello blanco dijo: -La paciencia es uno de los más grandes dones que tiene el ser humano; fortalece tu espíritu, reconforta tu alma y permite que la esencia de tu ser fluya con el universo, ya que no chocas ni luchas contra él; te haces parte de su esencia, comprendiendo muy sutilmente los secretos de su sabiduría. Cuando eres paciente, tu mente descansa y eres capaz de percibir otra realidad del mundo, ya no te dejas atrapar tan fácilmente por el miedo porque aprendes a aislarte de tus problemas al percibirlos fuera de tu persona. Ser paciente no significa ser apático, inactivo o desidioso; significa desarrollar el sentido del cuándo esperar y del cuándo avanzar. Ser paciente es ser humilde ante los designios de Dios, comprendiendo que todo lo que pasa en la vida tiene su propio tiempo. Ser paciente pequeño mío, no es soportar el tiempo… ¡Es aprender del tiempo! Y esto solamente sucederá cuando exista paz y calma en tu espíritu. La desesperación y el enojo no apresurarán las cosas, en cambio, te robarán la armonía que hay dentro de ti y en tu relación con los demás.

La paciencia fluye en medio del silencio de tu mente. Si no la dejas descansar, si no la controlas, si te abandonas a tus impulsos, permitirás que entre cualquier tipo de pensamiento o emoción, provocándote ansiedad, miedo, desesperación y soberbia. La paciencia no es un camino que te lleve siempre a donde tu voluntad quiere, pero sí te permitirá comprender la vida en su auténtica dimensión. Encontrarás en ella el origen de tu verdad, pues al ser paciente podrás conocerte tal cual eres. La paciencia, niño mío, es la puerta a la sabiduría…

ESTAR  C CONSCIENTES  D DE  Q QUE S SOMOS P PARTE  D DE  U UN  T TODO Se levanta una joven muy bella y después de ayudar al anciano a sentarse, voltea hacia el pequeño y le mira con una de esas sonrisas que iluminan el espíritu de cualquier ser humano, su mirada brillaba como los últimos rayos del sol cuando se reflejan sobre el mar a la hora del ocaso. Con una voz dulce y amable dijo: -La segunda herramienta que Dios nos dio, es la que consiste en saber que debemos estar conscientes de que somos parte de un todo, que sólo somos una parte del universo y que todo cuanto existe está relacionado entre sí de una u otra forma. Pequeño mío, nunca olvides que cada acción tuya afectará al resto del universo y lo que suceda en él, te afectará a ti. Sin embargo, para estar consciente de esto, no sólo es necesario saberlo… tienes que aprender a vivirlo y para que lo puedas vivir, tienes que ser humilde. Si alguna vez en tu soberbia, te consideras superior a todo cuanto existe, creyendo que eres el centro del universo y que todo gira alrededor de ti para servirte, entonces pequeño mío, cas a sufrir. Ser humilde es aceptar que todo cuanto sucede es parte de un plan creado más allá de nuestra consciencia, es algo que

no entendemos porque solamente somos una diminuta parte de ese plan. Es como si una célula de nuestro organismo tratara de entender lo que es el corazón, la mente o el cuerpo. No te detengas para tratar de entender los movimientos y designios del Arquitecto del Universo, simplemente sé humilde con respecto a todo lo que existe. La joven mujer, bella como el más hermosos paisaje de la naturaleza, miró hacia el cielo extasiada con la bóveda celeste y, como si las estrellas le hablara, continuó: -Ser parte de todo implica la responsabilidad de saber que todo lo que pienses, sientas o hagas, afectará a los demás. La inconsciencia de los seres humanos que viven pensando en que no son parte de un todo, los ha llevado a ser tremendamente egoístas, destruyen las cosas porque creen que no son de ellos, aniquilan a los animales, a las plantas y, peor aún, se aniquilan entre ellos mismos. Lo único importante para estos seres egoístas es lograr lo que quieren al costo que sea. Existe una historia, un guión perfectamente escrito, en el cual cada uno de nosotros debemos tomar el papel que nos corresponde y desempeñarlo de la mejor manera posible. Algunos filósofos, pensadores o seres iluminados lo han explicado como la misión que cada uno tenemos en nuestra vida. El no estar conscientes de nuestra misión nos hace confundirnos. Alegando a la individualidad y el libre albedrío, buscamos salirnos de este guión y hacer nuestra propia película, sin alcanzar a comprender que la libertad es la capacidad de vivir plenamente nuestra misión. Es en ese momento, pequeño niño, cuando rebotamos contra el ritmo de la vida, del universo y entonces, empezamos a sufrir. Debemos comprender que en nuestra naturaleza básica está la capacidad de aprender a vivir como parte del todo. Tú lo vives diariamente… observa, sal a la calle y piensa, ¿por qué vivo en este lugar? ¿por qué tengo estos padres? ¿por qué

conocí hoy a esta persona, a este amigo o a este familiar?, por que?, ¿es el fruto de la casualidad o de la causalidad? Es importante entender que no existen situaciones aisladas, todo está interrelacionado, una acción conecta a otra. Todo en el universo son causas y efectos que se entretejen entre sí. Tú mismo eres el fruto de esta relación en conjunto. Por ejemplo, para estar aquí en este momento debieron haber pasado muchas cosas antes y, a su vez, este momento producirá movimientos a futuro. El niño escuchaba con expresión de asombro, volteaba hacia todos lados, veía el cielo, las estrellas, las nubes, a las personas ahí reunidas y pensaba: “todo esto es parte de lo mismo, yo soy parte de todo esto”, en su mente pequeñita no lograba entenderlo. La joven, al darse cuenta de estos pensamientos, le dijo: -No trates de entenderlo, solamente intenta vivirlo. Todo lo que sucede tiene un porqué y hay una reacción ideal, un tiempo y una velocidad para realizarlo. Aquí lo importante, pequeño mío, es que tus movimientos sean realizados con suavidad; los movimientos impulsivos por lo general producen sufrimiento y la manera de no reaccionar intempestivamente es aprendiendo a salirte de ti mismo. -¿Salirme de mí mismo?! – pregunta asombrado- ¿Qué es eso?, ¿cómo me salgo si estoy dentro de mí? A lo que ella contestó: -Salirte de ti mismo es no involucrarte emocionalmente con las cosas… salte y desde afuera observa. Tienes que aprender a tener una visión global de todo cuanto acontece y no solamente una percepción parcial; esto hace la diferencia entre ver algo desde afuera y verlo desde adentro. Toma consciencia de que eres parte de un todo, escucha la voz del universo y cuando no sepas qué hacer, alerta tus sentidos y calla… Dios siempre estará contigo. LA S SOBER BIA

Se levantó entonces un hombre fuerte, grande, con poco cabello y con bigote; tenía voz de trueno, asustaba e inhibía. Dirigiéndose al niño expresó: -Hijo mío, te quiero hablar de la soberbia. La soberbia es una de las peores entidades que puede entrar en tu mente, porque te creará una imagen diferente de ti mismo. Te hará sentir que eres omnipotente, tratará de convencerte de que tú eres más de lo que realmente eres, su objetivo será engañarte. Te llenará de responsabilidades que cumplir, primero contigo y después con los demás; no te dará tregua, te obligará a defender tu imagen y tu forma de pensar. La reconocerás en la rigidez de tu cuerpo y en la firmeza de tus ideas con cosas totalmente intrascendentes. Las personas soberbias generalmente son necias. La soberbia será siempre hija del deseo de demostrarle algo a alguien, producto de un encadenamiento malsano con el mundo. Buscará convertirte en un héroe, te hará creer que tú salvarás al mundo, a tu familia, a tu empresa. Que nadie mejor que tu puede hacer correctamente lo que se tiene que hacer, ya que provocará que pierdas en sentido de la proporción con respecto a ti mismo y a tus auténticas capacidades. Hoy día puedes ver esas manifestaciones de soberbia en las personas adultas. Se encuentra en los hombres que no saben delegar responsabilidades, pensando que solamente ellos son capaces de resolver determinados problemas. El estrés y las presiones los abruman, la irritabilidad es parte de su vida, tienen permanentemente en “jaque” al corazón, pierden poco a poco la sencillez y la naturalidad y, sobretodo muchas veces no hacen bien lo que tienen que hacer porque el tiempo no les alcanza. Encontrarás a la soberbia en las madres que piensan que sólo ellas pueden cuidar adecuadamente a sus hijitos, en aquellas que siempre se angustian y sufren por sus hijos aún cuando ellos ya son adultos, ¡no los dejan ser!, creen que la

felicidad de ellos es su responsabilidad, sin darse cuenta de que solo les pueden dar lo mejor de sí mismas. Esta entidad negativa te acechará durante toda tu vida. Si permites que se adueñe de ti, te hará perder el equilibrio en tus capacidades físicas, emocionales y mentales. Por lo tanto, al cabo de un tiempo, verás cómo tu salud, tu estabilidad emocional, tu paciencia y tu capacidad para resolver problemas, quedarán completamente bloqueadas. En esos momentos de resquebrajo, te convertirás en un incomprendido al darte cuenta de que, a pesar de haber hecho tu máximo esfuerzo por cumplir y tratar de resolver todos los problemas llevando al mundo en tus hombros sin que nadie te lo pidiera, de nada te habrá servido porque, en realidad, nunca serás indispensable. La soberbia te llenará de dudas sobre lo que se tiene que hacer, lo que se debe hacer y lo que realmente quieres hacer. No te dejará encontrar tu misión como ser humano. Cuídate mucho de ella o te destruirá, sobretodo en tu relación con las personas que están cerca de ti. Ante todo lo escuchado, el niño confundido preguntó: -Pero entonces qué debo hacer? -Tu única responsabilidad en la vida es siempre hacer tu mejor esfuerzo, entregarte en cuerpo y alma a toda acción que realices. Pero es muy importante que comprendas que el resultado final solo le corresponde al Creador y a las leyes perfectas del Universo. Acepta con humildad su grandeza y perfección, reconociendo tu soberbia y pequeñez. Esto no quiere decir abandonarte al destino ni esperar pasivamente a que Dios te resuelva tus problemas, ni mucho menos conformarte con lo que la vida te dé… ¡Lucha permanentemente! Esfuérzate, inténtalo todas las veces que consideres necesario, no claudiques, no te dejes vencer… La única diferencia es que tienes que aprender a perder el miedo al resultado, éste será el que tenga que ser. No te estreses ni te angusties, tu responsabilidad es que tu esfuerzo no sea menor al que te corresponde. Acepta el resultado sea cual sea y trata de convertirlo en la plataforma para un logro futuro. No lo olvides, el resultado es el fruto de la sabiduría de Dio, tu

responsabilidad es solamente hacer siempre tu mejor esfuerzo. Te podrás equivocar muchas veces y no saber lo que es mejor para ti, pero confía en que el Dios que ha hecho un universo perfecto, escogerá también lo mejor para ti. Debemos estar conscientes de nuestra ignorancia, de nuestra visión limitada que sólo nos permite ver parte de la verdad y de la realidad. Esa ignorancia nos impide la consciencia del futuro y, por lo tanto, de lo que es mejor para nosotros. Sin embargo, allá arriba, Dios sabe perfectamente lo que hace y, por lo tanto, permite que cada año existan el verano, el otoño, el invierno y la primavera. Gracias a Él todos los días hay un amanecer y un crepúsculo. Es por Él que siempre hay ciclos en la vida, épocas de siembra y cosecha. Dios permite que la luna se mueva alrededor de la tierra, que el sol y las estrellas brillen y que el planeta Tierra, nuestro planeta, lata al ritmo del corazón del universo. Si esto es así, pequeño mío, es porque hay alguien que lo hizo perfecto y el hecho de habernos dado libre albedrío, no significa que podamos mover el mundo a nuestra voluntad, quiere decir que debemos usar esa libertad para vivir plenamente la existencia. Por eso, siempre realiza tu mejor esfuerzo, pero deja que las cosas tengan su propio resultado y sobre todo, lo más importante: nunca pierdas la consciencia de que tú no puedes hacer más de lo que está en tus manos hacer. EL  R  R ESPETO Se levanta una mujer madura con una expresión dulce en el rostro, se le queda viendo al niño con una mirada maternal y le dice: -Hijo, yo te voy a hablar de la tercera herramienta que nos dio el Creador para poder vivir en armonía con las personas y con el planeta. Esta herramienta es el respeto. Hace una pequeña pausa, voltea a ver a todos los presentes y comienza a hablar: -En el respeto se encuentra la armonía, la libre convivencia, la fuerza manifestada a través de la unión. El

respeto involucra la aceptación de las diferencias de las personas como parte del crecimiento personal y de la convivencia social. Esto quiere decir, pequeñito mío, que en la medida en que aceptes y comprendas que cada uno de los seres humanos somos diferentes y que no podemos pensar como tú, sentir como tú ni actuar como tú; no solamente lograrás tener paz, sino que también podrás transmitirla a los demás. Por eso, el respeto es fundamental para tomar consciencia de que el mundo no se puede atener a nuestra voluntad. El respeto involucra las diferencias aceptadas como parte del crecimiento. Respetar a los demás es el primer paso para que los demás respeten tu forma de ser. Respetar es aprehender el mundo de forma diferente. Tendrás que aprender pequeño, a ser flexible para que puedas comprender el sentir y pensar de los demás. El respeto es el corazón de la libertad, no podemos ser libres si no nos respetamos a nosotros mismos y si no respetamos que los demás decidan su propia vida. Las palabras tienen como responsabilidad el educar a sus hijos, pero deben respetar su propia personalidad y su individualidad. Los hijos pueden diferir de la forma de pensar de sus padres, tienen todo el derecho y además es parte de la evolución del ser humano. Sólo el respeto mutuo y la comprensión, les permitirán aceptar sus diferencias y vivir en paz. El respeto es clave para una buena comunicación. Por último pequeño niño, el respeto a uno mismo consiste simplemente en permitirse ser sin emitir juicios en el camino por la vida, porque éstos te destruyen a ti y a los demás. No hay castigos, no hay culpas, no hay karma que pagar, solo existe el respeto a nuestra forma de ser y a la forma de ser de los que nos rodean. Cuando terminó de hablar la dulce mujer, el pequeño tenía lágrimas en los ojos. Había recordado aquél día en que se sintió culpable por haber molestado a un amigo, también el día en que se juzgó a si mismo por no haber hecho lo que le había pedido su mamá. Entonces se dio cuenta de que a pesar

de su corta edad, ya empezaba a juzgarse y a culparse. Lo que más le sorprendió fue comprender que todo juicio que hacía hacia él y todas las culpas que sentía, le producían dolor. LA  A APATÍA Se levantó entonces un hombre desgarbado, con ojos tristes; su caminar era pesado y su espalda corva. Se quedó mirando al pequeño por unos momentos, agachó la cabeza, suspiró profundamente y empezó a hablar: -La apatía es uno de los peores vicios del ser humano. Nunca caigas en ella, buscará todas las maneras posibles de mostrarte que los otros son los culpables de todos y que tú ya no puedes hacer nada más. Tratará de abrazarte impidiendo que te muevas, no te dejará seguir adelante, no tendrás ganas de hacer nada, ni siquiera de levantarte. Te vencerá sin haber luchado, te sentirás derrotado sin siquiera haberlo intentado. Te hundirá en el tiempo y en el morir permanente. Buscará que pierdas la consciencia y la alegría de vivir, ya que el tiempo se hace largo para el apático y en lugar de vivir, solamente sobrevive. La apatía es una droga que adormece, es un sueño del cual muchos ya no regresan, te sumerge en los vicios como el alcohol, la gula, la flojera y todo aquello que te distraiga de tu esencia. Es en ese momento, pequeño amigo, que desearás que pase algo en tu vida, algo drástico, una tragedia, una enfermedad, algo que haga sentirte vivo y te dé la fuerza para luchar. La apatía va de la mano de la cobardía, juntas no te permitirán atreverte a cambiar, a moverte, a lograr algo nuevo, algo diferente. Te podrás volver tremendamente agresivo y requerirás de emociones fuertes, te desquitarás con los que amas, con tus amigos, con tu esposa, con tus padres, con tus hermanos y lo que es peor, te desquitarás contigo mismo. El hombre de cabeza caída y ojos tristes, continuó:

-Veme y no sigas mis pasos, porque debes saber que el principal objetivo de la apatía será romper tu disciplina y debilitar tus hábitos. Atacará sin descanso día con día y hará frágil tu cuerpo. Inventará pretextos, te hará perder el tiempo, esconderá tus metas y objetivos en lo más profundo de tu mente y sobretodo, pequeño mío, ¡te robará la alegría del rostro! Ten mucho cuidado porque te llevará a crear mentiras, aprenderás a engañarte a ti mismo perdiéndote en tus propias falsedades y ésta será su arma preferida para romper tu disciplina y tus hábitos, éstos serán sus principales blancos. La apatía sabe que sin tu constancia y disciplina, no serás nadie y ella tomará tu lugar. Sólo la disciplina y los buenos hábitos te permitirán, a ti y a cualquier ser humano, dirigir auténticamente su vida y conquistar al mundo. El niño se quedó sumido en sus pensamientos, trataba de grabar en su corazón lo que acababa de escuchar. El hombre derrotado guardó silencio, sólo se oía el crujir de los leños que se consumían en la fogata, el frío de la noche empezaba a filtrarse en los huesos. Pero el pequeño no sentía nada… este era el día más importante de su corta vida. LA  C COMPR ENSIÓN Se levantó entonces una mujer sin edad con un impresionante parecido al niño, lo tomó de la mano, salió del círculo y caminaron hasta un acantilado cerca del mar, se detuvo y con la mirada fija en la inmensidad, le dijo: -Te quiero hablar mi pequeño, sobre la comprensión, la cuarta herramienta que nos dio el Creador. Debes comprender en lugar de perdonar, porque comprender es aceptar que todos los seres humanos, en cada momento de su vida, realizan su mejor esfuerzo en base a su capacidad. La experiencia de las personas, que es lo que rige su comportamiento, está compuesta de eventos agradables y

desagradables. Su forma de actuar o reaccionar ante las situaciones, dependerá del cúmulo de sus vivencias. Durante el transcurso de tu vida, tomarás decisiones en función de lo que has vivido y lo que necesitas; así actuamos los seres humanos. Por lo tanto, debes comprender que cuando el comportamiento de alguien te hace sufrir es porque su respuesta no se fincó en tus necesidades. Esto quiere decir niño mío, que los demás no hacen lo que tú quieres o necesitas, pues su actuar está en función de lo que son y de lo que pueden hacer. Si tú quieres cariño, no van a comportarse en función de tu necesidad de cariño; si necesitas seguridad, no podrán ofrecértela si no la tienen ellos mismos; si necesitas alegría, no podrán dártela si no lo desean. ¡Es imposible que la gente tome sus decisiones en función de tus necesidades! Recuérdalo siempre mi pequeño niño, las personas se comportan siempre con respecto a sus capacidades y no a tus necesidades. Ahí se encontraba el pequeño a la luz de la luna llena. Escuchaba los insectos, el ruido de las olas reventando en el acantilado y el sonido que se produce en la arena cuando absorbe el agua salada del mar. Estaba tomado de la mano de su madre… ¿quién mejor para hablarle de la comprensión? Mi niño, caminarás por la vida comportándote de acuerdo a lo que eres y esto, en algún momento, te causará conflicto al relacionarte con los demás por el simple hecho de ser diferentes a ti y no atenerse a tu voluntad. Es en ese preciso momento cuando debes comprender y no juzgar, porque de lo contrario, te sentirás decepcionado, traicionado o agredido por ellos. Yo, la persona que más te ama en el mundo, muchas veces he tenido que ponerte límites y no te he dado o no te he permitido hacer lo que tú deseas, aunque ha sido por tu bien, te has sentido decepcionado y has creído que no te quiero. Tal vez no lo entiendas, no trates de hacerlo, simplemente debes comprender que todos actuamos en función de nuestra capacidad. Debes comprender que los seres humanos buscamos la alegría de vivir en nuestros pensamientos, emociones y

acciones; además, trataremos siempre de evitar al máximo el sufrimiento, por lo tanto, actuar en función de los demás, va en contra de la ley natural de la vida. Y sucede que, aunque nos lo propusiéramos y tratáramos de satisfacer las necesidades de los que nos rodean, jamás lo lograríamos. Comprender es principalmente no juzgar el comportamiento de los demás, no quiere decir aceptar o estar de acuerdo, no quiere decir aplaudir o hacer lo que las demás personas hacen; solamente significa que estás consciente de que todos hacemos lo mejor que podemos. Por eso hoy, mi pequeñito, debes descubrir en tu corazón esta herramienta, la comprensión, porque el tenerla dentro de ti te dará la paz necesaria para disfrutar cualquier momento de tu vida. Recuerda siempre… la gente no nos quiere lastimar, simplemente quieren evitar su propio sufrimiento. Regresaron a la fogata en silencio, tomados de la mano y con la alegría reflejada en sus rostros. LA  A ALEGR ÍA Una anciana ágil y sonriente se levantó y le dijo al pequeño: -El don más preciado del universo, el más auténtico, el más espontáneo, el único que se da sin esperar nada a cambio, sólo por el placer que provoca, no es egoísta ni envidioso, no lastima sino que se contagia, ese don, pequeño niño, es la alegría. La alegría es el fruto de un instante conectado con lo divino, es la respuesta de la presencia de Dios en el mundo. No solo se ve reflejada en la sonrisa de los hombres sino que es una manifestación del canto de la naturaleza. La alegría tiene el poder de sanar al enfermo, consolar al que se siente vacío y despertar al que muere en vida; es tan deseada, que los seres humanos, con tal de poseerla, son capaces de pagar cualquier precio y confundirla con el placebo que dan los vicios y se olvidan de que la auténtica alegría está

simplemente en percibir la presencia del Creador en todas las cosas y en todos los lugares. La alegría no necesita explicación porque Dios no se explica a si mismo. No tienes que buscarla, tú ya la conoces… ¡No dejes que nunca se vaya de tu lado! Todos se miraron, sonrieron y vieron la alegría reflejada en cada uno de los rostros… LA A AGR ESIÓN Entonces se levantó una joven con una cicatriz en la cara, poco cabello y cuerpo fuerte y atlético; se le quedó viendo al pequeño fijamente ocasionándole escalofríos, ni siquiera la cercanía ni el calor de la fogata pudieron quitarle la sensación de su mirada; parecía que todo se obscurecía al mirar sus ojos penetrantes, sólo se escuchaba el tronar de la leña quemándose por el fuego. -Pequeño hermanito, te quiero hablar de la agresión. Quiero decirte que la agresión se esconde en lo que llamamos  “los derechos”, “las injusticias”, en el bien y el mal, en lo que se debe hacer y en lo que no se debe hacer. Es fruto de la moral prejuiciada. La agresión siempre se origina en un sentimiento, es decir cuando sientes que alguien sobrepasa tus derechos y crees que existe una injusticia. La agresión surge de una actitud de soberbia; al creer y pensar que tú tienes la razón, al determinar lo que es el bien y lo que es el mal, lo que se debe hacer y lo que no, lo correcto y lo incorrecto. La agresión es hija de la prepotencia al otorgarte el derecho de juzgar a los demás. Hará todo lo posible porque no los respetes y su objetivo será perderte en el mundo de la incomprensión, rompiendo los lazos universales entre tú y aquellos que estén cerca de ti. Esto quiere decir hermano mío, que en la medida en que tú te dejes dominar por la entidad de la agresión, perderás el

respeto por ti mismo y por los demás; se romperán poco a poco los lazos que los unían. La agresión te hará sentir soledad, te convertirá en víctima y creerás que todos te agreden. Surgirá en ti la agresión ante la frustración de no lograr que los demás se atengan a tu voluntad. Hermanito, ten cuidado de no alimentarla porque te carcomerá el espíritu y llenará de odio tu corazón. El pequeño se quedó temblando, recordaba las veces que la agresión se había apoderado de él… LA T TR ISTEZA Se levantó una mujer tan delgada que el viento de la noche la movía, vio al niño con ojos sin luz, sin fuerza, parecía como si se arrastraran por el piso para mirarlo y se volvieran a esconder dentro de su marchito corazón. Empezó a hablar y su voz apenas se percibía, solamente se oían murmullos. El pequeño se acercó a ella para poder escucharla… -La quinta entidad que destruye al ser humano es la tristeza. La tristeza es un noble engaño, una burda mentira, hija de la falsedad total; derecho, necesidad y resignación de los hombres. Se instala en ti haciéndote creer que es parte esencial de tu vida, se considera hermana y conciencia de la alegría. Levantó la voz y sacando fuerzas de alguna parte dentro de su ser, le dijo: -¡Mentiras, mentiras!, la tristeza es la gran mentirosa, nunca te fíes de ella. Te hará creer que es parte de tu familia y de tui vida misma y que sin su presencia es imposible vivir; siendo que es el más grande depredador que existe, el mayor parásito, el más cruel y despiadado agiotista, siempre te cobrará más de lo que te pide y más de lo que puedes ofrecer. La tristeza será siempre el vampiro de tu auténtica fuerza, de tu energía, de tu seguridad, de tu deseo de vivir.

Se dice que te reconforta o inspira… ¡mentira!, esos son solo trucos de infantes. Cuando permites que entre, se abre el camino para miles de males subsecuentes. Es un caballo de Troya, en el momento en que se abren las puertas, salen los invasores, los enemigos dispuestos a destruirte. Pequeño mío, ¡cuídate de ella! Ya que es paciente y sabe esperar. Su estrategia siempre cambia, está permanentemente al acecho y en la primera oportunidad ataca, puede ser con suavidad o de golpe; se te presenta en un recuerdo, en una palabra o en una mirada. La tristeza está llena de poder, si permites que te conquiste, reclamará conquistar a los que están cerca de ti. Es insaciable e implacable, es una enfermedad contagiosa que afecta a familias, poblados, países y planetas enteros. Si observas con atención te darás cuenta que detrás de la gran mayoría de los problemas de los seres humanos, existe la tristeza. ¡Levanta los ojos y mírame! La tristeza me ha dejado así, me ha succionando hasta el último suspiro de vida. El pequeño de seis años tenía tanta información en su mente que no sabía si había comprendido todo, no quería perder ni un detalle de lo que acababa de escuchar, ¡no quería olvidarlo! LA A AVAR ICIA Por último, se volvió a levantar el Tata, miró hacia las estrellas y con voz pausada le dijo: -Te voy a hablar hijo mío, de la avaricia. Sublime recuerdo del mundo, sueño anhelado, esperanza perdida… he aquí el problema más antiguo y más moderno de los hombres, el deseo de tenerlo todo para si y no perderlo. ¿De qué crees que eres dueño, pequeño mío? ¿acaso eres dueño de tu vida? ¿crees que eres dueño de tu familia? Y en el futuro… ¿serás dueño de tu pareja, de tus hijos, de tu trabajo?

¿realmente crees que serás dueño de la tierra que te da de comer y del agua que bebes? El niño escuchaba con atención y el abuelo parecía que ya no solo le hablaba a él, sino que se dirigía a la familia que estaba alrededor de la fogata, como queriéndoles recordar lo que tal vez ya habían olvidado. -Si permites que te atrape la avaricia, -continuó- crearás un espejismo que con el paso de los años te hará caer. Cuando seas adulto, te llenarás de papeles firmados, redactados por la avaricia, los cuales te mostrarán todas tus  “propiedades”, creerás que eres cosas de una infinidad de cosas…. Llegarás incluso a creer que eres dueño de los hombres, de sus pensamientos, de sus sentimientos y hasta de su vida. En cada momento de tu vida nunca olvides de preguntarte:¿Cómo puedo vender algo que no me pertenece?, ¿cómo puedo comprarlo si no tiene dueño? Y mientras hablaba se le quedaba viendo a una pareja que se tomaba de la mano, a un padre que abrazaba a su hijo, a unos jóvenes dueños de si mismos… -¿Realmente somos dueños de nuestra vida?, ¿realmente somos dueños de los demás? Vivimos atrapados por títulos de propiedad que no existen, nos convertimos en esclavos de vicios sociales que en secreto despreciamos. No nos soltamos, no nos dejamos ir. Somos avaros porque todo lo queremos poseer, hasta las responsabilidades que no nos pertenecen, las culpas que no nos corresponden, la voluntad de quienes nos rodean, sus pensamientos, su forma de actuar y de sentir… querrás poseerlo todo y no soltar nada, aunque esto te convierta en esclavo de lo que crees ser dueño y te impida realizarte a ti mismo. La avaricia no te permitirá ser generoso, ni compartir a los seres que amas, querrás poseer hasta el dolor de los enfermos y la alegría de los que gozan. Sólo compréndelos y apóyalos,

finalmente Dios es el único que sabe por qué lo tienen que vivir. El viejo Tata sacó toda la energía de adentro de su ser, alzó los brazos al cielo y gritó: -¡Debes aprender a ser libre, a caminar ligero, a volar sin miedo, a vivir sin cargas y sin propiedades que no te pertenecen! ¡La avaricia está en tu sangre, en el aire que respiras, en tus pensamientos, acciones y emociones, no permitas que fluya en todo tu ser! Bajó los brazos, observó al pequeño y con la sabiduría que solo te da el vivir con conciencia, continuó: -Desgraciadamente la avaricia, pequeñito mío, la llevas dentro de ti desde el momento en que naciste, pero en la medida que vayas tomando conciencia de ella, empezarás el camino de regreso, empezarás a soltar, pero no solo lo tangible, sino lo que no se ve, lo que no puedes tocar… tus emociones. Pero no te confundas, el no ser avaro no quiere decir ser pobre, significa poseer con libertad, con la capacidad de compartir, ya que todo lo que tenemos en la vida –desde la salud hasta una cuantiosa propiedad- lo tenemos prestado y el día en que la vida nos lo reclame, tendremos que entregarlo con el mismo gusto con el que lo recibimos. Así sucede también con nuestros sentimientos y creencias… nos son prestados solo por un momento… Recuerda el poema del Rey Nezahualcoyotl::  “Así es como vivimos, breve instante a tu lado,  junto a ti autor de la vida vine a que me conozcan, nadie habrá de quedarse, aquí sobre la tierra, las plumas de quetzal se hacen trizas, las pinturas se destruyen, las flores se marchitan,

todo es llevado allá a la casa del sol”. Guardó silencio, la muerte se hizo presente y todos los ahí reunidos contuvieron la respiración… El viejo continuó con su relato: -Por último Dios te dijo: -Cuando nazcas, hijo mío, te olvidarás de todo lo que te acabo de decir. -Pero entonces Padre mío ¿de qué me habrá servido haber escrito la historia de mi nacimiento?, ¿de qué me habrá servido haber escrito toda mi vida si no recordare que yo mismo forjé mi destino, que yo mismo escogí a mis padres, que mi objetivo de vivir en la tierra era estar más cerca de ti?... ¿de qué me servirá haber nacido?, ¿cómo voy a usar mis dones y enfrentar las entidades si ni siquiera recordaré que existen?? ¿por qué tengo que olvidar todo Padre mío? -No te preocupes hijo, llegará el momento en que abrirás tu corazón y encontrarás toda esa sabiduría programada en lo más profundo de ti, en un punto llamado el origen”. No solo encontrarás la historia que escribiste, sino también la que yo escribiré para ti, así como la relación que tendrás con la humanidad y con todo el universo. Encontrarás también algunas sorpresas y ¿por qué no?, con un poco de ayuda mía, seguramente alcanzarás tus objetivos en la Tierra. Tal vez algún día te sorprendas al recordar todo esto o al escucharlo de alguien que ni conoces o, tal vez, lo leerás en un libro. En ese preciso momento, hijo mío, Yo estaré desde mi morada observándote y los dos sabremos que estaremos  juntos en el viaje al infinito. Lo último que el Padre te dijo fue: -SAYUTZETZELA…Que quiere decir: “estaremos juntos aunque no nos veamos”

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